(En Puleo, Alicia (ed.), El reto de la igualdad igualdad de género. Nuevas Nuevas perspectivas perspectivas en Ética y Filosofí Filosofíaa Política Política,, Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, 2008, pp.15-36)
INTRODUCCIÓN El concepto de género de género en en la Filosofía
Alicia H. Puleo
La filosofia siempre se ha presentado como un pensamiento universal, ajeno a particularidades tales como la pertenencia de sexo. Sin embargo, en las últimas décadas se ha abierto un campo muy fértil para la reflexión filosófica articulada en torno a ciertos interrogantes: ¿Tienen sesgo de género las obras filosóficas? ¿La Filosofía ha contribuido a legitimar la exclusión y subordinación de las mujeres? ¿Su reconocida potencialidad crítica como pensamiento utópico permite avanzar hacia la igualdad entre los sexos? ¿Podemos recuperar voces olvidadas e ignoradas en el pasado? ¿Tienen algo que decir la Ética y la Filosofía Política con respecto a la transformación de las relaciones sociales entre hombres y mujeres que estamos viviendo? He sostenido en otro lugar que el concepto de género tiene género tiene sus raíces lejanas en la Ilustración debido a la larga polémica sobre el carácter innato o adquirido de los rasgos femeninos y masculinos. En ese terreno favorable al surgimiento de las ciencias sociales debido a los relatos de los viajeros que permitían la contrastación de culturas, ilustrados de ambos sexos discutieron acerca de la naturaleza y la cultura, el derecho natural y el positivo, lo justo y lo injusto en la organización de los papeles y el rango de hombres y mujeres. Podemos, así, hablar de un origen filosófico del concepto de género como constructo socio-cultural: una noción de género avant la lettre. lettre. En un artículo de 1955, Money habló por primera vez de gender role role para referirse a los modos de comportamiento, forma de expresarse y moverse, preferencia en los temas de conversación y juego, etc. que caracterizaban la identidad masculina y femenina. Según este investigador, la fijación de la identidad de género se produce en torno a los dieciocho meses, meses, como como culminación de un proceso proceso de componentes componentes
biológicos y sociales. El impacto de sus investigaciones en las ciencias sociales se debe a la importancia que asignó al medio, es decir, a los factores culturales, frente a las posiciones biologicistas que veían en las diferencias, e incluso en la desigualdad, una expresión de la naturaleza opuesta de los sexos. Por su potencia hermenéutica, se trata de un concepto de amplio uso en las ciencias sociales de las últimas décadas. Permite analizar la construcción sociohistórica de las identidades masculina y femenina y la organización y distribución de bienes y reconocimiento de acuerdo a un patrón preestablecido que no suele ser consciente. Desde la teoría de género se afirma que entre todos los elementos que constituyen el sistema de género – también llamado “patriarcado” por algunas corrientes de investigación – existen discursos de legitimación sexual o ideología sexual. Estos discursos legitiman el orden establecido, justifican la jerarquización de los hombres y de lo masculino y de las mujeres y lo femenino en cada sociedad determinada. Son sistemas de creencias que especifican lo que es característico de uno y otro sexo y, a partir de ahí, determinan los derechos, los espacios, las actividades y las conductas propias de cada cada sexo 1 . Hay diversos tipos de discursos de legitimación de la desigualdad de género. La mitología, quizás el más antiguo ha culpado a menudo a las mujeres de las desdichas terrenales. En Grecia 2 , los mitos nos presentan a la primera mujer, Pandora que, llevada por la curiosidad abrió el ánfora que encerraba todos los males del mundo, finalizando así, la edad de oro de la humanidad. Hasta las ciencias, aspirantes a la objetividad, objetividad, han funcionado como discursos de legitimación de la desigualdad en la sociedad 3 y no puede decirse que hoy en día estén absolutamente absolutamente libres li bres de sospecha al respecto 4 . Las 1
Salzsman, Janet, Equidad y género. Una teoría integrada de estabilidad y cambio, trad. María Coy, Cátedra, Madrid, 1992. 2 Madrid, Mercedes, La misoginia en Grecia, ed. Cátedra, Madrid, 1999. 3 Recordemos el caso de la exclusión de las mujeres de la ciudadanía en el momento de instauración de las democracias modernas: célebres médicos-filósofos como Cabanis fundamentaron el no reconocimiento de los derechos políticos como el voto con su teoría de la debilidad cerebral de la mujer y con los preceptos de la Higiene que le recomendaban dedicarse por completo a la maternidad (Fraisse, 1989). 4 Ver, entre otros, Pérez Sedeño, Eulalia, Alcalá Cortijo, Paloma (coords.), Ciencia y Género, Universidad Complutense de Madrid, 2001; Sánchez, Ana, “La masculinidad en el discurso
científico: aspectos epistemológico-ideológicos”, epistemológico-ideológicos”, en Luna, Lola (comp.), Mujere (comp.), Mujeress y caso de la Antropo Antropología logía,, Martín Casares, sociedad sociedad , Universidad de Barcelona, 1990; para el caso Aurelia, Antropología del Género. Género. Culturas, mitos y estereotipos sexuales, Cátedra, Madrid, 2006.
artes y la literatura, la publicidad, los videojuegos, el cine y los medios de comunicación son actualmente vehículos privilegiados del reforzamiento de los estereotipos. Con respecto a la Filosofía, que es lo que aquí nos interesa, podemos sostener que ha servido, en numerosas ocasiones a lo largo de su historia, para justificar la desigualdad entre los sexos. Pero también afirmaré que es un discurso capaz de impugnar, de criticar, de desestabilizar y de cambiar esta relación injusta. En otras palabras, la Filosofía puede tener un carácter ideológico (en el sentido de enmascaramiento de relaciones de poder ilegítimas 5 ) pero también es capaz de manifestar un potencial emancipatorio que reside en su fuerza crítica y en la vocación de diseñar horizontes regulativos que trascienden lo dado. La Filosofía tiene un largo historial como fuerza crítica. ¿Qué se hace actualmente desde la perspectiva de género? Diferenciaré cuatro tipos de trabajo distintos: 1) análisis crítico del sesgo de género en obras filosóficas; 2) constitución de un corpus filosófico no sexista, 3) reconocimiento de las filósofas, 4) examen y discusión de problemas actuales de la sociedad. Es evidente que esta distinción de cuatro tipos distintos de tarea es una esquematización que simplifica lo que en la realidad del trabajo filosófico a menudo se realiza de manera interrelacionada y mezclada, pero que, a efectos de comprender y sistematizar, puede resultar útil.
1. Análisis crítico del sesgo de género en obras filosóficas
En los años setenta del siglo XX, gracias a la influencia del feminismo, se dirigió una nueva mirada crítica al discurso filosófico. Todo comenzó con una forma específica muy rudimentaria: la recopilación de perlas de la misoginia. Se trataba de una labor realizada generalmente por mujeres que se dedicaron a examinar los textos del corpus filosófico y a mostrar que los filósofos que tanto admirábamos – Kant, Hegel, y muchos más - habían afirmado cosas increíblemente peyorativas acerca del colectivo femenino. Este trabajo constituyó una primera etapa necesaria que rápidamente fue superada por una tarea mucho más elaborada y de mayor envergadura filosófica. 5
Para una revisión del concepto de ideología desde distintas perspectivas críticas, ver !i"ek, Slavoj (ed.), Mapping Ideology, New Left Review, 1994.
Un excelente ejemplo de la finura analítica de la nueva etapa puede encontrarse en la lectura que Cèlia Amorós realiza de Aristóteles y Hegel en Hacia una crítica de la razón patriarcal . El trabajo de aplicación de la perspectiva crítica de género a los textos del corpus
consagrado consiste en partir del discurso existente, analizarlo y
deconstruirlo, siguiendo su genealogía. Se muestra cómo ha surgido, cuáles son sus implicaciones y cómo ha ido evolucionando en el tiempo. Puede elegirse uno o varios conceptos y observar su función de legitimación de una situación social, política y económica. Otra variante de este trabajo es centrarse en una teoría o corriente filosófica y
mostrar las incoherencias o las contradicciones internas. Desde las corrientes
postestructuralistas y postcoloniales se ha procedido también a analizar los dualismos jerarquizados (hombre/mujer, mente/cuerpo, cultura/naturaleza, etc.). Para señalar la importancia de este trabajo, me parecen adecuadas estas palabras de Cristina Molina Petit: “desde la dinámica de los géneros iluminada por esta crítica puede ponerse de manifiesto una de las características más llamativas del patriarcado como forma de poder, a saber, la capacidad que tiene para asignar los espacios de lo femenino”6 . Si nos preguntamos lo que dijeron Aristóteles, Kant o Hegel acerca de las mujeres es por su influencia en el pensamiento y en la realidad, incluso de hoy en día. Conozco profesores de filosofía que todavía hoy consideran que no es relevante saberlo. Habría que ver si realmente no tiene importancia lo que se dijo acerca de la mitad de la humanidad, sobre todo cuando lo afirmado desde la filosofía influye en la praxis social y política 7 . Y aunque la mayor parte de la gente no lea libros de Filosofía, ésta les llega a través de los escritos de divulgación y del ambiente cultural de una época. Por lo tanto, podemos ver que no se trata de buscar perlas de la misoginia para un museo de curiosidades del pasado, sino de entender nuestro presente, de comprender por qué hemos llegado adonde estamos, qué mecanismos teorico-prácticos permiten que estemos organizados socialmente de la manera en que lo estamos y qué tipo de discursos y de argumentaciones se han hecho al respecto desde la filosofía. Puesto que la filosofia es un pensamiento que influye en la organización de lo real y de nuestra percepción de lo real, conocer lo que se dijo acerca de las mujeres nos permitirá entender también otra cosa: cuál ha sido la autocomprensión masculina. 6
Molina Petit, Cristina, Dialéctica feminista de la Ilustración. Anthropos. Barcelona, 1994, p.24. 7 López Pardina, Teresa, Oliva Portolés, Asunción (ed.), Crítica feminista al psicoanálisis y a la filosofía, Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense de Madrid, ed. Complutense, 2003.
Como la relación entre los sexos es dialéctica (es una relación en la que la definición de uno con sus roles y características implica la definición del otro), al conocer lo que se dijo sobre las mujeres y lo femenino, entenderemos también su opuesto, los hombres y lo masculino 8 . Así, tendremos una visión más clara nuestra historia y nuestro presente. Sólo se entiende verdaderamente
nuestro presente si conocemos nuestra
historia. En ese sentido, entonces, el estudio de la conceptualización del género en la filosofía sería una parte del análisis de lo que Colette Guillaumin ha llamado la “faz simbólica de las relaciones concretas” 9 . Las relaciones de poder concretas, la distribución de los roles y del estatus en nuestra sociedad tienen una faz simbólica, un discurso que lo justifica y que lo retroalimenta. El discurso filosófico forma parte sustancial de la red de relaciones de poder. ¿Qué ocurre cuando realizamos esta crítica? A menudo observo en las estudiantes una sensación de sorpresa e incomodidad. Descubren que el pensador tan admirado nunca habría pensado en ellas como posibles lectoras e interlocutoras puesto que las adscribía a un orden más cercano a la naturaleza. La primera reacción es disculpar al filósofo con el argumento de que “en esa época no había mujeres cultas”. Rápidamente concluyen: “si el pobre filósofo hubiera conocido mujeres inteligentes e instruidas, no hubiera realizado afirmaciones tan sexistas. Justamente, el estudio del discurso filosófico desde la perspectiva de género nos muestra que muchas veces -o casi siempre- cuando hay un discurso profundamente misógino o sexista en Filosofía es porque paralelamente, en esa misma época, existen mujeres cultas y hasta un discurso feminista. Esto es muy interesante porque la historia oficial de la filosofía es como la historia oficial de la generalidad de los acontecimientos: una historia de los vencedores. El corpus oficial está constituido en especial por aquellas obras que justifican el orden que se quiere perpetuar. Por lo tanto, aquellos pensadores y pensadoras que no han aceptado la conceptualización de lo masculino y lo femenino tal como se presentaba son borrados de esta historia, o se omite aquella parte de su producción que trata esa temática. Así ha ocurrido, por ejemplo, con John Stuart Mill 10 que suele ser recordado en los manuales como gran teórico de la libertad sin hacer mención alguna a The 8
De hecho, la reflexión actualmente en curso sobre la identidad masculina es resultado de esta dialéctica. Entre otros, ver Segarra, Marta, Carabí, Angels (eds.), Nuevas masculinidades, Icaria, Barcelona, 2000. 9
Guillaumin, Colette : Sexe, Race et Pratique du Pouvoir. L'idée de Nature, ed. Côté-femmes, Paris, 1992. 10 De Miguel Álvarez, Ana, Cómo leer a John Stuart Mill , ed. Júcar, Gijón-Madrid, 1994.
Subjection of Women (1869)11 , obra que dedicó a la igualdad entre los sexos y que el filósofo consideraba una pieza clave de su pensamiento. La historia oficial de la filosofía configurada por el corpus consagrado se ha formado con textos que no impugnan la jerarquía de los sexos. Desvelar esta cuestión no sólo permite entender nuestro presente, sino también comprender mejor la historia de la filosofía. Porque podremos comprender mejor lo que afirmaron Kant, Schopenhauer o Rousseau si sabemos que en esta época, o inmediatamente antes, hubo otros pensadores y pensadoras que criticaban la desigualdad entre hombres y mujeres y, por ello, fueron olvidados. La historia oficial sólo recuerda la respuesta reactiva a esos pensadores críticos. Volveré sobre esta cuestión más adelante para ejemplificarla. Como ya he señalado, el análisis genealógico y deconstructivo en filosofía puede consistir en rastrear la evolución de uno o varios conceptos. Por ejemplo, yo misma he utilizado esta metodología 12 cuando seguí los avatares de los conceptos de sexualidad , mujer y naturaleza en la filosofía contemporánea y los relacioné con el momento histórico-social y con las principales corrientes de pensamiento del momento. Ese trabajo muestra que la importancia adjudicada al concepto de sexualidad en la filosofía a partir del siglo XIX, con Schopenhauer -relevancia que posteriormente en el siglo XX se intensifica- tiene que ver con una dinámica conflictiva de los sexos, con un proceso de reivindicación de derechos por parte de las mujeres, el cual está relacionado, a su vez, con la implantación de las democracias modernas. No puedo extenderme aquí sobre el análisis que me llevó a sostener esta hipótesis. Sólo señalaré que me permitió concluir que el discurso sobre la sexualidad, clave de la filosofía schopenhaueriana y, más tarde, del surrealismo y del pensamiento de George Bataille puede entenderse, al menos en parte, como una reacción al creciente discurso reivindicativo de las mujeres. Otra forma de la crítica de género a los textos consagrados es mostrar las incoherencias o las contradicciones dentro de una misma teoría o corriente del pensamiento. Este tipo de análisis se ha manifestado particularmente adecuado para la Ilustración, período que comienza a finales del siglo XVIII y se extiende por todo el XVIII en que la razón deja la prudente actitud cartesiana de dedicarse solamente a la metafísica y a la ciencia y pasa, de lleno, a criticar la sociedad y sus costumbres. La 11
La traducción más reciente en castellano: El sometimiento de las mujeres, Prólogo de Ana de Miguel, Biblioteca Edad, Madrid, 2005. 12 Puleo, Alicia, Dialéctica de la sexualidad. Género y sexo en la Filosofía Contemporánea, Cátedra, Madrid, 1992.
Ilustración tenía por lema conductor – como lo expresó clara y contundentemente Kant – el sapere aude (“atrévete a saber”), atrévete a pensar sin tutores. Se instaba a asumir la autonomía (guiarse por la propia razón), a abandonar ese mundo de autoridades religiosas y jerarquías estamentales que limitaban el pensamiento y la libertad y a cambiar las estructuras sociales en base al derecho natural que afirmaba la igualdad de todos los hombres. Ahora bien, al abordar la conceptualización de los sexos, la mayoría de los pensadores ilustrados presenta profundas contradicciones con respecto al lema de la autonomía. En Rousseau o en Kant, junto a la afirmación de la igualdad de todos los hombres y de su derecho a juzgar por sí mismos, se sostiene que las mujeres deben estar siempre sometidas y tutorizadas por los varones. Rousseau, en el libro V del Emilio, afirma que toda la educación de las mujeres “de todos los tiempos” debe estar limitada a sus deberes para con los hombres, especificados de la siguiente manera: “agradarles, serles útiles, hacerse honrar y amar por ellos, criarles de pequeños, cuidarles cuando sean ancianos, aconsejarles, consolarles, hacerles la vida agradable y dulce”. 13 Rousseau es estudiado como un gran pedagogo, el pedagogo de la autonomía, el que preconizaba dejar que los niños desarrollaran libremente sus capacidades. Pero ese modelo es sólo para Emilio, que representa al varón y al ideal del ciudadano 14 . Para Sofia, que es su modelo femenino, Rousseau plantea practicamente lo contrario: asegura que no hay que impedir que se desarrolle libremente, tiene que aprender la sumisión, aprender a vivir para otros en la domesticidad, a fingir y a mantener las apariencias. En un primer momento, esta dualidad sorprende en un pensador de la Ilustración. Kant, pensador de la autonomía, sostiene que las mujeres son civilizadoras del hombre, su función es pulir las rudas maneras del varón. Pero ellas mismas, afirma, no alcanzan la razón práctica, no son capaces de emitir verdaderos juicios morales propios. Son la dulzura, el encanto que civiliza, pero nunca serán capaces de alcanzar la autonomía moral 15 . Por lo tanto, lo que deben hacer es aprender normas y guiarse por Jimenez Perona, Angeles, "Sobre incoherencias ilustradas: una fisura sintomática en la universalidad", en Amorós, Cèlia, Actas del Seminario Feminismo e Ilustración, Universidad Complutense de Madrid, 1992, pp.235-243. 13
14
Cobo, Rosa, Fundamentos del patriarcado moderno. Jean-Jacques Rousseau, Cátedra, Madrid, 1995. 15 Roldán, Concha, "El reino de los fines y su gineceo: las limitaciones del universalismo kantiano a la luz de sus concepciones antropológicas", en Aramayo, Roberto, Muguerza, Javier, Valdecantos, Antonio (compiladores), El individuo y la historia. Antinomias de la herencia moderna, ed. Paidós, Barcelona, 1995. De la misma autora: "Acerca del derecho personal de
ellas. Como puede verse, el lema “atrévete a guiarte por tu propio entendimiento” de Kant no alcanza a las mujeres. Las estudiosas de la Ilustración se han detenido en especial en este asunto llegando a la conclusión de que, si bien se trata de la limitación de un pensamiento que pretende ser universal, válido para todos, y hay una contradicción entre los grandes principios proclamados y su no aplicación a las mujeres, por otro lado, habría cierta coherencia interna porque, tanto los liberales, como Kant, o los republicanos, como Rousseau, están pensando en un modelo de sociedad burguesa en el que las mujeres van a permanecer en el hogar asegurando la infraestructura del varón productor que sale al mundo del trabajo asalariado y de la política. El ámbito de lo público es considerado superior pero secretamente se apoya en un mundo doméstico en el que se ha relegado a las mujeres. Podemos decir, entonces, que la filosofía de la modernidad ha preparado la gran división entre el mundo de lo público y el mundo de lo doméstico, división de esferas en la cual todavía vivimos. Esta diferenciación ya preexistía bajo otras formas pero el desarrollo tecno-económico de la modernidad la transforma y la filosofía la ordena y teoriza en otras claves. Hasta ese momento, el discurso religioso era el encargado de legitimar la división de los roles de género y su jerarquización. Con la modernidad, el discurso de legitimación se seculariza porque la justificación de la división social de género siempre se lleva a cabo en el
lenguaje y las categorías conceptuales
hegemónicas de cada época. Si en la Edad Media este discurso era fundamentalmente religioso, en la Modernidad se hace laico, apoyándose en las ciencias y en la filosofía de las Luces. No obstante, y a pesar de los cambios, seguimos observando una misma justificación de dos elementos del sistema de género: los roles y el estatus. La división sexual del trabajo establece la correlativa diferenciación de dos ámbitos (el mundo de lo público, de la razón, de la igualdad - por lo menos ante la ley - y el mundo de lo doméstico, que es el mundo de las necesidades corporales y afectivas satisfechas por las tareas femeninas del cuidado. El estatus o rango de género establece la desigual valoración de los roles del mundo público y doméstico, dificulta el reconocimiento social a las mujeres en la actividad profesional y en la creación intelectual y artística e introduce un importante sesgo en la cultura, determinando qué temas merecen nuestra atención. carácter real. Implicaciones éticas", en Carvajal Cordón, Julián, Moral, Derecho y Política en Immanuel Kant , Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 1999.
Constitución de un corpus filosófico no sexista
La filosofía no siempre ha sido un discurso de legitimación de la desigualdad. Muy por el contrario, como pensamiento que busca trascender la realidad ha sido capaz en muchas ocasiones de generar textos críticos, emancipatorios desde el punto de vista de las clases, de las razas, etc. También ha producido textos emancipatorios desde el punto de vista de los sexos. Pero ese conjunto de obras es, justamente, el que la historia oficial no recoge. ¿Qué objetivo persigue la constitución de ese corpus no sexista? Podemos reconocerle varias funciones. Una primera sería el establecer la continuidad de una tradición. Existió una línea filosófica de reivindicación de la igualdad o, al menos, de denuncia de la injusticia sexista. Se trataría, entonces, de recuperar esa tradición porque con ello prevendríamos retrocesos siempre posibles ya que los antiguos argumentos vuelven una y otra vez bajo distintas formas. Conocer los argumentos sobre la desigualdad y las respuestas que se han elaborado para refutarlos es fundamental para no perder energías en antiguas discusiones ya saldadas. Recuperar esta tradición filosófica impide empezar desde cero. El acopio de textos es reunión y orden de los conocimientos sobre el tema. Dentro de este corpus no sexista podemos diferenciar dos momentos; un primer momento histórico constituido por lo ha sido llamado “memorial de agravios” 16 y “discurso de la excelencia” y un segundo período de escritos abiertamente feministas que se abre con el racionalismo ilustrado. Con el concepto de “memorial de agravios”, Celia Amorós se refiere a aquellos escritos anteriores al siglo XVII y XVIII, es decir, anteriores a la Ilustración. Se trata de textos que se quejan de la injusticia que sufren las mujeres y reivindican la excelencia del sexo femenino. Son obras que normalmente se inscriben dentro de la llamada “querelle des femmes”, una polémica que duró varios siglos y enfrentó a misóginos y “defensores de las damas”. Por lo general, aunque no siempre, los misóginos eran clérigos que escribían contra las mujeres sosteniendo que por culpa de ellas existía el 16
Amorós, Celia, Tiempo de feminismo. Sobre feminismo, proyecto ilustrado y postmodernidad . Cátedra. Madrid, 1997.
pecado, que eran hipócritas, necias y lujuriosas. Los defensores de las damas salían a la palestra dedicando a menudo sus escritos a una princesa o duquesa que oficiaba mecenas. Es una disputa muy larga en la que se utiliza una serie de argumentos tópicos, algunos absurdos para nuestros ojos pero que se ajustaban a la retórica de la época. En los escritos de ambos bandos encontramos argumentos mitológicos, filológicos y bíblicos. Se apelaba al género de las palabras, así, por ejemplo, se aducía que “bondad” era un sustantivo femenino y “mal” era un sustantivo masculino, lo que probaba que las mujeres eran mejores. Entre los misóginos, eran muy frecuentes las apelaciones a la autoridad: Aristóteles y los padres de la Iglesia eran frecuentemente citados como eminencias que habían afirmado la inferioridad del segundo sexo y que, por lo tanto, a su juicio, dejaban zanjada la cuestión. Si los misóginos recordaban a Eva como causante de la Caída, los defensores de las damas respondían que no había sido Eva la primera pecadora porque Dios sólo le había dado el mandato de no comer del árbol a Adán, y que, prueba de la buena disposición divina hacia las mujeres, Magdalena fue la primera persona que Dios eligió para que viera a Cristo y la Virgen fue elegida por Dios para encarnarse en ella. Asimismo, infaltablemente se recurría a las listas de mujeres célebres por haber destacado por su virtud o su infamia. Como podemos ver, son argumentos que hoy en día nos parecen extraños y poco convincentes. El “memorial de agravios” entra dentro de esa larga polémica. Quizá la obra más importante sea la de Cristina de Pizan que escribe la Ciudad de las damas en el siglo XV. Su argumento fundamental, que la convierte en una obra del tipo “memorial de agravios” gira en torno a la siguiente cuestión: ¿cómo es posible que los misóginos digan que las mujeres en su conjunto son inferiores y malvadas cuando hay tantas damas virtuosas e inteligentes? Su interés filosófico radica en su anti-esencialismo, ya que se niega la existencia de una esencia femenina, afirmándose, por el contrario, que lo que hay son muchas mujeres distintas. De esta forma, Cristina de Pizan rechaza la homogeneización del colectivo femenino: no hay “la mujer”, sino que hay “mujeres”, unas buenas, otras malvadas, unas necias, otras inteligentes. Pero esta autora no llega a reivindicar la igualdad. Se limita a decir que Dios le ha dado a cada sexo su papel y que, por lo tanto, los hombres no deben despreciar a las mujeres. Cada uno debe permanecer en ese rol prefijado, respetándose. Por esta razón, se discute acerca de si la Ciudad de las damas puede ser considerada una obra feminista. Según Cèlia Amorós, no le correspondería esa
calificación, en la medida en que no reivindica un cambio en la situación, sino que solamente pide que se transforme la valoración de la misma 17 . Este debate no es una nueva discusión bizantina, sino que tiene su importancia y su significación en el marco actual de la polémica sobre la teoría y la práctica de los feminismos de la igualdad y de la diferencia. Desde el feminismo ilustrado o feminismo filosófico de la igualdad se considera que los escritos propiamente feministas son los que reivindican la igualdad en el acceso a todas las actividades propias de la humanidad, el acceso de las mujeres a todos los papeles y funciones sociales sin discriminación. Por lo tanto, para esta corriente, los escritos filosóficos propiamente feministas comienzan solo con la Ilustración, período en el cual, contra las divisiones jerárquicas entre nobles y plebeyos propias de la sociedad estamental, se afirma el concepto fundamental de igualdad de todos los hombres. ¿Qué significaba la igualdad de todos los hombres para los pensadores ilustrados? La mayoría la entendió como igualdad de todos los varones. Es el caso de Rousseau o de Kant. Una rama minoritaria y posteriormente olvidada la pensó como la igualdad de todos los seres humanos en base a la capacidad de razonar. En la recuperación de textos olvidados de la que hablamos, entrarán, entonces, todos aquellos pensadores y pensadoras que entendieron la igualdad de todos los hombres como la igualdad de todos los seres humanos. La lista es muy larga, nombraré aquí solamente algunos a modo de ejemplos. Poulain de La Barre fue un cartesiano que quiso poner radicalmente en práctica la idea de su maestro de combatir los prejuicios a través de la razón. Su obra De l’égalité des sexes (1673) comienza con la siguiente pregunta: ¿cuál es el prejuicio más profundo y antiguo? Y responde: el prejuicio acerca de la inferioridad de las mujeres. Por lo tanto, continúa: si somos capaces, por medio de la razón, de superar este prejuicio, entonces podremos superar muchos otros porque este es el más hondo 18 . La marquesa de Lambert, moralista del siglo XVIII afirmaba que la moral no tiene sexo y que, por lo tanto, las mismas reglas deben regir a hombres y mujeres 19 . Para Madame Lambert, la honestidad debía ser la misma en hombres y mujeres. Todavía hoy, la moral sexual sigue mostrando un doble código. 17
Amorós, C., op.cit., 1997. Poulain de la Barre en Puleo, A., Figuras del Otro en la Ilustración francesa. Diderot y otros autores, (Introducción, selección de textos, traducción y comentarios de Alicia H. Puleo), Escuela Libre Editorial, Fundación Once, Madrid, 1996. 19 Puleo, Alicia H. (ed.), La Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII , Presentación de Cèlia Amorós, Anthropos, Barcelona, 1993. 18
El co-director de la Encyclopédie, D’Alembert, manifiesta ideas feministas al polemizar con Rousseau cuando éste se encuentra escribiendo el Emilio. En una carta dirigida al ginebrino, le reprocha tratar a las mujeres como a los pueblos vencidos a los que se arrebatan las armas. Negarles la educación es, afirma, impedirles realizar obras de genio; la mayor debilidad del cuerpo no indica necesariamente una naturaleza inferior. La correspondencia epistolar nos muestra a menudo que los filósofos que generaron teorías excluyentes no estaban limitados por una época en la que no se podía pensar de otra manera. No eran los “pobres filósofos” de los argumentos poco informados que suelen aducirse para defenderlos. No eran sexistas porque “en esa época no podía pensarse de otra manera”. Lo eran porque, justamente, se oponían a las reivindicaciones de igualdad de otros pensadores y pensadoras del momento. Sus teorías eran la reacción frente a las peticiones de cambio social. Y agregaré un dato interesante para la reflexión: en el Antiguo Régimen previo a la Revolución, en ese sistema feudal en que nobles y plebeyos viven en estamentos separados que no admiten la mobilidad social, las mujeres ilustradas son las primeras en abrir espacios democráticos -los salones literários y filosóficos- en los que plebeyos con mérito intelectual pueden hablar de igual a igual con los nobles. Los primeros ámbitos de igualdad democrática fueron los salones literarios y filosóficos presididos por mujeres que comienzan a instaurarse como costumbre en el siglo XVII. Y serán esos mismos hombres plebeyos que, como Rousseau, habían logrado influencia intelectual y política gracias a las mujeres que presidían los salones y creaban la opinión pública de la época, quienes cerrarán la puerta de la igualdad tras de sí, inaugurando lo que las mujeres de la revolución denunciarán como una “nueva aristocracia”. En efecto, algunos textos de protesta que circulaban durante la Revolución denunciaron que los hombres se habían convertido en la nueva aristocracia, la aristocracia de los varones, que había reemplazado la jerarquía del linaje por la del sexo. Ya en la Revolución Francesa, vamos a encontrar mujeres que combinan la teoría con la acción política. La figura paradigmática es la pensadora y dramaturga Olimpia de Gouges que, en el año del Terror, en 1793, fue guillotinada por sus ideas. En ella encontramos la frecuente unión de anti-esclavismo y feminismo. Abogó por la liberación de los esclavos negros de las colonias francesas del Caribe en su obra de teatro L’ esclavage des Noirs y redactó una Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana (1790) concebida como respuesta y complemento a la célebre Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano (1789) que no incluía a las
mujeres. En su Declaración, sostenía que dado que se reconocía a la mujer el derecho de subir al cadalso, debía reconocérsele el de subir a la tribuna. Desgraciadamente, los revolucionarios sólo le van a conceder el primero. En la Ilustración española destaca Fray Benito Jerónimo Feijoo quien coincide con Poulain de la Barre en señalar el círculo vicioso de mutua confirmación en el prejuicio que se produce entre el vulgo y los sabios. En su Defensa de las mujeres (1726) incluida en el Teatro Crítico Universal , afirma: “Llegamos ya al batidero mayor, que es la cuestión del entendimiento, en la cual yo confieso, que si no me vale la razón, no tengo mucho recurso a la autoridad; porque los Autores que tocan esta materia (salvo uno, u otro muy raro), están tan a favor de la opinión del vulgo, que casi uniformes hablan del entendimiento de las mujeres con desprecio” 20 . Se inclina por explicar la aparente inferioridad intelectual de las mujeres como un resultado de la falta de instrucción y del encierro en el hogar. En cuanto a las virtudes, si bien se inclina por una complementaridad según la cual correspondería a los varones la robustez, la constancia y la prudencia, y a las mujeres las cualidades de la hermosura, la docilidad, y la sencillez, no deja de constatar que la variedad de los individuos es muy grande y que puede observarse cualidades morales viriles en numerosas mujeres. Sustituye, así, la dualidad del universo moral de la opinión común por una realidad más matizada y menos esencialista. El segundo objetivo de la recuperación de estos textos olvidados consiste en su carácter de contrapunto que permite comprender mejor la tradición hegemónica, es decir, el corpus de la “historia oficial”. Había prometido antes ejemplificar esta aseveración: El cartesiano feminista Poulain de La Barre es un filósofo que hoy en día sólo conocen las y los investigadores que trabajan desde la perspectiva de género. Su obra De l’égalité des sexes era muy famosa en su época. Los círculos de los salones la discutían, las preciosas la acogieron con gran entusiasmo y algunos ilustrados compartían sus tesis. Se ha comprobado que Rousseau poseía un ejemplar de esta obra en su biblioteca. Si unimos todos estos datos, entenderemos mejor lo que escribe este 20
En Teatro crítico universal. Discursos varios en todo género de materias, para desengaño de errores comunes. Tomo I. Discurso 16, IX, 57. Biblioteca Feijoniana. Proyecto Filosofía en español (http://www.filosofia.org/bjf/bjft116.htm, consultado en febrero de 2008). Para un estudio de Feijoo en su contexto, ver Blanco Corujo, Oliva, “La Ilustración
deficiente. Aproximación a la polémica feminista en la España del siglo XVIII”, en Amorós, Celia, De Miguel, Ana (ed.), Historia de la teoría feminista. De la Ilustración a la globalización, ed. Minerva, Madrid, 2005, vol. 1, pp.145-173.
filósofo en el Emilio. Está intentando refutar al otrora célebre y hoy olvidado Poulain de La Barre y a sus numerosos partidarios. En una palabra, se comprende correctamente a los autores reconocidos por la tradición filosófica si conocemos la otra voz, la voz que fue silenciada. Finalmente, recordaré el tercer objetivo de la constitución de un corpus filosófico no sexista. Un objetino no menos importante que los dos anteriores: se trataría, simplemente, de hacer justicia a pensadores y pensadoras que han sido capaces de superar los prejuicios de su época y por ello han sido criticados, ignorados y olvidados.
Reconocimiento de las filósofas La tercera tarea es el reconocimiento de las pensadoras. Podemos preguntarnos en primer lugar: ¿Ha habido filósofas? Si nos atenemos a los manuales y las historias de la filosofía más comunes, probablemente llegaremos a la conclusión de que nunca existieron. El corpus filosófico tradicional es totalmente masculino. Hoy, gracias al movimiento y a la teoría feministas, se comienza a recuperar la figura de algunas filósofas. Reconocer a las pensadoras es una forma más de terminar con la invisibilidad de las mujeres. En la segunda mitad del siglo XX, examinando los libros y manuales de su disciplina, las historiadoras se preguntaron dónde estaban las mujeres. Sólo había una historia de generales y emperadores, con algunas escasas mujeres, Cleopatra y pocas más, generalmente pintadas como malvadas. Ante ese cuadro desolador, se propusieron la tarea de recuperar las figuras femeninas. La forma en que se inició este estudio varió según las tradiciones de cada país. Por ejemplo, en España, se comenzó recuperando las figuras de las santas y de las monjas mientras que en Francia la atención se concentró en las figuras de las favoritas y de las preciosas 21 . Más tarde, se estudió la vida cotidiana de las mujeres anónimas 22 a partir de fuentes no directas. 21
Morant, Isabel, "Feminismo, historia de las mujeres e interpelaciones a la historia", en Deva nº 1, enero 1995, Consejería de Educación, Cultura, Deportes y Juventud del Principado de Asturias. 22 Así, por ejempo, Lisa Vollendorf recurre a los documentos de procesos inquisitoriales para conocer la vida de las mujeres de la época ( The Lives of Women. A New History of Inquisitional
En filosofía, estamos recuperando poco a poco a las pensadoras olvidadas. Este tercer tipo de trabajo no se centra tanto en la cuestión de la opresión como el primero, sino en la capacidad de creación de las mujeres 23 , si bien, a mi juicio, nunca hay que perder de vista el horizonte de la desigualdad y de las relaciones de poder De lo contrario, rapidamente podemos caer en lo que sería una perspectiva de género acrítica. Es difícil recuperar el pasado filosófico femenino. Plantea dificultades similares a las encontradas por las historiadoras porque lo que las mujeres hacían en el pasado por lo general no era reconocido como valioso. Por lo tanto, no se ha conservado. No es una casualidad si la mayor parte de los escritos de las pensadoras ha desaparecido. Simplemente, no se consideraban dignos de reconocimiento. Las historiadoras de la filosofía que tratan de dialogar con las filósofas no encuentran los textos originales y a menudo deben conformarse con obras que cuentan lo que las filósofas sostenían. Este problema se plantea sobre todo con las filósofas de la Antiguedad. Gracias a Jámblico sabemos de la existencia de diecisiete discípulas destacadas de Pitágoras, pero de estas primeras filósofas sólo nos llegan sus nombres. De Aspasia de Mileto, amante de Pericles, sólo tenemos algunas referencias, por lo que reconstruir su figura en un ejercicio feminista de “solidaridad anamnésica” 24 requiere un estudio detallado y difícil. Algunos trabajos tratan de identificar una forma singular del filosofar femenino. Partiendo de teorías de la diferencia sexual, buscan un pensamiento pre-lógico, de carácter más intuitivo que el masculino. Esta investigación se ha orientado en especial hacia pensadoras místicas del período medieval. Otro tipo de trabajos privilegia aquellas autoras que reivindicaron la igualdad entre los sexos o que tuvieron particulares obstáculos debido a su condición social femenina. Es el caso de la ilustrada española Josefa Amar y Borbón 25 .
Spain, Vanderbilt University Press, Nashville, 2005). El estudio más extenso sobre España y América Latina es el dirigido por Isabel Morant: Historia de las mujeres en España y América Latina, Cátedra, 2005. 23 Rodríguez Magda, R.M. (ed.), Mujeres en la historia del pensamiento, ed. Anthropos, Barcelona, 1997; Puleo, Alicia, “Pensadoras españolas”, apéndice a De Martino, Giulio, Bruzzese, Marina, Las filósofas. Las mujeres protagonistas de la historia del pensamiento, Cátedra, Madrid, 1996; Puleo, A., “Las pensadoras”, en Gil, Alicia, Sales, Dora, Mujeres:
Mediar para reconocer otros mundos en este mundo, Proyecto Now, 2000, pp.109-127. 24
González Suárez, Amalia, Aspasia, Biblioteca de Mujeres, Ediciones del Orto, Madrid, 1997, p.74. 25 López Cordón, Mª Victoria, Condición femenina y razón ilustrada: Josefa Amar y Borbón, Logi ed., Zaragoza, 2005; Trueba Mira, Virginia, El claroscuro de las Luces. Escritoras de la Ilustración española, Montesinos, Barcelona, 2005.
Dentro de este gran esfuerzo de recuperación de la creación cultural femenina debemos mencionar la edición crítica de obras inaccesibles al público por no haberse vuelto a publicar desde su aparición o no haberse traducido nunca 26 . En ocasiones, se subraya alguna particular aportación original de dichas obras olvidadas. Así, Isabel Morant señala que a diferencia del cálculo racional de los placeres de tipo proto-utilitarista, propio del siglo XVIII, Madame du Châtelet asume la tradición libertina francesa de la exaltación de las pasiones dándole, sin embargo, un sentido propio al enmarcarla en su propia experiencia del amor y del ansia de saber característica de las mujeres privilegiadas de su tiempo. Ciertas figuras del pasado filosófico reciente han suscitado interés por presentar rasgos originales ausentes en las tradiciones intelectuales a las que pertenecían. Algunos trabajos han rescatado las voces femeninas y cuestionadoras de la situación de la mujer en la tradición socialista, señalando la importancia de la obra de Flora Tristán27 y de Alejandra Kollontay 28 . Entre las filósofas del siglo XX que mayor atención han despertado, destacan Simone Weil, crítica del totalitarismo que llevó su compromiso a trabajar como obrera en una fábrica 29 , Hannah Arendt 30 que sustituyó la categoría de mortalidad privilegiada por su maestro Heidegger, reemplazándola por la de natalidad, lo cual “implica un punto de vista nuevo que apunta hacia una implícita dignificación del cuerpo y al mismo tiempo permite pensar la pluralidad en unos términos que van más allá del simple pluralismo del "todo vale" 31 y María Zambrano, discípula de Xavier Zubiri que
26
Morant Deusa, Isabel, "La felicidad de Madame du Châtelet: vida y estilo del siglo XVIII", en Du Châtelet, Madame, Discurso sobre la felicidad , Cátedra, Madrid, 1996, pp.7-88. 27 De Miguel, Ana, Romero, Rosalía (eds.), Feminismo y socialismo. Antología de Flora Tristán, Los Libros de la Catarata, Madrid, 2003. 28 Alejandra Kollontai, Biblioteca de Mujeres, Ediciones del Orto, Madrid, 2000. 29 Ver, entre otros, los trabajos de Renau, Fernández Buez, Miyares y Pinto, en Valcárcel, Amelia, Romero, Rosalía (eds.), Pensadoras del siglo XX , ed. Instituto Andaluz de la Mujer, Colección Hypatia, Sevilla, 2001; Revilla, Carmen (ed.), Simone Weil: descifrar el silencio del mundo, Trotta, Madrid, 1995. 30 Sánchez, Cristina, Hannah Arendt. El espacio de la política, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2003; Birulés, Fina, Una herencia sin testamento: Hannah Arendt, Herder, Barcelona, 2007; Birulés, Fina, Cruz, Manuel (eds.), En torno a Hannah Arendt , Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1995; Cruz, Birulés y Sánchez Muñoz en Valcárcel, Amelia, Romero, Rosalía (eds.), Pensadoras del siglo XX , ed.cit. 31 Birulés, Fina, El género de la memoria, Pamiela, Pamplona, 1995, p.14.
reclamó la emergencia de una razón poética que opere como mediación con la tierra para superar el racionalismo moderno 32 . Los estudios sobre Simone de Beauvoir y otras pensadoras feministas reúnen dos tipos de tareas: reconocimiento de filósofas y constitución de un corpus no sexista 33 . El Segundo Sexo, publicado en 1949, fue lo que llamé en alguna ocasión “una voz en el silencio”34 porque escribió en un momento en el cual el sufragismo había terminado y se había producido la vuelta a casa de las mujeres después de la Segunda Guerra. Sin embargo, Simone de Beauvoir, desde el existencialismo, hace una conceptualización filosófica de la feminidad para criticar la “heterodesignación” 35 , esa particular condición de las mujeres de ser definidas por otros, designadas como madres o prostitutas desde tiempos inmemoriales. Recibir la definición del ser y de las funciones propias desde quien se autodefine como el auténtico Sujeto es el corolario de la carencia de poder. La antropología filosófica existencialista le brinda a Simone de Beauvoir un marco adecuado para criticar el esencialismo tradicionalista 36 . En esta filosofía de ruptura, el hombre es concebido como el que no tiene esencia sino existencia, lo cual significa que es autoconstrucción, que no es un ser predefinido, como en el clásico ejemplo didáctico de la mesa, que tiene una definición porque ha sido diseñada para una función. Según el existencialismo, cada ser humano se va definiendo a través de lo que va eligiendo en su vida. Con nuestras grandes y pequeñas decisiones, en cada momento vamos decidiendo quiénes seremos. Ese proyecto – que es el ser humano – en el caso de las mujeres, sostiene Simone de Beauvoir, está truncado porque para poder hacerme proyecto, para ser mi propio proyecto me tienen que dar un ámbito de posibilidades de elección. Si no se me concede más que una posibilidad, no hay elección, no hay libertad. Por lo tanto, Simone de Beauvoir rechaza en 1949 la definición de “la mujer” 32
Ver estudios de Corrada y Cobos Navidad en Valcárcel, Amelia, Romero, Rosalía (eds.), Pensadoras del siglo XX , ed.cit.; VV.AA. en Asparkía. Monogràfic María Zambrano, Publicacions de la Universitat Jaume I, Castellón, 1992. 33 Romero, Rosalía, “La familia filosófica de Simone de Beauvoir”, en Valcárcel, Amelia, Romero, Rosalía (eds.), Pensadoras del siglo XX , ed.cit., pp. 73-86. 34 Puleo, A., "Feminismo", en Mardones, José María (dir), 10 palabras clave sobre Movimientos sociales, Ed. Verbo Divino. Estela, 1995. 35 Valcárcel, Amelia, Sexo y Filosofía. , Anthropos, Barcelona, 1991. 36 López Pardina, Teresa, Simone de Beauvoir. Una filósofa del siglo XX , Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 1998. De la misma autora: Simone de Beauvoir (1908-1986), Biblioteca Filosófica, Ediciones del Orto, Madrid, 1999.
con un único destino, el de ser esposa y madre, y reivindica la salida de las mujeres del cerrado ámbito doméstico hacia el mundo de la creación cultural, de la racionalidad, de la política. Pronto a más de cien años de su nacimiento, podemos decir que la influencia de esta pensadora en las sociedades occidentales del siglo XX fue enorme. Las líderes del movimiento feminista que surge entre mediados de los sesenta y principios de los setenta se van a declarar “hijas de Beauvoir”. Este reconocimiento es hermoso y emocionante. Todas habían leído El Segundo Sexo y su semilla crítica había ido germinando poco a poco. Unos años después de ser publicado produce esa gran revolución de las costumbres que va ser el feminismo contemporáneo. Aquí tenemos un caso en el que la filosofía determina en gran medida el movimiento social. A pesar de la gran importancia de su pensamiento, como todo lo que concierne a las mujeres es devaluado, hasta ahora ha sido considerada más bien una novelista a la sombra de Sartre. Ella misma decía no ser una filósofa mientras otorgaba ese título a su célebre compañero. Los estudios más recientes han señalado los puntos en los cuales Simone de Beauvoir se diferencia en su teorización del existencialismo de Sartre e incluso llegan a mostrar que Sartre cambia su noción de “situación”, uno de los conceptos-clave del autor de L’Etre et le Néant , por influencia de Beauvoir 37 . Para el primer Sartre, la situación siempre podía ser reinterpretada. Según su primer planteamiento, si estamos en una situación, sea cual sea, siempre somos libres, podemos interpretarla de otra forma. Para Simone de Beauvoir, quizás por su comprensión de los condicionamientos de la situación femenina, extremadamente rígidos en la época en que escribía, no todas las situaciones permiten una libertad absoluta. La filósofa ve la situación como más condicionante y, según algunos estudios, esta concepción influirá en los escritos posteriores de Sartre.
Discusión teórica de problemas actuales
Estrechamente vinculadas a las tres actividades ya mencionadas de aplicación del enfoque de género a la filosofía, se encuentra la elaboración teórica al calor de debates que afectan particularmente a la praxis y a la organización social humana del 37
López Pardina, Teresa, Simone de Beauvoir. Una filósofa del siglo XX , ed.cit.
presente y del futuro. Algunas propuestas feministas han tenido su traducción en decisiones de los Parlamentos occidentales en los últimos años pero el déficit de ciudadanía de las mujeres persiste. La discusión sobre las claves del problema y de su solución en las democracias modernas es muy viva. 38 Sin pretensiones de exhaustividad, podemos decir que algunas de las temáticas en discusión más importantes son la redefinición de la ciudadanía y la democracia paritaria, la fundamentación de la discriminación positiva, los problemas que el multiculturalismo plantea para el respeto de los derechos humanos de las mujeres, la fundamentación y conveniencia de las políticas de igualdad, la cuestión del sujeto, la abolición de la prostitución versus el reconocimiento del derecho de las trabajadoras del sexo, la ética del cuidado y las relaciones entre género, ecología y globalización. Ciertos planteamientos feministas llegan a cuestionar conceptos clave de las sociedades modernas. Así, la incorporación relativamente reciente del concepto de contrato sexual a la Filosofía Política puede ser considerada como una de las consecuencias, en el ámbito de la teoría, del lema del movimiento feminista: lo personal es político. En su obra The Sexual Contract 39 , la pensadora australiana Carole Pateman 38
Agra, María-Xosé, “Ciudadanía: el debate feminista”, en Quesada, Fernando (dir.), Naturaleza y sentido de la ciudadanía hoy, UNED ed., Madrid, 2002, pp.129-160, De la misma autora: “Feminismo y justicia: en torno a los derechos humanos”, en Da Silva, Estanqueiro Rocha, Acilio, Justica e direitos humanos, Braga, Universidad do Minho-Centro do Estudos Humanisticos, 2001, pp. 133-156; Camps, Victoria, El siglo de las mujeres, Cátedra, Madrid, 1998; Camps, Victoria, "Derechos de la mujer y derechos humanos", en Rubio Carracedo, J., Rosales, J.M., Toscano Méndez, M. (eds), Retos pendientes en ética y política, Número especial de Contrastes. Revista Interdisciplinar de Filosofía, (2000), pp.137-148; Murillo, Soledad, El mito de la Vida Privada: de la entrega al tiempo propio, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1996, 2ª edición 2006; Valcárcel, A., La política de las mujeres, Cátedra, Madrid, 1997 y “Las filosofías políticas en presencia del feminismo”, en Amorós, Cèlia (dir.) Filosofía y feminismo, Ed. Síntesis, Madrid, 2000, pp.115-132; García de León, Mª Antonia, Élites discriminadas (Sobre el poder de las mujeres), Anthropos, Barcelona, 2000; Campillo, Neus (coord.), Ciudadanía, Género y Sujeto Político. En torno a las Políticas de igualdad , Instituto Universitario de Estudios de la Mujer de la Universidad de Valencia, Colección Quaderns Feministes, Valencia, 2002; Miyares, Alicia, Democracia feminista, Cátedra, Madrid, 2003; Quesada, Fernando (ed.), “Feminismo y democracia, entre el prejuicio y la exclusión”, en Bosch, E., Ferrer, V., Riera, T., Una ciencia no androcentrica. Reflexions Multidisciplinars, Universitat de les Illes Balears, 2000, pp.235255; Rubio, Ana, Feminismo y ciudadanía, Instituto Andaluz de la Mujer, Sevilla, 1997; Guerra, María José, Intervenciones feministas. Derechos, mujeres y sociedad . Idea Press, Sta. Cruz de Tenerife, 2004; Costa Araujo, Helena, « Democracia e representação das mulheres », en Ex aequo. Revista da Associação Portuguesa de Estudos sobre as Mulheres, nº 13, 2006, pp.5965. Para un panorama de las distintas corrientes en Filosofía Política, consultar la ya clásica compilación de Carme Castells, Perspectivas feministas en teoría política, Paidós, Barcelona, 1996. 39 Publicada originalmente en Cambridge/Oxford en 1988. Versión española: Pateman, Carole.: El contrato sexual , Introd. María-Xosé Agra, trad. M.L. Femenías, revisión de M.X.Agra, Anthropos, Barcelona, 1995.
sostiene que la desigualdad entre los sexos (manifestada en salarios más bajos, violencia de género, acoso sexual, comentarios sexistas, falta de reconocimiento social, etc.) es un producto de la especial reorganización patriarcal de la Modernidad. Contra el Antiguo Régimen o mundo del status en el que la cuna diferenciaba a nobles y plebeyos, los teóricos del contrato (Hobbes, Locke, Rousseau, Kant) preparan el advenimiento de las democracias modernas basadas en la libertad para suscribir contratos económicos y políticos. Pero la división sexual del trabajo delimita dos ámbitos: el público, de los ciudadanos y trabajadores, y el doméstico, de subordinación de las mujeres. Las mujeres serán concebidas como seres más naturales y menos racionales que los hombres, incapaces de controlar sus emociones para lograr la imparcialidad propia del ámbito público. No se las considerará individuos autónomos propiamente dichos aunque se afirmará su capacidad de consentir al matrimonio, institución a través de la cual se las incluye en la sociedad civil. Así, tras la caída de las monarquías absolutas, surgen las sociedades modernas como resultado de un pacto entre varones libres e iguales que instituyen nuevas reglas de acceso al cuerpo de las mujeres. La fraternidad como maridos, ciudadanos y trabajadores compensará las asperezas de una sociedad capitalista que obliga a la mayor parte de los varones a aceptar contratos de empleo caracterizados por la explotación. Pateman señala que este aspecto del derecho civil patriarcal ha sido descuidado por la teoría política del siglo XX que olvida el ámbito privado y acepta la falsa neutralidad sexual de las categorías de individuo y contrato, impidiendo que se perciba la vinculación de las esferas pública y doméstica. El trabajo asalariado o la actividad política, con sus jornadas agotadoras, dan por supuesta la existencia de amas de casa ocupadas en las tareas de mantenimiento de la vida. Si las mujeres reciben menor salario es porque se las considera fundamentalmente esposas que ganan un “complemento” al sueldo del varón proveedor, si tienden a elegir contratos a tiempo parcial para compatibilizar trabajo doméstico y asalariado es porque tienen conciencia de su posición en una estructura que les asigna las tareas del hogar; si sufren acoso sexual o discriminación laboral se debe a que entran en el mercado no como meros individuos asexuados, sino como mujeres. El contrato es el medio a través del que se instituyen, al tiempo que se ocultan, las relaciones de subordinación en el patriarcado moderno. Para Pateman, la manifestación más clara de esta función del contractualismo se daría en la concepción de la prostitución y de la maternidad
subrogada (alquiler de úteros) como simples contratos de trabajo en los que la “identidad encarnada” de las personas no tiene relevancia. La discusión acerca de si la prostitución puede ser considerada un contrato define dos sectores opuestos dentro del feminismo: quienes sostienen que la prostitución ha de ser suprimida, abolida en tanto esclavitud de las mujeres y se inclinan por una legislación como la sueca, que persigue al cliente y considera a la prostituta como una víctima del sistema; y quienes afirman que hay que regularla para que las prostitutas tengan derechos sociales reconocidos 40. Los debates de orden ontológico mantienen estrechas conexiones con los de Ética y Filosofía Política. La discusión sobre la naturaleza de mujeres y varones tiene implicaciones éticas y políticas y por lo general se polariza en dos posiciones opuestas. ¿Los sexos son profunda y ontológicamente diferentes o bien la diferencia se produce culturalmente? ¿Qué significación tiene la maternidad? 41 ¿La socialización produce las diferencias entre los sexos o hay una esencia masculina y otra femenina? ¿Son producto de la biología o de la Historia? El feminismo filosófico de la igualdad enfatiza la similitud entre hombres y mujeres 42 mientras que el pensamiento de la diferencia sexual sostiene que existe una diferencia fundamental entre los sexos y que hay que preservarla 43 . Esto nos lleva a una praxis distinta. El feminismo de la igualdad en sus distintas versiones propone políticas de acción positiva 44 de integración y acceso a los recursos y democracia paritaria 45 . El feminismo de la diferencia –en sus muy diversas teorías franco-italiana y anglosajona– tiende a sostener la existencia de una cultura femenina y la necesidad de que las mujeres se centren en sí mismas, dejen de pensar en la desigualdad y fomenten sus propios valores. La praxis del pensamiento de la diferencia 40
Osborne, Raquel, La construcción sexual de la realidad . Cátedra, Madrid, 1993 y Osborne, Raquel (ed.), Trabajador@s del sexo. Derechos, migraciones y tráfico en el siglo XXI , ed. Bellaterra, Barcelona, 2004. 41 Caporale Bizzini, Silvia, Discursos teóricos en torno a la(s) maternidad(es), ed. Entinema, Madrid, 2005; Puleo, A., “Perfiles filosóficos de la maternidad”, en De la Concha, Angeles; Osborne, Raquel, Discursos de la maternidad , Icaria, Barcelona, 2004, pp.23-42. 42 Amorós, Celia, Tiempo de feminismo. Sobre feminismo, proyecto ilustrado y postmodernidad , ed. cit.; Valcárcel, A., La política de las mujeres, ed.cit. 43 Muraro, Luisa, El orden simbólico de la madre, ed. horas y Horas, Madrid, 1994; Rivera, Milagros, Nombrar el mundo en femenino. Pensamiento de las mujeres y teoría feminista, ed. Icaria, Barcelona, 1994; El fraude de la igualdad , Planeta, Barcelona, 1997; Mujeres en relación. Feminismo 1970-2000, Icaria, Barcelona, 2001. 44 Barrère Unzueta, M. A., “Problemas del Derecho antidiscriminatorio: Subordinación versus discriminación y acción positiva versus igualdad de oportunidades”, en Revista Vasca de Administración Pública nº 60 (2001). 45 Sierra González, Ángela, Pino de la Nuez Ruiz, Mª del, Democracia paritaria (aportaciones para un debate), ed. Laertes, Barcelona, 2007.
sexual tiende a desdeñar la tarea reivindicativa, lo cual le ha valido fuertes críticas desde otros sectores feministas 46 . Las mujeres no tendrían, desde su perspectiva, nada que ganar de un acceso más equitativo al poder y a los recursos. Con un título significativo _ No creas tener derechos47 _ un grupo de pensadoras italianas desaconseja buscar la igualdad que sería, consideran, una trampa ideológica en la que las mujeres perderían su identidad. En su lugar, proponen un estar entre mujeres y una recuperación del mundo simbólico femenino privilegiando las relaciones de la hija con la madre y el affidamento o relación de autoridad iniciática entre una mujer adulta y una joven. Con respecto al problema de la guerra, el feminismo de la diferencia ha desarrollado una praxis feminista pacifista. Algunas teóricas invocan la capacidad femenina de dar a luz que otorgaría a las mujeres una comprensión de la importancia y de la fragilidad de la vida que los hombres no podrían alcanzar. Otras consideran que no es la maternidad sino el cuidado de los hijos lo que confiere dicha comprensión, por lo que se trataría de una actitud universalizable48 . El estatus ontológico del sujeto constituye otro debate importante, dadas sus repercusiones en la praxis emancipatoria. Las teorías deconstructivas han intentado superar la polémica en torno a la identidad del sujeto “mujer” con una noción de sujeto fragmentado, o “nómade” como en Rosi Braidotti, definido por multiplicidad de pertenencias. La cuestión radicaría en ser conscientes de las diferencias entre mujeres y de nuestras múltiples determinaciones de clase, raza, etnia, etc. Estas teóricas suelen considerar que las mujeres pueden asumir estratégicamente la identidad de género en ciertos momentos para empoderarse. El tema del sujeto es muy complejo y se halla relacionado con el debate Modernidad- Posmodernidad que produjo interesantes polémicas entre Judith Butler, Sheyla Benhabib y Nancy Fraser entre otras 49 . En este debate se enfrentan las que sostienen que el sujeto es constituyente, es decir, que 46
Amorós, Celia, La gran diferencia y sus pequeñas consecuencias... para las luchas de las mujeres, Cátedra, Madrid, 2005; Posada Kubissa, Luisa, Sexo y esencia, ed. horas y Horas, Madrid, 1998. De la misma autora: “De discursos estéticos, sustituciones categoriales y otras operaciones simbólicas: en torno a la filosofía del feminismo de la diferencia”, en Amorós, Cèlia (dir.) Filosofía y feminismo, Ed. Síntesis, Madrid, 2000, pp.231-253; Cirillo, Lidia, Mejor huérfanas. Por una crítica feminista al pensamiento de la diferencia , Prólogo de Luisa Posada Kubissa, trad. del italiano Pepa Linares, Anthropos, 2002. 47 Librería de Mujeres de Milán, No creas tener derechos, ed. horas y Horas, Madrid, 1991. 48 Magallón, Carmen, Mujeres en pie de paz, Siglo XXI, Madrid, 2006. 49 Ver al respecto Praxis International , vol.11, n°2, julio 1991; Amorós, Cèlia, “Presentación (que intenta ser un esbozo del status questionis)”, en Amorós, Cèlia (dir.) Filosofía y feminismo, Ed. Síntesis, Madrid, 2000, pp9-112; Femenías, María Luisa, Sobre sujeto y género. Lecturas feministas desde Beauvoir a Butler , ed.Catálogos, Buenos Aires, 2000.
tenemos una parte de libertad para elegirnos y aquellas pensadoras que sostienen que estamos totalmente formados/as, constituídos/as por los discursos dominantes y que no nos queda realmente ningún resquicio de libertad. El problema sería entonces: ¿se puede llevar adelante una política emancipatoria si negamos la existencia de un mínimo de libertad para autoconstituirnos? 50 A partir de los noventa, en el marco del pensamiento postmoderno, surgirá una nueva interpretación del concepto de género de la mano de la teoría queer que se autodesigna como postfeminismo. Entre sus iniciadores, se incluye a Michel Foucault, a Judith Butler, a Monique Wittig y a teóricas del feminismo negro y postcolonial. J. Butler, a partir de la clasificación de actos de palabra de Austin, concibe el género como performatividad : resultado de la repetición de actos que, a la manera de los rituales, actualizan la norma que les precede, al tiempo que ocultan su carácter de norma inscribiéndose en los cuerpos como “naturales” 51 . Para esta teórica, no es posible construir la identidad prescindiendo de los modelos de género porque esto supondría que existe una identidad preexistente a la subjetivación de género. En la teoría queer , el sexo desaparece, subsumido por el género, puesto que diferenciarlos significaría, desde los presupuestos filosóficos postmodernos, creer en el “mito epistemológico” de una realidad que se ofrece sin previa interpretación. Por ello, sólo propone cierto juego de representaciones (una performance transgénero ) que lleve a una proliferación paródica de los géneros disruptivos, es decir, a las formas de identidad queer en las que sexo, género y opción sexual no coinciden de la manera en que se espera normalmente. Como lo ha puesto de relieve Beatriz Preciado, una de las teóricas queer más famosas actualmente, el objetivo del movimiento queer no es la igualdad buscada por el feminismo52 . El sujeto del movimiento queer son, en palabras de Virginia Despentes 53 , “los monstruos”, “el proletariado del feminismo”: trabajador@s del sexo, inmigrantes, transexuales, mujeres no blancas… La elección del mismo nombre queer , insulto sexual de difícil traducción al castellano pero que a menudo se ha vertido como “torcido” o “raro”, expresa a las claras su voluntad de mantenerse ajenos a cualquier redefinición de la normalidad y a las expectativas de integración del feminismo mayoritario.
50
Amorós, Celia, Tiempo de feminismo. Sobre feminismo, proyecto ilustrado y postmodernidad , ed. cit. 51 Butler, Judith, Gender Trouble, Routlegde, New Cork, 1990. 52 Preciado, Beatriz, Manifeste contra-sexuel , ed. Balland, París, 2000. 53 Despentes, Virginie, King Kong Théorie, Grasset, Paris, 2006.
La globalización 54 y la emergencia de fundamentalismos religiosos asociados a identidades étnicas plantean con toda su acuidad los efectos perversos de lo que Nancy Fraser ha llamado multiculturalismo indiferenciado 55 . Puesto que las sociedades tradicionales suelen mostrar altos índices de subordinación femenina, el respeto de toda costumbre, por el hecho de serlo, implica severos recortes de la libertad para las mujeres. ¿Cómo compatibilizar la aceptación de la diversidad cultural y los derechos humanos de las mujeres? Cuestiones como el velo, las leyes de la herencia, las amputaciones sexuales rituales o los matrimonios forzados dan a este debate un carácter urgente y dramático 56 . También comparte ese carácter la reflexión sobre la violencia de género que no cesa de producir víctimas, incluso en aquellos países en los que se han arbitrado medidas específicas para erradicarla 57 . En el terreno de la filosofía moral, la ética del cuidado surgida en los años ochenta constituye aún una auténtica novedad. Su teórica más conocida, Carol Gilligan, sostiene que existe una voz distinta de pensamiento moral que no corresponde a lo que 54
Villota, Paloma (ed.), Globalización y género, ed. Síntesis, Madrid, 1999; Amorós, Cèlia, “Globalización y orden de género” y Cobo, Rosa, “Globalización y nuevas servidumbres de las mujeres”, en Amorós, Cèlia, De Miguel, Ana (eds.), Historia de la teoría feminista. De la Ilustración a la globalización, volumen 3, ed. Minerva, Madrid, 2005, pp.301-332 y pp.215264 respectivamente. 55 Agra, M.X, “Multiculturalismo, justicia y género”, en Amorós, Cèlia (dir.) Filosofía y feminismo, Ed. Síntesis, Madrid, 2000, pp.135-164. 56 Amorós, Celia, “Crítica de la identidad pura”, Debats, nº 89, 2005, pp.62-72 y “Fundamentalismo e “invención de la tradición: las apropiaciones selectivas”, Debats, nº 93, 2006, pp.99-110. Cobo, Rosa (ed.), Interculturalidad, feminismo y educación, Epílogo de Celia Amorós, Secretaría General Técnica del Ministerio de Educación y Ciencia y Ediciones de la Catarata, 2006; El género del multiculturalismo, Universidad Nacional de Quilmes Editorial, 2007. 57 Amorós, Celia, “Violencia contra las mujeres y pactos patriarcales” en Maquieira, V., Sánchez, C., Violencia y sociedad patriarcal , Pablo Iglesias, Madrid, 1990; De Miguel, Ana, “El movimiento feminista y la construcción de marcos de interpretación: el caso de la violencia contra las mujeres”, Revista Internacional de Sociología RIS , nº 35, Mayo- Agosto 2003, pp. 730; Posada, Luisa, Las hijas deben siempre sumisas (Rousseau). Discurso patriarcal y violencia contra las mujeres: reflexiones desde la teoría feminista", en Bernárdez, Asun (ed.), Violencia de género y sociedad: una cuestión de poder , Instituto de Investigaciones Feministas de la UCM/ Ayuntamiento de Madrid, Madrid, 2001(13-34); Falcón, Lidia, La violencia que no cesa, Vindicación Feminista publicaciones. Madrid, 2003; Bosh, Esperanza, Ferrer, Victoria, Alzamora, Aina, El laberinto patriarcal. Reflexiones teórico-prácticas sobre la violencia contra las mujeres, Anthropos, Barcelona, 2006.
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El tema es amplísimo, supone una profunda crítica al androcentrismo de la cultura y conecta inmediatamente con la cuestión de la globalización y el modelo de desarrollo no sostenible que Occidente exporta a todo el mundo. Desde diferentes perspectivas filosóficas, la teoría ecofeminista denuncia una misma realidad socioeconómica: “el mal desarrollo”, un desarrollo agrícola-ganadero intensivo, un desarrollo sostenido y no sostenible que provoca las primeras víctimas entre las mujeres pobres y los niños del llamado Tercer Mundo, desviando la producción para el mercado internacional y envenenando la tierra, el agua y el aire con pesticidas y abonos que endeudan y enferman a los agricultores, eliminando la biodiversidad, causando indecibles tormentos a los animales de los criaderos industriales, comprometiendo la salud de los consumidores, imponiendo los transgénicos cínicamente en nombre de la lucha contra el hambre y apoderándose de un número cada vez mayor de riquezas naturales a través de las biopatentes en un proceso todavía poco comprendido de privatización de lo vivo 60 . El encuentro de feminismo y ecología es la afirmación de una Naturaleza revalorizada hecha por quienes fueron consideradas como Naturaleza y despreciadas por ello. Es un cuestionamiento de los excesos de una razón tecnológica guiada por la voluntad de dominio y de enriquecimiento ilimitado. Sólo si cambiamos nuestra visión de la Naturaleza, convertida con la Modernidad en mera materia prima, si aprendemos a respetar la naturaleza no humana, podremos hacer que subsista la naturaleza humana en condiciones dignas de ser vividas. Se trata, indudablemente, de un gran desafío para el siglo XXI. 60
Warren, Karen (ed.), Ecological Feminist Philosophies, Indiana University Press, Hypatia Book, Bloomington & Indianapolis, 1999; Shiva, Vandana, Abrazar la vida. Mujer, ecología y desarrollo, trad. Instituto del Tercer Mundo de Montevideo (Uruguay), Cuadernos inacabados 18, ed. horas y Horas, Madrid, 1995; Shiva, V., Manifiesto para una democracia de la Tierra. Justicia, sostenibilidad y paz, Paidós, Barcelona, 2006; "Género, naturaleza y ética", en García Gómez-Heras, José María, Velayos Castelo, Carmen, Tomarse en serio la naturaleza: ética ambiental desde una perspectiva multidisciplinar , ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 2004, pp.97114; Cavana, María Luisa, Puleo, Alicia, Segura, Cristina, Mujeres y Ecología. Historia, Pensamiento, Sociedad, ed. Almudayna, Madrid, 2004; Puleo, A., “Del ecofeminismo clásico al
deconstructivo: principales corrientes de un pensamiento poco conocido”, en Amorós, Celia, De Miguel, Ana (ed.), Historia de la teoría feminista. De la Ilustración a la globalización, ed. Minerva, Madrid, 2005, pp.121-152; Puleo, A., “Medio ambiente y naturaleza desde la perspectiva de género”, en Garrido, F., González de Molina, M., Serrano, J.L. y Solana, J.L. (eds.), El paradigma ecológico en las ciencias sociales, Icaria, Antrazyt, 2007, pp.227-252; Velayos, Carmen, Barrios, Olga, Figueruelo, Ángela, López, Teresa (eds.), Feminismo ecológico, Estudios multidisciplinares de género, ed. Universidad de Salamanca, 2007.