Perry Anderson: Un modelo marxista de interpretación del feudalismo
El modo de producción feudal que apareció en Europa occidental se caracteriza por una unidad compleja. El feudalismo fue un modo de producción dominado por la tierra y por la economía natural, en el que ni el trabajo ni los productos eran mercancías. Los adscriptos a la tierra son los siervos que tenían una movilidad jurídicamente limitada. Los campesinos que ocupaban y cultivaban la tierra no eran sus propietarios. La propiedad agrícola estaba controlada co ntrolada privadamente por una clase de señores feudales que extraían un plus producto del campesinado, por medio de relaciones de compulsión políticolegales. El campesino estaba sujeto a la jurisdicción de su señor. El señor recibía la investidura de sus derechos de otro noble (o nobles) superior, a quien tenía que prestar servicios de caballería. Recibía sus tierras en calidad de feudo. A su vez, el señor era frecuentemente vasallo de su superior feudal y la cadena de esas t endencias dependientes vinculadas al servicio militar se extendía hacia arriba hasta llegar al punto más alto del sistema (rey). A comienzos de la época medieval, los vínculos intermedios característicos de esa jerarquía feudal, entre el simple señorío (llamados Balvasares, última línea de vasallos) y la monarquía soberana, eran la castellanía, la baronía, el condado y el principado. Existen tres características estructurales de importancia fundamental: a.
La supervivencia de las tierras comunales de las aldeas y de los alodios procedentes de los modos de producción pre -feudales, aunque no generados por el feudalismo tampoco eran incompatibles con él. Las tierras comunales y los alodios dispersos siempre fueron un sector importante de la autonomía y la resistencia campesinas, con decisivas consecuencias para la pro ductividad agraria total. La coexistencia de tierras comunales, alodios y parcelas, con el propio dominio señorial, era constitutiva del modo de producción feudal en Europa occidental y tuvo consecuencias fundamentales para su desarrollo.
b.
c.
El sistema feudal, por su parcelación de soberanías, les permite a las ciudades desarrollarse al mismo tiempo como unidad productiva y política autónoma (la fuente del poder en las ciudades es la riqueza de origen comercial, no la posesión de tierras). Esta autonomía genera una oposición dinámica entre el campo y la ciudad (señor feudal / burgués). La importancia que concede Anderson al desarrollo económico y político de las ciudades radica en que, él concibe que la ciudad es el germen del capitalismo, es decir, en este periodo se darían las condiciones que hacen posible el surgimiento de la burguesía como fuerza económica y política. El monarca era un soberano feudal de sus vasallos, a quienes estaba ligado por vínculos recíprocos de fidelidad, y no un soberano supremo situado por encima de sus súbditos. Sus recursos económicos residían en sus dominios personales como señor, y sus llamadas a sus vasallos tenían una naturaleza esencialmente militar. El monarca no tenía acceso político directo al conjunto de la población ya que su poder se veía fragmentado (pirámide feudal). “El monarca, en efecto, solo era señor en su propios dominios; en el resto era en gran medida una figura ceremonial. El modelo puro de este sistema, en el que el poder político estaba estratificado hacia debajo de tal forma que su cima no conservaba ninguna autoridad cualitativamente distinta ni plenipotenciaria (…) porque la falta de un mecanismo realmente integrador en lo más alto del sistema feudal, exigido por
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este tipo de sistema político suponía una amenaza amenaza permanente a su estabilidad y 1 supervivencia” .