J o h nS t e i n b e c k
Lal unas ehapues t Título original: The Moon is Down A Pat Covici, gran editor y gran amigo
Capítulo primero
Para Para las onc oncee menos menos cuarto cuarto hab había ía termin terminado ado todo. todo. El pue pueblo blo estaba estaba ocu ocupad pado, o, los defensores habían sido derrotados, la guerra había concluido. El invasor había preparado aquella campaa con el mismo cuidado que otras m!s importantes. El domingo por la maana, el cartero " el vigilante habían salido a pescar en el bote a vela que el popular comerciante #orell les había prestado para todo el día, " estaban varias millas mar adentro cuando vieron que pasaba en silencio un pequeo " oscuro transporte cargado de soldados. #omo el asunto les concernía personalmente en su calidad de funcionarios, decidieron enterarse de lo que sucedía, mas para cuando llegaron al puerto los soldados se habían apoderado de $l. %i siquiera pudieron llegar a sus oficinas de la municipalidad, " cuando insistieron en sus derechos los apresaron " los encerraron en la c!rcel. Tambi$n las fuer&as locales 'doce hombres' estaban fuera del pueblo aquella maana de domingo, pues el popular comerciante #orell les había proporcionado el almuer&o, blancos, cartuchos " premios para un concurso de tiro que se celebraba a seis millas de distan distancia cia en una encant encantad adora ora prader praderaa de su propie propiedad dad.. (as (as fuer&a fuer&ass locale locales, s, fuerte fuertess muchachotes, muchachotes, o"eron el ruido de los aviones, vieron a lo le)os los paracaídas " apretaron el paso para volver al pueblo. #uando llegaron, el invasor había enfilado las ametralladoras en la carretera. (os chicarrones, con poca e*periencia de la guerra " ninguna de la derrota, abrieron entonces fuego con sus fusiles. Tabletearon un momento las ametralladoras " seis de los muchachotes se convirtieron en seis bultos muertos, acribillados a bala&os+ otros tres tr es quedaron moribundos " los tres restantes hu"eron al monte con sus fusiles.
John Steinbeck
La luna se ha puesto
las die& " media la banda de m-sica de los invasores tocaba una hermosa pie&a sent sentim imen enta tall en la la&a la&a del del pueb pueblo lo ante ante los los veci vecino nos, s, que, que, boqu boquia iabi bier erto toss " con con o)os o)os asombrados, la escuchaban " miraban a los soldados de casco gris " fusilametralladora al bra&o. las die& " treinta " ocho minutos se enterraba a los muertos, quedaban plegados los paracaídas " el batall/n se alo)aba en el dep/sito que #orell tenía t enía en el dique, donde había mantas " catres para un batall/n. las once menos cuarto el intendente 0rden había recibido la petici/n oficial de una audiencia para el coronel (anser, )efe de los invasores, fi)ada para las once en punto en el palacio 'cinco habitaciones' habitaciones' de la municipalidad. El sal/n de la municipalidad era mu" agradable " acogedor. (as doradas sillas de gastado tapi& " dispuestas rígidamente parecían criados que no tuvieran nada que hacer. l lado del hogar de m!rmol donde ardía la cestita de un fuego sin llamas había una carbonera adornada con pinturas. Dos ventrudos )arrones flanqueaban en la repisa a un gran relo) de porcelana en que abundaban rolli&os querubines. El papel de las paredes era ro)o oscuro con figuras doradas+ el friso de madera, blanco " bonito, estaba mu" limpio. (os cuadros refle)aban principalmente el asombroso heroísmo de unos perra&os que acudían en au*ilio de unos nios en peligro. %i el agua, ni el fuego, ni los terremotos podían hacerle nada a un nio mientras hubiera perros como aqu$llos. 1entado al lado del fuego, el vie)o doctor 2inter, hombre barbado, sencillo " con cara de bueno, historiador " m$dico del pueblo, tenía en los o)os una e*presi/n de asombro mientras, cru&adas las manos sobre las piernas, sus pulgares giraban uno en torno a otro. 3ombre tan sencillo que s/lo un hombre profundo podía saber que era profundo, de pronto mir/ a 4oseph, criado del intendente, para saber si había observado los asombrosos giros de sus pulgares, " le pregunt/: '5Es a las once6 4oseph contest/ abstraído: '1í, seor. (a nota decía que a las once. '5(a ha leído usted6 '%o, seor. Me la ha leído su e*celencia. 7 se puso a tocar las sillas para ver si se habían movido desde la -ltima ve& que las había puesto en su sitio. 3abitualmente 3abitualmente re&ongaba a los muebles, muebles, pues esperaba que que se mostraran impertinentes, o picaros, o que tuvieran polvo. En el mundo en que el intendente 0rden era líder de hombres, 4oseph era líder del mobla)e, de los cubiertos de plata " de la va)illa. 3ombre de cierta edad, en)uto " serio, su vida era tan complicada que s/lo un hombre profundo hubiera comprendido que era un hombre sencillo. En el giro de los pulgares del doctor 2inter no veía nada asombroso+ lo que le producía era irritaci/n. 1ospechaba que algo importante pasaba en el pueblo cuando habían llegado tropas e*tran)eras " los soldados locales habían muerto o caído prisioneros. Tarde o temprano necesitaba una opini/n clara sobre la cosa. %o quería que hubiera frivolidad, ni que los pulgares del m$dico giraran, ni esperaba tonterías de los muebles. El doctor 2inter movi/ la silla unas pulgadas desde el sitio de ritual " 4oseph esper/ con impaciencia que llegara el momento en que pudiera volver a ponerla en su sitio. 'Entonces, a las once estar!n aquí. Es gente puntual 'e*clam/ el m$dico. '1í, seor 'replic/ 4oseph sin escuchar. 'Es gente puntual. '1í, seor. 'Parecen m!quinas. '1í, seor.
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las die& " media la banda de m-sica de los invasores tocaba una hermosa pie&a sent sentim imen enta tall en la la&a la&a del del pueb pueblo lo ante ante los los veci vecino nos, s, que, que, boqu boquia iabi bier erto toss " con con o)os o)os asombrados, la escuchaban " miraban a los soldados de casco gris " fusilametralladora al bra&o. las die& " treinta " ocho minutos se enterraba a los muertos, quedaban plegados los paracaídas " el batall/n se alo)aba en el dep/sito que #orell tenía t enía en el dique, donde había mantas " catres para un batall/n. las once menos cuarto el intendente 0rden había recibido la petici/n oficial de una audiencia para el coronel (anser, )efe de los invasores, fi)ada para las once en punto en el palacio 'cinco habitaciones' habitaciones' de la municipalidad. El sal/n de la municipalidad era mu" agradable " acogedor. (as doradas sillas de gastado tapi& " dispuestas rígidamente parecían criados que no tuvieran nada que hacer. l lado del hogar de m!rmol donde ardía la cestita de un fuego sin llamas había una carbonera adornada con pinturas. Dos ventrudos )arrones flanqueaban en la repisa a un gran relo) de porcelana en que abundaban rolli&os querubines. El papel de las paredes era ro)o oscuro con figuras doradas+ el friso de madera, blanco " bonito, estaba mu" limpio. (os cuadros refle)aban principalmente el asombroso heroísmo de unos perra&os que acudían en au*ilio de unos nios en peligro. %i el agua, ni el fuego, ni los terremotos podían hacerle nada a un nio mientras hubiera perros como aqu$llos. 1entado al lado del fuego, el vie)o doctor 2inter, hombre barbado, sencillo " con cara de bueno, historiador " m$dico del pueblo, tenía en los o)os una e*presi/n de asombro mientras, cru&adas las manos sobre las piernas, sus pulgares giraban uno en torno a otro. 3ombre tan sencillo que s/lo un hombre profundo podía saber que era profundo, de pronto mir/ a 4oseph, criado del intendente, para saber si había observado los asombrosos giros de sus pulgares, " le pregunt/: '5Es a las once6 4oseph contest/ abstraído: '1í, seor. (a nota decía que a las once. '5(a ha leído usted6 '%o, seor. Me la ha leído su e*celencia. 7 se puso a tocar las sillas para ver si se habían movido desde la -ltima ve& que las había puesto en su sitio. 3abitualmente 3abitualmente re&ongaba a los muebles, muebles, pues esperaba que que se mostraran impertinentes, o picaros, o que tuvieran polvo. En el mundo en que el intendente 0rden era líder de hombres, 4oseph era líder del mobla)e, de los cubiertos de plata " de la va)illa. 3ombre de cierta edad, en)uto " serio, su vida era tan complicada que s/lo un hombre profundo hubiera comprendido que era un hombre sencillo. En el giro de los pulgares del doctor 2inter no veía nada asombroso+ lo que le producía era irritaci/n. 1ospechaba que algo importante pasaba en el pueblo cuando habían llegado tropas e*tran)eras " los soldados locales habían muerto o caído prisioneros. Tarde o temprano necesitaba una opini/n clara sobre la cosa. %o quería que hubiera frivolidad, ni que los pulgares del m$dico giraran, ni esperaba tonterías de los muebles. El doctor 2inter movi/ la silla unas pulgadas desde el sitio de ritual " 4oseph esper/ con impaciencia que llegara el momento en que pudiera volver a ponerla en su sitio. 'Entonces, a las once estar!n aquí. Es gente puntual 'e*clam/ el m$dico. '1í, seor 'replic/ 4oseph sin escuchar. 'Es gente puntual. '1í, seor. 'Parecen m!quinas. '1í, seor.
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'#orren hacia su destino como si no los estuviera esperando. Empu)an al mundo para que gire m!s de prisa. 'sí es 'contest/ 4oseph, simplemente porque se iba cansando de decir: 1í seor.; 4oseph no le gustaba aquella clase de conversaci/n, porque no le a"udaba a formarse opiniones sobre nada. %o tendría sentido que despu$s di)era a la cocinera: Es gente puntual, nnie.; nnie.; nnie le preguntaría: 5isti$ndose para recibirles. 5Es usted el coronel6 '%o+ so" el capit!n ?entic@. '7 al decirlo inclin/ la cabe&a para saludar al m$dico, quien le devolvi/ ligeramente el saludo. Despu$s el capit!n aadi/ como un poco turbado
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por lo que tenía que decir': %uestras ordenan&as prescriben que antes de que el )efe entre en una habitaci/n veamos si ha" armas. %o se trata de faltar al respeto, seor doctor. '7 por encima del hombro grit/': B1argentoC El sargento se acerc/ r!pidamente a 4oseph " le palp/ los bolsillos: '%o tiene nada, mi capit!n. El capit!n se dirigi/ al m$dico: 'Espero que sabr! disculparlo. El sargento se acerc/ al m$dico, le palp/ tambi$n los bolsillos " sus manos se detuvieron en el del interior del saco, del que r!pidamente e*tra)o un aplastado estuche de cuero que entreg/ al capit!n. El capit!n lo abri/, vio que contenía unos sencillos instrumentos quir-rgicos 'dos escalpelos, unas agu)as de suturar, unas pin&as " una agu)a de in"ecciones', volvi/ a cerrarlo " se lo devolvi/ al m$dico. El doctor 2inter e*plic/: '1o" m$dico de pueblo " una ve& tuve que hacer una apendicectomía con un cuchillo de cocina. Desde entonces llevo siempre esas cosas encima. El capit!n abri/ un estuchito de cuero que llevaba en el bolsillo " replic/: '#reo que $ste contiene armas de fuego. 'Bestía de chaqu$, ostentaba el collar del cargo " tenía un bigota&o blanco que caía como una ducha " dos bigotes m!s pequeos, uno sobre cada o)o. 1e había pasado el cepillo de cabe&a tan recientemente que el pelo empe&aba entonces a esfor&arse para recobrar su libertad " endere&arse. (levaba tanto tiempo siendo intendente que personificaba la idea intendente;. 3asta las personas ma"ores le veían en la imaginaci/n cuando veían impresa o escrita la palabra ntendente;. 1u cargo " $l eran una sola cosa. El cargo le había dado dignidad, " $l había puesto calor en el cargo. Detr!s del intendente apareci/ madame, mu)er pequea, arrugada " decidida. Madame entendía que era ella quien de una pie&a de pao había creado a aquel hombre+ que era ella quien lo había inventado, " estaba segura de que si tuviera que hacerlo de nuevo le saldría me)or. 1/lo una o dos veces le había comprendido totalmente en la vida, pero la parte de $l que conocía la conocía al detalle " bien. %o se le escapaban )am!s su falta de apetito ni ning-n dolor que pudiera sentir, sus descuidos ni sus me&quindades+ pero ninguno de sus pensamientos, sueos ni nostalgias le lleg/ nunca, a pesar de que varias veces había contemplado las estrellas. En aquella ocasi/n se adelant/ un poco ", como le hubiera sacado de la boca el dedo a un nio que estuviera chup!ndoselo, le agarr/ de la mano para sacarle el meique de la ore)a, le puso la mano en el costado en que debía tenerla " di)o: '%unca he creído que haga tanto dao como dices. '7, dirigi$ndose al m$dico, aadi/ ': %o me de)a que le arregle las ce)as. '3ace dao 'replic/ el intendente.
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'Mu" bien+ si quieres tener la facha que tienes, no es mía la culpa 'repuso madame, quien se dirigi/ otra ve& al m$dico': Me alegro de que est$ usted aquí, doctor. 'Despu$s al&/ la vista " mir/ al capit!n ?entic@': Bh, el coronelC '%o, seora+ esto" preparando la llegada del coronel 'contest/ el capit!n': B1argentoC El sargento, que había estado dando vuelta a los co)ines " mirando detr!s de los cuadros, se acerc/ al intendente " le palp/ los bolsillos. 'Perdone usted, seor intendente. (o mandan las ordenan&as 'di)o el capit!n. Despu$s dirigi/ la mirada a un librito que tenía en la mano'. E*celencia, creo que tiene usted dos armas de fuego. '5rmas de fuego6 'replic/ el intendente'. 1upongo que se refiere usted a las escopetas. 1í+ tengo una escopeta " un fusil de ca&a. '7 aadi/ en un tono un poco que)umbroso': 7a no salgo mucho de ca&a. 1iempre tengo la intenci/n de salir, pero cuando empie&a la temporada no salgo. 7a no me gusta tanto como antes. El capit!n ?entic@ insisti/: '5D/nde est!n las armas, e*celencia6 El intendente se frot/ una me)illa e intent/ recordar: '#reo que... '" se volvi/ hacia madame'. 5%o estaban en el fondo del armario del dormitorio, )untamente con los bastones6 '1í, " hasta la -ltima prenda huele a aceite. 7a podías guardarla en otro sitio 'contest/ madame. la vo& de B1argentoC; dada por el oficial, el subordinado entr/ en el dormitorio. El capit!n ?entic@ e*clam/: 'Es un deber desagradable. Perdonen ustedes. El sargento volvi/ tra"endo una escopeta de dos caos " un buen rifle de ca&a " los de)/ al lado de la puerta de entrada. 'Eso es todo+ gracias, e*celencia+ gracias, madame 'di)o el capit!n, ", volvi$ndose hacia el m$dico, aadi/': racias, doctor. El coronel (anser vendr! en seguida. ?uenos días. 7 sali/ seguido por el sargento, que llevaba la escopeta " el rifle en una mano " el fusil ametralladora en el bra&o derecho. 'Por un momento había creído que era el coronel. Es bastante buen mo&o 'di)o madame. El m$dico coment/ ir/nicamente: '3a venido para proteger al coronel. Madame estaba pensando: 5#u!ntos oficiales vendr!n6; Pero cuando mir/ a 4oseph " vio que estaba escuchando desvergon&adamente, mene/ la cabe&a " le frunci/ el ceo, " 4oseph se volvi/ a las cositas que estaba haciendo " continu/ quitando el polvo. '5#u!ntos cree usted que vendr!n6 'pregunt/ madame al m$dico. El m$dico movi/ escandalosamente una silla " se sent/: '%o s$. '3emos estado hablando de qu$ es lo que les podríamos ofrecer: si una ta&a de t$ o una copa de vino. 1i les ofrecemos algo, no s$ cu!ntos van a ser, " si no les ofrecemos nada, 5qu$ vamos a hacer6 El m$dico mene/ la cabe&a " sonri/: '%o s$. 3ace tanto tiempo que no hemos conquistado nada o que no nos han conquistado, que no s$ lo que se debe hacer. El intendente se había vuelto a llevar un dedo a la ore)a: 'Me parece que no debemos ofrecerles nada. #reo que al pueblo no le gustaría. %o s$ por qu$, no quiero beber con ellos. Madame apel/ al m$dico:
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'5%o solía la gente en otros tiempos, quiero decir, los )efes, dirigirse cumplidos mutuos " tomar una copa de vino6 El m$dico asinti/: 1í, sí;, mene/ lentamente la cabe&a " contest/: 'Es posible que entonces fuera distinto. (os re"es " los príncipes )ugaban a la guerra como los ingleses )uegan a la ca&a. #uando el &orro moría se reunían a desa"unar. Pero el intendente tiene probablemente ra&/n: al pueblo no le gustaría que brindara con el invasor. 'nnie me ha dicho que el pueblo est! o"endo la m-sica, " si ellos pueden hacer eso, 5por qu$ no hemos de portarnos nosotros como personas civili&adas6 'contest/ madame. El intendente la mir/ fi)amente un instante " habl/ en tono duro: '#on tu permiso, creo que no se va a be ber nada. (a gente est! perple)a. 3an vivido en pa& tanto tiempo que no acaban de creer en la guerra. #uando crean se acabar! la perple)idad. mí me eligieron para que no me quede perple)o. Esta maana han muerto seis chicos del pueblo, " no nos vamos a reunir en un desa"uno de ca&a. (a gente no hace la guerra por deporte. Madame ba)/ un poco la cabe&a. En varias ocasiones de su vida, su marido había sabido ser intendente, " ella había aprendido a no confundir al intendente con el marido. El intendente mir/ al relo), " cuando apareci/ 4oseph con una ta&a de caf$ la tom/ distraídamente, dio las gracias " bebi/ un sorbo: '
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'(as once menos cinco. 'Es gente puntual 'replic/ el m$dico'. (legar!n a la hora. 5ersalles6 'replic/ ir/nicamente el m$dico. Madame se mordi/ los labios, dirigi/ una mirada en torno " musit/: Es un sal/n mu" pequeo.; 1u imaginaci/n estaba "a distribu"endo los conquistadores. (a m-sica se hinch/ un poco " luego fue e*tingui$ndose. (lamaron suavemente a la puerta. '5olvieron a llamar. 4oseph se acerc/ a la puerta, la entreabri/ " acab/ por abrirla un poco m!s. En el umbral se vio una silueta gris, con casco " guanteletes: 'El coronel (anser saluda a su e*celencia " le ruega que lo reciba. 4oseph abri/ la puerta de par en par. El soldado entr/, recorri/ r!pidamente el sal/n con la mirada " se apart/: 'El coronel (anser. En el sal/n entr/ otro soldado con casco. 1/lo en las hombreras se le conocía la graduaci/n. Detr!s de $l entr/ un hombrecillo vestido de negro. El coronel 'hombre de cierta edad, pelo gris, e*presi/n dura " cara de cansado' tenía las cuadradas espaldas de los soldados, pero a sus o)os les faltaba la ine*presividad que suelen tener los del soldado. El hombrecillo vestido de negro era calvo " sonrosado, con unos o)itos negros " una boca sensual. El coronel se quit/ el casco e hi&o un r!pido saludo de cabe&a: BE*celenciaC; Despu$s salud/ a madame: BMadameC;, " aadi/: 3aga el favor de cerrar la puerta, cabo.; 4oseph se apresur/ a cerrarla " mir/ con aire de triunfo al cabo. El coronel pregunt/ con la mirada qui$n era el m$dico. El intendente lo present/: 'El doctor 2inter. '5Tiene alg-n cargo6 'Es el m$dico del pueblo, " podría decir que su historiador. El coronel le dirigi/ un leve saludo: '%o quisiera ser impertinente, doctor, pero en su historia va a haber qui&! una p!gina... '
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#on la boca abierta, lleno de perple)idad, el intendente miraba tan pronto al m$dico como a #orell: 'B%o es verdad, eorgeC B%o puede ser verdadC 3a comido usted en mi casa, ha bebido oporto conmigo, me ha a"udado a pro"ectar el hospital. B%o puede ser verdadC 7 al decirlo le miraba fi)amente, " #orell le devolvía una mirada de desafío. 3ubo un largo silencio. El intendente se volvi/ hacia el coronel. 1u cara había adquirido una e*presi/n dura " solemne. 1u postura era rígida: '%o quiero hablar en presencia de este caballero. 'Tengo derecho a estar aquí 'replic/ #orell'. 1o" un soldado como los dem!s. (a diferencia est! en que no visto uniforme. '%o quiero hablar en presencia de este caballero 'replic/ el intendente. '1eor #orell, 5quiere usted hacer el favor de de)arnos6 'pregunt/ el coronel. 'Tengo derecho a estar aquí 'contest/ #orell. '5
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'(a gente no sabe todavía lo que ha sucedido 'replic/ el m$dico. 'Empie&a a averiguarlo, " no har!n m!s tonterías 'aadi/ el coronel. 1u vo& se anim/ despu$s de carraspear': hora, hablemos del asunto. Esto" realmente cansado, pero si quiero dormir necesito de)ar arregladas las cosas. '7, sent!ndose m!s derecho, prosigui/ ': 7o tengo m!s de ingeniero que de militar. Para mí, todo esto es m!s una empresa de ingeniería que una conquista. 3a" que e*traer carb/n " embarcarlo. Tenemos t$cnicos, pero la gente del pueblo seguir! traba)ando en la mina. 5Est! claro6 %o queremos ser duros. 'Est! claro, pero suponga usted que la gente no quiera traba)ar 'replic/ el intendente. 'Espero que querr!n, pues tienen le obligaci/n. %ecesitamos carb/n. '57 si no traba)an6 'Tienen que traba)ar. Es gente de orden " no querr!n tener disgustos. '7, al ver que el intendente no decía nada, acab/ por preguntarle': 5%o es así, seor intendente6 El intendente retorci/ la cadena entre los dedos: '%o s$, coronel. Es gente de orden cuando les manda su propio gobierno. %o s$ c/mo ser!n ba)o su mando. Eso es terreno desconocido. 0rgani&ar nuestro gobierno nos ha costado cuatrocientos aos... '(o sabemos, " nos proponemos conservarlo 'le interrumpi/ r!pidamente el coronel'. =sted seguir! siendo intendente, dando /rdenes, imponiendo castigos " concediendo recompensas. De esa manera no crear!n dificultades. El intendente mir/ al m$dico: '5
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'#umplen /rdenes. %o hacen dao a nadie 'di)o el coronel. 'Pero a nnie no le gusta nada 'replic/ 4oseph. 'Dígale que ande con cuidado, 4oseph 'le di)o madame. '1í, seora. El cansancio le cerraba los o)os al coronel. '
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'Perdone usted, coronel, pero vo" a ver si los soldados han lastimado a nnie 'e*clam/ madame. El coronel se puso de pie " se dirigi/ al intendente: '(e he dicho que esto" mu" cansado " que necesito dormir. 3aga el favor de cooperar en bien de todos. '7, como el intendente no di)era nada, aadi/': En bien de todos, 5entiende6 'Este pueblo es pequeo. %o s$. El pueblo est! sumido en una confusi/n, " "o tambi$n. '5Procurar! usted cooperar6 El intendente mene/ la cabe&a: '%o s$. #uando el pueblo decida qu$ es lo que quiere hacer, probablemente cooperar$. '(a autoridad es usted. El intendente sonri/: '%o lo creer! usted, pero es cierto: la autoridad est! en el pueblo. %o s$ c/mo ni por qu$, pero así es. Eso significa que no podemos obrar con tanta rapide& como ustedes, pero cuando nos fi)amos una direcci/n obramos de acuerdo. hora esto" en una confusi/n. Todavía no s$ nada. 'Espero que nos entenderemos bien. 1er! mucho m!s conveniente para todos. Espero poder confiar en usted. %o quiero pensar en las medidas que habría que adoptar para mantener el orden. El intendente se qued/ callado. 'Espero poder confiar en usted 'repiti/ el coronel. El intendente se llev/ un dedo a la ore)a, agit/ la mano " replic/: '%o s$. En la puerta apareci/ madame: 'nnie est! furiosa. 3a ido a la casa de al lado a hablar con #hristine. Tambi$n #hristine est! furiosa. '#hristine es a-n me)or cocinera que nnie 'di)o el intendente.
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Capítulo II
(a oficialidad que servía a las /rdenes del coronel (anser instal/ su cuartel general en el palacete de la municipalidad. Eran cinco hombres, adem!s del coronel. El ma"or 3unter, fuerte en n-meros, hombrecillo que por ser un ente en quien se podía confiar clasificaba a los dem!s en personas en quienes se podía confiar " en personas que no tenían derecho a vivir, era ingeniero, pero, salvo en caso de guerra, a nadie se le hubiera ocurrido darle mando, pues ponía a los hombres en hilera, como si fueran n-meros, " los sumaba, restaba " multiplicaba. Era m!s bien un aritm$tico que un matem!tico. 4am!s le había entrado en la cabe&a el humorismo, la m-sica o el misticismo de las matem!ticas superiores. (os hombres podrían tener distinta estatura, peso o color, se podrían diferenciar como el 9 del J, pero, aparte eso, había entre ellos pocas diferencias. 1e había casado varias veces " no sabía por qu$ habían llegado sus mu)eres a estar en un terrible estado de nervios antes de abandonarle. El capit!n ?entic@ era un hombre que amaba la vida de familia, los perros, los nios sonrosados " las %avidades. Demasiado vie)o para no ser nada m!s que capit!n, su falta de ambici/n le había impedido ascender de esa graduaci/n. ntes de la guerra admiraba e*traordinariamente a los terratenientes ingleses, vestía tra)es ingleses, tenía perros ingleses, fumaba en pipa inglesa una me&cla que le enviaban de (ondres, estaba suscrito a revistas de agricultura inglesas " se pasaba la vida discutiendo sobre los respectivos m$ritos de los setters ingleses " de los setters ordon. dem!s pasaba las vacaciones en 1usse* " le gustaba que en ?udapest o en París lo tomaran por ingl$s. (a guerra cambi/ todo eso e*teriormente, pero el capit!n ?entic@ había fumado demasiado tiempo en pipa " había usado bast/n demasiado tiempo para renunciar demasiado bruscamente a esas cosas. #inco aos antes había escrito al Times una carta sobre la desaparici/n del pasto en los Midlands " la había firmado Edmund Twitchell, Esq.+ " lo que es m!s, el Times la había publicado. 1i el capit!n ?entic@ era demasiado vie)o para capit!n, el capit!n (oft era demasiado )oven. El capit!n (oft era todo lo capit!n que uno se pueda imaginar. >ivía " respiraba capitanía. %o tenía momentos civiles. =na potente ambici/n le había hecho ascender r!pidamente. 1ubi/ como sube la crema en la leche. 4untaba los talones con la perfecci/n de un bailarín. #onocía todas las reglas de la cortesía militar e insistía en aplicarlas. (os generales le temían porque de conducta militar sabía m!s que ellos. #reía que el grado m!s elevado de la evoluci/n animal es el soldado. 1i pensaba en Dios, pensaba en Hl como en un vie)o general cargado de honores, retirado " cano, que vivía de recuerdos de batallas " para depositar coronas de flores en las tumbas de sus oficiales varias veces al ao. #reía tambi$n que todas las mu)eres se enamoraban de un uniforme, " no comprendía c/mo podía ser de otra manera. En el curso normal de los acontecimientos hubiera llegado a general de brigada a los cuarenta " cinco aos, " se habría visto retratado en los diarios ilustrados, entre mu)eres altas, p!lidas " masculinas, tocadas con sombreros de ala ancha adornados con enca)es. (os tenientes Prac@le " Tonder, dos mocosos, estudiantes de universidad, formados en la política actual, tenían tal fe en el nuevo gran sistema inventado por un genio, que nunca se habían tomado la molestia de comprobar sus.resultados. 4/venes sentimentales, se abandonaban con facilidad a las l!grimas " a la furia. El teniente Prac@le guardaba en la parte posterior del relo) un ri&o de pelo envuelto en un pedacito de seda a&ul, pero como el pelo se escapaba " se enredada constantemente en el !ncora, para saber la hora tenía que llevar un relo) de pulsera. ?ailarín profesional en su vida civil, a pesar de ser un chico alegre, sabía fruncir el ceo como el (íder " cavilar como el (íder. 0diaba el arte degenerado " había destro&ado varios lien&os con sus propias manos. (e solían salir tan
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bien en los cabarets los apuntes a l!pi&, que muchas veces le habían dicho que se debía haber dedicado al arte. Tenía varias hermanas rubias " estaba tan orgulloso de ellas que una ve& que cre"/ que las habían insultado arm/ un tremendo esc!ndalo+ " las hermanas se turbaron un poco porque temían que alguien se pusiera a demostrar que no eran insultos sino verdades, cosa que no hubiera sido difícil. (a ma"or parte del tiempo que tenía libre la pasaba soando en seducir a la hermana del teniente Tonder, robusta rubia a quien le gustaba ser seducida por hombres de m!s edad " que no le desarreglaran el pelo como se lo desarreglaba el teniente Prac@le. El teniente Tonder era poeta, un poeta amargo que soaba en el amor perfecto e ideal que un )oven idealista puede sentir por una muchacha pobre. Nom!ntico, de un romanticismo impreciso, su visi/n era tan amplia como su e*periencia. veces hablaba mentalmente en verso libre con imaginarias mu)eres morenas. 1oaba con morir en el campo de batalla, " veía en el fondo a sus padres llorando, " al (íder, animoso pero triste ante la )uventud que moría. 1e imaginaba frecuentemente c/mo sería su muerte, iluminada por un rubio sol de ocaso que reluciría en los rotos arreos militares. Nodeado de sus hombres con la cabe&a ba)a, sobre una densa nube galoparían las valquirias de pecho opulento, madres " amantes en una sola pie&a, mientras a lo le)os estallaba un trueno. 1abía hasta las palabras precisas que diría al morir. Hsos eran los oficiales del coronel (anser, cada uno de los cuales )ugaba a la guerra como los nios )uegan a los trompos. El ma"or 3unter pensaba en la guerra como en un problema aritm$tico que tenía que resolver para poder volver a su hogar+ el capit!n (oft, como en la carrera m!s adecuada para un )oven bien criado, " los tenientes Prac@le " Tonder, como en un sueo en que nada era real. 7 su guerra había sido hasta entonces un )uego: buenas armas " planes bien tra&ados contra enemigos inermes " sin planes. %o h, bían perdido ninguna batalla " habían sufrido poco dao. En momentos difíciles eran tan cobardes o tan valientes como cualquiera. El -nico que de todos ellos sabía realmente lo que era la guerra era el coronel (anser. >einte aos antes había estado en ?$lgica " en Orancia, " procuraba no pensar en lo que sabía: que la guerra es traici/n " odio, " torpe&as de generales ineptos, tortura, " muerte, " n!useas, " cansancio+ " que cuando todo ha pasado, lo -nico que queda son nuevos desalientos " nuevos odios. 1e decía a sí mismo que $l era un soldado a quien le daban /rdenes que tenía que cumplir, " que no esperaban de $l que las anali&ara, ni que pensara, sino que las cumpliera+ " procuraba apartar los recuerdos de la otra guerra " la idea segura de que $sta sería igual. Hsta ser! distinta, se decía cincuenta veces al día, $sta ser! distinta. En los desfiles, en las aglomeraciones, en los partidos de f-tbol " en la guerra, los contornos se difuminan, las cosas reales se convierten en irreales " en la mente se levanta la niebla. (a tensi/n, la e*citaci/n, la fatiga " el movimiento se funden en un gran sueo gris, " cuando pasa se hace difícil recordar c/mo era aquello de matar o de ordenar que murieran. 7 cuando otros que no estuvieron cuentan c/mo era, se contesta vagamente: 1í, creo que así era.; (os oficiales ocuparon tres habitaciones del piso alto del palacete de la municipalidad. En los dormitorios habían puesto sus catres, sus mantas " sus equipos, " de la habitaci/n contigua, que quedaba sobre el sal/n del piso ba)o, habían hecho, con unas sillas " una mesa, una especie de club, no mu" confortable, donde escribían cartas, leían cartas, conversaban, se hacían servir caf$, planeaban operaciones " descansaban. En los cuadros, puestos entre las ventanas, se veían vacas, lagos " pequeas gran)as. Desde las ventanas la vista alcan&aba hasta la orilla del mar por encima del pueblo, " se veían los muelles donde atracaban las gabarras para cargar carb/n " volverse al mar+ " el pueblo, que torcía en la pla&a para llegar a la ribera, " los barquitos de pesca anclados en la bahía con las velas recogidas. De la ribera llegaba el olor de pescado puesto a secar.
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El ma"or 3unter estaba sentado ante una mesa grande que había en medio de la habitaci/n. 1obre las piernas " apo"ado en la mesa tenía un tablero en que, con a"uda de una regla " una escuadra, tra&aba el plano de una desviaci/n de línea ferroviaria. Pero la falta de fi)e&a del tablero le iba irritando tanto que acab/ por llamar: BPrac@leC;, " despu$s: BTeniente Prac@leC; 1e abri/ la puerta del dormitorio " apareci/ el teniente con la cara medio cubierta de espuma " la brocha en la mano: '5ea si en el mont/n del dormitorio ha" una bolsa de lona que parece de palos de golf. Prac@le desapareci/ en el dormitorio. 1e abri/ la puerta de la derecha " entr/ el capit!n (oft con su casco puesto, prism!ticos de campaa colgados del cuello " arma al bra&o. De todas partes le colgaban estuchitos de cuero. En cuanto entr/ empe&/ a desembara&arse de su equipo. '?entic@ est! loco. (e he visto salir de servicio con el gorrito cuartelero 'e*clam/ mientras de)aba los prism!ticos en la mesa " se quitaba el casco " la bolsa de la m!scara. Pronto había un mont/n sobre la mesa. '%o de)e usted esas cosas ahí 'le di)o 3unter'. Tengo que traba)ar. 5Por qu$ no se va a poner ?entic@ el gorrito6 3asta ahora no ha habido ning-n )aleo. Esto" harto de los cascos. 1on pesados " no de)an ver. '(a costumbre de no usarlo es mala 'replic/ (oft con cierta impertinencia'. nflu"e en el respeto de la gente. 3a" que mantener una actitud militar, alerta, " no cambiarla. %o hacerlo es buscar complicaciones. '5
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Tonder miraba por encima del hombro de 3unter para ver c/mo traba)aba. 'Es posible que no le importen, pero no est! bien 'repuso (oft. Prac@le sac/ un pauelo " se limpi/ la me)illa. Tonder seal/ con el dedo un dibu)ito de uno de los !ngulos del tablero del ma"or: '?onito puente, mi comandante. Pero 5d/nde diablos vamos a construirlo6 3unter mir/ el dibu)o que le había sealado de Tonder " se volvi/ para mirarle a $l: 'BhC Ese puente no lo vamos a construir. El traba)o que vamos a hacer es este otro. '5er! usted. En el patio de mi casa tengo un modelo de línea ferroviaria " pensaba tra&ar un puente sobre una ondulaci/n, pero no he llegado a ponerlo " he querido pro"ectarlo mientras estaba fuera. El teniente Prac@le sac/ del bolsillo una p!gina en rotograbado " la despleg/. Era el retrato de una chica rubia " rolli&a 'toda pantorrillas, vestidito " pestaas, medias negras caladas " escote ba)o' que fisgaba por detr!s de un abanico negro de enca)e. 7 despu$s de contemplarlo bien, sosteni$ndolo en alto, e*clam/: 'o" a ponerlo aquí arriba para que pienses un poco en ella. 7 fi)/ el retrato en la cortina con un alfiler. 'hí no queda mu" bonito 'e*clam/ el capit!n (oft, que estaba recogiendo su equipo '. Es preferible que lo quite, teniente. %o produciría mu" buena impresi/n en la gente del pueblo. 3unter al&/ la vista: 5
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El pobre Prac@le dobl/ el papel, se lo meti/ en el bolsillo e intent/ alegremente cambiar de conversaci/n: 'En este pueblo ha" chicas bonitas. En cuanto normalicemos un poco la vida " todo marche bien, me vo" a dedicar a conocer unas cuantas. 'M!s le vale leer L8. 3a" un capítulo que trata de asuntos se*uales 'le contest/ (oft antes de salir llev!ndose su mochila, sus prism!ticos " el resto del equipo. El teniente Tonder seguía mirando por encima del hombro de 3unter. 'Eso est! mu" bien. (os camiones cargados de carb/n llegan desde la mina hasta el mismo barco. 3unter de)/ lentamente de traba)ar " replic/: 'Tenemos que darnos prisa+ ha" que poner el carb/n en movimiento. Es mucha labor. Me alegra mucho que la gente de aquí sea tranquila " sensata. (oft volvi/ sin su equipo, se plant/ ante la ventana " contempl/ la bahía " la mina de carb/n: '1i son tranquilos " sensatos, es porque nosotros somos tranquilos " sensatos. El m$rito es nuestro. Por eso insisto en la conducta. Est! cuidadosamente pensada. 1e abri/ la puerta " entr/ el coronel (anser quit!ndose el capote. 1us oficiales le hicieron el saludo militar, no con demasiada rigide&, pero con la suficiente. '5
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'5#ree usted6 'le pregunt/ el coronel. '5=sted no6 '1í, sí+ siempre conseguimos aplastar 'contest/ (anser. '5#ree usted que si ha" tranquilidad por %avidad conceder!n algunas licencias6 'le pregunt/ Prac@le mu" animado. '%o s$. Esa clase de disposiciones las toman en el ministerio 'le contest/ el coronel'. 5estido con el mismo tra)e negro del día anterior, tenía en la cabe&a un venda)e su)eto con una cru& de esparadrapo, ", avan&ando hasta el centro de la habitaci/n, e*clam/: '?uenos días, mi coronel. Debía haberle visitado a"er, despu$s del disgusto de aba)o, pero pens$ que estaría usted mu" ocupado. '?uenos días 'contest/ el coronel, " con un adem!n present/': Mis oficiales. '?uenos mo&os 'repuso #orell'. 3an actuado bien. Tambi$n es verdad que "o les había preparado bien el terreno. 3unter ba)/ la mirada, tom/ una plumilla, la mo)/ en el tintero " se puso a pasar a tinta el plano. '(o había preparado usted bien, pero o)al! no hubiera matado usted a aquellos seis hombres+ o)al! no hubieran vuelto 'repuso (anser. #orell abri/ los o)os complacido: '1eis hombres no son muchos para un pueblo como $ste, donde ha" una mina de carb/n. (anser replic/ seriamente: '%o me opongo a matar cuando es necesario, pero a veces es me)or no matar. #orell, que había estado mirando bien a los oficiales, desvi/ la mirada: '5Podríamos hablar... a solas, mi coronel6
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'1i usted quiere, sí. Teniente Prac@le, teniente Tonder, hagan el favor de pasar a su habitaci/n. El ma"or 3unter est! traba)ando, " cuando traba)a no o"e nada de lo que se dice. 3unter al&/ la mirada, sonri/ mansamente " volvi/ a fi)arla en el tablero. #uando los tenientes salieron, el coronel aadi/: '?ueno, "a estamos. 5%o quiere usted sentarse6 #orell se sent/ detr!s de la mesa: 'racias, mi coronel. (anser le mir/ al venda)e de la cabe&a: '5
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'5%o sabe lo que piensan de usted6 'Tengo muchos amigos. #ono&co a todo el mundo. '53a ido alg-n comprador esta maana a su tienda6 '%o. Es natural que ha"a habido una interrupci/n en los negocios. %adie compra nada. (anser se calm/ repentinamente, se acerc/ a una silla, se sent/, cru&/ las piernas " replic/ en tono suave: '1u servicio es difícil " requiere valor. 3abría que recompensarle bien. 'racias, mi coronel. '#on el tiempo le odiar!n. '%o me importa. 1on enemigos. (anser titube/ mucho tiempo antes de hablar " le contest/ en el mismo tono suave: '%o va usted a tener ni siquiera nuestro respeto. #orell se puso en pie de un salto " replic/ e*citado: 'Esas palabras est!n en contradicci/n con las del líder. El líder ha dicho que todos los servicios son igualmente dignos. 'Espero que est$ en lo cierto. Espero que sepa adivinar lo que piensan los soldados ' replic/ en tono mu" suave el coronel. Despu$s en un tono casi compasivo, aadi/': 3abría que concederle a usted una gran recompensa. '7, call!ndose un momento, concentr/ de nuevo sus pensamientos " prosigui/': hora, vamos a precisar. El mando lo tengo "o. Mi labor consiste en e*traer carb/n. Para e*traerlo tengo que mantener el orden " la disciplina, " para eso necesito saber lo que piensa el pueblo. Tengo que prever la rebeli/n, 5comprende usted6 '?ueno: "o puedo averiguar lo que quiere usted saber. #omo intendente ser$ mu" eficiente 'contest/ #orell. (anser mene/ la cabe&a: '1obre eso no tengo instrucciones. Tengo que decidirlo "o mismo. #reo que usted no volver! a saber nunca m!s lo que aquí pasa. #reo que nadie volver! a hablarle+ creo que no se le acercar!n m!s sino quienes viven para el dinero, quienes pueden vivir para el dinero. 1i no le presto protecci/n, corre usted grave peligro. Me agradaría mucho que regresara a la capital para que le concedan la recompensa que merece. 'Mi sitio est! aquí 'contest/ #orell'. Me lo he hecho "o. En mi informe se habla de todo. (anser prosigui/ como si no lo hubiera oído: 'El intendente 0rden no es "a un intendente. Es uno del pueblo. Para saber lo que el pueblo piensa " hace no necesita preguntar, porque piensa como $l. >igil!ndolo a $l, los conocer$. Debe continuar en su cargo. Hsa es mi decisi/n. '(a labor que he hecho merece me)or trato que el de mandarme marchar de aquí ' replic/ #orell. 'Es verdad, pero creo que para la otra labor m!s importante no ser! usted sino un obst!culo. 1i no le odian todavía, le odiar!n. El primero a quien matarían en la primera rebeli/n sería a usted. #reo que vo" a sugerir que lo llamen. 'Me permitir! usted esperar la contestaci/n al informe que he enviado a la capital, 5verdad6 'replic/ #orell con cierta sequedad. '%aturalmente. Pero le aconse)o que vuelva, por su propia seguridad. Orancamente, seor #orell, aquí no vale usted "a para nada. Pero..., bueno, debe de haber otros planes para otros países. Es posible que ahora le manden a alg-n pueblo de otro país. dquirir! usted prestigio en otro campo de actividad. Es posible que lo destinen a un pueblo m!s grande, incluso a una ciudad, donde la responsabilidad ser! ma"or. (e vo" a recomendar encarecidamente por la labor que aquí ha hecho. (os o)os de #orell brillaron de satisfacci/n:
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'racias, mi coronel. 3e traba)ado duramente.
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'57 por qu$ me habla así a mí6 'Porque su labor ha terminado. Necuerdo que una ve&... '7 mientras hablaba se o"eron unos pasos en la escalera " se abri/ bruscamente la puerta. som/ la cabe&a de un centinela " entr/ el capit!n (oft, quien, rígido, fríamente, con aire militar, e*clam/: '3a habido una alteraci/n de orden, mi coronel. '5=na alteraci/n de orden6 'Tengo que informarle de que han matado al capit!n ?entic@, mi coronel. 'Bh..., sí..., ?entic@C 'e*clam/ el coronel. 1e o"eron otros pasos en la escalera " entraron dos camilleros con una camilla en la que "acía un cuerpo cubierto con unas mantas. '5Est! usted seguro de que ha muerto6 'pregunt/ el coronel a (oft. '#ompletamente seguro, mi coronel 'contest/ secamente el capit!n. Del dormitorio salieron los tenientes con las bocas entreabiertas " con caras de un poco asustados. 'P/ngala ahí 'orden/ el coronel, sealando el espacio que había entre las ventanas. 7 cuando los camilleros salieron, se arrodill/, levant/ una punta de la manta, la volvi/ a de)ar inmediatamente como estaba ", arrodillado, pregunt/ a (oft': 5
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Capítulo III
(a gente del pueblo circulaba con aire sombrío. De sus o)os se había disipado parte del asombro, pero no lo había sustituido a-n el brillo de la c/lera. En la mina, los mineros empu)aban sombríamente las vagonetas. (os pequeos comerciantes estaban detr!s de los mostradores, pero no tenían a qui$n servir. (a gente se hablaba en monosílabos+ todos pensaban en la guerra, guerra, en sí mismos, en el pasado " en lo bruscamente bruscamente que había cambiado cambiado todo. En el sal/n del palacete de la municipalidad ardía el fuego " estaban encendidas las luces, porque el día era gris " en el aire flotaba la escarcha. 3asta el sal/n sufría un cambio. Estaba Estabann movie moviendo ndo las sillas sillas tapi&a tapi&adas das " retira retirando ndo las mesit mesitas, as, " 4oseph 4oseph " n nnie nie se esfor&aban en meter una gran mesa cuadrada de comedor por la puerta de la derecha. Tenían que meterla de costado. En el umbral asomaba la cara ro)a de nnie. 4oseph, que estaba en el sal/n, maniobrando para meter las patas, le di)o: 'B%o empu)es, nnieC nnieC BhoraC '7a vo" 'le contest/ nnie, la de la nari& ro)a, la de la cara ro)a, la malhumorada. Era mu)er de mal genio, " los soldados, aquel traba)o " la ocupaci/n no se lo habían me)orado. Pero lo que en muchos aos se habían interpretado como mal genio resultaba ahora ser una emoci emoci/n /n patri/ patri/tic tica. a. Echan Echando do agu aguaa hirvie hirviendo ndo a los solda soldados dos hab había ía adq adquir uirido ido cierta cierta reputaci/n de paladín de la libertad. #ierto que se la hubiera echado a cualquiera que se hubiese asomado a la trasera de la casa, pero de todos modos se había convertido en heroína ", como el $*ito lo debía al eno)o, se preparaba para otros $*itos aliment!ndolo " redobl!ndolo. '%o la roces 'di)o 4oseph. (a mesa estaba a mitad de camino en el umbral'. 1ostenía bien. '(a sostengo bien 'contest/ nnie. (a de)aron en el suelo ", mientras nnie cru&aba los bra&os " le miraba, 4oseph se apart/ para estudiar la cosa cosa " despu$s despu$s prob/ agarrando agarrando de una pata. pata. '%o empu)es, empu)es, no empu)es empu)es tanto. '7 consigui/ consigui/ meter la mesa $l solo. solo. nnie le sigui/ sigui/ con los bra&os cru&ados. 'hora vamos a ponerla derecha 'di)o 4oseph. nnie le a"ud/ a ponerla sobre las cuatro patas " llevarla al centro de la habitaci/n. '7a est! 'e*clam/ nnie'. 1i no me lo hubiera ordenado su e*celencia, no lo habría hecho. 5an a celebrar un )uicio. >an a )u&gar a le*ander Morden. '5l marido de Moll"6 'pregunt/ nnie. 'l mismo. '5Por haber atravesado a ese individuo con el picach/n6 '1í. 'B1i es un hombre mu" buenoC %o tienen derecho a )u&garle. El día del cumpleaos de Moll" le regal/ un vestido ro)o 5
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'57 qu$6 Me han dicho que el individuo $se le dio /rdenes, " a le* no le gusta que se las den. En su tiempo fue conce)al, como su padre. 7 Moll" Morden hace una torta mu" buena, aunque aunque se le endurece endurece un poco la crema de adorno. adorno. 5an a pasar cosas. Ten los o)os abiertos, nnie. Tambi$n t- vas a tener que hacer cosas. '5
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ir/ la mani)a de una de las puertas " entr/ lentamente el intendente. Tenía cara de cansado. Parecía haber enve)ecido. Detr!s entr/ el doctor 2inter. '?ien, 4oseph. racias, nnie. 3a quedado mu" bien 'di)o el intendente. 4oseph volvi/ la cabe&a en el umbral antes de cerrar la puerta cuando sali/ con nnie. nnie. El intendente se acerc/ al fuego " se qued/ de espaldas a $l. El m$dico tom/ la silla de la cabecera de la mesa " se sent/. '%o s$ cu!nto tiempo podr$ mantener esta posici/n 'e*clam/ el intendente'. %i el pueblo ni el enemigo enemigo confían en mí. %o s$ si lo que hago hago est! bien. 'Tampoco "o 'replic/ 2inter'. T- confías en ti mismo, 5verdad6 5%o te asalta ninguna duda6 '5Duda6 '5Duda6 %o. 3a" muchas muchas cosas cosas que no comprendo. comprendo. '7 seal/ la mesa'. mesa'. %o s$ por qu$ han de celebrar aquí el )uicio. >an >an a )u&gar ) u&gar a le* Morden por asesinato. 5Necuerdas a le*6 1u mu)er es mu" bonita. '(a recuerdo 'replic/ 2inter'. Oue maestra una temporada. 1í, la recuerdo mu" bien. Es tan bonita que no quería ponerse anteo)os, aunque los necesitaba. ?ueno: la cosa es que le* ha matado a un oficial. %adie lo pone en duda. '%adie lo pone en duda 'contest/ el intendente, con amargura'. Pero 5por qu$ lo )u&gan6 5Por qu$ no lo fusilan6 %o se trata de dudas ni de in)usticia. En este asunto no entra ninguno de esos conceptos. 5Por qu$ han de )u&garlo... " en mi casa6 'Eso lo hacen para la galería 'repuso 2inter'. %o es ninguna tontería. #uando se cumplen ciertas formalidades se consigue resultados, " a veces la gente queda satisfecha con las formalidades. %osotros teníamos tropas, soldados con fusiles, pero no era un e)$rcito. l celebrar un )uicio, los invasores esperan convencer al pueblo de que en este asunto est! implicada la )usticia. l fin " al cabo le* mat/ al capit!n. '1í+ "a lo comprendo 'e*clam/ el intendente. '1i la soluci/n sale de tu casa, de la cual el pueblo espera )usticia... 'prosigui/ el m$dico. (e interrumpi/ la apertura de la puerta del lado derecho, por la que entr/ una mu)er )oven, de unos treinta aos " mu" bonita, con los anteo)os en una mano, vestida con mucha sencille&, bien arreglada " mu" e*citada: 'nnie me ha dicho que entre, seor intendente. '3a hecho usted bien 'replic/ el intendente'. Bh, usted es Moll" MordenC '1í, seor intendente. 1o" Moll" Morden. Dicen que van a )u&gar " a fusilar a le*. le*. El intendente mir/ al suelo un momento. Moll" prosigui/: 'Dicen que le va a sentenciar usted+ que ser!n sus palabras las que le llevar!n a la muerte. El intendente al&/ la vista sobresaltado: '5#/mo6 5
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El intendente encendi/ una l!mpara que no despedía m!s que un circulito de lu& ", apag!ndola otra ve&, e*clam/: '=na l!mpara encendida de día queda mu" sola. Moll" se le acerc/: 'le* no es un asesino. Tiene genio vivo, pero nunca ha faltado a la le". o&a de respeto. El intendente le puso una mano en un hombro. '(e cono&co desde su infancia. #onocí a su padre " a su abuelo. 51abe usted que su abuelo fue ca&ador de esos6 Moll" no le prest/ atenci/n: '%o sería usted capa& de sentenciarle, 5verdad6 '%o 'contest/ el intendente'. 5#/mo le iba a poder sentenciar6 'El pueblo dice que lo sentenciar! para mantener el orden. El intendente se puso detr!s de una silla a cu"o respaldo se agarr/ con las dos manos: '5
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'%o s$... '1h... 'repiti/ el intendente'. 1arah, quiero que va"as a casa de le* Morden, 5comprendes6 ete ahora mismo. Madame lo comprendi/ lentamente: '?ueno. hora mismo vo". 5#u!ndo... habr! pasado todo6 '%o lo s$ 'replic/ el intendente'. Mandar$ a nnie cuando llegue el momento. Madame le dio un besito en la me)illa " se march/. El intendente se acerc/ a la puerta: '4oseph, puede venir el coronel. Entr/ (anser. >estía uniforme nuevo " bien planchado, con un pualito ornamental en el cintur/n: '?uenos días, seor intendente. endr! esta noche6 '5Tendr! traba)o para mí6 'le pregunt/ el m$dico. '%o... no. Es que no quiero estar solo. '?ueno: vendr$ 'replic/ el m$dico. '5(e ha parecido que Moll" tenía buena cara6 '%o me ha hecho mal efecto. Est! en un estado un poco hist$rico, pero es fuerte. Es fuerte+ ha" ra&a. %o olvide que es una Qenderle". '(o había olvidado 'replic/ el intendente'. Es verdad que es una Qenderle". El m$dico se fue " cerr/ suavemente la puerta. (anser había estado esperando cort$smente " vio como se cerraba. Despu$s mir/ a la mesa " a las sillas: '%o necesito decir cu!nto siento todo esto. 0)al! no hubiera sucedido. El intendente le hi&o una inclinaci/n de cabe&a. (anser prosigui/: '(e tengo simpatía " le respeto, seor intendente, pero espero que comprender! que tengo que cumplir con mi deber. El intendente le mir/ fi)amente a los o)os sin replicar. (anser prosigui/: '%o obramos bas!ndonos -nicamente en nuestro propio )uicio. 7 aunque entre p!rrafo " p!rrafo esperaba una r$plica, la r$plica no llegaba. 'Tenemos que aplicar unas reglas, unas reglas dictadas en la capital. Ese hombre ha matado a un oficial. '5Por qu$ no lo han fusilado6 qu$l era el momento oportuno 'replic/ al fin el intendente. (anser mene/ la cabe&a: 'unque estuviera de acuerdo con usted, el resultado sería el mismo. =sted sabe tan bien como "o que el principal prop/sito del castigo consiste en contener al criminal en potencia. Por eso, "a que el castigo es m!s para otros que para el castigado, ha" que darle publicidad. ncluso ha" que dramati&arlo. '7, poniendo un dedo detr!s del cintur/n, hi&o que bailara el pualito. El intendente se ale)/ " mir/ al cielo oscuro a trav$s de la ventana: 'Esta noche va a nevar.
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'1eor intendente, usted sabe que nuestras /rdenes son ine*orables. Tenemos que e*traer carb/n. 1i su gente no guarda orden, tendremos que imponerlo a la fuer&a 'replic/ el coronel, cu"a vo& iba adquiriendo dure&a'. 1i es necesario, fusilaremos. 1i quiere usted evitar sufrimientos a su gente, tiene que a"udarnos a mantener el orden. hora bien, mi gobierno entiende que lo discreto es que el castigo emane de la autoridad local. Ese principio contribu"e a me)orar el orden. 'Bh, el pueblo lo sabíaC B
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'1í. Pero tampoco se puede hacer lo que usted pide. 'Me lo figuraba. Despu$s de todo, habr! que hacer intendente a #orell 'e*clam/ el coronel, levantando la vista en un movimiento r!pido'. 51e quedar! usted para el )uicio6 '1í+ me quedar$. le* no se sentir! tan solo. (anser le mir/ " sonri/ un poco tristemente: 'B
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Capítulo IV
las once nevaba copiosamente a grandes copos " no se veía el cielo. (a gente se apresuraba a trav$s de la nevada. 1e amontonaba la nieve en los quicios de las puertas, sobre la estatua de la pla&a " en las vías que iban de la mina al puerto. Nesbalaban los carritos de mano. 1obre el pueblo se cernía una oscuridad m!s densa que la de la noche, " se cernían tambi$n una callada triste&a " un odio creciente. (a gente no se detenía mucho en la calle, sino que entraba en las casas, " las puertas se cerraban, " parecía que desde detr!s de las ventanas atisbaban unos o)os, " cuando pasaban unos soldados o la patrulla recorría la calle principal, sobre ellos se posaban unas miradas duras " sombrías. (os vecinos iban a los almacenes a comprar cosas de comer, " pagaban " se marchaban sin dar los buenos días al vendedor. (as luces encendidas en el sal/n del palacete de la municipalidad brillaban en la nieve que caía fuera. 1e estaba celebrando el conse)o de guerra. la cabecera de la mesa estaba (anser. su derecha se sentaban 3unter " Tonder ", en el otro e*tremo, el capit!n (oft, quien tenía unos papeles delante. su i&quierda estaban el intendente " Prac@le, que garrapateaba en un bloque de papel. (os dos soldados 'ba"oneta calada, casco de acero' parecían dos im!genes de madera. Entre ellos estaba le* Morden, )oven de comple*i/n recia, frente estrecha, o)os hundidos " nari& larga " afilada. Ouerte el ment/n, grande " sensual la boca, era ancho de espalda " estrecho de caderas " hacía constantemente ruido con las esposas que le su)etaban las manos. >estía pantal/n oscuro, camisa a&ul, abierta en el cuello, " chaqueta tambi$n oscura, abrillantada por el uso. El capit!n (oft le"/: '#uando se le orden/ que se pusiera de nuevo a traba)ar, se neg/ ", al repetírsele la orden, atac/ al capit!n (oft con el picach/n. El capit!n ?entic@ se interpuso...; El intendente tosi/ ", cuando (oft interrumpi/ la lectura, di)o: '1i$ntese, le*. Tr!iganle una silla uno de ustedes, soldados. =no de los soldados que custodiaba a le* le llev/ una silla sin titubear. '(a costumbre es que el acusado est$ de pie 'replic/ (oft. 'D$)ele que se siente 'repuso el intendente'. %o lo sabr! nadie m!s que nosotros. En el informe puede usted decir que ha permanecido de pie. '%o es costumbre decir falsedades en los informes 'aadi/ (oft. '1i$ntese, le* 'repiti/ el intendente. El corpulento le* se sent/. 1us esposadas manos descansaron en las piernas. 'Esto es contrario a... 'empe&/ a decir (oft. 'D$)ele que se siente'le interrumpi/ el coronel. (oft carraspe/: 'El capit!n ?entic@ se interpuso " recibi/ en la cabe&a un golpe que le parti/ el cr!neo.; 3a" un informe m$dico. 5
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'5Tiene usted miedo, le*6 'le pregunt/ el intendente. '1í, seor intendente 'contest/ le*. '%o le puedo decir que no lo tenga. 7o tambi$n lo tendría, " tambi$n lo tendrían estos )/venes..., dioses de la guerra. 'Tome el mando del pelot/n 'di)o el coronel a Tonder. Tonder se levant/ r!pidamente " se acerc/ a la puerta. 'hí est!. trav$s de la puerta abierta de par en par se veía a los soldados con sus cascos. 'le*, sepa que estos hombres no conocer!n un solo día de tranquilidad hasta que se ha"an ido o ha"an muerto 'le di)o el intendente'. =sted unir! al pueblo. Es una triste idea " sirve de poco consuelo, pero así es. %o conocer!n un solo día de tranquilidad. le* cerr/ los o)os con fuer&a. El intendente se le acerc/ " le dio un beso en la me)illa. 'Bdi/s, le*C (os soldados que custodiaban a le* le agarraron " se lo llevaron hacia la puerta. le* caminaba con los o)os cerrados. El pelot/n de soldados dio media vuelta " se ale)/ de la casa. (a nieve ponía sordina en sus pasos. (os hombres sentados alrededor de la mesa permanecieron en silencio. Mirando por la ventana, el intendente vio que unas manos !giles limpiaban de nieve un círculo, lo contempl/ fascinado " desvi/ la mirada con un movimiento r!pido: '1upongo que saben ustedes lo que est!n haciendo 'di)o al coronel. El capit!n (oft recogi/ sus papeles. '5En la pla&a, capit!n6 'le pregunt/ el coronel. '1í, en la pla&a. 3a" que hacerlo en p-blico 'contest/ el capit!n. '1upongo que lo saben ustedes 'repiti/ el intendente. 'Mire usted: lo sepamos o no, ha" que hacerlo 'replic/ (anser. En el sal/n se hi&o silencio. Todos prestaban atenci/n. %o esperaron mucho. 1e o"/ a lo le)os una descarga. (anser lan&/ un profundo suspiro. El intendente se llev/ una mano a la frente " llen/ de aire los pulmones. En esto se o"/ un tiro suelto " el cristal de la ventana salt/ hacia adento hecho aicos. El teniente Prac@le se tambale/ " se llev/ una mano al hombro. (anser se incorpor/ de un salto. 'B7a empie&aC 5Est! usted malherido, teniente. 'Me han dado en el hombro 'contest/ Prac@le. (anser se puso a dictar /rdenes: '#apit!n (oft, en la nieve habr! huellas.
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Capítulo V
Transcurrían lentamente los días " las semanas+ transcurrían lentamente los meses. (a nieve ca"/ " se fundi/, " volvi/ a caer " a fundirse hasta que finalmente cua)/. (as oscuras casas del pueblo tenían campanitas, sombreros " ce)as blancas. ambos lados de las entradas había trincheras de nieve. (as gabarras llegaban vacías al puerto " se iban cargadas, pero el carb/n no se e*traía con facilidad. (os buenos mineros cometían equivocaciones, se mostraban torpes " lentos. (a maquinaria se estropeaba, " se tardaba bastante tiempo en repararla. (os habitantes del país conquistado preparaban una lenta " silenciosa vengan&a. (os traidores que habían a"udado a los invasores 'muchos de los cuales creían que el país " la vida me)orarían' empe&aban a ver que la autoridad que e)ercían era insegura + que el pueblo que habían conocido les miraba fríamente " no les dirigía la palabra. En el aire acechaba la muerte. En el ferrocarril, que corría pegado a las montaas " unía al pueblo con el resto de la naci/n, ocurrían accidentes. 1eparaban las vías+ caían sobre ellas aludes de nieve. %ing-n tren podía circular sin que se inspeccionara previamente la vía. De cuando en cuando se fugaba a nglaterra un grupo de )/venes. (os ingleses bombardearon la mina de carb/n, causaron per)uicios " mataron a unos cuantos amigos " a unos cuantos enemigos, pero la cosa no cambi/. El odio frío, silencioso, sombrío " acechante fue aumentando a medida que transcurría el invierno. El suministro de los víveres estaba regulado 'se les proporcionaban a los obedientes " se les negaba a los desobedientes' de manera de imponer obediencia a toda la poblaci/n. Pero las reglas tenían sus límites, porque un hombre hambriento no puede e*traer carb/n, ni levantar cargas, ni transportarlas. En los o)os del pueblo se veía un odio profundo. El que estaba cercado ahora era el conquistador, los hombres del batall/n, que se encontraban rodeados de enemigos " no se atrevían a descuidarse ni un momento. El soldado que se descuidaba desaparecía, " quedaba sepultado en un mont/n de nieve. 1i iba solo en busca de mu)er, desaparecía " quedaba sepultado en un mont/n de nieve. 1i bebía, desaparecía. %o podían cantar sino en coro, no podían bailar sino uno con otro " poco a poco de)aron de bailar, " las canciones e*presaban la nostalgia de su país. %o hablaban sino de amigos " de parientes que los querían, " soaban con el afecto " con la amistad, porque un hombre no puede ser soldado sino unas cuantas horas al día " durante unos cuantos meses del ao, " el resto quiere volver a ser hombre, " tener chicas, " tragos, " m-sica, " carca)adas, " tranquilidad+ " cuando no los encuentra los desea con un ansia irresistible. Pensaban constantemente en sus casas. 3abían acabado por detestar el país conquistado " hablaban secamente a la gente del pueblo, " la gente del pueblo les contestaba con la misma sequedad. radualmente habían empe&ado a tener miedo, miedo de que aquello no terminara nunca " de que )am!s lograran tener tranquilidad ni volver a su país + miedo de que un día se hundieran ellos " los persiguieran por los montes como a cone)os, pues el odio de los conquistados no disminuía. l ver luces, al oír carca)adas, las patrullas se acercaban como si se acercaran a un hogar, pero instant!neamente cesaban las risas " se e*tinguía el calor, " la gente del pueblo se mostraba fría " obediente. (os soldados que entraban en los restaurantes cuando olían a comida caliente se encontraban con que tenía demasiada sal o demasiada pimienta. #uando leían noticias de su país " de otros países conquistados veían que eran siempre buenas " creían en ellas durante alg-n tiempo, pero acabaron por no creer. #ada soldado llevaba el terror en su cora&/n. 1i nuestro país se hunde, no nos lo dir!n, " lo sabremos demasiado tarde. Esta gente no tendr! contemplaciones. %os matar!n a todos.; Necordaban cosas que habían oído de la retirada de ?$lgica " de la retirada de Nusia. (os m!s leídos
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recordaban la angustiosa " tr!gica retirada de Mosc-, cuando las horquillas de los campesinos se teían de sangre " la nieve se pudría con los cad!veres. 1abían que lo mismo sucedería en cuanto se hundieran, o se descuidaran, o durmieran demasiado, " sus sueos eran intranquilos, " de día no podían dominar el nerviosismo. 3acían preguntas que los oficiales no podían contestar porque ignoraban la respuesta " tampoco a ellos se les daba. dem!s, tampoco los oficiales creían en la informaci/n que recibían de su país. Nesult/, pues, que los conquistadores iban teniendo miedo a los conquistados " que el estado de sus nervios les llevaba a disparar contra sombras cuando se hacía de noche. (os acompaaba siempre un frío " sombrío silencio. En una semana se volvieron locos tres hombres, " hasta que los mandaron a su país se o"eron de día " de noche sus lloros " sus gritos. Es posible que de no haber sido por el miedo a la muerte piadosa que los esperaba a los locos en su país hubiesen enloquecido otros, pero la idea de la eutanasia es terrible. El miedo se infiltraba en las casas donde estaban alo)ados " las hacía tristes, " se cernía sobre las patrullas " las hacía crueles. Dobl/ el ao, " las noches se alargaron. 0scurecía a las tres de la tarde " no había lu& hasta las nueve de la maana. #omo los bombardeos imponían la m!s completa oscuridad, no brillaban alegremente en la nieve las luces de las casas. Pero cuando aparecían los aviones de bombardeo ingleses se veía siempre alguna lu& en la mina de carb/n. (os disparos de los centinelas no resolvieron nada, aunque derribaron a m!s de un hombre que sostenía un farol, " una ve& muri/ una chica que había encendido una l!mpara el$ctrica. (os oficiales eran refle)o de sus hombres. 1e dominaban m!s porque su adiestramiento había sido m!s completo+ eran hombres de m!s recursos porque tenían m!s responsabilidad, pero tambi$n se les había metido el mismo miedo, " en su cora&/n sentían las mismas nostalgias. >ivían ba)o el peso de una doble preocupaci/n. El pueblo conquistado quería sorprenderlos cometiendo equivocaciones+ sus hombres querían sorprenderlos en momentos de debilidad. >ivían en una tensi/n pr/*ima al estallido. (os conquistadores se sentían encerrados en un terrible cerco espiritual, " tanto los conquistadores como los conquistados sabían lo que iba a suceder en cuanto hubiera el menor resquebra)amiento. El piso alto del palacio de la municipalidad había de)ado de ser confortable. 1irvi$ndose de chinchetas de dibu)o habían fi)ado papel negro en las ventanas. quí " allí había montoncitos de ob)etos preciosos: instrumentos " equipo que no debía correr peligro, prism!ticos, m!scaras " cascos. #omo si los oficiales comprendieran que en alguna parte tenía que haber descanso para que la maquinaria no estallara, la disciplina era allí m!s la*a. 1obre la mesa había dos linternas de petr/leo que pro"ectaban una lu& dura " brillante " tra&aban grandes sombras en las paredes. En el silencio se oía su siseo. El ma"or 3unter seguía traba)ando. 1u tablero quedaba siempre montado, porque las bombas le estropeaban la obra en cuanto la terminaban. %o le importaba mucho, pues para $l la vida consistía en construir " tenía entre manos muchas m!s construcciones que las que podía pro"ectar o terminar. 1entado ante el tablero, con una lu& detr!s, la escuadra se movía de un lado para otro " el l!pi& se afanaba tra&ando líneas. #on el bra&o en cabestrillo, el teniente Prac@le estaba sentado a la mesa del centro " leía una revista ilustrada. garrando la pluma desde mu" arriba " mirando de ve& en cuando al techo para encontrar palabras, el teniente Tonder escribía una carta en el otro e*tremo de la mesa. '#errando los o)os veo una a una las tiendas de esta calle 'e*clam/ Prac@le al pasar una ho)a de la revista. 3unter sigui/ traba)ando. Tonder escribi/ unas cuantas palabras m!s'. Detr!s ha" un restaurante que no se ve en esa fotografía. 1e llama ?urden 'prosigui/ Prac@le.
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'(o cono&co. 1ervían mu" buenas alme)as 'replic/ 3unter sin levantar la cabe&a. 'B7a lo creoC 'repuso Prac@le'. Todo lo que servían era bueno. %o había nada malo. 7 el caf$... Tonder levant/ la cabe&a: 'hora no sirven ni caf$ ni alme)as. 'B3ombre, no s$C ntes servían las dos cosas, " "a volver!n a servirlas 'replic/ Prac@le '. dem!s había una camarera... '" tra&/ unas curvas en el aire. Despu$s dirigi/ la mirada a la revista'. Era rubia, buena mo&a. Tenía, quiero decir, tiene unos o)os e*traos..., como empaados, como si acabara de reír o de llorar. '7, mirando al techo, continu/ en vo& ba)a': =n día salí con ella. Era encantadora. 5Por qu$ no habr$ vuelto m!s a menudo6 5Estar! todavía allí6 'Probablemente, no. Es posible que est$ traba)ando en alguna f!brica 'replic/ melanc/licamente Tonder. Prac@le se ech/ a reír: 'Espero que en nuestro país no ha"an racionado las chicas. '5Por qu$ no6 'e*clam/ Tonder. ' ti no te interesan mucho las chicas, 5verdad6 %o creo que te interesen mucho 'le di)o Prac@le en tono de broma. 'Me gustan para lo que sirven. %o les permito que intervengan en mi otra vida. '(o que me parece es que te obsesionan constantemente 'replic/ Prac@le, burl/n. Tonder cambi/ de conversaci/n: 'Estas malditas linternas me est!n fastidiando. 5#u!ndo instala usted la dinamo, comandante6 '7a debería estar montada 'replic/ 3unter'. Tengo buenos operarios. 3abr! que redoblar la guardia. '5#a&/ usted al individuo que la destro&/6 'le pregunt/ Prac@le. 'Puede ser cualquiera de los cinco que tengo detenidos 'contest/ sombríamente 3unter. Despu$s aadi/ meditabundo': BEs tan f!cil destro&ar una dinamo cuando se sabe c/moC #on establecer un contacto se destro&a sola. De un momento a otro deberíamos tener lu&. Prac@le seguía mirando la revista. '5#u!ndo nos van a relevar6 5#u!ndo vamos a poder ir a casa a pasar una temporada6 5%o le gustaría ir para tener un descanso, comandante6 3unter levant/ la cabe&a " se qued/ un momento sin saber qu$ decir, pero recobr/ en seguida el dominio de sí mismo: 'B7a lo creoC >a la cuarta ve& que constru"o este tro&o. %o s$ cu!l es la ra&/n de que en esa desviaci/n cae siempre una bomba. Me esto" cansando de repararla. causa de los cr!teres tengo que cambiar de ruta cada ve&. %o ha" tiempo para rellenarlos+ la tierra helada est! demasiado dura " da un traba)o tremendo. De pronto se encendi/ la lu& el$ctrica " Tonder se levant/ autom!ticamente para apagar las linternas. #es/ el siseo. 'Bracias a Dios que tenemos lu&C 'e*clam/ Tonder'. Ese siseo me estaba poniendo nervioso. Me hacía el efecto de gente que bisbiseaba. '7, doblando la carta que había estado escribiendo, aadi/': Es raro que no lleguen m!s cartas. En dos semanas no he recibido m!s que una. ' lo me)or no te escribe nadie 'le contest/ Prac@le. 'Es posible 'repuso Tonder'+ pero, dígame, mi comandante: 5cree usted que si pasa algo allí..., es decir, algo malo, si muere alguien, o cosa parecida, nos lo dir!n6 '%o lo s$ 'contest/ 3unter. 'Tengo muchas ganas de salir de este maldito agu)ero... 'prosigui/ Tonder. Prac@le le interrumpi/:
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'7o creía que querías quedarte a vivir aquí despu$s de la guerra. 'E, imitando la vo& de Tonder, aadi/': 1e )untan cuatro o cinco gran)as " se arregla uno una especie de casa solariega. 5%o era eso6 5%o ibas a ser una especie de seor del valle6 bas a tener unas hermosas praderitas " a estar rodeado de gente agradable " simp!tica, de ciervos " de nios. 5%o era así, Tonder6 Tonder había de)ado caer la mano mientras Prac@le hablaba, pero de pronto se llev/ las manos a las sienes " habl/ emocionado: 'B#allaC %o digas esas cosas. Bive al lado de la ferretería.
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'Eso es 'repuso Tonder'. %o lo sabemos. 1eg-n la informaci/n oficial, lo tenemos todo en nuestras manos " los países conquistados vitorean a nuestros soldados, vitorean el nuevo orden. '7 su vo& cambi/ para seguir en tono m!s suave': 5o" a fi)ar la cantidad de carb/n que tiene que e*traer cada hombre. %o los puedo tener hambrientos porque no podrían traba)ar, pero creo que he encontrado la soluci/n. 1i no sacan carb/n, no ha" comida para las familias. 3ar$ que los hombres coman en la mina para que las familias no participen de su comida. #on eso debería quedar todo arreglado. 0 traba)an, o sus hi)os no comen. 1e lo acabo de decir. '5
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'%o ha" que de)arle empe&ar de nuevo 'interrumpi/ Prac@le. (oft frunci/ el ceo: '%o s$ a qu$ se refiere usted. ' lo siguiente 'replic/ Tonder'. ntes de mucho volveremos a casa, 5verdad6 '(a reorgani&aci/n nos llevar! alg-n tiempo 'di)o 3unter'. El nuevo orden no puede empe&ar a funcionar en un día. '5Tendremos que quedarnos aquí toda la vida6... 'pregunt/ Tonder. '%o ha" que de)arle empe&ar de nuevo 'volvi/ a interrumpir Prac@le. (oft se acerc/ a Tonder: 'Teniente, no me gusta el tono de sus preguntas. %o me gusta el tono de duda. 3unter al&/ la mirada: '%o sea duro con $l, (oft. Est! cansado. Todos, estamos cansados. 'Tambi$n "o esto" cansado 'replic/ (oft', pero no de)o que me asalten dudas traidoras. '(e digo a usted que no lo atormente. 51abe usted d/nde est! el coronel6 'Est! redactando su informe. Pide refuer&os. Esta labor es m!s difícil de lo que creíamos. '5(os conseguir!6 'pregunt/, mu" e*citado, Prac@le. 'B
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'3e soado que el líder estaba loco. (oft " 3unter se echaron a reír, " (oft di)o: '7a ha visto el enemigo lo loco que est!. Tendr$ que contar ese sueo. %uestros diarios publicar!n mu" complacidos eso de que el enemigo se ha enterado de que el líder est! completamente loco. Tonder seguía ri$ndose: '#onquista tras conquista " cada ve& nos hundimos m!s en la mela&a. '7, al sofocarle la risa, tosi/ en el pauelo'. Es posible que el líder est$ loco. B(as moscas conquistan el papel ca&amoscasC B(as moscas conquistan doscientas millas de papel ca&amoscasC (a risa de Tonder era cada ve& m!s hist$rica. Prac@le se inclin/ " le sacudi/ con la mano libre: 'B#allaC B#allaC B%o tienes derecho a decir esas cosasC (oft comprendi/ gradualmente que la risa de Tonder era hist$rica ", acerc!ndose, le dio una bofetada: 'B?asta, tenienteC Tonder sigui/ ri$ndose " (oft le dio otra bofetada: 'B?asta, tenienteC 5Me o"e usted6 Tonder ces/ bruscamente de reír. En el silencio de la habitaci/n no se oía m!s que el siseo de las linternas. Tonder mir/ asombrado a la mano, se palp/ la cara, volvi/ a mirarse la mano " ba)/ la cabe&a: '
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Capítulo VI
%o le)os de la pla&a había una calle)uela donde se )untaban los te)ados puntiagudos " los pequeos comercios. (a nieve había quedado apisonada en el suelo, pero se amontonaba contra las ver)as, se ahuecaba en los te)ados puntiagudos " se desli&aba hasta las ventanas cerradas. En los patios habían abierto senderos. (a noche era fría " oscura. De las ventanas no se filtraba ninguna lu& que pudiera atraer a los aviones de bombardeo. En las calles no se veía a nadie porque se cumplía estrictamente el toque de queda. (as casas eran bultos oscuros sobre la nieve. De ve& en cuando pasaba una patrulla de seis hombres que escudriaban todo. #ada uno de ellos llevaba una larga l!mpara. En el silencio de la noche se oía el ruido sordo de sus pasos+ sus botas cru)ían en la nieve. Embutidos en sus gruesos capotes, deba)o del casco, llevaban un gorro de punto que descendía para cubrirles las ore)as, la barbilla " la boca. #aía un poco de nieve, s/lo un poco, que parecía arro&. (os hombres de la patrulla caminaban hablando. 3ablaban de las cosas con que soaban: de carne, " de sopa caliente, " de manteca fresca, " del encanto de la sonrisa, de los labios " de los o)os de mu)er. Pero otras veces hablaban de lo mucho que odiaban lo que estaban haciendo, " de lo solos que se sentían. (a casita de te)ado puntiagudo contigua a la ferretería tenía la misma forma que las dem!s " el mismo gorrito de nieve que las dem!s. De sus ventanas no se filtraba lu&. (a puerta de la calle estaba herm$ticamente cerrada. Pero en el saloncito ardía una l!mpara, " la puerta que daba a la cocina estaba abierta. En el hornillo de hierro de la pared del fondo ardía un fuego de carb/n. #on su gastada alfombra en el suelo " el c!lido papel marr/n de las paredes, adornado con flores de lis doradas, la habitaci/n era pobre, pero agradable. De una de las paredes colgaban dos cuadros, en uno de los cuales se veían peces sobre un plato de helechos+ el otro mostraba un urogallo muerto en un pequeo abeto. En otra pared había un cuadro de 4esucristo caminando sobre las olas hacia los desesperados pescadores. El mobla)e lo componían dos sillas, un div!n cubierto con una manta de colores vivos " una mesita redonda puesta en el centro. 1obre la mesa ardía una l!mpara de petr/leo con una pantalla floreada, " la lu& que irradiaba era suave " c!lida. (a puerta que daba al pasillo, que a su ve& llevaba a la de la calle, estaba al lado del hornillo. 1entada en una almohadilla mecedora, Moll" Morden soltaba la lana de un vie)o )erse" " hacía un ovillo que era "a bastante grande. Estaba sola. (os agu)ones se ensartaban en la prenda que estaba te)iendo " que "acía a su lado en la mesa )untamente con un par de ti)eras grandes " los anteo)os, pues no los necesitaba para te)er. Moll" Morden era bonita, )oven " se arreglaba bien. Necogía en la coronilla su pelo dorado " lo adornaba con un lacito a&ul. En aquel momento sus manos se afanaban en hacer el ovillo. De ve& en cuando miraba a la puerta del pasillo sin de)ar de traba)ar. El viento silbaba suavemente en la chimenea, pero la nieve apagaba los ruidos de la noche. De pronto de)/ de traba)ar, sus manos quedaron quietas, mir/ a la puerta " prest/ atenci/n. De la calle lleg/ el ruido de los pasos de la patrulla " el vago eco de sus voces, pero poco despu$s quedaba todo tranquilo. Moll" arranc/ una nueva hebra, la enroll/ en el ovillo " se volvi/ a detener. 1e o"eron en la puerta unos ruiditos " tres breves llamadas. Moll" de)/ la labor " se acerc/: '5
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'?uenas noches, nnie 'le di)o Moll"'. %o la esperaba esta noche. ienen pronto. '5
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El teniente Tonder, envuelto en su gran capote gris, se quit/ el casco " habl/ en tono de s-plica: '%o tenga miedo. Permítame entrar. '5
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'Es usted mu" hermosa, irradia usted calor, tiene un pelo brillante. B0h, hace mucho tiempo que no veo amabilidad en una cara de mu)erC '5(a ve usted en la mía6 'le pregunt/ Moll". Tonder la mir/ fi)amente: '
Dobl/ el papel " lo de)/ en el rega&o: '5=sted ha escrito eso, teniente6 '1í. '5Para mí6 'le pregunt/ en tono un poco burl/n. '1í 'contest/ Tonder, algo turbado. Moll" le mir/ fi)amente, sonriendo: '%o lo ha escrito usted, 5verdad que no, teniente6 Tonder le devolvi/ la sonrisa como el nio a quien atrapan en una mentira. '%o. '51abe qui$n es el autor6 '1í. 3eine. 1e titula Mit deinen blauen Augen. 1iempre me ha gustado mucho 'contest/ Tonder ri$ndose un poco confuso. Moll" le acompa/ en la risa " pronto se reían los dos a la ve&. Tonder ces/ de reír con la misma brusquedad con que había empe&ado, " por sus o)os pas/ una e*presi/n muerta'. 3acía una eternidad que no me reía así. %os habían dicho que nos tomarían simpatía, que nos admirarían, pero no es así. (o -nico que hacen es odiarnos. De pronto cambi/ de conversaci/n como si estuviera perdiendo el tiempo: 'Es usted mu" hermosa, es usted tan hermosa como la risa. 'Empie&a usted a hacerme el amor, " dentro de un instante tiene que marcharse 'le replic/ Moll". 'Es posible que quiera hacerle el amor. El hombre necesita amor. 1in amor, muere. 1e le encogen las entraas " le parece que el pecho se le ha convertido en madera seca. Me siento mu" solo. Moll" se levant/ de la silla, dirigi/ una nerviosa mirada a la puerta " se acerc/ al hornillo. l volver, su cara había adquirido una e*presi/n seria " sus o)os relumbraban amena&as. '=sted quiere acostarse conmigo, 5verdad, teniente6
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'7o no le he dicho eso. 5Por qu$ habla así6 En la vo& de Moll" hubo una vibraci/n de amargura " de crueldad: 'erdad que lo que quiere decir es que no buscaba una prostituta6 '%o s$ lo que quiero decir 'contest/ Tonder'. (o que s$ es que su boca suena a odio. Moll" se ech/ a reír: 'Tener hambre no es nada agradable. Dos salchichas, dos hermosas salchichas gordas pueden ser las cosas m!s preciosas del mundo. '%o diga esas cosas 'e*clam/ Tonder'. BPor favorC '5Por qu$ no, si es verdad6 '%o es verdad. %o puede ser verdad. Moll" le mir/ un momento, se volvi/ a sentar " ba)/ la vista. '%o, no es verdad. %o le odio. Tambi$n "o me siento sola. 7 la nieve del te)ado pesa mucho. Tonder se levant/, le tom/ una mano entre las su"as " le di)o suavemente: 'Por favor, no me odie usted. %o so" m!s que un teniente. %o pedí venir aquí. =sted no pidi/ ser mi enemiga. %o so" m!s que un hombre, no un guerrero victorioso. (os dedos de Moll" rodearon una de sus manos. '7a lo s$, "a lo s$. 'Despu$s de tanta muerte tenemos alg-n derecho a la vida 'di)o Tonder. Moll" pos/ un momento una mano en la me)illa de Tonder. '1í. '7o la cuidar$. En toda esta matan&a tenemos alg-n derecho a la vida 'repiti/ Tonder poniendo una mano en el hombro de Moll", que se puso rígida " abri/ desmesuradamente los o)os como ante una visi/n. (a mano de Tonder la de)/'. 5
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'(o vestí como al chico que va por primera ve& a la escuela. 7 $l tenía miedo. (e aboton$ la camisa " trat$ de consolarlo, pero no había maera. Tenía miedo. '5olver$. '%o lo s$. Tonder la mir/ " sali/ en silencio. Moll" seguía mirando a la pared: 'Bestían chaquetones de marino, )erse"s oscuros con cuello alto " se cubrían con gorros de punto puestos en la punta de la cabe&a. #urtidos por los vientos fuertes, 2ill nders " Tom nders, pescadores, parecían melli&os.
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'?uenas noches, Moll". 57a lo sabe usted6 'Me lo ha dicho nnie. Mala est! la noche. 'Me)or que si fuera clara 'di)o Tom'. En las noches claras le ven a uno los aviones. 5a a salir al mar, seora 'contest/ 2ill, sonro)!ndose. 7, volvi$ndose hacia el intendente, pregunt/': 5
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estaba rascando una ore)a, de)/ la mano donde estaba " ces/ de rascarse. Todos permanecieron inm/viles. Todas las miradas se volvieron hacia la puerta. Despu$s, vagamente al principio, pero con una intensidad que fue aumentando, se o"eron los pasos de la patrulla, el cru)ido de sus botas en la nieve " unas voces. (a patrulla pas/ por delante de la casa, " el ruido de sus pasos se perdi/ a lo le)os. 1e o"/ otro golpecito en la puerta. (as personas que estaban en el sal/n se calmaron. 'nnie debe de tener frío en el pasillo 'e*clam/ el intendente, ", recogiendo del div!n su abrigo, abri/ la puerta " se lo alarg/ a la cocinera'. P/ngase esto por los hombros. '7 volvi/ a cerrar la puerta'. %o s$ lo que haría sin ella. >a a todas partes+ lo ve todo " lo o"e todo. 'Tendremos que irnos pronto, seor intendente 'di)o Tom. 'B0)al! olvidarais lo del seor #orellC 'replic/ el doctor 2inter. '%o podemos. %o es agradable verle en las calles 'repuso Tom mirando al intendente. El intendente replic/ con lentitud: 'osotros vais a nglaterra. Es posible que nadie os escuche, pero decidles de nuestra parte, de parte de un pueblecito, que nos den armas. '5
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'%o había pensado en eso. ?ueno: veremos. 1i esa gente sigue todavía gobernando en nglaterra " en Estados =nidos, el mundo est! perdido. 1i os quieren escuchar, decidles lo que os hemos dicho. %ecesitamos a"uda, pero si la obtenemos '" se puso mu" serio' nos a"udaremos a nosotros mismos. '1i nos proporcionan dinamita, la ocultaremos, la enterraremos para cuando la necesitemos, " el invasor no volver! a tener un momento de descanso. >olaremos sus dep/sitos de municiones 'repuso el m$dico. Todos se e*citaron. Moll" di)o con dure&a: '%o los de)aríamos descansar. %o los de)aríamos dormir. 4ugaríamos con sus nervios, " no se sentirían tan seguros. '5%ada m!s, seor intendente6 'pregunt/ 2ill en vo& ba)a. '%ada m!s. Eso es lo esencial 'repuso el intendente. '57 si no nos escuchan6 'ntentadlo como vais a intentar escapar. 1e abri/ la puerta " entr/ nnie. '%ada m!s. 1i ten$is que ir "a, ir! nnie por delante para ver si el camino est! libre ' prosigui/ el intendente, antes de ver que había entrado nnie. '=n soldado viene hacia aquí. Tiene el mismo aire que el que ha visitado antes a Moll". 3e cerrado la puerta 'e*clam/ nnie. Todos miraron a Moll", " Moll" pregunt/: '5a"anse, " tendr$ cuidado. '1i le sucede algo, queremos a"udarla 'repuso el intendente. '%adie puede a"udarme en esto 'replic/ Moll" ", empu)!ndole, aadi/': B>a"aseC nnie se qued/ " la mir/: '5
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tuviera un cuchillo. 1us o)os se llenaron de horror. Mir/ a la l!mpara " su rostro se ba/ en lu&. (entamente ocult/ las ti)eras deba)o del vestido. 1eguían llamando. 0ía que la llamaban. 1e agach/ hacia la l!mpara " apag/ la lu&. En la oscuridad de la habitaci/n no se veía sino la mancha ro)a del hornillo. bri/ la puerta " con una vo& tensa " dulce, di)o: '7a vo", teniente, "a vo".
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Capítulo VII
(a luna medio espectral alumbraba poco en la noche blanca " t$trica. =n viento seco que soplaba con regularidad desde el polo cantaba en la nieve tan seca que parecía arena. (as casas se acurrucaban entre trincheras de nieve. En las ventanas, cerradas contra el frío, no se veía lu&. De algunas chimeneas salía una columnita de humo. (as veredas de las calles estaban oscuras, heladas. En el silencio no se oían sino los pasos de la patrulla de hombres tristes. (as casas, manchas oscuras en la noche, conservaban un poco de calor contra la maana. la entrada de la mina, los centinelas miraban al cielo, disponían sus instrumentos " daban vueltas a los aparatos detectores de sonido, porque era una noche adecuada para bombardeos. En noches como aqu$lla caían silbando las flechas de acero " se deshacían en metralla. unque la luna alumbraba poco, aquella noche se vería mu" bien desde el cielo. En uno de los e*tremos del pueblo, de casas ba)itas, un perro se que)aba del frío " de la soledad, ", levantando el hocico hacia su dios, le daba su elocuente opini/n sobre el mundo tal como $l lo veía. #antante e*perimentado, tenía una vo& bien impostada, sonora " de gran variedad de registros. =no de los seis soldados de la patrulla que con aire triste recorría la calle le o"/ cantar " e*clam/: '#ada noche est! peor. 3abría que pegarle un tiro. '5Por qu$6 'contest/ otro'. D$)ale que aulle. Me gusta oírle aullar. 7o tenía un perro que aullaba " nunca pude quitarle la costumbre. Era un cobarde. %o me importa ese aullido. mi perro se lo llevaron a la ve& que a los dem!s. '%o iban a permitir que los perros comieran lo que necesitan las personas 'replic/ el cabo. '%o me que)o. 7a s$ que fue necesario. Pero no consigo ver las cosas como las ven los )efes. 1in embargo, me e*traa que aquí, donde no tienen tanta comida como tenemos nosotros, ha"a gente que tenga perros. (a gente " los perros de aquí son duros, resistentes. '1on tontos 'repuso el cabo'. Por eso perdieron tan pronto. %o saben planear como planeamos nosotros. '5>olveremos a tener perros cuando pase esto6 'e*clam/ el soldado'. 7o creo que podríamos traerlos de Estados =nidos o de cualquier otra parte " empe&ar a criarlos otra ve&. 5an a mucha altura 'di)o un sargento. El capit!n (oft torci/ la cabe&a para poder ver por deba)o del saliente del casco: '>an a unos veinte mil pies. Es posible que vengan de paso. '%o son muchos 'replic/ el sargento, escuchando el detector'. %o creo que sean m!s de tres. 5visar$ a la batería6 'Dígales que est$n alertas " llame luego al coronel... %o, no le llame. Es posible que no vengan aquí. Est!n casi encima " no han empe&ado a descender.
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'Me parece que est!n dando vueltas encima. %o creo que sean m!s de dos 'repuso el sargento. En el pueblo, los que estaban acostados " o"eron el ruido de los aviones se encogieron en la cama " prestaron atenci/n. En la municipalidad, el coronel (anser se despert/, se puso de espaldas, mir/ con los o)os mu" abiertos al techo oscuro " contuvo el aliento para oír me)or, pero los latidos de su cora&/n le impidieron oír tan bien como cuando respiraba. El intendente o"/ dormido el &umbido, se le complic/ en el sueo, " se revolvi/ " murmur/ unas palabras. Dos aviones de color de barro describieron circunferencias en el aire ", cortando la chispa de los motores, se desli&aron en espiral. De cada uno de ellos se desprendieron unos bultitos 'cientos de bultos uno detr!s de otro' que se precipitaron unos metros " abrieron unos pequeos paracaídas que descendieron flotando silenciosamente. 1e o"/ otra ve& el ruido de los motores " los aviones ganaron altura. Despu$s se volvieron a callar " describieron otras curvas, " nuevos bultos se precipitaron en el espacio " los aviones se ale)aron en la direcci/n de donde habían venido. (os paracaídas flotaron como flotan los vilanos 'la brisa los dispers/ " distribu"/ como los vilanos distribu"en semilla', " fueron pos!ndose lentamente " con tanta suavidad que algunos de los paquetes de dinamita quedaron tiesos en la nieve, mientras los paracaídas se amontonaban suavemente a su alrededor " sobre la nieve parecían negros. #a"eron en campos blancos, " en los bosques de las colinas, " sobre !rboles, " quedaron colgados de ramas. 0tros ca"eron en los te)ados, " delante de las casas. =no qued/ tieso sobre la corona de nieve que ceía la cabe&a de la estatua de san lberto el Misionero. 0tro ca"/ en la calle, no le)os de donde estaba la patrulla. 'B#uidadoC Es una bomba de tiempo 'e*clam/ el sargento. '%o es lo bastante grande 'replic/ un soldado. El sargento pro"ect/ la lu& de la l!mpara el$ctrica en el bulto a&ul, un paracaídas no ma"or que un pauelo " que tenía atado un paquete envuelto en papel a&ul. '%o os acerqu$is. amos a ver qu$ es esto. l fin amaneci/. (a gente que salía de sus casas en el campo vio las manchas a&ules en la nieve, se acerc/, recogi/ los bultos, abri/ los paquetes " le"/ las palabras impresas. l ver el regalo, cada uno de los que lo encontr/ adopt/ una actitud sigilosa, ocult/ el paquete deba)o del abrigo " se fue a buscar un lugar secreto donde esconderlo. (os nios se enteraron " se dedicaron a recorrer el campo en una terca busca de huevos de Pascua, ", cuando alg-n afortunado veía la mancha a&ul, se precipitaba corriendo, abría el paquete, ocultaba el tubo e informaba a sus padres. 3ubo algunas personas que se asustaron " entregaron los tubos a los invasores, pero no fueron muchas. (os soldados se dedicaron a otra b-squeda de huevos de Pascua en el pueblo, pero no tuvieron tanta suerte como los nios. (a mesa de comedor con las sillas en torno había quedado en el sal/n de la municipalidad como el día que fusilaron a le* Morden. El sal/n no conservaba la gracia que tenía cuando la casa era a-n la municipalidad. (as paredes, sin las sillas, tenían un aire desnudo. (a mesa en que siempre había unos papeles le daba aspecto de oficina. El relo) de la repisa del hogar dio las nueve. Era un día oscuro " nuboso, pues la aurora había traído nubes cargadas de nieve. nnie sali/ de la habitaci/n del intendente, se inclin/ sobre la mesa " ech/ un vista&o a los papeles. En esto apareci/ el capit!n (oft, que se qued/ en el umbral mir!ndola. '5
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'ba a limpiar un poco. 'De)e eso en pa& " va"ase. nnie replic/: '1í, seor. 'Esper/ a que el capit!n de)ara libre el paso " sali/. El capit!n volvi/ a asomarse por la puerta. '?ueno, tr!igalos. Entr/ un soldado con el fusil al hombro. Traía unos cuantos bultos a&ules. De cada uno de ellos colgaban una cuerditas " unos trapos a&ules. 'D$)elos sobre la mesa. El soldado de)/ cautelosamente los bultos sobre la mesa. 'hora, suba " dígale al coronel (anser que aquí esto" con... las cosas. El soldado gir/ sobre sus talones " sali/. (oft se acerc/ a la mesa, agarr/ uno de los bultos " en su cara se vio una e*presi/n de disgusto. Despu$s sostuvo en alto el paracaídas a&ul por encima de su cabe&a " lo de)/ caer. El paracaídas se abri/, " el paquete flot/ " se desli&/ hasta el suelo. (oft lo recogi/ " lo e*amin/. El coronel (anser entr/ r!pidamente, seguido por el ma"or 3unter. 3unter traía en la mano un papel amarillo. '?uenos días, capit!n 'e*clam/ el coronel, sent!ndose a la cabecera " agarrando un paquete despu$s de haber contemplado el montoncito. '1i$ntese, 3unter. 53a e*aminado usted $stos6 3unter atras/ una silla, se sent/ " mir/ al papel amarillo que tenía en la mano. '%o mu" detenidamente. En die& millas de línea ferroviaria ha habido tres cortes. '?ueno: d$ un vista&o a estas cosas " dígame lo que piensa. 3unter tom/ uno de los paquetes, le quit/ la envoltura e*terior, vio que dentro había otro paquetito, sac/ un cortaplumas " dio un corte. El capit!n (oft miraba por encima del hombro de 3unter. 3unter oli/ lo que había cortado " se frot/ los dedos. 'B
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'Eso es para usted, 3unter. Dos cortes m!s en la vía. 3unter de)/ de e*aminar la capsulita de cobre " pregunt/: '5En qu$ e*tensi/n han tirado estas cosas6 5Por todas partes6 (anser se qued/ perple)o. '%o+ eso es lo raro. 3e hablado con la capital. El -nico sitio donde las han tirado es $ste. '5#/mo lo interpreta usted6 'le pregunt/ 3unter. 'Es difícil decirlo. 7o creo que se trata de un ensa"o, " supongo que si aquí da resultado lo repetir!n en todas partes, " si no lo da no se volver!n a ocupar. '5a a quedar una vía infernal. '1er! infernal, pero tendremos vía. 3unter tir/ el tubo vacío al mont/n. '3a" que acabar inmediatamente con esto, mi coronel 'intervino (oft'. ntes de que utilicen los cartuchos tenemos que detener " castigar a las personas que los recogen. Debemos actuar para que no crean que somos blandos. (anser le mir/ sonriente. '#alma, capit!n. >eamos primero lo que tenemos aquí, " despu$s pensaremos en los remedios. '7 agarrando otro paquete, lo abri/, sac/ un pedacito de chocolate " lo prob/ ': Es diab/lico. El chocolate es mu" bueno. %i "o mismo puedo resistirme. El premio est! en el paquete. '7 sacando la dinamita, pregunt/': 5ean esto: líneas ferroviarias..., actuar de noche... cortar las comunicaciones;. 7 esto: nstrucciones: líneas ferroviarias. 1e coloca el cartucho cerca de una )untura " apretado contra una traviesa. 1e le su)eta con barro o con nieve prieta para que quede firme. #uando se enciende la mecha se puede contar lentamente hasta sesenta antes de que e*plote.; 'Da resultados 'replic/ simplemente 3unter cuando el coronel levant/ la cabe&a para mirarle. (anser sigui/ desli&ando la mirada por el papel. Puentes: quitarles resistencia, no destruirlos..., postes telegr!ficos..., pasos ba)o carreteras... camiones...; 7, de)ando el papel, aadi/: 'Eso es todo. 'Tenemos que hacer algo 'di)o (oft, col$rico'. 3a" que encontrar el modo de dominar esto. 5
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'7o se lo hubiera podido decir antes de que lo di)era el cuartel general. Tengo /rdenes de tender trampas " de envenenar el chocolate. '7, haciendo una pausa, prosigui/': 1o" un hombre bueno " leal, 3unter, pero al oír las brillantes ideas del cuartel general, a veces me gustaría ser civil, un civil vie)o " lisiado. 1iempre creen que se las tienen que ver con gente est-pida. %o digo que eso sea la medida de su inteligencia, 5verdad6 3unter le hi&o gracia. '5%o lo dice usted6 '%o 'replic/ (anser secamente'. %o, no lo digo. Pero 5qu$ va a suceder6 lguien recoger! uno de estos cartuchos " volar! hecho peda&os por la trampa que pondremos. lg-n nio comer! el chocolate " morir! envenenado por la estricnina. 57 despu$s6 '7 se mir/ las manos'. ntes de agarrarlos los tocar!n con un palo, o les echar!n un la&o. El chocolate lo probar!n en el gato. BMaldita sea, ma"orC Esta gente es inteligente. #on trampas est-pidas no los atraparemos dos veces. (oft carraspe/: 'Esas palabras son derrotistas, mi coronel. Debemos hacer algo. 5Por qu$ supone que no los han de)ado caer m!s que aquí6 'Por una de estas dos ra&ones: o han elegido este pueblo al a&ar, o ha" comunicaci/n entre este pueblo " el e*terior. 1abemos que se han fugado algunos )/venes. 'Debemos hacer algo, mi coronel 'repiti/ (oft mon/tonamente. (anser se volvi/. '(oft, creo que le vo" a recomendar para el estado ma"or. =sted quiere ponerse a actuar antes de saber en qu$ consiste el problema. Esta conquista es de un g$nero nuevo. ntes era posible siempre desarmar a la gente " mantenerla en la ignorancia. hora o"en la radio " no podemos detenerlos. %i siquiera podemos encontrar los aparatos. En el umbral apareci/ un soldado: 'El seor #orell desea verle, mi coronel. 'Dígale que espere. '7, dirigi$ndose a (oft, aadi/': (een ho)itas+ del cielo caen armas. 3o" es dinamita, capit!n. Pronto ser!n granadas, " despu$s veneno. 'Todavía no han tirado veneno 'repuso (oft, impresionado. '%o, pero lo tirar!n. 5Puede usted imaginar el efecto que haría en la moral de nuestros hombres, " hasta en la su"a propia, el que este pueblo dispusiera de fiechitas, de esas inofensivas flechitas que se clavan en un blanco, pero con las puntas mo)adas en cianuro+ de unas flechitas silenciosas que no se oirían " que perforarían el uniforme sin hacer ruido6 5
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'51abr$ realmente lo que le pasa6 Para ser buen soldado ha" que ser )oven, " los )/venes necesitan mu)eres, 5no es eso6 'Eso es, mi coronel. '5(e odia a usted6 'le pregunt/ (anser bondadosamente. Prac@le le mir/ asombrado. '%o s$, mi coronel. veces creo que no le do" m!s que l!stima. '57 se siente usted mu" desgraciado6 '%o me gusta este pueblo, mi coronel. '=sted creía que iba a divertirse, 5verdad6 El teniente Tonder no tuvo fuer&a de voluntad, sali/ en busca de aventuras " le dieron una cuchillada. Podría mandarle a usted a casa, pero 5querría usted ir sabiendo que le necesitamos aquí6 '%o, mi coronel 'replic/ Prac@le un poco inquieto. '?ien. hora le vo" a decir una cosa que creo que comprender!. =sted "a no es un hombre + es usted un soldado. 1us preocupaciones no tienen importancia, teniente, " tampoco su vida tiene mucha. 1i sobrevive, tendr! recuerdos. Eso es casi lo -nico que le quedar!. Entretanto tiene usted que cumplir las /rdenes que se le den. (a ma"oría de ellas ser!n desagradables, pero eso no es asunto su"o. %o quiero mentirle, teniente. (e debieran haber preparado para esto, " no para desfiles ba)o una lluvia de flores. (e debieran haber preparado el alma para la verdad, " no engaarle con mentiras. '7 en tono m!s duro aadi/': Pero usted acept/ la obligaci/n, teniente, " tiene que decidir si va a continuar o si quiere irse. %o podemos ocuparnos de su alma. Prac@le se levant/: 'racias, mi coronel. 'En cuanto a la chica, teniente, puede usted violarla, o protegerla, o casarse con ella... %ada de eso tiene importancia con tal de que est$ dispuesto a matarla cuando se le ordene. '?ien, mi coronel. racias, mi coronel 'repuso Prac@le con aire de desaliento. '(e aseguro que es me)or saberlo. Puede estar convencido. Es me)or saberlo. hora va"ase, teniente, " si #orell est! esperando todavía, m!ndemelo. '7 le sigui/ con la mirada hasta el umbral. #orell era un hombre cambiado. #on el bra&o i&quierdo en"esado, no era "a el #orell )ovial, amistoso " sonriente. Tenía una e*presi/n de amargura " un gesto duro. 1us o)os bi&queaban ba)ando la mirada como los de un cerdito muerto. 'Debiera haber venido antes, mi coronel, pero su falta de cooperaci/n me ha hecho titubear. 'Tenía entendido que est! usted esperando la respuesta a su informe 'le replic/ (anser. 'Estaba esperando mucho m!s que eso. =sted me neg/ un cargo que tuviera autoridad " me di)o que no servía para nada. %o comprendía que cuando llegaron ustedes llevaba "o mucho tiempo aquí. En contra de mi conse)o, mantuvo usted al intendente. '1in $l hubi$ramos tenido probablemente muchos m!s des/rdenes que los que hemos tenido. 'Eso es cuesti/n de opiniones. Ese hombre es el líder de un pueblo rebelde. 'B
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escapado. 1iempre que alguien se ha fugado, 0rden lo ha sabido " le ha a"udado. 3asta tengo fuertes sospechas de que est! me&clado en esto de los paracaídas. 'Pero no puede probarlo 'le replic/ seriamente (anser. '%o, no puedo probarlo 'repuso #orell'. (o primero lo s$+ lo segundo no hago m!s que sospecharlo. Es posible que ahora est$ usted dispuesto a escucharme. '5
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Capítulo VIII
(as noticias circulaban r!pidamente en el pueblo, " la de la detenci/n del intendente corri/ de puerta en puerta acompaada de miradas e*presivas '3an detenido al intendente;' " produ)o una mansa " orgullosa satisfacci/n. (os vecinos se la daban unos a otros en vo& ba)a " se separaban. (os que iban a comprar cosas de comer se inclinaban para decir unas palabritas a los dependientes. (a gente sali/ al campo " fue a los bosques en busca de dinamita. (os nios que )ugaban en la nieve " la encontraban tenían "a instrucciones. brían los paquetes, se comían el chocolate, enterraban la dinamita en la nieve " decían a sus padres d/nde la habían enterrado. (e)os del pueblo, un hombre encontr/ un tubo, le"/ las instrucciones, se pregunt/: 51ervir! esto6;, puso el tubo en la nieve, encendi/ la mecha " ech/ a correr contando n-meros, pero cont/ demasiado de prisa. ntes de que el cartucho e*plotara había contado sesenta " ocho. Entonces se puso a buscar tubos con todo entusiasmo. #omo a una seal, los vecinos se metieron en sus casas " cerraron las puertas, " las calles quedaron en silencio. En la mina, los soldados registraban " volvían a registrar a los mineros que ba)aban a la galería, " la nerviosidad les llevaba a hablarles " a tratarles con dure&a. (os mineros los miraban fríamente " en el fondo de sus o)os se veía una chispita de satisfacci/n. (a mesa había quedado limpia de papeles en el saloncito del palacete de la municipalidad. =n soldado montaba guardia ante el dormitorio del intendente. nnie, que estaba arrodillada poniendo carb/n en el hogar, levant/ la cabe&a " le pregunt/ con cierta insolencia: '5er$ si puedo decirle que est! usted aquí. '7 se dirigi/ en tono imperioso al centinela': Diga a su e*celencia que est! aquí el doctor 2inter, 5me o"e6 El centinela no contest/ ni se movi/, pero detr!s de $l se abri/ la puerta " apareci/ el intendente, quien hi&o caso omiso de $l " pas/ al sal/n. El centinela pens/ un momento en meterle otra ve& en el dormitorio, pero se volvi/ a su puesto al lado de la puerta. 'racias, nnie 'di)o el intendente'. 3aga el favor de no ale)arse mucho. Es posible que la necesite. '%o me ale)ar$, seor intendente 'repuso nnie'. 5#/mo est! madame6 '1e est! peinando. 5
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'Esto tenía que llegar. 5
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con ra&/n: te equivocas+ el hombre digno no debe calcular las posibilidades de vivir o de morir+ lo -nico que debe considerar es si obra bien o mal.; El intendente hi&o una pausa para recordar, pero el m$dico se inclin/ hacia adelante " prosigui/ emocionado: '1i obra como un hombre bueno o como un hombre malo.; %o lo recuerdas e*actamente. %unca fuiste un buen humanista. Tambi$n recitaste mal la acusaci/n. El intendente solt/ una risita: '5Necuerdas eso tambi$n6 '1í 'contest/ e*presivamente el m$dico'. (o recuerdo bien. 0lvidaste una línea o una palabra. Era el día de la colaci/n de grados " te e*citaste tanto que olvidaste meter la camisa en los pantalones " te asomaba un fald/n. Te e*traaba que nos ri$ramos. El intendente se sonri/ para sí mismo " su mano busc/ furtivamente detr!s un fald/n de la camisa. '7o era 1/crates " vituperaba a la )unta escolar. B
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El intendente fi)/ la mirada enfrente, pero sus o)os se volvían al recuerdo " no veían nada e*terior. '7 os profeti&o que inmediatamente despu$s de mi... partida os espera con toda seguridad un castigo mucho ma"or que el que me hab$is impuesto a mí.; El m$dico " el coronel asentían " parecían querer a"udarle a recordar. El intendente prosigui/: 'Me mat!is porque quer$is libraros del acusador " no dar cuenta de vuestras vidas...; En esto entr/ el teniente Prac@le, mu" e*citado: 'BMi coronelC El coronel sise/ " e*tendi/ una mano para contenerle. #on vo& m!s sonora a medida que recitaba, el intendente continu/: 'Pero no suceder! lo que supon$is, sino todo lo contrario. Pues os digo que ser!n m!s los que os acusen 'e hi&o un adem!n de orador' que aquellos a quienes hasta ahora he contenido+ " como ser!n m!s )/venes tendr!n menos consideraciones con vosotros " os sentir$is m!s ofendidos.; '7 frunci/ el ceo para recordar. 'Mi coronel, hemos encontrado unos hombres que llevaban dinamita encima 'di)o el teniente. '1h... 'le hi&o el coronel. El intendente continu/: '1i cre$is que matando pod$is evitar que os censuren vuestra maldad, est!is equivocados.; '7 frunci/ el ceo, " pens/, " mir/ al techo, " sonri/ turbado': %o recuerdo m!s. 1e me ha borrado. '(o recuerda mu" bien al cabo de cuarenta " seis aos, " entonces no se lo sabía mu" bien... 'repuso el m$dico. '(levaban dinamita encima, mi coronel 'interrumpi/ Prac@le. '5(os han detenido6 '1í, mi coronel. El capit!n (oft "... 'Diga al capit!n (oft que los custodie 'replic/ el coronel. Despu$s recobr/ el dominio de sí mismo, dio unos pasos en el sal/n hacia el intendente " le di)o': Estas cosas tienen que acabar, 0rden. '%o pueden acabar, coronel 'le replic/ el intendente, desalentado. '(e he detenido a usted como reh$n de garantía de buena conducta del pueblo. Hsas son mis /rdenes. '#on esas /rdenes no acabar! esto 'repuso sencillamente el intendente'. %o comprende usted. 1i "o me convierto en un obst!culo, el pueblo prescindir! de mí. 'Dígame la verdad de lo que piensa. 5
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'Esta maana he visto que un nio hacía una figura de nieve mientras tres soldados le observaban para que no hiciera una caricatura de su líder, pero antes de que la destru"eran le había sacado un gran parecido 'interrumpi/ el m$dico. (anser no le hi&o caso " repiti/ la pregunta al intendente: '57 si usted les pide que no enciendan la mecha6 El intendente parecía estar medio dormido+ se le cerraban los o)os, pero se esfor&aba para pensar. '%o so" un hombre mu" valiente, coronel. #reo que la encender!n. '7 al decirlo luchaba con la dificultad de e*presi/n'. Espero que la encender!n, pero si "o les digo que no la enciendan les dar! pena encenderla. '5De qu$ se trata6 'pregunt/ madame. '#!llate un momento, querida 'le di)o el intendente. 'Pero 5cree usted que la encender!n6 'insisti/ (anser. El intendente habl/ con orgullo: '1í+ la encender!n. %o puedo elegir entre la vida " la muerte, coronel, pero puedo elegir c/mo morir. 1i les digo que no luchen, lo sentir!n, pero luchar!n. 1i les digo que luchen, se alegrar!n, " "o, que no so" un hombre mu" valiente, les har$ un poco m!s valientes. '7 aadi/ en tono de disculpa': Es f!cil decirlo, porque mi final ha de ser el mismo. '%osotros podemos decirles que ha dicho usted lo contrario de lo que ha dicho 'replic/ (anser'. Podemos decirles que ha suplicado que le perdonemos la vida. El m$dico interrumpi/ encoleri&ado: '1e enterarían de la verdad. =stedes no saben guardar secretos. uno de sus hombres se le fue la lengua una noche " di)o que las moscas habían conquistado el papel ca&amoscas, " todo el país conoce esas palabras. 1e ha compuesto una canci/n titulada Las moscas han con*uistado el papel ca$amoscas . %o saben ustedes guardar secretos, coronel. De la mina lleg/ el estridente sonido de la sirena. =na r!faga de viento empu)/ la nieve contra las ventanas. El intendente acarici/ su medall/n de oro " di)o con mucha suavidad: '7a ve, coronel+ no se pueden cambiar las cosas. =stedes acabar!n destro&ados " ser!n e*pulsados. l pueblo no le gusta que lo conquisten, " no lo conquistar!n. (os hombres libres no pueden empe&ar una guerra, pero una ve& que empie&a luchan aun en la derrota. (os borregos, los que obedecen a un líder, no pueden hacer eso, " así resulta siempre que quienes ganan las batallas son los borregos, pero que quienes ganan las guerras son los hombres libres. 7a ver!n ustedes que así es, coronel. (anser se irgui/: 'Mis /rdenes son terminantes. (a hora límite era la de las once de la maana. Tengo rehenes. 1i ha" violencias, los rehenes ser!n fusilados. '5E)ecutar! usted las /rdenes sabiendo que son in-tiles6 'le pregunt/ el m$dico. (anser contra)o los m-sculos de la cara: 'Mis /rdenes ser!n e)ecutadas cualquiera que sea el resultado, pero creo que una proclama su"a, seor intendente, puede salvar muchas vidas... 'BPodrían ustedes decirme a qu$ vienen todas estas tonteríasC 'interrumpi/ madame en tono de que)a. '%o son tonterías, querida. 'l intendente no se le puede detener 'le e*plic/ madame. El intendente le sonri/: '%o+ al intendente no se le puede detener. El intendente es una idea concebida por hombres libres, " eludir! la detenci/n. lo le)os se o"/ una e*plosi/n que rod/ de colina en colina. (a sirena de la mina lan&/ un agudo grito de alarma. El intendente qued/ rígido un momento " sonri/. 3ubo otra
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