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“El gobierno en las democracias liberales ‘avanzadas’: del liberalismo al neoliberalismo” NIKOLAS ROSE Para comprender las innovaciones que presenta el modo de gobier gobierno no neolib neolibera erall es preci preciso so analiz analizarl arlo o a parti partirr del telón telón de fondo del liberalismo. Paso, pues, a caracterizar estas dos formas de gobierno. Liberalismo
En el siglo XVIII europeo la ciencia de la “policía” soñaba con un tiempo en el que el territorio y sus habitantes serían transp transpare arente ntess para para el conoci conocimie miento nto:: todo todo podrí podríaa ser conoci conocido, do, anotado, enumerado y documentado1. La conducta de las personas en todos los ámbitos de la vida iba a ser definida y sometida a escrutinio hasta en sus más mínimos detalles mediante numerosas regulaciones de la vivienda, la vestimenta, los modales, etc. De este modo el desorden se vería neutralizado por la fijación de un orden de las personas y de las actividades2. El liberalismo, en tan tanto que pro program gramaa de gobi gobier erno no,, aban abando don na esta sta fant antasí asía megalomaníaca y obsesiva de una sociedad totalmente nte administrada. A partir de ahora el gobierno se enfrenta con una serie de realidades íaca y obsesiva de una sociedad totalmente administrada. A partir de ahora el gobierno se enfrenta con una serie de realidades –mercado, sociedad civil, ciudadanos – que poseen una lógica interna y una densidad específicas, sus propios mecanismos intrínsecos de autorregulación. autorregulación. El liberalismo, como ha señalado Grahan Burchell, rechazó así “la “la razó razón n de Esta Estado do”” en tant tanto o que que raci racion onal alid idad ad espe especí cífi fica ca de gobierno en la cual un soberano ejercita su voluntad totalizadora a 1
Véase M. Foucault, Résumés des cours, Collège de France, París, 1989, y “Governmentality”, en G. Burchell, C. Gordon Gordon y P. Miller (Eds.), The Foucault effect: studies in govermentality, Harvester Wheatsheaf, Hemel Hempstead, Inglaterra, 1991 (traducido en VV AA, Espacios de poder, La Piqueta. Madrid, 1980). Véase, asimismo, P. Pasquino, “Theatrum Politicum: the genealogy of capital-police and the state of prosperity”, en G. Burchell y otros, The Foucault effect, op. cit., pp. 105-118. 2 G. Oestreich, Neostoicism and the modern state, Cambridge University Press, Cambridge, 1982.
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lo largo de todo el territorio nacional3. Los gobernantes tienen que hace hacerr fren frente te,, por por una una part parte, e, a suje sujeto toss dota dotado doss de dere derech chos os e intereses intereses que no tienen que ser pues puesto toss en entr entred edic icho ho por por la política y, por otra, a todo un ámbito de procesos que no se pueden gobern gobernar ar media mediante nte un ejerci ejercicio cio de volunt voluntad ad sobera soberana na porque los gobernantes carecen de los conocimientos y capacidades suficientes para hacerlo. Los objetos, instrumentos y tare tareas as de gobi gobier erno no debe deben n de ser, ser, por por tant tanto, o, refo reform rmul ulad ados os en rela relaci ción ón a esto estoss ámbi ámbito toss del del merc mercad ado, o, la soci socied edad ad civi civill y la ciudadanía, con el fin de asegurar que funcionen para beneficio de la nación en su conjunto. Los dos polos aparentemente no liberales de “poder sobre la vida” que identificó Foucault –las “disciplinas” del cuerpo y la “biopolítica” de la población– encuentran así un espacio en el interior de los programas liberales del gobierno, un gobierno que depende cada vez más de los medios para hacer inteligibles y pract practica icable bless estas estas condic condicion iones es vitale vitaless para para la produ producci cción ón y el gobierno de un Estado de ciudadanos libres. Estos mecanismos y dispositivos que operan siguiendo una lógica disciplinaria, desde la escuela a la prisión, pretenden crear las condiciones subjetivas, las forma formass de autodo autodomi minio nio,, de autorr autorregu egulac lación ión y autoco autocontr ntrol, ol, necesarias para gobernar una nación ahora concebida como una entidad formada por ciudadanos libres y civilizados. Al mismo tiempo, las estrategias de la biopolítica –encuestas, estadísticas, cens censo os, prog progrramas amas par para maxim aximiizar zar o reduc educiir las tasa tasass de reproducción, para minimizar la enfermedad y promover la salud– pre prete tend nden en hace hacerr inte inteli ligi gibl bles es aque aquell llos os ámbi ámbito toss cuya cuyass leye leyess el gobierno liberal tiene que conocer y respetar: el gobierno legítimo no será por tanto un gobierno arbitrario, sino que estará basado en el conocimiento operativo de aquellos cuyo bienestar está llamado a promover 4. A partir de este momento el gobierno tiene que ser ejercido ejercido con la ayuda de un conocimi conocimiento ento de lo que tiene que ser 3
G. Burchell, “Peculiar interests: civil society society and governing the system of natural liberty”, en G. G. Burchell y otros, The Foucault effect, op. cit., pp. 119-150; y también del mismo autor, “Liberal “Liberal government and techniques of the self”, en A. Barry, Th. Osborne y N. Rose (Eds.), Foucault and political reason, op. cit., pp. 19-36. 4 Véanse los siguientes trabajos de M. Foucault Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, Siglo XXI, México, 1977; la “Introducción” a The history of sexuality, Vol. 1, Penguin, Londres, 1979; y “La política de la salud en el siglo XVIII”, en Saber y verdad, La Piqueta, Madrid 1985, pp. 89-106.
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gobernado –la infancia, la familia, la economía, la comunidad–, de un conocimiento de sus leyes generales de funcionamiento –oferta y demanda, solidaridad social–, en una situación concreta y en un momento determinado (tasa de productividad, tasa de suicidios), y, a la vez, de un conocimiento de los medios a través de los que puede ser configurado y orientado a producir objetivos deseables al mismo tiempo que se respeta su autonomía. Desde una perspectiva de gobierno se pueden destacar cuatro rasgos del liberalismo. 1. Una nueva relación entre gobierno y conocimiento. Aunque todas las fórmulas de gobierno dependen de un conocimiento de lo que tiene que ser gobernado y, por supuesto, constituyen ellas mism ismas una una cier cierta ta forma rma de cono conoci cim mien iento de las las art artes de gobi gobier erno no,, las las estr estrat ateg egia iass libe libera rale less vinc vincul ulan an el gobi gobier erno no con con conocimientos positivos sobre la conducta humana desarrollados por las ciencias humanas y sociales. La acción de gobierno se ve así ligada a todo tipo de hechos (Ian Hacking analizó la avalancha de estadísticas publicadas, así como otro tipo de informaciones)5, teo teorías ías (filos iloso ofías ías del del progr ogreso eso, con concept ceptua uallizaci zación ón de las las epidemias…), diagramas (reforma sanitaria, tratamiento infantil), técn técnic icas as (con (conta tabi bili lida dad d de dobl doblee entr entrad ada, a, insp inspec ecci ción ón médi médica ca obligatoria en las escuelas), y personas cualificadas que pueden habl hablar ar “en “en nomb nombre re de la soci socied edad ad”” (soc (soció iólo logo gos, s, esta estadí díst stic icos os,, epidemiól epidemiólogos, ogos, trabajad trabajadores ores sociales) sociales).. El conocimi conocimiento ento en este caso gira en torno a una diversidad de dispositivos destinados a la producción, circulación, acumulación, legitimación y realización de la verdad: el ámbito académico, los despachos gubernamentales, los informes de las comisiones, las encuestas y los los grup grupos os de pres presió ión. n. Es el “sab “saber er cómo cómo”” lo que que prom promet etee convertir en dóciles aquellos ámbitos ingobernables sobre los que el gobierno debe de ser ejercido para hacer que dicho gobierno sea posible y más perfecto. 2. Una nueva definición de los sujetos de gobierno, en cuanto suj sujet etos os acti activo voss que que part partic icip ipan an en su prop propio io gobi gobier erno no.. Los 5
I. Hacking, The taming of chance, Cambridge University Press, Cambridge, 1991.
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programas liberales de gobierno se caracterizan por la esperanza de que van a ser una inversión rentable para los propios sujetos de gobierno. Las proclamas en el campo político, jurídico y moral, así como en otros ámbitos, de que los sujetos son individuos cuya libe libert rtad ad y der derech echos deb deben de ser ser respe espettados ados medi ediant ante el establecimiento de límites a la esfera legítima de la regulación política y legal, son inseparables del surgimiento de toda una — indivi individua dualid lidad ad de forma forma especi especial. al. Las estrat estrategi egias as libera liberales les de gobierno se hacen, por tanto, dependientes de toda una serie de disp dispos osiitivos ivos (escu escuel ela, a, fami amilia lia dom domesti sticad cada, manic anicom omiio, reformatorios) reformatorios) que prometen crear individuos que no necesitan ser gobernados por otros, sino que se gobernarán y se controlarán por sí mismos, y se cuidarán solos. Y, aunque el sujeto abstracto de derechos se define utilizando un lenguaje universal, las nuevas tecn tecnol olog ogía íass de gobi gobier erno no prod produc ucen en,, a lo larg largo o del del sigl siglo o XIX, XIX, nuevas nuevas exigen exigencia ciass y posib posibili ilidad dades es de conoci conocimie miento ntoss positi positivos vos sobre sujetos concretos. El siglo XIX es, por tanto, un período de extensión de las disciplinas que, al mismo tiempo que definen a los sujetos en términos de funciones específicas de civilización, pro provo voca can n una una divi divisi sión ón entr entree los los miem miembr bros os civi civili liza zado doss de la sociedad y aquellos otros que carecen de capacidades para ejercer una ciudadanía responsable: la mujer infanticida o el monomaníaco regicida en los tribunales de justicia, los niños y niñas delincuentes en los reformatorios, las prostitutas o mujeres caíd caídas as,, los los homb hombre ress y muje mujere ress cons consid ider erad ados os loco locos. s. Se pued puedee comprobar de este modo el inicio de una transición dolorosa –acompañada de resistencias– que va desde los derechos de la verdad sobre los humanos, la teología o la jurisprudencia, a las disciplinas que deben sus verdaderas condiciones de disciplinarización disciplinarización a estas nuevas tecnologías de gobierno. A partir de este momento las gubernamenalidades liberales soñarán que el proyecto nacional para el buen sujeto de gobierno se fusionará con obligaciones voluntariamente asumidas por individuos libres para sacar el mayor provecho de su propia existencia, mediante la gestión responsable de su vida. Al mismo tiempo los propios sujetos tendrán que adoptar toda una serie de decisiones acerca de su auto autoco cond nduc ucta ta ased asedia iado doss por por una una red red de nuev nuevos os leng lengua uaje jes, s, normas, promesas, serias advertencias, y amenazas de
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intervención, organizadas cada vez más en torno a una proliferación proliferación de normas y normatividades. 3. Una relación intrínseca con la autoridad de los expertos. Las arte artess libe libera rale less de gobi gobier erno no,, desd desdee medi mediad ados os del del sigl siglo o XIX, XIX, intentaron modelar acontecimientos, decisiones y acciones en el campo de la economía, la familia y la empresa privada, y modelar la conducta de los individuos, a la vez que mantener y promover su autonomía y autorresponsabilidad. Estos modos de intervención no respondían a una lógica simple, ni formaban parte de un programa coherente de la “intervención del Estado”, sino que más bien una serie de conflictos y perturbaciones –epidemias y enfermedades, delitos y criminalidad, pauperismo e indigencia, enf enferm ermedad edad ment ental e imbec becili ilidad dad, rupt uptura ura de relac elaciiones ones matri atrim moni oniale ales– se vier vieron on recod ecodif ifiicad cados com como prob proble lem mas “soc “socia iale les” s”,, hech hecho o que que tuvo tuvo cons consec ecue uenc ncia iass para para el bien bienes esta tar r nacional y que exigió, por tanto, nuevas formas legitimadas de atenci atención ón para para remedi remediar ar estos estos proble problemas mas6. Las Las rela relaci cion ones es que que surgieron entre las autoridades políticas, las medidas legales y las autoridades independientes, diferían en función de si se intentaban regular los intercambios económicos mediante contrato, mitigar los los efec efecto toss del del trab trabaj ajo o indu indust stri rial al sobr sobree la salu salud, d, redu reduci cirr los los peligros sociales de las epidemias mediante reformas sanitarias, moralizar a los niños de las clases trabajadoras mediante escuelas de fábrica, etc. En cada uno de estos casos los expertos, al exigir que los arreglos económicos, familiares y sociales se rigiesen por los programas que ellos diseñaban, trataban de movilizar recursos polí polític ticos os tales tales como como la legisl legislaci ación, ón, los fondo fondoss o la capaci capacidad dad organizativa para lograr sus propios fines. Las fuerzas políticas intent intentaro aron n hacer hacer efecti efectivas vas sus estrat estrategi egias as no solo solo median mediante te la utilización de leyes, burocracias y creando agencias y agentes legitimados del Estado, sino también instrumentalizando formas de autoridad distintas de las “del Estado” con el fin de gobernar –espacial y constitucionalmente– “a distancia”. Se confirió, de este este modo modo,, auto autori rida dad d a auto autori rida dade dess expe expert rtas as form formal alme ment ntee autónomas, al mismo tiempo que el ejercicio de esta autonomía se configuró, a través de variadas formas de legitimación, a través de 6
M. Foucault, “La política de la salud en el siglo XVIII”, op. cit.
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la prof profes esio iona nali liza zaci ción ón y la buro burocr crat atiz izac ació ión. n. A part partir ir de este este mome moment nto o el ámbi ámbito to de la “pol “polít ític ica” a” se dife difere renc ncia iará rá de otra otrass esferas de gobierno legitimado, ya inexorablemente inexorablemente vinculado a la autoridad de los expertos. 4. Un cuestionamiento continuo de la acción de gobierno. Las soci sociol olog ogía íass de nues nuestr traa cond condic ició ión n posm posmod oder erna na subr subray ayan an la “ref “refle lexi xivi vida dad” d” cons consid ider erán ándo dola la una una cara caract cter erís ísti tica ca de nues nuestr tro o 7 tiempo , pero la “reflexividad” que impulsa todos los intentos de ejer ejerce cerr el gobi gobier erno no en el pres presen ente te no es una una cara caract cter erís ísti tica ca distintiva de una etapa terminal de modernidad, ya que caracteriza a las racionalidades políticas liberales desde sus comienzos. El liberalismo se enfrenta asimismo a la cuestión de “¿Gobernar, para qué?”, una pregunta que exige un constante escrutinio crítico sobre las actividades de los que gobiernan realizado por otros y por las propias autoridades de gobierno. Pero, si los objetivos de gobierno están gobernados por sus propias leyes, “las leyes de lo natural”, ¿bajo qué condiciones se puede someterlos legítimamente a las leyes del gobierno político? Aún Aún más, más, el prop propio io libe libera rali lism smo o se enfr enfren enta ta a las las sigu siguie ient ntes es cuestiones: ¿Quién puede gobernar?, ¿bajo qué condiciones es posible ejercer la autoridad sobre alguien?, ¿en qué se funda la legitimación de la autoridad? Esta cuestión de la autoridad debe de ser respondida no por vías trascendentales, ni apelando a la carismática persona del líder, sino a través de variados medios técnicos –de donde se deriva que la democracia y la intervención de los expertos se manifiestan como dos soluciones duraderas. El libe libera rali lism smo o inau inaugu gura ra una una cont contin inua ua desa desafe fecc cció ión n resp respec ecto to al gobierno, un perpetuo cuestionamiento acerca de si los efectos desead deseados os se están están produ producie ciendo ndo,, un cuesti cuestiona onamie miento nto sobre sobre los errores de las teorías y los programas que obstaculizan la eficacia del gobierno, un diagnóstico recurrente del fracaso unido a una exigencia, también recurrente, de gobernar mejor.
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A. Giddens, Consequences of modernity, Polity Press, Cambridge, 1990 (trad. Consecuencias de la modernidad, Alianza, Madrid, 1994); y S. Lash-J. Urry, Economies of sings and spaces, Polity Press, Cambridge, 1994.
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Liberalismo avanzado
Las condiciones que dieron al traste con la aceptación de la que gozaba el gobierno social fueron heterogéneas. Inmediatamente despué despuéss de la Segund Segundaa Guerr Guerraa Mundia Mundial, l, precis precisam ament entee cuando cuando algunos estaban asumiendo la lección de que era posible que el conjunto de la organización económica y social de una nación fuese gobernada, de un modo u otro, por el Estado central, un grupo de intelectuale ales europeos llegaba justamente a la conclusión opuesta. Posi Posibl blem emen ente te la prop propue uest staa más más famo famosa sa fue fue la suge sugest stió ión n de Friederich von Hayeck de que la lógica del Estado intervencionista, tal como se había manifestado en los tiempos de la guerra en la organización de la vida económica y social, no solo era era inef inefic icaz az y habí habíaa frac fracas asad ado, o, sino sino que que adem además ás cond conduc ucía ía al conjunto de naciones por un camino directo hacia un Estado total, tal y como se había manifestado en la Alemania nazi y se podía per perci cibi birr aún aún en la Unió Unión n Sovi Soviét étic icaa de Stal Stalin in –amb –ambos os país países es subvertían las verdaderas libertades, la libertad y la democracia, que precisamente decían promover 8. Los argumentos contenidos en The road serfdom de Hayeck fueron elaborados en diferentes textos posteriores: el principio de la libertad individual era a la vez vez el ori origen gen de nue nuestr stro progr ogreso eso y la garan aranttía del del futur uturo o desarrollo de la civilización; aunque debemos desprendernos de la perversa ilusión de que podemos deliberadamente crear, mediante decisiones y cálculos de autoridad, “el futuro de la humanidad”, ten tenemos emos que que reco econoce nocerr que que la liber bertad es en sí misma sma un instrumento de civilización, que “la disciplina de la civilización […] es al mismo tiempo la disciplina de la libertad”9. Apenas tres décadas más tarde, estas críticas del Estado social se fund fundie iero ron n dand dando o luga lugarr a un rele releva vant ntee asal asalto to polí políti tico co a las las 8
Véanse: F. A. Hayek, The road to serfdom, Routledge and Kegan Paul, Londres, 1944 (trad. Camino de servidumbre, Alianza, Madrid, 1990); C. Gordon, “The soul of the citizen: Max Weber and Michel Foucault on rationality and governmen t”, en S. Lash-S. Whimster (Eds.), Max Weber, ratioinality and modernity, Allen and Unwin, Londres, 1987, y, también del mismo autor, “Governmental rationality: an introduction”, en G. Burchell y otros, The Foucault effect, op. cit., pp. 1-52. Véase, igualmente, igualmente, N. Rose, “Eriarvoisuus ja valta hyvinvointivaltion jalkeen” (traducción finlandesa de “Disadvantage and Power ‘after the Welfare State’ ”), Janus (Revista de la Finnish Society for Social Policy), 1, pp. 46-68. 9 F. A. Hayek, The constitution of liberty, Routledge and Kegan Paul, Londres, 1979, p. 163.
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racionalidades, programas y tecnologías del Welfare en Inglaterra, Europa y los Estados Unidos. Una tesis económica, articulada de forma distinta por la izquierda y por la derecha, cobró en este contexto una particular significación: el argumento de que los crecientes niveles de impuestos y de gasto público requeridos para sostener los servicios sociales de salud, bienestar, educación y otros, ponían en peligro la salud del capitalismo ya que requerían tasas penalizadoras de impuestos sobre el beneficio privado. Esta contradicción fue formulada por la izquierda en términos de “la crisis fiscal del Estado”, y, por la derecha, en términos de las contradicciones entre el crecimiento de un sector de bienestar “imp “impro rodu duct ctiv ivo” o” –que –que no crea creaba ba riqu riquez eza– a– y un sect sector or priv privad ado o “productivo” –que era el que creaba toda la riqueza nacional 10. La auténtica socialización de la empresa capitalista privada y de las rela elacio ciones nes de merca ercado do –que –que hab había sido sido perci ercibi bida da com como la salvación, a la vez, frente a las amenazas del socialismo y frente a la desin sintegración moral y social– aparecía ahora como incompatible con la supervivencia de una sociedad basada en una economía capitalista. Este argumento económico entraba así en confluencia, en este momento, con toda otra serie de críticas del gobierno social: la arrogancia de un gobierno que va demasiado lejos; los peligros de una una sobr sobrec ecar arga ga de func funcio ione ness del del gobi gobier erno no;; lo absu absurd rdo o de los los políticos que juegan a adivinar por dónde van a ir el mercado eligiendo selectivamente a los triunfadores; los reproches de que las las dema demand ndas as keyn keynes esia iana nass de gest gestió ión n prov provoc ocan an expe expect ctat ativ ivas as inflacionarias y conducen a la depreciación de la moneda. Otros insi insist stía ían n en que que esta estass medi medida dass dest destin inad adas as a hace hacerr decr decrec ecer er la pobreza condujeron, en realidad, a incrementar la desigualdad; que los intentos para asistir a los desfavorecidos empeoraron su situación de desventaja; que los controles de los salarios mínimos golpearon a los peor pagados al destruir puestos de trabajo. Y todavía más, las propias burocracias asistenciales, junto con los especialistas del Welfare y los expertos sociales asociados a ellas, 10
J. O’Connor, The fiscal crisis of state, St. Matin’s Press, Nueva York, 1972 (trad. La crisis fiscal del Estado, Ed. 62-Península, Barcelona, 1981); y R. Bacon y S. Eltis, Britain’s economic problems: two few producers?, Macmillan, Londres, 1976.
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se convirtieron en objeto de ataques provenientes de toda la gama del espectro político –desde los clásicos liberales y los libertarios, hasta los críticos izquierdistas del control social de la desviación, pasando por los activistas socialdemócratas preocupados por la falta de eficacia del gobierno social para aliviar la desigualdad y las desventajas. Se puso así de relieve que tras sus apasionadas dem demanda andass en aras aras de una una mayor ayor fund undamen amenttaci ación para ara sus sus servicios subyacía la oculta estrategia de construir un imperio, así como el ascenso de intereses sectoriales, y se puso de manifiesto que fueron las clases medias quienes, más que los pobres, se beneficiaron tanto de las oportunidades de empleo como de los servicios del Welfare State, que estos servicios destruyeron, en realidad, otras formas de ayuda social tales como las de la iglesia, la comunidad y la familia, y que no favorecieron una responsabilidad social ni ciudadanía, sino más bien la dependencia y la mentalidad clientelística11. Simultáneamente el imperio de los expertos sociales se fracturó dando lugar a diferentes especialidades en competencia: expertos en niños, viejos, incapacitados, alcohólicos, adictos a las drogas, madres solteras, enfermeras psiquiátricas, trabajadores sociales, tera terape peut utas as ocup ocupac acio iona nale less y much muchos os otro otros. s. Cada Cada una una de esta estass “esp “espec ecia iali lida dade des” s” inte intent ntó ó orga organi niza zars rsee prof profes esio ional nalme ment ntee para para recl reclam amar ar sus sus dere derech chos os y su prop propio io camp campo o de inte interv rven enci ción ón:: el mundo del bienestar se fragmentó a través de una división del trabajo cada vez más acusada y a través de lealtades prácticas y conceptuales divergentes. Los clientes de los expertos se vieron obligados a comprenderse a sí mismos, a narrarse a sí mismos, y a pensar su bienestar a través de nuevas formas. En la mayor parte de los sectores los individuo individuoss lograron lograron reconceptu reconceptualiz alizarse arse a sí mismos mismos en términos términos 11
Véanse: Ch. Murray, Losing ground: American social policy 1950-1980, Basic Books, Nueva York, 1980; M. Adler y S. Asquith (Eds.), Discretion and welfare, Heinemann, Londres, 1981; M. Friedman, Capitalism and freedom, University of Chicago Press, Chicago, 1982 (trad. Capitalismo y libertad, Rialp, Madrid, 1966). Una versión más antigua: C. Reich, “Individual rights and social welfare”, Yale Law estas “retóricas de la intransigencia” intransigencia” véase Albert O. Journal, 74, 1964, p. 1245. Para la discusión de estas Hirschman, The rhetoric of reaction, Belknap Harvard, Cambridge, Mass., 1991 (trad. con el título Retóricas de la intransigencia, FCE, Madrid, 1991, reimp. 1994).
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de su propia voluntad de estar sanos, y de gozar de una normalidad maximizada. Asediados por las imágenes de salud y felicidad producidas por los medios de comunicación, y por las estrategias de mercado desplegadas por la publicidad y los sistemas de consumo, pasaron a narrar sus problemas con el potente lenguaje de los derechos, se organi organizar zaron on form formand ando o asocia asociacio ciones nes propia propias, s, cuesti cuestiona onando ndo los poderes de los expertos, protestando contra unas relaciones que ahora aparecían como tutelares, y degradantes para su autonomía, recl reclam aman ando do un aume aument nto o de recu recurs rsos os para para sus sus cond condic icio ione ness par partticul icular ares es,, y exigi xigien endo do poder oder deci ecir algo algo resp espect ecto a las las decisiones que afectaban a sus vidas. Frente a esta simultánea proliferación, fragmentación, contestación y deslegitimación del papel de los expertos en los dispositivos del gobierno social, se per perfi filó ló una una nuev nuevaa fórm fórmul ulaa para para la rela relaci ción ón entr entree gobi gobier erno no,, expertos y subjetividad. Se desarrollaron así determinadas estrategias. Los “libertarios civi civile les” s” trat tratar aron on de ased asedia iarr a los los expe expert rtos os sirv sirvié iénd ndos osee de una una parafernalia de restricciones legales, derechos y tribunales, que modulasen sus decisiones: esta táctica resultó incómoda, lenta y cara, cara, y únicam únicament entee sirvió sirvió para para redist redistrib ribuir uir podere poderess social sociales es a nuevos expertos; en el Reino Unido tales estrategias únicamente lograron un limitado impacto sobre la vida social 12. Críticos de izqu izquie ierd rdaa se cont conten enta taro ron n por por larg largo o tiem tiempo po con con denu denunc ncia iarr los los poderes de los expertos como un encubierto control social del Estado, tratando de distinguir entre el uso del conocimiento y su abuso, o de separar el verdadero conocimiento emancipatorio de la ideología que disfraza y legitima el ejercicio del poder en “los aparatos ideológicos de Estado”. Una política radical respecto al papel de los expertos, en la línea del eslogan maoísta “Más vale rojo que experto”, trataba de eliminar cualquier tipo de inte interv rven enci ción ón peri perici cial al (com (como o ocur ocurri rió ó con con la anti antips psiq iqui uiat atrí ríaa y algunas formas de feminismo): esta “oposición a los expertos” generó rápidamente su propia profesionalización, con sus propias orga organi niza zaci cion ones es,, peda pedago gogí gías as,, etc. etc. Otra Otrass polí políti tica cass de izqu izquie ierd rdaa 12
Véanse, C. Reich, op. cit .; .; y M. Adler y S. Asquito, op. cit.
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respecto a los expertos operaron bajo la rúbrica de “la generalización de competencias”, tal y como sucedió con algunos movim movimien ientos tos de cooper cooperati ativas vas de traba trabajad jadore oress que tratar trataron on de reor reorga gani niza zarr los los luga lugare ress de trab trabaj ajo o cont contro rola lado doss y gest gestio iona nado doss jerárquicamente13. En el campo económico, al menos en Inglaterra, este intento se encontró con resistencias, provenientes no solo de los jefes, sino también de los representantes tradicionales de los trabajadores preocupados por la erosión de sus propios poderes y por la emergencia de nuevos corporativismos corporativismos con intereses opuestos a los suyos. Parecido destino tuvieron algunos intentos para democratizar la inte interv rven enci ción ón de los los expe expert rtos os en otro otross camp campos os tale taless como como la psiquiatría y la justicia. Podría inducir a equívocos sugerir que los regímenes políticos neocon neoconser servad vadore ores, s, que fueron fueron elegid elegidos os en Ingla Inglater terra ra y en los Estados Unidos a finales de los años setenta, estaban basados en una racionalidad política coherente y elaborada que tenían que desarrollar, e induciría a un error todavía mayor pensar que hacían del poder burocrático y profesional un problema clave. Inicialmente, sin duda, estos regímenes simplemente trataron de ocupar ocuparse se de una multit multitud ud de difere diferente ntess proble problema mass relati relativos vos al bie biene nest star ar,, de redu reduci cirr cost costes es,, reco recort rtar ar el pode poderr de los los lobbies profesionales, etc. Pero, gradualmente, estas diversas escaramuzas fueron racionalizadas en el interior de un relativamente coherente pro progr gram amaa de gobi gobier erno no que que se deno denomi minó nó neol neolib iber eral alis ismo mo.. El neol neolib iber eral alis ismo mo se las las arre arregl gló ó para para reac reacti tiva varr una una espe especi ciee de vigila vigilanci nciaa crític críticaa sobre sobre el gobier gobierno no políti político co caract caracterí erísti stica ca del libe libera rali lism smo o clás clásic ico, o, cone conect ctan ando do dife difere rent ntes es elem elemen ento toss de la “retórica de la intransigencia” con una serie de técnicas –ninguna de ellas en sí misma particularmente nueva o destacable–, lo que per permi miti tió ó que que esta estass crít crític icas as se inco incorp rpor oras asen en al gobi gobier erno no.. Por Por supuesto, un hecho que puede resultar paradójico en lo que se refiere al neoliberalismo es que, pese a presentarse a sí mismo como una crítica al gobierno político, mantiene el programático a priori, priori, la presuposición, de que lo real es programable por las 13
M. Cooley, Architect or bee: the human/technology relationship, Langley Technical Services, Slough, Inglaterra, 1980.
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autoridades: los objetos de gobierno se hacen así pensables en la medida en que sus dificultades aparecen como susceptibles de diagnóstico, prescripción y cura14. El neoliberalismo no abandona la “voluntad de gobernar”, sino que mantiene la visión de que el frac fracas aso o del del gobi gobier erno no para para alca alcanz nzar ar sus sus obje objeti tivo voss pued puedee ser ser supe supera rado do si se inve invent ntan an nuev nuevas as estr estrat ateg egia iass de gobi gobier erno no que que triunfarán. ¿Qué ¿Qué signif significa ica “gober “gobernar nar de modo modo libera liberall avanza avanzado” do”?? Las extremas alabanzas o condenas del thatcherismo se ha visto que eran una exageración. Pero ello no significa que no sea posible identi identific ficar ar una transf transform ormaci ación ón más modest modestaa y durade duradera ra en las racion racionali alidad dades es y tecnol tecnologí ogías as de gobier gobierno. no. Estrat Estrategi egias as “liber “liberal al avan avanza zada das” s” pued pueden en ser ser obse observ rvad adas as en cont contex exto toss naci nacion onal ales es distintos, desde Finlandia a Australia, reivindicadas por regímenes pol polít ític icos os de izqu izquie ierd rdas as y dere derech chas as,, y en rela relaci ción ón con con camp campos os problemáticos que van desde el control de los delitos a la salud. Estos regímenes se sirven de técnicas de gobierno que crean una dist distan anci ciaa entr entree las las deci decisi sion ones es de las las inst instit ituc ucio ione ness polí políti tica cass form formal ales es y otro otross acto actore ress soci social ales es,, conc concib iben en a esos esos acto actore ress de form formaa nuev nuevaa como como suje sujeto toss de resp respon onsa sabi bili lida dad, d, auto autono nomí míaa y elección, y tratan de actuar sobre ellos sirviéndose de su libertad. Paso a esbozar a continuación, de forma un tanto rápida, tres rasgos característicos del neoliberalismo. neoliberalismo. 1. Una nueva relación entre los expertos y la política. El Welfare debe debe ser ser cons consid ider erad ado o como como una una raci racion onal alid idad ad “sus “susta tant ntiv iva” a” de gobierno: las expertas concepciones de los expertos sobre salud, niveles de ingresos, tipos de actividad económica, etc. fueron más o meno menoss dire direct ctam amen ente te tran transf sfer erid idas as a la maqu maquin inar aria ia y a los los objetivos del gobierno político. Al mismo tiempo, las tecnologías del Welfare prop propor orci cion onar aron on a los los expe expert rtos os pode podere ress que que les les per perm mitier tieron on esta establ blec ecer er cot cotos cer cerrado ados en cuyo cuyo inter nteriior su autoridad no podía ser cuestionada, protegiéndoles así eficazmente de los intentos políticos exteriores para ejercer el control tanto sobre ellos como sobre sus decisiones y acciones. En 14
N. Rose y P. Millar, “Political power beyond the state: problematics problematics of government”, British Journal of Sociology, 43 (2), 1992, pp. 172-205.
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contraste con esto, los modos de gobierno liberal avanzado tienen un cierto carácter “formal”. Los poderes conferidos previamente a los conocimientos positivistas sobre la conducta humana serán ahora transferidos a regímenes calculadores de contabilidad y de gestión financiera. Y los cotos cerrados de los expertos serán invadidos a través de toda una gama de nuevas técnicas destin destinada adass a ejerce ejercerr un contro controll crític crítico o sobre sobre la autori autoridad dad –las –las técn técnic icas as pres presup upue uest star aria ias, s, las las técn técnic icas as de cont contab abil ilid idad ad y las las auditorías son las tres más relevantes. Estos procesos de cambio sin duda están basados en una exigencia de verdad, pero de una verdad diferente a la verdad de las ciencias humanas y sociales: estas “ciencias grises”, estos “saber hacer” de la enumeración, el cálcul cálculo, o, la monit monitori orizaci zación, ón, la evalua evaluació ción n y la gestió gestión, n, pueden pueden apar aparec ecer er al mism mismo o tiem tiempo po como como mode modest stos os y omni omnisc scie ient ntes es,, limi limita tado doss y apar aparen ente teme ment ntee sin sin lími límite tes, s, cuan cuando do se los los apli aplica ca a problemas tan diversos como la conveniencia de un pro proce cedi dimi mien ento to médi médico co,, o la viab viabil ilid idad ad de un depa depart rtam amen ento to universitario. La mercantilización, por ejemplo, establece variadas formas de distancia entre la maquinaria política y las maquinarias de los expertos: se produce así una aparente devolución de los poderes reguladores desde “arriba” –planificación y obligatoriedad– hacia “abajo” –las decisiones de los consumidores. Esta merca ercant ntiiliza lizaci ció ón, en su form orma idea ideal, l, per permite imagi aginar nar un “mercado libre” en el que las relaciones entre los ciudadanos y los exp experto ertoss no est estén organi ganiza zad das ni regu egulada ladass a través avés de la obligatoriedad, sino basadas en actos de elección. La mercantilización trata de regular, por vías diferentes, la pluralidad de intervenciones de los expertos, no tanto entrando a dirimir las demandas rivales de los diferentes grupos de expertos, cuanto tran transf sfor orma mand ndo o a los los agen agente tess de bien bienes esta tarr –dep –depar arta tame ment ntos os de serv servic icio ioss soci social ales es,, depa depart rtam amen ento toss de vivi vivien enda da,, auto autori rida dade dess sani sanita tari rias as– – en “com “compr prad ador ores es”” que que pued pueden en eleg elegir ir “com “compr prar ar”” servicios dentro de una gama de opciones disponibles. De este modo, en “el comprador-proveedor”, escindido entre los servicios de salu salud, d, las las técn técnic icas as de gest gestió ión n de los los serv servic icio ioss soci social ales es,, la autono autonomi mizac zación ión de las escuel escuelas as del contro controll de las autor autorida idades des
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locales que compiten por alumnos en el mercado, se puede ver una reconfiguración de importantes políticas de intervención, una nueva nueva vía para para “respons “responsabi abili lizar zar”” a los expert expertos os respecto respecto a las exigencias que pesan sobre ellos, diferentes a las basadas en su pro propi pio o crit criter erio io de verd verdad ad y comp compet eten enci cia, a, que que los los vinc vincul ulan an a nuevas relaciones de poder. De forma forma simila similar, r, la moneta monetariz rizaci ación ón juega juega un papel papel clave clave rompiendo los cotos cerrados del Welfare existentes en el interior de redes del gobierno social. Transformar las actividades –interviniendo sobre los pacientes, educando a los estudiantes, propo proporci rciona onando ndo entrev entrevist istas as de trabaj trabajo o social social para para client clientes– es– en términos de dinero contable da lugar a que se establezcan nuevas relaciones de poder. Obligar a la gente a que anote minuciosamente lo que le pasa, prescribir lo que tiene que ser escr escrit ito o y cóm cómo, es en sí mism ismo un tipo tipo de gobi obiern erno de las conduc conductas tas indiv individu iduale aless que produc producee una imagen imagen del gobier gobierno no acor acorde de con con norm normas as part partic icul ular ares es.. La técn técnic icaa pres presup upue uest star aria ia tran transf sfor orma ma la acti activi vida dad d de quie quiene ness elab elabor oran an el pres presup upue uest sto o aume aument ntan ando do las las opci opcion ones es,, al mism mismo o tiem tiempo po que que las las regu regula la y proporciona nuevas vías para asegurar la responsabilidad y la fide fideli lida dad d de los los agen agente tess que que form formal alme ment ntee cont contin inúa úan n sien siendo do autó autóno nomo mos. s. Y esto estoss proc proces esos os no solo solo tien tienen en luga lugarr cuan cuando do se elabora el presupuesto, sino también en la “presupuestarización” de cualquier actividad, de tal forma que los términos de cálculo y decisión se desplazan, al mismo tiempo que se coagulan nuevos diagramas de fuerza y de libertad. Entr Entree esta estass nuev nuevas as estr estrat ateg egia iass de gobi gobier erno no,, la audi audito torí ríaa se convierte en uno de los mecanismos clave a la hora de responder a la pluralidad de las intervenciones periciales y a la inherente e inexpresable controversia de sus exigencias de verdad. Michael Power ha sugerido que la auditoría, en sus diferentes formas, ha reem reempl plaz azad ado o la conf confia ianz nzaa que que la fórm fórmul ulaa de gobi gobier erno no habí habíaa concedido a las credenciales profesionales15. Como señala Power, la auditoría responde al “fracaso” y a la inseguridad mediante una 15
M. Power, The audit society. Paper delivered to London History of the Present Research Network, 4 November, 1992; y también, del mismo autor, The audit society, Demos, Londres, 1994.
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nueva “gestión del riesgo”. El riesgo pasa a ser algo manejable medi median ante te nuev nuevas as rela relaci cion ones es dist distan anci ciad adas as de cont contro roll entr entree los los centros políticos de decisión y los procedimientos, dispositivos y apar aparat atos os “no “no polí políti tico cos” s” –tal –tales es como como escu escuel elas as,, hosp hospit ital ales es o empresas– sobre los que recae de nuevo la responsabilidad de la salud, la riqueza y la felicidad. En este proceso las entidades son transf transform ormada adas, s, para para ser “audit “auditada adas” s” tiene tienen n que conver converti tirse rse en “aud “audit itab able les” s”,, prod produc ucir ir una una nuev nuevaa tram tramaa de visi visibi bili lida dade dess en relación con la conducta de las organizaciones y de aquellos que las componen. La auditoría puede poner en marcha demandas difíciles y duras, pero se mueve bien a través del espacio y del tiempo, es capaz de propagarse a multitud de enclaves, dirigiendo y organizando actividades, y conectando centros de cálculo con sedes de implementación de acuerdo con nuevos vectores. Pese al hecho de que su “perfil epistemológico” es, si es que tiene alguno, todavía de más bajo nivel que los conocimientos que desplaza, y pese a que no existe nada nuevo en las técnicas de auditoría en sí mismas, sin embargo el modo en que operan –en términos de procedimientos más que en términos sustantivos, según criterios al mismo tiempo aparentemente estables y muy flexibles tales como eficiencia, conveniencia, efectividad– las convierte en una tecn tecnol olog ogía ía vers versát átil il y alta altame ment ntee tran transf sfer erib ible le para para gobe gobern rnar ar a distancia. 2. Una nueva pluralización de las tecnologías “sociales”. Las estrategias de pluralización y de autonomización, autonomización, que caracterizan a muchos programas contemporáneos destinados a reconfigurar las las tecn tecnol olog ogía íass soci social ales es desd desdee dist distin inta tass part partes es del del espe espect ctro ro político, muestran una tendencia hacia una “desgubernamentalización” del Estado y hacia una “des-estatalización del del gobi gobier erno no”, ”, un fenó fenóme meno no que que está está rela relaci cion onad ado o con con una una mutación en el concepto de “lo social”, concepto que surgió a final inalees del del sig siglo XIX y en cuy cuya inve nvenci nción part partiicipa ciparron la sociología y el gobierno del Welfare para quienes lo social era a la vez objeto y blanco de intervención. intervención. La relación entre el individuo responsable y su comunidad autogobernada sustituyó la relación que previamente existía entre el ciudadano social y su sociedad
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común16. A lo largo de esta mutación se comprueba la pérdida de centralidad de variadas tecnologías de regulación que, durante el siglo XX, se intentaron ensamblar en una red de funcionamiento únic único o y, en cont contra rapa part rtid ida, a, se prod produc ucee la impl implan anta taci ción ón de una una forma de gobierno que actúa a través de la conformación de pod poder eres es y volu volunt ntad ades es de ent entidade dadess autó autóno nom mas: empr empres esaas, organizaciones, comunidades, profesionales, individuos. De aquí se deriva la implantación de modos particulares de cálculo en los agentes, y la suplantación de ciertas normas, como las de servicio y dedicación, por otras, tales como las de competitividad, calidad y demanda de los usuarios. Estos cambios implicaron también el esta establ blec eciimie miento nto de dif diferen erenttes redes edes de con contab tabili ilidad dad y de responsabilidad. El proceso posiblemente más significativo de todos éstos fue la desa desart rtic icul ulac ació ión n de una una vari varied edad ad de acti activi vida dade dess de gobi gobier erno no previamente ensambladas en el interior del aparato político: este fenómeno en Gran Bretaña suele conocerse con el nombre de quangoization of State. Proliferaron entonces organizaciones casi autónomas, no gubernamentales, que asumieron toda una serie de func funcio ione ness regu regula lado dora rass (com (como o la regu regula laci ción ón de segu seguri rida dade dess e inversiones en el sector financiero), de planificación (como el surgimiento de nuevas entidades de gobierno y regeneración de las ciudades) y funciones educativas, tales como la constitución de organizaciones responsables para procurar una formación a aquellos que abandonaban la escuela, en fin, organizaciones que asum asumie iero ron n resp respon onsa sabi bili lida dade dess para para la prov provis isió ión n de serv servic icio ioss “púb “públi lico cos” s” prev previa iame ment ntee exis existe tent ntes es como como el agua agua,, el gas, gas, y la electricidad, y para la “privatización” de servicios públicos como las las pris prisio ione ness y la poli policí cía. a. Todo Todoss esto estoss proc proces esos os han han esta estado do relacionados con la invención y la utilización de otras medidas emerge emergente ntess desti destinad nadas as al gobier gobierno no de esas esas entida entidades des,, medida medidass que, al poner el énfasis en la aparente objetividad y neutralidad de los números, refuerzan la pretensión de esas entidades de que act actúan úan de acuer cuerd do con con un progr rogram amaa apo apolíti lítico co17. Cont Contra rato tos, s, 16
N. Rose, “The death of the social? Refiguring the territory of government”, Economy and Society, 25, 3, 1996, pp. 327-356. 17 C. Hood, “A public management for all seasons”, Public Administration, 69, (1), 1991, pp. 3-19.
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objetivos, indicadores, medidas de los resultados, monitorización y evaluación están así siendo usados para gobernar el comp compor orta tami mien ento to de esas esas enti entida dade des, s, al mism mismo o tiem tiempo po que que les les conceden una cierta autonomía para tomar decisiones de poder y responsabilizarse de sus acciones. Se puede comprobar, de este modo, cómo se produce un desplazamiento desde los mecanismos electo electoral rales es de contro controll democr democráti ático co en los que interv intervien ienen en los ayuntamientos a nuevas técnicas de contabilidad, es decir, a la representación de “socios” de diferentes “comunidades” –ne –nego goci cios os,, resi reside dent ntes es loca locale les, s, orga organi niza zaci cion ones es volu volunt ntar aria iass y ayuntamientos– en los consejos de administración. La reconfiguración del poder político que este proceso supone no puede ser bien entendida, por tanto, en términos de oposición entre el Estado y el mercado: nuevos mecanismos modulados y programados por las autoridades políticas están siendo utilizados par paraa vinc vincul ular ar los los cálc cálcul ulos os y las las acci accion ones es de un hete hetero rogé géne neo o conjunto de organizaciones, gobernándolas “a distancia” a través de la instrumentalización de una autonomía regulada. 3. Una Una nuev nueva a espe especi cifficac icaciión del suj sujeto eto de gobi obierno erno.. La entronización de los poderes del cliente en tanto que consumidor –consumidor de servicios de salud, de educación, de formación, de transportes– define a los sujetos de gobierno de una nueva form forma: a: como como indi indivi vidu duos os acti activo voss que que busc buscan an “rea “reali liza zars rsee a sí mism mismos os”, ”, maxi maximi miza zarr su cali calida dad d de vida vida medi median ante te acto actoss de elección, confiriendo a sus vidas un sentido y un valor en la medida en que pueden ser racionalizadas como el resultado de elecciones hechas o de opciones por tomar. La razón política debe ahor ahoraa just justif ific icar arse se y orga organi niza zars rsee a sí mism mismaa argu argume ment ntan ando do medi median ante te pact pactos os que que se adec adecua uan n a la exis existe tenc ncia ia de pers person onas as definidas, en su esencia, como criaturas libres y autónomas. En el interior de este nuevo régimen que supone un yo activamente responsable, los individuos tienen que cumplir sus obligaciones ciudadanas no a través de mutuas relaciones de dependencia y obligación de unos para con otros, sino tratando de realizarse a sí mismos en el seno de una variedad de ámbito micro-morales o “comunidades”: familias, lugares de trabajo, escuelas, asociaciones de ocio, vecindades. El problema consiste, por tanto,
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en encontrar los medios a través de los cuales los individuos se hacen responsables mediante opciones individuales que adoptan para sí mismos y para aquellos a los que deben lealtad, formando un estilo de vida acorde con gramáticas de vida que han sido ampliamente diseminadas, que ya no dependen de cálculos ni de estrategias políticas para su lógica de funcionamiento ni para las técnicas que implican. Pone Ponerr en marc marcha ha esta esta noci noción ón de indi indivi vidu duo o acti activa vame ment ntee respo espon nsabl sablee fue posi osible ble grac graciias al desa desarrroll rollo o de un nuev nuevo o disp dispos osiitivo ivo que integ ntegrra a los suj sujetos etos en un nex nexo moral oral de identificaciones y lealtades mediante los mismos procesos en los que que pare parece ce repr epresen esenta tarr sus sus opci opcio ones nes más pers perso onal nales. es. Las Las racionalidades políticas actuales se basan y utilizan una gama de tecn tecnol olog ogía íass que que inst instal alan an y apoy apoyan an el proy proyec ecto to civi civili liza zado dor r mode modela land ndo o y gobe gobern rnan ando do las las capa capaci cida dade des, s, comp compet eten enci cias as y voluntades de los sujetos, que están ya fuera del control formal de los “poderes públicos”. A todas las cosas básicas que constituyen una nación tales como un lenguaje común, la escolarización y los medios de transporte, nuestro siglo ha añadido los medios de comunicación de masas, con sus pedagogías, que van desde el docume documenta ntall hasta hasta los culebr culebrone oness televi televisiv sivos; os; las encues encuestas tas de opin opinió ión n y otro otross meca mecani nism smos os que que prop propor orci cion onan an cone conexi xion ones es recíprocas entre las autoridades y los sujetos; la regulación de los estilos de vida a través de la publicidad, del marketing y del mundo de las mercancías, sin olvidarse de los expertos de la subjetividad. Estas tecnologías no tienen su origen o principio de inteligibilidad en “el Estado”; sin embargo, han hecho posible gobernar de un modo “liberal avanzado”, han proporcionado una pl plétor étoraa de mecan ecanis ism mos indi indirrect ectos que han hech hecho o posi posibl blee introducir los objetivos de las autoridades políticas, sociales y económicas en el interior de las elecciones y compromisos de los individuos, situándolos en redes reales o virtuales de identificación a través de las cuales pueden ser gobernados18. 18
Sobre las cuestiones tratadas hasta aquí en este apartado véanse los siguientes trabajos de N. Rose: “Governing the enterprising self”, en P. Heelas y P. Morris (Eds.), The values of the enterprise cultura: the moral debate, Routledge, Londres, 1992, pp. 141-164; Inventing our selves: psychology, power and death of the social?”, social?”, op. cit.; personhood, Cambridge University Press, Cambridge, 1996; “The death Gouverning the soul: the shaping of the private self, Routledge, Londres, 1990.
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La reconfiguración del sujeto de gobierno asigna obligaciones y deberes al mismo tiempo que abre nuevos espacios de decisión y acción. Cada una de las dos dimensiones del gobierno social, la segu seguri rida dad d soc social ial y el trabaj abajo o soci social al,, van a vers versee así así ahor ahoraa transf transform ormada adas. s. La segur segurida idad d social social,, en tanto tanto que princi principio pio de solidaridad social, cede el paso a una especie de privatización de la gestión del riesgo. En este nuevo prudencialismo, el seguro frente a posibilidades futuras de paro, enfermedad, vejez, etc., se convierte en una obligación privada. El ciudadano es estimulado a gestionar los riesgos, no solo en lo que afecta a formas socializadas previamente existentes, sino también respecto a una amplia gama de otro tipo de decisiones; es estimulado a integrar el futuro en el presente, es educado de tal forma que debe calcular las consecuencias futuras de acciones tan diversas como las que se refieren a la dieta o a la seguridad de la casa. El activo ciudad ciudadano ano tiene tiene,, por tanto, tanto, que añadir añadir a sus obliga obligacio ciones nes una nueva: la de adoptar una prudente y calculadora relación personal con con el dest destin ino, o, cons consid ider erad ado o ahor ahoraa en térm términ inos os de peli peligr gros os calculables y riesgos previsibles19. El trabajo social, por su parte, en tant tanto o que que inst instru rume ment nto o de civi civili liza zaci ción ón tute tutela lada da,, da paso paso al cons consej ejer ero o priv privad ado, o, al manu manual al de auto autoay ayud uda, a, al telé teléfo fono no de la esperanza, en suma, a prácticas que ligan a cada individuo con el consejo de los expertos al tiempo que adoptan la apariencia de ser el resultado de una elección individual libre20. La regulación de la con conduct ductaa pasa asa a ser ser así así un asun asuntto liga ligad do al deseo eseo de cad cada individuo de dirigir su propia conducta libremente con el fin de logr lograr ar la maxi maximi miza zaci ción ón de una una conc concep epci ción ón de su feli felici cida dad d y realiz realizaci ación ón person personal al como como si fuese fuese obra obra suya, suya, pero pero semeja semejante nte maxim maximiza izació ción n del estilo estilo de vida vida implica implica una relac relación ión con la autoridad a partir del mismo momento en que se define como el resultado de una libre elección. Se puede así constatar la “reversibilidad” de las relaciones de auto autori rida dad: d: lo que que comi comien enza za sien siendo do una una norm normaa que que debe debe ser ser 19
O’Malley, “Risk, power and crime prevention”, Economy and crime prevention”, 21 (3), 1992, pp. 283-299; y también “Risk and responsability”, en A. Barry, Th. Osborne y N. Rose (Eds.), Foucault and political reason, op. cit., pp. 189-208. 20 N. Rose, Gouverning the soul, op. cit.
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implantada en el interior de los ciudadanos puede ser reformulada como como una una dema demand ndaa que que los los ciud ciudad adan anos os pued pueden en hace hacerr a las las autoridades. Los individuos tienen que convertirse en “expertos de sí mismos”, pasar a establecer una relación de autocuidado, que se basa en la preparación y la información, con sus cuerpos, mentes, formas de conducta y con los miembros de sus propias familias. Por supuesto, esta nueva configuración tiene su propia comple compleji jidad dad,, su propia propia lógica lógica de integr integraci ación ón y exclus exclusió ión. n. Sin embargo, los “efectos de poder” que encierra no responden a la lógica simple de la dominación, ni tampoco a una concepción del poder definible en términos de “suma cero”. Si se considera, por ejemplo, la proliferación de las nuevas técnicas psicológicas y de los los leng lengua uaje jess de auto autorr rrea eali liza zaci ción ón en rela relaci ción ón con con los los suje sujeto toss etiquetados ahora como “marginalizados” o “excluidos”, se puede obse observ rvar ar que que los los regí regíme mene ness polí políti tico coss neol neolib iber eral ales es pone ponen n en marcha un conjunto de medidas para reducir los beneficios de aquellos que no tienen trabajo, para disciplinar a los delincuentes y a los que transgreden las leyes, para imponerles una respon responsab sabili ilidad dad person personal, al, para para desman desmantel telar ar el archip archipiél iélago ago de inst instit ituci ucion ones es en cuyo cuyo inte interi rior or el gobi gobier erno no del del Welfare había circunscrito y gestionado sus problemas sociales. No conviene en absoluto minimizar la intensificación de la miseria y el empobrecimiento que surge de estas cambiantes especificaciones de la resp respon onsa sabi bili lida dad d de los los indi indivi vidu duos os resp respec ecto to a su prop propio io dest destin ino. o. Es difí difíci cill cont contem empl plar ar sin sin rech rechaz azo o y repu repugn gnan anci ciaa los los cambios terminológicos que hacen que los parados pasen ahora a llam llamar arse se “bus “busca cado dore ress de trab trabaj ajo” o” y los los que que care carece cen n de casa casa “perso “personas nas sin techo” techo”.. Pero Pero estos estos progra programas mas neolib neolibera erales les,, que responden a los que sufren como si ellos fuesen los autores de su propia desgracia, comparten ciertos rasgos con otras estrategias articuladas desde otras perspectivas políticas. Desde perspectivas dive diverrsas, sas, los indi ndividu viduos os desf desfav avor orec eciidos dos han lleg llegad ado o a ser ser considerados potencial e idealmente como agentes activos en la construcción de su propia existencia. Aquellos sujetos “excluidos” de los beneficios de una vida de elección y autorrealización autorrealización ya no son ahora simplemente el soporte pasivo de un conjun conjunto to de determ determina inacio ciones nes social sociales, es, sino sino que son gentes gentes cuyas aspiraciones de autorresponsabilidad y autorrealización han
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sido sido defo deform rmad adas as por por la depe depend nden enci ciaa cult cultur ural al,, gent gentes es cuyo cuyoss esfu esfuer erzo zoss de auto autope perf rfec ecci cion onam amie ient nto o se han han vist visto o frus frustr trad ados os durante todo el tiempo que ha durado su “incapacidad aprendida”, son, en fin, gentes cuya autoestima ha sido destruida. De esto se deduce que todos estos sujetos deben ser asistidos no a través de la Administración y los solícitos expertos que les proporcionaban ayuda y subsidios, sino a través de su propio compromiso con un conjunto de programas destinados a su reconstrucción ética en cuanto activos ciudadanos –programas que tratan de equiparlos con las destrezas y aprendizajes de autopromoción, de acon aconse seja jarl rlos os para para que que recu recupe pere ren n su sent sentid ido o de auto autova valo lorr y autoestima, programas destinados a capacitarlos para que puedan asumir su legítimo puesto en cuanto sujetos autoactualizados y exigentes de una democracia liberal “avanzada”21. No se pretende, sin embargo, sugerir con lo expuesto hasta aquí que la construcción del ciudadano moderno, como agente activo de su propio destino, sea en cierto sentido una “invención” de los regímenes políticos recientes: las condiciones para que se haya producido esta mutación en la relación con nosotros mismos son complejas y no tienen un simple origen o causa. No obstante, el a priori ético ético del ciudad ciudadano ano activo activo en una socied sociedad ad activa activa,, esta esta redefinición de la ética de la personalización es, posiblemente, la característica más fundamental y generalizable de estas nuevas raci racion onal alid idad ades es de gobi gobier erno no,, una una cara caract cter erís ísti tica ca,, adem además ás,, que que justifica la afirmación de que lo que aquí estamos viendo no son simp simple leme ment ntee las las vici vicisi situ tude dess de una una ideo ideolo logí gíaa polí políti tica ca,, la del del conservadurismo neoliberal, sino algo mucho más relevante que subyace en los programas de gobierno de todo el espectro político y que justifica que se designen como “liberal avanzadas” todas estas nuevas tentativas para “reinventar el gobierno”22.
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B. Cruikshank, “Evolutions within: self-government and self-esteem”, en A. Barry, Th. Osborne y N. Rose (Eds.), Foucault and political reason, reason, op. cit., pp. 253-270. 22 Véanse, de N. Rose, “Authority and the genealogy of subjectivity”, en P. Heelas, P. Morris y S. Lash (Eds.), De-traditionalization: authority and self in an age of cultural change, Brasil Blackwell, Oxford, 1995, así como “Identity, genealogy, history”, en S. Hall y P. du Gay, Questions of cultural identity, Sage, Londres, 1995. Y de I. Hacking, “Making up people”, en T. C. Heller y otros (Eds.), Reconstructing individualism. Stanford University Press, Palo Alto, California, 1986, pp. 222-236.
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El poder de gubernamentalización de la derecha en las pasadas dos décadas radica en el hecho de que fue más bien la derecha que la izquierda quien logró articular una racionalidad de gobierno acorde con este nuevo régimen del yo quien logró desarrollar pro progr gram amas as que que intr introd oduc ucen en este este tipo tipo de étic éticaa en el inte interi rior or de estrategias encaminadas a la regulación de problemas y dificultades precisas tales como las del mercado de la vivienda, o las las de la salu salud, d, e inve invent ntar ar fórm fórmul ulas as técn técnic icas as que que prom promet eten en solu soluci cion onar ar todo todoss esto estoss prob proble lema mas. s. Fue Fue tamb tambié ién n más más bien bien la derecha que la izquierda quien abrió la vía a una política de las tecnologías humanas que no solamente cuestiona las relaciones de poder existentes entre los expertos y los sujetos de sus intervenciones, sino que además trata de dar a este cues cuesti tion onam amie ient nto o una una form formaa técn técnic ica. a. Toda Todass las las crít crític icas as de la izquierda sobre el Estado y el control social, sobre los poderes de los expertos y las consecuencias no deseadas de las actuaciones burocráticas y de la profesionalización, no han sido percibidas aún como capaces de proponer modelos alternativos para regular estos dispositivos moduladores de la ciudadanía que responden a las necesidades de pluralismo. ¿Puede la izquierda proporcionar una una raci racion onal alid idad ad alte altern rnat ativ ivaa para para arti articu cula larr esta estass tecn tecnol olog ogía íass plurales y estas éticas autonomizantes sin perder los logros que ha cons conseg egui uido do y, al mism mismo o tiem tiempo po,, prop propor orci cion onar ar segu seguri rida dad d a aque aquell llos os soci social alme ment ntee más más expu expues esto tos? s? Esto Esto exig exigir iría ía que que la izquierda articulase una alternativa ética y una pedagogía de la subj subjet etiv ivid idad ad dife difere rent ntes es a aque aquell llas as exig exigid idas as,, e inhe inhere rent ntes es,, a la racionalidad del mercado y la “valoración” de la libre elección. Traducción del inglés de Julia Varela. V arela. El texto que publicamos ha sido cedido amablemente por Nicolás Rose a Archipiélago y forma parte del segundo capítulo del libro publicado por A. Barry, Th. Osborne y N. Rose (Eds.) Foucault and political reason. Liberalism, neo-liberalism and rationalities of government, University College London (UCL) Press, Londres, 1996. NOTA: