TESIS DE LICENCIATURA EN HISTORIA
Título: “CONSTRUIR Y DISPUTAR EL PODER. Red familiar y conflictos políticos en la Villa de Luján 1780- 1820” Tesista: Lavinia Alarcón
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ÍNDICE Páginas
Capítulo I: INTRODUCCIÓN I.I- Objetivos I.II- Fuentes y metodologías utilizadas Característ icas de la organización organizac ión del trabajo I.III- Características Capítulo II: ESTADO DE LA CUESTIÓN Y ANTECEDENTES TEMÁTICOS Microhistor ia e Historia Social II.I- Microhistoria II.II- Los estudios de redes en el Rio de la Plata
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Capítulo III: LA VILLA DE LUJÁN bonaere nse: actores sociales y características caracter ísticas estructurales III.I- La campaña bonaerense: organizac ión administrativa: administra tiva: religión, política y sociedad III.II- Nacimiento y organización III.III- Las milicias de Luján III.IV- La Revolución de Mayo en la Villa III.V- La intervención del Cabildo de Luján
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Capítulo IV: LA FAMILIA AGUIRRE IV.I- La Familia como campo de análisis IV.II- Familia y redes en el Río de la Plata IV.III- Grupos familiares y política en Luján IV.IV- “Los Aguirres”: las milicias, el Cabildo y sus actividades económicas
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Capítulo V: BUENOS AIRES Y LA VILLA DE LUJÁN ENTRE 1815 Y 1816 V.I- 1815: un año complicado confedera cionismo en 1816 V.II- Gobierno local y confederacionismo V. III- Ideas en disputa, ¿qué se discute? V.IV- Los pueblos de Buenos Aires V.V- Conflictos despiertos y alineación política de las redes familiares
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Capítulo VI: BUENOS AIRES Y LA VILLA DE LUJÁN ENTRE 1817 Y 1820 VI.I- Contexto político y un caso curioso institucionalida d provincial VI.II- La Villa de Luján en el 19 y la débil institucionalidad VI.III- Soler y Aguirre VI.IV- La revuelta local VI.V- Las elecciones para la Honorable Sala de Representantes
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Capítulo VII: CONCLUSIÓN
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Bibliografía
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Fuentes Editas
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Fuentes Inéditas
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CAPÍTULO 1- INTRODUCCIÓN “Quien hace investigación es como una persona que se encuentra en una
habitación oscura. Se mueve a tientas, choca con un objeto, realiza conjeturas: ¿de qué cosa se trata?, ¿de la esquina de una mesa, de una silla, o de una escultura abstracta? En la investigación de aquello que es desconocido, olvidado e imprevisible, también el azar puede cumplir una función útil. Pero sería ingenuo hacerse ilusiones: no existen ex isten atajos para el el estudio, y estudiar es algo laborioso y cansador”
Carlo Guinzburg El siguiente trabajo se propone explorar la formación de liderazgos políticos locales en la Villa de Luján con posterioridad a la Revolución de mayo. A través de este estudio pretendemos develar los mecanismos de alianza que tejieron un grupo de familias “notables” de la Villa entre ellas o con otros grupos de la co munidad local, identificar
sus estrategias y analizar su accionar durante un período de grandes transformaciones estructurales y en las coyunturas de intensa confrontación política en las que se vieron inmersos. Para poder realizar este cometido, desarrollaremos una investigación en la cual reduciremos la escala de observación para poder advertir los comportamientos individuales de los sujetos al igual que sus prácticas grupales, e identificar los recursos materiales y sociales que les permitieron el ascenso social y económico y la construcción de su liderazgo político. Para ello concentraremos la atención en una destacada familia lugareña (los Aguirre) y trataremos de reconstruir el mapa de relaciones por ella establecidas. Con este fin, recurriremos a la herramienta del análisis reticular o estudio de redes, mediante el cual buscaremos restablecer sus relaciones de parentesco, amistad y clientela cli entela y sus esferas de acción. La elección de esta familia se debe a que llegó a ocupar en el período que comprende este estudio los puestos más altos de la política local, tanto dentro del Cabildo de Luján y las milicias, como posteriormente del Juzgado Juzgado de Paz, y porque porque en dichos espacios se produjeron produjeron entre ella y otros actores locales destacados del período una serie de conflictos y disputas por la primacía social.
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Paralelamente a los acontecimientos que ocupan el escenario local, buscamos establecer las relaciones que se desarrollan entre el gobierno local y la esfera regional de poder recientemente inaugurada en Buenos Aires, insertando las problemáticas particulares dentro de un ámbito de agudos giros y fluctuaciones de alianzas producidas entre los pueblos de la campaña bonaerense y los actores en ellos insertos, y los representantes del poder político y militar de Buenos Aires.
I.I- Objetivos de la Investigación: A través de este estudio nos proponemos:
Reconstruir el proceso de formación de liderazgos locales en Luján durante un período comprendido entre finales del siglo XVIII y la primera década posrevolucionaria
Identificar y analizar las diferentes estrategias económicas, sociales, políticas puestas en práctica por los actores involucrados para lograr un lugar preponderante en la comunidad local
Reconstruir la red familiar y de amistad y los vínculos clientelares de este grupo con el fin de advertir los recursos movilizados por dicha familia para construir sus bases de sustentación política
Develar las interrelaciones existentes entre las disputas por el poder local y las que se desplegaban simultáneamente a nivel regional y reconstruir las lógicas y las motivaciones de sus diferentes alineamientos políticos.
El propósito principal es que este estudio sirva para develar los mecanismos y los recursos necesarios para la construcción del liderazgo político local en los pueblos de la campaña de Buenos Aires y desentrañar sus dinámicas de funcionamiento, pero lo haremos atendiendo a las particularidades que tuvo la historia de este pueblo de la campaña bonaerense, por demás singular como lo veremos a lo largo del trabajo.
I.II- Fuentes y Metodología utilizadas Para realizar este escrito hemos recurrido a diferentes archivos y fondos documentales, al igual que a diversos tipos de documentos históricos. En el Archivo General de la Nación (AGN) hemos trabajado con la Sala IX: Comandancia de Frontera; Archivo del Cabildo (1780-1821). Correspondencia del Cabildo de Buenos Aires (1780-1816). 4
Tomas de Razón. Cabildo de la Villa de Luján (1776-1811), Protocolos notariales de la Villa de Luján. En la Sala X: Comunicaciones de Gobierno, Gobierno, Guerra, Padrones, Policía, Asuntos Militares. En Sala III: Listas de Revistas, Regimiento tercero de Caballería de Campaña y de Sala VII Sucesiones. Del mismo modo hemos trabajado en el Archivo Histórico Estanislao Zeballos (AHEZ), con las Actas del Cabildo de Luján que desgraciadamente llegan sólo a 1814 porque los números faltantes se perdieron. En el Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires (AHPBA) se han consultado los Fondos de Sala de Representantes y Cuerpo Trece. Y finalmente en el Centro de Historia Familiar (CHF) de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días: Libros de Bautismos, Matrimonios y Defunciones de la Parroquia de Nuestra Señora de Luján entre 1775-1860. La multiplicidad de fuentes responde a un hecho insoslayable mencionado por Carlo Guinzburg1: cada tipo de registro representa a los hombres en una de sus facetas; de este modo, por ejemplo fondos documentales como “Gobierno”, “Actas del “Sala de Representantes” aluden al costado
Cabildo” o
político de los individuos que observamos,
mientras que “Guerra”, “Comandancia de Fronteras” y “Listas de Revistas” detallan su participación militar, los “Protocolos notariales” los muestran en cuanto a su
participación en cuestiones económicas, y finalmente los libros parroquiales en su vida privada, y a través de ella sus lazos familiares y estrategias de asenso social. La metodología utilizada para abordar el trabajo es el uso de herramientas de investigación básicamente provenientes del microanálisis y del análisis reticular, dos formas de abordaje historiográfico que desarrollaremos en el siguiente capítulo y que nos permiten por un lado reducir la escala de observación para poder advertir acontecimientos que serían quizás una nimiedad dentro de una historia estructural del río de la Plata, y por el otro reconstruir la red de relaciones elaborada por los actores sociales que serán protagonistas de este relato.
I.III- Características de la organización del trabajo La tesis está organizada de modo tal que iremos desde la teoría hacia su aplicación, de lo general a lo particular. De este modo, comenzaremos analizando las herramientas metodológicas que utilizaremos, y viendo cómo han sido usadas en estudios que tienen 1
Guinzburg, Carlo, “El nombre y el cómo. Intercambio desigual y mercado historiográfico” en
Tentativas, Ed. Prohistoria, 2004, pg. 61 5
como marco el área rioplatense. Posteriormente veremos las particularidades de la Villa de Luján, su inserción en una estructura con fuertes cambios económicos, políticos y sociales del siglo XIX y los conflictos que acarrean los mismos. Presentaremos entonces a los actores que observaremos a través de este trabajo, su estructura familiar, estrategias matrimoniales, características e incumbencias políticas, posteriormente su participación en un período específico como lo son los años entre 1815 y 1820, y las relaciones que logra tejer con los representantes del poder central en conflictos que dejan entrever el entramado de relaciones sociales y los hilos que unen a toda la Villa. Por último realizaremos una breve conclusión de los acontecimientos que hemos observado.
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CAPÍTULO II- ESTADO DE LA CUESTIÓN Y ANTECEDENTES TEMÁTICOS En este capítulo nos proponemos exponer las particularidades teóricas y prácticas de las herramientas analíticas que utilizaremos a lo largo de este trabajo y sus aplicaciones a diferentes contextos históricos y grupos sociales.
II.I- Microhistoria e Historia Social y Política Hacia finales de la década del 70 la disciplina histórica comenzó a experimentar profundos cambios en lo que había sido un modo de hacer historia basado en metodologías cuantitativas y macrosociales que ostentaba prácticamente la supremacía historiográfica. Esos cambios vinieron de la mano de la posibilidad de “redescubrir al individuo dentro de la Historia”, e interrogarlo sobre el universo de prácticas sociales
por él ejercidas, al igual que las del grupo que integraba. Las fuentes cualitativas eran ahora revalorizadas, y al frente de esta tendencia se encontraba la propuesta del microanálisis, ese método de abordaje que tomaría a partir de este momento un lugar creciente en la historiografía mundial. Este replanteo no cesó en el objeto de estudio, sino que se extendió hacia la metodología utilizada para su análisis. De este modo, temas clásicos buscaron una nueva interpretación a través de la utilización de diferentes herramientas de estudio. Temáticas generales pudieron ser observadas bajo técnicas intensivas que exploraban facetas puntuales y daban respuestas específicas 2. La microhistoria se propuso problematizar la escala de observación. Tradicionalmente, la historia social no había considerado que la escala de observación utilizada en un estudio histórico tuviese una relevancia decisiva pues se suponía que existía una continuidad de lo social, lo cual conducía a considerar al espacio como un componente prácticamente neutro dentro del análisis. El principio de la microhistoria consiste en considerar que la escala de observación tiene efectos sustantivos sobre el objeto de estudio y, como tal, puede ser puesta al servicio del conocimiento: datos considerados “marginales” o de “descarte” pueden convertirse en reveladores de fenómenos
generales. Al variar la escala de observación, no sólo se reduce el aumento en el visor a través del cual observamos el espacio, sino que se enriquecen la trama y la forma, haciendo observables fenómenos y relaciones que quedarían ocultos en otra escala, 2
Bragoni, Beatriz, “Presentación” en Microanálisis.
Ensayos de historiografía argentina, Ed. Prometeo
Libros, Bs. As., 2004, pg. 9 7
dejándonos percibir “síntomas” o “indicios” de cuestiones que exceden ese marco de
análisis. En efecto, podemos de esta forma estudiar las normas y sus excepciones, lo “efímero” y lo “profundo”
que se presentan de manera sincrónica 3.
A través de esta técnica, se busca escrutar los comportamientos y la experiencia social, no centrándose sólo en un individuo en particular, sino estudiando la malla de relaciones en que se halla inscripto. Por lo tanto, al reducir y controlar la graduación, puede encontrarse a un mismo individuo actuando en círculos sociales diferentes. Como beneficio, podemos aguzar los sentidos sobre las estrategias sociales desarrolladas por los diferentes actores en función de su posición y de sus recursos respectivos individuales, familiares, de grupo, etc. A través de este procedimiento se busca, entonces, seguir itinerarios singulares y específicos que puedan mostrar la multiplicidad de experiencias, la pluralidad de contextos donde se inscriben y las contradicciones internas y externas de las que son portadores 4. El análisis microhistórico se encuentra conformado por dos frentes: uno que funciona en escala reducida, permitiendo una reconstrucción de “lo vivido” que sería imposib le
en
otro tipo de historiografía, y otro que está compuesto por las “estructuras invisibles” en
las que lo vivido se articula 5. Este enfoque nos permite entonces acrecentar el análisis social, aumentando las variables de exploración, lo cual otorga la oportunidad de enriquecerlas y al mismo tiempo verlas en movimiento 6. Para poder desarrollar estos objetivos, se impone desde el comienzo la delimitación espacio-temporal del ámbito de inquisición. En este sentido, destacar el nivel local de lo social tiene como propósito alejar al medio de estudio de análisis sociales generales. Esa práctica debe servir como fuente de indicios para comenzar a considerar el universo en el cual los actores estaban inmersos, y también la densa red de relaciones de competencia, alianza y solidaridad, al igual que las identidades sociales. El estudio de ese ámbito local no constituye una versión atenuada de una explicación macro de la 3
Guinzburg, Carlo, “Intervención sobre el paradigma indiciario”, en Op. Cit, pg. 119 Revel, Jaques, “Microanálisis y construcción de lo social” en Anuario del IEHS nº 10, Tandil, 1995. pp. 197. En palabras de Carlo Guinzburg “Reducir la escala de observación quería decir transformar en un 4
libro lo que para otro estudioso podría haber sido una simple nota al pie de página en una hipotética monografía sobre la reforma protestante en Friul” en “Microhistoria, dos o tres cosas que sé de ella”
Entrepasados nº 8, 1996 5
Guinzburg, Carlo, “El nombre y el ….” Op. Cit. pg. 66
6
Me refiero específicamente, a ver la multiplicidad de conjuntos a los cuales un mismo individuo puede pertenecer, y al modo en el cual se desplaza entre uno y otro. 8
historia, sino una historia diferente . Es, según la definición de Marc Bloch, “ una pregunta de orden general planteada a los testimonios que proporciona un campo de experiencias restringido”7. El desafío de esta historia es interrogarse sobre las preguntas que en ese espacio se realizan y que se encuentra en directa relación en cuanto a su enunciado, pero no necesariamente en tanto a su respuesta, con los hombres de su época. Este examen permite indagar las conductas grupales sin perder las conductas particulares. Por más que se considere al accionar individual como el principal análisis, debe tenerse en cuenta que el mismo es el resultado de una serie de reglas sociales culturalmente construidas que en ocasiones lo sobredeterminan. Si buscásemos establecer una serie de principios que rigen los estudios microhistóricos deberíamos mencionar en primer lugar que se busca considerar los comportamientos a través de los cuales las identidades colectivas se constituyen y deforman, para identificar las estrategias sociales puestas en práctica. En segundo lugar, la microhistoria apela a una redefinición de la noción de contexto; el mismo no es solo el que modifica al objeto de investigación, ni el que presenta las condiciones generales dentro de las cuales la misma toma lugar: existe una multiplicidad de contextos; cada actor participa de sucesos que se inscriben en distintos contextos, los cuales varían en formas distintas y a distintos ritmos. No debería existir, entonces, una oposición entre historia local e historia global ya que la experiencia de un individuo incluye a los distintos niveles contextuales 8. Lo que el estudio de un espacio reducido permite obtener es una forma de aprehender la historia global 9. Las investigaciones microhistóricas nos muestran entonces un estudio de objetos reducidos o sujetos o comunidades o grupos sociales, pero no pretenden tomar a los individuos solo en cuanto a tales, sino dentro de un tejido de relaciones que a su vez se inserta dentro de un contexto más amplio. Este mecanismo nos permite que los sujetos sociales se manifiesten como un empalme que se conecta con otros que se encuentran a distintas distancias y en grupos diferentes 10. 7
Citado por Guinzburg, Carlo en “Acerca de la Historia Local y la Microhistoria”, en
Tentativas, Op.
Cit. pg. 186 8 Para Carlo Ginzburg, la mejor solución es un ir y venir continuo entre micro y macro historia, de modo de poner constantemente en discusión la visión total del proceso histórico, las excepciones aparentes y los casos de corta duración. En “Microhistoria…” op. Cit. pg. 87 9 Al respecto Levi, Giovanni, “Les usages de la biographie”, en Annales ESC , N° 6, 1989, pp. 13251335 ; del mismo autor Sobre microhistoria; Buenos Aires, Biblos, 1993 10
Serna, Justo y Pons, Anaclet, “En su lugar. Una reflexión sobre la historia local y el microanálisis” en
Prohistoria nº 6, año 2002. 9
II.II- Los estudios de redes en el Río de la Plata Una vez más esa reducción de la escala de análisis se convirtió en una herramienta imprescindible para apreciar esas historias subyacentes. El enfoque nuevo permitía también observar las variaciones que se producían dentro del mismo espacio rural, a pocos kilómetros de distancia. Este estudio micro permitió advertir las relaciones enraizadas en los niveles locales, y el ámbito de lo social se manifestó en toda su expresión. La utilización de la herramienta del análisis reticular o estudio de redes comenzó a proveer una ayuda eficiente para ver cómo los vínculos políticos, familiares, sociales y económicos se manifestaban. La combinación del uso de datos demográficos con documentos que revelaban las distintas esferas de relaciones que un mismo individuo podía tener promovió un cambio en la percepción que se tenía del mundo de los habitantes rioplatenses, mundo en el cual los mismos aparecían ahora insertos a través de distintos conjuntos que los promovían y en ocasiones predeterminaban. Siguiendo a José Mateo 11, entendemos por red social a un conjunto que se haya constituido por un número específico de personas, que a su vez se encuentran vinculadas por cuestiones puntuales. De este modo, al reconstruir las redes que, por ejemplo, una persona conforma, posiblemente la hallemos vinculada a una de tipo económica, otra política, una religiosa y principalmente una familiar. Dichas redes a menudo exceden los ámbitos locales, mostrando un universo de accionar mayor al previamente pensado, llegando no solamente a quienes directamente se encuentran relacionados con el centro de la misma, sino también a quienes podríamos definir como los “amigos de los amigos”.
Para dar un ejemplo, al reconstruir una red familiar
tendremos en cuenta los vínculos sanguíneos, matrimoniales, de padrinazgo y políticos, es decir, aquellos mediante los cuales, a través del matrimonio, quedan unidos dos grupos familiares distintos. En la época colonial, las redes familiares integradas por los distintos actores, eran el principal recurso a través de los cuales la Corona organizaba sus cadenas informales de mando político y militar, que se transformaban en imprescindibles para el correcto funcionamiento de las instituciones administrativas coloniales12. Esta costumbre persistirá a lo largo del período posindependentista, pero
11
Mateo, José, Mateo, José, Población, Parentesco y Red Social en la Frontera. Lobos (Provincia de Buenos Aires) en el Siglo XIX , UNMDP/GIHRR, Mar del Plata, 2001, pg. 15 12 para el estudio del funcionamiento de las redes sociales en el río de la Plata, Moutoukias, Zacarías “Familia patriarcal o rede s sociales: balance de una imagen de la estratificación social” en Anuario del IEHS nº 15, Tandil, 2000, del mismo autor “Narración y análisis en la observación de vínculos y 10
con notables diferencias; la división del poder político y la lucha facciosa que comienza implicará la división de los grupos políticos y por tanto, la lealtad de los grupos locales y las redes que ellos representan hacia uno u otro conjunto. El individuo es considerado como parte integrante de un grupo social. El matrimonio es el principal vínculo, por su permanencia y carácter “sagrado e indisoluble” a través del cual dos grupos familiares se conectan, constituyendo una red. El compadrazgo es también un vínculo elegido y muchas veces ese parentesco ritual es una demostración de relaciones erigidas entre los compadres, que representan mucho más que relaciones afectivas. La red representa un conjunto complejo de interrelaciones en un sistema social, un surtido específico de vínculos dentro de un grupo definido de personas 13. El punto neurálgico en este tipo de investigación es advertir las diversas líneas y entramados que convergen sobre un mismo nombre, advirtiéndolas como si nos figurásemos una telaraña de hilos que se cruzan, partiendo de un núcleo común. Estos conjuntos tienen muchas veces actitudes colectivas, identificadas como estrategias, lo cual representa la acción del conjunto familiar para conseguir un fin determinado. La familia constituye entonces un punto de observación, un lugar específico de análisis reticular en sí mismo. En estos casos algún integrante de la familia puede convertirse, gracias a la posición conseguida, en el individuo que hace circular recursos a través de él. Estudiar a la familia como una red no significa creer que no hay en ella lugar para el pensamiento y el accionar individual; si cayéramos en este reduccionismo evitaríamos advertir conflictos intrafamiliares14. La red de relaciones incluye también a personas que pertenecen a distintas categorías sociales ya que al operar en distintos niveles no se limitan a espacios políticos o económicos determinados 15. El redescubrimiento del individuo que como decíamos más arriba implicó una nueva metodología historiográfica, tuvo paralelamente un renacer de la historia política.
dinámicas sociales: el concepto de red personal en la historia social y económica ” en Bjerg, María y Otero, Hernán, Inmigración y redes sociales en la Argentina moderna, Tandil, Cemla-IEHS, 1995 13 En Argentina el estudio de redes es una herramienta ampliamente utilizada para la reconstrucción de las cadenas migratorias europeas, ver, Bjerg, María y Otero, Hernán, Ibídem, especialmente el artículo de Miguez, Eduardo “Microhistoria, redes sociales e historia de las migraciones: ideas sugestivas y fuentes parcas” y Ramella, Franco, “Por un uso fuerte del concepto de red en los estudios migratorios” 14 Zúñiga, Jean Paul “Clan, parentela, familia, individuo: ¿qué métodos y qué niveles de análisis?”
Anuario del IEHS número 15, Tandil, año 2000. 15
Herzog, Tamar “La vecindad: entre condición formal y negociación continua. Reflexiones en torno a las categorías sociales y las redes personales.” En Anuario del IEHS nº 15, Tandil, año 2000 11
Al decir de Francois Xavier Guerra 16, existe entre la elite política y la sociedad una serie de grupos intermedios vinculados con los otros dos grupos a través de relaciones consuetudinarias, informales, implícitas. Al considerar a estos grupos intermedios como accesorios de las elites políticas mayores, se ha perdido el estudio sobre las disputas por el poder político en ámbitos más reducidos, obviando sus particularidades y elementos originales. El problema del actor es uno de los problemas vitales de la historia política. Los actores no pertenecen a un grupo social específico, sino que hay en ellos una yuxtaposición de grupos sociales. Esos grupos poseen sus propias formas de autoridad, al igual que sus propias reglas de funcionamiento interno, de sociabilidad y de comportamiento que le son propias, valores, imaginarios y lenguajes particulares. La comprensión completa del individuo pasa por un conocimiento del grupo al cual pertenece y en el cual actúa. Esta definición incluye a los componentes económicos, pero no se reduce a ellos. Lograr esto nos implica un consistente conocimiento de los grupos y actores que toman el escenario de una sociedad determinada. Los vínculos de parentesco, compadrazgo, amistad o clientela tienen, en cada época, lógicas que no estaban sólo definidas por las normas legales sino también por las prácticas y las costumbres. La legitimidad que esos vínculos poseen surge justamente de la valoración que la costumbre les ha otorgado. La vigencia de las autoridades del grupo es, en la sociedad moderna (en la sociedad poscolonial), el problema central de las relaciones interpersonales. Este es un espacio fundamental de disputas, ya que, en un lugar en el cual el liderazgo está basado en su aceptación a través de voluntades individuales, la lucha por el mismo de parte de sus integrantes es vital. Los grupos informales (familiares, de compadrazgo, de amistad, clientelares), es decir, los que no basan su agrupación en instituciones formales de distinto tipo (políticoadministrativo, militares, eclesiásticos) pueden insertarse dentro de las estructuras formales, fomentando la lucha entre las redes sociales por la hegemonía de dichos espacios de poder. El análisis de las relaciones de poder es extremadamente enriquecedor ya que nos permite dividir la realidad local, observar su funcionamiento, y analizar las intersecciones relevantes. En el Río de la Plata la influencia de las relaciones de parentesco para la conformación de redes de grupos de fuerte influencia política y económica fue estudiada 16
Guerra, Francois Xavier “Hacia una nueva historia política. Actores sociales y actores políticos” en
Anuario del IEHS nº 4, Tandil, 1989 12
especialmente a través de la conformación de un grupo trascendental como los comerciantes
ultramarinos. En este sentido, Susan Socolow 17 ha examinado las
estrategias de reproducción económica de los comerciantes del Buenos Aires virreinal en el siglo XVIII, un grupo cuya posición social se basaba principalmente en la riqueza por encima de la estirpe. En su trabajo, Socolow recorre diferentes itinerarios personales de un grupo de comerciantes notables en un área de dominio español recientemente puesto en el mapa y en consecuencia, presto para el establecimiento de numerosos consignatarios de casas Mayoristas españolas, con las consecuentes alianzas que las nuevas relaciones comerciales permitían establecer, considerando el eje Buenos AiresAlto Perú, y su salida atlántica antes prohibida.
El privilegio que poseían los
comerciantes sobre otros grupos de Buenos Aires con mayor abolengo, era la inmensa cantidad de relaciones que podían tejer gracias a su profesión con numerosos individuos influyentes de las principales capitales de América, tales como Lima y Montevideo, al igual que con importadores, exportadores, comerciantes locales y del interior, hasta tenderos, pulperos o vendedores ambulantes. Paralelamente, su conocimiento de las leyes comerciales que para las indias poseía el imperio español, hacía que frecuentemente peticionaran a las autoridades locales o de la metrópoli ante situaciones que consideraban injustas. Dichas peticiones se realizaban en forma conjunta, lo cual vivificaba un cierto espíritu de cuerpo. Correspondientemente, los comerciantes más prósperos y posteriormente (y en mayor cantidad) los de nivel medio lograron establecerse en el cuerpo capitular, lo cual les brindó prestigio, y un escenario fundamental para la dimisión de conflictos, al igual que para su proliferación. En un trabajo previo18, Socolow observaba que ese grupo compuesto principalmente por españoles y criollos, fue variando en la cantidad de miembros que lo componían, moviéndose entre los 130 y los 220 miembros, según la contracción ó expansión de los mercados que los sustentaban. La investigadora realizó un seguimiento de 178 hombres que se identificaron a sí mismos como comerciantes y mediante información censal y de los archivos parroquiales pudo afirmar que el casamiento era un patrón importante para lograr el éxito personal y económico. La autora explica que el matrimonio es una suerte de estrategia endogámica a este grupo social, en cuento a que el casamiento con mujeres 17
Socolow, Susan Los mercaderes del Buenos Aires virreinal: familia y comercio, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1991. 18 Socolow, Susan, “Matrimonio, nacimiento y herencia: Los comerciantes bonaerenses del siglo XVIII” en HAHR, Buenos Aires, 1980 13
que suelen ser hijas de grandes comerciantes, proporciona la manutención del status y también (y fundamentalmente), del nivel económico, mediante la oportunidad que estos casamientos brindan de estrechar los lazos comerciales , e incrementar la cohesión
grupal. Los comerciantes que se dedicaban al comercio ultramarino eran la columna vertebral de la vida económica de la colonia. Aunque muchos de ellos hacían también ventas minoristas en mayor o menor escala, su función primaria era la importación y exportación mayorista de mercadería. Como tales, encauzaban sus productos a través de los mercaderes (minoristas), otros comerciantes minoristas del interior, pulperos y agentes ambulatorios. Había lugar para el movimiento ascendente o descendente por la escala socioeconómica para los hombres que pertenecían a este grupo, pues debido a la ausencia de una nobleza con títulos en Buenos Aires, el rango social de los comerciantes se basaba más abiertamente en la riqueza que adquirían con los negocios. Es decir que el comercio mismo podía brindar el status y la riqueza para que quienes lo practicaban fueran incluidos en la clase alta porteña. Un desconocido industrioso podía, a través del trabajo intenso, acumulación de capital, el matrimonio y el parentesco y un poco de suerte, abrirse camino en los rangos del respetable grupo medio de los comerciantes. El logro personal permitía la movilidad social y producía una sociedad en la que había una constante filtración de miembros hacia adentro y fuera de los grupos comerciantes medio y alto, pues la movilidad social no siempre era ascendente. La participación de los comerciantes en el Cabildo de Buenos Aires, creció desde mediados del siglo XVIII en adelante. Pero estos miembros a menudo eran descuidados en la atención de sus obligaciones como concejales de la ciudad y solían faltar a las sesiones del Cabildo. Los comerciantes demostraron gran interés en procurarse cargos en aquella institución, muy probablemente por razones de prestigio. Además, quien compraba estos cargos estaba ansioso por reembolsar su inversión y obtener ganancias. Lo más importante, en este punto, fue que los comerciantes se convirtieron en una fuerza dominante tan importante en el Consejo de la ciudad, que el grado de apoyo del Cabildo recibido por cualquier Gobernador de Buenos Aires, dependía en gran medida de cuan vigorosamente seguía las políticas comerciales favorables para los comerciantes de la ciudad. También centrados en el espacio citadino colonial encontramos los valiosos estudios realizados por Zacarías Moutoukias, observando el modo en el que la corona española 14
se vincula con el sector comercial, y el modo en que las concesiones que muchas veces les otorga tienden a la creación de lazos internos que ayudan a su mejor administración. La conexión forjada entre las oligarquías locales y la administración colonial permitía la circulación de relaciones mutuamente provechosas que en ocasiones provocaba el enfrentamiento entre facciones locales por la supremacía social. Esa necesidad de la Corona de ejecutar una administración “eficiente” llevaba a su dependencia de esas redes en las que basaba su legitimidad, y a las que les concedía en ocasiones el beneficio de mirar hacia otro lado ante eventos como el contrabando 19. La presencia de este fenómeno a partir del siglo XVI con la incursión de ingleses, holandeses y franceses a través de Colonia de Sacramento tuvo éxito gracias a que comerciantes locales, funcionarios-mercaderes y capitanes extranjeros lograban aprovechar usos aceptados y el equívoco espacio que les ofrecía la legislación colonial 20. La acción colectiva de estos actores se articula en una multiplicidad de espacios simultáneos y hace emerger una configuración compleja. Una oportunidad como la creación de un cargo de gobierno podía confluir en una disputa por ese espacio que movilizara a las redes de la ciudad. La superposición de las jurisdicciones de las instituciones gubernativas acarreaba una realineación de esos grupos, como sucede ante por ejemplo, la elección por parte de los comerciantes de un individuo para integrar el Tribunal de Comercio. La justicia es utilizada de un modo diferente al establecido, buscando la preservación de ciertos privilegios adquiridos mediante la costumbre. Es muy interesante para el caso que analizaremos nosotros ver cómo el autor observa que las instituciones locales no pueden considerarse como el conjunto de leyes, reglamentos administrativos o convenciones que fijaban la organización de un sector de la vida pública, sino que por el contrario, dichas instituciones se realizaban por la acción de sus agentes, cuyas estrategias y motivaciones, antagónicas muchas veces con los objetivos de la misma institución, se combinaban con las de otros actores en la construcción de un espacio más amplio de acción colectiva 21. También en la campaña de Buenos Aires, nuestro espacio de trabajo, los trabajos sobre redes sociales se han manifestado como una valiosa herramienta para analizar este 19
Moutoukias, Zacarías, “Buroc racia, contrabando y autotransformación de las elites. Buenos Aires en el siglo XVII”, en Anuario del IEHS, Tandil, 1988 20 Moutoukias, Zacarías, “Una forma de oposición: el contranbando” en Ganci, Massimo y Romano,
Rugiero, Gobernare il Mondo. L´Imperio Spagnolo del XV al XIX secolo, Instituto de Historia Moderna, Palermo, 1995 21
Moutoukias, Zacarías, “Las formas complejas de la acción política: justicia corporativa, faccionalismo
y redes sociales (1750-1760) en Jarbuch fur Geschichte Lateinamerikas nro 39, 2002 15
espacio particular, por lo que hablaremos de los estudios de José Mateo 22, Juan Carlos Garavaglia 23, Bibiana Andreucci, Sol Lanteri y Daniel Santilli. Los analizaremos en este orden. José Mateo realiza un excelente análisis de los pagos de Lobos, en el cual rastrea las transformaciones que se plasman en las relaciones primarias luego de rotos los vínculos coloniales. De sus primeras páginas surge una afirmación contundente: ante la caída de cualquier certeza en ese mundo en cambio, lo que ha permanecido es la familia. Ante el vacío de poder, las autoridades tradicionales buscarán basar el suyo en la preeminencia social, incorporándose a las estructuras miliciana, política y eclesiástica. La funcionalidad de la red que forman es un modo de éxito, ya que el establecimiento de esas redes elimina la incertidumbre . Esa anexión a dichos espacios de poder, tendrá mucho más que ver con los beneficios personales que con la búsqueda de servir a la patria. El paso a la modernidad ciudadana en estos espacios en los que el desarrollo capitalista es poco intenso y el mundo tradicional ha sido negado, hace que surgan formas de caciquismo, liderazgo en el que se ejerce la dominación sobre una clientela que actúa en una relación de intereses y utilidades cubierta por la ritualidad. Esa relación constituye un modo de regular el flujo de recursos, la interacción personal y los intercambios en la sociedad. Las redes que se forman en Lobos a través del tiempo tienden a construir parentela a través del acuerdo en matrimonios y bautismos, que permiten acumular recursos alrededor de los vínculos primarios. Mateo denomina como “notables” en Lobos a quienes a través de la permanencia en dicho lugar han logrado
establecer una red exitosa que los encumbra hacia los espacios de poder local, y les brinda solidez económica. Si Lobos es el espacio de observación de Mateo, San Antonio de Areco será el de Garavaglia, que en una serie de trabajos sobre este pueblo analizará el modo en el cual se relacionan familias vinculadas con el poder político en directa sincronía con las relaciones familiares que han detentado, pero se animará a hablar también de aquellos que son pobres en recursos, pero ricos en relaciones sociales. Así es el caso de Liberato Pintos, un agregado que ante una disputa territorial con un hacendado, hace valer sus lazos matrimoniales y de amistad, ganándole la pulseada a quien suponía la batalla captada. La conclusión de Garavaglia con la que comenzaremos el capítulo próximo es 22
Mateo, José, Población, parentesco... Op. Cit. Garavaglia, Juan Carlos, San Antonio de Areco, 1680-1880. Un pueblo de la campaña, del Antiguo Régimen a la modernidad argentina, Rosario, Prohistoria Ediciones, 2009 23
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que la estructura relacional es el soporte de los nexos tanto informales como formales de poder en la campaña. Sin dudas esto será fundamental para nuestro propio análisis. El trabajo de Garavaglia sobre Areco, el único en su tipo que alcanza un marco temporal realmente amplio en un estudio de un pueblo de campaña, permite conocer desde sus aspectos estructurales, hasta más específicamente el sistema de alianzas que recorre la formación del espacio político nacido de la caída del orden colonial. Su análisis sobre la familia Martínez entre otras, y las redes por ellos tejidas especialmente en momentos de luchas facciosas, brindan la oportunidad de observar cómo las estrategias económicas, sociales y políticas se entretejen entre los notables del pago, permitiendo su la extensión de su influencia mucho más allá del espacio en que desarrollan sus actividades cotidianas. Bibiana Andreucci realiza una serie de estudios que se emparentan con los nuestros espacio-temporalmente24. El análisis que efectúa sobre la Guardia de Luján entre los fines de la época colonial y la caída del orden rosista permite observar la confección de redes sociales desde el comienzo de su período de análisis, y su absoluta vigencia a pesar de los cambios políticos producidos a lo largo del período. En sus propias palabras, el capital relacional de los jueces de paz y sus familias, que hundían sus raíces en tiempos coloniales, mostraba hasta qué punto “primaron continui dades
más que
rupturas en el tránsito del estado colonial al indepen diente”. La Guardia de Luján, pueblo de origen militar fundado en 1725 en el que se establecía un regimiento de Blandengues destinado a la protección de la frontera, tuvo entre 1782 y 1837 un incremento poblacional muy significativo, principalmente a través de migraciones que lo convirtieron en una zona de residencia de labradores. Su singularidad estaba dada por constituirse, a través de un acuerdo logrado con los aborígenes aucas, en la única vía de acceso para el comercio de productos por ellos elaborados. La presencia de hacendados que entremezclan su preeminencia económica con la política se hará sentir y convertirá a la triología política-hacienda-milicias en una fórmula certera para el éxito. La reproducción de este grupo y su permanencia a la cabeza de los notables del pueblo, dependerá de las redes que puedan formar a través de los matrimonios, la amistad, y las relaciones económicas por ellos impulsadas. De entre esas familias provendrán la mayoría de los Alcaldes, Tenientes Alcaldes y Jueces de Paz. Es muy interesante el 24
Andreucci, Bibiana, Labradores de frontera. La Guardia de Luján y Chivilcoy, 1780-1860, Rosario, Prohistoria Ediciones, 2011; “Familia, redes y poder en la Guardia de Luján” en Mundo agrario [online]. 2010, vol.11, n.21 17
análisis que Andreucci realiza de la familia Barrancos, que a lo largo de cien años demostró que los miembros que elegían explotar las posibilidades económicas de la zona (en este caso el comercio indígena, el establecimiento de estancias con producción agropecuaria), la actividad miliciana, la toma de cargos políticos, y el matrimonio con familias del lugar (con el universo de relaciones que el mismo abría), eran a fin de cuentas los que lograban perpetuarse. Estas estrategias de manera individual se mostraban insuficientes, pero articuladas, el arraigo y el capital relacional constituían la fórmula del triunfo casi siempre infalible. María Sol Lanteri 25 trabaja la frontera sur de Buenos Aires, en partidos de colonización más reciente, como lo son los de Azul y Tapalqué. Centrada en un marco temporal que se fija en los años de autonomías provinciales y posteriormente del gobierno de Rosas, Lanteri observa una frontera dinámica en la que las relaciones entre la población aborigen y blanca sientan una particularidad cultural a la zona, y brindan un flujo de intercambio interca mbio propio. La La autora estudia las formas de de construcción del orden rosista en la frontera sur sur bonaerense, bonaerense, considerando la interacción entre el Estado Estado y los factores y agentes locales. Azul y Tapalqué son son dos pueblos de origen militar fruto del avance avance de la frontera al sur del río Salado por parte del estado provincial hacia 1820, si bien había existido previamente un avance espontáneo de pequeños núcleos humanos. Estas dos aglomeraciones estarán formadas por grupos milicianos y hacia el interregno de los gobiernos rosistas, asentamiento de grupos de indios “amigos”, aquellos más cercanos a
Rosas, premiados con tierras para establecerse. Estos elementos las convertían en zonas fundamentales para la defensa del orden rosista cuando este sea puesto en jaque. Dentro de este juego de poder, las alianzas locales con el poder de Buenos Aires serán claves para poder terminar con el levantamiento de los Libres del Sud de 1839. La relación de las fuerzas pueblerinas demostró eficacia y eficiencia ante los desafíos que implicaba mantener un poder personal durante dos décadas. Tomaremos finalmente un ejemplo pertinente para nuestro estudio dado por Darío Santilli26 en sus trabajos sobre un partido de la campaña cercana cercana como Quilmes, a través de la institución del padrinazgo. El autor observa la existencia de un elenco estable de 25
Lanteri, María Sol, Un vecindario federal. La construcción del orden rosista en la frontera sur de Buenos Aires (Azul y Tapalqué), Tapalqué ), Córdoba, CEH Prof. Carlos Segreti, 2011 26 Santilli, Daniel, “Representación gráfica de redes sociales. Un método de obtención y un ejemplo Agrario (online) nº 6, primer semestre de 2003; "La familia y la economía de la histórico” en Mundo Agrario (online) campaña de Buenos Aires: Quilmes, c. 1770-c.1840", en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, Ravignani , Nº 23, pp. 7-38, 2001; "Población y relaciones en la inmediata campaña de la ciudad de Buenos Aires. Un estudio de caso: Quilmes, 1815-1840", en Anuario I.E.H.S., I.E.H.S. , Nº 15, pp. 315-351, 2000 18
parejas de padrinos elegidos elegidos para la función por padres de recién nacidos. El interesante caso del matrimonio Barragán (hija de una familia de antiguo arraigo) y Balverde (un recién llegado) es ilustrativo de la construcción de capital social hacia fines de la época colonial, y su crecimiento durante el advenimiento de las primeras décadas posrevolucionarias. posrevolucionarias. Lo distintivo de esta pareja es que unirá por el lado femenino la posesión de tierras, y por el masculino las actividades comerciales con lo cual cerrarán entre ambos el circuito producción-comercialización de bienes. El matrimonio no tuvo hijos, lo cual explicaría la gran cantidad de ahijados que tuvieron. Hay también otro rasgo particular de dichos padrinazgos: su amplitud en sectores sociales muy diferentes. Balverde posee fuertes relaciones con las reducciones indígenas de Quilmes, y esto se hace presente en sus primeros apadrinados apadrinados que son aborígenes y pardos de esa locación. A partir de su matrimonio, los apadrinados irán variando hasta constituirse fundamentalmente en hijos de hacendados de la zona, con previas relaciones con la familia de su esposa. Los aportes realizados por los historiadores a los que brevemente hemos expuesto permiten advertir una profunda complejidad en el entramado de relaciones sociales en las que se sumergen los actores que estudian. Entre los múltiples puntos que los unen, uno resalta: todos poseen un tablero en el que su juego toma matices diferentes. Es por esta razón que el siguiente capítulo nos introduce i ntroduce en el nuestro.
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CAPÍTULO III- LA VILLA DE LUJÁN A lo largo de este capítulo presentaremos el escenario en el cual sucederán los acontecimientos centrales de nuestro análisis. Los pagos de Luján poseen durante el período de nuestro ensayo ensayo cambiantes características que serán insertas dentro de un marco que las supera y sobredetermina, en el cual logrará mantener marcadas singularidades. Es por eso que comenzaremos hablando del fluctuante mundo en el cual se encuentran incluidos.
III.I- La campaña bonaerense: bonaerense: actores sociales y características características estructurales El espacio que reconocemos hoy con el nombre de campaña de Buenos Aires no tuvo hasta décadas recientes un estudio sistemático que buscara comprobar o echar por el suelo una cantidad considerable de figuras tradicionales. Un desierto habitado por los personajes salidos de Martín Fierro era la imagen reproducida reproducid a hasta el infinito cuando se intentaba describir a los actores que trazaban su vida en este espacio. Esta percepción ha quedado en el imaginario nacional y constituye hasta hoy la base de la cultura folclórica argentina. En ámbitos historiográficos sin embargo este holograma ha sido desbancado por una serie de estudios que en Argentina se realizaron desde la vuelta de la democracia27. Mencionaremos algunos de los temas centrales de análisis de dichos trabajos, para posteriormente ocuparnos con cuestiones estructurales específicas de este espacio.
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Por mencionar sólo algunos de los trabajos recientes sobre el tema Mayo, Carlos A., Estancia y sociedad en la pampa, 1740-1820, 1740-1820 , Buenos Aires, Biblos, 1995; Mayo, Carlos, “Estructura agraria, revolución de independencia y caudillismo en el Río de la Plata, 1750-1820 (algunas reflexiones I .E.H.S.,, N° 12, Tandil, 1997, pp. 69-78; Moreno, José Luís y Mateo, José, preeliminares)”, en Anuario I.E.H.S. I.E.H.S. , “El ‘redescubrimiento’ de la demografía histórica en la historia económica y social”, en Anuario I.E.H.S., Nº 12, Tandil, 1997, pp. 35-56; Fradkin, Raúl O. y Garavaglia, Juan Carlos (ed.) En busca de un tiempo perdido. La economía de Buenos B uenos Aires en el país de d e la abundancia. 1750-1865 , Prometeo libros, Buenos Aires, 2004; Gelman, Jorge y Santilli, Daniel, De Rivadavia a Rosas. Desigualdad y crecimiento económico, económico, en Tomo 3 de Historia del capitalismo agrario pampeano, pampeano , Buenos Aires, Universidad de Belgrano- Siglo veintiuno Editores, 2006; Garavaglia, Juan Carlos, Pastores y labradores de Buenos Aires. Una historia agraria de la campaña bonaerense, 1700-1830, 1700-1830 , Buenos Aires, Ediciones de la Flor/IEHS/Universidad Pablo Pablo de Olavide, 1999. Haremos uso de todos todos ellos en este apartado.
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La ciudad de Santa María de los Buenos Aires constituyó desde su segunda fundación una pequeña aldea rodeada de un espacio de tierras muy fértiles, que permitieron paulatinamente la cría de animales y la producción agrícola durante el siglo XVII. Hacia el norte y oeste de la ciudad (la zona de Monte Grande y Matanza respectivamente) se formaron chacras destinadas a la producción de trigo para consumo citadino. Ciudad y campo no se excluían como dos actores rivales, al contrario se interpenetraban de mil maneras: lejos de vivir una relación dominada por la discordia y la incompatibilidad, llevaban una existencia simbiótica. La ciudad tampoco podía ser ignorada; era el mercado principal de la producción agropecuaria, el lugar de residencia de los hacendados más ricos y de muchos peones que cabalgaban muy naturalmente entre sus ocupaciones urbanas y sus conchabos rurales, era el puerto por donde la producción ganadera buscaba fugarse hacia los mercados externos, la sede del aparato comercializador que dominaba a los productores rurales. Hacia el sur de la ciudad se encontraban los pagos de Magdalena, con predominante producción vacuna y lanar; y yendo para el oeste, Luján, en principio con producción vacuna y luego también cerealera28. La campaña irá poblándose alrededor de los caminos de postas que llevan al verdadero centro económico del sur: Potosí. Por encima de Luján, y por debajo del río Salado encontramos la frontera. No nos referimos a una limitación real y estática, sino a una en ocasiones etérea y móvil: la presencia del indio y sus avances sobre el territorio criollo serán dos de las principales preocupaciones de las autoridades residentes en la ciudad, y de las poblaciones que iban concentrándose alrededor de ella. Una serie de fuertes, fortines y guardias irán formándose con muchas más buenas intenciones que reales socorros entre los siglos XVII y XVIII: si bien la línea de fortines comienza a tomar dimensión hacia 1730, recién la adquirirá realmente a fines de la década de 1770. Esta frontera será un área en disputa donde también se trabarán relaciones de negociación entre la sociedad india y la criolla.
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Para los siglos XVIII y XIX podemos dividir la campaña bonaerense en cinco partes: Campaña Cercana (Morón, Quilmes, Flores, Las Conchas, San Fernando, San Isidro, Santos Lugares); Campaña Oeste (San Antonio de Areco, Fortín de Areco, San Andrés de Giles, Exaltación de la Cruz, Villa de Luján, Pilar, Guardia de Luján, Navarro, Lobos); Campaña Norte (San Nicolás de los Arroyos, Arrecifes, Baradero, Pergamino, Rojas, Salto, San Pedro, Mercedes) y la Nueva Frontera (Dolores, Azul, Tapalqué, Tandil, Bahía Blanca, Carmen de Patagones, 25 de Mayo, Guardia Constitución, Las Saladas, Las Mulitas, Martín García, Junín, Fortín Colorado, Laguna Blanca, Kaquelhuincul) en Barral, Maria Elena y Fradkin, Raúl “Los pueblos y la construcc ión de las estructuras de poder institucional en la campaña bonaerense (1785- 1836)” en Fradkin, Raúl (comp.) El poder y la vara: estudios sobre la justicia y la construcción del Estado en el Buenos Aires rural: 1780-1830, Prometeo Libros, Bs. As., 2007 21
La historia rural de la campaña de Buenos Aires tomó primero como período de análisis el colonial, interesada en comprender los orígenes productivos de la región y buscando analizar la incidencia que el mercado interno había tenido en ella. Mediante su estudio se logró advertir la lógica propia que ese mercado tenía, y la importancia que esta área tuvo desde una perspectiva en la cual no se consideraba a las producciones exportables como los únicos motores de la economía. La producción agropecuaria para el mercado interno comenzó a aparecer como uno de los fuertes productivos de la campaña bonaerense mediante estudios que comenzaron a analizar pormenorizadamente su desempeño29. El estudio de las unidades productivas permitió conocer su real magnitud, observar la diversidad de formas que adoptaban y desterrar la idea de una campaña compuesta exclusivamente por gauchos y estancieros, vistos estos últimos como grandes hacendados con propiedades extensas y numerosos esclavos y peones a su servicio. La estancia colonial combinaba actividades de tipo estacionales o temporarias y otras que se prolongaban prácticamente durante todo el año, para lo cual necesitaba de dos diferentes tipos de mano de obra acorde a estas necesidades: una pequeña cantidad de trabajadores permanentes (a veces tan pequeña como uno o dos), y otra mayor dependiendo el tamaño de la estancia, de trabajadores estacionales. Esas estancias eran ganaderas y agricultoras, y podían producir novillos para abastecer de carne y cueros al mercado local y también al externo respectivamente. El trigo era el cultivo fundamental, para autoabastecerse y también al mercado de Buenos Aires. Mulas y vacas eran criadas para el mercado altoperuano, principal articulador de las economías regionales. Dentro de las estancias más representativas, más de la mitad de sus inversiones estaban destinadas al ganado, luego los esclavos (muy requeridos como mano de obra permanente de las estancias), y después la tierra. Las estancias coloniales tenían su frente sobre un curso de agua y los "rincones" eran los lugares preferidos porque en ellos, al juntarse dos ríos o dos arroyos, era más fácil el control del ganado puesto que la propiedad carecía de cercos. Las dimensiones de la unidad productiva era muy variables, pero podemos decir que la mediana y la pequeña explotación rural era la norma, muchas veces extensiones inferiores a la suerte de estancia. En el mundo rural encontramos las estancias laicas y las estancias de la iglesia, que eran mucho más grande que el promedio de las laicas. La mayoría tenía esclavos, capilla y un casco que 29
Gelman, Jorge “Crisis y reconstrucción del orden en la campaña de Buenos Aires. Estado y sociedad en la primera mitad del siglo XIX ” en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani nro 21, pgs. 81-207 22
estaba muy lejos de ser imponente. No resulta fácil en muchas ocasiones encontrar diferencia entre las estancias de la Iglesia y las de un hacendado secular rico de la campaña bonaerense. La reducción de la escala de análisis, ubicando en la misma el conocimiento regional y local permitió ver con mayor profundidad las relaciones productivas y las reglas particulares por las que se regían. Los estudios de escala reducida ponían a la vista la respuesta que el ámbito local daba ante estímulos estructurales. El cambio hacia una visión del accionar individual mostró entonces que la mirada estructural de la campaña de Buenos Aires no podía sostenerse por sí misma ante la apertura que los nuevos estudios mostraban. Las investigaciones referidas a la población que habitaba esta zona se desenvolvieron desde distintas vertientes; los estudios demográficos corroboraron el notable crecimiento de la población rural y dieron cuenta de la movilidad espacial y de las variaciones que esa población había sufrido, conectando la campaña con un tráfico poblacional interregional antes casi desconocido. Buenos Aires y su campaña contaban para 1778 con alrededor de 37.000 personas, un 16% de la población total de las regiones que ocupaban el actual territorio argentino, siendo las zonas del Norte y Cuyo las más pobladas, en coincidencia con la importancia del mercado altoperuano. Para la primera década del siglo XIX, el número de habitantes había trepado a alrededor de 96.000 habitantes, un 23% de la población total y hacia fines de la década del treinta, ese número subirá a 850.000 almas 30. El crecimiento tan notorio de la población se debía al crecimiento vegetativo, a un pequeño flujo de personas provenientes de Europa, al incremento del tráfico de esclavos, pero fundamentalmente a las migraciones internas producidas desde zonas c omo el Paraguay, Santiago del Estero (“sus hijos se hallan en toda la campaña” al decir de Halperín Donghi), Santa Fe, Cuyo y el norte. Se advierte
entonces a un espacio móvil, en el cual los recién llegados buscaban insertarse a través de sus intersticios. De esta forma, toda una serie de actores sociales hizo su aparición en la escena rural: pequeños productores, unidades familiares, agregados, esclavos que trabajaban como capataces en las estancias, migrantes y trabajadores estacionales, mujeres, en fin, un cosmos de personajes hasta ese entonces prácticamente desconocido. Entre ellos, las 30
Garavaglia, J.C, Pastores y Labradores de Buenos Aires (…) , op. cit., pgs. 42 y 43. Provee Garavaglia estas cifras tomándolas entre pinzas, destacando las dudas que se le presentan sobre la calidad de los censos de los cuales salen. 23
relaciones que se producían eran mucho más complejas de lo que – hasta entonces - se podía especular. Ya no se duda que en la segunda mitad del siglo XVIII estuviera funcionando un mercado de trabajo 31. Los migrantes campesinos que se establecían en las tierras de la campaña muchas veces traían consigo mujeres desde sus pueblos de origen, o se unían a una proveniente del lugar en el que se afincaban. De este modo podían formar redes de parientes, aliados para situaciones en que fuese necesario el apoyo social. Algunos de ellos lograrán convertirse en labradores, o hacer uso de tierras cuya mejor ubicación será la más lejana a la frontera con el indio. Una vida itinerante era el futuro de quienes no lo logran 32. Los estancieros conformaban una clase muy heterogénea e internamente estratificada, debido en parte a los diferentes grados de control que ejercían sobre los medios de producción, entre ellos, la tierra. Algunos eran propietarios, otros arrendaban tierras ajenas u ocupaban predios de poseedores desconocidos y no faltaban los que explotaban tierras fiscales. Una figura distintiva hallada en este espacio fue la del agregado. El agregado era un caso típico de colonato, un sistema mediante el cual los terratenientes optan por compensar a sus trabajadores, total o parcialmente, con la concesión del usufructo de un pequeño lote de terreno. La agregación era precisamente una contraprestación: tierra a cambio de trabajo. El agregado no recibía un salario. Tampoco implicaba la agregación el pago de un arrendamiento. Ese sistema de reciprocidad consistente en tierra a cambio de trabajo se sustentaba ideológicamente en la noción de un intercambio de favores, el terrateniente se "compadecía" del agregado y le franqueaba una parcela y aquél, en señal de "agradecimiento", trabajaba para él. Como la relación no era contractual, la duración de aquellos dependía fundamentalmente de la voluntad y necesidades del terrateniente. Los arreglos no eran muy duraderos, antes bien la nota predominante parece haber sido la precariedad y la fugacidad. El agregado se encontraba en una situación extremadamente precaria, su permanencia dependía de la buena voluntad del patrón. Los capataces eran un engranaje fundamental de la estancia; se encargaban de controlar el trabajo de peones y esclavos y de todas las actividades que se llevaban a cabo en la 31
Entendemos aquí por mercado de trabajo el mecanismo o ámbito que reunía y reúne a los vendedores y compradores de energías humanas, destrezas y tiempo. A cambio de servicios humanos se abonan salarios que pueden pagarse en dinero, en especie o en servicios. 32 Resulta muy agradable leer algunas de las historias creadas por Raúl Fradkin y Juan Carlos Garavaglia en Hombres y mujeres de la Frontera, Ed. Sudamericana, Bs. As., 1992 para imaginar la vida de estas personas. 24
estancia colonial. Cuando el estanciero no estaba, era la máxima autoridad. Los esclavos fueron también mano de obra afectada a las faenas del campo. No todos los estancieros podían comprar esclavos; por lo general, recurrían a los peones asalariados. Los asalariados rurales podían entrar y salir del mercado de trabajo con relativa facilidad. Había alta movilidad y abundaban los que, atentos a las diversas oportunidades laborales, trabajaban alternativamente en la ciudad o su llanura. La entrada y la salida del mercado de trabajo eran usualmente muy libres. La presencia de circuitos clandestinos de comercialización, la existencia de una frontera abierta, estancias sin cercos, reservas de ganado alzado y acceso directo a algunos medios de subsistencia como la carne, así como las oportunidades de autoempleo que ofrecía la caza de nutrias, la pesca y la faena ilícita de ganado, creaban alternativas al mercado de trabajo y restringían la oferta laboral. La solución encontrada contra este mal era aumentar aún más los jornales de manera de hacer atractivo el trabajo asalariado como contraparte a la producción agropecuaria en pequeña escala: reconvertir al campesino en jornalero. La demanda de trabajo asalariado también estaba limitada y lo estaba por dos factores: la existencia de esclavos y una demanda de productos agropecuarios en alza pero aún restringida, para la mayoría de los estancieros bonaerenses, al mercado urbano. La escasez de brazos, agudísima durante los meses de verano, no desaparecía por completo durante el resto del año, y más de un estanciero se vio en dificultades para atraer y estabilizar peones. Esa escasez de brazos precede a la revolución de la independencia y no es sólo consecuencia de las guerras civiles que estallaron después de aquella. El gaucho o el gauderio fue sin duda uno de los tipos sociales más peculiares que produjo la ganadería rioplatense colonial. El gaucho fue definido desde el centro, desde lo alto, desde el poder, y esa caracterización era francamente negativa. Gauderio era el cuatrero que había hecho del robo y el faenamiento clandestino de ganado un medio de vida; era el vago malentretenido, un transgresor. Se los diferencia de los peones porque los gauderios robaban para vivir. Se habla de la "sustracción de grandes rebaños", pero en verdad el típico cuatrero colonial robaba en pequeñas, pequeñísimas dosis. El robo era menudo pero podía ser casi un hábito. El vagabundaje era un delito en la época colonial. Panorama complejo el que hemos mostrado hasta aquí, centrándonos en los espacios productivos y los actores sociales inmersos en los mismos. Pero no son las estancias con 25
sus diversas formas, extensiones y especialidades los únicos ámbitos de hábitat y socialización en la campaña. La campaña bonaerense está compuesta por numerosos pueblos, creados bajo la acuciante actuación de un estado, o estados (colonial y pos independentista) que necesitan poner bajo su mando este rincón inabarcable. Dentro de ellos, los comerciantes, de todos los colores y medidas, ocupan un lugar fundamental en la relación con el “afuera”, con ese mundo exterior que muchos jamás conocerán.
Dentro de los censos que hemos observado se diferencian dichos comerciantes en dos grupos principales: tratantes y negociantes por un lado, aquellos que se ocupan de la logística de los productos que llegan o salen de los pueblos, y de artículos fuertes como el ganado y sus derivados; y pulperos por otro, sobre los que hay mucho por saber, pero el espacio físico por ellos regenteado es ámbito de numerosos conflictos y marcados cuidados, a tal punto de llegar a considerarlos en ocasiones como de dudosa reputación. La pulpería es el principal terreno de adquisición de productos de la población pueblerina, y también el lugar donde mejor puede saberse lo que sucede en los centros citadinos. Constituye uno de los elementos centrales en el tejido económico y social. Los pulperos fueron personajes importantes dentro de la circulación del principal producto de la campaña: los cueros. Muchos de ellos conformaban un nexo entre los pequeños y medianos productores rurales y los grandes comerciantes exportadores. El pulpero podía llegar a ser un personaje influyente de la campaña, conocido por buena parte de sus habitantes quienes debieron ser en su gran mayoría clientes o socios de alguno de estos pequeños comerciantes. La sala de la pulpería constituía el lugar de reunión casi exclusivo de la campaña aparte de la iglesia, allí circulaban las noticias, se cultivaba la amistad y en ocasiones se enfrentaban diferencias a través de la lucha. La vivienda del pulpero estaba ubicada en la mayoría de los casos junto a su negocio, formando parte de la misma estructura edilicia. A veces la separación de los ambientes público y privado estaba determinada por una simple cortina, la cual no parece ofrecer una resistencia adecuada ante la intromisión de lo público. Es decir que el pulpero vivía constantemente sobre la línea divisoria que separaba su faceta pública de su costado más íntimo33. En el período que contempla este trabajo el espacio de la campaña poblado por criollos crece seis veces y la población pasa de 13.000 a 90.000 habitantes, creciendo a un ritmo 33
Carrera, Julián “Pulperos rurales: entre la vida privada y la pública” ponencia
presentada en el Centro
de Estudios de Historia Americana Colonial- Universidad Nacional de La Plata 26
más acelerado que en la ciudad. El estado deberá adoptar una serie de medidas para ejercer el poder en este medio rural, mediante las cuales busca pasar de un control en gran medida indirecto hacia uno directo a través del uso de medios coercitivos en organizaciones diferenciadas.
Las estructuras institucionales adoptan la forma de
“redes”, buscando formar un poder infraestructural, entendido este como la capacidad
estatal para penetrar en una sociedad y poder ejecutar logísticamente sus decisiones sobre todo un territorio. La función del Estado, una vez puestas en marcha exitosamente esas redes, es coordinar y centralizar las actividades que estas realizan. Cada una de esas redes están dominadas por sus propias lógicas de funcionamiento, jerarquías y formas de interpretar el mundo social rural. En el espacio sobre el que hemos puesto la lupa existen tres tipos: la militar-miliciana; la judicial-policial y la eclesiástica 34. El objetivo de la estructura eclesiástica era la cristianización del mundo rural, para lo cual contaba con una red articulada de parroquias, viceparroquias, capillas bajo la jurisdicción de un cura párroco. Muchos de los pueblos de la campaña tienen su origen en parroquias que daban contención y aglutinaban a poblaciones previamente descentralizadas o sueltas. La figura del cura párroco se convertirá muchas veces en la primera autoridad establecida en el pueblo, lo que posteriormente puede llevar a conflictos con las autoridades que arriben posteriormente provenientes de las otras dos estructuras que describiremos. La estructura militar-miliciana había sido montada desde el siglo XVII a través del establecimiento de fuertes, guardias y fortines teniendo como objetivo fundamental la protección ante los avances aborígenes, con numerosas idas y vueltas, y pocas certezas. Para 1780 el recuento de fuerzas arrojaba la cifra de 4.000 hombres enrolados entre milicianos y soldados regulares, y 600 hombres en el cuerpo de Blandengues. Para la Revolución de Mayo ese número ha decaído, para llegar a 7200 hombres hacia el año 20. La campaña de Buenos Aires aporta un total de 4.800 hombres a esa fuerza: 3.000 milicianos y 1.800 soldados regulares. Las milicias, fuerzas no regulares, serán formadas dentro de los pueblos en los que viven, y sus oficiales pertenecerán también a este espacio35.
34
Barral, María Elena y Fradkin, Raúl “Los pueblos...” Op. Cit.; Néspolo, Eugenia, “La “Frontera” Bonaerense en el siglo XVIII un espacio políticamente concertado: fuertes, vecinos, milicias y autoridades civiles- militares”, en versión dig ital en www.mundoagrario.com 35 Barral, María Elena y Fradkin, Raúl “Los pueblos…” 27
Durante todo el período que lleva este trabajo, la estructura Judicial y Policial será ejercida por los dos Cabildos de la región: el de Buenos Aires y el de Luján. Eran ellos quienes designaban a los Alcaldes de Hermandad para los pueblos de campaña bonaerense, oriental y litoral. A esos Cabildos también asistían una vez al año los vecinos del lugar para elegir a los Alcaldes que cumplirían funciones durante ese año, realizando un acto de participación política significativo. Los Alcaldes, jueces, alguaciles y regidores desempeñan sus funciones ad honorem, y era imprescindible que sepan leer y escribir para realizar sus funciones. Entre estos tres tipos de autoridades surgirán numerosos conflictos por la intersección de los espacios de poder en los cuales desarrollan sus actividades. Las disputas son la expresión de una intensa lucha política que busca no aparecer como tal, y cuyos resultados reflejaban una correlación de fuerza entre los bandos y facciones de cada lugar 36. El período que trabajamos en esta tesis está centrado en cuarenta años de profundas transformaciones económicas, sociales y políticas: a lo largo de estos los productos pecuarios y agrarios, con el consecuente avance de la superficie cultivada se convirtieron en los principales productos de exportación; el crecimiento demográfico fue de seis veces entre 1780 y 1820, y ese dinamismo hizo que el Estado estableciera un sistema de control efectivo sobre esta área en constante movimiento. La década de 1820 ya marca un nuevo período en la historia pecuaria de la naciente provincia de Buenos Aires, sus hacendados emergen de la penumbra y se proyectan, como la entera ganadería porteña, hacia un papel protagónico.
III.II- Nacimiento y organización administrativa: religión, política y sociedad Si buscamos un reducto atípico durante la época colonial, un área original para verter nuestros análisis, sin dudas Luján debería ser nuestro espacio privilegiado. Un pueblo de campaña por el que Buenos Aires sentía una amenaza considerable, un terreno de confluencia de diversos poderes complementarios y competitivos entre sí: religión, política y milicias derraman sus autoridades sobre estos pagos que serán escenario de las disputas que entre ellas se suceden. De manera ordenada describiremos las cualidades de cada una de estas esferas superpuestas, brindándole un apartado individual a las milicias, que tanto inciden en nuestro objeto de análisis. 36
Fradkin, Raúl “Introducción” en
Fradkin, Raúl (comp.) El poder y la vara... Op. Cit 28
El pueblo de Luján está ubicado al oeste de la campaña bonaerense. Su origen, como otros poblados, se remonta a la fundación de una capilla a fines del siglo XVII (1682), la cual comienza a aglutinar a la población circundante. Esta acude a habitar la zona atraída por la oferta de tierras fértiles y por las distintas actividades que genera el hecho de tener este pueblo una posición privilegiada en el sistema de comunicaciones virreinal. Luján fue un lugar de descanso y un paso obligado para las carretas en el camino al interior del Virreinato, Chile o el Alto Perú 37. Esta situación favoreció el desarrollo de actividades relacionadas con el transporte y la comercialización de diversos productos. Esta aldea de colonización temprana logra que en 1755 le otorguen el título de Villa, condición excepcional con respecto a otros pueblos de la campaña. Se instaló allí un Cabildo, el cual tuvo como jurisdicción el territorio comprendido desde el río de Las Conchas (Reconquista) hasta el río Areco, por el norte el Rió Paraná y por el Sur hasta la frontera con los indígenas. Además, fue desde 1756 cabecera de su partido. Si tenemos en cuenta las estructuras del poder institucional y el despliegue de sus redes que se extienden en Luján, vemos un desarrollo temprano de las mismas. La red eclesiástica tiene fuerte presencia desde 1730, Nuestra Señora de Luján es uno de los seis curatos que existen en el ámbito bonaerense. Dentro de la red judicial/política, desde 1756 cuenta con un Cabildo que designa Alcaldes de Hermandad y a partir de 1796, luego de los conflictos con el de Buenos Aires, nombra a los Alcaldes para Pilar, San Antonio de Areco, Cañada de la Cruz, Navarro, Guardia de Luján y Fortín de Areco. Y con respecto a la red militar/miliciana, desde 1780 es sede de la Comandancia de Fronteras38. En estos se concentraban las distintas redes de poder transformándose en los espacios principales de conformación de la vida política rural 39. Dentro de esta consideración, la Villa de Luján se presenta como uno de los pueblos más importantes de la campaña, de vieja data y con una experiencia política importante. Este apretado resumen busca dejar sentados los puntos centrales que pormenorizadamente veremos a partir de aquí.
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Marquiegui, Dedier N., Estancia y poder político en un partido de la campaña bonaerense (Luján, 1756-1821), Buenos Aires, Editorial Biblos, 1990. pg. 13. 38 Datos obtenidos en Barral, María E. y Fradkin, Raúl O., “Los pueblos. ..” Op. Cit. Es necesario destacar, como lo hacen los autores, que el despliegue de cada una de estas redes diferenciadas está dominada por su propia lógica de funcionamiento y que contaba con jerarquías, intensidades y modalidades de inserción en el medio social rural diferenciadas. 39 Op. Cit. pg. 44. 29
El pueblo de Luján no existía como tal en el siglo XVII; era mejor un pequeño núcleo disperso de estancias dedicadas a la ganadería mular y vacuna principalmente. Es justamente en este marco temporal cuando ocurre un hecho religioso que marcará la historia de este lugar hasta la actualidad. Un portugués avecindado en Córdoba pide a un conocido de Brasil que le envíe una imagen de la Virgen para ubicarla en la capilla de su hacienda. Dicho hombre le envía dos imágenes separadas en barco, que deben posteriormente llegar a él en tracción a sangre. El asunto es que ll egada la carreta tirada por bueyes al río Luján, a la propiedad de otro portugués llamado Rosendo, el conductor decide hacer un alto para pasar la noche. Pero la mañana siguiente al querer continuar viaje se le hace imposible: los bueyes se niegan a avanzar. El conductor cree que se debe a la carga, por lo que baja las cajas que contienen las imágenes: los bueyes avanzan. Prueba entonces subiendo una de las cajas a la carreta: los bueyes se niegan a marchar. El conductor comienza a sospechar de esta situación. Saca entonces una caja de la carreta y sube la otra: los bueyes comienzan a avanzar. Esto llevó al conductor y sus acompañantes a considerar que este era el modo de la Virgen de decir que quería permanecer en ese lugar, habían escuchado historias similares para otros lugares, y la Virgen así lo hizo. Durante muchos años permaneció en la hacienda de Rosendo, en un pequeño oratorio improvisado al cuidado de uno de sus esclavos de nombre Manuel que debía alumbrar la imagen, a la que comenzaron a visitar fieles que habían escuchado su historia. Pero la estancia era pequeña, y una hacendada de Luján pidió trasladar la imagen a su hogar, para construirle un oratorio más adecuado que fuese acorde a la confluencia de público que la imagen había comenzado a tener. Su hacienda se encontraba más cerca de Buenos Aires, según una de las versiones del relato 40 y dio a Rosendo la suma de 200 pesos por la Virgen. El precio incluye al negro Manuel, que reclama su función única de cuidador/sacristán de la Virgen, negándose a otras tareas que Matos le pide realizar. Dirimido el conflicto en su favor, Manuel es hasta su muerte el guardián de esta Virgen milagrosa y traviesa que según sus relatos en ocasiones amanecía lejos del oratorio. Las tierras donadas por Matos, una cuadra para la capilla y una suerte de estancia, se convierten posteriormente en el lugar donde se erige la iglesia de Luján. Alrededor de ella en 1682 comienza a nuclearse población, pero el pueblo no tendrá forma definitiva 40
Fogelman, Patricia “Reconsideraciones sobre los orígenes del culto a la Virgen de Luján” en
Entrepasados nro 23, año 2002. Fogelman analiza dos de las versiones que han trascendido sobre el tema, una de 1737 escrita por Fray Santa María, y otra de 1812 del capellán Felipe José Maqueda 30
hasta tiempo después. La imagen de la Inmaculada Concepción era de barro, de hechura rudimentaria como muchas del período, con el cabello castaño y largo y las manos unidas sobre su pecho, en pose de oración. La importancia de la imagen no estará atada entonces al refinamiento artístico en su elaboración, sino a su capacidad de realizar milagros. El patrocinio ejercido por laicos era a la vez un privilegio y un beneficio: solo unos pocos podían estar cerca de la imagen, y esta ejercía como mediadora entre Dios y el mundo. Los milagros eran la prueba del poder de la Virgen, y a su vez lo legitimaban41. Hacia el siglo XVIII el santuario se consolida, advirtiéndose la extensión del culto a otras zonas. Don Juan de Lezica y Torrezuri, augusto vecino del pago, es un seguidor del culto mariano, y había sido en uno de sus pasos por Luján curado por la Virgen de una enfermedad, por lo que se convertirá en patrón y prefecto del Templo de Luján en agradecimiento por el milagro realizado hacia su persona. Es justamente a lo largo de estos años, entre 1730 y 1750 que comienza a consolidarse en la campaña bonaerense la estructura de poder eclesiástica de la que hablábamos en el punto anterior. En 1730 se crearon en Buenos Aires los seis primeros curatos de campaña; Nuestra Señora de Luján y San Antonio de Areco fueron dos de sus sedes. Para 1750 la campaña oeste era la que más sedes parroquiales albergaba, a las de Luján y Areco se habían sumado las viceparroquias de Pilar y Cañada de la Cruz, cada una dependiente en orden de las dos parroquias principales42. Alrededor de la parroquia de la Virgen de Luján fue constituyéndose un poblado que tenía un lugar estratégico en el Camino Real, lo cual acrecentaba el flujo de tratantes pero también de fieles. Cada parroquia estaba bajo el cuidado del Cura Párroco q ue ejercía en ella la “cura de almas” es decir, el cuidado espiritual de la comunidad de fieles, al igual que la administración de dicha parroquia. Debían realizar tres tareas principales entonces: las pastorales, la celebración del culto y la predicación43. No todos los curas párrocos tenían el mismo origen: sin duda una familia pudiente ayudaba a una educación privilegiada, y tener un integrante de la familia en la estructura eclesiástica deba cierto reconocimiento. La vida del Cura Párroco tenía las modestias propias del espacio que le tocaba en suerte habitar: algunos de ellos eran enviados a las 41
Ibídem, pg. 134 Barral, Maria Elena y Fradkin, Raúl, Op. Cit. pgs 29-33 43 Barral, María Elena, De sotanas por la Pampa. Religión y Sociedad en el Buenos Aires rural tardocolonial, Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires, 2007, pg. 42 42
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parroquias que se establecieron en las líneas de frontera y sus vidas distaban de ser distendidas. Muchas veces esos cargos “de riesgo” eran el sufrimiento previ o
a un
puesto más cómodo en una parroquia citadina. Los curas eran intermediarios entre los feligreses y la justicia del Estado en ciernes y su presencia fue durante mucho tiempo más habitual que la de Alcaldes u otras autoridades estatales. En ese lugar del que hacía su hogar, y en el pueblo circundante, el Cura Párroco era juez y árbitro de lo cotidiano, y también de lo excepcional 44. Las dificultades a las que podían enfrentarse los curas en la campaña fue muchas veces motivo de escasez de representantes religiosos. Pero un espacio como Luján era una suerte de premio, un lugar más plácido que otros, bien situado, y con un santuario que superaba a otros cercanos y era el centro de devociones más importante de la campaña. El culto a la Virgen estaba ya difundido y obtener el ministerio parroquial en este poblado se convirtió con el paso del tiempo en un merecido reconocimiento a la trayectoria. Parte de las funciones del cura era velar por el embellecimiento y cuidado del santuario, y siendo Luján un lugar de culto particular las obligaciones se multiplicaban. Los primeros días de diciembre Luján concentraba las fiestas patronales y la del Corpus Christi, y el 8 se realizaba una procesión de la que participaban las autoridades del pueblo. Las casas se iluminaban, el pueblo se habitaba de fieles de otros pagos, y acudía a rezar el rosario la comunidad en su conjunto. Eran días de celebración y prueba de una organización efectiva y adecuada 45. A partir de las últimas décadas del siglo XVIII la parroquia contaba con personal estable: un Cura Vicario, un Sacristán, Capellanes y Presbíteros que realizaban tareas pastorales. Estaban encargados también de la administración de la estancia de la Virgen cuya extensión superaba a todas las de su tipo46. Las parroquias y el poder que en el cura párroco se depositaban hicieron que en muchas ocasiones fuesen ellos la primera autoridad efectiva que el pueblo había tenido, un lugar difícil de delegar en otros. Las familias “notables”
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del lugar competían por la cercanía
al espacio religioso y la participación en sus distintas actividades, y estos se convirtieron en reductos de construcción de poder y nacimiento de conflictos.
44
Ibídem, pgs. 15-26 Ibídem, pg. 155 46 Ibídem, pg. 36 47 Hablaremos sobre la connotación de este concepto más adelante, pero diremos que nos referimos mediante él a las familias que habían logrado la preeminencia social en su pueblo 45
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Para 1756, 26 años después del establecimiento de la parroquia, Luján se había convertido en cabecera de partido, la máxima aspiración que podía tener un poblado, le daba el grado máximo de autonomía y adquiría un estatuto diferente 48, tanto a nivel formal como simbólico. Nos adentraremos entonces en las características políticas del pueblo. Hemos aludido anteriormente a la superposición de autoridades que existía en Luján y a una particularidad enorme que tiene este espacio: Luján es el único pueblo de la campaña de Buenos Aires que posee un cabildo, a causa de que desde 1755 funciona como Villa, categoría que le permitía tener un cabildo. Su lugar dentro del Camino Real, su crecimiento poblacional, y la presencia de una pequeña hacedora de milagros permitió que el Rey le otorgase esta condición. El pueblo había ido creciendo de la mano del tráfico de mercancías y especialmente de plata que pasaba por ella. Como complemento de función agropecuaria surgirán tareas de otro tipo como carreteros y pulperos. Orígenes similares tendrán Areco, Pilar y Capilla del señor. Pero el resto de los pueblos que integran la jurisdicción de Luján tendrán como origen los fuertes y fortines, y comenzarán siendo formados por los milicianos y sus familias 49. El pedido respaldado por Lezica y Torrezuri para convertir en Villa a Luján será firmado por una serie de vecinos de antiguo arraigo en la zona, que desde ese momento gustarán llamarse a sí mismos los “fundadores” de la Villa de Luján50.
El Cabildo de Luján tendrá como jurisdicción el territorio comprendido desde el río de Las Conchas (Reconquista) hasta el río Areco, por el norte el Rió Paraná y por el Sur hasta la frontera con los indígenas. Contará con autoridades como un Alcalde Ordinario, un Alguacil Mayor, dos Regidores, un Procurador General. El primero de enero de 1756 toman juramento y comienzan sus ejercicios las autoridades que inauguran las funciones “mirando
siempre por el servicio de Dios y no faltando a la obligación del servicio del
Rey Nuestro Señor, y mirando por el aumento y bien de esta República y sus 51
habitadores”
Acto seguido, al no contar con un recinto adecuado para la casa
capitular, se pedía al Rey una para poder construirla. En 1770 se le otorga el tratamiento de Ilustre y Señoría. También tendrá la potestad para designar Alcaldes de Hermandad para Pilar, San Antonio de Areco, Cañada de la Cruz, Navarro, Guardia de Luján y 48
Ibídem, pg. 47 Marquiegui, op. Cit. pg. 14 50 Dorronzoro, Martin, Pago, Villa y Ciudad de Luján, Buenos Aires, 1950. pgs. 17-22 51 Udaondo, Enrique, Historia de Nuestra señora de Luján, Tomo II, Talleres Gráficos Oficiales, La Plata, 1942, pg. 128 49
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Fortín de Areco. Desde el momento de su instalación, el Cabildo será un espacio al que buscarán acceder las principales familias del lugar. Los vecinos conformantes del cabildo, aquellos que ocupaban los cargos concejiles de Luján votarían anualmente la conformación del Cabildo que los sucedería, y ese Cabildo designará a su vez a los Alcaldes de Hermandad, tarea nada fácil ya que era necesario saber leer y escribir para ser funcionario del cuerpo capitular. Paralelamente ninguno de estos eran cargos pagos, por lo cual el elegido debía cuidar poder cumplir con el resto de las obligaciones que le llevaba su manutención además del puesto designado. Muchas veces estas dos razones eran mencionadas para negarse a aceptar el puesto indicado. El Cabildo proporciona a los grupos de hacendados y estancieros locales el ámbito ideal para la defensa de sus intereses 52. La mayoría de los hombres, un 64 %, que ocupan sus puestos a lo largo de su existencia son estancieros o propietarios rurales. Sin embargo la cifra no es tan abrumadora como para afirmar su absoluta hegemonía, y paralelamente podemos observar con posterioridad a 1800 el aumento de la participación de otros grupos, especialmente de comerciantes. También es necesario advertir que muchas veces los límites en las actividades económicas no se encuentran tan delineados, y hay comerciantes con tierras en producción, al igual que estancieros que comercializan productos. Sin embargo es cierto que habrá hacia fines del siglo XVIII reticencia a la participación de pulperos en el Cabildo. La búsqueda de convertir el Cabildo en un instrumento al servicio del grupo dominante tuvo fuertes vaivenes a lo largo de su existencia. Pero sin dudas el Cabildo proporcionaba una fuerte injerencia sobre el mundo social. ¿Cómo era esa sociedad lujanense de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX? A partir de padrón de 1813 53, el más cercano para la fecha que nos interesa, distinguiremos cuales eran las características generales de su población. Los habitantes de Luján para 1813 se componen de 2056 personas, de las cuales 1053 son hombres mientras 1003 son mujeres. Prácticamente, contamos con la misma cantidad de hombres que de mujeres. Dicha cantidad es baja para la situación de la campaña en general, cuya relación de masculinidad promedio es de 119 54. La media de edad de la población total 52
Marquiegui, Op. Cit. pg. 23 AGN X-8-10-4, Padrón de los individuos que habitan el partido de la Villa de Luján que forma el Sr. Comandante Militar Don Carlos Belgrano, Villa de Luján, 2 de julio de 1813. 54 Mayo, Carlos A., Estancia y sociedad en la pampa... Op. Cit. pg. 179. 53
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es de 24 años. Los menores de 20 años componen casi la mitad del total. Claramente se aprecia que es una población muy joven, la cual provoca un importante desarrollo vegetativo55. En su totalidad el aumento de la población fue de una tasa anual del 1,5 % entre 1744 y 1815 56 y acompañó al aumento general de la cantidad de habitantes de la campaña bonaerense desde el siglo XVIII, el cual era provocado por el incremento natural y por las migraciones desde el interior del Virreinato como del exterior, atraídos principalmente por la oferta de tierras fértiles 57. Si analizamos los datos del padrón con respecto al origen de la población, nos encontramos que los originarios de Luján alcanza el 73%, siendo el resto migrantes de distintos lugares. En esta última situación, llevan la delantera los provenientes de los territorios del ex-Virreinato del Río de la Plata, seguidos por los oriundos del resto de la campaña bonaerense, de la ciudad de Buenos Aires, los migrantes forzados (esclavos), los procedentes de Europa y el resto de Sudamérica. Pero, si dividimos por sexo a la población nos hallamos ante otro panorama. En este contamos con que es más probable que las mujeres sean oriundas del pago que los hombres, 79% frente a 67% respectivamente. La diferencia entre las dos cifras es compensada en el caso de los hombres por una Mayor participación de los porcentajes correspondientes a los migrantes provenientes de las zonas del
viejo virreinato con un 12% y de los
originarios de Europa con 2%, mientras que para las mujeres los datos revelan 2,% y 0,29%, en estos orígenes respectivamente. La población de Luján crece en relación a las migraciones por, según estos datos elementales, tres tipos de movimientos de población que se desarrollaron entre el siglo XVIII y principios del XIX. La primera sería la proveniente del resto de la campaña y de la ciudad de Buenos Aires, conformada tanto por hombres como por mujeres, seguramente en familia 58. Esto se reflejaría en los índices similares en estos rubros en ambos sexos en las diferentes edades. La segunda sería la representada por los migrantes del interior 59, formada principalmente por hombres solitarios, y por eso la 55
Tartaglia de Silvano, M.T. y Tuis, C, Aportes demográficos para la historia lujanense, Editorial P.A.Y.S., Luján, 1993. Los autores demuestran como a partir del análisis de los registros parroquiales de bautismos, defunciones y matrimonios se produce un proceso de crecimiento de la población, al superar los bautismos (que indican los nacimientos) a las muertes. 56
Moreno, José Luís y Mateo, José, “E l ‘redescubrimiento’...” Op. Cit.
57
Garavaglia, Juan Carlos, Pastores y labradores... pgs. 44 a 51. Ibídem, pgs. 60 y 61. 59 La gran mayoría proviene de Santiago del Estero, Córdoba, Paraguay, Tucumán, Mendoza, San Luís y Misiones entre otras. 58
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diferencia en las proporciones. Y la última por los provenientes de Europa 60, y aquí también la tasa de masculinidad es muy amplia. Como último ejercicio, si a la anterior restricción del universo analizado le sustraemos los menores de 20 años, el panorama se clarifica aun más; sólo la mitad de los hombres es nativo de Luján, siendo la quinta parte, migrantes de las zonas del viejo Virreinato, el 5% provenientes de Europa, aumentando, aunque no en tal medida los migrantes originados por Buenos Aires como los del resto de la campaña. En fin, el migrar es una opción que toman, aunque no la única, ya que los datos revelan otras estrategias familiares, principalmente a los hombres solos y mayores de edad. Continuemos con las actividades de estos pobladores. ¿Cómo logran subsistir los habitantes de la Villa de Luján? La ocupación de la población61 es en su mayoría la de labradores, seguido por los peones, los estancieros, los criados y los pulperos, sumando estos rubros casi el 88% del total. Estas principales ocupaciones nos revelan una orientación productiva mixta agrícola y ganadera 62 de la zona, con una presencia muy importante de las actividades comerciales. El uso de la fuerza de trabajo es tanto libre como esclava, aunque hay que advertir que observando la composición de las unidades censales la utilización de la mano de obra familiar es muy relevante63. Es de destacar que sólo 5 individuos son considerados hacendados. Luján se presenta, de esta forma, como un partido de pequeños y medianos productores y pocos terratenientes, formando los primeros un conjunto relevante y económicamente independiente64. Estos datos confirman los avances de la historia rural rioplatense reciente que ha logrado socavar y reemplazar aquella idea de una pampa poblada, solamente de gauchos y grandes terratenientes. En definitiva, Luján es una zona de pastores y labradores pequeños y medianos en su mayoría, aunque salpicado por algunos grandes productores, como afirma Garavaglia para la campaña toda 65, con una presencia importante de pulperos (18 individuos), encargados de comercializar gran 60
Principalmente de Galicia, Portugal, Navarra, Asturias y Castilla entre otras. Dado que el padrón no especifica en la variable “ocupación” la correspondiente a las mujeres, salvo en los casos de ser criadas o esclavas, hemos optado por analizar este rubro, excluir a las mismas y sólo tomamos en cuenta las actividades de los hombres. De ellos sólo hemos contado a los mayores de 12 años inclusive, ya que a partir de esta edad tenemos casos donde se especifica su ocupación, salvo que sea un criado. En definitiva son 746 hombres de los cuales tenemos datos de 660. Solo estos últimos han sido tenidos en cuenta para evaluar este rubro. 62 Garavaglia, Juan Carlos, Op. Cit. pg. 140. 63 AGN X-8-10-4 64 Marquiegui, Dedier, Op. Cit. pg. 8 65 Garavaglia, Juan Carlos, Op. Cit. 61
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parte de los resultados del trabajo de estos, y de comerciantes de mayor movilidad, como explicaremos a continuación. Es destacable, dentro de la estructura socioeconómica, la existencia de varias ocupaciones relacionadas con la situación de Lujan como punto estratégico en el camino hacia el interior. El 4%, sin sumar a los pulperos, se dedica a actividades relacionadas con esta situación 66. Por la Villa de Luján circulan hombres que llevan distintos productos y con ellos, noticias, rumores, datos, etc., formas importantes de comunicación de la época 67. Situación que sumada a la existencia de las pulperías como lugar de socialización, nos permite pensar que aquí las personas no viven aisladas ni indiferentes a lo que sucede en el resto de la campaña. Por último quisiéramos destacar la complejidad laboral y social de este pueblo, y por extensión del resto de la campaña, y de su vida social 68. Esto se ve reflejado en la existencia de 15 zapateros, 5 carpinteros, 2 barberos, 2 capataces, 2 domadores, 3 médicos, 2 militares y la existencia de un administrador de correos, un canchero, un cantor, un hornero, un tahonero, un maestro de letras, y finalmente como era de esperarse en este lugar de alta importancia religiosa, 7 personas relacionadas con funciones eclesiásticas. A partir de estos “especialistas” la población rural, aunque en
desigual posibilidad, puede acceder a satisfacer sus necesidades, sean estas, espirituales, de vestimenta, de salud, de educación, etc. Estas actividades contradicen el supuesto de la simplicidad socioeconómica con que se presentaba a los pueblos de la campaña, y demuestra un mundo heterogéneo, diverso y complejo. Esta población será sujeta al servicio en la última estructura que analizaremos.
III.III- Las milicias de Luján Referirse a la historia de las fuerzas militares en América es hablar no lo de lo que quisieron, sino de lo que pudieron ser. La misma conquista había establecido el primer modo de organización militar europea que el nuevo mundo conoció: la hueste. Esta consistía en la agrupación de los hombres que eran llamados a las armas por el mismo adelantado o sus allegados, divididos en pequeñas fracciones a cargo de un capitán cada 66
Son los carreteros, tratantes, comerciantes, traficantes, postillones y post a que aparecen en el padrón.
67
González Bernardo, Pilar, “El levantamiento de 1829: e l imaginario social y sus implicaciones políticas en un conflicto rural” en Anuario I.E.H.S., Nº 2, Tandil, 1987. 68 GIHRR, “La sociedad rural bonaerense a principios del s. XIX. Un análisis a partir de la as categorías ocupacionales”, en Fradkin, Raúl O. y Garavaglia, Juan Carlos (ed.) En busca de un tiempo perdido. La
economía de Buenos Aires en el país de la abundancia. 1750-1865 , Prometeo libros, Buenos Aires, 2004. Este artículo demuestra esta complejidad social para el resto de la campaña. 37
una de ellas. Con la organización administrativa colonial, la defensa quedó en manos de los propios encomenderos, que muy pronto demostraron estar mucho más interesados en la generación de riquezas que en la organización de su propio bolsillo de fuerzas defensivas. Los crecientes temores a incursiones foráneas harán que se funden compañías de presidios, establecidas en puntos estratégicos que debían contar con personal veterano y profesional, y recurrir a las levas si fuera necesario. Mientras tanto, el sistema de milicias, fuerzas no regulares, demostraron ser hacia el siglo XVII una opción aceptable para la Corona, que si bien no saltaba de alegría al deber confiar en americanos en armas, debía contentarse con saberlos presentes en caso de necesitarlos 69. Volveremos sobre ellos en extenso más adelante. Retomando lo que hemos dicho sobre las compañías de presidios, debemos agregar que en ellas se encuentran los antecedentes del Ejército regular o de dotación. España enviaba una magra cantidad de soldados profesionales hacia los distintos puntos neurálgicos del sistema colonial, pero cada vez más la demanda de un Ejército permanente para América se hacía sentir, hasta que en el siglo XVIII efectivamente se creó. Este Ejército se mantendrá con inversión de la Real Hacienda, y ante la imposibilidad de nutrir sus efectivos mediante tropa peninsular, deberá aceptar la participación en la recluta de miembros en América. El Ejército será profesional, y estará dividido en tres armas: la infantería (más del 70% del total de los soldados del Ejército), la caballería (clave para sortear las dificultades logísticas que las grandes distancias conllevaban) y en tercer lugar la artillería (cuyos soldados perciben un sueldo mayor que sus compañeros de armas, y son una pieza clave en la defensa a distancia en caso de ataques extranjeros) 70. Defender a América implicaba gastos, y esos gastos debían ser sustentados a través de una mayor presión fiscal. Esto hizo que esa defensa se convirtiera no sólo en una cuestión metropolitana para proteger sus intereses en la región, sino también en una americana que afectaría al orden colonial en general, y a la economía americana en particular. La financiación militar, cuya presión fiscal afectó a grupos cada vez más amplios, debió buscarse muchas veces en personas, conjuntos o corporaciones privadas o semipúblicas (comerciantes, hacendados, cabildos, las altas esferas del patriciado
69
Goyret, José Teófilo, “Huestes, milicias y Ejército regular”, en Tau Anzoategui, Victor (Dir.)
Nueva
Historia de la Nación Argentina Tomo II, Ed. Planeta, Buenos Aires, 1999 pgs. 352-354 70 Marchena Fernández, Juan, “ Oficiales y soldados en el Ejército de América ” en Ejército y milicias en el mundo colonial americano, Editorial Mapfre, Madrid, 1992, pgs. 63-66 38
urbano). Esto hizo que en muchas regiones de América la Hacienda Real generara dependencia de los grupos de poder locales 71. Según las leyes coloniales, todo vecino debía llevar armas en nombre del rey en cualquier situación de emergencia. Esta obligación solía estar limitada a la defensa de la localidad inmediata72. La intención era que las milicias sirviesen de ayuda ocasional para las fuerzas veteranas, quienes verdaderamente combatían, y si se llegaba a la acción directa, debían las milicias en su concepción original, contribuir a “incomodar” al invasor en el campo o contribuir a la defensa desde las fortificaciones 73. El poco ejército de dotación y la imposibilidad de mantener e incrementar las fuerzas peninsulares establecidas en América, obligó a las autoridades españolas a enfrentarse a una dura realidad: las milicias debían ser reorganizadas, dotándolas de un reglamento y convirtiéndolas en disciplinadas, con oficiales veteranos que les brindasen instrucción 74. Los integrantes del mando militar debían escogerse según principios preestablecidos: serían los más cualificados y titulados de cada partido, y a medida que se descendiera en la plana mayor, se continuaría apelando a que viviesen noblemente, aunque fuesen comerciantes. Esto hace que se establezca una directa vinculación entre el ejército americano y los grupos locales más poderosos social y económicamente. Los milicianos serán premiados con fuero militar, un aliciente que demuestra ser atractivo. Las fuerzas militares permanentes, las denominadas fuerzas de línea o tropas veteranas, se diferenciaban de las milicias en la permanencia y profesionalización de sus componentes. Vale en esta instancia que expongamos su fundamental diferencia; los soldados regulares deben servir al ejército (ya sea como voluntarios, contratados, o como pena a un delito) por un tiempo aproximado de dos años, constituyendo la militar su actividad profesional y especialización. Los milicianos son civiles en armas que cumplen con un servicio breve (un máximo de seis meses aproximadamente) o que son convocados de urgencia ante un hecho grave, tal como incursiones indígenas, invasiones, o para engrosar contingentes destinados a una tarea ofensiva específica. Esta periodicidad hacía que los milicianos conservasen sus tareas laborales habituales 71
Marchena Fernández, Juan, “La expresión de la Guerra: El poder colonia l. El ejército y la crisis del régimen colonial”, en Carrera Damas, Germán (Ed.) Historia de América Andina. Crisis del régimen
colonial e independencia. Vol. 4; Universidad Andina Simón Bolívar, Ecuador, 1997, pg. 82 y 83 72
Kuethe, Allan, “Las milicias disciplinadas de América” en Kuethe, Allan y Marchena Fernández, Juan
(Ed.) Soldados del Rey. El Ejército borbónico en América colonial en vísperas de la independencia, Universidat Jaume-I, Barcelona, 2005, pg. 103 73 Ibídem, pgs. 103 y 104 74 Marchena Fernánd ez, J. “La expresión...” Op. Cit. pg. 97 39
(labradores, peones, artesanos, pulperos) cuya estacionalidad muchas veces ocasionaba grandes inconvenientes a la hora de llamarlos a las armas, especialmente si era época de siembra o cosecha 75. Normalmente, las compañías de milicias se ejercitaban una vez por semana en sus barrios después de la misa, instruidos por el que solía ser un oficial veterano76. Vale reforzar entonces esta explicación de forma contundente: un oficial de milicias no es un militar; no puede optar por una plaza en el Ejército regular, no tiene ninguna injerencia sobre un soldado regular, ni se rige por las mismas normas 77. La creación de las milicias entonces, según lo que se explicitaba en la posterior Real Instrucción del 28 de noviembre de 1764, tenía el propósito de multiplicar el número de hombres armados, ya que era harto más costoso conservar a las tropas veteranas, y era tanto más plausible que el número de milicianos fuese mayor que el de veteranos. Las fuerzas milicianas rondarán entonces los seis mil hombres, un número efectivo para los tiempos de paz, pero insuficiente para situaciones de beligerancia 78. España envió a Buenos Aires 151 oficiales, sargentos, cabos y soldados veteranos para la enseñanza de voluntarios que engrosarían las fuerzas locales, acompañados de 2.000 fusiles con bayonetas. El encargado de implementar la instrucción sería el Virrey Pedro de Cevallos. El Virrey enviará a la Corona varios comunicados explicando la dificultad que encuentra para fijar la instrucción miliciana como una obligación que debían cumplimentar los rioplatenses ya que la extensión de la pampa hacía que pudieran encontrar diversas formas de fuga y escape de la imposición estatal 79. Dentro de la campaña de Buenos Aires, las milicias constituirán una fuerza fundamental, principalmente para la defensa de la frontera, agregando participaciones particulares en conflictos de otra índole con el correr de los años. “Se compone este cuerpo de un alistamiento d e
todas las gentes capaces de tomar las
armas en la campaña, que es frontera de indios pampa, y consta de cuarenta y cinco compañías, sin vestuario militar, que acuden a oponerse a dichos infieles cuando intentan atacar las haciendas de la misma frontera, las que se forman en los mismos partidos bajo el mando del Sargento Mayor miliciano respectivo, y tienen desigual
75
Beverina, Juan, El Virreinato de las provincias del Río de la Plata. Su organización militar. Contribución a la “Historia del Ejército A rgentino”. Círculo Militar, Bs. As. 1992 76 Kuethe, A., Op. Cit. pg. 112 77 Marchena Fernández, J., Oficiales y soldados..., Op. Cit. pg. 79 78 Beverina, J., Op. Cit. pg. 198 79 Kuethe, A., Op. Cit., pgs. 114-119 40
fuerza según el pago está más o menos poblado; ascienden actualmente todas a 2.300 80
hombres”
Sus componentes se buscarán en la cercanía a la ubicación de los diferentes regimientos que vayan formándose, para lo cual será necesario que las autoridades, en este caso los gobernadores, den cuenta de la población masculina que puede formar parte de las milicias81. El tener domicilio en el lugar será un requisito para el servicio. La tarea de defensa que esos pobladores emprenden les permitirá peticionar y reclamar ante el Virrey. Esos domiciliados que ejercen los cargos milicianos, adquirirán derechos políticos, tales como el voto 82. La anterior es una consideración fundamental a tener en cuenta, como explica Cansanello, los milicianos “siempre fueron individuos establecidos, nunca de paso”
83
, lo cual reforzará sus lazos locales. El carácter de
vecindad ha recibido en los últimos años numerosos estudios para la ciudad de Buenos Aires y su campaña 84, y nos interesa destacar su importancia en relación a las milicias. Para ser vecino en la campaña bonaerense debía contarse con domicilio establecido, actividad laboral reconocida y servicio en las milicias 85, pero además se sumaban factores inmateriales tales como la inserción en la comunidad social local y la “lealtad” hacia ella y sus miembros. Dentro de los vecinos, hay algunos “más iguales” que otros,
aquellos que lograrán transformar ese poder del que son dotados militarmente para conformar redes sociales que les permitan acceder al poder local. Observemos ahora cómo se organizan específicamente en nuestra área de estudio estas fuerzas milicianas. Hacia 1750, Luján contaba con cinco compañías de Milicias: Luján 80
Oficio del Virrey Vertiz al ministro Gálvez, 27 de septiembre de 1783, en Beverina, Op. Cit. pg. 282 Néspolo, Eugenia, “La “Frontera” Bonaerense ...”, Op. Cit 82 Cansanello, Oreste Carlos, “Las milicias rurales bonaerenses entre 1820 y 1830” en Cuadernos de Historia Regional nº 19, UNLu, 1998 83 Ibídem, pg. 10 84 Hemos mencionado ya a Harzog, pero en lo que al espacio rioplatense se refiere, son de referencia obligado los trabajos de Cansanello: Cansanello, Oreste Carlos, “Domiciliados y transeúntes en el proceso de formación estatal bonaerense (1820- 1832)”. En: Entrepasados. Revista de Historia. Año IV. 1994, Número 6. p. 7-22; “De súbditos a ciudadanos. Los pobladores rurales bonaerenses entre el Antiguo Régimen y la Modernidad”. E n: Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “ Dr. Emilio Ravignani”. Buenos Aires. Tercera serie. Número 11. p. 113-139; “Sobre los orígenes de la sociedad bonaerense. Continuidades y perspectivas”. En: Anuario del IEHS . Tandil. Número 12. p. 79-89; De súbditos a ciudadanos. Ensayo sobre las libertades en los orígenes republicanos de Buenos Aires, 18101852. Buenos Aires: Imago Mundo. 2003 81
85
Néspolo, Eugenia, “Un aporte sobre la estructura miliciana en la frontera bonaerense durante el siglo XVIII”, ponencia presentada en las IV Jornadas Nacionales Espacio, Memoria e Identidad , Facultad de
Humanidades y Artes- Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario, Rosario, 4-6 de Octubre de 2006, pg. 19 41
Arriba, Las Conchas, Luján Abajo, Cañada de la Cruz y Cañada de Escobar, más una compañía de Pardos. Cada una tenía una oficialidad compuesta por capitán, teniente, alférez, sargentos, cabos y soldados, todos ellos vecinos y pobladores, en alteración o por rotación, y dirigidas por el Sargento Mayor de Milicias de Luján 86. Es el Sargento Mayor justamente quien convocaba las milicias, lo que permite considerarlo una figura investida de poder local. Para 1763 el número había trepado a siete compañías de milicias, con una tropa de 632 hombres. Cada compañía contaba con un comandante, un capitán, un teniente y un alférez, cuatro sargentos, cabos y soldados. Al frente de ellos se encontraba el maestre de campo 87. Los maestres de campo tienen gran intervención en las relaciones interétnicas y comerciales. Tres años antes se había puesto en práctica un instructivo de comportamiento que intentaba imponer mayor organización miliciana, resaltando la importancia de la sobriedad, el aseo, el cuidado de las posturas y un mejor adoctrinamiento militar 88. Estas instrucciones eran substanciales en Luján, ya que la importancia del pueblo residía en su situación fronteriza, y en su posición comercial dentro del camino de carretas, como mencionamos en las características aducidas en el primer apartado. Entre 1765 y 1766 las autoridades coloniales dictarán una Real Instrucción para la formación de cuerpos milicianos provinciales. Los gobernadores debían tomar cuenta de los habitantes del lugar y los terrenos que ocupaban, y en base a esos datos formar batallones o compañías sueltas. En Luján se establece un batallón y en la campaña de Buenos Aires cuatro Maestrías de Campo, compuestas por los hombres de cada jurisdicción dispuestas de cuatro compañías (Caballería Provincial) de cien hombres cada una; cuatro oficiales (capitán, teniente y dos subtenientes), cinco sargentos, diez cabos y dos tambores. Los oficiales deben ser vecinos de propiedad y buen linaje, es decir que la propiedad será el principal factor para la oficialidad miliciana. Sólo cobraban sueldo aquellos que se ponían a la cabeza de las tropas. Estos individuos autorizados en el uso de la fuerza encuentran mayores canales de autoridad para incrementar poder personal 89. Esto llevará a que en la década del 70, se destinen oficiales de carrera a los pagos para disminuir el poder de las autoridades milicianas.
86 87
Ibídem, pg. 7 Beverina, Juan, Op. Cit. pgs. 273 y 274
88
Néspolo, Eugenia, “Un aporte…” Op.Cit. pg. 8
89
Ibídem, pgs. 9 y 10 42
Las Reformas Borbónicas buscan una reorganización administrativa en base a principios más racionales y productivos que sus antecesores. El Rey debe promover el bienestar de los súbditos y el progreso económico de lo que se ha comenzado a denominar “el puerto agropecuario de Buenos Aires” .
Para la segunda mitad del siglo XVIII los indígenas
ocupan la mitad del territorio hispanoamericano 90 y su audacia provoca la generación de políticas específicas para la frontera sur. La creación de pueblos se relacionaría de este modo con la puesta en práctica de una política defensiva por parte de las autoridades: los nuevos pueblos saldrían o de la escisión de una población ya urbanizada, o de los pobladores dispersos. El fuerte o fortín ayuda a la protección de esas poblaciones nacientes. Es importante que definamos o caractericemos a estos dos emplazamientos. Los fuertes son pequeñas fortificaciones, permanentes o pasajeras, de forma circular o cuadrada construidas muy rudimentariamente con una empalizada de palos a pique que la rodeaba y viviendas interiores hechas de adobe con techos de paja y pueden albergar hasta a 100 soldados. Los fortines son parecidos en forma, pero son los vecinos en armas quienes constituyen su fuerza defensiva. La militarización de la frontera es un proceso fundamental de este período, y se utilizarán cuatro recursos para concretarlo: el Fuerte, la Misión, el Ejército Regular y el Poblado Defensivo. Durante el siglo XVIII se establecen quince fuertes, guardias o fortines que se sustentan con fuerzas regulares de línea y milicianos91. Hay una articulación entre fuertes y pueblos. Pese a estos esfuerzos el número de milicias es escaso y la frontera extensa. Muchas veces se emiten comunicados de queja desde la frontera a Buenos Aires, diciendo que si se llevan las fuerzas ante un punto hacia el oeste, se deja el este desprotegido, y a la inversa 92. Hasta1776 será el Virrey y no ya el Gobernador y Capitán General quien nombre a las autoridades de origen militar. En 1780 se reconfiguran las cuatro compañías de milicias y las tres de blandengues. Paralelamente se realiza una contabilización exacta de los pobladores para exigir el servicio de milicias. Se crean nuevas compañías de blandengues y se amplían las milicias, quedando las autoridades conformadas del siguiente modo: el Maestre de campo y Comandante General, a sus ordenes por un lado 90
Suriano, Juan y Lobato, Mirta Zaida, Nueva Historia Argentina. Atlas Histórico de la Argentina, Ed. Sudamericana, Bs. As., 2004 91
Néspolo, “La Frontera Bonaerense…” Op. Cit. Canedo, Mariana “Fortines y pueblos en Buenos Aires del siglo XVIII. ¿Una política de urbanizació n para la frontera?” en versión digital en www.mundoagrario.com.ar 92
43
Capitanes de Blandengues (a su cargo las compañías de blandengues, una en Luján, con alférez, dos Sargentos, cuatro cabos y alrededor de 30 soldados), por el otro lado el Sargento Mayor de las compañías de Milicias (cuatro compañías en Luján, comandadas por un capitán, un sargento, cabos y compuestas por alrededor de 40 vecinos en armas en alteración)93. Es este también el año en el cual se establece en Luján la Comandancia de Fronteras. Hasta 1810 el Río de la Plata contará con dos fortificaciones importantes: la de Buenos Aires y la de Luján, ambas dependientes de la unidad de armas del Cabildo de Buenos Aires. En Luján existirán dos autoridades militares mayores: el Capitán del Fuerte, que es quien informa al Gobernador sobre cuestiones productivas y poblacionales, y tendrá a su cargo el permiso de paso de aquellos indios que traban relaciones comerciales con los criollos; y el Comandante General de Fronteras, quien reside en Luján y tiene a su cargo la coordinación justamente de esa frontera, es decir que los fuertes y fortines reciben sus órdenes. El puesto de Comandante no es para cualquiera: quien accede a él ha hecho mérito en puestos previos de menor jerarquía dando muestra eficacia y eficiencia. El lugar que logra le permitirá combinar autoridad y poder; la potestad para hacer efectiva la obediencia, y el medio para conseguir los objetivos que desea 94. A causa de las considerables distancias que debían recorrer, la Caballería será fundamental para el desarrollo efectivo de la fuerza miliciana. El relevamiento último de los pobladores queda relegado a los funcionarios locales, tales como los Alcaldes de Hermandad, o Sargentos Mayores del Regimiento, que suelen ser personajes de gran preeminencia social local. Los vecinos del lugar se inscribían entonces para ser convocados en forma regular para los ejercicios militares. La importancia de las autoridades locales será vital para la convocatoria a milicias, y los vecinos del pago conformarán el grueso de las fuerzas del lugar, lo cual implica el traslado al ámbito militar de un juego de alianzas, parentescos, lealtades y afinidades políticas que toman forma dentro del pueblo y migran hacia dicho espacio. Es en este marco en el cual debemos analizar los conflictos particulares que examinaremos. Debemos destacar los cambios que se producen en las milicias en dos acontecimientos puntuales: las invasiones inglesas y la Revolución de Mayo. Los Borbón efectuaron un 93 94
Néspolo, “Un aporte…” Op. Cit. pgs. 14 -18 Néspolo, Eugenia, “Gobernar en la frontera bonaerense. Luján un estudio de caso (1736 -1784)”. En:
IX Jornadas Interescuelas / Departamentos de Historia. Córdoba, 2003 44
cambio sustantivo al comenzar a utilizar el aparato militar como apoyo y sostén de la autoridad y la política real y no ya únicamente en su aplicación defensiva 95. Pero ante una situación de ataque como la que se efectúa en 1806 sus intentos demuestran ser infructuosos. La primera invasión inglesa, que dejó a la vista la deficiente organización militar que tenía la ciudad, ocasionó en Buenos Aires lo que se conoce como proceso de militarización, mediante el cual todos los hombres hasta los 65 años de edad debían participar de las milicias. Este hecho permitió a gran cantidad de criollos ingresar a las milicias, incrementando su status social, ya que la nada desdeñable oportunidad que brindó la invasión fue que muchos individuos que habían logrado lugares de preeminencia económica, podían ahora ostentar un uniforme que, si bien antes del hecho en cuestión no gozaba de alto status, a partir de ese momento sería paseado con honra por las calles de la ciudad 96. En la campaña de Buenos Aires, las milicias milic ias gozaban ya de prestigio antes de las invasiones, por lo cual no podemos decir que este cambio haya significado en este espacio una diferencia sustancial, aunque sí se incrementó notablemente el número de milicianos. Si para fines del siglo XVII la supremacía peninsular es absoluta en las armas, para comienzos del XIX la balanza se ha volcado de manera casi completa hacia los americanos. A partir de este momento, la defensa continental fue cosa de las clases altas criollas. La protección del sistema colonial parecía fundarse en el interés de la elite criolla en salvaguardar una política mutuamente provechosa. provechosa. Al menos así lo parece hasta 1810 97. En palabras de Marchena Fernández, las abdicaciones regias y el avance de Napoleón sobre España llevaron al repliegue en la cadena de mando hacia las autoridades delegadas. A causa del fraccionamiento de las unidades militares, el poder de decisión quedó en manos de los escalafones superiores de los regimientos regulares y milicianos acantonados en las principales ciudades y fronteras 98. Los ejércitos de las repúblicas americanas que nacieron de los procesos independentistas eran herederos directos de las milicias colonia les. El poder “corrosivo” de dichos procesos sobre las instituciones reales produce también un fuerte impacto sobre las formaciones militares, desmantelando las fuerzas regulares y permitiendo la 95 96
Marchena Fernández, Juan, “La expresión...” Op. Cit. pg. 92 Halperín Donghi, Tulio, “Militarización revolucionaria en Buenos Aires” en Halperín Donghi, Tulio
(comp.) El (comp.) El ocaso del orden colonial en Hispanoamérica, Hispanoamérica, Ed. Sudamericana, Bs. As., 1989 97 Marchena Fernández , J. “La expresión...” Op. Cit. pgs. 101 -104 98 Ibídem, pgs. 108 y 109 45
constitución de milicias que se caracterizaban por la preeminencia de civiles en su formación. La organización militar se parcelaba de este modo aún más, conllevando a nuevas particiones que reforzaban el localismo l ocalismo armado 99. Expliquemos las consecuencias y cambios que la Revolución de Mayo eclosiona. La búsqueda de reclutas en Buenos Aires estará según las primeras disposiciones de la junta, unos días después de la Revolución, destinada a “los vagos y hombres sin ocupación conocida, desde la edad de 18 hasta la de 40 años”, intentando no recurrir en
principio a la población económicamente activa, act iva, por cuestiones de esa índole, í ndole, al igual que políticas, para poder contar con mayor número de adeptos. Posteriormente se confiscarán también los esclavos de los españoles europeos 100. Si bien las fuerzas milicianas eran locales, la movilización revolucionaria las dividió en dos grupos: aquellas que sirvieron a los ejércitos independentistas, movilizándose por tanto, y las que permanecieron en su región 101. El Cabildo de Buenos Aires se erigió ante la caída del Virrey en Brigadier General de las milicias de ciudad y campaña. El proceso revolucionario tiene como implicancia directa el comienzo de la guerra, una guerra larga y altamente gravosa, en la cual la campaña de Buenos Aires estará muy lejos de ser una mera espectadora de los acontecimientos de la década: por sus tierras pasarán los contingentes de soldados (los cuales estarán también conformados por sus habitantes pedidos a los Alcaldes de Hermandad y al Cabildo de Luján) y de ellas extraerán los cuerpos armados los productos necesarios para su subsistencia. A medida que los años fueron pasando, y los enfrentamientos recrudeciéndose, la incorporación de reclutas fue intensificándose, al punto que los ejércitos revolucionarios estaban habilitados a ingresar a los pueblos por los cuales pasaban en sus marchas para incorporar por sí mismos individuos a sus filas 102. Hacia 1813, el 16% de los varones adultos de la campaña de Buenos Aires (es decir, uno de cada seis varones) se encontraba en armas 103. El padrón realizado en 1813 permitía al gobierno calcular por ejemplo, que en la Villa de Luján y su guardia existían entre criollos, negros e indios, 99
Lempériére, Annik, “Revolución, guerra civil, guerra de independencia en el mundo hispánico 1808 1825”, en Ayer n·55, año 2004, pg. 25
-
100
Halperín Donghi, Tulio, Revolución y Guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina criolla, criolla, Editorial Siglo XXI, Bs. As., 2002, pgs. 205-206 101 Cansanello, Oreste Carlos, Op. Cit. pg. 14. 102 Halperín Donghi, Tulio, “Militarización revolucionaria…” O p. Cit. pgs. 142-143 103
Garavaglia, Juan Carlos, “Ejército y milicias: los campesinos bonaerenses y el peso de las exigencias militares (1810- 1860)” en Construir el estado, inventar la nación. El Río de la Plata, siglos XVIII-XIX , XVIII-XIX ,
Ed. Prometeo, Bs. As., 2007 46
938 hombres solteros que podían llamarse al servicio de las armas. A causa de las quejas que llovían desde las autoridades locales, ya que ellas eran las encargadas de reunir a la cantidad de hombres solicitados por el gobierno central, las cifras antes nombradas se calculaban con un diez por ciento de hombres que no se presentarían, por lo cual los pedidos serían en principio menores a los totales 104. El Estado debía afrontar los enormes gastos que implicaba la aventura revolucionaria, y dentro de los que poseía el Departamento de Guerra, más del 70% eran destinados a vestir, armar, alimentar, y dar residencia a sus tropas 105. En 1815, Juan Ramón Balcarce es encargado de reorganizar las milicias de la campaña bonaerense. Se organizan entonces seis nuevo nuevoss Regimientos de milicias de Caballería, sumados a uno preexistente desde 1801 (el de Voluntarios) formados en Luján por cuatro escuadrones, divididos en doce compañías, compuestas jerárquicamente cada una por un capitán comandante, comandante, teniente, alférez y portaestandarte 106 y por supuesto milicianos, de los que carecemos de nómina. Analizaremos un poco las funciones de estos individuos. El capitán tiene a su cargo la instrucción y dirección de la tropa, el control de las armas y aceptar o desechar a los reclutas que se le envían. El capitán de más trayectoria recibe a su cargo el regimiento de menor numeración. Las labores del Teniente estarán íntimamente relacionadas con las del capitán, al que deberá asistir y ayudar en el mando de la tropa, reemplazándolo si fuese necesario. El alférez tiene en el cuerpo de caballería el puesto que dentro de la infantería posee el sub-teniente, y en el caso de las milicias que observamos, guardará las indicaciones de su superior inmediato, el Teniente, asistiéndole en lo que fuera necesario 107. Podemos decir como un balance a este esquema de las milicias en Luján que “el
servicio en las armas no sólo interpeló a los pobladores rurales como vecinos, sino que brindó una estructura de autoridad y poder para que determinados vecinos se reposicionaran en su comunidad y ejercieran el gobierno local ”108. El vínculo orgánico con la sociedad y el poder poder local refuerza la autonomía de este último. Hemos expuesto las características estructurales de nuestro espacio de análisis, y pasaremos ahora a examinar una serie de eventos que dan cuenta de problemas difíciles de remediar entre Luján y Buenos Aires. Hay entre estas dos un problema de autoridad. 104
Ibídem, pgs. 280-281 Ibídem pg. 270 106 AGN X-8-8-4 107 Marchena Fernández, J., Oficiales y soldados..., soldados... , Op. Cit., pgs. 70-76 105
108
Néspolo, “Un aporte…” Op. Cit. Cit. pg. 18 47
III.IV- La Revolución de Mayo en la Villa Los cambios introducidos durante la crisis vivida en España a partir de la invasión napoleónica en cuanto a una embrionaria apertura comercial, que permite el intercambio con mercaderes británicos, encuentran su punto más álgido con la Revolución de Mayo. Los cambios provocados por la gesta revolucionaria implican la pérdida del Alto Perú, con la consiguiente modificación de la lógica económica previa, y dan a la campaña de Buenos Aires un lugar previamente no habilitado. Será fuente de provisión de sustento para las tropas que inicien y continúen las guerras de independencia, y también de los hombres que integren dichas tropas. El espacio rural se verá invadido por los grupos armados que la atraviesen para llegar a destino, y esa dinámica marcará un cambio intenso en las formas de sociabilidad. Al decir de Marquiegui, sobre la campaña irán cerrándose los intereses de una capital apurada por salvarse de la crisis, que irá integrando ciudad y campaña en una unidad interdependiente 109. Como proceso eminentemente político, la Revolución traerá el interrogante de las posibles formas de ejercicio de la autoridad ante el Rey ausente en nombre de quien se sigue jurando, pero cuya soberanía depositada en él por el pueblo, ha retrovertido a este, y será en este aspecto que los pueblos rurales reclamen a lo largo de la década del diez un lugar de participación que se les niega en reiteradas ocasiones. Un debate íntimamente ligado con los ardores igualitarios hace su aparición; se trata de responder sobre la naturaleza de la nación, que será concebida como una asociación voluntaria de individuos iguales, sin ninguna distinción de pertenencia a pueblos, estamentos y cuerpos de la antigua sociedad. Aparecen dos alternativas que dividen las aguas de las discusiones políticas del período; una que sostiene que las decisiones deben partir del conjunto de los pueblos soberanos que para el Derecho de Gentes eran personas morales en condición de igualdad más allá de su tamaño o fuerza efectiva, y sin su consentimiento consensuado lo que se decida carece de legitimidad; otra que considera que debe ser la antigua capital virreinal quien debe ponerse al frente del Estado en ciernes, con el beneplácito y subordinación del resto de los pueblos
110
.
Buenos Aires ser ía para la segunda posición la encargada de “tutelar” al resto. Mariano Moreno, defensor de la autodeterminación de los pueblos y su derecho a ejercer sus soberanías, escribirá sobre estas cuestiones exponiendo las razones que llevaron a 109
Marquiegui, Op. Cit. pg. 19 Chiaramonte, José Carlos, Ciudades, Provincias, Estados: Orígenes de la Nación argentina (18001846) Ed. Ariel, Bs. As., 2007, pg. 128 110
48
Buenos Aires a formar por decisión individual un gobierno al frente de todo el virreinato explicando que la celeridad de los hechos en España forzó a Buenos Aires a tomar tal atribución, ya que era responsabilidad de la capital dar ejemplo de justicia. El gobierno era provisorio y se buscaba formar un Congreso con actuación de todos los pueblos, a los que Buenos Aires no deseaba quitar ejercicio soberano. Efectivamente en el cabildo abierto del 22 de Mayo se había puesto en evidencia la falta de consulta al resto de los cabildos del territorio sobre el establecimiento de un gobierno provisorio 111. Se respondió que la necesidad de pronta resolución de esta situación no daba tiempo a dichas comunicaciones. El Cabildo de Luján se encontraba en una cercanía lógica para ponerlo al tanto de estos hechos. La controversia de fondo más allá de las posiciones más o menos abiertas sobre la participación en la política de la periferia tiene que ver con la legitimidad del nuevo poder que debe reemplazar al colonial, un poder que cuente con el suficiente reconocimiento y aceptación para establecer un orden social. La Primera Junta envió a las ciudades que formaban parte del Virreinato del Río de la Plata una convocatoria para que cada una eligiese un diputado que viajase a la capital para integrar la que se denominaría Junta Grande. No ahondaremos en detalles sobre los resultados de esa convocatoria, sino que nos centraremos en lo acontecido en la Villa de Luján. Hagamos un paréntesis para acotar que el año de 1810 había comenzado con dificultades en la conformación del cuerpo capitular. Desde el primero de enero se observan en las actas de dicho cuerpo las quejas por la falta de acuerdo entre las autoridades. Ese día asumen su cargo el Alcalde Ordinario Andrés Migoya, el Regidor Decano Esteban Torres y el Regidor Defensor General de Menores Estanislao Aguirre. No juran ni el Regidor Defensor General de Pobres, ni el Alguacil Mayor y se aclara en el acta “sin asistencia de los otros dos individuos capitulares por no haberse aun recibido en su Sala Capitular para acordar y determinar lo concerniente al bien 112
común”
Seis días después asumirá su cargo Ramón Manuel Basabe como Defensor
de Pobres, y Francisco Rocha como Alguacil Mayor. El 2 de junio se recibe en el Cabildo un Oficio proveniente de la Junta Provisional Gubernativa (JPG) titulada “Por el Rey” con el siguiente contenido: “Haviendose
instalado en 25 del corriente esta Junta Provicional Guvernativa de las Provincias del Rio de la Plata a nombre del señor Fernando VII comunica a Vm. para qe haciéndolo 111
Ibídem, pgs. 133-135 Archivo Histórico Estanislao Zeballos (en adelante AHEZ), Libro de Acuerdos del Cabildo de la Villa de Luján años 1806-1814, tomo II, pgs. 65 y 66 112
49
publicar en este distrito de su encargo sea reconocida la autoridad de ella, y cumplidas debidamente sus ordenes”
113
El oficio tenia fecha de 29 de mayo y estaba firmado por
Mariano Moreno y Cornelio Saavedra. El acta expresa la aceptación y obedecimiento a dicho oficio, manda a publicar el bando correspondiente y avisar a la JPG su cumplimiento. A modo de bendición, se decide celebrar un Te Deum para que el vecindario “rogara a Dios por el buen éxito de la Madre Patria”
114
.
El 9 de junio Luján recibe otro Oficio de la JPG dando cuenta de los fines de su instalación y agrega “Despues de haver sido solemnemente reconocida por todas las corporaciones y xefes de esta, no duda qe. el zelo y patriotismo de V. allanaran qualesquiera embarazo qe. pudiera entorpecer la uniformidad de operaciones en el distrito de su mando, pues no pudiéndose ya sostenerse la unidad constitucional, sino por medio de una Representacion qe. concentre los Pueblos por medio de Representantes elegidos por ellos mismos atentaría contra el Estado, qualquiera qe. se resistiese este medio producido por la triste situacion de la Peninsula, y unico para proveer legitimamente una autoridad qe exersa la Representacion del Sor. Don Fernando VII” y agrega “ V.
conoce muy bien los males consiguientes a una desunion,
qe. abandona las Puertas a consideraciones dirigidas pr. el interes Momentaneo de cada Pueblo produzca al fin una Recíproca debilidad qe. haga inhevatable la ruina de todos (...)”
115
El Oficio culmina estableciendo la reunión de Representantes como una
propuesta para que “entren en acuerdo”.
Es muy interesante este oficio para analizar
las cuestiones que esbozamos previamente. La apelación a la unidad y uniformidad, y la mención de los males que acarreará la desunión o la persecución de los intereses “momentáneos” de cada pueblo busca una reducción a la unidad, una advertencia del
riesgo de privilegiar la parte por sobre el todo. La participación de los pueblos en la elección de representante para formar parte de una Junta aparece como el único modo legitimo de representación ante la ausencia del Rey, por contar con la participación de las partes del todo. Un paso en falso de uno de esos pueblos no lo perjudicará sólo a él sino al conjunto que integra. Este oficio creó aparentemente discusiones interpretativas dentro del Cabildo, que decidió ese día “ que para poder proceder con todo acierto (...) determinaban, y determinaron asesorarse en la Materia, dejando para despues la
113
Ibídem, pg. 84 Ibídem, pg. 85 115 Ibídem, pgs. 85-86 114
50
deliberacion que corresponda (...)” 116 . No sabemos si esa deliberación fue realizada con
posterioridad, porque la siguiente acta del día 23 del mismo mes ofrece otro oficio que ha llegado desde la capital y que expresa que “ Ha resuelto esta
Junta, qe. se suspenda
por aora la eleccion de Diputado en las Villas, qe. no sean cabeceras de Partido, hasta que se resuelva con detenido examen de la materia, si deben efectivamente tener representacions en el Congreso; lo que participa a V.S para su inteligencia: debiendo suspender su benida si acoso estuviese ya elegido (...)”
Mediante esta resolución la
Villa de Luján quedaba fuera de la participación política en la Junta a formarse. Se responde desde Luján prestando obediencia al cambio y aclarando que no se había realizado aún elección. La cuestión de la inclusión de la campaña en la política tuvo durante este período opiniones encontradas. La exclusión de la participación electoral de la campaña persistirá hasta la elección de diputados para integrar la Asamblea Constituyente en 1813. Pero un pueblo como Luján, con un organismo administrativo de gran trascendencia, tuvo mayores problemas para mantenerse al margen de los sucesos rioplatense que el resto de la campaña.
III.V- La intervención del Cabildo de Luján Hablar de “la” intervención del
Cabildo de Luján es faltar a la verdad. El título responde
a la intervención que este Cabildo sufre en 1812, pero no ha sido la primera vez que autoridades enviadas por Buenos Aires se hacen presentes para alterar el desenvolvimiento autónomo de esta entidad. Al formarse la jurisdicción del Cabildo de Luján en 1755, el de Buenos Aires emite un primer oficio en contra de la misma por quitar un importante espacio a la jurisdicción de la ciudad de Buenos Aires, y adelantando que si se permitía a cada uno de los pueblos circundantes a la capital convertirse en Villa “ (,,,) vendrá a quedar esta ciudad reducida a sólo su recinto que es una monstruosidad”
117
. El Gobierno no tomó
resolución con respecto a la materia, lo que llevó a que el Cabildo de Buenos Aires emitiese un nuevo escrito en el que fundamentaba su postura y explicaba que se daba a “aquella que por naturaleza es menor, tenga más de terreno y jurisdicción”
y ese no
era un territorio cualquiera, sino el “más florido en las crías de los ganados vacunos, 116
Ibídem, pg. 86 Citado por Barba, Fernando Enrique, “La erección del Cabildo de Luján y el pleito jurisdiccional con el Cabildo de Buenos Aires” en Investigaciones y Ensayos nro 31, Academia Nacional de la Historia, Bs. As., Julio-Diciembre de 1981, pg. 265 117
51
único alimento de la provincia ( …) Hechos pues los de Luján de esta jurisdicción, quien duda que intentarán atajar las continuas providencias que este Cabildo esta dando para que no se disminuyan los ganados, ni se vendan sino con equidad, y quedará expuesta esta ciudad a la dirección de aquella villa”118. Nuevamente ante la falta de respuestas, Buenos Aires recordó que el Gobernador (quien se hallaba ausente), no estaba facultado para otorgar el título de Villa porque debía ser esta una disposición elevada por el Consejo de Indias. La batalla estaba abierta. Los primeros enfrentamientos comenzaron porque mientras Luján había efectuado desde 1756 las designaciones de alcaldes para los pueblos de su jurisdicción, Buenos Aires, no queriendo reconocer la reducción que para la suya se había efectuado, continuó haciendo lo propio en la designación de Alcaldes para esos mismos pueblos. Esta situación generó que Lezica y Torrezuri, apoderado de la Villa, se presentase en Lima ante el Virrey para relatar lo que estaba aconteciendo. Con una respuesta favorable a la Villa de Luján del Virrey, Lezica y Torrezuri presentó tal decisión al Gobernador Interino. En 1759 el Gobernador ratificó el fallo del Virrey, y advirtió al Cabildo de Buenos Aires que respetase la jurisdicción asignada a Luján hasta tanto el Rey otorgase el mandato definitivo sobre el tema. Cuando ese mandato llegó, traía la noticia de que efectivamente se reduciría la jurisdicción de Luján. Luján lo aceptó. Los conflictos cesaron, pero en 1783 el Cabildo lujananse fue cerrado y abierto recién en 1787. Con su reapertura la cuestión jurisdiccional seguía siendo un problema, ya que quedaba sin especificar a qué extensión se debía responder: si a la anterior o posterior de la resolución del Rey. Luján estaba habilitada para nombrar según la cédula real Alcaldes para la Cañada de Escobar y Areco, pero no en Pilar y Cañada de la Cruz. En 1789, y en un permiso que parece no tener lógica con lo precedente se reautorizó a Luján a designar Alcaldes para todos estos pueblos en 1791. Después de nuevos enfrentamientos, Buenos Aires aceptó finalmente estos cambios en 1796. Recién diez años después por medio de una Real Orden se reconocía el derecho de la Villa de Luján a su jurisdicción y a la designación de sus Alcaldes. 119 Este pequeño esbozo de la disputa jurisdiccional existente entre estos dos poderes plantea una cuestión de fondo más profunda, relativa al ejercicio del poder de quien se encuentra simbólicamente designado para hacerlo. El reclamo de Buenos Aires de no perder ese espacio territorial va mas allá de la escisión de una porción de tierra: la 118 119
Ibídem, pg. 266 Ibídem, pgs. 270-273 52
ciudad está perdiendo un lugar económicamente importante y del que se presume un crecimiento fuerte en manos de un grupo de personas a quienes no se considera calificadas para establecer la justicia de modo correcto, y de quienes a causa del poder que se les otorga se esperan represalias en cuanto al beneficio económico que esas tierras dan. El 17 de noviembre de 1812, a pocos días de culminar sus labores el grupo de autoridades del cuerpo capitular de Luján encabezado por el Alcalde Ordinario Estanislao José Aguirre se recibe un oficio del gobierno de Buenos Aires en el que se indica que el susodicho “ (…) ha visto con sentimiento que alterada desgraciadamente en esta Villa la tranquilidad general, hoy se experimentan efectos muy contrarios a la unidad de que tanto Necesitamos para salvar al pais – Con el fin de consultar, y que quede extinguido un mal de tanta consecuencia, ha resuelto nombrar interinamente de Comandante Militar y Precidente del Ayuntamiento al Sargento Mayor de Caballeria Don Carlos Belgrano (…)”
120
En el acta se recibe dicha noticia y se acuerda dar
obediencia a la misma pero “(…) protextando suplicar de dicho Superior Providencia; en atencion a que se persuadia que esta huviese Recaido en virtud del informe de algunos vecinos de este Pueblo figurando desunidades que no hay ni entre los mismos Individuos qe. componen este Ayuntamiento; ni entre este con los vecinos de esta Villa y su jurisdicción (...)”
y reafirma, con un cierto desafío “(...) pues jamas podra probarse
un solo caso sobre el particular por mas que se apuren todos los recursos (...)”
121
.
Carlos Belgrano asumió su posición como Comandante Militar interino del pueblo y Presidente del Consejo Capitular el día 26 de Noviembre de 1812, garantizando el correcto paso de mando del Cabildo saliente al siguiente. Carlos José Belgrano, Teniente de Dragones, era el hermano mayor de Manuel Belgrano. En 1805, como Comandante Militar de Las Conchas, había organizado junto al Presbítero Manuel Saturnino de San Ginés el traslado del pueblo a la Punta Gorda de San Fernando, con motivo de las inundaciones acaecidas el 5 y 6 de junio de ese año y había estado al frente de la construcción de un canal. Fue él quien nombró al pueblo “San Fernando de la Buena Vista” y el único autorizado por el gobierno para la concesión de solares. En
1806, con motivo de la Reconquista, Carlos Belgrano formó en San Fernando una Compañía de Húsares para ayudar a librar batalla. El 3 de agosto de 1810, por decreto de la Primera Junta, la Comandancia del Puerto de Las Conchas que desde febrero de 120 121
AHEZ, Libros de Acuerdos… Op. Cit, pgs. 102 y 103
Ibídem, pg. 104 53
1806 había quedado separada de la de San Fernando se incorpora a la de éste pueblo, quedando a cargo de ambas él. Sus funciones cesaron el 10 de Septiembre de 1813, y durante todo el período de su intervención no faltó a ninguno de los encuentros concejiles. Belgrano es nombrado Presidente del Cabildo, cargo que podría emparentarse al de “Presidente de la Audiencia” que se les otorgaba a los
Virreyes122.
Uno de los momentos de mayor solemnidad a lo largo de su mandato lo compone la Jura que se realiza en Luján a causa del establecimiento de la Asamblea Constituyente. El modo en el cual se efectuaban estos juramentos se relacionaba con la intencionalidad de difundir un mensaje político desde el poder central, y de hecho se reviste a estos acontecimientos de una ritualidad destacada. Se toma juramento en primero lugar a los que se considera el “primer círculo” de poder ( Comandante
de milicias, Alcaldes,
eclesiásticos), luego a un “segundo círculo” compuesto por los vecinos más relevantes
del lugar, y a un tercero en el que entran el resto de los vecinos y más tarde los milicianos123. En febrero de 1813 Belgrano encabeza la jura de fidelidad a la Asamblea, con la mano en su espada, y quien le toma el juramento es el Alcalde Ordinario Lino Gamboa, no el Regidor Decano Nicolás Monsalvo, que quizás haya estado implicado en los problemas internos del Cabildo. Luego hace jurar al resto de los funcionarios concejiles, a los eclesiásticos, vecinos, milicianos, y el resto de los habitantes de la Villa. Dentro del contexto en el cual se produce este juramento, demostrar acatamiento a las disposiciones de Buenos Aires y algarabía ante la instalación del nuevo organismo era fundamental. Diez días después, Buenos Aires, en clara señal de reafirmarle a la Villa el cumplimiento de cuestiones que están por encima de su poder, le pide al Cabildo que se explaye ante el Triunvirato sobre el modo en que se ha ejecutado la jura, y aclarándole ponzoñosamente que esperaba la felicitación del cuerpo capitular. Luján contesta inmediatamente felicitando a la ilustre asamblea, informándole “ el
gusto y
alegría con que recibio la noticia de su inaguracion soberana y succesibamente los sucesos gloriosos y favorables conseguidos por las armas de la patria” 124 La obediencia de la Villa y el recordatorio de que debe aceptar y poner en práctica, y no contestar se refuerza.
122
Garavaglia, Juan Carlos, “Los primeros balbuceos de la Revolución”, en
Construir el Estado... Op.
Cit. 123 Ibídem, pg. 154 124 Ibídem, pg. 139 54
Las representaciones de vecinos eran un mecanismo habitual a través del cual se expresaban los malestares de la población con respecto a la actuación (o falta de la misma) de ciertos individuos de la esfera pública, sea esta religiosa, militar o política. Las actas del Cabildo de Luján cuentas con numerosas peticiones de los vecinos de su jurisdicción en las que se da cuenta de la mala administración de Alcaldes, en las que se exponen sus fallas en la buena administración, su falta de intervención ante situaciones injustas o su preferencia por determinados actores a lo hora de defender intereses. Los Alcaldes parecen ser escasos para algunos vecinos que piden que se aumente su número debido a la extensión del territorio a su cargo, o desmedidos en otros casos en el ejercicio de su autoridad. De muchos de los reclamos que aparecen en las actas del Cabildo son los curas de los diferentes pueblos los acusados de diversos desaciertos o más gravemente de conductas adrede dolosas. El cura del pueblo es doblemente compelido a “hacer el bien”, la misma índole espiritual de su profesión así lo indica, por
lo que cuando consideren los vecinos de su pago que no cumple con sus obligaciones, peticionarán en su contra. También eran los militares núcleo de malestares por las demandas que hacían recaer en la población laboralmente activa y, especialmente a partir de la Revolución, la presión de las exigencias militares sobre la población rural sin dudas se había recrudecido, tanto sobre sus personas como sobre sus bienes. Pero el envío de una representación que emanaba de una parte de los vecinos de Luján al gobierno de Buenos Aires sobre el Cabildo de Luján era otra cosa. Mostraba una escisión en el seno de una comunidad que evidenciaba un malestar que no podía remediar endogámicamente, y con un cuerpo capitular que en un momento de especial debilidad de los organismos institucionales carecía de la capacidad para mantener la armonía tan necesaria para el orden social.
55
CAPÍTULO IV - LA FAMILIA AGUIRRE Presentado el escenario en el que transcurrirán los hechos que analizamos en la investigación, pasaremos ahora a revelar a la familia en la cual posaremos nuestra mirada: los Aguirre. Observaremos las redes familiares y de amistad por ellos creadas, su formación y vinculación con los espacios de poder existentes en Luján. Comenzaremos por analizar cómo se ha estudiado la familia en el Río de la Plata, definiéndola y conceptualizándola. Nos adentraremos después en la familia en sí misma.
IV.I- La Familia como campo de análisis Consideramos a la familia no solo como un conjunto de lazos sanguíneos y de solidaridad entre distintos individuos, sino como un lugar , un punto de observación desde el cual es posible advertir la existencia o ausencia de esos lazos colectivos, pero también de los individuales, y el modo en que estos se insertan en otro tipo de instituciones sociales 125. Definiremos la familia siguiendo con esta idea, como ese largo recorrido que parte desde el rito del matrimonio, que incluye a los hijos y sus conyugues, parientes cercanos y lejanos, consanguíneos y políticos y una serie de individuos de diversas identidades tales como domésticos y esclavos, que conviven o mantienen fuertes y solidarios vínculos interpersonales 126. La familia y el parentesco constituyen una red interpersonal en la cual, a diferencia de otras redes sociales, el individuo conoce a cada uno de los integrantes y los reconoce como tales. El parentesco representa un tejido cultural a través del cual se determina la pertenencia a un universo de relaciones sociales 127. Pero debemos tener en cuenta que si bien la parentela es un indicio de relaciones fluidas, no debe ser necesariamente conclusión: los lazos sanguíneos no llevan indefectiblemente al establecimiento de un vínculo que exceda lo genético. El problema planteado por las redes familiares se relaciona con el modo de interpretar esos “lazos invisibles” que unen a los individuos. Es el historiador quien “fabrica” el
grupo al elegir entre el universo de relaciones que mantiene un individuo
una serie de ellas relevantes para analizar un problema dado. Una problemática presente en los estudios de familia se relaciona con el tipo de fuentes que se utilizan para su
125
Zuñiga, Jean Paul, “Clan, parentela, familia, individuo: ¿qué métodos y qué niveles de análisis? En
Anuario del IEHS nº 15, año 2000, pg. 54 126 Moreno, José Luis, Historia de la Familia en el Rio de la Plata, Ed. Sudamericana , Buenos Aires, 1994, pg. 14 127 Ibídem, pg 17 56
análisis. Las fuentes que responden a la elaboración de genealogías (actas bautismales, matrimoniales, testamentos) cristalizan una serie de relaciones que es necesario observar en movimiento y reiteración para advertir si van más allá de lazos meramente sanguíneos. Las redes familiares constituirían lazos activos de intercambios de bienes e influencias. Las actitudes colectivas de las mismas son interpretadas como estrategias, lo cual supone un consenso intrafamiliar en la consecución de determinado fin. Las estrategias cubren un gran número de prácticas y comportamientos de diversa naturaleza, y en ocasiones contradictorias. La propuesta emergida desde la historia familiar es estudiar la familia como unidad familiar, extender el interés no sólo a su generación sino a las previas y posteriores y redescubrir al individuo con su trayectoria de vida 128. Al decir de José Mateo, parte de la ventaja que posee el estudio de redes dentro de esta perspectiva historiográfica es permitir que las grandes determinaciones historicistas den paso a un espacio para la acción individual, sin contraponerse a lo colectivo, sino incluyéndolo129. La dinámica del conjunto, es decir, de la familia patriarcal, debe ser estudiada para poder posteriormente observar los vínculos más profundos, los lazos
fuertes (aquellos en los que se observan vínculos frecuentes y diversos) y los laxos, los lazos tenues (aquellos esporádicos y específicos). El logro de un actor se relacionará con su capacidad para movilizar los lazos fuertes, pero también para hacer uso de los débiles. El interior de esos vínculos puede tener carácter vertical u horizontal de acuerdo el ejercicio de liderazgos hacia el interior de los mismos 130. Será entonces esa frecuencia, y no solo la nomenclatura familiar la que se observe. Ese centro activo de las relaciones sociales manifiesta los eslabones más efectivos de la familia. Existen entonces dentro de una red segmentos de diferente intensidad, formados por distintos grupos de personas. En un período de fuerte transición política como el que abarca este trabajo, la red tendrá como objetivo la eliminación de la incertidumbre 131. El éxito de muchos grupos familiares radicará en su habilidad para tejerlas, y en este sentido, la densidad de esa red será más importante que su posición de clase, es decir que la carencia de una densa base familiar puede ser compensada con la formación de una red 128
Fauve-Chamoux, Antoniette, “Hija de la demografía y la antropología histórica: una nueva historia de la familia con rostro humano” en Desarrollo Económico nº 15, pg.52 129 Mateo, José, Op. Cit. pg. 42 130
Moutoukias, Zacarías, “Familia patriarcal o redes sociales: balance de una imágen de la estratificación social” en Anuario del IEHS n 15, pgs. 133-151 131
Mateo, José, op. Cit. pg. 29 57
creada a través de diferentes campos sociales. Muchas veces, ante la extensión del territorio la distancia era suplida con la creación de lazos parentales o espirituales que reafirmaban la solidaridad hacia el interior del grupo, o el ingreso al mismo de nuevos integrantes132. Estos grupos son conjuntos estructurados de individuos en los que las relaciones sociales son frecuentes y estables. Los grupos formales son la cristalización de una red de vínculos, que pueden ser de múltiples tipos: desde los estamentos y corporaciones del Antiguo Régimen a las asociaciones y organizaciones modernas. Los grupos informales pueden tener una existencia e importancia mayor que los primeros: el compadrazgo, el parentesco de diversos grados, un mismo origen geográfico, las relaciones de clientela, los estudios comunes. Estos últimos son los vínculos más importantes de la vida social y aunque no tengan existencia legal, son bien reconocidos por la ley y la justicia 133. Es importante detenernos en este grupo para analizar dentro de estos grupos informales a diversos actores que forman parte de la red que a través de ellos se forma. Muchas veces las acciones individuales dentro de un grupo están enlazadas entre sí, por lo que esa acción individual moviliza al resto de la red. La movilización de ese integrante acarrea frecuentemente a la acción al resto del enjambre. Dentro de las redes hay determinados individuos que por la posición que ocupan y una capacidad inherente a si mismos pueden hacer circular recursos económicos, servicios, influencias hacia el interior de su familia134. Se denomina a este individuo como Patrón en el sentido tradicional del término, es decir, quien controla los recursos de primero orden (tierras, trabajo, capitales, conocimientos). Los clientes serían quienes ingresan en calidad subordinada a los anteriores dentro de esta relación social voluntaria denominada clientela, que se encuentra orientada por la dominación del patrón y fundada en una situación de intereses, de utilidad que crea obligaciones recíprocas, solidaridad y lealtades. La reciprocidad entre estas partes es desigual en favor de la parte más fuerte. Entre estas dos partes se halla el denominado broker, un emprendedor que moviliza 132
Fernández, S., Della Corte, G., Op. Cit. Pg. 321. Al decir de Beatriz Bragoni “La historia familiar (…) no reconoce un territorio preciso, sino márgenes inestables que responden tanto a los requerimientos de sus propias inversiones como también a una serie de conflictos que interfieren la vida familiar de manera decisiva; esas intermitencias sin embargo se cruzan e interrelacionan con el ciclo de la familia en sentido estricto, con los avatares y especificidades de la organización familiar y un puñado de situaciones particulares” Bragoni, Beatriz, “Asuntos de famil ia: matrimonio, prácticas sucesorias y protección del patrimonio durante el siglo XIX”, en Desarrollo Económico nº 15, pg. 340 133
Guerra, Francois Xavier, “El análisis de los grupos sociales: balance historiográfico y debate crítico”
en Anuario del IEHS nº 15, pgs. 117-122 134 Zuñiga, Jean Paul, Op. Cit. pgs. 52-54 58
recursos inmateriales entre patrones y clientes. Estos agentes intermedios se insertan en la trama y crean contactos estratégicos 135. La red se muestra allí como una serie de vínculos latentes que existen porque sus integrantes reconocen tener entre sí una serie de obligaciones. La perspectiva sincrónica de las redes impide advertir los movimientos y transformaciones que una red tiene a través del tiempo. Pero en determinados momentos puntuales, esos vínculos se activan, brindando un vehículo para la transmisión de bienes, servicios, información, adhesión, apoyo. La actividad de dichas redes puede mostrarse también en la creación de corporaciones que busquen convertirse en centros neurálgicos de la vida mercantil. Las prácticas corporativas se entrelazan con los vínculos políticos, identitarios, familiares y religiosos porque esas corporaciones poseían estructuras que les permitían encuadrar a las familias y a los individuos dentro del ámbito de lo local, y advertir los espacios de conformación del poder para luego utilizar las estrategias propicias para invadirlos 136. La visión de la familia como una empresa familiar establece su imagen como una unidad de acción con el objetivo de lograr la acumulación y reproducción económica. La familia era al mismo tiempo sujeto y objeto de la organización, mediante su inserción en grupos de pertenencia de diversa índole. Esa red de hilos cruzaba a los individuos a través de diferentes agrupaciones no excluyentes en las cuales quedaban incrustados y que los organizaba alrededor de una condición otorgada y reconocida por grupos sociales mayores 137.
IV.II- Familia y redes en el Río de la Plata El mundo familiar rioplatense estaba lejos de constituir un modelo único y simplificado de familia. La monogamia y la tipología europea eran solo una de las formas que tomaba la familia en estas tierras. En su ya célebre ensayo sobre la familia en el Río de la Plata138, Moreno da cuenta de que el aumento de las relaciones de hecho y el debido aumento de la ilegitimidad de los nacimientos han sido en el Río de la Plata, una 135 136
Mateo, José, Op. Cit. pgs. 40-42 Fernández, Sandra y Della Corte, Gabriela, “Negocios sentimentales. Familia, corporación y red
mercantil en Argentina durante el siglo XIX, en Desarrollo Económico nº 15, pgs. 314-316. 137 Fernández, S., Della Corte, G., Op. Cit. pg. 327 138 Moreno, José Luis, “Sexo, Matrimonio y familia: la ilegitimidad en la frontera pampeana del Río de la Plata (1780-1850)” en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani no 15, 1997
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emergente de la movilidad territorial y social en la búsqueda de nuevos territorios. Es decir, se había erigido un patrón sexual, conyugal y familiar de alta funcionalidad para un área de extrema complejidad como la pampeana, con una escasez marcada de población, sumada a su diseminación por el territorio, a la falta de mujeres en edades nupciales, los frecuentes cambios de domicilio, patrones de sociabilidad temporales debido a la movilidad de la mano de obra. Al menos dos hechos más contribuyeron a la concreción de este modelo; uno es la promesa que conlleva la Revolución de libertad e igualdad jurídica, y en la que muchos actores sociales (indios, criollos, mulatos, libertos, blancos, pobres y mujeres, muchos de ellos migrantes y pobladores del desierto) creyeron encontrar en el espacio pampeano su escenario reivindicatorio. El otro, y estrechamente ligado a los sucesos revolucionarios, es la continuidad de la crisis, el desorden y la politización de la iglesia. La acción de los curas párrocos se veía obstaculizada por las distancias que debía recorrer para hacer cumplir los preceptos religiosos del matrimonio, el bautismo, y el entierro cristiano de los difuntos. Las parejas que vivían amancebadas ó en “ilícita amistad” pertenecían a todas las clases
sociales. La religión católica se encontraba derramada sobre el Estado colonial y postcolonial y la identidad de los súbditos se encontraba enlazada a los cánones y preceptos religiosos. Al decir de Garavaglia, el cura párroco era el principio y el fin de todos los actos públicos que ritmaban la vida de los fieles: bautismo, matrimonio y defunción 139. La vida católica del niño comenzaba con su bautismo, a través del cual se lavaba al infante del pecado original, y quedaba apadrinado por una madrina y un padrino con los que establecía un lazo espiritual. Ese parentesco espiritual era muchas veces doble y cruzado, de modo tal que una pareja apadrinaba a un niño cuyos padres serían posteriormente padrinos de su niño. En este preciso momento es cuando se crea uno de los vínculos estratégicos para el tejido de redes familiares. El compadrazgo es una ocasión para reagrupar el parentesco, al igual que lo será el matrimonio. En el trabajo que hemos reiterado en varias ocasiones de Mateo sobre los pagos de Lobos, observa que este vínculo espiritual es utilizado para reforzar los vínculos entre clientes 140. El parentesco ritual es imprescindible para la producción y reproducción social, ya que 139
Garavaglia, Juan Carlos “La cruz, la vara, la espada. Las relaciones de poder en el pueblo de Areco”
en Barriera, Darío (comp.) Justicia y fronteras. Estudios sobre historia de la Justicia en el Rio de la Plata. Siglos XVI-XIX, 140 Mateo, José, Op. Cit. pg. 52-54 60
implica obligaciones recíprocas y es útil para expandir el parentesco sobre una base interclasista. Entre los padres del niño bautizado y los padrinos se crea el compromiso de asistencia y reciprocidad. Ese padrino asume la educación religiosa de su ahijado, y frecuentemente la promesa de velar por su seguridad y crianza en caso de muerte de los progenitores. Este lazo queda fijado entre personas que quizás no tenían previamente nada más que un vínculo débil entre sí, pero que se ve afirmado mediante este sacramento. El parentesco espiritual viene a resarcir en ocasiones la ausencia de uno sanguíneo, adicionando un vínculo “familiar” nuevo, por elección, no dado de manera
natural. La vida de los feligreses transcurría acorde a diferentes fechas del calendario religioso, y a su participación en el resto de los sacramentos, entre los cuales el matrimonio era el principal. Los matrimonios eran un hecho público, que debía realizarse en la jurisdicción de la iglesia de cuerpo y palabra presente. El sacerdote debía certificar la exactitud y veracidad de los datos presentados por los cónyuges, comprobar si no existían impedimentos para el contrato nupcial, y oficiarla. La dote con la que ingresaba frecuentemente la mujer al matrimonio sería administrada por el marido con el compromiso de administrarla correctamente y sin excesos. En las clases más bajas, la dote era más simbólica que económica, consistente a veces en ropa, y utensilios de uso cotidiano141. La elección del cónyuge es de vital importancia a la hora de posicionar el miembro de la familia dentro de un espacio prolífero en lo que a influencias se refiere. Las familias campesinas deben hacer buen uso de este sacramento para equilibrar economía y demografía, ganando componentes para su propia red parental. El casamiento, un vínculo único e indisoluble no permite en este sentido margen de error: a diferencia del padrinazgo, para el que basados en los índices de natalidad en el Río de la Plata se tienen varias oportunidades, en el matrimonio hay que acertar en la primera. El casamiento es hacia afuera del grupo familiar, ya que el matrimonio entre parientes puede darse sólo entre primos en ocasión de permiso papal (lo cual no significa que no los haya en su ausencia, o en 4to grado de consanguineidad). Pero que se produzca hacia el exterior de la familia no significa que lo haga hacia afuera de la red. Por el contrario, el casamiento tiende a reagrupar a la parentela extensa y son muy frecuentes los matrimonios cruzados entre cuñados, inclusive en segundas nupcias ante la muerte de uno de los conyugues. Entre los grupos que ostentan la supremacía económica, 141
Moreno, José Luis, Historia de la familia…, Op. Cit, pgs. 30-35 61
política y social de este territorio el matrimonio es un juego de ludo en el cual hay que estar atento a las posiciones que se ganan al tirar los dados en la menor cantidad de movimientos. El entrecruzamiento de miembros de los grupos de elite permite la consolidación de las posiciones ya ganadas, y el acceso a otras nuevas que se afianzan mediante el vínculo. Es por eso que encontramos una reiteración de apellidos en determinados núcleos familiares que a través del tiempo han logrado que lo que comenzaron siendo lazos débiles se transformasen en fuertes por el vaivén del traspaso de personas entre ellos. Existe un horizonte que resulta imprescindible abordar cuando se trabaja con una red familiar, una explicación de los procesos históricos que completa y da sentido a la trama de relaciones que se busca estudiar. Por eso abordaremos el análisis del espacio en el que se incluirá nuestro estudio para advertir las particularidades que posee. Durante el siglo XVIII los matrimonios estuvieron dentro de las elites precedidos frecuentemente de fuertes estrategias a través de la cuales comerciantes, funcionarios o grupos de la alta jerarquía militar buscaron tejer un entramado de relaciones que buscasen aunar poder político y económico. Dentro de esa red estaba incluido el Cabildo, una institución que les permitiría consolidar sus anhelos económicos. El Cabildo de Buenos Aires 142 fue el espacio por definición en el cual los grupos de comerciantes volcaban los requerimientos de libertad de empresa, y sus puestos eran disputados por quienes desde fuera de ese círculo endogámico, buscaban el acceso a esos mismos espacios de poder. De este modo, diferentes facciones políticas tejidas a través de lazos familiares, económicos, de amistad o clientelares proyectaron en ese espacio verdaderas guerras no bélicas por consolidar su grupo. La campaña de Buenos Aires no estuvo ajena a este tipo de estrategias de acción. José Mateo nos brinda un pormenorizado análisis de Lobos en los tiempos posrevolucionarios para darnos cuenta del modo en que en un pueblo que no encabeza un espacio de vital trascendencia política y comercial (como formula, no es Luján con su Cabildo, ni San Nicolás con su puerto) el tejido social tiende a reforzar mediante los parentescos rituales (bautismal y matrimonial) como estrategia de anexión de fuerzas a los clanes familiares que ostentan el títul o de “notables”, que no constituyen una clase social ni un grupo monolítico, sino que, según la denominación del término “de nota”
son dignos de atención y cuidado, personas que poseen una cualidad que los hace 142
Es útil volver sobre los estudios realizados por Susan Socolow y Zacarías Moutoukias que hemos esbozado en el capítulo II del trabajo. 62
principales en determinada localidad o comunidad. Para establecer tal notabilidad, Mateo toma una serie de indicadores, a saber, si forman parte de una familia reconocida, su antigüedad en el lugar, el uso del “Don” para calificarlos, la propiedad de la tierra, posesión de esclavos, participación en instancias políticas locales o extra locales, en milicias y sus actividades profesionales. En base a esa división observa cómo estos notables enraman influencias hacia abajo y para sus costados logrando según el caso una mayor o menor densidad que les permite el ascenso social, económico y político 143. Si bien es un pueblo cercano, el caso de Luján difiere tanto de la ciudad de Buenos Aires, ya que mientras que en ella es el grupo dedicado al comercio, en Luján serán los estancieros (aunque establezcan vínculos comerciales se autodenominarán de este modo en los censos) quienes pongan en práctica estrategias familiares para potenciar su influencia en la esfera económica y política del pago, y de Lobos, a quien hermana influencia económica de los hacendados pero no cuentan con un espacio de política local como el de la Villa.
IV.III- Grupos familiares y política en Luján Al decir de Tulio Halperin Donghi, la familia consanguínea es sólo el núcleo de un agrupamiento mucho más vasto, que incluye colaterales y una clientela de diversos orígenes. La cantidad de hombres que aglutina parece ser una consecuencia del poderío político y económico del que pueden disponer. La solidaridad familiar interna puede ser el medio que tiene cada núcleo para defender el lugar que le corresponde en esa constelación de grandes familias que define el orden dominante en más de una comarca rioplatense144. A lo largo del siglo XVIII, Luján como hemos destacado anteriormente fue espacio de convergencia de poderes disímiles que en ocasiones entraron en contradicción. La antigüedad en la Villa permitió a algunos habitantes construir alianzas de tipo familiares y parentales que les garantizaran la perpetuidad a través del tiempo. Como pueblo de campaña, Luján posee una profunda vinculación con actividades económicas agropecuarias, y es en este sentido que los grupos más destacados en la vida económica de la Villa se relacionan con dicha actividad. Formar una red efectiva lleva tiempo, y ese tiempo imprescindible para que actores sociales que habitan territorios comunes se entrelacen es parte de las ventajas que poseen los habitantes de larga data. Una Memoria de Estancias elaborada en 1725 nos 143 144
Mateo, José, Op. Cit. Halperín Donghi, Tulio, Revolución y guerra. Op. Cit. pg. 395 63
da cuenta de la existencia de cerca de 80 familias que habitan la zona de Luján y su Guardia, en la que se destacan sus actividades productivas: cría de mulas, vacas o caballos145. De esas familias poseemos una continuidad en las tareas productivas que realizan que realizan, las cuales se acrecientan a partir de fines del siglo XVIII, en un escenario internacional marcado por la demanda de cueros que incrementa la expansión ganadera. La estancia es uno de los ejes fundamentales de la vida de Luján. Su extensión suele ser pequeña o mediana y el nuevo contexto tienta a ampliarla 146. Siguiendo a Marquiegui, los estancieros o hacendados buscarán hacerse de tierras que no pueden disponer a gusto por la existencia de productores independientes e indios, y es por dicha razón que buscarán ocupar los resortes del poder político local con el objetivo de desplegar desde allí condiciones jurídicas que legitimen sus intereses económicos. El autor establece que a lo largo de toda su existencia, el 65 % de la ocupación de los cargos del Cabildo de Luján estuvo hegemonizada por los propietarios de estancias dedicados a las actividades ganaderas, buscando establecer condiciones internas para su despegue. Del mismo modo que Mateo establece una serie de requisitos de notabilidad para clasificar a diversos actores de Lobos, Marquiegui establece también indicadores para observar cuándo estamos frente a una familia tradicional de una que no lo es. Posará la mirada sobre su origen, forma de acceso a la tierra, importancia con respecto al resto, ejercicio de otras tareas, relación con diversos sectores sociales, participación en el Cabildo y en las milicias. No será el que nombre un grupo homogéneo, pero tendrá una característica no menor en común: si bien su base de poder está dada por su tradicionalidad, no descartan incorporar nuevas bases de apoyo diferentes a ellos. Un grupo de familias tradicionales de Luján son aglutinadas por su viejo arraigo, posesión de extensiones considerables de tierras que heredan de las primeras mercedes otorgadas. Participan del Cabildo y de las milicias, y extienden su influencia por los partidos cercanos: son los Lobo Sarmiento, Ponce de León, Rocha, Corro, Leguisamón, López Camelo. Otro grupo menos augusto por sus orígenes más recientes y posesiones, pero igualmente implicados en las actividades ganaderas, capitulares y militares son los Aparicio, Colman, Besabé, Álvarez, Cheves, Irrazabal. Conforman un conjunto que antes de su acceso al Cabildo han consolidado un espacio de poder económico y militar en el pago. 145 146
Libro de Erección de Curatos, 1730, Archivo del Cabildo Eclesiástico Marquiegui, Dedier, Op. Cit., pg. 21 64
Los comerciantes de Luján constituyen un cuerpo que posee en muchos casos tierras que podrían situarlos en el grupo de estancieros. Sin embargo se definen a sí mismos como comerciantes, tratantes o pulperos. Es este un grupo profundamente desigual en el que podemos encontrar desde quienes se dedican al comercio transatlántico, los que acarrean y distribuyen la producción minera y comerciantes menores de productos de tierra y pulperos. Estos dos últimos serán predominantes en Luján. Desde los sectores de estancieros, los pulperos son advertidos como miembros de un mundo anexo relacionado con la circulación de personas que conforman los sectores perjudiciales a sus intereses: los merodeadores de la campaña, los que carecen de empleo fijo, aquellos que establecen circuitos alternativos de comercialización de bienes que han robado. La pulpería es vista como un espacio de sociabilidad en el que se combina la venta de productos ilegales con los peligros del alcohol desmedido y los juegos que suelen ocasionar enfrentamientos duros. Su acceso al Cabildo será frecuente pero no por eso menos discutido, llegando a la presentación de solicitudes para desestimar la elección de Alcalde Ordinario con esta procedencia. De este mundo surge la familia a la que analizaremos: los Aguirre, cobijados bajo el ala protectora de una buena estrella.
IV.IV- “Los Aguirres”: las milicias y el Cabildo. Las actividades económicas familiares Los Aguirre parecen en ocasiones hologramas: están de acuerdo a desde dónde se los mire, pero si uno se mueve un poco del lugar de observación, desaparecen. Grupo atípico dentro de la elite de la Villa, podríamos cuestionar incluso si forman parte de dicho agrupamiento. Si no coincidiera nuestro estudio con un período de particular movilidad ascendente de esta parentela, no habría modo de detectarlos. Este apartado comienza entonces a modo de disculpa: los Aguirre no son los González mendocinos que estudia Bragoni, los Cascallares lobenses de Mateo, los Martínez arequenses de Garavaglia, ni mucho menos los augustos grupos estudiados por Moutoukias para Buenos Aires. Las fuentes que nos dejan son “accidentales”: no tenemos de ellos archivos privados, cartas sentimentales (a no ser que consideremos las proclamas de este modo), vastos registros notariales, ni siquiera sucesiones. No dejan grandes extensiones de tierras a su muerte, no controlan circuitos comerciales interrregionales a gusto, ni siquiera se enriquecen lo suficiente durante el período poscolonial como para
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llamar nuestra atención. Aparecen sin embargo de un modo tan contundente en los documentos políticos de estos años, que ignorarlos sería un error casi clasista. La familia nuclear que forman Gerónimo Aguirre y Manuela Urquiza se nos aparece hacia 1770 en el primer tipo de registros con los que contamos para advertirlos: los archivos parroquiales bautismales. Cuatro de sus cinco hijos son bautizados en la capilla de Luján, pero no encontramos de la pareja ningún acta matrimonial en los registros del oratorio, lo que nos estaría indicando la posibilidad de que hayan llegado a la Villa ya casados. Ni los encontramos emparentados con otros Aguirre ni Urquiza del pago ni de los circundantes. No figuran en las Memorias de Estancias de 1725, en los censos y padrones levantados en los años 1738 y 1744 respectivamente, ni en actas notariales o documentos del Cabildo con anterioridad a 1776. Es ese el año en que nace el primero de sus hijos, Estanislao Joseph, y lo siguen Juan Pedro en 1777, Agustín en 1780, Petrona en 1782 y del único que carecemos de acta bautismal, pero que por los censos del período fechamos nacimiento en 1783, el menor de la familia, Salvador 147. Cinco hijos en total, de los que hemos podido seguir la trayectoria a través de los Archivos Parroquiales de dos, que se casan, tienen hijos y residen en Luján. Son Estanislao y Salvador. Sabemos que Juan Pedro y Petrona se mantienen solteros y sin hijos por censos y memorias del período, y que también desarrollan sus vidas en la Villa 148.
Cuadro n0 1 -ÁRBOL GENEALÓGICO DE LA FAMILIA AGUIRRE 147 148
Centro de Historia Familiar (CHF), microfilm 727747 Abundantes documentos poseemos sobre estos dos hermanos para los años de Rosas, en los que serán
nombrados por el Gral. Paz, residente obligado en la Villa, como parte de los “espías” que su hermano
Salvador, Juez de Paz predilecto del gobernador para Luján, ha montado como servicio al Restaurador. 66
Carecemos de información sobre la vida de Agustín en cambio, quien no es nombrado con posterioridad a su nacimiento, pero de quien no tenemos tampoco acta de defunción. Gerónimo Aguirre posee dos actividades económicas hacia 1785 en la Villa de las que tengamos noticia: es maestro de primeras letras en la escuela, y administra el pontazgo del puente de Luján, administración que es sacada a subasta todos los años
149
. El
maestro de primeras letras es un individuo que cumple con una tarea muy importante dentro de un pueblo de campaña, especialmente en uno pujante como Luján, por lo que se convierte en alguien conceptuado dentro del universo pueblerino. El calendario escolar duraba todo el año, haciendo distinción de horarios fuese verano o invierno, por lo que representaba un trabajo de gran dedicación que se interrumpía desde media mañana hasta comenzada la tarde, con horario cortado. Según lo establecía el Cabildo, el maestro debía en primer lugar instruir a los alumnos en materia de catecismo, con especial cuidado por parte de estos en la comprensión doctrinaria, en segundo lugar enseñarles a leer, escribir y contar, y también cuidar de su formación como personas de bien a través del aprendizaje de valores. Se animaba al establecimiento de un sistema de premios para promover el esfuerzo personal. El maestro se encontraba unido a tareas religiosas además de las que consideraríamos sus funciones específicas de enseñanza, y era el encargado de llevar a los niños a confesarse y prepararlos para recibir los sacramentos150. Imaginamos entonces que este quehacer emparentó a Gerónimo con las tareas parroquiales y con sus representantes, al igual que con el Ayuntamiento. Con este último se vincula a través de varias tareas. En los oficios del Cabildo de Luján podemos encontrarlo en una serie de rendiciones de cuentas firmadas por alcaldes ordinarios en las que le asignan pagos por reparaciones de, por ejemplo, el puente de Luján
151
que
administra o partes del recinto capitular. Figura Gerónimo también como testigo en varias transacciones, no suyas, como testigo en los registros notariales 152. En 1787, poco antes de morir, reemplaza al Alcalde Ordinario Francisco Aparicio en la firma de ciertos documentos administrativos por algunas semanas, aclarándose que es ante enfermedad del Alcalde que se da el reemplazo 153. En su otra actividad como encargado de la administración del puente, o cobro de pontazgo, Gerónimo ejercerá un cargo que le 149
Archivo General de la Nación (AGN) IX-20-1-3 Barral, María Elena, De sotanas por la Pampa, Op. Cit. pg. 107 151 AGN IX 41-6-7 152 AGN IX 49-7-1 153 AGN IX 41-6-7 150
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permitirá establecer una relación cercana con todas las personas que a través de ese paso introducen mercaderías bien en la Villa, bien utilizándola como paso. No sólo esta labor le permitiría establecer contactos comerciales, sino también lazos de otro tipo que lo podrían dotar de vínculos fluidos y abundantes con individuos locales y transeúntes. Si bien estamos especulando sobre estos posibles enlaces, no es menor el hecho de que las dos tareas que Gerónimo realiza lo convierten en un hombre reconocido por los vecinos. Quizás su temprana muerte en 1787 impide que ocupe un puesto estable dentro del cuerpo capitular, pero ante la misma sus cinco hijos, todos menores, continúan residiendo en su domicilio gracias a la buena voluntad del Cabildo que decide darles la casa que habitan ante la muerte de la cabeza de familia. Manuela y su prole habitará entonces en una casa en la cuadra del Cabildo 154, un domicilio que es quizás expresivo de su lugar social, o predetermine su avidez política. La muerte de Gerónimo deja a sus hijos pequeños sin su compañía, y desconocemos cómo logran superar la falta de manutención económica que necesitan. Sabemos sin embargo que sus vidas viran hacia una actividad que marcará a toda la familia: el comercio. Estanislao y Salvador son comerciantes; el primero se denomina tratante, y el último pulpero en el censo de 1813 155. Las razones que los emparentan con esta actividad económica y el momento en que la comienzan, teniendo en cuenta que no es heredada, las desconocemos. Podemos especular sin embargo el por qué de esta elección, probablemente con la labor en la Posta. El lugar de hermano mayor es a todas luces cumplido a rajatabla por Estanislao. En 1799 contrajo matrimonio con Escolástica de la Fuente 156, hija de Juan de la Fuente, un pulpero que merece un apartado. Cuando con 44 años fue elegido en 1775 para ejercer en el ayuntamiento la tarea Alcalde Ordinario, es rechazado por el grupo de estancieros que ocupaba este espacio, ante la sospecha de, por su profesión, regentear un ámbito que era sospechado como tal de ser ámbito de transacciones poco honestas. Sin necesidad de disfrazar las razones de la resistencia, los sectores tradicionales representados por Juan Leguizamón y Francisco Aparicio alegan que ser pulpero y ejercer personalmente el oficio es incompatible con el honor que implica el cargo. El conflicto se dirimió a favor de de la Fuente, que volvió a ejercer cargos capitulares en el 154
Dorronzoro, Martin, Op. Cit. pg. 49 AGN X 8-10-4 156 Los datos sobre matrimonios utilizados en este punto son extraídos de los Libros de matrimonios de Luján 1771-1818 (nº de film 727752, int. 1801) microfilmados por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y puestos a disposición en los Centro s de Historia Familiar de dicha institución 155
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77 y 79, pero la renuencia a la participación de pulperos en este organismo continuó a través de los años 157. A modo de reconciliación quizás, uno de los hijos de Juan, Rafael, contraerá matrimonio años más tarde con una de las hijas de Francisco Aparicio llamada María Teresa, por lo que ambas familias se entrerraman. Como hemos advertido previamente, las divisiones no eran necesariamente tan estáticas. Dos de las hijas de Juan contraerán matrimonio con dos de los Aguirre: Escolástica será la mujer de Estanislao como hemos dicho, y años después Pascuala se casará con Salvador. Hay un entrecruzamiento matrimonial y una fuerte vinculación de las dos familias. Poseen padrinazgos cruzados de sus hijos, y son Estanislao y Escolástica los padrinos de la boda de sus hermanos, lo que nos indica la existencia de lazos fuertes. Quizás sean estos matrimonios los que terminan de perfilar la faceta comercial de los hermanos, o quizás por el contrario, sirvan para afianzar una condición embrionaria a través de la vinculación religiosa con un miembro del grupo comerciante que posee además experiencia de participación política en el pueblo . El matrimonio de Estanislao tiene a seis hijos en su haber. Al momento de buscar padrinos para ellos, Estanislao elije a familias locales emparentadas con ellos como los Aparicio, de quien también se convierte en padrino de un hijo, y fundamentalmente de otros comerciantes como la familia Casal, los Torres, Llanes o Romero. Pareciera ser que el padrinazgo de sus hijos se concentra para Estanislao en el afianzamiento hacia el interior del grupo que conforma. A la hora de ser padrino de otros, la distinción ocupacional se pierde, y apadrina tanto a hijos de labradores, como de comerciantes y esclavos; en este sentido, la multiplicidad de niveles sociales en los que se mueven les permite establecer relaciones con personas de muy diferente extracción, ampliando la base de su red. El casamiento de Estanislao parece dar nacimiento a su carrera política: un año después de él, en 1800, ocupa por primera vez un cargo capitular, y paralelamente acrecienta su labor comercial convirtiéndose en tratante, abastecedor de carne y posteriormente rematador de corral de Luján 158. Entre 1805 y 1811 Estanislao vende en calidad de apoderado cinco terrenos circundantes a la plaza de la Villa de Luján, incluyendo uno cuyo propietario era Pedro Díaz de Vivar 159. Estanislao fue cabildante en 1800, 1810 y 157
Marquiegui, D,, Op. Cit., pgs. 33-34 AGN X-31-9-3 159 Pedro Díaz de Vivar ostentaba hacia 1780 el puesto de alférez del Regimiento de Caballería de Buenos Aires, posteriormente ascendido a ayudante Mayor, siendo designado en 1783 para emprender una expedición a la frontera de Luján en auxilio de las fuerzas que luchaban en la campaña contra los indios 158
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1812, año en que logró el puesto de Alcalde Ordinario justamente en el momento en que se produce la intervención del Cabildo y la llegada de Belgrano. Ese conflicto huele a su participación. Traslademos nuestra mirada ahora al menor de los hermanos. En 1807, Salvador Aguirre contrae matrimonio con Pascuala de la Fuente, con quien tendrá diez hijos (dos mueren recién nacidos, y otros dos son mellizos). La elección de quiénes serán sus padrinos es verdaderamente poco variada: todos ellos son apadrinados por solo dos hombres y una mujer, que es madrina de todos sus hijos, Cipriano López, maestro de Posta y su mujer Maria Bonifacia Alvarez, la madrina omnipresente y Bartolo Rodriguez, un estanciero residente en San Antonio de Areco pero oriundo de Luján, casado con una arequeña llamada Gregoria Sosa. Los padrinazgos de Salvador serán abundantes, especialmente durante los años en que crece su posición militar y política. Entre 1812 y 1822 es padrino de dieciocho niños, cuatro hijos de Salvador Romero, perteneciente a una familia de prósperos comerciantes, cuatro de su compadre Bartolo Rodríguez, dos de Luciano Silva, zapatero de la Villa, dos hijos de los hermanos Bernabé y Silvestre Montiel, postillón y labrador respectivamente, uno de Vicente Aguirre, un labrador oriundo de San Luis de quien desconocemos parentesco, uno de un tal Pedro Uriondo de quien no poseemos mayor información, uno de Alejo Caraballo, marido de una hermana de Salvador Romero y de ocupación labrador, y dos de padre y madre desconocidos. Un universo heterogéneo que lo conecta con una familia de antigua data en la Villa como los Romero, y con grupos que siguiendo los conceptos utilizados por Mateo serían clientes dentro de una red. Los hermanos Aguirre aparentan tener en ellas la función de brokers, actores intermedios que movilizan relaciones e influencias hacia un lado y otro de la pirámide, aquellos puntos necesarios para unir dos conjuntos importantes de egos, en fin, esos sujetos que poseen un conjunto de relaciones que los hacen imprescindibles para unir a los poderosos con los relegados en la escala social, en otras palabras poseedores de capital simbólico 160. De la mano de Pascuala, Salvador incrementará su patrimonio, pasando de ser pulpero161 a poseer además de su negocio y casa en la ciudad, chacra y estancia hacia pampas. Su participación en este y otros acontecimientos militares de la época lo hicieron acreedor a varias leguas de tierras en Luján y su Guardia, otorgadas por la corona española. Piccirilli, Ricardo; Romay, Francisco y Gianello, Leoncio; Diccionario Histórico Argentino, Ediciones Históricas Argentinas, Bs. As., 1954. Tomo VI, pgs. 125-126 160 161
Santilli, Darío, “Representación gráfica de Redes” Op. Cit. pg. 8
AGN X 8-10-4 70
1836162. Pero la particularidad de Salvador no residirá en su patrimonio nada impresionante, sino en su habilidad para hacer de su carrera política y militar una catapulta hacia la supremacía social. Segundo en orden de llegada, Salvador será sin embargo el más célebre de los hermanos por su considerable crecimiento político; en 1811 llega al Cabildo, y logra el puesto de Alcalde Ordinario durante tres años consecutivos en 1818, 1819 y 1820, algo que ningún otro alcalde había hecho 163, en un contexto que veremos es particularmente crítico e inestable. Sumado a su participación política, Salvador ostentará también el título de Comandante de Milicias desde 1815. En una sociedad de campaña como la de Luján y también de frontera, el desempeño militar posee gran jerarquía social y muchos de los cabildantes se desempeñaban en las milicias locales; no debe extrañarnos entonces que los mayores logros políticos de Salvador vayan de la mano con su inserción dentro de las milicias de Caballería de Luján, a las que ingresa en 1812. En este punto se diferencia de su hermano, y probablemente es este rasgo el que le permite superarlo políticamente: el proceso revolucionario de mayo inaugura una movilización militar que durará cincuenta años, durante los cuales la confrontación armada será el modo por excelencia de resolver los conflictos políticos. Es difícil hacer referencia a este personaje sin mencionar lo que será su vida con posterioridad a los eventos que nos convocan en este trabajo. Haré por lo tanto una excepción. Salvador se acerca a muchas de las figuras de mayor prominencia política de los años posteriores a la Revolución: Dorrego, Saavedra, Belgrano, Arauz, Soler, San Martín. En 1855, se editan las Memorias Póstumas del General José María Paz; en ellas el militar dedica algunas de sus páginas a su estadía obligada en Luján. Una carilla de las mismas está por entero dedicada a Salvador Aguirre: federal neto, ha convertido a su familia en una suerte de red de espías al servicio del Restaurador 164, quien durante seis años le otorga el cargo de Juez de Paz de la Villa de Luján. Vale la pena que nos detengamos en su figura para algunos acontecimientos destacados de estos años, y en el modo en el cual interactúa con quienes, por derecho de antiguo asentamiento, consideran propios espacios que entran en disputa. Una cuestión más antes de continuar con nuestro trabajo. La solidaridad interna sirve frecuentemente para fortificar a cada 162
AGN X 25-2-4 Udaondo, Enrique, Reseña Histórica de la Villa de Luján, Talleres Gráficos Oficiales, La Plata, 1942 pgs. 235-246 164 Memorias Póstumas del General José María Paz, 1855, Bs. As., Imprenta de la Revista, Tomo III, pg. 59 163
71
familia frente a la rivalidad de otras, en un complejo proceso en el cual la autoridad administrativa se reserva un papel arbitral. La intervención directa del nuevo poder político en las familias locales afecta brutalmente el poderío de las viejas familias, citando textualmente a Halperín Donghi “el nuevo poder necesita demasiado de ellas
como para ejercer una supervisión excesivamente celosa y sistemática; la delegación progresiva de sus funciones en autoridades locales que, cualquiera sea el origen formal de su investidura, la debe a su arraigo en la comarca que administran, contrarresta bien pronto ese apenas esbozado avance del poder revolucionario y lo devuelve al papel más tradicional de arbitro en la rivalidad entre familias”
165
. En los apartados siguientes
veremos cuánto se cumple esta consigna.
165
Halperín Donghi, Tulio, Revolución..., Op. Cit. pg. 396 72
CAPÍTULO V: BUENOS AIRES Y LA VILLA DE LUJÁN ENTRE 1815 Y 1816 Llegados a esta instancia, nos proponemos analizar los sucesos acaecidos en la Villa de Luján entre los años 15 y 16, advirtiendo el modo de accionar de los grupos familiares que hemos descripto brevemente y su modo de nuclearse a través de hechos políticos de marcada trascendencia. Veremos en este punto a las redes en acción, y analizaremos su posicionamiento en un bienio que perfila la situación que en Buenos Aires se vivirá hasta el “fatídico año 20”.
1815: un año complicado Suele haber entre los historiadores un acuerdo común en establecer a 1815 como el comienzo de un segundo período dentro de la cronología posrevolucionaria 166. Los primeros cinco años desde la gesta de mayo son vistos como un “ensayo” en el cual Buenos Aires había concentrado su capacidad de acción en tres ámbitos: la soberanía territorial (el nombramiento de una Asamblea como representante de la Nación) que había fracasado; en uno funcional (la delegación hecha por el Poder Legislativo de funciones en el Poder Ejecutivo) cuestión que regresaba de forma intermitente, y el tránsito de un poder colegiado (Cabildo) a otro unipersonal, que es el que tiene una permanencia más duradera si consideramos su herencia en la figura de Gobernador 167. Al decir casi poético de Halperín “Durante esos años la Revolución no sólo ha buscado
en vano la fórmula que pusiera tras ella la solidaridad de todos los revolucionarios; ha comenzado a cambiar de modo irreversible el marco institucional en el que ha surgido; ha comenzado también a transformar mediante esos cambios el mismo marco social que la abarca”168.
El paso a la concentración del poder en el Ejecutivo ante la caída del Triunvirato es en parte una influencia de la figura de Carlos María de Alvear, que si bien no asume de forma directa el cargo de Director Supremo del Estado, lo hace de manera “no oficial” a través de la designación para el mismo de su sobrino Gervasio Posadas. Vale repetir en este sentido la popular frase argentina reformulada “Posadas al gobierno, Alvear el
166
Ternavasio, Marcela, Gobernar la Revolución. Poderes en disputa en el río de la Plata, 1810-1816, Ed. Siglo XXI editores, Bs. As., 2007; Halperin Donghi, Tulio, Historia Argentina. De la Revolución de Independencia a la Confederación rosista Vol. 3, Paidós, Bs. As., 1980; Suriano, Juan y Lobato, Mirta Zaida, Atlas... Op. Cit 167 Ternavasio, Marcela, Ibídem, pg. 158 168 Halperín Donghi, Tulio, De la Revolución de Independencia ... Op. Cit. pg. 98 73
poder”. Los
problemas que se le presentaban al nuevo Director eran numerosos y de
difícil resolución. Entre ellos destacaban dos: el avance del federalismo oriental mostraba para 1815 una fortaleza perturbadora, y la situación internacional ante la vuelta al trono de Fernando VII junto a sus congéneres reales europeos ara motivo al menos de alerta. A poco de asumir el cargo, el sobrino renunciará a ejercerlo, siendo su tío llamado al poder. La figura de Alvear no goza de popularidad en el Ejército del Norte, donde su designación es rechazada, en un espacio de fuertes luchas desde el inicio de las guerras revolucionarias. No será esto sin embargo lo que apague la buena estrella del militar, sino una serie de acciones que toma con respecto a esos problemas que habían instado a Posadas a alejarse de las presiones del cargo. En un contexto en el cual se considera la mesura un camino cierto ante la amenaza confederal que se va cerrando cada vez más sobre Buenos Aires, ante la integración al sistema de Artigas de Córdoba, Alvear exhibe una virulenta proclama antiartiguista que hace temer a los habitantes bonaerenses una pronta incursión oriental. Paralelamente Alvear comete un fatal error diplomático al enviar a Miguel García a Brasil para encontrarse con un funcionario inglés con un documento en que le pediría la incorporación del Río de la Plata al reino de Inglaterra. Por antipatrio que esto suene sus razones no son para ser justos vituperables en su totalidad: enviado por la Asamblea, Manuel de Sarratea no había logrado en Londres el reconocimiento inglés, y ante la vuelta de Frenando VII los temores se incrementaron. Las acciones de Alvear culminaron de un modo ruidoso: el 3 de abril se subleva el ejército y las milicias en Fontezuelas, proclamándose Ejército Auxiliador y Protector de la campaña de Buenos Aires. Unos días después se produce una asonada popular en Buenos Aires para quitar a Alvear de su puesto. Miguel Estanislao Soler, Gobernador Intendente de Buenos Aires, aclamado por el pueblo citadino que le pedía que asumiese su representación, se dirigió a la Plaza de la Victoria al frente de una columna que lo seguía encomendándole que adoptase las medidas que creyese convenientes para mantener la seguridad pública. El cuerpo capitular acepta el pedido hecho por la multitud encabezada por Soler, retira los poderes a los diputados de la Asamblea, y exige la dimisión a Alvear que días después se embarca alejándose de la tumultuosa capital. Ante una plaza abarrotada se decide que el Cabildo asuma la autoridad suprema, y se quema la proclama antiartiguista de Alvear 169. 169
Ibídem, pg. 100 74
Las tareas del Cabildo en quien nuevamente recae el poder como lo hiciera otrora no son menores. Entre ellas la más ardua será el poder reconstruir la disuelta unidad política. El nuevo gobierno debía elegirse, acorde al Cabildo, a través de comicios indirectos en Buenos Aires, de modo tal que los hombres más votados de los doce cuarteles constituirían los electores. ¿Qué debían votar los electores así reunidos? una autoridad central unipersonal provisoria hasta que se reuniese el Congreso en Tucumán. De este modo, al llevarse a cabo las elecciones el elegido resulta ser Juan José Rondeau, pero como se encuentra en tareas militares en el Alto Perú asume interinamente Ignacio Álvarez Thomas. El cargo de Director será vaciado de poder ante el Cabildo y se creará a modo de poder legislativo la Junta de Observación (J.O), que además estará atenta al desempeño del Director considerada una prevención para evitar males mayores. Los poderes que en el Ejecutivo habían sido depositados por la Asamblea serían dejados sin efecto, y en su lugar, se lo dotaba de funciones meramente militares (aunque hasta para armar una fuerza de esta índole debía obtener permiso de la J.O), mientras que las políticas quedaban en manos del Cabildo. El Director Supremo actuará en efecto bajo el estricto control de la J.O170. Cada tres meses el Director debía enviar a la J.O un informe que resumiese lo gastado por sus acciones. De hecho, el Director sólo sería aceptado como tal si se atenía previamente a esta condición. La composición de la Junta respondía a los “notables” de la ciudad,
y se constituyó para muchos en un poder despótico y
autoritario171. El Ejecutivo era en palabras de Álvarez Thomas (dichas luego de alejarse del cargo) un “fantasma sin acción”.
Ante la situación de debilidad y provisionalidad que al Cabildo se le presenta, realiza una acción que lo diferencia de comportamientos previos: en el intento de no irritar el ánimo de “los pueblos”, envía una circular a todos los
cabildos y gobiernos de las
provincias para informar lo ocurrido en esos días advirtiendo que Buenos Aires no busca tener una conducta prepotente al asumir el poder en sus instituciones como lo ha hecho, sino que esperaba oír “la voz de los pueblos”, y si alguno de ellos se oponía, cambiaría su postura ante el voto de sus hermanos “sin orgullo ni resentimiento”172. 170
Ternavasio, Marcela, Gobernar... Op. Cit. pg. 170 Herrero, Fabián, Movimientos de Pueblo. La política en Buenos Aires luego de 1810 , Ediciones Cooperativas, Bs. A.s, 2007 , pg. 53 172 Ibídem, pgs. 170-173 171
75
El 5 de mayo la J.O sanciona el Estatuto Provisional, que buscaba en palabras de Ternavasio seguir en la línea de esa igualdad, al ajustar entre otras cosas la cantidad de representantes a los habitantes de las diferentes jurisdicciones, revisaba las jerarquías territoriales heredadas del Antiguo Régimen, y buscaba la negociación con los pueblos del interior. Director Supremo, diputados para el Congreso General, Cabildos Seculares de ciudades y villas, Gobernadores Provinciales y miembros de la Junta de Observación debían ser nombrados en juntas populares 173. Si bien la población rural había participado esporádicamente en elecciones por ejemplo en 1813 para la Asamblea Constituyente, a través del Estatuto se establecerá ahora la representación de la población rural, y serán las elecciones para diputados en el Congreso de Tucumán la primera de estas pruebas. Paralelamente se permitirá que voten para las elecciones capitulares, siempre teniendo en cuenta que deben trasladarse a la ciudad para hacerlo. Sólo dos años durará esta “bondad” y por temor a tumultos, será quitada la representación de la campaña en 1817. La consideración de que la población rural, con su voto popular, estuviera actuando clientelísticamente es poderoso, y la inclusión implica abandonar una de las bases del sistema representativo hasta entonces vigente: la exclusividad en la representación de la ciudad 174. Este hecho no pasaba desapercibido para un hombre como Bernardo de Monteagudo, quien en un artículo del periódico La Gazeta en 1812 decía “Hay una porción de hombres en la sociedad cuyos derechos están casi olvidados porque jamás se presentan entre la multitud, al paso que su interés por las producciones del suelo asegura sus deberes, y las fatigas a que se consagran para mejorarlo recomiendan sus derechos. Hablo de los labradores y gente de campaña, que por ningún título deben ser excluidos de las funciones civiles, y mucho menos del rango de ciudadanos, si por otra parte no se han hecho indignos de este título (...) ¿En qué clase se considera a los labradores? ¿Son acaso extranjeros o enemigos de la patria, para que se les prive del derecho de sufragio? Jamás seremos libres, si nuestras instituciones no son justas ”175. Pero para el momento sobre el que estamos trabajando, será la J.O quien realice también el llamado a elecciones para elegir autoridades al Congreso convocado. Los diputados que se envían desde Buenos Aires llevan como una de sus instrucciones el establecer un poder unipersonal y centralizado, en sus propias palabras, ya que “(...) habiendo 173 174 175
Ibídem, pg. 172 Chiaramonte, José Carlos, Ciudades, provincias... Op. Cit. pg. 148 Bernardo de Monteagudo “Clasificación de los c iudadanos” en Ibídem, pg. 120 76
acreditado en todos los tiempos la experiencia, que se administrase por muchos el Poder Ejecutivo se siguen los mayor es males a un estado” y agrega que “ procuren por cuantos medios esten a sus alcances la indivisibilidad del Estado”
176
.
El Estatuto no es como se esperaba unánimemente aceptado: Salta y Tucumán lo aceptan sin modificaciones, con modificaciones en Jujuy, Chuquisaca y Potosí, descartada por Artigas quien lo considera a Santa Fe como provincia autónoma, y como él en la Banda Oriental, ni Entre Ríos, Córdoba y Corrientes la aceptan. Cuyo por su parte no gusta de la debilidad que se le ha dado al Ejecutivo. Visionaria su opción teniendo en cuenta los días que se vienen. Mientras Buenos Aires recupera la compostura muy de a poco hacia mediados de año, en Luján comienza una segunda parte del año signada por enfrentamientos facciosos que tomaron una parte importante de las comunicaciones entre la Villa y Buenos Aires y que culminan con un conflicto electoral. Vayamos primero un poco hacia atrás. A principio de 1815, Juan Ramón Balcarce había sido como dijimos previamente, encargado por el gobierno en Buenos Aires de la organización de los cuerpos milicianos en la campaña. Entre los nuevos regimientos que se creaban, estaba el Regimiento 3 0 de Caballería de Milicias de Campaña de Buenos Aires, con cabecera en Luján y por tanto, compuesto por miembros de los partidos bajo jurisdicción del Cabildo. El Regimiento contaba con cuatro escuadrones compuestos de entre tres y cuatro compañías cada uno y cada una con una plana compuesta por Capitán Comandante, Teniente, Alférez y Porta Estandarte. Sin contar a los milicianos, esa Plana Mayor, aunque suene ostentoso el título, estaba compuesta de 36 hombres, vecinos de Luján, Cañada de la Cruz, San Antonio de Areco y Fortín de Areco 177. Con el puesto de Capitán Comandante y al frente del Escuadrón Primero, Compañía primera del Regimiento se encontraba Salvador Aguirre. Su Alférez era Matías Colman, hijo de Gerónimo Colman, en el 15 Alcalde Ordinario de la Villa. Al mismo tiempo, era designado como Comandante General de la Villa Miguel Arauz, quien es al mismo tiempo Comandante del Regimiento 30 de Caballería de la Villa, figura controversial que provocará grandes litigios. Sin dudas, esta cercanía permite a Salvador Aguirre acercarse a Arauz y trabar una relación significativa con él.
176
“Instrucciones de los diputados de Buenos Aires al Congreso de Tucumán” en Chiaramont
e, José
Carlos, Ibídem, pg. 144 177 AGN X 8-8-4 77
La presentación de figuras extrañas al equilibrio de poder local ha ejercido en este espacio, antes y después del 15, un particular efecto. Para algunos representa una oportunidad de ingresar a instancias políticas mayores. Para los que no logran asociarse a esas personas, una amenaza latente. Poco sabemos sobre lo que sucede desde la designación en febrero de Arauz y los eventos a los que haremos referencia en julio. Podemos sin embargo deducir en base a una serie de indicios que la instalación de una figura de autoridad militar y también política, ya que se lo nombra como había ocurrido con Carlos Belgrano, Presidente del Ayuntamiento, deja en las autoridades del momento una situación incómoda. Paralelamente parece ser que Arauz toma sus atribuciones como Presidente un poco por encima de lo estipulado, y comienza a recibir “donaciones” de vecinos para las milicias,
y a pedir al Cabildo ciertos fondos que no están a su disposición. En un momento se lo acusa aparentemente de tener la potestad de las llaves de las arcas del ayuntamiento y no dejarlas en poder de quién debería tenerlas, ergo el Alcalde Colman. El dicho Colman envía en nombre del cuerpo capitular un oficio a Buenos Aires del que no disponemos, en el que cuenta estos inconvenientes que están teniendo con el nuevo Comandante. Buenos Aires responde que se pone en alerta a Arauz sobre que se atenga a aquellas funciones que son estrictamente de su incumbencia y deje de lado las que no le corresponden. El trasfondo de esta situación era que una parte de los vecinos proponían formar una partida celadora permanente, a sueldo y pagada por los propios vecinos, para sustituir el servicio de milicias, y Colman y Arauz (es decir el Cabildo y Comandante militar) disputan quién debe controlar esos fondos. Pero además Arauz no está de acuerdo con que eso signifique que no deben prestar el servicio. Más aun, el Cabildo quiere interpretar el estatuto y que las milicias estén bajo su mando, como lo estaban los llamados cuerpos cívicos bajo el de Buenos Aires. El Cabildo de Luján acusa recibo de la ratificación de Arauz en el cargo de Comandante Militar de la Villa el 28 de Julio, aunque advierte que “observa inquieto al becindario con la presencia de este xefe. Pero interponiendo nuestra autoridad, nos esforzaremos en lo posible consiliar la union, y tranquilizar los animos inquietos de estos” 178
Parece que la tregua no dura mucho, porque el 4 de agosto Colman remite un pliego a Buenos Aires, designando como encargado de transmitirlo al Regidor Decano Balentín Olivares, considerando que su tolerancia con respecto a Arauz ha llegado a su fin. El 178
Ibídem 78
oficio comienza vanagloriando su propia actuación fiel ante todo pedido de Buenos Aires, y resaltando la obediencia del Cabildo siempre ante lo requerido. Incluso ante los pedidos de Arauz: le han dado todo lo que necesitaba: hombres, caballos, reses llevando a que “algunos se ven pobres en el día” 179 Es un documento realmente descriptivo de los “ males, perjuicios y desordenes” que
Arauz ha llevado a la Villa, dividido en varios puntos. Mientras que en el primero se nombra los perjuicios como hemos mencionado de los ejercicios militares, en el segundo dice “Habiendo elegido por oficiales a hombres p ulperos y mercenarios, que bajo el respeto de su autoridad oprimen para su ventaja y comercio a los propietarios de campo”180 Sin duda está hablando de parte de sus “mandados”, t ales como Aguirre,
Gregorio Álvarez, pulpero y capitán del 1er Escuadrón (E) 5ta Compañía (C) además de hermano de la madrina de todos los hijos de Salvador, José María Migoya, Porta estandarte, Mariano Galeano y Manuel Vicenter, arequeños y capitanes de compañías del 3er E, y Justo Fonseca y los hermanos Pedro y José Antonio Anta de Cañada de la Cruz, siendo porta estandarte, teniente y alférez del 2do. E. Todos ellos son pulperos. Pero solo uno preocupa realmente a Colman. Arauz pide exacciones obligatorias para mantener a su grupo de milicianos, que al decir de Colman, no estaría mal si estos estuviesen al servicio y velando por la protección de los vecinos. Pero en su opinión esto no sucede. Se lo acusa también de que ejerce la justicia, dando de latigazos a quien considera culpable de cuestiones que corresponden al Cabildo y no a él. El final del oficio es contundente: la propuesta del Cabildo de Luján es formar un cuerpo de Milicia Cívica a las órdenes del Cabildo, como en Buenos Aires, y que los jefes los proponga Balcarce, que se alisten solo los que han tenido puestos concejiles, y que si se precisa un Comandante para el pueblo, que el mismo sea propuesto por el Cabildo, según el Estatuto para Tenientes Gobernadores. Todo el poder debería residir en el cuerpo capitular, en el sector socio-económico que este representa mayoritariamente, y más específicamente, en la facción que Colman integra y lidera, que más adelante veremos en acción 181. Es importante que recordemos para futuras situaciones la apelación de Colman a incluir a Balcarce en las decisiones que escapan a su control local. Comandante General de milicias de campaña y autor del plan de
179
Ibídem Ibídem 181 Ibídem 180
79
formación de los nuevos regimientos, y considerar que la propuesta que eleva establece una homologación de funciones entre el Cabildo lujanense con el capitalino. No sólo parece ser que Colman tiene en claro que Arauz es un hombre que privilegia las relaciones con los grupos de la Villa que no debe, sino que parece ser que posee una idea muy acabada del modo en que las milicias deben organizarse y de su total subordinación al Cabildo. De este modo se lograría un poder complementario y no competitivo como lo representa en ese momento. El 9 de agosto, es el turno de Arauz de realizar su descargo ante el gobierno, que se presenta ante las acusaciones del Cabildo de Luján, advirtiendo que son sólo palabrerías que injustamente ha levantado Colman, que es movido por intereses particulares, y que el problema comenzó cuando Arauz mandó se le enviase un arca del Cabildo para depositar lo que se fuese acopiando, y que no poder maniobrar esos gastos fue la causa de su enojo, y no los ejercicios doctrinales. Denuncia que el ayuntamiento se halla en abandono, y relata que intentó arreglar la plaza y reordenar la asignación de caballos y ganado que debían dar los vecinos en turno, pero nunca aprovechándose de esos beneficios. Su final también es contundente, al decir que sólo Colman dirige el estado: el resto de los regidores no existen. La división es clara hasta para un recién llegado como Arauz, quien en uno de sus descargos ante las numerosas acusaciones de Colman dice que ante los pedidos materiales necesarios a los habitantes para las milicias “solo trata de pensionar aquellos que no son de su facción”
182
Ante tal clima de caos entre las autoridades de la Villa, Ramón Balcarce responde el 23 de agosto que “no encuentra otro medio de conciliar los animos de aquel vecindario sino poner de Cmte de dcho. Regto. al capn. de Voluntarios D José Gerónimo Colman, pues se lo previene den dcha orn ponga interinamente un sugeto de su confianza”
183
Este enfrentamiento seguirá a lo largo de todo el año, ya que si bien el gobierno llama la atención en reiteradas ocasiones a Arauz sobre los límites a que debe atenerse, y lo saca temporalmente de su cargo de Comandante, conserva el de Presidente del ayuntamiento. Las decisiones tomadas en el Cabildo de Luján se identifican con los intereses de quienes lo conforman. Los conflictos que durante las primeras décadas del siglo XIX acontecen la Villa pueden ser señalados como parte de las disputas sostenidas por las facciones que localmente discuten el poder sobre un espacio político de la envergadura que posee el cuerpo capitular. El “faccioso” era para los periódicos de la época, quien 182 183
Ibídem AGN, X-8-8-4 80
perturbaba el orden público184. El abuso de poder ejercido por quienes pertenecen a la facción dominante al momento de las elecciones representa un ejemplo de los movimientos internos y las influencias externas que sostienen, y las elecciones ese acontecimiento de medición de fuerzas. Veamos si con el siguiente caso las facciones comienzan a quedar levemente más delineadas. Según establecía el Estatuto Provisorio, las elecciones para cuerpo capitular debían ser realizadas de manera indirecta a través de un grupo de cinco electores que designarían a las nuevas autoridades. El 30 de Noviembre se realizó en la Villa la elección de electores. Según lo establecido en el Estatuto, los sufragantes tenían dos días para hacerlo en la casa del Juez de Curato (en nuestro caso podría ser en la casa del Alcalde o en el propio Cabildo) donde este se hallaría junto con el cura y tres vecinos reconocidos. Los sufragios, que podían ser de palabras o escritos, serían depositados en un arca cerrada bajo tres llaves que poseerían el juez, el cura, y uno de los tres vecinos. Pasados los dos días, el arca se abriría y recontarían los votos de manera pública 185. La elección a realizarse en Luján debía ser para elegir entonces a los cinco electores que votarían al cabildo entrante. Pero nos encontramos con la anulación de la primera de las elecciones por haberse realizado desoyendo las normas, y realizándolo con alevosía. Según lo expuesto por una serie de vecinos que elevan una representación a Buenos Aires, las anomalías son varias. En primer lugar se informaba mediante carteles convocantes que se debía votar por un representante y no por cinco, en segundo lugar la elección no se había llevado a cabo en absoluto del modo indicado en el Estatuto, sino que por dar un ejemplo, los votos habían sido recolectados por los funcionarios del Ayuntamiento yendo a la casa de un vecino que vivía distante del pueblo, en medio de la calle cuando se encontraba el Alcalde con otro vecino que manifestaba querer sufragar, o se votaba en nombre de una persona que según alegaba el cura a cargo del proceso electoral, padre Julián Cires, le había dicho que votaría por tal o cual persona. El hecho es que la situación no escapó a los ojos de los “hombres pulperos y mercenarios”, según la denominación de Colman que realizaron la representación 186, en 184
Definiremos “facción” como “un conjunto de ciudadanos, sean o no la Mayoridad, que están unidos o
movidos por algún común impulso de pasión o de interés contrario a los derechos de los demás ciudadanos, o a los intereses permanentes y agregados de la comunidad” en Ternavasio, Marcela,
Gobernar la Revolución., Op. Cit pg. 191. 185 Galimberti, Vicente Agustín, Los procesos electorales en la Villa de Luján entre la revolución y la consolidación del rosismo, 1815-1842. Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad Nacional de Luján, 2009, pg. 69 186 AGN Sala X 8-4-5 81
la que decían y citaremos en extenso porque la consideramos importante, que el llamado a elección había sido realizado en la misa, y aquí encontramos según quienes suscriben un primer inconveniente ya que “(...) son pocos los vecinos q e. concurren á la Misa Parroquial, y de estos los mas no comprenden como es debido lo que se lee con una vos mascada e interrumpida.” Pero aún surcando esta dificultad (que es sin duda una crítica doble al cura Cires: por no convocar feligreses, y por decepcionarlos si van a causa de su mala predisposición para la liturgia), las dificultades para que el acto electoral se realizara con cierto marco de legalidad continuaban, ya que “Se ha engañado al pueblo pr . medio de los carteles q e. se fijaron el 27 subscritos p r . el Alce. istando á los Ciudadanos p a. la Votacion de un solo elector en los dias 28 y 29 y p r . una casualidad supieron algs vecinos en la tarde del 23 que debia votarse para cinco Electores; pero no carecieron de esta noticia desde el 28, todos aquellos á quienes el Alguacil Maior solicitó para que prestasen su voto por los cinco sujetos que han resultado ilegitimam te. electores; siendo uno de ellos el Alce. del Ayuntamiento ” Hecha la trampa. El Alcalde Colman era uno de los electores elegidos para elegir, y el resto de sus compañeros de andanzas eran José Lino Gamboa, Martin Lobo Sarmiento, Carlos Tadeo Romero e Isidro Irrazabal. En un año en que su autoridad había sido tantas veces puesta en jaque, no debe extrañarnos que quiera dejar lo menos posible librado al azar para el que comienza, siendo su grupo de pertenencia quien decida quiénes llegarán el próximo año. Los que suscriben no son ningunos improvisados y saben de lo que hablan y hacen recaer gran parte de las infracciones en el “(...) Padre Dominico Fr. Julian Cires, que es el que ha manejado un negocio de tanta importancia; y de aquí es que se ha frangido el Art o. 3º del Cap o 4º de la ses. 5º del estatuto. ” Es evidente que hay en este grupo un conocimiento sobre el contenido de las legislaciones vigentes. Es muy interesante la respuesta del cura ante la acusación de un vecino ilustrado (Salvador Aguirre) que intenta decirle a él y al Alcalde la arbitrariedad con la que habían procedido en la elección: “aquí no se viene á hablar ni disputar” . Pero los vecinos continuaron hablando y disputando, diciéndole a Cires que habían sufragado jornaleros y también menores de 25 años. Ante una condena cada vez más resonante Cires hace lo impensado: toma las cédulas del arca, las tira sobre un brasero y comienza a quemarlas. Cuando las noticias de estos hechos llegan a oídos o manos de las autoridades citadinas mediante la representación de algunos vecinos, se designa a un funcionario llamado Francisco Reyes para que tome declaraciones y notifique qué sucedió. Su informe convence de que hay que realizar una nueva elección, que efectivamente se produce con 82
normalidad. Pero antes del desenlace, ¿quiénes son los firmantes de esta representación? Salvador Aguirre, Francisco Delgado, Francisco Aparicio y Manuel José Montiel. Efectivamente al frente de “los pulperos, mercenarios y opresores de los propietarios” denunciados por Colman se encuentra el capitán Salvador Aguirre, testigo e impugnador principal de los comicios. Su hermano mayor, Estanislao Aguirre, es el testigo de Reyes en todas las declaraciones tomadas por la impugnación de comicios. Como hemos dicho anteriormente, en la Villa de Luján existen rasgos propios de un espacio en expansión, lo cual otorga diversas oportunidades de movilidad social, pero con una fuerte presencia de un grupo de familias que llamaremos tradicionales, ya que poseen una serie de perfiles comunes, tales como antiguo arraigo a ese pago, posesión de importante cantidad de tierras con su consiguiente explotación, participación militar y relaciones matrimoniales y comerciales hacia el interior de dicho grupo. A lo largo del conflicto electoral surge la presencia de figuras tradicionales de la política lujanense, y paralelamente familias “en desarrollo”, que no cumplen con los puntos que
hemos delimitado para formar parte del grupo tradicional, pero que poseen sin embargo la habilidad para colarse por los intersticios estructurales. Quienes son propuestos para ser votados (José Gerónimo Colman, José Lino Gamboa, Martin Lobo Sarmiento, Carlos Tadeo Romero e Isidro Irrazabal) y también uno de los hombres envían la proclama (Francisco Aparicio) son parte de las familias tradicionales del pago. Salvador Aguirre, Manuel Montiel y Francisco Delgado no son recién llegados, pero distan de pertenecer a los “notables” del pueblo.
Dentro de la representación se encuentran importantes figuras de la Villa. Veamos el caso de Francisco Aparicio. Hijo de su homónimo, un hacendado que formará parte del Cabildo en cuatro ocasiones, pertenece a una familia que había participado activamente de la organización militar de la frontera. Aparicio es concuñado de Aguirre y se encuentra en reiteradas ocasiones defendiendo sus causas, poseyendo participación militar y siendo en tiempos venideros juez de paz de Rosas durante ocho años. Es un joven de apenas veinte años cuando firma la proclama, y se dedicará durante toda su vida a la pulpería que posee en el centro de Luján. Manuel José Montiel era el maestro de primeras letras de la Villa hasta que en 1814 es quitado de su puesto por el Cabildo por “ fomentar bandos y promover discordias”187 .
187
Dorronzoro, Martin, Op. Cit. pg. 168 83
Hijo de Nicolás Montiel, comerciante de Luján, establece una fuerte relación con la familia Aguirre, que apadrina a más de seis hijos entre propios y de sus hermanos 188. En el caso de la familia Colman, podemos establecer su asentamiento como ya hemos mencionado en la Villa desde principios de 1700, siendo poseedores de estancias y dedicándose al comercio ganadero y la producción agropecuaria, con conexiones con Entre Ríos y Santa Fe. Tuvieron desde su llegada a Luján fuerte participación en las milicias de frontera, en el Cabildo y luego en el Juzgado de Paz. Su participación en el Cabildo está plasmada en la intervención de seis integrantes de la familia en el mismo entre 1787 y 1818; los hermanos Miguel, Bonifacio, Manuel y Gerónimo Colman eran estancieros y establecieron alianzas matrimoniales para vincularse con familias tradicionales locales como los Lobo Sarmiento (Martin es su cuñado, y parte de los mayores poseedores de tierras de la villa) y los Palomeque, a través de las cuales acrecentaron considerablemente sus patrimonios. Paralelamente Isidro Irrazabal es socio comercial de Gerónimo Colman. José Lino Gamboa es el único que escapa a esta categorización por su profesión de comerciante como el mismo se define, aunque podemos sostener que gran parte de las relaciones que establece con este grupo se debe específicamente a su posición como intermediario en la venta de productos en el “camino real”.
Los cuatro hermanos Colman son poseedores de extensiones de tierras y
entre ellos, José Gerónimo ocupará especialmente nuestra atención. Recordaremos como hemos dicho previamente que José Gerónimo Colman tuvo un destacado papel en el Regimiento 3º de Caballería de Campaña e integró el Cabildo en 1787, 1803 y 1815. Sus hijos Matías y Gregorio ocuparon puestos en el Cabildo también en ese período; el primero en 1817 y el segundo en 1818 189. Es decir que la superposición en la ocupación de espacios en el Cabildo es un condimento extra para convertir a estos espacios en escenarios propicios de lucha. El establecer su influencia y dominio en el Cabildo es una necesidad para continuar conservando los casilleros avanzados, y el hecho de que quienes se atrevan a establecer un papel político paralelo lo hagan en sus propios términos explica la avidez de lucha y lo encarnizada que se muestra durante el desarrollo de los acontecimientos. Los nuevos espacios de participación política y ejercicio del poder militar buscan ambos ser dominados por estas facciones contrapuestas: constituyen ámbitos de creación de
188 189
CHF, rollo 727746 Marquiegui, D., Op. Cit. pg. 29 84
redes altamente valorados, tanto para quienes ya las tienen bien hilvanadas, como quienes quieren comenzar el ovillo. Si bien es tentador elaborar conclusiones en base a hechos posteriores a los que analizamos en este apartado del este trabajo, no podemos evitar advertir cómo estos grupos perfilados en este momento, lejos de desintegrarse van a mostrar fuertemente sus lazos en los eventos de los siguientes cinco años en Luján. Y en este sentido el año 16 marcará un álgido punto. CUADRO no1 Facción liderada por Salvador y Estanislao Aguirre 1815-1820 190 INDIVIDUO OCUPACIÓN FAMILIAR COMPADRAZGO CABILDO Francisco Aparicio Pulpero X X X Manuel Montiel Pulpero x x Gregorio Alvarez Pulpero X X José María Migoya Pulpero Andrés Migoya Pulpero X Manuel Vicenter Pulpero X Pedro Anta Pulpero Antonio Anta Pulpero Miguel Arauz Militar X Francisco Delgado Carretero Nicolás Places Manuel González Zapatero Pablo Lima Nicolás Castañeda Mariano Mariño Pulpero Julián Rocha Presbítero
MILICIAS CLERO X X X X X X X X X X X X x
CUADRO no 2 Facción liderada por José Gerónimo, Matías y Pablo Colman 1815-1820 INDIVIDUO OCUPACIÓN FAMILIAR COMPADRAZGO CABILDO Valentín Olivares Traficante X Julian Cires Presbítero José Lino Gamboa Estanciero X Martin Lobo Sarmiento Estanciero X X X Carlos Tadeo Romero Estanciero X Isidro Irrazabal Estanciero X X Patricio Peñalva Estanciero X X Manuel Mendez Estanciero Mariano Mendez Estanciero Mariano Miller Francisco Argerich Presbítero
MILICIAS CLERO X X X X X X X X X X
V.II- Gobierno local y confederacionismo en Buenos Aires en 1816 Al decir de José Carlos Chiaramonte, el 16 es la continuidad del 15 191. Esto que podría parecer una perogrullada cronológica, hace referencia en verdad a que los acontecimientos políticos de un año atrás, tendrán su correlato en este año, y mucho de lo que en él sucederá será consecuencia de lo decidido previamente. En junio se 190
Se tienen en cuenta para su elaboración el tipo de lazo que une a los individuos con los Aguirre o Colman, su inserción institucional y ocupación 191 Chiaramonte, José Carlos, Ciudades, provincias... Op. Cit. pg. 158 85
producirá en Buenos Aires lo que se ha dado en denominar un movimiento de pueblo, definido por Fabián Herrero como levantamiento armado, en ocasiones cívico-militar, que puede obtener la anuencia de preponderantes sectores de la sociedad. Estos movimientos poseen objetivos relacionados con el cambio del sujeto de poder político192. Si bien pueden ser provocados por distintos factores, suelen producirse en momentos de tensión o inestabilidad política, en los cuales emergen planteos insatisfechos de los grupos que se levantarán, a causa de la falta de respuesta del poder político de turno en temáticas puntuales, cuando se superponen tensiones a escala provincial y nacional, por la falta de acuerdos mínimos entre la elite dirigente. El historiador establece una diferencia entre lo que considera dos períodos diferentes con posterioridad a la Revolución; mientras que en un primero (1810-1815) los movimientos de pueblo tienen éxito a causa de la crisis de las autoridades, en un segundo (1815-1820) con una situación legal e institucional más afirmada, estos movimientos terminarán en fracasos 193. No es casual entonces que se produzca un movimiento de pueblo durante estos meses teniendo como epicentros la ciudad y también la campaña en junio y julio. La fundamental distinción de este movimiento será su propuesta de que Buenos Aires se convierta en un estado federal, dejando de lado ambiciones y gastos desmedidos que han perjudicado a sus habitantes a lo largo de estos años posteriores a la Revolución. El enfrentamiento entre las ideas de quienes proponen una confederación, y de quienes consideran a la misma como una amenaza de disgregación y proponen un gobierno centralizado llevarán a numerosos debates de los que se harán eco la opinión pública y la población en general. En continuidad con los hechos que hemos expuesto para Buenos Aires en 1815, daremos una somera explicación de lo que sucedía en el sitio en la primera parte de 1816, y cómo el equilibrio de fuerzas va perfilando futuros vencedores y vencidos. En febrero de 1816, el Director interino Ignacio Álvarez Thomas realiza un llamamiento al pueblo para efectuar un cabildo abierto. Su intención es votar la modificación del Estatuto Provisional, que como hemos visto previamente, convertía el cargo que él ejercía en prácticamente un elemento decorativo del poder legislativo ocupado por la J.O. Su propuesta es la elección de un grupo de cinco miembros que representen al gobierno soberano y tomen la responsabilidad de alterar aquellos aspectos del Estatuto que hacen que el mismo deje en manos de la J.O el ejercicio de un poder considerado 192 193
Herrero, Fabián, Op. Cit , pg. 19 Ibídem, pg. 125 86
cada vez más despótico. Juan Manuel Beruti, ciudadano memorioso y ávido reproductor de lo acontecido en el período, deja un testimonio que da cuenta de que los citadinos no eran ajenos a esta situación, al decir que “De resultas de las disputas tenidas el Director con la junta de observación, y verse sujeto el Director al estatuto, no pudiendo determinar cosa por si, sin dicha junta; el Director el día de ayer echó un bando, citando al pueblo a Cabildo público en donde decia expondría los motivos que le asistían para ello”194 De
más está decir que al Cabildo y la J.O no le caen en gracia
estas acciones del Director, por lo cual “(...) celosos de su autoridad, creyeron haber el Director faltado al dicho estatuto, no habiendo avisado antes a ellos el bando que iba a echar (...) por lo que depusieron del mando al Director don Ignacio Álvarez y arrestándolo en su propio palacio, procediendo a nombrar Director (...) en la persona del Alcalde de primero voto don Francisco Escalada (...) habiendo sido hecho sin conocimiento del síndico de la ciudad ni anuencia del pueblo” 195. Cuando
la noticia
llega a oídos del síndico Juan Cossio, este se encargó de juntar el pueblo, dirigirse al Cabildo y presentar la queja sobre su accionar aduciendo que “(...) ninguna facultad le asistía por sí solo sin conocimiento del pueblo para nombrar otro; de cuyas resueltas el pueblo depone a Escalada y repone a Alvarez (...)”
196
Según continúa el relato de
Beruti, al día siguiente reunido el “pueblo soberano” en la Iglesia de San Ignacio, el Cabildo, la J.O y el Director, y después de escuchar a Alvarez Thomas en su descargo, se acordó que el Poder Ejecutivo quedase en el lleno y extensión de sus facultades que habían cortado el Estatuto, y se suspendían las funciones de la J.O hasta que el Estatuto se reformara, para lo cual se nombró en ese encuentro a cinco personas encargadas de hacerlo. El 22 de marzo se realizan las modificaciones que deberán ser ratificadas en cabildo abierto el 4 de abril. La reunión, a la que se sospechaba tumultuaria y con derivaciones violentas, era temida por los organismos de gobierno que ejercen considerable presión, por lo que Álvarez Thomas cancela el cabildo abierto, y acepta que la modificación del Estatuto quede en manos del Congreso Constituyente. Incapaz de seguir sosteniendo la falacia, y con una situación inestable en cuanto a los resultados de la lucha en Santa Fe (volveremos sobre este tema más adelante) Álvarez Thomas renuncia. Asume el puesto
194
Beruti, Juan Manuel, Memorias Curiosas, Buenos Aires, Emecé, 2001, pg. 269 Ibídem 196 Ibídem 195
87
en su lugar Antonio González Balcarce, que debe acordar con los centralistas para el ejercicio efectivo de su puesto. La retirada de Álvarez Thomas es un éxito que ha logrado el grupo que ejerce la mayor parte del poder político en la ciudad. Veamos algunas características y estrategias del mismo. La elite política de Buenos Aires 197 se establece dentro de los diferentes niveles del poder. Para fines analíticos diremos que se pueden advertir tres diferentes jerarquías de individuos de acuerdo al tipo de cargos que ejerzan. Una primera estaría representada por el Director Supremo, integrantes de la J.O, Alcaldes de primero y segundo voto del Cabildo, Gobernador Intendente. Una segunda jerarquía integraría al resto de los regidores del ayuntamiento, y una tercera por los Alcaldes de Hermandad y Barrio, quienes efectivamente poseen capacidad de movilización, por encontrarse en la base de l sistema social. Fabián Herrero realiza en su trabajo previamente citado un análisis sobre quienes encabezan los acontecimientos de movilización de este año, y establece que todos ellos ejercen o han ejercido funciones públicas. Mientras que las posturas centralistas que buscan la concentración del poder en un organismo único y también ejercido desde Buenos Aires son las mayoritarias en la primera y segunda jerarquía que nombramos, la tendencia confederacionista sobre la que versarán las propuestas de cambio se acumulan en la tercera de las jerarquías designadas. Es decir, que en los puestos de mando más altos, la inserción de las figuras que adhieren al proyecto centralista es parte de las razones por las que las decisiones tomadas tienden hacia la concentración de poder. Según algunos cálculos los superan casi tres veces 198.
V. III- Ideas en disputa, ¿qué se discute? Se discute sobre representación, igualdad, autonomía. Se discute sobre cuál es la opción de gobierno legítima ante las numerosas posibilidades que la Revolución ha abierto. Se discute por qué debe Buenos Aires seguir teniendo la potestad de continuar encabezando formas de gobierno siguiendo la tradición de capital que había perdido al cortar los lazos con la metrópoli. La década siguiente a la Revolución manifestó una 197
definiremos elite como un conjunto de personas que se encuentra en una posición desde la que se ven a sí mismas, y son vistas por otros, como elegidas para gobernar, ya sea elegidos por otro grupo más o menos identificable de individuos, como el pueblo o el proletariado, o por alguna abstracción como la naturaleza o la historia. Consideraremos entonces elite política de Buenos Aires a aquel grupo que en este período que trabajamos ocupa los espacios de poder e intenta implantar a través de estos un proyecto político funcional a la ideología predominante en su interior. 198 Herrero, Fabián, Op. Cit. pg. 44 88
situación de “provisionalidad permanente”199,
con la coexistencia de la soberanía de
algunas ciudades con los gobiernos rioplatenses. Las ciudades se siguieron rigiendo en su mayoría por las antiguas pautas que organizaban la política y las relaciones entre los pueblos rioplatenses implantadas por España, de una manera natural sin problematizar el hecho de que estas fuesen previas al comienzo del proceso revolucionario. Pero hacia mediados de esta década, los avances de la ciudad de Buenos Aires sobre el resto comienzan a despertar voces opuestas. Desde 1811 las ciudades subordinadas habían quedado bajo la dependencia de las cabeceras de intendencia, pero cuatro años después, tres de las mayores se encontraban disueltas: Buenos Aires, Córdoba y Salta. La influencia que en ellas había tenido el movimiento confederacionista comenzado por José Gervasio Artigas en la Banda Oriental había logrado para 1816 levantamientos autonómicos que buscaban formar una confederación sin la pérdida de soberanía que Buenos Aires propugnaba. El autonomismo y la confederación no son sinónimos, pero la confederación incluye a estados que se consideran autónomos. La exigencia/propuesta
de Artigas queda
reflejada en las instrucciones con las que envía a sus diputados a asistir a la Asamblea Constituyente del año XIII especialmente en tres de sus artículos : El Gobierno Supremo entenderá solamente en los negocios generales del “A r tícul o 7°
Estado. El resto es peculiar al Gobierno de cada Provincia. Que esta Provincia por la presente entra separadamente en una firme
A r tí cul o 10° :
liga de amistad con cada una de las otras para su mutua y general felicidad, obligándose asistir a cada una de las otras contra toda violencia, o ataques hechos sobre ella o sobre alguna de ellas por motivo de religión, soberanía, tráfico o algún otro pretexto cualquiera que sea. Que esta Provincia retiene su soberanía, libertad e independencia, todo
A r tí cul o 11° :
poder, jurisdicción y derecho que no es delegado expresamente por la confederación a 200
las Provincias Unidas juntas en Congreso”
Los pedidos del artiguismo eran entonces la formación de un organismo rioplatense que englobase a todos los pueblos que quisieren unirse para el bien y la defensa común, pero que al ingresar ninguno de esos estados perdiese su calidad soberana. El Poder Supremo por ellas elegido no podría incidir en materia interna de cada estado autónomo. La 199
Chiaramonte, José Carlos, Ciudades, Provincias, Estados…. “Instrucciones del año XIII a los diputados de la banda oriental ”, en Chiaramonte, José Carlos, Ciudades, Provincias... Op. Cit., pg. 140 200
89
organización constitucional en confederación sería una conciliación entre las tendencias autonómicas y la necesidad de integración a un cuerpo político mayor. Pero Buenos Aires no gusta de tales concesiones. En los meses previos a julio del 16 el “porteñismo” venía intensificándose en la ciudad. El horror con el que se ve desde allí a
los federales radica en que estos no comprenden a Buenos Aires como la cabeza de un todo nacional, sino como una soberanía que debía ser reconocida solo en sus límites locales. Buenos Aires debía ser para los federales una provincia como cualquier otra. Económicamente esto implicaba una ventaja: las ganancias aduaneras serían de su entero disfrute. Ya no habría dominación interna, sino unión igualitaria 201. La opinión pública es quien mejor refleja las acepciones que la confederación tiene para los porteños, y es quien efectúa un análisis pormenorizado y posterior crítica de los diversos aspectos de este proyecto. Veamos algunos de estos reflejados en los diarios El Independiente y El Censor. Entre los días 7, 13 y 21 de marzo, el primero de ellos lanza una serie de artículos en los que se alerta a la población de los “fatalísimos errores” que “(...) monstruos alentados por la ambición y las pasiones (...)” buscan cometer al imponer el federalismo. Para el cronista, es esta la forma “(...) más artificiosa (...)” de organización a establecer, que busca, nuevamente “(...) el logro de sus ambiciones privadas”. Este
pensamiento lleva a “(...) un espíritu de provincialismo tan estrecho,
tan liberal, tan antipolítico, que si no se acierta a cortar en oportunidad, vendrá precisamente a disolver el Estado (...)” El
proyecto sólo provocaría a disgregación en
“(...) secciones muy pequeñas, incapaces de sostenerse por sí mismas, débiles con
respecto a los enemigos externos, y mutuamente rivales de su aumento y su gloria por la inmoderación de sus celos” . Para
el autor del artículo, que da varios ejemplos de
diferentes confederaciones que han existido a lo largo de la Historia, algunas con más, otras con menos éxito, el que en este espacio se implantase vendría a significar un retroceso ya que “(...) cuando estaban ya unidos por vínculos más estrechos que los que puede proporcionar la Confederación misma; cuando unos pueblos por sus circunstancias se hallan en necesidad de estrechar las relaciones que los unían; es claro que adoptar una forma de administración que lejos de condensar esos mismos vínculos, los relaja comparativamente, es buscar cabalmente el precipicio que se quiere evitar”. Evidentemente
el autor no ve a la confederación como un espacio ventajoso a
razón de la libertad que brinda a sus miembros, sino como perjudicial para el bien del 201
Herrero, Fabián, Op. Cit. 90
conjunto, sin reparación del estado de soberanía perdida que ese conjunto implica. De manera contundente, resume lo previo “La confederación i nsinuada es absurda, y contraría a sus mismos fines, porque lejos de unir los Pueblos, que debería ser su objetivo, los alejará más unos de otros: es antipolítica, porque ataca el vigor del Estado, que bajo la unidad republicana se conserva en un grado más eminente” Hay en el artículo una fuerte defensa al lugar que Buenos Aires ocupa por haber sido la primera que se levantó, la que despertó en el resto el deseo de libertad. Para pasar a otra forma de gobierno es “necesario que la actual caiga en descrédi to, que los súbditos aborrezcan al gobierno, que las provincias incendien en odios indebidos contra la generosa capital, por cuyos esfuerzos respiran ese aire de libertad de que gozan 202
(...)”
. El subrayado no es nuestro, y no sabemos si responde a un error del redactor o
a una clara intencionalidad política. Lo que sí es claro es que Buenos Aires está llamada a encabezar la república en ciernes, y es ese un derecho que se ha ganado por estar al frente de los cambios que produjeron la transformación política de la región. En consonancia con El Independiente, La Gazeta enumera en un artículo difundido el 30 de marzo titulado “Sobre federaciones” las desventajas de este sistema, como la debilidad de los estados que se encuentran en zonas menos beneficiadas productivamente o lindantes con amenazas vecinas, los celos y rivalidades internas ya que “(...) los más fáciles serán envidiados por los menos favorecidos (...)” llegando a una guerra civil, y también con fuerzas externas que se atreverán por la debilidad intrínseca que manifiesta la federación. Esto es propicio al caso de América del Sud ya que “Aquí tenemos los mismos escollos que temer que en la América del Norte. La Banda Oriental lindando con los portugueses; las provincias del Perú con las de Lima; Mendoza con los enemigos de Chile; y Buenos Aires expuesto a las invasiones de ultramar. Véanse aquí una porción de puertas abiertas a la intriga e influencia extranjera (...)”. Ante
tal panorama el autor mismo se pregunta por la prerrogativa
fundamental del sistema confederal “¿Y cuál vendría a ser entonces el prospecto de la libertad de estos pueblos? Una quimera. Los enemigos externos no tendrían que atacar a una gran nación, a un pueblo fuerte: sus armas se dirigirían alternativamente contra una porción de pequeños estados, debilitados por la discordia, agitados por el odio y presa de una indiscreta emulación.”203
Días después, el mismo periódico publica una
202
Artículo sobre federalismo en El Independiente (1816), en Chiaramonte, José Carlos, Ciudades, Provincias y estados, Op. Cit. pgs. 146-148 203 El confederacionismo porteño en 1816 en La Gazeta, en Ibídem, pgs. 153-155 91
crónica titulada “Política. Artículo de carta interesante de un amigo del país residente en reinos extr anjeros” que continúa la línea de los anteriores, “ Los Estados federados reclaman, por una parte, sobre los individuos de su territorio, o sobre sus municipalidades una jurisdicción que no debieran tener, al mismo tiempo que pretenden conservar respecto del poder central una independencia que no debiera existir. Así el federalismo viene a ser compatible con el despotismo en lo interior y con la anarquía en lo exterior” ,
pero agrega otra variable: la valoración de lo local como
complementario y no contrapuesto a lo general. Esto se refleja en el siguiente apartado “(...) creo no solo justo (...) sino necesario que los reglamentos interiores de las
fracciones del Estado (...) sean independientes, desde que no tengan influencia alguna sobre la sociedad general. (...) en la existencia política de las municipalidades (...) se debe gozar de la misma libertad, cuanto no perjudique a la comunidad nacional ” (el subrayado es nuestro) El sentimiento provinciano es resaltado en el artículo en todo su esplendor, viéndose como “(...) el patriotismo más verdadero (...)” pero siempre y cuando comprenda sus limitaciones y se subordine a un poder superior a él “En la escala de las afecciones, y de las ideas del hombre, ocupa su familia el primer lugar, después su provincia, y por último el Estado. Quitad los eslabones intermedios, y en vez de acortar la cadena, la habréis roto” 204. Para
este “amigo del país” la provincia no
puede ser un estado, sino una unidad menor dentro del mismo, destinada a la gestación de una identidad local a la vez diferente de otras pero complementaria de la estatal, que no debe ser puesta en jaque so pena de causar grandes males al bien común. Otra de las cuestiones que se debate en estos días es el modo más adecuado de consulta a los habitantes de Buenos Aires. Como hemos visto en el apartado anterior, Álvarez Thomas cita al pueblo a decidir la continuidad del Estatuto Provisional a través de un cabildo abierto, ante el horrorizado asombro del Cabildo y la J.O. Hay dos posturas sobre el modo de convocar a la participación social: el cabildo abierto y los comicios indirectos. Los centralistas son defensores del sistema de comicios indirectos, en los que los ciudadanos, definidos por edad, riqueza y propiedad eligen electores que se reúnen y designan magistrados. Para los confederacionistas este sistema lleva a la merma de la cantidad de asistentes, y los números parecen ayudarlos, ya que si un sufragio exitoso lleva al centenar de votantes, los Cabildos podían congregar a cuatrocientas o quinientas almas. Los confederacionistas defenderán al cabildo abierto como la base de un sistema 204
Ibídem, pgs. 156-160 92
popular, un ámbito en el cual es el pueblo quien delibera y decide, en el que se debaten reformas, el modo de hacerlas y quién debe ponerlas en práctica. Ante la amenaza de que los cabildos abiertos puedan convertirse en tumultos, se responderá que deben evitarse los cabildos clandestinos, y que los mismos deben ser organizados por el Cabildo de Buenos Aires. Del mismo modo debe suceder en la campaña: realizarán su propio cabildo abierto y enviarán luego las actas de lo allí sucedido a la ciudad. De este modo evitarían tener que responder ante representantes que muchas veces protegen a los intereses de la ciudad. El cabildo abierto, con su modalidad de exposiciones orales en las que todos tienen el mismo derecho de expresar su palabra, encienden los corazones de los ciudadanos y permiten la ilustración del pueblo 205. Hemos preferido mostrar los proyectos antagónicos que se discuten a través de voces públicas en el caso de la defensa centralista, y desde los principios fundadores del confederacionismo rioplatense. Pero este último tiene su correlato en los pueblos de Buenos Aires, que en junio de 1816 harán llegar una serie de representaciones al Gobernador Intendente Manuel Oliden pidiéndole que Buenos Aires se convierta en una confederación.
V.IV- Los pueblos de Buenos Aires Las representaciones que ese 14 de junio arriban a la casa de Oliden constituyen un documento en el que se expresan anhelos insatisfechos de quienes habían vivido seis años de guerra revolucionaria que lejos de parecer llegar a su fin, había renovado sus dilemas en los últimos meses. Las representaciones constituían en el imaginario político de la época un modo tendiente a la legalidad de la protesta ante situaciones injustas que buscaban la vía de la discusión y el diálogo para la resolución del conflicto que las ameritaba. Es por esto que eran acompañadas con las firmas de quienes adherían a esa opción y buscaban mediante esa exposición demostrar la adherencia a lo propuesto de esa parte de la población. Tres representaciones llegan a manos del Gobernador Intendente, y aunque dos son diferentes (la primera y segunda de ellas, mientras que la primera y tercera son prácticamente idénticas), la coincidencia es total es sus quejas y pedidos: hay una racionalización de las acciones propuestas, una negación del accionar a través de vías ilegales de quienes suscriben, y una apelación a la legitimidad fundada de lo
205
Herrero, Fabián, Movimientos de Pueblo, Op. Cit. pg. 132 93
manifiesto206. Las dos primeras representaciones pertenecen a la ciudad de Buenos Aires y llegan ese día de junio, mientras la tercera proveniente de San Antonio de Areco lo hace el 6 de Julio. Las representaciones piden una reforma política que emane del pueblo, y este actor es utilizado a través de todos los escritos como el sujeto de la acción: la voluntad del pueblo de Buenos Aires habla a través de ellos que son “empleados y particulares, militares y paisanos, grandes y pequeños, todos los ciudadanos incluso los que comprende la campaña generalmente explican esta intención, y estos deseos, sin que pueda dudarse de que esta es su decidida voluntad. ”207 Es el pueblo el titular de la soberanía, delegada por él en instituciones que han demostrado ser vituperables. Y ahora es nuevamente él, haciendo uso de su derecho el que pide que esa soberanía sea respetada “ Esto nos convence de la necesidad que hay de conformar la forma del gobierno con la voluntad general, y principalmente cuando esta se ha manifestado clara y constantemente como ahora (...)”208 En este sentido, no es al pueblo de Buenos Aires a quien se acusa de los errores cometidos, sino a su despótico gobierno, que debe remediar su error. Han sido sus actitudes las causantes de todos los males que en las provincias se han vivido, y la segregación y reivindicación de autonomías de ellas se debe a la opresión de los organismos gubernativos porteños “¿Esperaremos
Sr. Gobernador los ciudadanos argentinos a que el título de Capital
con que se honrara a nuestra Patria pase a la posteridad confundido con el tirano de los Pueblos?”
209
.
Las representaciones buscan que en Buenos Aires se establezca un gobierno confederal, que termine con el centralismo que sólo ha acarreado odio y desunión hacia afuera, y enormes perjuicios hacia adentro, ya que lo que el lustro pasado había comprobado era que la guerra era sustentada casi de manera exclusiva por Buenos Aires, y dentro de ella, por las poblaciones de ciudad y campaña, y muy especialmente esta última, que mediante aportes más o menos voluntarios debían mantener una lucha que no solo no terminaba, sino que prometía más derramamiento de sangre y gastos desmedidos “Llegado es el caso de acreditar que a Buenos Aires incapaz de detenerse en
sacrificios, cuando lo exige el bien común, no le es tan duro renunciar, por el mismo 206
Ibídem pgs. 74-75 La primera representación de 1816, en Chiaramonte, José Carlos, Ciudades, Provincias... Op. Cit. Anexo Documental, pg. 162 208 Ibídem, pg. 163 209 Segunda representación enviada al Gobernador, en Herrero, Fabián, Op. Cit. pg 245 207
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motivo la gloria de presidir las demás provincias como su capital, título hermoso que le cuesta muchos sinsabores pero que no podrá hoy conservar sin mengua de su forma, sin atacar sus propios intereses, y sin abandonar a la inclemencia de los mas grandes peligros la causa sagrada de los pueblos (...)” 210.
La pretensión centralista de establecer una estructura estatal con jurisdicción en todas las provincias, con un poder ejecutivo fuerte residente en Buenos Aires, y un férreo control político sobre la totalidad de esa vasta área choca de frente con la propuesta confederal de depositar todo el poder (económico, militar, político) en el soberano estado provincial de Buenos Aires. La iniciativa federal se deja asentada en los siguientes términos “1- Que el gobierno de Buenos Aires quede reducido al territorio de su provincia
2- Que sea independiente de toda otra autoridad, que no emane exclusivamente de la misma provincia y residente en ella para la administración en (...) todas sus ramas 3- Que se conserve sujeto al Congreso Nacional y al Jefe Supremo del Estado tan solo en aquellas disposiciones que comprendan a las demás Provincias y que determinan su concurso a la defensa general 4- Que se eleve esta reforma al Soberano Congreso para que teniéndola presente no puedan implicarse sus resoluciones Soberanas con este nuevo régimen. 5- Que se exprese el resultado de sus Soberanos Consejos para ratificarse por parte de esta Provincia el reconocimiento que en otro orden de cosas tiene prestado al Superior Director últimamente electo.”211 Los pedidos de recuperación de soberanía y de delegación de la misma solo para cuestiones comunes a la unidad a formar, robustecen la organización de fronteras hacia adentro de la región provincial, y proclama la unidad ante situaciones de defensa que necesiten de un frente unificado. La insistencia en el nuevo horizonte que propone Buenos Aires y el pedido de confianza en sus buenas intenciones es remarcado numerosas veces “(...) que no es su animo dominarlos, sino unirse con ellos por una Constitución sabia que asegure la general felicidad: que no quiere oprimirlos sino cooperar con ellos a la obra de la libertad del país que no logra ventaja alguna en ser la Capital del Gobierno Supremo (...)”212.
210
Ibídem, pg. 244 Ibídem pgs. 246-247 212 Primera representación, Op. Cit, pg. 163 211
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Ambas representaciones recalcan que la existencia del Congreso había causado en ellos expectativas de resolución “Se esperaba que la reunión del Congreso general fuese bastante para restituirnos a la dependencia de un solo gobierno superior, pero después de establecido el Soberano Congreso hemos visto que subsisten las mismas querellas, que sigue Córdoba, en su independencia, que Santa Fe ha ratificado la suya, autorizándola uno de los Diputados de aquella augusta representación ”213. El federalismo ha sido de hecho adoptado, por lo que sancionarlo de derecho sería simplemente reconocer lo que tiene ya existencia y vigencia propia “Todos los pueblos se han explicado en favor del gobierno provincial, o federal: esta es la pretensión de la Banda Oriental, con la cual justifica su separación: esta es la de la Provincia del Paraguay, es la de Córdoba, Salta, y demás pueblos de la unión. Buenos Aires también manifestó de buena fe este mismo deseo en el movimiento del 15 de abril de 1815 cuando quiso dejar, y dejó a los pueblos la libertad de sancionar el estatuto provisorio, o modificarlo o desaprobarlo como lo verificaron.”214. Dado el tenor de las representaciones, Manuel de Oliden decide citar a los alcaldes de barrio para consultarlos sobre el parecer de quienes viven en cada una de sus circunscripciones sobre los asuntos explayados en los documentos recibidos. Los alcaldes responden que los habitantes de sus barrios han reaccionado positivamente a esos pedidos, haciéndolos propios. Oliden decide hacer extensiva la consulta sobre el acuerdo o no en esta propuesta confederal a los pueblos de campaña, y envía una circular para que se realicen comicios en los diferentes espacios y se remitan a la ciudad sus resultados215. No podemos decir que las representaciones sean una novedad, por lo menos en lo que a Luján se refiere: hemos visto que la intervención del Cabildo local en 1812 responde a la introducción de una representación hecha por vecinos sobre los inconvenientes que en su interior se presentaban, y la denuncia de la elección malversada de 1815 sale de las manos de vecinos que sin duda conocen no sólo los mecanismos a seguir ante una desavenencia de este tipo, sino que utilizan al gobierno central para dirimir los conflictos entre los grupos que se disputan el poder. La 213
Ibídem, pg. 162 Ibídem pg. 163 215 Nos vemos en la necesidad de comentar al lector lo que hemos esbozado en capítulos antriores: por infortuna las actas del Cabildo de Luján de los años 1814 a 1821 se han extraviado bajo circunstancias poco claras. Lo certero es que su ausencia perjudica la continuidad de análisis de los hechos que examinamos en este trabajo, y no permite la corroboración de ciertos aspectos que sería muy provechoso verificar. Esto nos reduce a trabajar con las comunicaciones que existen entre Buenos Aires y la Villa, careciendo del valioso testimonio que nos darían las vivencias en primera persona del cuerpo capitular. 214
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apelación a una instancia suprema que arbitre en los conflictos internos es el modo de proceder de quienes pelean por erigirse en conductores, quienes trabajan para consolidar sus liderazgos. Pero debemos ver las representaciones también como formas de expresión que dan cuenta de una cultura de la participación política. La acción de Oliden habilita un espacio de inclusión muy importante para la campaña, dejada de lado durante tanto tiempo en las decisiones citadinas y no acostumbrada a participar de este modo. El acta que consta al final de la tercera representación que encabeza el recuento de votos, idéntica ésta a la primera representación que recibe Oliden, detalla las cuestiones a tener en cuenta por los sufragantes, siendo las mismas “(...) explorar la voluntad general sobre las representaciones que se han dirigido a su Señoría en la capital de la provincia para que ésta forme un estado confederado e independiente reconociendo la soberanía del Congreso general y al Supremo Poder Ejecutivo del Estado en cualquiera parte que tenga su residencia, y obedeciendo las disposiciones generales que comprendan a todas las provincias (...)”. La consulta se realiza en 11 pueblos, encabezados por Luján, Navarro, Pilar y San Antonio de Areco, y los resultados en favor de la reforma son significativos. En Luján, la mesa es presidida Manuel Antonio Vicenter, Alcalde Ordinario durante este año, y acompañado está por el párroco de Luján, Francisco Argerich, Miguel Arauz, el Presidente del Ayuntamiento, y los regidores Patricio Peñalva, Manuel José Méndez y Bonifacio Colman. Lo particular de Vicenter es que lo encontramos en el padrón de 1813 como oriundo de Areco, y de profesión pulpero. Había ocupado ya en 1814 un puesto en el Cabildo de Luján, y es elegido por los electores designados en la elección de 1815 para encabezar el Cabildo el año siguiente. Peñalva por su parte es miembro de una de las familias destacadas de Luján, con un larga tradición en las milicias y fuerte predominio sobre las actividades ganaderas. Manuel José Méndez es un joven hacendado de nuevo arraigo en la zona. Bonifacio Colman es hermano de José Gerónimo. Según el padrón de votos del 2 de Julio 216, sufragan en la Villa un total de 101 personas. No lo hacen ni José Gerónimo Colman, ni su hijo Pablo. Si vota su otro hijo Matías. Tampoco lo hacen algunos de los implicados en el fraude electoral previo como Carlos Tadeo Romero, ni Martin Lobo Sarmiento. La presencia del grupo formado por Salvador y Estanislao Aguirre es fuerte: están los de la Fuente, Romero, Montiel, 216
AGN Sala X 21-10-7 97
Alvarez. Mencionamos esto porque es llamativo ver el modo en que van apareciendo características ideológicas que persistirán a lo largo de los años: mientras que los Aguirre como dijimos se convertirán en los ojos de Rosas en Luján, los Colman serán perseguidos por unitarios. El final de la representación recibida por Oliden culmina con el recuento de los votos para Luján y algunos de los pueblos circundantes a ella “ Siguen
116 firmas del
vecindario que suscriben por la reforma propuesta y se cierra la acta por el Ayuntamiento. Las actas de los partidos de Navarro, Pilar y San Antonio de Areco se hallan en iguales términos, y suscriben por la reforma sin discrepancia por el 1º 78 vecinos, por el 2º 46, y por el 3º 58. Se han remitido iguales actas también adhiriendo a la reforma de otros siete partidos, pero que no tenemos a la vista ”217. Si tenemos en cuenta la cantidad de votos que tienen las elecciones de 1821 en la Villa 218, las primeras bajo la nueva ley electoral, contamos con 152 sufragios, un cincuenta por ciento más bajo una auspiciada reforma. Podemos pensar que los totales de Luján son importantes en el 16. Los análisis de los lugares en los que la tendencia confederacionista es mayoritaria, lleva a elaborar un esquema en el cual existe un mayor apoyo en partidos del norte y del oeste, como Flores, Lobos, Luján, Pilar, Capilla del Señor, Areco, Arrecifes, Pergamino, San Pedro, Baradero y San Nicolás. Los grupos centralistas en cambio, tendrán su base de apoyo en los partidos de más reciente colonización de la campaña sur, como San Vicente, Ranchos, Chascomús, donde quizás tengan tierras muchos citadinos simpatizantes del centralismo 219. Podemos relacionar estas divisiones geográfico-ideológicas con la cultura política de quienes habiendo habitado zonas de antigua data han percibido los avances de la ciudad de Buenos Aires sobre su soberanía, o el manifiesto desinterés por su opinión como una muestra de clara intencionalidad hegemónica en materia política. Pero Buenos Aires no era en este momento la que había comenzado la Revolución: la separación de Santa Fe de la intendencia de Buenos Aires había la había dejado sin el Litoral, pero especialmente, sin las rutas comerciales que la conectaban con el Interior. Recordemos que ya en 1815 Santa Fe se había unido al artiguismo hasta que el directorio pudo recuperar el control de la situación. En marzo de 1816 se había comenzado a caldear la situación fronteriza de Buenos Aires con Santa 217
Tercera representación, Op. Cit. AHEZ, Caja Documentos Antiguos Villa de Luján, Documentos antiguos 1759-1824 II. 219 Herrero, Fabián, Movimientos de Pueblo, Op. Cit, pg. 125 218
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Fe. Juan José Viamonte, comandante de las fuerzas bonaerenses, resiste valerosamente con un cuerpo de 600 hombres contra el pueblo santafesino, su campaña y las tropas de Artigas. Logró 29 días de tolerancia. En su auxilio fueron las tropas de Manuel Belgrano por agua, pero por cuestiones logística no pudieron llegar con la prontitud que se requería, y Viamonte debió capitular ente sus enemigos. Belgrano se instaló con sus hombres en Rosario. Para evitar el derramamiento de sangre, envió a interceder al Cabildo santafesino a su mayor coronel, don Eustaquio Díaz Vélez, quien se entrevistó también con el nuevo Gobernador Mariano Vera, llegado al puesto subido a la ola revolucionaria provinciana. Dejemos a Beruti sorprendernos con lo que sucedió “Este fué recibido con toda urbanidad y magnificencia, trató con su Cabildo y regresó donde estaba Belgrano, quien creyó traería compuesta la diferencia, pero se engañó, pues traía firmada de toda su oficialidad tanto de tierra como de mar donde nombraban de General de Diaz Velez, y que entraría en tratados con Buenos Aires cuando quitaran al actual Director y nombraran a otro, que es lo que solicitaba Santa Fe y su auxiliar Artigas. Esta acta no la quiso firmar Belgrano ni dos oficiales sus edecanes, por lo que Díaz Vélez, que tenía ganada la fuerza, los arrestó, alzándose contra el mando (...)” 220
El dominio federal en Santa Fe iba a ser entonces una causa permanente de fricción entre las dos revoluciones: la de Buenos Aires y la de Artigas. Pero la campaña sigue siendo un actor ignorado a pesar de estos contados episodios de consideración por parte de la ciudad. De hecho, el desarrollo de los sucesos de los dos meses siguientes dejará ver las represalias que pueden tomarse cuando los pueblos de campaña son desoídos. Aunque esas represalias no tendrán siempre el resultado que se espera.
V.IV- Conflictos despiertos y alineación política de las redes familiares El 17 de Junio, Oliden se reúne con el Cabildo bonaerense y la J.O para ver cómo convocar al pueblo ante lo propuesto en las representaciones. Mientras Oliden es partidario de convocar a un cabildo abierto, y las otras dos autoridades a elecciones. Oliden llama un cabildo para que se opte por la forma de convocatoria, que se reúne el 19, con asistencia de más de 400 personas. Lo que se resuelve ese día es .... que se realice una nueva reunión. Las dubitaciones habían comenzado. Oliden se acerca a Antonio González Balcarce, que si bien no pertenece al grupo de alineación federal, se siente denostado por la actuación de algunos de los capitulares y es partidario de revisar 220
Beruti, Op. Cit, pg. 272 99
las políticas que emanan del Cabildo y J.O. En medio de la nueva convocatoria a reunirse para decidir cómo elegir, se produce un hecho que altera el equilibrio de fuerzas: el comandante de las milicias de campaña Juan Ramón Balcarce presta su apoyo a la facción centralista, y lo mismo hace el Congreso de Tucumán. El movimiento confederacionista estaba herido de muerte. Cuando el 27 finalmente se lleva en la ciudad a cabo la reunión, el resultado es que la opción por la votación indirecta gana221. La campaña es una vez más espectadora de lo que se decide dentro de los muros imaginarios que la separan del epicentro del conflicto. Se vive en ella un clima marcado por la desorientación y la división. Las primeras elecciones que se habían llevado a cabo en el momento de ascenso de la tendencia reflejaban un avasallante apoyo, mientras que las últimas, realizadas hacia fines de junio y con las frescas noticias de los acontecimientos y apoyos capitalinos habían decaído hasta llegar a perder. Sin embargo había quienes no dejaban que el movimiento cayese en tierra estéril. La campaña norte se encontraba ocupada desde hacía varios meses por grupos militares adherentes al federalismo no artiguista. Manuel Dorrego instalado en las cercanías de Pergamino, Miguel Arauz en Luján, y el fluctuante Díaz Vélez con sus fuerzas en el área San Nicolás, San Pedro y Baradero. La presencia en Santa Fe de un gobierno que tanto había logrado en cuanto a su autonomía y posterior incorporación a la liga artiguista, se mostraba como un aliado ante los pedidos confederales de Buenos Aires. Mientras en julio el movimiento confederacional iba cayendo lentamente en las noticias de ayer para los ciudadanos de la ciudad, y los gobernantes esperaban ansiosos el plan de operaciones que el jefe de las milicias de la campaña preparaba para combatir a los federales, Luján vivía días agitados. No contamos con las actas del Cabildo lujanense, pero sí con los documentos dejados por quienes lograrán desmovilizar a los díscolos. El 25 de julio Balcarce envía un oficio a Buenos Aires diciendo que se han acercado dos oficiales procedentes de San Nicolás, diciéndole que las milicias de su mando que se hallaban en el Ejército de Observación lo abandonaron volviendo a sus vecindarios. Díaz Vélez y Dorrego avanzaban sobre Santa Fe, atacando a sus habitantes para que queden escarmentados. El primero le ha pedido auxilio de milicias, y también lo ha hecho Miguel Arauz. Contra Arauz, Balcarce quiere actuar conteniéndolo, y para eso ha enviado circulares a sus capitanes, y ha destinado varios confidentes para que logren 221
Herrero, F., Op. Cit. pgs. 64-66 100
disolver la reunión, y aprehenderlo. Ha juntado Balcarce seiscientos hombres para marchar en defensa de la capital, o en contra de quien la amenace. Entre tanto, llega la noticia que Arauz marcha con ocho hombres en dirección al Ejército de Observación para concertar una supuesta alianza 222. El 27 de Julio, Balcarce le dirige nuevamente al secretario de estado en el departamento de guerra un oficio que dice “Tengo la plausible noticia de que el Coronel fugó dela Villa de Luxan, y consiguientemente dispersándose la fuerza que en la Cañada de Escovar habia reunido, cometiendo el horrendo atentado de saquear los fondos del Cabildo , y arrebatar mil pesos aun particular”223. Es muy tentador especular sobre quién sería este acaudalado vecino robado por Arauz. Las arcas del Cabildo habían sido tema previo de conflicto entre al Alcalde Colman y Arauz: el primero acusaba al segundo de querer hacer abuso de ella a su antojo, y el segundo al primero de ser el único con acceso y potestad a disponer de esos fondos incumpliendo con cuestiones esenciales para el funcionamiento de la Villa. Simbolismo mediante, el robo de esos fondos se debe a una necesidad material que Arauz debe cumplir. Los recursos son escasos cuando no se cuenta con el apoyo de Buenos Aires. Pero Arauz no huye solo. Balcarce adjunta a este oficio una hoja recibida desde Puente de Marquez por su ayudante Pedro Ibáñez en la que se detalla a lo s “motores” de la fuga: con Arau z a la cabeza, la lista sigue con “ El desterrado Marcelino Balvastro, Comandante de Escuadrón Salvador Aguirre, Estanislao Aguirre, Manuel Montiel, Nicolás Places, Manuel Gonzáles, Pablo Lima, Mariano Galeano, Nicolás Castañeda”
224
No hemos
podido establecer desterrado de dónde es Balvastro, ni tampoco figura en los padrones de los que disponemos, al igual que Castañeda y Places, aunque sabemos que todos son milicianos de la caballería local, pero podemos dar información de algunos de los otros motores. Resulta lógico ver a Salvador Aguirre entre los seguidores de Arauz, su puesto en las milicias a cargo de Arauz llevó a la conformación de una alianza, Aguirre ha visto en Arauz a un poderoso aliado en la lucha por la supremacía pueblerina, una figura de proyección regional a quien demostrar su capacidad operativa y de movilización, y además su labor como Comandante de Escuadrón le ha brindado una cierta capacidad de organización militar, y la oportunidad de movilizar a individuos de su mundo relacional ajenos a las milicias. Muestra de ello es el hecho de que su hermano 222
AGN, Sala X 9-3-2 Ibídem 224 Ibídem 223
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Estanislao, que no ha formado parte de estas milicias, fugue con el grupo, y que también lo haga su amigo y compadre Manuel Montiel, que tampoco integra el regimiento de caballería. Manuel González es un zapatero andaluz del Fortín de Areco que probablemente sea un contacto ocasional, y ya hemos nombrado a Galeano, el pulpero del mismo pago. Sin dudas los hombres que siguen a Arauz no son parte de los notables de ninguno de los pueblos que habitan, sino todo lo contrario. La suerte de Arauz no será buena. Y la de quienes lo siguen tampoco. Sucede que Balcarce tiene un plan para las fuerzas de Arauz, Dorrego y sus secuaces: establecer una línea de milicias centralistas en la frontera bonaerense, cercanas a Pergamino y San Nicolás, ya que considera que huirán hacia allí 225. Efectivamente es eso lo que sucede. El 31 los centralistas comienzan a retomar el poder de la campaña. Los rumores de peligro se repiten en varios documentos en los que se advierte el estado de alerta general: dos comunicados realizados por el Comandante 2do de Frontera Ramón Rosendo Fernández desde Guardia de Luján en 6 de agosto de 1816, dicen que desde que se pidió la captura de Arauz echó correr la voz a los que se encuentran en el cordón norte que recojan todos los bienes del estado para impedir su robo, como lo hizo Arauz en la Villa, pero que hasta ahora sólo le entregaron 94 pesos con los que ha socorrido a los hombres que se encuentran ahí acantonados y a una partida que salió de Pergamino. Pide socorro para todos ellos, y se le responde que se tendrá en cuenta sus pedidos. Paralelamente se responde al Alcalde de Luján que se ha enviado al Capitán Francisco Arma con cincuenta hombres para restablecer el orden en la Villa, como respuesta a su pedido. Desde Pergamino, Juan Ysidoro Gómez informa al Comandante de Frontera que se ha corrido rumor de robos y saqueos efectuados en Arroyos y San Nicolás, que ellos por las dudas han estado atentos 226. Pero el caos parece llegar a su fin. El 9 de agosto, Balcarce comunica a Buenos Aires que ha apresado a Arauz y lo tiene encerrado en una habitación de su casa (ignoramos la casa de quién). Nada se menciona de sus compañeros, ni si se los ha arrestado (aunque no hemos encontrado indicios de esto), ni si se han plegado a la resistencia de alguna otra fuerza, ni si han vuelto sin pena ni gloria a sus pagos. Dorrego y Díaz Vélez son frenados por la ofensiva de Balcarce y de a poco la situación va volviendo a la armonía, es decir, a responder a los pedidos de la ciudad. El 29 de julio el flamante Director electo por el Congreso Juan Martin de Pueyrredón había llegado a Buenos Aires, 225 226
Ibídem Ibídem 102
aplacando los ánimos encendidos por los eventos del último bimestre. Sin embargo no todo está en orden. En octubre, el Comandante José Lino de Echevarria escribe a Pueyrredón diciendo que ha realizado el encargo que le había hecho, hablando con el jefe de la campaña de Santa Fe residente en Rosario, Tomás Bernal, para que pusiera celo en la seguridad de esta campaña, y que no haya crímenes ni aquí ni en Santa Fe. También ha notado mucha adhesión a los santafesinos en los Arroyos, Pergamino, y otros partidos cercanos, que abrigan a los díscolos y malvados. Aconseja tomar las medidas más graves que la prudencia y la precaución dicte en esos casos, para impedir que progrese la funesta y destructora anarquía 227. La de Tomás Bernal es una figura gran ascendencia en Santa Fe, especialmente en Rosario y con fuertes contactos en la campaña norte. Figura de inestables alianzas y gran capacidad para crear un liderazgo que hace que el Gobernador Vera lo busque como aliado primero, y como enemigo después, envía a un hombre de su confianza con una serie de cartas en el mes de septiembre para entregar a vecinos de Pergamino, San Pedro, e inclusive al Alcalde de Luján 228. La primera de las casas a las que arribó este enviado de Bernal en Luján fue a la de Salvador Aguirre. Este dato nos hace ver que un mes después de la frustrada huída, Aguirre se encuentra volviendo a la normalidad de su vida diaria, concertando ya nuevas posibles vías de alianza. La suerte de Arauz se había truncado. Y hacia el sur de Santa Fe y al norte de Buenos Aires aparecen sectores que buscan autonomía, crear aparentemente lazos y evitar una guerra cuyas consecuencias sin dudas sufrirán ellos mismos. Durante los próximos años esta unión se reforzará y pese al fracaso que había sufrido en este fatídico año, el equilibrio de fuerzas seguirá yendo hacia el grupo liderado por los Aguirre, que lejos de quedar condenados por sus cohabitantes por lo acontecido, serán elevados a los puestos más altos de la política lujanense.
227
AGN X 9-5-7 Fradkin, Raúl O. y Ratto, Silvia, “Territorios en disputa. Liderazgos locales en la frontera entre Buenos Aires y Santa Fe (1815- 1820)” trabajo presentado en la Red de Estudios Rurales del Instituto Ravignani 18 y 19 de Octubre 2007. 228
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CAPÍTULO VI: BUENOS AIRES Y LA VILLA DE LUJÁN ENTRE 1817 Y 1820 En este capítulo final, abordaremos el complejo período que va desde la habilitación de una discusión ideológica en la campaña bonaerense a través de lo que la tendencia confederacionista de 1816 dejó, hasta la derrota de esta opción en 1820. Durante esta coyuntura, la ruralización de la política se vuelve carne y la campaña emerge como una legitimadora o detractora de las disputas por el poder capitalino. En Luján, un ambiente enrarecido y sensible a las transformaciones porteñas buscará establecer un polo de reacción ante un escenario regional que cambia demasiado rápido, y está demasiado alejado de buscar un consenso con quienes considera poco iluminados para influir en el devenir histórico. La que sigue es para los Aguirres, la historia de varios fracasos.
VI.I- Contexto político y un caso curioso La llegada del flamante Director Supremo Martin de Pueyrredón había logrado aplacar la crisis suscitada el año anterior en Buenos Aires, pero nada parecía indicar que ese control sería duradero. La disidencia en el Litoral constituía la amenaza más fuerte para el poder naciente, y la situación parecía afirmar que si bien Buenos Aires podía decidir el fin de la Revolución, no podía decidir el fin de la guerra, que se había transformado en una lucha por la supervivencia 229. En los primeros meses del año los principales problemas cotidianos que enfrentará serán resolver las carestías alimenticias que la guerra suscitó, mucho más por temor a las reacciones de la plebe que por caridad cristiana: no es momento para la gente en las calles. La relación con el ejército también deberá ser revista: Pueyrredón establecerá un fluctuante lazo con los diversos cuerpos militares, apoyando más a algunos, como es el caso del sanmartiniano, haciéndose responsable de las derrotas de otro como el norteño, y buscando un camino más político en el accionar del cuerpo ocupado de la frontera con el Litoral. El horizonte dista de ser holgado y el gobierno será identificado por la plebe de Buenos Aires como una continuidad del Antiguo Régimen, y las acciones seguidas en la persecución de grupos que desean su caída, que incluyen deportaciones y enjuiciamientos dará cuenta de algo que es una obviedad: el acuerdo parece estar lejos de lograrse, y la única vía que permite resultados momentáneamente es la represión. Se buscaba dejar sin voceros a una tendencia que continuaba siendo la más leal a la revolución y hermanada con el sentir de las clases populares. Pero esa oposición no había sido extinguida, sino 229
Halperín Donghi, Revolución... Op. Cit. pg. 239 104
marginada. Esa capacidad de alejarse para realinear fuerzas “si bien la hace ineficaz, la 230
hace a la vez indestructible”
.
El contexto de la campaña, convertida cada vez más en polo económico y sostén bonaerense pese a la inestable situación en que la guerra la pone, constituirá una preocupación para el Director, que a raíz de esa realidad económica confiará en que el plan de expansión de la frontera mediante la inversión privada salve del desahucie a las cuentas fiscales. La reinserción social en Luján de quienes habían participado de los acontecimientos de 1816 parece haberse dado sin mayores inconvenientes. Sin causas en su haber, los grupos familiares se disponen a comenzar un nuevo año. 1817 nacerá como todos los primero de enero con la asunción del nuevo cuerpo capitular, en una solemne ceremonia que incluye juramentos, misa, y finalmente festejo. Este año, el Alcalde Ordinario será Martin Lobo Sarmiento, y uno de sus regidores Matías Colman, hijo de José Gerónimo. El grupo que integra este último parece continuar como el año anterior ejerciendo los empleos concejiles que con tanta insistencia pedía al gobierno capitalino se convirtieran en los llamados a detentar la organización militar. Todo queda en familia. Pero la agitación comenzaría para el Cabildo al principiar el año. El 10 de Febrero, Martin Lobo Sarmiento envía a Balcarce una nota que relata pormenorizadamente un evento encabezado por un grupo de sediciosos231. Cuenta que el día 9, el Sargento Palavecino encontró por la calle al europeo Ramón Duró muy tarde de noche, y ante la pregunta de qué estaba haciendo este respondió que volvía de dar unas declaraciones en casa de Pablo Lima sobre la noticia de que Balcarce entraba en el Directorio. En ese lugar estaban también Andrés Migoya (negociante asturiano, hermano del José María pulpero que ya hemos mencionado), un gallego llamado Domingo (se verá después que su apellido es Suárez y es mozo de pulpería), y el escribano de esas declaraciones había sido Justo Fonseca, un joven pulpero de Capilla del Señor y alférez del Regimiento 3 0. Para Lobo Sarmiento “ Esto inspira una revolución porque los hechos están bien de manifiesto. El dicho Pablo Lima ha sacado la pólvora y los armamentos que aún estaban en la casa consistorial y guardado, negándosela al Alcalde. ” Las declaraciones que ha tomado Pablo Lima (Ayudante Mayor del Regimiento 3 0 y como se recordará, uno de los “motores” de la fuga del año previo) se deben a un parte dado por Salvador Aguirre, que ha llegado el mismo día, 230 231
Ibídem, pg. 247 Los documentos utilizados en este punto son extraídos de AGN Sala X 9-9-6 105
“ La especie
que V.S pasaba al Directorio, esta noticia que ha divulgado Aguirre es la
que sirve de fundamento para formar la intriga queriendo suponer que la venida de V.S ha sido alarmar a la campaña es que ocurre que comunicar a V.S. (...)”. Dos días después, será el Sargento Mayor del Regimiento 3 0 Mariano Miller quien se dirija a Balcarce. En su nota hace referencia a la existencia de “una intriga hecha por Pablo Lima y los Aguirre contra el señor cura, sustentado por la declaración de tres testigos (...)”,
por lo cual envía “(...) bajo arresto a Lima, pero los Aguirre y Francisco Plaze
no se encuentran allí ”. Nuevamente, como el año anterior, el elenco va apareciendo: Lima, los Aguirre, Place. Un antagonismo que no se manifestaba previamente parece haber emergido: la intriga es contra el cura. Y los europeos que son citados a declarar emergen como un grupo previamente inexistente. El siguiente documento del legajo, es justamente el sumario realizado por el Sargento Miller, utilizando como notario al vecino Manuel Castañez. El primer testigo es el europeo Ramón Duró, pulpero de Andrés Migoya. Se le pregunta por la noche del encuentro con Lima, y responde que se le pidió “declarase sobre el gobierno, los cañones, la relación del europeo Domingo Suarez con los Mendes y el cura de la Villa. Que él desde la pulpería había escuchado que en una esquina estaban hablando sobre los cañones Andrés Migoya y Domingo Suarez. ” Nuevamente aparece otro conocido: Méndez. Se pregunta por los Méndez, y no solo por Manuel, sino aparentemente también por su hermano Mariano, hacendado del pago y teniente del cuerpo de voluntarios. Fijémonos también en la sutil desconfianza sobre los españoles, acrecentada a la luz de los acontecimientos europeos de los pasados años, y que será ratificada por las medidas que tomará a partir de abril el gobierno de Pueyrredón como la prohibición de casarse con rioplatenses sin licencia otorgada por el Estado 232. El segundo testigo es Andrés Migoya. Este dice al ser interrogado que la tarde del día preguntado Suarez había llegado hasta su casa y le había dicho que había acontecido una especie de revolución en Buenos Aires, “(...) que habían puesto artillería en las bocas calles de la plaza, quitado al Director y puesto en su reemplazo a Balcarce. ” Cuenta que posteriormente fue citado por Lima, quien le preguntó si el cura entraba frecuentemente en lo del Alcalde con los Méndez, o si estos visitaban al señor cura, y sobre las voces que corrían en el pueblo. Miller pregunta a Migoya si tiene noticia de que Lima tuviese orden del gobierno para realizar la interrogación o si hubo otros 232
Beruti, Juan Manuel, Op. Cit., pg. 283 106
vecinos que declarasen. Responde que Lima le leyó una orden del gobierno, pero que según su conocimiento solo han declarado Suárez y Duró. El primero de ellos es el siguiente. Suarez, de 22 años, alega “(...) que escuchó decir al moreno Manuel, esclavo de José Lino Gamboa que acababa de llegar de la capital que Buenos Aires estaba todo sosegado, que los cívicos estaban listos porque venían los portuguesas, y que los cañones estaban puestos. Que Pablo Lima le hizo declarar sobre la relación entre Colman, el cura y los Mendez. ” De Pablo Lima se saben cosas que no se quieren terminar de decir en el sumario, y que conocemos a través del descargo que él realizará al gobierno posteriormente. Por ahora veamos su indagación. Se le pregunta por qué dejó su puesto para irse a Buenos Aires y a quién dejó en su lugar. Este es un dato que no poseíamos: Lima viaja a Buenos Aires, ausentándose de su puesto en el Regimiento previamente a la indagatoria que encabeza. Responde este que dejó su puesto porque el Alcalde le pidió las llaves del lugar donde se guardan las armas y municiones, y “habérsele
dado parte secretamente que el cura Argerich había dicho que él y su
pueblo estaban por lo que el Comandante general ordenase, y que él no sabía cómo iba esto, y por la opinión común en el pueblo de la deposición del gobierno de Pueyrredón por Balcarce, y que en la capital la artillería estaba en la calles, esto le dio motivo a que en el pueblo hubiese una revolución, salió a consultar con el gobierno. ” Le preguntan quién le dio la información sobre el cura, y dice que se lo había insinuado Francisco Places, que a su vez se lo había oído decir al padre betlemita Fray Pedro de Santa María, en casa de Don Gervasio Posadas. ¿Por quién se había enterado de la deposición del Director? ¿Sospecha de vecinos que conspiren contra el gobierno?, Lima contesta que “estando en casa del cirujano del Reg. 3 Luis Senrra este le dijo que lo había escuchado decirlo a Migoya, que él sospecha del cura Argerich por sus expresiones, y porque Araoz le comunicó que el 25 de Mayo del año anterior habían ido a su casa a que firmase una representación al Cabildo del pueblo, y que contestó que el no que fuesen a ver al cura que tenía influjo con los del Cabildo, quien firma más tres del Cabildo, y también sospecha de Manuel Mendes por haberle dado la noticia de la revolución, y que habían andado con cañones la noche anterior. ” Varios datos aparecen en esta declaración: aparentemente Argerich había querido demostrar su apoyo a Balcarce el año previo, y ante la situación vivida con Pueyrredón en la capital su sostén al Comandante debía materializarse. Argerich se encontraría aliado con el Alcalde y con los hermanos Méndez. El círculo se cierra alrededor del Regimiento en donde todos están relacionados con la causa. Paulatinamente se notará, ha ido 107
perdiéndose la participación de Salvador Aguirre como vehículo de las noticias de lo que sucede en la capital: ninguno de los testigos lo ha nombrado en su declaratoria. El sumario sigue con el Sargento de Regimiento 3 0 Mariano Palavecino, quien confirma haber escuchado sobre la revolución de boca de Lima en un manifiesto que este le leyó. Dice que es verdad que Lima buscó las lleves de la caja de los armamentos por orden del Alcalde, pero que no quiso entregárselas. Cuando le preguntan por la relación entre los Méndez y el Alcalde responde “que no sabe, que no acostumbra a pesquisar vidas ajenas, y que no ha oído a nadie decir nada en contra del gobierno ”. José Tiburcio de la Fuente (hermano de Pascuala y Escolástica de la Fuente, por tanto cuñado de Salvador y Estanislao), declara que Lima le había informado que el cura había transmitido que se había quitado del mando a Pueyrredón y puesto a Balcarce, pero que él no ha oído a nadie hablar en contra del gobierno. Aquí es Argerich el transmisor de la noticia. Su declaración es corta, al igual que la de Luis Vicente Senrra, cirujano del Regimiento 3 0, quien desmiente a Lima, indicando que nunca le había dicho que Migoya había comentado una revolución en Buenos Aires. Expone en cambio que Lima lo llamó a declarar y le mostró “(...) en secreto un oficio del gobierno que contenía expresiones seductivas contra el cura, y oyó decir cosas en contra de Balcarce, y que Lima le había dicho que contaba con él, con los Aguirres y con otros que no se acuerda, a lo que respondió que ni sabía ni quería meterse. Con ellos se contaba para voltear al cura y a Balcarce, y que en esa misma tendencia se encuentra Francisco Plaze, porque habla secretamente con Lima y no tiene ningún empleo. ” Aparentemente, Lima contaba efectivamente con un permiso otorgado por el gobierno de Pueyrredón para indagar sobre los rumores de destitución. Pero agrega otros datos: el documento “seduciría” en contra del cura y habilitaría un espacio de acción en contra de
los que detentan el poder religioso y político en la Villa, y más aún, se le animarían contra Balcarce, bastando para esta tarea los Aguirre, Place, el mismo, y ¿alguien más? Notemos especialmente que, de acuerdo al declarante, parece cambiar el sujeto de propagación de los informes, buscando posicionarse cada facción como la que reacciona ante los movimientos de la contraria. Ser quien reacciona ante, y no quien comienza los rumores avalaría una especie de legítima defensa. Por supuesto, ante la declaración, dispone citar a Place y Salvador Aguirre, al primero por el Alcalde y al segundo por orden del juez fiscal, pero ninguno, oportunamente, está en la Villa. Sí se encuentra a Estanislao Aguirre, quien se dice de empleo negociante. Al interrogarle cómo se enteró del rumor de revolución, responde que Lima “(...) le 108
pasó una invitación para encontrarse y le dijo que el gobierno lo había encargado para proceder a una indagación sobre el comportamiento del cura, que había divulgado que había una revolución en Buenos Aires, y que se había quitado a Pueyrredón y puesto a Balcarce.” Ante la pregunta de si sabe de alguien que esté en la villa en contra del gobierno, responde que sí, “(...) que el cura lo hace ”. Al repreguntar cómo y cuando lo ha oído o tenido noticias, Estanislao “dijo que por ser del partido de Saavedra cuando lo quitaron del mando el año de ochocientos doce, y otras varias veces que le ha oído al mismo cura sobre el particular y que en tiempo de Araoz el Sargento Mayor Julian ¿Sayos?, trajo una representación hecha para el soberano congreso sobre que no se pusiese en el mando a Pueyrredón para que la firmase Araoz, y que firmándola éste la firmarían también el cura y el Cabildo, que esto lo sabe por boca del mismo Araoz. ” Al terminar el proceso, hacia el final del documento, el teniente de voluntarios Mariano Méndez comunica que Lima fue contenido antes de que enviase al gobierno un oficio (aquel para el que estaba tomando declaraciones) “contrajudicialmente” lleno de cosas supuestas. Se intercepta el oficio y encarcela a Lima, comunicando la situación a Balcarce para que haga lo que crea conveniente. Veamos un poco los cabos sueltos que deja la sumaria. Llama la atención que Miller no haya considerado pertinente tomar declaración a los hermanos Méndez, a Argerich o al Alcalde. Evidentemente esas declaraciones habrían perjudicado a quienes eran acusados por el grupo que denunciaba un levantamiento en contra de Pueyrredón. Dos facciones contrapuestas se diferencian según la declaratoria: el grupo en el que se encuentran Argerich, los Méndez, el Alcalde, el mismo Miller parecería a todas luces que intentan encubrir una situación cuyas intimidades esperaban no salieran de la Villa hasta el momento propicio. Los hechos relatados irían de la siguiente manera: en la noche del 9 de febrero Pablo Lima procedió a una indagatoria hacia algunos vecinos que no pertenecían a la facción de Argerich sobre si estaban enterados de la situación acontecida en Buenos Aires. Notemos que los indagados son pulperos, lo que no es casual ya que si bien podían no saber sobre la cuestión en primera persona, su trabajo les permitía ser los oídos de los rumores que entraban y salían del pueblo. Aparentemente también, Lima contaba con un permiso otorgado por el gobierno para esa indagación, ya que lo mostró a algunos de los testigos interrogados. En su declaración, Lima ofrece una somera línea de tiempo: el Alcalde Lobo Sarmiento le pidió las llaves del cuarto donde se guardaban las armas, probablemente el día 8, preparándose para sacarlas y apoyar la destitución de Pueyrredón, pero Lima en vez de 109
darle las llaves corrió a Buenos Aires a consultar sobre lo que le habían dicho que sucedía. En Buenos Aires, tuvo contacto con “el gobierno”, entidad abstracta que puede estar representada por el mismo Pueyrredón, alguno de sus funcionarios, u otro empleado del Estado. Debemos estar en el día 9. Lo cierto es que dicha entrevista da como resultado la vuelta de Lima a la Villa con un permiso de indagación, secreto este ya que evadía los canales legales habituales para efectuarla, que pone en práctica el mismo día, ya vuelto a Luján. Hay un dato desdibujado: en el primer oficio que envía Lobo Sarmiento a Balcarce (no a Pueyrredón, no está de más pensar sus razones) dice que Aguirre ha regresado de la capital el 9, y que ha sido él quien ha divulgado la noticia de la Revolución. ¿Habrá ido Lima al encuentro en la capital con Aguirre? ¿Hicieron las diligencias que terminaron en el permiso del gobierno los dos? ¿Cuál es la vía habilitada de acceso a los dirigentes que tienen y por qué tanta confianza en su accionar? No lo sabemos, pero es sugerente que el mismo día Lima y Aguirre estuvieran de regreso, y que fuese el segundo quitado de la ecuación tan rápidamente. Es mucha la confianza depositada en el accionar de un Ayudante Mayor. En un momento de fuerte enjuicie de las cadenas de mando, y con un final cercano para el directorio de Pueyrredón, el accionar de Lima demuestra hasta qué punto las verticalidades se encontraban en tela de juicio y cómo esos espacios de poder debían ser legitimados por mucho más que un título jerárquico. Veamos ahora lo que se dice de los implicados: ¿por qué querría Argerich apoyar la destitución de Pueyrredón y ayudar a Balcarce? La declaración de Estanislao Aguirre ofrece una línea de interpretación: que Argerich era del partido de Cornelio Saavedra y había sido este uno de los motivos de su rechazo a Pueyrredón. Hablemos un poco de él. Francisco Javier Argerich nació en Buenos Aires en 1765, y descubrió muy pronto su vocación sacerdotal. Nombrado en principio para ejercer su ministerio en el curato de Santa Fe, llegó a Luján en 1809 y permaneció allí hasta su muerte en 1824 233. En 1813, Argerich había sido el elector electo por la Villa de Luján para la Asamblea Constituyente, lo que parece indicar que contaba con gran apoyo de la vecindad. Por lo que se sugiere en la declaración de Aguirre la pertenencia de Argerich al grupo político de Saavedra habría determinado la enemistad bastante explícita de Argerich con Pueyrredón, y su defensa a Balcarce. Efectivamente Pueyrredón integra el Triunvirato que reemplaza a la primera Junta, pero desconocemos la filiación política de Argerich 233
Piccirili, Op. Cit. pgs. 7-8 110
con Saavedra. Parece ser que ya el año anterior “en tiempos de Arauz” como dice Estanislao Aguirre hablando de tan solo un año atrás, el cura ya había tenido la intención de, suponemos, ante el nombramiento del Congreso de Pueyrredón, que este tarda en ejercer, firmar una representación para rechazarla que habría permanecido en tinieblas. Por otro lado nadie niega que efectivamente el Alcalde mandara a pedir la llave de la sala de armas, y nadie da explicaciones de por qué lo hace. Lo que en esos días sucedía en Buenos Aires era en efecto una situación inestable. Se mencionan en la declaración de Duró a los cívicos y la amenaza portuguesa. Los tercios cívicos, fuerzas dependientes del Cabildo capitalino desde el Estatuto Provisional, constituían una numerosa fuerza miliciana. Era justamente el Cabildo quien nombraba a sus jefes y oficiales, y también quien les pagaba, al igual que a los Cabos y Sargentos del cuerpo. Todos los hombres habitantes americanos y extranjeros, incluyendo negros, pardos libres, españoles, entre 15 y 60 años eran soldados cívicos 234. Esto hacía que contaran para 1815 con más de 3000 plazas. Si bien debían responder al gobierno, si el Cabildo consideraba que el Estatuto era violado por el Director, estaba permitida la insubordinación. Cuerpo con excesivos gastos y muchas veces ante las dificultades económicas de estos años, difíciles de solventar por el gobierno, constituían una fuerza a la que era mejor tener a favor. Recién hacia finales de 1817 el Director Supremo logrará cierta autoridad sobre los cívicos al poder elegir a los oficiales de milicia, a propuesta de los jefes de cada cuerpo, una medida que suscitó grandes conflictos por la pérdida de autonomía que implicaba235. Los últimos días de enero de 1817, habíase publicado un bando en Buenos Aires que manifestaba que los portugueses de Brasil habían tomado Montevideo y por tanto toda la Banda Oriental. Ante la presencia física tan cercana de los portugueses efectivamente los cívicos deben haber estado en estado de alarma esos primeros días de Febrero, y posiblemente con cañones en las esquinas cercanas al Cabildo. Ahora ¿qué hay de cierto en la revolución de la que hablan los testigos del sumario? Mucho. Efectivamente, el día 12, justamente cuando en Luján Miller tomaba declaración a los testigos, en Buenos Aires “De resultas de haberse descubierto una revolución que estaba tramada, con el fin de deponer al Supremo Director, han salido expatriados fuera de estas Provincias Unidas y a dominios extranjeros de ultramar los principales 234
Di Meglio, Gabriel, ¡Viva el bajo pueblo! La plebe urbana de Buenos Aires y la política entre la Revolución de Mayo y el rosismo. Prometeo Libros, Buenos Aires, 2007, pg. 141 235 Ibídem, pgs. 142-143 111
cabezas que la promovían, que fueron en este día presos y embarcados; siendo los individuos el coronel Don Domingo French, el coronel Don Manuel Pagola, el coronel doctor Don Victor Chiclana, el presbítero doctor Don Vicente paso, el doctor Don Pedro Agrelo, abogado de esta cámara, el doctor Don Manuel Moreno, oficial mayor de la secretaría de gobierno y el doctor Don Ignacio Castro” 236.
Efectivamente estos
destierros y encarcelaciones de las que hablábamos sin nombres al comienzo de este apartado, buscaban acallar una oposición militar e intelectual convocante que había buscado acabar con la suerte del Director. La sincronización de los hechos es exacta: tres días antes de los destierros el rumor de golpe era certero, ¿sería Balcarce el elegido para suceder a Pueyrredón? sin dudas había demostrado en los últimos dos años una eficacia en servicio que lo volvía una opción nada desdeñable. ¿Lo encumbrarían aquellos aliados locales a quienes él mismo había ayudado durante sus labores?, todo parece indicar que sí. Recordemos que es la intervención de Balcarce en 1816 la que quita a Arauz de la Villa, ante incesantes pedidos también del entonces Alcalde, que ve la continuación de su obra en el año presente aunque haya cambiado el mando: el grupo al que pertenece Lobo Sarmiento es el mismo. No sabemos el papel que juega José Gerónimo Colman en este evento, ya que no se lo menciona, y llama la atención que ante lo que ocurre en el Regimiento que comanda, su nombre no sea traído a colación salvo excepcionalmente. Hemos dejado algunas cuestiones que considerábamos necesario puntualizar expuestas, y nos adentraremos ahora en el desenlace del conflicto. El 12 de febrero, Pablo Lima envía una nota de descargo al gobierno en la cual explica las razones de su conducta, diciendo que el Sargento Mayor del Regimiento que él depende también ha estado tomando declaraciones sobre lo mismo. Dice haber tomado los testimonios en bien del poder Supremo, para sostenerlo a él (ha de referirse a Pueyrredón) en su cargo. Relata que la noche anterior a la toma de declaraciones fueron a su casa los Méndez y el Alguacil Mayor a pedir las llaves que él (por Pueyrredón) específicamente había pedido que no se entregaran, y pese a que les dijo esto reiteraron el pedido, lo cual da para sospechar “de querer hacer inocente del enemigo declarado de V.E cura Argerich”. Cuenta en extenso lo que sucedió. El día diez de febrero a las ocho de la mañana se presentó en Luján el Sargento Miller ante él, que está en esa locación por orden reservada de Pueyrredón, llevando una nota escrita del Comandante General de 236
Beruti, Juan Manuel, Op. Cit. pg. 277 112
Campaña (Balcarce) “en que me avisaba ese Sargento Mayor Mariano Miller y que al Comandante nuevamente nombrado del Rgto. N 3 Dn Gerónimo Colman le entregase la comandancia mas como este no se presentase y yo tuviese orden de V.E para lo contrario no quise entregarla al referido sgto. Mor. Que trato de la entrega de ella de las armas y cuanto fuera anexo a otro encargo”
El trató de explicarle a Miller que no
podía hacerle otra entrega de armas sin haberle avisado al Director por la cercanía del enemigo, seguramente desde el Litoral e informó de esta situación a Pueyrredón mediante un pliego, que fue interceptado por Miller mientras era enviado a Bs. As. Cuando él se enteró de esto fue a ver a Miller, quien lo insultó y él se contuvo para no armar un disturbio, lo tomó preso y al día siguiente lo envió con un miliciano hacia el Comandante de Campaña, quien le indicó que se mantuviera arrestado en su casa. Espera su decisión. Al margen de la hoja contesta el secretario de guerra Guido en 22 de febrero, dando un lapso de tres días a Miller para que informe sobre todo los hechos que llevan a esta situación. Aparentemente Pueyrredón había especificado cuidar el destino de las armas ¿sería solo de la guarnición militar de Luján por su cercanía a la zona de conflicto? ¿Habría sido una circular enviada a todos los Regimientos en virtud de lo que sucedía en la capital? ¿O es un pedido directo a Lima? El siguiente documento que consta en el legajo es una comunicación de Miller diciendo que ha interceptado la nota anterior que hemos leído “el parte calumnioso”
que Lima estaba enviando al gobierno, lo ha arrestado
remitiéndolo a Balcarce y pide se lo exima de responsabilidad por haber violado correspondencia que estaba dirigida al Sr. Director. Miller es reprendido por el Secretario de Guerra, por haber enviado la nota de Lima abierta junto con otra documentación violando la confidencialidad. Aparentemente el Secretario de Guerra le dio un segundo vistazo a la situación, o habló con algún superior y decidió enviar una segunda nota a Miller en la que repudia su conducta por “(...) tan escandalosa falta de respeto a la autoridad ” y lo previene para que haga su descargo, el cual Miller efectúa aduciendo que velaba por la seguridad del gobierno. Parece ser que el asunto llegó a quienes estaban siendo defendidos o traicionados por esta conjura, ya que el 20 de febrero, Balcarce envía un oficio a Pueyrredón diciendo que por lo declarado en el sumario, exceptuando la declaración de Estanislao Aguirre, deduce un complot entre Pablo Lima, con los Aguirres, Francisco Place y otros de la capital de quienes el tiene fundamento, para imputar a Argerich y Martin Lobo Sarmiento por el inicio del rumor de destitución cuando en realidad lo habrían iniciado 113
ellos, con el manifiesto objetivo de crear desconfianza hacia él por parte de Pueyrredón. “Si V.E en estos momentos trae a la memoria el parte que dio a V.E el
Sargento Mayor
de Dragones de la patria Don Pedro Cortinas contra el distinguido ¿? del Regimiento de mi mando Ramón Medina y lo obrado en su consecuencia encontrará que el suceso del ayudante Lima en la Villa de Luján fue promovido en los días inmediatos con el doble intento de llamar la atención de V.E, de sorprender su ánimo y de hacerlo vacilar del concepto que deben merecerle los públicos procedimientos de un jefe que fue de los primeros de esta guarnición en defender la libertad común contra los tiranos del antiguo sistema…”
Lo sucedido en Luján no es lo único que daba indicios de un
complot dl cual Balcarce sería parte activa. La resolución de esta situación no es clara. Más allá de la reprimenda a Miller, no parece haber tenido mayores consecuencias la sublevación que nunca aconteció 237. Hacia fin de año, son numerosos los documentos que dan cuenta de una endeble frontera en la que algo se planea: se teme una invasión de Artigas sobre Buenos Aires aliado con los santafesinos y tribus chaqueñas. El 3 de diciembre el Comandante General de Frontera, indica las medidas que deben adoptarse en precaución de las acciones que con fundados motivos temía el gobierno de Don José Artigas. En comunicado reservadísimo a José Gerónimo Colman, Comandante del Regimiento 3 0, se le indica cómo actuar ante la amenaza de Artigas ( “ese monstruo de ingratitud, con sus tribus bárbaras”), que ha inspirado a los habitantes de la campaña, para lo cual se sugiere que se ponga en marcha con los regimientos de milicias hacia un punto entre Pergamino y San Nicolás para contener al caudillo si fuese necesario, y que esas milicias estén prestas a la primera orden, todo esto con la mayor precaución para que el enemigo no lo perciba. Que se observe la posición que toma Santa Fe a través de milicianos de confianza que ingresen como espías a Rosario. Esas averiguaciones deben ser inmediatamente remitidas al gobierno. Todos los que se dirijan hacia esos destinos deben llevar sus papeletas y ser identificados. Las labores de espionaje se incrementan. El 30 de diciembre llega un comunicado que tiene como destino al Comandante General de Campaña, al de la Frontera y al de la Villa de Luján, adjuntándole copia de una nota que manifiesta que un individuo de cierta compañía (no se especifica) había pasado con 237
Esta zona de fronteras y en especial, este período posee una serie de casos en los cuales las rebeliones no acaban de suceder, en un marco de crisis directorial que es ya inevitable. Ver al respecto Fradkin, Raúl “La conspiración de los sargentos. Tensiones políticas y sociales en la frontera de Buenos Aires y Santa Fe en 1816” en Bragoni, Beatriz y Mata, Sara (comp.), Entre la Colonia y la República: Insurgencias, rebeliones y cultura política en América del Sur , Prometeo Libros, Buenos Aires, 2008 114
pliegos para Santa Fe, y previniéndoles que lo observen, sorprendiéndole y remitiendo las comunicaciones que se le tomasen. Al día siguiente José Gerónimo Colman, envía un comunicado que dice que según los datos proporcionados el hombre descripto es Alberto Carranza, del cual sabe por lo que le han dicho que ha salido para San Nicolás y Santa Fe con pliegos. Sigue una nota más informativa de la situación. Se advierte que Colman ha identificado al individuo por sus señas, que el mismo había sido llamado en principio por un individuo de la capital para que fuese a Santa Fe llevando pliegos del Supremo Director. La comunicación fronteriza proveerá de otra vía de adhesiones y conflictos para la siguiente etapa. Esa frontera será el área de mayor conflictividad de los siguientes años, máxime desde que en 1818 el Ejército de Observación establece su cuartel general en San Nicolás. Esta decisión se verá acompañada por una fuerte presión gubernativa para que las tropas allí instaladas fueran aprovisionadas por las contribuciones obtenidas de las poblaciones locales cercanas de la campaña norte, que ocasionarán nuevas tensiones entre grupos vecinales y el gobierno superior. Esas tensiones, se transformaron en un primer momento en resistencias vecinales y en un
segundo, en una inclinación
autonomista de los pueblos rurales. Las fuerzas santafesinas realizaron a lo largo de ese año numerosas incursiones a los vecinos norteños para apropiarse de reses y caballos, y atacando especialmente a las pulperías de la zona para aprovisionarse de productos. Sumado a la inestabilidad provocada por los grupos santafesinos, habrá otra que ocasionarán aquellas en quienes el Directorio tiene depositada su legitimidad: las milicias. Son ellas con las que cuenta para defender la frontera de indios y santafesinos, evitar las tropelías bandoleras, realinear a los desertores y fundamentalmente mantener el orden en la campaña. Pero esas milicias mal comidas, mal vestidas, y especialmente mal pagadas se transformaron paulatinamente en focos de resistencia a las presiones estatales. Ante un gobierno cada vez más ausente para cumplir las necesidades de esas tropas, pero efectivo para exigirles presencia y acción, los milicianos se identificaron cada vez más con aquellos que defendían sus derechos peticionando en su nombre, y que se encargaban de gestionar los recursos necesarios para su supervivencia: los comandantes militares, actores definitivos en las movilizaciones de esos años. El Directorio tuvo entre sus manos una situación que comenzó a desbordarse poco a poco, y las contradicciones entre sus intereses y los de los pueblos rurales fueron
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materializándose cada vez más. El régimen directorial irá entrando en una decadencia que comenzará aislándolo, hasta llevarlo a su disolución final 238.
VI.II- La Villa de Luján en el 19 y la débil institucionalidad provincial 1819 comenzará con la historia de un fracaso para Buenos Aires. Entre noviembre del año anterior y enero del presente las tropas de Balcarce primero, y Viamonte (quien lo reemplaza ante la pérdida de Rosario) después sufren los embates de las fuerzas de Estanislao López, ahora gobernador de Santa Fe en reemplazo de Mariano Vera, y la prácticamente disolución de las milicias que los acompañan. El cinco de abril se conviene una tregua, que se transformará en un armisticio por el cual Buenos Aires se compromete a retirarse de Entre Ríos y Santa Fe autoriza el tránsito de Buenos Aires hacia el Interior. Pero el trato no convencerá a ninguna de las partes, al menos no a largo tiempo. Artigas impedirá a Entre Ríos asistir a las negociaciones, y Pueyrredón mandará al Ejército del Norte a amenazar Santa Fe. Cuando esas fuerzas se vean insuficientes, convocará también al victorioso Ejército de los Andes, en el que San Martín se negará a responder a los pedidos desesperados de un director que se encuentra viviendo sus últimos días en el puesto. Su renuncia culmina con el ascenso de José Rondeau239. Es el vacilante ambiente que existe en esa zona el que decide al nuevo Director a establecer una dirección directorial en la campaña con la función de darle un gobierno unificado y apoyar al Ejército de Observación. Su sede está en Luján. A principios de febrero, Cornelio Saavedra es enviado como Delegado Directorial a establecerse en el cuartel cercano a la Villa, para organizar una posible defensa ante también posibles ataques. Junto con la instalación de la delegación, es el mismo Cabildo el compelido a tener una participación más activa en la defensa de la frontera que le otorga el Director. La existencia de una fuerza de fronteras que concentra la mayor tropa militar de una provincia no siempre asegura soluciones sencillas y estables. La emergencia de esta fuerza como base del poder político proviene por un lado de su predominio militar y de la crisis tanto de las bases de poder rivales como de la ciudad 240. 238
Fradkin, Raúl, Ratto, Silvia, “ Presiones estatales y respuestas sociales: la experiencia del Ejército de Observación sobre Santa Fe, 1815-20 ”, ponencia presentada en las Jornadas: Coyunturas críticas y movilización popular en el largo siglo XIX Buenos Aires, Instituto Ravignani, 18 y 19 de octubre de 2012 239 Halperín Donghi, Tulio, Historia Argentina. De la Revolución de Independencia..., Op. Cit. pgs. 127131 240 Halperín Donghi, Tulio, Revolución y Guerra..., Op. Cit. pgs. 334 y 335 116
Desde finales de enero, el gobierno envía una serie de comunicaciones pidiendo a dicho organismo que reúna a los hombres de “mas séquito” en su jurisdicción por sus
fortunas, crédito, conversaciones y sentimientos, y acudan al orden en defensa y seguridad de esa Villa y su territorio, citando si fuese necesario los cuerpos o partidas de milicias que se estimen convenientes, exigiendo de quienes corresponda los víveres y caballadas necesarias. Para todo lo que faculta “plenamente” al Cabildo, otorgándosele el armamento, municiones que se estimen necesarios, ya sea para actuar en la ciudad o sus inmediaciones, o ya para cualquier otro punto de la Provincia, contra todas las personas que en el territorio de la Villa se consideren enemigas y sospechosas, solo dando cuenta al gobierno para su aprobación. En otro oficio llegado días después, el Director Supremo agrega que se ha confiado en esa corporación la defensa de la Villa y sus alrededores, a causa de los sentimientos patrióticos que han demostrado, diciéndole que delega en Cornelio Saavedra sus facultades, para que restablezca el orden en toda la provincia, a cargo del Ejército de Operaciones. Se le dice al Cabildo que deberá tratar directamente con Saavedra cualquier cuestión que le implique movilización, recursos o jefes militares241. El 5 de febrero, Saavedra se comunica con Buenos Aires informando que desde su llegada ha puesto empeño de enterarse de los armamentos, fuerzas y jefes del Regimiento 30 de Caballería y del Regimiento de Voluntarios, ya que ambos tienen sede en Luján, Areco y puntos vecinos. El Sargento Mayor de Voluntarios (no poseemos su plana) tiene muy mala opinión por parte de sus oficiales y tropa, por lo que propone retirarlo. Sobre el Regimiento 3 0 dice que tiene un lugar excesivo de plazas, pero muy escaso armamento 242. Saavedra tiene una opinión sombría sobre las fuerzas de campaña. El 6 de abril emite otro comunicado sobre los regimientos de caballería voluntarios de campaña “Pudo ser el fin de su creacion el mas laudable; pudo habe r en la epoca de su creacion razones fuertes que convenciesen en su favor, pero ni estas razones en la epoca presente, ni los efectos han justificado sus ventajas”
243
. Los problemas que
manifiestan son múltiples: se presentan a las convocatorias con retraso, hay muchas deserciones en sus filas, tienen poca táctica y disciplina. Continúa “ Desde su creacion no ha hecho un servicio recomendable, es mas debil porque es incomparablemente mas
241
AGN X 11-3-3 AGN X 11-6-5 243 AGN X 11-2-5 242
117
grande el lugar en que esta disipado (...)” 244 Los
que participan lo hacen en gran
medida por los fueros de los que disponen “La utilidad es absolutamente negativa: solo ha servido el privilegio para provecho de los privilegiados; y para fomentar disturbios y diferencias de Jurisdiccion con las Justicias.”245 Concluye terminante “(...) el cuerpo no ha llenado los fines de su ereccion, y no hay esperanzas de que pueda llenarlos, parece que convendria fuese extinguido, quedando sus plazas incorporadas a los cuerpos de sus partidos respectivos (...)” 246 .
Debe ser verdaderamente duro calzar los
zapatos de Saavedra en este momento: parece haber llegado a la difícil conclusión que las milicias ni sirven, ni son confiables, pero paralelamente debe aceptar la triste realidad de que el gobierno no ha hecho más que dejar en sus manos la defensa de la campaña y su frontera, y no cuenta con refuerzos del Ejército para reemplazarlas, dotándolas de cada vez más injerencia en esa zona de conflicto. Los problemas de convocatoria no son aparentemente exclusividad de los milicianos, sino también de su plana mayor “Se han hecho algunas citaciones al Comandante de el Dn. Gerónimo Colman, y han sido sin fruto. El gral. Del ejercito, me pide 80 hombres de el, y yo he ¿?, consultando el mejor servicio entenderme para este y otros asuntos militares, con el Alcalde y Comandante de Escuadron D. Salvador Aguirre, sugeto que ha mas de su conocida actividad, reviste el carácter de Comandante Interino de la Villa, por elección del ilustre Cabildo, en calidad de las facultades que últimamente le concedió V.E a la misma palidad, y fuerza aprobada posteriormente ”247. Efectivamente el Cabildo ha logrado, aunque sea momentáneamente, aprovechar la debilidad del gobierno para elegir un comandante militar interino de la Villa. Esto era lo que quería en 1815 y no pudo lograr y ese sentir será compartido muchos de los pueblos de campaña por entonces. Aguirre ha sido electo en 1819 por segundo año consecutivo como Alcalde Ordinario de la Villa de Luján. Sabemos por boca de Francisco Argerich que desde noviembre de 1817 funciona una junta electoral destinada a elegir los cargos capitulares del año siguiente, según lo establecía el Estatuto Provisional, y que la misma estaba presidida por el propio párroco. En sus palabras, en ese mes “los señores Aguirres acompañados de D. Gerónimo Colman se presentaron en mi casa dandome una completa satisfacción por las incomodidades que me habían dado en los años 244
Ibídem Ibídem 246 Ibídem 247 AGN X 11-6-5 245
118
anteriores, proponiéndome me tomase a mi cargo el poner toda mi atención e influjo para que se celebrase un Cavildo juicioso De los vecinos de mayor concepto y opinión, impidiendo de este modo a una multitud de hombres que fomentaban el desorden en la villa y su jurisdicción: les protesté que en nada quería ingerirme y que bastante me habían hecho padecer principalmente en este año: después de tan repetidas promesas apoyadas por Don Geronimo Colman que todo estaba ya acabado que jamás me darian mis sentimientos y dandome la mano en señal de amistad, entré en el empeño bajo la garantía de hombres de bien.”248 La declaración, que forma parte de un Memorial que Argerich envía al gobierno en 1820 y tendremos más adelante oportunidad de analizar, deja entrever que para noviembre de 1817, los sucesos de febrero que analizamos anteriormente habían quedado en el pasado (las incomodidades que le habían dado, ya que parece ser que fueron más de una), y que se creaba entre estas cuatro figuras, Estanislao y Salvador Aguirre, José Gerónimo Colman y Francisco Argerich, un “pacto de convivencia ” que buscaba ser mutuamente provechoso: se debía evitar que hombres que provocaban desorden, los que no se consideraban la parte sana del vecindario, participasen de los comicios. Aparentemente de acuerdo a este arreglo de concordancia, se decide que sea Salvador Aguirre quien encabece el Ayuntamiento, permitiendo que pese a los numerosos conflictos de los últimos años su grupo ocupe el puesto más alto de la esfera política local, y dejando probablemente la otra esfera de poder fundamental, la militar, bajo el control de Colman. Todos conformes, incluyendo a Argerich que no solo continuaría en sus actividades pastorales, sino que sería además investido de tamaña responsabilidad política, honor que le haría sentir que podía volver a tragar sin sentir la presión de la soga en el cuello. Según el Estatuto Provisional dictado por el Congreso ese mismo año, las elecciones para cuerpos concejiles debían realizarse de manera popular en aquellos lugares donde existiesen Cabildos, solo con quienes habitaren en dichos pueblos 249.
Esta
imprevisibilidad es la que busca ser eliminada negociando previamente a los electores que decidirían al ayuntamiento entrante. ¿A qué se debería la alianza entre Colman y los Aguirre, y de estos últimos a su vez con Argerich, después de las declaraciones hechas por Estanislao unos meses atrás sobre su persona? No lo sabemos, pero probablemente 248
AGN X 11-8-9
249
“Estatuto provisional dado por la Junta de observación y aprobado por el Congreso de Tucumán. 22 de noviembre de 1816”, en Estatutos, Reglamentos y Constituciones Argentinas, Op. Cit., pp. 71. Luego
conocido como Reglamento Provisorio de 1817. 119
tenga que ver con la reacomodación de la situación en la ciudad, la reafirmación de Pueyrredón al menos durante un año más en sus funciones y con el deseo de controlar en el ámbito local lo que no se puede en el intramuros. Argerich cumple a partir de ese momento con la función que se le asigna, en la que se esmera por enseñar a los paisanos a conducirse con decencia y circunspección en los actos públicos, entusiasmados para que conozcan que están ya en posesión de sus derechos públicos perdidos por trescientos años 250 “ Fui electo presidente de la Junta Electoral, y por unanimidad de sufragios fue nombrado Alcalde ordinario de la Villa Don Salvador Aguirre para el año entrante de mil ochocientos diez y ocho. En los años siguientes ellos mismos proporcionaron fuese nombrado de nuevo Presidente de la Junta Electoral, y por parecerme propio por su actividad, por las criticas circunstancias en que se hallaba el pais fue reelecto Dn. Salvador Aguirre Alcalde Ordinario para los años de mil ochocientos diez y nueve, y veinte con aprobación del Supremo Director del Estado.”251. Estableciendo un récord para los alcaldes ordinarios de la Villa de Luján desde la erección misma del cuerpo capitular, Salvador es electo en el máximo cargo durante tres años consecutivos. Esto significa que la alianza creada con Argerich y Colman permitió como dijimos el ascenso de Aguirre a la esfera más alta del poder político local, mientras Colman quedaba al frente del militar (la comandancia del Regimiento 3 0), y Argerich en su puesto de Ministro, Cura y Vicario de la Parroquia Nuestra Señora de Luján. Los conflictos parecen estar resueltos, y no encontramos entre estos individuos señales de discordia el siguiente año. Por el contrario, los lazos aparecen a toda vista como firmes. Una ocasión provechosa para observar la “armonía” imperante es la
asunción de los cargos capitulares, que desde que
Argerich preside su elección, se encabezan con la lectura de unas palabras dichas por el presidente de la junta, ergo él, llenas de halagos a la figura del electo Alcalde “(…) ha tenido comisiones delicadas del Exmo Supmo Director: ha suministrado todos los auxilios a los tres exercitos que han marchado contra Sta Fe, mereciendo las mayores confianzas de los grales, y aprobación de la supremacía del estado. Ved aquí compatriotas los fundamentos en que se ha afianzado la Honorable Junta Electoral para reelegirlo (…) Ya teneis a vuestro paysano, amigo y compañero en posesión de
250 251
AGN X 11-3-3 AGN X 11-8-9 120
sus empleos: allí lo tenéis para que os sostenga en todos los casos de revolucion y de desorden”252. La creación de la alianza Colman-Aguirres-Argerich logra la convivencia serena de los poderes que siempre se superponen en Luján, y parece haber habido un acuerdo de división de esferas entre Aguirre y Colman. ¿Qué decir de Argerich? si bien su persistencia en el cargo no depende de los poderes locales, bien pueden transformar su vida en un infierno. Pero tampoco sucede entre 1818 y fines de 1819. Pero para este momento esa alianza parece dar síntomas de una enfermedad terminal. Como lo sucedido en 1815, será la estrategia política de relacionarse con fuerzas exteriores a la Villa lo que desestabilice la situación. El 4 de noviembre, el Comandante de Frontera, Coronel Gregorio Pedriel, remite a la ciudad una serie de mensajes que le ha dado Estanislao López al vecino Pedro Domínguez, quien en declaración ante Pedriel dice que le dieron tres cartas para que las entregase al Alcalde Ordinario de la Villa de Luján Salvador Aguirre, otra para la hermana del chileno José Miguel Carreras, y otra para el Capitán Valentín Olivares. “Que el las recibió y las trajo para su casa de donde se las debolbio diciéndoles que yo
lo mandaba buscar preso y por cuya rason temia fuese interceptada esta correspondensia, la que se le había entregado con especial encargo de entregarla al expresado Alcalde de quien estaban seguros les daría dirección” 253. El indagado Domínguez confesó también que llegarían armas desde la capital escondidas en cueros, y que había tenido la noticia de que Artigas había sufrido una derrota muy dura. Pedriel reproduce la carta, que no está firmada solo por López, sino también por Francisco Ramírez fechada en 12 de octubre, en la que estos, desde el campamento del Ejército Federal explican las razones que los llevan a un nuevo enfrentamiento con Buenos Aires, muy a su pesar. Dicen que existe un plan entre Juan VI y el Directorio del cual ellos tienen constancia, y por estas razones debe deponerse una administración tan criminal. Ante tantos clamores de su pueblo, López y Ramírez dicen que Artigas decidió enviarles una fuerza armada para ayudar a conseguir la paz y proteger a los pueblos de la tiranía de la actual administración: “a todo trance estamos resueltos a la conclusión de este justo proye cto”. La carta es una invitación para participar en la lucha, con el objetivo de “poner en libertad a las Provincias Unidas para que elijan un gobierno de su confianza, que nos reporte unidad, único medio de oponernos a la 252 253
Ibídem AGN X 11-3-3 121
ambición extranjera y a la espant osa anarquía que nos debora” 254. El caso parece demostrar varias cuestiones. Hay una persistencia de las relaciones entre el gobierno de Santa Fe y Luján. Recordemos que habíamos visto cómo en el año 16 era Tomás Bernal quien enviaba a un hombre de su confianza con pliegos para Salvador Aguirre, y hacia fines de 1817 otro hombre era interceptado por Colman con comunicaciones, que si bien no sabemos a quién estaban dirigidas, deberían tener como objetivo a alguna autoridad de la Villa. Este espacio había logrado establecer un vínculo muy a pesar de los grupos directoriales que fomentaba la aparición de alianzas atentatorias hacia el poder central. A fines de 1819 la situación en la Villa de Luján es más endeble que en otros pueblos, a raíz justamente de lo que quería evitarlo: la existencia en ella de la sede directorial y su otorgado papel a través del gobierno como guardiana de la situación en la frontera, que la beneficia con la adjudicación de los recursos que crea convenientes para salvaguardarla, y esos recursos que incluyen armas, municiones, caballos y reses son extremadamente valiosos para posibles alianzas. Notemos que Domínguez, el “acarreador” de las cartas, indica a Pedriel que
López y
Ramírez estaban seguros que Aguirre “les daría dirección”, es dec ir que esperaban de él
respuesta ante la propuesta, y también una indicación de cómo continuar los movimientos de forma conjunta. Esta carta nunca es entregada a Aguirre, pero probablemente haya habido otras, previas y posteriores que arribasen a buen puerto. No figura en legajo la respuesta del gobierno ante estas noticias, pero sin dudas pone en alerta al Comandante de Frontera que se muestra pendiente de los movimientos de Aguirre a partir de ese momento. Pero el Director Supremo no parece convencido de su culpabilidad. En medio de la proximidad de la guerra, Buenos Aires ordena nuevamente al Ejército del Norte marchar contra Santa Fe, y considerándolo insuficiente también a una partida del Ejército de los Andes. San Martín pasa por la Villa de Luján y aparentemente es comisionado para cuidar de su llegada al punto de negociación Salvador Aguirre. Este hecho despierta las sospechas de Pedriel, que se comunica con la capital el 13 de noviembre para advertir sobre los avances de Aguirre en campo enemigo. Al día siguiente, recibe la contestación del gobierno, por la cual queda reprendido por “las falsedades mas groseras incapaces de persuadir aun al hombre mas escaso de criterio: La misión de D. Salvador Aguirre al campo enemigo no tubo otro objeto que el de segundar al gral. San Martin que a su propartida hiso desde San 254
Ibídem 122
Luis una seria intimación al gobierno de Santa Fé: mas ni esta ni aquella medida ofrecen (...) la menor esperanza de que los corifeos de la anarquía entren y combengan en un partido nacional y justo que haría desaparecer las escandalosas depredaciones y robos a que se han entregado (...)”255. Mejor le hubiese sido al gobierno un poco de desconfianza, un poco como aquella que pese a las advertencias mantiene Pedriel, y un poco de la que jamás ha perdido José Gerónimo Colman, quien hacia fines de diciembre envía al antedicho Comandante de Frontera un pliego que este remite a Buenos Aires, consultándolo porque desde la instalación de la delegación directorial ha recibido varias órdenes comunicadas unas veces por el Cabildo de la Villa de Luján, otras por el Alcalde Ordinario en asuntos de guerra, y en todas ha seguido las ordenes por no demorar el servicio, “y para que no se atribuyese a etiquetas personales qualesquier reclamo que hubiese hecho en razón de no serles comunicadas por el conducto regular y ordinario, pero que siguiendo aun en el dia en aquel desconocido orden la comunicación a transcripción de las supremas ordenes de V.E por el Sor. Mtro. De la Grra., se interesa en saber se declare si está sujeto al Cabildo o al Alcalde asi el como todo el Regimiento en lo peculiar al servicio y lo que deva hace r en caso contrario”. El problema que relata Colman es que en varias ocasiones ha sido el Alcalde mismo el que le ha pedido se le entreguen armas, municiones, hombres, pero sin contar con uno de los pasos que se le pedía al Cabildo: la previa aprobación por parte del gobierno. La sospecha de Colman de que Aguirre está actuando por su cuenta tiene mérito propio. Los numerosos desencuentros e intrigas que estos meses muestran son representativos de un poder central en decadencia, que cada vez más ha debido dejar en los líderes locales el manejo de la defensa militar. Esa disposición se combinará con las exigencias que como vimos más arriba, la población de la campaña norte tolera a lo largo de los años de conflicto con Santa Fe. Esa experiencia de haber organizado la defensa local, y la constante incertidumbre sobre un poder estatal al que se percibe poco eficaz contribuyó al desarrollo de tendencias autonomistas, que encontrarán en Luján un perfecto ámbito de acción, máxime considerando su reciente codeo con nuevos personajes de gran resonancia en Buenos Aires como Saavedra. Esa incertidumbre los llevará a tejer alianzas con grupos ajenos al ámbito capitalino, que se demuestran más cercanos a las necesidades y anhelos insatisfechos de las siempre inquietas facciones lujanenses. Los comandantes militares, cuya autonomía había proliferado tan 255
Ibídem 123
visiblemente en los últimos tiempos, serán la vanguardia de los procesos de crisis, alentados por la endeble situación del Directorio, que como se percibe, es anterior a 1820, y tiene razones que exceden la pérdida de batallas 256. Sin recibir recursos, tropas ni armamento de las autoridades superiores, la potestad efectiva de los comandantes dependía completamente del apoyo social local que lograran construir 257. Cuando en noviembre Bernabé Araoz estalla una revolución en la que proclama Tucumán autónoma del poder central, el directorio se condena. Con una guerra en dos frentes como el Litoral y el Norte, y la negación de San Martín a Rondeau de socorro, la autoridad del gobierno central era prácticamente nula. Había fracasado en su búsqueda de someter a la disidencia santafesina y tampoco podía evitar que sus partidas incursionaran en territorio bonaerense. Desde este momento abrió en la campaña una crisis general de autoridad que ocasionó que todo el dispositivo de coerción directorial colapsara258. El 15 de diciembre 1819, Salvador Aguirre fue nuevamente electo para ejercer la alcaldía del año próximo. Pero por primera pri mera vez algo cambiará. Al día siguiente, la Junta Electoral informa al gobierno de una nota que ha recibido de Aguirre, que reproduce “Si mis facultades correspondiesen a los ardientes deseos que me animan de servir en cuanto sea útil a mi patria, si el exercicio de tan digno empleo, con que la generosidad de mis conciudadanos por tercera vez me distingue, no paralizase mi corto negocio, de donde únicamente adquiero los medios de subsistencia para mi numerosa familia y si no viese gran necesaria me es para repararlo mi asistencia y exclusiva extracción, nada me sería más placentero si conforme a mis deseos que cumplir el indicado empleo; pero sucediéndome todo lo contrario, me veo en la urgente necesidad de recurrir ante la justificación de V.S haciendo la más formal renuncia del empleo de Alcalde Ordinario que por tercera vez me ofrece”259. La Junta dice que se considera muy justa la carta de Aguirre, que abochorna al electo por tercera vez la decisión por temor de que algunos imprudentes atribuyan a ambición la aceptación en estas circunstancias, pero que “ La fatal desgracia que nuestra campaña no tenga aquella ilustración que debiera por el abandono en que hemos estado por trescientos años bajo la dominación española nos pone en la necesidad de repetir elecciones en unos mismos 256
Fradkin, Raúl, Ratto, Silvia, Silvia, “Presiones estatales y respuestas sociales...” Op. Cit. pgs. 23 y 24 Fradkin, Raúl, “Los usos de la violencia. La campaña de Buenos Aires durante la década d e 1810 vista Imperies , en prensa a través de los sumarios y partes militares” Revista Illes Imperies,
257
258 259
Ibídem AGN 11-6-5 124
sujetos, sin que por esto se censure nuestra conducta por partidaria y facciosa”” facciosa” ”260
Esta es una cuestión muy repetida en el renombramiento de funcionarios de justicia local: no existe demasiada gente bien capacitada para ejercer el mando. Pero no creemos que la nueva elección en su persona se deba a que es el único capaz de hacerlo. Ante la reiteración de pedido de la Junta, Aguirre recapacita, aceptando finalmente el puesto “Yo me considero sin las luses ni talentos necesarios para desempeñarlo debidamente, aunque con voluntad presteza suficiente para obedecer a cuanto la patria me ordene (…) Seguiré sus impulsos hasta el fin de la carrera” . Asumidos finalmente
los cargos capitulares, Luján se dispone a comenzar un nuevo año. Con algunas novedades. Hacia fines de 1819 Miguel Estanislao Soler había llegado para instalarse en la sede directorial que funcionaba en Luján, como un último últ imo manotazo de ahogado del futuro ex Director Rondeau. Hagamos alguna referencia a este hombre. Soler sería una figura militar muy popular entre sus soldados, en paralelo a lo que Manuel Dorrego representará para los suyos. Había ingresado a la carrera militar antes de las invasiones inglesas. En 1808 era Capitán de las castas de infantería, Sargento Mayor del mismo cuerpo desde 1810, 1810, y ya en 1812 1812 designado oficial del cuerpo de pardos y morenos morenos y posteriormente teniente Coronel de ellos, grupo con el que establecería una relación fraterna compartiendo espacios de sociabilidad, con la crítica de muchos observadores. En 1814, ante el sitio de la ciudad de Montevideo, Soler protegió a los esclavos que de ella huían, siendo designado ese mismo año Gobernador-Intendente de la Banda Oriental, y ocupando el mismo puesto por un breve tiempo en Buenos Aires en 1815 cuando emprende la defensa contra Alvear 261. Desde 1816, Soler acompañó a San Martin en el ejército de los Andes, pero después de incongruencias con O´Higgins se retiró, encontrando un intersticio para ubicarse en el Estado Mayor en 1818, donde según Halperín Donghi “ese militar de carrera poco brillante se descubre una vocación política”
262
. En 1819 es puesto al frente del Ejército de Observación.
La llegada de esta figura a Luján para ocupar la sede directorial provocó una gran movilización en la Villa, que desplegó una cantidad importante de recursos para su comodidad, incluyendo su instalación en la casa del cura párroco Francisco Argerich, y la completa disposición de no sólo su vivienda, sino de todos los enseres de la misma y 260
Ibídem Di Meglio, Gabriel, Op. Cit. pg. 216 262 Halperín Donghi, Tulio, Revolución..., Tulio, Revolución..., Op. Cit. pg. 346 261
125
también los de la parroquia 263. Salvador Aguirre en su doble función de Comandante del Primer Escuadrón Regimiento 3 0, y de Alcalde Ordinario de la Villa, encontró en Soler un interlocutor agradecido e interesado en el fomento de la relación que surgía, especialmente proviniendo de una autoridad local muy bien conceptuada por el gobierno. Soler halló a su vez en Aguirre un solícito hombre que se encontraba conectado mediante numerosos canales con grupos movilizables a sus disposiciones y altamente eficaz a sus pedidos de recursos materiales. Su llegada hacia finales de ese año tenía como objetivo observar la situación en el litoral. El período directorial había hecho caer en la cuenta a las elites bonaerenses de su cada vez mayor dependencia de lo que sucedía en la campaña, y la certeza de que en ella se encontraba el sustento económico de los próximos tiempos. Para 1819 las medidas que el gobierno había tomado para acallar la oposición en la capital se mostraban eficientes, permitido un período de pasividad local. Pero la decisión de doblegar por la fuerza a Santa Fe marcaría el comienzo del fin del Directorio.
VI.III- Aguirre y Soler El primero de febrero de 1820 las escuadras de Ramírez y López avanzaron sobre los campos de Cepeda, y en pocas horas derrotaron, más por el susto que por el aniquilamiento total, a las tropas de José Rondeau, quien cuatro días después llegaba a la ciudad y dejaba su cargo en manos del Alcalde de primer voto del Cabildo de Buenos Aires. La caída del Directorio conlleva la honda desesperación de la elite a la que representa, preocupada preocupada porque los federales federales que amenazan amenazan con su entrada entrada a la capital impongan un igualitarismo que afecte sus intereses de clase 264. El Ejército de línea quedó dislocado. En medio del caos, la principal preocupación de las endebles autoridades provisorias era que la incertidumbre política se convirtiera en una crisis completa del orden social y para afrontarla se intentó reconstruir una fuerza militar. El jefe que debía reorganizar las fuerzas de la provincia, Miguel Estanislao Soler, nombrado casi póstumamente por Rondeau, tuvo que ordenar la compra de las pocas armas que existían, desorganizando algunas de las comandancias existentes que no mucho tiempo atrás se habían erigido en el medio planeado por el Estado para construir su autoridad en la campaña. Algunos de esos comandantes actuaban con renuencia a obedecer las órdenes de un gobierno agónico, y recurrían a modos propios de 263 264
AGN X 11-8-9 Halperí Dongui, T., Revolución... T., Revolución...,, Op. Cit. pg. 342 126
reclutamiento y acción, permitiendo también la elección de los comandantes dentro de los propios pueblos, cuestión no menor a la que el directorio se había negado previamente con justificado temor a animar el fortalecimiento y autonomía de los líderes locales265. La oposición al Directorio le reprochará a Rondeau la traición a las ideas de la Revolución, su excesiva prudencia ante la amenaza portuguesa, su audacia contenida ante las ocasiones en las que se debía actuar con firmeza. La nueva vida de Buenos Aires, nacida de la derrota, despertaba la indignación de muchos de sus habitantes como el ciudadano Beruti que se avergonzaba del lugar de ella como una provincia más, derrotada por “un triste pueblo como Santa Fe (...) a cuánto puede llegar la desgracia de un pueblo que se veía dividido en bandos, lleno de partidos, facciones, que sus dependientes le pongan la ley de su agrado (...)”
266
. Cuánta indignación ante el
quebranto de un destino de gloria. López y Ramírez se niegan a aceptar la delegación del mando en una persona que representa los males de la facción depuesta. Miguel Estanislao Soler tampoco lo quiere, y ha sido él a quien el poder que caía encargó la organización de las milicias urbanas. Ha sido Soler quien se ha reunido con López y Ramírez en los días inmediatos a la derrota y ha llevado tranquilidad especialmente a los pueblos de la campaña norte, que habían comenzado a emigrar ante la cercanía del enemigo y el fundado temor de que arrasaran con sus bienes y vidas 267. El 11 de febrero, desde Puente de Márquez donde se encuentra acantonado con sus fuerzas, Soler exige la disolución del Congreso y del Director. Mientras la ciudad se sume en una “anarquía que ni el que gobierna se hace respetar por ser insolente que no guarda decoro, ni el súbdito se lo guarda al gobernante, pues cada uno hace lo que quiere y queda impune” 268 , el mismo día 11, en el Cabildo de Luján se reunían los miembros del ayuntamiento y los “ciudadanos distinguidos de este pueblo”269
para elaborar un oficio que harían llegar a la capital, en el cual pedían en
acuerdo a lo expuesto por Miguel Soler que se disuelva el Congreso y que se separen de sus destinos cuantos empleados emanen de este y el Director, y que reasumiendo el Cabildo el mando, oiga libremente a su pueblo del modo que con mas dignidad purgue 265
Fradkin, Raúl, “Los usos de la violencia...” Op. Cit.
266
Beruti, Op. Cit. pg. 307 AGN X 11-8-8 268 Beruti, J.M., Op. Cit, pg. 308 269 AGN X 11-8-9 267
127
posible: firmaban Salvador Aguirre, los funcionarios del Cabildo, y los vecinos “distinguidos”, veinticuatro en total . Más que los asistentes,
resulta interesante notar los
ausentes: ni el regidor decano del Cabildo Luis Ponce de León, ni los Colman, ni los Lobo Sarmiento, ni Miller, ni el cura Argerich. De los firmantes reconocemos a varios viejos amigos de los Aguirre, por supuesto su hermano Estanislao, Montiel, Alvarez, González, Place, un cura de apellido Rocha, y varios vecinos que están lejos de integrar el grupo de notables del pueblo, con otros que sí lo hacen, como Irrazabal y Palavecino. Un heterogéneo grupo que tiene en común su participación en las milicias, su adhesión a Soler, y el descontento con la fragilidad institucional. Más aún, notemos la rapidez con la que Luján se ve facultada a exigir orden y lugar a una Buenos Aires que parece condenada al deceso. Durante estos primeros meses del año, López y Ramírez aprovecharán la coyuntura para que la campaña elija comandantes y alcaldes adictos a ellos. El gobierno central es en efecto entregado al Cabildo de Buenos Aires pero Ramírez, relacionando esta entidad con la facción centralista depuesta exige la creación de un nuevo cuerpo legislativo: la Junta de Representantes, que a partir del siguiente año reemplazará en sus funciones al Cabildo. Es este nuevo organismo quien elije como Gobernador y General de Armas a Soler, y como Gobernador Político y Militar a Miguel Irigoyen. El Gobernador Propietario de Buenos Aires, en consonancia con los deseos de los líderes litoraleños será Manuel de Sarratea, activo partícipe de las negociaciones en la triple frontera y, de acuerdo a la opinión de Halperín Donghi, parte del personal político que mayor capacidad de supervivencia ha mostrado en la azarosa carrera de la revolución270. El terreno sólido donde se ubica sin embargo se desmorona: Juan Ramón Balcarce, que se ha salvado milagrosamente con su tropa del desastre de Cepeda ocultándose en San Nicolás, volverá a Buenos Aires para asumir la dirección. Su poder dura muy poco, ni siquiera sus tropas quieren continuar el combate. Sarratea y Soler vuelven a ocupar el lugar del que han debido huir, pero no lo harán por mucho tiempo, un mes, hasta mediados de marzo. Lejos de cesar aquí la anarquía, el día 26 Carlos Alvear, resurgido entre las cenizas y ayudado en una alianza que durará algunos meses por Ramírez, López y Carrera, toma preso a Soler y lo embarca separándolo del cargo. Alvear se hace proclamar por algunas tropas de la ciudad como Comandante de Armas pero 270
Halperín Donghi, Tulio, Revolución..., Op. Cit. pg. 346 128
rápidamente tendrá que retirarse para unirse a Ramírez: ante su forzada asunción, el Segundo Tercio Cívico se niega a recibir al usurpador, apostándose en la plaza. También se suma a esta trifulca otro conocido nuestro: el lujanense Francisco Aparicio, al mando del cuerpo de Argentinos. El resultado es la liberación de Soler, resguardado por las milicias de campaña, y la huída de Alvear con Carrera hacia Santa Fe, estableciéndose con sus fuerzas cerca de Areco. Este apretadísimo resumen intenta desconsideradamente poner al lector al tanto someramente de lo que acontecía hasta el mes de abril del vertiginoso año 20. En ese mes, Luján es para Soler un cálido refugio en el cual en connivencia con quienes lo apoyan, planeará su retorno. Es el Comandante de Armas y Sarratea el Gobernador Propietario, una división de poderes que no funcionará del todo bien a largo plazo. Soler será encargado para reorganizar el ejército y las milicias, haciendo cumplir el Tratado de Pilar para así lograr que las tropas santafesinas y entrerrianas se retiren de la provincia. Pero el equilibrio interno le juega una mala pasada a Sarratea, que despojado de apoyos en Buenos Aires huye el 6 de mayo, dejando su puesto vacante, siendo reemplazado por Ildefonso Ramos Mexía. Echando leña al fuego, López reclama a Buenos Aires el envío de armas y vestuarios, agravando la de por sí compleja situación económica de la provincia271. El 10 es Soler quien intenta renunciar, pero la Junta de Representantes no acepta su pedido, decisión que lamentará poco tiempo después. El 18 de mayo la misma Junta declarará que el Gobernador puede elegir a su propio Comandante de Armas, teniendo esta una manifiesta preferencia por la continuidad de Soler. López no está conforme con la designación del nuevo Gobernador, y no sólo se negará a reconocerlo, sino que aconsejará una nueva campaña contra Buenos Aires. La amenaza contendrá el germen de la anarquía: ante la inminencia del ataque, la Junta ratificará a Ramos Mexía en su cargo. Soler se sentirá profundamente decepcionado por la omisión de su persona, y sus relaciones con la Junta se deteriorarán sin remedio. Es interesante analizar brevemente las facultades de las que está revestido el cargo de gobernador que la Junta ha creado, o mejor dicho, de las que no está revestido, ya que dicha entidad se reservaba el ejercicio de las jurisdicciones civiles, criminales, de justicia en general y económicas. Ese gobernador será dominado por la Junta , que no le otorgará mayores funciones que la defensa de la autonomía de la provincia, pero sin 271
Levene, Ricardo, La Anarquía del año 20, Publicaciones del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, La Plata, 1932, pg. LXVI 129
permitirle siquiera declarar la guerra si lo considerase necesario. Este intento de limitar su poder, buscaba en parte salvaguardar esa “dictadura legal” en palabras de Levene, no
permitiendo la autoridad absoluta 272. Hay una búsqueda real de dar un cuerpo legal basado en la experiencia histórica a esta etapa, que sin embargo nuevamente demostrará no poder resolverse sino mediante el uso de las armas. Mientras esta situación se desarrollaba en la capital, Luján vivía momentos conflictivos, en directa relación con ese cambiante equilibrio de fuerzas provincial. Comenzaremos advirtiendo que tenemos para relatar varias cosas que suceden en abril en la Villa: dos cambios en las esferas de poder y un tercero que es pedido sin ser concedido. Explayémonos un poco más: en el mes de abril cambia el Alcalde Ordinario de la Villa, el Comandante del Regimiento 3 0, y se pide la salida del Párroco del pueblo. Para más, todo sucede entre el 1ro y el 6 de abril. Eludiremos la cronología. El 6 de abril Salvador Aguirre escribe al Gobernador diciendo que por “orden del Brigadier general de las fuerzas de Mar y tierra, se me ha remitido el Despacho de Comandante del Regim.to 3 de Milicias de Caballería de Campaña (...) presto a V.E todo mi mayor reconocimiento (...)” 273.
Aguirre ha sido ascendido de Comandante de Escuadrón a
Comandante del Regimiento. El puesto era previamente ejercido por José Gerónimo Colman, quien según había informado Soler a Sarratea el primero de abril había enviado a un batallón a la frontera de Salto para observar y controlar la situación con los indios274. El día 4 Soler pide que Mariano Miller del Regimiento 3 0 que regrese a la capital a ponerse a las órdenes del jefe del despacho de guerra 275. La contundencia en lo expuesto es evidente: Soler ha arbitrado los medios para quitar del Regimiento a quienes no son adictos a él, y reemplazarlos por quienes sí lo son. Aguirre es el caballo de esta movida de ajedrez, y días después sugiere en remplazo de Miller a Mariano Pereyra Mariño ¿O será Aguirre el rey? Paralelamente imaginamos la sorpresa de Colman cuando sin imaginar nada de lo que sucede en su ausencia, llega a Salto un pedido para que rinda cuentas de las armas usadas por él acusándolo de robo de las mismas276. El Comandante Rafael Hortiguera es el encargado de tomar declaración a Colman (a quien se ha retenido en Buenos Aires) y responde el 24 que “no resulta cargo alguno contra el por haber acreditado (...) que no solo no recibio ni distribuyo 272
Ibídem, pgs. LXII-LXVII AGN X 11-9-1 274 AGN X 11-7-3 275 Ibidem. 276 Ibídem 273
130
sino qe no intervino en nada del particular en todo el cuerpo de su mando en dho. Regimiento”277 . Pero ya no importa la veracidad de la acusación, porque Colman no regresará a su puesto, y Salvador Aguirre logrará el control de las milicias, y también del ayuntamiento de manera indirecta. Segundo de los cambios que nombrábamos: el mismo 6 de abril, Salvador escribe al Gobernador aduciendo que con su nuevo puesto de Comandante se le hace imposible ejercer la alcaldía, por lo que pide se realice una nueva elección para ver en quién recae dicho poder 278. El regidor Álvarez, viejo amigo, secunda la nota de Aguirre, pero aclara la dificultad que representa en ese momento la realización de una nueva elección. Desconocemos los pormenores de cómo sucede, pero el nombrado como nuevo Alcalde Ordinario es... Estanislao Aguirre. Con los hermanos al frente del Regimiento y el Cabildo, el equilibrio de fuerzas se ha inclinado hacia ellos. Nos queda uno de los cambios de abril por contar, justamente aquel que no se logra. El día 5 Francisco Argerich será el apuntado. Se realiza una representación desde el Cabildo de Luján, enviada a Buenos Aires para que “se ponga en nuestra capilla un buen cura excusador y un buen capellan y administrador de los intereses de nuestra patrona titular, que es el principal objetivo de nuestra solicitu d (...)” Estamos bastante seguros que ese cura sería el presbítero Rocha, firmante de previas comunicaciones con Aguirre. A lo largo del extenso documento, el cura Argerich es acusado pausadamente de diversas cuestiones, como la falta de compromiso con su feligresía, “para aconsejar a los padres de familia el modo de que reinase la paz entre ellas era concurriendo a los continuos bayles que hacia en su casa (...)” ,
tampoco administra el bautismo salvo
casos especiales, “por un accidente sale al confesionario” no visita enfermos, no socorre a los pobres, y “(...) se ha constituido a perseguir hombres de bien por que no siguen su opinion en materias políticas: su corazon solo respira venganzas, valiendose de medios viles y bajos para obscurecer lo mas sagrado del hombre como es el honor y buen nombre (...)”
Más aún “mantiene comunicaciones secretas con la administracion
antigua para arruinar a vecinosde providad y cargados de familias (...)”
y “(...) su
principal ocupacion es concitar partidos todos los años para hacer Cabildos a su satisfaccion a fin de que no le muevan cosa alguna sobre su mal manejo, y si que le patrocinen en el caso de qe. algunos vecinos traten de Representarlo. (...) Ahora ultimamente acaba de dar una prueba a su feligresia del amor y caridad qe. le profesa, 277 278
Ibídem AGN X 11-8-1 131
abandonandola huyendo a Bs. Ayres po r que se acercaba el Exto federal (...)” 279 Se agrega un pormenorizado detalle del estado de la iglesia: ratas, palomas, ladrillos sueltos, altares derruidos, paredes negras, telas raídas, techos rotos, una situación edilicia incomprensible teniendo en cuenta que entran numerosas limosnas. Lo acusan de vicioso, porque es adicto al juego de naipes, en donde, especulan, debe perder parte del dinero de las limosnas. A los que firman el pedido para Soler, se suman Francisco Aparicio, Francisco Senrra, y Vicente Aguirre (desconocemos su parentesco con Salvador y Estanislao, pero es proveniente de San Luis). El encargado de llevar a Buenos Airess esta representación por pedido de Salvador Aguirre es su compadre Manuel Montiel. Es importante reparar en lo que se le imputa a Argerich, ya que incumple las funciones básicas que debe tener un párroco: el cuidado de la parroquia y de su feligresía. Estos incumplimientos constituyen omisiones graves, máxime para un pueblo como Luján célebre por el santuario de la Virgen, y la imputación se agrava al acusarlo de malversar las limosnas dadas en caridad. Los conflictos entre curas y vecinos de la campaña son muy frecuentes en las actas del Cabildo de Luján, pero dado el contexto en que esta se produce, y eventos anteriores con el cura, no parece una casualidad. Tampoco lo parece el hecho de que haya sido redactada esta demanda el día anterior a que Salvador Aguirre dejase su puesto de Alcalde. Las sospechas que podamos tener se ven confirmadas por el descargo en respuesta a estas acusaciones que el ministro Argerich realiza, pasado el mes de octubre, viendo en perspectiva los sucesos de los últimos meses y el papel que en ellos han tenido “los Aguirres” 280.
El extenso alegato de nueve hojas que realiza Argerich es un delicioso documento en el que se busca su expiación y la culpabilización de otros por esas acusaciones. Dejando de lado el porcentaje de testimonio emocional, (aunque constituye lo mejor del memorial) utilizaremos su justificación para relatar lo que acontece en Luján en los siguientes meses. Argerich comienza exponiendo sus múltiples virtudes en la causa patriótica, y su interlocutor es por la fecha Martín Rodríguez, primer Gobernador “estable” de Buenos Aires en este año. En su defensa cuenta que dicho pedido de desplazamiento ha sido porque él no ha estado de acuerdo desde el principio con la actitud tomada por Luján ante los acontecimientos políticos que se estaban desarrollando en ese año, y la 279 280
AGN X 11-8-9 Ibídem 132
conducta que los dirigentes del pueblo adquirían, en las cuales percibía una marcada desobediencia a las decisiones de la capital. Relata la pesadilla que su vida ha sido desde la llegada de Soler a la Villa, debiendo dejar su casa y objetos que en ella había. Soler se había llevado todos sus utensilios hacia el campamento y sus salas se habían utilizado para distintos fines, como para hacer los “lomillos” de cuero para las tropas.
Aguirre además había cometido la insolencia de entregar a esas tropas ganado y madera pertenecientes a la parroquia, blasfemando sacrílegamente “maten bacas que la virgen no come: quemen leña que la virgen no hace fuego ”281. Argerich admite haber dejado la Villa en el mes de febrero a raíz de la cercanía de las tropas federales, pero cuenta que el mismo Alcalde Aguirre lo acompañó hasta su salida, tranquilizándole al decirle que todo estaría en orden. Sin embargo, esto no ocurre, y se realiza el pedido de disolución del Congreso que hemos visto desde el Cabildo. Declara saber que Salvador Aguirre les da a los federales dos piezas de artillería para enfrentarse a Balcarce. Estupefacto por lo que sucedía, el cura le escribe una nota a Aguirre pidiéndole que baje a la capital para responder a las acusaciones que se le harían por su conducta, pero en vez de aceptar esta oportunidad, Aguirre confabula para que se lo detenga a Miller, Colman, y a él mismo. Aquí nos encontramos con un dato del que no disponíamos y no hemos oído más que por boca del cura “D Salvador Aguirre y sus Complotados hacen una ac ta de separasion de la Capital pidiendo protección al General Ramirez, todo se halla en la Secretaria de Gobierno como también el juicio abierto contra Dn. Salvador Aguirre, mandado hacer por el Gobierno de la Provincia. Ya tenemos al Cavildo de Lujan con las aspiraciones de Provincia, y no pierden instantes en realizar su proyecto. Se entregan servilmente a Dn. Miguel Estanislao Soler, alagan sus pasiones, y para conseguir sus inentos hacen una representasion pidiendo la esclusion de D. Geronimo Colman del Regimiento N3 de Campaña”
282
No es una novedad lo último, sino lo primero: ¿Luján ha intentado
incorporarse a Santa Fé, separándose de Buenos Aires? ¿O ha sido un pedido de protección para marchar en contra de la capital? Notemos también que en sus dichos se revierte la ecuación que elaboramos más arriba: son los hermanos quienes usan a Soler para lograr sus propósitos “quedando la Villa y su jurisdicción bajo el yugo más cruel de los Aguirre.”
283
. Parece haber una lógica clara detrás de estas acciones: cada facción
281
Ibídem Ibídem 283 Ibídem 282
133
local busca para resolver la disputa apoyos externos. La situación de crisis general ha desbordado a las facciones locales, rompiendo la paz que después de 1817 se había pactado, y que ahora parece tan lejana e imposible de reconstituir.
VI.IV- La revuelta local Llegamos al mes de junio. Argerich nos dice que Salvador Aguirre “maquina medios para oprimir a Buenos Aires con una orrorosa revolución. Se presenta con los oficiales de su mando al Cavildo de Lujan, (...) en los términos mas insultantes y groseros, y piden por Gobernador de la Provincia a D Miguel Estanislao Soler, por que esa era su decidida voluntad. Los tres Cavildantes con un tono de Soberano acceden a la solicitud por medio de un decreto marginal, lo elijen a Soler por Gobernador de l a Provincia”284 Argerich está resumiendo algunos de los acontecimientos más significativos de aquellas jornadas de junio. Decíamos en el apartado anterior que el gobernador Ildefonso Ramos Mexía no es reconocido como tal ni por Soler por su lado, ni mucho menos por López, Ramírez, y ni que hablar de Alvear. El 19 de junio Ramos Mexía hace llegar a la Junta la noticia de que deja su cargo por el estado de insubordinación de todas las tropas cívicas de la capital, las de caballería y las de la campaña. Las milicias de esta última envolvían la ciudad, con una división en Quilmes, otra en San Isidro, la más importante en Puente de Márquez y habían internado en la ciudad la división al mando del Ayudante Mayor Mariano Mariño, fiel ejecutor de los pedidos de Salvador Aguirre
285
. Volvamos cinco
días hacia atrás. El 14 de junio, la Caballería de campaña había reclamado a Miguel Estanislao Soler como el nuevo Gobernador por medio de una proclama que hicieron llegar al ayuntamiento citadino, en el que se exigía “(…) que sean depuestos de sus empleos todos aquellos que se consideren sospechosos o íntimamente relacionados con la administración antigua y con los facciosos de las revoluciones posteriores que deberán ser juzgados y castigados por el Sr Gdor y Cptn Gral. sin dependencia de otra autoridad pues en el deposita la campaña toda su confianza, pues por sus virtudes le consideramos a propósito para salvar el Paiz de los riesgos que nos amenazaesafuerza armada que en los bandos del gobierno senos anuncia, neutralizar partidos que les sumerjen y mantener alianza con las provincias vecinas: en suma esta es nuestra 284 285
Ibídem Levene, R., Op. Cit, pg. LXXX 134
decidida voluntad y juramos y protextamos por lo mas sagrado no desmayar jamás tanjusta e interesante empresa (…)”
286
El primero en firmar esta proclama es, desde luego, Salvador Aguirre, sumado a un grupo de oficiales fuertemente vinculados al Cabildo de Luján 287. El oficio es aprobado por dicho Cabildo y Soler es nombrado Gobernador por el mismo, al frente del cual se encuentra Estanislao Aguirre, y que firma el oficio pidiendo “sirvase pues VE no despreciar este clamor general repitiendo sus sacrificios por la salvación del paiz, pues así se lo exigen los honrados habitantes de la campaña”
288
. La fuerza militar de la
campaña parece ser quien decide los conflictos entre los grupos de la ciudad. Argerich completa un poco esta imagen “ El Sr.
Aguirre a la cabeza de su Reximiento es el pral
actor, su Mayor Mariño proclamó en la Plasa de ¿Lorea/Lorca? a Soler por Gobernador, y a la fuerza, y contra la voluntad general colocan en el Gobierno a Soler, para asi conseguir todas las ventajas que se prometían en su proyecto. ”289 Ricardo Levene hecha un poco más de luz sobre el acontecimiento, exponiendo que el día 20 la Junta recibió a un delegado de Soler y otro del Cabildo de Luján proclamándolo gobernador y como queja ante las acciones del gobierno que buscaba que resurgiera la facción depuesta. Su fundamento era además la omisión en que la Junta había caído al no nombrarlo previamente. Por medio de esta acción, los habitantes de la campaña reasumían el poder que delegaron en la Junta de Representantes, que posteriormente debía integrarse con
los representantes de algunos puntos de la
campaña que faltaban. Efectivamente el día 23, en audiencia extraordinaria, Soler es designado Gobernador por la Junta de Representantes de Buenos Aires 290. Reunida una comisión de la Junta y los diputados de Luján, se decidió que era seguro el ingreso de Soler a la ciudad. Pero además, en ese acto, la Junta firmó su autodisolución, pasándole aviso al Cabildo de Buenos Aires, que parece no estar tan seguro de apoyar el nombramiento de Soler y reasume el mando.
286
Acuerdos de la Honorable Sala de Representantes de la Provincia de Buenos Aires (1820-1821) , Publicaciones del Archivo Histórico de la provincia de Buenos Aires, La Plata, 1932, Tomo V, pg CLXII. 287 Dichos cabildantes son Salvador Aguirre (en 1811, 1818, 1819 y 1820), Manuel Antonio Vicenter (en 1814 y 1816), Felipe Videla (en 1814), Valentin Olivares (en 1806, 1807 y 1815), Toribio Palavecino (en 1819 y 1821), Patricio Peñalva (en 1802), y Marcos José Romero (en 1816). Udaondo, Enrique, Reseña Histórica de la Villa de Luján, Op. Cit. pgs. 235-246 288 Acuerdos de la Honorable…, Op. Cit. pg. CLXII 289 AGN X 11-8-9 290 Levene, R. Op. Cit. pgs. LXXXI-LXXXIII 135
Lamentamos especialmente en este punto no contar con las actas capitulares de Luján, pero intentaremos reconstruir los sucesos de los días posteriores a la erección de Soler. Si contamos con el diario del ciudadano Beruti para observar cómo se vivía en la capital esta situación. El 24 de junio, un Soler ya asumido recordaba quiénes lo habían encumbrado y mandaba que en atención a los grandes perjuicios sufridos por los habitantes de la campaña con las continuas guerras y el paso de los ejércitos por ella no pagasen los diezmos hasta nueva disposición. Un día después se retiraba a residir en la Villa de Luján, pidiendo a todos los oficiales “sueltos” que fuesen a su encuentro allí y se les daría destino. Lo mismo debían hacer los diputados del extinguido Congreso, bajo amenaza de castigo si se rehusasen. Mientras se encontraba en Luján, en la capital era su suplente Manuel Dorrego. Beruti dice que Soler ha mandado las Secretarías de Hacienda, Gobierno y Guerra a la Villa “de manera que en Buenos Aires no ha dejado cosa alguna. Fuerte desgracia padece esta heroica capital de Buenos Aires, que se ve abatida por sus propios hijos (...)”
291
.
Deben haber sido tiempos de fuerte excitación en la Villa, que veía cumplido un sueño largamente dilatado: ganarle a la capital. Y han de haber sido días luminosos para los Aguirre. Pero no muchos. El 29 el ejército de Miguel Estanislao Soler es derrotado por los federales, al mando de Alvear, en Cañada de Giles. Beruti dice que la razón de la derrota es la huída de las milicias de Caballería ni bien comienza la acción, dejando a Soler solo con veinticinco hombres. El 30 ingresó en la ciudad, dimitió el mando y zarpó en un barco alejándose de una capital que seguía incendiada. El 1 de julio, Estanislao López en un pliego enviado al Alcalde de Chascomús defiende la postulación de Alvear como Gobernador, alegando que a diferencia de Soler, que decía gobernar en nombre de toda la campaña cuando lo hacía sólo por lo deseado en el Cabildo de Luján y en el ejército de su mando, su protegido representa efectivamente a toda la campaña 292. Mientras tanto la Junta de Representantes se ha disuelto y como es su costumbre el Cabildo de Bs. As. vuelve a asumir el mando, llama nuevamente a elecciones el día 3 para formar una nueva Junta, de la que resulta nombrado el Gobernador Interino de la ciudad Manuel Dorrego, hasta que en unión con los legítimos electores de la campaña, se le pudiera otorgar el cargo de Gobernador de la Provincia 293. Dorrego delega el 291
Beruti, J. M., Op. Cit. pgs. 313-314 AGN X 11-9-6 293 Levene, Ricardo, Op. Cit. pg. XCIII 292
136
poder en Marcos Balcarce porque debe marchar a la campaña y preparar un grupo armado capaz de afrontar las nuevas amenazas litoraleñas. Sin saber exactamente qué ha sido de él en los días posteriores a la caída de Soler, Salvador Aguirre se une a Dorrego llevando sus fuerzas de Caballería 294. Mientras estos acelerados hechos se desarrollan, nuevamente Luján es centro de conflicto: el 10 de julio se eleva una representación para que se reconozca a Carlos María de Alvear (aliado a los federal) como Gobernador, en un extenso documento firmado a nombre de “Los Pueblos Libres de la Campaña” por un grupo reunido
en la
Villa que no tiene en común a ningún miembro de aquellos que habían proclamado a Soler. Es una Junta compuesta por representantes de varios pueblos de la campaña, (Luján, Pergamino, Navarro, Baradero, Salto, Areco, San Nicolás, Pilar, San Isidro y Las Conchas) en la que hay sólo tres lujanenses: Manuel Martínez, Cayetano Escola y Francisco Mariano Martínez, Alcalde Ordinario del Cabildo en 1814 295. Es interesante el modo en que esta junta se expresa, asegurando que “La parte sana, ilustrada y propietaria quiere una cosa; la parte abyecta, los maquinadores y los malvados pretenden otra” Quienes firman son efectivamente parte de las elites socioeconómicas de sus pueblos, y aquellos que apoyaba a Soler, sin duda no lo eran. Explican además que hallándose los pueblos de la campaña fatigados por las calamidades de una guerra interior de la que habían sido víctimas, buscaron en el Ejército federal la protección que no quería o no podía darles su propio gobierno. El grupo exige el respeto a su derecho de elegir autoridad durante una situación de acefalia como la imperante, mediante la celebración de un Congreso Provincial al que cada pueblo debía llevar su representante, de acuerdo con un criterio que no debía considerarlos según la cantidad de habitantes sino de acuerdo a ser cuerpos morales que “en el actual estado de las cosas, tiene n todas las ventajas sobre el pueblo de Buenos Aires”.
Nuevamente aparece claramente
hasta qué punto la debilidad del estado central había permitido la proliferación de alianzas en su contra. Esto hace que coexistan dos juntas en Buenos Aires: la de Representantes de la ciudad, y su homóloga de los Pueblos Libres de la campaña. Para Levene en estos sucesos, por detrás de la contienda sangrienta se advierte la lucha económica y política entre estas partes vitales, que integraban la autonomía de la nueva provincia296. De cualquier modo, la respuesta de Buenos Aires ante la intentona será 294
AGN X-11-8-6 Chiaramonte, J.C., Ciudades... Op. Cit. pg. 207 296 Levene, Ricardo, Op. Cit. pg. XCI 295
137
tajante: “¿Creen ustedes que el Excelentísimo Cabildo concibe que con la victoria los derechos de esos caudillos se han erigido en principios de justicia?”
297
, dirá La Gaceta.
Las comunicaciones entre Dorrego, López y el chileno Carrera comienzan, y los dos últimos buscan la paz con la imposición de las condiciones por ellos exigidas. Como una tradición de continuidad, esa paz se logrará solo a costa de sangre derramada. Dorrego logra dos triunfos durante el mes de agosto, pero el 2 de septiembre perderá en Gamonal a manos de López. Su momento de gloria ha pasado, al menos por ahora. Quizás su error ha sido no apoyarse en quienes darán la victoria a Buenos Aires, y se convertirán en las figuras del próximo período de historia rioplatense: Martin Rodríguez y Juan Manuel de Rosas, los apoyos del centralismo porteño. Antes de llegar al mes de septiembre, en agosto se realizaron las elecciones para conformar la Junta de Representantes, una nueva entidad nacida de las ruinas de sus predecesoras, que pudiera decidir por el hombre que llevaría el título de Gobernador de la Provincia, y conformaría en los próximos tiempos el poder legislativo de Buenos Aires.
VI.V- Las elecciones para la Honorable Sala de Representantes Iremos un poco hacia atrás para retornar al que hemos dejado, haciendo un recuento de lo acontecido en los meses previos de 1820. Adelantaremos sin embargo que la crisis interprovincial marca la emergencia de un elemento nuevo: la Honorable Sala de Representantes. Si bien representa a los grupos de elite de la ciudad desde su nacimiento, es sin embargo nacida de elecciones con un amplio electorado potencial, y una participación habitual para la época de alrededor de 200 personas para la capital. La Sala representa a un grupo de intereses y a una elite social antes que a una facción política. Pero además de la capital, este organismo incorpora por primera vez a ese sector desplazado por la política, pero imprescindible en la economía rioplatense: la campaña. El año 20 marca una transformación político-territorial que culmina con la caída del poder central y el establecimiento de un nuevo espacio político: el Estado provincial 298. Esta autonomía tan lentamente aceptada por el centralismo porteño, implicaba la
297
Ibídem, pgs. LXXXIX y XC Ternavasio, Marcela, La Revolución del voto. Política y elecciones en Buenos Aires, 1810-1852, Siglo XXI Editores Argentina, Buenos Aires, 2002, pg. 53 298
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extensión de la participación política hasta que la misma incluyese a los pueblos de Buenos Aires en su calidad de entidades sujetas de derecho. La primera Junta había sido creada el 16 de febrero, al calor de las quejas de los caudillos federales por la elección que el Cabildo había hecho para Gobernador en la persona de Balcarce. Los 152 representantes eligieron como Gobernador a Manuel Sarratea, sin contarse entre ellos diputados de la campaña. Días después la Junta se disolvió, y recién el 4 de marzo Sarratea convocó a nuevas elecciones. Aquí sí la convocatoria fue realizada para la elección de diputados en ciudad y campaña, según la cantidad de representantes que establecía el Reglamento de 1815: 11 para la campaña y 12 para la ciudad. Muy de a poco, y con manifiestas dificultades, los representantes de ciudad y campaña se incorporaron a ella el 30 de abril 299. En los días previos a las elecciones, varios artículos eran publicados en La Gaceta animando a la participación electoral como medio para evitar la victoria facciosa. De a poco comienza a hablarse del sufragio como modo de ejercer la ciudadanía con tantas penas ganada 300. La mayoría de los representantes de la ciudad respondían a la tendencia centralista de la Junta, y el Gobernador Sarratea juró reconocer a la misma como la depositaria de la soberanía provincial. Sus funciones en esta etapa no son tan definidas, pero irá paulatinamente creciendo hasta convertirse en el Poder Legislativo provincial 301; una esfera peculiar porque también elige al gobernador y asume facultades constituyentes. Ante la crisis provocada por el alejamiento de Sarratea, la Junta nombró como se recordará a Ramos Mexía, siendo la única que lo reconocía, y el 20 de junio es él uno de los tres gobernadores de Buenos Aires, junto al Cabildo que ha reasumido el poder, y Soler nombrado por la caballería de campaña. Esta situación generó como hemos explicado la “autodisolución” de la Junta, por segunda vez, el día 23 302. Rápidamente el Cabildo convocó a una nueva Junta sólo con representantes de la ciudad que resolvió como hemos visto establecer a Dorrego como Gobernador para la ciudad hasta que llegasen el resto de los representantes de la campaña. Pero esto se ve impedido por la instalación en julio de la Junta de representantes de los Pueblos Libres que hemos nombrado en el apartado anterior. Casi un mes después, y varias batallas mediante, se realizan en ciudad y campaña las elecciones para conformar una nueva junta. La nueva 299
Ibídem, pgs. 57-58 Levene, Ricardo, Op. Cit. pgs XCVIII-XCVIV 301 Ternavasio, Marcela, La Revolución..., Op. Cit. pg. 59 302 Ibídem 300
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Sala de Representantes quedó conformada a principios de septiembre, y resolvió que los diputados durarían un año en su cargo, renovándose cada seis meses la mitad de ellos, y acordando que los diputados salientes no podrían ser reelectos para otros cargos concejiles por un año. Ya nos encontramos donde habíamos culminado nuestro apartado previo. Luján fue uno de los pueblos en los que se realizaron elecciones, y el elegido fue Salvador Aguirre, incorporándose a la Sala el 8 de Septiembre 303. No parece ser casual este hecho, y si bien no contamos con datos sobre esas elecciones, haremos uso nuevamente del emocional Memorial de Francisco Argerich para observar lo acontecido en esos días oscuros posteriores a la caída de Soler. Dice el párroco que “al ver perdidas sus esperanzas los de Lujan, y en este conflicto expuran sus maquinaciones, y descubren que sus aspiraciones pueden mejorar al amparo de D. Manuel Dorrego, se entregan a el con el objeto de atentar de nuevo a Buenos Aires, siempre que no se acomodase este a sus ideas. Se piensa en la elección de Gobernador de la Provincia, y aquí hallan el apoyo que deceaban, intrigando del modo mas escandaloso para que fuese elector de la Villa Dn. Salvador Aguirre. Este (...) sale electo por ciento noventa voto, y su hermano Estanislao por ciento setenta, cuando todos los sufragios no exedían los quarenta y nueve por exposición de uno de los escrutadores, y cuando creíamos que se hallase en el Exercito a la Cabeza de su Regimiento lo vemos de diputado de Luján a un Teniente Coronel Veterano, se incorpora en la H.J con el mayor descaro bajo la calidad de Ciudadano ”304. Es verdad que este es un número altísimo de electores para una votación anterior a la ley electoral del 21; si efectivamente han votado por los dos Aguirre 330 personas, es aproximadamente el triple del que ha asistido a elecciones previas. El número que aporta el cura de 49 parece más cercano a la realidad. Con un Cabildo bajo control, y con las miras en un nuevo actor en el cual apoyarse, no parece casual que decidan incorporarse a la Sala para contribuir a la elección de quien se muestra como nuevo líder. Lo que sigue en el Memorial no consta en las actas de la Sala de Representantes, pero es llamativo “(...) y en una de las sesiones con insolencia, y falta de respeto se explica en estos términos: si no se elije a Dn. Manuel Dorrego por Gobr. De la Prova selo lleva todo el diablo. Aquí es, pido a V.H que ponga toda su atención. Dn Salvador Aguirre en los términos mas insultantes manifiesta su proyecto de promover por todos 303
Acuerdos…Op. Cit., pg. 111
304
AGN X 11-8-9 140
los medios posibles la elección del Coronel Dorrego, por convenir asi a la liga de los complotados del Lujan. ”305 La Sala efectivamente elije a Dorrego para que continúe como Gobernador interino, pese a su derrota en Gamonal el mismo día en que Salvador se incorpora a ella, pero no nos consta que haya sido por la apasionada amenaza que este ha formulado. Nuestro Alcalde devenido en Comandante y ahora Representante participa activamente en las sesiones de la Sala, por lo cual ha de haberse trasladado a residir en la ciudad durante esos meses. Mientras tanto Rodríguez y Rosas preparaban sus fuerzas, de manera bastante independiente del Gobernador interino, quien a través de la Sala le envía al antedicho Rodríguez un comunicado para que desista del alistamiento. Aquí se produce un corte, ya que la Sala decide por encima de Dorrego, y poniéndose en funciones propias del Poder Ejecutivo, que Rodríguez continúe la preparación de tropas, aumentándolas si podía 306. Este accionar marca la preeminencia de los hombres de la antigua facción centralista dentro de la Sala, y su hegemonía por los próximos meses. En su sesión del 26, la Sala decidió nombrar Gobernador interino a Martin Rodríguez, en reemplazo de Dorrego307. Vale pensar que la derrota de Dorrego ante los federales litoraleños había sentenciado su puesto, por más que se prolongara en el poder un tiempo más. Con su destitución, era el edificio del federalismo en Buenos Aires el que se derrumbaba. Para ese nombramiento ha sido fundamental el apoyo que Rosas le ha conferido a Rodríguez. No importó la presencia de Aguirre, cuya actuación se había revelado mucho más provechosa en su terruño, donde su poder contaba con tantos apoyos estables, y no en sus intentos de conquista provincial. Pero no todo será buenas nuevas para Rodríguez: el primero de octubre deberá inaugurar su mandato con la represión de un último intento del federalismo bonaerense de tomar el poder. Manuel Págola, otrora aliado de Soler y Dorrego (a quienes verá como los dos posibles reemplazos del gobernador), intentará infructuosamente junto a las brigadas cívicas derrotar a Rodríguez. Pero este ha aprendido de sus antecesores que la unión hace la fuerza, y ni bien esa noche escucha sonidos de cañones cerca de la Plaza de la Victoria huye sin demorarse hacia la campaña, donde reunirá fuerzas y esperará por Rosas para regresar. Mientras Rodríguez elucubra alianzas, la capital es tomada por los federales que desconocen al nuevo gobernador, depositan el poder 305
Ibídem Levene, Ricardo, Op. Cit. pg. CII 307 Ternavasio, Marcela, La Revolución..., pg. 64 306
141
nuevamente en el Cabildo, y llaman a elecciones. Los combates de los días siguientes son verdaderamente sangrientos, y distinto a lo sucedido durante esa década, tenían lugar en la ciudad 308. Me interesa detenerme un momento en este punto que no es menor: la masividad del combate, y los escenarios de enfrentamiento tales como el Cabildo, la Plaza, el Consulado, muestran a los habitantes de la ciudad por primera vez de forma tan cruda una realidad con la que la campaña ha convivido durante una década. Es la cara opuesta de esa civilidad largamente laureada que debía reinar en la capital. Los federales son derrotados por las fuerzas centralistas de Rodríguez y Rosas, y con esa derrota y el enjuiciamiento de los partícipes de esa revolución que no fue, se cierra una etapa que, por mucho tiempo, pareció favorecer a quienes finalmente acabaron perdiendo. El Partido del Orden que nace entonces en la Sala de Representantes es, tanto él como la propia Sala, en palabras de Halperin, una suerte de coalición de todos los grupos propietarios sin la facción popular de Dorrego. Martín Rodríguez con su triunfo, terminará proclamándose como el líder de una nueva etapa que traerá tiempos “felices” a quienes adhieran a sus ideales, yendo de la mano de un ministro con ansias de profunda innovación. Hacia 1821, todo parece reencauzarse en la Villa; Argerich había vuelto a su puesto, y de la mano del nuevo estado de Buenos Aires, los conflictos interprovinciales habían cesado. El 13 de marzo, Manuel Pinto, vice presidente de la Honorable Sala de Representantes escribe a Martin Rodríguez, ahora Gobernador, pidiendo le sean explicadas las razones por las cuales Salvador Aguirre, representante en dicho organismo por Luján desde el año anterior, se encuentra preso 309. El mismo día310, se había resuelto en la Sala por votación elevar dicho escrito al nuevo Gobernador. Pinto cuenta que el 1º de marzo, Aguirre había pedido licencia para retirarse a su hogar “manifestando haber recibido en este día un propio de su casa avisandole el riesgo de
la vida en que se hallan dos hijas suyas por el accidente de vi ruelas”311. La licencia le fue concedida, y aparentemente en el trayecto de vuelta a la Villa se lo detuvo. Ignoramos las razones de su apresamiento, pero seis meses después se encontraba 308
Herrero, Fabián, “Escuchando la voz de los vencidos. Sobre la revolución de octubre de 1820” en
Andes n018, Salta, ene./dic. 2007, versión digital. 309 AGN X 3-9-11 310 Acuerdo s…Op. Cit., pg. 81 311 Ibídem, pg. 60 142
votando para elegir un nuevo representante que tomara el lugar ocupado por él en la Sala anteriormente312. Quizás su papel en los acontecimientos del año anterior le fue finalmente reclamado, pero no se le realizó ningún sumario militar, ni encontramos evidencias de que hubiese sido detenido por un tiempo considerable. Salvador no volvió a incorporarse a la Sala de Representantes para culminar su año de cargo. En enero de 1822, José Gerónimo Colman se preparaba para convertirse en el primer Juez de Paz de la Villa de Luján; esa oscilante balanza local se había inclinado hacia el lado opuesto. Al menos por el momento. Los Aguirre deberán esperar algunos años hasta que aquel hombre antes ligado al triunfo centralista llegue como federal al poder de una provincia que nuevamente, renacería de sus cenizas.
312
Archivo Histórico Estanislao Zeballos, Documentos Antiguos años 1759-1824 Libro II 143
CAPÍTULO VII: CONCLUSIÓN Pienso que mi ideal historiográfico sería una historiografía que reconstruyera al mismo tiempo lo efímero y lo profundo, las estructuras geológicas pero también la fragilidad de lo vivido, de eso vivido que se nos escapa, porque no cuenta para nada o casi, o porque solo cuenta cabalmente para aquel que lo ha vivido. Carlo Guinzburg En el final de nuestro trabajo, intentaremos mediante un breve escrito, resaltar algunas de las principales enseñanzas que consideramos esta investigación nos ha dejado. Como en todo estudio que busca reconstruir aspectos del pasado, muchas veces nos encontramos hacia su final con muchas más preguntas que respuestas. La apuesta de nuestro estudio ha consistido en indagar sobre las conductas grupales, pero sin perder las particulares, y circunscribir ambas dentro del contexto histórico de profundas transformaciones que estos años acarrearon. A través del análisis de estos sectores intermedios, que no constituyen meros accesorios de los sectores de poder mayores, hemos buscado identificar lógicas propias de acción e idearios que remarcan la diversidad de posibilidades políticas que se sentía que este período habilitaba. Diremos en primer lugar que si bien los eventos descriptos son representativos de un modo de actuar que presenta similitudes con otros pueblos de la campaña norte, solo podrían haber ocurrido de este modo en Luján: la existencia en este del Cabildo otorga la posibilidad institucional de legitimar las diferentes propuestas que desde el pueblo emanan. No es casual que en el año veinte, más allá que la elección de gobernador se produce desde una entidad firme como la caballería de campaña, el mismo haya debido ser ratificado por el ayuntamiento lujanense. Esta originalidad que posee la Villa de Luján en cuanto a la superposición que en ella se vive de un trío de autoridades que representan la cruz, la vara y la espada, al mismo tiempo que provoca una singular cantidad de conflictos tiene un triple canal para hacer oír su voz, tome esta la forma de dulce melodía, o de ensordecedores gritos. Tengamos presente que si bien los sucesos de los años que median entre el dieciséis y el veinte nos han llevado la mayoría de nuestro análisis, encontramos previamente varias referencias a representaciones elaboradas por los vecinos de la Villa en las que peticionan, demandan o alertan sobre situaciones de conflicto local que pueden afectar al ámbito provincial. Es decir que 144
estamos ante una población politizada que sabe recurrir a las esferas de poder central si las locales no se muestran dispuestas a escuchar sus reclamos. Para poder ejercer su poder dentro de ese extenso espacio rural, el Estado central debió hacer uso de los grupos de poder locales, al igual que la Corona lo había hecho en su momento. Pero esos poderes poseían una lógica propia de comportamiento, jerarquías, modos de interpretar un mundo social que el Estado desconoce y también en ocasiones objetivos antagónicos a los del poder central. El gobierno será a quien se llame a arbitrar en los conflictos entre los grupos que se disputan el poder. Su definición hacia uno u otro marcará la culminación momentánea del conflicto en su expresión manifiesta, pero no en su latencia subterránea. El Estado apelará en esos momentos a la reducción a la unidad, recordando las consecuencias negativas que puede acarrear la desunión para el accionar de enemigos externos. Cuando la armonía reina en esta esfera, y su hegemonía no es atacada, los grupos de poder local actuarán de acuerdo a lo planeado por ella, que administrará los recursos que en el ámbito local se recaudan, coordinará y centralizará las actividades que las distintas redes realizan. La dependencia económica de los aportes de vecinos y habitantes de la campaña bonaerense hostigó duramente a lo largo de toda la década posrevolucionaria a una población que no solo había visto dislocadas las tradicionales estructuras económicas heredadas de la colonia, sino que ahora debía tolerar cargas cada vez más gravosas por parte de un gobierno que se suponía debía velar por sus intereses, además de aceptar vivir con la incertidumbre del mañana. Pero cuando la crisis política afecta el propio funcionamiento estatal, cuando ese centro no puede arbitrar los medios para su propia subsistencia, mal puede ocuparse de lo que sucede hacia afuera de sí mismo. Esta cuestión es vital para comprender cómo estos grupos actúan durante momentos de especial conflictividad política. La percepción de inestabilidad dentro del centro de poder es aprovechada para poner en práctica estrategias autonómicas. Es por esto que vemos alianzas y abruptos cortes en las facciones lujanenses: hay un tipo de conducta para tiempos de paz, y otro antagónico para tiempos de quiebres. ¿Cómo se hace política en los pueblos de la campaña de Buenos Aires? La política se hace en Luján, desde los espacios de poder establecidos en el período colonial. El Cabildo, dominio de representación por excelencia de los cuerpos de Antiguo Régimen, sigue constituyendo diez años después de la Revolución de mayo, con la irrupción del individuo y la política moderna, el ámbito en el cual se dirimen los conflictos intergrupales. Las milicias son el espacio de ejercicio de poder efectivo en 145
cuanto al uso de la fuerza, y la disputa por su liderazgo es la base de sustento para la construcción de un cuerpo adicto y la consideración de figuras políticas mayores. Los cargos eclesiásticos, máxime en un pueblo de ese origen, son una vía de contacto primordial con el conjunto de fieles, y un terreno de construcción de poder que en muchas ocasiones excede lo meramente religioso. Pero la política no se hace sólo desde espacios físicos, sino desde el ámbito de lo grupal, desde esos conjuntos informales formados a través de lazos familiares, sociales, económicos. Sin ellos, el acceso a los espacios físicos de acción no podría ser. Esos lugares donde el poder se hace carne han sido resignificados a la luz del proceso revolucionario, que los ha dotado de una autoridad mayor y una injerencia en la vida política antes acallada. Observamos que son las milicias las articuladoras por excelencia de las relaciones que se tejen en estos años en la Villa. Si prestamos atención a los cuadros de facciones antagónicas que hemos esbozado, veremos que la participación en el cuerpo armado local es casi absoluta en el caso de los Aguirre, y que ese ámbito es el que propicia las alianzas que encabezarán las insurrecciones de esos años. Es interesante notar que la composición de esta facción está ocupacionalmente determinada por hombres que son pulperos, o se dedican a tareas propias de los sectores populares. Son el grupo de los excluidos de las listas de notables, quienes en su mayoría no han pasado por el organismo político del pueblo. A estos nadies, las milicias les brindaron un espacio en el cual el uso de la fuerza podía suplir la carencia de posibilidades de resaltar en cualquier otro grupo socioeconómico. Si en principio los mandos militares se buscaban entre las partes ilustradas de las distintas regiones americanas, la urgencia de la guerra revolucionaria verá en cada hombre un potencial soldado, y dejará de lado preferencias elitistas de reclutamiento. Esto dará la oportunidad a hombres con no tantos recursos como capacidad de liderazgo de transformarse en la vanguardia de los intentos, aunque infructuosos, de cambio. Si la fuente del éxito de una red es la capacidad de sus actores de movilizar aquellos lazos fuertes, al igual que los tenues, la red de los Aguirre ha demostrado ser mucho más prolífera que la de los Colman. Pensemos que a diferencia de lo que sucede con otras familias augustas de la Villa, los Aguirre no heredan un mundo de lazos que de por sí habiliten su preeminencia. Son en gran medida hombres que se hacen a sí mismos, que se van colando por los intersticios de este contexto cambiante. Son los líderes que no tendrían por qué haber sido. Los dos hermanos construyeron una serie de alianzas complementarias que cristalizaron en una red funcional a épocas de crisis. 146
Aparentemente Salvador logró poner en práctica estrategias propias de una militancia de urgencia anarquista: si observamos a quienes actúan junto a él o bajo su mando durante los eventos analizados distinguimos inmediatamente que no posee con la mayoría lazos fuertes. No son familiares, y los ámbitos en que coinciden son ocupación y actividad militar. En cuanto a la primera de las coincidencias, hemos mencionado ya que el lugar de los pulperos dentro de la campaña era vituperado por considerarlo propicio para las negociaciones ilegales y las peleas frecuentes, y que dentro de Luján habían tenido situaciones puntuales de litigios por su incorporación al Cabildo. Parece haberse creado en este grupo una especie de espíritu de cuerpo, un grupo que es reconocido desde afuera como lo muestran en varias ocasiones las palabras despectivas de los contrarios. Salvador Aguirre posee una habilidad que le permite hacer circular recursos y relaciones políticas, y conforma un grupo en el cual el ego es él. Por su persona pasa el universo relacional de quienes participan, el llamado a la acción, y las variadas conexiones que establece con individuos ajenos a la esfera política y militar local. Su movilización acarrea a la acción al resto del enjambre. En este sentido las milicias son para Salvador el trampolín a través del cual se catapultará a la política, y la mejor área de despliegue que un individuo con tamañas ambiciones de liderazgo pueda poseer. Su éxito en ese terreno, el reconocimiento de las autoridades estatales de sus labores, y su siempre despierta inquietud le permiten contar con herramientas ideales que canalizan los anhelos insatisfechos de esos actores que lo apoyan. Hemos dicho ya que el éxito de muchos grupos familiares radica en su habilidad para tejer las redes que conforman, y la densidad de esa red será más importante que su posición de clase. Por el contrario, la facción que encabezan los Colman parece ser mucho más equilibrada en el tipo de lazos que la constituyen, ya que posee relaciones de familiaridad y compadrazgo entre sus miembros, pero especialmente importante se demuestra su significancia económica y su inserción institucional. Su grupo está formado y enraizado con los notables del pago, agrupación de la que ellos mismos forman parte y que es atacada por los intentos de ascenso de quienes se encuentran afuera. La presentación de figuras extrañas al equilibrio de poder local representa para algunos una oportunidad de ingresar a instancias políticas mayores y para los que no logran asociarse a esas personas, una amenaza latente. Nuestra investigación muestra la existencia de canales directos de comunicación entre Luján y Buenos Aires desde ambas facciones locales, sumada al frecuente intercambio fronterizo con Santa Fe, y la delineación de apoyos a diferentes líderes militares. Estas situaciones nos demuestran 147
hasta qué punto esos grandes hombres no son tales sin el apoyo de los sectores que seducen para movilizar, o que los seducen, y replantean la cada vez más defendida tesis de que el poder político se construye en estos casos de abajo hacia arriba, desde lo local a lo provincial, desde lo micro hacia lo macro. Los distintos momentos de crisis institucional plantean una disyuntiva para algunos sectores de los pueblos rurales: ¿debe seguirse obedeciendo la palabra de una ciudad que ha buscado su silencio en vez de su participación? ¿Es posible a través de la forja de alianzas lograr un equilibrio que permita el crecimiento de esos pueblos ignorados? Esto podría convertirse en la prolongación del cuestionamiento en nuestro caso, del lugar socioeconómico asignado a la facción de los Aguirre. Hay una constante que se nos aparece a lo largo de todo el análisis: el veloz cambio del depositario del apoyo de la red ante la derrota que este puede sufrir. Arauz es separado de su cargo, Pueyrredón abandona su puesto, Soler es derrotado, Dorrego también, la celeridad con que pasan de un líder a otro, descartándolos cuando no son ya funcionales a sus necesidades, nos estaría indicando que más importante que el seguimiento mesiánico es el hallar un nuevo individuo que aparente ser más efectivo para ayudarlos en la consecución de una agenda que les es propia. Estos hombres no son una masa manejable carismáticamente. Podemos observarlos de la mano de distintos personajes de menor o mayor reputación, pero su opción política es clara y no varía, ni en el caso de los Aguirre ni de los Colman. El mapa de los apoyos de los movimientos de pueblo de los años 16 y 20 es el mismo tanto dentro de la campaña como de Luján. Cuando la lucha en el centro de poder se vuelve más cruenta, y los canales de participación externa quedan habilitados, las figuras foráneas al ámbito local toman una dimensión trascendente, ya que de ellos pueden obtener los actores locales la vinculación con otros ajenos a su núcleo. Los hechos que analizamos demuestran hasta qué punto las cadenas de mando se hallaban en tela de juicio y cómo hacía falta mucho más que un puesto para legitimar el poder. La delineación de los apoyos de estos grupos antagónicos no es menor, e irá posicionándolos paulatinamente en esos núcleos que se disputarán el control político durante las décadas posteriores: federales y unitarios. Serán estas diferencias las que perpetúen los sucesivos conflictos que estas facciones seguirán teniendo: frecuentes enemigos, aliados ocasionales, eternos contrincantes en la lucha por la hegemonía local, los Aguirre y los Colman son partícipes activos de esas disputas color punzó de los próximos años. Pero esa, es otra historia. 148
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