Universidad Internacional SEK. Facultad de estudios del Patrimonio Cultural Cátedra: Cazadores Recolectores Docente: Amalia Nuevo Delaunay
TEORÍAS DEL POBLAMIENTO SUDAMERICANO
Autores: Carol Banda Aldana Carolina Pavez Chiesa
08 Noviembre 2012
Resumen A continuación se presenta una recopilación bibliográfica sobre los planteamientos hechos para explicar el poblamiento americano. Se describen las diferentes teorías, ya sean las menos aceptadas o las más apoyadas por la comunidad científica. Se toman en consideración los sitios Pre-Clovis, que terminaron con la idea absoluta de un poblamiento único de norte a sur desde Norteamérica con una fecha inicial de los 11.000 años antes del presente. Palabras Claves: poblamiento, rutas migratorias, Pre-Clovis, sitios tempranos.
En el siguiente trabajo, se describen, detallan y explican, las teorías sobre el poblamiento sudamericano que han repercutido en el ambiente científico, por su claridad y posible asertividad. Cabe destacar, que nuestro informe no entrega datos “nuevos” con respecto al tema principal, sino que se refiere a una recopilación de lo que se ha dicho sobre el presente tópico y así, explicar el origen del hombre en Sudamérica. A partir de numerosos autores, comenzaremos con los antecedentes acerca de las primeras especulaciones que se realizaron sobre el poblamiento en Sudamérica; seguiremos con la exposición del Paradigma Clovis First y los problemas que se comenzaron a divisar al aplicarlo a nivel continental; definiremos las teorías más importantes que se plantean para el poblamiento sudamericano con los respectivos sitios arqueológicos que las sustentan y, finalmente, concluiremos con una breve discusión sobre lo que pudimos apreciar en relación a nuestro trabajo.
Antecedentes La implicancia del descubrimiento del nuevo mundo, trae consigo las respectivas especulaciones sobre cómo fue poblado. Comencemos con el mito bíblico1, cual plantea a 10 tribus perdidas de Israel, y que según los Padres Durán y Las Casas (1550), Arias Montano (1571) y Gregorio García (1607), corresponderían a las mismas tribus que emigraron a América, colonizando el continente. El problema con esta teoría, es que todas las supuestas semejanzas lingüísticas y culturales entre los indígenas americanos y el pueblo Hebreo, no tienen fundamento alguno, no existiendo relación directa posible entre ambos. Otro punto importante, es que los restos de las 10 tribus bíblicas, nunca salieron muy lejos de su región, por lo que no pudieron llegar a América (Berdichewsky 1972). Algunos autores, habrían observado similitudes en relación al culto solar y a la construcción de las pirámides entre egipcios y otros pueblos del Antiguo Oriente con los presentes en el continente Sudamericano. Hoy en día, se sabe que dichas construcciones difieren tanto en su tipología como en su función2 (Berdichewsky 1972). Además de los egipcios, se postuló también la llegada de los Cananeos a América3, que habrían dejado como testimonio, ciertas prácticas religiosas que en algunos pueblos americanos, todavía recordarían como es el culto a Baal. También se postula la llegada de los Fenicios (Boland 1958 en Berdichewsky 1972), pueblo navegante que habría viajado hacia el Oeste hasta descubrir y colonizar América. Otros plantearon la llegada de los Carios, un pueblo antiguo del Asia Menor, y otros intentaron probar a venida de Los Tártaros y aun de las hordas mongólicas de Kublai Khan, explicándose la frecuencia de rasgos mongólicos en la población aborigen de América (Berdichewsky 1972). Tenemos al Padre Rosales (1674), quien sostuvo que los araucanos tendrían su origen en pueblos que habrían emigrado desde Iberia y, a través de islas atlánticas, llegarían a las costas brasileñas para arribar finalmente a Chile, y por otra parte al Padre García (1607), “cual hizo llegar prácticamente a la mayoría de los pueblos de la Antigüedad a descubrir y colonizar el Nuevo Mundo” (Berdichewsky 1972:46). Wegener (1912), notó la correspondencia entre las formas de los continentes actuales, con lo que al acercarlos como un rompecabezas, sus entornos encajarían dejando lugar al continente perdido de la Atlántida, descrito en los relatos de Platón. Por este continente perdido, se habrían traslado los primeros humanos desde África hacia América (Rivet 1943 [1957]). Mendes Correa (1920), propone una migración desde Australia. Los pueblos habrían bordeado el continente antártico y atravesarían el mar de Drake aprovechando una serie de
islas como puentes, instalándose en el sur de América. Estos, serían los antepasados de los Onas, Alacalufes y Yaganes (García 2004) (VER FIGURA 1). Por otro lado, algunos estudiosos han pretendido establecer una relación entre los Guanches, aborígenes de Las Islas Canarias, y varios indígenas sudamericanos. Las únicas semejanzas encontradas hasta la fecha, se refieren sólo a ciertas formas de enterramiento (Berdichewsky 1972:55). En 1953, José Imbelloni, un antropólogo ítalo-argentino, insiste en que no se puede comprender la dinámica humana de América precolombina si no se tiene en cuenta el aporte de los pueblos del suroeste Asiático, e inclusive, de pueblos oceánicos como los Polinesios. Howells (1960), planteó la idea de una migración primitiva desde Asia por la vía de Bering correspondiente a grupos raciales protomongólicos, que serían grupos humanos establecidos, tal vez, en el sudeste y este de Asia, y que habrían dado origen posteriormente, a los grupos mongólicos asiáticos y amerindios (Berdichewsky 1972). M.T. Newman (1951), antropólogo norteamericano, propone que las primeras migraciones corresponden a un tipo racial más o menos homogéneo, que habría penetrado a finales del pleistoceno y que luego, debido a migraciones internas y a las diferencias ecológicas producidas por el relativo aislamiento, como también a cruces, habrían dado origen a la mayoría de las diversas variedades americanas, sin excluir, un par de oleadas migratorias posteriores como la de los mongoloides y esquimales (Berdichewsky 1972). El paleontólogo argentino Florentino Ameghino (1880), estudiando las formaciones geológicas pampeanas de sur de Buenos Aires, creyó descubrir restos humanos muy antiguos y de rasgos muy primitivos, asociados a mamíferos extintos. También halló industria lítica a la que le asignó gran antigüedad, considerando el hallazgo de los eslabones perdidos planteados por Darwin (1859,1871) entre antropoides y el hombre. De aquí concluyó que “el ser humano no sólo era originario de América, sino que en general, el origen de la humanidad debía situarse en las pampas meridionales de América del Sur, desde donde se habrían difundido hacia el resto de la tierra” (Berdichewsky 1972:53). El checonorteamericano Alex Hardlícka junto a un grupo de expertos, en El Congreso Internacional de Americanistas realizado en Buenos Aires (1912), sometió a prueba los hallazgos de Ameghino, comprobando que los terrenos pampeanos pertenecían en su mayoría a un cuaternario tardío y no terciario (como lo planteaba Ameghino) y que los restos encontrados pertenecientes a un ser humano, fueron mal medidos y que de hecho, pertenecían a un homo sapiens relativamente moderno, además de aclarar que un fémur hallado, no era humano, sino que pertenecía a un felino pequeño (Berdichewsky 1972; Rivet 1943). Por otra parte, varios investigadores (Simpson et al. 1986; Irving et al. 1986; Carter 1952, 1957 en Dixon 2001) han planteado el arribo del ser humano entre 200.000 y 150.000 años
atrás, apenas cuando el Estrecho de Bering se comenzó a formar como resultado del descenso de los niveles del océano (Hopkins 1973 en Dixon 2001) lo que no se demuestra en el registro arqueológico de Alaska (Dillehay 1997). El problema con estos fechados, es que en América, no se encuentran restos óseos de seres humanos que sean anteriores a los 12.000 años ap, sino que los fechados más antiguos sobre restos óseos humanos en Sudamérica se sitúan entre 9.500 y 7.000 ap (Dillehay 1997); la mayoría de las dataciones llevadas a cabo, se basan en marcas geológicas y herramientas de piedra, aunque en ocasiones se hallan restos de megafauna con vinculación a la acción humana (Dillehay y Meltzer 1991), como por ejemplo, marcas de cortes. Pese a los variados planteamientos que intentan explicar el proceso de poblamiento en América, sólo unos pocos han logrado ser aceptados en el mundo científico, luego de las evidencias que han sido presentadas para certificar su autenticidad. A continuación, se describen las principales teorías que intentan revelar de qué manera se produjo la colonización hacia Sudamérica (VER FIGURA 2).
Teorías Vigentes Paradigma Clovis First Una de las teorías más aceptadas, es la llamada Paradigma Clovis First, la cual es planteada por Alex Hardlícka (1932) y que postula la llegada a América (Del Norte) por la única ruta de la región de Bering en el pacífico norte, es decir, a través del Estrecho de Bering y de la cadena de islas Aleutianas, para luego atravesar un corredor libre de hielo que se posicionaría entre Canadá y Estados Unidos y que se produciría por el descenso de los glaciares, “aflorando” una porción de tierra que actuaría como puente. Este movimiento migratorio, se habría iniciado recién en el post glacial, no más antiguo que unos ca 11.000 años atrás. Habrían llegado en oleadas sucesivas de pueblos de cazadores recolectores, pero sobre todo, agricultores neolíticos, todos pertenecientes a la raza mongólica, los que habrían dado origen a la formación racial de los amerindios, de características uniformes y claramente mongoloides, distribuyéndose por todas las Américas. Hoy en día, de dicha tesis, no se discute la ruta misma de migración, sino las fechas otorgadas al modelo de poblamiento (VER FIGURA 3), además de que es imposible sostener el carácter exclusivo mongoloide de la población americana (Berdichewsky 1972). Dentro de dicho modelo de poblamiento, se encuentran ciertos sitios que no se corresponden con los fechados esperados acordes a tal paradigma, cuales son los responsables de quebrantar la teoría que mencionamos anteriormente. Entre éstos, encontramos al sitio Taima-Taima, ubicado al este de Muaco, al norte de Venezuela, con datación de actividades culturales ubicadas entre los 12.600 y 13.400 años ap, luego de la realización de 27 fechas por radiocarbono que le otorgan la seguridad en su cronología (Ardila y Politis 1989); el sitio Quebrada Jaguay, ubicada a 800 km. al sur de Lima, Perú, y que posee una cronología de ocupación sobre el primer nivel de 13.000 años ap (Sandweiss et. al 1999) y Monte Verde, situado en la orillas del arroyo Chinchihuapi, en Puerto Montt, Chile, cual posee una datación aceptada de 12.600 años ap, y un posible piso de ocupación no excavado en su totalidad, que se situaría en los 33.000 años ap (Dillehay y Collins 1991). Estos sitios mencionados, son algunos de aquellos que no hallaron contestación en el Paradigma Clovis First. Para lograr resolver la “incógnita”, a continuación presentamos las teorías que lograrían entregar una respuesta a la explicación del poblamiento en América, especificando en aquellos puntos que contestarían a la cronología temprana que se encuentra en Sudamérica.
Ruta Costera James Dixon (2001), postula una ruta de migración a través de la costa del pacífico, donde la colonización pudo haber comenzado entre los 14.000 y 13.500 años ap, mucho antes de lo planteado en el Paradigma Clovis First. Según Dixon, la colonización a través del Estrecho de Bering y posteriormente por el corredor, no habría sido posible anterior a los 11.000 años ap por la falta de desglaciación en los mismos, aunque sí se habría producido con fechas más tardías; el poblamiento en este sector, se situaría cercano a los 11.000 años ap, lo que coincidiría con la ruta de migración del Paradigma Clovis en cuanto a la llegada a través del Estrecho, pero no sería el primer indicio de poblamiento en el sector de Norteamérica. La costa noroeste según este autor, habría estado ligeramente desglaciada hace 16.000 años ap4, por lo que el asentamiento de grupos cazadores recolectores en estas áreas con fechas entre 13.500 y 9.500 años ap, pudo haberse desarrollado más rápidamente gracias al uso de embarcaciones que permitieron esta ruta de colonización. (VER FIGURA 4). La migración habría ocurrido en diferentes direcciones al mismo tiempo, es decir, mientras algunos grupos lograban avanzar hacia al sur por la costa, otros, paulatinamente, se adentraban en el continente hacia distintos ambientes (Dixon 2001). La ventaja con la que contaban los grupos que siguieron por el margen costero, fue la gran estabilidad ambiental que provee el océano, permitiendo una adaptación y continuidad en la colonización que habilitó el expedito avance hacia el final de Sudamérica (Borrero 2012). Lo mencionado anteriormente, es evidenciado en el sitio Daisy Cave, ubicado frente a la actual costa oeste de California. En dicha cueva se han encontrado astillas de posibles artefactos líticos retocados y conchas marinas que indicarían una ocupación efímera en el sector; además, se observa de la utilización de botes, ya sean dedicados hacia actividades marítimas o hacia la colonización de islas cercanas al lugar. Este registro arqueológico, ha sido datado entre 12.000 y 700 años ap (Erlandson et. al 1996; Rick et. al 2001). En el sudoeste de Alaska, se han encontrado restos de grandes omnívoros, osos negros y marrones, entre otros animales tales como el caribú datados en 12.500 y 10.000 años ap, que avalarían la hipótesis de una posible subsistencia en estos sectores y en estas fechas (Dixon 2001). Por otro lado, en Quebrada Tacahuay, ubicada en la costa sur de Perú, se hallan evidencias tempranas especializadas de adaptación marítima, fechadas alrededor de 10.700 años ap (De France y Umire 2004), lo que podría sustentar la hipótesis de una migración costera, cuyo resultado se habría consumado en un alto dominio de los productos marinos en Sudamérica.
Teoría del Origen Solutrense “Algunos estudiosos se han preguntado que si en el siglo XV de nuestra era, América fue descubierta, conquistada y poblada por el lado atlántico, no es improbable que una situación semejante se hubiese producido antes” (Berdichewsky 1972: 55). En el año 2009, los arqueólogos ingleses Darrin Lowery y Dennis Stanford, redescubren5 un cuchillo y un molar de mamut, cual al realizarle las correspondientes dataciones, fue situado en 22.000 años ap. A partir de estos vestigios, y de la evidencia hallada en la costa este de Estados Unidos y que fueron datados entre los 15.000 y 17.000 años ap, los mencionados investigadores, relacionan el registro arqueológico con la tipología perteneciente a los grupos de la cultura Solutrense, quienes vivían en el actual territorio del norte de Francia y España hace 20.000 años atrás (Córdova 2012) y que debido a un empobrecimiento en los recursos terrestres disponibles en Europa durante esas fechas, habrían optado por una aproximación a los recursos marinos, tales como peces y focas, navegando a través del atlántico y llegando a la costa este de Norteamérica, hasta que los recursos se estabilizaran en Europa, retomando algunos grupos el camino de regreso y continuando algunos su ocupación en la costa este del atlántico norte (Stanford y Bradley 2012) (VER FIGURA 5). Lowery y Stanford, gracias a estos hallazgos, lograron plantear la llegada del hombre de América hace alrededor de 24.000 años ap a través del hielo atlántico por medio de botes elaborados con piel de foca y madera, los que se habrían deteriorado rápidamente haciendo casi imposible el encontrarlos para apoyar este planteamiento. Pese a lo anterior, sí se encuentran algunos sitios, para avalar la hipótesis del poblamiento temprano, en la costa noreste de Estados Unidos, tales como Oyster Cove con una datación de 21.000 años ap, Cactus Hill con utensilios fechados en 17.000 años ap (Córdova 2012), y además, se ha rescatado evidencia que sustenta esta nueva teoría bajo el nivel actual de océano (Lazcano 2012). Si esta teoría es correcta, los sitios fechados cercanos a los 11.000 años ap que se encuentran en Sudamérica, e incluso aun más tempranos, como es el caso de Monte Verde previamente expuesto, serían viables y entrarían a jugar un papel fundamental sobre el planteamiento de rutas que lograsen acertar o acercarse a una explicación sobre el poblamiento en estas áreas.
Colonización Polinésica La teoría polinésica, planteada por el etnólogo francés Paul Rivet, postula que existió una ruta de migración desde las islas polinésicas hacia la costa oeste de América del Sur, en donde los grupos migratorios se habrían trasladado por medio de balsas y embarcaciones colonizando las distintas islas de Polinesia, hasta llegar finalmente a las costas sudamericanas (Rivet 1943 [1957]) (VER FIGURA 6). Esta hipótesis la sustenta en varias similitudes entre los grupos habitantes de MelanesiaPolinesia y América, ya sean del tipo lingüístico, entre Patagones y Melanesios; genético, por la presencia del parásito anquilostomiasis (bacteria intestinal), originario de Indonesia y Polinesia, en grupos brasileros con evidencia de contactos con poblaciones foráneas que no necesariamente pertenecían a tales áreas; y tecnológico, en grupos de la costa peruana, que no tienen evidencia de prácticas tempranas, y sin embargo presentan tecnologías como danzas con máscaras, masticación de coca, honda, trepanación craneana en los grupos Nasca, entre otras (Rivet 1943 [1957]). De acuerdo al tipo lingüístico común entre Melanesia-Polinesia y América, no habría existido una ruta terrestre vía Asia, ya que en esta última, no se encuentran las mismas similitudes que se hallaron en las anteriormente mencionadas (Rivet 1943 [1957]). Además, se halla similitud entre el virus tifo murino correspondiente a México y el de Oceanía, difiriendo con el atribuido a Europa. A partir de ciertos análisis, se ha llegado a la conclusión de que las ratas infectadas con el llamado tifo europeo, no presentan síntomas ni acción de contagio hacia otros individuos de la especie ni hacia el ser humano; a diferencia de lo anterior, el tifo oceánico y el tifo americano, al presentarse de forma natural en ratas, sí contagia a los seres humanos, lo que hablaría de cierta relación entre ambos continentes (Rivet (1943) [1957]).
Discusión De acuerdo a los sitios mencionados anteriormente, la colonización en Sudamérica se produciría entre los 12.500 y 11.000 años ap, aunque se produzca la existencia de fechados más antiguos a esta cronología, cuales aún no son lo suficientemente analizados o no están totalmente aceptados para relacionarse con un poblamiento más temprano. Podemos apreciar que, si bien en un principio se aplicó una estrategia de entendimiento sobre la colonización, basada en los sitios encontrados en América del Norte y en su entorno ambiental, dejando de lado la heterogeneidad presente en Sudamérica (Gnecco 1999), los hallazgos que se han estado realizando desde años atrás, han cambiado la mirada que se tiene sobre el poblamiento sudamericano. Parece factible suponer que previamente la ocupación temprana del territorio americano se observaba como un modelo norte-sur, mientras que en estos momentos es el modelo menos adecuado, ya que en las dataciones obtenidas, no presentan una estandarización que apoye esta noción, es decir, se hallan sitios tempranos tanto en el sur (Los Toldos, con datación entre 12.650 y 10.700 años ap, Martinic 1993) como en el norte (Quebrada Maní 12, con fechas que oscilan entre 12.700 y 11.900 años ap, Santoro et. al 2011), algunos compartiendo fechas relativamente cercanas, invitando a pensar sobre una posible colonización en ambos sectores en épocas similares pero a partir de arribos distintos. La posible llegada de grupos humanos desde diferentes áreas en tiempos congruentemente similares, si bien por un lado parece una idea improbable, por el hecho de que individuos que no han tenido contacto alguno, por algún motivo del que no tenemos conocimiento, hayan decidido indagar en lugares desconocidos hasta llegar a lo que hoy conocemos como Sudamérica en periodos parecidos; por otro lado, tiene cierta asertividad en cuanto a posibles cambios ambientales globales que pudieron estar produciendo nuevas estrategias de movilidad que les permitieran a estos grupos un mejor habitar, por ejemplo, en Europa debido a los cambios ocurridos en recursos terrestres, incentivarían el acercamiento de los grupos hacia los recursos marinos, como habría sucedido a los individuos de la Cultura Solutrense (Stanford y Bradley 2012). Lo anterior no nos es posible de aclarar en este trabajo, ya que como se describió al inicio del mismo, éste presenta una recopilación de las teorías más aceptadas en cuanto a poblamiento en Sudamérica, pero al llevar a cabo una revisión de la bibliografía, se hace casi imposible no manifestar la opinión que se crea al respecto. De acuerdo a las conclusiones que podemos plantear acerca de la bibliografía empleada, podemos esbozar ideas acerca de la llegada a América, por variados puntos de llegada y en un tiempo similar que habrían dado origen al poblamiento americano, debido a que este se explicaría con más de una teoría a la vez, y se fundamentaría con las dataciones realizadas en sitios a lo largo del continente, por lo que se podría señalar un poblamiento americano, y especialmente sudamericano, a partir de variadas rutas, en variados momentos, y de variadas maneras
(Stanford y Bradley 2012). El ser humano, y según los comentarios que se mantuvieron en la realización del trabajo, posee la necesidad de explorar lo desconocido y lo que podría serle de utilidad. Hay que tener en cuenta, que el poblamiento, se comenzó a llevar a cabo miles de años atrás, atravesando cientos de generaciones, cientos de visiones diferentes y por lo tanto, diversidad de pensamientos que formaron a las sociedades que luego se establecerían como culturas. Las primeras personas que pisaron tierras sudamericanas, debieron absorber el conocimiento necesario que les permitiese obtener las tecnologías estratégicas con las que concretaran la buena subsistencia que los convenciera de permanecer en tales áreas y no retornar por el mismo camino por el que habrían llegado, o por el contrario, establecerse por un tiempo que concluyera con el objetivo de abarcar el espacio y conocer sus recursos, para finalmente decidir si aquel era un hábitat próspero que les entregaría por muchos años las herramientas necesarias para sobrevivir. Los diferentes grupos debieron de soportar cambios climáticos y ambientales que provocarían conflictos internos, debatiendo entre individuos que optarían por quedarse en el lugar, mientras otros decidieran abandonar, colonizando otros lugares, quizás explicándose la cantidad de semejanzas que se hallan en sitios relativamente distantes. Años después, estos grupos pudiesen volver a su hogar inicial llevando nuevas tecnologías que compartirían con las nuevas generaciones de sus antiguos antepasados. La mirada es infinita si entramos en detalles, y si tomamos en cuenta que el ser humano de acuerdo a la adaptación que va forjando, a las vivencias que va experimentando, a las sensaciones que va conociendo, la colonización en cada espacio, ya sea como poblamiento inicial o como poblamiento dentro de Sudamérica (o en cualquier otro lugar). Los motivos por los cuales estos grupos de gente se habrían movilizado hasta llegar al continente Americano, específicamente hacia el sector sur. No se sabe con certeza el por qué de esta decisión, pero sí, como presentamos líneas atrás, se formulan las especulaciones sobre el cómo. Siguiendo la línea de la discusión respecto de las rutas, como opinión grupal, la ruta costera se sostiene como una solución viable a las preguntas de colonización, aunque no como una única vía, sí quizás la más documentada y apoyada por la evidencia arqueológica. Como ya mencionamos, sustenta a varios sitios tempranos que se encuentran cercanos a la costa, explicándose a la vez, el posible poblamiento que se daría hacia el interior del continente y cual dejaría rasgos culturales que hablarían del paso del ser humano en tiempos tempranos. La costa ofrece un ambiente constante que facilita un desplazamiento rápido, además de los recursos permanentes que ofrecerían una subsistencia adecuada. Se hallan varios sitios que apoyan esta teoría, citando a Santoro et. al (2011) con Quebrada Maní, cual pudo ser un espacio de circulación para grupos que vendrían desde la costa sur peruana, y Quebrada de Los Burros (Lavallée et. al 1999), quienes no hallan registro de experimentación en la manufacturación de herramientas vinculadas a la extracción de productos del mar, postulándose un conocimiento previo con el que arribarían a este sector los grupos, conocimiento que obtendrían gracias a los cientos de años en donde sus
antepasados se entrelazaron con el océano al navegarlo mientras exploraban nuevos territorios. Como pudimos apreciar en la recopilación de los datos expuestos, existen múltiples planteamientos sobre la posible ruta de llegada del humano a América, y sobre todo a Sudamérica, donde existen al menos tres teorías aceptadas por el medio científico que se sostienen con sitios, cuales se encargaron de romper con el paradigma que les otorgaba fechados luego de los 11.000 años ap. Pese a lo anterior, cabe destacar que cada una de estas teorías, han sido planteadas de forma individual y no han tomado en cuenta los datos otorgados por el resto de los planteamientos, así como tampoco se han hecho investigaciones que aporten en la aceptación o descarte de la teoría de Mendes Correa (1920) y una búsqueda de sitios que hoy se pudiesen encontrar bajo el mar, o las mismas postulaciones de Paul Rivet (1943 [1957]) , quién no entrega datos duros, tales como fechas o llegadas puntuales a ciertos sectores de Sudamérica desde Polinesia, cuales a través de sitios sustenten estas especulaciones. No está demás decir que el debate sobre la explicación de la colonización que se produjo en Sudamérica está abierto, que se deben indagar en otras posibles vías de poblamiento y que se debe continuar investigando sobre las ya planteadas, analizando posibles nuevos datos y repasando los viejos, intentando reunir las piezas del rompecabezas para luego ordenarlo de tal manera, que los espacios vacíos que se encuentren en estos momentos, desaparezcan para darnos una visión más clara del resultado al reunirlas.
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Anexos FIGURA 1 Ruta de migración australiana hacia América planteada por Mendes Correa (Rivet 1943 [1957])
FIGURA 2 Mapa que detalla 3 posibles vías de colonización en América (Dillehay 2008)
FIGURA 3 Ruta de entrada a Norteamérica (Pucciarelli 2004)
FIGURA 4 Ola de colonización atribuida a Paradigma Clovis First con respectivos fechados (Dixon 2001)
FIGURA 5 Ruta de colonización vía costa oeste de América (Dixon 2001)
FIGURA 6 Ruta de colonización vía océano atlántico, Cultura Solutrense (dailymail.co.uk)
FIGURA 7 Vía de colonización desde Melanesia-Polinesia (Oceanía) (colegiopuertonatales.cl)
Notas 1
De las originarias 12 tribus de los Benei Israel que invadieron y conquistaron Canaan desde Egipto, a finales de la Edad de Bronce, 2 constituyeron el estado de Judah al sur y las otras 10, el estado de Israel al norte. Este estado fue destruido por los Asirios a fines del siglo VIII a.C. y su población en gran medida, fue dispersada (Berdichewsky 1972). 2
Las construcciones americanas, a diferencia de las egipcias, son preferentemente de tipo escalonado y con una especie de templo construido en la cima, cumpliendo la función de santuarios religiosos y templos, diferente de las monumentales tumbas egipcias. El culto solar mismo, está demasiado difundido en el mundo para tener un centro originario único en el antiguo Egipto (Berdichewsky 1972). 3
Esta leyenda tiene muchos puntos en común con el mito bíblico de las 10 tribus perdidas de Israel, ya que Los Cananeos también harían huido de la invasión Asiria (Berdichewsky 1972). 4
Estudios geológicos y paleoecológicos documentan la desglaciación y posterior aparición de corredores libres de hielo a través de las costas, cuales habrían comenzado a aparecer cercano a los 16.000 años ap (Dixon 2001). 5
Darrin Lowery, en 2009, revisó una pequeña vitrina en el Museo de La Isla Gwynn (Virginia, Estados Unidos), donde nota una fina cuchilla de 20 cm. junto a un trozo de colmillo y de molar. Se contacta con Dennis Stanford, y consiguen el permiso correspondiente para examinar dichos vestigios y realizarles test de radiocarbono, ADN y rayos X, consiguiendo la fecha del colmillo y su asociación con la cuchilla, en 22.760 años ap (Córdova 2012).