1. Conocimiento de la verdad y gobierno de la ciudad. La Verdad consiste, para Platón, en el conocimiento de todas las Ideas, que son la esencia de las cosas, aquello que existe real y únicamente; así como la correlación que hay entre ellas y la que se da entre éstas y los objetos que las imitan. En la filosofía platónica y debido a su teoría del filósofo-gobernante que más adelante trataremos, tan solo los filósofos pueden gobernar debidamente la ciudad, puesto que son los únicos que conocen las Ideas y por ello, la Verdad. Por lo tanto existe una relación de necesidad entre el conocimiento de la Verdad y el gobierno de la ciudad, de manera que lo segundo no se pude dar sin que antes se dé lo primero.
En lo que concierne a la teoría del filósofo-gobernante anteriormente citada, es la propuesta política de Platón frente a unos estados que “están sin excepción mal gobernados”. El enfrentamiento de Platón con el régimen político vigente en Atenas, la
democracia, que había condenado injustamente a muerte a su maestro Sócrates, así como su disconformidad con la oligarquía del gobierno de los Treinta tiranos; lo llevan a proponer su propio sistema de gobierno: una aristocracia gobernada por los mejores, a saber los filósofos. Esto se debe a que, así como en un navío no dejaríamos que cualquiera tomase el timón, sino sólo el capitán; así no podemos dejar que cualquiera gobierne la ciudad, tan solo aquellos que saben cómo hacerlo, y estos son los filósofos. Bajo esta postura (sic), subyace la teoría platónica de las Ideas, ya que los filósofos son los únicos que pueden llegar al conocimiento de éstas para después gobernar la ciudad siguiendo su modelo eterno. De esta manera, cuando el filósofo conozca la Idea de Justicia y la Idea de Bien, gobernará la ciudad justamente. Esto se debe a que, por influencia del intelectualismo intelectualismo moral socrático, la virtud viene dada por el conocimiento, de tal modo que si alguien no actúa bien, no lo hace a sabiendas, sino por desconocimiento.
No obstante, no todos los hombres pueden llegar a ser gobernantes, sino tan solo aquellos que tienen más desarrollada la parte racional del alma, controlando a las otras dos partes, la irascible y la apetitiva. Además, cada una de las partes debe desarrollar su virtud propia; así la racional desarrollará la inteligencia, la irascible la valentía y la apetitiva la moderación. Sólo estos ciudadanos podrán llegar a gobernar con Justicia tanto la ciudad como sus propias vidas. Y aquellos que estarán más capacitados para desarrollar la parte racional son los que pertenecen a la clase social de los guardianes, los que tienen como predominante la parte irascible; y lo estarán tras llevar a cabo un largo y complicado proceso de educación.
La educación de los futuros filósofos tiene como finalidad el conocimiento de las Ideas
y la aplicación de éstas a los asuntos humanos. Para llegar a dicho conocimiento es necesario dejar de lado todo lo material, de lo cual no se puede obtener ningún tipo de conocimiento puesto que es imperfecto y está en cambio constante, y que corrompe al alma impidiéndole el conocimiento de lo que verdaderamente existe, las Ideas. Para esto hay que despreciar los sentidos, ya que solamente nos aportan informaciones erróneas sobre las cosas materiales, y centrarse en el uso de la razón, único instrumento verdadero de conocimiento. Esta tarea no resulta fácil en absoluto, por lo que no se puede pasar directamente a la dialéctica, única ciencia que permite llegar al conocimiento de las Ideas, sino que es necesario pasar antes por una serie de disciplinas propedéuticas, las distintas enseñanzas matemáticas.
Las cinco disciplinas matemáticas -aritmética, geometría plana, geometría de volúmenes, astronomía y armonía- cultivadas adecuadamente, sirven para ayudar al alma a alejarse de lo sensible y a familiarizarse con el pensamiento abstracto y racional. No obstante, se encuentran por debajo de la Dialéctica, esta insuficiencia viene determinada por una parte por el hecho de que, aunque su objeto de estudio se encuentra en el mundo inteligible, los que se dedican a ellas necesitan de lo sensible para entenderlas; y más importante que esto, por el método que se emplea. Dicho método partir de una serie de hipótesis no cuestionadas, consideradas como axiomas y en esto radica su insuficiencia, porque de este modo no pueden llegar a conocer lo que existe sino simplemente “soñar” con ello. Es por esto por lo que las matemáticas y los
objetos matemáticos ocupan un lugar inferior epistemológica y ontológicamente hablando en el. Símil de la línea.
Una vez superado el conocimiento de las disciplinas matemáticas, se puede acceder ya a la Dialéctica, la cual consiste en formular una serie de hipótesis que deben ser cuestionadas por la razón, hasta alcanzar una hipótesis verdadera y con ella el conocimiento de una Idea; para luego ir conociendo todas las demás hasta llegar a la Idea suprema de Bien. Es en esto en lo que consiste la Dialéctica ascendente. Pera cuando ya se han conocido las Ideas, la relación entre ellas y con las cosas que las copian imperfectamente, el ya filósofo no puede quedarse en el mundo inteligible, el exterior en el Mito de la caverna; sino que ha de regresar al Mundo de lo sensible, al interior de la caverna, para ocuparse del gobierno del Estado, y renunciando al placer personal que le supondría quedarse contemplando las esencias. Según esta concepción estatalista, Platón antepone el bien del Estado al bien individual. Con todo esto, el filósofo-gobernante ya podría gobernar justamente tanto el Estado como su vida personal, permitiendo que los ciudadanos desarrollen sus virtudes y sean hombres felices.
2. Opinión; pensamiento y ciencia de la filosofía de Platón. Uno de los temas más importantes que trata Platón es el símil de la línea, donde se distinguen dos grados, el ontológico que se ocupa de la realidad y el epistemológico, encargándose del conocimiento.
Supongamos que cada grado es una escalera, no iguales pero con el mismo número de escalones y donde cada escalón imita al siguiente que tiene arriba. En la escalera ontológica, encontramos abajo al mundo sensible, es decir, a las imágenes y a los seres naturales y artificiales, que imitan a los escalones de arriba, el mundo inteligible donde se encuentran los objetos matemáticos que a su vez también imitan a las ideas, que sería lo más supremo, lo más alto, lo más real, donde le dé bien el sol. Paralela a esta escalera están los peldaños epistemológicos, el más bajo seria el escalón de la opinión que se ocupa de los que están a su altura en la otra escalera, las imágenes y seres naturales y artificiales. Al igual que el pensamiento se encarga de los objetos matemáticos y en lo más alto la inteligencia, el conocimiento más verdadero, pues se encarga lo que es más verdadero, las ideas.
El camino para subir estas escaleras y ascender al mundo de las ideas, es duro, pero lo conseguiremos mediante la dialéctica, para la educación de un buen filósofo gobernante, pues solo ellos conocen la idea del bien y por lo tanto no pueden nunca obrar mal, ni injustamente, si no, no conocerían realmente la idea de Justicia. Este es el principal objetivo de subir estás escaleras, y después bajarlas para conseguir una sociedad justa y en armonía. Esto mantiene mucha relación con el mito de la caverna, donde el prisionero que escapa, y se desprende de las cadenas que sería el cuerpo, el obstáculo del alma, conoce el mundo de las ideas y vuelve a la caverna, es decir, la dialéctica descendente.
Antes de utilizar la dialéctica ascendente, echaremos mano de las 5 disciplinas propedéuticas en este orden: aritmética, geometría plana, geometría de volúmenes, astronomía y armonía.
Después llega la dialéctica, donde derrumbaremos todas las hipótesis hasta elevarnos a la contemplación de la idea del bien. El filósofo gobernante deberá mantener la parte racional del alma y desprenderse de la apetitiva, al igual que el guerrero deberá mantener su parte irascible y la armonía de estas tres partes del alma es la armonía entre las clases sociales, que es lo que quiere Platón para la sociedad.
3. Individuo, comunidad y gobierno en el pensamiento de Platón. El título de nuestra siguiente redacción es “individuo, comunidad y gobierno en el pensamiento de Platón”, y presenta las siguientes cuestiones: ¿Cómo entiende Platón
el Estado?, ¿en qué consiste el bien del estado?, ¿en cuántas partes y en cuales se divide el estado según Platón? ¿Cómo se logrará el estado ideal?
Platón rechaza la democracia y la oligarquía, así como la tiranía, por eso, como alternativa a estas formas de gobierno y como remedio a los males políticos de su tiempo, propone la teoría del filósofo-gobernante. Esta propuesta es el resultado de aplicar el intelectualismo moral de Sócrates al terreno de la política. La forma de gobierno que propone es una aristocracia (gobierno de los mejores), por ello la teoría política de Platón es una teoría de élite. Para llevar a la práctica esta propuesta política es necesario seleccionar las mejores naturalezas (individuos que posean ciertas capacidades y cualidades para aprender, etc.) y potenciar esas cualidades mediante una educación adecuada, después de ello estarán preparados para gobernar.
Platón entiende el Estado como una comunidad natural de individuos que cooperan y se coordinan para vivir, beneficiándose todos de la contribución de todos. Por eso el buen gobierno debe anteponer siempre el bien común al bien particular del individuo o de un grupo de individuos. Para Platón el bien común más importante es la justicia, la cual la entiende como armonía, como unidad y cohesión social.
Para Platón este Estado está compuesto por tres partes al igual que el alma, pero constituido por tres grupos humanos naturales: el primero estaría formado por aquellos individuos en los que mandan los apetitos y los deseos materiales de la parte apetitiva; el segundo por aquellos en quienes dominan las pasiones de la parte irascible; y el tercero por aquellos en cuya naturaleza predomina la parte racional. Los primeros son los adecuados para la producción de los bienes necesarios para la vida; los segundos son aptos por naturaleza para la defensa y función militar y los terceros están especialmente capacitados por naturaleza para aprender.
4. Ética platónica. El intelectualismo moral. El pensamiento ético de Platón (427 – 347 a.C.) como es comprensible, se deduce de su antropología, es decir, de su concepción del hombre. Pero no tenemos ninguna obra de Platón que trate selectivamente de este tema. Su ética la hemos de entresacar de su filosofía que por lo demás está repartida de forma no sistemática en sus escritos. Sus diálogos abordan diversos temas en forma literaria, pero no es difícil apreciar el fondo de su pensamiento. Ha quedado para los estudiosos de la filosofía elaborar la sistematización de sus ideas. Para el filósofo griego el hombre está compuesto de dos sustancias, el cuerpo y el alma. Esas dos sustancias son tan distintas como la materia y el espíritu y lo insólito es que estén unidas siendo de naturaleza tan diferente. De la misma forma que el agua y el fuego no se pueden combinar por su distinta naturaleza, asimismo el cuerpo y el alma son irreconciliables y no pueden llevarse bien. Uno prevalecerá sobre el otro. O bien el cuerpo manda y entonces ahoga el espíritu, o bien, mandará el espíritu y entonces deberá someter al cuerpo como un jinete ha de sujetar a su caballo, como sugiere el mito del auriga que nos propone el filósofo griego. Para Platón, el cuerpo es la cárcel del alma, pero ésta es espiritual e inmortal y, por el contrario, el cuerpo material y compuesto. La muerte es claramente la escisión de ambas sustancias y, mientras que el cuerpo se descompone al separarse, el alma escapa hacia otra vida superior. También en esto Platón parece seguir a su maestro Sócrates. La vida moral así entendida consistirá en el trabajo del hombre por liberarse de la esclavitud material del cuerpo y ascender, con la sola inteligencia, al mundo de las Ideas, mundo espiritual que le es familiar al alma. De esta forma, el ateniense se declara contrario al hedonismo porque supone que dar satisfacciones al cuerpo y sus pasiones impide al alma elevarse hacia lo que le es propio, el mundo eidético o de las Ideas. La virtud se entiende así como purificación, como combate del alma contra el cuerpo, combate de lo espiritual que debe imponerse a lo material. El alma desea la verdad que no se encuentra en el sujeto sino más allá, en el mundo de las Ideas, pero el cuerpo tiene unas necesidades materiales inevitables que ha de satisfacer. De esta manera para Platón la falta de virtud se puede identificar con la ignorancia. En La República, uno de sus más conocidos diálogos, Platón nos habla de las virtudes principales que hacen referencia a las distintas partes del alma. El siguiente cuadro es ilustrativo también para ver la relación entre ética y política:
Partes del alma:
Racional
Irascible
Concupiscible
Virtudes:
Fortaleza
Templanza
Situación:
Prudencia/ Sabiduría Cabeza
Tórax
Vientre
Carácter:
Inmortal
Mortal
Mortal
Política:
Filósofo gobernante
Guardianes
Pueblo llano
La prudencia racional marca al individuo lo que debe hacerse, pero hace falta la fortaleza y la templanza para llevarlo a cabo. El ejercicio constante de esas virtudes hace al hombre y a la ciudad, felices. Si individualmente los hombres consiguen la virtud y con ella la felicidad, también la ciudad, la polis lo será. La virtud que parece faltar, la justicia, es virtud social y consiste precisamente en dar a cada uno lo suyo, lo que significa que cada miembro de la ciudad cumpla su papel y no se trastoque el orden que Platón considera natural: el gobernante deberá gobernar prudentemente, el guardián cumplirá con moderada fortaleza las órdenes del filósofo gobernante y el pueblo llano mantendrá su vida con templanza, es decir, con moderación de los placeres sensibles. Si el orden se invierte y por ejemplo quisiera gobernar un mero guardián, no lo haría con prudencia y por tanto gobernaría mal. Mucho menos, si gobernara alguien del pueblo llano no lo podría hacer bien, puesto que no conoce la Idea de Bien y por tanto no está capacitado para saber qué es lo que más conviene hacer en la práctica. Según el pensamiento platónico, la política va ligada a la ética, lo que significa que el estado ha de organizar las cosas para que la educación selectiva ponga a cada uno en el lugar que le corresponde, según el nivel de conocimiento que alcance. Si el intelectualismo ético es verdadero, el filósofo gobernará teóricamente bien pues conoce la verdad de la Idea de Bien. Para Platón, solo es filósofo el que conoce la Idea de Bien. El intelectualismo ético consiste en la convicción de que para hacer el bien hay que saber lo que éste es. Según esta teoría ética, el que sabe lo que es el bien, lo hace necesariamente. Y al revés, si no se hace el bien es que no se percibe con rotundidad lo que significa, es decir, no se hace uno cargo de lo que el bien supone. Los que discuten este principio aducen que, en la práctica los hombres, aún sabiendo lo que tenemos que hacer sin embargo no lo hacemos, y coligen de ahí que por eso somos libres, y que en eso consiste la libertad. La cuestión no es sencilla. Da la impresión de que la historia se desarrolla inconscientemente contando con ese intelectualismo ético, cuando tanto se han esforzado los hombres en la educación de las generaciones, una tras otra. Los Ministerios de Educación de todos los países buscan la mejora en la enseñanza confiando en que si los niños y jóvenes aprenden más, serán mejores y la sociedad avanzará en todos los sentidos. Cuestión distinta será el contenido de los conocimientos más convenientes, pero todos parecen estar de acuerdo en que saber más es condición necesaria para ser mejores. Por vía negativa y con otro ejemplo se puede llegar a la misma conclusión: en los establecimientos penitenciarios se busca que los internos se formen, adquieran conocimientos prácticos y se eduquen en valores para que no vuelvan a delinquir, es decir, para que sean mejores. Y también por vía estadística se puede comprobar que entre los internos de las cárceles abundan los que poseen una educación deficiente o muy escasa. Así pues, la conclusión lógica del intelectualismo ético es que los «ignorantes» hacen el mal, porque no saben lo que es «bueno». Y la propuesta social que pretenden es mejorar el conocimiento a través de la mejora en la calidad de la educación, manteniendo que así mejora la sociedad necesariamente.
5. La teoría de la educación de la filosofía platónica. INTRODUCCIÓN: En este apartado se nos plantea la educación platónica pero ¿qué es la educación? Es lo necesario para acceder al verdadero conocimiento, sin embargo, ¿qué podemos conocer? ¿Cómo distinguimos lo conocido de lo imaginado, es decir, lo real de lo ficticio? ¿Debemos tener, todos, una educación o ha de ser selectiva? Naturalmente he planteado varias dudas y preguntas fundamentales que surgen al cuestionarse este problema dilemático, ahora procederé a su análisis, de un modo mucho más exhaustivo. DESARROLLO: Teniendo presente la definición exacta de educación, según Platón, accedemos a una sala dónde, al mismo tiempo se nos abre la puerta de la pregunta que dice, de qué es lo que conocemos. Bien, según este filósofo se conoce lo que es real, lo inmutable, no lo que no deviene y no ocupa espacio, (estos son esos verdaderos seres, o ideas) y sobre todo la idea máxima, la de Bien y la relación que presenta entre las demás ideas que a fin de cuentas son modelos de esta. CONSECUENTEMENTE: Llegamos a conocer las ideas, esto es obvio, pero la cuestión es cómo se ha de educar para acceder a ellas y así al conocimiento. Pues claramente despreciando paulatinamente los entes sensibles, pues no son reales y no sirven para aprehender verdaderamente, sino para creencias inútiles. Así pues, Platón dará comienzo a la educación conciencias simples como la música o gimnástica para comenzar a ejercitar el cuerpo e ir alejándolo lenta pero constantemente de lo concupiscible o apetecible. Tras esto, a la edad de 20 años, se centrará, teniendo el cuerpo bajo el dominio racional del alma, en la διάνοια, o más conocida dianoia y matemáticas deductivas, con el único fin de preparar al alma racional en materia de abstracción, y así llegar a la dialéctica , ciencia de las ideas o διαλεκτική, totalmente abstractas e inmateriales, a la cual casi ningún estudiante llegará, pero visibles para el ojo cognoscible, que es el alma racional, iluminado claro está, por la luz natural, blanca y bella de la idea de bien. SIN EMBARGO: Se encuentra uno con la duda, después de este razonamiento, de si han de ser todos educados. Platón, sin faltar a sus propuestas no rechaza el dualismo, por eso se decanta por el sí y por el no. Principalmente habíamos de salir de la imaginación o despreciar las sombras de la caverna y contemplar el fuego, el cual causó dichas sombras imaginativas, que sólo nos proporcionan el beneficio del placer concupiscible o corporal. Es por esto mismo porqué el primer paso educativo es el de la música y la gimnástica, para dominar los apetitos y pasiones del cuerpo. Superada esta primera fase de selección, accedemos a la de las ciencias deductivas, el pueblo llano no llegará a esta etapa pero si lo harán el guardián y filósofo gobernante, llegando a adquirir la casi completa abstracción utilizando la herramienta eficaz de los axiomas matemáticos. El último paso será el de la dialéctica. El guardián, amigo de lo geométrico, no logrará llegar y se quedará en la entrada del mundo de las ideas, pero si lo conseguirá el nombrado filósofo. Con esto se conseguirá que la polis sea justa, buena y que todos sean educados según sus posibilidades. La polis estará, de este
modo, gobernada por personas que mediante un educador han subido la escarpada y costosa cuesta, accediendo a la superficie, vislumbrando la idea de bien y pudiendo así gobernar eficazmente y finalizando, al fin la educación en la práctica justa de lo aprehendido. CONCLUSIÓN: Destacando lo dicho en las partes previas, se puede afirmar y solucionar las dudas introductorias de que la educación platónica siendo justa, es selectiva, pues permite que todos sean educados para acceder al fin de la dialéctica, que será alcanzado tan solo por aquellos que logren superar las barreras selectivas corporales y abstractas, domando a los dos caballos, el de lo concupiscible y el de lo irascible, primando de este modo el alma racional, lo que es lo justo, debido y bueno.
6. La teoría de las Ideas y su relación con la ética y la política. La política en Platón, está reflejada en el libro de “La República “. Platón a partir de sus
ideas filosóficas está seguro de llegar a un Estado justo e ideal, solo pudiendo llegar a través de la filosofía. A partir de la filosofía el alma empieza un aprendizaje filosófico para llegar hasta el último proceso educativo la “dialéctica” la cual es la ciencia suprema de la educación para Platón, a la que debe llegar el futuro filósofo gobernante. Así de esta manera se llegará a un Estado justo e ideal.
El alma es la esencia misma de las personas, la cual según el pensamiento platónico está dividida en tres partes: la parte racional, es a sede de la inteligencia que tiene una naturaleza divina; la parte irascible, es la fuente de las pasiones y emociones humanas que reside en el pecho; Y por último la parte apetitiva, es la fuente de los apetitos y deseos materiales que residen en el bajo vientre. Con esta distribución del alma en partes se debe conseguir un orden a partir de que la parte de la razón debe gobernar por encima de la parte irascible y la parte apetitiva. Solo así el alma puede llegar a una armonía y a una justicia con ella misma. A partir de este orden con la persona misma, esta misma persona puede llegar a participar en el Estado de una manera justa.
De esta manera Platón rechaza la democracia y la oligarquía como forma de gobierno, en la carta VII se puede ver claramente su descontento con el gobierno democrático de Atenas en su época. Debido a que con la democracia cualquier ciudadano es competente para desempeñar funciones públicas en el ejército, en los tribunales, en la asamblea y en el gobierno, sin necesidad alguna de preparación y sin tener en cuenta sus conocimientos y su virtud. Además esta pequeña minoría de políticos que gobernaban abusando de la incapacidad política del pueblo, educados por los sofistas que les enseñaban a alcanzar el poder mediante el halago, el engaño y la manipulación de los sentimientos de las masas populares. Contra poniéndose con el pensamiento platónico, ya que según Platón solo se puede llegar a la verdadera competencia política con la adquisición del arte de la justicia y del bien, siendo esto el verdadero arte de la política. En el libro VI capítulo 493 a.C, Platón habla sobre el empirismo político de los sofistas.
Así pues el modelo político propuesto por Platón es el llamado “gobierno de filósofos”. Con el cual afirma que los males de la humanidad solo tendrán remedio cuando el gobierno esté en manos de personas que con la filosofía han alcanzado la sabiduría y la virtud. Esta forma de gobierno es llamada aristocracia, “gobierno de los mejores”, los mejores en virtud y en saber, es decir una especie de “meritocracia”. Que para llevar a
cabo esta propuesta política para Platón son necesarias dos cosas: las mejores
naturalezas, aquellos individuos que por naturaleza poseen ciertas capacidades y cualidades innatas. Y en segundo lugar el potencionamiento de estas cualidades a partir de una educación adecuada, conduciéndolas a la contemplación de las Ideas eternas.
Con esta nueva propuesta política por Platón, se intenta crear un estado Ideal en el cual el bien común este por encima de todo. El bien común más importante para Platón es la justicia, que es entendida como armonía, como unidad y cohesión social. El estado al igual que el alma se divide en tres clases sociales: la clase d los productores, los cuales su función es producir todo aquello que la comunidad necesita para sobrevivir, predominando la parte apetitiva del alma. En un estado Ideal, la virtud de los productores será la templanza o moderación. Por otra parte encontramos la clase de los guardianes, los cuales su función es defender a la ciudad predominando en los individuos la parte apetitiva. En el Estado Ideal la virtud propia de los guardianes será la valentía. Y por último la clase de los gobernantes-filósofos, su función es el gobierno de la ciudad a partir de la contemplación del orden y la armonía del mundo de las Ideas eternas (justicia, bien y belleza...). En estas personas predomina la parte racional del alma y son los realmente capacitados para aprender la ciencia de la justicia y del bien a través de la filosofía. Así pues, podemos encontrar un Estado perfectamente organizado de acuerdo con los principios de cooperación y de la división del trabajo según las capacidades de cada cual.
En conclusión, para Platón la solución para conseguir un Estado justo es la basada en su propuesta política del filósofo gobernante. El cual ha de pasar por una educación basada principalmente en el conocimiento de las Ideas (IDEA del Bien, IDEA de Justicia). Para poder legar a la conclusión de un Estado Ideal, caracterizado por el orden, la armonía y la justicia.
7. La importancia de la Idea de Bien y de la Idea de Justicia en la metafísica ética y política de Platón. El origen de la filosofía platónica es ético-político: investigar los fundamentos del Estado Justo, en el convencimiento de que una justificación idéntica explicará las virtudes humanas (pues para los griegos, la dimensión ética del hombre es indisoluble de su dimensión política. El hombre, dirá Aristóteles más tarde, es un “animal político”,
aludiendo con ello a la capacidad única de éste para darse a sí mismo una constitución y unas leyes). Pero ¿cómo saber que la Polis cumple con ese ideal de justicia? ¿Cómo estar seguros de que la “forma” elegida para caracterizar el Estado Justo es precisa y universalmente
verdadera, indiscutible, y no sometida a los avatares del relativismo moral y el convencionalismo de los sofistas? En otras palabras, ¿cómo estar seguro de que un Estado Justo sólo puede ser de una manera? La respuesta de Platón devuelve el aparente idealismo de su filosofía al terreno práctico: por una parte, asegurando que el gobierno esté en manos de los mejores (las “mejores naturalezas”, y no necesariamente, al menos en teoría, los mejores por su procedencia social, los aristoi o aristócratas; recordemos que Platón dice explícitamente que la riqueza más preciada no es el oro). Y por otro, ligando indisolublemente la naturaleza de la Justicia a la de la Verdad (la dimensión éticopolítica de la naturaleza humana a su dimensión epistemológica). Platón desplaza ahora el centro de su análisis desde la estructura del estado a la naturaleza del gobierno. Esto da a su discurso una vocación realista (Platón trató de llevar a la practica en Siracusa sus ideas sobre el Estado, con escaso éxito), aunque lo presente bajo la forma de un juego inofensivo entre Sócrates y a Glaucón. Es en este momento cuando interviene el concepto de Educación. La educación, entendida de determinada forma (a los efectos de esta pregunta nos interesa su acepción como sinónimo de Dialéctica) será la clave, la mediación necesaria para asegurar que aquél que gobierne la Polis no pueda hacerlo de otro modo que de conforme a las ideas universales de armonía y justicia. Armonía, entendida como la perfecta integración entre las tres “clases” sociales en que Platón divide la Polis (los
productores, los guerreros y los gobernantes), integración que no se concibe como participación igualitaria, sino de modo jerárquico o estatalista, como control y dirección de la clase de los gobernantes sobre las otras, y como reconocimiento y aceptación de cada uno de su lugar en el esquema, de acuerdo con las capacidades que le son naturales, y en el convencimiento de que el bien colectivo deriva precisamente de “ocupar” ese lugar y no otro. Justicia porque una Polis estructurada
bajo este prisma, diríamos, organicista y estatalista, responde al único modelo de verdad posible: aquel en el que el comportamiento de cada cual es el correcto porque
ha llegado al conocimiento de que así debe ser (implicación mutua epistemologíaética, conocimiento-virtud: en definitiva, el intelectualismo moral socrático convertido en eje de la justicia social). En otras palabras: quien conoce la verdad no puede obrar injustamente. Una vez abordado el modelo político platónico, su estructura y los criterios sobre los que se asienta, nos queda, pues, entender por qué Platón concede sólo al Filósofo la potestad de gobernar la Polis. El desarrollo del argumento se corresponde con el mismo desarrollo de la Dialéctica, y no es preciso repetirlo entero, sino sólo extraer sus implicaciones con respecto a la pregunta actual. El proceso educativo, como Platón lo propone, conduce al alma a desprenderse de sus determinaciones materiales y sensibles, tanto en el plano de los deseos (apetitos, riqueza, honores, etc.) cuanto en el plano del conocimiento (elevación del alma por encima de las opiniones, abandono de las hipótesis y, finalment e, contemplación de las Ideas y razonamiento “de Idea en Idea”). Al final del proceso, que dura hasta los 35 años aproximadamente, el filósofo
estará preparado para el desempeño ético, honrado y transparente de las funciones de gobierno (primero sólo funciones secundarias, mucho más tarde las auténticas competencias del gobernante), justamente porque por la naturaleza de su educación, es imposible concebir lógicamente otro interés en él que el de la Verdad en sí. Platón cree haber dado con un modelo de gobierno que supera igualmente los errores y limitaciones de la aristocracia y la democracia, pero este modelo ideal, este gobierno de la sabiduría, ha estado reservado en el transcurso de los siglos al ámbito de la utopía.
8. Grados de realidad y grados de conocimiento de la filosofía de Platón. En esta redacción se plantean los conceptos de grados de la realidad y grados del conocimiento, parte esencial de la filosofía platónica. Ahora bien, ¿a qué hacen referencia exactamente cada uno de estos términos? ¿Qué importancia tienen para Platón? ¿Cómo llegó a la comprensión de su significado? La respuestas a las preguntas formuladas trataremos de explicarlas echando mano de sus razonamientos. Para empezar hablaremos del aspecto más importante de la filosofía de Platón, la Teoría de las Ideas. Ésta de modo general, habla de un dualismo tanto en el ámbito ontológico como epistemológico. Por lo que se refiere al nivel ontológico, Platón distinguía dos grados o formas de realidad: la realidad inteligible y la realidad sensible. Así pues, podríamos decir que Platón defendía un dualismo ontológico formado por el mundo sensible y el inteligible. En primer lugar, en el mundo inteligible, es decir, el mundo del ser, de lo estable, de lo eterno y permanente (por tanto es el nivel superior de la realidad); se encuentran las ideas, ocultas a la vista pero visibles para la inteligencia. Las ideas son eternas perfectas, idénticas e inmutables. Para Platón “real” equivale a “eterno e inmutable”, de ahí que la auténtica realidad hay a de ser eterna e
inmutable y por eso las Ideas son la auténtica realidad. Dentro de este mundo, pero en un grado inferior de realidad, se encuentran los objetos matemáticos, que también son inmateriales, inmutables, perfectos y eternos. Por esta razón Platón considera que tales objetos no son invención del matemático, sino que éste intenta descubrirlos y determinar sus características valiéndose del pensamiento.
En cuanto al mundo sensible, el cual estaría marcado por el devenir, es el que habitamos los humanos. Todo lo que posee es cambiante, mutable, material, aquello que podemos percibir mediante los sentidos. Representa, por tanto un nivel inferior d e realidad, de cosas menos reales, perfectas y estables que las realidades inteligibles. Se trata de un mundo de apariencias, de realidades materiales, sometidas al cambio, a la generación y a la corrupción. Dentro de éste podemos encontrar los objetos sensibles, y por último, como grado de realidad mínimo, las imágenes; es decir sombras, reflejos y visiones deformadas de los objetos.
Entonces, ¿qué relación existe entre los dos mundos? Platón explica la formación del mundo sensible mediante el mito de Demiurgo (artesano en griego. Cuando hablaba de Demiurgo se refería a una inteligencia suprema de carácter divino que ha fabricado el mundo sensible, tomando como modelo el mundo de las ideas eternas y perfectas; el Demiurgo ha plasmado ese modelo en una materia preexistente caótica, móvil y amorfa. Con esto, Platón quiere darnos a entender que todo lo bello, lo bueno y lo
armónico que apreciamos en el mundo visible se debe precisamente al hecho de que imita, aunque de manera imperfecta, el orden supremo del mundo de las ideas. El mundo sensible constituye, por así decirlo, la estructura profunda del mundo sensible. Pero, ¿qué relación guardan los grados de realidad con el saber? Pues bien, Platón, en clara correspondencia con estos dos mundos, distinguía dos niveles o grados de saber (dualismo epistemológico): el conocimiento científico (la episteme) y la opinión (doxa). El primero de ellos lo obtendríamos de la contemplación del mundo inteligible, aquel en el que habitan las ideas. Tiene pues las mismas características que su mundo, es claro, verdadero, objetivo y no relativo. Su fuente es la inteligencia, no los sentidos. Así, para Platón, es el auténtico saber, acerca de aquello verdaderamente real, y como para Platón lo verdaderamente real es lo inteligible, el conocimiento es siempre es saber de la realidad inteligible, nunca de la sensible.
Por otra parte, hablaríamos de la opinión o doxa. Esta es un grado de saber inferior al conocimiento científico; el saber acerca de la realidad sensible y material. Es pues, como su mundo, un saber oscuro, confuso, poco fiable, relativo y cambiante, siendo su fuente los sentidos. Platón considera que a partir de las cosas cambiantes del mundo sensible nuca puede obtenerse conocimiento en sentido estricto (episteme), tan solo simples opiniones. Por tanto, es una tarea inútil pretender hallar el conocimiento autentico del mundo visible o sensible tal como hacían, por ejemplo, los antiguos filósofos de la naturaleza.
Platón explica todos estos grados de conocimiento mediante el Símil de la Línea, en el cual sitúa de forma gradual, por su valor como conocimiento verdadero, los diferentes tipos de saberes. Así pues, en el primer escalón encontraríamos la imaginación, el saber más oscuro de todos, seguido por la creencia. Estos dos se podrían extraer de la contemplación del mundo sensible, y estarían calificados como opinión. En un escalón superior encontraríamos primero el pensamiento, que se basaría en el estudio de los objetos matemáticos, y finalmente, la inteligencia, cuyo objetivo es el estudio de las Ideas. Por lo tanto, estos dos últimos serian conocimiento científico o episteme y se podrían obtener a partir de la contemplación del mundo inteligible.
¿Pero si del mundo sensible no podemos hallar conocimiento alguno, como llegamos al mundo inteligible para poder contemplar las Ideas llegar al conocimiento verdadero?
Platón solucionaba este problema con la dialéctica socrática, heredada de su maestro
Sócrates. Para poder ascender al mundo de las Ideas, el hombre tenía que pasar por todo un proceso educativo de forma gradual. Primeramente, mediante el pensamiento y el estudio de las matemáticas que Platón consideraba necesarias en el proceso educativo (por influencia de los Pitagóricos) y finalmente con la contemplación de las Ideas y la posterior Idea del Bien (lo más bello y real).
Toda esta explicación queda aclarada de una forma muy sencilla en el Mito de la Caverna: en primer lugar encontraríamos los dos mundos, el sensible en el interior de la caverna y el inteligible en el exterior. En segundo lugar, epistemológicamente hablando, estaría por una parte, la opinión: las sombras que ven los prisioneros y el eco de las voces, que ellos mismos consideran reales. Por otra parte, encontraríamos el conocimiento: la contemplación de los objetos reflejados en el mundo exterior (objetos matemáticos), seguidamente los objetos en si (ideas) y finalmente estaría el sol (Idea del Bien). La subida del prisionero seria pues el proceso educativo.
Para Platón era de vital importancia que solo gobernasen aquellos que poseían conocimiento verdadero, es decir, los filósofos, ya que al ser educados mediante la dialéctica, habían llegado a la contemplación de la Idea del Bien. Del mismo modo, un gobernante para ser bueno en su cargo tenía que poder dominar su parte racional, es decir el alma. Así pues Platón dividía la sociedad en tres estamentos según la parte del alma que predominara en cada uno de ellos: los productores, con la parte apetitiva del alma más desarrollada (campesinos, artesanos, etc.); los guardianes (guerreros), en los que predominaba la parte irascible del alma; y finalmente los filósofos, con un alma racional dominante. Estos últimos eran los más aptos para gobernar.
Cabe remarcar que Platón estuvo influenciado por una serie de personas que le llevaron a las ideas antes mencionadas. Primeramente, los pitagóricos le hicieron descubrir la relación cuerpo-alma, el menosprecio del cuerpo (considerado como la cárcel del alma, el rechazo de los sentidos como vía para llegar hasta la verdad y la importancia de las matemáticas para llegar hasta ella. A continuación, con Parménides, distingue entre la opinión y el conocimiento, entre la verdadera realidad y la apariencia (mundo sensible y mundo inteligible. De Heráclito se apropió del desprecio por la mutualidad del mundo sensible. Finalmente, pero no menos importante, de su gran maestro Sócrates, del cual tomó: la búsqueda de las definiciones esenciales (que Platón convertirá en Ideas), la concepción absolutista de la verdad y de los valores morales, la concepción de la educación y de la dialéctica, y el intelectualismo moral. En cambio, Platón rechazó los puntos de vista de los sofistas (escepticismo, empirismo político, convencionalismo y relativismo), así como los de los filósofos de la naturaleza
(observación del mundo sensible como la autentica realidad y el conocimiento verdadero).
En conclusión, Platón diferenciaba entre diferentes grados de saber. Por una parte la opinión (imaginación y creencia) basada en la observación del mundo sensible, y por otra parte la ciencia o episteme (pensamiento e inteligencia), basada en la observación del mundo inteligible. En este último se encuentra la Idea del Bien a la cual se puede llegar únicamente a través de la educación basada en la dialéctica socrática. Gracias a este proceso educativo, los filósofos conseguían llegar al conocimiento de la auténtica verdad y así explicar su concepción de la realidad y el mundo al pueblo mediante la ocupación del cargo de gobernante.