Resumen Sociologia de La Religion de Max Weber

Resumen Sociología de la Religión de Max Weber

RESUMEN SOCIOLOGIA DE LA RELIGION DE MAX WEBER

Capítulo I: Contribución a la sociología de las religiones mundiales. A lo largo de este capítulo, Weber da breves aproximaciones a las religiones que él denomina “mundiales”: confuciana, hinduista, budista, cristiana, islámica y judía; y relación con los estilos de vida respecto de los estratos sociales. Estos estratos sociales son también económicos (ej. El pobre y el rico) y en donde la religión ha jugado un papel fundamental en la constitución de estos estratos. estratos. Weber afirma la existencia de un “Status ético religioso” y que lo relaciona directamente con las clases sociales menos favorecidas incluyendo en este grupo a los grandes ídolos de las religiones mundiales como los humildes jornaleros que son representantes en el cristianismo o los monjes budistas e hinduistas separados de todo bien material y con una educación literaria culta y sujeta a la religiosidad. Es en este punto donde reafirma la “teoría del resentimiento” de Nietzsche y expone cómo la idea de las clases sociales en la religión ha hecho de esta una “rebelión moral esclavista”, en donde los menos favorecidos o en desventaja social se proclaman bienaventurados porque para ellos habrá justicia y recompensas en el cielo, a diferencia de los que están simplemente trabajando y ganando dinero y bienes materiales. Esto constituye un sentimiento de venganza “reprimido”, un resentimiento al estilo de vida libre de obligaciones del estrato social alto o señorial. El sufrimiento entonces se convierte en un medio subjetivo para adquirir estados considerados como “santos” y para la consecución de un fin que sería la felicidad legitima. Posteriormente, Weber muestra como se han constituido hasta ahora las “comunidades religiosas” y como han instaurado la ética del “deber”. En general, las

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comunidades religiosas se originan cuando los individuos acudían a seres, fuerza, entes sobrenaturales para atender situaciones de adversidad como las enfermedades. A estos seres o entes sobrenaturales, como los brujos, la comunidad les otorgaba y les reconocía como reencarnaciones de dioses o como profetas y emisarios de su dios y cuya función era curar el sufrimiento, es decir, las personas acudían a la magia y los ritos para su “salvación”. La salvación, afirma Weber, se constituye en la promesa de la religión. Evidentemente, este concepto de salvación ha sido muy diferente en todas las religiones. Por ejemplo, en el judaísmo, el dios salvador y redentor era el responsable de evitar infortunios políticos o en comunidades y pueblos occidentales el redentor era la figura donde reacia la esperanza de cura del sufrimiento de toda la comunidad. Sin embargo, afirma weber, que las doctrinas religiosas y algunos ídolos de algunas religiones no han sido representantes de las clases bajas (exceptuando quizás en el cristianismo) ya que dichas figuras religiosas provienen de noble cuna y a los cuales se les ha encomendado una labor exclusiva sobrehumana, o en otras palabras superior. Más enfocado en la visión metafísica de Dios y del mundo, del bien y del mal y de los ideales ascéticos, el autor muestra como algunos factores psicológicos ya mencionados, como el sufrimiento han sido aspectos relevantes en la constitución de la ética religiosa. En este sentido, aparte del resentimiento hacia las clases sociales altas y una desconfianza hacia la riqueza y el poder, la doctrina religiosa se ha desarrollado en mayor medida en las clases sociales bajas y en donde ha habido mayor devoción por la “salvación”. En este sentido, los individuos en desventaja social o en estratos oprimidos reafirman su dignidad en el convencimiento de que Dios les ha asignado una tarea o misión “especial” en el

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mundo terrenal, para que luego se les vea recompensados de manera espiritual o en valores sagrados “extraterrenos”. Otro aspecto relevante que toma Weber en relación con las doctrinas religiosas de salvación son las concepciones de “resurrección” y “redención”. La primera consiste en un logro de un alma nueva por medio de una ascetismo planificado; la segunda en un sentido de liberación de males terrenales como la miseria, el hambre, la enfermedad, el sufrimiento y la muerte. Estas dos concepciones, junto con la de salvación, son que constituyen la actitud e ideal ascético del creyente, cuya vida debe estar enfocada en “deber” de la acción ordenada por Dios. Para finalizar este capítulo, Weber expone como dichos ideales ascéticos de la doctrina religiosa han ido cambiando con el paso del tiempo, o más que del tiempo de la cotidianidad religiosa del creyente. Por ejemplo, afirma que la práctica ascética está apoyada por el sentimiento y la labor “carismática” en el terreno mundano y que de esta forma es posible consolidar sus estados de gracia. Weber propone el caso de los profetas misioneros o emisarios, quienes son un instrumento de Dios y encomendados a comunicar y departir la doctrina religiosa. El ideal ascético entonces cambia por un “actuar en este mundo” más que una simple actividad contemplativa. Capítulo II: Tipología de la renuncia religiosa al mundo . En este capítulo Max Weber da a conocer los aspectos del mundo que la religión niega o renuncia, o que de alguna u otra forma ha transformado. Estos “Modos de renuncia al mundo” como él mismo lo afirma rondan 5 ejes temáticos (o esferas) de la realidad: económica, política, estética, erótica e intelectual.

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La esfera económica: El problema radica en que, como lo afirma el autor: “el dinero es lo más abstracto e impersonal que existe en la vida humana” y que por tanto ajustar una economía capitalista con una ética religiosa de fraternidad se ve imposibilitada. Esta relación se vuelve más tensa cuando en algunos grupos religiosos se niega la posesión de bienes económicos y se rechazan cualquier tipo de propiedad o bien material e individual. Según la ética religiosa, el monje ascético debe ajustarse al ideal ascético práctico de la religión que profesa. La esfera política: Cuando se planteó en las religiones universalistas la idea de un Dios único, es decir las monoteístas, el enfrentamiento con el ámbito político se dio frente al establecimiento de límites y fronteras entre las comunidades y ante cualquier ordenamiento político en general. Además, en la mayoría casos, la política va en contra del ideal ascético, como lo es en el caso de la justicia ordinaria o la violencia entre países. La religión entonces se considera responsable de los individuos que su creencia cobija, pero no puede olvidar que aunque el individuo sea parte de la comunidad religiosa, este también tiene un deber como ciudadano ante el Estado. Añade Weber que paradójicamente la Iglesia constituye un cuerpo político pero que la Religión y sus valores ascéticos siempre han tenido un sentido anti político. El autor expone como ejemplo las guerras “santas” o cruzadas que se han hecho en nombre de la religión (que son las únicas que aceptan, “en nombre de Dios”). La esfera estética: La religión ha tenido una enorme influencia en la esfera estética en el sentido en que ha fijado tendencias y estilos para la creación artística, por ejemplo, la composición de música con fines extáticos o forma sublimada de alabanza; el retrato de ídolos, iconos y objetos religiosos que se han construido con fines fervorosos y que han

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tenido una estrecha relación con la riqueza de las iglesias y los templos. Es por medio del arte, o de la esfera estética donde la religión puede adoptar su actitud ética frente a la realidad mundana y evidentemente el individuo se ajustaría a esta norma ética, considerándola como “valida universalmente”. La esfera erótica: siempre han existido tensiones entre el erotismo y la religión. En principio, estas tensiones se han dado fundamentalmente porque el erotismo es algo puramente terrenal y es totalmente antagónico con la devoción hacia un Dios supramundano. El erotismo encierra un acto de individualismo y que va unida a la brutalidad. Sin embargo, el caso del matrimonio es excepcional, en cuanto es un ordenamiento que Dios concede al hombre y con el fin de ayudarse a sí mismo a conseguir el estado de gracia. El matrimonio es tomado como una mutua responsabilidad ética, apartado estrictamente de lo erótico y pasional, que debe ser rechazado por el ascetismo activo del individuo. La esfera intelectual: la disputa entre la religión y la esfera intelectual tiende a tensionarse más cuando el conocimiento que se tiene del mundo y de las cosas es renovado de forma empírica-racional, transformando al mundo en un mecanismo causal. La ciencia se ha encargado, por ejemplo, de contradecir la idea de un universo controlado y creado por un Dios. Esto implica que cada vez que la ciencia renueva su conocimiento la religión se aparte cada vez más de la esfera intelectual, relegándola a lo irracional. A pesar de esto, la religión ha podido relacionarse con la literatura para impulsar su doctrina y hacerse dueña de su propio intelectualismo,

proponiendo una actitud definitiva de una comprensión

inmediata del sentido del mundo, sin aventurarse en lo que es o debería ser. Aceptar los postulados de la ciencia implica en mayor medida renunciar a los designios de Dios.

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Capítulo III: Protestantismo y Capitalismo En el último capítulo de este ensayo de Sociología de la Religión, Max Weber integra la afiliación religiosa con la dinámica económica del capitalismo. El autor afirma que, específicamente en Estados Unidos, ha habido una relación entre la religión protestante y la actividad económica crediticia, en el sentido en que aquellos individuos que se afiliaban a cierta secta protestante en alguna región o estado del país y que querían incentivar su propia actividad económica y laboral (ej. Fundando un banco local), dichos individuos eran enteramente apoyados por los demás integrantes de la comunidad o secta religiosa. Este apoyo era de tal magnitud que incluso podía llegar a las puertas del ámbito político. Por otro lado, algunas iglesias como instituciones o sociedades organizadas podían radicar sus intereses en lo económico, ya que son los mismos integrantes de la iglesia los que contribuyen con sus aportes monetarios al sostenimiento tanto de la iglesia como establecimiento físico como de los gastos del pastor o sacerdote encargado de la comunidad religiosa. Weber amplia lo anterior mostrando como algunos individuos que se unieron a sectas religiosas bautistas eran multimillonarios y magnates de los monopolios norteamericanos y de cómo su riqueza estaba apoyada en su “religiosidad”. Con relación a esto Weber nombra a figuras del capitalismo estadounidense como Pierpont Morgan o los Rockefeller. De todas formas, el autor expone como algunas sectas, como los metodistas, tenían prohibido realizar actividades económicas específicas, o lo podían hacer pero de manera muy restringida, como por ejemplo hacer negociaciones con miembros de otras sectas religiosas. En algunas sectas, el éxito económico de un miembro tenía efectos directos sobre la secta, propagando su difusión y prestigio. Sin embargo, aclara Weber, que

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este acto de interés económico “individualista” debía estar sujeto al estilo de vida ascético propio de la secta religiosa, ya que solo e esta manera podía verse glorificada y legalizada la actividad del capitalista moderno. RESUMEN SOCIOLOGIA DE LA RELIGION Y LA MORAL DE TALCOTT PARSONS Y OTROS

PRIMERA PARTE: Capitulo I: El desarrollo teórico de la sociología de la religión. En el capitulo introductorio, Parsons hace un recuento de lo que ha sido el estudio de la religión desde la sociología y cuales autores de esta ciencia han sido fundamentales en la teorización del objeto de estudio: Pareto, Malinowski, Durkheim y Max Weber. En relación con Pareto, el autor alude a su trabajo debido a que partido desde las pautas cognoscitivas del actuar del sujeto desde un marco de referencia como es la religión. Además, señala la labor de Pareto en la crítica que hace a la Religión desde una posición positivista, argumentando que los atributos de Dios no pueden conocerse ni demostrarse empíricamente o por métodos lógico-experimentales, y por tanto ni afirmar ni falsear su existencia. Cabe anotar que Pareto no dejo de lado el ámbito psicológico del sujeto, que constituía un factor predominante en el actuar del sujeto, específicamente en su conducta religiosa. Entre estos aspectos psicológicos se encuentran los sentimientos, que juegan un rol de interdependencia funcional en el actuar del individuo dentro del sistema social que es la religión. En relación con el trabajo de Malinowski, Parsons resalta la importancia de sus observaciones en las islas Trobiand y su labor en el conocimiento racional y técnico de la religión. Malinowski afirma que básicamente la combinación de factores de incertidumbre

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genera en el individuo situaciones de tensión y lo exponen a la frustración, por tanto, la creencia en cuestiones de índole mágica incentiva al sujeto a adoptar una posición optimista frente a situaciones de frustración, como por ejemplo una posible cura de una enfermedad terminal. Malinowski es contundente en afirmar que la creencia en seres sobrenaturales o en rituales mágicos o religiosos no es una forma primitiva de razonamiento, sino que por el contrario son creencias cualitativamente distintas y modos de accionar que tienen un significado funcional diferente. Durkheim, según Parsons, expone la función que tiene lo sagrado en la religión y en el actuar del individuo. Siendo lo sagrado para Durkheim una disociación de todo lo utilitario y algo puramente simbólico, es lo que genera la actitud de respeto y autoridad moral en el actor. Entonces, es este símbolo una entidad que impone respeto moral y que conforma un objeto de veneración religiosa por parte de la sociedad. Complementario a esto, Durkheim toma a los rituales religiosos como una manifestación de la “sociedad” y como un conjunto de pautas de sentimiento moral. El último de los que Parsons acude al respecto del estudio sociológico de la religión es Max Weber. Este autor afirma que aparte de los factores emocionales que incentivan la creencia religiosa (como el evitar la frustración), existe también un factor cognoscitivo y es la tendencia del hombre en darle un sentido y un significado a las cosas. Aunque la ciencia puede dar explicación de la mayoría de las cosas, siempre habrá vacios y la necesidad de una explicación subjetiva de los hechos. Weber señala que en algunas religiones puede ser diferente esta búsqueda de sentido, como la filosofía del Karma y el ideal cristiano de la gracia.

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SEGUNDA PARTE: Capitulo I: Creencias religiosas y Ritual Este capítulo es escrito por H. M. Johnson y se enfoca principalmente en las creencias y rituales religiosos. Johnson aclara desde un primer momento que las ideas religiosas no son por lo general acientíficas, sino que estas tienen un carácter no-científico, debido a que no pueden ni demostrarse ni falsearse empíricamente. Este autor defiende la postura religiosa por el compromiso que el creyente toma frente a las ideas religiosas y como estas pueden tener implicaciones en su conducta. Es este compromiso lo que diferencia las ideas religiosas de las filosóficas. Johnson también integra en este ensayo las ideas religiosas sobre el mal, lo sagrado y el ritualismo. Afirma que el mal, aunque constituye un problema para la religión, no existiría esta última sin la primera, no en un sentido de causalidad, sino de la contraparte bondadosa que enseña la religión. El mal es un problema que dificulta que el hombre se adapte a frustraciones emocionales, a cosas que la religión no puede de por si dar una explicación a la luz de sus ideales, como por ejemplo cuando un creyente duda sobre la omnipotencia de su Dios, ya que si él es todopoderoso, ¿Por qué permite que exista el mal?, por tanto, si no puede evitar el mal entonces habría que restarle sus atributos de omnipotencia, lo cual implicaría confusiones e inestabilidad en el individuo. En relación con lo sagrado y lo profano, Johnson afirma que de una u otra forma, un ente sobrenatural, sea bueno o maligno, siempre será tratado como sagrado. Sagrado en la medida en que este ser sobrenatural puede apoderarse del hombre, y por ello hay que tener una actitud de respeto hacia ellos. Por el contrario, lo profano es todo aquello que no es bendito o maligno, o aquello que puede considerarse como una transgresión o una blasfemia a lo

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sagrado. Esta cualidad de lo sagrado no es inherente al objeto de veneración, es un factor propio del devoto. Lo sagrado además, constituye un objeto tangible aunque simbólico que representa un ente sobrenatural invisible e intangible. Estos objetos acercan más al individuo a su ídolo religioso, como el caso de la ostia y el vino en el rito religioso de comunión católico. Con respecto a los rituales, estos son considerados como cualquier acción que está dirigida o apelada a adorar a cualquier cosa del orden de lo sobrenatural. Johnson señala las características generales del ritual religioso: 1) manipulación de objetos tangibles sagrados, 2) hace parte del sistema para alcanzar la salvación 3) puede ser gozoso, pero el creyente siempre lo tomara con la seriedad y el compromiso religioso, 4) es una acción instrumental, dirigida a un fin, 5) debe tener una estructura y forma particular y 6) el ritual es una acción moral, con normas sociales valiosas en sí mismas. Johnson agrega que los rituales religiosos son representaciones simbólicas de los mitos de la religión (p. ej. La comunión católica como representación de la Ultima Cena de Cristo) y que poseen una función integrativa que puede acentuar el efecto del ritual, como se da en el caso de las procesiones.

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