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DIALOGOS CLINICOS CON DONALD MELTZER
Psicoanálisis Revista de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires
Psicoanálisis Editada por la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires Sociedad Componente de la Asociación Psicoanalítica Internacional COMISION DE BIBLIOTECA Y PUBLICACIONES Directora Dra. María Inés Raitzin de Vidal BIBLIOTECA Secretario Dr. Carlos Morini
PUBLICACIONES Secretario Dr. Enrique Alba
Vocales Dra. Beatriz O. Ainstein de Deligdisch Lic. Cecilia Beckman de Videla Dra. Alicia Castro Lic. Oscar A. Elvira Dra. Ana María Martín de Oyarvide
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Indizadores Dra. Celia Norma Faena de Sella Dra. Diana Liberman de Vannelli Dra. Marcia Stigol de Nejamkis
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Edición Coordinadora Lic. Nélida Bazán Vocales Dra. Norma Astraldi de Challú Lic. Mirta Berman de Oelsner Lic. Ana Cristina Bisson de Moguillansky Lic. Rosa Blejwas de Ocaña Lic. Raquel Duek de Escandarani Dr. Norberto Helman Dra. Graciela Jajam de Wagner Lic. Marta Martínez de Sáenz Lic. María Graciela Ronanduano Dra. Zulma Sáez Secretaria Administrativa Sra. Celina Torres de Hatoum Cuidado de la edición Ediciones PubliKar
ISSN 0325-819X Registro de la propiedad intelectual: 988.762 Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires Maure 1850 - (1426) Buenos Aires, Argentina - Tel./Fax: 4775-7867 / 7985 Email:
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Indice
Editorial
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Entrevista a Donald Meltzer. Mirta Berman de Oelsner y Roberto Oelsner
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Introducción a las ideas de Donald Meltzer vinculadas con el material clínico de las supervisiones. Felisa Waksman de Fisch
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Ana
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Darío
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Florencio
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Graciela
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Juan
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Laura
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Lucas
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María
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Marlene
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Matías
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Ricardo
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Sor Belén
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R EVISTA
DE
L IBROS
Delia Faigón. Adolescentes (Donald Meltzer y Martha Harris)
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Editorial
El pensamiento de Donald Meltzer ha tenido marcada influencia en el desarrollo del psicoanálisis argentino. En 1964 estuvo en Buenos Aires por primera vez. Desde entonces sus numerosas visitas han transformado su enseñanza en una experiencia viva. Este número de Psicoanálisis recoge la tarea de supervisión que realizó en nuestra Institución en el año 1991. Si bien muchos otros encuentros se han sucedido desde entonces, el poder rescatar y difundir aquellas reuniones de trabajo era una tarea pendiente para nuestra revista. Hemos cuidado de preservar fielmente el estilo original de los diálogos con el fin de reflejar el clima en que transcurrieron. Quisimos introducir al lector en aquellos momentos de aprendizaje y poder así acceder a las formas en que Meltzer se aproxima y despliega cada uno de los casos presentados. Problemáticas en niños, adolescentes y adultos quedan develadas en su profundidad. Reunimos doce casos clínicos que fueron presentados aquel año en las reuniones de supervisión por miembros de nuestra Institución. El orden seguido en su presentación no refleja ninguna referencia temática. La identidad de terapeuta y paciente ha sido mantenida en reserva. A ambos nuestro agradecimiento. Una reciente entrevista con Meltzer nos ha permitido incluir en este número una revisión actualizada de sus ideas acerca de la tarea de supervisión y de sus efectos en los tres integrantes: supervisor, terapeuta y paciente. Integran también este número una introducción general y referencias complementarias a cada caso clínico, escritas por la Dra. Felisa Waksman de Fisch. En ellas se puntualizan aquellos
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conceptos teóricos que sustentan las intervenciones de Meltzer, permitiendo ubicarlos en el contexto de su obra. Pensamos que su inclusión será de innegable ayuda para la mejor comprensión de las supervisiones y también, y fundamentalmente, en la posterior referencia a los textos originales. Nuestro muy especial reconocimiento a su colaboración. Comisión de Publicaciones
ENTREVISTA A DONALD MELTZER
Entrevista a Donald Meltzer
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Mirta Berman de Oelsner y Roberto Oelsner
Habíamos concertado el horario telefónicamente desde Londres la semana anterior, para el sábado 7 de febrero a las 10 de la mañana. Además del material clínico que teníamos para discutir con él queríamos hacerle un “interview”, mezcla de reportaje y entrevista, para la revista Psicoanálisis. Estaba en preparación un número con las supervisiones clínicas que dio en Buenos Aires en 1991 y pensamos que sería interesante conocer sus opiniones acerca de la tarea de supervisión en 1999. Sabíamos que nos sentiríamos cómodos, como en oportunidades anteriores. Es que Donald tiene esa virtud. Es serio, parco y su tono al hablar, especialmente por teléfono, es cortante. Y sin embargo transmite una calidez que invita a sentirse bien. Cuando llegamos con el taxi a Simsbury, un viaje de 20 minutos desde la estación de Oxford pasando por una nevada pradera, un campo de golf, una pequeña población y un bosque helado, nos estaba esperando detrás de la puerta. Al menos eso nos imaginamos ya que, en cuanto el taxista nos anunció con la bocina, Meltzer salió de su casa. Una casa de campo en medio de un parque agreste enmarcado por una arboleda blanca por el hielo y un poco de nieve. Nos saludó con un medido “Buen día, ¿cómo están Ustedes?”, y “Espérenme que entro y les abro por el otro lado”. Entramos y sin darse vuelta empezó a caminar escaleras arriba. Entendimos que lo correcto seguramente era seguirlo, ya que él no dijo nada, pero sentimos un poco de miedo de estar haciendo algo inadecua1
Esta entrevista tuvo lugar el 7 de febrero de 1999, en Oxford, Inglaterra.
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do por no haber entendido bien la consigna muda. Sí, ahora estábamos en la sala de estar. Hacía un frío... Y en el ambiente, por cierto grande, estaba encendida sólo una diminuta estufa eléctrica y un hogar de leños de esos que se consumen en pocos minutos y no dan calor. Se disculpó por eso diciendo que no le habían entregado el gas y que tal vez más tarde... Pensamos que seguramente era él quien se había olvidado de pedirlo y que siendo sábado no debíamos ser muy optimistas con la temperatura de la casa el resto del fin de semana. Cinco minutos después ya estábamos en plena tarea. Cada tanto se levantaba sin decir nada y se iba para volver al poco rato ya sea con más leños para alimentar la voraz chimenea o con café para sus voraces “nosotros”. Todo fue muy natural. Cuando terminamos nos comunicó que podíamos continuar a la mañana siguiente y nos ofreció quedarnos a dormir en su casa esa noche. Ensayamos un pretexto amable, sin mucha convicción, no queríamos molestarlo. Y nos contestó en su modo corto pero natural siempre, que si le molestaría no nos lo hubiera ofrecido. Y ése es el clima que Meltzer crea. La sinceridad se torna en calidez porque uno tiene contacto con la persona. Posiblemente por eso sentimos que el frío se nos olvidó una vez con él. No en vano, pensamos, es el autor de “Sinceridad”. Este es un concepto sobre el cual insistió en el trabajo clínico. Nos mostró cómo el secreto, opuesto a la sinceridad, daña la relación con el objeto y por reflexión a la propia mente. A la mañana siguiente comenzamos a trabajar temprano después de un generoso desayuno de domingo que Donald mismo se esmeró en preparar y durante el cual escuchaba las noticias de la radio. Se lo veía sinceramente cómodo a pesar de nuestra presencia. No se sintió obligado a darnos conversación, ni nosotros nos sentimos incómodos por su poco hablar. No había nada “contractual” allí. Era claro que no lo molestábamos y su cuasi silencio junto con su generoso desayuno, nos pareció una muestra de confianza que recibimos con halago. Después de otras tres horas de trabajo clínico pasamos a la entrevista. “Me gusta que me entrevisten” –dijo. Y esta vez sentimos que nosotros lo poníamos cómodo a él. Durante su transcurso se generó un clima difícil de transmitir. Se levantó una vez a poner más leña en la alicaída chimenea y casi no nos miraba. Tenía un gesto pícaro, divertido por la situación que le gustaba y
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dejaba a su mirada perderse por la ventana. Era una mañana muy soleada y los pájaros daban vueltas por una casita de madera sobre un pilote. Había puesto algún alimento allí. Claro, nosotros nos iríamos en una hora más hasta dentro de un año, pero ellos se quedarían haciéndole compañía. Y esto fue lo que pasó en el reportaje.
Mirta Oelsner: Primero me gustaría saber si en su opinión la supervisión es una ‘super’ visión, una visión muy especial de los pacientes. Dr. Meltzer: Como saben, en las primeras etapas del psicoanálisis la supervisión era llamada control, que era un término terrible... que el supervisor esté controlando al analista, hasta a los estudiantes que comienzan no les gusta ser controlados. Es super porque se espera que el supervisor tenga más experiencia que el más joven o el estudiante. Porque en la supervisión casi lo único que el supervisor tiene para ofrecer es el fruto de su experiencia, ya que en psicoanálisis no funcionamos como una ciencia en el sentido de algo que puede obedecer a reglas matemáticas o cuantificadas, estamos trabajando con la calidad de las cosas, especialmente la calidad de las emociones. Y por supuesto todos tenemos experiencias de vida y de muchas maneras; por estas experiencias se espera que la gente de más edad sea más sabia que los jóvenes, lo que generalmente sucede. Los analistas más viejos ciertamente han tenido experiencias de muchas más situaciones clínicas, por lo que se espera de ellos y así sucede, que tengan un poder más rico de discriminación entre una situación analítica y otra, y que contribuyan con esto. En el espíritu del análisis se espera que sea una situación de alimentación y no de una alimentación forzada, y hay que presentarle lo que uno tiene para ofrecer al estudiante o a la persona, el supervisando, y que éste seleccione lo que le viene bien. Y pienso que hay que dejarle a la riqueza y al poder de nuestras ideas acerca del material clínico, el hacerlo sabroso para el gusto de la persona que supervisa, y uno debe evitar cualquier imposición de las ideas de uno. Por esta razón es muy importante ceñirse al material clínico y no desplazarse hacia consideraciones teóricas.
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En mi opinión las consideraciones teóricas se pueden dejar para las aulas, los seminarios y demás. Para hacer esto la persona que viene a supervisar debe traer material preparado cuidadosamente como ustedes hacen acá y lo mejor es que sea por escrito como también verbal, de manera que como supervisor uno tiene este interjuego entre lo que se lee y lo que se oye. Porque la música de la voz –si es una lengua extranjera que estoy escuchando, sea francés o español o italiano–, la música del lenguaje y tener una traducción escrita dan una impresión muy rica de la situación clínica. Para mí es importante tener una imagen visual de cómo es el paciente y cómo se comporta, porque eso me da la posibilidad de participar imaginativamente en la situación analítica que sucede. Si se hace así, la supervisión es muy disfrutable y no implica la tensión que vive el analista real; no es del todo así, pero es como un general detrás de la línea de acción: uno está ahí con la imaginación, pero no se lleva el peso de las ansiedades o las emociones que van directamente al terapeuta; lo que uno recibe es una segunda integral o derivada de la situación clínica. Esto nos lleva a otra consideración, y es que depende en gran medida del supervisor ser tan no-amenazante que los supervisandos puedan traer fácilmente material honesto. Porque es muy, muy fácil hablarle al material, acicalarlo como darle un corte de pelo, hacer que las interpretaciones que uno ofreció parezcan correctas, adecuadas y demás. Yo muchas veces le pido a la gente que traten de presentarme principalmente el material y no tanto sus interpretaciones, porque la gente joven es muy tímida acerca de sus interpretaciones y se sienten amenazados en el momento que presentan sus interpretaciones. Así que ciertamente con estudiantes les digo que traigan sólo el material, y que me dejen pensar en el material y entrar imaginativamente en el material, para no estar juzgando en ningún sentido sus interpretaciones. Por supuesto que creo que esto es posible, en parte, porque no creo que las interpretaciones sean tan importantes como se sostenía tradicionalmente en el psicoanálisis; creo que la relación entre analista y paciente que está contenida no sólo en las palabras sino también en la música es muy importante; no hay mucho que pueda hacer uno con eso como supervisor más que tratar de endulzar un poco la música con la música propia, y creo que funciona de ese modo. Es como con el paciente que recién presentó, si ve cosas en un sentido bondadoso y con humor, esto
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ENTREVISTA A DONALD MELTZER
penetra en su voz y se transmite al paciente y hace más liviana la atmósfera. Porque la atmósfera es terriblemente importante, no se puede enseñar la atmósfera, sólo se puede demostrar la atmósfera. Mi idea de supervisión no es como una clase magistral de música, es más participativa, como tocar en la orquesta, uno toca otro instrumento y contribuye porque la orquesta está formada por toda clase de instrumentos. Creo que la música del lenguaje y la voz humana es muy primordial, es el vínculo entre la madre y el hijo cuando todavía está en el útero, la música de la madre le llega al bebé, y creo que la profundización de la transferencia analítica depende mucho de esta música y es mucho menos dependiente del insight analítico que se puede comunicar por interpretaciones. No quiero decir que las interpretaciones no sean importantes, pero la importancia que tienen consiste principalmente en que confirman al paciente que uno está realmente escuchando y pensando. El paciente no sabe si tiene razón o no, lo mismo que uno como analista no sabe si tiene razón o no, o si el material encaja o no, pero las cosas pueden estar totalmente mal y encajar con el material, pero esto es sólo el contenido intelectual que se relaciona con nuestras teorías acerca del desarrollo emocional, que son muy poco sólidas y sólo tratan con la superficie de los fenómenos mentales. Mientras que un paciente como el que recién presentó donde hay trastornos del pensamiento nos lleva a la geología de la mente. Estas cosas se remontan muy al principio y en cierta forma son mucho más interesantes si se puede trabajar con esa profundidad de observación y conceptualización que tiene que ver con los procesos de pensamiento; y por supuesto que eso es lo que sucede con el trabajo de Bion que nos dio, creo, la primer aproximación de una manera de pensar acerca del pensar. No creo que el abordaje de Freud nos halla servido mucho, era en parte sentido común y en parte filosofía hegeliana. Pero Bion y en especial la tabla, nos dio una manera de pensar acerca del pensar que es muy difícil describir cómo usarlo, pero es un formato de la mente que promueve de alguna forma el pensar acerca del pensar y nos da un poco de vocabulario para hablar de ello, no un vocabulario fabuloso, no es como la notación musical, tan preciso, pero no es la nada; es un poco demasiado matemático, y cuantitativo, pero está organizado para que podamos empezar a pensar cómo se desarrolla el pensamiento, cómo se desarrolla el pensar y cómo el pensar desarrolla pensa-
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mientos; es una cosa bastante maravillosa. Mirta Oelsner: Cuando trabaja como supervisor ¿con quién está en contacto?, ¿con el paciente? y ¿cómo?, o ¿quizá está en contacto con el analista trabajando? Dr. Meltzer: Bueno, depende. A los analistas con experiencia les gusta venir y traerme lo que los preocupa en el momento y saltan de paciente en paciente, nunca llego a conocer al paciente y es una situación momentánea. En cambio con un analista que me trae un paciente en particular, que está viendo una vez por semana o cinco veces por semana –no hace diferencia– sí le puedo ayudar primero a presentar ese paciente vívidamente de manera que yo pueda hacer contacto con el paciente. Entonces siento que tenemos una supervisión real, que estoy en contacto con el paciente y con el analista, los puedo presentar entre sí y eso es muy disfrutable. Y pienso –como pienso de todo el psicoanálisis– que si no es disfrutable no es muy bueno, me gusta disfrutar. El uso de humor y picardía me parece muy importante, no sólo en supervisión sino en análisis, me gusta que todas las sesiones terminen con una sonrisa... Con algunas personas que supervisan al mismo paciente por años, yo siento que conozco a su paciente como a mis propios pacientes. Mirta Oelsner: En este sentido, ¿cree que la contratransferencia existe en el supervisor? Dr. Meltzer: Es por supuesto su propia contratransferencia. Quiero decir que entra en la supervisión tanto como entra en el trabajo analítico, todo está basado en la contratransferencia, en la respuesta emocional, la habilidad de reconocer la respuesta emocional y el encontrar el lenguaje para expresarla. La contratransferencia es todo en psicoanálisis. Y la idea histórica que uno no debe comunicar la contratransferencia es una ilusión; uno lo comunica en la música de la voz todo el tiempo; uno tiene que tener cuidado con la música que no se vuelva tiránica y que no se vuelva demasiado pedagógica, y demás, pero no se puede esconder. Uno sólo puede modularla para evitar excesos pero lo que el paciente escucha es la contratransferencia; lo que escucha en el significado de las interpretaciones es bastante secundario a lo
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que oye en el significado de la música de la voz del analista, la voz de la contratransferencia. Mirta Oelsner: ¿Cómo cree que se pueden manejar los problemas contratransferenciales del analista en la supervisión? Dr. Meltzer: No es asunto mío como supervisor. Es asunto de su analista. Y ciertamente yo trato de nunca comentar acerca de la contratransferencia y su efecto sobre su comprensión o en su comunicación con su paciente. Mi trabajo como supervisor es participar en la contratransferencia y darle un sonido en la música y en las palabras de la interpretación, pero no comentar acerca de la contratransferencia del analista; eso no es asunto mío. Hay que conocer a alguien muy profundamente para tener alguna idea del significado idiosincrático de su contratransferencia. Como supervisor supongo que la contratransferencia del analista es razonable, y si está preocupado por ella que lo lleve a su analista si terminó su análisis puede volver a su analista y discutirlo con él. Roberto Oelsner: ¿Si no lo hace, le diría esto? Dr. Meltzer: Sí, si me trae su contratransferencia para discutirla, le explicaría por qué, le diría que no es asunto mío, que no lo conozco lo suficiente como para tener alguna opinión acerca del significado de su contratransferencia. Roberto Oelsner: La experiencia que tengo con analistas jóvenes o candidatos es que muchas veces ellos actúan lo que está en el material de sus pacientes. Por ejemplo, a veces veo que tienen pacientes que faltan o llegan tarde a las sesiones y los supervisandos comienzan a llegar tarde o a faltar; o tienen pacientes que amenazan abandonar el análisis y el supervisando de repente dice que no está seguro si va a seguir con la supervisión después de las vacaciones. ¿Haría Ud. algún comentario acerca de esto, o lo dejaría pasar? Dr. Meltzer: Bueno, yo hago comentarios acerca de la técnica pero no acerca del significado de la técnica o de la actuación en la contratransferencia que modifica la técnica, sólo acerca de la
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técnica. *Creo que si uno comenta directamente acerca de la contratransferencia es siempre una reprimenda, pero puede comentar acerca de la técnica porque sólo está ofreciendo una opinión y no es amenazante. Los supervisandos quieren saber acerca de la técnica y la racionalidad de la técnica –que es la racionalidad de la comunicación humana con tacto, delicadeza y claridad– eso es todo lo que hay en la técnica. Es asombroso cuán torpes pueden ser los jóvenes analistas y quieren tener discusiones acerca de la técnica. Mirta Oelsner: De esta forma, ¿qué es lo que piensa que el supervisando aprende durante la supervisión? Usted primero dijo que aprende técnica, ¿puede aprender algo más? Dr. Meltzer: No, no es lo mismo que aprender, es enriquecer su imaginación acerca de la experiencia clínica. No es lo mismo que aprender porque no puede ser llevado de un paciente al otro. Es muy específico para el paciente específico que trae. Roberto Oelsner: La pregunta apareció porque discutíamos si el supervisando obtiene un modelo de trabajo del supervisor. Dr. Meltzer: Espero que no. Espero que sólo obtenga un enriquecimiento de su experiencia con el paciente específico que está supervisando. Claro que el analista experimentado que busca traer los problemas que tiene con distintos pacientes, que son difíciles en ese momento, no aprende nada. El sólo es ayudado en cómo cambiar la rueda de su coche. No se le enseña acerca de coches, motores y demás, sólo se le ayuda a seguir. A mí mucho no me gusta hacer este tipo de supervisión, pero ciertamente a muchos trabajadores experimentados en este campo les gusta hacer un servicio de emergencia tipo automóvil club, si tu coche se rompe ellos vienen y ayudan a sacarlo del problema. Mirta Oelsner: ¿Qué piensa que supervisa el analista cuando supervisa? ¿Supervisa al paciente?, ¿a su propia mente?
* ¡Oh, miren ese pájaro! (Se incorpora y se acerca a la ventana) No vino por seis meses y justo ha regresado! Viene a buscar comida... Miren como come!!! (Continúa)
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ENTREVISTA A DONALD MELTZER
Dr. Meltzer: Lo que espero es que traiga un relato honesto de su trabajo con el paciente. Y el énfasis está en ‘honesto’, porque hasta que un analista conoce a su supervisor lo suficiente como para disfrutar las supervisiones es muy difícil para él ser honesto. La construcción de la confianza entre supervisando y supervisor es esencial porque hasta que alcance un nivel donde es un placer venir a supervisar no le va a traer material honesto. Y trabajar con un material que no es honesto es como caminar en un pantano, un paso detrás del otro, no fluye. Hasta que las supervisiones tengan unos meses es difícil que aparezca esa confianza, ese disfrute y en esos primeros meses... el placer de la informalidad... Esther Bick invitaba con strudel de manzana, pero yo no invito con nada a mis supervisandos como no lo hago con mis pacientes, pero la sensación de informalidad y de intimidad se puede cultivar. Claro que uno encuentra que no siempre uno gusta de la gente que viene a supervisión, y eso es más difícil. Es como con los pacientes, que puede llevar años hasta que un paciente en particular nos agrade; y lo mismo con supervisandos, puede llevar mucho tiempo hasta que ellos comiencen a trabajar de una forma coloreada y emocional que dé placer escuchar. Si son terriblemente rígidos, terriblemente restringidos o terriblemente no coloreados, uno siente lástima por sus pacientes y siente que no gusta de ellos. Pero nuevamente, si uno persevera las cosas se entibian y se endulzan por lo general. Roberto Oelsner: Entonces, ¿habría algún grado de contratransferencia entre el supervisor y el supervisando, no sólo con el paciente? Digo por el hecho de que agrade o no. Dr. Meltzer: Esto en mi opinión hay que evitarlo, y la mayor parte de la gente que viene a la supervisión viene con un deseo honesto de aprovechar la experiencia. Tienen probablemente una idea exagerada acerca del proceso de aprendizaje. Encontramos poca gente del tipo de un psicópata en este trabajo. Gente que venga con la intención de engañar. Es un fenómeno raro. En mi opinión mientras pueda evitar la atmósfera de autoridad no es probable que haya problemas de transferencia-contratransferencia entre el supervisando y el supervisor. Toda la situación transferencial está confinada a la relación del analista con su paciente, que uno está supervisando y que de una forma privile-
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giada se le permite escuchar y comentar acerca de ello. Me parece que lo más urgente es evitar cualquier atmósfera de coerción, castigo y autoridad. Mirta Oelsner: En su experiencia ¿qué sucede cuando el analista del analista y el supervisor tienen modelos teóricos distintos? Dr. Meltzer: Yo le digo siempre a mis supervisandos que no le presten atención a mi línea teórica porque es para comunicarme con mis colegas y para escribir trabajos, pero no es para usar en el consultorio. Creo que raramente va un analista a un supervisor que esté claramente en una línea muy diferente que su analista; ya sea porque el analista no lo deja o lo desanima a hacerlo, o porque no quiere meterse en una pelea de perros donde lo van a morder de los dos lados. Me parece, en mi experiencia, que casi nunca se da. Pero puedo pensar que esto pueda suceder en Buenos Aires donde creo que hay una tendencia a formar muchos sub-grupos con antagonismos bastante fuertes entre ellos y demás, que no pasa en otros países latinos, así que no es sólo el temperamento latino. Creo que debe ser histórico, porque Buenos Aires tuvo un número extraordinario de gente muy talentosa y original, que en forma natural formó camarillas alrededor de ellos que siguieron después de su muerte. Creo que es un factor donde la buena suerte se transformó en mala suerte. Es buena suerte que haya habido tanta gente talentosa y es mala suerte que haya desarrollado una especie de cultura separatista con sub grupos y sub-sub-grupos. Supongo que es sólo una cuestión de tiempo hasta que APdeBA se divida en AP y deBA. Es una lástima pero es verdad. Mirta Oelsner: ¿Cree que el trabajo del supervisor influye en el tratamiento del paciente? Dr. Meltzer; Ciertamente espero que sí. Yo creo que donde el supervisor y el supervisando forman un buen equipo el paciente recibe un análisis más rico, y se puede ver mover el material mucho más rápidamente como consecuencia de la supervisión. La única manera que tiene el supervisor de juzgar cómo anda es cómo se mueve el material. Especialmente se puede ver con supervisandos que traen casos que han llevado por años, donde estaban estancados por años y se puede verlos realmente levan-
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ENTREVISTA A DONALD MELTZER
tarse y moverse con la supervisión. No quiere decir que la supervisión está necesariamente llena de nuevas ideas o de interpretaciones más correctas, sino que el compañerismo de la supervisión agrega una palanca a su trabajo y lo hace más liviano; y afloja su obsesividad y rigidez, y las cosas comienzan a ponerse en marcha. La única manera de juzgar es ver lo que pasa con el paciente. Lo que el analista le relata a uno no le dice nunca mucho acerca de los matices de su comportamiento en el consultorio. Hay que juzgar por cómo respondió el paciente a este análisis recientemente supervisado y a veces es sorprendente.
Al terminar nos ofreció llevarnos de vuelta a Oxford. Allí nos despidió con tan pocas palabras como siempre. Pero no hacía falta nada más.
Donald Meltzer 23, Alexandra Road OX2, Odd Oxford England
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Introducción a las ideas de Donald Meltzer vinculadas con el material clínico de las supervisiones Felisa Waksman de Fisch
Suele ubicarse a Donald Meltzer entre los psicoanalistas postkleinianos, si entendemos por “post” una secuencia cronológica y una continuidad y evolución conceptual. Meltzer reconoce que se ha basado en las obras de Freud, Klein y Bion y ha entretejido el desarrollo de sus ideas con las de autores que fueron sus contemporáneos, principalmente Money-Kyrle, Esther Bick, Herbert Rosenfeld, Martha Harris. También recibió la influencia de autores no psicoanalíticos de campos tan diversos como los de Wittgenstein, A. Stokes, H. Pinter y Dostoiewsky. Reconoce el aporte de numerosos psicoanalistas de distintas partes del mundo, con quienes intercambió acerca de materiales clínicos diversos durante las supervisiones. Pero su reconocimiento no se limita a los estímulos del campo psicoanalítico sino también al impacto que le causaron las obras de arte y la literatura, la vida familiar y de la comunidad, los grupos, instituciones y la belleza del paisaje en general. Estos impactos, para los que los artistas tienen talentos especiales de expresión, lo llevaron a la necesidad personal de transmitirlos en palabras. Expresa la convicción de que aunque las obras se leen y se olvidan son un grano de arena que proviene de cada ciclo de vida y contribuye al vasto campo de la cultura. Sus temas de investigación son muy variados: técnica psicoa-
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FELISA WAKSMAN DE FISCH
nalítica, teoría del desarrollo, psicopatología de niños, adolescentes y adultos y la relación de la psicopatología con una metapsicología basada en la de sus predecesores a la que aportó contribuciones originales. Su obra se extiende por los últimos cuarenta años, lo que le permitió revisar y madurar algunas de sus concepciones iniciales. En sus escritos se deslizan a veces como afirmaciones colaterales, sus puntos de vista acerca de todo el quehacer psicoanalítico, por lo que resulta difícil e incompleta cualquier elección para un resumen. Elegí presentar brevemente alguna de las ideas centrales de sus obras más clínicas y me extenderé algo más en los temas relacionados con las supervisiones publicadas, cuyos comentarios figurarán al final de cada supervisión. He tratado en lo posible de evitar puntos de vista personales sobre el material y de referirme sólo a las ideas que encontré en sus trabajos, teniendo en cuenta que sintetizar como traducir produce siempre un nivel de alteración (o de traición) de las ideas del autor. 1.- EL PROCESO PSICOANALITICO
En El Proceso Psicoanalítico (1967) plantea que el método psicoanalítico se basa en la capacidad del paciente de experimentar relaciones transferenciales, y considera que las etapas de la evolución del proceso son etapas de evolución de la transferencia, que se modifica según las variaciones de la estructura mental en sus niveles inconcientes. Por esta razón describe el proceso como una historia natural basada en estructuras profundas, en la medida en que las variaciones transferenciales son el indicador de los cambios que se producen en dichas estructuras. Estas etapas son variables y se repiten en los distintos ciclos (sesiones, semanas, períodos). La finalidad del proceso es el establecimiento de la capacidad de autoanálisis que es una tarea que dura toda la vida, en tanto implica la responsabilidad por la realidad psíquica. Esta capacidad puede lograrse si se establece la dependencia de las funciones creativas de los objetos internos, a nivel inconciente. Las primeras etapas del análisis, tanto en adultos como en niños, se basan en la tendencia natural a transferir sobre las personas del mundo externo los personajes del mundo interno y
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INTRODUCCION A LAS IDEAS DE DONALD MELTZER
esta tendencia se concentra en el analista en la medida que las sesiones empiezan a aportar un alivio a la ansiedad. A esta concentración la llama “Recolección de la transferencia” y establece que las formas de la transferencia sólo pueden ser producidas y detectadas con el establecimiento del encuadre. El encuadre –que se apoya esencialmente en el estado mental del analista y en el clima que puede crear en la sesión–, requiere del analista las cualidades básicas de los objetos parentales: paciencia, atención, ausencia de intrusividad, libertad de comprensión que no esté motivada por ninguna curiosidad personal. El encuadre tiene que remodelarse permanentemente no sólo por las tendencias a la actuación del paciente sino también por las del analista, ya que para el paciente el “acting-in” y el “acting-out” constituyen sus primeros modos de comunicación. En pacientes adultos –que vienen cargados de prejuicios (transferencia preformada)–, la pseudocolaboración inicial se desvanece cuando surgen las primeras experiencias de alivio del sufrimiento de los niveles infantiles. Esto trae aparejado la necesidad de la presencia continua del analista –aún no de dependencia–, que genera, frente a las primeras separaciones, una reactivación del sufrimiento. El paciente intenta resolver estas ansiedades con mecanismos que anulen las consecuencias de la separación del objeto. La identificación proyectiva masiva cumple este propósito al generar una confusión entre el objeto y el self. Por lo tanto el paciente se atribuye las capacidades y funciones del analista. A la resolución de estas confusiones se dedica Meltzer en el capítulo de “Ordenamiento de las confusiones geográficas”, teniendo en cuenta que lo que llama geografía de la mente, implica aceptar que la vida mental inconsciente tiene lugar en distintos espacios posibles. 1 Uno de estos espacios es el interior del objeto interno en el que se introduce una parte del self. Como consecuencia de la identificación proyectiva masiva en el espacio interior del objeto, se produce una reversión de la relación adulto-niño y un control omnipotente del analista. Tanto en niños como en adultos, la identificación proyectiva se instrumenta a través de intentos de seducción, de amenazas y chantajes más o menos encubiertos. Esta confusión de identidad 1
Ver la clasificación de los espacios en Claustrum, pág. 366 y sig.
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FELISA WAKSMAN DE FISCH
entre el self y el objeto va acompañada de una confusión entre el mundo interno y el mundo externo. Cuando el trabajo analítico alivia este tipo de confusiones, el analista empieza a ser visto como un objeto discriminado pero parcial, con una única función que es la de contener el sufrimiento de las partes proyectadas en él. Es un objeto necesitado pero no amado, 2 al que Meltzer llama “pecho-inodoro”. En el análisis se evidencia el “uso” del analista como depositario del sufrimiento. Un acting frecuente de este período es el de escindir el objeto, de modo que el bienestar y el progreso se adjudican a un personaje del mundo externo. El paciente dice que mejora gracias a los consejos del amigo, del padre o incluso de procedimientos que provienen de algún otro lugar curativo. Se produce así la escisión entre un objeto que contiene el dolor y otro que provee comprensión. Esta relación con un objeto parcial reemplaza a la identificación proyectiva como recurso defensivo. Al aclararse las confusiones geográficas –entre las áreas del self y las áreas del objeto–, se establecen las bases estructurales para el surgimiento de nuevas configuraciones transferenciales. En los casos en que la identificación proyectiva de una parte del self en el espacio interior del objeto, deja de ser una configuración oscilante durante las separaciones para transformarse en una estructura estable, surge la problemática que Meltzer estudia en Claustrum, que implica un proceso y una técnica interpretativa diferente. El establecimiento de la transferencia al “pecho-inodoro” cuando se dirige esencialmente al analista y no se diluye en actuaciones en el mundo externo, va dando lugar a la constitución de un objeto que es paulatinamente introyectado y se hace disponible en el mundo interno durante las separaciones. Al disminuir las confusiones geográficas, la discriminación entre el self y los objetos permite la aparición de las configuraciones edípicas –al principio con componentes pregenitales y luego con componentes genitales–, surgiendo así el problema de los celos, la exclusión y los anhelos de gratificaciones que van inundando la transferencia. El riesgo de esta erotización transferencial es el El amor al objeto incluye preocupaciones depresivas por su bienestar, inexistentes en esta fase. 2
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INTRODUCCION A LAS IDEAS DE DONALD MELTZER
establecimiento de una idealización recíproca entre paciente y analista con una anulación de la diferencia entre las partes infantiles y las partes adultas de la personalidad del paciente. El análisis entra así en la etapa que Meltzer denomina “Ordenamiento de las confusiones zonales”, en referencia a las distintas zonas erógenas y su forma de intercambio con el objeto. La creciente admiración por el método analítico que equivale en la fantasía a la admiración por la belleza de la madre, especialmente los pechos, genera diversos conflictos. El sufrimiento se atenúa por la arrogancia del self infantil que cree que las partes del cuerpo del niño (nalgas, mejillas) son equivalentes o más bellas que el pecho materno. Las confusiones zonales originan varias posibilidades de permutación: la tan conocida equivalencia heces = penes = bebés evidencia no sólo la confusión de zonas y productos, sino la idealización de la producción infantil (las heces) como equivalentes a las producciones parentales. Los pacientes que se encuentran en esta etapa creen que su comprensión y sus autointerpretaciones son mejores que las que le ofrece el analista. La elaboración de estas confusiones refuerza la dependencia introyectiva: el analista es el que ofrece la nutrición mental para el crecimiento y la integración. Cuando el pecho analítico cumple estas funciones, en la fantasía, se va abriendo el camino al reconocimiento de las funciones paternas, que se consideran altamente reparatorias para el objeto materno. La unión en el mundo interno de las funciones maternas y paternas, constituye la base sobre la que se asientan el reconocimiento de la realidad psíquica y la capacidad simbólica. Se posibilita de este modo el autoanálisis verdadero, diferente de las presunciones de sabiduría de la etapa de las confusiones zonales. Cuando estas posibilidades empiezan a aparecer en el horizonte, la amenaza de la pérdida del pecho (el futuro destete), produce como defensa contra la terminación del análisis un incremento de la desconfianza en la fuerza del analista, que queda a merced de las partes infantiles más agresivas. Mientras que en la etapa de las confusiones zonales el problema central es la erotización y los celos, en esta etapa que Meltzer denomina “El umbral de la posición depresiva” el problema es la oscilación entre el daño y la reparación, entre la posición esquizoparanoide y la depresiva. En el material y especialmente en los
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sueños, hay evidencias de que se produce un tipo particular de escisión entre la parte adulta y la infantil; la ambivalencia está distribuida entre ambas partes. La parte adulta anhela la independencia del analista real y la preservación del análisis como un método que seguirá durante toda la vida, en la medida que se mantiene la responsabilidad por la realidad psíquica y por sus significados. La parte infantil anhela una permanencia interminable en el análisis, como el único lugar en el que otra persona está dispuesta a poner todo su esfuerzo en comprender la vida mental del paciente. Este período del “umbral” es muy trabajoso en el análisis, porque las tendencias regresivas a acentuar las escisiones tienen que ser permanentemente elaboradas y la confianza en la fuerza del objeto debe ser interminablemente restituida. La lucha en el umbral de la posición depresiva se centra no sólo en elaborar estos ataques destructivos al análisis y al analista, sino también en atravesar períodos poco productivos, más bien aburridos en los que se refuerzan los mecanismos obsesivos y una reactivación de la latencia. La última etapa, “El destete”, es al mismo tiempo dolorosa y hermosa. Los problemas de celos, exclusión, voracidad y desconfianza, dan lugar al reconocimiento del trabajo del analista y a la necesidad de ahorrarle un tiempo de vida que debe dedicar a otros pacientes. Cuando se insiste en hablar de la dependencia del analista –equivalente a la dependencia de los objetos internos–, la palabra “dependencia” que ha entrado de tal modo en el lenguaje común, debe recuperar su significado analítico. Es común que los pacientes en la lucha contra las ansiedades depresivas, malentiendan toda referencia a la dependencia como sojuzgamiento y sumisión, o la equiparen con el término psiquiátrico dependencia que está vinculado a la adicción. La dependencia en el sentido analítico, implica el creciente reconocimiento de que las capacidades creativas y reparatorias no son un atributo del self, sino el resultado del sostén y la inspiración que emana de los objetos internos, que despiertan gratitud y esperanza. Las capacidades adultas de la vida real, se adquieren por identificación introyectiva de los objetos internos. Así como la resolución de las confusiones geográficas y el retiro de la identificación proyectiva marca el pasaje de los trastornos psicóticos
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a los neuróticos, el establecimiento de la dependencia introyectiva en el mundo interno, abre el camino interminable a los procesos integrativos y de maduración de la personalidad. 3 2.- DOS TRABAJOS SOBRE TEORIA DE LA TECNICA
Los trabajos que siguen, desarrollan algunos aspectos de la construcción de interpretaciones y de la “atención flotante”, como el clima mental del analista en el que se generan las interpretaciones. En el trabajo de 1973 “Interpretaciones rutinarias e inspiradas: su relación con el proceso de destete en el análisis”, Meltzer describe dos formas extremas de generar interpretaciones con el objeto de analizar sus consecuencias y sus riesgos para el proceso analítico, tanto en el paciente como en el analista. Este trabajo puede considerarse como una continuación de El Proceso Psicoanalítico, en especial de sus últimas etapas. El psicoanálisis como método de tratamiento es vulnerable porque mantiene cierta vaguedad en las formulaciones técnicas y una distancia entre lo que el analista puede captar y lo que puede describir. Los deslizamientos “silvestres” constituyen uno de estos puntos vulnerables. El “análisis silvestre” como lo llamó Freud, no es sólo el trabajo de analistas no entrenados, sino de cualquier analista cuando emergen aspectos de su propia psicopatología no analizada, que se manifiestan como emociones y comportamientos contratransferenciales, especialmente aquéllos que implican una ruptura técnica. Estos comportamientos pueden racionalizarse y transformarse en teorías cuya base emocional no comprendida, emerge como el ardor irracional de algunos debates. Aun cuando el método sea muy ajustado, como la actividad interpretativa es una función de la personalidad del analista, las interpretaciones pueden contener elementos idiosincráticos no discutibles ni transmisibles, que constituyen aspectos vulnerables de la comunicación entre colegas. De un modo general es posible describir dos tipos de interpretaciones. En uno de ellos, el trabajo interpretativo introduce 3
Ver identificación introyectiva (Punto 4), pág. 35.
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orden, aclara confusiones, establece vínculos, y encuentra una notación en la cual anclar la experiencia inconsciente con el objeto de ser recordada. Esta actividad facilita la evolución de la transferencia y la descripción de conflictos que fueron ocultos por los mecanismos de defensa. Meltzer las llama interpretaciones rutinarias para marcar su apoyo en experiencias pasadas. Se puede decir que el analista observa al paciente –su comportamiento y sus palabras– que configuran una Gestalt en su mente, a las que luego aplica algunos elementos de su equipo teórico de un modo explicativo. Tiene características de un trabajo racional, primordialmente conciente, de cierta chatura. El estilo es un poco pedagógico: el analista enseña al niño. En el otro extremo describe la actividad del analista, que expuesto y abierto al impacto de las producciones del paciente, tiene una experiencia esencialmente personal, una representación que está ausente del material del paciente y que puede usar, con ayuda de su equipo teórico y sin anclaje en experiencias pasadas, para explorar el significado de la relación entre las dos personas que están en el consultorio. Meltzer considera que estas son interpretaciones inspiradas, cuyo riesgo es la megalomanía del analista. Al mismo tiempo que describe esta polaridad, plantea las dudas que pueden surgir al diferenciarlas. Aclara estas dudas al reiterar que la inspiración en general sólo se genera en vínculos inconcientes. En la actitud pedagógica explicativa de las interpretaciones rutinarias, se desliza siempre un elemento de actuación en la contratransferencia, se actúa el rol del adulto que enseña, de modo que si el paciente asocia, deja espacios para la interpretación y parece colaborar, se genera una idealización del tipo de “familia feliz” en la situación analítica. Equipara esta actividad con la diferencia que establece Bion entre conocer “acerca” de algo y conocer algo. El conocer implica un “acto de fe” y el acto de fe está ligado al “sin memoria ni deseo”. Aunque la interpretación inspirada no es equiparable a un “acto de fe”, comparte con el mismo su desvinculación de la memoria y de toda pretensión explicativa. No se dirige al niño en el paciente sino que establece una camaradería con su parte adulta iniciando una aventura compartida. El riesgo de caer en la megalomanía se desvanece si en la mente del analista, se mantiene, a nivel inconciente, la estructura de la pareja combinada.
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Cuando puede establecerse esta camaradería, el paciente está más interesado en el desarrollo de su personalidad que en sus síntomas y el análisis llama a su terminación: el destete es deseado y necesario, los objetos deben recuperar su libertad, así como el paciente tiene que ser libre de seguir su propio desarrollo. La cualidad dolorosa para ambos participantes se genera por la reactivación de todos los duelos, especialmente si los padres no viven. Surgen las dudas: ¿no estaremos terminando demasiado precozmente? En el trabajo de 1976 “Temperatura y distancia como dimensiones técnicas de la interpretación”, aporta una serie de consideraciones originales acerca de su experiencia en el manejo de los cambios de emocionalidad durante las sesiones. La construcción de la interpretación debe integrar los distintos niveles metapsicológicos con relación a la situación transferencial, pero esta formulación compleja no siempre se alcanza. Gran parte de la actividad del analista que Meltzer llama “exploración interpretativa”, tiende a facilitar la emergencia de materiales para la construcción de una interpretación. Introduce los términos “ingenuidad lingüística” e “ingenuidad técnica”, para señalar las peregrinaciones del pensamiento y su forma de compartirlas con el paciente, sin dirigirlo, seducirlo, asustarlo o confundirlo sino estimularlo para enriquecer su material, de modo que los procesos intuitivos inconcientes del paciente y del analistas funcionen más ampliamente. Esta “ingenuidad” también prepara al paciente para que pueda introyectar en sus objetos internos las cualidades analíticas de la mente, introyección que genera la esperanza de ser capaz del autoanálisis 4. Siguiendo ciertas tendencias lingüísticas considera que el lenguaje se desarrolla en distintos niveles. Las raíces más profundas (Wittgenstein) son esencialmente musicales tanto en el sentido histórico como en el desarrollo individual y sirven para comunicar estados mentales por medio de identificaciones proyectivas. Sobre este nivel se va construyendo el nivel lexical necesario para la información de hechos del mundo externo. La función poética encuentra las formas metafóricas de describir sucesos del mundo interno a través de las formas del mundo Meltzer afirma que la capacidad analítica es inspiracional y depende del equipamiento de los objetos internos más que del self. 4
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externo. A través de la modulación de estos tres niveles: el musical, el lexical y el metafórico, se controla la atmósfera de la comunicación en la sesión cuyas dimensiones denomina temperatura y distancia. En este trabajo Meltzer se dedica especialmente a este nivel musical y sugiere la evaluación del tono, del ritmo, la clave, el timbre, el volumen en el que el analista formula las interpretaciones, ya que esto hace posible controlar la musicalidad de la voz. Cuando el ardor de la comunicación del paciente es extremo, conviene mantener un tono bajo, y elevarlo, tratando de infundir vitalidad cuando el paciente habla con languidez. Todo analista establece estas regulaciones automáticamente, pero la atención puesta en la musicalidad de la interpretación está básicamente al servicio de proteger al analista de dejarse arrastrar a la atmósfera generada por el paciente y a la reproducción de la musicalidad de su voz. Si eso sucediera se le daría al paciente la evidencia del control omnipotente que ejerce sobre el analista. Llama temperatura al clima que se genera teniendo presente el control musical, es decir la transmisión emotiva adecuada para el trabajo analítico. Si tenemos en cuenta las escisiones del self, la comunicación del analista debe variar cuando intenta dirigirse a los diversos niveles, los infantiles o los adultos. Hay un modo indirecto de dirigirse al niño, hablándole acerca de él, a la parte adulta. Esta direccionalidad también establece las distancias de la interpretación. En su práctica prefiere regular la distancia teniendo en cuenta el dolor que va a generar la interpretación: cuando las interpretaciones se dirigen a ansiedades persecutorias pueden ser directas porque de este modo disminuyen el sufrimiento. Las interpretaciones que se refieren a ansiedades depresivas aumentan el dolor mental, y en estos casos se dirige a la parte adulta para hablarle acerca de aquélla que más padece el sufrimiento. Cuando le habla al adulto considera conveniente adaptarse a su nivel cultural o al que aspira a llegar. En trabajos ulteriores (Meltzer, 1986) cambió el acento puesto en la interpretación como “modificadora” de la ansiedad, para considerar sus funciones en términos de su riqueza, claridad y economía. Considera que la modificación de la ansiedad depende de cambios estructurales estables. La precisión de la interpretación no es el factor crucial en la evolución de la transferencia,
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sino uno de los factores –entre otros– sobre los que se pueden asentar las tendencias al desarrollo. De este modo cambia la visión kleiniana, de que la modificación de la ansiedad profunda depende del acierto interpretativo momento a momento de la sesión, y lo considera como un logro más o menos estable a lo largo de la evolución transferencial en general. 3.- ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE
Esta obra publicada en 1973, continúa la línea de investigación comenzada más de diez años antes con el estudio de los procesos ciclotímicos, la hipocondría y la pseudomadurez. El hilo conductor fue la búsqueda de formulaciones metapsicológicas que dieran cuenta de diversas manifestaciones sintomáticas y caracterológicas, para apartarse de toda reminiscencia psiquiátrica o puramente conductual. Las hipótesis estructurales continúan la teoría de Freud e incluyen las modificaciones kleinianas: la descripción de los procesos de escisión del yo y las cualidades de las partes escindidas; las relaciones con los objetos internos (en cuanto son constituyentes del Superyó), sus características parciales o totales; los modos identificatorios y sus consecuencias emocionales. Resulta central la relación del self infantil con los objetos internos en su vínculo sexual, que configuran la escena primaria. La primera parte del libro es una revisión de las teorías de la sexualidad en Freud, Abraham y Klein, que incluye los puntos de vista evolutivos y de la psicopatología que desarrollaron. La segunda parte plantea sus puntos de vista originales sobre la sexualidad, esencialmente centrada en los estados mentales vinculados a manifestaciones o fantasías sexuales, y en la tercera aplica sus teorías a temas tan diversos como la educación, la política, la pornografía. Elegí resumir sólo las configuraciones de la sexualidad adulta e infantiles porque son los temas más vinculados al material clínico que ha sido presentado, y que citaré en los comentarios posteriores. Sus aportes más originales están vinculados a la sexualidad infantil perversa, que en otros capítulos vincula con las perversiones, adicciones y la perversión de transferencia. Estos puntos
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de vista van a ser enriquecidos posteriormente cuando estudie los fenómenos de identificación intrusiva y la vida dentro del objeto en su libro Claustrum. a. Sexualidad adulta polimorfa (Capítulo 11) El mantenimiento de la regla fundamental nos asegura la privacidad de la vida sexual adulta del paciente, que no es motivo de análisis. Todo relato de actividades sexuales en las sesiones nos alerta acerca de su carácter de transferencia infantil y cuando es relatado con seriedad y colaboración, delata su carácter pseudomaduro en la falta de sinceridad emocional. En la sexualidad adulta, las actividades pregenitales, los juegos previos, son parte del cortejo que reproduce modos arcaicos de seducción. Pero si estos componentes pregenitales son muy activos, señalarían su relación con las fantasías inconcientes acerca de las funciones del genital paterno en cada una de las zonas u orificios maternos. Estas funciones son básicamente reparatorias, y los componentes pregenitales de la sexualidad adulta surgen por la identificación introyectiva con los objetos internos y sus funciones, en las distintas zonas. Se puede considerar que este tipo de actividad pregenital es un logro integrativo de la posición depresiva. Así como la sexualidad infantil polimorfa es juego, la sexualidad adulta es trabajo en el sentido de las funciones reparatorias del coito. Es una relación internamente compleja en la que se ha integrado la bisexualidad, de modo que los aspectos femeninos y masculinos de cada miembro de la pareja permiten una intensa intimidad con el otro, tanto por procesos introyectivos como por procesos proyectivos modulados que implican una comunicación sin control ni dominio. Así como la sexualidad adulta se construye por identificación introyectiva con una escena primaria buena, libidinal, la perversión se construye por identificación intrusiva con los componentes de una escena primaria mala, tanática. b. Sexualidad infantil polimorfa (Capítulo 12) Frente a la escena primaria en la fantasía inconciente, el self infantil manifiesta sus tendencias edípicas directas e invertidas.
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Meltzer usa un sistema de notación que deriva del lenguaje de los niños para nombrar los componentes estructurales de la mente que forman la trama edípica. Considera que este lenguaje, que surge y se dirige a las partes infantiles de niños y adultos, es más útil para expresar las hipótesis cercanas a la clínica que el lenguaje teórico psicoanalítico. Es por esta razón que las partes del self y de los objetos de la escena sexual polimorfa son denominados: el padre, la madre, el niño, la niña y el bebé dentro de la madre. La inclusión de este último participante se basa en los descubrimientos kleinianos de que las fantasías infantiles, se centran en los contenidos del cuerpo de la madre como situación sexual básica. Los estados mentales que se vinculan a la sexualidad polimorfa, al estar dominados por las configuraciones edípicas tienen como preocupación central los celos, la rivalidad, la exclusión y el alivio de las tensiones generadas por la excitación y la ansiedad. El vínculo entre los padres se siente como libidinal. Tanto por inexperiencia como por déficit identificatorio, las fantasías y actividades son exploratorias, pasan de una zona a otra y se adquieren por imitación o por identificación proyectiva. Las actividades se orientan en búsqueda de placer pero no se llega a un clímax orgástico que deje secuelas de culpa. El estado mental que corresponde a la sexualidad infantil polimorfa es esencialmente egocéntrico, lo que lleva a la masturbación o a la promiscuidad, con características de juego que son ajenas a los fines destructivos. c. Sexualidad infantil perversa (Capítulo 13) La sexualidad infantil perversa está incluida en cada una de las áreas de la psicopatología, teniendo en cuenta que se trata de estados mentales y no de actividades. Implica la aparición de otro personaje en la escena primaria del mundo interno que Meltzer denomina el “outsider” por ser externo a la configuración edípica idealizada tal como fue descripta en “Sexualidad polimorfa”. Este personaje se propone generar confusiones porque altera la adecuada escisión e idealización que permite la categorización y diferenciación entre bueno y malo. Utiliza como recursos un ataque cínico a la verdad. El “outsider” puede ser proyectado en cualquier personaje de la vida real, desde hermanos, familiares, personajes admirados y temidos por su habilidad verbal, muscu-
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lar o belleza que son usadas con fines agresivos. El principal objetivo del ataque es destruir la confianza en las capacidades de creatividad, fuerza y bondad de los objetos internos, y especialmente el ataque a la creatividad del coito que en última instancia implica la muerte de los bebés internos. Esta organización destructiva, como las otras estructuras mentales relacionadas a la sexualidad, es en general alternante y oscilante y se detecta clínicamente cuando toma el dominio de la acción y de la conciencia de “sí mismo”. La cualidad emocional es básicamente maníaca: propone el triunfo sobre cualquier ansiedad, principalmente las ansiedades depresivas con su componente de culpa. Esta estructura puede fijarse y perdurar en el tiempo como estados sadomasoquistas permanentes en perversiones clínicas y adicciones. Las actividades masturbatorias, que corresponden a estos estados mentales, son usadas para generar omnipotencia en relación a los objetos internos. Esta omnipotencia puede extenderse al mundo externo y constituirse en un poder creíble para los otros. La masturbación de todas las zonas en la perversión es la base de la omnisciencia: produce teorías afirmadas con arrogancia, la certeza del conocimiento del mundo y una lógica sin fracturas. Cabe diferenciarla de la masturbación en los estados polimorfos que es exploratoria y está motivada por la ignorancia, debida a un déficit de la identificación con los objetos internos. Su insistencia no resuelve el sentimiento de ignorancia, de modo que cada nueva exploración es una nueva búsqueda sin logros. La descripción de las estructuras en las distintas formas de sexualidad, genera la impresión de que nos encontramos con un mundo interno demasiado poblado. ¿Dónde están todos estos actores del drama personal? Supongo que Klein diría que habitan como entes concretos en la realidad psíquica. Agregaría que hacemos conjeturas de cómo se estructuran diversos niveles del aparato psíquico, estructuras que pueden hacerse activas y se manifiestan en emociones y conductas. O, inversamente, emociones, conductas, sueños, asociaciones, juegos, que nos permiten armar una hipótesis coherente, una conjetura apta para operar clínicamente. Cuando recordamos el modelo del yo tironeado por tres amos, no podemos dejar de verlo como un antecesor de esta dramática interna.
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4.- “UNA NOTA SOBRE PROCESOS INTROYECTIVOS” (1978)
Meltzer estudia las características de la experiencia con el objeto que puede llevar a procesos introyectivos, que le parece “el más importante y más misterioso concepto en psicoanálisis”. Ni Freud ni Klein con su anclaje en el modelo oral canibalístico, pudieron dar una respuesta que incluya las condiciones del objeto y del yo, que son requeridas para la introyección. Meltzer se basa en sus estudios sobre las dimensionalidades del espacio y tiempo –en Exploración del autismo y en sus descubrimientos en El proceso psicoanalítico–, para afirmar que la introyección de nuevas cualidades no se dirige al yo sino a los objetos internos, enriqueciéndolos con nuevas capacidades. Distingue los procesos de memoria que nos permiten recordar, de los procesos introyectivos inconcientes por los cuales las personas y los hechos existen en la mente y son independientes de nuestra voluntad. No pueden producirse si los objetos están fragmentados y son evacuados (como en la proyección) o aprisionados e inmovilizados (como en el control omnipotente). Siguiendo a Bion considera la experiencia emocional como la unidad de datos mentales, sobre la que actúa el aparato para pensar que puede desarrollarlos hasta los mayores niveles de abstracción. “Sin memoria ni deseo” es la condición de la experiencia emocional, es decir sin “reminiscencias” del pasado ni “expectativas” futuras que se superponen entre sí frente al anhelo del objeto perdido, porque la experiencia emocional tiene que ser “fugaz” y presente. El prototipo de esta experiencia es esencialmente el ir y venir del pecho de la madre, que se detiene para alimentar al bebé y debe dejarse partir. La experiencia de satisfacción lo es en cuanto deja al objeto su libertad (un objeto que viene de algún lado y se vuelve a ir). Cuando el momento de la experiencia emocional queda aplastado entre el pasado y el futuro, no hay experiencia de satisfacción. Este “momento” no tiene una medida temporal en términos del tiempo externo, sino se caracteriza por su fuerza, su intensidad. De modo que una experiencia es “satisfactoria”, si es fugaz, si la ausencia puede generar pensamientos (placenteros o dolorosos). Esta capacidad es la condición previa para que sea posible la introyección de la experiencia con el objeto.
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Las buenas experiencias tienen que ser “toleradas” sin llevar a la megalomanía. Cuando la experiencia es muy intensa existe el riesgo de que los sentimientos de gratitud se hagan intolerables y puedan desarticular la experiencia presente. La introyección que aumenta las capacidades de los objetos internos permite que éstos funcionen como modelo para las aspiraciones del yo. En un segundo paso son posibles las identificaciones del self con sus objetos enriquecidos y admirados (Ideal del Yo). Estas identificaciones no son inmediatas sino que requieren la elaboración de ansiedades depresivas para que el yo supere la ambivalencia. Presento la síntesis de este trabajo para mantener en el trasfondo el concepto de identificación introyectiva, como la entiende el autor, porque está implícito en la comprensión del estado mental de la sexualidad adulta y de las últimas etapas del proceso psicoanalítico. Al mismo tiempo es una referencia entretejida en las supervisiones a contraluz de los más frecuentes procesos de identificación proyectiva. 5.- “¿QUÉ ES UNA EXPERIENCIA EMOCIONAL?”
Metapsicología ampliada. Capítulo 2 “Una experiencia emocional es un encuentro con la belleza y el misterio del mundo que despierta un conflicto entre L, H y K y –L, –H y –K. En tanto que el sentido inmediato es experimentado como emociones quizás tan diversas como los objetos capaces de evocarlas en esa forma inmediata, su significación siempre se refiere, en última instancia, a las relaciones humanas íntimas”. 5 Bion fue el primer autor psicoanalítico que formuló el lugar central y de origen que tienen las emociones en la evolución de los pensamientos y de las construcciones simbólicas. El interés de Meltzer es poder distinguir esta experiencia emocional en los analistas y en los pacientes, y diferenciarla de las otras manifestaciones de la actividad humana mental que no Omito la explicación de los vínculos L, H y K como de otros conceptos bionianos porque es ajena al propósito de este trabajo. 5
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llevan a la formación simbólica y a la posterior evolución de los pensamientos. ¿Gran parte de nuestra vida transcurre fuera de esta área? La supervivencia sería imposible si no respondiéramos automáticamente –en un nivel protomental– a los requisitos de la adaptación cultural. 6 En el proceso de “aprender de la experiencia” como diferente de los fenómenos adaptativos, se originan no sólo las cadenas de complejización del pensar, sino las bases de nuestra personalidad. El primer impacto del ser humano es el de la belleza exterior de la madre y el misterio de su interior, que despierta la sed de conocimiento. El impacto no sólo es frente a la belleza del cuerpo y su misterio, sino también frente a la belleza y misterio de su mente, teniendo en cuenta que se trata de un objeto combinado materno y paterno. Pero este impacto despierta también las emociones negativas (motivadas por la envidia) generando los anti-vínculos –L, –H, –K que son anti-emoción y anti-conocimiento. La secuencia que plantea Meltzer puede resumirse en las siguientes etapas: 1) complejo conjunto de experiencias percibidas que no se explican por leyes de causa-efecto; 2) estímulo a la imaginación para explorarlas generándose las primeras formaciones simbólicas; 3) el sentido de la experiencia comienza a ser explorado en el universo del discurso que es infinito y donde nada es correcto o incorrecto. La creencia de que algo es correcto, cierra la exploración y el desplazamiento y estaría catalogado como una creencia en –K; 4) la significación es por el contrario el resultado de su elaboración dentro de esta visión del mundo construida por la imaginación. Cuando este camino da a luz una idea nueva se desencadena un “cambio catastrófico” según Bion, que re-ordena la imagen del mundo para dar cabida a la nueva idea. Es conocido que la madre a través de su capacidad de “reverie” juega un papel básico en el aprendizaje de este camino de pensamiento, diferente de todas las armaduras de carácter social. Estas últimas son áreas de interacción casuales, sin emoción, o contractuales cuyas respuestas están aprendidas e impiden una respuesta emocional espontánea. Aquí la adaptación cultural como automatismo es un concepto distinto del aprendizaje cultural que depende de la prohibición del incesto. 6
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Sólo en las relaciones humana íntimas se da esta evolución de las experiencias emocionales que pueden generar pensamientos. Vale la pena destacar que en casi todas las supervisiones, Meltzer buscó diferenciar los momentos de intimidad en los que el pensar analítico puede generarse. El problema del contacto entre analista y paciente fue investigado por varios autores post-kleinianos, sin que se lograra la formulación metapsicológica de este problema clínico. La definición de Meltzer al principio de este capítulo, establece que el contacto o “relación intima”, sólo es posible si se desarrolla la experiencia emocional hasta lograr la etapa de su significación. En esta visión se pone de manifiesto la fragilidad de este proceso y la tentación de establecer relaciones contractuales no sólo en la vida corriente sino en el trabajo analítico. Esta relación contractual se puede detectar toda vez que las teorías enunciadas automáticamente o las interpretaciones de pseudotransferencias, liberan a ambos –analista y paciente– de las angustias de la espontaneidad y la exploración imaginativa.
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Felisa Waksman de Fisch Ayacucho 1739, 15º “D” 1112 Buenos Aires Argentina
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Analista: Ana tenía 25 años cuando tuvimos nuestra primer entrevista en septiembre de 1989. De aspecto más bien adolescente, parecía bastante desarreglada en su vestimenta y su pelo. Me sorprendió enterarme que tenía una bebita a la que estaba amamantando. Dijo que se sentía muy mal, aunque no pudo describir en qué consistía ese sentirse mal. Quería analizarse, había tenido un tratamiento previo que no le resultó; todo lo que pudo decir al respecto era que la terapeuta no quería hablar del pasado, sólo quería referirse al presente. En estas primeras entrevistas pensé que parecía tener muchas cosas de su vida como en una nebulosa; me llamó la atención el contraste entre esa chica que aparentaba tener tan pocos recursos, que parecía como perdida y sin saber mucho acerca de quién era, y el hecho de haber podido tomar ciertas decisiones como la de venirse a Buenos Aires y la de tener su bebé. Acordamos comenzar un análisis de tres veces por semana. ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE LOS PRIMEROS TIEMPOS DEL ANALISIS
Durante los primeros meses del análisis me sentía bastante desconcertada. La paciente venía con bastante regularidad, aunque a veces faltaba sin avisar. Cuando le llamé la atención sobre este hecho, dijo que no se le había ocurrido. También llegaba frecuentemente tarde sin hacer nunca un comentario al respecto. Solía quedarse en prolongados silencios, que tenían la cualidad
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de no transmitir nada. Cuando hablaba lo hacía tensa, como con esfuerzo; los comienzos no parecían comienzos sino la continuidad de algo. El contenido, la mayor parte del tiempo, parecían ser problemas de orden práctico, o por los menos ella los refería en ese nivel. ¿Cómo se conseguía una mucama?, ¿cómo se hacía para conseguir trabajo?, la beba lloraba de noche, se enfermaba, Ana no sabía qué hacer ni cómo. En el material también aparecían referencias a personas a quienes ella debía dejar la beba para que se la cuidaran mientras salía, y en quienes no podía confiar. Estas personas pertenecían a su familia política; esto también lo traía en un nivel concreto, no sabía cómo hacer, cómo manejarse con esas personas. Un día me trajo dos fotos: una de su hermano, la otra de su marido. Dijo que quería mostrármelas, no sabía por qué las llevaba siempre en la billetera. No traía sueños, decía que no los recordaba, así como tampoco recordaba circunstancias importantes de su vida, por ejemplo las vividas en relación a la desaparición de su hermano; también muchos hechos relacionados con el nacimiento de la beba se le escapaban. Empecé a darme cuenta de que Ana estaba abrumada por los hechos de su pasado, y las circunstancias de su presente. El nivel tan concreto en que refería sus cosas y en que recibía las interpretaciones, así como su aislamiento emocional, se me plantearon como problemas. Dr. Meltzer: Pareciera que ella está en el medio de una psicosis puerperal, post parto, pero que no le está revelando a la analista todos los detalles acerca de esto, aunque se puede ver el aspecto confusional del estado mental de la paciente. Analista: Voy a presentar dos sesiones y algunos sueños. Las sesiones corresponden a dos días seguidos, lunes y martes. Las semanas anteriores a estas sesiones había sufrido de fuertes estados gripales y anginas; también le había salido un eczema en los dedos de la mano, y había empeorado su alergia que se manifestaba por tener constantemente la nariz tapada y picazón.
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SESION DEL DIA LUNES 3 DE SEPTIEMBRE
Llegó puntual. Estaba vestida con un sweater violeta de angora, que me llamó la atención porque era muy diferente de su ropa habitual. Posteriormente me enteré de que era un regalo del padre de Juan –su marido– y de su esposa actual llamada Raquel, quien no es la madre de Juan. Raquel tiene un hijo. Empieza con un silencio. Paciente: Bueno, fui al médico por el eczema que me salió en los dedos (se los rasca). También tengo un eczema todo por la espalda. Bueno, el doctor dijo que era por stress; usted me dijo que el eczema era, a lo mejor, por un problema sexual... (Yo me sorprendí porque no tenía registro de haberle dicho algo así) ...entonces el problema de las bajas defensas que tengo y el eczema son problemas de mi cabeza. Juan dice que soy un poco obsesiva, me lavo las manos muchas veces. Analista: ¿Qué es muchas veces? Paciente: Cuando vengo de la calle, cuando voy a cocinar, después de ir al baño y después que le cambio los pañales a Alicia. Dr. Meltzer: ¿Usted piensa que esto justificaba el calificativo “demasiado”? Analista: No. Analista: Usted no entiende lo que le pasa y se angustia, son muchas cosas y está tratando de entender poniéndoles algún nombre que escuchó: stress, sexual, obsesivo. Dr. Meltzer: No es tanto que ella está tratando de entender o de localizar lo que le pasa, sino que está tratando de encontrar a alguien que lo sepa. Paciente: (silencio) Tengo pánico de quedar embarazada, a veces se me inflama mucho la panza y como desde que fui a Cañada (su pueblo natal, donde actualmente vive la madre) no
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me estoy cuidando, dejé de tomar pastillas, tengo un lío con el sexo. Dr. Meltzer: Ud. está próxima a la asociación que quizás explique que ella quiere alguien que sepa decirle qué hacer, cómo poner su comportamiento en orden, porque su vida está tomando las características de un estado caótico. Analista: Yo sentía que lo que ella buscaba en mí era algo así como darle recetas de cocina, recetas de qué tener que hacer con el marido, con la hija, etc. Dr. Meltzer: Mi impresión es que a ella le gustaría que la analista la ayude a ordenar su conducta, para poder liberar su mente de algún contenido perturbador que está produciendo tal vez disturbios psicosomáticos. Y se podría decir que esto es típico de las erupciones psicóticas post parto, que los pacientes quieren liberarse de los contenidos mentales perturbadores, no quieren comprenderlos, entenderlos, analizarlos como una experiencia que les está ocurriendo, lo que quieren es deshacerse de esto. Analista: ¿Puede decirme algo más sobre el lío? Paciente: Bueno, ahora no tengo ganas de tener relaciones, Juan sí, él no quiere cuidarse y yo no me quedo tranquila, yo quiero que él se ponga preservativo desde el principio, él no quiere y yo lo estoy controlando y no me quedo tranquila. No sé por qué dejé de tomar las pastillas en Cañada, pensé que no íbamos a tener relaciones, como dormíamos con Alicia (la beba)... Además cuando Juan se fijó en el folleto decía que las pastillas las tenía que empezar a tomar el día uno, y yo creía que eran como las otras que había que empezar a tomarlas el día cinco, y el día uno ya había pasado. Con el diafragma es un lío, me dijeron que era mejor la crema importada, yo le pido a Juan pero él no me la consigue. Analista: Parece que lo que usted llama lío con el sexo es miedo a quedar embarazada, y no poder o no saber cuidarse.
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Lío también quiere decir que hay muchas cosas que se le mezclan, cosas de su cabeza, de sus manos, del sexo. Usted le pide a Juan que la cuide de un nuevo embarazo, el nacimiento de Alicia fue ya mucho para usted, ahora no se queda tranquila. Creo que tiene miedo de que yo sea como Juan y que no tenga un lugar en mi cabeza para usted. Ella responde con un silencio. Dr. Meltzer: Ella no sólo tiene miedo a un nuevo embarazo sino que la atemoriza que un nuevo embarazo haga volver a surgir la experiencia emocional de la que ella trata de liberarse. Experiencia emocional de la que ella todavía no le habló, sólo se la quiere sacar de encima. Esto yo lo estoy pensando, todavía no tengo evidencias. SESION DEL DIA MARTES 4 DE SEPTIEMBRE
Cuando entró al consultorio observé que se paró en medio de la habitación, se desabrochó el tapado y lo dejó caer en el piso mientras se sacaba el cardigan. Dr. Meltzer: ¿El tapado era apropiado al tiempo? Analista: Sí, era apropiado al tiempo pero de nuevo era como una prenda que no tenía nada que ver con su manera habitual de vestir, era también un regalo muy caro, muy fino, y ella viste más bien tipo hippie. Participante: ¿Fue una actitud como teatral sacarse el tapado? Analista: No. Dr. Meltzer: Era una actitud desorganizada. Paciente: Bueno, después de ayer me pareció que no me cuido, y las cosas que me pasan son porque yo no me cuido (hace un silencio).
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Analista: ¿Podría decir algo más acerca de qué es para usted no cuidarse? Paciente: Bueno, eso. Ayer llamé al ginecólogo pero no estaba, y tengo todo inflamado, casi no me puedo abrochar el pantalón, y después me pasa lo de la espalda y lo del eczema de las manos; son problemas de la cabeza. Analista: Me parece que a su cuerpo le pasan cosas que su cabeza no entiende, cosas raras, desconocidas, como fueron el embarazo y el parto. Problemas de la cabeza quiere decir que está tratando de ubicar un lugar para tratar esos problemas, ¿podría ser el análisis que se ocupa de los problemas de la cabeza? Dr. Meltzer: Pienso que cuando la paciente dice que tiene que ver con su cabeza se está refiriendo a esas cosas que están dentro de su cabeza pero que todavía no le ha comunicado a la analista, esos contenidos perturbadores a los que se refería al comienzo. Tiene algo que ver con esas dos fotografías que lleva siempre en su billetera, las fotografías de su hermano y de su marido que le mostró a la analista. Analista: El hermano y el marido eran muy parecidos... Paciente: (se ríe como una nena) Cuando estuve ahora en Cañada estuve buscando cosas en los roperos, me gusta buscar cosas en los roperos de allá, a veces ordeno el ropero de mi mamá, a veces me llevo cosas, a veces las uso y otras no. También hay un ropero de mi papá y otro con cosas de mi hermano; ahí encontré y me llevé esa campera que a veces uso... Dr. Meltzer: Estamos entrando en un área que tiene que ver con la creación de la confusión, una confusión que ella misma produce por medio de actividades que tienen el sentido infantil de robar cosas a papá y mamá con las cuales inviste a su marido, a su hermano y a sí misma, transformando a su hermano en su marido. Ella saca una
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camisa de su padre y se la da al marido tanto como la usa ella. Entonces estamos entrando en un problema que tiene que ver con su temprana relación sexual con su hermano, y en una confusión por la cual ella confunde a su marido con su hermano, y cuando a veces está teniendo relaciones sexuales con su marido ella está confundida como que está teniendo relaciones sexuales con su hermano. 1 Analista: La campera era del hermano, y la camisa también. Dr. Meltzer: Pueden pertenecer al hermano, pero ella está hablando de entrar en el ropero de la madre y en el ropero del padre. Eso es lo que ella dice. Lo que podemos hacer es leer esto exactamente como un sueño: ella está entrando en los genitales de papá y mamá y está sacando de allí las cosas con las cuales se inviste ella misma y su hermano y desarrolla relaciones sexuales como lo hicieron mami y papi. Y éstas son las cosas que pertenecen al pasado que tienen que ver con su relación sexual con su hermano, y de las cuales la psicóloga previa no quería hablar. Así que llegamos de nuevo a la referencia a las fotografías. Analista: ¿Qué buscará en los roperos de Cañada?, ¿a lo mejor entender algo de Ana, entender algo de mamá, de papá, de lo que pasó con su hermano? (Silencio un poco tenso, tiene una respiración fatigosa, como con la nariz tapada). Paciente: El viernes tuve un sueño, cuando me desperté me lo acordaba pero después me olvidé. Yo no sé por qué me olvido, a veces no me acuerdo ni de haber soñado; a veces me quiero acordar de cosas que pasaron y tampoco me las acuerdo. Estaba esa imagen de una mujer que yo conocía, pero después se me borró y yo no sabía quién era, y esa mujer me hablaba de algo que había desaparecido. (Hace un silencio). A veces pienso en mi hermano, yo sé que está muerto, pero a veces pienso que va a venir, que puede estar vivo. Dr. Meltzer: Ahora ella está empezando a mostrar algo de
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lo que está dentro de su cabeza y que tiene que ver con su hermano, con su marido, etc. Analista: Cuando le desaparecen los recuerdos y los sueños, como también cuando desapareció su hermano, parece que usted se queda también sin imágenes conocidas que le ayuden a saber quién es, entonces en los roperos de Cañada quizás busque una campera, una foto, algo que le hable de los recuerdos que desaparecen de su cabeza. De eso habla también la mujer del sueño, pero esa imagen desaparece, no es como las fotos. Quizás, la imagen de esa mujer y lo que ella dice, es una imagen de mí y de lo que yo digo, pero parece que no hay ningún ropero en su cabeza donde pueda guardarlo. Dr. Meltzer: Yo hubiese ligado este sueño que se olvidó –y que tiene que ver con que una mujer le está diciendo, algo desapareció, algo llamado su hermano– con el hecho de que lo olvidado del sueño, fue puesto en acción al meterse en los roperos. Hubiera interpretado el buscar en los roperos como un acting out, conectado con el olvidarse el sueño. Si relacionamos el acting out con el trozo de sueño que recuerda podemos formar una hipótesis acerca de la totalidad del sueño que ha olvidado; también lo podemos vincular con todo el material reciente relacionado a confusiones alrededor de la sexualidad, píldoras, diafragmas, preservativos... “que parece tener que ver con experiencias del pasado en las cuales usted y su hermano investigaron la habitación de papá y mamá y encontraron diafragmas y preservativos, y usted se probó el diafragma y él se probó el preservativo y trataron de hacer las cosas sexuales que hacen los grandes”. 1 Analista: Ella dormía en la misma habitación con los padres hasta los cuatro años. Paciente: Yo a veces pienso que si mi hermano estuviera sería distinto, sería como un apoyo, como un estímulo para la vida... (silencio)... A veces cuando estoy deprimida y lloro, le rezo, 1
Ver Referencias Teóricas, pág. 63, “Sexualidad perversa en una psicosis puerperal”.
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le pido cosas como a Dios, también a veces a mi papá, pero él sé que está muerto. Mi hermana le reza a mi papá como si fuera Dios, como si estuviera en el cielo... (silencio)... yo hace mucho que dejé de rezarle a Dios. Dr. Meltzer: Si yo hubiese interpretado como dije antes y éste fuera el material que continuaba, entonces yo hubiera interpretado este nuevo material del siguiente modo: como una representación de los espacios de su infancia en donde la cama de los padres representaba el cielo, el paraíso y, en cambio, el área de las camas de ella misma, su hermana y su hermano, la zona donde los chicos se pasaban de cama en cama y desarrollaban sus juegos sexuales. Habiendo interpretado esto también hubiera agregado que todo parece tener que ver con estos contenidos que están en su cabeza y que parecen estar ocasionando toda su perturbación y sus trastornos psicosomáticos, y que ahora ella es capaz de empezar a descubrir su secreto y hablar de estas cosas. Esto es diferente de la situación infantil en donde esto era secreto y ella no quería que los padres se enteraran de estas cuestiones. Y uno puede imaginarse, con un padre como el que ella describe, que los chicos estuvieran aterrorizados de que algo de esto fuera descubierto. Analista: Quisiera preguntar algo, porque la dificultad con que yo me encontraba era que no me evocaba nada lo que ella decía, es decir no había ningún contacto emocional, ella hablaba pero no me evocaba nada y yo pensaba que no había simbolización. Usted se está refiriendo como a un mundo de mucha riqueza simbólica y yo quería preguntarle entonces cómo piensa estos trastornos psicosomáticos y cuál es la relación. Si existe o no todo este mundo simbólico. Una cosa es que sea secreto y otra cosa es que no tenga representación. Dr. Meltzer: En primer lugar estamos aquí tratando con experiencias emocionales que ella en principio no es capaz de simbolizar, pero el problema inmediato en la transferencia es que ella está queriendo que la analista se dé cuenta de cosas que están ocurriendo en su cabeza y que ella no las puede decir –no estoy seguro, pero pienso que
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porque tiene miedo, está asustada de todo eso. Pienso que hay algo que la paciente no puede revelar. Estoy escuchando la totalidad del material que la paciente presenta como si fuera un sueño fragmentado. Analista: Eso es lo que yo trataba de hacer... Dr. Meltzer: Bueno, se requiere mucha práctica, porque cuando uno está tratando con un paciente con este tipo de confusión de hecho uno está tratando con una clase de trastorno del pensamiento, por lo tanto el primer trabajo que hay que abordar es juntar todos los fragmentos y unirlos en un pensamiento coherente. 2 Analista: El problema parece ser en quién puede usted apoyarse ahora, que pueda servir como los roperos de Cañada y guardar los sueños y recuerdos que desaparecen de su cabeza. Su hermano no está, la religión no parece servirle, y creo que no sabe todavía si el análisis puede ser un buen lugar en ese sentido. Dr. Meltzer: Correcto, es muy bueno lo que le dijo. Paciente: Yo a veces tengo miedo de hacer algo dañino, a veces siento que soy dañina. Dr. Meltzer: Esto es algo confidencial que la paciente está comunicando. Analista: Parece que a veces tiene miedo de lo que siente. SUEÑOS
Voy a presentar cuatro sueños, tres son de dos semanas después de las sesiones que presenté. Los primeros dos sueños los contó el lunes, haciendo hincapié en que había podido acordárselos; el tercer sueño es del día jueves de esa misma semana; el 2
Ver Referencias Teóricas, pág. 63, “Sexualidad perversa en una psicosis puerperal”.
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cuarto sueño es de unos meses después. Los primeros dos sueños y su interpretación, abarcaron prácticamente toda la sesión, son los primeros sueños completos, no fragmentados de este análisis. Primer sueño “Estaba en un edificio muy grande, como la facultad. Tenía que ir a dar un examen en el piso de arriba. Había mucha gente y era un lío, como es en la facultad. No sabía cómo llegar al piso de arriba, estaba como perdida. En el medio me encontraba con un chico rubio, muy agradable, que me gustaba mucho, y me quedaba como mirándolo. En una de esas llegaba al piso de arriba, allí había como mucha gente dando examen. Todos parecían saber qué hacer y yo no sabía”. Dr. Meltzer: En primer lugar no es mucho lo que podría decir sobre este sueño, pero es claro que se refiere a ansiedad frente a los exámenes, y esto tiene que ver con su mente que va a ser examinada en el análisis acerca de lo que sabe o lo que no sabe. Y el muchacho rubio indica que aquello sobre lo cual ella va a ser examinada es qué es lo que sabe y qué es lo que no sabe acerca de la sexualidad. ¿Podría decirme algo sobre su consultorio y la geografía del consultorio?, ¿está en su casa o en algún edificio público? 3 Analista: Está en el mismo edificio donde vivo pero es otro departamento. Dr. Meltzer: ¿Es un edificio grande?, ¿cuántos pisos tiene? Analista: No... tiene once pisos. Asociaciones al primer sueño: asoció el edificio con un lugar precario y a sentirse como en el aire, como cuando vino de su ciudad natal. Ella, sobre todo últimamente, se siente bastante
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Ver Referencias Teóricas, pág. 63, “Sexualidad perversa en una psicosis puerperal”.
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perdida en la facultad. Del chico sólo pudo decir que le gustaba, que era una sensación muy agradable. Segundo sueño: estaban en el auto del papá de Juan. Adelante iban el papá de Juan y Raquel, su esposa. Atrás iban Juan y Ana. Sobre las rodillas tenían mellizos. Raquel se daba vuelta y los retaba. Asociaciones: asoció los mellizos con un bolso que Raquel le regaló a Alicia, la beba de Ana. El bolso tenía adentro dos muñequitos. Dr. Meltzer: Tenemos acá entonces una asociación que liga con los bebés del sueño. Este bolso que tenía dentro los muñequitos, que lo podríamos ligar con el escroto conteniendo los testículos, o el corpiño sosteniendo a los pechos, o el útero conteniendo bebés. Analista: Raquel se había ofrecido a cuidar de Alicia, pero después dijo que su hijo tenía problemas en el colegio y que tenía que ocuparse de él. Ana no sabe ahora si corresponde o no preguntarle si podría cuidar de la beba. Dr. Meltzer: Probablemente la implicancia de esto es que ella no está segura acerca de la sinceridad del argumento de Raquel para no poder cuidar de la beba. Analista: ¿Esto significa que debido a que ella no es totalmente sincera se le despiertan estas sospechas? Dr. Meltzer: No, creo que tiene que ver con el contenido anterior de Raquel retándolos en el sueño; esto significa que ella cree que Raquel ha retirado su ayuda porque no quiere alentarlos a tener más bebés. Tercer sueño Soñó que la analista se iba a Estados Unidos; Ana iba a la casa de la analista y no entendía nada. ¿Cómo se iba tan de repente?, ¿cómo no le había avisado? Ana empezaba a mirar todo en la habitación, miraba las cosas de la analista. De repente veía entre esas cosas un cochecito de bebé Perego, marca italiana de un
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cochecito de bebé super; el cochecito estaba plegado. Dr. Meltzer: Ya no se trata ahora de la universidad, ahora estamos directamente en la casa de la analista. Veamos entonces: teníamos a Raquel que la reta y que no quiere cuidar a la beba, y ahora tenemos a la analista que ya no quiere cuidar más de la bebé paciente y se va. El material que aparecía antes como mirar en los roperos, aparece ahora en el sueño como el voyeurismo de mirar todo en el consultorio de la analista, y lo que ella encuentra es este hermoso cochecito de bebé italiano que contiene esta sospecha de que la analista está teniendo un bebé. Ahora hay que dar vuelta todo esto, y entonces diríamos que la razón por la cual ella se siente compelida a mirar tanto el consultorio de la analista es que ella tiene esta sospecha de que la analista va a tener un bebé y lo que ella encuentra confirma esta sospecha. Ella tiene una curiosidad intrusiva acerca de la sexualidad de los padres analíticos, su curiosidad intrusiva produce el temor no sólo de que los padres la van a descubrir sino que van a descubrir el motivo de su curiosidad, y entonces van a descubrir que ella conoce bastante acerca de sexualidad, y entonces van a sacar la conclusión: ¿de dónde conoce ella tanto?, que lo conoce porque ella y su hermano han estado envueltos en estas actividades sexuales. Y el castigo va a ser que ella va a ser rechazada y reemplazada por un nuevo bebé. 4 Analista: Asociaciones: unos vecinos con quien Ana a veces deja a la beba, que son muy macanudos, se van de viaje a Estados Unidos; tienen una hija un poco enferma y le tienen que hacer un trasplante de hígado... Con respecto al cochecito se acuerda que la beba necesita una sillita para el auto, cuando Juan la lleva siempre le da miedo de que tenga algún accidente, Ana le dice que la lleve atrás. Hace un tiempo Raquel le regaló una sillita, pero es una sillita usada. “Yo no sé cómo hacen esas cosas, es una sillita muy mala que no sirve, a veces no entiendo por qué si tienen tanto dinero hacen esas cosas”. Es como la sillita de paseo que le regalaron, es 4
Ver Referencias Teóricas, pág. 63, “Sexualidad perversa en una psicosis puerperal”.
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muy bajita, usada, y ahora que la beba está más grande el cinturón apenas le cierra. El otro día bajando de la vereda para cruzar la calle, casi se cae. Ana comenta que le da bronca y no entiende cómo Raquel no se da cuenta. Dr. Meltzer: Acá tenemos más evidencia de que la paciente siente que Raquel, y quizás también el padre de Juan, son hostiles a las actividades sexuales de la joven pareja, y no los quieren alentar a tener más bebés. Ahora este “un poco enferma” referido a esta niña que hay que llevar a Estados Unidos para un trasplante de hígado parece estar relacionado por una parte con sus ansiedades acerca del bebé y la salud del bebé, pero también podría remontarse a aquella confidencia que le hizo a la analista de que algunas veces tiene miedo de hacer algo dañino, o sea que ella podría lastimar al bebé un poco, como por ejemplo estrellarle la cabeza contra la pared. 5 Analista: La mamá de Juan –que no es Raquel– y la hermana de Juan aparecen como objetos malos, ella dice que la hermana de Juan se droga y no quiere dejarle a la beba para que la cuide, pero permanentemente está teniendo que enfrentar situaciones en las cuales la mamá de Juan quiere hacer que la hermana cuide de la beba. Dr. Meltzer: Obviamente la beba está un poco en peligro, no importa cuánto ella quiera distribuir la destructividad en el riesgo de que Juan tenga un accidente, o que la cuñada no la cuide bien... lo cierto es que el peligro proviene de algún impulso destructivo dentro de ella, en su fantasía, de hacerle daño a la beba. Pero no debemos olvidar que estamos viéndonos aquí con un estado confusional, uno de los elementos de la confusión es entre pasado y presente, y esto implica también confusión entre su marido y su hermano; y la confusión que anteriormente sugerí acerca de estar vivo o muerto en el cielo, o en esa 5
Ver Referencias Teóricas, pág. 63, “Sexualidad perversa en una psicosis puerperal”.
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habitación donde los chicos desarrollaban sus actividades sexuales en las camas. 5 Ella es la menor de tres hermanos, ¿no? Analista: Sí. Dr. Meltzer: Yo he construido para ustedes una hipótesis de que este material tiene que ver con ella y el hermano en la infancia encontrando elementos sexuales –diafragmas, preservativos– en la habitación de los padres, probándoselos y desarrollando entre ellos un acto sexual que imita al de los adultos. Y la pregunta que surge ahora es ¿cuál es la naturaleza de ese acto sexual?, ¿será una imitación de la actividad de los padres y de su capacidad de tener bebés?, ¿o será un acto sexual perverso cuyo contenido tendrá el significado de matar los bebés? 6 Analista: Ella siempre tiene miedo que alguien de alrededor le haga daño a la beba. Dr. Meltzer: Desde mi punto de vista, la situación en su cabeza tiene un impacto emocional que está produciendo síntomas psicosomáticos. De esto, ella no puede pensar y menos comunicárselo a su analista. Pero comienza a tomar forma. Analista: ¿Ud. quiere significar que comienza a tomar forma simbólica? Dr. Meltzer: Lo que ella necesita comunicarle a Ud. Lo hace trozo por trozo, a través de sus sueños. Sus sueños no son muy simbólicos, son bastante concretos. Analista: En relación a los sueños y lo psicosomático, los síntomas psicosomáticos parecen tener bastante que ver también en este momento con cuestiones que tienen que ver con la transferencia, porque la primera noche después de la primera sesión de las vacaciones se le agrietaron todos los dedos, como ejemplo. 5, 6
Ver Referencias Teóricas, pág. 63, “Sexualidad perversa en una psicosis puerperal”.
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Dr. Meltzer: Lo que está ocurriendo en el análisis es que la paciente está tratando de encontrar una manera de comunicarle a la analista lo que está ocurriendo dentro de su cabeza, al principio esto vino como asociaciones fragmentadas y ahora ya está viniendo como el relato sistemático de sueños. Mi lectura de este material, de estos contenidos, tiene que ver con algo que la aterroriza, porque tiene que ver con matar a la beba; pero ella también está atemorizada de estar loca, porque el presente está tan confundido con el pasado, y lo que parece estar más confundido es que la relación sexual actual con su marido está confundida con la relación sexual perversa pasada con su hermano. Ahora, si esa relación sexual con el hermano existió de hecho o sólo en sus fantasías masturbatorias, es algo que por ahora no podemos saber. No lo sabemos, pero eventualmente sería importante descubrirlo por una particular razón: ella no está del todo segura que en la desaparición de su hermano no tuvieran alguna connivencia sus padres, al menos su padre. 7 Analista: Ella le reprochó a sus padres que nunca buscaron al hermano, tampoco después que vino la democracia, nunca se relacionaron con los familiares de detenidos-desaparecidos, nunca se preocuparon; aún ahora con los indultos hay como un silencio. Dr. Meltzer: Esta sospecha que tiene en relación a sus padres –o a su padre– y la desaparición de su hermano, ella también sospecha que pueda formar parte de su locura. Analista: Ella en la época de los indultos estaba en su pueblo, y después cuando volvió hablamos de esto. Ella tenía algún tipo de miedo. Le pregunté y dijo que asociaba el barrio donde yo vivía con los militares. El único miedo que ella tenía era que yo estuviera vinculada con un militar. Decía que si encontraba en una plaza alguien que le decía que era la madre o la hermana de un militar salía corriendo, entonces yo le dije que ella era hija de 7
Ver Referencias Teóricas, pág. 63, “Sexualidad perversa en una psicosis puerperal”.
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un militar y hermana de un desaparecido. Cuarto sueño “Estaba en un cuarto donde había muebles como pintados. Alicia, la beba, empezaba a saltar y yo quería impedirlo porque los muebles eran muy precarios. La beba saltaba, y empezaba a destripar todo, y se veía entonces lo precarios que eran. En un lado de la habitación había un hombre, parecía un militar; del otro lado estaban el padre de Juan y Raquel. Tenían un mueble como de mármol, como una mesa, la tenían en la mano. Yo quería que me la dieran, el otro hombre decía que no porque ella tenía todo muy precario”. Dr. Meltzer: Todo es precario... Analista: Asociaciones: Ana a veces quiere que el padre de Juan y la esposa le den cosas. Asocia el mueble con una caja que le regaló Raquel como de una piedra azul. El hombre, el militar, lo relaciona con los militares y la desaparición de su hermano. Se acuerda de una exposición de cuadros a la que fue, donde había algunas Madres de Plaza de Mayo. Ella quería acercarse, decirles que tenía un hermano desaparecido, pero no sabe por qué no se animó. Dr. Meltzer: Acá está la acusación que ella le hace a la madre. Si no me equivoco, cuando su hermano empezó a sentir que estaba en peligro se lo comunicó a la madre, pero la madre tuvo miedo de comunicárselo al marido. Así que acá tenemos un arreglo en el sueño en el cual la beba está en peligro porque todos los muebles son precarios, algunos de estos muebles parece ser que se los han dado el padre de Juan y Raquel, entre ellos una mesa con una tapa de mármol; la beba saltaba y Ana la quería parar pero la beba seguía saltando. Esta es una situación que conduce al apaleo de los chicos. El chico llora, llora y llora y los padres se enloquecen y lo castigan muy duramente. Pienso que los saltos son una referencia a la actividad sexual actual con el esposo y a la pasada con el hermano, que tuvieron el sentido de golpear a los bebés hasta matarlos.
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Definición de Freud del masoquismo a través de “Pegan a un niño”. La analista le ha dicho a la paciente, no se puede confiar en ella porque ella es la hija de un militar, y esto parece significar estar atemorizada de su papá por su violencia y su revólver... La referencia al sadomasoquismo sexual está relacionada con la identificación en la relación sexual con un padre visto como violento que mata a un bebé dentro de la mamá. Entonces veo lo que está pasando en el análisis como que la paciente está tratando de comunicar algo que ocurre dentro de su cabeza que ella teme que sea locura, y también teme que la lleve a una actuación que dañe a su beba. Pero la transferencia está comenzando a tomar forma, y está tomando la forma de que teme confesarse con la analista, porque ella podría –como su propia madre– estar casada con un militar y tenerle miedo. En el pasado esto puede haber tenido la forma de haber querido contarle a la mamá sobre estas actividades sexuales perversas con el hermano, pero haber tenido miedo de que la madre a su vez se aterrorice de que el padre lo llegue a saber y pueda hacerle daño al hermano. Lo que correspondería un poco con esto en la situación analítica es que si ella le contara a la analista sobre estos pensamientos e impulsos que están ocurriendo en la cabeza, la analista se lo diría a su marido supervisor, quien a su vez diría: “ella está loca, sáquesela de encima”. Entonces la analista está teniendo graves dificultades para establecer una situación analítica. Si yo tengo razón en suponer que la paciente está teniendo una ruptura psicótica post parto, es muy difícil lograr con una mujer en esa situación establecer una situación analítica en la que se pueda trabajar con la transferencia, porque un paciente así no quiere ser analizado, quiere que este problema desaparezca. Tan pronto como descubren que el analista está interesado en explorar todo esto y en explorar la transferencia en lugar de sacarlo, quieren escaparse y correr hacia alguien que les de píldoras o algo de este tipo, porque por supuesto tienen una gran dificultad en reconocer que lo que les ocurre en la cabeza es parte de sí mismos y parte de su vida mental. Por eso estas ideas en su cabeza
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muy fácilmente toman un colorido paranoide, que algo ocurrió en el hospital, les dieron una medicación equivocada y entonces se intoxicaron y esto produjo todo el problema; o ella puede proyectar y decir que la gente no le tiene confianza porque dice que ella está en un estado tan precario que puede golpear a la beba, o lo puede proyectar en que alguna persona está envidiosa de que ella ha tenido un bebé y entonces le puso una maldición de algún tipo... fácilmente toma la forma de ideas de posesión demoníaca. Pero en mi experiencia es extremadamente importante para una mujer que ha tenido una psicosis puerperal hacer un análisis. Porque usualmente si no han tenido un carácter psicótico previamente, con reposo, drogas, apoyo del esposo y de la familia el episodio psicótico desaparece de la conciencia, pero lo que deja detrás es el terror de que reaparezca si tiene otro bebé. Por lo tanto tiende a destruir su vida sexual, quieren ser esterilizadas o que los maridos tengan vasectomía, etc., etc. 8 Participante: Quería preguntarle cómo interviene dentro de la mente un duelo por el hermano sin velorio, sin cadáver, sin visión del cadáver ni del destino de un cuerpo muerto; y cómo influiría esto en la mente, en el vínculo interno con su madre y en la maternidad, y la sexualidad en el futuro. En el futuro quiere decir cómo interviene en el desmantelamiento del pensamiento la presencia de esta transferencia con la madre, que destruye su capacidad de pensar. Dr. Meltzer: A veces ocurre, pero muy raramente, que los niños –hermanas o hermanos– se quieran unos a otros. Generalmente la relación de los hermanos entre sí toma su característica, su color, de diversos aspectos que cada uno de ellos tiene hacia los distintos progenitores y con los dos como pareja. Cuando hay una buena relación con los padres, tanto interna como externa, el sentimiento de los hermanos es de estar unidos por la relación interna con
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Ver Referencias Teóricas, pág. 63, “Sexualidad perversa en una psicosis puerperal”.
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estos objetos comunes; y aunque sea raro, vemos que esta sensación de fuerte unión entre los hermanos se da más frecuentemente en casos en que la madre ha muerto cuando eran pequeños. Usualmente la relación entre hermanos está teñida por la manera en que ellos representan, uno con el otro, la trama del complejo de Edipo. La actividad sexual es en identificación con los padres en función parental, o es hostil a esta función y es por lo tanto perversa. Generalmente la psicosis post parto tiene como núcleo una confusión acerca de si la paciente ha tenido un bebé o la madre ha tenido un bebé, por lo tanto una confusión entre pasado y presente, y una confusión entre ser un niño y ser un adulto. Y en mi experiencia esto es el producto de la actividad de la identificación proyectiva que todavía está operando en la personalidad del paciente. Entonces a pesar de que la psicosis puerperal no es ostentosamente exhibida debido a que ella la mantiene en secreto, la configuración general del material con la confusión entre pasado y presente y entre buena y mala sexualidad, me parece totalmente típica, y entonces está o la sospecha que el bebé no le pertenece –que es el bebé equivocado, que se lo cambiaron en el hospital– o el temor de dañar al bebé. Así que ésta es una manera de no contestar su pregunta, pero es lo mejor que puedo hacer. Participante: ¿Es posible –además de todo lo que nos explicó– encontrar algunos trozos de elaboración depresiva o duelo por el hermano? La segunda pregunta es si la psicosis post parto puede ser debida en algunos casos no sólo a una identificación con la madre que la tuvo, sino con la desaparición del hermano. Dr. Meltzer: Estas cuestiones están más allá de lo que he elaborado en relación a este caso, por lo tanto le pido si puede ubicar en el material evidencias para esta suposición que presenta. Una cuestión es si un factor importante en el desencadenamiento de esta psicosis es que haya estado impedido el duelo por el hermano, ¿en ese caso puede encontrar
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evidencias de esto en el material? Participante: Por ejemplo cuando revuelve los roperos de la madre en la casa familiar, saca ropa del hermano y trata de compartir objetos muertos con gente cercana, trata de compartir la muerte que no puede tolerar, con otros, a través de la ropa. Dr. Meltzer: Bueno, consideremos esto; yo lo interpreté como un acting out de un sueño que ella no puede recordar, tomémoslo separadamente como un trozo de conducta de una hermana cuyo hermano ha desaparecido, tomémoslo en sí mismo sin considerarlo en el contexto de esta ruptura psicótica post parto, ¿consideraría usted que para una hermana ir secretamente a los roperos de sus padres, tomar ropas de su hermano y darle alguna de estas ropas del hermano al marido, es un acto de duelo o es un acto de confusión? Participante: El desparramo que fragmenta y proyecta el duelo. Dr. Meltzer: Fragmentación y proyección del duelo... esto sería como imponer una parte del duelo a su marido, ¿cómo usar la ropa del hermano podría imponer un fragmento de duelo en el marido? Participante: No lo sé, lo que sé es que parece algo concreto que concretiza en no simbolizado. Dr. Meltzer: Esto se podría a asimilar a cuando los hijos se empiezan a pelear por la herencia de los padres, esto no es duelo sino que es el impedimento del duelo, está impedido el duelo, está imposibilitado. Por supuesto la cuestión es acerca de no fragmentar el material, ya bastante lo fragmenta la paciente. Nuestra labor es tratar de unir estos fragmentos de una manera coherente; por supuesto que es sólo una hipótesis, pero a mí me parece que éste es el trabajo que la analista tiene que hacer cuando el paciente está en un estado confusional. O sea evitar analizar fragmento por fragmento y sí orga-
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nizar los fragmentos en un estado mental coherente para analizar luego esto. 9
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Ver Referencias Teóricas, pág. 63, “Sexualidad perversa en una psicosis puerperal”.
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REFERENCIAS TEORICAS
Sexualidad perversa en una psicosis puerperal En la Introducción han sido resumidas las características de la sexualidad infantil polimorfa y perversa, tal como son presentadas en Estados Sexuales de la Mente. En el material de esta supervisión, Meltzer va reconstruyendo los juegos y fantasías sexuales entre hermanos a partir de un acting out de la paciente en la casa de sus padres (meterse en sus roperos y revisar y llevarse ropa) (1). En primer lugar, discute la hipótesis de que puede tratarse de una estructura infantil polimorfa en la cual la necesidad de aliviar la excitación y el sufrimiento de los celos, subyace a los juegos sexuales que enaltecen la sexualidad de los niños por imitación a la de sus padres (6). Considera que el estado mental de esta paciente está vinculado a una sexualidad perversa e indica sus componentes: el grado de confusión de identidad entre la madre y ella ¿quién tiene el bebé?; entre su hermano y su marido ¿con quién está teniendo relaciones sexuales?; entre el pasado y el presente. Estas confusiones son el resultado de la identificación intrusiva con un coito sádico (7) y (8). El sadomasoquismo infantil, surge de la identificación con un padre visto como violento que mata al bebé dentro de la madre. Al final de la segunda sesión la paciente había comunicado su temor de ser dañina y esta fantasía se expande proyectivamente cuando cree que su beba está en peligro de muerte (5). El revisar los roperos es una actividad vinculada al sueño en el que revisa el consultorio de la analista. Actividad y sueño revelan un voyeurismo intrusivo (4) para controlar la sexualidad de la analista y evitar que pueda tener otro bebé. La muerte del bebé es el objetivo sádico de la organización perversa, el apaleo de los niños hasta matarlos (8) (Meltzer cita “Pegan a un niño”). Toda esta sexualidad perversa es el contenido de su mente que no le puede contar a la analista, desconfía de ella, puede estar casada con un militar (8) o querer examinarle la cabeza para saber qué sabe de sexualidad, como en el sueño (3). La sugerencia técnica que hace Meltzer es la de no fragmentar el material y analizar trozos, sino dado el trastorno de pensamien-
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to juntar los fragmentos en una formulación coherente (2) (9). Esta supervisión muestra cómo se efectúa la tarea de ir abarcando los fragmentos de material completando la hipótesis inicial y haciéndola más compleja.
Descriptores: Caso clínico. Psicosis puerperal. Sueño. Supervisión.
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Darío
Analista: Voy a comenzar leyendo una breve historia del paciente para poder entrar luego en el trabajo de las sesiones; también mencionaré algo respecto al vínculo transferencial. Darío tiene 44 años, es casado, padre de dos hijas de 17 y 15 años. Reclama afecto permanentemente y está insatisfecho por no sentirse querido. Siempre deseó un hijo varón por el apellido. Desde hace un año mantiene relaciones con una amante diez años menor que él. Sus padres son los únicos sobrevivientes de la familia, el resto murió en los campos de concentración. Darío buscó familias sustitutas: tíos, primos –que él llamaba así. Asimismo es notoria su necesidad de tener amigos y de estar rodeado de gente. Hace tres años muere su madre en pleno estado de invalidez; de ella dice que lo que más le duele de su muerte es el vacío de no haberla conocido, es como si no hubiese existido. Un recuerdo de su adolescencia: tenía aproximadamente 16 años, le encantaba pintar, cuando su madre, orgullosa de él pero sin consultarlo ni pedirle permiso, regala sus cuadros, momento a partir del cual no vuelve a tocar los pinceles. Desde los 15 años trabaja con el padre en una fábrica de ropa; tienen una relación muy conflictiva de dependencia y sometimiento mutuos. Ya en esa época el padre le enseñaba que los amigos estaban con él sólo por interés, por su dinero o por su auto; aún en la actualidad lo desautoriza frente al personal de la fábrica. Hace cinco años el padre se jubila y al poco tiempo de morir la madre se vuelve a casar, quedando Darío a cargo de la fábrica y de la economía de las dos familias. Inicia entonces sociedades
Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXI - Nº 1/2 - 1999
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comerciales con distintas personas –generalmente de menores recursos–, sociedades que terminan con robos o estafas por parte de los socios. Su hermana es tres años menor, casada, con dos hijos; es la preferida del padre. Ella recibe bienes y dinero, sin tener que hacer ni méritos ni esfuerzo a cambio. Desde muy pequeño fue obeso, su madre tenía miedo de que se muriera de hambre. Suele tener problemas digestivos y colitis; especialmente cuando está angustiado todo lo que come le cae mal. Fue operado de hemorroides hace un año. Gordo, petiso, feo, sentía que no podía gustar a nadie. Fue iniciado sexualmente por una mucama que lo masturbaba; generalmente buscaba prostitutas o mujeres mucho mayores que él y de condición social inferior, asegurándose así que no lo rechazaran. Cuando intentó acercarse y contarle al padre sus problemas, éste le respondió con un cachetazo. La única mujer de edad similar a la suya con quien contactó es con su actual esposa; de ella no estaba enamorado, era muy fea, y se casó porque pensó que él nunca se iba a casar y que no podría tener hijos. Además, quería darle bronca al padre que se oponía al matrimonio. Había dado la palabra al suegro de casarse con la hija; éste, que perdió su capital, huyó del país dejándole a Darío la hija y los acreedores como dote. De este modo Darío cree repetir como calco la historia de su padre, quien se casó con su madre por una promesa hecha al abuelo paterno de que cuando llegase a Argentina iba a casarse con quien había sido su novia en Europa.
ACERCA DEL VINCULO TERAPEUTICO
Es derivado por una colega que lo conocía desde la infancia, y cuyo marido mantenía relaciones comerciales con él. Me lo describió como alguien muy difícil, complicado, que pone obstáculos y se muestra negativo a las propuestas. La relación terapéutica atravesó por tres momentos: un primer período –que duró de 1982 a 1984– cuando consulta a raíz de la mala relación que mantenía con su padre, al no poder aguantar más el nivel de peleas y agresiones mutuas. Tenía frente a mí a
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una persona de aspecto desagradable, brusca, una especie de masa amorfa. Trabajamos con cuatro sesiones semanales, se acostaba en el diván, y me decía que él creía que tenía arteriosclerosis, no podía pensar, que se le ponía la mente en blanco, y tenía como agujeros en la cabeza. Con frecuencia después de alguna interpretación mía donde había intentado entender algo, me decía: “perdóneme pero no la estaba escuchando”. Muchas veces sentí mi trabajo como inútil e infructífero; sin embargo no faltaba, venía puntualmente y tenía miedo de que me enojara por algún cambio que él pidiese en relación al setting. Durante este período había ciertos secretos, cosas que no podía contar porque yo podía extorsionarlo; o si se trataba de asuntos comerciales aparecían vivencias paranoicas, que yo aprovecharía en mi beneficio los datos que él me daba y me pondría un negocio frente al suyo para competir con él. Esto cobraba vívidamente fuerza de realidad. Decide interrumpir el tratamiento al final del segundo año porque no tolera la dependencia conmigo. Dice que le tiene miedo a esa dependencia, pero que yo lo espere, que él va a volver. Regresa después de dos años, en 1986; me pide venir dos veces por semana y no acostarse en el diván. Lo veo más atractivo, más delgado –había bajado como 15 kilos–, su aspecto denotaba mayor cuidado personal. Se había separado comercialmente del padre, y estaba intentando un cambio. Analizo su propuesta y la acepto como prueba; de no resultar beneficiosa para el análisis replantearíamos este nuevo contrato. Al comienzo parecía funcionar, pero luego comencé a sentir que habíamos entrado en una suerte de impasse. También llegué a pensar si no sería una reacción terapéutica negativa, dado que cuando estaba mejor según mi criterio, él empeoraba. Decía que él entendía todo, pero cuando salía del consultorio estaba igual o peor. La gente le preguntaba: “¿vos te analizás?, ¿qué hacés en tu terapia?, cada vez te veo peor”. En realidad yo también tenía mis dudas de que se estuvieran operando cambios en él, me cuestioné tanto mi forma de trabajo como los métodos de abordaje. A fines de 1989 le propuse un límite, aumentar mínimamente
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una sesión por semana y poner como plazo ese año para analizar la marcha del tratamiento, en caso de que evaluáramos el proceso con signo negativo interrumpiríamos de común acuerdo. Las dos sesiones transcriptas pertenecen a este tercer período donde reconozco haber modificado algunos modos de abordaje, que creo me han dado mejores resultados. En enero de 1990 cuando se despide me dice: “gracias, creo que este año va a haber cambios”. Obviamente queda abierto el interrogante. Dr. Meltzer: Parece un personaje de Gogol, no es solamente su carácter sino también es la cultura familiar y el medio social en el cual él vive. Es difícil darse una idea de la vida interior que él tiene, porque parece que la mayor parte de la vida transcurre en el medio en el que se encuentra y su adaptación a ese medio. En cuanto a valores, el único valor que se puede detectar hasta este momento es la gratificación sensual, por un lado, y el sentimiento de seguridad de que no hay una noción de relaciones íntimas en su vida. No es fácil ver qué concepciones tiene de lo que es el psicoanálisis, no parece tener una idea de lo que es el trabajo profesional de la psicoanalista, lo único que noto es que el análisis es parte de este mundo comercial donde él se mueve. La actitud hacia la terapeuta es en general de aplacamiento, mantenerla contenta para evitar antagonismos, para evitar que ella se enoje; y no tiene muy claro para qué viene tres o cuatro veces por semana, se acuesta en el diván... no está muy seguro para qué es todo eso. No tenemos idea hasta ahora de qué entiende él, qué hace él con estas interpretaciones; lo único que oímos es que a veces no escucha y que se disculpa porque no escucha, pero no sabemos muy bien qué pasa con lo que dice la analista. Cuando él interrumpe obviamente da señales de no aguantar la dependencia, es un poco como un chico que dice: “esperá, yo voy a volver cuando sea grande y esté listo y preparado para entrar en una relación de intimidad y una relación sexual con la analista”. Mientras tanto él trata de recuperarse de alguna manera, pierde peso, se hace más atractivo, se sienta frente a la analista, pero en
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realidad es difícil saber qué es lo que él gana con todo esto. Y parece que cada sesión es una desilusión porque él no ve evidencias de que la analista se enamore de él. Así que lo que vemos acá es como una especie de réplica de un cortejo arcaico, es un poco como un joven que va a visitar a una señorita y se sientan en el diván, y ella quizás le ofrezca té y él la visita, la visita y la visita hasta que se siente lo suficientemente seguro como para hablar con el padre y pedirle la mano. Esto va a ser diferente de su primer matrimonio porque la mujer en ese caso era fea y el padre se la quería sacar de encima, sacarse de encima las deudas e irse del país. Pero esta chica es linda, el padre es rico, y tiene buen status social... así que es otra proposición y él tiene que tener cuidado. En ambos períodos del análisis lo que estamos viendo hasta ahora es más que nada el actuar en la transferencia, no hay mucha comunicación y no hay mucha investigación psicoanalítica propiamente dicha, sino que él se comunica básicamente mediante la actuación en la transferencia. Los procesos que no suenen como un análisis ideal no son necesariamente inútiles, hay toda una escuela que cree que existe una cosa que se llama la experiencia emocional correctiva, basada en que el paciente actúa en la transferencia, el analista actúa en la contratransferencia, y los dos ofrecen versiones mejoradas de lo que fue el pasado y que eso –en teoría– es algo que lleva a una mejoría. Tenemos que observar en detalle en el material qué es lo que pasa, porque sospecho que esto no va a aparecer como un procedimiento analítico convencional, es más que nada una especie de repetición de la vida familiar. 1 Él viene tres veces por semana... ¿se sienta? Analista: Sí. Dr. Meltzer: ¿Y qué días de la semana viene? Analista: Lunes, miércoles y viernes. 1
Ver Referencias Teóricas, pág. 89, “La actuación en las primeras etapas del proceso”.
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Dr. Meltzer: ¿A qué hora? Analista: Ahora le cambié, pero el año pasado venía lunes, miércoles y jueves. En estas sesiones que traje hoy venía lunes, miércoles y jueves a la mañana, a las ocho de la mañana. Eso era el año pasado, este año hicimos un cambio. Dr. Meltzer: ¿Es el primer paciente? Analista: Sí, es el primer paciente... tempranito. Dr. Meltzer: Lo pregunto porque simplemente estoy tratando de darme una idea de cuál es el setting, para llenar los huecos dentro de la imagen que tengo de lo que está ocurriendo. No tengo una razón particular para hacer esta pregunta. Analista: ¿Puedo hacer un pequeño comentario sobre lo que dijo anteriormente? Este paciente cuando empezó el análisis me dice que él quería ser amigo mío, y por qué yo no podía conocer su casa... él me quería mostrar su casa porque se había cambiado de casa, por ejemplo; para ver estas confusiones. Yo le explicaba que no podía ser amiga de él, que yo era su analista, él me podía mostrar una foto de su casa... Pero él tenía una seria dificultad en poder entender por qué no podíamos ir a tomar un café, él lo decía realmente, y yo no sentía que era un psicópata. Dr. Meltzer: ¿Podría describir su consultorio?, ¿qué edificio es?... la geografía. Analista: Cuando vino a la consulta –hace muchos años atrás, en esos dos primeros años de tratamiento– yo atendía en mi casa, tenía una entrada común a mi casa y al consultorio. Era un planta baja, y era un consultorio más bien medio ascético porque ahí trabajábamos mi marido y yo, y como él es pediatra –no tenía camilla, ni nada– el consultorio a su vez era un consultorio médico. Estas sesiones transcurrían en un consultorio que queda en un quinto piso –un consultorio mío– tenía una sala de espera y mi consultorio con muchas plantas.
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Dr. Meltzer: ¿Es el único cambio de consultorio en su análisis o ha habido otros cambios? Analista: Ahora hay otro cambio porque volví a mudarme, en marzo de este año, pero no pertenece a estas sesiones. Dr. Meltzer: ¿Cuándo fue el cambio de verlo en su casa a verlo en el consultorio? Analista: Los dos primeros años los hizo en mi casa; cuando él retomó, volvió al otro consultorio. Dr. Meltzer: Así que entre ambos períodos hubo un cambio en la geografía del setting. Analista: Le quería decir algo con respecto a esta actitud aplacatoria a la que usted se refería. Me había pasado algo transferencialmente con este paciente; yo en una de esas épocas tenía un nódulo en la garganta y me daba cuenta que él gritaba y yo hablaba más fuerte, y como yo no podía forzar la voz si no hubiese sido por ese hecho foniátrico no me hubiera dado cuenta de que él necesitaba hablar encima, me tapaba, y aplacatoriamente no me dejaba hablar. Yo tomé conciencia porque estaba muy contactada con mis cuerdas vocales en aquel momento, pero era muy fuerte esta sensación aplacatoria –que usted decía– respecto a no dejarme hablar. Dr. Meltzer: ¿A qué llama aplacatoria, a hablar más alto que usted? Analista: Por ejemplo hablar más alto que yo, no dejarme hablar y hablar encima mío. Participante: La idea de algo aplacatorio es algo destinado a evitar que te enojes, pienso que es diferente. Analista: También estaba eso. Dr. Meltzer: ¿Cómo es la situación con el pago?, ¿lo maneja como usted lo establece o como él decide?
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Analista: Él ha tenido muchos intentos de manejarlo como él decide, es como que le cuesta mucho aceptar los límites en cuanto a que el pago es algo que decido yo, porque siempre siente que le cobro de más... A pesar de que es un paciente que tiene un buen nivel económico, yo no siento que es amarrete sino que él no soporta que sea algo que maneje yo. Dr. Meltzer: ¿Cuál es su manera para cobrar? Analista: Yo le cobro a fin de mes; verbalmente le anuncio a mitad de mes y generalmente me paga puntualmente entre el 1 y el 5 que es cuando él paga a todos sus empleados. Dr. Meltzer: ¿Cómo paga?, ¿en efectivo, en cheque? Analista: En efectivo. Dr. Meltzer: Y la primera vez que lo vio, ¿cómo se puso de acuerdo acerca de los honorarios?, ¿simplemente le dijo cuánto cobraba y él aceptó o hubo algún tipo de negociación? Analista: Cuando empezó le dije cuánto cobraba y él dijo que iba a pagar, pero después más adelante sí intentó hacer negociaciones con el pago. El siente que le cuesta mucho pagar los honorarios, vuelvo a insistir no por una cuestión económica, le cuesta afectivamente pagar. SESION DEL DIA JUEVES
Analista: Llega puntualmente. Al entrar comenta: “Hace frío”. Dr. Meltzer: ¿Él dice esto antes o después de sentarse?, ¿hacía frío en la habitación, usted también sentía frío? Analista: Antes de sentarse... en la habitación sí hacía un poco de frío, yo prendía una estufa, pero él generalmente no tiene frío, es raro, por eso yo le pregunto. En general él hace algún comentario del tiempo, a veces subimos juntos en el ascensor porque yo
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vengo de mi casa y él viene muy temprano y me espera; subimos juntos, y entonces me hace algún comentario en el ascensor que después empiezo a trabajar en la sesión, porque no le contesto en general. Dr. Meltzer: ¿Cómo se prende la calefacción?, ¿qué tipo de estufa tiene? Analista: Es una estufa eléctrica. Analista: Me llama la atención que usted haga este comentario, por lo general no suele manifestar tener frío, más bien lo contrario. Dr. Meltzer: ¿Él a veces se queja acerca de la calefacción? Analista: Sí... como diciendo “por mí no la prenda”, una cosa así. Dr. Meltzer: Inmediatamente ya de entrada uno tiene la elección de prender o no la calefacción, o de decirle que si tiene frío que él la prenda solo. La elección que hace el analista es responder al pedido del paciente y prender la calefacción. No sabemos si es una decisión que la analista tomó, una decisión conciente, pensada, o si es simplemente una respuesta automática social. Analista: Creo que es más lo segundo porque yo llego al consultorio y prendo la estufa en invierno también por mí; en general en esa época del año hace frío y a veces no la prendo por él –eso sí–, porque él me dice “por mí no la prenda”, pero en general suelo prendar la estufa a esa hora. Paciente: Hoy me levanté muy temprano, y antes de venir para acá acompañé a mi mujer a comprar materiales de trabajo. (Se queda pensando). Puede ser que haya dormido mal... Dr. Meltzer: Esto es a la ocho de la mañana, ¿o sea que fue a hacer esas compras antes de las ocho de la mañana? Analista: Sí, no quiero decir la actividad laboral, pero tiene que
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levantarse como a las cinco de la mañana para hacer esas compras. Dr. Meltzer: ¿Ese es el procedimiento ordinario para él? Analista: No, no es común, ni habitual. Analista: Me pregunto si será sólo el haber dormido mal o si a usted le pasa algo más en este estar destemplado. ¿Recuerda que en la sesión anterior me relató que había estado tan tenso que en una cena de trabajo se comió siete panes, y que sólo hizo conciente el hecho por las migas de pan que dejó sobre la mesa? (Pequeño silencio) ¿No pasó nada anoche?, ¿alguna preocupación? Dr. Meltzer: No estoy muy seguro qué está investigando con esta interrogación. Analista: La intención era porque había algo inusual, no era común que él me hablara de que tenía frío y yo sentía que algo le estaba pasando. Yo hice una asociación que en la sesión anterior él había estado muy tenso, que le habían estado pasando cosas que lo hicieron descompensarse mucho –porque en general él tiene, actualmente, con la comida un cierto control–, como que se había totalmente descontrolado; entonces le pregunté si no había tenido alguna preocupación el día anterior, si no le había pasado algo, como para indagar qué le pasaba. (Se queda un largo rato en silencio, y con un gesto de descubrimiento muy apasionado –tiene un gesto muy particular que yo no lo podría describir– pero le brillan mucho los ojos, hace así con el dedo y dice “ya sé qué puede ser”, como que descubrió algo). Paciente: Ya sé qué puede ser, anoche me quedé viendo dos películas en videocable, dos películas al mismo tiempo... (Él dice que lo asoció con tener mujer y amante al mismo tiempo, paralelamente) ...una de las películas trataba de un policía que lucha contra un mafioso de la droga; el policía es derrotado pero igual sigue insistiendo, y hasta llega a poder matar al
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mafioso. El mafioso le dice: “matame ahora, ya mismo porque igual voy a salir de acá y no me va a pasar nada, en cambio a vos...” y así termina la película, el policía tiene que irse a buscar trabajo a otro lado. Dr. Meltzer: ¿Es una película argentina? Analista: La película no es argentina, pero es una película conocida... Paciente: La otra película trataba de... (se queda en silencio y piensa) Ah!, sí, de los niños negritos, se trataba de una doctora recién recibida que la mandan a Etiopía. Ella va con toda la ilusión, y cuando llega ve lo que es eso... (para el relato y pone una cara de horror) Usted tendría que ver lo que era eso, estaba filmado de la realidad. Analista: Supongo que cuando usted vio a esos chicos debe haber pensado también en otros chicos. Yo tenía también en la cabeza –cuando le hice este comentario– las imágenes del Museo del Holocausto en Israel, fue como un flash que tuve; como él había estado viendo películas, yo tuve esa imagen. Dr. Meltzer: Esa era la contratransferencia, usted tenía la impresión que el horror del paciente tenía que ver con chicos moribundos y muertos de hambre. Él probablemente esté diciendo algo como que tiene una indigestión mental, que es parecido a lo que usted decía acerca de la sesión anterior de que había comido todo ese pan. Él parece estar diciendo ahora que tiene una especie de indigestión mental, que vio dos películas que no se combinaron bien adentro de él, que le provocaron una especie de empacho. Las dos comidas, las dos cosas con las que se alimentó al ver estas dos películas es por un lado el mundo de los hombres, drogas, violencia; y por otro lado el mundo de las mamás con los bebés, morirse de hambre, y cosas así. Si bien vio estas películas simultáneamente –como él
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decía cambiando de canales– cuando él cuenta en la sesión acerca de estas películas, lo cuenta con una cierta secuencia: primero la película del policía y luego la de Etiopía. Cuenta estas dos películas en una secuencia determinada y hay que tomarlo un poco como cuando un paciente cuenta dos sueños, o sea que es como si tuviera una secuencia gramatical, como si dijera “si pasa una cosa, ocurre lo otro”, o sea “si los hombres se comportan así, éstas son las consecuencias”. Y él inmediatamente vio la asociación de que ver dos películas al mismo tiempo es como tener una esposa y una amante; que si los hombres se van a comportar de tal manera que la sexualidad de ellos está determinada por problemas de competitividad entre hombres, la consecuencia de esto va a ser una escasez emocional en la familia, esto es lo que le pasa a las madres y a los hijos. Si él viene al análisis con la intención de macho de seducir a la analista, todo el dinero, todo el esfuerzo que hace, todo lo que invierte en el análisis, va a empobrecer la vida de hogar. Si es un bebé se va a comportar de una manera seductora, erotizando la relación con el pecho, va a empobrecer su mundo interno. Analista: (Yo le sigo como comentando la película), “Sí, claro, la pobreza”. Paciente: Sí, la pobreza, pero en los campos había cosas más terribles aún, los llevaban a la cámara de gas, los mataban; todo eso me pasó por la cabeza. Al final la chica hace una denuncia ayudada por un fotógrafo del equipo que fue a ese lugar, y el problema se conoce en todo el mundo. Hubo muchas dificultades, muchas oposiciones, pero mandan alimentos. Analista: Este paciente en todos estos años de análisis nunca trajo un sueño. Yo tomé este material como si fueran sueños, y entonces decidí como dejar más abierto, seguir preguntando para ver con qué asociaba. Yo lo relacioné también con cosas que estaban muy tapadas en su familia, por ejemplo, la madre nunca habló con él de su familia, él no conoció a nadie. Por eso yo le sigo preguntando qué le despertaron estas
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películas. A mí me llamaba la atención que en la primera hay denuncias que se vuelven en contra del policía, en cambio en el segundo caso la denuncia es considerada. Paciente: De la primera película me impactó el tema de la justicia, luchar toda la vida y que no sirva para nada, no ser nadie, morir sin ser descubierto, sin que nadie se dé cuenta. No sé qué hacer con mi negocio, ¿lo cierro o lo continúo? Mi mujer me dijo que ella está en otra cosa, que no está dispuesta a ayudarme. Yo quiero hacer algo creativo en mi vida, hacer algo, dejar algo... (Llora muy acongojado y me pide un pañuelo de papel; yo tengo pañuelos de papel al lado del escritorio, entonces le ofrezco la caja)... No quiero ser como mi mamá que pasó por la vida y no dejó nada, nadie la va a visitar al cementerio. Si yo no llamo a la gente para salir nadie me llama, sólo me buscan por interés. Analista: Eso es lo que le decía su papá. Dr. Meltzer: Usted le pregunta qué impresiones tiene de las películas y él contesta algo que no tiene aparentemente nada que ver con las películas. Comienza su lamento y es para que lo ayude a hacer algo que la esposa no lo ayuda a hacer; él quiere hacer algo creativo en la vida y quiere que se lo ayude. ¿Cuántos hijos tuvo su madre? Analista: La madre tuvo dos hijos: él y una hermana. Dr. Meltzer: Así que la mamá tuvo un hijo varón y el paciente no tiene ningún hijo varón ... El lamento del paciente sería algo así como que estuviera diciendo: “mi esposa no me puede ayudar, mi esposa solamente produce nenas, mi pobre mamá sólo me produjo a mí y yo no hice nada para enfatizar la creatividad de mi mamá, y lo que yo necesito hacer y necesito ayuda es para producir un nieto para mi mamá, y eso la va ayudar a mi mamá a sentir que ha logrado algo en la vida”. En tiempos bíblicos una de las razones de divorcio aceptables era que la pareja sólo tuviera mujeres; Enrique VIII se divorció de su esposa
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española porque no producía hijos que lo sobrevivieran. Analista: Este paciente durante muchos años guardó juguetes que compraba para un supuesto hijo varón, y hasta tuvo la fantasía de adoptar un varón, pero la mujer no quería saber nada. El tardó cinco o seis años en el transcurso del análisis en tirar o regalar un tren que había comprado para ese supuesto hijo varón. Dr. Meltzer: Lo que él parece estar diciendo en este cortejo es que la esposa es social y genéticamente un ser inferior, y que no quiere ayudarlo; que la analista parece que es fuerte, vigorosa, de buena familia, inteligente, y que ella está en muy buenas condiciones de producir un nieto para su mamá. Es una forma de entender este material usando como base la asociación que hace al haber visto las dos películas, cuando él dice que vio dos películas y lo asocia con tener una mujer y una amante, ésta es una forma de entenderlo. Es como si él dijera que es parte de este mundo de machos, de policías, drogas, criminales, pero él se quiere reformar, quiere transformarse en alguien creativo, pero mientras la mujer siga siendo como es no va a poder hacer nada. Él también parece estar diciendo que proviene de una pobre semilla del padre y que no es un orgullo para la madre, pero su intención es inyectar nuevo vigor en esa familia. Tiene la lógica de la reproducción animal para mejorar la especie. Analista: Cuando yo le digo que eso era lo que le decía el padre, él dice: Paciente: Claro, no terminar las cuentas, que siempre me deban es una forma de que sigan atados a mí por mi plata. Analista: Sí, pero también es una forma de intentar romper o cortar la relación, porque usted ha dicho muchas veces que mi interés por usted es sólo porque me paga, y si bien cree que pagando me tiene con usted, en ese mismo momento me pierde adentro suyo porque corta la relación conmigo y se decepciona de mí, porque soy una interesada más. Por otra parte usted quiere que le preste atención, que me dé cuenta que existe,
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pero cuando lo hago me ignora o se aleja. Dr. Meltzer: Vamos a examinar la interpretación. Ud. le está confirmando que ésta es la forma en que él se siente acerca de las relaciones comerciales, y que es parte de la relación comercial con la analista que la analista esté interesada en el paciente. Después usted dice: “usted quiere que yo le preste atención, pero cuando le presto atención usted me ignora y se mantiene alejado”. ¿Es así la secuencia? Analista: Sí. Paciente: Alicia, mi hija menor, es muy sensible, ella también se da cuenta, ella percibe lo que me pasa. Hice un seguro de vida para mi familia por si me pasa algo; usted sabe que siempre tengo miedo al infarto, o a algún problema cerebral, o a quedar como mi mamá. Dr. Meltzer: ¿Por qué habla de Alicia acá? Analista: Porque como yo le digo que él muchas veces no presta atención o me ignora, habla de Alicia, como que eso mismo le pasa con la hija menor, que ella es muy sensible y que de repente él no se da cuenta. Dr. Meltzer: ¿Le parece que es eso lo que está haciendo?; ¿diciendo que Alicia es sensible como su analista, y serían sensibles porque lo conocen bien? Incluyendo la parte del seguro de vida, se oye un poco este material como que está diciendo que es un buen papá para los chicos, es sensible, se siente muy cercano a su hija, y ha tomado todas las medidas que son adecuadas para asegurar el futuro de su familia. Lo escucho como el tipo de lata que daría un vendedor de seguros... como si dijera “no tiene que preocuparse si me divorcio de mi esposa y me caso con usted porque yo me voy a ocupar de los chicos, les voy a dar el dinero, no tiene que sentirse culpable”. Lo escucho todo como una especie de negociación, como un tratado comercial.
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Analista: Si bien usted parece estar pensando asegurar el futuro de sus hijas, parece que este seguro es más una inversión para la muerte que para la vida, en vez de asegurar su propio futuro de vida, intentar saber qué quiere hacer en esta vida.... Dr. Meltzer: Usted respondió en forma apropiada desde el punto de vista del paciente, y él tomaría esa respuesta como una respuesta alentadora. Paciente: Me conformaría con poder hacer algo, por ejemplo me puse contento el otro día porque pude terminar de leer un libro (generalmente no aguanta, lee el comienzo y el final, pero no puede leer todo un libro). Dr. Meltzer: Es como volver después de dos años habiendo perdido peso, con una mejor predisposición, es como si también hubiera mejorado su mente para ponerse más al nivel intelectual de la analista. Ud. tiene que pensar que estas seducciones siempre fallan, pero a veces tienen éxito. Analista: Lo que pasa es que en este paciente la seducción es muy infantil. Dr. Meltzer: Sí, pero está mejorando... Este tipo de actuación en la transferencia puede llegar a un punto en el cual, si el paciente nota que la analista piensa que él no es una buena pareja para ella, y la analista no interpreta, él puede repetir este tipo de conductas fuera del consultorio con otra mujer, comenzar una relación así en forma compulsiva, y uno oye poco después que se divorció de la esposa... En fin, que actuó toda la situación fuera del contexto y como resultado de este tratamiento. Lo que estoy describiendo es algo que ocurre muy comúnmente en la edad media de la vida, cuando los maridos se cansan de las mujeres, que las mujeres con las que se casaron aparecen de repente como inadecuadas... los hombres se han transformado en más prósperos, más elegantes, más mundanos y entonces al querer adquirir un
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cierto status mayor buscan una mujer que entre mejor dentro de sus planes. 2 En cuanto a la transferencia infantil, es un proceso que tiene que ver con la emergencia del complejo de Edipo que parece genital pero es pregenital, y es pregenital porque una vez que se ha completado el control de los esfínteres el chico comienza la labor de seducir a la madre a la edad de dos, tres años. Podemos pensar que el primer período del análisis la analista lo pasó limpiándolo y secándolo, y él ya no es más ese chico sucio que está preocupado por su materia fecal, que está preocupado por el dinero, que está preocupado por sus fantasías sadomasoquistas, que está preocupado por la masturbación anal... él está limpio, prolijo, listo para comenzar el colegio y preparado para comenzar la seducción de la mamá, hasta está empezando a aprender a leer. SESION DEL DIA LUNES
(llega 15 minutos tarde)
Paciente: El tránsito estaba muy cargado (silencio). Estoy angustiado, es por un reportaje que escuché, es la primera vez que escucho algo así... (estaba muy azorado) ...decían en ese reportaje que se puede ser adicto a las personas y que los que tienen esa enfermedad no pueden estar solos; me sentí totalmente identificado. Yo veo personas que ni necesitan compañía, por ejemplo mi mujer o mi cuñada, que cobró dinero de un juicio que ganó, se compró un departamento en Pinamar y ni avisó. Me ofendí, yo no procedería así, les hubiera participado. Me molesta, mi mujer me dijo que debe ser por mi forma crítica de actuar que molesta a los demás, algo así como que yo tiro ondas negativas. Mi hermana también sacó pasajes para viajar a Miami y no dijo nada. Analista: ¿Por qué tendrían que avisarle?; como usted está muy pendiente de los demás y se enoja cuando descubre que 2
Ver Referencias Teóricas, pág. 89, “La actuación en las primeras etapas del proceso”.
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cada uno cuida sus propios intereses y hace su vida, tal vez le moleste que usted se sienta más pendiente de mí y sienta que yo no le correspondo de igual modo. Dr. Meltzer: Yo sigo oyendo lo mismo, desde el mismo punto de vista, él está hablando aquí de estos otros chicos que son chicos sucios, preocupados por la materia fecal, el dinero, sus secretos y que él es diferente, él necesita compañía, él depende de la analista... él la necesita a la analista y necesita relaciones íntimas. Con esta estructura diría que él dejó después de dos años porque no aguantaba más la dependencia de la analista como alguien que le limpiaba la cola, y él se fue con la determinación de aprender a hacerlo solo y presentarse nuevamente como un buen partido. Su respuesta a este material puede ser interpretada por él como que Ud. lo alienta; “sí, sí... yo entiendo que usted no quiera jugar más con esos chicos sucios y que usted está preocupado porque siente tanta adicción por mí, y usted siente que en realidad yo no respondo a sus sentimientos”; lo que él va a escuchar es “pero en realidad yo respondo”. Usando este marco de referencia él va a escuchar esta respuesta, como que la analista está alentando sus esperanzas. Paciente: El fin de semana ocurrió un incidente con mi padre por el pago de la Obra Social Medicus (y tiene un lapsus y dice Galeno). Analista: ¿Cómo fue que confundió Galeno con Medicus? Dr. Meltzer: Cuando un paciente actúa en la transferencia, muy frecuentemente ellos no van a escuchar las palabras de las interpretaciones, ellos van a escuchar más la música de lo que uno dice, van a escuchar más la respuesta emocional a lo que dicen. Paciente: Sí, porque Medicus es mi Obra Social, estoy cansado de ocuparme de pagar los gastos... (se refiere a los del padre)... y si falta algo, si alguna cuenta no da justo, pareciera
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que me acusa, soy sospechoso de robo, soy el que se ocupa de sus cosas pero al final desconfía de mí. Analista: A pesar del esfuerzo que usted hace para ser querido. Paciente: El otro día vino al negocio y me dijo: “no soy feliz”. Él es feliz sólo cuando está lejos, ahora se quiere ir por un mes a Estados Unidos, me parece que es para alejarla a Betty de sus hijos... (Betty es la nueva esposa del padre) ...no soporta que los vea y se dedique a sus hijos y a sus nietos. Después de tirarme esa pálida me dijo: “¿por qué no le pagás la cuenta de Galeno también a Betty?”. Le dije que Betty no es mi mamá... “pero si tu mamá viviera la pagarías”; “sí –le dije– pero Betty no es mi mamá”. Me costó mucho decirlo. Dr. Meltzer: El próximo paso, el paso lógico que sigue a esto, habiendo oído en la voz del analista algo que lo alentaba, es comenzar una propaganda contra el papá. Es como si dijera: cada vez que papá llega a casa y ve que sos infeliz él me culpa a mí, y no se da cuenta que es él la causa de tu infelicidad porque él te separa de tus hijos; y de todas maneras cada vez que él me acusa a mi de tratar de esta manera a mamá yo le digo: pero no es mi mamá. De manera que esto es evidencia de que él está diciendo algo así como que “usted no es mi mamá, usted es mi madrastra”. En cuanto al acting out el significado que tendría es como el paciente diciéndole: “bueno, yo veo que usted trabaja tanto, posiblemente sea porque su marido no la ayuda. Su marido no la mantiene, la abandona, y la separa de los hijos analíticos a los que Ud. quiere tanto” y luego aparece la barrera al problema del incesto, que es como si él contestase al conflicto diciendo: “bueno, pero de todas maneras usted no es mi mamá, usted es mi madrastra”. En cuanto a la estructura de la situación, el paciente ha escindido, disociado en forma severa el objeto materno, y ha hecho una escisión entre la parte de arriba, entre el pecho materno y también la madre que lo ha cuidado durante los primeros dos años que ahora está relegada al olvido, está muerta –de acuerdo a él– y la parte de abajo
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de la madre que es Ud. en la actualidad; la ha transformado en una madre genital, que vendría a ser la parte de abajo de la disociación. Lo que está ilustrando, y es algo que la analista intentó hacer al principio de la sesión, es que cuando un paciente actúa en la transferencia hay que observarlo, encararlo como un sueño, o sea hay que visualizarlo en la pantalla de televisión de la mente como si fuera un drama. Y cuando esto se hace, ayuda a no sentirse uno atrapado en el drama, y sentirse impulsado a actuar en la contratransferencia. Analista: Parece que estas cosas generan muchas confusiones: Medicus, Galeno, qué lugar ocupa cada uno, qué es lo que le corresponde a usted, qué le corresponde a su papá, a quién le corresponde saldar o pagar las deudas con Betty, con su madre, con los familiares muertos... (Yo me refería a la sesión anterior) ...de quién es la deuda. Entiendo que estas confusiones en su cabeza a veces lo hacen confundirse respecto a los lugares que usted ocupa en otros vínculos, por ejemplo cuando usted me llama Juana o Teresa... (Porque él tiene una costumbre: me puede llamar con cualquier nombre, me toca el timbre del consultorio y me puede llamar Rosa o Susana; y a veces me llama por mi nombre también. Cuando pasa esto él me dice que es porque está arterioesclerótico). Dr. Meltzer: ¿Cómo va a escuchar él esto?, algo así como: “puedo ver que le es imposible tener una idea muy clara de cómo son las relaciones útiles con otra gente, pero por lo menos aclaremos las cosas conmigo, mi nombre es Sara”. Paciente: Respecto a eso... (se refiere a los lugares que él ocupa) ...con Susana la contadora pude arreglar el problema de trabajo que había en el negocio. Si alguna vez tuve una fantasía con ella, ya no más; donde se come no se caga. Dr. Meltzer: Esa es la escisión de la que hablaba. ...Sólo estoy interesado en usted como la futura madre de mi hijo... no, el nieto de mi mamá.
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Paciente: Pero con mi papá no se puede, yo me alivio cuando él está lejos, hasta llegué a desearle la muerte... (lo dice en tono de confesión muy angustiante). Dr. Meltzer: Hablando del complejo de Edipo... Paciente: ...por eso le pago las cosas, tal vez para no sentirme tan culpable. Cuando está en Buenos Aires me vuelve loco. Yo acepté pagar sus cosas, sus impuestos, pero me arrepiento de haber hecho ese arreglo. Tengo ganas de decirle “hacé tus cosas solo”. Dr. Meltzer: Es como si dijera: cuando pienso cómo la trata su marido me da una bronca... Analista: (Él me cuenta sobre los arreglos que hace con el padre, yo le hago una pregunta). ¿Son arreglos que no se pueden deshacer?, ¿son contratos de por vida? Dr. Meltzer: Si uno no oye el material en la forma apropiada, uno se encuentra jugando el rol asignado. Paciente: Encima le habló mal de mí a Betty, me dije: ¿qué hago con todo esto?, ¿le hablo?, no quisiera que me pase con él como con mi mamá que se murió y no pude decirle nada. Quisiera cortarla con todo esto, no quiero estar mal y esto me invade. Tienen demasiada agua estas plantas (me dice refiriéndose a una planta que está al lado de su sillón; le corta una hoja seca). Dr. Meltzer: Lo que está diciendo es: alguien le pone demasiada agua a estas plantas... ¡Este marido tuyo!, la forma en que este marido tuyo interfiere en la relación con tus hijos... Analista: Usted se siente muy cargado como el tránsito que lo hizo llegar quince minutos tarde. ¿Cómo encontrar –al igual que las plantas– el equilibrio justo?, ni poco ni demasiado, para no quedar pegado, adherido... (yo tenía en la cabeza el modelo de los bichitos en la luz que se mueren cuando se acercan demasiado) ...pero tampoco despegado y solo. Aun-
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que usted en este momento dijo “quiero cortarla”... (se refería al padre) ...no es tan fácil, el problema no está sólo afuera sino también adentro de su cabeza. ¿Cómo estar con su papá dentro suyo y a la vez poner límites al papá de afuera cuando se pegotean y se invaden? ¿Recuerda cuando usted me decía que tenía miedo de quedar pegoteado al análisis, como si analizarse fuera una adicción?, yo sería como ese padre de quien usted se tuvo que alejar para recobrar su identidad, y si se queda tan cargado de bronca puede hacer pudrir o secar la relación. El otro problema es que si usted deja de ser su papá queda un vacío, y ahí tendría que preguntarse y descubrir quién es usted, qué quiere para su vida, cuál es su propio deseo. Dr. Meltzer: No es muy claro qué piensa Ud. que le está diciendo al paciente, lo que es más claro es lo que el paciente quizás le escuche decir. El paciente quizás oiga decir que él tiene temor de que la relación con usted sea solamente una adicción, que hay demasiado poco análisis o demasiado análisis, y que parece ser necesario encontrar la medida justa, y que la dificultad que tiene el análisis tiene que ver con su padre interno y cómo esto se reflejó en la relación con su padre externo. De manera que Ud. está tratando de encarar el problema del complejo de Edipo en relación al padre interno como se refleja en la transferencia, pero externalizado sobre el padre verdadero. Analista: Él deja de estar pegado, ocupando el lugar de ese padre... Dr. Meltzer: La pregunta es: ¿le está Ud. diciendo que él tiene el problema de sacarse al padre de encima, o someterse al padre, o encontrar el camino medio como una forma de transformarse en su propio padre? Analista: Yo le puedo decir –no sólo en esta sesión, sino en general es una sensación que tengo de este paciente– que él, por esta situación del complejo de Edipo, queda tan pegado a esta imagen del padre y al padre real, que no puede ser él.
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Dr. Meltzer: Pero quizás también le esté diciendo que la única solución que él conoce es transformarse en su propio padre, algo así como si no pudiera imaginarse encontrar un padre nuevo y mejor en la situación analítica. Analista: No en la situación analítica, sino algo así como poder hacer el duelo de ese padre, separarse, encontrar un vacío, y buscarse a sí mismo. Dr. Meltzer: Él quizás escuche todo esto como que le está diciendo: tenés que tomar una decisión y actuar de acuerdo con esto, y de esa manera transformarte en un padre verdadero. Estas dos sesiones posiblemente le den la experiencia al paciente que ha hecho un gran progreso en su intención de convertirse en un buen candidato para la mamá; que ha hecho un gran progreso en convertir la situación de dependencia infantil en una relación que va a durar toda la vida, que va a ser creativa, que va a producir chicos; o sea, que ha transformado el problema del apego edípico pregenital con Ud., el problema de la dependencia, del chico feo, del chico sucio, en un problema de objeto total; donde se ha convertido en un agradable caballerito que puede ser un mejor marido para la madre y salvarla de ese desagradable hombre que no la trata nada bien. Un psicoanálisis puede terminar de esta manera no solamente mediante la seducción de la analista, sino también cuando el paciente comienza una relación afuera del análisis con otra persona que lo lleva a interrumpir el tratamiento. Es un problema muy común que se encuentra con adolescentes, con los cuales muy pocas veces se puede llegar a la posición depresiva y no se puede elaborar el conflicto edípico; generalmente se meten con otra persona y abandonan el análisis antes que esto ocurra. El problema más importante es la tendencia a actuar en la transferencia, y lo que escuchamos hoy es la expresión más pura de la actuación en la transferencia. Cada episodio de actuación en la transferencia tiene la intención de controlar y manipular al analista, por un motivo u otro. Cuando los pacientes están actuando en la transferencia
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generalmente no escuchan las interpretaciones, no escuchan las palabras, sino que escuchan la música; o sea, tratan de leer la respuesta emocional que obtienen a su intención de controlar al analista. Y mientras escuchen una música dulce ellos sienten que uno está siguiéndoles los pasos, que uno está de acuerdo con lo que ellos dicen, y cuando sienten una cierta dureza en la voz, cuando ellos sienten que uno está diciendo “no”, cambian la forma de relacionarse, dejan de actuar en la transferencia y comienzan a traer sueños. Desgraciadamente hay pacientes que pueden traer sueños y usarlos para actuar en la transferencia, pero para promover este tipo de cambios tiene que haber un cambio en la música que uno expresa con la voz, uno tiene que darle el mensaje al paciente de que no está de acuerdo. Hay que señalarle al paciente que él no está escuchando lo que uno está diciendo, que solamente está escuchando la música. También se da la situación opuesta en pacientes muy obsesivos que escuchan sólo las palabras y no escuchan la música, y por eso no obtienen la experiencia emocional de la situación. De manera que lo que hay que hacer es quizás escuchar muy atentamente cuál es la respuesta del paciente, tanto a la voz como a la música; a la música en cuanto expresa la emocionalidad, y a las palabras en cuanto expresan el significado. La contratransferencia que se usa para trabajar con los pacientes es una de las cosas que se comunican a través de la música en la voz, y eso es parte del compromiso emocional entre la transferencia y la contratransferencia. Uno está envuelto en este proceso observando la conducta del paciente, y observando también la música, la voz, y las palabras que dice el paciente; y también uno espera que el paciente haga lo mismo. Uno responde mediante la comunicación a través de palabras y música, y si es posible sin actuar. Y si él quiere prender la calefacción, la puede prender solo; y sería mejor para el análisis si no toca las plantas.
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REFERENCIAS TEÓRICAS
La actuación en las primeras etapas del proceso En esta supervisión Meltzer plantea el problema de la transferencia preformada y de las actuaciones tanto dentro como fuera de las sesiones al comienzo de un análisis. El seguimiento de las actitudes, comportamientos, formas de aceptar el contrato componen junto al material verbal el panorama de la actuación. Destaca los problemas de la contratransferencia en pacientes tan poco dispuestos a ser analizados y las dificultades de establecer un encuadre e interpretar las actuaciones, ya que lo que el paciente busca es la actuación de la analista para que ensamble en sus expectativas. Si se siente defraudado, la actuación se vuelca a la vida externa (2). Se refiere también a los elementos musicales de la voz (ver en Introducción: “Temperatura y distancia como dimensiones técnicas de la interpretación”), pero en este caso, no como parte del instrumental técnico del analista sino como una escisión del paciente entre el contenido de la interpretación y su musicalidad, con el objeto de pesquisar las emociones del analista y controlarlo. En la intervención (1) se refiere a la ausencia de relaciones íntimas en la vida del paciente. (Ver al respecto en la Introducción: “¿Qué es una experiencia emocional?”)
Descriptores: Actuación. Caso clínico. Contratransferencia. Supervisión.
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Analista: Me consultó en mayo de 1985; es italiano, naturalizado argentino, soltero. Le preocupaban sus tendencias homosexuales porque quería casarse y formar una familia. El contenido de sus fantasías homosexuales se refería a masturbaciones mutuas con partenaires ocasionales. Sus actividades homosexuales se reducían a muy esporádicos tocamientos con desconocidos, en los subtes. No le atraían las mujeres. Su padre, que había sido oficial del ejército italiano durante la Segunda Guerra, fue acusado de fascista cuando se produjo la liberación, y debió vivir escondido mucho tiempo. De esa época recuerda poco. Vino a la Argentina a los 7 años junto con su madre y su hermano, seis años mayor que él. Aquí se encontraron con su padre que había viajado unos años antes. Él no reconoció a su padre –a quien recordaba por las fotos– en aquel señor canoso y gordo que los recibió en el puerto. Vivieron bastante pobremente. Acostumbrado a dormir con su madre, recuerda el impacto que le causó la primera noche cuando tuvo que dormir en el suelo, mientras su padre compartía con su madre el único colchón de la habitación. Desde el principio de su vida en Argentina sintió que su padre no lo tomaba en cuenta, por el contrario su hermano estaba siempre con su padre, a quien ayudaba en sus tareas de carpintería. Él se sintió siempre excluido de estas tareas. Más frecuentemente ayudaba a su madre en las tareas domésticas; ésta era una mujer severa, tajante y quejosa. Fue siempre buen alumno pero con poco contacto con los compañeros; era gordo y no se sentía apto para actividades deportivas. Al terminar el secundario ingresó al seminario, pero
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al cabo de pocos años éste lo desilusionó. Al salir, decidió estudiar derecho. Se recibió con diploma de honor y el mejor promedio de su promoción. Vive con sus padres en un departamento de su propiedad. Su hermano está casado y tiene 4 hijos. Comenzó su análisis a razón de tres sesiones por semana, pasando a cuatro en enero del año siguiente. Fue siempre muy colaborador en su análisis, trayendo sueños muy esclarecedores. La figura más frecuentemente transferida sobre mí fue la de un padre sádico o descalificador. Esto fue el punto de apoyo para una distorsión de la comprensión del sentido del análisis, que lo llevó a buscar en mis interpretaciones juicios y evaluaciones acerca de su masculinidad. En el curso de estos cinco años han ocurrido una serie de cambios, que producen un paulatino incremento de su autoestima producto de la atenuación de la violencia de los conflictos de su mundo interno; su forma de pensar se ha tornado más tolerante y amplia de criterio, su forma de vestir ha incluido más elementos informales y coloridos, cosa que era totalmente impensable al comienzo del análisis. Las relaciones con los padres, si bien aún distantes y a la vez dependientes, hasta el punto que no podía dejar pasar algunas horas sin telefonearles, se han vuelto más francas y discriminadas. Ha concretado finalmente el proyecto de comprar otro departamento para ir a vivir solo, cosa que piensa realizar este año una vez terminada la refacción. Su vida social, si bien aún limitada, se ha ampliado considerablemente. Respecto de su vida sexual, ha pasado por algunas actuaciones homosexuales consistentes en masturbación mutua en algún baño público o sauna, actuaciones que le proporcionaron –para su sorpresa– poco placer. Las fantasías homosexuales tienen ahora la característica de que no van acompañadas de excitación. Concientemente siente que la actividad heterosexual no es para él, y que la homosexualidad es lo único que le queda. En su inconciente sin embargo, hemos inferido la existencia de una determinación de abandonar la heterosexualidad por miedo a dañar a la madre, por miedo al padre sádico y castrador, y por deseos vengativos de frustrar tanto a la madre como al padre. Esta
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problemática se ha actualizado de muchas formas en la transferencia, y ha aparecido representada en gran cantidad de sueños. Dr. Meltzer: Él probablemente era la niña de la familia. Analista: El nombre que le pusieron es una transformación masculina de un nombre femenino, y su forma masculina es muy rara en italiano. Dr. Meltzer: Es una homosexualidad femenina, y esta gente es bastante infeliz porque generalmente se enamoran de hombres masculinos que no quieren tener nada que ver con ellos. Las actividades homosexuales generalmente consisten en masturbación mutua y mimos, abrazos, generalmente tienen mucho miedo de la penetración anal, y no están inclinados al fellatio. En general él se mantuvo bastante apegado a su madre y a su familia, y si bien no está muy comprometido socialmente no ha elegido tener relaciones amorosas homosexuales de larga duración, sino estas relaciones a corto plazo en el subte. Este tipo de homosexualidad femenina no es una homosexualidad perversa sino que es lo que podríamos llamar una homosexualidad social, y en general sufren de una inhibición de la agresión en cuanto a que nunca pudo tomar parte en los deportes, era un chico gordo, o sea que es como si tuviera la heterosexualidad bloqueada. A veces se encuentran tendencias travestistas, sobre todo si tienen hermanas; pero en este caso no sería una perversión. Parece ser una persona de una emocionalidad pobre y no alguien que va a usar el análisis para florecer sino para adaptarse mejor a su predisposición femenina; algo de esto ya parece haber ocurrido en los primeros cinco años de análisis, de manera que la pregunta ahora es en qué momento del proceso lo vamos a encontrar en este material. 1
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Ver Referencias Teóricas, pág. 116, “Homosexualidad femenina”.
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SESION DEL DIA JUEVES 3 DE ENERO DE 1991
Paciente: Cuando venía pensaba que no sabía de qué iba a hablar hoy; no estoy de ánimo para hablar de cosas profundas, espirituales, que son las que creo corresponden al análisis. Las otras son cosas livianas, cotidianas. Dr. Meltzer: Esto quizás sea una referencia a sentirse atraído al sacerdocio, pero sin ese interés pasional que le hubiera permitido someterse a las privaciones que eso exigía. No estaría sorprendido si la transferencia al analista tuviera sobretonos monásticos, con un énfasis en la obediencia. 2 Analista: Me parece que lo que usted llama profundo es lo que supone que a mí me interesa, y las livianas las que le interesan a usted; y usted decide darme el gusto o someterse a mi gusto. Dr. Meltzer: Sí, es la obediencia. No estoy seguro si las cosas simples son las cosas que le interesan o si son realmente las cosas que no lo afectan. ¿Sigue siendo gordo? Analista: No. Paciente: Sí, es algo así. Esta mañana pasó algo con el diario, usted ya conoce el tema del diario. Ultimamente mi padre está buscando el diario por la puerta principal y no sé por qué, porque es una puerta que no usamos mucho. Se sienta a leer el diario en el living, adonde tengo que ir yo a pedírselo. Pero esta mañana se encerró en su piecita –su taller de trabajo– con la puerta cerrada. Me dio tanto fastidio que me fui sin saludarlo. Esta noche cuando vuelva le voy a decir: “esta mañana te quedaste dormido”, a ver qué me contesta. Analista: Me parece que es un poco vueltero, le va a decir eso para que él le conteste que no, que estaba en su pieza. Paciente: No, yo creo que él me va a contestar que sí, que se 2
Ver Referencias Teóricas, pág. 116, “Homosexualidad femenina”.
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quedó dormido, y eso me va a confirmar que él no tenía interés en hablar conmigo. Analista: También suena rebuscado, usted podría decirle: “hoy te quedaste encerrado en tu pieza, ¿no tenías ganas de hablarme?”. Acá puede ser que obre igual, es posible que me diga que sólo se puede hablar de las cosas profundas para que yo, al no decirle nada, confirme que no tengo interés en escucharlo hablar de lo que le interesa a usted. Dr. Meltzer: En relación al diario, parece que el diario contiene un poco lo que se refiere a la situación analítica, lo que le interesa al analista o lo que no le interesa al paciente, pero en general el paciente no tiene la impresión de que él mismo sea una persona interesante y está un poco resignado a no ser un paciente muy interesante para el analista. Hay muchos pacientes que tienen una vida emocional deprimida y tienen la convicción que son aburridos, y la verdad es que son aburridos. En esos casos yo me veo en la obligación de explicarles a los pacientes que no es la función del paciente divertir o ser interesante para el analista, sino que es la función del analista interesarse en el paciente aun cuando signifique interesarse en el fenómeno del aburrimiento. Ese es un problema muy importante que se encuentra en el análisis, y puede ser un problema caracterológico que se presentaría con aquellos pacientes que se quejan que no tienen amigos, que se encuentran incómodos en situaciones sociales, o que no pueden conversar en situaciones públicas. Estas personas generalmente son malos observadores de lo que pasa tanto alrededor de ellos como dentro de ellos, y como consecuencia de esta pobreza de observación aparece una supresión de la respuesta emocional. Eso se ve cuando describen a la gente que ellos encuentran, no describen lo que ven sino que describen estereotipos, y por supuesto estos estereotipos son aplicables también a la percepción del analista que ellos tienen. Esto sería lo que yo llamo una especie de omnisciencia negativa, y porque tienen una percepción limitada acerca del significado del
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comportamiento del padre eligen el modelo que más se acerca como estereotipo para describirlo. El tipo de omnisciencia se expresaría porque describen las cosas que son más obvias para ellos, y no pueden ver los detalles. De manera que ésta es la situación hoy: el paciente siente que el analista no está muy interesado en él, que él tiene que proveer algo que lo haga aparecer como obediente en este monasterio que es el psicoanálisis. Paciente: Sí, creo que es así, pero me cuesta repetir lo que usted dijo. ¿Usted dijo que yo pienso que sólo puedo hablar de cosas profundas para confirmar mi idea de que usted no se interesa por mis cosas? Analista: Como ve usted lo puede repetir, pero se trata precisamente de eso, usted tiene que repetir; es decir, decir lo que yo digo y no lo que usted puede pensar a partir de lo que yo digo. Paciente: Sí; hoy al mediodía fui a una galería de arte que queda en Florida y Paraguay para ver cosas para el departamento. Vi una escultura que me encantó, representa un hombre y una mujer abrazados como bailando, pero con una línea tan armónica, tan expresiva que me fascinó. Había también un caballo del mismo escultor que yo ya había visto, está cabalgando, y tiene también mucho movimiento y vitalidad. Yo quería poner un caballo en mi departamento, pero esto de la pareja me gustó más. La dueña de la galería se ofreció a mostrarme más cosas, yo le dije que no, que dejara, pero ella insistió: “a mí me gusta mucho mostrar lo que tengo” dijo ella, y realmente me mostró muchos cuadros y esculturas, todas cosas muy lindas. Pero lo que más me gustó fue esa escultura... Dr. Meltzer: Es muy interesante cómo él describe la situación de que los primeros objetos que encuentra lo fascinan y que después de eso él no quiere ver otros objetos; de manera que los primeros objetos que se le muestran él está preparado a explorarlos, conocerlos, pero no quiere conocer más objetos porque después estaría en la posición de tener que elegir. Se puede aplicar acá la teoría de Bion de
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los vértices donde él elige una forma, un vértice de ver las cosas, cierra la situación y no la abre a la posibilidad de otro vértice porque en ese caso tendría que elegir. 3 Paciente: ...Pero lo que más me gustó fue esa escultura. Está hecha en acrílico y tiene un alto así –señala 50 cm.– y está patinada en negro. Yo pensé que frente al ventanal del living quedaría muy bien. Cuando uno abre la puerta del departamento se ve todo el living y al fondo el ventanal, de modo que lo que estuviera adelante se vería a contraluz, algo que si fuera de color perdería parte de su encanto, de modo que ésta es ideal. ¿Se acuerda de esas columnas de madera?, la pondría sobre una de ellas; sobre la otra pondría una maceta con plantas. Y el precio no es mucho, cuatrocientos dólares, comparado con una lámina que enmarcada cuesta un millón doscientos o un millón cuatrocientos mil australes no es tanto. Pero así y todo, pensé que ese gasto era como tirar la plata. Dr. Meltzer: El material hasta acá ilustra el aspecto femenino de la personalidad del paciente, donde trata el departamento como algunas mujeres tratan la casa o el cuerpo, y está preocupado –en este material– con las apariencias superficiales, la decoración del departamento, y no está tan interesado en el valor intrínseco o artístico de los objetos que examina sino cómo quedan en la pared, si reflejan la luz, si el color hace juego... Son características superficiales. Quiero marcar que es un punto de vista femenino el que está usando para examinar estos objetos, como hacen las mujeres cuando se prueban varios vestidos y se miran al espejo para ver cuál les queda mejor. Esto también de alguna manera describe cómo él siente la situación analítica. El análisis es como comprar algo que va a usar para decorar su mente, y la mente se va a transformar en un lugar atractivo, donde puede invitar gente, y donde él se va a transformar en una anfitriona. Mucha gente hace esto, decoran el interior de la mente con información: el último libro, la última película... de mane-
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Ver Referencias Teóricas, pág. 115, “Concepto de vértices”.
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ra que cuando van a reuniones sociales pueden hacer de anfitriones y tienen algo de qué hablar. Lo que hacen es exhibir estas cosas que existen adentro de la mente y comparten con otra gente que ha tenido experiencias similares, o sea que se muestran los cuadritos, se muestran las críticas, y comparten algo a ese nivel. Ustedes saben que es muy difícil decir algo inteligente acerca de obras de arte, y si ustedes leen las críticas de arte van a ver que la mayoría de ellas son bastante aburridas. El no tiene una concepción del interés, lo que sí tiene es una concepción del exhibicionismo en cuanto a que está interesado en exhibir el contenido de su mente. Eso es lo interesante del concepto de Bion de vértices múltiples, que no sólo permite examinar el interés en un objeto desde muchos puntos de vista, sino que también da un sentido de la multiplicidad de vértices como una forma de hacer la prueba de la realidad. ¿Qué se puede decir entonces acerca de la técnica con un paciente de este tipo? Posiblemente sea importante no hacer interpretaciones definitivas sino estudiar el material desde varios puntos de vista diferentes –el punto de vista de vértices múltiples– y permitir que el paciente elija aquella versión que más le interesa. 4 Participante: Para eso se necesita que el analista sea capaz de colocarse en primer lugar, de forma que le permita ver eso. Dr. Meltzer: A eso me refiero cuando digo que el trabajo del analista es interesarse en el aburrimiento. El aburrimiento es un fenómeno bastante interesante de por sí, y lo estoy ilustrando aquí interesándome en lo que es esencialmente un material bastante aburrido. Analista: Usted siente que no tiene derecho a darse el gusto. Paciente: Es algo conocido. Cada vez que me tengo que comprar algo es igual; pero para los demás no me pasa, es un problema con la plata. 4
Ver Referencias Teóricas, pág. 115, “Concepto de vértices”.
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Analista: El dinero es sólo una medida de la importancia que usted le da, lo que no puede permitirse es disfrutar de la vida. La escultura es también un símbolo de lo que sobre todo no se permite disfrutar, de la sexualidad, de la relación con una mujer. Dr. Meltzer: El paciente parece haber acertado aquí al decir que como él no tiene la capacidad de pensar acerca de la calidad y del significado de las cosas debido a su falta de emocionalidad, se respalda en un parámetro cuantitativo, y entonces usa el dinero que parece ser una forma muy útil de cuantificar el valor de las cosas. Es un ejemplo de pacientes que conocen el precio de todas las cosas, pero que el concepto del valor no tiene mucho significado para ellos. El valor es esencialmente un concepto emocional, porque la emocionalidad es lo que le da significado a las cosas, y es así que los conceptos de Bion donde la transformación de la emoción lleva al pensamiento son muy útiles. Estos pacientes tienen una capacidad limitada de expresar emoción y también tienen dificultades en simbolizar y en pensar, y en tener sueños para investigar. Veamos hasta ahora dónde nos encontramos con este paciente. Después de cinco años está mejor adaptado socialmente, el estado confusional se ha clarificado un poco, pero está un poco lejos todavía de la posición depresiva. Se encuentra en un momento de bienestar general, que es bastante típico de la posición donde se encuentra –el umbral de la posición depresiva–, y que es posible gracias a algo negativo. Se siente bien en un sentido negativo, porque no existe algo que actúe como un irritante en este momento. No hay ansiedades persecutorias ni confusionales. Es el momento en que posiblemente aparece el impasse en el proceso analítico, que es cuando el paciente no quiere moverse de donde está para no permitir que aparezcan situaciones de dolor, de ponerse en contacto con el dolor mental y con ansiedades depresivas. El problema técnico en este momento se va a centrar en las situaciones de separación, y no tanto en la ansiedad de separación sino en la ansiedad de soledad como consecuencia de la separación. Hasta tanto el analista no se
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establezca como la persona más interesante en la vida del paciente y el análisis no se establezca como la situación más importante en la vida del paciente, esta situación interna no se va a poder cambiar; este momento del análisis es el umbral de la posición depresiva, y es lo que demanda mucho más trabajo por parte del analista. El caballo representa la vitalidad de los genitales a un nivel animal, y la pareja representa la vitalidad genital a un nivel más emocional. A ver cómo sigue la sesión... Paciente: Sí, pensándolo bien lo importante es no gastar. Hay en mí como una idea macabra que contradice todo lo que pueda gustarme, inclusive me pasa con usted. No puedo hablar del departamento porque pienso que usted va a decir que antes de gastar en eso debería pagarle más honorarios, y no sé por qué es, porque tenemos una pauta de reajuste establecida. Es algo negativo, es... ¿cuál fue la palabra que dije? Analista: Habló de una idea macabra. Paciente: Eso. Analista: De la cual me siente partícipe, siente que yo no quiero que usted disfrute. Paciente: Anoche tuve un sueño que me da rabia no acordarme salvo un pedazo: yo estaba con el muchacho que nos sirvió de guía en Grecia y teníamos una relación homosexual, así, enfrentados, era como un frotamiento de los penes. Analista: ¿Por qué le da rabia no acordarse de parte del sueño? Paciente: Porque no se puede saber bien qué significa, y la parte que me acuerdo para mí es como una confirmación de la homosexualidad, aunque ya sé que lo que importa es lo que realmente significa. Dr. Meltzer: Si hubiera podido interpretar antes los diferentes tipos de vitalidad, habría podido interpretar en este
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sueño la conexión entre derrochar dinero y derrochar semen en la mutua masturbación. Y le da mucha rabia tener un sueño homosexual porque es como derrochar el semen, derrochar su vitalidad y derrochar el dinero. Cuando habla de derrochar el dinero está dando muestras de usar valores cuantitativos, y eso influye también en su temor a hablar de dinero porque apenas hable de dinero el analista va a querer sacárselo. Esto tiene un paralelo con una situación de masturbación mutua, que si él le muestra los genitales, el analista lo va a querer masturbar y sacarle el semen. No tiene una concepción del analista como alguien interesado, sino el concepto del analista como alguien predatorio desde su punto de vista de evaluar las cosas en forma cuantitativa. Desde el punto de vista del impasse en el umbral de la posición depresiva, al analista todavía le queda la mayor parte del trabajo para establecer el análisis como la cosa más importante en la vida del paciente y la forma de hacerlo es mostrándolole el significado que tiene su material desde la mayor cantidad de vértices que al analista se le ocurran. Pero hay otro aspecto técnico. No se trata solamente de mostrar el material desde varios vértices, sino presentar el material de la forma más interesante y entretenida que permite la capacidad discursiva del analista. Pueden ver que estoy planteando que se requiere de un trabajo analítico bastante intenso. Analista: En el sueño parece que representa lo que pasa acá, porque yo soy para usted el guía del tratamiento y usted siente que tiene que decir lo que a mí me gusta oír, y repetir lo que yo digo. Es decir que siente que tiene que someterse a masturbarme, ese es el análisis homosexual. Dr. Meltzer: Sí, eso es muy correcto, sólo que él tiene que someterse a que el analista lo masturbe a él y derrochar su semen. Analista: Durante la semana siguiente el tema dominante fue la forma en que su sometimiento a los deseos de los otros le dificultaba llevar adelante los propios.
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Él tiene sesiones lunes, martes, miércoles y jueves; el miércoles me comentó que cuando fue a comprar la estatua ya la habían vendido... Dr. Meltzer: La historia de su vida... Analista: También me dijo que él no me sentía su aliado. El jueves no vino. El lunes me pidió cambio de hora y en la sesión me dijo que el jueves se había ido al departamento a supervisar al colocador de alfombras, que hubiera preferido no venir –ese mismo lunes– y que le fastidiaba que por estar en sesión no podía ir a ver un silloncito que quería comprar. Mencionó también la fantasía de dejar el tratamiento, habló de sublevarse frente a la esclavitud, y que el haber llamado para cambiar la hora era un resabio de la esclavitud. Dr. Meltzer: Esto es el impasse en el umbral de la posición depresiva. SESION DEL MARTES 15 DE ENERO DE 1991
Paciente: Vine puteando porque tampoco hoy voy a ir a ver el silloncito. Es todo un esfuerzo venir... aprovecharía mejor el tiempo yendo allí o boludeando. No tengo ganas de venir, tengo ganas de hacer otras cosas. Se me ocurrió hacer un curso de ikebana pero es medio putazo... Pensé: “X (el analista) pensará que es algo putazo”. La alternativa es algo de este tipo, algo manual; pensé en cerámica pero hay que saber dibujar y yo en eso soy un tronco; otra cosa es canto. Yo quiero un hobby... leer no me gusta, siento que pierdo el tiempo, no quiero leer para que papá no se meta, él lee mucho... Dr. Meltzer: Eso es típico, leer es perder el tiempo porque no se puede demostrar que uno ha leído y lo único concreto que uno tiene son los libros en la biblioteca, pero después está el problema de tener que leerlos... Paciente: ... no quiero leer para que papá no se meta, él lee mucho, cuando me ve leyendo algo dice: “deberías leer esto
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otro”. Me molesta sentirme husmeado, sus comentarios. Dr. Meltzer: El tiene una imagen del analista como alguien que lee, como alguien que tiene ideas e intereses, que el análisis no es un hobby sino que lo toma muy en serio, y que él –el paciente– está interesado en tener lo que llama un hobby, que es algo en donde no deba interesarse con mucha pasión. Pueden ver lo fácil que es en este momento perder el interés en un paciente así y decirle “bueno, váyase y haga sus cosas”. La técnica que usa el padre no parece funcionar, y decirle que haga esto o aquello en realidad no sirve de mucho sino que hay que describirle el contenido del libro, hay que describirle detalladamente qué es lo que está pasando. Analista: También se sentía molesto cuando pensó en el ikebana y temió que yo husmeara y lo criticara. Paciente: Realmente quiero hacer una actividad diferente... también podría hacer piano. Tengo ganas de una actividad, no sé cuál. Realmente no tengo ganas de hablar, hubiera sido más útil ir a ver el silloncito. Analista: ¿Se siente incómodo en el silencio? Paciente: No, pero para estar en silencio... es como ir a un gimnasio y no hacer gimnasia. No sé qué me ocurre, no tengo ganas; también estoy muy cansado, en la oficina también estaba en blanco. Tenía algunas fantasías homosexuales, más que en los últimos tiempos, como era habitual antes. Analista: Podría ser que tuvieran alguna relación con el fastidio que tiene conmigo. Paciente: No es por usted. Analista: Con venir a la sesión. Paciente: Sí, puede ser. Anoche tuve un sueño, era en la edad
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media, había unos cruzados. Venía un cruzado que hablaba con mi mamá y le preguntaba por los otros cruzados; se había perdido, o despotricaba porque los otros le habían hecho una macana. Buscaba a los otros cruzados... después era como el decorado de la ópera “I Lombardi”. Después había una chica joven, no sé si era una prostituta, tenía la sensación de que estaba de levante: estaba sentada en una pared con verja que limitaba una casa, separaba el jardín de la vereda. Como en el segundo cuadro del primer acto de “Don Carlo”, en la escena del jardín, donde el infante le confiesa su amor a la reina; después que se va, entra el rey, pregunta por qué la reina está sola y se sienta en una pared como esa. Yo conversaba con esa mujer, tenía temor a sus insinuaciones. Analista: ¿Qué se le ocurre respecto a los cruzados? Paciente: La conquista del Santo Sepulcro, la ópera “I Lombardi”, el disparate del argumento. Analista: ¿Cómo es? Paciente: Es en Milán, un hermano le perdona al otro su ofensa pero éste tiene un arrepentimiento falso, es un disparate... El perdón es por el parricidio, el perdón es al parricida pero éste no se arrepentía. Este hace raptar a la amada de su hermano por los turcos, los sarracenos; los Lombardo van a la guerra del Santo Sepulcro, no sé cómo sigue... creo que el parricida se hace ermitaño. Es más disparatado que “Rigoletto”. Dr. Meltzer: Esto lo va alejando a uno del sueño; el sueño en realidad es acerca de este cruzado que pierde contacto con los otros cruzados, y es una descripción de la percepción de la pérdida del contacto con el analista que parece que el paciente siente que es como un cruzado que perdió contacto con su compañero. Hay una referencia aquí al infante, a su madre y al rey que parece ser una referencia a la reaparición del padre cuando él tuvo que dejar de dormir con la madre. Me parece que en este sueño hay una interesante referencia al hecho de que él tiene un hermano
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mayor en vez de una hermana menor. Si él hubiese tenido una linda hermana menor no habría tenido que ser la niña de la familia y no habría tenido que contemplar como el padre prefería al hermano mayor. De tener una hermana, cuando reapareció el padre habría podido ir de la cama de su madre a la cama de su hermana, en vez de tener que recurrir a su propia femineidad. Desde el punto de vista del análisis, ¿él no vio alguna paciente, alguna mujer, que quizás represente la hermana en el análisis? Analista: No. Dr. Meltzer: ¿No ha visto los pacientes que vienen antes o después? Analista: Los ha visto, pero por casualidad no eran mujeres. Dr. Meltzer: Es una lástima... Lo que está en realidad buscando es su deseo de tener una hermana, los hermanos no sirven, son todos parricidas y ni siquiera se arrepienten de sus parricidios; uno no puede ser amigo de los hermanos porque son demasiado competitivos, en cambio, si uno ignora la sexualidad de las hermanas uno puede tener una buena amistad con ellas. O sea que su soledad se expresa en este momento en que quiere tener una linda relación, asexuada, fraternal, con alguna linda y joven mujer. Participante: En el sueño aparece un decorado... ¿esto es realmente un sueño, o a partir de esto es una fachada de sueño, un ikebana, y no una auténtica asociación? Dr. Meltzer: En realidad mucho de esto es como una charla de sobremesa, es una charla donde están hablando de óperas, de esculturas, de escenas... De todas maneras estoy buscando algún elemento significativo para limpiar toda esta gran cháchara o charla de sobremesa, y dentro de eso me interesan algunas asociaciones, por ejemplo lo de la reina, el parricidio... y que quiere una hermana. Otra referencia, hablando de ópera, se me ocurre que cuando llega el momento en que el análisis se transforma
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en la cosa más importante en la vida del paciente y el analista es visto como una persona que está realmente interesado en el paciente, el placer más grande de esta situación proviene de lo que yo llamo una situación estética, que no proviene de lo que el analista dice sino que proviene del tono de voz del analista, la música... De manera que el paciente habla de cómo la voz penetra, cómo excita, cómo fascina más que el significado de las palabras. Y si uno está acostumbrado –como lo estoy yo– a hacer un resumen en los últimos dos o tres minutos de la sesión, se da cuenta que el paciente en realidad no escucha. Un paciente solía puntear este momento diciendo: “¡Ah!, ahí empezó la canción de cuna”. Yo estoy interpretando la chica en el sueño como un aspecto de su deseo de tener una hermana para protegerlo de la soledad de las interrupciones del análisis. O sea que la función de los hobbys es la de protegerlo contra la soledad. Analista: El parricidio está relacionado con que usted siente que el gusto suyo va en contra mío, como vimos en la sesión de ayer. Aunque también es posible que juzgue que lo que yo le digo es como un disparate. Paciente: No siento que yo le dé el gusto a usted para resignar el mío. Vengo a la sesión porque tengo que venir. Analista: Usted sintió que yo estaba contra su deseo de hacer ikebana, probablemente no tenía ganas de venir para que yo no husmee. Paciente: Sí, eso es interesante. Cuando me quiero dar un gusto siempre siento que es en contra de algo, como contra normas de ética no sé impuestas por quién. Dr. Meltzer: Ahí está el monasterio... Analista: En el sueño se muestra que usted quiere ser como los otros hombres y conquistar una mujer, pero el argumento de
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“Don Carlo” también incluye el parricidio. En el sueño, la mujer está sentada en la misma pared que el rey, su padre. Por eso tiene miedo a sus insinuaciones, tiene miedo que desear una mujer implique atacarme. Dr. Meltzer: Eso es posiblemente correcto, pero supongo que es algo que posiblemente hayan hablado en los cinco años anteriores. Paciente: Entiendo lo que usted me dice pero no lo veo acá, no me doy cuenta. Me acordé de la ópera que le regalé hace años –“Rigoletto”. Cuánto hace que no escucho ópera; es llamativo, el otro día tenía ganas de escuchar “Lohengrin”, la escena del matrimonio y la escena del duelo en la fosa. Analista: Usted cree que si piensa en matrimonio va a tener que batirse a duelo conmigo. Paciente: El duelo allí es con el que mató al padre. Dr. Meltzer: El complejo de Edipo genital está en un futuro distante en lo que se refiere a la evolución del análisis, no es una cosa presente. La crisis en este momento es mejor comprendida en términos económicos, la economía del principio del placer y del dolor. El dolor que lo trajo al análisis prácticamente ha desaparecido, y todo lo que queda por el momento es la soledad. La relación no se ha consolidado suficientemente en la transferencia materna, porque no ha habido una provisión de funciones maternas por parte del analista que le haya permitido afianzar este tipo de transferencia. O sea que técnicamente la idea es cómo hablarle al paciente llenando la función materna. Habría que hablarle explicándole al bebé lo interesante que es el mundo en el que se encuentra. Focalizando más en la transferencia materna traería el sentimiento de soledad más a la transferencia, estaría más relacionada con la situación analítica. Analista: A la sesión siguiente no vino.
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SESION DEL JUEVES 17 DE ENERO DE 1991
Paciente: Ayer no vine porque me sentía mal, había comido poco, estaba con mucho cansancio. Analista: ¿Está haciendo dieta? Dr. Meltzer: ¿Por qué?, ¿todavía es gordo? Analista: No, pero hace dietas porque tiene tendencia a excederse de peso. Paciente: No, tenía que compensar por lo que había comido, me sentía cansado y me dije: “encima ir a lo de X, no”, en cambio me fui a comer con Mario. Le dije: “vamos a comer bien, sentados, con todo”. Me comí una buena pechuga, una ensalada y después fui a la heladería y me comí un helado. Después me sentí mejor; hoy no comí. Analista: ¿Tenía que compensar también? Paciente: No, es que anoche comí una torta de manzanas que hace mi padre, había comido a la noche dos frutas y dos yogures, y vi la torta en el medio de la mesa y me comí un pedazo... Y hoy tenía que compensar, tiene razón. Sí, lo de no comer porque tenía que ir al departamento era una excusa. El bandó en el ventanal quedó espectacular, si le digo que hoy no tenía entusiasmo por venir le mentiría, tengo más que el martes. Pienso en mi departamento, en el balcón voy a poner macetones con flores, va a quedar espectacular desde muchos ángulos; también de noche, con las luces de la ciudad a través del ventanal, y una planta iluminada. La alfombra en dos colores, gris y beige, lo saca de lo común... Dr. Meltzer: Cómo se ve desde varios vértices diferentes... Paciente: ...Hoy espero al vidriero, tengo que poner más plantas y cuadros. Cuando esté terminado la gente va a ir sorprendiéndose a cada paso. Tengo deseo de gozar de las cosas. La arquitecta no dejaba a sus chicos usar los sillones,
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pero yo insistí para que se sentaran allí. Me satisface sentir las cosas a mi servicio... Dr. Meltzer: Lo que se está comenzando a escuchar son los principios de un interés pasional, y se puede hacer una comparación perfecta con la situación analítica, que las interpretaciones son vistas como que el analista le presenta un paño que es fascinante desde cualquier punto de vista que se lo mire. Así que uno puede formar una ecuación de que está embelesado, que está gozando tanto por la boca, como por los oídos, como por los ojos, y que si uno lo junta todo suena a “mamá”. Es la pasión de la transferencia materna que todavía está externalizada, todavía está ahí afuera, y que hay que atraer al espacio analítico. Paciente: Ayer fui a ver el silloncito pero llegué tarde. Durante la caminata tenía fantasías homosexuales y en un momento se me dio vuelta, sentí rechazo por ellas. Hoy no me siento igual, si se diera una oportunidad homosexual no sería ajeno a mi fantasía. Dr. Meltzer: Es interesante cómo la transferencia materna y el orgullo y el placer por los distintos aspectos de esta madre de repente se transforma en identificación y fantasías homosexuales, porque lo que pasa en el análisis, cuando surge este tipo de transferencia materna en toda su intensidad es que da lugar a diferentes tipos de identificaciones y ellos mismos se encuentran haciendo interpretaciones a los amigos, a la demás gente. Analista: Me queda claro que usted quiere darse el gusto con el departamento, ahora me llama la atención esa alternancia de comer y no comer; también está la alternancia de venir y no venir a la sesión; y la alternancia de la fantasía homosexual. Paciente: ¿Cómo relacionó la sesión y la fantasía homosexual?, porque algo hay, creo que yo me siento cómodo cuando decido no venir a sesión, y me siento cómodo cuando acepto tener una fantasía homosexual. Lo de sentirse cómodo sería coincidente.
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Dr. Meltzer: Eso es muy claro, él reconoce que el no venir a la sesión, o sea identificarse con el objeto, es un sustituto de tener una relación de objeto. O sea que la relación con su departamento tiene un balance muy delicado entre algo que va a ser tan hermoso que va a embelesar a la gente que lo vea pero también algo con lo cual él se identifica, de manera que él se va a transformar en alguien admirable y hermoso. Los hábitos alimentarios de él no van a sufrir este tipo de cambios, porque la gente que gusta de la comida generalmente transforma este hábito en el placer de cocinar para los demás; lo que se ve con los anoréxicos, que no comen pero que alimentan a los demás. Analista: El martes vimos que cuando se daba un gusto sentía que era contra algo; creo que cuando usted decide no venir a la sesión o acepta una fantasía homosexual usted se da luz verde para ser como es, en vez de ser como supone que yo quiero que sea. Paciente: El satisfacer mis deseos está bien en la medida en que sea algo realizable, como el departamento, pero sentir lo mismo respecto de la fantasía homosexual no sería un progreso. Dr. Meltzer: Eso es claro, cuando expresa su femineidad a través de su departamento eso es más aceptable que cuando la expresa a través de sus relaciones homosexuales. Analista: El progreso sería que las tiene o no por sus propios motivos y no porque yo lo deseo. Paciente: El crecimiento sería dejarla a la fantasía porque no me interesa, esto lo veo como una luz roja, no parece que existiera ese desinterés, es algo así como que se rompió el dique. Analista: Habíamos visto que la fantasía homosexual –entre otras cosas– tenía un sentido de rebeldía: “no soy como vos querés que sea”.
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Paciente: Podría ser, eso de la rebeldía me suena. Analista: Darse los gustos lo siente unido a una necesidad de expresar rebeldía no viniendo a sesión, o teniendo fantasías homosexuales. Dr. Meltzer: La identificación con el objeto es cierto que es una rebelión, pero es una rebelión contra algo que él todavía no ha experimentado, que es la rebelión contra ansiedades depresivas. Paciente: Sí, todo tiene un sabor a rebeldía, como si dijera: “¡qué atrevido!”. Tengo una expectativa de dónde va a venir el reproche. Analista: Puede ser que usted quiera probar a ver si yo lo reprocho. Dr. Meltzer: Hablando de los problemas técnicos en el impasse del umbral de la posición depresiva, esto exige un tipo de participación diferente por parte del analista que debe en este momento realizar funciones maternas, y en especial la función materna de poner al bebé en contacto con la belleza del mundo, no sólo la belleza suya –de la madre– sino que a través de su belleza, la belleza del mundo, y señalarle el entorno como: “mirá que hermosas flores, qué adorable perrito, qué lindo árbol...” El equivalente en el análisis es mostrarle al paciente la complejidad y la hermosura del interior de su mente, y esto es un poco difícil en este momento porque el paciente no quiere que uno sepa lo que está pasando en su mente, de manera que no coopera mostrándolo. De manera que hay que conformarse con lo que el paciente da, y hay que usar lo que el paciente provea explorando las complejidades y las implicancias de lo que el paciente esté presentando. Es un problema diferente técnicamente de lo que ocurre en el análisis de la posición esquizoparanoide, cuando se trata de encontrar en el paciente evidencias de ansiedad donde se analizan las defensas, las estructuras del objeto,
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el self... en fin, en este momento lo importante es mostrarle al paciente la textura, esta estética de su mundo interno. El interés en el departamento, que puede de alguna manera verse como una forma de externalizar lo que es la experiencia adquirida dentro del análisis, no debe ser visto como un acting out, o sea que no es algo que él hace por razones defensivas, no es un tipo de experiencia que ha sido adquirida en el análisis que luego es externalizada, sino que la experiencia dentro del análisis todavía no ha sido consolidada. Yo tomaría mucho más interés en las cosas con las que amuebla su departamento pidiéndole al paciente que describa en detalle qué significa cada una de estas cosas, por ejemplo qué significado tiene que los hijos de la arquitecta se sienten en los sillones, y si tiene algo que ver con el cuerpo de la madre que está lleno de bebés. En fin, cada uno de estos elementos debería ser puesto bajo un microscopio y explorado en más detalle. Si uno piensa en el impasse en una forma gráfica, se puede pensar que el paciente ha mejorado de alguna manera, luego llegó a un “plateau” y se quedó ahí, uno no puede seguir más allá de esta meseta. En cambio si hacemos un gráfico que refleje el dolor mental vamos a ver que el dolor disminuye, la confusión disminuye, la persecución disminuye, se llega al pico más bajo, luego vuelve a aumentar, y esta vez la calidad del dolor es dolor depresivo. En cuanto a la actividad interpretativa, es correcto describir la actividad durante la posición esquizoparanoide como la clásica de interpretar las resistencias, transformar lo que es inconciente en conciente; pero es muy diferente al tipo de actividad requerido en la posición depresiva porque al analizar la posición esquizoparanoide se está analizando la psicopatología del paciente, pero cuando se analiza la posición depresiva se está promoviendo el desarrollo normal. Si uno piensa en la mejoría del paciente hasta que llega a esta meseta, y si uno usa eso como un indicador del final de análisis, uno va posiblemente a terminar muy desilusionado y un poco resignado puesto que el paciente no va a
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seguir desarrollándose. En cambio si se usa el otro modelo, en la posición depresiva se nota que hay un incremento del dolor depresivo y también de la capacidad de contener el dolor depresivo, y va a aparecer entonces una capacidad de autoanálisis y también de introspección que va a hacer que la actividad del analista sea redundante; y como resultado el analista y el analizado se prenden cada uno al otro con una tendencia a llevar el análisis más allá de lo que es necesario, como una evitación de la situación de separación. 5 Participante: (Pregunta que no quedó registrada). Dr. Meltzer: Es cierto que ocurre en todas las sesiones, mi punto de vista de las sesiones es como un proceso en espiral donde hay un movimiento de los fenómenos esquizoparanoides a fenómenos depresivos, y luego frente a la separación, un retiro a tomar refugio en la posición esquizoparanoide, etc. y en todas las sesiones existe tanto un tipo de interpretación y de movimiento en favor de promover el desarrollo, como del análisis de la psicopatología. Participante: El equilibrio con el modelo de objeto estético, ¿podría ser un riesgo de compararse con el fetichismo?, a mí me hacía pensar en ideas de Winnicott del modelo del objeto transicional, por ejemplo. Dr. Meltzer: A mí nunca me impresionó el concepto de Winnicott del objeto transicional, sobre todo por lo que se ha recogido en la observación de bebés, que es que la colusión entre la mamá y el bebé toma lugar en el momento de la separación para disminuir el impacto emocional de la separación y reducirlo a un nivel sensual que puede erotizarse. Con respecto al objeto estético, éste está definido como algo que uno esencialmente conoce por el impacto emocio-
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Ver Referencias Teóricas, pág. 115, “El impasse en el umbral de la posición depresiva”.
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nal que hace, y el criterio del impacto emocional es un criterio interno y subjetivo, no hay una forma externa de asesorar el impacto emocional. Es en realidad bastante diferente cuando uno puede reemplazar el impacto emocional de la separación por un objeto de una textura determinada, o sea que ése sería un criterio exterior. Lo que es muy útil para evaluar el impacto emocional es la teoría de menos L H y K de Bion, que representaría el negativo, la perversión del impacto emocional; el ejemplo sería cuando la excitabilidad que sería menos L H y K pasa por emocionalidad. Por ejemplo cuando el paciente tiene miedo a que el analista le señale que su interés en el departamento es parte de su homosexualidad, y él no está muy seguro si ese interés va a ser una apreciación de su sentido estético, o si va a ser un estado de excitación acerca de su exhibicionismo. Desgraciadamente hay otras categorías, y una de las que se me ocurren y que es difícil de colocar dentro de este tipo de clasificación de estudio de la personalidad, es el de las modas. Las modas y todos los sentimientos que surgen alrededor de las cosas de moda son parte de lo que Bion llama el exo esqueleto. De manera que esta diferenciación, por un lado la experiencia estética, por otro lado la perversión de la experiencia estética, y por otro lado la moda de la experiencia estética, le va a ayudar al paciente a discriminar, a separar lo que es emocionalidad de pseudo emocionalidad. Y este tipo de discusión tiene que ser en relación al análisis, si uno se siente atraído a discutir este tipo de cosas con respecto a otros objetos, uno está perdiendo el tiempo. Participante: Quería preguntarle qué fue lo que lo hizo pensar en un segundo momento, que las referencias que hacía el paciente al departamento era el comienzo de la cosa pasional. Dr. Meltzer: La referencia al dinero era en la primera parte del material; la segunda parte pienso que era acerca del impacto emocional que le causó.
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REFERENCIAS TEORICAS
Concepto de vértices Meltzer adapta las ideas de Bion para enriquecer sus puntos de vista clínicos, y aplicarlas a su modo de comprender e interpretar al paciente. En Metapsicología ampliada, el capítulo VI se refiere a la aplicación clínica del concepto de vértices, ofreciendo dos ejemplos de material, en los que el cambio de vértice no altera la relación con la realidad sino que la enriquece, aunque este cambio esté motivado por necesidades defensivas. El cambio de vértice es distinto de la negación o de la renegación, porque no reprime ni escinde el vértice anterior sino que lo integra y forma parte del enriquecimiento del insight. Meltzer usa como metáfora la de una luz que va iluminando distintos aspectos de una obra que está a oscuras. La posibilidad de que analista y paciente puedan compartir este movimiento modifica la atmósfera de la comunicación disminuyendo las expectativas autoritarias del paciente respecto a su analista (Ver intervenciones (3) y (4)). El impasse en el umbral de la posición depresiva El umbral de la posición depresiva es el período de análisis en el que los riesgos de impasse o interrupción son mayores, ya que el aumento de la dependencia analítica trae consigo la aparición de desconfianza de cada una de las facetas del método, lo que está vinculado básicamente a la desconfianza de la fortaleza del objeto interno. En la medida que aumenta el bienestar en la vida externa y se registra la necesidad del análisis, aumentan la descalificación y las críticas, como ataques cínicos a las verdades del mundo interno. Las partes destructivas del self se mantienen escindidas y separadas del análisis. Las sesiones intermedias de la semana o de otros períodos, apartadas de los momentos de separación, permiten registrar el alivio de las estructuras infantiles y la creciente tolerancia a la integración y a los sufrimientos edípicos. La causa más frecuente de impasse es el ataque a la figura combinada (pecho-pezón) y a los bebés internos, lo que genera las ansiedades más aterrorizantes.
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En las intervenciones del final de la supervisión (5) Meltzer vincula el impasse en este paciente, con la dificultad de consolidar la transferencia materna, pese a la disminución del sufrimiento como logro terapéutico. Al no haber afianzado la transferencia materna, no le es posible enfrentar el dolor depresivo frente a las posibilidades de terminación. Las sugerencias interpretativas, no se centran en la agresión o en la integración de partes escindidas como en El Proceso –que son interpretaciones más tolerables–, sino en la necesidad de desarrollar el impacto estético, que a diferencia de las decoraciones superficiales y exhibicionistas del paciente, implican una experiencia emocional estética capaz de generar elementos para ser pensados. Homosexualidad femenina En Estados Sexuales de la Mente (capítulo 9), Meltzer propone el alejamiento de los términos descriptivos psiquiátricos, de modo que las palabras como “homosexual”, deben adquirir un significado metapsicológico. Esto es posible integrando varios vectores: la diferenciación entre identificaciones proyectivas e introyectivas, la actuación de fuerzas destructivas, básicamente envidiosas, que crean estados confusionales anulando la diferenciación entre lo bueno y lo malo, entre objetos parciales y totales, entre mundo interno y externo, entre organizaciones narcisistas y relaciones de objeto. Esto permite una definición tridimensional configurada por impulsos (libidinales o destructivos), sexualidad (adulta o infantil) y partes del self y del objeto (buenos o malos). La sexualidad perversa tendría un predominio de los impulsos destructivos, sería infantil y estaría relacionada con objetos malos, generando una organización narcisista. En la intervención (2) Meltzer descarta componentes perversos y la llama homosexualidad social. Aunque no figure este nombre en Estados Sexuales de la Mente, puede suponerse que se refiere a una sexualidad infantil polimorfa que toma su forma por imitación (capítulo 12). Las afirmaciones clínicas de Meltzer (1) de que este tipo de pacientes sólo acceden a masturbaciones recíprocas pero temen la penetración anal y no están inclinados al fellatio, señalaría que los procesos identificatorios intrusivos son poco activos. No hay búsqueda de verdadera gratificación sexual o de crea-
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tividad, sólo existe un anhelo de gratificaciones sensuales, superficiales: tacto, colores, texturas.
Descriptores: Caso clínico. Homosexualidad femenina. Supervisión. Transferencia.
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Graciela
Analista: Considero de interés mostrar mis primeras impresiones cuando recibí a esta paciente, es decir cómo nació en mi mente Graciela. Una pediatra me planteó telefónicamente su deseo de que viera a una paciente con un cuadro de anorexia nerviosa, con una desnutrición muy severa, que corría serios riesgos de muerte. Ella y la familia querían evitar una internación, y entendían que la única salida era un tratamiento psicológico. Me preguntó si yo estaba dispuesta a abordarla, y me informó que en ese momento la paciente tenía 12 años –casi 13– y pesaba 27 kilos. De modo tal que no fue una paciente común, se presentaba una situación de emergencia que tuvo un gran impacto sobre mí; sabía que no tenía el tiempo del mundo para ver qué pasaba con ella y si la podía ayudar; el mensaje era: es una cuestión de vida o muerte. Por un lado me sentí presionada y con temor, pero por otro me movía un gran deseo de ayudarla y de aceptar el desafío. En esas condiciones, y con estas premisas previas, comencé el tratamiento de Graciela. DATOS DE SU HISTORIA VITAL
Graciela tenía 12 años –actualmente 14–, en el momento de la consulta, en octubre '89. Comenzó al mes siguiente su tratamiento que continúa hasta la actualidad. La indicación terapéutica fue de cuatro sesiones semanales individuales, y una sesión semanal de terapia de grupo familiar con otro terapeuta; actualmente se siguen dando las mismas condiciones.
Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXI - Nº 1/2 - 1999
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Constelación familiar La madre tiene 34 años y es ama de casa; el padre 36 años, profesional; una hermana de 14 años y mellizas de 11 años. Viven en una casa de dos plantas. En la planta baja vive G. con su familia, en la planta alta la abuela materna y el padre tiene instalado su consultorio. Los abuelos paternos viven fuera de la ciudad. El padre es hijo único, de padres muy exigentes. Ejerce la misma profesión que su padre. Estaba muy desconectado del grupo familiar. Esta situación se ha revertido completamente en la actualidad dado que el padre se ha hecho cargo de la hija, no sólo en cuanto al control de la alimentación sino a controles pediátricos; actualmente sólo él y G. concurren a la terapia de grupo familiar. La madre, tiene un hermano menor que vive fuera del país. Es sumamente dependiente de la figura materna y ha establecido un vínculo simbiótico con sus hijas, especialmente con G. MOTIVO DE CONSULTA
Fueron derivados por su pediatra. Están seriamente preocupados por G. pues se niega a comer, y temen pueda morirse. Pesa 27 kilos, está en constante actividad en la casa, totalmente aislada, y manifiesta que quiere morirse. Toda la familia está muy angustiada por G. Refiero algunos datos registrados en la entrevista familiar. Este es un diálogo: Paciente: (al papá) Yo me siento llena, no tengo hambre, me siento encerrada y no es de salir afuera o salir a la calle sino de siempre estar en lo mismo. Padre: Pero tenés que comer. Paciente: No me obligues, dejame elegir. Padre: Yo no puedo dejar que elijas morirte, no puedo dejarte morir.
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Paciente: ¿Por qué hay que comer?, ¿por qué hay que vivir? Madre y hermanas: (llorando) No queremos que mueras. Madre: yo creo entenderla a G., a veces siento lo mismo. La madre de G. a los 14 años era bulímica y luego adelgazó muchísimos kilos, no podía comer. Actualmente es muy delgada, se confunde físicamente con G. Refiere la madre: “G. fue la que menos comía y menos se enfermaba. Cuando nació parecía delgada pero pesó 3 kilos 800”. Ella esperaba un varón y se desilusionó mucho, pero rápidamente la aceptó. “Luego fue con la que más mamá me sentí”. G. lloraba mucho de noche y dormía de día. La madre estudiaba odontología y de día regresaba a la casa sólo para amamantarla –las hijas quedaban con la abuela–, luego abandonó la carrera. Hasta los 9 meses le dió el pecho, se lo interrumpió bruscamente porque quedó embarazada de las mellizas. G. siempre tuvo problemas con la alimentación, sólo le gustaban los guisos de lentejas o comidas con salsa. El tío le decía a G.: “petisa de mal humor, te van a ganar las mellizas”. Siempre fue delgada. A principios de este año G. empezó a pedir arroz integral y que le compraran una cuerda para saltar. En ese momento pesaba 38 kilos. Su hermana mayor empezó a hacer régimen para adelgazar, ella a imitarla, y de mayo a noviembre bajó 11 kilos. Desde hace un año comenzó a criticar a sus amigas, a decir que eran tontas, y a preocuparse porque sus piernas engordaban; practicaba hockey. Siempre quiso hacer las cosas mejor que su hermana mayor. Según el padre, G. empezó a ordenar compulsivamente todo lo desordenado en la casa. También a comienzos de año formó pareja con una de las mellizas, dejando a la otra fuera de juego. En el momento de iniciar tratamiento se revirtió esta situación; las mellizas se volvieron a juntar quedando ella afuera. En la casa hay mucha estrictez; circula la versión sostenida por la madre de que hay muchos microbios por todos lados, que hay que lavarse las manos permanentemente. El que cumple la ley, bien; el que no, es un tonto transgresor. El padre refiere también que la hija mayor se ha podido desprender un poco de la
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madre, en cambio las otras hermanas quedaron muy simbiotizadas con la mamá. Él es el que trabaja y siente que no tiene cabida en ese mundo de mujeres, en el que hay que incluir a la suegra, figura dominante. Dr. Meltzer: No es una historia muy interesante hasta ahora, en realidad son comentarios de la familia que no revelan nada interesante acerca de los motivos y los sentimientos de la chica, que hasta ahora no parece haber hablado en estas reuniones de la familia. No se puede saber cómo es el grado de vanidad que ella tiene o cuán competitiva es, si bien hay alguna indicación de que algo competitivo ocurrió con la hermana en el juego de hockey, y tampoco cuán liera es. Hay indicaciones de que ha tratado de dividir a las mellizas pero no se puede tener una idea muy clara acerca de ninguna de estas cosas por ahora. También suena como si después de una breve explosión de sexualidad y reproducción, la pareja dejó de ser una pareja sexual. El padre se retiró a su consultorio y está ocupado con sus cosas. Una especie de junta femenina se formó que lo excluía a él o de la que él se excluía a sí mismo. Uno tiene la impresión por lo poco que dijo esta chica que ella está muy ocupada proyectando ansiedades depresivas en todo el mundo, cosa que es muy común con pacientes anoréxicos. Analista: Me impactó su aspecto físico, era algo así como un bicho con pelos largos, piel y huesos. No me miraba, actualmente sigue sin mirarme; el cabello largo, suelto, tapaba su cara. Dr. Meltzer: ¿Quiere decir vello corporal o pelo en la cabeza? Analista: Pelo en la cabeza y vello en brazos y piernas. Impactaban los huesos pronunciados del cuello y hombros, caminaba lentamente, y toda ella daba la impresión de una fragilidad tremenda. Usaba shorts y remera. Lo que refiere G. de sí misma era:
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Paciente: “Tengo miedo de la gordura; me siento comiendo cada vez menos, hay algo que no me deja comer, por mí no comería. Siempre fui como mi mamá, flaca. A mí me gustaba que me dijeran la flaca, y luego me lo dejaron de decir y me vi gorda. Tengo miedo que si empiezo a comer no pueda parar y me vuelva gorda. Tengo que hacer cosas para gastar las energías, no quisiera engordar; todos me tratan bien siendo flaca, pero yo no quisiera saltar a la soga. No necesito comer, estoy bien sin comer. Se me cierra el estómago y no me pide más nada. A veces siento ganas de morirme porque me siento encerrada en las mismas cosas, sin poder salir, sin poder comer, pero cuando llega la hora de comer no puedo. No me interesa tener amigas ni ir a bailar; siento que me usan, a veces las chicas hablan entre ellas de mí, siempre buscando ganar.” “Como yo no como ni tomo agua, la doctora –se refiere a la pediatra– me describió los riesgos a los que estoy expuesta. Entonces yo me toco el corazón y pienso: ¿tendrá alimento?” Dr. Meltzer: Algo que se encuentra muy frecuentemente con pacientes anoréxicos es este tipo de actividad rumiativa, que está centrada en que si comen, que si engordan, en esta actividad catártica de qué va a pasar si comen o si no comen... en fin, una especie de proceso obsesivo que tiene como objetivo evitar tener experiencias emocionales. Para dejar todo en la conciencia, bloquean el ser receptivos a lo que piensa la gente, o a tener una experiencia emocional con otra persona. Uno se preguntaría qué significado tiene la gordura para estos pacientes, o qué significado tiene la idea de morirse para estos pacientes; creo que la respuesta es que de la manera en que la usan no tiene ningún significado, todo el propósito de esta rumiación, cuando sale como discurso es frenar las emociones y con ello un freno a cualquier significado.
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ESTADO ACTUAL
Continúa su tratamiento con la misma frecuencia, como así también su terapia familiar a la que desde hace un tiempo sólo concurren la paciente y su padre, ya que la madre y las hermanas se niegan a hacerlo. Está cursando segundo año, recuperó su peso normal: mide 1,53; pesa 41,5kg.; retomó su actividad física, practica hockey. Está mucho menos aislada y hace tres meses menstruó por primera vez. Dr. Meltzer: ¿Nos puede dar alguna idea de por qué la madre y las hermanas no quieren ir a la terapia familiar? Analista: Sí, no solamente no van a la terapia familiar, sino que la madre se ha negado también a concurrir a alguna de las entrevistas que yo he tenido con el padre. Dr. Meltzer: Lo que parece haber ocurrido, es que ha habido una nueva división dentro de la familia, y en lugar de ser el padre contra las mujeres ahora parece ser el padre y Graciela contra la madre y las hermanas. Ha habido un rearme territorial con nuevas fronteras. Es un nuevo tipo de agrupamiento, no se puede saber si es el resultado de algo que Graciela hizo, o el padre, o la madre, pero parece que ha habido una reorganización del grupo familiar. Tampoco se puede saber si este reagrupamiento es una función de manejos de Graciela o del padre o de la madre, no se puede decir, pero sin duda se desplazó la dinámica de la familia. Tampoco se puede saber si lo causó la terapia familiar o el resultado de un acting out de Graciela como resultado de su análisis; uno sospecha que tiene que ver con esto último. Analista: En realidad este alejamiento de la terapia coincide con el acercamiento del padre a la paciente y la mejoría de la paciente. Lo que manifiesta la madre es que ella no quiere tener nada que ver ni con el análisis, ni con la pediatra, ni con la terapia de grupo familiar.
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Dr. Meltzer: Se puede saber algo de la cronología de esto; ella estuvo en análisis dos años. Analista: No, hasta acá un año y medio. Dr. Meltzer: ¿Cuándo se retiran la madre y las hermanas de la terapia familiar?, ¿en qué momento? Analista: Aproximadamente a los ocho meses. Dr. Meltzer: ¿Cuándo comenzó a subir de peso? Analista: A los cuatro meses de comenzar el tratamiento. No obstante la mamá, a pesar de no concurrir a las entrevistas y a la terapia de grupo familiar, se encarga de que su hija concurra y regula los horarios en los cuales la hija tiene que venir a la terapia. PRESENTACION DEL MATERIAL DE SESION
Divido el tratamiento en dos períodos marcados: un primer período donde G. está anoréxica afuera; en la transferencia se comunica y es activa, sólo que no me mira. Actualmente sigue sin mirarme, ni siquiera cuando saluda. Dr. Meltzer: Para tener una idea de la cronología, ¿cuánto dura este primer período? Analista: Seis meses aproximadamente. Un segundo período donde G. mejora notablemente afuera: sale de la anorexia física, retoma el colegio con muy buenos resultados, sale de su aislamiento, tiene amigas –si bien no son muchas. Físicamente hace un cambio importante, se recoge a veces el cabello, antes lo usaba para tapar su cara. Camina erguida, es como si se hubiera transformado de una planta marchita, en una que se hidrata y empieza a tomar forma. Y en cambio, en la transferencia, se muestra ostensiblemente retraída generando en mí un fluir contratransferencial abundante.
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Dr. Meltzer: ¿Dice algo acerca de los contenidos, de la calidad de la contratransferencia? Analista: Sí, después lo incluyo en el material. Opté por transcribir mi contratransferencia como una manera de preservar mi actividad profesional en la sesión, y además como una manera de ir depurando mi contratransferencia hasta poder transformarla en una interpretación. En este período la paciente aparentemente producía muy poco material. Daría la impresión que en este segundo período se instaló la anorexia en la transferencia, cuyo observable es la boca cerrada, poco aporte de material, y la poca permeabilidad de la paciente al contacto conmigo. En este momento hablaría de un tercer período, que se inicia en noviembre-diciembre que es el que me preocupa mucho, porque la paciente se torna más autista, se persigue más cada vez y diría que el contacto verbal es prácticamente nulo. Solamente me dirige la palabra para pedirme cambios de horarios. He seleccionado dos sesiones del primer período y dos sesiones del segundo período. Dr. Meltzer: ¿Y después va a agregar algo acerca del tercer período? Analista: Sí. Dr. Meltzer: ¿La sesión de diciembre es del tercer período o del primer período? Analista: Noviembre y diciembre son las del primer período. El segundo período comienza a partir de agosto del ´90 Dr. Meltzer: ¿Y la última sesión de diciembre del ´90 es del tercer período? Analista: No, es el final del segundo período, que además no se diferencia demasiado de las del tercer período.
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INTRODUCCION DE LA CAJA DE JUEGOS EN LA SESION
Le muestro la caja de juegos, le doy la consigna. La mira de reojo, no la abre. Analista: Si querés podés traer juguetes de tu casa y ponerlos en la caja. Paciente: No, yo tengo todos los juguetes juntos con los de mis hermanas, y entonces no los puedo traer porque si los traigo se van a mezclar con los suyos. Además no voy a jugar. La caja quedó siempre sin ser tocada ni mirada, no la abrió nunca. Analista: Pareciera que juntarte conmigo te asusta, y que si te mezclás conmigo no se sabría quién es Graciela y quién es R. Paciente: Yo no puedo, ni voy a traer los juguetes de mis hermanas. Analista: Juntarte acá es como mezclar los juguetes de tus hermanas con los de la caja. Sigue muy callada, en silencio. Observo que afirma sus pies en un parante del escritorio, agacha la cabeza, cubre su rostro con el cabello, mueve los pies. A los veinte minutos de sesión me dice: Paciente: ¿Me puedo ir? Analista: Así como te pasa con la comida, te negás a comer del análisis. Paciente: ¿Me puedo ir? Analista: Me sentís a mí como alguien que te está enchufando el tratamiento, y vos te negás a tomarlo igual que a la comida. Paciente: Yo le estoy diciendo si me puedo ir.
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Analista: Sí, desde ya que podés irte cuando quieras, pero tal vez podamos ver que me estás pidiendo irte porque temés quedar atrapada como en un pantano y no poder salir más. (Observo que se afirma más fuerte en el parante del escritorio). Es como si necesitaras afirmarte en el escritorio como una forma de no ser chupada por mí. Silencio. Termina la sesión. Dr. Meltzer: ¿Ella no se fue antes? Analista: No. SESION DE DICIEMBRE
Última sesión antes de la interrupción por las vacaciones. Se queda en silencio unos minutos. Cabeza gacha, no me mira. Analista: ¿Qué pensás? Ante esta pregunta en varias sesiones anteriores si sonríe es que va a comunicar algo, si queda seria no responde. Paciente: Pienso que por qué usted hace tanto lío con las vacaciones. No es para tanto, está exagerando. (Se sonríe nuevamente). En casa, en dos cuartos, tenemos un piso igual al de usted. Analista: Creo que vos estás diciendo que hay algo que nos une y tenemos en común; y es en el piso donde vos tenés puesta la mirada, que nos unimos las dos. Paciente: (Se vuelve a sonreír). Sí, pero las maderas no están colocadas de la misma manera. Analista: Me decís que sí, que podemos tener un piso común, pero hay un pero. Se pone seria, cierra la boca, frunce los labios y permanece en silencio.
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Analista: Ahora que estás en silencio es como si un personaje se adueñara de tu boca y no te permitiera hablar. Y cuando te sonreís es como si estuvieras en compañía de otro personaje, más benevolente, que te permite hablar conmigo. Dr. Meltzer: ¿Eso está basado en alguna evidencia o es una interpretación intuitiva?, está interpretando un proceso de disociación en la cual le dice a la paciente, que una parte de ella está en el control de la boca. La pregunta es, si es una interpretación que surge de una evidencia o si es simplemente algo que surge de su intuición por observarla. Analista: Yo creo que son las dos cosas, de alguna manera surge de una observación que se había dado ya en otras sesiones. Dr. Meltzer: Me preguntaba si surgió de las dos habitaciones que nombró. Analista: Cuando vuelve de las vacaciones empieza una lucha sin cuartel, un negativismo muy acentuado y oposicionismo. En la primera sesión luego de las vacaciones dice: Paciente: Usted es una extraña, ¿por qué yo tengo que contarle mis cosas?, es lo mismo que alguien que pase por la calle, es una desconocida. No es nadie. Analista: En las sesiones que siguieron al receso por las vacaciones, el extrañamiento frente a la terapeuta, la desconfianza y el rechazo, fueron repetidamente trabajados como producto de la separación entre la madre y su bebé. Dr. Meltzer: Tenemos ahora una evidencia importante acerca de su omnipotencia, ella es un poco como un bebé que puede aniquilar objetos mediante el proceso de no mirarlos. Si ustedes hacen una observación de bebés, si por ejemplo entra una amiga de la madre con otro bebé y ustedes observan los ojos del bebé de la casa, van a ver que hace un recorrido que va obviamente a aniquilar, a no ver
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al nuevo bebé. Parece estar ligado al comentario de que su piso y los dos pisos de las habitaciones de la casa de la paciente son parecidos, si bien tienen la madera dispuesta en forma diferente. Si entonces juntamos ambas cosas –el tema del piso, que dijo entonces, y la no existencia de la analista ahora– tenemos un cuadro de un proceso, un proceso primero de introyección, de modificación y de aniquilación del objeto externo. Mediante la mirada lo introyecta, modificándolo para su conveniencia; tiene adentro de ella los objetos que ella quiere y puede después aniquilar el objeto externo, no prestándole ninguna atención. SESION DE ABRIL DE 1990
Llega veinte minutos tarde. Quiero aclarar que siempre llega tarde, difícilmente usa toda la sesión, a veces está quince minutos, viene por quince minutos; a veces por veinte minutos. Pero nunca falta. Recuerdo que durante los primeros meses de tratamiento la traía la madre y la esperaba en la sala, actualmente en algunas oportunidades viene y se va sola en ómnibus. Creo que tiene voluntad de venir, y que a pesar de sus tardanzas, sus resistencias no son tan acentuadas. A pesar de todo, la rebeldía se da. Recuerdo que el padre me llamó para ver si podía cambiarle el horario de sesión, porque tenía un partido de hockey. Mientras la paciente está en silencio, observo que el aspecto físico cambió mucho. Es una linda nena, ahora se recoge el cabello, antes lo usaba para taparse la cara. Observo que apoya con fuerza los pies en el escritorio. Mira su reloj. Analista: ¿Será que me querés indicar que llegaste tarde? Paciente: No sé. Analista: ¿De qué te parece que hablemos hoy?
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En otras oportunidades en que le he preguntado qué pensaba o en qué andaba, me dijo que no le preguntara, que de esa forma no le gustaba. Paciente: No me gusta esta forma, puede haber otra. Analista: ¿Cuál? Paciente: Que se hable de cosas, proponga usted temas: escuela, casa... Analista: ...y que yo sea quien hable de las mías. Paciente: ¿Y por qué tengo que hablar yo de las mías con usted?, ¿quién es usted para que yo hable de mis cosas? Analista: Es probable que temas que yo pueda meterme dentro de tu cabeza y mirar adentro, y que para vos sea importante que yo respete tu intimidad y pueda comprender tus temores. Paciente: A mí no me importa lo que usted piense. Analista: Debe ser importante tenerme a mí lejos y a distancia por temor a que algo te pase si nos juntamos. Dr. Meltzer: Esta parece ser una situación anoréxica muy parecida a la situación en la cual ella dice: “no me fuercen a comer”, pero ella está todo el tiempo provocando una situación que obliga a la persona que está con ella a penetrarla de alguna manera. Indudablemente algo ha estado ocurriendo en todo este tiempo en el análisis o en otro lugar –la disminución de la anorexia–, por el hecho de haber aumentado de peso y de haber cambiado la forma de presentarse y su apariencia. Algo ha ocurrido, y tenemos que asumir que algún cambio ha ocurrido en el análisis. Lo que creo que ocurre es un poco comparable a ‘cómo robar un banco’; la forma de robar un banco es primero provocar un disturbio, un gran alboroto en la puerta delantera del banco de manera que la policía se ocupe de lo que pasa delante del banco y no
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note que los ladrones entran por la puerta de atrás. Lo que ocurre entre la boca del paciente y los oídos de la analista o la boca de la analista y los oídos del paciente, lo que ocurre en estas sesiones es equivalente del alboroto, y lo que ocurre secretamente ocurre con los ojos; es con los ojos que ella está robando el banco. Había una vez una película divertida con Alec Guiness llamada “The lavender hill mob” que se trataba de una pandilla que robaba lingotes de oro de un banco, y la forma de sacar los lingotes de oro del país era fundiendo el oro y transformándolo en imitaciones baratas de la Torre Eiffel. Ocurre muy frecuentemente con chicos en la edad de latencia, cerca de la adolescencia, una situación muy similar. Los chicos son traídos, son obligados, no hablan, traen los deberes, y no pasa nada por meses y luego, misteriosamente, aparece un cambio; y el problema analítico es averiguar qué es lo que realmente ocurre en las sesiones qué está enmascarado por esta aparente inactividad. Yo creo que aquí hay dos elementos evidenciables que ella trae. Uno es la referencia al piso y el otro es la posición de las piernas contra el escritorio. De manera que la imagen que tengo es la de un bebé que está siendo puesto al pecho pero que se niega a comer, que se pone rígido, que empuja los pies contra la falda o el estómago de la madre; y lo que pienso que ocurre es que mientras con las piernas está forzando la separación de la parte inferior, mientras que no se alimenta, por arriba roba con los ojos la femineidad de la analista. No es poco común en el análisis, esto ocurre frecuentemente, pero en general cuando ocurre uno se da cuenta por ejemplo que si una usa un vestido rojo un día y al día siguiente el paciente aparece con un vestido similar, o si uno está usando un par de zapatos nuevos, al día siguiente el paciente aparece con un par de zapatos nuevos. Pero esto está mucho más disfrazado que eso, ella viene trayendo sesión tras sesión estos incrementos en su femineidad y belleza, pero ninguno parece ser el resultado de haber robado algo de la analista; todos han sido alterados en su
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forma y tienen un poco esa cualidad que les decía de las torres Eiffel realizadas con los lingotes de oro. En abril, la madre deja de venir, es el padre quien llama para pedir el cambio de sesión, y eso sugiere que posiblemente con la femineidad que ha robado ella comienza la seducción del padre. La implicancia de esto es que una vez que ella haya completado el robo de la femineidad y haya completado la seducción del padre, va a descartar el análisis como algo vacío, sin valor. Este es un acting out que es una actuación psicótica, muy parecida a otro tipo de actuaciones no psicóticas que se dan en casi todos los análisis. Hablando teóricamente es una situación en la cual la introyección ha sido reemplazada por el robo; la forma más frecuente en que se manifiesta esto en el análisis es mediante los pacientes que parecen escuchar muy atentamente las interpretaciones que uno hace, y uno después escucha que ellos han comenzado a ser psicoanalistas gratuitos de todos los amigos, a practicar el análisis de todos los amigos. Esto es diferente de lo que ocurre en el proceso analítico con los pacientes que entran en identificación proyectiva con el analista, que se manifiesta de diferentes maneras. El resultado de este tipo de robo es que ellos no dejan de introyectar al analista pero lo introyectan como un objeto arruinado y vacío, y se vuelven hipocondríacos. Participante: Le quiero hacer una pregunta, usted dijo que ésta es una introyección psicótica que no se diferencia de la no psicótica en otros pacientes, ¿cuál es la diferencia clínica? Dr. Meltzer: El robar con los sentidos es una forma psicótica de usar los sentidos, de la misma manera que lo sería cuando se alucina y no es parte del desarrollo normal, no es regresivo sino psicótico. Analista: A raíz de esto que comenta el doctor Meltzer sobre el robo, recordaba que esta paciente en una sesión comentaba que cuando ella venía a sesión estaba como muerta, y que cuando ella salía de la sesión estaba viva.
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En este segundo período se establece una relación inversa entre la producción de material analítico y mi fluir contratransferencial. Cuanto más escasas se fueron haciendo las producciones de la paciente, mayores fueron mis emociones y ocurrencias contratransferenciales. Esto se fue dando gradualmente y espero poder transmitirlo en el material que sigue. SESION DE AGOSTO DE 1990
Analista: Es una sesión luego de un fin de semana. Llega treinta minutos tarde. Silencio. Me pregunto cómo empezar, creo que es el problema que ella plantea, ¿cómo empezar a relacionarse?, iba a escribir relacionarnos. Creo que es un problema de las dos, problema muy complejo que no resulta fácil de resolver. Para juntarse conmigo tiene que soltarse de la mamá, y entonces tengo que tender un puente. Tengo una imagen: costa, río, costa. Para unir las dos costas, se necesita un puente. Es allí donde interpreto. Analista: Para que puedas separarte de tu mamá, tengo que aparecer yo como un puente que une dos orillas. Pero entiendo que juntarte conmigo no te resulte nada fácil. Paciente: Mi papá llegó tarde a comer. Analista: Tu papá llegó tarde a comer y yo tengo que esperarte a vos, como vos a tu papá. Paciente: Yo lo tengo que esperar a papá para que él me diga cuánto comer. El padre es quien regula lo que ella tiene que comer, las cantidades y calidades de los alimentos. Dr. Meltzer: Ahí está el idilio entre ella y el padre... Analista: Contame cómo es eso de papá.
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Paciente: Papá siempre venía tarde a comer, esto era antes, ahora es un poco menos. Viene medio tarde, y yo no tengo la culpa de llegar tarde acá. Dr. Meltzer: Esto parece decir que papá venía muy tarde cuando venía a verla a mamá, pero ahora que me viene a ver a mí llega un poco tarde. Analista: Debe ser muy importante papá en tu vida. Paciente: Si él no me dice no hay quién me diga. Analista: Ahora entiendo por qué cuando llegás estás en silencio y esperás que yo hable primero. Esto ocurre en reiteradas sesiones, donde si yo no hablo primero ella no lo puede hacer. Además me dice que yo proponga los temas. Dr. Meltzer: También parece significar que “papá no me dijo que yo coma aquí”, que papá se hizo cargo. Lo que está implicado en lo que ella dice es que si papá no me dice que haga algo no hay nadie que me lo diga, si él no me dice que lo haga, no lo hago; sólo hago lo que me dice papá. Si no lo hago acá es porque papá no me dijo que lo haga; ¿papá te dijo que no lo hagas?; no, no me dijo que no lo haga pero tampoco me dijo que lo haga. Analista: Sucede que cuando yo estoy acá me vivís igual que a tu papá, si no te indico lo que tenés que hablar no podés hacerlo sola. Paciente: Eso que me dice yo ya lo pensé antes, pero no se lo dije porque creí que usted ya lo sabía. Además, ¿por qué usted cuando llego no empieza enseguida a hablar? Analista: Entiendo que vos te enojes conmigo cuando no empiezo enseguida a hablar, y me tenés que esperar igual que a tu papá cuando llega un poco tarde.
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Dr. Meltzer: Ella parece decir: si querés comenzar una relación conmigo tenés que hacer conmigo como yo hago con papá, me tenés que obedecer. Paciente: Usted llega todo tarde, mi papá un poco. Analista : Tal vez sientas que este fin de semana me tuviste que esperar mucho tiempo para que yo te indique qué es lo que tenés que hacer, y qué comer. Paciente: Yo tengo mis razones, ya son las menos diez y me tengo que ir. TERCERA SESION DE LA SEMANA
Analista: Llega 15 minutos tarde. Me da la mano a la entrada, esta vez me la da con el pulgar un poco más abierto. Dr. Meltzer: ¿Siempre le da la mano? Analista: Hay toda una historia con la mano y con el saludo; cuando yo tuve las entrevistas y los vi la primera vez, primero entró la mamá –a quien le di la mano– después el papá –a quien también le di la mano– y después siguieron todos los demás –que también me dieron la mano. Dr. Meltzer: ¿En la primera entrevista también le dio la mano a ella? Analista: Sí. De allí en más, cada vez que venía me daba la mano. Dr. Meltzer: Pero no es parte de su técnica sino la técnica de ella. Analista: Empezaron las cosas así. Hay toda una historia con el saludo porque a esta paciente después tenía que buscarle la mano, es decir, yo darle la mano a ella y tomársela, porque ella cada vez se retrae más y en este último período, en estas últimas sesiones, se cruza de brazos y no me da la mano.
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Dr. Meltzer: ¿Pero es parte de su técnica darle la mano a los pacientes? Analista: A los adolescentes no. Dr. Meltzer: Yo pienso que ella posiblemente lo viva como una cuestión de obediencia de parte de la analista. Pero esta vez le dio la mano con el pulgar un poco más abierto. Va retirando un dedo por vez... Analista: Es así como venía haciendo, y ahora directamente ya retiró todo. Dr. Meltzer: Ella está posiblemente en el proceso de retraerse completamente; apenas ella esté convencida de que usted esté vacía y que se ha derrumbado en una masa de femineidad des-sexualizada, ella se va a ir del tratamiento, la va a dejar cuando la haya vaciado. Esto tiene algo que ver con la fantasía en la contratransferencia acerca del puente, esto de dar la mano. Analista: Silencio. ¿Interpreto la apertura del pulgar?, ¿sí?, ¿no?, no sé. Tengo la imagen de un citrus deprimido; la imagen es del momento en que se exprime el citrus para sacar el jugo (aclaro que pensaba en el limón). Siguen pasando los minutos, G. sigue inmutable con la mirada puesta en el piso. Como siempre no me mira. Pienso que así como el citrus, voy a tener que exprimirme la cabeza para sacarme alguna interpretación, para darle y que tome un poquitito. Mutis por el foro. Me pregunto: ¿estoy dispuesta a hacer el esfuerzo? Por ahí pienso que sí, por ahí no. Quizás si encontrara aunque más no sea una mínima respuesta... Pienso en una pollera que compré y querría devolverla, es blanca; pero luego pienso en una negra que también compré. ¿Cuál de las dos devuelvo?, ¿la blanca o la negra? Recuerdo un chiste y pienso: partamos la diferencia y compro una gris; pero es de medio luto, como si la cosa pasara por vida o muerte, y que ella
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puede sentirse más o menos vital y me estimule para que yo me sienta también vital, o todo lo contrario. Dr. Meltzer: Su contratransferencia parece estar muy acertada; es una cuestión de vida o muerte para usted, si bien empezó como una cuestión de vida o muerte para la paciente, ahora es una cuestión de vida o muerte para la analista. Analista: Yo la espero para ofrecerle mis interpretaciones o alimento analítico, y me deja a mí con todo lo vital y se queda sin tomarlo, en cuyo caso nos transformamos: yo en alguien que tiene, ¿pero de qué sirve?, y ella en alguien que puede, pero tampoco toma nada, o muy poco. Ahí es cuando puedo interpretar. Analista: Vos venís a sesión y tenés que optar entre tomar o no tomar de mí, pero cuando venís, algo ocurre dentro tuyo que no te permite tomar. Sólo en este momento hace un gesto con los hombros como diciendo: “no sé qué es”, y dice: Paciente: No sé por qué es así. Pienso: tendremos que ir viendo eso. Luego dice: Paciente: ¿Qué quiere que yo haga?, yo no entiendo. Pienso: hoy no me rechaza como otras veces, no me dice como otras veces: “¿qué le importa?, no se meta”. Analista: Hoy estás más abierta, como cuando te recibí y lo estaba tu pulgar, y me decís que no podés estar de otra manera. De aquí en más se cierra, frunce los labios, esconde su cara en su cabello, y no se mueve. Analista: Estabas más abierta, pero es como que poco a poco te fuiste cerrando y entonces vos te quedás con lo tuyo y yo con
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lo mío. Silencio prolongado. Asocio con una madre que espera su hijo y le ofrece lo único que tal vez pueda ofrecerle, que su hijo a veces acepta: un té, y él rehusa. Me angustio con esta asociación, creo que me identifico con la madre del recuerdo. Analista: Entiendo que tal vez necesites ponerme muy lejos, y que tal vez necesites que yo te hable poco para no sentirte invadida. Dr. Meltzer: Una cuestión de técnica: usted observa su contratransferencia y la está tratando de usar para enmarcar o producir las interpretaciones, pero lo más significativo de la contratransferencia es que usted está perpleja. Pero no está usando esa parte de su contratransferencia para enmarcar la interpretación, porque creo que lo que podría estar diciendo es contarle a ella sus observaciones, que incluyen la observación que había hecho antes de que se la ve mejor, que aumentó de peso, que parece más femenina, etc. etc., y que lo que parece estar pasando es que nada de lo que haya ocurrido en sesión parece ser la causa de ello. Usted se siente como una mamá vieja cuya hija la viene a visitar, le ofrece una taza de té que ella no acepta, y eso la hace tremendamente infeliz, y ni se da cuenta que ella robó toda la platería... al otro día la ve pasar en un auto nuevo y se pregunta: ¿de dónde sacó la plata para comprar ese coche? Yo pienso que cuando se sufre en la contratransferencia es muy importante recobrar el sentido del humor, y esto sólo puede hacerse cuando se entiende lo que está pasando. Es muy importante cuando uno observa que el paciente nos está haciendo sufrir, ser capaz de interpretar esto con una sonrisa; y yo siempre me digo cuando estoy por interpretar algo de este tipo: esperemos un momento, esperemos que primero salga el sol, esperemos hasta poder interpretar con una sonrisa, esperemos hasta tanto haya tomado control de mi contratransferencia lo suficiente como para permitirme interpretar lo que pienso de
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una manera amigable.
SESION DEL 31 DE DICIEMBRE DE 1990
Analista: Esta es la última sesión del año pero no antes de la vacaciones, después continuábamos veinte días más. Llega 15 minutos tarde. Llama desde abajo por el portero eléctrico. Dr. Meltzer: ¿Es lo que hace siempre? Analista: Sí. Al preguntar quién es, me responde con voz clara y firme su nombre y apellido. Dr. Meltzer: ¿Es lo que hace siempre? Analista: Sí, siempre es así. Entra, se ubica en su posición habitual afirmados sus pies en el parante, la cabeza reclinada y sin mirarme. Permanece así diez minutos mientras yo pienso: una es G. de lejos y otra la que está aquí conmigo. Dr. Meltzer: Está pasando por delante de la puerta con un coche nuevo... Analista: Pienso: la de aquí es silenciosa, autista, anoréxica; la de afuera es más vital. ¡Qué diferencia entre G. cuando está lejos y me habla contestando con voz firme y clara desde el portero, y ésta que está cerca! Silencio; se mueve. Analista: La de abajo habla, contesta; la de acá está metida para adentro y silenciosa como si tuviera mucho miedo a que nos pudiéramos mezclar. Silencio; pienso en el último día del año, y recuerdo que hace
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un año y un mes que está en tratamiento, y fantaseo que podría hacerme un regalo de fin de año hablando. ¿Será mucho pedir?, aparece mi deseo, y eso debe ser para ella peligroso. Dr. Meltzer: Ella le va a regalar esa pollera gris... Analista: Si vos pensás que yo deseo que vos hables, debe surgir un personaje que te lleva a hacer todo lo contrario y debe decirte: “no le digas nada”. Pero estando lejos parece que pudieras permitirte hablarme y no oponerte. Silencio; recordé los comienzos del tratamiento, ¿será un balance de fin de año? Recuerdo su anorexia, el saltar a la cuerda, su delgadez, la última entrevista con el padre, la llegada de la menstruación... Dr. Meltzer: ¿Cuándo tuvo la menarca? Analista: En noviembre del ´90, un mes antes de esta sesión. ¿Le digo lo del balance?, ¿tiene sentido que yo le diga si ella no lo puede decir?, en realidad me lo diría a mí. De pronto, se me ocurre ubicarme de otra manera para ver reflejada la parte de atrás de su cuerpo en un ventanal al que G. le da la espalda. Veo un papelito en el piso, lo recojo, y fantaseo con tirárselo, pero no agresivamente, como los avioncitos de papel... algo así como iniciar un juego con ella donde yo tiro y ella devuelve. Dr. Meltzer: ¿Puede decir algo más acerca de ese pedazo de papel?, ¿cómo era de grande?, ¿tenía algo escrito? Analista: No, era un papel en blanco muy chiquito. ¿Avioncito?, equivalente de palabras que van y vienen entre las dos. Bueno, ya estaría sana si eso ocurriera, o al menos más sana. Analista: Cuántas cosas pasarán por tu cabeza en este silencio y cuántas por la mía.
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Paciente: No (tajante). Analista: Decís que no, como diciendo “no se meta con mis pensamientos ni yo me meteré con los suyos, así no se mezclan”, como antes separabas las comidas para que no se mezclaran. Silencio. No recuerdo si le di la tarjeta con el importe de los honorarios. Se lo pregunto, mete la mano en el bolsillo y me tira el cheque (era al final de la sesión). Esto de guardarse el cheque hasta el final de la sesión lo hace en varias oportunidades, es decir lo guarda, lo tiene en la mano hasta el final de la sesión, y por ejemplo hace dos días en la puerta, cuando ya iba saliendo, me lo dio. Dr. Meltzer: Hay que considerar que en esta sesión la analista está esperando que se le pague, y en la sesión la analista levanta un trozo de papel y tiene la fantasía de hacer un pequeño avioncito, tirarlo y que ella lo tire de vuelta. Lo que ocurre en la sesión es que ella le tira el cheque. Consideremos la relación entre esto y la fantasía acerca de las polleras blanca y negra, si juntamos ambas fantasías sería como completarlas: es como si usted le hubiera dado una pollera blanca y ella le hubiera dado una pollera negra. Consideremos qué le pasaría a un analista que no hace lo que usted ha hecho, que es ser muy cuidadosa en monitorear su contratransferencia. Uno encontraría el cuadro típico del peligro al trabajar psicoanalíticamente con pacientes psicóticos. Los pacientes psicóticos tienen la capacidad de robar los objetos internos y reemplazarlos por los suyos propios que son objetos dilapidados, y es muy importante cuando se trata pacientes psicóticos y esta paciente se presentó con la parte psicótica de la personalidad, aunque puede tener otros aspectos, saber que es un azar para la salud de uno. Y creo que es absolutamente esencial en mi opinión, hacer lo que ha hecho la analista: monitorear la contratransferencia. Pero lo que la analista no ha hecho es incluir los
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fenómenos que observa acerca de su mejoría manifiesta, como comenzó a hacer en esta última sesión, que empezó a pensar cómo es que está mucho más linda, y saludable, y contenta, y bla, bla, bla y cómo habla por el portero eléctrico y sin embargo cuando está acá se comporta de este modo, y demás. Y es probablemente cierto que lo que ha estado ocurriendo hasta ahora es que ella ha estado robando la platería de la familia. Es indudable que la mejoría manifiesta que aparece a través de esta maniobra psicótica no puede tener éxito en producir el desarrollo de la paciente, y la razón es porque mientras ella piensa que es tan viva y tan inteligente que le roba la femineidad y se enriquece, lo que ocurre a nivel mental es que ella está incorporando una madre envejecida, des-sexualizada, una madre que se está muriendo, y que en última instancia la va a enfermar en forma de una depresión y una hipocondría. Tomando como ejemplo el último comentario en la contratransferencia acerca del avioncito y si tiene o no el significado de palabras, y el comentario acerca de que si ella pudiera usar palabras de esa manera estaría curada, es probable que la paciente sea capaz de actuar este tipo de situación en la transferencia, sea capaz de convencer a la analista de que ha llegado a esta posesión, agradecerle e irse; o sea que puede engañar a la analista y hacerle creer que está tan mejorada que ya puede irse y usted puede creerlo y aceptarlo como un triunfo terapéutico. La analista no está en peligro, no va a estar buscando la platería y averiguando cómo es que desapareció, la analista se ha protegido; pero es la paciente la que está en peligro de ponerse en la situación de terminar el tratamiento en una forma maníaca, un tratamiento sólo parcialmente exitoso, bien comenzado en cierto sentido. De manera que es muy importante si uno ve que existe esta posibilidad, el traer esta cuestión, de resumir toda esta situación, de discutir los cambios que han ocurrido, que es lo que ha estado sucediendo acá y cómo está relacionado con los cambios en la familia, la relación con su padre y demás. Pero hay una posibilidad de que sea demasiado tarde para hacer eso, y si uno lo hace, ella puede tener una
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explosión de rabia y abandone el análisis; esto depende mucho de la intensidad de la connvivencia que existe entre ella y el padre. Participante: Con una niña de 14 años y una madre que no es declarada insana, pero aparentemente está bastante enferma y debe participar en entrevistas relacionadas con el análisis, la pregunta sería: ¿qué se puede esperar del establecimiento de la relación de la analista con una madre que no quiere cooperar? ¿Cómo establece la paciente la relación con la analista si la madre no quiere cooperar? Dr. Meltzer: Primeramente si la madre quiere impedir que venga, legalmente puede hacerlo a los catorce años. El hecho de que no haga nada en forma activa para impedir que venga es como si diera tácitamente su acuerdo, un acuerdo tácito tanto para el analista como para el paciente. Pero las dinámicas familiares son muy complicadas y son independientes de problemas legales de este tipo; ha habido un gran cambio en la organización de esta familia que muy probablemente esté directamente ligado a lo que ha ocurrido en el tratamiento analítico. Sospecho que las relaciones entre el padre y la madre se han transformado virtualmente, quizás como una especie de separación legal. Analista: Sí, así es. Dr. Meltzer: Quizás Graciela haya invadido esta relación, que quizás no fue tan buena desde el principio, en la forma en que lo podría hacer la secretaria del padre. Hablando emocionalmente funciona como la amante del papá. Escuchando el material no hay ninguna duda, y esto surge de pacientes anoréxicos en general, que tienen un carácter muy duro. Pueden imponer su voluntad a otra gente sin escrúpulos. Si la analista es capaz de mantener el psicoanálisis de la manera que expliqué antes, a través de la descripción de la situación, la ayuda a terminar la fase más maníaca de su mejoría –que es ésta– y la trans-
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forma en una paciente que coopera en una forma más analítica con el tratamiento, es muy probable que la familia se reestructure nuevamente. Pensamos en general que la pubertad ocurre por cambios fisiológicos y hormonales, pero tenemos ejemplos en la anorexia, de cómo el sistema hormonal está fuertemente ligado al estado mental, y puede retrasar la pubertad fisiológica: chicos en la latencia por años y no menstruando y no desarrollando pechos ni vello pubiano y demás. También se puede encontrar una pubertad prematura cuando fueron objeto de un estímulo o abuso sexual, algo que ha despertado la sexualidad muy tempranamente y ha perturbado la latencia, y entonces menstrúan a los nueve o diez años, hay un desarrollo precoz de las mamas, etc. y son mujeres jóvenes cuando tienen 12 años. No sabemos qué inició el proceso con esta paciente pero ciertamente no ha sido un problema fisiológico, sino que algo ocurrió que no sabemos y bloqueó el desarrollo fisiológico. He estado mirando en detalle la información que hay aquí y no he encontrado nada que indique qué inició este proceso. ¿Usted tiene alguna idea acerca de qué puede haber desencadenado la anorexia y frenado su pubertad? Participante: Lo discutimos en un taller y se pensó que la enfermedad surgió coincidiendo con la aparición de las características sexuales secundarias; dejó de ser la nenita mimada, algo que ella quería que continuara. Dr. Meltzer: Entonces, ¿la pubertad fisiológica comenzó? Analista: Yo tengo otra hipótesis. Inicia los cambios su hermana mayor, a partir de allí es que ella comienza a ver en la hermana los peligros de la gordura. Dr. Meltzer: Sí, eso es más probable.
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REFERENCIAS TEORICAS
La contratransferencia con pacientes psicóticos Esta supervisión no está vinculada a un sólo tema sino que muestra los criterios analíticos de Meltzer cuando el paciente presenta aspectos psicóticos Se trata de una paciente de catorce años con anorexia que permanece en un mutismo obstinado. A partir de sus conductas y pocas asociaciones Meltzer sugiere que lo que la paciente hace es robar los contenidos valiosos de la analista, especialmente su femineidad y reintegrarle objetos destruidos. El seguimiento detenido de la contratransferencia permite a la analista protegerse a sí misma. El riesgo para la paciente es la terminación maníaca del tratamiento, que puede evitarse incluyendo los indicadores de mejoría y tratando de describir las situaciones que van sucediendo durante la sesión.
Descriptores: Anorexia. Aspectos psicóticos. Caso clínico. Contratransferencia. Supervisión.
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Analista: Juan tiene 3 años exactamente. Se presentan tres horas de juego con aproximadamente una semana de intervalo entre ellas. Un mes después los padres informaron que Juan, que casi no hablaba, había comenzado a hablar con entusiasmo. Motivo de Consulta: Juan es hijo adoptivo. Fue informado junto con su hermana mayor –también adoptiva de 5 años de edad– de este hecho, recién hace dos meses. Los padres desean saber qué repercusión psicológica tuvo en él esta información; también desean saber si en el niño inciden las continuas desavenencias y peleas de la pareja parental. Algunos antecedentes: Fue adoptado a las horas de nacer, los padres no tienen ningún dato sobre su origen o sobre el parto. Caminó a los 14 meses, dijo las primeras palabras a los 2 años. Aún no controla esfínteres, se toca mucho los genitales, también delante de la gente. Se duerme sólo en la cama de los padres quienes luego lo trasladan a su camita. No registra enfermedades somáticas salvo adenoiditis crónica. No ha sufrido accidentes ni operaciones quirúrgicas. Va a una guardería, se separó con mucha facilidad de su mamá, allí juega pero les pega mucho a los otros chicos. No es seductor, ni simpático. Cuando se le dice que no a algo tiene una pataleta, es caprichoso y llora si no se lo consiente. Lo que más le gusta es jugar con autitos.
Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXI - Nº 1/2 - 1999
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PRIMERA HORA DE JUEGO
No parecía un chico lindo. Me impresionó como raro, con una mirada rara, un chico feíto. No obstante, la analista que lo atendió después, me preguntó qué me había pasado porque le pareció que el chico era muy lindo. Yo tomé las 3 horas de juego diagnósticas y luego lo derivé a la analista que tiempo después, creo que dos meses más tarde, lo trató. Hay un dato que quizás interese y es que su motricidad o su aptitud era inferior a su edad cronológica. Observé que se comportaba como más bebé que lo correspondiente a su edad cronológica. Dr. Meltzer: Es una buena observación. Analista: Primera hora de juego: Viene acompañado por su padre, se separa con mucha facilidad, entra succionándose el pulgar sin aparente angustia. Es visible la obstrucción de las vías aéreas superiores, acento nasal, respiración bucal superficial, boca abierta, labio superior corto y retraído, ruidos nasales típicos de la obstrucción adenoidea. Dr. Meltzer: Una descripción muy adecuada, muy detallada, muy convincente. Analista: Me llamo X. Paciente: ¿Por qué? Analista: Este hecho será muy recurrente durante las 3 horas de juego, el niño decía “¿por qué?”. Yo siento que sin real intención de preguntar. Y después “porque sí”, sin real intención de contestar. Me parece un pattern de obstrucción al progreso y la evolución, una especie de barrera al conocimiento. Analista: Acá hay un cajón de juguetes para ser usados aquí, también hay lápices, papeles y el pizarrón. Podés hacer lo que tengas ganas con ellos. (Necesita que la puerta del consultorio quede abierta). Va al cajón de juguetes toma un avión, toma un
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revólver, toma otro avión me dice “otro más”. (Mira un coche, toma otro coche) y dice “un coche más” (saca el avión grande y un coche, saca una lancha), dice con alegría “una lancha” (ve un revolver) y dice “otro más pistola, otra pistola más, casitas” (al querer tomar la bolsa de casitas se le caen todas, entonces me da la bolsa vacía) y dice “tomala”. (Acciona con la mano izquierda una pistola y con la derecha sigue sacando juguetes) me dice “¿sacás?” (sacás es como una condensación, es sacás el hilo enredado en las ruedas de este auto). Dice “una cebra” (en realidad es una jirafita). Dr. Meltzer: Se ve muy contento, disfrutando mucho lo que está haciendo. Paciente: Llevo a mi casa (los autitos). Analista: Ya te conté que los autitos se usan aquí y que no son para llevar a casa. Paciente: ¿Por qué? Analista: Porque son de acá. Paciente: ¿Por qué? Analista: Para que vos trabajes aquí con ellos. Paciente: ¿Por qué? Analista: (No responde). Paciente: Otra pistola, un caballo (es un soldado montado sobre un caballo) enganchado (no entiendo bien qué dice) pistola (tira varias veces para arriba) no puedo (apretar el gatillo de la pistola grande) mirá (sí puede apretar el gatillo del revolver chiquito). Au! No puedo sacar (el gatillo de su posición. Espera que yo lo haga, no lo hago, lo hace él. Golpea muy fuerte una pistola con la otra. Está a punto de romperlas, le divierte el ruido, me mira y se ríe, cuando hace esfuerzos aparece protrución de la lengua) no puedo (meter un soldadito
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tan grande como el auto dentro del auto. No puede colocar este soldadito y hace mucha fuerza como si eventualmente lo pudiera colocar). Dr. Meltzer: Está peleando con la evidencia. Analista: Es evidente que no lo puede hacer. Analista: Me parece Juan que me estás diciendo que no podés. Paciente: ¿Por qué? Analista: Porque lo repetís todo el tiempo y después sí podés. (Juan sonríe). Paciente: Mirá (hace volar el avión pero al revés, lo deja caer, protrución de la lengua, se para y hace unos pasitos graciosos como de payasito y se agacha otra vez sobre los juguetes) Ajá! Falta rueda acá (a un auto de la caja de juegos le falta una rueda). Un papeles (es un fuerte para soldados muy simple hecho con 4 cartones). Autito (risas y ahí alinea). (Voy a reproducirlo porque me parece que es importante: comienza la primera alineación de una casa, el auto colorado, el amarillo y el blanco). Quiero buscar otros chiches, otro coche éste (no busca nada, deshace la alineación y luego alinea los autitos transversales sobre el borde del cajón, guarda todas las cosas salvo 4 autos que abraza y los coloca sobre el diván, están todos en la misma dirección). Analista: Pregunto las personificaciones respectivas que resultan como sigue. Este que es un auto de auxilio es mamá; este es papá (auto de carrera); éste es su hermana que en realidad tiene 5 años, es más grande que él; y éste es él. Toma otro coche azul del cajón y lo llama auto rojo, no sabe qué rol familiar tiene y lo coloca también sobre el diván pero está aparte de la alineación. Le pregunto varias veces sobre la nominación de éste y no lo puede nombrar, a los demás los nominó con facilidad instantánea como mamá, papá, etc. (Cuando el auto rojo entra en la escena del juego se caen del diván el auto mamá y el auto papá).
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Paciente: Cayó uno (el auto mamá) y cayó otro (el coche papá). (Me parece que tiene una crisis de ansiedad y sale corriendo del consultorio abrazando los 4 autos nominados, es decir mamá, papá, la hermana y él. Abandona el quinto auto rojo, no nominado, que en realidad es azul y dice que se lo quiere mostrar a papá, es decir él toma estos cuatro y se va con ellos). Dr. Meltzer: ¿Qué te hace pensar que tuvo un ataque de ansiedad, una crisis de ansiedad? Analista: El incremento de los movimientos, la cara de susto, la interrupción del juego, se veía asustado. Dr. Meltzer: ¿Te miraba a vos? Analista: No, no me miró a mí. Dr. Meltzer: Tomó los 4 autitos y salió del consultorio. Analista: Mi hipótesis en ese momento es que el auto sin nombre, el auto rojo que en realidad es azul representa a alguien excluido, por ejemplo la madre genética. Analista: (Vuelve solo al consultorio y el auto hijo se sube arriba del auto misterioso que ahora lo va a llamar el otro coche azul –antes lo llamó rojo–, después trata de subir todos los demás autos pero no caben y se caen o él los hace caer, todos se caen). Parece que es un auto que no puede sostener a las personas, sobre todo a los chiquitos. Paciente: ¿Por qué? Analista: Porque vos me lo estás mostrando. (Hace que todos los autos se choquen entre sí, fuerte, muy fuerte, mientras me mira y sonríe. Yo siento una risa vacía). Paciente: Mi mamá chocó a un taxi. (Lo noto muy agresivo y el auto hermana choca y desaloja a todos los demás autos de
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modo fuerte, agresivo, que contrasta con lo delicado de sus movimientos anteriores). Ah! Un bombero, saltó el coche (el auto misterioso sale afuera del campo de juego, no sé si por los golpes o cómo) pipí (y sale corriendo para el baño a hacer pipí). Al ratito vuelve, observo que sobre el plano de juego han quedado solamente los autos mamá, papá, hijito y hermana. Analista: Parece que sólo quedaron 4 de la familia. Paciente: ¿Por qué? Analista: Porque vos lo hiciste así. (Hace que el autito Juan, el jeep azul grande, salte. Va a buscar otro jeep, otro auto al canasto. Los movimientos son muy bruscos, con poco control muscular). Paciente: Saltó el coche papá (hace saltar los autos). (No entiendo lo que dice a continuación, el hablar se ha vuelto particularmente confuso, ahora es definitivamente una media lengua con grandes y múltiples dislalias). Está arriba este hijo (pone el hijo arriba de los autos). Se va a caer, se cae, chocó un taxi, mamá chocó. (Nota: averigüé posteriormente que ni la mamá, ni el papá registran choque alguno con un taxi). Fin de la primera hora. Dr. Meltzer: Una amplia variedad de fenómenos se ven aquí. En primer término su capacidad para nombrar las cosas, darles nombre, de lo cual está bastante orgulloso. Su primer interés por los juguetes es nombrarlos. Su segundo interés es descubrir si se los dás para que él juegue en ese lugar o si se los puede llevar a su casa. El tercer fenómeno es esta compulsión a repetir “¿por qué?”. Parece ser que el significado de este ¿por qué? es simplemente mera oposición, muy típico de los chicos de esta edad. Y la respuesta típica a esta pregunta es “porque mamá lo dice” o “porque papá lo dice”. Este ¿por qué? está muy relacionado con el dar nombre a las cosas y es puramente convencional. En la evolución del lenguaje en los chicos hay dos
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períodos muy importantes; el primero es a través de procesos identificatorios, adquirir la música y la gramática del discurso. Aparece la media lengua que es como un lenguaje interno tratando de reproducir sus intereses internos, distintas partes del self. Esto sucede al final del primer año de vida, cuando el interior de la boca del niño cobra mucha importancia. La vida de fantasía de los chicos parece ser que se lleva a cabo en gran parte dentro de su boca, porque su capacidad para manipular con las manos es muy inferior a la inteligencia de esta lengua que tienen en su boca. Parece ser que a los dos años esta área de fantasía que es la boca se divide y se dirige hacia dos direcciones: hacia el exterior se transforma en una nueva capacidad de manipular los juguetes en el afuera. Se vuelve también hacia el interior, para atrás, y se transforma en una fantasía interna y en sueños. Sólo después de esta división aparece el lenguaje convencional que se adapta a esa música gramatical que ya había adquirido antes. Hay dos partes del hablar, una que podemos llamar la gramática profunda y otra que es la parte superficial del habla. Se le dan sentidos muy diferentes. La música se adquiere por procesos identificatorios y las palabras se adquieren por imitación de elementos convencionales. Por lo tanto las palabras tienen muy poco sentido en sí mismas, son ruidos convencionales y están sujetas a muchas modificaciones y sutiles diferenciaciones que el niño no percibe, palabras que suenan igual y parecen homónimas y que significan cosas totalmente diferentes. Toda la esfera de lo arbitrario y convencional está muy como atada en la mente de los chicos a las palabras. La tendencia a la oposición por lo tanto está ligada a las palabras como si cada palabra fuera una orden arbitraria. Este ¿por qué? insistente es una expresión de su oposición a cualquier tipo de autoridad. Tomando esto en términos generales, en primer término está orgulloso de poder usar estos nombres convencionales para nombrar las cosas, y al mismo tiempo está opuesto a tu forma convencional de nombrar las cosas, como una especie de restricción. Ahí es donde aparece la colisión, en
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primer término si se lo puede llevar o no a casa, ahí empieza como el choque con vos, después está el choque con vos pidiéndote que hagas cosas que vos no hacés. Luego el conflicto contigo se evidencia como dándole una representación diferente, realmente usa los juguetes; en el uso que les da ahora hay una simbolización. Es ese uso de los juguetes que él hace poniéndolos en fila y demostrando su extraordinario poder o capacidad para balancearlos sobre el borde. Entonces vos empezás a notar la diferencia, la oposición que hay entre esta habilidad que él demuestra y actividades suyas que son muy torpes. Cuando pone estos 4 autitos sobre el diván y vos le preguntás o le pedís que le dé nombre, él inmediatamente responde a esto, mamá, papá, hermanita, yo, y ahí empieza el drama, este drama consiste en caerse, chocar, etc. Acá parece que en este proceso la madre es la que se lleva la peor parte, primero se cae la mamá, y el papá presumiblemente se cae arriba de ella. Después la mamá choca contra un taxi y en el medio lo tenemos a él con el deseo de correr con su padre y mostrarle los juguetes. Mostrarle todos los juguetes puede tener el significado de que él espera que el papá le diga “por supuesto, podés llevártelos a casa” y el padre se supone que se va a caer encima de ella, de la analista. Probablemente él no le contó al papá “ella dice que no me los puedo llevar”. Tampoco el papá dijo “sí, te los podés llevar o me voy a caer encima de ella”. Este parece ser el significado del juego, y después viene la mamá que se choca contra un taxi, etc. En el medio de esto está el coche misterioso que primero es rojo y después vuelve a ser azul y ese coche se queda abajo del juego cuando todos se caen uno arriba del otro. Tenemos que esperar a la segunda hora de juego para comprender el significado de esta parte 1 .
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Ver Referencias Teóricas, pág. 175, “De la causalidad a la significación”.
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SEGUNDA HORA DE JUEGO
Analista: Hubo una semana de diferencia entre una y otra hora de juego. Viene acompañado por su padre, entra sin ninguna dificultad y se dirige directamente a un turbo ventilador que está en el piso, prendido pero muy protegido –es verano en Buenos Aires, hace muchísimo calor. Dr. Meltzer: ¿Está fuera de su alcance? Analista: No, los controles están a su alcance. Entra sin ninguna dificultad y se dirige al turbo ventilador, acciona la perilla y lo apaga. Analista: ¿Por qué te parece que hiciste eso? Dr. Meltzer: Ahora estás vos diciendo ¿por qué? Analista: ¿Por qué te parece que hiciste eso? Paciente: Porque sí. Analista: Puede ser que te dé miedo ese aparato. Paciente: Sí. Analista: ¿Por qué? Paciente: Porque sí. Analista: Porque sí no es una contestación, no sirve para contestar, tratemos de pensar qué fue lo que pasó. (A esto sigue una serie de palabras que no entiendo, al hablar se pone muy regresivo, repite el porque sí, dice que porque hace mucho calor apaga el ventilador, me dice que no que porque no, etc. La confusión es grande, noto que se confunde mucho). Dr. Meltzer: Lo que lo confunde es que el concepto de explicación no está probablemente muy bien conformado en él, porque ese ¿por qué? es muy ambiguo, aun para las
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personas adultas, porque puede significar ¿por qué?, ¿cuál es la razón? ¿cuál es el motivo? ¿ cuál es el origen? Ese por qué puede ser muy amplio, es una mala elección de palabra porque implica una causalidad. Si hubiese estado jugando con dos autitos y uno choca al otro y ese otro se cae de la mesa y en ese momento le preguntas ¿por qué eso?, podría haber contestado porque hay una razón y una respuesta a la razón, un motivo. La causalidad es operativa ahí, se puede ver actuando, en acción. Pero la pregunta ¿por qué?, sobre procesos mentales es muy elaborada y sofisticada como pregunta y por eso responde porque sí. Posiblemente tiene razón. La pregunta analítica sería ¿cómo es que pasa así en tu mente? Pero entonces nosotros estamos tan acostumbrados a usar el lenguaje de la causalidad que no nos damos cuenta que no es adecuado para procesos mentales, a pesar que al psicoanálisis le costó treinta años desembarazarse de esto. Sé que él está asustado al desconectar o apagar esta máquina y lo que la analista quiere saber es ¿por qué sintió tanto miedo al hacer esto? Todo lo que él puede responder es porque sí, el aparato y el miedo están vinculados de alguna manera en mi mente, pero eso él no lo sabe explicar. 2 Analista: Él dice porque hace mucho calor. En realidad con este ventilador, yo tengo la experiencia que a los chicos muy chiquitos a veces les da miedo porque hace ruido y da viento. Dr. Meltzer: ¿Esto es una especulación tuya? Analista: Esto se va a repetir posteriormente. Es una contestación paradojal donde aparece algo completamente distinto y todo lo contrario de lo esperado. No me acuerdo en qué momento pero se va a volver a repetir esta conducta. Dr. Meltzer: Aparentemente cuando hay un pedido que piense porqué está haciendo eso, él realmente intenta 2
Ver Referencias Teóricas, pág. 175, “De la causalidad a la significación”.
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pensar el por qué pero en ese momento se confunde. Se confunde sobre el por qué lo prendiste. Y una respuesta sería porque hace mucho calor. En cambio la insistente pregunta es ¿por qué tiene miedo? y él no puede asociar esa pregunta, no puede dirigirse hacia esa pregunta. Él puede entender o dirigirse hacia la pregunta sobre prender o apagar el aparato porque tiene una referencia causal, pero no puede contestar ¿por qué tiene miedo?, porque no tiene una referencia causal, es un proceso mental. Le estás pidiendo algo que es muy difícil para él. Veamos qué hace él entonces. 3 Analista: Me muestra un autito que trajo de su casa, que le cabe en la palma de la mano y saca de la caja dos autos, dos aviones y una cerca y dice: “Este es el coche papá” (el que él trajo), “éste es el coche hijito” (el avión), “éste es el coche mamá” (que sigue siendo el mismo) y “éste es el coche nena” (el auto azul). Coloca una cerca entre ambos, después pone otro auto acá sin nombre y el avión grande. Él dijo que éste era el coche hijito y que éste era el coche papá. Analista: Veo que el coche papá está separado por una cerca del coche hijito. Paciente: Sí. Analista: ¿Por qué será? Paciente: Porque sí. Analista: Juan, ya hablamos que “porque sí” no sirve para contestar, así que tratá de pensar por qué pasa lo que ahí vemos (igual no contesta). Dr. Meltzer: Es una cuestión de simbolismo, no de explicación. Te está mostrando cómo existen las cosas en su familia –de hecho, en realidad– y una de estas cosas es lo que se podría llamar “vínculos, relaciones” entre una 3
Ver Referencias Teóricas, pág. 175, “De la causalidad a la significación”.
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persona y otra, entre el hijo y la hermana, presumo que entre la mamá y entre él y el papá hay algo como una cerca, hay barreras. Podemos concluir o pensar que estas barreras los protegen de matarse uno al otro, manteniendo así la paz en la familia. Fuera de la familia están este otro coche y este otro avión que aparentemente están dirigidos hacia la cerca. Parece ser como el fantasma del avión y el fantasma del auto que han sido expelidos de la familia, echados, y que amenazan con destruir y romper esa cerca, no es una cuestión de ¿por qué? sino de ¿cómo? ¿Cómo son las cosas en esta familia? La paz en la familia está mantenida por la mamá estando entre el hijo y la hija y la cerca entre el hijo y el papá. Están las barreras a la agresión pero barreras amenazadas de ser destruidas por estas fuerzas externas, lo que fuera que sean y sabemos de hecho que los padres discuten y pelean bastante. También sabemos que los padres están muy preocupados por el impacto de la información de la adopción que se le hizo y por la influencia que pueden tener estas peleas sobre los hijos. No sería muy extraño concebir a estos dos elementos que no tienen nombre como si estuvieran representando lo que es la adopción en esa familia. El niño te está diciendo muchas cosas y no tenés derecho a quejarte porque no te dé información. 4 Analista: Juan no contesta, pasa bastante tiempo tocando suavemente los autitos pero no los mueve. Analista: Yo diría que el coche hijito está muy solo ¿por qué será? Paciente: Porque sí. (Saca la cerca que lo aislaba de la familia). Mirá qué hice. Dr. Meltzer: Ahora es como si le dijera “quedate tranquila, mirá bien lo que hago que vas a tener la respuesta a todas las preguntas que me hiciste”.
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Ver Referencias Teóricas, pág. 175, “De la causalidad a la significación”.
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Analista: Toma otro cerco mayor, lo pliega y despliega varias veces, lo mira con mucha atención, de golpe lo tira a un lado y hace otro ordenamiento que queda como sigue: la mamá, la nena, el hijito y el papá. Dr. Meltzer: Ahora hay dos parejas y ahora no hace falta la cerca. No hay razón para la hostilidad, cada uno está en su dormitorio con su pareja. Analista: Esto sucede en el suelo, coloca el cerco en el diván, el avión pasa volando encima del cerco. Dr. Meltzer: Se va a dar un paseo el avión sobre el diván donde están las cercas. Analista: Donde están las cercas que estaban relativamente lejos. El avión vuela y en otro giro aterriza sobre las cercas que están en el diván. Analista: ¿Qué hace el avión? Paciente: ¿Qué...? Analista: Pregunté por el avión. Paciente: Voló. Analista: Y entonces. Paciente: Se fue a parar ahí. Dr. Meltzer: Ahora le preguntas ¿qué? y no ¿por qué? y entonces él puede contestar. Analista: ¿Por qué? Paciente: Porque sí. (Toma el avión y sale para mostrárselo al padre. Han pasado 15 minutos de la hora de juego. Cuando vuelve deja la puerta abierta).
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Dr. Meltzer: Vamos a comparar esto con la última vez que salió a mostrarle los coches al padre. Es la segunda vez que sale a mostrarle algo a su papá. Analista: También hay una vez que sale a hacer pipí. Dr. Meltzer: Veamos qué tienen en común. La primera puede ser papá se cayó y mamá se cayó encima; la segunda es se cayó la cerca y el avión se cayó encima, no encima de la hermanita, sólo arriba de la cerca. Hay un disimulo, acá se siente traicionado. Algo deshonesto y disimulado porque el avión no cayó encima de la hermanita sino de la cerca. Parece ser que este chiquito tiene dificultades con las heces, en este momento todavía se está entrenando. Analista: Efectivamente, todavía estaba haciendo el entrenamiento bastante exitosamente, pero algunos problemitas hay. Dr. Meltzer: Acá parece estar la cuestión de ¿qué pasa en el dormitorio de mamá y papá y en el dormitorio de la hermana mayor y el hermanito? ¿Se cae el hermanito arriba de la hermanita con su pene?, no, simplemente se cae arriba de sus heces, que están arriba del pañal. El pañal está representado por la cerca como una barrera; vamos a descubrir cuál es el significado sexual de esto. Analista: Cuando vuelve deja la puerta abierta, en esta sesión habíamos logrado cerrar la puerta y en la primer sesión no. Dr. Meltzer: No quiere que el padre crea o piense que él también se está cayendo encima de la analista. Analista: Juan, ¿podes cerrar la puerta, por favor? Paciente: No. Analista: ¿Por qué? Paciente: (Silencio).
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Analista: (Toma un tigre del cajón de juguetes y vuelve a salir a mostrárselo a papá), cuando regresa le digo “Me parece que te da miedo cerrar la puerta” (entonces toma el oso y el tigre y trata de encerrarlos en un cerco, no puede, parece ser porque le faltan elementos del cerco o porque no ha sacado suficientes de la caja). Dr. Meltzer: Acá su mente parece que va muy rápido. Usted le pide muy amablemente que cierre la puerta y él contesta bruscamente no, pero cuando le pregunta por qué él empieza a mostrar las razones de la negativa. Toma el tigre y se lo va a mostrar al padre; es una continuación de cuando él había tomado el avión y lo había hecho aterrizar sobre las cercas. En primer lugar es una respuesta a por qué deja la puerta abierta. Por un lado le está mostrando al papá que nada sexual está pasando adentro del consultorio, pero por otro lado la deja abierta porque realmente ahora tiene miedo. Está asustado de la analista y del ventilador porque la analista sigue haciendo ruido que lo asusta. Acá empieza a representar algo acerca de la relación entre la terapeuta y él en el consultorio, un tigre y un oso y las cercas. Paciente: Está roto (la cerca). Analista: ¿Sí? Dr. Meltzer: Dice la cerca está rota, o sea la puerta está abierta. Paciente: Está roto. Analista: ¿Vos le llamas roto a que no podés buscar más cercas en el cajón? Paciente: Buscá vos. Analista: ¿Por qué? Paciente: Yo no los puedo buscar porque soy grande.
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Analista: Acá está la segunda paradoja contradictoria. Dr. Meltzer: No estoy tan seguro. Es la primera vez que recibís una respuesta al por qué. Lo que dice en realidad es “porque es arbitrario que siendo yo grande estoy en una posición para decidir sobre estas cosas y por lo tanto en una posición para darte órdenes, vos tenés que buscar”. Ya él había tratado de darte órdenes a las cuales vos no habías respondido. “Desenroscá el cordón” y no lo habías hecho, lo hizo solo. Probablemente, te está dando órdenes porque es grande. No respondió a ese por qué en un sentido causal, de causalidad, sino en el sentido de un padre diciendo “porque lo digo yo” que es distinto de “porque sí”. Tiene que ver con ese aspecto de lenguaje que yo mencionaba antes de ser arbitrario y convencional. Si él quiere nombrar a un coche azul como rojo lo puede hacer porque es más grande que el auto, más grande que vos, aunque no lo es. En este sentido el tigre es más grande que el oso por lo tanto “hacelo vos”. Analista: Como no respondo va al cajón, encuentra más cercos y los saca, encierra entonces al oso y al tigre. Saca un mono, lo mira, se ríe y lo mete adentro del cerco. Al pararse a buscar, pisa los juguetes y desarma toda la construcción, esto se repite con cada juguete que busca, desarma y vuelve a armar, desarma y vuelve a armar. Dr. Meltzer: ¿Siempre pisándola, en un sentido torpe o a propósito? Analista: No, no es torpe, hay algo deliberado, intencional. Pone en el cerco muchos animales más. Dr. Meltzer: Acá tiene uno la impresión que hay dos niños jugando, uno le dice “vos hacelo” y el otro sin quererlo, sin ganas lo hace, y en el proceso de hacerlo destruye lo que el otro está construyendo, una escena muy común entre dos chicos que tratan de jugar juntos. Parece que ahora estás en el rol de la hermana porque entre los dos él
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puede decir “porque soy grande”. Analista: Pone dentro del cerco muchos animales más, el cerco está repleto, no caben. Hace fuerza para que quepa el canguro, no se le ocurre agrandar el cerco cuando finalmente y tras muchas pruebas se hace evidente que no caben, hace otro cerco vecino y coloca allí los animales. Dr. Meltzer: ¿Adherido o separado? Analista: No recuerdo. Dr. Meltzer: Vamos a volver a la paz en la familia. Quiere volver a las imágenes donde están los 4 miembros de la familia alineados en dos parejas y la otra pareja con el avión y el auto fantasma. La familia de animales crece y crece hasta que la casa se torna muy chica para ellos, estos dos han sido dejados de lado (los aviones). Parece que ahora tenemos alguna referencia a esta cuestión de la adopción, si se pueden adoptar dos, se pueden adoptar doscientos, ¿de dónde vienen, cuándo vendrá el próximo, qué pasará entonces? Mucha ansiedad acerca de la familia, no la ansiedad original respecto al papá y al hijo matándose el uno al otro, o el hermano y la hermana matándose, una ansiedad nueva debido a nuevas posibles llegadas de hermanitos que hacen de la familia una multitud, que ocupan mucho espacio. Problemas de inmigración, cerrar las barreras a esos nuevos ingresos. Analista: Confirmando lo que el doctor dice, pone el auto mamá como barrera en el segundo cerco. Dr. Meltzer: ¿Se le acabaron las cercas? Analista: Había más cercas. Paciente: Hay todos acá. (Cierra el cerco con el auto mamá. Deshace el segundo cerco).
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Analista: Sale una vez más del consultorio a mostrarle al papá el auto mamá. Dr. Meltzer: La tercera vez que sale. Analista: Le va a mostrar el auto mamá, la jirafa y un caballito, vuelve sin los juguetitos, se los ha dejado al padre, vuelve sonriendo. Le indico que vuelva a la sala de espera y traiga de allí los juguetes del cajón, se le borra la sonrisa, los trae de vuelta, los tira con fuerza sobre el diván, el segundo cerco está totalmente desarmado. Dr. Meltzer: Maravilloso. El asunto parece tratarse de esa manera territorial de lidiar con todos estos inmigrantes que ahora no toman la forma de dormitorios ni de sus padres, ni de él con su hermanita, sino la de su familia versus todos estos inmigrantes, niños adoptados que tratan de ingresar o que aparentemente llegan. Pero también significa su familia versus el consultorio, se le ocurre pensar que si otros chicos pueden ser adoptados dentro de su familia entonces puede haber otros chicos que vengan aquí a jugar con estos juguetes también, la única solución posible a eso es llevarse los juguetes a casa, que también es un elemento presente en el hecho de que la primera vez que le llevó los juguetes al padre todo estaba conectado con la pregunta de si se los podía llevar también a su casa, no sólo al papá que estaba afuera. Lo que parece estar sucediendo aquí es que conecta su familia con lo que pasa adentro del consultorio, su vida de fantasía se ha desplegado en el hecho de su juego con los juguetes y tu preguntarle constantemente por qué o qué pasa, que defina o explique lo que está pasando. Parece ser una continuación de esa cuestión de por qué estaba asustado en el momento en que apagó el ventilador, está conectado con eso. No parece explicar la relación entre ese ventilador y este flujo de animales entrando en la cerca, a menos que tenga que ver con el asunto de abrir puertas o cerrarlas, abrir ventanas o cerrarlas, abrir las cercas o cerrarlas.
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Analista: Toma su auto, el que trajo de su casa, que era el auto papá de la primera secuencia, saca del cajón la tortuguita de plástico, me la muestra y sonríe, la sube arriba del auto azul (el que llamó rojo al principio). Paciente: Es el coche hijito y lleva la tortuguita (pasa con vuelo rasante y con el ala de un avión tira la tortuguita). Quedáte ahí. Se bajó. (Y después pasa otra vez) (Refiriéndose a la tortuguita empujada por el ala del avión que se cae, la sube y repite muchas veces esta operación, esto le divierte). Dr. Meltzer: Trata de romper la relación con vos llevándose los coches, incluyendo el que él ha traído y se va con el papá como para cortar la relación con vos, terminarla. Su padre lo manda de vuelta y vos lo mandás a buscar los juguetes y él vuelve. Se somete a toda esta disciplina arbitraria desde el padre y desde la analista. Comienza una nueva secuencia luego, que es la que te va a demostrar porqué él se hace caca en los pañales. No es culpa de él, es culpa del avión con el que él representó, mediante esa figura misteriosa, a un padre biológico que parece ser que le hace hacer algo que él no maneja, es el fantasma de mamá y papá que viven afuera de la casa y que vienen de noche, y le hacen hacer caca en los pañales repetidas veces, una y otra vez. ¿Qué tiene que ver esto con su docilidad?, es el precio que los adultos, la analista y los padres de él, tienen que pagar. Si quieren que sus hijos sean obedientes el precio que pagan es que las colas no son obedientes a la noche, en vez de tener rabietas se hacen encima a la noche. Está muy contento con esta solución, porque cabe su inocencia, no es culpa de él, él es muy buen chico pero ese es un avión muy malo. Analista: ¿Por qué se cae? Paciente: No sé. Analista: ¿Es una tortuguita no sé? (Entonces empieza a hacer que el avión atropelle al autito y lo hace varias veces).
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Paciente: Se cae porque es un coche chiquito, se cae porque es un taxi, se va un chico en un taxi lejos, lejos. Analista: ¿Por qué? Paciente: Porque sí, va a buscar un chico rápido. No está ahora porque se fue, busca rápido un bebé, se va a la casa, se lo lleva a la casa, iba sin tapar el bebé. Yo fui dil tapal. Analista: No entiendo Juan, es ¿destapado o sin tapar? Paciente: Yo vi un chico rápido correr porque lo pisaba un coche, calle, iba en taxi, un chico un chico rápido se va a casa, rápido, corriendo, dejando el bebé en el coche (le pega al auto). Cayó. Analista: Empieza a canturrear una melodía sin palabras. El coche empuja a la tortuga. Pisa un coche, ahora coloca los coches y todo se cae del auto azul, el auto mamá se cae, el auto papá se cae. Dr. Meltzer: Ahora volvemos a la idea de apilar y que se caiga todo. Analista: ¿Qué pasa ahí? Paciente: (Sin respuesta). Dr. Meltzer: Esto parece importante, paremos. En primer lugar, acá está simbolizada en la tortuga su aparente docilidad y su rebeldía hacia lo que se le dice que haga. Aparece la fantasía típica de los chiquitos que todavía no controlan que son los bebés-heces de los chicos encopréticos. Hay una situación confusa porque está la idea de estos padres distantes, los padres biológicos. ¿Nació en Argentina? Analista: No sé pero casi seguro que sí. Dr. Meltzer: ¿Argentina ofrece muchos chicos en adopción?
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Analista: Sí. Dr. Meltzer: ¿Qué hay de traerlos de otros países como Colombia? Analista: No es un buen negocio, no da mucho dinero. Dr. Meltzer: Lo que parece ocurrir y que echa luces sobre esto, y de lo que ya tuvimos indicios anteriormente, en la primera sesión, cuando todo se subía sobre el misterioso coche que era rojo-azul, y parecía que todos se caían; ahora es el proceso de treparse, apilarse y caer y él canta sin palabras una melodía. Creo que esto representa a mamá y papá que lo retan pero es como si cayera agua en un saco roto, lo retan porque se moja pero a él no le importa, porque él también trae bebés, está un poco confundido por haber recibido la información de la adopción. La cantidad de material que compacta en esta sesión es fantástica. Acá tenemos una clara indicación de su conocimiento de la relación sexual de sus padres pero ¿por qué tienen que importar bebés de otra gente cuando ellos pueden hacerlos solos? Eso es un misterio para él, ¿es mamá la que se porta mal? ¿Por qué le dio una paliza al papá cuando pusieron juntas sus partes inferiores? Analista: Se enganchan los autos por las ruedas, no los puede desenganchar porque hace demasiada fuerza en un sentido erróneo y me dice “No puedo”, finalmente los desengancha, me pide a mí que los enganche otra vez y me hace enganchar juntos repetidas veces el auto papá con el auto mamá, después me pide que los ate con un hilito y sale a mostrárselo al papá. Dr. Meltzer: La cuarta vez que sale. Analista: Cuando vuelve hace andar los dos autos juntos, el auto –papá va adelante y conduce al auto– mamá atado, y después hace girar y girar el auto-mamá que queda colgando del hilo. Paciente: Quiere salir. (Se refiere al auto-mamá, hace fuerza
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para romper el hilo). Sacalo. (Imperioso, quiere todo inmediatamente, entonces el auto papá y el auto mamá se chocan y se pelean). Se pelean mucho. Analista: ¿Por qué? Paciente: Porque sí. Analista: No sirve. Paciente: Porque pisó un coche, un chico. Analista: Aparentemente el padre gana la pelea. Aquí termina la segunda hora. Dr. Meltzer: La respuesta que da a la pregunta ¿por qué pelean los padres?, es porque un coche pisó a un chico, esto vale la pena recordarlo. Es la mamá la que se quiere ir pero el papá la sigue sujetando, colgando del hilo. Analista: Esta es la situación real, la madre se quiere divorciar y el padre no quiere. Dr. Meltzer: Vaya lo que saben estos chicos. Vamos a parar un ratito porque esto está muy cargado de información y así la gente puede hacer preguntas. Todo comenzó con su miedo al ventilador, la sesión anterior terminó con la madre que chocaba con un taxi. ¿Alguna pregunta o seguimos? Desde mi punto de vista el material central es el de la tortuga y el coche. El hecho de ensuciarse encima es como un desafío, una actitud desafiante a su aparente docilidad, que él coopera mucho, que es bueno, que es un niño dócil en la superficie pero está reaccionando primero contra la turbulencia en la familia –las peleas–; obviamente hay un conflicto entre él y su padre y entre él y su hermana. La madre aparece como víctima de la sexualidad del padre y se quiere escapar, pero lo más importante es que él se hace encima, sus hijitos. Veamos si hay más acerca de sus hijitos ahora.
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TERCERA HORA DE JUEGO
Analista: Lo trae la madre, llegan alrededor de 15 minutos después de la hora fijada, esta hora es más breve. Entra con un autito distinto de la vez pasada, y me dice “Mirá”. Dr. Meltzer: Se ha hecho un enorme progreso en el contacto con la analista. Los niños hacen intensos vínculos transferenciales. El permitir que un chico haga este tipo de lazos con el analista en las horas diagnósticas es posible que tienda a hacerle sentir como repulsa o rechazo el ser enviado a otro analista. Nunca me tomo más de media hora con un chico en horas diagnósticas porque la misma intensidad del interés es muy atractiva para los chicos, solamente recibo al chico para tener una simple impresión y poder hablar con los padres teniendo esa impresión en mi mente. También con adultos pero con una intensidad menor. También en los adultos hay una especie de sentimiento de rechazo al pensar en la posibilidad de ser derivado a otro analista pero esto se ve mucho más con los chicos, se les hace muy difícil. Si yo hubiese sido su supervisor le habría dicho que era demasiado tarde para mandarlo a otro analista, pues ya es su paciente. 5 Analista: Estas horas de juegos están para cubrir mi ignorancia. Dr. Meltzer: No, es mucho. Dejando que el chico vuelque tanto en las tres horas de la entrevista es prácticamente un paciente, ya hay transferencia establecida. Analista: Entra con un autito distinto de la vez pasada y me dice “Mirá”. Saca los cercos y los mira, sonríe, pone dos autos semiencerrados, el cerco está al revés con las patitas para arriba. Revuelve el cajón y saca un avioncito, lo pone dentro del cerco (el avión chiquito), luego pone el más grande, lo quiere meter también, no puede, el cerco se voltea, finalmente reduce el cerco al mínimo, a cuatro elementos, hay más pero no los extrajo. Hace varias pruebas para meter objetos que evidentemente no caben 5
Ver Referencias Teóricas, pág. 176, “Indicaciones acerca de entrevistas diagnósticas”.
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adentro, parece tratarse de una inadecuación entre continente y contenido, finalmente termina lo que llama el coche hijito dentro del cerco muy apretado, un coche cualquiera que dice que es el coche hijito, muy apretado y el coche papá afuera y un león y un tigre que se tocan por la panza y se dan besitos delante de la construcción. Dice que se están dando besitos. Vuelve al cajón y saca un caballo de plástico que tiene un hilo un poco enredado alrededor, sin intentar desenredarlo me mira y me dice “no puedo”, no me pide que lo desenrede sólo informa que no puede, no lo ayudo en su tarea y lo desenreda solo. Pone el caballito en el suelo, hay que acomodarlo con maña y cierto cuidado para que no se voltee, porque el suelo de mi consultorio tiene una goma con canaletas. Paciente: No quiere pararse éste (caballito). Analista: ¿Por qué te parece que es? Paciente: Porque no. Analista: Tira el caballito dentro del cajón. Saca el revólver, lo gatilla varias veces, apunta al tigre y al león, los hace caer de costado como si los matara. Toma el cerco de cuatro elementos y lo lleva sobre el diván, lleva el auto papá y el auto hijito allí y los quiere encerrar nuevamente los dos juntos, en un lugar donde no caben. Noto que en ese momento tiene las vías aéreas superiores particularmente obstruidas. Queda nuevamente el auto chiquito dentro del cerco y el auto papá afuera, luego invierte la situación pero no le cierra el cerco con el auto grande. Hacen falta más elementos de cerco. Me mira y dice: Paciente: No hay más. Analista: Debe ser alguna otra cosa que no hay más, cercos sí hay, pero hay que buscarlos. Analista: El chiquito saca un enorme revólver de la caja, lo toma con una mano y con la otra el revólver más chico y con ambos le tira a los autitos. El auto hijito se sube arriba del auto papá, luego abre el cerco agregando más piezas y los coloca uno detrás del
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otro. El cerco sigue al revés. Les tira tiros, abre el baulito miniatura del auto de colección que trajo de su casa y quiere colocar ahí dentro el gran revólver que tiene en la mano. La desproporción es mayúscula, llama mucho la atención este intento tan extraño, hecho con tanto desprecio por lo que los sentidos informan, que es imposible semejante cosa. Dr. Meltzer: El hecho de haber venido con su madre, yo diría la seguridad de este entorno maternal, parece que le permite revelar sus ansiedades acerca de padres, padres hombres, padres ausentes o presentes. Parece o un sometimiento homosexual o una pelea con los muertos, pelea a muerte. Esta sumisión o sometimiento homosexual se ve claramente en su intento de tirarle tiros al cochecito con el revólver grande, de meter el revólver dentro del cochecito. Tiene el mismo significado de cuando él mencionó matar a los bebés en la primera sesión. Te está demostrando lo que estaba presente al principio de la sesión, en la primera con su miedo al ventilador, que se transformó en el avión fantasma, también en el padre, en los revólveres, etc., está relacionado con el miedo que le despierta a él ensuciarse encima con sus heces; con que el padre venga a matar sus bebés, su asesino deseo. Analista: ¿Su asesino deseo de ensuciar pañales tiene que ver con que el padre venga a matar sus bebés? Dr. Meltzer: Esto está construido sobre la superestructura de la relación sexual entre sus padres; el ataque sádico del padre sobre los bebés de la madre que ha requerido tener que importar bebés para la mamá porque el papá destruye todos sus bebés internos. No es sorprendente que la mamá quiera el divorcio. Es un chico que piensa mucho sobre las cosas. Demuestra acá cuán tempranos son los caminos a la perversión, las raíces de la perversión. El sadomasoquismo tiene sus raíces primariamente en este entrenamiento de control de esfínteres; todo el asunto del aborto en las mujeres también tiene que ver con esto, abortos espontáneos y abortos inducidos, y los dos, con el matar bebés.
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Analista: El auto hijito se sube arriba del auto papá, abre luego el cerco, agrega más piezas. Paciente: Vos buscá más. Analista: No Juan, yo no voy a buscar. Analista: Busca él aparentemente sin enojarse, saca una muñeca y dice “un bebé”, saca dos monos, me los muestra y dice “¿por qué?”. Entiendo que la pregunta sería ‘¿por qué hay dos iguales?’. Encuentra tres cercas más, cierra el cerco siempre al revés alrededor del papá y del hijito. Parece que los objetos peligrosos quedaran afuera como revólveres y monos. Dr. Meltzer: ¿No diría que los monos son peligrosos? Analista: Encuentra en la caja una estrella de sheriff. Paciente: Quiero mostrarle a mi mamá. Dr. Meltzer: Quinta vez que sale del consultorio. Analista: Y sale del consultorio a la sala de espera con la estrella de sheriff y el auto papá en la otra mano, cuando vuelve deja la puerta abierta, que estaba previamente cerrada. Analista: Por favor, podés cerrar la puerta. Paciente: No. Analista: ¿Por qué? Paciente: Porque no. Analista: Porque no es igualito a porque sí y dudo que ninguno de los dos sirva como contestación. Paciente: Ahora no quiero cerrar. Analista: ¿Será que algo te asustó?
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Paciente: (No responde). Dr. Meltzer: Ahora es diferente. Acá no es porque está asustado sino porque no quiere que su mamá se ponga celosa. Analista: Juan no responde pero hace que el auto papá rompa la cerca y choque a los monos, le llama la atención que por la puerta abierta entra algo de corriente de aire. Paciente: Hace más calor (en realidad hace más fresco). Dr. Meltzer: Una cuestión filosófica es ésta. Analista: Entiendo que quiere decir viento, que hace más viento. Analista: Si cerrás la puerta no va a hacer tanto viento. (Entonces la cierra, queda asombrado y contento cuando se interrumpe la corriente de aire y tira la cerca al suelo). Me parece que entendiste algo y eso es como voltear una cerca. Analista: Juan no manifiesta registro consciente de esta interpretación de prueba. Dr. Meltzer: Ha experimentado la idea de que es posible tener una privacidad con la analista y la analista le dio la idea de que es posible una privacidad sin su madre, sin sus celos. Los problemas de celos están presentes en todo el material, de su hermana, entre sí, de su papá interviniendo también, etc., y ahora el miedo de que la mamá esté celosa de su vínculo con la terapeuta. Analista: Hace que los monos ataquen a los autos, ahora sin cerca, como si dijera ‘si saco la cerca se van a atacar’, los revólveres también disparan, un mono se quiere meter dentro del auto, hace mucha fuerza, se repite la inadecuación entre el tamaño del mono y el de la puerta del auto. Dr. Meltzer: Ahora los monos se han tornado heces como
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las tortugas. Si él puede sentir que su mamá y la terapeuta están unidas, y se siente contenido por ellas, entonces va a usar sus heces no como bebés para competir y desafiar a la mamá, sino como armas para atacar a su padre. Analista: Parece que el mono lo quiere romper todo. Paciente: Sí, aplastados tiene dedos así que hizo este mono, los monos son los señores que chocan. Dr. Meltzer: Los monos representan a los hombres que se pelean entre sí. ¡Cuánto material de pensamiento, procesos mentales y fantasías en sólo tres sesiones! Pero por supuesto Juan tiene 3 años y casi siempre con niños pequeños no psicóticos la facilidad con que manifiestan y vuelcan sus pensamientos es muy sorprendente. La evidencia es la observación, el pensamiento, la fluidez de la formación de símbolos y la pasión de su emoción, es a lo que estamos acostumbrados los analistas de niños. Estos fueron los primeros materiales de Klein, dos años y medio, tres años, fantástico. Tenés un paciente hermoso, muy inteligente. Analista: Por eso el término que él usa para la terapeuta sea “doctora de juguete”. Dr. Meltzer: Ya tuvo la experiencia que esta ‘doctora de juguete’ es una persona extraordinaria, totalmente diferente. Los chicos no psicóticos generalmente toman a sus terapeutas como una persona extraordinaria que demuestra mucho interés en ellos. Un material muy interesante.
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REFERENCIAS TEORICAS
De la causalidad a la significación Desde el capítulo “El psicoanálisis como actividad humana” en El Proceso Psicoanalítico y a lo largo de toda su obra, Meltzer incluye importantes reflexiones acerca del status científico, de la metodología y de la construcción de hipótesis en psicoanálisis. Es llamativo que lo considere como una combinación de actividades artísticas y atléticas: como el artista necesita una continua afinación de su instrumento –la mente analizada del analista– y como el atleta, un trabajo estable ejercido con un esfuerzo permanente, una tensión cercana al límite de la que puede surgir la creatividad al calor de los sucesos de la sesión. La afinación del instrumento radica en la capacidad de registro de la contratransferencia, como condición que se opone a la actuación del analista en el sentido de producir rupturas o transgresiones del método. En el capítulo I de Estados Sexuales de la Mente hace un intento de comparar el psicoanálisis con la investigación en otras disciplinas, que él mismo practicó antes de ser psicoanalista. Considera que tiene un material, métodos propios y datos* que deben evaluarse en su capacidad de generar hipótesis genéticas respecto a la historia del desarrollo de cada paciente. Pero cuando su reflexión lo lleva a tener en cuenta que el método de recolectar los datos, se acerca a la capacidad de “reverie” de Bion, se hace evidente la dificultad de registro y transmisión de los hallazgos. Considera los descubrimientos freudianos como una espiral de datos e hipótesis, que llevan a nuevos hallazgos y a su vez a nuevas hipótesis, en que las teorías son herramientas para el manejo de observaciones (función de notación) y para formular nuevas investigaciones (función hipotética). Los modelos que Freud había tomado de la física, biología, antropología, etc., dieron paso en Klein a modelos del desarrollo más basados en las relaciones objetales y en las distintas modalidades identificatorias. Pero el fundamental cambio de modelos, fue introducido por Bion al separar en la vida mental los espacios y procesos simbólicos de los no simbólicos, de modo que el modelo del desarrollo * La descripción en este orden: material, métodos y evaluación de resultados, es el standard de la presentación de trabajos de investigación de ciencias biológicas.
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se ligó a las adquisiciones de capacidades simbólicas y al otorgamiento de significaciones a las experiencias emocionales. Este punto de vista deja en otro plano la evolución en términos de etapas u organizaciones libidinales y la teoría de las posiciones, salvo en su oscilación PS ↔ D. En esta línea de pensamiento el problema de la causalidad (porque A→ B) se excluye del campo conceptual y por ende de la construcción de interpretaciones, que no son explicativas sino aproximadamente descriptivas; eso es todo lo que es posible frente a la tarea de verter en un lenguaje los fenómenos de la mente. A esto se agrega, en la comunicación escrita entre colegas, el problema de que el uso de palabras corresponde a la gramática superficial que es convencional, mientras que la gramática profunda, que se refiere a los elementos musicales del habla que se adquieren por identificación (1) no es transmisible. (Meltzer usa los términos gramática profunda y superficial no en el sentido de Chomsky, sino de E. Cassirer, que estudió las formas simbólicas preverbales). Meltzer también se basó en las investigaciones de Wittgenstein que intentó definir los límites entre lo que puede ser dicho y lo que solamente cabe ser “mostrado”. Durante la supervisión su insistencia en evitar el uso de explicaciones causales se repite en las intervenciones (1), (2), (3) y (4). Tomo sólo este aspecto porque la riqueza del material y el seguimiento de la fantasía por el supervisor es elocuente y no necesita referencias a ninguna obra particular de Meltzer. La comprensión psicoanalítica del niño está en toda su obra. Indicaciones acerca de entrevistas diagnósticas Aunque el único libro de teoría de la técnica es El Proceso Psicoanalítico, las indicaciones y sugerencias técnicas están intercaladas en gran parte de sus escritos. En ulteriores reflexiones acerca del Proceso (Meltzer, 1994) plantea que sus puntos de vista acerca de la naturaleza del proceso psicoanalítico no han cambiado. Con la perspectiva que ofrece revisarlos veinte años después, agrega algunas reflexiones sobre la interpretación y algunas indicaciones del comienzo del
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tratamiento, número de sesiones, honorarios, etc. Hace especial referencia al diagnóstico e indicaciones de psicoanálisis. Exceptuando a los pacientes psicóticos que no cuentan con apoyo en su medio (familiar o institucional) a los que no acepta, considera que la evaluación inicial provee pocas evidencias para predecir el probable beneficio que obtendrían de su tratamiento. Es por eso que prefiere ser muy breve en esta evaluación y fijar el comienzo del análisis para evitar que las entrevistas diagnósticas se vayan transformando en sesiones psicoanalíticas. Durante la primera sesión da las indicaciones del encuadre (diván, bases principales del método, la regla fundamental) y plantea un período de prueba para evaluar si analista y paciente pueden poner el análisis en marcha. Trata así de eliminar la idea de selección inicial mutua en la que están latentes los riesgos de la idealización recíproca que puede alterar el comienzo del análisis. Sobre la base de estas indicaciones, considera que tres entrevistas diagnósticas son excesivas, porque se estableció una clara recolección de transferencias que hacen aconsejable la continuación del proceso con la misma analista, Meltzer (5).
Descriptores: Adopción. Caso clínico. Entrevista. Psicoanálisis de niños. Supervisión.
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Analista: Laura tiene 17 años. Cursó cuarto año en una escuela tradicional y prestigiosa de la comunidad judía. El primer contacto con ella lo tengo por intermedio de la madre, quien me llama a instancias de su terapeuta, y con la que tengo una primera entrevista a solas por su expreso pedido. En esta entrevista, la madre, una mujer de unos 50 años, muy ansiosa y desorganizada en su locución, de características fundamentalmente aletargadas, expresa la preocupación de observar que su hija está muy quedada, sale poco, está más callada que de costumbre, y permanece la mayor parte del día en el cuarto, a veces llorando. Todo esto comenzó a notarlo cuando la llamaron de la escuela para informarle –a mitad de año– que el profesor tutor había tenido una charla con L. a raíz de que la notaba un poco quedada en el colegio, no sólo en el estudio sino también en su actividad social. En esa conversación L. tuvo un acceso de llanto desbordante que generó una gran preocupación en este profesor, motivo por el cual decidió citar a sus padres. En esa oportunidad la madre se enteró de que su hija –según le relató el profesor– estaba muy mal por la pelea que había tenido su padre con el primo –es un primo del padre, tío de la hija–, socios de la misma empresa y por la cual habían terminado separándose, pero eso había ocurrido ya hacía varios años, aproximadamente cuatro –sin poder precisar la fecha– y a ella se le hacía inexplicable esta situación. Laura lo llama tío por una situación generacional. En la primera entrevista que tuve con L. –fue a mediados de agosto– me encontré con una linda chica, muy callada, con una actitud expectante, cuyo gesto predominante era una actitud de
Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXI - Nº 1/2 - 1999
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interrogación sin palabras. Sabía que venía por esa charla que su madre había tenido en la escuela. Ella había tratado siempre que ese problema no la afectara, pero el hecho que su prima desde el año pasado fuera a la misma escuela la ponía muy incómoda, ya que no se saludaban aunque hubiesen sido muy amigas desde chicas. Esta prima es hija de este señor al cual ella llama tío. Relata que con ese tío y la familia habían sido muy compañeros, no sólo hicieron varios viajes y vacaciones juntos, sino que por mucho tiempo compartieron una casa de fin de semana. Todo eso se terminó con la pelea por la empresa. Este año una compañera le preguntó si era cierto que estaba peleada con su prima, y fue ésta la primera oportunidad en que habló con alguien de ese problema. A sus padres nunca les contó nada porque ya habían quedado bastante afectados desde esa época, en especial su papá que durante un cierto tiempo no había hecho otra cosa que hablar de ese asunto. L. tiene una hermana mayor de 19 años que siempre fue medio problemática. Se analizaba hasta hace un año en que decidió interrumpir el tratamiento; este año dejó de ir al colegio y actualmente trabaja con el padre. Además tiene una hermana de 8 años de quien habla con mucho afecto. Su padre, comerciante de aproximadamente 55 años de edad, es un hombre robusto con quien tuve una entrevista conjuntamente con la madre, después de las primeras entrevistas con L. Es un hombre sumamente excitado, omnipotente y autoritario; muy despectivo para todo lo que tenga que ver con su mujer, a la que culpa de todos los problemas de L. Según él la hija está caída por ver que la mamá está todo el día en la cama, no hace nada, se la pasa fumando y tomando café en un sillón. La madre dice que sin embargo este año estuvo mejor, ya que su depresión lleva mucho tiempo. La relación entre ellos es muy conflictiva, así como todo lo que para uno tiene que ver con el otro, motivo éste que creó cierta dificultad para el tratamiento de L., ya que éste parecía provenir de un interés de la madre. En una segunda entrevista con los padres fue posible conversar sobre todo lo que ignoraban de su hija, porque ella hacía permanentes esfuerzos por no crearles problemas, y de qué manera ellos terminaban enterándose cuando las cosas desbordaban, como cuando los llamaron de la escuela. El padre también está en tratamiento. En algún momento
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hicieron entrevistas de pareja y de familia; sin embargo era muy renuente a todo tratamiento, aunque terminó aceptando las dificultades de su hija y la necesidad de una terapia. Dr. Meltzer: Hasta ahora, la única buena relación que oímos que ella tiene, es con la hermanita menor. Analista: Parte de este malestar estuvo determinado por dos situaciones: en la segunda o tercer entrevista que tuve con L., me contó que el año anterior ya se había sentido mal, que un día había tenido un arranque por escribir y que, releyendo lo que entonces había escrito, se había dado cuenta de lo mal que estaba. En esa oportunidad trajo los poemas a los que se refería, y los mismos evidenciaban un estado de gran soledad y congoja. Inmediatamente después de esto, le escribió una carta a su madre en la que le hablaba sobre la preocupación por su estado de tristeza, y le pedía que se pusiera bien. A esta carta la madre respondió con una crisis de llanto. Era la primera vez que había alguna comunicación de este tipo entre las dos. En otra entrevista, mientras dibujaba en una hoja, escribió Rijte, yo le pregunté qué era, ella se puso a llorar desconsoladamente y me dijo que era su abuela que había muerto el año pasado, y que ella no había podido ir ni al velatorio ni al entierro. De esto nunca había hablado en su casa. En esos días era el aniversario de su muerte, y los padres se sorprendieron cuando ella evidenció con inusual firmeza su interés de ir al cementerio, cosa a la que el padre se venía oponiendo. De su historia infantil habla muy poco; prácticamente es como si toda su vida no existiera hasta el momento de la pelea entre su padre y su tío. Cuando eventualmente se acuerda de algo se queda sumamente sorprendida y angustiada, como si no pudiera creer que está recordando algo por ella vivido. Está permanentemente pendiente de su familia, y por sobre todo de aquello que pueda afectarlos negativamente. Este año estuvo muy preocupada por el abandono escolar de su hermana. La vida familiar es muy intensa aunque no se juntan las familias materna y paterna, y las reuniones con esta última están marcadas por la pelea con el tío, el cual no participa de ninguna de las reuniones a las que ellos asisten. En una fiesta muy importante y con mucha gente, a la que tuvieron que asistir
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juntos, no se hablaron y prácticamente no se saludaron, a excepción de la hija menor del tío –de 8 años– que mantuvo una relación cordial con L. y sus padres. Al finalizar el proceso de entrevistas que se extendió por un período de dos meses y medio, durante el cual veía a L. una o dos veces por semana, comenzamos desde el mes de noviembre del año pasado, con una frecuencia de dos sesiones semanales. Dr. Meltzer: Parece una chica que ha intentado concentrar dentro de sí toda la depresión existente en la familia, como una forma de reparar las relaciones de los demás miembros, y de restaurar lo que en un tiempo sintió que era una situación idílica. Si se fijan en la carta que ella le escribe a la madre, verán que es un intento omnipotente de curar a la madre al hacerse cargo de su depresión; y esta carta, está en contraste con los poemas que ella escribió para sí misma que sugieren más que nada lo mala que ella era. Quizás haya vivido, hasta el momento que surgió el conflicto entre el padre y el primo, con una visión de sí misma de ser buenita. Es un estado mental que se puede ver en la observación de bebés, donde los bebés parecen tener una actitud de que el sol irradia de ellos iluminando a toda la familia con felicidad. De manera que sufrió una desilusión de la previa autoidealización y la idealización de la familia, y tuvo que cambiar la visión de irradiar el rayo de sol de la felicidad, a una actitud de absorber la depresión de la familia, para tratar de curarla. Tengo la impresión que esta chica es muy inmadura, tiene una actitud beatífica, tranquila, casi religiosa, que no tiene nada que ver con la religión judía sino que es una especie de actitud de beatificación cristiana. Sería un poco el cambio del bebé Jesús con esa cara beatífica en la falda de María bendiciendo a todos, a una imagen de Jesús en la cruz haciéndose cargo de los pecados de la humanidad. Es esencialmente un desplazamiento maníaco depresivo en el sentido en que lo describe Abraham. 1 Analista: Sesión de diciembre. Se sienta, me mira con expresión 1
Ver Referencias Teóricas, pág. 204, “Estados ciclotímicos”.
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de interrogación, mira a su alrededor, mira una hoja y le pregunto si quiere dibujar. Dice que hace mucho que no lo hace. Le pregunto si prefiere dibujar así o con colores. Toma la hoja y dice “no”. Comienza a dibujar, parece perdida en las líneas que hace muy lentamente. Después de un rato le pregunto qué hizo; me dice mostrándomelo: “un labio”. Se queda mirando la hoja, el lápiz quieto, parece que se durmiera. A mí me despierta una gran inquietud por saber qué le pasa; después de un rato le digo que parece cansada, muy cansada. Ella responde que sí, que últimamente casi no duerme; que el sábado tuvo cuatro horas y media de examen de literatura, pero no zafó. Ahora va a tener que decidirse qué pasa, si la lleva a marzo; mañana se decide. Cuenta que le tomaron un análisis estructural de un cuento de Borges: “Funes el memorioso”. Lo leyó y no lo entendió, después lo leyó de nuevo pero no pudo terminar. Mientras hace este relato escribe la palabra “Stadtler” Escribe mal el nombre, le falta una letra, la e, es Staedtler. Seguimos hablando del examen, hace un silencio en el cual le pregunto sobre lo que escribió y dice que es la marca del lápiz. Luego comenta que no tiene tiempo de nada, que además de estudiar tiene que ir al dentista, le tienen que poner los aparatos para corregir su dentadura, fue a un control de rutina y se encontró que todo estaba mal y terminó con aparatos. Mientras tanto dibuja una boca con aparatos. Dice que tuvo aparatos no fijos cuando era más chica, pero ahora se los van a poner fijos, va a llevar bastante tiempo. Termina el dibujo. Le digo que ella quisiera que se arreglara tan rápido como hacer el dibujo, y ella dice “así voy a quedar”; los movibles le arreglaron una parte y le desarreglaron otra. Hace un silencio, se queda retraída garabateando el papel. Le pregunto: “¿qué más hacés?” Dice: “no doy más, sólo estudio, espero terminar pronto, suerte que ya me queda poco”. Dr. Meltzer: Parece que ahora el material está un poco más animado, y lo que se puede ver es que no hay sólo una depresión sino también un empobrecimiento de la imaginación. Esta chica está dibujando objetos muy realísticos, objetos de percepción inmediata, objetos de todos los días
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que están alrededor de ella. En este estado se le pide que escriba un análisis sobre una obra de Borges, y esto debe ilustrar lo que ella siente acerca del proceso analítico en el que se encuentra. Si el análisis requiere que ella produzca información, ella va a producir información, pero si el análisis requiere que ella use la imaginación, esto va a ser mucho más difícil o imposible. La explicación de esto puede encontrarse en la boca, no en forma concreta sino por analogía; es decir que la mente de ella está en las mismas condiciones que la boca. Ella dice algo así: “si uno corrige o arregla una parte se desarregla la otra”; de manera que es una misión imposible, y el último comentario significa que sólo está esperando morir. ¿Pedirle a una adolescente de 17 años que dibuje es parte de su técnica o es una variación de su técnica acomodada para facilitar la comunicación de esta paciente? Analista: Lo específico es que con ella siempre surgió un papel y un lápiz arriba de la mesa, en esa oportunidad ella miró y yo le dije si quería dibujar Dr. Meltzer: ¿Le ofreció el diván? ¿Hay un diván allí para que ella use? Analista: Hay un diván... y no se lo ofrecí. Comienza un diálogo: Analista: ¿Tuviste que estudiar mucho? Paciente: Sí, todo... Analista: Ahora lo de todo el año. Paciente: Sí. Analista: Algo pasó durante el año.
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Paciente: No estudié nada. Analista: Estabas en otra. Paciente: Sí (comienza a dibujar redondeles como un racimo de uvas). Sólo espero el año que viene ser diferente. Analista: Ya es algo diferente porque estuviste estudiando lo que no estudiaste durante el año. Paciente: Sí... demasiado. Analista: Algo pasó que no pudiste estudiar antes, que estabas en otra, en otra parte, en otra cosa que te mantenía al margen del estudio y esperás este año ser diferente, que puedas estar más al tanto, más conectada con tus cosas. ¿Qué dibujaste? (ella no dice nada, y yo sigo hablando). Parece una persona, parece que las palabras le salieran de la boca (ella en ese momento ya había terminado el dibujo, ya había hecho la cara, el cuello... esta es una interpretación que yo le hago sobre el dibujo final). Parece que las palabras le salieran de la boca, algo quiere decir, no es claro qué, algo que no querría que quedara adentro, algo que debe ser necesario sacar, comunicar. Debe ser necesario decir para que las cosas no queden encerradas dentro de uno, para que no sea como este año en que quisiste hacer un gran esfuerzo para que no se enteren en tu casa de los problemas que tenías. Este esfuerzo te dejó desconectada y aislada de lo que pasa con tus cosas, como con el estudio y tus amistades, y no quisieras que el año que viene pase lo mismo.
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Dr. Meltzer: Lo que interpretó es que el año pasado, el problema fue que ella no comunicaba lo que sentía, lo que ocurría dentro de ella, y esto era parte del esfuerzo que hacía para evitar que la familia se enterase de cómo se sentía y esto la dejó fragmentada e incapaz de hacer nada. Mi enfoque sería algo diferente porque yo no uso este tipo de técnica. En general le ofrezco el diván a una adolescente de 17 años y solamente les ofrezco papel y lápiz si lo piden específicamente. Yo hubiera interpretado en ese momento –en relación a dibujar, a escribir el nombre del lápiz donde omitió la “e”, en relación a dibujar la boca con los dientes y el aparato, y entre medio hacer estos círculos, que creo que el analista pensaba que se parecían un poco a palabras que emergían de una boca–, lo difícil que era para ella estar conmigo aquí, porque su imaginación está paralizada por pensar acerca
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de algo representado por el lápiz, el nombre del lápiz y esos movimientos con la mano con los que hace los círculos que tiene algo que ver con el hecho de que yo sea un hombre, que haya un pene en la habitación, que excita su mano para actividades masturbatorias, etc. Y, si la paciente no sale corriendo y deja el tratamiento después de esta interpretación, yo pensaría que estamos en marcha. Si ella tolerase este tipo de interpretación, me sentiría en una posición como para hablar entonces del dibujo de la boca como algo que representa su estado mental. La fantasía de la paciente es que ha sido criada de tal manera como para que su mente sea bonita y atractiva, fijando las cosas en un orden muy rígido, así como el aparato dental fija los dientes en una cierta posición. Interpretando o poniendo en palabras la experiencia de su período de latencia, que es una buena chica, que es una chica feliz, que trabaja en el colegio y que complace a todo el mundo, y que esta teoría ha sido fragmentada por el desorden que ocurrió en la familia. Ella ha hecho un gran esfuerzo por sostener su mente como sus dientes, en orden; presentar una imagen que no iba a preocupar a los demás, y tiene temor de que el análisis libere su imaginación y que todo en su mente explote. Trabajo con el supuesto que se trata de una chica que ha estado luchando para preservar su período de latencia e integración a la familia, por medio de una terrible defensa contra la aparición de la sexualidad y la masturbación. Analista: Sesión del mes de enero (tres semanas después). En esta sesión L. comenta que para año nuevo le había escrito una carta a sus abuelos paternos y que al leerla ellos se habían puesto a llorar. A ella la había sorprendido mucho esta situación, sobre todo que le dijeran que no esperaban esa carta de ella. Dr. Meltzer: ¿Hubo una interrupción del análisis durante Navidad? Analista: No. Esto es un mes antes de la interrupción por las vacaciones. En esta sesión cuenta sobre el problema que vivía su abuelo
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materno con su hijo –hermano tres años menor que la madre– ya que se ha desentendido de la empresa en la que son socios, y que no sabe el abuelo cómo darle solución a ese problema. A L. le sorprende haberse enterado recién –hace unos quince días– por una conversación que escuchó que mantenían el abuelo materno y su padre, cuando este problema se da desde julio. Sin embargo ella se había dado cuenta que sus abuelos, a los que no ve mucho, estaban un poco más caídos. Ahora su padre está aconsejándole a su abuelo materno la manera de resolver la situación, de la que su madre opina que su tío, hermano de la madre, es un chiquilín. Dr. Meltzer: La carta que ella les escribió a los abuelos paternos los hizo llorar por alguna razón. Analista: No, ella lo contó así... es un lapsus, la abuela paterna es la que murió el año pasado y el abuelo paterno murió antes, ella no lo conoció. Dr. Meltzer: Nuevamente oímos hablar de cartas que ella escribe y de conflictos y peleas familiares. La impresión es que nuevamente habla del intento omnipotente de hacer la paz a través de las cartas. Analista: En otra sesión siguiente se sienta, me mira, hace una expresión de interrogación, y luego de unos segundos de repente saca un papel y dice: “la carta que escribí a mis abuelos”, y me la da. La carta dice así: “Queridos Bobe y Seide: Ante todo y por medio de este ramo de flores quisiera desearles un muy feliz año nuevo, lleno de paz, amor, con un sin fin de alegrías y millones de soluciones. Además, y como deseo fundamental, quisiera para el año entrante nos caracterice la unión y poder formar una gran familia, donde haya comprensión y podamos compartir las tristezas al igual que las alegrías... Dr. Meltzer: Es un poco como Jesús diciéndole a los apóstoles “Amaos los unos a los otros”.
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Analista: (Continúa la lectura de la carta) ...Sé que no están pasando un buen final, pero quiero que tengan la esperanza y la confianza de que la solución llegará con esmero y con mucha dedicación. Por mi parte quiero brindarles mi ayuda para lo que pueda servir, y mi apoyo y asistencia donde la puedan requerir. Aunque nuestro brindis no sea compartido, quisiera que cuando a las doce levanten sus copas lo hagan con la mano firme y la cabeza levantada, pidiendo por un año mejor sin perder las esperanzas. Los mejores deseos de su nieta que los quiso, los quiere y los querrá siempre. Feliz año nuevo, año nuevo vida nueva, pero sin olvidar las experiencias pasadas”. Dr. Meltzer: La letra parece de una chica de 9 o 10 años. ¿Cómo, tenía una copia de la carta para traerle, o era la carta original? Analista: No, ella todo lo hace con copia, también la carta que le dio a la madre, porque ella tiene su cuaderno donde escribe sus cosas. Dr. Meltzer: ¿Copia con carbónico o lo lleva a una fotocopiadora? Analista: No, lo escribe de nuevo. Dr. Meltzer: Como una buena alumna, como le enseñaron en el colegio: una copia borrador, una copia en limpio, y después hace todas las copias que hacen falta de acuerdo a lo que sea requerido. Analista: Yo le pregunto qué le parece, y ella repite un gesto de interrogación. Una aclaración: es excepcional que ella empiece una sesión hablando sola. Se queda en silencio, la miro, me mira... yo miro la carta, ella mira la carta –que ha quedado sobre la mesa. Después de unos minutos le pregunto si siempre los llama así como encabezó la
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carta (Bobe y Seide), y se da el siguiente diálogo: Paciente: Sí, es la manera de decirles abuelo y abuela. Analista: Claro, ¿y a tus otros abuelos les decías así también? Paciente: Bueno, les decía Bobe Fanny, Bobe Rijte Dr. Meltzer: ¿Cómo los diferenciaba? Analista: Ella contesta así. Entonces yo le pregunto: ¿Y a los abuelos? Paciente: También. Analista: La paciente hace un silencio, suficiente como para dejar en suspenso el diálogo, sin que el mismo implique una interrupción en donde se pierda totalmente el hilo; me mira expectante. A veces he dejado que los silencios se prolonguen mucho tiempo, cuando no eran situaciones de total aislamiento de la paciente –yo podía quedarme toda la hora en silencio. A mi entender esto implicaba la búsqueda de un tiempo de diálogo. Dr. Meltzer: Ella trae los deberes y espera que el analista los corrija y diga: “bien”, “muy bien”, “buena letra”, “buena puntuación”, “buena ortografía”... “buena chica”. Analista: Vos les decías que querías que pudieran compartir más. Paciente: Sí. Analista: ¿Cómo que pudieran compartir más? Paciente: Bueno, yo me enteré recién ahora que ellos estaban mal desde julio. Dr. Meltzer: Lo que significa que ellos deberían compartir
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el problema que tenían, con ella, y ella los va a aconsejar desde su sabiduría infinita. Llega un punto en que uno no puede continuar este diálogo en forma interminable; tiene que interpretarle a la paciente su grandiosidad y cómo es una nenita de 9 años trayendo los deberes; sintiendo cómo es el rayo de sol de la familia, y que la gente sólo necesita aceptar su amor infinito y su generosidad y todos los problemas serán resueltos. La implicación en la transferencia es obviamente que Ud. tiene grandes dificultades para analizarla, y a ella le gustaría ayudarlo. Ella puede decirle exactamente como mejorar la situación. Primero, debe llamarlo por el nombre propio. Segundo, Ud. debe contarle todos sus problemas, ella lo va a aconsejar y a su vez le va a contar los propios. Uds. establecerán esta relación mutua de amor y ayuda infinita, y no va a haber más problemas. Si yo hubiera interpretado lo que sugería al principio, estaría en condiciones de interpretar que ella posiblemente sabe cuál es mi problema, que como todos los hombres yo estoy preocupado por mi pene, y pienso que todas las chicas piensan acerca de mi pene, y compito con todos los otros hombres acerca de quien tiene el mejor pene. Ella me explicaría que los penes no son importantes, que el amor es lo importante. Paciente: Bueno, sabía que algo pasaba pero no tanto. Analista: ¿Tanto? Paciente: Sí, que las cosas le iban tan mal a mi abuelo. Analista: ¿Cómo tan mal? Paciente: Bueno, que quisiera separar la sociedad. Analista: ¿No te enteraste de nada, no le habías escuchado decir nada a tu abuelo? Paciente: No, recién ayer en casa estaba conversando con mamá y papá.
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Analista: ¿Vos estabas cuando ellos hablaban? Paciente: Sí. Analista: ¿Y tus hermanas? Paciente: La chiquitita no sé por dónde estaba, la otra vino un rato y se fue. Analista: ¿La que más estuvo fuiste vos? Paciente: Sí. Analista: ¿Y qué decían? Paciente: Mi papá le aconsejaba que se separe. Analista: ¿Y tu abuelo? Paciente: Le parecía bien, pero le preocupaba que el tío no le pudiera pagar si cerraban la producción, que se quedara sin plata. Analista: ¿Tu abuelo está preocupado por tu tío? Paciente: Sí, nunca supo hacer las cosas bien, cuando abrieron los negocios dejó todo por la mitad y se puso a viajar para exportar. Analista: ¿Y tu abuelo está más preocupado por tu tío que por él? Paciente: Es posible. Analista: ¿Y tu abuela qué decía? Paciente: Nada, estaba callada. Analista: ¿Y tu mamá?
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Paciente: Que tenía que cerrar. Analista: Piensa igual que tu papá. Paciente: Sí. Analista: ¿Y alguna vez dijo algo de tu tío? Paciente: Que era un chiquilín, aunque me lleva treinta años. Tendría que ser de otra manera. Analista: ¿De otra manera? Paciente: Sí, nunca se ocupó mucho del trabajo. Analista: ¿Y a vos qué te parecía? Paciente: Nunca venía a las fiestas familiares, siempre tenía o inventaba alguna excusa. Analista: ¿Excusa? Paciente: Sí, hace años que no lo veo. Analista: ¿Y tus abuelos iban a tu casa? Paciente: Sí, antes venían todos los viernes. Analista: ¿Hace mucho de eso? Paciente: No sé, no me acuerdo. Analista: ¿Antes que dejaran de ir a la quinta? Paciente: No sé, no me acuerdo. Analista: ¿Tus otros abuelos también iban? Paciente: No, sólo a las fiestas.
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Analista: Pero tu abuela Rijte sí. Paciente: Bueno, ella vivió un tiempo en casa pero yo no me acuerdo, no sé por qué. Analista: ¿Pero entonces estaba los viernes cuando venían tus abuelos? Paciente: No sé, no me acuerdo. Analista: ¿Y los viernes venían porque celebraban Shabat? Paciente: No, no creo. Analista: ¿Sólo se reunían a cenar? Paciente: Bueno, mi mamá encendía las velas, a veces las sigue encendiendo. Analista: ¿Y tu papá no dice nada? Paciente: No, la que dice la oración de las velas es mi mamá. Dr. Meltzer: Obviamente los hombres son los que hacen lío, no tienen religión. Paciente: El hombre dice la oración del vino, pero mi papá no la dice, mi mamá dice la oración de las velas. Analista: ¿Y tu abuelo? Paciente: Él no dice nada, no es religioso... No, el que era muy religioso era su papá, él ni prendía las luces en Shabat. Analista: ¿Tu abuelo no? Paciente: No. Analista: ¿Y por el lado de tu papá?
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Paciente: No, tampoco, lo único que mi abuelo no come carne, bueno, sólo carne especial, purificada. Analista: Comida kosher es lo único que come. Paciente: Bueno no, también otra comida, en casa sólo no comemos carne de cerdo... bueno, jamón comemos, lo que no comemos es costeleta de cerdo. A veces mi papá compra comida kosher, el otro día que vino mi abuelo comimos pollo; sería pollo kosher porque él sólo come kosher. Analista: Yo medio sorprendido, al no ser judío y no conociendo mucho la cultura, le pregunto si lo kosher no tiene más que ver con carnes rojas. Me dice: “¡ah!, por eso debe ser que comió pollo”. Dr. Meltzer: Ella tampoco sabe mucho acerca de lo Kosher... Estamos tratando de descubrir una forma de analizar a esta paciente y no es fácil. Tengo una cierta simpatía por el pobre analista. Es un poco difícil encontrar una forma de hablar con esta paciente porque la situación es la de una chica que está –como decía anteriormente– luchando por mantener su propia idealización y la idealización de la familia; la imagen de ella como llena de bondad y amor, y la de la familia como algo unido, compartido, feliz. Ha sufrido una gran desilusión que está tratando de superar sin ningún éxito, porque la familia se está cayendo a pedazos y posiblemente se haya estado cayendo a pedazos siempre. Tiene una sola teoría para entender cuál es el problema, y es que los hombres no se portan como las mujeres quieren que ellos se porten, sobre todo se pelean entre ellos. De acuerdo a mi teoría –la de la paciente– se pelean por esas cosas raras que tienen entre las piernas, que les hace sentir que es mucho más importante que cosas como carne kosher. Analista: O sea que de alguna manera él sigue la tradición de su padre si bien no es como él era, como tu mamá que también prende las velas aunque tu papá no tenga esas costumbres, si bien parece que alguna influencia de la tradición familiar
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conserva ya que de vez en cuando compra comida kosher. Paciente: Bueno yo de eso no sé. Analista: Pero de algunas cosas de la historia familiar, de las costumbres parece que sí. Paciente: Sí, pero recién ahora porque las estamos hablando, no sé si antes las pensé. Analista: Bueno, alguna vez las hablaste o las escuchaste en tu casa. Dr. Meltzer: Posiblemente lo que ella dice sea cierto, que no piensa acerca de nada y lo que el analista hace es hacerla pensar. La mayor parte de las veces las respuestas son ‘no sé, no me acuerdo’; lo que más hace, es mostrarle las cosas que ella observa y lo principal es que las mujeres son buenas y los hombres son malos. De manera que el analista está trabajando muy intensamente para estimular su imaginación, y ponerla en contacto con lo que observa y con lo que siente. Analista: Algo te acordás, algo escuchaste, quizás quisieras saber más, y pudieras compartir más como decís en la carta, las tristezas y las alegrías de la familia. Paciente: Bueno, mi papá me contó que la abuela nació en Polonia y que vino con sus hijos chiquitos, salvo mi papá que nació en la Argentina. Analista: Sabés más cosas de lo que podría parecer. Debe ser una sorpresa que esto se haga evidente, como lo fue para tus abuelos esa carta. Aunque vos ya venías dándote cuenta de las cosas, como de la tristeza de ellos, no parece muy fácil compartirla. Paciente: Sí. Se queda en silencio, un poco angustiada, podría llegar a llorar
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como otras veces lo ha hecho, en silencio, inexpresiva, dejando caer sus lágrimas por las mejillas. Dr. Meltzer: Obviamente el analista ha tocado algo y hay una pérdida (gotea). Analista: Por eso debe ser muy importante esta carta, porque parece que hay muchas cosas que quisieras compartir con tu familia –como las tristezas, las alegrías, la historia y las tradiciones– que deben ser muy importantes, como decís en la carta, sin olvidar las experiencias pasadas porque parece que a veces es muy grande el esfuerzo que tenés que hacer para olvidar o evitar recordar cosas desagradables o tristes. Como verlos mal a tus abuelos y a tus padres, cuando fue la pelea con tu tío. Después surge todo muy de golpe, muy de sorpresa, como el llanto de tus abuelos, y el de tu mamá cuando les escribiste aquella carta; o como cuando después de tantos esfuerzos por no pensar en todas esas cosas vos te pusiste mal antes de que empezáramos a vernos. Dr. Meltzer : Los abuelos de esta chica probablemente sean refugiados de la persecución nazi, y sean éstas el tipo de cosas que nunca mencionen a los chicos, y habiendo alcanzado una cierta prosperidad en la Argentina no se refieran al país de origen, su vida allí y la persecución; pero esta niña siente que son gente que cargan con una honda tristeza. Ella tiene una hermana de 19 años y una hermanita de 8 años. La hermana mayor no se interesa demasiado en las peleas, entra y sale. Hay que tratar de distinguir entre la patología social de la familia y su estructura, y la psicopatología individual de la chica a la que la estructura familiar ha dado forma. Parte de la cultura familiar sería muy típica de lo que pasa con la primera generación de inmigrantes, no sólo aquí, sino también en Estados Unidos y en Inglaterra, que sobreviven porque logran mantener una cierta cohesión familiar y esto les permite tener éxito comercialmente. Una vez que este éxito está consolidado se pelean entre ellos; esto es algo más o menos estándar que se produce en familias de inmigrantes. Pasa en las
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familias hindúes cuando inmigran, no tanto en familias de gente de color porque no tienen éxito comercialmente. También a medida que progresan las generaciones se alejan de la religión. Esto es parte de la cultura familiar. Los años que esta familia pasó luchando, manteniéndose unida, creando alianzas para prosperar comercialmente, son los años que cubren la latencia de esta chica; de manera que durante esos años ella estuvo muy influenciada por estos lazos tan estrechos de la familia. La hermana menor nace cuando la paciente tiene 9 años, cuando ella estaba establecida como “la nena buenita” de la casa, y probablemente entra en ese momento, a funcionar como una madre sustituta en relación a su hermanita menor y aleja de ese modo cualquier cuestión de celos. Se puede ver por la carta que le trae al analista que ella está establecida como “la nena buena” de la clase, y que la forma de aprender en esta época –la del colegio primario– es por imitación, por repetición por tener buena letra, y sobre todo porque en la escuela primaria no se exige mucho el uso de la imaginación. De manera que este período de latencia tan rígido tiene forzosamente que desintegrarse con la aparición de la pubertad, o incrementar su rigidez para resistir la entrada en la adolescencia. Estos problemas familiares parecen haber comenzado por lo que sabemos hace dos o tres años, y ella parece haber usado las dificultades familiares para reforzar el control omnipotente de sí misma y tratar de ejercer un impacto omnipotente curativo sobre el resto de su familia, algo bastante grandioso para una niña de 15-16 años. Esto ha hecho que ella deje de relacionarse con chicos de su edad y fracase en el colegio por no poder hacer su trabajo por una parte, por la preocupación y, por otra, por falta de imaginación. 2 Viene al análisis por deber. Su técnica consiste en mantener los oídos y los ojos abiertos recogiendo información sola, porque en la familia nadie habla de estas cosas; y en escribir cartas que son como epístolas a los creyentes ordenándoles que se amen los unos a los otros, que surgen 2
Ver Referencias Teóricas, pág. 204, “Estados ciclotímicos”.
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de una especie de bondad que ella irradia. En el momento que nosotros estamos discutiendo, ella ha estado viendo al analista por tres meses, y hasta ahora no descubrió qué es lo que el terapeuta quiere de ella y el terapeuta no encontró una forma de hacer contacto con ella; de manera que es natural que eche mano a lo único que conoce y que es establecerse como un miembro de la familia del terapeuta, fuera de la familia pero dispuesta a derramar dentro de su vida –la del terapeuta– el rayo de sol de su buena voluntad, si él le permite que lo haga. Está dispuesta a ofrecer sus consejos e influencia para mejorar las cosas del analista, porque ella está convencida –como lo demuestra el material de la boca y del aparato de la boca– que si se trata de modificar algo en ella, las cosas solamente pueden empeorar. De manera que sería mucho mejor para todos los que están involucrados que sigan su método, que consiste en que todo el mundo comparta sus dificultades con ella, y ella les aconsejará amarse los unos a los otros, ser pacientes, que se acuerden del pasado pero no de las cosas malas, sólo de las buenas, y esperar el futuro con alegría, etc. Les daría un sermón. Desde el punto de vista de la estructura de la personalidad, tanto si ella es el centro de la familia, el sol de la familia, o si ella es la que absorbe todos los problemas de la familia y les da un sermón, lo fundamental es lo mismo, es la grandiosidad; esta grandiosidad está construida sobre la convicción de que ella está llena de bondad y puede irradiarla, y tiene tanta bondad que puede absorber la maldad sin estar afectada por ello. Pero esta teoría tiene un pequeño defecto que descubrió cuando escribió estos poemas, y se dio cuenta lo mala que es. Me parece que ésta es una situación que se puede encarar de varias maneras y la que pueden ver que usa el analista es cuidadosa, muy suave y delicada; tratando de provocar que la paciente obtenga información real y capacidad de observación; estimulándola a que piense acerca de ello, como una forma de superar, sin desafiar su grandiosidad, el sentimiento que ella tiene de poseer todas las respuestas sin necesidad de saber cuáles son los problemas. El desplazamiento de ser el sol de la familia a ser la que absorbe
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los problemas familiares, es un desplazamiento maníaco depresivo. Se pueden encontrar con una grandiosidad muy parecida en chicos muy esquizoides, en los cuales la historia que relatan y cómo han sentido su infancia, sugiere que nunca se han encontrado integrados y en armonía con la familia, y rápidamente se darían cuenta que están en presencia de una personalidad extremadamente frágil. Los pacientes maníacos depresivos no son pacientes frágiles, al contrario; la grandiosidad que surge de estar en estado de identificación proyectiva los hace muy resistentes, en el sentido de endurecidos. Cuando se desafía la grandiosidad de un chico y también de un adulto esquizoide encontramos que desaparece en un sistema alucinatorio e ideas paranoicas, desaparece del análisis. Si se desafía la grandiosidad de un paciente maníaco depresivo, éste va a luchar bastante encarnizadamente para mantenerla. Yo encararía a una chica así, en forma mucho más directa e interpretativa. Las interpretaciones no tendrían nada que ver con la familia sino acerca de cómo ella encara el análisis, sus expectativas y su manera de comportarse conmigo. Yo no cuestionaría la grandiosidad en las cartas a los abuelos, ni siquiera el motivo detrás de lo que le dice a los abuelos; interpretaría el hecho de que trae las cartas como una evidencia de que esto es una instrucción para Ud., de cómo debe conducirse con ella. Las instrucciones dan a entender que si Ud. quiere tener contacto con ella tiene que permitirle que se transforme en un miembro bien informado de su familia, y permitirle que ella le ayude a Ud. del mismo modo que Ud. la ayuda a ella, que debe ser sobre esa base de mutualidad, reciprocidad e igualdad. Me parece que esto está principalmente dirigido a la madre, o sea que es una transferencia materna, que como un objeto materno, se una a ella como otra mujer de la familia para compartir todos los problemas de manejo de estos hombres difíciles que no tienen una religión, y es en ese contexto que yo sentiría que podría explorar con ella esa maldad que le fue revelada en los poemas; esto es, que ella en realidad no entiende nada acerca de la relación entre hombres y mujeres, y en especial sus relaciones sexuales. Lo que pasa con los pacientes que presentan una
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latencia tan rígida –ya sea en un chico de 9 o 10 años o en un adulto de 35 años– es que es muy difícil establecer la relación analítica con este tipo de estructura por dos razones: primero por la tendencia a negar la realidad psíquica, y por lo tanto a negar el significado de las relaciones emocionales, y segundo por la utilización de los mecanismos obsesivos. Cuando hablo de mecanismos obsesivos en especial me refiero al control omnipotente sobre los objetos cuyo objetivo es mantener a los objetos separados, de manera que el problema de las relaciones sexuales entre los objetos no surja. Encontrar este problema en una chica de 17 años que ya no está tan controlada por los padres y que puede interrumpir de un día para el otro, hace este trabajo mucho más difícil; que el analista sea un hombre también hace el problema más difícil. Pienso que este sistema lento y un poco tedioso que el analista sigue –tratando de ayudar a la paciente a pensar, a observar las cosas que dice– no creo que pueda llevar a un éxito terapéutico. El motivo por el cual no puede tener éxito esta técnica es porque la paciente va a seguir confiando en el analista, va a proveer información, va a pensar en la sesión, y después se va a secar, se va a terminar, y va a esperar a que el analista haga una cosa recíproca, o sea que haga lo mismo que ella, que dé información acerca de sí mismo, de su familia, de sus problemas y demás. Yo estaría inclinado a usar ese poquito de información que tengo acerca de los dientes, para tratar de demostrarle que está convencida que no tiene ningún problema que necesite la ayuda de nadie; que no hay ningún problema con los dientes, ella puede masticar perfectamente bien; y que el interés de la familia y del dentista es arreglarle los dientes para que sea más bonita. A ella eso no le interesa. De la misma manera ella asume que concurre a análisis para que el analista la transforme en la chica feliz que fue hace algunos años antes de los problemas familiares, pero que eso es imposible porque ella no puede ser feliz hasta tanto la familia no esté feliz. Ella ofrece entonces dos posibilidades de contacto suyo con ella: uno, que el analista se transforme en una especie de consejero para su
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actividad mesiánica relacionada con la familia, o que Ud. le permita volverse un miembro de su familia contándole a ella en forma recíproca sus problemas familiares, y ella le daría consejos. Así podrían tener una relación feliz e íntima. Pero en realidad ella no está tan contenta con su mente como lo está con sus dientes, porque descubrió que no hay sólo bondad y rayos de sol en ella, también hay una especie de maldad que no entiende y que no sabe cómo manejar. El trabajo suyo, es ayudarla a manejar esta maldad –una parte que no puede reconocer de ninguna manera– que es la grandiosidad en su bondad. Si uno cambia un poco el foco y en lugar de hablar de este sueño de felicidad familiar, lo baja a las ocurrencias comunes de la pubertad y la adolescencia, muchos pacientes adolescentes traen una historia muy similar de que todo anduvo muy bien hasta que ocurrió cierto evento; un buen estudiante puede fracasar por primera vez; una chica puede encontrarse con un exhibicionista; o pueden haber visto una película que tiene algo sadomasoquista. Cualquier tipo de evento puede ser nombrado como el que hizo añicos algo y los desilusionó del mundo y de ellos mismos. En rasgos generales es una presentación adolescente bastante común, y significa que están frente a un comienzo descripto como una desilusión, que les lleva la atención al problema de las ilusiones que tenían que se hicieron añicos. Casi siempre se trata de una desilusión acerca de los padres. ¡Pero para que una chica de 17 años todavía tuviera ilusiones acerca de los padres!.. algo importante no andaba bien. Quiere decir que ha mantenido métodos de proyección, escisión e idealización muy severos, del self y de los objetos, y con ello ha rechazado todas las experiencias de decepción que humanizan al objeto externo y le permite al niño construir dentro de él objetos internos distintos de los objetos externos. Analista: Para mí fue muy importante lo que dijo sobre cómo reaccionan los pacientes esquizoides como desapareciendo, porque esta paciente frente a las intervenciones muy directas desaparece.
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Dr. Meltzer: Pero eso es porque usted posiblemente interprete cosas de afuera en lugar de lo que ocurre dentro de la transferencia. Hay que trabajar en lo que pasa en el consultorio porque si uno interpreta lo que pasa afuera ella va a tender a desaparecer. Analista: ¿Lo mismo con los dibujos? Dr. Meltzer: Sí, porque no es frágil. Ella es dura y muy caprichosa.
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REFERENCIAS TEORICAS
Estados ciclotímicos “Una contribución a la metapsicología de los estados ciclotímicos” (1963), nos muestra a Meltzer trabajando a través de la reconstrucción minuciosa de la historia del paciente, los períodos del proceso analítico y la reproducción de las sesiones de dos semanas de análisis después de las vacaciones de verano. Siguiendo a Freud, Abraham y Klein relaciona las patologías ciclotímicas y las obsesivas, y plantea las diferencias estructurales entre ambas. Desarrolla los trabajos kleinianos sobre estados maníaco-depresivos; describe las configuraciones de los objetos internos y la forma en que se vinculan con la parte del self que predomina. La descripción estructural se vale de una dramática de la fantasía inconsciente que construye a partir del material clínico. Conviene aclarar que cuando se refiere a objetos parciales, establece un uso metafórico de las partes corporales, a partir de su anclaje sensorial para describir las funciones, atributos y capacidades de estos objetos parciales. En este trabajo señala, cómo la voracidad envidiosa ataca y denigra el pecho de la madre interna, a la que despoja de una estructura que es considerada en la fantasía como una continuación del pezón, una estructura similar al pene que se considera la fuente de la fuerza, comprensión y creatividad del pecho. El pecho queda así reducido a una estructura colapsada, sin fuerza, fácilmente atacada, un continente pasivo vulnerable frente a ulteriores agresiones. La estructura pene-pezón se confunde con el pene del padre que es idealizado y transformado en un objeto que despierta voracidad oral, la que se extiende luego a las otras zonas erógenas. Esta es la constelación del mundo interno en la hipomanía. Las manifestaciones caracterológicas de la hipomanía manifiestan esta voracidad polimorfa y una confusión de la identidad sexual, acompañada de una exageración de sus rasgos de modo que lo masculino es fuerte, activo y lo femenino es débil y pasivo. El humor oscila entre el triunfo y el pesimismo, pero están perdidos en ambos casos los valores de la vida y la riqueza de sus alegrías.
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La alternancia de la identificación con el pecho denigrado o con el pene idealizado trae aparejada la oscilación entre la denigración y la idealización del self en los períodos melancólicos y los maníacos. La organización hipomaníaca constituye una regresión desde la organización obsesiva que mantiene los objetos internos indemnes pero controlados y separados para evitar toda relación libidinal entre ellos. En la supervisión, en las intervenciones (1) y (2) Meltzer muestra a una adolescente que se encuentra en una larga latencia, con mecanismos obsesivos de control y separación de los objetos en el mundo interno. En situaciones de ruptura se pone en evidencia la fenomenología clínica que es manifestación de la estructura maníaco-depresiva: la alternancia de la idealización y la grandiosidad con las caídas en el desinterés y la desvalorización que conllevan un mal contacto con la realidad psíquica, un empobrecimiento imaginativo y la imposibilidad de establecer transferencias infantiles cuando predominan las partes del self identificado proyectivamente en los objetos. Cuando en su última intervención Meltzer plantea la transferencia materna, nos remite a lo descripto en El Proceso Psicoanalítico. Esta transferencia de mutualidad, la búsqueda de despertar admiración y ser el “sol” del analista, ser ella quien le ayude en sus problemas, sería equivalente a una “transferencia preformada” en la que intenta incluir al analista en su sistema y su visión de los vínculos, como soporte de su grandiosidad. Podríamos considerarla como un esbozo de dependencia proyectiva (pecho-inodoro) si consideramos que está proyectando en el analista el self infantil que sufre el dolor de no poder salvar a su familia.
Descriptores: Adolescencia. Caso clínico. Latencia. Supervisión.
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Analista: Lucas tiene 11 años y un mes y en el momento de la consulta cursa el sexto grado. Su hermano –Mario– de 8 años y tres meses cursa el cuarto grado en el mismo colegio. Nació cuando Lucas tenía 2 años y ocho meses. El padre tiene 41 años y es comerciante, la madre 35 años y es ama de casa. MOTIVO DE CONSULTA Y PRIMERAS ENTREVISTAS CON LOS PADRES
Los padres consultan por su enuresis nocturna; sólo en esporádicas ocasiones logró controlar esfínteres por la noche. También por frecuentes peleas con el hermano y con ellos. Dicen tenerle miedo, no saben cómo tratarlo. La madre comenta respecto al control de esfínteres que de día aprendió muy rápido; dice: “en diez días aprendió a pedir pis”, y agrega que estando descompuesto –descompuesto significa con diarrea– aguantaba y no se hacía encima. Describen a Lucas como que siempre fue el rey de la casa, se lo acostumbró a tener todo lo que quería y cuando no lo conseguía pegaba. Cuando Lucas tenía 5 años el padre comenzó con un cuadro depresivo severo del cual no ha logrado recuperarse; en dicha oportunidad estuvo un año en cama. En la actualidad está medicado y se encuentra en tratamiento psicoanalítico. Lucas no tolera ver al padre enfermo, y se queja constantemente de las limitaciones que éste tiene. El padre tiene una conducta marcadamente ambivalente con el hijo, no soporta verlo agresivo, lo asocia con su propio hermano con quien tiene
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una relación sumamente conflictiva; aún ahora el hermano suele humillarlo delante de la familia. Lucas suele preguntarle al padre: “¿para vos yo soy el peor, no?”. La madre relata que en una oportunidad ganó una medalla en un torneo de fútbol y cuando el padre la vio le dijo: “¿no se habrán equivocado y era para otro chico?”. Refieren que el paciente es muy celoso del hermano, midiendo constantemente las diferencias de lo que se le brinda a cada uno. Al hermano lo trata de “maricón” y “trolo”. Lucas es obeso, tiene un sobrepeso de 8 kilos, y el padre también lo es. Los padres relatan que a partir de los 5 años ha tenido varios tratamientos –aproximadamente cinco– que han sido interrumpidos por diferentes motivos. Dr. Meltzer: ¿Tratamientos para la obesidad? Analista: No, tratamientos psicoterapéuticos. Los tratamientos han sido interrumpidos por diferentes motivos, pero fundamentalmente porque “le daba fiaca seguir yendo”. Tiene anginas y gripes a repetición. Fue operado de amígdalas a los 9 años. Respecto al colegio los padres comentan que es un chico que capta rápido, pero que no saca sus propias conclusiones. Cuando algo no le sale bien se empaca y no quiere seguir. Tiene muchos amigos y es querido por ellos. A los 9 años, a raíz de juegos masturbatorios con el hermano, Lucas le rompe el frenillo provocándole una hemorragia. El relato que a mí me hacen los padres consiste en que: “Lucas le golpeó con la rodilla el pene a su hermano”. El padre teme que en un futuro el hijo sea guerrillero. Dr. Meltzer: No se oye hablar mucho de la madre, se oye hablar bastante del padre, del hijo y del hermano menor; la relación de este chico con el hermano parece ser una repetición de la relación del padre con su hermano y seguramente también con su padre. Es interesante la cuestión de cómo es que se produce este tipo de relación entre padre e hijo, que es bastante claramente una folie a deux, equivalente a lo que se ve que
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ocurre entre madres e hijas con más frecuencia. Y así como lo que ocurre entre madres e hijas es que frecuentemente la madre proyecta la sexualidad en la hija, ocurre también con los varones como en este caso que el padre proyecta su sexualidad y su agresividad en el hijo, encogiendo su vitalidad en el proceso como una consecuencia de esa proyección. Es probable que esta madre ausente se preste voluntariamente a ser un trofeo en la competición entre los hombres de la casa, muy complacida de que se peleen entre ellos por ella, y ser así el objeto de la posesividad. Uno tiene la impresión que éste es un problema esencialmente pregenital que ha comenzado mucho antes del nacimiento del hermano, que casi no fue afectado por el nacimiento del hermano sino que simplemente continuó lo que venía desde mucho antes. De manera que el síntoma de la enuresis parece ser más que nada una manifestación de su capricho. El no va a permitir que su pene pregenital sea controlado por nadie. Esta manifestación de capricho, en la que un chico trata de imponer su voluntad, es diferente del síntoma de omnipotencia y grandiosidad. La omnipotencia tiene un contenido mental significante. El capricho es más primitivo y tiene menos significado; tiene menos contenido emocional o en términos de fantasías inconscientes; se expresa de una forma mucho más muscular a través del cuerpo, como una especie de capricho en usar la musculatura. Este capricho en usar la musculatura puede tener una relación con ansiedades claustrofóbicas, como un aspecto contrafóbico, como se ven contrafobias en varios cuadros fóbicos que llevan a continuas confrontaciones con el peligro. Este tipo de ser caprichoso tiene muchas veces una calidad contra-claustrofóbica y en este sentido está conectado a la hiperactividad; se encuentra en chicos que tienen una capacidad de formación simbólica pobre y tienen una actividad muscular sin mucho sentido, un poco frenética. De manera que uno de los problemas esperables, es que haya una batalla con este chico acerca de todo tipo de límites 1. Ver Referencias Teóricas, pág. 233, “Sintomatología versus caracterología. Proceso psicoanalítico”. 1
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Analista: Hice un resumen de los datos más significativos de su historia evolutiva. Fue muy dificultoso levantarla, los padres estaban muy ansiosos y les costaba mucho remitirse al pasado. DATOS MAS SIGNIFICATIVOS DE LA HISTORIA EVOLUTIVA
Al año y medio de casados la madre queda embarazada, fue deseado; en el parto hubo sufrimiento fetal, la madre pensó que el bebé iba a morir. Nació por cesárea y con cierto grado de cianosis. Tomó pecho hasta los 2 meses y medio, luego alimentación mixta. Fue destetado al año y usó chupete hasta el año y ocho meses. Dr. Meltzer: No parece ser un buen principio para padres primerizos. Son forzados a una situación de ansiedad excesiva acerca de mantener vivo a este hijo, teniendo en el fondo miedos de que tenga algún problema de daño cerebral o algo así. Esto lleva generalmente a ser demasiado indulgentes y con un manejo débil del bebé y sus demandas. Es una actitud muy común que tienen los padres de cierta edad –de 35 a 40 años– como aquellos que fueron estériles durante mucho tiempo y conciben a un bebé después de un tratamiento por esterilidad, donde el bebé que nace tiene un status en la mente de los padres de una criatura muy débil y frágil. Analista: El control de esfínteres comenzó a los 2 años aproximadamente; usó pañales hasta los 4 años porque no controlaba de noche. La madre comenta que el control diurno lo aprendió en diez días. Respecto a la enuresis Lucas dice que se hace pis porque duerme muy profundo; debido a este síntoma tiene limitaciones para compartir actividades con sus compañeros. Dr. Meltzer: ¿Se moja durante el día también? Analista: No, de noche... limitaciones como ir a campamentos,
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o a dormir a la casa de un amigo. Actualmente está muy preocupado porque teme no poder ir de viaje de egresados. Duerme con la luz encendida, si no no puede conciliar el sueño. Comparte el cuarto con el hermano. Caminó a los 9 meses; lo describen como muy inquieto, no era de ponerse en situaciones de riesgo ni era frecuente que se golpeara mucho de bebé. En relación a enfermedades, a partir de los 2 meses tuvo bronquitis espasmódicas a repetición hasta el año y medio; los padres piensan que fue por bajas defensas. Dr. Meltzer: Él se cuida mucho –también los padres lo cuidan mucho– y más o menos hace lo que se le antoja. Probablemente el compartir la habitación con el hermano sea un factor importante de la enuresis; la regresión en la época del nacimiento del hermano posiblemente ha continuado mediante una relación nocturna muy estrecha entre ambos; pero pensaría realmente que la enuresis no es un gran problema de por sí sino que es un problema de carácter. Uno de los problemas puede que esté en lo que él llama dormir muy profundamente, que puede significar algo así como estar en identificación proyectiva con un objeto, o sea que está durmiendo dentro de un objeto interno. Si bien parecería que la enuresis le impide actividades con los amigos, ir de viaje, dormir en casa de amigos, etc. es probable que haya otras ansiedades acerca de esas actividades que están enmascaradas por la enuresis. El tipo de cosas que se encuentra en chicos que no pueden ir al colegio y se los tilda de fobias escolares, son en realidad temores que estos chicos tienen de dejar un hermano menor al mando de la casa. Querría saber un poco sobre el tipo de carácter del hermano, y cómo maneja la agresividad de Lucas 2 . Analista: El hermano es un niño con características fóbicas sumamente importantes, no se quiere separar de la madre, la que Ver Referencias Teóricas, pág. 233, “Sintomatología versus caracterología. Proceso psicoanalítico”. 2
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contribuye a esta situación ya que no se agencia de personal que maneje la casa y cuide a este segundo hijo. Lo habitual es que –por ejemplo– la madre traiga a Lucas a sesión junto con el hermano. Ella hace de transportista de ambos hijos a todas partes. Dr. Meltzer: De manera que el hermano parece estar más identificado con el estado colapsado del padre, y por ello da la idea de que se somete a la agresividad de Lucas. ¿Sabe por qué lo llamaron Lucas, por el abuelo o por alguien de la familia? Analista: No sé, no conozco la razón, pero creo que no tiene nada que ver con ningún familiar. COMIENZO DEL TRATAMIENTO
Comienza su tratamiento en el mes de marzo del ´90 con tres sesiones semanales. Quiero describir algunas características que observo en él cuando llega a sesión: es usual que llegue agitado como si hubiera subido corriendo por las escaleras; al entrar habitualmente me avisa que va a pasar al baño, allí se demora durante bastante tiempo –en algunas sesiones durante 10 minutos– y yo escucho desde el consultorio ruidos de grifos abiertos, diría lavabo y bidé. Viene a sesión desde el colegio, generalmente la ropa está manchada, descosida o rota. La sensación que tengo es como si hubiera estado tironeándose o luchando con algún compañero. A veces llega comiendo alfajores o golosinas, y parece que más que comer engulle. No come en sesión, llega a sesión terminando de comer alguna golosina. En las sesiones de los primeros meses se muestra colaborador, demuestra interés en saber acerca de sus problemas, y tiene una conducta afectuosa y tierna. La violencia que los padres le atribuyen no ha aparecido en las sesiones, sí aparecen momentos depresivos en que es habitual que se tire sobre un almohadón y se quede profundamente dormido. Quiero agregar que varias veces al terminar la sesión no podía despertarlo.
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Dr. Meltzer: ¿Al despertar estaba confundido? Analista: Sí... Dr. Meltzer: Así que hay tres fenómenos principales hasta ahora, uno la forma en que entra a la sesión, corriendo, engullendo, como si hubiera tenido una pelea, yendo al baño; el segundo sería la forma más cooperativa que él presenta, que es aparecer tierno e interesado en lo que pasa; y el tercero es el retiro cuando se va a dormir, que es un momento en el que está inaccesible, difícil de despertar. Analista: Ha demostrado un cierto fracaso para desplegar ciertos juegos, torres que se le vienen abajo, papeles que se le agujerean de tanto borrar, dibujos que –según él– le salen mal y que por lo tanto los hace un bollo y los tira al cesto de la basura. No es habitual que borre, cuando él piensa que está mal no borra sino que hace un bollo inmediatamente y enojado arroja el papel; a veces no borra nada, y cuando borra lo hace con tal fuerza que termina destruyendo el papel. En esos momentos dice “soy un fracasado”, o “un boludo, hago todo mal”, y se tira al piso. Dr. Meltzer: Usted esto lo pone al final de la descripción, ¿pero no corresponde más al principio de la descripción, al momento en que se retira, se duerme y se hace inaccesible? Analista: Sí, seguramente... Dr. Meltzer: Supongamos que Ud. toma toda esta descripción y piensa su entrada en análisis como un modo de representar o repetir inmediatamente la forma en la que él entró en la vida postnatal. Estaba bastante aporreado por el trabajo de parto y de repente lo sacan por la cesárea; inmediatamente comienza a evacuar su ansiedad de nacimiento por estas formas de incontinencia: orinar, defecar o gritar, pero después encuentra el pecho; cuando encuentra el pecho lo chupa en forma muy cooperativa, muy cariñosa hasta que de repente evacúa sus heces, se depri-
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me y se duerme profundamente; es un desempeño que se puede ver en el primer o segundo día de vida. La forma en que los chicos comienzan la sesión, que en general es repetitiva, es siempre muy importante; es importante porque siempre tiene una referencia a algo muy primitivo y estos elementos no se prestan a la interpretación, pero gradualmente la evidencia aparece en la transferencia y después sí se prestan a ser comprendidos e interpretados. Analista: Transcribí la primera hora de juego, que acá habitualmente tomamos en la etapa diagnóstica, y tengo las sesiones... La alternativa es: o vemos la hora diagnóstica o pasamos a la sesión. Dr. Meltzer: ¿Qué tiempo transcurrió entre la primera hora de juego diagnóstica y el inicio del tratamiento? Analista: Tres meses, porque la familia me contactó en diciembre y después vinieron las vacaciones, por eso el chico inició el tratamiento en marzo... Dr. Meltzer: Estamos tratando de seguir la cronología, y como la primera hora diagnóstica ocurrió tres meses antes de la primera sesión, vamos a escuchar acerca de esta entrevista y luego escuchamos la sesión. Analista: Bien, leo la hora de juego diagnóstica. Entra al consultorio detrás de la madre, viene agitado, tosiendo mucho. Es muy rubio y de tez rubicunda. La madre me explica que subieron por la escalera porque el ascensor estaba trabado en otro piso. La madre se va, yo me presento a Lucas y le doy la consigna. Mira los elementos. Dr. Meltzer: ¿En qué piso está su consultorio? Analista: Ocho. Dr. Meltzer: ¿Pero él habitualmente toma el ascensor? Analista: Sí, pero ese día no pudieron hacerlo porque el ascensor
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estaba trabado en otro piso. Dr. Meltzer: ¿Está segura que siempre toman el ascensor? Analista: Sí, porque yo tengo dos entradas distintas: una para el ascensor y otra por la escalera, o sea que de eso estoy segura... Si no, hubiera dudado. Dr. Meltzer: Cuando vino con la madre apareció por la entrada que da a las escaleras. Analista: Sí, sería la entrada de servicio. Lucas me dice: “voy a dibujar”, se queda pensando... “no sé, siempre tengo una duda cuando voy a dibujar”. (Ver dibujo página 232) Toca a un muñeco y a una jirafa, los deja; toma un auto amarillo: “a ver este auto...”, lo coloca frente a él, lo va mirando y dibujando. Lo primero que hace es el frente del auto, se detiene mucho en hacer los faroles, y me dice: “quería hacer otra cosa y me salió un vidrio”, refiriéndose al parabrisas del auto. “¿Vos de qué cuadro sos?, yo soy de Boca”; dibuja el parabrisas y comienza a pintar de verde el auto. Mira el auto comparándolo con el que dibujó y dice: “nada que ver con este auto, además el vidrio...”, refiriéndose al parabrisas. Yo le pregunto qué le pasa al vidrio, “nada” dice, y guarda los marcadores. Falta uno, lo encuentra y lo guarda en la caja. “Ya está”. Mira la hora, toca algunos juguetes y dice: “a veces uno piensa y tenés muchas cosas para dibujar, y otras pensás y no te sale nada. Éste que yo hice parece un auto viejo, de todos colores. Un “bugatti”. Toma dos soldados, los enfrenta y comienzan a tirarse tiros. Los deja. Toma una madera y... le coloca encima un muñeco, que se cae porque estaba inestable. Hace ruidos con la boca como si largara chorros; toma un “Hombre Araña” y un cable de electricidad que había en la caja. “A éste lo ato con el cable porque había sido muy malo, había matado al defensor”. Enrolla con el cable todo el muñeco, toma un hilo y se lo ata alrededor del cuello, lo enrolla en la cabeza y en la mano del muñeco; dice: “lo hicieron momia”. Lo deja a un costado y toma dos autos. Me pregunta: “¿éste es de la misma colección que éste?” refiriéndose a dos autos de carrera y le digo que sí. Vuelve a tomar el muñeco que hizo momia y una hoja, me
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pregunta: “¿lo puedo pegar acá?”, y comienza a verter plasticola en la hoja pegando al muñeco encima. Dice: “pero le hacían algo peor, lo pegaban”, y ahí le saca el cable y el hilo al muñeco; lo vuelve a pegar, “le hacían una tortura peor, le hacían una cama de plasticola”. Embadurna con plasticola toda la hoja, su expresión es una mezcla de placer y sadismo. Hace exclamaciones, sobre todo cuando sale el chorro de plasticola con fuerza; dice: “cuando se seca, es lo más bueno”. A pesar de que el muñeco está tapado con plasticola él sigue apretando el pomo hasta que no queda nada; todo el tiempo resopla como si le insumiera un gran esfuerzo lo que está realizando. Dice: “voy a poner otro soldado”, agrega al enchastre otro muñeco. “A éste lo pegaron porque tenía una ametralladora y quería matar. Lo pegaron por esa única razón. Ahora cuando se pegue va a ser lo mejor de todo. A éste lo enterraron –señalando al soldado–, ya murió. ¿No tenés de otro color la plasticola?”. Hasta ahora había usado la blanca, ahora encuentra la roja; dice: “digo, porque si no va a quedar feo, de River... Bah!, digo, era la sangre de la gente.” Acto seguido Lucas vacía sobre los muñecos el frasco de plasticola roja, se lo ve desplegando una actividad muy placentera; dice: “de tanta sangre que le salía al soldado... ¿no tenés otro color? Ah!, un azul. El primero estaba vivo –refiriéndose al primer muñeco que pegó, el Hombre Araña– pero el que estaba vivo no podía salir, la tortura era esa, y ésta”, acerca un cocodrilo al enchastre y dice: “pero el cocodrilo tocó esto –el enchastre– y se aleja”. Ahí le comunico que vamos a continuar la próxima vez –tomé una segunda hora diagnóstica– y él me pide que esto se lo guarde en un lugar muy seguro, porque quiere volver a ver cómo quedó todo cuando se secó la plasticola 3 . Dr. Meltzer: El contenido de este tipo de actividad no es muy excepcional para un chico de esta edad, lo que llama la atención es que es muy activo y que no tiene ninguna noción de la presencia de la analista como un ser humano 3
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que está observando y pensando. Ud. es simplemente un guardián de esta juguetería y él está jugando completamente indiferente acerca de lo que Ud. piense o sienta del contenido de su juego. Uno tiene la impresión general de que es una transferencia bastante temprana hacia padres que observan cómo el chico juega y que están permanentemente aprobando lo que el chico hace, diciéndole: “muy bien, muy lindo, muy simpático”, y si él está torturando al hermano menor o matando al padre ellos siguen diciendo: “muy bonito, muy lindo juego, muy simpático, buen chico”. Es evidencia de que este chico es muy egocéntrico, que no se da cuenta o que no le interesa qué es lo que otra gente piensa o siente, y que funciona a un nivel pre-mental, a un nivel eminentemente práctico y realístico, en un mundo de cosas que pueden ser poseídas, controladas, manipuladas, explotadas, etc.; en un mundo de cosas y no un mundo de gente. Si pensamos en términos de reconstrucción de las sesiones –como habíamos hablado antes– de cómo empieza la sesión, cómo juega, cómo se siente que fracasa, cómo se duerme, etc., haciendo un paralelo con la experiencia del bebé recién nacido podríamos decir que el énfasis está en lo que llamo un juego cooperativo, en la superficie es un juego cooperativo. Y es solamente el contenido del juego el que es espeluznante. Imagínense ustedes, si pueden, un bebé que se alimenta del pecho de la madre con una fantasía de que está extrayendo todo lo bueno de ella y dejando a sus bebés internos muriéndose de hambre, pegados en la plasticola o en las heces o en lo que sea, mientras la madre sólo ve una mamada tranquila y deliciosa. Así se pueden imaginar a la madre que dice “tómalo todo, tomá todo lo que haya”, y lo que el bebé oye como “no dejes nada para los demás bastardos adentro mío, que son del otro equipo, son de River”. Después de una mamada que representa tal asalto a la mamá, es fácil imaginar que la defecación para el chico va a contener una madre destruida y vaciada. Este es un dibujo bastante bueno para un niño de 11
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años, no tiene mucha imaginación pero técnicamente está muy bien hecho, y sin embargo él se siente sinceramente desilusionado; al mismo tiempo está encantado con lo otro que hizo. Está desilusionado con el producto de su trabajo constructivo, aunque técnicamente es muy bueno, y está excitado y orgulloso por su imaginación destructiva. Obviamente maneja muy bien los materiales de juego. Analista: Quisiera mostrar un dibujo que creo que es significativo, fue un dibujo libre... y quisiera hacer algún comentario de lo que a mí me ocurrió con este dibujo. Es de la etapa diagnóstica... él dice que va a dibujar un subterráneo... comienza a hacer las líneas. Después que lo empieza a dibujar dice que no, que no va a hacer un subte, “voy a hacer otra cosa”, y pone nuevamente mucho énfasis en el vidrio –como pasó con el auto– y luego le agrega el cartel de “Ómnibus”. Todo esto dice que es el frente del ómnibus, todavía no había hecho esas cabezas ni el escape. Lo mira, y dice: “quedó re mal, tiene ruedas cuadradas, son muy altas –se queja– no me quedó bien”. Le agrega una rueda de cada lado y dice: “algo le falta”, y le agrega un caño de escape humeante. Yo ahí me sentí confundida, porque comencé a pensar que había dibujado la parte trasera, él había dicho antes que era la parte delantera. Entonces le agrega esos semicírculos y dice que es el pelo de los chicos que van adentro, y que bueno, que es la parte de atrás de un ómnibus. Lo traje sobre todo por esta vivencia de confusión que tuve 4. Dr. Meltzer: Es un buen ejercicio de caligrafía, es prolijo, está hecho muy precisamente ¿no?, él borró las ruedas y lo arregló... Analista: Sí, sí... él lo arregló. Dr. Meltzer: Hay una pequeña asimetría acá que hay que buscarla para verla, pero está muy bien hecho como el auto. Analista: Me impactó el cambio de subterráneo a ómnibus, y 4
Ver dibujo, pág. 232.
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también de la parte delantera a la trasera; en un momento me sentí confundida. Dr. Meltzer: Este saltar de una cosa a otra, de cambiar de una posición a otra también parece manifestarse al principio de la sesión; antes que él se instale en una posición más sádica se mueve bastante, posiblemente sea evidencia de un residuo de una hiperactividad más temprana. Es un chico inquieto, esta inquietud no parece en este momento una falla de formación simbólica, parece más que nada una insatisfacción con lo que produce. Cuando trata de hacer algo constructivo está siempre desilusionado, pero cuando hace algo sádico se pone muy contento. Entonces hasta ahora tenemos evidencia de cómo se relaciona o no, con la analista, la inestabilidad de sus funciones mentales, sus fuertes tendencias sádicas –como decía antes–, y también el sadomasoquismo expresado por esta muñeca que se cae y es olvidada en el juego del principio. Vamos a la sesión. Analista: Apenas entra me avisa que va a pasar al baño, pero en realidad entra al consultorio. Una vez allí dice: “mirá mi pistola” y saca del bolsillo un revólver de papel plegado similar al dibujo; “¿qué te parece mi pistola?, mirala bien mientras yo voy al baño”. Dr. Meltzer: Algo para tenerla ocupada... mientras yo me voy a orinar vos quedate aquí y pensá en mi pene. Analista: Me la entrega. Desde el baño se oyen ruidos de agua que corre. Vuelve. Paciente: ¡Viste qué pistola!, la hice en el colegio, ¿qué te parece? Analista: Pienso que querés que te diga cómo está tu pito, vos temés que no esté bien, que no esté bien hecho por el pis que se te escapa. Paciente: Esta pistola se la copié a un amigo y me salió. A mí
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ni se me hubiera ocurrido hacerla. Dr. Meltzer: Eso parece ser cierto, se está quejando en cierto sentido de su falta de imaginación con esto de copiar la pistola de un amigo. Cuando está orgulloso de su pene es porque está orgulloso de haberse identificado exitosamente con otro chico. Esto parece indicar que hay una predisposición a un deseo de ser parte de una pandilla, de admirar al miembro más agresivo de la pandilla, transformarse en la mano derecha del líder. El énfasis no es tanto en la agresión sino en la imaginación, que es la imaginación del líder, la capacidad de tener fantasías, lo que lo hace líder. Analista: Yo creo que te sentís distinto a los otros chicos que no se hacen pis, y querés que te ayude a tener una pistola como vos suponés que es la de los otros chicos, que retenga el pis. Paciente: ¡No! (protestando) esto es un logro (refiriéndose a la pistola que trajo), me costó mucho hacerla. Pero mejor voy a hacer otra, ¿me la puedo llevar para mostrarla en mi casa? Dr. Meltzer: O sea que él rechaza la interpretación porque está interesado en el logro que consiste en hacer una pistola como la que trajo, la que hizo el amigo, o sea que va a usar la sesión para repetir ese logro y hacer otra pistola que después se puede llevar a la casa. No le dice a la analista que se calle ni la ataca, sino que simplemente reacciona al hecho de que la analista no admiró la pistola que le presentó, pero eso no importa porque él va a hacer otra, se la va a llevar a casa, se la va a mostrar a mamá y mamá lo va a admirar, le va a decir: “muy lindo, ¿a quién mataste con esa pistola?”. De manera que lo más importante quizás para interpretar es que él no puede pensar cómo hacer cosas que produzcan la admiración, y que lo único que puede hacer es imitar lo que hacen los otros chicos. El caso de un chico de 11 años que le entrega a uno la pistola y luego se va a orinar, corresponde a un chico que no se siente capaz de tener fantasías y deseos eróticas por
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sí mismo sino que solamente puede excitarse mirando figuras pornográficas. Yo posiblemente hubiera interpretado algo así, que en este momento no está tan preocupado acerca de mojar la cama sino más que nada en tener erecciones. Analista: Yo sé que tenés muchas ganas de demostrar a tus padres que podés hacer cosas bien, pero vos sabés que las cosas que hagas acá van a quedar en la caja. Él comienza a plegar una hoja para hacer otra pistola. Trabaja con mucha dedicación, el plegado de la hoja le insume bastante tiempo. Mientras está plegando me pregunta: Paciente: ¿Vos sos cristiana?, porque así veo si puedo hablar de Jesús. ¿No te parece que Jesús era visto como un demonio cuando caminó sobre el agua? Analista: Como todavía no me conocés, querés saber cómo soy yo para ver si podés hablar de miedos que tenés, por ejemplo el miedo de ser una especie de demonio por el aguapis con que te mojás a la noche. Paciente: Mi tío tiene una Magnum... Dr. Meltzer: Esto es un poco inesperado, porque después de preguntar si usted es cristiana habla de una visión un poco sacrílega de lo que es Jesús caminando sobre el agua. Me parece que es demasiado interesante para interpretarlo inmediatamente, yo querría explorarlo mucho más antes y ver qué tiene que ver con la producción de esta pistola en la que está trabajando. Yo estoy en la misma longitud de onda de su interpretación, sólo que pienso que no solamente él está orinando sino que también está pensando en la erección, y que Jesús caminando sobre el agua y no cayéndose adentro, es más la representación de una erección que la caída en el agua. Paciente: Mi tío tiene una Magnum, mi primo una vez me la mostró. ¿Sabés que mi papá tiene dos revólveres?, yo sé que están escondidos, yo sé dónde están, pero no hay problema...
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(como tranquilizándome) ...están descargados. Dr. Meltzer: ¿Qué quiere decir? que usted no se preocupe de que él las va a encontrar pero no va a matar al hermano, que aun cuando encuentre los revólveres no va a poder usarlos contra nadie porque están descargados. Analista: Yo además me preocupé... Dr. Meltzer: Así que el material se va moviendo en una dirección de primero las erecciones y ahora el semen –las municiones– cuando le dice a la analista que no se preocupe, que no tiene semen, de manera que no hay ningún peligro de que nadie se embarace. Participante: Ese “no hay problema” cuando habla de los dos revólveres del padre, ¿puede tener relación con la depresión del padre? Dr. Meltzer: ¿La preocupación de que el chico se sienta suicida? Participante: No, la preocupación del chico acerca del padre. Dr. Meltzer: Es una posibilidad... no entra muy bien en el material, pero no es difícil imaginarse de que eso sea cierto. No está muy seguro en este momento si la masturbación ayuda al desarrollo del pene o si interfiere con el desarrollo del crecimiento del pene, porque parece que él se ha estado masturbando como enseñándole, instruyendo al pene a que se mantenga erecto. Y la única manera en que lo puede hacer es imitando lo que hacen otros chicos, que posiblemente sea pidiendo prestado de otros chicos las fantasías o las revistas pornográficas. Analista: Quería hacer un pequeño comentario: en una sesión más adelante Lucas me dijo que el padre le había contado que no podía tener más hijos porque estaba tomando mucha medicación.
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Dr. Meltzer: ¿Para qué se lo dijo? ¿Para tranquilizarlo? Analista: Y... porque es un hombre muy perturbado manifiestamente, y tiene este tipo de actitudes con el hijo. Dr. Meltzer: Es como si el padre le dijera: “no te preocupes, los ruidos del dormitorio que escuchaste anoche... no te hagas problemas, no es nada serio”. Analista: Yo creo que estás preocupado por saber cómo son otros pitos, también comparar cómo es tu papá y otros hombres de tu familia. Te preocupa no verlo fuerte a tu papá. Dr. Meltzer: Tiene posiblemente algo que ver con la circuncisión y con la pregunta de si usted es cristiana. Paciente: A éste... (se refiere al revólver que estaba haciendo en sesión) ...le falta algo, ¿me ayudás?.. (piensa mientras observa la pistola) ¿Sabés qué le falta?, le falta un gatillo. ¿Me ayudás a hacerlo? Lucas pliega el papel para hacer el gatillo, y me pide que lo ayude a pegarlo en el lugar adecuado. O sea que entre los dos, terminamos... Dr. Meltzer: Usted está obviamente determinada a analizar su enuresis 5 . Analista: Sí... Luego yo me di cuenta que estaba muy presionada por el síntoma. Dr. Meltzer: No se preocupe, no es usted la que tiene que lavar las sábanas 6. Analista: Parece que pensás que tu pito está incompleto, que le falta algo como un gatillo, o sea algo que te haga controlar la salida del pis. Ver Referencias Teóricas, pág. 233, “Sintomatología versus caracterología. Proceso psicoanalítico”. 5, 6
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Dr. Meltzer: Creo que tiene que ver con circuncisión, y demás. Lo más importante indudablemente en este momento, es la forma en que se relaciona con la analista y la transferencia materna focalizada en su pene. Hay una transferencia materna muy intensa que está focalizada en el deseo de Lucas de mostrar su pene, de que su madre lo admire y que le dé permiso a mostrarlo y ofrecerlo como un producto que los demás puedan admirar 7. Participante: Estaba pensando si no tendrá algo que ver con el frenillo que le rompió al hermano. Dr. Meltzer: No nos vamos a preocupar por el pene de este chico, nos vamos a preocupar por la transferencia. Lo que nos debe interesar es la calidad de la relación con la analista como una madre, y el uso que quiere hacer de ella, y si esto que quiere favorece de alguna forma su desarrollo. Yo le diría “vos querés que yo me interese por tu pene y pensás que el pene es algo muy interesante, pero a mí me interesa mucho más tu mente, porque tu mente no puede trabajar bien, porque no pudiste encontrar tu propia manera de hacer una pistola y tuviste que copiar la de un amigo”. Es algo parecido a cuando viene un paciente adulto que se queja de impotencia, que hay que decirle que no nos preocupemos de su impotencia, cuando su mente trabaje bien su impotencia se va a curar, así que no nos ocupemos de su pene por el momento. Es un material muy interesante 8. Analista: Quiero hacerle una pregunta: ¿este pedido de que yo le ayude a hacer el gatillo puede tener que ver en la transferencia con un pedido de que yo le ayude a construir un esfínter mental? Dr. Meltzer: Bueno, cuando un chico pide que le ayude a hacer algo para él que está claramente en el interés de desarrollar o representar una fantasía particular, y lo que le pide es algo que el chico no tiene la capacidad física Ver Referencias Teóricas, pág. 233, “Sintomatología versus caracterología. Proceso psicoanalítico”. 7, 8
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para hacer, yo lo voy a ayudar. Esto ocurre muy raramente, sólo con chicos muy chicos. En este caso yo no lo ayudaría con el gatillo, yo le diría algo como “a mí me tenés que dejar observar, pensar y hablarte, no estoy acá para ser tu asistente de construcción de gatillos”. Antes de que exista un poco de progreso analítico tiene que establecerse la situación analítica, y él no está cooperando analíticamente con Ud. Hasta ahora lo que ocurrió es que este chico viene y juega en presencia de la analista, la usa de distintas maneras para que lo admire, y lo ayude; por eso obtiene tanta cooperación aparente de él. Ud. no ha impuesto los límites, todavía Ud. no insistió en su manera de hacer las cosas y sólo interpretar. Por ejemplo cuando usted le dice que él está preocupado porque no puede ver a su padre como un hombre fuerte, la respuesta de él es: “sí, acá falta una pieza”. Yo le diría: “esperá un momentito, parece que no escuchaste lo que te dije”. Y entonces él diría: “sí, te escuché,... acá falta algo”, pero habría que interrumpirlo y decirle “no, no, parece que escuchás pero no me oís”. “¿Por qué, qué dijiste?” Analista: Segunda sesión de la misma semana: Paciente: ¿Sabés que si mi tío se va a Estados Unidos me va a traer un avión re grande? Pero hay un problema que es lo que hay que pagar, un montón... porque si no, en la aduana te lo descubren... Dr. Meltzer: Espera que el tío lo traiga de contrabando... es parte de la cultura pero no es parte de la cultura analítica que sepamos, a menos que él piense que se le da plata a la analista para que no diga cosas que pueden molestar al querido niñito. Acuérdese que ya lo sacaron de varios tratamientos porque él no quería ir porque no le gustaba oír lo que le decían seguramente. Analista: Busca en la caja hasta que saca la pistola que hizo en la sesión anterior. La mira, la observa, dice: Paciente: Voy a hacer otra. (Mientras pliega el papel comen-
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ta). La que traje ayer acá es una porquería, es re chiquitita. Analista: Algo tuyo que creías que era bueno enseguida pasa a ser una porquería, te pasa con todas tus cosas, con tu cuerpo, con tu pito. (Él acá se estaba refiriendo a la pistola que había traído del colegio). Paciente: La que hice acá está re buena. (La observa con admiración y entusiasmo). Dr. Meltzer: Acá es la oportunidad de mostrarle que hizo una copia de lo que hizo el otro chico. Analista: Será porque te ayudé a hacerla, eso te hace sentir más seguro. Paciente: El otro día le regalé a mi hermano un revólver y él después no me lo quiso prestar, entonces se lo rompí, se lo hice mierda por amarrete y él lloró. “¿Vos te pasás todo el día acá?, ¿sin salir, encerrada?”. (Comienza a escribir, con un marcador rojo “Fire” en la pistola). Analista: Cuando te acordás de la rabia que te agarra y de las ganas de hacerlo mierda a tu hermano, querés salir corriendo. Me parece Lucas que te da mucha bronca que tu hermano tenga cosas como vos, que él también tenga a tu mamá. Dr. Meltzer: Lo que usted interpreta es perfectamente correcto pero no toma en cuenta la pregunta que él hace de si se queda encerrada todo el día, porque eso implica que usted ve a otros chicos también. Es un episodio útil para preguntarle ¿por qué le diste el revólver a tu hermano, fue un acto de generosidad o fue un preludio a destruirlo y hacerlo llorar?. Los dos temas que surgen más evidentemente son el materialismo y la falta de sinceridad, y usted va a ser el oficial de aduanas que va a descubrir el engaño que consiste en engañar al hermano pareciendo que es tan generoso y realmente es querer hacerlo llorar. El otro aspecto de la falta de sinceridad está en lo que aparece como cooperación pero el hecho es que no escucha lo que
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usted le dice, o sea que trata de imponer sobre Ud. el rol que le ha impuesto a la madre quizás desde el momento que nació. Siempre estoy tratando de atraer la transferencia, de entender el material en términos de transferencia para establecer la situación analítica. Analista: Lucas comienza a rellenar de rojo las letras que dicen “Fire” que había dibujado en el revólver. Cuando termina de hacerlo queda un cartel muy notorio, se para y va hacia la ventana diciendo: “¿a ver si mi mamá está abajo?”. Es casi imposible ver la calle desde la ventana, pero él intenta asomarse. Dr. Meltzer: Indudablemente se está poniendo un poco claustrofóbico aquí, y está relacionado con la pregunta de si se queda encerrada en ese espacio todo el día, él está reaccionando a la claustrofobia. Lo que transfirió la claustrofobia de la analista que estaría encerrada todo el día a sentirse él claustrofóbico, parece haber sido la interpretación acerca de la relación del hermano con la madre; inmediatamente lo puso en la situación de que él estaba adentro y el hermano estaba afuera con la madre. Hubiera sido más útil interpretar la ansiedad de que la analista estuviera con otros chicos, y que la experiencia de la claustrofobia fuera sentida en relación a la analista en lugar de en relación con el hermano y la madre fuera del consultorio. Porque apenas uno ponga los límites y cree el setting de la situación analítica, él se va a sentir claustrofóbico, y uno de los límites de la situación analítica es que él debe escuchar cuando Ud. le habla, que uno no está controlado por él como el constructor de gatillos, y que la función de la analista es observar, pensar y comentar sobre lo que ve. Y cada una de esas cosas cuando las va estableciendo va a incrementar la claustrofobia. Analista: Además está actualmente incrementada la claustrofobia, diciendo que quiere tirar cosas por la ventana porque se aburre o porque hace avioncitos plegados en papel y los quiere tirar a través de la ventana porque dice que no hay lugar dentro
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del consultorio. Dr. Meltzer: Puede ver cómo el asomarse a la ventana está muy relacionado con fantasías de querer salirse él mismo por la ventana, pero un octavo piso no es lugar para hacer eso... indudablemente la analista le está poniendo presión acerca de la transferencia y no le gustó mucho. Analista: (Tira disparos, hace ruidos con la boca, se lo ve violento y entusiasmado). Me parece que te asustás mucho cuando sentís el pito caliente como ahora acá conmigo, en el consultorio. Paciente: No... Dr. Meltzer: ¡Ah!, escuchó... Analista: Creo que por eso querés salir a llamarla a tu mamá. Paciente: No, para nada. Deja de tirar tiros y se sienta en el escritorio. Dr. Meltzer: Esto lo paró, apenas usted comienza a interpretar la transferencia se queda ahí parado. Analista: A veces también se te mezcla la calentura con la bronca, no las podés diferenciar. Dr. Meltzer: Bien, bien... Paciente: (pensativo) ¿Si vos te tuvieras que matar, por dónde te matarías vos? Dr. Meltzer: Es una forma medio elaborada de decir: “cállate la boca”, “si no te callás me voy a matar” y vale la pena interpretarla. Participante: Cuando habla de cooperación, en este chico no es realmente la expresión de un falso self, donde se le hizo sentir
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desde muy temprano que debía aprender a caminar rápido, controlar esfínteres rápido; tuvo que responder como si fuese un adulto prematuramente. Entonces, ¿no está respondiendo a un medio que no puede contener y manejar sus pulsiones y está ‘cooperando’ en una especie de crecimiento vicariante? Dr. Meltzer: Indudablemente hay chicos que son así, pero yo no pensaría que éste es uno de ellos. A él se le permitió estar a cargo de la casa desde el principio, y su desarrollo estuvo motivado por su propia competición, su ambición, su necesidad de poseer y controlar al objeto materno, contando con la cooperación inconciente del padre. No parece ser el tipo de chico que usted está describiendo. Pero puedo entender por qué se le ocurrió eso, ya que muchos de los chicos que vienen con enuresis están presentando lo que sería una protesta algo débil a las presiones de que crezcan, de que se preparen para el colegio –por ejemplo– responden a una presión social o familiar. Pero Lucas no es ese tipo de chico, es muy diferente. Analista: Esta es una primera sesión de la semana dos meses después de las anteriores. Paciente: (Entra rengueando): “Estoy lastimado, un chico me puso el pie y me caí. Lo hizo por gracia, me quiso cagar... bah!, no importa. ¿Sabés que llené el álbum del mundial?” Busca en el canasto, y saca un embrollo de hilos que se habían enredado con un jeep militar con ametralladoras. Intenta romper los hilos con la mano y no puede, aun cuando hace mucha fuerza; después intenta con los dientes. Luego de un rato logra cortar los hilos y grita: “¡Al fin libre!” Dr. Meltzer: Ahí está la claustrofobia, cómo se identifica inmediatamente con este jeep que estaba agarrado por el hilo como una situación claustrofóbica. Analista: “Querés liberarte de algo que te aprisiona”. Dr. Meltzer: O sea de la analista...
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Analista: Claro, de mí... Paciente: (Deja el jeep a un costado y me pregunta): “¿Dónde está la cinta scotch?”, (como si la hubiera buscado y no la hubiera encontrado, creo que él desea que yo la busque). Analista: “Estará en la caja”. Paciente: (Encuentra la cinta scotch y saca también un auto amarillo; coloca el auto enfrente de él y empieza a decirle) “¡Ajaaa!, ¡ya vas a ver!”, (repite esto varias veces: “¡ya vas a ver!”, amenazándolo con la mano). Analista: Ahí en ese momento me sentí muy impactada porque tenía la sensación de que esto no era un juego, tenía la impresión de que era una especie de alucinación, porque le hablaba con una fuerza... Dr. Meltzer: No, él estaba diciendo simplemente “esperá que crezca y vos vas a ser mi esclavo”. “Cuando yo diga: ¿dónde está la cinta scotch?”, vas a saltar y decir: “acá está señor”. Paciente: (Hablándole al auto amarillo): “Porque vos me burlaste” Dr. Meltzer: Está diciendo: y tu hijito me puso el pie y me hizo lastimar también... Analista: Comienza a enrollar con cinta scotch el auto; luego la saca toda y dice otra vez: “¡estoy libre, libre!”, pero vuelve a poner cinta scotch debajo del auto entre los dos ejes. Dr. Meltzer: Es material muy interesante, pero tenemos que dejar. La situación analítica lo está encerrando de a poco...
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REFERENCIAS TEORICAS
Sintomatología versus caracterología *. Proceso psicoanalítico. En pacientes neuróticos, y más claramente en niños, una vez lograda la recolección de suficiente transferencia infantil como para establecer la continuidad de las sesiones, aparecen las etapas de las confusiones geográficas que requieren la delimitación entre las funciones, prerrogativas y expectativas del paciente y del analista. Cuando en la próxima etapa se resuelven las confusiones de zonas y modos, la actuación en la transferencia va dando lugar a la comunicación y a la cooperación; el carácter del paciente y del analista comienzan a interactuar. “El cuadro que gradualmente emerge con pacientes adultos, presenta una engañosa homogeneidad de la que emana una atmósfera particular con su propio aroma individual –un colorido idiosincrático, hablando analógicamente”. Este colorido surge de la mezcla de cualidades individuales y culturales, de aspectos infantiles y adultos, y es difícil su descripción cuando se capta como totalidad. En forma gradual se van expresando los personajes del drama de la historia del analizando, su situación presente, sus expectativas. Los dolores y placeres de la vida se hacen experiencias de análisis. Se hace evidente que los síntomas son –de hecho– parte del carácter y este aroma inicial empieza a mostrar sus distintas facetas, las manifestaciones adultas e infantiles comienzan a discriminarse. Se va reconociendo la individualidad de las distintas partes, especialmente en las actuaciones y en los sueños en los que las partes escindidas evidencian sus características de sexo, edad, primacía de zonas erógenas, dependencia de objetos buenos o estructura narcisista, y la geografía del espacio vital en el que habitan. Aparecen huellas del mundo claustrofóbico en los momentos de actuación, pero a diferencia de los pacientes borderline tienen las características de transferencias infantiles. Pretensiones de elitismo, atractivo sexual, intelecto superior, se muestran como rasgos de carácter y también aparecen referencias al carácter del analista, no siempre irreales, y que están al servicio de diferen* Capítulo 10 de Claustrum.
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ciar los objetos internos de los externos. Hay síntomas ocultos, generalmente perversos, que se exponen con sinceridad. A lo largo del proceso los síntomas se superponen con las actuaciones, porque son una emanación de las estructuras inconcientes, es decir de la compleja mezcla que constituye la caracterología. Meltzer no está interesado en los síntomas que el paciente o la familia definen como tales, sino en las actuaciones durante las sesiones que son los síntomas del proceso analítico. Se mantiene así en la tradición freudiana al considerar que la neurosis de transferencia conduce a la neurosis infantil. El trabajo analítico, destinado a modificar estas estructuras a través de la evolución de la transferencia, va modificando las manifestaciones sintomáticas (ver intervenciones (1), (2), (5), (7), (8)). La broma de Meltzer (6) –“No se preocupe, no es usted la que tiene que lavar las sábanas”–, da cuenta de la presión que sentimos tanto los analistas de niños como de adultos para lograr la rápida remisión sintomática, ya que el síntoma pende sobre nosotros como un parámetro de evaluación, cuando no como una amenaza de interrupción.
Descriptores: Caso clínico. Claustrofobia. Enuresis. Supervisión.
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Analista: María comenzó su análisis hace cuatro años. En el momento de la consulta dijo sentirse sola, “con dificultades para mantener vínculos reales con los demás”, a causa de no saber o no poder expresar sus sentimientos ni sus opiniones. Se veía muy encerrada en sí misma, y bastante desconfiada de las demás personas. La relación con su hija en aquel momento de 3 años era difícil, se angustiaba, no sabía cómo tratarla, a veces sentía que la rechazaba. Había sufrido un aborto en el tercer mes de embarazo cuando su hija tenía poco más de 1 año. Después de algunas entrevistas acordamos comenzar un tratamiento psicoanalítico. M. concurre a sesión tres veces por semana los días lunes, miércoles y viernes. Es una persona inteligente, reflexiva, de aspecto agradable. Tiene 35 años, lleva ocho años de casada, tiene dos hijos –R. una mujer de 6 años y C. un varón de 2. Es licenciada en administración de empresas y su marido arquitecto. Su familia de origen es de un nivel socioeconómico alto, mientras su marido pertenece a un nivel social no tan acomodado. Esta situación genera conflicto en la pareja –según la paciente– quien se queja que su marido no sea un triunfador en su profesión. Piensa que él no encara con más decisión lo económico por respaldarse en el dinero de ella. Siente “que la rutina diaria y los constantes reclamos de los hijos, la casa y el trabajo desgastan la pareja”. Pasa por períodos de absoluto desinterés por su marido, durante los cuales no tienen relaciones sexuales; a veces durante el coito se siente violada y experimenta miedo y angustia. Desde el nacimiento de su segundo hijo se siente verdaderamente madre, tiene una buena relación con él, y su crianza es para
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ella muy placentera. Actualmente, y desde la muerte de su padre ocurrida hace poco más de tres años, se ocupa de la administración de los bienes de la familia, especialmente del campo. Dr. Meltzer: Quiere decir que el padre murió durante el análisis. Analista: Sí. Dr. Meltzer: No solamente vino a la consulta sino que comenzó el análisis hace cuatro años. Analista: Sí. Antes de la muerte del padre colaboraba con él en la misma tarea... Dr. Meltzer: ¿Este campo que tienen es de cosecha? Analista: De invernada y cría de ganado. Antes de la muerte del padre colaboraba con él en la misma tarea, ahora ocupa su lugar. M. es la mayor de tres hermanas mujeres. Recuerda durante su infancia haberse sentido siempre relegada por no poder expresar lo que sentía. Tiene una severa miopía que le fue detectada a los 6 años, al empezar primer grado. Dr. Meltzer: ¿Usa anteojos? Analista: Ahora usa lentes de contacto. M. piensa que sus hermanas, a diferencia de ella y cada una con un estilo diferente, siempre conseguían lo que querían. F., la segunda, era la preferida del padre, alegre, bonita y seductora (por medio de su buen humor y trato cariñoso). G., la menor, “insoportable”, era la preferida de la madre, y lograba sus propósitos con berrinches y caprichos.
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Dr. Meltzer: Entonces ella era la buena chica. Frecuentemente en familias con varios chicos, sobre todo si son del mismo sexo, el chico mayor es silencioso, callado, perfeccionista y lleno de celos escondidos. Analista: Los mejores momentos que recuerda son en relación con su padre, quien fue para ella muy cariñoso y protector, aunque muchas veces lo recuerda rígido y dictatorial como un patriarca. Dr. Meltzer: Puede verse que ella trató de resolver esta situación de rivalidad con las hermanas transformándose en el varoncito de la familia, siguiendo al padre, de algún modo tratando de tener logros académicos, continuándolo a él en el trabajo y finalmente como socia y tomando, incluso, su lugar. Esto no quiere decir que su masculinidad sea particularmente fuerte, sino que es un mecanismo adaptativo que emplea su masculinidad. Se hace evidente también que su femineidad no pudo salir adelante o tener un lugar con el nacimiento de su primera hija mujer, pero sí, especialmente después del aborto, pudo tener un mejor vínculo con su hijo varón. Uno sospecha entonces que ese varoncito es particularmente un hijo del padre, y uno puede sospechar que el nacimiento de este varoncito le hizo perder de algún modo un lugar al marido que gana poco o pierde en la comparación con el padre. Por lo tanto estamos claramente tratando con un desorden de carácter, no solamente un desorden sintomático, alguien que se ha quedado en la latencia y no ha emergido, no ha logrado surgir en sus aspectos femeninos excepto en lo que concierne a ser la madre de este pequeño varoncito. Lo que probablemente indica que gran parte de su femineidad y de su relación e identificación con la madre se ha perdido, probablemente desde el nacimiento de la hermana menor que le sigue con dos años de diferencia. El hecho de que no haya mucha sintomatología o perturbaciones sintomatológicas a lo mejor indica que el año y medio que tuvo ella con la mamá –antes de que la mamá quedara embarazada de su segunda hija– fue seguramente un período bueno para ella. 1 1
Ver Referencias Teóricas, pág. 259, “Etapas del proceso”.
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Analista: La madre tiene una estructura maníaco depresiva y su relación con ella pasa por momentos de intenso rechazo, culpa y a veces indiferencia. Recuerda que su madre “durante los períodos de euforia no paraba ni un momento, andaba de acá para allá comprando cantidad de cosas, en su mayoría insólitas, y organizando importantes fiestas. Cuando se deprimía parecía que se apagaba todo, pasaba hasta casi un mes en cama con medicación; en esos momentos parecía otra, creo que me repugnaba, hasta que de pronto volvía a renacer y comenzar un ritmo de locos”. Especialmente durante las depresiones de la madre, el padre se ocupaba de las hijas a pesar de estar también a cargo de niñeras, institutrices y profesoras particulares. Dr. Meltzer: Esta parece una visión infantil de la madre, no un retrato exacto de la madre pero sí un bastante buen retrato de la madre interna. Sospecho que esto que llama fluctuaciones maníaco depresivas podría vincularse a fluctuaciones bastante importantes en la relación de la madre con el padre. 2 Analista: M. recibió una educación religiosa muy severa, tanto en su hogar como en los colegios a los que asistió. Recuerda que entre su madre y una profesora particular de religión que tenía –además de recibir educación religiosa en el colegio–, habían hecho un Sagrado Corazón de terciopelo, donde por las noches la paciente y sus hermanas, debían clavarle una especie de espina por cada pecado que ellas mismas juzgasen habían cometido, así como sacárselas por cada buena acción. Dice la paciente: “era terrible, me pasaba el día espiándome a mí misma, sacando y poniendo esas malditas espinas”. Dr. Meltzer: Es un procedimiento interesante... ¿es idiosincrático o es una práctica habitual entre las personas religiosas? Analista: Es una práctica exagerada...
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Ver Referencias Teóricas, pág. 259, “Etapas del proceso”.
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Ahora voy a leer el resumen de las sesiones de la semana anterior al material que presento. Dr. Meltzer: Esta historia del Sagrado Corazón de terciopelo parece también un relato de la historia interna de ella con la madre. Es posible que los períodos de depresión la llenaran de culpa y los períodos de euforia la contagiaran, pero también le produjeran irritación. Da una idea acerca de cómo esta madre ha sido internalizada como una madre sagrada, y esto refuerza mi impresión inicial que la relación de esta chiquita con la mamá en sus primeros tiempos de vida era muy cercana y satisfactoria. Ser la única hija fue tremendamente satisfactorio para ella, pero ser reemplazada por sus hermanitas fue tremendamente penoso. Parece que nos encontramos con una paciente que tiene un gran deseo de ser única y favorita, y esto podría en este momento desenvolverse a través del hecho de haber reemplazado a su padre en el campo, y por otro lado también por tener a su hijo como el hijo del padre. Todo esto contiene la posibilidad de un breakdown maníaco, con toda la corte –digamos– de delirio maníaco y grandiosidad. Por eso pienso que es mejor que esté con una analista mujer más que con un analista varón, porque pienso que este tipo de potencialidad es mejor contenida por una analista mujer que por un hombre. 3 Analista: El tema de las sesiones en esa semana giraba en torno a su deseo de tener una mamá perfecta –diferente de la propia, siempre disponible–, que ella armaba en su fantasía haciendo un collage con las diversas características que más le gustaban de las distintas personas de servicio. Dr. Meltzer: Esto es importante. Es una buena pintura de lo que es el egocentrismo infantil y la relación con esta madre a nivel de objeto parcial, parece referirse a la posibilidad de reunir –como decía la analista– a nivel casi de un collage a través de la percepción y de la alucinación, una madre que esté a su servicio como una luna, un satélite 3
Ver Referencias Teóricas, pág. 259, “Etapas del proceso”.
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que gire alrededor de ella. Y en este arreglo planetario también está el sol que representa al padre. Analista: Esto fue interpretado en la transferencia como la necesidad de tener una analista-mamá-mucama que dependiese de ella, negando así la propia dependencia. El lunes de la semana anterior a las sesiones que aquí voy a presentar, la paciente relata el siguiente sueño... Dr. Meltzer: ¿Es un período actual del análisis de la paciente el que está presentando? Analista: Es de mediados del año pasado... mayo de 1990. Dr. Meltzer: Es casi entonces de un año atrás. Analista: Sí, más o menos. Sueño: estábamos en un hotel donde habíamos ido a pasar el fin de semana, con D. –el marido de la paciente– y los chicos. Había un patio grande con una mesa inmensa donde todos estaban sentados comiendo un asado, había muchas personas, nos hacían una despedida, y mientras esto ocurría yo estaba en la habitación desesperada haciendo las valijas. Trataba de meter un montón de equipaje que no era necesario para nada para un fin de semana, y me desesperaba porque no entraba todo en la caja; había unos zapatos de mamá plateados, con plataforma, del tiempo de la escopeta... y por hacer ese lío con todo lo que quería guardar me estaba perdiendo el asado. Dr. Meltzer: Voy a tomar solamente el sueño en sí mismo, sin las asociaciones y sin tomar en cuenta el background analítico inmediato. Podemos ver en este sueño este arreglo planetario del que hablaba antes, está la gran mesa representando el pecho materno, toda esta gente alrededor como chanchitos mamando de la chancha, pero por otro lado esto representa una gran fiesta para celebrar algo que tiene que ver con la paciente. Esto por un lado representa algo de lo logrado en el análisis, que ella ha vuelto a tener este arreglo planetario alrededor del pecho
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como el objeto central, pero por otro lado toda esta gente alrededor de la mesa no se reúne ahí solamente por la comida sino por una fiesta, una celebración, una despedida en honor de ella, que representa su destete. Y el modo que ella tiene de enfrentar esta situación de destete que ha transformado de alguna manera el sueño en una fiesta, es preparar las valijas frenéticamente, como si se fuera al desierto, llevándose incluso cosas de la madre. Este es el tipo de material que uno obtiene en lo que he llamado el umbral de la posición depresiva, es decir que una vez que se ha llegado a este momento del análisis en el que el paciente ha resuelto a través del trabajo analítico todo el período de confusiones previas, y ha elaborado y de algún modo salido de situaciones de confusión y de persecución, lo que siente como amenaza es el destete, que le produce una terrible ansiedad y que parece que va a suceder mañana mismo. Hay entonces explosiones de voracidad, explosiones de celos hacia los hermanos, etc. Durante este período de tres años de análisis, ¿ha tenido tres sesiones semanales todo el tiempo? 4 Analista: Sí, fueron tres sesiones desde el comienzo. La paciente asocia con una caja-ropero de grueso cartón donde guarda la ropa fuera de estación. Al mudarse de su actual vivienda se le arruinó con humedad; su marido le dice que la tire, que ya no sirve, pero ella no quiere. Dice la paciente: “me cuesta desprenderme de las cosas, aun de aquellas que no me sirven”. Se le interpretó que durante el fin de semana el temor a la pérdida y a la destrucción, la privan de una relación actual y vital que pueda alimentarla. Dr. Meltzer: No es tan aparente cómo esta asociación se vincula directamente con el sueño porque parece ser de muchas maneras lo opuesto al sueño, es decir estas asociaciones parecen ser justamente lo contrario del destete, es como el bebé que se desteta a sí mismo porque el pecho ha sido arruinado, ya que esta vieja caja representaría de 4
Ver Referencias Teóricas, pág. 259, “Etapas del proceso”.
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alguna manera, el pecho que ha servido en algún momento como para ser el receptáculo de identificaciones proyectivas. En cambio el pecho del sueño es un pecho lleno de cosas buenas que atrae a todos, y es ella la que se prepara para irse desesperada empaquetando sus cosas. Es decir que estas asociaciones no son asociaciones al sueño, sino que lo que están mostrando es qué difícil ha sido para ella durante estos tres años de análisis deshacerse de esa visión narcisística del pecho, como el lugar de almacenamiento de sus proyecciones. La analista, realmente, ha tomado en cuenta esta contradicción entre el sueño y las asociaciones, y le ha interpretado de algún modo, lo difícil que es para ella establecer vínculos positivos y vitales, y deshacerse del tipo de vínculo más posesivo, narcisista, que ella tenía con el pecho. La interpretación podríamos decir que es correcta. Quizás por ser tan breve la paciente puede haber reaccionado a esta interpretación más como referida a la asociación de la caja que al sueño en sí mismo. Analista: Sesión del lunes. Paciente: Al acostarme me acordé inmediatamente del sueño de la caja; es notable... Dr. Meltzer: En realidad el sueño no se refería a la caja, pero ella ha recordado la interpretación de la analista acerca de las asociaciones. Paciente: ...es notable, aparentemente no pensé más en él, y ahora acá lo recuerdo como si no hubiese pasado el tiempo. Analista: Posiblemente algo sucede con ese tiempo que pasó desde la sesión del viernes hasta hoy. Paciente: El sábado a la noche tuve un sueño... (hace unos segundos de silencio y prosigue)... ¡es increíble!, ¿sabe que no lo recuerdo?, venía para la sesión pensando en ese sueño y ahora acá, me acuerdo del otro. ¡Es de locos!, pero ya me voy a acordar... (se queda callada unos segundos).
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Analista: Parece como si realmente siguiéramos juntas desde el viernes... Dr. Meltzer: Este es un comentario interpretativo, y en este momento pienso que la paciente lo que ha perdido es algo de lo que vino de su vida onírica, y más bien quedó vinculada con el último momento de la sesión del viernes que tiene que ver con la asociación de la caja, y quizás esa sesión del viernes había terminado para ella de modo poco satisfactorio. En la medida en que la analista interpretó las asociaciones al sueño en lugar del sueño, la paciente va a tener que soñarlo nuevamente y traerlo una y otra vez a ver si puede ser interpretado de un modo más satisfactorio. Paciente: Ya me acuerdo, estábamos D. –el marido– y yo en un salón, una especie de aula grande; había un atril y sobre él una serie de cartones impresos. Nosotros estábamos esperando que usted llegase, iba a dar una clase o una conferencia... algo por el estilo. Mientras esperábamos, típico de D., me dice: “¿y si miramos qué dice ahí en los cartones?” Yo no me animaba, pero finalmente nos ponemos a revisarlos. Los cartones de adelante estaban claritos, como recién impresos, pero a medida que vamos pasando a los de más atrás las imágenes se van deteriorando, y no sólo eso sino también los cartones, y los últimos eran directamente pedazos. Mientras estábamos mirando usted entra con un grupo de gente, como si fueran sus alumnos. Yo me desesperaba para ordenar rápido y que no se notase que habíamos estado mirando y se me caía todo. D. dice: “estos pedazos tirémoslos”; y yo le decía: “pero si no es nuestro, ¿cómo vamos a decidir nosotros?”, aunque ese material era sobre mí. Finalmente logramos acomodar los cartones, pero quedan puestos en forma horizontal. Yo pensaba que usted era alguien muy importante en lo que hacía. Al comenzar esa especie de clase se proyectaba en la pared un juego didáctico que usted había creado, una de las piezas era la cabeza de un león... Analista: Quería comentarle al Dr. Meltzer que la paciente sabe que yo analizo niños, alguna vez ella se ha cruzado con pacientes
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niños que salían del consultorio. Dr. Meltzer: Este es un sueño que junta de un modo bastante creativo el sueño previo acerca del pecho y las asociaciones sobre la caja de cartón. La caja de cartón está representada ahora por las tarjetas de cartón, y estas tarjetas están ahora viejas y arruinadas; y lo que pasa ahora con las tarjetas es muy comparable con lo que ella hacía en el sueño anterior cuando estaba tratando de poner las cosas en la valija, incluyendo los zapatos plateados de la madre. Y ahora las personas que estaban en el sueño anterior alrededor de la mesa, son las personas que vienen a escuchar la conferencia de la analista; son rivales, más que personas que vienen a celebrar su partida. El marido de la paciente que no estaba tan presente en el sueño anterior, está más presente acá; en las asociaciones previas le sugería que tirara la caja, en el sueño está ahora presente sugiriéndole que tire las tarjetas. Es posible que esto tenga algo que ver con el aborto que tuvo, y que fue una causa determinante del comienzo de su análisis. Parecería representar al marido como alguien que dice: “bueno, no es tan importante, olvídalo, no podíamos hacer nada”, es alguien que en todo caso niega la realidad psíquica. Lo que se ve en este sueño, y en el anterior también, es que ella tiene un ataque desesperado de voracidad y de celos por ser uno más entre los chicos de la analista, en lugar de ser “el bebé”. No sabemos si esta negación de la realidad psíquica corresponde a una descripción real del marido o no, pero ciertamente nos da una idea acerca de por qué ella no puede relacionarse internamente con él. Es decir que esta negación de la realidad psíquica, esta idea de que no hace falta reparar un objeto que ha sido dañado, perdido o destruido, y que aparece tanto en las asociaciones del sueño anterior como en este sueño en sí mismo, parece estar vinculado en la mente de ella con la falta de ambición y de éxito del marido. 5 5
Ver Referencias Teóricas, pág. 259, “Etapas del proceso”.
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Analista: ¿Qué se le ocurre del sueño? Paciente: Sólo ahora se me ocurre lo del cartón, recuerdo la caja de cartón arruinada donde guardaba la ropa que no usaba en cada estación. La sala me hace acordar al Museo de Arte Decorativo... no, ése es el que está acá nomás, no... al otro, al de Bellas Artes. Era la misma sensación la del sueño que la que tenía de chica cuando íbamos con mamá al museo. A mí no me interesaba mucho la pintura, pero toda la salida era un programa, era realmente algo importante. Dr. Meltzer: ¿Salir con la madre era lo importante? Analista: Sí. Dr. Meltzer: Lo que implica también que a la madre sí le interesaban las pinturas, y que la madre la llevaba con ella tratando de que se sintiera atraída e interesada por estas obras de arte; ¿y en qué sentido sería esto importante?, no porque la madre tratara de interesarla en los trabajos de arte, etc. sino porque ella era la que era llevada por la madre, y esto era una gratificación para sus sentimientos de celos. Analista: En el sueño parece que usted descubre que yo era importante. Paciente: Cuando me desperté el sábado tenía una mufa bárbara; a la tarde la llevé a R. a ver un espectáculo de títeres, eran una especie de “Muppets” muy bien hechos y el tema una fábula con elementos criollos, animales autóctonos, con moraleja y todo. Pero no estaba muy lograda... me angustié un poco durante el espectáculo. Dr. Meltzer: Esto parece ser una asociación a lo del museo de arte, como si uno dijera: “sí, era muy buen museo, tenía marcos dorados en todos los cuadros”. Analista: ¿Cuál era el tema de la fábula?
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Paciente: Bueno, el tigre y el yaguareté luchaban por un naranjo muy codiciado que estaba en el bosque, ideal para dormir la siesta en su sombra, pero en lugar de luchar entre ellos, en definitiva por el poder, usaban a un carpincho y a otro bicho y les hacían correr una carrera... Dr. Meltzer: Lo que quiere decir que en lugar de pelear entre ellos por sus celos hacían pelearse a los chicos más chicos, formaban una pandilla narcisista para perseguir a los chicos más chiquitos. Paciente: ...y cada uno de los poderosos le ponía un obstáculo al adversario y los enemistaban entre sí; eran como sus víctimas. En realidad me pareció un tema jorobado para los chicos... Dr. Meltzer: Pero es muy adecuado para los chicos. Paciente: ...R. se angustiaba por momentos... (hace un silencio). Estábamos en el sueño y mi mal humor... Dr. Meltzer: Ella está irritada con Ud. porque Ud. quiere saber el tema de la obra y es como si le dijera: “Bueno ya te divertiste bastante, ahora volvamos al sueño”. Ella no quiere darse cuenta de que el argumento de la fábula la puso ansiosa y no quiere saber nada acerca de esta fábula. Lo veo como vinculado al museo de arte... Esto también implicaría que cuando la madre la llevaba al museo los cuadros la ponían nerviosa, los cuadros de Venus, de Adán y Eva, todas esas cosas la ponían ansiosa y no podía mirar. Este tipo de desconfianza que aparece ahora es distinta de la desconfianza que aparece en el comienzo del análisis que tiene más que ver con el dinero, el hecho de que la analista esté haciendo negocios; y este otro tipo de desconfianza, que yo coloco más hacia el final del análisis tiene que ver con la sospecha de la paciente de que la analista está interesada más en ver los sueños y en enterarse de cómo funciona la mente de ella. Esta diferencia la retomo en la ambigüedad del término “importante” al que la paciente se había referido antes en
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la sesión y la analista también. Es decir la ambigüedad en el término tiene que ver con la idea de que importante quiere decir tener status, o importante quiere decir tener la riqueza interna que atrae a otras personas, es decir que si la analista va a usar la palabra importante, hay que calificarla para que quede claro a cuál de estas dos condiciones se refiere. Esto es un principio general de la interpretación. Técnicamente uno debería poder evitar la ambigüedad en una interpretación, pero a veces uno no tiene claridad en la propia mente como para poder discernir; en estos casos lo bueno sería a lo mejor calificar a qué ramas de la ambigüedad se refiere, a ambas ramas de la ambigüedad, aun cuando todavía no esté muy claro a cuál de las dos se esté refiriendo en este momento. 6 Analista: Continúa la paciente: Paciente: De nuevo la desconfianza... y sí, no puedo sacarme eso de la cabeza; muchas veces en las sesiones siento algo distinto pero el sentimiento vuelve, yo le pago y usted me atiende por la plata o por su vocación, que no tiene que ver conmigo como persona... Dr. Meltzer: Esto es nuevamente la desconfianza anterior, es decir de la época que está vinculada a la caja de cartón de la que ella no puede deshacerse, y que tiene que ver con el uso que hacía de la analista para su propio egocentrismo, y supone que la analista también la usa para su propio egocentrismo, es decir la posición esquizoparanoide. Pero pienso que la interpretación fue un poco desafortunada porque está llevando hacia atrás en vez de llevar hacia adelante. 7 Paciente: ... que no tiene que ver conmigo como persona, con el afecto que usted me pueda tener. Analista: Y se siente sola, y volvemos a estar separadas sin 6, 7
Ver Referencias Teóricas, pág. 259, “Etapas del proceso”.
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vida, como en un museo, a pesar de ser de bellas artes o de objetos decorativos. Dr. Meltzer: Pienso que esta parte de la interpretación vinculada con el museo esté probablemente equivocada, porque hay una diferencia entre llevar a un chico al museo con intención de la madre de enriquecerlo y llevar al chico a esta pantomima de algún tipo, a la que ella llevó a su hija. Sería una interpretación que lleva hacia atrás, hacia la posición esquizoparanoide en vez de llevar hacia adelante, hacia la posición depresiva. Paciente: También pienso en esa necesidad mía de volver al pasado que ya no es, y desaprovechar el presente a pesar que lo siento mucho mejor. Dr. Meltzer: Ella retoma este tema de un modo muy preciso, el ir hacia atrás o hacia adelante. Paciente: Pero el sábado seguía con la mufa; los chicos estaban resfriados, lloraban, yo no daba más. Me llamó F. –la hermana que le sigue– franeleando como siempre con la ida al campo, “que sí, que no”. Le contesté mal, le dije: “yo voy igual, vos hacé lo que quieras”. Se molestó... y bueno, a pesar que yo disfruto mucho con su compañía me duele sentir que nunca puedo contar seguro con ella. Dr. Meltzer: Este pedazo de material en el que ella habla de la hermana tratando de seducirla me parece que se corresponde con lo que comenté antes acerca de las familias con tres hijos, dos contra uno; esto quiere decir “vamos a jugar y dejemos afuera a la otra”. Paciente: Para colmo a la noche vimos una película terrible, me angustié tanto que antes del final me fui a la cama, eran una pareja de viejos que no se hablaban, mejor dicho él no le dirigía la palabra a ella; la mujer en cambio lo requería constantemente y él nada. Me ahogaba la sensación de nada que transmitía, de no poder mejorar nada. Ella le decía “¿por qué no me hablás?, ¿me odiás porque envejecí?”, era muy
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triste... Él tenía un gato al que le prodigaba todo el afecto que no podía darle a ella... Dr. Meltzer: Está refiriéndose a su segunda hermana... La preferida del papá. Paciente: ...hasta que al final la mujer de rabia mata al gato, y él ya no le dirige la palabra ni para lo más indispensable, sólo le escribía notas. D. me contó el final: ella estando sola saca una caja llena de fotos de cuando eran jóvenes y se querían, él está afuera y como presintiendo algo entra corriendo y la encuentra muriéndose; desesperado le pide que lo perdone, le dice que la ama, es tristísimo. Dr. Meltzer: Sí, suena muy triste... pienso que era mejor el teatro para niños, es más cercano a la vida y en ese sentido más artístico también. Analista: Pienso que lo que trabajamos la semana pasada fue importante para usted. Su análisis y yo somos importantes dentro suyo, pero le da miedo que el enojo que le produce el no tenerme siempre disponible termine arruinando ese afecto y vitalidad que comienza a crecer en su interior. Dr. Meltzer: El problema con este material y la película es que es sentimental y lo sentimental es parte de la posición esquizoparanoide, lo sentimental es una barrera que mueve hacia atrás en lugar de mover hacia adelante, hacia la posición depresiva. Nuevamente en el telón de fondo está el tema del aborto. Hay que tener en cuenta que en la mente de la mujer siempre cada aborto queda como la duda acerca de si fue ella la responsable, y diferencio los términos aborto provocado y aborto espontáneo. Esto poco a poco es un material que va llevando hacia atrás, sentimentalmente hacia la posición esquizoparanoide con la idea –por ejemplo– que podría resumirse: “¿no es una lástima que papá no haya amado a mamá?”. Paciente: (Hace unos segundos de silencio y sigue) A lo mejor
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a mí me cuesta bancarme necesitar a alguien (sonriendo), podría ser a usted, con quien sólo finalmente tengo una relación profesional, no puedo llamarla a cada rato sólo porque me sienta sola y triste. Analista: Realmente pienso que sufre mucho si se permite sentir necesidad de mí, por eso lucha para que nuestra relación sea estrictamente profesional. Pero también quiere intensamente despertar mi interés. Dr. Meltzer: Es un problema interpretar en la transferencia pronominal, en el “yo y tú”, porque primeramente no es un lenguaje que pueda transmitir el significado esencial de la transferencia. Es un problema que también surge al final del análisis. Esta es una situación vinculada más con la parte adulta de la personalidad, y lo que llega hacia el final del análisis es la necesidad de discriminar entre los aspectos transferenciales y tipos de relación más adulta de camaradería, de amistad, de amor, de lo que fuera, que se ha desarrollado entre estas dos personas en el transcurso del análisis. El aspecto significativo está más vinculado a los objetos parciales, al pecho y al interior del cuerpo de la madre; por ejemplo reunamos la asociación sobre el museo y el sueño de alrededor de la mesa de la siguiente manera: mientras hay gente que está comiendo y tomando alrededor de la mesa, ella está desesperadamente robando las tarjetas y las obras de arte. Es en el umbral de la posición depresiva en el que nos encontramos con esta diferenciación crucial para el desarrollo entre la voracidad por un lado y el apoderamiento de los objetos. Entonces este modo en el que ella roba vorazmente y hace una colusión con el marido para negar la realidad psíquica, se vincula con este aspecto sentimental de la película en la que se plantea: “¿no es una lástima que papá no haya querido a mamá?”. Es decir el problema vinculado a la posición depresiva sería: ¿qué le ha pasado a esta pareja que empezó tan apasionadamente, y que después de haber tenido dos o tres hijos se ha separado de esta manera?, ¿cuál ha sido el impacto de los hijos en la intimidad de esta
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pareja? Este no es sólo un problema actual de la transferencia en la situación analítica y el impacto que los fines de semana tienen en el vínculo, sino que también es un problema de la historia de la paciente que ella tiene que considerar. Y si bien en la película el gato podría estar representando a su hermanita que atrapó el interés erótico del padre, en su propia historia ella tuvo su manera de interesarlo también a través de transformarse en el varoncito del papá, en ser estudiosa, en seguir su profesión y su trabajo. Este material nos confirma que estamos en este momento del análisis en lo que yo llamo el umbral de la posición depresiva, en el que el paciente tiene resistencias a crecer, a seguir adelante y entonces la actitud y las interpretaciones de la analista tendrían que ser siempre dirigidas hacia adelante, mirando hacia el futuro. Y lo crucial en este momento es la importancia de la analista en el mundo, y no sólo en el mundo externo sino también en el mundo interno, no sólo como representante de esa mesa del asado llena de comida sino también como representante de ese museo lleno de obras de arte. 8 Analista: Sesión del miércoles: Paciente: Anoche tuve otro sueño... Dr. Meltzer: La paciente está trabajando muy bien. Parece estar trabajando muy duro realmente, porque lo que usualmente uno tiene en el umbral de la posición depresiva, es un paciente que empieza a llegar tarde, que piensa que todo está bien, y que ya es tiempo de ir terminando el análisis. Paciente: Anoche tuve otro sueño. Estaba en el campo cocinando y de pronto se larga una lluvia torrencial; yo decía que nos teníamos que ir rápido porque enseguida el camino se ponía intransitable. Tenía una bebita en los brazos, chiquita, toda vestida de rosa y siento una voz adentro mío, pero a la vez 8
Ver Referencias Teóricas, pág. 260, “Consideraciones técnicas”.
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ajena a mí, que me ordena matarla. Y entonces voy a ponerla en la ventana para que expuesta a la lluvia se enfríe y se muera. Lo curioso eran los sentimientos que experimentaba: si alguien me lo ordenaba yo podría convertirme en una asesina, llegar a hacer algo contrario a mis deseos. Me sobrepuse y la saqué de la ventana. Una mujer aparece y me dice: “la beba se hace Coca-Cola y me la tomo”. ¡Es una locura!, pero sentía en el sueño que si alguien la incorporaba la bebita no se moría, si se transformaba permanecía viva. Dr. Meltzer: Nuevamente aparece el tema del aborto y la sospecha en la paciente de que ella pudo haber hecho algo en su mente para producir el aborto. Analista: ¿Qué se le ocurre del sueño? Paciente: Pienso que tiene que ver con lo que veníamos viendo, cómo me cuesta abandonar la infancia, esa tristeza que siento y la bronca, como si esa bebita que tengo que matar fuera yo. También dejar el campo que tanto tiene que ver con mi infancia, con papá, con mi pasado. Dr. Meltzer: A pesar que ella lo presenta como si fuera una interpretación acerca del sueño, es de hecho una asociación al sueño. Ella lo que está trayendo en realidad es la sensación interna de tener que abandonar, de tener que dejar atrás esos aspectos infantiles para poder seguir desarrollándose y mirando hacia adelante lo que se le presenta es el destete y el tener que renunciar al pecho. Si uno mira al sueño en esta perspectiva parece un sueño de reversión, es el bebé el que alimenta al pecho, es decir que el pecho está representado en el sueño inicialmente en la sartén en la que ella cocina, luego está representado por el bebé, y finalmente por la Coca-Cola de la que ella bebe. Pero ya sea el bebé que ella mata o la Coca-Cola que ella toma, el tema es la muerte del pecho. Analista: Estoy de acuerdo en que la bebita es usted, ¿se le ocurre algo más?
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Paciente: Respecto de obedecer esa voz, siempre soy así: me someto, no sé decir que no. Es como si tuviese un automatismo a hacer siempre lo que me mandan sin chistar... Dr. Meltzer: Esta voz en el sueño se vincula con la voz del marido en el sueño anterior que le sugiere que tire las tarjetas, o que se deshaga de la caja de cartón; lo que significa que si el pecho queda destruido, “simplemente tíralo en tus heces y olvídalo”. Paciente: ...a D. a veces lo siento como esa voz que me reclama, me apura. El domingo al mediodía hice un almuerzo con algunas compañeras de colegio, los maridos y los hijos; éramos 9 adultos y 16 chicos... Dr. Meltzer: Esto es como cuando la madre daba fiestas... Paciente: ...por donde pisaba aparecía un chico, el más grande tenía 7 años, imagínese. En un momento pensé: “yo tengo que estar loca para invitar a toda esta gente”, pero lo pasamos muy bien. Estas chicas no eran en realidad amigas mías en el colegio sino compañeras con las cuales, después que dejé el colegio y por distintas razones, me fui haciendo amiga. En la escuela yo era muy solitaria, en tercer grado pasé del colegio X a otro, ni me acercaba a los grupos, prefería quedarme en el banco que salir al recreo... Dr. Meltzer: Estamos escuchando algo acerca de su período de latencia y cómo seguramente su estudio de alguna manera fue retrocediendo en el período de adolescencia. Paciente: ...sola, paradita en el patio. Me parece muy triste cuando me acuerdo. Era muy tímida y los anteojos sólo los usaba en el aula, sin ellos no veía nada. Recuerdo lo que sufrí cuando empecé a ir a fiestas, iba sin los anteojos, por supuesto era horrible, ni me daba cuenta cuando me sacaban a bailar. Los chicos se burlaban de mí, ¡qué crueles! Recuerdo un día en una quinta un muchacho se burlaba de mí porque no veía, yo estaba muy nerviosa y se me cayó al piso un anillo con el que estaba jugueteando; él me dijo: “¿a que no ves dónde está?”.
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Me puse a tantear en el piso, no veía nada; él me lo dio, nunca me sentí tan humillada. Mi vida cambió con los lentes de contacto. Fue papá quien me llevó al oculista; ese hombre me dijo que yo tenía una especie de repertorio defectuoso de imágenes a causa de mi miopía, y que a partir de que comenzara a usar los lentes de contacto lo iba a modificar. Dr. Meltzer: Estamos escuchando una historia adolescente que es en realidad una repetición de una historia anterior, cuando comenzó a ver al padre como una figura atractiva, que la rescataba de la tristeza que tuvo, cuando nació la segunda hermanita. Y esto refuerza mi idea de que algo está ocurriendo en su relación sexual con el marido que es muy antianalítica. Es decir que esto parece ir adelantando una idea de terminar su análisis a medida que se va acercando a la posición depresiva, tal como ella está en su estado actual, porque ella está empezando a sentir soledad, pero soledad no por el vínculo con la analista, sino soledad en relación al análisis como un lugar en el que alguien piensa por ella y piensa en ella; es decir que es una soledad en relación a la situación analítica. Paciente: Me acuerdo el día en que fui a colocármelos a la óptica con papá. Cuando me los pusieron me dijeron que fuese a caminar durante una hora y volviese; cuando salimos a la calle fue horrible, sentía que me mareaba, que las personas, los coches, los colores se me venían encima. Quería ir adentro de la óptica otra vez, caminaba apoyada en papá asustadísima. Al cabo de un rato me parecía increíble lo que veía, los precios en las vidrieras, los detalles en las personas, en las cosas... un cambio total. ¡Ay, no sé cómo llegué a esto desde el sueño!, ¿qué tiene que ver? Analista: ¿Se le ocurre algo? Dr. Meltzer: Es un buen punto... Paciente: No sé... se me ocurre que yo, con mi miopía podría ser como la bebita del sueño, tan indefensa, porque cuando
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estaba sin anteojos tenía una especie de invalidez. ¿Sabe?, ahora recuerdo que en el sueño la mujer que me decía lo de la Coca-Cola era una gorda pechugona, como la cocinera de casa de mamá o T. –su mucama. Analista: Igual que esa mamá que usted siempre busca. Paciente: Sí, opuesta totalmente a mi madre que es flaquísima, muy elegante, con su cara angulosa pero tan fría... A ella me parece que no le cabe adentro esa jarra de Coca. Dr. Meltzer: Esta no es la mujer de la que se enamoró el papá. Analista: Pero en el sueño usted encontró una mamá con capacidad para conservar adentro de sí a la bebita indefensa. Paciente: El sentimiento era que si la incorporaba, en un sentido se salvaba. Analista: Posiblemente usted oscila entre sentirme a mí como alguien que la apura a crecer despiadadamente, obligándola a matar a esa bebita desvalida que usted piensa que tiene un registro defectuoso de la realidad, o como una mamá con capacidad para incorporarla y mantenerla viva dándole tiempo para corregir su visión. En esta sesión usted me trae a la bebita indefensa, transformada en un sueño Coca-Cola con el cual me alimento. Dr. Meltzer: Me pareció muy bien este punto de la interpretación ya que podemos ver en el sueño cómo el pecho pasa de ser la cacerola en la que se cocina, a ser el bebé que hay que matar y luego a ser la Coca-Cola que ella tiene que aceptar de esta mujer con pechos grandes. Me había olvidado de decirles antes que este punto me pareció correcto porque estaba mirando hacia adelante, de la misma manera que el sueño miraba hacia adelante; pero yo relacionaría el tema del padre llevándola al oculista con el tema de la madre llevándola al museo a ver las obras de arte, porque en el momento en que estamos
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asistiendo al paciente a seguir adelante hacia la posición depresiva, es importante hacer interpretaciones que junten a los objetos en el sentido de formar un objeto combinado, para oponerse a la tendencia obsesiva de la paciente de mantenerlos escindidos. Pienso por lo tanto que el último punto que tomó la analista, de que ella ha traído el sueño como la Coca-Cola que alimenta al bebé, es un muy buen punto que ha tomado. Y a pesar que en este momento ella está trabajando muy duramente en el análisis, hay algo como telón de fondo que en realidad está trabajando contra el análisis, y entonces el padre llevándola a ponerse los lentes de contacto podría relacionarse con el marido mostrándole un punto de vista diferente, alguien que está negando la realidad psíquica, alguien que tiene que ver con una sexualidad no responsable. Y esto tiene mucho que ver con el sueño de las tarjetas, con el conflicto entre poner las tarjetas de vuelta donde estaban o esconder el hecho de que ella había interferido con estas tarjetas. Por lo tanto el trabajo hacia adelante es muy evidente, pero también hay algo como telón de fondo que es más secreto y que está actuando en contra del análisis. Hay tiempo para preguntas y comentarios si quieren... Analista: Quisiera hacerle una pregunta técnica respecto de la forma de interpretar la transferencia en este momento del análisis, que usted dijo no pronominal, no “yo-usted”. Si pudiese ampliar un poco más este tema, cómo sería... Dr. Meltzer: No pienso que sea solamente en este momento del análisis, sino que confunde un poco el hecho de interpretar en términos pronominales los aspectos adultos e infantiles que están en juego, y entonces yo pienso que es mejor interpretar en términos de la figura transferencial y de las funciones transferenciales que están en juego. Si uno se hace el hábito de interpretar de esta manera, es como una disciplina que permite pensar mejor en términos de objetos y funciones, por ejemplo la parte papá analista o mamá analista, o la función de alimentar, o la función de meterse dentro y controlarla, y las partes del
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self que se vinculan al mismo tiempo con esos objetos y con esas funciones. Esto permite hablarle al paciente de dos maneras: hablar a la parte infantil del paciente con un lenguaje infantil, usando incluso terminología infantil, y hablar con la parte adulta acerca del bebé o acerca del chico, en un lenguaje más sofisticado que sea más acorde con la cultura o con el código compartido. Para poder realizar esto que es una discriminación más cuidadosa de funciones y de objetos, hay que darse un tiempo para pensar, no hay que permitir que el paciente nos llene de información. Hay dos maneras de trabajar analíticamente, la primera tiene que ver con permitir al paciente seguir adelante y tomar aquellos pedacitos del material que nos interesan y describírselos en términos de la transferencia, y esto funciona bien para un tipo de pacientes; la otra manera de trabajar no tiene tanto que ver con el hecho de tomar pedacitos del material que nos interesen sino tener una visión más panorámica del campo total del material, pero trabajarlo en el mayor detalle posible haciendo relaciones, vínculos, con otros aspectos del material. Para eso tiene que darse tiempo y espacio, y seguramente si uno trabaja así, uno se va a encontrar hablando mucho más de lo que en este momento la analista lo hace con la paciente. Por supuesto que esto depende de cada uno, pero si la analista escucha lo que habló durante la sesión y lo compara con lo que yo dije acá esta mañana... 9 Participante: ¿Qué relación ve entre los problemas de la visión, la escoptofilia y todo este empacar frenéticamente de la paciente, que parece estar empacando frenéticamente a través del apoderamiento visual, visitas al Museo de Bellas Artes, objetos de arte...? Dr. Meltzer: El relato que ella hace de su vida como si hubiera pasado de la ceguera a la visión me parece que está totalmente exagerado. No tiene que ver con la visión 9
Ver Referencias Teóricas, pág. 260, “Consideraciones técnicas”.
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sino con el hecho de tener que usar anteojos y que ella se sentía avergonzada por ello. Pero en la historia este relato, que ha sido exagerado, tiene que ver con el momento en que ella comienza a ver al padre como un objeto atractivo que le permite separarse de su madre. Yo no vería –de acuerdo al material– esta situación de cuando ella está guardando las cosas valiosas de la madre en la valija, como un material vinculado al voyeurismo, sino que los ojos pueden adquirir un significado –por ejemplo– vinculado a la voracidad, y puede adquirir también significados de otras zonas, y esa sería una significación normal que uno puede adjudicarle a la visión. Desde mi punto de vista el significado auténtico del voyeurismo sería el voyeurismo intrusivo, atravesar la privacidad de la persona, meterse en la vida privada a través de los ojos utilizando la mirada. Yo pienso que las tarjetas que están sobre el atril, en realidad representan a las personas que vienen a la conferencia y que son ataques a los bebés; ahora si consideramos estas tarjetas como representación de la madre embarazada podría ser un voyeurismo intrusivo, un intento de ver dentro de la madre todos los bebés que están ahí. Pero de cualquier manera en lo que corresponde al material este tema de la intrusión no me parece muy central, probablemente lo hubiera sido más temprano en el análisis y no ahora.
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REFERENCIAS TEORICAS
La supervisión se centró en problemas vinculados a la etapa del proceso analítico y a problemas de técnica interpretativa. Colateralmente Meltzer sugirió algunos comentarios acerca de la identidad sexual. Etapas del proceso Meltzer (4) considera que la paciente atraviesa el umbral de la posición depresiva (ver introducción general), lo que significa que la dependencia introyectiva del pecho se ha establecido a la par que la relación discriminada con los objetos internos. Al mismo tiempo aparece el complejo edípico, que está todavía contaminado por elementos pregenitales de la fase de confusiones zonales. La plena aceptación del objeto combinado y su privacidad en la realidad psíquica, es oscilante. Esto se debe no sólo a la persistencia de confusiones pregenitales sino al estado de los objetos internos que todavía están escindidos y alterados por proyecciones. La reparación que tiene lugar durante el análisis permite la integración de los objetos y su rehabilitación por el retiro de las proyecciones intrusivas. Cuando esto se logra, como lo demuestra el trabajo previo de la analista con esta paciente, se insinúa la posibilidad del destete que la llena de desesperación, voracidad, celos y sentimientos de desamparo. Puede llamar la atención que Meltzer interpreta el sueño sin asociaciones –como él afirma– y parece ajustarse a una transformación analógica desde la imagen de la mesa a la del pecho, entre los comensales y los bebés, entre la fiesta de despedida y el destete. En otro trabajo (Meltzer, 1968) afirma que la receptividad analítica es variable y que hay analistas más sensibles a las configuraciones visuales y otros a las verbales. Él se considera entre los primeros. Su equiparación de la mesa y el pecho no es formal, sino que utiliza las imágenes para una equiparación de la significación de las funciones. No es la forma de la mesa sino su plétora alimenticia –estar lleno de cosas buenas–, es decir su función nutritiva la que permite tomarla como representación del pecho. El anclaje visual sólo es la base para los supuestos significativos que se basan en lo funcional. La caja de cartón deteriorada (5) está vinculada al “pecho-
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inodoro” –depositario de sus proyecciones–, que es usado y “tirado” si predomina su visión narcisista como son tirados los cartones deteriorados del otro sueño. El deshacerse de los objetos dañados equivale a desconocer su realidad psíquica; por ende la responsabilidad y culpas que generan. En este sentido, una escisión y expulsión del objeto dañado corresponde a un retroceso esquizo-paranoide que junto con la desconfianza, impregnan este período del análisis. En (6) y (7) Meltzer aclara el contenido de la desconfianza en estas sesiones, que se centra en dudar de cuál es el interés del analista, ¿está interesado en el análisis o en la paciente como bebé privilegiado? Meltzer (5) relaciona el material de ambos sueños a través de cartón-tarjetas arruinadas y las vincula con el significado que tuvo para esta paciente el aborto. En El Proceso Psicoanalítico plantea una oscilación entre el ataque y la reparación como propia de esta etapa “del umbral”. Esta oscilación respecto a un objeto valorado está comentada en las intervenciones (1), (2) y (3) donde las características cíclicas de la madre más allá de su diagnóstico real, constituyen una oscilación de la imagen infantil: una madre sagrada que se deteriora con el advenimiento de los hermanos. Consideraciones técnicas La obra de Meltzer incluye frecuentemente recomendaciones técnicas al estilo de “Consejos al médico...”, por ejemplo el valor de la sencillez, claridad y economía de las intervenciones, a las que agrega en esta supervisión la necesidad de aclarar el sentido en que se usan palabras significativas que tienden a ser ampliamente polisémicas. Es especialmente en dos trabajos (ver en Introducción: Dos trabajos de teoría de la técnica) que se ha dedicado a las formas de la interpretación. En las intervenciones (8) y (9) aclara su oposición a formulaciones pronominales tipo “yo” y “tú” a las que estamos acostumbrados en nuestro medio. En la medida que Meltzer considera que las escisiones están siempre presentes, el “tú y yo” se dirige a la parte adulta, es decir, la parte colaboradora que se manifiesta tanto en niños como en adultos y no a la parte infantil que es la que está ligada al analista por las transferencias. Por eso prefiere dirigirse a la parte infantil
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con formulaciones vinculadas a las funciones de los objetos parciales como por ejemplo “mami y el nene”. Sugiere además que en la medida en que sea posible, en estas etapas del análisis la interpretación se formule en términos de objeto combinado más que de objeto materno o paterno, solamente para asistir a la paciente en sus tendencias progresivas durante el proceso. Por ejemplo su reflexión acerca de “¿No es una lástima que papá no haya querido a mamá?”, es una afirmación esquizo-paranoide ya que se trata de un objeto combinado escindido, en el que ambas partes están ligadas por el desamor o por la hostilidad. La otra formulación que propone: “¿Qué le ha pasado a esta pareja que empezó tan apasionadamente y que después de haber tenido dos o tres hijos se ha separado de esta manera?”, indica una visión más integrada entre aspectos pasionales y aspectos de desamor u hostilidad. La responsabilidad de las partes infantiles por el estado de los objetos, agrega otro elemento para afirmar que se trata de una integración de la posición depresiva. En la intervención (9) se dedica a las formas de trabajar analíticamente y de construir la interpretación. Estas dos formas son cercanas a la “interpretación rutinaria” (ver Introducción), porque la “interpretación inspirada” sólo es posible en el clima de colaboración de la parte adulta cerca de la etapa del “destete”, cuando se han superado los retrocesos paranoides y la desconfianza de la etapa que actualmente está atravesando la paciente.
Descriptores: Caso clínico. Sueño. Supervisión.
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Analista: Quiero comentarle al doctor Meltzer que traigo este material a supervisión, porque para mí es un caso que presenta una situación muy atípica frente a la cual no tengo referencias. La paciente vino a Buenos Aires por cuestiones de trabajo; era una ejecutiva de una empresa multinacional y debía quedarse en la ciudad por tres años; luego consiguió prolongar su estadía un año más, para seguir analizándose. La paciente presentó una transferencia muy violenta, amenazando con suicidarse primero y luego con agredirme físicamente. No tenía familiares en Buenos Aires a quienes yo hubiera podido recurrir cuando estaba sumamente desbordada. Cuando terminó el cuarto año de análisis y tenía que irse a otro país, me pidió que la derivara a un analista de la ciudad donde iba a residir. Le conseguí una derivación, y luego me llamó por teléfono diciéndome que el analista le había interrumpido el tratamiento a los tres meses de iniciado porque no la aguantaba. Ese analista la derivó a una analista que la tuvo dos meses más en tratamiento y que también interrumpió por el mismo motivo, fue entonces que ella me llamó por teléfono. Dr. Meltzer: ¿Por qué la llama a usted para contarle estas cosas?, ¿quiere que haga algo? Analista: Me preguntó qué podía hacer, estaba mal y necesitaba comentármelo. Le pedí que se tomara unos días para pensar –me llamaba desde muy lejos. Cuando volvió a comunicarse me dice que decidió volver a su primer analista –el primero antes de analizarse conmigo y con el cual se había tratado dos o tres años,
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ocho años atrás– del que se alejó muy enojada. Dr. Meltzer: ¿Dónde residía el primer analista? Analista: En una ciudad –que no es Buenos Aires– en el país donde ella actualmente trabaja. Participante: No queda claro por qué suspende los tratamientos. Analista: No la aguantan porque es muy violenta. Actualmente está en análisis con ese primer analista con cuatro sesiones semanales. Cada seis meses aproximadamente ella viene a Buenos Aires, me llama y me pide entrevistas; se las doy y éste es el material que traigo. El encuadre que he hecho para esas entrevistas es que mínimamente venga dos veces para que me dé tiempo a pensar entre una y otra qué decirle, y que le comunique al analista que me viene a ver. Dr. Meltzer: ¿Inicialmente ella lo vio a este analista tres años? Analista: Aproximadamente. Dr. Meltzer: ¿Ella estuvo cuatro años con usted? Analista: Sí, pero hace cuatro años que dejó de analizarse conmigo. Dr. Meltzer: Después ella se fue a otra ciudad, se analizó con un hombre unos pocos meses, luego con una mujer otros pocos meses, y finalmente volvió con su primer analista en otra ciudad. De manera que hay tres ciudades diferentes, tres lugares geográficos diferentes. Analista: En principio hay muchos, porque hay otro sitio más donde ella tuvo un analista –que no lo he mencionado– entre el primero y yo. Es un segundo analista en otra ciudad; yo soy la tercera; luego dos que interrumpieron y la vuelta al primero.
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Dr. Meltzer: ¿En la misma ciudad? Analista: El primer analista y los dos que le interrumpieron son de la misma ciudad. Dr. Meltzer: ¿Está prohibido mencionar qué ciudades son para que tengamos una idea? Analista: Son de Estados Unidos. Dr. Meltzer: ¿El segundo analista es de otra ciudad en Estados Unidos, o la misma ciudad? Analista: De otra ciudad. Dr. Meltzer: ¿Ella trabaja siempre para la misma compañía multinacional? Analista: Sí. Dr. Meltzer: La compañía multinacional es la familia de la paciente. ¿Usted va a leer las dos entrevistas más recientes que tuvo con la paciente? Analista: Sí, voy a hacer una presentación de lo que pasó en el análisis y luego voy a leer tres entrevistas de julio del ´90 y dos de diciembre del ´90. Cuando Marlene vino a consultarme era una mujer de 40 años, soltera, universitaria, que por condiciones laborales –se trataba de una alta ejecutiva de una empresa multinacional– tendría que residir en Buenos Aires entre tres y cuatro años. A poco de arribar a Buenos Aires me pidió telefónicamente una entrevista manifestándome que no tenía urgencia, pero cuando le ofrecí una hora para unos cuatro o cinco días después, la rechazó diciendo que no podía esperar tanto tiempo. Marlene tenía los nombres de dos analistas, el de un colega hombre y el mío; efectuadas algunas entrevistas manifestó su deseo de comenzar a analizarse conmigo, pero después de aceptar el contrato me planteó que quería consultar al otro analista –al hombre.
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Cuando le expresé conformidad con esto, por tratarse de una persona extranjera recientemente arribada al país, se sintió muy rechazada por mí. La paciente me consultó porque todos sus amantes la abandonaban. Dr. Meltzer: ¡Qué raro!, ¿no? Analista: Se sentía insatisfecha con el lugar que le habían asignado en su trabajo, y expresó que ella no tenía inteligencia. Marlene comenzó su análisis diciendo que éste iba a fracasar, y que yo iba a perder el tiempo con ella. “Usted se va a convencer de su fracaso el día que yo me suicide, sólo un milagro salvará este tratamiento”. Esto era dicho en un tono arrogante y de desafío que encubría, como pude comprender posteriormente, una gran desesperanza. Dr. Meltzer: Parece que está determinada a que sea así. Analista: Junto con esto manifestó que si la dejaba sin análisis también se suicidaría. Algunos datos de la historia: Marlene describió la relación con sus padres como un infierno, tanto la madre como la abuela prefirieron siempre a su hermana mayor. Dr. Meltzer: Por razones que ella no entiende. Analista: “Siempre me tocó lo peor”, afirmó. Comentó que en la actualidad su familia le sacaba el dinero que ella ganaba. Relató que estando la madre embarazada de ella, al soñar que iba a tener otra hija mujer, la habría querido abortar golpeándose el vientre en una escalera. En el sexto mes del embarazo murió el abuelo materno. Marlene lloraba mucho en los primeros meses de vida; la familia le decía que era de puro loca, ya que la madre tenía leche y Marlene habría dejado a su madre débil y consumida de tanto llorar, le decía la mamá. En la adolescencia la madre le abría la correspondencia; también se burlaba de ella porque tenía prognatismo del que fue operada. La madre le decía “cara de caballo”.
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Del padre –médico– dijo que era un dictador, un nazi, que se acostaba con las mucamas. Le decía que ella tenía feo olor. Andaba por la casa escaso de ropas mostrando los genitales. Frente a una de las tantas infidelidades del padre, la madre hizo un intento de suicidio. Durante su infancia la familia se mudó a diferentes ciudades debido al trabajo del padre; en cada ciudad Marlene tenía un perrito al que debía dejar cuando se trasladaban. A poco de iniciar su análisis trajo la fantasía de que sus padres habrían juntado sus materias fecales para engendrarla. “A mí me hicieron con mierda”. Iniciado el análisis, comienza a desplegar en la transferencia una especie de fierecilla, palabra utilizada por la paciente. Era burlona, despreciativa, desafiante, irónica y autoritaria; pero no faltaba nunca y pagaba en fecha. Aunque llegaba puntualmente decía despectivamente que venía porque no tenía otra cosa mejor para hacer. Nada de lo que le interpretaba le venía bien; cuando no podía refutar el contenido de alguna interpretación decía que ya era tarde, que tenía que habérselo dicho en su infancia. Cuando se le agotaban los argumentos para rechazar una interpretación me respondía con un largo y hostil silencio, pero si se lo interpretaba me decía con gran enojo que me callara y que no la interrumpiera. Cuando le señalé esto recordó una expresión típica de su país que decía: “Preso por tener perro, preso por no tenerlo”. Dr. Meltzer: ¿Se puede decir qué país es éste? Analista: Sí. México. Esta actitud denigratoria e imprevisible comenzó a adquirir un tinte acusatorio franco, ya que me adjudicaba todos sus fracasos en los encuentros con sus amantes. Un violento acting out ocurrió en el segundo año de tratamiento en que la paciente estaba particularmente denigratoria e impulsiva, lo cual motivó que se la sentara frente a frente. En esa oportunidad en que le estaba mostrando cómo la fierecilla era una defensa que ocultaba una niña desamparada para que no pudiera tener contacto conmigo, Marlene me preguntó: “¿Usted quiere saber lo que es una loca desbordada?”, y sin esperar respuesta alguna barrió con su brazo
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los objetos del escritorio (entre los que había una planta), los cuales al caer se rompieron, y luego se fue bruscamente del consultorio. Dr. Meltzer: ¿Qué quiere decir cuando dice que la hizo sentar enfrente suyo? Analista: La paciente estuvo en diván durante bastante tiempo. Cuando empezó a estar particularmente denigratoria –continuamente me insultaba, gritaba, o se iba dando portazos– le pedí que se sentara; que íbamos a trabajar frente a frente; porque sentía que no la podía manejar. Yo me senté en mi escritorio y ella del otro lado. Dr. Meltzer: ¿Cuál era el objeto de este cambio?, ¿qué quería evitar o lograr al hacer este cambio? Analista: Pensé que podía tener más manejo de la situación, más control de la situación. Dr. Meltzer: Diría que una de las últimas cosas que haría con un paciente así es hacerlo levantar, porque al levantarlo tiene todo el sistema muscular a su disposición para usar, y una de las cosas maravillosas del diván es que tiende a inmovilizar al paciente; es uno de los motivos también de por qué es una posición tan popular con los pacientes. Analista: Ella en el diván tiraba siempre un almohadón por el aire. A la sesión siguiente dijo que estaba conforme con lo que había hecho ya que era un acto de justicia porque yo le había roto la esperanza, y que no había nada en el mundo con qué pagarla. El estado de violento desborde motivó que para poder continuar el análisis, la derivara a un colega para ser medicada. Dr. Meltzer: ¿Qué tipo de medicina quería que le dieran? Analista: Algo que la calmara. Estaba muy, muy impulsiva, muy
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violenta. Le dio dosis pequeñas de un antipsicótico y ansiolíticos. Esto fue muy resistido pero luego lo aceptó, con lo que disminuyó el nivel de agresividad e impulsividad, lo cual nos permitió efectuar algún trabajo analítico. Un año después de romper los objetos trae una plantita envuelta en papel de diario y la apoya en el escritorio, diciéndome irónicamente que yo la puedo tirar a la calle ya que contiene gases venenosos. Dentro del clima ya descripto transcurrió cerca de otro año, salpicado con otros episodios de acting out y violencia verbal. En los períodos en que aumentaba la paranoia transferencial, permanecía en las sesiones de pie, de espaldas contra la pared en actitud intimidatoria, amenazándome con romper el vidrio de un cuadro y cortarme la cara. Además la paciente sostenía que al irse se olvidaba las interpretaciones; decía: “es como el hielo que se hace agua y se escapa de las manos”. Otro episodio grave que ocurrió en el tercer año del análisis fue un accidente que tuvo andando a caballo sin haberle puesto el freno, y habiendo sido despedida por el aire. Faltando pocos meses para irse del país, cuando se le estaba interpretando acerca de lo doloroso que le resultaba la separación, al salir del consultorio con violencia, tiró al suelo una lámpara de cristal que estaba en la sala de espera, la cual cayó al suelo sin romperse; yo no vi cómo ella la tiró porque estaba adentro de mi consultorio. Salgo a observar qué ocurrió y veo a la paciente que está en la puerta de salida mirándome triunfante. En la sesión siguiente Marlene comentó que al fin pudo ver el odio en mi rostro; le dije que era cierto, y que estaba enojada por ese hecho y no por todo lo que había pasado en el análisis. Dr. Meltzer: Este es en realidad el psicoanálisis de una niña, y en el psicoanálisis de niños es extremadamente importante clarificar de entrada cuáles son los límites absolutos; cuáles son los criterios para establecer estos límites absolutos, aquellos límites que al momento de ser violados van a producir la interrupción del análisis. Si esta interrupción es por una sesión, una semana, un mes o para siempre es una decisión diferente. Trabajando con niños yo pienso que el límite más absoluto es que el paciente no debe interferir con el análisis de
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otros pacientes; eso significa fundamentalmente para los chicos que ellos no deben lastimarte de una manera que sea visible para los otros pacientes, y que no deben dañar la habitación de una manera que no pueda ser arreglada o limpiada en muy poco tiempo. Me parece que ésta es una base racional que uno puede explicar al paciente, que permite conducir un análisis, y que debe ser clarificada, y una vez que el paciente la conoce sabe que si estos límites son violados, el psicoanálisis va a ser interrumpido. Esta es mi propia técnica, que se refiere más que nada a pacientes psicóticos o adolescentes, pero es parte de mi técnica en general. Ocurre que cuando uno interrumpe una sesión y le dice al paciente que se vaya por haber violado estos límites, se puede aclarar que el paciente queda en libertad para contactar con el analista y para discutir con uno el volver a recibir tratamiento. Un corolario de esto que yo también lo vería como una prohibición absoluta, es que el paciente no debe traer armas a la sesión; esto es muy importante con adolescentes que a veces tienen la tendencia a venir con cuchillos o armas de fuego. Yo aprendí con triste experiencia que cualquier cosa que uno tenga en la habitación con vidrio provee un arma instantánea para los pacientes. Por ejemplo cuadros con vidrios o bibliotecas con frente de vidrio. También es cierto que pacientes que están tan enfermos que no pueden controlarse y no pueden reprimir atacar al analista, pertenecen a un hospital mental. Yo supervisé un caso interesante en Oslo de una mujer que no atacaba al analista en la sesión pero lo esperaba fuera de la sesión y lo atacaba ahí; hablamos de esta técnica y el analista le advirtió a la paciente, pero ella volvió a hacerlo por lo que él interrumpió el análisis. Le tomó tres años a la paciente ponerse en contacto con el analista y retomar el tratamiento que ha continuado maravillosamente desde entonces. Le tomó tres años decidir que valía la pena controlarse. Continúe. Analista: Material de últimas sesiones: Marlene comenta que el gerente general de la empresa le hace una gran despedida; hace
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una broma y dice que me invitó al cóctel para que yo le hable al gerente y así ella pueda seguir quedándose en Buenos Aires un tiempo más. Me trae una segunda planta, es una orquídea de su país y dice que da flores color león o culebra. Me aclara que la planta no es un regalo, ya que no recibió lo que ella esperaba; la planta va como pago por lo que ella rompió, pero reconoce que yo hice lo mejor que pude. Dr. Meltzer: Decir que hizo lo mejor que pudo es evidencia de que tiene confianza. Analista: Cuando le falta poco para irse del país habla frecuentemente de querer comprar una sopera de Limoge; vio una que es linda pero cara. Marlene expresa que cuando vuelve a la casa de la madre después de sus viajes siente que es el único lugar donde puede comer sin tener que pagar. Para cuando se vaya reservó una cena en el “Maxims” de París con su amigo Salvador –que es un homosexual. Le interpreto que quizás necesite algo máximo y salvador para reemplazar el análisis que pierde, donde se sintió alimentada. Relata que una amiga suya que está en análisis le lleva sus sueños al analista, quien los pone en una computadora. Le interpreto si no será que para cuando se vaya quisiera asegurarse que ella iría a quedar en mi memoria y no borrarse. Dr. Meltzer: Creo que ella está inscripta en su memoria en forma indeleble... Analista: Es cierto... En las últimas sesiones van apareciendo en lugar de la violencia enojos que encubren la tristeza de la separación. Relata que se despidió de uno de sus amantes y pudo decirle que en una relación lo más importante no es el sexo sino la confianza. Esto me lleva a mostrarle que estaba rectificando una relación de violencia erotizada conmigo para jerarquizar la confianza en el vínculo. En la última sesión dice que no quiere compartir ese momento del irse con nadie; se siente mejor así, más calma, y aparece entonces un clima de duelo. Dice que vino con la certeza del
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fracaso y se va con dudas e interrogantes acerca de si el análisis la ayudó o no. Post análisis: Después de su partida vuelve espontáneamente a Buenos Aires cerca de dos veces al año, y en cada viaje pide tener algunas sesiones. Va así relatando que los dos analistas que la atendieron posteriormente en su país no la aguantaron y le interrumpieron el análisis a los pocos meses de iniciado; entonces decidió volver al primer analista que la atendió hace ocho años, con quien se había ido peleada. Dice que mi consultorio es un lugar de referencia, y que este análisis le dio una salida, que yo la aguanté y no fui débil; que ella siente que no me chupó hasta consumirme como creía que le ocurrió con su madre siendo ella bebé. Relata una historia bíblica donde no hubo milagro ya que Jesús no caminaba sobre las aguas como parecía, sino que existía por debajo un camino de piedras. Aquí expresa que sintió que hubo sostén para ella y que no fue un milagro lo que sostuvo el análisis, como predijo al comenzarlo, sino el producto del trabajo analítico. Dice que se quedó pensando acerca de una interpretación recibida; que el atacarme a mí, su analista, era atacarse a sí misma. Parece que está comprendiendo algo del análisis, cuidar al analista es también cuidarse a ella misma. En otro de sus viajes relata que está haciendo logros profesionales importantes. Dos años después de terminar, me cuenta que compró un departamento en Buenos Aires porque es una buena inversión. Refiere que ha aumentado 20 kilos de peso y habla del envejecimiento de sus padres. Los modelos que usábamos en el análisis comienzan a volverse del pasado, y me pregunta si es bueno que el pasado se vuelva pasado. Dice que cuando alguien pierde algo que quiere se pone triste, y que eso es la vida. Dr. Meltzer: Hablemos de una posibilidad que se me ocurre: lo ha conducido como el psicoanálisis de una niña pequeña y hay un grupo de chicos que son incorregibles e inaguantables, que se los echa continuamente de la casa, del colegio, de instituciones a las que se los manda. Son abusivos, roban, mienten, incendian, atacan a otros chicos, etc., etc. Mi esposa tenía un paciente así y trabajamos juntos
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bastante con este problema. Era un chico que en ese momento tenía alrededor de ocho años, que ya había provocado que la madre hiciera varios intentos de suicidio y perturbaba totalmente la vida familiar, a los hermanos, y demás; y lo que hizo inmediatamente en el análisis fue destruir sistemáticamente el consultorio. Teníamos una pequeña habitación en el sótano y la preparamos como un consultorio indestructible donde tenían lugar las sesiones que consistían más que nada en peleas, eran peleas, y la mayoría de las sesiones terminaban con la analista sentada encima del paciente. La analista habló y habló, y durante estos dos años su conducta en la casa y en la escuela mejoró, y después de dos años el chico decidió terminar su análisis. Su desarrollo a partir de ahí anduvo muy bien, académicamente le fue muy bien, hoy es un hombre de unos 40 años bien educado, muy exitoso en la carrera que eligió. Años más tarde vino la esposa a analizarse conmigo y una de las cosas que me enteré a través de ella es que mi esposa –la analista del marido– se había convertido en el santo patrón del paciente. La memoria, el recuerdo del análisis y el amor por la analista había sido muy intenso. Su esposa no tenía la menor idea de lo que había sucedido en ese análisis. Esto ocurrió hace unos 25 años. En esa época no teníamos idea de lo que ocurría y simplemente era una cuestión de proveer un encuadre que lo contuviese y tratar de sobrevivir a sus ataques, pero no sabíamos muy bien qué estaba pasando. Desde entonces se han desarrollado algunas ideas, especialmente la idea acerca del mundo claustrofóbico y la índole de la vida en el mundo claustrofóbico. Hubo otras experiencias, como en este momento uno de mis colegas en el consultorio donde yo trabajo tiene un chico de este tipo, y la línea interpretativa que estamos siguiendo es la siguiente: que él vive en las heces, en el recto de la madre y que la única manera que él conoce de salir de ahí es ponerse tan inaguantable que se va a hacer evacuar. Este chico que está en análisis en este momento, se ha calmado muchísimo en un período de cuatro meses. Tenemos motivos para pensar que esta conducta comen-
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zó en él abruptamente cuando fue molestado sexualmente por un maestro en el colegio. Este chico del que hablo tiene 8 o 9 años. Ahora, después de esos cuatro meses que tardó en calmarse, pudo establecerse la situación analítica y un análisis propiamente dicho pudo ser comenzado. Esta paciente que se acaba de presentar posiblemente esté en la misma situación, y gracias a los cuatro años que pasó con Ud. haya salido de hecho de su estado claustrofóbico. Les digo de dónde salió esta idea: en el cuento de Pinocho, cuando es tragado por una ballena lo que hace es prender fuego dentro de la ballena, lo que provoca que la ballena abra la boca y lo expela 1. Con esa hipótesis en mente sigamos adelante a ver qué nos dice la paciente. Analista: Julio 1990, primera de las sesiones. Dr. Meltzer: ¿Cuánto tiempo desde que terminó su análisis con Ud.? Analista: Terminó en Abril de 1987. Paciente: ...Yo tengo en X (la ciudad donde nació) un departamento a medias con un colega, pero mi sobrino lo está ocupando. Se aprovecha de mí y mi colega no lo puede ocupar. Mi sobrino es desagradecido, me saca dinero, me trata de loca (se pone a llorar). Mi hermana es una vividora, se fue a pasear a Estados Unidos, yo le pagué el pasaje, y le di dólares para que me comprara algo para mí, pero ella se los gastó y no me los devolvió (llora con enojo). Analista: ¿No le estará pasando a usted como le pasa a su colega con el departamento, que aquí también hay intrusos? Usted acá ya no es dueña de las horas de análisis pues hay otros pacientes ocupándolas. Paciente: Para mí venir a Buenos Aires y verla a usted es como 1
Ver Referencias Teóricas, pág. 291, “La vida en el claustro”.
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venir a ver a John (un amante que tuvo en Buenos Aires) y como venir a comer empanadas. Quiero tratar algo con usted que es quien conoce los antecedentes, y es algo bueno que me pasa: tengo una relación con Albert (Albert fue un ocasional amante que ahora se separó de la mujer). Albert es frágil, está deprimido, él dice que es un aparato con defectos. Yo siento que tengo a quien cuidar, yo soy la terapia de Albert, yo veo en Albert un bebé. El otro día le acaricié el cuello a mi madre y me pareció que era la piel de Albert. Le voy a contar un sueño: yo estaba con mi analista (el analista actual) y había un sexólogo; en el sueño yo tomaba medicamentos (me explica que está tomando antidepresivos en la realidad) y mi analista también tomaba los medicamentos. Él –el analista– se aprovechaba de mi sesión para controlar con el sexólogo los medicamentos que él tomaba... Dr. Meltzer: ¿Qué sexo tiene el sexólogo? Analista: Es un hombre. Le pido que haga alguna asociación y dice: Paciente: Yo hablo bien de George (que es otro amante y colega que ella tiene) en su trabajo y eso a él lo promociona y entonces se dedica más a mí. Es un interesado. Analista: ¿No se estará refiriendo a por qué la atiendo cada vez que viene a Buenos Aires?, ¿será por mi propio interés y no por el suyo? Paciente: (se ríe) Son los dólares que usted me cobra. Le recuerdo entonces que la última vez que vino (había venido en enero de 1990) habíamos quedado en definir si éstas eran sesiones o visitas que efectuaba, es decir si le iba a cobrar o no. Dr. Meltzer: Esta distinción es muy importante técnicamente, decidir si pacientes que terminan su análisis vienen después para una visita o para una sesión 2. 2
Ver Referencias Teóricas, pág. 291, “Recomendaciones técnicas”.
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Paciente: Me había olvidado totalmente eso que habíamos hablado. Analista: Nuevamente es el hielo que se hace agua y se le escurre todo lo que habíamos hablado la última vez. Paciente: Como mi analista tomó vacaciones aproveché para venir a Buenos Aires. Analista: Quizás no toleró que su analista se haya ido, y al no tenerlo vino a buscar sesiones de reemplazo. Paciente: Cuando Albert no me llama una semana deja de existir para mí. Cuando me acuesto con George no es traicionarlo a Albert. Analista: Usted me habló de un Albert como de un bebé frágil, pero me parece que cuando usted se queda sin su analista el bebé frágil es usted. Paciente: Pero a Albert lo quiero conservar aunque no le tengo paciencia; él tiene cosas del pasado reciente con su ex esposa, ¿y yo qué puedo hacer con lo del pasado? Analista: Quizás también el análisis que tuvo conmigo se estará volviendo del pasado, perdiendo actualidad. Paciente: Yo tengo un amor en cada puerto (se ríe). Analista: Cada vez que usted deja una ciudad deja un amante, deja un analista, deja un pedazo suyo. Cuando usted viene a Buenos Aires quizás busca reencontrar ese pedazo de usted misma que dejó en el vínculo terapéutico que tuvimos. Paciente: En mi trabajo voy muy bien, estoy haciendo carrera y es por méritos propios y no por acomodo. Pienso que lo debo al análisis que hice con usted. Dr. Meltzer: Si bien de muchas maneras se podría decir que el vocabulario y las ideas que la paciente expresa son las
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mismas que siempre ha estado usando, no son hirientes, no son filosas. Se puede entender por qué ella está tomando antidepresivos, porque está deprimida. Es una de esas depresiones frágiles, quebradizas, y el motivo porque se siente deprimida es que no es querible. Cuando vino a verla era una mujer odiosa, ahora es una mujer no querible. Uno se pregunta por qué la fachada caracterológica, que era una armadura, tanque de guerra cuando vino a verla primero, es ahora una armadura protectora, es la misma armadura. Entonces quizá una de las respuestas de por qué no es querible es que no se sabe quitar la armadura. Solamente podemos suponer que lo que existe debajo de la armadura es extremadamente tierno. El sueño que ella trae es imposible de analizar para usted porque es un sueño de su análisis y su significado está ligado totalmente con los procedimientos de ese análisis, y realmente no vale la pena intentar analizarlo. Lo único que se puede decir acerca del sueño, es que le cuenta este sueño de la misma manera que cuando acaricia el cuello de la madre y tiene la impresión que está acariciando la piel de Albert. Es decir, que la tiene a Ud. y a su analista confundidos de alguna manera. Es difícil decir de qué manera. Quizás tiene algo que ver con que ninguno de los dos usa armaduras del modo que ella la usa, ambos analistas exponen su piel sin armadura. SEGUNDA SESION
Paciente: Me tuve que apurar a comer para venir a la sesión; ¿de qué me sirve venir a verla? Buenos Aires no me gusta, tiene edificios viejos, lugares oscuros... bueno, París también los tiene. Analista: ¿Buenos Aires será el análisis?, ¿lo que hablamos se le estará volviendo viejo y oscuro, cosas del pasado? Paciente: La relación con Albert se acabó, le hablé por teléfono y él se negó a atenderme (Albert –que es escultor– se lesionó una mano en un accidente). Me horroriza que sea tan
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autodestructivo, él me llama mi Sweet (que es el nombre de la madre de Albert) porque yo me preocupo por su mano lastimada. (En tono de queja) Todo se me repite y no adelanta, con George estuve y voy a volver a estar; con Albert estuve y voy a volver a estar. Analista: Usted me está diciendo que en cada ciudad hay un pedazo suyo, como jirones de vida. En un movimiento pendular usted pasa de una relación a otra, tiene todas las relaciones y al mismo tiempo no tiene ninguna. Este pedazo conmigo, ¿será para paliar la ausencia del doctor X? (su analista actual). Paciente: Yo no puedo estar más de cuatro días en el mismo lugar. Cuando viajo, tengo que moverme de un lugar a otro. Hace poco me fui a Leningrado en una corrida, vi más en un día que lo que ven los otros en varios días. Dr. Meltzer: La cuestión acerca de si ella deja partes de sí misma desparramadas... no estoy muy seguro. Yo más bien pensaría que al igual que la confusión entre el cuello de la madre y la piel de Albert, probablemente indiquen que ella no tiene la capacidad de discriminar entre los distintos objetos porque la relación que establece con los objetos es superficial y sensual. Por un lado, es sensual en cuanto al contacto que tiene con la otra persona; y es superficial por otro lado, en que la otra persona se encuentra con su armadura que esconde lo que siente, pero los sentimientos están allí. Ella le revela a Ud. sus sentimientos cuando llora y hace chistes. Cuando habla en una forma filosa lo transforma en chiste. Cuando muestra su preocupación por la mano lastimada de Albert... y demás. De manera que creo que lo que se muestra es que su nivel actual de desarrollo de relaciones objetales está en un nivel muy sensual en cuanto a su contacto real con la gente, aunque su interés y sentimientos reales por ellos son mantenidos muy en secreto. La visita a Leningrado es un ejemplo de cómo tiene que ir de un objeto a otro. No es que ella se vaya para protegerse de un impacto emocional sino que ella se aleja
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de un objeto para protegerse del apego. De este material parecería surgir que no son partes de ella las que desparrama sino que es el objeto que ella desparrama. De manera que lo que vemos aquí es una especie de promiscuidad emocional 3. TERCERA SESION
Paciente: Lamento haber venido acá, no saqué nada nuevo. Casi me aplasta un ómnibus al venir, total... ¡si me mata mejor! Analista: ¿No será que el deseo de matarse es una venganza tanto para el doctor X que la dejó, como hacia mí que no le di en unos pocos días lo que lleva muchas horas de trabajo analítico conseguir? Paciente: Yo soy así, (lo dice con orgullo), el análisis no me cambió; ¿acaso usted cree que me dijo algo importante? (se burla) Ojalá me hubiera gastado el dinero que le pago en un abrigo de la mejor marca de pullóveres. Dr. Meltzer: Esto es un poco como el viaje a Leningrado, ella saca más en dos horas de análisis que lo que los demás sacan en un año, ja, ja. En esta tercera sesión está la amenaza primero de apegarse a la analista, y luego de sufrir el dolor de la separación, porque ella en realidad sufrió al final del análisis con usted. DICIEMBRE 1990, PRIMERA SESION
Paciente: De vuelta acá (mira a todos lados como reconociendo un lugar ya conocido). Me ascendieron, me nombraron directora ejecutiva y próximamente me envían a trabajar a Europa. Vengo para agradecerle, usted tiene mucho que ver con esta promoción en mi trabajo. 3
Ver Referencias Teóricas, pág. 291, “La vida en el claustro”.
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Analista: ¿Por qué? Usted hace ya casi cuatro años que dejó el análisis conmigo. Paciente: Es que dejé de pelearme con todos como me pasaba antes. Puedo escuchar mejor a la gente, y eso se lo debo a usted. Dr. Meltzer: Eso es cierto. Analista: Quizás mi mérito fue no haberme dejado engañar por su parte loca y cínica que quería hacerme creer, como usted misma se lo creía, que usted no servía para nada y que sólo estaba llena de odios y venganzas. Paciente: Además me han elogiado mi capacidad de trabajo y mi sensibilidad femenina para negociar. Analista: Acá pudimos ir descubriendo juntas que esa parte peleadora suya escondía talento e inteligencia. El dejar de pelear conmigo es también dejar de pelearse con su condición de mujer. Dr. Meltzer: Yo diría que lo que le está revelando a Ud. es que fue capaz de cambiar identificación proyectiva por identificación introyectiva, y ha sido capaz de introyectar a la analista y la sensibilidad femenina de la analista. Sería interesante para la analista volver al material y ver en qué momento del proceso ocurrió este cambio, en qué momento emergió de la identificación proyectiva y comenzó a introyectarla. Analista: Cuando ella se estaba por ir habló de comprar una sopera de Limoge, habló mucho tiempo de que la quería comprar. Me estaba hablando de un continente que puede guardar cosas. Yo trabajé mucho ese material. Paciente: Además vine también a despedirme porque no podré viajar a Buenos Aires tan seguido como hasta ahora, pero voy a volver hasta los 70 años a verla (y se ríe).
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Dr. Meltzer: ¿Hasta que la analista tenga cuántos? (risas). Paciente: Mis padres se están volviendo viejos, pero mi papá no cambia, a los 76 años le hizo una propuesta amorosa a una muchacha que fue a pedirle un favor, la chica salió indignada. ¿Recuerda que se estaba acabando la relación con Albert? Cuando él me dejó plantada fui a buscar a su lugar de trabajo a Sebastián (que fue el primer amante de todos) y aunque hacía ocho años que yo no tenía noticias de él, nos besamos y hablamos como si hubiera pasado una semana. Analista: Usted me habla de dos formas de vivir el tiempo y de vivir la vida. Una es como la del ascenso en el trabajo donde hubo cambios en la forma de ser; usted ya no es la misma que era antes, lo mismo que con los padres que envejecen. Pero hay otra manera como la de su papá que es el mismo que fue siempre con las mujeres, y usted misma que al sentir que ocho años de separación es como una semana, como si el tiempo no hubiera pasado, se hubiera detenido. Dr. Meltzer: Esto indudablemente es todo acerca de la relación con la analista y el amor por la analista, algo que no puede expresar en forma directa, lo tiene que expresar a través de un hombre, a través de relaciones sexuales... no puede expresarlo de otra forma. Sería interesante saber qué pasó con la sopera, quizás esa sopera fue establecida como los Lares, los dioses del hogar que ella mantiene. Analista: Ella cuando se va de cada país generalmente se compra algo, se lleva cosas valiosas o lindas, y en este caso lo que le interesaba era esa sopera. Dr. Meltzer: Es interesante que se lleve de Buenos Aires algo hecho en Francia. Analista: Sí. Lo importante es que en Buenos Aires se compró un departamento, y dice “es una buena inversión”. Dr. Meltzer: Pero inmediatamente lo que ella compra se parasita, como Ud. lo señaló.
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SEGUNDA SESION
Paciente: Me molesta que usted tenga tantos objetos en este consultorio. Cuando me encontré con Sebastián y él me invitó a cenar yo preferí un lugar íntimo, sin elementos que nos perturbaran. Analista: Muchos objetos molestos deben ser las muchas cosas que ocurrieron durante el análisis y los sentimientos de odio, venganza, miedo, amor que tuvo acá todos mezclados, quizás perturbándola. Dr. Meltzer: Sobre todo los otros pacientes, que usted muestre su cualidad de Limoge a los otros pacientes. Paciente: Ayer usted me dijo del tiempo congelado pero no es así; el encontrarnos con Sebastián y sentirnos al unísono, eso es amor. Ahora quiero decirle algo. Cuando aquella vez que yo tiré la lámpara de la sala de espera, no lo hice a propósito. Creo que salí muy violenta y al pasar la derribé con mi bolso. Analista: Yo le digo asombrada: ¿por qué no me corrigió en ese entonces en mi creencia de que lo había hecho voluntariamente? Creo que quería que yo estuviera equivocada y en eso estaba su triunfo. Paciente: Decirle la verdad era admitir mi derrota, era dar mi brazo a torcer, y yo no quería. Analista: Sí, su triunfo era que yo pensara que usted era mala y perversa con mis cosas. Pero equivocándome yo, usted triunfaba. Una especie de triunfo pírrico. Dr. Meltzer: No creo que sea correcto lo del triunfo pírrico, me parece que es que era demasiado orgullosa para admitir que fue un accidente y que prefería presentárselo como un desafío, y demás. Es su orgullo, su orgullo y su arrogancia son realmente enormes. Su arrogancia y su sentimiento de superioridad eran los elementos identificatorios de la identificación proyectiva. Así que lo que se ve en este
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momento es la humildad que ha reemplazado este orgullo. Analista: Cuando ella tiró la lámpara –que fue muy violento– le dije que si volvía a dañar algo del consultorio, automáticamente le cortaba el tratamiento. Paciente: Yo antes no entendía qué era el análisis, recién ahora estoy comenzando a entender. Analista: Me parece que usted está realizando un buen trabajo analítico con el doctor X, y ahora acá está queriendo actualizar nuestro diálogo analítico al hacerme saber sobre la caída de la lámpara. Pero aunque la tiró con el bolso, en esos días se estaba por ir de acá. ¿No habría habido deseos de romperla de verdad? Paciente: (se queda pensando) Si mi analista actual cuando yo lo burlo no se irrita, entonces a mí se me hace innecesario seguir con la burla. Participante: Obviamente ha habido un cambio en la armadura de la paciente entre las sesiones de julio y las sesiones de diciembre, y si bien ella intentaba en las sesiones de julio todavía atacar a la analista sin mucho efecto, en estas sesiones está mucho más tierna, más afectuosa, y en general parece que está más agradecida por los cambios. Esa puede ser obviamente una forma de expresar agradecimiento hacia la ex analista. ¿Pero no puede verse eso también como una forma de actuar masiva, y todo lo que ella le dice a esta analista pertenece al análisis en el que se encuentra en este momento? Analista: Esa también es mi pregunta. Dr. Meltzer: Si lo que ella en este momento tiene es un análisis con el doctor X, si eso es lo que tiene con él, lo que ella tuvo con esta analista no es un análisis, es una experiencia que le permitió tener un análisis en este momento. En mi mente usted no es su analista, usted es la madre, es la misma madre con la que estuvo íntimamente conectada al estar viviendo nueve meses dentro de ella,
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pero diferente de la madre real que trató de abortarla cuando estuvo en el sexto mes de embarazo. De manera que ella vuelve a visitarla en este momento como un niño que podría ir a visitar a su madre natural de la que ha sido separado después del nacimiento, por la enfermedad de la madre o algún otro motivo perfectamente perdonable. Ella no tiene motivo de queja con Ud. acerca de la separación y por tener que ir a ver a otra persona. La mayoría de los chicos adoptivos tienen resentimiento en contra de sus madres naturales y cuando van a conocer a la madre verdadera, siempre es bajo una nube de intenso resentimiento; pero ella no tiene resentimiento con Ud. Yo pensaría que ella en realidad vuelve para informar a la analista acerca de su progreso ahora que nació. No es que yo piense que la vida en identificación proyectiva es lo mismo que la vida intrauterina, es completamente diferente, pero la gente que sale del mundo de la identificación proyectiva entra al mundo como quien acaba de nacer. Claro que hay estados psicóticos de regresión en los cuales se entra en un estado mental parecido a una regresión intrauterina, pero los estados de identificación proyectiva no son así. Eso se puede ver en hospitales mentales con pacientes que son como bebés, completamente sin defensas. Participante: Cuando se habló del departamento que ella compró en Buenos Aires, usted dijo que todo lo que ella compra se parasita. ¿Podría ampliar esto un poco más? Dr. Meltzer: Ese departamento fue un error, era un intento de dejar las puertas abiertas para poder volver a un estado de identificación proyectiva. De manera que el significado que tenía era un lugar para parasitar, de manera que tuvo que hacer arreglos para instalar un parásito ahí adentro; o mejor dicho, ella tendría la experiencia que cualquier persona viviendo ahí sería un parásito como el sobrino. Analista: Me han planteado en el grupo cuando comentamos el material –estando ella en análisis con su analista–, que podría
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haber dos transferencias: una con su analista y una conmigo; ¿cómo es ese problema? Dr. Meltzer: La transferencia hacia usted es una transferencia hacia una madre que la dio a luz, que la parió, y a ella le gustaría muchísimo olvidarse que cuando estaba con Ud. no se comportó como un bebé dentro del útero sino que se comportó de un modo muy distinto, le gustaría retenerla como la madre que la dio a luz. Elizabeth Bianchedi me pidió que explicara esto anoche: por qué digo que cuando un paciente está actuando con uno los procesos de estar en identificación proyectiva, no está manifestando transferencia hacia uno. Ella se comportó en la mayor parte del tiempo que estuvo con usted no como con una analista o con una persona, sino como si usted fuera un representante de la otra institución; no la compañía para la que ella trabaja, sino la compañía para la cual Ud. trabaja, llamada psicoanálisis, esa gran compañía multinacional, el psicoanálisis. De manera que no había ninguna duda en su mente que los motivos suyos (de la analista) para trabajar en su compañía, era la misma motivación que ella tenía al trabajar para su compañía: estatus, dinero y poder. Ella estaba resuelta a que usted no obtuviera poder sobre ella. Estaba resuelta a no ser el tipo de paciente que va a incrementar su estatus como psicoanalista, e iba a tirar el dinero en su dirección con desprecio. Y si le preguntan a ella, si fuera por ella, a usted no la iban a ascender. Participante: Yo querría retomar la hipótesis de si las visitas a Buenos Aires no pueden ser encuadradas o pensadas como un acting out masivo de su análisis. Independientemente de que en su fantasía ella visite a su mamá, hay un cierto encuadre, hay interpretaciones –algunas son profundas–, es decir que una cosa es la fantasía de la paciente con la que llega a la entrevista, y otra es un cierto encuadre que la situación tiene. Yo me preguntaba si así como uno toma resguardos de decirle a un paciente: “si rompe un jarrón yo no lo atiendo”, “si me rompe el consultorio yo no lo atiendo”, “si me daña físicamente yo no lo atiendo”; un acting out masivo que se repite no puede ser incluido prácticamente dentro
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de las mismas prevenciones. Es decir, independientemente de la fantasía inconciente de la paciente –que por supuesto también está incluida en cualquier acting–, al romper un jarrón también hay una fantasía inconciente que nosotros podemos comprender, lo cual no quita que uno le diga que si lo hace de vuelta uno interrumpe el análisis. Si esta hipótesis es cierta, que ella le dice a los amantes lo que no le dijo nunca a esta analista, que le dice a esta analista lo que no le dice al actual... un circuito muy particular de vivir en acting out diciendo y haciendo en distintos lugares lo que debiera hacer en otros, si esta hipótesis es cierta... Analista: El analista sabe que ella me viene a ver. Participante: Sí, sí... digamos si la hipótesis es cierta, si desde esa perspectiva uno no la puede tomar, como el tema del jarrón y de los vidrios plantear un límite, o eso no es óbice para plantearlo. Dr. Meltzer: ¿Usted dijo que el analista le dio permiso o que el analista sabe que viene a Buenos Aires y la ve a Ud.? Analista: Él sabe... Dr. Meltzer: No es secreto... Lo segundo es que usted le dio la opción de que esto sea o una visita o una consulta de seguimiento, y ella eligió transformarlo en una consulta y pagar. Si es o no es un acting out en relación a su analista, en este momento no es problema suyo; no es su problema porque no está en la posición de hacer ese juicio. Usted no es responsable por el trabajo del otro analista, de lo único que es responsable es por conducirse usted misma en forma profesional y ética con la paciente. No me parece que haya nada en el material que sugiera que estas visitas tengan la intención de debilitar o sabotear su relación con su actual analista; si fuera así, si hubiera intención de atacar al otro análisis la paciente probablemente tomaría la forma de introducir chismes, de tratar de averiguar qué piensa usted del otro analista, o traer un sueño para que usted lo interprete para poder comparar con la interpretación del otro analista... cosas
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de ese tipo. Por ejemplo cuando ella cuenta el sueño no hay nada que indique que lo cuenta para que esta analista lo interprete, sino simplemente parece ser para informarle de cuál es la situación con el otro analista; y esta analista no hizo ningún esfuerzo por interpretar el sueño, simplemente cuando pedía asociaciones era para comprender el sueño pero no para devolver una interpretación. Y no hay nada que indique que éste es un sueño que fue llevado al otro análisis, parece ser un sueño que tuvo mientras no estaba con el otro analista. Está bien lo que Ud. dice, hay que estar alerta para que ex pacientes no nos usen en formas que sean en detrimento del paciente o de otro análisis que esté en curso. Eso es parte del procedimiento normal del análisis, que uno está siempre alerta a las diferentes formas que el paciente tiene de usarnos mal, pero no porque uno es responsable de proteger el otro análisis, sino que uno es responsable por proteger la relación que uno tiene con el paciente. Participante: Puede ampliar un poco más qué parte del material le hace pensar con bastante seguridad que lo que va dejando, perdiendo y desparramando cuando va de una ciudad a otra –a Leningrado por ejemplo–, son objetos y no partes del self. Dr. Meltzer: El énfasis parece estar puesto en mantener la brevedad de estas visitas, y aún hay mucha evidencia de que ella no es capaz de tolerar separaciones de manera que se preserven sus relaciones con los objetos. Como ustedes saben, la distribución de partes del self en diferentes lugares es un fenómeno muy común. La gente tiene apegos permanentes o por lo menos duraderos a diferentes lugares, y a medida que uno oye acerca de lo que sienten y cómo se comportan en distintos lugares, uno puede ver que están habitados por distintas partes de sí mismos. Pero por supuesto nunca realmente logramos todos los procesos de integración hacia los que tendemos. El ejemplo más llamativo es que como analistas posiblemente seamos más humanos, sensibles e inteligentes en el consultorio que en cualquier otro lugar de nuestra vida. De manera que la pregunta que surge de esto es si como uno
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se comporta en el consultorio es fundamentalmente diferente de cómo uno se comporta en casa, en el club, en el country o de vacaciones, etc. etc. ¿Cuál es la diferencia entre los pacientes y los hijos? Bueno, una diferencia es que uno conoce a los pacientes mejor que a los hijos... y si uno examina cuidadosamente quizás encuentre que los quiere más también porque cuanto más uno llega a conocer a alguien y cuanto más se es capaz de satisfacer K –el K de Bion–; el interés de uno por ellos; uno está en mejores condiciones de integrar y mantener juntos su amor y su odio en una relación apasionada hacia ellos. Yo no me sorprendería mucho si a medida que la vida continúa, encuentren que los mejores amigos sean los ex pacientes. Participante: Por las características en que se terminó este análisis, que fue por razones exteriores al proceso mismo –razones laborales–, y por las características también de la paciente –ella dice: “en cada puerto un amor” en este material–, ¿eso promueve las visitas de ella a Buenos Aires? Dr. Meltzer: Lo que es comparable con las visitas a Buenos Aires son las visitas a Sebastián. Este asunto de “un amor en cada puerto” es un fenómeno que se da a otro nivel, es otro problema. “Un amor en cada puerto” es una expresión de la superficialidad, la vacuidad de sus relaciones sexuales que se dan a un nivel eminentemente sensual y fácilmente reemplazables, dos por vez, etc. Pero la necesidad de mantenerse en movimiento continuamente es una forma de prevenir que se forme un apego. Cuando habla de venir a visitar a esta analista hasta que ella tenga 70 años ella ignora totalmente la edad de su analista, pero inmediatamente después comienza a hablar de la edad de los padres. En mi opinión, puede pensar con una cierta calma acerca de la muerte de los padres pero no puede siquiera concebir la posibilidad de que la analista se muera. Analista: Quiero hacer un comentario a propósito de lo que el doctor dijo acerca de la relación con los ex pacientes que uno a veces los conoce más que a los hijos y puede tener una relación
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muy amistosa. Por una ocurrencia contratransferencial que tuve en una de las últimas visitas con esta paciente, que fue lo que motivó que yo le planteara que íbamos a definir si iban a ser consultas o visitas; en esos días en la Argentina teníamos una rebelión “carapintada”, yo pensé en el futuro de mis hijas, si podían vivir o no en este país. Pensé si ella, que era una persona que estaba tan conectada en otros lugares y en otros países, me podría llegar a ayudar en caso que mis hijas tuvieran que emigrar, fue una fantasía. Dr. Meltzer: Bien, bien... usted la quiere. Los tres pacientes más difíciles que analicé con éxito se han transformado en amigos muy queridos míos, una es ahora mi hijastra. Estos fueron análisis de niños y dos de ellos me patearon, destruyeron el consultorio; el tercero rompió los vidrios, me pegaba, me hirió en la cara con un casco de motociclista... fue terrible, son todos análisis de niños. Uno piensa que en el proceso evolutivo la naturaleza podría haber creado una forma de nacer que sea indolora, pero no lo ha hecho. Poner huevos sería más simple, más fácil, pero la naturaleza no lo ha hecho indoloro, de manera que ese dolor quizás tenga una función importante en crear el vínculo entre la mamá y el bebé. Participante: ¿Qué piensa Ud. de la adhesión o los comentarios que la paciente siempre hace acerca de su vínculo con la empresa; que la empresa es la que decide cambiarla de lugar y ella obedece; porque podría renunciar a ese trabajo y quedarse? Dr. Meltzer: Está suponiendo que ella se comporta en forma diferente en la empresa de lo que se comporta en el análisis, es más obediente, es buenita. Participante: No la echaron... Dr. Meltzer: Sí, evidentemente se comportó en forma tolerable y eficiente inclusive. Este es todo otro tópico y se trata de la similitud o congruencia que existe entre la estructura del mundo claustrofóbico y la estructura de este tipo de organizaciones y con qué facilidad mucha gente las
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confunde y se comporta en estas organizaciones como si fuera este mundo dentro del claustro. Cuando se observa este proceso en pacientes como ésta, o en pacientes borderline psicóticos, o en casos de pseudomaduros severos y demás, y se llega a tener una idea de cómo se comportan y sobreviven en el claustro, se puede ver grandes similitudes con las técnicas y formas de ser que la gente usa en organizaciones de este tipo. Si uno presta atención explica bastante acerca de la esencia de la política, la naturaleza de lo que es la política en las organizaciones y también dice bastante acerca del tipo de gente que está atraída por actividades políticas a nivel institucional o nacional. Todas cosas que tienen que ver con estatus, poder y dinero. Dicen que el poder corrompe, y que el poder absoluto corrompe absolutamente, pero creo que la gente que busca el poder está totalmente loca 4 .
4
Ver Referencias Teóricas, pág. 291, “La vida en el claustro”.
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REFERENCIAS TEORICAS
La vida en el claustro Meltzer vincula la extrema agresividad de la paciente durante el tratamiento con el predominio de la parte de la personalidad que habita el espacio rectal del objeto.* Considera que el trabajo analítico le permitió la salida de la identificación proyectiva y le posibilitó el establecimiento de vínculos afectivos. Son todavía vínculos superficiales y cambiantes por el temor de la paciente al apego y por la confusión entre los distintos objetos (3), (1) y (4). Es importante destacar que Meltzer, no considera que se detecte la transferencia cuando el self se encuentra confundido con el objeto como resultado de la identificación intrusiva. La paciente supone al analista luchando por el dinero, la jerarquía y el poder, del mismo modo que ella se siente en su medio empresarial, en el cual reproduce la estructura de su mundo mental. Recomendaciones técnicas Este material tiene la particularidad de provenir de entrevistas seriadas, cada medio año después de la interrupción del tratamiento. Esta es una situación frecuente aun en pacientes que no se alejaron del país. Importa encontrar el sentido que le da el paciente a estos encuentros (2) y resulta claro que aunque el paciente tenga otro tratamiento, no puede interpretarse el significado que tienen las entrevistas para el otro análisis. Meltzer hace recomendaciones claras respecto a la destructividad de los pacientes niños o adultos. El límite está puesto en que no causen daño al analista o al consultorio de modo que perjudiquen la sesión de los siguientes pacientes.
Descriptores: Caso clínico. Supervisión.
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Ver resumen de Claustrum, en Referencias Teóricas, pág. 366 y sig.
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Matías
Analista: Matías es el primer hijo de un matrimonio joven. La madre quedó embarazada de su primer hijo cuando tenía 24 años, dos meses después de haberse casado. El embarazo fue normal, duró 39 semanas en las cuales no se registraron dificultades, pero el parto se programó con cesárea debido a la presentación podálica del bebé. En los primeros meses posteriores al nacimiento de Matías su madre estaba deprimida. La lactancia del niño fue complicada; Matías se dormía mientras mamaba y por su parte la madre tenía el pezón umbilicado, aunque salía leche cuando él chupaba. Muchas veces ella se quedaba dormida amamantando al niño y luego no sabía si el niño había tomado el pecho. No solamente estaba deprimida sino también en un estado confusional. Alrededor de los 4 o 5 meses el niño se miraba y jugaba obsesivamente con las manos, como si tuvieran vida propia. Al bebé nada le importaba y no prestaba atención a nada ni a nadie, tenía la mirada perdida. A los padres les resultaba muy llamativa una actitud típica del bebé, que ellos denominaban “dejadez”, y describían de la siguiente manera: “Matías se pone el dedo pulgar en la boca bien profundo sosteniéndose la nariz con el índice, y se aleja, parece estar en otro mundo”. Así fue que presentaba en los dos pulgares protuberancias debidas al incesante chupeteo. Matías no tomaba las cosas con sus manos; esta conducta duró hasta el año y medio cuando comenzó a intentar juntar las manos para llevarse objetos a la boca. Se sentó a los 8 meses y medio; le disgustaban los ruidos, y
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sólo miraba fijo a la luz, sin reclamar la presencia de la madre. Conquistó la posición erecta a los 16 meses, pero caminó con las piernas separadas y muy dificultosamente recién a los 2 años y 2 meses, sin utilizar las manos para sostenerse. Cuando el niño tenía un año y medio su madre se embarazó. Matías adoptó hacia ella un pronunciado apego entre el segundo y el quinto mes, pero hacia el sexto mes del embarazo manifestó comportamientos agresivos, pegándole en la panza. La hermana de Matías es una niña sana. Me consultaron cuando el niño contaba 3 años de edad: presentaba absoluto mutismo y todavía no había logrado el control de esfínteres. Se planteó que el tratamiento sólo podía desarrollarse tres veces por semana. Actualmente el niño tiene 7 años y 7 meses. RESUMEN DE LOS DOS PRIMEROS AÑOS DEL TRATAMIENTO
Matías carecía del desarrollo motor acorde a su edad y todavía usaba pañales, no pronunciaba una sola palabra, y era totalmente pasivo. En las primeras sesiones permanecía acostado en el suelo mientras succionaba sus pulgares. Yo ignoraba si me escuchaba, si me atendía, pues no obtenía de él ninguna respuesta acerca de mis intervenciones. A veces pronunciaba sonidos con una cualidad emocional muy vaga y sin ninguna semejanza con el habla. En un primer período pareció desconectado y luego pasó a exigir el contacto físico como una necesidad imperiosa; mis manos servían para levantarlo o bien las utilizaba como una extensión de él mismo. Luego el desarrollo motor fue mejorando, se levantaba, iba al baño. Alrededor del año de tratamiento se habían resuelto las manifestaciones psicóticas gruesas de su conducta; existía una mayor comprensión, una mayor simbolización, aunque todavía no era acorde a su edad. En las sesiones se limitaba a chupar el palo de amasar, a lamer cubos, beber de una taza, apoyarse en mis piernas, usar mis manos, masturbarse contra mis rodillas, apoyar su cara en los platos y tazas, y más adelante a escuchar sonidos musicales y el llanto de los bebés que venía de afuera.
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Dr. Meltzer: Parece un caso de depresión de la madre y una depresión infantil. El bebé se recobró un poco durante el embarazo, pero probablemente cayó en una depresión cuando la madre comenzó a prestar atención al otro bebé. Si bien hay características autísticas, esto no parece ser un desarrollo autístico, probablemente sea depresivo. Indudablemente es una depresión con un fallo del desarrollo, un fallo en la capacidad de formación de símbolos, no es un chico hiperactivo. Quizás esté funcionando en identificación proyectiva, pero no se puede saber por este material. En el primer año de tratamiento repitió lo que hizo durante la época en que estaba embarazada la madre, es decir que en ese período ha resumido el desarrollo infantil del primer año. De manera que lo primero que encontramos es una deprivación materna, una deprivación de contacto con la piel, una deprivación de la voz y una falta de atención. Es una suerte que haya venido tan temprano a tratamiento porque de no haber sido así se hubiera transformado en un autismo a la edad de 5 o 6 años. Lo que podemos ver en el tratamiento son secuelas de un mal comienzo que podrían categorizarse como rasgos autísticos, como disturbios de la atención. Analista: Descubrí que su conducta era más violenta luego de los fines de semana, volvía aullando e insultando. Las reacciones frente a la separación se hicieron obvias al año de tratamiento. Hubo una etapa de balbuceos, posteriormente su lenguaje en las sesiones progresó y mejoró la calidad de su comunicación, reflejada en su comportamiento. Dr. Meltzer: Esto último da un poco de esperanzas. Uno sospechaba que tenía poca vitalidad, pero parece que tiene bastante. La evidencia de esto es la forma en que ataca la panza de la madre. De manera que probablemente veremos bastantes evidencias de funcionamiento por identificación proyectiva, como una expresión de su posesividad del interior de la madre, del cuerpo de la madre.
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RESUMEN DE LOS DOS AÑOS SIGUIENTES DEL TRATAMIENTO
Analista: Durante este período Matías entra a sesión tocando mis pechos, intentando comprobar que son de su exclusiva pertenencia, evidenciando celos hacia otros niños con frases tales como: “basta de nenes”. Muestra en sesión que triunfa sobre otros bebés, ya que él se queda y a los bebés los desaloja, pero también teme ser desalojado. Además la noción que adquiere del tiempo transcurrido en sesión le provoca tristeza al tener que abandonar el campo de batalla, y así dejarme con lo mío: bebés, pacientes, hijos. También en esta época muestra cómo él era antes y cómo es ahora. El Matías de antes no podía darse cuenta dónde estaba, qué había, quién era yo. El Matías de ahora mira, se da cuenta, está interesado por aquél que me saluda y percibe a otros como más grandes. Todavía sigue pidiendo “upa” por miedo a perderme, sin que yo acceda a levantarlo. Si seguimos manteniendo la presunción de una sesión del período anterior en la que había pedido ayuda para salir de la bañadera de cola, dramatizando su nacimiento podálico, ahora, en cambio, muestra en forma regresiva que en vez de salir de cola –ser parido– se mete de cola dentro de la bañadera. Igualmente se advierte su regresión durante un embarazo posterior de la madre, seguido de un aborto, vividos por Matías como si fuera él el causante de la expulsión de los bebés, situación que le ofrece la oportunidad de sentir que la panza y los pechos de la madre son sólo para él. En distintos momentos muestra su identificación con la madre, por ejemplo cuando prende el fuego con el “Magi-Click”, calienta la pava y hace el té. Al interpretarle que él quiere ser como la mamá, nos muestra que si es la mamá, el papá con el pito le da de comer, exponiendo así su idea de coito oral en la siguiente secuencia: dice: “huevos”, “León” –León es el abuelo–, “pañales”. Se mete la mano en el pantalón, se toca el pito, se baja el pantalón, me muestra el pito erecto y señala pidiendo que yo le de agua. Me ayudó mucho la indicación del doctor Meltzer en una supervisión anterior, para comprender esta identificación con las tareas maternas.
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En muchas sesiones dramatiza la escena primaria. Por ejemplo, trata de envolver en una hoja de papel el extremo del palo de amasar, me lo da a mí, yo lo sostengo, empuja el palo de amasar, rompe el papel y dice: “mamá, León, mamá, cola, pumm”. El juego se vuelve trágico cuando ve mis uñas rojas, entonces grita: “duele, mamá, mamá”. Entendemos en esta secuencia, que Matías percibe que es chiquito y que con el papá no puede hacer bebés, pero en su intención de hacerlos y de ocupar el lugar de la mamá, la mamá queda herida. En las escenificaciones relativas a la escena primaria, Matías desplaza sobre el padre los sentimientos y ansiedades que funcionan en relación con la mamá, con un paso intermedio que sería el abuelo. Con el cambio de juego en la bañadera, entrando y saliendo no de cola, muestra que él puede hacer cosas por su cuenta existiendo ya un reconocimiento del otro. El quiere ser como la mamá, pero ahora es Matías quien hace las cosas, apuntando a un descubrimiento de la madre. Yo soy entonces distinta de él, y los cables con los que juega en sesión son la forma de unión entre nosotros, una forma de funcionamiento. El, para funcionar, necesita los cables que salen de mí. Volviendo sobre los contenidos de las sesiones, Matías muestra en su juego de juntarse y separarse una separación que es una unión; él me siente distinta, al sentirme distinta a él yo puedo estar en relación con otros. Ahora hay un Matías grande, el que se sube a la mesa, que ve las cosas distintas al Matías bebé que usaba pañales y se hacía pis. También puede ser grande parado sobre la mesa por más tiempo, sin saltar, pero no sabe aún qué hacer con sus propias cosas rotas, tira la cafetera rota al water. En una sesión posterior a estar enfermo de varicela, dice “hola” a la analista que lo atiende y a la que no lo atiende le destina el pis, el fuego. Piensa que por eso no lo quiero. Quiere que lo ayude a cuidar su panza y la mía, y se pregunta qué hacer con esta analista que él convirtió en un pecho-inodoro. En sesión, dice: “hola S., Matié, chispa”, juega con la caja, “hicí –por hice– chispa malo, la pelela... hola”, y se acerca a mí. Se hace así visible la disociación entre ambas S. A esta altura se nota en su juego una marcada diferencia entre la analista que está con él durante la semana, y la analista que lo abandona los fines de semana. A la primera la saluda con cariño
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al llegar, le ofrece compartir sus juegos y juguetes, mientras que la segunda es concebida como un sucio vientre lleno de bebés fecales, de la cual alternativamente se separa y se acerca, proponiendo cambiar su pis y su caca idealizadas por los bebés de la analista. Tengo un pequeño fragmento de sesión para ilustrar esto, si es necesario... Dr. Meltzer: No. La secuencia que Ud. nos ha relatado parece ser un cuadro de un desarrollo perfectamente normal: nos muestra los problemas en su intento de sobreponerse al acercamiento y al retiro de la madre, debido a su intolerancia a la separación y a su posesividad; la posesividad de la madre interna en relación al complejo de Edipo pregenital; la evidencia del funcionamiento de su bisexualidad en relación al complejo de Edipo pregenital, expresado también por su identificación, tanto con el padre como con la madre en esta fantasía de copulación oral. A medida que disminuye la identificación proyectiva hay una mayor diferenciación entre el self y el objeto, y una mayor diferenciación entre la parte superior de la madre que alimenta, y la parte inferior, la madre inodoro. Estamos en el área de diferenciar, de aclarar las confusiones zonales, las confusiones a nivel de la boca, la vagina, el pene, el pezón, el pecho, etc. y está siguiendo una secuencia lógica de su desarrollo. En realidad, es un chico que está funcionando como un chico sano de dos años, es decir que está atrasado unos tres años, pero que está rápidamente pasando por todas las etapas que uno esperaría en el desarrollo normal. Cuando la concretización del cuerpo de la madre es elaborada, cuando hay una diferenciación entre el interior y el exterior de la madre, o la parte superior e inferior, aparecen entonces fenómenos ligados a la separación a un nivel del complejo de Edipo pregenital, que dan lugar a la aparición de un interés por las palabras. Las palabras son también usadas como una forma de diferenciar estas partes del cuerpo y zonas que están confundidas. Hasta este momento y con un paciente de estas características, es la conducta del terapeuta la que crea el medio
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analítico, el setting. Las palabras que usa el terapeuta comienzan a ser un importante medio terapéutico. 1 Analista: Durante esos meses enriqueció notablemente su vocabulario y hablaba con una mayor claridad, con algunas palabras que estaban relacionadas con la actividad materno doméstica: “té, pava, Magi-Click, termo”, y con otro vocabulario que parecía referido a funciones corporales: “chispa, fuego, humo”, o esencialmente anales: “cagón, pishón, cochino, cable, estufa, calefón”. Hasta aquí Matías concurría a un jardín de infantes pequeño de chicos normales. A comienzos del año 1990 los padres me comunican el cambio a otro establecimiento ya de niños especiales, puesto que no consideraban que su hijo se encontrara en condiciones de iniciar el período pre-escolar. A partir de ese momento Matías entró en una creciente e inusual regresión, similar a la del comienzo del tratamiento cuando su madre quedó embarazada y abortó. Ahora, en pleno invierno, se despojaba totalmente de sus ropas, quedaba al lado de la estufa masturbándose, y cuando terminaba la sesión salía del consultorio sin vestirse. También iba al baño repetidamente para hacer un poco de pis y un poco de caca cada vez; además jugaba con el agua desenfrenadamente, metiéndose en la pileta y en la bañadera hasta que decido limitarlo, facilitándole una vasija con agua que quedaba en el consultorio y una tacita para que bebiera. En cuanto al frecuente pedido de ir al baño, quedamos en que podía hacerlo solamente una vez por sesión. Progresivamente disminuyó la regresión y se despojaba de menos prendas, hasta permanecer completamente vestido en la sesión. Dr. Meltzer: Esto sugiere una interrupción en lo que parecía un proceso de desarrollo más o menos regular, posiblemente provocado por el cambio de colegio. Analista: También por un embarazo de la madre. Dr. Meltzer: ¿Otro?
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Ver Referencias Teóricas, pág. 319, “El proceso en un niño con fallas del desarrollo”.
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Analista: Sí, otro más. Todavía no se sabía del nuevo embarazo materno. Meses después me enteré de que en ese momento su madre había quedado embarazada, y a diferencia de la oportunidad anterior no abortó, con lo cual esperan un nuevo integrante de la familia para el mes de abril. El aborto anterior fue explicado como consecuencia del agobio producido por la convivencia con Matías. Dr. Meltzer: Es una mala situación, porque parecería que esta pareja tiene un nuevo bebé como una forma de reparación maníaca por el aborto del que culpan a Matías. Esto posiblemente implica también un cambio de actitud de los padres hacia Matías, y quizás una indicación de celos de la madre por la analista. Es una situación muy preocupante. Analista: Yo pensé que si ahora el embarazo progresa es porque el vínculo entre ellos resulta más tolerable para todos. A comienzos de 1991 aparece más abiertamente el papá con el cual tiene que competir para obtener lo que desea de la mamá analista. En esta competencia él siente que es chiquito, en el abrazo puede morder, puede arruinar con su pis, y todo esto lo expone a un rechazo que él mismo dramatiza diciéndose: “chancho, cagón, pishón” después de sus intentos. Todo lo visto corresponde a épocas distintas en que se repiten estas temáticas. Dr. Meltzer: Es realmente una situación preocupante. ¿Cuál fue la secuencia exacta de los hechos?, ¿cuándo cambió de colegio? Analista: A principios del año pasado. Dr. Meltzer: ¿Durante las vacaciones de verano? Analista: No, él cambió de colegio apenas comenzó el mes de marzo de 1990, después de las vacaciones analíticas de verano. El embarazo de la madre fue en julio, nacerá el nuevo bebé en abril. Ella se embarazó en julio, cuando pese al frío él empezó a
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desnudarse en la sesión. Dr. Meltzer: De manera que hubo dos hechos: uno, el cambio de colegio, del que se estaba recobrando y a continuación el embarazo de la madre. El significado de estos dos hechos nos hace considerar dónde está centrada su vida emocional, si es en la casa y en la madre, o si está más focalizada en el análisis y en la analista. Por ejemplo, preguntarnos si el cambio de colegio lo afectó intensamente; porqué él sintió que era un aviso de que algo parecido podía pasar con su análisis. Lo mismo con el embarazo: considerar si el embarazo lo afectó, no tanto porque la madre estaba embarazada, sino porque él sentía que había un aviso de que la analista también podía estarlo. Sospecho que el movimiento ha sido un nuevo embarazo y el culpar a Matías por el aborto, es una respuesta de la madre a los celos que sentía por la analista, pensando que quizás Matías tenía un apego mayor hacia la analista que hacia ella. Este es frecuentemente un problema en el tratamiento analítico de chicos psicóticos o chicos que han tenido un mal comienzo en la vida, chicos que han sufrido un fallo maternal y por ello un fallo en el establecimiento del vínculo con el bebé, y que llega un momento en el tratamiento en el que el chico mejora notablemente y es entonces cuando la madre quiere al chico de vuelta, o sino muestra una tendencia a darle la espalda al niño. En este momento es recomendable el tratamiento para la madre, para que no interfiera con el tratamiento o para que no le dé la espalda al hijo. De todas maneras es fácil detectar que el paciente se da cuenta que hay una tensión entre la analista y la madre. 2 RESUMEN DE LA PRIMERA SESION DESPUES DE ANUNCIARLE LA SEPARACION POR VACACIONES, EN ENERO DE 1991
Analista: Durante todo el tratamiento, siempre lo trae el abuelo.
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Ver Referencias Teóricas, pág. 319, “El proceso en un niño con fallas del desarrollo”.
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Dr. Meltzer: ¿Qué nos puede decir acerca de los abuelos?, ¿son los abuelos paternos o maternos? Analista: Es el abuelo materno. La abuela materna justamente falleció cuando la madre estaba embarazada de Matías, por eso la madre estaba deprimida. Dr. Meltzer: El abuelo materno, ¿vive con ellos? Analista: No, tiene una nueva pareja. Dr. Meltzer: ¿Vive cerca? Analista: Sí, cerca. Sesión: El abuelo lo lleva al baño; no quiere hacer. Matías entra al consultorio, se desviste: zapatillas, pantalón, calzoncillos, medias, se sienta en cuclillas, se pasa el dedo por la cola, se huele el dedo y dice: “la caja”, tocando su caja de juguetes. Se trata de poner el pantalón, se lo saca, toma la taza, le habla; dice: “la pava”. Pone la cucharita en la taza, lleva la taza a la ventana, toma la olla, la coloca junto a su pito, dice: “agua”. Saca los juguetes de la caja y pone ésta debajo de la mesa. Otra vez se pone en cuclillas; se incorpora, lleva la caja a la ventana y dice: “dame más agua”. Dr. Meltzer: No habiendo hecho nada en el baño vuelve y prueba poniéndose el dedo en el ano y oliéndolo, y lo que parece estar probando o testeando es su continencia. Está probando si la caja está conteniendo el contenido como debe hacerlo. Y ahora puede comenzar el proceso de cocinar con su pene. De manera que ha hecho una disociación e idealización entre materia fecal y orina, y la materia fecal es la cosa mala y la cosa buena es la orina. A quién le dice “dame más agua”, ¿a usted o al pene? Analista: A mí.
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Dr. Meltzer: ¿Controla el agua de alguna manera? Analista: Como él jugaba durante una época muy desenfrenadamente, hemos llegado a la conclusión de que le doy una jarra de agua y una tacita para que tome limitadamente en el consultorio. Dr. Meltzer: De manera que él no está en este momento perdido en el juego sino que está jugando a un nivel realista y relacionándose con la analista como alguien que controla el agua. El problema en este momento parece ser la autosuficiencia para averiguar qué capacidad tiene él de producir el agua con el pene o cosas malas con el ano, de tal manera que las cosas malas que produzca no lo afecten, no lo envenenen. ¿Esta es la misma caja a la que él se refería antes cuando se estaba oliendo el dedo? Analista: Es su caja de juguetes. Dr. Meltzer: Se ve que durante su juego la caja significa el recto y el recto significa la caja. De manera que hay una ecuación en la mente del paciente, que no es tanto un simbolismo sino que están relacionados en forma bastante concreta. Es una ecuación simbólica. Analista: Tira la caja sin que yo lo pueda evitar, la rompe, y se pregunta: “¿qué hiciste?”. Dr. Meltzer: ¿De qué está hecha la caja? Analista: Es una caja de madera, con una tapa plástica de color. Así que al tirarla se le salieron los clavos a la madera. Dr. Meltzer: ...Es decir que esto representa un acto de incontinencia, como si la materia fecal hubiera irrumpido. Analista: Da vuelta el auto, hace girar las ruedas con la mano, sacude el auto, le habla y luego otra vez toca la caja. “Querés meterte por mi cola para saber qué voy a hacer cuando nos separemos. Me hacés pis adentro y quemás los bebés que se quedarán conmigo”.
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Dr. Meltzer: Un momentito... La interpretación de la analista es acerca de la separación y la identificación proyectiva. Mi interpretación es acerca de los intentos que el chico hace de ser autosuficiente y el intento de independizarse de la analista. Veamos qué pasa. Toma el auto, gira las ruedas, le habla y luego toca la caja. Me parece como si también estuviera hablando con el pene y lo alentara a ser más enérgico para controlar el ano. Como si el pene fuera una especie de guardián del ano, que le impide a éste ser incontinente. Estaba pensando en que cuando fue al baño antes posiblemente tenía ganas de orinar y de ir de cuerpo, y aunque posiblemente no haya hecho eso quizás sí tuvo flatos y cuando volvió a la habitación estaba preocupado de que también hubiera pasado materia fecal y entonces se tocó, para comprobar si había o no pasado materia fecal. Como si estuviera tratando de averiguar o diferenciar entre tener flatos y pasar materia fecal, o cómo orinar sin defecar. Es decir el control de esfínteres dentro de una matriz de fantasía, basada en identificación proyectiva e idealización, dividida en buen pene y buena orina contra –digamos– mal ano y mala materia fecal. Es como haber tomado una empleada para que trabaje para uno en la casa y uno le dijera: “después de que vaya al baño, lávese las manos antes de ponerse a cocinar”. La escisión e idealización del pene y el recto corresponden a una disociación anterior, una escisión horizontal, más temprana, entre el pecho y el contenido del pecho de la madre y la parte inferior –la cloaca– y la parte sexual de la madre, que es el lugar donde estos chanchos ponen sus productos. Esta escisión horizontal, de la madre de arriba y abajo, toma la forma de una escisión vertical entre adelante y abajo –en términos del pene– y atrás y abajo –en términos del ano– y ambas comprenden la bisexualidad. Su parte anterior masculina y su parte posterior femenina. La forma en que yo lo veo es como si él dijera: “yo no te necesito, todo lo que yo dependía de vos, ahora puedo hacerlo solo”. 3 3
Ver Referencias Teóricas, pág. 319, “El proceso en un niño con fallas del desarrollo”.
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Analista: Continúo con el relato de la sesión. Matías dice: “¿me das fuego?”; toma la taza y dice: “la caja”; toma el camión, sobre el mismo agrega el acoplado, lo lleva a la ventana y dice: “no es la pava”. Y luego transporta hacia la ventana sucesivamente la olla, la cuchara, la taza y el almohadón. Dr. Meltzer: ¿Qué significa cuando dice “me das fuego”? No lo entiendo... Analista: Después me di cuenta que se refería a “dame fuerzas”... Dr. Meltzer: ¿Pero para qué pedía fuego? Analista: Él siempre me pedía fuego porque hacía como la madre: prendía el fuego con el Magi-Click, ponía la pava en el fuego... hacía la comida. Ahora yo lo significaba diferente. Dr. Meltzer: ¿Y cuando dice “la caja”? Analista: Desde que la caja está medio destartalada, él la toca así... y dice “la caja”. Dr. Meltzer: Es un poco difícil tener una imagen de la secuencia de lo que pasa acá. ¿Al mismo tiempo está sosteniendo la caja? Analista: No sostiene la caja sino que está parado, me pide fuego, toma la taza, la deja... después agarra la caja y dice: “la caja”, deja la caja, toma el camión... Dr. Meltzer: ¿Qué hizo después de agarrar el camión? Analista: Pone arriba el acoplado del camión. El camión es amarillo, grande, y arriba pone el acoplado que él muchas veces usa para sentarse. Dr. Meltzer: ¿Es uno de esos camiones articulados? Analista: Sí.
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Dr. Meltzer: ¿La parte articulada está separada del camión? Analista: Es otra pieza... a veces lo usa como pelela. Dr. Meltzer: Es un poco complicado visualizar esta secuencia... Sigamos. Analista: Matías pone la olla debajo de la mesa, luego la lleva a la ventana y la pone contra un resorte, polea y cordón para correr cortinas, aunque éstas no están instaladas; quedó el resorte, pero no las cortinas. Con el dedo hace vibrar el cordón, que está tenso. Repite esta operación utilizando el acoplado del camión, y dice: “pis, a caja, prestame el baño”. Coloca el acoplado recorriendo las cuerdas del artefacto de la ventana haciéndolas vibrar; repite estos movimientos con la olla y con el palo de amasar, y cuando la instalación hace ruido dice: “maté”. Hace lo mismo con el lápiz y con el almohadón, y luego dice: “cagón, baño prestame, prestame el baño, sifón, tostada”. Con sifón se refería al ruido que provocaba haciendo arrastrar hacia arriba y hacia abajo los distintos juguetes contra las tensas cuerdas. Dice: “sifón, un baño, cagón, pava al fuego, cacona”. Le interpreto: si nos separamos te quedás chiquito y sin fuerzas. Yo tenía la impresión de que cuando pedía “fuego” me pedía fuerzas, fuerzas para separarse. Dr. Meltzer: ¿El hace vibrar la cuerda un par de veces? Analista: Sí, en todas las sesiones de la separación juega con ese resorte con el que nunca antes jugaba. Dr. Meltzer: Es difícil visualizar el material claramente. Puedo dar sólo una impresión de lo que me parece hasta ahora. El parece estar ocupado en este momento con su pene y su ano, tratando de representar diferentes maneras de cocinar o preparar la comida: una –es la forma más segura de hacerlo–, es usando el ano cuando está en buen
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control de lo que produce, y la otra es la comida que prepara para matar a los rivales. Yo estoy entendiendo este material como la preparación que él está haciendo para sobrevivir en el mundo, en la jungla, donde se necesitan dos cosas esenciales: primero, una fuente de agua y comida limpia, pura, y por otro lado medios para combatir y matar a los enemigos. De manera que este estado mental es muy inteligente, pero también medio truculento. Es como si tuviera el siguiente plan: él se va a establecer con este equipo que tiene, que él controla, y va a preparar esta comida para sí mismo que es pura, que es limpia, que es higiénica; y cuando vengan los enemigos, los va a invitar a comer y los va a envenenar. Es como veo el material ahora, quizás esté completamente equivocado... Analista: Yo quiero decir que Matías ya controlaba sus esfínteres, pero en esa separación, coincidente con el embarazo avanzado de la madre, su regresión es muy grande. Por esto traje este material. Hacía mucho que no había una regresión. RESUMEN DE LA SEGUNDA SESION
Matías ya en la sala de espera, dice: “fuego, la caja; ¿me das agua?”. Bebe agua del recipiente y me pide más agua. Dr. Meltzer: ¿Hace eso frecuentemente? Analista: Sí, toma de la taza que le di... no lo hacía cuando jugaba en el baño pero ahora tiene el agua en el consultorio. Dr. Meltzer: No lo hizo en la sesión anterior. Analista: No. Toma el avión, la taza, el acoplado, limpia con agua los fragmentos de papel higiénico que habían quedado adheridos al acoplado y dice: “chachan-chachan” –que es chancho. Saca el papel higiénico y dice: “la caja” y la toca. Pone el acoplado debajo de la mesa.
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Analista: Querés asegurarte que tu fuego-rabia no me quemó. Paciente: ¿Me enjuagás? –se refiere al acoplado-chancho– y prosigue lavando. Dr. Meltzer: Así que cuando él dice “¿me lavás?” no es que le esté hablando a la analista sino que es el acoplado que está hablando con él. Analista: Él se refiere a que yo lo ayude a enjuagar el acoplado, que a veces utilizó para hacer caca, entonces quedaron pedacitos de papel higiénico de alguna vez que hizo caca. Dr. Meltzer: Como habla en primera persona... Analista: A veces habla en primera persona y a veces en tercera. Dr. Meltzer: Estoy tratando de diferenciar cuando dice “dame agua” y cuando dice “¿me enjuagás?”, porque cuando dice “dame agua” le habla a la analista, mientras que cuando dice “¿me enjuagás?” es parte del diálogo de la dramatización del juego. En realidad él está jugando, y está jugando para que la analista lo observe y comprenda algo, pero no estoy muy seguro si también quiere que la analista interprete o explique algo. En realidad está comunicando algo que quiere que la analista observe. Parece ser a esta altura que él no está completamente solo en una isla desierta o en una jungla, sino que él tiene sus propios chicos consigo. No sólo él tiene un pene y un ano sino que también los chicos que lo acompañan, el chico caja, el chico acoplado... Todos estos juguetes que tiene son como chicos que también tienen pene y ano. El significado sería como si él se dijera a sí mismo: bueno, ¿qué necesito yo si voy a ser autosuficiente?; a ver: tengo que producir comida, tengo que tener una fuente de agua, tengo que ser capaz de matar a mis enemigos... ¡Ah sí!, y necesito compañía, de manera que voy a crear estos chicos que me harán compañía. Lo que no está muy claro hasta ahora es en qué lugar ocurre todo esto: si ocurre en el mundo exterior, dentro de
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la analista, dentro de los objetos internos, o dónde. 4 Analista: Pone papel higiénico en el camión, coloca el camión debajo de la mesa y agrega: “puerco, ¿qué hiciste?, chancho”. Le interpreté: “largás tu pis y tu caca porque te da rabia que nos vamos a separar, pero necesitás que yo me salve”. Matías pone el camión debajo de la mesa. Poner objetos bajo la mesa y el juego con el resorte, son juegos nuevos para él. Dr. Meltzer: Da la impresión que está haciendo una especie de campamento. Analista: Palmotea contento; dice: “¿me das fuego?, chancho el camión”. Lo pone debajo de la mesa; saca el papel higiénico del camión, lo introduce en la olla y de ahí lo pasa al acoplado. Dice: “puerco, chancho, cochino, asqueroso”. Coloca la olla debajo del borde de la mesa y repite: “chancho, cochino, vamos al baño”. Vamos al baño, lo llevo, no hace, no quiere volver al consultorio. Finalmente vuelve y hace pis en el acoplado. Se pone en cuclillas y en esa posición dice: “desodorante”. Arroja el acoplado, el camión y la olla, y trata de tirar la caja y esta vez no lo dejo. Voltea y hace caer entonces la silla. Analista: Con el papel higiénico querés limpiar las cacas de tu rabia, pero tenés mucho para limpiar y no te alcanza, y eso te da más rabia. Matías se saca una de las zapatillas... Dr. Meltzer: Es decir que no hizo nada en el baño. Analista: Se sienta en el inodoro pero no hace nada y no quiere volver al consultorio. Dr. Meltzer: O sea que cuando vuelve, vuelve protestando y orina en el acoplado; después se pone en cuclillas y dice “desodorante”. Debe ser una referencia de cómo eliminar 4
Ver Referencias Teóricas, pág. 319, “El proceso en un niño con fallas del desarrollo”.
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el olor a flatos de la habitación. Parece que tiene una rabieta, porque se lo lleva de vuelta al lugar donde él había estado jugando lo más bien hasta ese momento. Todo este material de “chancho, sucio” aparece ahora. Tengo la impresión de que este feliz campamento que estaba armando con estos chicos obedientes se arruinó y de alguna manera perdió el control de esta situación que existía antes que fuera al baño cuando tuvo ganas de orinar o defecar. No estaba muy seguro qué es lo que iba a producir. Y en su experiencia es como si estos chicos que se portaban tan bien, de repente no le obedecieran. Estaba muy enojado, estaba furioso con estos camiones-chicos o acoplados-chicos desobedientes. Los abandonó para ir al baño y cuando Ud. lo fuerza a volver, vuelve muy enojado con ellos y orina dentro del acoplado. Yo estoy entendiendo esto como si él lo escuchara desde el punto de vista de alguien que quiere dejar la casa, y que consulta a su bisexualidad para imaginarse cómo puede crear un mundo propio en el cual él puede ser feliz basándose en su pene y su ano, pero parece que hay algo que no funciona. Es común con chicos pequeños que cuando no están muy felices en la casa se quieran ir de ella, incluso algunas veces hacen sus valijas y se van hacia la puerta, pretenden que se van; y más tarde hacen pequeñas casas sobre los árboles, hacen campamentos, para representar su independencia, para mostrar que pueden estar perfectamente bien separados de los padres. Él está cansado de esta casa-análisis, que se está llenando de nuevos bebés, que la analista se está llenando de nuevos bebés, esto es producto del embarazo de la madre. Siente que este lugar ya no sirve, y él va a hacer sus valijas, se va a ir y se va a arreglar solo. Analista: Matías se saca una de las zapatillas, se pone en cuclillas, se saca la otra zapatilla y el pantalón que ya tenía bajo. Trata de ponerse el calzoncillo y el pantalón, no lo logra, y dice: “ducha, baño”. Va al baño y otra vez no hace. Vuelve al consultorio y dice: “me pegó Juan”. Yo supongo que será algún compañerito de la escuela.
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Le digo: hay un papá que te pega si no podés terminar de limpiar a S. mamá. Matías hace como que lava el calzoncillo y dice: “S., pincel, no es termo, no es pava, pincel”; y juega con un lápiz, en cuclillas. Analista: No sabés si yo te voy a poder ayudar a arreglar y descargarte de lo sucio. Dr. Meltzer: ¿Cómo se llama su hermana? Analista: María. Dr. Meltzer: ¿Recuerdan el libro “El señor de las moscas”? Es acerca de un grupo de chicos que están solos en una isla y se creen que pueden regir sus vidas individualmente o como un grupo, y descubren que si se los deja solos el tiempo suficiente, empiezan a matarse entre ellos. Lo que el paciente parece estar haciendo es representar este tipo de independencia al nivel de bebé, donde siente que su pene es como el pezón que le va a dar todo lo que él necesita, y que la materia fecal la puede tratar como los bebés. Es decir que está todo representado a un nivel muy primitivo basado en la identificación bisexual con los padres, el pene del padre y el ano de él como la cloaca –digamos–, la vagina de la madre, y él le muestra que parecería que esta solución no funciona de la manera que lo está haciendo. Lo importante en la sesión es que le está tratando de demostrar a la analista cómo él intenta hacerlo y cómo es que no funciona; no sólo le sirve para que él pueda darse cuenta de que no es tan omnipotente sino también para demostrarle a la analista lo dependiente y torpe que es y cuánto la necesita a ella. Lo mismo ocurre habitualmente en el análisis de adultos cuando a partir del material se le sugiere al paciente que nos estamos acercando a la terminación del análisis, y entonces aparece toda una secuencia de sueños que demuestran lo infantil, lo estúpido, lo torpe, lo enfermos que están todavía. Sospecho que el paciente siente que hay una tensión
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entre la madre y la analista, que los padres podrían interrumpir el tratamiento y que la analista podría acceder a este pedido. Él se encuentra en una posición muy difícil en cuanto a que los padres podrían estar perdiendo el interés en Matías o en su terapia y entonces se encuentra en una trampa porque si él regresa en el análisis y demuestra su necesidad por la analista entonces los padres lo interpretarían como “¡ah bueno!, este chico no mejora, está peor, hay que interrumpir el tratamiento”; por otro lado si no regresa los padres lo interpretarían como “¡ah bueno!, está muy bien ahora, entonces no necesita continuar con el análisis”. 5 RESUMEN DE LA TERCERA SESION
Cuando entra encuentra que hay otro chico, un paciente que tardaron en pasar a buscar. Matías: “hola”, saluda al chico y éste le contesta. Entra al consultorio y dice: “pava, fuego”, toca la caja. Repite “pava”; agrega “¿me das Coca, me das agua?” –es muy insistente– “¿me das agua?” y toma agua del recipiente. Analista: Me pedís todo porque creés que ya no tengo para vos, que toda mi leche se la di al otro chico. Matías dice: “pava, fuego, ¿me das agua?”, y me acerca la taza para darme de beber. Toma agua y dice: “quiero más”. Analista: Tratás de darme lo que le di al otro chico y así vos sos S. y yo Matías. Matías dice: “el bote, ¿me das agua?, café, pis”. Va al baño, se saca el pantalón, trata de hacer pis en la taza en la que tomaba agua. No hace, pide más agua, y trata de tomar agua del inodoro. Analista: Creés que lo único que quedó en mí es lo que no 5
Ver Referencias Teóricas, pág. 319, “El proceso en un niño con fallas del desarrollo”.
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sirve, que lo rico ya lo di. Matías va al consultorio, toma agua y la escupe. Analista: Ya no hay nada mío que te sirva. Matías se pone en cuclillas, dice: “taza, pis, fuego, ¿me das agua?, la caja –y la toca– el fuego”. Aprieta las piernas, se las agarra y dice: “quiero caca”. Va al baño, y hace. No quiere volver al consultorio y me pide papel higiénico. Analista: Me decís: “S., ¿te puedo limpiar lo que te ensucié?, y así los otros chicos no me protestan”. Matías se limpia y me pide que apriete el botón del baño. Vuelve al consultorio, se pasa el dedo por la cola que quedó sucia, y luego pasa el dedo por el camión. Analista: Me pedís ayuda para limpiarme pero todavía quedan restos de tu rabia porque te dejo. Matías dice: “limpiá” y vuelve al baño; dice: “lavarlo”, y lavamos el camión. Volvemos al consultorio, otra vez se huele el dedo que pasa por su cola, se sienta y me pide más agua. Dr. Meltzer: Reacciona frente a haber visto a este chico, transformándose en el pequeño marido que vuelve a casa después del trabajo; que trata a este bebé como si fuera el nuevo bebé de la casa y él es el papá que llega del trabajo; saluda al bebé, y se relaciona con la analista de la manera en que él supone que se relacionan habitualmente los maridos con sus mujeres. Es ésta, ahora, una sesión bastante pacífica. Él es muy adulto, cuando le dice a su cola “producí materia fecal”. Produce materia fecal, luego se limpia, todo está bajo un control adulto. La forma en que yo entiendo este material ligándolo a la sesión anterior, cuando él se estaba relacionando con la analista, estaba representando ser él mismo, marido y esposa –hablando de la bisexualidad– pero no
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era un ejercicio que fuera muy fructífero porque los chicos resultantes de esta relación se comportaban como cerdos. Si juntamos ambas sesiones habría dos tipos de comunicación: por un lado está tratando de convencer a la analista de que él es lo suficientemente grande como para irse de la casa y en un nivel pregenital ser su propio esposo y su propia mujer que producen sus propios bebés. Pero en la sesión siguiente, por el shock que le produce ver a esos pequeños se convence de que él no es lo suficientemente grande como para irse y, entrando en una identificación proyectiva con el padre, le demuestra a la analista que espléndido marido sería él y cuán felices podrían ser viviendo juntos, en armonía, quizá con un solo bebé varón. Estos son los conflictos emocionales que surgen durante la época del control de esfínteres, y que es parte del desarrollo normal de un chico de dos años y medio a tres años. El problema central entonces sería la confusión zonal y el diferente funcionamiento de partes de su cuerpo, en un trasfondo de identificación proyectiva, donde hay confusión entre el self y el objeto, o entre la parte adulta y la parte infantil. Estableció una clara diferenciación en su bisexualidad y en su relación con ambas figuras parentales, una diferenciación clara entre bueno y malo, pero la confusión zonal hace que la diferenciación entre bueno y malo no siempre se pueda aplicar, porque nunca puede estar seguro si la orina o las heces están idealizadas o son malas según el lugar de donde provengan; o sea que la diferenciación de bueno y malo es relativa y depende un poco de poder aclarar la confusión zonal. Bajo la presión del embarazo de la madre hay un equilibrio muy delicado entre transformarse en un chico desobediente y sucio a través de un movimiento regresivo y un gran empuje por crecer muy rápido. 6 PRIMERA SESION DE LA SEMANA, ENERO DE 1991
Matías antes de entrar dice: “¿me das fuego?, ¿me das agua?”. 6
Ver Referencias Teóricas, pág. 319, “El proceso en un niño con fallas del desarrollo”.
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Entra al consultorio. Hace vibrar con el dedo el resorte de la ventana y chupa el suelo con la boca. Analista: Ya mis tetas están vacías como ese suelo del que no podés chupar nada. Matías dice: “agua” y bebe. Tira el resto del agua y me vuelve a pedir más. Analista: Aunque yo te doy el agua que me pedís, ese agualeche no te sirve porque ya le di lo rico que tengo a mis otros bebés que tengo adentro. Matías se escapa al baño y abre todas las canillas. Vuelve al consultorio y hace vibrar el resorte. Se huele el dedo que hizo pasar por su cola. Dice: “la caja”, y la toca. Se quita el pantalón y dice: “¿me das fuego?”; se saca las zapatillas y el calzoncillo, hace pis en el suelo. Luego, recostado en el suelo huele el pis. Va al baño, vuelve, se pone en cuclillas y dice: “caca”. Dr. Meltzer: Parece haber entrado no tanto como un marido armónico sino como un tirano, y parece que está tratando de controlar a la analista. No se puede saber todavía si es un bebé tiránico o un marido tiránico. Analista: Vos sabés que el lugar del pis y la caca es el baño, pero me estás cagando y pishando. Tu caca y tu pis son la rabia porque te dejo. Matías pone el acoplado en el suelo, se sienta encima, dice: “fuego, quiero agua”. Analista: Apagás el incendio con el agua que me pedís y como no te doy más, mostrás cómo es el incendio. A medida que se acerca el momento de separarnos tu incendio y tu rabia son más fuertes. Matías hace caca en el acoplado y me pide que la limpie. Limpio la caca.
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Analista: Aunque sabés que la caca se hace en el baño, necesitás probarme a ver si yo puedo limpiar tu rabia. Matías se sienta en la olla, se aleja y vuelve; saca la taza y la cucharita. Dice: “la caja”, y la toca. Pone el camión invertido, hace girar las ruedas y dice: “qué chancho”. Luego palmotea la caja, y con una cucharita revuelve en la olla. Querés ver cómo estoy yo después que me rompiste. Matías se pone en cuclillas sobre la olla, se sienta después en el suelo y dice: “caca”. Golpea la olla, se sienta sobre ella y ahora dice: “la caja”. Toca las ruedas del camión, se acerca a la caja, “cagón” dice, mientras se balancea. Con un palo de amasar juega sobre el borde de la silla y cada tanto toca cuidadosamente la caja que en la otra sesión arrojó al suelo y dejó desarmada. Se introduce un extremo del palo de amasar en la boca y lo muerde. Se huele el dedo y dice: “te hiciste caca, chancho”. Otra vez se huele el dedo y lo pasa por el palo. Me pide: “¿enjuagás?”. El Matías chiquito está asustado porque yo lo dejo, y cree que lo dejo por todo lo que me rompió. Matías huele el palo. Luego juega con el palo en el borde de la silla. Huele el almohadón que había ensuciado con caca al sentarse. Muerde el palo de amasar y dice: “puf, puf, hiciste caca, sos un chancho”. Se toca el pito, agrega: “¿qué hiciste?, ¿me das agua? puerco, sos chancho”, y se pone en cuclillas. Volvés a tener miedo, como un chiquito, de que la teta de S. no aparezca más, porque pensás que S. te dice: “me voy porque no aguanto más tu pis y tus cacas”. Dr. Meltzer: Lo que es un poco confuso en este material es que en la primera sesión él estaba tratando de demostrar la independencia del bebé, pero no podía cuidarse a sí mismo, mientras que en la segunda sesión estaba en identificación proyectiva con un marido y en una actitud seductora con la analista. En esta sesión lo que vemos es
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una especie de oscilación, él va de una posición a otra, de ser el chancho que ensucia a ser el marido, y de vuelta a ser el que hace la caca. Está bastante frenético porque no está jugando en esta sesión, él está siendo este bebé que ensucia y está siendo el padre que trata de controlar a este bebé y no puede. O sea que él ya no está jugando, sino que está actuando. Hay un actividad frenética por proveer a la madre una forma de protegerla de este bebé destructivo, y la forma en que lo hace, es darle por identificación un marido capaz de controlar a este bebé, capaz de limpiar todo lo que el bebé hace, y de esta manera proteger a la madre para que no sea destruida por este bebé rabioso que es lo que la analista está interpretando. Analista: Matías con el palo juega sobre el borde de la caja, lo huele, se acerca a la ventana y hace vibrar el resorte. Querés saber qué queda de S. no rota. Matías se toca el pito y dice: “pincel”. Querés que yo te de fuerzas para recuperar al Matías grande que tranquilice al Matías bebé cuando S. desaparezca. Dr. Meltzer: Yo pienso que eso es correcto. Es correcto porque lo que él quiere es que la analista refuerce su identificación con este papá bueno, de manera que este papá sea capaz de controlar a este bebé enfurecido para que no ataque a esta mamá cuando se vaya. ¿Cuántos días antes de la separación ocurre esto? Analista: Diez días antes. Dr. Meltzer: Este material parece confirmar que la analista es, no solamente la que lleva la transferencia, sino que es indudablemente la persona más importante de su vida, la persona que le presta más atención, que mejor lo comprende, que lo atiende en una forma muy vital, que es el centro de su vida, y que él está aterrorizado, tiene mucho
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miedo de perderla. Él necesita sobreponerse al hecho de sentirse un bebé que está en peligro de destruir esta relación porque tiene tanta rabia, porque la rabia le es estimulada por estos nuevos bebés que están por aparecer en la analista y que aparecen también en el embarazo de la madre. Hay que acordarse de lo que ocurre habitualmente en estos chicos cuando aparece un nuevo bebé en la familia, generalmente entre los dos y cuatro años, y son dos cosas malas: por un lado aparecen los celos, la posesividad y la rabia, el chico regresa, aparecen problemas de conducta; y por otro lado aparece algo que los padres en general ven como bueno pero que no lo es, y es que estos chicos crecen de repente. Es decir que entran en identificación proyectiva y aparecen como si hubieran crecido mucho, en muy poco tiempo. Lo que pasa habitualmente es que se puede elaborar esta situación si se soporta la turbulencia. La comunicación entre los padres hace que se haga tolerable este trauma del nacimiento del nuevo bebé, y desde el punto de vista de este paciente es posible que él tolere lo que está ocurriendo en la casa siempre y cuando la relación con la analista no esté en peligro. El problema para él es que siente que la situación con la analista está en peligro a raíz de lo que está ocurriendo en su casa, y ése es el problema analítico de este momento. Él puede tolerar que la madre tenga un nuevo bebé, pero no está preparado para concebir que la analista tenga nuevos bebés porque eso significaría el destete. Eso significaría la terminación del análisis, la pérdida de la analista, y él no está preparado para eso. 7
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Ver Referencias Teóricas, pág. 319, “El proceso en un niño con fallas del desarrollo”.
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REFERENCIAS TEORICAS
El proceso en un niño con fallas del desarrollo La analista presenta las sesiones de un niño de siete años, con una falla en el desarrollo por depresión consecutiva a una deprivación materna durante su lactancia. Aunque tiene elementos autistas Meltzer no considera que este diagnóstico sea adecuado en este momento. Cree que se hubiera transformado en un autista si no hubiera sido tratado tempranamente (a partir de los tres años). El análisis se instala con fuerte posesividad y con evidencias de que en su vida mental se ha delineado un complejo de Edipo pregenital con identificación bisexual (1). Muestra que ha disminuido la identificación proyectiva lo que permite una mayor diferenciación entre self y objeto, el momento del análisis es el de las confusiones zonales. El encuadre había sido creado por la conducta y las palabras de la terapeuta, lo que permitió la evolución hacia las etapas siguientes. Es interesante volver a destacar que Meltzer evalúa la etapa del proceso según la estructura predominante y no según los logros adaptativos en la vida externa. En este niño, el significado de los hechos de la vida está más centrado en la vida en el análisis que en la vida en su casa, lo que genera problemas con los padres (2). La analista no es sólo una figura transferencial sino es la persona más importante de su vida (7). A lo largo de la supervisión hace un detallado seguimiento de la fantasía; va construyendo sucesivamente la historia del drama edípico, de los nuevos bebés, del intento de ser él el objeto combinado y bastarse a sí mismo, ser autosuficiente (3) (4), ser un bebé independiente (5). Como esto no funciona, no quiere mostrar lo dependiente y torpe que es, cuando encuentra otro paciente se quiere transformar en el pequeño marido (6) por identificación proyectiva con el padre, y quiere formar una pareja con la analista. Aunque tenía una clara diferenciación entre bueno y malo, esa diferenciación no se puede aplicar porque bajo el predominio de las confusiones zonales, lo bueno y malo depende de lo que las zonas y sus productos le significan.
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En este sentido Meltzer amplía el concepto kleiniano, estableciendo que la diferencia entre bueno o malo tiene poca utilidad clínica si no se aplica a las zonas y a su significado, hay que comprender si la orina o las heces están idealizadas o son malas en ese momento. Lo que importa destacar es cómo a partir del material Meltzer integra una narrativa totalizadora basándose en los significados que va descubriendo. Esta narrativa integradora es necesaria en pacientes muy perturbados porque los dirige evolutivamente hacia delante, a diferencia de la búsqueda de significados fragmentados que tienden a aumentar las escisiones.
Descriptores: Caso clínico. Psicoanálisis de niños. Supervisión.
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Ricardo
Analista: Ricardo consultó en abril de 1990. Tiene 37 años. Es de estatura mediana, sus caderas son anchas; los brazos y piernas cortos y las manos cortas con dedos chicos. Es psicólogo y ejerció la práctica clínica durante dos o tres años desde que se recibió, hará siete u ocho años. Sus pacientes le eran derivados por un ex profesor de la facultad, con quien también hacía un grupo de estudio y su tratamiento. Tuvo dos o tres tratamientos posteriores que duraron entre tres y cinco meses, pero no recuerda el nombre de los profesionales. Poco a poco fue perdiendo su trabajo y realizando diferentes tareas ajenas a su profesión. Uno de los motivos de esta consulta fue el avanzar, aprender y trabajar como psicoanalista. Su actual trabajo, desde hace cuatro años, es en el Departamento Legal de un banco americano. En febrero del mismo año –1990– cometió un error y estuvo a punto de ser despedido, situación que está tratando de remontar en el momento de la consulta. Dr. Meltzer: Por lo tanto parece que él se presenta como alguien que progresivamente tiene cada vez menos éxito, que es físicamente desagradable y que no agrada socialmente. ¿Esto es correcto? Analista: Sí. Sus padres viven. Tiene un hermano nueve años menor, que está en sociedad con su padre en un negocio de fabricación de ropa para hombres; está casado y tiene dos hijos.
Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXI - Nº 1/2 - 1999
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El paciente dice: “siempre fui el nene bueno, tranquilo, pero también el gordito boludo al que todos cargaban. No me acuerdo nada de la infancia, lo que puedo decirle es que siempre sufrí por ser gordo y no poder adelgazar. Tengo el cuerpo igual que mi papá. Pensar que cuando yo quería jugar a la pelota o al tenis de chico, mi viejo me decía que no me haga la mariposa si soy gordo y torpe como un elefante”. Dr. Meltzer: El padre no era muy alentador para con el chico... Analista: Cuando tenía 18 años tuvo su primera novia, que conoció en un grupo juvenil judío. “No sé cómo fue, tenía que tener novia, nunca había tenido relaciones sexuales; Mary –que es esta chica– me daba pena, tenía una escoliosis muy grave... bah!, tiene joroba”. “A los 3 meses me fui a Israel, fue un noviazgo platónico, por correspondencia. Volví en el ´73 siempre con la idea de volver y aún quiero volver”, se refiere a Israel. “Seguimos el noviazgo, empecé la universidad y en el ´77 nos casamos. Con ella tuve las primeras relaciones sexuales. Queríamos un bebé y Mary no se embarazaba, nunca se quiso hacer ningún estudio porque decía que era yo que no podía. Vi médicos, hice tratamientos, y me daban esperanzas. Hablamos de adoptar, hasta que un día, en 1981, por conocidos de mi madre vamos a Misiones a buscar a Pedro”. A fines del ´82 o principios del ´83 se separó de Mary; había peleas continuas, problemas económicos, “y ella –dice el paciente– tiene una madre psicótica que se metió en todo lo nuestro con su locura”. Dr. Meltzer: Es una historia triste... Analista: Pasó por profundos estados depresivos por esta época, en los que no puede sostener ningún trabajo. Ve a su hijo, pero lo lleva a casa de sus padres porque no sabe qué hacer con él. En 1984 conoce a Ana, que hoy tiene 32 años y es psicóloga. Es la hija mayor de una familia acaudalada. En el ´88 se casan. En el momento de la consulta dice que también hay dos cosas que le preocupan: “con todos los estudios que nos hicimos parece
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que el problema es mío. Yo tuve criptorquidia y me acuerdo que me daban inyecciones muy dolorosas, tendría 10 años. Creo que me curé. Ahora el médico dice que lo que tengo que hacer es una biopsia de testículo y eso no quiero por nada. Ana está con que quiere un hijo, y la otra alternativa es la inseminación artificial heteróloga, porque parece que mis espermatozoides son pocos, y con poca movilidad”. “La otra cosa que me pasa este año, es que por primera vez vino Pedro –el hijo– 15 días de vacaciones con nosotros. Cuando vino la madre a buscarlo me abracé a él y no podía dejarlo ir. El resto de las vacaciones fueron tristísimas, sentía que algo mío me faltaba”. Dr. Meltzer: Repito, es una historia muy triste. Uno presume que la criptorquidia, las caderas anchas y los problemas físicos están todos relacionados hormonalmente. ¿Él dio alguna razón para rechazar una biopsia testicular? Analista: “Porque los testículos no se tocan”. Dr. Meltzer: No los de uno, ni los de ningún otro... No suena como muy inteligente, sin embargo tuvo la inteligencia necesaria para terminar sus estudios universitarios; tampoco parece tener muchas habilidades sociales. ¿Tiene algún interés especial acerca del cual haya hablado? Analista: No. Dr. Meltzer: Sabemos poco de la historia, excepto que es un hombre triste y tiene una historia triste. Analista: Comenzamos a trabajar con cuatro sesiones semanales. El primer sueño que trae al análisis es del 14 de agosto del ´90: Paciente: Me desperté a las cuatro y no podía dormir más; tuve un sueño horrible: soñé que yo salía de mi casa, cruzaba la calle y era algo así como el barrio o la cuadra de la casa de mis padres, y había un tipo que era el puto del barrio, todos lo conocían y parecía que él me buscaba, y yo me angustiaba mucho porque no quería saber nada con él, y menos que el
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barrio se diera cuenta que yo hablaba con García, porque era conocido en todo el barrio como “el puto García”. Le pregunto sobre García y algunas asociaciones. Paciente: No tengo la menor idea quién era ese tipo, nunca lo vi. (De una manera cómplice, dice sonriente): Se me ocurre el sargento García, ¿se acuerda? Por el personaje de la serie “El Zorro”, que es como él, petiso, gordo... y más o menos fiel a “El Zorro”. Analista: Usted prefiere invitarme a que seamos dos chicos sin malicia, viendo a un gordito bueno, justiciero e inofensivo, que pone orden, por temor a que sea como la gente del barriomente, que en su sueño lo despierta cuando se siente descubierto cercano a un García puto. Dr. Meltzer: No comprendo esta interpretación, quizás está entresacada de material previo. Analista: Él me dice: “¿se acuerda de ‘El Zorro’?”, se trata de una serie de televisión que veíamos cuando éramos chicos. Dr. Meltzer: Usted y él, están mirando al paciente como si vieran una serie de televisión; lo están mirando como un niño bueno que no se va a meter en líos con este puto García. El paciente parece asumir que el sargento García está ligado a “El Zorro” de un modo homosexual; cualquier interés que García pudiera mostrar hacia él sería un interés homosexual. Paciente: (Después de un silencio)Yo siempre tuve miedo a la homosexualidad; una vez me hice echar de un trabajo. El hijo del patrón me excitaba cuando se me acercaba, era en una mueblería y un día había un partido de fútbol importante, no me dejó verlo, yo armé lío y me echaron. Fue un alivio, nunca más me pasó algo así. Dr. Meltzer: ¿Se refiere a que cuando se le acercaba lo
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excitaba sexualmente? No sabemos qué fue lo que precipitó, produjo o motivó que apareciera este sueño; debe haber algo en el trabajo analítico previo, que suscitó que el paciente soñara y trajera este sueño. La implicación del sueño parece ser que él nunca pudo apegarse admirativamente a un personaje masculino, su padre por ejemplo, porque temía que esto fuera una situación de excitación homosexual. La conclusión es que él no ha podido construir una identificación masculina, porque no ha podido desarrollar esta ligazón admirativa hacia un hombre. Los vecinos representan a la analista, y él tiene mucho miedo de que si llega a traer cualquier tipo de material sobre ligarse admirativamente con un hombre, la analista lo va a interpretar como una situación homosexual. No sabiendo él mismo nada acerca de la femineidad normal de un chico o de un varón adulto, se imagina el exhibir cualquier tipo de situación personal femenina frente a la analista como algo homosexual. El material sugiere que este fuerte sentimiento de pena y tristeza frente a la separación con el hijo, es un sentimiento maternal más que un sentimiento paternal. También arroja luz sobre la posibilidad de que se haya casado con su primer mujer en base a sentir piedad por ella, y a sentir una fuerte identificación con esta mujer mal formada. Pero ser una mujer en su mente y tener un pene, es una malformación aun mucho peor que ser una mujer con una joroba. Estamos entonces empezando a saber algo sobre él, y es que su femineidad es muy fuerte y que esto está ligado a la criptorquidia, aunque podemos también suponer que empezó antes. También echa alguna luz acerca de su rechazo a la biopsia testicular, un examen que requiere una penetración de sus testículos. Por lo tanto hay un rechazo a ser penetrado, como si someterse a una biopsia testicular fuera asimilado a ser penetrado analmente. Entonces obtenemos aquí un cuadro en donde hay mucha confusión en su manera de ver y entender su cuerpo, y sus deseos. 1 1 Ver Referencias Teóricas, pág. 338, Capítulo 10 de Estados sexuales de la mente: “La génesis del Super-Yo - Ideal”.
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BREVE SINTESIS DE LO ACONTECIDO AL PACIENTE, ANTERIOR A LA SESION A SUPERVISAR
Analista: Desde hace cinco meses le están haciendo a su esposa inseminación artificial heteróloga. Alrededor de esto aparecen fantasías paranoicas respecto al médico, y al dueño anónimo de los espermatozoides. Está haciendo esfuerzos por retomar su profesión. En este tiempo ha conseguido logros laborales y económicos, pero no el tener pacientes-hijos-bebés, que lo harían sentirse menos excluido del probable embarazo de su esposa. En la transferencia ironiza sutilmente mis interpretaciones, evitando todo tipo de contacto emocional. Por ejemplo, ante una interpretación responde: “¡Qué interesante! Eso lo leí en tal artículo o en tal autor”, con lo que también anula mi posibilidad de crear interpretaciones y paso a ser una ladrona de interpretaciones descubierta por él. Dr. Meltzer: Tenemos aquí una pieza importante de información, y es que él concibe que las mujeres realmente no tienen los bebés, los reciben de un hombre y les hacen un nidito. Es ésta una concepción muy arcaica que se ha sostenido hasta muy recientemente. Esta teoría arcaica recubre dos ansiedades masculinas básicas: la primera se refiere a la envidia a las mujeres por ser capaces de dar vida a un bebé y alimentarlo, y la segunda se refiere a la incertidumbre con respecto a la paternidad. Lo que podemos inferir y darnos cuenta entonces, es que él sufre intensamente de ambas ansiedades y lo expresa en la transferencia a través de la intolerancia a que la analista pueda crear sus interpretaciones. Yo diría entonces que ciertamente ésta es una transferencia materna. Tenemos entonces a un niñito que desengañado de su madre le da toda su admiración al padre, tenemos acá la relación García-Zorro. Así que ahora ya estamos sabiendo bastante sobre él. 2
Ver Referencias Teóricas, pág. 338, Capítulo 10 de Estados sexuales de la mente: “La génesis del Super-Yo - Ideal”. 2
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PRIMERA SESION DE LA SEMANA. DIA LUNES
Paciente: Me pasó algo asombroso el jueves después de la sesión, resulta que hablamos con Ana sobre los proyectos para este año. Lo fundamental es tener un hijo, bueno... cruzo los dedos porque por ahora todo va bien, hoy debería haber menstruado y todavía no hay novedad. Le dije que en marzo podríamos hacer un curso, y le propuse los cursos de APdeBA; ella dijo que el Ameghino es gratis. Yo tengo muchas ganas de pensar en la posibilidad de retomar la profesión, de reavivar todas mis cosas dormidas y aprender otras cosas que no sé. Ella se puso mal y dijo que no podemos gastar nada. Le expliqué que si este año pudimos hacer gastos que no pensamos, pudimos colocar Cablevisión –aproveché una promoción y sólo hay que pagar la cuota mensual–, no vamos al cine pero tenemos más información de todo el mundo y más rápida: los noticieros americanos, los españoles y mejicanos son bárbaros. También pudimos comprar un ventilador de techo para el comedor, son cosas que no estaban en el presupuesto y pudimos hacerlas, también seguramente vamos a poder hacer un curso en APdeBA. Dr. Meltzer: La discusión con ella entonces se centra en que él quiere hacer este curso caro en APdeBA mientras ella quiere ir al Ameghino porque es gratis, y todo el tema de si va a tener un bebé o no, queda olvidado en este momento. Este es el bebé caro, y el hecho de que ella va a tener que dejar de trabajar unos meses si tiene un bebé, también queda olvidado por el entusiasmo de tomar este curso en APdeBA. Si estuviéramos en Inglaterra, hubiéramos tenido una discusión diferente que revela la esencia de ésta que escuchamos en el material más claramente. En Inglaterra antes de que la madre quede embarazada, el padre estaría diciendo: tenemos que anotar a nuestro futuro hijo en esta escuela muy cara, y la madre estaría diciendo: eso no lo podemos afrontar económicamente, y de todas maneras la escuela pública –que es gratis– es muy buena. En Inglaterra frente a esta discusión uno diría: este padre ya está haciéndose cargo y tomando propiedad de este bebé, sa-
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cándole el bebé a la mamá movido por la envidia. Esta discusión es exactamente igual excepto por un factor: que además él también es el bebé. Así es que él quiere ser tanto la madre como el bebé. Paciente: Ana decía primero mejorar la situación económica y luego hacer el curso, y yo le decía que es al revés, que hacer cursos, formarse, es trabajar más y mejor, y eso redunda en ganar más dinero. Además es algo que a mí me da cierto placer, leer, estudiar, hacer un curso que me interesa. Fue una discusión terrible, yo lo sentí como una falta de apoyo de parte de ella; estuvimos dos días sin hablarnos; yo me sentí muy mal, sólo pensaba en que estaba muy angustiado y que quería llamarla a usted para pedirle otra sesión; pero al mismo tiempo me decía que no debía hacerlo, que no corresponde. Fue horrible. Dr. Meltzer: Acá tenemos a dos psicólogos y ninguno de ellos se da cuenta con qué tiene que ver esta discusión que están teniendo sobre temas hipotéticos, porque ni siquiera se sabe si hay un bebé, y queda desplazado los gastos que trae un bebé, al tema de los cursos en APdeBA o el Ameghino. La disputa entonces se centra en dos puntos: uno de ellos dice: bueno, tengamos el bebé primero y luego veremos qué hacer; y el otro dice: no, no, no, primero planifiquemos bien qué es lo que vamos a hacer y luego el bebé vendrá de algún lado. Analista: Su asombro es descubrir en Ud. la necesidad de pedirme ayuda, cuando se sintió frente a la posibilidad de que Ana pudiera crear un bebé dentro de ella y transformarse en mamá-Ana; que no le presta atención a sus necesidades de crecimiento porque está con la cabeza en otro bebé. Dr. Meltzer: Esta interpretación es sumamente precisa pero hay un punto más que es un problema, y es que en realidad él no tiene la idea clara de que “ella” va a ser la madre, porque él tiene la idea de que “ellos” van a ser la madre. Él está operando bajo esa antigua actitud masculina acerca de que el bebé pertenece al padre, es posesión
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del padre. Por lo tanto el padre es la verdadera madre y la madre es sólo un sirviente del bebé. Ahora dentro de esta situación, entra lo que la interpretación dice: que él es un bebé que necesita una madre no un padre... Paciente: Esto viene enganchado con otro tema, ¿se acuerda del local de mis suegros? Todas las condiciones que pusieron para que pudiéramos poner un negocio ya están. Averiguamos todo. El socio vendió el otro local y todo está averiguado. Yo no voy a dejar el banco ni Ana su trabajo, pero nos repartiremos el horario para atenderlo. Pero siguen buscando inconvenientes. Yo quiero tener más dinero con el negocio para reinvertir en la profesión. Lo que más me angustió de la discusión con Ana y las ganas de llamarla a usted fue la falta de apoyo de ella en volver a la profesión; ella tiene una mala experiencia, trabajó en hospitales, hizo cursos... y nunca recibió un paciente. No sé... tal vez no tiene feeling, por eso no le derivan. Analista: Usted siente que yo puedo ser una analista-mamá con feeling, que puedo tener en mi interior, mente-APdeBA, muchos bebés, pacientes, hermanitos muy valiosos. Pero de todos modos desconfía de mi generosidad para compartirlos con usted. Dr. Meltzer: Aquí se está dirigiendo la analista a la necesidad del paciente de llamarla por teléfono y a su necesidad de una madre, y que él siente que la analista es una madre distinta, mejor que su esposa o el negocio. Pero la analista agrega: de todas maneras usted desconfía de mi generosidad para compartir todo esto con usted... Le quiero preguntar de dónde sacó esta parte de la interpretación sobre las dudas que él tiene sobre su generosidad. Analista: El aspecto Ana que le prohibe, le limita, y le dice no a todo lo que sea crecimiento, progresos, bebés, pacientes, cursos... Dr. Meltzer: ¿También los suegros quizás, que aparecen en el material?
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Analista: Los suegros, los papás-suegros que dicen que no. Dr. Meltzer: ¿Por qué piensa que esto se aplica a usted? Analista: Porque todo lo bueno era yo en ese momento y lo malo quedaba afuera. Dr. Meltzer: Está bien, yo no estoy de acuerdo porque pienso que en este momento el paciente siente a la analista como una madre muy ideal, muy plena y muy generosa. Analista: Además había otro dato: él tenía muchas ganas de llamarme y no pudo, quería pedirme otra sesión y yo podría decirle que no. Dr. Meltzer: No estoy de acuerdo que eso sea un indicio para interpretar de esa manera, yo no tomaría eso como evidencia de que la analista no es generosa sino como el hecho de que él es un buen chico que no quiere hacer cosas que no corresponden. Es bastante complicado, así que veamos cómo se sigue desarrollando. Paciente: El otro día, el fin de semana, salimos con una pareja de amigos que son psicoanalistas y le comenté a él los cursos que quería hacer, y me dijo que iba a ir bien porque la formación que me falta la puedo conseguir, pero lo fundamental es que yo tengo pasta de psicoanalista. A lo mejor a Ana le falta eso. Analista: Usted debe sentir algo que le resulta intolerable ante la pasta, materia prima, espermatozoides que le colocaron a Ana, y se calma trayéndome amigos analistas para decirme que usted, igual que yo, poseemos lo que a Ana le falta. Dr. Meltzer: Primero estoy mirando si esto es una interpretación o una reformulación de lo que el paciente dijo, porque no encontraba dónde estaba la transferencia, pero la encontré al final. Mi reacción ante este trozo de material es que es una expresión de su femineidad, como si su
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amigo le hubiera estado diciendo que él es mejor mujer que Ana. Esto estuvo dirigido a su femineidad y no lo experimentó como homosexual. El énfasis del material está en él siendo una buena madre para sí mismo, como un buen chico que necesita una buena educación. Este trozo de material ha sido entregado a la analista, como una refutación a la afirmación de la analista de que él duda de su generosidad, porque implica que el amigo analista también aprecia a Ana y parece que el paciente también tiene la pasta de un futuro psicoanalista. ¿Él tiene alguna información de usted, si es o no, analista didacta de APdeBA? Analista: Él sabe que pertenezco a la institución, nada más. Dr. Meltzer: Probablemente él está asumiendo que usted es una analista didacta y que tiene ambiciones de que el paciente sea un analista. De este modo la analista es una mejor madre para él de lo que es Ana, y él también es una mejor madre para el bebé, que es él mismo. La disociación entonces parece estar entre la analista y Ana como buena madre y mala madre, tanto hacia él como hacia el bebé, pero está todo basado en su creencia –o en su deseo de creer– que él tiene la pasta de un buen psicoanalista. Es un poco temprano en el análisis, pero dado el nivel de inteligencia bajo y la debilidad de su carácter uno no diría que él tiene lo que puede hacer a un buen psicoanalista. No tenemos ninguna indicación de su paso por la universidad o por distintos lugares y tampoco alguna referencia de que alguien haya tenido una alta opinión de él. Paciente: Bueno, algo de confusión tengo, no sé por dónde viene, pero ahora me acuerdo que estos días Ana me parecía Mary; Mary a través de Ana, por todos los reproches. ¿Será que quiero volver a ser potente? ¡Qué confusión! Si el tema es mi esterilidad, esto es muy doloroso. No entiendo mucho pero ahora me acuerdo cuando Ana dice: “¿Me vas a seguir queriendo cuando esté embarazada?”. Es más difícil de lo que me imaginaba eso de no ser el padre biológico, pero ser el padre de un embarazo de mi esposa.
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Dr. Meltzer: Ahora él está empezando a darse cuenta. La inseminación artificial le hace dar cuenta que es la mujer la que tiene el bebé y de la incertidumbre básica del hombre con respecto a la paternidad. Cuando se trata de responsabilidades, la mujer es la que va a llevar al bebé nueve meses en el vientre, es la que lo va a parir, es la que lo va a alimentar con su pecho, y la que tendrá que tomar decisiones importantes, y tiene más prerrogativas que el señor que le puso un poco de semen en la vagina. La madre es más importante para el bebé, y Ana va a ser más importante para este bebé que él. En algún momento del pasado su madre fue más importante para él que su padre, antes de que él se transformara en el sargento García y su padre en El Zorro y su madre en la señora que cuida la casa. Él está descubriendo algo sobre los hechos de la vida desde el punto de vista psicológico, que las madres son más importantes para los bebés que los padres. Paciente: Quisiera pensar que esto es el camino para comprender y no para seguir negando. Creo que en realidad no la llamé para pedirle otra sesión porque me dio vergüenza. Sí, eso, era vergüenza, que yo le mostrara mi debilidad; la realidad es que temí que usted pensara que necesito venir corriendo a contarle mis cosas. Ahora estoy pensando que si se lo digo también puedo. También me acuerdo que en el trabajo –al comienzo del análisis– yo no podía ni hablar ni pensar cuando Susana –la gerente– me recriminaba algo, y después de lo que vimos tantas sesiones acá ahora estoy distinto. Ella está igual, me manda llamar, y cuando comienza con algún planteo –créase o no– yo estoy tranquilo, puedo pensar y contestarle coherentemente, y ella también cambia de actitud. Hasta llegó a decirme que tengo razón. Dr. Meltzer: Él está aprendiendo algo importante, y es que depender de la madre puede transformarlo no en más débil sino en más fuerte; él siempre pensó que la manera de transformarse en un hombrecito era ser el pequeño García del Zorro. Ahora está empezando a descubrir que la mane-
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ra de ser fuerte es primero – antes que eso– ser el bebé de mamá y nutrirse de su pecho; y está teniendo la sorprendente experiencia de que a medida que él deviene más dependiente de su analista, está siendo más fuerte afuera. 3 Este es un largo camino desde lo que ocurría ocho meses antes, cuando él ridiculizaba las interpretaciones de la analista. Todo esto parece venir de esa interpretación que la analista le hizo que yo no entendí, así que mejor vamos a volver a leerla: Analista: Usted debe sentir algo que le resulta intolerable ante la pasta, materia prima, espermatozoides que le colocaron a Ana, y se calma trayéndome amigos analistas para decirme que usted, igual que yo, poseemos lo que a Ana le falta. Dr. Meltzer: No puedo terminar de entender cómo de esta interpretación salió todo este darse cuenta del paciente, pero estoy estudiándolo... Quizás provino del hecho de que la analista está volviendo al punto de que Ana va a ser madre con unos espermatozoides que vienen de un señor X. Pero a quién le importa el señor X. Si él va a ser el padre de esta criatura es porque él es el esposo de Ana y va a ser quien ayude a criar este bebé. Él no va a ser un padre biológico. ¿Entonces si no va a ser un padre biológico qué clase de padre va a ser? La respuesta que él obtiene para sí mismo debe ser: ‘Debo ser un hombre fuerte y no una mujer, y por lo tanto no trataré de probar que yo soy mejor mujer que Ana’. Debo decir que es cierto que está pensando sobre las cosas... Paciente: Empiezo a pensar que algunas cosas puedo, no sólo las mujeres pueden. Normalmente hablo con Mary... Ana (comete un lapsus, quiere decir Ana y dice Mary) y cuando nos peleamos no tenía con quién hablar. (Vuelve al lapsus) Cómo me jode confundirme, me pone muy 3 Ver Referencias Teóricas, pág. 338, Capítulo 10 de Estados sexuales de la mente: “La génesis del Super-Yo - Ideal”.
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mal decir Mary por Ana, algo se me mezcla, no sé si no termino de separarme de Mary o si son lo mismo. Eso sería horroroso. Cuando empecé a salir con Ana e íbamos a algún lado, tocábamos el timbre y yo decía: “Mary y Ricardo”... ahora me cuido mucho para no decirlo. Hace unos días tuve una entrevista con la psicóloga de Pedro y fui con Mary. Preguntaba sobre la separación. Yo no quería hablar, pero decía: “bueno”, “ya pasó”, “está superado”. Yo para eso tengo mi análisis. Dr. Meltzer: El punto de reconocer el lapsus, lo veo como el reconocimiento de que él no ha sido un buen esposo para ninguna de estas mujeres, y que –por lo tanto– no podría ser un buen padre para Pedro. Analista: Yo no le digo eso... Analista: Yo estaba pensando si la confusión es Mary-Ana, o ellas son lo mismo, son mujeres, y lo que usted se pregunta es: ¿Qué son las mujeres? ¿Qué son los hombres? ¿En qué consiste esa diferencia tan difícil de hablar? ¿Cómo es que las mujeres tienen bebés y usted no sabe aún si tiene pene o testículos, y para qué sirven? Dr. Meltzer: Estoy de acuerdo que él está confundido, que se pregunta sobre las mujeres, los hombres y cómo es que un bebé puede crecer hasta transformarse en un hombre. Él está realmente dándose cuenta que no ha cumplido un rol masculino con ninguna de estas dos mujeres, y que por lo tanto no ha sido un buen padre ni para Pedro ni para este bebé que Ana está esperanzada en tener, a través de la inseminación artificial. Cuando un paciente se da cuenta de que está confuso, está empezando el camino para salir de la confusión. Porque lo que nosotros llamamos estado confusional es que una persona no ha podido hacer en su mente una diferenciación entre A y B. Tan pronto él sabe que está confuso, o sea que no ha hecho una diferenciación, ya sabe que hay una diferenciación. Entonces la situación que la analista está encontrando
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y que se está desarrollando en este análisis es que él no sabe cómo se llega a ser, desde un niño pequeño un hombre; y su ideal de masculinidad posiblemente fue algo como El Zorro, una especie de héroe adolescente. Y si no se podía ser El Zorro siempre se podía ser el sargento García, adherirse al Zorro y adquirir de este modo una especie de masculinidad. Ha comenzado a tener algunas experiencias en estos ocho meses de análisis. Ha empezado a adherirse a la analista no en carácter de héroe sino en carácter de madre y, para su asombro, el resultado de esto es que su masculinidad se está fortaleciendo. 4 Analista: Sesión del día siguiente. Llega puntual haciendo gestos con la cara como queriendo decirme algo. Paciente: No sé cómo, por dónde empezar, porque no pasó nada, nada con el asunto del embarazo. Recién me llamó Ana por teléfono que le vino la menstruación, cuarenta y ocho horas después de lo habitual. Mañana tenía turno para hacerse el análisis, tendrá que suspenderlo. ¡Qué bronca, cuántas ilusiones! Lo único rescatable es que en las últimas horas sólo hablamos de lo mismo, hicimos cuentas, calculamos los gastos, la plata... Ahora tenemos que esperar dos meses más, primero se va el médico de vacaciones y después nosotros y no coincidimos hasta marzo. Dr. Meltzer: Ahora vemos cómo se ha producido un cambio. Ya no están discutiendo acerca de los cursos, ahora están discutiendo entre los dos cómo van a afrontar los gastos que provoque la llegada de un bebé, y el bebé está siendo el centro. Él está actuando como un marido. 5 Participante: Perdón, él puede hablar de esto después del embarazo fallido, porque antes hablaban de los cursos de APdeBA y del Ameghino.
Ver Referencias Teóricas, pág. 338, Capítulo 10 de Estados sexuales de la mente: “La génesis del Super-Yo - Ideal”. 4y5
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Dr. Meltzer: Yo lo veo al revés. La sesión anterior lo acercó a la dependencia y eso le permitió enfrentar la frustración de la menstruación, acercándose a su mujer. Ya no están agrupadas juntas e indiscriminadas Mary y Ana. Ahora él puede compartir la frustración de la manera como lo hace un esposo. Paciente: Bueno, no sé, resulta que también tenemos otro proyecto con Ana, desde antes de la inseminación. Es un proyecto con el local de mis suegros. Queremos poner un rubro fácil de manejar, que pueda ser otra entrada, y lo podamos atender entre Ana y yo. Esto del negocio en vez de estar compartiéndolo con mis suegros, lo estamos peleando con ellos. Buscan tantos “peros”, tantos escollos... es como si no confiaran; que vamos a fundirlos. Fundamentalmente no confían en la hija, tal vez ellos quisieran algo de más categoría. La zona es Juan B. Justo y Corrientes. Vimos fabricantes, gente del barrio, y pensamos en un negocio que falta: lo gordo sería galletitas y agregar gelatinas, repostería y kiosco. Mis suegros quisieran un negocio de nombre, a ellos las galletitas les dan vergüenza. Analista: Usted siente que el doctor X y yo somos en su mente como un papá y una mamá que no permiten que los chicos –Ricardito y Anita– hagan algo creativo, bebés, galletitas. (El paciente había hablado antes, también, de la desconfianza con el médico de la inseminación). Dr. Meltzer: Entiendo que usted considera que él hace una ecuación entre los bebés y el negocio, el médico que no permite y los suegros tampoco permitiéndoles que tengan el negocio. Pero no coincido en que haga la ecuación entre la analista y el doctor X, pero por supuesto usted puede tener otra información. Paciente: No sé muy bien, tengo que pensarlo, pero siento cada vez más bronca, estoy furioso. Con los otros hijos (se refiere a los suegros) no son así, los otros tienen más favores. La historia de Ana es que Ana siempre fue dejada de lado, tildada como la tonta por lo del temblor...(Ana tiene un síndrome cerebeloso).
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Dr. Meltzer: Por lo tanto ella tiene un defecto físico como la primera mujer. Analista: Menos notorio... va mejorando. Dr. Meltzer: Como yo lo veo, el paciente tiene mezclada una simpatía por Ana por esta frustración que él comparte, con una profunda amargura por este destino que tienen. Ha sido injusto que no se lleve adelante este embarazo, que Ana tenga el temblor, que él tenga la criptorquidia... Los suegros en esta escena vienen a representar algo más general que es este destino duro, poco favorable. El doctor X y la analista serían quienes pueden ayudar a enderezar algo de lo que este duro destino produce como efectos. Hay aquí una idealización y una disociación, en donde la analista y el doctor X son los padres ideales y los suegros representan este destino injusto, y hay un delicado balance entre estas dos partes de la disociación en el material. Este es un análisis en su comienzo. En estos ocho meses él ha sido capaz de desarrollar una idealización con una disociación entre los malos padres y los buenos padres idealizados –que en este caso serían la analista y el doctor X. De todas maneras configuran una situación familiar con una madre y un padre, que es muy distinta a la configuración inicial de El Zorro y el sargento García. Tenemos aquí a un hombre bueno y débil que ha podido hacer surgir ya, aspectos de su masculinidad, y la femineidad ha quedado como en el trasfondo, y reaparecerá más tarde. La analista ya se ha transformado en una buena madre a quien él puede traer sus dolores, y esto se ha hecho en base a una disociación e idealización. Su idealización del análisis y su deseo de ser un psicoanalista en este momento, es parte de la vieja cuestión García-Zorro, que no tiene aún ningún significado emocional maduro. Transformarse en un psicoanalista es todavía una especie de concepto heroico, ambicioso.
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REFERENCIAS TEORICAS
Capítulo 10 de Estados sexuales de la mente: La génesis del Super-Yo-Ideal La afirmación de Freud (1924) de que las figuras de autoridad o admiración que son posteriores a la formación del Superyó no necesitan ser introyectadas, es considerada por Meltzer de enorme importancia. Las capacidades de las nuevas figuras admiradas son las que se introyectan y van enriqueciendo a los objetos internos. Se puede así mantener las capacidades iniciales al mismo tiempo que los nuevos intereses del yo. Las figuras superyoicas originales que se van enriqueciendo, van integrando aspectos del Ideal del Yo, como lo muestra la composición del título * . Esto se produce por mecanismos introyectivos a lo largo de la vida lo que “también aclara la paradoja, tan contraria al sentido común, de que los aspectos más evolucionados de la mente del individuo están más allá de la experiencia del self y son aprehendidos como un objeto”. El self evoluciona en relación con sus objetos internos a partir de la dependencia inicial. Pasa por un período de obediencia, madura con la aceptación de la independencia inspirada, es decir de una autonomía en la cual la creatividad surge por la inspiración originada en los objetos internos. He resumido este capítulo para vincularlo con las observaciones que efectuó Meltzer durante la supervisión y que iré señalando. En la intervención (1) plantea que el paciente no puede apegarse admirativamente a un personaje masculino. Si hubiera sido posible ese apego, las capacidades de ese personaje admirado (aun siendo su propio padre) podían haber sido introyectadas en el padre interno, cambiando sus características en el sentido de ir integrando el Ideal del Yo al Superyó. Esta integración constituye un estímulo para la identificación introyectiva con la masculinidad. Cabe recordar que en inglés “Ideal del Yo” se escribe “Ego-Ideal” y “Yo Ideal” se traduce como “Ideal-Ego”, de ahí que la construcción en inglés junta “Super-Ego” con “Ego-Ideal”, resultando “Super-Ego-Ideal”. *
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Ha logrado en cambio, una identidad maternal, una fuerte femineidad. En (2) se hace clara la envidia a la analista creativa que lo hace alejarse de ella y volcarse admirativamente al padreZorro. Por identificación proyectiva logra transformarse en un hombrecito (García de El Zorro). El Zorro no es apto para la introyección por carecer de capacidades paternas (es solitario y sin pareja). La identidad masculina lograda por procesos proyectivos es una pseudoidentidad y como tal, fracasa. Hasta ese momento del análisis fue incapaz de admirar una figura paternal, pero el creciente reconocimiento de la madre analítica (3) lo transforma por identificación introyectiva, en alguien más fuerte, más paternal, su masculinidad se está fortaleciendo (4) (5). El pecho analítico es una figura combinada por eso su introyección mejora tanto las características maternales como paternales de los objetos internos. Los comentarios de Meltzer nos recuerdan el capítulo de Sexualidad adulta polimorfa (ver Introducción) en la que describe las bases introyectivas de la sexualidad adulta, que la diferencia de las bases proyectivas de la sexualidad infantil (García-El Zorro).
Descriptores: Caso clínico. Identidad sexual. Supervisión.
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Analista: Sor Belén tiene 33 años y se trata desde hace un año. Es hija única de un segundo matrimonio del padre, de cuya parte tiene un medio hermano mucho mayor, con quien no tiene relación. Es él –el medio hermano– quien paga el tratamiento desde los Estados Unidos, donde vive. Es una mujer bonita y pequeña. Siendo niña durmió en el mismo cuarto que los padres, y tuvo ocasión de presenciar múltiples escenas sexuales que la atormentaron. Guarda un recuerdo distante y hostil del padre a quien considera un avaro, aunque no puede dar cuenta de haber sufrido privaciones. En cambio evoca con cariño a su madre, a quien sin embargo le reprocha su supuesta hipocresía al tener relaciones sexuales con él por la noche y denostarlo de día. Mantenía con ella complicidades y ocultamientos para con su padre. Ya adolescente participa en grupitos religiosos y evita relacionarse con muchachos pensando con devoción en Jesús. Este sentimiento se transforma en una especie de apasionamiento romántico; siente premura por entrar a un convento pero debe esperar hasta su mayoría de edad. En el ínterin, a espaldas del padre, concurre a reuniones preparatorias para lo cual debe mentirle frecuentemente. Finalmente ingresa a un convento como monja de clausura. Algunos pocos síntomas obsesivos que tenía previamente se intensifican en el noviciado. Más adelante presenta aversión por la comida y vómitos. Es reprendida por la maestra y la abadesa, y obligada a comer. Se siente humillada. Finalmente cae en un marcado episodio depresivo con intensa sintomatología, del que
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sale poco tiempo antes de la consulta, mediante el uso de psicofármacos. Vive con una inestabilidad emocional notoria, cualquier frustración la sume en desconsuelos fugaces. Tiene múltiples ideas obsesivas que se hacen presentes en el material, y algunas precauciones del tipo de volver a lavar cien veces los utensilios. En el curso de estos años se amengua su apasionamiento por Cristo, y tiene algunos pasajes de enamoramiento con un sacerdote a quien ama en silencio. Luego de la depresión se enamora intensamente, y lucha infructuosamente contra la masturbación. Ambos hechos la exponen a actitudes contrastantes durante la confesión, según el director espiritual de turno. Al comenzar el tratamiento las confesiones eran verdaderos suplicios –a pesar de la benevolencia de su actual director–, tanto por la severidad con que ella misma se juzga, como por el agotador relato exhaustivo al que se obliga ya que debe confesar supuestos pecados que tal vez haya omitido, o mal planteado en confesiones previas. En ese momento vivía aislada en la comunidad, desprestigiada por sus trastornos ostensibles, según ella cree siendo dejada de lado. La actual abadesa, sucedió a otra española de gran predicamento que se volvió a su país, y que Belén cree le guardaba poca simpatía. Es esta nueva madre la que tramita la ayuda del hermano de EE.UU. y me pide que la trate. La situación económica hace que su tratamiento curse con tres sesiones semanales; previamente realizó varios otros conducidos por profesionales de marcada heterodoxia religiosa, o con ostensibles inclinaciones católicas. Dr. Meltzer: ¿Usted es católico? Analista: De origen sí, pero no de práctica. Dr. Meltzer: ¿Por qué lo eligió la madre superiora? Analista: Me recomendó un sacerdote, porque antes había sacado a otro sacerdote de un brote esquizofrénico. Son tres sesiones de la primavera del año pasado, de semanas diferentes pero cercanas una a la otra.
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Dr. Meltzer: ¿Ella concurre a sesión vestida con hábito o con otra ropa? Analista: Viene con hábito. Dr. Meltzer: ¿Se acuesta en el diván? Analista: Sí. PRIMERA SESION
Paciente: Bueno doctor, yo quería contarle que tengo siempre esas ideas, menos pero las tengo, y muchas veces me aparecen cuando voy a la confesión; así que hoy quería contarle una, es acerca de la limpieza, por un pañuelo que tengo, porque resulta que sor Coleta cuando lava en el refectorio desparrama todo lo que lava, y eso va a parar a una rejilla con un caño, pero ella salpica y en una oportunidad me salpicó el pañuelo, y yo pienso siempre qué les puede pasar si llegan a usar ese pañuelo... Dr. Meltzer: ¿Qué quiere decir eso? Analista: Que se podrían enfermar las otras hermanas. Dr. Meltzer: ¿Cómo iban a usar el pañuelo de ella? Analista: Eso no lo sé. Paciente: (Pone cara triste, arrugada y se lamenta) En mí no pienso, el padre Fabián me dice que se lo cuente a usted y no a él, que eso no es un pecado, pero yo no puedo porque me siento culpable y tengo que ir a contarlo en confesión. Analista: Usted cree que puede lavarse la conciencia como si fuera la colita, pero ensucia en el lugar que no corresponde y se enoja. Paciente: Pero es que no puedo hacer otra cosa, yo me siento
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culpable... (Insiste con un tono que busca que le consientan seguir haciéndolo). Analista: Usted me habla como si yo le prohibiera seguir haciéndolo. Paciente: Bueno, le cuento un sueño doctor: yo tenía ganas de ver a la señora Blanca –después le cuento quién es– pero no podía; yo la tenía que llamar por teléfono o algo así, pero no la veía al final. En la segunda parte Liliana me batía un huevo con ese vino del abuelo... ¿cómo se llama?, ¡oporto!, yo lo veía pero no lo quería comer. (Sigue con entusiasmo). El padre Fernando tenía una teoría sobre la oración basada en la filosofía oriental, en la relajación y en el yoga, naturalmente todo visto desde el punto de vista cristiano, desde el punto de vista de Jesús. Él venía y nos enseñaba, traía libros y cassettes grabados; Blanca era su ayudante, su secretaria, después él se fue y al año siguiente venía al convento la señora Blanca. Había tres monjas que estábamos interesadas, la madre Rafaela –que por entonces no era abadesa–, sor Asunción y yo. A las tres nos gustaba mucho. Ella me prestaba libros y venía todas las semanas, yo le decía que quería estar más cerca de Jesús y eso a ella la entusiasmaba y me decía que ella también. Yo me preguntaba: “¿cómo no está celoso el marido?”... (Ella se pesca in fraganti respecto de que no tendría por qué ser así)... Bueno, eso era antes, cuando existía esa confusión... (Me aplaca, y sigue con culpa)... Ella me contaba también cosas de ella, y yo supongo que eso no lo veía muy bien la madre Inmaculada porque no siendo de mi familia no tenía que venir a visitarme, pero todo estaba centrado en la oración y en Jesús; claro que ella me contaba que se preocupaba porque la hija no creía, y un hijo de ella estudió con los salesianos, pero al final no profesó. Era un dolor para ella, nadie podía creerlo, ni sus compañeros ni sus familiares... Dr. Meltzer: ¿Nadie podía creer qué? Analista: Que el hijo de la señora Blanca no hubiera profesado.
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Paciente: ...Pero a la madre Inmaculada no le gustaba y me dijo que eso se estaba convirtiendo en una especie de dirección espiritual, y que para eso estaban los padres. A mí me cayó mal, hasta que al final me llamó y me dijo que no podía seguir; entonces yo la llamé por teléfono y le dije que no viniera más. Yo oí que le cambió la voz y me di cuenta que lo sintió mucho. En una oportunidad me acuerdo que vinieron con el padre Fernando y a mí me mandaron a lavar el refectorio y las demás fueron. Yo tenía muchas ganas de ir pero no pude, me quedé lavando y sufrí mucho. Entonces ese sufrimiento yo se lo ofrecí a Jesús... Dr. Meltzer: ¿Adónde quería ir ella que no podía ir? Analista: A ver al padre Fernando y escucharlo. Paciente: El cóctel ese que me preparaba Liliana a mí no me gusta nada; ella lo batía bien y yo la veía, veía el huevo y no me lo quería comer para nada. Analista: Usted se enfrenta a un dilema: por un lado una madre le dice que los maridos no sirven para nada, y otra le dice que se debe recurrir a los padres. Creo que usted quiere que yo tome partido en contra de la segunda, lo que tendría como consecuencia la no aparición de nuevas hermanitas... Dr. Meltzer: Bueno, bueno... ¿de dónde sacó usted todo esto?, probablemente esté bien, sea correcto... Hay una multiplicidad de madres. Hasta ahora parece que su impresión es que toda comunicación de la paciente tiene la intención de producir una respuesta del analista. Su comunicación siempre contiene algún tipo de manipulación o acción. El analista debe tomar partido por ella, perdonarla y preocuparse o no por ella. Siempre hay un intento de control y de ejercer una cierta influencia sobre el analista. El acto en que ella fue descubierta en relación con la señora Blanca fue el decir: “cómo es que el marido no está celoso que ella quiera estar más cerca de Jesús”, ¿es así? Analista: Si, es así.
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Dr. Meltzer: Ella piensa cómo es que el marido no estaba celoso por la infidelidad de la mujer al pensar en Jesús. Revela que para ella todo lo que pasa en la iglesia tiene que ver con un interés sexual de la gente con Jesús. ¿Qué quiere decir que después de la depresión ella se enamora profundamente? ¿Nos puede contar algo más de esto? ¿Es que entra en un estado de profundo amor por Jesús o de otro padre? Analista: Cuando ella era adolescente estaba enamorada de Jesús. Cuando entró al noviciado tuvo algún enamoramiento fugaz y no demasiado profundo, por el padre José María. Después de la depresión pensaba todo el tiempo en el padre José María y tenía fantasías de casarse con él, de poder llegar a tener un hijo... Dr. Meltzer: ¿Y ahí comenzó a masturbarse? Analista: No, lo de la masturbación es colateral, siempre se masturbaba, con el padre José María o sin el padre José María. Dr. Meltzer: No sabemos hasta acá, si su vida religiosa es su vida sexual, o si su vida religiosa está contaminada por la sexualidad infantil. Usted aparentemente se está manejando con estos procesos sociales en constante movimiento, como si fuesen una gran familia de múltiples padres y múltiples madres, ella misma teniendo múltiples apegos y lealtades y demás, ¿es así? Analista: Cuatro por lo menos... Dr. Meltzer: Central en el material también es el batido de este huevo que ella no come, y este huevo quizás esté contaminado por este vino que tiene un nombre que sugiere una contaminación anal –oporto. Estoy comenzando a pensar referencias a “Pegan a un niño” en la habitación de al lado. Entiendo que no estamos tratando sólo con la sexualidad infantil sino con una sexualidad infantil sadomasoquista; la iglesia y el convento son un claustro de algún tipo que no es tan limpio y puro
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como debería ser. La paciente está vivenciando este lugar religioso como un claustro de actividades sadomasoquistas, un lugar tiránico, castigador y por otra parte todo muy sexualizado pero en una forma sadomasoquista anal. En otras palabras, no es la historia de una mujer cuya religión está contaminada por la sexualidad infantil, sino que escucho que es la historia de una psicótica borderline. Y no sólo estoy escuchando “Pegan a un niño” en la habitación contigua, también al “Hombre de los lobos” preguntándole a la mamá: ¿Jesús tiene cola? El problema técnico de establecer una situación analítica con un paciente psicótico borderline que vive en un mundo claustrofóbico, es que el paciente supone que el analista es parte de ese mundo. El haber sido designado por el establishment, lo convierte en un sirviente del establishment. Es necesario hacer la distinción entre la confesión como una forma de someterse a la tiranía, y lo confidencial como una expresión de relaciones íntimas. Y ciertamente suena que su conducta en el análisis es de la naturaleza de la confesión, aunque no es igual que lo que hace al confesarse con respecto a los pecados, pero con la similitud que todo va a ser potencialmente informado a la jerarquía. Esto no debe confundirse con ideación paranoica sino que así es como es la vida en el mundo claustrofóbico, es un mundo kafkiano –donde todo es naturalmente informado al castillo–, se asume que es así, no hay nada paranoide acerca de esto. Desde este punto de vista, la actividad del analista es oída por ella no como un esfuerzo para entender lo que le ocurre sino que tiene implicaciones acerca de cuál va a ser el juicio de arriba, son avisos, advertencias. Por ejemplo, releyendo nuevamente la interpretación del analista que le dice a la paciente “Usted se enfrenta a un dilema: por un lado que tiene a una madre que dice que los maridos no sirven para nada, y otra que le dice que se debe recurrir a los padres. Creo que usted quiere que yo tome partido en contra de la segunda, lo que tendría como consecuencia la no aparición de nuevas hermanitas”. Si estoy en lo cierto acerca de esta organización de su mente, la paciente
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escucharía esto como si el analista dijese: “yo creo que usted quiere que le dé alguna pista acerca de cuál es la mamá buena y cuál la mamá mala; de manera que usted evite meterse en líos”. Toda problemática en este momento, acerca de los procesos de las relaciones íntimas de una niña que se opone al coito de los padres porque no quiere nuevos bebes en la familia, no es la problemática en el claustro. La problemática es si uno está a salvo o si lo van a echar. Lo que estoy diciendo es que si a uno se le presenta esa parte de la personalidad, y por ahí es todo lo que hay en esa personalidad que está viviendo en un mundo claustrofóbico, no se puede llevar adelante un análisis, porque no hay posibilidades de transferencia, no hay posibilidades de comunicación; todo es concretamente vivido como un proceso de un sistema tiránico y jerárquico. Si uno tiene la impresión que este estado mental ha existido desde muy temprano, y que probablemente haya muy poco más en esta personalidad, aparte de lo que se ha desarrollado en este estado mental, lo que va a tener que hacer, visto desde este punto de vista, es ayudar a esta parte para que salga de este claustro y logre establecer una relación objetal en un mundo distinto, en una atmósfera distinta. Lo que es un proceso muy largo y difícil. Participante: Me gustaría preguntarle por qué habla de claustrofobia si ella eligió un tipo de vida enclaustrada como una forma de defensa. Entiendo que se refiere a un estado mental, pero me gustaría si lo pudiera explicar. Dr. Meltzer: Muy bien, podemos hablar de claustrofilia si lo prefiere, pero el hecho es que ella vive en este estado mental dentro de un objeto, y ese lugar donde ella vive es muy distinto al lugar donde vivimos nosotros y donde se puede conducir un análisis. Si en cambio este estado mental se ha desarrollado más recientemente, como muchas veces sucede en la pubertad o en la adolescencia, es decir esta entrada en el claustro y la aparición del estado mental claustrofóbico, entonces es posible tratar de entrar en contacto con la parte no psicó-
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tica de la personalidad para establecer con esa parte una relación analítica; y esto implicaría un trabajo menos arduo, con mejores perspectivas. En el caso que estamos mirando, la evidencia de los datos que tenemos hasta ahora sugiere que su estado mental actual no es nada más que una continuación del vivir en el dormitorio de los padres, y esto probablemente se remonta al primer día de su vida. Entonces parece que va a tener que tratar de permitirle salir de ese estado claustrofóbico, y esto va a llevar mucho, mucho tiempo. Vamos a seguir con el material para ver si podemos encontrar algunos elementos acerca de la manera de ayudarla a salir de ese mundo claustrofóbico en el que ella está instalada, y poder empezar un trabajo analítico. Analista: Me quiere convencer a mí, medio puerilmente: Paciente: Pero la madre Inmaculada estuvo mal. La otra vez yo volví al convento con sor María, sor Lucía y sor Mercedes que habían ido a otros médicos, nos encontramos por casualidad en el tren. Yo las vi de lejos y dije: “¡cuántas monjas!”, sólo después las reconocí. También de casualidad encontramos a la señora Blanca. Ella me miró, nos saludamos y ella me miró a mí. Me contó que su hija está en París y todavía no cree o no practica, no sé... ella tiene esperanzas porque dice: “si Jesús me esperó a mí, la va a esperar a ella con más razón”. Yo le hablé a la madre Rafaela y le conté que tenía ganas de verla; ella no se mostró muy contenta, me dijo que para qué, que si quería... bueno, alguna vez, pero que era preferible que hablara con los padres. Analista: Parece que reaparece una y otra vez, la misma, y está de acuerdo conmigo. Hoy a la otra le cuesta acercarse hasta en el sueño. Dr. Meltzer: ¿A qué se refiere? Analista: Yo le había planteado que había dos madres, una que prefería a los padres y a los hombres, y otra que decía que no. Ahí reiteré la idea.
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Paciente: Ni escribirle cartas se puede, porque está visitando un asilo de ancianos donde están las tías de Liliana... pero ahora me acordé que ya no va allí. Ahora me acordé que una vez me dijo que el marido le reclamaba relaciones y ella lo hacía como un sacrificio porque era el marido, pero no le gustaba. Analista: Esa madre está de acuerdo con una teoría celosa suya, se aguanta ser ensuciada por obediencia. Dr. Meltzer: ¿La otra madre es la señora Blanca? Analista: Sí. Dr. Meltzer: También parece estar diciendo que la objeción de la madre superiora de que ella hable con la señora Blanca, es porque la señora Blanca le habla de sexo. Paciente: (compungida) Una vez mi papá le dijo a mi mamá que me hiciera huevo con oporto para que creciese bien, pero mi mamá fingió que lo hacía con el vaso vacío y una cucharita. Todo para que mi papá creyese que le hacía caso, y después hicimos como que yo lo tomaba. En cambio Liliana en el sueño le daba con todo. Analista: Tenemos nuevamente estas dos versiones contradictorias. Liliana hace caso del hombre, pero una nenita cree que comerse esa versión de los hechos es contaminarse y ensuciarse. Dr. Meltzer: ...Cuando la señora Blanca le cuenta de las relaciones con su marido, tiene el mismo significado que cuando ella y su madre se confabulaban para engañar al padre, y hacerle creer que ella estaba tomando huevo batido con oporto. Si se juntan estas dos versiones se puede llegar a otra que sería: cuando papito le dijo a mamita, “dejame que yo eyacule adentro tuyo para que tengas este buen semen para alimentar a la niñita”, mamá y yo nos confabulamos y fingimos hacerlo. Ella fingía que me lo daba como alimento y yo fingía que lo tragaba.
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Versión dos: cuando papito le dijo a mamita “dejame que yo eyacule adentro tuyo para que mi semen haga que tu leche sea buena y rica para el bebé”, mamá lo dejó que eyaculara pero me dijo a mí en secreto: “chupá de la otra teta”. Empezamos a tener algunos datos acerca de la relación de connivencia entre la nena y la mamá con respecto a la eyaculación del padre y esto parece importante. Ahora, lo que implica todo esto es que lo que los hombres realmente quieren, es que las bebitas le chupen el pene, y si no lo obtienen directamente lo hacen indirectamente eyaculando adentro de la mamá, para que el semen se mezcle con la leche y que de esa manera las bebitas lo chupen indirectamente. Otra versión: cuando vos creés que Jesús está en la cruz sufriendo, en realidad está ahí mirando con relativo placer, cómo ustedes las chicas, toman la hostia. Digo esto solamente para mostrarles de qué manera perversamente sadomasoquista es el mundo de las relaciones dentro del claustro. No hay relaciones, solamente hay confabulaciones y alianzas. El único valor en ese sistema de valores es la supervivencia, y la supervivencia significa no ser echado. Lo que significa ser echado hay que descubrirlo con cada paciente, pero generalmente significa volverse esquizofrénico. ¿Seguimos? Analista: En la sesión anterior había contado una pelea con sor María en tono trágico. Supone que ha provocado un enfrentamiento irreconciliable y no encuentra consuelo. Le había echado en cara hacer claras preferencias hacia sor Ángeles en detrimento suyo. Por la noche me llamó para contarme que se sentía mejor. Paciente: Me parece que usted tiene razón, estuve pensando en lo que hablé de los sacrificios, pero voy a conversarlo con el padre Fabián. Yo quiero inspirarme en la vida de los santos. Ellos se sacrificaban. Cuando ayer me encontré con María, ella no se había tomado para nada a la tremenda lo que pasó, y hablamos lo más bien. Por la tarde estuve bien, pero tuve que ir a una clase que daba un padre así que no lo pude llamar hasta
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la noche. Le pedí permiso a la madre, pero no le conté para qué quería hablarle porque para qué, igual ella no preguntó. Yo sí me la tomaba a la tremenda. Para mí todo es una tragedia. Bueno doctor, no sé si usted me quería decir algo más de lo que me dijo ayer... (se queda callada) ...Entonces quería contarle un síntoma, yo sé que usted se va a enojar porque es una estupidez, porque yo hago siempre lo mismo, pero no es voluntario y cuando viene el padre Fabián para mí es un drama... Dr. Meltzer: Si la manera de mirar el material anterior era para tener distintas versiones de la forma en que ella entraba en alianzas y pactos perversos con la madre, ahora tenemos la oportunidad de ver cómo hace lo mismo en la relación con el padre; el ejemplo sería el llamado telefónico al analista. Continuemos... Paciente: ...pero no es voluntario y cuando viene el padre Fabián para mí es un drama. A él no se lo conté porque me iba a cargar, así que total para qué... Resulta que yo escuché que decían... (este es un comienzo muy remanido de sus relatos, y calla para ver cómo lo tomo yo) ...yo sé que a usted le parece una tontería, pero yo escuché que decían que sor Encarnación... no sé quién lo decía, alguna de las monjas mayores supongo, no me acuerdo... decían que sor Encarnación se murió de cáncer. Eso es cierto, ella tuvo un cáncer y se murió. Bueno, decían que tuvo un cáncer porque comía cucarachas, y que comer cucarachas produce cáncer. Eso decían... ¿es cierto, es cierto? Bueno, eso se lo ofrecí a Dios como un sufrimiento, un castigo. Analista: No entiendo, ¿usted quiere decir que se lo ofrecía como algo bueno? Paciente: (Se ríe tensa) Bueno, como un sacrificio, como los que se castigan, nosotras hacemos penitencia. Yo no la entiendo mucho pero la obedezco... Dr. Meltzer: Parece que hablar por teléfono con el analista
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y comer cucarachas está relacionado de alguna manera, y está vinculado por un lado al hecho de provocar cáncer, y por el otro lado al sufrimiento de los mártires y de los santos. Tenemos otra versión de este terrible semen de papá, que en esta sesión se llama cucarachas así como en la sesión anterior se llamaba huevo batido con oporto. Se hace claro que aquí hay dos versiones distintas: una es que si se comen cucarachas, o si se toma oporto con huevo batido, se es una chica mala y perversa, entonces una va a ser echada con cáncer. La otra versión es que si una se somete al displacer, sufre, se aguanta, se martiriza, como un sacrificio para Jesús, entonces una se convierte en una santa. ¿Qué significa este mundo kafkiano? Significa que éste es un mundo donde no hay manera a través de la cual se pueda saber, ya sea a través del pensamiento, de la observación, de la reflexión, o de la comparación, si algo es bueno y santo y una va a ser promovida a ser una santa; o si algo es malo y terrible y uno va a ser echado para siempre del claustro. No hay manera de saber por qué en este mundo todo está determinado por algo arbitrariamente decidido desde arriba. Es arbitrario en el sentido que no hay absolutamente ningún fundamento, es simplemente una cuestión de los factores imponderables que rigen los caprichos de los que viven ahí arriba en el castillo, en el Vaticano, en el palacio presidencial, o en la comisión de la Asociación Psicoanalítica. En este momento en su relación con el terapeuta, ella no sabe si estos secretos llamados telefónicos al analista son parte de su santidad incipiente, o si van a ser descubiertos en realidad como un pacto con el diablo. Pero en estos ejemplos parece claro que lo crucial es la cuestión de si uno se traga o no se traga el semen de papá. Paciente: ... yo no la entiendo mucho pero la obedezco, y yo pienso que cuando estoy en la cocina, las cucarachas... en la cocina hay cucarachas ¿sabe?, están por todos lados, y apoyan las patitas vaya uno a saber dónde porque andan por cualquier parte... entonces yo apoyo una cuchara o algo así allí, después negligentemente no lavo bien, y las hermanas se contaminan
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en el refectorio y van a tener cáncer. ¿Puede ser? Analista: Yo sé de una hermanita que sí se contamina, comiéndose cualquier cosa que proviene de una vieja loca, vaya uno a saber cómo. Paciente: Bueno, yo creo que fue alguna de las hermanas mayores la que lo dijo, porque no fue Liliana, ni María, ni Ángeles, ni Mercedes, ni Lucía, así que tiene que ser alguna de las ancianas. Analista: Por lo pronto es una vieja que no puede ponerse de acuerdo con el padre, que en esta sesión se llama Fabián. Paciente: ¿Entonces no producen cáncer? (se queda callada)... Dr. Meltzer: A lo que quiero llegar es que las cosas realmente se salieron de control, que ese semen terrible está en todas partes; estas patitas encantadoras de las cucarachas son su forma de distribución y están por todos lados. Esto en sí mismo no importa, lo que importa es si uno se lo come de una manera santa o se lo come de una manera pecaminosa. Esto tiene que ver con el llamado telefónico secreto al analista. Esto no significa transferencia, sino que significa que Ud. es sólo parte del sistema y que hablarle a Ud. en las sesiones es como una confesión donde el analista toma algunas notas y va a informar a la jerarquía y demás. Tal vez si le tiene cariño va a darle algún dato, alguna ayudita para que ella no se meta en problemas. Pero ahora apareció otra cosa que es este llamado telefónico secreto, y entonces ahora Ud. es parte del sistema de las cucarachas. Paciente: ¿Entonces no producen cáncer? (se queda callada)... Bueno, no es voluntario... (me dice como aplacándome) Analista: Usted debe creer que a mí me queda dando vueltas en la cabeza lo que me dice, sin saber qué hacer, y me parece bien que sufra como castigo.
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Paciente: No, no, no... yo no creo que ni a usted ni a Dios les parezca bien eso, lo digo porque lo oí. Para colmo después me aparece otra idea y esa es la peor, que es que yo le entrego el alma al diablo, y yo sé que no, al menos según el padre Fabián que me dice que se lo cuente a usted, por eso lo hago, a pesar de que usted ya me interpretó acerca de este síntoma y lo sigo teniendo sin poder evitarlo. Analista: No sé qué pasa con el alma, pero lo que hace a la capacidad de discernir no se la da al padre sino a la vieja, que probablemente es la misma que le dice que no tome su huevo con oporto. Dr. Meltzer: Uno puede ver aquí qué tarea tan imposible es tratar de entender este material como si fuese material analítico y tratar la relación con Ud. como si fuese transferencial. Ella lo absorbe como una de las centenares de personas en esta organización, hacia su mundo claustrofóbico. Cualquiera que ha tenido la experiencia de tratar pacientes psicóticos borderline tiene esta misma vivencia, la de volverse simplemente uno más de innumerables personajes en su mundo borderline, y esto se ha llamado transferencia psicótica. En mi experiencia es una tarea interminable y estéril, tratar un material así como si fuera transferencial. Si volvemos al concepto de identificación proyectiva y pensamos que el material es un material claustrofóbico y refleja que por lo menos una parte o quizá toda su personalidad está viviendo adentro de este claustro –probablemente un equivalente al dormitorio de sus padres en su infancia–, tenemos acá entonces una ilustración perfecta de los dos tipos distintos de fenomenología que se producen por la identificación proyectiva. Una es la parte identificatoria que tiene características fundamentalmente grandiosas y en ese sentido una identificación delirante con el objeto, y que aquí está representada en ella por la aspiración –no expresada pero indudable– de santidad. La otra es la angustia claustrofóbica, la ansiedad de estar atrapada en un mal lugar, donde uno está siempre en peligro, en este caso de ser acusada de hacer un pacto con
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el diablo, y de ser echada de ese lugar. Se puede ver ya en este material la naturaleza general del mundo claustrofóbico, que es un mundo institucionalizado, jerárquico, y todo está reglamentado arbitrariamente desde arriba. En este mundo se puede sobrevivir de dos maneras diferentes: una es a través del engaño y el disimulo de modo que nadie se dé cuenta que uno en realidad no cree en ese mundo, o se puede creer en ese mundo y tratar de llegar hasta la cumbre. La estrategia que se puede instrumentar, entendiendo de esta manera la doble fenomenología de la identificación proyectiva, es también doble: una, es dirigir la atención a la grandiosidad, y tratar de minarla –en el sentido de hacerla disminuir– describiéndola, que en el caso de ella consistiría en la creencia secreta que tiene de que ella es una santa, y su esperanza que finalmente se van a dar cuenta de su santidad y va a ser canonizada. Y por el otro lado describirle la naturaleza del mundo claustrofóbico en el que está viviendo: todas sus cualidades claustrofóbicas, las exigencias que plantea de deshonestidad y engaños, la imposibilidad de toda relación íntima, cómo todo es reemplazado por connivencias y alianzas; y mostrarle cómo en ese mundo no hay ninguna posibilidad de relaciones íntimas. La dificultad en esto es que las instituciones –cualquier institución no importa cuán benevolente sea–, se parecen en algo a ese mundo claustrofóbico. En este caso es necesario tener claridad en la mente suya (del analista) que lo que le está describiendo no es la Iglesia Católica, sino su forma de vivenciar la Iglesia Católica. La Iglesia Católica es sólo una institución, y tiene este parecido. La tercera parte de esta estrategia es insistir cada vez que sea posible que usted no está viviendo en ese mundo claustrofóbico, que usted es psicoanalista pero que eso no significa que usted vive en el claustro-mundo psicoanalítico como ella en su institución. Mostrarle que en el consultorio el analista es absolutamente un individuo que no está bajo ninguna jerarquía y no tiene que dar informes a nadie. Uno es totalmente responsable de llevar adelante el análisis con la paciente, interesado en su bienestar
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mental, y eso es lo único que importa. El significado de esta estrategia es esencialmente que está de visita adentro de un mundo claustrofóbico por dos motivos: uno, es socavar su grandiosidad y aumentar su angustia claustrofóbica para que tenga ganas de salir. Pero aunque uno está de visita en ese mundo, especialmente la está esperando afuera cuando ella decida poder salir para empezar el análisis. Una de las cosas en que insiste la persona que vive en esta situación claustrofóbica es que no hay salida. Uno tiene que demostrarle –cuando el material lo permite– que hay en algún lugar una puerta abierta, y que uno sabe que está abierta porque uno mismo entra y sale a cada rato. En el curso de esto también es necesario explicarle a la paciente por qué lo que uno está haciendo con ella no es un análisis. Debemos mostrarle qué clase de relación hay entre el paciente y el analista cuando se está realmente en un proceso de análisis, y por qué en el estado mental de ella esto es imposible. Fundamentalmente a pesar de toda esta actividad es una cuestión de esperar, y lo que ocurre –si uno tiene suerte– es que gradualmente el paciente empieza a vivenciar algún tipo de ligazón con uno, empieza uno a ver evidencias de reacciones ante las separaciones y después de alguna separación prolongada –en mi experiencia–, por ejemplo después de una vacación de verano, ver que el paciente vuelve a uno de una manera diferente. Y entonces si esto ocurre se entra en un período de análisis donde el paciente entra y sale del mundo claustrofóbico. Cada vez que el stress se hace muy grande se refugia nuevamente en él. El análisis de estas entradas y salidas se parece bastante, aunque de un modo muy intensificado, a lo que he descripto como la clarificación de las confusiones geográficas. Esto lo siento muy vívido porque yo tengo en este momento dos pacientes con los que estoy luchando muy fuertemente en esta forma, durante los dos últimos años. Los dos están en este período de entrar y salir. Participante: ¿En qué sentido o por qué usted dice que no es transferencia?
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Dr. Meltzer: Porque no tiene nada que ver con la vida familiar. Claro que uno ve muchas familias que son instituciones en lugar de familias, y pueden ser despotismos benévolos o pueden ser campos de concentración o demás. La transferencia es una manifestación de la vida familiar –por más perturbada que sea en términos de fallas maternas y/o fallas paternas, relaciones inadecuadas y demás–, siempre es vida familiar con toda la emocionalidad que es característica de la vida familiar. En este tipo de situación no existe la emocionalidad de la vida familiar sino que tiene la emocionalidad de la perversión. Al hablar de la emocionalidad de la perversión estoy, según mi punto de vista, usando un nombre impropio. La emocionalidad de las perversiones –no son de hecho emociones–, son estados de excitación provocados por la fantasía. Todo lo que sucede en este material son estados de excitación provocados por la fantasía; no son emociones. Por lo tanto tienen también el mismo significado que las fantasías concientes que se usan para producir la excitación sexual para la masturbación. No son fantasías inconcientes sino fantasías concientes para crear la excitación. La mayor parte de los pacientes borderline que uno ve no están tan enfermos como parece estar esta mujer, y la mayoría han tenido algunos años –aunque sean pocos– en la infancia de desarrollo razonablemente normal; hasta que diversos factores, ruptura en el grupo familiar, enfermedad grave, toda clase de cosas, ocasionaron esta vuelta en campana, de manera que sus órganos de atención, su conciencia, y por lo tanto su motilidad, su actitud hacia todo, resultaron dominados por una parte de la personalidad en identificación proyectiva. Mi suposición es que esta paciente no tuvo casi un período así en su vida. Sospecho que en ella este estado mental ha estado presente, como dije, desde que vivía en el dormitorio de los padres. Las situaciones que muchas veces provocan este volcarse a un área inconciente donde se está en un estado de identificación proyectiva en niños menos perturbados, pueden ser mudanzas, especialmente migraciones, tener que cambiar de país y de idioma, y estos cambios son
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algunas veces los que provocan el volcarse hacia el claustro. Una categoría de estos pacientes son algunos pacientes seudo maduros, que dicen cuando están en análisis que no pueden recordar nada de sus primeros años de vida, o hasta los 7, 8 años. Y esa época –de los 7, 8 años– es el momento donde se dio algo, a veces algo no tan traumático en un sentido más amplio como una mudanza, pero que marca como una divisoria de aguas entre un antes y un después, y en ese después se han refugiado adentro del claustro. Participante: Cómo diferencia usted entre lo que sería un latente que se maneja en una estructura jerárquica antes de la desidealización de los padres, y este tipo de vida en estas instituciones. Dr. Meltzer: El período de latencia de un chico normal o la latencia normal, es el momento de la vida donde se ha escapado del torbellino del conflicto edípico, conflicto edípico predominantemente pre-genital, a través de la imposición de mecanismos obsesivos que permiten mantener controlados y separados a sus objetos, y también a través de esto mantenerlos desexualizados. El niño latente normal es lo que se podría llamar el latente suave; porque no deja de tener alegría, puede jugar, divertirse, disfrutar cierto monto de intimidad en el hogar, con amigos y demás. En oposición a esto está el niño latente rígido que muchas veces tiende a ir hacia la seudomadurez. Este niño en general es un niño que carece de alegría, que vive con una intensísima angustia por hacer cosas que serán mal vistas, y tiene temor a terribles castigos que especialmente son los de ser expulsados de su familia. En una paciente como ésta estamos tratando con la identificación proyectiva en el recto de la madre; el mundo de las perversiones sexuales, y de una manera u otra el mundo del campo de concentración. Hay otros tipos de pacientes psicóticos borderline que están en identificación proyectiva en otros lugares o espacios del interior del objeto materno. Están aquellos pacientes en los que el aspecto identificatorio de la identificación proyectiva toma
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la forma de una erotomanía y están dentro del área genital. También se ven algunos –con menos frecuencia– que están en un estado de bienaventuranza blanda, sin contenidos, muchas veces acompañados de una gran omnisciencia y de una secreta religiosidad grandiosa; éstos parecen estar adentro de la cabeza y los pechos. La razón para llamarlos psicóticos borderline en mi opinión, es porque estos estados, si están bien establecidos, son estados pre-esquizofrénicos, y esta paciente es sin duda una esquizofrénica en potencia. Puede verse con el material de las cucarachas, cómo las cosas se le pueden escapar tanto de las manos, que ella entra en un estado tan fuera de quicio, que comienza a aparecer el sistema delirante paranoico. Participante: Al comienzo Ud. habló de la diferencia entre fobia y paranoia, ¿podría ampliar esto? Dr. Meltzer: La diferencia entre los estados paranoicos y la persecución incipiente que puede verse en todo el material que presenta esta paciente, es que para el paranoico todo está explícitamente y específicamente dirigido contra él y es una manifestación de una especie de egocentrismo monolítico. Para esta paciente la persecución no es más que la naturaleza del mundo claustrofóbico, y todos en este mundo están igualmente perseguidos cuando están en el mismo nivel de la jerarquía que ella; piensa que los que están en niveles superiores están en otra situación. Paciente: No, no... creo que entiendo lo que me quiere decir... (Se queda callada y después dice:) ¿Quiere que cuente un sueño doctor? (La pregunta es para ver si terminé con lo anterior y puede dar vuelta la página). Es un sueño que tiene tres partes. En la primera yo hacía un viaje al norte de la provincia de Buenos Aires, no sé adónde era aunque conozco la zona. Sería San Nicolás o Zárate... por allí. Yo me acuerdo de la palabra “Rosario”. Yo tenía miedo de quedarme dormida y despertarme en Córdoba porque me había pasado de largo. Si eso pasaba no iba a hacer a tiempo como para volver al convento y ver al padre José María que iba a dar misa, y eso me
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angustiaba. En la segunda parte yo cantaba “Historia de amor”, que es una canción de la que yo recuerdo la música pero no la letra. Por fin me tenían que operar el intestino... Dr. Meltzer: ¿Esa es la tercera parte o sigue con la segunda parte? Analista: No, sigue con la segunda parte... Paciente: Por fin me tenían que operar el intestino y yo decía: “¡qué terrible!”. Yo pensaba que me iban a dormir y no iba a sentir nada, pero igual tenía miedo. Me acordaba de las hermanas que fueron operadas pero eso no me tranquilizaba. En la tercera parte yo llegaba acá y salía esa rubia que sale los viernes; es muy buena moza. Liliana había venido conmigo y había entrado a hablar con usted porque quería decirle algo. Cuando salía estaba contenta y cantaba una canción, que aunque no tenía malas palabras, no era propia de una monja. Y yo decía eso, “¿qué le pasa a Liliana?, eso no es propio de una monja”. Rosario me hace acordar a un rosario, y Córdoba a que el padre José María dijo que iba a pasar sus vacaciones allí, en el lugar donde viven los seminaristas cordobeses. Iba con sus propios seminaristas, sor Jesús –que es de Catamarca– porfiaba que iba a ir a Catamarca, pero él había dicho que no. Antes sí había ido alguna vez y le había llevado cartas a Jesús, pero esta vez no. Jesús es así, si le hablan de Catamarca ella no razona. Con eso de si llegaba tarde me acuerdo que tal día es el último que viene José María al convento... Dr. Meltzer: ¿Eso todavía es el sueño? Analista: No, ella me está diciendo qué piensa del sueño. Dr. Meltzer: ¿Dónde termina el sueño? Analista: Cuando Liliana salía y cantaba algo que le parecía que no era propio de una monja, de ahí en adelante son todas cosas que ella dice que se le ocurren. Dr. Meltzer: Vamos a hablar un poco del sueño porque
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viene muy al caso para hablar de los distintos compartimentos. Es un pequeño viaje al compartimento vaginal, y tiene algo que ver con haber visto a esta chica rubia, linda, muy contenta saliendo del consultorio, encima la canción “Historia de amor”. Enseguida vuelve de la historia de amor a la situación sadomasoquista en la parte del sueño donde le operan los intestinos. La pregunta es si en algún momento llegó a este otro compartimento o si sólo se imaginó que llegó a él. Si se durmió o no, y se despertó en Córdoba o Rosario, es muy ambiguo. Ciertamente rechaza rápido lo que se refiere a su fantasía erótica. Su erotismo es excitado e inmediatamente ella vuelve corriendo a transformarlo en una experiencia sadomasoquista. Lo que pasa entonces cuando ella ve salir a una rubia del consultorio con aspecto feliz, es que le provoca una excitación en el proyecto o la posibilidad objetiva de que ella también puede tener una relación sexual con el analista, pero eso no es apto para una monja, y entonces rápidamente vuelve al tipo de vínculo al que está acostumbrada, que es el del sadomasoquismo donde el analista es alguien que le opera el intestino. Si uno piensa que ella se enamoró del padre José María, uno puede ver que lo que es posible –y hasta probable que ocurra–, es que se enamore locamente del analista. Con facilidad uno podría pensar que eso es una transferencia erótica, más que simplemente el otro compartimento del claustro. Uno se podría encontrar con estos estados en forma alternante, donde algún día viene locamente excitada eróticamente a la sesión, y al día siguiente tiene que reforzar su masoquismo. Participante: ¿Usted le describiría, interpretaría, estos espacios a la paciente? Dr. Meltzer: Sí, se lo describiría, y le describiría aprovechando el material onírico las características de estos espacios, y le diría cómo va de uno a otro, o cuando se duerme a veces se sale de un lugar para pasar al otro.
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Analista: Esto parece celos con la rubia... Dr. Meltzer: No, eso no es celos, es solamente decir: “¡uy, hay otro lugar!, se trata de ese otro lugar y yo puedo estar adentro de ese otro lugar”. Ella misma es una chica bastante linda, ¿no? Analista: Sí... Dr. Meltzer: Para ella el analista, –en su posición como funcionario del establishment–, va a estar siempre cumpliendo con ella una función sadomasoquista. Ella puede ver que a veces cuando pacientes mujeres son lo bastante lindas, el analista podría hacer algo distinto para su propio placer sin informarlo a sus superiores. Esto creo que viene de un contexto diferente que los llamados telefónicos. Los llamados telefónicos tienen más que ver con las cucarachas, la parte de ella que se humilla masoquísticamente en su relación con el analista. Paciente: Con eso de si llegaba tarde me acuerdo que tal día es el último que viene José María al convento y yo no sé si voy a llegar a verlo. Es viernes y puede superponerse con la sesión. Además no sé si ir o no ir... (se queda callada) Lucía, Liliana y Mónica fueron operadas de verdad en el San Camilo. La canción la recuerdo bien pero no la letra, estaba en un film de amor que terminaba mal porque la muchacha moría y él se quedaba con el recuerdo de ella en la mente. En realidad eso es lo único que yo tengo del padre José María... La señora de los viernes siempre sale riéndose, y lo que decía Liliana era de tono subido y me sorprendía. Dr. Meltzer: Siempre tiene que terminar mal la historia de amor, y bueno... ella puede permitirse un poquitito una historia fantaseada masturbatoria, con tal que termine mal; es aceptable siempre y cuando termine mal. Analista: Usted me muestra en su sueño que haga lo que haga siempre llega a la idea de José María. En cuanto a la operación creo que usted espera que le saque el romance como si fuera un
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cáncer diabólico, pero en la operación estaríamos involucrados una mujer y un hombre en el consultorio y rápidamente se le vuelve poco pía como para una monja. Sin embargo, al mismo tiempo, creo que usted también quiere que yo me oponga a algunas opiniones de su mente y tome partido por que usted vaya a verlo a José María. Paciente: Cuando yo le conté al psicólogo anterior que en mis ideas con José María yo quería tener un bebé me dijo, con cara de susto y horror (lo imita al psicólogo): “hermana usted tiene que olvidarse de eso, no puede ser”. Yo no sé por qué se habrá asustado, tal vez porque pensó que yo iba a hacer algo con José María, ¿usted qué cree? Analista: Yo creo que a usted se le desparraman sus propias preocupaciones, y muchas que son suyas las supone ajenas. Usted misma me ha contado que le parecía un horror que su mamá y su papá fueran a fabricar un bebé. Paciente: Pero fue él el que dijo eso. Dr. Meltzer: El analista tiene por delante una tarea terrible... A veces cuando uno tiene este tipo de pacientes puede ser una buena idea ponerse uno mismo, un límite temporal, pensar cuánto tiempo uno lo va a poder soportar. Cuando era más joven yo seguía, y trataba de ver, investigar, descubrir qué podía hacer y qué me podía seguir enterando de un paciente así. A medida que soy más grande pienso que no tengo tiempo y que no se puede. Hoy en día con este tipo de pacientes yo me doy entre dos o tres años, que es más o menos el tiempo que creo que los puedo soportar; dudo que pueda soportar más que eso. Esto por supuesto es diferente en el tratamiento psicoanalítico de pacientes esquizofrénicos, que uno se mete y se mete, sabiendo que predominantemente lo que está es el interés científico por aprender cosas con relación al funcionamiento mental y no tiene un proyecto terapéutico, entonces sigue pero por un interés más científico que terapéutico. En cambio con estos pacientes uno tiene expectativas de lograr algo terapéutico y es muy duro
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esperar la oportunidad de hacer algún trabajo analítico. Con el marco de referencia que yo he señalado y con la estrategia que propuse sin duda el o la paciente se va a ir volviendo más y más hostil con el análisis y el método analítico, en tanto que socava la idealización de la identificación e incrementa su conciencia de la claustrofobia, de su aislamiento en relación con un mundo más feliz e íntimo. Se ponen furiosos cuando uno insiste que la puerta está abierta, que no es un claustro, que la puerta por la que entraron está abierta y pueden salir por ella y no le creen. Están furiosos con uno como si uno los estuviera atormentando con tentaciones, hasta que de repente aparece en un sueño, y ahí está. Entonces aparecen estos sueños interesantes en donde la puerta está abierta y salen, e inmediatamente se encuentran con una oleada de ansiedad depresiva tan enorme que vuelven a salir corriendo a meterse en el claustro. Un paciente sale e inmediatamente se encuentra con la mamá que le reprocha de qué manera la ha desilusionado, otro paciente inmediatamente se encuentra con el marido de una mujer que él ha seducido... y entonces salen corriendo y se meten en el claustro.
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REFERENCIAS TEORICAS
Claustrum. Una investigación sobre los fenómenos claustrofóbicos. Este libro se basa en experiencias clínicas con pacientes cuyos trastornos son el resultado del aspecto claustrofóbico de la operación de la identificación proyectiva, su significado como fenómeno mental en el desarrollo individual así como el impacto en la sociedad que estas personas contribuyen a formar. El autor aclara que sus descripciones pueden parecer cuentos de hadas para los analistas que no han trabajado con niños o con adultos psicóticos o borderline, desde el momento que estos fenómenos son poco visibles en pacientes neuróticos. En su trabajo “La relación entre la masturbación anal y la identificación proyectiva” (1966), había estudiado las consecuencias caracterológicas y transferenciales de las partes del self incluidas e identificadas con el objeto interno.* En El Proceso Psicoanalítico éstos son descriptos como fenómenos transitorios en la fase de confusiones geográficas. El estudio de los aspectos identificatorios de la identificación proyectiva atraviesa toda su obra pero sólo a partir de la década del setenta. Por el doble efecto de los fenómenos clínicos y del impacto de la obra de Bion en su pensamiento se interesó por estudiar los fenómenos claustrofóbicos. Meltzer se interesó en estudiar la relación entre estos procesos y las alteraciones del pensamiento. Aplicó las descripciones de Bion de la mentalidad de Supuestos Básicos en el funcionamiento grupal, a las formas de pensamiento alteradas que encontró en algunos pacientes. De los fenómenos clínicos dedujo que este trastorno de pensamiento era la manifestación del predominio de una estructura narcisista, la que resulta de la intrusión de una parte del self en uno de los espacios del objeto interno. Consideró las motivaciones de esta intrusión como complejas. A partir de un conflicto frente al objeto –el conflicto estético– investigó las posibilidades de la mente para solucionarlo. El conflicto estético tiene su M. Klein se interesó casi exclusivamente en la identificación proyectiva en objetos externos. *
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origen en la admiración que despierta la percepción de la belleza del objeto y el misterio frente al desconocimiento de su contenido (que no puede percibirse). Una de las posibilidades de salida frente al conflicto estético consiste en respetar el misterio y la intimidad del objeto; y en construir los contenidos de su interior a través de un proceso imaginativo que toma las formas de los objetos externos y las experiencias del mundo para su formación, del mismo modo que el sueño se construye con los restos diurnos. Cuando esta salida no es posible el conflicto se resuelve con la intrusión en el objeto y el conocimiento omnisciente de sus contenidos y cualidades. Estas dos formas de conocimiento, el imaginativo y el omnisciente, constituyen una extensión de la metapsicología freudiana porque Meltzer propone la inclusión del punto de vista epistemológico, que se agrega al punto de vista geográfico. Queda por desarrollar, el punto de vista estético. Desde el punto de vista geográfico la mente puede subdividirse en seis áreas distintas. Dejando de lado el útero y el “no lugar” del sistema delirante, las áreas habituales son el mundo externo, el interior de los objetos externos, el mundo interno y el interior de los objetos internos. Es en este último espacio en el que se producen los fenómenos de identificación proyectiva. Pero el espacio no es continuo. Sobre la base de la experiencia de las propias zonas erógenas y los servicios prestados por el objeto materno, la fantasía construye una división del interior del objeto en tres espacios: la cabeza-pecho, el compartimento genital y el espacio rectal. Cuando estos espacios están construidos imaginativamente desde afuera del objeto,* las funciones de cada espacio y sus orificios dependen de la asistencia y reparación del genital paterno que contribuye a fabricar la leche en el pecho, purificar y limpiar el recto, alimentar y mantener con vida a los bebés en el espacio genital. Pero estos espacios cambian cuando son vistos desde el interior del objeto como resultado de los motivos agresivos de la intrusión. La cabeza-pecho que es un objeto combinado pierde sus cualidades de generosidad, reciprocidad estética, capacidad * Es decir que se construyen en relación a las fantasías edípicas en las que el self está diferenciado de los objetos parentales.
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de formación simbólica para transformarse en un lugar donde reina la adulación, complicidad, indolencia, la incapacidad para el pensamiento y el juicio y la alienación por el “elitismo”. Cuando el centro de gravedad de la personalidad -el sentimiento de “sí mismo”, la conciencia y la atención-, radica en la parte del self que habita la cabeza-pecho del objeto interno, la caracterología resultante se caracteriza por la indolencia, el valor de la comodidad, curiosidad sin interés, obediencia por inercia. Son personalidades en las que no cabe la idea de esfuerzo sino de parasitismo. Son habitantes de un paraíso antes de la expulsión, donde basta estirar la mano para comer. Esta es su imagen del mundo, certificada por su omnisciencia. Cuando predomina la parte del self que habita el espacio genital, la vida tiene un carácter erotomaníaco, el objeto esencial es el pene erecto que se siente igual al propio cuerpo (ser el falo). El cuerpo es permanentemente decorado y embellecido y las identidades sexuales son asimiladas al aspecto, de ahí surge la exacerbación del “machismo” y la coquetería extrema. Estas características resultan de una denigración de la escena genital tal como se concibe desde el exterior del objeto; el dormitorio de los padres es un santuario con un clima de amor y trabajo, el padre alimenta, fertiliza y limpia a la madre y la privacidad es respetada. La vida en el recto es el área donde la identificación intrusiva origina las más severas patologías; la atmósfera es de extremo sadismo, la estructura de sus habitantes es jerárquica, de tiranía y sumisión. Así como en los otros espacios los valores son respectivamente la comodidad y el placer erótico, cuando la visión del mundo se genera en la parte del self incluida en el recto, el único valor es la supervivencia y la expulsión genera “el terror sin nombre”, la soledad en un mundo de objetos bizarros. Se degrada totalmente la imaginación que se tiene del recto materno desde el exterior del objeto, como un lugar donde se almacenan los desechos de los bebés, que el genital paterno limpia y protege para la madre y su prole. En este espacio es donde más se altera la capacidad de pensamiento; reinan los supuestos básicos de Bion; y la conformidad es la sumisión al gran líder: el pene fecal, de donde surge una destrucción de todo vínculo emocional; es el área de menos L, H y K.
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Los problemas técnicos para el análisis cuando la personalidad está dominada por estos sectores son arduos. Están basados en la contratransferencia –que es existente pero no es utilizable– , y la incapacidad de relaciones emocionales íntimas limita el potencial para la terapia. Tras una apariencia de colaboración se evidencia la superficialidad y la ambigüedad, y hay que resolver los permanentes malentendidos. Las palabras del analista son entendidas como manifestaciones de un arrogante elitismo, de una apenas encubierta seducción o de abierto sadismo. Requiere un largo camino recuperar al niño que se ha extraviado en el camino. Vale la pena aclarar que el problema no es sólo el de una “visión del mundo”, porque todos tenemos un sistema de significados y valores a través de los que construimos una visión del mundo. Pero ahí radica la diferencia, la construimos y reconstruimos y cambiamos y “la única ‘fe’ que se requiera es una absoluta creencia en la propia debilidad, ignorancia, impotencia y mortalidad, para descubrir la visión de la belleza-del-mundo y de los sentimientos apasionados” (pág. 115 de “Claustrum”). Las “visiones del mundo” de estas personalidades, son rígidas, omniscientes, cargadas de slogans y frases hechas. El pasado no está armado con recuerdos sino con rumores, relatos propios o ajenos de dudosa validez. No existen anhelos para el futuro desde el momento que no aparece ninguna emocionalidad, sino excitación o angustia. La evidencia de este modelo psicoanalítico no puede ser demostrada sino vivida a través de las propias experiencias y una de ellas es dejarnos llevar por el material de esta supervisión.
Descriptores: Borderline. Caso clínico. Religión. Religiosidad. Supervisión.
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