LaPorota Her na n de l Solar Premi o Naci onal
de
Lit er at ura
1968
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Indice
Ilustraciones
de
ANDRES JULLlAN. Obras Escogidas I.S.B.N.: 956-12-1291-9.
64' edicion: junio de 2007. © 1981 por Sucesi6n de Hernan del Solar Aspillaga. Ins cri pci on N° 78. 477 . Santiago de Chile. Derechos exclusivos de edicion reservados par Empresa Eilltora Zig-Zag, S.A. Editado por Empresa Editora Zig-Zag, S.A. Los Conquistadores 1700. Piso 10. Providencia. Telefono 8107400. Fax 8107455. E-mail:
[email protected] Santiago de Chile. El presente libro no puede ser reproducido nien todo ni en parte, ni archivado ni transmitido por ningun media mecanico, ni electronico, de grabaci6n, CD-Rom, fotocopia, rnic rofi lmaci on u otra forma de reproduccion, sin la autorizacion escrita de su editor, Impreso por Imprenta Salesianos
S.A.
General Gana 1486. Santiago de Chile.
• E1c uarto de Po rota
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• E1 secreto de Mi mi
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• E1e xt raf io vi aj e
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• E1Gobe rn ado r • La fabrica de mu fiecos
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• Pl an es sec ret os de Po rot a
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'. jA y, los vampi ro s!
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• E1 terror de los vam pi ros y ot ra s co sa s in cr ei b1 es
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• Un a cerem on ia sol emn e
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,• Aq ui ter mi na nu es tra hi st or ia
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Bi og ra fta de Her na n de l So lar
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El cu a rto de Po r o ta
Era un nombre demasiado largo para una persona tan menuda. Se llamaba Beatriz Maria Magdalena de los Angeles Osorio y Castroviejo. Y media apenas noventa y siete centimetros. Por eso, talvez, todo el mundo preferia llamarla sencillamente Porota. Y con este nombre se la conocfa en todas partes. Era una chica rubia, de grande s trenzas de oro que terminaban en unas cintas rojas, azules o verdes, que tenfan la forma de una mariposa. Los ojos de Porota eran muy claros y daban Ia impresi6n de unas bolitas de porcelana. EI rostro estaba cubierto de pecas, y cerca de la boca mostraba unos hoyuelos que todos decian que eran encantadores cada vez que Porota se refa. Su nariz era corta y se empinaba hacia el cielo, como si deseara olfatear continuamente el olor de las nubes, de los vientos y de los pajaros, 7
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Tenia unos dientes chiquitos, como de muiieca. y su voz parecia estar siempre cantando, hasta cuando decfa: "Buenos dfas'', A Porota le habian amueblado un cuarto propio, al fonda de lacas a, y ella estaba contenta de su cuarto por dos razones: porque era suyo y porque tenia una ventana hacia elja rdfn, Muya menu do se asomaba Porota a la ventana y permanecia largo tiempo mirando a los gorriones que venian desde lejos a picotear las migas de pan que ella les dejaba entre los rosales. -jComan! [Coman! -les gritaba en cuanto los vefa aparecer. Y si los gorriones no se acercaban pronto a los rosales, Porota les indicaba el camino: -iNo sean tontos! -les decia-. [Ahf no hay nada! [Vayan a los rosales! Estan mas alla, hacia la derecha. Y los gorriones talvez comprendian a Porota, porque el caso es que siempre terminaban por encontrar los rosales y las migas. Saltaban entonces alegremente y se daban un festfn que a Porota la llenaba de jubilo. -jPobrecitos! -solia decir la nifia-. Vienen del cielo y alla no tienen comida. Hay que ayudarlos para-que no se mueran. 8
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LAPOROTA
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Los gorriones querian a Porota, 'indu-dablemente, y por eso no era raro verlos detenerse en la ventana de la muchachita cuando ella no estaba, y mirar hacia el cuarto a traves de los vidrios. Se quedaban ahi un buen rato, como quien contempla un paisaje. Y despues se marchaban felices a otra parte. De seguro, cuando llegaban a sus nidos, podian contar como era el cuarto de Porota, y esto era talvez como un cuento de hadas para los gorriones chiquitos que todavia
Ademas de Mimi, vivian en el cuarto de Porota otros personajes, pero todos ellos menos importantes que la mufieca, Habfa, por ejemplo, unajirafa, un oso amarillo, un piano minuscule, una cocina, un negro que tocaba el acordeon, un monitode larga cola y unamujercita deplo mo que
no salian solos. G Que habfa en el cuarto de Porota? Ante todo, una cama blanca, siempre limpia. Dna silla pequeiiita, en un rincon. Unos cuantos muebles en que la madre de Porota guardabalos vestidos de la niiia. Yjuguetes, muchos juguetes por aquf y por alla. Pero en el sitio de honor estaba Mimi. Tenia tambien su cama blanca, sus vestidos y varios pares de zapatos de diversos colores. Mimi era feliz y por cierto que Porota aseguraba que era su mejor amiga. j Como noiba a serlo! Mimi era una mufieca detrapo, de grandes ojos negros, delargas trenzas oscuras y de cara siempre risueiia.
tenia una casa y cuatro gallinas negras. Hemos citad o al piano y ala cocina entre los personajes por la sencilla razon que, en el cuarto de Porota, 1 0 eran. La niiia les hablaba a veces. -GPor que te demoras tanto en tener lista la comida? :_lepr eguntaba a la cocina-, Mimi esta con hambre y yo no quiero que se ponga a llorar. -Vamos a tocar una cosa muybonita para que Mimi este contenta -ledecia al piano. Y la cocina, despues de las palabras de Porota, dejaba enun santiamen preparada la comida mas sabrosa; en cuantoal piano, entendia tan bien ala muchacha que sonaba mejor que nunca cuando tenia que contentar a Mimi.
-GMe quieres, Mimi? -Ie decia Porota. Mimi la miraba con sus enormes ojos y sonreia. Era su manera de contestar: "Te quiero
muchfsimo.
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Pues bien, en este cuarto fue donde comenz6 la aventura que vamos acontar. Es absolutamente necesario creerla, porque esveri dica de princi pio a fin, como todas las historias que andan por los libros escritos por los historiadores que no mienten. Una noche la madre vino a acostar a Porota, como de costumbre. Aguard6 hasta que Porota acost6 a Mimi. Despues la madre 1ade svisti6, Ie dio las buenas noches con unbes o, y semar ch6 de puntillas, como si ya Porota se hubiera dormido. Pero Porota no sedor mfa jamas sin vo1verse hacia 1a cama de Mimi, para decir con su voz cantarina: -iHasta manana, Mimi! No tengas miedo. Estoy a tu 1ado. Y a esta casa no entran ladrones ni fantasmas. Despues se volvfa Porota hacia la pared y cerraba los ojos. Al cabo deuno s instantes estaba dormida profundamente. Y cuando despertaba, en la manana, 10primero era mirar a la cama de Mimi que ya habfa despertado. Yaqui vamos a decir 10que nos parece tan curio so: una manana Mimi no amaneci6 en su lecho. 12
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-lMimi! [Mimi! -grit6 Porota, incorporandose con rapidez. No hubo contestacion. Bajo Porota de su cama, descalza, y vino a mirar allecho de Mimi. Estaba vacfo, l.Era posible? Y Porota comenzo a buscar a su mufieca por todo el cuarto. Le pregunto a la jirafa si la habfa visto, pero la jirafa no respondio, como tampoco respondieron el negro ni la mujercita de plomo. jMimi ! [Mimfl -volvi6 a gritar Porota. Se abri6 la puerta y entre la madre de la muchacha. -l.Que te pasa, Porota? -Ha desaparecido Mimi. -jOh!, ya la buscaremos. Acuestate, por favor, Porota. Vas a enfermarte as f descalza. Race mucho frio afuera. - Tengo que encontrarla inmediatamente, mama. Yo no puedo vivir sin mi mufieca. -Seguramente la has dejado anoche en el jardin. Cuando te levantes iras a buscarla. -No, mama -asegur6 Porota-. No la he dejado en eljar din. Estoy completamente segura de haberla acostado anoche, como siempre. j Oh, esto es horrible! 14
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Porota salt6 hacia la ventana y mir6 al jardfn, Ahf estaban los gorriones, pero Mimi no estaba. -iQue puede haberle sucedido, mama? -Nada, Porota. No le ha sucedido nada. Lo que pasa es que te has olvidado de acostarla anoche y Ia has dejado en cualquier parte de la casa. Ya la buscaremos. [Vfstete ahora! Pero Porota no la encontro durante la m aiiana, a pesar de buscarla afanosamente.
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El secreto de Mimi
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mediodia el padre de Porota regreso de su trabajo y entr6 en su biblioteca. Deseaba leer un poco antes que le llamaran a almorzar. Casi enseguida se le oyo llamar a su
-jMimil rincones de la [Mimi! casa. -la llamaba por todos los Y nadie respondia.
hija. Le pareci6 a Porota que no estaba bien que lalla maran mientras buscaba tan ansiosamente a su muiieca. Aquello era, sencillamente, arrancarla de una de sus mas importantes ocupaciones, de su mas grande e imperioso deber; pero como estaba acostumbrada a obedecer a sus padres, contest6 inmediatamente: -jVoy, papa! Y corrio por un pasillo, en direccion de la biblioteca. Su padre estaba sentado en un sillon, junto a una ventana, Y Ieia. Levant6la cabeza al sentir los pasos de Ia chica. - Te tengo una buena noticia, Porota -Ie dijo sonriendo.
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-l.Has visto a Mimi? -pregunto la muchachita con voz esperanzada. - Y t11tambien puedes verla. Allf esta. Porota mir6 hacia el sitio que Ie indicaba su padre. Y alli estaba Mimi, en efecto. Sentada junto a la chimenea, caidas las trenzas, abiertos los brazos, parecia descansar de un largo viaje. -jMimi! [Mimi querida! =grito Porota, corriendo hacia ella y tomandola luego con una maternal solicitud. EI padre habia vuelto a inc1inar la cabeza sobre el libro. Porota le hablaba, entretanto, a su mufieca y le daba los mas extrafios nombres, porque ya sabemos que el amor es asi; no se contenta con un nombre iinico; busca y encuentra diez mil para expresarse. Pero de repente Porota aparto un poco a Mimi, estirando sus brazos para mirada mejor, y le dijo muy seria: -l.Por que me has hecho padecer tanto? i. Quien te ha traido hasta aqui? Anoche te acoste como siempre, y esta manana habias desaparecido. Seguramente te ha sucedido algo, y tienes que contarmelo enseguida con toda sinceridad. Esta es la primera vez que me haces sufrir, y 18
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debes prometerme que sera la ultima. ', El padre de Porota habfa levantado otra vez la vista y contemplaba a su hija sonriendo afectuosamente. -Eres una madre distraida, Porota -dijoel padre-. Estas convencida deque anoche has acostado a Mimi; pero la verdad es que la has dejado en la biblioteca. Y si tti dices que has sufrido, muchisimo mas tiene que haber sufrido Mimi, abaridonada en la oscuridad toda una noche y
-Lo principal es que la encontraste, Porota. Lo que ahora tienes que hacer es obligarla a dormir un poco. Despues te lavas bien las manos y bajas al comedor, porque el almuerzo ya esta servido. Porota se fue a su cuarto, acosta a Mimi, Ie canto un rato para que se durmiera y despues salio de puntillas. Pero deja ante la puerta al negro que tocaba el acordeon, diciendole con voz muy severa:
una manana. Los padres no deben hacer nunca esto. Que te sirva de leccion, Yahora, [dejame leer tranquilo, hijita! Sali6 Porota estrechando fuertemente contra su pecho a Mimi. En el pasillo se encontro con su madre. -l,Donde encontraste a tu mufieca? -Ie pregunt6 la madre, deteniendola y acariciandole la cabeza rubia. -Estaba en la biblioteca, mama, y no me explico como puede haber sido eso. Mipapa me ha dicho que soy distraida y que no me ocupo bastante de Mimi. Pero no tiene raz6n. Yo no he estado ayeren la biblioteca. Y estoy segura de que anoche la acoste en su cama.
-iCuidala, Pepo! No dejes que entre nadie. Si algo pasa, ni eres el culpable y te dejare tres dias sin comer. El mufieco del acordeon no se inmuto, Sentado ante la puerta, continu6 sonriendo con sus dientes muy blancos y sus ojos muy negros. Parecia decir: "Anda a almorzar sin temor alguno; conmigo no se atrevera nadie, te 10 prometo". Y asf fue, realmente: nadie se atrevio a desafiar las iras del negro, pues cuando Porota termino de almorzary corrio a sucua rto, encontro a Mimi durmiendo todavia. jQue cansada estas! -Ie dijo en voz muy baja Porota-. Te dejare dormir hasta las tres. Pero despues vas a tener que contarmelo todo.
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A una madre no se le oculta nada. Y baj6 al Jardin a darles de comer a los gorriones, que llegaron en gran mimero a disfrutar el goce de las blancas migas. Despues persigui6 riendo a una mariposa que se burlaba de ella. Por ultimo se sent6 en una silla pequefia a la sombra de un arbol y comenzo a mirar un libro de estampas. Habfa cosas muy bellas en ese libro: un gigante mucho mas alto que un castillo, caminando en direcci6n a un bosque;
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Al fonda de la cocina, en un mueble pe'1uefiito, habra un reloj. Faltaban cinco minutos
para las tres. .... 1A h, tengo que subir! -exc1ani6 Porota. Y 6 a correr escalera arriba. e s 6 a su cuarto, quit6 de delante de la alml1f\eco
del acordeon, abri6 la venta-
na "q ue daba al [ardfn, y golpeando sus manos, alegr emen te gri t6: -IMimf! [Mimf ISe acab6 el suefio! jA le va nt ar se l [Si vieras 10 lindo que esta el sol afuera!
unos jinetes que sus perros, de unjabali; una corrian, princes acon de tiempos muydetras antiguos que se peinaba ante un espejo de oro; un conejito que bailaba al son de una flauta toead a por su hermann mayor; una cocinera negra que barria su cocina mientras por una ventana se veia volar un pajaro amarillo. Se entretenia mirando las estampas y temi6 de repente que la hora hubiera pasado. Dej6 el libro sobre la silla y se dirigi6 corriendo hacia la casa. -l.,Dieron las tres? -Ie pregunt6 a la cocinera. -No las he sentido; pero podemos mirar el reloj.
Mimi sonreia en su carna, cubierta por una colcha azul. -jAh! [Te yeo contenta, Mimi! [Cuanto me alegro! Te voy a poner un vestido colorado y unos zapatos verdes. Nadie va a poder estar ma s elegante que til. Y comenz6 a vestir a su mufieca. Despues la sent6 en su rodilla y le pregunt6 seriamente: -l.Que hiciste anoche? [No me mientas! Vas a contarmelo todo, de principio a fin, sin callar nada. Y Mimi movi6 un ojo, despues el otro, e hizo evidentes esfuerzos para hablar. Esto asust6
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a Porota. En realidad estaba acostumbrada a tratar a Mimi como si fuera un ser vivo; pero bien sabfa que era una mufieca. De modo que verla comportarse ahora como si fuera una autentica muchachita, Ie causaba una impresion extrafia y profunda; sinti6 miedo y a Ia vez una alegria indescriptible: -l_. Quieres hablarme, Mimi? -Ie pregunt6 en voz baja, temerosa. La mufieca de trapo inclin6 Ia cabeza. Sf. Deseaba hablar con Porota. iAh, que cosas tan extraordinarias suceden en el mundo! -No. No teesfuerces tanto, porfavor, Mimi. Te puede hacer mal. Nome hables todavfa. Tranquilfzate. Pero Ia mufieca estaba decidida a hablar, Ahora movfa perfectamente los ojos, pero no consegufa articular una sola palabra. Salian de sus Iabios unos sonidos roncos, y despues muy agudos, y roncos otra vez. -Be ...a... triz Ma... n... aMag da ...Ie...na de... los ... Ange ...Ies... -iOh, no, por Dios! [No digas ese nombre tan largo, Mimi! No vas a acabar nunca -la interrumpio Porota, al advertir con cuanto esfuerzo 25
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lograba ahora 1amuf ieca pronunciar las sflabas de su nombre. Mimi continuaba diciendo: -O...so...rio y Castro vi.i.e ...jo... -jMimi, Mimi, por favor, mi hijita linda, llamame Porota! Y dij 0 1a mufieca: -Po ...ro ...ta.. . Hubo un breve silencio. Mimi se habia cansado. Era la primera vez que hablaba el 1enguaje de 1a gente, y como estaba habituada a pensar en e1i dioma de los mufiecos, no tenia min bastante soltura para expresarse. Porota, en el colma de la extrafieza y de la dicha, la animo con esta palabras: -jDescansa, ahora, Mimi! Lo has hecho muy bien, Hablas perfectamente. Te ha costado mucho menos que a mi, que me demore varios alios en aprender. jDescansa! Despues 10 haras muchisimo mejor. Mimi entom6 los ojos y en sus labios se dibujo una debil sonrisa. Porota la miro muy hondamente. Le parecia estar sofiando, Sin embargo, no podia equivocarse. La voz que acababa de ofr era lade Mimi, su mufieca de trapo. jAb, 26
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que felicidad la que sentirfa en ade la nt e! Podr ia convers~ con Mimi y sabermuchas cosas que tal vez nadie conocfa. Porque Porota no recordaba haber oido decir que alguien conversara con su mufieca. Talvez en algun libro se podia contar una cosa parecida; pero aqui no se trataba de libros, sino de la realidad, de la vida misma. Mimi hablaba y ahora parecfa dispuesta, despues de un descanso, a seguir conversando con toda naturalidad. -De ...jame ... ensa... yarme ... un... po... co... -rnurmuro Mimi tras un descanso. Y la mufieca comenzo a emitir sonidos de toda especie; de pronto parecfa un violin; luego una c~tante que no consigue dar la nota justa; despues una corneta, y por ultimo, una niiiita que ha corrido largo rato y habla con dificultad. A sf pasaron unos cinco minutos. Por fin callo la mufieca y sonrio con alegria. -Ahora sf que puedo hablar -dijo de repente. Porota la tomo entre sus brazos y comenzo a besarla con un entusiasmo profundo. jMimi!, [Mimi! -Ie decia-. iEres encantadora! [Que buena idea has tenido al decidirte a 27
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hab1arme! Nadie es mas feliz que yo. [Cuanto vamos a conversar en adelante! Descansa otra vez un rato, y despues cuentame tod o 10 que quieras. Yo tambien te voy a contar muchas cosas. Mimi se puso seria y dijo: -Es un secreto, Beatriz Maria Magdalena de los Angeles Osorio y Castroviejo. Nadie debe saber que converso contigo. Si ni 10cuentas, talvez no podre hablar mas. iY te necesito tanto!
cercanias. De1ante de la gente sere muda como hasta hace poco rato. -I., Y como has aprendido a hablar? -pregunto Porota. -Escuchando a la gente. Me ha costado mucho, pero estoy contenta de los resultados. Hasta he aprendido palabras muy extrafias cuyo significado ignoro. - I.,Y donde las aprendiste, Mimi? - Oyendo hablar a tu padre y a sus amigos,
-No le contare a nadie este secreto, Mimi. Nadie 10sa bra, sino tti y yo. Pero voy a rogarte una cosa: no me Hames Beatriz Maria Magdalena de los Angeles. Nadie me llama asi. Cuando te oigo decir mi nombre, me parece que te refieres a otra persona. iLlamame Porota, como todo el mundo! jMe gusta tanto tuno mbre! Es largo como el de una princesa. Pero si asf 10qu ieres, te llamare Porota. . -Si, sf, por favor. Es mas corto y queda mas tiempo para hablar de otras cosas. -Esta muy bien, Porota. Conffo en que nadie conocera nuestro secreto. Yote hablare cada vez que estemos solas y no haya nadie en las
cada vez que me has dejado en la biblioteca. -I., Y que palabras son esas? Talvez yopu eda decirte 10que significan. -No 10 creo, Porota, Esas palabras raras son las siguientes: estratosfera, bomba atomic a, economia dirigida, estrategia militar, politic a, penicilina y trimotor. -jQue extrafio, Mimi! Lo unico que puedo explicarte es bomba atomica y penicilina. = i : Y que es eso? Me interesa mucho, Porota. -Bomba atomica es una gran pelota de hierro que adentro tiene una fuerza capaz de dejar viva a una cabrita, pero de echar abajo a una montana. Y penicilina es un remedio para sanar a 1am uerte.
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L_A_P_O_R_O_TA
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-jLindo, Porota! No 10ol vidare nunca. Se 10c ontare a todo el mundo. -~Como, Mimi? ~Que es eso de contarselo a todo el mundo? l,No me has dicho que iinicamente hablaras conmigo y cuando estemos solas nada mas? -Es cierto, Porota. Pero tengo que revelarte mi secreto. Todas las noches, cuando te quedas dormida, me voy sin hacer ruido a la ciudad en que viven los mfos, los mufiecos de trapo. Y
El
extrafio viaje
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orota no tenia secretos para su madre; pero estaba resuelta a no contarle su aventura con Mimi. Le era muy diffcil callar, sin embargo. Dos 0 tres veces estuvo a punto de confesarlo
vuelvo al amanecer. Perd6name te 10 diga; pero ha tenido que serque asi, s610aho ra = i. Y donde esta laci udad de los mufiecos de trapo? -pregunto Porota, muy intrigada. -Esta noche 10sabras, porque iremos juntas. He prometido llevarte -contesto Mimi. Y no hablaronmas porque eneso s momentos se escuchaban unos pasos en el corredor. Porota acost6 a Mimi y salio aver quien venia. Era su madre. -l.Estas contenta, Porota, por haber encontrado a Mimi? -Nadie es mas feliz que yo, mama -repuso Porota, sonriendo misteriosamente.
todo. iba su a hablar, dela cantar cuarto por en que seCuando hallaba con madre ysalta se iba la casa, pues era muy aficionada a repetir ciertas canciones que se quedaban en su memoria. Todo aquel dfa estuvo nerviosa y ni siquiera se atrevia a llegar a su dormitorio. Ahora le parecia que todo habfa sido un suefio y temia encontrar a Mimi tan muda como antes de su sorprendente conversaci6n. Ademas, se sentfa inquieta al pensar que aquella noche saldria de viaje hasta la ciudad de los mufiecos de trapo. i.C6mo podriahacerlo? No conseguia imaginarlo. Y se decia que Mimi era la Hamada a guiarla. Entonces, ;_,paraque pensar en eso? De vez en cuando se asomaba a la puerta
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de su cuarto y decia en voz baja: -l,Duennes, Mimi? La mufieca no le respondia. Estaba durmiendo, seguramente. Conveniadejarlareposar. Acaso el viaje era diffcil y fatigoso. Desde luego, habfa que partir en plena noche y atravesar inmensas soledades indudablemente. EI pais de los mufiecos no pollia estar cerca. l,Conseguirfa realizar este maravilloso viaje? Sf, 10 realizaria; pero j que miedo, sefior, que miedo! La noche
tranquil a con tu mufieca? Esta dunniendo, mama. -Puedes despertarla, Porota. Estas son horas de jugar y no de dormir. -Esta muy cansa da, mama. Anoche no estuvo en casa. -l,Y por d6nde anduvo sin tu permiso? -No se , Las mufiecas no hablan, mama. -l,N0 hablan? Yocreo que si t11le preguntas algo, Mimi te contestara, porque esbie n educada.
esta poblada de seres inverosfrniles que anda n por todas partes. Hasta se meten en los cuartos de las personas y hacen crujir los muebles, nada mas que para producir espanto. Ademas, corretean con el viento y se trepan en todas partes: en los techos, en los campanarios, en las ventanas mas altas, en las nubes. j Oh, no debo pensar asi, porque entonces me asusto ", se decfa Porota. Y volvia a cantar, jugaba con el gato de la casa, iba al jardin, llamaba a los gorriones, olia las flores y las hojas verdes. -~No te puedes estar quieta un segundo? -Ie pregunt6 de repente su madre. -No puedo, mama. -l,Que te sucede? l,Por que no vas a jugar
Haz la prueba. Porota salta del cuarto, entonces, llevandose las manos a la boca para impedir que la traicionara. Y as f fueron pasando las horas hasta que oscureci6. El jardfn se volvi6 negro, se encendieron las luces de la casa, el padre regres6 de su trabajo y la madre llamo a Porota. -Ven, Porota -Ie dijo-, porque voy a bafiarte. Esta era una verdadera ceremonia todos los dfas. A Porota le gustaba mucho bafiarse. Y se hacia acompaiiar en Ia sala de bafio por su inseparable Mimi, a la que sentaba en una silla. pero esta tarde no llevo a su mufieca.
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- Teha s olvidado de Mimi -Ie dijo suma dre mientras la jabonaba. -No he querido molestarla, mama. La encuentro muy cansada y prefiero dejarla dormrr, Asf, pues, elbaii o se efectu6 sin la presencia de la mufieca de trapo. Porota qued6 jabonada de la cabeza a los pies, y parecia cubierta de una piel de cordero blanquisima. Patale6 en el agua, como de costumbre, fingi6 que nadaba y meti6
Junto las manos, como cada noche, y empez6: "<-Dios te salve, Maria ..." Recibio el acostumbrado beso de su madre, que enseguida apago la luz y salio en puntillas del cuarto. [Era Ia noche! [La hora de la aventura! Apenas Porota advirtio que estaba sola, se incorporo en su cama y dijo a media voz, temblando:
un bullicio tremendo. -No salpiques, Porota. Estas mojando el suelo. Pero eran imitiles lasreco mendaciones, pues la nina estaba nerviosa y necesi taba desaho garse de alguna manera. De aqui que pataleara cada vez con mayor energfa, riendo a carcajadas. La madre la saco de la tina y comenzo a secarla fuertemente; despues la fricciono con un aceite perfumado y la Ilevo a su cama. Le trajeron la comida. Porota comic con apetito. Ni una sola vez siquiera se dirigio a Mimi, que estaba muy quieta en su cama de sabanas verdes con una flor bordada en un extremo. -Yahora, ja rezar, Porota!
-l,Estas ahi, Mimi? l,Duermes todavfa? - Y ill tambien debes dormir, Porota -Ie contesto la mufieca-. Yo te despertare cuando suene la hora de irnos. -l,Y que hora es esa? -La medianoche. = t . Y a que hora regresaremos? -Antes que salga el sol. -l,Pero tendremos tiempo, Mimi, para hacer tantas cosas? Yo creo que la ciudad de los mufiecos queda lejos, l,verdad? -Vendran a buscarnos. No te preocupes, Porota. Duenne tranquila. -l,Me prometes que no iras sola, Mimi? - Te 10 prometo, Porota. Yatehe dicho que he
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jurado llevarte. En la ciudad te necesitamos. = t . Y para que, Mimi? Por favor, dfmelo inmediatamente. No podre donnir si callas. -No puedo decfrtelo ahora. Otros te 10diran por mf muchisimo mejor que yo. Por eso tepid o que ahora te duennas, Porota. Yome levantare a despertarte cuando llegue el momenta preciso. Pero Porota, nerviosa como estaba, queria conversar, y dijo: -Me he quedado pensa ndo , Mimi, en las palabras quelame dijiste "politica". hoy. Creo que explicarteraras otra: palabra Se podre la he oido muchas veces a mi papa. Dejame recordar "10que qui ere decir. -Ahora no, Porota. Duenne. Si porffas, no tendras fuerza para llegar hasta la ciudad de los mufiecos. Porota sintio que debfa donnirse enseguida. Se voIvi6 hacia la pared y cerro los ojos, apretandolos con fuerza. Al cabo de veinte minutos de quietud absoluta se durmi6 suavemente. Y sofi6 muchas cosas absurdas que a ratos 1ahacian refr de buena gana en 8U suefio. Se vio bailando una ronda con unos OS08 de trapo, que movian la cabeza con inmensa gravedad cada 36
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dos 0 tres pasos. Despues vio que un mufieco muy alto y fiaco, vestido como los magos de los cuentos, Ie traia una estrella y la depositaba en sus manos, inclinandose profundamente. Por ultimo, se encontr6 en un paisaje muy hermoso. Caminaba hacia una casita azul, de techo rojo, que se hallaba lejos. Alguien se acercaba a ella y le decia: -Monta en mi caballo si quieres llegar pronto.
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De pronto sinti6 Porota que la remecian de un hombro. Desperto sobresaltada y oyo, junto a su oido, la voz de Mimi, que le decfa: - Ya es hora, Levantate. - Tendre que vestirme -respondio Porota. -No, porque perderfamos tiempo. Dentro de un rata estaras muy abrigada. No tengas miedo. A traves de la escasa luz que entraba por la ventana, Porota vio a Mimi junto a su lecho.
se reia porque no habfa nadie a su lado. YYPorota preguntaba: -l,D6nde estas que no te yeo? -Soy el jinete invisible -Ie conte staba la voz-. Dame la mano. Porota tendia su mana y sentia que la ayudaban muy cortesmente a subir en un caballo inmenso. Y despues empezaba a galopar hacia la casita azul, pero esta retrocedia velozmente, corriendo sobre unas ruedas mas rapidas que las alas de los pajaros .. -No llegare nunca -decfa Porota. -Asi es mejor -Ie respondfa el jinete invisible-. De otra manera, dejariamos de galopar. iY es tan entretenido!
Vestia su traje colorado y seguramente calzaba
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los zapatos verdes. Parecia impaciente y deseosa de irse. -Levantate -dijo. Porota tenia suefio, pero seres trego los ojos con fuerza y salto de la cama. = t . Y si me oyen? -pregunto Porota. -No temas. Ya es la medianoche y todos duermen. Porota se puso sus zapatillas y anuncio que ya estaba lista para salir. Entonces la mufieca la tomo de la mana y le dijo al oido: -jVamonos aljar din! -Nos sentiran cuando pasemos por el corredor -declaro Porota-. Despues tendremos que
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bajar la escalera, y todos los peldafios crujen. No me atrevo. -No necesitamos bajar la escalera, Porota. T6mame fuertemente de mi mana y cierra los ojos. Porota sintio que caminaba por elair e. No se atrevi6 a abrir los ojos, y apret6 con mas fuerza la mana de Mimi. -Hemos llegado -dijo la mufieca. Porota abrio los ojos y se encontr6 en la oscuridad del jardin. El aire fresco de la noche Ie acariciaba el rostro. Casi sinti6 frio. Pero, por sobre toda cosa, 10q ue sentia era asombro. = t . Y como hemos podido llegar al jardin? -pregunt6. -No te alannes, Porota. Los mufiecos tenemos nuestros secretos y ahora los comparto contigo. Si quieres saber como hemos llegado al jardin, te dire que bajamos por la ventana. -l,Por laven tana demi cuarto, Mimi? lEstas loca? -Si. Por la ventana de tu cuarto, Porota. Y por ahi entraremos a la vue1ta. Porota quiso decir algo mas, pero Mimi la ob1ig6 a seguirla. 40
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~--------~----~~ -AI fondo del jardin nos esperan -dijo. Caminaron hasta el sitio indicado por Mimi y entonces vio Porota unas luces amarillas, muy pequefias. -lQUe es eso? -pregunto. -Son los faroies del coche -respondio Mimi. En efecto, habia un coche minuscule, arrastrado por unos caballos de trapo. Junto ala portezue1a aguardaba un cochero gordo, cubierto de gruesas pieles. Se inc1in6 profundamente al ver a Mimi, y apenas ambas subieron en el coche les tendi6 unas pieles muy abrigadoras. Despues les coloco sobre las piemas otra piel suavisima. Subi6 en el pescante, azoto a los caballos y el cache parti6. Sonaron unas campanillas agudas. -Nos oiran los de casa -dijo Porota. -No. Estas campanillas no las oye la gente. Son campanillas para mufiecos y para los habitantes de la noche. No temas, Porota. Nad ie nos ha visto partir y nadie nos vera llegar. Sonaban las campanillas agudamente; pero no se oian los cascos de los caballos, 10 cual asombr6 a Porota, que Ie pregunto a su amiga por que aquellos caballos eran tan silenciosos. 41
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-Son de trapo -respondi6 Mimi. -l,Y vamos muy lejos ya? -dijo Porota-. l,C6mo hemos podido salir del jardin? l,Tendremos que cruzar muchas ciudades? i,Es buen cochero este hombre? i,Vamos a pasar pot paises muy frios, que se nos ha cubierto de pieles? l,Y conseguiremos vet los paisajes? -iOh, Porota, cuantas preguntas! -dijo suavemente Mimi-. Lo iinico que puedo decirte es que no debes temer nada. Este es un cochero excelente, los caballos son muy mansos, hace frio a veces, y por eso nos abrigamos, y en cuanto a vet los paisajes me parece que sera diffcil, pues estamos en plena noche. -Si no voy aver nada, prefiero dormir otro poco, hasta que lleguemos a la ciudad -dijo Porota. -Es una buena idea. Yod orrnire tambien, EI cochero nos despertara cuando sea preciso. Y ambas se durmieron en el misterioso coche, mientras el cochero guiaba sus caballos por los mas asombrosos parajes. Repentinamente el coche se detuvo y Porota despert6. Mimi ya estaba despierta y hablaba con el cochero. 42
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-Hoy hemos llegado mas pronto que otras veces -decia Mimi. -Efectivamente, senorita -respondfa respetuoso el cochero-: Hoy he traido mis mejores caballos. Han corrido muy bien. -l,Que sucede? -pregunt6 Porota-. l,Llegamos ya? -Si -dijo Mimf-, Pero no nos bajaremos del coche todavfa, Tenemos que esperar que se acerquen los guardias.
-El camino de la ciudad de los muiiecos -respondi6 Mimi. -l,Son esperadas en ella? -pregunt6 el soldado, acercando su antorcha hacia el coche. -Soy Mimi de la Esperanza -respondi6la mufieca- y me acompafia Beatriz Maria Magdalena de los Angeles Osorio y Castroviejo. El soldado se inclin6 profundamente como ante una reina. -l,Conque te llamas Mimi de la Esperan-
-l, Que guardias, Mimi? -pregunt6 asustada Porota. -No temas. Son los guardias de la puerta de la ciudad de los mufiecos. Ya vienen ahi. Miralos. Porota vio venir hacia el coche ados enormes soldados de trapo, con unas temib1es espadas de madera. Uno de ellos traia una antorcha en h i. mano y al resplandor de ella se podia apreciar 10 vistoso de los uniformes. La casaca era roja con grandes botones dorados; los pantalones, blancos. Ambos lucian unos grandes cascos dorados, con plumas. -l, Que camino eselde las dos nobles damas? -pregunt6 uno de los soldados.
za? -pregunt6 Porota-. [Lindo nombre el tuyo! j Y no me habfas dicho nada que te lIamabas asi! -Ttl me llamaste Mimi y en la ciudad de los mufiecos me agregaron: de la Esperanza. Es mas sonoro y por eso se inclina el soldado. - Talvez por eso tambien has dicho mi nombre completo -dijo Porota. -Indudablemente -respondi6 Mimi-. Si le digo: "Me acompafia Porota", el soldado no siente admiraci6n alguna. Y entonces las puertas de la ciudad tardan en abrirse. -Has hecho bien -declaro Porota-. Pero te ruego que en la ciudad no digas mi nombre mas largo. Prefiero el corto, que es mas facil,
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-A veces dire el largo y a veces el corto, segtin con quienes estemos -respondio Mimf-, Hay cosas, entre los mufiecos, que s610la s entienden ellos, y los hombres cuando han crecido mucho. jQue lastima que sea necesario hablar tanto para decir tan poco! -munnur6 Porota, sin darle ninguna importancia a 10 que decfa, por la sencilla raz6n de que estaba sumamente interesada con los soldados. Uno de ellos saco de su casaca un pito y 10hi zo sonar con estridencia. Entonces el otro soldado dijo: -Las nobles damas pueden continuar su cammo. El cochero azot6 a sus caballos. Y el coche anduvo lentamente. -lSe han abierto las puertas? -pregunt6 Porota-. No las oi. -Son las puertas de la ciudad de los mufiecos de trapo -dijo Mimi, sonriendo-. Aqui todo hace mucho menos ruido que en el mundo de los hombres. Y pas6 el coche por entre las puertas. Eran enormes y estaban pintadas de diversos colores. 46
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Ie gustaron las puertas de la ciudad. Pero apenas pasaron, volvieron a cerrarse las puertas sin hacer el mas leve rumor. Yaqui se asombro de nuevo Porota, pues si al otro lade de las puertas habfa noche oscura, aquf brillaba la luz. -{'Que lamparas usan los mufiecos? -pregunt6 Porota. -Estaluz no es dela mparas -dijo Mimf--. La noche de los hombres es dia para los mufiecos. Avanzaba elcoc he por una calle muy ancha. A ambos lados habia casas de lindos colores. Y en todas las ventanas habfa muiiecos asomados. Por la calle transitaban otros. Algunos sellev aban la mano al sombrero cuando el coche pasaba ante ellos. Mimi les respondia con un alegre movimiento de su mane derecha. -Eres muy popular, Mimi -exclarn6 Porota. -Mi padre es el gobernador de la ciudad -dijo la mufieca. -{,Y tu madre, Mimi? [Que linda debe ser! -Mi madre eres ui, Porota. Esta contestacion entemeci6 ala muchacha. Tom6 a Mimi en sus brazos y labe s6 con alegna. Pero despues, llena de curiosidad, se dedic6 a
mirarlo todo por la ventanilla del coche. -j,Y esa plaza? -pregunto Porota de pronto. -Esa es la plaza de la Conversacion Tranquila -dijo Mimi. -jPrecioso nombre! [Pero que arboles tan extrafios! Parecen de trapo. - Y 10 son, Porota. l,N 0 te parecen lindos? No hay necesidad de regarlos y duran trescientos aiios y siete dias, - Tu ciudad es maravillosa -dijo Porota, entusiasmada. En esos momentos, el coche se detenfa ante la puerta de un verdadero palacio. Bajoel cochero y dos 0 tres veces hizo sonar la aldaba. Se abrio la puerta y aparecio un criado de librea. -Bajemos, Porota -dijo Mimi. Entonces Porota recorda que bajo sus pieles solo tenia un pijama. Dijo: -No puedo presentarme asf ante nadie. -Iremos ami cuarto y te vestire con un traje que te tenemos preparado -declaro Mimf-. Baja sin preocuparte de los demas, Nadie te mirara hasta que no estes vestida como debes estarlo aqui. En efecto, cuando Porota paso ante elcri ado
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de Iibrea, este inclino profundamente la cabeza, sin mirarla. Subieron una escalera y llegaron al cuarto de Mimi. Era igual al cuarto de Porota. -jPero si es mi cuarto! -dijo la nifia. -No, es el mio -contest6 la mufieca-. Lo he imitado 10 mejor posible para estar siempre cerca de ti. Y la mufieca abri6 un ropero y mostro el vestido que debia llevar Porota. -jQuehennoso! -murmur6lachica-. Parece hecho con el color del cielo. - Y 10 es. jQue ganas tengo de verte con ell Poco despues Porota estaba vestida. Pareda una muiieca.
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El Gobe rna dor
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ajaronlas dos, enseguida, poruna
ancha escalera y llegaron ante una puerta dorada. Mimi abri6 con cuidado y luego corrio hacia el interior de la sala. Porota mir6 hacia adentro y vio a un mufieco alto y grueso, vestido de verde, que se levan taba presuroso para abrazar a Mimi. -jHija mia! -exc1amaba solemnemente. -iPadre! [Padre mio! --deda la mufieca. Despues de las naturales efusiones, Mimi se volvfa hacia la puerta y deda con una gravedad perfecta: -Padre, tepre sento aBea triz Maria Magdalena de los Angeles Osorio y Castroviejo, Hamada Porota por todos los que la quieren. Y agregaba, sefialando a su padre: -Porota, tepre sento a mi padre, el gobemador. 51
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El hombre vestido de verde se inclinaba ante Porota y le estrechaba la mano, despues de besarsela con respeto. - Te llamare Porota, como todos los que te quieren -dijo. - Y yo te dire: gobemador. -Llamame Pirulo -dijo el hombre-. As! me nombran en la intimidad. Despues se sentaron en comodos sillones, ante una mesa cubierta de naipes. -Estaba haciendo solitarios -dijo Pirulo-. Me aburre la soledad. Y con un gesto de su mana revolvio los naipes, mientras sonreia levemente. -lBonito viaje, Mimi? -pregunt6-. lSe ha entretenido tu amiga? -jMuchisimo! -respondio Porota-. Es el viaje mas hermoso que he hecho. [Y que lindos son los soldados que estan ante la puerta de la ciudad! Me siento encantada. -Son bonitos, realmente -dijo el hombre-. Y ademas son valientes; pero no consiguen protegernos como todos 1 0 deseamos. -lProtegerlos? -pregunt6 Porota-. lY de 53
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Es el enemigo el quepedido nos sorprende cada Y por eso le hemos a Mimi que te noche. traiga. Solo ni podras ayudamos. -l.Yo? =pregunto Porota, alarmadisima-. Me parece que sera imposible. Y como viera en la cara del gobemador una repentina expresion de tristeza, afiadio rapidamente: -Sin embargo, hare 10que pueda en bien de todos ustedes. Me basta que Mimi pertenezca a esta ciudad. Se alegro el gobemador y dijo: -Si nos ayudas, Porota, quedaremos libres de nuestros enemigos. Eres la unica que puede derrotarlos.
Porota sintio una siibita alegria al darse cuenta de que era tan importante; pero inmediatamente penso que estaba muy lejos de ser tan fuerte como un soldado. Y fruncio el cefio. -l.Que enernigos son esos? -pregunto. El gobernador junto las manos sobre su vientre abultado, cerro un momenta los ojos y contesto con voz ronca y triste: -Son unos vampiros. = i . Y que es eso? -averiguo Porota, que no conocfa esa palabra. -Los vampiros son unos pajaros que chupan la sangre y provo can la muerte. -jUyl -exclamo Porota-. [Que horrible! - Y como nosotros no tenemos sangre, nos chupan el aserrfn que tenemos en el cuerpo -efia-dio Mimi. = t . Y como han llegado hasta aqui esos vampiros? -pregunto Porota. -Son unos vampiros de trapo, muy voraces -dijo el gobemador-. Viven en el mundo de los hombres. Durante el dia duermen en una tienda de juguetes. Por las noches, salen silenciosamente y llegan hasta aquf sin que nadie 10 advierta. En vano ponemos guardias en los par-
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quienes? Se me ocurre que ustedes no deben tener enemigos. -Los tenemos, sin embargo, y muy temibles -dijo el gobemador Pirulo-. De nada nos vale tener cerradas las puertas de la ciudad. El enemigo entra y nos hace un dafio espantoso. -l.No hay manera de vencerlo? -pregunto Porota-. Yolehe oido decir a mipad re que atacar sorpresivamente da muy buenos resultados. -No podemos hacerlo -dijo el gobernador-.
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ques y en los principales rincones de la ciudad. Cada mariana amanece un guardia despanzurrado y tenemos que enterrarlo entre lagrimas y sollozos. El pueblo de los mufiecos esta lleno de pavor. Mi cargo de gobemador me obliga a hacer algo para poner fin a este estado de cosas. Le conte a Mimi 10 que sucedia y me contesto: "Porota nos salvara". Y en seguida me dijo que til vivias, Porota, en la ciudad de los hombres y que eras bondadosa y seguramente nos ayudarias. "Traela" -dije-. Y Mimi te ha traido. -Seria importante saber el sitio exacto en que se encuentran esos vampiros -dijo Porota, ya convencida de que podria actuar como salvadora del pueblo de los mufiecos. Si quieres, yo mismo ire con mi hija a mostrarte el sitio en que se encuentran-dijo el gobemador. dentro de unos instantes comenzara la noche en nuestra ciudad. Saldremos enseguida y as! yo podre regresar al amanecer nuestro, como podran ustedes regresar al amanecer del mundo de los hombres. -iVamos! -exclamo Porota, Ievantandose con decision. Pirulo tiro de una cuerda y lejos sono una
campana. Poco despues aparecia en el umbral un criado de librea. -Que preparen el coche -dijo el gobernador. Y al poco rata trepaba Porota en compafiia de Pirulo y de Mimi en un coche arrastrado por siete caballos de colores. Comenzaba a anochecer en la ciudad de los mufiecos. EI coche cruzolas calles sin hacer ruido. Ahora se veia poca gente. Las puertas de
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las casas empezaban a cerrarse. - Todos les temen a los vampiros y toman sus precauciones -dijo Pirulo. Llegaron ante las puertas de la ciudad y pasaron ante los soldados, que presentaron sus sables de madera, cuadrandose muy marcialmente. -jDate prisa! -Ie grito Pirulo al cochero. Fueron azotados los caballos y el coche comenzo a correr a una velocidad realmente excesiva. Porota habia cerrado los ojos y pensaba: "Han depositado en mf su confianza. Hare todo 10 pos ible para veneer a los . ". vampIros
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L_A_PO_R_m_A
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En el cielo brillaban las estrellas. Un aire fresco galopaba por los carninos, junto al coche. Mimi habia inc1inado su cabeza sobre el pecho de Porota y el gobemador, en silencio, fumaba un grueso cigarro que no echaba humo.
La fabrica de mu fiecos
A
pesar de que el viaje no fue excesi-vamente largo, a Porota le pareci6 etemo. Sin embargo, siempre se Uega adonde se va. Y Porota sedi o cuenta de que ya estaban muy cerca de su destino, porque Ie oy6 decir a Pirulo: -Ahora, mas despacio, cochero, pueshemos llegado al mundo de los hombres. -i,Estamos en mi ciudad? -pregunt6 Porota. La diligente Mimi asom6la cabeza para cerciorarse del sitio en que se hallaban, y contest6: -Sf, Porota. Estamos en tu ciudad; pero en unbar rio algo apartado. Tucas a queda lejos. Hay que cruzar muchas calles para llegar a ella. El coche avanzaba lentamente. La ciudad estaba silenciosa. Nose ofa elrum or de los pasos de los caballos. Pirulo sehab ia quitado elcig arro de la boca para guardarlo en su bolsillo. 58
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-j Cuidado, gobernador! -Ie dijoPor ota-. j Se va aquemar! Sonri6 Pirulo y respondi6: -Mis cigarros son de fabricaci6n especial y no queman. Entr6 el coche por una calle angosta. Un gato negro, al verlo, echo a correr con Ia cola en alto y las orejas levantadas con evidentes sefiales de miedo. -jPirate, cochero! -dijo Pirulo. Se detuvo el coche y el gobernador les pidi6 a sus acompaiiantes que bajaran. La noche era todavia bastante negra. Pirulo semeti 6 una mana al bolsillo y sac6 una linterna. -Caminemos un poco -dijo-. Es mejor que el coche nos espere. A veces, los gatos se asustan a 1 verlo y se ponen a gritar, y con sus gritos corremos el riesgo de que alguien se asorne a una ventana y nos yea. Anduvieron lentamente a la luz de la linterna de Pirulo por un callej6n que tenia al fondo una muralla de ladrillo muy grande y muy oscura. -Hemos llegado -dijo el gobemador. Y deteniendose ante una puerta, paseo so-
bre ella la luz de su linterna. Porota pudo ver, en una plancha de bronce: Fabrica de Juguetes de Trapo. -Esta es la fabric a de don Pedro -dijo Pirulo-. Aqui es donde el viejo hace sus mufiecos y sus vampiros, Era una casa de aspecto pobre. Tenia una puerta estrecha y una ventana que daba al callej6n. -~C6mo entraremos? -pregunt6 Porota. -Hay que tomarse delas manos -dijo Mimi-. Cierra los ojos. Porota. Y la muchacha sinti6 que caminaba como conducida por unos pies que no eran los suyos. No se atrevia a abrir los ojos. Ahora se daba cuenta de que ya no estaba en la calle sino dentro de una sala. El aire era distinto y habia alli un olor agrio. Sinti6 que Mimi dejaba de tenerla de la mana y entonces Porota abri6 los ojos. Pirulo iba adelante, con la linterna encendida. Estaban dentro de una sala bastante amplia. Habia unas mesas repletas de mufiecos de trapo, vestidos de las mas diversas maneras. Algunos eran generales; otros pastores; los de mas alla
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marineros; y no pocas eran muiiecas rubias 0 morenas. -No despertemos a esta gente -dijo Pirulo en voz muy baja. Siguieron caminando por entre las mesas, y vieron animales de trapo: elefantes, osos, conejos, cabras, perros, gatos.jirafas, rinocerontes y panteras. -iD6nde estan los vampiros? -pregunt6 Porota.
-l,Se puede hacer algo en contra de nuestros enemigos? -pregunt6 por fin Pirulo. -Creo que S 1 . Estoy segura de que sf -respondio Porota. En esos momentos se escucho un ruido raro, muy ronco y fuerte. Pirulo se dej6 caer al suelo, escondiendose debajo de una de las mesas. Igual cosa hizo Mimi y fue Porota la tinica que perrnaneci6 impasible, escuchando. -Alguien duerme aqui cerca -dijo.
-jChitl -dijo Pirulo. Siguieron avanzando hasta llegar a la muralla del fondo de la sala. Alli habfa un pequefio estante de madera, completamente vacio. Pirulo se estremeci6. - Todos los vampiros han salido -rnurmuro en voz bajita-. Este es el estante en que viven. En estos momentos sehal lan lejos, seguramente en rni ciudad, haciendo toda clase de fechorias. [Que pena tan honda me da pensarlol Porota tomo la linterna de manos de Pirulo y examin6 detenidamente el estante. El gobernador la miraba fijamente. Mimi no se atrevia ni siquiera a respirar, clavados los ojos en su amiga, que parecia pensativa.
-Es don Pedro, el fabricante de muiiecos -exclamo Pirulo. iOh, quiera el cielo que no despierte! -Esta roncando con muchas ganas -dijo Porota. Y como tenia la lintema enla mano, camin6 sin tropezar con nada hasta llegar a una cortina que habia en un costado de la sala. La levant6 suavemente y mir6 hacia elcua rto contiguo. Allf habfa una cama y en ella dormfa placidamente, roncando como un bendito, un viejo flaco, de largos bigotes y una barba puntiaguda. Era don Pedro. Volvi6 Porota al lado de sus amigos y los encontr6 de pie, esperandola,
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-No hay nada que temer, pues duerme profundamente-dijolamuchachita-. Yanohaynada mas que hacer aquf. Podemos irnos. = i . Y que haremos en contra de los vampiros? -pregunt6 Pirulo-. No podemos irnos sin hacer algo. -iPero, mi querido padre! -exclamo Mimi muy respetuosa-. lQue podemos hacer contra los vampiros si no estan aquf? Otra cosa hubiera sido, por cierto, si Porota los sorprende durmiendo. -Nose alarme, gobernador -rnurmuro Porota, con una voz tan segura que Pirulo se sintio lleno de confianza-. Tengo unplan perfectamente trazado. Manana volvere con Mimi y haremos algo que dara mucho que hacer a los vampiros. iVamonos ahora! Volvieron a tomarse de las manos y a cerrar los ojos. Y al cabo de pocos segundos se dio cuenta Porota de que de nuevo estaban en la calle. EI aire era fresco y daba una verdadera alegria respirarlo. -lNos separaremos aqui? -pregunt6 Pirulo. -Quiero que primero nos lleven a mi casa
-dijo Porota-. EI cielo ya no es tan oscuro. lAmaneceni pronto? -Sf -dijo Pirulo, despues de observar las estrellas-. Tenemos que damos prisa. Llegaron hasta donde el coche les aguardaba, subieron y el gobernador dio la direcci6n de la casa de Porota. Ahora el cochero se apresuraba, de modo que no tardaron en llegar. - Ya estamos en el jardin de tu casa, Porota -dijo Mimi. -Bajemos, entonces. EI gobernador Iedi o un beso a suhi ja y otro a Porota,e n la frente. ' -iHasta muy pronto! -dijo-. Espero tener noticias cuanto antes. -Las tendra -Ie respondio Porota, llena de entusiasmo-. Las tendra y muy buenas. Partie el coche. Pirulo agit6 ya lejos una mano. Despues Mimihizo cerrar los ojos aPorota y ambas treparon por el aire como si tuvieran unas maravillosas alas. -A acostarse ahora y a dormir -dijo Porota. -Primero tienes que quitarte el traje que te has puesto y quedarte de nuevo en pijama -Ie
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respondi6 Mimi. As! 10 hizo Porota. Escondi6 el traje en un ropero y al poco rato dormia tan placidamente como don Pedro, el fabrican te de mufiecos de trapo.
Planes secretos de Porota
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la manana siguiente, cuando le trajeron a Porota el desayuno, la madre trat6 en vano dedespertarla. Tuvo queremece rla confuerza y llamarla en voz muy alta repetidas veces: -jPorota! [Porotal [Despierta, Porota! l,Es posible que seas tan floja? [Levantate! [Aquf tienes el desayuno! iContesta, Porota! La muchachita abri6 un ojo, luego el otro, y lanz6 un bostezo descomunal. jQue sueiio tengo! -murmur6. -l,Dormiste mal anoche? -Ie pregunt6 su madre-. No me explico que te pasa. Siempre te despiertas temprano para jugar con Mimi, y ahora quieres seguir durmiendo. l,Quieres que te pase tu mufieca? Todas lasmaiianas tomas el desayuno con ella. -jNo, mama, no, por favor! Deja dormir a 66
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LA_P_O_R_O_TA
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Mimi, que esta muy cans ada. Y Porota se incorporo en la cama y comenzo a desayunarse. Despues se vistio de prisa y apenas estuvo sola con Mimi se acerco a ella. Pero la mufieca dormfa profundamente. En vane le hablo Porota. Mimi descansaba como nunca, bien apretados los ojos, durmiendo velozmente para recuperar el suefio de toda la noche. Bajo Porota aljardin ajugar con los gorriones. Y volvio a subir al cabo de un par de horas. Dormia Mimi min. Pero tanto se movi6 Porota al lade de su cama, de aquf para alla, que por fin la muiieca despert6 Y vio a su amiga jugando con el negro del acordeon Yla jirafa. -~ Yustedes, por que no me hablan nunca? -lespreguntabaPorota-. [Estanfacil! [y quebien nos entenderfamos todos! Mimi es encantadora y se alegrarfa mucho de conversar con ustedes, 10 mismo que yo. -No les pidas que te habIen, Porota -dijo Mimi, sentandose en su cama-. Hablan un idioma distinto, que no entendemos. LNo te basta con mi conversacion? . jAh, habias despertado! -exclamo Porota, corriendo hacia Ia cama de Mimi, a Ia que vistio
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con un.traje nuevo lleno de flores y de encajes. Minu estaba pensativa. Miraba a Porota y de repente bajaba los ojos. No decia una sola pa1abra.
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L A _P _O _R _O _TA
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-Si tienes sueiio duerme, Mimi. Yo hare todo 10 que se debe hacer. Es preferible que tii descanses. Hoy jugare todo el dfa afuera para que puedas reposar. Y yo misma, despues de almuerzo dormire un poco en el jardfn. En Ia noche tenemos que estar Ilenas de fuerza. -lEs muy dificillo que tendremos que hacer, Porota?
-No. [Quedate tranqui1a! [Duerme! -l,No mepuedes decirdeque setrata ?[Me sentirfa tan feliz sabiendolo de antemano, Porota! -No, Mimi. Muchisimo mas feliz te vas a sentir cuando estemos en Ia fabrica de don Pedro esta noche y les demos a los vampiros un buena leccion, -l,Y si no estan los vampiros, Porota? -jOjala no esten, Mimi! Seria muchfsimo mejor. -jQue misteriosa estas, Porota! [Cuenrame unpoquito! -No, Mimi. [Duermete! Y 1amu fieca apreto los ojos, quedandose profundamente donnida casi a1momento. Porota salio de puntillas y volvio aljardin. A la hora del almuerzo se mostro Iocuaz. Hizo reir a sus padres con unas cuantas ocurrencias muy divertidas, y despues Ilevo su sillita a 1a sombra de un arbol y durmio una siesta larga. Cuando desperto se fue a la calle y llego hasta Ia casita de un carpintero que quedaba cerca. Hable con el largo rato, y a la salida llevaba en sus manos un paquete. -jQue tengas suerte, Porota! -Ie dijo el
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-"En que piensas? -Ie pregunto Porota. -En tus planes -dijo Mimi-. l,Estas segura de que daran buen resultado? [Que nerviosa me siento! Si no conseguimos veneer a los vampiros, mi ciudad va a desaparecer. [E s horrible pensarlo! -No te inquietes, Mimi. Todo 10 tengo pensado. Esta noche pondremos en practica mis planes. Tengo que comprar hoy dos 0 tres cosas que neeesito y con eso quedara todo listo para entrar en accion. -Confio en ti-e uspirc lamu fieca, volviendo a aeostarse.
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carpintero riendo al despedirla. -La tendre, con sus consejos -Ie respondio Porota. Lleg6 a su casa, cruzo el jardin, subi6 a su cuarto y meti6 el paquete en elropero, junto al traje que le habia prestado Mimi en la ciudad de los muiiecos. Mimf donnia min sin moverse. -iQue suefio tienes, pobrecita! -Ie dijo Porota en voz baja-. Yo, en cambio, no puedo dormir mucho, [Me siento tan nerviosa! Y de nuevo llego la noche. Porota se bafio. La acostaron, y despues de tomar una sopa y de comer un buen trozo de gallina y un postre exquisito hecho por suma dre, fingio que se dormia, Qued6 sola en el cuarto oscuro, con Mimi, que ya habfa despertado. -iA que hora partiremos? -pregunto Porota. -Hasta que vengan a buscarnos a medianoche. -i Y
como sabremos que han llegado? -Es muy facil, Cuando elrel oj del escritorio de tu padre da la medianoche, yo miro hacia los vidrios de tu ventana y veo entonces la sefial que hace el cochero con su lintema, al fondo del jardfn, 72
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-L Y sinos distraemos, Mimi? j Serfa horroroso! Yo tengo todo listo ya. -No me distraigo nunca, Porota. Yeo la sefial en cuanto la hace el cochero, yja mas ha tenido que esperarme mucho rato. -LY hace tiernpo, Mimi, que sales en las noches?
. -jMuchisimo, Porota! Desde el dfa que vl~e a esta cas~. Tii cornprenderas que no puedo dejar solo a rm padre noches y mas noches. Nos queremos mucho yvivir necesitamos vernos. -;, Te gustarfa con el definitivamente? -pregunto Porota, tras un silencio-. Me dada mucha pen a perderte, pero tendrfa el consuelo de saber que eres feliz. -Soy feliz a tu lado -Ie respondi6 Ia muiieca-. Ademas, voy a revelarte un secreto: los muiiecos tenemos tambien un destino, como los hombres. Mientras nos tratan bien y no nos danan, vivimos junto a los nifios-q ue son nuestros amigos mejores- y s610en las noches salimos a vernos con nuestros parientes. Pero apenas nos rompen y nos abandonan nos vamos a nuestra ciudad. AlIi recibimos cuidados especiales y sanamos. Entonces comenzamos a vivir fntegra74
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mente nuestra vida de mufiecos, lejos del mundo de las personas. -jQue curioso es todo eso, Mimi! Te juro que no 10h ubiera sospechado jamas, La mufieca siguio charlando Iargamente y conto rriuchas cosas a su amiga, hasta que de pronto sono en el escritorio la primera campanada de medianoche. Porota 1as fue contando en voz bajita: -Nueve, diez, once, doce ... Y miro inmediatamente hacia la ventana. Una luz muy debil, roja, azul y verde, aparecio en el vidrio. -Nos esperan -dijo Mimi. Porota se vistio de prisa, quejandose de haber conversado tanto y no recordar sino en los tiltimos instantes que debia vestirse. Pero no tard6 en hacerlo. Torno su paquete, le dio la mano a Mimi, cerr6 los ojos ypartio por los aires, suavemente, como si sonara. Al fondo del jardfn las aguardaba el cochero. -jSuban, nobles damas! -exclamo, inclinandose con gran respeto. Y el coche parti6 de prisa. 75
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.. -Vamos a 1aFabrica de MUfieeos de Trapo -dijo Porota.
jAy, los vampi ros !
. . ~I cochero cambio entonees e1rumbo y se dirigio a 1 otro extremo de Ia eiudad. . -=-l,Quellevas en el paquete? -pregunt6 MImI. - Ya 10sa bras -dijo Porota sonriendo.
Cuando llegaron ante el callejon en que se hallaba la Fabrica de Mufieeos, se detuvo eleoe he. Baj aron Porota y Mimi. Aquellallevaba su paquete entre las manos euidadosamente, y esta tenia una linterna que le habfa pedido prestada a 1 eochero. -Felizmente no hay nadie. Todo duenne -dijo Porota. Anduvieron cautelosamentehastadetenerse ante la puerta de la easa de don Pedro. Mimi se acerco a la ventana, encendio la lintema y trato de mirar hacia el interior. Algo debio ver, indudablemente, pues al instante se volvio a Porota y le dijo muy nerviosa: -No, no, Porota. No podemos entrartodavia. Ahf estan. -l,Los vampiros? -pregunt6 Porota. -Si. No han salido min. = t . Crees til que debemos esperar que salgan?
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Si te atreves, entramos inmediatamente. Todo· sera mas facil. Si tienes miedo, esperamos y cuando se hayan ido haremos 10 que tenemos que hacer. -Prefiero esperar, Porota. -~Y si no salen esta noche, Mimi? -No 10 creo, Porota. Salen todas las noches. Necesitan comer. -Me has dicho que esos vampiros chupan el aserrin que hay dentro del cuerpo de los muiiecos -dijo Porota-. ~Por que entonces no chupan el aserrin de los muiiecos que hay en la fabrica? -Porque esos muiiecos no se consideran vivos hasta que alguien los compra. Mientras estan en la fabrica, es 10 mismo que si no hubieran nacido todavia. -En tal caso, Mimi, tambien los vampiros estan como muertos. ~0 es que ya los ha comprado alguien? -Los vampiros se diferencian mucho de nosotros. ElIos tienen sus propias 1eyes. Viven en cuanto estan fabricados. j Es terrible! Y mientras asihablaban, Mimfhabia tornado de la mana a Porota para conducirla hasta una puerta cercana. Apegandose a ella trataban de 79
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pasar inadvertidas de cualquier mirada indiscreta. Pero no habia para que tomartantas precauciones, en realidad, pues el callej6n estaba desierto. De pronto se sinti6 algo extrafio. Fue un sonido rouy leve, como el del vuelo de unas ~?scas. Mimi se estremeci6 profundamente y dlJo en vo z baja, cerrando los ojos: tal
-jAy, los vampiros! [Los vampires, Poro-
~Dame la lintema y sosten til mi paquete -dijo Porota. _ lQue vas a hacer? -pregunt6 asustada la mufieca-. Por favor, quedate a mi lado.
Pero la muchachita Ie habfa entregado ya su paquete a Mimi y ahora tenia en sus manos la lintema. Se apart6 de la puerta en que se hallaban refugiadas y se acerc6 a la ventana de la fabric a de muiiecos, por la que iban saliendo unos pajaros grandes, de alas oscuras. Porota encendi6la lintema y trat6 de amedrentarlos con la luz, Dieron un chillido los vampiros y alzaron un veloz vuelo. AI poco rato estaban lejos, en el cieIo nocturno. -jAy, ay , ay, los vampiros! -gemia todavia Mimi, cerrados los ojos. 80
-jCalla! -Ie rog6 Porota-. Se han ido ya , - Los he asustado con mi linterna. -Van a estar mas furiosos que nunca y haran peores fechorias que de costumbre -munnur6 Mimi abriendo por fin los ojos, pero tiritando como si tuviera un frio muy intenso. -No temas nada, Mimi. Esta sera la ultima vez que sa1gan. Te 10pr ometo solemnernente. jOjala tus esperanzas sean ciertas! -exclarn6 Mimi, sin poder contener aun sus estremecimientos. Porota aguard6 a que su amiga se tranquilizara y cuando lleg6 e1mom enta preciso, munnur6: -Ahora, Mimi, dame elpa quete y toma nila lintema. Entremos en 1afabrica. EIvie jo debe de estar dormido, pues los vampiros no se hubieran marchado si no fuera asi. Se tomaron de las manos, cerraron los ojos y avanzaron como por un suelo de alg.~d6n, ta.n livianos eran sus pasos. Y Porota VOlVlO a sentir casi inmediatamente el olor de la fabrica. Entonces ambas abrieron los ojos y Mimi encendi6 su lintema. - Tenemos que ser rapidas -dijo Porota. 81
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Y acercandose a una mesa, dej6 en ella el paquete y comenz6 a desenvolverlo. Mimi la miraba con una inmensa curiosidad. De vez en cuando, sin embargo, daba unas rapidisimas miradas hacia la cortina que separaba la sala del cuarto de don Pedro, el fabric ante. i.Temia verlo aparecer? [Pobre Mimi, que nerviosa estaba! Porque, en verdad, se necesitaba tener muy malos los nervios para creer que don Pedro vendrfa. El fabric ante dormfa placidamente, como cada noche, y cada vez seoi an mas fuertes sus ronquidos. Termin6 Porota de desenvolver el paquete.y 10 que entonces via Mimi la Ilen6 de estupefacci6n. -l..Que es esto? -pregunt6, inquieta. Allihabia una brocha gruesano muy grande, y un tarro lleno de un liquido glutinoso. -Esto me 10 ha dado un amigo carpintero que me conoce desde que nacf -dijo Porota-. Muchos de los muebles que hay en mi cuarto los ha hecho el. Yo le conte toda la historia y me cost6 mucho convencerlo de que existian estos vampiros. Se refa de mi. Pero tanto Iero gue que me ayudara, que me regal6 esta brocha y este 82
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tarro, y me enseii6 a hacer uso de ellos. Meti61a brocha en eltar ro, revolvi6 con ella elIiquido y murmur6 al ofdo de Mimi: -Ahora, ahimbrame bien con tu lintema. Y las dos se dirigieron hacia donde estaba el estante de los vampiros. -Esta muy alto -dijo Porota-. Cref que era mas bajo. ~Que haremos, Mimi? -Busquemos una silla. Debe dehabe r alguna por aqui, Porota. habfa una silla, ylaMimi la acerc6 llena En de efecto, precauciones. Aunque silla era liviana, para ella resultaba de un enorme peso. No obstante, consigui6 ponerla donde debfa. Porota comenzo apas ar labr ocha una y otra vez por las tablas del estante, alli donde fatalmente debian posarse los vampiros. A cada rata pedia el tarro, volvia a meter la brocha y a pasarla por el estante.Este trabajo demor6 un buen tiempo. Porota hacia su trabajo con suma prolijidad, tal como el carpintero se 10 habia enseiiando. Pon fin 10 conc1uy6. -Ahora, [que vengan los vampiros! -dijo Porota, bajandose de la silla. Volvi6 a hacer el paquete, retir6 la silla 84
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de junto al estante, la coloco ante una mesa y despues murmuro: -Podemos irnos, Mimi. Creo que esta noche debemos dormir tranquilas. Salieron poco despues de la fabrica, llegaron hasta el coche y emprendieron el camino de regreso. Cuando ya se habfan alejado bastante, Porota lanzo el tarro con la brocha fuera del coche. -l.Que haces? -pregunto Mimi. - Ya no nos servira de nada -dijo Porota. Al cabo de unos siete minutos estaban en el jardfn de la casa.Mimf Ie entrego la linterna al cochero, le envio muchos carifios a su padre, y el coche se marcho, Y haciendo 10 que siempre hacfan, es decir, cerrando los ojos y tomandose de las manos, volvieron al cuarto de Porota. Podemos asegurar que esa noche dunnieron muy bien.
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El terror de los vam piros y ot ras ca sa s inc ref bl es
Vamos a abandonar momentaneamente a nuestras amigas, Porota y Mimi, para esperar el regreso de los vampiros. Conviene que sepamos que les va a suceder. Poco a poco empezo a retirarse la noche. Algunas estrellas decidieron acostarse y cerraron los ojos, dejando de brillar. Otras caminaron por el cielo enbu scade sus habitaciones. Y comenzo a aparecer una debil claridad palidfsima. Por las cercanias se oyo de repente un ruido suave. Eran los vampiros de trapo que regresaban, despues de sus cacenas noctumas. Si se les observaba bien, podia advertirse que volvfan contentos. Les brillaban los ojos. Pero su vuelo era un poquito mas pesado, cosa muy natural pues habfan chupado mucho aserrfn, y 87
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-Algo pasa aquf, y muy desagradable -dijo otro, agitando un poco las patas y las alas.
Entonces exclamo un tercero, con voz llena de terror: -iEstamos prisioneros! jNos han cazado! [No podremos salir mas de aqui! Estas palabras produjeron el panico. Los vampiros comenzaron a hacer los mas desesperados esfuerzos para libertarse de la dura cola que habia colocado allf la astuta Porota. Pero imitilmente agitaban las alas oscuras y trataban de alzar las patas de trapo, pegadas a la madera como por 1a1i gama s perfida, jSocorro! -grit6 un vampiro, cayendo de costado a causa de los esfuerzos, y quedando pega do desde la cabeza a la cola de tres colores. -jSocorro! [Socorro! [Socorro! -fueron gritando todos, por turno, y luego en coro-. [Socorro, que perecemos! , Pero nadie venia a socorrer1es. Don Pedro, el fabric ante de mufiecos, continuaba durmiendo y roncando. No les podia ofr en suefios, y en caso de despertar era muy posi ble que tampoco les oyera. Las voces de los mufiecos no son perceptib1es y par eso nunca sabemos como piensan y como sienten. Unicamente Porota
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esto es 10 mismo que comer hasta hartarse peor todavfa.
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Volaron los vampiros en cfrculo frente a la ventana de la fabrics. l,Por que no entraban inmediatamente? Por una razon muy clara: porque esperaban la llegada de los rezagados. Apenas estuvieron todos reunidos -eran diez, exactamente:,. ~gitaron l~s alas a un mismo compas y se dirigieron hacia 1ave ntana. Cosa curiosa: no chocaron con los vidrios. Al contrario, pues pasaron a traves de ellos tan facilmente como una persona pasa de una calle a otra. "Como 10 hacfan? Esto, en reaIidad, es un misterio. Lo tinico que sabemos es que todos tenian los ojos cerrados en el momento de cruzar Ia ventana. Despues volaron ensile ncio por la sala oscuralle na de mesas con mufiecos. Era tan callado el v~elo que ni un solo mufieco abrio los ojos para mirarlos. Thanen fila los vampiros. Y en fila se colocaron uno tras otro en el estante. -l.Que sucede? -dijo en su idioma uno de los vampiros cuando todos estuvieron posados en e1estante. .
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U_ _ P O _ R _ O _ T A
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conocfa el secreto de escuchar a los mufiecos y de hablar1es. Y Porota no Ie ha contado a nadie c6mo se consigue aquello. As! fueron pasando las horas. L1eg6 la manana. se levant6 don Pedro, entre en la sala y comenz6 a trabajar. No les dio una sola mirada a los vampiros. Estaba decidido a no fabricar mas, pues nadie los compraba. Y asi paso eldi a y volvio lano che. Los vampiros trataron de desprenderse de su liga espantosa, pero no 10co nsiguieron. Ahora ya no tenian fuerzas para gritar. Estaban desesperados. -iMoriremos! -dijo uno, poniendo los ojos en blanco. -iAy! [Y que dulce era chupar el aserrfn del cuerpo de los guardias de la ciudad de los mufiecos! -euspiro otro que era goloso-. [Ya todo esta perdido! iAdios, hermosas noches de aventuras! . Entretanto, de nuevo Porota y suamiga Mimi estaban listas para partir. Dentro de tres minutos seria la medianoche. Aguardaban impacientes la serial del cochero. Y, en el instante exacto, la sefial se dej6 ver en los vidrios. -Vamos -dijo Mimi. 90
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pv~--~~~-----~ -Llevaremos
buenas noticias
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-exclam6
Porota. Y bajaron hasta el coche. EI cochero las saludo con el respeto acostumbrado. -Vamos ala ciudad delos muiiecos de trapo -orden6 Porota, -Seran cumplidas las ordenes de la noble dama -exclam6 el cochero, azotando a sus caballos. . 1 El viaje fue feliz. Porota serei a aladv ertir e entusiasmo de Mimi, que no cesaba d~ hablar· -lQue contento va a estar mr padre.1 -exclamaba-. l,Estas segura, Porota, que esta
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")
noche no saldran losv ampires . . , _Completamente segura, Mimi ',Me 10juro y volvi6 a jurar mi amigo el carpmtero. Esa cola los mantendra prisioneros hasta el fin de los siglos. . _. Y cuando es el fin de los siglos? -~o llega nunca -dijo porota, que ahora se daba cierta importancia Y respondia a tod~s las preguntas con la seguridad de un .sablO que habla de las estrellas 0 de los abismos submarinos. Aparecieron de pronto las puertas de la 91
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LA_P_O_R_O_TA
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ciudad de los mufiecos, Fueron saludadas por los guardias y se abrieron las puertas de par en par para que pasara el coche. En las calles, todos los mufiecos las saludaron con su habitual cortesia. Y el coche Ueg6 ante la casa del gobemador. Bajaron Porota y Mimi, entraron y sefu eron corriendo ala sala en que Pirulo sepa saba lama yor parte de su tiempo. Lo encontraron trepado en un columpio, balanceandose alegremente. -jPapa! -grit6 Mimi, trotando hacia el con los brazos abiertos. Baj6 Pirulo del columpio y exclarn6 un poco avergonzado: -Perdone lanob ilfsima Porota laesc ena que acaba de ver. Un gobemador no debe columpiarse; pero, iestaba tan aburrido! -i.,Y por que no te casas, papa? -pregunt6 Mimi. Pirulo solt61a risa y dijo: - Tienes raz6n. Cualquier dia de estes elijo una esposa en la ciudad. Pero Porota se puso seria de repente y exclarn6: -jHablemos de cosas serias, Pirulol l,No me preguntas nada? 92
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L~A~PO~R~O~TA~
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EI gobemador se rasco Iaca beza, pidio que Ieper d?naran su involuntario olvido y pregunto ensegllIda con voz ansiosa: -L,Hay novedades? - Y muy grandes -contesto Porota-. Desde luego los vampiros ya estan prisioneros. Nunca m a s volvenin a molestarlos. -jHable, hable, Porota, por favor! Soy todo orejas -dijo Pirulo. Porota le conro cuanto habfa hecho lanoc he anterior. Pirulo Ia escuchaba con una atencion profunda y de vez en cuando lanzaba un silbido agudo para demostrar sureg ocijo. Cuando Porota termin6 su relato, salto sobre ella y la abrazo muchas veces. -jSalvadora! iProdigiosa herofna! [Luz de nuestras tinieblas! jEspada de nuestra venganza! j Ancla de sa1vacion! j Baluarts de nuestro reposo! -excl~aba, y era tan grande su jubilo que por sus mejillas rodaban unas lagrimas de trapo de un hermoso color esmeralda. Porota senna Ia mayor felicidad de su existenci~. El regocijo de Pirulo Ie Uegaba hasta 10ma s profundo del corazon, j Que delicia era hacer el bien! 94
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Pero de siibito el gobemador se sintio inquieto: -L,Estas segura, [oh salvadora de nuestro reino!, de que hoy no vendran los vampiros? L.Completamente segura? -No vendran hoy ni nunca mas, Pirulo, Entonces elgob emador corrio hacia lacue rda que habia enun rincon y tiro de ella. Sono una campana y aparecio poco despues un criado. -Llama algen eral enjefe denue stro ejercito, Llama a los consejeros de Ia ciudad. Llama a todos los personajes de importancia. Llama ... Llama ... EI criado creyo que el gobernador se habia vuelto loco, pues nunca 10 habia visto asf, Echo a correr por el palacio, gritando: -jTodos ala sala de la gobernacionl [Todos ala sala! [Todos, todos! Se abrfan puertas, asomaban cabezas, y muchas bocas preguntaban a un tiempo: -l,Que ocurrio? l,Qu6 sucede? L.Queaeontece? E1cr iado, sin dejar de correr, respondia: -jNovedades! [Grandes novedades, talvez: 95
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~--------~----~~ j Todos
a la sala de la gobemaci6n! iTodos a la sala! [Todos, todos ... ! Y los mufiecos se daban prisa en lavarse las manos, en peinarse, en ponerse la casaca 0 las botas para acudir a la sala de la gobernaci6n. A l poco rato ya no cabian mas mufiecos en la sala inmensa. Porota se divertfa viendo a tanto personaje importante que la miraba, la volvia a mirar, y aguardaba las palabras del gobemador. Pirulo pas6 una mirada grave por toda la concurrencia; guard6 un silencio teatral, y dijo despues con su voz mas sonora: -Lagrimas, [desapareced! Risas, [asomad! Y en un abrir y cerrar de ojos he aquf que en la enorme sala estal16 una carcajada estrepitosa. Nadie dej6 de refr, Pero todos callaron al mismo tiempo, y dijo el gobemador, sefialando a Porota: -jCelebrad a nuestro escudo! [Horad a nuestra fortaleza! Los mufiecos no supieron que hacer. Entonces Pirulo dio el ejemplo cayendo al suelo y golpeandolo siete veces con la cabeza de trapo. Lo imitaron todos. Y Porota se ri6 al ver unos mufiecos gordos que despues no podfan levantarse 96
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y tenian que ser ayudados, tenninada la extrana ceremoma. . . . Volvi6 a haber un profundo sllenclO Y Pirulo con sus palabras mas escogidas, narro a los ~sistentes 10 que Porota habia hecho con los vampiros. . d -iBravo! iVivanuestrasalvadora! iRema ~ nuestra alegria! iPrincesa de nuestro descanso. -gritaban por aqui yp or alla. . . Y cuando hubo silencio otra vez, Plrulo dijo: _. Que hacemos ahora, Porota? L~ muchachita se sinti6 cohibi,da: iHa?l~ delante detan ta gente, Senor! Pero Mlffilla ammo apretandole suavemente una mano.. " -Hay que traer aca a los vamplros -diJo Porota .. Inmediatamente se present6 el general en jefe del ejercito y se cuadr6 ante Pirulo, que le diol as siguientes 6rdenes: , _Toma los vehiculos mas veloces y marchate con los granaderos mas rapidos y mas ~sforzados. Los vampiros estan prisioneros Y sm fuerzas. Hay que traerlos aca. 97
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traeremos v encrid os y h . -Los " '11 -gnto el general agita d umi ados nas que tenia en el r~buston ouh medallas de o r o Y lie pec o. sa 0 elg eneral seg .d d menos del gobemad 'p U1 0 etodoelmundo con regocijo A po or, orota y Mimi, que rei~ . co empezaron campanas. Bran miles de a sonarunas VOcesclaras, parecidas a ;nenUdas campanas de as de los cencerros de la s vacas deju guete.
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-~Que es eso? -pregunt6 P - Todas las cam orota. panas cantan nuestro jubi-
-respondi6 el gobemador. -l Y no las escucharan 10 gunt6 Porota. . sh ombres? -pre-
-jImposible! -diio P' separa nada meno J llulo-. De ellos nos extensa y sabe gU~d~e toda la noche, que es nuestros secretos.
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Una ceremonia solemne
Al cabo de cierto tiempo, entr6 en la sala un oficial de vistoso uniforme y anunci6 desde el umbral: -Los carros de guerra vienen de regreso, Su Sefioria. El pueblo ha salido a recibirlos. Se dirigen a la plaza. -Ire enseguida -murmur6 Pirulo, invitando luego a su hija y a Porota a que le acompaiiaran. En las calles habia un regocijo extraordinario. La noticia habfa corrido con la rapidez de un rayo de extremo a extremo de la ciudad, y nadie se habia quedado en casa. Hombres, mujeres Y nifios,ves tidos con sus trajes mas hellos, llevaban flores de trapo y cantaban hirnnos de victoria y dejub ilo. Cuando la multitud vio al gobernador, los aplausos estallaron. Pirulo sefialaba aPoro ta. 99
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Y de repente unos granaderos, a una indicaci6n de Pirulo, tomaron en hombros a Porota y la llevaron triunfalmente por la ciudad, camino de la plaza. Las ovaciones estallaron. Porota sentia su coraz6n alborotado de alegria indescriptible. Agitaba sus manos en todas direcciones, respondiendo a los saludos. Y llegaron los carros en que los granaderos fueron en busca de los vampiros. Dentro de elIos
habfa unos sacos. De elIos sacaron a los vampiros, con las patas desgarradas despues de haber sido arrancados de la cola que los mantenfa presos. Sonaron unos tambores. Ahora habfan dejado a Porota en el suelo, rodeada de granaderos, y la muchachita todo 10 miraba con grandes ojos. Pirulo se acerc6 a ella y le dijo: -Dentro de unos instantes estare a tu lado nuevamente. Ahora tengo que dar algunas ordenes. Y se alej6. Porota vio que los vampiros, conducidos por unos soldados, fueron colocados al pie de unos arboles de curiosa forma. Bran de trapo y lucian unas hojas de un verde maravilloso. No cesaban de sonar las campanas. Y la gente 100
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cantaba con entu . ~ rna ' srasmn, Elb ulli . yusculo. Pero al 0 de ., . CIO,pues, era pues poco a poco ~e ~blOde~lrelgObemador, h~sta llegar a ser profun~ohaclendo el silencio P1rulo que se dirigia a . Y se oy6 la voz de -Mufieco _ su pueblo. di s y munecasd e t . -. 1JO-,aqui tenemos a nue es a cmd_adeterna cidos para siempre Nue stros enerrugos veny a ella debemos d 1 stra salvadora es Porota MufiecadeTrapoH ar e enseguioa el titulo de onorartap' - E S tallaron los apl araslemprejamas de alegria. ausos, los vitores, los gritos , -Pero enm edio d go el gobemador- s e ~ue8tro regocijo -agreUegado el momento e a za n~estro deber. Ha vampiros. de la ejecucion de los Sonaron los tamb lado de Porota.. ores y Pirulo volvio al -No me gusta ver muchachita. correr sangre -dijo la -:Nada temas- repuso . . vampires lamb' , , el gobemador - La . len estan relle : s Y no slguieron habland n o s con aserrtn. momentos unos fusileros eO. porque en esos locaban ante el gru 0 de xpe?-mentados se coP vampires yapuntaban. 10 2
Un oficia1 de grandes bigotes tenia .1evantada su espada de madera, vueltos los ojos bacia Pirulo. El gobemador guifiG de repente su ojo izquierdo y alin stante baj6 el oficia1 su espada. Dispararon los soldados. Fue un rumor 1eve, pero esto no impidi6 que las balas fueran muy efectivas, pues los vampiros se estremecieron. Lentamente se les fue desangrando el coraz6n de aserrfn. Habian dejado de ser unpeligro para siempre. El pueblo estallo en grandes gritos. Los cadaveres de los vampiros fueron subidos en los carros Yco nducidos muy lejos, donde se les dio sepultura. Entretanto Porota pedia que no la pasearan nuevamente en triunfo por la ciudad; pero no consigui6 detener alpue blo, que lelanz aba flores, mientras los granaderos la llevaban en hombros hasta el palacio de la gobernaci6n. Cuando volvi6 la calma, Porota le dijo a Pirulo que temia que ya la neche hubiera pasado en elmu ndo delos hombres. El gobemador mir6 su reloj pulsera y contesto: -Falta una hora todavfa para que amanezca. Hay que darse prisa. 103
Y Porota, acompaiiada de M' " . nni, regres6 en un coche muy veloz. 'Qu" -I: -ill' M' ; e contenta me siento' ec1 a.mtno. ". ~o rrnr por Porota, sin contestarle la a ". teoTambien estab . . ' brazo tiemamen_ ." a contentay n e li emoClOnrecordando t d 1 0p o ah ablar de noche. 0 0 0 acontecido aquella
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Aqui te rmi na nu es tra hi stori a
A
Ia maiiana siguiente, cuando se levant6 don Pedro, el fabricante de mufiecos de trapo, por casualidad mir6 hacia el estante de los vampiros. Al no verlos, se puso palido. -jOh, han entrado ladrones! -grit6-. [Me han robado mis vampiros! iY yo tan confiado siempre! Enseguida inspeccion6 cuidadosamente toda su fabrica y advirti6 que s610 habfandesaparecido los vampiros. "Es curiosa -pensaba don Pedro-. Los ladrones no se han llevado sino los vampiros, que nadie compra. No me 10 explico." Pero para evitar que a su fabrica volvieran a entrar ladrones, esa misma manana hizo poner unas barras de hierro en Ia ventana y otra en la puerta. Ademas, se compr6 un rev61ver para sentirse mas protegido. Entretanto, Porota despert611ena de alegrfa 105
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'J~~..... .
ys et omo e1 desayuno con un apetito . §..~"" Crujfan las tostadas de pan entre sus dientes nudos. Mimi, en cambio, dormfa nonuamente. ~ §: '"";t En su cara habfa una sonrisa de jiibilo. sin despertarla, se incline sobre ella y la beso en la frente y en la nariz. Y pasaron dos 0 tres dfas. Ahora no salfan en las noches y se levantaban muy temprano. Mimi tambien jugaba con los gorriones, hasta que uno de ellos de repente la picote6 en una mejilla. Porota, al ver llorar a Mimf se enoj6 con los pajaros y los expuls6 del jardfn, -Durante tres dias no les dare migas -les grit6. Pero una noche de repente apareci6 en los vidrios dela ventana del cuarto dePo rota lasef ial del . cochero. Mimi se levant6 y le dijo a su amiga: -Vienen a buscarnos. Bajaron y se fueron alegremente ala ciudad de los muiiecos. Y allf habfa una gran fiesta. En la plaza se habian colocado innumerables mesas para el mas descomunal banquete popular que pudiera imaginarse. Porota fue sentada entre el gobernadory Mimi.Durante elban quete tocaron unas orquestas. Unas bailarinas danzaron. Un 107
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coro de cuatrocientas voees canto la canci6n de la ciudad delos mufiecos de trapo. Despues hab16 el gobemador. Se Ie conferfa a Porota, oficialmente, su titulo de Mufieca de Trapo Honoraria. Porota sonreia feliz. Cuando termin6 la gran fiesta, Porota le dijo a Pirulo: -Me gustarfa contarle todo esto a mi madre. Nunca Ie oeulto nada. -No te 10 va a creer -dijo Pirulo-. Pero si quieres contar esta hermosa historia de nuestro pueblo, puedes hacerlo, Porota. Y por eso, al dfa siguiente, despues de almnerzo, Porota comenz6 a contarle a su madre la curiosa aventura de que era heroina inolvidable. -iQue imaginaci6n tienes, Porota! -exc1am6 la madre riendo-. l.Piensas ser novelista cuando crezcas? -Soy Mufieca de Trapo Honoraria -dijo Porota llena de orgullo-. Lo que cuento es absolutamente verdadero. Volvi6 a reir la madre y Porota se fue en busca de Mimi. -No me ha crefdo -Ie dijo a su muiieca-. 108
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Hernan del Solar Cree que es un nuevo juego mio. . -~sf es la gente cuando crece -contest6 Mi-mf-. Y por eso no nos entendemos nosotros con la gente grande. .. -De todos modos, le he contado la verdad -dlJO Porota-. iY que ganas tenia de no callar
nuestra aventura!
Nacio
en Santiago el 19 de septiemb re de 1901 . Su vocaci6n literaria se ma nifies ta temp ran am ente dur ante su vida es colar, en el colegio Sa n Ju an Ba utista deLa salle. A los 18 aries publica su primer libr o de po em as : Senderos, y a los 19 se incorpora ala redaccion de la rev ista Zig-Zag, do nd e ap arecen su s prime ros cu en tos , Ju nto a escritores de la ep oc a, pu blica en 19 28 la rev ista Let ras. En tre 19 32 y 1934 se desemp efia co mo as esor literario de la Ed itorial Zi g-Za g, ca rgo qu e lue go sirv e en la Ed itorial ErciUa . En am ba s cu mpie un a imp or tan te lab or de tradu cc i6n de gr an de s au tor es eu ro pe os , fac ilitand o
-En ade1ante -murmur6 Mimi- iremos una vez al mes ala ciudad de los mufiecos. EI viaje eS,la:go y no podemos hacerlo todas las noches. Tu tienes que donnir. , - Y ni tambien, Mimi. Porque no te perdon~a que fueras sola. Si vo y una vez al mes a la ciudad de los mufiecos, 10 mismo haras tti. .-Te 10 prometo -dijo Mimi, sonriendo graclOsamente. ,Y as! fue, efectivamente. Una vez al mes llego Porota c.onMimi a la ciudad de los muiiecos de trapo. Y siempre se las acogi6 con alegria. -jEscudo de la dicha! [Salvadora nuestra! -exclamaba Pirulo, abrazando a Porota. . Y .1~muchachit~ estaba encantada de que la qursieran los munecos tanto como 1aquerian sus padres y todos sus vecinos. 11 0
su difus i6n
en Ch ile. A I mi smo tiem po inicia su labo r de
crftico literario, qu e co ntinu ara du ran te tod a su vida . En 19 35 con trae ma trimo nio con Elen a Pe tit Ma rfan,
con qu ien tendra un hijo -Emilio-, ac tua lme nte un gr an matematico. En 194 6 funda la Ed itorial Ra pa Nui, de stina da a pu blica r s6 10 libr os pa ra nifios, En ella en treg6 libros com o EI ch or oy de or o, de Mar iano La torre; Cocori, de Jo aq uin Gu tierrez: Guauguau y sus amigos, de Lu is Du ran d, y, so bre todo , Papelucho, de Ma rce la Pa z. Co mo muc ho sesc ritores no leent rega ba n a tiernp o los libros , elpro pio He man del Solar empez6 a escribirlos. Para que su nombre no se repitiera de ma siad o, se inv en tab a seud 6n imo s: Ba t Pa lme r, Ri card o Ch ev alier, Ju an Ca me ron y mu chos otros. Pese a la rapidez con que cre6 estas ob ras, va rias de ellas es tan en tre las ma s en tretenida s y bien escritas de la literatura infantil ch ilen a: La s ave nt ur as de Tot ora ; La Por ot a, Ma c, el mi cr ob io de sco no ci do , Ki d Pan ter a; Cu an do el
vienio
des apa re ci 6, El cr im en de lacal le Bamb i, y no me no s de otro s
treinta ntu los ... En 19 52 es de sign ado pr ofesor de la Escue la de Pe riod ismo de la Un ive rsida d de Ch ile. Ese mi sm o afio publica La no che de enfrenie, que inc luye algu nos de los me jores cue ntos es critos en Ch ile. En 19 68 obtien e el Pr emi o Na ciona l de Literatura y al ano sigu ien te es elegido
mi emb ro
la Len gua , Mu ri6 en Santiago el22
de numero
de la Academi a
de febrero de 198 5.
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Chilena de