Jianne Carlo Serie Guerreros Vikingos 4 – El Destructor
Argumento
Para el guerrero vikingo Magnus, el matrimonio no es más que un contrato, un negocio para acumular tierras y títulos. Rechaza el amor considerándolo cosa de hombres débiles. Pero tres días antes de casarse con una princesa highlander, queda queda seducido por los hermosos oos de una criada. !u apasionado encuentro le obliga a replantearse sus ideas y a luchar por encontrar una manera de mantener a la seductora "aisy, "aisy, al tiempo que respeta el contrato de matrimonio que ha acordado con el padre de su prometida. "eidra no puede dar un paseo por el bosque sin encontrar un animal herido. "edicada al cuidado de una variedad de osos heridos, pavos reales y lobos, ella desobedece a su padre cuando la promete a un guerrero n#rdico conocido como $l "estructor. %asta que, dis&razada de criada, es rescatada de un malhechor por el propio Magnus. '(#mo ha podido pensar que él era malvado o cruel) !i la trata como si estuviera hecha del cristal más &ino, y le ense*a los mágicos placeres de la carne. Pero Magnus se en&urece cuando descubre que la muer de la que está tan pro&undamente cautivado no es otra que su prometida. Porque no hay nada que desprecie más que una muer mentirosa+ ecepto, tal vez, dos de ellas+
Capítulo Uno
- $st/pido0 "éame marchar0 Magnus mir# hacia la entrada entrada del establo, pero el brillante sol del verano lo
ceg# y no pudo ver a nadie alrededor. 1nseguro 1nseguro de si lo que había escuchado eran s#lo ni*os peleando, levant# la cabeza y agudiz# el oído, ya que no le había gustado nada la nota de terror que había percibido en esa llorosa &rase. Problemas, 'pero de d#nde venían) 2hora escuchaba una lucha, más protestas y gru*idos gru*idos obscenos. obscenos. Magnus mir# hacia las siluetas con&usas de un hombre grande y una peque*a muer rodando en la entrada del establo. $l deslumbrante sol del mediodía apuntaba a las &iguras que luchaban sin permitirle reconocer nada. nada. 3odo lo que podía ver era a una criada y a un hombre revolcándose antes de copular. copular. - 4ruto0 4astardo0 5a desesperaci#n en la voz de la muer sonaba llena de terror y miedo. 5os rayos del sol se retiraron y Magnus vio claramente las manos del hombre agarrando la garganta de la oven. 6o había nada más despreciable que un guerrero &orzando a una muer o intimidando a alguien inde&enso, y esa muer con aspecto de hada no era más grande que su pae. !u temperamento se encendi#. 5a rigidez de las cerdas del cepillo que estaba usando para peinar la crin de su caballo pinch# la palma de su mano. - 6o0 4asta0 - $l gemido de dolor, dolor, rompi# la disciplina duramente duramente conquistada por Magnus. - 6o0 6o0 6o0 - ¡Dauðadagr! - Magnus rugi# su grito de guerra. - ¡Día de la Muerte! - $l mismo grito que le había hecho ganar el apodo de, $l "estructor. - 7uieto. - 8rden# a su caballo, tir# el cepillo cepillo encima de una pila de heno heno y corri#. 2nalizando la situaci#n situaci#n mientras corría, la ira de Magnus creci#. creci#. $l guerrero había empuado a la muchacha contra una pared de madera, y le había subido la &alda hasta la cintura. !u rodilla estaba metida entre sus blancos y delgados muslos, eponiendo los delicados rizos claros que cubrían su monte, mientras la tocaba con sus sucios dedos. - "au9adagr0 - 4ram# Magnus de nuevo, nuevo, saltando y aterrizando en el suelo con otro rugido atronador. $nganchando $nganchando el cuello del hombre con un brazo, agarr# su brazo izquierdo, y lo lanz# leos. $ntonces Magnus se volvi# para mirar directamente a la oven, sintiéndose como si alguien le hubiera dado un pu*etazo en el est#mago. 6unca había visto tanta resplandeciente belleza e inocencia. !u rostro, en &orma de coraz#n,
tenía el aspecto de una asustada cierva rodeada por una manada de lobos. $l color había desaparecido de su rostro y la blancura de su piel se asemeaba a los copos de nieve. !us grandes y asustados oos, del mismo color casta*o que los de un cervatillo, lo miraban &iamente, por encima de una peque*a nariz respingona. 5a punta de su rosada lengua trazaba los labios de una boca carnosa del color de las &resas. !us labios se abrían y cerraban revelando unos dientes per&ectos, pero no salía ninguna palabra de ellos. Magnus not# que su polla se erguía. :na nube de luuria nublaba su visi#n, y la sangre de sus venas ba# hasta sus doloridas bolas. 6o podía apartar los oos de su tentadora boca, ni incluso cuando ella solt# un gemido, ade# y se llev# la mano a la boca para ahogar el sonido. Magnus cerr# los oos cuando advirti# que había visto su escandalosa erecci#n, por el rubor que empez# a etenderse por el rostro de respuesta a la visi#n. Maldici#n0 :na muchacha que había sido atacada recientemente no necesitaba a otro hombre lascivo. $l color roo envolvía sus meillas, y ella, avergonzada, sacudi# sus caderas hasta que el vestido se desliz# por su cuerpo, alisándose la &alda con dedos temblorosos. ;adeaba y respiraba con di&icultad, causando que su pecho subiera y baara velozmente. $lla &i# sus oos en un punto por encima del hombro de Magnus, y dio con voz temblorosa. -
"e repente ella se tambale#. Reprimiendo una serie de &eroces maldiciones, Magnus tir# de ella contra su pecho y acun# sus delicadas curvas en sus brazos. $lla olía a sol y lavanda. :n poco de hollín en la punta de las pesta*as revolote# como las alas de un cuervo, cuando levant# su cabeza y lo mir# con sus dorados oos. =ue como mirar un torbellino. 3odos los turbulentos sentimientos de ella estaban allí para que Magnus los leyera, y se ahogara en ellos. 5a rabia, el miedo y el orgullo se mezclaban cuando ella levant# la barbilla, con los labios &runcidos, y sorbi#. :na solitaria lágrima se desliz# por su meilla y ella se la limpi# con la punta de los dedos. Mantenía los oos entrecerrados, la boca &runcida, la nariz levantada y los hombros erguidos. >l la apret# entre sus brazos queriendo acariciar la espalda y el esbelto cuello de cisne de esta encantadora muchacha. Magnus se puso tenso mirando el delicado cuello marcado por los sucios dedos del agresor y pensando c#mo estaría su hermoso monte de rizos dorados.
- >l no vivirá para intentar de nuevo otra violaci#n. - Pero estoy ilesa0 - 5levas la marca de sus manos en tu cuello. Magnus se gir# rápidamente, mirando hacía una pila de heno cercana, al descubrir que no podía soportar la idea de soltarla de sus brazos y se sent# con la oven en su regazo. - $s hombre muerto. - Mi se*or, yo no soy más que una sirvienta. - $so no lo ecusa, muchacha, porque yo no permito que nadie, sea un hombre o un oven da*e a mi+ bueno, a cualquier muer. Magnus apret# la boca con tanta &uerza que sus dientes vibraron. 5a palabra, @mi esposaA, casi se había escapado de sus labios. ¡Idiota! ¡Estúpido imbecil! Tú estás aquí para casarte con otra. Solo en tres días. Dentro de tres días tres noces.
$lla se movi# para colocarse en una posici#n que su polla apreci# mucho. !u esperanzado y luurioso amigo se agit# bao sus suaves muslos. !u hada se puso rígida y cerr# los oos. Magnus maldio a su rebelde miembro y apret# la mandíbula. - '(#mo te llamas, muchacha) - "io Magnus deseando preguntarle de verdad, si ella pertenecía a alg/n hombre. >l no &ollaba con las esposas de otros hombres. $amin# sus manos y sus ropas para tener una pista de su estado o de su linae. $l corpi*o de lana moldeaba su peque*o cuerpo como un guante, alzando sus pechos, pero ninguna criada de cocina que había conocido vestía un teido tan bueno+ 4rillantes ondas de espeso cabello, de color negro como el carb#n, caían en cascada por su espalda, hasta su trasero. $l cabello suelto indicaba que era una muer soltera, con la edad adecuada para casarse. '3al vez la hia de un hacendado rico) $lla se mordi# su roizo labio in&erior y Magnus saliv#, su boca estaba hambrienta queriendo reclamarla, mordisquear y lamer, para ver esos deslumbrantes oos casta*os dorados brillantes de deseo. - 6o soy más que una criada, mi se*or, y tengo que ir a cumplir con mis
obligaciones. Magnus reprimi# una protesta cuando ella levant# las manos hacia sus hombros y &i# su mirada en su cuello. - Mi se*ora no estará satis&echa conmigo. - Magnus0 $l grito provenía de la puerta del establo. Magnus quit# sus oos del delicioso color que &lorecía en sus meillas y mir# rápidamente a su hermano. - 'Baya, qué tenemos aquí) - ;arvik, su atractivo hermano menor, se par# &rente a ellos, con las manos en las caderas y una sonrisa maliciosa con hoyuelos decorando su cara. - $s un gran problema el que tienes ahí, "estructor. '3al vez yo pueda aliviarte de tu carga) 5a muchacha le empu# con &uerza retorciéndose entre sus brazos y se levant#. 3ropez# pero consigui# estabilizarse y les hizo una peque*a reverencia. -
compromiso matrimonial de Magnus con la princesa highlander. Magnus hizo una mueca. $staba allí para casarse con una muer, pero lleno de luuria por &ollar con otra. $staba prometido, pero a/n no estaba casado. "urante tres días y tres noches más. CCC Magnus $l hombre con el que estaría casada dentro de tres días. "eidra había aprendido las palabras de su apodo n#rdico, "ustr#egr $r%&ta, @$l "estructorA. 5e había pedido a $laina que le traduera también su grito de guerra, Dauðadagr , @"ía de la MuerteA. $se había sido el motivo para embarcarse en este plan, ya que sería una muerte segura para su alma si se casaba con un hombre que dis&rutaba matando. 2celer# el paso mientras eaminaba el lugar observando a un grupo de criadas riéndose, cerca de una peque*a choza a su izquierda. 3enían tres cubos de leche en el suelo unto a ellas, y "eidra sinti# tal sed repentina que tuvo que desviar la mirada de los cubos. "eidra distingui# a Moira entre las mueres y se detuvo. Moira, quien guardaba las llaves del castillo en su cintura, le envi# una sonrisa maliciosa. $ru%a. 'uta. (o eres más que una )e*abel+ esa ramera maliciosa de la que abla la $iblia.
$l inmenso deseo de abo&etear las meillas de la muer, hizo que "eidra se diera la vuelta y se dirigiera a un bosque cercano al castillo para evitarlo. Moira había sido la que le había enviado antes a los establos, sabiendo muy bien el comportamiento de %amish, $l =ogoso, el e&e de los establos. !i no hubiera sido por la intervenci#n del vikingo, no habría habido sábanas manchadas de sangre, para mostrarlas la ma*ana después de la ceremonia de la boda. 2poyándose en el tronco de un árbol, cerr# los oos y dis&rut# de la &resca brisa en su acalorada piel. $l "estructor0 Magnus. $l más &amoso de los guerreros vikingos del Rey (nut.
5as mueres y los ni*os temblaban ante la sola menci#n de su nombre. $l monstruo gigante, lleno de cicatrices, cuya crueldad era inmortalizada en las historias que se contaban en los grandes salones, y repetidas en susurros horrorizados en las salas de costura y en las cocinas. Magnus le había salvado de perder su virginidad. 2ldeanas, nobles y prostitutas, mueres de todas las clases temían al "estructor, el guerrero cuyo enorme miembro partía a las mueres en dos. 6i una sola vez desde que su padre había anunciado su compromiso, le habían dicho nada de su gran atractivo masculino, ni de su enorme &uerza. "eidra trag#, el miedo bloqueaba su garganta. 2hora creía en esos rumores que hablaban de su miembro, pero+ 'como podría alguien l lamarlo &eo y horrible) 'D de&ormado) Magnus tenía los oos de un gris plateado y mostraban tal delicadeza que la habían hecho sentir segura. !u ondulado cabello relucía en tonos roos y dorados, como el brillo del sol o&reciendo su /ltimo para despedir el día. 3enía la cabeza y los hombros más anchos que cualquier hombre que ella había visto en su vida, pero su toque había sido más ligero que una pluma. Magnus era por lo menos un palmo más alto que los hermanos de "eidra, y eso que sus siete hermanos mayores eran más altos que el resto de los hombres. 3al vez se había acostumbrado al tama*o de ellos, porque a ella eso no la había asustado ni un poco. 6o, al contrario, él había provocado que su cuerpo se consumiera de deseo. $l amplio pecho de Magnus y el recuerdo de la breve visi#n de su piel cuando la sent# en su regazo, la de# con el coraz#n acelerado. !í, tenía cicatrices de las batallas, pero marca que iba desde la orea hasta la meilla no disminuían su áspera belleza. 6o, no era la marca de !atanás de la que otros hablaban, sino una &orma de meorar los bellos rasgos de su rostro de guerrero. 3al vez la suavidad de sus dorados rizos cayendo hasta sus hombros, recordase a la gente las llamas arroadas por el tridente del diablo. Para ella, su cabello parecía la aureola de un ángel. $lla de# escapar un largo suspiro. 5a imagen de su atractivo rostro deaba su co*o caliente, h/medo y ecitado. Magnus la había abrazado como si estuviese hecha del más &rágil, delicado y valioso cristal.
(omo una yegua en celo, ella había absorbido su olor, su tacto+ y quería más. D el ardiente recuerdo de su duro miembro hacía que su est#mago se agitase. !u vara se había erguido debao de sus nalgas y la había sentido más gruesa y más dura, mientras ella se retorcía en su regazo. "eidra había visto a los sementales montando a las yeguas. $lla conocía, en teoría, lo que sucedía en la noche bodas, había oído cotilleos por parte de su prima, de los deliciosos y maravillosos placeres del lecho conyugal. Pero la idea del "estructor encima de ella, con esa cosa enorme en su interior, hacia que su coraz#n golpeara como un bodrán, el instrumento musical irlandés que parecía un tambor. "eidra sinti# que sus hinchados y pesados pechos, y sus endurecidos pezones, raspaban la tela del vestido que llevaba. !e m ordi# el labio mientras su vagina se contraía, haciendo que tuviera que apretar l os muslos para calmarse. Movi# la cabeza en un intento de aclarar sus pensamientos. $n el momento en que se imagin# los enormes hombros de Magnus, su cuerpo entero volvi# a arder, congelándose después enteramente, cuando pens# en él rompiendo su virginidad. 3al vez debería de haber deado que %amish, $l =ogoso, hubiera sido quien se la hubiera roto, ya que su aspecto delgado y huesudo le aseguraban que él si que hubiera encaado en su interior. (uando abri# los oos y mir# hacia el cielo, vio una gran nube blanca y suave con la &orma del pene de un semental.
;ezabel, balanceando eageradamente sus caderas y alzando sus enorme pechos del tama*o de melones maduros. - !ervid la cerveza y el pan antes de que estalle una pelea. "eidra mantuvo la cabeza baa, inclinándose sobre la mesa. 3al vez no &uese el meor plan &ingir que era una ayudante de cocina que necesitaba un trabao. Pero la anciana dama del castillo que había contratado a "eidra parecía ser bastante amable. !#lo a media ma*ana "eidra había descubierto que era Moira la que administraba la cocina de 5ord Balan. !u tía, la dama que le había dado el trabao, raramente se deaba ver. - "eprisa0 - 8rden# Moira batiendo palmas. - 3engo que atender el sal#n. !í, ahora "eidra sabía que Moira no solo atendía el sal#n, sino también a todos los guerreros que tenían las bolsas más llenas. (uando levant# la vista pudo ver la espalda de Moira desapareciendo por una esquina y de# escapar un largo suspiro. - 2&ortunadamente, la primera hornada de pan ya está listo. - !e*al# la cocinera dirigiéndose a "eidra y a las otras tres criadas. - (oged las cestas. (ubrid el pan para mantenerlo caliente y corred a servir a los hombres. "eidra se apresur# a obedecer a la cocinera y equilibrando la cesta en su cadera, se aventur# en el gran y abarrotado sal#n. ,-&mo podría alguien llamar monstruo a Magnus , pens# "eidra espiando la
mesa principal que estaba encima del estrado. Recordando su estoica epresi#n, sinti# un escalo&río en el est#mago cuando la brillante luz de la sala se re&le# en su cabello, volviendo a recordarle los colores de la puesta del sol. 6unca había visto hombros tan anchos en un hombre, y sus musculosos brazos tenían el grosor de las calabazas de las haciendas de su Da, la palabra gaélica para nombrar cari*osamente a su padre. D a esto había que a*adir una orgullosa barbilla tan &irme como una espada de hierro &orada en una &ragua. - !irve el pan o te daré una palmada en el trasero. "eidra salt# cuando Moira apareci# a su lado como si hubiera salido de la nada. 5a irritante muer &runci# el ce*o y levant# la mano. "eidra so&oc# un grito y corri# hacia los bancos y las mesas. ¡Estúpida! ¡Idiota! Ella era sir#ienta en una taberna.
Tú eres una noble iglander+ nacida princesa. ¡/eúne tu #alor!
5evantando la nariz, "eidra se desliz# entre las &ilas de bancos y coloc# un pan caliente en el centro de cada mesa. 5os aldeanos más vieos permanecían en las esquinas mal iluminadas del gran sal#n. 5os hombres y las mueres la recibieron con sonrisas. "eidra tuvo la precauci#n de parar y hablar con los amables ancianos, sonriendo cuando recibía un cumplido de cada una de las mueres que los hombres deseaban como esposas. !#lo cuando lleg# a las mesas de los mercenarios empezaron los problemas. 2ntes de que pudiese llegar a la primera &ila, una ruda mano pellizc# su trasero y otra cubri# su pecho+ $lla silb# y golpe# los dedos que tiraban de su pez#n. $ntonces otro hombre la agarr# del cuello, y ella mordi# la mano que estaba más cerca. - Eorra. - >l imbecil la empu# hacia atrás, provocando que la cesta se inclinase y que tres panes cayesen encima de la mesa. - $st/pida muchacha. - $l grito provenía de Moira, quien con una mano en la cintura y la cabeza erguida, estaba de pie al lado del estrado. - 3e he visto en los establos, ramera. 2hora no tienes a nadie para que te protea en este sal#n. - 6o. - Magnus se levant#, y aunque mantuvo su voz baa y pro&unda, su gru*ido había silenciado la ruidosa conversaci#n del sal#n. - $l "estructor protege a esta muchacha. (ualquier hombre o muer que la toque asumirá los riesgos. "eidra parpade#. - Ben. - 5e orden# él haciendo un gesto con su dedo. "eidra sinti# que se ruborizaba de la cabeza a los pies. 3odos los oos en la sala estaban &ios en ella y en ese momento dese# que la tierra se abriese y se la tragase. !us pies se negaban a moverse, a pesar de que ella deseaba que la llevasen a la cocina, los establos, los bosques o a cualquier otro lugar leos de ese sal#n. 5as botas de Magnus golpeaban el suelo de madera mientras se dirigía, con aspecto amenazante, rápidamente hacia ella. "eidra se qued# inm#vil, mirando como se aproimaba caminando en direcci#n hacia donde su tembloroso cuerpo vibraba. Esc&ndete. Mu0#ete. ¡-orre!
5a mirada de Magnus aprisionaba la de ella. $l sonido de la multitud del sal#n se debilit#. 5os silbidos, gritos obscenos, y el barullo de las mesas se silenciaron. Parecía como si s#lo eistieran ellos dos y la mirada de Magnus continuaba manteniéndola clavada al suelo. "eidra no podía mover un solo m/sculo, ni un dedo atendía sus #rdenes, ni siquiera su seo obedecía su deseo de que permaneciera indi&erente. 6o, todas sus partes &emeninas, parecían estar preparadas para él, deándola moada, ardiendo y dolorida para ser llenada por Magnus. - Muchacha. - "io Magnus alzandole la barbilla con el dedo. - Perd#name.
Capítulo Dos
"eidra estaba demasiado aturdida para reaccionar cuando Magnus se agach# y la levant# encima de su hombro. 6o podía hacer nada más que mirar el suelo de piedra del gran sal#n e intentar respirar. - $l semental y la yegua0 - $lla parece muy dulce0 - 5o es. D ese dulce se lo va a comer el "estructor0 3oda la sala se gir# cuando ella levant# la cabeza para en&rentarse a los ru&ianes de la aldea, los guerreros y las prostitutas que estaban en el sal#n lleno de humo. Magnus subi# los dos tramos de escaleras, provocando que "eidra se golpease la barbilla contra su espalda y haciéndola temblar. '$s que estaba hecho de hierro) "eidra descans# las manos en las curvas del trasero de Magnus, para estabilizar el rebote de su cuerpo. 5a manera como se tensaba la tela de sus pantalones en esa parte la deo hipnotizada, sin poder apartar la mirad de esa zona. Respir# pro&undamente y el olor &resco de su corta t/nica lavada alter# sus pensamientos. !ería el paraíso pasar sus manos suavemente por los contornos de su enorme espalda. Mientras subía los dos escalones que &altaban para al tercer piso, ella se &i# en sus descomunales muslos que se &leionaban cuando caminaba. Magnus se detuvo un momento y en seguida "eidra oy# una puerta que se abría con un gran estruendo. :na rá&aga de aire &río azot# las &aldas de "eidra y el olor a rancio del polvo y del moho le hizo cosquillas en la nariz. Magnus la ba# cuidadosamente, con una mano en su cintura, y la otra sosteniendo su espalda como si temiera que se cayese. 5os cordones de su t/nica se habían a&loado y ella aprovech# para estudiar su bronceado pecho. =ascinada por los rizos dorados de su pecho que re&leaba la luz de la luna, "eidra apret# las manos para resistir la repentina tentaci#n de acariciarlos.
- 'Muchacha) :n áspero dedo le levant# la barbilla, provocando que su cuerpo se incendiara, y que sus doloridos pezones se endurecieran todavía más. "eidra retuvo la respiraci#n. - $sa brua de Moira ha propagado el rumor de que t/ deseabas &ollar con una docena de guerreros esta noche. 5a mandíbula de "eidra cay# y Magnus retir# su mano. $lla trag# saliva y &runci# el ce*o, convencida de que sus oídos le habían ugado una mala pasada. '$lla) '=ollar) '(on una docena o más de esos patanes plagados de pulgas) - !í, eso ha dicho. - $l intenso escrutinio al que la estaba sometiendo Magnus, causaba que los dedos de sus pies se retorciesen, pero solo cuando sus palabras penetraron en su con&usa mente, "eidra se dio cuenta de que había dicho sus pensamientos en voz alta. !u cara ardi# de vergFenza. - !olo soy un criada y soy virgen. - "ios mío0. "eidra no había pretendido que su respuesta sonara como un gru*ido, pero que su &uturo marido pensase que ella era una inmoral, hizo que su rabia se desatase. ¡Estúpida! ¡Idiota! 1as criadas no responden a un lord como una lad lo aría+ muco menos con el tono arrogante de una princesa. 2 las criadas no son #írgenes tampoco.
Poniendo lo que ella esperaba &uese una epresi#n dulce en su r ostro, "eidra le dio, cuidando de mantener su tono de voz suave. - 3e ruego que me disculpes por esta &alta de respeto, mi se*or. 5os labios de él temblaron cuando asinti#. - $so es lo que yo pensaba. 3e quedarás aquí. Mi hermano, ;arvik, mantendrá este cuarto seguro. - 'Mi se*or) - $lla parpade# y sacudi# la cabeza, pero su cerebro seguía estando con&uso. '7ué es lo que él le estaba diciendo) '7uerría reclamar su virginidad esta noche) - 'Mi se*or) 6o es decente que esté aquí contigo. 5os dos solos. - '7uieres dormir en el sal#n o en el establo) Por que eso signi&ica violaci#n, incluso aunque estés bao mi protecci#n. %ay más de dos caravanas de mercenarios que van a dormir aquí esta noche.
(omo Magnus no &runcía el ce*o y su mirada no vacilaba, "eidra no pudo adivinar sus pensamientos. Retorciéndose los dedos ella &i# la mirada en un sucio aguero en el suelo. 2ntes de que pudiese ordenar sus dispersos pensamientos, Magnus le coment#. - 3e o&rezco mi protecci#n, una cálida chimenea, y una cama. Do me quedaré de guardia en la puerta. "eidra mantuvo la cabeza baa, pero la ecitaci#n le calent# la sangre. "ios había contestado a sus oraciones. !e iba a casar con un hombre de honor, un hombre que protegía a los inde&ensos. 3odo su pánico y preocupaci#n habían sido en vano. 3odos lo llamaban $l "estructor, pero ella podría urar sobre el libro sagrado, que él s#lo luchaba cuando tenía que hacerlo, matando s#lo cuando no le quedaba otra opci#n, y no tomaba parte en ninguna violaci#n. $ra un vikingo, pero Magnus, $l "estructor, no era un berserker, y no cometía pillaes, ni saqueos. - 3e lo agradezco inmensamente, mi se*or. "eidra levant# la cabeza para mirarlo a los oos y ahog# un suspiro ante la intensidad de su mirada. 3ambaleante y desorientada, sin saber si estaba de pie o &lotando, "eidra agarr# la &alda de lana apretándola lo su&iciente para arrugar el &ino teido. - Me pregunto si me harías un &avor a cambio, muchacha. $n ese momento, si un batall#n de pictos hubiese puesto sus a&iladas espadas en su cuello y le diesen que corriera, ella no hubiera podido ni moverse+ ni siquiera podría haber desviado la mirada. ,1e estaría pidiendo un beso ,3ui*á más de uno
=iona había besado a menudo aquel verano a 1an Mac"onald, y ella había hablado muy e&usivamente sobre sus lenguas entrelazándose y la magia de la boca de 1an. 2hora, "eidra estaba celosa de su hermana, ya que le hubiera gustado saber antes las maravillas que le esperaban. - "ime tu nombre. "eidra cerr# los oos, ocultando la oleada de decepci#n que encogi# sus hombros y congel# el enambre de mariposas que sentía en el est#mago. Mirando directamente al dorado pecho de Magnus, ella le contest#. - "a+ "aisy Mc4risset, mi se*or.
¡Mucaca tonta! ¡Mientes mu mal delante de 0l!
- "aisy. - !u voz se combinaba con los duros rasgos de su rostro, pro&unda y grave, destinada a hacerla temblar de deseo. - $spera aquí. Bolveré pronto. $n el momento en que la puerta se cerr# detrás de él, sus rodillas se doblaron y cay# al suelo, levantando la espesa capa de polvo que cubría la sucia super&icie. 5a nariz le empez# a picar y estornud# tres veces, lo que hizo que se sacudiera hasta los pies. 6ing/n hombre o&rece protecci#n a una muer sin esperar &avores. '!ería que él si que había creído su declaraci#n de que s#lo era una criada y no una prostituta) "eidra estornud# otra vez lo que hizo que le lagrimearan los oos. $l cuarto necesitaba una buena limpieza y empezar a hacerla sería una buena idea para evitar tener pensamientos equivocados. $n una esquina vio una desgastada escoba de paa y agarrando el retorcido palo se puso manos a la obra. Magnus no podía tomar su virginidad esta noche. $l pobre Gieran se estaría volviendo loco intentando encontrarla y por si eso &uera poco, "a y el resto del clan llegarían al día siguiente. 3odo le había parecido tan sencillo la semana pasada. "esearía haber prestado más atenci#n al aprendizae de las artes &emeninas, en lugar de tratar de ayudar a todas las criaturas heridas que se cruzaban en su camino, se lament# "eidra parándose para estornudar y volviendo a barrer. :n mont#n de con&usos pensamientos no deaban de cruzar por su cabeza. '(#mo conservaría su virginidad) '5e diría que estaba en sus días) $lla sabía que la mayoría de los hombres evitaban a una muer durante ese tiempo. '!ería su&iciente) '8 él eigiría pruebas) $so hizo que se tropezara, tambaleándose ligeramente. 'Podría contarle que estaba en&erma) 6o tendría muchas di&icultades en hacerle creer que estaba en&erma, ya que se sentía &ebril de la cabeza a los pies y su est#mago estaba tan revuelto como lo estaría en un barco durante una tormenta. '$so sería su&iciente) "eidra termin# de barrer y recogiendo la suciedad con un trapo sucio y andraoso, abri# los postigos de la ventana y lo sacudi# &uera.
1nclinándose sobre el al&éizar de la ventana, de# que el sonido de las olas rompiendo en las negras rocas unos cinco metros más abao, tranquilizase su mente. :na rá&aga de viento deshizo lo que quedaba de la trenza que se había hecho antes de pelar patatas. $l aroma h/medo del mar traído por la brisa elimin# el olor del cuarto. 5a luna iluminaba el otro lado de la bahía, lanzando un radiante resplandor sobre las docenas y docenas de conchas esparcidas por la arena. !us dedos se entumecieron con el &río y "eidra se abraz# baando la cabeza, incapaz de detener los pensamientos luuriosos que la atormentaban, desde que se había sentado en el regazo de Magnus en el establo. 7uería probarlo, enroscar su lengua con la de él y pasar sus manos por los &uertes m/sculos de sus brazos. $l recuerdo de su caliente y palpitante erecci#n apretando contra su trasero, provocaba que todo su cuerpo temblase. Pero+ seguramente él la rompería en dos. CCC - 2verigua todo lo que puedas sobre el clan Mc4risset. D si hay una muchacha que se llame, "aisy. Me gustaría saber el nombre de su e&e y donde se encuentran sus tierras. - Magnus mantuvo su voz en un susurro, sabiendo que su timbre pro&undo a menudo se podía oír a través de las gruesas puertas de roble. - %e oído hablar de ese clan. Biven en una isla en la otra punta de esta tierra. $sa oven está muy leos de su casa. Por lo menos a doce semanas de distancia. ;arvik se rasc# la barbilla. - '6o son todos los highlanders muy protectores con sus hias) 5a muchacha no era una Mc4risset y probablemente su nombre tampoco sería "aisy. $lla no había sido capaz de mirarle a los oos cuando se lo había dicho. 6o, esa oven estaba escapando de alg/n peligro. $so eplicaría el hollín en sus pesta*as y su cabello negro. Por que el tono de oro en los rizos de su monte, delataba claramente que el negro no era el color natural de su cabello. Magnus mir# la puerta cerrada por encima de su hombro. '7uién sería ella)
- Balan conoce todos los clanes de las %ighlands. - 1n&orm#
incluso los reyes retrocedieran. 2unque reconocía que ;arvik había dicho la verdad. $l Rey Máel (oluim le había prometido 5au&sbla9 =#ll#ttr, una rica propiedad con vastas tierras, después de que su matrimonio hubiera sido consumado. $l rey escocés no había elegido a una muer en particular para él, pero el hermano mayor de Magnus y Balan, 5a Bíbora, habían arreglado su compromiso con una princesa highlander. '(uántas monedas tendría que pagar para romper el compromiso) ¡Imbecil! ¡4erga estúpida! /enuncia a esa idea. 'asa tiempo con Dais+ pero de%a intacta su #irginidad. Ella es solo una mu%er sin tierras ni rique*as.
Pero 'y si era de origen noble) Magnus sacudi# su cabeza y su largo cabello azot# su rostro como un látigo de cuero hubiese azotado su carne. 1ncluso aunque &uera noble y rica, y tuviera tierras como dote, ella no era para él. Magnus no tenía ning/n deseo de vivir en las %ighlands. 4aando las escaleras de tres en tres, se apresur# a la cocina para recoger lo que necesitaba. - %az la guardia en lo alto de la escalera. - 8rden# Magnus a
"ecidiendo si librarse de ella o aliviar la luuria con su propia mano, abri# la puerta. 5a visi#n que sus oos encontraron &ue asombrosa. "aisy había limpiado el cuarto y las llamas ardían en la chimenea. 5as ventanas estaban abiertas y el olor a moho se había marchado, siendo reemplazado por el olor del mar y del brezo &resco que ahora invadía la cámara. $n ese momento la muchacha parecía un hada. (on el cabello suelto &luyendo a su alrededor y los rizos negros brillando a la luz de la luna, estaba &rente a una ventana abierta. (on los brazos cruzados en su cintura, el rostro en penumbras y mordiéndose sus ugosos labios con sus peque*os dientes, era una visi#n maravillosa. Magnus no recordaba haber estado nunca tan consumido por la luuria. 5iderado por su polla, y a punto de eplotar por un deseo tan intenso que tenía a sus bolas más apretadas que una ballesta preparada para disparar. ¡Imbecil! (inguna mu%er noble encendería la cimenea o barrería el suelo. ,2 qu0 criada proclamaría su #irginidad
- Mi se*or. - $lla se volvi# hacia él, &runciendo el ce*o, y mir# el cubo que llevaba. - '7uieres que &riegue el piso) Magnus ba# el cubo y de# las dos piezas de tela que llevaba encima de la cama que estaba unto a la mesa. Bolvi# la mirada hacia ella y le respondi#. 6o0 $sto es para que te laves las marcas de las manos y el hollín de tu cuello y brazos. !u polla dese# que también hubiera mencionado la limpieza de l os rizos de su co*o. ;adeando, "eidra ampli# sus oos de gacela asustada mientras sus dedos revoloteaban en su garganta, tratando de encontrar manchas de hollín marcadas en su piel. (uando ella camin# en su direcci#n, Magnus contuvo el aliento, maravillado por la suavidad y gracia de sus movimientos y por notar el principio de una sonrisa apareciendo en las comisuras de su boca. - '$stás satis&echa, muchacha) - Magnus entrecerr# los oos y esper# a que ella vacilase y huyera asustada.
!í, era un prostituta, por los pies de 3hor, que ella sería suya esta noche. - '3ienes perros) '8 gatos) '3al vez un halc#n o dos) >l parpade# y se rasc# la barbilla. '%abía oído bien) - 2 mi me gustan y parece que a ellos también les gust# yo. - "eidra se par# a un paso de él, y etendiendo la mano le toc# el brazo. - l no pudo pronunciar ni una palabra, sentía que su piel estaba marcada por los dedos de la oven. $l contacto, aunque ligero, lo ecit#. 6o podía hacer nada más que mirar su pálida mano posada en su bronceado brazo, notando como la sangre de sus venas palpitaba bao su toque y por la rítmica caricia de sus dedos. $n el momento en que ella apoy# la mano sobre su piel, Magnus sinti# que toda la sangre baaba hasta su virilidad. - 'Mi se*or) 2 rega*adientes, él levant# los oos para encontrar los de ella y sinti# como si una mano le apretara el pecho. 5os Ingeles de los cuales hablaban los cristianos, no podían igualarse a su luminosa belleza. 3an delgada, tan peque*a y tan per&ecta+ su belleza estaba envuelta en una &igura tan min/scula+ !u propio peso podría aplastarla. -
- 'Bas a besarme ahora) Magnus se tropez# cayendo sobre la cama y arrastrándola a ella en la caída. "eidra estaba encima de él, y si no &uera por la ropa, sería la viva imagen de su visi#n anterior, con las piernas abiertas y el cabello cayendo como una cortina oscura etendido sobre sus pechos. 6o era virgen, ninguna muer noble sería tan osada. Magnus ahog# el grito victorioso que amenazaba con salir de su garganta, y la suet# para desatar su vestido, sin ning/n otro pensamiento en su cabeza que no &uera duro y &urioso seo, o su polla golpeando y penetrando en su co*o.
Capítulo Tres
:n delicioso escalo&río recorri# el cuerpo de "eidra cuando los dedos de Magnus acariciaron sus pechos. 6o era como el toque repugnante de %amish,
$l =ogoso, era muy di&erente. $l placer le rob# el aliento y el &uego lami# sus pechos y su vientre, haciendo que sus pliegues se moaran. - Por las rodillas de 5oki, 'quien 'quien ha atado estos lazos) lazos) - Magnus pas# un brazo por su cintura y la levant# para sentarse. 5uego meti# la mano en su bota y sac# una brillante daga. - 6o. - Protest# "eidra. - !olo tengo este vestido, vestido, mi se*or. 3en paciencia voy a soltar el nudo. - Rápido muchacha. muchacha. - 5a apremi# Magnus, apoyandose apoyandose en el cabecero cabecero de la cama y poniendola en su regazo. :n cálido aliento con olor a menta sali# de su pecaminosa boca y pas# por sus meillas. "eidra no podía dear de mirar sus labios. !in &ingir timidez o negar la curiosidad que sentía, traz# el contorno de su boca, recordando la absurda conversaci#n de =iona sobre las lenguas y los gustos. 1nclinándose hacia adelante, presion# sus labios contra los de él. Magnus gru*#, sosteniendo su cara, y con la punta de su lengua acarici# la línea de su boca, provocando que "eidra casi se desmayase y tuviera que agarrarse a su t/nica. !e sentía como si los rayos recorriesen su cuerpo de la cabeza a los pies, creando chispas por donde pasaban. >l murmur# y ese sonido actu# como una antorcha encendida, enviando llamas de su boca a la de ella. Magnus la lami# de nuevo, deslizando su lengua dentro de su boca. "eidra perdi# las &uerzas y con los oos cerrados se abland# contra su gran cuerpo, entregándose a su ardiente eploraci#n. 5a lengua de Magnus se sumergi# en su boca, saboreando la de ella y deleitándose con los suaves sonidos que salían de la garganta de la oven. "eidra desliz# sus brazos alrededor del cuello de Magnus. !u solidez, sus muslos presionando con &uerza contra su trasero, el hierro de sus brazos y el escudo de la dureza de su pecho, rechazaba cualquier idea de r esistirse para conservar su virginidad. !us besos eercían un delicioso letargo en sus miembros y lanzaban un hechizo de magia en todo su cuerpo. 5as manos de "eidra lo acariciaban intentando memorizar su tacto, deslizándose por su cuello, para detenerse en el pulso de su garganta. 5a lengua de Magnus provocaba la de ella, tocando la punta y retrocediendo una y otra vez, atrayéndola para que lo eplorara.
8h0 5a boca de Magnus era maravillosa0 $l sabor de la menta de su aliento eplot# en la boca de ella, mezclado con la dulzura del aguardiente que había bebido para suavizar el sabor. "eidra no podía acercarse lo su&iciente, no conseguía absorber su&iciente cantidad de ese sabor embriagador. $lla se movi# y se retorci# en su regazo, &rotando su trasero contra su enorme y vibrante vara. !entía un in&ierno agitándole el est#mago, un incendio &ormándose en sus entra*as y quemando las paredes de su palpitante y apretado co*o. "eidra ardía, su seo dolía, lo deseaba+ $l aire &río se desliz# por sus desnudas piernas cuando él le levant# la &alda hasta la cintura. $l &río penetr# en su nublado cerebro y trat# de abrir los párpados, pero los sentía demasiado pesados. 2bandon# 2bandon# el es&uerzo cuando Magnus puso su gran mano en el muslo y el calor que irradiaba i rradiaba la hizo arder. !us dedos bailaban sobre su piel, haciéndole ligeros rasgu*os con el más ligero de los toques. $lla lo bes# devorando su boca mientras sus manos tocaban su pecho y gemidos so&ocados salían de lo más pro&undo de su garganta. (uando la mano de Magnus se pos# sobre su monte, m onte, envolviéndolo, sus piernas se abrieron, mordiéndole la punta de la lengua. Magnus desliz# un dedo dentro de ella. $lla lo empu# para que se internara más pro&undamente, abriendo sus oos para encontrar la mirada penetrante de él. Magnus se puso rígido, la tensi#n endureci# sus muslos como piedras. !e miraron el uno al otro, los pechos de ella rozaban su torso con cada adeante respiraci#n. 5os labios de Magnus se apretaron y sus ceas se se untaron. $l rubor calent# la cara de "eidra cuando sus paredes se cerraron alrededor del grosor de su dedo, aumentando hasta casi escaldar su piel, cuando un hilo de humedad mo# sus pliegues y la mano de él. Magnus golpe# la cabeza contra el cabecero con un ruido sordo. - $res virgen0 - Da Da te lo he dicho. - $lla se mordi# el el labio y orden# a su trasero que que permaneciese quieto en esa posici#n. Pero cuando los m/sculos de su vagina se apretaron de nuevo, sus caderas se levantaron y volvieron a baar, haciendo haciendo
que su dedo se hundiera más pro&undamente dentro de ella. (on&usa y sintiendo como si estuviera en el más alto acantilado de todo el norte, "eidra le pregunt# a Magnus. - 'Bas a pararte ahora) - 6o. - Respondi# besándole la punta de la nariz. - 6o puedo negarte tu placer. 5a boca de él tom# la de ella en un &urioso beso, empuando su lengua en el interior de su boca y retirando su dedo de su centro. $lla se agarr# a sus hombros con un gemido saliendo de sus labios, que se trans&ormo al instante siguiente en un grito desde el &ondo de su garganta cuando su dedo regres# y se movi# alrededor del nudo ardiente entre sus pliegues. 2turdida, con una necesidad &ebril hirviendo en sus venas, movi# sus caderas cuando él acarici# ese punto que la hizo adear, mientras su lengua seguía el mismo movimiento en su boca. 5os dedos de "eidra se &leionaron cuando su seo palpit# en una torbellino de espasmos, más cerrados y más rápidos hasta que pens# que iba a eplotar en mil pedazos. :na convulsi#n detrás de otra, sacudi# su cuerpo mientras ella apretaba sus muslos y gri taba. - Magnus0 $l tiempo pas# como si &uese un sue*o. "eidra no podía controlar sus miembros, tampoco era como si en ese momento los necesitase o desease. Magnus la abrazaba calmando sus temblorosas piernas y brazos. !u gran mano le acariciaba la espalda, con una suave y calmante caricia sobre su sensible piel. Magnus le murmuraba palabras que no ella no entendía, aunque no estaba segura de si la culpa la tenían sus oídos o su nublada mente. (uando pudo controlar sus respiraciones, el velo que cubría sus pensamientos cay# y "eidra se acurruc# a su lado, y cerrando los oos aspir# el aroma de Magnus a cuero, sudor, ab#n, y un toque de acidez que no pudo identi&icar. $lla podía oír los latidos de su coraz#n en su meilla. !u seo continuaba temblando de vez en cuando y el recuerdo del étasis provocado por su dedo moviéndose sobre sus pliegues la hizo suspirar. "a había elegido bien. 2hora ella no tenía miedo de casarse con Magnus. !i no hubiese creído las horribles historias sobre su crueldad, no hubiera planeado esta intriga. Pero, 'c#mo iba a saber la verdad)
6adie podía saber nada sobre su enga*o. D mucho menos Magnus. 6adie. CCC - Magnus0 2bre la puerta0 3u novia ha llegado0 Por el trasero de 5oki0 5a ronroneante gatita &eliz que estaba en los brazos de Magnus, se incorpor# rápidamente en la cama abriendo mucho los oos y moviendo la nariz, como un coneo que huele a un zorro en las cercanías de su madriguera. - 6o0 - 6o te preocupes, "aisy. 6adie se enterará de nuestro encuentro. - 3engo que irme. - "io ella arrastrándose &uera de la cama y volviéndose para mirarlo. Retorciendo sus manos, &i# la mirada en un punto por encima de la cabeza de Magnus. - 3e lo ruego. !e amable con tu prometida. 6o la uzgues con dureza. '7ué es lo que estaba diciendo) Seguro que lo e entendido mal , pens# Magnus &rotándose la barbilla, pero antes de que pudiera decir una sola palabra, ella corri# hacia la puerta, empuando &uertemente la barra que la atrancaba, hasta que consigui# soltarla. Magnus salt# de la cama. - 3e vas a hacer da*o, muchacha. Pero ella sigui# empuándola hasta que la solt# de las sueciones de metal. 5a barra cay# al suelo, y el ruido metálico del impacto reson# en toda la habitaci#n. 5a puerta se abri# de golpe desde &uera, haciendo que "aisy se echara rápidamente hacia un lado. ;arvik se desliz# dentro y deteniéndose mir# a su alrededor. "eidra rode# a ;arvik y traspasando el umbral, sali# corriendo por el pasillo. - "aisy0 - Rugi# Magnus corriendo rápidamente hacia la puerta. ;arvik le bloque# la puerta con los brazos etendidos y las manos apoyadas en el marco. - "ea que se vaya. '6o has oído lo que te he dicho) 3u prometida está aquí con su "a y sus enormes hermanos.
Magnus resisti# el impulso de pegarle un pu*etazo a ;arvik en la mandíbula. - 5oki debe de haber con&undido tu mente esta noche. D sino+ 'por qué etra*a raz#n has elegido a una puta para &ollar, mientras que a tu prometida se le en&rían los pies esperándote) ;arvik mir# hacia abao y sonri# ampliamente. - Parece que la interrupci#n te ha deado la polla dolorida. Magnus cerr# el pu*o y apunt# a la mandíbula de su hermano. Pero ;arvik se agach# y Magnus golpe# la puerta de roble con tal &uerza que la madera golpe# contra la pared y regres# para golpearle un lado de su cabeza. 5a eplosi#n de dolor se etendi# por su cabeza. Magnus se &rot# la sien gru*endo. - 3e veré en el campo de entrenamiento por la ma*ana. Mostrando un poco de sabiduría, ;arvik contuvo su sonrisa de hoyuelos. - $s necesario que por lo menos aparezcas para hacer acto de presencia. Moira estaba muy ocupada sirviendo cerveza a los hermanos de tu novia y creo que también in&ormándoles que reclamaste a "aisy. Magnus lanz# un gru*ido. - $l padre de la novia está caminando por el pasillo como un hombre listo para la batalla. Parece que ve todo esto como un insulto hacia su preciosa hia. - !í. :na de las criadas que estaba sirviendo, lo oy# hablar con sus hios. Parece que planea ense*arte buenos modales, mi se*or. - 1n&orm#
quedará en mi tienda. Bigílala hasta esta noche. - !í, mi se*or. 2hora mismo. -
- 2unque no &uese de noble cuna, me temo que la muchacha es muy orgullosa como para vivir como si &uera la otra, una amante que se esconde de la verdadera esposa. D ella es virgen. 6unca he deseado tanto como ahora encontrar una muer a la que desease tan intensamente y que &uera una eperta en los uegos de cama, y no una inocente virgen. - $lla se acostumbrará a tu tama*o. 3e estás preocupando sin ning/n motivo, hermano. (on las palabras de su hermano volvieron los recuerdos de Magnus. 6o podía contar el n/mero de veces que las mueres se habían escapado gritando después de ver el tama*o de su pene. - D te estás olvidando de esa peque*a oven en la corte de (nut que nunca se cansaba de montar tu polla. - ;arvik sonri# y tir# del brazo de Magnus. Bamos a ver lo que te espera en el gran sal#n antes de idear más planes. Puede que no sea necesario. - 6o. Me temo que nos encontraremos con que esos planes son de suma importancia. - "io Magnus baando los dos tramos de escaleras. - Porque no me voy a alear de "aisy. - 'D eso lo dice un hombre que se burlaba del matrimonio y estuvo de acuerdo en casarse /nicamente para conseguir tierras) - Pregunt# ;arvik deteniéndose antes de entrar en el sal#n y dando un golpe ligero a la dura cabeza de Magnus. - "ea que tu cabeza te guíe. 6o tu polla. (ásate con tu prometida. (onsigue las tierras y convierte a "aisy en tu amante manteniéndola en una caba*a en el campo. - Pensaré en eso. $s hora de encontrar al clan de mi novia. (uando llegaron al sal#n principal, Magnus parpade# incrédulo recorriéndolo con la mirada. - Por los dedos de 5oki0 '7uién ha hecho todos estos cambios) $n lugar de la gente de siempre compuesta por ru&ianes, mendigos y prostitutas, lo que había ahora eran docenas de guerreros highlanders.
novia es un poderoso e&e. !olamente eso haría que Balan hubiera convertido su depravado sal#n en uno más presentable. 'Bes a Balan) - !í, está allí. - Respondi# Magnus se*alando con la cabeza. :n grupo de ocho enormes hombres &ormaban un semicírculo alrededor de Balan que estaba cerca de la mesa principal. Balan, un guerrero de considerable tama*o y altura, parecía peque*o entre esos guerreros. 5os ocho hombres miraron de inmediato a Magnus y ;arvik, &iando en ellos sus miradas penetrantes y &runciendo &erozmente el ce*o. - (reo que nos han visto. D resulta maravilloso ver esos rostros tan simpáticos. - "io sarcasticamente ;arvik disminuyendo el paso. - 'Bamos a ellos o ellos vienen a nosotros) - 6osotros a ellos. 6o es prudente encender más su temperamento. 5os guerreros eaminaron a ;arvik y a Magnus con la misma intensidad de los halcones listos para abalanzarse sobre su presa. Magnus reconoci# al padre de su novia inmediatamente por las canas en su escaso cabello. $l hombre de cerca de cincuenta a*os, llamado $l %alc#n, el e&e del clan =erguson, permaneci# con el aplomo de un monarca, con la cabeza echada hacia atrás y la mirada &ia en Magnus. Tiene la mirada de un depredador . $n ese momento Magnus comprendi# por
qué le llamaban $l %alc#n. !us hios habían aprendido muy bien de su padre. (ada uno de los siete hombres también miraba &iamente su acercamiento a través del gran sal#n. - Podría ser conveniente considerar otro plan. - "io ;arvik dándole un codazo. - 6o. '"#nde está mi novia) - Magnus busc# por la habitaci#n, pero no encontr# ninguna dama, ni ninguna muer vestida con ropa &ina. - $sto no me gusta. 2lgo está pasando. - 6o te preocupes. 3u prometida es simplemente una muer que se está retrasando. Balan intercept# a ;arvik y Magnus antes de que estos llegaran al estrado. - 4uenas noches. Ben a conocer a la &amilia de tu novia. - 6o veo a mi novia. - $lla y su hermana han ido a librarse de la suciedad del viae. 6o es que yo haya notado tal suciedad. - (oment# Balan deteniéndose delante del %alc#n. Mi se*or, te presento a 5ord Magnus y a 5ord ;arvik. Magnus, ;arvik, este es
5ord 1an =erguson. - Me gustaría hablar contigo en privado después de la comida, Magnus. - "io $l %alc#n, con los brazos cruzados sin mover ni un solo m/sculo. - (omo quieras, =erguson. Balan present# a continuaci#n a los siete hios de 5ord =erguson. 6i $l %alc#n ni sus hios se sintieron c#modos para iniciar una conversaci#n con ;arvik o Magnus. !i no hubiera sido por Balan gritando la orden de que sirvieran cerveza y pan, el mismo silencio en la sala habría despertado a los muertos. - Parece que los highlanders sienten predilecci#n por el silencio. - (oment# ;arvik sentándose en el banco unto a Magnus. $l espacio entre Magnus y $l %alc#n destinado para su prometida permanecía vacío. (on el paso del tiempo, todos los guerreros se inquietaron. 5a irritaci#n de los hermanos y el mal humor de Magnus, cada vez iba creciendo más, provocado por el insulto del retraso de su novia. ;arvik se mantuvo tan ovial como siempre logrando que Magnus sintiese una urgente tentaci#n de ahogarlo en un cubo de nieve derretida. $n vez de eso, vaci# su cuerno de cerveza y se limpi# la espuma de la boca. - 6o eres el /nico que está impaciente. Me parece que $l %alc#n está muy irritado por el retraso de su hia. "e hecho, el e&e estaba constantemente mirando de reoo el arco de la entrada haciendo tamborilear sus dedos sobre la mesa, se notaba que su irritaci#n aumentaba a cada momento que pasaba. - Por &in0 - $l e&e highlander se levant# y Magnus lo sigui# con la mirada. !u boca se abri#. - $s una belleza0 - 5a observaci#n de ;arvik iba dirigida a la oven que con la barbilla levantada se deslizaba a través del sal#n. $lla encontr# su mirada y sonri#. Magnus no esperaba una "iosa dorada, una nin&a con oscilantes rizos que le llegaban hasta los muslos y que enmarcaban un cuerpo delgado pero curvilíneo. $rguida en toda su estatura no le llegaría a Magnus más que a la mitad del pecho. !e movía como si sus pies tuvieran alas. 5os curiosos guerreros que llenaban la sala se quedaron mirándola en silencio. 5os hombres más cercanos a ella se desplomaron embobados en un banco. :n vieo con arrugas se limpi# las meillas con su t/nica manchada y otro vaci#
su copa de un solo trago. - $s un hada. - !í lo es. !usurros y murmullos de acuerdo hicieron eco por el sal#n. Balan, 5a Bíbora, descendi# del estrado y captur# la mano de la muer. - Mi se*or, mis &elicitaciones por las meoras en el sal#n. $s un cambio muy agradable. $staré muy &eliz de compartir el pan con el resto de los invitados. 5a piel bronceada de Balan se enroeci# &uriosamente. - Me alegra que estés satis&echa, mi se*ora. 5a oven mir# &iamente sus manos unidas haciendo que Balan la soltase inmediatamente. - $stoy seguro de que quieres saludar a tu padre. - !í, mi se*or. Magnus y ;arvik se miraron. - Parece ser que tu novia ha lanzado un hechizo sobre Balan. - 3ienes raz#n. - Magnus estudi# a Balan cuando este regres# a su asiento. $l guerrero tropez#, con la mirada &ia en la muer. - 4uenas noches, padre. - !alud# ella inclinándose en una reverencia impecable que una reina no hubiera podido hacer meor. - %ermanos. - '"#nde está tu hermana) - $l %alc#n susurr# la pregunta - =iona ya está en su cama, "a. 5a muchacha se puso de puntillas y ahuecando una mano, susurr# algo en el oído de su padre. 5a piel del hombre se puso del color de un tomate. Magnus se estaba preparando para una eplosi#n cuando ella habl# de nuevo. - Mi hermana, =iona, te suplica que la disculpes esta noche. $l hada se acerc# hasta llegar unto a ;arvik. - !e reunirá con nosotros ma*ana, durante el desayuno. !oy "eidra, tu novia. ;arvik se ruboriz# intentando decir algo, pero solo le salían balbuceos. Magnus se levant#. - Do soy tu novio, 5ady "eidra. $ste de aquí es mi hermano, ;arvik. $lla se volvi# hacia él. 2sombrado, Magnus no pudo empezar a describir la epresi#n despectiva en ese rostro tan bello. !u boca se abri# agrandando mucho los oos. $lla retrocedi#, tropez# con una mesa, y cuando las palabras parecieron penetrar en su mente, agarr# la
madera con las dos manos y se tambale#. $l tono rosado de sus meillas desapareci#, y cuando puso los oos en blanco, Magnus ur# y salt# por encima de la mesa, llegando usto a tiempo para cogerla antes de que se cayera al suelo. Magnus no sabía qué hacer con la muer desmayada en sus brazos y mir# rápidamente sus rasgos. :n vago recuerdo le lleg# a la cabeza y volvi# otra vez la mirada hacia sus delicadas &acciones. %abía cierta &amiliaridad en su nariz que no podía identi&icar, y sus labios parecían surgir en su mente recordándole algo que por mucho que se es&orz# no consigui# identi&icar.
Capítulo Cuatro
"eidra se lav# el cabello hasta cuatro veces con vino amargo y aun así todavía le quedaron restos del tinte negro. $l agua de la tina estaba &ría y la arra vacía. 3endría que usar una toca cuando diera sus votos ma*ana. - 6o debo dear que Magnus me reconozca hasta después de pronunciar nuestros votos. - Murmur#. '(#mo reaccionaría Magnus cuando llegase el momento de que se &ueran a la cama) '$staría contento o &urioso) Gieran le había contado que ;arvik había aconseado a Magnus que la tomara como amante después de los votos. Pero él no podía tener a las dos como esposa y amante. ,(ecesitará Magnus tener una amante además de una esposa+ pens# "eidra &rotándose sus doloridas sienes.
(omo no podía hacer nada más, se sent# en un taburete unto al &uego, y se pein# su cabello moado. 6o estaba muy segura, pero "eidra sabía en su coraz#n que Magnus era un hombre de temperamento tranquilo. !in embargo una vez que la rabia le dominara, tenía la impresi#n de que él ardería como un in&ierno. "eidra lo tendría que endulzar contándole su historia con besos y caricias. 3al vez hiciese lo que $laina, la nueva curandera de la aldea que le había dado el tinte para el cabello, le había aconseado. "arle masaes hacia arriba y hacia abao y presionar su vara. $laina también le había contado del placer de eplorar el cuerpo de un guerrero con las manos, los labios y la lengua, aunque "eidra no creía que el placer se pudiera encontrar en este /ltimo acto. Pero record# la magia de la lengua de Magnus en su boca y suspir#. $lla tenía mucho que aprender y esperaba con mucho interés que Magnus le diera más lecciones sobre ese tema. !us grandes gatos pasaban interminables horas limpiándose entre sí. "e hecho, el /nico macho, una enorme y &eroz bestia, muchas veces se volvía de
espaldas y descubría su vientre a una de las hembras. Para "eidra había sido divertido ver a una criatura tan poderosa, amansado por una luuriosa lamida. - "ios mío0 $laina no había querido decir+ la lengua allí+en la cosa de él, 'no) $se pensamiento la sorprendi# tanto que "eidra se cay# del taburete. $so era muy intrigante. 5os pliegues entre sus muslos vibraron, y cerrando los oos, trat# de imaginarse tal acto. - 'Por qué está cerrada la puerta) Reconociendo la grave voz de su "a, ella se levant#. $l peine cay# al suelo haciendo ruido. "eidra alis# su vestido mirando hacia la puerta. 6o. 6o podía ser. - $stá en&erma. 3al vez está dormida. - $scuch# decir a su hermano mayor. :n pu*o llam# a la puerta. - %ia, abre la puerta. Madre de Dios+ ten piedad . "eidra se retorci# las manos.
- "ebe de haberse desmayado. "erriba la puerta. ¡5+ no Da! ,'or qu0 estaba 0l allí ,3u0 abría pasado ,3u0 abía eco 6iona
"eidra mir# alrededor del cuarto, y corriendo hacia la cama, salt# sobre el colch#n de paa, mientras que la recia puerta de roble era arrancada de sus goznes. (errando las cortinas de la cama con dedos temblorosos, se sent# sobre sus muslos e inclinando la cabeza se puso a rezar. $l ruido de las pisadas de las botas se dirigía hacia ella. "eidra mir# por encima del hombro, hacia la izquierda y hacia la derecha, pero no había ning/n lugar donde esconderse, ecepto las dos almohadas de la cama. !inti# que le arrancaban la cortina de las manos y contuvo la respiraci#n. - =iona0 '7ué le has hecho a tu pelo) - Rugi# su "a casi haciendo temblar las vigas del techo. $lla entrecerr# los oos, pero no sin antes haber visto a sus siete hermanos y a Gieran detrás de su "a. 3al vez &uese una pesadilla. - $lla no es =iona. - Gieran era muy dado a di&undir secretos cuando le entraba el pánico. - "eidra0 -
puntas de los dedos de los pies. - 2bre los oos, muchacha endiablada y mírame. "eidra conocía ese tono. 2un así, cuando levant# sus párpados, rez# para que ocurriera un milagro. !us hombros se hundieron, realmente era su "a. "eidra reconoci# la mano de =iona en el halc#n bordado en su t/nica azul. $lla mantuvo los oos &ios en el dibuo bordado. - 6o es culpa de =iona, "a. =ui yo quien plane# todo. - 'D qué es lo que has hecho, muchacha) $l rugido de "a provoc# un pro&undo eco en el vientre de "eidra, estremeciéndola. - %emos intercambiado los lugares un tiempo. - l se volvi# hacia un lado y &i# su mirada en la de ella. - 3engo debilidad por el cabello dorado. Mi cabello es dorado, quiso gritarle "eidra. So igual que ella.
!e había equivocado en su uicio acerca de Magnus. "eidra podría haber urado que él no era voluble a la hora de otorgar sus a&ectos. !us labios temblaron. - 6o. Bas a respetar el acuerdo. !abes que si no lo haces iremos a la guerra por esto, "estructor. 6o voy a dear que insultes a mi hia. D no tengo ninguna duda de su virtud. $ncuentra al sacerdote, Gieran. 5os votos se dirán esta noche. - !u "a hizo un gesto con la mano.
$l orgullo de "eidra estaba por los suelos. !e mordi# el interior de la meilla para contener las lágrimas que llenaban sus oos. $lla no sabía mucho de los hombres. Magnus la quería como a una prostituta, pero no quería su virginidad. '(#mo podía haber pasado Magnus del &uego al hielo tan pronto) - "a, por &avor. 5o he disgustado. !eria+ - !ilencio, "eidra0 3endrás que su&rir las consecuencias de tus impetuosas acciones. - "a le levant# la barbilla. - 3ienes que aprender a vivir entre los hombres y las mueres. - $s hora de dear a un lado tus tontas ideas. $lla no podía mirarlo a los oos. !u "a le había repetido esas palabras muchas veces. - $stá en tus manos ahora, "estructor. 3e casarás con "eidra y consumaras el matrimonio esta noche. - "a se ale# de la cama y mir# a Magnus. 7uinientos guerreros rodean este castillo. $starán esperando mi se*al para atacar. 6o me &ío de la insistencia de tu Rey para llegar a un acuerdo y que luego mate hasta el /ltimo ser vivo, incluso en las partes más remotas de las %ighlands. '(rees que he venido aquí sin un plan de protecci#n) - 'D crees que yo no lo tengo también) - 2hora esa no era la voz de un amante, era la voz del "estructor. - 6o voy a casarme con ella. - 5levadlos a las murallas y traer de vuelta al "estructor cuando esté a punto de decir los votos. - "a hizo se*as a sus hermanos, que inmediatamente arrestaron a Magnus y a ;arvik. - 6o0 - "eidra salt# de la cama y se puso cara a cara delante de su "a. - 6o tocarás ni un pelo de la cabeza de mi prometido. - 4asta0 -
tocarlo, "eidra pas# un dedo por su &uerte antebrazo. - "a solo amenaza. >l nunca hace más que gritar y patear los pies. - 3e levant# la mano. -Magnus no parecía muy convencido. !u brazo todavía apretaba el cuello de "a. - !í, pero lo que hace después es tirarse del cabello queándose de que se lo vuelvo más blanco y de que voy a matarle a disgustos a causa de mis acciones. %ace mucho tiempo que me hubiera ordenado que me arrodillase y rezarse durante toda la ma*ana. Pero es &ácil distraer a "a y en tres minutos se olvida de todo, de hecho, temo por su concentraci#n cuando está en la batalla. - 5e &ascinaba lo atractivo que le pareci# Magnus cuando parpade#, &runci# el ce*o y se rasc# la mandíbula, lo que hizo que "eidra le dirigiese una sonrisa de aprobaci#n. -
5os hombres se acercaban. - '"e verdad que lo quieres) "eidra pellizc# el brazo de =iona. - !í, de verdad. 5lora, quéate o laméntate, pero haz algo para distraerlos un poco más. 8bedeciéndola, su hermana se ech# a llorar dolorosamente alto. - (reo que vamos a tener gritos y desmayos durante el resto de la noche. - $l hermano mayor rod# los oos. - D mis oídos ya están su&riendo a causa de sus gritos. - 3raedme algunas hierbas. 5a habitaci#n ya está girando. - "io burlandose. - "eidra no me culpes. - =iona envi# a "eidra un gui*o imperceptible para todos menos para ella. - $n eso estamos de acuerdo. - 5a voz de Magnus había cambiado y ya no tenía la amenaza atronadora de hace unos momentos. "eidra lo mir# y se lo encontr# estudiando a =iona primero, y después a ella. =iona se cubri# la cara con las manos y empez# a sacudir la cabeza y a lamentarse. - $l sacerdote ya está aquí. "eidra hizo una mueca cuando not# como Gieran saltaba de un pie a otro. >l sabía que "a le preguntaría muy pronto por todo este asunto. Por la ma*ana "eidra encontraría una manera de asumir la responsabilidad de todo. - Bamos a decir nuestros votos. - Magnus la mir#, y la &erocidad de su mirada le envi# a "eidra escalo&ríos por la espalda. :n etra*o tipo de ecitaci#n se apoder# de ella y en ese instante se sinti# hechizada por él. 5as luces del &uego brillaban en su rostro, las leves cicatrices le con&erían una belleza siniestra contra la piel bronceada, moldeando los p#mulos de su rostro de guerrero. !u bot#n anhelaba el tacto de sus dedos otra vez, y se hinch# latiendo entre sus muslos. Magnus etendi# la mano. "eidra no vacil#, sonri# y puso su peque*a mano encima de su gran palma. =ascinada por la di&erencia de tama*o, "eidra no se dio cuenta de su intenci#n, hasta que le apret# la mano. Mirándola &iamente a los oos, Magnus le bes# cada dedo, y la miel, la dulce y caliente miel, mo# sus pliegues. 6adie ecepto "eidra, advirti# cuando =iona golpe# las almohadas de la cama y se levant#. $lla alis# su &alda y su cabello, y acercándose al lado de su
hermana, dio tranquilamente. - 5os votos deben hacerse en el sal#n, "a, para que todos puedan atestiguarlo. CCC $l %alc#n prohibi# que nadie escoltara a Magnus hasta la habitaci#n donde se iba a consumar el matrimonio. ;arvik salud# a Magnus al llegar a la tercera planta. - 3u novia está ahí. %ay hombres de guardia en cada piso, al pie y en la parte superior de las escaleras. 3odos están en silencio. -
- Mi se*or. - $lla se volvi# hacia él y le hizo una reverencia. $ntonces trag# saliva y le mir#. - 6o tengo madre, mi se*or, pero estoy preparada para cumplir mi deber como esposa. 3engo que ayudarte con tu t/nica y+ - 'Por qué tienes el cabello moado) - Magnus se adelant# y enred# un rizo h/medo alrededor de su dedo. !us meillas se sonroaron y "eidra ba# la cabeza mordiéndose el labio. - Me lo lavé de nuevo, pero el tinte negro a/n persiste. Magnus se acord# de su anterior cruel sarcasmo dirigido al cabello de "eidra. - 6ormalmente tengo el mismo color de cabello que =iona. - !u gloriosa cabellera caía sobre sus hombros y "eidra no lo miraba, sus oos estaban &ios en el suelo de piedra. Magnus sinti# una punzada en el pecho al verla tan &rágil y entristecida y la arrastr# a sus brazos. - $so no tiene ninguna importancia, onning . $lla gimi# suavemente y envolvi# los brazos alrededor de su cuello. - 'Por qué cambiaste de lugar con tu hermana) - Pregunt# Magnus, sentándose en la cama que se hundi# bao su peso, mientras desataba los lazos de la camisola de "eidra. - '$sta noche) '8 antes) - "eidra repas# con su dedo el broche de plata que Magnus llevaba en su t/nica, mientras sus oos miraban el za&iro. Magnus lo había ganado luchando unto al (ali&a de (onstantinopla. - 6ecesito saber por qué, onning . - Repiti# Magnus peinando su sedoso cabello. - "ímelo. - '7ué signi&ica esa palabra @honningA) - "eidra parecía &ascinada por él mientras pasaba un delicado dedo a lo largo de su clavícula. Magnus se maravill# del tacto inconsciente de ella, como si no pudiera resistirse a acariciar su piel. - $n n#rdico signi&ica, miel. - !us suaves caricias deaban su polla palpitante. !us bolas ardían y él estaba haciendo todo lo posible para no caer sobre ella como un hombre hambriento, que no dormía con una muer desde hace décadas. - Pensé que sería meor decirte todo después de que hubiésemos dormido untos. $laina dice que un hombre perdona todos los pecados de una muer si consigue obtener su placer. Pero creo que al &inal t/ y "a os hubierais enterado antes de los votos, por que una novia no da la bienvenida a su prometido con el
cabello recogido en una toca. - "eidra había a&loado los lazos de la t/nica de Magnus y entrelazaba los dedos en el vello de su pecho. - $s más suave de lo que esperaba y tu pecho tiene la resistencia del tronco de un roble. '2un estás en&adado conmigo) Magnus no tenía ni idea de lo que estaba más cautivado, su pene o su cabeza, pero las preguntas y declaraciones de "eidra le provocaban reacciones desde todas las direcciones al mismo tiempo. 5a necesidad de envainarse en su apretado co*o le arrebat# la escasa disciplina que tenía en este momento. 5as eplicaciones dearon de tener importancia. Da tendrían tiempo de hablar más tarde. Magnus decidi# decirle que no seguía disgustado con ella, pero al volver a mirarla se olvid# de todo y baando la cabeza captur# sus labios, deleitándose con el banquete que le o&recía "eidra. 5os labios de ella eran muy suaves, con un sabor dulce como &rutas ugosas. Magnus traz# las peque*as perlas de sus dientes, eplorando su boca con su voraz lengua, no podía conseguir lo su&iciente para saciarse "eidra llev# las manos hasta su nuca y entrelaz# los dedos en su cabello, acercándolo. $nvolviendo sus pechos, él masae# un pez#n consiguiendo que ella gimiera. Magnus acarici# el pico duro, luchando por mantener el control, por mantener su toque suave, acostumbrándola a la intimidad. (uando ella enred# su lengua con la suya que aun danzaba en su boca, Magnus le levant# la camisola hasta la cintura, y pas# su áspera mano a lo largo de la suave seda de su tobillo, haciendo gemir a "eidra cuando sus dedos rozaron sus muslos. 2turdido por la sensaci#n de su caliente piel, Magnus traz# la esbelta línea de sus muslos y gimi# su desesperaci#n cuando ella puso su mano sobre l a suya. %abía ido demasiado leos, demasiado rápido. "e mala gana reduo la velocidad, relaándose, aunque sus manos se demoraron un instante más antes de retirarlas. $lla se apart# un poco haciendo que su pene temblara. Magnus contempl# esa angelical seductora, con su cabello alborotado &ormando un halo y enmarcando su rostro enroecido. (on sus dorados oos entrecerrados, los labios hinchados del color de las &rambuesas, y la respiraci#n adeante, "eidra susurr#. - 'Por qué paras) 'Pasa algo malo)
- 7onning . - Magnus casi se trag# la lengua cuando ella llev# su mano a su monte. - '%ay un cierto orden para las cosas que debemos hacer) - Pregunt# "eidra inclinando la cabeza y moviendo su cabello para revelar un pecho peque*o con un ecitado pez#n. 5a boca de Magnus se llen# de agua y tragando tuvo que hacer un es&uerzo por comprender las palabras de "eidra. - '8rden) %um, si. 3engo que darte placer en primer lugar, una y otra vez. 3ienes que estar lista para mí, yo soy muy grande y t/ eres tan peque*a+ "eidra ug# con su broche, arreglándole la t/nica y tocándole la orea, mirando hacia su garganta todo el tiempo. - 6o sé c#mo es esto entre un hombre y una muer, pero he visto a muchas de mis mascotas. $laina, nuestra curandera, dice que es más &ácil si se hace rápidamente. Magnus parpade# &runciendo el ce*o y se &rot# la barbilla. 5uego neg# con la cabeza. '%abía oído bien) '%acerlo rápidamente) - Mis partes &emeninas duelen por sentirte dentro. =ue maravilloso cuando+ $lla se sonro#. - 7uiero tu mano allí de nuevo, Magnus. $n ese instante su mente de# de &uncionar y le arranc# la camisola, haciéndola pedazos. "eidra lo mir#. - 8h, era nueva0 - 3e compraré un mont#n de ellas, todas las que desees. 5as palabras se derramaron de su boca y sus acciones &ueron &renéticas cuando prácticamente se arranc# la ropa y las botas. !us dedos temblaban mientras tiraba al suelo la destrozada camisola. $ntonces Magnus vio la bolsa que ;arvik le había dado antes con las cosas que podría necesitar para mitigar el dolor de "eidra, y se agach# para recogerla. - Madre de "ios0 Magnus se dio la vuelta para ver a "eidra con la boca abierta mientras miraba su erguida y gruesa polla.
Capítulo Cinco
"eidra no podía quitar los oos de encima del pene erecto de Magnus. - $s magní&ico. - %um+ - 'Magnus) - $lla le mir# a los oos para desviar rápidamente la mirada hacia su ingle. "eidra trag#, había sido testigo de sementales que montaban a las yeguas, del apareamiento de sus grandes gatos, incluso de gallos abordando a las gallinas, pero hasta ahora no había entendido por que las hembras se resistían. 3al vez si ella lo tocara tendría menos miedo. Respirando hondo se acerc# más y etendi# la mano, pero Magnus le a&err# la
mu*eca antes de que consiguiera acariciarlo. - '"eidra) $lla levant# la cabeza mordiéndose el labio y not# su cuerpo sudoroso, su ce*o &runcido y la epresi#n de su rostro, lo que hablaba de un guerrero que sentía un dolor terrible. '%abría hecho algo malo) - !olo quería tocarte. Magnus cerr# los oos y murmur# algo que ella no entendi# y que son# como, @!i, eso es un buen principioA. "eidra no pudo impedir un peque*o grito cuando él la abraz#. 6unca había estado con nadie en contacto piel con piel, y la sensaci#n era deliciosa, tan caliente y ecitante. !us pechos se hincharon y sus rígidos pezones le dolían como si estuvieran ardiendo. 1ncapaz de resistirse, se &rot# contra él y &ue como si un rayo crepitase en su cuerpo. 5a plata&orma de madera de la cama crui# bao el peso de Magnus cuando se sent# con "eidra en su regazo, acercando su rostro a escasos centímetros del de ella. "eidra pens# que se había casado con el guerrero más atractivo del reino, o meor, el de todos los reinos. "ese# acariciarlo y pas# una mano por su rostro, recorriéndole la incipiente barba y eplorando el satén de sus labios. >l gru*# y sus oos se volvieron a encontrar. $l dolor había vuelto a su rostro. - '7ué te pasa) - 6o quiero hacerte da*o, onning . - !u voz se había espesado y se parecía al pro&undo rugido de su oso negro. "eidra alis# el ce*o que arrugaba su &rente y trat# de tranquilizarlo. - $laina ya me había dicho que sería como un pinchazo &uerte, aunque t/ eres más grande de lo que me esperaba. 8 tal vez había sido s#lo el susto lo que había hecho que su vara le pareciese tan grande. "eidra se retorci# hacia atrás para mirar el miembro levantado y trag#, porque la larga y gruesa polla parecía haber crecido el doble. $lla se sobresalt# cuando su vara parecía saltar y golpear su trasero. - $stá moada. - Martillo de 3hor, dame &uerzas0 - Magnus había pasado de rugir a gru*ir.
"esprevenida, sinti# que la mano de él se deslizaba entre sus muslos. "eidra gimi# cuando él le acarici# los pliegues. - $s como debe ser, onning . - (ontest# Magnus acostandola de espaldas en la cama y abriendo y doblando sus piernas. - Muy, muy moado+ - Magnus. Do+ 8h0 '7ué estás haciendo) $l calor le subi# hasta el rostro cuando advirti# lo que él observaba. "eidra cruz# los brazos sobre sus pechos y sus piernas temblaron cuando Magnus desliz# un brazo en cada rodilla, levant# su trasero y cerrando los oos puso su boca en su centro. 2l primer golpe de su lengua "eidra se sinti# arder, derritiéndose. - Madre de "ios0 $s+ 8h0 - !us manos cayeron a un lado. $ra increíble. (uando Magnus succion# su bot#n, ella se estremeci# notando que su est#mago se contraía. 6o podía respirar, no podía pensar. !e apoy# en un brazo para acercarse más a su boca, y presionar más su co*o contra su rápida lengua. !us pezones se abrasaron y sus pechos se volvieron pesados y doloridos. - 6o0 - !u grito estall# cuando él retrocedi#, apartando su boca de su seo. !in darse cuenta de c#mo había sucedido, al instante siguiente ella estaba acostada encima del est#mago de él, y la rígida erecci#n de Magnus quedaba a la altura de sus oos. "eidra se retorci# para lamer la brillante punta, pasando luego su lengua a lo largo de toda la longitud, maravillándose con la espesa crema que se escapaba de la hendidura. - 6o, onning . 6o0 - >l gimi# y la movi# en la cama para dearla con la espalda apoyada en el colch#n y su cabello etendido sobre la almohada, con Magnus encima de ella. - Magnus es maravilloso ver c#mo crece. "eidra meti# la mano entre sus cuerpos para acariciar la cabeza de su polla. Magnus ba# la cabeza y le regal# la magia de su boca, succionando sus suaves labios sin descanso, su lengua trabaando en un hechizo embriagador, consiguiendo que lo /nico que ella pudiera hacer &uese seguir su eemplo. >l bes# su garganta, ligeros besos que hacían contraerse a su seo. (ontracciones que deaban su co*o abandonado, desesperado por ser llenado. "eidra levant# sus pesados parpados, enred# las manos en sus ri zos, y lo
acerc#. =iando sus talones en el colch#n se arque#, y Magnus not# lo &renética que era su necesidad de sentir su duro y grueso dedo dentro de ella. 5os largos dedos de Magnus separaron sus pliegues, acariciando su seo, y volviendo a encontrar su clítoris roz# su epuesto nudo, causando que las u*as de "eidra se clavaran en sus hombros. 5a punta de su dedo la acarici# a un ritmo tan lento que la de# delirante. "eidra notaba escalo&ríos por todas partes, en sus labios, sus pechos, en su vagina+ !anto "ios, le palpitaba el cuerpo de la cabeza a los pies0 $ra insoportable la ecitaci#n que sentía, haciendo que se mordiese los labios y cerrase las manos por la necesidad de alivio. - Magnus, te lo ruego. - (#rrete para mí. (on&undida, con la cabeza sobre las almohadas de la cama, trat# de concentrarse en él, y not# como él volvía a introducir un dedo en su co*o. "eidra de# de respirar, sus paredes se apretaban alrededor de su dedo, austándose a su dulce invasi#n. Magnus retir# el dedo. - 6o0 - Protest# "eidra agarrandole la mano. - $state quieta0 - 8rden# Magnus cogiendole la mano y suetandosela. Pero ella no podía pararse y arque# sus caderas, cuando el dedo de Magnus volvi# a acariciar su co*o, y luego lo empu# dentro de ella, duro y rápido, una, dos, tres veces. "eidra eplot#. Mientras su seo se convulsionaba alrededor del grosor de su dedo, Magnus ba# la boca y mordi# suavemente su bot#n. "eidra grit#. Magnus sigui# empuando y mordiendo mientras ella se retorcía. "escaradamente, "eidra se arque# hacia su boca, empuándose más cerca para enterrar su dedo más pro&undo en su interior. $ra cielo e in&ierno, placer y dolor, hielo y &uego, todo al mismo tiempo. 5os espasmos nublaron su mente, adeando y sintiendo que sus huesos se derretían. "eidra cay# &inalmente sobre la cama, sin poder moverse, con los brazos y las piernas separadas. (uando las manos de Magnus suetaron sus caderas levantándolas, "eidra abri# los oos. - 2hora. - (on un rápido movimiento, Magnus hundi# su polla dentro de ella, empuando con &irmeza. $l lacerante dolor la de# sin aliento y "eidra se mordi# &uertemente el labio. $lla apoy# las manos sobre el pecho de Magnus, respirando
entrecortadamente mientras su enorme miembro se enterraba en su seo. "eidra sinti# como si &uera a romperse, todo el étasis de antes desapareci# ante esa enorme invasi#n. - Mírame a mí, onning . !olo a mí. "eidra levant# la mirada para encontrarse con la de él. 5as sombras que creaba la vela que se encontraba al lado de la cama, mostraba su bronceada piel que brillaba como un río de oro y su musculoso pecho subía y baaba como si estuviese en un galope largo y duro. 5a epresi#n de dolor había vuelto a su rostro. !us oos nublados la estudiaron de la misma &orma en que un halc#n estudia a su presa, &eroz, intenso y salvae. 5as manos de Magnus agarraron sus pechos y sus pulgares masaearon sus pezones. "eidra sinti# que una punzada la atravesaba baando desde sus pechos hasta su mismo n/cleo y gimi# cuando el hambre empez# a crecer de nuevo, deseando otra vez más de esa maravillosa eplosi#n que ya había sentido antes. $l dolor desapareci#, sustituido por la necesidad irresistible de moverse y retorcerse. - Por 8din0 6o te muevas. - $clam# Magnus suetándole la cintura para detenerla. 'Magnus quería que ella no se moviese) $ra imposible, la picaz#n de sus pliegues la quemaba, haciéndole necesaria esa &ricci#n. "eidra se mordi# los labios arqueándose ligeramente. - $sto es el cielo. - 6o, es el in&ierno. :n verdadero in&ierno. (abálgame, onning . - 5e pidi# él rodando con ella y colocandola encima de él. - '(abalgarte) "eidra mir# sus cuerpos unidos y arrastr# un dedo sobre su gruesa base, haciendo que sus h/medos pliegues se hinchasen y su co*o se contraera alrededor de su vara. 2poy# las manos en el estomago de Magnus, y levantándose hasta casi mostrar la p/rpura corona, volvi# a baar sobre su palpitante espada. $lla eplot# de nuevo. 5os temblores llegaron &uertes y rápidos, en una serie de contracciones que la dearon luchando por respirar y por permanecer en esa misma posici#n. - Perd#name, onning . !u disculpa no la prepar# para lo que vino después. Magnus rod# con ella
poniéndola otra vez sobre su espalda y agarrando su pecho lo succion# con tanta &uerza que las punzadas de deseo comenzaron de nuevo. >l empu# más pro&undamente en su interior mientras su boca pasaba de un pecho al otro, lamiendo y succionando el tenso pez#n, al mismo tiempo que su miembro se sumergía dentro y &uera, una y otra vez. "eidra se entreg# a las sensaciones que corrían a través de ella, incapaz de pensar, hablar o moverse por su propia voluntad. 5a eplosi#n se produo de repente y clav# las u*as en la espalda de su esposo, mientras él seguía con su salvae y &urioso galope. Magnus rugi# estremeciéndose, suetándola con un brazo mientras que con el otro ahuecaba su trasero a medida que se introducía repetidamente en su calor, eplotando y llenando el vientre de ella con su simiente. :n ardor salvae recorri# a "eidra, al sentir su seo agarrando su palpitante vara, encaando per&ectamente, y hundi# la nariz en el torso de Magnus. "espués de un tiempo, "eidra empez# a salir del nublado ensue*o en el que estaba sumida y registr# el crepitar de la le*a que ardía en la chimenea. :na gota de su salado sudor lleg# hasta la punta de su lengua. $l pecho de Magnus le hacía cosquillas en las pesta*as, y ella abri# los oos para encontrar un peque*o pez#n rodeado de vello dorado. 5a tentaci#n era demasiado grande y acab# rodeando el pico con la punta de su dedo. - 6o, onning . - Magnus puso su mano sobre la de ella y la bes# en lo alto de la cabeza. - Me harás arder otra vez y es muy pronto todavía. - 'Por qué es muy pronto) !i es tan maravilloso. "eidra se apart# y suspir#. Magnus tenía los oos brillantes y su color le record# al pro&undo lago cerca del castillo de su "a. $ran tan azules0 5e encantaba la sensaci#n de su piel y de sus manos acariciándola. !in poder evitar la tentaci#n, "eidra pas# un dedo a lo largo de la curva de su mandíbula, pein# los h/medos rizos de su sien y besándole el hoyuelo de la barbilla termin# trazando la línea &uerte de su cuello. - $l !e*or me ha bendecido con un esposo que sabe hacer magia. :n guerrero que me hace ver el paraíso. :n hombre &erozmente agraciado. $laina es verdaderamente una muer sabia. >l parpade# y arque# una cea. !us meillas estaban roas.
- '$laina) - !i, me dio que encontraría placer eplorando el cuerpo de un guerrero con las manos, los labios y la lengua. - :na imagen de la cabeza de Magnus entre sus muslos envi# una ola de calor a su cara. "eidra acarici# los m/sculos de su hombro, y suspir# cuando sus dedos no pudieron abarcar la inmensa etensi#n de su antebrazo. - 6unca he visto tal per&ecci#n. - %um+ $l sonido sordo sali# de la garganta de Magnus, y ella lo mir#. - '%ay alg/n problema, mi se*or) CCC $lla pensaba que él era per&ecto. :n hombre &erozmente agraciado. Mientras Magnus observaba dormir a su esposa, pens# que se había equivocado con ella. "eidra no tenía malicia, ni usaba ning/n truco &emenino. $ra casi imposible que alguien pudiera ser tan inocente y tan valiente. 6unca había visto a una muer tan abandonada, y tan complacida con un acto seual. 8din le había recompensado0 6unca había tenido a una muer tan cautivada por él. !u esposa era un gran enigma, un hada inteligente, dulce y apasionada. D ella pensaba que él era un mago. !i se tratara de cualquier otra muer, Magnus sospecharía que estaba mintiendo, pero "eidra era toda inocencia. !alvo cuando &ingi# que era una simple criada. 6o, él debería recordar que su esposa no solo era capaz de enga*ar, sino que a él mismo le había enga*ado. 2/n no tenía la menor idea de quién podía ser $laina y "eidra parecía responder a una pregunta con otra. '3endría alg/n prop#sito oculto para hacer eso) Magnus se había sentido muy a&ortunado cuando ella había aceptado sus caricias con suspiros so*adores y peque*os gemidos, mientras le acariciaba el pecho, y aunque su mano no se había desviado hacia abao, "eidra parecía &ascinada por su pene? su mirada se había dirigido hacia allí varias veces. !us pelotas se apretaron con el recuerdo de su rosada lengua asomando por la
comisura de su boca cada vez que miraba hacia abao. 2l &inal ella se había quedado dormida en mitad de una &rase. Mechones de sedoso cabello rozaban su rostro cuando ella se movía. (on una pierna doblada en su cintura y la otra encima de su muslo, ella se revolvi# otra vez, &rotando sus duros pezones contra su pecho, causando que Magnus desease envainarse de nuevo en su calor. Magnus había insistido en limpiar su seo, y "eidra ruborizada, se rindi# a sus atenciones, pero eigi# que le deara limpiarle a él también. >l no la había deado, la vista de sus manos en su pene era demasiado tentadora. 5a había montado duramente durante toda la noche+ "eidra no se había podido dormir hasta casi la madrugada. 6ecesitaba descansar. CCC Magnus se despert# lentamente, en&ocando los oos, y eaminando la habitaci#n. 5a luz del amanecer se etendía por el horizonte y los rayos de sol se &iltraban lánguidamente por la contraventana de madera. :n aliento de aire caliente revolote# sobre su clavícula y ba# la mirada para encontrar a "eidra mirándolo, con la barbilla apoyada en sus manos. - 4uenos días, esposo. "uermes como un rey. - 4uenos días, esposa. Por &avor, dime, 'c#mo duerme un rey) - Pregunt# Magnus enroscándose un mech#n de su cabello alrededor de un dedo. - 'D c#mo sabes la manera en que duerme un rey) "eidra arrug# la nariz. - %ace unos inviernos el rey pas# una noche en nuestro castillo. =iona y yo nos escapamos y nos metimos en su habitaci#n sin que se diera cuenta. $l rey dormía sobre su espalda y no se movi# para nada. 6i una sola vez. %um+ Me parece que no es demasiado pronto por la &orma en que tu virilidad está saltando. - $lla se apoy# en un codo y se gir# para observar su pene, volviendo a mirarlo otra vez a los oos. - 'Por qué no me deaste limpiarte anoche) Magnus se &rot# la barbilla. 5a mente de su esposa revoloteaba de un tema a otro como una abea a través de un campo de &lores. >l consider# una
eplicaci#n, y luego otra, y al &inal se rindi# a la tentaci#n de sus labios de &rambuesa. 5as eplicaciones podían esperar. 5a miel no podía competir con el sabor de su boca cuando "eidra la abri# para él y lo arrastr# dentro, mientras Magnus baaba las manos por su espalda hasta su trasero, apretándolo y deslizándolas después para acariciar sus muslos. "eidra se a&err# con los brazos a su cuello y enred# su lengua con la de él. Magnus not# sus bolas llenas y apretadas contra su polla, cuando gir# llevándola con él para enterrar los dedos entre sus hinchados y resbaladizos pliegues. Por 8din0 !u polla se alz# mucho más. $lla olía a lavanda y el dulce aroma revolvi# sus pensamientos de tal manera, que Magnus se olvid# de su promesa de dearla marcar el ritmo y el deseo termin# controlando sus acciones. Magnus no tenía su&iciente con su boca, mordisqueándola y gimiendo cuando ella respondi# de la misma &orma acariciando su garganta, enredando los dedos en su pelo, y abriendo sus piernas mientras le deslizaba primero uno, y luego otro dedo dentro de su co*o. :n temblor traspas# a Magnus cuando su vagina le apret# los dedos. (uando él de# un rastro de besos en su cuello, "eidra se retorci# y trat# de empuar en contra de sus dedos, pero Magnus us# su peso para mantenerla quieta. 5os picos de sus rosados pezones imploraban por su lengua y sus dientes. (uando él los pellizc# ligeramente, las paredes de su vagina se estremecieron y la humedad empap# su mano. 5as manos de "eidra estaban en todas partes, acariciando sus hombros, apretando su brazo y acariciándole el cuello y la espalda. 5as leves y atrevidas caricias dearon su vara tan dura como una ballesta lista para disparar, y su saco a punto de eplotar. (olocando el pulgar sobre su clítoris, Magnus lo movi# una y otra vez, hasta que ella se contrao con &uerza alrededor de él, ara*ándole la espalda con las u*as, y encontrando su placer. $n ese momento, Magnus le abri# los muslos y ahuecando su trasero penetr# en su estrecho seo. 2pretando los dientes, se es&orzaba por contenerse, luchando por mantener sus embestidas a un nivel poco pro&undo. Pero ella pas# las piernas alrededor de su espalda y entonces él se rindi#.
Perdido en las contracciones del seo de "eidra, sus mordiscos &renéticos en su cuello y su hombro, y los gritos y gemidos escapando de su boca, el /ltimo vestigio de control de Magnus se desintegr#. (on todos los m/sculos tensos, su orgasmo le recorri# rugiendo &uriosamente, lanzando &uego en su ingle, mientras sus bolas se tensaban, y su semilla llenaba el vientre de "eidra como una lluvia de &lechas. Magnus ba# la cabeza, lamiendo el sudor que apareci# en el hombro de "eidra, emborrachándose con la suavidad de su piel. !u adeante respiraci#n le imposibilitaba en&ocar sus vidriosos oos en ella, y sus brazos estaban haciendo un gran es&uerzo para no caer encima de la dulzura de su peque*o cuerpo. :na peque*a palma ahuec# su mandíbula, y él ba# la mirada para observarla. 3enía la sonrisa de una gata satis&echa, y no le hubiera etra*ado nada si ella hubiese empezado a ronronear. - 2poya tu cabeza en mi hombro, esposo. 3ienes que descansar. %a sido maravilloso0 !us palabras sorprendieron a Magnus. - '6o estás herida, onning ) %a sido una cabalgada muy dura. - !í, es verdad. - $lla le sonri# acariciándole el rostro y trazando con un dedo su orea. - Maravillosa y dura. 2hora entiendo por qué los hombres y las mueres están tan deseosos de hacer esto. Porque tan pronto termina, ya estás pensando en volver a repetirlo. Me gustaría saber, Magnus, si te vas a recuperar pronto. :na lenta sonrisa se &orm# en la boca de Magnus. Por el martillo de 3hor0 $ra el más a&ortunado de los guerreros por haber ganado un premio como "eidra. "e pronto alguien golpe# la puerta cerrada. - "eidra0 - $s mi "a. - 2vis# ella mirando hacia la puerta con el ce*o &runcido y mordiéndose el labio. - 7ue espere. - 5e contest# Magnus besándola en la nariz. - "eidra, abre ahora mismo0 - $l rugido casi derrib# la puerta de las bisagras que acababan de reparar. Magnus mir# hacia la puerta de roble cuando más golpes volvieron a hacerla retumbar.
- "eidra, sal inmediatamente0 3us mascotas acaban de llegar0
Capítulo Seis
Magnus y "eidra salieron de la habitaci#n para encontrarse con un verdadero muro de guerreros esperándoles, con Balan y "a delante de sus hermanos. - '$stamos sitiados) - Pregunt# Magnus desviando la mirada de "a a Balan, para terminar mirando a los siete gigantescos hermanos de su esposa. - !í, por las mascotas de tu esposa0 - "esde lo alto de las escaleras "a la observaba &urioso con las manos untas, las piernas abiertas y sus ceas &runcidas &ormando una línea &eroz sobre sus entrecerrados oos. - 4uenos días, "a. - "eidra le hizo una reverencia sonriéndole. - 2hora ella es tuya0 4uena suerte0 - !e dirigi# "a a Magnus antes de &iar una mirada dura sobre "eidra. - $l oso y los grandes gatos están sueltos, hia. 5os guerreros se re&ugian en los árboles y las mueres y los ni*os están gritando lo su&icientemente alto como para ensordecer a toda una aldea. %az rápidamente algo0 Gieran se balanceaba sobre sus talones detrás de "a, se*alando hacia ella &renéticamente y agitando las manos. "eidra suspir# alisándose su arrugada &alda. Tanto barullo para nada. - 'Gieran, me acompa*as al patio) 2ntes de que "eidra pudiera hacer una rápida huida, Magnus cerr# los dedos alrededor de su mu*eca. - '8so) '5os grandes gatos) - D los pavos reales, gallinas y serpientes, también. 5a boca &loa de Gieran, le iba a causar a "eidra muchos más problemas de los que ya tenía.
3enía que moverse rápido. "eidra se puso de puntillas y le habl# a Magnus, lo su&icientemente alto para que todos la oyeran. - %ay que colgar las sábanas manchadas, mi se*or, para que todos sepan que he venido virgen a ti. Magnus tuvo que soltar su mano cuando "eidra lo agarr# de los brazos y le bes# el cuello. - Do me ocuparé de mis mascotas. D dándose la vuelta empez# a correr, pero se detuvo al primer paso, para mirar por encima del hombro y ver como Magnus se &rotaba la barbilla. - Gieran, date prisa. - $lla susurr# la orden causando que el color desapareciese del rostro del muchacho, pero &inalmente él la sigui# por las escaleras. - 'Por qué están libres los animales) - %a sido por esa brua de Moira. - 'D d#nde está =iona) - Pregunt# "eidra corriendo por el vacío sal#n, observando los cuernos dispersos de cerveza, el pan esparcido en el suelo, y las bandeas tiradas cerca de la cocina. - (azando a la brua de Moira. "eidra lo mir#. - '7ué es lo que ha hecho ella) - 2bri# las aulas. 1nstig# a los perros de caza para ir tras las serpientes. %ay hombres disparando &lechas a los osos y gatos. $l oso está comiendo en la pocilga de los cerdos y estos se han escapado y están gru*endo y corriendo por el patio. 5os pavos reales están en el gallinero. 5os gallos los están atacando y no son solo plumas de gallinas las que se encuentran dispersas por todas partes, los gritos son de las hembras de pavo real. 5os gatos han asustado a todas las mueres y la mayoría de los guerreros están subidos a los árboles. - Mis pobres bebés0 - 5as serpientes no eran rival para un mont#n de hambrientos perros sarnosos. - '"#nde están las serpientes) $lla aceler# para detenerse al abrir las puertas del patio. 7ue la &ortaleza se encontraba en un valle era muy evidente, ya que el eco de los gru*idos, aullidos, rugidos, silbidos y gritos, hacían eco alrededor del patio, las murallas y hasta en las monta*as. $l ruido era realmente ensordecedor. "eidra vio rápidamente a los perros. $staban &ormando un círculo alrededor de sus amadas Benus y Marte. 5as rayas de las serpientes, a/n con vida, eran
claramente visibles, a medida que se arqueaban y siseaban al círculo de mugrientos perros. - Be a buscar carne. %az un rastro y lleva a los perros al sal#n. Boy a calmar a mis mascotas. '"#nde están las aulas) - $n los establos. -
- Por &avor, Magnus. (uanto más tiempo pase, en más peligro estarán mis tigres. - Rog# ella mirándole &iamente, con los oos suplicantes para que la entendiera. Magnus seguía resoplando por la nariz, con la boca apretada y la mandíbula tensa. - Me pondré muy triste si mis gatos son heridos. 6o tienen dientes y no pueden de&enderse si los atacan. 5os oos de él se estrecharon. - '6o tienen dientes) - !í es verdad, tienen una edad muy avanzada para un tigre, casi una década. - Primero quiero estar convencido de que es seguro para ti, esposa. Me seguirás y harás eactamente lo que te diga. $lla rode# con los brazos su cintura. - l estaba a su derecha a menos de dos pasos, con la espada en alto, la cabeza echada hacia atrás y mostrando los dientes dispuesto a dar un golpe mortal.
"eidra se estremeci#, causando que 5oki gru*era y que ella tuviera que agarrarle de la piel del cuello. - !iéntate. Mi se*or, 5oki te va a dar la pata. 5oki, la pata0 $l gran gato se sent# sobre sus patas traseras y levant# una pata. Magnus no se movi#. $l coraz#n de "eidra se aceler# &renéticamente. - Gieran, agarra la pata de 5oki. $l muchacho obedeci# y adelantándose, se inclin# sobre una rodilla y sacudi# la enorme pata del gato. 5oki ronrone#, lami# la garganta del chico, y oli# el cuello. Magnus ba# la espada. - $sposa0 2 nuestro dormitorio. 2hora0 - Primero tengo que llevar a mis tigres a sus aulas. Pero iré enseguida, mi se*or. "eidra sinti# que su est#mago se retorcía y por primera vez tuvo miedo de él, porque su epresi#n parecía presagiar truenos y relámpagos. Magnus agarraba la espada con tanta &uerza, que sus nudillos estaban blancos. CCC - 6o la golpearás0 - $l %alc#n y sus hios rodeaban a Magnus mientras veían como "eidra se llevaba a sus grandes gatos de allí. - 7uiero tu promesa, "estructor. - 6o le haría da*o ni a un solo cabello de su cabeza. - "io él apoyandose en el tronco del árbol. - Por 8din0 6unca he sentido tanto terror como cuando vi a esa enorme bestia poner las patas sobre sus hombros. $l %alc#n apret# el hombro de Magnus. - (omo a todos nosotros. "eidra tiene a esos tigres desde hace nueve inviernos. !us dientes son tan débiles que les da de comer gachas. - D el oso tampoco tiene dientes. $l comerciante que poseía al oso y a su cachorro se los arranc#. - $l gran pavo posado sobre el antebrazo de Gieran bati# sus alas, haciendo que sus rizos roos se balanceasen. -"eidra quiso que el comerciante &uese azotado. D luego llor# durante dos semanas, cuando se muri# el cachorro. $stuvo comiendo pan y sopa durante todo el invierno. !i no &uera por los otros animales, no sé si ella se hubiese alimentado.
$l %alc#n suspir#. - Mi hia no puede dar un paseo por el bosque sin volver con uno o dos animales heridos en sus brazos. Magnus se &rot# la barbilla. 6o sabía qué pensar. $l miedo y la &uria a/n corrían por sus venas. 5a mitad de él ansiaba abrazarla y envainarse en su calor, para asegurarse que ella seguía sana y salva. Pero la otra mitad quería sacudirla por su &alta de sentido com/n y obligarla a prometerle que no se acercaría a esas peligrosas &ieras de nuevo. - Bamos, entrena conmigo, hermano. 2clara tu mente. - !ugiri# ;arvik agarrándole del antebrazo. 5os dos lucharon hasta que ya no tuvieron &uerzas para sostener ni la espada, y después encontraron un río y se zambulleron para nadar. - "eidra renunciará a sus mascotas si t/ se lo pides. $s muy sencillo. - '!encillo) - Magnus observ# desde la roca en que estaba tomando el sol, a un cuervo negro azulado que aleteaba contra la brisa. - '6o ves la &orma en que te mira) 5a oí hablar con =iona. $lla piensa que eres el más noble de los guerreros de todos los reinos. "ice que ha encontrado a su verdadero compa*ero. Magnus se levant#. - ;arvik, no es el momento para calmarme. - 5o sé, pero esas &ueron sus palabras. 3u esposa no se preocupa por los vestidos ni las oyas y no te será de mucha utilidad en la corte. 5os oos de Magnus se estrecharon. - (reo que uzgas a "eidra muy super&icialmente. '(rees que una muer que puede cautivar a un tigre no puede cautivar a un hombre o a un rey) 6o digas nada más. - "io zambullendose en el rio. - $ntonces, 'te vas a quedar con ella) - 5e grit#;arvik mientras Magnus nadaba rápidamente hacia la orilla. - "eidra es mía. Magnus se visti# deprisa y se dirigi# a su habitaci#n. (uando lleg# a la puerta vacil# un instante, s#lo para ver como "eidra la abría de repente. $lla llevaba el cabello h/medo etendido sobre sus hombros. $l tinte casi había desaparecido y su verdadero color le recordaba al oro &undido que los artesanos de 6ápoles utilizaban para hacer las más &inas oyas. 5os dioses le
habían regalado el más precioso de todos los tesoros, su esposa, y por 8din, que él la haría sentir &eliz y segura a su lado. !u rostro inclinado suplicaba por su toque, Magnus cogi# su mano tratando de tranquilizar la desesperada pregunta que observaba en sus temerosos oos, y que hacia temblar sus labios del color de las bayas. - (uéntame c#mo llegaste a tener un oso y los tigres. $lla parpade#, la humedad nublaba el oro de sus oos y no pudo evitar que una lágrima resbalase por su pálido rostro, cuando él cubri# su mano y bes# su palma. (uando sus oos se encontraron de nuevo, "eidra susurr#. - !abía que no podía dar mi coraz#n a nadie, sino solamente al meor de todos los hombres. Magnus sinti# un nudo en la garganta, estaba demasiado sorprendido para hablar. $lla lo amaba. $sta hermosa y valiente virgen, amaba a un tosco, &eo y torpe guerrero. (on la boca seca, él la atrao contra su pecho mientras su mente se llenaba de todas las cosas que le quería decir, pero que no conseguía epresar al no poder encontrar las palabras adecuadas para hacerlo. - $ncontraré un lugar para guardar mis mascotas, donde no tengas que verlas todos los días. 8bedeceré todas las reglas que me impongas sobre ellas y me es&orzaré en poner en libertad a todas las criaturas heridas cuando ya se hayan curado, pero mis gatos y !irius no pueden sobrevivir en el bosque. 5os tigres son muy vieos y el comerciante arranc# los dientes y las garras de !irius. =ue una tortura cruel, la más vil que he visto. 3endría que haber sido azotado. Magnus que se ocupaba de quitar los lazos de su vestido durante su vehemente eplicaci#n, pregunt#. - '!irius) - $l oso. - !us agíles dedos tambien desataban la t/nica de Magnus. - '7uién es $laina) - !uspir# él cuando desnud# sus &irmes pechos inclinándose para lamer un pez#n. - $s increíble. 6unca hubiera pensado que unos labios pudieran producir tal magia. - "eidra traz# su boca, y eplorando meti# un dedo dentro. Magnus le mordisque# el dedo. - 'D $laina) 2ntes de que ella pudiera distraerse más, Magnus le sac# el vestido por la cabeza.
- 6uestro sanadora. - (ontest# ella abriendo su t/nica y deando al descubierto su inmenso pecho. - $n verdad, no hay una parte de ti que no sea magní&ica. $n particular, tu masculinidad. $s un compa*ero un tanto orgulloso, 'no) - $lla cubría con la mano su pene que parecía crecer más a cada 1nstante. - !e levanta para la ocasi#n. '(rees que podría limpiarte luego) Pregunt#, con una sonrisa llena de malicia. "eidra lo iba a matar, con esta dulce tortura lo enviaría al Balhalla antes de que &uese su hora. "istrayéndolo con elogios, "eidra desat# el nudo de la cuerda de sus pantalones y su polla salt# libre de la lana que la aprisionaba. "eidra sonri# y agarr# ansiosa con las dos manos su miembro. - "ice $laina que se tienen que usar las manos, los labios y la boca. (reo que también debería a*adir los dientes, 'no es así, mi se*or) Magnus no podía decir ni una palabra, había encontrado el Balhalla en la tierra. "eidra lo mir#, con los oos brillantes y una sonrisa traviesa curv# sus labios mientras esperaba su respuesta. - 7onning. - =ar&ull# él y trat# de sentarla en su regazo, pero ella se escurri# entre sus piernas y movi# la cabeza. - 6o, Magnus. 3/ ya me has tenido dos veces y yo ninguna. 2hora me toca a mí. - "eidra se puso las manos en las caderas y levant# su barbilla. - $s lo usto. =ue entonces cuando descubri# que su suave e inocente novia tenía la terquedad de una mula, y las habilidades de negociaci#n de los encantadores de serpiente orientales. - '7ué quieres "eidra) - 3e quiero desnudo. - $lla se apart# a un lado y subiendo los lados de su t/nica, suspir# al besar su vientre. - $res tan apuesto, Magnus. $l color de tu piel es dorada como la miel. Magnus sinti# que su saco se apretaba hasta casi estrangularlo y su pene se retorcía salvaemente. 3oda su sangre parecía haberse concentrado en su ingle, deando a su cerebro sin una sola gota. 5evantándose, pate# sus botas, tir# de sus pantalones y rasg# su t/nica en su prisa por quitársela rápidamente. "eidra lo observaba satis&echa. !onrío brevemente hacia él, y desvi# la mirada por su torso, retornando a su miembro con tanta &recuencia que Magnus tenía
que morderse la lengua para no agarrarla y enterrarse pro&undamente en su co*o. - Per&ecto. 8h, Magnus, eres magní&ico, un banquete para mis oos. Por &avor, ven aquí. - 5e pidi# ella palmeando las almohadas de la cama. !entada con sus muslos abiertos, "eidra le proporcionaba a Magnus una buena visi#n de su vagina y de sus hinchados y brillantes pliegues. Muy ecitado, su in&lamado saco y su gruesa y erguida polla le causaba un dolor insoportable. - 6o voy a durar mucho tiempo así, onning. - Magnus apret# las manos, pero al ver su duro pez#n apuntando directamente hacia él, no pudo resistirse. 2dorando el tenso pico, lami# y mordisque# la punta. "eidra gimi# y apret# su cabeza contra sus pechos. - $s tan mágico. 3us dientes envían &uego a mi mismo centro. '6otas lo moada que estoy por ti) 5a vara de Magnus palpit# intensamente cuando ella cogi# su mano y la puso sobre su monte. 1nmediatamente, los dedos de Magnus eploraron sus pliegues deslizando el dedo medio dentro de su co*o. :n gemido escap# de los labios de "eidra. Mientras tanto, él succionaba con &uerza su pez#n, alternando con suaves lamidas. - Magnus0 - "eidra se qued# sin aliento cuando él empu# su dedo dentro y &uera de su vagina, presionando el pulgar sobre su bot#n, con un movimiento ligero, &uerte, ligero, &uerte+ $lla se estaba moviendo &renéticamente al encuentro de esa tortura, cuando Magnus apart# sus muslos hacia los lados y levant# su trasero. Magnus sonri# contra su cuerpo, notando que su vagina se estremecía con un /nico temblor, cuando succion# duramente su pez#n. - 6o puedo esperar. - 3umbándola de espaldas cogi# una almohada de la cama y la desliz# debao de sus caderas. 5uego retir# el dedo de sus calientes y apretadas paredes, se arrodill# entre sus muslos y levantando su trasero la penetr# hasta el &inal. 5a &elicidad de estar tan pro&undamente hundido en ella, tocando su interior lo de# tambaleante. Magnus se mordi# la lengua y agarrando su cintura &uertemente, apoy# su &rente contra la de ella.
¡'or 8a#or+ Tor dame 8uer*as! /ecuerda tu tama9o. 3u0date quieto. De%e que ella se acostumbre.
- 5a meor sensaci#n que he tenido nunca, &ue cuando t/ te sumergiste en mí la primera ve0 - "eidra se arque# pasando las piernas alrededor de su espalda y apretándole el trasero le mordi# en el hombro. - Pero cuando t/ te mueves+ me provocas otra clase de sensaciones. Magnus empu# contra ella. - !í+2sí+ - (on la cabeza moviendose de un lado a otro, ella le envi# una sensual sonrisa de sirena, con sus nublados oos medio cerrados. - 8h, oh0 "eidra se mordi# el labio y ech# la cabeza hacia atrás, deando al descubierto la larga línea de su tentador cuello cuando Magnus se inclin# para mordisquear su pez#n. $n ese instante, él sinti# que su co*o apretaba su virilidad cuando "eidra encontr# su placer, provocando que sus cortas convulsiones a&erraran su polla &irmemente. Magnus rugi# cuando acto seguido su saco se contrao y su semilla eplot# en su interior, liberándose por medio de espasmos con cada contracci#n del seo de ella. !u orgasmo lo sacudi# tan violentamente, que su vara se neg# a calmarse y los temblores se hicieron más &uertes y casi dolorosos, hasta que al &in todo termin#. Magnus enterr# su cabeza en la masa de rizos alborotados del cabello de "eidra y aspir# el dulce aroma que emanaba de su esposa.
Capítulo Siete
"eidra se despert# y estirando los brazos por encima de su cabeza, se desperez#. Mir# hacia las ventanas abiertas para ver el sol del mediodía en el cielo pensando en cuantas nuevas palabras había aprendido al casarse con Magnus? polla, verga, bolas, saco+ palabras que nunca había escuchado, pero que ahora sabía su signi&icado. 1gual que las epresiones? posiciones atrevidas, chupar el palo, lamer el co*o, &ollar, uegos de cama+ D Magnus le había dicho que aun le quedaban muchas más para aprender. Magnus había accedido a dear que se quedara con sus mascotas, pero insistiendo en estar presente cuando ella estuviese cerca de ellas. "eidra se había puesto muy contenta cuando él le había dicho que le gustaría conocer a sus animales al día siguiente, y que cuando llegasen a su nuevo castillo, construiría un establo para todos. 2unque a sus mascotas no les gustase mucho estar encerradas, ya se encargaría ella de acostumbrarlas con el tiempo. 3odo estaría bien. "eidra no pudo evitar la sensaci#n de que se le olvidaba algo, pero como tenía todavía mucho que hacer ese día, de# de pensar en eso y se visti# rápidamente. 2l abrir la puerta se encontr# a Gieran apoyado en la pared de en&rente. (uando el muchacho la vio de# escapar un largo suspiro. - Mi se*ora. 3ienes que venir rápidamente. - 5a voz de Gieran estaba cambiando de ni*o a hombre y o chillaba o gru*ía. 5os gru*idos signi&icaban que algo andaba mal. D ahora estaba gru*endo. - '7ué pasa ahora) - 6o he visto a =iona desde que ella &ue detrás de la arpía de Moira. Me temo que la brua le ha hecho algo malo. - Gieran se retorcía las manos mientras hablaba. - 2thena0 - "e repente "eidra se golpe# la &rente. '(#mo podía haberse olvidado de su mona) - 6o puedo creer que no me acordara de 2thena. - 5a verdad es que no la he visto, pero mi se*ora, 'no crees que tu hermana es más importante que una mona) - 8h, tienes raz#n0 '"#nde viste por /ltima vez a =iona)
- $n el bosque al este de la &ortaleza. "eidra suspir#. 6i Magnus, ni su "a, ni sus hermanos sabían nada de sus nuevas mascotas, dos lobos que ella había rescatado y que se habían quedado en la caba*a de $laina durante las /ltimas tres quincenas. 3endría que ir a buscar a los lobos. (on sus habilidades para rastrear la ayudarían a encontrar a =iona. - Be a buscar a 4ella y =iera y llévalos al bosque. 5levaré uno de los vestidos de =iona y se lo ense*aré para que la rastreen. Márchate por la cocina y ten cuidado de no dear que ning/n guerrero te vea. Me reuniré contigo cuando pueda. - !í, mi se*ora. CCC "eidra camin# por el pasillo esperando que los hombres hubiesen salido a entrenar. 3uvo suerte. $l sal#n estaba vacío y salvo los gatitos encaramados en el al&eizar de las ventanas, ning/n alma ocupaba el patio. $l atardecer estaba cerca. Manteniéndose cerca de los muros y aprovechando las sombras que se &ormaban con el sol poniente, "eidra lleg# al bosque antes de que lo hiciera Gieran y se sent# en el tronco de un árbol caído a esperar. 5a suerte la había acompa*ado y nadie se había dado cuenta de su marcha, tal vez durase un poco más y nadie se enterara de sus nuevos lobos hasta que llegase a su nuevo hogar. $lla se encogi# cuando vio a Gieran que venía gritando y saltando entre los árboles. 6o era una buena se*al cuando veía saltar al muchacho. - !e han ido. !us aulas están destrozadas, mi se*ora. $n pedazos. - 6o puede ser0 - "eidra se levant#, con el coraz#n brincando en su garganta, obligándose a si misma a calmarse. - '7uién haría algo así) 6o tiene sentido. Puedo llegar a creer que a un guerrero le entre el pánico y dispare una &lecha al ver a mis bebés+ Pero, 'destruir las aulas) "escansa un momento mientras pienso. 5os lobos con&iaban en Gieran y en ella, pero podrían atacar a los demás. - 6o, mi se*ora, no podemos descansar. 5os ni*os del establo me han dicho
que los hombres están cazando a los lobos. "eidra sinti# que el coraz#n se le salía del pecho y el sabor amargo del miedo inund# su boca. - 'Por qué) - "icen que un lobo intent# atacar a una ni*a. 5os aldeanos han creado un gran alboroto por eso. 3emen por sus hios. - $so es mentira0 4ella ama a los ni*os. ;uega todo el tiempo con las dos ni*as de $laina. "eidra golpe# su pie contra el suelo. - '7ué idiota ha dicho eso) - (álmate, mi se*ora. '7ué vamos a hacer) - '(uántos hombres los están cazando) '!on hombres epertos o los borrachos que se encontraban en el sal#n la primera noche) - 3u "a, tus hermanos, Balan, 5a Bíbora, y 5ord Magnus y su hermano. Me han dicho que tu esposo es &amoso por sus habilidades con la ballesta y que se ha ganado el &avor del rey por ganar torneo tras torneo. 2h0 D que él usa &lechas envenenadas. Beneno0 !u est#mago peg# un brinco. 6o, no0 6o podía permitirse el luo de entrar en pánico. - '$n que direcci#n van) - %acia el norte. "e repente, un chillido &amiliar lleg# a sus oídos y "eidra sinti# que el alivio recorría sus venas. 2braz# a Gieran y silb# hacia su mona. - 2thena. Ben a mí, cari*o. 3e necesitamos. - 5a estoy viendo. $stá detrás de ti. $lla se volvi#. 5a traviesa criatura se balance# de una rama a otra y se arro# a los brazos abiertos de "eidra. 2thena conocía a los lobos y las &ieras la adoraban. !olía ir agarrada a sus espaldas o colgando boca abao en sus cuellos, siguiéndolos cuando "eidra le permitía vagar con ellos. - '"#nde están 4ella y =iera, peque*a) 3enemos que encontrarlos ahora. "eidra le repiti# la pregunta tres veces antes de que la mona saltara a la gruesa al&ombra de hoas y ramas que cubrían el suelo del bosque. 5a criatura corri# hacia la izquierda, mir# por encima de su hombro, y salt# arriba y abao, emitiendo ensordecedores sonidos. Gieran y "eidra corrieron detrás del animal abriéndose camino a través del estrecho espacio entre los pinos. (ada vez la luz era más débil y "eidra supo
que la noche no tardaría en llegar. - '(uánto tiempo crees que los hombres seguirán cazando) !acudiendo la cabeza, Gieran respondi#. - 5os ni*os del establo dieron que hasta que los lobos estén muertos. - $ntonces tenemos que encontrarlos. 5a culpa es mía. "ebería de haberle contado a "a y a Magnus lo de mis nuevas mascotas. (uando llegaron a un claro del bosque vieron a cuatro &iguras en la distancia. 5a mona se &ue directa hacia el grupo reunido. 2l acercarse a las &iguras agachadas, el tenue sol lanz# su /ltimo resplandor hacia una mara*a de cabellos dorados. - =iona0 - D la brua. - ;ade# Gieran, poniéndose al lado de "eidra. - 6o lo entiendo. - D también está %amish, $l =ogoso, y el otro mat#n es el amante de Moira. "eidra ri#. - 6o puedo creer lo que ven mis oos. 4ella y =iera tienen a los hombres suetos por la garganta y =iona está apuntando con un cuchillo a Moira. -2 pesar de que sus pulmones ardían, ella sigui# corriendo y gritando entre adeos. - =iona0 Da vamos0 !e detuvieron cuando llegaron al lado de =iona. !u hermana gemela no había perdido el tiempo. - 4rua0 2rpía0 Puta0 6o eres más que una zorra de taberna0 'Puedes creerte que ella y estos idiotas pensaban en raptarme para pedir un rescate) "eidra contuvo la respiraci#n y no se molest# en hacer preguntas. (onociendo a =iona sabía que a ella le encantaba hacer un drama a la hora de contar una historia. - Pensé en ayudarte con tus &ieras. !i tu esposo los hubiera encontrado, "a &inalmente hubiera perdido el poco cabello blanco que aun le queda. !abía que Gieran tenía a los lobos ocultos en los establos y que 2thena había desaparecido, así que, me &ui de allí diciéndoles que iba a buscar a la mona. 2thena, que odiaba la palabra mona, dio un salto y lanz# unos enoados sonidos. "eidra la cogi# en brazos acariciándola distraídamente. - $stos est/pidos idiotas me siguieron. 2h0 '6o podía haber sido un apuesto guerrero el que me siguiera durante horas para robarme un beso o dos) '(reéis que no sé cuando alguien me está siguiendo) "eidra &runci# el ce*o, el suelo vibraba por el ruido de cascos de caballos que
resonaban cerca. - Pues si, me di cuenta y deé que me llevasen. $ntonces silbé para llamar a tus lobos. Mira, hermana0 $llos han moado sus pantalones y no solamente una vez, sino tres veces. $n cuanto a la ramera, no creo que vuelva a uzgar a alguien tan mal de nuevo. Puede tener el doble de mi tama*o pero+ 'alguna vez ha tenido que luchar contra siete enormes hermanos) 4ah0 - '7ué le has hecho) - $l crep/sculo ya anunciaba su presencia y "eidra mir# a la muer alta que estaba arrodillada en la hierba. - 6ada importante. Puedo haber cortado un mech#n o dos de su cabello. =iona se encogi# de hombros. - Da es tarde. $stoy cansada y necesito un ba*o per&umado. '7uién viene) - "a, nuestros hermanos y los lores Magnus, ;arvik, y Balan. - 7ué vergFenza, "eidra0 Balan aquí0 D mira en que estado está mi cabello. $clam# pasandole el cuchillo a Gieran y levantándose para peinarse con los dedos el cabello, pellizcar sus meillas y alisar su vestido. - Eorra. 6o tendrás a Balan. - $scupi# Moira. - !í, que lo tendré. '6o te ech# a ti y a tus putas cuando le die que no iba a tolerar vuestra presencia en las comidas) 'D no puso a sus ru&ianes a limpiar el sal#n cuando le sugerí que estaba sucio y horrible) - =iona se volvi# hacia "eidra. - '(#mo estoy) "ímelo pronto. 2ntes de que "eidra pudiera contestar, Moira pate# a Gieran en la ingle, cogi# el cuchillo y se volvi# para atacar a =iona por la espalda. =iera solt# su presa, y se tir# al cuello de Moira con las mandíbulas abiertas y los &eroces colmillos desnudos. $n ese mismo momento, los hombres y los caballos llegaron al claro. Magnus ya había preparado su ballesta y estaba apuntando hacia el lobo. (uando "eidra lo vio, arro# a 2thena a un lado gritando. - 6o0 - D lanzandose hacia delante, se abraz# a =iera. Magnus desvi# la &lecha un segundo antes de soltarla, al ver que su esposa protegía al lobo con su cuerpo, y con un terror nacido de la desesperaci#n espole# a su caballo salvaemente. $l corcel entrenado en la batalla grit# en agonía. Magnus se ba# de un salto del semental y ech# a correr, abriendo los brazos como un escudo para proteger a su esposa, gritando cuando vio que "eidra
caía al suelo. - 6o0 "eidra se gir# para mirarle. Magnus cay# de rodillas y la arrastr# a sus brazos. - '5a &lecha te ha acertado) - Pregunt# al mismo tiempo que pasaba una mano por su cuerpo para comprobar si estaba herida, pidiéndole todo el tiempo a 8din que se lo llevara a él y no a "eidra. - Magnus. - "eidra tir# de su cabello. - Magnus0 6o estoy herida0 >l hundi# la nariz en el cabello de su esposa aspirando su aroma a lavanda, abrazándola y saboreando la sensaci#n de su cuerpo caliente, prometiéndose no volver a irse otra vez de su lado, ni siquiera por un momento. - Mi se*or, no puedo respirar. - Protest# ella retorciendose y liberando una mano para acariciarle la meilla. - $stoy ilesa. Pero tengo que comprobar que Moira no haya apu*alado a mi hermana, y que =iera no esté herido. >l parpade# mientras sus palabras penetraron en su cerebro y el pánico retrocedía. - '2pu*alada) 'Moira) '=iera) - $l valiente 5ord Balan me ha rescatado del ataque de Moira, querida hermana. $stá bien atada y no puede da*ar ni a una mosca. 6o te preocupes. 3u =iera está bien y 5ord ;arvik ha reducido a %amish y al+ amigo de Moira, y los ha atado de pies y manos. - Mis agradecimientos 5ord ;arvik y 5ord Balan. 'Magnus puedo levantarme ahora) - Pregunt# "eidra besándole en la barbilla y la nariz, y rozando sus labios en una peque*a lamida. Magnus se levant# diciendo. - 6o, aun no. Me debes una eplicaci#n. - %ia. 5os lobos comen oveas y gallinas. '(#mo piensas domesticar a estos dos) - 1nterrumpi# $l %alc#n mientras caminaba alrededor de los atacantes atados de pies y manos, pasándose sin parar las manos por su cabello. !e detuvo y balanceando la cabeza con resignaci#n, eclam#. - 5obos0 6o me lo puedo creer0 5obos0 CCC - 2hora entiendo por que el cabello de 1an es tan blanco y tan escaso. -
osos, y ahora lobos vagando por mi castillo) Me temo que pronto empezará "eidra a hablar del terrible su&rimiento que es para ella ver a sus mascotas enauladas todo el tiempo. Por el trasero de 5oki, hermano0 $stoy condenado por amarla0 - '2hora llamas 1an al %alc#n) $so si que es un progreso. - (oment# ;arvik sirviéndose otro cuerno de cerveza. - 5as historias que él me cont# cuando estábamos cazando a los lobos+ - Magnus hizo una mueca. - "eidra no le tiene miedo a ninguna criatura salvae. (uando s#lo tenía siete veranos, encontr# un abalí y se lo qued# como mascota. D se neg#, desde ese momento a comer cualquier tipo de carne. $lla come con $laina, la curandera de la aldea. 'D yo) '"eo de comer carne a partir de ahora) 5as carcaadas de ;arvik resonaron a través de todo el sal#n, mientras golpeaba la mesa con las lágrimas corriéndole por el rostro. ;arvik sabía muy bien que Magnus salivaba al notar el olor del abalí asado. - (aballeros. - "eidra hizo una reverencia cuando lleg# a su lado. !u padre, hermanos, Balan, ;arvik, y Magnus se levantaron y se inclinaron ante ella. Magnus rápidamente la ayudo a subir los dos escalones del estrado y le o&reci# un asiento. $l cabello de su esposa ahora era del mismo color que el de su hermana gemela, y él dese# ver su cabellera de seda etendida en las pieles de la cama. 5as pieles de osos negros harían que el color dorado brillase. Magnus tuvo que ahogar un gemido. "e ninguna manera "eidra dormiría en la piel de un animal que ella consideraría una mascota. ,Tampoco podr0 tener pieles en mi cama
=iona se desliz# por el sal#n con sus ligeras trenzas y su delgado cuerpo envuelto en un vestido que relucía como si el teido estuviese envuelto en &uego. !e detuvo delante de 5ord Balan, que no le había quitado los oos de encima ni por un momento e hizo una reverencia. - 4uenas noches, caballeros. 5os hombres, una vez más se levantaron y se inclinaron. - 5ord Balan, me temo que tendré que rogarte tu hospitalidad durante unos días más. 3emo por mi doncella que está en la cama y etremadamente en&erma. $l %alc#n escupi# sobre la mesa el trago de vino que estaba bebiendo,
sorprendido por esa noticia. - $n honor a mi rescate y al de mi hermana después del vil intento de secuestro, pedí a la cocinera que preparase una comida especial. - "io "eidra en ese momento. 2l oírla Magnus not# que el vello de la nuca se le erizaba. :na ola de murmullos recorri# el sal#n y al momento los guerreros =erguson, uno por uno, empezaron a pedir más cerveza. - 5ord Balan, 'podrías ayudarme a sentarme) - Pidi# =iona tendiéndole la mano al guerrero. - (ompadezco al pobre hombre. 6unca sabrá que es lo que le golpe#. - "io ;arvik volviendo a llenar su cuerno de cerveza, al ver como Balan se apresuraba a obedecer a =iona. 6adie habl# cuando la comida &ue servida, dis&rutando de las bandeas que iban saliendo de la cocina. 5a comida estaba deliciosa, y eso que no contenía ni un trozo de carne o aves, pero había di&erentes especies de peces, almeas, ostras y mariscos que incluso Magnus, un guerrero n#rdico, no conocía. !orprendido y satis&echo, se comi# todo lo que tenía en su plato. Puede que no &uese un problema el no comer carne de abalí. 8tra ola de murmullos llenaron el sal#n y Magnus que estaba hablando con su esposa, levant# la mirada para ver que se estaba sirviendo otro plato. - '$stás dis&rutando de la comida, esposo) - "eidra suspir# mientras le acariciaba distraídamente el muslo. - Me gustaría tener la habilidad de poder pintar, Magnus, porque me agradaría dibuar tu rostro una y otra vez. Magnus se sonro#, y no por primera vez esa noche. $staba haciendo un verdadero es&uerzo para seguir los cambios de temas de las conversaciones de "eidra, pero hasta ahora no lo estaba consiguiendo. Parpadeando, se acord# de su pregunta, y respondi#. - $staba delicioso, esposa. "eidra aplaudi# diciendo. - =iona, te equivocaste. 2 él le gusta mi cocina. 5e debes a mi apuesto marido tres t/nicas nuevas y yo elio los colores. $l rubor volvi# a aparecer en el rostro de Magnus. D tampoco por primera vez esa noche, ;arvik volvi# a reír a carcaadas hasta que las lágrimas corrieron por su rostro.
- 6os vemos ma*ana en el campo de entrenamiento, hermano. -Magnus &runci# el ce*o. :n sirviente de cocina estaba sirviendo una bandea llena de unas desconocidas bolas apiladas unas sobre otras. Magnus le pregunt# a "eidra. 'Melaza) - 6o. $so lo serviremos ma*ana. Pero esto son pasteles y dulces que $laina me ense*# a hacer. 2l igual que todos los platos que teníamos para la comida principal. Do s#lo quería probar. - "eidra cogi# una oscura bola y se la llev# a los labios. - Pruebala. Magnus se deleit# por la eplosi#n de sabores dulces y especiados que estallaron en su boca. (ada bocado le revelaba un nuevo sabor, no los podía identi&icar todos, pero notaba la canela, el clavo y una especia picante que ecitaron su lengua. Mastic# lentamente, no queriendo que esa sensual eperiencia llegara a su &in. - $sto es ecelente. '7ué es) 5as meillas de "eidra enroecieron y ahuecando una mano sobre el oído de Magnus le susurr#. - @(oneo comiendo bolasA. Magnus que en ese momento estaba tomando un sorbo de cerveza, se atragant#. ¡'or 5din! -one%o. Por lo visto su esposa había aprendido por su cuenta otra palabra para re&erirse a su co*o. Mientras "eidra le daba palmaditas en la espalda, aprovechaba para deslizar lentamente su otra mano desde el muslo de él hasta su virilidad. 5a verga de 8din no podía rivalizar con la dureza que sentía Magnus en ese instante. Magnus mir# otra vez hacía la vacía bandea y le pregunt# a "eidra. - '$ra el /ltimo) - 6o. %ay una docena más esperándonos en nuestra habitaci#n. - !usurr# "eidra con picardía. FI
Títulos Serie Guerreros Vikingos! 1 :
El 5so la (o#ia
2 :
El -a*ador de Dragones
3 :
El 'aci8icador
4 :
El Destructor
" # E$ SEDUCT%&
Elaina, hija de una concubina, se ve obligada a huir y esconderse con sus hermanas pequeñas para salvar sus vidas, después de que su tío Eogan haya asesinado a su padre para quitarle la corona. Pero cuando conoce a un alto y temerario vikingo conocido como El Seductor, descubre que el guerrero est decidido a conseguirla, incluso aunque tenga que recurrir al chantaje para lograrlo. Preocupada por haber sido descubierta y desesperada por proteger a sus hermanas, Elaina accede a casarse con él después de que !arvik amenace con revelar su identidad. Ella le ordena que sacie su lujuria rpidamente, pero !arvik no aceptar otra cosa que la entrega total de Elaina. Su uni"n es e#plosiva y mgica, pero $c"mo puede con%iar Elaina en un guerrero conocido como El Seductor& E incluso si es t an honorable como él dice, $podr la maniobra política de unos reyes rivales, obligar a !arvik a abandonar a su nueva esposa a merced del hombre que la quiere muerta&
So're la autora Jianne Carlo
!oy una viciada de 1ron (he& 2merica y 5aJ and 8rder, que adora cocinar, comer y leer. "esearía poder quemar una tonelada de calorías comiendo y siendo sedentaria. '3/ no) (asada hace treinta y cuatro a*os con un hombre increíble que aun me sorprende cada día, y también soy la orgullosa madre de tres &antásticos hios, ahora todos mayores de edad.