La antropología tomista 1. El problema alma-cuerpo
Nos trata aquí de la cuestión del quid del hombre. ¿Qué es el hombre, cómo está constituido, de qué consta? La antropología bíblica presenta el hombre como una unidad psicosomática, psic osomática, lo cual niega las teorías dualistas. Pero a la vez, presenta presen ta el hombre como imagen de Dios, que sea algo más que el mundo mu ndo material a su alrededor, lo cual niega n iega las teorías monistas. Buscamos ahora una tercera vía: una dualidad du alidad no dualista y una unidad no monista. Tomás de Aquino asumió la teoría hilemórfica de Aristóteles, Ari stóteles, según la cual todos los seres materiales se componen de materia (hylé) y forma (morphé). La materia por sí sola (materia prima o materia sin forma) no existe. Tampoco la forma por sí sola de los seres materiales existe. La forma es lo que hace que un ser s er sea ese ser y no otro. Es lo que hace por ejemplo que un perro sea un perro y no un caballo. Un perro es lo que tiene la forma (esencia (esenci a o naturaleza) de perro. Por otro lado, la materia es lo que individualiza el ser, lo que hace que los seres se diferencien. Así, mi perro es diferente que el perro de mi vecina, aún siendo ambos de la misma mis ma raza, tiendo la misma forma. Los ángeles carezcan de materia (sólo tienen forma). Porque la materia es el principio de individuación, Santo Tomás vio obligado negar la multiplicidad de los ángeles individuos en una sola especie especi e de ángeles. Por eso, cada ángel es su propia especie. El ser humano es constituido c onstituido por materia y forma. El alma es la forma substancial su bstancial del cuerpo. Toda la realidad del alma se agota en comunicar su ser a la materia. El alma racional es forma por su propia esencia. En ella es uno y lo mismo ser espíritu y ser forma. Por esencia es espíritu y por esencia es forma del cuerpo. cu erpo. El alma solo puede realizar su esencia incorporándose en el cuerpo. En el hombre, hay una única ú nica forma sustancial, el alma racional, que informa in forma inmediata y directamente a la materia prima. Su relación es substancial, su bstancial, es decir: ambas son necesarias para constituir el hombre. No son s on dos cosas que unen para formar el hombre. Los dos son elementos constitutivos de un ser humano. Lo que llamamos cuerpo humano es la materia informada por el alma. El cuerpo humano no preexiste su animación por el alma. alm a. El cadáver, materia ya no informada por el alma, no es cuerpo cu erpo humano. Tiene la forma cadáver y no el alma. El alma tampoco preexiste su animación del cuerpo. cu erpo. Dios crea el alma en el momento de la concepción. El alma es una forma sustancial. sus tancial. No recibe su ser de la materia, más bien infunda el ser en la materia haciéndola un cuerpo humano. Por ser forma sustancial, su stancial, es 1
incorruptible y podemos afirmar su existencia después la separación del cu erpo en la muerte. El alma humana es incorruptible. incorru ptible. El alma (principio de vida) de los animales es mortal. Cuando el animal muere, su alma desaparece. El alma humana es subsistente, es decir, tiene su ser en sí mismo. Sigue existiendo separada de la materia después de la muerte (la separación de alma y cu erpo). El alma animal (su principio vital) tiene una dependencia intrínseca de la materia. El alma h umana tiene una dependencia extrínseca de su materia. Para Aristóteles, dada la imposibilidad de la existencia de las formas separadas, la inmortalidad del alma queda descartada, en contra de lo que afirmaba Platón. Santo Tomás defiende la inmortalidad del alma apoyándose en su inmaterialidad. El alma es inmaterial y como tal no es corruptible. Como incorruptible, el alma es inmortal, un argumento similar al que ya había utilizado Platón en el Fedón. También Santo Tomás ofrece otra razón para afirmar la inmortalidad del alma. El hombre tiene el ansia de inmortalidad y un deseo natural no puede ser vano. ³P uede uede todavía deducirse una prueba del deseo que naturalmente tiene cada ser
de existir según su modo de ser. El deseo en los seres inteligentes es consecuencia consecuencia del conocimiento. Los sentidos no conocen el ser sino en lugar y tiempo determinados; pero el entendimiento los conoce absolutamente y en toda su duración; por esta razón todo ser dotado de entendimiento desea, por su naturaleza misma, existir siempre, siempre, y como el deseo natural no puede ser vano, síguese que toda sustancia intelectual es incorruptible´ ( Suma I, C.75, a.6).
El alma no preexiste el cuerpo, pero sobrevive su separación del cuerpo en la muerte. Es una exigencia de la fe cristiana. cris tiana. La sobrevivencia del alma después la muerte preserva la identidad personal del individuo en la resurrección de los muertos. Lázaro era Lázaro después de que Jesús le resucitó. Somos nosotros después la resurrección. En la resurrección de los muertos, el alma reencuentra su cuerpo. Es menos clara la identidad de nuestro cuerpo en la resurrección, en qué sentido nuestro cuerpo durante la vida es nuestro nu estro cuerpo después de la resurrección. La relación alma y cuerpo es una relación natural. Por el alma humana, su razón de ser es animar un cuerpo cu erpo humano. El alma necesita el cuerpo cu erpo para poder realizar sus acciones. El alma unida el cuerpo cu erpo es más perfecta que separada. La unión alma y cuerpo no constituye una cárcel cárcel del alma como había señalado señalado Platón. No es un castigo. El alma no es hombre h ombre ni es persona. El alma separada versa en una u na situación inconveniente a su naturaleza. Es más perfecto en su estado encarnado en el cuerpo que separado del cuerpo. El alma unida al cuerpo cu erpo se asemeja más a Dios que el alma separada, porque posee su naturaleza más perfectamente.
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365 La 365 La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma como la ³ forma´ del cuerpo (cf. Concilio de Vienne, año 1312, DS 902); es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza. CIC
El Catecismo subraya que el hombre es a la vez ve z un ser corporal y espiritual es piritual (CIC 362). Es importante preservar la unidad personal del hombre h ombre (el hombre es uno) y la dualidad (no dualismo) de los principios que en él se dan (materia y espíritu). espí ritu). Para subrayar la unidad, el Catecismo afirma que el alma es ³forma´ del cuerpo, citando al concilio de Vienne. Aquí el término ³forma´ está entre comillas, para indicar que no se trata de asumir una u na escuela filosófica especifica. Más bien quiere afirmar el pensamiento fundamental y básico según el cual cu al ³es gracias al alma espiritual´ que la materia se vuelve a ser ³un ³u n cuerpo humano y viviente.´ v iviente.´ El alma es el principio de la vida, comunicando la vida vi da a la materia. Pero, ³el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza.´ El Catecismo subraya asimismo que el cuerpo y el alma tienen un origen diferente. Mientras el cuerpo proviene de los padres, el alma a lma es creada inmediatamente por Dios. No es ³producida´ por los padres padres y es inmortal. No No perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unirá u nirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final. (CIC 366). Dejemos que lo diga St. Tomás de una forma lapidaria: ³ El alma, como es substancia inmaterial, inmaterial, no puede ser producida por generación, sino sólo por creación divina. Decir, pues, que el alma intelectiva es producida por el que engendra, equivale a negar su subsistencia subsistencia y a admitir, consecuentemente, consecuentemente, que se corrompe con el cuerpo. Es, por consiguiente, herético decir que el alma intelectiva se propaga por generación´ ( Suma I, C.118, a.2).
El único origen posible del alma es, por tanto, la creación directa e inmediata por parte de Dios. Por eso, el alma no puede pu ede provenir de la evolución. Gaudium et spes (n. 14): 14. En la unidad de cuerpo y alma, el hombre, por su misma condición corporal, es una síntesis del universo material, material, el cual alcanza por medio del hombre su más alta cima y alza la voz para la libre alabanza del Creador. No debe, por tanto, despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, debe tener por bueno y honrar a su propio cuerpo, como criatura de Dios que ha de resucitar en el último día. Herido por el pecado, experimenta, sin embargo, la rebelión del cuerpo. La propia dignidad humana pide, pues, que glorifique a Dios en su cuerpo y no permita que lo esclavicen las inclinaciones depravadas de su corazón.
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No se equivoca el hombre al afirmar su superioridad sobre el u niverso material y al considerarse no ya como partícula de la naturaleza o como elemento anónimo de la ciudad humana. P or or su interioridad es, en efecto, superior al universo entero; a esta profunda interioridad retorna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le aguarda, escrutador de los corazones, y donde él personalmente, personalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino. Al afirmar, por tanto, en sí mismo la espiritualidad y la inmortalidad de su alma, no es el hombre juguete de un espejismo ilusorio provocado solamente por las condiciones condiciones físicas y sociales exteriores, sino que toca, por el contrario, la verdad más profunda de la realidad.
El hombre es uno - ³Corpore et anima unus.´ Esto es nuestra experiencia cotidiana. No decimos que nuestro cuerpo tiene frio. No decimos que qu e nuestra alma estudió mucho ayer. Nuestra experiencia es que vivimos una identidad personal en la unión del cuerpo-anima. Toda acción, pasión o vivencia humana es una experiencia corpóreo-espiritual de mi yo. Porque el cuerpo humano es animado por un alma, podemos decir dec ir que el hombre es cuerpo. Porque el alma es encarnada enc arnada en el cuerpo humano, podemos decir que qu e el hombre es alma. El hombre existe como varón o mujer. Existe Exis te en la polaridad complementaria del varón y la mujer. 369 El 369 El hombre y la mujer son cr eados, eados, es decir, son quer idos idos por Dios: Dios: por una parte, en una perfecta igualdad en tanto que personas humanas, humanas, y por otra, en su ser respectivo de hombre y de d e mujer. ³ Ser hombre´, ³ ser ser mujer´ es una realidad buena y querida por Dios: el hombre y la mujer tienen una dignidad que nunca se pierde, que viene inmediatamente inmediatamente de Dios su creador (cf. Gn 2,7.22). El hombre y la mujer son, con la misma dignidad, ³ imagen imagen de Dios´. En su ³ serserhombre´ y su ³ ser-mujer´ ser-mujer´ reflejan la sabiduría y la bondad del Creador. CIC
2. Las facultades
Una facultad es la potencia o la capacidad de hacer h acer algo, realizar una acción. Las facultades del alma humana puede ser clasificadas en tres grupos jerárquicamente relacionados: las facultades o potencias vegetativas, las sensitivas y en las racionales. No se trata de tres tipos de alma, sino de d e tres facultades o potencias de la misma alma racional. En sus funciones vegetativas, el alma se ocupa de todo lo relacionado con la nutrición y el crecimiento (semejante a las plantas). En sus funciones sensitivas el alma regula todo lo relacionado con el funcionamiento de los sentidos externos e internos (semejante ( semejante a los animales). En sus funciones racionales santo Tomás distinguió como facultades propias del alma racional el entendimiento y la voluntad (las facultades superiores). A pesar pes ar de que todas ellas proceden de la misma alma racional, se puede pu ede distinguir las facultades entre sí, 4
dado que tiende a aplicarse a distintos objetos. Para Santo Tomás, la definición de una facultad (o una ciencia) viene dada por el objeto al que se aplica, su objeto formal. Los grados de vida en el hombre: La vida vegetativa: la operación depende sólo en lo que se refiere a la ejecución. Tiene por lo menos las siguientes actividades inminentes: la nutrición, el crecimiento y la reproducción. Una planta crece. El movimiento es automático. La vida sensitiva: la operación depende tanto en lo que se refiere a la ejecución como a la forma. Por instinto, instin to, un lobo ve oveja y corre para captarla. El movimiento sigue el conocimiento. La vida intelectual: la operación depende en lo que se refiere a la ejecución, a la forma y al fin. El hombre puede escoger su fin y orientar su acción. Quiero entender la antropología teológica mejor y por eso es o comienzo leer un libro. y
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Del mismo modo que Aristóteles había concebido la existencia de una sola alma en el ser humano, que engloba las funciones vegetativa y sensitiva, santo Tomás afirma que esa única alma es la que regula todas las funciones del hombre h ombre y determina su corporeidad. ³ Es evidente, por otra parte, que lo
primero por que el cuerpo vive es el alma, y como la vida se manifiesta manifiesta por operaciones diversas en los diversos grados de los seres vivientes, aquello por lo que primariamente primariamente ejercemos cada una de d e estas funciones vitales es el alma. Ella es, en efecto, e fecto, lo primero que nos hace nutrirnos y sentir y movernos localmente, como también entender. Este primer principio de nuestro entendimiento, llámasele entendimiento entendimiento o alma intelectiva, es, por lo tanto, la forma del cuerpo, y esta demostración demostración es de Aristóteles.´ ( Suma I, C. 76,
a. 1)
El alma humana incluye las actividades vitales como la alimentación, crecimiento, reproducción, apetitos inferiores, conocimiento sensible y movimiento. P ero ero lo propio del alma humana es permitir al ser humano actividades que no se encuentran en ningún otro ser vivo: el conocimiento intelectual y la volición o h ombre es capaz de actos voluntarios. De todos los seres mundanos, sólo el hombre
adquirir conocimiento intelectual de las cosas, y sólo él es capaz de tener conductas libres. vid a psíquica del hombre: La vida psíquica. Tres elementos son implicados en la vida el sujeto, un objeto, y el conocimiento. En la actividad cognoscitiva el objeto se presenta al sujeto. En la actividad tendencial, el sujeto se s e inclina hacia el objeto conocido. 5
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La vida sensitiva (cognoscitiva y apetitiva). Su vida psíquica depende intrínsecamente del organismo. Las actividades vitales propias del d el alma sensitiva se ejercen mediante un órgano corporal (p. ej. el e l ver usa el ojo). oj o). Veo un chocolate y experimenta un deseo comerlo. c omerlo. La vida intelectual (cognoscitiva y volitiva). Su vida psíquica p síquica depende extrínsecamente del organismo. El conocimiento intelectual comienza con los sentidos, pero una vez que qu e tiene su objeto, el intelecto no necesita un órgano corporal corporal alguno. Son actividades espirituales. Las pasiones (la afectividad, emociones, sentimientos) son reacciones reaccion es psíquicas en el sujeto. Podemos distinguir estas reacciones reaccion es psíquicas y sensaciones del cuerpo como el placer o el dolor, el calor o el e l frio, etc. Son reacciones psíquicas en el sujeto, pero si tiene un efecto en el cuerpo.
Las dimensiones del conocimiento humano (sensible e intelectual) se compenetran entre sí. Son dimensiones de un único conocimiento humano. El conocimiento humano consiste en la tensión tensi ón entre estos dos aspectos, que están siempre contemporáneamente presentes, pero en medidas y proporciones diversas en momentos diferentes. La atención y la intención pueden dirigirse di rigirse hacia el sensible o detenerse en un concepto abstracto. Todo conocimiento sensible está permeado de racionalidad y todo conocimiento intelectual humano está influido in fluido por la sensibilidad. El hombre es ³corpore et anima unus.´ Es un ser a la vez corporal c orporal y espiritual. El hombre es esencialmente uno. Cuando analizamos diferentes aspectos o dimensiones del hombre, no podemos olvidar que todo influye todo. No podemos formar una dimensión aisladamente de las otras. Como ha explicado Santo Tomás Tomás de Aquino: ³ por la unión entre las facultades del alma en una esencia, y del alma y del cuerpo en un ser compuesto, las facultades superiores superiores y las inferiores, y también el cuerpo y el alma, influyen en el otro lo que en alguno de ellos sobreabunda´ El hombre en su dimensión espiritual: y
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Por su intelecto, el hombre conoce la realidad. Su conocimiento incluye objetos concretos y a través ellos, objetos universales y abstractos. Tiene u na apertura al infinito. Conocemos este árbol. Sabemos que es un árbol. Por su voluntad, el hombre h ombre quiere con libertad. Es dueño de sus propios actos, y por eso es responsable. Es un ser relacional, un ser dialogal y social. Tiene una un a apertura al otro. Realice a sí mismo en la entrega al otro. Experimenta emociones y pasiones. Son reacciones psíquicas pero que tienen un efecto en el cuerpo. cu erpo. Son como un vínculo entre el alma y el cuerpo. 6
El hombre en su dimensión dimensión corporal: y
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El hombre tiene sentidos externos e internos para captar y conocer la realidad. Siente el placer y del dolor. Hay acciones que produce un placer físico: el estomago. Son comer, el sexo. También el dolor, como un dolor del estomago. sensaciones corporales. Tiene instintos pero no tiene que seguirlos s eguirlos ciegamente. U n pájaro construye un nido en un modo muy particular cada vez, y igualmente a los demás pájaros en su especie. Tiene funciones biológicas que no están bajo el dominio domini o de su voluntad. La digestión.
El hombre en el Paraíso gozaba una un a armonía interior y un dominio de sí. Las facultades inferiores se sometían fácilmente al dominio de las facu ltades superiores. Estaba libre de la triple concupiscencia (cf. 1 Jn 2, 16), que lo somete a los placeres de los sentidos, a la apetencia de los bienes terrenos y a la afirmación de sí contra los imperativos de la razón. en nuestra naturaleza por causa del pecado original en relación a las cuatro virtudes cardinales: la ignorancia, es decir, la dificultad para descubrir la verdad (herida de la inteligencia), que se opone a la prudencia; la malicia, es decir, la dificultad dificu ltad para mantenerse en el bien (herida de la voluntad), que se opone a la justicia; la fragilidad o cobardía ante las dificultades (herida de los apetitos irascibles ± tendencia hacia un bien arduo), que se opone a la fortaleza; la concupiscencia, es decir, la inclinación in clinación desordenada al placer (herida de los apetitos concupiscibles), que se opone a la templanza. Santo Tomás enumeró cuatro heridas y
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El hombre es restaurado en Cristo. Cris to. El bautismo borra el pecado original en el hombre y le devuelve la vida eterna, pero las heridas h eridas de la naturaleza persisten en el hombre. Por eso, el hombre h ombre está llamado al combate espiritual. 3. Las facultades fac ultades superiores 1. El intelecto. Distinguimos las fases del conocimiento humano, pero no se
dividen. Estas dimensiones y fases siempre si empre mezclan entre sí. a. Sensible (conocimiento de los objetos materiales). i. Los sentidos externos : la vista, el oído, el gusto, el olfato, el tacto. El sentido no es ni material ni espiritual. La sensación es un fenómeno psíquico. Es un acto espontaneo en cuanto a su origen e inmanente en cuanto cu anto a su término. Los sentidos 7
solamente nos dan a conocer c onocer los accidentes exteriores de las cosas y no la naturaleza de las cosas (su forma). ii. Los sentidos internos: el sentido común (une las sensaciones de las diversos sentidos externos ± el azúcar blanco es dulce), la imaginación (tiene por objeto una imagen, lo que requiere su conservación y reproducción), la cogitativa (estimativa ± conocimiento de la utilidad o la nocividad de las cosas percibidas. La oveja huye del lobo), la memoria m emoria (su objeto es el pasado. Su acto es el reconocimiento de los recuerdos o el recuerdo como tal.). abstractos). b. Intelectual (conocimiento de los objetos abstractos). i. Concepto. ³Árbol´ ii. Juicio. ³Este árbol es verde.´ Afirma o niega n iega algo. iii. Razonamiento. Un proceso discursivo para llegar a nuevas conclusiones. ³Este árbol es verde. Todos los arboles verdes contienen clorofila. Este árbol tiene clorofila.´ 2. La voluntad o el apetito (una inclinación o una tendencia). La voluntad es una tendencia despertada por el conocimiento de un bien. a. Apetito sensible. Es una tendencia hacia un objeto
sensible/material, aprehendido como bueno por los sentidos. El apetito sigue el conocimiento. Es una tendencia hacia un bien. Aquí en este nivel, el amor significa el gusto por algo. El perro ve un bocadillo y corre hacia él para comerlo. b. Apetito intelectual (la voluntad propiamente dicha). Es una tendencia hacia un objeto abstracto/universal/intelectual conocido como bueno por el intelecto. Nos mueve conceptos como la justicia, la paz, el amor. Quiero descansar en paz y no seguir peleando con la familia política. La voluntad sigue a la inteligencia, i nteligencia, depende de ella, puesto que se despierta por el conocimiento de un bien. Pero tiene una relación de reciprocidad después. La voluntad dirige d irige la inteligencia hacia el objeto amado para conocerle mejor, y la inteligencia puede aumentar la intensidad del amor comprehendiendo mejor el bien del objeto. Si el bien es posible conseguir, la inteligencia analiza los medios para obtener el bien. La voluntad escoge entre ellos lo más conveniente, conven iente, y ponga el organismo en acción hacia el bien o huir el mal.
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4. Las pasiones
Las pasiones son reacciones psíquicas en el sujeto que siguen el conocimiento de un objeto y causan un cambio en el cuerpo, una modificación corporal. Las pasiones son motores de las acciones. acciones . Indican los estados afectivos y las reacciones psíquicas en el sujeto. 1. En su esquema, Santo Tomas puso las pasiones bajo el apetito sensible, la tendencia hacia un objeto material conocido como un bien para mí. a. El amor es la tendencia o movimiento hacia el bien en sí mismo. i. El deseo ±un bien conocido pero ausente crea un deseo. d eseo. ii. La alegría ± la posesión del bien produce gozo. b. El odio ± el mal en sí mismo, como obstáculo de un bien deseado. i. La aversión ± un mal conocido pero ausente causa la aversión hacia ello. ii. La tristeza ± la posesión o presencia de un mal produce la tristeza. 2. Un bien arduo o difícil de obtener causa en el sujeto la esperanza o la desesperación. posi ble alcanzar a. La esperanza ± un bien difícil que le parece posible engendra la esperanza. b. La desesperación ± un bien difícil que le parece imposible alcanzar engendra la desesperanza.
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c. La audacia (valentía) (valentía) ± un mal difícil ausente posible vencer
engendra la audacia. Vamos al encuentro encu entro del mal porque lo consideramos vencible. d. El temor ± un mal difícil ausente invencible engendra el temor. Nos alejamos de él porque lo creemos invencible. in vencible. obstáculo del e. La cólera ± un mal difícil presente conocido como obstáculo bien arduo. Luchamos contra el mal presente. 3. Encadenamiento de las pasiones . Consideramos un bien arduo, separado de nosotros por un obstáculo. Quiero ser santo, pero soy un poco perezoso. a. El primer movimiento es el amor del bien considerado en sí mismo. Es el resorte de todo lo que sigue. Leyendo la vida de los santos mi anima para ser un santo. hech o mismo de que el bien es amado, el obstáculo se convierte b. Por el hecho en objeto del odio. P ero, ero, soy pecador y además tengo mucha pereza. Odio el pecado como mi enemigo número uno a la santidad. l a aversión hacia el c. Se despiertan simultáneamente el deseo del bien y la
obstáculo. d. Si el obstáculo le aparece superable o insuperable, nace la esperanza o la desesperación. Si, puedo ser santo. Olvídese. Es imposible. s alimos al paso al obstáculo. e. La esperanza engendra la audacia y salimos Después la cólera, en el momento en que lo abordamos. Por último el gozo cuando hemos vencido el obstáculo y poseemos el bien. rabajando duro sobre un plan de sacrificios, conquisto la pereza y T rabajando me encuentro con la alegría y paz interior.
. Paralelamente, la desesperación engendra el temor: huyendo el
obstáculo. No hay movimiento de cólera porque no llegamos a estar en contacto con el obstáculo. obs táculo. El temor engendra directamente la tristeza porque no poseemos el bien deseado. T engo engo un plan de sacrificios, pero es imposible. Estoy siempre lo mismo. Quizás voy a comenzarlo mañana. Siento triste porque no veo un avanza en la vida espiritual. 4. La voluntad y las pasiones . a. Las pasiones pueden modificar la estimación de los bienes y de los males. P or or ejemplo, cuando estoy enojado, considero que puedo decir cosas que en un momento de calma no considero. Las pasiones
distraen al hombre y no se puede poner la atención adecuada para reflexionar sobre su acción. b. La voluntad normalmente sigue al juicio del intelecto sobre el bien o el mal. Pero, las pasiones pasion es pueden presentar un objeto y su bien a la inteligencia. Se logra mediante la imaginación. La pasión excita la 10
imaginación (y vice versa), que está llena de imágenes vivas. La inteligencia, a su vez, concibe y juzga según lo que la imaginación representa. La voluntad, por último, sigue este juicio. pasiones . No c. Inversamente, la voluntad puede y debe gobernar las pasiones. tiene sobre ellas un poder despótico, sino un poder político. Las pasiones tienen una cierta independencia y cierto poder de resistir la voluntad. Se puede dirigir la inteligencia a otra cosa o el cuerpo a otro lugar para apartarse del objeto que inflama las pasiones. Se puede pensar de otras cosas. Se puede esperar hasta h asta las pasiones calmarse. Se tiene que guiar las pasiones por la razón iluminada por la fe.
Apetito Concupiscible
Es la tendencia hacia un bien: - buscar el bien - huir del mal opuesto Bien en sí mismo: amor Bien ausente: deseo Bien presente: alegría
Mal en sí mismo: odio Mal ausente: aversión Mal presente: tristeza Apetito Irascible
Es la tendencia hacia un bien difícil: - tendencia de lucha contra el obstáculo - tendencia de resistencia contra el obstáculo Bien difícil posible: esperanza Mal difícil ausente posible: audacia Bien difícil imposible: desesperación Mal difícil ausente imposible: temor Mal difícil presente: cólera En el lenguaje actual, ³pasión´ se usa u sa para indicar una tendencia vehemente, sea o no sea mala hacia alguien o algo. La pasión vehemente que mueve a la acción acci ón disminuye la libertad y ciega a la razón. El sentimiento tiene un aspecto puramente subjetivo de la vida psíquica, que consiste en la impresión impresi ón agradable o desagradable que produce en el sujeto que conoce c onoce y apetece. Los sentimientos indican el estado del sujeto y no referirse directamente a ningún objeto. Conocemos objetos. Tendemos a los objetos en cuanto buenos. Siento alegre o triste. Las emociones son sentimientos intensos que conllevan una conmoción c onmoción somática. 5. La moralidad de las pasiones en el catecismo I.
Las pasiones
1763 El término ³pasiones´ pertenece al patrimonio del pensamiento cristiano. Los
sentimientos o pasiones designan las emociones o impulsos de la sensibilidad que 11
inclinan a obrar o a no obrar en razón de lo que es sentido o imaginado como bueno o como malo. 1764 Las pasiones son componentes naturales del psiquismo humano, constituyen
el lugar de paso y aseguran el vínculo entre la vida sensible y la vida del espíritu. Nuestro Señor señala al corazón del hombre como la fuente de donde brota el movimiento de las pasiones (cf M M c 7, 21). 1765 Las pasiones son numerosas. La más fundamental es el amor que la atracción
del bien despierta. El amor causa el deseo del bien ausente y la esperanza de obtenerlo. Este movimiento culmina en el placer y el gozo del bien poseído. La aprehensión del mal causa el odio, la aversión y el temor ante el mal que puede sobrevenir. Este movimiento culmina en la tristeza a causa del mal presente o en la ira que se opone a él. II.
Pasiones y vida moral
1767 En sí mismas, las pasiones no son buenas ni malas. Sólo reciben calificación
moral en la medida en que dependen de la razón y de la voluntad. Las pasiones se llaman voluntarias ³o porque están ordenadas por la voluntad, o porque la voluntad no se opone a ellas´ (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 1-2, q. 24, a. 1, c). Pertenece a la perfección del bien moral o humano el que las pasiones estén reguladas por la razón (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 1-2, q. 24, a. 3, c). 1768 Los sentimientos más profundos no deciden ni la moralidad, ni la santidad de
las personas; son el depósito inagotable de las imágenes y de las afecciones en que se expresa la vida moral. Las pasiones son moralmente buenas cuando contribuyen a una acción buena, y malas en el caso contrario. La voluntad recta ordena al bien y a la bienaventuranza los movimientos sensibles que asume; la voluntad mala sucumbe a las pasiones desordenadas y las exacerba. Las emociones y los sentimientos pueden ser asumidos en las virtudes, o pervertidos en los vicios. 1770 La perfección moral consiste en que el hombre no sea movido al bien sólo por
su voluntad, sino también por su apetito sensible según estas palabras del salmo: ³Mi corazón y mi carne gritan de alegría hacia el Dios vivo´ ( Sal 84,3). Bibliografía
Lucas Lucas, Ramon, El Hombre Espíritu Encarnado, Sígueme, Salamanca, 1999 2
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Ruiz de la Peña, Juan Luis, I magen magen de Dios: Antropología teológica fundamental, Sal Terrae, Santander, 1988 5 Verneaux, Roger, Filosofía del Hombre, Herder, Barcelona, 1988
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