Laclau, Ernesto (1996) “Universalismo, (1996) “Universalismo, particularismo y la cuestión de la identidad”, en Emancipación y diferencia, diferencia, Buenos Aires, Ed. Ariel, 1996
Reseña de
Para presentar su propuesta Laclau realiza un repaso de las formas históricas bajo las cuales ha sido pensada la relación entre particularismo particularismo y universalismo. universalismo. En el pensamiento clásico antiguo una línea divisoria separaba universalidad y particularidad, lo particular solo puede corromper lo universal. Se trata de la racionalidad y la irracionalidad. En el cristianismo, cristianismo , el punto de vista de la totalidad, el universal, pertenece pertenece a Dios no a nosotros, por lo tanto no es asequible a la razón humana. Creemos, o accedemos a esa totalidad mediante revelación. Como mediación entre los dos órdenes está Dios, y esta mediación es un tipo de relación llamado "encarnación "encarnación". ". Así se originó una lógica que influye profundamente profundamente en nuestra tradición intelectual: la del agente privilegiado de la historia . En la modernidad modernidad se intentó interrumpir esta lógica de la encarnación (la necesidad de Dios como mediador para acceder a lo opaco o inasequible) inasequib le) sustituyéndolo por la Razón. Pero el universal que se construye es un particular universalizado: la cultura europea del siglo XIX. Así la cultura europea fue una particularidad particularidad y al mismo tiempo la esencia humana universal. La expansión imperialista europea tuvo que ser presentada como función universal civilizatoria, modernización, etc. Las resistencias de otras culturas fueron presentadas no como luchas de identidades y culturas particulares sino como particularismos versus la universalidad. Se reintroduce reintroduce entonces la lógica de la encarnación cuando cuando Europa representa los intereses universales humanos en esta lucha.
De este desarrollo histórico sólo puede concluirse que lo universal no es más que un particular que en algún momento pasa a ser dominante y se convierte en universal, por lo que no hay manera de alcanzar una sociedad reconciliada. Laclau argumenta, sin embargo, también en contra de los puros particularismos particularismos como solución a este problema de las sociedades contemporáneas. Si es defendible el derecho a todo particularismo, particularismo, lo es también el de grupos reaccionarios antisociales. antisociales. En ese caso es necesario algún tipo de armonía preestablecida para apelar a principios generales que regulen posibles choques. choques. Y estos principios de regulación pueden ser progresistas o reaccionarios, siempre están presentes en las razones esenciales de cada particularismo. Las relaciones entre grupos son relaciones de poder, no son sólo diferentes sino que las diferencias son la base de la exclusión y subordinación. subordinación. Desde la pura diferencia de los particularismos extremos se validaría el status quo en la relación de poder entre grupos, la base
del apartheid : en los “desarrollos separados”, sólo se subraya el aspecto diferencial mientras las relaciones de poder en que éste se basa son ignoradas sistemáticamente. Laclau propone una cuarta alternativa a la lógica de la encarnación, la secular de la modernidad y la del particularismo extremo: lo universal es el símbolo de una totalidad perdida y lo particular sólo existe en el movimiento contradictorio de afirmar una identidad diferencial y simultáneamente cancelarla a través de su subsunción en un medio indiferenciado. Lo universal emerge de lo particular, no como un principio que fundamenta y explica lo particular sino como un horizonte incompleto; lo universal es parte de mi identidad en la medida en que yo esté traspasado por una carencia constitutiva: lo universal está allí donde mi identidad diferencial fracasa en su proceso de constitución. El autor pregunta ¿Es posible coexistir sin algunos valores universales compartidos, sin un sentido de pertenencia a la comunidad más amplio que el de los grupos particulares? Si ese acuerdo tiene que alcanzarse a través de la "negociación" esto puede significar un proceso de presiones y concesiones mutuas cuyo resultado depende del balance de poder entre grupos antagónicos, no una base de acuerdos comunes más allá de la particularidad. Para Laclau la paradoja de la relación entre lo universal y lo particular no puede resolverse y esta imposibilidad es la precondición para la democracia. Porque alguna resolución implicaría que un cuerpo particular habría encontrado el cuerpo verdadero de lo universal, si el universal encuentra su emplazamiento la democracia sería imposible. La democracia es posible porque lo universal no tiene un cuerpo ni un contenido necesario. Distintos grupos compiten entre ellos para dar temporalmente a su particularismo una función de representación universal. Este ensayo fue originalmente presentado en 1991 en la City University of New York con el objetivo de tratar los desafíos planteados por las nuevas formas de multiculturalismo que se desarrollaban entonces en la sociedad norteamericana. Si bien en América Latina y específicamente en Argentina tenemos diferentes desarrollos multiculturales (no contamos con significativa población afro americana, para marcar la primera de las diferencias) el cuestionamiento del canon etnocéntrico que Laclau realiza en este ensayo nos permite plantearnos temáticas propias como el cuestionamiento del "canon global" o más bien el que establece el norte sobre el sur que se ha expresado claramente con la incidencia de organismos internacionales pautando las agendas educativas nacionales de Argentina en distintos momentos de nuestra historia, por ejemplo.
La propuesta de Laclau permite cuestionar la esencia misma del sistema educativo argentino en términos de igualdad entendida como homogeneización: se trata de la particularidad de un grupo que al ser dominante estableció sus principios como universales dando cuerpo y contenidos a la propuesta educativa nacional. Hoy, frente a un sistema educativo impactado por la masividad, en un proceso que Dubet llama de “mutación institucional”, ese cuerpo de lo universal está en crisis. En términos de Laclau ¿podría comprenderse esta crisis como síntoma de un universal que se encuentra vacío, o mejor, como la disputa entre grupos por los contenidos necesarios para ese universal en la dinámica propia de una sociedad democrática? Tenemos la oportunidad de hablar de nuevos sujetos sociales en tanto nuevas identidades que emergen ya no como particularismos que antagonizan resistiéndose a un universal, sino como identidades que políticamente disputan el espacio de lo universal, pretendiendo completar allí lo que les falta. Coherente con su propuesta conceptual, en una nota introductoria a su ensayo Laclau confiesa "el carácter tendencioso de mi intervención dando al lector la única libertad que está en mi poder garantizarle: la de estar en desacuerdo con mi discurso y rechazar su validez en términos que son completamente inconmensurables con él. Así, al ofrecer a Uds. espacios para la formulación de preguntas más que de respuestas, me involucro en una lucha de poder para la cual existe un nombre: hegemonía". Resulta interesante pensar esta postura del autor interpelando al lector a estar en desacuerdo, en relación al vínculo pedagógico que se establece en el aula: el docente como garante de la libertad del alumno para cuestionar y por lo tanto disputar el cuerpo y los contenidos presentados en el currículum, la cultura y las formas escolares.
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