PRIMERAS JORNADAS INSTITUCIONALES SOBRE DISCAPACIDAD DE LA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES “De-construyendo “De-construyendo mitos para construir inclusión” 25 de Octubre de 2007
Las representaciones representaciones sociales de la discapacidad. discapacidad. Entre la diferencia de lo que falta y la diversidad de lo que abunda. Indiana Vallejos
Comencem Comencemos os esta exposici exposición ón sentando sentando posicion posiciones: es: Como otros, la discapa discapacida cidad d es un hecho hecho por por el que que se dispu disputan tan signific significado ados s cultur culturale ales. s. Disti Distinto ntos s actor actores es constr construye uyen n y reproducen significados que son producidos socialmente y que están en constante disputa por conservarse hegemónicos o tornarse tales. Entiendo que la discapacidad, lejos de estar dada en la naturaleza, de ser un fenómeno de origen biológico, es una producción social. Este posicionamiento supone discutir que la discapacidad esté dada en el cuerpo, que sea natural y evidente, que no pueda dejar de reconocerse a simple vista, por el sólo hecho de “estar ahí”, porque a ese cuerpo le falta un brazo brazo -es manco- le falta visión -es ciego- es un lesiona lesionado do medular medular –no caminacamina- le sobra sobra un cromosom cromosoma a -tiene -tiene Síndrome Síndrome de Down-. Down-. Y supone, también, pensar al cuerpo como algo construido, lo que sugiere que los cuerpos defici deficient entes es – anorma anormales les solo solo viven viven dentr dentro o de las las limita limitacio ciones nes produc productiv tivas as de cierto ciertos s esquemas reguladores reguladores en alto grado generalizados (Butler: 2002:26). Retomaremos más adelante este concepto, pero me resulta necesario dejarlo planteado de antema antemano no:: me posic posicio iono no en consid considera erarr a la disca discapac pacida idad d como como una una produ producci cción ón social social,, inscripta inscripta en los modos de producció producción n y reproducc reproducción ión de una sociedad. sociedad. Ello Ello supone la ruptura con la idea de déficit, su pretendida causalidad biológica y consiguiente carácter natural, a la vez que posibilita entender que su significado es fruto de una disputa o de un consenso, que se trata de una invención, de una ficción y no de algo dado. Es, también, una categoría dentro de un sistema de clasificación y producción producción de sujetos. El parámetro de una normalidad única para dicha clasificación es inventado en el marco de relaciones de asimetría asimetría y desigualdad. Esas relaciones relaciones asimétricas producen tanto exclusión exclusión como inclusión excluyente. Sin embarg embargo, o, esta esta concep conceptua tualilizac zación ión dista dista de ser hegem hegemón ónica ica,, y por lo tanto, tanto, no está está presente en los significados construidos por los maestros que fueron entrevistados a los fines de esta investigación investigación1, de la que presento algunos resultados. Algunas consideraciones preliminares sobre el concepto representación social y su tensión con el concepto de ideología. ideología. Podr Podría íamo mos s deci decirr que que las las repr repres esen enta taci cion ones es soci social ales es son son prod produc ucci cion ones es ideo ideoló lógi gica cas, s, entendiendo a la ideología no como falsa conciencia, sino como ideas materializadas en prácticas y cuyo contenido es funcional respecto de alguna relación de dominación social de un modo no transparente. Y, siguiendo a Zizek, agregar: La ideología ideología “en sí” remite a un conjunto de ideas creencias, conceptos y demás, destinado a convencernos de su “verdad”, y sin embargo, al servicio de algún interés de poder inconfeso. (2004:17) La dominación, inherente al capitalismo, no sólo se materializa en la relación capital/trabajo como relación de explotación, sino que se produce y reproduce en otras relaciones sociales, materializando materializando diferenciaciones simbólicas y culturales que dan origen a grupos de personas. Estos Estos grupo grupos s de perso personas nas no neces necesari ariame amente nte tiene tienen n como como único único orige origen n la estruc estructur tura a económica de la sociedad (como las clases sociales) sino que su origen puede situarse también también en los modelos modelos sociales sociales dominantes, dominantes, que instalan instalan patrones patrones de interpre interpretació tación n y evaluación. evaluación. En este caso, un modelo de interpretación interpretación acerca de lo que es normal normal y lo que 1
Vallejos, Indiana. Las representaciones sociales de los docentes de EGB acerca de la discapacidad. Un estudio en la ciudad de Santa Fe comenzando el siglo XXI. Tesis de la Maestría en Salud Mental – Facultad de Trabajo Social – UNER, Paraná 2004.
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no lo es, que establece claras líneas de demarcación social respecto de quién es discapacitado y en qué grado Para la tradición francesa en psicología social, la representación social es “una modalidad particular del conocimiento, cuya función es la elaboración de los comportamientos y la comunicación entre los individuos.” Es un modo de producción cognitiva de grupos y sujetos en un contexto socio-histórico específico, que transforma conocimientos originados en tradiciones comunes y significados compartidos, desde nuevas experiencias, las observaciones que en ellas se producen y la influencia del discurso científico. Es una forma de pensamiento práctico, orientado hacia la comunicación, la comprensión y el dominio del entorno social, material e ideal. Refiere a la forma en que aprehendemos los acontecimientos, cosas, relaciones, las características del ambiente, las informaciones, las personas de nuestro entorno. Es conocimiento práctico, socialmente elaborado, que forja las evidencias de nuestra realidad y participa en la construcción social de esa realidad. Las representaciones pueden considerarse como la ideología mediante la que los sujetos obtienen una lectura de la realidad y toman determinada posición frente a ella. En el sentido común se puede observar un cuerpo de conocimientos, que como producto ideológico, es reconocido por todos y se instituye como teoría generadora de un patrón de pensamiento y como referencia para la práctica social. Esta modalidad cognitiva permite describir, clasificar, explicar a la vez que orienta los modos de relación entre los sujetos, las actitudes individuales y sociales. Las representaciones sociales de la discapacidad que construyen los docentes de EGB Siguiendo la línea argumentativa planteada, es necesario decir que la representación de la discapacidad no es la discapacidad misma, ni su duplicado. No se trata de descubrir la verdad de la discapacidad inmanente en ella, sino de realizar una lectura de lo que representan los maestros acerca de la discapacidad. Conocer el proceso y el complejo contenido de esas representaciones no se vincula a reforzarlas, sino a considerarlas como un aspecto importante en la batalla cultural por la transformación de los significados históricamente asignados a la discapacidad. Estos dos modos de representar la discapacidad –como diferencia y como diversidad– están construidos en función de distintas concepciones teóricas que, acuñadas en diferentes contextos, operan como teorías implícitas; y el proyecto institucional de la escuela en la que trabajan o han trabajado los maestros entrevistados. También están presentes las relaciones que los maestros tengan con personas discapacitadas – en el ámbito familiar y laboral –, la experiencia personal de discapacidad y los temores o fantasías que ello despierta. Todo eso, desde una mirada subjetiva, interviene en la producción de esta forma de conocimiento acerca de la discapacidad, y orienta el modo en que los maestros se relacionan con los discapacitados, los sentimientos que les despiertan como también el sentido que le imprimen a su práctica docente. Si bien cuando refieren a la discapacidad, los docentes se remiten a un sujeto particular: sordo, ciego, rengo, síndrome de Down, al momento de conceptualizar la categoría, el término se torna ambiguo y polisémico. Los significados que los maestros construyen acerca de la discapacidad se organizan en torno a los siguientes núcleos: El discapacitado es un Otro, distinto al Nosotros. Es un sujeto socialmente construido como un Otro diferente o diverso. Esto sitúa a los docentes frente a lo temido, fantaseado, aquello en lo que no se quieren convertir. Para el grupo de docentes entrevistados se presenta una dificultad de conceptualizar la categoría que reproduce los vaivenes de las elaboraciones previas. Producciones que van de comprensiones pre-científicas al positivismo evolucionista y el funcionalismo con sus postulados de la diversidad.
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En los relatos es posible identificar imágenes y significados contrapuestos, que van desde los designios de Dios hasta la espera de la muerte; de la tragedia y el desasosiego a la felicidad, de la maldad a la inocencia. Sin embargo, se destacan una dificultad por nombrar como discapacitado a los sujetos que lo son, y se alude frecuentemente a otras denominaciones que “suavizan” el significado de aquello que se nombra; y la preferencia por utilizar denominaciones ambiguas, que nombran sin nombrar. Nombres, denominaciones que esconden miedos, desconocimientos, prejuicios, ideas retrógradas estructurantes de una representación del otro como fuente del mal que ha permanecido como una invariante desde mucho tiempo atrás. La discapacidad un poco discapacitados algo abstracto y amplio la discapacidad no la queremos ver todos somos, en definitiva tullido, enfermo, down, sindrómico, monguito o estamos rengo, sordo, ciego los padres se quisieron matar cuando al hijo se le produjo la discapacidad es peyorativo es insultante a todos los chicos tontitos les dicen vos son down la discapacidad una cruz no puedo pensar que es un castigo son los planes de dios por algo es, y hay que aceptarlo la discapacidad la imposibilidad de vivir la vida es como esperar la muerte que quizás no sea otra cosa que el temor a la propia vejez en esas condiciones Es posible pensar que la impronta de enfrentarse a lo otro y no poder ver otra cosa que la proyección de sí mismos, ha permanecido como invariante en la historia de la educación argentina. Una educación sostenida sobre las creencias positivistas ilustradas, la idea del civilizado y los valores que la civilización implica, de la lengua única, del único discurso, del lugar del bien, del camino exclusivo y unívoco del aprendizaje, del tiempo unitario y lineal, del modo de habitar el espacio y los propios significados del lugar. Una escuela que a lo largo de la historia se devoró la pluralidad, la diversidad y la otredad en un proceso de construcción de un Nosotros unitario y homogéneo. Entonces, esta aparición repentina y forzada del otro discapacitado –entre muchos otros que comienzan a volverse presencias, aunque siempre estuvieron allí– en las aulas, que
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abruptamente se hace visible (al menos en sus rasgos diferentes) provoca rupturas, angustia, atemoriza. Opera como un fantasma amenazador y genera resistencias. Resistencias que no obedecen a una decisión voluntaria, racional, de los docentes –pensarlo en esos términos significaría poner a cada uno de los maestros en un lugar perverso de haber decidido borrar la otredad de aquel con quien dialoga, para volverlo otra cosa más tolerable; y hacer descansar sobre la voluntad personal la posibilidad de la transformación social– sino que pone en acto los mandatos sociales a la escuela, que operan en forma naturalizada. Decíamos al principio que la discapacidad no está dada en la naturaleza, sino que es una construcción social. En este sentido, el discapacitado es construido como un Otro, distinto al Nosotros, en una relación asimétrica cuyos términos no son reversibles, sino que el Nosotros somete al Otro (a examinación, clasificación, corrección hasta su asimilación). Discutir que la discapacidad esté dada en la naturaleza es discutir que esté dada en el cuerpo, asociada a lo que se llama un déficit: una falta, medible, objetiva, posible de ser establecida a partir de la comparación entre lo que es y lo que debería ser, una evaluación de la normalidad. En esta perspectiva, la sola existencia de un déficit tendría un correlato de discapacidad, en una correspondencia lineal. Butler 2 aporta a reconceptualizar el déficit, planteando que éste no es una ‘realidad’ simple o una condición estática del cuerpo sino un proceso mediante el cual las normas reguladoras materializan el déficit, la deficiencia, la anormalidad y logran tal materialización a partir de la reiteración forzada de esas normas. “La construcción del [déficit] no ya como un dato corporal dado sobre el cual se impone artificialmente la construcción de la [discapacidad], sino como una norma cultural que gobierna la materialización de los cuerpos.” (2002: 19). En la investigación, se identifican dos modos prevalentes de construcción del discapacitado como un Otro: se lo construye como un diferente, enfatizando en la falta, en la carencia; y como un diverso, enfatizando en la abundancia de lo distinto. La diferencia, en el sentido de carencia, de aquello que no tiene o no funciona adecuadamente, reconoce sus fundamentos en la teoría evolucionista: los discapacitados no han llegado al estadio de desarrollo normal, están atrasados en su evolución, por lo que no adquirieron suficientemente los atributos propios de los sujetos que sí lo hicieron.
La diferencia disminuido, problema, carencia inaptitud, falta, carencia ausencia, anormalidad, carencia uno no es o no funciona como debería diferencia / carencia desventaja, no tener acceso, preconcepto imposibilidad, oportunidades que no se presentan las podría resolver si tuviera las facultades completas carencia / diferencia se nota, y choca, y molesta; o no se nota diferencia la veías normal, y no me entero, y no tenía diferencia problemas con eso entendían bien 2
Si bien Judith Butler escribe acerca de la sexualidad, es posible hacer analogías entre su planteo acerca de la normatividad del sexo y su poder performativo de la materialidad de los cuerpos y la normatividad del déficit y un poder performativo similar.
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si no lo podés detectar a simple vista causa otro impacto no sé si ser evidentes las agrava pero quiero decir que es así las que dejan marcas las que realmente deforman a la persona son más difíciles de asumir
no es tan sillón de ruedas ceguera sordera absoluta mogólico su cara no es normal la carencia que es así down las piernas torcidas sin un brazo la diferencia de asumir
La razón y la palabra se constituyen en dos indicadores privilegiados de la ‘esencia’ humana, producto de la evolución y la selección natural. La diferencia de los “diferentes” destaca que esos sujetos están incompletos, disminuidos: escucha poco, ve poco, habla mal, piensa poco y aprende mal. Esa diferencia obsesiona, y obliga a diagnosticarla, a catalogarla, a controlarla, a reducir toda ambigüedad posible. La falta, la carencia es un atributo individual que es necesario detectar, diagnosticar y tornar visible. A la vez, se torna en un atributo estigmatizador, en “la marca del mal”, que captura al sujeto en su historia, su presente y su futuro; en sus relaciones, limitando los sueños y las expectativas. Un atributo que desacredita y se impone a la mirada. Construir al discapacitado como diferente exalta el déficit, y lo constituye en un estigma social que afecta e invade no sólo al sujeto que lo porta sino también a aquellos con quienes se relaciona, especialmente la familia. El mandato de corrección de los diferentes opera fuertemente, por lo que se esperan acciones de corrección que le permitan evolucionar hacia la normalidad, adquiriendo o rehabilitando los atributos propios de ese estadio. Pensar a los discapacitados como diferentes implica pensar en la construcción del discapacitado como un Otro inferior, a partir de un proceso de identificación, separación, clasificación y disminución de algunos atributos. Remite a la idea de una diferencia específica –la diferencias de los diferentes– que implica la subalternización de la alteridad: la noción de una esencia y de que toda variación de esa esencia es defecto. Lo UNO implica la imposibilidad de la diferencia legítima, por lo tanto, hay que eliminar la diferencia, que en el caso de la discapacidad, debe ser corregida. Los diferentes se reducen a lo Mismo por el camino de la rehabilitación y la educación, y se instala una obsesión por los diferentes en el lugar de una preocupación por las diferencias. Atreverse a pensar las diferencias, en el sentido de que si algo hay general es la singularidad y, por lo tanto, las diferencias en relación, para poder decir-nos somos diferentes, para poder ser el otro del otro. En cambio, construir al discapacitado como diverso, exalta la variedad de singularidades, como un dato de la realidad. En cierta forma, y parafraseando al catalán Joan Manuel Serrat “cada uno es lo que es y anda siempre con lo puesto”. La diversidad, en el sentido de variación, de abundancia de lo distinto, reconoce sus fundamentos en la teoría funcionalista. En esta comprensión, el reconocimiento de la discapacidad no implica, aparentemente, una valoración negativa de la carencia, y todos, en alguna medida, son discapacitados para alguna función. la diversidad todos
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somos imperfectos todos tenemos discapacidades el que no camina el que no ve el que no razona todos todos tenemos capacidades diferentes
todos
todos distintos todos sin llegar a ser niños con necesidades educativas especiales todos todos tenemos todos algún tipo de necesidades ciertas discapacidades todos distintos todos si no tengo anteojos no leo no tener capacidad para ser solidario todos tenemos todos capacidades múltiples capacidad para amar capacidad para ayudar a los demás capacidad para pensar todos distintos todos carecemos
todos
la discapacidad es lo que no es convencional lo distinto a los parámetros características diferentes ni más ni menos el mundo necesita de todos siempre me destaqué en el área de lengua y ni siquiera sé tejer todos distintos
todos
La variedad, dada en la Naturaleza, no amerita valoraciones de grado explícitas, las distintas formas son consideradas equivalentes entre sí. Esta construcción se inscribe en una perspectiva multiculturalista, que propone una sociedad plural. En ese sentido, junto con la diversidad sobrevendría una norma transparente, construida por una sociedad capaz de albergar y permitir en su seno la diferencia. Una sociedad paradojal, que a la vez que permite la diversidad enmascara la supremacía de las normas ‘etnocéntricas’.
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Por ello, el énfasis en la variación oculta la desigualdad entre unas y otras singularidades ya sea que hayan traspasado o no el límite de la normalidad. La pluralidad se torna leve, apenas un pequeño cambio que no tiene el significado de una diferencia profunda. Consecuentemente, es imperativo suavizar las denominaciones, que tienen una impronta de liviandad que alivia (al que nombra) y de máscara que enmascara (al que es nombrado). La discapacidad se torna “capacidades diferentes”, “necesidades educativas especiales” y se oculta tras esas denominaciones. Sin embargo, tras las denominaciones protectoras, y aunque no se realicen valoraciones explícitas entre más y menos evolucionados, entre mejores y peores, los discapacitados son constituidos como un grupo desviado de la Mismidad. Es precisamente a esos desviados a los que se considera diversos o especiales. Es importante agregar que la experiencia de integración de niños con discapacidad en el aula común no incide en las representaciones de los maestros acerca de la discapacidad. Las representaciones son construcciones complejas y fuertemente arraigadas. No basta haber establecido alguna relación con personas discapacitadas, no basta un ciclo lectivo, un ejemplo, un evento de integración para modificarlas en algún sentido. Más allá de las diferencias que implica representar de uno u otro modo la discapacidad, hay una semejanza profunda. Ambos modos de construir al discapacitado como Otro (el discapacitado como diferente o como diverso) eluden considerar las condiciones de desigualdad que dan origen al proceso de alterización y se refuerzan como su producto. Se dejan en el olvido las relaciones que vinculan a los Otros, diversos o diferentes, con el Nosotros. También se rehuye cuestionar la configuración institucional, y se dejan inalterados los valores y los principios de legitimidad, sólo se trata de acoger lo diferente desde las jerarquías ordenadoras. Semejanza que refiere, entonces, a las relaciones de la Mismidad y la Alteridad. Mismidad que mira a la Alteridad, que hace distinciones, que enumera las diferencias -en tanto que es observador-, que es quien representa. El otro no parece jugar este juego de la diferencia, ni pensarlas, ni ser invitado a hacerlo. Relaciones entre la Mismidad y la Alteridad que nos hablan de un mandato histórico a la institución escolar de convertir a la Alteridad en alter ego, homogeneizarla, normalizarla y aniquilar las diferencias, desde las más aparentes a las más profundas: del guardapolvo a la lengua oficial, de la fila de menor a mayor a los ritmos de aprendizaje, de la obligación de leer y escribir a la de aceptar los valores morales hegemónicos, de la organización gradual a los códigos y las sanciones disciplinarias, de los tiempos de trabajo a la imposición de significados culturales. Una escuela instituida como obligatoria en la misma época en que se desarrollaba la campaña del desierto, que constituyó un hito en la eliminación de la alteridad y en la clausura de la diversidad. La escuela se impuso como una institución que cuya misión no es eliminar al otro físicamente, sino domesticarlo, para eliminar en él todo vestigio de alteridad, constituyéndolo a imagen y semejanza de lo Mismo. En este sentido, parece urgente repensar ¿qué hacemos con las diferencias en la escuela?. Una pregunta que trasciende las singularidades de los docentes, y nos conduce a cuestionar el mandato social a la escuela. Disputar significados es inscribirse en la batalla cultural Decíamos al principio que la discapacidad es, en la persepctiva teórica en que me inscribo, una producción social, lo que implica pensar que su significado está atravesado por las relaciones tanto por las relaciones sociales de producción como por las relaciones de dominación propias de la sociedad capitalista. La visión trágica y medicalizada de este fenómeno es producto de condiciones económicas, sociales y culturales: los cambios en la naturaleza del trabajo y del mercado de trabajo, las exigencias de la acumulación, la producción de
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sujetos útiles tanto a la producción como a la reproducción social y la tipología del hombre normal como sujeto deseable. La discapacidad es una categoría social y política. Es una invención producida a partir de la idea de normalidad en el contexto de la modernidad; y en estrecha vinculación a una estructura económica, social y cultural ; es decir, es una forma más de inclusión que encuentra la normalidad para no dejar nada fuera de su órbita. La normalidad se presenta, como una categoría de señalamiento de lo propio y lo impropio, en un intento eficaz de discernimiento, de marcación y demarcación, de clasificación, de separación entre Nosotros y los Otros. El sujeto normal es, entonces, un prototipo de hombre medio, contra el que todos seremos medidos, evaluados, señalados y convenientemente clasificados. La normalidad es la medida del mundo. A ello remite la dimensión productiva de las normas; que producen cuerpos a su medida, fabrican un tipo de sujetos ajustados a los límites, útiles, productivos y capaces de adaptarse a los requerimientos de la inserción productiva en la vida social (en la vida normal). Todo aquello que no sigue esa norma es señalado, separado, castigado, expulsado a territorios de exclusión y obligado a someterse a procesos y procedimientos específicos de normalización. En síntesis, y coincidiendo con el planteo de Carlos Skliar, la discapacidad no es un fenómeno biológico sino una retórica cultural. Por lo tanto, no puede ser pensada como un problema de los discapacitados, de sus familias o de los expertos. Es una idea cuyo significado está íntimamente relacionado con el de la normalidad y con los procesos históricos, culturales, sociales y económicos que regulan y controlan el modo a través del cual son pensados e inventados los cuerpos, las mentes, el lenguaje, la sexualidad de los sujetos (SKLIAR. 2002) La disputa acerca del significado nos convoca a una batalla cultural en torno a la discapacidad, cuestionando los tradicionales significados de tragedia personal y desviación social y haciendo explícita la idea de normalidad social y el sentido de disciplinamiento y reproducción social que subyace a su invención.
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