permaneció quieto y encogido. No conseguía dormirse. Entre el susto, el pipí que le escapaba y el temor a la oscuridad, Gustavo lo pasaba fatal. Vién Viéndo dole le así así de asus asusta tado do,, el mied miedo o disf disfru ruta taba ba a sus sus anchas. ncluso decidió llamar a otro miedo. ! el otro miedo se presentó en un abrir y cerrar de o"os. Era robusto y barrigudo. #us ore"as acababan en punta, así como las de los burros. ! su"etaba sus raídos pantalones con una cuerda. $l igual que su compa%ero, se sentó "unto a la ore"a del ni%o. Esperaba con impaciencia el momento de comen&ar a actuar. ! la ocasión se presentó cuando Gustavo, que por fin había conseguido dormirse, se hi&o pipí en la cama. $l notar que tenía el pi"ama mo"ado, el miedo se puso a berrear hasta que el ni%o se despertó. 'Eres un marrano. (enuda &urra te dar)n' le di"o en tono de enfado. Gust Gustav avo o no sabí sabía a cómo cómo le habí había a suce sucedi dido do aque aquell llo. o. *ampoco sabía qué hacer. #e encontraba como perdido y a merced del viento. +inalmente se cambió de ropa, intentó secar las s)banas con una toalla y volvió a acostarse. ero ya no le fue posible pegar o"o. -as primeras luces del día lo pillaron despierto. gual que les pasa a los gatos parranderos. $ pesar de ello, se quedó un rato m)s entre las s)banas. ensaba y pensaba. ! tras mucho pensarlo, decidió /0omeré toda la comida que me sirva la tía (ilagros1. Entonces, los asustados fueron los miedos. #i él tenía el firme propósito de vencerlos, sin duda lo conseguiría. !a les había ocurrido con otros ni%os. #e miraron de reo"o, incapaces de pronunciar palabra. 2bservaban en silencio cada paso del ni%o. Gustavo se presentó en la cocina y, con un sonoro beso, le deseó los buenos días a la tía (ilagros.
-a mu"er sonrió y continuó preparando el desayuno. 'onme una ta&a bien grande y mucho pan con mantequilla' le pidió el sobrino. ! ella, complacida, así lo hi&o. Gustavo devoró el primer tro&o de pan con admirable apetito. El segundo le costó un poco m)s. $ mitad del tercero se sentía a punto de reventar...3! a4n le quedaban dos en el plato5 /No puedo61, reconoció para sus adentros, y dio por perdida la batalla. $l oír tales pensamientos, los miedos comen&aron a aplaudir. #e habían salido con la suya y estaban muy contentos. *al era su alegría que decidieron llamar a otro miedo. $l notar que los miedos aumentaban, Gustavo ni siquiera se atrevía a mirarse el hombro. #abía que estaban allí, pero temía fi"ar sus o"os en ellos. *embloroso, desviaba la mirada. ero eso no resolvía el problema, pues incluso sin verlos oía sus antip)ticas voces. ! los miedos no paraban de hablar. '7omper)s la ta&a y te castigar)n 8le decían. '*irar)s el café con leche y la tía se enfadar)' murmuraban con malicia. Gustavo estaba tan asustado que casi no se atrevía ni a mover un dedo. 9e pronto una idea cru&ó por su cabe&a. Entonces, libre ya de los miedos, regresaría tranquilamente a casa. Estaba tan ilusionado con el plan, que decidió ponerlo en pr)ctica en ese mismo momento. $ndando lentamente, llegó a la puerta. -a abrió y... 3#alió velo& como el viento5 0orrió y corrió sin parar hasta que le faltó el aliento. Entonces hi&o un alto.
Estaba tan cansado6 ero el esfuer&o valía la pena, pues creía haber de"ado atr)s a tan molestos seres. #in embargo6 '-a calle es muy peligrosa. No deberías salir de casa'le di"o uno de ellos. '$quel muchacho te mira con cara de pocos amigos' apuntó otro. ! el tercero, viendo a Gustavo tan acobardado, se apresuró a llamar a otros miedos. ! el ni%o, ba"ando la cabe&a, reconoció 'Es in4til correr. #iempre me pillar)n. !, apenado, tomó el camino de regreso. 9io un paso m)s y le asaltaron mil temores. El tra"ín de los coches le inquietaba. -a gente le causaba recelo. ncluso huyó de un perro que se le acercó meneando el rabo. Entró en su casa tan p)lido, que el m)s elegante de los fantasmas le hubiera envidiado. $l verle en seme"ante estado, la tía (ilagros le preguntó alarmada ':*e encuentras bien; '#i6'respondió Gustavo. ero en realidad estaba tan mal, que hasta le daba miedo confesar que tenía miedo. ara salir de dudas, la tía le puso el termómetro. $l cabo de un rato, se lo quitó y6 'No tienes fiebre' di"o algo m)s tranquila. #in embargo, Gustavo parecía un pollo mo"ado, y a la tía no se le pasó por alto. $sí es que decidió no quitarle el o"o de encima. ! al cabo de un buen rato de observarlo con detenimiento, se preguntó /:
El ni%o no estaba nunca tanto rato quieto y en silencio, y la tía no sabía qué pensar. or m)s vueltas que le daba, Gustavo no sabía cómo salir de aquel atolladero. #u cabe&a se había convertido en un nido de miedos. *anto, que ya no se atrevía ni a salir a la calle a "ugar con los amigos. !, como suele suceder, el paso de los días empeoró m)s la situación. Gustavo llegó a tener miedo hasta de su propia sombra. =n montón de pensamientos rondaban por su mente, todos negros como nubarrones en día de tormenta. No había manera de estar tranquilo. -os miedos no le de"aban en pa&. ! día a día aumentaban. Eran tantos, que Gustavo temía que la tía milagros pudiera verlos. or ello, se encerró en su habitación largas horas. $le"ado de la mirada de la mu"er. rotegido tras los cristales de la ventana, su 4nica distracción era mirar hacia afuera. 0ontemplaba el ir y venir de la gente, el andar de los coches, los "uegos de los ni%os6 9e tanto en tanto suspiraba. 0ierta tarde, fi"ó sus o"os en el )rbol del "ardín. En una de sus ramas se había posado un p)"aro tan peque%o que ni siquiera sabía volar. ! eso era, precisamente, lo que intentaba aprender. E>tendía sus débiles alas y daba un saltito sobre la rama. 9espués miraba hacia aba"o y se estaba un momento quieto. #in duda, impresionado por la gran altura. ero al cabo de un rato volvía a probarlo. #entía enormes deseos de lan&arse a volar, pero el miedo lo frenaba. or fin, el p)"aro sacudió su pluma"e con aire decidido y6
'No lo intentes. *e har)s da%o' murmuró Gustavo. ero el p)"aro, deseoso de correr tras la brisa, ahuecó las alas y se lan&ó. El primero fue un vuelo corto, duró apenas unos instantes. 7)pidamente se posó sobre otra rama. #in embargo, para él había sido una auténtica ha&a%a. -leno de alegría, contempló el vació con otros o"os. #us alas ya no le parecían tan poquita cosa. $sí es que, una ve& recuperado de la impresión, volvió a surcar el aire. $ cada nuevo intento, se hacía m)s e>perto en el difícil arte de volar. ! la altura de"ó de darle miedo. Gustavo, que no le perdía de vista, murmuró con asombro '?a vencido su miedo6 ! tal descubrimiento lo de"ó pensativo durante un buen rato, hasta que6 /!o podría hacer lo mismo1, di"o para sus adentros. ero la idea le hi&o temblar. Era necesario reunir mucho valor para intentarlo. ':-o tendré;' se preguntó Gustavo. ero estaba tan harto de soportar las fechorías de los miedos que, a pesar de no ser demasiado valiente, e>clamó decidido '30laro que lo conseguiré5 ! entonces se al&ó en pie de guerra, dispuesto a no dar marcha atr)s. $unque la impaciencia le cosquilleaba el cuerpo, sabía que debía esperar el momento adecuado para lan&arse a la acción. -leno de nervios, aguardó hasta encontrarse en la cama. 9urante la noche habría ocasión de presentar batalla. Entonces la oscuridad se convierte en due%a y se%ora de cada rincón de la casa.
+ingía dormir, mientras los minutos trascurrían con pere&osa lentitud. ?asta que6 /3$hora51, se di"o, y sin pens)rselo dos veces, se sentó en el borde de la cama. gual que el peque%o p)"aro, el vacío le daba miedo. *endió sus bra&os para armarse de valor, y después se encaminó al lavabo sin encender la lu&. El adormilado pasillo, envuelto en sombras, se hacía interminable. $ pesar de ello, Gustavo avan&aba con paso firme. 0omo era de esperar, a mitad del oscuro recorrido uno de los miedos de"ó oír sus amena&as. 'El bicho de la oscuridad est) allí, dispuesto a atacarte' masculló con malicia. Gustavo aspiró hondo, y luego respondió 'iste6 (olesto con el ni%o, el miedo afirmó con vo& )spera 'El bicho est) oculto tras aquella puerta. #in acobardarse, Gustavo se acercó a la puerta y la abrió. 0omo era de esperar63allí no había nadie5 'Eres un embustero' le di"o el ni%o'. *odo cuanto dices son mentiras.