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on frec ecue uenc ncia ia admir dmirad ado o como modelo modelo de sabidudH
e integridad. Tomás Moro ocupa un lugar preeminente A en la historia de la intelectualidad por tres razones: por su clásico latino. Utopia, que hasta hoy es ávidamente leído: por el patrón particular de erudición, santidad y servicio público que estableció en su vida, y que ha fascinado durante siglos a escritores e historiadores, y por el lugar significativo que sus escritos ocupan en la
Khistoria de la lengua y de la literatura. Para evaluarlo con justicia, Anth An thon ony y Kenny Kenny analiza aqu aquíí la vida, la muerte mue rte y el pensamiento de Moro reflejado en sus obras. Kenny expone e interpreta las principales ideas de Utopia. al tiempo que narra la vida del humanista e ilustra el genio de su oratoria. Además esboza el sistema católico que Moro defendia. recurriendo a sus textos para ejemplificar el estilo enérgico con el que escribía. La finalidad de Kenny es demostrar que el estudioso, el servidor servidor público m artirizado y el el prosis prosista ta convertido, más allá de ser tres personalidades conflictivas y distintas entre si. constituyen un ser humano único y congruente m o c . a c i m o n o c e a r u t l u c e d o d n o f w w w
f un hombre ante quien los los mejores de de nosotros noso tros deben permanecer descubiertos”. Ant huwv (Li verpoo pool,l, huwv Kínm ín mv (Liver
I
Ingl Inglater aterra ra 1951) es un sacerd sacerdote ote excomulg excomulgado ado y uno de tos académicos académicos mas renombrados en el campo de la filo filoso sofí fía a clás clásica. ica. Su Su obra se ha centrad centrado o en la filosofía de la mente, con un marcado interes por la naturaleza de la acción humana y el libre albedrio.
ISBN: 978-607-16-2179-5
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Tomás Moro
A n th t h o n y K e nn nn y
Traducción de An
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FO N D O DE CULTU ULTURA RA ECON ÓM ICA
Primera edición edic ión en inglés, inglés, Primera edición edició n en español (Breviarios) (Breviarios),, Segunda edición edici ón (Tezontle), Tercera edición edici ón (Breviari (Breviarios), os),
1983 1987 1992 20144 201
Kenny. Kenny. Anthony Anthon y Tomás Moro / Anthony Kenny; trad. de Ángel Miguel Rendón. — México : FCE, 1987 1333 p . ; 17 x 11 cm. — (Colee. Breviarios; 13 Brevia rios; 442) Título original: Thomas More ISBN 978-607-16-2179-5 1. Moro, Tomás — Crítica c interpretación 1. Rendón, Ángel Miguel, tr. II. Ser. III. t. LC PA334.M8
Dewey 082.1 B846 V.442 V.442
Distribuci Distribución ón m undial und ial
© 1983, Anthony Kenny Esta Esta obra fue publicada originalmente origina lmente en inglés inglés en 1983 con el título Thomas More. Esta traducción se publica por acuerdo con Oxford University Press. D. R. © 2014, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F. Empresa certificada ISO 9001:2008 Diseño de portada: Paola Álvarez Baldit Comentarios:
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ISBN: 978-607-16-2179-5 Impreso en México •
P rinted in México México
ÍNDICE
Introduc Introd ucción ción ...................................................................
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I. El jove venn h u m a n ista ist a .......................................... II. La República República de U top to p ía ................................... III. III . El canciller cancille r del r e y .......... ............... .......... .......... .......... .......... .......... ......... ....... ... IV. IV. U n de defen fenso sorr de la f e ........................................ ............................................. ..... V. Los problemas del canciller ............................... VI. “Perder la cabeza sin sufrir da daño ño”” .................... VIL El hombre para todas las estaciones ..................
19 34 57 68 82 91 114
Sugere Sugerenci ncias as para pa ra lec ectu turas ras a d icio n a les ...........................
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Recon Re conocim ocimientos ientos........................................ ............................................................ .................... No N o ta sobr sobree las las a b rev re v iatu ia tura rass ..........................................
RECONOCIMIENTOS
Estoy en deuda con fray J. McConica, el doctor John Guy, el docto do ctorr Maurice Maur ice Keen, Keen, los señores señores G. Watson y Keith Thomas y el doctor Henry Hardy, por su ayuda en varios puntos relacionados lacionados con co n la escritura de esta obra.
NO N O T A SOBR SO BRE E LAS ABREVIATURAS
Las siguientes abreviaturas han sido usadas en las referen cias dadas en el texto. D E H L R U W Y
Dialogue o f Comfort Com fort against aga inst Tribulation, Tribulation, editado
po p o r Manley. The Essential Thomas Thomas More, editado por Greene and and Dolan. Harpsfield’ H arpsfield’s Lif L ifee o f More, More, editado por E. E. Rey nolds. St. Thomas Thomas M ore: Selected Letters, editado por Rogers. Ropers L ife o f More, More, editado por E. E. Reynolds. editad o por po r Surtz. Surtz. Utopia, * editado 1 y 2 The English Works ofSir Thomas More, editado por Campbell y Reed. The The Y Yo ole E dition o fth e C Complete omplete Wor Works o fSt. fS t. Thom Thomas as More. More.
Los detalles bibliográficos completos de estas y otras obras se dan en las “Sugerencias para lecturas adicionales”, al final de la obra.
* Las Las notas r emiten em iten a la tradu cció n de “ Utopía”, de Agustín Millares Millares Utopías d eí Renacimiento, México, Cario, recogida en el libro Utopías
(Colección Popular, 121). [T.]
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pc e ,
1982
INTRODUCCIÓN Tomás Moro merece un lugar en la historia intelectual de Europa por tres razones. Escribió un clásico latino, Utopia, que hoy es tan leído como siempre. Estableció un patrón part pa rtic icul ular ar de erud er udic ició ión, n, sant sa ntida idadd y servicio pú públ blic icoo en su vida, vida, que ha continua conti nuado do fascinando a escritores escritores e historiadores res de muy diferentes tipos, tipos, y que ha contr c ontribu ibuido ido al concepto ya tradicional que el inglés tiene de su carácter. Sus voluminosos escritos ingleses ocupan lugar significativo en la historia de la lengua y de su literatura controvertible y devota. Estas tres demandas hechas al historiador de ideas son de peso desigual, y no habría acuerdo entre los eruditos en cuanto cua nto al orden en que qu e deberían ser situadas. situadas. Pero Pero si la im port po rtan anci ciaa de M oro or o ha de ser justa jus tam m en ente te evaluada eva luada,, estas es tas tres demandas deben ser consideradas en conjunto; por esta razón un “Past “Past Master”* sobre sobre Moro M oro debe ocuparse de d e su vida y su muerte tanto como de las ideas que puso por escrito. De hecho, Utopia puede ser leída y disfrutada aun por los que no saben nada de la vida de su autor. Ha dado placer a muchas generaciones bien que haya sido leída como un relato relato acerca acerca de un con contine tinente nte recién descubierto (como (c omo lo fue fue por po r algunos al gunos co conte ntem m po porá ráne neos os de M oro) or o),, bien b ien co com m o un u n jueg ju egoo alegre de la imaginación, sin otro propósito serio que el de la sátira (como aún lo es por parte de algunos correligionarios católicos de Moro), bien como un programa político y * “Past Masters” es la colección de Oxford Oxf ord University Universi ty Press Press en la qu quee foe publicada publicad a original orig inalmen mente te esta obra. [T.] [T.]
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económico serio para la instauración de una sociedad comunista, escrito por un hombre de genio que “defendió a las clases oprimidas aun cuando se encontró solo” (como lo fue por el precursor socialista Karl Kautsky). Para empezar a co com m prende pre nderr el el libro libro — irónico en partes— , ba basta sta saber saber que es producto del enérgico impulso para el cambio, característico de los mejores eruditos católicos antes de que la Reforma protestante hiciera más hábil y más cauta su defensa del cambio. Pero la lectura de Utopia es iluminada por p or un nuev nuevoo conocimiento y oscurecida por nuevos problemas cuando el lector recuerda que su autor participó de manera activa en la vida política de la corrupta sociedad que satiriza, que estaba dispuest dispuestoo a morir m orir por po r doctrinas doctrinas terminantem term inantem ente contradiccontradictorias torias que el libro parece ofrecer ofrecer para admirar, adm irar, y que ayudó ay udó a ajusticiar ajusticiar a homb ho mbres res po porr desviaci desviaciones ones de la ortodoxia católicatólica mucho menos serias que las de los utópicos. El conocimiento de la vida de Moro y la comprensión de su postura frente a la controversi controversiaa no n o es algo algo ajeno a un unaa lectura lectura inteligente gente de d e Utopia: es esencial para su correcta interpretación. A pesar de su profun pro fundo do comp c omprom romiso iso con co n las las batal batalla lass rel reliigios giosas as de la época, época, Moro M oro ha h a sido sido admirado a menudo menu do como com o un modelo de erudición e integridad por los herederos de sus opositores. Nadie lo ha aclamado nunca como gran hombre de Estado, pero es mostrado con frecuencia, y no sólo sólo po porr los los católicos, católicos, co com m o el modelo de juez incorruptible incorru ptible y de cortesano cortesa no no n o servil servil.. Para Pa ra Samuel Johnson John son fue “la persopersona más virtuosa que estas islas produjeron jamás”. Robert Southey, en Colloquies on Society, conjura su espíritu desde la tumba como a una encarnación de la sabiduría. Para C. S. Lewis, Moro fue un “hombre ante quien los mejores de nosotros deben permanecer descubiertos”.
INTRODUCCIÓN
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En las biografías más antiguas, y en menor grado en sus propio pr opioss escritos ingleses, ingleses, M oro or o aparece co como mo ho hom m bre br e de in in genio y alegría poco comunes. Sus chistes, a diferencia de la mayoría de los primeros chistes de la época de los Tudor, son todavía agudos y divertidos. Moro, de hecho, es la pri mera persona que representa el peculiar ideal inglés de que el hombre bueno enfrenta la adversidad y la crisis no con resignación silenciosa, ni con una sublime declaración de prin pr inci cipio pios, s, sino si no co conn u n chiste. chis te. U no d e los más recientes recie ntes biógraf bióg rafos os de d e Mor M oroo ha d icho ic ho m u y bien bi en q u e “Mor “M oroo nu nunc ncaa fue más ingenioso que cuando estaba menos divertido”. Creo que M oro fue fue la primera persona que usó el ingenio ingenio de ma nera sistemática sistemática para enfren enf rentar tar situaciones peligros peligrosas as y des esperadas en una forma que más tarde se consideró expre sión de sangre fría característicamente inglesa a través de la historia del país hasta el Somme y la Batalla de Inglaterra. Algo del mismo estilo era observado en la Antigüedad, desde Sócrates hasta san Lorenzo; pero no sé de ningún in glés lés que lo encamara encam ara tan plenamente antes que Moro, Mo ro, aun que algo de esto se encuentra en los personajes ficticios de Chaucer. El encanto y las las virtudes de M oro, por p or supuesto, supuesto, plan teaban un acertijo para los historiadores que consideraban atrasada y perversa su postura en la controversia religiosa. Macaulay puede servir a muchos de vocero: ofrece el caso de Moro como prueba de que la religión y la teología no son disciplinas que progresen progresen com c omoo las cienci ciencias. as. No N o tenemos ningu nin guna na seguridad co contr ntraa el predomin pred ominio, io, en lo futuro fu turo,, de cualquier error teológico qu quee hay hayaa prevalecid prevalecidoo en lo pasado... Cuando Cua ndo refle reflexi xioona nam mos que sirlo sir lom m a s Moro estaba estaba dispues dispuesto to a morir por la doctrina doc trina de la transubstantransubstan-
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INTRODUCCIÓN
dación, no podemos menos que sentir alguna duda de si la doctrina de la transubstanciación no pudiera triunfar sobre toda oposición. Moro era hombre de gran talento. Tenía toda la información sobre el tema que nosotros tenemos, o que tendrá cualquier ser humano mientras dure el mundo... Somos, por lo tanto, incapaces de comprender por qué lo que creyó sir Tomás Moro con respecto a la transubstanciación pudiera no ser creído hasta el fin de los tiempos por hombres iguales a sir Tomás Moro en facultades y honestidad hones tidad.. Pero sir Tomás Moro M oro es un unoo de los especímenes selectos de la sabiduría y la virtud humanas, y la doctrina de la transubstanciación es una especie de prueb pr uebaa de fuego. Un Unaa fe que qu e sopor so porte te ese examen, soporsopo rtará cualquiera. Las obras de controversia controversia de M oro son, s on, de hecho, el más equívoco de sus legados a la república de las letras. Aun entre católicos romanos, pocos leen hoy día, “por su contenido”, sus defensas del sistema doctrinal, sacramental y legal del mundo cristiano medieval. En realidad, nunca habrían sido reimpresas, en años recientes, si no hubieran sido obra dell autor de au tor de Utopia y mártir dcTowe dcTo werr Hill. Hill. Sin embarg embargo, o, no pued pu eden en ser co com m p leta le tam m en ente te pasadas po porr alto al to p o r el histo his toria riador de las ideas. Después de todo, las mentes más selectas habían contribuido durante siglos al sistema intelectual de la cristiandad occidental, y la defensa que Moro hizo de él es la declaración más completa, en inglés, de los puntos de conflicto entre el sistema tradicional y los reformadores que buscaban buscab an destrui de struirlo. rlo. N o ob obstan stante, te, M oro con contri tribu buyó yó con co n poco de lo suyo suyo al sistema sistema que defendía, y po porr eso eso sus obras inglesas han atraído menos la atención de historiadores de la teología que de historiadores de la lengua.
INTRODUCCIÓN
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£1 doctor Johnson publica, en la “Historia de la lengua inglesa”, que prologa su Diccionari Diccionario, o, copiosos extractos, en prosa pro sa y en verso de M oro, or o, sobre sob re la base de qu quee “Ben Jonso Jon son” n” deja entrever entrever que sus obras eran consideradas consideradas como modelos de un estilo estilo puro pur o y elegante”. Un gramático gram ático escribió, en la prim pr imer eraa par p arte te del siglo xx, “sea lo que q ue fuere la lengu len guaa cuan cu ando do Moro la encontró, permaneció donde la dejó hasta que Dryden la civilizó de manera definitiva”. Autores recientes han criticado much m uchoo más su estilo estilo y se se han mostrado escépescépticos en cuanto a su influencia sobre la lengua. Pero C. S. Lewis, cuya severidad con Moro el escritor es tanta como su reve revere renc ncia ia por M oro el hombre, ho mbre, lo alaba alaba repetidamente como com o escritor y cuentista cuenti sta cómico: sus “cuen “cuentos tos alegre alegress — nos dice— resistirán la comparación con cualquiera de la misma clase en las las obras de Cha C hauc ucer er o Shakes Shakespea peare” re”.. Los escritos piadosos de Moro tienen un atractivo más amplio que sus opúsculos de controversia. El más sublime d e éstos es Diálogo d e con escrito du duran rante te su encar encarcel celaaconsu suet eto, o, escrito m iento al fin final al de su vida. vida. Nad Nadie ie que qu e comp co mparta arta las premisa premisass relig religios iosas as en las las que qu e se basa la obra obr a pue puede de leerla leerla sin admiraadm iración, ción , y quienes las las rechace rechacenn no n o pue pueden den permanecer perman ecer impasiimpasi bles al en enco conn trar tr arse se c o n la form fo rmaa resue res uelta lta y alegre co conn q u e Moro medita sobre la expectativa del dolor y de la muerte. En la presente obra he tratado de hacer justicia, dentro de lo que permite su breve extensión, a los tres aspectos en que Moro tiene importancia para la historia intelectual y moral de nuestra cultura. Expongo las principales ideas de Utopia y ofrezco una interpretación de su mensaje; narro la vida de Moro M oro en la medida me dida en que q ue es nece necesar sario io para indicar la influencia de su personalidad sobre posteriores admiradores y para ilustrar el ingenio de su oratoria; hago un es bozo bo zo del siste sis tem m a cató ca tólic licoo q u e de defe fend ndía ía y d o y ejemp eje mplo loss del
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estilo estilo enérgico en el que qu e escribió escribió su defensa. defensa. Por P or último, último , he intentado demostrar que el estudioso, el servidor público m an aníí rizado rizado y el prosist prosistaa contrav con traven enido ido no son s on tres tres person personaalidades conflictivas distintas sino un ser humano único y congruente.
I. EL JOV EN HUMANISTA HUM ANISTA
nació en los los últimos años del reinado reinado de Eduardo IV, un rey de la dinastía de York cuyas sangrientas contiendas con la Casa de Lancaster se conocen cono cen como co mo la Guerra de las Dos Rosa Rosas. s. En 1483, cuan c uando do Tomás tenía alrededor de cinco años, murió el rey Eduardo, dejando el trono a Eduardo V, su hijo de 13 años. Ese mismo año murió el joven Eduardo y su tío, el duque de Gloucester, se convirtió en el rey Ricardo 111. Treinta Trei nta años a ños después, de spués, M oro se con virtió vir tió en el primer biógrafo de Ricardo: él fue quien contó extensam ente po r primera vez la la historia del asesinato asesinato de Eduardo y su herm ano m enor eno r en la Torre Torre de Londr Londres, es, ordenado ordenado por su malvado tío. Do s años después, Ricardo Ricardo mismo m ismo fue muermue rto, derrotado derro tado en la batalla batalla fin final al de la Guerra de las las Dos D os Rosas sas por p or el pretendien preten diente te de Lancas Lancaster ter,, Enrique Tudor, quien lo sucedió com o el rey rey Enrique En rique VII. Fue duran du ran te el el reinado de 14 años de Enrique VII cuando Moro pasó de la niñez a la madurez. Era hijo de Juan Moro, abogado de Lincolns Inn, cuya familia vivía en la parr pa rroq oqu u ia d e Sain Sa intt Lawrenc Law rencee Jewry, en la c iuda iu dad d d e LonLo ndres. dres. Después de ser instruid inst ruido o en St. Anchonys, en e n la calle calle de 'Ihreadnecdlc, Tomás se convirtió en paje del arzobispo de Canterbury en el palacio de Lambeth. Juan Morton, el arzobispo, era lord canciller de Enrique VII y llegó a ser cardenal: a su servici servicio, o, el niño n iño atend ate ndió ió a los los principales principales estaestadistas y eclesiásticos de la época. Las visitas admiraban su preco pre cozz conve con versa rsació ción n y reco re cord rdab aban an c o n c u á n to inge in geni nio o imim To
m á s
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pro visaba provisa ba en los retablos reta blos nav navide ideño ños. s. Se afirm af irmaa qu quee el carde car de nal dijo: “Este niño que aquí atiende la mesa, quienquiera que viva para verlo, dará pruebas de ser hombre maravi lloso” (R 3). Por consejo de Morton, Tomás Moro fue enviado, en su temprana adolescencia, a estudiar en Oxford, quizás el Canterbury College (ahora Christ Church), o bien a la Magdalen College School. El superior en Magdalen School era Juan Holt, tutor de los pajes al servicio del cardenal Morton; pu blicó blic ó un libro libr o de texto tex to de gr gram amáti ática ca al qu quee el adolesce adole scente nte Moro contribuyó con un prólogo y un epílogo en versos la tinos. Moro estuvo en Oxford menos de dos años en total. No N o ap aprov rovec echó hó el tiem tie m po q u e pasó allí y no parece ha haber ber hecho mu muchos chos amigos amigos para toda to da la vida vida:: el único que q ue se sabe sabe que fue su contemporáneo en Oxford es Cutberto Tunstall de Balliol. Años más tarde, Moro recordaba lo pobre de su estancia estancia en Oxford Ox ford y a m enu enudo do se mofaba de la lóg lógic icaa que se enseñaba allí. La mayor pane de su propia erudición la ad quirió quir ió después de salir salir de la universidad. universidad. Juan Moro estaba ansioso de que su hijo lo siguiera en unaa carrera de un d e ley leyes y lo trajo tr ajo de d e regreso regreso a Londres Lo ndres para ca paci pa cita tarlo rlo lo más p ro ron n to po posib sible le.. Tomás Tom ás ing ingresó resó a u n a d e las Inns of Chancery* para recibir adiestramiento preparatorio y luego fue adm itido en el Lincolns L incolns In n el 12 de febrero febrero de 1496 (la primera fecha segura de su carrera). Progresó fir memente y fue llamado a la Barra cerca de 1502. Además de sus sus propios pro pios estudios lega legale less, enseñaba a abogados más jó ven enes es en Furnivalls Furn ivalls Inn y lleg llegó ó a dom ina r la la antigua lite lite ratura latina tan bien que fue invitado a dar un curso de conferencias sobre La ciud ciu d a d d e Dios, de san Agustín, en la * Las Inns o f Court Court son son cua c uano no grup grupos os de edific edificios ios de gre gremio mioss de abo gados. en Londres. (E.|
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iglesia de Saint Lawrence Jewry. El rector era allí Guillermo Grocyn, uno de los poquísimos eruditos que sabían griego en Inglaterra. Inglaterra. Moro M oro comenzó a estudiar estud iar con él esa esa lengua en en 1501 y pronto fue competente para escribir elegantes versiones latinas de difíciles epigramas griegos. A los 25 años, abogado de profesión, era uno de los más consumados eruditos clásic clásicos os de su generación. La época en que creció Moro fue de descubrimientos y redescubrimientos. El año en que fue por primera vez a Oxford, Cristóbal Colón descubrió América. El estudio de las literaturas griega y latina de la Antigüedad pagana había apasionado a erud itos d ura nte nt e varia variass década décadass en Itali Italia; a; hah a bía recibid rec ibido o un estím es tímulo ulo p o r la llegada de erud er udito itoss griegos refugiados cuando los turcos saquearon Constantinopla en 1453. Este renacimiento del conocimiento clásico estaba esparciéndose desde Italia hacia el norte a través de Euro pa; u n o de los eru e rudi dito toss más má s gran gr ande dess de d e la época épo ca era e ra un cura cu ra holandés, Desiderio Erasmo, Erasmo, quien conoció a Moro en un a visita visita a Inglaterr Inglaterraa en 1499 y pron to se convirtió en u no de sus más íntim os amigos. amigos. Erasmo y su su círculo círculo fueron conocidos com o “hum anistas’’. Esto no significaba que desearan remplazar los valores religiosos por valores humanos seculares: significaba que creían en el valor educativo de las las “letras “letras humanas” hum anas” o clás clásiicos grieg griegos os y latinos. Los Los hum h umanistas anistas se alejaron de los los estudios técnicos, lógicos lógicos y filo filosó sófi fico coss que habían había n preocupad preo cupado oa tantos tant os eruditos erudito s — la llamada llamada filo filoso sofí fíaa “es “esco colá lást stic ica" a"— — duran du ran te la Edad Media M edia tardía, y pusieron nuevo interés en el estudio d e la gramática y la retóri retórica. ca. Se comunicaban com unicaban entre sí en latín e intentaba n escribir en prosa prosa elegante elegante tom ando and o como com o modelo a los autores más admirados de la antigua Roma en lingua franca fran ca medieval, que condenaban lugar de usar la lingua
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como bárbara. Nuevos métodos filológicos fueron elabora dos po porr ello elloss para p ara contar con tar con textos fidedignos fidedignos y precis precisos os de los autores antiguos. Estos textos eran publicados en her mosas ediciones por los nuevos impresores-editores, quie nes estaban explotando el arte recién descubierto de la im pren pr enta ta.. Los hu hum m an anis ista tass creía cre íann q u e los inst in stru rum m en ento toss d e su erudición erud ición,, aplicados a los los antiguos antigu os textos paganos, paganos, restaura rían en Europa artes y ciencias olvidadas hacía mucho y, aplicadas aplicadas a los los textos de la Biblia y de antigu a ntiguos os autores cris cris tianos, ayudarían a la cristiandad a comprender de manera más pura y auténtica auté ntica las las verdades verdades cristiana cristianas. s. El renacimiento de las las letr letras as fue acompañado acom pañado po porr un flo flo recimiento recimiento general general de la cultura. M oro vivió vivió durante dura nte el apo geo del del arte a rte renacentista: renacentista: Miguel Ángel era tres tres años mayor que él, y Rafael cinco menor. Además, el renacimiento artístico cruzó el canal rumbo a Inglaterra: fue un colega de Miguel Ángel quien diseñó la tumba de Enrique VII en Westminster. La Europa en que creció Moro era una sola unidad en materia de religión. Gran Bretaña, Francia, Alemania, Es paña, paña , Italia y Austria Aust ria co conn stit st ituu ían ía n , de mane ma nera ra similar, Esta Esta dos católicos que reconocían la autoridad central del papa, el obispo de Roma. Pero la supremacía del papado y la uni dad de la cristiandad habían recibido heridas que resulta rían fatales en tiempos de Moro. Durante la mayor parte del siglo siglo xrv los los papas vivieron no en Roma sino en Aviñón, en Francia. Era un escándalo que el primer obispo de la cristiandad pudiera poner ejemplo de absentismo y además los papas de Aviñón adquirieron mala fama por una extor sionante aplicación de impuestos a los fieles. El regreso del papado pap ado a Roma Ro ma en 1378 fue seguido seguid o po porr el el estallido del del Gran Gra n Cisma: durante casi 40 años la Iglesia no tuvo un papa, sino
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dos, uno en e n Roma y otro en Aviñón Aviñón,, cada cual apoyado apoyado por la mitad de la cristiandad, cada cual llamando impostor al otro. El cisma cisma no final finalizó izó hasta que el Concilio General de la Iglesia en Constanza eligió, en 1417, al papa Martín V. La forma en que se puso fin al cisma dejó a muchos cristia nos con la duda de si la suprema autoridad en la Iglesia se hallaba en el papa Martín y sus sucesores, o en los concilios generales que sucedieron al de Constanza. Los papas del si glo xv, además, actuaban menos como pastores universales que como príncipes locales italianos; en el engrandecimien to de sus propias familias, algunos de ellos no rehuyeron el soborno, sob orno, la guerra y el el asesinato, y las las contrapa contr apartes rtes ecles eclesiás iás ticas ticas de estos crímenes, la simonía, simonía , la interdicció interd icción n y la ex ex com unión. unió n. Bajo Bajo el papado de Alejandro Alejandro VI (1492-1503 (1492 -1503), ), el el hombre más ruin que jamás ocupó la sede romana, Tomás Moro pasó de la niñez a la madurez. Moro debe haber aprendido de niño, por supuesto, la lección lección que iba a repetir más adelante en la controversia con los los protestantes: que lo sagrado sagrado de un oficio oficio no es destruid des truido o po p o r lo indi in dign gno o d e su dete de tent ntad ador or.. D e cual cu alqu quie ierr mane ma nera ra,, al guien criado en Inglaterra no se encontraba con escándalos eclesiásticos de la gigantesca magnitud de los hallados en la Iglesia en Italia. En general, los obispos ingleses eran mun danos dano s más que qu e malvados; malvados; los los monasterios ingl ingles eses es,, en su ma yoría, yoría, eran confortables confortables más más que corruptos. Muchos Much os miem m iem bros del de l alto alt o clero cler o eran er an funci fun cion onar ario ioss civiles q u e o bten bt enía ían n sus emolumentos de los beneficios de la Iglesia; pagaban a sustitutos empobrecidos para que realizaran sus deberes pastorales. pasto rales. Los Los frailes dom do m inic in icos os y francisca franc iscanos, nos, cuya voca ción los obligaba a vivir de la limosna, habían sido admira dos una vez por po r su celo celo y pobreza; pobreza; ahora aho ra eran considerados por po r much mu chos os,, con co n m ayor ay or o m eno en o r justic jus ticia, ia, com co m o parásito pará sitoss
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ociosos. Pero el clero parroquial siguió siendo bascante po pular, pula r, y los ingleses c om o u n tod to d o tení te nían an fama fa ma d e devoto dev otoss ante los extranjeros. “Van a misa todos los días —escribió un viajer viajero o venecian veneciano o en 1497— 1497— y dicen muchos m uchos padre padre nuestros en público, público , llevando las mujeres largos largos rosar rosarios ios en las manos.” La profunda importancia de la Iglesia para los ingleses se manifestaba sobre todo en los siete sacramentos, o cere monias oficiales, que satisfacían las necesidades del espíritu y marcaban los los acontecim ientos principales en la vida de los los fíel fíelees, desde el el seno m aterno ate rno hasta la tumba: tumb a: el bautism o en la infancia, infancia, la confirmación confirm ación en e n la niñez, el el matri m atrim m onio oni o y las las órdenes sagradas para poner en movimiento una vocación secular secular o clerical clerical,, la penitencia y la eucaristía eucaristía para lim piar y alimentar el alma, y la extremaunción para confortar a los enfermos enfermos y a los los moribund m oribundos. os. La administración de los sa sa cramentos era la fu n d ó n más importan imp ortan te de la Ig Iglesi lesiaa insti tucional, tuciona l, y éstos eran esenc esencial iales es para que q ue el creyente creyente alcan zara la la santidad du rante ran te la vida, vida, o por po r lo menos m enos la la santidad a la hora de la muerte, que era necesaria para ganar la vida eterna en el cielo y evitar el eterno castigo en el infierno. Tal era la ortodoxia contra la que, desde la época de los lolardos en el siglo xiv, casi ningunas voces heréticas habían sido levantadas desde hacía mucho en Inglaterra. Inglaterra era devota, y estaba libre de herejías públicas, pero per o ning ni ngún ún inglés había ha bía sido sid o cano ca noni niza zado do com co m o sant sa nto o des des de Tomás de Hereford, quien m urió en 1282. Sin Sin embargo, en medio del catolicismo catolicismo despreocupado despreoc upado y cómodo cóm odo de la ma yoría, había comunidades donde hombres y mujeres santos vivían rudas vidas de pobreza, de castidad y de obediencia a una regla rigurosa. Una de éstas era la Charterhouse de Londres, donde vivían monjes cartujos en silenciosa con
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templación, en celdas solitarias. Moro fue atraído por esta austera vocación; vivió cuatro años en Charterhouse o cerca de allí, cuando se preparaba en materia de leyes, y compartió la vida monástica de ayuno y oración. Erasmo nos dice que mientras escribía sus conferencias acerca de san Agustín, Moro estaba casi resuelto a hacerse sacerdote, “pero como encontró que no podía superar su deseo por una es posa po sa,, d e c idió id ió ser se r u n espo es poso so fiel an a n tes te s q u e u n sace sa cerd rdot otee inin fiel”. Pero aun después de casarse, Moro continuó con la prác pr ácti tica ca de auste au sterid ridad ades es monaca mon acales, les, usan us ando do u n cilicio cilic io bajo su ropa, como prenda penitencial. Su yerno anota que “tambié tam bién n a vec veces es castigaba castigaba su cuerpo cu erpo con látigo látigoss de cuerdas anudadas, lo que sólo sabía mi esposa, su hija mayor, en quien él confiaba muy especialmente por su discreción, haciéndole lavar el propio cilicio cuando había necesidad” (R 25). Varios de los cartujos londinenses hallarían, como Moro, una muerte de mártir: al observarlos camino de su ejecución, M oro, desde d esde su ventana en la Torre de Londres, Londres, comparó, hablando con su hija, la feliz suerte de estos religiosos giosos,, que qu e después de una un a vida de penitencia pen itencia iban hacia la muerte mu erte com co m o los novios novios van van a sus bodas, con la de “los “los que, desdichados mundanos, como tu pobre padre ha hecho, han consumido todo su tiempo en el mundo en placer y ocio, licencios licenciosamente” amente” (R 39 ). En ningún m om ento vi vivió vió Moro de una forma forma que un hombre del mundo hubiera considerado licenciosa. Sobreviven viven u no o dos epigramas que hablan d e amoríos juven juvenile iles. s. Erasmo nos dice que “no mostraba aversión a las mujeres, pero pe ro n o dest de stru ruyó yó el b uen ue n n o m bre br e d e nadie na die.. D e hech he cho, o, él era siempre el tentado antes que el tentador y encontraba más placer en las relaciones de la mente que en las del cuer po” (E 2 9 0 ). C u a n d o M oro or o tení te níaa alre al rede dedo dorr de 2 6 años añ os dede -
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cidió casarse. Visitaba con regularidad la casa de Juan Colt, rico terrateniente que vivía en Essex, quien tenía tres hijas que eran bonitas. Según su yerno, M oro estaba más más atraído po p o r la segu se gund nda, a, p o r ser “la más be bella lla y la m e jor jo r favorecida”; favorecida ”; “sin embargo, cuando consideró que sería un gran dolor y también una vergüenza para la mayor ver preferida para el matrimonio, antes que ella, a su hermana menor, entonces él, con cierta lástima, dirigió su afecto hacia ella y pronto la desposó” (R 4). Moro instaló a Juana, su esposa, en una casa llamada “The Oíd Barge” en Bucklersbury. Inmediata mente que se hizo cargo de su educación, puso todo su empeño en interesarla en literatura y en música. Los pro gresos de Juana fueron lentos y lastimosos; se indignaba de ser catequizada después del sermón dominical. Además, tenía poco tiempo para estudiar, ya que en cuatro años de matrimonio tuvo cuatro hijos: Margarita, Isabel, Ceci lia y Juan. Pero Erasmo, quien visitaba con regularidad a la familia en Bucklersbury, la describe feliz y afectuosa. Nos N os dice di ce q u e Ju J u a n a esta es taba ba c on onvi virt rtié iénd ndos osee en ideal c om pa pa ñera intelectual intelectual para Moro cuando cua ndo,, de poco más de 20 años, murió. El añ añoo de su matrim m atrimonio. onio. M oro fue elegido elegido al Parlamen to. Éste fue fugaz; había sido convocado para conceder un especial tributo feudal al rey Enrique VII. Moro denunció la deman dem anda da del rey rey como com o exces excesiv ivaa y el Parlamento votó vo tó me nos de la m itad de la suma sum a requerida. Se informó al rey que "un niño imberbe había frustrado sus propósitos”. Así, Moro perdió toda posibilidad del favor y la preferencia rea les para el resto del reinado: nunca más se opondría tan rá pida pid a e inca in caut utam am en ente te a un de dese seoo real. C inc in c o añ años os despué des pués, s, cuando el rey murió y fue sucedido por su hijo Enrique VIII, de 18 años. Moro, como muchos otros ingleses, red-
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bió bi ó la not n otic icia ia con co n regocijo. C eleb el ebró ró la cor c oron onac ació ión n en versos latinos, cont c ontrasta rastando ndo las las virtudes del rey con la avaricia avaricia y la extorsión que habían caracterizado al reinado anterior. La esclavitud está ahora firmemente atada, he aquí la primavera de la libertad; la tristeza ha terminado y la alegría está por p or venir. venir. El joven ungido hoy rey de Inglaterra anuncia anun cia un u n esplendor eterno de d e la época. época. [E 120 120.] Enrique fue coronado junto con Catalina de Aragón, su recién recién despo desposada sada reina, reina, el 24 de junio ju nio de d e 1509. Catalina había venido venid o a Inglaterra Inglaterra en 1501 1501 para cas casar arse se con Arturo, Ar turo, príncipe d e Gales, Gales, el el herm he rmano ano mayor m ayor de Enrique, pero pe ro el el príncipe ha bía m u e rto rt o un u n a ño después. E nriq nr ique ue,, com c om o cuña cu ñado do suyo, tenía prohibido casarse con ella por la Iglesia: una dispensa para par a per pe r m itir it ir el m a trim tr im o n io tuvo tu vo que qu e ser s er ob o b ten te n ida id a del d el papa pa pa Juli Ju lio o II, quien quie n había sucedido sucedido a Alejandro VI en 1503. 1503. Un año después de subir Enrique al trono, en septiem bre br e d e 1510, 151 0, M oro or o fue desi de sign gnad ado o subalgu suba lguacil acil de Londres Lon dres.. Sus deberes eran dar consejo legal a los alguaciles y asistir como juez al ayuntamiento los jueves por la mañana. El joven abogado pronto estaba ganando la suma sustancial de 400 libras al año por esos deberes y además los honorarios po p o r repre rep rese sent ntar ar a la c iud iu d a d y a sus client cli entes es privado priv adoss en las cortes de d e Westminster. Westminster. Cierta Cie rta cantidad canti dad de obras literar literarias ias,, tanto tan to en ingl inglés és como en latín sobreviven de estos primeros años de la vida de Moro. Por Por la época de su m atrimonio atrim onio tradujo una biograbiografía de Giovanni Pico della Mirándola, austero erudito y filósofo florentino muerto hacía unos diez años. Moro admiraba a Pico como un modelo de vida del laico devoto.
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Tradujo al inglés varios versos de las obras de Pico, incluso “Las doce propiedades de un amante”, la décima de las cuales dice así: El amante es pálido y color de muerto; Nada de sueño irrumpir irru mpiráá en sus ojo ojos; s; Se abstiene del vino, la carne o la cerveza; No le importa imp orta lo que digan los los hombres hombr es de él; él; Pero coma, beba, repose, yazga o ande. Él siempre arde como si trajera un fuego. En el ferviente ardor ard or de su deseo. deseo. Aquí debería el amante de Dios ejemplo tomar Para tenerlo continua conti nuamen mente te en la memor memoria, ia, Despertar con él él en oración oración y meditando, medit ando, Mientras otro juega, goza, canta y baila: Nin N ingu guna na alegría alegría terrenal, terrenal, diversión o vano placer placer Debería deleitarlo deleitarlo,, o nada alejar Su mente men te ardiente de Dios, su amor amo r cel celes estia tial.l. (W 139 1393.] 3.] Más liger ligeros os eran los los verso versoss titulados titu lados “Un “Unaa alegre alegre broma brom a aceracerca de cóm c ómoo un sargento aprendería apre ndería a hacerse hacerse pasar pasar po porr fraifraile”, una tintineante historia escrita quizá para el festejo de un abogado, sobre sobre un sargento que, para arr arrest estar ar a uunn ddeu eudor insolvente, se disfrazó de fraile. Una vez admitido en su caritativo disfraz, el sargento mostró quién era. Y sacó su mazo Tú obedecerás Ven por este lado Te tengo en mis garras No te vas vas de aquí
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Ni po porr todos todo s los peniques peniques Quee tiene Qu tien e el alcalde alcalde en su bolsa [E 16 166. 6.)) Luego siguen muchas descripciones estrepitosas de farsas sas de puñetazos. Pero Pero el el poema poe ma tiene un mensaje mensaje serio serio:: cada hombre hom bre debe dedicarse a su oficio, oficio, pues nada irá irá bien C uand uandoo un u n sombrere sombrerero ro Charlatanee De filosofía O un buhonero Meta cuchara En teología. [E 59.] Moro también escribió versos en inglés sobre las edades del hom h ombre bre y sobre las las vicisitud vicisitudes es de la fortuna. fortuna . En colaboración con Erasmo, tradujo trad ujo al latín algunas de las las obras del satírico griego Luciano. Éstas, publicadas en 1506, fueron las obras que mejor se vendieron durante su vida, siendo reimpresas po porr lo menos me nos 13 ve vece ces. s. Juana Moro murió en el verano de 1511, poco después de dar a luz a su cuarto hijo. Moro se casó nuevamente al mes. Su prisa no fiie producto de una pasión romántica: “Más bien se casó casó po porr la dirección dirección y el gobierno gob ierno de d e sus hijos, hijos, casa y familia que por cualquier placer corporal” (H 105), nos dicen. Su desposada fiie Alicia Middleton, la prós pera pe ra viuda viu da de un co com m erci er cian ante, te, q u e trajo tra jo a la familia fam ilia un unaa fuerte dote. Los Los amigos de Moro M oro no simpatizaban con dame Alicia; algunos la llamaban “vieja, tosca y maleducada”, y otro no soportaba quedarse en la casa debido a su “nariz ganchuda de arpía”. Se dice que Moro mismo la llamó, con poca galantería, “ni una perla, ni una niña” (E 29). La
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mayoría de las esposas que figuran en los “alegres cuentos” diseminados en las obras de Moro son unas ñeras; muchos biógrafos, biógra fos, sin dud du d a preci pre cipi pita tada dam m ente en te,, han ha n cons co nsid idera erado do estas ñguras como retratos de dame Alicia. Desde las biografías más antiguas es claro que Moro se dirigía a menudo a su esposa tomándole el pelo en forma afectuosa, más que con la seriedad intelectual que utilizaba con su hija Margarita. No trató de interesar a su segunda esposa, como a la prim pr imer era, a, en la lite l iterat ratura ura:: se con co n ten te n tó con co n anim an imar arla la para pa ra que qu e cantara al compás del laúd y la cítara. Cuando Moro com puso pu so un e pita pi taño ño para par a la tu t u m b a de su prim pr imer eraa esposa, elogió a Alicia por ser una madrastra afectuosa con los hijos de Juana; dijo d ijo que q ue ¿I no podía decir cuál de las las dos dos esposas esposas era más querida: “Q ué magnífico magnífico hubiera hu biera sido sid o si el el destino dest ino y la religión religión nos hubiera hub ieran n perm p erm itido itid o vivir vivir juntos jun tos a los tres tres”. ”. Además de los hijos hijos de M oro con c on Juana, su famili familiaa ahora com prendía pren día a Alicia Alicia (luego (luego lady Alington), Alington), la hija de su s u nueva esposa, y a Margarita Gigs, su hija adoptiva. Pronto aumentó con dos menores en tutela, tutela, Ana Cresac Cresacre re y Gil H eron. En la época de los Tudor se adquirían a menudo tutelajes como inversión, y estos dos tutelajes significaron para Moro un ingreso considerable. Pero los dos menores se acoplaron felizmente a la familia: familia: Ana An a Cresacre se casó con Juan, Jua n, el hijo de Moro, M oro, y Gil G il se casó casó con su hija Cecilia. Cecilia. Fue durante duran te los los años inic inicia iale less de su m atrimonio atrimon io cuando cuan do Moro escribió su primera obra importante en prosa: una biogra bio grafía fía d e Ricardo Ric ardo III. III . Traba Tr abajó jó en dos do s versiones de ella, una en ingl inglés és y otra en latín; latín; ninguna ning una fue terminada y am bas fueron fue ron publi pu blicad cadas as,, inco in com m pleta ple tas, s, despu des pués és de su m uert ue rte. e. La obra obr a ha sido descrita com o la primera biografí biografíaa histórica seria en inglés. Los erudit eru ditos os no están de acuerdo en si ofrec ofrecee un retrato exacto del rey, pero la imagen que pinta de un
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monstruo de maldad se ha apoderado de la imaginación histórica popular de forma irrevocable. Esto se debe a que lo coloca a un paso del Ricard Ricardo o I I I de Shakespeare. Aquí está la descripción de Moro de la matanza de los príncipes en la Torre de Londres, a instancia del rey usurpador: Sir Jaime Tyr Tyrell ell maqu m aquinó inó que qu e deberían ser asesinados asesinados en su cama. Para la ejecución designó a Miles Forrest, uno de los cuatro que los cuidaban, que era un tipo probado en el asesinato desde tiempo atrás. A él se unió su propio caballerango, un tal Juan Dighton, un gran bribón, grosero, bien proporcio prop orcionado nado y fuerte. Entonces, Entonc es, habien hab iendo do sido ale jados de ellos ellos todos los demás, este Miles Forrest Forrest y Juan Jua n Dighton entraron a la cámara cerca de la medianoche (los inocentes niños yacían yacían en sus camas) y súbit s úbitame amente nte los envolvieron con las ropas, los enrollaron y enredaron, presionando el edredón y las almohadas con fuerza contra sus bocas en forma form a tal que, qu e, al poco tiem tie m po, asfixiados asfixiados y sofocados, faltándoles el aliento, entregaron a Dios sus inocentes almas para alegría del cielo, dejando a sus atormentadores sus cadáveres en la cama. Después de eso, los malvados malvados observaron, primero prime ro por po r la lucha contra con tra los dodo lores de la muerte, y luego por yacer quietos largo tiem po, po , que qu e estaban estaba n m uerto ue rtoss por po r comple com pleto: to: tendi ten diero eron n sus cuerpos desnudos sobre la cama y buscaron a sir Jaime para par a que qu e los viera. Al verlos éste, m andó an dó a los asesinos a enterrarlos al pie de la esca escaler lera, a, a una profundida profu ndidad d conveniente, bajo un gran montículo de piedras. Entonces sir Jaime cabalgó rápidamente a ver al rey Ricardo y le mostró la forma en que los habían asesinado; el rey se lo agradeció mucho m ucho y, como com o dicen algunos, algunos, ahí lo hizo caba caballer llero. o.
[W 1450.]
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Se ha conjeturado que la versión en latín de Ricardo Ricardo II I I I pued pu edee habe ha berr sido sid o escrita esc rita po p o r Erasmo Eras mo.. Sin S in du d u d a , Era E rasm smo o con co n tinuó tinu ó siendo huésped asiduo en la casa casa de Moro Mo ro después de su segundo matrimonio, y sostuvo con él devota relación epistolar a lo largo largo de su vida. vida. En 1511 1511 dedicó a Moro Mo ro Elo gio de d e la locur locura, a, una obra festiv festivaa que tenía el el equívoco equívoco título latino latino de Encom En com ium M oriae. Algunos teólogos pusieron caras largas ante el tono burlón de la obra: Moro tomó la plu p lum m a para pa ra defe de fen n d er la serie se rieda dad d del de l p rop ro p ó sito si to fund fu ndam am enta en tall de Erasmo. Esto se m ostró de sobra cuan do, do , en 1516, ErasErasmo publicó pub licó su edición precursora del N uevo Testamento en griego. Moro y Erasmo creían que un estudio de primera mano de la Biblia en los idiomas originales valía mucho más que qu e el con ocim iento elemental de los los teól teólogos ogos conte co ntem m porá po ráne neos os,, quie qu iene ness repe re petía tían n d e m em o ria ri a a los com co m entar en tarist istas as medievales. Pero la oposición al nuevo tipo de erudición se sentía con fuerza. Moro, quien iba a convertirse en el primer administrador de la Universidad de Oxford, tuvo que escribir escribir en 1518 a la Universidad Universida d para defender el el estudio estud io del griego contra una serie de ataques de conferenciantes y predic pre dicado adores. res. Escribió Escr ibió q u e u n h o m b re podr po dría ía ser salvado, po p o r supu su pues esto to,, sin saber sabe r latín lat ín ni griego; grieg o; pero pe ro aun au n el cono co noci cimiento mundano prepara la mente para la virtud. La teología misma no puede ser dominada sin conocimiento del he breo, el griego y el el latín: es vano van o presu p resumir mir de un conocim con ocimien iento to de las Sagradas Escrituras y de los Padres de la Iglesia si no se dom do m ina el idiom a en el que están escri escrita tas. s. Moro M oro debe de haber estado complacido cuando una cátedra de griego se estableció en Corpus Christi College, y doblemente com placid pla cido o cu a n d o el cate ca tedr drát átic ico o elegido eleg ido fue fu e Juan Ju an C lem le m e n t, tutor de sus hijos, quien más tarde habría de casarse con Margarita Gigs, su hija adoptiva.
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Entre los hijos de Moro, legítimos y adoptados, había más niñas niñas que qu e niños, en una proporción de seis seis a dos. dos. A to dos se les daba, en casa, cuidadosa educación en religión, literatura clásica y conocimiento humanístico. Moro con trató a un grupo de tutores para educar a sus hijos y, a su debido deb ido tiempo , a sus sus nieto nietos. s. En una carta a Guill Gu illermo ermo GoG onell nell,, uno un o de sus sus tutores, destaca la la impo rtancia rtanc ia de preparar a sus hijas en las virtudes, lo mismo que en las letras, “pues la erudición en las mujeres es una cosa nueva y un repro che a la ociosidad de los hombres”; así que, si una mujer resulta vicios viciosa, a, los calumniadores calumnia dores atacarán la educación educa ción fe fe menina “y culparán a las letras por las faltas de la naturale za, usando usan do los los vic vicio ioss de los los educandos educan dos para p ara que su ignoran cia se considere virtud vir tud”. ”. Pero si una mujer mu jer com co m bina bin a la virtud con las letras, “tendrá más beneficio real que si sumara las riquez riquezas as de Creso a la belle belleza za de Helena” Helena” (H 103). M oro or o es cribió cartas car tas en latín a sus hijos, hijos, de las las cuales algunas cuan cua n tas han llegado hasta nosotros, unas en prosa y otras en verso: esperaba recibir la respuesta de cada uno, casi a dia rio — tod a una un a proeza proeza de composición en latín latín para jóv jóve e nes esc escol olare ares— s— . Además Además de latín, los los niños niño s apren dieron diero n griego, lógica, filosofía, teología, matemáticas y astrono mía. El primer libro de texto de aritmética que se publicó en Inglaterra — O n th t a rt o f Calculation, de Tunstall, el amigo de Moro— , estaba estaba dedicado “para ser transm tran smitido itido a sus hijos”. Margarita, la hija mayor de Moro, era su favorita y la más culta. Estaba orgulloso del latín que ella escribía y podía pres pr esum umir ir de sus cartas ca rtas a sus amigos amig os estud est udian iantes tes;; ella y sus hermanas ganaron elogios aun del exigente Erasmo. La fami lia de Moro era paradigma de ilustración humanista y pre cursora de una más elevad elevadaa educación de d e la muje mujer. r.
II. II. LA REPÚBLICA REPÚ BLICA DE UTOP UT OPÍA ÍA fue decisivo en la vida de Moro. En ese año el rey le dio su primera comisión importante, y escribió la más famosa de sus obras. Fue enviado a Flandes con Tunstall para negociar la interp int erpre retac tación ión de los los tratad tr atados os de Enr E nriqu iquee VII que reglan el comercio de lana y telas. Erasmo dio a los em bajadores un unaa ca c a n a de d e prese pr esenta ntación ción dirigi dir igida da a Pedro Egidio,* secretario del ayuntamiento de Amberes. Los meses de ne gociación dejaron a Moro el tiempo libre necesario para es cribir la mayor parte de un trabajo titulado Utopia. Como nos ha llegado, la obra es un diálogo entre Moro, Egidio y un viajero ficticio llamado Rafael Hidodeo, compañero del navegante Américo Vespucio, de quien tomó nombre el nuevo continente recién descubieno: América. La mayor part pa rtee del diálog diá logoo es u n a de desc scrip ripci ción ón d e H ido id o d e o d e la dis tante república república de Utopía, U topía, o Tierra Tier ra de Nunc N uncaa Jamás Jamás.. La Uto pia p ia de Moro utiliza, como antes que ella la República de Platón y las muchas constituciones utópicas ideadas des pués, la descr de scripció ipciónn de un unaa na naci ción ón imaginar imag inaria ia como com o veh vehícu ícu lo para teorías de filosofía política y críticas de instituciones políticas polít icas co cont ntem empo porá ráne neas as.. C o m o Platón, Pla tón, M oro or o deja a m e nudo que sus lectores adivinen hasta qué punto son pro puestas puest as política polí ticass serias los arreglos arr eglos qu quee describe, describ e, y si prese p resen n tan un mero espejo burlón para revelar las distorsiones de sociedades de la vida real. La descripción de Utopía estaba El
a ñ o
1515
* Peter Gilíes o Aegidius Aegidius (1486?-1533) (1486 ?-1533) fue uno un o de d e los humanistas que se movieron en torno a Erasmo. También fue muy amigo de Moro. (T.l
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completa cuando Moro regresó a Inglaterra en 1515; en casa casa agregó agregó un diálogo diálogo introdu intro ductor ctorio, io, que se conv convirtió irtió en el libro uno de la Utopia final. final. Pero el segundo segu ndo libro libr o es el corazón de la obra. Utopía es una isla con forma de luna creciente, de 800 kilómetros de largo y 321 en su parte más ancha. Contiene 54 ciudades, cada una rodeada de aproximadamente 32 kilómetros de tierras agrícolas. Hay granjas diseminadas por todo el país, cada una de las cuales da cabida a una familia de 40 hombres y mujeres libres, así como a un par de siervos. Ésta es gente de las ciudades que ha sido enviada a tra bajar baja r al cam c ampo po po porr un lapso de dos años. Se envía a 20 2 0 pe perrsonas cada año, por rotación: pasan un año aprendiendo agricultura de sus predecesores y otro enseñándosela a sus sucesores. Todas las ciudades ciuda des se parecen en e n leyes leyes,, co costum stumbre bress e insinstitucio tituciones. nes. Cada Cad a año tres tres ancianos ancianos de cada ciudad se reúnen en un u n Senado en Amaur Am auroto, oto, la capital. Tal com o la describe Moro, Amauroto se parece al Londres de su tiempo en tamaño, forma y situación. Pero Amauroto es sorprendentemente distinta en un aspecto: ahí no existe algo como la intimidad o la propiedad privada. Las casas, con terrazas, dan a jardines espaciosos; las puertas por las que se entra a las casas y, a través de ellas, a los jardines, se abren con facilidad y nunca están cerradas con llave, “dejando entrar a todo el mundo, pues no existe allí nada privado y las casas mismas mismas se cambian po porr sorteo cada diez diez años” (U 79). 79) . En cada ciudad, todo grupo de 30 familias elige anualmente un magistrado llamado sifogrante; hay en total 200 de éstos por ciudad. Cada grupo de 10 sifograntes, con sus familias, está gobernado por un traníboro, otro magistrado elegido cada año. Los traníboros forman el Senado del su-
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prem pr emoo m ag agist istra rado do o prín pr ínci cipe pe,, q uien ui en es escogido d e p o r vida por po r los sifogra sifo grante ntess de u n a lista elegida ele gida p o r voto vot o po popula pular. r. Cada vez que se reúne el Senado, deben estar presentes dos sifograntes, un par distinto cada día. Nada puede ser decidido hasta que no haya sido debatido durante tres días y es una ofensa grave discutir cuestiones de Estado fuera del Senado. Esto es para impe im pedir dir que qu e los los príncipes y los los traníboros conviertan la república en tiranía. Los asuntos de importancia particular son presentados ante todos los sifograntes reunidos, pero nada se decide mientras no hayan tenido tiempo de consultar a sus varias familias. Ciertos asuntos pued pu eden en ser se r pre p rese sent ntad ados os an ante te el Sena Se nado do d e toda to da la isla en casos excepcionales. Cada ciudadano, hombre o mujer, aprende agricultura, prim pr imer eroo en la escuela y luego lueg o d u ran ra n te u n turn tu rnoo ob oblig ligat ator orio io en la granja, y además, un oficio determinado, tal como confección de ropa, albañilería, herrería o carpintería. Utopía no es como Europa, donde las diferencias de clase y posición social están marcadas por complejas distinciones en el vestido; toda la gente usa las mismas ropas, exceptuando ciertas distinciones entre los sexos y entre los casados y los solteros. Toda la ropa es hecha en casa por cada familia. A nadie se permite estar ocioso y todos deben trabajar cada día en sus oficios, supervisados por un sifogrante. Los ciudada ciud adanos nos pu pued eden en elegir e legir sus oficios, oficios, pero si desean desean especiaespecializarse en otro que sea distinto al de su padre, deben transferirs ferirsee a una u na familia dedicada a ese oficio. oficio. La jornada jorna da laboral laboral es breve: los utópicos trabajan tres horas antes del mediodía, descansan dos horas después de la comida y luego tra bajan ba jan otra ot rass tres tre s hor h oras as an ante tess de d e la cena. cen a. Se van a la cama ca ma a las las ocho y duerm due rmen en ocho o cho ho horas ras:: las primeras horas horas de la mañamaña na y las las del atardecer son, pues, tiempo tiem po libre libre.. En la mañana
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hay conferencias públicas obligatorias para ios ciudadanos que han sido designado designadoss como com o estudiantes, opcionales opcionales para para otros, otro s, hombres hom bres o mujeres. m ujeres. Por la tarde tarde pueden pu eden dedicarse dedicarse a la música músic a o la conversación, o a juegos parecidos al al ajedrez, ajedrez, en los que números devoran números, o las virtudes luchan contra los vicios. ¿Cómo logran los utópicos satisfacer todas sus necesida des trabajando tantas horas menos que los europeos? Uno pued pu edee resolver esto co conn facilida fac ilidadd si co cons nside idera ra c u á n ta ge gente nte vive vive ociosamente ociosam ente en Europa: En primer lugar, casi todas las mujeres, o sea la mitad de la población, pues si en alguna parte trabajan es porque porq ue los los hombres descansan en su lugar la mayoría de las veces. Añá dase esa multitud, tan grande como ociosa, de sacerdotes y de los llamados religiosos. Únanse a éstos los ricos propie tarios de tierras, denominados vulgarmente nobles y caba lleros. Súmenseles sus servidores, famosa mescolanza de truhanes armados. Agregúense Analmente los mendigos sa nos y robustos que, para justificar su holgazanería, fingen alguna enfermedad... [U 83.] Aun entre los pocos trabajadores reales en Europa, mu choss emplean cho emplea n el tiem tiempo po produ p roducien ciendo do lujos lujos superfluos, superfluos, ames que las cosas que son necesarias para la supervivencia, el bien bi enes esta tarr o los placeres na natura turales les.. N o es sorp so rpre rend nden ente te,, e n tonces, que en Utopía, donde no más de 500 personas física mente capaces son dispensadas del trabajo manual en cada ciudad-Estado, sea suficiente un día de seis horas. Los sifograntes dan dispensas, siguiendo el consejo de los sacerdotes, sólo a los que parecen sobre todo aptos para el aprendizaje y el estudio. De esta pequeña clase de cstu-
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diosos, se eligen los sacerdotes utópicos, los traníboros y los prínc pr íncipe ipes. s. Los sifog si fogran rantes tes n o necesit nec esitan an ser estudio est udiosos, sos, pe pero ro también están exentos, por ley, de las labores manuales; sin embargo, no toman tom an ventaja de este privi privileg legio, io, para da darr a lo los demás un ejemplo de trabajo. trabajo. £1 trabajo se hace ligero en Utopía no sólo por los mu chos brazos, sino por la simplicidad de las necesidades que satisfacen. Los edificios, siendo de propiedad comunal, no sufren por po r la neglige negligencia ncia privada, privada, ni son alterados co contin ntinua ua mente por el capricho de nuevos dueños. La confección de la ropa no requiere de mucho trabajo, ya que los utópicos prefiere pref ierenn el uso de tela n o teñi te ñida da,, ba basta sta y resistente. resisten te. En ocasiones los ciudadanos son separados de sus ocu pacion pac iones es ha habit bitua uale less pa para ra realizar ob obra rass públicas públi cas en gra gr a n es cala cala,, tales co com m o la reparación de caminos. c aminos. Otra O trass vece veces, s, cu cuan an do la economía es próspera, un decreto público reducirá la jorn jo rnaa da d e traba tra bajo. jo. Los m ag agistr istrad ados os n o cansan can san a sus ciud ci uda a danos con trabajos superfluos; la clave de su política es ésta: “Que los ciudadanos estén exentos de trabajo corporal el mayor may or tiempo tiem po posible, posible, en cuan cu anto to las necesid necesidade adess públicas lo pe p e rm ita it a n , y p u e d a n de dedi dica cars rsee al libre lib re cu cult ltiv ivoo d e la inte in teli li gencia, por considerar que en esto estriba la felicidad de la vida” (U 86). En la Utopía de Moro, a diferencia de la República d e Platón, la unidad social primaria es la familia o grupo do méstico. Las muchachas, cuando crecen, se incorporan a la familia a que pertenecen sus maridos; pero los hijos y los nietos perman pe rmanecen ecen en la misma familia bajo el gob gobiern iernoo del padr pa dree más má s a nc ncia iano no,, hasta has ta q u e éste ést e llega a la seni se nilid lidad ad y es sucedido por el siguiente de mayor edad. El tamaño de las familias es estrictamente regulado. No se limita el número de nacimientos ni el de niños menores de 14 años; años; pero nin-
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guna familia puede tener menos de 10 ni más de 16 niños cuan cu ando do llegan llegan a adultos. Los Los niños niñ os excedentes excedentes de las las fami familia liass más grandes son incorporados a familias en las que hay menos del mínimo. Si el número de familias de toda la ciudad crece más allá del límite estipulado de 6000, se transfieren familias a ciudades más pequeñas. Si todas las ciudades de la isla están ya completamente pobladas, se establece una colonia colon ia en tierras tierras no ocupada ocu padass más allá allá del mar. mar. Si Si los naturales no están dispuestos a unirse a ellos y se resisten a su asentamiento, los utópicos establecerán la colonia por la fuerza fuerza d e las armas, “pues “pues consideran c onsideran suficiente suficiente motivo mo tivo para hacerlo hacerlo el qu quee un pueb pueblo lo que no utiliza utiliza la la tierra, tierra, dejándo deján dola infecunda y despoblada, impida su posesi posesión ón y disfrute a otros que po porr ley ley natural deben nutrirse de el ella” (U 86). Si cualquiera de las ciudades de la madre patria disminuyera peligros peli grosam amente ente en po pobla blació ción, n, c om o ha suced suc edido ido a veces veces en épocas épo cas de peste, peste, los colonos colono s utópicos utó picos son repatriados del extranjero para remediar remed iar la esc escas asez ez de habitantes. Cada familia, como ya se explicó, estará dedicada a un solo oficio. Los productos del trabajo familiar son almacenados en bodegas del mercado del centro del barrio al que perten per tenec ecee la familia. familia . C a d a jefe d e familia fam ilia pu pued edee llevarse, llevarse, gratis, gratis, cualquier cualqu ier cosa cosa que él y su su gente gen te necesiten. En su trato con los demás, los utópicos no hacen uso del dinero, porq po rque ue ¿Cómo había de negárseles cosa alguna si todo abunda y no se cela que nadie solicite más de lo necesario? ¿A qué pensar pensa r que alguno pida cosas cosas superflua superfluass estando esta ndo seguro de de quee nada ha de qu d e faltarl faltarle? e? La La codicia y la rapacidad son (hito ( hito,, en los demás demá s seres seres vivientes, vivientes, del tem te m or a las privaciones y en el hom h ombre bre exclusivamente exclusivamente de la soberbia, soberbia, que q ue lleva lleva a gloria
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superar a los demás demás con la ostentación de lo superf superfluo luo.. Pero Pero este este v ido id o no n o tiene cabida cabida entre los utópic utó picos... os... [U 87.] 87.] De igual manera, la comida es distribuida gratis a cada familia que la necesite; pero los individuos de cada familia tienen que esperar esperar su turn t urnoo hasta qu quee la comida haya sido sido repartida repartid a en prim er lugar luga r a los los hospitales, hospitales, según según la prescripprescripción de los médicos, y en segundo lugar a las casas de los sifograntcs. Estas casas tienen grandes salones lo bastante amplios para conte co ntene nerr a todas las las treinta trein ta famil familias ias qu quee com po p o n e n la sifogra sifo grancia ncia.. A qu quí,í, a la h o ra d e la co com m ida id a y d e la cena, un toque toqu e de trompeta trom peta llama a toda la fami famili lia. a. A nadie se prohíbe proh íbe come co merr en la cas casa, a, peto pe to está mal visto y muy mu y pocos lo hacen; “sería “sería necio necio además tomarse el trabajo de prepara pre pararr una comida inferi inferior, or, teniendo tenien do otra o tra magnífica magnífica y opípara opípa ra disdis pues pu esta ta en un c om e d o r tan ta n cercan cer cano” o” (U 88 88). ). Las mujeres de la casa casa se turnan turn an para preparar los los alimentos y disponer las comidas, pero dejan a los siervos las tareas sucias y despreciables de la cocina. Las mesas están colocadas contra las paredes, como en los monasterios y colegios euro peos; peos; los hombre hom bress se sientan sienta n de espalda espald a a la pared y las las mujemu jeres enfrente, para dejar la mesa con facilidad si se sienten indispuesta dispuestass o necesitan necesitan atender ate nder a un niño. Las Las madres madres qu quee están está n amamantando —las mujeres utópicas amamantan a sus hi jos siem sie m pre pr e qu quee les es posible pos ible— — co com m en ap apar arte te co conn los meme nores de cinco años en un cuarto para niños, que es "un comedorcito destinado al efecto, donde siempre hay lum bre, bre , ag agua ua lim li m p ia y cu cuna nass en qu quee a co cost staa r a los c h iqui iq uill lloo s, o, si lo prefieren, dejarlos retozar libremente, desfajados y ju j u n to al fuego” fueg o” (U 89). 89) . Los niño ni ñoss mayores mayor es de cinc ci ncoo años atienden la mesa o, si son demasiado jóvenes para hacerlo, “permanecen de pie en maravilloso silencio”, pasándoseles
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comida desde las mesas. Los comensales se sientan “por grupos de cuatro” a cada mesa, como lo hacen hasta hoy día en los Inn In n s o f C ourt.* ou rt.* El sifogrante y su esposa, y casi todos todo s los los ciudadanos mayores, mayores, se sientan a una u na mesa gran de sobre una tarima, igual que los decanos de un Inn In n . Se unen un en a ellos, ellos, si hay una u na iglesi iglesiaa en la sifograncia, sifograncia, el sacerdote y su esposa. esposa. Tanto Tan to la comida com ida como com o la cena comienzan con una brev brevee lectura de un libro edificante; edificante; después después de esto, se permite perm ite la conversación, conversación, y es de no nota tarr que a los ancianos no se les les deje monopolizar monop olizar el tiem po con una plática plática larga larga y tediosa, tediosa, sino sino que incitan a los jóvenes a hablar, “para poner a prueba su carácter carác ter e inteligencia, inteligencia, que qu e tanto tan to se reve revelan lan en las las expansio nes de un yantar” (U 90). La cena dura más que la comida, po p o rque rq ue la jorn jo rnaa d a labo la boral ral h a term te rmin inad ado. o. No hay cena sin música música y tampoco falta en ninguna ningu na el el dulce dulce como postre. Queman olores, esparcen perfumes y no omi ten nada de cuanto cu anto pueda agradar a los los comen comensales sales,, pues, pues, a este respecto, están muy lejos de considerar prohibido cual quier placer del que no se derive algún mal. [U 90.] Viajar está cuidadosamente reglamentado en Utopía. Para ir de una ciudad-Estado a otra se necesita un pasaporte de los los traníboros indicando indicand o la duración durac ión de d e la ausenci ausencia, a, y a na die se le le perm pe rmite ite viajar solo. solo. A los los utópicos utó picos se les les proporc prop orcio io na gratuitamente una carreta de bueyes con un siervo para conducirla, pero rara vez aprovechan esto, pues no necesi tan acarrear provi provisione sioness ya que al llega llegarr a otra ciudad-Esta ciudad-E sta do se quedan con los miembros de la profesión y trabajan * Los cuatro grupos de edificios en Londres que pertenecen a ios cole gios de abogados. [T.]
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en su oficio oficio igual que qu e si estuvieran en su hogar. hogar. Viajar Viajar en entre tre ciudades-Esta ciudad es-Estado do sin pasaporte pasap orte es severamente castigado y si reincide reincide un ciudadano ciudad ano puede ser reducido a la servidumbre servidumbre.. Un hombre hom bre no necesi necesita ta pasaporte para viaja viajarr por el el campo dentro de ntro de la misma mism a ciudad-Estado, sólo “la “la buena voluntad volun tad de su padre p adre y el consentim conse ntimiento iento de su espo esposa sa”. ”. Per Peroo donde don de quiera que esté, esté, debe trabajar toda una u na mañana mañ ana antes antes qu quee se le dé de comer, y trabajar toda to da una tarde antes que se se le dé de cenar. cenar. Todo To do esto e sto asegura asegura que nadie esté ocios ocioso, o, pase ham ham bre br e ni n i ne neces cesite ite mend m endiga igar. r. Los utópicos cruzan el mar para comerciar con otras naciones: exportarán granos, miel, lana, pieles, ganado y otras cosas parecidas una vez que hayan acumulado una reserva de todos los satisfáctores que consumirán en dos años. Cuando sus naves llegan al extranjero, distribuyen una séptima parte de d e sus carg cargas as en entre tre los pobres del país; país; lo demás lo venden a precios módicos. Aunque los utópicos no utilizan el dinero entre ellos, lo necesitan para algunos asuntos internacionales. Sus principales importaciones son hierro, oro y plata; usan sus exportaciones fundamental mente para adquirir crédito, destinado a dar préstamos a otra gente o a sostener una guerra. Mantienen un gran te soro en la isla como provisión para tiempos de guerra, para sobornar sobor nar enemigos, nacionales nacionales o contr co ntratar atar mercenari mercenarios os (“pre (“pre fieren arriesgar la vida de extraños antes que la de sus com patr pa trio iota tas”). s”). Entre las cosas más sorprendentes de Utopía están los arreglos para conservar el tesoro de metales preciosos. Los utó picos pic os ven ven,, co conn justi ju stici cia, a, qu quee el hier hi erro ro tien ti enee m uc ucho ho m ay ayor or valor real que los metales preciosos. Por lo tanto, tienen cuidado de no darle valor artificial al oro y la plata. No los guardan bajo llave ni los convierten en finas vajillas de
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las que les dolería desprenderse en caso urgente. En lugar de esto: Mientras comen y beben en vajillas de barro y vidrio, elegantísimas en verdad, pero de ningún valor, construyen de oro y plata las bacinillas y otros recipientes de ínfimo uso, lo mismo mis mo con destino destin o a los edifi edificios cios públicos que a los los particulares. ticulares. Co C on los mismos metales fabrican cadenas y gruesos grilletes para aprisionar a los esclavos. Finalmente, a cuantos han sido infamados por la comisión de algún crimen les cuelgan de las orejas zarcillos de oro, les adornan los dedos con anillos de oro rodéanles la garganta con collares de oro or o y les les ciñen coronas de oro a la frente. frente. [U 93.) Perl Perlas as,, diamantes diam antes y rubíes son cortados, pulidos y entreentre gados a los niños para que los guarden con sus sonajas y muñecas. Hidodeo recuerda que durante su visita a Utopía llegó una embajada de la distante tierra de Anemolia. Los emba jadores jado res anemo ane molio lios, s, ignor ign oran antes tes de las co costu stum m bres br es utópicas utóp icas,, intentaron impresionar a sus anfitriones con la magnificencia de sus trajes. Llevaban ropa de oro, y collares, anillos y aretes también de oro, y gorros resplandecientes de perlas y gemas. Los Los utópicos utópic os creyeron qu quee los los sirvientes, ataviados ataviados con más sencillez, eran los dirigentes de la embajada; a los embajadores los confundieron con esclavos por el oro que los abrumaba. Un niño utópico dijo: “Mira, madre; ese gran picaro va adornado con perlas y piedras preciosas com o si si fuera fuera niño”. “Calla, “Calla, hijo — dijo la la madre— , debe de ser algún bu bufón fón de la embajada emb ajada.” .” Los Los embajado em bajadores res se se dieron cuenta de su error después de estar unos cuantos días en Utopía Uto pía y dejaron de lado sus sus finas finas vestimentas. vestimentas. Los utópicos
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explicaron que se maravillan “de que alguien, pudiendo contemplar tem plar un unaa estrella estrella o el propio prop io Sol, se complazca complazca con el vano fulgor de una u na gema gem a o piedreci piedrecilla” lla” (U (U 95). Igual que los utópicos desprecian a los que encuentran plac pl acer er en las joyas, tam ta m b ién ié n co cons nsid ider eran an locura loc ura en enoo rgul rg ulle lecerse de los honores cortesanos. Preguntan: “¿Qué deleite natural y verdadero proporciona la vista de una cabeza descubierta cub ierta o de un unaa rodilla rodilla doblada? ¿Ac ¿Acaso aso se se remediará con eso el dolor de nuestras propias rodillas o se calmará el ardor de nuestras cabezas?” (U 100). Asimismo, no pueden entender cómo los hombres se complacen en tirar dados sobre una u na mesa mesa o escuchar ladrar y aullar los perros perros tras tras una u na liebre. liebre. ¿Qué ¿Q ué placer hay ha y en ver v er co correr rrer a los perro perros? s? Si lo que q ue interesa interesa es es la perspect perspectiva iva de un unaa muerte mu erte o la con contemplación de una carnicería, más bien debiera mover a miserico misericordia rdia el el ver una un a liebredlla li ebredlla despedaza despedazada da por un u n perro; un animal débil, miedoso, huidizo, inofensivo en una pala bra, dilacerado dil acerado por p or otro ot ro más más fuerte, más feroz feroz y más cruel. (U 102.] Por eso eso los los utópicos utóp icos consideran el cruel dep d epon onee de la caza caza indigno indig no de hombres libre libres. s. Aun la matanza de animale animaless que es neces necesari ariaa para la alimentación alimen tación no está permitida permi tida a los ciudadanos: dadanos : sólo sólo a los los sierv siervos os se deja ser matarifes; matarifes; pues matan ma tando bestias, sostienen ellos, “la clemencia, el afecto más dulce de nuestra naturaleza”, decae y sucumbe poco a poco. Los utópicos, aunque desprecian los deportes crueles, se divierten y deleitan con los placeres del cuerpo y los sentidos, y se enorgullecen y alegran de su salud y fuerza sin paralelo. No son ascetas y de hecho consideran perversa la mortificación corporal por sí misma.
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También reputan por insigne necedad no sólo el despreciar la belleza, desgastar las fuerzas, convertir la agilidad en pereza, agotar el cuerpo con ayunos, perjudicar la salud y menospreciar nospreciar los los demás atractivos atractivos naturale na turales... s... sino el el atormenator mentarse a sí mismo sin provecho de nadie, ya por una vana sombra de d e virtud, virtu d, ya para habituarse hab ituarse a sobre sobrellev llevar ar unos males que acaso no han de presentarse nunca. (U 105.] Los placeres de la mente, más que los del cuerpo, son los que producen mayor placer a los utópicos. Aunque sólo unos cuantos ciudadanos estén dispensados del trabajo físico para dedicarse por entero al estudio, a todos se les enseñan las letras (en su propia lengua vernácula) y la mayoría de los hombres y las mujeres dedican el tiempo libre, a lo largo de su vida, a la lectura. Antes de la visita de Hidodeo no conocían co nocían la literatura griega griega y latina, pero habían ha bían progresado tanto en música, lógica, aritmética y geometría como cualquiera de los autores clásicos. No conocían la lógica m od oderna erna (es (es decir, decir, medieval), medieval), ni la astrologí astrología, a, y qu quéé buen b ueno. o. Pero cuando escucharon una descripción de la literatura grieg griegaa estuvieron estuvieron ansiosos ansiosos de aprend ap render er el idioma; idiom a; y los los que fueron elegidos para hacerlo lo dominaron en el lapso de tres tres años. Encantados Encantad os aceptaron de H itlodeo itlod eo una u na magníf magnífica ica bibl bi blio iotec tecaa d e textos tex tos clásicos clásic os en edici edi cion ones es rena re nace cent ntis istas tas.. La imprenta y la fabricación de papel eran de hecho las dos únicas artes qu quee envidiaban los utópicos. utópicos. Aquí Aqu í también tamb ién demostraron ser rápidos para aprender y adquirieron ambas habili hab ilidade dadess en en c o n o tiempo. tiempo. Al describir las las costumbres de Utopía se ha mencionad men cionadoo a los siervos de cuando en cuando. La servidumbre no es esclavitud hereditaria: la mayoría de los siervos son utópicos o extranjeros extranjeros reducidos a servidumbre com co m o castigo castigo por po r
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un tipo de crimen qu quee en otros lados se se castiga castiga con la muermu erte. Cuando los utópicos toman prisioneros de guerra, los utilizan utilizan como co mo sier siervo vos; s; pero no compran com pran prisioner prisioneros os de otros como esclavos. Trabajadores de otros países, al encontrar quee la servidumbre qu servidu mbre utópica utóp ica es preferible preferible a su su penosa labor, a veces se vuelven siervos voluntariamente; a éstos se les da trabajo más liviano y se les permite que regresen a su tierra si en alguna ocasión desean hacerlo. Los enfermos son bien cuidados por los utópicos, quienes se enorgullecen del diseño luminoso y sanitario de sus hospitales. Se sientan junto a los enfermos incurables y los reconfortan reconfo rtan d e todas to das las maneras posibles. posibles. Si se trata de una enfermedad sin remedio y de continuo dolor, los sacerdotes sacerdotes y magistrados hacen ver al paciente paciente qu que, e, pues pues ya es inútil in útil para los los trabajos de d e la vida, molesto para los demás y una carga para sí mismo, no quiera alimentar por más tiempo tiemp o su propia peste peste y corrupción; corrupció n; que siendo su vida un tormento no vacile en morir, antes tenga esperanza de librarse de una vida semejante, como de un potro de tormento, dándose la muerte o consintiendo que otro se la dé... [U 109.] Tal suicidio es considerado virtuoso y noble; pero si un hombre se mata sin el consejo de los sacerdotes ni de los magistrados magistrados,, es considerado indigno indig no de d e ser enterrado y crocromado: “lo arrojan, afrentosamente afrentosamente insepulto, a cualquier cualquier panpa ntano" (U 110). Las costumbres matrimoniales matrimon iales d e los los utópicos han atraíd o o escandalizado escandalizado a mucho m uchoss de los los lectores lectores de la obra. Los Los hombr hom bres es se casan a los 22 años, y las mujeres a los 18 18.. Los Los acusados de tener relaciones premaritales tienen prohibido ca-
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sarse sin un perdón especial del príncipe, y los jefes de sus familias familias caen caen en desgracia. desgracia. Si se permitiese permi tiese la promiscu prom iscuidad idad,, dicen los utópicos, pocos estarían dispuestos a aceptar las caigas del matrimonio monógamo. H itlodeo da cuenta cue nta de la costumbre costumb re seguida seguida por los utóutó picos al escoger esco ger esposas y esposos: La prometida, ya sea virgen o viuda, es expuesta desnuda a los ojos del pretendiente por alguna matrona grave y honesta; a su vez, el novio es presentado ante la muchacha, igualmente desnudo, por un hombre respetable. Y como nosotros censurásemos riendo tan absurda costumbre, admirábanse ellos, por su parte, de la necedad de otros pueblos pueblo s qu que, e, mostr mo strán ándo dose se muy mu y cautos cauto s al ad adqu quiri irirr un ca ballo qu que, e, al fin y al cabo, ca bo, cuesta poco dine di nero ro,, negándose negándo se a comprarlo, aunque lo vean en cueros, si no se le quita la silla silla y despoja de todos todo s sus arreos, arreos, no sea sea que bajo éstos se encubra alguna matadura, procedan con tanta ligereza en la elección de cónyuge, que puede llenar de solaz o pesar el resto de la vida, y aprecien la totalidad de su cuerpo, cubierto con los vestidos, por sólo un palmo de rostro que es lo que se ve, exponiéndose al riesgo de una difícil convivencia si luego llegase a descubrirse algún defecto. (U 110.] Sin duda, un cuerpo puede marchitarse o decaer des pués pué s de c on onsu sum m ad adoo el m atri at rim m o n io; io ; en ese caso n o ha hayy más remedio que q ue la paciencia. paciencia. Pero Pero a nadie se le le debería permitir perm itir esconder una deformidad bajo ropas engañosas antes del matrimonio. A diferencia de la mayoría de sus vecinos, los utópicos son monógamos m onógamos y el matrimo ma trimonio nio es, es, en principi p rincipio, o, para toda
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la vida. Sin embargo, el adulterio puede destruir un matrimonio; el cónyuge inocente puede volver a casarse, pero el adúltero no. Además del adulterio, “las formas de ser intolerables y descarriadas de cualquier parte” dan pie al divorcio y al nuevo matrimonio del cónyuge no culpable. El divorcio vorcio por p or acuerdo acuerd o es permitido perm itido en raras raras oc ocasi asione ones. s. Sucede a vece vecess que, no existiendo compatibilidad compatib ilidad de caracteres entre los cónyuges y hallando entrambos nuevas personas con las que confían vivir felizmente, se separan de grado y contraen otro matrimonio. Pero ello ha de ser con permiso del Senado, Sen ado, cuy cuyos os miembro m iembross no n o admit ad miten en el divorcio sino después de examinar detenidam dete nidamente ente las las cau causas sas por si mismos y por p or sus mujeres, pues bien se les les alcanza q ue la posibilidad de con contrae traerr con facilidad nuev nuevas as nupcias es lo menos indicado para unir a los esposos con sólidos vínculos. [U 111.] El adulterio es castigado con la servidumbre y en ese caso el divorcio se da de manera automática, a menos que el cónyuge inocente inoc ente esté dispuesto dispuesto a compartir com partir el cautiverio cautiverio y los trabajos forzados (semejante devoción desinteresada a veces logra obtener el perdón para la parte culpable). La muerte mu erte es el el castigo para el adúltero adúlter o reincidente: es el único ú nico crimen crime n castigado castigado así, así, salvo salvo la rebelión de d e los ya ya cond condena enados dos a la servidumbre. Las ofensas matrimoniales menores de las esposas son castigadas por los maridos; el uso de cosméticos es considerado orgullo extravagante, pues la belleza es menos apreciada que la probidad. “Cierto es que a muchos cautiva únicam únic amente ente la belle belleza za,, pero p ero no lo es menos qu quee sólo sólo la virtud y condescendencia tienen fuerza suficiente a retenerlos” (U 112).
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Además de las las ley leyes es qu quee rigen rigen al matrim m atrimonio onio,, hay poco que decir acerca de la ley municipal utópica, debido a la falta falta de propiedad propieda d privada. Los utópicos tienen m uy poc pocas as ley leyes en co conju njunto nto;; desprecian los los masivo masivoss volúmenes volúmen es de le yess y com ye c omentarios entarios que q ue se encuentran encue ntran en otros otro s pa país íses es.. “Igual “Igual mente, opinan que es injusticia grande obligar a los ciuda danos con c on ley leyes, es, o demasiado dem asiado numerosas para ser leíd leídas as en su integridad, o tan oscuras oscuras qu quee sólo sólo son entendid en tendidas as de unos uno s pocos” poco s” (U ( U 113 113). ). Sus pro p ropi pias as leyes son so n sencilla se ncillass y siem sie m pre pr e se les les da la interpretac interp retación ión más obvia. obvia. Esto les les perm per m ite prescin dir por completo de los abogados: creen que es mejor que un hombre defienda su propio caso y que le cuente al juez la misma misma historia que contaría co ntaría a su abogado aboga do defens defensor. or. Las virtudes de los utópicos han animado a sus vecinos a invitar a procónsules de Utopía a que los gobiernen du rante un periodo de cinco años, después del cual regresarán a casa. A tales funcionarios no se les tienta con sobornos (pues ¿de qué les sirve el dinero, si pronto regresarán a un país do d o n d e n o se usa?), ni los mue m ueve venn la malic m alicia ia o la parcia par cia lidad (ya qu quee viven viven entre en tre extranjeros). Así, los do doss vicios vicios que más corrom cor rom pe penn a las repúblicas repúblicas están ausentes de los los aliados aliados de los los utópicos. Aunqu Au nquee los los utópicos tengan teng an aliados aliados y amigos amigos entre otras naciones, naciones, no hacen tratados tratado s ni alianz alianzas as.. A rgumentan rgum entan que q ue si los hombres no se unen por naturaleza, las palabras de los tratados no lograrán lograrán que lo hagan. hagan. La razón principal de este modo de opinar es que en las regiones de aquella parte dd mundo los pactos entre los soberanos se observan con poquísima fidelidad. En Europa y demás tierras tierras en don donde de reinan la fe y la religi religión ón de Cristo, la majestad de los los tratados es por doqu d oquier ier sagrada sagrada e invio inviolala-
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ble, ble, en parte por la justicia y bonda bondadd de los los príncipes príncipes y en parte por el respeto respeto y temor temo r que inspiran los sum sumos os pontífices, que así como sin necesidad de promesas, cumplen escrupulosamente, ordenan a los soberanos el cumplimiento, sea como fuere, de sus compromisos, y obligan a los que se resisten por medio de severas censuras pastorales. [U 114.] La ironía de Moro revela el grado de desdén al que ha bía caíd ca ídoo el go gobi bier erno no po pont ntif ific icio io,, au aunn e n tre tr e católicos cató licos leales, leales, po p o r el pérfid pér fidoo c o m p o rta rt a m ien ie n to d e Aleja Al ejand ndro ro VI y Ju J u lio li o II. La disposición de los gobernantes para romper tratados, contin co ntinúa úa Moro, Moro , hace pensar a los los hombres hom bres que qu e la justic justicia ia es es una virtud demasiado plebeya para que la practiquen los reyes, o por lo menos hay dos justicias: Una pedestre y a ras de tierra que, exclusiva del pueblo y cargada de cadenas, no puede nunca saltar la valla que la rodea, y otra, la de los príncipes, príncipes, que qu e no n o sólo es más más noble que la de los plebeyos, sino mucho más libre, pues sólo le está vedado lo qu quee no les les agrada. [U 115 115.) .) A diferencia de otras naciones, los utópicos no consideran la guerra como com o algo glori glorioso, oso, pero pe ro tampoco son pa paci cifis fistas. Tanto los hombres como las mujeres reciben adiestramiento militar de manera regular y consideran justificada la guerra para rechazar rechazar a invaso invasores res de su prop p ropio io territorio o del amigo; para liberar a gente oprimida por una tiranía, para vengar injusticias cometidas contra sus aliados. Las pérdidas pecu pe cunia niaria riass de sus prop pr opio ioss ciud ci udad adan anos os en el extra ext ranj njer eroo no justif jus tifica icann pa para ra ellos u na gu guer erra ra,, pe pero ro si algún alg ún u tóp tó p ico ic o es herido a traición o muerto en cualquier lugar, envían primero una embajada para indagar los hechos y si los malhe-
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chores no son entregados, declaran entonces la guerra. Prefieren ganar las guerras con estratagemas y astucia, que con batallas batalla s y der d erra ram m a m ient ie ntoo de sangre, alca al canza nzando ndo la gloria glor ia en victorias logradas gracias al intelecto más que a la fuerza y a los poderes que los hombres comparten con los animales. Su único objeto en la guerra es conseguir lo que, si se hubiera concedido de antemano, habría evitado la declaración de guerra; guerra ; o si no, n o, si eso es es imposible, imp osible, castigar a los que han delinquido para impedir futuros delitos. Uno de sus métodos para disminuir dism inuir el derram derra m amiento am iento de d e sangre sangre es éste éste;; cuan cu ando do se declara la guerra, guerra , hacen pegar pe gar carteles, carteles, en secreto, secreto, en todo el territorio enemigo, ofreciendo grandes recom pensas p o r el asesinato asesi nato de dell rey en enem emigo igo y sumas sum as menor me nores, es, pero per o todavía tod avía co consid nsider erable ables, s, p o r la m u erte er te d e otro ot ross indivi ind ividuos allí mencionados, considerados responsables de las hostili hostilidades dades.. Esto produce prod uce disensión disens ión y desconfianza desconfianza entre en tre el enemigo, pero también tam bién signifi significa ca qu quee lo más probable es es qu quee los los que más merecen merecen la muerte mu erte en un unaa guerra no son la gran gran masa masa inocente de la nación enemiga, sino unos uno s cuantos cuanto s malhechores que hay entre sus dirigentes. Saben que la gente común no va a la guerra por propia voluntad, sino que es lanzada lanzada a ella ella por p or la locura locura de sus gobernantes. gobernan tes. C ua uand ndoo las las batallas batallas tienen que q ue ser libradas libradas en el extran jero, los utóp ut ópic icos os emple em plean an co com m o m ercen erc enario arioss a los fieros y rudos zapoleta zapoletas, s, quienes viven viven en escarpadas escarpadas montañ mon tañas as com co m o los Alpes suizos y son gente robusta que no tiene otro oficio que pelear pelear y no les les im im porta otra cosa cosa que el el dinero. C om o los los utópicos tienen tanto oro, pueden ofrecer más dinero que sus rivales para contratar zapoletas. Sólo un pequeño contingente tingen te de sus propios ciudadano ciuda danoss es enviado al extranjero extranjero para pa ra acom ac ompa paña ñarr al c o m an andd an ante te y sus luga lu garte rtenie niente ntes, s, y nadie es alistado para prestar sus servicios en el extranjero a
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menos que lo haga por propia voluntad. Sin embargo, si Utopía misma es invadida, todos, hombres valientes y cobardes juntos, hombres y mujeres al lado unos de otras, son enviados a la línea línea de luego, en e n barco b arco o en los los baluartes. ...no prohíben a las mujeres que lo deseen acompañar a sus maridos, para que qu e los los alienten e inflamen con sus alabanalaban zas, señalando a cada una su lugar en el combate junto a su respectivo consorte y rodeando a éste de sus parientes más próxim pró ximos.. os.... Tienen Tiene n por muy mu y grande afrenta el que un cón cónyuge regrese sin el otro o un hijo sin su padre... [U 121.] Esto da a los utópicos valentía y denuedo sin paralelo en la batalla. En cada batalla, como en la guerra en general, la meta princip prin cipal al es destr des trui uirr aJ cuerp cue rpoo de co com m an anda dant ntes es:: un u n gru gr u po de jóvenes jóvene s escogido esco gidoss están est án c om pro pr o m etid et idoo s po porr un jura ju ram m e n to a buscar y matar m atar o captu ca pturar rar al general general opositor. Una U na vez vez que la batalla se ha ganado, no hay persecución desordenada ni matanza indiscriminada: los utópicos prefieren hacer prisioneros antes que matar a los vencidos. Respetan religiosamente las treguas y no lastiman a nadie que no sea com bati ba tien ente te,, excepto exc epto a los espías; nu nunc ncaa saque saq uean an las ciuda ciu dade dess tomadas, pero una vez terminad term inadaa la guerra, los los vencidos esestán obligados a cargar con los los gastos. gastos. 1.a parte final del relato de Hitlodeo sobre Utopía se refiere a la religión. Algunos en Utopía adoran los cuerpos celestes o a héroes ya desaparecidos; pero la gran mayoría de la gente “reconoce una especie de numen único, desconocido, eterno, inmenso e inexplicable, que excede a la capacidad de la mente humana”, a quien llaman “padre” (U 124). La mezcla de supersticiones utópicas está cediendo poco a
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poco poc o a la ado a dora raci ción ón de este ú nic ni c o ser supr su prem emo, o, pe pero ro la mama yoría no impone sus creencias religiosas a la minoría. Viendo que las divisiones eran una gran fuente de discordia, el fundador de Utopía decretó que cada ciudadano pudiera seguir la religión que le pluguiese e incluso hacer prosélitos, pero procediendo en esto con moderación, dulzura dulz ura y razon razones es,, sin destruir brubr utalmente las demás creencias, ni recurrir a la fuerza ni a las injurias; en tal virtud, castigan con el destierro o la servidumbre al que con obstinación se empeña en tal intento. [U 126.] H ub uboo un utópico que q ue se conv convirtió irtió al al cristi cristianismo anismo e hizo, hizo, con excesivo celo, ofensivo proselitismo, condenando al fuego fuego eterno a todos los los no n o cristianos. cristianos. Fue arrestado, sometido a juicio y exiliado “acusándole no de ultrajes a la religión, sino sino de causar causar alboroto públi pú blico co ...” (U 12 126) 6).. La tolerancia tolerancia proclamada proclamada por po r el el fundado fund adorr de Utopía no era mero artifici artificioo para mante m antener ner la paz paz: pensó que bien podía ser cierto que q ue Dios hubiera inspirado diferente cree creenci nciaa a diferent diferentes es hombres para poder pode r ser ser honrado ho nrado con la adoraadoración variada y múltiple. Aun si una sola religión fuera verdadera y las demás supersticiones, es mejor dejar que la verdad surja por po r su propia prop ia fuerza natural. Pero Pero la tolerancia religi religiosa osa utópica utóp ica tiene sus sus límites. límites. Se considera bajo b ajo e inh i nhuumano creer que el alma perece con el cuerpo; cualquiera que profese semejante opinión es tratado como indigno de confianza, excluido de los servic servicios ios públicos y se le prohíb p rohíbee defende defe nderr sus creencias creencias en público. Los Los qu quee se equivocan equivoca n yéndose al al otro otr o extremo y atribuyen almas almas inmortales a los los animales males no hum ano anos, s, son dejados en paz. paz.
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Los Los utópicos creen creen no sólo sólo en la inmortali inmo rtalidad dad sino en otra vida bienaventurada. Por esta razón, aunque lamentan la en fermedad, no consideran que la muerte sea un mal en sí mis ma. La renuencia a morir m orir es tomada toma da como com o señal señal de conciencia conciencia culpable; culpable; quien quie n obedece de mala gana el el llamado de la muerte es visto con horror y llevado a enterrar en penoso silencio. Pero los que mueren con alegría no son enterrados sino cremados entre cantos de alegría “y en el mismo lugar levantan una columna de piedra, con los títulos del difunto grabados en ella”. “De vuelta a sus moradas rememoran los hechos y costumbres del difunto, pero ningún momento de su vida con mayor reiteración que el de su alegre tránsito” (U 128). Los utópicos creen que los muertos visitan una y otra vez a sus amigos sin ser vistos y se mueven por encima de los vivos como testigos de todas sus palabras y sus actos. Se sienten así protegidos en sus asuntos, pero también im pedi pe dido doss de d e co com m eter et er cu cual alqu quie ierr mala ma la acció acc iónn en secreto. Hemos visto que los utópicos desprecian el ascetismo po p o r sí mismo mis mo.. Sin emba em barg rgo, o, en entr tree ellos hay grup gr upos os q u e lle van una vida desinteresada abrazando tareas que son recha zadas zadas como com o repugnantes por p or otros, renunciando a sus sus horas libres para atender a los enfermos, o emprender obras pú blicas en camin ca minos, os, o en el cam ca m po o el bo bosq sque ue.. Algunas Algu nas d e estas personas practican el celibato y el vegetarianismo; otros comen carne, lle lleva vann una u na vida familiar familiar normal y no rehuyen rehuyen ningún nin gún placer placer a menos m enos que qu e se se interponga interpon ga en su trabajo. trabajo. Los Los utópicos consideran a la primera secta como la más santa, pero pe ro co com m o más má s sabi sa biaa a la l a segund segu nda. a. Se nos dice que los utópicos tienen sacerdotes de ex traordinaria santidad “y por lo tanto muy pocos”. En cada ciudad hay 13 bajo la autoridad de un obispo, todos elegi dos po porr voto pop p opula ularr secreto. secreto. Presiden Presiden el el culto y dirigen las las
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ceremonias, pero también son censores de ia moral: ser re pren pr endi dido do p o r un sacerd sac erdote ote es u n a gran gra n vergüenza. vergüenz a. El clero no está autorizado para infligir otro castigo que el de la exclusión del culto divino, pero este castigo casi es más temido que cualquier otro. otro. Las mujeres, igual que los hombres, pueden llegar al sacerdocio, pero sólo son elegida elegidass si si son viudas de d e cierta edad. Los sacerdotes se casan con las mujeres más distinguidas. Los sacerdotes, hombres y mujeres, tienen a su caigo la educación de los niños y los jóvenes. Ningún tribunal utópico pued pu edee castigarlos c astigarlos p o r crim c rimen en alguno alg uno.. E n las las batallas se arro ar rodillan junto a los ejércitos combatientes, “rezando en primer lugar por la paz, y luego por la victoria de su propia facción, pero no porque algún bando obtenga una victoria sangrienta". Cuando llega el triunfo, se mezclan entre sus propio pro pioss ejércit ejé rcitos os victorios victo riosos, os, refr re fren enan ando do la furia fur ia y la crue c ruelldad de los los soldados. soldados. Han H an impedido imp edido tantas matanzas qu quee tietienen una m uy alta reputación repu tación en e n todas las las naciones veci vecinas nas.. “Y así así no ha h a habido ha bido nu nunc ncaa pueblo pu eblo can can feroz, feroz, cruel y bárbaro que no haya considerado sus personas como sagradas e inviolables” (U 131). La narración de Hitlodeo sobre los utópicos concluye con la minuciosa m inuciosa descripción de las fie fiesstas tas con qu quee santifican los primeros y los últimos días del mes y el año, para darr gracia da graciass por po r la prosperidad pasada y rogar po p o r la prospeprosperidad futura. Todas las disputas familiares son resueltas antes de las fiestas; “cuando en sus corazones hay odio o ira contra alguien no osan asistir a los sacrificios, temerosos de un severo severo castigo, castigo, si no es reconciliándose reconciliándose primero prim ero y purifip urificando sus sentimientos” (U 133). Los sacerdotes utilizan vestimentas hechas de plumas de ave, como las de los jefes, de los indios americanos. La ceremonia termina con una
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solemne oración en e n la qu quee los los fíe fíeles les agradecen agradecen a Dios po porr perpe rtenecer tenece r a la república repúblic a más m ás feliz feliz y profesar la más verdadera de todas las religiones. Agregan que si están equivocados en esto “o si hay otra mejor y más aceptable a tus ojos, dánosla a conocer con tu bondad, pues estamos prestos a seguir el camino por donde nos conduzcas” (U 134).
III. III. EL CANC CA NCILLE ILLER R D EL RE REY
El p r i m e r libro de Utopia fue escrito después del segundo y es mucho menos utópico: en vez de describir la constitución de una república imaginaria, sopesa los pros y los contras de ingresar al servicio público en monarquías de la vida real. De hecho, parece haber sido escrito para aclarar la mente del propio Moro cuando estaba preguntándose si debía ser oficial de Enrique VIII. Por un lado, su propia carrera apuntaba hasta este punto en esa dirección: la misma emba jada jad a a Flandes Flande s de d o n d e surg su rgió ió Utopia era una garanda de un futuro empleo real. El padre de Moro y muchos de sus amigos amigos humanistas, hum anistas, incluyendo a Tunstal Tunstall, l, se habían unido u nido ya al Consejo Reai. Por otro lado, Erasmo y algunos otros humanistas creían que los eruditos no tenían p or qué ingreingresar al al servi servicio cio público, don d onde de la corte podía po día corromperlos y las necesidades de la política comprometer sus principios independientes. En Utopia el el argum a rgum ento cont co ntra ra el servicio servicio real real lo sost sostieiene Hitlodeo; el argumento en favor lo plantea el Moro del diálogo. El servicio servicio a los los reyes reyes,, indica indic a H itlode itlo deo, o, es poco menos que la esclavitud: ¿por qué debe renunciar por ello un erudit eru dito o a su com odidad, odidad , cuando cua ndo los los rey reyes sólo sólo están interesados sados en hacer hace r la guerra? guerra? Hitlo H itlode deo o recuerda su su propia experiencia directa en la corte inglesa en tiempos del cardenal M orton. orton . Relata Relata una un a larga larga y animosa denu ncia de la rapac rapaciidad da d de las clase clasess altas inglesas, inglesas, cuya avaricia avaricia inescrupu ine scrupulosa losa y pasió pas ión n p o r el luj l ujo o des d estru truye yen n la vida vi da de d e los pobres pob res,, hac h acié iénd ndoo57
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los los primero padecer padecer hambre, luego luego robar y por último ahorcándolos por haber robado. Nadie prestó seria atención a eso: todos se limitaron simplemente a observar al cardenal para pa ra ver su reacció reac ción. n. M o ro tam ta m bién bi én pued pu edee record rec ordar ar la cor c orte te de Morton de su tiempo, cuando él era paje, pero recuerda a Hitlodeo que Platón creía que las repúblicas sólo pueden ser felices si los filósofos llegar a ser reyes o si los reyes se inclinan por la filosofía. ¡Qué lejos está la alegría si los filósofos ni siquiera condescienden a dar consejo a los reyes! Platón tenía razón, sin duda, dice Hitlodeo, en pensar que los reyes nunca aceptarían el consejo de los filósofos a menos men os que qu e ellos ellos mismos se convirtie ran en e n filó filóso sofo fos. s. Platón Plató n mismo, en la corte de Sicili Sicilia, a, se dio cuenta cu enta de d e lo inútil que era que un filósofo le ofreciera consejo a un rey no filósofo. Si Hitlodeo Hitlod eo fuere fuere a ofrecer buenos bue nos consejos a monarcas concon temporáneos, caerían sobre oídos tan sordos como pasó con los de Platón. No hay lugar para la filosofía entre los gobernantes. Eso puede ser cierto con la filosofía escolástica, dice Moro: pero es posible adaptar la filosofía a los estadistas. “Si no es posible desarraigar las malas opiniones ni poner remedio a defectos inveterados, según tu modo de pensar, no po r eso eso se se debe ab ando an dona narr al al Estado ni dejar la la nave nave en medio de la tempe tempestad, stad, p or no poder pode r dom inar ina r lo los vient vientos” os” (U 69). Tratar de convertir a los gobernantes a un modo po p o r c o m p leto le to nuev nu evo o d e p ensa en sarr es infr in fru u c tuos tu oso o , pero per o c on astucia y sutilez sutilezaa se ha de intentar y procurar, en la medida de lo posible, arreglar las cosas satisfactoriamente y conseguir, al menos, que lo que no puede transformarse en bueno sea lo menos malo posible, pues no es hacedero que todo sea bueno.
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a menos que la humanidad human idad lo sea, sea, oos oosaa que no espero hasta hasta dentr de ntro o de algunos algunos años. años. [U 69-70.] 69-70.] Fingir de ese modo es deshonroso, dice Hitlodeo; sólo el cambio camb io radica radicall logrará logrará alg algo. o. Si Si hay dinero diner o y propiedad prop iedad pri vada no puede haber hab er justicia ni verdadera prosperidad en la república. Moro duda que pudieran producirse suficientes bienes bien es si el estim es tim ulo ul o de la ganan gan ancia cia es elim el imin inad ado o del todo. tod o. Eso, dice Hitlodeo, se debe a que Moro nunca ha visto Uto pía, la que q ue proced pro cedee a desc de scri ribir bir en el segu se gundo ndo libro, lib ro, q u e fue resumido en nuestro capitulo anterior. Hitlodeo tiene la última palabra en el diálogo, pero en la vida real Moro parece haberse convencido más por los ar gumentos que pone en su propia boca. En agosto de 1517 había aceptado una invitación para formar parte del Con sejo del del Rey, aunq au nque ue no se atrevió atrevió a decírselo a Erasmo Eras mo hasta casi un año después. Dejó que Erasmo creyera, acertada o equivocadamente, que había aceptado la invitación con mucha renuencia. Erasmo escribió que el rey Enrique no pu d o desca de scansa nsarr m ient ie ntra rass n o arra ar rast stró ró a M oro or o a la cort co rte, e, d e manera literal, "porque nadie ha estado nunca tan ansioso de ingresar ingresar a la corte com o M oro lo estuvo estuvo por po r estar fuera fuera de ella (E 292). El prim er empleo de M oro como com o consej consejero ero fue fue una mo desta embajada a Calais Calais en 1517 para arreglar arreglar una un a disputa comercial entre mercaderes ingleses y franceses. Su superior de hecho era Tomás Wolsey, arzobispo de York y cardenal, quien fiie fiie lord canciller canciller de Enrique Enriq ue VIII du ran te los 12 años siguientes y la figura principal de la política inglesa. Wolsey controlaba al Consejo, al que el rey rara vez asistía; sólo un pu p u ñ ado ad o d e conseje con sejeros ros acom ac ompa paña ñaba ba al rey m ient ie ntra rass la corte co rte viaj viajaba aba por el paí país. s. M oro tom to m ó p an e en el el trabajo del ConCo n-
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scjo scjo en Westmins Westminscer cer,, pero gran g ran parte de d e su tiempo tiem po en el serservicio real lo pasó en la comitiva del rey mientras viajaba. Éste lo mandaba llamar a menudo, para hablar con él de astronomía, geometría o teologí teología, a, además de asuntos públicos; de noche lo invitaba al tejado “para considerar con él las diversidades, cursos, nociones y operaciones de las estrellas llas y planetas”. planetas”. Moro M oro era llamado llam ado con tant ta ntaa frecuenci frecuenciaa para entretener al rey y a la reina que no podía alejarse de la corte más de dos días seguidos en un mes: tenía que “disimular mu lar su naturaleza naturaleza”” y “dejar “dejar de d e usar su antigu an tiguaa y caracterí caracterísstica alegría” en tanto no lo dejaran regresar a su casa, a su m ujer y a sus sus hijos (R 7). La familia de Moro M oro estaba creciendo. En 15 1521 21 Margarita M argarita Moro se casó con Guillermo Roper, 12 años mayor que ella, hijo de un amigo de la familia Moro y por entonces estudiante del Lincoln’s Inn. Juan Aubrey, en su B r itfL it fL ife if e de Moro, cuenta la historia del cortejo de Roper de la siguiente manera: Vino una mañana, muy temprano, a mi señor, con una propuesta propu esta para desposar a una u na de sus hijas. Ambas Ambas hijas de mi señor estaban dormidas juntas en un lecho en la recámara de su padre. Él lleva a sir Guillermo a la recámara y toma la sábana por la esquina y de repente jala. Ellas esta ban de espalda con los los camisones a la altur a lturaa de sus axilas axilas.. Esto las despertó, e inmediatamente se voltearon. Rope dijo: “He “H e visto ambos ambo s lados”, lados”, y entonces ento nces dio d io un golpecito a la nalga que había elegido, diciendo “eres mía”. He aquí todas las molestias del pretendiente. Aubrey dice que qu e le lleg llegóó la historia po porr medio de la nieta de uno de los viejos amigos de Roper, pero es probable que
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derive de las provisiones que se toman en Utopía para la ins pecci pe cción ón prema pre marit rital al.. Roper vino a vivir con la familia de Moro y más tarde se convirtió en su primer (y todavía hoy el mejor) biógrafo. Margarita Roper R oper pronto pro nto quedó que dó embarazada y Moro le esc escrri bió con co n alegría: alegría: Que Dios y Nuestra Señora te concedan con dicha y sin riesgo esa adición a tu familia, y que sea igual a su madre en codo, excepto en el sexo. O que sea, sí, una niña, si va a superar las desventajas de su sexo con su celo por imitar la virtud y la sabiduría de su madre. En verdad, preferiría yo tal niña a tres niños. [L 155.] Aun una nota íntima de este tipo estaba escrita en latín y Margarita no iba a permitir que sus deberes familiares interrumpieran sus estudios. Moro, escribiéndole en los primeros meros tiempos de su matrimonio, matrim onio, le dijo: dijo: "Esper "Espero o m uy en serio serio que dediques d ediques el resto resto de tu vida a la cienci cienciaa médica y a la literatura piados piadosa” a” (L 149), 149), y concluyó con cluyó instándola instánd ola a equi parar par arse se co c o n su m arid ar ido o en e n el est e stud udio io d e la astr as tron onom om ía. ía . Uno o dos años después del matrimonio de los Roper, Moro trasladó a su familia del centro de la ciudad a una granja de 13.759 hectáreas junto al río, en Chelsea, donde ahora se junt ju ntaa el puen pu ente te Battersea Battersea con co n el paseo paseo Cheyne. Che yne. Ahí A hí construyó un a mansión c on u n edifi edifici cio o independiente ind ependiente para él en el jardín, donde había una capilla y una biblioteca a m odo de escondite. El El pin tor H ans Holbein visi visitó tó Chels Chelsea ea en 1526: describió la casa casa com co m o “dig “digna na sin ser magnifícente”. te”. Se le comis co misionó ionó para pa ra pin tar ta r retratos familiares familiares y un u n gru po p o familiar. familiar . Los boce bo ceto toss para pa ra los retra re trato toss están est án ahor ah oraa e n el castillo de Windsor y un borrador del grupo familiar está
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en Basilea. El cuadro nos ha llegado sólo en copias, pero éstas éstas y los los bocetos dan un unaa imagen de la familia en Cheisea que es familiar para millones de d e personas personas.. Entre los muchos visitantes a Cheisea estaba el mismo rey. Admirador Adm irador de la cienci cienciaa y que q ue compartía com partía el entusiasmo entusiasmo de M oro por la educación educación de las las mujer mujeres, es, Enrique En rique quedó impresionado cuando las tres hijas de Moro se enfrascaron en discusiones filosóficas formales. Roper recuerda las visitas del rey; hubo una en particular que permaneció en su mente: Debido al placer que obtenía de su compañía. Su Alteza venía a veces de imprevisto a su casa en Cheisea, para divertirse con ¿1; así una vez, sin ser esperado, llegó a comer, y después después de la comida, en su hermoso jardín, jardín , paseó paseó con él durante una hora, con su brazo rodeándole el cuello. En cuanto Su Alteza se fue, yo, regocijándome de todo aquello, le dije a sir Tomás Moro qué feliz era aquél a quien el rey rey había tratado tan familiarme familia rmente... nte... Él contestó: contestó: “Doy gracias, hijo, a Nuestro Señor; en efecto, encuentro a Su Alteza un buen señor, y creo que me favorece tan singularmente como a cualquier súbdito dentro de este reino. Sin embargo, hijo Roper, puedo decirte que no tengo motivo para estar orgulloso, pues si mi cabeza cabeza pudiera ganarle un castillo en Francia (había entonces guerra entre nosotros) no dejaría de cortármela”. [R 12.] Moro estaba en este tiempo constantemente al servicio del rey como secretario real. Era valioso intermediario entre Enrique y Wolsey porque era casi el único hombre en quien confiaban los dos. Wosley estaba ansioso por poner una justicia imparcial al alcance de los pobres lo mismo que de los ricos, y confesaba ser amante de la paz internacional. El au-
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tor de Utopia se consideraba atraído por ambos objetivos: según resultaron las cosas, pudo contribuir mucho más a lo prim pri m ero er o que q ue a lo segundo segu ndo.. D ura ur a nte nt e sus viajes con co n el rey re y pres tó atención a las quejas por escrito que llegaban a la corte ambulante; en Westminster (ungió (ungió com o juez juez en Star ChamCha m ber, el m edio ed io elegid ele gido o p o r Wolsey para pa ra hacer hac er más má s simple sim pless y expeditos los litigios. En las discusiones sobre política exte rior en el consejo, se vio forzado a observar que los proyec tos de Wolsey para la paz estaban en un segundo plano res pect pe cto o al deseo d e gloria glor ia m ilit il itaa r de d e E nriq nr ique ue.. Los Los vaiv vaiven enes es de la política exterior de d e Wolsey Wolsey comprom comp rome e tieron a Moro, en muchas empresas diplomáticas. En 1520 acom pañó a Enrique Enriq ue a encontrarse encontra rse con Franci Francisco sco 1 de Fran cia en el Camp du drap d'or, d'or, suntuoso espectáculo en el que los dos reyes se juraron eterna amistad; un año después, acompañó a Wols Wolsey ey a Calais Calais en una misión misión en la que se con certó una alianza con el emperador Carlos V contra Fran cisco. Moro vio que su trabajo en Inglaterra era más útil y agradable agradable que la diplomacia diploma cia y más m ás adelante se negó a hacer se caigo de una embajada en España España.. En 1523, cuando estalló la guerra con Francia, fue con vocado el Parlamento para recaudar los impuestos necesa rios rios:: M oto, oto , en ese ese mom m om ento ent o ya caballer caballero o y subtesorero de la real hacienda, fue elegido su presidente. Wolsey demandó un impuesto de cuatro chelines por libra, pero la Cámara de los los Com unes une s se resisti resistió ó a esta pesada imposición. Wolsey apareció en persona para presionar la demanda y preguntó a uno un o p or un o de los miembros miembros su opinión. Nadie resp respon on dió: la costumbre era que el presidente fuera su vocero al tratar trata r con el rey o su representante. “Y entonces entonce s pidió una un a respuest respuestaa al señor presidente, quien qu ien prim pr imer ero o se discu dis culp lpó, ó, reve re vere rent ntem emen ente te arro ar rodi dilla llado do,, p o r el si
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lencio lencio de la cámara, cámara, anonad ada po r la pre prese senc ncia ia de tan no ble perso pe rsona naje je,, q uien ui en p o día dí a a som so m b rar ra r al más má s sabio sab io y m ejo ej o r educado en un reino”, defendió a continuación la costum bre de q u e “resp “re spon onde derr n o era para pa ra ellos o p o rtu rt u n o ni iba de acuerdo con la antigua libertad de la cámara”. Tampoco él mismo podía responden era verdad que todos habían confiado en él para ser su vocero: “sin embargo, a menos que cada uno de ellos pudiera poner dentro de su cabeza todos sus varios varios talentos, talentos, en un asunto asu nto de tant ta nto o peso peso no estaba en condiciones de responder él solo a Su Ilustrísima” (R 10). Cuatro meses después la cámara baja votó tres chelines por libra en lugar de cuatro, repartidas en un periodo de años en lugar de pagar la suma sum a de una vez. Wolsey no estaba contento con Moro. Un día le dijo, en su galer galería ía de Whitehall: Whiteha ll: “Pluguiera “ Pluguiera a Dios maese maese Moro, Moro , que qu e usted hubiera estado en Roma cuando lo hice presidente”. “Si Su Ilustrísima no se ofende, también yo lo hubiera querido, señor”, dijo él (R 11) 11). La carrera de Moro como presidente de la cámara no había sido indigna; pero la recaudación de pesados impuestos para sufragar sufragar una guerra entre príncipes cristianos cristianos no era el tipo tip o de servi servicio cio po r el el que qu e el auto r de Utopía había abandon ado la tranquilidad del erudito. erudito. Sin embargo, embargo , la relación relación de M oro con Wolse Wolsey y permaneció cordial en público mientras Wolsey estuvo en el poder. C ua nd o se firmó la paz en 1525, Moro M oro fue uno de los firirmantes del de l tratado tratad o que q ue reunió a franc francese eses, s, ingles ingleses es y el el papa Clem Cle m ente VII en una un a liga liga contr co ntraa el el emperador. El El papa ganó poco po co con co n esta alianza: alianz a: Rom Ro m a fue saqu sa quea eada da dos do s veces por po r los ejércitos del emperador. Enrique no estaba dispuesto a gastar más que palabras palabras en defen d efender der al papa. Escribir Escribir las las cartas de consuelo recayó sobre Moro, como secretario: “Confio
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en que me he expresado tan esmeradamente en ellas que serán de la satisfacción de Su Santidad el papa y de cual quier otro que las escuche y las lea, sin comprometer al rey en algo que pudie pu diera ra redun re dunda darr en su contra”, contra ”, escribió escribió a WolWolsey. Sin embargo, emba rgo, el rey envió en 1527 a M oro y a Wolsey Wolsey a Francia para alentar a los franceses a organizar una expe dición con el propósito de rescatar al papa. Enrique tenía ahora una buena bue na razó razón n para desear desear la la buena voluntad de Cle mente. Pára 1527 Enrique se había cansado de su matrimonio con Catalina de Aragón. Como se recordará, se había ca sado con ella, viuda de su hermano, con una dispensa del papa pa pa Julio Ju lio II. Despu De spués és d e 18 años añ os d e m atri at rim m o n io todavía tod avía no tenía un heredero varón: la única sobreviviente de una serie de embarazos fallidos, abonos y muertes en la cuna era la princesa María. Si él moría sin un heredero varón, el rei no podía regresar al caos de las Guerras de las Dos Rosas. Alguien le hizo notar estas palabras del Levítico: “Aquel que se casa casa con la esposa de su herm ano contraviene cont raviene la ley... le y... no tendrán tendr án hijos” hijos”.. Además de estas estas razon razones es de Estado Est ado y de con co n ciencia, razones de más peso, las del corazón, hicieron que Enrique estuviera ansioso por terminar su matrimonio. En algún algún m omento om ento de 1527 1527 se había había enamorado enamo rado de Ana Bolena Bolena,, una dama de honor, honor, hermana m enor de una antigua aman te. A diferencia de su hermana, Ana no estaba dispuesta a conceder sus favores al rey sin que existiera por lo menos la esperanza de convertirse en reina. ¿Podía decirse que la dispensa del papa Julio no tenía validez, ultra vires, por estar en contradicción con el texto del Levítico? Si así era, el matrimonio con Catalina no era un matrim ma trim onio y Enriqu Enr iquee estaba libre para casar casarse se con Ana. Pero Pero el asumo asum o era complicado. ¿Era ¿Era seguro seguro que el m atrim atri m o
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nio de Catalina C atalina con Artu ro había hab ía sido sido consumado? consumado? ¿No ha bía bí a u n tex te x to del de l D e u te ro n o m io q u e se o p o n ía al del de l Levítico? tico? ¿Era ¿Era probable que C lemente lem ente V il pasara pasara por encima de la decisión de su predecesor, poniendo así en duda el poder del papado papa do de otoi o toiga garr dispen dispensas sas?? Además, Además, Catalina Cata lina era tía del emperador Carlos V y el año que siguió al del saqueo de Roma Clemente supo bien el precio de incurrir en el enojo del emperador. El rey decidió, sin embargo, que valía la pena buscar la anulación del matrim m atrimonio onio.. Se hizo hizo citar ante la corte del car denal Wolsey por haber vivido en incesto durante 18 años. Buscó Buscó el el consejo de los los obispos, incluyend incluy endo o a Juan Fisher de Rochester, el más pobre y santo de ellos. Fisher respondió, cuidándose, que no veía razón para creer que la dispensa otorgad otor gadaa por p or el papa Julio Julio estuviera más allá del pode po derr papal. Cuando Moro regresó de su embajada en Francia, tam bién bié n se le pidió pid ió consejo. En H a m p to n C o u rt el rey le mos m ostró tró el texto del Levítico y le dijo que creía que el matrimonio con C atalina atalin a estaba estaba tan en con c on tra de las las leye leyess de de la naturale za que se encontraba más allá de la dispensa de la Iglesia. Moro buscó los comentarios de los Padres de la Iglesia so bre el text te xto o bíbl bí blic ico o del rey: los en e n c o n tró tr ó desfavorables desfavor ables a los deseos reales. lx>s mostró a Enrique, pero no expresó opi nión alguna algun a sobre la validez validez de la bula de dispensa; dispensa; dijo que no era perito en derecho canónico. La alianza anglo-franco-papal de Wolsey se vino abajo poco po co desp de spué uéss con co n la d e rro rr o ta d e los franceses. francese s. Ahora Ahor a era ne ne cesario hacer las paces con el emperador: se convocó a una conferencia en Cambrai. A Wolsey le fue imposible asistir: él y un cardenal italiano habían sido designados por el papa para pa ra juzga juz garr el caso del divo di vorc rcio io de E nriq nr ique ue y C atal at alin inaa en Londres. Moro y Tunstall fueron enviados en su lugar a la
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confer conferenc encia ia de paz. az. Fue F ue la última últim a misión diplomática de M oro y la única de la que se enorgulleció lo suficiente como para inscribirla en su epitafio. La paz que se alcanzó duró 14 años y estaba estaba todavía todavía vigent vigentee en el m omento om ento de su muerte. m uerte. Al regresar, Moro y Tunstall encontraron que los procedimientos del divorcio habían sido interrumpidos por una apelación de la reina Catalina al papa. Moro tenía la esperanza de que ya no se le molestaría más con este asunto. Se dedicó dedic ó a la menos desagradable tarea de com co m batir ba tir la fuerfuerza cada vez mayor de la herejía herejía..
IV. UN D EFEN EF EN SOR SO R D E LA FE
en que Tomás Moro pasó a formar parte del Conse jo del Rey, ey, M artí ar tín n Lutero, Lute ro, profes pro fesor or de teolog teo logía ía en W itte it ten n berg, berg , lanzó lanz ó u n desafío desa fío a las pret p reten ensi sion ones es del papa, papa , que qu e iba a llevar a la mitad de Europa a rechazar la autoridad papal. La causa de su protesta fue la proclamación de una indulgencia a cambio de contribuciones para la construcción de la gran basílica nueva de San Pedro en Roma Ro ma.. El ofre of recim cimien iento to de una indulgencia —es decir la remisión del castigo debido al pecad pe cado— o— era y es una un a p arte ar te norm no rmal al de la práctic prá cticaa católica cató lica romana; pero esta indulgencia en particular fue promovida de manera tan irregula irregularr y ávida ávida de dinero, como co mo para ser un escándalo aun para las laxas normas católicas de la época. Pero los ataques de Lutero a las prácticas católicas pronto fueron mucho más allá de las indulgencias. Para 1520 se ha bía puesto pue sto en d uda ud a la validez validez de cuat cu atro ro de los siete sacramen sacram en tos de la Iglesia, arguyendo que sólo el bautismo, la eucaris tía y la la penitenc pen itencia ia estaban autorizados autorizad os p o r los Evang Evangel elios ios.. En su obra De D e la libertad liber tad d e l cristiano cristiano planteó su doctrina cardi nal: que lo único que el pecador necesita es la justificación po p o r la fe o la confianza confia nza e n las merced m ercedes es de d e C risto; ris to; sin esta fe todo es en vano, con ella todo es posible. Enrique Enriqu e VIII vio con horror ho rror los los escritos escritos de Lutero y sus sus funcionarios quemaron varios de sus libros en Saint Pauls Cross. Ayudado sin duda por varios eruditos ingleses, el rey publ pu blic icó ó Afirmación Afirm ación de los los siete siete sacr sacrame ament ntos os,, refutando la doc trina luterana. Moro estaba entre los que lo ayudaron, aun El
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que, según su propia versión, sólo en una corrección menor. La obra ofrecía un punto de vista muy exaltado de la autoridad papal y Moro creyó necesari necesario o hacer una un a advertencia. advertencia. Debo recordar una cosa a Vuestra Majestad, que es ésta. El papa, como bien sabéis, es un príncipe como vos mismo, y aliado con todos los otros príncipes cristianos. Puede suceder más adelante que Vuestra Majestad y ¿I discrepen sobre algunos puntos de la alianza, de donde surgirá una brecha en la amistad y la guerra entre vosotros. Creo que es mejor, por lo tanto, tanto , que esa esa parte sea sea corregida corregida y que su autoridad autorida d sea tratada de manera más delicada. No, eso eso no será —dijo —d ijo Su Majestad—. Majestad— . Estamos tan obligados a la sede de Roma que no podemos hacer lo suficiente para honrarla. [R 34.] Por cierto, el papa León X estaba muy complacido con Defensor la obra. En E n agradecimiento, designó a Enrique Enriq ue F idei Defensor (defensor (defensor de la fe): fe): un títul tít ulo o que qu e todavía toda vía aparec aparecee en las las monedas de los sucesores de Enrique. M artín art ín Luce Lucero ro dio respuesta respuesta con un panfleto despectivo despectivo y vituperante. vituperante. Responder en persona hubiera estado estado por po r deba jo de d e la dig di g n ida id a d de d e E nriq nr ique ue,, y M oro or o fue fu e com co m isio is iona nado do para pa ra escribir escribir una respuest respuestaa bajo u n seudónimo seudó nimo.. M oro escribió escribió su su réplica en un latín verboso y truculento, sólo un poco menos violento que el de Lutero. El tono de esta obra puede ser ilustrado en su nivel más bajo, con el siguiente ejemplo, en el cual la traducción de sor Scholastica Mandeville ha conservado bien el sabor del original. Ya que qu e él él ha escrito que tiene tien e el el derecho prioritario prio ritario de d e difamar y deshonrar la corona real, ¿no tendremos nosotros el
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derecho más tarde de proclamar que la lengua emporcada de este practicante de posterioridades es la más indicada para lamer con la parte anterior el mismo trasero de una muía meona, mientras no aprenda correctamente a inferir conclusiones posteriores de premisas anteriores? [Y 5.123.] Erasmo fue convencido, igual que Moro, de que escri biera bi era en defen def ensa sa d e la ense en seña ñanz nzaa trad tr adic icio iona nal: l: su o b ra D ia triba sobre el Ubre albedrío atacaba la afirmación de Lutero de que qu e el el hom ho m bre no es libre de elegir por po r sí mismo entre el bien bi en y el mal. mal . Lute Lu tero ro resp re spon ondi dió ó con co n u n trat tr atad ado o sustancia sust ancial, l, De D e serv arbitri a rbitrio. o. Moro escribió en 1526 una cana en latín sobre temas similares en respuesta a la Carta a los ingleses de un panfletista luterano. Las ideas de Lutero comenzaron a ser bien acogidas en algunos lugares de Inglaterra. Nadie sabia esto mejor que Moro, pues su yerno Roper, como Harpsfield nos dice, fue uno un o d e los primeros primero s en seguir la nueva moda. La lectura de las las obras de d e Lutero lo convenció convenc ió de que qu e “sólo “sólo la la í e justificaba, que qu e las las obras del hom ho m bre carecían de valid validez ez y que, si el hombre podía creer por una vez que Jesucristo nuestro Salvador había había derram derra m ado su precios preciosaa sangre sangre y muerto mu erto en la cruz por nuestros pecados, esta misma creencia sería suficiente para nuestra salvación”. Comenzó a creer que todas las las ceremonias cerem onias y todos t odos los los sacramentos sacram entos utilizados por po r la IgleIglesia eran vanos. Tal era su entusiasmo por la herejía, se nos dice, dice, que “no estaba estaba conten con ten to con susurrarlo en secreto secreto,, sino sediento por publicar su nueva doctrina y divulgarla, y se creía creía el el indica ind icado do para hacerlo, h acerlo, aunq au nque ue fuera en Paul Paul’’s Cross” Cross” (H 100). Moro discutió con Roper, pero en vano; le dijo a Margarita:
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He lidiado largo tiempo con tu esposo; he razonado y dis cutido con ¿1 sobre esos puntos de religión y aun le he dado mi pobre consejo de padre, pero comprendo que nada de esto lo puede traer al redil y, por lo tanto, no discutiré ni disputaré con él, sino que lo pasaré por alto y pediré a Dios vida para rezar por po r él. [H 102.] 102.] Los comerciantes con ultramar importaron a Londres las las obras luteranas; M oro ordenó ord enó en 1526 buscar obras he réticas en el barrio alemán. Como resultado de esta busca, cuatro mercaderes fueron obligados a abjurar de sus errores en Saint Paul’ Paul’ss Cross. Roper Rop er fue amone am onestad stado o jun j unto to con co n ello ellos; s; entonces, o más tarde, retornó reto rnó a la fe fe cató católica lica.. U no de los los admiradores ingles ingleses es más ardientes ardientes de Lutero fue fue Guillermo Tyndale, Tyndale, quien en 1526 terminó termin ó una u na versi versión ón en ingl inglés és del Nuevo Nue vo Testam ento y escribió un panfleto heré La a obediencia obediencia d e l cristi cristiano. ano. Tunstall, ahora obis tico tico titulado L po p o de Londre Lon dres, s, tra tr a tó de im p e d ir la circu cir cula laci ción ón d e este N u e vo Testamento en su diócesis; consideraba tendenciosa la traducción y no había duda acerca de la naturaleza antica tólica y antipapa] de algunas de las notas. El obispo trató tra tó de com co m prar ejemplares ejemplares para destruirlos, destruirlos, pero esto, claro, claro, finan ció nuevas impresiones. Tunstall, más sagazmente, invitó a Moro a escribir en inglés contra Lutero y Tyndale, de tal m odo que los los argumentos en e n favor favor de las doctrinas doctrin as tradicio nales pudieran ser leídos no sólo por los eruditos sino tam bié b ién n p o r el públ pú blic ico, o, q u e era er a ávido ávid o lect le ctor or del N uevo ue vo Tésram ento en to vernáculo vernáculo.. sobre las here here El primer resultado de esto fiie el Diálogo sobre jías, jía s, que fue impreso en 1529 y, ligeramente revisado, en 1531. Como es la obra antiherética mejor escrita de Moro, pode po dem m os cons co nsid idera erarla rla bue bu e n ejem ej em plo pl o d e tod to d a s u o b ra. ra . Está
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estructurada en forma de diálogo, en el jardín en Chelsea, entre M oro y un mensajero mensajero que le es enviado por un amigo “muy piadoso” para informarle cómo gente ignorante está po p o n ien ie n d o en d u d a las doc do c trin tr inaa s trad tr adic icio iona nale less y murm mu rmur uran an* * do acerca de la supresión de herejes por parte del clero. El diálogo considera en particular los alegatos de los herejes de que la veneración veneración de imágenes imágenes es idolatría y de que son vanas la oración y las peregrinaciones dedicadas a los santos. Contie Co ntiene ne una interesant interesantee defens defensaa hecha por po r Moro M oro de las las verversiones vernáculas de la Biblia (de las que desconfiaban muchos clérigos conservadores). El cuarto libro puede ser considerado, en detalle, como una muestra de la obra. El mensajero, al comienzo del cuarto libro, expresa la opinión de que la única razón por la que el clero proscribe las obras de Lutero es que “temen que los legos puedan leer en ellas las (altas de los sacerdotes”. Nada de esto acepta Moro. Si ahora fuera dudoso dudo so y ambiguo ambig uo el que la Igle Iglesi siaa de Cristo Cris to estuviera o no estuviera en la correcta correcta regla regla doctrinaria, ene ntonces sería muy neces necesario ario dar da r a todos un buen público que qu e pudiera pudie ra — y lo hiciera— discutirla en favor o en contra, con el fin de que, si estuviéramos en el camino errado, pudiéramos diéramos abandonarlo y caminar por p or otro otr o mejo mejor. r. Pero Pero ahora, por otro lado, si fuere (como de hecho lo es) que la Igles Iglesia ia de Crist C risto o posee posee ya ya la verdadera doctrina doctr ina y es tal que qu e san Pablo de igual manera no daría oídos a un ángel del cielo que dijera lo contrario, ¿qué sabiduría habría de mostrarnos ahora tan desconfiados y vacilantes que en nuestra busca, busca, ya ya fuera fuera nuestra fe fals falsaa o verdadera, verdadera, diéramos oídos, no a un ángel del cielo sino a un estúpido baile, a un apóstata, a un libertino abiertamente incestuoso, a un simple
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instrum ins trumento ento del diablo y a un manifiesto manifiesto mensajero mensajero del infierno? [W 2.255.) Amonestar Am onestar a un clero clero pecaminoso no basta basta para proscri proscri bir b ir u n libro: lib ro: las obr o bras as d e m ucho uc hoss sant sa ntos os padre pa dress del de l pasado pas ado están llenas de tales reproches. Es suficiente repasar las doctrinas de Luce Lucero ro para ver que qu e son herejí herejías as abominables. abominables. “Co menzó con co n las las indulgencias indulgencias y con el pod er del papa, negando, por último, que cualquiera de los dos tuviera efecto alguno. Al poco tiempo, para demostrar el buen espíritu que lo impulsaba, negó los siete sacramentos, menos el bautismo, la penitencia y la eucaristía, diciendo sin ambages que todos los restantes no eran sino cuestiones simuladas y sin ningún efecto" (W 2.257). Lutcro considera malos incluso los sacramentos que conserva. El valor del bautismo es degradado p or la doctrina doc trina de qu e la fe fe basta basta por completo. En la eucari eucaristí stía, a, Lutero Lutero enseña, en contra con tra de la doctrin a católica de la transubstanciación, que el pan y el vino permanecen unidos unido s con el cuerpo cuerp o y la sangre sangre de Cristo. En el sacr sacraamento de la confesión eliminó la presencia del sacerdote; todo hom bre y m ujer pued e oír la confesi confesión ón y dar d ar la absoabsolución. “Virgen Santísima — dice el el mensajero— mensajero— , esto sería sería una manera fácil." Le disgusta la mayoría de los confesores con co n sólo verl verlos os,, “pero “pero si pudiera, pudie ra, siguiendo sig uiendo a Lutero, ser concon fesado por una bella mujer, no dejaría de confesarme cada semana” semana” (W 2.257). Moro especifica las “otras herejías salvajes” de Lutero: Enseña, en contra de las Sagradas Escrituras y toda razón, que ningún cristiano es o puede ser forzado por ley alguna hecha por el hombre y que no está obligado a observar o guardar ninguna ning una de d e ella ellas. s. ítem, enseña que no n o hay purgato-
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rio. ítem, que todas las almas de los hombres yacen quietas y dormidas hasta el día del Juicio Final. ítem, que nadie de bería rezar rezar a los los santos, santos, ni guardar guar dar reliqu reliquias ias sag sagrada radas, s, ni ha cer peregrinaciones ni reverenciar las imágenes. [W 2.261.] ítem, enseña que ningún hombre tiene libre albedrío y que no puede entonces hacer nada, ni aun con la ayuda de la grada; que todo lo que hacemos, bueno y malo, no lo ha cemos por nosotros mismos sino que sólo aceptamos que Dios obre todo, bueno y malo, en nosotros, igual que la cera se convierte en imagen o en vela por la mano del hom bre, bre, sin hacer nada ella ella misma. [W 2.260.] Diálogo, M oro no ofrece En su Diálogo, ofrece muchos argumentos argum entos teo lógi lógicos cos contra la doctrin doc trinaa de Lutero. Más bien ataca los los mo m o tivos tivos y la conduc con ducta ta de Lutero y sus discípulos. Lutero mira mir a a la Igles Iglesia ia “a “a través través de unos uno s lentes len tes malignos malig nos de ira y envidia”; envidia”; es impulsado impuls ado por po r “la picazón y las cosquillas cosquillas de la vanidad y la vanagloria” que lo apartan de su mente y su memoria” (W 2.267-2.269). Siempre es inconstante: a veces apela a un concilio concilio general general y en en o tro rechaz rechazaa por completo com pleto la auto auto ridad conciliar; a veces dice que ningún hombre o ángel pued pu edee hace ha cerr caso ca so om o m iso is o d e u n voto vo to hech he cho o a Dios, Di os, y a veces veces que ningún voto podría comprometer en nada a un hom bre. “Pero es claro que qu e escribió escr ibió lo prim pr imer ero o p o r enojo en ojo y mal ma l dad hacia el papa, y luego cambió a lo segundo debido a la lujuria libertina que sentía por la monja con quien quería casarse” (W 2.270). Si las doctrinas de Lutero son sospechosas debido a sus bajos motivos, mot ivos, manifi ma nifies estam tamente ente son s on malvadas por po r sus sus efectos efectos.. ¡Véase la guerra de los campesinos y las matanzas que siguie ron! ¡Véase lo que sucedió cuando soldados luteranos al servi cio de Carlos V tomaron a Roma R oma en 152 1527! Moro M oro cuenta los los
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horrores del saqueo, los robos, mutilac mu tilaciones, iones, violaciones y aseasesinato sinatos, s, y como culminación nos dice dice de qué manera algunos no dejaron de tomar a un niño y amarrarlo a una varilla para ponerlo al fuego y asarlo, observado por el padre y la madre. Y entonces comenzaban a regatear regatear un precio para perdonar la vida al niño, primero cien ducados, luego cincuenta, luego cuarenta, luego veinte, luego diez, luego luego cinco cinco,, luego dos, dos, cuando cuan do no quedaba ni uno un o al al pobre padre, estos tíranos tíran os lo tenían te nían todo tod o preparado. prepara do. Entonces Entonc es de jaban que q ue el niño ni ño murier mu rieraa asado. asado. Y aún, aú n, mofándose, como co mo si sintieran lástima por el niño, dirían al padre y a la madre: “Ah, qué asco, qué vergüenza; sin embargo, es prodigioso que Dios envíe la venganza con ustedes. Qué gente tan falta de sentimientos sentimie ntos son ustedes ustedes que pueden encontrar enc ontrar valor en su corazón para ver asar a su propio pr opio hijo ante ant e sus ojos, antes que desprenderse de un ducado para salvarlo de la muerte.” muerte.” [W 2.275.] Sin duda, hay hombres crueles y malvados en todas las sectas sectas.. Pero Pero la crueldad cruelda d de d e otros cristianos cristianos no n o puede ser atri bui b uid d a a su cris c ristia tianis nism m o, ya que q ue su mala vida es cont co ntra rari riaa a la doctrina de Cristo. La maldad de los luteranos, sin embargo, surge directam ente de las las enseñanzas de Lutero. Lutero. ¿Pue ¿Puess qué buena b uena obra estudiará o trabajo hará el que qu e crea a Lutero que no n o tiene tie ne libre libre albedrío albedrío por medio del cual cual puede, con ayuda de la gracia, gracia, trabajar traba jar o rez rezar? ar? ¿No se se dirá a sí mismo que puede sentarse tranquilo y dejar a Dios solo? ¿Qué daño tratarán de evitar quienes creen como Lutero que Dios solo, sin la voluntad de ellos, comete todo el daño que hacen ellos mismos? [W 2.276.]
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Lutero hacía conversos permitiendo los placeres de la carne y la violencia: permisión simbolizada por su propio matrimonio con una monja. Qué vergüenza “ver a seme jant ja ntee turb tu rbaa surg su rgir ir ent e ntre re noso no sotro tros, s, com co m o si profesara profesa ra la fe y la religión de Cristo, impedir dedicarse a algo a los doctores de la Iglesi Iglesiaa de Crist C risto o e inclinarse hacia la la única únic a autorid aut oridad ad del del frail frailee Tuclc clc y la doncella M arión ari ón”” (W 2.278 2.2 78). ). £1 mensajero acepta la posibilidad de que los luteranos alemanes merezcan todo lo que Moro dice de ellos. Pero los luteranos ingleses parecen hombres honestos y religiosos, y explican las doctrinas de Lutero de tal forma que las hacen parec pa recer er “no muy mu y discr dis crep epan ante tess de d e la verda ve rdader deraa fe de la Iglesia Iglesia de Cristo”. La doctrina de la justificación por la fe significa simplemente que los hombres deberían poner su confianza en las las promesas de Dios antes a ntes que qu e enorgullecerse enorgullecerse de sus propro pias accion acc iones. es. M oro or o niega esto en form fo rmaa tajante taja nte:: “Cua “C ua n d o Lutero dice dice que nada puede conden cond enar ar a cristiano cristiano alguno sino sólo la falta de fe, muestra de manera manifiesta que no sólo no necesitamos las las buenas obras con nuestra nue stra fé, fé, sino sino también tam bién que teniendo fe, ninguna mala acción puede dañarnos” (W 2.289). Pero Moro es más benévolo con los luteranos ing ingles leses que con Lutero, Lutero, y en este este pu nto da una un a lúcida, lúcida, aunaun que qu e poco simpatizante simpatizan te evaluaci evaluación ón teológica teológica d e la doctrin do ctrinaa de la justi justificaci ficación ón po r la fe. fe. Está d e acuerdo acue rdo con los luteranos luteranos en que nuestras obras no tienen por sí mismas valor para Dios. Pero así como vemos que una onza de oro, de la que diez libras no tenían, en cuanto a su propia naturaleza para el hombre, el valor de una onza de trigo, de esto se deduce que, por la misma razón, ni den libras equivalían a una simple oveja; sin embargo, entre los hombres vale muchas ovejas y muchas libras de pan por un predo establecido y
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acordado: asf la liberal bondad de Dios ha querido hacer lo mismo con nuestra fe y nuestras nuestras acciones acciones,, que que siendo de naturaleza turaleza distinta distin ta tienen tie nen muy poco valo valor, r, poniéndoles un prepr ecio tan alto que nadie puede comprarlas y pagarlas salvo Él mismo, y por eso deberíamos trabajarlas sólo para Él y no tener ningún otro otro patrón. patrón. [W 2.295 2.2 95.] .] La más abominable de todas las herejías luteranas, dice Moro, es la creencia de que Dios predestina a la gente a la conden con denació aciónn cuan cu ando do no tiene libertad para p ara elegir elegir el bien: “As “Asíí Dios, cuya bondad es inestimable, condena a un número tan grande de gente a tormentos intolerables e intermina bles sólo para su placer, y p o r sus prop pr opias ias acciones accio nes forjadas forja das en ellos por Él”. Además de ser blasfema por sí misma, esta doctrina quita toda motivación, sean amenazas o promesas, a la busca del bien. Si somos los elegidos, ningún hecho malvado puede condenamos. Y si somos de los no elegidos, ninguna buena acción puede servimos. ¿Qué puede importar lo que hace el que cree esto, exceptuando el temor a las leyes temporales de este mundo? Y sin embargo, si su falsa fe es fuerte, tam bién estas estas leyes leyes le importa imp ortann poco, pues pensará que qu e morir en su cama o en el patíbulo no depende de lo que merezca, sino que qu e está está sujeto al destino. (W 2. 299.] Pero nadie puede sostener largo tiempo este fatalismo. Si el libre albedrío no sirve para nada y la acción de todo hombre hom bre es su destino, ¿por qué estos estos hombres se quejan de cualquier otro hombre, si no dicen que lo hacen porque hacerlo es su destino? ¿Y por qué se enojarán con los que
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castigan a los hereje herejes, s, si no dicen que qu e ser así es es su destino? Pues si se mantienen dentro de su secta y dicen que hay hombres homb res que qu e los vejan cuando cua ndo los quema que man n por sus here herejías jías,, pues era su destino dest ino ser herejes, herejes, se les les puede p uede responder con sus propias palabras, palabras, como com o sucedió a uno u no de d e su secta secta en un buen pueblo de Almay Almayn, n, quien, habiendo robado robado a un hom h om bre, y habie h abiendo ndo sido traído traíd o ant a ntee los jueces jueces,, no pudo pu do negar negar los los hechos hechos y dijo que era su destino hacerlo hacerlo y que por po r tanto no podían culparlo; le contestaron, según su propia doctrina, que si su destino había sido robar y que por lo tamo debían excusarlo, entonces también era destino suyo ahorcarlo y por lo tanto debía excusarlos. [W 2. 300.] El resto resto del diálogo diálo go consiste en la justificación d e la práctica de castigar herejes. “El temor de inferir ultrajes y males a estas sectas y herejías probadas por hombres de algunos' países, ha sido si do la causa cau sa p o r la qu q u e los prín pr ínci cipe pess y la gen g ente te se han limitado lim itado en el castigo castigo por po r muerte m uerte terrible de los los herej herejes es y por consiguiente se han tomado con ellos medidas más leves" (W 2.301). El mensajero dice: Desearía que todo el mundo se pusiera de acuerdo para erradicar la violencia y la compulsión de todas partes, cristianos y paganos, y que ningún hombre fuera obligado a creer sino lo que le indujera induje ra la gracia, gracia, la sabiduría y las las buebue nas acciones, acciones, y que el que deseara ir con Dios, siguiera adelante en el nombre de Dios y que el que vaya con el diablo, que el diablo mismo lo acompañe. [W 2.302.] Moro Mo ro dice que esto es es correcto entre en tre cristianos y no criscristianos; si si las las enseñanzas enseñanzas de Cris C risto to y las las de M ahoma aho ma son pre-
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dicadas cada cual pacíficamente, la cristiandad sin duda ganará nar á muchas m uchas más almas que las que qu e perderá. "Pero los herejes herejes que surjan entre nosotros, y broten de nosotros, no deben ser tolerados, sino oprimidos y agobiados desde un princi pio. Pues la cris cr istia tiand ndad ad n o pued pu edee gana ga narr nada na da estable esta blecie ciendo ndo convenios con ello ellos" s" (W 2.303). 2.30 3). El Parlamento hizo bien, entonces, en elaborar una ley para pa ra castigar casti gar a los herejes en tiem tie m pos po s de E nriq nr ique ue IV. IV. Si un hombre, hom bre, al com eter ete r su prim era falt falta, a, reniega reniega de su herejía herejía y hace penitencia, es bien recibido de nuevo; si reincide en la misma culpa es excomulgado y el clero lo entrega al poder secular. Es el magistrado laico, no el obispo, quien impone la pena de muerte: pero “e “el obispo no n o debería tener u na piedad da d tal tal que permita perm ita infestar infestar la las almas almas de otros o tros hombres hom bres de jan ja n d o q u e otro ot ross casti ca stigue guen n el cuer cu erpo po del de l hereje” hereje ” (W 2.30 2. 305 5 ). Castigar Castiga r a herej herejes es internos intern os es tan leg legal com o resist resistir ir por la fuerza fuerza al infiel infiel.. Pero Pero algunos dicen qu e las las victorias actuaactu ales de los turcos contra la cristiandad se deben al uso de la violencia por parte de los cristianos contra sus enemigos. Esto es como el razonamiento de un viejo tonto, en Kent, en una un a asamblea asamblea para averi averiguar guar por qué qu é se obstruyó obs truyó el puerto de d e Sandwich. Algunos culparon a las arenas de Goodwtn, otros a las tierras rras cercad cercadas as por vario varioss dueños en la isla isla Ih a n e t. Entonces se levantó un buen padre anciano y dijo que conocía muy bien la causa, causa, pues se había dad d ado o cuen c uenta ta qué sucedía y qué empeoraba. —¿Y qué lo ha dañado, buen padre?—dijeron los caballeros— caballeros— . —A fe mía, caballeros — dijo él— él— , fue ese ese campanario de Tenterden, y ninguna otra cosa que, ojalá fuera, por po r la hostia, una un a bella bella caña de pesca pescar. r. — Buen padre, ¿por qué el campanario ha dañado el puerto? —dije-
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ron ellos—. —Por Nuestra Señora, no puedo decirles por qué, pero sí lo ha hecho he cho —dijo — dijo él— él—.. Pues lo consideré consideré un buen pue puerto rto,, po porr Dios, mientras ese ese campanario no fue construid cons truido, o, y por p or la misa misa de María que nunca ha floreci florecido do desde entonces. (W 2. 307.] Los obispos y los magistrados podían usar legalmente medios mucho más severos de los que utilizan para castigar a herejes. Así como los los príncipes están compromet com prometidos idos a no dejar que su gente gent e sea invadida invadida por po r Ínfl Ínflel elees, así así también tamb ién están profunprofu ndamente obligados a no dejar que su gente sea seducida y corrompida por herejes, ya que el peligro se volverá igualmente grande en un corto plazo para las almas de los hom bres bres aleja alejada dass de Dios, y sus bienes y sus cuerpos perdidos, perdidos, destruidos por la sedición común, la insurrección y la guerra abierta en las entrañas de su propia tierra. [W 2. 309.] Moro Analiza el Diál u na plegari plegariaa para para que Dios Diálog ogo o. .. con una envíe a estas sectas sediciosas la gracia de cesar, y a los que favorecen a estas facciones la gracia de enmendarse, y a nosotros la gracia de que tapando nuestros oídos para no escuchar los falsos embelesos de todos estos herejes podamos, por la misma fe de la Igle Iglesia sia católica de Cristo, caminar con tal caridad por la senda de las buenas obras en este desgraciado mundo, que podamos compartir la bienaventuranza celestial. [W 2.324.] Como respuesta al diálogo de Moro, Tyndale escribió un tratado de unas 90000 palabras, impreso en Ambcres
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res en 1530. Moro respondió con la sólida Refutación a ¡a res puesta de Ty Tynda ndale le,, alrededor de medio millón de palabras public pub licad adas as en entregas: tres libros lib ros en 1532, 153 2, cinc ci nco o libros libro s en 1533 1533 y un noveno volume volumen n inconcluso a su muerte. Nadie, excep excepto to el el adm irador más erudito de Moro, obtendría placer en leer estas estas polémicas polémica s cada vez más ásperas ásperas.. M oro no com batía en favo favorr de la ortodoxia sólo sólo con su plum pl uma: a: era er a m uy activ ac tivo o im poni po nien endo do,, c om o juez, jue z, leyes conco ntra la herejía, en especial cuando más adelante se convirtió en lord canciller. Seis herejes fueron ejecutados durante su cancillerí cancillería. a. Algunos de sus apologist apologistas as dicen que qu e no fueron tantos; pero durante la cancillería de Wolsey, mucho más prol pr olon onga gada da,, n o se ejecu eje cutó tó a nin ni n g u no. no . M o ro tom to m ó p a n e perpe rsonalme sona lmente nte en el descub de scubrim rimiento iento de tres de estos seis seis caso casos. s. No N o hubi hu bier eraa esta es tado do agrad ag radec ecido ido con co n los biógrafo bió grafoss m oder od erno noss que han buscado atenuar su celo contra la herejía. Moro escribió, en respuesta a un panfleto anticlerical titulado Trata do concerniente concerniente a la división entre la la espiritualidad esp iritualidad y ¡a tempo ralidad, una Apología en la que defiende su historial. Podría mostrar que no había habido nada irregular en su forma de tratar a los herejes: ninguna brutalidad ni crueldad en su interrogatorio; interroga torio; ningu nin guna na injusticia en los los veredictos veredictos o las las sentencias que a fin de cuentas se les impusieron. Pero no esta ba averg av ergonz onzado ado,, sin s ino o orgul org ullos loso, o, d e su s u papel pape l en la aplica ap licación ción de la ley. Consideraba la herejía igual que un magistrado liberal moderno ve la propaganda racista: algo repugnante y corruptor en sí mismo, probable promotor de la discordia civil civil y la violen violencia, cia, y que por po r lo tant ta nto o necesitaba necesitaba ser elieliminada con firmeza. Cuando escribió su epitafio, Moro se describió como juez “implacable con los ladrones, asesinos y herejes”.
V. LOS PROBLEMAS DEL DE L CANC CA NCILLE ILLER R
de Cambra! en 1527, que fue tan bien recibida por Moro, fue una humillación para Enrique, quien había esperado obtener gloriosa victoria sobre el emperador. Por esto, y po r el lento lent o progreso progres o de su divorcio, divor cio, culp cu lpó ó a Wol Wolse sey. y. Despojó Desp ojó al cardenal repentinamente de su puesto de canciller y de casi todas sus ricas posesiones. Lo acusó de una ofensa bajo el viejo viejo estatuto estatu to llamado Praemunirt que que prohibía proh ibía la aceptación de nombramientos papales: esto a pesar de que el poder de Wolsey como legado papal había sido conferido a petición del propio rey. Muchos se alegraron de ver caer a Wolsey, pero per o no fue fácil para el Con C onse sejo jo elegir a u n sucesor aceptable aceptab le a la cancillería: después de una larga discusión, el nombramiento recayó en Moro. La elección era sorprendente por varios motivos. Moro no exhibió ni demostró, ni antes ni después de su nombramiento, deseo alguno de adquirir las habilidades media me diante nte las cuales es ejercido el poder pod er político; y file el primer lego, de que se tenga memoria, en ostentar el título de canciller. Poseía, sin embargo, larga experiencia legal que le permitía presidir las Courts of Chancery sin exas perar per ar a los tribun trib unales ales de derech der echo o consu con suetu etudi dina nario rio en los que q ue se había desenvuelto hasta entonces su propia carrera. Cuando Moro aceptó la cancillería, el rey le aseguró que no pretendía que tomara parte, en contra de su conciencia, en los proc pr oced edim imien ientos tos sobre “la gran cuestió cue stión n del divorcio”. divorcio ”. Uno Un o de los los deberes deberes de M oro com o canciller era presidi presidir, r, plebeyo pleb eyo c o m o era, la C ám ara ar a de los Lores. En novi no viem embr bree L a p a z
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de 1529 se reunió el Parlamento que iba a registrarse en la historia como “El Parlamento de la Reforma”. El discurso de Moro en la inauguración consistió en un enconado ataque contra Wolsey, “gran carnero castrado” entre el rebaño de ovejas del rey, al que “manipuló tan astuta, traicionera y falsamente” que el buen pastor Enrique se había visto obligado a separarlo de las ovejas y darle su justo merecido. Debido De bido en parte p arte a su alejamiento alejamiento de los procedimientos del divorcio, como canciller Moro no heredó el enorme po p o der de r polít po lític ico o de d e Wolsey. Recayó Reca yó más má s bie b ien n en el h abla ab lado dorr y altivo duque de Norfolk y en el astuto e inescrupuloso secretario Tomás Cromwell. Crom well. Su huella huella com o canciller canciller la dejó po p o r ser juez, juez , n o p o r políti po lítico co.. En u na ¿poc ¿p ocaa en e n q u e se hac h acía ía la vista gorda si los jueces se enriquecían con regalos de los litigantes, Moro evitó aceptar cualquier cosa que pudiera signi signifi ficar car soborno. En un tiempo en e n que el nepotismo afec afectaba a m enudo enu do el curso de la justic justicia, ia, se se le le recordaba por un un decreto que expidió contra un yerno, y por la dura advertencia que q ue hizo a otro: otro : “A fe mía, te aseguro que si las las partes acudieran a mí en busca de justicia, entonces, aunque mi padr pa dree estuv es tuviera iera de u n lado lad o y el diab di ablo lo del o tro tr o , al diab di ablo lo daría la razón si su causa fuera justa" (R 21). En una época en la que, como en todas las ¿pocas, los litigantes estaban exasperados por las demoras de la ley, Moro era legendario por po r aclarar aclara r gran gra n can ca n tidad tid ad de casos sin resolve resolver. r. Moro impulsó las reformas que Wolsey había introducido para poner la justicia al alcance de los pobres, y trabajó duro du ro para superar la hostilidad hostilidad que q ue las innovaciones innovaciones de Wolsey habían despertado entre los peritos del derecho consuetudinar tud inario io más tradici tradicionales onales.. Moro podía estar orgulloso de su obra en los tribunales: sólo podía mirar con tristeza las leyes aprobadas por el
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Parlamento durante su cancillería. En 1529, la Cámara de los Comunes aprobó decretos reduciendo los privilegios del clero: “un violento montón de males, del que se seguirá la ruina completa y el peligro para la fe cristiana”, dijo el obis po Fisher en la Cám C ámar araa de los Lores Mientras tanto, el rey Enrique se impacientaba cada vez más con el lento avance de su divorcio. Se invitó a los pares y a los obispos a firmar un memorial en su favor dirigido al papa: ni Fisher Fishe r ni M oro or o lo hic h icie ieron ron.. Se invitó inv itó a las las unive un iversirsidades nacionales y extranjeras a expresar expresar su opinión opini ón sobre el el divorcio. El rey comenzó a jugar con la idea de rechazar totalmente la jurisdicción papal. Wolsey Wolsey m urió en noviembre de 1530. Unas semanas semanas des pués pué s el rey acus ac usó ó a t o d o el cler cl ero, o, c o m o a n tes te s habí ha bíaa acusaacu sado a Wolsey, de violar el estatuto de Praemuntre al ejercer su jurisdicción en los tribunales de la Iglesia. El clero pidió perd pe rdón ón,, en la jun ju n ta del de l clero cl ero d e C ante an terb rbur ury, y, ofrec of recien iendo do pagar gar una m ulta de 1000 10 0000 00 libra libras. s. Pero Pero esto no fue suficient suficientee para Enri En riqu que: e: tam ta m bién bi én debí de bían an acep ac epta tarl rlo o co c o m o “el “el ún ico ic o jefe supremo de la Iglesia inglesa”. A pesar de la oposición de Fisher, esto fue aceptado a fin de cuentas por el clero, pero con la aclaración de que “hasta donde la ley de Cristo lo perm pe rmita ita”. ”. La posición de Moro se volvió cada vez más difícil. El 30 de marzo de 1531 tuvo que presentar prese ntar al al Parlamento Parlam ento las las opiop iniones que habían sido recogidas en las universidades en favor del divorcio del rey. Su discurso a la Cámara de los Comunes en esta ocasión fue referido por un testigo, el cronista Hall: Estoy seguro que ustedes, los de esta casa piadosa, no son tan ignorantes como para no saber que el rey, nuestro sobe-
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rano, ha contraído matrimonio con la esposa de su hermano, pues ella fue desposada por su hermano el príncipe Arturo e hizo vida marital con éste, y por lo tanto ustedes pueden decir con seguridad que se ha casado con la espo esposa sa de su hermano; si este matrimonio es bueno o no lo es, lo dudan muchos clérigos. Moro se reñrió a continuación a los juicios de las universidades, para que “todos los hombres puedan percibir con claridad que el rey rey no ha encarado este este asunto asun to por p or voluntad o place placer, r, como com o afirman algunos a lgunos extraños, extraños, sino sólo sólo para descargar su conciencia concien cia y para asegurar la sucesión de d e su reino”. reino”. M oro era hom bre que qu e elegí elegíaa con cuidado cu idado cada palabr palabra: a: no expresó expresó ningu n inguna na opinió op inió n propia acerca acerca del divorci divorcio. o. Pero Pero aun transm itir la las opiniones favo favora rabl bles es de otros o tros iba en co ntra de la natur naturaleza aleza de un hom bre que, en privado, privado, apoyaba apoyaba a los los defens defensores ores de la reina Catalina. Catalin a. Rogó al du qu e de Nor N orfolk que pidiera al rey que lo liberara “de ese pesado oficio de canci cancille ller, r, ya que qu e debid d ebido o a ciertas enfermedades enfermedades de su cu er po, po , se decl de clara araba ba incap inc apaz az de servir” serv ir” (R 26). 26 ). Las enfermedades del cuerpo eran reales; pero antes de ser relevado del puesto, Moro tuvo otros sinsabores. En marzo de 1532, 1532, la Cám ara de los los Comunes Com unes presentó presentó una súplisúplica en la que planteaba sus quejas quejas con tra el cle clero ro.. En mayo, el rey dem andó que toda futura junta del clero debería debería contar con la aprobación aproba ción real real.. C uand ua ndo o los obispos obispos se resistieron resistieron a esto, el rey estalló. “Pensábamos que el clero de nuestro reino había sido nuestro súbd ito por p or completo. Pero Pero hemos visvisto que sólo es nuestro súbdito a medias, ¡sí!, y no siempre nuestro súbdito, pues en su consagración todos los prelados hacen un juram ento al papa contrario con trario al que qu e nos hacen.” hacen.” El El 15 de mayo la Junta dejó de oponer resistencia y aceptó las
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demanda dem andass del rey. Al Al día siguiente, Tomás M oro entregó el gran sello al rey. Moro perdió la mayor parte de sus ingresos al entregar la cancillería. Explicó a su familia que ya no podía mante ner ne r su casa casa y que iba a ser ser necesario economizar. Dijo: Dijo: He sido criado en Oxford, en un Inn of Chancery, en Lincoln’s Inn, y también en la corte del rey, desde el grado más bajo bajo hasta hasta el más más alto, y sin embargo, tengo en este mo mento poco más de 100 libras en ingresos anuales, así que a partir de ahora, si queremos vivir juntos, contentémonos contenté monos con contribuir en unión. Pero a mi entender no será lo me jor para nosotros nosotros caer al ingr ingreso eso más más bajo bajo;; por lo tanto, no descenderemos al ingreso de Oxford, ni al de New Inn, sino que comenza co menzaremos remos con co n el de Lincoln’s Inn, Inn , con c on el que qu e vive vive muy bien mucha gente piadosa; si durante el primer año vemos que no podemos mantenerlo, entonces descendere mos un nivel al año siguiente, al ingreso de New Inn, con el que más de un hombre honesto está bien satisfecho. Si éste también excede nuestros medios, entonces descenderemos al año siguiente al ingreso de Oxford, donde están muchos graves, educados y ancianos padres; si tampoco podemos mantenerlo, entonces podemos ir a mendigar juntos, con bolsa bolsass y monederos, monederos, esperando que algunas algunas buenas perso perso nas nos den piadosamente su caridad. [R 27.] Moro se vio obligado a liquidar a su personal: encontró plazas para pa ra la m ayorí ay oríaa con co n otro ot ross obis ob ispo poss y noble nob les, s, y tras tra s pasó a sus o cho ch o barque bar queros ros,, con co n su barca oficial, a Tomás Tom ás Audely, quien lo sucedió como lord canciller. Su familia, y en part pa rtic icul ular ar su esposa, se vio en dificu dif iculta ltades des para ajustarse ajustars e a este este empobrecid empo brecido o estado. estado. Pero Pero dura du rant ntee m ucho tiempo él los los
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había prevenido: “No debemos atender a nuestros placeres para pa ra ir i r al cielo en camas cam as de d e pluma plu mas; s; n o es el cam ca m ino” in o” (R 95)* 95)* Para él, el cargo perdido era tiempo libre ganado. Escribió a Erasmo: Erasmo: “H e deseado deseado tener tene r algún tiempo tiem po para dedicarlo dedicarlo a Dios y a m í mismo, mismo , y eso, eso, p or la graci graciaa de un Dios grande y bond bo ndad ados oso, o, y con el favor favo r de d e u n prín pr íncip cipee indu in dulg lgen ente, te, lo he obtenido finalmente” (L 173). Sin embargo, el príncipe indulgente no estaba dispuesto a deja r a Moro M oro en paz. paz. Le molestaba qu e su canciller más honesto y más famoso difiriera con él acerca de su gran asunto. Enrique casó con Ana Bolena en enero de 1333; el matrim ma trimonio onio fue hecho público p úblico cuatro mese mesess después, después, cuancuan do Tomás Cranmer, el nuevo arzobis arzobispo po de Canterbury, a nu ló el el m atrim onio on io con co n Catalina. El rey rey y el el arzobispo arzobispo se ha bían bí an cans ca nsad ado o de espe es pera rarr el v ered er edic icto to del de l papa pa pa:: n o fue fu e sino sin o hasta marzo de 1334 cuando el papa Clemente declaró válido el matrimonio con Catalina siete años después de que el problema se había planteado. El papa no tardó tanto para pa ra decl de clar arar ar n u lo el m a trim tr im o n io con co n A n a y exco ex com m ulga ul garr a Enrique. Ana debía ser coronada en la abadía de W estminster en en ju n io d e 1333. 13 33. Tuns Tu nsta tall ll y o tros tr os dos do s amigo am igoss episcop epis copales ales de Moro le insistieron que fuera a la coronación y le enviaron 20 libra librass para qu e comprara com prara un traje traje nuevo nu evo para la ocasión. ocasión. Moro aceptó las 20 libras, pero declinó la invitación a la ceremonia. Les dijo: “Señores míos, vosotros me pedís dos cosas, una que me alegro concederos, otra que me atrevo a negaros”. Roper le atribuye una historia de un emperador romano que prescribió que la pena para cierta culpa debía ser la la muerte, mu erte, a menos men os que qu e el culpable fuera fuera una u na virgen. Por desgracia, el primer ofensor fue una virgen, lo que causó gran perplejidad al consejo del emperador. Fueron sacados
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de la dud a por p or un simple buen hombre, ho mbre, quien qui en dijo dijo:: “¿Por “¿Por qué qu é hacer tanto escándalo, señores míos, por una cuestión tan insignificante? Primero dejen que sea desflorada para que luego luego pueda ser devora devorada” da”.. Asi Asi también, tambié n, M oro dio a enten en ten der que los obispos podrían ser desflorados apoyando el nuevo matrimonio del rey; “y cuando los hayan desflorado, no tardarán en ser devorados” (R 29). Sus Sus amigos amigos creí creían an que qu e desde el el mom mo m ento en q ue Moro se ausentó d e la coronación coron ación de d e la reina Ana, Ana, ésta y sus sus ami gos comenzaron come nzaron a buscar busc ar cóm có m o devorarlo. devorarlo. Su padre, el el conde cond e de Wiltshire, lo acusó de aceptar sobornos mientras era lord canciller. Moro refutó las acusaciones caso por caso. La esposa del litigante ganador en el caso Vaughan versus Parnell nell le había había dad o en efecto efecto un a copa dorada. Pero Pero habién dola llenado con vino y brindado a su salud, la devolvió a su esposo como obsequio de Año Nuevo. Había aceptado otra copa de un litigante, pero había dado a cambio una más valiosa aún. Las acusaciones de soborno quedaron to das en nada. Pero el caso caso de la doncella donce lla de K ent en t era era un asun asu n to aún más serio. Isabel Barton era una criada que comenzó a creer, en 1525, que tenía visiones y recibía mensajes divinos. Llega ron rumores al rey de sus experiencias místicas. Moro le dijo que en sus afirmaciones nada había más que “lo que una sencilla mujer pudiera decir, a mi modo de ver, gracias a su propio entendimiento”. Pero la monja comenzó a ha blar bla r c ontr on traa los planes pla nes m atri at rim m onia on iale less del rey: rey: si él se casaba cas aba con otra que no fuera fuera la reina reina Catalina, dejaría de de gobernar un mes después y moriría como villano. Para la primavera de 1533, 1533, ya se había hab ía dem ostrado ostra do que qu e la profecí profecíaa era era mentira. En el verano fue arrestada c interrogada, y confesó cierto grado de engaño. En el interrogatorio mencionó, entre los
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que la apoyaban, al obispo Fisher y a Tomás Moro. Éste se había portado, de hecho, con impecable discreción, como dejaba claro en cartas a Cromwell Cromwe ll y al al rey: rey: había tenido te nido cui dado de evitar, en conversaciones con ella, toda discusión sobre los asuntos del rey, y le había escrito incluso para insistirle en que no hablara con nadie, sobre todo con legos, “de ninguna cosa perteneciente a los asuntos de los prínci pes o al estad es tadoo de dell reino re ino”. ”. Esto Es to n o impi im pidi dióó q ue su no nom m bre br e fuera incluido, incluido , con co n el de la monja, mo nja, sus amigos y Juan Jua n Fish Fisher er,, en un proyecto de ley de proscripción presentado ante el Parlamento en febrero de 1534. Moro escribió en marzo a Enrique, recordándole que en su carta a Cromwell había quedado limpio de toda sospecha, de todo trato compro metedor con “la mala mala mujer m ujer de Canterbury”. Canterbury ”. Si Nuestro N uestro Señor ordenare ordena re por po r su misericordi misericordiaa que me en contrare nuevamente con vuestra majestad en el ciclo, y ahí gozar juntos, sería uno más entre mis otros placeres el que vue vuestra stra majestad viere viere ahí entonces con c on seguridad seguridad que (como sea que me tome) soy vuestro fiel servidor ahora y que siempre he sido y lo seré hasta que muera, sea cual fuere vuestro vuestro designio para conmigo. [L 203.] 203.] Ésta fue la última últim a carta ca rta de Moro Mo ro al rey rey. , Cuando el decreto llegó a la Cámara de los Lores, los pares insis in sistie tieron ron en q ue se die d iera ra a M oro or o la o p o rtu rt u n ida id a d de defenderse. defenderse. Se le invitó invitó a presentarse presentarse ante un unaa comisión for mada por Cranmer, Cranme r, Audl Audley ey Norfolk y Cromwell. Cromwell. N inguna palab pa labra ra se dijo di jo sobre sob re la do donc ncel ella la de Ke Kent. nt. En cam ca m bio, bi o, fue invitado a “agregar su consentimiento” al matrimonio del rey al del Parlamento, los obispos y las universidades. Moro respondió: “Esperé “Esperé sinceramente sincerame nte no volver volver a oír oí r más de este
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asunto, considerando que, de tiempo en tiempo, siempre desde el el principio, he declarado tan sencil sencilla la y sinceramente mi opinión a Su Alteza, quien siempre me ha parecido un prín pr íncc ipe ip e m uy bo bond ndad ados oso, o, q ue la ace a cepta ptaba ba m uy bien, bie n, sin inin tención, según dijo, de molestarme más desde entonces”. Le echaron en cara el papel que había desempeñado en la respuesta respuesta del rey a Lutero, alegando aleg ando que q ue él había incitado inc itado a aquél a sobrestimar el poder papal. Moro, quien sabía que la verdad era lo contrario, respondió: “Éstas son amenazas para par a niños niñ os”” . Roper nos dice que camino a casa “iba muy alegre”. “Le dijo: dijo : ‘¿Estái ¿Estáiss libre del dec d ecret retoo del Parlamen Parla mento?’ to?’ ‘A fe mía, mí a, hijo hij o Roper — dijo él— él— , que nunc nuncaa me acordé de d e ello’ ello’..” La razón razón po p o r la que q ue estab es tabaa alegre era qu que, e, según seg ún d ijo, ij o, “le he causa cau sado do una espantosa caída caída al diablo y he ido tan lejo lejoss con con estos estos lores que nunca podría retroceder sin avergonzarme" (R 34). Pero su nombre fue eliminado de hecho de la ley de proscripción. El rey dio salida a su enojo deteniendo su salario como consejero. Fue Cromwell quien dio a Roper la buen bu enaa noticia no ticia de d e que qu e el n omb om b re de Mor M oroo había ha bía sido ex exclu cluido ido.. Pero Pero cuando cua ndo M argarita argarita se lo dijo a su padre, ést éstee m urm uró sencilla sencillamente mente que posponer pospo ner algo algo no n o era lo mismo que impedirlo.
VI. “PERDE “PER DER R LA CABEZA SIN SUFRIR DAÑO” que se reunió en enero de 1534 aprobó una ley para reglamentar la sucesión al trono. Declaró que el matrim m atrimonio onio de Enrique con Catalina era contra la ley ley de Dios, Dios, y totalmente totalm ente nulo a pesar de cualquier cua lquier permiso o dis pensa. Estableció Esta bleció que qu e la sucesión suce sión recayera en los vastagos del matrimonio con la reina Ana; en el hijo mayor sobreviviente, si lo hubiera, o si no, en la princesa Isabel. Se pasó por po r alt a ltoo a M aría ar ía,, hija hi ja de C atal at alin ina. a. Se agregaron castigos castigos severo seveross a la ley. Cualq Cu alquie uiera ra que qu e did ifamara el el matrim m atrim onio on io con la reina Ana o a los los herederos herederos rereconocidos, era culpable de traición, lo que qu e acarreaba acarreaba la la pena de muerte mue rte y la pérdida de todos los bienes. bienes. Todos los súbditos adultos del rey debían hacer el juramento público de observar y mantener “todos los efectos y contenidos en la pres pr esen ente te ley”. ley”. Q u ien ie n e s se nega ne garan ran a hace ha cerlo rlo eran er an culpable culp abless de oculta oc ultarr el delito delit o de traición, traició n, es decir, decir, traición en segundo grado; la pena era cadena perpetua y confiscación de los bienes. No N o se dejó de jó a M o ro dem de m asia as iadd o tie ti e m po e n liber lib erta tadd desdes pués pué s d e ser se r apro ap roba bada da la ley ley. El d o m ing in g o desp de spué uéss d e la Pascua, fue con Roper a escuchar el el sermón en San Pablo. Pablo. Des pués pué s d e misa, misa , M oro or o fue a ver a su hija hij a adop ad optiv tiva, a, q u e ahora ah ora viví vivíaa en su vieja vieja casa casa de Bucklers Bucklersbury. bury. Ahí fue citado citad o a com co m pare pa rece cerr al día dí a sigu si guie ient ntee en el palacio pala cio de L ambe am beth th para pa ra h a cer el juramento prescrito por la ley. Regresó inmediataEl
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mente me nte a Chelsea para despedirse de su familia. familia. Roper describe cómo al día siguiente les dijo adiós, después de asistir a misa. Era siempre su costumbre, al despedirse de su mujer e hi jos, jos, a quienes quería querí a tiername tiern amente nte,, hacer que qu e lo acompañaacompa ñaran a su barca y ahí besarlos a todos y decirles adiós. Esta vez no toleró que ninguno fuera más allá del portón para seguirlo; lo cerró tras de sí, dejándolos a todos del otro lado, y con el corazón apesadumbrado, apesadum brado, como dejaba ver su su cara, tomó su barca conmigo y nuestros cuatro sirvientes rumbo a Lambcth; después de estar sentado quieto y triste un rato, me dijo al oído: “Hijo Roper, doy gracias a Nuestro Señor, la batalla está ganada”. [R 36.] Moro se encontró en Lambeth con que era el único seglar entre un grupo de clérigos que habían sido citados para hacer el juramento. jurame nto. M oro fue el primero prim ero en ser llamado llamado ante los comisionados. Se le mostró el juramento bajo el gran sello; pidió el texto de la Ley de Sucesión y lo leyó. Comparó cuidadosam cuidad osamente ente los los dos y luego dio su respu respuest esta. a. C o m o es escribió a Margarita unos pocos días después: Les demostré que mi propósito no era encontrar fallas ni en la ley ni en cualquiera de los hombres que la hicieron, ni en el juramento ni en cualquiera de los hombres que lo juraro jur aron, n, ni cond co nden enar ar la conciencia concienc ia de ningú nin gúnn otro otr o homb ho mbre. re. Pero Pero en cuan cu anto to a mí mismo, de d e buena b uena fe m i conciencia conciencia me conmovía de tal modo en esta cuestión que, aunque no me negaría a jurar la Ley de Sucesión, no podía hacer, sin embargo, el jurame jura mento nto que qu e allí me ofrecían ofrecían sin exponer expo ner mi alma a la eterna condenación. condena ción. [L 217.]
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En algunas ocasiones los historiadores han estado intrigados acerca de por qué, si Moro estuvo dispuesto a aprobar la Ley de Sucesión establecida, en cambio, se negó a prestar el jura ju rame ment nto. o. ¿Era po p o r el rechazo recha zo implí im plícit citoo d e la auto au torid ridad ad papa pal en e n los com c omen enta tario rioss conc co ncom omita itant ntes es de la ley sobre sob re dispe dis pennsas sas de impedim im pedimentos entos matrimon matrimoniales iales?? Quizá, Q uizá, pero la cuestión cuestión en realidad es muy sencilla. Moro estaba dispuesto a jurar la ley porque estaba dentro de la competencia del Parlamento decidir dec idir sobre sobre eso; eso; pero jura j urarr acer acerca ca de la invalid invalidez ez de un matrimonio del que estaba convencido que era perfectamente legal legal sería invitar inv itar a Dios a convalidar una un a falsedad. falsedad. Los comisionados le dijeron que era la primera persona que se negaba a hacer el juramento; le mostraron la lista de todos los los miembros miem bros de las las cámaras cámaras de los Lores Lores y de los los CoCo munes que habían jurado en la última sesión del Parlamento, y luego lo enviaron fuera de la sala con la esperanza de que pensara mejor su negativa. Vio, a través de una ventana, pasar pasa r po p o r el jardí jar dínn al clero lon l ondi dine nens nsee para par a hac h acer er el juram jur amen ento; casi todos estaban muy alegres, palmeándose la espalda unos a otros otro s y pidien pid iendo do cerve cerveza za en la despensa del arzobispo. arzobispo. Vuelto a llamar ante los comisionados, se le preguntó por qué era tan obstinado que no sólo sólo no quería jurar sino incluso decir qué parte del juramento iba contra su conciencia. Moro respondió que temía haber disgustado mucho al rey al negarse a jurar. “Si diera a conocer las razones, exasperaría raría aún más a Su Alteza Alteza,, lo que no querría de d e ningún nin gún modo, sino que preferiría atenerme a todos los peligros y daños que pudi pu dier eran an veni ve nirm rmee ante an tess de d e da d a r otr o traa ocasió oca siónn de d e disg d isgus usto to a Su Alteza.” Las palabras estaban elegidas con cuidado. Moro, al negars negarsee a hacer el juram ju ram ento, en to, se exponía exponía a ser encarcelado y sus bienes confiscados; decir que no quería hacerlo porque consideraba válido el matrimonio con Catalina sería trai-
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ción según la ley y se acarrearía la pena de muerte. Ofreció que qu e gustoso pon p ondrí dríaa por po r escrito escrito las las razones razones de su negativa negativa si el rey prometía que esto no causaría ofensas ni lo pondría en peligro de caer bajo ninguna ley. Los comisionados res po p o ndie nd iero ronn que qu e ni aun au n las letras letr as pate pa tent ntes es del rey pod p odía íann exexceptuarlo de la ley. “Bueno — dijo Moro— M oro— , si si no puedo pu edo declarar las las causas causas sin sin que q ue corr c orraa peligro, entonces entonce s no es obstinación dejarlas dejarlas sin sin declarar” (L 220). El arzobispo arzobispo Cranmer, Cranm er, comisionado en e n jefe jefe,, argüyó entonce toncess que com o Moro Mo ro había dicho que qu e no n o censuraba censuraba a nadie que hubiera jurado, él no podía considerar considerar como asunto cierto que fuera erróneo jurar. Luego continuó: “Pero, entonces, tonces, se sabe sabe con seguridad seguridad y como com o algo sin sin duda dud a que qu e uno u no está obligado a obedece obe decerr a su soberano sobera no el rey”. rey”. Moro Mo ro se sor pre p renn d ió al o ír este arg ar g u m e n to del de l arzo ar zobi bisp spoo d e C ante an terb rbuu ry y dudó dud ó cóm có m o responder. responder. Pero Pero insistió insistió en que qu e no estaba obligado a obedecer al rey rey en una cuestión cuestión que q ue iba iba en en contra con tra de su conciencia, conciencia, siempre siempre y cuando cuan do él se hubiera tomado tom ado el tra bajo de ver q u e su conc co ncien iencia cia estuv es tuvier ieraa bien bie n infor in forma mada da.. De hecho, si el argumento de Cranmer era concluyente, “entonces tenemos lista una manera para evitar todas las per plejidades. plejidad es. Pues en cual cu alqu quier ier cues cu estió tiónn en que qu e tengan teng an d u d a los doctores, los mandamientos del rey resuelven todas las dudas en cuanto cuan to a qué partido pa rtido tomar” tom ar” (L 221). El secretario Cromwell era otro de los comisionados. Moro nos dice que Cromwell “juró que hubiera preferido que su único hijo perdiera la cabeza antes que yo negara el jura ju ram m ento en to.. Segu Se guram ramen ente, te, Su Alteza el rey abrigará abrig ará grande gra ndess sospechas de mí y pensará que todo el asunto de la monja de Canterbury fue concebido por mf'. La negativa de Moro fue registrada por escrito para ser enviada al rey. Moro pidió que se tomara nota de que aunque él no hizo el juramento,
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“nunca nun ca alejé a hombr hom bree alguno algun o de d e él y jamás aconsejé aconsejé a nadie a negarlo, ni jamás puse, ni lo haré, escrúpulo alguno en la cabeza cabeza de algún homb ho mbre, re, sino que qu e los los dejé atenidos ateni dos a SU SU propr o pia conciencia. concie ncia. Y creo de buen bu enaa fe, fe, que qu e ésta es una u na buen bu enaa razón para que todos me dejen atenido a la mía” (L 222). Durante cuatro días Moro fue puesto bajo la custodia del abad de Westminster W estminster mientras los los comisionados comisionados consideraban si se le podía permitir jurar únicamente lo de la sucesión. Pero el rey insistió en un juramento completo. Se le presentó prese ntó de nuevo el 17 de abril y otr o traa vez lo rech r echazó. azó. El mismo día, el obispo Fisher se negó de igual manera: también estaba dispuesto a jurar acerca de la sucesión, pero no “todos los efectos y contenidos de esta presente ley”. Moro y Fisher fueron enviados sin dilación a la Torre. Roper recuerda la primera prim era visita visita de su esposa esposa a su padre, padre , des pués pu és de h aber ab er esta es tado do prisi pr ision oner eroo d u ran ra n te u n mes apro ap roxim ximaadamente. Creo, Meg —dijo sir Tomás—, que los que me pusieron aquí creen que me han causado un gran disgusto. Pero te aseguro, aseguro, a fe mía, mi buena hija, que si si no hubiera sido por mi esposa y por vosotros, mis hijos, a quienes considero lo más importante importan te que me ha sido sido confiado, confiado, no hubiera dejadejado, desde hace tiempo, de encerrarme en una habitación can estrecha como ésta y tan demasiado estrecha. No encuentro razón, gracias a Dios, Meg, para considerar que estoy en peor situación aquí que en mi propia casa. Pues creo que Dios me vuelve un niño travieso, y me sienta so bre sus rodillas rodillas y me acaricia. acaricia. [R 37.] Una causa de tristeza para Moro en prisión fue que nadie de su famili familiaa se se unió a su posición posición contra co ntra el juram jura m ento en to
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ni la entend ente ndió ió po r completo. com pleto. Tampoco Tam poco podía expli explicar carles les sus sus razones razones sin sin correr corre r el el riesgo riesgo d e que qu e sus palabras lo pusieran al alcance de las traiciones recién decretadas. Roper y Marga rita prestaron el juram jura m ento, ento , siguiendo el ejemplo del obispo obispo Tunstall. Tunstall. Incluso Incluso Margarita M argarita escribió una carta ca rta a su su padre p adre urgiéndolo a que cediera e hiciera hiciera el juram ento. ento . M oto contes tó, herido: Si no hubiera estado, mi muy querida hija, en una posi ción firme y segura desde hace buen tiempo (confio en la misericordia de Dios), tu lamentable carta no me hubiera confundido poco, seguramente mucho más que todas las otras cosas cosas que qu e he oído o ído,, no pocas vec veces es terribles para mí. Pero con seguridad ninguna me tocó tan cerca, ni me fue can triste como verte, mi muy querida hija, trabajar de forma tan vehementemente lastimosa para persuadirme de aque llo de lo que te he dado tan precisas respuestas antes, por pura necesidad necesidad de respeto respeto a mi propia alma. [L 224.] Después Después de esto, esto, Margarita dejó de intenta inte ntarr disuadir disua dir a su padre pad re de su cond co nduc ucta ta.. “Pero vivimos con la esperanza esperanza — pone po ne al final de su siguiente carta— de recibirte pronto nueva mente. Ruego a Dios de codo corazón que así sea, si ésta es Su Santa voluntad.” A su madrastra, la dama Alicia, le fue difícil ser paciente con su esposo. Roper describe en un inolvidable pasaje la pri mera visita que ella hizo al prisionero en la Torre. Maese Moro —dijo ella—, me maravilla que usted, que hasta este momento siempre ha sido considerado como un hombre tan sabio, haga ahora el tonto y yazga aquí en esta prisión estre e strecha cha e inmund inm unda, a, y esté conten co ntento to de estar así así en
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cerrado entre ratones y ratas, cuando podría estar afuera en libertad, y con el favor y la buena voluntad del rey y de su consejo, si sólo hiciera lo que han hecho todos los obispos y la gente más educada de d e este reino. reino. Y viendo que q ue usted uste d tiene en Chelsea una casa muy buena, su biblioteca, sus libros, su galería, su jardín, su huerto y todas las demás cosas necesarias rias a su alcanc alcance, e, don d onde de podría pod ría ser fel feliz iz en mi compañía, com pañía, la de sus hijos y la de sus sus servi servidore dores, s, me pregunto preg unto,, en el nom n om bre de Dios, qué qu é pretende pre tende demorándo demor ándose se aquí tanto. tanto . Después de haberla escuchado un rato en silencio, le dijo de modo alegre: —Le ruego, buena doña Alicia, que me diga una un a cosa cosa.. — ¿De qué se trata? trata? —pre — pregun guntó tó ella. ella. —¿No — ¿No está esta casa casa tan cerca del d é lo como co mo la mía? ía? —dijo — dijo él. A lo que ella contestó con su acostumbrado modo familiar, miliar, al no gustarle la forma for ma de plática: — Bla, la, bla, bla. — ¿Cómo dice, doñ d oñaa Alida? —dij — dijoo él— él—.. ¿No es es así? — Bone Drus, Drus, bone Deus Deus,, hombre, ¿nunca abandonará esta actitud? actitud? — dijo ella ella.. — Muy bien, doña do ña Alic Alicia ia;; si es así, así, está muy mu y bien — dijo él—. No veo ninguna razón de peso por la que debería regocijar gocijarme me mucho m ucho tanto de mi casa casa como com o de d e cualquier cos cosaa que qu e me m e pertenez pertenezca ca allí, allí, ya que si después después de estar e star enterrado siete años me pusiera en pie y viniera aquí, de nuevo, no dejarí dejaríaa de encontrar encon trar a alguien alguien que q ue me ordenara retirarme retirarme y me dijera que nada de eso era mío. ¿Qué razón tengo entonces para que qu e me guste una un a casa casa que qu e olvidaría olvidaría tan pronto pro nto a su dueño dueño?? [R41.] [R41 .] Mientras estuvo en la Torre, Moro M oro escribió escribió su obra ob ra piap ia Diálogo de comue comuelo lo fren fre n te a la tribulación. tribulación. dosa más popular, po pular, el Diálogo
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Es una conversación imaginaria entre dos húngaros, Antonio y su sobrino Vicente, acerca de ia amenaza de martirio debido deb ido al avance avance del turco Solimán el Magnífico Magnífico haci haciaa H un gría. gría. Es una m ediac ed iació iónn sobre sobre la perspect perspectiva iva de una muerte mue rte dolorosa, llena de alusiones alusiones bíblicas bíblicas y que busca busca en la doctrina católica temas de consuelo. Está escrita en un estilo más sencillo y familiar que las obras de controversia. Así, meditan me ditando do sobre las lágr lágrimas imas de Cristo Cris to a causa de Jerusalén, Jerusalén, M oro escr escribe: ibe: Podemos ver con cuán derno afecto Dios, en toda su bondad, desea reunirnos bajo la protección de sus alas, y cuán a menudo, como amorosa gallina, llama a casa junto a ¿I aun a aquellos polluelos suyos que voluntariamente se ale jan hacia dond do ndee se halla algún halcón, y que qu e no acudirán acudirá n a su llamado sino que se alejarán más de él cuanto más los llame. [D 108.] A pesar del tema solemne del libro, no carece de los “alegres cuentos” que adornan todas las obras de Moro e ilustran sus dotes de narrador. “No hay ningún cuento tan tonto — dijo dijo M oro— , que no pueda servi servirr a algún algún propósito”, sito”, y con eso eso comienza a narrar la fíbula fíbu la del asno asno y el lobo que fiieron a confesarse con un zorro: una historia magníficamente contada, demasiado larga para citarla. Vividos símiles domésticos son usados para resaltar una moraleja: capellan llanes es que halagan halagan a un hombre hom bre en el poder pod er son reprendidos reprendidos de la siguiente manera: Lo tratan de tal manera como a veces trata la madre a su hijo, que qu e le dice, dice, cuando cua ndo el pequeño pequ eño no quiere levantars levantarsee a tiempo y yace aún en su cama, y cuando se levanta llora
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porqu po rquee ha estado tanto tan to tiempo tiem po acostado que teme tem e que lo reprendan en la escuela por llegar tarde, que es aún tem pran pr anoo y que q ue tend te ndrá rá tiempo tiem po suficiente, y le dice: “Ve, “Ve, buen hijo, te aseguro que he avisado al maestro. Lleva tu pan y tu mantequilla. N o te golpearán golpearán”. ”. Y así lo envía alegremenalegremente por p or su camino, cam ino, para que no llore llore en su casa casa frente a ell ella; a; aunque él llegue tarde y lo golpeen al llegar a la escuela, ella no piensa mucho mu cho sobre el asunto. [ D 48.] Para ilustrar el hecho de que algunas tribulaciones son enviadas enviadas por po r Dios para imped im pedir ir que caigamos caigamos en el pecado. pecado. Moro hace uso de su habilidad en la presentación concreta de detalles y muestra su gusto por la rima y la aliteración: Dios ve que se aproxima una tormenta a una joven bella dama, que todavía es es buena, buen a, que q ue la llev llevaría aría (si (si su salud y su su buen bue n apetito ape tito duraran dur aran un poco más) más) a un amor am or lujurioso, y en lugar de acostarla con su ya conocido caballero, la acostaría con un bribón recién conocido. Pero Dios, que la ama con tanta ternura como com o para que pudiera tolerar tolerar que cay cayer eraa en pecado tan t an vergonzoso vergonzoso y bestial, le envía una un a bella bella fiebre fiebre oport op ortun una, a, que hace que qu e le suenen suenen los los huesos, huesos, que se le le consuman las carnes, y embellece su hermosa piel con el color de la garra del halcón, y la hace aparecer tan bella que su amante tendría pocos deseos de mirarla, y la vuelve tam bién tan lujuriosa que qu e si su aman am ante te se recostara recostara en su regaregazo desearía vomitar sobre él sin poder refrenarse. [D 30.] Es posible seguir los pensamientos de Moro mientras D iálogo go... ... con las carcomponía com ponía este este trabajo trabajo comparando com parando el Diálo tas que escribió a su familia y las conversaciones que mantuvo con los visitantes durante su cautiverio: los mismos
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temas y alguno algunoss de los ejemplos ocurren ocurr en en ambos. De particular interés es una carta que escribió Margarita Roper a su herma he rmanastra nastra Alici Aliciaa Alington, Alingto n, narrando narra ndo un unaa visi visita ta a la Torre. (Carta incluida en la edición de 1557 de las Obras de Moro.) Margarita dijo a Moro que algunos sospechaban que ¿1 estaba indebidamente influido por el ejemplo del obispo Fis Fishe her. r. Él respondió qu quee se había formado form ado su propio juicio; juicio; le era era imposible im posible seguir seguir ciegamente el juicio de otro, aun de un hombre homb re de la sabiduría, sabiduría, conocimien conoc imiento to y virtud del obis po Fisher Fisher.. En verdad, hija, nunca intenté (siendo Dios mi buen señor) enganchar mi alma a la espalda espalda de otro otr o hombre, homb re, ni siquiera a la del mejor hombre que sepa que vive hoy día, pues no sé dónde pueda él llegar a cargarla. No hay hombre vivo, del que mientras viva, pueda yo estar seguro. Algunos pueden hacerlo como favor, y otros pueden hacerlo por miedo, y así llevar mi alma por un camino equivocado. Moro contó la historia de un tribunal que juzgó a un alguacil londinense por una adjudicación equívoca de bienes. ne s. Once O nce de los jurados jurados eran del norte n orte y estaban dispuestos dispuestos a dictar sentencia contra el acusado, porque el demandante también era del norte. El duodécimo jurado, hombre honesto, se mantuvo aparte; lo conminaron a que se pasara a su lado en en nombre nom bre del compañerismo o de la buena buena compañía. Este último jurado preguntó: ¿Qué sucederá cuando partamos de aquí y lleguemos ante Dios, y Él los envíe al cielo por po r obra ob rarr según según su conciencia conci encia y a mí al diablo por obrar contra la mía? Si entonces dijera a
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todos ustedes, ustedes, maestros, maestros, que una un a vez vez los los acompañé en nomnom bre de la buena compañía compa ñía — lo que ahora es la causa causa de que me vaya al infierno—, que fueran buenos compañeros conmigo, como lo fui entonces con ustedes por la buena compañía, y algunos de ustedes vinieran por la buena compañía conmigo: ¿vendrían? Moro dijo a Margarita, de modo similar, que si él fuera a hacer el juram jura m ento en to por el buen comp co mpañerism añerism o con sus vievie jos com co m pañe pa ñero ros, s, ¿qué debe de bería ría deci de cirr cu c u and an d o estuv es tuvier ieraa siend sie ndoo juzgado juzg ado ante an te el D ivin iv inoo Juez? Si el juez los manda al cielo y a mí al diablo, por hacer lo que hicieron, sin pensar como pensaban, y yo dijera entonces: ces: “Mis viejo viejoss buenos buen os señores y amigos, amigos, nom no m brand bra ndoo a tales y cuales señores y a algunos obispos, acaso de los que más amo, yo juré porque ustedes juraron y fui por el camino que ustedes fueron, hagan ahora lo mismo por mí, no me dejen ir solo, si hay algún compañerismo en ustedes, venga conmigo alguno de ustedes”. M oro dudó du dó en encontrar en contrar a uno u no que estuvi estuviera era dispuest dispuestoo a irse al diablo con él por buen compañerismo. Margarita replicó que no le estaba pidiendo que jurara por po r bue b uenn comp co mpañ añeri erism smo, o, sino si no que qu e se dejara deja ra influir inf luir por po r la autoridad de hombres educados educados y por m andato anda to del del Parlame Parlamennto. Moro contestó: En cuanto a la ley del lugar, aunque todo hombre que nazca y habite allí está obligado a guardarla a riesgo de sufrir dolor temporal y, en muchos casos, también el dolor del enojo de Dios, no hay hombre alguno, sin embargo, que
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esté obligado a jurar que toda ley está bien hecha, ni obli' gado, a riesgo de sufrir el enojo de Dios, a acatar cualquier pu p u nto nt o de d e la ley ley que de hecho he cho fuera fu era ilega ilegal. l. Supongo Supong o que qu e nan adie duda du da que esto puede llegar llegar a suceder en cualquier parte de la cristiandad, cristiandad, excepto excepto en el Consejo Generai de tod t odoo el cuerpo de la cristi cristiandad. andad. Margarita se vio en apuros y dijo que no era capaz de ofrecer ningún argumento más, excepto el que ofreció Enrique Patenson, bufón de su padre. Habiéndosele dicho que Moro estaba en la Torre, contestó: “«Qué le pasa que no jura? ¿Por qué qu é se niega nieg a a jurar? jura r? Yo mis m ism m o he hech he choo el jura ju ramento”. Así, después de poner en vano el ejemplo de tantos hombres sabios, Margarita sólo pudo decir “¿Por qué te niega niegass a jurar, jurar, padre, p adre, lo que yo misma m isma he jurado?” Mo ro rió de esto y dijo: “Esas palabras fueron como las de Eva, pues no ofreció peor fruta a Adán que la que había comido ella misma". Antes de irse, Margarita comunicó a Moro una advertencia que había recibido de Cromwell. “El señor secretario le manda man da decir d ecir como com o muy mu y su amigo, amigo, que qu e recuerde recuerde que el ParParlamento aún sesiona.” Legislaciones adicionales podían poner a Moro M oro otra vez en peligro peligro de sufrir la la pena de muerte. m uerte. Moro respondió que había considerado largamente esta posib po sibilid ilidad ad;; pero pe ro n o podí po díaa decre dec retars tarsee n ing in g u n a ley ley q u e p u diera ponerlo con justicia en mayor peligro, y en tal caso “un hombre puede perder la cabeza sin sufrir daño”. La séptima sesión del Parlamento de la Reforma comenzó en noviembre de 1534. Moro había estado encarcelado durante siete meses y aún no había sido llevado a juicio. Se le pod p odía ía habe ha berr acusa acu sado do d e o culta cu ltarr el del d elit itoo d e traic tra ició iónn p o r nene -
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garse a jurar la Ley de Sucesión, y no está claro por qué no se procedió así así.. Moro M oro mismo dijo a M argarita que su su detend etención era irregular porque el juramento que se le había presentado era de un tipo no especificado en el decreto. Si ésta era la falta, iba a ser reparada en la nueva sesión del Parlamento. Cuatro resoluciones de esta sesión afectaron el destino de Moro M oro.. La primera prim era era la Ley de Supremacía, que declaraba que el rey era el jefe supremo de la Iglesia inglesa y rechazaba toda autoridad extranjera en cuestiones eclesiásticas. Una segunda Ley de Sucesión reglamentaba el juramento que había sido impuesto mediante la resolución anterior. Fue aprobada una nueva Ley de Traiciones que declaraba traición intentar quitar al rey cualquiera de sus títulos, incluso cluso el título títu lo conferid co nferidoo por p or la Ley de Supremacía. Suprem acía. Para Para ser ser culpable de traición en este sentido, no era necesario proceder de las palabras a los hechos: era suficiente que una persona “quisiera o deseara maliciosamente, de palabra o por escrito” escrito” hacerlo hacerlo.. Finalmen F inalmente, te, al térm té rmino ino de d e la sesión, sesión, fueron aprobadas, en e n contr co ntraa de M oro, Fisher Fisher y otros cinco cléri clérigos gos que qu e no n o habían jurado, jurad o, las las Ley Leyes de Proscripción. Proscripción. La Ley Ley de Proscripción Proscripción denunciaba denunc iaba a M oro por su obsobstinada negativa a prestar juramento; lo condenaba, sin necesidad cesidad de un u n juicio juicio posterior posterior,, a cadena perpetua pe rpetua y a la confiscación de sus bienes. Pero la nueva ley contra la traición iba más allá: lo llevaría al patíbulo si alguna vez fuera tan incauto como para negar ante testigos la supremacía real. C uatro uatr o mese mesess después después de que qu e el Parlamento fuera fuera prorrogado, el 30 de abril de 1535, Moro M oro fue interrogado en la Torre po p o r Crom Cr omw w ell el l y otro ot ross m iem ie m bros br os del de l C onse on sejo jo,, inclu inc luye yend ndoo a sir Ricardo Rich, procurador general. Moro describió la escena unos días días después después en una can c anaa a Margari M argarita. ta.
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CromweU CromweU le pregun preg untó tó si había hab ía visto visto los nuevos nuevos decretos. Moro dijo que sí, pero que sólo había mirado rápidamente el libro y que no había estudiad e studiadoo sus efectos. efectos. ¿No había leí leído entonces enton ces el primero, prim ero, que qu e se se refería refería al rey como com o jefe jefe de la Iglesia? Los miembros presentes del Consejo habían recibido instrucciones del rey de pedirle su opinión al respecto. Moro contestó que el rey sabía bien lo que pensaba sobre esa cuestión. uNo disputaré ni el título del rey ni el del papa pa pa;; no soy ni seré sin s inoo el ver v erda dade dero ro s úbdi úb dito to leal leal del de l rey, rey, y ruego por po r él él y por po r todos los los suyos suyos a diario, y por p or todos ustedes que son su honorable Consejo, y por todo el reino; no piens pie nsoo en e n tro tr o m e term te rmee n unc un c a más en esto.” esto .” Crom C romwe well ll le dijo d ijo que esta forma de responder no dejaría satisfecho al rey. Aun siendo un prisionero con cadena perpetua, estaba obligado a obedecer los decretos y el rey dejaría que las leyes siguieran su curso contra quienes eran obstinados. Moro respondió: “No hago mal a nadie, ni predico a nadie el mal, ni pienso p ienso mal de nadie, sino sin o que deseo el el bien a todos. Si Si esto no es suficiente para mantener vivo a un hombre de buena fe, no deseo vivir más”. Moro sabía que dos días antes un grupo gru po de cartujos ca rtujos habían sido condenados con denados a ser ahorcados ahorcados,, destripados y descuartizados por negar la supremacía. Durante la siguiente visita visita de Margarita, Marg arita, el 4 d e mayo, observó con ella cómo los tres cartujos salían rumbo a Tyburn para ser ejecutados. ejecutados. La visión no n o debi d ebilitó litó su resoluci resolución: ón: sólo exex presó su envid en vidia ia p o r los sacerd sac erdote otess q u e iban ib an alegre ale greme mente nte a gozar de la visión visión de Dios. El rey Enrique jugó al gato y al ratón con él. Unos días después Cromwell le trajo un mensaje consolador: el rey, dijo, había decidido no molestar más su conciencia. Moro no se dejó engañar; cuando Cromwell partió, escribió con un pedazo de carbón carbó n los los siguientes siguientes vers versos os::
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Fortuna que lisonjeas ai ojo; no te veas tan hermosa ni nunca comiences comiences a sonreír tan amablemente amablemente como com o si mi ruina ruin a fueras fueras toda tod a a repara reparar, r, durante mi vida tú no me engañarás. Confiaré Confiaré en Dios en que qu e pronto pro nto entraré entraré en su puerto pue rto del cielo, cielo, seguro seguro y uniforme; siempre busco una tormenta después de tu calma. La torm tor m enta en ta llegó llegó cuan cu ando do se recibi recibióó en Inglaterra la la noti noti cia de que q ue el papa había nom n ombra brado do cardenal al al obispo Fish Fisher er.. El rey se enfureció. “Dejad que el papa le envíe su sombre ro cuando cuand o quiera — rabió— rabió— ; yo m e encar encargar garéé de que qu e lo use use sobre sus hombros, cuand cu andoo quiera que qu e llegu llegue, e, pues no tendrá cabeza donde ponérselo.” El Consejo redobló sus esfuerzos po p o r a tra tr a p a r a M o ro y a Fishe Fis herr en e n u n a nega ne gació ciónn explí ex plícit citaa d e la supremacía. El 3 de junio, Audley, Cranmer y Cromwell examina ron a Moro M oro otra o tra vez vez en en la Torre. Cromw ell inform ó que qu e el el rey le ordenaba responder sencillamente si el decreto era lega legall y reconocer rec onocer al rey rey com co m o jefe jefe suprem o o “expresar de forma directa su m alignidad”. alignidad”. M oro respondió que no te nía ninguna malignidad que expresar: que era leal servi dor del rey. “Siempre me he propuesto en verdad obedecer pri p rim m e ro a D ios io s y lueg lu egoo al rey, rey, segú se gúnn la lecci lec ción ón q u e Su Al teza me enseñó al ingresar a su noble servicio, la lección más virtuosa que jamás príncipe alguno enseñó a un ser vidor.” Era difícil estar obligado a responder directamen te. “Pues si fuere el caso que mi conciencia estuviera en contra de los decretos (no hago declaración sobre cómo los los considera mi mente), me nte), entonces enton ces si si no hago ni digo nada contra del decreto, sería muy difícil obligarme a decir algo en su favor, en contra de mi conciencia, para la per-
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dición de mi alma, o algo algo en su contra, co ntra, para la destrucción de mi cuerpo.” Cromwell preguntó si Moro no había examinado here jes c u and an d o era lord lo rd canciller, canci ller, oblig ob ligán ándo dolo loss a resp re spon onde derr c o n prec pr ecisió isiónn si creían cre ían q u e el papa pa pa era la cabeza cabez a de la Iglesia. Moro respondió que existía una diferencia entre los casos, “porque en ese tiempo el poder del papa, tanto aquí como en tod t odoo el cuerpo de la cristiandad, cristiandad, era reconocido como algo fuera de duda du da,, cosa que qu e no parece ser algo con lo que se está está de acuerdo en este este reino reino y lo contrario es tomado toma do como ver dad en otros reinos”. “Así como fueron quemados por la negación de eso, así serán decapitados por la negación de esto —dijo Cromwell— ell— . Y por po r lo tanto tan to existe existe una bue b uena na razón para obligar los los a responder con precisión precisión tanto tan to a lo lo uno u no com c omoo a lo otro.” M oro insisti insistióó en que qu e la diferenc diferencia ia que im portaba por taba era la que hay entre una u na conciencia conciencia que entraba entrab a en conflict conflictoo con una ley ley local local,, y la que qu e entraba entra ba en conflicto con una un a ley “de todo el cuerpo de la cristiandad”. “Lo razonable o lo irrazonable de atar a un hombre a respuestas precisas no se encuentra en la diferencia entre decapitar o quemar, sino debido a la diferencia en el cargo de conciencia, a la diferencia entre decapita dec apitarr y el el infierno.” infierno.” Los comisionados fracasaron en atrapar al prisionero en una un a negación negación directa direct a de la supremacía. supremacía. Al ser decapitado, se pre guntó a Moro por qué si estaba preparado para morir, según decía, no se expresaba claramente en contra del decreto. Su respuesta es característica de él. “No he sido hombre de vida tan santa como para atreverme a ofrecerme a mí mismo a la muerte, no sea que Dios me haga caer por mi presunción.” Los sirvientes de la Torre fueron interrogados sobre las cartas que intercambiaron Fisher y Moro. Cada uno había
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estado naturalmente ansioso de saber cómo le iba al otro; pero per o nada na da en la corr co rres espo pond nden encia cia podí po díaa d a r pie a pens pe nsar ar en una un a conspiración para negar nega r la la supremacía. supremacía. Fisher Fisher había argume gu mentad ntadoo que ya que el decreto consideraba ofensa el sól sóloo negarse negarse a reconocer reco nocer el el título títu lo real real “maliciosamente”, “maliciosamente”, un homhom bre estaría esta ría a salvo de los castigos ca stigos si no habl ha blab abaa con co n malicia. Moro respondió que temía que la ley no fuera a ser inter pret pr etad adaa así. así. Las condiciones carcelarias de Moro habían sido, hasta este punto, relativamente humanas: se le había permitido emplear a un sirviente y tener papeles y libros. El Consejo decidió entonces emplear mayor rigor. Dos sirvientes de Cromwell fueron enviados a retirar sus libros; fue con ellos sir Ricardo Rich. Moro no sabía que unos días antes Rich había logrado atrapar a Fisher en una negativa explícita de la supremacía, supremacía, fingiendo buscar un u n consejo consejo confidencial confidencial.. ClaC laramente esperaba hacer lo mismo con Moro. Después de aludir en forma adulatoria a los los conocimientos leg legales ales de M oro, le presentó el siguiente siguien te caso: caso: —Adm — Admitie itiendo ndo que qu e hubiera, señor, una resolución resolución del ParParlamento de que todo el reino debiera debiera tomarme toma rme por po r re rey, ¿no ¿no me tomaría usted por rey, maestro Moro? —Sí — Sí,, señor — dijo sir Tomás Moro— . Eso haría. —Ll — Llev evoo más más allá allá el cas casoo —dijo — dijo el el maestro Rich—. Rich— . Que hubiera una resolución del Parlamento de que todo el reino debiera tomarme por papa. Entonces, maestro Moro, ¿no me tomaría por papa? Moro no dio ninguna respuesta directa; en cambio, planteó otro caso. —Suponiendo que el Parlamento elaborara una ley que afirmara que Dios no debiera ser Dios, ¿diría
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usted entonces, maestro Rich, que Dios no era Dios? —Ningún Parlamento Parlamento — respondió respondió Rich— Rich— puede hacer hacer semeja semejant ntee ley ley— . Moro, Mor o, en silencio, silencio, dejó que qu e la moraleja moraleja fuera fuera deducidedu cida, y Rich Rich partió pa rtió diciendo: diciend o: — Bien, Bien, señor, señor, Dios lo consuele, consuele, pues pue s veo que qu e su idea no cam ca m biará, bia rá, lo q u e temo tem o q u e será m uy peligros peligrosoo para p ara usted. Esta visita visita resultó ser peligrosa peligrosa de hecho: hecho : se decidió concon vertir la conversación con Rich en la base de una denuncia. Fisher Fisher fue fue juzgado juzgado y cond co nden enad adoo el 17 de junio, junio , y decapitado decapitad o en Tower Hill cinco días después. El I o de julio tocó a M oro el turno turn o de encarar un juicio en W estminster Hall Hall.. El cargo en la denuncia era que Moro “traidora y maliciosamente había imaginado, inventado, practicado e intentado privar con astucia a nuestro soberano señor el rey de su dignidad, título y nombre de suprema cabeza en la tierra de la Iglesia de Inglaterra”. Se basaba en tres puntos: el silencio del acusado en el interrogatorio del 7 de mayo, su correspondencia con Fisher y su conversación con Rich. Moro respondió al primer punto: "Vuestro decreto no pued pu edee con co n d ena en a rme rm e a m u e rte rt e p o r tal silen sil encio cio,, pues n i el d e creto ni ley ley alguna en el m undo un do casti castiga ga a la gente gente sino por p or palabra pala brass o hech he chos” os”.. El p roc ro c ura ur a d or del de l rey dijo di jo que qu e el silensile ncio era prueba de maldad. “Pero si lo que dice el derecho consuetudinario es es ver verdad dad — respondió respondió Moro— M oro— , que quien guarda guard a silencio silencio parece consentir, enton e ntonce cess mi m i silenci silencioo debería ser tomado como aprobación.” Moro negó que hubiera dicho en su correspondencia con Fisher, según se alegaba, que el decreto era "como una espada de dos fil filos, os, pues si si un u n hom h ombre bre contesta co ntesta de una m anera condenará su alma y si contest contestaa de d e la otra manera manera concon denar de naráá su su cuerpo”. cuerpo ”. Sólo Sólo había ha bía escrito escrito condicionalmente: condiciona lmente: "Si "Si el decreto cortara por los dos lados como una espada de
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doble filo, ¿cómo podría portarse un hombre para no incurrir en ningun nin gunoo de d e los dos peligr peligros os?” ?” Rich dio ahora testimonio sobre el punto final. Contó la historia de la la conversació conversaciónn y atribuyó atrib uyó a Moro Mor o un u n comentar com entario io adicional condenatario: “Así como el Parlamento no podría elaborar una ley que dijera que Dios no es Dios, el Parlamento no podría hacer cabeza suprema de la Iglesia al rey”. Contra quien así haya jurado, sir Tomás Moro comenzó a hablar de la siguiente manera: “Si yo fuera un hombre, señores míos, que no apreciara un juramento, no tendría necesidad, como es bien sabido, de estar aquí parado en este lugar, a esta hora y en este caso, como acusado. Y si este juramento vuestro, maese Rich, es cierto, entonces suplico nunca ver a Dios a la cara, lo que no diría si fuera de otra manera, aun si con eso, ganara el mundo entero". Moro dio entonces la versión real de la conversación y dijo: “En buena buen a fe, maese maese Rich, siento más vuestro perjurio que mi peligro”. Enumeró cuestiones que minaron el crédito de Rich, y dijo entonces, entonce s, volviéndose volviéndose hacia hacia el jurado: ¿Puede parecer probable, a vuestras honorables señoras, que en asunto a sunto de d e tanto ta nto peso me exce excedie diera ra tan irresponsab irresponsablemen lemente te como para creer más en maese Rich, a quien siempre he considerado poco digno de crédito, como vuestras señorías ya sabrán, que en mi soberano señor el rey o cualquiera de sus nobles consejeros, consejeros, y le confiara los secreto secretoss de mi conciencia conciencia relativos a la supremacía del rey, punto especial y único que por tanto tiempo se me ha pedido, cosa cosa que nunca hice ni nunca haré, después que su condición se reveló, a la misma alteza del rey o a cualquiera de sus honorables honorable s cons conseje ejeros ros??
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Dos testigos que habían estado presentes durante la conversac versació iónn fueron llamados. llamados. Ning N ingun unoo de los los dos pudo confirmar el testimonio de M oro ni el de Rich: Rich: dijeron que habían estado demasiado ocupados metien m etiendo do los los libros libros de Moro Mo ro en una un a bolsa como com o para p ara prestar atención a la pláti plática. ca. A pesar de la debilidad de la prueba, al jurado le tomó menos de un cuarto cu arto de hora en contrar con trar culpable a Moro. El lord canciller canciller Audley Audley comenzó come nzó a pron pr onun uncia ciarr la sentencia, sentencia, pero fue fue interrum pido pid o por el el pre preso so.. “Señor mío — dijo dijo Moro— Mo ro— , cuando apliqué la ley, la costumbre en estos casos era preguntar al preso, antes de ser condenado, por qué no debía dictarse sentencia en su contra.” El canciller cedió y Moro, liberado por el veredicto de su largo silencio, dijo finalmente lo que pensaba sobre la ley de supremacía: Viendo, como veo, que estáis decididos a condenarme (Dios sabe cómo) diré ahora lo que pienso sencilla y libremente, para descargar mi conciencia, en lo que se ref refie iere re a mi acusación y su decreto. Y debido debid o a que esta acusación acusación está funfun dada en un acta del Parlamento abiertamente contraria a las leyes de Dios y su Santa Iglesia es, en cuanto ley, insuficiente para acusar a cualquier cristiano, pues ningún príncipe puede adjudicarse por ley alguna, como corresponde por po r derecho a la sede de Roma, una un a preeminencia espiritual otorga otor gada da sólo a san Pedro y sus sucesores, sucesores, obispos de la misma sede, sede, por po r una un a prerrogativa prerrogativa espe especia cial, l, de boca boca de nuesnue stro tr o Salvad Salvador or mismo, personalmente persona lmente presente sobre sobre la Tierra. El Parlamento inglés no podía elaborar una ley en contra de la ley de la Iglesia universal, igual que la ciudad de Londres Londres no podía aprobar una u na ley ley en contra de un decreto decreto del Parlamento. La Ley de Supremacía era contraria al pri-
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III
mer artículo de la Carta Magna y al juramento de corona ción de sostener los derechos de la Iglesia. El lord canciller recordó a Moro que las universidades, los los obispos y todos los los hombres hombre s más educados del reino re ino ha bían bía n acep ac epta tado do el decr de creto eto.. M oro or o respon res pondió dió:: Si el número de obispos y universidades es tan importante como vuestra señoría parece considerar, veo poca razón, se ñor mío, de por qu¿ lo que pienso en conciencia pudiera cambiar. Pues no dudo que, aunque no en este reino, pero sí en el resto de la cristiandad, haya muchos obispos cultos y hombres virtuosos vivos todavía que piensen como yo. Pero Pero si si hablara ha blara de los los que ya están muertos, muerto s, muchos de los que ya son santos canonizados en el cielo, estoy segurísi mo que la gran gran mayoría de ellos, ellos, mientras vivieron, pensa ron como com o yo en este caso caso.. Y por po r lo tanto tan to no estoy obliga obliga do, mi señor, señor, a supeditar mi conciencia conciencia al Consejo de un reino en contra del Concilio General de la cristiandad. El lord canciller pidió entonces la opinión de lord FitzJames, el lord en e n jefe del Tribuna Trib unall de d e Justicia del Rey, ey, sobre si la acusación acusación era suficie suficiente: nte: “Por san Justo Jus to —dijo — dijo un poco dé bilme bil mente nte— — , debo de bo confesar confe sar q ue si el decr de cret etoo del Parla Pa rlame mento nto no es ilega ilegal, l, entonces la acusación acusación no es, según mi concien con cien cia, insuficiente”. Acto seguido, el lord canciller dictó sen tencia. Se permitieron a Moro unas palabras finales: Así como el bendito apóstol san Pablo, según leemos en los Hechos de los Apóstoles, estaba presente, y consintió la muerte de san Esteban, y cuidó las ropas de los que lo ape drearon hasta matarlo, y son ahora, sin embargo, santos canonizados en el cielo ambos y ahí continuarán siendo
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siempre amigos, amigos, así confío en que qu e podamos, p odamos, y reza rezaré ré de todo tod o corazón por ello aunque vuestras señorías hayan sido jueces de mi condenación aquí en la tierra, reencontrarnos no obstante más adelante en el cielo para nuestra eterna salvación. M oro fue sacado sacado de Westminster W estminster Hall Ha ll y devuelto devuelto a la Torre. Margarita Roper lo esperaba en el muelle de la Torre. En cuanto lo vio, después de recibir reverentemente arrodillada su bendición, se apresuró en ir hacia él y, sin consideración o cuidado de sí misma, metiéndose entre la multitud y la compañía de guardias que estaban a su alrededor con alabardas y hachas de armas, corrió rápido hacia él y ahí, abiertamente a la vista de todos dios, lo abrazó, lo tomó del cuello y lo besó. Gustándole su afecto natural y fili filial al,, él le dio su fraternal bendició be ndiciónn y además muchas buenas nas palabr palabras as de consu co nsudo. do. La pena por traición era la horca, ser destripado o descuartizado; por benignidad el tey permitió que Moro fuera ejecutado con hacha, privilegio reservado a los pares. Pasaron cuatro días días entre el juid ju idoo y la ejecución. ejecución. La criada criada d e Margarita visi visitó tó diariamente diariam ente la Torre; Torre; de d e allí trajo trajo el cilido de M oro y su últim úl timaa carta a su hija, con co n recuerdos recuerdos para pa ra su fami familia lia.. Nuestro Nue stro Señor te bendiga, bendig a, buena bue na hija, y a tu t u buen esposo y a tu hijito y a todos los tuyos tuyos y a todos mis m is hijo hijoss y a todos mis ahijados y a todos nuestros nuestros amigos amig os... ... Te incomodo, buebu ena Margarita, pero me apenaría si esto se prolongara más allá allá de mañana, pues es la víspera víspera de santo s anto Tomás Tomás y la octava de san san Pedro, Pedro, y por po r lo tanto ta nto deseo deseo ir a Dios mañana, sese-
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ría un día muy adecuado y conveniente para mí. Nunca me gustó más tu modo de dirigirte a mí que cuando me besaste besaste por p or última últi ma ve vez, z, pues amo am o los los momento mom entoss en que el amor am or filia filial y la amada caridad no tienen tiempo tiem po para fija fijars rsee en la cortesía mundana. Adiós, querida hija, y ruega por mí, que yo lo haré por ti y por todos tus amigos para que podamos poda mos encon en contra tramo moss felizmente en el cielo cielo.. Un día después de que fue escrita esta carta, sir Tomás Pope Pope trajo noticias de que q ue M oro iba a ser ejecutado ejecutado antes de las nueve; el deseo del rey era que no hablara mucho antes de su ejecución. Moro pidió que se permitiera a Margarita estar presente en su entierro y se le contestó que ya se habí habíaa otorgad oto rgadoo permiso p ermiso para que q ue estuviera allí toda su famil familia. ia. M oro pretendía ser decapitado con su mejor m ejor túnica, pero el teniente tenie nte de la Torre Torre lo persuadió de d e qu quee el verdugo verdugo no n o sasa brí b ríaa ap apre reci ciar ar el p a ñ o de o ro, ro , así q u e fue al p a tíb tí b u lo frent fre ntee a la Torre con el tosco vestido gris gris de su sirviente. “Subiendo al patíbulo patíbu lo — que era tan frág frágil il qu quee estaba estaba por p or caer en cualquier mom m omento ento,, dijo alegremente al maes maesee teniente— : ‘Os ruego, maese teniente, ved que llegue a salvo arriba y dejad que para mi descenso me las arregle por mí mismo’.” O bed bedecien eciendo do las las órdenes del rey rey, dijo unas cuantas cuan tas palabras antes de la ejecución, pidiend pid iendoo simplem sim plemente ente sus oraciones a la gente y protestan pro testando do que q ue moría en e n la fe fe católica y por po r ella ella.. “Después los exhortó y les rogó de todo corazón que rezaran a Dios por el rey, para que Él le diera buen consejo, asegurando que moría siendo su buen servidor, pero de Dios en primer prim er luga lugar. r.””
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muerte Tomás Moro ha seguido fascinando y atrayendo a generaciones sucesivas y siendo admirado por gente de diferentes religiones o por la que no tiene ninguna. Su influencia sobre épocas posteriores ha sido menor m enor por p or sus sus escritos que por la historia de su vida. Así como a Samuel D iccionario y por Johnson se le recuerda menos por su Diccionario Vidas de d e los poetas que por p or su conversación conversación en las las páginas de la Vida de Boswell, así los dichos de Moro que han resonado en la mente de las siguientes generaciones no lo han sido por po r las citas citas de sus propias obras sino por po r los los comentacome ntarios, alegres o serios, o ambas cosas a la vez, que se han conservado en la biografía de su yerno. Aparte de Utopía y el Diálogo Diálogo de alivio, las obras de Moro se hubieran olvidado rápidamente de no haber sido por la notable vida y muerte de su autor. autor. No N o es fáci fácil, l, sin si n embar em bargo, go, identificar identi ficar con precisión la fuen fu ente del atractivo atractivo de M oro para el el amplio am plio círculo de sus sus admiadm iradores. No es de sorprender, por supuesto, que haya sido admirado y venerado por los católicos y canonizado santo de la Igles Iglesia ia de Roma. Después de todo, todo , fue ejecutado porque se negó a aceptar leyes del Parlamento que negaban la supremacía suprem acía papal. papal. Pero sería erróneo erró neo pensar en él como com o mártir p or este exaltado concepto concep to del papado, pap ado, típico de los los fer fervorosos católicos de fines del siglo xix y comienzos del xx, que encontró su expresión más triunfal en la definición de De s d e su
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la primacía e infalibilidad del papa pap a en el Concilio Co ncilio Vaticano I en 1870. Para Para el Conc Co ncilio ilio Vaticano I la autorida auto ridad d del de l papa era susu perio pe riorr a la de todos tod os los concilios generales generales de d e la Iglesia Iglesia:: M oro or o nunca nu nca puso al al papa por encima de los los concili concilios. os. El Concilio Vaticano proclamó que todos los cristianos debían creer que la supremacía del papa estaba directamente instituida po p o r Cri C rist sto; o; M o ro creyó crey ó du d u ran ra n te gran gr an part pa rtee de d e su vid v idaa qu q u e el papa pa pado do era u n a inst in stit itu u c ión ió n eclesiástica eclesiá stica de crec cr ecim imie ient nto o gradual, y nunca dejó de considerar el el asunto como com o algo sobre sobre lo que pudieran estar en razonable desacuerdo los buenos cristianos. cristian os. Los fervorosos fervorosos católicos de la época époc a del Vaticano I consideraban esenciales para el ejercicio papal los dominios italianos italianos de la Ig Igles lesia; ia; M oro se dio cuen c uenta ta muy bien de cóm o la soberanía temporal de los papas podía interferir con su misión pastoral. En decenios recientes ha sido característica de los los fiel fieles es católicos ad m irar ira r y venerar venera r no sólo el el cargo sino la persona de un papa; Moro, viviendo durante el periodo más mundano de la historia del Vaticano, escribe sobre los pontífic pont ífices es,, en el m ejor ej or de los casos, e n ton to n o d e embara emb arazosa zosa disculpa, y a vec veces es con co n una un a ironía iron ía que qu e linda en el desprecio. desprecio. Oe hecho, los papas y el papado se mencionan asombrosamente poco en sus voluminosos escritos antiprotestantes. Se ha dicho bien que si a Moro se le hubiera comunicado de antemano q ue iba a morir como mártir cri cristi stiano, ano, y que pod p odía ía m o rir ri r p o r la d o c trin tr inaa de su elecci ele cción ón,, la supre su prema macía cía del papa hubiera sido el último artículo de fe que hubiera escogido. Sin embargo, al final murió por la supremacía papal y no por po r los siete siete sacramentos ni po r las las prácticas prácticas tradicionales de la devoción devoción católica que qu e defendió con c on tan to entusiasmo en sus obras. Y en esto había, después de todo, algo
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consistente por completo. Pues aun en sus peores épocas la autoridad universal del papado había sido el símbolo, a pesar de estar empañado por las ambiciones dinásticas locales de papas vicio vicioso sos, s, de u na un idad ida d esencial esencial para los los cristianos cristianos en una un a única república de la cristiandad. cristiand ad. Y esto fue algo algo por p or lo que Moro se interesó toda su vida, ingresó a la vida pú blica al servicio servic io del d el plan pla n de Wolsey Wolse y para pa ra lograr log rar la conc co ncor ordi diaa universal entre las naciones cristianas; el momento de mayor orgullo que tuvo en su carrera diplomática fue su intervención en la Paz de Cambrai. Combatió la herejía de Lutero y resistió la autocracia de Enrique porque ambas contribuían a escindir la unidad de la comunidad cristiana; en la Torre y durante su juicio, su apelación iba de la usur paci pa ción ón nacio na ciona nalis lista ta del de l Parla Pa rlam m ento en to inglés al juicio juic io supr su prem em o del cuerpo más grande de la cristiandad. Muchos que no comparten las creencias de Moro lo han admirado admirad o como co mo prisionero prisionero y mártir má rtir de conci conciencia encia.. En E n verdad verdad esto fue, pero es importante comprender la forma de operar de su conciencia. Muchos de la presente generación conocen hombre pa ra todas las las estaci estacione ones, s, a Moro como el héroe de Un hom obra de Robert Bolt. Bolt concibe a Moro como “hombre con juicio adamantino de su propia persona”; un hombre que sabía cuánto iba a ceder al amor y al temor, pero que se volvió riguroso e inconmovible cuando al fin “se le pidió retirarse de aquella área final en la que había ubicado su yo". Bolt subraya, en muchos puntos de su obra, el sentido del yo de Moro. Cuando Margarita le insiste en que haga el jura ju ram m e n to d e sucesió suc esión, n, M oro or o dice: dic e: “Cu “C u a n d o un h o m b re hace un juram jura m ento en to está sosteniendo su prop io yo en sus pro pias m anos an os.. C o m o agua; agu a; y si ento en tonc nces es abre ab re sus dedo d edos, s, ya no tendrá tend rá la esperanza de encon e ncontrarse trarse a sí mismo mism o otra vez vez”. ”. En el lugar del juicio Moro dice a Cromwell:
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En cuestiones de conciencia el súbdito leal está más obligado a ser leal a su conciencia que a cualquier otra cosa. —Y — Y así dar da r un noble motivo motiv o — responde Cromwell— para su frívola arrogancia. —No es así. maese Cromwell, es una necesidad muy pura de respeto para mi propia alma. —Que — Querrá rrá decir su propio yo yo — responde Cromwell. Cromwell. — Sí, Sí, el el alma de un hombre es su yo — replica replica Moro. Moro. Una indicación escénica subraya la importancia de esta confrontación: “Se odian mutuamente y odian recíprocamente sus puntos de vista”. La obra de Bolt está escrita en forma vivida, a menudo es exacta exacta en cu anto an to a los detalles detalles y utiliza muchas muc has de las las pro pias palabras palab ras de M oro; or o; sin emba em barg rgo, o, el hom ho m b re q u e retr re trat ataa es muy diferente del Moro real, quien no hubiera estado de acuerdo en que el alma de un ho m bre es un yo del tipo descrito por Bolt. Bolt. Es verdad que M oro dijo, cuand cu ando o foe acuacusado de estar influido por Fisher al negarse a hacer el juramento: “Nunca he intentado dejar que mi suerte dependa de otro hombre”. Es verdad que no quiso condenar a los que sí hicieron el juramento. Por lo tanto, puede hacérsele aparecer com o precursor de las las ideas ideas modernas d e tolerancia y respeto respeto por p or la sinceridad, y por la noción conte c ontem m poráporá nea de que cada cada hom h ombre bre debe tom ar sus propias deci decision siones es morales por sí mismo. A este respecto, su actitud parece contras co ntrastar tar con la intolerancia y el el autoritarism autorita rismo o de la Igle Iglesi siaa medieval y el Estado renacentista. Sin embargo, los comentarios de Moro puestos en su contexto adquieren otra apariencia. Para él, como para santo Tomás de Aquino antes que q ue él, la conciencia hum ana no era legisl legislad adora ora autónom a. Más bien, la conciencia conciencia de un un hom bre era su creencia, verdadera o falsa alsa,, en la ley ley dada da da por
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Dios. Actuar en c ontra on tra de la conciencia siempre estab estabaa mal, por p orqu quee era e ra act a ctua uarr en co c o n tra tr a de lo que q ue u n o creía cre ía que es la ley de Dios. Pero actuar de acuerdo con la conciencia no era correcto por fuerza, pues la conciencia de uno podía estar equivocada. equivocada. Uno debía formar form ar su propia conciencia conciencia correctacorrectamente; quizá consultando las Sagradas Escrituras, o las obras de los santos, o los documentos autorizados de la Iglesia. De esta esta manera Moro M oro trató de formar forma r su propia conciencia conciencia y la del rey en la difícil difícil cuestión cues tión del divorcio. divorcio . El único caso caso en el que podría excusarse que una conciencia engañada obrara obra ra injustam inju stam ente sería sería en el que el el asunto asu nto moral en cuescuestión fuera debatible, en el que hubiera opiniones divididas entre los santos y los autores sagrados. Según esta teoría, teoría, no era suficien suficiente te actuar actu ar de acuerdo con la propia conciencia: la propia prop ia conciencia debía deb ía estar estar correccorrectamente informada. Así, cuando Moro dijo a Cranmer que jura ju rarr iba cont co ntra ra su conc co ncien iencia cia,, agregó: “No “N o he forma for mado do mi conciencia ni de repente ni con ligereza, sino durante largo tiempo y en diligente busca de la cuestión”. Pero para el Moro de d e la obra de Bolt Bolt lo que importa im porta no es si la supremacía del papa es verdadera, sino el hecho de que Moro ha com co m prom pr om etid et ido o su yo más ínti ín tim m o a ésta. C o m o dice dic e a Norfo No rfolk: lk: “Lo que me interesa no es que sea verdadera, o no, sino que creo que es verdadera, o más bien, no que lo crea, sino que yo lo crea”. La razón por la que Moro no dejaría que su suerte de pend pe ndie iera ra d e o tro tr o no significaba signific aba que qu e cada cad a hom ho m bre br e debie deb iera ra ser su propio legislador en lo moral; simplemente no se podía confiar en que alguien perseverara en una conciencia correcta correcta.. C uand ua ndo o M oro se negó a con denar den ar las las conc concien ienci cias as de otros, no quería decir que creyera que sus juicios eran incorrectos. Lo pensó y lo dijo, a Cromwell y a Enrique,
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antes de d e ser encarcelado en la Torre. Torre. Pero Pero no se entrem etió en las conciencias de otros en el sentido de que no trató de convencer conve ncer a nadie a su m anera de pensar pensar.. Ni los los censuró ni se convirtió en su juez: “No juzgaré mal la conciencia de ningú n o tro hom ho m bre — dijo— dijo— , la la que yace yace en sus propios propios corazones lejos de mi vista”. Pero esto era porque los asuntos particulares particulares en cuestión c uestión — la legitimida legitimidad d de la Ley Ley de Suces Sucesión ión y el juram ento — eran asuntos debatibles debatibles,, asuntos en esa área restringida en la que un hombre podía tener una conciencia equivocada sin tacha moral. Es muy claro que M oro no n o tenía una teoría teoría gener general al de que la conciencia conciencia es justificación suficiente para actuar. Nunca sugirió que Lutero y Tyndale pudieran ser excusados porque estaban actua ndo de acuerdo con su conciencia al negar negar la doc trina católica. La comparación fue hecha por Cromwell cuando Moro se negó a dar una respuesta precisa sobre la legalidad de la Ley Ley de Supremacía. Sup remacía. ¿No había hab ía forzado M oro a los herejes herejes a contestar con precisión si el papa era cabeza de la Iglesia? Moro replicó que había una diferencia entre ambos casos: el poder del papa era reconocido en toda la cristiandad, cosa que no sucedía en Inglaterra, mientras que lo contrario era tomado como verdad en otros reinos. En todos los casos casos en que qu e el verdadero M oro apeló en con c ontra tra de las las ley leyes es de Inglaterra, nunca lo hizo a nadie en lo particular o en lo íntimo, sino a “todo el cuerpo de la cristiandad” externa. Y en lo que temió incurrir, haciendo el juramento, no era en el desbordamiento metafísico del yo, sino en la eterna pérd pé rdid idaa d e Dios. Di os. Nat N atu u ralm ra lm ente en te,, u n d ram ra m a turg tu rgo o está est á en e n libe li berta rtad d d e adap ad aptar la historia a su propósito. Cuando tan poca gente com par p arte te las creencia cree nciass de M oro or o acerca ace rca d e la cond co nden enac ació ión n d e los
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perju pe rjuros ros o de la únic ún icaa a u tori to rida dad d de la Iglesia católica cató lica rom ro m ana, sin duda el héroe de la obra puede volverse más com prensib pre nsible le si estas creencias creenc ias son tomad tom adas as m etaf et afór óric icam amen ente te e interpretadas en el sentido del yo o de una preocupación po p o r la prote pr otecc cció ión n de la socied soc iedad ad c ontr on traa el cosmos cosm os ater at erro roririzante. No obstante, el Moro de la obra de Bolt resulta ser un personaje menos consistente que el verdadero Moro. En la obra ob ra es difícil difícil hallar hall ar la diferencia entre en tre la lealtad al yo, que es admirable en Moro, y la obstinación de la que Cromwell lo culpa. El Moro de la obra parece combinar un tierno respeto respeto por p or su conciencia particular particula r con una exag exageraerada deferencia al derecho público. La conciencia y la ley, según las representa la obra, parecen ser valores irreconcilia bles; la con c oncie cienc ncia ia es la expresi exp resión ón de la volu vo lunt ntad ad indivi ind ividu dual al,, y la ley, invención del derecho común. Sobre todo, es difícil ver por qué el Moro M oro de la obra se atora ato ra dond do ndee lo hace. hace. ¿Por ¿Por qué se niega a hacer el juramento y a explicar por qué lo hace? ¿Por qué su conciencia lo haría tan inflexible contra una de las leyes del rey, pero tan ansioso por cumplir otra? En el Moro histórico no había conflicto real entre la conciencia y la ley, pues la verdadera conciencia es sólo la correcta apreciación de la ley de Dios. Las leyes humanas deben ser obedecidas, en general, siempre y cuando no entren en conflicto con las leyes de Dios. Para demostrar que la Ley de Sucesión no debía ser obedecida, Moro no apeló a ningún yo metafísico. “Si no hubiera nadie más que yo de mi lado, lado, y todo el Parlamento del otro — dijo— dijo— , yo tendría tendría mucho miedo [pero] no estoy obligado a cambiar mi conciencia y a conformarla con el consejo de nuestro reino en contra del consejo general de la cristiandad.” Sin embargo, obedecería obedece ría hasta do nde nd e pudiera pud iera las ley leyes es del rey, incluyendo incluye ndo la ley en contra de hablar absolutamente contra el decreto,
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pues no deseaba dese aba ex expone ponerse rse pres pr esun untu tuos osam amen ente te a la pe pena na de muerte. La apelación de Moro contra las cortes del reino de Inglaterra no es a la angosta corte, co rte, interior inte rior y metafísi metafísica ca de su propio pr opio yo, sino a la más amplia am plia corte, pública y univ univers ersal al de la comunid com unidad ad de las las naciones naciones cristi cristianas anas.. El M oro de d e la obra de d e Bolt B olt no sólo es muy mu y diferente del del mártir de Tower Hill: es irreconocible como la misma persona que escribió Utopia. La constitución de Utopía está proyec pro yectad tada, a, c o m o lo ha hann subray sub rayad adoo los erud er udito itos, s, co conn el pro p ro pósito pósit o de d e excluir exclu ir la soberbia. Este prop pr opósi ósito to incluso gobi g obiern ernaa los arreglos económicos, la carencia de dinero y la falta de mercado. La soberbia es la llaga de la comunidad, el vicio pecu pe culia liarm rmen entc tc h u m a n o q ue hace hac e a los ho hom m bres br es m ás voravor aces ces qu quee las bestias bestias.. El a u tor to r d e Utopia vería vería con segurida seg uridadd al héroe de de la obra de Bolt Bolt henchido hen chido de soberbi soberbia. a. En este este punpu nto el Cromwell de d e la ob obra ra está más cercano al verdadero verdadero Moro M oro cuando condena el perverso concepto de sí mismo del héroe. El alma de un hombre es su yo, dice el Moro de Bolt. No N o es asi, dice di ce el ve verd rdad ader eroo M o ro. ro . Lo m ism is m o e n U top to p ía quee en el cristi qu cristianismo anismo,, el alma hum hu m ana nunca es más sana que cuan cu ando do es más más abnegada. abnegada. Pero si el Moro de Bolt difiere del Moro de la vida real, ¿noo hay contraste ¿n con traste igualmente grande entre e ntre el m ártir católicatólico y el autor de Utopia? ¿Cómo podemos —pregunta la gente— reconciliar al humanista tolerante que escribió el diálogo, con el canciller fanático fanático que qu e com ba batió tió a los los herej herejes es con su plum plu m a y en los tribunales tribunales?? Parece Parece que, adon ad onde de qquiera uiera quee veamos qu veamos en en Utopía, encontraremos encontraremo s algo algo que se contradice con la vida de Moro. Éste Éste ha atraído a admiradores de todas las generaciones, sobre todo como hombre íntegro. Pero integridad, significa totalidad: ¿cómo podemos hablar de la integr integridad idad de M oro cuando pa pare rece ce haber haber m ultitud de
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incongruencias entre su vida y su muerte por un lado y el conten co ntenido ido de d e su obra más famosa famosa po r el el otro otro?? Hagamos Haga mos una un a lista lista de algunas de las inconsis inconsistencias tencias que han sido descubiertas entre en tre las práctica prácticass de Utopía y la propro pia cond co nduc ucta ta de M oro. oro . Prime Pri mero ro los utóp u tópico icoss tienen tiene n pocas leyes y poca estima para con los abogados: Moro dedicó la mayor parte de su vida a la ley y llegó a ser el jurista más im po p o rta rt a n te de Inglaterra Ingla terra.. En segu se gund ndo o lugar, los utópi utó pico coss desdes precia pre cian n los metales preciosos, prec iosos, m ient ie ntra rass consid con sidera eran n las prác p rácticas ticas ascét ascétic icas as com o prueb p ruebaa de d e locura; Moro, Mo ro, den d entro tro y fuera fuera de la profesión, profesión, usaba usaba una un a caden c adenaa de oro, y bajo ella ella un cilicilicio para domeñar su carne. En tercer lugar, en Utopía es legal practicar pacíficamente cualquier cualquie r religión religión que uno un o elija elija;; M oro se enorgullecí enorgullecíaa de su fama fa ma de seve severo ro castigad castigador or de herejes. En cuarto lugar, en Utopía el clero tiene permitido casarse y, de hecho, elegir las mejores compañeras; Moro, en su controversia con Lutero, insiste más allá de los límites del buen gusto en que su matrimonio con una monja anula todas sus reclamaciones doctrinales. En quinto lugar, en Utopía se permite perm ite el el divorcio en términos compara co mparativamentivamente sencillos; en la vida real, Moro prefirió ser encarcelado antes que consentir en un divorcio que la mitad de los teólogos del cristianismo consideraban permisible de acuerdo con las Sagradas Escrituras y el derecho canónico. En sexto lugar, el suicidio en Utopía es considerado, en circunstancias apropiadas, permisible y aun loable; Moro, no importa cuán hastiado estuviera de su vida en la Torre, fue escrupulosamente cuidadoso en e n no decir de cir una palabra que le acarre acarreaara la pena de muerte y así correr el riesgo de enfrentarse a Dios antes de que q ue Dios lo hubiera llamado llamado.. En séptimo lugar, la constitución de Utopía es igualitaria de manera radical; Moro, hasta el momento de su muerte, se portó con el
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tirano Enrique con una obsequiosidad que lindaba en el servi servilismo lismo y que qu e no podría, com c omo o en el caso caso de otros menos valientes, ser atribuida al temor. Por último, en Utopia se habla del papa p apado do con co n despectiva ironía; ironía; al final, final, por las prerrogativas rrogativas del papa, papa , M oro dio d io su vida. No N o seria ser ia difíc di fícil il prol pr olon onga garr sem se m ejan ej ante te lista d e paradoja para dojas. s. ¿Cóm ¿C ómo o habrá h abrán n de reso resolv lver erse se?? Algunos Algunos de los los contrast contrastes es que qu e hemos hem os enumerad enu merado o son sin duda exagerados. Los utópicos consideran perverso el ascetismo improductivo, pero admiran a los que eligen la austeridad en el servicio de los demás. Aunque no encarcelan a los herejes herejes,, los utópicos utópi cos excluyen en ciertos ciert os oficios oficios a los que sostienen creencias religiosas particularmente odiosas. Pero aunque el énfasis ha sido rectificado, quedan los conflictos: la austeridad de Moro iba mucho más allá de la aprobada por po r los utópic utó picos os,, y las herejías de d e T y n d a le esta es taban ban d e n tro tr o del de l límite de la tolerancia utópica. utópic a. Las inconsistencias inconsistencias aún aú n necesitan una reconciliación. Algunos pierden la esperanza de una reconciliación y eliminan o al Moro católico o al Moro utópico. Los socialistas han admirado el comunismo antimercado de la obra temprana, y han lamentado la gradual corrupción de Moro en un celoso perseguidor obsesionado con la muerte y con u na imaginaria vida futura. futur a. Los Los católicos católicos nos han invitado a considerar Utopia com o brom a, o como com o juvenil juvenil indiscreción indiscreción de la que M oro iba luego luego a hacer amplias amplias enmiendas con sus sus sufrimientos p or la ortodoxia. ortodoxia. Ambos enfoques son equivocados. No se puede hacer contacto entre un humanismo alegre y de amplia visión en la juventud de Moro y un mórbido fanatismo en sus días postre pos treros ros.. C o n tem te m porá po ráne neas as d e Utopia, sobreviven meditaciones acer acerca ca de la m uerte uert e tan t an llena llenass de pesimismo cristiano c ristiano
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sobre los caminos del mundo como cualquiera de las cosas que M oro escribió en la Torre. Tampoco Tam poco se puede descartar a Utopia como una broma. Es la obra de Moro escrita con mayor cuidado; y la constituci con stitución ón de la república república imaginaria imaginaria está agregada agregada a un u n diálogo que analiza analiza una cuestión que M oro tomó con profunda seriedad; los pros y los contras de que un humanista ingrese al servicio público. Claro que está lleno de ingenio; pero el ingenio de Moro nunca es señal de prop pr opós ósit ito o frívolo. Indudablemente Utopia tiene un significado serio; pero ¿de ¿de qué m odo hemos de tomarla toma rla en forma seri seria? a? No se prepretende que sea, como La L a República República de Platón, una constitución modelo para un Estado real, tal como la que fue ela bora bo rada da p o r los padres padre s funda fun dado dore ress d e los Estados Estad os Unido Un idos. s. Tampoco Tam poco significa significa que qu e sea una un a descripción d e una sociedad sociedad ideal, aunque, por desgracia, inalcanzable. La palabra “utó pico” pic o” nos no s da la noci no ción ón d e un idealis ide alismo mo impra im practi cticab cable. le. Pero cuando Moro acuñó la palabra, no tenía nada que indicara que la constitución a la que se refería fuera ideal. Si para nosotros “utópico” significa “deseable”, es porque muchos lectores de la obra de Moro han encontrado atractivas y alentadoras las condiciones que describe. El tratado, de hecho, indaga la mejor forma de república; pero la constitución utópica no se presenta como la simple respuesta al interrogante. Para el lector seglar moderno muchas de las disposiciones de la constitución utópica parecen humanas y de am plia visión visi ón.. N o todo to doss e ncue nc uent ntra ran n atrac atr activ tivo o el com co m unis un ism mo que no depende dep ende del dinero y la ausenci ausenciaa de intimidad; pero el ideal de comunidades seculares, bisexuales casi monásticas que comparten el fruto de sus trabajos ha influido en nuestro tiempo lo mismo en países capitalistas que en paí-
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ses socialistas. Si las reglas utópicas sobre colonización y la conducta de guerra hubieran sido adoptadas por los países cristianos en los siglos que siguieron a la muerte de Moro, la historia del mundo hubiera sido mucho más feliz. Las dis posiciones conce co ncernie rniente ntess al suicidio, suic idio, el divorcio y las las p ráct rá cti i cas penales en Utopía, bien pueden parecer al lector preferi bles al códi có digo go en vigor vig or en los países cristi cr istian anos os en la época époc a de Moro, o a las leyes que prevalecen en los países occidentales en nuestra época. Pero Pero ¿Moro ¿Moro mismo m ismo tuvo la intención intenc ión de d e que el lector en contra co ntrara ra admirables a dmirables las las prácticas prácticas de los los utópicos? utópicos? Algunas Algunas de ella ellas, s, tales tales como los permisos de d e divorcio y suicidio, estaban claramente en contra de las enseñanzas cristianas: de acuer do con la enseñanza ortodoxa, los miembros de sociedades que toleraban tales cosas deberían haber sido condenados o compadecidos más que admirados. ¿Pensó Moro que una so ciedad ciedad como com o Utop Ut opía ía era incluso incluso posib posible le?? De D e acuerdo con una tradición cristiana que clamaba a san Agustín como c omo su voce voce ro, la naturaleza humana era tan corrupta después de la caí da, que sin gracia nadie podía obedecer los preceptos más básicos del de l derec de recho ho natu na tura rall p o r m ucho uc ho tiem tie m po. po . U na socie dad como Utopía, ignorante de Cristo y fuera de contacto con los medios de la gracia, ¿podía sostener una vida digna de ser premiada y proveer el ambiente para que florecieran tantas tanta s virtudes virtudes?? Creo que M oro sí esperó esperó que qu e admiráramos adm iráramos muchas mucha s cosa cosass en Utopía y que bien puede haber pensado que una socie dad tal como la que describió era posible, aunque por su pues pu esto to se divi di virti rtió ó c u a n d o algun alg unos os d e sus cont co ntem em porá po ráne neos os tomaron literalmente la obra como la descripción de una civilización real en una tierra distante. El pesimismo agustiniano acerca de las posibilidades de la naturaleza sin ayuda
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de la gracia pronto iba a ser replanteado y dramáticamente intensificado por teólogos reformados y fue afirmado por el Concilio de Trento en tonos sólo un poco menos severos. Pero en la época en que Moro escribió, la tradición agustiniana estaba eclipsada en parte, de lo que Lutero iba a que jarse en e n forma for ma ruidosa ruid osa.. Parece posible posi ble que qu e M oro or o comb co mbina inara ra un profundo pesimismo sobre la sociedad en la que vivía con un optimismo sobre lo que podría haber sucedido en sociedades con historia diferente. Es claro un mensaje que se dice que Utopia lleva al lec tor. Los utópicos son paganos que no tienen los privilegios de los cristianos que han recibido la revelación divina por medio de C risto ris to y la Igles Iglesia. ia. ¡Vé ¡Véase qué bien logran portarse, qué vidas tan pacíficas y dignas de premio llevan basados en su menor ilustración! Nosotros los cristianos, que tenemos incomparables ventajas ventajas mayores, mayores, nos portam por tamos os peor que qu e ellos ellos en cuestiones tales como el trato con los pobres, la fidelidad a nuestras esposas, el respeto a los tratados, el hacer la gue rra, la explotación de gente subyugada. Esto no quiere decir que los utópicos estén mejor sin el cristi cristiani anismo. smo. D e haberlo aceptado hubieran tenido que aban don ar alguna de sus práctic prácticas as y tenido que q ue adoptar ado ptar medidas medidas más sev sever eras as sobre el m atrim atri m onio on io y en contr co ntraa de la eutanasia, po p o r ejem ej empl plo. o. En cam ca m bio, bi o, hubi hu bier eran an apre ap ren n d ido id o much mu chas as ver dades sobre el el hom ho m bre y Dios D ios y recibido la la promesa promesa de una inmortalidad más gloriosa. Quizá entre las cosas a las que hubieran tenido que renunciar estarían su saludable igual dad por aceptar una Iglesia jerárquica y quizá una monar quía casi sacramental. Sin embargo, no hay una razón por la que hubiera tenido q ue renunciar ren unciar a su su comunismo com unismo fami fami liar, y como cristianos hubieran podido apreciar mejor la renuncia renunc ia al yo de quienes eligieron vidas célibes célibes y vegetaría-
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ñas para cuidar a los enfermos y realizar labores ingratas. Los utópicos convertidos al cristianismo pondrían aún más en vergüenza a los cristianos europeos de lo que lo hacían los pagano pag anoss no conversos conve rsos descritos desc ritos en el diálogo. Y una vez co convertidos, ya no encontrarían racional esa tolerancia del error que era apropiada cuando eran inciertos buscadores de una verdad religiosa. La falta de un mensaje político o teológico explícito y sin ambigüedad, es, claro está, parte de la fascinación de Uto tem peram ento irónico irónico como co mo en otras o tras cosa cosas, s, se pa pía; pía ; en su temperam rece a La República de Platón. En estilo y forma Utopía es con mucho obra del Renacimiento: no es posible imaginar un tratado político medieval susceptible de tan variadas y contradictorias interpretaciones. Utopia muestra, de hecho, la cara más atractiva del humanismo manism o cristiano. cristiano. C ua nd o pasamos a las las obras controverti bles de M oro or o vemos ve mos u n p rodu ro ducc to más má s repe r epelen lente te de d e la educ ed ucaación human hu manista. ista. Muchas M uchas de la las cuestiones que debatió deba tió Moro M oro con Lutero y Tyndale habían sido temas de controversia entre teólogos escolásticos durante varios siglos. El debate escolástico había sido conducido de una manera que, aunque pudiera parecer árida y técnica, casi siempre era sobria y cortés. Pero la educación humanista remplazó el estudio de los modelos de argume argu mentac ntación ión formales formales con la busca sis sistemátic tem áticaa de efectos retóricos. El modelo mo delo del estilo latino, fue Cicerón, quien se había hecho famoso famoso com o abogado ansio ansioso de hacer el caso más convincente para su defensa o la acusación más condenatoria para su oponente. Los eruditos humanistas ponían en práctica su ingenio, como lo hacía Moro mismo, en la composición de la diatriba y la invectiva. va. N o era práctica de la que se esperara que qu e diera lugar a la just ju stic icia ia y la mod m oder erac ació ión n e n la contro con trove versia rsia.. M oro or o , al escr es crib ibir ir
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en contra de los protestantes, es siempre un abogado que intim ida a un testigo testigo hostil; hostil; está está m uy lejo lejoss de ser ser un erudito erud ito como santo Tomás de Aquino, siempre ansioso de interpre tar de la mejor manera posible la situación de aquellos con los los que está en desacuerdo. De seguro, Moro estaba replicando las invectivas de Lutero con la misma moneda. Lutero y Moro compartían el desdén por la reciente teología escolástica; ambos compar tían el deseo humanístico de cortar con las especulaciones teológicas sistemáticas para llegar al estudio más aplicado de las Sagradas Escrituras y los primitivos textos cristianos; ambos compartían el entusiasmo por el abuso elaborado y retórico del modelo clásico. Las belicosas convenciones del debate humanista fueron uno de los muchos factores que condujeron al endurecimiento de las posiciones de uno y otro lado. Si Moro y Lutero hubieran podido, y querido, agregar a cuestiones tales como la doctrina de la justifica ción la paciente voluntad de comprender posiciones rivales que caracterizó el debate escolástico, la brecha teológica en tre ellos bien pudiera haber sido salvada. Si hubieran sospe chado menos del aparato de diferencias diferencias lógi lógicas cas utilizado utilizado en la Edad Media, M edia, quizá hubie ran podido podid o ver formas formas de recon ciliar opiniones teológicas que chocaban superficialmente. En parte fiie el clima erudito del Renacimiento lo que hizo a la Reforma tan propensa propens a a la división. división. Las obras polémicas de Moro son ahora leídas sólo por historiadores; Utopia sigu siguee entreteniendo entretenien do e instruyen instruyendo. do. De hecho, entre entr e quienes n o com parten pa rten las las convicciones convicciones reli religio gio sas de Moro, Utopia es más apreciada que entre sus propios correligionarios. Pero aun el lector más laico de Utopia no pued pu ede, e, mien mi entra trass lee el libro, dejar de jar de d e record rec ordar ar con c onst stan antem tem en en te el el final final martirio m artirio de d e su autor.
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No N o es fan f antas tasioso ioso ligar los ideales idea les de Utopia con la constancia final de Moro. Si sólo los correligionarios católicos de Moro pueden compenetrarse cotalmente con aquello por lo que murió Moro, demasiada gente en la época actual ha pasado por la experiencia de aquello contra lo que murió. La imposición de una nueva ideología por el temor y la fuerza es odiosa en si misma, no importa si sus consecuencias son buen bu enas as o malas; pocos poco s pued pu eden en negarse a adm ad m irar ir ar la valentía vale ntía de los que, como Moro, mueren antes que someterse a tal imposición. £1 ideal de una comunidad supranacional al que pued pu edee apelar ape lar el indi in divi vidu duo o desde des de la opres op resión ión de una un a tiran tir anía ía local tiene, tanto en su forma religiosa como seglar, fuerte atractivo para la época presente. La Reforma ingle inglesa sa y la la Contrarreforma Contrarrefo rma produjeron produ jeron m u chos mártires, lo mismo católicos que protestantes. Moro sigue siendo uno de los más atractivos. Algunos hombres, de admirable constancia, cas casii repugnan repugna n po r la la forma en que qu e parecen haber cultivado el martirio como profesión; otros, no importa lo injusto y brutal de sus sufrimientos, dan la im presió pre sión n d e habe ha berr estad es tado o fuera fue ra d e lugar lug ar aun au n en la sociedad socieda d más humana y tolerante. Moto es esa rara figura, un mártir del sist sistema: ema: un hom bre para quien quie n el mun m undo do y sus sus promesas promesas estaban a su disposición, quien tenía a la mano poder y riquezas quezas,, que podía pod ía haber hab er tenido ten ido si hubiera hub iera estado dispuesto a doblarse ante el viento, y que qu e fue a la muerte mue rte sin amargura y con co n un chiste. chiste. Los utópicos hubieran hub ieran estado orgull orgullosos osos de él él: cuando un buen hombre hom bre mucre “ningún mom ento de su su vida vida es narrado tan a m enudo enu do o con tanto place placerr como com o el de su apacible tránsito”.
SUGERENCIAS PARA LECTURAS ADICIONALES
(Las abreviaturas utilizadas en las referencias a las obras dadas aquí están registradas al principio del libro.) La edición erudita modelo de Moro es The The Yo Yole E dition o f the Comple Com plete te Wor Works ks o f S t Thoma Thomass M ore (de 1963 en adelante) lante).. H an aparecido aparecido ocho oc ho volúmenes de ésta ésta y cuando cuan do esté esté completa comp leta incluirá todas toda s las las obras de Moro. Su precio la pone fuera del alcance de la mayoría de los estudiosos, pero pe ro afor af ortu tuna nada dam m ente en te Yale Yale Untversity Untvers ity Press Press tam ta m bién bi én está publ pu blic ican ando do u n a serie de obra ob rass escogidas e scogidas en edic ed ición ión ecoeco nómica y ortografía ortogra fía modernizada. m odernizada. Tres Tres de ésta éstass han h an sido utilizadas para proporcionar referencias en la presente obra: S t Thomas Thomas More: Selected Letters Letters,, editada edita da por po r Elizabeth Elizabeth Franc Francés és Rogers (1961). Utopia, editada por Edward Surtz, S. J. (1964). A D ialogue ialogue o f C omfort om fort against Tributat Tributation, ion, editada por Frank Manley (1977). Aunq Au nque ue he dado las las refer referenc encias ias de página p ágina para la edición de Utopia de Surtz, he preferido citar la versión más tem pran pr anaa d e Ralph Ra lph Robi Ro bins nson on (1551 (15 51).* ).* Las obras inglesas de Moro que no han aparecido en estas ediciones de Yale son citadas de The EngU EngUsh sh Works Works o fS ir * Las referencias de Utopia en la traducción remiren a la versión de Agustín Agustín Millares Millares Ca rio con tenida en el volum en Utopias d e l Renacimiento, Renacimiento, México,
fc e.
1982 (Colección Popular 121).
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SUGERE SUG ERENCI NCIAS AS PAR PARA LECTURAS ADICIONA ADIC IONALES LES
ThomasMort, edición edición no terminada term inada de las obras obras de Moro, Mo ro, de la que qu e en 193 1931 aparecieron los dos primeros volúme nes, editados por po r W. E. Cam C ampb pbell ell y A. A. W. Reed. Reed.
Una selección manual de los escritos de Moro, que incluye una traducción traducción completa de Utopia, es The Essential Essential Ihom Ihomas as More, More, editada e ditada por p or J. J. Greene Green e y Joh n P. Dolan (Mentor(Men torOm ega, 1967). 1967). De D e cuan do en cu ando m e he refer referido ido a ésta, pero he preferido dar mi propia traducción del latín. La Vida Rop er es es un clási clásico co por po r derecho propio. Vida de Moro M oro de Roper Está citada de la edición más accesible, el volumen de Everyman editado ed itado por po r E. E. Reynolds, Reynolds, en el que aparec aparecee acompañada por la más completa pero menos vivida Harpsfield. Vida de Harpsfield. La mejor biografía biografía modern mod ernaa de Mor M oro o es todavía todavía Ihomas More, de R. W. W. Cham Ch amber berss (Cape, (Cap e, 1935). E. E. Reyno Reynolds lds ha es es crito cierto cierto núm ero de obras sobr sobree Moro Mo ro des desde un pu n to de vista explícitamente católico: la más completa es The Li Life fe an d Death Death o fS t Ihomas Ihomas More (Burnes and Oa tes, tes, 1978). Los Los que encu en cuen entre tren n estas estas obras, hagiográhcas hagiográhcas en exceso, pueden descubrir algo más de su gusto en la vivida pero hostil narración de Jasper Ridley, The Statesman a nd the the Fanati Fanatic (Constable, 1982). Hay tres libros de particular importancia sobre Utopia: More's Utopia: Utopia: The The Biography Biography o fa n Idea, de J. H. Hexter (Princeton, 1952); The Praise ofPleasure: Philosophy, Education and Communism in Mores Utopia y The The Prais Praisee o f Wisdo Wisdom: m: A Commen Com mentar tary y on the Relig Religio ious us an d Moral Mo ral ProProhlems hlems an d Backgroun Backgrounds ds o f S t 'Ihomas homas M ore’s Utopia, de Edward L. Surtz (ambos en Chicago, 1957). La narración más erudita de la carrera judicial y política de Moro Mo ro es The Public A. Guy G uy Public L ife ofS o fS ir Ihomas More More,, de J. A.
SUGERENCIAS SUGERENC IAS PAR PARA LECTURAS ADICIONALES
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(Harvestcr, 1980). La mejor descripción general del rei nado en el que tuvo lugar su carrera es H enry en ry V III, de J. J. Scarisbrick (Londres, 1968). Un recuento interesante de la carrera intelectual de Moro es Thomas More: History and Providence, de Alistair Fox (Oxford, 1982). Éste pone particular atención en las las obras de controversia. U n análisis análisis detallado de los los dos lados de las controversias en las que Moro estaba comprometido Thomas More M ore an a n d Tudor Pole Polemi mics cs,, de R. Pineas se da en Thomas (Bloomington, Indiana, 1968). Sobre el lugar de Moro en la historia de la lengua y lite ratura inglesas, véase English English Literature in the Sixteen Six teenth th C . S. S. Lewi Lewiss (Oxford, 1954). Century Excluding Drama, de C. Sobre su lugar en el movimiento movim iento humanista, huma nista, véase véase English English Hum H um anists an ists a n d Reformation Reform ation Polit Politics ics,, de James K. McConica (Oxford, 1963). Acerca de los trabajos individuales deben ser consultadas las valio valiosas sas introd intr oduc uccio cione ness a la edición edic ión de d e Ya Yale; le; son pa partic rticu u larmente útiles las introducciones de Hexter y Surtz a Utopia.
Algunos de los artículos más influyentes de los años recien tes están recogidos en Essential Essential Ardeles Ard eles fo r the Study Stu dy o f Thomas More, antología editada por R. S. Sylvester y G . Marc hadou hadourr (Hamden, (Hamd en, Connecticut, 197 1977). 7). Ést Éstaa con tiene tiene obras obras de Cou C oulton, lton, Derrett, Elton, McConica McC onica y otros sobre diferentes aspectos de la vida y obra de Moro. Una mina de interesante información acerca de Moro se encuentra en The King's Good Servant, de J. B. Trapp y H. S. Herbrüggen, publicada por la National Portrait Gallery como catálogo de la exhibición celebrada en 1977 para conmemorar el quinto centenario del naci miento de Moro.
Tomás Tomás Moro, M oro, de Antho ny Kenny, Kenny, se terminó de imprimir
y encuadernar en agosto de 2014 en Impresora y Encuadernadora Progreso, S. A. de C. V. (ibpsa ), Calz. San Lorenzo, 244; 09830 México, D. E La edición consta de 2 300 ejemplare ejemplares. s.