Juan Carlos Portantiero
Realismo y Realidad en
la l{arrativa Argentina
Ediclonet ProcYón
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RL{TIS]{O Y REALIDAD EN L{. \.{RRATIVA ARGENTINA J
uan Carlos Portanti'ero
T:rbaios tle Tuan Carlos Portantiero
::::ecid'os en rávistas y publicaciones Jo ,¿ialaron clescle un cornienzo como a un r:- ¿r'ista inteligente. Encaraba él la fun-
-:::: de la crí"tica con un alcance más ¡:ito oue la simple gacetilla limitada al e-ogio b al rualhümoi de la censura. La
;¿ñprendia como gcnero literario, con t=pi.idad de anílisil y de interpretación.
. liribuia str irnportancia, a la disciplina lel método y a-la sistematización ordenada de las ideas. Realismo l' realitlad en Ia narraliua
sú primer libro, viene ahora argentina, "confirmarlo en esos méritos de ensaa iista v crítico. La obra rerlne una doble
aitlsta(lo su dcsarrollo aI
t.',
"i.rtmrnétoilo cl:isico: partir de lo erceleute general, tornan,clo lo teórico, para ir,a, lo irarticular', [o concteto, tle ttna realiclad iireraria argentina. El realisrio enfocado en este libro en raiz clel conocintiento, es para ia propia -creáción attística y literar-ia un punto la clave. Y atento a debates y estudios realiza
e incursionando' a Iá vez. en
la
actual bibliografía europea, Portantiero
hace tttt e*um"en cuidadoso hasta clarificar
cl
oroblema.
Dentro cle ese plan expositivo,-los.con-
centos teóricos aportan
un análisis dialéc'
Lirlo. .\sí t" e*a'tttinan las relaciones del intelectual con los movimientos sociales' Y cl realistno cotno método propio de la creación artística y como tendencia en
la literatura conténporánea. Con ese enfoot¡c gcne¡al se- iluminan varios ib la realidad argentina: la "ro..i.,t del peronismo en las élites re'oercusiótr
intelectuales; el piensamiento de los intui' cionistas y nues'tra cultura: el examen literario cíe algunos exponentes de nuesrra ioven novelística; Iós movimientos de Boeáo v Florida v Ia tradición de nuestra literatu'ra de izqúierda. Tuan Carlos Portantiero es un estu' dióso. Su libro, a través r.le conceptos y ountos de vista, aporta elementos para irrra valolación scriá de la labor literaria y sn crítica. D i.st rib ui'
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EDITORIAI, LAUTARO SÁ¡;csnz Dc Busl'AMANrs 68 - Bs. Artss
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Narrativa A¡gentina
trDICIONEI} PROCTON
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EXPLICACION
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temera¡ias páginas que Para ustcd, lector, se de aürora en adelante, están sostenidas sobrt oonvicción fundanental: pr€srrlno que el arte forna peculiar db reflejo y apropiación de u"a i f tal; rma üu¡nera, la mfu sintétic¿ y. total poei-, lq del trabijo del hombrr, de la proyección de smdbilidad y de zu razón sobre la naturaleza y la óiedad. La literatura gncuentra asl su justificación
.
oW+r
del conjunto dc la actividad 'del üombre, "del horrbre real qtie vive de cierto y d+' tLroinado modo". ' Eo po, ello que cl a¡tlsta +épalo o no-- se ubi'ra en-la dinámica histórica rregida por la lucha de ctases y a ella deja ügada su obra. Es cla¡o que esta "cuidados, ' puede á¡firnación justa, nanejada sin - lhvar a la cr{tica literaria a equivocaciones funestas' '' El crltico no tendrla que olvidar nunca qrne exisrc 'una autonula relativa de las suPercstmctur¿¡s, gor intcntar la explicacióm social de cada he' cual, lo cho artlstico individual sería peda^ntesco e inrttil. El métods ma¡xistd encierra las positúlidades m{s inso,e¡ pechadas para comprender las acciones de los ho¡n'
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la condición que se lo acepte, precisamentc, c¡mo nétodo y no oomo una hihra de dogmas e* edásticoe, inmutables e imPávido*
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piqué
r'¡. in&lectual,que participa --a través dü:qábÉ6.dF=i cultura que presionan y optimen-" de 'la arr,bigüedad: con que e*os tieurpoe de cambios erenciales boetigq¡t" a su ofieio, la asimilación 'mecánica de uni f4lso¡ -"oitm.i economista le pernrite una pe,Iipma coiúo' didad. Ambicionando la- suFefaqión de esa ambigiie: dad,. desea un apsyo idmlfgico qrrg se le Prq¡entt 'como total, compacto, redondo, sin fisuras; aspira, tn, el fondo, a respuestas simples y tranquilizadoras.FáÉ,
y
A
respuestas endolorosas. dadas'de búfoueda, La toe azareq de .cont,radas srn uoa !¡ez para siempre y desde et e¡tetior-{q.b blemas¡ no desde su entra$a contradictoriá: '
preguñtas acuciantes
gq
,
He intentado suPerar estas tentaciones, al iniciar mi trabajo. Ahora que lo releo, afin sabiendo gue intenté más una cr{tica de lo's contenidos de'la li' t€f,atura que un análisis de la mrretpondencia -esté' 'tica de las formas, advierto flue no, lc,he.logrado totalmente, iai rnupho rn€no€. Una oscilación entre
el
sociologiisrno y' el'subjetivisrno preside, pendular:
menüe, rnuchas parrcs
..trit,
*otg:;',pro*A
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hi¡ e"¡-qd" qpe'soÉa impo*rte'¿pqqtined¿ a actuales de nuestra narrativa sin ubicar zus
dentro del proceso mundial de la cul. ¡lta. nsta intención me obligé a tr¿Er al debat¡ ec' :rÉti"r general los hailzzgos últimos, partieulam€nt?os, de las discusiones sobre una estética mar'tas abúimadoras citas tienen la i¡iera inten'
ción de abrir el panorama para una investigación mrás minuciosa y ptofunda; alrededor de tecasi totalmente inffito¡-entre noaotros' , A partir: de airora e'l libro no thne otra justifica' ción que su inevitable presencia. Me gustarla decir, eábu.go, que é1, para m! plantea muchos üás in 'problemas q¡¡e los que resurelvg gue es arln punto de partida, trozo de una discusién inacabable''
Juen C.
.
Buenos Aires, marzo
de
PonreNrmno.
1961.
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del fiab¿ts. No estoy cepagL
tado aún para cnmendarlo: de la conciencia del er¡pr' a la posibilidad de coregirlo, se o¡tiende un larg¡¡ísimo camino qug sin embargo, no he de*istido transit¿r.
La clara Auiti¿n det tibro
en' doe
p"trci
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una explicación: sus dos piimeroe capítu'los Pry.i1 den ser una caracterización de los temás'en debdte dentro de su plano universal, como prcductos. de h cultura contemporánea.' 1,6 ües rlltimixrrr¡etbmi¡g'el
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Nucsa ExPrcsi&t, cste libro tan convenado, que ya no me
A mfu c@pañe¡os Pertenece.
"...Ia
crítica no es una pasión cerebral; es el cerebro de la pasión". Carlas Marx
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LITERATURA V SOCIEDAD E¿
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rNTELEqruAr,Ers-g@tEDAt)
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de alguna manera puede carrcterizarse esque^Siüicarner¡te el sentido actual de nuestra literanrra, por 6u intemión apasionada de asumii Ia ¡saligue nos rodea, des¡ruda y esencial. Aunque a me. esa pdiqpcición ande sin apelatirros, no caben que Ia ppoooupació,rn por el realisno o
-tácita fiesta- está presidiendo las hisquedas de ma,
implacable. No se ürata solamente de un piobleestético, sino de una pctura integral que ae*a lvet,rr- tatnbüz en liüeratura, perlo q"u, ir* robrc significa una adecuación con eL fonáo de lo
11a brisquoda de ajustes entre el intelectuat y eblo-nación, un anhelo de ruptura con Ia soleEsta preocupacién marca el tono de Ia mejoc mundial a partir del rnmento crr gua-la protagénica de lo colectir¡o determinó -el ¡ irrcmediable de una acütud literariá inintrispectiva, analítica. - Arda, ¡4rer, err el iÉntro de toda esta novelfutica, ndola como una p'esencia insoslalable, p* esencial de Ia cultt¡¡a i'Egna es€ncral cultu¡a conte'mpo,ránea: contemDoránea:"IlrdeIa debici¿n de las- relacionq entre cl inteicciual y la r€a'&d, d nexo"cmn¡nita¡io entre eI írtista y ia soctc.5. No es ¡a¡o gue ele p,roblcma, que ca,ráeteriá at 75
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* E A L, l $ M o
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¡ :crclo burgués del peasamiento
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R:n'A L r'D.r:A a ,, humano, se hay-a q?'.:
c¡íticamrentqen loo días que corren. El bomb¡e: "ago ¡ieqge suele croer gry Ia época que te- taa vivi,r es": Ia más crucial en Ia historia de la especie. Fero pien; so que no será incurrir en ese €rror congénito calificart:, *tou'añoer,a este tiem¡n, cotno trascend€ntal pararl "nuestro destino. Dos acontecimientos fundarnentales ;ic"t; *t"'conrtocién: los'adelantos de la ciencia-y ¡ dI h técnica, que colocan al hon¡bre en situación slu precedentes de dominio de Ia naturalepa y, por sobrc iJ;;;lh;ho del socialismo triunfante como posi6i' I¡drá hu*on¿ de convivencia entre los hos¡bres. Natwaleza y sociedad colocad?s al alcance de la apro piación áel hombre; este dato define el paso de la
in"tti"t"tlu a la verdad.era historia, qtle con {o\a*.*' lhsrfu vivimos los cqntemporráneos. La magnitud de' esú acontecimientos deterrrina la prwisionaliaad de - muchos planttos, la inestabilidad de concepciones.y' actitudes,
" '
el
carácter inefablemente. pedantes4o de'
quierrrs püeterden legislar sobre un füturo eüyas ba': ss de deearrallo poderros conocer, Fero no suE po8l" bilidades insospechadas ' La testarudez de los'hechos sociehs'iodica que esta¡rnos en los umbrales de i:na nuwa civilizacló:r, de' rura nue$a cultura la cr.la,l, salúd€se o úorelüecbo, ¡i ies¿rolla hegemónicamenrc en casi la rnitad'del nir¡n'
p"*por la renor¡¿cién ¿rtística contrari'o,' ete dato decisivo. Por el "" elinuwo drte supone, previamentg la nr¡eva ctrltuta¡ ¿* I,t hchi
ilesénterlderiae de
no Ia postul'ación de ol¡ras o artistas indiviüualcs' Dice Gramsei: 'Que se debe habhr Fnta ser ct actos; Ae
' lucha por una nu€:t/a cultura y no Por un úl¡¿r¡o artO (en sentido inmediato), Pa,
[email protected]. Quizás no
' ü pueda siguicra deeir, para serexactos, qfiF w h¡cha p* ro rnrevo qrtenido-del artr, po'lgle &te n-o** d" se" peasdo abaract¡¡ms¡te,¡epqr*& de la
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fotsa'
por utx nue\¡o arte signi{iearfa hchar por $uevq¡ artfutas individuales, lo que €s absurdo, no se pueden cr,ear artificialmente loe artis. Se debe hablar de lucha por ürna nuevá cultura, €¡, por una nueva vida moral que -debe est¿r li. a una nuep intuición de la üda hasta que ella orme e{r un Íu€vo modo dc sentir y de ver realidad y por consiguiente en un múndo conn?con lo¡ artistas posibles y las obras de arte pn¡epso de fornación de Ia. nueva cultura (y pot .del núevo arte), comienza en el seno de la ¡oci¿dad. Sobre este hecho se so¡dene la con-
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idad de la a¡ltura hr¡nana. "La cultura proletaL€nin- dqbe aparecer como el desa-anota natural de la suma de conocimientos elabora-
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por'larhumanidad bajo el yugo de la sociedad feudal y burocráücal'. Cada clg¡e social creando, en el curso de la lucha por la hegemonla la ¡ocidad política, los intelectuales que le aseeI oontol de la-sociedad civil. Este proceso ha repetido siemp:e en la evolución histórica, pore es sobre esta base de comunicación entre las éliy las masas, que se g$tan loe cambios estructura. de la sociedad. EI man
dificultades porque los intelectuales que deben en su terfitno no $urgen de la clasc en sl mbsino de lx capas intennedias, debiendo acometer r. A¡lto¡v¡o Greuser, L¿tt'c¡atura Sbaudi, 1954, p. 9.
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REALISMO
Y BEAL¡DA
un largo .proceso de silenciosa autocrítica, hast¿ grar deq?ojarse de los hábitos de pensamiento y cristalizaciones condicionadas por lai -ideológicas rrientes culturales en las que se formaron. Los lectuaies viven la ambigüedad ,o.id árl* capar dias de-las-que-provienen o a las que se .**É¡ur, su modo de üda. Además, el individualismo, r vado del propio ejercicio de su oficiq y la tender a abstractizar, es decir, a, ver en cada iáeologla el sultadb de otra ideología y no deTuerzas irisertas el proceso contradictorio de Ia realidad, determi que la .relación con la sociedad se esta,blezca a través de innumerables mediaciones. Esta sitr¡ación del in telectual es un dato típico del ciclo bursués. Las sociedades esclavistas y feudalei basadas una. estricta división entre el trabajo maáual y el tra. bajo intelectu4l, ignoraron rel.tirraientJ"iproUt"-", en cuanto la actividad intelectual era monópolio absoluto de la clase dominante. EI feudalismo, en t"t s€ntido, distribuyó en los nobles y señores áomiril del. aparato-político y en Ia Iglesia Cat¿lica "l eI con. trol cte Ia vida cultural. A partir de la consolidación d.r Ia solu.h.SSTonía burguesu ,obr" et "or,¡,rni-ae que significó el desplügue ::1i1p"fi,lca -hegemonía tn" serie de capacidades humanas que se resol; l9 ueron en nuevas técnicas y en una división creciente del trabaio intelectual-, se fue for¡aiO"-ef drama cuyos últimos actos estamos viviendo. Con Ia defun. cjón del feudalismo se apagó h i*g*-áel *clero,,, del intelectual estrechaminó ,rincuháL con el poder. La lucha de- Ia burguesiá en tal ,."i¡¿o lrruotu"r¿ ,ro proceso total en el seno del cual nació el-intelectual mod-erno, de carácter laico, poseeJor-el ,rna ¡oae. pendencia relativa frente a ias cl¿ses domirantes, derivada de la mayor complejidad de las relaciones de Produccrón, pero también de.la propib riqueza y am-
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78
Y SOCIEDAD
IRATURA
de Ias capaCidades hum'anas liberadas de Ia t€btógico-feudal. La. transformación en abnpde esa independencia relativa, a través de un pro. dc falsa conciencia, origina la creencia en la "au. de los intelectuales" y Ia "libertad de la cult", con.licionada, a su vez, por los flujos y reflujos le presión de la realidad. La relación, en el ciclo entre los intelectuales y la socied-ad se decomo un equilibrio irrestable que fluctúa de con las embestidas de las clases revolucibna. fortaleciéndose el aislamiento en las etapas de gue y la tendencia a buscar una integración con ¡ncblo-nación en las etapas de auge del mbvimienPopular. Por otra parte, cada una de las comunacionales vive este pr.oceso particularmente, tcuerdo con una serie de factores imponderables : hacen a la historia de cada cultura nacional, a de los grupos de intelectuales nacionales.
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i-Nrrc¡r¿rs¡¡ro DE r.A
vANcuARDTA
bloque social constituido por los intelectuales y bum¡esía sufre su primera gran quiebra histórica !¡ Francia del 48. Los hechos sociales de entonces ln la presencia protagónica del profetariado inial, en búsqueda de una liberaciór¡ que no Ie llegado en el 89. La gran conmoción que ello determina que el intelectual menos ligado a corrientes culturales dominantes en su tiempo, a
o¡ltura "oficial", sienta rotos sus lazos con el grupo rinante y adhiera a los gru-espontáneamentesociales que cuestionan Ia hegemonía. El fracaso csta experiencia revólucionaria deterrninará un rede ese intelectual. ¿Hacia dónde? ¿Acaso ha-
la aceptación conformista, en el terreno intelectual ffial, 9e la vieja hegemonía? Algunos lo hicieron 19
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I Ij I S !l''0:.
Y .t l, A L]I,,D A
I'TÉ*AtURA.
ad, pero otfl¡s contribuy€ron al nacimie8to del rcvimiento cultural qüe mfu ha {nfluido desderentonce¡ .en la,cultura "occidental": el llamado vanguardis-
go. Sin Iugar a dudas, la vanguardia, a pirtir
de
Baldelaire, surgg corno proceso de negación, por par-
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te de los artistas, de la dirección cultural burtr¡ósa. Pero además, ea las condiciones del fracaso reáucio-' naris del 48 posteriorrrente 70-, la van-y la negativa tácitadel guardia significa del intelectual a er¡rolarse en las filas del pueblo. Cuestionando la dirección cultural de -un grupo ideolégico de la bur.. _ guesfar'la vanguardia se mantuvo sieapre en las po. siciones del punto de vista burgués, dentro de los ll: mites de la'conciencia posiblJ de la burgrresla. El vanguardismo fue posibté, como fenómeno- cultural, por el vaclo creado entre la desintegración de las co, rrientes culturales idefitificadas con los grupos do. minantes de la estructura burguesa y lq ausencialib una podemsa corriente de -as.as quq encarase los rumbos de una renovación'total de esa .estructura, transformándose en un estímulo seguro para la'inteIectualidad. Esta precariedad expliiaría, el terreno de condicionamiento social en que se gestó la vanguar. dia,'pero, por supuesto, desóarta la valoración esté. tica de sus logros, logros formales que, co,¡no todos los lde.su carácter, lo son también del conscimiento. Este aspegto estétieo de la vanguardia queda al margeü del funto que ahora interesa destacar: ,., too á* las relaciones entre.los grupos intelectuales y el pueblo-nación. Por otrá parte, seria simplista identificar a un .movimiento de contornos poéticos y cognoscitivor precisos, corno la vanguardia, con Ia órro.á"ión.for. mal y expresiva del arte; significaría ello asimilarla al proceso mismo del lenguaje artístico, en cuanto éste es sigm¡1e de rrno¡mción de sr¡s elementos, sin,.que ld
continuidad de este proceso pueda detenenc jaqá$. 20
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Y SOCIADAD
B¡ cuanto a su a!¡pecto de nrptura con Ia direcci6n ltural burguesa (aún conservando el punto de vista 3ués cooo guía de ese desajuste), cabe decir que a partir de ahí donde la vanguardia logró sus rnéftayores. Ese, desajuste le alcanzó para manifescomo reauelta contra el orden constituidq oriendo al intelectual a la ádhesión espontánea hacia fuerzas que proponían la modificación total de las Dicho estado de tensión en nuchos casos i-cipador (aún en medio de nebulosa!), que desa la vanguardia en relación con el deCadentism, fue oscilando de acuerdo con los fratasos y los úxitos del pueblo. Ante cada acontecimientb dj as. ccnso social, el intelectual de vanguardia intentó la n¡ptura de la ambigiiedad y la vinculación con el ele: mcllto dináraico de la historia. Estos conflictos his, t6ricos que permitieron aperturas hacia una Bayor corciencia de Io real, tuviéron cnorrne inlluencia en afre contemporáneo: ponsemoc ,en la Revolución o en Ia guerra civil española. La vanguardia; en su última reducción a lo social, pifica la vocación de ruptua eon una rciedad inenemiga de toda forma de arte. Pe¡o i la crlticA a ese sistema, aun{ue poderosa, se rcalizó el interior del propio ritte*i e, decí, sin rom¡ :¿:q. pimiento con lo esencial del rnismo. El capitalismo ha-
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bía recibido,ya, desde los románücos, criticas ser¡eras. embargo, ellas, en general, servían a la restaurade las-viej,a^s tormas de dominacién social,.que producido un mundo aparcntéünente unitario 1l compacto. De esta concepción romántico-resteuradora se nutrirá luego'el decádentismo contemporáneo, ao Ia vanguardia. Pe¡o arnbbs, vanguardia y áecadenÉcmo, dent¡p de la riltima etapa dá ciclo úu¡gués en cultura, zurgieron a partir de ur miüo hecfio his,
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la ptrida de la aparcene ',aÍcorfit n¡tura¡
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REALISMO '
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de la sociedad. También sobre la base de ese acontecimiento socio-cultural (y a Bavés de su causa última, la agudización de la lucha de clases), se gestaríall los elernentos ideológicoa de la nueva cultura sociaüsta.
La quiebra del optimismo burgués alcanzí todas las manifestaciones del conocimiento; era la rupttrra de una imagien clásica que había acompañado a la hu' manidad desde la .muerte de la constelación sociocultural del feuddlismo. En el campo ideológico ec deseaba la desvinculación con lo qug puede llanrarie esquemáticamente el iluminismq que había engendra-
do la ilusión del progreso continuo, mecánico y espontáneo. Pero la conci-e¡cia de esa quiebra era ambigua', ambivalente. Podía serüir (y a partir de ella, Lenin profundbí la síntesis magistral de Materiaüsmo
y empiríouiticisrno) para entender dicha crisis como un tnomento'del proceso dialéctico que hallaúa zu Ia cultura socialista. Pero podia servir también para estimular una restauración del espíritu del romanticismo reaccionario, al que ya se ha hecho
superación en
/'-
ERA?URA
Y REALID.AD
referenciar.Ese camino el qrre elilió e't decadentismo "s en su origen al desprecio contemporáneo, tan ligado pol el pueblo y al temor por la ideología grie !o-enca1na en eita etapa del deserrvolvimiento histórico. A
P3rtir de ahí surgirá el irracionalismo filosófico, la mitología social que buqcó en entidades metafísicas' (.la taza, Ia tierra, el "ser nacional"), la "armonla naturalt' q.t" se 'vio como. perdida. No es necesario destacar a iuáles extremos llevó la trasposición política de esfos caprichos. , Frente a esta misma situación, la vanguardia, incvitablemente ambigua, no pudo librarse de asimilar elementos, en muchos casos poderosos, de la ideologla del decadentismo. Definida como reuuelta, no alcanza por sí mlsma a-la verdadera revolución, pero simultáneamente se resiste a confundir fntegranente'con 82
Y S.OCtEDAD
Por ello, frente a cada hecho social Earca el euipuje überador de las fuerzas popula. desasirse de los elementos decadentistas qtre
y desarrollar, én cambio, los elementos ánque están en su seno y que le permiten *erca¡niento con el pueblo-nación. Ausentes esos ilon históricos", la presión del decadentismo se hla, porque éste presenta un univerro cultural rólo poético) compacto; estrechamente ligado a cosmoi'isión, la del irracionalismo, y por lo tanto de una cohesión de la que la vaúguardia cadada su ambigüedad. agudización de la crisis capitalista apresuró, en casos, Ias definiciones. Los mejores portavoces
vanguardia, quienes verdaderamente la habían como forma de "revolución" contra estructuno compartían, quienes *áos se dejaron ten¡rr los elementos decadentistas, finalizaban su rigncia en ella y pasaban a otro plano: el de la
del marxismo, e! de la praxis que supe-
d punto de vista de la alienación. Esta búsqueda lsrrinar con la aventura de las ideologías (en el de falsa conciencia) e integrarse en una. condel mundo que satisfaciera su necesidad de objetivas entre la conciencia y la realidad, el intelectual y el pueblo-nación, ha abierto el más brillante de
El
la literatura
contemporá-
ca,¡r¡ino de un ¡ealismo surgido no como proii.ó1 dq la vanguardia, pero sí como su sup€radialéctica, partir de los elerirento¡ valiosos
a
Éados
io
por ella en el teneno del lenguaje y del Por otro lado, siempre dentm de un
inesta,ble, se exacerbaron los aspectos indisubjetivos, introspectivos, propios del depero también de la orgullosa. soledad con
yznguardia h¿bía rehusado comprometerse @n
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i:at:aii :i:.:.:.1 ':.
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t. A A L I S M O Y I E A L I'D.rl
TTE' I,:ATt'RA
el orded
Smurrc¡ó¡g oE
existente. Ambos límites rnaícaban el
proceso de disgÉgación de la vanguardia, el
al embate de los hechos que conmóvían crecien
te a la sociedad.
a través de un
cho que no es mecánico, no pueden tener la ¡ién de agotar todas sus proyecciones y todos ous tenidss. Seda demasiado ufano peruar que'un contradictorio en el que tanta importancia tienen motivaciones-personales y al cual concluyen fuerzas que accionan y.rtaccionan entre sí, pueda
aprisionado con la exactitud de una fórmula mática. Por otra parte, este proceso cultural de queda de contactos permanentes entre el i y el pueblo-nación ha sufrido diversas variaciones
la formación de sus lectuales con el predominio de detersrin¿da acuerdo con cada país, con
ideolfuica dominante dentro de similar burguesa, etc. Y si he pensado más que,nada caso franc& para ejernplificar, ha. sido porquq señalaba Engelsr'fue donde "se instauró la domlr
en,
pura de la burguesla bajo una forma clásica ting"r, otro país de Europa" y en donde, por lo los procesos de ese ciclo de cultura han podido nin*e co4 mayor fidelidad. Fue allí donde mayor alcanzó la vanguardia; es decir, dor-rde la ftegaci csmo actitud cultural ale.anz6 signos mayorcs. Y en Francia tanbién, donde se sistematizé hasta últimas consecuencias, en medio de tensiones gicas arin no su¡reradas, el prograna de tareas de "literatura comprometida'', momento ideológicc davía alienado, todavía bu¡gués, de la.búsqueda cont¿ctos ent¡e los grupos intelectuales y ,el nación.
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'fuTERATURA coMpnoMEflDJt'
La t'literatura comprometida", el 'tomproniso,f
sin salidas de la reuueha espontánea, que de la tutela de una cosr¡rovisión para subnistir Estas lineas generales tendidas
Ll
Y SOCIEDAD
;
.razones sociales están flanqueando Ia presenci¿ esta'nueva respuesta al confücto entre los intelecy la realidad? No por azaü esta .concepción sc
,
ltiza coherentemente en Francia y no es po.r tampoco, que uqa vez puesto a punto, ella se dispenado a través de toda la literatura occi, hzya sido la palabra de orden para una inteinconformista pero. aúd
:::.j
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ambigu-a.
i El propio Sartre ha analizado con particular
agu-
leza descriptiva la situación del escritor en Francia pa1i1 de la preguerra de 1914; es decir,.a parrir I último momento de estabilidad y complacencia 11 capas medias, cuando su moralidad laiea, pro-
á la r"anera del siglo XIX, individualista Y ica, daba la tó.nica eqpiritual de Ia vida coleco Poco nr4s tarde; la guer.ra grundial, la RevoluRusa, el fascismq la quiebra de las frltimas iluines iluministas, engendraúanla literatura'de la neyista
; el
surrealismo- insurgente, pero finalmente de la misma concepciórt del mundo que precombatir a través de una "revolución üdlra. . Ese surrealismo que serla como la síntesis de tolas ürtudes y de todas las faltas de la vanguardia, resrezclado de decadentismo y de pasión überadoinconformista per,o inoperante, negador de un orügente, aunqlue incapaz de coñstruir algo que i-ese srrstancialmente fuera de eie orden, al que a aludir por medio de cualguier evasión, paasí su cuota histórica con el viejo rom¿ntiiis. nrbjetivista. ;Bntretanto, distintas perspectivas sacudla¡ I¿ lite&¡a occidental, cuando Europa parecfa incapaz de E otrot frutot que ao fuenn loc de la lenta ¡goda
26
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REALTSM,O
Y REALIDA.D
refinada y decadente, de la introspección, el subjett vismo, la primacla de la letn sobre la sangre. Algo desvitalizado al que le faltaba materia, realidad.de la aiaido, asunción sintética de la contradictoriedad humana y social. Y para esa Europa fatigada de abs' tracción, urgida de historicidad, el impulso vino-de Américá, de sus noveüstas, de Faulkner, de Hemingwan de Dos P¿ssos. La manera en que esta influencia general repercutió en cada país en particular, ilustra
!RAT{'RA
dando elemeatos elaborados para uni insermarxismo en la problemática concreta de la italiana; ajustando las cuentas con el fascistambién con el prefascismo. Francia las cosas se plantearon de distinta maSímilar necesidad de incorporar las nuevas reaa la literatura; similáres impactos de acontepoderosos en escala mundiál; la misma histórica que produce la Resistencia, tdo
repetir: jamás son en el proceso cultural. Según Io que ¡ss rrgrupos influidos" entiendan como "su necesidad cultural, según el carácter de las cuentas
la
gue tengan que ajustar eon sus antecesores, elegirán lo que les favorezca dentro de la cultura que asimilan. Lor sectores disconformistas, distanciados de la "cul' tura oficial", de Italia y de Francia, sufrieron casi
comprometida". Al igual que el neorrea¡r punto de partida es un reconocimiento.subs: nada puede sostergr ya al llamado "arte por
sin embaqgo, una nueva forma de
sobre algo que nunca eslá de más
pasivas las influencias
simultáneamente la influencia de la novelística nortéamericana, pero en ambos casos ella tuvo derivacio'
la Italia del fascismo, la función liberadora de dicha novelística consistió,
nes nacionales distintas. Bajo -
Y SOCIEDA,D
esencialmente, en ayudar a barrer con una literatura
de mistificaciones y falsificaciones, embebida en la la "prosa de arte" de filiación dannun-. ziana que, a pesar de los esfuerzos de un Pirandello o un Svevq seguía predominando al arrparo de la' fantochada imperial del fascismo. Allí, los escritores
retórica de
norteamericanos ayudaron a desbrozar el terreno don' de más tarde se asentaría el neorrealismo. Es claro que otros muchos factores, solo mediatamente vincu-
lados a la creación literaria, concurrirían en forma paralela. Serla, el "nudo histórico" de la Resistencia entendida (o mejor, sentida) por los intelectuales in' conformistas como lucha democrática total y no como mera expulsión de un invasor político. Y serla, sobre todq cl afortr¡nado hecho de la p'resencia teórica de
g8
ideológica que entorpeció las relacioel artista y la sociedad. posguerra italiana fue del neorrealismo, la francesa lo fue del existencialisno, de la
. Los sucesos que vive el mundo en esta etapi ición entre la burguesía declinante y el proen ascenso, testimonian la imposibilidad de que eluda reflejar esa conmociónr en cuanto artista, aún cuando no quiera, está inserto en Ee menester entonces Teencontrar un con la história, hacer pasar de la espontaneilia conciencia dicho compromiso tácito y tomar Esa intención de compromiso con el pueblo
todo con su parte más dinámica, la clase obliga a que, tarde o temprano, se plantee ), de las relaciones entre el manrismo y la contemporánea. No ha escapado a est¿ perenI la "literatura comprometida". Sus teóricos, lr partida, no desestimarpn la t¡tilización de conquistas cognoscitivas del materialismo diaobligados por la presión de Io real, pero esta
ión se hallaba siempre dentro de los Jímique Gramsci describió alguaa vq- Cier. t:
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gr
R E A t'rl S M:O, Y
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Fns¿dorés -i*deñala:-- "cqno leadcn de los
' intelectuales de
no podían dejar de de algunos elementos de la filosofía de la praxir robuslecer sur concepciona y maderar el mbnto filosólico especulatiuo cqt el realismo histori. cista de ld nueaa teorfd'z. Quedó andtado más arriba que no es extra5o
el
coueepto
sus paí¡es,
de engagement tomata
coherencia
Francia. Dentro de su característica general que haee expresar la ambigüedad propia del proceso tensiones que en esta etapa de trár¡sición vivm
y los intelectuales (lo que explica entusiasmo suscitado dentro de las élites de cau los países), eL engageme¿ú.se inserta,ba perfectainen en las caracte¡ísticas culturáles de la inteligencia cesa. una descripción minuciosa de esas no cabrla en este trabajo* (al que interesan más aspectos generales del condicionaniento social nutrr al "compromiso"), pero siempre será útil quejar algunos de sus rasgos. El bngagement, a gese de sus esfuerzos, no supera el carácter abstraeto de l: relaciones del intelectual francés con la rcalidail' U carácter ab,stracto que no significa desapego hacia los hechqs pglíticos y sociales ( cida es la vocación de mensaie que ha definido capas medias
pre al intelectual francés), sino preminencia d¿ loraciones de tipo moral, que en lugar. de atenerse movimieqto contradictorio de lo ¡eal, se sujetar esquem¿$ generales despojados de concreción y venciraüdad. Esta tendencia moralizante del rniento francés, estática y abstracta, aunque hechoe de interés social y político, se vincula con déficit historicista de e¡e pensamiento y con la 3 Axroxr,g Gnruscl, El mote¡ialimo hktórito y la losofb h Bcn¿datto Crocc, Lauttro, Buelor Ai¡€tr I
p, 87. (Bl mbryado mc pcrtcrrece.)
2t
T:,U n,
R E 'A L I ¡::¡r.
Á Y. s o c
1.8 D.Á D,
uT*it en planos de ncgdividad pura, sin ión hacia una praxis transfomradora" Ios he¿ los que. combáte. Ese ,,negativismo antiburque rutrió a la vanguardia-no ha dejado .de ¡ece-r n'gnca cn el pensamiento francés 1sóbre toen las épocas de crisis), como secuela de una acI rmántica no superada, como prueba]de la can de una conciencia .histórica que resuelva eD marco! de Ia praxis revolucionaria aquello que € como rebeldía en el plano de lo msral. La utiliznción por los teóricos del engagement de lunos elementos del maudsrno, urSialmente ,., como enfrentamiento de la sofocante trao especulativa del pensamiento francés, no signi_ en sí nismo un paso decisivo .r, c.rarrto a la gración de los inblectuales y el pueblo-nación. todo caso se limita a ayudar a destn¡ir definitiva;e la coacepción del ,,arte pó,r el arte', desde las posiciones del punto de vista burgués. kro impregnación egnación mántiens mán nensamienrn-fmn¡é< al pensamiento francés, ao de todo, dentro de ms limitaciones üadicio,¡ra, la abstrabción (porque la historia; si no se la sipermaneDtemente como proceso de la lucha de es también,un concepto abstracto), el mora* 'La ."-
el
psicologismo
y la
negatividad.
unida.d
plaxis t teorla en el man
---dice- g.r" tr,tot"os libroe reflejan
las
la pequeña burguesía que no se-decidb el proletariado ri por el-capitaúmo, F* iako: de
,0
;' LT'.TI¡'A
Y RIALIDAD
RG'ALISMO
nocotros hemos tomado Pa$ido.
A csto nc replican
que nuestra elección es ineficaz y abstracta, que es un juego de intelectuales si no va acompañada. por' la adt¡esi¿n a un partido revolucionario. No lo niego,l pero no es culpa nuestra si el PC no es r¡n partido revolucionariot' 8. Más adelante, bn el mismo textq detallará las raj zones políticas de ese juicio. Sus palabras son de.1947, pero Iá argumentación reaparecerá muchas veces du:
de las relaciones
el complicado capítulo Sartre y el Partido Comunista francés. Bstán en 1á base, ciertamente, de ese costado panfletario del pen' samiento "comprometidott razones filosóficas, eontr¿l' dicciones entre su ideología y la marxista que no han
rante
'
'
de
si{o superadas. Pero aún sin desconocerlas, cabe se' ñalar este hecho objetivo: el acercamiento con la organización política del movimiento obrero se ha re'
forzado en los momentos de asce¡rso de la lucha po' pular y se ha debilitado en los momentos de repüe' gt;,J," presión d" lo .eul es, po, fuera de lu iir"a potémica ideológica, un elemento catalizador imp iantísimo segrin cual sea la dirección en que ella dlerza, porque el "compromiso" no alcarlza, por sí rólo, puiu orientar al intelectual entre las'contradíi' cionei que plantea la dialéctica de la lucha de El Partido Comunista, según Sartre, no es ya partido revolucionario. Bien; pero sin emEargo, iririt qrr. precipitó el advenimiento del gaullismo poder no ló encontró desprevenido, en tanto, la ma' yoría de la intelectualidad francesa nacida al ¿mparo perplejidades del 1'compromiso" -difícil, vivió llena de por no saber apoyar su actituil momento una orgánica y conciente elección de clase. fue, a pesar de todo, quien mejor se_orientó
s Jrnw-Peur.
S*t*t,
Bue¡o¡, Aires, l95Q
p,
¿Qué cs
227.
80
la lit ratura?,
T'UN.A Y 5 OC r ID A D
a los hechos. No habría aquí lugar, entonds, para el reproche y efectivamente él no Cabe para el principal ¿eórico del engagemezú, asistido en s,rj juicios sobre el gaullisr-no por una concepción desmitifióadora, realista y política. Pero no se trata de juzgar hombrei sino de apreciar corrientes ideológicas cuyas pruebas de va'üdez están tanto en la ioheretrcia particular entre sus fines y suq medios, cuanto en Ia c-oherencia gene-
-
ral entre ellas y el desenvolvimiento de lo reaÍ. La
crisis de Ia intelectualidad francesa actual és crisis de una-.colcepción ineficaz, la del .,compromiso,'r
medir
pirla
las- ¡elaciones
entre los intelectuales
y ui iru"-
blo-nación, entre la conciencia y la realidad. Corr..p ción tanto más dañina por su ambigüedad, porq,r" presentarse como identificada con los fineJ dei mo_ "l vimiento-obrero, interpone entre éste y el intelechral deseoso de integrarse a é1, una muralia de interme. diaciones ideológicas, surgidas de Ia falsa conciencia. El cngagement ba alentádo Ia ambigüedad de las capas medias tocadas por la crisis geneial del sistema, que se resisten a adhérir a é1, pe"ro que simultánea. Eente no quieren abdicar de la pretendida .,autonomía de los intelectuales" frente á l3s formas orguni?tivas concretas de la pr4xis ¡evolucionaria. Vinculada por una misma situación general pequeño buriguesa, welven en la teoría @nstantes de Ia vanguardia.
del ..comprómiso'
las
Ponque, ¿ar qué compromete el ,.compromiso"? Ante quienes censuraban s,, ,rag,redad, Sartre res_ ¡nrrdía: "Yo diría-que r¡n escriór está comprorne_ fd9 cuando se eduer¿a por abarcar la corrciencia s lúcida y completa, es decir, cuando t*to p"r" como para los'demás, hace pasar el compromiso Ia espontaneidad inmediata'a lo pesar de todo, mucho no se ha avaazado ".n¿*iüááo".. en cuanr Jrex-Peur, Senrlr, ibülcm, p. g6, E7
.' :'..:i+ .
R,I A L I S M O Y. N E.A L I D A
D
tó a la delinición concfitta. del a'courprmiso{ porque Io que señala su carácter abstracto no es el mecanisu¡o de zu funcionamiento (de la espontaneidad a la conciencia), sino el punto, de partida moplizante con que regla la relación del intelectual con Ia sociedad. El "comproraiso", en síntesis, no alcanza para orientar una relación justa entre los intelectuales y el pueblo-nación, porque lo corroe la moralidad abstracta. El contacto entre los intelectuales y la realidad gs *¿ri¡'en su negación- político; lo es en lia medida €ri gue la política ¡esume Ia accidn coqcreta de los grupos sociales sobre el conjunto de la comunidad. La polltica es la úa para tomar históricas las corrientes ideologicas que aparecen como independientes del entorno, como absoluta¡nente autónomas, como mero producto de otras ideologías. La moralidad abntracta supone, en cambio, la creación de categorías ahistóricas y ajenas, en última reducción, a Ia praxis del hombre. La moralidad abstracta engen'dra el conservadorismo, el conforg¡ismo
n en las crisis históricas, la reaccién d. Ú
Señala Granoci acerca
y pollüca:
dc la¡ relaciones eot¡e
moral
"... e¡ un conflicto todo j,uicio de moraüdad
er absurdo, por$ie solo podrla ser fundado ¡obre los datos de üecho cxiitentes que, precisamcnte, el conflicto tiende a
modificar,.. el ú¡ico juicio posible er el polítiéo; c decir, cl de la correspondencia del medio al fin. . . Un conflicto es "inmoral" en cuanto aleja del fin o no crea €ondicioires que aproximén al fin (es decir nor crea mldio¡ eficaces par¿ la obtención del fin) pers ao es ',inmoral" des-
de otro¡ puntos de vista "moriili¡tas". De tal modo ¡o se puede juzgar al ,hombre político por el hecho que tal
corá úea.o nc honesta, sino por cl becho quc mantenga o no rur comprobisor (y cn este mantenimie¡to de rul comptomiror puede estar compread.ido el "ser honcsto'r, es decir, ler honesto puede ser u¡ factor polltico neeeoatio y en general lo es), pero el juicio es político y no noral."
(Notc stl Machiaaclli, sulla'politíca
Einaudi, Toriao, 1955, pp, 142
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i
sullo *-ao modtao,
v 143.1
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I.T.EN,AT U N,A Y S O C IED AD
'
Sartrc advirtió en 1952, con notable lucidez, el Iroceso de su amigo Camus: "...su nbral se cambió cn úoralisuto, hoy sélo es literatura, quizás mañana eea inmoralidad". En Sart¡e, la tendencia al Eoralismo y Ia tendencia a ubicane de manera clalista en cl conflicto de la sociedad francesa, ha
prc
aún no han concluido .y que quizas no concluirán nunca. Pero el Sartre más lúcidq más total y más veraz, ,no es el fundador del RDP ni el übelist¿ arrebatado de noviembre de 1956, dno quien presentó al lector franc& a Henri Alleg, o quien adviriti{ en horas dlficiles para Francia, la entraña real del gaullismo. Muy bien, se dirá, el compromiso de los "comproEetido6'' es .eminenternente moral, ¿y qué? ¿Acaso valorar negativamente esa actitud no es colocarse tmbién en el plano de Ia moralidad abstracta? Sólo 'una dialéctica de fines y medios puede ubicar comectamente la respuesta. La crítica al mgagmnent única.s¡ente puede tener vigencia midiendo su.ambigngd"d íntima, su ineficacia final. Que el "compromiso" juzgue en última inst¿ncia lo real de acuerdo @n las pautas de una moralidad abstrzcta, no tendría ma.yor importancia si sus adherertes no se trropusieran de manera concier¡te un desenlace socialista para la crisis actual. Si el pensamiento "comprometido" se autocalifica como de izquierda segura-ynecesario mente lo es, de manera sentimental- será ju¿garlo en el marco de su efic4cia para conseguir ar objetivo. Sera necesario averiguar si sur medios ¡e ajustan a sus. fines, ver si en los primeros se supera un pensamiento alienado. Y entonces un examen imparcial, objetivq lereno, demostrará (con mucha mayor claridad en los momento¡ de c,risis) quc no hay, en matgria filosófica o política, un '!t€rGr camino" ni una integracién posible -aque inyocado . tensiones que
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RE A L I S M O Y': R E A L'I ,D A,b eviiablemente será y¡¡xtaposiciór- entre el marxis mo y los lezagos del puntb ae vista burgués. errc t única posibilidad de trascender este último ."t¿ * la ins€rción conciente del intelech¡al en el morrimiento obrero, rnediante una clara y definiila elec:
cién de. clase.
4. Los
cAMrNos DE Lo REAL
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¿Qómo se manifestó, en el orden de la creación Iiteraria, la ambigüedad del ,tomprorniso',? En el prnto de partida cxti la reacción contra ,rrru iituratura analltica, enamorada de las forinas, podere samente retórica. Ese agotamiento de una iultura 'que no resistíá la confrontación con las tensiones de situaciones mediaÉ, fnternpOráneas -literatura Ia ha llamado Sartreexplica el interés suscitado en'Europa por la novellstica nofreamericana. ya ha quedado mencionadq a propósito del caso italianq la cai'aeterística que ¿sume esa influencia. El ¿aun'do desptegado a través de la novelística norteamericana sra completamente distinto a Ia sofocació,n I!.tera1ía (en sentido opuesto a poética)_, propia de la situación cultural europe& Asl, Hemingway y Dos-Passos,'que entendían la literatura como una {orm1 de acción y no de contemplación, y Faulkner, que buseaba el fondo instintivo de lo vital, signifi, carqn una liberacién, un estímulo para el en}.reo. tamiento con la ¡ealidad. Cierto es gue, a pesar de todo, Ia literatura .,com-. prometida" (y especialmente la ontología que de ella se dedrrce), no traía una ruptura suñtancial ccln el pasado literario francés y en muchos aspectos l| continuaba. El malogrado Henri Mougin ló señaló: "No. por escribir a la manera de Faulkner se cambiará algo; hay continuidad entre nuestras novelas
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Y SOCIEDAD
LITERATURA
brrrguesas y-!a nq¡ela existencialista". El peso parasita¡io de lá trad^rción retórica del pensarpiento
francés, fue; finalmente, más poderoso que las albri*' cias ütales que se incorporabin desde América.
Salvando ja noveHstica soviética, afiebrada por la lrlsqueda de una expresión coherénte con Ia rlleva sociedad y sostenida por elementos más épicos que nartativos, tal comc lo ha señalado agudamente Mariátegui, la novela norteamericana de los años 20 al 40 representó el punto más alto de las poribilidads narrativas y el modelo más codiciado por
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las élites de casi todos lo$ países capitalistas. El crítico americano Ha"ty Leün ha explicado bien las razones de ese prestigio de los narradores yanquis. Señála que cpn su influencia sobrc Europa, se repi.
tió un
fenómeno común para las postrimerías. de cada ciclo históricó: la interpretación de una cultura tradicional mediante una joven energía bórbara. Esa energía bárbara se manifestaba mediante diFrente a siglos de tradición in,r"rrar "*periencias. (claramente advertibles, especialmente telectualista en el'caso francés), la novelística a¡nericana reivindicaba la sensación frente al pensamientq el mundo de lo vivido frente al mundo de lo meditado. Era el t€encuentro con la materia, aprehendida directanren" te par los órganos de los:sentidos. La realida-d tiene forthas, huele, es jugosa, s,ólida o blanda; se lia ver. se la pálpa, se la oye. En Ia realidad transcurren horh,bres que ürren, hombres gt¡e no se dofinen a si {nismos, sino que se hacm.a si mismos, hombres dé came y hueso, situados, que debei tomar partido, qug deben elegir en cada acto. Por ello, la literatura es un acto de fe, no una profesión de seminaristas, Todo esto vinculado con la. on-tan estrechamente tologla existencial* traía en su seiro la literaturá norteamericana. Es claro que traía otras co6as, que 85
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' NEALISMO
Y R E A,L I D A
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fueron las advertidas por los novglistas .italianos, pero; como ya se ha dichq de las influenciar sorí ¡erponsables los influenciadoe y no los influyentes. La teorfa del "compromiso" necesitaba estos asp€ctos y ellos son loe que tomó. La norrellstica norteamericana daba a la üeja cultura en decadencla la posibilidad de liquidar una tradición perniciosa: la que determinaba que el mito literario no concordase con la realidad histórica- He procurado definii Ias limitaciones por las cuales tampoco puede el "compro, oiso'' aprehender la esencia, de Ia realidad histó¡ica. La captación de la sensualidad de la materia; aunque superc Ia frigidez de un intelectualis¡no displicente, no alcanza a emparentarce íntimamente con lo que Lukacs ha llamado la esencia objetiva tde la realidad. . Conocidas son,
a través de la historia de la literatura, Ias diferencias entre las tendencias naturalistas y realistas corno for¡na de asunsión de lo real; Eric Auerbach, entr€ otros, ha seguido en Mimaii, con apasionada eruáición, la suerte histórica de la trasj posición de la realidad en el arte literario. Pero es plaro que cualguier ensayo de definici6n de ambas co¡rientes es válido sólo en cuanto las líneas getwales de desarollo del reafismo y del naturalismo no han variadq aunque en cada momento histórico se 'hayan teñido con las conquistas de la cultura contemporánea. Cualesquiera que hayan sido esas dfie. rencias contingentes, algo queda como definitivo, algo que puede esquematizane en dos palabras: nienlras el naturalismo ha sido o
I-ITEl'ATÜRA
Y SOCIl,DAD
"materia", la exaltación de lo "vivido'', la destnróción del .análisis y la incorporación de técnicas que faciliten su expresión, derivadas de la influencia del cine, de la novela policial y del periodismo, en las que el hecho triunfa por encima de cualquier interprctacién verbosa del artista, no ba¡tan para asumir grofundanente la realidad'"tal cual es". Fs que en el fondo la reacción antianalítica se congelaba en la aprehensión de la materia de la reaüdad y no de su esencia, tentátiva mediante la cual la lite¡atura "comp¡metida" sg gmparentaba con el viejo riatumlismo.'un naturalismo distinto al del siglo XIX, gor cierto, en cuanto los'datos cultu¡ales dentro de los que se gestaba eran otros. Distinto, porlue no podla desconocer que surgía como reacción contrá una üteratqra ¿bstracta y analltica que, de algún modé estaba presente en la negación. Distinto, finalryrcnte, poq¡ue se nutría de elementos técnicos nuevos que anpüaron el horizonte formal de la novela. ioo r fuerza de pretender librarse de una explicación minuciosamente causalista de los actos humal nos, la literatura caíia ,en r¡na tra¡npa peligrosa: la del irrac¡onalismo. lln este sentido, la novedad del ''compromiso" no s5 tan gra"ncie y a qsa continuid¿d en el seno de la cultu¡a burguesa posterior al iluminisno se refiere el citado rlenri Mougin. La co-
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ronac¡on de esre p¡oceso es, precrsa^pente, la toua sarlreana de l,a literatura. Exalta¡ f'lo vivido", con-
tiaponer .la accién
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definición, mircntras en
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base se halla una concepción uo materialista de la libertad, ciguÍfica da¡se de bruces con el irracion¿lismo. No creo qug la üteratura deba prescinür dc la apnelrensión del. cleürerito irracionEl en Ia cop-
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REALISMO
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, ducta humana, pero si pienso que ese mpmento debe'
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ser s-ituadq integrado dentro de la conciencia del hombre. La realidad queda, de otro-modo, transformada 'en un recinto gratuito en el que los hombres actúan sin otros frenos gue sus propias reacciones. El subjetivismo, entonces, no desaparece; se integra con el esplritu del viejo naturalismo que transcurre por la superficie de lo real, creando un r¿oturalivno subjetioista que entre el psicoanálisis. y la ontología existencial construye sus bases teóricas y con for.mas narrativas sintéticas, directas, gue P€r-
miten separar, en apariencia, al creador de lo creadq su pra:
la
T.U R A Y S O C I E D A
D
forsra de la narración se .elimine Ia
persona; gue se desanolle el relato en priaera persona, el monólogo interior o la "puran' objetividad del hechq no hace 4l fondo del problema, ¡r¡nque como tdo dato de la técnica literaria, aporh adem¡is de progreros formales conquistas ceflno6citivas. Estos son elementos accesorios que por sí no diminan la visión alienada de la reaüdad. Y ésta es la verdader¿ tarea de la literatura coritemporánea: desmitificar, acabar con el idealismo, intürane a
la
la libertad, introducitn'do en d'contacto de la conciencia con la realidad una concepción del mundo que redescubra su esencia luchd humana por'
objetiva.
89
II IMAGEN PROVISIONAL DEL REALISMO
1. L¡
rsqNcrA DE LA
REALTDAD
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Encarar una defensa del realismo puede supone\ primera vista, una tarea riesgosa, tan atiarataHo está el concepto. Entre nosotros, desde que don Carmelo Bonet asumió el principado de la crltica con un €sforzado trabajo sobre el realismo literario, las cosas han ernpeorado al respectó, a pesar {o tal vea,
a
a míz) de que'su autor
se manifiesta partidario de é1. Pero, ¿qué significa el realismo para estos dóurines coru€wadores que se han apoderado del términó
y lo han'intoxicado de falsos contenidos? El realkmo equivaldria a una decisión restauradora de co. rriéntes literarias "normales" frente al desordgn "patol@ico" de la literatura contemporánea; en una palabra a la defensa de una retórica academicista vinculada con la cultura del siglo .XIX, previa al nacimiento de la experiencia de la vanguardia. Este congelamiento reaccionario (con el que coinci'den algunos que pr€tenden orientarse en el mai-, xismo), ha causado nucho daño a la crítica literaria.' Para comenzar a destruirlo será menester, sin ' que este trabajo agote la .ta¡ea, reubicar íntegra,
mente, desde
sus. bases,
al cb4cepto. Definir, entonces,
al ¡ealismo no como una nueva (o resurecta) preceptiva, sino como un intento de "aprehensión cons41
i:!ñ':'. .:.r'r
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R E A L T D- .{..8..
üÁ6tlN :PR&vldtoN.AL I)'E'L,'n.EA! ts Mo
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ciente de tendencias reales en la profundidad de Ia esencia de Ia realidad" y plantearse, antes que una interrogación estética, uni interrogación gnoseológica gue exprese cuál es esa realidad de la que el arte debe ser imagen veraz.
Hay una iealidad que se revela
inmediat¿mer¡te
: al contacto de los sentidos: la realidad de lo inmediato, de lo momentáneq de 1o fenoménico. ¿La ,, apropiación de esa reol,iddd será el objetivo del arte? prebaio de qlla laten, sin einbargo, otras caPas que
completati, le dan significado y valor; La realidad no ie agota en su manifestaeión exterior, la que le otorga sólo zu a¡:ariencia, que en muchos casos es contradictoria con su esenci¡a y que siernpre es su i¡nagen incompleta, en la medida en que 6e la conternpla en forma estática,,sin relación con la' lucha de iont¡arios que se desarrolla en su seno. El arte,' como parte tofaüzadom del proceso'general uru-tario de ap-mpiacién humana de la realidad, debe aspirar a eliminar las parcelaciones, a aprehender ese coln-
la
, :.' ,::
, ttos y grupos, ' ' , ' ' -
sociedad y,naturaleza actúan recípfocafltente, como una totalidad omnicomprensiva. corno funda' "Un problerna gnoseológico se p.lantea legisla entre que la estétic¿ para diálogo rnentaf el el artista y la realidad: eI de las relaciones entre el fenómeno y la esencia. Aquí, alrededor de este tema de lo esencial y lo aparencial, se han resurnido permanentemente los éiitos y los fracasos de la estéti-
ca; en cuanto la praxis artfutica --eliminado el ca" non exterior de la preceptiva- sólo puede ser enfrentada pata una valoración final, con la esencia vidald verdadera. La apropiación cle esa objetividad no puede pter'
!rcncia y fenómeno, porque ellas no son simples, ca,-tegorías abatractas del perwámiento humanq írno momentos de la realidad. De una realidald que po!ee, como una infinita geografía, üve¡sós grados ,:.-no estáticos sino dialécticos- que se van relativiza¡rdo sucesivamante. Así, cada esencia es, a la vez, ¿pariencia de una esencia nueva, hasta el infinito6. El a¡té ha intentado siempre revelar en su máxirira profundidad el conflicto humano. Es decir, el conflicto del hombre, como ser sociáI, que busca'su ¡eal hurnanizacün. Ese proceso es total; define a la lucha contra la-alienación y culmina en la destrucción áe las fomras opresivas desatadas por la divF kín clasista de la sociedad. En tal sentido, sin caer en inocentes optimismos, nuevo paso teórico"práctico del hgmbre significa una tentativa dolorosa poi no contradecir esa realidad, por entcnderla;'en última instancia, por ponerla a su servicio.,Ia gran conquista del m¿rxis: ulo es ésa, ¡rrecisanente: sobre la base de todos los parciales que forman el co,njunto de la cul6 En este pnoblema fúnda¡nental de esencia y fenómeel realismo se separa neta[rente del mecanicismo y del
alisnio.
"L¿ teorla y praxb naturalista
¿
del todo en la mayorla de loo casos" (Il marla critica lcttoaiia, Einaudi Torino, 1957, p. 4l). más adelante: "En cuanto a la literatur-a y a la de la¡ foocas dc decadencia, ellas suelc¡
a las.antgriores esta. falsa tendcncia: eir el lugar dc la rdera investigación de la esc¡rcia se ub.ica un juego andogfar su¡:crficialer que prescinden de fa" realidad
.. ),
éstas vacías con¡trucciones se
rellenan derpués de de-:
aaturalistal, ipp¡e¡ioni¡t¿s ¡ e&t ! las partcs inorgá!$tc conectsdas se agrupau eri una seudo u¡id¡d una cu€rte de mistificada "concepcióa del mun.
cindir del planteo exacto de las relaci¡rres enJre 42
l.lu-
-teñala iT.go?¡iga yapariencia y erencia de_ un modo rnecánicq dialéctico, en erta tu¡bi;a mezcla es necesa¡iamenla esenci¿ la,que ¡e¡ulta ensombrecida o aún hecba
4s,
*!,:' 4:: -';:.;':f' ;;; R E A L I S M O Y R E A L I D A-D' tura, pernite, mediánte el instn¡¡nento de su dialéctic¿ materialistá, "percibir la naturaleza tal cual es" (Engels) q dicho de otro mdq poner al servicio del hombre, de su libertad, el coirocimiento de las leyes que prtslden el desarrollo de la naturaleza y de la sociedad.
Así, la historia del arte se enlaza con la historia del uabajo social del-hombre. Con la historia de la lucha humana por la libertad, por el fln de 'la alie' nación, por la riqueza humana en el sentido triunfal que le ototgaba Marx: "El hornbré rico es aquel quc tiene necesidad de una totalidad de manifestaciones hum,anas de la vida, el hombre en el cual su propia realización existe como una necesidad interiof'' A partir'de ahí, del mismo modo como saldrer¡oa de la preshistoria social para entrar en la historia' tam? bién para el arte tendrá lugar el momento de la ex' pansión total, como salida para esa "necesidad inte' rior" que sentirá el nuevo "hombre rico", anticipado por el joven Marx en sus Manuscriúos de 1844.' Despojada la consideración de la'pra:
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;i h;t;",
prófundidad de la esencia de la realidad', co@d: Con los funda¡nentos de la praxis artlstica. Pero al
tt
AGE'N PROVISIONAL DX,L n EALISI'tO nargen de esta caracterización general del realismo, margen de considerarlo como método propio del erte, qued'a otra aspecto a precisar; el que más =in- Eresa a loe efectos de esté trabajo: el realismo corpo tendencia afiístico-cultural, enfrentado a otras tendencias, nutrido sucesivamente con los aportes totales de cada etapa del conociniento humano. El ¡ealisrno como tendencia, se va configurando alrededor de uno de los elementos que caracterizan al ¡ealismo como método propio del arte: la historicidad. Se nutre con elementos hi'stóricos dados por la crrltura de su tiempo y s6lo puede ser juzgado de acuerdo con eSa historicidad. La moderna crltica maírista.italiana ha precisado'con bastante er
ld
que se ubica como modelo del cual descenderlan todas las otras etapas históricas del realismo. Pertenece a Lukacs esa úobrestimación del realismo del siglo XIX crítico o burgués- que bastante perjuieio -llamado ha ocasionado a la crltica üteraria marxista. El valor de un Tolstoi o de un Balzas o de un Stendhal es
incuestionablg pero resulta ilusorio creer que elloó ? Véase: de Mrero
Dr
Mror'ar-r-r, La auanguatdia ar!ís-
tho dcl 900, Schwátz, Milano, 1960; de Ce*¡,o S¡u¡x*4 Miti c cosei¿nza dcl dccadentismo italiano, Eelttirelli, Milano, 196Q cspccialmente 8u Introducción; dc Ger,v¡No D¡l.¿¡, Vor.pn, Crltica dcl Gtsto, -lfilano, 1960; y en gcneral la colección de laFcltriaclli, revi¡ta r! Coatcploránao, sobre todo el númcro ll de 1959, en el ,,Los que Ee ¡esume el debatc que sobre
problemas d¡:l rea-
li.tao cn ltalia" tuviera lugar en el Instituto Gramsci,. y d nlrnero 18/19 del mirmo año, c4 el que puede halárú .
d
.,Vanguardia
-t€stimo¡io ¡otre las discusioné¡ icercá ¿J 'y decadentismo", mantenidas también en el Instituto
ci dc'Roma
br"-r,4,¿
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R.E:
A.L T.$ M O Y.. .R E A L I,D
A".D
han fijado un cariol etemo o que el nuwo realisno deba ¡er una sirnple prolongación {e aquéI. Esa ,4C', titud algo mecanicista ha perjudicado una'v¿lgracién' eficaz dól lhma'do naturalismo ioliano y, sobre todq de Ia vanguardia,- a menudo' identificada equivocadamente con el: decadentis¡no Qomo tendencia artísticecultural, el realismo se va rutriendo de todas las conquistas humanas. Defender esta coritrapo$ición entre el'mátodo realista y la ten' ¿l¿ncío realista, significa refirmar que la creación ar-': tística no está imEresta a paftir de cualquier modelo estético, sino que surge del seno de'la realidad de su tiempo. Hay, pues, un a,rrplio capítulo- para las re. laciones entre el nuevo realismo y la cultura contemooránea. que deberá ser exarninado más detallada-
in""i". uri capítulo que no- puede desconocene sin el riesgo de anquilosar la imagen del realismo-,,d-e transfo;marla .n ,rtt canon conservadoi inmóvil, li''
gado a una etapa pasada de la cultura. Es decir, sin' él riesgo de asesinar la esencia diná'mica del realismor. en nombre de su defenta.
2, Er. REALISMo corv¡o l¡Étooo ¿De qué manera actúa el reaüsmo iomo método? La-pregúnta podría suplantarse Por_esta_ oJra: ¿Cuil es lá esencia de la praxis artística? Si "el arte (es) la forrna más alta, la más pro ndamente elaborada, la más condensada de la apropiación por el hornbre de su naturalsza" t, s proceso omnicomprensivo e,lu,, experiencia hurñana no podrá resumirse linealgrentq' La definición, tantas vecés imprecisa, de forma, con-, tenido, técnica, tema, etc.' hace que la apreciación del proceso del arte se tiansform. uo ttttu e*presa dificil¡ s HpN¡r
L¡rr¡vr¡,
Suenos Aires, 1956,
p.
Conüb¿ción a la estéti.ca, ?rocyon' 79.
t*6
érización
- l' *
hombre en sociedad, Todo ho¡nbre posee una determinaila con- ' i-a cipcien del mundo; es dür, tiene una ¿"tñjr"JA" ,,'::,,: de
eSa p.raxis debe
partir de un examen del
.'._;;: ,
serie de valores que fijan su relación ¡on Ia reaiidad, que ordenan su co¡rtacto con otros homb,les, que le dan
'
sentido a su actividad. Siempre hay un nú'cleo inte_ lechral, determinado por r.rna culturá, que prteide las ' ' ,1 acciones de Ios hombres frente a ta reaiidail. y el ari.. asta &ba-ttebajar con toda Ia realid&, una realidad .,, cuyo sentimiento y se revelarán .n él ",.,yu "orrci.rrcia como forrra, como organización de determinados con_ tenidos en los que estárá presente su visión dehnr-undo. i,-..j, . :,,12 En ulw ..r este *¡¡r¡uv, sentidq Es parrese: rla ,:.I:.i es útil uLrl ra.qerlntclon la.definición Oe -Ia de I'¿vesg: pogfa es Ia im4gen clara de aquello que erl la gx_ ,,É
periencia nos pareció oscuro, mirteríoio, Orobl¿má_ ,t. tico". Frente a üna realidad aparencialmente caótica. 'eJ.qtista reatiza el proceso al-" ., *¡i "pr"rr"rriil;;;l del lenguaje de una cosmovisión que descifre, gue :. nombre, que dé sentido a 1a3 cosas rnediante.rn i,ect¿ '. l.;.i,:.
tabla de valores. Es el camino general del'conocimien- Í;,.,, ..,.-.jil to, con la difereneia que al a.tista no le interesa un a"P,Ttg parcial de la actividad humana, sino la to , , r=* talidad de esa ex¡reriencia e. .Como seiala Lúka;, , ,i.¡;
ha dcjldg anot-ad-os loe puntos de parrida fi'', -,^,1_,1l"gy caracterizan al hombre-artista, a quien de_ :lologlcof .que pol- era capacidad totalizado;a de la: :_,.i1" 11le:,.P¡€9uame.ntg: experrencra rea.l. "La vida rnue¡tra con toda evide¡cia _-di_ : 1,;r".,-¡ ce Pavlov- que cxisten dos cla¡es ¿e p.rrorr"si los artis..... tas y los pencado,res. lJnos, los artistas áe todo 1' ;rs¿";*, ,. múricoc, pintores,-e-tc., abarcan la ,ái¡,f,.J-i.i.sr; , :ft"".1, : tal .cual., .l Ploq"_., la realidad viva, sin fiácciona¡¡ieito ,':,¡d, y's¡r¡ drsociación. Los otros, los meditadores, la di¡ecan y ,. ,] '
la matan, qpn pí decir, hacerr de ella p.*irorü-*t. r.e3quekto y la juntan de-núev.o, pedazo por pedazo, edor_ e¡tcramente ?á"qof _p-o,r reanir.aila, lo quó no "o".igrr¿ri del artirta con l?To: Y lueS'o de relacionar la actividad Ia forma de apropiación de la re¿lidad.que üenen los
, 4.7
nifios,
,
:.
1.-'
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:_li¡: ,r.¡'€
R.
n.EALISMO
E A L I.D A
D
"caÁa parte'de vida representada en el arte no 90rrespoide a alguna parte determinada de vida, sino r un" totaüdad particular de la vida" 10' Pgrque l9scontenidos no 6o,n otra cosa que la rtalidad tomada sintéticarnente en deternrina'da circunstancia ; realidad que tenderá a la conciencia en la medida en que vaya to,mando forma. La forma es el modo en que el sentimiento y Ia conJciencia de la realidad aparecen en el artista. No es otra cosa que la síntesis.oqgánica de todos los contenidos que iijan la relación del po.eta con la realidad' EI poeia trata'de hacer comprensible para sí,mierno la te"tiapa que lo -rodea. "El acto de la ppesía -dice' Paves)- (. . .) .t una voluntad absoluta de ver claro, de reducir la ratón, de saber". Este Proceso se le revelará a él como forma de conciencia y nunca podrá 'determinar dónde acaban los conteni'dos y dónde comienza la forma. Una'colrcepción escolástica ha pre' tendido separar, acadénicamente, a lon contenidos de la fonr¡a alrtística. La operación es imposible y en la me¿ida en que se trata de hacerla, se paga el grave error de habei confundido a la lorma con lftécñica 11' y a las contenidos con la argumentación ideológica concluve: "Tal rcproducción integral de la realidad es inac' la humanidad ofrece tan ragran pensador y-de un gran un de ei espectáoulo ramente -; rrná misma pcrsond;. Obias Escogiildr' Quetzal, ;ttttt
cesible'al pcnsadoi. Por ello Bucnos
Aires, 1960, p. 500.
ro P¡ol¿Bomcni Roma, 1957,
p.
L
cit¿ de Greuacr para fiia¡ con cla¡idad la relación dialéctica que une al co¡tcdel ;d" con la forma: "¿Se puede habla¡ de una prioridad ;;;;d. sobre la fonmai Se puede habla¡ eo este lcntido: quc la obra de a¡te es .rn pioccso Y- qrrc los camlioc-.-dc il"t""i¿ít"" tu-Ui¿" cambi,os de foáa; Pcro e! már "fÁ;
i"bil
!
Existe una unidad'esencial entre los contenidos y la forma, en la que la primacía está dada por los contenidos.en tanto son ellos los que fijan la rélación del poeta con el sentido de la actividad humana total; pero una vez transformados en producto artistico, esa totalidad no puede descomponerse en elementos simples, porque los contenido"s serán ya forma; es decir, que determinado momento de la vida en la apreciación intelectual y sentimental de un artista, se habrá convertido en forma de conciencia y en qxpresión de ella. Esa expresión se logrará por medio de las técnicas. Es claro que no se trata de un proceso escalonado sino simultáneo y que la séparación de todos estos elementos que actúan corno unidad, sólo puede hacerse Provisionalmente a efectos de entender la dinámica de la praxis artística, de explicarla de acuerdo con las premisas del pensamiento lógico. El papel de la técnica es importantísimo a efectos de permitir que loB con. tenidos se organicen en forma. La unidad entre pensamiento y lenguaje explica esa importancia; todo lenguaje es realidad'inmediata, del pensamiento, apun-
ta Marx. I-a condición del artista es saber dar el nornbre adecüado a las cosaS; el poeta es finalmente un nontbrador,y como Ia palabra ás el vehículo de la conciencla, el triunfo del poeta está dado por su capacidad de descubrir relaciones, perfiles, matices secretos en las cosas, que antes de él no éramos capaces de percibir. Pavese; a quien seguiré_ a menudo en estas
un'¿stética marxísta, Editori Riuniti,
235.
11 Creo que nada mejor que esta
"if"
IMAGE,N PROVISIONAL DE,L REALTSMO
de conrcaido quc'h¿bla¡ de forna, porque el
al
contenido puede ser resumido lógicamente. Cuando se d'ica que el iontenid.o precele a la forma se quiere ilecir, símplimente, qu¿ en ta elabor¿ción las tentatiaas suc¿síaas t¿ Plaserrtr.;n con el nombre de contenido J, ,to, otro. El primet contenido qae no satisfacla era también form'a y, ¿t ¡ealiilad, cu,anilo sa aJcanza Ia "forma'" satisfactoria, tombién el cdnt¿n\do es otro". Letteratuta e uita nazionale, ed. cít', p, 61. (El subrayado me p€rtenece),
4e
N,EALISMO
Y
RE,ALI
DAD-
notas pgrque pocos escritores contemporáneos se ac€ica¡on con mayor lucidez que la Euya a la descripcidir' ¡igurosa de la praxis artística, precisó esta luminoiidad delr oficio de poeta: "Todó poeta,se ha angustiadq maravillado y ha gozado. La admiiación por un gran pasaje de poesía no se dirige nunca a la pasmosa habilidad del poeta, sino a la'novedad del deicubrimiento gue contiene Inclusive cuando sentimos un latido de
alegría al encontrar un adjetivo acoplado con felicidad a un sustantivo (sin que.uno y otro se hayan üsüo antes juntos) r. no nos asombramos por la elegancia de Ia combinación, por la presteza del ingenio, por Ia habilidad técnica del poeta que eso logra, siio.nos ma¡aailllamos por k nucoa realidad que ha sido ilaminadd'12. , La historicidad del atte se manifiesta con particular claridad en el desarrollo de la técnica expresiva. Ella desempeña un papel decisivo dentro de las mediaciones a que el artista recurre para organizar los contenidos, para in-formarlos. Pero en la medida en que el proceso de elaboración se'convierte en pro-
ducto de afte, las técnicas, como todas las otras me- . l diaciones, se funden en la inmediatez natural con que el objeto artístico se presenta a la sensibilidad. Én la medida en que las técnicas actúen independientemente, en que adquieran autonomía, la obra artística fracasa. Lo mismo¡ucede con las ideologías del poeta, por ejemplo, y en general con aquello q,r" .tt arte no vuelve a resumirse en ese todo que es la forma, la estructura de determinados contenidos. Si la hipertrofia de las mediaciones ideológicas determina la llamada
literatura de tesis, la auónomla de la técnica ¿con r$pecto a los contenidos a e4ptesar es el origen del u2
EI
otieio dc viaír, Raiga¡, Bueno¡ Airer, 195?,
50
p. ll..
-r'uAe3N PBOVTSTONAL
D
EL Rt.üLilr¡(O
manicrísmo. La técnica, no integada coino forua, deviene manera 18.
La manera re impone desde afuera al artista craa- '. dor, como una categoüa estereotipada usada para resolver otros contenidos, independiente de la materip a er(presar. Es el aspecto parasitario de la experiencia arústica, el lirno gue una cultura va dépositando en su transcurso. Por eso, afirsra tukacs, en la base de la auténtica.praxis artlstica ge halla csta prcoiisa: "IJn artista debe rtaacer como artist¿ creador frente a cada nuevo contenido''
r'.
Esta hipertrofia de la técnica no puede traer @nsigo el desprecio hacia ellar-en cuanto se F¿ta de una
de las mediaciones más importantes para permitir que,los co4tenidos se conviertan en forrna de conciencia y en "claridad para todos". Ese será el triunfo del
poeta; un extrañq poco co'mún, triunfo. "Sqn rarc¡ 'los creadores que sabn Pavesehacer coincidir lá profunda exigencia formal, implícitaqn la huella de su más rernoto contacto con el ,mundo y lor medios expresivos provistos por la cultura a toda una
*anota
generación'l.
El producto artlstico se irnpone como actb, coño frasmcíd, como totalidad. La relación, del artista social que pertenece a uria clase, que dene -hornbre una biografia y gue está marcado por una concepción del mundo- con el ambiente humano y natural, se irá sintetizando y tipificando por medio de sucesivag
rr E*o
neda tiene que \rcr con
cl
estilo barroco, pro-
pio de una época cultural. Efectivamente, el baroquirmo c¡ un ,rtiro,' c¡ decir, la erpresión individual de dcermi'
¡ida concepción del mundo. En d, como.producto artfiti. cq er legftimo, cn cuanto e¡ funcioad. Otro problema'e¡
d
de cu validez cultural, en confrontabión con la rcalidad,
t1 Ptolegomcni..., ed. cit., p. 51
166.
REALISMO
IMAGEN PKOVISIONAL DEL REALISMO
REALIDAD
mediaciones, hasta. adquirir esá unidad esencial de conteniJos-f'orma-expreiió?4 que se manifiesta como
objeto, como totalidad omnicomprensiva de un determinado momento en la re:lidad. Durante el procesó nue concluye en Ia obra de arte, ha participado la inte-ridad vital del creadcr, entendida también como relación entre ella y una cultura determinada. Sin embargo las. mediaciones deben desaparecer y todo lo mediato fundirse en la inmediatez primitiva, natural. 'La forma (es deeir. el producto artístico t:l como actúa sobre nuestra sensibilidad) es así 'rretorno a lo inmediato, al contenido, a lo que éste tenía de inicial
y ftn.larrentil"
'
forma de la conciencia social, no se confunda con otros aspectos del conocimiento humano 1?. , La, actitud creadora en el arte es, pues, la apre pjación de lo real. Se trata, entonces ie una forma de conocimiento humanq aunque no se confunda con otras ni se subordine a ellas. Pero, como parte del proceso unitario del conocimiento teórico-práctico del hombre, no existe poesía (y uso el términó en su sentido griego, como poiesis, comg creación) sin un núcleo intelectual que seleccione, desbrocer'tipifique. El núcleo intelectual de la obra de arte se manifiesta especialmente a través de la categoiía de lo típico.
15.
Se trata, entonces. de una inmediatez reencontrada a través de la elaboración racional y sensible. Por eso el arte. aunoue como producto intente redescubrir la rea!:dad desnuda (la realidad "tal cual es") no puede Iimitarse a la copia inmediata de esa realidad. En prlmer término, porclr¡e la aoariencia de la realidad no
coineidr "eon su e-encib 16. en segundo, porque es sólo sobre la base de esas metliaciones cue van organizando
Irs contenidos.
o_ue la dialéctica de fenómeno v esencia se va cumoliendo hasta poder alcanzat las tendeni:;as más. nrofi¡ndas de la realidad. EI reencuentro con lo inmediato que el arte.propone, supcne el enriquecimi¡nto de la captación de 1o real por medio de la elaboración del primer contacto sensible, natural. Perc' al finalizar esta elaboración, el producto debe ser, iambién sensible y natural, porque debe actuar como presencia emocional directa, para que tl arte,. como
15 L¡,re¡v.R!, Cont¡ibucihn z
ld estétíca,ed. cit. p.
115.
16 Manx resume en una frase notable de sus Manuscri tos de 1844, esa contradicción: "Si las cosas fueran tales
como parecen, la ciencia serí¿ inútil",
52
cional es_la que le otorga su extraordinario'p6¿", ¿" municación. La obra de arte no se concibe sin el especta"* .dor -que cargue de fentidosr a su vez, la iluminación que de determinados contenidos de la reaiidad ha realizado'ei artista. Hay'pues, un nivel creadort en el qne escucha o . contempla una obra de arte, nivel colocadé a la altura de su sensibilidad, de su cultüra, de su .,biografía,', en sueiplica la relaryq. Esta capacidad recreadora eé la que -personal.
tividad d'el iuicio estético, su carácter imposible "demostrar" a otro, racionalriente,
Suele ser
por qué ra-
zones "debe" gustarle tal o cual producto aitístico. E6ta relatividad no significa la mue¡te de toda valoración objetiva, pero obliga . a planrear el problema de las condiciones de la comunicación en un terreno eminentemefite cultural. El distanciamiento que sxiste entre eI artista y el qpectador .eventual derir¡a de la situagión prcpia de la' so-. ciedad dividida en clases, en cuanto ella -peiturba el indisp_e_nsable punto de partida para la idad que debe
establecerse entre ambos protagonistas "om,rt del fenómenó del arte. Ehrenburg ha escarbado en .la icndición del lector soviético, a_ rnenudo superior a la obra artística que se le ofrece olrece (véase El Et trabajo trabájo del det escritor, e ediciones de Cuaderlnos de Cultr-rra, Bs. As., 1954). Recitntemente, desde otro otrc punto-de vista, el crítico español José María-Castellet se h¿ referido al diálogo entre lector y autor,.sus conclusioaes son particularmente inüeresantes todo vinien-g6!¡s do del sofocante recinto español- en ouanto reconocen cl condicionamiento social del problema, pero s9 diluyeo -ta _
finalmente por una concepción rctítica ¿é
58
UAettza,
í.ta
,
:¡::,.
:rr.:.ii,;¡
;'l::.:¿* ::1:':
r D.A I} cl momento en que la actividad arústica Pretende ep¡ehender el contenido tótal de la vida tornado en la slntesis de sus fases, la fo¡na o cl producto artistico debe ser la culminación {e un largocamino de selección, de universalizaciín Y ad como el concepto o la,ley resumen lo universal en el plano de lo científicq ila imagen típica hace lo propio en el p.lano de lo estético. La categorla de lo tlpico earDesde
prem lo-tendencia fundasrental que se puede encontrar en cada simple fragmentorde la reaüdáil. "Cada uno es un tipo, pero al mismo tiempo un individuo distinto; "éste", como se expresaba el viejo.Hegel, y asf debe set'', anota Engels
18.
Pero lo típico en cuanto expr*a tendencia¡
profut
das de la realidad, no puede emparentarse con el pro-
medio (de ta manera que lo entendió la estética naturalista), ni tampoco con el personaje áhtracto, por,
IM,AGEN PR.O\ITS¡ONAL DSL t¿\^oz de las ideas del autor
o de zu.grupore. 'El tipo porque en él convergen y se entrelaz;ü en viva y contradictoria unidad todos los tra¿os sa, Iientes de esa unidad dinámica con la cual la verdadera üteratura refleja la vida", dice Lukacs. y agrega: Íen la representación del tipo, en el arte tipico, se funden Io concreto y la norrra, el elemento úrrmano eterrio y el históricamente determinado, la individualidad y la universalidad social" 20. Fenémeno y esencia reciben¡ por medio de la idea de lo típicq'una solución dialéctica; quiere decir ello que el devenir de lo real sélo puede ser fijado por el arte a través de'la-síntesis de todos sr¡s momenios. f,,1 ¡¡¡¿¡s¡i¿lisño dialécticq en cuanto coincide con la objetividad, puede resolver definitivamente el problema de las relaciones entre el arte y el conocimientó; así co¡ro el de la expresión del conflicto entle fen& meno y estncia, entre lo real y lo apar€ncial. De ahí
_ se caracteriza
'
.. le L¿ jmageg tlpica en el reaüsmo
que Castellet parecü no c¡tender como lucha por elimlanr causas reales de la ¿lienación humana, como e¡a bat* lla human¿ por consEuir.al "l¡ombre ricot', ávido de 'l¡u¿ totalidad der manifestaciones humanas de la vida'' que hc rtcbrdado más arriba. (Véase JosÉ M¡nfr Cesr¡L¿¡t
la¡
Li
horu del lector, Seix Barral, Barcelona, 1957.) E¡tas
consideracione¡ '.¡culturales'l de
la
comunicaciéa
y el juiclo
crtético, debea completa¡se con otras razone¡: las' po. dc¡o¡a¡ y profundar rz:zones de la subjetividad de cada 'leslrectador". tog sratices,.del juicio estético re relativiian,
de tal modo,
'haeta integrarse con
l¿¡ "¡ece¡idades" vita-
lc¡ dc cado ¡er humano. Pero el a¡áli¡i¡ de e¡to lleva¡l¿ a un, tErreno que no podría acouleterse ahofa: el dc una prl .cobgf¡ del juicio estético. Esa psicologla es, rin cmbaigo, ls única posibiüdád dada para entender al a¡té como c¡. tfmulo para las últimas "razoneC' de loc hombrcg.1s
Me¡x y 8norr.s, Sa¡ la litcnatuc ct l'a¡t, Editiou p,314.
Socialer, Parir, 1954,
st
R¡r r.rS.Úii
eupone la.exegera.
ción co¡sciente. Dicho de otra manera, no Lay arte sin:,da formación" de partes de la reslidad,'que es.meneste! exa. gerar a-fin de captar la esencia del'todo. La ,.media esta, dfutica", que está en la base de la estética naturalista, ro. lo permite ver la'apariencia dc la rcalidad, tro 8u3 capat
profundar quc son las que
al arte
interesa- iluminar. i.or
perfodos intensos de la historia del a¡te coinciden ¡iempre cou momentos "expresionista¡"; iror eso cl. cxpresionismo no puede ser definido como unÁ escuela o una po& tica prescripüva. De todos los movim-ientor surgidor a partir de la crisis de fines del siglo pa-sado, el expresioniemo ha rido, seguramente, el más rico y complejo, cn cuanto más que una rebelión "for¡¡¡al" fue una rébelión ..conteni.
dista'-l. Es que
el expresionismo e3 una constante dcl a¡te qub se fusiona con diversa¡ corícepcioner del mundo y cu. ya presencia marca" casi riempre, a los perlodos cn loi qur la experiencia artística está más ,unida a una necesidad cuhural, a los monentos eo que el artc mejor re intcgra dcntro {cl prooe¡o general del co¡ocis¡ie¡to bumano. ú II msri¿mo e k títioa lattanrh, cd. ci,- p, 45, 66
'
SM Ó
Y
R E A L,T
IMAGEN PROVISIONAL DEL REALISMO
D
la'importancia que el realismo como tendencia busca darle a la idea:de tipicidad: "realismo significa, a rni
entender,' (. ..) la reproducción fiel de cuacteres' picos en circunstancias típicas", señala Engels 21.
tí'
Pero en la 'medida en que al afie'siempre busca transformar en sensible la esencia, la preocupación ó inconsciente- por lo típicq participa -consciente de toda praxis artística.. No podla ser de otra manera, poftlue el proceso de lo típico se fusiona con el de la forma artistica, con el que lleva a la organización de los contenidos. Dice Carlo Salinari: "...las palabras, los colores o los sonidos que comPonen una obra son sólo el punto de arribo de un largo camino durante el cual la ideologla, la experiencia histórica y huma¡
na, la cultura, el análisis crltico, han permitido al autor escoger en la realidad algunos trazos típicos, concretarlos en la selección de un aigumento, luego en la articulación de ese argumento en situaciones y figuras, hasta llegar, a los elementos más minúsculos y concr€tos de la página, del períodq de la palabra.
o'
f;;
,,
317.
Conternporáneoo febrero-marzo' marxismo
tomá de partido. El arte tiene, entonces, un contenido ideologico; expresa determinada cosmovisión. El réalismo moderno lo único que hace'es ampliar el .horizonte'consciente de esre hecho inevitable. Pero al mismo tiempo que afirma esta intelectualidad de la
57
que la intuición juega en el
Mrp:r y Ewcrr,s, op. cit., p.
It
nocimiento, con una metodología objetiva que des' carta el papel de \a taz6n en beneficio de. la pura y mág¡ca intuición. Hay un núcleo intelectual derivado de la concep ción del mundo del autor; hay pues una insoslayable
56
pap.el
arte como en todo proceso del conocimiento. La intuición como método subjetivo de trabajo se integra como rnom.ento del conocimiento en la medida en que se trata de "la brusca entrada en la conciencia dé 21 22
artísfica, porque el proceso de in-formación de los contenidos es siempre actualización de todas las vivencias del creador, incluidas aquellas alojadas en el sub' consciente. Pero no tiene nada que ver con una concepción irracionalista del proceso del arte; no Puede confundirse un método subjetivo de trabajo que habrá de integrarse en la racionalidad general del co-
c la...,p*. 43 y ss.
sepáración, antiguamente trazada por Lukacs, entÍe el arte como intuición sensible en contrapo:icidn. con la ciencia que operaría conceptualmente 23, no puede
el
p.roceso de reflexión hasta entonces subcoirsciente"
(tukacs). Esto tiene gran importancia en la praxis
praxis artístrca, descarra toda exteriot uoluntad de probar en el camino de ese proceso. Es decir, rec)taza lo que se ha dado efr llarnar literatura de tesis, en cuanto ella contraviene la calidad de lo típico como especificidad artística, para reemplazatla pot la simbología abstracta o la media empírica. El arte, como forma de la conciencia social, tiene un sentido tan profundo como el conocimiento y ttata de buscar relaciones directás con la rea'lidad, transformando, como quedó dicho, todas las mediaciones en inmediaticidad reencontrada. Es decir, €l arte debe partir de los contenidos, para volver a ellos en el resultado de su proceso que es el producto artíttico. Si en cambio tráta de transformane en portaaoz smsi.ble de otros sectores de la conciencia social, está partiendo de. formas ya adquiridas; está negando la esencia misma del arte como elemento particular del trabajo unita-
Todo el proceso es, evidentemente, un proceso de elaboración formal" 22. . Este camino de selección no es azaroso ni exclusivamente intelectual. Si bien no resulta convincente la
desconocerse
un
de 1959, N0
11,
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rio del hombre por ¿p¡opiarse de la realidad. Esta cspecificidad del arte, negatoria de la abstracta voluatcd de p,robdr, está ya definida por los propio! clásieos del man
comunican su parecer, en cartas diferentes, y ambos coincider¡ en una apreciación. Le escribía Engels; " . ..los principales personajes ¡epresentan, efectivamente, clases y corrientes deterrrinadas y, pcr coüsecuencia, ideas detemrinadas de su época y los móviler de sus actos no son pequeñas pasionei individualesr' sino la corriente histórica que los lleva. El progresq sin embargq consistiría.en ilevar esos móviles al primer plano de una maner¿ más úiva, activa; por asf dccirlq natural en el curro de la acción misma y gue, por el contrario, los discunos de argumentación (en loB cuales he reconocido con placer tu antiguo talento
de abogado inútiles" %.
Por
I artp está dado en la r¡cdida en que su p'roducto ne! contradiga la esencia dc lo real y, en cambio, ilumine honduras todavla confu¡as del hombre, pero que lar ilumiúe como acto enocional, como presencia tota-
y unitaria, en la gue nuerioa contenidos: afectivos, biolégico, ideológicos y prácticos sean descubiertos y comunicados hasta transforma¡¡sé-en."ver' lizadora
dad para tod$".
3.
Lo que hasta aquí ha quedado ligeramente ebozado es el concepto del rcalismo como método propio
del arte, como condición de la praxis artística. Pero estas precisiones no alcanzan para valorar el otro asp€cto del realismo'el que más interesa en estas notas:
t el realismo
en la problemática de lia cultura poráneo
--El
90 Al referirme al realisrno como tcndenc¡¿ cn ls, lite" ratu¡a ootrtemporánea, me refiero, obviamente, i lo quo re ¡e ba ha lla¡sado llor¡tado r'¡sali¡rno embar¡o. Prefiero- rin sin embárgo, "realiamo ¡ocialista". Prefiero, go uq¡ cra calificaeién, porque me llarece provisio4al 1v li¡niativa.. Segr.tameüt€, linitati Segr.namene, en ru origqn yacc el deseo de independizq al ¡uevo ¡ealismo de la imagcl tradicional que del realismo dio el riglo XlX. Pero cr probablq que, esa
ú
-
iatcació¡ dc de¡li¡de haya tenido algo que iatcació¡,dc que-ver cog. co¡ el coa. ver go¡ cepto jerárquico que ubica estáticame¡te al reali¡mo en lo
bue ¡olo fue uno de sus'monento¡: su¡'momcntór: d al burgué¡ bu¡cuÉs y v ¡o no cD cn ru .totalidad, sino en rtra et4pa. La tende¡cia rcali¡ta hr
-
% MA¡¡ y Exolr,:, op. cit, p.
t¡ fd. p. 306.
309.
existido riempre y ha. ertado ügada, cada v@, co4 la co¡¡. telació¡ rocio-cultural eD quc ttwo origen. Habrla, pucr, que
-
cnco_ltra¡ una calificación- para cada
tomei¡to lLi¿rici
¿el
rcdirmo,'ya que este cr un p"occro general del lrte vincu. lado con el grado de decarrollo del conocimiento huma¡o. Segfa cual rea é$g ol rüa¡i¡oo arume profundid¡dc¡ di¡ra.
''t. 6E
y el arte conteln-
26.
L."ho de. que siempre el proceso arttstico se proponga aprehender lds tendencias reales en la esencia de la realidad, no significa, de iringún modo, que
su parte, Mam le expresaba
lu
como tendencia artístico-cultural, opuesta
a otras tendencias artlstico-culturales; es decir, inserto
y tribuno), se vuelvan cada vez más
siritéticamente: . "Tú habrfas de-bido entonces, muy naturalmelt€ sñakespearízar un poco, más, pues considero como una gran falta sehílleúzqción, la transforrración de los individuoe en simples portavoces del esplritu del si" glo" 26. El reproche vale thmbién contemporáneamente para muchos autores que, adhiriendo al marxismo,. no ., alcanzan a comprender las difertncias que separan al, arte de otras formas del conocimiento; que no advjertén que si la política surgc de la realidad, de ella también surge el arte, por lo cual éste no puede concebirse como una ilustracióo técnica de las farmas ya elaboradas por la ideologfa, sino como una ¡ecreaciért sensible de cantcnidas de la vid¿. El {riunfa, del.
B¡. REAr.rsMo coMo TENDENoA
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R E A L I S-M
R E A L I, D, A.D
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toda manifestación artÍstica sea unitariamente realista. Apreciar las cosas así, sería ignorar el papel poderoso que las ideologías (entendidas como proceso de ilusión, de mistificación, de falsa conciencia) juel gan no sólo en el arte, sjno en todas las formas del conocimiento humano. Eltas ideologías, que separan la conciencia de Ia realidad, la práctica del pensa-
miento y que caracterizan, en general, al idealismo y abenación filosófica, tienen.su origen en la estructura de la sociedad. La alienación humana no es un fenómeno espiritual o eterno; tiene raíces sociales
'ala
y por tanto, soluciones sociales, no éticas o filosóficas. Las relaciones del hombre con el producto de su trabajo y con el trab*"jo mismo, en Ia sociedad dividida en clhses, son el basa'mento social del que surgirán todas las formas de la alienación: como iituación del hombre y como ilusiones derivadas de esa situación. Las ilusiones separan al hombre de la realidad pro.. funda, impiden una identificación de la conciencia . con el desarrollo dialéctico inmanente de la naturaleza y la sociedad. Esta es la nota distintiva del idealisr¡ro, el que, sin embargo, a través de la historia, no puede ser simplemente definido como una colección absoluta de mistificaciones. "El ideaüsmo filosófico ---señala Lenin en sus
C¿ra-
f,¿yn65- és un creiimiento unilateral, una excrecencia, una redundancia de uno de los rasgos o una de las facetas del conocimiento que termina exageradament¿ en lo'absoluto, despegado de la materia. . ." En la historia del conocimientq el error y Ia verdad no 6e separan abstractamente; sometida la conciencia al vasallaje del punto de vista de la'alienación, rnitíntras
por un lado se apropiaba de uñ "trozo" de lo rea!, simultáneamente disimulaba otros aspectos de esa realidad, desbaratando el conjunto. El error, la mistificación, consiste en esa transformación de una verdad
60
IMAGE,N PRovlSIoNAL
bEL REALIsMo
parcial en verdad absoluta. EI rnáterialismo dialéctico, al restablecer la visión de la realidad ';tal cual es", le da al ho,mbre los instrurnentos teóricos para una praxis social que terinina con la causa histórica de la alienación. Es el punto de transformación de ,un largó procesq humano en el que la conciencia se divorció. parcialmente, de la esencia de la realidad. . En la historia del arte no están ausentes esas contradicciones. Pero en cuanto todo artista auténtico, sea cual fuese el universo de ideologías que lo séparen de l¿ verdad de la vida, se pppone aprehender eleülentos profundos de Ia realidadi las grandes obras siem.pre lroseen mommtós realistas: Son ellos los que las hacen perdurables; no los prbjuicios o las ilusiones del creador. Forzando un poco las comparaciones, p-odría decirse gue del mismo modo que los grandes científicos han sido dialécticos sin sabeilo, los grandes artistas han hecho siernpre realismo a pesar dé ellos; a pesar de que en sr., *-oro.nto histórico no se identificaran conscientemente con la tendencia realista de la que erán contemporánéos. Toda ideología tiene un elemento de mistificación y otro de conocímiejnto: en el gran arfista es siempre este último el que pesa más.
Bl nuevo realismo, identificado con la cosmovisión . dialéctico rnaterialista, no se propone una poética
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prescriptiva determinada
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; es, simptemenie, el árte de del mundo, que coíncide, con Ia obje_ -concepci,ón tiaidad de lo real. Busca, a partir de una tendmcia clavada en la realidad contemporánea, restablecer ín_ tegr?mente el diálogo total del arte con el mundo del
homtbre; restablecer-al realismo como método propio
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del arte.
El realismo como rcndencid es una corriente culfural que expresa, en general, una actitud filosófica frente- a la realidad! pero que puede dar, en particu_ 61 Il&i, .i-.
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A L I D'AD
IIAC'3N PBoV¡$IONAL I'EL REALIEl¡O
lar, resultadc de dispar valor artlstico, seg{rn sea [a capacidad de quien lo ejerza. Pucde sn ¡nús aaliosr, una ncgdeün qúe una afirmación:-un grdn asctítor, en ,f¿ltima instoncia i.dealista, que un m¿diocre wc* tot qud adhi,ere.al realismo. En el primero, la búsgueda de la verdad asume estremecimientos patéticos gue iluminan mqnentos de lo real con ve¡dader_a Pro-. fundidad emocional; el segundo, aunque parta de una verdad filosófiga, si no logra recrearla en presencia eurocional, en naturaüdad reencontrada, en forma at' dstica concreta, fncasatár poryue no se habrán inte-
;de Ia forma, equivale a una violación de los principide i'dcl proccso'del arte g por lo tanto, del juició estéúco.
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La funcién 'lritil" del arte no puede ser juzgada desde las posiciones del "utilitarismo", pueq la utilidad de producto artístico no es algo que orista fuera de
¡u
La definicién del realismo como tendencia contema una cosmovisión, descarta toda :preceptiva, ya sea ella técnica o temática. Asl, el cribrio de la "comprensibilidad" no puede ostablecene, por sl solo, para la determinación del, carácter realis, ta de una obra de arte. Estc problema de la comuni, cación es demasiado ccrrplejo, con causas profundamcnte adheridas a la estructura de la sociedad, como ¡n¡a que pueda ser ¡esuelto por simples medios de crpresión técnica. El real disianciamiento entre la *lt"1a popular y la cultura de élite,'sólo podrá ser tsuelto por la pra:ris social: por la tra¡rsformación Ias estructuras opresivas qué han determinado esa :tura. Eso en general; en- el plano concreto de.la cperienqia estética, tampoco la comunicación derirr¿
''
Sradq log elementos mediatos en €sa síntesis Eryresiva que es el objeto artístico a. I¡a común contraposición
de ciertas "virtudes" del contenido
a los 'tefectos"
¡? Dicc Gneusc¡: "Dos re¡critorct puedet reprcrentar éI mirü¡o mof¡ento bi¡tórico-¡ccial, eiendo el uno artista y cl otro ng. Agotar la cue¡tión limitándose a describir lo que ambos reprerentan o cxpr€saa socialmente, o'rea, 'de relumie,oo un detcr' do de una u otra fomra, lac caracterfstica¡ minado mornento histórióo sociat, rignifiá no rozar,ri' guiera cl problana artl¡tioo. Todo e¡o puede ser útil y a3' ósario y éiertamente lo es, pcro cn otro campo, en el de l¿ cr{tica política, do la crltica de costumbres, en la lücba ser¡timigntol y y ¡úper"r conie¡ter de sentimieatos por dc¡tn¡-ir v ciertas corrientes uor súoe¡ar cierta¡ 'postuta¡ resPecto de la vida y el muai¡ecacias, ciei'tar do; no c¡ crltica o historia del arte y no ppedg ser prteren' de confusio¡ismq retroccao o e8' tado como tal, ro pena -concepto¡
uita ¡azionale, ed. cit., p. 6)' En una la cárccl, define más sintética,mentc €ste concepto que tar¡b importancia adquiere p:rra la fun da¡rentaciéa dé una crltic¿ litcta¡ia realista. Scñala allí, rcfirié¡do¡c a un übro y a uD autor-al'gue cD otra cart¡ babl¡ eniuiciado: "Acago yo haya separado el placer cst6
ü¿; def juicio poritivo dc'bellezá a¡tistics o seá, cl cstatlo ial, delt ciii-¿llii-ill"i^ii io, la ob¡a do a¡tc cotnorwnilo üeo1 tuúa¡mo morul o di la coparüclpación en cl lósüo d¿l arrisra, ¿íl¿¡a¡¿iació¡t lsta qvo mc poacc orl' tiiamc¡tc jasta l-nccásaiiau. (Cartas tl¿sde la cárccl, l.qtl' taro, Es. As. 1950, p. 271): El subrayado mc pc¡tcacce. 82
8E
cientlficos, o sea, precisamea-
ta¡camiento dc lo¡
tuÁ".
(Lettcrdrrrd
dc su¡ Cartds
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¡roránea vinculada
dc Ia simplicidad de las técnicas, sino de Ia capacidad ica del poeta de uer claro, él en primei lugar, gue esa claridad pueda luego ser de todos. Bl ) es, en tal séntido, una de las negaciones-del un¿i forma de demagogia artística o de inoacÍdad real del crtador. El populismo se basa en eternización de modos culturales que a nh del há.!oy .$._lu perezosa tradición, parecieran ser 'gs'-'. Esta actitud niega, por un lado, la aventura de la expresión, que .s e*"ttchamienüo de riqueza humana.'Y por oEo ladq parte de la ilun de. supgner que las formas caduc¿s de e¡presién gd, a las que el ,.pueblo', puede haberü habido, son por- ello. popllales, siendo que su origen éIite es el mismo qua el de las nuevas orperieorf"",
,te. l¿ no obtención de Io¡ fines inhereqtes a la lucha cq¡'
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belleza estética.
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B,.E A L I S M
IM*Gf,N FROVISIONAL' DEL REALIsMO
REALIDAD
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con la desventaja que aquéllas ya están perimidas
o
superadas como excrecencias retóricas.
Otro tanto puede decirse de las imposiciones temá' ticas. Desde el momento en que cada hecho particular debe ser en el arte la sintesis orgánica del rnoümiento de lo real, cualquier tema está abierto a la posibilidad de la tendencia realista. Todo depende de la concePción con que el artista,'como hombre, se ace4lue a ese aspectó de la realidad, Su concepción del mundo estará reflejada en todas sus obras, porque el proceso seeírn el cual los contenidos se estructuran'en forma esl in'evitablemente, un proceso de selección intelec' -tual, un proceso de tipificaciónl Es claro que esto no
'
se dará nunca plácidamente, sino en medio de tensio' nes y de contradicciones, sobre todo e¡r la actual etapa
de transición dentro del mundo capitalista' Pero
esas
tensiones.no pueden ser desechadas por el creador, sino asumidatJ potqn" el arte es una forma de acción y de lucha. A menudo el ocultarniento de estas con: iradicciones por Parte del artista que adhiere contem' poráneamente a la tendencia realista, e6 el mejor pa' tapott" para ingresar en la literatura de tesis, en la poesía dé exhortación exterior. Ya que, enmascaratldo Lsa entraña dinámica, dolorosa y áspera que pieside la estructuración de la forma corno enriquecimiento de Ios contenidos primitivos, surge la tentación peligro'sa de no partirlde contenídos a elabotar, si.no de sqraitse de forrnas ya elaboradas por otros sectares de Ia con'
ciencia social28.
'
28
En
ese sentido, es admirable
el
ejempla que surgt
de la obrá de Paul Eluard. Su poesía, honda'menüe vinculada a una nueva concepción del mundo,.es el permanente de una.lucha, de un juego d-e contradicciones el del Eluard formado poi una üija ideología y el del vo Eluard pujando poi derrotarla. Pero su poesla no conoce e6te conflicto; sino que lo asume, porque como bre está tratando siempre qú. s.., n.re.,a concepción del 64
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La lucha por el realismo como tendeneia es, pucs, una gran lucha política, social e idcológica que trata de crear las concliciones culturales para la expansión del arte c:o[ro aspecto del proceso general del cone' cimiento humano; es decir, las condiciones para un¿ nueva congiencia g'ocial e indiüdual. Se trat4 de una hicha por una Íueva cultura y no por nue\¡os cánones poétiios o por modos de expresión predeterminadoo. Deútro del realismo caben infinidad de escuelas y ninguna experiencia está vedada a priori. Además, la lucha por el realismo debe ser planteada en cada cultura y en cada perlodo histórico. Hay aportes parciales que aunque conscientemente -no se integren con las blrsquedac de la tendencia realista, son imprescindibles para el desarrollo de determinada literatura y finahente se incorporarán, como momento, a la batalla general. Si biet la literatura, con¡o todas las otras forma¡ de la conciencia social, está estr€charnente vinculada con Ia estructura social, tiene también un vasto margen de relativa legalidad-lropia, derivada de sus nedo ¡e traa¡forrreicn vivencia. Eluard gabla
dcjó
es-
a
la
-lo co¡ la circunstanci,a exüerior debe coincidir circunstanci¿ interior como si el poeta mismo labubieraprocrito-
que
"la
ducido". Otros poetas, en canbio, cua¡rdo adhieren
fihofla del
proletariado, pretenden inst¿ntánea¡n€rte hacc¡ tabla r:ura con lo que fue el nrlcleo cmocio¡al de n¡ vid¿
dlo es imposible, lo que re loc! un ocultamierto de esa realidad lntima" a la .que
ha¡t¿.cse;lrortrG[to. Qomo
gr¿
ut'a capa ideológica. CaÉD eDtoncer en lo qare Paw¡c llama "poesl* exhortativa"; er decir, una poesía cx-
se yuxtapone
terior qr¡e celebra (o repudi.a) desde afuera el hecho quc ca¡t¿, p€¡o que:ro se ,virrc. Esa poesla coloca al tf,arcen: de¡tal momento hum¿no dc la lucha po el rocialirmo a
se
ta mi¡nla altura que.ua acont€cimiento político-vulgar. que rtquitre et sen¡icio de juglares que lo celebren y que rycaude¡ proaélitor ¡rara é1. Es gna mininizacidn, una ca¡ic¿tura grotcsca dJ e¡¿ revolución de las co¡ciencias dc la que -lorrrot, afprtunadame¡tq contcmporáneor.
85
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': y 'R I A I/ ,I D A . l-,lll A L I S M O 't ' cesidades,expresivas. Trayendo un
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simple ejemplo de
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Íuestras letras, no caben dudas que, cdalesquiera hayan sido las intenciones sociales de sus autoris, el "martinfieirismo", en 1925, significó en nr¡estra poesía una apertura hacia la rtalidad en relación qon ei sofocante clima artificial de la retórica del n¡odernismo. Y lo-mismo puede decirse de la preocupación que alrededor de 1945 vivió Ia joven poesía argenti;a por encontrar un lenguaje decantado y esencial, frenté a los estragos verbales del neo románticismo de la llamada Generación del 40. Estas búsquedas no agotan el problema, en cuanto son parciales y,no se enirelazan con la lucha cultural general por una nueva visión del mundo, pero son éxperieniias, adquisiciones, que deben ser reasurnidas e integradas. La tendencia realista no prrede condenar o aprobar en función de preceptiva, sino en relación .on lu concepción del mundo que postula y con la eficacia estética con qüe ella se manifiesta en particular. Esto amplía enormemente el horizonte def realismo, a la vez que Ie da más importancia, por que'lo libera de las disputas de _capilla o de escueL. Aií ¿ebe ser, porque su aparición en la cultura contemporánea nó se vincula a razones accidentales, sino a la más extraordinaria posibilidad de transiormación humana: Ia del socjalismo, como punto de partida de la übertad esencial del hombre.
.II LA BUSQUEDA DE LA RE.ALIDAD 1. Le Ancp¡¡TrNA y EL
MUNDo
Todos estos elementos que he recorrido esqne-¿ticamente hasta ahora, son también personajes principales del estado actual áe la literatura argentina. N-o podría ¡er de otro modo, en cuanto nuesira cul-. tura se plantea, aunque en las condiciones pecúliar-es de un pals periférióo, las rnismas preguntas esenciales que otras sobre sus relaciones con el complejo de la vida contemporánea, en esta época de transición. Hay un fenómeno universal de ágotamiento de las viejas forrras de la dirección cultural burguesa y, con variantes, se repite en todo el mundo capitalista el ciclo permanente de rebeldías contra esa dirección
cultural por parte de artistas y escritores. Nuevos modos de la vanguardia (definida como hecho cultu-
ral y no como modelo estético), son los que zuelen presidir estas insu¡gencias, arrastrando tras de ellas la totaüdad de las limitaciones y de las virtudes de ese acontecimiento socio-cultural advenido a partir de Ia ruptura de la unidad ochocentesca; a partir del mg¡nento en que la tarca de la renovación de las estructuras burguesas se colocó a la cabeza de las necesidades sociales. Por un lado, el reforzamiento de la ilusión de ld übertad, en cuanto la ruptura no es con el punto de vista burgrés, sino sólo con el de un
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TXALISMO
LA BUSQUEDA DT LA REALTDAT}
REALIDAD
,;.;,, gn¡po tlomirante dentm de la superatructura idco, -:,.,, lóg:ca de.e¡a sociedad; por el otrc, el útil descub¡imiento parcial de riquezas técnicas y cognoscitiüas gue to'da vanguardia expprimental incorpora a la cultura. F"sta rebelién cícüca, que expresa en general la situación de las capas medias en la etapa de transición, ce manifiesta err particular-de acuerdo con las necesidades que rigen el desarrollo de cada cultura nacio' nal. Hay diferencias entre la literdtura de los "bea-
tniks'
norteamericanos,
de los "angry young mén"
ingleses, de los "oibjetiüstas'.r franceses, de loc nuevos realistas españoles. !,a ptesión que la realidad nacio. nal ejerce ¡obre cada uno de estos grüpo6 es diferente
por tanto, es diferente la aclitud que ante
I,
ella
mantienen en su¡ olras y en sU vida. Por otra parte, los elernentos de decadentismo, de vanguardismo y de liberación realista se combinan en cada uno-de tnanera no equivalente, determinando un distinto grado, de conciencia de la realidad. Pero todos, en conj!¡ntq cuestionan una situación cultural dada, se proponen nuevas rq¡puestas a la vinculación entre intelectuales y socledad y nuevos modos de asumir Io real
para Ia literatura. Vanguardia y "cuniromiso", en lo que tienen de com{¡n como cima mayor dentro de los límites de la conciencia posible de la burguesfa, se vuelven a €ncontrar en el debate literario contemporáneo y adquieren, también en la desamparada realidad argentina, preseneia protagónica: aqui también hay insurgencias, rebeliones, deseos de reajuite con la rgalidad.
2.
Pnno¡¡tsuo
y
*he
señalado ya en este trabajo, siguiendo a Gransci,
y lo reiteraré
más de ürtl v€z-¡ dado que la posürlación por el realismo forma parte de h Latalla ge¡€ral por una'nueva vida moral que debe estar ligada a una nueva i¡ituición de la vida", que rcscate al
hombre'para sí miss¡o. Esta exigencia habla de un rigor total que rurgÉ c¡rmo mucho más difícil que la adhesión a una re. tórica determinada Son problemas de sangre y no de letra, di¡ía. Y si no se acepta la dudosi imagen, querría aclarar: son problemai que hacen a la posibilidad misma de la cultura, no a la expansión de
una técnica literaria. La necesida$ de realisurq las aproximaciones a él guc sobrycoqeü hoy, a lia novela argentina y que so+ fo qT le dan inter€s frente a un pasado Uterario inmediato derivaq obviamente, de algunos condicionantes sociales. Dichos condicionantes obligaron, a $u.turno r€spuestas políücas de una clase social de la que surge la mayoría de los novelistas actuales. Si se aceptan las traslaciones políticas a la calificación artística, podría decirse que del mismo moilo que existe una "política de izquierda" de las *"dia, argentinas en este momento (y a partir,"upas óbre todor, de lo¡ últimos años del peronismo) ¡ griste también una
cApAs MEDtas
la realidad no podrán la medida en que sean consecuentÉs,
Esos deseos de reajuste con
rc¡olverse, en
¡ino en el realismo. Es decir, en la pooibilidad de encontrar lenguajes que no distancien del murndo real, que lo comprendan, que lo aprisionen erl su eseD. cialidad. El problerna, así, íuelve a plantearse en 9l ter¡s¡e de las concepciones del mundo y no de la poé1ica prescriptiva. Né se trata de luchar por obias y artistas individuales sino lor una nueva cultura
68
"novelistica de izquierda"r eue se prolnne, a menudo. con mayores cuiüdos periodísticos que artísticos, pro-.. yectar ese clin¿ de denuncia sociai a la elabon¡ción
cgtética. Eato plantca
et ca,mino ¿u¡ ¡¡atirqg; utrt 69
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R E 4.L I S M O Y R E A L t O n,o
LA BUSQUE,'bA DE LA REALIDAD
bnlsqueda de la realidad en el conjunto de los noveliltds, que alavez, incluye diversos grados de verdadera
que envolvió a socialistas y anarquistas, hasta transforrrarlos en prisioneros, en tantos casos voluntarios, de la cultura dominante. Faltci de una orientación
conciencia de esa realidad. Lai oscilaciones en cuarito a la presencia o ausencia de la búsqueda realista en la experiencia literaria de una cultura, marcan inequlvocamente un fen6 meno: su resurgi¡rliento coincide siemprt con la tentativa de los intelectuales por rtencontrar los vlnculos con el pueblo-nación. En el caso argentino actual ello cs muy patente, y su diagrama. esencial queda anüdado a Ia preocupación total de las capas medias (o al menos de sectores muy ponderados de ellas) por ubicarse de manera justa en el ccinfücto social que conmueve al país. El nudo histórico del peronismo tiene mucho gue ver con ello. Mil novecieitoc cuarenta y cinco es un año decisivo. A partir de él se abre un proceso que envolverá a
elaborad4 el "progresismo" de nuestras capas medias intelectuales no pudo estructurarce sino a saltosr.en medio de confusiones y vacilaciones. Asl, no pudo
ser desplazado el predominio überal e incluso -afirmaciones culturales que surgieron con contenidos que lo superaban üasta insertarse en la tradición demo-
crática argentina
-que el
liberalismo troncha en para engendrar finalmente una nueva r€tórica-. Tal- el casJ de las proyecciones teórico-políticas de la Refoima Uni."]
80-,
se fueron mellando poco a poco,
La inserción del mamismo en la problernática intelectual argentina es tardía. La sofocó desde un principio Ia vigencia tirana de la tradición liberal,
venitaria. Al advenir el peronismo al poder, la dirección cultural argentina, sellada por el signo liberal, comenzaba f'plrder vigencia. Si la aparición del peronismo quiso -decir que én el país habían madurado las condiciónes para cambios de estructura (y, el peronismo significa, en sintesis, una estafa de los contenidos realés que presionaban para esos cambios), la situaoión debía mdnifestarse también en el terreno cultural. Había un crecimiento objetivo de nuevas fuerzas en -el país, para el cual el liberalismo no podía ser ya dato ni respuesta. Bl liberalismo se habla acomodado a una imagen agropecüaria, a la que le daría aires cosmopolitas. Su tiempo histórico había concluído con la 1.d& cada infame". Sobre la base de e6te fracaso habfia de e¡guine la postulación del nacionalismo falangista, lspecialm€nte en las capas más jóvenes de la .oligarquía y aún a través de procesos penonales en grandes fi_guronq¡ del liberalismo, como pod¡ía testimoniarlo Carlos lbarguren. El nacionalismo querla expresar .un estado de crítica y Ce polémica látente, aprovechándolo panlz restauración que proponía. péro de
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71
la pequeña burgueúa conmoviéndola hondarnente. Para nuestra cultura ello ter¡drá importancia fundamental, dado el peso que este sector social adquiere en nuestros ciclos culturales a partir, al menoo, del año 18, cr¡anilo asciende al poder con el radicalisno y cuando libra la batalla de la Reforma Universitaria. Desde ese momento el pensamiento pequeño burgués intentaría desasirse de la tutela oligárquica manifestada especialmente por la vigencia de un liberalismo antinacional y antipopular, al que se le adosaria pronto un nacionalismo vacuno y minoritario. Estos intentos de Iiberación fracasafun y engendrarlan, ¡ror un lado, el conformismo y la pasividad' y por el otro, la actitud intuicionista, de rebeldía irracional que tanto daño nos viene causando desde el 30 hasta hoy.
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REALIDAb
"BEALISMO
LA BUSEUEDA
DE LA REA,I:1 DAL
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todos modos, esta situación revulsivá le otorg"aba efisaeia y brillantez verbal: basta rtcordar el tono de los periódicos nacionalistas de entonces, del cual es buen ejemplo la serie de artículos, recopilados por Marcelo Sánchez Sorondo en un libro con tttulg su' gendor: 'La reoolucién que anunciamos.
3. Dl
cAMrNo DE LA INTUIcTóN
Este estado de crisis liberal no tendría, aPar\entemente, otra solución que el "nacionalfomo", en lc límites del pensamiento btrrgués. Pem no fue así. En
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primer lugar, porque frenté a lo que el peronismd siguificaba, el grueso de la intelectr¡alidad cerrarla filas nuevarnente en torno a sus viejas banderas. De los apasionados soplos nacionali¡tas (pero no falangrstas) que ábrasan al Malle¿ de llistotk de una pasi.6n argefltinc, al Mallea del antipemnisrro liberal, hay bastante trecho. La actividad del pemnismo plantearia a los intelectuales activos (a su mayoría) una problernática de e¡rterioridadee morales, aunque en el fondo fuera cminentemente política: el caso de la defensa del "espiriru-'' de la vieja U,nivereidad'es es un buen ejemplo. De una Univenidad deteriorada que no eya ya la d¿ la Reforma. Se trataba de una lucha de "civilizaciónrr co¡ltfi "barbárie" eh el plano nacional, a Ia gue se sumaÉan sus proyecciones en el plano interndcional, conmovido por 9l fascismo. Claro eetá que en esta lucha en que se embarcaron los sectores liberáles, la razÁn estaba de su parte, frente a la regresión falangista. Pero.tan de tranco corto era 'fsu" razón, tan teñida de sumisión a Inglaterra, Francia y Sstados Unids cstaba, que faltó muy poco tiernFp para que 6e pudiera advertir que la "barbarie" que ellos cornbatia¡r era, sobre todq la del "desborde de la chusma", que cl peronismo toleró hasta que le oonvino.
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guista, algunos llamarán Generación del 45. No había discrepancias aparentes entre-éstos y los grupos cul-
turales activos del liberaüsmq aunque en el fo,ndo latían elementos de rebelién que, muy poco tiemp{) después, madurarían.
De una rnanera populista y reaccionaria (porque las masas ser{an jugadas para una po.lítica qus no era la de ellas), el peronisno significó una imrpción
caótica y desordenada del pueblo en la vida social del país. EI hecho rornpia antiguos esquemas: no podía ser explicado con los consuelos del überalismo. Además, en el mundo entero y especialmente en Fra:rcia, que tradicionalmente nutrió a nuestras élites, suryla un pensarniento intermedio de )las capas inteleetuales que deseaban romlÉr con la abstracción liberal, insertándose en la historia mediante él "coñ-promiso". Ese.pensamiento no podía tardar en entron: carse con la joven élite argetrtina que veía coh exlctitud deslumbrante, revelada por el fenémeno peronista, que el (mito literario no concordaba ya
'con la realidad
histórica?'.
Se irataba, ee ciertq de una rebelión "pneracional", como tantas otras dentro de los ciclog culh¡rales
det país. Pero había algo que la sostenía con más ímpetu que a sus predecegoras en €ste siglo; su coiacidencía cü¡¿ sn rnornanto de crisis real em el pensa miento dornínante de las'étites. No se trataba solamente de uná polémica de "jóvenest' contft¡ "adultos" dentro de similares marcos ideólogicos; no se tratalia de peleas por el verso libre o por el ver:lo rimado, sino de un enfrentarniento en el plano general & l'as ideologíaq aunque ¿mbos extr€mos se ubicaSen en los mafi:!É de la conciencia pocible bn¡rguesa.
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Frente a esta siu¡acién se manisfestarla4, al lado de los iñtelectuales !'adultos". de su clase, los intelectuales "j6venes" que formarían'lo que, con coquqteria o,rte-
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R.EALISMO
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LA BUSQUEDA DE.LA REALIDAD
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Si la novela y la poesla languidecian y €ra neceraria, por tanto, una ¡enovación expresiva, también (y sobre todo) languidecla una respuesta ideológica general al problema contemporáneo de la comunidad, desnudado por el peronismo. Y eso no se podía satisfacer con meras pujas de capilla literaria. Tal vez a partir de ahí pueda ocpücarse el hecho único (sólo emparentable con la Generación del 37) de la profusión de ensayos teóricos que caracteriza a esta promoción, hostigada por intermgantes que exigen respuestas ideólogicas. Nuestro país no ha zuperado aún, evidentemente, la etapa' rornántica efl su 'evolución cultural. Esto no es de ningún modo ilégico (aunque sea anairónico), pues se vincula con un estado real de precariedad nacional que busca transformarse en autoconcie¡lcia. Es un,problema propio de los países dependientes que no se integraron como entidad nacional en la etapa ascendente del capitalismoi pero tiene, además de esos rasgos generales, particularidades derivadas del desarrollo
histó'rico argentino: especialmente, las que se originan en el gran peso inmigatorio que srodificó las bases demográficas y culturales de nuestra comunidad a fines del siglo pasado. Como los románticos europeos de hace un siglo, los argentinos se preguntan hoy por la "argentinidad". ¿Qué es Ia Argentina?, en lugar del clásico interrogante heineano sobte {Qué es Alemania? Y en la propia base de la pregunta está clavada la arort. bigüedad metafísica. Porque la Argentina que quiere descubrine no es la de su verdadera realidad, sino la clue deriva de presuntas "invariantes histG 'ricast', la que se o(presa en un mistificado "ser nacional". Y de esa manera, ese pensamiento teleoIógico sobre el país opera con la mii¡ma instrumentación irracionalista que en el siglo pasado ofreció,
somo respu€sta antüluminista, el romanticismo seaccionario: f,specialmente el ,alemán, crryo oolkgeist preside cómo una adherencia obcecada todo el edificio conceptual de nuestros intuicionistas. Esta simi.litud, este enlace, se estableció en nuestra cultura cutemporánea a través de intermediaciones: no fue .Herder, por supuesto, el maestro de los Martínez Estnada, sino Nietzche y Spengler, Heidegger y el conde Ke¡nerling, her6deroc, a. su turno, del ro,r¡anticismo espiritualista Esta caracterización de las influencias,no pretende convertirse en una torpe acusación de p$ua intelectual -para los discípulos. El intuicionismo, que surge con ímpetu en nuestra.cultura despu& del 30, era una respuesta a los t'vacíos', que creaba el fracaso del pensnrniento liberal. Frente a la crisis. del pafu que restalló a partir del 6 de setiembre de 1930, b falencia de los instrumentoo liberales produjo un "vacío". Las capas medias, que habían tocado Aesde 1918 las ilusiones de la hegemonía de la vida
nácional, advertían con el fracaso del yrigoyenismo
(suspend-ido'sobre el fondo del crac ecónhmióo), que la ilusión conclula, que todo debía empezar áe nuevo.
¿De dónde provenía el fracaso? euedó anotado el "progresismo" de las capas medias deambuló riempre en busca de un caudifáje de real izquierda que le diese sentido y estructura. No lo errcontril. La política oligárquica tenía a su servicio al viejo fiberllislo y al flarnante nacionalismo regresivo. IÁ penpectivas de cohesionar un pensamien-to nacional democníüco desde el seno mismo de la pequeña lurguesía hablan fracasado junto con et fraóasó del partido político^que ilebió ser el elernerrto G de ese ascenso de las capas nedias y "o*i*que, por ,riéios de origén, no lo fue +un€. SA{, d"áaUa, qrre
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R,EALI.NA.D
*.f,ALtSMO
el *vacío!'. Ese "vacíot'
angusti.olo qut éntonceE som.bra toda la liter¿tura signos sus de ma¡ca con precrftica, toda la literatura de'la soled¿d, n¡cida alrededor de 1925. Vacío hacia atrás, hacia un Pasado inexistente o inasible que determinaba --como lo anoté alguna vez Borges- la precariedad de algo "que no era ya la pintoresca barbarie y gue aún no e¡a la cultura". Y !'vaclo" también hacia lo Po¡. venir, hacia un futuro que se _temía, porque el pre' {¡ente oo podla definirlo. De ahi su{gió la reryuesta intuicionista, ontológica, cuando la crhis debió afirmar la r€spuesta racional y transformadora. Todo debía ser ea
:-LA BülQU'EDa
r6
DE LA RTALTDAD
concieneia dramática ,¡rcro sin salidas con que loo intuicionistas conternplaban la crisis, se iba forjaailo, espedalmentc en Ia novela, una tendencia de ¡een:: cü€Dtro entre intelectuales y pueblo-nación sostenida sobre bases racionales.
Es la épo-ca de Max Dickmann, de Verbitzky; de Roger Plá, de Ruiz Daudet; Brolongaciones del boc-
dismo, que traían a nuestra literatura toda la im, portancia, en cuanto a intenciones, dó ese rnovi-
y tdas las caducidades costumbristas, regionalistas y populistaa que dewiaban esas búsquedas, insensiblemeatg del camino del realismo. Estai timitaciones tenlan -,r"hó que ver con el rctraso en la elabor¿ción man
las
b-ases
sociales
de una nueva cultura, que
fuese
hegemonía, del .,progtesisdo', .'ago de la-s capas medias al izquierdismo re.¿l del prole-
transfiriendo
la
tariado.
La expansión de una literatura embebida en r¡na nueva cultura, requiere soportes sociales poderoso. Es decir, requiere la presencia de un nudo histórico que catalice las definiciones. Htrbo uno *no nacio. nal-* etre sirvié mucho entre nosotrrs: la guera ciül español^, tan influyente en la actitud dernues. tra intelectualidad de izquierda que buscaba los camino¡ del pueblo.
intención se abaratabd en el mundo de mistificaciones gue envglvía los puntgs de partida del razona^miento, pero de todas forrnas signíficaba la aceptacióin fundamental de que una crisis muy honda connovía al país. Esto los diferenciaba del optimismo panglossiano, üadicional en nuestras élites, que tantos sstragoc hiciera alrededor del Centenario. Ese opti-
mismo liberal recluiría en el olüdo a la preocupa. ción fatídica de nuestros intuicionistas. D¡trante toda la época conocida como la "década infame", el liberalisrno aristocratieante marcarla el tono de nues. tra actividad cultural: sería el punto de fusión ideolégico entre las oligarquías y las capas medias inteletuales. Y simultánears€nte cdr esta hegemonía y on la corrtrapoeición de ella, manifatada @ la'
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Los signos-de civil epañola'están prt-la-guera sentes en casi toda la novellstica de ese tiempo, así como lo estará luego la lucha contra el fascismá. e
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gta última
actividad. se plegaría el liberaliimo trasi el hecho tuvó una importancia qur no cabe meaoscabar en el terreno poüúco, en el ciltural, lamentablernente, deterrrinó que el .?bog¡e_ sismo" de las capas medias intelectuales se anexaln
dicional,
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I,.E A L I S M O Y
R. E.A L I II.A.D
a Ia tradicional hegcmonla liberalr perdiendo la posibiüdad de potenciar sus elementos independienter. Asl, 1945 marcaba o¡ra vez, en el terreno de la culturá, Ia zuperioridad del überalismo de derecha, el gue dio el .tono, ppr'su ca¡ácter desbordantemente mayoritario, a la ubicación de nuestrzu élites. De ese tono --quedó dicho- participaron también los "jóvenestt de ese grupo socio-cultural, sin que en un principio, cuando todo parecía estar comprendido en la ,antinomia 'tivilización" contra "barbarie", se manifestase la más leve actitud de distanciamiento. Aparentemente no había, siquiera, margen para una "quertlla de generaciones". Pocó después, sin embargo, el distanciamiento adoptaría formas tan hondas que, aunque mantenido en los límites de una misma concepción del mundq superaría la mera polémica intergeneracional por razones banales, Para transfors¡ane en un capítulo principal de la luch4 de las ideologías.
4. R¡zo¡¡ns
DEL "couPRoMrso"
¿Qué habla sucedido? ¿Qué fue sucediendo ¿ partir de 1946 en el pals y en el mundo Para provocai ese alejamiento entre Ios "adultos" de una clase y los 'Jóvenes" de esa rrisma clase? El signo de la oposición intelectual al peronismo esñrvo dado por el liberalismo, un liberalismo abstracto y enmohecidq instrumento final de la política oligárquica; gue no entendió nunca el fenórneno de masas del peronismo, que creyó que eran lo rris¡no las muchedumbres anhelosas de cambios estructurales que los dirigentes que traicionaban esos anhelos. Pa-
LA BUSQTJEDA DE LA N,EALTDAD tan la rnrelta a las condicio¡rec de 1942 cómo ción a loe dramáticos problemas argentinoe.
solu_
Fero los "jóvenes', ¿eÍ +S leían a Sártre, adverúan que en eI mundo caducaba una forma de cultura. y de vida social, comprobaban que aquí los elemenlos humanos para ese cambio posible -estaban en su las plazas en que se vitoreaba al líd;; fVoria.en demagógtco y que ellos, los intelectuales que se sen_ dan de izquierda, estaban siendo jugados por élites gue_ 19 querían el cambio, que pensablan qrr" l" ,,b"rbarie" no estaba dada por-el carácter fáhngista de l¡r intelectualidad ligada al rfuimen (que le ñabía rlado sostén ideológico), sino sobre todo por la! ma-
ryp"|"*.* que apoyaban ese régimen y t,r" ur"r,, T cn_srnresls, Ia mayoría de la clase obrera atgentina.
Entonc.es se planteó
el problema: efectivamente el lrron¡smo era una estafa, era Ia utilización del pro_ btariado como masa de maniobras de un sector d,e las-clases altas, del ejército, del clero, de-la intelectualidad pero-la solución áel liberalis-reaccionatia.
mo, Ig soluiión propuesta por los tradicionales ..maesr¡os de la juventud,, eraj simplemente, la soluciórr del.grupo oligárquico desalojaáo. nn át país, pues, r daba-una falsa polarización: oposición sistemática y oficialismo nada querían decir en sí mismos. Toda la lurha, a partir de ese momento, se irá delineando ry l*-angustias, los triunfoe y los fracasos en el ca_ nino de eliminar esa polarización fraudulenta. .ItIo es- exlrañor entonces, que renaciera el pensa-
ra ese liberalismo, el peronismo no.€ra la culminación de una gran crisis'nacional; por ellq con tranquilidad de esplritu, sus partidarios sólo propugna-
miento intuicionista. Martlnez Estrada serla Ia ver_ dad ,primicial: en sus üsiones proféticas latia la dj.d"{ de un país conrradictorio!,r" oo habla sido Iic-ado-, que contradecfa Ia imagin que dell -hahecho las corporaciones y loJ proiesores. Adolt Prieto lo_expresó alguna viz, sintéticamente refi_ rdose a Martínez Estrada: ,,. . .al obligarme a
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r EAL I s M o Y r'r í'Lr:DA'D aigura enca¡ar un¿ reatidaitl desagradable me dio'-de intelectual"" honestidad dJ bautismo -
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desogradabk"
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Era la ruptura vio'
que a PTn'.; lenta de la imagen itlílica y mistificadora
cipios del sigtá acuñé el liberalimo Y*lill: ii de ' rtalidad era, en cambio, dura y senstral' llen¿.eso' agreaivos, Por *ia,*ot extraí¡oe, sofocantes y habían descubierto que inúcionistas ;-i;á; á" los olvidados' narradores losalineaban se ee"- m.otitn difícil: tiempo un de dolorosos ;Ñ"dores ü o¡istencial tónica gui*g., Arlt' Una ü;;;;, toma\a ;i;i; hs ñúrq,tId*, el "compromiso"argentina'; Ia literatura; i*";-¿"- "irrJaáaníu "n ñ;A hecha ahora ia mera anotación: ya habr6 & d"t"rrt"*" en ello más cuidadmente' --t;;; qu-e
LA BUSqUEDA DE LA BEALIDAD ilusión de trar¡sformar a las masas peronistas en masa dc maniobras del "progresismo" de las capas medias' Falsamente parecíJ concluirse así con la polarización qrínea del país. Nuestra historia contemporánea ha dcmoctrado lo ilusorio de estos planteos del "progresismo" de las capas medias, de estos consueloe de su anbigüedad'
lodo, *odo., cabe Preguntarse: ¿Por
iilmo--iuo"? Ert.'quedó-deflnido como Ylu dl "r ix .ilt';. ",i.imas dentro de la ilusün de Ebntades
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pernitida por el punto de vista de la alienación' posible de la burguesía' Y la á";tt, p* iu. "orr"i.rr"i" re¡elie" de los 'Jóvénes'í del 45, aunque'se'levantara simultáneanente coñtra la cultura oficial y contra la r*-faO" liberal, no sigqificaba la ruptura con la clasociul de oágen. áe modo que la üscusión se "i: mantenia sobre una base común de concie¡cia pequeño-tuiguesa de la realidad. hnto, un sectol üp""t-ú; de estas capas medias acompañarla polltial-""t" a este fendeno intelecüral, integrándolo eR su senor al levantar las pretensiottes de uqa "tercera fuerza" entrt el liberalismo cornerador y el peronismo.
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Esa sería la condición primera de lo qrie dio en ac: lla,¡r¡arse froulizisma entre los años 56 y 58: una lo de po-n' plano sintético el en permitiúa ;;"J;o"
qo" cabe¡ todoi lu motnanttx parciales de la conciencia de una clase social), sustentar Ia
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IV A LA REALIDAD POR EL COMPROMISO 1. L,r
pnru.rcíe or, LA
NEGATTVTDAD
El punto de partida del comp:omiso es la neEati. vidad. Surge como una negación frente a una situa. ción cultural dada; como primera toma de conciencia-de una crisis. Apresado aún en los marcos de la ' alienación, el pensamiento "comprometido" es, siri ertbargo, una tentativa de libertad que a menudo da frutoi críticos de gran vigor. Significa, en síntesis, una oportunidad, surgida de algún hecho histó rico-social de trascendencia, para el reencuentro entré los intelectu¿les y la realidad, mediante la ruptura, aún cuando en el interior del pensamiento burgués, de vlejas correspondencias que ya no funcionan;' mediante la quiebra de cristalizaciones ideolé. gicas perimidas, que se hallan en discordancia con el desenvolvimiento de la realidad. Cada uno de los "nudos histéricos" que precipitan ese reajuste de las. relaciones entre los intelectuales y el pueblo-nación, marcan con su sello toda la actividad de las élites. Eno sucedió entre nosotros Jon el peronismo: crisis nacional que sosirwo la expansión del pensamiento , "comprometido" en la literatura. ' La dirección ideológica central de la vida argentina está impregnada pgr el liberalismo. Incluso á t.o¡ vés de sus negaciones (la nacionalista, especie de 88
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REALTSMo
Y nEALIE'AIt
contrar¡tforsra liberal), todo el proceso de formación de nuestros intelectuales nacionales giró alrededor de las premisas del liberalismo. Sin tener una figura descollante que a través de su personalidad sistematizara qa dirección conservadora (como sucedió en Italia con Croce o en España con Ortega), el liberalismo formó loe equipos universitarios, los de la gran prensa, los controles de la opinión pública. EI advenimiento del peronismq como destrucción populista de una Aqgentina que tdavía vivía de las cuotas de zuforia anticipadas por el Centenario, a pesar de los duros encontronazos de la "década infame", obligó a repensár el lenguaje de enfrentamiento entre loe grupos intelectuales y la realidail nacional-popular. ¿ Cómo reaccionó la. inteligencia argentina frente a Ia nueva problemática que el pe*onismo le planteaba? Una actitud generalizada puede sintetizar esa respuesta, salvando los matices que ella trafa en cada intelectual: incomprensión, orgulloso aislamientq reprobación "inoral" de una situación definidamente política, reforzamiento del !'esprit de corps" de los intelectuales como grupo agredido por la "barbarie". Los "fueros del intelectual" estuüeron, como nunca, a la orden del día; la lucha contra el peronismo era, pues, una lucha por
A LA REALIDAD POR EL COMP'NOMT'SO mente servl¿n para r€sgonder
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la
posición- de
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la sociedad no podía abrir ya rutaÉ útiles a la actividad creadora. La desvinculación generacional, pues, se planteó sobre este trasfondo de crisis ideológica. Para'ella llegaron los auxilios del pensamiento existencial europeo, pero reconocía motivaciones internas. Y en esa continuidad con anticípos'criollos de la crisis, con interpretaciones Do conformistas, no idílicas del país, ¿cómo no iba a aparecer la desesperacidn crítica de los intuicionistas, de Martínez Estrada en primer lugar?
Esa desesperación . significaba una primera toma de conciencia ccin la desagradable realidad, una nota de discordancia con el coro del optimisr¡o liberal.
y conformista, ligado
a la Argentina pastoril, ya tenia sus réprobos. Ellos ---sobre todo Martínez 'Estrada, v Roberto Arltfueron los puentes que'el pensamiénto' "comprometido" encontró para procurarse un pasado. Hacia ese pasado se volvió el elemento "joven" que se fue desprendiendo de la tutela de los "viejos"-de su clase, cuando la coyuntura peronista les obligó ai planteane si loe instrumentos críticos heredados pasiva-
pesar de los'melindres retóricos,
los "viejos" de su clase de origen en relación con el peronismo, era optigrista. Optimista en el sentido en --que desconocía la exasperación qu€ ese fenómeno de masas había descubierto en la üda argentina; optimista, en la medida en que era noatalgiosa de un pasado, cuya sola rehabilitación significaría e! remedio de todos los males presentes; optimista, finalmente, en cuanto creía, con candor finisecular, en la equivalencia entre ttculturatt y "moral". Todo este aparato dé mistificación acerca del papel de los intelectuales en
la cultura, maltratada por. el
desborde populachero. Pero ese liberalismo ineficaz
a los nuevos interro.
gantes.
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Es claro que tenía sus vicios' (y éstos no tardarían en advertirse nítidarnente), pero era un punto de partida: nuestro prrnto de partida para el "compromiso", contra la 'torre de marfil. De los vicios del intuicionismo remozado a partir de 1945, basta el ejemplo de un hombre y una actitud: el de Murena, réprobo gue vuelve mansarriente al corral, con los óleos, del telurismo y la teología. Toda esta realidad-desagradable tendrla que manifesta¡sc en la ficción üteraria. El fenómeno del
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I B .Kir*:4'E,A L I S M O Y R E A L I D A D Effi , o"ronismo (sobre todo en lo que tenía de prcsencia fl.i.;l'' de masas sobre la gan ciudad en crecimiento) se El':,,:, descubría ante todo en su perspecüva estética. Alguien (creo que David Vfñas) lo ha dicho: Perón, :1 .' ese Buenos Airts desencajado por el peronismo, era ;i : un tema de novela. ;: ' ,
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experiencia del peronismo, de Io
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cién de lo real por que selló toda É etapa última de nuesra novelístl ca, otorgándole parejos vicios y virtudes, derivados, a'partir de una similar llnea de conciencia de la realidad, por los diversos grados de eü conciencia supue$to por los distintos niveles. de calidad Y, Por -"o"rrtó
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árr a la aprehensión específicaménte estética de los problemas. Apoyándose en una línea que puede
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IDAD POR EL
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to años desde que estos afanes cotnenzaron a ma,.lifestarse, y eue, además, el contenido de esos cinco '¿rios.ha sido intenso y casi definitivo para toda,éx,'periencia futura;, puede valorarse piovisionalmente lo advénticio y 'lo necesario de los aportes específicamente novelísticos traídos ¡ror esta generacién .'comprometida'l ¿Qué pasaba hasta entonces en la novela argentina? A pirtir de Payré,. en nuestro siglo, se ,!{! reabierto la'posibilidad de diálogo con lu realidad, mediante sótidos intentos 'de fusionar al intelectual con el pueblo.nación. Esos,intentos -que se llarnaran, después, Arlt, Mariani, toda la izquieráa derivada del boedismq los escritores predominante-
Y
ese proceso de asunmedio del o'comprorniso",.es el
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RE,AI.
feneración. Ahora gue han pasado algo más de cin-
mente la realidad que el peronismo, como fin de un ciclo cultur¿I, descubría. Como en todos los fenémenos de crisis, la problemática que de él se derivaba era de ambición totalizadora. Qulminaba en la entera realidad argentina, que había sido robada, para
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mente.costumbristas del
interior-
constituyeron el
cuefpo vivo de la novela argentina, a pesar de
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sus
inconsecüencias teóricas y de sus limitaciones'estétieas.' A su ladq se mantuvo la corriente retó¡ica aplaudida y pr€miada- gue pue-corriente'oficial, den ejemplificar Larreta y Mallea, salvada la mo'dernidad de este último con respecto al inverosímil autor de La Glorin de ldon Ramiro. Su literatura era el típico produrto de una élite en un país depen-
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diente: tliteratula de enquistamientq
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falsa desde realidad, la nowela argentina de los riJtimos años encontró un tono común del que sacó sus "mejores arrnas polémicas, las que le dieron vivacidad frente dl pasaáo, aungue ya hoy .se muestren como'insuficientes al cabo de un rico proceso de fracasos clasistas, que plantea agudamenie el problema del cambio radical de hegemonla en la exi:etiencia sociol
s?
una literatura de agitación", ha escrito David 86
fina y púlcra, el lenguaje, scgregación de una íntelti-
gentsia'parasitaria. Por razones en las que luego me detendré,
la izquierda, que había combatido desde la novela al mundo mistificado de la literatura oficial -arrnqüe esfi¡viese inficionada, a vecesr. de restos liberales que la'emparentaban con el ciclo vigente y le castraban, al final, su cápacidad liberadora-,t no se transformó en predecesora ,reconocida" de los nuevoc intentoc aparecidos con ¡iosterioridad a 1945. Durante un , período de varios años, en la novela argentina todo parecía limita¡sc a runa reproduccién vegetativa de 87
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LISMO
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R E A L I D,A
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grandes üneas trazadas. Del 45 al 50 casi no apaÉce ningún nombre nuew. Son lm años de El Túnel de Sibato, retórica intención de encuadra¡nos en'nna problemática contemporánea, y de Bonio Grls, de Gómez Bas, resurrección afortunadamente riarr¿da del populismo, costumbrismo y pintoresquismo üterarios, con que en la Argentina suele confundirse
al realismo. El panorama era,, pues, gris y tedioso, propio por otra parte de la dura experiencia que el peronismo planteó a nuestras élites. Ese panorania debla ser conmovido por una "literatura de agitación".
Los contenidos y las técnicas de la literatura exrstencial (la experiencia norteamericana q sobre todo, francesa, pero después d,e la renovación introducida por los norteamericanos), debían-ser'el elemento de la influencia que comenzaría a hacene sentir entrt nosotros. Las r¿Lzones pmfundas que lo deterrilinaron, en cuanto a la actitud de los 'ljóvenes" que necesitaban ubicarse en el drama planteado a su clase por el peronismq y a quienes no bastaban las precarias armas que les proporcionaban sus !'adultos", procuré rnencionarlas antes. Pero además de estas necesidades culturales, latían otras propiamente literarias, que se emparentaban con Ia obligatoriedad de renovación de nuestras fatigadas ar¡has no-velística.3. Era necesario, de una vez por todas, introducir a la Argenlina en el tiempo y en el espacio contemporáneos, caracterízados por una doble crisis: la de la cultura "occidental" en la que se.incluía huestra cultura y la de ésta, en particular, 'iluminada por el peronismo. F{ahia, pue$, una doble vertiente de conmoción que era men'ester asumir: la del mundo "tradicional" y la nuestra, la de la periferia dependiente de ese mundo. A partir de esta conciencia comienzan a valer, casi 88
A LA nEA,LIDAD POR EL COMPROMISO
lq presup¡¡pstos teéricc que en sus trabajos literarios de 19,16
puntualmente, todos Sartne metodizara y t947.
El proceso que siguió esta apertura "compromctida", podría resumise en el siguiente esquema: 'En primer lugar: La literatura a¡gentina, producto de élites distanciadas del pueblo-nacifn, ha dibujado una inugen eufemlstica; nominalista, de lá realidad. Esta imagen falsa debe ser quebrada, eliminando todos los ocultamientos, destruyendo la creencia de que la literatura es una cuestión de "buen gusto". Nuestra comunidád es dura y cruel, , q* con una zona cernllesina en lá que laten conflictos casi Mrbaros y con una gran ciudad monstruosa. y despiadada; y como tal debe ser asumida. El conformismo y el optimismo evangélico deben ser desterrados de nuestra novela. En segundo lugar: Esto supone la.utilización de técnicas y lenguajes que permitan definir la proble. mática contradictoria del hombre inserto .en dicha situación de crisis. Técnicas que posibiliten la ubicación del hombre eri acción, no en reflexión, ,g[ebrando la imagen tradicional de la novela argentiiia, catgada de retórica meditativa y de espíritu'de anáüsis. Este problema de cultura (y de expresién) hace confluir h4cia zu "modelo" literario de este siglo: la novelística nortearnericana. Ella sintetizó, di,
versas experiencias tendientes a rescatar la imagen peculiar del hombre definido por su ac¡ión y no po,r su perrsamiento. Esas experiencias fúeron, fundamentalmente, el cine, el periodismo y el psicoanálisis, El cine, an cua¡rto satisface plenamente la necesidad de
Ia acción como clave de la definición humana; el la ligazín inmediata del hecho con su narración y el psicoanáüsis, a través de su periodismo, mediante
scntido dindmico del tícmpo que permite burca,r gn 89
-9,
r s'M o
-,
REALID
A TA.REALIDAD.:-POR EL COMPROMISO
as razoRes del'presente. Y además de é,¡'tos, gl eneutntro sensorial cbn la rcalidad, especie de inveritario minucioso del mundo exterioi, di.raíces impresionistasr' que .permite darle sentido dinámic,o
al
espacio.
Esta aproximaci6n a la realidad no significE como ha quedado dicho, la presencia integral del realismo, po.rque la concepcién del mundo Que la guía impide una concordancia con el sentido profundo del desenvolvimiento de lo¡eal. Pero a pesar de ello, renúeva en la cultura argentina há-bitos críticos de gran importancia, en cuanto se. proyecJa hacia una imagen inconformista de nuestra vida en comunida{ La lucha contra la retórica sostenida en nuestra novela (aunque a la larga pueda engendrar una nu€va ret6rica), determinó un proceso de apertura hacia la vida, sostenido sobre la destrucción de tabús tradicionales. En álgunos, esta.pretensión derivó hacia el "¡ealismo negro", es decir, hacia la utilizacién de elernentos espectaculares y truculentos, que cor?oboran la vigencia en nuestra cultura de cierto iector gran" guiñolesco. del boedismo, especialmente €l rePresentado por Castelnuovo. Por otra parte, la novelística surgida de esta actitud crítica era típicameart€ de tesis: con ella se quería demostrar algo, intentándose de rondón una nueva y mistificadora. ontología de "lo argentino". Ilusién típicamente romántica, gue aleja del realismo y que explica la vigencia de los pensadores intuicionistas. A partir de ahí es donde comienza a ctr€cer parasitariamente la núeva retórica de que hablaba. Afártuaadamente, en
cierto sentido, el nipido sucederse de heihos trascendentales en nuestro país (caída de Perón, experiencia liberal bajo
la "revolución
1¡6..¿¿¿s¡á?,,
aflq
geo del fronüzismo y fiq de su ilusión), determinaron qup estos intelectuales, I'h capas medias de las gue
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¡rrovieuen, reajustaran sucesivamente sus relacioner on la realidad, cumpliendo una experiencia de conocimiento'polltico-social a pasos de siete leguas. El "murenismo'', conlo exerecencia del pensamiento iri, tuicionista, símbolo claro de adónde lleva la ¡etórica ontclógica, ayuda a entender la necesidad de una a[ocuada cotrcepción del mtrndo como trarnpolín para una verdadera "asuncióri de la realidad".
2. Vrñ¡.s: r,A qurEsRA
Dt' LA rLUsróN
David Viñas es el escritor agentino que mejor puede testimoniar aceÍca de esta situación cultural. Es, ademas, el escritor con obra mas importante aparecido en los últimos años, y toda su parábola -iesde
Los años daspiadadas hasta Los dueños de la tienaindica los vigores primarios de esta actitud ctítica frente a la realidad, así como las definiciones a que va obligando la persistente presión de lo real. Viñas es típicamente un testigo de la quiebra de.las ilusiones pequeño-burguesas, destrozadas por la irrupción populista del peronismo. El peronismo significó, para Viñas, la finalización de un ciclo argentino caracterizado por la hegemonla de un sector social: la ' clase media alta. Esta clase media alta en decadencia econémica era como el eco de ia retó¡rica criolla; rep,rrsentaba blándos valores del "espíritu", 'ancianas tradiciones sin valór ninguno, evasión de la vida que se daba en esos días. Especie de máscaras grotescas y empolvadas gue deambulaban en un museo ile cera y que habrían ds deshácerse, como óeni, tu, al primer contacto con el aire de la callp. En cambiq Pei6n y su r€gimen eran lo sólidq lo segu. ro, lo,macizo, lo concreto. También lo abnurdo, desde Ia visión de esos. detritus de la clase media criolla, porque la desubicación social genera lo inexpli-
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+ i,t.t,,::É*
R,
l,ALIDAD
cable, lo incomprensible. Frente a un pafs perimido, hipócrita, herederp del "buen tono'', Perón (y sobo
todo las masas ululantes en las plazas) fqpresentaban la imagen de un país despiadado que no daba cuartel. Por otro lado, como pura actitud psicológica, era tqntadora esa imagen áel "Jefe", dominando, subordinando a la multitud. ' Viñas trae la conciencia existencial de la crisis argentina. El lo ha e6crito: "No se podía ggrmanecer al margen alardeando de pureza impolutá --de ne'cesidad de conservarla, digeo'de una total y lúcida corrrprensión de lo que ocurría. Era npcesario otra cosa: Hundirsa, incrustarse' en lo que estaba ocu¡riendo, oún a rbsgo, claro está, de no conseruar ni tantg htcidez ni tanta pulfiitu¿t' 4. Esa taxea de'"asumir nuestro contornot' significaba no.tenerle miedo a na-
da; obviamentg no tener' miedo a la deeagradable realidad. Había" por supuestq un subsuelo de patetismo literario en estas afinmaciones antiliterarias, a pesar de toda la honestidad con que eran proferidas. Y a ese patetismo se enlazaba la necesidad de plantear tesis en las novelas, necesidad tan adherida a la letra de ellas. Viñas quiso probar que el país edificado a partir de Roca era falsq qtre se deshacía en podredumbre y que el'peronismo no había hecho
L'A R.EALIDAD
"OR.
EL COMPN.OMISO
Ilx
añss despiadailas, aunque aligeradas por incrustaciones periodlsticas que'le otorgan vivacidad testimonial. En medio'de estas dos novelas queda [/a Dios co,tidi¿no, fatigosa disquisicion vecina a la éti@ (o a la prctensión de la ética) , en la quo Ia
nejor de las
calidades de Viñas, su capacidad de ttaÍrat, queda oscurecida üas infinitas e irritantes
{iscusiones entle sus personajes,
Ha guedado anotada la que es, a mi juiciq le nás importante (quizás la definitiva) virtud de Ví'ñas: su capacidad narrativa. Ella se adhiere a un gusto casi mórbido por la palabra sensación; a un deleite por redescubrir a ciada instante y frente a cada acto, la ¡naterialida¿ del contorno: una materialidad que debe ser hostil y agresiva. Viñas, efecüvamente, no ha inventado nada, pero su estilo
micias del introductor- puede ya ddinirse -pricomo personal Én nuestra novela. Hay mucha lectura aprovrchada por Faulkner y de Saftre; no tanta de Hemingwayo aunque el nombre de éste aparczca, a menudo en sur escritos. Viñas es un escritor barroco y confuso, , por su pretensión de abarcar simultáneamente distintos estratos del tiempo y del espacio y esta inclinación ha derivado en él en núnera, sobre todo
D Tr¿s o cuatro ¿oJ¿s, Ef,l Revista de Derccho y Cieneiar Sociales, Buenos Aires, Verano 1956-57. (El rubrayado me PcrtenGcc).
cuando zus contenidos son ieiterativos. Cuando Viñas se amanera es cuando mejor deja advertir sus trucos literarios; sólo cuando logra alcanzar estilq los tnrcoc desaparccen. Zos años despiadados e la mejor muestra del 'error .primero. Alú, sus elementos fúndamentales: densidad de su prosa, construccién del período y peculiaridad de sus'diálogos, quedan casi d:-pp desnudor. Los prárrafos largos, en los que abundan las interpolaciones retrospectivas, seguramente introducidas para actualizar permanentesrente el pasadg no logran a menudo su objetivo y consiBum¡ por el contrariq oscur€cer la expresió,n. Su -
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9E
miás gue desnudar esas miserias, Así construye Ccyó
sobrs sa rostra, inaugurando la disecbión remota del desastre nacional; asi Los anida despiadados, uno de sus libros más flojos; crónica agobiantemente literaria de Ios reflejos del peronismo eritre loe rrmanentee moribundos del viejo país. Este conflictq en lo esencial, se rcpetirá en el guión de El lefe, donde aparecen las mismas contraposiciones litera¡ias que en
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REALISMO
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R .E A'I" I':D I
praóa, así, resulta acumulativa . (la . abundancia dc frases iniciadas con conjunción es abn¡madora), pem ao sintética. Es evide¡rte la intención de crear una atmósfera asfixiante de lenta y penistente decadencia, a través de una ordenación de frases y palabras zucedi' das una detrás de otra, corno en un recuento infinito de objrtos en desuso. Pero de objetos aiaas, iluminadcs por una adjetivación referida a sus calidades materiales (blandq sólido, macizo, fuerte, fofo), no a los atributos ideales que se Ie otorguen. Y por fin, comple.tando este cosmos de relaciones formales, los diálogtx, cortantes, ásperos, agresivos. Reiteratíwos y cargosor, como llenos de humed¿d, con el ¡ecurso de agravar '6u monotonía colocando al fin de cada frase el apelli; do del destinatario, siempre brwe, hiriente como un
chasquido.
.
En la medida en gue Viñas csnti¡uara jugando con estas estereotipadas m¿nifestaciones de su técnica. su interés iba a diluirse. Podlan tener, si, funcionalidad, en cuanto tendían a repr$entar ese encuentro primero con la superficie de la realidad, oscurecida por los eufemismos habituales de nüesffos novelistas. Se .adherían a una necesidad expresiva; eso no está en discusión. Sin embaqgo devendrían en fit&rrora porqu€ esa necesidad expresiva se iba desgastando
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a sí mis-
ma, como forma de un contenido de conciencia¡ hasta transformarse en una nueva retórica. Y es interesante destacar que paradojalmente los elementos de retórica se acentúan en Viñas cuando narra su$ ei(pe. riencias conternporáneas (tanto en Los años despiadadds, cuanto en sus relatos sobre el peronismo, que pensó agrupdr bajo el título de La década absurda), y se diluyen al enfientar temas del pasado. Pienso que el problema deriva de una condicionante psico[égica y cultural de la que David Viñas da testimonio: la ac. titud .que mantuüerón en general ciertos sectores s4.
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A LA'f,,EALIDAD'POR EL COMPROMI$O "progresistas" de las capas medias.frcnte al peronirrmo. Al propon€rse, a través de la experiencia peronis. ta, rehacer la totalidad dp los lazos que deben-unir al intelectual con el pueblo-nación, en la expia"uy"ron ción de,una culpa, lo que demuestra la última raíz cticista de todas sus formulacipnes. De tal manera, Ia utilización de e>rperiencias autobiogúficas, en cuanto esa autobiografía fue la de un .lor¡eno' dó la clase -:di1 desencajada por el peronisná, al que no qu.ría adherir y alejadq sirnultáneamente, de la vie¡a ,lig"rqula,,supone uira serie de apriorisrnos prejuiciososiinwitablernente teñidos de arrrbigüed"¿-. l,u ambición totalizadora (el deseo de construir tesis sobre las anécdotas) queda limitada a transferir al conjunto. del pueblo los traumas propios de esos sectores, especial_ r¡ente dentro de sus capas intelectuales, para cons. truir una suerte de "teoría del argentino;t.'Arí, .l f.nórneno del peronismo, que tuvo caráctet vivenciaf, fué mucho más sentido prejuiciosamente, que desentrañado de manera racional. por eso fue considerado 'ab:urdo" y."r, este aspecto poco diferencia a !iñas del que calificara a dicho período como -Borges (inverosímil y aún increíble?'. La relacü., entre am_ bos está contenida en el marco de la conciencia posible de la pequeña burguesía intelectual, qde no púede conte4plar al peronismo sino en los límites dL h perplejidad. El cornplejo de culpa frente a las masas peronistas no es un paso adelante hacia la conciencia del fenómeno; simplemente es el otro costado del orgulloso aislamiento. _ E tg problemas de conciencia ideológica de la rea_ Iidad van a determinar et definitivo fraáso jel ,,com_ - promiso". El fracaso p-ugd,e arrastrar consigo al es-
l.critor o prrede contrib¡ir a liberarlo m.diunt" .t cuentro de u¡a concepción dialéctica que lo acerqué "rral realismo. En este sentido, Los dueña¡ de Ia tieira, 95
N. E-A E-A L I S M O
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EALI DA
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la úhima nóvela de Viñas, es el paso más serio dado por un escritor arg€ntino "comprnmetido" hacia una verdadera conciencia de lo real. Certificando que er¡ la medida en que Viñas se despoja de su orperierrcia penbnal frcnte al peronismq gana €n racionaüdad, Los'dueños de la tierro significé una maduración en las relaciones del escritor con la realidad y por lo tanto un verdadero hito en su lucha contra la retórica verbosa. Despojada casi de apriorismos (o al menos de la evidencia de esos apriorismos, poryue la aduntd de rcbar no está auscnte del todo), la últi"'a ne vela de Viñas expüca, sin determinantes ontolégicos sino históricos, el fracaso de una experiencia populista burguesa, deshilachada por la ambigüedad. Sobre el trasfondo de hechos históricos, Yifias rccorta tipos, gue no son sus portavoces, sino que tienen verdadera legaüdad novellstica y ütal. Por otra parte, su capacidad narrativa crece, como si se palpara esa alegrla de contar que da la cotidiana muerte de los pegotes retóricos. Aquí sí está el estilo de Viñas y no su r?¡r,nera; una sensoriedad funcional y no su ca¡icatura. A partir de ahí nace el rrKrmento de supriner que en su..obra futura se irán, cada vu, más, desbrtzando los caminos hacia el realismo; c deci¡ hacia la realidad "Los dueños de la tierra, es, con otro fondo histórico, una reguisitoria contra el propio Viñas, que creyó que el peronismo era "absurdo". Es un testimonio sobre los fracasos de la ambigüedad; un teetimonio sobre Ia necesidad de cambiar.el eje hegemónico de la sociedad y la cultura argentina, á" uábr, "or, el ciclo de los desconsuelos propios de las capas medias y ile sus derrota¡ históricas.
3. Gtnno: r,¡ cnírrcl
MoRAL
En 1955, una novela, La casa del ángel, abría la expectativa hacia una. autor? cuya órbita temática y 96
* LA'RTALII}AD
POR EL COMPROMISO
a¡s intenciones cÉticas conjugaban un inténto inte' rrsante de rescate de la realidad argentina. 'Más tar&, el nombre de Beatriz Guido iría definiéndose, ¡rcr h repercusidn cinematográfica dp su obra, por la peq ¡istencia de su trabajo y Por el éxito de sus edicionqs, cofno uno de los más imprtantes, junto con el de -David Viñas, dentro del panorama de los Düevo6 rra' radores.'Incluso sus ca¡ninos parecieron ser paralelos; del conflicto individual a la lenta'aceptación de la presión de lo real, que obliga a ubicar socialmen' te iipos y psicologías. Sin embargo, la vinculación es más aparente quaverdadera, aún considerando la úlde fi'e*d*, que tima novela de Beatriz Guido -Fin parece ser la tentativa más neta de la novelista' en de "asuncién de la realidad" y zu camino particular -fodría compararse los dueños db la tierra, con la cual por el escenário de anécdota político*ocial en el que se mueven los personajes.
Dl mundo de Beatriz Guido es también -un mundo en desintegración. Ella es testigo de la decadencia de un sector social que va quedando al margen del de" venir histórico. De alguna manera; aunque la trama de sus novelas nor se desar¡olle contemporáneament€ al peroniimo, &te "nudo histérico" tiene nucho que veicon lo esencial de su problemática literatura.'Su tesis sobre est€ fenómeno puede resultar parecida a la de David Viñas, en cuanto se halla Presente l1 intención de reflejar el foso gue la experiencia postérior al 45 abrió en el curso social argentino y la irreme', díable decrepitud de ,lo que qúedaba en el pasado' ¿Pero es ésta la intención real de Beatriz Guido? Za ca^ta del ángel ( r otra partei y a mi juicio, su mejor novela) anticipaba ya lo que iba a ser la obsesión esencial de la novelista, cualesquiera fuesen las-anécdotas que le diesen sostén. Esa obsesión que era emi-
nentemente pricologista (no peicológica), aunque 97
se
RAALISMO
.
Y REALIDAD
relacionase con un estrato socíal determinadq se condensaba en Ia preocupación por profundiza¡ en el paso doloroso, dramáticq lleno de co_nflictos, de la infanúa a la adolescencia, en familias de Ia Argentina "tradicionalt', co,n una gran influencia de supentición religiosa y de convencionalismo católico. Loi tabús del sexo adqüeren en este ambi,ente importancia fundamental y se transfbrman en determlnantes de to'das laÉ conductas. Evidentemente estos problemas definen a ciertos sectores de la sociedad argentina, en los que pesan con gran ügor los prejuicios de un catoli-
cismo "español",
tipo contrarreforma. Además, es-
ingredientes culturales, desde el mqmento en que la ideologla de un grupo dominante tiende a transformarse en ideología dom.inante de la comunidad, influyen sobre otros sectores sociales, sob¡e todo aquellos que co¡struyen su üda sobre una mimesis de las clatos^
\
ses altas.
En La cgsa del dngel, *te conflicto tendría marco dentro de 'la alta sociedad porieña de hace treinta años. En La cdda, en un estrato social muy particular, parecido en cierto modo al ubicado por ios años despiadados, salvando todos los elementoi irreales que
'
h=:¿r--
LA REALIDAD PO'R EL COMPROMISO de La casa del ángel. En esta última, sin Ia funcionalidad novelística es mayor, en la adecuación entre los individuos y su mar-
social se da sin discordancia, sin intrusioncs pe. Estas intrusiones de la crónica son las que ampala confusión existente ac"Íca de Fin de ficsta, como riraie de lo psicologista a lo social en la obra de Beatriz Guido. Nada hay, sin embargo, que diferencie ,de manera esencial su última novela de las anterio-ro. En ese sentidq vale la pena dctacar su difgrenda con Los dueñas de la ünra, efectivo intento de
mpüar y ncionalizar el diálogo con la realidad. En de'fiasta
cdsten
pa.ralelamente dos desarrollos: nouellsticamdt¿te el habitual conf,icto adolescente. con todos los requisitos de presencia del pecado, frustración s€útimental, etc., aunque equí el protagonista cambie de sexo; y otro el gue desaíbe periodlsticamente una situaeión política, siempúe
{m
lnq el que naffa
óservada con distante frialdad, que jamás establece
¡na unidad orgánica con el conflicto central. En todo caso existe la misma relación que se daba en La éasa del
ángel: un conflicto individual suscitado en el
Beatriz Guido nnaneja a fin de cr€ar un clima penumbroso en el que se combina la f.antasia con-la realidad. En Fin de fiesta, al cabo, los mismor elementos descriptivos de Ia transición doloros a a la adolescencia, se fijarrír, en el medio social en que cre'ció nuestro caudillismo fraudulento. Salvo Li caída (aunque la obsesión moral y la sexología de represiones y frustraciones esté también present en ell4), La cdru de;|, (ngel y Fin de fi,astá parecen complementarse en la ubicación histórica de un ciclo que acaba con la conmoción peronista. La muerte áel caudillo en su última novela equivale a la muerte de toda una é¡roca, en la'que también reinaron los
Iada en un reportaje: "El objetivo propuesto... fue ariteponef, la figtrra extraordinaria de Lisandro de la Torre a la del caudillo reacclonario de esa épo'ca". 'Apatte que sería caprichoso utilizar la técnica novepara expresar apriorísticamente un conflicto que debe resolver la sociologla o el ensayo histórico, es pvidente que en Fin óe fiesta, s6lo a través de la
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99
-¡eno
de Ia clase.alta argentina, sin que el trasfondo de
Iq
desrnanes'políticos adquiera demasiada importancia funcional. Todo lo que queda dicho serla inritil si cn la liase de los planteos de Beatriz Guiáo alrededor 'de Fin de fiesta no estuviera esta afirmación, formu-
'' t.:.-l::¿a
N E A,T I S M O Y
R E A L'I D A
crónica y nunca de la narración, esú istención de Bü
triz Guido logra manifestarse. . Las diferehcias con Los dueños de la ti¿rra son ras. En Ia obra de Viñaq Ia crónic¡r.alimenta el dal de la narración novelística, se integra ese rrcnte y no martha por caminos paralilos. El'r flicto de su protagonista no puede . ser -personal tendido sin su desencadenante políticoi'en el caso Los dueños de Ia tierca¡ la alaianáa ae peongs en
EÁ'N.EA'LTEAD POR SL COMPROMISO
dfficit en el
con'ociÍniento de la realidad que se a recreai y.gue, de resultas de esa insuficiensélo puede ser evocado rnerced a la reconstrucperiodlstica.
Gstas limitaciones son las que
Si la obra de David Viñas es testirnonio de la :J- ryl librane de la abatracción hasta-llegar a - finos hilos de Ia comprensién histórica, Ia náreü
de Beatriz Guido se agota en una problómática de cts éticas, permaneciendo como una crítica moral Ia decadencia.de las clases altas, pe.ro desde el pu
de vista de otro scctor ideológióJh,
y..d*:
Fin de fiesta
lus-ilr*;;i;-
cod sus incrustaciones periodística-s intenta ser :-y creo gue sobre una,base de honestidad- el primer paso h:acia la inserción en la
histori4 de Ia mórafidad inicial. No logra se;I" que la.historia desfila como crónica dJsucesos, ;; co¡r¡o !eco.r1do, y se mandene plenament, i"A.p."ai""t".
p*pái"l ,,com. de Biatriz i"ia" acentúa
Panicipando de toda Ia am'bigüedua
pro-miso",
la novelísüca
vicios abstractos, no puáiendo furi""ur-"J-nunca
y el iecho indivi¡u; . "r, ,f"ü qateria novelística. Cierto que queda como ,.¿or,ir,"i.=*ii"-;;; saldo hecho^ histórico
plausible Ia vocacién du n;-d, fiesta e>
oe termrno{¡ de arte y,tratándose, simultiíneamente,
¡ild";ir"*;.';
de ryn arre. que ,r, *rr, -.{."¿eestos aprehender Ia realidad, consuelos no importan demasiado. Hay una contradicción entre p,retensiones y tealización que sólo puede imputarse a'ün déficit: 100
:..t.':
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le quitan intgrés ¿l
a búsqueda de un estilo, y a fineza literaria.
r, conto base au$piciosa, la conciencia de una criPero esa condición es aún retórica, como retórica
zu visión de la realidad. Ella se pone de manüiesde manera muy especial, en uno de sus guiones ci : El secuestrador. Pateciera que alll rc la definicién de un ambiente bnrtal, 'que se radicalmente.del prejuicioso mundo "tradicio-
. Pero Ia concepción es gran guiñolesca y escalo. mte: el'rescate de esa vida requiere de acusrdo a que surge: del guión, fuertes dosis de truculenci¿ nada tienen que ver con el realismo y mucho con nihilismo gfa¡dilocuente y grotesco que par€ce ser hábito de nuestra cultura, cuando se quiere romcon el clrculo falso de las ilusiones optimistas.
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"coMpRoMrso" AL
REALTSMo
Los nombres de David Viñas y Beatriz Guido son, te, los más importantes dentro de la acnovelística "óomprometida'', pero no son los riniQueda al ma¡gen, por ejeurplq el de Alberto Rouno de loa que ion mayor ímpetu aparecie. y cuyo estilo fija, a mi juicio, otrt elemento imporpara la crítica: el de Ios peligms del pintoresismo, a lo lcazar:iempre tenbdores para la literatura de 'lagitación": Y quedan, junta a ésta, varios : Sole.ro, Vanasco, Bondoni; novelistas,que, de alr manqra, han intentado dar .testimonio de nues. tra realidad y hair adheridq con los llmites dados pqr
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de Beatriz Guido,. estimable por otra parte en
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LA REA-LIDAD POR EL COMPROMI90
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neo de la "literatu'ra comp:ometidai'. Y éste es el jetivo que inter€sa a la crítica cultural, averiguar les son las causas gue han determinado que esa necesidad de ubicar la novela dentro de un diálogo con la'realidad, haya fníctificado, como corriente-dominante entre nosotros, no en el realismo sino en t'compromiso". Aq,rí debe volverse a lo que se
planteado ya reiteradamente en el trabajo. Sobre la misma base de quiebra de'la "torre de marfil", y (alrn sobre la miwa base de influencias literarias), mientras en la Italia de post-guerra se eqrande el neo-realismo, en la Francia contem¡roránea surge la teorización del "compiomisol'. Las líneas de desarrol.lo del próceso socio-cultural nacional y la historia de la formación de las élites nacionales, serán, según cada pa'¡s, las razones que condicionarián la lregemonía de una u otra corriente. Interesa determinarlo ahora en nuestro proceso; al menos aproximar las líne¿s para calibrarlo. No por razones académicas, sino para sintetizar el estado actual de nuestras élites literarias, los grados de su conciencia de la crisis y lar posibiüdades actuales para rtsolverla en su totalidad, rnediante una gran lucha cultural y social. La nueva literatura surge como expresión de la crisis del país revelada por el peronismo. La co4ciencia de esa crisis, que determinará finalmente la reubicación de un sector importante de nuestras élites
frente a la realidad, surge en los "jóvenes" a partir de una dramática comprobación personal: estaban siendo jugador por los "adultos" de su clase para una política minoritaria que, con revestimientos de lucha
"moral", escondía un sentido social restaurddor. Pre-
tendían enrolarlos, en una palabra, p;ra la defensa de toda la frustración, la podredt¡mb¡e y.el fracaso
- ronismo. La situación no era fácil. Su dramatismo (al que agravaba la crisis de todos los valores "occidenta. l€s" en escala mundial, en medio del pánico de la "gu€rra fría") debía producir, en defecto de una po. lítica obrera independiente gue los integrase en un movimiento popular vastor un nuevo'\¡acío" cultural. Bse "vacío'' -que he definido un poco más atrásfue llenado con el "compromiso". El "compromiso" era la manifestación tórica gue, Ircr un lado, fundamentaba la ruptura de la torre de marfil, tígica de la ética de derecha, y por el otro contenía la necesi,dad de "denuncia" pequeño burguesa de la crisis, con armas nor¡elísticas que, a' la vez, vigorizaban la er
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esta actitud, sino de describirla, simplemente. Por otra
parte, ella puede explicarse sobre una hip&esis que párrafos arriba r¡rencioné al pasar: la carencia, por parte de la mayoúa de-la clase obrera, de una política independiente.que la transformase e¡l el foco de atraccién social que necesitan l4s capas medias pára ser anancadas de la tutela o indirecta- de
-directa las clases dominantes. através de la utilizaEsta debilidad -representada peronista, dd la c-lase obrera, ción, por la aüenación como masa de maniobra de la butguesía- fue la que impidió que, corno corriente, la actitud cr{tica de las élites "jóvenes" se transformara €n integración revolucionaria con el proletariado. La que impidió, trasv-asando
un'poco mecánicamente dicha relación al te-
que en et plís había procreadq como reacción, al pe.
rreno artlstico, gue el 'tonnpromiso" devinhra realis-
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Y RElALIDAD
mo. Ef p€ronismo jugó en este sentido un papel
trastornador. Proletariado y peroni$mo se identificatron en un sdo concepto pari'ta élite "joven¡', dado que partcía imposible diferenciar .la cornposición de un movimiento polltico de su contenido sociali Como para ella no hahía otra apertura proletaria qge el peronismq-y simultáneamente, era imposible acompañar a las viejas élites en su lucha restauradora,.el camino de la espera, de la "tercera posición", del "vacío", quedaba abierto. Era el ca:nino de la ambigüedad, ciertamente, y aunque el "compromiso" suryiera aparentemente por razones éticas, tenía una real fundamentación potítica y social. Integraba un vasto ca@po de acción general de un sector de las capas medias, que resistlan al mismo ti.trrpo al peÉnismo y al pre-peronismo y ere, alrededor del 5O cornefi. zaria a manifestarse de manera más o menos organizada. Tan reáles eran esos fundamentos socialer i p"líticos del 'torrpromiso", que la aparición del fron; Cizismo tuvo el carácter esperanzado de una síntesis: era lo que se había estado esperandq la posibilidad de fusionar a 7a masa peronista ("el proletariado") con la dirección de las nuevas élites .("los intelectuales de izquierdar)'. De un solo golpe {uedarían eliminados los dos factores que impedían una ordenación del p,roceso argentino: la burocracia dirigente del pe. ronismo y la burocracia oligárquica de Ia "vieja Argentina".
Lo qúe vieno después de es'ta ilusión-es cr'ónica contemporánea y nt vale la pena detallarlo. Sólo interesa ,plantear que nunca corno ahora plarecen tan ambi-
guos los esquemas del t'compromiso" y tan nece*aria la elección definida por el pensamiento de la clase ,obrera, a efectos de no engañarse ni trampearse en la "asunción de la realidad". Bn una palabra: ahora ha quedado bien a las cla.ras que el groblearra del de¡-
104
.{-A REALIDAD POR EL COMPROMISO itrlo
en profundidad de la literatura argentina es que la cultural
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p'roblema
fr3eemónico,; la .*,4" "agitación"..quedan ago'tados " y 9t
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de una toma de cónciencia más profunda,
encarc
la coincidencia de la aprehensión de la
dad con su verdadero desenvolvimiento. Estas razones sociales del auge del "compromiso" salida a la quiebra de lb torre de marfil, puecompletarse con algunos elementoñ históricos so. la formación de nuestrts intelectuales. Sobre to-
y principalmente, con el caúnter retóricq rostátre individualista del pensamiento argentino. En sentido han jugado tradicionalmente dos facto'
:
en primer ténnino el fracaso de una política na-
I y popular gue hubiera permitido la integratriunfante de las élites intelectuales con el devehistórico. El intelectual argpntino --despu& del - ha debido mantenerse al margen de la activipolítica dirigente, salvo que entrara en la co¡faión oligárquica. La política resultó asi una suma frustraciones que acentuaron el individualimo y la ia a
las opiniones abetractas
y
retóricas. La'
ición de nuestra condició'n nacional, por otra explica el auge del intuicionismo rosrántico del ya se habló y la necesidad de explicaciones ab,soe irracionales sobre el "ser argentino". También tiene algo que ver en todo esto el "modelo" al cual nuestras élites atendieran: el francá. decir, la tradición intelectual europea más impregde abstracción y moraüsmo, aunque se sienta bcada en los momentos de crisis por preocugaciyner cívicas.. La caracteñzación del intelectual como mremde un gmpo cerradq, corno integrante de una cracién cufa palabra está por encir¡a del común, tlpicamente franceea, aunque no, trxlr supuestor' iva de sus 6lltes. 145
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R E A L I S M O Y .R E A L T D
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Todq este peso retórico de nuestfa cultura ( festado en su ensayística, en su novelistica y en poesía) se agravó por l.a-tardía inserción del m¡ mo en ella. La tarea dermitificadora en nuestro es enorme: como cap¿s de una geografla, en nuestra cultura cristalizaciones de la contra ma con el laicismo liberal; del irracionaligno telúri con el optimismo racional, todas ellas dentro del quema de la frustración de la revolucién ca y nacional. Sobre estas bases de abstracción y tórica, sobre este'tembladeral en el que f.alta el lisis p.reciso de la realidad argentina, no es ex que el "compromiso", como manifestación de negación primera y aparentemente total, haya do a los disconformistas, anhelosos de romper con que pudiera parecerse a una resurrección del
v LAS DIFICULTADES DEL RDATISMO
l.
Axfu,lsrs DEL "BoEDIsMo"
¿
Quedó dicho que la apertura hacia Ia realidad-prop,ueita por los escritores "jóvenes" después del 45, no buscó É integración consciente con aquellos que q partir de 1925 se habían planteado de un modo racio-
.
nal, como objetivo de la literatura, el reencuentro entre los grupos intelectuales y el pueblo-nación. ¿ Por qué? ¿Cu,ilá son las causas de ese vacío que los hiá considerar aislados y solitarios, que les hizo rasu€¿¡r, en busca de continuidad, en la obra de escritores individuales y no a través de su integración en una corriente cultüal? La resprresta para esta pregunta lleva, inmediatamente, a analizar el papel de Boedo y del boedinno en nuestra cultura. Boedo fue el primer impacto en nuestra narrativa
de la rcvolución contemporánea; la primera qanifestaci{n, relacionada con la propia evolución interna de nuestra literatura, de la nueva etapa cultural abierta en el mundo por la e¡rtensión de la teoría y la praxis socialista. Este primer dato es suficiente Para valorar la importancia del movimiento y Pal? desmentir' a quienes sólo se detienen en sus limitaciones desde el punto de vista de Ia asepeia literaria. Culturalmente, Boedo tiene una importancia tan grande que toda ld literatura de izquierda en la Argenti4a (es decir
todo el aretpo aiuo de la narrativa argentina) 106
107
está
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R'E ALID
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gestó, pero
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la realidad cultural sen bdas las
contempor,ánea, que. aprovecha-
-adquisiciones- aportaáu, p", ta van_ guardia a partir de la crisis dé fines de iiglo. Esta preocupación llegó desde Europa"a nuestras . tr.A*. con el pasaporbe de Ia F¡ancia de Barbusse, de Roland o de Anatole,France (con alg,ún Zola, dá Germinal, retrasado); de la Itaü;;T.*, de los de post guerra; de Andreiev o del primer 1"T?"1 Go:ki.- Íln general, de los escritores que llegatan al socialisrno por vía del humanismo, 'del pg!"Ur-o, del contacto naturalista con la realidad. .ir"i. """1 guardia osburtcía. Los nombres d. ú;oüky;B"eci;
1ÉI ',,.:':!l':
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en que la,nocién de realisino se va elaborando
.
ocupaciones ideológicas nuevas, sin plantears. lu l"cha por el realismo; es decir, la lucl¡a integral por nuevos contenidos del arte que partiesen del seno'de
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en la historia de la literatura influida por los os contenidas de la realidad, una etapa -má$ ma)ror precisión
Las tesis del boedismo se vinculan (basta ver, a la distancia, su$ postulados), con la voluntad suqgiIa mayoría de los países europeos a principlos I del "l20 por incorporar a ia literaturá la, or.rerruo ,"a_
llevaba, a menudo, al conformismJy al consen¡ado. ris.mo expresivo, por lo que la lucha ior la nueva cul_ tura se-limita!1 a yuxtaponer sobre moldes viejos pre-
,,1.,,.,,.iÍ
.'üluard son poeteriores; integran una segunda eta-
no tan
lidades introducidas por el auge del movimiento obrero y socialista, iluminado (y definido) por el triun_ fio de la Revolución Rr'.a.'-Esta tentaiiá, que en el aspecto literario-cultural era contemporánéa de la ex. pansión-vanguardista cuyas caracterí;iicas ya han guedado delineadas; se integraba, sin embárgo dentro de una continuidad naturalista, cuyos lÍmiies cor¡ el realisrno no quedabaó demasiado piecisos. Una posi_ ción correcta de crítica a Ia desintegración decad^ente
DEL REALISMO
lS'DITICULTADES
rnarcada por su sello. Incluso sus limitaciones nacen del boedismo: de la cristalización de hábitos traídos p". _rl boeüsmo, explicables por las condiciones cul-
y justeza.
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Í,sa líterau,r*paente de la primera post guerra, a que podía definine en forma provisional como un enriqwcido ideológicamente, tuvo con el expresión en nuestra cultura. ¿Sólo por raaes de influencia exterior? Evidentemente que no. motivos insertoo en la radicién intelectual ar'gentina que permiteo su expansión en aquella Bue¡os Aires ya cosmopolita del 22.
'2. Er- pnsmnArco
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TNTELEcTuAL
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El mal de nueStra literatura fue siempre el des-
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arraigo. Este problerna de la soledad del intelectual en rtlación con la comunidad, ha presidido nuestra ,tradic,ión literaria. Ese desanaigo -i-aún no superado+tendría sus raíces últimas en la falt¿ de asimilación histórica de los intelectuales a Ia lucha nacional-pd. pular, por causa del fracaso de nuestra revolución de"
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mtrcrática, que debió integrar a la Argentina corno en-
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tidad autónoma en el sistema capitalista mundial, 'Por dicho defecto histórico, nuestra comunidad in-
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, g*uó a ese sistema como pals dependiente de los impórios guropeos, perro llevanilo consigo la contradiceión de no tener siquiera frentd al mundo imperialis1,ta poderosas defensas étnicas oculfurales que, aún co. rriendo el riesgo de hacer c:ier a nuestra cultura ert -las posiciones de un nacionalismo defensivo,'podrlan 'haber eontribuido a robustecer nuestra personalidad -'eolectiv4 diferenciándola netamente de la de los paí:ses €uropeos. Fulmos así, una suerte p4rtieula¡ de *tatfüDeost'
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sometidos por otros eurqpeos.
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R-E,,4 L r S M O Y R E A l r-D A
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Este proceso tuvo cumplimiento hasta el fin en loc núcleos urbanos (especiaimente Buenos Aires), quienes le dieron tono al país. Porgue aparte de ellos se 'extendía la dilatada naturaleza en la que perduraban formas tradicionales (españolas, herencia no destruida de Ia contrarreform,a), que iban perdiendo vigencia poco a poco, en la medida en que la nación se trans-
fonnaba parcialmente
por la
presencia de grandes
manchones de desanollo capitalista.
Imponibilitada la integración nacional-popular del intelectual (en la que soñaron, como imperiosa necesidad aqgentin4 los teóricoe del 1837), dadas las fallas
'.¡
nrrIcULTADEs Dür. N,EÁLISMO
y el pueblo'nación,'ensanchando la brgcha su separación histórica. Tan widente €s esto que hoy la influencia del 80 (es decir, la influencia frac¿so de la revolución nacional en nuestra cultupor vía de un liberalismo socialmente reacciona. que nos intrducía en el mundo "modernol'), proen la üteratura argentina como urur línea culindeleble: Borges'es su eq¡onente más talento, Y no sólo €so: es también, quizás, el más típico de la actividad intelectual de nuestras es una excepción, "una flor de invemácucorrpo se dijo, sino el mejor producto que'podía
No
,
la estmctura social-nacional, la üteratura dql 80 fue la resultante lógica de esa situación de distanciamiento entre élites y pueblo. IJna üteratura que aunque asumiese externas forrras nacionales (sobre todo porteñas), se colocaba por encima de la ver-
de una élite ubicada de manera incorrecen la realidad cultural de un país dependiente.
dadera realidad nacional-popular, transfonnándose en
Con el 900 nace entre nosotros la literatura de izElla coincide con la aparición, en la gran ciuen crecimiento, del proletariado industrial de orr-
esenciales de
un producto minoritario de élites a espaldas del país, que construían $u "mundo de la cultura" como una ciudadela de nuer¡oe ricos. A, partir de ahí el proceso de la literatura argentina Be va diferenciando del de la literatura latinoamericana en su conjunto. No siempre, es claro, esa diferenciacién fue perjudicial, corno lo prétenden los teó'ricos de un nacionalismo restaurador. En última instancia ella surgió también de nuestras necesidade como comunidad naciona\ distintas a las de la "otra" Arnérica Latina y nos dio
'la
poeibilidad
de incorporar lo
europeo
'tttod"*o,
abriéndonos el camino hacia Ia asimilación de las nue-, vas realidades sociales y culturales qu€ conmueven aI mundo. Pero la problemática derivada del 80 (a pesar de 'que sea imprescindible deslindane de la crftica que a ese fenómeno cultural han hecho los "tradicionalislas") , trajo profundos signos de desacuerdo entre los inte-
110
L¡
r,rmn¡ruRA
DE rzqurERDA
inmigratorio. Alrededor de este hecho se van polos intelectuales, qué encuentran en él una de integrarse con el pueblo-nación. Esa lide izquierda tenüá sello anárquico y su inse prolongará, casi hasta formar una conti-
ad inintemrmpida, con
La literatura argentina,
el
boed,istno.
pues, se abre a lo "social" medio de las nubes retóricas del anarquismo, acomen lo especificamente literario, con el "mo-
, también retóricq también abstracto. . Así como los escritores del 80 (Mansilla, Cané, , Groussac) prep€raron el camino para una li-
de espaldas al país, a p€sar de que en ciertos de su proea, po.r ejemplo- re-madurez un aporte estimable p,rala forrnación de lenguaje lite¡a{o argentinq los escritores que po111
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que comeruaúa a demoler la fachada del país. agropecuario.i La quiebra de las estmcturas tradicionales se zaba a principios de siglo con el crecimiento objetiv
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presión social se manifestaría. En el terreno ctiltural, rnucho más la primera que Ias otras dos, seguramente porque la nece¡idad de rug tura que los intelectuales se planteaban. con Ia soc¡ dad en que vivían exigían {ormas de aparente total, y porquerel individualismo anárquico se
mejor a 6u actitud espontaneísta
y
filantrópica.
I
sociedad de principios de siglo era deflnidamente hq til al arte y a la poesía. Pbr primera vez se prducía, con características totales, el divorcio de las élites
terarias con la clase que conducía el proceso Ese es un hecho de gran irnportancia en nuestra,cul' turar.,que influirá hasta nuestros días. Antes del 90Q la simbiosis escritor-hornbre político era casi A partir de ahí, sólo epi#ica: la separación entre escritor y la polltica; es decir, eitre su actividad pecífica y las tareas conjuntas de la cornunidSd, cada vez mayor. .Con
la ayuda del ana¡quisrno, eI i
telectual del 900 manifiesta su r¡oluntad de i en el proceso popular; rornpiendo así de ma¡rera jante (o creyendo romper, que paq el caso es lo 112
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ls:'or!'rcrttLTADEs DEL EEALISIIO
n E:A L'r:lrf.E
drlamo¡ llarnar provisionaltdgnte del 90 (Cambacefét; Martel, Mestá, etc.) significaron el mejor antecq, dente *y el más inmediato- de nuestra primera lit teratura, de i4uierda. Si los del 80 hablan reflej la euforia artificial de las élites bajo el rcquismo, del 90 serían el iisrnógrafo de la gran crisis
-:::
co¡r esa sociedad que lo relegaba a planos secun' ¡*. Sl ma), maafkiio, de Gálvez, es el mejor teshi¡tórico de esa situación. Lo ""rrotión social" era él soporter de esta litera-
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q* algunas formas 9..:ry.*t63: cono efadml "" rina importanci,a liminar' Hay que ieli;;rñq;tttó '-;; oo, años para advertir el punto de partida' ,ará
"r, {rltimoo esiertores de la clase patricia' de su los p"Lut ciclo histórico, Porque luego.había de rezur-
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i"*pát, a pattit dl lo: Xl-{1" iit a" hs aparentes incluir il puente'transaccio(sin ¡; ;; t*; ciclo fue Sáenz Peña) tüvo r&s: que épocas, doa -o¡ *ti"
g* oiot""t* Á I "i9i*".o-9: J*,."1i"' ry*::' individuaüsta, espontá-nea' ' L-spondió Ia violencia, obrera' E PT.tli' , *átq"i"", de la incipiente clase de nuestra re{i$ad' personaje sá :';;;t=;;;"b" " cuya lato, Ln sentido pueblo", é1, "el Ytldi"?: - f ct" t" inicitba, porque se lo veía como sujeto de ;.d* las tei.cíones;'mucho más como mártir que - "i"" como héroe. La visión anarquista es siempre una visión fatídica'
,
S. .rin""lu más a ia desesperación posible del- Proletari.¿o, que a la comp"esióti-hi.tórica de su poder como ;1"*, en la medidu'"o qr,. adquiera autoconciencia'
luche. EstJ visi¿n se encontrarla "gq* - * otga"i.e y Iu dglloia' , d**Jrrt" "o., que traían los intelectuales. que sociedad en la lugar otro enconiraban J*. o"" no de galeotes en el periodismo coaneir'ial o í"i"¡" "i
cti-u de sot-idaridad corpoiativa de la "bohe'mlat'' : "l loi* ellos y esa imagen anárquica de ps proleqfos
;;"b"
la coinciden.L ¿" una misma desesperación; ge agredidos, los "parias sociales", como los .. aran ! gustaba decir entonces.
" El anarquisrno' como tendencia teórica,
lnrnca pG'
di"á fundamentar una expansión del realismo en Ia üteratura. Sus modos legl-timos son los del natr¡ralis778
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REALISMO
Y
REALII,AII
¡tS DIFICULTADES
D¡L REALISMO
l
mo, como toma de conciencia descriptiva de Ia reali.
jad, al que pueden
través del engolamiento en la expresión. Paralelaaparecía or,5'¿* actitu4 que en Carriego tuvo iTy mérito para siempre, porque de algrna introducía el mundo de lo cotidiano en una ica de ab,stracciones, p€rQ gue en sus continuase malbarató y, entrt cosas, fijó la retórica del Me refiero aI "humildismo", a la actitud pia-
f"o*i
,"*á.rticar, á Ia medida €n que se intenta darle sentido áL ,r":, l" " li'teratura der 9oo, adosánele
ttTffi
""";r"';;m
teratura de izquierda, fue literaiura de tesls. m:lrr,:lrtn:t?, perturbada por la retórica. Grandi_ Su.con cepcrón_del pueblo le'impedía reflejarlo a no ser denr 1ro de los marcos de la'filantropi", aei *pietismo,,. E_ra necesario describir su dolor, 'tur'ttus", de la er<_ plotación. P-opulismo y ,,pietismá';;;;;; Ias bases qe nuestra literatura de izquierda, como Io están la !?1"!:4 de _probar y ro "o"r."r ácia, Ia abstraceión rceológtca. Hasta ahora nuestra actividad literaria no se- ha liberado del todo de .rta h"r."Jr,-qu. t vés det boedisma adquirirá " "_
""";;;;"ltlr,"iu. Resumidos, estos lastr€s de nuestra prlmltiva titeratura deizguierda pueden darnos .f .igri"ii";;;;;_
Io fílaróficó, concepción pop,ifirt, a" Ia clafilantropismo, mesia"ir*á pi"f.turio, t*l"^_:!t"-, maniquea a no profundizar ei las relaáiones :encla n_u_manas.slno a presentar arquetipos: EI Obrero, in_ lyfTi,:-"astigado,. sujeto áe tódos los dramas po"visto al través de una irnagen que, :11TI "r,Uurgués, de matdad, sería invencible,y a ta que jOIo ?:::? podñan alcanzarle condenas morales. La woblemática, por más que se orientase a Io ,.social[. ," *arri_ festaba maz
-En
crudamente ira;Já"álirt","""r* pensamiento anárquico.
l
ri.oico en el
i11a. teorética abstracta degeneraría ,^3:^! ^!:yario, rogrcamente, en retórica. Una retórica q,,, .rr*ntru_
ría campo abierto en el ,imboii*- J.li, _"a"*islT: Lu retórica se manifestab" .;-.I*;;n"i" ur*¡ por. ejlmpr"¡J-;,o"rT'g"tsrF lltT:j:"_"",^Ai¡arte, "n del Ia mala" herencia=romáñtiü ,teatro. no. esraba superada y por el contrario, penistía tercamente
1Lt,
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frente a lor pobres, a quienes se {ebía proteg€r su.6lebilidad frente a las agresiones sociales. LJna ra plañidera, en fin, que niega, pese a su hoprobable, al realismo y lo reernplaza por el t¡rtimentalismo y, a veces, por la cunilería. . Estas son las líneas generales con que la izquierda r integra por primera vez en nuestra literafura, inauuna corriente. Vistas asi sus fallas de origen, que considerar las fo¡mas de su aparición co¿hafuá mo un hecho perjudicial? IJna conclusión tal no Podría sostenerse: el movimiento anárquico-literario del 900, como intento de acercar los intelectqales al pue' blo'nacién, tuvo una importancia cultur4l enorme. Aparte que trajo nombres, como el citado Carriego o como Sánchez o como Payr6, qüe hablan del t¿lento y de la rnadurcz de una literatura. La obra de Payró o de Sánchez, comparada históricamente con la de escritores posteriores, no ha siáo arln superada. Las limitacionc no era¡, en todo caso, de ellos, sino de la cqmovisión limitada a_ la que adherían o por la cúal estaban influídos. Una literah¡r¿ que aspire a integrar estéticamente las nuevas realidades creadas por la clase obrera, no podrá inspirarse en el credo de Bakunin.
4. Le sor.Bo*p
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Boedo es el segundo capítulo de nuestra literatura pesar del impulso que da a de izquierda. Prolónga
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nuestra n'arrativa- Ios viciqs teéricos d¿l 900,'en otra situación nacional y mundial: cuanü ya ná gobo: naba- aqr¡í, directamente, el patriciado'y cu¿n?o la Rev9lu9,1ón Busa concretaba ia presencia de Ia vaga revolución proletaria con que sd soñara, en infiniia¡
noches de desolada bohemiá, pocos años atrás. La impo*ibilidad boedista ae superl vicios.u"t"¡*o, ¿. deslastrarnos de lo que fue mala herencia del anar. qulsmo literariq deriva de su precaria fundamenta_ ción teórica. Este párrafo de Castelnuovo es ilustrati,
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ideología de Boedo fué una amalgama de
distintas tendencias procedentes todas de
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8 DTFICUET'ADES DEL' REALI9MO.
REALIDA
ü mir*i
fuente: el socialismo. Ilabía anatquistas, socialistas, sindicalistas georgistas, al principió. posieriormente; trots_qui$tas, apristas y comunistadr. ._ El momento histérico en que surge el boedistno (y .,Florida;) es ru contracara el de gran im: ,grupo de pofancia para el porterior desarrollo de nuestra cultur¿. Asi .como alrededor de 1916 sé abre un ciclb advertible en Ia üila política nacional, también nues_ tra cultura ¡econocerá alrededor de esos años rasgq lu-evos. Una y otra dimensión _el desplazamieñto del eje del poder político, el nuevo tono dóminante de La actividad cultural-, acreditan similar origpn: por esos días estallan los elementos de un *li"f ""roüio si bien dejó intactas las viejas €structuras, se 3ue, j""go de la presencia de nuevos agnrpamientos too de clase, advenidos al amparo del desairoilo de las fuerzas productivas en et país. .----Enfocados con esa intención total, no será diflcil advertir los lazoa que, a partir de 191b, atan la victo-
r¡a e-Iectoral del radicalismq Ia Reforma Universita_ na, l7 _huelga de los chacareros de la pampa gringa, '.'El conocida co,mo Grito de Alcorra"; ;,i; Ia .,$e. mÍrna_ Trágica" de 1919. Bstos aconteciírientos uno de los cuales, por supuesto, tiene su p,ropialcaaa his-
ioterna, su p¡o'pia dinámi¡a contraüctoria en
ln a sl misrno y en relacién al conjunto)
ión que r.pÁta ü á""" litoral de nuestry hechq este ¡lccr¡ut de esre 187Ó. rJa trascendencia qe ir d€ de rü/u. La üascenqencra rbis.a partrr ,fo" cónmocio¡ró capas profundas de la psicología
lplectiva de nuestro Pueblo, habní de v€nie con P¿¡r' ticular intensidad err el proceso de nuestra cultura. El inmigrante (en el perlodo que va desde 1880 a :¡910" ar¡ibaron más de dos millones'de ello's quq se especialmente, en Buenos Aires y en el de 300 lilómetros que rodea al puerto), cons:
lxettütot,
rituyó la base demográfica de esos nuevos lagruPa: por lograr el ahededor de 1920 pugnan 4uLuLqv :"jlg¡C¡¡LW ¡,sE'¡Fg ¡qientos que Yqu :-contrql de la vida social argentina. También Por esos i.¿ñoe los hijos de esos inmigrantes comienzan a corlstituir una parte apreciable de larclientela estudi¿ntil ¡del país. Estos primeros descendientes- nativos del Srbg" comerciante o.artesano seráli-'¡nédicos, aboga'
dos, profesionales. También escritores y poetas. '.:.. Lt Reforrra Universitaria del 18 es algo más que :un episodio de las aspiraciones estudiantiles: en el :te¡reno cultural general, el signo de la Reforma, deri;va{o de la conciencia de la crisis total, que ya el 90 üabía preanunciado, y de la tentativa p€queño'bur' .guesa de ,hegemonía, impregnar,á la cultura A¡genti'
'na hasta nuestros días. Es claro que esa impregnacién r¡o habrá de efectubrse plácidamente, sino en medio i-de tensiones y compromisoa de las capas nedias inte' ; lectuales con los representantes del "país tradiciónaltt.
.- Toda esta 'coqmoción sociecultrrral que he tratÉdo dc apret¿r, rtcgondfa a motivaciones de ¡r¡e¡tro
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ron, en síntesis, la presencia activa de tr€s secsocialei en ascenso: la pequeña burguesía ur, el proletariado industrial y el camPesinado idatario de tierras en la zqna cer€alsra. Estas tuvjeron su origen, predorrinantemente, e¡ la
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R{ A L I S M O desarrollo p:rp
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REAIIDAD
AS DIFICULTADES
vinculaba con un estado universal Revol"ció" de l91g se fundaba en
T que al el ffiunfo de la *! "o1"tl""ia, Kusa daba tono. En enero
Buenos Aires el partido Socialista i"t"r"uiioo"f y man
-que ra oe la "revolución maximalista,'. También Io creyó oliqlqur3. despavorida, d;-;"-itá' Joi1* la metidos "p-s-JrtÁ;, y provocó ""¡r", LT::,"^1lfen, 1 ros sangrrentos sucrsos de la llamada semánairágica. . La literatura del 2O darát cuenta, a trav* Ae U imrpción de la nueva de esta -e¿ia-G;;: j_nlritü ,g"opo_ "tar. situación. Entre Boedo.y plrriá" adopaar:á" lou ¿ou ,ü,"*ü"qi" se diviItI"11.'que 9: :y .promoción -había ideológicas y. aún social*. "riA;;;;u1if.r*"ia, S. i""'*"ór"Af;;; en.la polém.icai por ejempto ,pil;."ü;mática detonante afinnación d. iurt"ir,¡.rorrá, -llñ*or"o, ta ¿._ fendiamos a la clase.trabajadona. nlL, AJf"oaiur, 'la oligarquía". La ¿ir.o"Jiu " que, efecrivamente, el boedi,smo;;;;"d; "r.r;#;; dada en
de
ma_
ii."i__"plt"ira .un- arte .,,social',, *i""rrir¿r¿ü lJ"ra_^rradrcrón de Ia primera literatura de izquierda argenüna, y los de Florida proponían _"o*"rrt. urra inserción de Ia poseía ,ré;ir;-; hs comientes^
I
contemporáneas europeas,
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,,:;1"'?"t#?1i",r,.:.t..ff H:",".i:#'tr":: .rr""*";.."; q;;;j:ilj ü;
vadores de Ia ioesía
ii
ynljniu_perada promoción de narradores. EI 91t: aporte de Florida fu¿ decisivo y d;iló;ncia in_
para Ia ruprura de un *U.'nirio y .,, n:T?[._ de segunda urano, u,i" ."""á", como el lgTq" propio Egtg.t lo apuntar4 uiu uez,- G-"ü"" de .los 118
DTL REALfSMO
de M¿iiín Fier¡o y Proa... está prefigrrada pqinas de Lunario Sentimentaf,'. Otro podría decine de Rubén Darío; del libre Runo estaqueado por las remembranzas versalles.a1. P"l Rubén, por ejempJo, de estas cuartetas desrnfadadas gue le inspirara Frank Brown: .,Salta del al cielo laso / Banville lo hubiera amado asi / Btown, como los Hanlon Lee / sabe lo tráde un ¡)aso". Los combates de Florida @ntra ¡oetas
o
algrrnas
hs estragos dei-post-modernismo son valiosísimos y como la retórica no es sólo adulteración de palabras, ¡ino y sobre todo deterioro de contenidos viiales, no ¡mede hablane de esos poetas como de puros l€nova{ore* gramaticales, aunque ellos mismos, en su contra el boedisrno, lo hayan manifestado Nuéstra ¡oesía abrevé en Florida buena parte de su überación explesiva y si ese movirniento, como todos los movimientos experimentales, lleva, lil brado a sí mismo, a un/ callejón sin salida, a una ¡ueva retórica, acompaflado de una vivencial in'tqgración losprobledalde la corirunidad puede -en .groducir las reaiizaciones rii,ás afortunadas d-" ,rn nuwo realismo inserto en la cultura contemporánea. Tal el caso entre nosouos de la poesía de Raúl González Tuñón, fonnada er¡ los moldes de proa y de
Mailín Fiero.
¿Qué era Boedq en ca.srbio? De acuerdo con propulsores,
sr¡s
la révolución social en la literatura. No
caben dudas que ese clima de efen'escencia prolesobre el cambio inevitable de las estructuras burguesas, tuvo en Boedo y en el bocdisino unri vigencia 'enortne. Pero era una temperatura sentimental, mucho más que una adquisición teórica. Y' Ias raíces de esta afinnacién mla hay que advertirlas en Ia obra conct€ta de los escritores boedistas,
tari4 de conciencia
779
.
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AS DTiTTC.UT,TADNS DEL REALlSMO.
REALISMO no tanfo en sis portulaciiones polámic*, óomo en ge. neral se ha hecho hasta ahora. Boedo dio impulso ideológico
a narradoies de uí'
vigor insuperado: Arlt, Mariani, Enrique GanzÉ¿Iezl Juñón, Alvaro Yúnque, Badetta, iqúr¡orim. Sin embargo, quien más típica^urente ha quedado como r&, p¡esentante del gmpo es Elías Castelnuovq al que ' irrcluso se llamó el ."Gqrki eudarnericano". Esta preminencia de Castelnuovo se origina e4 que nadie como él explicita mejor las caácteísticas- dcl bsedismo como corriente-cultural, su aspecto de continuación más o meno6 lineal de la prirnera literatur¿
de izquierda Muchos de loa elementos dél anarquiemo del 900; 'cuyas incidencias en la. üteratura quedaron resurilidas, se prolongan naturalmente en Castelnuovci: so'bre todó el populismo, el naturalismq la üsión piadosa de la clase trabajadora. En él está praente e1 mismo fatidismo rqesiánico que €n los áa,r.quistas, la apreciación en últi'r',a instancia cristiana dg la condició'n proletaria. Basta leer (-aruas o Tiücblas . para asorrarse a un mundo espeluznante, gran guiño. lesco, en el gue los límites entre el proletario y el twnPen nó quedan muy precisosr en el que el mundo de los humildes es urt recinto infernal, sombrlq nro. , ralmmte eondenable, al que no alumbra el más mí" nimo elemento de-conciencia histó,rica. Como eñ la priurera lit€ratura de izquierd4 ese universo de lo social-abstracto mueve al horror o a la piedad, mediante la minuciosa catgazín naturalista de desdichas,, y tragedias. No guiero decir que Castelnuovo lque i el Castelnuovo de esos años) carezca por entero de" méritix literarim; por el contrario, hay en él auténtica fuetza narrativa, pero sobre todo han desluciendo estas caüdades, una visión retórica de Ia realidad ¡ocial. Y esa visión retónica fue la que,sD poctuló,: 120
lilit¿latu¡a proletaria", hasta llevar el cam Casvo como ejemplo a escala americana' li' ,Los lastres anárquicos del boddismo se resulnen en n"-"t.lrroovo. Peto Castelnuovo no era el único es-
en boga: - he men= htor influido Por las ideas de Mariani, de'Bar' iáorrado los nosrbres de Arlt, entre otros' ' ¿La Tuñón, Go¡tzález Enrique Ltta, de *,Pt"l*+Í prolet6r¡,4,.*T? ütcrátura +t['f"e a partir de ahí q donde, juz' iEuidutttt**tt no y'intenciones, que las tg*¿t obras y no entre Boedosey advierte er.an no Florida esenciales láit ;,tan "encia" importantes. Los dos grupos en que }e subdivide lh Ger¡eración del 22 se unen a través de una cons:-t*tt" socio-cultural: salvo e
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.bt desarraigo de nuéstros intele€tuales eon respecto ; a la realidadlnacional deterrnina esta frustración es' piritual. Ya ha gued-ado señalado este hecho, a P¡o: 'oOrito de la pririera literatura de. izquierda. Boedo y nUtia. significan ya la presencia de la Argentina inmigratoria: sus integrantes son, en muchos casos, hiios de gtiogot; .en otros no; pero el clrma esprritual que-. tJ inmigración ha ido forjando en la vrda,colectiva deja su sello en todosBte hecho iro elimina el desarraigo esenciat; más bien, lo acentúa. La luoha de nuestra cultura es una luchi perpqtua Por arraigarse a u1 yelo. fragmen; tario" pocá sólidq sin pasado; es decrr, sin natural
eontinuidad. Los hombnes de 1837 fueron quienes por ,priurera vez anota¡on esta contraccién fundadenla'l:' sin lación no ¡ruedc haber cultura;Y como'ogelaban
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R E A , I,D A
co¡ un instrumento racional, como critor-hombre-político no se úabía
la ¡iabiosi¡
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es.
nór"d" 'soledad. no ca-
La sole_ 1ogr,dertt_ la desesperación ni en Ia oac La Cautiua o de Martín Fielro, la soledad 9|e,Pleocupa\a a Alberdi o a Sarmiento era una sorectad material lcósmica, si se quiere), pero una *t.9* que derivába del'desierto,-l"i-áirj*. n*, en, última instancia, una soledad á"i t frenté a ra naturaleza, no una soledad del hombre "*Urc frente
a
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otro$ hornbres.
El tono de la
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soledad fue posterio¡mente muy dis_ tinto. Ese tono sigr¡a. a. Bry{ó y Florida y adquirirá rasgos patéticos en el intuicionismo posterior át gO. L,a ob3 áe Gá.lvez, cuyo carácter tesiimoniat es muc{ro II}¿s mportante que su calidad estética, puede facilitarnos a través ae ¿os de sui li["*-.i diagrama de esta-siruación: de Et nat;*;frü"; Hombres en .soledad se tiende el hilo doloroso dd ]nu"*o o_ piritual, del aislamiento de los inteleciúales en una
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122
DE,L REALTSMO
Buenos Aires que se deshacía como ceniza. Era nra¡rera de aferrarse a las raíces, de encontrar cl origen de cada cosa. El escritor neceiita la pose-decir ¡ión entra¡iable de una realidad, gue es como de una cultura. Si no la tiene a mano, la inventa. Aquella era la soledad tras las espaldas, pero hay otra, que más que soledad es abroquelamiento. Es la soledad de quien está en contacto con miles, la soledad poblada, si se permite la expresión. El clima lacerante ha quedado airotado. Ebtá én Arlt, está en Mariani, en Rega Moüna o en Marechal, para nombral a dos goetas y a dos novelistas; para nombrar,
.. en
fin, a Florida y a Boedo. Pero deteng.rámonos en la soledad. del boedismo,
! qr. "r la soledad de la literatura de izquierda. En ello tienen t¿¡rrbién. inportancia la falta de arraigo histórico del intelectual, el carácter mercantilista áe Ias capas medias que desprecian la actividad artísti-
ca, el rastacuerismo de'nuestras clases altas. Pero en los boedistas, que recibieron el impacto ideológico de la revolución social" otras fuerzas acudían para com-
sociedad hostil.
Esta soledad tiene dos aspectos. Es por un lado una soledad hacia atrás, la'soledad. dJl que nada tiene como relnal{g. Rojas, en el 12,Ilu; u Ia resranraclón nacronalista, Gálve invoca el solar de Ia ya y Lar¡eta escribe un pastiche que de algun modo debía conmover a.e-sas gentes que buscatir" gr"téritos desesperación. Él ZZ ,i" iri."t" el ca.con mrno de Ia tradición preinmigratona para buscarse un arraigo. pero en bü; ;;;s¿ili*,rr, ,,r..,o "u,"rbio testamento de esa tradición: nace lí mitología de Buenos Aires, el compadritq l"-"""flia"l'or" * .r_ era also ,éliao y'd. ;-;";;de dejar lllt_n:: perderr- porque se caería en el desamp"*. V si Lu_ gones habla ,descubieño,, al lu!,artl; i;";"-- .ñ; atrás, Borges escribe un libro ¡oUr" Srruri;o Carriego, o nejor, usa a Evari,sto Carriego p*" , ""oa",
DrtIcuLT'ADES
pletar el cüma de desamparo. Sus años son en nuer. tro país de euforia econó,mica y de tranquilidad po-
.JI
lítica; aparentemente no habrla c¿u6as para la anEiustia, cogg sí las haMa, objetivamente, después de la crisis del 30. Sin embargo, su literatura es- lite"rtur,a d9 la soledad; Roberto Arlt ha pintado en .Escritor fracasado erita situacién. Mieniras Ia Argentina vivía un momento de eufori4 el mundo at¡ávesaba la etapa rnás cn¡da de una tra¡sición histórica entre dos éstructuras sociales; era el puen¡e entrcdos civilizaciones el que se est¿ba transi-tando. Mientras desde- posiciones de izquierda y de derecha se cuestionaba al liberalismo iradiciorial, en Ia Argentina el alveari3mo, la versión radical det libéÉlismó; conducía el p,roccso potltico. Volvlamos á entusiasno del 12E
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¡ L r,s l,f o y R E A L
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A$ 9ItrIC'ULTADES DEL REALI$ñ¡O
a la tranguiU¿ad meniircse dn, las elases altas satisfechas de la Argentina ;lul"n¡., ma"r, "oásis de-pazi. Era un faho laraíso.del qqe se saldría en el 30, cuando nuestro'país entra vio. Ientamente en la desgarradora historia conteuF poránea.' La literatura de izquierda,' .l b*d;r*o, tomaría concienei¿ de esta situación precrítica y ú"bría de.
una ilu¡ión. Ln Arge'útina entraba al mundo de
T
centenai'io; es decir,
s{ir a buscar
instrumentos ,o"iuleu
q". au-"ii.r."
el confprmismo optimista. No los encontró; la
obrera recién comenzaba lentamente
con el probeso
clase
a idéntificane activo de f". frirtrri.. Ei;"rxiJ;;
revolucionario era aún un esbozo en fosnació": l"_
clqo la situación de los escritores d.l
.
g00 ;r" ;;_ perior e¡r €se sentido a Ia de los boádistas, qugqo en rñcenso era, de todas maneras, un"iL*_ soporte. social que podía.reóurrin", uorq*-rr'fr;;";; 1l terior fuera preüsible, La crisis áel fiberalismo: no, nallaba respuesta social definida. y una literatura, de izquierda requiere un poderoso ,";;i*i.;-;; uqurerda que Ie dé- alas, que la concretg para no. caer en Ia ab,srracciór, _íd.ologic", ¿. r.- háe;ñü_.
soledad. nr,* [.fu'tni" i;"";;,á-; :t_:i,".,q Iarepresentante,
en sr vida y en su obra, lqlr1,lryi"g cel mov¡mienb del 22, que fue Robbrto Ma¡iani; pudT valer m¡ís quu- irrfiniaua.d" ,,*rf;-"F; extranjero en todas p** y bebí la *L;;;;*-l;
iis p"ú i:"*. quesenoensangentaron tales se abrían y mi voz *
timo.atarido. ya esty íegresmdi
nancia aJ lib eralismo';.
5.
ótp.r;dr;;;: .l fl"oñpiO "r,
"'
lbI.-e;; ;prr;^.
DsspuÉs ^o¡¡, 30
de li. &te clima -*1"¿¿ que le prestó a nuestra ..- teratr¡ra tantos elemento¡ ¿e ex,ütcm¡¡¡¡mo *a¡r¡at,,
lrt
econémica; el fr¿caso del yrigoyenismo, el
fin
crisis . contemporánea.
En ca¡itulos anteriorcs- m-e referí con alguna dea la salida intuicionhta para esa crisis. Ella una de las expresionés, una de las respuestas d€ élite intelectual. Pero no la única; al. lado ae *ll¿' coexistió rla prolongación boedista- de ia liter¿Esa üteratura de izquiefiila nó pudo a¡adirse cor¡ro corriente cultural, de /as viejas timitaciones. Con,tinuó en ella la abstracción ideológica, et costumbris-
:mo, el populismo. Y se'agregó lr"U. todo en l¿t -novellstica ciudadana-. la vocacién discuniva y analítica, tan presente en Max Dickmann, en Veóitzky, ,en Roger Plá.
La novelística porteña de entonces era .,social",
'la medida
qy
en
mostraba las derrotas enpirituales de'las cap-as"n medias urbanas y les daba un tono quejoso, poseído por una elocuenciá liberal izquierdista, gtie juzgaba la crisis de la sociedad .,tradicional' aqgentina' desde las limitaciones
del punto de vista
geeuSñoburSués, que se coniuela cotr ,rn vago re-
lormrsmo.
-
Había en esa novelística, por otro lado, una con-
:tinuidad con la llneia liberai-poaitivista de,nuestra 'euliura, que le hacía derivar, frente al desborde irraciónal de los intuicionistas, hácia un ingenuo raciona,lismo deeprovisto de artistas. Estas -capas medi4s ---eobre_toda la juventud,. que hacía irnrpción eir la sobiedad caduca de la ,,décida infamer'-- no encóntarlan en la ciase obrera nacional el foco i" ción necesario para independizarse totalrnente "tr""de la elásicá tutela que el liberalismo ha ejércidó sobre el
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REALISMO
Y
{'profresismot'
REALIDA
de nuestros intelectual€s. Esto vale como afirmación ueneral, solamente, sible olvidar qt J fr.e precrsamente ;*q";;;ñ_ en la década del 3O.cuando los primeros aportes coDCr€. "o*err-ron toe hacia una integración dei -;ir*;;-iu -e¡emptO nacional. Pero de todos ",rlt,rr" de -modos, esa falta de atracción social "o*o ejerciá; proleta*r; riado, cabe señalar que el .ri****i-p"ilr¡co más g:,.-"9. üvido p", sectores derivó de aconteci., "J* Ia guer"a civil española, mrentos extra-nacionales: Ia lucha mur¡dial antifasclsta. Paralelarnente a ese urilverso un poco gris de Ia urbana, se exp.andía la liierat,rra del .nov_elística in_ apegada aún al costumbrisqo'y a un ,,senT:13, T"{ cu¡$mo" de escaso vuelo creador. Toda'esta literatuy no había sufrid" .l i-pa;; d;-l* ,r.r"rr* .*, periencias narrativas: era una-prolongación de viejas experiencias, i*to, variaban de acuerdo eun ".ryo, de el talento indiviáual cada ;ü;; rii tuy nobre¡ muy irr-rtrorrantes, como "lr"ttor"*, Jt ;; A;,ü; Kramer, por ejemplq lanzado a-la crcación p", .r* ,n*. Paralelamente, a través de r.rrr" *á""1u-1" .l*urr_ tos urbanos y rurales, tuvo auge lu tes_ timonial de Ia doloros" r.uliá"i"'pr.t.rrrión ;ffi;;;;;i;;;; det país,'a ta que.i-;;;ü" de Buell-.1,':l-"d:' nos Arres se acercaba un rescoldo eo el -que :o-mg.a .podía re-fúgiar su necesidad p"r-ios i;;;"rrr, .rrro*o cott Ferfiles definidos y contlstad*. é;; ft.filrr, un fin, -"americanos", qI: -qo veía en Ia ciridad. Este camino dio tog'ros individuales *", i.ll".r, como .E/ rro oscuro de Alfredo una de Iá mejores -Varela, rcalizaciones de toda l" lit"rat*" J!u.?r,", p.ro que. al cabo, tampoco iba a l. realismo, cuyo intér& no deriva "r*Jl='J"l ,r,r.rro de inco,rpo,rar como crónica los elementoi fuertes le i".rüriiii¿ad, sino de intqgrar njrrativa,mente lo humano-socirl, por.
f26.
S DIFICULTADES
DEL REALISMO
'de peripecias indiüduales desarrolladas en ier escenario. Eeas novelas eran cotno granscos periodísticos, muy atados a los modelos mericanos, que durante la década del 30 marIos mmbos de la literatura social. Pero sería absurdo discutir ahora eaa etapia de rest4a novelística, descalificandola por su narrativo que periodístico. Vuelvo a"ár¿"t", insisth el problema del realismo es un,problema cultuno un problema de obras y artistas les. EI desarróllo estructural dé la. cultura p (que es como decir de la vida social ar-
ge-ner_al y_
ina en su conjunto), no podía dar las
bases
expandir una literatura que encontrase los nue-
contenidos de lo social én b fibra íntima de quier conflicto y no sólo en la desespeáción de obqic o de los frigoríficos. Hay problemas de egración cultural en nuestro país, que dificultan courprensión acabada de las ielaciones entre los y el pueblo-nación. En ese señtido es;tamoñ €n aparente desventaja con r€specto a los otros países latinoamericanos, cuya realidad social es €x. teriormente más rica; donde b contradicción entre el otpueblcf' y sus enemigos es mucho rnris neta, por sencia de una poderosa pequeña burguesla. {-demás, desde el punto de üsta "críticq el nuevo ¡ealismq aqul y en el mundq se hallaba ,rr, "r, esp?l"* 4!enzos. Lo que noeotros trni.mo, a nuestras das era, en primer lugaq la herencia abstracta de 'la literatura de izquieráa y en segundo lugar, el vigor_de la literatura latinoámeric"iu "ri"iii"oto, aiada lógicamente a Ia descripción de"r, conflictos casi iiempre ruralesPor_ ello, y a pesar de todo, esas novelaj de l¿ j¿.,década quterda durante la infamer', continuaron sien_ do el cuerpo vivo de nuestra literatura. Mucho mejor
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r. E A L I S lf.,o , Y h.,ü
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,SI}ICU'LTAD ES D.[,L' N.'g AL¡S
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orientadas que loo tr¿bajos de lon intuic¡o"isrli; ¿il* pagaron el duro precio de pretender el. cami¡isr..de,.:14 iitcgraeión cor.r el pueblo, en momentos.de aio¡ía $aneral de la rycredad argentina-
6, Prnspr¡rn¡es
DE Isu¡srRo
*Etrrsxo
La litcratura "comprometida" ignoró todos estos tligié modelos individirales, po ou-"ilJ
-¿ntecedentes.
ccno eye,ntual _continuid¿d de una cofriente. ¿por Ias fallas del boedismo y de zus prolongacionesi Eu cierto smtido, sf, pero de todos modos Lte p"qg&. tane: ¿hasta qué punto el "cmproriniso,', cono tura teérica y vital, supera los llmit€s del boedí¡mo.? EI 'terrorismol' de Castel¡uor¡o sigue siendo cog.*q actitud, más valioso que el de So]irq o qué el de Viñas en Los años despiadados, o qué el áe Rodrí; gue4 acumula¡do naturalismo y pinto¡esqufu¡¡o sn: 16,
la descripción más o rnenos , áe los res; tos indígenas del país. Mucho más puede decirse en relación con Arlt y con Mariani y- con lm cuentot de Yungue. La única superación:que tra€n los .,comprometidos", en conjunto, se refiere a las técnicas de expresión literaria. Y poco; Forque b q"e -eso _gs lay que tra¡cender del boeilismo y ae ioaa U pnmer¿ literatura de izquierda es su visión retórica de h realidad. De lo que se ü,ata, es.de ihtroducir trr¡€vaú fomulacionesr nuevas realidades, una nueva co¡mo. visión, sosteniendo la efusió,n séntimeutal de la í¿! quierda, como estado de ánimo, que al mismo tiempo evite la aoluntad dc ptobdr. Esa es la tarea fundamental de los escritorea que' hoy se p-rgponen pcit¡iliáaá¡:i; T p.rrl"T.*l el nuevo realismo. Las poqibli¿a;i:i son ahora infinitamerlte mayores. Es neces¿rio,.ilpe 11r- Ios lastre de nuestra literatura de i"quiéda 1ia.; dicional mediante una integraciO" duiG,, "o*clüia 128
cor¡ el d.ewnir histérico, para que sc borre abeacsidn idd@iea. Y es nccc¡a¡.io compreoder cl prcblema del rta.lhno está indisolublémcnte
a Ia culü¡ra de nu€stp tiempo, no a la
del pasado; gue todas las^eonquistas expresivas de.
narativa actual, en fi¡" so¡ ttwnantos a integrar Saber que la del realimo no ha sido gn p€rv€f,$o delirio de la ia de una civiliáción, silo una forma de parrcfal, inc,ompleta, si se quiere, Pero nacida de las mismas entrañas del hecho cultural moderno. Y que aún el "comprortiso", en cuanto vocació'n dc reenplazar lo abstracto por lo concreto y dc
la cargazón discuniva del análisis, tiene aspectos rescatables. No han es clalo, rftetas poaibles, pofllu€ el rea-
limo no quiere fi¡ndar un¿ nueva preceptiva, sino 'iluminar eÉas nuevas realidades que están naciendo ya eh la psión.y en la intelipncia del hombre. Y cs en csta dificultad dpnde mejor se advierte su impo*ancia, co[lo aeor¡tecimiento ]iterario.cultural. r$ólo a través del realismo, la izquivrda Bo€-desde el desgado hast¿ los 'lcomprometidos"- 6upetará ¡ra&funto de su separacién con el pueblo. Porgue el reali@o ohliga al inteiectual a una eleccién; lo libra 'de la anbigüedad, lo inserta en la hisoria. Fuera de é1, en esta= Argentina en la que han caducado las sofuciones intennedias, 6lo queda el conformlsmo s la
soledad.
129
.a:i:,r.::;: . _,i::i::
.".:,.,:t::i
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INDICE -8)ÍPLICACION I.
LITERATUN,E Y SOCTTPAD
7
...
l.-El
ne:ro i ?. Nacimiento de la vangub¡dia .................
II"
E. Situadón de la "literatu¡a complooetida' .. . . 4, Los ca-inoc de lo ¡eal .IMAGENATOV¡STONAL DEL REALII¡MO ....
l.
15
t5
fg
;,j
25
n
I
U 4I
rer'¿üdad 4l .. ... ... ,..: 46 2. El ¡eali¡mo como método !. El ¡ealis¡no como tendencia .... .,.... 59 m. L,t BUSQUEDA DE LA REALIDAD lt l. La Argentina y el mundo 67 2. Peronimo y capas medias . 68 l. El cami¡o de la i¡tuición 72 4. Razones del "ompromiso'i .. . 78 ,IV. A LA RE,ALIDAD POR EL COMPROMTSO .... 8' ........ 8t l. La'primacla db lanegatividad quiebra de la iludó¡r 2. Viñas: la 9f t. Guido: la crltica moral ... ....; . 96 La e¡cocia de la
;
4. Del "oompromiso" al realismo
ú. urs
DmcULTADEs DEL REALISMo .. .. .. ... lo7 .. ..... .. fü/
l. Análfuis del "booilismo 2. El d€raraigo intelectual
: t. u .1. ¡¡
literatura de izquierda .....:............. rolodad de la generació¡ del 22 5. Después del t0 . 6, Pcrspctivar de nue¡tro realismo .......:.....
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EL MARXIS ESCATO Carlos A
MEDITACION
NACION Y Héctor P.
EL MITO Héctor P.
EDICIONES Distri,buiilor
EDITORIAL SÁNc¡rnz
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