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9. VIVIR SIN LíMITES Me enseñaron que los buenos cristianos son serviciales, es decir ayudan a otras personas, ocupándose de ellas siempre. Supuestamente no podía decir que no a oportunidades o pedidos de ayuda, porque eso sería señal de egoísmo. Algunos cristianos son egoístas porque creen en Dios y en Jesucristo, pero viven su vida como si Dios no existiera. No piensan ni les interesa amar o servir a otros que no sean sus familiares y amigos, lo cual es realmente preocupante. E.<'I'IRITUAIIDAD ~MOCIOl'ALMENTf-_ .)ANA Sin embargo, conocí otros cristianos que llevan consigo la culpabilidad de nunca hacer lo suficiente. «Pete, estuve dos horas escuchándolo por teléfono, pero no alcanzó», se quejaba hace poco un amigo. Esta culpa con frecuencia produce desaliento. Y este desaliento habitualmente hace que los cristianos rompan su compromiso y se aíslen de las «personas necesitadas», porque no saben que hacer. El tema central aquí está relacionado con nuestros límites y nuestra humanidad. No somos Dios. No podemos servir a todos los necesitados porque somos humanos y cometemos errores. Cuando Pablo dijo, <
9. VIVIR SIN LíMITES Me enseñaron que los buenos cristianos son serviciales, es decir ayudan a otras personas, ocupándose de ellas siempre. Supuestamente no podía decir que no a oportunidades o pedidos de ayuda, porque eso sería señal de egoísmo. Algunos cristianos son egoístas por que creen en Dios y en Jesucristo, pero viven su vida como si Dios no existiera. No piensan ni les interesa amar o servir a otros que no sean sus familiares y amigos, lo cual es realmente preocupante. Sin embargo, conocí otros cristianos que llevan consigo la culpabilidad de nunca hacer lo suficiente. «Pete, estuve dos horas escuchándolo por teléfono, pero no alcanzó», se quejaba hace poco un amigo. Esta culpa con frecuencia produce desaliento. Y este desaliento habitualmente hace que los cristianos rompan su compromiso y se aíslen de las «personas necesitadas», porque no saben que hacer. El tema central aquí está relacionado con nuestros límites y nuestra humanidad. No somos Dios. No podemos servir a todos los necesitados porque somos humanos y cometemos errores. Cuando Pablo dijo, <
Él no lo hizo, y nosotros no debemos sentirnos obligados a hacerlo. Y de alguna manera lo hacemos. ¿Por qué no nos ocupamos de llosotros como es debido? ¿Por qué talltos cristianos, junto con el resto de nuestra cultura, están tan desesperados, agotados, sobrecargados y apresurados? Pocos cristianos establecen conexión entre el amor propio y el amor hacia los demás. Por desdicha, muchos piensan que ocuparse de ellos mismos es pecado, una «psicologización» del evangelio tomada de nuestra cultura egocéntrica. Yo pensé eso durante años. Es verdad que somos llamados a considerar a los demás como superiores a nosotros mismos (Filipenses 2:3). Y también somos llamados a entregar nuestra vida por nuestros hermanos (véase 1 Juan 3:16). Pero recuerda, primero necesitas un «ser» para entregar. Como dijo Parker Palmer, «el cuidado de uno mismo jamás es un acto egoísta; es simplemente la correcta administración del único don que tengo, el regalo que poseo para ofrecer a otros y por el que fui puesto en la tierra. En todo momento podemos escuchar al ser verdadero y cuidarlo como es necesario, no lo hacemos únicamente por nosotros, sino por los muchos otros cuyas vidas tocamos».6
9. VIVIR SIN LíMITES Me enseñaron que los buenos cristianos son serviciales, es decir ayudan a otras personas, ocupándose de ellas siempre. Supuestamente no podía decir que no a oportunidades o pedidos de ayuda, porque eso sería señal de egoísmo. Algunos cristianos son egoístas porque creen en Dios y en Jesucristo, pero viven su vida como si Dios no existiera. No piensan ni les interesa amar o servir a otros que no sean sus familiares y amigos, lo cual es realmente preocupante. Sin embargo, conocí otros cristianos que llevan consigo la culpabilidad de nunca hacer lo suficiente. «Pete, estuve dos horas escuchándolo por teléfono, pero no alcanzó», se quejaba hace poco un amigo. Esta culpa con frecuencia produce desaliento. Y este desaliento habitualmente hace que los cristianos rompan su compromiso y se aíslen de las «personas necesitadas», porque no saben que hacer. El tema central aquí está relacionado con nuestros límites y nuestra humanidad. No somos Dios. No podemos servir a todos los necesitados porque somos humanos y cometemos errores. Cuando Pablo dijo, <
persona enferma en Palestina. No resucitó a cada muerto. No ahmento a todos los mendigos hambrientos ni creó centros de trabajO para los pobres de Jerusalén. Él no lo hizo, y nosotros no debemos sentirnos obligados a hacerlo. Y de alguna manera lo hacemos. ¿Por qué no nos ocupamos de llosotros como es debido? ¿Por qué talltos cristianos, junto con el resto de nuestra cultura, están tan desesperados, agotados, sobrecargados y apresurados? Pocos cristianos establecen conexión entre el amor propio y el amor hacia los demás. Por desdicha, muchos piensan que ocuparse de ellos mismos es pecado, una «psicologización» del evangelio tomada de nuestra cultura egocéntrica. Yo pensé eso durante años. Es verdad que somos llamados a considerar a los demás como superiores a nosotros mismos (Filipenses 2:3). Y también somos llamados a entregar nuestra vida por nuestros hermanos (véase 1 Juan 3:16). Pero recuerda, primero necesitas un «ser» para entregar. Como dijo Parker Palmer, «el cuidado de uno mismo jamás es un acto egoísta; es simplemente la correcta administración del único don que tengo, el regalo que poseo para ofrecer a otros y por el que fui puesto en la tierra. En todo momento podemos escuchar al ser verdadero y cuidarlo como es necesario, no lo hacemos únicamente por nosotros, sino por los muchos otros cuyas vidas tocamos».6
Filipenses 4:13 Reina-Valera 1960 (RVR1960) 13
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
FILP 4:11-13
No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. 11
Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 12
13
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
FIL 2:3
Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 3
1 DE JUAN 3:16 En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. 16
La Sanidad Interior se Efectua a Traves de la Palabra La palabra encierra las promesas del Señor para cualquier situación específica en nuestra vida. A través de la palabra decretamos y despachamos las promesas de Dios. Para traer vida donde hay muerte y liberación donde hay atadura.
Hebreos 4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y mas cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. (El énfasis es nuestro) -La palabra es viva. Jeremías 15:16,19 Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mi, oh Jehová Dios de los ejércitos. Jeremías acude a la bendición que en el nombre de Dios había sido invocada sobre el, por lo que en el v19, la respuesta de Dios es que al convertirnos a él seremos restaurados y que estaremos delante de él, y el sacara de nosotros lo vil, es decir el pecado; entonces el hablará a través de nosotros. Pero una cosa es necesaria que los pecadores se conviertan a través nosotros, y no nosotros a ellos. Esto es muy importante en una posición de liderazgo, teniendo presente que no es hacer lo que otros quieren que usted haga, sino lo que Dios le induce a hacer. - La palabra es eficaz. Significa que produce el efecto o el propósito para lo cual esta destinada. - Cortante como espada de dos filos: Salmo 149:6 Exalten a Dios con sus gargantas, y espadas de dos filos en sus manos. Es como espada de doble filo, penetra hasta las áreas más profundas de nuestro ser, donde nadie más ha podido llegar. La palabra de Dios obra restaurando al hombre de una manera integral espíritu, alma y cuerpo. Hebreos 6:19 nos dice: La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo. Tenemos la confianza en Dios, y nos aferramos a la esperanza inmutable.
- Discierne los pensamientos: Lucas 2:35 (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones. 1 Corintios 3:20 Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos. - Intenciones del corazón. Es un espejo que nos muestra nuestra realidad, nuestra verdad. El que escudriña los corazones de los hombres, el Espíritu Santo sabe cual es la intención de nuestra alma. f) La palabra es además la espada del Espíritu. Es un arma poderosa de DEFENSA Y ATAQUE. Efesios 6:17 “Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada de Espíritu, que es la palabra de Dios.” Ataca contra todo pensamiento que atenta e n contra de la verdad de Dios. g) La palabra encierra las promesas del Señor para cualquier situación específica en nuestra vida. A través de la palabra decretamos y despachamos las promesas de Dios. Para traer vida donde hay muerte y liberación donde hay atadura. Juan 6:63 “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espírit u y son vida.” h) La palabra tiene poder sanador y liberador, aun a la distancia. Lucas 7:7 “Por lo que ni aún me tuve por digno de venir a ti; pero di la palabra, y mi siervo será sano.” Este poder operaba en la persona de Jesús, pero también
opera en los que hemos creído en el. Hechos 19:12 De tal manera que aun les llevaban a los apóstoles los paños o delantales de los enfermos, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían cuando estos paños les eran colocados sobre sus cuerpos. Los apóstoles usaban al máximo la autoridad que se les había concedido; esto es sin timidez, con denuedo y seguridad. Ellos no temían hacer cosas extraordinarias fuera de sus patrones de las enseñanzas religiosas de donde habían salido, no les importaban las críticas. Conocían al maestro, con el cual habían caminado por tres años, creyeron a sus promesas y a sus enseñanzas. En todo el libro de los hechos se registran acciones que no se registran en los cuatro evangelios, porque ellos sabían que estaban siendo impulsados por el Espíritu Santo. La sanidad física y espiritual es obra del Espíritu Santo.
Dios Está Presente en Cada Sanidad Interior Dios tiene el control de nuestra vida aunque generalmente obra con socios humanos y a través de ellos. Creo que él se ha impuesto a sí mismo la regla de no obrar en el contexto de la humanidad sin un socio humano. Dios está presente en cada sanidad aún cuando ésta cause dolor
Comenzamos con la afirmación de que solamente existe un Sanador en el universo: Dios. Así como toda forma de vida tiene su origen en Dios, creo que toda sanidad tiene su origen también en él, aún cuando en esta sanidad participen como agentes personas incrédulas. Dios tiene el control de nuestra vida aunque generalmente obra con socios humanos y a través de ellos. Creo que él se ha impuesto a sí mismo la regla de no obrar en el contexto de la humanidad sin un socio humano. Por ejemplo, creo que ningún nacimiento humano es simplemente el resultado del proceso físico de la relación sexual. Dios está involucrado en todo el proceso de la concepción. Él es el único que puede dar la vida. De la misma manera, sólo Dios puede reparar esas partes del proceso vital que se han salido de su curso. Sin embargo, como ocurre con la mayoría de las demás cosas que Dios hace en el mundo, Dios generalmente utiliza instrumentos humanos para sanar. Como se nos enseña en Romanos 8:28: “A los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien”.
Nuestra mentalidad occidental nos lleva a establecer una dicotomía entre lo que hacemos los seres humanos, y lo que Dios hace. Si intentamos explicar algo como la sanidad en términos de actividad humana “natural” (tal como el uso de medicinas, cirugía o consejería humana),
generalmente suponemos que Dios no participa en el asunto. Pero esto no es cierto. En realidad Dios está involucrado y participa de cada faceta de la experiencia humana (la medicina, la sicología), ya sea que reconozcamos o no su presencia. Es él quien hace que la medicina y los procedimientos quirúrgicos sean efectivos; el que hace posible la sanidad de profundo nivel en los problemas emocionales y espirituales. Estos procesos no funcionan automáticamente.
Dios está presente en todo lo que necesita la gente, aún si los medios son medicinas o personas, y aunque podamos explicar científicamente la parte humana del proceso. Dios incluso utiliza el quebranto humano como plataforma de dos importantes dimensiones del deseo de Jesús de dar libertad a su pueblo. En primera instancia, Dios utiliza el dolor –ya sea físico, emocional o espiritual – para alertar a su pueblo sobre su necesidad de ministración. Cuando las personas están soportando un dolor intenso generalmente están más dispuestas a permitir que el Señor se acerque y las ayude. La mayoría de quienes acuden en procura de sanidad de profundo nivel llegan sin esperanzas. A menudo han buscado consejería profesional u otras instancias para resolver sus problemas pero sus esfuerzos han sido en vano. Ciertamente han vivido por largo tiempo con un grave sufrimiento. Al final llegan a la fuente de toda sanidad: Jesús. Una segunda e importante manera en que Dios utiliza el quebrantamiento es provocando un mayor grado de intimidad con él. Una y otra vez escuchamos informes de muchas personas, según los cuales, la sanidad física o emocional que recibieron comenzó con la profundización (intimidad) que ocurrió en su relación con el Señor Jesucristo. Estas personas reconocieron que Dios había usado un sentimiento profundo en su corazón para acercarlas a Él, induciéndolas a buscar la sanidad en Cristo. Este es el caso del joven Yeimy, por ejemplo, quien acudió a nosotros en medio de su profundo dolor. Había tenido problemas estomacales por casi dos años y se había sometido a numerosos exámenes médicos. Incluso había recibido ayuda sicológica durante varios meses sin ningún resultado. Entre todas las cosas descubrió que su estómago empeoraba cada vez que sus padres iban a visitarlo. Después de pedir al Señor que nos diera su dirección, sentí que debía preguntarle a Yeimy cómo era la relación con sus padres. En un principio Yeimy dijo que él y sus padres siempre habían tenido una buena relación. Habló con cariño del hecho que su padre fuera el entrenador de su
equipo en la Pequeña Liga porque siempre asistió a sus juegos de béisbol y de básquetbol durante sus años de estudiante. Le pregunté si recordaba haber tenido problemas estomacales durante esos años. Se quedó pensativo por un momento, y luego, como si fuera una revelación, algunos recuerdos de los cuales no había sido conciente volvieron a su mente. “Aunque no era tan intenso como lo es ahora – dijo –, recuerdo que sentía un nudo en mi estómago antes de cada juego, especialmente cuando mi padre estaba presente”.
Al continuar preguntándole, Yeimy me habló de un padre que nunca parecía estar satisfecho con nada de lo que él hacía, ya fuera en los deportes o en cualquier otra área de la vida. Recordó el terror que sentía ante la idea de fracasar en el deporte o en el estudio. También, al aproximarse la fecha de su boda, y luego cuando nació cada uno de sus hijos, había sentido lo mismo. Peor aún, ahora era obvio para él que su problema estomacal empeoraba cada vez que se sentía ansioso por las reacciones de su esposa respecto a ciertas cosas que él planeaba realizar. Durante la hora siguiente, o algo así, pude ayudarle a comprender las raíces de varios de los problemas de su padre y los efectos que tuvieron sobre él. Su padre había sufrido una profunda frustración en su temprana edad. Fracasaba con frecuencia y rara vez se le reconocía o se le elogiaba cuando hacía algo bien. Habiendo vivido con un complejo de culpa durante su vida pasada, el padre presionaba a su hijo a tener éxito pero no le proporcionaba afecto o siquiera aceptación cuando lo lograba. Felizmente, Yeimy era un joven exitoso, de modo que rara vez tuvo que soportar la ira de su padre. Sin embargo, antes de cualquier evento su imaginación lo mantenía cautivo al pensar lo que podía haber ocurrido si le hubiera fallado. Yeimy pudo comprender que tanto él como su padre eran víctimas, y le permitió a Jesús que cambiara su actitud hacia sí mismo, y hacia su padre y su esposa. Entonces tuvo la capacidad de perdonarse y perdonarlos. También pudo admitir que tenía resentimiento contra Dios y perdonarlo por permitir que todo esto ocurriera. (El concepto de liberar el enojo contra Dios y luego la acción de perdonarlo es controversial)
A medida que el Espíritu Santo trató asunto tras asunto, permitiéndole a Yeimy visualizar a Jesús en varios de los acontecimientos más memorables que vivió, su dolor estomacal se hizo más y más tenue. Cuando éste desapareció totalmente supimos que habíamos avanzado lo suficiente en esa sesión. Aunque había que tratar con otras cosas en sesiones posteriores, el problema estomacal y el cautiverio espiritual que evidenciaba, jamás reaparecieron. ¡Yeimy fue liberado! Un beneficio adicional que puede producir la sanidad del quebrantamiento espiritual es que el beneficiario a menudo desarrolla una disposición para un ministerio de ayuda a los demás en esa área. Muchos de mis colegas ministros han hecho tránsito de la experiencia de sanidad en ellos mismos, ayudando luego a otros en un compasivo ministerio cristiano. Este hecho concuerda con lo que se afirma en 2 Corintios 1:4, que “[Dios] nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios”. El hecho de que hayamos recibido la ayuda de Dios es una poderosa motivación para ayudar a otros que están sufriendo. Quienes han sido sanados de profundas heridas son generalmente muy efectivos en el ministerio de consolar, aun cuando su propia sanidad todavía no esté completa. Como resultado de nuestro dolor y de la sanidad que recibimos, podemos ofrecer a otros la esperanza de que sus pruebas valgan la pena.
Cuando el Corazon se Quebranta El sufrimiento es parte de la vida y prueba que somos parte de la raza humana. Además a través de los sufrimientos, Dios permite que la belleza oculta que hay dentro de nosotros, aflore.
“Al Señor clamé estando en angustia, y él me respondió”. Sal. 120:1.
Esta es la expresión de un hombre de Dios cuyo corazón estaba quebrantado. Puede ser también la tuya atravesando momentos de sufrimiento o quebranto. El sufrimiento es parte de la vida. Creo que todos los seres humanos lo necesitamos e indudablemente lo experimentamos en algún momento de nuestro transitar por este mundo. Es a través de él que entendemos que hay un ser Soberano, que entiende lo más profundo del corazón del hombre y de la mujer, Dios, y a quien podemos acudir en busca de auxilio. Es a través del sufrimiento que afloran nuestras asperezas, nuestras actitudes, nuestras motivaciones, nuestro egocentrismo. En el sufrimiento las lágrimas brotan de nuestros ojos, y son una expresión del alma por el dolor que sentimos. El sufrimiento puede arroparnos por varias causas: enfermedades terminales, discapacidades, muerte, abusos, rechazos, malas noticias, separación, desobediencia a la ley divina. Un dicho chino dice: “ La gema no puede ser pulida sin fricción, ni el hombre perfeccionado sin las pruebas o el sufrimiento” Jesús dijo: “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo”.
Juan 16: 33. Pablo dijo: “Es necesario que a través de muchas tribu laciones entremos en el reino de Dios” Hechos 14: 33. Billy Graham dijo: “Sólo la gracia y la paz ilimitadas de Dios pueden ayudarnos a atravesar por los momentos de prueba”
Enfrentando el sufrimiento. Bárbara Johnson, autora de best-séller, humorista y oradora de conferencias muy solicitada, es una mujer que ha experimentado mucho dolor por el accidente devastador que casi dejó a su esposo ciego y comatoso, como un vegetal; las muertes violentas de dos de sus cuatro hijos, y finalmente, el descubrimiento de la homosexualidad de otro hijo. Casos como este, nos llevan a preguntar: ¿Por Qué? ¿Es mi culpa? ¿He desobedecido leyes humanas o divinas? ¿He descuidado lo que Dios me ha dado? ¿Es por culpa de otros cuyas palabras y acciones han hecho pedazos mi vida? ¿Es por el rechazo que viene de un ser querido en la familia? ¿Es porque somos perseguidos y porque nos difaman? ¿Es porque otros se aprovechan de nosotros, nos usan, o porque es difícil llevarse bien? ¿Es porque las circunstancias adversas de la vida me han tocado? Reacciones ante el sufrimiento. Unos expresan dolor, otros, ira, enojo, otros culpan a Dios, a la gente o a las circunstancias, o a sí mismos, otros caen en depresiones, otros deciden terminar con su vida y se suicidan. Pero, nos preguntamos, ¿son normales tales reacciones? Doy gracias a Dios que nos ha hecho con emociones y podemos llorar, reír, gritar, etc. La cuestión aquí es, que además, de que Dios nos ha dado emociones, también nos ha dado dominio propio y es allí donde tenemos que hacer un alto y reflexionar acerca de nuestras reacciones frente al sufrimiento. El sufrimiento es parte de la vida y prueba que somos parte de la raza humana. Además a través de los sufrimientos, Dios permite que la belleza oculta que hay dentro de nosotros, aflore. Ejemplos bíblicos.
Ana. 1 Samuel 1:6-10. Una mujer que experimentó el sufrimiento a través de su esterilidad, y a través de la humillación de su sierva. Su reacción fue de llanto de tristeza y de dolor pero también de tomar una decisión firme. David. 2 Samuel 12:16,17. David el hombre llamado según el corazón de Dios, enfrentó sufrimientos por andar en caminos que no agradaron a Dios. Frente a ese sufrimiento, se humilló ante Dios, reconoció su pecado y estuvo dispuesto a sufrir las consecuencias de su pecado. Jesús. Isaìas 53: 3-10. No hay nadie que haya experimentado más sufrimiento en su vida como lo experimentó Jesús. Su reacción ante el sufrimiento: dispuesto a hacer siempre la voluntad de su Padre y cumplir su meta en esta tierra. Conclusión. Dependiendo de la actitud que tomemos frente al sufrimiento, la vida se hará más llevadera, o se tornará en una carga muy difícil de soportar. Si tomamos la actitud correcta, podremos ministrar a otros, animándoles. Podremos utilizarlo como un ministerio de consolación, así como lo hizo Jesús: “Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados” (Hebreos 2:8) “Cuando el corazón se quebranta, la actitud es lo
que cuenta".