«Tu eres el Cristo el Hijo de Dios vivo»
REFLEXIÓN PERSONAL PARA PREPARAR LA REUNIÓN
Lee:: Eva Lee vang nge elio de Mar cos 2, 2,13 13-2 -27 7
Enumer a y analiza los motivos de cho Enumer choqu que e entre ent re Jesús Jesús y los f ar iseos. Ref f lexiona: lexiona: Re
¿Có Cóm mo he vivido yo,, yo per sonalment sonalmente e, eso de qu que e el vin vino nuevo exi exig ge un odre nue nuev vo?
ORACIÓN INICIAL Te bendec bendecim imos os,, Pa Pad dre sa sant nto, o, po porrque en tu H jo i jo Jes esú ús nos has dado el ca cam mino para llegar has astta Ti El nos en enseña a bu busc scar ar y a ad a dorar en "espíritu y en verdad". verdad". El nos mue mu estr tra a lo qu que e valemos delan delantte de Ti El no nos hace "od "odres nu nuevos evos"" cap capa aces de recibir tu Pala Pal abr bra a y tu Amor. El nos purif purif ica el cor orazó azón n de todo lo que nos turba y desequ desequiilibr bra a para que po podamos ver tu ros osttro y tu acció acción n en el mu mund ndo o y en noso osotr tros os mis ism mos. Danos, Padr dre e, la graci racia a de acoge cogerr esta buena noticia que nos hace autén uténtticos y libr libres es par para a servirte a Ti y, por Ti, Ti, a nuestros nuestros herm herma anos. Am Amé én.
LECTURA Y COMENTARIO DE LA PALABRA DE DIOS Leer Mar Mar cos cos 7,11-23 23 com mentar ios, ios, senti entimi mientos entos y men mensa sa jes nos su sugi gier er e est ste e texto to? ? ¿Qué co ¿Cuál es la actitud actitud de Jes Jesús ante la ley? ley? Cuá ál es nues nuestra actitud ctitud? ? ¿Có ¿Cómo mo conce concebimos nu nuest estr r a fide fidelidad a Dios ios? ? ¿Cu sajes s nos deja el tex texto que hemos le leído ído? ? ¿Qué mensaje
«Tu eres el Cristo el Hijo de Dios vivo»
NOTAS PARA PROFUNDIZAR EL TEMA El entusiasmo que Jesús despierta en la gente sencilla está muy relacionado con el conf licto que se va conf igurando con los f ariseos. Los fariseos eran laicos, que viví an en medio del pueblo judí o pero se organizaban en comunidades muy unidas, y su propósito era distinguirse por su piedad y por el exacto cumplimiento de la Ley. Su honestidad y su religiosidad les permitían gozar de cierta reputación e inf luencia. En efecto, no se contentaban con la mera observancia de lo que estaba estrictamente mandado sino que, de forma voluntaria, hacían muchas otras obras buenas como ayunos, limosnas y oraciones. En su continuo temor a infringir la Ley, multiplicaron hasta lo inverosímil las normas a fin de que cada caso tuviera ya una solución prevista, que no permitiera correr el riesgo de ofender a Dios.
Por todo lo que hasta ahora hemos ref lexionado, esta manera de ser y de entender las relaciones con Dios tení a que chocar inevitablemente con la persona y el mensaje de Jesús. Ya en los comienzos mismos de su actividad pública empieza a verse la incompatibilidad y surgen las primeras críticas f rente a las palabras y actuaciones de Jesús. Podemos decir que los fariseos se es candalizaban de Jesús. Las ocasiones y los motivos de las controversias son diversos. Un primer enf rentamiento se da por la intolerancia de los fariseos (Mc 2, 13-17). Estos no aceptan que Jesús comparta la mesa con los pecadores públicos, entre los que se encuentran los recaudadores de tributos que, como no cumplen la Ley, hay que mantenerlos alejados. Jesús no está de acuerdo con esta intransigencia; al contrario, está convencido que no ha venido para los justos, sino para los pecadores (Mt 9, 13).
La práctica del ayuno da también ocasión para que los fariseos reprochen a Jesús que no tenga la austeridad de Juan el Bautista. Jesús indica que su llegada constituye un tiempo de f iesta y alegría, no de tristeza y de luto; y, por otra parte, que con El comienza algo radicalmente nuevo (Mc 2, 18-22; Mt 9, 14-17). Otra causa de conflicto fue la pureza cultual que tanto preocupaba a los fariseos. Habí a ciertos actos y objetos que incapacitaban al judío para dar culto a Dios, incluso para la oración; por e jemplo, tocar un cadáver, untarse de sangre o comer carne de ciertos animales. Para recuperar la pureza eran necesarios escrupulosos lavatorios, que se realizaban incluso con antelación para salir al paso de posibles contactos indirectos o inconscientes; por eso, lavaban también cuidadosamente ollas, platos y demás utensilios. Esta exagerada preocupación por presentar un exterior incontaminado ante Dios es objeto de duros reproches por parte de Jesús, ya que esto puede volverse un subterfugio para ocultar lo que verdaderamente hace al hombre indigno de presentarse ante Dios: las actitudes interiores, los actos que salen del corazón (Mt 15, 1-20).
«Tu eres el Cristo el Hijo de Dios vivo» Igualmente la observancia del sábado f ue motivo de enf rentamientos. Los fariseos tenían elaborada una detallada lista de actividades que no era permitido realizar el día de descanso. Jesús se muestra bastante libre al respecto, con una libertad que no es arbitraria ni despectiva frente a la Ley, sino que quiere responder a una más justa concepción de ésta: "El sábado se hi zo para el hombr e y no el hombre par a el sábad o" . Dicho de otro modo, la Ley está hecha para servir y ayudar a la persona y no para oprimirla; para eso, admite que haya ocasiones en que no se esté obligado a cump lirla (Mc 2, 23-3,6). De diversas maneras, Jesús trata de mostrar cómo ante el ejercicio del bien cede la observancia de los preceptos legales (Mt 12, 9-14; Mc 3, 1-6). Desde esta perspectiva, leamos y ref lexionemos dos textos: Mateo 5,17-48 y Mateo 23,13-32.
Frente a la visión y a la actitud de los fariseos, la posición de Jesús es muy clara. Ante todo, af irma que no viene a derogar la Ley, sino a darle cumplimiento de una forma más plena. Esta forma más plena es la que El propone cuando va contraponiendo a los grandes preceptos de la Ley mosaica a otras actitudes interiores que abren un horizonte de mayor perfección en el cumplimiento de esos mandatos. El quiere que sus discípulos, de una manera nueva trazada por la interioridad y la autenticidad y no por el legalismo, vayan más lejos que los mismos f ariseos. Por eso les advierte: "Si v uest ra fideli dad no sobrepasa l a d e l os letr ados y fari seos , no entrareis en el Reino d e Dios" (Mt 5, 20). Es bien signif icativo que Jesús exhorte a superar la fidelidad de los
fariseos, cuando esta fidelidad era precisamente su obsesión y la que los hací a sentir muy superiores a los demás (Lc 18, 11-12). Los fariseos, por su parte, ven en la actitud de Jesús una abierta desautorización delante de todo el pueblo de su forma de interpretar la Ley y, en último término, de honrar a Dios. El problema se recrudece en los últimos días de la vida de Jesús cuando llega a la ciudad de Jerusalén, la cual es presentada en los E vangelios precisamente como símbolo y centro de este conflicto. Allí Jesús se constituye no sólo en protagonista del relato sino en quien, en varios casos, toma de una forma audaz la iniciativa. Es un Jesús más seguro que nunca de sí mismo, consciente de la misión que el Padre le ha confiado y de las consecuencias posibles de esta. Por eso, es explicable que la crisis se agrave y que la oposición de los dirigentes crezca cada vez más.
Hay dos episodios que conducen las cosas a su culmen . El primero es que el pueblo, que parecía irse alejando de Jesús entre la incompren sión y la indif erencia, vuelve a congregarse en torno a él, acompañándolo en una especie de manifestación triunf al cuando entra a Jerusalén (Mc 11, 1-11). Jesús mismo manda buscar un borrico para entrar a la ciudad; las aclamaciones de la gente no se hacen esperar. En medio de esta explosión espontanea de alegría, sorprende la figura de Jesús que, realizando un anuncio del Antiguo Testamento donde se subraya la sencillez y humildad del Mesías (Zac 9, 9), se presenta en abierto contraste con el poder polí tico y religioso de Jerusalén. El que es aclamado como hi jo de David y como venido en el nombre del
«Tu eres el Cristo el Hijo de Dios vivo» Señor muestra, al llegar montado en un asno, que no quiere presentarse revestido de ningún poder humano, ni entrar en competencia con otros poderes de este mundo. Más fuerte todavía es el episodio de la expulsión de los m ercaderes del templo (Mc 11, 15-19). El templo de Jerusalén era el lugar, por excelencia, en que Dios se hací a presente a su pueblo; era el centro del culto judío. Allí subían periódicam ente los judíos, no sólo de Palestina sino también del extranjero, para orar y para ofrecer sacrificios al Señor. Por eso, a la entrada del templo y en su gran patio interior se concentraban los vendedores de animales para las ofrendas, así como las mesas de los que cambiaban dinero. En resumen, el culto se convertía en ocasión de negocio para muchos, que se aprovechaban del espíritu religioso del pueblo. Jesús reacciona fuertemente ante este panorama y de una manera tan incontenible, que su autoridad se impone por encima de todos. Es otro gesto prof ético que está poniendo en cuestión nada menos que toda la organización del templo sobre la que se apoya el culto a Dios. Por eso, los que más airadamente reaccionan son los sacerdotes y los escribas. Sin embargo, no se atreven a exteriorizar su enojo; pero tampoco se quedan inactivos, el evangelista acaba el relato diciendo que desde ese momento "buscaban l a manera de acabar con él ". Los evangelios continúan narrando otras discusiones de Jesús, que muestran cómo el conflicto en torno a su persona se va generalizando y agudizando. Cada discusión es protagonizada por un grupo: sumos sacerdotes y senadores (Mc 11 ,27); fariseos y partidarios de Herodes (Mc 12, 13); saduceos (Mc 12, 18); letrados y escribas (Mc 11, 28). Parece que todos se han puesto de acuerdo, con una táctica común, para acosar a Jesús y para sorprenderlo en algo incompatible con la tradición y la religión judía. Jesús no sólo les responde sino que, sin ningún temor, les hace ver su ceguera y su infidelidad f rente a los planes de Dios. Este es el caso de la parábola de la viña y los labradores malvados (Mc 12,1-12), que produjo una enorme rabia a los judíos porque se dieron cuenta que se estaba refiriendo a ellos y "quisieron echarl e mano” . Esta actitud combativa de Jesús la volvemos a encontrar en su enfrentamiento con los letrados, a los que acusa de hipócritas, porque les gusta llamar la atención de todos y se aprovechan de la gente, con el pretexto de sus rezos (Mc 12, 38-40). Especialmente en el texto de Mateo que hemos leído (23,1-36) aparecen estas críticas de Jesús a los escribas y fariseos con enorme crudeza. Mientras, de otra parte, presenta en la viuda, que con una limosna insignif icante ha of recido " t odo lo que t enía par a v iv ir " , el ejemplo de quien con sencillez se entrega total y generosamente a Dios.
Todo esto condujo a que los jef es del pueblo tuvieran cada dí a más ira y más miedo de El (Mc 3, 6-7; Lc 4, 28-30; Lc 11 ,53-54). Por eso empezaron a buscar el modo de eliminarlo (Mc 3, 6; Jn 7, 1.19.25.30.32.43; Jn 10, 39)
y
las autoridades judías tomaron
definitivamente la decisión de acabar con El (Jn 11, 47-57). Mientras tanto, la figura de Jesús se agiganta a medida que nos vamos acercando al final.
«Tu eres el Cristo el Hijo de Dios vivo»
PARA EL DIALOGO Y LA VIDA
¿Qué aspectos nuevos apar ecen en la per sona de Jesús a tr avés de estos episodios de su vida? ¿Qué situaciones de nuestro mundo nos r ecuerdan los acontecimientos evangélicos que hemos considerado? ¿Son los f ariseos unos exóticos personajes del pasado, un modelo super ado, o responden a ciertas tendencias innatas que todos llevamos dentro? ¿Cómo debemos concebir nuestr a fidelidad a Dios? ¿Percibimos y afrontamos, o más bien disimulamos, la conf lictividad que el mensa je de Jesús pr oduce también en el mundo de hoy?
Par a pr of undizar este tema: Cat ec is mo de l a I g le sia Catól ica 5 95 -598
ORACIÓN FINAL
Oración comunitaria a partir del encuentro vivido hoy. Recitación de Padre nuestro.