SÍNDROME DE ALIENACI ALIENACIÓN ÓN PARENTAL
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SÍNDROME DE ALIENACI ALIENACIÓN ÓN PARENTAL JOSÉ MANUEL AGUILAR CUENCA
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© José Manuel Aguilar Cuenca © EDITORIAL SÍNTESIS, S. A. Vallehermoso, 34. 28015 Madrid Teléfono: 91 593 20 98 http://www.sintesis.com
ISBN: ISBN: 978-84-995896-0-2 978-84-995896-0- 2 Reservados todos los derechos. Está prohibido, bajo las sanciones penales y el resarcimiento civil previstos en las leyes, reproducir, registrar o transmitir esta publicación, íntegra o parcialmente, por cualquier sistema de recuperación y por cualquier medio, sea mecánico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin la autorización previa por escrito de Editorial Síntesis, S. A.
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Indice
Presentación
Capítulo 1. Introducción In troducción 1.1. Descripción Descripción y y presentación clínica del problema 1.2. Curso Curso del problema Cuadro resumen Cuadro resumen Caso Ca so clínico Preguntas de autoevaluación
Capítulo 2. Etiología 2.1. Cambios en las relaciones de pareja tras el divorcio 2.2. Cambios en la crianza de los hijos 2.3. Cambios legales y jurídicos 2.4. Modelos cercanos de relaciones familiares Cuadro resumen Caso clínico Preguntas de autoevaluación
Capítulo 3. Evaluación 3.1. Criterios de identificación 3.1.1. Campaña de injurias y desaprobación del padre alienador 3.1.2. Justificaciones débiles, frívolas o absurdas para el desprecio 3.1.3. Ausencia de ambivalencia en los sentimientos de odio 3.1.4. Autonomía de pensamiento o fenómeno del “pensador independiente”
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3.1.5. Apoyo del progenitor alienador 3.1.6. Ausencia de sentimientos de culpabili culpabilidad dad 3.1.7. Escenarios prestados 3.1.8. Extensión del odio al entorno del progenitor alienado
3.2. Niveles del SAP 3.2.1. Nivel leve 3.2.2. Ni vel moderado moderado 3.2.3. Nivel severo
3.3. Diagnóstico diferencial 3.3.1. Abuso sexual 3.3.2. Ansiedad Ansi edad por separación separación
3.4. Otras variables variables a consi considerar derar 3.5. El SAP en el DSM Cuadro resumen Caso clínico Preguntas de autoevaluación
Capítulo 4. Tratamiento I: guía para el terapeuta 4.1. Objetivos a conseguir 4.1.1. Consideraciones previas previas a la interve i ntervención nción
4.2. Conductas de interferencia 4.2.1. Conductas directas de interferencia 4.2.2. Conductas indirectas de interferencia
4.3. Estrategias de intervención 4.3.1. Objetivos generales para todas las intervenciones 4.3.2. Terapia psicológica 4.3.3. Mediación familiar 4.3.4. Punto de encuentro familiar 4.3.5. Contacto progresivo 4.3.6. Cambio de custodia en el SAP
4.4. Consecuencias del SAP 4.4.1. Consecuencias para los hijos 4.4.2. Consecuencias para los padres
Cuadro resumen Caso clínico Preguntas de autoevaluación
Capítulo 5. Tratamiento II: guía para el paciente 7
5.1. Objetivos a conseguir 5.2. Estrategias para el progenitor 5.2.1. Estrategias ante la comunicación perversa 5.2.2. Estrategias ante la conducta de rechazo 5.2.3. Err Error ores es comunes
Cuadro resumen Caso clínico Preguntas de autoevaluación
Anexos Claves Cl aves de respuesta Bibliografía
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Presentación
A mi hermana, hermana, P edro, edro, María y Alberto, que me atan a la v ida
La utilización de los hijos en los procesos de divorcio es un tema recurrente en la literatura especializada en las últimas cuatro décadas. Desde el área estrictamente jurídica o desde otras que desarrollan su labor en el foro judicial (trabajo social, medicina o psicol psicolog ogía) ía) decenas de profesional profesionales es han recogido recogido sus experi experiencias encias y datos en trabajos que suman miles de casos, a lo largo y ancho de decenas de estados, describiendo unos hechos universales y concretos, que se presentan independientemente del sistema judicial en donde ocurren, la cultura en la que se inscriban los sujetos implicados o los valores que predominen en la sociedad. Esto ha hecho que muchos profesionales lo consideren un hecho singular y diferenciado de otros problemas también presentes en los procesos familiares patológicos. El primer capítulo sirve de presentación clínica del problema. En el segundo capítulo se exponen con claridad los orígenes de las distintas aproximaciones al problema, así como la evolución del concepto, que ha ido pareja al desarrollo de los procesos de divorcio en los países occidentales. Los cambios sociales que han modificado los papeles que décadas antes se les otorgaban a hombres y mujeres, la propia concepción de la infancia como etapa vital cuya protección se prima, por encima de cualquier otro interés, han modificado las primeras definiciones del problema. Desde una visióncuya definición se centraba en el enfrentamiento entre los progenitores por la custodia de los hijos en el divorcio, a una concepción más amplia que abarca toda aquella situación por la cual unos menores son presionados para que rechacen de forma injustificada a uno de sus progeni progenitores, tores, bien bien provocado por el otro progenitor progenitor u otra persona cercana, o bien en los momentos del litigio por la custodia o en otras etapas de la vida familiar. En el tercer capítulo se describen las conductas que presentan los menores afectados. Sin embargo, es igualmente imprescindible conocer las estrategias que se llevan a cabo para lograr su implantación, las distintas fases que atraviesa el menor en el desarrollo de los comportamientos patológicos, los procesos de comunicación utilizados por los progeni progenitores tores y todas aquell aquellas estrategi estrategias que pueden llevar a convertir convertir al propio profesional profesional en parte fundamental del problema. problema. P or esta razón, en el cuarto capítulo capítulo se ha dedicado especial atención a analizar todos aquellos abordajes que, siendo bieni bienintenci ntencionados onados y positi positivos vos en otros escenarios, escenarios, aquí no son útil útiles, llegando legando incluso ncluso a ser contraproducentes. La terapia psicológica, la mediación familiar, los puntos de 9
encuentro familiar o los regímenes de visitas progresivos son claros ejemplos de lo que estamos hablando. Finalmente, el quinto y último capítulo recoge todas aquellas estrategias que pueden ser de utilidad para ayudar, tanto al niño como al adulto implicado, a superar el problema, sin olvidar revisar los errores más frecuentes que pueden entorpecer alcanzar el fin buscado. El texto presenta un profundo conocimiento, claro, detenido y razonado de aquello a lo que nos enfrentamos, con multitud de ejemplos de cada una de sus peculiaridades, con intención de hacer que distintos operadores judiciales y de la salud mental comprendan a qué se están enfrentando, sepan analizarlo, llevar a cabo un diagnóstico diferencial, discriminar las estrategias que realizan los sujetos responsables de su ocurrencia, ofrecer pautas para ayudar a los afectados y recomendaciones recomendaciones a nivel nivel jurídico jurídico y clíni clínico co que permitan permitan abordarlo.
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1 Introducción
La generalización del divorcio en las sociedades contemporáneas, fruto del cambio cultural que establece que las relaciones de pareja son temporales, ha ofrecido un nuevo contexto en el que la conducta humana se desenvuelve bajo determinadas condiciones. Estas condiciones definen escenarios, demandas, límites, estrategias y, consecuentemente con lo anterior, secuelas que los profesionales deben conocer, siendo específicas del problema problema que los orig origina ina y sin sin que los encontremos en otros lug ugares ares donde los seres humanos han venido desarrollando su actividad de forma habitual. En las parejas en conflicto se presentan distintos escenarios que podrían justificar el desarrollo de problemas en los niños. En primer lugar, podemos entender que los padres, ocupados en su enfrentamiento, están menos disponibles para sus hijos, lo que provoca una disminución en la calidad del trato que reciben. La ansiedad, cuando no el agotamiento físico, emocional y económico, va directamente en detrimento de la cantidad y calidad de tiempo y energías que los padres pueden dedicarles. En segundo lugar podríamos encuadrar a aquell aquellos niños niños que, como reacción al conflicto conflicto paterno percibido, percibido, tienden a desarrollar problemas de conducta o somatizaciones, convirtiéndose el síntoma en expresión del problema familiar. En tercer lugar estaría el quebranto del desarrollo del proceso de imitaci mitación ón del padre del mismo mismo sexo, sexo, que se ve alterado, alterado, cuando no definitivamente eliminado, tras la ruptura de muchas parejas. En cuarto lugar no podemos olvidar olvidar que los niños impli implicados en procesos de divorci divorcioo están más expuestos a un mayor número de modelos de comportamiento inadecuados, bien hostiles o de manipulación cuando no abiertamente agresivos, que tienden a asimilar y repetir. Finalmente, podríamos considerar un quinto grupo de consecuencias negativas en los menores que son las que se derivan de las prácticas educativas dispares a las que se ven sometidos por unos padres que no se comunican tras el divorcio, especialmente en la aplicación de la disciplina, que alteran las guías conductuales que los niños necesitan para adquirir límites, hábitos y valores fundamentales para su desarrollo como futuros sujetos autónomos, afectando especialmente a su autoestima, los principios generales que controlan su comportamiento y la relación que establezcan con los demás. A finales de la década de los setenta, Wallerstein y Kelly (1980) llevaron a cabo un estudio con 131 hijos de familias cuyo divorcio había sido muy conflictivo, encontrando que en un 25% los menores estaban estrechamente aliados con sus madres. Las autoras denominaron refusers – rechazadores– rechazadores– a estos menores, describiendo cómo habían 11
tomado parte, junto con sus madres, en la campaña de denigración y rechazo de sus padres. Erin Pizzey, la pionera británica en el campo de la violencia doméstica, fundadora del primer hogar de acogida para mujeres en Inglaterra, definió el concepto de terrorismo amiliar , buscando describir las acciones patológicas que algunos miembros de la familia realizan para, mediante las estrategias más sutiles, someter a sus deseos al resto de los miembros. Esta autora expuso las razones que llevaban a algunos progenitores a ejecutar las acciones de extorsión y manipulación, para lo que no dudaban en usar e implicar a sus propios propios hijos. En la misma década, varios autores, que se incluían en la escuela de Milán, publi publicaron disti distintos ntos textos que resumían su trabajo de los últimos últimos años. a ños. Entre alg algunas de sus contribuciones se encuentra su definición de maltrato psicológico centrada en el conflicto de la pareja, por el que el menor es víctima de una reiterada violencia verbal o de una presión psicológica tal que lo perjudica. Cirillo y Di Blasio (2008) incluyeron en esta última categoría todas aquellas situaciones de separación conflictiva donde los menores son abiertamente utilizados por los padres en su recíproca disputa, con evidentes y graves efectos en el equilibrio emotivo del niño. Su trabajo fue más allá, y definieron distintas etapas de lo que ellos llamaron juegos famili ares ares. En la primera etapa, la familia en donde se desarrollará el maltrato sobre el hijo presenta un conflicto conyugal explícito, caracterizado por la oposición constante y sistemática de un integrante de la pareja con el otro. En la segunda etapa, a medida que perdura el conflicto, los hijos son empujados a entrar en el campo de batalla y a ponerse de parte de uno de los padres. A continuación, el niño, que ahora se ha inclinado hacia uno de los padres, comienza a dirigir su propia hostilidad hacia el otro. En la cuarta y última etapa, el juego familiar se vuelve más complejo, ya que el niño asume, a su vez, la posición de instigador activo del maltrato. Por aquel entonces conceptos como brainwashed –lavar el cerebro–o active rogram of vociferous condemnation –programa activo de repulsa exagerada–habían sido utilizados por Gardner en su libro Family Evaluation in Child Custody Liti gation (1982), pero no fue hasta unos años después cuando el profesor de Psiquiatría Infantil de la Universidad de Columbia acuñó por primera vez el término Síndrome de Alienación Parental (SAP), en un artículo titulado Recent trends trends in divorce and custody liti gation (1985), con el que quiso englobar los procesos de interferencia parental que venía observando en su práctica forense, destacando el uso de las denuncias de abusos sexuales falsas como estrategia para lograr tal objetivo. De forma independiente, pero en la misma línea, Ross y Blush (1990) reunieron en un trabajo sus experiencias profesional profesionales es como peritos peritos en tribunal tribunales es de famil familia, describi describiendo endo tipol tipolog ogías ías de progeni progenitores tores que llevaban llevaban a cabo acusaciones acusaciones falsas de delitos delitos sexuales. sexuales. Ante la dimensión y alcance del problema, la Sección de Familia de la American Bar Association designó a Clawar y Rivlin para llevar a cabo un estudio longitudinal que se prolong prolongóó durante 12 años, con una muestra de más de 700 casos. En este trabajo, los autores encontraron que el 80% de los progenitores divorciados practicaban la 12
programación programación parental en distintos distintos grados y que en el 20% de los casos se llevaba a cabo de forma diaria (Clawar y Rivlin, 1991). A partir de aquellos años, centenares de autores han hablado de este fenómeno y recogido este término, contribuyendo a su extensión desde sus planteamientos iniciales, y profundizando profundizando en su comprensión. comprensión. En la actuali actualidad, la literatura literatura profesional profesional de 30 estados ha tratado el tema, extendiéndose a todos los rincones del planeta. Su alcance ha sido tan amplio que casi desde su comienzo ha generado polémica. En la actualidad resulta difícil encontrar un concepto psicológico que haya afectado a tan diversas áreas. La aparición del SAP ha modificado la práctica legal y forense –tanto en los procesos de divorcio, como en los procesos penales en los que se está considerando el abuso sexual intrafamiliar–, la práctica sanitaria –por las consecuencias en la salud de los implicados a corto y medio plazo, así como por la utilización de los profesionales médicos y psicól psicólog ogos os para la evaluaci evaluación ón o elaboraci elaboración ón del problema–, problema–, los servici servicios os social sociales es y de protección, protección, la terapi tera piaa de pareja pare ja y la educación. educación. Junto a esto, el hecho de que haya hecho tambalear creencias culturales y políticas establecidas, mostrando que la realidad humana es mucho más compleja y difícil de aprehender de lo que un análisis superficial pudiera hacer creer, ha construido un término que hoy día alcanza los tribunales de países tan distantes como Nueva Zelanda o Israel, los códigos civiles de Brasil o Alemania, requiriendo de los profesionales un nuevo esfuerzo de actualización y conocimiento, que este libro pretende facilitar.
1.1. Descripción Descripción y pre pre sen se ntación clínica clínica de de l prob problem lemaa Aunque, como hemos visto antes, distintos autores habían señalado el relevante papel de las alianzas que se producen dentro de las familias en conflicto, la definición de síndrome de alienación parental la ofreció el psiquiatra Richard Gardner en los siguientes términos: El Síndrome de Alienación Parental (SAP) es un desorden que se desarrolla principalmente en el contexto de las disputas por la custodia de los hijos. Aunque el conflicto es en mayor medida entre los padres, puede presentarse entre otros tipos de figuras, como por ejemplo padres vs. segundas parejas, padres vs. abuelos, abuelos, padres vs. otros familiares, familiares, etc. Es principalmente principalmente la manifestación de una campaña de rechazo del niño contra contr a uno de sus progenitores, campaña que no tiene justificac justificac ión por el comportamiento c omportamiento de este. Es el resultado de la combinación de la programación del padre adoctrinador y la propia contribución del hijo en la denigración del padre objetivo (Gardner, 1998).
A diferencia de posturas previas, la definición anterior sitúa claramente el escenario de surgimiento del problema y establece el origen y las consecuencias en la conducta del menor. El diagnóstico del SAP se realiza cuando se presente la sintomatología en el niño, pero no en el grado en el cual el alienador alienador ha intentado inducir nducir el desorden (Gardner, 13
2001). Aquí se distinguen dos momentos que el evaluador ha de considerar. En un primer primer instante, el niño niño es educado para odiar odiar a uno de sus progeni progenitores tores y es posteriormente, posteriormente, cuando los argumentos argumentos utili utilizados están interiori nteriorizados zados por el niño, niño, cuando aflora la expresión del rechazo en este. Por otro lado, diferencia claramente entre dos conceptos que de modo incorrecto se han venido usando como sinónimos. El término Alienación Parental (AP) es un concepto genérico que incluye aquellas situaciones en las cuales el hijo rechaza a un padre. El origen de este rechazo puede encontrarse en la presencia de abuso físico, emocional o sexual, abandono, negligencia o, incluso, rechazo adolescente dentro de la relación paterno fili filial. al. El SAP SAP sería entonces e ntonces de un tipo diferente, pues el origen origen del rechazo, que no está justificado, es una campaña sistemática de injurias y desaprobación que uno de los progenitores dirige hacia el hijo con la intención de que se enfrente al otro padre, con el que hasta ese momento tenía una buena relación, o bien, debido a la corta edad del menor, impidiendo que pueda llegar a tenerla. Aunque inicialmente se definió el momento de la disputa por la custodia de los hijos como el lugar central en donde se presenta el problema, la experiencia forense ha documentado ejemplos en donde el SAP se ha presentado años después del momento del divorcio y cuando la titularidad de la custodia no estaba en entredicho. El SAP puede desencadenarse por desacuerdos entre los progenitores distintos a la custodia, como podrían ser la disol disoluci ución ón de los bienes bienes de la pareja (Cartwrigh (Cartwright,t, 1993) o la aparición aparición de una nueva relación de pareja (Warshak, 2000; Aguilar, 2009). En resumen, el síndrome de alineación parental (SAP) es una patología relacional consistente en un deterioro en la relación entre padres e hijos, caracterizado por un cambio del comportamiento del menor con uno de ellos, resultado del proceso por el cual el otro progenitor transforma la conciencia de sus hijos mediante distintas estrategias con objeto de impedir, obstaculizar o destruir sus vínculos con ese padre, hasta hacerla contradictoria con lo que cabría esperar de una adecuada relación paterno filial. La característica distintiva de este problema relacional es que el rechazo injustificado del hijo es el resultado de una campaña de desprestigio e injurias por parte del progenitor alienador, argumentos que el hijo interioriza iniciando por sí mismo los ataques al otro progeni progenitor tor,, hasta que finalmente finalmente rompe el e l contacto con él. él.
1.2. Curso Curso del proble problem ma Una vez definido qué entendemos por SAP, el diagnóstico del profesional sobre la existencia o no de este problema en la unidad familiar que se está evaluando se articula en la discriminación de la presencia o ausencia de una serie de criterios de identificación. Su inclusión en una de las tres categorías en los que se distribuyen los casos –leve, moderado o severo–estará en función del número de los criterios que los menores 14
expresen en su conducta. Aunque dedicaremos un apartado específico para definir los criterios de identificación, lo importante aquí es entender que estamos hablando de un proceso, por tanto la sintomatología del problema va agudizándose conforme transcurre el tiempo. Esto es muy importante si tenemos en cuenta que algunos investigadores han encontrado una relación clara entre el número de conductas de rechazo presentes en los menores y el grupo en el que eran asignados –leve, moderado o severo–, en función de los criterios clásicos establecidos para definir el SAP. Estos datos apoyarían tanto la pertinencia de los criterios establecidos por Gardner como la existencia de diferencias entre los tres grupos, de tal suerte que, a mayor número de conductas de rechazo, más probable es que esté presente un SAP severo. Contrariamente, Contrariamente, los hijos con pocas conductas estaban inclui incluidos dos en el grupo de SAP leve (Burrill, 2006). También existiría una relación entre las conductas negativas presentes en los progenitores alienadores y las conductas negativas en los hijos. A mayor número de conductas de rechazo presentes en los progenitores alienadores, más conductas de rechazo en los menores. La autora del estudio encontró la misma relación en cuanto a la probabilidad de que se mantenga el contacto con el progeni progenitor tor ali alienado. Cuando el grado de severidad severidad se incrementa, el porcentaje de hijos hijos que visitan a sus padres alienados decrece. Otras variables estudiadas fueron el número de expresiones de afecto de los hijos hacia sus padres alienados, el porcentaje de enfado expresado hacia los mismos y la presencia de conductas de denigración. En todas las variables estudiadas, los datos demostraron que había una diferencia estadísticamente significativa entre los grupos establecidos en función de los criterios de SAP. El intervalo para la elaboración de un SAP en los menores va de los 5 a los 12 años. Johnston (1993) y Wallerstein y Kelly (1980) consideran que la edad más crítica para la elaboración de los cuadros de SAP se encuentra entre los 9 y los 12 años. Sin embargo, en la práctica judicial se han recogido procesos que habían alcanzado el nivel severo en menores de 7 años. La diferencia de estos menores más pequeños es que su postura es mucho menos elaborada, más rígida, con menor argumentación y más fácilmente superable cuando son apartados de la fuente de alienación. Conforme los niños van sumando años, sus razonamientos son más elaborados, hasta que consiguen una autonomía que les permite hacer contribuciones propias al proceso, bien apoyando las declaraciones del progenitor alienador, bien incorporando nuevas acusaciones y argumentos a la campaña de rechazo del progenitor alienado. Esto se debe a que es más probable probable que se presente el rechazo de uno de los progeni progenitores tores cuantos más años hayan pasado los menores inmersos en el confli conflicto de pareja, sumado al hecho de la presión presión psicol psicológ ógiica –ex –expresa presa o sublimi subliminal nal–– que dibuja dibuja un escenario escenario de toma de partida partida en donde “o estas conmigo o contra mí” y a que, en estas edades, la elaboración de la moral adquiere un carácter dicotómico en su análisis. Hasta los 9 años los niños entienden que hacer el bien es obedecer las reglas impuestas por los adultos. Carecen de la capacidad de comprender las instrucciones que reciben y, al juzgar un comportamiento, no perciben las circunstancias ni la intención profunda que lo motivó. motivó. De 9 a 12 años aproxi aproximadamente comienzan comienzan a entender la 15
complejidad de las dinámicas familiares, tendiendo a adoptar un análisis polarizado de la situación que hace que ubiquen a los que les rodean en extremos. Es en este momento cuando el SAP tiene un mayor riesgo de aparición. A nivel conductual y emocional también se encuentran diferencias. En niños de entre 5 y 9 años su principal expresión es la presencia de una fuerte angustia, motivada por la obligación percibida de ser fiel al progenitor alienador. La salida a esta situación es el establecimiento de la alianza patológica con la fuente de presión –lo que siempre implica rechazar al otro–, con lo que se consigue la inmediata disminución de la ansiedad y la confusión (Johnston y Campbell, 1988). La elaboración de esta alianza es más frecuente a partir de los 9 años, siendo una práctica universal al final del período. En menores cercanos a la adolescencia la elaboración de los argumentos es más compleja; las expresiones de temor y miedo hacia el alienado, más frecuentes en edades más tempranas, son sustituidas por frases cargadas de rencor, odio y desprecio. En estas edades son capaces de argumentar y contraargumentar cuando se les muestra las incongruencias de su relato, corrigen su discurso si perciben la necesidad de adaptarse a las preguntas del evaluador, o se coordinan con sus hermanos en el relato de hechos negativos o episodios que justifi can su deseo de permanecer alejados del progenitor alienado.
El SAP es un problema con más de tres décadas de investigación a sus espaldas que podemos describir como una patología relacional consistente en un deterioro en la relación entre padres e hijos, caracterizado por un cambio del comportamiento del menor con uno de ellos, resultado del proceso por el cual c ual el otro otr o progenitor transf t ransforma orma la conciencia c onciencia de sus hijos hijos mediante mediante distintas estrategias con objeto de impedir, obstaculizar o destruir sus vínculos con ese padre, hasta hacerla contradictoria con lo que cabría esperar de una adecuada relación paterno filial. Lo que lo distingue de otros problemas familiares es la presencia de un rechazo injustificado fruto de la campaña de desprestigio e injurias por parte del progenitor alienador, junto con la asunción por parte del hijo hijo de estos argumentos, que provocan que posteriormente y de forma autónoma el menor lleve la iniciativa en la situación. Aunque su estudio se inició como resultado de las disputas entre los cónyuges por la custodia de los hijos en el divorcio, la experiencia clínica nos ha obligado a extender el marco de referencia, incluyendo toda aquella situación en la que un adulto, de forma intencional y sistemática, presiona a los menores para que rechacen a uno de sus progenitores, sin que tenga necesariamente que estar unido a las disputas por la tenencia de la custodia. Su elaboración desde temprana edad describe una situación de grave riesgo para el desarrollo a corto y largo plazo de los menores afectados, con consecuencias en todas sus áreas como individuos. La alta frecuencia con la que se presenta en los divorcios contenciosos y las relaciones familiares patológicas patológicas obliga obliga a los profesionales profesionales a tener un profundo c onocimiento onocimiento de las dinámicas dinámicas implicadas. implicadas.
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Caso clíni c línico co Antonio y Marina deciden terminar su relación matrimonial. Llevan casados 18 años y han tenido tres hijos, Paloma y Mario, de 12 años, y María de 3. Ambos trabajan como funcionarios de la Administración local. De forma provisional, el juzgado establece unas medidas por las cuales Paloma obtiene la custodia de los hijos, otorgándoles el uso de la vivienda y una pensión que Antonio tendrá que ingresar en su banco en la primera semana del mes. Como régimen de visitas el juzgador acuerda que los menores estarán con su padre la tarde del miércoles y los fines de semana alternos, desde la salida del colegio hasta el domingo a las ocho de la tarde. Los dos primeros meses el régimen de visitas se cumple sin problemas. Sin embargo, Antonio comienza a percibir que Paloma cada vez está emocionalmente más distante con él. No le quiere contar cosas del colegio y, cuando se acerca a darle un beso, esta le pone la mejilla y hace un leve gesto de desagrado. Dos semanas más tarde, y cuando va a recogerlos del colegio el miércoles, tanto Paloma como Mario no lo saludan al subir al coche. Cuando recogen a la pequeña comienzan a jugar entre ellos, pero siempre s iempre en voz baja y sin querer responder a las preguntas pr eguntas de su padre. Al llegar llegar a casa cas a se s e ponen a hacer los deberes y, pasados unos minutos, comienzan a sonreír y a devolver las bromas que Antonio les hace. Tras varias semanas así, Antonio se acostumbra a dejar que pasen los primeros minutos hasta que sus hijos se relajan y se comportan de forma natural con él. Aunque ha entendido que los niños no vienen cómodos y su conducta es forzada, aprende que basta con que los deje tranquilos para que ellos mismos se comporten como siempre lo han hecho con él. Sin embargo, ese tiempo en que están huraños y tensos va aumentando conforme pasan las semanas, observándolo también en las horas previas a la vuelta al domicili domicilioo de su s u madre. Tras un comentario de su hijo Mario, Antonio aparece una tarde con unas zapatillas de deporte. Mario sonríe, grita de alegría y se las pone inmediatamente. Fabula delante de sus hermanas con lo que van a decir mañana sus compañeros de gimnasia y, pasadas las horas, vuelve a casa de su madre. A la media hora de haberlos dejado allí Mario está de nuevo en la puerta de la casa de su padre. Va calzado con unas zapatillas de estar en casa y lleva las deportivas en la mano. Con voz seca y desafiante le dice a su padre que no quiere las zapatillas y, sin esperar respuesta, vuelve a casa de su madre. El fin de semana siguiente Antonio quiere sacar en la conversación el tema pero le resulta imposible. En las dos ocasiones que lo ha intentado su hijo se ha levantado y se ha encerrado en su cuarto. Finalmente, decide dejar las zapatillas en un armario.
Preguntas de autoevaluación 1. El diagnó diagnóstico stico de SAP SAP se apli aplica a: a) Siempre que se encuentren conductas de interferencia. b) Al progenitor pro genitor alienador. alienador. c) Al progenitor alienado. d) Cuando los niños no quieren ver a uno de sus padres. e) A los menores.
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2. El SAP SAP apare aparece: ce: a) Cuando una pareja se separa. b) En los divorcios contenciosos. c) Como consecuencia de la actuación de los progenitores. d) En las disputas por los bienes. e) Cuando uno de los miembros de la pareja vuelve a casarse. 3. Las Las diferencias diferencias entre un un niño niño alie alienado nado de de 7 años años y otro de 12 son: a) Conductuales. b) Emocionales. c) De autonomía funcional. d) Conductuales y emocionales. e) Depende del nivel en el que el menor se encuentre. 4. Una de las las primeras primeras expresiones expresiones emocional emocionales es que aparecen aparecen en el menor menor es: a) Un período de tensión emocional al inicio del contacto con el progenitor alienado. b) Un período de tensión al principio y al final del contacto con el progenitor alienado. c) Expresiones verbales de rechazo. d) Un período de tensión que coincide cuando el menor vuelve con el alienador. e) Insultos y reproches sobre acontecimientos del pasado.
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2 Etiología
Tras una ruptura de pareja la relación entre los progenitores puede adoptar tres caminos (Maccoby, Buchanan, Mnookin y Dornbusch, 1993). En un primer grupo de padres (cooperadores), entendiendo que han de seguir relacionándose con su antigua pareja, anteponen las necesidades de sus hijos a sus propios deseos, miedos y frustraciones y mantienen una relación de cierta calidad con el otro padre. Estos progenitores hablan entre ellos de los temas que conciernen a sus hijos, llegan a coincidir en tutorías escolares o en actos culturales o deportivos en los que estos participan, consensuando decisiones e, incluso, modificando las decisiones judiciales establecidas en sentencia por su mutua conveniencia. Por su parte, los hijos aprenden rápidamente las normas y límites de la nueva situación, ajustando su comportamiento sin mucha dificultad, con lo que superan pronto las pérdidas pérdidas que impli implica la desaparici desaparición ón de la anterior situaci situación ón famili familiar. ar. El segundo grupo de padres divorciados (desconectados) lo forman aquellos que, una vez consolidada la ruptura de pareja, no mantienen ningún tipo de comunicación directa con el otro progenitor. Su comunicación es habitualmente indirecta –mediante burofax, burofax, abog abogados ados o los propios propios hijos– hijos– o, en las escasas ocasiones ocasiones que hablan hablan cara a cara, se limita a escuetas y asépticas expresiones que el receptor recibe con la misma actitud. Estos progenitores no comparten decisiones, pero tampoco interfieren en las del otro, aun cuando no estén de acuerdo y esporádicamente así lo hagan saber. Los hijos quedan en medio de ambos progenitores y, con un deseo expreso de no inclinarse hacia ningún lado, construyen dos mundos separados en donde los acontecimientos ocurridos en uno no se comentan, sino de forma escueta y ocasional, en el otro. Finalmente, un tercer grupo de progenitores divorciados (conflictivos u hostiles) llevan su conflicto de pareja más allá de su ámbito personal, introduciendo en su problema problema de pareja a sus hijos, hijos, famili familia extensa, extensa, entorno social social y servici servicios os públi públicos. Habitualmente uno de los padres, aunque puede ser que ambos coincidan en adoptar esa actitud, extiende su ruptura hasta hacer que los que le rodean tenga que asumir un papel en ella, prolongando prolongando el conflicto mucho más allá del momento de la crisis y el posterior divorcio. En esta situación, el papel de padre o madre del otro miembro de la antigua pareja es ning ninguneado uneado por aquel que se perpetúa en el conflicto, conflicto, cuando no considerado considerado inútil, sobrante o una amenaza. Kressel (1985) encontró que en torno al 40% de las madres custodias admitían negar el derecho de visitas de sus ex maridos como medio para castig castigarles, arles, mientras mientras Arditti rditti (1992) ( 1992) afirmó afirmó que más de la mitad mitad de los padres, con 19
más frecuencia en los no custodios, afirmaban que las visitas con sus hijos habían sido interferidas. Es en este escenario cuando surgen los procesos procesos de interferencia parental parental , en los cuales uno de los progenitores comienza a entorpecer la normal relación física y emocional de los hijos con el otro progenitor. Antes de seguir adelante debemos concretar conceptualmente lo que está ocurriendo en estos asuntos. Una gran parte de los profesionales que se acerca a estos procesos consideran, y así lo dejan recogido en sus informes, que el problema surge por la ruptura de la pareja. Sin embargo, en la mayoría de los casos no se está dilucidando un conflicto de pareja, sino que se está utilizando aquello que se tiene al alcance –hijos, manutención, horarios de visita, etc.– para prolongar el conflicto. La ruptura ya está consolidada, en un altísimo porcentaje existen sentencias judiciales, se han liquidado bienes, se ha establecido custodio e, incluso, se han consolidado nuevas parejas y, sin embargo, no dejan de aparecer interferencias, interferencias, usando como excusa excusa precisamente esos elementos. Una vez aclarado lo anterior, podemos decir que los procesos de interferencia de las relaciones de un progenitor con su hijo en los contextos de divorcio contencioso tienen una estructura común y conocida: a)
En una primera fase, el progenitor –con mayor frecuencia el que tiene la guarda y custodia del hijo común–inicia estrategias de interferencia leves, que impiden la fluidez y espontaneidad de la relación padre e hijo. Entre otras, podemos referir como estrategias más comunes: – No comunica comunica la información nformación académica o sanitari sanitariaa del menor al otro progeni progenitor tor.. – No facil facilita las llamadas telefóni telefónicas cas y los contactos espontáneos del menor con el otro progenitor, limitándose en el mejor de los casos al cumplimiento estricto del régimen de visitas establecido judicialmente. – No consiente consiente cambios cambios o modifi modificacio caciones nes de días u horas del régimen régimen de visita, excepto si son de su conveniencia. – No favorece fa vorece la imagen del otro progenitor progenitor,, así como de su famil familia extensa, extensa, en el menor.
b)
En una segunda fase, elabora estrategias de interferencia que logran interrumpir puntualmente puntualmente el contacto entre los menores y el otro progeni progenitor tor,, entre las que podemos encontrar: – Expresi Expresión ón de comentarios comentarios esporádicos denigrant denigrantes es y de desautorización desautorización del otro padre, que hacen que el menor decida incumplir acuerdos adoptados previamente. previamente. – Justifi Justificacio caciones nes a puntuales puntuales incumpl incumpliimientos mientos del régi régimen de visi visitas tas con 20
partes médicos médicos o activi actividades dades extraescol extraescolares ares que ocupan el horario horario correspondiente al otro progenitor. – Búsqueda de apoyos a sus acciones acciones –entre la famili familiaa y amigos, amigos, pero también entre los profesores, médicos, psicólogos, trabajadores sociales– en su entorno social. – Aumento de la tensión tensión en el momento de la transició transiciónn de los padres en el régimen régimen de visitas. visitas. – No comunicación comunicación al otro progeni progenitor tor de actos públi públicos en los que partici participa pa el hijo común –obras teatrales, salidas culturales, demostraciones deportivas. c)
Finalmente, en un tercer momento, las estrategias de interferencia alcanzan su expresión más severa, logrando la interrupción del contacto por períodos largos: – P resentación resentación de denuncias denuncias de malos malos tratos y abusos sexual sexuales es del otro progeni progenitor tor hacia hacia el menor, menor, con intención ntención de interrumpir nterrumpir el régimen régimen de visitas. – Traslado Traslado de residenci residenciaa para dificu dificult ltar ar o imposibi mposibillitar el régi régimen de visi visitas tas del progenitor no conviviente o hacer impracticable una custodia compartida. – Sustituci Sustitución ón de la fig figura parental por una nueva pareja o por otro miembro de la familia de origen. – Inculcació Inculcaciónn mali maliciosa ciosa constante en el menor para que rechace y tema al otro progenitor. progenitor.
El resultado de lo anterior en los niños, en su forma más extrema, es la elaboración en los menores de un SAP. La diferencia radica en que los procesos de interferencia parental encontramos acciones acciones del progeni progenitor tor que busca activamente activamente entorpecer la relación, mientras que el SAP consiste en la construcción en el menor de un rechazo impuesto, que el niño asume y al que incorpora su propia contribución.
2.1. Cambios en las relaciones de pareja tras el divorcio Antes de entrar en la explicación del conflicto, debemos entender las características de la situación ante la que nos encontraremos, ya que van a venir a establecer ciertos límites y peculiari peculiaridades dades en el trabajo de evaluaci evaluación, ón, diag diagnósti nóstico co e intervención. intervención. Esta exposició exposiciónn de un problema en el cual son centrales los errores de comunicación, tomará como eje los 21
princi principi pios os recogidos recogidos en la Teoría de la Comunicació Comunicaciónn Humana (Watzl (Watzlawick, awick, Beavin Beavin y Jackson, 1991). Una unidad familiar satisface un conjunto de necesidades en el desarrollo de los hijos. En una primera etapa predominan las necesidades de alimentación. Posteriormente el control y la orientación, así como el establecimiento de un marco seguro de referencia desde el cual explorar el mundo que le rodea. Ya en la adolescencia la individualización, que busca la autonomía del sujeto, se enfrenta al control y las restricciones que imponen los padres. En palabras de Minuchin y Fishman (2010), los niños no pueden crecer e individualizarse sin rechazar y atacar. El divorcio rompe el equilibrio, la homeostasis del sistema familiar. Es entonces cuando los límites entre los distintos miembros del sistema –p. ej., la madre–o subsistemas –p. ej., madre/padre– se distorsionan, viniendo a interferir en el funcionamiento familiar y, por tanto, en la satisfacción de las necesidades que el desarrollo de los hijos requiere. Muchas parejas recuperan la homeostasis perdida temporalmente, ajustando la nueva realidad familiar surgida tras el divorcio a las necesidades que deben satisfacer en los hijos y en ellos mismos. Crean un nuevo equilibrio ajustado, con mayor o menor fortuna, a la nueva situación. Por el contrario, muchas otras no lograr modificar su forma y funciones, convirtiendo su funcionamiento como sistema en inadecuado y estableciendo transacciones patológicas entre sus miembros. En todo divorcio, los progenitores se ubican en una situaci ón de no escape, es decir, se encuentran obligados por los vínculos comunes –emocionales, materiales y jurídicos– que constituyen los hijos a encontrarse. En tal escenario se produce la imposibilidad de la no comunicación: en tanto es imposible no comportarse y, considerando que toda conducta comunica, los sujetos implicados en esta situación no pueden dejar de comunicar con el otro. Finalmente, el escenario jurídico incorpora estrategias idiosincrásicas –denuncias, demandas, interferencias, dilaciones, ejecuciones, negociaciones, carga de trabajo del juzgado, etc.– que pueden ser utilizadas por ambos implicados y su entorno. Sin embargo, la posibilidad de utilización de dichas estrategias se enmarca en un escenario asimétrico, en tanto el progenitor que tiene la guarda y custodia del menor parte con una ventaja, definida tanto por el propio sistema judicial como por el sistema relacional del que disfruta con los hijos, frente al progenitor no custodio. En la actualidad, la tendencia de la Administración de Justicia de preferir mantener la situación de custodia con el progenitor que en ese momento la posea es tan férrea que no debe sorprender encontrar situaciones en las cuales, habiéndose comprobado una situación de maltrato en el menor, los operadores judiciales insistan en no modificar la situación, alegando para ello cualquier razón. Aun cuando la tenencia de la guarda y custodia es la asimetría más común, podrían darse otras –psicopatologías, rasgos de personalidad, habilidades particulares, etc.– que marcarán igualmente la desigualdad entre los progenitores. En la práctica, la mayor capacidad, un historial psicopatológico no incapacitante o la presencia de rasgos de comportamiento que se ajustan mejor a la crianza de los hijos, no son elementos 22
determinantes para el otorgamiento de la custodia. Las cifras de custodia más recientes (Instituto Nacional de Estadística, 2011) demuestran claramente que la preferencia por la opción materna monoparental (83,8%) es claramente un automatismo –basado en argumentum ad antiquitatem– en los países de habla española y, en menor medida, inglesa. Las diferencias en una pareja no tienen por qué generar un conflicto. Si ambos miembros de la relación respetan el papel y contribución del otro miembro, por más que no estén de acuerdo, el enfrentamiento no se producirá. Este sería el caso de los dos primeros primeros tipos tipos generales generales de relaciones relaciones (cooperadores y desconectados) entre los miembros de la pareja tras el divorcio que planteamos antes. Únicamente surge el conflicto cuando no se respeta al otro en sus opiniones, responsabilidades y decisiones, como sucede con los progenitores hostiles. El conflicto significa oposición, enfrentamiento en posturas, ideas o creencias, y surge cuando uno las pretende imponer al otro. Cuando el otro progenitor no asume o coincide con sus ideas, su forma de hacer las cosas, de educar, cuidar, alimentar o asear a los hijos en común, se elabora el conflicto, se deteriora la comunicación, y uno de los progeni progenitores tores –aunque podrían ser los dos– inici niciaa un proceso de devaluaci devaluación ón del otro en su papel de padre, para lo que se fabrica cualquier estrategia de desprestigio que corrobore sus propias creencias sobre él. De esta suerte, las inferencias que lleve a cabo serán distorsiones que se ajusten a sus creencias, interpretaciones desde el punto de vista del que busca encontrar argumentos que apoyen sus sospechas, que utilizarán en un proceso de justificación justifi cación reconstructiva . La percepción que de la realidad tiene cada sujeto se realiza en función de que atiende a unos estímulos y no a otros. Esa atención diferencial está directamente relacionada, entre otros, con sus creencias, preferencias y erarquía de valores idiosincrásica. Como resultado de ello el sujeto piensa que solo hay una realidad, el mundo tal como yo lo veo, y que cualquier visión que difiera de la mía tiene que deberse a irracionalidad o mala voluntad (Watzlawick et al., 1991). Es fundamental para nuestros intereses no perder de vista esa atribución de causas, así como, con vista al tratamiento, la forma que plantean con intención de intervenir en el círculo vicioso establecido debido a una comunicación patológica. En la atribución de causas, y recordando que nos encontramos en una situación de no escape, el sujeto que no quiere comunicarse, pero que se ve obligado a hacerlo, puede elegir entre distintas alternativas. Rechazar la comunicación, de forma más o menos educada, pero sin mayores consecuencias que un aislamiento genera la construcción de dos mundos en los cuales los niños entrarán y saldrán, aprendiendo rápidamente que nada de lo que ocurra en el mundo A será referido en el mundo B, y que si el progenitor del mundo B me pregunta algo sobre el mundo A será mejor que elabore estrategias de escape o evitación. La segunda alternativa será aceptar la comunicación, tal vez a costa de odiarse a sí mismo, pero justificando el sacrificio por el bien superior de los hijos. Los progenitores son formalmente corteses, escuchan aunque rara vez consideran la información que el otro les comunica. Los hijos contemplan la frialdad y distancia que se ha levantado entre 23
sus padres y entran en el juego de fingimientos en el que, como un teatro contemporáneo, todos saben que actúan, aun aceptándolo como mal menor. También podemos descalificar la comunicación, haciendo que sea inútil. Las descalificaciones abarcan una amplia gama de fenómenos comunicacionales, tales como autocontradicción, incongruencias, cambios de tema, tangencializaciones, oraciones incompletas, malentendidos, estilo oscuro o manierismos idiomáticos, interpretaciones literales de la metáfora e interpretación metafórica de las expresiones literales, etc. Finalmente, existe una cuarta alternativa de comunicación, útil para defenderse de la imposibilidad de la no comunicación en una situación de no escape como la que tenemos entre manos, cual es la elaboración de excusas o razones –dolor de cabeza o ignorancia del idioma, pero también temor, miedo, presunción de abusos o malos tratos– que vengan a justificar la imposibilidad de comunicarse, lo que la Teoría de la Comunicación Humana define como síntoma como comuni cación . Sería el recurso a motivos que están fuera de nuestra responsabilidad y control, en nuestro escenario de divorcio generados por el otro, ante los cuales cuales solo solo podemos defendernos. P sicol sicológ ógicamente, icamente, la “treta” se vuelve perfecta cuando la persona logra convencerse a sí misma de que se encuentra a merced de fuerzas que están más allá de su control, y se libra así de la censura por parte de los “otros significativos” y de los remordimientos de su propia conciencia (Watzlawick et al., 1967). Conceptos como los de defensa perceptual o disonancia cognitiva , muestran algunas de las formas en que los sujetos son capaces de convencerse a sí mismos en situaciones como estas. En el caso de los progenitores alienadores esta estrategia tiene una segunda lectura psicol psicológ ógiica. Mientras Mientras la aceptación aceptación o el rechazo en la comunicaci comunicación ón es una admisi admisión ón del otro, en tanto que ambas son mensajes que el receptor envía al emisor, la no consideración del otro, su deseo de alienarlo, es decir, apartarlo de la vida que forman el progeni progenitor tor y su descendiente, descendiente, es la estrategi estrategia final final para su eli eliminación minación,, en tanto se le niega existencia en la unidad familiar. Mientras que entre los progenitores se produzca aceptación o rechazo de los planteamientos que cada uno defiende, se está aceptando al otro; por el contrario, la desconfirmación ya no se refiere a la verdad o falsedad, sino que niega la realidad del otro como origen de comunicación. En el rechazo, el mensaje que se envía es “No estoy de acuerdo contigo” o “No llevas razón y yo sí”, sin embargo, en la desconfirmación el sujeto dice “Tú no existes”. Podemos encontrar ejemplos en la historia que nos muestran claramente que la técnica de purgar los textos críticos de las purgar los bibl bibliiotecas, a los autores heterodoxos heterodoxos de los medios medios de comunicació comunicaciónn o, simplemente, simplemente, borrarlos borrarlos de las fotos ofici oficial ales es como ocurrió ocurrió en la época estali estalinista, nista, han sido sido estrategi estrategias muy útiles para eliminar a los opositores a la postura dominante. Para resolver esta situación de comunicación patológica, los mismos autores antes citados reconocen que estos casos constituyen círculos viciosos que no se pueden romper, a menos que la comunicación misma se convierta en el tema de la comunicación, en otras palabras, hasta que los comunicantes estén en condiciones de metacomunicarse. Para ello tienen que colocarse fuera del círculo. Si buscamos un ejemplo, podemos ver que una de las cuestiones centrales que se plantea en esta situación es quién tiene 24
derecho a decidir sobre qué en los niños, lo que genera conflictos tanto sobre la primera
parte de la frase –quién– –quién– como sobre la segunda segunda parte –qué–; una vez más el núcleo del problema problema es la falta falta de respeto a los derechos y obli obligaciones aciones del otro, a su derecho a ejercer de padre o madre con sus hijos en el tiempo que le corresponde. La solución únicamente puede llegar en el momento en el que ambos sean capaces de hablar sobre lo que el otro hace, lo que él mismo hace, cómo sus hijos reaccionan a sus actos, y cómo todo ello afecta a los niños y a ellos mismos. Es decir, la solución se encuentra en la consideración del otro como igual en lo referente a la relación con los hijos comunes.
2.2. Cambios en la crianza de los hijos A partir de los años setenta, la asunción por parte de los padres varones de un papel más activo en la crianza de sus hijos llevó a modificar los criterios de la decisión de custodia en la mayor parte de los estados de EE UU, adoptando como pauta para la concesión de la custodia el superior interés del menor . Si bien este criterio incorporó factores como la estabilidad y la continuidad, también ha provocado una fuerte dependencia en la toma de decisiones en los juzgados de la relación entre el progenitor y el menor. Esta relación es frecuentemente explorada a través del interrogatorio del hijo, tanto por el juzgado como por los profesional profesionales es de la salud mental. mental. Desde los años ochenta, la demanda de los padres para tener un mayor acceso a particip participar ar en la vida vida de sus hijos hijos ha provocado que algunos algunos estados norteamericanos norteamericanos adopten la custodia compartida o los acuerdos de coparentalidad como criterio en los divorcios. En España, como en otros países europeos y latinoamericanos, el mismo movimiento social ha cogido cuerpo desde comienzos del siglo XXI. Junto a lo anterior, la vinculación entre otorgamiento de custodia y bienes materiales (vivienda familiar y pensión pensión aliment alimentici icia, a, de tal suerte que aquel progenitor progenitor al que se le asign asignaa la custodia del menor queda en la vivienda familiar y recibe la pensión alimenticia del hijo) ha aumentado exponencialmente los conflictos en los juzgados, donde los hijos se han convertido en un objeto codiciado, al constituir la llave de la alcancía. A lo anterior debemos sumar la cada vez mayor relevancia que las opiniones de los hijos tienen en la decisión final de los juzgados, tanto en positivo como en negativo. Aunque parezca una obviedad debemos resaltar que no solo se adoptan decisiones de acuerdo con las preferencias de los hijos. En más ocasiones de las que parece se toman por el supuesto riesgo que constituye el contacto de uno de los progenitores con el menor. Es aquí donde se ubican las denuncias continuas por supuestos abusos, agresiones, acoso, etc., que, en países como España, han alcanzado cifras por encima del 80% de los casos, como veremos en el apartado correspondiente. Estas denuncias son muy útiles por varias razones. La primera es que son asuntos muy difíciles de probar, pero también también de desmentir desmentir, dejando una duda que sobrevolará, sobrevolará, años más tarde y 25
convenientemente recordada por la parte interesada, sobre la judicial. La segunda es que debido a la falta de medios, no pueden ser valoradas adecuadamente y con rapidez, contaminando el testimonio, cuando no haciéndolo inválido. Estos procesos se alargan también por la propia alarma que generan en los profesionales afectados que, ante la más mínima duda, dilatan el procedimiento o adoptan estrategias de intervención –por ejemplo, regímenes de visitas progresivos o supervisados– que agudizan el problema de alienación. La tercera razón es, tal vez, la que mayor controversia ha podido generar allá donde se ha expuesto. La interposición de una denuncia de abusos falsa no tiene consecuencias legales para aquel que utiliza de forma torticera los instrumentos legítimos y necesarios para defender a los menores realmente agredidos, logrando lesionar gravemente los derechos de los padres e hijos implicados. En la experiencia profesional recogida para la escritura de este texto, que abarca 14 años, no se ha podido recoger un único caso en donde la prueba empírica, comprobada técnicamente y con apoyo en ocasiones de documentación videográfica, haya generado consecuencias legales serias al infractor. Todo divorcio acarrea un conjunto de emociones para los miembros de la pareja implicados. Algunos individuos ven el sistema familiar resultante como una evolución del anterior, una respuesta ante los cambios que el cese de la convivencia de los miembros de la pareja arrastra. Sin embargo, otros sujetos perciben que el nuevo sistema familiar puede tener un doble doble papel. papel. En ocasiones ocasiones se convertirá convertirá en el lugar en donde expresar dichas emociones. En otras, en el medio o justificación. Es decir, es el sistema familiar en donde se pretenden resolver los problemas emocionales particulares de los miembros de la pareja rota. De esta suerte la sensación de pérdida, culpa, amenaza a la identidad personal o fracaso, así como la necesidad de resarcimient resarcimiento, o, veng venganza anza o el sentimien sentimiento to de propiedad propiedad se harán presentes, implicando mplicando a todos los miembros y arrastrando las consecuencias que veremos a lo largo de este libro. Siguiendo a Minuchin y Fishman (2010), la claridad de los límites en el interior de una familia constituye un parámetro útil para la evaluación de su funcionamiento. Algunas familias se vuelcan hacia sí mismas para desarrollar su propio microcosmos, con un incremento consecuente de comunicación y de preocupación entre ellos. La distancia entre los miembros de estas familias es mínima y los límites están difuminados. Un sistema de este tipo se sobrecarga y carece de recursos para adaptarse y cambiar ante situaciones de estrés. En palabras del propio autor, se establece un sistema aglutinado, en donde un subsistema de madre e hijo puede excluir al padre que se convierte en excesivament excesivamentee desligado. desligado. Aun lo anterior, tal vez lo más interesante es la forma en que el autor describe la forma de reaccionar de este tipo de familia ante un estresante. En los sistemas familiares aglutinados, es decir, con límites difusos entre sus miembros, la conducta de un miembro afecta de inmediato a los otros, y el estrés de un miembro individual repercute intensamente a través de los límites y produce un rápido eco en otros subsistemas, respondiendo el conjunto con una excesiva rapidez e intensidad. Este es el comportamiento habitual de las familias en donde se inscriben los menores alienados. 26
2.3. Cambi Cambios os legales lega les y ju j urídicos rídicos El ámbito judicial, su organización y modo de funcionamiento, así como el estilo de actuación de los operadores judiciales que, de un modo u otro, intervienen en los procedimient procedimientos os de divorcio, divorcio, tienen un papel muy relevante en el proceso de alienaci alienación. ón. La disonancia entre las medidas legales que se acostumbran a aplicar y la realidad familiar afectada por esta problemática, hace que la instancia judicial acabe teniendo un papel fundamental en la elaboració elaboraciónn del SAP. SAP. En el estudio estudio llevado a cabo por Cartié, Casany, Domínguez, Gamero, García, González y Pastor (2004) encontraron que un 88% de los casos de SAP analizados el régimen de visitas estaba regulado por el juzgado, con un grado de incumplimiento del 72%. La dilación en las medidas, con años de demora para resolver sobre asuntos que han provocado la suspensión suspensión judici judicial al del contacto del menor con uno de sus padres, es otro de los serios problemas con los que nos enfrentamos. El menor en desarrollo evoluciona, construye y destruye sus vínculos emocionales a un ritmo que el sistema judicial no es capaz soportar. La causa de que este maltrato infantil sea tan difícil de detectar para aquellos que no tienen formación, y consecuentemente corregir, se encuentra en que habitualmente es disfrazado de amor. Sus causantes son aquellos sujetos que la sociedad ha designado como los principales protectores del niño, lo que provoca un conflicto cultural y moral que dificulta la aceptación de esta realidad. Junto a ello, al encontrarse dentro del plano emocional, sus estrategias y consecuencias no dejan marcas evidentes. Todo ello ampara la tolerancia a este tipo de maltrato, cuando no la abierta justificación, de muchos de aquellos que entran en contacto con él. No podría entenderse si no el hecho de encontrarnos con casos de SAP severos, en cuyos expedientes judiciales se acumulan decenas de peritajes o sentencias condenatorias por incumplimiento del régimen de visitas, evidencias materiales de haber elaborado denuncias falsas, o informes oficiales en donde los menores hablan abiertamente de la inculcación a que son sometidos, y no se tomen medidas para la protección de estos niños. Por otro lado, los acuerdos legales que se alcanzan en los procedimientos judiciales están directamente afectados por el perfil de los abogados implicados, a lo que debemos incorporar la contribución de profesionales psicólogos, médicos y psiquiatras que, con su informe pericial, contribuyen a que el asunto transcurra por uno u otro camino. Si bien estos profesionales pueden inclinar el procedimiento hacia la conflictividad y el desencuentro, también es igualmente cierto que muchos progenitores buscan este perfil de profesional para lograr alcanzar sus objetivos de interferir en la relación de su ex pareja con sus hijos hijos comunes. A pesar de todo lo anterior, el automatismo legal más importante a la hora de explicar muchos de los asuntos que se enquistan en los juzgados es la decisión de custodia a favor de la madre, que viene acompañada del otorgamiento de la vivienda familiar y la gestión de la manutención que el padre debe aportar para el sostén de los 27
hijos. Y no por ser una decisión inadecuada, ya que lo mismo ocurriría si el automatismo se inclinara hacia los padres, sino por las sensaciones emocionales que construye en los miembros de la pareja. Muchos progenitores custodios se consideran, pues de facto así ocurre, en una posición superior con respecto al otro miembro de la pareja sobre los hijos. El otorgamiento de la custodia acarrea una creencia de mejor capacitación, de superior responsabilidad sobre los hijos, así como de percepción del otro como satélite, superfluo cuando no inconveniente. Si bien la falta de sanción de los comportamientos ilícitos es algo extraordinariamente serio, al generar una percepción de inmunidad en el responsable y de indefensión aprendida en aquel que lo padece, en lo que debemos reparar aquí es en las consecuencias de todo ello. El sujeto que interfiere en la relación paterno filial, sin sufrir consecuencias notables, elabora una sensación de privilegio e inviolabilidad que lo hace cada vez ser más audaz en sus acciones, aumentando su severidad y agravando los efectos. De esta forma es fácil observar que los procesos y las estrategias utilizadas, y con ello los riesgos para los menores, van aumentando en gravedad, hasta alcanzar el nivel máximo, muy directamente relacionado con el nivel de formación cultural y recursos –privados o públicos– a los que tiene acceso el progenitor que interfiere. Lo anterior nos debe indicar que, por un lado, la intervención para interrumpir estas situaciones debe desarrollarse con la mayor rapidez posible. Así mismo, demuestra muy claramente lo acertado de ciertas legislaciones que, a la hora de establecer una custodia monoparental, se inclina por el progenitor que muestra mayor disposición para que el otro padre tenga un amplio contacto con los hijos comunes. En Alemania, distintas resoluciones de las Oberlandesgericht –OLG o Cortes de Apelació–- de Fráncfort, uremberg o Colonia consideran la tolerancia del vínculo como criterio esencial del derecho de custodia y capacidad de educar, es decir, el respeto de las relaciones y de los vínculos establecidos con ambos padres y la disposición de mantener la relación con la otra parte progenitora. En distintos estados de EE UU –Idaho, Illinois, Pensilvania, Misisipi, Florida, Alabama, Míchigan– se ha recogido en su jurisprudencia referencia expresa a la consideración negativa, a la hora de atribuir la custodia, a los indicios de que cualquiera de las partes haya facilitado al tribunal, a sabiendas, información falsa en relación con un procedimient procedimientoo sobre viol violenci enciaa doméstica; doméstica; por otro lado, lado, desde ese mismo mismo país se ha elaborado el concepto progenitor progenitor más generoso generoso, que hace referencia a la elección del progeni progenitor tor custodio custodio que muestre una mayor capacidad capacidad para favorecer el contacto significativo y continuo con el otro progenitor.
2.4. Modelos cercanos de relaciones familiares En los procesos en los que se diagnostica SAP, el funcionamiento de los subsistemas 28
familiares resultantes, así como de las familias extensas de cada miembro de la pareja rota, tienen un papel muy importante que debe ser tenido en cuenta, al actuar en cada uno de los momentos de la construcción, desarrollo y tratamiento de este problema. Cuando se forma una pareja, los miembros se enfrentan a un conjunto de decisiones iniciales que van a determinar su futuro relacional. Entre ellas se encuentra el reparto de las tareas del hogar, las salidas de ocio o las relaciones sexuales. De esta forma las parejas deciden deciden quién, quién, cuándo y cómo se cocina, cocina, el tiempo que ocuparán los amigos amigos de uno u otro, o la frecuencia y forma de los encuentros sexuales. Todo esto conforma transacciones, es decir, comportamientos y decisiones que hacen que las conductas de ambos se ajusten y regulen de una forma determinada. Una de las tareas que se lleva a cabo en este momento es la separación de la familia de origen, así como la elaboración de las transacciones que con ella se establecerán a partir de ese momento. De esta forma, los miembros de la pareja dejan recogido cómo se relacionarán con sus padres, hermanos y resto de parientes a partir de ese momento. Es entonces cuando la pareja ha logrado forma una nueva unidad, independiente, aunque relacionada con sus familias de origen. En muchas rupturas en donde los hijos han sido diagnosticados de SAP, nos encontramos que esa tarea no ha sido elaborada o se ha llevado a cabo de forma ineficaz. La nueva unidad familiar no se ha desvinculado de forma clara de la familia de origen de alguno de sus miembros, observando cómo llegan a confundirse la nueva unidad con la preexi preexistente. Así, Así, por ejemplo, ejemplo, en las decisi decisiones ones que debería adoptar la nueva pareja cuando no son tomadas directamente, pesa de forma definitiva la familia de origen no desvinculada. Otro de los acontecimientos que podemos observar es la asimilación del miembro de la pareja, que en su momento se alejó de la familia de origen, una vez la ruptura se ha llevado a cabo. Esta asimilación no se ha de confundir con apoyo, sino como verdadera recuperación del miembro perdido que vuelve a formar parte de la unidad de la que se alejó, en una relación simbiótica que hace que su ruptura se convierta en uno de los ejes centrales del grupo social resultante. Este miembro, recuperado tras el divorcio, entra a formar parte del sistema familiar aglutinado, tanto física como, y esto es aun más importante, emocionalmente. El sistema familiar resultante hace propios sus problemas, apoyando y reaccionando ante las amenazas exteriores, subjetivamente percibidas. En los procesos de SAP, el papel de estos miembros de la familia extensa –abuelos, tíos, cuñadas, etc.– es muy importante, siendo en ocasiones el foco inicial de instigación del rechazo al otro progenitor. Tal es así que, en muchas de las decisiones judiciales en donde se ha recurrido al cambio de custodia de los menores afectados de SAP severo, se ha incluido la limitación temporal del contacto del hijo alienado tanto con el progenitor alienador como con la familia extensa. Estos miembros familiares adoptan una posición activa en la inculcación maliciosa al menor, bien introduciendo comentarios y conductas injuriosas, bien apoyando las que llevan a cabo los progenitores alienadores primarios. Cuando el progenitor alienador no se encuentra presente, estos familiares asumen el papel de aquel, aquel, manteniendo manteniendo la campaña de injurias injurias y descalifi descalificaci cación. ón. Las estrategias para introducir a un hijo en el conflicto entre los miembros de la 29
pareja adoptan diversas diversas formas. Buscar construir construir un conflicto de lealtades suele ser el más frecuente debido a la facilidad con la que se puede llevar a cabo. En esta situación, los hijos son obligados a tomar partido en determinado momento por uno de los progeni progenitores, tores, lo que impli mplica enfrentarse necesari nece sariamente amente al otro. La forma f orma más m ás sencill sencilla es preguntarl preguntarlee por su opini opinión ón sobre un asunto cuando c uando está presente la persona a la que una respuesta afectaría o podría interpretarse de forma negativa. También se puede construir utilizando a los niños como mensajeros. Con motivo de la llegada de su madre para recogerlos con intención de pasar el fin de semana juntos, unos niños se vieron obligados a bajar a la puerta para decir que ellos no querían ir. Puestos en la disyuntiva, el mayor de los tres se dirigió a su madre y, encogiéndose de hombros, le dijo: “Nos queremos ir contigo y te queremos, pero nos espera papá arriba”. Este conflicto de lealtades va más allá de la presencia o no del progenitor alienado. El menor teme que este conozca por terceros su “infidelidad” y esconde sus sentimientos delante de otros adultos o niños. Un escenario puede darse en el punto de encuentro encuentro amiliar , lugar en el que los progenitores llevan a los hijos con objeto de que el otro padre pueda llevar llevar a cabo su régimen régimen de visi visitas. tas. Padre –¿No querías verme? Niño Niño (mira al trabajador trabajador del punto de encuentro y guarda silencio. silencio. Cuando el niño y el padre se s e quedan a sola s olass el menor se acerc a al oído de su padre y le contesta c ontesta susurrando) sus urrando) –Que sí papá, que sí. P. –¿Que sí qué? N. –Lo de antes.
Al reclamarle el padre una expresión de afecto, el menor evalúa que el profesional del centro puede escucharle y, ante el temor de que su progenitor alienador llegue a enterarse, el menor calla y aprovecha cuando él y su padre están a solas. Aun así su expresión emocional es muy limitada, la falta de permiso psicológico para amar a su padre le hace que use un lenguaje lenguaje oscuro. En la triangulación cada padre requiere que el hijo se una a él contra el otro padre. En todas las ocasiones en que el hijo se alía a uno de ellos se le define automáticamente como si atacase al otro. En esta estructura disfuncional el niño se encuentra paralizado. Obligado a tomar partido, adopta como propio uno de los bandos y se enfrenta al opuesto. Esta organización familiar puede adoptar diversas formas –un hijo con cada padre, un padre aliado aliado con ambos hijos hijos contra el otro–, siendo siendo el resultado resultado siempre siempre pernicio pernicioso so para los menores. Habitual Habitualmente mente esta situaci situación ón es descrita descrita por el profesional profesional antes de la ocurrencia del divorcio y, con posterioridad, puede derivar en un SAP. Con el transcurso del tiempo y la acumulación de investigación existe cada vez más conciencia de que la aparición de determinados síntomas en los menores –especialmente trastornos de la conducta alimentaria– es en realidad la expresión de sus vivencias del conflicto entre sus progenitores. Esto ha llevado a que muchos pediatras se planteen que la etiología de las quejas que les presentan sus pacientes, especialmente en fechas 30
cercanas a los momentos de relevo entre los padres de su tenencia, son un reflejo de la percepción percepción que llevan a cabo del entorno de enfrentamiento enfrentamiento en el que están inmersos. Dolores de estómago o de cabeza, inapetencia, distimia e inquietud en el sueño son los síntomas que los especialistas refieren con mayor frecuencia. La parentifi parentifi cación caci ón (Musetto, 1980) es otra forma de introducir a los menores en el enfrentamiento de la pareja. Este concepto hace referencia a la inversión de papeles que se producen cuando el hijo, empujado por la actitud del progenitor que se presenta víctima o débil frente al otro, termina por adoptar un papel de apoyo emocional al adulto, en lugar de ser al contrario. Como consecuencia de ello, el menor se sobrecarga emocionalmente, lo que repercute en su actitud hacia la custodia y las visitas con el otro progeni progenitor tor.. El menor, menor, que ha observado esa supuesta inferiori nferioridad dad en uno de los progeni progenitores, tores, antepone los intereses de este a sus propios propios deseos de estar con el otro progeni progenitor tor con intención ntención de no dejarlo dejarlo solo, solo, consolarl consolarloo en su dolor dolor,, o compensarle compensarle de algún modo por la pérdida sufrida en el divorcio. Entrevistador –¿Qué ocurre con la casa? Niño Niño –Que se s e la han quitado. E. –¿Quién a quién? N. –Mi madre a mi padre. E. –¿Le ha quitado la casa? ¿Quién te lo ha contado? N. –Mi padre. E. –¿Y eso? N. –Porque yo también quiero quiero ayudarle, ayudarle, entonces yo le pido que me cuente cosas cos as y así podemos c onseguir la casa. cas a. E. –¿Qué tendría que pasar, que mamá le devolviera la casa? N. –Porque –P orque ella ella tiene un piso, y en vez de usarlo lo alquila alquila a la gente. E. –Mamá tiene un piso y lo alquila en vez de usarlo. ¿Y tú esto cómo lo sabes? N. –Me lo contó c ontó mi padre y yo le quiero quiero ayudar.
Aun cuando no se puede hacer generalizaciones, en las familias donde se elabora el SAP las funciones parentales nutricias son adecuadas, mientras que las disciplinarias son muy permisivas, cuando no inexistentes, o están apoyadas en la norma única de rechazo al progenitor objetivo. La ruptura de esa norma única no es discutida y se afianza en el temor. Temor a romper la alianza establecida que sirve de aglutinante a la unidad familiar y a las consecuencias que el menor considera sufrirá de ser infiel al frente común. Para aquellos que estén familiarizados con la terapia familiar sistémica nada de lo que aquí se ha dicho sonará extraño. Este abordaje terapéutico de los problemas familiares busca romper el equilibrio patológico de la familia, introduciendo un estresor, con la intención de dirigir a los miembros del sistema en la dirección de los objetivos terapéuticos, mientras soportan las incertidumbres del período de transición. Del mismo modo, en la intervención terapéutica en las familias donde se elabora un SAP es necesario romper el statu quo patológico. Algo que, como veremos, en muchas ocasiones sólo se logra utilizando la coacción, ante la imposibilidad de razonamiento que muestran los alienadores. 31
Tras la ruptura de una pareja es importante conocer cuáles son los cambios que se producen en el sistema de relaciones establecido. Para ello, es primordial entender las características diferenciales de la situación, que determinarán la forma en la que los actores se comportan, tanto como valorar las motivaciones de fondo que empujan la acción. Las primeras nos ubicarán dentro de un contexto, fijándonos los límites y definiendo variables que pueden presentarse. Las segundas nos ofrecerán información para llegar a comprender el origen del problema y las alternativas si nuestra intención es intervenir en la situación. El divorcio rompe el equilibrio, la homeostasis del sistema familiar. Esta ruptura se puede producir mucho antes de que se lleve lleve a efecto la propia pr opia separación s eparación física fís ica o legal. legal. La situación en la escape, en donde se ven que se colocan los miembros de la pareja rota es una situación de no escape obligados a comunicarse, en tanto resulta imposible la no comunicación, es decir, la no conducta. Este escenario se ve definido por estrategias idiosincrásicas –demandas judiciales, vistas, comparecencias, etc.–, que lo diferencian claramente de cualquier otro entorno de intervención terapéutica. Por otro lado, incorpora agentes ajenos a la relación –abogados, psicólogos, trabajadores sociales, etc.– que van a contribuir y afectar a las decisiones. El propio escenario disfruta de un grupo de características que no debemos olvidar, en la medida en que vienen a determinar igualmente la conducta de los implicados. La asimetría en la que se ubica el progenitor custodio respecto de aquel que queda como visitador plantea la posibilidad, de hecho prácticamente práct icamente ilimi ilimitada, tada, de actuar libremente libremente de la forma que más le convenga a sus intereses, mientras el segundo apenas puede salirse del papel de receptor pasivo de las decisiones adoptadas por el otro miembro de la antigua pareja. Las estrategias que el profesional se va a encontrar en estas situaciones son aquellas que imposibiliten la comunicación, si no real, efectiva. De este modo, la comunicación puede ser entorpecida utilizando un amplio abanico de estrategias: autocontradicción, cambios de tema, oraciones incompletas, malentendidos, etc. Una conducta presente en casi la totalidad de estas situaciones es la utilización del síntoma como comunicación. El sujeto que no desea llevar a cabo una comunicación efectiva utiliza excusas, que localiza fuera de su responsabilidad y control, para así dar una imagen falsa al resto de implicados en la situación, comunicando su deseo de conciliar mientras, de forma real, está llevando a cabo todo tipo de acciones que impiden aquello que propugna o dice defender y estar de acuerdo. Los cambios en las relaciones de pareja y, especialmente, en la relación de los distintos miembros de la pareja con los hijos, se encuentra en la base de muchas de las situaciones que aquí se incluyen. El deseo de muchos varones de seguir teniendo un desempeño activo en la vida de sus hijos es visto como una amenaza al tradicional papel preponderante que en esta área ha ejercido la mujer. De igual forma, la mayor vigilancia y sanción de la propia Administración de Justicia sobre todas aquellas conductas que vengan a menoscabar el superior interés del menor, especialmente en el plano del daño psicológico, psicológico, han hecho que esté más presente la consideración y denunc ia de estas situaciones. Finalmente, la contribución de la familia extensa, tanto de forma horizontal –nuevas parejas e hijos– como vertical –abuelos y tíos–, y su contribución a esta situación no debe de ser olvidada. En más ocasiones de las que revelaría una evaluación superficial, los miembros de la familia extensa son los actores principales de los procesos que estamos estudiando. Obviar su contribución no incluyéndolos en el análisis del problema hará errar la diagnosis y el abordaje terapéutico.
Caso clíni c línico co 32
Antonio sigue visitando a sus hijos cada vez que le corresponde. Su hija Paloma le dirige comentarios cada vez más sarcásticos en cada uno de los temas de conversación que él saca. Por su lado, Mario prefiere guardar silencio. silencio. María, que ya ha cumplido 3 años, sigue s iendo iendo tan alegre alegre y juguetona juguetona con su padre como siempre, conducta que solo se ve interrumpida cuando contempla el semblante serio de sus hermanos hermanos mayores. Tras casi un año de ruptura de la relación con la madre de sus hijos, Antonio ha conocido a una nueva pareja y se plantea si presentársela. Teme que la introducción de una nueva figura en la vida familiar desestabilice de algún modo a los menores. Por ello se ha cuidado de no hablar del tema en casa y ha actuado con discreción para que no llegaran comentarios a los niños. Tras consultar con un profesional, decide reunirse con sus dos hijos mayores y exponerles sus sentimientos hacia esa mujer. Está confiado porque ambos la conocen desde hace años y siempre se han llevado muy bien con ella y sus hijos, fruto de un matrimonio anterior. Una tarde de sábado lo expone a sus hijos y estos, en principio, parecen reaccionar con normalidad. Sin embargo, Antonio se sorprende por las pocas preguntas que le dirigen sus hijos, aunque no le da mayor importancia. El miércoles de la semana siguiente, Paloma no aparece en la visita con su padre. Tras mucho insistir, Antonio logra averiguar a través de Mario que la niña ha salido una hora antes del colegio y se ha marchado a casa. Aunque llama por teléfono al domicilio familiar, preocupado por la posibilidad de que su hija esté enferma, nadie atiende la llamada. El fin de semana siguiente, Paloma acude a la visita con su padre pero su actitud ha cambiado radicalmente. No quiere hablar con él y permanece la mayor parte del tiempo encerrada en su habitación con los auriculares de su reproductor musical puestos. Antonio se da cuenta que está continuamente recibiendo mensajes en su teléfono móvil y, aunque le pide explicaciones, no recibe contestación. En un momento de la visita descubre a Mario hablando por su teléfono móvil con su madre encerrado en el cuarto de baño. En ese fin de semana cada uno de los dos niños reciben más de diez llamadas diarias de su progenitora. Llegado el domingo, los niños se niegan a salir al campo, como habían planeado mucho tiempo atrás. Sin saber qué hacer, Antonio decide salir solo con su hija pequeña, María, a lo que la niña se niega rotundamente, alegando que no quiere separarse de sus hermanos. La comunicación telefónica intrasemanal se interrumpe. En la visita siguiente Antonio pide explicaciones pero recibe un sonoro silencio. Al poco rato de llegar a casa, Paloma le pregunta a su padre, casi cas i sin mirarle, mirarle, por cuestiones cues tiones económicas. económicas . Según ella, ella, su madre pasa muchos apuros para sacarlos adelante, mientras él disfruta de la vida y se gasta el dinero que debería guardar para ellos con su nueva pareja. Antonio explica a su hija que está equivocada, pero es incapaz de hacerle entrar en razón. Ante los reproches y gritos de sus hermanos mayores, María comienza a llorar y se orina encima. Su padre la cambia de ropa y la calma. Esa misma tarde la situación se hace insostenible y Antonio, ante la insistencia de sus hijos, decide llevarlos de vuelta a la casa materna. Cuando ve a su ex mujer le plantea la situación, pero solo le dice que no es asunto suyo y que si no es capaz de estar con sus hijos, es él el que tiene un problema que debe solucionar. solucionar.
Preguntas de autoevaluación 1. En la la valoración valoración de la la situación situación famil familiar iar es muy importante importante:: a) Observar el comportamiento de todos los participantes en el proceso.
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b) Analizar detenidamente el comportamiento de los menores implicados. c) Centrarnos en el comportamiento del progenitor alienador. d) Incluir en la valoración del sistema tanto a los miembros familiares como a todo aquel que
intervenga de algún modo en el proceso. e) Descubrir quién es el responsable del problema. 2. El papel papel de la la famili familiaa extensa: extensa: a) Es irrelevante. b) En ocasiones resulta ser el origen de la alienación. c) Sirve como apoyo para el progenitor alienador. d) b y c son ciertas. e) Suele ser secundario. 3. La interrupci interrupción ón de la comunicac comunicaciión se lle lleva va a cabo: a) Dejando de hablar. b) Tratando temas que no son los que importan. c) Haciendo imposible imposible la comunicación c omunicación con c on distintas estrategias d) Cuando uno de los implicados no desea hacerlo. e) No permitiendo permitiendo que hablen por tel t eléfono. éfono. 4. La parenti parentificació ficaciónn y la la triangu triangula lación ción son: son: a) Estrategias erróneas de comunicación. b) Formas para implicar a los menores en el conflicto adulto. c) Expresiones en los menores de sus problemas emocionales. d) Distintas formas de presentarse el problema en la familia. e) Problemas que no tienen nada que ver con el SAP.
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3 Evaluación
La evaluación del SAP, bien para llevar a cabo una intervención con la familia, bien para realizar un informe pericial, va a dirigir al profesional hacia el descubrimiento de una dinámica familiar en donde la falta de colaboración y la distorsión de la realidad que realiza una de las partes dificultará sobremanera el trabajo. Los progenitores alienadores son maestros en el diálogo circular, agotador y sin sentido. Una y otra vez recurren a frases hechas que repiten sin cansancio. Continuamente apelan a asuntos ya cerrados – una denuncia previa ya juzgada– y muestran una actitud de incredulidad ante la posibi posibillidad de que nada se pueda hacer. Un ejemplo ejemplo de todo lo que decimos decimos se produjo en el siguiente caso, donde una madre remitida por el juzgado desplegó una gran habilidad, digna de interés, para entorpecer el ritmo de la entrevista: Entrevistador –¿En qué colegio está la niña? Madre –No le entiendo. E. –¿Cómo se llama el colegio donde cursa estudios su hija? M. –Agustinos. E. –¿Qué horario tiene? M. –¿Quién, yo? E. –No, la niña. M. –Mañanas y tardes. E. –¿Mañana y tarde? ¿De qué hora a qué hora? Por favor. M. –No le podría especificar, porque algunas veces cambia el horario por las tarde. E. –Aproximadamente. M. –El de por las tardes, tiene muchísimas actividades. E. –Lo que es el horario escolar, no las actividades extraescolares, ¿cuál es? M. –Ya –Ya le he dich dichoo que compr c omprende ende mañana y tarde. tar de. E. –Vale, –Vale, el de por las tardes t ardes el lunes lunes,, ¿cuál es? es ? M. –Pues por las tardes, no sé que qué decirle, porque algunas veces les cambian el horario. E. –Bien, necesito que me traiga un horario de la niña, si no lo puede elaborar ahora, me lo puede dar en la siguiente siguiente ocasión. oc asión.
Mientras el profesional parezca darles la razón, su actitud será de extrema colaboración, llegando a expresar emociones muy profundas que, a poco que cambie el tema o la actitud del entrevistador, desaparecerán. 35
Madre –Ya estaba yo queriendo que esto se solucionara de una vez. Entrevistador –Me alegra su interés. M. –Yo siempre he querido lo mejor para mi hija. E. –Entonces, ¿considera usted que es bueno para su hija ver a su padre? M. –Ya le digo que eso está en manos de mis abogadas. Yo en eso no tengo nada que decir. Yo estoy est oy criando c riando a mi hija. hija. Yo Yo hubiera tenido la mayor relación posibl pos ible, e, pero per o es que q ue esa relación r elación la suspendió la jueza a raíz de la denuncia. E. –Si la familia quisiera ver a la niña, ¿usted estaría de acuerdo? M. –Para eso tengo una abogada… Yo no tengo nada que opinar. E. –¿Usted cree que sería bueno que la niña tuviera contacto con sus abuelos paternos? M. –No, yo lo único que le digo que, como usted sabrá, ya se vieron en el juzgado y en ese encuentro hubo una serie de síntomas que le produjeron a mi hija una ansiedad y un malestar. ¿Usted qué quiere que le diga yo, que es bueno un estado de ansiedad para una niña? Yo, usted us ted como c omo profesiona profes ionall verá lo que…, que…, aquí no se s e trata lo que yo diga. E. –¿Me está usted diciendo que la última vez que tuvieron ese contacto, la niña tuvo secuelas y que la próxima vez que vean los abuelos a la niña puede volver a pasarle? M. –Yo no digo que pueda o no pueda volver a pasar, yo lo que digo es lo que ocurrió ese día. Parece que aquí la mala de la película soy yo.
Esta misma habilidad la demuestran con el tiempo los menores. Estas contribuciones serán más elaboradas conforme el niño vaya creciendo. En los casos de niños menores de 9 años su estructuración es pobre y suelen aprovechar episodios puntuales sin mucha trascendencia, con los que pretenden justificar su conducta, como ocurre en el ejemplo siguiente donde la madre es el progenitor alienado: Entrevistador –Me ha dicho mamá que cuando te has subido en el coche para venir aquí te has puesto a llorar, ¿por qué? Niño Niño –Es que le llama llama subnormal. s ubnormal. E. –¿Le llama subnormal a quién? N. –Mamá a papá. E. –¿Cuándo ha sido eso? N. –No me acuerdo. ac uerdo. E. –Bueno, cuéntame, ¿cómo pasas las tardes con mamá? N. –Nos quedamos encerrados enc errados hace unos días. dí as. No sé, nos quedamos solos. s olos. E. –Pero hoy has venido con un montón de primos, ¿no? N. –Sí, eso es aquí, pero en mi ciudad nos quedamos siempre…, algunos algunos días, nos quedamos solos. E. –¿Siempre o algunos días? N. –A veces s emanas. Una semana. E. –¿Una semana encerrados? N. –No, sin amigos. Porque tengo que estudiar y después, cuando no tengo c olegio, olegio, no sé. s é. Cuando yo estaba ahí con mi padre, venía todo el mundo, incluso mi amigo Fran, que vivía en otra casa.
El objetivo de todo ello es rechazar la comunicación directa, deformar el lenguaje y la realidad, que será convenientemente interpretada a su antojo, utilizar el sarcasmo y, si existe la posibilidad, enfrentar a los diversos profesionales que intervienen. Para esto 36
último es muy útil dar información parcial a cada uno de ellos y poner en su boca expresiones que no han realizado. El material recogido mediante las entrevistas, la observación directa de la interacción entre los menores y los progenitores, y la lectura del expediente judicial debe dirigirnos a elaborar una imagen real y completa de lo que está ocurriendo. Para ello debemos tener claros conceptos como programa, programa, lavado de cerebro, cerebro, purga purga emocional y, propiamente, alienación. El concepto programa programa, tomado directamente de la informática, hace referencia al conjunto de directrices que incluyen procedimiento e instrucciones de funcionamiento (Clawal y Rivli, 1991), pero también al conjunto de ideas que el progenitor pretende introducir en el niño. Autores clásicos como Chomsky, Bruner o Vygostky estudian extensamente el modo en el que pensamiento y lenguaje interactúan y organizan el conocimiento. Cuando el progenitor alienador “programa” qué debe ser conocido y cómo debe conocerse, organiza el mundo del hijo alienado. Será entonces cuando el hijo, de modo independiente, perciba toda la realidad del color de su mundo prestado, aportando entonces sus propias conductas injuriosas. En la primera acepción estarían las directrices para ayudar al hijo a organizar e interpretar los hechos que él percibe –cómo comportarse–, mientras que en la segunda estarían las ideas y valores que se dan a estos hechos –qué pensar–. Si el niño viene sin cenar el progenitor alienador dejaría caer una frase como “Sigue siendo igual de egoísta, nunca ha pensado en ti y ahora tampoco”. Esto le aporta al niño una directriz para valorar de un modo determinado un hecho que de otra forma pasaría desapercibido o, mejor aún, podría ser explicado de forma coherente por un atasco de tráfico, el deseo de ser puntual en la hora de entrega en el domicilio o cualquier otra razón igualmente posibl posible. e. En la segunda segunda acepción, acepción, programa programa es también el conjunto de ideas que se pretende construir construir en el niño, niño, de la misma forma que el políti político co busca apoyo en sus electores para que acepten el conjunto de ideas que les ofrece resumido en su programa electoral. El lavado de cerebro tiene una clara diferencia con el concepto SAP. El término SAP se refiere únicamente a la situación en la cual la programación del progenitor se combina con la campaña de injurias del hijo. La utilización del concepto lavado de cerebro se centra exclusivamente en los cambios introducidos en la conciencia del sujeto, mientras obvia las aportaciones del hijo víctima. Es la citada combinación de programación y aportaciones a la campaña de injurias lo que justifica un nuevo término (Gardner, 2001). Este autor encontró ocho características que relacionaban ambos términos, tomando como referencia los estudios llevados a cabo por Lifton (1961) y Tobias y Lalich (1994) con soldados norteamericanos presos: control de las comunicaciones, tanto del exterior del individuo como las reflexiones del sujeto consigo mismo; existencia de una autoridad superior que justifica los medios utilizados para lograr el fin deseado; existencia de un líder que posee toda la verdad, siendo cualquier desviación una traición, por lo que se ha de vigilar que esto no ocurra; existe una fusión del sujeto con el grupo que forma y que abarca el pensamiento tanto como la conducta, difuminándose los límites entre el 37
individuo y la unión que establece con los otros; se comparte un conocimiento exclusivo, una doctrina propia que es defendida como verdad absoluta e incuestionable que el resto desconoce o no es capaz de comprender; se utiliza un lenguaje propio que busca limitar la comprensión por parte de los demás, así como la percepción de los implicados del mundo exterior; esa verdad se deposita en el grupo, siendo los no miembros enemigos que atentarán contra la propia existencia, con lo que cualquier acción para defenderse es aceptable y, finalmente, la doctrina está por encima del sujeto, negándosele sus propias percepciones percepciones o inferencias inferencias del mundo que lo rodea, incluyendo ncluyendo su pasado, que es sustituido por valores superiores como el culto al líder y el sentimiento de pertenencia al grupo. En el SAP, el hijo pierde la capacidad personal de sentir por sí mismo, de analizar con sus propios criterios y baremos los hechos, ya que ha asumido los del progenitor alienador. Llegado ese momento, el alienador pedirá al hijo que sea él, por sí mismo , el que actúe conforme a sus propios sentimientos, tomando las riendas de la campaña de denigración. Entonces el comportamiento del progenitor alienador cambia, fenómeno que la literatura ha calificado como falso concili ador . Cuando el profesional tiene la posibilidad de entrevistar a un progenitor alienador percibe claramente la fingida autonomía entre ambos. Entrevistador –El juzgado me ha encargado que organice las visitas entre su hijo y su madre. Padre –Lo veo muy difícil. El niño se niega a estar con su madre. E. –¿Cómo cree usted que podríamos lograrlo? P. –Debería hablar con él, pero ya le digo que se niega… No le perdona lo que le hizo. E. –¿Entiende que es muy negativo para el niño que no mantenga contacto con su madre? P. –El niño está bien. Sería absurdo volver a tener una relación con su madre cuando nunca se ha interesado por él. Además, él no puede soportar a su nueva pareja. E. –Pero la madre sí ha querido verlo. P. –¿Qué más quisiera yo que mi hijo tuviera una madre como los demás niños? E. –Entonces, el miércoles el niño no tiene clase por la tarde. P. –El miércoles no puede ser porque el niño tiene clase. E. –Aquí tengo el horario escolar y no figura que tenga clase. P. –Va a tenis. Es muy importante que el niño haga deporte. Su madre debería entender que su educación es lo más importante.
Es habitual que este muestre sentimientos de impotencia, llanto o desesperación frente al observador ante su imposibilidad de hacer ver a su hijo que debe ir a visitar al otro antiguo miembro de la pareja. Si un juez entrevista al hijo con la sana intención de recabar su opinión, observa a un individuo con las ideas claras y el pensamiento independiente que muestra un rechazo claro hacia uno de sus progenitores por alguna razón que, en el mejor de los casos, llega a entender, y a un padre alienador incapaz de hacer ver a su descendiente el bien que podría aportarle el relacionarse con su otro progeni progenitor tor,, al a l que él mismo mismo ha apartado de la vida vida de su hijo hijo (Agui (Aguilar lar,, 2009). 38
El error en la evaluación estará en olvidar que nos encontraríamos entonces en el segundo momento del SAP, en donde la educación para odiar ha dado paso a la autonomía del sujeto para rechazar al progenitor odiado. La alteración de la conciencia, de la identidad, la reconstrucción del pasado, la reinterpretación de los hechos y la memoria que de ellos se tiene, junto con las necesidades de fidelidad y temor a la pérdida del progenitor alienador, hacen que el menor actúe de igual forma que antes veía actuar al progenitor alienador. En el capítulo siguiente hablaremos de las diversas formas que pueden adoptar las conductas de interferencia que lleva lleva a cabo el alien alienador, ador, ahora nos detendremos en los criterios que nos permitirán identificar un SAP en los menores.
3.1. Criterios de identificación Los criterios de identificación del SAP están formados por aquellas conductas que los menores que sufren este problema muestran. Su presencia o ausencia nos permitirá diagnosticar con seguridad el problema, así como el nivel en el que se encuentra.
Cuadro 3.1. Criterios diagnósticos de SAP 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.
Campa Campaña ña de de inj injuri urias as y desapro desaprobaci bación ón del del pad padre re ali alienado. enado. Justifi Justificacio cacione ness débi débilles, frívol frívolas as o absurda absurdass para para el el despreci desprecio. o. Ausencia usencia de ambi ambival valenci enciaa en los senti sentimient mientos os de odio. odio. Autonom utonomía ía de pensami pensamien ento to o fenómen fenómenoo del “pensad “pensador or inde indepen pendi dient ente” e”.. Apoyo poyo del del proge progeni nitor tor ali alienad enador or.. Ausenci usenciaa de senti sentimi mien ento toss de culpa culpabi billidad. dad. Esce scenario rios presta stados. Exten Extensió siónn del odio odio al entorno entorno del del progen progeniitor ali alienado. enado.
3.1.1. Camp Campaña de de injur injurias ias y desaprob desaprobación ación de l pad padre re alienador alienador Los niños que sufren SAP denigran al progenitor alienado mediante expresiones verbales ofensivas y otras conductas de rechazo. Este comportamiento se ve exacerbado cuando se encuentra presente el progenitor alienador. En la observación de los menores que sufren la presión emocional del conflicto no resuelto entre sus progenitores, podemos encontrar cómo muchos optan por no tomar partido por ninguno de los dos bandos. Algunos aprenden a menospreciar al progenitor ausente cuando se encuentra con el otro padre, o establecen establecen dos mundos sin sin comunicació comunicaciónn en donde lo que hacen con uno no trasciende al hogar que comparte con el otro, llevando a cabo conductas muy elaboradas cuando son interrogados por este. Otros, especialmente los de más edad, llegan a criticar a ambos en sus conductas inadecuadas, en un deseo de mantener la equidistancia. Sin 39
embargo, cuando se instaura el SAP, los niños pasan a aceptar los argumentos que han venido escuchando de boca de los adultos que los rodean, usándolos de forma autónoma y pasando a formar parte de la campaña de denigración y rechazo contra el otro progeni progenitor tor.. Los menores tratan a sus progeni progenitores tores no como a un enemigo, enemigo, sino sino como a un desconocido odioso cuya proximidad sienten como una agresión a su persona, apareciendo independientes del progenitor alienador que inició la campaña, en una suerte de culminación del proceso en la que este ya no requiere de contribución o dirección alguna para desarrollar sus propias actividades de denigración (Aguilar, 2009). La campaña de denigración tiene dos componentes: el adoctrinamiento recibido por el progenitor y, en un momento posterior, las propias contribuciones de los niños. Cuando la campaña de desprestigio ha enraizado en el menor, este aporta argumentos a los ataques que son elaboraciones propias. La dinámica de este proceso requiere, por tanto, la construcción de razones o ustificaciones que permitan injuriar al progenitor rechazado. Una estrategia muy útil para esto es tomar prestadas las razones del alienador, que el menor hace propias. Algunos autores defienden que esta estrategia de identificación con el alienador es una forma de escapar a la posibilidad de ser ellos mismos víctimas del acoso. Sea como sea, los menores inician este proceso afirmando su superioridad ante el progenitor alienador en una actitud retadora: “Tú no eres nadie para mandarme”, que viene apoyada por el otro progeni progenitor: tor: “Mi padre me ha dicho dicho que si no quiero quiero hacer alg algo no lo hag haga”, a”, para prosegui proseguirr con amenazas: “Si me tocas un pelo pelo llamo a la poli policía”, o directamente directamente los insultos: “¿Qué? ¿Vienes de ver a esa puta?”. El progenitor alienado va comprendiendo que apenas puede manejar la situación y controlar los deseos de su hijo pequeño. El niño muestra un comportamiento cada vez más tirano: “No se te olvide ingresar la pensión alimenticia en el banco de mamá”.
3.1.2. Justificacio Justificacion ne s déb débil ilee s, frívolas frívolas o absur absurd das par paraa el de de sprecio sprecio Con intención de apoyar su conducta de rechazo y denigración del progenitor alienado, los menores aprenden una retahíla de argumentos –hechos del pasado, exageraciones de personali personalidad o carácter del progeni progenitor tor ali alienado, episodi episodios os neg negati ativos vos de sus vidas vidas en común, etc.– a los que recurren una y otra vez. La excusa puede ser desde una sencilla e irrelevante reprimenda u orden de una madre hacia su hija para que haga las tareas de la escuela, a una multa de tráfico que un padre recibe por sobrepasar levemente una limitación de velocidad en un tramo de carretera. Ese hecho es tomado por el menor, repetido y, con el tiempo, deformado convenientemente para apoyar su rechazo. De la orden de hacer las tareas, la madre pasa a ser calificada como autoritaria. De la amonestación sin mayores consecuencias, el padre será descrito como peligroso, cuando no de haber intentado estrellar el vehículo para acabar con la vida del hijo. Estas declaraciones se realizan bajo expresiones emocionales de absoluto convencimiento, siendo apoyadas por el progenitor alienador para mostrar a los demás la 40
incompetencia del otro progenitor como padre. Entrevistador –¿Por qué no te gusta ir con tu padre? Niña Niña –Porque no me hac e cosquil c osquillas. las. E. –Si te hiciera cosquillas, ¿irías con él? N. –No. Él me da miedo.
Conforme pasa el tiempo, a un argumento inicial se van sumando otros cada vez más elaborados, que permiten dibujar al progenitor alienado como a un ser peligroso, incapaz, cuando no perverso o enfermo. Cuando el SAP se encuentra establecido es muy frecuente, especialmente en la adolescencia, que a todo lo anterior se sume el argumento de que si él rechaza a su padre es porque este no acepta su decisión y lo presiona para seguir en contacto, lo que viene a apoyar el poco respeto que tiene a sus decisiones. Esto genera un círculo vicioso imposible de franquear. Entrevistador –¿Por qué no quieres ir con tu madre? Adolesc dolescente ente –Esto no es de ahora. Yo Yo siempre he pensado así. as í. Nunca me llevé llevé bien bien ccon on mi madre; desde pequeña. Siempre me estaba mandando y peleándose con mi padre. Cuando me he hecho mayor y he podido decidir es ahora. Por eso te digo que no quiero verla nunca más.
El lenguaje no verbal que despliegan estos menores es igualmente revelador. La ausencia de contacto ocular, el mantenimiento de una excesiva distancia física con el padre alienado, alienado, el uso de los los auriculares auriculares para no escuchar la conversación conversación o no quitarse quitarse el abrigo en el tiempo que dura el contacto, son algunas de la expresiones de rechazo a la comunicación que muestran los niños. Como veremos en el apartado que dedicaremos a las conductas directas de interferencia, las denuncias se muestran muy útiles aquí porque permiten la inmediata interrupción del contacto del progenitor con el menor alienado, no tienen consecuencias legales para aquellos progenitores que las elaboran, son difíciles de evaluar y, cuando finaliza el procedimiento, aunque hayan sido archivadas o sobreseídas, siempre resultan muy útiles para justificar por la representación legal o el mismo progenitor alienador, aun de forma sutil o accidental, que el menor sí podría tener razones reales para rechazar a su padre odiado. En la evaluación de la presencia de este criterio encontraremos que únicamente en los primeros momentos, o bien en los niños más pequeños, va a resultar sencillo encontrar afirmaciones claras que nos muestren la irracionalidad y falta de justificación de lo que está ocurriendo. A poco que los menores adquieran experiencia, con las sucesivas evaluaciones a las que son sometidos, o debido a la madurez de la edad, las expresiones que toman prestadas de sus progenitores son reelaboradas, adaptándolas a su lenguaje y madurez. Un ejemplo lo podemos ver en un expediente en el cual dos menores fueron sometidas a evaluaciones durante 7 años. En un principio, cuando la mayor de las niñas contaba menos de 10 años, llegaron a afirmar que no querían ver a su 41
padre debido debido a que “nos peg pegaba aba porque se ponía furioso furioso […] se ponía furioso furioso porque quería […] una vez me dio en la cabeza con un armario […] se daba cabezazos contra el suelo”. Conforme pasó el tiempo, las afirmaciones derivaron en relatos en donde su padre “les “les hablaba hablaba con un cuchil cuchillo en la mano”, hasta que, ya en la adolescenci adolescencia, a, las niñas se negaron a hablar con ningún profesional, utilizando gafas de sol en las entrevistas entrevistas y auricul auriculares ares conectados a reproductores de música. Es interesante comprobar como cuando algún profesional les hace notar lo débil o irreal de sus supuestas razones para rechazar a su progenitor, los menores incluyen inmediatamente en sus ataques a este. En el caso anterior, tras un informe del punto de encuentro familiar en donde las profesionales advirtieron este punto, en la siguiente visita las menores comenzaron a injuriarlas, afirmando que “vosotros (por los profesionales de servicio) tenéis la culpa”, “el informe defiende al maltratador, no al menor”, “claro, como vosotros ganáis dinero cada vez que se produce un encuentro”. Esto no es sino una muestra de un planteamiento o conmigo o contra mí, visión fanática inculcada en las menores que hace que todo aquel que no se someta a sus deseos o contradiga sus razones para odiar es un enemigo a batir.
3.1.3. Ause Ausen ncia de de amb ambivale ivale ncia en e n los los sen se ntimientos timientos de de odio odio El hijo alienado muestra un odio sin ambivalencias, sin fisuras ni concesiones. Un odio que solo puede ser equiparado con el fanatismo terrorista o religioso (Aguilar, 2009). Frente a los menores que han sufrido abusos o malos tratos, que son capaces de preguntar preguntar por el destino de su agresor agresor o recordar episodi episodios os agradables agradables en su compañía, los menores que sufren este maltrato emocional por parte de sus progenitores elaboran dos bandos perfectamente dicotómicos y antitéticos. Por un lado, el progenitor alienador será el resumen de todo lo bueno, lo adecuado y conveniente. Su figura es buena, sus argumentos indiscutibles, y cualquier crítica que provenga del exterior será asumida como una ofensa personal. La comunión de deseos y emociones entre el menor y el adulto es completa, elaborando un vínculo patológico en donde los límites están difuminados, cuando no completamente ausentes. Por otro lado, cualquier asunto, expresión o sugerencia que venga del otro progenitor se verá como negativa, peligrosa o inconveniente. Esta actitud negativa se extiende hacia el pasado, incluyendo todo aquello que el niño y el progenitor alienado compartieron, aunque haya transcurrido un amplio período de tiempo. Al contemplar fotografías de viajes o vacaciones en donde los menores aparecen sonrientes con su progenitor rechazado, los niños argumentan que realmente ellos no se lo estaban pasando bien o que fueron forzados, o directamente afirman no recordar nada. Entrevistador –He visto varias fotografías de ti y tu padre en el parque de atracciones. Niña Niña –Yo –Yo no me m e acuerdo. ac uerdo.
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E. –Pues fuiste hace solo cuatro meses. El pasado verano. N. –Sí… –S í… Vale Vale.. Es que prefiero pr efiero no acordarme. ac ordarme. E. –Se te veía muy contenta. N. –Solo –S olo era para que me m e dejaran en paz. E. –Ibas de la mano de la novia de papá. N. –Hicieron –Hicieron esas es as fotos para luego luego enseñárselas al juez. Lo que quieren quieren demostrar es que es un buen padre cuando, en realidad, nunca se ha interesado por mí.
Este rechazo se hace extensivo hacia todo aquel sujeto y toda aquella situación que el menor comprenda va a intentar favorecer el contacto que él rechaza. De este modo se expresa, contrario a colaborar con el psicólogo designado por el juzgado, los servicios de mediaci mediación, ón, trabajadores sociales, sociales, etc., aun cuando no ha podido podido tener contacto previo –ni bueno, ni malo– con ello ellos. s.
3.1.4. Autonom Autonomía ía de pe pe nsamiento samiento o fenóm fe nómee no de de l “pe “pe nsador independ independiente iente”” Los menores aseguran que su decisión y conducta son responsabilidad exclusivamente suya, sin que acepten que han podido ser inducidos por el progenitor o entorno al que apoyan de forma férrea. El paso de la localización de los argumentos mantenidos por el progeni progenitor tor –desde fuera del hijo hijo alienado alienado haci hac ia su interior– interior– determina su cristal cristalizaci ización ón en el cuerpo de pensamiento y, por tal, de acción del hijo alienado que, de este modo, pasa a disponer de los recursos necesarios para tomar la iniciativa en la campaña de denigración (Aguilar, 2009). Llegados a este punto, el progenitor alienador adopta una postura menos combativa, ofreciendo una imagen de espectador impotente, cuando no de mediador, ante la situación. Es entonces cuando este progenitor se convierte en un falso concili ador , que no tiene empacho en utilizar expresiones como: “qué más quisiera él que su hijo se relacionara con su madre, pero es una decisión de él, ella sabrá por qué hemos llegado a esta situación”. La autonomía de pensamiento funciona de modo bidireccional en tanto libera al hijo de su alienador y al alienador de la supervisión como único papel, enriqueciendo su aportación al proceso. Esta situación ha llevado al error a muchos profesionales impresionados por la fachada de colaboración e impotencia que el alienador muestra. Mientras tanto, emocionalmente se constituye para el hijo en refugio, el único que lo entiende en un mundo hostil –formado por jueces, abogados, trabajadores sociales y psicól psicólog ogos– os– que lo fuerzan a tener contacto con el progeni progenitor tor odiado. En la evaluación del discurso podremos encontrar indicadores que nos demuestran cómo están utilizando expresiones propias de un adulto. Niño Niño –¡Es una fracasada! frac asada! Entrevistador –¿A qué te refieres? N. –Siempre –S iempre está molestándonos a mí y a mi m i hermano.
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E. –Entonces, ¿no quieres verla? N. –Me pone furioso. f urioso. E. –¿Tu padre qué opina de eso? N. –Yo –Yo lo he pensado por mí solo (sic). E. –Has llegado a esa conclusión tú solo. N. –Lo único que quiere es fastidia f astidiar, r, hacerse hac erse la buena madre. Pero P ero es una falsa.
En el ejemplo anterior, correspondiente a un menor de 10 años, llama la atención el uso del concepto fracasado y del adjetivo “furioso”, impropios de un niño de esa edad. Junto con la afirmación de su independencia de criterio y la justificación negativa del por qué su madre insiste en tener contacto con él.
3.1.5. Apoyo del progenitor alienador Al tiempo de asumir los argumentos injuriosos contra el progenitor alienado, los menores implicados asumen la defensa del progenitor alienador, especialmente en ausencia de este y ante terceros, apoyándolo de forma abierta en todo aquello que plantee para enfrentarse al otro padre. La construcción ideal que de aquel ha elaborado frente a la imagen negativa cuando no peligrosa del padre rechazado, refuerza la necesidad de apoyar y defenderlo de las críticas que vienen de fuera del sistema familiar cerrado que construyen. De este modo, apuntala sus declaraciones ante los tribunales, contribuyendo incluso con aportaciones propias. propias. En los casos más severos, esta actitud convierte a los menores en impermeables a pruebas objetivas objetivas como documentos, fotos, grabaciones rabaciones de video video o sentencias. sentencias. De esta forma, ante el contenido de informes periciales que demuestran el proceso de interferencia llevado a cabo por el progenitor alienador, nos encontramos con menores que reaccionan justificando este comportamiento porque el padre alienador “siempre hace lo que considera mejor para él”. En los asuntos en los que se utilizan como justificación falsas alegaciones de malos tratos, amenazas o acosos, los menores aseguran que han tenido que “defender” a su progeni progenitor tor amado de las agresi agresiones ones del otro, independientemente ndependientemente del hecho de la inexistencia de condenas, partes médicos o cualquier otra prueba que avale sus afirmaciones. El conflicto surgido entre los progenitores es vivido por los hijos como una consecuencia motivada por razones lógicas y reales, en el cual hay que tomar partido asumiendo la defensa del progenitor alienador, apoyándolo de modo consciente. Los menores pretenden que este sufra lo menos posible. Este temor se camina en ambas direcciones, en tanto que los menores también temen perderlo perderlo si no son capaces de defenderlos de las presiones y las injusticias que los obligan a hacer cosas que no desean.
3.1.6. Ause Ausen ncia de de sen se ntimientos timientos de culp culpabil abilid idad ad 44
Tal vez el criterio que más puede sorprender al observador no experimentado es la absoluta ausencia de cualquier idea o sentimiento de culpa en el menor por los ataques al progeni progenitor tor ali alienado. Esta ausencia ausencia de culpabi culpabillidad abarca tanto su presencia presencia frente a los sentimientos del progenitor alienado, como ante su explotación económica. Los regalos, las expresiones de afecto y cualquier conducta amable cuyo origen se encuentre en el progenitor rechazado serán menospreciados sin pensar en el dolor que esto genera. La prioridad se encuentra en agredir al progenitor alienado, lo que por sí mismo implica apoyar al progenitor alienador. Las consecuencias emocionales de todo ello en el primero no son consideradas. De esta forma, la ausencia de culpa en la explotación del progenitor odiado se convierte tanto en un medio como en un fin en sí mismo. La ausencia de culpa ante los sentimientos del padre odiado es compatible con la explotación económica de este. Todo sacrificio económico que el progenitor alienado realice será considerado su obligación. El agradecimiento o reconocimiento estará en todo momento ausente de la ecuación. Más allá, si en algún momento el menor alienado encuentra el modo de obtener mayores recursos económicos del progenitor, este no dudará en utilizarlo. Entrevistador –Tu madre te ha traído un regalo. Adolescente –No quiero nada de esa. E. –Te ruego que seas educado. Ella es tu madre y le debes tener respeto. A. –¿Por qué si ella nunca me tuvo respeto a mí? E. –No entiendo por qué dices eso. A. –Me refiero a mis decisiones. Siempre se está queriendo meter en mi vida. No me deja en paz. E. –Ella te quiere y desea pasar algún tiempo contigo. ¿No te impone nada? A. –Lo que tiene que hacer es pagar la pensión y dejarme en paz, que yo estoy muy bien y no la necesito.
Una estrategia fácil de observar en esta situación es la decisión que toman los menores de dejar de llamar a sus padres con apelativos cariñosos o familiares, pasando de ser “papá” a ser “ese” o “Jesús”; de ser “mi madre” a “esa señora”. Esta estrategia permite permite despersonali despersonalizar al sujeto contra el que se arremete, borrando emociones emociones y afectos que entorpecerían las conductas que se esperan lleven a cabo.
3.1.7. Escenarios prestados Si el anterior criterio puede ser el que más sorprenda al observador de la conducta de estos menores, este es tal vez el más llamativo. Los niños alienados usan un lenguaje y expresiones no adecuadas a su edad, claramente adultas, o manejan información a la que no han podido tener acceso sino de forma intencional. Esto se extiende al hecho de que muchos afirman recodar o haber vivido en primera persona acontecimientos inexistentes 45
o claramente distorsionados. Niño Niño –Mi papá pegaba a mi mamá. Entrevistador –Cuéntame eso. N. –Yo me acuerdo. Yo era pequeño. Me acuerdo que lo hacía desde que estaba en la barriga de mi madre.
La presencia de escenas, pasajes, conversaciones y términos que el hijo adopta como propios o vividos en primera persona, aun cuando jamás hubiera estado presente cuando ocurrieron o resultaran incoherentes con su edad, va variando con el desarrollo evolutivo. Cuando son pequeños es habitual que utilicen directamente las palabras o referencias a palabras del adulto alienador. Entrevistador –¿Por qué no me cuentas qué te ocurre? Niño Niño –No quiero quiero ver a Carlos Carlos (su padre), porque él quiere pegarme y matar a mi madre, me lo ha dicho ella. E. –¿Tu madre te ha dicho que tu padre quiere pegarte? N. –Mi madre me dice que Carlos no viene viene a por mí, porque no me m e quiere.
A estas edades esto puede traer situaciones curiosas, como cuando un menor comenta a su progenitor lo que refiere un compañero de clase, que está siendo manipulado por su madre. Niño Niño –Estoy un poco preocupado por mi amigo Paquito. Tiene Tiene que ir a dormir con su padre. Madre –¿Pero es su padre? No pasa nada, hijo. N. –Pero –P ero mamá, es que su padre duerme con una zorra. ¡A ver si s i le muerde!
El uso de expresiones que no corresponden con su desarrollo evolutivo no es impedimento para que el menor se exprese con solemnidad, enfatizando su postura que entiende lógica aun cuando no alcance a comprender lo artificial de sus afirmaciones. Niño Niño –He –He leído una noticia en el Diario Médico M édico que dice que los niños no pueden tomar huevos Kinder ni helados porque producen colesterol.
Los pequeños acontecimientos del pasado son útiles, del mismo modo que las exageraciones de personalidad o el carácter del progenitor alienado, mientras que en los menores de más edad sus argumentaciones pueden contener conocimientos sobre el procedimient procedimientoo judici judicial al o inferencias nferencias sobre la verdadera intención del padre rechazado, que nadie más que el menor –y su entorno alienador– es capaz de percibir. 46
Adolescente –Nos abandonó por ese y ahora quiere hacerse la buena. Entrevistador –¿A qué te refieres? A. –Si se divorció de nosotros, ¿qué quiere ahora? No querrá que le ría la gracia. E. –Tu madre se divorció de tu padre, no de ti. Los padres no se divorcian de los hijos. A. –Para el caso es lo mismo. Me dejó tirada.
Los menores toman partido por asuntos de adultos que difícilmente pueden comprender, pero que el alienador ha alimentado y mostrado abiertamente. El uso de expresiones que incluyen en una unidad al niño y al alienador es muy indicativo de la situación: “se divorció de nosotros”, “nos ha abandonado”.
3.1.8. Exten Exte nsión de l odio odio al e ntorno torno de de l progenitor alienado alienado El menor alienado no rechaza únicamente a su madre o padre. Extiende su animadversión a cualquier otro miembro de la familia –tíos, abuelos–, independientemente de su edad –primos– o el nivel de vinculación –nueva pareja, amigos del progenitor alienado– con los que previamente había establecido relaciones afectivas estrechas. En los casos en los que los hermanos están separados, permaneciendo cada uno en el hogar de uno de los progenitores, este rechazo puede extenderse a los hermanos que conviven con el progenitor alienado. En los menores, la animosidad se amplía tanto a los sujetos que, de una forma u otra, están vinculados con el progenitor rechazado, como con los lugares o cosas con él relacionadas, en una especie de contaminación que permite su descalificación contaminación emocional que cuando no abierto rechazo. Padre –¿Cómo podemos arreglar esto? Adolescente –Esto se arregla en un minuto, solo tienes que mandar de una vez por todas a tomar por el culo al cabrón de tu padre y a la puta loca de tu madre.
En el caso de los abuelos nos encontramos con un escenario especialmente doloroso. Al rechazo de sus nietos se suma la contemplación del sufrimiento que esto acarrea a su propio propio hijo, las difi dificul cultades tades que tienen para comprender las acciones que han conducido a su ex nuera o yerno a llevar a cabo semejante conducta (siendo además herederos de un entorno cultural en donde el respeto a los mayores era un valor indiscutible), las enfermedades, la lenta reacción judicial, cuando no la desidia o incapacidad completa para revertir la la situación. situación. Consciente de que el niño va a tener contacto con esa familia extensa, el alienador suele elaborar estrategias que puedan afectarles y, con un poco de suerte, generar tensión. Si los abuelos solían llevar al nieto a misa los domingos o se va a celebrar la comunión de un primo del niño, hacen que el menor no lleve ropa que los ancianos consideren “adecuada” para ir al acto litúrgico. 47
En los períodos largos, como pudieran ser las vacaciones con el progenitor rechazado, los menores elaboran todo tipo de estrategias para tener el mínimo contacto con él y su entorno. Cualquier excusa sirve para enfadarse y negarse a participar en los uegos y actividades familiares durante horas, encerrarse en su cuarto o negar muestras de cariño. Su tensión es constante, fruto de las directrices inculcadas por el progenitor que actualiza con llamadas telefónicas, aumentando el perfil de agresividad y rechazo si este se ha venido reduciendo gracias al contacto de los últimos días. Una estrategia habitual en estos contactos con el progenitor alienador es el uso del llanto o la pena, por parte del progenitor progenitor o de los los abuelos abuelos de su rama famil familiar, iar, que le recuerdan al menor “lo mucho que le echan de menos”, los pocos días que le quedan “para volver a casa” y lo que “sienten que se tenga que alejar de ellos”.
3.2. Nivele Niveless de SAP El SAP es un proceso que requiere tanto de la elaboración por parte del progenitor alienador como de la asimilación por el niño. De esta forma va construyéndose una nueva realidad implantada, transcurriendo en ocasiones en un breve período de tiempo, mientras en otros casos se construye a lo largo de años. Como elaboración van agravándose las manifestaciones en el menor, por lo que podemos distinguir tres niveles: leve, moderado y severo.
3.2.1. Nivel Nivel leve le ve En este estadio las visitas con el progenitor alienado se celebran con cierta tranquilidad. Las dificultades más claras se presentan en el momento del relevo o tránsito del menor de un progenitor a otro. En esos momentos, los menores suelen manifestar distintas conductas que pueden ir desde el llanto a la expresión clara de su negativa a irse con el padre recién llllegado. egado. Es muy interesante para el evaluador observar estos momentos porque muestran claramente cómo el niño expresa su lealtad al progenitor alienador para, cuando este ha desaparecido o el menor considera que ya no puede verlos, cambiar su comportamiento de forma radical y pasar a preguntar de forma amable y cariñosa al padre con el que en estos momentos está a dónde van a ir, o si pueden jugar juntos en casa de los abuelos. En cuanto el menor se ve liberado de la presión de comportarse como se espera que debe hacerlo, la campaña de desacreditación y agresión desaparece, aun cuando reaparezca de forma puntual a lo largo del tiempo de convivencia con el padre alienado.
3.2.2. Nivel moderado 48
En este nivel las expresiones mostradas por el menor contra el progenitor rechazado son más severas. El tiempo de rechazo y agresión (que llamaremos tiempo de descompresión) hacia el progenitor alienado que lo acaba de recoger es mucho más prolong prolongado, ado, apareciendo apareciendo no solo solo al comienzo comienzo del tiempo tiempo de convivenci convivenciaa con este sino sino también al final, cuando el menor comprende que pronto tendrá que volver con el padre alienador. Los argumentos para justificar su rechazo suelen ser más numerosos y recurre con mayor frecuencia a ellos, sin importar su frivolidad o falta de entidad o razón. La ausencia de ambivalencia es plena, describiendo de forma polarizada a sus progenitores donde uno de ellos es totalmente bueno y el otro totalmente malo o peligroso. La razón, lo correcto, siempre estará en el primer lado, mientras que todo lo que pueda venir del segundo se verá siempre desde un enfoque negativo. Sin embargo, el menor termina por aceptar irse con el progenitor rechazado y, como ocurriera en el caso anterior, una vez el alienador ha desaparecido convenientemente del entorno, el menor se siente seguro y tiende a volver a expresar conductas afectivas con el padre alienado. El evaluador puede comprobar cómo conforme va agravándose la situación, el tiempo que requiere el niño de descompresión, es decir, el espacio temporal que transcurre entre que se produce el relevo entre los progenitores y el menor comienza a comportarse de forma más correcta y afectiva con el progenitor alienado, se va haciendo más extenso. De igual forma la fase de normalización, aquella en la cual el menor se comporta de manera relajada y afectiva con el progenitor alienado, disminuye.
3.2.3. Nivel severo En los menores que alcanzan este nivel, el comportamiento motor y verbal es absolutamente fiel a los dictados del progenitor alienador. Los argumentos denigrantes que ha estado escuchando repetidamente han cristalizado en sus creencias y motivan su conducta, haciendo redundante la presencia y dirección del progenitor alienador. Las denuncias de malos tratos y abusos están presentes y son utilizadas continuamente como argumento, aunque hayan sido desestimadas judicialmente años atrás. Los niños se vuelven autónomos y comienzan a incorporar por sí mismos elementos con los que pretenden enriquecer el rechazo al alienado. Sus aportaciones se incluyen tanto en el ámbito de la campaña de rechazo, con expresiones que vienen a justificar por qué no quieren tener contacto, como en sus conductas motoras, donde no son infrecuentes las agresiones al padre alienado o las conductas de huida. Es decir, los niños llevan ahora la iniciativa incorporando sus contribuciones a lo ya inculcado previamente por parte del progenit progenitor or alienador alienador.. El evaluador puede comprobar que los argumentos, aun cuando tengan ligeras diferencias, son compartidos entre el menor y el padre alienador. Los niños pueden elaborar crisis de pánico, gritar ante la presencia del padre rechazado, mostrar fiebre o convulsionar, expresiones todas ellas que desaparecen en cuanto se elimina la situación y 49
sin correlación física alguna. Cuando son forzados a estar durante un tiempo breve con el progeni progenitor tor rechazado, suelen suelen adoptar una incansable ncansable actitud actitud de provocación provocación hacia este y todos aquellos que el menor considere que están participando de esa situación que él rechaza. De prolongarse el tiempo, llegados a este nivel, los logros son muy pequeños porque el menor es consciente consciente de que va a volver volver con el progeni progenitor tor amado. Esta dinámica solo cesa cuando esta expectativa se interrumpe, liberando al menor de la obligación de odiar en la que se ha visto inmerso, así como dándole la oportunidad de comprobar que todo aquello que cree ciegamente del otro progenitor es falso.
3.3. Diagnóstico dife diferencial rencial El hecho diferencial del SAP consiste tanto en la existencia de una campaña de injurias y descalificación de uno de los padres, como la ausencia de razones para que el hijo rechace tener contacto con su progenitor. La misión básica del progenitor alienador será la elaboración de estas razones porque servirán para justificar el comportamiento de los menores, así como para exonerarse de cualquier responsabilidad sobre la conducta que presentan los hijos. Con esta intención llevan a cabo la educación en el odio en los niños, buscando construir una imagen negativa del progenitor objetivo de tal suerte que aquellos tengan miedo de encontrarse con él, pudiendo recurrir a la elaboración de falsas alegaciones de malos tratos y abusos. La manipulación de los recuerdos de los niños y de las experiencias reales que tuvieron con el progenitor al que se pretende expulsar de la vida de los menores es muy efectiva. Sin embargo, los progenitores alienadores no solo modifican los recuerdos en la mente del niño, sino que llegan a introducir escenas, emociones y conversaciones que jamás existieron. El olvido de la época de felicidad compartida con el progenitor alienado no es tan importante como la construcción de una falsa memoria. Si con la primera aun podríamos plantearnos plantearnos dar una oportunidad oportunidad a la relaci relación, ón, con la segunda segunda lo que se log ogra ra es el rechazo, el temor a relacionarse con el otro y la destrucción de su figura en la vida de los hijos. La mejor manera de elaborar esta construcción falsa es apoyándose en ciertos hechos neutros ocurridos entre el menor y el progenitor, distorsionar la realidad hasta reinterpretar los acontecimientos. Si la madre tuvo un olvido a la hora de hacer la maleta del niño, la reinterpretación nos llevaría a definir aquel acto como un hecho malintencionado, premeditado, cuyo objetivo sería provocar que el padre tuviera que gastarse el dinero en sustituir el objeto olvidado. Las falsas memorias de hechos en los menores se llevan a cabo de muy diversas formas. La más sencilla es insistir preocupadamente en la ocurrencia de un hecho que pudo o no haber ocurrido. ocurrido. Con el tiempo el menor comienza comienza a afirmar que recuerda recuer da algo algo 50
de aquel asunto y, ante la evidente satisfacción en el rostro y las expresiones de su progeni progenitor tor,, comienza a incorporar, ncorporar, feli feliz por poder satisfacerle satisfacerle de algú algúnn modo y liberarse de la presión, detalles del acontecimiento. El relato así elaborado se convierte en válido pero no en verdad, pero para los propósitos propósitos del alienador alienador tiene tiene que ser creíble creíble y tener el valor que él necesita, lo que es suficiente. La famosa fotografía del ex presidente de los EE UU George W. Bush sosteniendo un libro del revés mientras una niña lee a su lado, o las imágenes del ave agonizante cubierta de petróleo supuestamente derramado por los ocupantes iraquíes en la primera Guerra del Golfo son falsas. La primera es un truco informático, la segunda corresponde a un vertido ocurrido a miles de kilómetros de Kuwait varios años antes. Sin embargo, para muchos de nosotros están asociadas a esos personajes y acontecimi acontecimientos. entos. Incorporando esa información nformación a nuestra memoria, repitiéndola insistentemente hasta que aprendimos por simple asociación que correspondía a aquellos hechos, presentada por medios y profesionales en los que confiamos, deformaron la realidad, construyendo una verdad que no coincide con lo real.
3.3.1. Abuso Abuso se s e xual xual El aumento de la utilización de las falsas denuncias de abusos sexuales en los procesos de divorcio es un hecho que se ha constatado en multitud de países en diversos momentos históricos. En EE UU, dos décadas después de la firma de la Ley 93-247 para la protección protección y tratamiento tratamiento de los menores víctimas víctimas de abuso –The –T he Child Child Abuse Preventi P revention on and Treatment Act (CAPTA)– en 1974, el Gobierno Federal comprendió que tenía que modificar la norma al comprobar que el número de denuncias falsas doblaba a las reales. También en Europa se ha producido un aumento significativo en los últimos años. En España el incremento de las falsas denuncias, tanto de maltrato como de abuso sexual infantil en los últimos años, ha sido reconocido por distintos autores (Garrido y Masip, 2004; Ruiz, 2006) así como por instituciones del ámbito forense (Memoria Instituto de Medicina Legal de Murcia, 2005); las distintas fuentes consideran que entre el 60 y el 80% de las denuncias de abuso sexual infantil (ASI) interpuestas en el ámbito de los divorcios son falsas. La utilización de las denuncias es tan alta debido a que permite la inmediata interrupción de la relación del progenitor con sus hijos. Ante la denuncia, el juzgado acuerda de inmediato, aun de forma cautelar, la suspensión del régimen de visitas. Esto permite permite al alienador alienador disfrutar disfrutar de tiempo tiempo para llevar a cabo el trabajo de manipul manipulaci ación ón de los menores y disponer de un argumento muy adecuado para construir una imagen peli peligrosa del otro progeni progenitor tor ante los hijos. hijos. En esta situación el alienador se encuentra en una posición de ventaja en el proceso de divorcio, mientras el otro progenitor se desgasta emocional y económicamente en su intento de demostrar su inocencia. El procedimiento principal de divorcio queda en segundo plano ante la urgencia por cerrar el asunto penal que la denuncia de abusos inicia. Por su parte, los menores pasan por evaluaciones que se repiten una y otra vez, 51
declaran ante policías, la Administración de Justicia, servicios sociales, peritos de parte, etc., lo que provoca la consolidación de su relato y la destrucción de cualquier posibilidad de descubrir qué ocurrió realmente. La posibilidad de que verdaderos abusadores de sus hijos puedan aprovechar esta situación para justificar la animadversión de sus hijos, nos obliga a discriminar claramente cuándo nos encontramos ante un proceso de manipulación y cuándo ante un abuso real. Algunos profesionales han insistido en que muchas denuncias de SAP están intentando tapar casos reales de pedofilia o maltrato, pero un sencillo vistazo al funcionamiento de nuestro sistema judicial nos permite comprobar que esto es sumamente difícil. Primero, porque ambos procesos, aun cuando se afectan –de hecho ese es su principal principal interés interés para los padres alienadores– son independientes, con jueces distintos, psicólogos y médicos diferentes, que llevan a cabo su trabajo en juzgados con distintas competencias. En segundo lugar, pero no menos importante, la valoración de la realidad de la existencia de abusos sexuales está basada en el análisis de la credibilidad del testimonio y las pruebas físicas encontradas, no en si existe o no un SAP. Para el SAP, el uso de una falsa alegación de abusos o malos tratos es una variable que puede o no presentarse, pero nada más. Incluso no constituye ni tan siquiera uno de los criterios diagnósticos aceptados por la literatura especializada para que el profesional considere que la situación que está evaluando se inscribe en este diagnóstico. El rechazo que un hijo expresa hacia uno de sus progenitores motivado por haber sido víctima de sus abusos o agresiones sexuales no debe ser etiquetado como SAP. El abuso de un progenitor hacia sus hijos, sea en el plano físico, sexual o emocional, puede producir producir una ali alienación enación parental del progeni progenitor tor abusador, abusador, pero el diagnó diagnósti stico co SAP SAP debe darse si existe una campaña injustificada por parte de uno de los progenitores contra el otro, a la que se suman las contribuciones del hijo alienado (Aguilar, 2009). Un menor que ha sido maltratado en alguna forma y no quiere ver a su progenitor no puede ser considerado como una víctima de SAP. Un niño que rechaza justificadamente a su progeni progenitor tor es un menor que se encuentra ali alienado parentalmente, parentalmente, pero no está afectado por un SAP, SAP, que está constitui constituido do por el conjunto de los criterios criterios diag diagnósti nósticos cos que aquí explicaremos. Debido a que cada vez existe mayor información sobre estos asuntos, en la práctica diaria nos estamos encontrando con casos falsos de abusos, en los que encontramos un mayor número de los criterios que la literatura especializada reconoce como indicadores de abuso, lo que dificulta el trabajo a los profesionales, pudiendo llevarles a diagnósticos equivocados. Por esta razón es muy importante que las evaluaciones en estos casos sean realizadas por profesionales con experiencia, formados en la detección de falsas alegaciones tanto como en la valoración de la gravedad y alcance de este tipo de maltrato. Junto con esto, la evaluación de toda la situación en la que se encuentra la unidad familiar, incluyendo el conocimiento sobre el litigio por la custodia o los bienes, la historia relacional previa de la pareja, así como la valoración de todos los miembros que pueda aportar información información amplia amplia sobre la situación. situación. En el cuadro 3.2 3.2 encontramos un resumen de las diferencias que desde el punto de 52
vista conductual muestran los niños cuya declaración es elaborada de aquellos que realmente han sufrido abusos. Siendo esto muy importante, no deja de ser básico también contrastar el comportamiento que muestra el progenitor que plantea la denuncia. Los progenitores alienadores centran el discurso no tanto en su preocupación por las posibl posibles es consecuencias consecuencias en sus hijos hijos de los hechos denunciados, denunciados, como en transmiti transmitirr de manera insistente la idea del peligro que constituye el otro progenitor para el niño. Es habitual que vayan buscando, uno tras otro, un profesional que se pliegue a sus deseos, hasta lograr el informe que poder presentar en el juzgado, llegando incluso a seguir llevando a los hijos para ser evaluados cuando el proceso judicial ha finalizado archivando o exonerando al supuesto abusador. Ante estos se muestra preocupado y no duda –al contrario de lo que suele ocurrir en los progenitores de hijos que realmente han sido abusados– en repetir una y otra vez los hechos con todo tipo de detalles. Los profesional profesionales es sanitari sanitarios os o del área de la psicol psicolog ogía ía y el trabajo social, social, alarmados alarmados por lo que escuchan, buscan responder a la imperiosa demanda que se les plantea. Estos profesional profesionales es sin sin un conocimient conocimientoo extenso extenso de todo lo que está ocurriendo ocurriendo en la unidad unidad familiar, del conflicto de fondo que está empujando la situación, en su pretensión de ayudar al menor, favorecen la alienación del niño hacia el otro padre aportando informes que en más ocasiones de las que sería esperable solo cuentan con la información que les ha llegado de boca de una de las partes en conflicto.
Cuadro 3.2. Diagnóstico diferencial abusos o negligencia vs. SAP Abuso o negligencia
SAP
El hijo recuerda lo ocurrido sin ningu- na ayuda externa. Los datos que aporta son creíbles, con mayor cantidad y calidad de detalles. Los conocimientos sexuales son inapropiados propiados para su edad: erecc ión, eyaculación, felación, sabor del semen, etc. Pueden aparecer indicadores sexuales –conductas sexualizadas, conducta seductora con adultos, juegos juegos sexuales prec oces e inapropiados inapropiados con iguales iguales (p.ej., felatio), agresiones sexuales a otros menores más pequeños, masturbación excesiva, excesiva, etc. En ocasiones existen indicadores físicos – infecciones, lesiones– del abuso. Pueden presentarse trastornos funcionales: pautas de sueño alteradas, eneuresis, encopresis, trastornos de la alimentación. Pueden presentarse retrasos educativos: dificultades de concentración, atención, falta de motivación, fracaso escolar. escolar.
El hijo programado no ha vivido lo que su progenitor denuncia. Necesita Nec esita recordar. rec ordar. Los datos que aporta son menos creíbles, carecen de detalles e incluso son contradictorios entre hermanos y en distintas declaraciones. No tienen conocimi conoc imientos entos sexuales de carácter car ácter físico: sabor, dureza, textura, etc. No aparecen indicadores indicadores sexuales. Frecuentemente Frec uentemente solo el relato, sin que se puedan observar secuelas en su conducta, juego, interacción con los compañeros o ejecución académica. No existen indicadores indicadores físicos. fís icos. No suelen presentars e trastornos trast ornos funcionales funcionales acompañantes. No suele presentars e retraso retras o consecuente con la denuncia.
53
educativo
Pueden presentarse alteraciones en el patrón de interacción del sujeto abusado: cambios conductuales bruscos, aislamiento social, consumo de alcohol u otras drogas, agresividad física y/o verbal injustificada, robos, etc. Pueden presentarse desordenes emocionales: sentimientos de culpa, de estigmatización, síntomas depresivos, baja autoestima, llanto inmotivado, intentos de suicidio, etc. El menor suele sentir culpa o vergüenza por lo que declara. Las denuncias por abusos normalmente son previas a la separación. El progenitor se da cuenta del dolor y la destrucción de vínculos que la denuncia provocará en la relación familiar. El progenitor que abusa de sus hijos podría presentar otros trastornos trast ornos en distintas es feras de su vida.
El patrón conductual del sujeto no se ve alterado en su entorno.
No aparecen sentimientos sentimientos de culpa estigmatización o conductas de autolisis.
o
Los sentimientos de culpa o vergüenza son escasos o inexistentes inexistentes.. Las denuncias por abusos son posteriores a la separación. El progenitor no tiene en cuenta, ni parece importarle, la destrucción de los vínculos familiares. Un progenitor alienado aparenta estar sano en las distintas áreas de su vida.
Aquellos profesionales que no están acostumbrados a la dinámica judicial en donde el enfrentamiento entre partes es el elemento básico estructural que define su funcionamiento, suelen olvidar que solo están teniendo acceso a una de las versiones, a uno de los puntos de vista, cargado de intereses que en muchas ocasiones se alejan del bienestar bienestar de los menores impli implicados. Al movernos en el contexto contexto de un litig tigio, el profesional profesional no puede cometer el error de recoger únicamente la la opinión opinión de una de las dos alternativas enfrentadas legítimamente en sus reclamaciones. La evaluación ideal ha de contar con el mayor número de fuentes. Como mínimo con una de las partes si la otra no quiere colaborar, junto con la documentación obrante en el expediente judicial, donde habitualmente hallamos informes de entidades públicas y privadas que pueden enriquecer la panorámica de la situación que estamos observando, la familia extensa, el centro docente y el resto de sujetos u organizaciones que entran en contacto con el menor. De igual modo que no concebiríamos un juicio en donde únicamente se escuchara la opinión de la acusación o de la defensa, los profesionales no pueden informar con los datos, entrevistas, evaluaciones, aplicación de pruebas psicométricas, etc., de una de las partes exclusivamente, sin dejar recogido expresamente sus limitaciones al juzgador.
3.3.2. Ansiedad por separación La aparición de expresiones de ansiedad en los menores cuando van a ir a ver a su otro progeni progenitor tor suele suele confundirse confundirse cuando no aprovecharse como excusa excusa para romper la relación, con la elaboración de un SAP. Siguiendo los criterios marcados por el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales IV-TR (DSM-IV-TR), la 54
característica esencial de la ansiedad por separación es una ansiedad excesiva –en comparación con la esperada en sujetos de su misma edad–, como respuesta al alejamiento del hogar, o de aquellas personas a quienes el sujeto está vinculado. Los hijos muestran malestar al estar separados de su hogar o de sus cuidadores principales, así como necesidad de estar en contacto con ellos. Expresan su deseo de volver a su casa y sus miedos ante la posibilidad de accidentes o enfermedades que afecten a sus seres queridos, o a perderse y no volverlos a encontrar. Esta alteración de la conducta debe mantenerse durante un período de al menos cuatro semanas e iniciarse antes de los 18 años. Las consecuencias para el sujeto se valoran como malestar clínicamente significativo o deterioro social, académico o de otras áreas importantes de la actividad diaria. Contextos habituales en las que se presenta esta situación es en el comienzo del curso, cuando el niño se ve obligado a alejarse de su entorno conocido, tal vez por primera primera vez. En estos momentos los menores recurren al llanto o manifi manifiestan estan somatizaciones al percibir que la separación está cercana. Según el DSM-IV-TR, en torno al 4% de los niños y adolescentes presentan este problema. Su presencia es más común en los primeros años de la infancia e infrecuente en la adolescencia.
Cuadro 3.3. Otras variables a considerar para diferenciar ansiedad por separación vs. SAP Ansiedad por separación separación
SAP
El progenitor no apoya expresamente las manifestaciones de los hijos –aunque sí puede reforzarlas de modo indirecto en la mayor parte de las ocasiones. No existe defensa del progenitor alienador alienador en los menores. La ansiedad por separación no presenta escenarios prestados, prestados , ni prolongación prolongación a la familia familia extensa. Su presencia en uno de los progenitores puede aparecer porque no esté bien bien elaborado elaborado el apego con dicho sujeto. En esta tarea es habitual que encuentre el apoyo del otro progenitor. Permite la expresión de sentimientos contradictorios hacia el mismo individuo. La variable relevante no es la situación, sino la ausencia de los sujetos deseados, independientemente de la situación en la que se encuentre el menor o la presencia de otros sujetos. Se encuentra malestar clínicamente significativo o deterioro social, académico o de otras áreas importantes de la actividad diaria.
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El progenitor apoya las manifestaciones de los menores o considera que son un problema entre el hijo y el otro progenitor. Existe una defensa del progenitor amado. Existen escenarios prestados y el rechazo incluye a la familia extensa. El progenitor alienador no ayuda al progenitor rechazado. No existe existe ambivalencia ambivalencia,, solo deseo de estar lejos lejos del progenitor y temor ante su amenazante presencia. presenc ia. Las expresiones de temor y ansiedad se circunscriben a los espacios en los que el progenitor rechazado rec hazado está o puede estar presente. Si bien se encuentra malestar, es habitual que el resto de las áreas de los sujetos se encuentren bien estructuradas, limitándose el problema a su relación
con el progenitor alienado. La pre prese senc nciia de de mi miedo edo y desa esagra grado al encon contr traarse a solas con el progenitor alienado se presenta de modo progresivo, y cada vez en mayor grado.
Existe xistenn ppeeríod ríodos os de exace xacerb rbac aciión y de remi remisi sióón.
Una diferencia fundamental entre la ansiedad por separación (AS) y el SAP es que mientras en la primera la queja subyacente es el miedo a no volver a ver a la figura de cuidado, en la segunda lo que descubrimos es el rechazo centrado en la presencia o proxi proximidad del progeni progenitor tor ali alienado. Así, mientras mientras en la AS se produce una expresi expresión ón de ansiedad y miedo en todas las situaciones en las que el menor valora que se encuentra en riesgo de perder el contacto deseado, en la segunda se centra únicamente en aquellas en las que está implicado el progenitor rechazado. La estrategia del menor incluido en el primer primer caso será volver volver al progeni progenitor tor del que se ha distanci distanciado, ado, mientras mientras que en el segundo caso el interés fundamental del menor es alejarse del progenitor alienado, vuelva o no con el progenitor alienador. El escenario en donde se presentará la AS será todo aquel que implique una pérdida de contacto –colegio, visita al otro progenitor no conviviente, viajes, etc.– mientras que en el segundo se dará exclusivamente ante la posibi posibillidad de tener que entrar en contacto con el padre rechazado.
3.4. Otras variables a considerar Tras la descripción y consideración de los criterios de identificación, en la evaluación de los casos de SAP debemos tener en cuenta un conjunto de variables periféricas que, no siendo esenciales para diagnosticar el problema, sí nos ofrecen mucha información. Las motivaciones de los progenitores para llevar a cabo las conductas de interferencia, la propia propia naturaleza naturaleza de las conductas de interferencia nterferencia que util utilizan, las creencias creencias sobre la crianza, la elaboración (o la falta de ella) de la ruptura llevada a cabo, los antecedentes familiares de alienación, la presencia de psicopatología o de determinados estilos de personali personalidad son variables variables muy importantes, que serán ampliadas ampliadas en el sigui siguiente ente epígrafe. Junto con los prejuicios que el propio evaluador puede tener, las evaluaciones en el vacío es otro de los grandes problemas a los que podemos enfrentarnos. Muchos informes periciales se llevan a cabo asumiendo una especie de vacío espacio-temporal que les hace obviar los antecedentes del hecho a peritar y de las decisiones que de la evaluación se desprenderán. Continuamente nos encontramos con evaluaciones que han pasado de puntil puntillas por la historia historia de interferencias nterferencias previas, donde un sencill sencillo análisi análisiss nos demuestra cómo las denuncias sucesivas van apareciendo en los momentos oportunos y habitualmente en una progresión de severidad –interferencias puntuales de visitas, interrupción en la comunicación, incumplimientos de fines de semana y vacaciones, denuncias de malos tratos, denuncias de abusos–, logrando la interrupción del contacto 56
del padre objetivo con el menor o la posposición de las decisiones judiciales –terapia familiar, mediación, punto de encuentro– que buscan una salida a la situación. Refiriéndonos específicamente a la evaluación del SAP, no es tan relevante la evaluación de toda la unidad familiar, siendo esta importante, como la necesidad de una evaluación extensa, que incluya no solo las circunstancias próximas a la conducta problema, problema, sino sino una visi visión ón global del niño desde un punto de vista vista evoluti evolutivo, vo, así como el acopio de toda la información posible proveniente de distintas fuentes. La razón es que la intervención profesional se lleva a cabo en un sistema dinámi co, en continuo cambio y evolución en el que intervienen muy diversos elementos, sujetos, circunstancias, deseos e intereses, frente a la postura de foto fija fi ja que muchos profesionales asumen.
3.5. El SAP en el DSM Como otros síndromes basados en conductas, como es el caso del trastorno por déficit de atención, conocido inicialmente como desorden cerebral mínimo, o el trastorno por estrés postraumático, incluido en los trastornos de ansiedad, el SAP podría encuadrarse en el DSM en distintas categorías. La categoría Z63.8 problemas paterno-filiales sería una de ellas. Esta categoría debe usarse cuando el objeto de atención clínica es el patrón de interacción entre padres e hijos (p. ej., deterioro de la comunicación, sobreprotección, disciplina inadecuada) que está asociado a un deterioro clínicamente significativo de la actividad individual o familiar o a la aparición de síntomas clínicamente significativos en los padres o hijos. Por otro lado, el SAP también podría incluirse en la categoría F91.0 trastorno disocial limitado al contexto familiar, que incluye trastornos disociales en los que el comportamiento disocial, antisocial o agresivo (que va más allá de manifestaciones oposicionistas, desafiantes o subversivas) está completamente, o casi completamente, restringido al hogar o a las relaciones con miembros de la familia nuclear o allegados. Las pautas de diagn diagnósti óstico co de esta categoría categoría requieren requieren que no se encuentre presente ning ninguna una alteración significativa del comportamiento antisocial fuera del ambiente familiar, así como que las relaciones sociales del niño fuera de la familia estén dentro de un rango normal. El manual establece que estos trastornos tienen su comienzo con algún tipo de alteración intensa de las relaciones del menor con uno o más miembros de la familia nuclear.
La evaluación del SAP es tan compleja que provoca la necesidad de tener un profundo conocimiento
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de procesos y estrategias que, inicialmente, parecieran estar alejados de este problema. Conocer los procesos de la comunicación humana disfuncional nos permite discriminar aquellas estrategias que van a ser utilizadas por el alienador para entorpecer el trabajo del profesional. La información que ofrecen los síntomas que muestran los implicados en la dinámica patológica es una fuente de la que el evaluador debe sacar el máximo provecho. No estar preparado provocará que él mismo provoque un daño mayor del que quiere evitar. La actitud de falso conciliador que el progenitor alienador va a asumir es un buen ejemplo de lo que decimos. Los alinadores son sujetos que buscan seducir a su auditorio, con intención de atraerlos a su posición, por lo que resulta imprescidible estar preparado para no entrar en sus juegos juegos tóxicos. En la misma situación nos encontramos con los criterios diagnósticos. Los ocho criterios diagnósticos, y todas aquellas variables a considerar que las sucesivas investigaciones han ido incorporando como elementos descriptivos del problema que tratamos, son la pieza fundamental para llevar a cabo una descripción terminológica certera, en la que debemos incluir el nivel de profundidad con el que se presenta el problema. Finalmente, la determinación de un análisis que discrimine claramente el problema de otras alternativas diagnósticas posibles, nos permitirán acertar en la decisión más ajustada para llevar a cabo el abordaje del problema.
Caso clíni c línico co Las visitas de Antonio a sus hijos son cada vez más irregulares. Cuando se acerca la Navidad los niños aceptar acompañar a su padre un fin de semana, pero pronto comienzan a exigir regalos que difícilmente su padre puede comprarles. Cuando Antonio les hace ver que le va a resultar complicado complacerlos rogándoles que elijan otros, los niños comienzan a lanzarle expresiones hirientes y comentarios sobre que prefiere gastarse el dinero con su nueva pareja antes que con ellos. María comienza a llorar y cuando su padre le pregunta qué le ocurre, la niña le confiesa entre sollozos que su madre es muy pobre, que no tiene dinero para vivir y que él es un egoísta. Por más que intenta explicarse sus hijos no le dejan hablar, dándole la vuelta a todas sus justificaciones. Aunque en la primera visita los niños aceptaron de buen grado a la nueva pareja de su padre, una semana después todo cambió. Al llegar a casa los tres hermanos guardaron silencio y, sin tan siquiera mirarla a los ojos, se encerraron en sus respectivas habitaciones. Antonio no sabe qué hacer. Continuamente se acerca a sus hijos mayores, intentando razonar y darles explicaciones sobre todo aquello que le acusan, justificando su comportamiento sin que eso parezca que solucione nada. Tras varios intentos, comprende compr ende que sus esfuerzos se vuelven vuelven c ontra él. Sus argumentos son distorsionados y usados para agredirle. Si bien en un primer momento ir a visitar a los abuelos paternos resultaba una buena alternativa, consiguiendo que los niños se relajaran y su comportamiento fuera el de siempre, desde hace semanas el rechazo que le muestran se ha extendido a los abuelos, sus tíos e incluso a los primos de su edad, con los que antes jugaban animadamente. En una de esas visitas Antonio impide que Mario rompa una figurita de la abuela, agarrándolo de la mano y forcejeando para que la suelte. Tras esto el niño es castigado sin salir toda la tarde.
Preguntas de autoevaluación
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1. En el nivel nivel modera moderado: do: a) Las razones del rechazo son argumentadas con rigor. b) El menor se siente inseguro y no muestra ninguna conducta afectiva. c) El menor termina por aceptar la compañía del progenitor rechazado. d) Los argumentos para justificar el rechazo son escasos. e) El niño no permite bajo ninguna circunstancia mantener contacto con el progenitor rechazado. 2. El fal falso concil conciliador: ador: a) Muestra una conducta de rechazo hacia las visitas del hijo con el otro progenitor. b) Se muestra colaborador con el evaluador, buscando ayudar. c) Ofrece una imagen de disgusto ante la situación, que no sabe cómo solucionar. d) Aparenta estar disgustado por la situación, cuando realmente entorpece su resolución y la apoya con su conducta. e) Explica la razón por la que el niño rechaza ver al otro padre. 3. Entre los criterios criterios de evaluació evaluaciónn no encontramos: a) Presencia de abusos reales. b) Extensión del odio a la familia del alienado. c) Escenarios Escenarios prestados. d) Apoyo del progenitor alienador. e) Frases en el menor que no corresponde con su edad. 4. El SAP SAP es un un proce proceso: so: a) Estático. b) Dinámico. c) Relacional. d) Que termina siendo severo. e) Fácil de detectar.
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4 Tratamiento I: guía para el terapeuta
4.1. Objetivos a conseguir El objetivo primario es la recuperación de los vínculos afectivos saludables del menor con ambos progenitores. Para ello llevaremos a cabo las estrategias necesarias para proteger proteger a los menores de las presiones presiones de sus progeni progenitores, tores, alejándol alejándoles es del confli conflicto, apoyándoles psicológicamente, no permitiendo su instrumentalización por cualquiera de las partes, ofreciéndoles un espacio desprovisto de presiones emocionales, y recuperando sus recuerdos y emociones ofreciéndole la oportunidad de que sea él mismo el que los elabore. Si crecer con unos vínculos emocionales saludables y sólidos, de forma que permitan permitan la interacción nteracción del niño niño con el entorno es fundamental para un desarroll desarrollo armónico, crecer rechazando a uno de los padres es un factor de riesgo para la construcción de la personalidad adulta (Baker, 2005a). Nos encontramos con un problema problema psicojurídico, psicojurídico, por lo que sin un apoyo a poyo estrecho y continuo del juzgado, la intervención será estéril, cuando no iatrogénica. Desafortunadamente este apoyo es la excepción, prefiriéndose en la actualidad la utilización de estrategias como la mediación o la terapia familiar que, en buena medida, no hacen sino potenciar el problema. Lowenstein (2006), con una muestra de 11 casos, recoge que la terapia como medida judicial logró la recuperación de la relación entre los progeni progenitores tores en cerca del 65% de los casos, ca sos, condici condición ón que consideró consideró previa previa para llevar a cabo la terapia con el hijo alienado. Aun lo anterior, lo másdestacable es encontrar que la recuperación de la relación con el hijo se alcanzaba únicamente en el 54% de las ocasiones, es decir, apenas en algo más de la mitad de los casos. Aunque el tamaño de la muestra no nos permite generalizar los resultados, sí coincide con la experiencia profesional profesional.. La mediaci mediación ón y la terapia terapia fami f amilliar, especialmente especialmente en e n los casos severos, no es una medida que ofrezca resultados ni garantías de éxito, siendo contraproducente cuando no está apoyada firmemente por el juzgado y realizada por un profesional con experiencia en esta dinámica familiar patológica.
4.1.1. Conside Conside racione racione s previas a la interven interve nción 60
Antes de cualquier intervención con los miembros de la familia en donde se ha encontrado este problema, el terapeuta debe considerar una serie de variables que, de no tener siempre presentes, harán fracasar su intervención. El profesional encargado debe conocer la dinámica familiar y los procesos que en ella se llevan a cabo, si no quiere que su trabajo no solo no alcance el objetivo marcado, sino no convertirse en un instrumento del propio progenitor alienador.
Cuadro 4.1. Variables a considerar previas a la intervención a) b) c) d)
e)
Las motivaciones del progenitor alienador. Las creencias y habilidades de crianza de los progenitores. El nivel de elaboración psicológica de la ruptura. La presencia de psicopatologías o estilos de personalidad patológicos. La natur natural alez ezaa de las condu conductas ctas de interfe nterferen rencia cia..
Las motivaciones de los progenitores para alejar a los hijos del otro padre son muy diversas y deben ser objeto de intervención por el profesional. Las más comunes son los intereses económicos, ya que los hijos dan acceso a la gestión de la pensión de alimentos y el disfrute de la vivienda familiar. El enfrentamiento por la obtención de la custodia de los hijos sirve como punto de partida para, convenientemente distorsionado, elaborar excusas a partir de las cuales justificar las conductas de interferencia. El deseo más o menos expreso de venganza o de necesidad de resarcimiento estaría en segundo lugar, lo que no es sino reflejo de la imposibilidad de muchos progenitores de aceptar la ruptura y seguir su vida tras el divorcio. La manera de continuar vinculado con el otro progenitor es la perpetuación del conflicto, lo que les permite seguir teniendo un papel relevante relevante en sus vidas. vidas. La herida herida narcisi narcisista por haber sido sido abandonados o la proyección proyección de la culpa culpa por el fracaso de la relación relación o el proyecto famil familiar ahora roto se encuentran en la base de muchas situaciones de alienación. En muchas evaluaciones el profesional profesional puede estar tentado de considerar considerar la situaci situación ón como fruto del confli conflicto, cuando la realidad es que se usa la situación para generar y perpetuar el conflicto; es decir, no es causa ni consecuencia, es un instrumento que muchos progenitores consideran válido para mantener el conflicto. El temor a dejar de ser la figura principal en la vida de sus hijos, especialmente cuando aparecen nuevas parejas que pudieran, en su opinión, usurpar su lugar y el afecto de los niños, es muy habitual. Esta fue una de las circunstancias que inauguró el análisis de este problema que, inicialmente, los autores localizaron en el momento de la lucha por la custodia. Con mucha frecuencia, habiendo transcurrido incluso años desde el divorcio, la alienación se hace presente coincidiendo con este acontecimiento en la vida de uno de los progenitores. Las creencias erróneas sobre la crianza generan una presión que puede venir a ustificar las conductas de alienación. La creencia de una menor capacidad del varón para 61
la crianza de los hijos sumada a las presiones del entorno social sobre la mujer –en la dirección de responsabilizarla de la crianza de sus hijos, en la que la idea de la buena madre se ha de enfrentar al deseo de un varón que pretende usurpar su papel de cuidador princi principal pal–– son alg algunas de ellas ellas (Clawar, (Clawar, S. S. y Rivl Rivliin, B. V., 1991). Dentro de estas creencias se encuentra muy arraigada la visión en muchos progenitores de los hijos como una posesión, prácticamente una prolongación de su persona, lo que hace que consideren una severa agresión que los alejen de ellos. La propia organización del sistema judicial, que crea de facto una situación de preponderancia del progenitor custodio frente al progeni progenitor tor visitante, visitante, satélite satélite de la unidad famil familiar, apoya tácitamente esta visión. visión.
Cuadro 4.2. Motivos para llevar a cabo la alienación 1. 2. 3. 4. 5. 6.
Int Intereses ses eco econnómicos. cos. Deseo Deseo de veng vengan anza za o nece necesi sida dadd de de resarci resarcimi mien ento. to. Temor Temor a dej dejar ar de ser la la figura figura princi principal pal en la la vida vida de de sus hij hijos. Creen reenci cias as erró erróne neas as sob sobre re la crian crianza za.. Presencia de antecedentes antecedentes fami famili liares ares de de alie alienació nación, n, abando abandono no o negl negliigencia. gencia. Pre Presenci senciaa de de psi psico copa pato tollogía ogías. s.
Una de las creencias sociales que más influye a la hora de permitir la elaboración de un SAP, es la dificultad expresa de muchos sujetos, y especialmente profesionales, para aceptar que un progenitor pueda llevar a cabo estrategias tan lesivas en sus propios hijos o, por otro lado, que los menores puedan ser presionados con la aparente facilidad con la que en ocasiones nos encontramos. Es interesante comprobar cómo esto mismo choca con la sencillez con la que asumimos que los Gobiernos y Estados nos manipulan (“Irak posee armas de destrucción destrucción masiva”), masiva”), las creencias reli religiosas giosas nos convencen de cuestiones físicamente imposibles (“Al tercer día resucitó”), las sectas destructivas logren que cientos de personas se inmolen o, incluso, que pequeñas compañías publicitarias sean capaces de hacer cambiar de opinión a una masa de consumidores, mientras nos cuesta asumir que un niño –intelectualmente inmaduro y muy limitado en su autonomía física– sea manipulado en sus creencias, percepciones y recuerdos por parte de uno de sus progenitores. Detrás de ello se encuentran los mitos, educados con paciencia y potenciados potenciados culturalmente culturalmente con mil mil relatos, relatos, películ películas as y programas programas de televi televisi sión, ón, que visten a los padres de un aura de bondad y amor desprendido que la realidad insiste tozudamente en contradecir. La presencia de antecedentes familiares de alienación, abandono o negligencia en las primeras primeras etapas de la vida vida del progeni progenitor tor alienador alienador es frecuente. Al analizar analizar la histori historiaa familiar, encontraremos progenitores ausentes, cuya imagen ha sufrido el mismo proceso de manipulación e injurias que ahora se ejerce sobre el actual objetivo. En ocasiones estas figuras parentales se encuentran presentes, pero son débiles y su papel es irrelevante o se encuentra desdibujado por lo que, aun habiendo permanecido en la vida de los alienadores, han desempeñado un papel muy secundario, a la sombra, 62
encontrándose en muchas ocasiones que sus opiniones y aportaciones no se tenían en consideración, mientras la otra figura parental se erigía dominando la unidad familiar. Las habilidades de crianza de los progenitores determinará la intervención terapéutica. El proceso de alienación puede apoyarse en las dificultades o falta de habilidades parentales (reales o supuestas) del progenitor rechazado, por la propia conducta oposicionista de la adolescencia o como una forma de resolver las dificultades de relación entre el progenitor alienador y el niño. En este último caso, el conflicto con el progeni progenitor tor alien alienado ado ocultaría ocultaría el conflicto conflicto entre ellos, ellos, al ofrecer un elemento elemento externo externo en el que centrar la atención. Un progenitor rígido, poco afectivo y distante tiene pocas herramientas para enfrentarse a este problema con su hijo. Frente a él el alienador se construye como flexible, afectivo, comprensivo, cercano y cálido. Para el terapeuta es importante tener claro que, en el momento que cualquiera de las posibilidades anteriores sea aprovechada de forma oportunista por uno de los progenitores para que el hijo rechace al otro padre, estaríamos hablando de SAP. De igual forma, trabajar en la dirección de aportar herramientas al progenitor alienado será un elemento más en la intervención. La presencia de psicopatologías es mucho más infrecuente de lo que pudiera creerse, pero existe. existe. En la personali personalidad paranoide, paranoide, la desconfianza, desconfianza, la susceptibi susceptibillidad, orgul orgulllo y sobrevaloración de su propio ego hacen que estos individuos se encuentren sometidos a una continua tensión que los hace estar vigilantes y a la defensiva. Esta actitud los empuja a cometer evaluaciones rígidas y erróneas, debido a que se basan en percepciones percepciones cargadas de impli mplicaciones personales. personales. También También es frecuente la presencia de trastornos límite de la personalidad, sujetos con un patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y la afectividad, así como una notable impulsividad. Los individuos con este trastorno llevan a cabo ingentes esfuerzos para evitar un abandono real o imaginario. Su percepción de una separación o rechazo inminente puede ocasionar cambios significativos en su autoimagen, afectividad, cognición y conducta. Estos sujetos tienen una baja tolerancia a la soledad y una alta reactividad en su estado de ánimo (ansiedad e irritabilidad), especialmente frente al estrés interpersonal. La presencia de cuadros de trastorno antisocial de personalidad (que cursa con un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás, escasa empatía y ninguna preocupación por los deseos y bienestar de los otros) y síndrome de Munchaussen (en donde el progenitor presenta a su hijo como un enfermo o en riesgo para cubrir cubrir sus necesidades necesidades emocional emocionales es y de vincul vinculación ación,, provocando que al hijo hijo se le apliquen pruebas y tratamientos innecesarios) son otros de los cuadros psicopatológicos más habituales. Finalmente, los trastornos histriónicos (que muestran una emotividad excesiva y un comportamiento de búsqueda de atención) y narcisistas (con un patrón general de grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía) son otras de las características de personalidad que los progenitores alienadores pueden presentar. Pese a todo lo anterior, lo habitual es encontrarse ante progenitores sin psicopatol psicopatolog ogías, ías, con personalid personalidades ades rígi rígidas y defensivas, defensivas, donde los mecanismos de negación, proyección y distorsión como modos de enfrentarse a la realidad y mantener el 63
equilibrio son comunes. Tener en cuenta su tendencia a interactuar consigo mismo y con su entorno de forma inflexible y poco adaptativa debe ser una variable central a considerar en la terapia. Siegel y Langford (1998), al evaluar el perfil psicológico de los sujetos involucrados en litigios por la custodia de los hijos con aquellos que, en la misma situación, presentan conductas típicas del SAP, encontraron que tenían puntuaciones significativamente más altas en la escala K y más bajas en la escala F en el inventario multifásico de personalidad de Minnesotta-2 (MMPI-2), que aquellos involucrados igualmente en procesos de custodia de sus hijos que no habían presentado conductas SAP. Los sujetos que mostraban conductas de alienación tenían más probabilidad de producir producir perfiles perfiles extremadamente extremadamente defensivos, defensivos, contestando a la prueba de modo que aparecían más virtuosos y sin problemas o dificultades emocionales. La investigación previa previa ya había encontrado que los los progeni progenitores tores evaluados evaluados en contextos contextos de custodia custodia por los hijos producían perfiles defensivos al ser evaluados con el MMPI-2, pero lo que esta investigación puso de relieve es que las respuestas de los alienadores eran aun más defensivas, por lo que pensaron que podría ser considerado como una tendencia de personali personalidad propia del grupo. La tendencia tendencia a verse a sí mismo sin problemas –que en el MMPI-2 produce altas puntuaciones en las escalas L y K y bajas en F– sugieren negación y proyección como forma de afrontar los problemas. Los sujetos con altas puntuaciones puntuaciones en la escala K, como las producidas por estos progeni progenitores tores alienadores, alienadores, son generalmente descritos como individuos que usan las distorsiones defensivas. Dentro de la evaluación de la unidad familiar previa a la intervención es útil analizar los límites que tienen establecidos, tanto entre sus miembros como entre esta y el resto de la sociedad. Las familias alienadoras raramente se encuentran aisladas de su entorno, mantienen unos vínculos sociales correctos, un funcionamiento que no llama especialmente la atención al observador externo y, con mucha frecuencia, son calificados de sujetos cordiales y como un progenitor muy atento a las necesidades de sus hijos. Es frecuente que estos niños destaquen en sus logros académicos y participen en actividades culturales y deportivas. Con frecuencia, el papel de la familia extensa, especialmente los abuelos y los tíos, suele ser superior a lo habitual. Estos familiares están más presentes que en otras familias, desarrollando importantes responsabilidades con los menores por delegación del progenitor alienador. Al analizar los límites entre los miembros de la unidad familiar comprobamos que se encuentran muy difuminados, tendiendo a aglutinarse. La distancia entre las necesidades y aspiraciones de los distintos miembros es mínima, lo que lleva que sus reacciones ante un acontecimiento que valoran lesivo hacia uno de ellos provoque una reacción en grupo o, al menos, la reacción de uno apoyado, tácita o expresamente, por el resto. En estas familias es frecuente encontrar que el progenitor alienado tiene abiertos frentes judiciales con distintos miembros. De este modo, el progenitor rechazado se ve acosado por la nueva pareja de su ex, insultado por el abuelo o injuriado por un tío de sus hijos. Aunque los casos más frecuentes de SAP se producen por la acción de uno de los progeni progenitores tores en el momento de la disputa disputa por la custodia, custodia, esto no siempre siempre es así. En los servicios sociales no es infrecuente encontrar procesos de alienación producidos por 64
parejas que están llevando a cabo acogi acogimientos mientos temporales temporales o por indivi ndividuos duos que se dedican profesionalmente al cuidado de menores. Los adultos, que pueden tener o no una relación biológica con los menores, llevan a cabo el mismo proceso de manipulación e inculcación maliciosa en los menores, de idéntica forma que lo realizan los padres biol biológ ógiicos. La diversi diversidad dad de situaci situaciones ones famili familiares puede hacer que la manipul manipulaci ación ón presente se encuentre en la abuela abuela sobre el nieto, con el objeto de que rechace a la madre de aquel, hija a su vez de la alienadora. Este fue el caso en que se encontró una adolescente que, tras quedarse embarazada y dar a luz a su hijo, su madre –abuela del niño– llevó a cabo una campaña de denigración hacia la madre, en la cual los servicios sociales tuvieron que tomar partido. Cuando los menores pasan la mayor parte del tiempo con cuidadores profesionales, son estos los que pueden llevar a los niños a rechazar a sus progenitores.
4.2. Conductas de interferencia Las conductas que son utilizadas para lograr interferir en la relación del hijo con el otro cónyuge son muy diversas. Frente a procesos como la parentificación, el conflicto de lealtades o la triangulación, las conductas que buscan interrumpir el vínculo emocional son acciones mucho más directas e inmediatas, que apoyan y forman parte de las estrategias generales que el progenitor elige, pero como aquellas tienen como objetivo forzar a los menores a tener que adoptar una elección entre sus dos padres. Estas conductas permiten lograr las condiciones necesarias para que se lleve a cabo la alienación, como son el aislamiento del menor para imposibilitar que pueda contrastar la información que se le ofrece con la realidad, la generación de miedo y odio hacia el otro progeni progenitor tor,, hasta log ograr rar construir construir una imagen distorsi distorsionada onada que hará que el menor rechace por sí mismo el contacto con él, y el aprendizaje vicario que el menor realiza imitando la conducta que lleva a cabo el progenitor alienador. Baker (2005b) recoge cinco mecanismos básicos para manipular el pensamiento y las emociones de los niños: comentarios negativos de los alienadores acerca del carácter del otro progenitor con la intención de reducir su importancia y valor en la vida del hijo; la construcción de la imagen del progenitor objetivo como peligrosa, que planea herir al hijo, con la intención de inculcar el rechazo a este; mentir al hijo en lo referente a que la verdadera intención del otro progenitor es dañarle y alejarle de él; retirarles su afecto, si los niños llevan a cabo comportamientos que indiquen cierto afecto al otro progenitor, lo que es valorado por el alienador como un comportamiento injusto al afecto que ellos le profesan y borrar al otro progeni progenitor tor de la vida y el pensamiento de los los hijos hijos mediante mediante la minimización del contacto real y simbólico.
4.2.1. Conductas directas de interferencia 65
Las acciones abiertas de interferencia son todas aquellas que, inicialmente, permiten interrumpir el contacto entre el menor y el progenitor objetivo para, posteriormente, ser utilizadas como justificación de la ruptura y la construcción de una imagen injuriosa de aquel. Habitualmente comienzan con excusas puntuales como una indisposición física del niño, con la que el progenitor alienador justifica la no celebración de la visita del padre con el menor. Esto suele avalarse con documentación médica que es obtenida con el desconocimiento del profesional sanitario que, bien intencionado, acepta las razones del progeni progenitor tor ali alienador, enador, pensando que su preocupación preocupación se centra en el bienestar de su hijo. hijo. En los últimos años los pediatras se han visto sorprendidos por el aumento de las reclamaciones de informes que dejen recogido que, para que el niño se recupere más rápido de alguna afección habitual en esas edades, es mejor que no salga del domicilio o, coincidiendo con el regreso del menor de un período de tiempo con el progenitor objetivo, se encuentran más inquietos, han presentado algún tipo de lesión sin mayor importancia o han presentado comportamientos regresivos. Las actividades sociales y académicas sirven también para este propósito. El niño pasa a tener todas o gran parte de sus actividades actividades extraescolares extraescolares en el tiempo tiempo que debería compartir con el otro progenitor, lo que permite disminuir las interacciones reales entre ambos. Las fiestas de cumpleaños de los amigos y compañeros de clase o las celebraciones religiosas, sociales o familiares son también utilizadas para este fin. Esto provoca que el progeni progenitor tor objetivo objetivo se vea atrapado entre el deseo de su hijo hijo de ir a la fiesta de su colegio, a la que van a asistir todos sus amigos, y el deseo de compartir el poco tiempo del que dispone para disfrutar disfrutar de su compañía. Todo se soluci solucionaría onaría si se le permiti permitiera era al progenitor progenitor al que se pretende ali alienar acompañar al niño a esas activi actividades, lo que se imposibilita bien por prohibición expresa del otro padre, bien por el propio desconocimiento del progenitor objetivo del acto.
Cuadro 4.3. Conductas de interferencia habituales • Hacer c omentario omentarioss injuri njuriosos, osos, desvalori desvalorizado zadores res o acusadores del otro progenito progenitorr delante delante de sus s us hijos, hijos, tanto en privado como en público. • Sustituir la la figura figura del otro progenitor con la la nueva pareja, presentándolo presentándolo como legítimo legítimo y otorgándole otorgándole los derechos y deberes que le corresponderían a aquel, al que le son retirados o negados. • Dificultar Dificultar o impedir impedir la la comunicación comunicac ión telefónica, telefónica, postal pos tal y electr electrónica ónica del progenitor objetivo objetivo con sus hijos. • Negar la la informac informac ión académica, sani s anitaria taria y social del hijo hijo al otro progenitor. progenitor. • Desprestigi Desprest igiar ar la imagen imagen del otro progenitor frente a los docentes y sanitarios sanitarios de los los hijos. hijos. • Disponer Disponer del tiempo tiempo correspondiente correspondiente al otro progenitor progenitor programando activi actividades dades académicas, académicas, sociales sociales o lúdicas. • Hablar ablar de forma descortés, descort és, insultante o retadora al otro progenitor delante delante de los los hijos. hijos. • Impedir Impedir el derecho derecho de visitas visitas al otro progeni progenitor tor.. • No informar informar puntualmente de las novedades novedades de los los hijos hijos al otro progenitor, progenitor, asumiendo decisiones decisiones que corresponderían a ambos padres. • Cambia Cambiarr de centro c entro escolar o residencia residencia al menor sin tener tener en cuenta c uenta al al otro progeni progenitor tor.. • Registr Registrar ar al hijo hijo sin los los apellidos apellidos del otro progenitor progenitor u “olvidar” “olvidar” rellenar rellenar los datos del otro progenitor en
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los documentos sanitarios o escolares. • Preferir dejar dejar a los los hijos hijos con c on otro adulto adulto antes que con el otro progenitor, progenitor, estando este disponible. disponible. • Hacer responsable responsable al otro otro progenitor progenitor de la mala mala conducta conducta del niño. niño. • Acosar, amenazar amenazar y castigar a los los hijos, hijos, a nivel físico o emocional emocional, si s i manti mantienen enen contacto con el otro progenitor. progenitor.
Cuando no se dispone de estas excusas el progenitor alienador las elabora. La estrategia más simple es colocar una actividad, que sabe muy bien que al niño agradaría, en el tiempo de visita del otro progenitor. El alienador no tiene más que afirmar entonces su imposibilidad de hacer nada por cambiar las cosas: “Qué más quisiera que te pudieras venir al parque de atracciones con nosotros, pero tu madre insiste en que te toca estar con ella”. El niño llega enfadado a ver a su progenitor visitante, al que inevitablemente culpa de la situación, y para cuando este quiere reaccionar lo normal es que le resulte imposible compensar al niño. La no comunicación de la información académica y sanitaria es un nuevo paso en este proceso. El alienador oculta u obstruye la llegada de información al otro padre, lo que en ocasiones puede resultar extremadamente peligroso. En este caso se encuentran los niños que padecen alergias, asma o, en general, están en riesgo de sufrir una crisis de algún mal que padecen y del que el otro progenitor no tiene suficiente conocimiento. En estos casos es habitual que el alienador haya aleccionado a maestros y médicos sobre la situación de riesgo en la que, según él, se encuentra el menor, refiriendo todo tipo de información distorsionada e interesada sobre el otro padre. La imagen que los docentes y médicos elaboran del otro progenitor es negativa, cuando no de un sujeto abiertamente peligroso con el que no deben colaborar. El progenitor objetivo se ve frustrado ante sus reiterados intentos de conocer quién es el pediatra de su hijo, qué medicamentos está tomando o cuáles han sido las notas de su último examen. La falta de comunicación se aprovecha oportunamente por el progenitor alienador delante de su hijo, ya que permite mostrarle claros ejemplos de lo poco que el otro padre se preocupa por su salud o sus alcances académicos, siempre en comparación con su abnegada entrega: “Vaya, otra vez tu padre no ha venido a verte a jugar al fútbol”. La interceptación de las llamadas o su entorpecimiento es una estrategia universal en estos casos. Una vez más esto se puede llevar a cabo de forma directa, descolgando el teléfono o no pasándoselo cuando el padre llama, bien de forma indirecta, utilizando un secador de pelo mientras el menor está hablando con su madre. Los comentarios negativos y los gestos y tono de incomodidad o disgusto –“Es tu padre”– del progenitor alienador al pasarle el auricular al menor cargan la situación de una tensión que el niño percibe percibe con claridad. claridad. Algunos padres ponen a jugar al hijo justo a pocos minutos de la llegada de su padre, con lo que el menor ve interrumpido su disfrute por la “inoportuna” visita. Otros lo visten con ropa rota o incómoda, que hace que el niño se encuentre a disgusto, bien porque le está pequeña, le produzca picores o esté rota. La interceptación de los regalos, objetos, ropa, fotografías del otro progenitor es una 67
de las conductas que llaman más la atención a los progenitores objetivos. Estos comprueban que, al preguntarles extrañados dónde metieron aquella camiseta que tanto le gustaba y que él le compró en sus últimas vacaciones, el niño se encoje de hombros y dice que no la ha visto desde hace semanas. Habitualmente los niños saben que sus progeni progenitores tores ali alienadores la han tirado tirado a la basura, por lo que, con el paso del tiempo, tiempo, deciden por propia iniciativa dejar los juguetes que su padre les compra, las fotografías que le da o la ropa que utiliza cuando están juntos en casa del otro progenitor. Otra estrategia encaminada a deteriorar la relación es un interrogatorio exhaustivo al niño sobre todas aquellas actividades que ha llevado a cabo con el otro progenitor en el tiempo que han estado juntos. Al llegar a su casa, el padre alienador pregunta qué han hecho, qué ha comido, con quién han compartido el tiempo, cuánto se ha gastado el otro padre. Esta información nformación se util utiliza para realizar realizar comentarios comentarios malintenci malintencionados onados y acusaciones que el menor escucha. Si el niño vuelve sin cenar, el padre comentará: “En qué estará pensando, nunca piensa en ti”. Si el niño vuelve cenado afirmará “Mira qué bien, bien, y yo toda la tarde metida en la cocina cocina para nada. Ahora tendré que tirar tirar la cena”. La monitorización de las visitas es una estrategia cada vez más frecuente, debido a las facilidades que ofrece actualmente la tecnología. Los niños, incluso los muy pequeños, aparecen con móvil móviles que llevan consigo consigo.. Las llamadas y los mensajes de texto se repiten sin cesar durante todo el tiempo, lo que permite al progenitor alienador estar presente presente de forma constante, aun cuando se encuentre lejos, así como dar instrucciones puntuales al menor de lo que debe hacer o decir. Junto con esto la elaboración de claves acordadas previamente, así como temas que se convierten en secretos, permiten que los demás no se den cuenta de sus intenciones o del contenido de sus conversaciones. En un principio los menores se esconden en su habitación para responder. Conforme el deterioro de la relación se va haciendo cada vez más evidente esto desaparece, provocando en no pocas ocasiones la ira del otro padre, que ve invadido su tiempo. La suplantación del lugar que el progenitor objetivo debe tener en la vida del hijo es habitual. La nueva pareja del alienador se presenta como su nuevo padre o madre. Aunque rara vez asumen los apellidos del otro progenitor como suyos, sí es muy habitual que el apellido del progenitor alienado se escamotee. No se pone en los libros de texto, en los partes de notas o en los impresos de matriculación. Bien se sustituye por una inicial, bien bien directamente desaparecen o el casill casillero que le correspondería corre spondería queda en blanco. Si el progeni progenitor tor objetivo objetivo tiene tiene una nueva pareja, los comentarios comentarios injuriosos njuriosos la alcanzaran alcanzaran igualmente, del mismo modo que a la familia extensa de aquel. La inmersión del niño en el proceso judicial es una estrategia que habitualmente se presenta cuando en el proceso de ali alienación enación ya se han dado gran parte de las conductas anteriores. Suele comenzar haciendo comentarios casuales que informan al menor de cómo se va desarrollando el proceso. El progenitor se queja delante del niño de los esfuerzos económicos y el desgaste emocional que está sufriendo por las denuncias que el otro progenitor interpone en el juzgado. Los sucesivos pleitos van construyendo un escenario de agresión en donde el alienador se dibuja como un sujeto que tiene que estar 68
defendiéndose continuamente del otro. “Tu madre quiere llevarme a la cárcel por que el otro día tú no quisiste ir con ella” es una frase que permite trasladar la responsabilidad al niño, mientras el alienador se ofrece como la figura agraviada por el legítimo hecho de defender los intereses de su hijo. La utilización de los recursos legales de forma torticera, presentando falsas alegaciones de malos tratos, amenazas, acoso o abuso sexual, es muy frecuente en este momento. La intención del progenitor es generar una situación de alarma en el juzgador, de forma que inmediatamente interrumpa, aun de modo cautelar, los contactos del progeni progenitor tor con el menor presunta víctima. víctima. Cuando el supuesto injuriado njuriado es el progenitor progenitor alienador, la interposición de denuncias de malos tratos o abusos sexuales tienen la utilidad de servir como justificación para incumplir el régimen de visitas. Las denuncias falsas de abuso sexual suelen originarse asumiendo episodios neutros que, convenientemente deformados, los progenitores alienadores distorsionan, malinterpretándolos en la dirección de atribuir determinados rasgos de personalidad al progeni progenitor tor objetivo. Cartwright Cartwright (1993) recoge un caso en donde una madre denunciaba denunciaba a su ex marido por haber expuesto a su hijo común una película con contenido pornográfi pornográfico. co. La películ película, a, una comedia comedia norteamericana norteamericana protagoni protagonizada zada por Chevy Chase, había sido elegida por el niño en un videoclub familiar. En su entrevista con el menor, el uez encontró que al niño no le había disgustado la película por ser pornográfica sino por no haberla encontrado divertida. En un caso en donde finalmente se diagnosticó SAP y que provocó el cambio de custodia ocurrido en una ciudad española, una madre fue acusada de abusos sexuales a sus hijos, permitiendo que se interrumpiera durante años el contacto con ellos, al final la investigación encontró que lo que realmente la madre había hecho había sido contestar un test sobre relaciones sexuales en una revista femenina. A diferencia del primero, las conclusiones finales de los informes periciales y la adopción de medidas por parte del juzgado para el reinicio del contacto, llevaron varios años, llegando cuando el SAP estaba totalmente instaurado en los hijos, uno de los cuales estaba cercano a la mayoría de edad. Cuando el proceso de alienación supera la primera fase de adoctrinamiento, el menor se convierte en partícipe del proceso legal, acompañando las denuncias con un apoyo expreso de las afirmaciones del alienador. De esta forma la acusación, aun sin otras evidencias, se construye sólidamente, siendo un arma muy poderosa para liquidar definitivamente la relación del progenitor con su hijo.
4.2.2. Condu Conductas indi indirect rectas as de inte interfe rferencia rencia Un segundo grupo de conductas utilizadas para romper el vínculo emocional del menor con el progenitor son todas aquellas que, utilizando la comunicación, enfrentan al menor a una reinterpretación de las conductas que se desarrollan a su alrededor, sus intenciones y las emociones que mueven a sus responsables a la hora de realizarlas. Son conductas de hostilidad encubierta que habitualmente no son tomadas en cuenta en la evaluación 69
psicol psicológ ógiica, pero que vienen vienen a ofrecernos excelentes excelentes ejemplos ejemplos de la intención ntención real de los miembros de la unidad familiar. La comunicación busca transmitir una información. De esta forma afirmamos “La comida me ha gustado” o “Mi profesión es la evaluación de la conducta humana”. Junto con esto, en nuestro acto de comunicación transmitimos un conjunto de información, compuesta por gestos, entonación, contexto o sobreentendidos. Acompañando a las frases anteriores sonreímos, asentimos con la cabeza, señalamos un libro que tenemos entre manos o levantamos ligeramente la voz. Por tanto podemos afirmar que una cosa es lo que decimos y otra cómo lo decimos. En las relaciones cotidianas la comunicación verbal y no verbal coinciden o tienen la misma dirección; por ejemplo, afirmamos que nos gusta un libro y sonreímos a la vez. Sin embargo, en ocasiones nos encontramos en situaciones en donde ambos términos no coinciden, algo que solemos percibir de forma inmediata. Si nos encontramos a un amigo que acaba de poner un negocio y nos asegura que todo marcha sin problemas con los hombros encogidos y el rostro triste, de manera casi automática percibimos que algo no anda bien. Esta situación llega al extremo cuando la comunicación verbal y no verbal nos ofrecen información que entra en contradicción. Sería el caso del amigo que, tras asegurarnos que todo le va muy bien en su aventura empresarial, inmediatamente nos pide pide dinero dinero porque no puede pag pagar ar a los proveedores o se ríe nerviosamente nerviosamente mientras mientras intenta aguantar el llanto. Los sujetos alienadores se desenvuelven con facilidad entre la falta de coincidencia y la contradicción entre los términos descritos. Dominan el arte de ofrecer al interlocutor una suerte de discurso que les permite mostrar una imagen coherente, aunque el análisis en profundidad de lo que dicen y su correlato conductual, emocional o motor es dispar. En las situaciones sociales suelen mostrarse encantadores, afables y distendidos. Aceptan las sugerencias de los profesionales, sonriendo y mostrando un gran interés en sus palabras. palabras. Sin Sin embargo, llevan a cabo todo tipo tipo de conductas que entorpecen o frustran el progreso progreso en la evaluació evaluación, n, con dilaci dilaciones ones justifi justificadas cadas de forma superfici superficial, al, alargan alargan las discusiones deteniéndose en asuntos periféricos sin importancia real o aplazan, con oportunas excusas, la resolución del problema. Los primeros en sufrir estas tretas son los hijos. Como recoge Cartié et al. (2004) se observa una correlación inversa entre la actitud del progenitor alienador y el tipo de SAP. Así, el adoctrinamiento menos directo o explícito, es decir, aparentemente más sutil aunque duro, tiene como efecto en el hijo un SAP más grave.
) El doble vínculo
En ocasiones, en una relación entre sujetos que tienen establecida una vinculación intensa, bien emocional, bien de dependencia material, física o afectiva, los mensajes emitidos adoptan la forma de contradicciones o paradojas. De este modo una parte del 70
mensaje afirma y la otra niega sobre el mismo tema o son mutuamente excluyentes. Como resultado de todo ello, si es adoptada una parte de la afirmación, se incumple la otra; si la segunda es admitida, se entra en contradicción con la primera. Aunque en el lenguaje político se ha comprobado lo útil de esta estrategia, afirmando la posibilidad de un “crecimiento negativo” o “discriminación positiva”, nuestro interés aquí debe situarnos siempre en el mundo infantil, donde lo que ocurre adquiere un valor de universalidad, es todo lo que ocurre y ocurre a todo el mundo. Por tanto, se convierte en un patrón estable de conducta que se aprende y que se repetirá posteriormente. El doble vínculo no es solo una instrucción oscura, contradictoria en su esencia y, por tanto, susceptibl susceptiblee de ser interpretada de una forma u otra en función función del interés interés de su autor. El doble vínculo se convierte en aserciones contradictorias o imposibles de satisfacer, pero presentadas con apariencia de realidad. Un ejemplo de lo primero sería la emisión de dos instrucciones contrarias: “He hecho este pastel para ti. Deberías cuidar tu peso”, que mutuamente se excluyen excluyen haciendo que sea imposibl mposiblee cumplirl cumplirlas, as, pues cumplir cumplir una parte es incumplir la otra. “Ignórame” o “Desobedéceme” son ejemplos de lo segundo, en donde para cumplir la orden expresada primero hay que atender u obedecer el mensaje. En el mundo de los pequeños es muy frecuente que, tras observar una discusión entre sus progenitores, estos escuchen a uno de ellos decirles que “No pasa nada”. Los niños están obligados a creer bien a sus sentidos, bien a su progenitor. Otros ejemplos muy frecuentes en estos casos serían afirmaciones del tipo: “Yo lo he intentado todo, pero debes ver a tu madre” o “Solo van a ser una horas. Si pasa algo llama a la poli policía”. Estos mensajes se encuentran desde los primeros momentos, sirviendo tanto para la construcción del SAP como para su mantenimiento. Cuando un padre pregunta a su hijo tras una visita con el otro progenitor: “¿Te ha dejado de gritar?”, el niño, enfrentado a una premisa falsa, se ve obligado a contestar con un “sí” o un “no”, lo que implica que se acepta la afirmación que define la pregunta, aun cuando el hecho nunca hubiera ocurrido. Considerando que nunca le hubiera gritado, si el menor contesta “sí” la respuesta no sería correcta, ya que el sujeto de la acción no puede haber abandonado una acción que nunca llevó a cabo. Si el menor contesta “no” es igualmente incorrecta, ya que el sujeto de acción no puede haber continuado con una acción que nunca inició. La salida de esta situación es advertir la presencia de una falsa premisa en la pregunta, algo que el desarrollo madurativo de los menores no permite, cuando no su temor a contradecir al progenitor alienador. La utilización de expresiones como las que define el doble vínculo se muestra muy útil para elaborar falsas alegaciones de abusos y malos tratos, aun cuando no queden más que en la insinuación y no sean utilizadas en el procedimiento judicial. En un asunto en donde los menores habían tenido un estrecho contacto con un hermano materno homosexual, el progenitor comenzó a preguntar al niño utilizando expresiones como: “¿Aun es tan sobón?” o “Entonces, ¿tu tío sigue insistiendo en ducharte?”. La intención de todo ello es ir construyendo una imagen negativa, gracias a la descalificación que se le está haciendo veladamente, de una conducta que hasta ese momento era vista de forma 71
natural. El alienador ofrece un nuevo enfoque para que el menor evalúe la misma situación desde otro punto de vista.
B) Reinterpr Rei nterpretación etación de la realidad
En la misma dirección apuntan todas aquellas expresiones que buscan reinterpretar la a su hijo. verdadera intención del otro progenitor que el alienador no cesa de descubrir a Cuando la madre lleva al niño a montar a caballo, el padre puede utilizar dicha iniciativa afirmando que “Lo hace porque quiere quedar como buena madre” o “Bien podría haberse ocupado así de ti antes de romper la familia”. Muchas de estas expresiones van en la dirección de poner en entredicho el amor del progenitor aislado. No solo se descalifica, sino que se busca hacer ver que es falso, una apostura debajo de la cual no existe sino interés y deseo de competir con el verdadero amor que el alienador y el niño se profesan. Una variante de esta situación sería aquella que implica que el hijo perciba la figura del alienado desde el temor y la amenaza. Si el niño viene de ver a su padre con el que ha pasado una agradable tarde en un circuito de carreras infantil, la madre comenta “No le preocupa nada tu seguridad”, o si la madre tiene poca experiencia al volante y sufre un leve accidente, el padre afirmará “Has podido matarte”. En una ocasión en la que una menor recibió un ramo de flores de su padre por su décimo aniversario, tras la vuelta a casa, la menor escribió una breve carta a su progenitor. No me mole m olestes stes más. Yo no soy ni tu princesa princes a ni tu sirenita. sirenita. Un padre que quiere quiere a una hija hija no la abandona desde bebé. El que mandes un ramo de flores no significa nada para mí porque me niegas el dinero para que yo pueda comer y comprar lo que necesito, y son cosas que veo yo, no hace falta que nadie me diga nada.
En este ejemplo podemos encontrar cómo un regalo, que inicialmente fue bien recibido, luego es despreciado. Para ello la menor vuelve a sacar los asuntos económicos y el supuesto abandono del padre a la familia. Finalmente, la menor se expresa como un pensador independi independiente, afi a firmando rmando que ella ella es capaz ca paz de ver lo que está ocurriendo. Por último, una reinterpretación también sería aquella que busca plantear la irrelevancia del papel que en la vida del niño juega el otro padre. Su contribución es calificada de superflua, una molestia que, en el mejor de los casos, hay que soportar por el capricho de una sentencia judicial. De esta forma, la comida, los comentarios o las actividades que hace con el progenitor alienado serán siempre de inferior calidad o sencillamente negativas, no aportando nada al bienestar del niño. El alienador hace saber, una y otra vez, que todo eso es molesto e interfiere en las actividades propias que el niño y él mismo deberían estar haciendo en el tiempo que tiene ocupado con el otro 72
progeni progenitor tor.. Todo lo anterior hace que el hijo elija partiendo entonces de su propia necesidad natural de sentirse seguro, querido y protegido por el alienador, cuyo amor y deseos de cuidarlo sí son reales, necesarios y sinceros.
C) Prueba de fidelidad
Del mismo modo, el lenguaje confuso y contradictorio es útil para poner a prueba la fidelidad emocional del menor hacia el alienador: “¿Me sigues queriendo?” es una frase habitual en donde el niño, enfrentado al rostro compungido de su progenitor, tiene que confirmar, sin margen para la duda, que su amor no ha cesado y continúa tan intenso como antes. Hasta aquí podríamos llegar con una evaluación superficial de la situación. A poco que nos detengamos podemos ver que esa conducta también plantea en el menor la pregunta pregunta de por qué su progeni progenitor tor ha podido podido percibi percibirr que él ya no le quiere quiere tanto como antes. Esta situación genera una inquietud en el niño que, con intención de eliminar la ansiedad que le provoca, buscará llevar a cabo comportamientos que demuestren la fidelidad fidelidad necesaria. nec esaria. En los relevos entre progenitores, el breve período de tránsito entre uno y otro es utilizado con eficacia por el progenitor alienador. En estas situaciones la familia extensa suele acompañar abiertamente la conducta desplegada, apoyando cuando no secundando las acciones del alienador. Al llevar al niño al punto de encuentro familiar (PEF) designado por el juzgador, al psicólogo encargado de evaluar la situación o al domicilio del otro progenitor, la familia expresa sus emociones de disgusto, nerviosismo o temor de tal forma que el niño pueda percibirlas sin problema. Se producen entonces escenas de corte melodramático donde mensajes del tipo “No te preocupes, todo saldrá bien” o “Sabes que yo no quería que tú pasaras por esta situación, pero me he visto obligado” se hacen comunes. El llanto, los besos y abrazos efusivos, los rostros encogidos en los adultos transmiten al menor temor y rechazo hacia el lugar al que va y, por consiguiente, a las personas que allí se encuentran. En niños mayores toda esa panoplia de expresiones emocionales con frecuencia se ve sustituida por silencios luctuosos, miradas de tristeza y gestos callados de consuelo.
D) La purga emocional
La posibilidad de crear vínculos afectivos requiere como condición tener contacto con aquello a lo que pretendemos enlazarnos. Disfrutar de esa posibilidad nos permite conocerlo y, con ello, apreciarlo y convertirlo en parte de nuestra vida. Del mismo modo 73
que nos vinculamos a otros sujetos, los objetos adquieren valor emocional al hacernos recodar el momento en el que lo recibimos como regalo, la situación que quedó atrapada en la fotografía o la frase que nos acompañó cuando lo encontramos. Todos esos objetos trascienden la mera utilidad o sentido intrínseco, para alcanzar la capacidad de hacernos rememorar a la persona que nos lo entregó o era protagonista de aquel momento. El objeto se vuelve símbolo, una representación perceptible de una realidad que nos permite exteriorizar una idea o pensamiento y es capaz de evocar las mismas emociones que la persona que nos lo entregó o fue su propietaria. propietaria. La eliminación de aquellos objetos, expresiones y lugares que pudieran evocar al otro progenitor y, con ellos, los afectos positivos que el niño pudiera tener hacia él, es una forma de interferir en la relación de este con el progenitor rechazado. El término “purga emocional” define el intento de eliminación de cualquier elemento que pudiera hacer referencia al objeto de alienación (Aguilar, 2009). El progenitor alienador busca expulsar de la vida del niño las fotografías que hubiera en el domicilio en donde el progeni progenitor tor alienado alienado y su famili familia extensa extensa apareci aparec ieran, los regalos regalos que le hizo, hizo, e incluso incluso los comentarios y las experiencias en donde el progenitor rechazado figurara. Esta estrategia tiene como fin expulsar los afectos positivos que pudieran tener para el niño. Comentarios del progenitor alienador en donde expresa su malestar al niño cuando este refiere cualquier episodio de su vida con el otro miembro de su familia: “Cada vez que me hablas de esa (refiriéndose a la nueva pareja del padre) siento que me estás clavando un puñal en el corazón”, son un buen instrumento para lograr la meta marcada. De igual forma, la información no verbal tiene un papel muy importante en esta estrategia. Si tras un comentario del niño en donde afirma lo bien que se encuentra en casa de su madre porque tiene piscina, se levanta un silencio que interrumpe la conversación que hasta ese momento se estaba llevando a cabo, el menor percibirá que su observación no ha sido bien recibida. Si con esto se acompaña con gestos de disgusto o expresiones de tristeza en el otro progenitor, la sensación de culpa en el niño hará que la próxima vez se piense mucho hacer comentarios sobre el tema. Lo importante de todas estas formas de comunicación es la reacción en el sujeto que debe responder a ellas. Cuando los individuos se encuentran ante una situación confusa pueden quedarse parali paralizados, rechazar cualqui cualquier er contacto o mensaje, buscar interpretar otros indicios o señales que lo completen con la esperanza de lograr mayor información, o bien pueden obedecer ciegamente sin entrar a criticar o analizar lo que se les está planteando. planteando. Todo este abanico abanico de respuestas se da ante la imposibi mposibillidad de contradecir contradecir o comprobar la realidad o no de lo afirmado, es decir, requieren de aislamiento del sujeto receptor, lo que es habitual en los escenarios en donde se produce el SAP. Los niños son capaces de soportar cierta cantidad de situaciones como las descritas previamente. previamente. Muchos se rebelan e intentan enfrentarse a las contradicci contradicciones ones manifi manifiestas estas pero, al ser la esencia del SAP SAP la campaña continua, continua, tarde o temprano se ven obligado obligadoss a rendirse al acoso psicológico, especialmente en tanto es su propia seguridad y cuidado lo que se pone en riesgo.
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4.3. Estrategias de intervención Independientemente de la opción de abordaje que se elija, es fundamental entender que el profesional encargado de esta tiene que tener una especial formación y profundo conocimiento de la dinámica relacional familiar y, en concreto, de la establecida en este contexto, donde se incluyen las circunstancias idiosincrásicas que el funcionamiento de la Administración de Justicia incorpora e impone. Un profesional que no cumpla con esta condición va a encontrarse con dos problemas: su intervención será infructuosa y, de no tener una actitud crítica y exigente con la propia intervención, puede convertirse en parte del problema y colaborador inconsciente del progenitor alienador. Y esto es así porque los responsables de este problema buscan, a través de una actitud de falsa colaboración, prolong prolongar ar las situaci situaciones ones entorpeciendo, entorpeciendo, en ocasiones ocasiones de forma f orma muy inteli inteligente y sutil, sutil, la resolución del problema. De esta suerte, el alienador faltará a las citas con el terapeuta, no llevará a cabo los compromisos que se adopten en las sesiones o buscará activamente, aun de forma soterrada, el mantenimiento de la situación, mientras expresa una actitud de ficticia colaboración e impotencia por no poder hacer nada más para que su hijo se relacione con su ex pareja. Junto con lo anterior, el profesional responsable debe tener claros todos los procesos de presión social que sobre la conformidad y obediencia a la autoridad la psicología maneja desde hace décadas, así como los sesgos cognitivos que él mismo puede incorporar en su toma de decisiones en el proceso. Finalmente, el terapeuta debe estar advertido de que, conforme la terapia avance, el propio propio terapeuta se puede convertir convertir en objetivo objetivo de los ataques del progeni progenitor tor alienador alienador.. En un principio estos progenitores se muestran cordiales, colaboradores e incluso afectivos con el profesional. En tanto comprueben que el profesional no participa de la alienación, no se deja manipular e impide las interferencias en la relación del progenitor rechazado con su hijo, es decir, en cuanto ven que el profesional no les es útil para sus propósitos, propósitos, pasará a ser objeto de sus ataques.
4.3.1. 4.3.1. Obje Objetiv tivos os gen ge nerales erales para ara todas todas las intervenci intervencion ones es El proceso que lleva a cabo el progenitor alienador sobre el menor se ejerce mediante el control del comportamiento, el pensamiento y las emociones. Bastará producir un cambio en un área para que todas giren en la misma dirección. Por ejemplo, si el progenitor consigue cambiar el pensamiento del menor, su comportamiento y emociones cambiarán en la misma dirección, buscando disminuir la disonancia cognitiva que le provoca. El mecanismo más sencillo para que el menor interiorice el rechazo al otro progeni progenitor tor es el control de la información. nformación. El progeni progenitor tor ali alienador busca, mediante mediante la interferencia del contacto del menor con el progenitor objetivo, manejar la información que sobre aquel le llega al menor. Al no tener contacto, y con ello no tener la opción de 75
comprobar directamente la falsedad de las aseveraciones negativas que sobre el progeni progenitor tor objetivo objetivo se vierten, vierten, toda la información que le llega ega al niño niño es la que el alienador le aporta, construyendo una imagen distorsionada sobre las emociones, conducta y pensamientos del progenitor alienado. Lo habitual es que las estrategias de control se distribuyan entre las tres variables, haciendo más rápido el proceso. El menor observa que el alienador tuerce el gesto cuando, al volver de casa del otro progenitor, le cuenta lo bien que se lo ha pasado, a la par que recibe el mensaje de que aquel es una amenaza, ha roto la familia familia o no le quiere. quiere.
4.3.2. Terapia psicológica La terapia psicológica es un tratamiento que busca modificar la conducta del paciente en todas sus áreas con objeto de mejorar su salud. De esta forma, se pretende cambiar la forma de enfrentar una situación, los pensamientos que la acompañan, las reacciones físicas consecuentes y las conductas motoras que desencadenan, con intención de mejorar la adaptación del sujeto a su medio.
) Restricci Restri cciones ones de la terapia psicológi ca para abordar el SAP
Someterse a un tratamiento psicológico es un acto de voluntad del sujeto. Si el sujeto no quiere participar se hace muy difícil, cuando no imposible, que la intervención profesional profesional alcance alcance éxito. éxito. P or esta razón, la util utilización zación de la terapia terapia psicol psicológ ógiica como estrategia única se recomienda únicamente en SAP leves o moderados. Como ocurre con la mediación, debe tener una limitación temporal, si no se produce un cambio sustancial en la recuperación del vínculo, y ha de plantearse como medida previa que, de no dar frutos, debe dejar paso a otras medidas coercitivas por parte del juzgado. En los casos de SAP severos será una medida que acompañará a las decisiones judiciales de cambio de custodia.
B) Características específicas de la terapi a psicológica psi cológica en el SAP
El proceso de alienación incluye la inculcación en el menor de una imagen distorsionada del progenitor rechazado en el hijo. Esta construcción se apoya en una campaña de injurias y desacreditación que el menor termina finalmente por interiorizar y expresar de forma autónoma, sin necesidad ya de la presión del progenitor alienador. El progeni progenitor tor ali alienado se construye en la mente del menor como incapaz, egoísta egoísta y 76
peli peligroso. En la terapi tera piaa psicol psicológ ógiica hay que descubrir descubrir las característi car acterísticas cas de personali personalidad que el menor ha interiorizado sobre el progenitor rechazado y desmontarlas enfrentando las creencias con la realidad. La información que llega a la mente no se organiza de forma aleatoria ni en el vacío. Los sujetos ordenan la información en marcos de referencia, buscando poder estructurar la realidad. Si el marco de referencia se ha modificado, la información que se recibe se interpreta de forma que se ajuste a aquel. El beso que una madre le da a un hijo tiene un valor positivo. Si se elimina el valor que tiene como muestra de afecto, puede interpretarse como un acto con intención libidinosa y actuar en consecuencia. La tarea del alienador es suprimir los marcos de referencia previos por otros donde la interpretación de la conducta del progenitor se valora de forma negativa. La tarea del terapeuta será reponerlos, buscando eliminar las distorsiones cognitivas y los sesgos emocionales inculcados en el menor. La dificultad para llevar a cabo esta tarea se da en que el constructor de ese marco referencial distorsionado es la persona más significativa en la vida del menor que, aprovechando la dependencia de este en todos los órdenes, destruye sus vínculos emocionales con el progenitor objetivo. El niño necesita seguridad, necesita afecto y un mundo concreto. El alienador se lo ofrece, pero marcándole cuál es el enemigo del que tienen que protegerse ambos. El rechazo del progenitor hacia el otro padre se inculca activa e intencionalmente en el menor, hasta lograr que sus emociones sean compartidas. Esto hace que la unión entre el niño y el alienador sea feroz. El alienador se construye como una figura de protección y fuente de afecto frente al exterior hostil. El terapeuta debe preocuparse de que el cambio emocional se acompañe de la satisfacción de esa seguri seguridad, dad, afecto a fecto y un mundo concreto, ahora de la mano del progeni progenitor tor rechazado. Se debe evitar en todo momento el enfrentamiento directo. Ya no solo es inútil, en tanto los menores están acostumbrados a utilizar todo tipo de estrategias para rechazar la comunicación (redundancia, repetición, distorsión…), sino que ese esfuerzo se convertirá en nuevos argumentos y oportunidades para mantener el enfrentamiento. Frente a esto debemos usar la realidad y, especialmente, la paradoja. Ante las afirmaciones de que su padre nunca les ha querido, querido, debemos mostrar fotografías fotografías que demuestren lo contrario contrario o rememorar episodios pasados donde el afecto positivo estuvo presente. Ante su negativa de no querer ir con su madre porque es peligrosa, la observación directa de cómo otros niños la buscan para jugar con ella. Todo ello sin presión ni recriminación. Al mostrar las pruebas de realidad le preguntaremos qué opina de ellas. En las primeras primeras ocasiones ocasiones los menores rechazan las pruebas o las razonan desde su marco de referencia: “Aunque estoy sonriendo en esa foto, realmente no me lo estaba pasando bien”. bien”. Tenemos que insisti nsistirr en la estrategia, estrategia, buscando la disonanci disonanciaa cog cogni niti tiva va en el menor. Nunca debemos sorprendernos por sus negativas de ver la realidad, ni hacer comentario calificativo alguno. Debemos ofrecer un nuevo marco de realidad que le permita, permita, con libertad y sin presión, presión, conclui concluirr sus propias opini opiniones. ones. En los casos más severos el niño ha interiorizado que la cercanía con el otro progeni progenitor tor,, ya no solo solo la relació relaciónn o convivenci convivencia, a, es una amenaza y reacciona reacciona en 77
consecuencia. No pueden elaborar imágenes positivas fuera de su relación de dependencia emocional con el progenitor amado, del mismo modo que no las pueden construir con la presencia del progenitor rechazado. El menor ha sido despojado de su posibi posibillidad de elegi elegir y de su libertad para amar a sus progeni progenitores. tores. No puede ser infiel nfiel al progeni progenitor tor alien alienador; ador; de igual forma, no puede amar al progenitor progenitor alienado. alienado. La tarea del terapeuta será trabajar en la dirección de recuperar esa libertad. La aproximación sucesiva será la mejor opción. Un proceso sencillo sería: una primera entrevista con el menor, donde se le informa del motivo de la terapia y del papel que el terapeuta va a tener; una segunda entrevista donde se aborda la posibilidad de que el padre rechazado esté presente en el futuro en la terapia con él; una tercera entrevista donde se acuerde que el padre esté en la misma habitación, sin que tengan que interactuar ambos, etc.
Cuadro 4.4. Estrategias para manipular sentimientos a) b) c) d) e)
Retirar el afecto al hijo si percibe que se muestra afectuoso con el otro progenitor. Llevar a cabo expresiones, conductas y acciones que transmitan que el otro es peligroso. Eliminar al progenitor alienado de la vida del hijo. Descalificarlo en todo momento y en cualquier acto que lleve a cabo. Reinterpretar la conducta del otro progenitor para que el menor piense que no le quiere y/o es peligroso. peligroso.
Acabamos de decir que el menor no tiene libertad para elegir y que no puede ser infiel al alienador. Es recomendable que el terapeuta le transmita al niño que si el padre alienador le acusa de eso le responsabilice a él. Debemos liberar al menor de la presión, dándole la posibilidad de que eche la culpa al terapeuta por verse en la situación de relacionarse con el padre rechazado. La culpa juega un papel principal en todo el proceso, especialmente en niños de entre 10 y 15 años. Al principio, sirve para que el menor se resista a ser infiel al progeni progenitor tor alienador alienador acercándose al rechazado. En el futuro reaparecerá si la la terapia tiene éxito. Cuando esto ocurre, la culpa vuelve a presentarse en el menor al comprobar el daño que ha provocado en el progenitor alienado. El terapeuta debe transmitir al menor que él no ha sido responsable de lo ocurrido. El momento en el que la terapia comienza a desmontar la delusión en el niño es muy delicado. El marco de referencia sólido e incontestable comienza a tambalearse y, con él, todo el sistema vital previo. Como hemos dicho, es muy necesario aportar al menor un nuevo marco que él construya, nuevas referencias que cubran su necesidad de seguridad y afecto. Se debe estar preparado para ese momento y haber instruido al progenitor alienado para que no lo utilice, enfoque el problema desde un punto de vista positivo y evite la tentación de venganza o el más mínimo reproche. El niño nunca es culpable de la situación, su voluntad ha sido impuesta, y así debemos dejarlo claro en la intervención. Son los adultos los responsables de que haya llevado a cabo determinados comportamientos. 78
4.3.3. Mediación familiar El conflicto es un escenario donde dos o más personas valoran que tienen intereses mutuamente incompatibles, contrapuestos o excluyentes, que provoca una situación de permanente enfrentamiento. enfrentamiento. El confli conflicto se mantiene mantiene ante la posibi posibili lidad dad de gan ganancia. ancia. Frente a él, la mediación busca una salida negociada, dando la oportunidad a las partes para acordar soluciones soluciones pactadas.
) Restricci Restri cciones ones de la mediaci ón familiar fami liar para abordar abordar el SAP
La mediación como instrumento y método de resolución de conflictos es un proceso estructurado en el que las partes dan cabida a un tercero que, desde una posición neutral, busca que los impli implicados alcancen una solución solución a su conflicto conflicto mediante acuerdos justos y duraderos. La mediación viene definida por su voluntariedad, la confidencialidad y la igualdad de las partes. En una situación como el SAP, en donde la voluntariedad (al ser impuesta por el juzgado en la mayoría de las ocasiones) y la igualdad (al detentar una parte el control emocional del hijo hijo y, por tanto, la posibi posibillidad de segui seguirr interfiri nterfiriendo endo en la relación de este con el otro progenitor) no se encuentran presentes, se hace difícil aceptar que esta sea una estrategia con posibilidades de éxito. Sin embargo, se recomienda en SAP leves o en moderados, siempre que se negocie su limitación temporal y se plantee como medida previa que, de no dar frutos, dejará paso a otras medidas coercitivas por parte del juzgado. Si no se cumple cumple lo anterior anterior,, y siempre siempre en SAP severos, la mediación mediación familiar está desaconsejada. Finamente, al encontrarse en una situación judicial, más que nunca el terapeuta va a tener que luchar con la concepción jacobina del Estado que para la mayor parte de la poblaci población ón le hace parecer la única única vía para resolver resolver nuestros problemas. problemas. Deberá, por tanto, trasladar continuamente el mensaje a los participantes de que el individuo puede y debe ser el mejor gestor para resolver sus problemas, especialmente cuando se trata de los propios hijos.
B) Características específicas de la medi ación famili ar en el SAP
Es SAP es visto por el alienador como la solución al problema, mientras que para el progeni progenitor tor ali alienado es el problema. problema. Esto genera dos posturas antagóni antagónicas. cas. El estil estilo de manejo del conflicto de los progenitores alienadores se caracteriza por intentar dominar la situación, que es vista como un escenario de ganancia o pérdida, proyectar proyectar la 79
responsabilidad de esta en el otro progenitor, en su carácter o su falta de habilidad a la hora de relacionarse con el hijo y, cuando se ve obligado, a postergar postergar , retrasar, interferir y, finalmente, mostrar una imagen de falso concili ador con la que pretende seguir salvando la apariencia de colaboración. Es decir, pasa del enfrentamiento a evitar, por distintos medios, resolver el conflicto. La tarea del terapeuta será trasladar el conflicto a un estilo colaborador donde perciban que ambos ganan. El terapeuta debe buscar cambiar la construcción emocional que las partes han elaborado del otro, modificando las expectativas de cómo presuponen se va a comportar o pensar. La construcción de la figura del otro progenitor es lo primero que debe abordarse. El otro padre ha sido desposeído de su papel en la vida del menor. Recuperar el respeto al lugar y la contribución que tiene que ocupar en el desarrollo del hijo debe ser uno de los primeros puntos que debe abordar el terapeuta. Los mensajes pesimistas imperan en el discurso de una situación como esta. Los mensajes positivos, centrados en las habilidades o fortalezas del otro, y la contribución que llevará a cabo en el bienestar del menor deben oponerse al lenguaje crítico y despectivo que ha imperado en la comunicación. El terapeuta debe plantear que el conflicto no es inevitable, sino fruto de una serie de decisiones; de igual forma, el confli conflicto puede enfocarse como una oportunidad para enseñarnos a mejorar, una realidad realidad que nos encontramos continuamente en el funcionamiento social y que, en muchas más situaciones de las que creemos, resolvemos sin apenas darnos cuenta.
Cuadro 4.5. Objetivos en la mediación • Informar sobre s obre el confli conf lict ctoo con intención intención de que que el sujeto identifi identifique que su responsabilidad responsabilidad en él. él. • Ofrecer un modelo modelo diferente diferente al usado hasta ese momento momento para gestiona gestionarr sus diferenci diferencias. as. • Mostrar las ventajas ventajas (para el hijo hijo y los los progenitores) de la alternativa alternativa que ofrece la mediación mediación frente a las estrategias seguidas hasta el momento. • Cambia Cambiarr el marco c onceptual y emocional emocional que que define define hasta ese momento la la situación. situación. • Alejar lejar a los sujetos del problema, redefinie redefiniendo ndo las las circunstanc c ircunstanc ias en las las que surgió, exponiendo exponiendo qué lo lo mantiene y demostrando demost rando que tienen oportunidades oportunidades para manejarlo. manejarlo. • Alejarl lejarles es de la la competición y el enfrentamiento generando generando la la necesidad de de cooperación. cooperac ión. • Trabaj Trabajar ar las distorsione distorsioness c ogniti ognitivas, vas, los automatismos automatismos y la falta falta de confianza. confianza. • Legitimar Legitimar al otro en su papel y contribución en la la vida vida del hijo. hijo. • Redactar Redactar acuerdos que puedan puedan legal legaliizarse a través de un convenio convenio o sentencia. sentencia.
Junto a las ventajas para el hijo, es muy importante insistir en las ventajas que al propio propio ali alienador puede aportarle cambi ca mbiar ar de actitud. actitud. Frente a la oposició oposiciónn llevada a cabo hasta ahora, cooperar le permitirá, por ejemplo, tener más tiempo libre y menos carga de responsabilidades en la crianza. En la misma dirección es una buena estrategia mostrar a las partes cómo el conflicto continuo les hace daño a ellos y especialmente a sus hijos. El desgaste emocional, económico, social o laboral que les implica el enfrentamiento judicial ofrecerá ejemplos concretos que poner sobre la mesa. En esta situación las partes no suelen diferenciar posiciones de intereses, por lo que la búsqueda del mutuo interés será 80
una buena vía de actuación para el terapeuta. En las primeras sesiones, el progenitor alienador tiene la tendencia a buscar estrategias de enfrentamiento directo. De esta forma buscará la discusión mediante la descalificación, la revisión de hechos del pasado, los reproches y cualquier otro método que le permita seguir en la dinámica previa. El terapeuta debe estar preparado para cambiar esta situación. Cuando esto sea percibido por aquel, la estrategia más probable es que elija poner trabas a todo lo que se proponga, desvíe conscientemente el diálogo a temas colaterales o se enfrasque en debatir condiciones o prerrequisitos para seguir en el proceso. El terapeuta deberá enfrentar directamente directamente esta situaci situación, ón, abandonando las estrategias indirectas que se han recomendado previamente. Es importante que se tomen decisiones desde las primeras sesiones y de forma progresi progresiva, va, comenzando por las más simpl simples es (decidi (decidirr el horario horario de la llamadas) a las más m ás complejas (visitas). Al ser una situación donde las emociones se encuentran muy presentes, es fundamental que se trabaje en la demostración de que ambos son corresponsables del conflicto, pero no como instrumento para repartir culpas, sino para hacerles ver que en sus manos está la posibilidad de cambiar la situación. Si no se deja claro, esto puede afectar especialmente al progenitor alienado, en tanto en la gran mayoría de los casos su papel se ha limitado mitado a defenderse de las acusaciones acusaciones o reclamar reclamar la satisfacción satisfacción de sus derechos para con sus hijos. El terapeuta debe ser consciente de ello y hacérselo saber en las sesiones individuales. La tendencia automática de ambas partes, en ocasiones heredada tras largos años de enfrentamientos en los juzgados, es a la reciprocidad, es decir, a utilizar conductas agresivas o de dominación ante los ataques percibidos del contrario. Finalmente, el mediador debe marcarse un número de sesiones y revisar sus objetivos durante el proceso. La estrategia de dilación que utiliza el alienador debe ser controlada en todo momento por el profesional, so pena de convertirse de forma indirecta en parte de las estrategias que normalmente utilizan estos sujetos para seguir posponiendo posponiendo la relaci relación ón paternofil paternofilial. Marcarse objetivos objetivos sucesivos, sucesivos, comprobar que se van cumpliendo y no dilatar el procedimiento en exceso es su responsabilidad. Si finalmente comprueba que el proceso de mediación no avanza, debe poner inmediatamente en conocimiento de las partes su inquietud por la situación; si la falta de progresos progresos se mantiene mantiene (los (los acuerdos y cambios cambios deben aparecer a partir partir de la quinta quinta sesión) debe renunciar para permitir que se adopten otras decisiones que contribuyan a resolver la situación familiar.
4.3.4. Punto de encuentro familiar El punto de encuentro familiar (PEF) se define como un espacio neutral donde se realizan las visitas entre los padres y sus hijos, en aquellos casos en los que estos no convivan con aquellos por alguna limitación legal (separación, divorcio, violencia familiar 81
o protección de menores). Es una medida temporal que busca potenciar las condiciones para que las relaciones relaciones paternofil paternofiliales ales y el ejercicio ejercicio de las obli obligaciones aciones parentales parentales sean llevadas a cabo en un futuro de forma autónoma por las familias, en aquellos casos que reúnan las condiciones necesarias para salvaguardas el superior interés del menor. Es decir, junto con la posibilidad de tener un espacio específico para el encuentro entre las familias y sus hijos, los profesionales de los PEF ofrecen orientación profesional para que las relaciones familiares y las habilidades de crianza de los padres mejoren, hasta alcanzar su normalización. Los equipos que trabajan en estos centros están compuestos por profesional profesionales es de disti distintas ntas disci discipl plin inas as con formación en mediación mediación famili familiar y elaboran elaboran informes de seguimiento periódicos que dan cumplida cuenta de la evolución de la medida a la autoridad remitente. En la problemática que aquí nos ocupa los PEF garantizan el cumplimiento del régimen de visitas. El progenitor custodio acompaña a los niños al centro donde son acogidos por un profesional y, una vez el progenitor ya no está presente, tienen el encuentro con el otro padre. A partir de ese momento las visitas bien se realizan sin salir del centro, bien el progenitor no custodio se marcha con ellos con objeto de disfrutar de su tiempo de convivencia con sus hijos. En resumen, la finalidad del PEF es garantizar el interés del menor, ofreciendo un lugar neutral y de transición para que este tenga contacto con los miembros de su familia con los que habitualmente no convive, que se define como medida de intervención temporal orientada a la normalización del régimen de estancias y comunicaciones de los menores con los miembros de sus familias.
) Restricci Restri cciones ones del punto de encuentro encuentro familiar fami liar en el SAP
Un recurso como es el PEF no ofrece más que la posibilidad de un lugar donde llevar a cabo los relevos de la custodia de los hijos entre los progenitores, en un espacio donde estos se encuentran protegidos. Lo más habitual es que sea una medida impuesta por el juzgado, por lo que si alg alguno de los participantes participantes no quiere quiere col c olaborar, aborar, una vez más se hace muy difícil ir más allá de la mera presencia testimonial. El padre alienador sigue llevando a cabo su inculcación maliciosa mientras que el niño, consciente del poco tiempo que va a estar con el otro progenitor, tiende a pasar el tiempo de aquella forma que le permita no interactuar con él. Como ocurre en el tratamiento psicológico es un acto de voluntad y, en consecuencia, si el sujeto no quiere (o, en el caso del menor, no se le permiten) participar, se hace casi imposible que la intervención profesional tenga éxito. El uso de este recurso debe limitarse a casos de SAP leves o moderados. Como ocurría con la mediación familiar y el tratamiento psicológico, su aplicación debe tener una limitación temporal que, de no producir avances positivos en las relaciones paterno filiales, debe dar paso a medidas coercitivas por parte de la autoridad judicial. En los casos de SAP severo el punto de encuentro familiar está desaconsejado. 82
B) Características específicas del punto de encuentro encuentro familiar fami liar en el SAP
En los casos que nos ocupan, el PEF busca ofrecer un espacio libre de tensiones a los menores frente al conflicto que perciben de sus padres. Por esta razón, es fácil comprobar cómo su expresión emocional, gestos y conducta cambian nada más estar seguros de que el progenitor alienador no está presente. Esto ocurre en cuando el SAP se encuentra en un momento inicial, donde el menor no ha interiorizado aun el rechazo. Uno de los momentos más delicados se produce cuando el progenitor alienador se despide del menor. Es habitual aquí que lleve a cabo despedidas cargadas de tensión emocional, donde exprese ante el niño de forma melodramática su supuesto miedo e impotencia al verse obligado a dejarle en aquel lugar, en donde va a tener que encontrarse con él. Otra circunstancia que conocen bien los profesionales de estos servicios son los intentos continuos del alienador, y en ocasiones del alienado, de incorporar a los profesionales del PEF a su visión del conflicto, haciendo que abandonen su responsabilidad y la ventaja que les ofrece su posición de neutralidad. Permanecer neutrales y no ser cómplices del alienador por omisión es un delicado equilibrio que los profesionales deben tener en cuenta. La remisión regular de informes sobre la evolución de la medida a la autoridad judicial, donde dejen claramente recogido todo lo acontecido en las visitas, así como las recomendaciones e impedimentos para que los progenitores no presionen al menor en los momentos del relevo o en las visitas, son dos instrumentos que pueden evitar tal riesgo.
4.3.5. Contacto progresivo El contacto progresivo sería aquella medida que aboga por el establecimiento de un régimen de visitas en el que el tiempo de convivencia y estancia de los menores alienados con el progenitor rechazado fuera aumentando gradualmente, hasta llegar a su normalización. Parte de la idea de que la tensión que los niños expresan durante el tiempo en el que se relacionan con el padre alienado debe regularse para evitar el sufrimiento en el niño, de tal suerte que si se va desarrollando una exposición gradual al objeto que provoca dichas reacciones de tensión o miedo, los menores tendrán la oportunidad de ir acostumbrándose a su presencia. Esta medida no tiene apoyo alguno en conocimientos de la literatura especializada ni es fruto de la experiencia, lo que ofrece un ejemplo claro del desconocimiento por parte de quienes la recomiendan de la etiología del problema que estamos tratando. Los menores no muestran sus conductas de ansiedad, rechazo o miedo ante la presencia o la posibi posibillidad de contacto con el progeni progenitor tor ali alienado por una razón justifi justificada, cada, sino sino por la disonancia emocional que les genera verse obligados a no cumplir las instrucciones que le han sido impuestas por el progenitor alienador. Así, si estamos ante un SAP leve o moderado, en cuanto el progenitor alienador salga del escenario en donde el menor se 83
encuentra, las expresiones emocionales de este comenzarán a disminuir hasta desaparecer si el tiempo de relación con el progenitor alienado es suficientemente extenso. En las visitas intrasemanales, el contacto progresivo suele abarcar apenas una o dos horas, tiempo absolutamente insuficiente para que el niño y su progenitor tengan posibi posibillidad de alcanzar alcanzar la fase de normali normalización zación que cursa entre los dos intervalos ntervalos de descompresión de los que hablamos en puntos anteriores. Si esta situación se extiende a los fines de semana el problema se prolonga. Los menores harán todo lo posible por no interactuar con el padre rechazado, conscientes de que pronto se verán libres de esta obligación y volverán al lado del progenitor alienador. Para ello no es extraño que pasen horas y horas de cara a la pared, sin levantar la mirada de su teléfono móvil, en silencio, sin quitarse la ropa de abrigo o con la cabeza entre los brazos. Cualquier estrategia será válida con tal de evitar el contacto físico o visual con el progenitor que, impotente, recibe silencio o aparente indiferencia ante sus palabras o, en el peor de los casos, insultos o expresiones retadoras.
) Restricci Restri cciones ones del contacto progresivo progresivo en el SAP
La conceptualización del SAP como una suerte de fobia específica está muy extendida. Coincide con este diagnóstico en la irracionalidad del temor y las reacciones desproporcionadas y persistentes ante la exposición al estímulo, que provoca una respuesta inmediata de ansiedad que puede llegar a tomar la forma de una crisis de angustia. Sin embargo, se diferencia en que el sujeto en ningún momento reconoce que su miedo es excesivo, irracional y sin fundamento, que le ha sido impuesto por otra persona, ni interfiere interfiere en su vida vida cotidi cotidiana ana fuera de la situaci situación ón específica específica y, al contrario de lo que ocurre en el SAP, en la fobia los menores no suelen argumentar su miedo. El SAP se sostiene sobre la necesidad de ser fiel a lo aprendido y la obligación del sujeto de mantener luego por sí mismo su sistema de creencias. El mundo construido por el progenitor alienador filtra la percepción del menor de la imagen del padre rechazado, que es visto con temor o desprecio, y ante cuya presencia se justifica la conducta de ansiedad, miedo o agresión que el menor despliega. El progenitor alienado no es responsable último de la conducta del niño sino el sistema de creencias impuesto. Actuar sobre el síntoma y no sobre la etiología es un método terapéutico con alcances muy limitados. La misma terapia aceptada para afrontar cualquier fobia plantea la necesidad de actuar sobre el sistema de creencias irracional que sostiene la conducta del sujeto y apoyar al sujeto en su exposición, aun de modo gradual, al estímulo que provoca dicho temor. Sin embargo, en esta medida de afrontamiento en no pocas ocasiones se olvida este hecho. Por otro lado, actuar únicamente sobre el síntoma y no sobre lo que le da origen imposibilita la solución del problema, en tanto que lo que lo origina no deja de llevar a cabo su inculcación maliciosa y el apoyo a la conducta de rechazo del menor, en 84
cuanto este vuelva a ella. Todos tenemos un sistema de creencias más o menos explícito. En él encajamos nuestras experiencias del mundo, sean ajustadas o no, tras haberlo valorado a través de los filtros que este nos proporciona. Desmontar ese sistema de creencias podría equivaler a desmontar lo que nos define. En la experiencia profesional con pacientes clínicos comprobamos diariamente que la aceptación de las equivocaciones, de los comportamientos erróneos o los sistemas irracionales de creencias que los sujetos poseen, es decir, decir, de la aceptación aceptación de la propia propia responsabil responsabilidad del paciente paciente (consciente (consciente o inconsciente) en el problema que nos plantea es una tarea difícil pero fundamental y que, de no lograrse, en no pocas ocasiones hace fracasar la intervención terapéutica. Desmontar ese sistema de creencias pasa por ofrecer (y el paciente aceptar) mirar la realidad de lo que nos rodea y nuestras acciones sobre ella desde otro punto de vista. En el problema que nos ocupa es necesario dar esa oportunidad a los menores. Su sistema de creencias irracional tiene que entrar en conflicto con la realidad que le ha sido vedada y que el profesional sabe que es falsa, y eso se logra permitiendo que pasen un tiempo prolong prolongado ado en situaci situaciones ones que les permitan permitan experiment experimentar ar por sí mismos mismos la falsedad falsedad de lo que le han enseñado. El profesional debe controlar esa exposición al conflicto que les va a generar lo aprendido e interiorizado con la realidad afectiva que expresa el padre rechazado, pero no permiti permitirr que se pueda evitar evitar o limitarl mitarla. a. Eso mismo ha sido sido lo que ha hecho el progeni progenitor tor alienador con el menor: impedirle que contraste por sí mismo la falsedad de lo que le ha inculcado. Por tanto, el papel del terapeuta debe ser de apoyo y acompañamiento en la superación del conflicto emocional, pero también de interferencia sobre la fuente que genera dicho temor. Si no se hace de forma paralela, lo único que se logrará es prolongar la situación hasta conseguir que el niño aprenda por pura asociación que las situaciones en las que se encuentra con su progenitor son aversivas.
B) Características específicas del contacto progresivo progresivo en el SAP
El contacto progresivo se puede plantear como medida para establecer o recuperar la relación del menor con el progenitor con el que no ha tenido relación. Esto ocurre cuando el progenitor se ha ausentado de la vida del menor por diversas razones y se pretende introducir su figura en la vida de aquel. Un ejemplo de lo anterior sería aquel progenitor que, por la razón que sea, no ha tenido relación con su hijo durante años y desea incorporarse a su día a día como figura parental. En el caso del SAP esta reintroducción va a chocar frontalmente con el deseo del alienador de construir una imagen de temor u odio, por lo que cada acercamiento medido como mejoría en la relación del hijo al progeni progenitor tor va a traer una nueva oleada oleada de presión presión emocional emocional hacia aquel. Ser consciente consciente de esto nos debe plantear que la decisión que tomemos siempre estará condicionada por la obligación que nos debemos imponer de salvaguardar la integridad psicológica del 85
menor. Si no estamos seguros de que el progenitor no va a llevar a cabo estas acciones, no debemos apoyar esta medida y, en todo caso, nunca es aconsejable en SAP severos.
4.3.6. Cambio de custodia en el SAP Hasta ahora se han planteado distintas medidas que coinciden en un punto fundamental: el mantenimiento del contacto del menor con el progenitor alienador. El principal problema problema que plantean plantean es que la fuente de incul inculcación cación mal ma liciosa ciosa no cesa, haciendo haciendo casi imposible que el menor tenga oportunidad de construir una imagen real del progenitor rechazado y, por tanto, manteniéndolo bajo la presión emocional del alienador. El progeni progenitor tor ali alienador raramente cesa en su actitud, actitud, aun cuando ha sido sido advertido advertido por el uzgado o, incluso, ha perdido la custodia del hijo. El cambio de custodia elimina este problema, alejando al menor del maltrato que recibe. La segunda cuestión que nos ofrece esta opción es la posibilidad de llevar a cabo un modelado de la conducta, entendido como un proceso de aprendizaje observacional en el que el menor, ante la observación directa de la conducta de su progenitor rechazado, puede modificar su propia conducta, pensamientos y actitudes, sin recibir ningún tipo de presión u orientación directa externa. De hecho, la acción llevada a cabo en la alienación del menor por parte del progenitor alienador ha sido un modelado dirigido a que el menor generara conductas y pensamientos de rechazo hacia el progenitor alienado, al observar las conductas, pensamientos y expresiones de rechazo propias del progeni progenitor tor alienador alienador.. Ahora buscamos que sea el propio propio menor el que, ante la experienci experienciaa directa, tenga la libertad de sacar sus propias conclusiones acerca del progenitor rechazado. Con esta medida lograremos diversos objetivos: inhibir conductas previas de rechazo, desinhibir conductas previas positivas hacia el progenitor alienado, facilitar la expresión de conductas que no se emiten por la ausencia de estímulos discriminativos (respuestas de afecto del menor ante expresiones de afecto del progenitor) y facilitar la valencia afectiva del progenitor rechazado. La crítica a esta medida se apoya sobre las supuestas secuelas que en el menor se producirían producirían al retirarle retirarle el maltrato maltrato emocional emocional del progeni progenitor tor alienador alienador y tener que enfrentarse al progenitor que rechaza. Si bien estas supuestas secuelas no han sido documentadas, la bondad de esta medida comienza a tener un cuerpo de literatura técnica que, aun con un número de casos pequeño, ofrece con la rotundidad de sus datos poco margen para la discusi discusión. ón.
) Tipos de cambio de custodia custodi a
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Esta medida puede llevarse a cabo de forma directa (acordando un día en el que el menor es entregado al otro progenitor) o mediante la utilización de un piso puente (donde el menor pasa a residir en el hogar de un familiar directo del progenitor alienado, antes de pasar a residi residirr con este). La primera primera opción opción siempre siempre debe ser la preferente y no plantea plantea ningún problema para niños prepúberes. En realidad no podemos hablar de una regla fija, y es mucho más razonable analizar el grado de interferencia que posiblemente va a plantear plantear el progenitor progenitor ali alienador que cualqui cualquier er otra variabl variable. e. La segunda segunda opción opción se puede utilizar cuando los menores han alcanzado un nivel de autonomía que pudiera plantear cierto riesgo de fuga. Sea cual sea la opción elegida ambas deben transcurrir por las cuatro fases posteriores y que se describen a continuación. La diferencia es que en el piso piso puente se establece establece una fase previa (Fase 0) en la que el menor pasa a residir residir con un familiar del progenitor alienado (por ejemplo, una hermana de este) durante un tiempo, siempre sin tener contacto con el progenitor alienador.
Cuadro 4.6. Cambio de custodia
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En esta fase inicial el progenitor alienado irá diariamente a encontrarse con su hijo durante unas horas, teniendo así la posibilidad de comenzar a interaccionar en un entorno familiar alejado de presiones. Es indudable que no siempre va a poder llevarse a cabo esta fase, bien por la carencia de familiares, bien por su negativa a participar, pero siempre que se pueda es mucho más recomendable que un establecimiento público como un piso tutelado o centro de menores, en tanto el entorno es mucho más natural. Si entre las opciones del piso puente tenemos alguna que incluya menores de una edad cercana al menor afectado, siempre siempre será la alternativa alternativa preferente. Lo importante aquí es asegurarse de que en ningún momento el menor reciba comentarios negativos sobre el progenitor alienador, ni referencias sobre el proceso udicial y, lo que aun es más importante, se impida el contacto con aquel. Es habitual, incluso en menores de 5 años, que los alienadores hayan instruido a los niños para que lo llamen a escondidas o que ellos mismos se presenten en el colegio o manden a familiares o a personas cercanas a verlos. El centro escolar debe estar advertido de esta situación y se debe buscar su colaboración, explicándoles la naturaleza del problema. Previamente, el terapeuta puede dar unas pautas al menor para prepararle para el encuentro: confirmarle que no tiene nada que temer del progenitor alienado, en tanto que el profesional estará siempre accesible para cualquier cuestión que quiera comentar; recordarle que si bien está obligado a tener contacto con el progenitor alienado, él es el que va a poder ir graduando la cercanía o intimidad de ese contacto; dejarle muy claro que él no tiene responsabilidad en la medida adoptada y asegurarle de que, en el momento que sea posible, se reestablecerá la relación con el progenitor alienador.
B) Fases del cambio de custodia custodi a
Bien sea la primera, bien se haya comenzado en la fase previa, en la Fase I el menor pasa a estar bajo la custodia custodia del progenitor progenitor ali alienado. Es recomendable que el proceso se lleve a cabo con rapidez, con intención de evitar las presiones emocionales que el menor va a sufrir. Una forma sencilla sería utilizando el centro escolar, donde el menor ha llegado de casa del progenitor alienador por la mañana y es recogido por el otro progeni progenitor tor a la salida. salida. El punto de encuentro e ncuentro famili familiar es una opción recomendable, recomendable, ya que permite permite que tanto en el momento de recogi recogida del menor como en la entrega entrega al otro progeni progenitor tor,, este se encuentre acompañado de un profesional profesional en el que se puede apoyar emocionalmente. Es recomendable que esta primera fase se extienda al menos de dos a tres meses y que se vigile especialmente, como insistíamos antes, que no se produzca contacto entre el progeni progenitor tor ali alienador y el menor. Nuestro interés aquí es que el niño niño tenga tenga la oportunidad oportunidad de observar por sí mismo el comportamiento del progenitor con el que ha tenido 89
dificultades para relacionarse, y que esto sea llevado a cabo a un ritmo en el que él se encuentre cómodo. En los casos que hemos observado el ajuste del niño a la situación se lleva a cabo rápidamente. En el transcurso de unas horas o, en los caos más severos, unos días, el niño comienza a cambiar su comportamiento hacia el progenitor que ahora le acoge. Libre de la necesidad de rechazar y odiar, el niño va iniciando contactos progresivos, tomando confianza conforme comprueba que no es real la amenaza que supuestamente constituía hasta ese momento el progenitor alienado y, en el momento que él considera, comienza a expresar comportamientos afectivos. Los contactos irán en progresión, permiti permitiendo endo al adulto un acercamiento emocional emocional mayor: m ayor: comenzará a diri dirigi girse rse a él con respeto, le permitirá que vea sus tareas académicas, dará su opinión si se la preguntan, paseará a su lado. Conforme el proceso avance el menor dejará que el alienado alienado tenga tenga contacto físico con él, pasando luego a expresar emociones positivas en sus interacciones: sonrisas, bromas y abrazos. Una vez se haya logrado esta calidad de relación se puede pasar a la Fase II: contacto limitado con el alienador. Cuando ya se haya establecido y consolidado una relación de normalidad entre el menor y el progenitor inicialmente alienado, con el que ahora reside, se establece un régimen de contacto telefónico entre el menor y el progeni progenitor tor alienador alienador.. Siempre Siempre se debe advertir advertir a este que no se permi perm itirá tirá que comience a presionar presionar emocional emocionalmente mente al niño, niño, recordándole recordándole que si no cumple con las indicaci ndicaciones ones profesional profesionales es el contacto volverá volverá a ser interrumpido. nterrumpido. Si es posibl posible, e, siempre siempre es recomendable que estas llamadas sean supervisadas por un profesional que se asegure de que el alienador no vuelve a repetir su conducta. Esta fase debe extenderse entre uno y tres meses, con llamadas que irán de una a la semana a una en días alternos, con una extensión máxima de media hora. La progresión en el tiempo de contacto se irá graduando conforme el progenitor alienador acate las instrucciones del profesional que supervisa el proceso y que antes hemos comentado. La Fase III: visitas limitadas con el alienador. Pretende recuperar de forma controlada el vínculo, sin permitir que adquiera el carácter patológico previo. Como en el caso anterior, se desarrolla de forma progresiva, comenzando con visitas semanales de un par de horas en el PEF, PEF, donde los profesional profesionales es pueden supervisar supervisar que la conducta del alienador no incluye estrategias de presión emocional para, en el plazo no inferior a un par de meses, pasar a días completos completos sin pernoctas. Finalmente, y siempre que se hayan cubierto las anteriores etapas de la forma descrita, se llega a la Fase IV: establecimiento de un régimen de visitas con el alienador. El fin último siempre será la recuperación del vínculo saludable con ambos progenitores. Por ello, si se han venido cumpliendo los objetivos marcados y la conducta del alienador ha sido de acatamiento de las instrucciones que el profesional le ha marcado, el último pasó será el estableci establecimient mientoo de un régimen régimen de visi visitas tas normali normalizado, de fines fines de semana alternos con pernoctas inicialmente a, si se considera posible y conveniente para el menor, fines de semana con alguna de las tardes entre semana con el progenitor alienador. 90
El profesional debe gestionar el tiempo que dura cada fase. Si no se ha cubierto el objetivo marcado en una de ellas nunca debe pasarse a la siguiente. Ese será un buen momento para acercarse a las partes y recordarles que el proceso avanzará solo con su colaboración y acatamiento de las directrices que el profesional marca.
4.4. Consecuencias del SAP El divorcio es uno de los eventos vitales que más estrés produce en los individuos. Desde que se popularizó como tema de estudio, la investigación ha demostrado que los hijos de padres divorci divorciados ados sufren a nivel nivel físico físico y psicol psicológ ógiico, especial especialmente mente cuando se ven implicados de algún modo en un conflicto prolongado entre sus progenitores. Los datos de distintos países –EE UU, Gran Bretaña, Alemania– han recogido que las secuelas en algunos menores cubren el área de las relaciones sociales (Cantón, Cortés y Justicia, 2002), la salud física y psicológica (Amato, 2000; Troxel y Matthews, 2004), así como que presentan mayor número de conductas problemáticas –por ejemplo, consumo de sustancias– (Ledoux, Miller, Choquet y Plant, 2002). Por otro lado, el mantenimiento de una regularidad del régimen de visitas es uno de los factores más importantes para que los niños mantengan los niveles de rendimiento académico anteriores al divorcio, así como la participación continua del progenitor no custodio en la vida del niño parece decisiva para evitar que este desarrolle una intensa sensación de pérdida. Las revisiones posteriores posteriores de estos descubrimi descubrimientos entos han mostrado que estos efectos se mantienen mantienen en el menor a largo plazo (Wallerstein y Lewis, 2004). En el caso de los niños que han sufrido SAP, a lo anterior ha de sumarse el haber sufrido el acoso psicológico, en forma de adoctrinamiento, por parte de uno de sus progeni progenitores tores hasta haber interiori nteriorizado zado esas creencias y haber pasado a partici participar par activamente en la campaña de desprestigio y rechazo.
4.4.1. Consecuencias Conse cuencias para para los hijos Refiriéndonos en este apartado específicamente a las consecuencias de una ruptura en donde se presenta SAP, Baker (2005a), en un estudio cualitativo con 40 adultos que sufrieron SAP en su infancia, encontró que estos describían a sus padres en los mismos términos que eran descritos por sus seguidores los líderes de cultos religiosos sectarios. Estos padres requieren devoción extrema y utilizan una amplia gama de estrategias con la intención de producir dependencia en sus hijos. En palabras de Minuchin y Fishman (2010), los miembros de subsistemas o familias aglutinados pueden verse perjudicados en el sentido de que el exaltado sentido de pertenencia requiere un importante abandono de la autonomía. La carencia de una diferenciación en subsistemas desalienta la exploración 91
y el dominio autónomos de los problemas. En los niños, en particular, el desarrollo cognitivo-afectivo se ve así inhibido. Los progenitores alienadores fueron descritos por los participantes en la investigación como narcisistas que requerían veneración y lealtad completa, especialmente a expensas de los progenitores rechazados. En concreto, los hijos percibían al progenitor alienador como necesitado de ser el centro de atención continuo, insistiendo en llegar a ser el eje fundamental de su vida emocional. Con todo ello el progenitor alienador, del mismo modo que el líder religioso, lograba control absoluto, poder y adulación de los menores. De igual forma, se encontraron coincidencias entre las consecuencias de la alienación y la pertenencia a sectas: baja autoestima, desarrollo de un fuerte sentimiento de culpa, depresión, falta de confianza en ellos mismos y suspicacia frente a los que les rodean. Esto concuerda con un estudio previo, en donde Baker (2005b) encontró que los efectos a largo plazo en los sujetos que habían sufrido SAP en su infancia y adolescencia eran baja autoestima, autoestima, depresión, depresión, abuso en el consumo de drogas drogas y alcohol alcohol,, pérdida pérdida de confianza, alienación de sus propios hijos, altas tasas de divorcio y otras respuestas específicas de carácter negativo. Las infancias de estos menores transcurren asumiendo responsabilidades que les son ajenas. Sienten, porque así se lo han transmitido, que deben ayudar a sus progenitores alienadores debido a lo “que han tenido que soportar por ellos”, lo “mucho que sufrieron por culpa culpa de su padre” o lo que “sacrificaron “sacrificaron para protegerl protegerles es de su madre”. Esto es vivido por los niños como una carga, llevando a cabo continuas acciones que buscan espiar o compensar de alguna forma el supuesto dolor o sacrificio sufrido por el progeni progenitor tor ali alienador, enador, acciones acciones que jamás llegan egan a satisfacer satisfacer la “deuda emocional emocional”” impuesta. Podremos definir en este contexto el concepto deuda emocional como la obligación moral que tiene una persona de pagar a otra, por causa del sacrificio no reclamado, con la intención de compensar sus esfuerzos para proteger su persona o la relación que ambos mantienen. Este concepto reúne dos vertientes emocionales, en tanto es obligación como conspiración, entendido esto último como acuerdo para enfrentarse a otro. Si aun se mantiene el contacto con el progenitor rechazado, dos de las estrategias más frecuentes que llevan a cabo los niños, con graves consecuencias en la elaboración de sentimientos de culpa en la edad adulta, son las de convertirse en espías de sus progeni progenitores tores alienados alienados y la elaboración elaboración de mentiras mentiras sobre lo acontecido acontecido en el tiempo que comparten con el padre objetivo. No son infrecuentes los registros en el domicilio del progeni progenitor tor ali alienado, cuya intención ntención es aportar información –movimi –movimientos entos bancarios, bancarios, recibos de compra, cartas personales, etc.– que pueda ser utilizada en su contra por el alienador. Así mismo, muchos menores relatan la elaboración de mentiras y distorsiones de los hechos ocurridos con el progenitor alienado, exagerando pequeñas discusiones, comentarios o, directamente, ocasionando provocaciones o fabricando falsas alegaciones que el alienador pueda utilizar. Conforme se va desarrollando la vida bajo este maltrato, los menores expresan dificultad para establecer relaciones estrechas con sus iguales, tanto de amistad como de 92
afecto, al no manejar de forma correcta el grado de contacto e implicación emocional. Al haber aprendido a adecuarse a las expectativas de los demás, plegándose dócilmente a sus deseos y creencias, tienen mayor probabilidad de establecer relaciones en donde adopten un papel sumiso y, como consecuencia de ello, una mayor probabilidad de convertirse en víctimas de violencia en la pareja. En el otro extremo, en su experiencia vital, el amor y los vínculos emocionales pueden ser usados para controlar y manipular a otros (von Boch-Galham y Kodjoe, 2006). Como consecuencia de lo anterior, cuando la relación llega a cierta intimidad, comienzan a presentarse problemas debido a su temor a repetir ellos mismos, o volver a sufrir, las escenas y estrategias que observaron en su pasado, cuando no util utilizan directamente directamente este tipo tipo de tácticas tácticas de extorsi extorsión ón emocional emocional,, iniciando un nuevo ciclo de maltrato donde ellos son los instigadores. Todos los datos anteriores hacen referencia a casos en donde el SAP se ha presentado en su forma moderada o severa. Es esperable esperable que, en los casos de mayor severidad y cuya extensión temporal haya sido más dilatada, las consecuencias sean más floridas; sin embargo, no es extraño que, cuando el evaluador observa la conducta diaria de estos menores, no encuentre afección significativa alguna. Es frecuente que sean buenos alumnos, estén integrados integrados en sus clases e, inclu incluso, so, tengan tengan una aparente buena red social. Sin embargo, solo hace falta hacerle referencia al progenitor rechazado, o plantearl plantearles es la posibi posibili lidad dad de un reencuentro, para que su comportamiento comportamiento se altere. altere. El progeni progenitor tor rechazado se convierte convierte en una suerte de estímulo estímulo discri discrimin minati ativo vo ante cuya presencia, presencia, real o supuesta, los menores reaccionan reaccionan como se espera que lo hag hagan, an, mostrando entonces algunos de los comportamientos y reacciones que hemos descrito, especialmente en lo que se refiere a la obligación moral. Por tanto, esta expresión de agresividad está determinada por el sistema en el que se inscribe el menor. Un ejemplo que nos puede servir para reflexionar sobre esto lo ofrece Minuchin y Fishman (2010) cuando habla de los experimentos que el neurólogo José Delgado llevó a cabo en cerebros de animales. Al estimular eléctricamente la corteza cerebral de monos que vivían en grupos organizados, comprobó que la hostilidad se orientaba en forma lógica hacia aquellos que el contexto social determinaba, de tal suerte que, si se modifica la posici posición ón en el contexto social social del sujeto experimental experimental,, la misma estimul estimulació aciónn se expresaba como conducta agresiva hacia distintos sujetos que ahora ocupaban el mismo lugar. En algunos de los casos judiciales recogidos por el autor, la reacción de los menores ha requerido de ingreso hospitalario, al elaborar episodios agudos de asma o ansiedad y diversas somatizaciones. Es un buen momento para recordar que el sostén del SAP no es el amor, sino el miedo, el aislamiento y el temor a la pérdida, por lo que, como hemos visto en el apartado dedicado al tratamiento, la eliminación de estas variables será fundamental para logra el bienestar emocional y físico en el menor. Más allá del distanciamiento físico del menor del progenitor alienado, como estrategia para lograr deteriorar el vínculo emocional y debido a la facilidad de desplazamiento en nuestra sociedad y al aumento de matrimonios de miembros de distinta nacionalidad, en la actualidad se presentan con mayor frecuencia escenarios de rapto del menor por el progenitor alienador. Esta estrategia suele aparecer cuando la 93
Administración de Justicia ordena restablecer o aumentar el contacto del niño con el progeni progenitor tor alienado. alienado. Este nuevo escenario comenzó a ser estudiado estudiado en los años ochenta, debido al cada vez mayor número de casos que, primero en EE UU y México, y posteriormente posteriormente en Europa, se estaban dando lug ugar ar.. Desde el punto de vista vista del menor, menor, el niño robado es un niño abusado, un menor que es usado como arma en el conflicto de la pareja, con claras claras secuelas secuelas para él, él, como la pérdida pérdida de la confianza confianza en el mundo que le rodea. Algunos de estos niños escuchan cómo su progenitor raptor les dice que su otro padre ha muerto o que no les quería, son desarraigad desarraigados os de su entorno famili familiar y social, social, llegándoles incluso a dar nuevos nombres y prohibirles que revelen los reales o hablen de la vida que llevaban antes. Las situaciones de rapto de menores dejan a los niños en una posición extraordinariamente vulnerable para ser adoctrinados contra el progenitor objetivo. Con frecuencia, la estrategia utilizada es asustar al niño con la creencia de que la única manera que existe para escapar del daño que se les avecina (Clawar y Rivlin, 1991). Finalmente, a las secuelas referidas por el abuso físico y emocional, debemos sumar la asunción de papeles y responsabilidades que no le corresponden por su edad, elaboración de sentimientos de culpa y vergüenza, aprendizaje de estrategias de manipulación y problemas específicos como depresión, ansiedad y desarrollo de conductas regresivas.
4.4.2. Conse Consecuencias cuencias para para los padre adre s En los países que tienen mayor tradición divorcista se está produciendo un movimiento urídico y psicológico en la dirección de superar el modelo de progenitor residente, custodio de los hijos, mientras el otro progenitor queda como visitante, por un modelo de corresponsabilidad parental en el que el reparto de los espacios y tiempos compartidos entre ambos progenitores y sus hijos esté equilibrado. La investigación ha mostrado en repetidas ocasiones que el primer modelo potencia la desconexión progresiva de los progeni progenitores tores no custodios custodios de la vida vida de sus hijos. En los años ochenta, cerca de la mitad mitad de los padres divorciados de los EE UU y Gran Bretaña, cuyos hijos habían quedado bajo la custodia custodia mono-parental femenina, perdieron perdieron gradualmente gradualmente el contacto con sus hijos (Furstenberg, F. F.; Nord, C. W.; Peterson, J. L. y Zill, N., 1983; Lund, 1987). En un segundo estudio se encontró que aproximadamente una tercera parte de los padres norteamericanos habían visto a sus hijos únicamente una vez o no los habían visto en el año anterior; 4 de cada 10 padres veía a sus hijos de unas pocas veces al año a varias al mes, mientras que un cuarto veía a sus hijos una vez a la semana o más (Seltzer, 1991). En Alemania las investigaciones estatales mostraron que en torno a la mitad de los padres no mantenían contacto con sus hijos tan solo un año después del divorcio (Napp-Peters, 1985), cifras que en Austria, según la Oficina Central de Estadística (ÖSTAT) se encontraba por encima del 30% a finales del siglo pasado. Mientras la sociedad no cuestiona el papel de la madre o su estrecha relación con el 94
hijo, tras el divorcio, el papel del padre así como su amor hacia el hijo son frecuentemen frecue ntemente te cuestionados o devaluados (Von (Von Boch-Galhau Boch-Ga lhau y Kodjoe, 2006). Aunque autores como Lamb (2004) han documentado ampliamente la importancia fundamental del papel del padre en el desarrollo presente y futuro del hijo, sus específicas contribuciones, así como el quebranto que produce su ausencia en su quehacer cotidiano, es habitual encontrarse informes periciales que recomiendan la custodia materna exclusiva. Esta realidad está tan asumida que, los propios profesionales, encargados por el juzgado de determinar la mejor alternativa de custodia de los menores implicados en el divorcio, lo que realmente llevan a cabo es estipular qué régimen de visitas tendrá el padre. Otro aspecto que da clara clara muestra de lo que aquí se está dicien diciendo do es el hecho de que si la progenitora así lo decide, el contacto entre el padre y el hijo se verá interrumpido hasta bien la sentencia judicial sea firme, sin que esta práctica tenga ninguna consecuencia legal, ni se plantee el deterioro que conlleva para el menor semejante situación, más aun si consideramos que los tiempos judiciales pueden llevar a cerca de 1 año el establecimiento de cualquier medida, aun de carácter provisional. Como resultado de todo lo anterior, en las decisiones de custodia a favor de la madre, prevalece la ausencia de criterio alguno. Por su parte, la custodia paterna se sigue, en buena medida, de un “criterio de exclusión de la madre” ya que se motiva más por un demérito de esta (v. gr., adicción, alienación parental, abandono o maltrato, enfermedad mental, escasez de medios o imposibilidad de atender a los hijos) que por las características positivas del padre o el mejor ajuste del padre a las necesidades del menor (Arce, Fariña y Seijo, 2005). Del mismo modo que se ha comprobado que, tras el divorcio, la amplitud del contacto del padre con sus hijos aumenta la salud y habilidades de ambos, investigaciones interdisciplinares han confirmado que la ruptura de la relación tiene severas consecuencias cuyo alcance va más allá de la pérdida emocional. El progenitor que pierde el contacto con sus hijos sufre el deterioro de su auto-concepto, crisis de identidad, desarrollo de enfermedades psicosomáticas y aumento muy significativo de los accidentes y suicidios (Wallerstein y Kelly, 1980; Hetherington, Hetherington, Cox y Cox, 1982). Son habituales las bajas laborales, la pérdida del puesto de trabajo por la falta de rendimiento y las ausencias provocadas, directa o indirectamente, por el proceso judicial y las sucesivas etapas por las que transcurre. La pérdida de la relación con sus hijos produce un deterioro deterioro de su identidad dentidad personal, personal, alcanzando alcanzando a todas las áreas que le definen como individuo. En algunos casos asumen y se conforman con la situación sobrevenida, transitando por una especie de duelo por el hijo perdido, lo que les permite aceptar la pérdida y seguir adelante. Aun en el escenario más favorable, la aparición de cuadros de ansiedad y depresión son prácticamente inevitables. El alcance de estos problemas puede abarcar años. Es frecuente la aparición de sentimientos de culpa y vergüenza, junto a la construcción de una autoimagen de incompetencia, que les hace mostrar una falta de interés por afrontar nuevos retos, falta de ambición personal y profesional, cuando antes fueron individuos con empuje y altas cotas de éxito profesional y social. 95
En el caso de las madres, la mitología social a la que antes hacíamos referencia, que define el vínculo madre e hijo como algo fundamental y superior, se vuelve ahora en contra de ellas. Al tener conocimiento de las dificultades que tiene para tener una relación con su hijo debido a la manipulación a la que ha sido sometido, el entorno social lleva a cabo una primera atribución de culpas a la propia mujer. Esto se produce incluso en sus propias propias fami fa millias que, sin sin entender la situación, situación, buscan la responsabilid responsabilidad ad en el e lla, bien bien sea en su conducta, bien sea en su desempeño como cuidadora. Como consecuencia de ello, al dolor por la pérdida se suma la incomprensión familiar y social por su situación, provocando las mismas mismas consecuencias consecuencias en su salud salud física física y psicol psicológ ógiica, así como en el plano plano de su autoconcepto, descritas previamente previamente en los varones. En resumen, las consecuencias esperables en los adultos alcanzan todas las esferas que lo definen como sujeto. Por ello, es fácil entender que este problema genera en muchos de ellos una ruptura vital tan severa que marca una frontera definida que afectará a todo su futuro como individuos. La pérdida de sus hijos produce una línea divisoria en sus vidas que difícilmente superaran algún día.
La intervención en un problema relacional como el SAP debe plantearse dos principios: no provocar un agravamiento del problema y proteger en lo posible al menor del maltrato emocional. Una decisión errónea sobre qué estrategia debe aplicarse va a influir muy negativamente en el proceso. Si no conocemos en profundidad las emociones y conductas que están actuando nuestra propia acción tendrá un carácter iatrogénico. La no intervención provoca la prolongación indefinida del problema. Debido a que el sistema de la familia tiene propiedades de autoperpetuación, el SAP se mantiene en tanto la estructura familiar no cambie. Cuanto más larga sea la duración de la programación llevada a cabo por el adoctrinador y más intensa la experiencia de adoctrinamiento, menor será la probabilidad de que el terapeuta tenga éxito. Es imprescindible un conocimiento amplio sobre las conductas directas e indirectas que puedan estar presentes, y para ello es muy importante tener una visión amplia del problema, entender ahora más que nunca que es un proceso y que va evolucionando en función de los escenarios que se presenten, y sie s iempre mpre reacc r eacciona ionando ndo a las varia var iables bles que se s e van incorporando. incorpor ando. La terapia psicológica, la mediación familiar, los PEF o el contacto progresivo con el alienado son estrategias que se han venido aplicando. Su resultado es limitado y, de no tener en cuenta este dato, terminan por empeorar el problema en la unidad familiar. Entender cuáles son sus características, en qué momentos del proceso son pertinentes y en cuáles dejan de ser una opción es básico si se quiere quiere proteger al menor. La remoc ión de custodia cus todia se s e ha comprobado compr obado como una medida psicojurídica con un éxito éxito elevado elevado que protege inmediatamente inmediatamente al menor, y sin que se hayan podido podido documentar consecuencias clínicamente significativas. Las severas consecuencias que el SAP tiene en los hijos y progenitores a medio y largo plazo reflejan la gravedad del problema. Los menores, que en una evaluación superficial se muestran integrados social, emocional y académicamente, se educan en un entorno donde el rechazo, el temor y el miedo son el eje sobre el que gira la vida familiar, modelos que interiorizan como ajustados y cuya probabilida probabilidadd de repetir en el futuro es muy elevada. elevada. Los progenitores, junto al dolor por el rechazo rec hazo
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injustificado, tienen que soportar la presión social que, especialmente en el caso de las madres, ahonda en su sufrimiento.
Caso clíni c línico co Antonio no ve a sus hijos desde hace 2 años. Aunque el proceso por malos tratos se archivó, en el procedi proc edimiento miento principal de divorcio donde se juzga juzga la liquid liquidación ación de los bienes bienes de la pareja y el régimen de custodia, la representación legal de la progenitora lo saca a colación a cada momento. El juez está cansado cans ado de este tema y ya no sabe qué decisió dec isiónn tomar. t omar. El abogado del padre reclama que se cambie la custodia, pero la parte contraria alega que los niños son adolescentes y ya tienen un juicio creado sobre su padre, por lo que ha de respetarse su voluntad de no querer verlo. La representación legal de Antonio, apoyándose en un informe de un psicólogo de parte, alega que la supuesta voluntad expresada por los niños no es tal, sino que ha sido impuesta por la madre, que los niños no tienen razón para rechazar a su padre, y que aun menos razón tienen para no querer tener contacto con sus primos y demás entorno paterno. La madre afirma que los niños están bien, con buena salud y sacan muy buenas notas en el colegio. La única preocupación que enturbia sus vidas es la insistencia del padre en querer verlos. La fiscal responsable del asunto se interesa especialmente por este caso. Sabe que tiene instrucciones de sus superiores de no promover los cambios de custodia en los procesos en donde se denuncia o percibe inculcación maliciosa en los menores, pero en esta ocasión decide no tomar la directriz en consideración. Escucha al psicólogo de parte, que apoya un cambio de custodia inmediato, con la suspensión temporal del contacto de la madre con los hijos y la posterior recuperación del vínculo de forma supervisada y progresiva, y la psicóloga del equipo psicosocial del juzgado juzgado que, aun reconociendo rec onociendo el proble pr oblema ma y su origen, no apoyan tal medida. medida. Finalmente, Finalmente, el fiscal f iscal apoya la demanda del padre. El juez sentencia que los niños pasen a vivir con el padre y nombra a un psicólogo para que ac ompañe al padre en el proceso. proc eso. Un mes después los niños están en casa de su padre. Durante la primera semana intentan mantener el mismo comportamiento que llevan mostrando desde hace años, pero cuando están a solas comienzan a hablar con su padre y su nueva pareja. Los tíos y abuelos paternos vienen a visitarlos algún día y les muestran su alegría tras años sin poder estar con ellos. De vez en cuando se enfrentan a los adultos, pero estos no hacen caso de sus insultos ni desplantes. La pequeña es la primera en recuperar la relación con su padre. Le gusta jugar con su nueva pareja y se pasa las tardes en casa reclamándoles atención. De vez en cuando sus hermanos la castigan de diversa forma, recriminándole su comportamiento, pero el padre les recuerda que la autoridad allí la ejercen los adultos, y que no va a permitir ningún comportamiento de maltrato hacia nadie, y mucho menos hacia su hermana pequeña. Orientado por el psicólogo, el padre comunica la situación al centro escolar y les pide apoyo. Aquel le ha proporcionado un documento que explica todo el proceso, dejándoles por escrito que queda a su entera disposición para coordinar las acciones con los niños. A los dos meses, el padre y su nueva pareja se van de vacaciones con los niños. Casi sin darse cuenta se produce un cambio radical en todos. Comienzan a dejarse tocar, se cuentan confidencias y le señalan las tareas que tienen que hacer en el colegio, permitiendo al padre que les ayude. El psicólogo ha insistido al padre que estuviera especialmente vigilante con que la madre no tuviera contactos en las primeras semanas. Gracias a eso el colegio estaba advertido e impidieron que la madre, tras convencer a una profesora, viera a los niños en el recreo. Tras la vuelta de las vacaciones se establece un régimen de contacto telefónico supervisado de los niños con la madre, logrando con ello retomar la relación como establece el protocolo. A las pocas semanas se inician las visitas supervisadas en el PEF. Un año después la relación con ambos padres
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está normalizada, aunque Antonio de vez en cuando comenta a su abogado que ha escuchado a los niños hablar entre ellos sobre los comentarios malintencionados que su madre hace de él.
Preguntas de autoevaluación 1. Marque el el objetivo objetivo a conseguir en el el abordaje abordaje del problema: a) Alejar al progenitor alienador del menor. b) Proteger al menor del maltrato emocional y establecer vínculos afectivos saludables. c) No obligar obligar al menor a hacer algo algo que no quiere quiere hacer. hac er. d) Conseguir que se relacione con ambos padres. e) Evitar que el menor sea utilizado por sus padres. 2. Señale Señale cuáles cuáles son conductas conductas directas directas de interferen interferencia: cia: a) El doble vínculo. b) La prueba de realidad. telefónica. c) No permitir la comunicac ión telefónica. d) Reinterpretar la realidad. e) La purga emocional. 3. Indique Indique qué no es recomendable recomendable en en la terapi terapia psicológi psicológica: ca: a) Usar la paradoja. b) Calificar el comportamiento de los progenitores. c) Utilizar pruebas objetivas. d) Permitir que el menor se exprese libremente. e) Ayudarle a que construya su nuevo marco emocional. 4. Cuando Cuando se lle lleva va a cabo un cambio cambio de custodia: custodia: a) Se producen pr oducen inevitabl inevitablemente emente secuelas s ecuelas en el menor. menor. b) El piso piso puente permite un acerc amiento progresivo del progenitor alienado. alienado. c) El progenitor alienador cesa en su maltrato emocional. d) Sólo se puede llevar a cabo en menores de 5 años. e) No es necesario neces ario recuperar el vínculo con c on el progenitor alienador alienador..
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5 Tratamiento II: guía para el paciente
5.1. Objetivos a conseguir El diagnóstico de SAP se aplica a la conducta manifestada en el menor, pero al tratarse de un problema relacional tanto lo sufre él como todos aquellos implicados en el problema, problema, especial especialmente mente el progeni progenitor tor rechazado. P or tanto, aun cuando el paciente paciente primero primero es el hijo, hijo, los progeni progenitores tores deben ser inclui ncluidos dos también en la intervenci intervención. ón. El niño ha sido utilizado como un objeto, retirándole su capacidad de decisión y análisis. Su autonomía se ha visto supeditada a la obligación de ser fiel al progenitor alienador en su enfrentamiento y rechazo hacia el otro padre. La espontaneidad en sus expresiones emocionales ha sido anulada, ya que todo tenía que pasar por el tamiz de la anuencia del alienador y, como consecuencia, su conducta está limitada a aquello que se ajusta al objeto marcado por el adulto alienador. Las posibilidades de crítica o de explorar el mundo se han visto limitadas, cuando no coartadas severamente y sobre esta realidad ha ido construyendo su personalidad. El resultado del SAP en el niño es una débil individuación. El objetivo de la intervención terapéutica que llevaremos a cabo será lograr que el individuo viva de forma independiente, de acuerdo con sus deseos y libre de control. Para ello debe tener recursos personales que le permitan expresarse, analizar lo que observa, elegir lo que desee y llevarlo a cabo. Por tanto, la dirección de la intervención terapéutica es ofrecerle ese escenario para que lleve a cabo su conducta con libertad, explore sus emociones, establezca relaciones de forma libre, a su ritmo y con la profundidad profundidad en la que se sienta cómodo. Todo ello ello con la intención intención de que adquiera esos recursos que luego podrá aplicar en su día a día. Ese escenario deben aportarlo los progenitores. Cuando nos encontremos en un SAP leve o moderado, una buena parte del trabajo del terapeuta va a consistir en buscar que los padres entiendan esa necesidad y ofrezcan a su hijo la libertad que necesita para expresar sus emociones y llevar a cabo las conductas consecuentes. Como ya hemos comentado, esa intervención tendrá una limitación temporal, para no apoyar con ella el proceso ali alienante. En los casos severos vamos a vernos obli obligados a cambiar el entorno 99
del menor e intervenir en el progenitor responsable de él para que favorezca las necesidades del niño. Por esta razón, nos centraremos ahora en aquellas estrategias que el progenitor alienado debe conocer para lograr este fin junto con, lo que tal vez sea tan importante, especificar lo que no debe hacer.
5.2. Estrategias para el progenitor El progenitor a cargo del menor víctima de un SAP severo debe estar formado en todas aquellas estrategias comunes de comunicación perversa que ya comentamos en el apartado que dedicamos a la evaluación. Aunque haya tenido años de experiencia directa con ellas, nunca está de más que el terapeuta revise con él su funcionamiento. Esto le permiti permitirá rá no entrar en la relació relaciónn patológ patológiica que el niño arrastra y va a querer implantar, mplantar, para no retroali retroalimentar las agresiones agresiones y el cli clima general de viol violenci enciaa que se va a encontrar. Un segundo grupo de instrucciones van a ir dirigidas a ofrecer un repertorio de estrategias de conducta para enfrentarse a los requerimientos que el menor le va a plantear. plantear. Aquí inclui ncluiremos remos consejos acerca de cómo comportarse o reaccionar reaccionar ante situaciones que se van a presentar con frecuencia. Finalmente, debemos dejar muy claro qué errores no debe cometer el progenitor responsable del menor. Todo lo anterior debe generar seguridad en el progenitor alienado, ahora a cargo del niño. En muchas ocasiones estos padres y madres llevan años sin haber podido ejercer como custodios de sus hijos, se han visto en decenas de situaciones desautorizados, incomprendidos y agredidos. Comprender el problema y tener recursos para afrontarlo son los dos principios sobre los que se apoyarán nuestra intervención. El apoyo del terapeuta para lograrlo y el hecho de que este sea capaz de transmitirle que permanecerá cerca como soporte y orientador de sus acciones es central para comenzar nuestro objetivo final: la individuación del menor alienado.
5.2.1. Estrategias ante ante la comu comunicación icación pe rversa En la mayoría de los casos, el niño ha permanecido un largo período bajo la tutela y enseñanzas del alienador. Por tanto, es fácil entender que gran parte de las estrategias que fueron usadas para su control emocional las haya interiorizado y sean su forma habitual de comunicación. En estos niños la comunicación verbal (el contenido de lo que se dice para transmitir una información) y la no verbal (la información contextual en la que hay que entender la comunicación) no coinciden. En la vida diaria, lo habitual es que la comunicación verbal y la no verbal coincidan de forma directa y absoluta. Es a lo que estamos acostumbrados. Cuando le preguntamos a un amigo “¿Cómo estas?”, normalmente nos responde haciendo coincidir su expresión 100
verbal y su conducta no verbal: “Muy bien. He ascendido en mi trabajo y me han subido el sueldo”, nos responde con una sonrisa. Conforme esta coincidencia directa y absoluta se va perdiendo, la relación lógica entre ambas comunicaciones desaparece, hasta llegar a ser contradictoria. Entender esto y entrenar al progenitor para que sepa afrontarlo es la primera primera tarea del terapeuta.
) Negar la comunicaci ón
La conducta más frecuente para mantener el conflicto es negar la comunicación. Partiendo del hecho de que no comunicar es imposible y que, como consecuencia de ello, no comunicando estamos enviando un mensaje claro al otro, lo que se busca con esta estrategia es impedir la resolución del problema. Cuando el progenitor pide explicaciones ante ese comportamiento el niño no contesta o, en el mejor de los casos, traslada la responsabilidad al propio demandante: “Tú lo sabes perfectamente, ¿por qué me preguntas?”. Negándose Negándose a hablar, hablar, el conflict conflictoo se mantiene, mantiene, pero también también se impide mpide que se resuelva por más esfuerzos que se lleven a cabo, lo que finalmente consigue que el otro interlocutor se paralice. Impotente comenzará a plantear hipótesis, pedir explicaciones o ofrecer sugerencias que caerán en saco roto, hasta que llegue el momento en que la falta de comprensión de la situación bloquee su iniciativa. Los padres alienados tienen tendencia a culparse a sí mismos: “¿Qué he dicho?”. Esto aumenta su desesperación. Si la situación se prolonga, el sentimiento de impotencia habitualmente desemboca en enfado, con lo que pueden levantar la voz o contestar de forma brusca. Esto será utilizado por el menor para proyectar la culpa: “¿Ves? Contigo no se puede hablar, siempre terminas gritando”. Enfrentarnos a esta situación requiere ser capaces de entender qué está ocurriendo. Como profesional no debo exigir en ese momento que sea frío, que mantenga la calma y la compostura, porque aumentaré su frustración, pero sí voy a requerirle para que entienda el escenario. Hacerle ver que su contribución es esencial para el mantenimiento de esta situación perniciosa es mucho más útil y genera más serenidad que las simples y bieni bienintenci ntencionadas onadas palabras. palabras. Plantear los los mil miles de matices matices y estrategi estrategias para lleva a cabo la comunicación perversa está fuera del alcance de esta obra. Sin embargo, existe una recomendación que puede usarse en la mayor parte de las ocasiones: no contraatacar. Ni defendiéndose ni devolviendo la agresión o la crítica. En general, eso es lo que esperan los agresores y para ello han llevado a cabo esa conducta. No hacerlo elimina la posibi posibillidad de que las razones que exprese exprese el progeni progenitor tor planteen planteen la oblig obligaci ación ón de que realmente hay algo sobre lo que tiene que defenderse. El progenitor tiene que escuchar y, sin calificar lo escuchado, exponer su punto de vista alternativo con frases como: “Puede que lleves razón en lo que dices, pero yo creo que…”. Con este tipo de expresiones transmite que ha escuchado lo que le han dicho y plantea su alternativa sin agredir. Otra 101
cuestión muy distinta es si el padre se ha equivocado. En este caso sí debe reconocer su error, como algo natural y sin mayores consecuencias: “¡Vaya, he metido la pata! Hoy estoy algo despistado”. Los niños que sufren este problema están acostumbrados a que no se pida disculpas. Los padres alienadores no tienen entre sus virtudes la humildad, por ello esta será una buena lección. Seguramente estas disculpas también serán utilizadas como armas por el niño, pero permiten cambiar el escenario de conflicto y los automatismos establecidos en la comunicación. Junto con la comunicación verbal la no verbal es fuente inagotable de información. La madre alienada contemplará atónita que el niño que hace unos instantes reía y le miraba a los ojos, ahora ha mudado el gesto y guarda silencio. Si no ha ocurrido realmente nada que justifique su conducta, el progenitor debe entender que el automatismo interiorizado en el menor quiere hacerse presente en todo momento. No responder es la mejor opción ahora. El automatismo define que debe rechazar a la madre. Cuando el niño se relaja y responde al afecto expresado por ella, la conducta entra en conflicto con la orden fijada previamente en la campaña de inculcación maliciosa. De ahí que el menor mude su expresión, al darse cuenta de que está fallando a lo enseñado por el alienador. Si comenzamos a preguntar por qué ha cambiado de actitud reforzamos la situación negativa y podríamos empujar a que el niño responda negativamente. Es preferible que usemos el aprendizaje vicario o modelado, apoyando así la paradoja que se le ofrece al niño, al no corresponder la conducta del progenitor alienado con lo que se le ha inculcado, lo potenciará la disonancia cognitiva, es decir, el conflicto de los hechos con las creencias preestablecidas. La agresión indirecta suele adoptar formas como las alusiones, el sarcasmo, las bromas pesadas, las descalifi descalificaci caciones ones y el descrédito, descrédito, todo ello ello apoyado con encogimientos de hombros, miradas arrogantes, suspiros o silencios incómodos. Junto con la defensa o la devolución de la agresión, la justificación es otra conducta que debemos eliminar. El progenitor está acostumbrado, tras un largo período de alienación, a ustificarse. Primero ante sí mismo, pero también ante terceros y, por supuesto, ante su hijo. Justificar no debe ser el mensaje que debe emitir, sino dar su versión, exponer su opinión con libertad y sin aspavientos. Especialmente en los primeros momentos de la relación del menor con el progenitor rechazado, el menor no escucha. Nada de lo que se le diga llegará a calar en su mente.
B) Diálogo Di álogo circu ci rcular lar
El diálogo circular es una trampa en la que el niño y el progenitor alienado han entrado previamente en multitud de ocasiones. El diálogo circular en una interacción acaba en el mismo lugar en donde comenzó. El interlocutor no tiene la sensación de haber avanzado, de haber conseguido aclarar el tema tratado, el malentendido o la confusión que inicialmente motivó la conversación. En sí mismo solo es apariencia de 102
comunicación, ya que en el diálogo circular las personas no han manifestado sus ideas o afectos, sino que gastan sus energías en divagar o contrarrestar lo que el otro dice, por ejemplo mostrando su disconformidad en vez de escuchar, entender la otra postura y, en ocasiones, asumir parte de lo que le plantea. Al principio, romper el diálogo circular es difícil. Tanto los progenitores como los niños están habituados a que esta sea, junto con la negación de la comunicación antes expuesta, la estrategia habitual de comunicación. El profesional debe enseñar al progeni progenitor tor a romper esta dinámi dinámica ca perversa y automática automática planteándol planteándolee la verdadera naturaleza de la comunicación: descubrir, manifestar o hacer saber a alguien algo. Todo lo que se salga de ahí debe ser rechazado. El diálogo circular es agotador y si no se ataja, puede provocar una gran frustración al progenitor que le haga perder la paciencia. Mantener la calma, pedir aclaraciones, repetir la pregunta que no se ha contestado o se ha hecho con un circunloquio, concretar puntos expuestos, expuestos, cog coger er la frase que se acaba de decir decir y repetirla repetirla para ver si se ha entendido bien son formas de romperlo.
C) Argumentos perversos
El contenido de lo que se expresa es tan importante como la forma que adopta. Lo habitual es que el niño y el padre tengan una historia de conversaciones donde los reproches, las acusaciones o la revisión de hechos del pasado sean el eje central. Debemos alejarnos de esa dinámica y evitar esos temas de conversación. La intención y el mensaje que ofrecen estos temas busca el conflicto, un conflicto sin solución. Sea o no cierto lo que se plantee, nada se puede hacer ya para cambiar el pasado. Ante esto, el progenitor debe trasladar un mensaje contrario, basado en el afecto, mostrando al menor acogimiento emocional, ofreciéndole libertad para expresarse, incitándolo a no estar asilado, a ser independiente y tener iniciativa. Mostrarse paciente, ayudándole en sus tareas escolares, en sus conflictos relacionales con sus iguales del centro educativo o parejas, es decir, mostrarle que tiene la oportunidad de establecer una relación emocional con él que le va a ser beneficiosa, que le va a aportar sin nada a cambio es una forma sencilla para romper la dinámica descrita.
D) Doble vínculo
En el apartado que dedicamos al doble vínculo pudimos comprobar cómo se utiliza como estrategia de manipulación en el niño. El desequilibrio emocional que provoca permite permite su control por parte del alienador alienador.. El doble doble vínculo vínculo es una comunicaci comunicación ón en la 103
que una demanda es anulada o contradicha por otra. El sujeto se siente atrapado al no entender lo que el otro le exige. Al no estar claramente expresada la premisa, no se logra resolver lo que plantea, provocando un búsqueda emocionalmente agotadora de indicios o caminos indirectos con los que lograr entender el mensaje y encontrar la solución o salida, que nunca será la correcta para el emisor. El terapeuta debe instruir al progenitor para discriminar las situaciones en donde esta estrategia se plantea y enseñarle a responder cambiando su conducta. La mejor manera para ell ello es hacer expl explíci ícita ta la imposibi mposibillidad de satisfacer satisfacer la demanda y, a continuaci continuación, ón, apartarse de ella. Si nos esforzamos en encontrar indicios comenzaremos un camino agotador que, en la mayor parte de los casos, va a resultar estéril. Si evitamos sin más la situación seguirá usándose como instrumento para pervertir la comunicación. Si nos inclinamos por plantear explícitamente la contradicción que ofrece, estamos poniendo ante los ojos del emisor que hemos entendido lo que nos dice, que comprendemos la estrategia que está usando y que no vamos a permitir una comunicación semejante.
5.2.2. Estrategias ante la conducta de rechazo En este apartado recogeremos un grupo de instrucciones dirigidas a ofrecer un repertorio de conductas para enfrentarse a los escenarios que el menor le va a plantear. El progeni progenitor tor debe tener claro cómo comportarse o reaccionar reaccionar ante conductas oposicionistas, desafiantes o abiertamente violentas. Esa confianza le permitirá actuar con la mayor naturalidad y seguridad en sí mismo.
) Dejar de comportarse como víctimas vícti mas
Los progenitores que han sufrido este problema suelen llevar años de lucha para entender el problema, para que los demás lo comprendan y, finalmente y con bastante fortuna, los juzgados lo reconozcan y actúen. Todo ello ha contribuido a que enfoquen su vida de forma poco sana, cuando no abiertamente patológica. Enfocar la vida en positi positivo vo y con libertad, libertad, frente a una vida centrada en el rechazo, el odio odio o el miedo, miedo, es lo primero primero que debe trabajarse. Los padres y madres alienados alienados deben entender que son más m ás que padres, que son hijos a su vez, compañeros de trabajo, hermanos o compañeros de segundas parejas que han decidido acompañarles en su vida. Esta meta es tan importante porque vamos a querer que los niños hagan hagan lo mismo. mismo. En la misma dirección estará las indicaciones del profesional a los padres para que cuiden de no añadir más dificultades al problema que tratan de superar, por ejemplo, adicciones o conductas de abandono del cuidado personal o del hogar. Trasladar la necesidad de sentirse útiles ha demostrado ser una excelente estrategia para superar 104
situaciones de gran dolor vital. Algunos padres ceden su tiempo a asociaciones de protección protección de menores o colaboran colaboran en campañas para concienci concienciar ar de este problema. Aun conscientes de que ya no va a servir a sus propios hijos, saber que están ayudando a otros es una fuente de bienestar emocional difícilmente alcanzable por otros medios.
B) Cambiar Cambi ar los valores de la relación
El modelo educativo en el que se han desarrollado los niños que han sufrido SAP se basa en el miedo y el rechazo. Miedo Miedo a ser infieles nfieles al alienador; alienador; rechazo a un progeni progenitor tor al que antes amaron. Han visto cómo se puede sacar ventaja del engañando y la manipulación. Han sido testigos privilegiados de situaciones en las que se ha esquivado la ley, imponiendo el deseo de unos sobre los derechos de otros. Todo esto ha construido su identidad y su manera de ver el mundo. Al mismo tiempo, los niños han recibido exigencias emocionales excesivas para su edad. Cuando no las cumplían se les ha hecho ver que su comportamiento es decepcionante, y nunca fueron capaces de cubrir completamente las expectativas de su manipulador. En la relación perversa que se establece el alienador siempre quiere más. Por todo esto, lo primero que debemos conseguir es trasladarle que puede expresarse y actuar con libertad, siempre que se comporte de forma educada y acatando las normas del hogar. El progenitor no debe cesar en su función de educador, aun cuando ahora se vea limitada. El niño va a querer imponer su voluntad, pero el adulto debe ser el referente final, con normas claras previas a las que atenerse y nunca ofreciendo ustificaciones. Si los horarios, las formas a la hora de estar en la mesa o la organización del baño están previamente establecidos, no cabe luego la negociación. El niño sabe cuál es el marco de referencia y sus intentos de modificarlo deben ser corregidos. En el mismo sentido, si el niño realiza bien sus tareas debe recibir refuerzos contingentes y proporcionados proporcionados a su empeño. Es fácil caer en la tentación tentación de comprar el afecto, pero es una estrategia inútil, cuando no contraproducente.
C) Mantener siempre el contacto
Siempre, aun cuando sea muy breve, debemos mantener el contacto con el niño. La cercanía física es el primer paso para poder entablar una conversación. Esas conversaciones deben estar organizadas sobre frases cortas, difíciles de malinterpretar o tergiversar. Conforme la cercanía al menor se vaya consolidando irán extendiéndose, ampliando en temas y ahondando en profundidad emocional. El niño irá marcando el ritmo y, en más ocasiones de las que los padres se imaginan, se producirán 105
conversaciones que parecen demostrar que nunca hubo un tiempo en que no tuvieron contacto o hubo un rechazo abierto.
D) Controlar Controlar las emoci ones
Mantener las emociones bajo control es básico. Nunca se debe responder a las agresiones. Como antes dijimos debemos expresarnos dejando claro nuestro punto de vista, pero sin imponer ni contradecir. Ayuda a controlar las emociones recordar que el problema problema del comportamiento del menor no es culpa suya, sino sino que ha sido sido impuesto por un tercero. El niño siempre es una víctima del adulto. Si se percibe que no va a poder controlar la ira o frustración es mejor alejarse que llevar a cabo conductas de las que luego se van a estar lamentando y pueden ser usadas como excusas para justificar el enfrentamiento. Saber que puede recurrirse al profesional y que este les entiende, aun cuando finalmente no se acuda, ofrece una seguridad que muchos padres necesitan para afrontar la dura tarea. Trasladar al profesional sus emociones hace que puedan desahogarse, lo que les dará fuerzas para seguir adelante.
E) Ser proactivos
Llegado el fin de semana, con tiempo libre para compartir entre el progenitor y el hijo, debemos tener una oferta de actividades que llevar a cabo. Muchos padres cometen el error de dejar a los hijos que decidan qué hacer, lo que les permite o bien encerrarse en su habitación o bien no decantarse. El profesional debe entrenar al progenitor para que seleccione dos o tres opciones de ocio para que el menor elija. Si aun así no se decide, lo que ocurre con frecuencia al principio de recuperar la relación, aquel decidirá llevar a cabo una de ellas. En ese momento puede ocurrir que el menor diga que no le interesa, pero el padre siempre siempre puede entonces ofrecerle las alternati alternativas. vas. Lo que no se puede permiti permitirr es ser pasivo, pasivo, dejar que pase la tarde del sábado sin sin dar un paseo juntos, ir a ugar o al cine. Pasar el tiempo en casa sin nada que hacer, sin compartir, viendo en silencio los programas de televisión no ayuda a acercar la relación.
F) La conducta paradóji ca
Una paradoja es una aserción inverosímil o absurda que se presenta con apariencia 106
de verdadera. En psicología hablamos de conducta paradójica cuando pedimos a un paciente paciente que hag hagaa precisamente precisamente lo que es fuente de malestar malestar psicol psicológ ógiico. De esta suerte, al niño que se muerde las uñas le pedimos que lo haga con más frecuencia. En el problema que estamos tratando, la conducta paradójica nos interesa debido a que rompe las expectativas que los menores tienen sobre cómo nos vamos a comportar y lo que van a lograr con sus conductas oposicionistas. Como el principio general terapéutico define, este tipo de conducta rompe el círculo preestablecido, cuyo poder de repetición infinita es difícilmente abarcable. Sin embargo, en este caso lo que pretendemos será crear una paradoja en la concienci concienciaa del menor, menor, con intención ntención de hacerle ver lo irreal, exagerado o ilógico de sus afirmaciones. Los niños alienados han escuchado hasta la saciedad que su padre es un violento o que la comida de su madre es basura. Estos argumentos los repiten una y otra vez, absolutamente convencidos de su certeza. Si esos padres comienzan a discutir y contraargumentar a su hijo, intentando hacerles ver que lo que dicen no es cierto, los niños negarán la comunicación, iniciarán un diálogo circular o se expresarán de forma injuriosa. En vez de eso debemos instruir a esa madre a que, con serenidad y aprovechando que está dando un paseo con su hijo, se detenga en un cubo de basura, lo abra y le de a elegir a su hijo el menú para esa noche: “Tenemos un poco de pescado o un trozo de carne. ¿Qué quieres?”. El niño, sorprendido ante la entereza de la conducta de su madre, que está usando un tono neutro y natural, sonríe nervioso. “¿No dices que mi comida es basura? La basura está en estos cubos, así que de aquí vamos a sacar la cena. Tienes que decirme qué quieres. ¿Cojo la carne?”. Por supuesto, el ejemplo debe ajustarse a la edad del menor. Si estamos ante un adolescente, que acusa continuamente a su padre de ser violento, podemos sugerir a este que encuentre situaciones en las que su hijo pueda verle interaccionar con otros chicos de la edad de su hijo, jugando y riendo. El principio que buscamos es que el niño aprenda por los ojos lo que sí es la realidad, frente a sus ideas preconcebidas e impuestas en el proceso de alienación. Con esta estrategia evitamos que el menor se sienta presionado por el discurso del progeni progenitor tor ali alienado, mientras mientras este no se agota agota dando expl expliicaciones, caciones, no se altera altera ante la frustración que le provoca lo injusto de las afirmaciones del menor y, aun mejor, dejamos al niño ir elaborando por sí mismo una ideal real, sin el aliño de manipulaciones, interpretaciones o presiones externas, de lo que está contemplando y cómo esto contradice las afirmaciones que hace. El menor lleva a cabo sus expresiones injuriosas, como bien ha aprendido, cuando estaba bajo la presión emocional del progenitor alienador, pero la realidad le devuelve otra de forma directa, sin intermediación o reinterpretación del alienador, lo que le permite hacerse una opinión independiente y propia propia de lo que contempla.
5.2.3. Errores comunes El progenitor alienado debe evitar caer en la tentación de llevar a cabo conductas de 107
alienación. Nunca debe recriminar a su hijo, hablar mal del otro ni personalizar en el niño un problema que han creado los adultos. Es tarea del progenitor desembarazarse del sentimiento de culpa o lástima y volver a ejercer como cuidador y educador, firme, claro, con normas y límites definidos y ajustados a la edad del niño. De igual modo debe sustraerse al dolor que arrastra y a aquel que le van a generar todavía las conductas del hijo. Los recuerdos ingratos son muy intrusivos y muestran una gran fuerza. La angustia que provocan hace que muchos quieran controlar sus emociones, pero ese camino no es el más adecuado. Aceptarla, canalizarla y expresarla en terapia o ante aquellas personas en las que ha buscado apoyo es más conveniente. El tiempo perdido con su hijo no va a volver, solo se podrá construir pensando en el presente y en un futuro lleno lleno de posibil posibilidades. Se debe evitar hablar de temas que no corresponde tratar con el niño. Las cuestiones económicas o jurídicas deben quedar al margen de la vida del niño. Él está acostumbrado a implicarse en el proceso que ha desembocado y su tendencia será seguir haciéndolo. Debemos alejar al niño de las preocupaciones que solo han de ser atendidas por el adulto. El progenitor tiene que transmitir al menor que si le exige límites, le poner normas de comportamiento y responsabilidades es porque le importa y tiene la responsabilidad de educarle. Consentir no es amar ni educar, sino todo lo contrario. No deben mendig mendigar cariño ni afecto, así como no se debe asumir asumir que por el mero hecho de ser su padre le van a respetar. El respeto se gana con coherencia y afecto. Hace mucho más el estar disponible para ayudarle en la tareas escolares que cualquier halago o conducta condescendiente. En esa situación el progenitor puede mostrarle lo que sabe y aquel, interesado en la ayuda, le dejará hacer. Si esto se repite, el menor lo tendrá en cuenta para la próxima ocasión y será él el que se acerque. Finalmente, la impaciencia y la falta de sentido del humor son dos grandes barreras para abordar adecuadamente este problema. problema. Debemos educar la paciencia paciencia en los progeni progenitores. tores. Hay frutas que tardan en madurar, pero ning ninguna una se queda eternamente en el árbol.
Ofrecer estrategias adecuadas a los distintos miembros de la unidad familiar es un elemento básico para afrontar con éxito el abordaje de este problema. El adulto adulto debe saber cómo enfrentarse enfrentars e a la negativa a comunicarse, romper los diálogos circulares, obviar los argumentos perversos o afrontar las afirmaciones definidas como doble vínculo. Capacitar a los implicados provoca que las emociones puedan entrar dentro de rangos r angos que permitan perm itan una autoperc epción competente, c ompetente, frente al problema. Sin S in un progenitor competente el profesional va a ver muy limitados sus alcances, haciendo casi imposible que los logros adquieran un carácter estable y duradero. Los progenitores alienados aprenden un repertorio de conductas que, por sí mismas, son una fuente de patología para ellos mismos. Superar el sentimiento de incapacidad, de víctima impotente, es
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el primer paso para convertirse en un instrumento útil para resolver el problema, especialmente en aquellas situaciones del día a día que se escapan al profesional. En la misma dirección, pero en sentido opuesto, está la necesidad de corregir los errores más comunes que cometen los implicados, responsables en ocasiones sin querer del agravamiento del problema. Al carecer c arecer de perspectiva perspec tiva crítica, c rítica, en ocasion ocas iones es los propios afectados pueden llevar llevar a cabo conductas que critican en el alienador. En otras ocasiones, su propio temor a cometer errores o la indefensión aprendida en la que día a día se mueven les invita a olvidarse del papel que como educadores y cuidadores deben asumir, independiente de la situación en la que se encuentran.
Caso clíni c línico co Dos años después de que se tomara la decisión judicial del cambio de custodia, Antonio y su actual mujer tienen un nuevo hijo. Esta noticia remueve el equilibrio familiar y, una vez más, comienza a escuchar comentarios injuriosos a través de su hija María que sus hermanos mayores, sin decirlo abiertamente, reconocen que provienen del entorno de la familia extensa materna. Por esa razón, y tras informar a la madre, lleva a sus hijos a un psicólogo. Al hablar con el profesional comprueba que tiene un amplio y profundo conocimiento de las dinámicas del SAP y le expone el problema. Todos los hijos aceptan acudir y comienzan con sesiones individuales, logrando tener un espacio de libertad donde pueden expresar sus sentimientos. El psicólogo comprueba que, aunque ha pasado el tiempo y la situación está mucho mejor que hace años, los hijos tienen profundas heridas emocionales que les impiden liberarse y expresarse con naturalidad. Paloma es la que se muestra más afectada. Reconoce que ha transcurrido por distintas etapas en la relación con su madre, con la que desea identificarse y a la que en ocasiones se enfrenta de forma brusc a. Lo mismo ocurre ocur re en su relación con su padre. Como consecuenc cons ecuencia ia de todo, su ejecuc ejecuc ión académica ha caído, provocando que sus tutores hayan llamado la atención a sus padres en varias ocasiones. Aunque el psicólogo se vuelca especialmente con ella no logra que se abra y le cuente qué le ocurre. Cada día que pasa se encierra más en sus amigos y termina por ser expulsada del instituto. Su hermano toma el camino opuesto. Se centra en sus estudios y cada vez que un miembro de su familia habla de todo lo que ocurrió, evita el tema. La pequeña apenas recuerda nada. Ha hecho dos mundos y evita hablar a uno de sus padres lo que ha hecho en el tiempo que ha estado con el otro. Antonio tiene que aceptar las distintas alternativas que han tomado sus hijos. El psicólogo tiene una sesión conjunta con todos y acuerdan que, con cierta frecuencia, acudirán a sesiones individuales.
Preguntas de autoevaluación 1. Debemos Debemos formar al progenitor progenitor alienad alienadoo en: a) Control de sus emociones. b) Estrategias para enfrentarse a la comunicación perversa. c) Enseñarle a contestar. d) Darle argumentos para mantener el diálo diálogo. go.
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e) a y b son correctas.
2. Para enfrentarse enfrentarse al rechazo rechazo de los los hijos hijos el progeni progenitor tor debe: a) Mostrar su dolor abiertamente. b) Hacerse la víctima. c) Tener contacto sólo cuando sus hijos lo quieran. d) No olvidar olvidar sus s us responsabi respons abili lidades dades c omo educador educ ador y cuidador. cuidador. e) No hacer planes. planes. 3. A la hora de de disfrutar disfrutar del del tiemp tiempoo con los los hijos hijos que les les rechazan rechazan es buena buena estrateg estrategiia: a) Tener varios planes que darles a elegir. b) Imponer su criterio sin pedir opinión. c) No prever nada para que s ean los niños los que decidan. d) Decidir entre todos qué hacer. e) Llevar a cabo las mismas actividades. 4. Los erro errores res más más comun comunes es son: son: a) No adoptar una postura postur a democrác democ ráctica. tica. b) Expresar su dolor y dejarse llevar por las emociones. c) Poner límites. d) Exigir Exigir afecto. afec to. e) Hacer que los niños se ganen su cariño.
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una
Anexos
Ane Ane xo I. Entrevista Entrevist a para progenitores progenitores E NTREVISTA NTREVISTA CON Padre Padre
Madre Madre
ntecedentes médicos
1111 11
Diagnóstico y tratamiento actual:
ntecedentes psicopatológicos
Diagnóstico y tratamiento actual:
Descripci ón de la famili a extensa Descripción de cada uno de los padres del progenitor entrevistado (nombre, edad, profesión, estilos parentales, parentales, implicación implicación en la relación de pareja y crianza c rianza de los los nietos) y de sus hermanos.
Historia Histori a de relación de pareja Descripción del inicio de la relación, período de noviazgo, decisión de vivir juntos o contraer matrimonio, recuerdos positivos y negativos de la convivencia.
Decisi ón de tener hijos
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Iniciativa en la decisión de tener hijos, vivencias durante la gestación y el parto (revisiones periódicas, asistencia a clases de preparación, decisión de los nombres).
Descripci ón de los hijos Descripción adjetivada de todos ellos (carácter, deseos, preferencias de ocio, alimentación, relaciones sociales).
Historia Histori a de cui dados durante el ti empo que ha mantenido relación con los hi jos
Salud:
Higiene:
Alimentación:
Sueño:
Escolarización: 113
Relaciones sociales y familiares: familiares:
Corrección de la conducta:
Organización diaria de la vida familiar del progenitor (por su parte: horarios laborales, desplazamientos, y con respecto a los hijos: desplazamiento al colegio, recogidas, traslado a las clases extraescolares).
Historia Histori a de la ruptura de la pareja Descripción de la ruptura: motivos de la ruptura, crisis de convivencia, presencia de una variable desencadenante –infidelidad, enfermedad, nacimiento de un hijo, defunción–, iniciativa de la interposición de la demanda, datos judiciales: fecha de cese de la convivencia, fecha celebración de los procedi proc edimientos, mientos, rela r elación ción de las demandas y denuncias planteadas. planteadas.
edidas judici ales establecidas establecidas Descripción de las medidas adoptadas y su cumplimiento: referencia detallada, nivel de cumplimiento, lugar donde se realizan las recogidas de los menores y el tiempo que el progenitor rechazado pasa con ellos, ellos, estrategias de incumplimiento. incumplimiento.
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Preocupaciones Preocupaciones del progenitor Sobre sus hijos, el papel que otorga en la vida de estos al otro progenitor, aplicación práctica (iniciativas llevadas a cabo para que el otro progenitor pueda estar presente de forma efectiva: acuerdos en las celebraciones sociales y familiares –comunión, bautizos–, traslado de la información escolar – excursiones, tutorías, calificaciones académicas, partes disciplinarios– y extraescolar, social y sanitaria) o ausencia de ellas (impedimento de viajes, ocultamiento de información o tarjetas de identificación: DNI, pasaportes o tarjetas sanitarias).
Indicadores relevantes relevantes para el diagnóstico diagnósti co Presencia en el progenitor de estrategias de manipulación del menor (descripción y detalles específicos y ejemplos de cada una de ellas): presencia de ideas paranoides; ira, miedo o venganza; nivel de cumplimiento de las sentencias judiciales o acuerdos; razones que ofrece para su incumplimiento si las hubiera; insinuaciones de la peligrosidad del otro progenitor (acusaciones expresas o veladas de abusos sexuales o maltrato físico o psicológico); imagen del otro progenitor (incompetencia, desinterés o ineptitud); comentarios que lleva a cabo para trasladar esa imagen a los hijos (expresiones y conductas directas o indirectas de descalificación del otro progenitor ante los hijos); apoyo de la familia extensa del alienador o pérdida del contacto de los menores con la familia extensa del alienado; apoyo a los hijos en el rechazo del contacto con el otro progenitor (actitud de comprensión, traslado de la responsabilidad a los menores o al progenitor rechazado); coherencia o no de sus deseos (de solución del problema, de normalización de la relación de los hijos con su ex pareja o con él) con sus actos (presencia de interferencias en las visitas, denuncias, visitas médicas sin justificación, presencia de toma de decisiones de patria potestad sin consensuar con el otro progenitor, peticiones de suspensión del régimen de visitas, denuncias civiles y penales si motivo objetivo).
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Calificación del evaluador de la actitud del progenitor en relación con el otro padre
Cooperador Aislado Resignado Reivindicativo Obstaculi Obstacu lizador: zador: Directo Directo Indirecto o sutil Rechazo y descalificación
Anexo II. Entrevista para hijos
ntecedentes médicos
Diagnóstico y tratamiento actual:
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ntecedentes psicopatológicos
Diagnóstico y tratamiento actual:
Valoración de la información previa del menor sobre la intervención profesional actual ¿Por qué crees que estás aquí? ¿Qué te ha dicho tu padre antes de venir? ¿Y tu madre? ¿Qué significa eso? ¿Conoces en qué consiste mi trabajo? ¿Quieres contarme algo antes de empezar?
Historia Histori a de consultas a profesionales profesionales Relato de visitas del menor a médicos, psicólogos y/o abogados.
Relación del menor con la familia fami lia del alienador ali enador ¿Puedes hablarme de tu familia materna/paterna? ¿Quién la forma? ¿Cada cuánto ves a tus abuelos? ¿Y a
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los tíos/primos? ¿Qué es lo que más te gusta de tu madre/padre? ¿Y lo que menos? ¿A qué juegas con tu madre/padre? ¿Cómo te regaña cuando no cumples con tus responsabilidades?
Relación del menor con la familia fami lia del alienado ali enado ¿Puedes hablarme de tu familia materna/paterna? ¿Quién la forma? ¿Cada cuánto ves a tus abuelos? ¿Y a los tíos/primos? ¿Qué es lo que más te gusta de tu madre/padre? ¿Y lo que menos? ¿A qué juegas con tu madre/padre? ¿Cómo te regaña cuando no cumples con tus responsabilidades?
Descripci ón de la relación con el ali enado previa a la ruptura de la pareja pareja ¿Qué recuerdas de cuando tus padres vivían juntos? Cuéntame como es tu padre/madre (alienado. Para facilitar al menor que hable del progenitor alienado una buena estrategia es pedirle primero que lo describa físicamente). Cuéntame un fin de semana que pasaste con él. ¿Qué cosas solías hacer juntos? Cuéntame una vez que os pasara algo muy gracioso/divertido. ¿Te ayudaba con las tareas?
Valoración del conocimiento y creencias del menor de la ruptura de sus padres ¿Por qué crees que se separaron tus padres? ¿Quién te dijo que se iban a separar? ¿Cómo te lo explicaron? Si el menor alude como causa de la ruptura el comportamiento del progenitor alienado (p.
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ej., porque se peleaban, porque nunca estaba en casa, porque se gastaba el dinero, etc.) debemos indagar para constatar cómo ha adquirido esa información: ¿Cómo sabes tú eso? Cuéntame una vez que se pelearan. ¿Has presenciado lo que me acabas de contar?
Razones del menor para no tener contacto con su padre/madre padre/madre Siguiendo el esquema del punto anterior: ¿me puedes contar por qué no quieres ver a papá/mamá (alienado)? ¿Eso cuándo ocurrió? ¿Dónde estabas tú? ¿Cuántas veces pasó? ¿En dónde ocurrió aquello?
Valoración de la ausencia de ambivalencia y sentimiento de culpa ¿Cómo crees que se siente él/ella ante esta situación? ¿Crees que mamá/papá podría hacer algo que te hiciera cambiar de actitud? ¿Tú estarías dispuesto a volver a verlo si te pidiera perdón?
Evaluación de su autonomía de pensamiento y escenarios escenari os prestados prestados Cuando pasó eso que dices tú, ¿cuántos años tenías? ¿Dónde estabas tú cuando pasó? Entonces, ¿cómo te enteraste?
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Defensa del progenitor ali enado ¿Crees que papá/mamá (alienador) algunas veces se equivoca? Cuéntame una vez que te hayas enfadado con él/ella, ¿por qué te enfadaste? ¿Crees que papá/mamá (alienado) hace algunas veces las cosas bien? Cuéntame una vez que hiciera algo que te gustara mucho.
Extensión del odio odi o hacia haci a la familia fami lia del padre alienado ¿Por qué no quieres ver a los abuelos de papá/mamá (alienado)? Lo normal es que el menor recurra a argumentos prestados para justificar ese rechazo, por eso debemos indagar la relación priva da del niño con la familia extensa: ¿pero contigo cómo se portan? ¿A ti alguna vez te han dicho/hecho eso?
Variables diagnósticas presentes en el menor
Campaña de injurias y desaprobación hacia el padre alienado Explicaciones triviales para justificar la campaña de desacreditación Ausencia de ambivalencia en su odio hacia el alienado Autonomía de pensamiento 120
Defensa del progenitor alienado Ausencia de sentimiento de culpa hacia el padre alienado Presencia de escenarios prestados Extensión del rechazo al entorno familiar del padre alienado Expresiones y razonamientos de adulto Inmersión del menor en el proceso judicial Uso de informes profesionales y/o denuncias para interrumpir contacto omento del rechazo del hijo a tener contacto con el padre rechazado
Previo a la ruptura Coetáneo Posterior a la ruptura: inmediato después de un período de relación sin interrupciones después de un período de relación con interrupciones Intensidad del rechazo actual
Intensidad baja – SAP leve (se celebran visitas y estancias) Intensidad media – SAP moderado (se celebran visitas con dificultad) Intensidad alta – SAP severo (no existe contacto) Leve. El rechazo del menor es básicamente verbal pero no impide que se celebren visitas y estancias. Media. El menor acompaña la negativa a ver a su padre/madre con conductas disruptivas (rabietas, lanzamiento o rotura de objetos, etc.) que dificultan las visitas pero no las impiden. Severo. No existe contacto.
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Claves de respuesta
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Bibliografía
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Índice Portada Créditos Indice Presentación Capítulo 1. Introducción
2 5 6 9 11
1.1. Descripción y presentación clínica del problema 1.2. Curso del problema Cuadro resumen Caso clínico P reguntas de autoevaluación
Capítulo 2. Etiología
13 14 16 17 17
19
2.1. Cambios en las relaciones de pareja tras el divorcio 2.2. Cambios en la crianza de los hijos 2.3. Cambios legales y jurídicos 2.4. Modelos cercanos de relaciones familiares Cuadro resumen Caso clínico P reguntas de autoevaluación
Capítulo 3. Evaluación
21 25 27 28 32 32 33
35
3.1. Criterios de identificación 3.1.1. Campaña de injurias y desaprobación del padre alienador 3.1.2. Ju Justificaciones débiles, fr frívolas o absurdas para el desprecio 3.1.3. Ausencia de ambivalencia en los sentimientos de odio 3.1.4 3.1.4.. Aut Auton onom omía ía de pens pensam amiiento ento o fen fenóm ómen enoo del del “pen “pensa sado dorr ind indep epen endi dien ente te”” 3.1.5. Apoyo del progenitor alienador 3.1.6. Ausencia de sentimientos de culpabilidad 3.1.7. Escenarios prestados 3.1.8. Extensión del odio al entorno del progenitor alienado 3.2. Niveles del SAP 3.2.1. Nivel leve 3.2.2. Nivel moderado 3.2.3. Nivel severo 127
39 39 40 42 43 44 44 45 47 48 48 48 49
3.3. Diagnóstico diferencial 3.3.1. Abuso sexual 3.3.2. Ansiedad por separación 3.4. Otras variables a considerar 3.5. El SAP en el DSM Cuadro resumen Caso clínico P reguntas de autoevaluación
50 51 54 56 57 57 58 58
Capítulo 4. Tratamiento I: guía para el terapeuta
60
4.1. Objetivos a conseguir 4.1.1. Consideraciones previas a la intervención 4.2. Conductas de interferencia 4.2.1. Conductas directas de interferencia 4.2.2. Conductas indirectas de interferencia 4.3. Estrategias de intervención 4.3.1. Objetivos generales para todas las intervenciones 4.3.2. Terapia psicológica 4.3.3. Mediación familiar 4.3.4. P unto de encuentro familiar 4.3.5. Contacto progresivo 4.3.6. Cambio de custodia en el SAP 4.4. Consecuencias del SAP 4.4.1. Consecuencias para los hijos 4.4.2. Consecuencias para los padres Cuadro resumen Caso clínico P reguntas de autoevaluación
60 60 65 65 69 75 75 76 79 81 83 86 91 91 94 96 97 98
Capítulo 5. Tratamiento II: guía para el paciente
99
5.1. Objetivos a conseguir 5.2. Estrategias para el progenitor 5.2.1. Estrategias ante la comunicación perversa 5.2.2. Estrategias ante la conducta de rechazo 5.2.3. Errores comunes Cuadro resumen Caso clínico 128
99 100 100 104 107 108 109
P reguntas de autoevaluación
109
Anexos Claves de respuesta Bibliografía
111 122 124
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