ANTECOMIENZO
No detenerse. Y cuando ya parezca que has naufragado para siempre en los ciegos meandros de la luz, beber aún en la desposesión oscura, en donde sólo nace el sol radiante de la noche. Pues también está escrito que el que sube hacia ese sol no puede detenerse y va de comienzo en comienzo por comienzos que no tienen fin.
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CANCIÓN PARA FRANQUEAR LA SOMBRA
Un día nos veremos al otro lado de la sombra del sueño. Vendrán a ti mis ojos y mis manos y estarás y estaremos como si siempre hubiéramos estado al otro lado de la sombra del sueño
2
NOCHE PRIMERA
Empuja el corazón, quiébralo, ciégalo, hasta que nazca en él el poderoso vacío de lo que nunca podrás nombrar. Sé, al menos, su inminencia y quebrantado hueso de su proximidad. Que se haga noche. (Piedra, nocturna piedra sola.) Alza entonces la súplica: que la palabra sea sólo verdad.
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UN CANTO
Quisiera un canto que hiciera estallar en cien palabras ciegas la palabra intocable. Un canto. Mas nunca la palabra como ídolo obeso, alimentado de ideas que lo fueron y carcome la lluvia. La explosión de un silencio. Un canto nuevo, mío, de mi prójimo, del adolescente sin palabras que espera ser nombrado, de la mujer cuyo deseo sube en borbotón sangriento a la pálida frente, de éste que me acusa silencioso, que silenciosamente me combate, porque acaso no ignora que una sola palabra bastaría para arrasar el mundo, para extinguir el odio y arrasarnos... 4
CUANDO TE VEO ASÍ, MI CUERPO, TAN CAÍDO...
Cuando te veo así, mi cuerpo, tan caído por todos los rincones más oscuros del alma, en ti me miro, igual que en un espejo de infinitas imágenes, sin acertar cuál de entre ellas somos más tú y yo que las restantes. Morir. Tal vez morir no sea más que esto, volver suavemente, cuerpo, el perfil de tu rostro en los espejos hacia el lado más puro de la sombra.
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Pero tú, única Soledad, sí pero tú nunca. Ausencia, pero tú nunca: inmóvil luz sin término bajo la luna fría de la falta de amor.
6
CANCIÓN DEL ETERNO INRETORNO. INRETORNO. Quiero quedarme así, sólo, lejano, Sin ninguno, sin nadie, Pájaro que en la infinitud del aire vuela, En el vacío del aire, Hacia el horizonte que jamás se alcanza Y nunca ya poder –quedarme asíRegresar al origen para siempre borrado.
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Y todos los poemas que he escrito Vuelven a mí nocturnos. Me revelan sus más turbios secretos. Me conducen por lentos corredores De lenta sombra hacia qué reino oscuro Por nadie conocido Y, cuando ya no puedo Volver, me dan la clave del enigma En la pregunta misma sin respuesta Que hace nacer la luz de mis pupilas ciegas
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Y tú ardías incendiado, Solo en la infinitud del universo Y sus innumerables mundos, Víctima de jueces Tributarios de sombra, Y sombra Hasta nosotros. Sombra. Pero tú aún ardes luminoso.
9
SOLO EL AMOR Cuando el amor es gesto del amor y queda vacío un signo solo. Cuando está el leño en el hogar, mas no la llama viva. Cuando es el rito más que el hombre. Cuando acaso empezamos a repetir palabras que no pueden conjurar lo perdido. Cuando tú y yo estamos frente a frente y una extensión desierta nos separa. Cuando la noche cae. Cuando nos damos desesperadamente a la esperanza
de que solo el amor abra tus labios a la luz del día. 10
DELIRIO DEL INCRÉDULO Bajo la flor, la rama; sobre la flor, la estrella; bajo la estrella, el viento. ¿Y más allá? Más allá, ¿no recuerdas? , sólo la nada. La nada, óyelo bien, mi alma: duérmete, aduérmete en la nada. [Si pudiera, pero hundirme... ] Ceniza de aquel fuego, oquedad, agua espesa y amarga: el llanto hecho sudor; la sangre que, en su huida, se lleva la palabra. Y la carga vacía de un corazón sin marcha. ¿De verdad es que no hay nada? Hay la nada. Y que no lo recuerdes. recuerdes. [Era tu gloria.] Más allá del recuerdo, en el olvido, escucha en el soplo de tu aliento. Mira en tu pupila misma mi sma dentro, en ese fuego que te abrasa, luz y agua. 11
Mas no puedo. Ojos y oídos son ventanas. Perdido entre mí mismo, no puedo buscar nada; no llego hasta la nada.
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LA PENSADORA DEL AURA Nacer sin pasado, sin nada previo a que referirse, y poder entonces verlo todo, sentirlo, como deben sentir la aurora las hojas que reciben el rocío; abrir los ojos a la luz sonriendo; bendecir la mañana, el alma, la vida recibida, la vida ¡qué hermosura! No siendo nada o apenas nada por qué no sonreír al universo, al día que avanza, aceptar el tiempo como un regalo espléndido, un regalo de un Dios que nos sabe, que nuestro secreto, nuestra inanidad y no le importa, que no nos guarda rencor por no ser... ...Y como estoy libre de ese ser, que creía tener, viviré simplemente, soltaré esa imagen que tenía de mí misma, puesto que a nada corresponde y todas, cualquier obligación, de las que vienen de ser yo, o del querer serlo.
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MÉTODO. Hay que dormirse arriba en la luz. Hay que estar despierto abajo en la oscuridad intraterrestre, intracorporal de los diversos cuerpos que el hombre terrestre terrestre habita: el de la tierra, el del universo, el suyo propio. Allá en “los profundos”, en los ínferos el corazón vela, se desvela, se reenciende en sí mismo. Arriba, en la luz, el corazón se abandona, se entrega. Se recoge. Se aduerme el fin ya sin pena. En la luz que acoge donde no se padece violencia alguna, pues que se ha llegado allí, a esa luz, sin forzar ninguna puerta y aún sin abrirla, sin haber atravesado dinteles de luz, de sombra, sin esfuerzo y sin protección.
14
EL VACÍO Y LA BELLEZA. La belleza hace el vacío –lo crea-, tal como si esa faz que todo adquiere cuando está bañado por ella viniera desde una lejana nada y a ella hubiera de volver, dejando la ceniza de su rostro a la condición terrestre, terrestre, a ese ser que de la belleza participa. Y que le pide siempre un cuerpo, su trasunto, del que por una especie de misericordia le deja a veces el rastro: polvo o ceniza. Y en vez de la nada, un vacío cualitativo, sellado y puro a la vez, sombra de la faz de la belleza cuando parte. Mas la belleza que crea ese su vacío, lo hace suyo luego, pues que le pertenece, pertenece, es su aureola, su espacio sacro donde queda intangible. Un espacio donde al ser terrestre no le es posible instalarse, mas que le invita a salir de sí, que mueve a salir de sí al ser escondido, alma acompañada de los sentidos; que arrastra consigo al existir corporal y lo envuelve; lo unifica. Y en el umbral mismo del vacío que crea la belleza, el ser terrestre, corporal y existente, se 15
rinde; rinde su pretensión de ser por separado y aún la de ser él, él mismo; entrega sus sentidos que se hacen unos con el alma. Un suceso al que se le ha llamado contemplación y olvido de todo cuidado.
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EL CONCIERTO. Se oía, ¿se hubiera oído la guitarra si su sonar no abriera desde el primer instante el modo justo de escuchar? Era su primera virtud indiscernible de momento. Los preocupados de pedagogías quizás hayan caído en la cuenta de lo que es la Música la que enseña sin palabras el justo modo de escuchar. Y de que cuando de palabra sola se trata, sucede así igualmente, que es la música, que puede ser un modo de silencio, la que sostiene la palabra en su medio y en su modo justo, ni más alta ni más baja –(…)-. Porque la música es, desde un principio, lo que se oye, lo que se ha de oir, y sin ella, la palabra sola, decae adensándose, camino de hacerse piedra, o asciende volatilizándose, defraudando. Gracias a la música la palabra no defrauda; privada de ella, aun siendo palabra de verdad, y más si lo es, se desdice. La música es prenda de la no traición, no existen en ella “las buenas intenciones”, y un solo fallo en la voz que dice revela la falacia, o 17
denuncia el incumplimiento de la verdad. La música cumple, se cumple, y escuchándola nos cumplimos.
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El adiós Entró y se inclinó hasta besarla porque de ella recibía la fuerza. (La mujer lo miraba sin respuesta.) Había un espejo humedecido que imitaba la vida vagamente. Se apretó la corbata, el corazón, sorbió un café desvanecido y turbio, explicó sus proyectos para hoy, sus sueños para ayer y sus deseos para nunca jamás. (Ella lo contemplaba silenciosa.) Habló de nuevo. Recordó la lucha de tantos días y el amor pasado. La vida es algo inesperado, dijo. (Más frágiles que nunca las palabras. Al fin calló con el silencio de ella, se acercó hasta sus labios y lloró simplemente sobre aquellos labios ya para siempre sin respuesta.
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