ens, de donde -es de acuerdo con p. 225: voces, reges, etc. Genitivo *-ó m (gr. (puÁÓKCov) evoluciona regularmente a -ó m > um: régum, etc. Dativo y ablativo *-bhos se añadía en origen directamente a la consonante del tema, como muestra el ser. vág-bhyas, de vác = vox. Esperaríamos, por tanto, *régbus. La - i - de rég-i-bus, etc., es un préstamo de los temas en -i. El nominativo singular de los nombres neutros era el tema puro: lac < *lact. El testimonio del gr. <|>épovToc y el ser. bharanti sugiere que en el plural la desinencia originaria era -a (p. 217).5 El latín presenta, como era de esperar, -á (nomina), pero este testimonio no puede igualarse directamente con ser. námán-i, dado que conser vamos restos de un estadio anterior diferente. En efecto, la palabra que significa “treinta” , tñgintü “tres series de diez”, presenta una -a, cf. u. trioper “tres veces” y o. petiro-pert “quater”, donde -o se remonta a una *-d itálica. Debemos concluir, por tanto, que la de sinencia indoeuropea de neutro plural -a, que habría dado -d en latín, fue sustituida en un primer momento por la -á de los neutros de tema en -o, la cual se habría abreviado luego según hemos vis to ya. Alternancias en la declinación Los temas consonánticos del indoeuropeo muestran a menudo alternancias vocálicas en la silaba final del tema. Podemos distin guir varios tipos. Algunos temas en oclusiva presentan una vocal larga en el nominativo singular y el grado normal en los demás casos. Ejemplos latinos son pés: peáis, abiés: abiétis, pariés: pariétis. En general, sin embargo, el latín ha igualado analógicamente los paradigmas: vox: vócis (pero nótese el verbo denominativo vócare). Los temas polisilábicos en -s de nombres masculinos y femeni nos presentan una alternancia similar: Cerés: Ceréris, pubes, pubé5, Esta ecuación ha sido impugnada por T. Burrow (“ Trans. Phil. Soc.” , 1949, p. 46). Los plurales neutros varían considerablemente y pueden ser rela tivamente recientes. En védico y en hetita aparecen formas con vocal larga (het. widar “ aguas” ) y a veces alargadas con -i (la que se ve en het. k u ru ri, ser. nam ani ) . Muy bien pudiera ser que esta -i sea sufljal y paralela al sufijo laringal -H que subyace en la -a de colectivo ( < r aH ). Si este análisis es co rrecto, * - » debe desaparecer de los manuales.
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ris, arbós: arbóris. También en este caso es habitual la igualación analógica: honós, honórem, etc. Adviértase que la -s - intervocálica experimentó rotacismo y la -r - resultante se introdujo también en el nominativo: honor, arbor, con la regular abreviación de o en síla ba final (p. 223). También mulier parece proceder de *mulies, dado que el adjetivo derivado muliebris debe remontarse a *mulies-ris (p. 231), El tema original en -s de estos nombres aparece claro en sus derivados: honestus (con grado e), arbus-tum. Los temas en -s neutros presentan grado o en el nominativo de singular y grado e en los demás casos; de ahí el tipo *genos: *genes-es > genus: generis. También aquí se produce nivelación analógica: robur, pero aún robus en Catón, y el derivado robus-tus; cf. -julgur, pero lat. are. fulgus (Festo). Los temas en -n masculinos y femeninos también experimenta ban alargamiento de la vocal del tema en el nominativo de singular, desapareciendo la nasal ya en indoeuropeo. Los demás casos presen tan grado normal (gr. (pp-qv, (ppsvót;) o grado cero (gr. ápf|v, ápvóc;). El latín ofrece un solo ejemplo de este último caso: caro: carn-ls. Típicos ejemplos del grado normal son homo: hominis y ordo: ordinls. Pero también en este tipo la nivelación analógica ha anula do las alternancias vocálicas: sermó: sermdnis, lien: liénis. Por lo que mira a los neutros, el ser. ñama, námnas apunta a una declina ción original *nóm-n, *nóm n-e/os que daría en latín *nómen, *nómnis. nómin-is, etc., suponen *nomenis, con extensión de -e n a toda la declinación. En los temas en -r el nominativo singular se forma alargando la vocal del tema: gr. uaxríp, pero lat. patér con abreviación regular de la vocal. El grado normal aparecía originariamente en el vocativo y acusativo de singular y en el nominativo de plural (gr. uáxep, -itarÉpa, ávépec;). En los demás casos era de regla el grado cero (gr. Ttocxpóq, etc.). En latín, sin embargo, se generalizó el grado cero ex cepto en el nominativo: pater, patrem, patris, etc. Los nombres en -tór presentaban también en origen alternancia vocálica, pero la vo cal larga acabó por generalizarse a todo el paradigma, produciéndo se además, naturalmente, la regular abreviación en la sílaba final del nominativo de singular.
Temas en -i Las alternancias vocálicas de la sílaba final del tema (ei: i) pue den verse en el esquema con que iniciamos el estudio de la tercera declinación.
g r a m á t ic a
h is t ó r ic o -c o m p a r a d a
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Singular: Nominativo *-s. La forma esperada aparece en hostis, ovis, etc. En ciertos temas, sin embargo, como monti-, partí-, morti-, ponti-, etc., el nominativo tiene la forma mons, pars, mors, pons, etc. Si ello se debe a causas fonéticas (síncopa) o bien a la influencia de los temas consonánticos, es difícil precisarlo. La síncopa es, desde luego, responsable del paso de los adjetivos en -ri-s como ácris al tipo ácer, forma que en origen servía tanto para el masculino como para el femenino; luego se reconstruyó ácris como forma específica del femenino, púgil, vigil y mugil suelen considerarse temas en -i a pesar de sus genitivos de plural pugilum, vigilum y mugilum. La pérdida de su sílaba final suele explicarse como hecho de analogía según el genitivo pugil-is, etc., o bien como fenómeno dialectal (cf. o. aidil — aidilis). Algunos temas en -i tienen el nominativo de sin gular en -és (caedés, aedés, james, etc.) que puede provenir de un grado alargado -éi-s. [N ota 30.] Acusativo. La antigua forma -im se conserva todavía en ciertos nombres de carácter técnico: sitim, tussim, puppim, restim, así como en adverbios del tipo statim y partim. De modo general, sin em bargo, los temas en -i han adoptado la terminación -em de los te mas consonánticos. Genitivo. *-eis daría en latín -is. -is se ha introducido por in fluencia de los temas consonánticos: partís, etc. Dativo. *-eiei evolucionó regularmente a -eei > éi, cuya forma anteconsonántica, -éi, constituye la base de la terminación clásica -i : partí, ovi, etc. Ablativo. También en este caso el latín creó una forma especial en -id sobre la analogía de -ód, -ád: lat. are. loucaríd, clás. partí, etc. Sin embargo, acabó por generalizarse la -é de los temas conso nánticos. Sobre la introducción de la terminación -id en los temas consonánticos véase supra. Adviértase que en el participio de pre sente se emplea -é cuando es predominante el valor verbal, e -i cuan do lo es el adjetival. Plural: Nominativo. *-e i-és evolucionó regularmente hacia -es: partes, oves, etc. Acusativo * -i-n s > is, que es la forma regular clásica: partís, civis, etc. La introducción de la terminación -és, propia de los te mas consonánticos, comenzó en época temprana, pero el proceso no. se completó hasta la época imperial.
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Genitivo * -i-o m > -ium : civium, partium, etc. Dativo-ablativo *-i~bhos > -ibus: civibus, partibus. El nominativo-acusativo de los neutros de tema en -i era el tema puro, pasando a -e la -i final (p. 222 ) : *mari > mare; *dulci > dulce; *leví > leve. Ciertos adjetivos sustantivados en -ri y en -li presen tan pérdida de la vocal final: animal, tribunal, exemplar, calcar. El nominativo-acusativo de plural termina en -la, pero en indoeuropeo este caso se formaba por alargamiento de la vocal del tema, tal vez por contracción de *-¿a. Esta terminación sobrevive en tri-gintd. Así pues, la -á del latín (y del griego) puede considerarse tomada de la -á de los temas en -o (véase supra). Que este préstamo se produjo en época muy temprana lo muestra la forma aislada quid, que es en su origen el acusativo plural neutro del tema interrogativo qui-s.
Temas en -u (cuarta declinación) Las alternancias vocálicas de esta declinación recuerdan las de los temas en -i : *-u -s, *-u -m , *-u -o s o *-eu-s, * -(u )u -e i, \_*-üd], *-eu-es, *-u-ns, *-u (u )o m , *-u-bhos. Algunos puntos merecen co mentario especial. El genitivo singular -eu -s evolucionó de manera regular en itálico a -ous y de ahí a lat. -ü s: manüs, etc. Se regis tran ciertas innovaciones analógicas esporádicas: domu-is, senatu-is tienen la terminación correspondiente a los temas consonánticos, en tanto que lat. are. senatuos muestra la desinencia -os ya exami nada. Encontramos, además, en la lengua vulgar las formas tipo senat-í, etc., con la terminación propia de los temas en -o. El dativo en -ui (lat. are. senatuei) se remonta a * -(u )u -e i, que es la termina ción indoeuropea, o bien a *-eu-ei, forma del dativo que tiene para lelos en otras lenguas. El dativo en -ü era en origen un locativo que en indoeuropeo presentaba el tema puro en -eu (o tal vez -éu ). El latín creó una forma especial para el ablativo, -ü -d (véase su pra): castüd, manú, etc. Plural: El nominativo *-eues tendría que haber evolucionado a *-uis a través de *-oues (p. 216). La forma clásica -üs procedería, según algunos estudiosos, de una forma sincopada *-ou -s, que no tiene paralelo en otras clases flexionales. Es más verosímil que en los temas en -u tengamos una interacción de las terminaciones de no minativo y acusativo de plural basada en la similitud accidental del nominativo en -es y el acusativo en -és de los temas consonánticos (véase supra). -üs debe remontarse, pues, a la terminación del acu sativo de plural, caso en el que era producto regular de -u-ns. El
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genitivo de plural *manu-óm > manu-óm > manóm > manum: passum, exercitum. La forma disilábica -uum se debe a la analogía con los temas en -i : clvls: civium :: manüs: manuum. En el dativoablativo de plural se encuentra en ocasiones la forma esperada en -u -bu s (arcubus, quercubus, etc.), pero en general ha triunfado la - i - procedente de los temas en -i: manibus, etc. En los neutros el nominativo-acusativo de singular -ü (genü) en lugar del esperado *genü puede remontarse a antiguas formas del plural o del dual. En el plural la forma indoeuropea en * - « ha s id o sustituida por -ua, con la -a de los temas en -o que se había con vertido en terminación característica del neutro plural para el nomi nativo y el acusativo.
La quinta declinación [N ota 31] Esta clase flexional latina se formó a base de un grupo hetero géneo de nombres. Algunos eran abstractos verbales en -ié (alter nando con - i ) : acié-s, facié-s, macié-s, etc.; otros eran abstractos denominativos con dobletes en -ia (luxuries, etc.). Otros, en cambio, surgieron de temas en diptongo largo, *diéu-m (véase infra sobre luppiter), *réi-m (ser. rá-m, etc.), spés era un antiguo tema en -s (cf. lat. are. spéres y el verbo denominativo spérare). quiés es un antiguo tema en -i *qui-ei~. Hay, además, algunos nombres heteróclitos: famés, labes. De hecho, pocos nombres de esta declinación tienen el paradigma completo que figura en las gramáticas escola res. Vemos a la lengua empeñada en la tarea de crear una nueva clase flexiva de temas con vocal larga, pero sólo diés y res presen tan paradigma completo. El punto de partida fue el acusativo *diém < *diéu-m (véase in fra ), del cual se forma el nominativo caracterizado por la -s habi tual: diés. El genitivo de singular de los temas en -i é - eran originariamente -ié-s, forma conservada ocasionalmente en latín arcaico: rábiés, dié-s. Esta terminación fue reemplazada por la -i de los temas en -o : dié-i (nótense los diversos desarrollos fonéticos, diei, dié, dii). En el dativo de singular *réi-ei > *réi > réi > reí > re (todas las formas que no llevan asterisco están atestiguadas). En el-ablativo encontramos la -d itálica en la forma falisca foied “hodie-’. Ha de saparecido de modo regular. Plural: rés, nominativo y acusativo, procede regularmente de *réies y *rei-ns respectivamente. El genitivo tiene la terminación -rum que
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ya hemos estudiado: dié-rum. En el dativo y ablativo -bus se une directamente al tema en -é : dié-bus. Temas en -I y en -ü Todos los nombres con tema originario en -i pasaron a temas en -i en latín, con la excepción de vl-s, que tiene como acusativo y ablativo regulares m -m y vi, respectivamente (en Varrón aparece el genitivo v l-s ). En el plural tiene flexión de tema en -s, vires, por analogía con otros monosílabos como más: mores; spés: spéres. süs tiene un genitivo de singular suis, que es el resultado regu lar de *suues. El resto de su declinación se ha reconstruido sobre un tema consonántico su v-: su-em (en lugar de *sü -m ), etc. Por su-ibus encontramos también sü-bus. La forma sü-bus es probable que no descienda directamente del indoeuropeo *sü-bhos, sino que se deba más bien a la influencia de bü-bus (véase in fra ). Temas en diptongo El indoeuropeo *nüus “nave” pasó en latín a tema en -i ; ndvis. La palabra que designaba al buey, *g'*5us (ser. gáus, gr. dór. p « 0 , había perdido en indoeuropeo el segundo elemento del dip tongo en el acusativo de singular *g^ó-m: gr. dór. pñv, ser. gá-m. A partir de esta forma se creó un nuevo nominativo bós en oscoumbro, pasando al latín por préstamo (véase p. 47). En los demás casos el tema aparecía así: *g«ow-es, *g^ow-ei, etc., de donde bovis, bovl, etc. La declinación latina se reconstruyó sobre esta forma del tema: bovem, bovés, etc. En el dativo y ablativo de plural bübus continúa *g*ou-bhos; bóbus ha tomado su vocal de los otros casos o bien se trata de una forma dialectal con paso de ou a 5. *dyéus tiene una historia similar. El segundo elemento del dip tongo se perdió en el acusativo de singular: *dyé-m (gr. Zfjv, ser. dydm). A partir de él se creó un nuevo nominativo diés (véase supra). lu-piter es un antiguo vocativo de *dyeu-poter = gr. ZeO itarsp. En los casos oblicuos *dyew-es, etc. > lovis (p. 216 sobre eu > ou). Éste fue el tema que se generalizó, de modo que lovem reempla zó al original diem, que se había especializado en el significado de “día”. Algunos nombres irregulares Existe un grupo muy antiguo de nombres neutros caracterizados por una -r en el nominativo-acusativo de singular y por una -n en
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los demás casos. Así, el nombre del “agua” muestra una -r genera lizada en inglés (water) y en alemán (Wasser), en tanto que apare ce una -n en el sueco vatn. En gótico la declinación es wato, watins (gen. sg.). El griego tiene 58cop como el umbro utur, en tanto que el sánscrito presenta -n (gen. sg. ud-nás). Este tipo de flexión apa rece ampliamente documentado en hetita, pero las demás lenguas sólo muestran fragmentos dispersos. El ejemplo latino más claro es fémur, feminis “muslo”, iecur debe haber tenido un genitivo *iectnes (cf. ser. yaknás), pero se le creó uno analógico iecoris, que se entrecruzó con la forma antigua para dar la clásica iecinoris. Lo mismo ocurre con iter, en el que el antiguo *itinis y el analógico *iteris se combinaron para formar itineris, que a su vez dio lugar a un nuevo nominativo itiner. iuvenis, a pesar de su apariencia, no es un tema en -i, según pue de verse por su genitivo de plural iuven-um y su derivado iuven-cus. Se trata, en realidad, de un tema en -n : cf. ser. yúvá, yúvánam, yünás. El nominativo latino está rehecho sobre la base del genitivo iuven-is. Lo mismo puede decirse de canis,6 pero en este caso los hechos de flexión son más complicados. Partiendo del gr. kúcov, ser. gvá, lit. Sud podemos reconstruir el nominativo indoeuropeo * k u (u )5 (n ), cuyo genitivo sería *kun-os (gr. kuvóc;, ser. gunás). Por el testimonio del latín se puede suponer un tema con grado re ducido *ku3n. La evolución fonética habría producido en latín un paradigma"enormemente irregular: *có, *conem, quanis, etc. Se ni veló en canem, canis, etc., y se creó un nuevo nominativo, canis, como en el caso de iuvenis. Que no es un tema en -i se ve bien claro por su genitivo de plural can-um.
Los ADJETIVOS Los grados de comparación Comparativo. Dos son los sufijos empleados por las lenguas indo europeas para formar el grado comparativo de los adjetivos. Uno es -ios (con un grado alargado -ios y un grado cero -i s -), al que puede añadirse otro sufijo e/on (gr. -icov < *-is-ó n ~). El adjetivo así modificado no significaba en un principio “más...” , sino que el sufijo indicaba que la cualidad designada por la raíz estaba presen te en un grado indefinido: *mag-ios significaba “grandote”, y a par tir del contexto surgieron los significados “más bien grande”, “de masiado grande”, etc. Con el caso propio de la comparación (véase 6.
calles
en latín arcaico (Varrón,
L . L.,
7, 32).
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Sintaxis, p. 293), el significado “más bien grande examinado con relación a un determinado modelo” evolucionó a “más grande que”. El sufijo no se unía al tema del positivo, que tenía un valor “abso luto” : mag-nus “grande” como opuesto a mag-ios “grandote"; cf. nequam: nequior; senex: sénior. En otras palabras: el comparativo se forma con una raíz diferente: bonus: mel-ios. minus no es, pro piamente hablando, un comparativo, sino un sustantivo neutro *mrnuos del que deriva el verbo denominativo minuere. El"nominativo presenta grado alargado que, como en el caso de honós, etc., se generalizó a toda la flexión. Como era de esperar, la -s - intervocálica pasó a -r -, extendiéndose analógicamente la inno vación al nominativo de singular: *maiós, *maiósem, etc. > maior, maiórem. El neutro singular maius es el resultado normal de *maios < *mag-ios (p. 224). El otro sufijo de comparativo, -tero, estaba en origen adscrito al segundo elemento de pares opuestos: gr. &e^ióg: ápta-repóc;. Su valor era contrastativo y separativo. Ello puede verse todavía en el adverbio ínter, que es la forma contrastatívo-separativa de in: inter-ficio “poner aparte, echar de lado”, inter-dico "señalar como excluido”, inter-eo, etc. Este sufijo, que aparece en ing. other, further, etc., se empleó en latín para caracterizar pares contrastantes: dexter, alter, uter, mater-tera (como opuesto a amita). En algunas palabras aparece combinado con el - is- que acabamos de estudiar: sin-is-ter, mag-is-ter, min-is-ter. También en el superlativo encontramos dos sufijos de funciones originales distintas, -t o - aparece en los numerales ordinales (véase infra), en los que servía para indicar el miembro que completa un grupo dado; tenía una función “completiva” (Benveniste). se com binó con -is - para dar el sufijo -isto- que aparece, por ejemplo, en ing. sweetest (gr. rjBioxoc;). El latín, sin embargo, prefirió el sufijo -m o (-m ío - en ciertos contornos fónicos), cuyo valor originario — en opinión de Benveniste— era la designación del miembro extremo de un grupo, es decir, tenía en un principio valor de referencia espacial como en summus ( *sup-m o-s) “el que está en el tope”, démus, Ínfi mas, primus (*p ñ s -m o -s ). En suprémus, extremas el sufijo se ha añadido a antiguas formas de instrumental (véase infra, adverbios). El sufijo - mo- se combinó con - to- en intimus, ultimas, extimus, optimus. Otra forma alargada del sufijo es -simus, en la que la s tiene orígenes varios: (1) - t - t em o- > -ssim o- (pessimos < *ped-tem o -); (2) probables formas sincopadas del sufijo -is-. La forma más ca racterística del sufijo superlativo latino, -is-sim o-, surgió de la com binación de -is - con -s emo-. Unido á temas nominales terminados en -r y -l, este sufijo quedó deformado por cambios fonéticos:
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*facil-s.mo-s > facillimus (p. 232 sobre -ls~), *acri-s,mo-s > *acrs-samos > *acers-samos (p. 224) > acérrimas; de modo simi lar pulcherrimus < *pulchro-semos. Todavía no se ha dado una explicación totalmente satisfactoria de plus, plürimus. Es evidente que son formas emparentadas con los adjetivos que significan “mucho” en otras lenguas (cf. gr. m>Xú$), los cuales están formados sobre la raíz *'per“ÍteiiaP,l l a t r p l e - » « s ) . El tema comparativo pié-ves-, pli-is que apturecelSr el 'grTT&iiv (acusativo) y en el superlativo itXetoxoc;, proporciona una buena base * piéis-em o - al lat. are. piísima conservado por Festo. Por otra parte, tenemos un sustantivo neutro de la misma raíz, *plewes (gr. homér. itXéoq), que puede ser la base del lat. are. ploiis, de moHo que el^lat. clás. plus no sería en origen más comparativo*que su contrarió « i lnus. El verdadero comparativo *plé-yós püéde éstar en el origen 3ef víeores áeí Carmen.Arpate, si bien la presencia del rotacismo indica que la forma transmitida ha sido parcialmente modérrnzadá !7 Podemos, pues, restaurar el siguiente hipotético estado de cosas: *pléyós- *plé-is-em o - que habría dado en latín pleór- pliHmó-. Luego, el sustantivo neutro plous (frecuentemente emparejado con mvnus) reemplazó al comparativo afectando entonces a la forma del superlativo: de ahí plüs, p lttrim tts .T rp to n ím e lB ^ IE n ^ X p ú e de considerarse simplemente como un ejemplo más del socorrido método de afectar arcaísmo sustituyendo la ü clásica por oi (véase p. 218).
LOS PRONOMBRES Hay que distinguir dos grupos: (1) los temas demostrativos y el relativo-interrogativo-indefinido, y (2) los pronombres personales. (1) presentan temas en e/o y en a para masculino y femenino, respectivamente, mientras que el neutro singular, nominativo y acu sativo, termina en -od ( > u d ): is-te, is-ta, is-tud. En el genitivo y dativo de singular tienen formas comunes a todos los géneros: -tus e -i, respectivamente.8 En muchas lenguas los demostrativos tienden a asumir formas reforzadas, sea por la combinación de temas diferentes, sea por la adición de partículas deícticas (fenómeno que podemos llamar del “este-de-aquí” , “ese-de-ahí”) . El latín presenta ejemplos de ambos procedimientos, is-tud está compuesto del tema anafórico i - y del demostrativo *tod. ille ha sustituido a un antiguo olle que unía ol 7. 8.
También Pesto modernizó *pleisima en piísima. Sobre la forma vulgar del femenino illae, etc., véase p. 167.
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(cf. ul-tra, ól-im ) y el tema -se (véase infra). Las principales par tículas deícticas que se unen a los temas pronominales son -ce e -i (sobre hic, istuc, etc., véase infra). La terminación del genitivo singular, -ius [ N o t a 32] (en Plauto es frecuente la escansión éius, lo cual implica una pronunciación eiius confirmada por la grafía e i i v s de las inscripciones, etc.), no tiene paralelo en otras lenguas. En indoeuropeo era e-syo (ser. aspa), y se ha pensado que el latín añadió a esta forma la -s habitual en el genitivo (cf. supra), evolucionando *esyos de manera regular a eiius. Del mismo modo, huius < *gho-syo-s, cuius < *quo-syo-s (cf. ser. kásya). Otros estudiosos pretenden explicar la terminación por cuius, adjetivo en -ios que sobrevive aún en el quoius de Plauto, y que acabaría incorporándose a la flexión (sobre el genitivo como caso adjetival véase infra pp. 289 ss.). Los otros genitivos pronomi nales serían simples imitaciones de quoius. De quoius analizado como quoi-us se extrajo un tema quoi- que, con la adición de la desinencia típica del dativo, dio lugar a quoiei (así en latín arcaico), que en Plauto aparece como quoii y quoi. Esta última es la forma clásica, no apareciendo cui hasta la época augústea. De los restan tes casos sólo el genitivo plural exige comentario, -rum debe remon tarse a las formas femeninas que en indoeuropeo tenían la termi nación *-á -sóm (ser. tásám). El masculino -órurn es una innovación analógica, puesto que el indoeuropeo tenía *-o i-sóm (ser. tésám, késdm = (is)-tórum , quorum. hic El tema es *ghe/o, ghá- (p. 230), al que se añade la partícula -ce. El masculino singular presenta - i - en Plauto (h ic), forma que se rehízo en hice por analogía con el neutro hoce < *hod-ce. El tema en -i aparece también en formas del plural de procedencia epigráfiiea: heis, heisce, hisce (Plauto). Aparte de estos casos, el tema apa rece como ho-, há-, que con la adición de la partícula -ce (frecuen temente en su forma plena en latín arcaico) da lugar a la bien conocida declinación clásica de este pronombre: *hom-ce, *hdm-ce, *hod-ce > hunc, hanc, h oc(c). Adviértase que el latín arcaico no había introducido todavía la distinción artificiosa entre hae (feme nino plural < hd -i) y haec (neutro plural < * h a-i-ce). Sobre el genitivo y dativo de singular, véase supra. El ablativo singular es hóc, hdc < *hód-ce, *hdd-ce. ille Ule resulta de una alteración del lat. are. olle (cf. ul-tra, ol-im ) bajo la influencia de is, iste, ipse. olle es una combinación de ol y
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se ¡o (véase ínfra). También están atestiguadas formas con desinen cias adjetivales: ollus, olla. Ocasionalmente se le unen partículas deícticas: illaec, illuc, illunc, etc. El nominativo de plural aparece en Plauto en la forma Misce (cf. heisce, etc., supra). Sobre el geni tivo y dativo de singular véase lo ya dicho más arriba. iste Es otro demostrativo compuesto, del que sólo se declina el segun do miembro. También puede llevar partículas deícticas: nominativo singular masculino istic, femenino istaec, neutro istuc, etc. El geni tivo tiene normalmente la terminación -íus (véase supra), pero hay una forma istl (con la terminación propia de los temas en -o ) que aparece en istimodi. El lát. are. istis (Plauto) es probablemente no una forma sincopada de istius, sino isti + -s de genitivo. is Este tema, que en indoeuropeo se emplea en correlación con el pronombre relativo, aparece con alternancia i/ei. El grado cero apa rece en el nominativo masculino y en el neutro (i~s, i-d ), y el acu sativo que era de esperar, im, está atestiguado en las X I I Tablas. A una forma secundaria del nominativo — grado pleno— se le añadió una partícula -om : *ei-om (cf. ser. ayam), forma que el latín utilizó como acusativo singular masculino, *eiom > eum, y a partir de la cual se creó un nuevo tema *eio-, con un correspondiente femenino *eiá~. En el nominativo plural masculino, por un proceso regular, *eioi > *eiei > ei > l. El disilábico el es una refección analógica sobre eum, etc. También en este pronombre encontramos nomina tivos de plural en -s : is, eis, eeis e ieis. Las formas de dativo y abla tivo de plural atestiguadas son los resultados esperados de *eiois, *eiais: eis, is, con las restauraciones disilábicas eeis, ieis, etc. El lat. are. ibus parece el resultado esperable de *ei-bhos (ser. ebhyás). Sobre el genitivo y dativo de singular véase lo ya dicho más arriba. A este tema se añadió una partícula -em. Un falso análisis del nominativo singular neutro id-em dio lugar a una partícula dem. Añadióse ésta a is, ea, etc., resultando Idem, eddem, etc. Sobre los adverbios ibi, etc., véase infra. so-, toE1 indoeuropeo poseía un pronombre demostrativo *so, *sá, *tod, que dio, ínter alia, el gr. ó, r), tó(5) . Ennio atestigua las formas de acusativo som, sam, sos, sás, que pueden atribuirse a este tema, en tanto que to- aparece en tum, topper ( < *tod-per), etc. También s i(c ) pertenece a este tema: es una forma de locativo, *sei(cej.
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ipse En las formas arcaicas eumpsum, eampsam tenemos una combi nación del tema evo- con som, sam (la p es una consonante de tran sición, como en sumpsi < sum-si. Es probable que este som, sam sea distinto del que acabamos de estudiar y se remonte al reflexivo *suos. Del acusativo se extrajo un tema -pso -psá que aparece en el "nominativo femenino eapsa, masculino ipsus, etc. Este último sufrió la influencia de iste e ille, y así surgió la flexión normal ipse, ipsa, ipsum. Nótese que la asimilación del neutro ipsud a íllud, etc., no se produce hasta época tardía. Sobre las formas vulgares isse, issa, etc., véase p. 163. Interrogativo. Indefinido. Relativo El tema interrogativo-indefinido del indoeuropeo tenía la forma qui- quei, común a los tres géneros: quis, quid. El acusativo que cabía esperar, *quim, tomó la terminación -em de los temas conso nánticos (véase supra). El instrumental qui se conserva como ad verbio, en tanto que el nominativo de plural *quei-es dio lugar al qués del Senatus Consultum de Bacchanálibus. El plural neutro quia se conservó como conjunción. El dativo-ablativo de plural quibus se mantuvo como resto de la flexión regular. En itálico se formó un tema relativo correspondiente quo- qua-. El masculino (quoi > quei > qui) y el femenino (quae) muestran la partícula deíctica -i. quod lleva la -d característica de los neutros. El acusativo quom se conserva sólo como conjunción, habiendo sido reemplazado por quem (cf. supra). Sobre el genitivo (quoius, etc.) y el dativo singular véase lo ya dicho más arriba. Las formas del plural son resultado regular de *quoi, *quai, *qudi, etc. El nomi nativo de plural quás es dialectal por quae (véase p. 243). Una for ma secundaria quis en dativo-ablativo de plural continúa *quois, *quais. Los PRONOMBRES PERSONALES ego y tu son formas heredadas del indoeuropeo (cf. gr. éyó, t ú , oú). Una forma alargada con -o m aparece en gr. áycóv, ser. ahám,9 y ésta es la base del lat. egom-et, del que, por un falso análisis, se extrajo un sufijo -m et: mihi-met, etc. En el acusativo me y té con tinúan formas tónicas indoeuropeas (el gr. tiene ^is, oe átonos). En indoeuropeo las formas enclíticas *moi, *mei, *toi, *tei se emplea 9.
L a consonante aspirada sugiere el análisis *egH-om.
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ban para el genitivo y locativo. Alargadas por adición de la -s de genitivo, *mei-s, *tei-s formaron la base del lat. are. mis, tis. Las formas clásicas mei y tul están tomadas de los posesivos, mihi y tibí se remontan a *meghei, *tebhei (u. mehe, tele). El sánscrito presen ta las mismas consonantes en las formas mahyam, tubhyam, pero éstas presuponen ide. *meghi, *tubhi, con adición de una partícula posiblemente emparentada con el -o m de *eg-om. El ablativo indo europeo tenía las formas *méd, átona, y *méd, tónica. El sánscrito conserva la primera (m d t); la segunda aparece en lat. are. méd (cf. téd < *tuéd). No hay que confundir estas formas con las arcaicas del acusativo méd, téd, que llevan una partícula -d de origen oscu ro. Es difícil creer que se produjera una confusión entre acusativo y ablativo, o que la -d provenga de los pronombres neutros. Las formas del pronombre reflexivo tienen gran semejanza con las que acabamos de estudiar. s é (d ) < *sué (el gr. e continúa la forma breve átona). El genitivo sui está tomado del adjetivo pose sivo. sibi < *sebheí con asimilación de e a i y abreviación yámbica, al igual que mihi, tibí. El ablativo sé-d es paralelo a méd y téd. nos y vos son formas tónicas heredadas que se corresponden con las átonas del sánscrito ñas y vas. nostrum y vestrum son genitivos de plural de noster y vester. nostri y vestri, las formas correspon dientes del singular, se empleaban específicamente como genitivos “objetivos”, y aparecieron por vez primera en Terencio. El latín rehízo el dativo y ablativo añadiendo la desinencia -bhei a los temas nó-, v ó - extraídos de nos y vos. A *nóbhei y *vóbhei se añadió una -s por analogía con la desinencia normal -bus. Los adjetivos posesivos se formaron por adición de la vocal te mática -o - a los temas pronominales: *m ei-o-s > meus; *teu -o-s (gr. TsFóq) > lat. are. tovos > tuus; *seu-os (gr. éFóq) > sovos (lat. are. dat.-abl. pl. soveis) > suus. En el plural el sufijo contrastativo -t e r (o ) se añadió a las formas breves nos, vos. El lat. are. vo ster pasó a vester (p. 2 1 7 ). [N ota 33.] El vocativo singular masculi no mi puede remontarse al genitivo enclícito *mei, ya examinado. Los NUMERALES Cardinales Sobre únus < *oino- véase p. 219. La raíz *sem (gr. el<;, qía, ev) aparece en sem-el, sim-plex, sin-guli y sem-per. duó ( duó por abreviación yámbica) es una forma heredada < ide. *duuo(u). Este numeral tenía en origen las desinencias del dual, según muestran las formas latinas de acusativo plural masculino dúo (Plauto), neutro dúo. Las formas con desinencias de plural.dwds,
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INTRODUCCIÓN AL LATÍN
dwom y duórum, dativo-ablativo duóbus y, además, la serie com pleta de formas femeninas duae, etc., son innovaciones, pues en ori gen duó valía tanto para el masculino como para el femenino, ambo es también forma heredada (gr. dipneo). tres (mase, y fem.) es el resultado regular de *treies (gr. xpeíq, ser. trapas). La palabra que significa “cuatro” presenta alternancia vocálica con generalización de formas diferentes en los distintos dialectos indoeuropeos. El lat. quattuor se remonta a *q*etuores, con una vo cal reducida en la primera sílaba y el grado -o - característico del nominativo en la segunda sílaba (cf. gr. dór. teto pee;). El latín ha eliminado la flexión convirtiendo a este numeral en indeclinable. No se ha dado una explicación convincente de la forma quadru- emplea da en compuestos. Sobre quinqué < itál. quenq^e < ide. * penque, véase p. 226. sex puede ser resultado tanto de *seks como de *sweks, cf. gr. F^-
Sobre septem < *septm (gr. éitróc), véase p. 225. octó < *ok tó(u ) es una forma de dual de una palabra que signi ficaba “conjunto de cuatro dedos” (conservado en el avéstico aSti “ancho de cuatro dedos”). novem procede de *new -n (cf. nonus, ing. nine). La forma que cabria esperar, *noven, se ha transformado bajo la influencia de septem y deeem. Los numerales de 20 a 90 se derivan de un tema nominal *(d )k m ti- que significaba “conjunto de diez”. El dual aparece en vl-gintl, donde vi- (cf. gr. dór. FÍ-kocti) puede estar emparentado con el adverbio sánscrito vi, que significa “aparte”. El resto de los nu merales del grupo conservan el plural neutro en -á (véanse pp. 245 s.). tri- y qtiadrá- 10 son plurales neutros cuya & se extendió ana lógicamente a quinqu&gintá, sexágintá, septuágintá, nonügintá. octoginta está probablemente en el lugar de un *octudgintá (cf. gr. óySo(F)i!|KovTa), que influyó en la forma de septuágintá. Sobre centum < * (d)kmtom, véase p. 225. Los numerales de 200 a 900 son simples compuestos de los nu merales cardinales de 2 a 9 y centum. Indeclinables en origen, el latín hizo de ellos adjetivos numerales, ducenti, trecenti, sescenti conservaron la c, que se sonorizó en mmgenti, ( *novem-genti) , quingenti, de donde también el -ingenti de quadringenti, septingenti, octingenti. El indoeuropeo no parece haber poseído una palabra que signifi cara “mil”; el lat. mille no tiene correspondencias. 10.
La -d no ha recibido explicación.
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Ordinales Los ordinales presentan los sufijos -to - y -m o - que hemos exa minado en la comparación de adjetivos. primus < *prís-mo-s, superlativo de prius. secundus es un adjetivo verbal (véase gerundivo), del verbo
sequor: < *seq^ondo-s. tertius < *trityos, a través de *trtyos (p. 224). quartus. La forma original parece haber sido *qHru-tós, con el grado cero del numeral (cf. o. trutum = quártum). La forma latina puede estar basada en *qtlatwor-tos, con restauración de la forma plena del numeral cardinal y pérdida por haploiogía de la primera dental. El dialecto prenestino conserva la esperada contracción quorta, que el latín transformó luego en quartus por influencia del cardinal. quintus (< *quinqHos) y sextus presentan el sufijo -to -. septimus y oct&vus (sobre 6v > üv véase p. 217) y decimus son adjetivos formados por adición de la -o - temática al cardinal. El mismo tipo de formación lo tenemos en * novenos, que debería haber dado regularmente *nünus, pero la ó se conservó por influencia de novem. El ordinal “vigésimo” se forma por la adición del sufijo - t emo (véase superlativos): *m -km t-U m o > *vicenssimos (para el cambio t -t > ss véase p. 232) > vicésimus. Los adjetivos numerales multiplicativos son compuestos cuyo se gundo elemento es o bien ( 1 ) p ío- de la raíz pié- “llenar” (duplus, triplus, etc.), o bien ( 2 ) píele- de la raíz que significaba “plegar” (sim plex, dúplex, etc.). De los adverbios correspondientes, semel contie ne el numeral sem-, pero su sufijo no ha sido explicado, bis ( *duis ), ter (*tris ), quater (*q*atrus) llevan una -s adverbial. La termina ción -iéns que aparece en los demás adverbios de esta clase se ori ginó probablemente en los derivados pronominales quotiens, iotiens, en los que, basándonos en el testimonio del sánscrito, podemos iden tificar un sufijo * -in t- > lat. *-ient~. Esta forma, combinada con la -s adverbial que acabamos de examinar, daría lugar a -iéns-. Los adjetivos numerales distributivos, aparte del aislado singulus { < *sem-gelo), están formados con el sufijo -n - y los adverbios multiplicativos: *duis-noi > bíni, *tris-noi > terni (con ter res taurado en lugar del resultado fonético esperado *tñ n i).
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INTRODUCCIÓN AL LATIN
E l verbo [N ota 34]
Desinencias Activas. Las desinencias del verbo indoeuropeo se referían pri mariamente a la persona gramatical, incluyendo en sí la categoría del número (singular y plural). Así, -m, -s, - í representaban la pri mera, segunda y tercera personas del singular, y -me/o, -te y ~(e/o)nt, las formas correspondientes del plural. En un momento dado de la historia del indoeuropeo se añadió una partícula -i que significaba “aquí y ahora”. De ahí surgió la oposición entre desi nencias primarias y secundarias con referencia temporal al pre sente y al pasado, respectivamente: -m i: -m, -ti: -t, -n ti: -nt. La partícula -i, según puede presumirse, sería en origen de empleo potestativo: de hecho no aparece en la primera y segunda personas del plural, y no es seguro que el -si de segunda persona del singu lar pueda atribuirse al indoeuropeo. Otra distinción necesaria es la que separa formas verbales te máticas y atemáticas. En paradigmas como *bhero-mes, *bhere-te, *bhero-nti, etc., el tema que queda tras la supresión de la desinencia termina en vocal -e/o. Es la llamada vocal temática. Otros verbos como *ei-mi, *i-mes, cuyo tema carece de tal vocal, se llaman ate máticos. Esta distinción aparentemente trivial es de fundamental importancia en la morfología verbal indoeuropea, dado que los dos tipos de verbos se distinguen ínter alia en sus procedimientos de formación de los modos (véase infra). Por lo que mira a las desi nencias, sin embargo, sólo se distinguen en la primera persona de singular activa: -6 es primario temático y -m i primario atemático. Medias. El indoeuropeo distinguía dos “voces”. En la “activa” la acción verbal estaba dirigida hacia fuera del sujeto “ergativo” (véase Sintaxis, p. 284). En la “media” la acción se concebía como actuando en o sobre el sujeto: la acción tiene lugar en la persona del sujeto, en interés del sujeto, etc. Así, verto “yo vuelvo” (algo) se opone a vertor “la acción de volver tiene lugar en mí, me vuel vo”; Tcopí^co “proporciono”, Ttopl^opcxi “proporciono a mí mismo, me procuro” . Así, las formas medias del verbo, en cuanto que de notaban Ínter alia las acciones que tenían lugar en la persona del sujeto, se emplearon también para la expresión de la pasiva, que no tenía formas propias en indoeuropeo. Las desinencias de la me dia se crearon por adición de diversas partículas a las primitivas desinencias personales, y también es probable en este caso que la oposición temporal entre primarias y secundarias fuera un desa
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rrollo tardío en la historia del indoeuropeo. Las únicas desinencias medias indoeuropeas relevantes para el estudio de las latinas son -so, -to, -nto, que aparecen en griego como desinencias medias se cundarias de la segunda y tercera personas de singular y de la ter cera de plural, respectivamente, opuestas a las primarias -sai, -tai, -ntai. El perfecto tenía en el singular una serie de desinencias distintas de las que hemos visto: -a, -tha, -e. Y ahora podemos proceder al estudio de las desinencias verbales del latín.
Primera persona singular. Primaria. La atemática -m i sólo se conserva en sum, donde ha perdido la -i. Con esta excepción, se ha generalizado la -ó temática: eo, fero, amo, moneo. La misma desi nencia la encontramos en el futuro en *-bho (p. 271). El lat. eró procede de un antiguo subjuntivo *esó (p. 271). Secundaria. El latín conserva -m : amábam, ferebam, amaveram, etc. Aparece también en las formas de subjuntivo y optativo: amem, regam, siem, etc. Segunda persona singular. A causa de la caída de -i final no que da en latín resto de la oposición entre formas primarias y secunda rias : ducis, amas, eras, amabas, síes, etc. La forma plautina ess suele ponerse en ecuación con el homérico éoaí. Pero hay testimonio de una forma homérica más antigua, sic;, grafía que pretende solamen te indicar la cantidad larga de la sílaba éa-q. Esta forma más anti gua recibió una -i por influencia de écrcí: éoaí. El ess plautino pue de, por tanto, considerarse equivalente de la forma homérica más arcaica. De hecho es dudoso que el indoeuropeo llegara a desarro llar una forma primaria independiente para la segunda persona de singular, dado que falta en el plural. Tercera persona singular. El latín arcaico distinguía la -t ( < * - t i) primaria de la -d ( < *-t, p. 227): esed, feced, sied. La misma distin ción aparece en osco-umbro: fust “erit”, fusid “foret” . En el latín clásico se había generalizado la -t primaria: dedil, fecit, siet, esset, etc. Primera persona plural. No hay restos de la desinencia secun daria *-m o en latín, que ha generalizado *-m os > -m us: ducimus, ducébamus, duximus, etc. Un grado distinto de alternancia, *-me, aparece en el gr. dór. (pépopsc;, etc. Segunda persona plural. El latín -tis deriva de -*tes, forma en la que se ha añadido la -s de la forma correspondiente del singular al *-te que vemos en gr. (pépstE, etc.
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INTRODUCCIÓN AL LATIN
Tercera persona plural.
El oseo y el umbro distinguían entre la *-n ti (sent = sunt) y la secundaria -ns < *-n t (deicans = dicant, sins = sint). El latín tiene solamente ~nt, que deriva de la primaria *-n ti generalizada, y de la que el único testimonio directo es el dudoso tremonti del Carmen Sallare (N.° 53). La terminación -nont, muy extendida en la época arcaica (danunt, explénunt, redinunt, nequinunt) , no ha sido explicada. Si la -n es un sufijo formador de temas (p. 267), es difícil explicar por qué aparece sólo en esta persona. Es posible que esta desinencia haya surgido de formas dialectales en las que se hubiera perdido la -t final (dedron = dederont). Luego, *dan, * expíen, etc., que no tenían la característica -nt, habrían sido alargados por medio del usual -ont. desinencia primaria ~nt <
Vos medio-pasiva En itálico y en céltico las desinencias de la voz medio-pasiva es tán caracterizadas por una -r que falta en sánscrito, griego, ger mánico, etc. Esta - r puede igualarse, en primer lugar, con la termi nación que en osco-umbro distingue a la pasiva impersonal: fera-r “debe llevarse”, tipo que se encuentra también en antiguo irlandés. Corresponde en latín a los usos pasivos impersonales como pugnatur “se lucha”. Así pues, lat. -tur, -ntur, etc., pueden explicarse como combinación de las desinencias medias con la - r de impersonal. La relación de este formante con la - r que en diversidad de funciones aparece en los paradigmas verbales de otras lenguas indoeuropeas (indo-iranio, frigio y armenio, tocario, hetita) no está clara. Efe po sible que las primitivas formas con -r del itálico y del céltico sean en origen simples nombres verbales que designan la acción.
Primera persona singular. En -o r (lat. are. -ó r ) simplemente se ha añadido la - r a la desinencia primaria temática -ó. En los demás casos se añade directamente al tema verbal: amer, regar, amabar, etcétera. Segunda persona singular. La terminación latina más antigua del latín es -re, desarrollo regular de la desinencia secundaria me dia -so (p. 222 ); por tanto, sequere = gr. eixeo (*seq«e-so), según todas las apariencias. Salvo en el imperativo, se le añadió -s por analogía de la activa *-es: *sequere-s > sequeris. En las formas dialectales del tipo spatiarus, utarus, la -s tiene que haberse aña dido antes de que -o final pasara a -e.
GRAMÁTICA HISTÓRICO-COMPARADA
Tercera persona singular,
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-tu r surgió por la adición de - r a la
desinencia secundaria media -to.
Primera persona plural,
-m ur < secundaria -rao + r.
Segunda persona plural. Las formas en -m ini suelen explicarse como nominativos del participio de presente medio empleados en perífrasis como *feromenoi (este) (gr. tpEpópevoí ¿ote). De ahí se habría extraído un sufijo -m ini y se lo habría aplicado a los diver sos temas verbales: regebámini, etc. Esto resulta muy poco proba ble, y otros estudiosos relacionan la desinencia con los infinitivos en -menai usados con valor de imperativo. Dado que la forma es idén tica a la del imperativo, será más oportuno estudiarla en el apar tado correspondiente al mismo. Tercera persona plural, -ntur surgió de la adición de - r a la desinencia secundaria media -nto. Sobre las desinencias del perfecto véanse pp. 274 s. Para el im perativo véanse pp. 276 s.
F ormación
de lo s temas verbales
Los temas temporales El estudiante de griego advierte pronto la necesidad de distin guir tres temas temporales: presente Ásm-, aoristo Ái/rt- y perfecto ÁE-Áoiit- (correspondientes al ing. drívé, dróve, driven, véanse pp. 234 ss.). Aprende luego que estos temas, salvo el indicativo, no tienen valor temporal, sino que se refieren ál tipo de acción (aspec to); el así llamado tema de presente significa acción continuada (tema durativo) , el tema de aoristo (Áut-) significa acción momentánea, y el perfecto (Áe-Xonr-), el estado resultante de una acción. Así, el tema do presemtel^okgiv'signfflc» “estar en el proceso de morir” 6 avei'v “expirar” y TeQvávm “estar muerto”. Esta doctrina, la prevaiente en las" gramáticas escolares, necesita modificarse sólo en un punto: el tema no tiene valor temporal ni siquiera en el indicati vo, en el que la única referencia al pasado es la contenida en el aumento y en las desinencias secundarias. Asi, de uno y el mismo tema durativo Xeye/g podemos formar un presente Áéyco y un pasado I-ÁRVo-y. Estas diferentes^ representacionesijíe la acción Verbal, durativa, aorísticá y perfecta, por medio de diferentes temas “tempo rales”, son lo que se conoce con el nombre de aspectos del verbo. La situación del griego refleja la del iridoeuropeoTSm embargo,’ la
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INTRODUCCIÓN AL LATÍN
descripción del valor del tema de “presente” como durativo, opuesto al de aoristo, “momentáneo”, no cubre todos los hechos. En el Fedón de Platón, por ejemplo, los amigos de Sócrates están esperando a la puerta de la cárcel después de ser pronunciada la sentencia de muerte. El guardián les invita a entrar, y “encontramos a Sócrates que acababa de ser liberado de sus grillos”. El verbo que hemos traducido por “encontramos” es KotTaÁoqipávsiv, que significa pro piamente “coger”, “sorprender”. La acción a la que se refiere es cla ramente momentánea, y sin embargo Platón emplea la forma durativa KocTeXccypccvopEv. Éste no es sino uno de los muchos ejemplos que sugieren que la diferencia esencial entre los aspectos del “pre sente” y el “aoristo” no es la de continuidad-momentaneidad, sino más bien la "de que el tema durativo tiene un sentido más directo y lleno de vida: pone el acontecimiento ante los ojos, en pleno de sarrollo, como un documental cinematográfico. Podemos llamarlo “aspecto del testimonio ocular” o “aspecto d é l a presentación”. El aoristo, por su parte, supone una referencia menos viva al aconte cimiento como a una unidad de la historia. Uno y el mismo aconte cimiento, aunque sea momentáneo, puede ser presentado como teniendo lugar ante nuestros ojos, KgTEXappóvo^iEv “estábamos sor prendiendo a Sócratgs”, o bien _Kocr¿tá|Íon.£v ‘^encártennos a Sócra tes”. Del mismo modo, Óv^okeiv nos lleva a la préiencia dé ia agonía, éocveiv da cuenta del hecho de la muerte, y t e G v ó v o c i , del estado de muerte. En latín los tres aspectos del verbo indoeuropeo se redujeron a dos [N ota 35], pues el sistema verbal presenta solamente una opo sición entre el infectum y el perfectum, reuniendo el segundo "los valores originarios del aoristo y del perfecto. Para cada uno ote estos dos aspectos se desarrolló un sistema completo de tiempos (presente, pasado, futu ro): dico, dicam, dicebam: dixi, dixero, dixeram. En consecuencia, nuestra exposición del sistema latino de tiempos debe constar de dos partes: la formación de los temas (1) del infectum y (3) del perfectum. —
Temas del infectum Parece oportuno comenzar ejemplificando algunos de los prin cipales mecanismos morfológicos u tilizados por el indoeuropeo para Información del tema propio del aspecto progresivo (“deiTeitímonío ocular”) . Hemos escogido los más relevantes para el estudio del latín.
GRAMÁTICA HISTÓRICO-COMPARADA
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I. Temas radicales, que pueden ser: a) atemáticos: *ei-m i; b) te máticos: *deik-6. El tipo temático presenta alternancias vocá licas, apareciendo el grado pleno en el singular y el grado cero en el.plural; *eí-mi, * i-m t/6s. El latín conserva todavía algunos restos del tipo atemático: i-s, i-t ( < *ei-s, * e i-ti); volt, vult < *uel-ti; m-s, He la raíz *uei “desear”; es, ést < *ed-s, *ed-ti “comer”; fer-s, fe r-t < *bher-s, *bher-ti, sobre es “eres” véase p. 269. Sin embargo, la mayor parte de los temas radicales latinos son del tipo temático: düco, dico, etc. II.
Temas con reduplicación. También éstos se dividen en a) ate máticos y b) temáticos. El tipo a) presenta alternancias como en griego TÍ-Bq-^u: TÍ-Gs-pev, &í-5 co- jk: &l-&o-pev. Én el tipo temático reduplicado la raíz* aparece normalmente en el grado cerq: gi-gn-o (raíz *gen), sido < *si-zd-o (raíz *séd), será "< *si-s-5 (raíz *se/sa, cf. sé-vi, sá-tus).
III.
Temas con nasal infija: iu-n-go (raíz *yeug/yug), li-n -qu o (raíz *leiqu/liqu), scindo, rumpo.
IV.
Temas con sufijo nasal: gr. kócji-v -cú, & áK-v-co, lat. cer-n-o ( *Jcrinó), ster-no, si-no (perf. s i-vi), pello < *pel-nd, tollo < *tl-nd (cf. perf. tuli).
V.
Verbos incoativos en -skd: gr. páaxco, lat. poseo ( < prk, grado cero de prek-sko). Este tipo lo encontramos también con re duplicación: yi-yvcb-áKw. El lat. gnósco puede proceder tam bién de una forma reduplicada. La evolución fonética ha en mascarado disco < *di-dk-sko, con el grado cero de la misma raíz que tenemos en dec-et, doc-eo, etc.
VI.
De gran importancia es el sufijo -ye/ygA (1) Puede unirse a una raíz verbal: spec-io (raíz en grado norm al), venio (raíz en gra3B"cero :.' *g»Tn-y6, cf. gr. paívco). El sufijo puede también aña dirse a temas de presente ya caracterizados: vinc-io. (2) Con la ayuda de este sufijo se forman verbos a partir de nombres (verbos “denominativos”). En contacto con un tema vocálico la -y - intervocálica se pierde. Según esto podemos distinguir los tipos siguientes: a) de temas en -á : fugo, fugare < *fugá-yó; b ) de temas en e/o; aíbeo, audeo (de avidus); c) de temas en' i: finio; d) de temas en - m : metuo; e) de temas en consonante: custo dio. Del tipo denominativo albeo, etc., hay que distinguir ( 1 ) los je rb o s causativos en -éyó con grado -o - de la raíz, como son moneo, doceo, torreo, etc., y ( 2 ) los presentes estáticos formados por adición de un sufijo -é (el mismo que se emplea
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INTRODUCCIÓN AL LATÍN
en aoristos pasivos griegos como é-uávn-v) a la raíz verbal: vldére, tacére, lacere (opuesto ai transitivo iac-io), etc. Estos tipos diversos de formación de temas fueron organizados por el latín en las cuatro conjugaciones bien conocidas por las gra máticas escolares. La primera conjugación está formada en buena parte por deno minativos en -y o del tipo fuga, fugare. Encontramos además algu nos verbos atemáticos de raíces terminadas en -¿ (larga) : fárl (cf. fátum, gr. dór. (poc-pi). También stáre puede pertenecer a esta clase. Los verbos irregulares de esta conjugación, como domare, sonáre, con perfectos domui, sonui, están formados sobre raíces disilábicas, *domá, *soñá, con el sufijo -ye¡yo. Los grados cero de estas raíces *doma, *sou 9 aparecen en el participio en -to (p. 280): domitus, sóñitus. La segunda conjugación comprende (1) verbos atemáticos de raíces terminadas en é: plére, flé re ; ( 2 ) los denominativos en -y e/yo de temas en ejo; (3) los causativos del tipo moneo, y (4) las for maciones en -é, en origen intransitivas^ del tipo vidé-re. La cuarta conjugación integra (1) temas radicales * ( seto, fio ); (2) denominativos de temas en -i_ (finio, vestio), y (3) un grupo de yerbos en que la raíz ha sido alargada por medio del sufijo -l -, que alterna con - i - según un curioso principio 'rítmico.'TN óta ~36T] Cos temas f ormados por una sílaba larga o dos breves llevan - i : audvre, ságlre, vágire, farcire, sarcire, sépéílre, ópérire, üpéríre. Tenemos en cambio lacio, lacere, capio, cápére, fació, facére, fügio, fügére, quátio, quátére (todos con é de l ante - r según p. 221). Nótese que en ferire, saíne, venire la vocal breve va seguida de una sonante. parlo, parere, m orior, morí, son excépciónés. La répártición coMór^ me a un principio rítmico claro parece sugerir que la - i de capis, etoT se debe a la abreviación yámbica de capis. Sin embargo es un fenó meno indoeuropeo : gót. hafja "yo levanto”, ser. kupyati (lat. cupíb). Debemos postular, por tanto, dos formas de este sufijo primario: - i e -i (esta posiblemente resifltadb de { + laringal). En estas tres conjugaciones las vocales á, é, l, tras la caída de la - y - , intervocálica, se cóntrájérón con la vocal que seguía. Así, *amáye-s, * amüye-t > amás, amát (abreviado en amát en latín clá sico), y esta f orma am a- del téma se generalizó excepto para amó < *am áy- 6. Lo mismo ocurrió con los denominativos y causativos dé la segunda conjugación: *moneue-s, etc. > monés, etc. La generalízación de esta forma m oné- del tema a las demás personas (excepto moneo < *money-5 ) se vio ayudada por las formas como* vidé-s, vidé-mus, vident, etc., en las que las desinencias sé^unían directamente aí tema vidé-. En la cuarta conjugación audio y audiunt son resul
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tado normal de audi-5, audl-ont. En las demás personas audis, etc., tenemos formas de desarrollo paralelo a las de la primera y segunda conjugaciones. La tercera conjugación engloba el resto de los tipos inventaria dos en las pp. 267 ss.: (1) verbos radicales temáticos, como dicq, ago, etc.; ( 2 ) los ternas reduplicados: gigno, etc.; (3)’ temas con na sal infija: rumpo, etc.; (4) temas con sufijo nasal; (5) incoativos en -seo; ( 6 ) formaciones con sufijos menos frecuentes y que no he mos incluido en nuestro inventario: -to (nectó), -d o (iéñdo), -so (sufijo desiderativo que tenemos en quaesso^mso; de quaesso se ex trajo un sufijo -ssé/o que podemos- ver en netesso, íacesso, capesso). En esta conjugación la vocal temática e/o aparece con el de bilitamiento en - i - que era de esperar en las sílabas átonas (pá gina 220 ) : *-esz, *-eti, *-e te -s > -is, - ti, -itis, *-om os > -imus, *-onti > -u n ir* ” “ ' ’• ' .
Algunos verbos anómalos sum. La raíz es “ser” aparecía en origen, como era habitual en los verbos atemáticos, en grado pleno en el singular * es-mi, *es-s, *es-ti, y en grado cero en el plural *s-mos, *s-te, * s-enti. es y est son resultado regular de este sistema. En la segunda persona del plural, estis, aparece un grado pleno debido a la analogía del sin gular. A s-enti se le dio la terminación temática: s-onii > suñi, y esta*forma influyó sobre la de primera persona dél plural: * somos > sumus; a partir de ésta se creó una nueva forma para la primera persona del singular, sum, que acabó reemplazando a *es-mi. possum procede del adjetivo pote o potis + sum: lat. are. potisit, potis est. potest procede de la contracción de la forma neútra pote con est. voló es un antiguo verbo atemático de raíz *wel. La tercera per sona de singular' volt es resultado regular de ueí-ti (véase p. 217 sobre el > ol). En el plural, *vl-te-s, con el grado cero, dio voliis. La adopción de la terminación temática -ont en la tercera persona del plural cpnstituyó el punto de partida para el desarrollo de las ¿ formas temáticas volumus, volq. vis, podemos recordarlo, está for mado sobre una raíz diferente, *wei, que vemos también en in-ví-tus. noto y malo son contracciones de ne-volo y m ag(i)s-volo, respecti vamente. En latín arcaico se encuentran las formas no contractas ne vis, ne volt, ma-volo, md.velim. También fero presenta formas atemáticas: fers, fert, fertis (cf. gr. cpápxs). Podría presumirse que la fuente de las formas temáticas está en la tercera persona del plural ferunt, pero en griego y en
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sánscrito este verbo, aparte algunas formas aisladas, pertenece al fipo temático'. ‘ " " edo tiene formas atemáticas: es, ést, ésse, etc., pero fue pasando progresivamente a la clase temática: edúnt, edimus, edo, y en oca siones edis, edit, edére. fio. El tema fim se formó añadiendo el sufijo -* ■ al grado cero de la raíz “ser” : Era atemático en origen, pero acabó siguien do en gran medida la cuarta, conjugación. Nótese, sin embargo, el infinitivo arcaico fiere (véasé infra).
Los tiempos del infectum Imperfecto. En indoeuropeo para la formación de un tiempo pasado^ bastaba con añadir a un tema durativo las desinencias se cundarias y (en algunos dialectos) prefijarle una partícula adverbial, el aumento, si bien éste podía omitirse. El latín eliminó este recurso y utilizó un nuevo sufijo de pretérito, -a (que se encuentra también en céltico y en lituano), el cual se añadía a la raíz: *es-á -m > erám (erárn con abreviaciónjie acuerdo con pp. 223 s.). Este sufijo* se aña dió a "la raíz bhu, y es éste pretérito *bhuam el qué ¿parece en el nuevo pretérito durativo latino ( “imperfecto”) , amá-bá-m, moriébd-m, rege-bd-m , audie-ba-m." El origen dél primer elemento (le esta perífrasis ha dado lugar a discusiones. Es admisible que Jie trate de uñ participio, pues *amans-bhwüm, etc., darla por evolución fonética regular las formas atestiguadas del singular, a partir de íás que se habría extendido ama-, etc., al plural. Otros estudiosos ven en ama-, rege-, etc., formas casuales (tai vez de locativo) de un sustantivo verbal en -a o en -é, legé-bdm = “yo estaba en la ac ción de leer”. 11. Se ha apuntado también que estas formas pueden derivarse
Nótese que la misma forma verbal aparece en los compuestos are-fació, ------- ... -»»
putré-fado, etc.
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Futuro. El indoeuropeo no poseía ningún futuro de indica tivo; las„ lenguas descendientes han desarrollado independientemen te formas especiales con este valor a partir de expresiones de volun tad,, deseo, probabilidad, etc. Éntre ellas estaba el subjuntivo indo europeo con su doble función de expresar voluntad y posibilidad (subjuntivo volitivo y prospectivo, véase Sintaxis, pp. 306 ss.). La morfología del subjuntivo será examinada más adelante. Baste por ahora con decir que el latín había desarrollado dos f ormantes de subjuntivo; (1) -á, (2) -é. El primero siguió empleándose para ex presar los valores.heredados del subjuntivo (pp. 306 ss.) y el segun d ó s e especializó en la expresión del futuro. De ahí la partición de funciones entré las dos series de formas en la tercera y cuarta conjugaciones: regás, regat, etc., subjuntivo; reges, regét, etc., futuro. En la primera persona del singular el regó dé la segunda serie resul taba idéntico al presente de indicativo, lo que dio lugar a que el regam de la otra serie asumiera* una*duplicidad de funciones. En la primera y segunda conjugaciones, sin embargo, la evolu ción fonética neutralizaba uno u otro de tos subjuntivos indicados. Así, amdy-ds se confundía con el indicativo amás, en tanto que en la segunda declinación ocurría lo mismo con el tipo en -é:jn on ey-és. Así, pues, en estas dos conjugaciones sólo los tipos ames y mone-ás, respectivamente, quedaban disponibles para asumir funciones de subjuntivo. El vacio producido se llenó con la creación de un futuro perifrástico en la misma línea que el imperfecto; es una combina ción de los temas verbales ama-, m oné-, con un subjuntivo con vocal breve (p. 277) de la raíz *bhu: *bhwd, *bhwés, etc., que dio lugar a las formas históricas amá-bis, moné-bis. Acerca de la inno vación analógica audíbo por atidiam véase lo dicho en el apartado precedente. — ero, eris, etc., tiene su origen en jun subjuntivo con vocal breve de la raíz *es: * esó, ese-s, ese-ti. En ciertas lenguas el futuro se ha formado a partir de formas desidgrativas con el sufijo -s - (cf. quaés-só y los futuros griegos tipo Áú-q-co, etc.) Tis te puede ser también el origen de formas latíñas como capso, fazo, dixo. En latín arcaico aparecen ocasionalmen te futuros en -s - también en verbos de tema en -á y en -é. La -sno experimentó rotacismo y se ía notó por medio de -s s - : amdssó, enicásso, eommonstrüsso. Podemos comparar con estas formas los verbos desiderativos del tipo quaesso, capesso, lacesso,y los “optati vos” servassint, etc. (P- 277). Adviértase que Élauto emplea a menudo infinitivos en -assere en lugar de las formas de futuro en -turum: “ilíüm confido dom üm ln his diebus me recoñciliassere) fCapL~Í 6¿).
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El perfectum [N ota 37] Esta parte del verbo latino, con su doble valpr que corresponde a los del aoristo y perfecto indoeuropeos, comprende temas proce dentes de ambos campos. Los antiguos temas de perfecto aparecen especialmente claros en el tipo con reduplicación (gr. \é-Xom-oc, etc.): ce-cin-l, pe-pul-i, pe-per-i, etc. En estos ejemplos hemos vis to que la vocal de la reduplicación es e como en indoeuropeo. En algunos verbos, sin embargo, la vocal se ha asimilado a la 'd e la raíz*: momorái (lat. are. memordi), poposci (lat. are. peposci), cucurri (lat. are. cecurri), tutudi ( < tundo). En los verbos compuestos en que el acento caía sobre la sílaba inicial la reduplicación podía perder se por síncopa: cecidí, pero occidi ( < *ob-ce-caidi); tetigi, pero contigi; spopondi, pero respondí, rettuli corresponde al arcaico tetuU, que acabó siendo desplazado por tuli, sacado de las formas compuestas. Distinto del perfecto reduplicado es el tipo latino con vocal alargada en la raíz. El origen de estas formas es vario. Algunas cómo liqui y füg\ suelen considerarse simplemente como "perfectos del primer tipo que han perdido fa reduplicación. Otros, como veni, sedi, légi, edí, tienen correspondencia en pretéritos germánicos : 12 qémurn “vinimos”, sétum “nos sentamos” . Otros descienden de aoristos fuertes originarios: féci (gr. £-6 rpc-oc), iéci (fjtca), junto con los que podemos poner jpegi (pango), cépí (capto) y frégi (frango), formados sobre la analogía de los dos primeros. En raíces que co mienzan con^yocaíja vocal larga puede deberse a la acción de una soñante laringal perdida, con lo que tal clase de formas quedan reducidas al tipo reduplicado: así, por ejemplo, si ém '< ~ * 9iem el perfecto reduplicado *9¡e' oiem-ai daría en latín émi. Sin embargo, dentro de la estructura deí sistema latino el grado largo del perfecto en todos los casos que hemos visto se corresponde con el grad on ormal del presente. La relación similar scápi: scábjo, fodi : fódñ pue de también ser heredada y haberse extendido a otros verbos** como cávi: caveo, moví: moneo, etc. Nótese que, si bien odi no tiene nin gún presente que se corresponda con él, la vocal breve aparece en ódium; el perfecto odi puede remontarse a una forma reduplicada de la raíz * 3¡¡ed > *od. ■ ~ — Por último, vidi^ constituye un caso aparte con correspondencia en-gr. FoIS«, ser. vida; es un perfecto sin reduplicación de ía raiz *wiid. vidi: video puede haber sido eí modelo de las extensiones analógicas deí tipo caví: caveo que acabamos de señalan
12. Nótese, sin embargo, que en germánico la vocal larga caracteriza mente al plural: sat (sg.): seí«m"~(pl.)".‘""" " ... ......... .... ... ..
s o la -
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El tipo sigmático dixi se corresponde con los aoristos sigmáticos de otras lenguas, como gr. < *e-déik-s-m . Estos aoristos te nían en indoeuropeo grado largo de la raíz en e í singular activo del indicativo y el grado cero en el resto de las formas del indicativo, pero el latín generalizó las formas conÁiÓcáI Tárga7^TTéhemoslíex'i (raíz *wegh), réxi (regó), scripsi (scribo), téxi (tego), flxl (figo, lat. are. flvo) , düxi (düco), etc. Estos temas pertenecían propiamente a raíces terminadas en oclusiva o en - s : cedo: jcessi, ciando: clausi, n ido: rüsi, clépo: clépsi, repo: répsi. El tipo de formación se extendió luego a otras clases de raíces: maneo, mánsi. Nótese que la -¡o- de sñrnpsi, démpsi es un sonido de transición. Se produjeron algunas extensiones ana lógicas. Así, la raíz de vivo no termina en oclusiva ( < *gHv ), de biéndose sú perfecto t iii al ejemplo del lat. are, fivo: fixí; ftvó'es el resultado normal de la raíz *dhíg? (véase p. 228). La forma del tema de perfecto sufrió en ocasiones influencias del de presente; así, íumñ lleva el infijo nasal que con propiedadjiólo correspondía al téma"de presente iungo (cf. pingo: pinxi, vincio: vinxi, etc.). Las formas reducidas del perfecto en -sí^ (dixti, dixern, dixe, misil, accestis, etc.) se deben a la pérdida de una sílaba por hapiología. El tipo de perfecto más característicamente latino es el perfecto en -vi, que no se encuentra en ninguna otra lengua. [N ota 3 8 .] Que, sin embargo, es de origen antiguo parece deducirse del hecho de que a. menudo presenta un grado de alternancia distinto del del presento: sévi frente a sero ( *si-s-p ). La más aceptable d e ja s teorías sobre su origen es la que supone que al aoristo radical atemáticó * bhü (cf. gr. e-(püv) se le añadió la desinencia -ai del perfecto (véase supra).: * bhü-ai > fu (v )-e i. Esta forma habría sido analizada como fu-vei, con lo que -vei se extendería a otros aoristos radicaíes como *gnó, *p lé-: gndm, plévi. Subsecuentemente se habría unido a otros temas verbales terminados en vocal larga para dar lugar al tipo regular de perfecto amüvi, finivi, etc. En los temas ter minados en vocal breve -e-üéi, -a -úei, ■o-üei > - ui (cf. denuó < * denovo, etc.), de donde el tipo moneo, monui. De modo similar en raíces disilábicas domd/doma, etc., JjdomV/uei > domüí. Otros estudiosos buscan el origen del perfecto en - v en la -u que aparece én perféctos sánscritos del tipo jajñ&u “gnovi”, papráu “plevi”. Esta explicación resulta menos satisfactoria que la prece dente, dado que en sánscrito la -u aparece solamente en perfectos reduplicados, mientras que en latín son tipos que se excluyen mutüamente; además, no consigue explicar la vocal larga de la raíz de gndm, plevi.
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Entre vocales iguales - y - desaparecía con subsiguiente contracción de las vocales en contacto [ N o t a 39]; así, consuéveram > consuéram, audivisti > audisti. Las formas abreviadas del tema se extendieron a los casos en que la caída de - v - no estaba fonética mente justificada: amásti, amüsse, etc., délésii, delésse, nóram, noruni. Los perfectos en -ivi son un caso especial, pues las formas contractas suponen siempre -iv i (audistisj y, en cambio, no encontramos nunca *audiro, *audirunt, *audiram, correspondientes a ama ro, amárunt, amáram. Por otra parte, l a r se pierde especialmente ante -e a partir de la época de Tersado: audieram, etc., pero no encontramos las formas correspondientes del tipo *amaero, etc. Por tanto, es preciso buscar una explicación distinta. Puede suponerse que estas formas tuvieron su origen en audii, audiit, que representan un estadio intermedio en el que la - v - se había perdido yá^ ^értTTas vocales no se habían contraído todavía. Ahora bien, en Plauto estas formas son escasas, y ías que se encuentran (perieruñi, sierint) son paralelas a las formas del perfecto dei verbo éó : ii'ieram, etc. Y este ii es la forma regular en Plauto, en tanto que ivi es una crea ción posterior. Por otra parte, la - v - se conserva de manera regular en scivi, sivi, etc. Estos hechos apuntan a ii, ieram, etc!, cómo fuente de los perfectos en -ii. Sobre el modelo de una serie como perit, periit, perieram se habría creado la serie audit, audiit, audieram. " .. ...... ..* .. f Las desinencias del perfecto
[N ota 40]
El perfecto indoeuropeo era un “tiempo intransitivo” que ex presaba un estado persistente en la persona del sujeto (véase supra). Las desinencias del perfecto latino pueden también liacerse remon tar a las desinencias intransitivas tal como aparecen reflejadas en la voz media del griego y del indo-iranio, asi como en la conjuga ción en h i- del hetita. . •— Primera persona singular. En indoeuropeo la terminación era - o j g r . FoíBoc, ser. véda). Lat. - i (are, -e i) se corresponde con la terminación media -é que se encuentra en sánscrito y en eslavo. Supone ide. -ai o -Hai. I -1
v
Segunda persona singular. La desinencia ide. era -tha (gr. Foía9 a ), con una posible fonna alternante *-thai dehida a ía influencia de la primera persona singular. Esta forma evolucionó regularmente a ~-ti: vidis-ti (sobre -i s - véase infra).
g r a m á t ic a
h i s t ó r i c o -c o m p a r a d a
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Tercera persona singular. Ide. -e (gr. FoI5e, etc.). En itálico reci bió como alargamiento la desinencia secundaria -t, que pasó a -d : lat. are. feced. Luego -d fue sustituida por la desinencia prima ria -t. * Sin embargo, formas arcaicas como fuveit, redieit (P-lauto msñt, etc.) se remontan a la antigua desinencia intransitiva *-ai, alargada por la desinencia -t normal en la tercera persona singular * -a i-t > -e i-t > -it. ”~ “ Las desinencias de la primera y segunda personas del plural no precisan comentario. Tercera persona plural. Aparecen tres terminaciones (1) -érunt < *Mjs-ogí, en la que -ont es la desinencia temática primaria (sobre -is véase in fra). ( 2 ) -ere conserva restos de la desinencia con -r que se encuentra en nada menos que seis de las familias lingüísticas^ indo europeas^ (véanse pp. 23 s.). Para lo que ahora nos interesa conviene advertir que -r era la desinencia activa secundaria correspondiente a la primaria -ri que cabía esperar, -r i habría dado en latín -r e. for ma que parece haberse añadido al tema verbal en -é que significa ba estado (p. 267). (3) -érunt, que puede considerarse contaminación de -érunt y -ere. En la s e g u n d a persona de singular y en la de plural, así como en la tercera p e r s o n a de plural, aparece un elemento -is-, [ N o t a 41.] Se lo e n c u e n t r a también en otras formas del perfecto: amdvis-se, amanero (*amáviso), am&veram ( *amavisam), etc. Se cree que este elemento -i s - se originó en aoristos sigmáticos de raíces disilábi cas: P. ej. *w eidi-s-, a partir de los que se habría extendido analó gicamente a verbos de tipos diferentes. ~ *
Los tiempos del perfecto El futuro es en su origen un subjuntivo con vocal breve de aoris tos del tipo que* acabamos de examinar: *weidi-s~o, *weidi-s~es > videro, vlderis, etc. En la tercera persona del plural se adoptó la desinencia del perfecto de subjuntivo (véase infra) para evitar la confusión con el indicativo vidérunt. En el pretérito del perfecto (pluscuamperfecto) encontramos el mismo morfema -d - que en el imperfecto. Parece que se añadió al tema alargado con -is-, *weidis-á-m > vlderám, o bien puede ser el pluscuamperfecto una creación analógica formada para corres ponderse con el futurojai ero sobre el modelo d e ~ é r o r W a m ~ '
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Los modos Imperativo. En latín se forma el imperativo sólo a partir del tema de presente, con la excepción de memento ( < *memntod, cí. gr. [lEpáxco; sobre -tód véase infra). Consiste en el tema puro; es, da, pié (atemáticos), age, lege, rege, etc. (temáticos). Nótese que algunos imperativos de muy frecuente uso han perdido su vocal final: fac, dic, duc. En el plural la desinencia es -te. Las formas pasivas amare, monére, sequére presentan el re sultado de la desinencia -so (véase supra p. 264). La desinencia co rrespondiente del plural, -miní, puede considerarse equivalente al -psvoi de los participios medios griegos, o bien a la terminación -¡lEvai (oó-(iEvai) de infinitivo. No parece haber duda respecto a que -m in - sea idéntico al extendido sufijo -m en - que forma nombres y adjetivos verbales (p. ej. los infinitivos griegos como 6ó-jiev; véanse también pp. 278 s.). Una forma temática con el grado reducido -m n o caracteriza a los participios medios del tipo alumnus (véase infra). Parecería así que el sufijo tenía ciertos valores medio-pasivos. Aho ra bien, una partícula -i/l, posiblemente idéntica a la deíctica, apa rece en otras lenguas indoeuropeas en formas de imperativo e infi nitivo. En consecuencia, un imperativo del tipo agimini puede ana lizarse de modo aceptable como un nombre verbal *age-men refor zado con la partícula -l (véase infra, sobre el infinitivo pasivo). El imperativo en -íó (agito, etc.) está en latín arcaico claramente diferenciado del presente: hanc a me accipe atque illi dato (Plauto). Se encuentran formas correspondientes en otras lenguas indoeuro peas (p, ej. gr. áYÉ-tco), y parece claro que el indoeuropeo tenía una sola forma de este imperativo que se empleaba para la segunda y tercera personas, tanto del singular como del plural. El latín creó una forma distinta para el plural añadiéndole la desinencia típica -te : agito-te, etc., quedando agito reservado a la segunda y tercera per sonas del singular, -tód (lat. are. statod, licetod, datod, etc.) era en origen el ablativo del demostrativo to-; significaba “a partir de este (momento, etc.)”. Sobre la base de es-to analizado como est-o se crearon nuevas formas de tercera persona de plural: sunt-od, Jerunto, etc. Sobre las formas dialectales fundatid, parentatid, proiecitad que aparecen en una inscripción de Luceria, véase más abajo el apartado referente al subjuntivo. Las formas pasivas del imperativo de futuro están formadas por adición de la -r característica a -to. La extraña forma en -minó (lat. are. progredimino) tiene, evidentemente, el mismo origen que la en -mini, con una -5 tomada de las formas en -to.
GRAMÁTICA HISTÓRICO-COMPARADA
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Subjuntivo. [N ota 42.] El subjuntivo latino recoge los valores del subjuntivo y optativo indoeuropeos, (véase Sintaxis) y, morfo lógicamente considerado, agrupa formas procedentes de ambos. En indoeuropeo existían tres procedimientos de formación del subjun tivo. En verbos atemáticos se formaba un subjuntivo añadiendo la vocal é /ó : gr. í-pev (indicativo), í-o-psv (subjuntivo). Este tipo con vocal breve subyace en los futuros eró, videro, etc. (véase supra). El subjuntivo de temas temáticos se formaba por alargamiento de la vocal temática: é/o. En latín se generalizó la - é - : amé-m, ames, amet, amémus, amétis, ament. Según hemos visto ya, este tipo de subjuntivo fue empleado como futuro de indicativo en la tercera y cuarta conjugaciones. La - é - se añadió también al aoristo en -s, dando lugar al morfema -s é - característico del llamado imperfecto de subjuntivo (Sintaxis, p. 307). es-si-m , ama-ré-m, etc. Nótese forera < *bhu-sé-m . -s é - aparece también en el pluscuamperfecto de subjuntivo vidis-sé-m, etc. El tercer tipo de subjuntivo indoeuropeo afecta a los temas ate máticos terminados en vocal; en éstos se formaba por alargamiento de la vocal (gr. Súvócroci: Sóv&xoa). Tal vez se pueda hacer remontar a este tipo los subjuntivos en -á - que son típicos del itálico. Algunos estudiosos igualan este sufijo con la -a - de pretérito que ya hemos estudiado. Sin embargo, es difícil comprender cómo un morfema modal, que en esencia expresa una actitud de cara al futuro, puede haber adquirido valor de pretérito. Es interesante observar que en latín arcaico aparecen ejemplos en que la -a - se añadía a la raíz y no al tema de presente: fuat, attigas (de tag-, no tang-), abstulas, advenat, duas. El optativo indoeuropeo se formaba añadiendo -i a los temas te máticos (gr. (pépo-i-pi, etc.). El morfema de optativo de los temas atemáticos presentaba alternancia vocálica: -y é - en el singular e en el dual y en el plural. El único resto latino de este tipo es el subjuntivo arcaico de esse: *s -ié - en siem, siés, siet, y * s -i - en simus, sítis, sient. Sin embargo, el paradigma se regularizó por ge neralización del tema si-; sim, sis, sit. La -i aparece también en las formas de subjuntivo velim, edim, duim,13 creduis, así como en optativos formados sobre aoristos en -s : faxim, jarás, faxit, ausim; curassis, celassis, prohibessis (pp. 271 s.). En este tipo de forma ciones está el origen del perfecto de subjuntivo: viderim < *weidis-í-m. De viderim se sacó un sufijo -eri- que se añadió a todos los tipos de perfecto de subjuntivo: egerim, dixerim, amaverim, etc. El. latín no conserva restos del tipo temático en -o i-, 13. Esta forma tiene como contramos también en griego.
base
*dou,
forma alargada de la raíz do que en
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Resta examinar las curiosas formas de imperativo fundatid, parentatid, proiecitad que se encuentran en una inscripción de Luceria. Es evidente que la lengua de esta inscripción refleja una forma dialectal influida por el oseo. En oseo el subjuntivo de los te mas en -d aparece en la forma -did (á -é -d ) y el del tipo lacio como -idd. parentatid y proiecitad pueden explicarse así aceptablemente como interferencias del imperativo en -tód con los correspondientes subjuntivos yusivos *parentdid, *proiecidd.
Las formas nominales del verbo El infinitivo. El llamado modo infinitivo no es, estrictamente ha blando, un modo; en todas las lenguas indoeuropeas procede de for mas casuales aisladas (principalmente dativo y locativo) de nombres yerbares. Estos nombres verbales'pueden consistir en la pura raíz (*a gl, o bien en la raiz con sufijos y alargamientos. Particular Im portancia tienen los nombres verbales neutros en -i, -s, -r, -n y_lás formas" complejas -wer/wen, -m er/m en, en las que los sufijos er/en se añaden a'las raíces ^alargadas por medio de -w y -ni. Él infinitivo de presente latino en -se (es-se, *vel-se > velle, *fer~se > ferre) puede interpretarse como locativo singular de un tema en -sj la -i final pasaría regularmente a -e (p. 222). Precedida por la vocal^ temática, la -s experimentaba rotacismo: *age-se > agiere. El latín arcaico ofrece*algunos ejemplos de' caída de la vocal finaíf biber, tanger. ' -se se añadió también al tema de perfecto en -is - para dar lugar ai infinitivo de perfecto en -isse: aíñavisse, dixisse, etc. Él infinitivo pasivo termina en -i. Algunos estudiosos suponen que procede de -ei, que puede ser la desinencia de dativo de un nombre radical *ag-ei, o bien el locativo de un nombre temático *ago-, cuyo acusátivb aparecería en el infinitivo oseo acum < *ago-m. Contra esta, interpretación está el testimonio de la inscripción de Dueños, cuya forma pacari sugiere que la -i latina es una vocal originaria mente" larga y no ei producto de un diptongo. Además, la hipótesis expuesta no explica^ satisfactoriamente la especialización de éste caso de un nombre verbal para la expresión de la pasiva. Debemos tener en cuenta, más bien, que una -i larga, como hemos visto ya, caracteriza también a la pasiva de la segunda persona de plural -■rriini. Parecería, pues, más convincente establecer una correspon dencia entre ambas partículas y su valor medio- pasivo. En los impe rativos se añadió la -i a un nombre verbal e n .mera; en los infiniti vos se habría añadido a los nombres raíces ag-, duc-, dic-, etc.
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La I puede hacerse provenir de *iH; cf. la jdternancia de i e i en la formación de los temas verbales’faci- y aüdi- ~ ~ ~ ~ ~~ ~~~~ En las formas arcaicas del infinitivo de* presente pasivo agier, portier, etc., que proporcionaban úna ♦
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esta última se encuentra en la flexión de iens: euntem, etc. < *eiontem y en sons, insons, en el que tenemos el participio de presente del verbo “ser” : s-ont-, En el resto de los casos el latín presenta -ent-, que puede proceder tanto de * -e n t- como de * -n t -, grado cero este último que aparece en indoeuropeo en la flexión de los temas atemáticos terminados en consonante. Nótese que dens es el participio de presente, con grado cero, de la raíz edo: d-ens. El participio de perfecto pasivo latino es en su origen un adje tivo en -t o - indiferente a la noción de voz. En indoeuropeo el acen to iba sobre el sufijo, y la raíz aparecía en grado cero: dic-tós, düc-tós, üs-tós (raíz *eus, como en uro), státós (de std-tós, raíz stü), sütus (*s é ). En los adjetivos verbales terminados en -itus la - i - representa el grado cero de las raíces disilábicas del tipo doma/ doms, tacé/tacs: domitus, tacitus. Cuando la raíz terminaba en oclusiva dental, - t - t - y -d -t - pasaban a -s s - (p. 232), simplificado tras vocal larga o diptongo: *claud-tos > claussus > clausus, *fid-tos > fissus, *fod-tos > fossus, sed-tos > sessus. Si bien -t o - se añadía en origen directamente a la raíz, y el ad jetivo era independiente de los temas temporales, su incorporación a la flexión verbal dio lugar a numerosas interferencias analógicas: así, mansus (perf. mansi), flexus (flexi), sparsus (sparsi), fluxus (fluxi). En combinación con el verbo “ser” formó la conjugación perifrástica del perfecto pasivo: amatus est. El participio de futuro activo es un adjetivo con el conocido su fijo -r o - unido al tema del nombre verbal en -tü : futü-ro-s. El gerundivo. No se ha dado todavía una explicación satisfacto ria del adjetivo verbal latino en -ndus. El sufijo -d o - aparece, sin embargo, en otros adjetivos verbales como timidus, en el que se ha añadido a un nombre verbal en -i -. El significado del gerundivo era el de “implicado en el hecho de...” . En verbos intransitivos tenía valor intransitivo: oriundas, secundas. En verbos transitivos (agnus caedundus) el significado de “implicado en el sacrificio” podía dar lugar fácilmente a los varios sentidos apropiados a los diferentes contextos: “listo para ser sacrificado” , “que va a ser sacrificado” , “destinado a ser sacrificado”, etc. En la tercera y cuarta conjugacio nes el sufijo aparece en época arcaica con la forma -andas. Que el paso a -endus se debió a la influencia del participio de presente resulta evidente a partir del hecho de que eundum, que no presenta jamás la forma en -endus, tiene en el participio de presente euntem. El gerundio consiste en una serie de casos del gerundivo neutro sustantivado (pero véanse pp. 317 s. y p. 336).
GRAMÁTICA HISTÓRICO-COMPARADA
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Escasos son los restos que el latín conserva del participio medio en -m en o-: fémina, de la raíz *dhé “mamar”, alumnus de *al “nu trir”. Ya hemos visto las razones que hay para poner en duda la teoria que iguala la desinencia de imperativo medio -mini con la forma plural del participio medio.
I n d e c l in a b l e s
Incluimos en este apartado los adverbios, preposiciones, prefijos y partículas que sirven para señalar o concretar las relaciones sin tácticas entre las palabras y dan indicaciones de orden local, tem poral y, eventualmente, lógico. Algunas de éstas son muy antiguas y se resisten al análisis: *en (in ), *anti (ante), * o p (i) (ob, obs), *apo (ap, ab, abs), *pro (p ro ), *eks (ex, é ), etc. En otros casos es posible la identificación (1) de temas demostrativos: to- en tum, tam, tan-dem, topper, etc.; i- en ita, Ítem, iam, etc.; no- en nam, dd-ni-cum, dd-ni-que; y (2) del tema interrogativo-relativo qui/quo: quid-em, quip-pe, quom, quór, etc. Muchos de los formantes son específicos de las formaciones adver biales. mí, por ejemplo, según el testimonio de aliuta, uti-nam, y del correlativo ita, lleva un sufijo -ta que puede proceder de ide. *-fa (cf. ser. iti). Este sufijo se añadió a la raíz *q'*u. A uta se añadió la desinencia de locativo o bien la partícula deíctica -i : de ahí utei, uti < * uta-i. *q m t- podía alargarse por medio de una -s adverbial (o. puz < *qH it-s), forma que da cuenta de uspiam, usquam, usque. La misma raíz *q «u - subyace en (c )u b i (ali-cubi, né-cubi). El testi monio del osco-umbro (u. puje) y de otras lenguas indoeuropeas muestra que la forma primitiva era *q*u-dhe, que fue alargada por medio de la desinencia de locativo, *q*udhe-i, que daría regularmente (c )u b i (p. 228). ubi ha influido sobre la forma de su correlativo ibi dado que, según el testimonio del ser. iha, cabía esperar *idi < *i-dhe-i. cür, lat. are. quór, contiene un formante adverbial r que aparece también en el ing. where, lit. ku-f. La gran mayoría de los adverbios son formas casuales nominales fosilizadas. Nominativos son versus y secundus. Acusativos son (1) parum, primum, multum, nimium, magis, minus, plus, etc. (neu tros); (2) quom, tum, dum, nunc < *num-ce, partim, statim, olim (mase, y fem.). Los adverbios del tipo iam, nam, tam, quom, clam, palam, característicamente latinos, pueden ser acusativos femeninos de i-, no-, to-, etc. Genitivos de tiempo son nox y dius. Ablativos son los de los tipos comunes en -ó (d ), - é (d ) y - á (d ) : primo, m eritó(d), intro, retro; bene, faciluméd; extrád, infrá. El -tos de
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intus (gr. évtó<;), penitus, funditus, subtus, etc., es también una antigua terminación de ablativo. Locativos son hle, noctü, temere (“en la oscuridad”), temperi y penes. Estas formas casuales pueden estar combinadas con afijos como -per: parumper, semper, topper ( *tod-per), y -era: quidem (cf. ídem, p. 257). El do- de doñee (lat. are. donicum, donique) es idéntico al ing. to. Hay también adverbios que proceden de grupos de palabras fosilizados: qudré, íntereá, hüetenus, interim, adfatim, scilicet ( = scire licet), dumtaxat (taxat es subjuntivo de un aoristo en -s o de una forma desiderativa de la raíz *tag, ta-n-go). El extendido formante adverbial -ter parece ser idéntico al sufijo contrastativo -ter (p. 254). El punto de partida sería aliter, y desde él se habría extendido a palabras de sentido próximo, como pariter, similiter, y luego a otras más alejadas.
C a p ít u l o
X
SINTAXIS
La sintaxis de una lengua como el latín ha de ocuparse del as pecto funcional de la morfología (véase el capítulo precedente). Con templa, en primer lugar, las relaciones entre las palabras en la fra se tal como están expresadas por las desinencias, es decir, ante todo las funciones de los casos, tiempos, modos, etc. Sin embargo, el estudiante de latín se da cuenta pronto de que no hay una distri bución clara y tajante de funciones, por ejemplo, entre las varias terminaciones casuales. Al contrario, se encuentra con una multi plicidad un tanto desconcertante; por ejemplo, dativos de interés, provecho y daño, ético, simpatético y final. Esto se debe a un sen cillo hecho lingüístico que es esencial tener en cuenta en el estudio analítico e histórico de la sintaxis. Las palabras no existen aislada mente en la mente del hablante, sino integradas en grupos asociati vos. Todos los miembros de tales grupos tenderán a una uniformi dad de comportamiento sintáctico. Así, si impero lleva dativo, también es de suponer que lo lleve su sinónimo iubeo. De hecho, iubeo aparece así construido por Catulo e incluso por Cicerón en una de sus cartas (Ad Att., 9, 13, 2). De modo similar, laedere sigue el ejemplo de nocere y sinere; pati, el de permitió, e impediré (¡en el gramático Varrón!), el de obstare. Así, el desarrollo sintáctico puede compararse al crecimiento gradual del círculo que se va for mando por el agrupamiento de hongos en torno a un “hongo padre” originario. Estos círculos sintácticos pueden interferirse, .es decir, una palabra puede pertenecer a varios grupos asociativos y par ticipar en construcciones diferentes. El campo sintáctico de una lengua presenta así ante los ojos del investigador un complejo es quema de tales círculos. Su cometido es establecer y definir su área e intentar luego seguir marcha atrás su desarrollo hasta el foco original del proceso. En la práctica descubrirá que el “hongo originario” era a su vez miembro de otro círculo, porque el agrupa-
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in t r o d u c c ió n
a l l a t ín
miento asociativo de las palabras es un fenómeno común a todas las lenguas. Quiere esto decir que el investigador nunca llega, por ejemplo, a dar con la función primitiva de un caso. Lo que encuen tra es un sistema organizado de círculos. A los efectos de descrip ción y clasificación el estudioso de la sintaxis arbitrará fórmulas generales que comprendan los usos observados; por ejemplo, “el nombre en dativo designa a la persona (o cosa) implicada en el acontecimiento a que se refiere el verbo” . Esta fórmula no debe confundirse con la “función específica primitiva”, que probable mente no ha existido nunca. En todas sus épocas una lengua, consi derada desde el punto de vista sintáctico, consta de grupos asociati vos (círculos) de uso concreto. En el transcurso de las generaciones los círculos crecen y disminuyen y los esquemas cambian. Delimitar esos círculos y rastrear la historia de su desarrollo son los cometidos fundamentales de la sintaxis descriptiva, histórica y comparativa.
El nombre
Nominativo [ N
ota
43]
El nominativo es el caso que sirve para “nombrar”; en él la pala bra es una mera etiqueta, tal como aparece en listas, inventarios, etc. En esta función puede usarse predicativamente “se llamaba «Corvi n o»”, cognomen habuit “Corvinas”; cf. “per valle illa quam dixi ingens” (Per. Aeth.). El nominativo como caso de la designación hace un anuncio previo que concentra la atención sobre el polo temporal de interés, el “sujeto” de la frase. Así, dos nominativos forman un tipo primitivo de frase; uno es el “sujeto”; el otro, el “predicado” : ille servus. Ciertos verbos se emplean para expresar la relación entre el sujeto y el predicado: est, factus est, creatus est, adest (tu mi accusatrix ades), etc. Cuando el centro del interés está ya estable cido y no necesita referencia explícita, estos nominativos predica tivos funcionan como exclamaciones: nugae!, fabulae!; con una ex presión deíctica introductoria: “em tibi anus lepida” (Plauto, Cure., 120 ). Muchas veces en la referencia a un acontecimiento la persona o cosa “nombrada” como centro de interés es concebida como inicia dora de la acción; de ahí la así llamada función “ergativa” del nomi nativo, que puede representarse así En las expresiones “designativas”, el primer tipo, encontramos a veces dos nominativos en aposición: homo adulescens, homo ser vus, mulier meretriz. En tales casos podría decirse que se da pre
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cisión a un término general vago por medio de una reflexión poste rior: cf. “nos libertinae sumus, et ego et tua mater”. En la lengua coloquial, negligente por naturaleza, una vez nom brado el tema de la conversación a menudo la frase pasa a una cons trucción diferente. Sobre este nominativus pendens véase p. &8.
Vocativo El vocativo es el caso de la apelación que trata de llamar la aten ción del oyente. Asemeja en su función al imperativo del verbo, con el que tiene también un paralelismo morfológico: ambos consisten en el tema puro. En latín tiene una caracterización morfológica pro pia solamente en la segunda declinación (véase el capítulo preceden te), y aun en este caso se encuentra con frecuencia el nominativo usado como vocativo, especialmente en poesía. El nombre en voca tivo está sintácticamente aislado del resto de la frase, e incluso en un principio un adjetivo que lo calificara tomaba la forma del nomi nativo: “salve, primus omnium” (Plinio, N. H., 7, 117). Pero ya en latín arcaico encontramos un ejemplo de atracción al vocativo, si macte, como parece probable, es el vocativo de mactus (véanse pp. 75 s .). De todos modos este fenómeno es un grecismo de los poe tas augústeos: “prima dicte mihi, summa dicende Camena... Maecenas” (Hor., Ep., 1, 1, 1-3). Esta clase de ejemplos son generalmente poéticos, prefiriendo la prosa las expresiones del tipo o tu qui... Atrac ciones del mismo tipo se dan con el adjetivo predicativo: “quo moriture ruis” (Virg., Aen., 10, 811); “tu quoque... miserande iaceres” (ibíd., 10, 324 ss.).
Acusativo El acusativo presenta una gama de usos que puede definirse de manera general como el fin o término al que tiende o se dirige la acción. La relación se concibe así: —»j. Esto se ve más claramente con verbos de movimiento, dado que el latín conserva el simple acusativo para expresar esta relación en domum, rus, con nombres de ciudades e islas menores, y en algunos otros giros como exsequias, infitias iré, venum ducere, etc. Más frecuentemente, sin em bargo, el adverbio auxiliar se ha convertido en la indispensable “preposición” que “rige” al caso. El perfecto de estos verbos de movimiento expresa el estado resultante de la acción, pero la frase preposicional apropiada a los otros “aspectos” (véanse pp. 265 s.) persiste: ad urbem venire > ad urbern venisse, y de ahí por una
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fácil conexión etimológica ad urbem adesse. De este modo la pre posición ad con acusativo llega a asumir una variedad de funciones locativas: “ubi summus imperator non adest ad exercitum” (Plauto, Amph., 504); “esse ad sororem” (Ter., H. T., 979); “totam hiemem ipse ad exercitum manere decrevit” (César, B. G., 5, 53, 3); “habes hortos ad Tiberim” (Cic., Pro Cael., 36); “mihi... est ad portum ne gó tium” (Plauto, Mere., 328); “ego ad forum illum conveniam” (id., Mil., 930). Así, ad llega a ser equivalente a apud. Los verbos compuestos surgieron de la fusión de verbos simples con adverbios que en cierta época habían sido unidades indepen dientes en la frase. Una vez que esta fusión tuvo lugar, mantenién dose el acusativo de término, el verbo compuesto apareció como regente de un complemento directo (véase in fra ): aliquem ad + iré > aliquem adire. Es el fenómeno llamado función transitivizante de los prefijos verbales: accedere, advenire, aggredi, antecederé, circumire, incurrere, irrumpere, introire, percurrere, subiré, transmitiere, oppugnare, etc. El grupo se agrandó por influencias analógicas de varios tipos: así, tras egredi, exire esperaríamos ablativo. El acu sativo puede deberse a la relación con el contrario inire o con expre siones de sentido similar, como relinquere. Con ciertos verbos el acusativo de término o fin a que se dirige la acción es una cosa o persona externa: “herir a un ciervo” , “co mer pan”, “sembrar maíz”. Son acusativos “externos” , que expre san el objeto directo del verbo. Los estudiosos se inclinan a separar esta clase de empleos del “lativo” de “término” o “finalidad”, pero no hay una gran diferencia entre ellos. El repertorio de los verbos que regían esta clase de acusativos creció en latín de modo cons tante por las influencias analógicas. Así, amare atrae a su órbita a toda una serie de expresiones sinónimas: “hic te... deperit, ea demoritur te” (Plauto, Mil., 970), e incluso “amare eum haec perditast” (Cist., 132). A través de procesos similares, cierto nümero de verbos que expresaban estados emocionales llegaron a ser transi tivos: temor (timeo, metuo, abhorrere), esperanza y expectación (sperare, desperare, manere, expectore, m orari),1 alegría y tristeza (laetari, ridere, gaudere, flere, lugere, gemere, dolere, maerere, plorare, fremere, tremere, etc. Los verbos impersonales que de notan estados emocionales se construyen así: me miseret, paenitet, pudet, taedet, piget. Muchos verbos que se construían ori ginariamente con otros casos (genitivo, dativo o ablativo), a través de interferencias analógicas llegaron a usarse con acusativo: abutor, careo, fungor, supero, indulgeo, servio, curo, studeo, ausculto, etc. 1. El acusativo con morari debe clasificarse aquí al lado de su sinónimo manere: “id modo moratus ut consulem percontaretur” (Livio, 23, 47, 1) es cla sificado por Ernout y Thomas como acusativo adverbial “interno” (véase infra).
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Por múltiples procesos de este tipo el acusativo extendió su campo de modo gradual hasta que, tras haber tenido en su origen un signi ficado espacial concreto de “término o fin”, se convirtió en la expre sión gramatical del complemento del verbo. Acusativos externos los hallamos en latín arcaico también con nombres verbales: “quid ibi hanc aditio est” (Plauto, Truc., 622); “quid tibi hanc curatiost rem?” (id., Amph., 519). También es anti guo el acusativo con verbos medios que signifiquen “vestirse” o “des vestirse” : “quid erat induta?; aspexit virginem ibi stantem in capite ostrinum indutam riculam” (Turp., 73); cf. loricam induitur. La parte del cuerpo a que se hace referencia podía aparecer en acusa tivo (caput velati) con la prenda, etc., o bien en ablativo instrumen tal; “togae parte velati” (Catón), cf. “succincti corda machaeris” (Ennio). De aquí se tomó un molde originariamente latino para las expresiones poéticas helenizantes del tipo “exuta pedem” (Virg., Aen., 4, 518), “suspensi lóculos” (Hor., Sat., 1, 6, 74), “concussa metu mentem” (Virg., Aen., 12, 468), y del tan discutido “saepes Hyblaeis apibus florem depasta salicti” (id., Buc., 1, 53-54). La construcción acabó extendiéndose también a los adjetivos, dado que exuta pedem llevaba de manera natural a nuda pedem. Con esto llegamos al acu sativo de relación, categoría en la que convergen otras líneas de de sarrollo que ahora hemos de rastrear. En ciertas expresiones el acusativo-objeto no se refiere a algo externo, sino al contenido del verbo, al resultado hacia el que avan za la acción verbal. Tales usos son clasificados por los gramáticos bajo la rúbrica de acusativo interno, como opuestos a los usos ex ternos examinados en el párrafo anterior. Como es frecuente en los fenómenos sintácticos, las dos esferas de empleo se interpenetran: “construir una casa”, “encender una lumbre”, “forjar una espada”, “decir una mentira”, “dar un golpe”, etc. Ejemplos latinos son: facinus audere, mendacium dicere, foedus ferire, verbum muttire, la pides toqui, propino tibi salutem (éste ligado también con el acusati vo externo con voto, etc.). Un tipo antiguo que se remonta a época indoeuropea es el acusativo de contenido que designa la acción sig nificada por el verbo: aetatem vivere. Una subvariedad estilística es el “acusativo de figura etimológica”, sacado de la misma raíz que el verbo: vota vovere, donum daré, cenam cenare, dicta dicere, auspicium auspicare. Este tipo de acusativo heredado conoció cier to desarrollo por influencia griega: el prototipo es el “vicit Olympia” de Ennio. Ciertos casos de acusativo interno fructificaron y produjeron círculos de empleo lo bastante importantes como para exigir rú bricas especiales. A partir de expresiones como longam viam iré y noctem pernoctare se desarrollaron los acusativos de extensión re
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feridos a espacio y a tiempo. A partir del “espacio recorrido” de expresiones como non pederá discedat es fácil la transición a “dis tancia” con abest, distat, etc. Expresiones temporales paralelas son: “abhinc ducentos annos mortuus est”; y aún con mayor libertad “iam multos annos est quom possideo” (Plauto). También se en cuentran este tipo de acusativos con adjetivos de medida: panem tris pedes latum, cf. annos octingentos natus. Sobre la intromisión del ablativo de tiempo, tota vita, etc., véase infra. El neutro singular de los pronombres se usaba con especial liber tad como acusativo interno: istuc pessume consulis; istuc crucior; si quid erro; si id fallo; “advorte ut quod ego ad te advenio («el fin para el que estoy aquí») intelligas” (Plauto, Epid., 456). Ejemplos como id maeret dan lugar a “id misera maesta est” (id., Rud., 397),’. en que el acusativo es de “relación” (véase supra). En expresiones puramente latinas tales acusativos de relación están limitados a los pronombres neutros: nescio quid tristis est. Este uso se desarrolló con mayor libertad sólo a partir de los poetas augústeos por imita ción del griego: “qui genus?” (Virg., Aen., 8,114); “maculosus alvum’’ (id., G., 3, 427); “nigra pedes” (Ov., M., 7, 468). Tácito fue el prime ro que se atrevió a utilizar la expresión en prosa: “clari genus” (Ann., 6, 9); “manum aeger” (Hist., 4, 81). En latín arcaico también los neutros de ciertos adjetivos funcio nan como acusativos internos. Plauto, de manera general, se limita;; a los adjetivos de cantidad: multum, nimium, magnum, maxumum.' También en este caso el griego dio impulso a un uso originariamente l latino; abrió el camino Catulo con su dulce ridentem, que traduce el ysXaíoaq Ipé^osv de Safo. La prosa se abstiene de esta licencia hasta la época posterior a Livio. .’ Los diferentes tipos de acusativo pueden aparecer en una misma frase; así, “quid nunc te litteras doceam” (Cic.). Con los verbos de “enseñar” podemos agrupar sus contrarios, los de “ocultar’?, qué', también llevan dos acusativos: “ut celem patrem tua flagitia” (Plau to, Bacch,, 375). Los verbos de “hacer”, “pensar” y “llamar” llevan' un acusativo complemento directo y un acusativo predicativo: “is me heredem fecit” (id., Roen., 1070). También aquí en muchos casos el acusativo predicativo expresa el resultado de la acción. En otros los dos acusativos están en aposición: “malam fortunam in aedis te adduxi meas” (id., Rud., 501). Del mismo tipo son los acusativos “del todo y de la parte” : “meretrices... maiorem partem videas valgis saviis” (id., Mil., 93), donde el segundo acusativo es simplemente una reflexión posterior de carácter correctivo: “es decir, la mayor parte de ellas”. Los acusativos internos y aposicionales quedan a menudo petri ficados spomo. adverbios. Valgan como ejemplos nimium, plus, muí-
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tum; los adverbios del tipo partim, statim, etc. (véase capítulo an terior); antiguas aposiciones son id genus, omne genus: “coronamenta — omne genus— facito ut serantur” (Catón); “aliquid id genus solitum scribere” (Cic., Ad Att., 13, 12, 3); “in hoc genus praediis” (Varrón, R. R., 1, 16, 4). En este apartado podemos colocar también expresiones temporales del tipo id aetatis: “ego istuc aetatis non amori operam dabam" (Ter., H. T., 110). Finalmente, tenemos los acusativos de e x c la m a c ió n , que dependen de un verbo elíptico [ N o t a 44]: migas! hercle rem gestara bene! artificem probum!
Genitivo Es difícil encontrar una fórmula que abarque todos los usos del genitivo. Por ello comenzaremos con algunos de los grupos de em pleo mejor establecidos, y cuya antigüedad parece fuera de duda. El genitivo posesivo. Su propio nombre da razón del concepto: aedes eri, filius eri, patris amicus, etc. Los adjetivos derivados concu rren en cierta medida con este tipo de genitivo (erilis filius, Campus Martius, virgo Vestalis, etc.), y algunos estudiosos han mantenido que éste es el uso más antiguo. Sin embargo, el genitivo con sentido pura mente posesivo es regular incluso en los más antiguos textos latinos, teniendo el adjetivo un sentido más amplio y difuso: “conectado con”. Su esfera de referencia incluye así la del genitivo. Como susti tuto del genitivo pertenece a un nivel estilístico superior (por ejemplo los “metros largos” plautinos). Los genitivos posesivos pueden usarse predicativamente: “fratris igitur Thais tota est” (Plauto); “agrum numquam siris fleri gnati tui” (id.). La elipsis de un nombre fácilmente sobreentendido explica expresiones como ad Dianae (fanum). El genitivo partitivo. A partir de “perteneciente a” se da una fácil transición a “parte de”. En este caso el genitivo está con respecto al nombre determinado en una relación del todo a su(s) parte(s). Esto resulta más claro en expresiones de cantidad: granum salís, vini gutta, pañis pondo quattuor, cadus vini, etc. El genitivo partitivo es especialmente frecuente tras pronombres y adjetivos singulares neutros: aliquid, quid, multum, plus (negoti, rei, aetatis, animi, etc.). Comúnmente se trata de genitivos de nombres, pero se encuentran también algunos adjetivos neutros sustantivados: mali y boni pre dominan en el latín arcaico, pero Cicerón incrementó considerable mente el número de adjetivos neutros sustantivados empleados en genitivo partitivo. Este uso del genitivo se encuentra también en
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cierta medida en expresiones no cuantitativas. Carácter coloquial tienen los que siguen a adverbios de lugar y tiempo: ubi terrarum, nusquam gentium (de donde también minume gentium). Otros ejem plos con adjetivos neutros no cuantitativos pertenecen sobre todo a la poesía o prosa poética: “incerto noctis” (Salustio), “sub obscurum noctis” (Virg.). El genitivo partitivo es raro tras plurales neu tros sustantivados; Cicerón escribe “summa pectoris” e “interiora aedium”, pero el uso se extendió por influencia griega: “in infera noctis” (Ennio), “per cava terrae” (Salustio), “strata viarum” (Virg.), “angusta viarum” (Tác.). Originariamente el partitivo podía funcionar como sujeto, obje to, etc., de la oración (“algunos de los enemigos” fueron muertos; he bebido “algo de vino”). Hay en el latín arcaico algunos restos de esta clase de usos (“aquae... addito”, Catón), pero acabaron siendo suprimidos por el purismo clásico. Reaparecen en el latín vulgar, donde, reemplazados por de + ablativo, se convirtieron en antece dente de expresiones románicas como de Veau. El partitivo se usa con verbos que significan “llenar” o conceptos similares: complere, abundare, etc.; egere, indigere, carere, levare ( “me omnium iam laborum levas”, Plauto, Rud., 247), etc. Los adje tivos correspondientes tienen la misma construcción: plenus, largus, refertus, onustus, particeps, expers, ieiunus, etc. Desde la firme base latina del genitivo partitivo con expresiones de carencia, privación, etc., Horacio dio el salto al grecismo: “desine mollium tándem querellarum” (Carm., 2, 9, 17-18). En origen también potiri (“apode rarse de”) y los adjetivos correspondientes, compos, impos, llevaban este genitivo, impos animi, compos animi, expers consili y expresio nes similares llevaron fácilmente a otras expresiones que indicaban azoramiento e incertidumbre: incertus consili e incluso falsus animi (Ter.). Los genitivos adverbiales como desipiebam mentís (Plauto), animi excruciari, animi pendere y similares se integran también na turalmente en este círculo semántico, y no parece necesario colocar los aparte como “locativos”. La construcción puramente latina de potiri con genitivo hizo posible a Horacio aventurar regnavit populorum imitando al griego (Carm., 3, 30, 12). El partitivo se usó en origen también con verbos de comer y beber. Esto llevó de modo natural al “tener hambre de”, “tener sed de”. De este modo podemos tal vez clasificar como partitivos los genitivos con verbos de deseo y sus opuestos (domi cupio, mein fastidis?, studeat tui), e incluso los genitivos con verbos dé recordar y olvidar. Véase, sin embargo, lo que luego diremos sobre el “ge nitivo de esfera”.
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El genitivo de determinación (genitivo de cualidad). El genitivo posesivo no estaba confinado a la expresión de la posesión física. En nombres de lugar los genitivos posesivos del nombre de la deidad soberana, etc. (lacus Averni, urbs Patavi), dan lugar a los así llama dos genitivos epexegéticos o aposicionales, entre los que está urbs Romae, ese “coco” de los profesores que aparece a finales de la República. Pero los posesivos se extendieron también a otras rela ciones en que la noción de posesión se fue debilitando progresiva mente: corporis candor, adventus hostium, fides clientum, iniustitiam lenonum, hasta que en supplicium virgarum las “varas” en ge nitivo indican simplemente la clase de castigo. Del mismo modo Poenorum bellum es una “guerra de los cartagineses”; si se hace por o contra los cartagineses, hay que deducirlo del contexto. Mas no parece necesario establecer las categorías gramaticales especiales de genitivo “subjetivo” y “objetivo” . De modo similar los partitivos ensancharon su campo: virga lauri puede llevar al “aposiciona!” arbor fici (Livio, etc.). En ciertas expresiones el partitivo se interfirió con el posesivo para formar un importante círculo, el genitivo de cualidad. La re lación del todo a la parte se extiende fácilmente a la del género a la especie, la clase al individuo, etc. De modo similar, posesivos como patris filius llevaron a Graeci generis homo. Tal fue el origen del genitivo de cualidad, categoría que en latín arcaico se concentra en gran medida en torno a expresiones de origen y pertenencia, así como de precio,2 medida y similares: “talentum rem... decem”, “vir minimi preti”, “trium litterarum homo” (Plauto). Los únicos ejemplos que en latín arcaico están fuera de este estrecho marco semántico son “homo iracundus, animi perditi” (Plauto, Men., 269) y “tam iners, tam nulli consili sum” (Ter., And., 608). Todavía en Cicerón y en César los genitivos de cualidad están prácticamente limitados a nombres calificados por los adjetivos magnus, tantus, summus, maximus. Más tarde, sin embargo, esta construcción acabó por imponerse a su competidor, el ablativo sociativo (véase infra). Los genitivos determinativos pueden usarse predicativamen te: “magni sunt oneris” (Plauto). En ese punto nos topamos con una importante derivación, el genitivo “característico” : “est miserorum ut... invideant bonis” (Plauto); “ea exquirere iniqui pa tris est” (Ter.). Aquí la contribución del posesivo resulta particu larmente visible. El “genitivo de esfera” (genitivo de respecto, referencia). La par titiva y la posesiva son simplemente dos de un conjunto entrelazado 2.
Véase infra acerca del genitivo de rúbrica.
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de funciones del genitivo que se reúnen bajo el epígrafe de “genitivo de esfera”. Hemos visto cómo el partitivo podía expresar una clase (iuniorum est, “es uno de, pertenece a, los iuniores) y también cómo el posesivo se extendió hasta convertirse en el caso por el que un nombre define a otro. En una frase como ei non fidem habui argenti, el genitivo es adnominal y determina a fidem. Pero si la cone xión adnominal se debilita, es posible, por un “desplazamiento re lacionar’, interpretar la frase en el sentido de “no tuve confianza en él en lo referente al dinero”. Tal vez el genitivo de referencia na ció de este modo. Lo que es claro es que está ya firmemente esta blecido en el latín arcaico, especialmente en contextos legales y ju diciales, con verbos de acusar, ordenar, condenar; “iniuriarum... induci”; “quem mendaci prendit manifestó”; “probri accusare”; “quarum rerum, litium, causarum condixit pater patratus” (Livio, I, 32, 11), etc. El círculo de estos verbos se amplió gradualmente (in terrogare, postulare, arcessere, urgere, etc.). Una especie de satélite aislado de este grupo es el genitivo, que a veces se encuentra con credo: "quoii omnium rerum ipsus semper credit” (Plauto, Asin., 459). Otro grupo bien conocido que debe clasificarse en este apar tado comprende los genitivos con verbos impersonales como paenitet, pudet, piget, etc.: facti piget; taedet iui sermonis. Los genitivos exclamativos como mercimoni lepidi! o mercis malae! deben colo carse también aquí.
El genitivo de rúbrica Los gramáticos ponen esta etiqueta a un pequeño grupo de ge nitivos que se encuentran en lo que podemos llamar contextos de “teneduría de libros”: lucri facere, poner algo en el capítulo de “ga nancias”, “considerar como beneficio” (cf. compendi, dispendi, sumpti facere; aequi bonique facere). Hay que considerar también en este apartado los bien conocidos genitivos en expresiones de evalua ción: flocci, nauci, nihili, tanti, quanti, pluris, minoris. La mayor par te de éstos son genitivos en -i, y Wackernagel supuso que este caso en -i era un caso especial de carácter adverbial, conservado en usos similares también en sánscrito, y que en origen nada tenia que ver con el genitivo. Esta teoría ha sido impugnada, y parece más verosí mil que estos genitivos se hayan desarrollado a partir de los usos que ya hemos examinado, dotis daré “dar en concepto de dote”, difí cilmente podría separarse de expresiones partitivas del tipo “et dotis quid promiseris” (Plauto, Poen., 1279). También habrían contribuido los genitivos de cualidad como vir minimi preti, que ha de conside rarse en estrecha relación con homo trium litterarum, dado que el
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así llamado genitivo de precio no es sino una subvariedad léxica especial del genitivo de cualidad. Así pues, el genitivo de rúbrica — “en concepto de”— ha de incluirse dentro del “genitivo de esfera”. Podemos intentar ahora una formulación general de la función del genitivo: un nombre en genitivo define y delimita el campo de referencia de otro nombre o de un verbo. En sus empleos adnomi nales puede representarse así: © ; en sus usos adverbiales, así: @ . En época tardía el genitivo empezó a verse reemplazado por nexos preposicionales (ex, de). En su función posesiva sufrió la peligrosa competencia del dativo posesivo, más cálido, lleno de color e íntimo (véase infra). Su mayor pervivencia se dio en las funciones posesi va, partitiva y cualitativa.
El dativo El dativo índica que la persona designada está implicada o afec tada por el acontecimiento o estado de cosas al que el verbo o la expresión verbal se refieren. Esta función se transfirió secundaria mente a nombres no personales, pero se ha advertido que en latín arcaico sólo una doceava parte de los nombres (y pronombres) en dativo registrados se refieren a cosas. La función del dativo puede representarse así: Las relaciones así indicadas de modo general por el dativo, en las que una persona (o cosa) puede estar frente a un acontecimien to o situación, son innumerables. Las que ahora examinaremos son solamente algunos- de los círculos semánticos considerados por los gramáticos lo suficientemente definidos como para exigir rúbricas especiales. Debe tenerse en cuenta que, estrictamente hablando, no son divisiones gramaticales, sino léxicas. La persona está interesada como beneficiaría o perjudicada (da tivo de provecho o d añ o): “tibi aras, tibi occas, tibi seris” (Plauto); “si quid peccat, mihi peccat” (Ter.); “mihi ego video, mihi ego sapio” (Plauto); “ego tibi comminuam caput” (Plauto); “saluti vestrae providere” (Cic.); “pacem exposcere Teucris” (Virg.); “vobis arabitur ager” (Livio). Entre los verbos afectados forman grupos característicos los de dar (do, mando, praebeo, largiri, salvo, sacri fico(r), fero, etc.) y quitar (demo, adimo, eripio, defendo, deest). Precisamente a este importante campo semántico debe el caso su nombre: dativus, “el caso de dar” (gr. boxita)). Estos dativos de pro vecho y daño se encuentran a veces en latín con verbos algunos de cuyos equivalentes modernos son transitivos: parco, indulgeo, invi deo, medicor (éstos también transitivos en latín arcaico), faveo, ignosco, servio, noceo, obsum, consulo, studeo, nubo, etc. El campo
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de estos dativos fue notablemente ampliado por los poetas: “hunc.¡. arcebis grávido pecori” (Virg., G., 3, 154-5). El latín combina a menudo un dativo de provecho con el verbo “ser” para expresar el hecho de la posesión. En la mayor parte de los ejemplos arcaicos y ciceronianos el sujeto es un nombre abs tracto. Dado que éste es el caso normal en germánico, es po sible que este uso restringido constituya una herencia antigua. Sin embargo, ya en el latín arcaico los dativos posesivos se habían extendido a cosas concretas: “est ager... nobis”; “quot digiti tibi sunt?”; “illi... duae fuere flliae”, etc. Por un “desplazamiento rela ciona!” el valor posesivo pasó a atribuirse a los nombres. El proceso puede verse claramente en el siguiente ejemplo: “quis est homo? :: amicus vobis” (Plauto, Poen., 1213); cf. “quis erat igitur? :: Philocomasio amator” (id., Mil., 1431). (Sobre los dativos adnominales de finalidad como pábulum ovibus, véase infra.) El dativo de los pronombres personales se usaba frecuentemen te en la lengua coloquial para expresar implicación física o emo cional en la acción: “animus mihi dolet”; “ego tibi comminuam caput”; “minatur mihi oculos exurere”; “oculi splendent mihi”; “quoi auro dentes iuncti escunt” (X II Tablas). Es el “dativo simpatético”, uso heredado del indoeuropeo. Desde el punto de vista del significa do no está lejos del genitivo posesivo, de modo que en latín se pue de decir “nostris animus augetur” (César), o bien “ea animum eius non augebant” (Cic.). La diferencia entre estos dos modos de expre sión es solamente de tono. El dativo lleva mayor carga emocional y es preferido por la lengua popular. Así, en Petronio la mayor parte de estos dativos aparecen en los pasajes dialogados de carácter “vul gar”, y se trata de un uso que sobrevive en romance. El tono más cálido del dativo lo hizo también más idóneo para la expresión poé tica. La prosa clásica evita esta construcción del dativo con nom bres, pero César la admite para los pronombres, en lo cual se mues tra menos puntilloso que Cicerón. La idea de posesión en la lengua popular se expresa también por medio del adjetivo posesivo: “meas mihi ancillas invito me eripis” (Plauto). Estas combinaciones habi tuales de adjetivo posesivo y dativo simpatético en la tercera perso na dieron como resultado la construcción suus sibi, empleada inclu so cuando el pronombre reflexivo resultaba incorrecto: “reddam suom sibi” (Plauto, Trin., 156); “cum suo sibi gnato” (id., Asin, 825); “priusquam tu suum sibi venderes” (Cic., Phitipp., 2, 96). La persona (o cosa) puede estar implicada sin que ello signifique ventaja ni daño materiales; la relación indicada puede ser del tipo más débil. Con el uso del dativo, especialmente el de la segunda persona de los pronombres, el hablante echa un lazo, por decirlo así, al oyente y lo atrae a la órbita de la acción, se capta su interés y
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simpatía, y le asegura que el acontecimiento le concierne, como en la expresión española “ ¡vaya lío para ti!”. Es el llamado dativo ético, que es predominantemente un rasgo de la lengua coloquial, cálida e íntima: “em ergo hoc tibi” (Plauto); “atque eccum tibi lupum in sermone” (id.), mihi tiene los mismos usos: “quid mihi Celsus agit?” (“¿qué hace Celso que me concierna a mí?”, Hor.). El inte rés indicado puede ser simplemente el de un observador del acon tecimiento de referencia. Es el dativas iudicantis: “quasi piséis est amator lenae” (“un amante para una lena es como un pez”, Plauto); “ut me purgarem tibi” (“cómo podría yo justificarme ante ti”, id.); “erit ille mihi semper deus” (Virg.). Este tipo de dativo conoció en época posterior un especial desarrollo en los participios de referen cia no definida en expresiones de orientación local. Esta construc ción, tan frecuente en griego, no se encuentra en el latín arcaico ni en Cicerón; el primer ejemplo conocido es “quod est oppidum primum Thessaliae venientibus ab Epiro” (César, B. C., 3, 80). Conviene notar que el latín prefiere la forma del plural, en tanto que el griego la del singular. Esta construcción, a partir de Horacio y especial mente de Livio, llegó a abarcar también la expresión del punto de vista: “vere aestimanti Aetolium magis bellum fuit” (Livio). En expresiones que denotan obligación la persona afectada es considerada como agente: “faciendum est tibi” (“algo debe hacerse, y es cometido tuyo”, Plauto). Esta clase de dativos se encuentran, sobre todo, con formas del gerundivo (abeundum est mihi; tibi cavendum censeo; virtus nobis est colenda). El uso se extendió luego al participio de perfecto pasivo — “argenti quinquaginta mihi illa emptast minis” (id.), donde la conexión con el dativo de provecho es aún clara; “mihi decretumst remunerare omne aurum” (id.)— , y finalmente a las formas personales del verbo incluido el infectum ( “dissimillimis bestiis communiter cibus quaeritur”, Cic., N. £>., 2, 123). En latín arcaico los dativos construidos con abstractos verba les (p. ej. “quid tibi hanc dígito tactio est?”, y “quid tibi... hic... clamitatiost?”, Plauto) pueden interpretarse como agentes, pero muestran clara afinidad con la categoría de la “posesión” : “¿qué es ese gritar tuyo aquí?”. Dativos agentes los encontramos también con los adjetivos verbales en -bilis: amico exoptabilem (Lucilio), pero puede también considerarse dativas iudicantis “deseable a los ojos de” , o bien desarrollo analógico del dativo de provecho con utilis, etc. Estas dificultades que aparecen al intentar trazar distinciones claras pueden servir para recordar la esencial unidad funcional del dativo latino. Estrechamente ligados a los verbos de dar y quitar están los gru pos semánticos que comprenden las expresiones de llevar y enviar: “hominem alicui adducere” (Plauto); “iussit Euclioni haec mittere”
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(Ter.), etc., así como las de aproximarse y retirarse (occurro, appropinquo, cedo). En oraciones con este tipo de verbos el dativo de la persona tiene habitualmente la función de expresar daño o pro vecho. Sin embargo, cuando este uso se extendió a nombres que indicaban cosas tuvo lugar un desarrollo ulterior: la intervención de la cosa en la acción vino a considerarse como el fin de la acción. Tal es el origen del dativo de finalidad. Entre los usos más antiguos de esta clase están los de los dativos de nombres abstractos en -tus: “receptui canere”; “cibatui offas positas”, tipo de expresión especialmente característico de las lenguas especiales militar y agrícola. Otros ejemplos son: “ager oppositust pignori” (Ter.), “arraboni daré”, “pecuniam doti daré”, “auxilio venire”, “succurrere”, “mittere”, etc. El dativo de cosa puede combinarse con un dativo personal de provecho: de ahí la construcción castizamente latina “daré alicui pecuniam faenori” (Cic.); cf. “emit eam dono mihi” (Ter.); “Sabinis eunt subsidio”; “res et fortunae tuae mihi maximae curae sunt” (Cic.), etc. Por un desplazamiento relacional en frases como satui semen daré, receptui signum daré, el dativo de finalidad llegó a emplearse adnominalmente: “pabulum ovibus, bubus medicamentum” (Catón), “triumviri agris dandis adsignandis”, etc. El dativo commodi con verbos de movimiento dio lugar a otro círculo: el dativo de dirección. Surgió con dativos personales del tipo “tun mihi huc hostis venis” (Plauto, Sticli., 326). También en este caso la extensión de la construcción a nombres no personales proporcionó la base para una nueva interpretación que fue el ger men del desarrollo ulterior. El ejemplo más antiguo conocido es la vieja fórmula Quiris teto datus, cf. “me morti dabo” (Plauto, Mere., 476). Desde daré se tendió fácilmente una conexión semántica hasta mittere; de ahí “morti mittere” (Plauto). Ennio se permite escribir “conveniunt... tela tribuno”. Un ejemplo esclarecedor del desarrollo lo proporciona la construcción de dativo con la expresión manus tendere. Los prosistas clásicos se limitan a emplear dativo perso nal: “Romanis de muro manus tendebant” (César, B. G., 7, 48, 3); cf. “manus diis immortalibus tendere” (Cic.). En el lugar de diis introduce Virgilio cáelo: “cáelo palmas tetendit”. Una vez estable cida en latín esta posibilidad sintáctica, fue estimulada por la ma yor libertad del griego en el empleo locativo del dativo final; de ahí el virgiliano “it clamor cáelo”; cf. “facilis descensus Averno”, “pelago dona praecipitare”, etc. Hemos considerado hasta aquí el dativo como expresión del in terés o implicación en una acción verbal. Los usos examinados se extendieron a los correspondientes adjetivos verbales, que actuaron como focos en torno a los que se fueron agrupando una gran can tidad de adjetivos latinos que pasaron así a regir dativo. Grupo des
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tacado lo constituyen los adjetivos que denotan proximidad (p ro pinquus, adfinis, vicinus, etc.), así como los de semejanza (similis, par, aequalis, congruens, aptus, etc.), amistad (amicus, carus, be névolas, fidus, etc.), y sus opuestos.
El ablativo El ablativo latino, según hemos visto ya en el capítulo preceden te, es un caso sincrético que ha asumido las funciones del antiguo ablativo, las del instrumental y las del locativo, por ello nuestro análisis de los usos latinos debe ajustarse a esa misma tripartición. El ablativo propio. Este caso indica el punto de partida de una acción. Puede representarse así: |->. El simple ablativo se conser va en nombres de ciudades y de ciertas islas, en las expresiones domo y rure, así como en algunas fórmulas estereotipadas como manumitiere, cedere loco, etc. De manera general, en cambio, se tendió a reforzar el sentido local por medio de preposiciones tales como ab, ex, de, etc. Si éstas se funden con el verbo para formar verbos compuestos, el simple ablativo puede mantenerse: “patria hac ecfugiam”, “oppido eicere”, “portu exire”, “castris producit. exercitum”. Por el contrario, es difícil encontrarlo con verbos sim ples: “primus cubitu surgat” (Catón); la poesía, naturalmente, lo usó con profusión por su tendencia a librarse de las palabras innece sarias, que por su propia naturaleza llevan escasa carga emocional El ablativo se emplea también en expresiones que indican pro cedencia u origen; “genere quo sim natus”, “sanguen dis oriundum”, “humana matre natus”, etc. También aquí se mantiene el simple ablativo en poesía y en la época arcaica, si bien ya en ésta encontra mos las preposiciones (“quo de genere natus est”, Plauto) que más tarde serán habituales. El desplazamiento relacional dio lugar a abla tivos adnominales de origen: “Periphanes Rhodo mercator dives” (id.), “Philocratem ex Alide” (id.); “video ibi hospitem Zacyntho” (id.). El así llamado ablativo de separación es simplemente una subvariedad léxica del ablativo propio. Se encuentra con verbos de man tener lejos, alejar, etc.: “ut te ara arceam” (Pac.); “interdicere igni et aqua”; “abstinere nupta, vidua, virgine”; “anima privabo virum”, etc. Esta clase de ablativos se encuentran también con adjetivos de significado paralelo; “expers metu”; “virginem dote cassam” (Plau to); “arce et urbe orba sum” (Ennio); “Roma... recentes” (Cic.). cf. “recentem caede locum” (Virg.).
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El ablativo de comparación se desarrolló a partir del ablativo propio expresando el punto con relación al que se juzgaba a otro objeto. En latín arcaico la construcción con ablativo es mucho me nos frecuente que la de quam, limitándose en la generalidad de los casos a: ( 1 ) expresiones negativas o virtualmente negativas de los tipos nihil hoc homine audacius y quis homo est me hominum m iserior; (2) expresiones del tipo melle dulcior; y (3) expresiones nu méricas tras plus, minus, etc. En la comparación ordinaria del tipo “Cicerón es más elocuente que César” el ablativo comparativo no se usa en la época arcaica. Aun en los prosistas clásicos la mayor parte de los ejemplos corresponden a expresiones negativas o cuasinegativas. Los poetas muestran cierta preferencia por el ablativo frente a la un tanto pesada construcción con quam, si bien tampoco en este caso se puede excluir la influencia de los modelos griegos. De todos modos, persiste a todo lo largo de la latinidad la tenden cia a expresar las comparaciones reales por medio de la construc ción de quam y a reservar el ablativo de comparación para las expre siones (elativas> del tipo nive candidior, que en realidad debemos traducir, en un plano de igualdad, por “tan blanco como la nieve”. En la época tardía, cuando ya la evolución fonética había borrado las distinciones casuales, el ablativo de comparación fue desplazado por nexos preposicionales, ab aparece tempranamente: se encuentra tras secundus en Horacio y tras alter en Virgilio. U n ejemplo tem prano de empleo tras un comparativo es “nec Priamost a te dignior ulla nurus” (Ov., Her., 15, 98). En época posterior, cuando áb se confundió con ad, se la reemplazó por de en los empleos compara tivos. El primer ejemplo de esta construcción, origen de expresiones romances como plus de, aparece en las Vitae Patrum (siglos i v -v ): “plus facitis de nobis”. El instrumental-sociativo. Este caso expresa “asociación” : “estar con, llevar con”, etc. Puede simbolizarse así: Esta función resulta más visible en los verbos de juntar y mezclar (“tignum iunctum aedibus”, X II Tablas; “vinum miscere aqua”) . De “llevar en com pañía” es fácil la transición a “comparar”, “coincidir” y “discordar” : “oratio verbis discrepat sententiis congruens” (Cic.). “Junto con” lleva naturalmente a “compartiendo con” : “quin sermone suo aliquem participaverit” (Plauto, Mil., 263); “communicabo semper te mensa mea” (ibid., 51). El ablativo sociativo se emplea también para referirse a la persona o personas en cuya compañía se realiza una acción. El simple ablativo se usa todavía en expresiones milita res del tipo ómnibus copiis ( “exitum est maxuma copia”, Plauto). Desde la época más antigua, sin embargo, se reforzó el ablativo so
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ciativo con la preposición cum, y ello era de regla en el caso de sus tantivos personales no acompañados de un adjetivo. Un caso especial es el ablativo de circunstancia concomitante: Caesare duce, magno comitatu, clamore magno, luna silenti, inimico omine, etc. También aquí tiende a instalarse cum: “magno cum periculo optuma opportunitate advenís” (Plauto). Por medio de un desplazamiento de relaciones, el ablativo de circunstancia acompa ñante queda ligado a un nombre. De ahí surge el ablativo de cuali dad: “summa virtute adulescens”; “cano capite atque alba barba miserum me” (id.). Puede usarse predicativamente: “ut tu es gradibus grandibus” (id.), “forma lepida et liberali est” (id.). También en este caso encontramos cum ya en el latín arcaico: “quis hic est homo cum conlativo ventre atque oculis herbéis” (id ); “probo et ñdeli et ñdo et cum magna fide” (id.). Los usos instrumentales del ablativo están estrechamente conec tados con los sociativos; así, “nostro serviré nos sibi censet cibo” (Plauto, Poen., 810) puede interpretarse “cree que somos sus escla vos, junto con nuestra comida”. Intrínsecamente el instrumental era posible con nombres personales. El latín, sin embargo, tendió a reservar el simple ablativo instrumental para cosas y a expresar los instrumentos personales con per y acusativo: virgis caedere, oculis cernere, senio confectus, maledictis deterrere, etc. Ciertas subvarie dades léxicas exigen mención particular. Encontramos ablativos ins trumentales con verbos de llenar, abundar en y similares (amore abundas, frumento affluere, vino scatere, etc.) y con los adjetivos correspondientes (plenus, refertus, fecundus, etc.). El instrumental se encuentra también con verbos de nutrirse y gozar de, como vescor; sin embargo, no puede precisarse si esta construcción es here dada en el caso de los verbos fruor y utor (los más antiguos ejem plos de acusativo aparecen en Catón). usus est atrajo a su órbita al semánticamente próximo opus est, que estrictamente requeriría un genitivo, potiri se construía en época arcaica con un instrumento, “apoderarse por medio de”. En latín arcaico lleva también acusati vo (sobre el genitivo véase supra). El instrumental indoeuropeo con fungor no está atestiguado en latín arcaico, en el que este verbo lleva acusativo. La influencia de utor y fruor parece ser la responsa ble de la reintroducción (por vez primera en ad Herennium) del instrumental con fungor. También al simple ablativo instrumental se fueron añadiendo gradualmente en la latinidad tardía preposicio nes reforzantes: ab, ex, cum, in, y, sobre todo, de. Deben clasificarse también como usos instrumentales los abla tivos locales del “camino por donde” (recta porta invadam, iré pu blica via, y con elipsis de via, ea, hac, recta, etc.) y los ablativos del precio por el que se adquiere una propiedad ( “quantillo argenti te
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conduxit” (Plauto); “tribus nummis locavi”, etc.). Esta zona de uso sufrió cierta mengua por obra de las expresiones genitivales de va lor (véase supra); tanti, quanti, pluris y minoris se encuentran en expresiones de precio. Por otra parte, un ablativo de valor aparece en latín tardío con el verbo valeo. Aparece el instrumental con expresiones que significan “superar” (“por medio de”, “en”) : “divitiis superare”; “cave sis te superare siris faciendo bene” (Plauto); “vincere cervom cursu” (id.). A par tir del instrumental en esta clase de expresiones se desarrolló el ablativo de referencia; “numquam victus est virtutei” (“nunca fue vencido en cuanto a virtus”, CE, 9, 4); “sicut... praestitimus pulchritudine” (Plauto, Poen., 1193), etc. Este tipo de instrumental se encuentra también con adjetivos comparativos en giros como maior natu, que lleva de modo natural a natu granáis, etc. Una cierta con tribución a la formación de esta categoría puede deberse a los abla tivos de cualidad: “nescio ut moribus sient vostrae” ( “cómo son de carácter vuestras mujeres”, id., Most., 708) difícilmente podría se pararse de “antiquis adulescens moribus” (id., Capt., 105). Entre los verbos que indican superioridad e inferioridad y los que indican distancia hay una relación asociativa obvia: “alio intervallo dista re” (Cic.). Así se formó la base del empleo del ablativo en las ex presiones de distancia; “milibus passuum sex a Caesaris castris sub monte consedit” (César, B. G., 48, 1); carácter similar tiene el abla tivo empleado con consisto en B. G., 2, 23, 4. Más tarde este uso se extendió a verbos de movimiento (y alejamiento): “xvn milibus passuum ab urbe secessit” (Plinio, Ep., 2, 17, 2). El ablativo de modo es una variedad léxica del sociativo de cir cunstancia acompañante o del instrumental: dolo “con un engaño”, arte, astu, audacia, iniuria, vitio, silentio; “adire blandís verbis”; “cum ea sermonem nec ioco, nec serio habeas” (Plauto). cum se añade frecuentemente al ablativo de modo; “cum clamore, cum invidia summa” (id.). En el latín clásico se estableció como norma obligatoria el uso de cum con nombres aislados, en tanto que el nombre calificado por un adjetivo podía prescindir de la preposi ción. Las transgresiones aparentes de esta regla se deben al hecho de que algunos de los más comunes ablativos de modo se habían petrificado en cuasi-adverbios: arte, modo, casu, etc. Un antiguo recurso estilístico era la determinación de un verbo por un nombre etimológicamente relacionado con él en ablativo de modo: “aequo... censetur censu” (id .); “fugit maxuma fugella” (Catón); “curro curriculo” (Plauto), cf. “curriculo sequi” . Estas fórmulas hechas se conservaron en las lenguas especiales, en la lengua popular y en los autores arcaizantes.
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El ablativo de causa puede remontarse tanto a los usos instru mentales como al puro ablativo de origen: “is aegritudine emortuost” (id.); “amore perire”; “lacrumare gaudio”; “nimis sermone huius ira incendor” (id.). El ablativo de “materia” puede también tener un origen doble. Ejemplos como “cupam materia ulmea... facito” (Catón) y “nescit quid faciat auro” (Plauto) sugieren un origen instrumental. Estos simples instrumentales resultaban com parativamente raros, y la tendencia clásica a introducir la preposi ción ex (“statua ex aere facta”) sugiere que, al menos para el Sprachgefühl romano, se trataba de ablativos de origen. El empleo con nombres no materiales, como en “quid eo fecisti puero?” (Plau to), “de fratre quid fiet?” (Ter.), es coloquial. El ablativo locativo. Este caso expresa “lugar en donde” y “tiem po cuando”. Los antiguos ablativos locativos fueron reemplazados en gran medida en el período preliterario por construcciones pre posicionales con ablativo, manteniéndose el simple ablativo princi palmente con los nombres de ciudades y algunos otros de significa do local. Los únicos ejemplos seguros que se encuentran en latín arcaico están limitados a la palabra locus: “homo idem duobus locis ut simul sit” (Plauto). Más tarde parte (Rhet. ad Her.) y regione (César) siguen el ejemplo de loco. Estos y otros nombres calificados por medias, imus y summus agotan el uso clásico en este punto, pero en la prosa postclásica se amplió notablemente el dominio del ablativo local sin acompañamiento alguno. La poesía y la prosa poética se permitieron mayor libertad; así, “densantur campis horrentia tela virorum” (Etimo), cf. “nébula campo quam montibus densior sederat” (Livio). El ablativo acompañado por to tas se usa para indicar “lugar dentro del que” : “toto me oppido exanimatum quaerere” (Ter.); “omnes festinant intus totis aedibus” (Plauto, Cas., 793). Este uso toca de cerca a los instrumentales del “camino por el que” (véase supra). El simple ablativo locativo de tiempo es frecuente con nombres de significación temporal: aestate, hieme, primulo, crepúsculo, mane, nocte, tertiis nundinis, etc. El locativo puede indicar también “tiem po dentro del cual”, si bien ha de notarse que casi todos los ejem plos se refieren a expresiones negativas o virtualmente negativas: “ñeque edes quicquam ñeque bibes his decem diebus” (Plauto); “anno vix possum eloqui” (id.). Al emplearse la construcción en sentido afirmativo se hacía posible una nueva interpretación: me hoc triduo éxpecta “espérame tres días a partir de ahora”; hoc tri duo venit “ha venido en tres días a contar desde hoy”, es decir, “hace tres días”. Ejemplos antiguos son “emi istanc anno uxori meae” (id .); “his annis paucis ex Asia missus est” (Gayo G raco).
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En expresiones negativas como “ ...ut triduo hoc perpetuo e lecto nequeat surgere” (Ter.) el ablativo puede ser interpretado como si significara extensión de tiempo: “no puede levantarse del lecho du rante estos tres días” . Al igual que su correspondiente espacial, esta construcción se originó en casos en que el nombre estaba apoyado por el adjetivo totus: “quoi bini custodes semper totis horis occubant” (Plauto); “tota perducere vita... foedus amicitiae” (Catulo); cf. “...ut eo tempore omni Neapoli fuerit” (Cic.); “tota nocte continenter ierunt” (César). La construcción fue ganando terreno gra dualmente hasta que vixit annis... se convirtió en la fórmula predo minante en los epitafios. Incluso César ofrece ejemplos como “hoc cum esset modo pugnatum continenter horis quinqué” (B. C., 1, 46, 1). Nótese que en este caso el valor durativo está subrayado por continenter (cf. perpetuo en los ejemplos de Terencio citados más arriba). Los nombres que no tenían significación temporal requerían nor malmente, incluso en latín arcaico, el apoyo de la preposición in, si bien en Plauto se encuentra tanto nuptiis como in nuptiis. La construcción se propagó gradualmente en la lengua popular a los nombres de significación temporal (in tempore, Ter.) hasta que en latín tardío in nocte, etc., se convirtió en el tipo normal de expre sión. La preposición aparece también en las expresiones de “tiempo dentro del cual” : “illum confido domum in his diebus me reconciliassere” (Plauto); cf. “in diebus paucis” (Ter.). La preposición es de regla en el uso clásico para las expresiones distributivas: “ter in anno” (Plauto); “bis in die” (Cic.). Sin embargo, en los autores no clásicos y especialmente en los postclásicos aparece también el tipo bis die, septiens die, etc. El ablativo absoluto. Esta construcción se originó en frases en las que un nombre en ablativo estaba determinado por un adjetivo, y en particular por un adjetivo verbal. El ablativo podía tener cual quiera de las funciones ya examinadas. La mayor contribución fue sin duda la del instrumental-sociativo de persona o circunstancia acompañante: “me quidem praesente numquam factumst” (Plau to); “tute istic (dixisti), etiam astante hoc Sosia” (id.); “Atticus quídam olim navi fracta ad Andrum eiectus est” (Ter.). Sin embar go, también los ablativos de instrumento, modo, causa, tiempo, cua lidad, etc., desempeñaron un papel. El nombre puede estar deter minado por un adjetivo (m e vivo) o por otro nombre (m e auctore, Caesare duce). De los participios predomina el de perfecto, siendo el de presente relativamente raro en latín arcaico, excepto en fór mulas fijas, como me praesente y me absenté. En ocasiones encon tramos construcciones absolutas en las que se ha suprimido el
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sujeto. Tienen éstas cierta afinidad con los ablativos de modo de participios de perfecto sustantivados, tales como mérito, consulto, sortito, etc. auspicato, en Plauto, Pers., 607, es un ablativo de modo: “con (buenos) auspicios”. En Ter., Andr., 807, sin embargo, haud auspicato puede interpretarse como “sin haber tomado los auspi cios”. El primer ejemplo que no ofrece duda es Cl. Quadr., fr. 12: “impétrate prius a consulibus ut in Gallum pugnare se permitterent”. La construcción es infrecuente en la prosa clásica (nunca se da en César), pero gana terreno con Livio y los autores subsiguientes.
E l verbo
Los tiempos El indoeuropeo, como hemos visto en el capítulo anterior, no ha bía desarrollado la categoría gramatical de tiempo; los llamados “temas temporales” indicaban diferentes “aspectos” de la acción verbal. El latín, en cambio, desarrolló un sistema gramatical com pleto de referencias al presente, pasado y futuro en cada uno de sus dos temas aspectuales, indicando también cuidadosamente las relaciones cronológicas entre los acontecimientos escalonados en el tiempo. También ésta fue una innovación latina que el griego no conoce. [ N o t a 45.]
El tema durativo El presente. El tema de presente indica lo que está producién dose en el momento en que se habla, aunque la acción haya co menzado con anterioridad: “iamdudum tacitus te sequor” (Plauto); “triennium iam hiñe abest” (id.). Los acontecimientos pretéritos pueden presentarse como si tuvieran lugar ante los ojos del oyente, supliéndose la referencia temporal por el contexto. Se trata del “pre sente histórico”, funcionalmente equivalente al perfecto aorístico (véase infra), y que muy raramente ocupa el lugar de un imperfec to. En época tardía, sin embargo — a partir de Petronio— , se hace un uso más indiscriminado del presente histórico. Es un rasgo ya antiguo de la lengua coloquial muy utilizado por los analistas. Su vivacidad y sencillez lo hicieron también apropiado para la lengua poética, y es particularmente corriente en la lengua del drama, fiján dose la estructura temporal por medio de perfectos introductorios o a modo de conclusión. El futuro, de modo similar, puede ser no tado por medio de un presente, especialmente con verbos d§ movi
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miento: “ego hos conveniam; post huc redeo” (T e r.); “mane istic: iam exeo” (Plauto); “in ius voco te :: non eo” (id .); cf. “tuemini, inquit, castra...; ego reliquas portas circumeo et castrorum praesidia confirmo” (César, B. C., 3, 94, 5). Tenemos, por último, el así llamado uso “acrónico” del presente (“ahora y siempre”) : “facile omnes quom valemus recta consilia aegrotis damus” (Ter.); “dulce et decorum est pro patria mor!” (Hor.). El imperfecto. El pretérito del durativo — el imperfecto— no tenia, estrictamente hablando, nada que ver con la duración actual del acontecimiento de referencia, del mismo modo que en caste llano uno y el mismo acontecimiento puede ser objeto de referen cia como retazo de la historia (“¿Qué plantaste ayer en el jardín?’.’) o representado como en su desarrollo ante los ojos del oyente ( “¿Qué estabas plantando ayer en el jardín?”). Así, el imperfecto, pretérito del aspecto del “testimonio ocular”, se usa primariamen te en descripciones a las que se quiere infundir vida: “lacrimas tacitus auscultabat” (Plauto); “ut trepidabat, ut festinabat!” (id.). A partir de esta función básica se desarrolló el uso como expresión de la acción habitual (“optumi quique expectabant a me doctrinam sibi”, id.), y de la acción repetida (“cottidie accusabam”, Ter.; pero nótese el habitual saepe dixi). El uso del imperfecto para expresar tiempo relativo, es decir, acción contemporánea de otra acción, es también un fenómeno secundario. Por otra parte, resulta dudosa la oportunidad de establecer las subcategorías de imperfecto ingre sivo y conativo. Tienen éstas su origen en las dificultades que pre senta la traducción a lenguas que no tienen, o han desarrollado de modo distinto, las categorías gramaticales del aspecto. Así, tune dentes mihi cadebant primulum significa propiamente “yo estaba con los dientes cayéndome” (aspecto del “testimonio ocular”). En español traducimos “los dientes empezaban a caérseme” y los gra máticos catalogan este uso como “ingresivo”. De modo similar, eos captabant significa “estaban en el proceso de cogerlos”. En cas tellano traducimos “estaban intentando cogerlos” , y los gramáti cos establecen el apartado titulado “imperfectum de conatu”. El futuro. El tema empleado para referirse fácticamente a acon tecimientos futuros se desarrolló, como hemos visto, a partir de antiguos subjuntivos y desiderativos. Podemos todavía observar numerosos restos del antiguo valor modal. El valor prospectivo (véase infra) es evidente en ejemplos como “haec erit bono genere nata”; “dicet aliquis” (Cic.); “si viderit, gnatam non dabit”. Estos futuros prospectivos se emplean en expresiones gnómicas: “virgo atque mulier nulla erit quin sit mala” (Plauto). Abundan también
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los usos voluntativos, especialmente en la lengua coloquial: “tu, miles, apud me cenabis” (id.); “tu cavebis ne me attingas” (id.); “numquam edepol viva me inridebit” (id.); “quae opus sunt dominus praebebit” (Catón). A veces este futuro voluntativo alterna con el imperativo: “depsito bene... postea magis depset” (id.).
El tema de perfecto El perfecto latino [ N o t a 46] asume las funciones del aoristo y del perfecto indoeuropeos. En cuanto aoristo, el perfecto de indi cativo se refiere a un acontecimiento como a un retazo de la his toria sin más calificación, prescindiendo de su duración actual (“hae permanserunt aquae dies complures”, César). Puede usarse tam bién con referencia a cualidades duraderas ( “qui proximi Océano fuerunt hi insulis sese occultaverunt”, (id.) y a acciones repetidas (saepe dixi, etc.). El empleo gnómico aparece ya en Plauto (saepe is cantor captus est), pero este desarrollo original fue estimulado en gran medida por el ejemplo del griego. En la prosa son sus principales expo nentes Salustio, Séneca y Tácito (“avaritia pecuniae studium habet quam nemo sapiens concupivit”, Salustio). El “perfecto-presente” indica el estado resultante de una acción. Esto resulta claro en formas antiguas como memini y odi, que tienen exclusivamente significado presente (cf. perii, “soy hombre muer to”, etc.). A menudo el perfecto indica que la acción ha pasado ya y está cumplida: “actum est, viximus, floruimus”, cf. “vixerunt!” (anunciando la ejecución de los cómplices de la conspiración de Catilina) (Cic.), “fuimus Troes, fuit Ilium” (Virg.). El imaginar como presente un estado futuro confiere viveza a la expresión: “si offendero, periisti” (Ter.). Sobre las perífrasis de perfecto véase p. 171. El pluscuamperfecto, como pretérito del perfecto [N ota 47], indi ca el estado pasado. En latín, sin embargo, este valor se observa so lamente en las formas pretéritas de “perfectos-presentes” del tipo odi, memini. En la mayor parte de los casos la función de este tiem po es expresar la prioridad de un acontecimiento pasado con rela ción a otro acontecimiento pasado; “alium me fecisti, alius veneram” (Plauto). Este escalonamiento en el tiempo no tenía expresión formal en indoeuropeo, e incluso en latín se descuida a menudo: “quam duxit uxorem ex ea natast haec” (id.). El uso del perfecto, incluso con referencia a acontecimientos anteriores, es de regla en la época clásica en oraciones temporales introducidas por postquam, ubi, ut (p. 328). La elipsis de la expresión del terminus ante quem en frases como “fugitivos ille, ut dixeram ante, vendidit” (id.) “non te
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provideram” (id.) fue el punto de partida de un proceso gradual de interferencia en el perfecto por parte del pluscuamperfecto: “eam osculantem hic videras” (id .); “quanti hosce emeras” (id .). Que este uso tenía un tinte coloquial resulta evidente del hecho de que Ci cerón raramente lo usa a no ser en su correspondencia. Su frecuen cia creciente en el latín posterior se vio estimulada por la ambigüe dad fonética de formas como vidit, etc. (recuérdese la pérdida de - í final, véase p. 163). El futuro perfecto raramenté expresa el estado futuro, salvo como futuro de los perfectos de significación presente: meminero, novero, odero. Se usaba normalmente para indicar prioridad de un acontecimiento futuro con relación a otro acontecimiento futuro, empleo que no precisa ejemplificación. La distinción entre los dos futuros resulta borrosa ya en Plauto, cuyo uso aparece a menudo gobernado por consideraciones métricas; en efecto, las terminacio nes del futuro perfecto proporcionan una cláusula apropiada al trí metro y al septenario: "vos tamen cenabitis, / cena ubi erit cocta; ego ruri cenavero” (Plauto, Cas., 780). Como futuro de un tema de aoristo el futurum exactum se opone a veces claramente al futuro del infectum desde un punto de vista aspectual: “hanc miserrimam vitam vel sustentabo vel, quod multo est melius, abiecero” (Cic.). Este uso es coloquial y arcaico. En el período postclásico observa mos, además, el desarrollo de un empleo deliberativo: “occidi iussero?” (“¿mandaré que lo maten?”, Séneca).
Los
modos
[N ota
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El subjuntivo El verbo indoeuropeo, según hemos visto en el capítulo anterior, tenía una serie de recursos morfológicos para expresar diferentes modos de referencia a los acontecimientos. Usando el modo indica tivo el hablante hacia una referencia objetiva a los hechos, afirman do que la situación era ésta o esta otra. Los otros modos expresaban diversas actitudes en relación con los acontecimientos o estado de cosas de referencia; el subjuntivo expresaba de modo general (a ) vo luntad (subjuntivo volitivo) y (b ) probabilidad o expectación (sub juntivo prospectivo); el optativo indicaba (a) deseo y (b ) contin gencia (optativo potencial). Según hemos visto ya, estos dos modos se fundieron en latín, por un proceso de sincretismo, en uno solo, el subjuntivo, con características morfológicas derivadas del sub juntivo y optativo de la lengua madre y numerosas innovaciones particulares. Esta variedad morfológica podría de por sí llevarnos a
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esperar una multiplicidad funcional, y esto es lo que de hecho re velan los textos más antiguos. Por ello, el intentar establecer la “unidad del subjuntivo latino” y el delinear, por medio de una elec ción plausible pero arbitraria de ejemplos, una cadena de desarrollo a partir de la “función primitiva”, viene a quedarse en un puro ejercicio de ingenio. Es éste un tipo de investigación propio de los etimólogos, quienes derivan los significados concretos de las pala bras en los contextos observados de una “Urbedeutung” un tanto vaga de la raíz. Dado el hecho del parentesco con otras lenguas, ta les como el griego, y las supervivencias morfológicas evidentes del subjuntivo y optativo indoeuropeos, lo más seguro será dar por sentado que algunas de las funciones de estos modos sobrevivieron en el primitivo latín y hacer de estas funciones antiguas la base de nuestro breve y sumario análisis y clasificación, del mismo modo que ordenamos las múltiples funciones del ablativo según el esque ma de ablativo, locativo e instrumental. La distinción funcional en tre voluntad y deseo y entre prospectivo y potencial es, desde luego, delicada, y muchos de los ejemplos admiten interpretaciones diver sas. Conviene recordar que los temas “temporales” no expresaban en origen relaciones de tiempo. Ahora bien, resulta especialmente característico del latín su continuo avance hacia una precisa dife renciación de las relaciones temporales dentro de los modos. 1. Volitivo (orden, consejo, etc.). La primera persona del plu ral (eamus, “vayamos”, “tenemos que ir”) es más frecuente que la del singular: ostende: inspiciam “muéstramelo: quiero verlo”, “que lo vea” (Plauto, Poen., 1075); cf. “videam modo mercimonium” (id., Pers., 542); “quod perdundumst properem perdere” (id., Bacch., 1049). En la segunda persona del singular el subjuntivo es frecuente en latín arcaico como equivalente — ¿tal vez atemperado?— del imperativo. Más tarde este tipo (facías) es coloquial y poético. En Cicerón está prácticamente limitado a la correspondencia (nótese también “isto bono utare dum adsit, cum absit ne requiras”, De sen., 33). La tercera persona es de uso común en todas las épocas. Mucho más rara es la segunda persona del plural: velitis iubeatis Quirites. El tiempo empleado es normalmente el presente; perierint (Plauto, Stich., 385) es el imperativo del “perfecto-presente” perii “estoy perdido”. El perfecto es algo más corriente en la pasiva: “hoc sit nobis dictum” (Cic., De invent., 2, 50). En el latín arcaico estos subjuntivos yusivos están frecuentemente introducidos por u t(i), que en origen significaba “de algún modo” : “proin tu ab eo ut caveas tibi” (Plauto, Bacch., 739); “sed uti adserventur) (id., Capt., 115). En esta esfera de empleo encontramos ejemplos del desarrollo sis
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temático latino de gradaciones temporales. Así, el imperfecto se usa como volitivo del pasado: “si volebas participan, auferres dimidium domum” (“debías haber tomado”, id., Truc., 748); cf. Cic., Pro. Ráb. Post., 29. El pluscuamperfecto es más frecuente en latín clásico que el imperfecto: “quid facere debuisti?... rettulisses”, etc. (id., In Verr., 2, 3, 195). Una vez que quedó establecido este uso del pluscuamperfecto, el imperfecto, por oposición, pasó a emplearse para designar la obligación presente. Para las “prohibiciones” el latín arcaico disponía de los siguien tes modos de expresión: I) ne time. Conservó carácter coloquial y poético. II) ne facías (cave facias). También típico de la lengua colo quial. El único ejemplo seguro en la prosa clásica es el pasaje del De senectute citado más arriba, caso que ha de explicarse por la cuidadosa concinnitas y el equilibrio quiástico del período. El fre cuente empleo de este giro en Frontón y Apuleyo puede considerar se uno más de sus manierismos arcaizantes. III) ne feceris. Es un tipo raro en la tercera persona del singu lar, si bien hay un cierto número de ejemplos con nemo: “satui semen... mutuum dederit nemini”. (Catón, Agr., 5, 3). La distinción entre el presente y el perfecto de subjuntivo en prohibiciones puede haber sido en origen de “aspecto” : ne facías “deja de hacer”, ne feceris “que no se te ocurra hacer”; sin embargo, la distinción se habría borrado en gran medida ya en el latín arcaico. El perfecto no conoce un uso amplio en el latín clásico. César lo evita y hay un solo ejemplo en los discursos de Cicerón, si bien es más abundante en las cartas y en las obras filosóficas y retóricas. IV ) El giro característico de la “urbanidad” clásica, noli facere, estaba ya ampliamente desarrollado en latín arcaico. El subjuntivo en interrogaciones es a menudo difícil de clasifi car. Así, Ernout y Thomas interpretan “an ego occasionem... amitterem?” (Ter., Eun., 604-6) como subjuntivo de posibilidad y tradu cen “pouvais-je laisser échapper l’occasion?”. Sin embargo, las interrogaciones asumen generalmente, por una especie de asimila ción anticipatoria, la forma de la respuesta esperada, o bien expe rimentan la influencia de la frase que provoca la interrogación. Esta consideración puede servir de guía a nuestro análisis. Así, eloquar an sileam? espera una respuesta del tipo site (sileas), es decir, una forma de orden o mandato, no una predicción de acontecimientos. Estos subjuntivos, deliberativos, tienen, por tanto, un carácter cla ramente volitivo. Lo mismo puede decirse de los subjuntivos sus citados por una orden: “sequere :: quo sequar?” (Plauto, Bacch., 406). La fuerza volitiva inherente al subjuntivo puede ponerse en
g r a m á t ic a
h ist ó r ic o -co m pa r a d a
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relieve por un vis intercalado: “redde huc sis :: quid tibi vis reddam?” . También en esta construcción se usa el imperfecto para tras poner la acción al pasado: “quid agerem? :: adulescenti morem gestum oportuit” (Ter., Adel., 214); “an tu tetigisti has aedis? :: cur non tangerem?” (Plauto, Most., 454). Es muy raro el empleo del pluscuamperfecto con este sentido: “egone ut beneficium accepissem contumeliam” “¿debía yo recibir este insulto como un favor?” (Cic., Ad Att., 15, 11, 1). El futuro de indicativo con valor volitivo aparece a menudo en lugar del presente de subjuntivo: “salta sic :: ego saltabo?” (Plauto, Hiera., 198). La respuesta deliberativa a una orden puede tener un tono de indignación y protesta. Ejemplos típicos son: “intus serva :: ego intus servem!” (id., Aid., 81); “meum collum circumplecte :: ten complectatur!” (id., Asín., 696). Encon tramos este uso también proyectado hacia el pasado; asi, con el imperfecto: “ille daret illi!” (Ter., Phorm., 120); con el perfecto: “ille aedis emerit!” (Plauto, Most., 1026 d). El matiz de indignación y protesta se desprende del contexto y del tono de la voz y no es inherente al subjuntivo, que, según hemos visto, tiene carácter volitivo. Sin embargo, dado que este tipo de expresión llegó a usarse para hacer frente no sólo a órdenes, sino también a afirmaciones, hay cierta justificación para establecer una subcategoría que podemos designar “subjuntivo de repudio” : “vir ego tuos sim!” (id., Amph., 813); “egon haec patiar aut taceam!” (id., Asin., 810); “tecum fui :: tun mecum fueris!” (id., Amph., 818). De este modo este uso va derivando gradualmente hacia el subjun tivo de “cita”, el subjuntivo “oblicuo” : “quid fecit? :: quid ille fecerit...” “ ¡preguntas qué ha hecho!” (Ter., Ad., 84). Algunos de los ejemplos citados en este apartado resultan am biguos. Así “egone ut haec conclusa gestem clanculum? ut celem patrem.., tua flagitia” (Plauto, Bacch., 375) tendría como traducción más lógica “cómo podría yo ocultar tus desaguisados”, es decir, con valor potencial. Del mismo modo “somnium I utine haec ignorare! suom patrem?” (Ter., Phor., 874) podría traducirse “ ¡sueños! ¿cómo podría ella desconocer a su propio padre?” (potencial), o tal vez “a buena hora iba ella a desconocer a su padre!” (repudio). Otra derivación del subjuntivo volitivo es el empleo con valor permisivo: “ubi illum quaeram gentium? :: dum sine me quaeras, quaeras mea causa vel medio in mari” (“puedes buscarlo en mitad del mar”, Plauto, Epid., 678). El uso concesivo, estrechamente liga do al precedente (“aunque...”), no se desarrolla plenamente hasta el latín clásico. El ejemplo más antiguo es “sane sint superbi; quid id ad nos attinet” (Catón, p. 25, 4; Jordán). El empleo correlativo del perfecto de subjuntivo con referencia al pasado no se encuentra has ta Cicerón: “fuerint cupidi, fuerint irati” (“admito que se dejaron
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llevar por la avidez, por la ira...”, Pro Q. Lig., 18). El subjuntivo con cesivo lleva en su forma negativa rae, señal clara de su carácter vo litivo. 2. Optativo (deseo). El simple subjuntivo se conserva en algu nas fórmulas: di te ament, di bene vortant, valeas, salvos sis, etc.; sin embargo, en la mayor parte de los casos las expresiones de de seo están introducidas por la partícula ut (en latín arcaico) o bien por su forma reforzada uti-nam, qué en origen significaban “de algún modo”. Tal es también el valor de la poco usada forma qui, instrumental del pronombre indefinido: “qui illum di omnes deaeque perdant” (Plauto, Cas., 279). El único ejemplo en latin clásico es “qui illi di irati [sin t]” (Cic., Ad Att., 4, 7, 1). si y sic ( “de este modo”) se encuentran de modo ocasional, especialmente en poesía, pero la aparición de la segunda de dichas partículas en petronio y en las lenguas romances hace sospechar que se trataba de un uso popular. El tiempo empleado es, en la generalidad de los casos, el presente de subjuntivo. En la primera persona raramente aparece sin utinam, si bien es más frecuente su omisión en imprecaciones: m oriar, peream. La segunda persona aparece raramente en la prosa clásica. Poco frecuente es el perfecto de subjuntivo, siendo la mayor parte de los ejemplos arcaicos aoristos sigmáticos [N ota 49]: “ita di faxint”, “di te servassint”. Las formas en -r del perfecto de sub juntivo son, en Plauto, mucho menos frecuentes (“ne di siverint”, Mere., 323). En ocasiones el perfecto es un verdadero “perfectopresente” : “ut satis contemplata sis” (Ter., H. T., 617). La negación es normalmente ne, utinam. ne; se da también non, pero no en latín arcaico. También en la expresión de deseos encontramos a veces el futuro de indicativo con valor volitivo en lugar del subjuntivo: “dabunt di quae velitis vobis” (Plauto, Asin., 623); “di fortunabunt vostra consilia” (id., Trin., 576). La construcción clásica por la que deseos “irreales” o imposibles se expresan por medio del imperfecto de subjuntivo y, con referencia al pasado, del pluscuamperfecto está ya firmemente establecida en el latín arcaico. Sin embargo, se en cuentran ejemplos de presente de subjuntivo expresando deseos pre sentes (“utinam nunc stimulus in manu mihi sit”, Plauto, Asin., 418) y de imperfecto referido a deseos pasados (“utinam te di prius perderent quam periisti e patria tua”, id., Capt., 537). La expresión de deseos irreales está casi siempre introducida por utinam, siendo la única excepción Catulo, 2, 9. 3. Prospectivo. Este antiguo valor del subjuntivo indoeuropeo ha dejado pocos restos, y algunos estudiosos han negado su existen cia en latin. La distinción entre “yo creo que va a suceder tal cosa”
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y el potencial “tal cosa podría suceder en circunstancias dadas” es, desde luego, delicada. En la primera persona (“quid ego cesso hos conloqui? sed maneam etiam opinor” (Plauto, Trin. 1135) el modo puede interpretarse sea como volitivo (“prefiero esperar”) o como prospectivo (“creo que voy a esperar”) . Un empleo claramente pros pectivo es “ubi senex senserit sibi data esse verba, virgis dorsum dispoliet meum” (Plauto, Epid., 92). Sin embargo, en la mayor par te de los casos el empleo del subjuntivo latino para la afirmación con reservas de un acontecimiento futuro es derivable del antiguo optativo potencial indoeuropeo. Un ejemplo ambiguo es “nec me miserior femina est ñeque ulla videatur magis” (id., Amph., 1060).
4. Potencial (Optativo). Es el modo de la expresión de los acon tecimientos contingentes: tal cosa ocurriría o podría ocurrir en ta les circunstancias. En el latín arcaico resulta sorprendente el escaso número de ejemplos que se encuentran sin ir acompañados de una cláusula condicional, siendo en una gran mayoría de los casos la forma velirn o sus compuestos nolim y málim. Esta restricción en el uso, comparada con la mucho mayor libertad observada en el grie go y el sánscrito, ha llevado a algunos estudiosos (entre ellos Kroll) a derivar los usos potenciales latinos de expresiones de voluntad, deseo y “futuridad”. velim, según esta posición, no es más que una fórmula de cortesía. Y para ser una “fórmula de cortesía” el modo tiene que expresar un matiz significativo distinto al del indicativo como afirmación tajante de un hecho; se trata de la diferencia entre “me gustaría” y “quiero”. La explicación basada en la “fórmula de cortesía” hace realmente admisible en su conjunto la tesis. El que un antiguo uso indoeuropeo haya sobrevivido sólo en algunas fór mulas más resistentes no supone dificultad teórica alguna, pode mos recordar que en griego tardío el optativo sobrevió fundamental mente en fórmulas como xa (p0LCb (^1 yévoixo. Nuestra exposición, pues, debe tomar la forma de un catálogo del efectivamente redu cido número de tipos de empleo. No tiene demasiado sentido dis tinguir entre un potencial del tipo inglés “should/would” y uno del tipo “can”. La distinción no es inherente al modo; viene provocada, simplemente, por la traducción a lenguas que no tienen esas piezas en su maquinaria gramatical. Conviene terminar con las lamenta ciones tradicionales y con la tiranía de las gramáticas de las dis tintas lenguas modernas sobre la latina, El potencial, pues, se da: a) En las formas velim, malim, nolim; ejemplos passim. b ) En la segunda persona impersonal, especialmente con verbos de conocimiento y percepción: videos, audias, cernas, scias, invenías, censeas, possis, etc.
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c) La tercera persona de singular es rara en latín arcaico; “id flagitium meum sit” (Plauto, Bacch., 97) va seguido de una oración, de infinitivo que equivale a una prótasis; “quid sit hoc hominis?” (“¿qué clase de hombre puede ser éste?”, id., Amph., 576) es un desa rrollo del subjuntivo de repudio (cf. “bonus est hic vir ;; hic vir sit bonus?”, Ter., And., 915). Con verbos de decir y creer se citan como los más antiguos algunos ejemplos de Terencio: “roget quis ” 3 (Eun., 511); “quis non credat? (And., 489). Sin embargo, en la pro sa clásica es más frecuente con este sentido el perfecto de subjunti vo. El primer ejemplo, dixerit aliquis, aparece en Catón, pero fue Cicerón quien desarrolló este empleo, especialmente en sus obras filosóficas y retóricas y en sus cartas, como equivalente latino del optativo griego — conviene notar que César los evita— , primero en expresiones de decir y pensar y luego con otros verbos: “quis eum iure reprehenderit” (D e fin., 1, 32). Este uso se extendió a las oraciones subordinadas en la latinidad postclásica (véase infra). También en el caso del potencial arbitró el latín un medio de expresión del pretérito. El uso del imperfecto de subjuntivo con este valor es raro en Plauto, excepto en oraciones plenamente con dicionales “scires” (“podías haber sabido”, Plauto, Cure., 331), “quo nunc ibas? :: exsulatum :: quid ibi faceres?” (id., Mere., 884); “mare velis florere videres” (Catón, 34, 4, J.). Este empleo de la segunda persona de singular impersonal es todavía muy escaso en Plauto y sólo a partir de Terencio se hace frecuente. La primera y tercera per sonas fueron raras en todas las épocas en oraciones independientes; el tipo quis crederet se encuentra por vez primera en Cicerón. Tam bién fue siempre infrecuente el perfecto con significado de pasado: "non illam vir prior attigerit” (Catón, 67, 20); “hoc dixerit potius Ennius” (Cic., De fin., 2, 41). “Themistocles nihil dixerit...” (id., De off., 1, 75); “qui ambo saltus eum... deduxerint” (Livio, 21, 38, 7). . Las gradaciones de tiempo se desarrollaron de modo más sis temático en las oraciones potenciales “irreales” (es decir, que ex presan algo contrario a los hechos). El indoeuropeo no poseía me dios específicos para la expresión de la “irrealidad”; el uso del presente, imperfecto y pluscuamperfecto de subjuntivo con los va lores respectivos de futuro, presente y pasado es una innovación latina que se corresponde con la serie establecida para la expresión 3. Dado que en este caso el sentido es “ supongamos que alguien pregunta” , podría considerarse el ejemplo como yusivo. Exactamente igual es “ atqui ali quis dicat” (“y supongamos que alguno dice” , Ter„ And., 640), con el que po demos comparar “ vendat aedes vir bonus” (“ supongamos que un hombre hon rado vende una casa” , Cic., De ofj., 3, 54). No deja de ser significativo con vistas a la interpretación yusiva el que el imperativo aparezca con valores similares (véase infra). El empleo que consideramos puede trasponerse también al pasa do: “ diceret «quid feci»” (“ supongamos que hubiera dicho...” , Ter., And. 138).
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de los deseos. En un primer momento, según hemos visto, el imper fecto se usó como pretérito. Su acceso al valor de presente se pro dujo por un proceso de reorganización en el que sirvió de contra peso al pluscuamperfecto de subjuntivo, raro en latín arcaico especialmente fuera de oraciones plenamente condicionales (véase infra). Bennet cita sólo dos ejemplos independientes en Plauto y seis en Terencio. El indicativo “irreal” En ciertos giros el indicativo aparece usado con valor irreal. Te nemos en primer lugar los modos retóricos de expresión que preten den dar vida a la descripción de un acontecimiento presentándolo como presente o como cumplido, previniendo lo aparentemente ine vitable por medio de circunstancias inesperadas: “praeclare viceramus, nisi spoliatum, inermem, fugientem Lepidus recepisset Antonium” (Cic., Ad jam., 12, 10, 3); “at ille... ferrum... deferebat in pectus, ni proximi prensam dextram vi attinuissent” (Tác., Ann., 1, 35). Cabe considerar también aquí el “solus eram, si non saevus adesset Amor” de Ovidio (Am., 1, 6 , 34). En otros casos la aparente contradicción inherente al indicativo irreal se explica por el alto grado de precisión del latín, porque cuando existe o ha existido una posibilidad, probabilidad, obliga ción o conveniencia, la afirmación que a ella se refiera va, con toda lógica, en indicativo: possum “soy capaz”, potui “fui capaz”, “pude”, etc. De ahí el empleo “irreal” del indicativo con verbos como pos sum, debeo, oportet, en frases como par, satius, melius est y con el gerundivo y el perifrástico futurus fuit “estuvo en condiciones de”. Por otra parte, si la posibilidad depende o ha dependido de una condición incumplida, resulta adecuado que la expresión asuma el colorido “irreal” del subjuntivo. No es preciso decir que esta sutil distinción lógica no se observaba con fidelidad. En la práctica, potui, etc., y potuissem, etc., se intercambiaban, siendo el subjuntivo más frecuente en la prosa clásica: “quid facere potuissem nisi cónsul fuissem?... cónsul esse qui potui nisi eum vitae cursum tenuissem” (Cic.). En el latín arcaico el uso de los tiempos es el lógico: satius est “sería mejor”; satius erat, fuit “habría sido mejor”. Sin embar go, en la época clásica ya se habla producido el mismo desplaza miento de referencia temporal que hemos observado en el subjun tivo “irreal” , satius erat pasó a significar “sería mejor”. Para el pasado, sin embargo, se prefirió el perfecto al pluscuamperfecto, par fuerat, aequum fuerat aparece en Plauto, y potuerat en Terencio, pero aun en la prosa ciceroniana potueram, debueram, oportuerat continuaron siendo raros.
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El imperativo Para la distinción entre el imperativo de presente y el de futuro véase “Morfología” (pp. 276 s.). El imperativo tiene un amplio campo significativo; se emplea para expresar órdenes, mandatos, deseos (bene ambula, “que te vaya bien”), ruegos, etc. Particular interés tiene su empleo para expresar una previsión o suposición: “ausculta, scies” (“escucha y sabrás”, Plauto, Asín., 350); “verbum etiam adde unum: iam in cerebro colaphos apstrudam tuo” (“di una palabra más y te romperé la ca beza”, id., Rud., 388 ); “modo sis veni huc: invenies infortunium” (“ven aquí y lo pasarás mal”, id., Amph., 286); cf. “lacesse: iam videbis furentem” (Cic., Tuse., 4, 54). Este empleo del imperativo para expresar una suposición apoya la interpretación de los subjuntivos del tipo aliquis dicat ( “supongamos que alguien dice”) como yusivos en lugar de como potenciales (véase supra).
L as
formas nominales del verbo
.El infinitivo Morfológicamente los infinitivos latinos son innovaciones que nada tienen en común con los infinitivos del griego, ni siquiera con los del osco-umbro y el céltico. Por tanto, los numerosos paralelis mos de uso existentes entre el latín y el griego tienen que deberse a desarrollos independientes. Los infinitivos latinos fueron en origen formas casuales de nombres verbales que se fueron despojando grá¿ dualmente de algunas de sus funciones nominales para ligarse más estrechamente al sistema verbal, adquiriendo en este proceso distin ciones morfológicas de tiempo y voz. En ciertos empleos latinos resulta todavía claro el carácter nominal: el infinitivo designa sim plemente la acción significada por la raíz verbal. Esto resulta espe cialmente claro en el llamado infinitivo histórico, que aparece cuan do una narración se delinea con pinceladas rápidas y amplias que dejan los detalles de persona y tiempo a merced del contexto. Estas frases nominales son un tipo primitivo de expresión del que ya Plauto hace escaso uso. No deja de ser significativo el hecho de que el infinitivo histórico sea frecuente en los historiadores arcaizantes, Salustio y Tácito, mientras que César tiende a evitarlo. La mayor parte de los ejemplos ciceronianos aparecen en los discursos de la primera época. Entre los más antiguos están: “consonat térra, clamorem utrimque ecferunt, imperator utrimque Iovi vota suscipere, hortari exercitum” (Plauto, Amph, 229); “circumstabant navem ven-
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ti, imbres atque procellae frangere malum, ruere antennas, scindere vela” (id., Trin., 836). Este último ejemplo bastaría para refutar la tan repetida afirmación de que el infinitivo histórico nunca tuvo valor aoristico, sino siempre el de imperfecto. De hecho tiene un valor neutro, y el tipo de acción (aspecto) queda determinado por el significado del verbo. El infinitivo, designando un acontecimiento, puede aparecer como exclamativo o imperativo según el contexto y el tono de la voz: “vae misero mihi: propter meum caput labores homini evenisse” (Plauto, Capt., 945); “huncine hominem te amplexari” (id., Truc., 953). El in finitivo se usa con valor de imperativo en bastantes lenguas indo europeas, pero en latín este empleo surgió de manera independien te a partir de la designación de la acción en tono de mandato. Es un rasgo esencialmente coloquial que no aparece en textos literarios hasta Valerio Flaco: “tu socios adhibere sacris” (3, 412). Abundan los ejemplos en la prosa de los autores vulgares, y el romance ha conservado este uso en prohibiciones. La presencia de esta construc ción en los escritores eclesiásticos puede ser considerada como uno más de los rasgos vulgares del latín cristiano, si bien no puede ex cluirse la influencia griega. La naturaleza sustantiva del infinitivo está puesta claramente de relieve por el uso de pronombres a él referidos: “tuom conferto amare” (Plauto, Cure., 28); “istuc nihil dolere” (Cic., Tuse., 3, 6 , 12); “me hoc ipsum nihil agere et plañe cessare delectat” (id., De or., 2, 24). Este tipo de infinitivo, que resultaba apropiado para traducir el infinitivo griego precedido del artículo, conoció cierta boga en los textos filosóficos. Que tenía un tono coloquial se desprende del hecho de que Cicerón lo emplea — por lo que mira a otra clase de escritos— fundamentalmente en sus cartas; es también frecuente en Petronio. El infinitivo sustantivado puede también ir regido por una preposición. El primer ejemplo se registra en Cicerón: “Ínter optime valere et gravissime aegrotare nihil interesse” (D e fin., 2, 43). En el latín clásico sus funciones nominales se ampliaron de tal manera que el infinitivo puede incluso aparecer determinado por un geni tivo (“cuius non dimicare vincere fuit”, Val. Max., 7, 3, 7) y por un adjetivo en lugar de un adverbio (“illud iners quidem, iucundum tamen nihil agere”, Plinio, Ep., 8 , 9, 1). El infinitivo como nombre verbal puede funcionar como sujeto,, predicado u objeto (complemento directo) de un verbo. Sujeto. “Petere honorem pro flagitio more flt” (Plauto, Trin., 1035); “quos omnes eadem cupere, eadem odisse, eadem metuere in unum coegit” (Salustio, J., 31, 14). En esta función de nominativo el infinitivo aparece las más de las veces como sujeto o compiemen-
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to de los verbos impersonales decet, libet, licet, oportet, piget, pudet, etc., y en giros como bonum est, aequom est, difficüe est, etc. Complemento. “Hic vereri perdidit” (“éste ha perdido la ver güenza”, Plauto, Bacch., 158); “Gallia duas res persequitur, rem militarem et argute loqui” (Catón, 9, 12 J .); “hoc volo, meam rem agere” (Plauto, Cure., 670). Esta clase de infinitivos aparecían con especial frecuencia como complemento directo de volo, y las influencias analó gicas extendieron esta construcción a un número creciente de verbos que significaban deseo y esfuerzo — y a sus contrarios— : cupio, studeo, cogito, experior, intendó, enitor, quaero, ardeo, etc.; nolo, dubito, cesso, vereor, omitto, etc. También possum resultó un núcleo importante que extendió su construcción a seto, calleo, valeo, etc. En estas construcciones el infinitivo va normalmente en presente. En la fraseología jurídica se encuentra a veces el perfecto: “neiquis eorum Bacanal habuise velet” (Sen. Cons. de Bacch.). El infinitivo con verbos de esfuerzo puede remontarse a las fun ciones casuales originarias del infinitivo. Éste es formalmente, según hemos visto, resultado de la evolución de antiguos dativos o locati vos, y ambos casos podían expresar finalidad. Este valor aparece claro en la expresión daré bibere, que es frecuente en todos los pe ríodos, si bien — hecho curioso— la correlativa daré edere, mandu care no aparece hasta el latín tardío. Los infinitivos con valor de finalidad son especialmente frecuentes en los textos coloquiales y poéticos con verbos de movimiento: “turbare qui huc it” (Plauto, Bacch., 354); “eamus visere” (Ter., Phorm., 102); “venerat aurum petere” (Plauto, Bacch., 631). La prosa clásica evita esta construc ción, si bien los poetas, a partir de Lucrecio, y los prosistas arcai zantes la emplean afectadamente como arcaísmo. Sobrevivió en la lengua coloquial y se conserva en romance. El infinitivo de finalidad se emplea también con los verbos cau sativos iubeo, cogo, moneo, subigo y otros verbos que signifiquen urgir, persuadir u obligar, si bien la prosa clásica prefirió usar con la mayoría de ellos el subjuntivo yusivo. Es de expresiones como iussit eum manere, en las que originariamente eum era el comple mento directo de iussit, de donde se cree que surgió la construc ción de infinitivo con acusativo, a través de un “desplazamiento relacional” : iussit: eum manere, interpretación en la que se consi dera eum como sujeto del infinitivo. La construcción se extendió paulatinamente al formarse cadenas o “circuios” analógicos (véanse pp. 283 s.) (postulo, dehortor, deceno, etc.). Alguna contribución se debió también a los verbos que llevan doble acusativo: “quanti istuc unum me coquinare perdoces?” (Plauto, Pseud., 874).
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El nominativo con infinitivo tras verbos de lengua y entendi miento no aparece en latín arcaico. Su introducción en el latín se debe enteramente a la influencia griega. El primer ejemplo cono cido aparece en Catulo: “phaselus ilie... ait fuisse navium celerrimus” (4, 1-2). En griego el infinitivo puede determinar también el sentido de un adjetivo (0ésiv apioxoc;). Esta construcción no aparece en Plauto excepto tras participios conectados con el verbo “ser”. Así, “animatust facere” (Truc., 966) es claramente sinónimo de vult, cupit facere, etc. Del mismo modo potens está estrechamente ligado a potest, y consuetus, insolitus, peritus a solet. Así, a través de estos procesos analógicos se proporcionaron unos cimientos indí genas a un giro más audaz que afectaron especialmente los poetas augústeos imitando al griego. El primer ejemplo helenizante pura mente adjetival es el “solvere nulli lentus” de Lucilio, en el que pue de sentirse todavía la influencia de piget. El infinitivo puede construirse también con nombres. En frases como “nünc adest occasio bene facta cumulare” (Plauto, Capí., 423) el infinitivo complementa a la expresión adest occasio ( = licet). Sin embargo, por un “desplazamiento relacional” llegó a estar regido por el nombre occasio; de ahí ejemplos como “ut haberent facultatem... pugnare” (César, Bell. Afr., 78, 4).
El gerundio y el gerundivo Como el latín no tenía artículo no podía hacer un uso tan flexi ble del infinitivo sustantivado como el griego. En su lugar empleó otra forma nominal del verbo que sirvió de caso oblicuo al infiniti vo: el gerundio. Así, mittere: mittendum, mittendi, mittendo. Todo a lo largo de la latinidad existieron severas restricciones al uso de este nombre verbal, y su empleo ha de ser considerado conjunta mente con el del morfológicamente similar adjetivo en -ndus. Sig nificaba éste “capaz de, propenso a, susceptible de, listo para” (m a tar, morir, surgir, rodar, etc.). En ciertos sentidos es difícilmente dis tinguible del participio de presente: secundus, oriundus, volvendus. Era en origen un adjetivo indiferente a la noción de voz, y, así, se daba tanto en verbos transitivos como en los intransitivos: pereun~ dus, placendus, caedendus. Sin embargo es, en su significación, pre dominantemente pasivo, si bien existen algunos ejemplos en que el adjetivo verbal tiene un valor muy próximo al del participio de futuro activo: “puppis pereunda est probe” (Plauto, Epid., 74). El significado de necesidad y obligación fue un desarrollo secundario surgido en ciertos contextos. Así, agnus caedundus significaba “cor dero apropiado para el sacrificio”, ahora bien, en el empleo predi
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cativo — agnus est caedundus— , del valor de “es apto para el sacri ficio” se pasó fácilmente al de “va a ser sacrificado, tiene que ser sacrificado”. En combinación con esse el gerundivo forma tiempos perifrásticos. El neutro se usa frecuentemente con valor impersonal (agendum est) y eventualmente puede llevar un complemento direc to en acusativo: “agitandumst vigilias” (Plauto, Trin., 859), cons trucción que se encuentra como arcaísmo en los autores posteriores (Lucrecio, Catulo, Virgilio; una vez en Cicerón). Sobre el gerundivo como participio de futuro pasivo véase supra p. 171. Por su carácter verbal el gerundio tenía capacidad intrínseca para llevar un complemento directo en acusativo, pero esta posibi lidad se ejercitó poco en la práctica. César sólo permite al gerundio regir un nombre en acusativo cuando va en genitivo. Cicerón admi te esta construcción también con gerundio en ablativo. Pero inclu so en estos casos se daba preferencia a la construcción de gerun divo, empleándose el gerundio por razones especiales (claridad, énfasis sobre la noción verbal y, tal vez, eufonía). En el latín arcai co el gerundio se empleaba con mayor profusión que el gerundivo, al que cedió gradualmente el terreno con el correr del tiempo. Hay, sin embargo, restos de una construcción más antigua en la que el nombre no está regido por el gerundio, sino que aparece en apo sición a él: “lueis das tuendi copiara” (Plauto, Ca.pt., 1008), donde el nombre copia (“oportunidad”) está determinado por dos geniti vos, lucís y tuendi, siendo el segundo una especie de epexegético, que da mayor precisión a la expresión: “oportunidad de luz, de verla”. Si el nombre fuera masculino o neutro (como en operis fruendi causa), cabría interpretar el gerundio como adjetivo verbal concer tado con el nombre. Algunos estudiosos han sugerido que la cons trucción de gerundivo se originó de este modo. Puede aducirse en apoyo de esta teoría ( 1 ) que el “gerundivo” aparece en latín arcai co como invariable frente a los pronombres personales, aun cuando éstos se refieran a personas del género femenino: “tui (fem .) videndi copiast” (Plauto, Truc., 370); (2) que el genitivo del gerundivo tiene en el latín arcaico un campo semántico reducido, encontrán doselo sobre todo con verbos de percepción y conocimiento, de buscar y obtener. Sin embargo, no puede haber duda respecto a la antigüedad del adjetivo verbal, secundas es tan antiguo que ha quedado totalmente aislado del verbo del que se formó; la cons trucción de gerundivo es frecuente en las antiguas plegarias que nos ha conservado Catón en su Ce agri cultura: “te hoc ferto ommovendo bonas preces precor” (134, 2), etc. Debe advertirse, sin embargo, que el uso atributivo del gerundivo está prácticamente limitado a los verbos que expresan aprobación o desaprobación: mirandus, expetendus, pudendas, miserandas, amandus, contemnen-
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dus, etc. El uso predicativo tras verbos de dar y tomar, pedir y ofre cer, y similares está todavía en sus comienzos en Plauto (“quos utendos dedi”, Asín., 444) , en tanto que la bien conocida construcción clásica con curo aparece por vez primera en Terencio. El acusativo del gerundio se emplea solamente con ciertas pre posiciones: sólo con ad en Plauto, aunque el latín clásico admite también in (no César), en tanto que Cicerón presenta ejemplos con ob en textos jurídicos, giro que aparece por vez primera en Catón. Hay ejemplos esporádicos de otras preposiciones: ante (Virg.), ínter (Ennio), propter (por vez primera en Varrón), circo (postclásico, por vez primera en Quintiliano). La construcción de gerundio se da con nombres ( “canes ad venandum”, Ter., And., 57), con adjetivos (“doctus... ad male faciendum”, Plauto, Epid., 378), y también con verbos (“quo conductus venio :: ad furandum quidem”, id., Pseud., 850). En latín arcaico no hay ningún ejemplo seguro de acusativo del gerundio rigiendo complemento directo. Varrón es el primero en aventurar esta construcción (“ad discernendum vocis verbi figu ras”, L. L., 9, 42), que en la literatura latina tardía de las traduccio nes resultó muy indicada para recoger la construcción griega de etq con infinitivo sustantivado por el artículo (ad sanandum eos = etq tó taoOai aüToúc;, san Lucas, 5, 17). El latín clásico, como el arcaico, empleó en este tipo de construcciones el gerundivo (“ad aquam praebendam”, Plauto, Amph., 669). El genitivo del gerundio en latín arcaico es siempre adnominal, y suele depender de un pequeño grupo de nombres abstractos: occasio, tempus, copia, causa, gratia, etc. (“non enim n.unc tibí dormitandi ñeque cunctandi copia est”, Plauto, Epid., 162). El latín clásico emplea el genitivo también con algunos nombres que desig nan agentes personales, tales como auctor, dux, artifex, etc. También ciertos adjetivos rigen el genitivo de estas formas nominales. Co mienza este uso con cupidus en Terencio — Plauto no ofrece ejem plo alguno— ; el repertorio se fue extendiendo gradualmente, aun que no en gran medida hasta la época postclásica. El genitivo del gerundio y del gerundivo puede indicar también finalidad. El ejemplo que se suele citar como más antiguo es “ne id adsentandi mage quam quo habeam gratum facere existumes” (Ter., Ad., 270), y a la vista de construcciones similares existentes en oseo y umbro suele atribuirse el giro al período “itálico”. Sin embargo, el ejemplo de Terencio no está libre de la sospecha de ser un anacoluto, y dado que la construcción aparece usada con amplitud sólo a partir de Salustio, es más probable que se trate de un desarrollo latino independiente. En res evertendae reipublicae, “cosas que implican la subversión de la república”, el genitivo tiene la función determinante que es normal en él. Usado predicativa
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mente (res evertendae reipublicae sunt) se aproxima mucho a un valor final como en el “quae res evertendae reipublicae sunt” de Cicerón (In Verr., 2, 132). Una vez establecidas las bases de un geni tivo de finalidad indigena, se mostró éste equivalente adecuado del genitivo griego del infinitivo sustantivado por el artículo con senti do final. Salustio lo introdujo en su prosa histórica — adviértase que no lo usan César ni Cicerón— , y fue imitado por Livio, Tácito y otros (“Aegyptum proficiscitur cognoscendae antiquitatis”, Tác., Ann., 2, 59). El dativo se emplea con valor final con ciertos verbos como studeo, operam do (“auscultando operam daré”, Plauto, Amph., 1006) y ciertos adjetivos como natus, optimus, firmus, etc. En este caso el gerundivo predomina sobre el gerundio, que raramente se en cuentra. Plauto emplea el gerundio con- un complemento directo (“hominem investigando operam... dabo”, Mil., 260), pero en Cice rón aparece solamente en la fraseología jurídica tradicional (scribendo adesse, solvendo non esse); César no presenta ejemplo algu no. Incluso el gerundivo continuó siendo' relativamente escaso hasta que Livio y Tácito, imitando a los poetas, ampliaron grandemente el número de adjetivos que llevaban esta construcción (intentus, promptus, exiguus, levis, etc.). El empleo del ablativo en el latín arcaico está prácticamente li mitado al instrumental, siendo más frecuente el gerundio que el ge rundivo ("legiones... vi pugnando cepimus”, Plauto, Amph., 414). Con verbos que indican superioridad el instrumental se interfiere con el ablativo de referencia (“mendicum... mendicando vincere”, id,. Bacch., 514, de donde ejemplos más libres como “astu et fallendo callet”, Accio, fr. 475 W ). El valor instrumental es en ocasiones tan leve que el gerundio puede expresar simplemente acción concomi tante. Ejemplos claros hay pocos en el latín arcaico (“hic expectando obdurui”, Plauto, Truc., 916) e incluso en Cicerón. Este empleo no se asentó firmemente hasta Salustio y los escritores del Imperio, y acabó por funcionar como equivalente del participio de presente: “novi cónsules populando usque ad moenia pervenerunt” ( L i v i o , 8, 17, 1); “exturbabant agris, captivos s e r v o s appellando” (Tác., Ann., 14, 31, 2). En la lengua coloquial ganó terreno este uso, y funcionan do como participio es el único modo en que el gerundio ha sobre vivido en las lenguas romances. El ablativo del gerundio y del gerundivo puede ir regido por pre posiciones. Las más frecuentes son in y de, empleadas por Plauto y admitidas por César. Cicerón usa también ex, pro (éstas también en Plauto) y ab, que aparece por primera vez en Catón. El gerun dio en este caso lleva frecuentemente un complemento directo en el latín arcaico, pero el latín clásico muestra mayor reserva. Los
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poetas, Salustio y Tácito son menos estrictos y en el latin tardío se llega a la plena libertad. Es muy poco frecuente que un ablativo de gerundio con preposición lleve complemento directo. El primer ejemplo es el “in supponendo ova” de Varrón (R. R., 3, 9, 12).
Los supinos Los supinos son restos de abstractos verbales en -tus (véase p. 279). El supino “activo” (primero) es el acusativo empleado para expresar fln o intención de la acción, especialmente tras verbos de movimiento: “comissatum ibo” (Plauto, Most., 317); “abiit ambulatum” (id., M il, 251). A partir de los verbos que significaban “en viar” y similares se tendió fácilmente una conexión analógica con el grupo “dar”, “tomar”, que formó así un segundo foco de empleo: “nuptum... daret” (id., Aul., 27); “nuptum conlocet” (id., Trin., 735); “coctum ego, non vapulatum, dudum conductus fui” (id., Aul., 457). Estos usos persisten en los autores arcaizantes, pero los puristas clásicos se muestran más reservados; Cicerón apenas se aventura más allá de expresiones comunes como cubitum iré, que se conservó también en la lengua hablada hasta la tarda latinidad. Este supino en el latín arcaico puede llevar un complemento directo (“it petitum... gratiam”, Plauto, Aul., 247), y no faltan ejemplos en los autores posteriores, incluidos César y Cicerón. Con el verbo eo el supino forma una conjugación perifrástica que proporciona el infi nitivo de futuro pasivo en -tum iri, rellenando así una laguna del sis tema verbal latino; era, sin embargo, una forma relativamente rara. La morfología del llamado supino segundo (“pasivo”) es ambi gua (véase p. 279). Ciertos empleos corresponden claramente al abla tivo: “primus cubitu surgat” (Catón, Agr., 5, 5); “ita dictu opus est” (Ter., H. T., 941). Otros, en cambio, se explican mejor como dativos: “hoc mihi factust optumum” (Plauto, Aul., 582); “dictu facilius” (Ter., Phor., 300). No deja de ser significativa la forma -tui que aparece una vez en Plauto: “istaec lepida sunt memoratui” (Bacch., 62). De todos modos es posible interpretar la forma en -tu como ablativo de referencia.
Los participios Los participios son partes de la oración que “participan” a un tiempo de la naturaleza del verbo y de la del nombre. La denomina ción, por tanto, sería estrictamente aplicable también a las formas nominales ya examinadas. Sin embargo, se la emplea específicamen
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te con referencia a una serie de adjetivos verbales más estrecha mente ligados al sistema verbal de la conjugación. De los partici pios indoeuropeos sólo el de presente activo sobrevivió en latín, y aun éste con escasas funciones verbales en la época arcaica. Para el perfecto el latín, como el oseo y el umbro, utilizó como participio el adjetivo verbal en -ío-, pero no llegó a poseer una forma activa correlativa. El participio de futuro en -turus es una creación latina (véase p. 280). El participio de presente. En el latín arcaico estaba práctica mente limitado a funciones adjetivales, apareciendo sobre todo en nominativo: vigilans “despierto”, maerens “dolido”, sedens “senta do”, sapiens, intellegens, cupiens, etc. Esta situación se mantiene todo a lo largo de la latinidad coloquial, y en romance los partici pios de presente sobreviven sólo como adjetivos. Sobre el desarro llo gradual de las construcciones participiales en la lengua literaria véase p. 135. Estos adjetivos pueden emplearse sustantivalmente, pero este uso es raro en el nominativo singular hasta la época de Séneca. Ejem plos tempranos son: “quot amans (“un amante”) exemplis ludiflcetur” (Plauto, Truc., 26); “stulto intellegens quid ínter est” (Ter., Eun., 232). Como adjetivos se emplean también predicativamente con esse en una especie de conjugación perifrástica que pone el acento sobre el aspecto durativo: “tu ut sis sciens” (Plauto, Poen., 1038); cf, “utei scientes esetis” (Sen. Cons. de Bacch.); “te carens dum hic fui” (Plauto, Capt., 925). Como adjetivo, el “participio de presente” en un principio des cribía simplemente las circunstancias en que el sujeto — y menos frecuentemente el complemento— del verbo principal se hallaba. Como tal no hacia referencia explícita al tiempo ni a relación lógica alguna, que debía deducirse del contexto. En la mayor parte de los casos se refiere a un acontecimiento o estado simultáneo, aunque ocasionalmente, especialmente con verbos de llegar y partir, el par ticipio hace referencia al pasado: “puerum servos surpuit eumque hiñe profugiens vendidit” (Plauto, Capt., 8 s.). Ejemplos de este tipo se encuentran también en Cicerón y Salustio, si bien el partici pio de presente no se uso libremente en este sentido hasta Livio y, ya más, desde Tácito. En el latín tardío se reveló como un buen sustituto del participio de perfecto activo que el latín no poseía. En ciertos contextos se hace necesario suponer una referencia de tipo futuro-final: “dicto me emit audientem, haud imperatorem sibi” (Plauto, Men., 444); “missitare supplicantis legatos” (Salustio, Jug., 31, 1). Otras relaciones lógicas (causal, modal, concesiva, con dicional, etc.) quedaron sin expresión en el latín arcaico. Hasta la
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época clásica no encontramos el participio de presente acompaña do de partículas como quamquam, etsi, ut, etc., desarrollo del que no se puede excluir la influencia de modelos griegos como k o c í t t e p , <£>c;, ÜT8, etc. El participio de futuro se desarrolló a partir de un adjetivo que significaba “apto para, que va a, que está a punto de” . En latín ar caico sólo se lo encuentra con esse, formando un futuro perifrástico: “quid nunc es facturus” (Plauto, Bacch., 716); “immortalis est, vivit vícturaque est” (id., Trin., 55). La liberación del participio de fu turo de esta estrecha asociación con esse y su empleo atributivo como adjetivo fueron el resultado de un largo y lento proceso. To davía Cicerón emplea en ese modo solamente futurus y venturus (una vez); la emancipación fue en gran medida obra de Virgilio y Ovidio, por lo que mira a la poesía, y de Livio, para la prosa. El ejemplo más antiguo de empleo predicativo es de Gayo Graco ( “qui prodeunt dissuasuri”) , si bien el texto no está libre de sospecha. Si gue luego Cicerón con “Servilius adest de te sententiam laturus” (In Verr., 2, 1, 56). La libertad de uso aumenta con Virgilio y Livio. El participio de perfecto. Los adjetivos verbales en -t o - denotan cualidades o estados duraderos: tacitus, doctus, scitus. Por ello fue ron atraídos a la órbita del perfecto. En origen eran indiferentes a la noción de voz y ello puede verse todavía en formas “activas” como potus, pransus, cenatus, adultus, nupta, iuratus, lautus, etc. Este ad jetivo verbal tampoco se refería en origen a acontecimientos pasa dos. La referencia al presente es frecuente en el caso de los verbos deponentes: “qui complexus cum Alcumena cubat” (Plauto, Amph., 290). Ahora bien, el estado presente implica acontecimientos pasa dos, y el sistema latino del perfecto tenía este doble valor de refe rencia. Fue así como el participio de perfecto llegó a usarse prefe rentemente para referirse a acontecimientos que habían tenido lugar con anterioridad al significado por el verbo principal: “acceptae bene... eximus” (Plauto, Cas., 855). Ciertos ejemplos tienen un valor temporal ambiguo debido a la naturaleza de la acción verbal; así, en “coactus legibus eam uxorem ducet” (Ter., And., 780) la coerción legal es una circunstancia concomitante con la acción principal. A partir de ejemplos de este tipo conoció el valor indicado un cierto desarrollo en el latín del Imperio, de modo que el participio de per fecto llegó a convertirse en sustituto del participio de presente pa sivo que el latín no tenia: “quo saepe modo obsessi in obsidentes eruperunt” (Livio, 9, 4, 9); “servum sub furca caesum medio egerat circo” (id., 2, 36, 1); “prae se actam praedam ostentantes” (id., 23, 1, 6).
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Al igual que los participios de presente y de futuro, el adjetivo en -t o - se combina con esse para formar un tiempo perifrástico: el perfecto pasivo del tipo ille est oneratus. En acusativo se lo em plea predicativamente con verbos de carácter vario, especialmente causativos: “missum fació Teresiam senem” (Plauto, Amph., 1145); “tam frictum ego illum reddam” (id., Bacch., 767); “factum et curatum dabo” (id., Cas., 439). habere aparece frecuentemente acompa ñado del participio en una expresión que supone toda su plenitud semántica: “abstrusam habebam” (“la mantenía escondida”, plau to, Mere., 360); “domitos habere... oculos” (id., Mil., 564). En otras ocasiones estos giros resultan prácticamente equivalentes al perfec to-presente: “hasce aedis conductas habet” (id., Cist., 319). Sobre la sustitución del perfecto-presente por esta perífrasis en romance, véanse pp. 171 s.
La
oración compleja
La oración compleja es un desarrollo relativamente reciente en la historia lingüística. En un estadio primitivo no había sino mera yuxtaposición de frases independientes, sin indicación explícita de su relación lógica. Esta simple yuxtaposición es conocida por los gramáticos con el nombre de parataxis: Está bien; que venga. En un período de este tipo la ausencia de pausa entre las dos partes es sufi ciente para hacer del complejo un todo fundido e indicar la subor dinación de la segunda parte a la primera. Será conveniente, sin embargo, emplear el término parataxis también para referirse a las frases en que no existe conjunción como indicador explícito de su bordinación. Quedan en latín numerosos restos de este mecanismo primitivo de la parataxis sintáctica. En velim facias, por ejemplo, simplemente se yuxtaponen un subjuntivo potencial, velim, y un facías yusivo; cf. fac fidelis sis; sine amet; laceas oportet; licet abeas; servos iube hunc ad me ferant. Ahora bien, los yusivos y optativos iban frecuentemente acompañados por un u t(i) adverbial, que en origen significaba “de algún modo” (en ocasiones también por qui, instrumental “por algún medio” : efficite qui detur tibí “haced que se te dé por algún medio”). Esta partícula uti, al convertirse en habitual, perdió su pleno sentido y se redujo a la conjunción ut, que acabó por “regir” al subjuntivo. Este caso puede servir como ejemplo que resume el desarrollo de las oraciones subordinadas en latín. Se sigue de esto que en un tiempo los modos de tales oraciones tuvieron las mismas funciones que hemos examinado al tratar de las oraciones independientes. [N ota 50.] Así, en las interrogaciones indirectas el latin arcaico mantiene aún en gran medida la distin-
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ción entre el subjuntivo deliberativo y el indicativo (real). En mu chas situaciones, sin embargo, ambos modos de expresión resultaban posibles, y se fue así a una gradual neutralización de la distinción. La asociación de la interrogación subordinante con el subjuntivo — originalmente deliberativo— se hizo habitual, de modo que el pro nombre interrogativo introductorio pasó a “regir” el subjuntivo, proceso análogo al de la evolución de los adverbios originariamente independientes hacia preposiciones “regentes” de casos. A este fe nómeno lo llamaremos “habituación”. Con el transcurso del tiempo estas habituaciones dieron lugar a series de conjunciones semánti camente equivalentes con construcciones diferentes: quamquam con indicativo y quamvis con el subjuntivo “concesivo”. Sin embar go, las expresiones semánticamente equivalentes tienden a asimilar se, y así quamquam cedió en ocasiones a la influencia de quamvis y de otras conjunciones concesivas y llegó a “regir” subjuntivo. Las mismas tendencias actuaron en los demás tipos de oraciones subordinadas hasta que los valores originalmente distintivos del subjuntivo se neutralizaron y se convirtió en simple modo de la subordinación; de ahí sus nombres latinos de subiunctivus y coniunctivus. Al seguir las líneas maestras de esta evolución empezaremos con algunos casos claros ( 1 ) de subjuntivo volitivo-optativo, y ( 2 ) de subjuntivo prospectivo-potencial. Luego, teniendo en cuenta los fe nómenos de habituación y rección, será conveniente estudiar los valores de las diversas conjugaciones y examinar sus interacciones bajo la rúbrica de “equivalencia funcional” .
Subjuntivo volitivo El subjuntivo yusivo se observa con la mayor claridad, natural mente, en las órdenes indirectas. Se lo encuentra no sólo con verbos de ordenar, sino también con los de aconsejar, rogar, permitir, pro yectar, y otras expresiones verbales relacionadas: “lex est ut orbae nubant” (Ter.); “optumum est ut loces” (Plauto); “opus est ut lavem” (id.); “fac Amphitruonem ut abigas” (Id.); “feci ut fierent” (Ter.); “venit in mentem mihi argentum ut petam” (Plauto). La ne gación es ne, como en las correspondientes construcciones indepen dientes (en ocasiones también ut ne). Muy próximo al subjuntivo yusivo con verbos de proyectar y procurar (efficto ut, curo ut, etc.) está el subjuntivo de las expre siones de finalidad. Suelen ir éstas introducidas por ut (n e ): “me praemisit ut haec nuntiem” (Plauto); “sérvate istum... ne quoquam pedem referat” (id.).
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El subjuntivo de las oraciones consecutivas tiene orígenes diver sos. Asi, en “ut mentiar nullius patrimonium tanti fació” (Petronio) se ve todavía el que hemos llamado subjuntivo de repudio: “¡decir yo una mentira!”. Por otra parte, un yusivo con efficio ut se exten dió de modo natural al perfecto ita effectum est ut..., expresión equivalente a varias otras, como evenit ut, accidit ut: “evenit ut praeda onustus cederem” (Plauto). Con verbos de querer y procu rar, especialmente si van acompañados de un correlativo, es difícil distinguir entre finalidad y consecuencia: “sic in timorem dabo ut teneat”, donde el subjuntivo puede ser volitivo o tal vez prospectivo. En “ita te ornatum amittam ut te non noveris” (Plauto) el subjun tivo es potencial. Fue en contextos como éste en los que se estable ció el hábito de construir ut con subjuntivo para extenderse luego incluso a la expresión de una consecuencia actual. Esta habituación se produjo en latín en época anterior a la de los primeros textos, de modo que el latín histórico ya no podía hacer la distinción, posi ble en griego, entre consecuencia actual y potencial. El subjuntivo yusivo podía emplearse en sentido estipulativo: “veniat quando volt atque ita: ne mihi sit mora” ( “que venga cuan do quiera con esta condición: que no me haga esperar”, Plauto); cf. “duae condiciones sunt: vel ut aurum perdas vel ut amator perierit” (id.). Estrechamente relacionados con los usos estipulativos (“con tal que”) están los concesivos (“aunque”) del subjuntivo volitivo-optativo. Este tipo se encuentra aún con poca frecuencia en latín arcaico en oraciones subordinadas (“licet laudem Fortunam: tamen ut ne Salutem culpem”, Plauto, y “sint sane superbi: quid id ad nos attinet”, Catón, son aún claramente paratácticos); la conjun ción “factótum” ut no introduce oraciones concesivas hasta Terencio: “iam in hac re, ut taceam, quoivis facile scitu est”.
El subjuntivo optativo Este valor se percibe claramente en frases como las que siguen: “eveniant volo tibi quae optas”; “ut ille te videat volo”; “quaeso ut. tua sors effugerit” (Plauto). Es también éste el origen de la cons trucción con verbos de temor, dado que metuo ne redeat se anali za fácilmente como “tengo miedo; ¡qué no venga!” cf. “metuo ne techinae perierint” (Plauto). Se sigue de ahí que el equivalente la tino de “temo que no vuelva el maestro” toma la forma “tengo mie do; ¡que vuelva el maestro!” : metuo ut erus redeat. Ésta es la for ma normal en latín arcaico: “vereor ut placari possit” (Ter.).; cf. “id pavés ne ducas: tu autem ut ducas” (“tú tienes miedo de casar
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te; tú, en cambio, de no casarte”, id .). Cicerón, sin embargo, prefiere ne non a ut. El subjuntivo en ciertas prótasis de períodos condicionales es también optativo en su origen. Ello puede verse en ejemplos para tácticos como el siguiente: “virum me natam vellem: ego ostenderem” (“hubiera yo nacido hombre: ya les enseñaría...”, Ter.). Otros casos pueden remontarse al empleo del yusivo en hipótesis (véase p. 312): “prosit obsit, nil vident nisi quod lubet”. A estas suposicio nes y deseos servía de partícula introductoria el locativo del demos trativo so-, es decir, s i (c ): “sic: gladium quis apud te sana mente deposuerit, repetat insaniens, reddere peccatum sit” (“tomemos este caso:. supongamos que un hombre lia depositado... supongamos que lo reclama... sería un error...”, Cic.); cf. “meam rem non cures: sic recte facías” (Plauto), y la antigua fórmula citada por Livio (10, 19, 17): “Bellona, si hodie nobis victoriam duis, ast ego templum tibi vqveo”. Otras prótasis son derivables de subjuntivos prospectivo-potenciales; así, “si sapias, eas ac decumbas domi” (Plauto) se resuelve sencillamente en “así obrarás con prudencia: vete a casa y acuéstate”. En el latín arcaico, según hemos visto ya, el presente de subjun tivo podía referirse tanto al futuro como al presente: (futuro) si neget, amittat; si sciat, suscenseat; (presente) si sit domi, dicam tibi; si habeat aurum, faciat; si nunc habeas quod des (Plauto). El imperfecto, por su parte, podía referirse al pasado: “si esset unde fieret, faceremus” (Ter.); “ni vellent, non fieret” (“si no hubieran querido no se hubiera hecho”, Plauto). Hay supervivencias de este estado de cosas incluso en el latín clásico. Sin embargo, la reorga nización por la que el presente de subjuntivo queda destinado a la referencia al futuro, el imperfecto al presente y el pluscuamperfec to al pasado había comenzado ya en la época arcaica: “si equos esses, esses indomabilis” (Plauto); “si appellasses, respondisset” (id.). Fue como consecuencia de esta reorganización de las referencias temporales de los diversos tiempos del subjuntivo como este modo adquirió su nuevo valor “irreal” apto para la expresión de supo siciones “contrarias a la realidad”. Una serie tan sutil de distincio nes establecida en el disciplinado marco de la lengua literaria a du ras penas podía mantenerse viva en el habla popular. Plauto vacila incluso en el seno de una misma frase (“compellarem ni metuam”), y el mismo uso clásico no es tan consistente como indican las gra máticas escolares, pues el presente de subjuntivo hace a menudo referencia al presente y el imperfecto al pasado: “si ego cuperem ille vel plures [dies] fuisset” (“si yo hubiera querido...”, Cic.). En latín tardío, según ya se ha señalado, el pluscuamperfecto de subjuntivp suplantó paulatinamente al imperfecto.
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Del empleo del indicativo en ciertos tipos de expresiones “poten ciales” hemos hablado ya (p. 313). Tenemos, además, los numerosos cambios de modo de presentación dentro de una y la misma frase como resultado de las llamadas condicionales mixtas: “ni hebes machaera foret, uno ictu occideras” (Plauto); “praeclare viceramus nisi... fugientem Lepidus recepisset” (Cic.), “perieramus si magistratus esset” (Sén.). Esta clase de expresiones se hicieron habitua les en el latín tardío, con el resultado de que el imperfecto y el pluscuamperfecto de indicativo tendieron a suplantar al subjuntivo en las apódosis irreales.
L as - c o n j u n c i o n e s El primer paso en la evolución de las conjunciones se había dado ya en época indoeuropea. En frases como he visto a los pastores: ellos estaban apacentando sus rebaños, este ellos “reasuntivo” se ex presaba por medio del pronombre “anafórico” *¿- (lat. is), a partir del cual se había formado un tema relativo *yo- (gr. og). En latín, sin embargo, había abandonado esta forma del relativo y, como el germánico, formó una serie nueva a partir del tema interrogativoindeflnido qui-, quo-, etc. (véanse pp. 258 s.). A partir de este tema interrogativo-relativo se formaron la mayor parte de las conjuncio nes latinas: quod, quia, quam, quando, quoniam, quom (cu m ), quamvis, quamquam, ubi, ut (para la morfología de las dos últimas véase p. 281). La oración de relativo representaba dentro de las subordi nadas el tipo más libre de conexión, siendo poco más que el tipo coordinado “y éstos...”. Consecuentemente los modos y tiempos de estas subordinadas tenían en origen los mismos valores que en fra ses plenamente independientes. De ahí que encontremos oraciones de relativo consecutivas, adversativas, causales y condicionales. Pi ñales, con un subjuntivo volitivo, son las que corresponden al bien conocido modelo legatos miserunt qui pacem peterent: “gubernatorem arcessat qui nobiscum prandeat” (Plauto); “perfodi parietem qua commeatus esset” (id.); “eme lanam unde pallium conñciatur” (id.). Debe notarse, sin embargo, que muchos de los ejemplos que a menudo se colocan en este apartado son susceptibles de una inter pretación diferente: “eam [rem ] narrabo und’ tu pergrande lucrum facias” es una oración “genérica” (véase infra) en la que el modo mejor de traducir el subjuntivo sería “puedes sacar” (potencial), más bien que “procura sacar” (yusivo). El subjuntivo de las llamadas oraciones de relativo “genéricas”, que se suele clasificar entre los usos “consecutivos”, es claramente
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potencial en su origen: “consilium dederim quod laudetis”; “ecquis est qui possit”; “quid est quod me velis”; “pauci sunt qui certi sient”; “mihi adsunt testes qui adsentiant”; “conclave dedit quo nemo inferret pedem”; “numquam hominem conveni unde abierim lubentius”; “nihil est quo me recipiam” (todos de Plauto). El subjuntivo de las oraciones causales de relativo puede haberse desarrollado a partir de los usos descriptivos (genéricos): “ego inscitus [sum ] qui postulem”; “sanus tu non es qui furem me voces”; “ego stultior qui credam”; “ebriast quae compellet me”, etc. (Plau to). Sin embargo, en muchos de estos ejemplos podemos captar un tono de protesta que recuerda al subjuntivo “de repudio” (véase p. 309): “ ¡estás loco: llamarme a mí ladrón!”. En este tipo de ex presiones el uso fluctúa tanto en el latín arcaico como en el clásico: “sed sumne ego stultus qui rem curo publicam” (Plauto); “nos quidem contemnendi qui actorem odimus” (Cic.). Estas oraciones de relativo pueden estar precedidas por quippe, que fue en origen una interrogación de tipo interjectivo *quid pe? “¿por qué?”, según se ve todavía en: “a te quidem apte. quippe? habes enim a rhetoribus” (Cic., De fin., 4, 7). En latín arcaico quippe qui se construye con indicativo en la mayor parte de los casos, pero el subjuntivo es de regla en el latín clásico. Un ejemplo que muestra todavía con claridad el carácter interjeccional de quippe es “«Convivía cum patre non inibat»: quippe qui ne in oppidum quidem nisi perraro veniret” (“... ¿cómo podría él que...”, Cic., Rose. Am., 18, 52). Nos quedan ahora por estudiar las conjunciones surgidas del tema del relativo-interrogativo. quod, quia Las diversas funciones asumidas por quod en la sintaxis latina provienen de frases relativas en las que el neutro singular del pro nombre relativo funcionaba como sujeto o complemento directo. Así, en “quod male feci, crucior” (Plauto), aunque quod es clara mente el objeto interno de feci y un id correlativo podía suplirse fácilmente con crucior, la frase se desliza sin esfuerzo hacia una in terpretación causal, “porque he hecho mal”. Lo mismo ocurre con el genérico “quid sit id quod sollicitere ad hunc modum?” (Ter.), “¿cuál es la razón por la que...”. Tal fue el origen de quod como conjunción causal. La distinción de modos, que ha de explicarse como en las demás oraciones de relativo (véase supra), se neutrali zó en época tardía. A partir de otros contextos en que el valor relativo de quod está todavía claro (“gnatus quod se assimulat laetum, id dicis”, Plauto; “adde huc quod caelestum pater prodigium misit”, Accio; “mitte id
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quod scio”, Ter.; “istuc times quod ille operam amico dat”, id.), llegó a emplearse quod para introducir oraciones completivas con verbos de entendimiento, lengua, sentido, etc.: “scio iam filius quod amet”, Plauto, Asín., 52. En “id iam lucrum est quod vivís” la ora ción de relativo es equivalente a “el hecho de que estés vivo”. En “ego quod mala sum, matris opera mala sum” (Plauto), “en cuanto al hecho de que...” pasa imperceptiblemente a “si yo soy mala...”. El similar “quod dicat allatam epistulam” “en cuanto a lo que dice...” (id., Asín., 761) equivale en su contexto a “aunque”. Por medio de múltiples procesos de este tipo quod acabó por convertirse con el paso del tiempo en conjunción universal, en un signo desvaído de subordinación como nuestro que. quia es en origen el plural neutro del interrogativo: cf. quianam “¿por qué?”. Adquirió valor de conjunción causal a partir de su empleo en interrogaciones interjeccionales: “discrucior animi. quia? abeundumst” “mi ánimo está atormentado. ¿Por qué? Tengo que partir” (cf. el origen del fr. car a partir de un quare ínterjeccional). En el latín arcaico quia es más frecuente como conjunción causal que quod, que, sin embargo, es preferido por los autores clásicos. De todos modos quia volvió a ganar popularidad en el latín tardío. quia es paralelo a quod también en otras funciones: “at nos pudet quia cum catenis sumus” (Plauto), “nos da vergüenza estar con cadenas”, cf. “istuc acerbumst quia ero carendumst” (id.), “id doles quia non colunt” (id .). El empleo de quia como introductor de ora ciones completivas con verbos de entendimiento, lengua y sentido surge en época mucho más tardía que el correspondiente de quod: no se lo encuentra hasta la época de Petronio. cum (quom ) Esta conjunción era en su origen el acusativo de singular mascu lino del tema del relativo, según puede verse todavía en expresiones correlativas como tum... cum, eo tempore cum. También desarrolló una serie de valores (causal, concesivo) al margen del originario, que era el temporal; pero en Plauto lleva siempre indicativo sea cual sea su valor. La construcción con indicativo se mantuvo hasta la época clásica con cum temporal cuando éste era claramente rela tivo (ya con un antecedente expreso como tum, etc., ya sin é l), in cluidas oraciones de conexión relativa tan laxa como las llamadas de cum inversum y las del tipo cum interea: “plus triginta annis natus sum quom interea loci numquam quicquam facinus feci peius” (Plauto, Men., 446-7). El subjuntivo empezó a usarse en contextos causales y concesivos. El origen de su irrupción en las oraciones cir cunstanciales del tipo “cuando” está sumido en la oscuridad, si bien
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merece cierto crédito la teoría de que el subjuntivo de estas ora ciones es análogo al de las oraciones genéricas de relativo: “en un tiempo en que...” como opuesto a “en el tiempo en que...”. El pri mer ejemplo aparece en Terencio: “magistratus quom ibi adesset, occeptast agi” (“una vez que apareció el magistrado...”, Eun., 22), y hacia el final de la República ya estaba establecido el canon clásico según el cual el cum “cuando” lleva imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo, salvo cuando es claramente relativo. Sin embargo, se encuentran excepciones a esta regla aun en los principales autores: “accepit agrum temporibus eis cum iacerent pretia” (Cic., Q. Rose., 33); “ñeque enim, si tibi tum cum peteres consulatum studui, nunc cum Murenam ipsum petas adiutor eodem pacto esse debeo” (id., Mur., 3, 8 ); “fuit antea tempus cum Germanos Galli virtute superarent” (César). El análisis puede entrever aquí un sentido genérico; el hecho es que en las construcciones de cum, como en todas las de más, el subjuntivo de subordinación fue invadiendo el terreno del indicativo real y que incluso en la época clásica el uso es fluctuante. áum Aunque la etimología de esta conjunción es oscura, su sentido ori ginal parece haber sido el de “un momento” (posiblemente conecta do con durare); así, manedum “espera un momento”, ínterdum, “a veces”, “entre dos momentos”, nondum “aún no, no es el momento”. A partir de este valor amplió su campo para significar “mientras” y “hasta que”. No deja de ser curioso que el ing. till (“hasta que”) derive también de una palabra que, en germánico, significaba “tiem po”. El “mientras”, “durante el tiempo que” puramente temporal no precisa de amplio comentario. Puede suponerse que se originó en usos correlativos como “sie virgo, dum intacta manet, dum cara suis est” (Catulo). En expresiones del tipo “durante el tiempo en que tal acontecimiento estaba teniendo lugar ocurrió tal cosa” se empleaba un presente durativo atemporal en la oración de dum, aunque ésta se refiriera al pasado. Sin embargo, el imperfecto, que es más lógico, aparece una vez en un discurso de la primera época de Cicerón (Rose. Am., 32, 91), y se hace más frecuente en los autores posteriores. La equivalencia funcional de dum con el cum historicum acabó por llevarlo a la construcción con subjuntivo, especial mente en Livio y prosistas posteriores. También encontramos oraciones finales introducidas por dum. Este valor puede haberse originado en yuxtaposiciones como mane dum: scribam “espera un momento, voy a escribir”, desde donde era fácil el tránsito al sentido final: “espera a (para) que,escriba”.
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Este valor se encuentra ya a partir de la época arcaica: “observavit dum dormitarent canes” (P lau to): “opperiar erum dum veniat” (id .). Finalmente, encontramos dum con subjuntivo estipulativo en el sentido de “con tal que, mientras” : oderint dum metuant “que me odien con tal que me teman”. Tenemos ejemplos desde el latín ar caico: “me etiam vende dum saturum vendas” (Plauto); “quid mea refert dum mihi recte serviant” (id .). Una conjunción de valor simi lar. es modo = “con la condición de que” : “scies modo ut tacere possis” (Ter.). Ambas conjunciones pueden aparecer combinadas: “absit dum modo laude parta domum recipiat se” (Plauto). El sentido “terminativo” de dum, “hasta que”, correspondía más propiamente a doñee. En latín arcaico esta conjunción se emplea raramente con subjuntivo, y los puristas clásicos tienden a evitarla totalmente. Los prosistas augústeos y los posteriores, sin embargo, muestran preferencia por doñee frente a dum y lo emplean con sub juntivo. La parcial equivalencia funcional con dum llevó al empleo de doñee con el sentido de “en la medida en que” (Lucrecio, augús teos y poesía y prosa posteriores). El modo empleado para la signi ficación de este valor fue el indicativo. Sobre el subjuntivo iterativo véase infra. quam (tamquam, quasi, priusquam, antequam) quam es un caso del tema interrogativo-relativo que significa “de qué modo”, “hasta qué grado”. Como relativo se le empleaba junto con su correlativo tam, sacado de un tema demostrativo: “tana ille apud nos servit quam ego apud te servio” (Plauto). Luego llegó a omitirse el tam antecedente: “non pisces expeto quam tui ser monis sum indigens” (Plauto). Estando coordinados los dos miembros de la comparación, quam “regía”, como era natural, el mismo modo que su antecedente: “tam duim quam perduim”. tam... quam acabó formando una única conjunción: tamquam, especializada en la introducción de comparaciones supuestas, “como si...”. En los ejemplos más antiguos el subjuntivo es claramente yu sivo: “inde tamquam restim tractes facito”; “facito tamquam faex fiat” (Catón). Con este valor, tamquam competía con quasi ( = quam si), siendo usado el primero por Cicerón, pero no por César. A par tir del significado “como si” tamquam (y menos frecuentemente quasi) desarrolló un valor causal en la expresión del pretexto con verbos de acusar, sostener y temer. E primer ejemplo aparece en Livio: “plus ira... valebat quia non ut hostibus modo sed tamquam indomitae et insociabili genti suscensebat” (37, 1, 4). En una frase como hic tam beatus est quam ille el sentido de tam beatus podía igualmente expresarse por medio de non beatior.
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Puede presumirse que íue por medio de la sustitución por expresio nes equivalentes (“contaminación”) — a partir de expresiones nega tivas— como llegó a emplearse con comparativos el quam (“como”) ilógico. Sea cual sea su origen, se trata de un uso bien establecido en el latín arcaico con comparativos tanto de adjetivos como de adverbios: “hau magis cupis quam ego te cupio”; “citius abeunt quam in cursu rotula circumvortitur” (Plauto). También aquí apa rece el mismo modo en los dos miembros de la comparación. Ejem plos de subjuntivo son: “plus viderem quam deceret”; “hercle aufugerim potius quam redeam”; “dem potius aurum quam illum corrumpi sinam” (Plauto). Sin embargo, podemos identificar un “círculo de empleo” : el grupo semántico que incluye al verbo malo ( < magis volo), en el que entran los verbos calificados por el ad verbio potius. En dependencia de un verbo de voluntad como malo resultaba justo y apropiado el empleo de un subjuntivo volitivo: “taceas malo quam tacere dicas” (Plauto, Pseud., 209). Este tipo de construcción se extendió luego a los demás miembros del “círculo” : “quid mihi melius est quam opperiar erum?”; “mussitabo potius quam inteream”; “inopem optavit potius eum relinquere quam com mostrare” (Plauto). En otros ejemplos es fácil identificar el subjun tivo de “repudio” : “nam hercle ego quam illam anum inridere me ut sinam: satius mihi quovis exitio interire” (id., Cist., 662-3). Una vez que quam hubo adquirido por su asociación con los comparativos el significado de “que”, llegó a emplearse también sin comparativo; así, por ejemplo, con statuo, certum est y expresiones equivalentes. Un ejemplo extremo es “... quin vidua vivam quam tuos mores perferam”, “... por qué no vivir viuda (antes que) sopor tar tu modo de proceder” (Plauto, Men., 726), que equivale a “pre fiero ser viuda que...”. Fue a partir de oraciones de este tipo, en las que el subjuntivo estaba plenamente motivado, como por “habi tuación” penetró dicho modo en las oraciones comparativas con quam, en las que no estaba justificado. priusquam es simplemente un caso de construcción de quam tras un adverbio comparativo (antequam aparece por vez primera en Catón y Terencio, y Cicerón lo prefiere a priusquam, que, sin embar go, obtiene el favor de César). En consecuencia, el empleo de los mo dos se somete a los principios ya examinados en el apartado prece dente. Que el subjuntivo, en los casos en que se registra, tiene ori gen volitivo se desprende del hecho de que en latín arcaico, aparte ejemplos de atracción y “oblicuos”, se lo encuentra solamente tras expresiones de voluntad: “dicamus censeo priusquam abeamus” (Plauto); “haec facito antequam incipias” (Catón); “prius resicato quam ad arborem ponas” (id.). Una excepción aparente, “animam
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omittunt priusquam loco demigrent” (Plauto), está estrechamente ligada a las construcciones de potius quam, que hemos examinado hace un momento. Así pues, no parece haber base para considerar estos subjuntivos como eventuales o prospectivos. La “habituación” comenzó en época temprana (frecuentemente e incluso en el latín clásico se encuentra ya el subjuntivo con un valor puramente tem poral); el subjuntivo se convirtió en la construcción regular en el latín tardío. quamqúam, quamvis Hemos examinado ya el empleo de subjuntivo con sentido con cesivo. En el latín arcaico, sin embargo, la conjunción concesiva más frecuente es quamquam ( = “sin embargo”, “del modo que sea”, “en la medida que sea”, en su origen) y se construye con indicativo como en el latín clásico: “inde observabo... quamquam hic manere me erus sese iusserat” (Platón), quamvis en época arcaica está todavía estrechamente ligado a algún adjetivo o adverbio: “audacter quam vis dicito” (id.); “locus hic... quamvis súbito venias, semper líber est” (id., Bacch., 82). El primer ejemplo sin relación con adjetivo ni adverbio aparece en Cicerón: “quamvis res mihi non placeat tamen... pugnare non potero” (ln Ven., 2, 3, 209), pero la conjunción es aún evitada por César y Livio. También licet es poco frecuente como conjunción concesiva hasta la época de Marcial y Juvenal y los pro sistas posteriores. La equivalencia funcional de quamvis y quamquam dio lugar a fluctuaciones en el empleo de los modos, construyéndose a veces quamvis con indicativo (postclásico) y quamquam con sub juntivo (por primera vez en Nepote). quominus y quin En el latín arcaico los verbos de prevenir iban complementados por un subjuntivo voluntativo introducido por ne. La conjunción típicamente clásica, quominus, es empleada muy raramente por Plau to. La preferencia clásica por quominus complementando a verbos de prevenir fue tal vez un recurso conscientemente empleado en interés de la aoccjnívEioc para evitar el recargamiento producido por la repetición de ne (véase p. 131 sobre este aspecto del purismo). Se trata de un caso especial de empleo del instrumental quo con com parativos en oraciones relativas de valor final: “id ea faciam gratia quo ille eam facilius ducat” (Plauto); “si sensero hodie quicquam in his te nuptiis fallaciae conari quo fiant minus...” (Ter.). Tras expresiones negativas de prevención el latín clásico solía emplear la conjunción quin. Se originó a partir del instrumental del interro
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gativo: qui rae, “¿cómo no?”. Podía introducir interrogaciones inde pendientes de tono impaciente que tenían valor de imperativo (quin tu taces? “¿por qué no te callas?”) ; podía introducir también impe rativos (quin audi) y subjuntivos deliberativos (quin rogem?). Que el empleo de quin con expresiones de prevención se originó en ora ciones deliberativas dependientes se ve claro en ejemplos como: “quin loquar, numquam me potes deterrere” (Plauto); “quid causae est quin proficiscar” (Ter.); cf. “quid obstat quor non fiant” (id.). Las oraciones de quin resultaban apropiadas también para otras ex presiones distintas de las de prevención, especialmente negativas de duda (haud dubiurn est quin...). El dominio de estas expresiones negativas se fue extendiendo por procesos analógicos hasta perderse el sentido original de quin: “numquam egredior quin conspicer” “nunca salgo sin ser visto” (Plauto); cf. “nec recedit loco quin statim rem gerat” (id.); “nullum adhuc intermisi diem quin aliquid ad te litterarum darem” (“no he dejado pasar ni un día sin ponerte unas letras”, Cic.). En época posterior se abandonó el canon clásico y quin pasó a emplearse también con expresiones positivas de pre vención y similares.
El subjuntivo en la oratio obliqua En las páginas precedentes hemos examinado los empleos y orí genes del subjuntivo en oraciones subordinadas de mandato, inte rrogación, pretexto, etc. A partir de esas bases, por procesos de ana logía y atracción, el subjuntivo llegó a emplearse en todas las oraciones subordinadas que referían palabras ajenas introducidas por verbos de decir, preguntar, ordenar, etc. Se trata de un uso regular en latín clásico, siendo su principal excepción lo que pue de considerarse como anotación aclaratoria del autor que no esta ba presente cuando las palabras referidas fueron pronunciadas: “per exploratores certior factus est ex ea parte vici quam Gallis concesserat omnes noctu discessisse” (César).
El subjuntivo iterativo El latín no tenía en origen procedimiento modal alguno para ex presar la repetición. En saepe dixit el hecho de la repetición es sig nificado por el adverbio, no por el modo ni el tiempo del verbo. Del mismo modo, en frases como “ut quisque acciderat eum necabam” (Plauto) el pluscuamperfecto, como expresión del estado pasado, indica la prioridad del primer acontecimiento sobre el segundo, in
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eticándose la repetición por medio de quisque. Gramaticalmente el pluscuamperfecto en cuestión no es distinto del que tenemos en “iam ut me conlocaverat, ventus exoritur” (Plauto), que se refiere a una acción singular. En el latín clásico, sin embargo, el pluscuam perfecto de indicativo con cum, ubi y ut, probablemente a partir de expresiones que contuvieran alguna indicación explícita de iteración, como, por ejemplo, quisque, poseía la función específica de significar acontecimientos repetidos: “Messanam ut quisque nostrum venerat, haec visere solebat” (Cic.); “hostes ubi... conspexerant, adoriebantur” (C ésar). En la prosa augústea observamos una especialización similar del pluscuamperfecto de subjuntivo. Es difícil remontarse a los orígenes de este uso. El pluscuamperfecto de subjuntivo con cum hace refe rencia en ciertos contextos a acontecimientos repetidos, incluso en la prosa clásica: “cum cohortes ex acie procucurrissent, Numidae effugiebant” (César). Ahora bien, en este caso, como en el de los plus-' cuamperfectos de indicativo que acabamos de examinar, el signifi cado iterativo no es un valor inherente al pluscuamperfecto de subjuntivo, sino que más bien se desprende del contexto. Sin em bargo, una vez que ubi fue atraído a la órbita de cum y llegó a em plearse con subjuntivo (el primer ejemplo en el vulgar Bell. Afr., 78, 4), el latín llegó a poseer dos construcciones: ubi vidit y ubi vidisset. La segunda se especializó de Livio en adelante en la función iterativa. No resulta descabellado suponer que este uso fuera en sus orígenes un artificio literario consciente de autores que echaron mano de lo que era un doblete sintáctico de carácter vulgar para arbitrar un equivalente latino del optativo griego en oraciones ite rativas de pasado. No existió en latín un doblete de esta clase para los tiempos primarios, y ésta puede ser la razón por la que en tales tiempos no encontramos un subjuntivo iterativo.
A ddendum Gerundio y gerundivo En hetita el genitivo del gerundio desempeña el papel de gerun divo, y en ocasiones ese genitivo aparece tratado como adjetivo, dotado de las correspondientes formas del plural (H. Pedersen, H ittitisch, p. 149). Pedersen encuentra un desarrollo similar en baltoeslavo. A la vista de este gerundivo “invariable” (pp. 317 s.) es probable que el gerundivo latino deba su origen a una reinterpre tación del genitivo adnominal del gerundio.
NO TAS DE LOS TRADUCTO RES 1. Este tipo de subjuntivos, común a latín, osco-umbro y céltico, tiene una notable significación para el establecimiento de afinidades, pues se trata de una innovación común dentro del grupo “extremo occi dental” (véase R. A drados, Evolución, pp. 506 ss, 517 ss, 560 ss, 589 ss, 872), 2 . Acerca de este hipotético “acento de intensidad inicial” y sus efec tos véase la Nota 24.
3. Para el origen de estos perfectos véase la Nota 38. 4. Sobre el elemento -is- en el perfecto latino véase la Nota 41. 5. De la Esquisse de Meillet hay edición posterior ( 6 .a, 1952), con bi bliografía reunida por J. Perrot. 6 . Que lat. triu m p(h )u s proceda del gr. 0píocp|3o<; ha sido puesto en duda, entro otros, por Richter, seguido, con matices, por García Calvo (véase el artículo de este último en “Emérita”, XXV, 1957, esp. pp. 445 ss.). Según estos autores, triumpus habría surgido de la reinterpretación como vocativo de un imperativo triumpe, perteneciente a un verbo *tri-umpere o *tri-iumpere, “saltar tres veces”, cf. ing. up, jum p. La hipótesis resul ta especialmente atrayente en el contexto de la interpretación del Car men Arvale, que García Calvo intenta en el artículo de referencia.
7. Para intentos recientes de la interpretación de estos documentos del latín protohistórico véase G. B. P ig h i , La lingua latina nei mezzi della sua espressione, I: Storia della lingua latina, Enciclopedia Classica, Turín, S.E.I., 1968, esp. pp. 39 ss. 8 . En este sentido tenemos el expreso testimonio de Quintiliano (I, 6 , 40): “Saliorum carmina vix sacerdotibus suis satis intellecta.”
9. Una original interpretación del Carmen Arvale ha sido intentada por A. García Calvo en “Emérita”, XXV, 1957, pp. 386448. 10. No se olvide que el gallego actual sigue conservando “corte” y “cortello” (cf. “cortijo”) = “cuadra”, con ese sentido primitivo de “langue de paysans”.
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11. En general se ha tendido a etiquetar estas formas arcaicas del verbo latino con excesiva rigidez. El que en ellas aparezca un elemento -s- no basta para clasificarlas, sin más, como “de aoristo”. Los mor femas, en especial los más elementales por su masa, no tuvieron una “Urbedeutung” per se; es por oposición, dentro de un sistema, como adquieren un valor. Ténganse en cuenta, además, los drásticos reajustes experimentados por el sistema. Acerca de estas formas sigmáticas en concreto véase R. Adrados, Evolución, pp. 517 ss. 12. Sobre este supuesto “cambio” vor-
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ver- véase la Nota 21.
13. Traducimos por “estilo rimbombante” el inglés “padded style”, caracterización que el autor emplea con profusión, especialmente en el capítulo siguiente. Literalmente, “padded” significa “guateado”; traslati ciamente, aplicado al modo de expresarse, “hinchado”. Opinamos que la traducción “rimbombante” es la más procedente en la mayoría de los contextos donde Palmer emplea “padded”, especialmente en considera ción al papel que en tal estilo primitivo desempeñan los elementos exter nos de la expresión, como son la rima, asonancias, aliteraciones, etc. 14. Acerca del supuesto cambio vo-
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ve-, véase la Nota 21.
15. A los trabajos sobre la formación del latín literario que cita Pal mer en su acotación bibliográfica a este capítulo es preciso añadir uno muy importante del ruso J. M. Tronskij, fácilmente accesible ahora en su traducción italiana La formazione della língua letteraria latina, pro cedente de su Esbozo de historia de la lengua latina, Moscú-Leningrado, 1953, cap. V, pp. 180-222, publicado como apéndice a la traducción ita liana del Stolz-Debrunner-Schmid (P. S to lz , A. D ebrtjnner , W. P. S c h m id , Storia della lingua latina, trad. C. Benedikter, introd. y notas A. Traína, Bolonia, Patrón, 1968, pp. 145-194). 16. Al inicio mismo de este capítulo, admirable por tantos conceptos, se hace necesaria la referencia a la obra de uno de los más importantes especialistas actuales en latín vulgar, el finés Veikko Váánánen, y más concretamente a su Introduction au latín vulgaire, París, Klincksieck, 1963, lógicamente ignorado en este libro. Se trata de un manual que viene a sustituir con notable ventaja al antes clásico manual de Grandgent. Hay versión española de M . C a r r i ó n , Introducción al latín vulgar, Madrid, Gredos, 1968. 17. Sobre la verdadera naturaleza de estas formas “contractas” véase la Nota 39. 18. Acerca de los esfuerzos realizados hasta la fecha por detectar auténticas diversidades geográficas en el latín tardío, a decir verdad fa llidos, véase E. L ofstedt, Local variation in Latín, en Late Latín, Oslo, 1959, pp. 39 ss. 19. En efecto, y más que de base métrica conviene hablar de base rítmica, dado que el saturnio, según los enfoques más recientes y fiables,
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no es un verso “métrico”. Intentos como los recogidos aún recientemen te por Nougaret (Traité de m étrique latine classique, 3.a ed., París, Klincksieck, 1963, pp. 18 ss.) de “medir” cuantitativamente saturnios, nos pare cen tan condenados al fracaso como lo estuvieron los de los gramáticos antiguos de los que derivan. Es, a nuestro entender, G. B. Pighi quien ha puesto las cosas en su punto. Para Pighi, que considera la versifica ción saturnia “verbal no acentuativa de lengua cuantitativa”, “el saturnio está formado por dos hemistiquios, en cada uno de los cuales hay una palabra con función de tesis; la función de arsis está desempeñada en el segundo hemistiquio por una palabra, en el primero más corriente mente por dos que por una”. De entre los abundantes trabajos de Pighi sobre el tema citaremos solamente su “rapport” Lineamenti di m étrica storica delle lingue indoeuropee, en A tti della Accademia delle Scienze deU’Istitu to di Bologna. Rendiconti, LUI, 1964-1965, Bolonia, Compositori, 1965, esp. pp. 20 ss.; y el apartado correspondiente de su manual La m étrica latina,, en La lingua latina nei mezzi della sua espresione, II, Enciclopedia Classica, Turín, S.E.I., 1968, esp. pp. 257 ss. 20. Según puede verse, Palmer se adhiere a la llamada “escuela alemana” —postura adoptada ya también por Lindsay, (cf. Leumann-Hofmann, I, p. 185)—, que postula la naturaleza intensiva del acento clásico latino. Los argumentos métricos que el autor esgrime en este punto se basan, fundamentalmente, en las investigaciones de su compatriota Willcinson, a quien cita a pie de página. Son, en resumen, una interpretación de ciertas “coincidencias” y “discoincidencias” observadas entre id u s, o acento de verso, y acento de palabra, en el sentido de considerarlas algo buscado per se. Ahora bien, conviene advertir al lector no avezado que tales “coincidencias” pueden, en buena parte, ser resultado automático de dos factores de necesidad, Tenemos, por una parte, las rígidas nor mas lingüísticas que vinculan la colocación del acento clásico a la canti dad de la penúltima sílaba (“ley de la penúltima”); por otra, las precep tivas literarias que aconsejaban o vedaban ciertas tipologías verbales (el monosílabo ante pausa rompe la unidad del verso) e imponían deter minadas pausas. Teniendo en cuenta todo esto, se comprendará fácilmen te la relatividad de estos argumentos en favor de la naturaleza intensiva del acento clásico latino. Un censo muy completo de la bibliografía exis tente sobre el tema puede verse en la M étrica latina de Pighi (cf. Nota 19), pp. 679 ss. 21. Este supuesto cambio fonético de vo- a ve- aparece planteado por Palmer en términos demasiado tajantes -—desgraciadamente tan habitua les— para no hacerlo por principio inadmisible. De modo semejante lo plantean, entre otros, Niedermann (Phonétique , pp. 56 s.) y Bassols (Fo nética,Tp.) 113). El censo de palabras que suele aducirse como campo y testimonio del pretendido cambio se reduce en esencia a las siguientes: vorto/verto y sus derivados y compuestos (vorsus/versus, advorsus/adversus, vortex/vertex, etc.); Vortumnus/Vertumnus; vorro/verro; voster/vester; voto/veto. Según la casi “communis doctrina”, que parece arrancar de Solmsen, vó- habría pasado a ve- a mediados del siglo t i a. C.;
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pero un análisis más detallado de los hechos nos va obligar, al menos, a un gesto de escepticismo ante este “cambio fonético”. En primer lugar, es claro que la explicación que sirva para dar cuen ta de la oscilación-tránsito vorto/verto la dará también de toda su fami lia (advorsus, vorsus, etc.). Pues bien, como han entrevisto ya no pocos estudiosos —cf. Leumann-Hofmann, I, p 47; Ernout, Morphologie, p. 125—, pudo ocurrir muy bien que en el caso de verto lo que en realidad afloró al latín histórico fueran las ruinas de una antigua y regular alternancia vocálica, según el siguiente esquema; pres. verto, perf. v orti (de vorti antiguo, o del grado cero *uxti), partic. perf. vorsus de *vorssus ( < *uorttos, procedente, a su vez," del grado cero normal en estas formas, cf. domitus). Esta serie tiene un paralelo perfecto en el alemán werden, wurde (.de grado cero), (ge)worden, así como claras correspondencias itálicas; umbro kuvertu “convertito”, pero tráhvorfi “transvorse” (Ernout, op. cit., p. 125). La aparición de “formas inversas” como vorto y verti de nunciaría, simplemente, el empleo asistemático de los restos de un sis tema morfológico anterior. En la época clásica se habría generalizado el vocalismo del presente (é) de manera analógica (aversum ya en CIL, Ia, 583, 3, años 133-118 a. C.). En dos palabras: en el caso de vorto/verto y su familia parece que nos hallamos ante hechos de morfología y analogía, no de fonética. A la familia de verto hay que adscribir, además, Vortum nus/Vertumnus, nombre de un dios relacionado con el cambio de las es taciones (véase Ernout-Meillet, D ictionnaire) . Posiblemente es en su ori gen el Voltumna o Veltumne etrusco (cf. Varrón, L. L., V, 46); se habría visto atraído a la órbita etimológica de verto por su ya indicada relación con el vertere del año. Acerca del arcaísmo técnico divortium véase Niedermann, Phonétique, p. 56. Respecto a vorro/verro diremos, ante todo, que es en esencia falso el aserto simplista de Niedermann (véase loe. cit.) de que aparece vorrere, etc., en Plauto, Ennio y Terencio (véanse los correspondientes Indices léxicos). Conviene advertir, además, que a través de formas como su par ticipio versus —discrepan los gramáticos sobre algunas formas de este verbo—, es fácil que entrara en la órbita analógica de verto (véase ErnoutMeillet), si es que no tenía, como él, alternancias antiguas. Acerca de voster/vester se puede afirmar que son formas sin relación genética directa entre sí, en ninguno de los dos sentidos posibles, vester es forma heredada, según muestra claramente la comparación con umbro vestra, etc. (véase Leumann-Hofmann, I, p. 284). De ahí que haya que considerar a voster como forma analógica surgida de la proporción nos-noster/vos-vester. No puede afirmarse —como hacen, por ejemplo, Ernout-Meillet—, que voster h a y a pasado a vester, dado que los testimo nios romances como esp. vuestro, fr. vótre, it. vostro, acreditan sin lugar a dudas la forma voster (vostrum ) como la verdaderamente viva en época tardía. La desaparición de la forma, en los albores del clasicismo, de la lengua escrita debe interpretarse simplemente como acto de urbanitas purista frente a una forma, sin duda, popular; un caso más de convergen cia arcaico-vulgar. Respecto a voto/veto, hay que reconocerlo, no se ha arbitrado hoy por hoy una crítica consistente de la eommunis doctrina del cambio fo
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nético, ni parece haber bases sólidas para ello. Sí cabe recordar la im portancia que como condicionantes de los cambios fonéticos tienen en latín las estructuras silábicas (abierta o cerrada). Por esto nos parece en principio arriesgado colocar voto/veto (sílaba abierta) al lado de todos los demás casos examinados (sílaba cerrada). Otros supuestos testimonios que se han aducido a favor de este “cam bio fonético” (véase Leumann-Hofmann, I, p. 47) no tienen, en general, vocalismo o a no ser en formas reconstruidas por la comparación, más que sospechosas para quien sepa .de las libérrimas reorganizaciones del vocalismo indoeuropeo llevadas a cabo por muchos de los dialeotos he rederos. Valga como ejemplo —en el terreno de las alternancias— el de las desinencias griegas -ao y -o<;, de 2 .a pers. singular medía secundaria y genitivo singular, respectivamente, frente a las latinas *-se(s) > -re / -ris y -es > -is. Por último, el testimonio de Quintiliano (I, 7, 25), a más de dos siglos de distancia, acerca del supuesto cambio que habría sido reconocido en la escritura por iniciativa de Escipión Africano el Menor (?, 185-129 a. C.), no es de excesiva confianza para un espíritu crítico moderno dotado de sentido histórico, y que conozca en cuántas otras ocasiones los gramá ticos latinos han inducido a error a filólogos demasiado literalistas. Con todo lo dicho sólo queremos dejar en claro que para postular el paso de no- a ve- hacen falta más convincentes testimonios que los hasta ahora aducidos. Tampoco nos atrevemos, desde luego, a negarlo de modo tajante. 22. Acerca de la laringal a (H) véase la nota 28. 23. El cambio lubet > libet (u > i entre l y labial), es, al menos por lo que mira a su causa y contexto, otro de los numerosos “cambios fan tasma” que solemos hallar en nuestros manuales de fonética histórica latina. En realidad se trata de un caso más de medius sonus (cf. Nota 25), es decir, de timbre vacilante, con tendencia a paso de u a i, de vocal breve en sílaba interior abierta ante consonante labial (optumus/optimus). Hemos subrayado interior porque debe recordarse que las formas del impersonal libet se dan casi siempre en palabras fonéticas del tipo quodlibet; ello llevó a que lu- no fuera en realidad una sílaba inicial y no gozara, en consecuencia, de la estabilidad de timbre propia de tales sílabas en latín, produciéndose ante la labial b la normal inseguridad de timbre del medius sonus, así como el casi general paso al timbre i lubido/libido por su evidente relación etimológica con libet lo habría seguido por analogía en sus vicisitudes fonéticas. En cuanto a clupeus/ clipeus, hay que decir que es palabra altamente técnica y de oscuro ori gen (véase Ernout-Meillet). Así las oosas, no tiene sentido hablar de la l como contexto condicionante ni de “sílaba inicial” (así, entre otros, Bassols, Fonética, p. 84). 24. Mucho se podría decir acerca de estas alteraciones de las vocales breves interiores latinas y del modo en que Palmer las presenta. Nos li mitaremos a un par de aclaraciones fundamentales. Ante todo una ver
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dadera “nota de traductor”: Palmer, al hablar de estos procesos (p. 219 del texto original inglés) los denomina de “raising”, es decir de “eleva ción”. Al hablar, en cambio, de los efectos de -r- sobre vocal breve pre cedente (cf. cinis/cineris) constata de manera general para esta conso nante un efecto de “lowering” sobre las vocales, es decir, de “abajamien to ” o “abatimiento”. Uno y otro término nos parecen altamente impro pios, teniendo en cuenta el esquema de localización de las vocales latinas y la naturaleza de los fenómenos a que aquí nos referimos. Por ello, aun a sabiendas de traicionar en cierta medida el pensamiento del autor, hemos preferido una traducción neutra de “raising” o “lowering”, un simple enunciado de los hechos sin enjuiciarlos (en el caso de la -res claro que se trata de la atracción al timbre vocálico más cercano a la localización de una -r- latina, apical). Puede verse, por lo demás, que Palmer acepta la hipótesis tradicional del “acento prehistórico de intensidad inicia)” como explicativa de estas importantes alteraciones de las vocales breves latinas en sílaba no ini cial, localizadas en las vísperas de su período histórico. Esta hipótesis, excogitada por Dietrich y ampliamente explotada por Vendryes, ha ve nido siendo aceptada hasta la fecha en la mayoría de los manuales al uso. Las más serias críticas a la “intensidad inicial’’ arrancan ya de Juret y fueron continuadas por Graur y Mariner, entre otros. Del último autor citado nos reconocemos directa y personalmente deudores en lo referente a las notas que siguen. Entre los manuales recientes en los que se intenta una explicación nueva puede verse el de P. M onteil (Éléments de phonétique et morphologie dw latín, París, Nathan, 1970, pp. 91 ss.), quien habla de una “dynamique du mot”. Véase también J. A. Enríquez , Apunte sobre el problema de la apofonía vocálica en latín, en Actas del I I I Congreso Español de Estudios Clásicos, Madrid, 1968, pp. 85-91.
Sin abordar cuestiones que excederían con mucho los límites de esta nota, sí conviene advertir que, sea cual sea la causa de los fenómenos en cuestión, no puede ser única, por ser éstos diversos e incluso contra dictorios (abertura en *cinisis > cineris; cerramiento en *ad-facio > afficio; “adelantamiento” en *caputis > capitis. De entre las críticas que a la hipótesis tradicional se han dirigido, nos permitimos entresacar las consideraciones siguientes: 1) Si los resultados del cambio difieren tanto según se trate de sílaba medial o final, habrá que atribuir a tal diferencia de condiciones la im portancia adecuada. 2) Lo mismo cabe decir de las diferencias sílaba abierta-sílaba ce rrada. 3) En latín, lengua pobre en compuestos, a diferencia del griego, la sílaba inicial posee un “privilegio lexemático”; la final, un “privilegio morfemático” (ideas repetidamente expuestas por Mariner). 4) Lo verdaderamente relevante en el sistema de las vocales latinas no son las aberturas, sino las localizaciones (véase el esquema lineal propuesto por Mariner en su Apéndice de fonemática latina a la Foné tica de Bassols, pp. 255 ss., frente a l tradicional triángulo de Hellwag). S i no se tiene en cuenta esta realidad, no se valorarán debidamente los
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fenómenos, corriéndose el riesgo de tomar por principal lo que es se cundario; de ahí que se hable con tanta facilidad de "aberturas” y “cierres”. 25. La cuestión del medius sonus está hoy situada, tras haber pro vocado abundante bibliografía, en los confines del bizanímismo. Acerca de la cuestión en sí puede verse, por ejemplo, A. T raína, Vnlfabeto e la pronuncia del latino, 2.“ ed., Bolonia, Patrón, 1963, pp. 43 ss. (al final reúne amplia bibliografía). Respecto a la posición de Palmer queremos hacer las precisiones siguientes: El texto de Quintiliano, I, 4, 8, tal como lo presenta Palmer, es sim plemente trivial y ha sido profundamente transformado por una genial intuición crítica debida, que sepamos, a Niedermann (véanse sus M . Fabii Quintiliani Institutionis Oratoriae libri primi Capita de Grammatica
(I, 4r8), Neuchátel, Griffon, 1947, p. 2). La corrección de Niedermann ha sido apoyada, entre otros, por P. G. Goidanich (Del cosidetto ‘sonus quí dam. medius u et i’ di Quintiliano, en Atti della Accademia dei Lincei. Rendiconti. Scienze Moral. Stor. Philol., s. VIII, v. V, 1950, pp. 284-296). El texto rectamente enmendado queda así: “non enim sic optimum dicimüs ut opimum", es decir, trata de dejar bien sentada la diferencia en tre el timbre oscuro o vacilante de la i breve (optimum) y el claro de la i larga; Quintiliano escoge un término adecuado de comparación: a la vocal larga sigue también una labial. En el manual del propio Niedermann (p. 21), sin embargo, no se llegó a introducir, que sepamos, esta importante corrección del texto. 26. Para una exposición reciente, sintética y clara del consonantismo indoeuropeo véase el trabajo de J. M a n e s s y -Gu it t o n en Le langage (Encyclopédie de la Pléiade, dir. A. Martinet, París, Gallimard, 1968, esp. pp. 1242 ss.). 27. Al término del capítulo que Palmer dedica a la fonética histórica del latín, conviene llam ar la atención del lector sobre la ausencia en su estudio de toda referencia a los sonidos latinos desde el punto de vista de la fonología o fonemática. Para suplir esta laguna, realmente importan te por tratarse del estudio más propiamente lingüístico del sonido, según advertía ya Trubetzkoy, puede verse el Apéndice de fonemática latina de S. Mariner a la Fonética latina de Bassols (Madrid, CSIC, 1962, pp. 249-271). 28. En su Mémoire sur le systéme primitif des voyelles indo-européennes (Leipzig, 1879), F. de Saussure puso las bases de la teoría laringal: del estudio de las alternancias vocálicas tipo TÍ0r|(u / tiGe^ev dedujo la exis tencia en cierto estadio del indoeuropeo de tres “coeficientes sonánticos” cuya naturaleza renunció deliberadamente a describir, atento sólo a la función que tales coeficientes desempeñaban. AI postular estos coeficien tes, de timbre e, a, o —notados posteriormente como 3 ,, a2, 3 3, o bien H i, H i, H¿—, Saussure suscitó la cuestión que tal vez haya levantado más agrias polémicas en la lingüística indoeuropea y, desde luego, la que más puntos oscuros iluminó y más hizo avanzar la reconstrucción» del
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llamado Indoeuropeo común: todo el vocalismo —sistema originario, pró tesis vocálica, vocales de apoyo, alternancias—, ciertos hechos del conso nantismo —oclusivas sordas aspiradas en prim er plano— y hechos mor fológicos clave —teoría de la raíz y los sufijos, ciertas formaciones nominales y verbales— son hoy incomprensibles o sólo parcialmente estudiables, si no se admite la existencia de unos coeficientes o fonemas que se han llamado laringales desde Moller, quien los comparó con las laringales de las lenguas semíticas. Para ciertos laringalistas —Saussure, Kurilowicz y Benveniste princi palmente— la descripción fonética de las laringales es innecesaria y su intento incluso perjudicial; interesa de ellas solamente su función, su rendimiento dentro de los modelos de reconstrucción. Para muchos no laringalistas el primer reparo a sus contrarios es precisamente esta ma nera mecanicista de ver el lenguaje, ese reducirlo a ecuaciones. Otros, en cambio, se han ocupado de conjeturar la naturaleza fonética de las larin gales, pero escaso ha sido el fruto: se trataba, al parecer, de sonidos continuos o fricativos, posteriores —pero sin que se precise si velares, glotales o faringales—, tal vez sordos o tal vez sonoros según el contexto fónico; se admite por todos que debían ser sonidos muy abiertos, como prueba el que, según contexto, pudieran desempeñar fruición vocálica; en una palabra: eran sonantes. Tampoco hay unanimidad en cuanto al número de laringales: desde una para Zgusta hasta nueve para Cuny hay un amplio repertorio de teorías. Para Adrados son seis: cada uno de los timbres, e, a, o aparece con un apéndice palatal o labial, es decir, , H ¿, f í j y ■ En cuanto a la evolución y efectos de las laringales hemos de advertir que, consecuencia de lo que ya llevamos dicho, no hay acuerdo entre los laringalistas, salvo en lo fundamental: la laringal que precede a la vocal le da su timbre pero no la alarga, la laringal que sigue a la vocal le da su timbre y la alarga, todo ello siempre que vocal y laringal pertenezcan a la misma sílaba. En otros puntos el desacuerdo es grande: vocal de apoyo de la laringal interconsonántica, prótesis vocálica, laringal inicial ante consonante, geminación de laringales, etc. Ninguna lengua indoeuropea ha conservado las laringales, excepto el hetita, cuya h identificó con 9, Kurilowicz en 1927; y este resto mínimo —y además con incongruencias notables—, unido al enorme rendimiento funcional de lo que puede llamarse “coeficiente”, “laringal” o cualquier otra cosa, es más que suficiente para que resulte incomprensible que se niegue -—como se sigue aún haciendo por lingüistas de prestigio— la “teo ría laringal”; desde luego muchos de los datos y resultados observados y obtenidos por los laringalistas no encajan en el concepto tradicional (neogramático) de “ley fonética”, pero defender a ultranza tal “ley” —que no es sino mera “tendencia”— equivale a renunciar a una suma grande de esclarecimientos a cambio de la “seguridad” de la doctrina aceptada e indiscutida. A los no laringalistas podría decírseles lo de Vendryes (B S L , 37, 3) a propósito de Benveniste (Origines..., uno de los frutos geniales de la teoría laringal): “Le désastre est moins grand qu’une premiére impression ne ferait croire”.
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ción de este grupo de temas en -éi < *-eH\, al lado de los en -é(s). Tal contribución vendría probada por la antigüedad de form as tipo aedium, felium, nubium, etc. Estos temas en -éi son los mismos que, en parte, han formado la quinta declinación. 31. Para estudiar los orígenes de la quinta declinación latina es indis pensable el manejo de los trabajos de Pedersen y J. Gil citados en la Nota precedente. 32. Para este punto es fundamental el trabajo de A. T ovar , L o s geni tivos en -lus y la hipercaracterización en la morfología latina, Coimbra, Pac. de Letras, 1947. 33. Sobre voster véase la Nota 21. 34. Al iniciar el estudio de la morfología verbal latina es absoluta mente necesario que llamemos la atención del lector sobre una obra ca pital, a la que se ha hecho ya referencia en estas Notas. Se trata del libro de F. R odríguez A drados, Evolución y estructura del verbo indoeuropeo, Madrid, CSIC, 1983; a la morfosintaxis histórica del verbo latino están especialmente dedicadas las pp. 475-578. 35. Véase en la N ota 45 la crítica de este esquem a tiem po-aspecto del verb o latino, hoy inadmisible.
36. La diferencia entre capio (fació, etc.; infinitivo -ére<*-i-se, tipo integrado en la tercera conjugación) y audto (cuarta cohjugamffi, infini tivo audire) reside, como es evidente, en la cantidad dé la -¿-.“Palmer expone aquí la doctrina que, en esencia, se denomina corrientemente “ley dé Sievers”, basada én* paralelos góticos, y que hace depender la cantidad de la -i- de la de la sílaba o sílabas precedentes. R. Adrados cree hallar una solucióij al problema suponiendo que la d ife rencia de cantidades es fruto simplemente de la diversidad de posibilidades de vocalización dé la laringal H', por él postulada como radical y luego elemento derivador en esta "clase *de tenías, a saber “íP" > i o bien H ‘“ > í. Tal variedad de solucioñes se da, según ha hecho' notar'é í proplírAdrados con anterioridad, én la mayoría de las sonantes indoeuropeas (f > ar, ra, ara, etc.). Véase R. Adrados, Evolución..., pp. 480 ss. 37. Sobre los orígenes del perfecto latino véase R. Adrados, Evolu ~
ción..., pp. 486 ss.
38. Su explicación del origen de los perfectos latinos en -v- es, sin duda, una de las más brillantes aportaciones de la teoría laringal. La base sobre la que descansa es mencionada por Palmer, aunque con el escaso entusiasmo que puede verse; la comparación con perfectos^sáns critos del tipo j ajfiáú = gnóvi, sin desinencia. 1$ ahí se cónchiyé~~sin lugar a duda el origen radicaTde la -v- (-U-), “arrancada” a ciertos temas y convertida (gramaticalízadá) én morfema de pretérito. Como es sabido por los iniciados, A. Martinet postuló que la laringal H- (timbre o ) tenía un apéndice labial semejante al existente en el sonido representado por el dígrafo latineé QV "(q* ó k “j, es decir, H \ , que expli-
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caria ¡a wjJe
octavos frente a oció, o la de g nó v i (< *qneH*r) frente a (véase Nota 39). La extensión por Adrados del apéndice labial a las tres laringales permite explicar la v de todos los perfectos latinos como procedente* de temas en laringal (flav i, sevi, gnomX etcT,“gramát'ícaíizada luego. Véase Adrados, E v o lu c ió n ..., pp. 489 ss. g n o s ti
38. La explicación fonéttco-analóglca que adm ite P a lm er para estas supuestas form a s contractas de tip o a m a sti había sido o b je to do c rítica d entro de ¿a lingüistica tradicional; en efecto, parecía a algunos estu d io sos que el supuesto “ fo c o de irrad iació n ’^ d e l cam bio (deleveram, audiv is ti) no era lo bastante am p lio com o p ara p ro voca r uñTtan enérgico “movimiento analógico”.
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También en este caso parece que la teoría laringal puede dar una. respuesta adecuada. Las form as “contractas” como g n o s ti serian tan antiguas, al menos, como las “extensas" del tipo g novisti. La diferencia entre unas y otras estribaría, simplemente, en el diverso Jra S m ie n to ex; perimentado por la sonante laringal de lajq u e -v- de g n o v is ti procede (véase Nota precedente), según el contexto fónico y ías posibilidades^e realización (véase R. Adrados, E v o lu c ió n ..., pp. 492 ss.). 40. P a r a una reconstrucción moderna y laringalista de las desinencias del perfecto indoeuropeo véase R. Adrados, E v o lu c ió n ..., pp. 481 ss.
41. Este elemento -is- del perfecto latino tiene documentadas co rrespondencias en otras lenguas indoeuropeas: het. is, aind. is, gr. *es- / is-, o.-u. -us. Para R. Adrados es el resultado del encuentro de una larin gal —radical o gramaticalizada— con el form ante -s- de aoristos, fu turos, subjuntivos y perfectos latinos, etc., es decir, un doblete fonético de la simple -s-. Para R. Adrados este hallazgo representa, después de la explicación de los perfectos en -v-, la más importante contribu ción de la teoría laringal a la reconstrucción y explicación del verbo indo europeo. Véase R. Adrados, E v o lu ció n ..., p. 523. 42.
Para la formación de los subjuntivos latinos véase R. Adrados, pp. 506 ss. (temas con vocal larga) y 517 ss. (temas con s o
E v o lu c ió n ..., r < s).
43.
Acerca de las diversas teorías sobre el nominativo y su crítica trata Introducción a la s i n t a x i s estructural del latín, Barcelona, Ariel, 1982, pp. 130 s.
L. R u b io ,
44. La consideración “elíptica” del acusativo exclamativo, es decir, como dependiente de un “verbo sobreentendido”, está hoy superada. En tales situaciones es el objeto —no propiamente gramatical— de algo extra lingüístico: la atención que sobre él se quiere llamar. Esto es fácilmente comprensible al nivel relajado de la sintaxis impresivo-expresiva. Véase Rubio (op. cit., Nota 43), pp. 130 s. 45. Como es bien sabido, fue G. Curtius quien a mediados del pasado siglo “descubrió” en el verbo griego y latino la categoría del “aspecto”, entendida como grado de desarrollo en que la acción verbal se contem pla (iniciación, duración, terminación, indeterminación), y representada
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por los morfemas, que hasta entonces eran considerados como portado res de nociones de “tiempo”. En el “descubrimiento”, que realmente lo fue para el verbo griego, tuvo gran importancia la comparación con las categorías del verbo eslavo. Por lo que mira al latín, puede decirse que la búsqueda de un simetrismo con el griego y con lo que se suponía “estadio primitivo común” (en su primera parte presente ya en las equívocas disquisiciones de los antiguos gramáticos romanos), llevó a consecuencias nefastas para la verdad científica. A ello contribuyó no poco la tentadora simetría mor fológica que nos presenta al verbo latino tajantemente reorganizado en dos temas: infectum y perfectum. Se pretendió ver en esta oposición for mal el reflejo de un paralelo sistema de significaciones: la oposición as pectual “acción no terminada”/“acción terminada” (Meillet), o bien “va lor aorístico” (terminativo)/“valor continuativo” (presente) (autores ale manes). Dentro de cada tema aspectual se habría establecido la triple gradación temporal pasado/presente/futuro. A esquemas de este tipo se refiere Palmer, según puede verse. El más característico es el de Mei llet (véase Esquisse, p. 21), del que podemos presentar un espécimen reducido según el modelo siguiente (indicativo): presente pasado futuro
infectum
perfectum
amo amabam amabo
amavi amaveram amavero
Naturalmente, los restos individuales de estadios anteriores y los he lenismos de imitación contribuían notablemente a mantener en pie el edificio: vixeru n t, “han terminado de vivir” = “han muerto”. Pero el “sistema” no ha podido resistir a la larga la prueba de fuego del empirismo sobre los textos, al menos sin formar un capítulo de “ex cepciones” mayor que el de “casos normales”. Véase, por ejemplo, el modo más que prudente en que manejan esquemas de esta clase segui dores de Meillet como Ernout y Thomas (Syntaxe latine, 2.“ ed,, París, Klincksieck, pp. 215 ss.). Era necesaria una afirmación tan tajante como la reciente de R. Adra dos: “No hay aspecto en el verbo latino, en la oposición presente/pretérito, que se refiere exclusivamente al tiempo; lo hay únicamente entre el pretérito perfecto y el imperfecto” (E v o lu ció n ..., p. 534). La oposición amavi/amabam es una oposición no durativo/durativo, siendo am abam el término marcado de la oposición. Ésta es la única oposi ción sistemática de aspecto que se da en el verbo latino (oposiciones no sistemáticas pueden establecerse por otros procedimientos, como la prefi jación: fa c ió / p é rfid o ; pero caen fuera del dominio morfosintáctico, preci samente por su asistematismo). En cuanto a las oposiciones amavi, amabam /am averam y amabo/amavero (esta última bastante diluida en latín histórico), hay que decir que responden a la noción de “tiempo relativo”, es decir de anterioridad dentro de los campos generales del pasado y fu turo, respectivamente; no son en modo alguno aspectuales, am averam y
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amavero, por decirlo así, dividen en dos los campos del pasado y del futu ro globalmente abarcados por las formas que se les oponen respectivamen te; no son “perfectos de pasado y de futuro”. Terminaremos insistiendo en nuestra deuda al magisterio público de R. Adrados (Evolución..., pp. 533 ss.) y al personal de S. Mariner. 46. Sobre el verdadero valor del “perfecto” latino véase la Nota 45; en realidad es simplemente un pasado o un anterior a presente. 47. Sobre el verdadero valor del “pluscuamperfecto” latino, en rea lidad un pretérito anterior, véase la Nota 45. 48. Como era de esperar teniendo en cuenta las fuentes que el autor emplea, nos encontramos aquí con un tratamiento confuso y poco satis factorio del problema de los modos latinos. Este tipo de descripciones, según ha hecho notar L. Rubio, suelen adolecer de un desenfoque espe cialmente patente en dos síntomas; en primer lugar, confusión de térmi nos; luego, un confesado pesimismo respecto a la posibilidad de llegar a una comprensión verdaderamente científica de la cuestión de los modos, y especialmente de ese “bugbear” de los estudiosos —por emplear términos que el propio Palmer aduce en otro lugar— que es el llamado modo sub juntivo latino. El atomismo, la falta de sentido del sistema y la sincro nía han venido siendo el vicio radical del enfoque puramente historicista de este y de tantos otros problemas lingüísticos. Entendemos que sólo el enfoque estructural —más concretamente funcional según la vertiente martinetiana de la Escuela de Praga— ha dado una respuesta coherente al interrogante planteado por la categoría “modo” en latín. Y han sido tres españoles, Mariner, García Calvo y L. Rubio, quienes, en orden cronológico, han contribuido en mayor me dida a la elaboración de esta respuesta. Las líneas que siguen pretenden una apurada síntesis de su doctrina, sobre la base de los trabajos que reseñamos al final de esta Nota, y a los que no haremos referencias con cretas, en la medida de lo posible, a lo largo de la misma. El lector in teresado en el tema deberá, desde luego, acudir directamente a esas fuentes. Como ha señalado muy acertadamente L. Rubio, los intentos realiza dos hasta la fecha para un estudio científico de los modos latinos han seguido un método “que pretende describir todas las posibles bazas del juego, desentendiéndose de las reglas del juego en sí”. Este desquicia miento se manifiesta, verbigracia, en la oonfusión .de términos a que al principio nos referíamos. Tomando como ejemplo la exposición del pro pio Palmer, vemos que “divide” el subjuntivo en “volitivo” (“yusivo”, “deliberativo”, “de repudio” —indignantis— ), “optativo”, “potencial” (“op tativo"), etc. Una “clasificación” de este tipo —sabemos muy bien que el autor no pretende establecer departamentos estancos— no difiere mu cho, con todo, de una que dividiera a los hombres en altos, sanos y es pañoles; o bien, volviendo al símil del juego, de una baraja española en la que se hubieran mezclado naipes franceses. Es, preciso, pues, dividir lo menos posible, en términos verdaderamente opuestos morfológica y se mánticamente, y según los niveles de comunicación.
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El estudio de los modos latinos ha de tener en cuenta, entre otros, los siguientes principios básicos: 1) “La no identidad de las oposiciones morfológicas que se interfie ren” (Ruipérez-Mariner), es decir, que si dentro del llamado modo sub juntivo se llega a detectar dos verdaderos modos (potencial e irreal), deja de tener sentido hablar de “modo subjuntivo”. Este principio tiene, naturalmente, un alcance mucho más amplio que el ejemplo propuesto. 2) La base filológica para el estudio del problema han de ser los textos en que los modos y, concretamente, las formas .del subjuntivo son fruto de empleo deliberado, libres de toda sospecha de automatismo. De ahí que se deba partir de empleos no subordinados (lo que no excluye que en usos subordinados se den auténticos valores modales). 3) Es preciso distinguir entre “nivel .de forma verbal” y “nivel de frase” (Rubio, sobre una idea “bühleriana” de García Calvo). A saber, am arem es una forma que va modalmente marcada por un morfema que indica irrealidad, sin necesidad de aditamentos; ahora bien, según el contexto en que vaya y el valor modal de tal contexto, indicado por una determinada curva melódica —de afirmación, interrogación, exclamación, orden, etc.—, recibe, o, mejor, contribuye a formar, una significación “suprasegmental” o “modalidad”. Adelantemos, a título de ejemplo, que realidad/irrealidad/posíbilidad son conceptos significados al nivel de la forma verbal (modos), y se significan por ciertos morfemas (lego, “cero”; legam, -a-, legerem , -re -); en cambio, conceptos como afirmación, interroga ción, duda, orden, deseo, etc., se mueven en el ámbito de la modalidad de frase y forman signo lingüístico con el correspondiente “prosodema supra segmental”. Son categorías, las de una y otra serie, que se interfieren; no son, pues, idénticas. Se ha comparado con acierto esta interferencia a la de las redes de meridianos y paralelos. Pasemos ahora a la consideración concreta del “nivel de la forma ver bal” o nivel de los “modos” propiamente dichos. A este nivel nos move mos entre significados del tipo realidad/posibilidad/irrealidad, y unos morfemas verbales que indican sistemáticamente tales valores; a m o / am em /am arem . Ha sido S. Mariner quien en su luminoso artículo de "Emérita”, XXV (1957), ha esclarecido esta zona del problema, al nivel sincrónico del latín clásico. Desmonta Mariner como modo el “subjun tivo” —su propio nombre es una invitación a descalificarlo como tal— en dos modos: potencial (amen, a m a ve rim ) e irreal (am arem , amaviss em ), dentro de los cuales se tiende a establecer una oposición temporal presente/pasado (en el potencial parecen menos sitemáticos los hechos en este punto). En realidad la gramática tradicional de las oraciones con dicionales habían entrevisto de lejos el qu id de la cuestión. El bloque irreal/potencial, sobre la nota básica de la subjetividad, se opondría como término marcado al indicativo, modo de la objetividad. Dentro del bloque, el irreal sería el término marcado de la oposición. El “superbloque” de estos tres modos se opondría, como término no marcado, al imperativo, modo exclusivo de la actuación (orden, mandato). El es
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quema básico de Mariner, que precisa, como se verá, de ciertos retoques es, pues, el siguiente:
IMPERATIVO IRREAL / POTENCIAL INDICATIVO
En el cual los términos no marcados —los que pueden también “apare cer por el otro”— ocupan los lugares inferiores y de la derecha del lector. A nivel sintáctico, el de las modalidades de frase, el estudio debe par tir del importante artículo publicado por A. García Calvo en “Emérita”, XXVII (1960), quien sienta las bases teóricas a las que ya hemos hecho referencia marginal. Es mérito de García Calvo la introducción del con cepto de “modalidad de frase”, significación suprasegmental notada por la entonación o curva melódica. Con base última en el esquema funcional de Bühler, distingue García Calvo dos niveles distintos de modalidad: a) impresíva (órdenes, deseos, exclamaciones, etc.); b) lógica o declara tiva, que se subdivide en afirmativa e interrogativa. Se ve ahora claro, según ya insinuamos al principio, a dónde tienen que ir a parar ciertos “naipes” que nada hacen, sino confundir, en el nivel de los verdaderos “modos”; nos referimos a “optativo”, “yusivo”, “deliberativo”, y concep tos por el estilo. Cierto es que García Calvo creía agotar el problema global con su solución, que no es sino la mitad de la verdadera, aunque tan importante, desde luego, como la otra mitad, la “invención” de Mari ner. El problema global de los modos se presenta, pues, cómo un juego de dos barajas combinadas, no confundidas. La necesaria síntesis de uno y otro hallazgo ha sido obra de L. Rubio, quien tuvo el mérito de observar la perpendicularidad existente entre uno y otro eje, es decir, la “no identidad" de oposiciones tipo aflrmación/deseo con las del tipo real-irreal. Quiere esto decir, claro está, que empleos de carácter yusivo los puede haber —como de hecho los hay— también en indicativo; como los hay afirmativos en el irreal o interrogativos en el potencial; y sígase la combinación hasta el limite de lo posible. Rubio ha perfeccionado, además, el esquema de Mariner, teniendo en cuenta la autocrítica de aquél y las acotaciones de R. Adrados al artículo de “Emérita” XXV. El imperativo quedaría aún más al margen, como “modo” exclusivo de la impresividad y, por tanto, como un “modo en sentido amplio”. Rubio insiste en su elementalidad morfológica —com parable sólo a la del caso vocativo—, que cuadra muy bien a un nivel “no lógico” de la comunicación lingüistica. El infinitivo, excluido en un principio del esquema de Mariner, representa un extremo de no carac terización, pues puede aparecer por todos los demás modos y con todas las modalidades. Debe colocarse, por tanto, en la base misma del es quema. En resumen, pues, los modos del latín clásico son: infinitivo (valor neutro), indicativo (realidad), potencial e irreal, cada uno de los cuales puede emplearse en modalidad impresiva (órdenes, deseos, etc.) o bien
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lógica (afirmación o interrogación). Queda aparte el imperativo, “modo exclusivamente impresivo”. Ni que decirse tiene que el estudio de los modos en la subordinación ha de basarse en el de los usos libres. Los valores modales están todavía muy claros en ciertas subordinadas. El subjuntivo de subordinación no es, claro está, modo, sino pura marca externa de subalternación lógica, sin conexión con la verdadera significación. La doctrina que hemos intentado resumir aquí procede, fundamental mente, de las siguientes fuentes: S. Mariner, “Emérita” XXV, 1957, pp. 449486, y XXXIII, 1965, pp. 47 ss.; A. García Calvo, “Emérita”, XXVII, 1960, pp. 1-47; F. R. Adrados, Evolución..., pp. 542 ss.; L. Rubio, op. cit. en nota 43, pp. 234 ss. (sobre el cual hay una crítica reciente de Ch. T ouratier en Revue des Études Latines, LV, 1977, pp. 394 ss., quien atribuye al sub juntivo valor potencial y volitivo, actualizables según contexto, y niega valor modal al “irreal”, quizá no sin razón). Sobre el estudio de los modos en griego y latín en el período 19031966 ha publicado un densísimo “rapport” en el periódico “Lustrum” (11/1966, pp. 173-349; 13/1968, pp. 404-511) el profesor de la Universidad de Bolonia G. Calboli. Se trata de un trabajo clave que recoge exhausti vamente lo realizado en ese período, con importantes sugerencias crí ticas. 49. Sobre estos “aoristos sigmáticos” véase la Nota 11 y la bibliogra fía allí reseñada. 50. El estudio de los modos en la oración compleja es problema pen diente del esclarecimiento de los modos de empleo independiente. Véase la Nota 48.
BIBLIOGRAFÍA (N. T.: Hemos procurado actualizar y ampliar la Bibliografía confec cionada por el autor, sin afán alguno de exhaustividad, desde luego. Nuestra atención se ha dirigido particularmente a la obra de estudio sos españoles. Nuestras adiciones van entre paréntesis,) Como bibliografía general de obras sobre la lengua latina puede uti lizarse : 3. Cousin, Bibliographie de la langue latine. 1880-1948, París, 1951. (De las publicaciones referentes al mundo clásico .da cuenta anualmente “L’Année Philologique”; véase también V. 3. Herrero, Introducción al estudio de la filología latina, Madrid, Gredos, 1965.) Historia de la lengua
^
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CAPÍTULO PRIMERO Un interesante examen de las afinidades del latín es el articulo de D. M. Jones The relation of Latín to Osco-Vmbrian, “Transactions of the Philological Society”, 1950. Puede remitirse al estudioso a este artículo para las más importantes referencias bibliográficas. Véase también el trabajo de síntesis de M. Lejeune, La position du latín sur le domaine indo-européen, en Memorial des études latines, 1943, pp. 7 ss.
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CAPITULO II Una guía útil para la arqueología prehistórica de Italia y sus rela ciones con los datos lingüísticos es: J. Whatmough, The foundation of Román Italy (Manuales de Arqueología de Methuen), 1937 (con amplia bibliografía). Más moderno: Handbuch der Archaologie, 4." parte, 1950 (en el Handbuch der Altertumswissenschaft, VI, 2, 1). Para trabajos más recientes véanse los artículos de P. Matz en “Neue Jahrbücher für Antike und deutsche Bildung”, 1938, pp. 285 ss„ y 1939, pp. 32 ss., y en “Klio”, XXXIII, 1940, pp. 140 ss., y de J. Wiesner en “Die Welt ais Geschichte”, VIII, 1942, pp. 197 ss. L as invasiones indoeuropeas de I talia H. Krahe, Die Indogermanisierung Griechenlands und Italiens, Heidelberg, 1949. Lenguas no itálicas de
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INTRODUCCIÓN AL LATÍN
W. Kroll, Die Entwicklung der lateinischen Schriftsaprache, “Glotta”, XXII, 1933, pp. 1 ss. — Artículo sobre la lengua de Salustio, “Glotta”, XV, 1927, pp. 280 ss. J. Marouzeau, Quelques uspects de la formation du latín littéraire, París, 1948. — Traité de stylistique latine, 2." ed., París, 1946. — Pour mieux comprendre les textes latins, “Revue de Philologie”, XLV, 1921, pp. 149 ss. R. Till, Die Sprache Catos (— “Philologus” Suppl. Band XXVIII, 2), 1935. (J. M. Tronskij: trabajo citado en N otas de los traductores, Nota 15.) S. P. Bonner, Román declamation, Liverpool, 1949 (especialmente el ca pítulo VIII, acerca de la influencia declamatoria en la literatura de inicios del Imperio). A. W. de Groot, La prose métrique des anciens, París, 1937.
CAPÍTULO VI C. H. Grandgent, Latín vulgar, reimpr., Madrid, CSIC, 1953. W. A. Baehrens, Skizze der lateinischen Volkssprache ( = Neue Wege zur Antike, II, 45-66). (M. C. Díaz y Díaz, Antología del latín vulgar, 2.“ ed., Madrid, Gredos, 1962.) (Ch. Mohrmann, Latín vulgaire, Latín des chrétiens, Latín médiéval, París, Klincksieck, 1955.) M. Niedermann, über einige Quellen unserer Kenntniss des spateren Vulgarlateinischen, “Neue Jahrb. f. d. klass. Altertumswissenschaft”, XV, 1912, pp. 313 ss. E. Lofstedt, Spatlateinische und romanische Sprachentwicklung, “Syntactica”, II, pp. 373 ss. (con una lista de las obras más importantes sobre latín vulgar). — Philologischer Kommentar zur Peregrinatio Aetheriae, Uppsala, 1911. ( — Late Latín, Oslo, 1959.) P. Marx, Die Beziehungen des Altlateins zum Spatlatein, “Neue Jahrb.”, XXIII, 1909, pp. 434 ss. H. F. Muller-P. Taylor, A chrestomathy of Vulgar Latín, Boston, 1932. G. Rohlfs, Sermo vulgaris latinus, Halle, 1951. (V. Váánanen, Introduction au latín vulgaire, París, Klincksieck, 1963; trad. esp. M. Carrión, Introducción al latín vulgar, Madrid, Gredos, 1968.)
CAPITULO VII J. Schrijnen, Charakteristik des altchristlichen Lateins, Nimega, 1932. Para una revisión crítica de la obra de Schrijnen y su escuela: J. de Ghellinck, Latín chrétien ou langue latine des chrétiens, “Les Études •Classiques”, VIII, 1939, 449 ss.
BIBLIOGRAFÍA
357
Oh. Mohrmann: artículos en “Vigiliae Chrlstianae”, I, 1947, pp. 1 ss.; II, 1948, pp. 89 ss., 163 ss.; III, 1949, pp. 67 ss.; IV, 1950, pp. 193 ss. (Véanse sus É tu d es s u r le la tín des chrétien s, vols. I-III, Roma, 19611965, que recopilan trabajos anteriores.) ( — Véase el trabajo citado para el capítulo anterior.) (E. Lofstedt: Véase el trabajo citado para el capítulo anterior.)
T raducciones
latinas de la
B iblia
F. Stummer, E in fü h r u n g in d ie la te in isch e B ib e l, 1928. H. F. D. Sparks, T h e L a t ín B ib le , en H. W. Robinson, T h e B ib le in its A n c ie n t a n d E n g lis h versíons, Oxford, 1940. H. Rbnsch, Ita la u n d V ulgata, 1875. W. E. Platen-H. J. White, A g ra m m a r o f the Vulgate, Oxford, 1926.
SEGUNDA PARTE La obra clásica de referencia para la gramática histérico-comparativa del latín es:
Leumann-Hofmann-Szantyr, Lateinische Gram m atik, vol. I: Lat. Laut- und Form enlehre (Leumann), edición renovada, Munich, Beck, 1977; vol. II: S yntax und Stilistik (Hofmann-Szantyr), nueva edición, Munich, Beck, 1965. W. Lindsay, T h e la tín language, Oxford, 1894. Gramática descriptiva; R. Kühner, A u s fü h rlic h e G ra m m a tik d e r la te in is c h e n Sprache, 2.a ed. de la S y ntax por G. Stegmann, Hannover, 1912-1914.
Diccionarios
etimológicos
A. Emout-A. Meillet, D ic tio n n a ire é tym o lo g iq u e de la langue latine, 4.a ed., 2.a reimpr. aum. y corr., París, Klincksieck, 1967. Walde-Hofmann, ‘h a te in isc h e s etym o log isch es W ü rte rb u ch , 3.a ed., Heídelberg, 1930-1956.
M anuales A. Meillet-J. Vendryes, T r a ité de g ra m m a ire co m p arée des langues cíassiques, 2.a ed., 1948. C. D. Buck, C o m p a ra tiv e g ra m m a r o f G re e k a n d L a tín , Chicago, 1948. E. Kieckers, H is to r is c h e la te in is ch e G ra m m a tik , I-II, 1930-1931. W. Lindsay, A s h o rt h is to r ic a l L a t ín gram m ar, 2.a ed., Oxford, 1915.
F onética R. G. Kent, T h e so u n d s o f L a tín , 3.a ed., Baltimore, 1945. M. Niedermann, P h o n é tiq u e h is to riq u e d u latín, 4.a ed., París, 1959.
358
INTRODUCCIÓN AL LATÍN
(M. Bassols de Climent, F o n é tic a latin a, con un A p é n d ic e so bre fonem átic a la tin a por S. Mariner Bigorra, Madrid, CSIC, 1962.) (P. Monteil, É lém en ts de p h o n é tiq u e et m o rp h o lo g ie du la tín , París, Nathan, 1970.) (F. Sommer, H a n d h u ch der lateinischen Laut- und Form enlehre, 2." y 3." ed., Heidelberg, 1914; reimpr. 1948. Nueva ed. en curso a cargo de R. Pfister, de la que ya ha aparecido el vol. I [E in le itu n g und Lau tlekre] en 1977.)
M orfología R. G. Kent, T h e fo rra s o f L a tín , Baltimore, 1946. Ernout, M o r p h o lo g ie h is to riq u e d u latín, 3.* ed., París, 1953. (Véanse, además, los manuales de Monteil y Sommer citados en el apartado precedente, así como las obras indicadas en las Notas de los traduc
A.
tores.)
(P. Monteil, op„ cit. en Fonética.)
S intaxis A. Ernout-F. Thomas, Syntaxe latine, 2.a ed., París, 1959. W. Kroll, L a s in ta x is c ie n tífic a y la enseñanza d e l latín, trad. A. Pariente, Madrid, 1935. C. E. Bennet, S y ntax o f E a r ly La tín , I-II, Boston, 1910-1914. E. Lofstedt, S yntactica, X, 2.“ ed., Lund, 1942; II, 1933. J. Wackernagel, V o rle su n g e n ü b e r Syntax, I-II, Basilea, 1926-1928. (M. Bassols de Climent, S in ta x is h is tó ric a de la lengua latin a, t. I y II, 1; Barcelona, CSIC, 1945-1948.) ( — S in tax is latina, I-II, Madrid, CSIC, 1956, reimpr. 1963.) (L. Rubio, Introducción a la sintaxis estructural d el latín, Barcelona, Ariel, 1982.) (A. Tovar, G ra m á tic a h is tó ric a latina: S intaxis, Madrid, 1946. Ténganse muy en cuenta, además, los trabajos citados en las correspondientes
Notas
de los traductores.)
APÉNDICE
T E X T O S L A T I N O S A R C A IC O S A.
1.
EPIGRÁFICOS
CIL I .2 3. E 1. Fíbula de Preneste, c. 600 a. C. M a n ios m ed vhe vh a k ed N um asioi
2- CIL 1.a 4. E 3. Escrita sobre un vaso de tres compartimientos encon trado en el Quirinal. Siglo vi (?). louesat deiuos qoi m ed m itat, nei ted endo cosmis uirco sied | asted noisi ope toitesiai paoari uois. | dueños m ed feeed en m anom einom dze noine m ed m aao statod
3. CIL I .2 1. E 2. Cipo hallado en el Foro Romano, c. 500 a. C. quoi h o il...] sakros ; esed s o r l[...] [. . . ]l a [. ]l a s regel : i g [.. J 1.. .1 eúam q u o s ; r e [.. .] [. . . ]m : k a la to rem ; 1.. .]ló d ; iouxm enta : k ap ia ; d o ta u l...]
hai[...l
m : ite ; r l [. . . l [... ím : quoi ha uelod ; ’ n e q u [...] od: iouestod
—
loiuquiod
4. CIL I .2 2. E 146. Himno de los Fratres Arvales según las Actas del año 218 d. C. Véanse pp. 71 s.
360
INTRODUCCIÓN AL LATÍN enos Lases iuuate, [e]n os Lases iuuate, enos Lases iuuate. neue luae rué Marm a sins incurrere in pleores, neue lúe rué M arm ar [si]n s incurrere in pleorls, neue lúe rué M arm ar sers incurrere in pleoris. satur furere Mars, limen [sal]i, sta berber, satur fu, fere Mars, limen sali, sta berber, satur fu, fere Mars, limen s a [l]i, s [t ]a berber. [sem]unis alternei aduocapit conotos, semunis alternei aduocapit conotos, simunis alternlei] aduocapit [conctlos. enos Marm or iuuato, enos M arm or iuuato, enos M arm or iuuato. -triumpe triumpe triumpe triumCpe triiumpe
5. CIL I a 366. E 64. Spoleto. honce loucom | ne qu(i)s uiolatod | ñeque exuehito ñeque | exferto quod louci || siet, ñeque cedito, | nesei quo die res deina I anua flet. eod die, | quod rei dinai cau(s)a | [f]ia t, sine dolo cedre || Hiicetod. sei quis | uiolasit, Ioue bouid | piaclum datod. | sei quis scies | uiolasit dolo malo, || Iouei bouid piaclum | datod et a. CCC | moltai suntod. | eius piacli | moltaique dicator[ei] || exactio est[od] 6.
CIL I .2 401. E 91. Luceria. in hoce loucarid stircus | ne [qu]is fundatid neue cadauer | proiecitad neue parentatid. | sei quis aruorsu hac faxit, [in ] ium || quis uolet pro ioudicatod n. [L ] | manum iniect[i]o estod. seiue | m ac[i]steratus uolet moltare, | [lijcetod
7. CIL 1.a 361. Boma. Iunone Loucinai | Diouis castud facitud 8.
CIL V 581. E 126. Placa ,de bronce del 186 a. C. que contiene una copia del Senatus C o n s u ltu m de B a cch a n a lib u s. [Q .] Marcius L. f., S. Postumius L. f. eos. senatum consoluerunt n. Octob. apud eadem | Duelonai. se. arf. M. Claudi. M. f., L. Valeri. P. f., Q. Minuci. C. f. de Bacanalibus quei foideratei | esent, ita exdeicendum censuere: ‘neiquis eorum acanal habuíse úelet. sei ques | esent, quei sibe, deicerent necesus ese Bacanal habere, eeis utei ad pr. urbanum |l Romam uenirent, deque eeis rebus, ubei eorum u
TEXTOS LATINOS ARCAICOS
361
neue magistratura, | neue pro magistratu
9.
C IL
1.a 614. E 125. Alcalá de los Gazules (Cádiz), 189 a. C.
L. Aimilius L. f. inpeirator decreiuit, | utei quei Hastensium seruei | in turri Lascutana habitarent, | leiberei essent. agrum oppidumqu., | quod ea tempestate posedisent, | item possidere habereque | iousit, dum poplus senatusque | Romanus uellet. act. in castréis | a. d. X I I k. Pebr.
10. CIL 1.a 586. E 127. L. Cornelius Cn. f. pr. sen. cons. a. d. I I I nonas M aias sub aede Kastorus. I ser. adf. A. Manlius A. f., Sex. Iulius [...], L. Fostumius
S. f. | quod Teiburtes u(erba) f(ecistis) quibusque de rebus uos purgauistis, ea senatus | animum aduortit ita utei aequom fuit— nosque ea ita audiueramus, || ut uos deixsistis uobeis nontiata esse— : ea nos animum nostrum | non indoucebamus ita facta esse, propterea quod scibamus, | eo uos mérito nostro faeere non potuisse, ñeque uos dignos esse, | quei ea faceretis, ñeque id uobeis ñeque rei poplicae uostrae | oitile esse faeere. et postquam uostra uerba senatus audiuit, |j tanto magis animum nostrum indoucimus (ita utei ante | arbitrabam ur), de eieis rebus ai' uobeis peccatum non esse. [ quonque de eieis rebus senatuei purgati estis, credimus, uosque | animum uostrum indoucere oportet, item uos populo j Romano purgatos fore
11.
C I L V 25. E 147. Inscripción de la colum na rostra ta de C. D uilius, restaurada o compuesta en época de Augusto o de Claudio.
... [Secest]ano[sque ................. op-] [sidione]d exemet lecione[sque Cartaciniensis omnis] [ma]ximosque macistr[a]tos l[uei palam post dies] £n]ouem castréis exfociont, Macel[amque opidom]
362
INTRODUCCIÓN AL LATIN [pluenandod cepet. enque eodem maclistratud bene] [r]e m nauebos marid consol primos c[eset copiasque] [cllasesque nauales primos ornauet pa[rauetque], cumque eis nauebos ciaseis Poenicas omnfis, Ítem m a -] [xlum as copias Cartaciniensis praesentetd H anibaled] dictatored ollorlom in altod marid pucntandod uicet] tulique nauelis cepejt cum socieis septer[esmom I q u in -] [queresm]osque triresmosque ñauéis X IX X , merset X I I I ], [aurolm captom: n u m e i Q ) ® ( D ^ C I O TarcénJtom captom praeda: numei © I [...] [omne] captom aes [...] ( © ( © . ( © ( © ( ^ ( © © ) ( © ( © ( © ( © ( © ( © l •.. p r i-] [mos qu]oque naualed praedad poplom [donauet pri-1 [mosqueí Cartacini[ens]is [incelnuos d[uxit in ] [trium pod...] eis [...] captt...]
12. C I L 1.a 6 . 7. E 13. Sarcófago de L. Cornelio Escipión Barbado, cónsul en el 298 a. C. IX. Cornelilo Cn. f. Scipio | Cornelius Lucius Scipio Barbatus Gnaiuod patre | prognatus, fortis uir sapiensque, quoius forma uirtutei parisuma | fuit, consol, censor, aidilis quei fuit apud uos, Taurasia, Cisauna | Samnio cepit, subigit omne Loucanam opsidesque abdoucit
13. C I L I." 8 y 9. E 14. Sarcófago del cónsul del 259 a. C.
L.
Cornelio L. f. Scipio | aidiles, cosol, cesor hone oino ploirume cosentiont Rtom ane] duonoro optumo fuise uiro, Luciom Scipione. filios Barbati consol, censor, aidilis hic fuet a[p ud uosl. hec cepit Corsica Aleriaque urbe, dedet Tempestatebus aide meretoíd]
14. C I L 1.a 10. E 15. Sarcófago de un augur del 180 a. C, quei ápice insigne Dialtis fllaminis gesistei, | mors perfe[cit] tua ut essent omnia j breuia, honos, fam a uirtusque, | gloria atque íngenium. quibus sel | in longa licu[i]set tibe utier uita, | facile facteis superases gloriam | maiorum. qua re lubens te in gremiu, | Scipio, recip [i]t Terra, Publi, | prognatum Publio, Corneli
15. C I L I a 11. E 16. Posiblemente del sarcófago del hermano de Cneo Escipión Hispano (véase n.° 16). L. Cornelius Cn. f. Cn. n. Scipio. magna sapientia | multasque uirtutes aetate quom parua | posidet hoe saxsum. quoiei uita defecit, non | honos, honore,
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363
is hic situs, quei nunquam | uictus est uirtutei. annos gnatus (uiginti) is | l[oc]eis mandatus, ne quairatis honore | quei minus sit mandatul s] 16. CIL I.2 15. E 18. Sarcófago de Cneo Escipión, pretor peregrino en 139 a. C.
Cn. Cornelius Cn. f. Scipio Hispanus | pr., aid. cur., q., tr. mil. II, Xuir si. iudik., | Xuir sacr. fac. | uirtutes generis miéis moribus accumulaui, progeniem genui, facta patris petiei. maiorum optenui laudem, ut sibei me esse creatum laetentur: stirpem nobilitauit honor 17.
CIL I." 1861. E 134. Amiterno.
Protogenes Cloul(i) ¡ suauei heicei situst J mimus, plouruma que ¡ fecit populo soueis || gaudia nuges 18.
CIL 1.a 1211. E 133. Roma.
hospes quod deico, paullum est, asta ac pellege. heic est sepulcrum hau pulcrum pulcrai feminae. nomen parentes nominarunt Claudiam. suom mareitum corde deilexit souo. gnatos dúos creauit, horunc alterum in térra linquit, alium sub térra locat. sermone lepido, tum autem incessu commodo. domum seruauit. lanam fecit, dixi. abei 19. CIL 1.a 1202. E 135. Roma.
hoc est factum monumentum I Maarco Caicilio. | hospes, gratum est, quom apud | meas restitistei seedes: bene rem geras et ualeas, | dormías sine qura 20.
CIL I .2 1600. E 92. Capua.
Pesceniaes | C. 1. Laudicaes | ossa heic sita sunt 21. CIL I .2 1249. E 93. Roma.
Aquilliaes C. 1. Tertiae | C. Aquillius | Sosander 1. 22.
CIL I .2 37. E 24. Roma.
M. Mindios L. fl„ | P. Condetios Va. fi. | aidiles uicesma parti ¡ Apolones dederi 23.
CIL I r 59. E 22. Preneste.
Apolonle C. Q.?] | Metilio [C. f.?l ¡ magistere | coraueron. j C. Anicio l.(?) st|riando | [,..]
364 24.
INTRODUCCIÓN AL LATÍN
CIL 1.a 975. E 121. Trastevere.
deuas | Comiscas | sacrum 25. CIL V 376. E 73. Pisaurum (Pesaro).
Cesula | Atilia | donu 26.
j
da Diane
CIL V 42. E 29. Nemi.
Poublilia Turpilia Cn. uxor | hoce seignum pro Cn. filiod | Dianai donum dedit 27.
CIL 1.a 610. Nemi, 202-200 a. C.
C. Aurilius C. f. | praitor | iterum didit, | eisdim consl || probauit 28. CIL V 48. E 31. Tusculum.
M. Fourio C. f. tribunos | [m ilitaire de praidad Fortune dedet 29. CIL 1.a 60. E 34. Preneste.
Orceuia Numeri (uxor) primocenia, || donom dedi 30.
j
nationu cratia | Fortuna, Diouo fileia |
CIL I a 980. E 123. Trastevere.
Forte Fotrtunai] | uiolaries, | rosaries, | coronarles. || [m ]ac[istres] coe[rauere] 31. CIL I a 394. E 86.
T. Vetio | duno | didet | Hercio |¡ louio | brat. | data 32.
CIL V 30. E 21. Roma.
M. C. Pomplio No(ui) í(ilii) | dedron | Hercole 33. CIL I a 62. E 37. Preneste.
L. Gemenio L. f. Felt[.] I Hercole dono | dat lubs merto | pro sed sueq. || ede leigibus | ara Salutus 34.
CIL I r 1531. E 128. Sora, c. 150 a. C.
M. P. Vertuleieis C. f. quod re sua di[f]eidens asper | afleicta parens timens | héic uouít, uoto hoc | solutfo] [de]cuma íacta | poloucta leibereis lube|tes donu danunt | Hercolei maxsume | mereto. semol te | orant, se [u]oti crebro | condemnes
TEXTOS LATINOS ARCAICOS
35.
CIL
36.
CIL
37.
CIL
38.
CIL
365
1.a 626. E 129. Roma. L. Mummi L. f. eos. duct(u) | auspicio imperioque | eius Achaia capt(a), Corinto | deleto Romam redieit | triumphans. ob hasce | res bene.gestas quod | in bello uouerat, | hanc aedem et signu | Herculis Victoris | Imperator dedicat
1.a 632. E 130. R eate (R ieti). sánete, de decuma, Víctor, tibei Lucius Munius donum moribus antiqueis pro usura hoc daré sese uisum animo suo perfecit, tua pace rogans te cogendei dissoluendei tu ut facilia faxseis, pérfidas decumam ut faciat uerae rationis, proque hoc atque aliéis donis des digna merent. Ir 360. E 61. Norba. F. Rutilius M. f. | Iunonei Loucina | dedit meretod | Diouos castud 1.a 378. E 75. P isaurum (P esaro). Iunone rec(inai) | matrona J Pisaurese | dono dedrot
39. CIL I a 364. E. 62. Falerii.
Iouei Iunonei Mineruai | Falesce, quei in Sardinia sunt, | donum dederunt. magistreis | L. Latrius K . f., C. Salu[e]na Voltai f. coiraueront gonlegium quod est aciptum aetatei aged[ai], opiparum a[d] ueitam quolundam festosque dies, quei soueis aastutieis opidque Volgani gondecorant sai[pi]sum e comuiuia loidosque, ququei huc dederulnt ilnperatoribus summeis, utei sesed lubentCes belne iouent optantis 40.
CIL
Ir 49. E 32. Tusculum . M. Pourio C. f. tribimos | militare de praidad Maurte dedet
41.
CIL V
42.
CIL
379. E 76. Matre | Matuta | dono dedro | matrona ¡| M’. Curia, | Pola Liuia deda I a 365. E 63. Falerü. Menerua sacru. | [L]a(rs) Cotena, La(rtis) f„ pretod de | zenatuo sententiad uootum | dedet, cuando datu rected || cuncaptum
366 43.
INTRODUCCIÓN AL LATÍN
CIL r- 675. E 94. Capua, 108 a. C. N. Pumidius Q. f. M. Cottius M. f. M. Eppilius M. f. C. Antracius C. f. L. Sempronius L. f. P. Cicereius C. f.
M. Raecius Q. f. N. Arrius M, f. L. Heioleius P. f. C. Tuceius C, f. Q. Vibius M. f. M. Valerius L, f. heisce magistreis Venerus louiae murum | aedificandum coirauerunt ped. CC l X X et | loidos fecerunt Ser. Sulpicio M. Aurelio cois.]
44.
CIL I." 383. E 78. Firmum Picenum. L. Terentio L. f., | C. Aprufenio C. f„ | L. Turpilio C. f., I M. Albani L. f„ j| T. Munatio T. f. | quaistores | aire moltaticod | dederont
45.
CIL I.- 1511. Cora. M. M U t liu s M. L, L. Turpilius L. f. duomuires de senatus | sentetn]tia aedem faciendam eoerauerunt eisdemque probauere
46.
CIL
I.” 1529. E. 132. Aletri. Entre el 130 y el 90 a. C. L. Betilienus L. í. Vaarus | haec quae infera scripta | sont de senatu sententia | facienda coirauit: semitas || in oppido omnis, porticum qua | in areem eitur, campum ubei | ludunt, horologium, macelum, | basilicam calecandam, seedes, | [llacum balinearium, lacum ad || [plortam, aquam in opidum adqu. | arduom pedes CCCX l . fornicesq. | fecit, fístulas soledas fecit. | ob hasce res censorem fecere bis, | senatus filio stipendia mereta || ese iousit, populusque statuam | donauit Censorino
47.
CIL
48.
CIL
49.
CIL
I.5 1722. A eclanum . Época de Cicerón. C. Quinctius C. f. Valg. patrón, munic., | M. Magi. Min. f. Surus, A. Patlacius Q. f., | IlIIuir., d(e) s(enatus) s(ententia) portas, turréis moiros | turreisque aequas qum moiro || faciundum eoerauerunt
I.2 1471. E 58. P reneste. M. Saufeius M. f. Rutilus, | C. Saufeius C. f. Flacus | q. I culinam f(aciendam) d(e) s(enatus) s(ententia) c(uraverunt), eisdem|q. loeum emerunt de | L. Tondeio L. f. publicum. | est longu p. CX j, VIIIS, | latum af muro ad | L. Tondei uorsu p. XVI
I.3 638. E 131. F orum P opillii (L ucania), 132 a. C. uiam fecei ab Regio ad Capuam, et | in ea uia ponteis omneis, m ilia rios | tabelariosque poseiuei. hince sunt | Nouceriam meilia «-I, Capuam XXCIIII, || Muranum J, XIIII, Cosentiam CXXIII, | Valentiam C i X X X I.], | ad fretum ad | statuam CCXXXK.], | Regium CCXXXVII. | suma af Capua Regium meilia CCCXXK.]. | et eidem praetor in j Sicilia fugiteiuos Italicorum | conquaeisiuei redideique | homines BCCCCXVII. eidemque | primus fecei, ut de agro poplico | aratoribus cederent paastores. | forum aedisque poplicas heic fecei
TEXTOS LATINOS ARCAICOS
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50. C1L I." 584. E 138. Cercanías de Génova, 117 a. C. Q. M. Minucieis Q. f. Rufeis de controuorsieis ínter | Genuateis et Veiturios in re praesente cognouerunt et coram ínter eos controuosias composeiuerunt, | et, qua iege agrum possiderent et qua finéis fierent, dlxserunt. eos finéis facere terminosque statul iuserunt; | ubei ea facta essent, Romam coram uenire iouserunt. Romae coram sententiam ex senati consulto dlxerunt eidib. || Decemb. L. Caecilio Q. f. Q. Muucio Q. f. eos.—qua ager priuatus casteli Vituriorum est, quem agrum eos uendere heredemque | sequi licet, is ager uectlgal. nei siet.—Langatium finéis agri priuati: ab riuo infimo, qui oritur ab fontei in Mannicelo ad flouium | Edem; ibi terminus stat. inde flouio suso uorsum in flouium Lemurim. inde flouio Lemuri susum usque ad riuom Comberane(am). j inde riuo Comberanea susum usque ad comualem Caeptiemam; ibi term ina dúo stant circum mam Postumiam. ex eis terminis recta | regione in riuo Vendupale. ex riuo Vindupale in flouium Neuiascam. inde dorsum fluío Neuiasca in flouium Prbcoberam. inde || flouio Procoberam deorsum usque ad riuom Vinelascam infumum; ibei terminus stat. inde sursum riuo recto Vinelesca; | ibei terminus stat propter uiam Postumiam. inde alter trans uiam Postumiam terminus stat. ex eo termino, quei stat I trans uiam Postumiam, recta regione in fontem in Manicelum. inde deorsum riuo, quei oritur ab fonte en Manicelo | ad terminum, quei stat ad flouium Edem.—agri poplici quod Langenses posident, hisce finís uidentur esse: ubi comfluont | Edus et Procobera, ibei terminus stat. inde Ede flouio sursuorsum in montem Lemurino Snfumo; ibei terminus || stat. inde sursumuorsum iugo recto monte Lemurino; ibei termin(u)s stat. inde susum iugo recto Lemurino; ibi terminus ¡ stat in monte pro cauo. inde sursum iugo recto in montem Lemurinum summum; ibi terminus stat. inde sursum iugo | recto in castelum, quei uocitatust Alianus; ibei terminus stat. inde sursum iugo recto in montem Iouentionem; ibi terminus | stat, inde sursum iugo recto in montem Apeninum, quei uocatur Boplo; ibei terminus stat. inde Apeninum iugo recto | in montem Tuledonem; ibei terminus stat. inde deorsum iugo recto in flouium Veraglascam in montem Berigiemam |j infumo; ibi terminus stat. inde sursum iugo recto in montem Prenicum; ibi terminus stat. inde dorsum iugo recto in | flouium Tuielascam; ibi terminus stat. inde sursum iugo recto Blustiemeio in montem Claxelum; ibi terminus stat. inde | deorsum in fontem Lebriemelum; ibi terminus stat. inde recto riuo Eniseca in flouium Porcoberam; ibi terminus stat. | inde deorsum in flouiom Porcoberam, ubei conflouont floui Edus et Porcobera; ibi terminus stat.—quem agrum poplicum | iudicamus esse, eum agrum castelanós Langenses Veiturios po[si]dere fruique uidetur oportere. pro eo agro uectigal Langenses || Veituris in poplicum Genuam dent in anos singulos uicCtoriatos) n(umos) CCCC. sei Langenses eam pequniam non dabunt ñeque satis | facient arbitratuu Genuatlum, quod per Genuenses m o trla non fiat, quo setius eam pequniam acipiant: tum quod in eo agro | natum erit frumenti partem uicensumam, uini partem sextam Langenses in poplicum Genuam daré debento | in annos singólos.—quei intra eos finéis agrum posedet Genuas aut Viturius, quei eorum posedeit k. Sextil. Li Caicilio | Q. Muucio eos., eos ita posidere colereque liceat. es que. posidebunt, uectigal Langenslbus pro portione dent ita, uti ceteri j| Langenses, qui eorum in eo agro agrum posidebunt fruenturque. praeter ea in eo agro ni quis posideto nisi de maiore parte | Langensium
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INTRODUCCIÓN AL LATÍN
Veiturlorum sententia, dum ne alium intro m itat n isi Genuatem aut Veiturium colendi causa, quei eorum de maiore parte | Langensium Veiturium sententia ita non parebit, is eum agrum nei habeto niue fruimino,—quei | ager compascuos erit, in eo agro quo minus pecus [p]ascere Genuates Veituriosque liceat ita, utei in cetero agro | Genuati compascuo, niquis prohibeto, niue quis uim faoito, neiue prohibeto, quomin s ex eo agro ligna materiamque || sum ant utanturque.— uectigal anni primi k. Ianuaris secundis Veturis Langenses in poplicum Genuam daré | debento. quod ante k. Ianuar. primas Langenses íructi sunt eruntque, uectigal inuitei daré nei debento.— | p rata quae fuerunt proxuma faenisicei L. Caecilio Q. Muucio eos. in agro poplico, quem Vituries Langenses | posident et quem Odiates et quem Dectunines et quem Cauaturineis et quem Mentouines posident, ea p rata | inuitis Langensibus et Odiatibus et Dectiminebus et Cauaturines et Men touines, quem quisque eorum agrum || posidebit, inuiteis eis niquis sicet niue pascat niue fruatur. sei Langenses aut Odiates aut Dectunines aut Cauaturines | aut Mentouines m alen t.in eo agro a lia p rata inm ittere, defendere, sicare, id uti facere liceat, dum ne ampliorem | modum pratorum habeant, quam proxuma aestate habuerunt fructique sunt. Vituries, que controuorsias | Genuensium ob iniourias iudicati aut damnati sunt, sei quis in uinculeis ob eas res est, eos omneis | soluei, m ittei leiber(are)ique Genuenses uidetur oportere ante eidus Sextilis primas.—sei quoi de ea re || iniquom uidebitur esse, ad nos adeant primo quoque die et ab ómnibus controuersis et hono. publ. li. | — leg(ati) Moco Meticanio Meticoni f., Plaucus Peliani. Pelioni f. 51. CIL I.” 1831. E 81. Cliternia.
uia inferior | priuatast | T. Vmbreni C. t , | precario itur, || pecus plostru | niquis agat B.
52.
PROCEDENTES DE FUENTES LITERARIAS
Del De lingua latina de Varrón. (i) (ii)
(iii) (iv) (v) (vi) (vii) cviii) (ix)
5. 97. Hircus, quod Sabini flreus; quod illic fedus, in Latió rure hedus, qui in urbe ut in multis A addito haedus. 5. 101. Lepus, quod Siculi, ut Aeolis quidam Graeci, dicunt Xéitopiv: a Roma quod orti Siculi, ut anuales veteres nostri dicunt, fortasse hiñe illue tulerunt et hic reliquerunt id nomen. 5. 159. Vicus Cyprius a cypro, quod ibi Sabini cives additi consederunt, qui a bono omine id appelarunt: nam cyprum Sabine bonum. 5. 173. In argento nummi, id ab Siculis. 6. 2. Sic, inqúam, consuetudo nostra multa declinavit a vetere, ut ab solu solum, ab Loebeso Liberum, ab Lasibus Lares. 6. 4. Meridies ab eo quod medius dies. D antiqui, non R in hoc dicebant, ut Praeneste incisum in solario vidi. 6. 13. Februm Sabini purgamentum, et id in sacris nostris verbum non ignotum. 6. 28. Idus ab eo quod Tusci Itus, vel potius quod Sabini Idus dicunt. 6. 68. Vicina horum quiritare, iubilare. Quintare dicitur is qui Quiritum fldem clamans inplorat. Quirites a Curensibus; ab his cum Tatio rege
textos
l a t in o s
a r c a ic o s
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in societatem venerunt civitatis. Ut quiritare urbanorum, sic jubilare rustioorum: Itaque hos imitans Aprissius ait: lo buceo!—Quis me iubilat? Vicinus tuus antiquus. (x) 6. 86. Nunc primum ponam de Censoriis Tabulis: Ubi noctu in templum censor auspicaverit atque de cáelo nuntium erit, praeconi sic imperato ut viras vocet: ‘Quod bonum fortunatum felix salutareque siet populo Romano Quiritibus reique publicae populi Romanl Quiritium mihique collegaeque meo, fidei magistratuique nos tro: omnes Quirites pedites armatos, privatosque, curatores omnimn tribuum, si quis pro se sive pro altero rationem dari volet, voca inlicium huc ad me.’ 87. Praeco in templo primum vocat, postea de moeris item vocat. Ubi lucet, censores scribae m agistratus murra unguentisque unguentur. Ubi praetores tribunique plebei quique inlicium vocati sunt venerunt, censores Ínter se sortiuntur, uter lustrum íaciat. Ubi templum factum est, post tum conventionem habet qui lustrum conditurus est. 88. In Commentariis Consularibus scriptum sic inveni: Qui exercitum imperaturus erit, accenso dicito: ‘C. Calpurni, voca inlicium omnes Quirites huc ad me.’ Accensus dicit sic: ‘Omnes Qui rites, inlicium vos ite huc ad iudices.’ ‘C. Calpurni’, eos. dicit, ‘voca ad conventionem omnes Quirites huc ad me.’ Accensus dicit sic: ‘Omnes Quirites, ite ad conventionem huc ad iudices.’ Dein cónsul eloquitur ad exercitum: ‘Impero qua convenit ad comitia centuriata.’ (xi) 7. 29. Idem ostendit quod oppidum vocatur Casinum (hoc enim ab Sabinis orti Samnites tenuerunt) et nostri etiam nunc Forum Vetus appellant. Item significat in Atellanis aliquot Pappum, senem quod Osci casnar appellant. (xii) 7. 42. Olli valet dictum illi ab olla et olio, quod alterum comitiis cum recitatur a praecone dicitur olla centuria, non illa ; alterum apparet in funeribus indictivis, quo dicitur Ollus leto datüs est. 53. El C a rm e n S a lta r e .
divum empta cante! divum deo supplicate! b quome tonas, Leucesie prae tet tremonti quot ibe tet e nubi deiscunt tonare c cozeulodorieso. omnia vero adpatula coemisse. ian cusianes duonus ceruses. dunus Ianusve vet pom melios eum recum a = Varrón, L. L., 7, 27. Para em p ta propuso Bergk ern pa = “in patrem”. b = TTerencio Scauro, G . L., vil, 28. c = Varrón, L. L„ 7, 26. a
54. Catón, A g r., 141.
Mars pater, te precor quaesoque uti síes volens propitius mihi domo familiaeque nostrae, quoius rei ergo agrum terram fundumque meum suovitaurilia circumagi iussi, uti tu morbos visos invisosque, viduertatem vastitudinemque, calamitates intemperiasque prohibessis defendas averruncesque. utique tu fruges, frumenta, viñeta virgultaque grandire beneque evenire siris, pastores pecuaque salva servassis duisque bonam salutem valetudínemque mihi domo familiaeque nostrae: harumee rerum ergo, fundi terrae agrique mei lustrandi lustrique
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INTRODUCCIÓN AL LATÍN
faciendi ergo, sicuti dixi, macte hisce suovitaurilibus lactentibus inmolandis esto: M ars pater, eiusdem rei ergo macte hisce suovitaurilibus lactentibus esto! 55.
F ragm en tos
de las leges regiae.
(i) Pellex aram Iunonis ne tangito. Si tagit, Iunoni crinibus demissis agnum feminam caedito. (ii) (a) Si hominem f ulmén lo vis occisit, ne supra genua tollito. ( b ) Homo si fulmine occisus est, ei iusta n ulla fieri oportet. (iii) Si qui(s) hominem liberum dolo sciens morti duit, paricidas esto. (iv) Si quisquam aliuta faxit, ipsos Iovi sacer esto. (v) Si parentem puer verberit ast olle plorassit paren, puer divis parentum sacer esto. 56.
F ragm en tos
de las X II T ablas. E 114 ss.
(i) 1. Si in ius vocat, ito. Ni it, antestamino: igitur em capito. 2. Si calvitur pedemve struit, manum endo iacito. 3. Si morbus aevitasve vitium escit, [qui in ius vocabit] iumentum dato: si nolet, arceram ne sternito. (ii) Adsiduo vindex adsiduos esto; proletario [iam civi] quis volet vindex esto. (iii) Rem ubi pacunt orato. 2. Ni pacunt, in comitio aut in foro ante meridiem caussam coiciunto, cum peroranto ambo praesentes. 3. Post meridiem praesenti litem addicito. 4. Si ambo praesentes, sol occasus suprema tempestas esto. (iv) Morbus sonticus... aut status dies cum hoste... quid horum fuit vi tium iudici arbitrove reove, eo dies diffensus esto. (v) Cui testimonium defuerit, is tertiis diebus ob portum obvagulatum ito. (vi) Aeris confessi rebusque iure iudicatis triginta dies iusti sunto. 2. Post deinde manus iniectio esto. In ius ducito. 3. Ni iudicatum facit aut quis endo eo in iure vindicit, secum ducito. Vincito aut ñervo aut compedibus. XV pondo ne minore aut si volet maiore vincito. 4. S i volet, suo vivito. Ni suo vivit, tqui eum vinctum habebit,] libras farris endo dies dato. Si volet, plus dato. (vii) Tertiis nundinis partís secanto. si plus minusve secuerunt, se fraude esto. (viii) Adversus hostem aeterna auctoritas esto. (ix) Si pater filium ter venumdavit (?) filius a patre liber esto. (x) uti legassit super pecunia tutelave suae rei, ita ius esto. (xi) si intestato moritur, cui heres nec escit, adgnatus proximus familiam habeto. si adgnatus nec escit, gentiles familiam habento. (xii) vias muniunto: ni sam deiapidassint, qua volet, iumenta agito. (xiii) qui malum carmen incantassit. occentassit. (xiv) si membrum rupsit, ni cum eo pacit, talio esto. si iniuriam alteri faxsit, viginti quinqué aeris poenae sunto. (xv) si nox furtum faxsit, si im occisit, iure eaesus esto. (xvi) si adorat furto quod nec manifestum erit, duplione damnum decidito. (xvii) patronus si clienti fraudem fecerit, sacer esto. (xviii) qui se sierit testarier libripensve fuerit, ni testimonium fariatur, inprobus intestabilisque esto. (xix) si telum manu fugit magis quam iecit, caries subidtur>. (xx) neve aurum addito, a t cui auro dentes iuncti escunt, ast im cum illo sepeliet uretve, se fraude esto. (xxi) si servus fui'tum faxit noxiamve noxit.
ÍNDICE DE MATERIAS temas en, 242 ablativo, 299 ss. — absoluto, 302 — causa, 301 — comparativo, 298 — circunstancia concomitante, 299 — cualidad, 299 — expresiones distributivas, 302 — instrumental, 299 — instrumental-sociativo, 298 — locativo, 301 — modo, 300 — precio, 299 — procedencia u origen, 297 — propio, 297 — referencia, 300 — separación, 297 — tiempo, 301 ablativos de origen (adnominales), 297 abreviación yámbica, 214, 222 absoluto, valor del positivo en la comparación de adjetivos, 253 abstractos, 238 abstractos, nombres, 237 abstractos verbales, 238 —en -ti- y - t u - , 240 acento, 212 ss. — expiratorio, 213 — intensidad, 213 — musical, 213 — secundario, 214 acentuación, 159 acrónico, presente, 304 activa, 262 activos y deponentes, verbos, 155 acusativo, 285 — doble, 288 — exclamativo, 289 — extensión, 287 -a ,
—
ex tern o ,
—
fig u ra
—
con
—
in te rn o ,
—
lo c a l,
286
e tim o ló g ic a ,
i n f i n it iv o , 287,
288
285
—
p re d ic a tiv o ,
—
r e la c ió n ,
—
del to d o
a c u s a t iv o s a d i c ió n ,
287
316
288
287,
288
y de la parte, 288 exclamativos, 83
87
de lugar, 239 adnominales, dativos, 176 adverbios, 288 agentes en -tor, 238 Agustín, san, 203 aliteración, 94, 99, 111, 113, 114, 116, 118, 124, 128 aliterativos, pares, 128 alternancias (ablaut), 235 — declinación, 247 — grados, 267 Ammiano Marcelino, 206 anacoluto, 87 anáfora, 99, 113 anafórico, pronombre, 83, 328 anafórico, tema, 256 antítesis, 111, 137 aoristo, 265, 272 — tema, 266 apódosis irreales, 332 Appendix Probi, 158, 161, 166 apud, alternando con ad, 286 Apuleyo, 149 arcaísmos, 105, 116, 118, 127 arcaístas, 146 asiánico, estilo, 121 asianismo, 149, 202 asimilación, 231 asíndeton, 99 asonancia, 111 a d je t iv o s
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INTRODUCCIÓN AL LATIN
aspecto, “testimonio ocular”, 266 aspecto verbal, 303 — durativo, 303 aspectos del verbo, 265 Atellana, 154 atemáticos, verbos, 262 aticistas, 140 aumento, 270 augural, fórmula, 73 Bernabé, Epístola de, 188 Bíblico, griego, 187 bilingüismo, 187, 189 binaria, estructura, 118 bronce, uso del, 44 caballo, 44 calco, 188, 190 — semántico, 190 Calpumio Pisón, 126 Carlomagno, 182 Carmen Arvale, 71 carmina, 106, 111, 138 Catón, 127 — P. Valerio, 116 causal, relativo, 329 causativos, verbos, 267 Celio Antípatro, 141 céltico, 20, 61 ss. — y germánico, 26 César, 133, 140 Cicerón, cartas, 154 científica, prosa, 103 civilización del Noroeste, 27 claridad (oocipiívEta), 125 clasicismo, 152 cláusula, 139 cola, 121 colectivos, 237 colectivos, singulares, 176 coloquial, 82 coloquialismo, 112 collocatio, 138 comparación, 253 — de adjetivos, 24 comparativo, método, 14, 211 comparativos dobles, 75 compleja, oración, 324 compositio, 138 compuestas, preposiciones, 188 compuesto, 108 compuestos, 97, 109, 114 compuestos, verbos, 172 concepta verba, 138 concesivas, 334
concinnitas, 122, 138, 139, 140 condicionales mixtas, 328 congeries, 99, 133 conjunciones, 328 consecutivas, 326 consonante, temas en, 246, 247 contaminación, 333 contaminaciones, 87 convergencia, 20 cremación, 46 cristianismos, 192 cuarta conjugación, 268 cum, 330 s. — con indicativo en Plauto, 330 — inversum, 330 — temporal, 330 — dactilicas, formas, 110 — dactilicas, palabras, 110 dativo, 283, 293 — adnominal, 294, 296 — agente, 295 — dirección, 296 — ético, 294 s. — finalidad, 296 — posesivo, 294 — de provecho o daño, 293 — simpatético, 294 dativus iudicantis, 295 daunos, 50 declinaciones, 241 ss. deícticas, partículas, 256 8eivÓTr|q, 121 democrático”, “latín, 142 demostrativos, 255 denominativos, verbos, 267 desiderativo, sufijo, 269 desiderativos en -asso, 271 desinencia, 234 desinencias, 262 — casuales, 241 s. — primarias, 262 — secundarias, 262, 270 — verbales, 262 ss. desplazamiento relaclonal, 241, 317 deverbativo, sufijo, 241 deverbativos en -os, 240 dialecto, 16 dialectales, palabras, 107 “dicolon abundans”, 118 diminutivos, 85, 97, 155, 174, 237, 238 — en -lo, 240 diptongo, temas en, 252 disimilación, 232 dobletes fonéticos, 110
ÍNDICE DE MATERIAS Doce Tablas, 73, 125 dum, 331 ss. — en oraciones finales, 331 — con subjuntivo estipulativo, 332 — sentido terminativo, 332 durativo, tema, 265 elativos, 239
elegantia, 132, 133, 152, 176 Emilio Paulo, 103 ennianismos, 105 Ennio, 111, 125, 128, 141 — fraseología, 142 — reminiscencias, 119 épico, dialecto, 103 ergativo, 262 esnobismo, 153 especial, lengua, 185 Estacio, 145 estándar, lengua, 125 estilo “rimbombante”, 93, 115 etrusco, 55 ss. etsi, con participio de presente, 322 s. Euforión, 108 expresivos, compuestos, 84 falisco, 68 s. falso análisis, 240 femeninos, 237
figura etymologica, 92 filohelenismo, 103 finales, oraciones, 325 finalidad y consecuencia, 325 s. Fratres Anales, 16 frecuentativos, 173 — verbos, 85, 97 Frontón, 150 fuerza expresiva, 175 futuro, 271 — en -b, 23 — en -bo, 271 — en expresiones gnómicas, 304 — indicativo, 303 — participio, 323 --------empleo predicativo, 323 — perfecto, 275, 306 — prospectivo, 304 — empleos volitivos, 305, 308 en deseos, 310 gaélico, 33 galas, palabras, 178 galo, 33 genéricas, oraciones de relativo, 329 géneros poéticos, 105 s.
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genitivo, 289 — cualidad, 291 — determinación, 291 — esfera, 291 — epexegético, 291 — finalidad, 319 — función del, 293 — objetivo, 291 — partitivo, 289 — posesivo, 289 — de precio, 292 s. — respecto, referencia, 291 — rúbrica, 292 — subjetivo, 291 — plurales arcaicos, 110 geografía lingüistica, 37, 38 germánicas, palabras, 179 gerundio: — ablativo, 320 — acusativo, 319 — dativo, 320 — genitivo, 319 — sintaxis, 320 gerundivo, 280 — antigüedad, 318 — uso atributivo, 318 — origen, 317 — como partic. fut. act., 318 glosas de Reichenau, 158 glossae, 104, 106, 107, 113, 118, 120 Gortina, leyes de, 17 Gortina, tablas de, 73 Graco, Gayo, 126 grecismo, 284, 290 grecismos, 188 griega, influencia, 179, 317 griegas, palabras, 88, 107 griego, en jerga, 90 griego y latín, desarrollos paralelos, 180 griegos, préstamos léxicos, 90, 188 habituación, 325, 326, 334 helenística, poesía, 104 helenizantes, expresiones poéticas, 287 hexámetro, 110, 215 hipercaracterización, 166, 180, 191 histórico, infinitivo, 314 histórico, método, 211 Hofmann, 82 homoioteleuton, 99, 111, 113, 123, 128
-i, temas en, 245, 248 ictus y acento, 215
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INTRODUCCIÓN AL LATÍN
ilirio, 49 ss. imitación, 105 imitatio, 118 imperativo: — en hipótesis, 314 — sintaxis, 314 —■ en -fo, 276 imperfecto, 270, 304 — de acción habitual, 304 — de conato, 304 — en descripciones vivas, 304 — ingresivo, 304 — de subjuntivo, 277 impersonales, formas del verbo, 23 impersonales, verbos con dativo, 286 incoativos, 173, 269 incoativos, verbos, 267 indeclinables, 281 indefinido, pronombre, 258 indicativo, en interrogativas indirec tas, 86 indicativo irreal, 313 indoeuropea, civilización, 21 indoeuropeo, 21 infectum, 266 — temas del, 266 infinitivo, 278 — complemento, 316 — exclamativo, 315 — de finalidad, 316 — futuro, 279 — futuro pasivo, 280 — griego con el articulo, 315 — naturaleza nominal, 315 — con nombres, 317 — sintaxis, 314 — sujeto, 315 infinitivos en -assere, 271 infinitivus indignantis, 83 inhumación, 46 instrumentos, 238 interjecciones, 82, 97 interrogativas indirectas, 324 interrogativo, pronombre, 258 interrupción, 98 Isidoro de Sevilla, san, 158 isocolia, 111, 123 isoglosa, 40 Itala, 187 s. itálico, 16 itálico común, 48 — y germánico, 26 — • occidental, 52 ss. itálico, periodo, 20
ítalo-céltica, teoría, 22 ss. ítalo-griegas, afinidades, 31 ss. Jerónimo, san, 192 juegos de palabras, 111 lafoiovelares, 22 Lactancio, 192 “langues de paysans”, 80 laringales, 236 “lascivia”, 150 lativo, 287 lengua, 16, 184 lenguaje, 184 Lépido, Marco Emilio, 136 lepóntico, 62 s. ley de los miembros crecientes, 94,
100 liburnos, 50 lígur, 63 ss. lírica coral, 103 literalismo de las primeras traduc ciones latinas, 188 Livio, 142 Livio Andrónico, 104 locativo, ablativo, 301 s. — ablativo de tiempo, 302 Lucano, 145 Lucrecio, 112 lugar, nombre de, 237 marginales, fenómenos, 33 ss. “m arginalitá”, 37 material, adjetivos de significación, 239 media, voz, 262 medio-pasiva, voz, 264 mediterráneo, sustrato, 64 ss. mesápico, 49 militar, terminología, 195 Minucio Félix, 192 moderna”, “escuela, 115 modos, 276, 306 ss. Mulomedicina Chiranis, 157, Í76 nasal infija, 267, 269 nasal, sufijo, 267, 269 negativas, expresiones, 83 nombres, formación, 236 ss. nombres de personas derivados de nombres de cosas, 237 nominativo, función ergativa, 284 — en exclamaciones, 284 — con infinitivo, 317 ■— sintaxis, 284
ÍNDICE DE MATERIAS nominativos en aposición, 284 nominativus pendens, 285 Novaciano, 201 “novi”, 115, 117 Novio, 154 numerales, 259 numerus, 138 -o, temas en, 243 ogámicas, inscripciones, 33 onomástica personal, 56 optativo indoeuropeo, 277 órdenes indirectas, 325 ordinales, 261 oseo, 15 osco-umbro, 15 ss. Paladio, 157 paralelismo, 99 paratácticas, construcciones, 86 parataxis, 324, 327 , paréntesis, 87 “parison”, 123 paronomasia, 111 participio: — futuro activo, 280 — perfecto pasivo, 280 —• transitivo, 135 participios, 279, 321 partitivos, 289 pasiva en -r, 167 patavinitas, 144 patronímicas, expresiones, 119 pelignos, 50 pentámetro, 215 penúltima, ley de la, 213 Peregrinatio Aetheriae, 157, 168, 176 perfecto, 265, 305 — desinencias, 274 •— gnómico, 305 — indoeuropeo, 274 — infinitivo por el de presente, 110 — en -vi-, 273 s. — participio, 323 perfectum, 266, 272 — tiempos del, 275 periférico, 34 perifrástica, conjugación, 323 perifrástico, futuro, 180, 323 — perfecto, 171, 324 período, 121 personales, pronombres, 258 Petronio, 155 peucetios, 50 peyorativos, 236, 237
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Plauto, 14 pleonasmo, 84, 180 pleonásticas, expresiones, 175 pleonástico, uso de los pronombres, 84 plurales poéticos, 110 pluscuamperfecto, 275, 305 — indicativo, 228 — subjuntivo por imperfecto de sub juntivo, 327 poetae novi, 115 Pomponio, 154 potencial, 326 — optativo, 311 prefijos verbales, efecto transitivizante, 286 Preneste, 69 presente histórico, 303 — participio, 135, 279 ------- como partic. perf. activo, 322 --------referencia al pasado, 322 --------sintaxis, 322 — tema de, 265 — tiempo, 303 primera conjugación, 268 proléptico, acusativo, 87 pronombres, 255 ss. “prostáctico”, empleo del pronombre, 83 protorromance, fragmentación, 182 Prudencio, 190
quam, 281 — tras comparativos, 333 quamquam, con indicativo, 325 — con participio presente, 323 quamvis, con subjuntivo concesivo, 325 quinta declinación, 251
-r, desinencias en, 275 raíz, 234 — verbos temáticos, 269 reconstruidas, formas, 211 redundancia, 83 reduplicación, 267, 272 reduplicados, temas, 269 regionales, particularidades, 177 relación (genética), 19 relativo, oración de, 328 — pronombre, 258 religión, 106 repetición, 83 repudio, subjuntivo de, 309, 329
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INTRODUCCION AL LATIN
rima, efectos de, 94 romances, dialectos, 182 Babélicos, dialectos, 16 Salustio, 140 s. sátira, 103 saturnio, 214 Schrijnen, J., 193 segunda conjugación, 268 Segunda Sofistica, 149 Séneca, 146 sículo, 52 ss. Sidonio Apolinar, 151 sigmático, aoristo, 273 simetría, 123 síncopa, 70, 213, 249 sincretismo, 241 sintaxis, 283 ss. soldados, lengua de los, 185 subjuntivo, 24, 277 ss., 306 — concesivo, 326 — oraciones condicionales, 327 — deliberativo, 308 — en deseos, 306, 310 — estipulativo, 326 — indoeuropeo, 271 — imperfecto, 308 --------deliberativo del pasado, 308 --------potencial del pasado, 312 --------referido al pasado, 327 -------- deseos irreales o imposibles, 310 — interrogativas, 308 — irreal, 312, 327 — iterativo, 335 — oblicuo, 309 — optativo, 306, 326 ss. — en oratio obliqua, 335 — perfecto, 309 --------prohibiciones, 308 --------empleo permisivo del volitivo, 309 — pluscuamperfecto, 308, 310 — — deliberativo del pasado, 308 — potencial, 324 optativo, 306 — presente, 327 — prohibiciones, 308 — prospectivo, 271, 307, 310 potencial, 327 — referencia al pasado, 310 — de repudio, 310, 312, 326 — tiempos, 327 — con vocal breve, 277 — volitivo, 271, 306 ss.
--------del pasado, 308 — yusivo, 307, 325 subjuntivos en -a, 277 sufijo, 234 Suiza, habitantes de los lagos de, 44 superlativo, 254 supinos, 279, 321
Tabula Baritina, 15 Tabulae Iguvinae, 15 Tácito, 146 tema, 234 temas en -i y -a, 252 — radicales, 267 — verbales, 265 temáticos, verbos, 262 temor, verbos de, 326 temporales, adjetivos, 239 — temas, 265 tiempos, 303 — del infectum, 270 tercera conjugación, 269 — declinación, 245 Terencio, 96 — palabras coloquiales, 98 terramara, 44 Tertuliano, 201 ss. tmesis, 108 Tószeg, cultura de, 44 trágico, estilo, 114 transición, sonidos de, 231 tricóla, 141 — con aliteración, 94 tricolon, 100, 122 — en asíndeton, 115 Tucidides, 103
-u, temas en, 250 umbro, 15, 17 uniformidad del latín tardío, 181 unidad del sujeto, 135 “unidades”, 22 urbanitas, 117, 125, 129, 130, 152 urnas, campos de, 44 — cultura de, 45 ut, con participio presente, 323 — con subjuntivo, 326 variatio, 146 vascuence, 178 Vegecio, 102 véneto, 51 ss. Venetulani, 51 Villanova, cultura de, 45, 46 Virgilio, 117 ss., 151
ÍNDICE DE MATERIAS Vita Aridii, 170 vocales, 212 ss„ 216 ss. — alternancias, 235 vocativo, 285 — atracción al, 285 volitivo, subjuntivo, 325 ss. voz, 262 vulgar, latín, 152 ss. --------adjetivos, 166 ------- adverbios, 167 ------- casos, 170 ------- consonantes, 162 --------declinación, 164 ■ ------- diferencias dialectales, ------- futuro, 168 — — género, 163 --------gerundio, 171 ------- gerundivo, 171
--------modos, 171 --------preposiciones, 167 ------- pronombres, 167 --------sintaxis, 170 ------- supino, 171 ------- vocabulario, 172 -------- vocales, 159 vulgar-arcaico, 177 vulgar-poético, 177 vulgarismos, 144, 176, 193 — en latín cristiano, 190 179
Walde, A., 20 Warmington, E. H., 126 yusivo, 324, 325 — en hipótesis, 327
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INDICE DE PALABRAS abbatissa, 180 abdoucit, 219 abies, abietis, 247 abstulas, 277 ac, 228 -ac-, 240 acediari, 189 acer, 224, 249 acerra, 67 acerrimus, 255 Achivi, 59 acies, 216, 251 actus, 232 ad, 286 adasia, 77 adfatim, 282 adolere, 106 adoptaticius, 241 adoria, 78 adscripticius, 241 advenat, 277 advocapit, 72 advocare, 181 aedes, 218, 229, 249 aediles, 218 aenus, 231 aer, 107 aerumna, 80, 106 aes, 44 Aesculapius, 60 aestiíer, 109 aetas, 214 agellus, 224 ager, 216, 224, 245 Ager Teuranus, 54 agier, 279 agimini, 276 agito, 276
aginen, 80 agnus, 29 ago, 216, 227 agrestis, 232 Agrigentum, 53, 60 ahenus, 231 aide, 225 ain, 222 AÍTvp, 54 alauda, 62 alba, 66 albeo, 267 -all-, 239 alicubi, 281 aliter, 282 aliud, 221 alius, 216, 224 aliuta, 222, 281 Allibae, 54 almus, 78, 106 alter, 254 alterne!, 72 alumnus, 221, 276, 281 amabam, 270 Amantia, 49 amaram, 274 amaro, 274 amarunt, 274 amasso, 271 amaverlm, 277 ambactus, 62, 107 ambo, 229 ambulare, 30 amnis, 106 ampulla, 89 amurca, 60, 221 androgynos, 91
-aneo-, 240 angariare, 189 Angerona, 58 ango, 30, 230 anguis, 106, 230 angustus, 230 animal, 250 annus, 27, 232 -ano, 239 -an o-, 240 anser, 225, 231 ante, 222, 281 antidhac, 92 ap, ab, abs, 281 aperlo, 224 aperire, 268 aplustra, 88 Apolonei, 246 Apolones, 246 aprilis, 58 Apsias, 49 aqua, 28, 38 Aquiliaes, 70 arbiter, 70 arbor, 248 arborem, 231 arbos, 248 arbosem, 231 arbustum, 248 architectus, 88 aríuisse, 70 -ario-, 237, 239 arsi, 233 artifex, -222 artus, 106 arvina, 53 arvorsum, 70, 92 asia, 63
-astro-, 237 athletice, 90 -ati-, 239 atque, 228 attigas, 277 -atu-, 237 auceps, 214,
219,
222 audeo, 267 audibam, 270 audibo, 271 audiebam, 270 audieram, 274 audire, 268 augeo, 219, 227 augur, 219 augustus, 106 auris, 219 aus-culto, 219 ausim, 277 auspex, 222 ausum, 47 autumnus, 58 autumpnus, 232 avunculus, 25 babaecalus, 156 baca, 66 balanus, 89 balineum, 60 ballaena, 51, 89 ballista, 88 balneum, 60 balsa, 66 barba, 229 bardus, 90 basilice, 89 basus, 48
380 batioca, 90 bene, 223, 281 benna, 62 berber, 72 Berigiema, 63, 64 betulla, 62 biber, 278, 279 biennis, 221 bifolco, 47 -bilí-, 240 bimus, 231 blni, 261 birrus, 62 bis, 261 bison, 179 blatea, 50 blennus, 90 bobus, 252 bonus, 216, 227 Bormiae, 63 bos, 47, 252 botulus, 47 -bra, 238 bracae, 62 brado, 179 bradys, 107 brevis, 31, 230 ‘brevis brevians’, 214, 242 -bro-, 238 Brundisium, 49 bubulcus, 47 bubus, 252 bucea, 155 bufa, 47 bufo, 47 bulga, 62 -bulo-, 238 -bundo-, 240 burgus, 179 cacula, 57 cadus, 89 Caecilis, 245 caecus, 27 caedes, 249 caedundus, 280 cael, 108 caelus, 163 caerimonia, 58 caeruleus, 232 caesar, 47 Caesar, 77 Calaina, 60
INTRODUCCIÓN AL LATÍN calcar, 250 calcitro, 79 Camena, 106 Camena, 107 camera, 59, 221 campsare, 88 campus, 53 canis, 253 canna, 179 cano, 25 cantharus, 89 cantherius, 89 capere, 268 capesso, 269, 271 capso, 271 cardo, 45 carefo, 69 carmen, 232 caro, carnis, 248 carpa, 179 carpentum, 62 carpo, 29 carrus, 62 Carthagini, 246 Carventum, 51 casa, 77, 230 cascunus, 180 cascus, 47 caseus, 47, 77 cassis, 62 castud, 250 castus, 106 casus, 181, 233 catamitus, 60 catechumeni, 195 cateia, 62 catena, 62 caterva, 62 catillus, 53 catinus, 53 catunus, 180 caupo, 61 causa, 234 cave, 223 cávere, 217 cavi, 272 cavus, 31 cecidi, 272 cecurri, 272 cedre, 70 celassis, 277 celox, 88 celsus, 106 cena, 233
centum, 225, 260 cepi, 272 cerasus, 60 Cereres, 222 Ceres, Cereris, 247 cernere, 80 cerno, 267 certus, 224 cesor, 225 cessi, 273 charta, 107 chiasmus, 92 choragium, 90 cincinnus, 89 einis, 218 cislum, 62 cista, 89 cisterna, 60 citrus, 65 civis, 27 clam, 281 clamare, 26 claret, 106 clatrata, 89 clatri, 89 claudo, 222 clausi, 273 Clausus, 48 clausus, 280 clepere, 226 clepsi, 273 clodus, 77 clueo, 106 cnatois, 245 Cocles, 61 coctus, 228 coda, 77 codex, 77 coerari, 218 cogitatus, 190 cohors, 79 cohum, 107 coiravit, 219 coisatens, 219 colaphus, 91 colligo, 220 collum, 232 colo, 228 coma, 107 comissari, 91 comissor, 90 commonstrasso, 271 communis, 219
comoinem, 219 compendiare, 194 concha, 89 condemno, 221 condicio, 74 conducticius, 241 conea, 69 conficio, 220 confringo, 221 congraeco, 90 conquirere, 181 conregio, 74 consobrinus, 231 conspersio, 190 eonspicio, 74 consularis, 232 eontigi, 272 contingo, 221 contumax, 79 contus, 88 copones, 155 coquo, 216, 226 cor, 227 coraveron, 69 corcotarii, 89 cordis, 227 corilus, 27 cornicen, 222 comiger, 221 cornus, 33 corolla, 232 cortumio, 74 cosol, 225 cotoneum, 60 coventionid, 246 covinnus, 62 crápula, 61, 221 crastinus, 239 credo, 36 creduis, 92, 277 creo, 29 crepare, 181 crepida, 60 creterra, 60 Crixia, 51 -ero-, 238 erumina, 58 eruor, 227 cubi, 281 cubitum iré, 279 cucurri, 272 cudo, 27 cuius, 256 culleus, 89
ÍNDICE DE PALABRAS -culo-, 238 culpa, 217 culus, 25 cumatile, 89 cupencus, 58 cupio, 268 cupressus, 65 cur, 217 curassis, 277 curis, 47 custodio, 267 cutis, 28 cuturnium, 60 cyathissare, 91 cyathus, 89 da, 276 dacruma, 48, 227 danista, 88 danunt, 264 dapino, 91 daps, 30 datod, 276 deabus, 243 debills, 226 decem, 225 decet, 267 decimus, 261 decumanus, 45 deda. 50 dedant, 71 dedet, 222 deditlclus, 241 dedron, 264 dedront, 70 defendo, 230 defit, 106 defrudo, 222 deico, 218 delirare, 79 dempsi, 232, 273 demus, 254 dens, 236, 280 detnuo, 273 deorsum, 224 depsticius, 241 deraubare, 179 deus, 245 devas, 70 devos, 218 dexter, 31, 254 ,dextrabus, 104 diabathrarii, 89 Diane, 70
dic, 276 dicare, 218 dicls, 218 dicteria, 154 dictus, 280 dies, 251 dignus, 216 dimidius, 220 dingua, 48, 227 Diovos, 246 dirus, 47, 106 disco, 267 discus, 90 ditias, 224 dius, 281 divus, 245 dixe, 273 dixem, 273 dixerim, 277 dixi, 273 dixo, 271 dixti, 273 do, daré, 31 doceo, 267 documentan, 221 domare, 268 dominicum, 190 domitus, 268, 280 domos, 77 domui, 273 domuis, 250 domum, 285 domus, 28, 225 donare, 52 donativum, 196 doñee, 282 donicum, 281 donique, 281 donum, 217 dorsum, 25 dos, 53 dossennus, 58 douco, 222 douiad, 69 drachumissare, 91 dracuma, 232 duas, 277 duc, 276 ducenti, 260 ducere, 26 duces, 195 ducissa, 180 ductus, 280 dueños, 71, 227
duim, 92, 277 duis, 92 dulce, 250 dum, 281 dumtaxat, 282 dúo, 220, 260 duomvires, 244 duonoro, 225 dúplex, 261 duplus, 261 dusmo, 104 dux, 53 duxi, 273 eampsam, 258 eapsa, 258 easte, 74 eclutrum, 106 edi, 272 edim, 277 edo, 227 eeis, 257 egerim, 277 Egesta, 50 ego, 216 egomet, 258 egreglus, 79 eicere, 154, 175 eis, 257 eius, 256 -ela, 237 elementan, 61 emi, 272 emo, 27 emolumentan, 78 empticius, 241 enicasso, 271 enos, 72 -ensi-, 239 epulo, 106 equos, 224 eram, 270 -ere, 275 ergo, 223 ero, 263 ero, eris, 271 ervum, 33 es, 276 es, ést, 267 escás, 242 Esculapio, 69 esed, 263 ess, 222, 263 essedum, 62
381 est, 216 eum, 257 eumpsum, 258 euntem, 280 euntis, 221 exagoga, 88 exanclare, 88 exemplar, 250 exemplum, 232 exenterare, 90 exilium, 221 eximius, 79 existimo, 222 expedire, 79 experior, 31 explenunt, 264 expudoratus, 156 exsequias, 285 extimus, 254 extrad, 281 extremus, 254 exul, 30 exulans, 221 e-yo, 239 faba, 27 fabula, 230 fac, 276 facere, 268 facies, 251 facillimus, 255 facilumed, 281 facturum, 279 fala, 58 Falerii, 221 Falisci, 221 fama, 30, 216, 229 fames, 249 familia, 221 famul, 107 famulus, 221 far, 27 farcire, 268 farragineus, 240 fasena, 47 fatus, 163 fav-issa, 58 favissae, 217 faxim, 277 faxis, 277 faxit, 277 faxo, 52, 271 feced, 263, 275 feci, 229, Í72
382 íeoit, 217 iecundus, 229 fedus, 47 íefaced, 69 íeido, 222 fel, 47 felix, 79 femina, 217, 229, 281 feminabus, 243 fémur, femlnis, 253 fenestra, 58 fenum, 47 fenus, 79 ferens, 35 ferio, 27 ferire, 268 fero, 224, 229, 269 ferre, 232, 278 ferrum, 44, 46 fers, fert, 267 ferunto, 276 ferus, 230 ficus, 65 fides, 36 fido, 218, 229 fifiked, 69 figier, 92 figo, 228 figulus, 229 fili, 245 filiabus, 243 filie, 245 filiolus, 221 fingo, 229, 230 finio, 267, 268 fio, 268 fircus, 47 firmus, 69 fissus, 280 fitum est, 104 fivo, 228, 273 fixi, 273 flagrum, 232 flamen, 35, 106 flasea, 179 Aere, 268 flexuntes, 57 flexus, 280 florem, 231 flos, 27, 229 fluxus, 280 fodi, 272
INTRODUCCIÓN AL LATIN foedus, 219 foied, 69 fore, 279 forem, 277 fores, 224 forfex, 47 forma, 61 fórmica, 61 formido, 61 formonsus, 225 formus, 230 fors, 224 Fortuna, 69 Fortune, 242 forum, 79 fossa, 45 fosse, 46 fossus, 280 fovea, 217 frater, 216, 229 fregl, 272 frigus, 30, 231 frugi, 78 fruniscor, 155 fu, 72 fuam, 92 fuas, 92 fuat, 118, 277 fucus, 89 fugare, 30 fugere, 268 fugi, 272 fuglo, 30 fugo, fugare, 267 fui, 229 fulcrum, 232 fulgur, 248 fulgus, 248 fulsi, 233 fumus, 218, 229 fundatid, 71, 276, 278 funditus, 282 fundo, 230 funebris, 231 fur, 217 furnus, 77, 217 futuros, 280 fuvel, 273 fuveit, 275 gaesum, 62 gallulascere, ganda, 66
154
gandeia, 50 ganta, 179 gau, 108 gaulus, 89 gava, 66 gelu, 53, 217 genista, 58 genu, 251 genus, 216, 225, 227 germanos, 140 germen, 232 gigno, 236, 267 glaber, 27, 229 glans, 29, 228 glaucuma, 88 glos, 29 glubo, 29 gnaivod, 244 gnoscier, 92 gnosco, 227, 267 (g)notus, 217 gnovi, 273 Graeci, 50 graecissare, 91 graecor, 90 grallae, 232 granum, 27 graphicus servus, 90 gratia, 195 gratus, 228 gravis, 228 gregarius nume ras, 195 grossus, 25 gruma, 60 gubernare, 60 gutturnium, 60 haba, 69, 229 hactenus, 282 hae, 256 haee, 256 haedus, 27 harena, 25 harpa, 179 harpago, 91 haurio, 231 heis, 256 heisce, 256 Hercole, 69 hibernus, 230 hic, 256, 282 hice, 256
biems, 230 hileo, 69 hinsidias, 231 hircus, 69 hisce, 256 hister, 60 hister, histrio, 58 histrio, 60 hoce, 256 hodiernus, 239, 241 homo, 27, 230, 248 homonem, 104 honestus, 248 honor, 248 honos, 254 horda, 229 horeia, 50 hosa, 179 hospes, 223 hospltem, 220 hosticapas, 243 hostis, 27, 230 huius, 256 humeras, 231 humor, 231 humus, 230 hunc, 217 -ia, 237, 238 ¡acere, 268 iacio, 31 Iadatinus, 51 iam, 281 ianitrices, 29 ¡bus, 257 -icio-, 239 -Icio-, 239 -ico-, 239 Ídem, 257, 282 -ido-, 240 idoneus, 181 ieci, 272 iecinoris, 253 iecoris, 253 iecur, 28, 223, 225, 228 ieis, 257 -íes, 238 ignis, 28 ilico, 220, 233 -ilis, 239 illaec, 257 lile, 256 illisce, 257
383
ÍNDICE DE PALABRAS illuc, 257 illunc, 257 im, 257 impediré, 79 in, 281 -ina, 237 ineeideretis, 222 ineestus, 221 incipio, 221 incisa, 136 ineludo, 222 in-clutus, 225 incohare, 79 incola, 228 incoxare, 154 inculco, 221 indo, 110 induperare, 110 industrius, 221 ineptus,. 221 inermis, 221 inferus, 47 infimus, 254 infit, 106, 118 infltias iré, 285 infra, 281 inguen, 28, 228 iniquos, 222 -ino-, 239, 240 inquilinus, 228 insons, 280 instigare, 79 insulsus, 221 Ínter, 74, 254 interdico, 254 interduim, 92 interea, 282 intereo, 254 interficio, 254 interim, 282 intimus, 254 intro, 281 intus, 282 invictus, 269 -io-, 237, 238 iouxmenta, 71 iouestod, 71 Xovis, 224, 252 ipse, 256, 258 ipsimus, 156 ipsud, 258 ipsus, 258 iré, 30 irritus, 220
is, 257 Is, 267 issa, 258 isse, 258 -issimo-, 254 istarum, 243 iste, 257 istimodi, 257 istorum, 256 istud, 223 it, 218 ita, 222, 281 Ítem, 281 iter, 253 iteris, 253 -itia, 238 itineris, 253 itinis, 253 iubeo, 30, 230, 283 iudex, 36, 223 iugum, 218, 223 iumentum, 233 iunctus, 228 iungo, 267 iunxi, 273 ius, 36 iuvenis, 218, 253 -ivus, 239 Kaisiosio, 69 K O lV Í| , 187 “KÚKXoq” , 122 -ia, 237 lac, 247 lacesso, 269, 271 lacio, 75, 228 lacrima, 48 lada, 66 laedere, 283 laena, 60 laetamen, 78 laetare, 78 laetus, 78 laevus, 31, 218 lagona, 89 lama, 51 lancea, 50, 62 laniena, 58 lanista, 58 lanterna, 60 lapis, 223 laqueus, 228 lasibus, 231
látex, 55 latrina, 224 lavare, 217 lectus, 232 legi, 272 lego, 29, 225 leiber, 220 leibereis, 244 lembus, 88 Lemonia, 57 lepista, 58 lepus, 53 letum, 106 lev-enna, 58 levir, 48 levis, 230 lex, 36 libare, 30, 106 liber, 229 libet, 218 Libitina, 58 libra, 53 libum, 106 licetod, 276 lien, 248 lilium, 65 lingo, 230 lingua, 48 linquo, 225, 228, 267 liqui, 272 liquit, 219 lira, 27 -lis, 240 Litemum, 54 lituus, 106 -lo -, 237 Locina, 70 locuples, 78 loferta, 69 logi, 90 logista, 88 loifirtato, 220 lomentum, 77 longus, 217 loquor, 25 loriea, 50 losna, 70 lotium, 77 lotus, 47, 77 loucarid, 249 Loucilios, 219 loucom, 220 Louzera, 52
lubet, 218 lubs, 70 Luceres, 57 lue(m), 72 luna, 233 lunaris, 232 lupatria, 156 lupus, 47 luxuria, 78 luxuries, 251 luxus, 78 lychnus, 107 macellum, 89 machaera, 88 macies, 251 macina, 60, 220 mactare, 106 macte, 75, 285 macula, 75 magis, 281 magister, 254 magistere(s), 70 magistres, 244 magnalia, 190 magnus, 254 maiorem, 231 maius, 224 malacissare, 91 malo, 269 malva, 33 manducare, 154 manduco, 154 manica, 221 manipulus, 79 mannus, 50, 62 mansi, 273 mansus, 280 mantissa, 58 mare, 27, 222, 250 marsuppium, 89 massa, 90 mater, 216, 225 matertera, 254 matrona, 243 matronas, 70 matuta, 242 mavelim, 269 mavolo, 269 med, 259 meddix, 107 mediator, 190 medius, 223, 229 mei, 259
384 Melerpanta, 61 membra, 136 memento, 276 memini, 305 memoratui, 279 memordi, 272 -man, 238 mensis, 226 menta, 65 -mentó-, 238 mereo, 30 mergo, 231 meridie, 232 mérito, 281 merula, 27 messis, 233 metere, 25 metuo, 267 meus, 259 mi, 259 mihi, 259 miles, 57 militaris, 232 mille, 260 mina, 232 minister, 254 ministris, 244 minuere, 254 minus, 254, 281 Mirqurios, 69 mis, 259 misti, 273 mitis, 25 modernus, 241 modo, 223 moeehisso, 90 moechus, 90 moenia, 219 moiros, 219 mollis, 225 molo, 27 molocinarii, 89 momordi, 232, 272 monebam, 270 moneo, 223, 267, 268 -monia, 238 monimentus, 163 mons, 249 mons Caelius, 57 mons Palatinus, 57 mons Velius, 57 morí, 268 mors, 224, 249
INTRODUCCIÓN AL LATÍN morus, 90 moví, 272 mugil, 249 mulier, 248 multa, 217 multum, 281 mundus, 190 murobatharii, 89 murus, 219 mus, 218 mutuum, 53 nam, 281 narita, 89 natrix, 27 hauclerus, 88 naufragus, 219 nautea, 88 nauta, 88 navis, 252 -ndo-, 240 nebrundines, 70, 230 nébula, 229 nec, 228 nec non et..., 176 necubi, 281 nefrendes, 70 nefrones, 230 nefrundines, 28, 47, 230 nemo, 231, 232 nemus, 30, 106 nequam, 254 ñeque, 228 nequinont, 104, 264 ne vis, 269 ne volt, 269 nidus, 27, 231 nimium, 281 ninguit, 230 nivem, 230 nix, 230 -no-, 237, 238, 239, 240 noetu, 282 nocturnus, 2 3 9, 240, 241 nolo, 269 nomen, 225, 248 nominus, 246 nonaginta, 260 nongenti, 260 nonus, 261
nos, 259 nostri, 259 nostrum, 259 noutrix, 220 novem, 216, 224, 225, 260 novicioli, 195 novicius, 241 novitas, 220 novos, 216, 224 novus, 225 nox, 281 -nt-, 240 nudus, 228 nuges, 243 Numásioi, 69 nummus, 53 nunc, 281 nurus, 29 nutrix, 232 -o, 237 ob, obs, 281 oboedio, 222 obscenus, 106 obsideo, 220 occidi, 272 occido, 220 occupo, 221 occurrere, 194 ocior, 217 octavus, 217, 261 octingenti, 260 octo, 217, 220. 260 octoginta, 260 odi, 272, 305 odium, 272 odor, 48, 227 Odruntum, 49 officina, 214 oino, 219, 225 ole-agineus, 240 oleo, 48, 227 olim, 256, 281 oliva, 59, 217, 222 olla, 47, 77, 219 ollaber, 74 ollaner, 74 olle, 256 ollula, 77 ollus, olla, 257 onustus, 221 operire, 268 opid, 246
opilio, 77 opio, 75 opitulare, 106 optimus, 254 -o r-, 238 orare, 194 orbus, 229 ordo, 248 orieula, 154 oriundus, 280 os, 28 -oso-, 239 -osus, 108 ovare, 217 ovis, 217, 223, 224 ovum, 29 pacari, 278 paedagogus, 88 paelex, 61 paenula, 221 paganus, 195 pala, 63 palaestra, 90 palam, 281 pancratice, 90 pañis, 225 parasitus, 90 parentare, 106 parantatid, 71, 276, 278 parere, 268 paricidas, 243 paries, parietis, 247 parma, 62 paro, 50 pars, 249 particulo, 154 partim, 249, 281 parum, 224, 281 parumper, 282 parvolus, 221 passus, 233 pastillus, 225 patagiarii, 89 pater, 226, 248 paterfamilias, 242 patina, 53, 55, 89 paucus, 31, 219 pauper, 78 pausarius, 88 pax, 74, 195 peccare, 79
ÍNDICE DE PALABRAS peccus, 79 pectus, 25 pecunia, 78 pegi, 272 peius, 224 pelegrinus, 232 pelliculam, 154 pellis, 28 pello, 267 penes, 282 penis, 28 penitus, 282 peperci, 221 peposci, 272 percolopare, 91 percontor, 88 perculsus, 221 pergraecor, 90 periculum, 31 perierunt, 274 perii, 305 peritus, 31 persona, 60 pessimos, 254 pessulus, 88 petesso, 269 petorritum, 62 phalerae, 60 phyrgio, 89 pictai, 242 pignosa, 231 pinxi, 273 pipafo, 69 piscis, 27 platea, 89 plaudo, 219 pie, 276 plenus, 217 pleores, 255 pleoris, 72 plere, 268 plevi, 273 piísima, 255 ploirume, 244, 255 plostellum, 77 plostrarius, 77 plostrum, 219 plous, 255 plumbum, 65 plurimus, 255 plus, 255, 281 poculum, 232 poena, 73, 219 Poeni, 219
Poloces, 69 polubrum, 106 pomerium, 222 Fompilius, 48 pondus, 236 pons, 249 pontifex, 45 popa, 47 popina, 47 poplicod, 244 poploe, 244 poposci, 272 Porco-bera, 63 porcus, 27 porrum, 33 poseo, 225, 233, 267 possum, 269 potis, 217, 226 pozzi, 46 praelumbare, 154 Praeneste, 51 praevaricari, 79 praidad, 242 prelum, 231 pretod, 69 primo, 281 primocenia, 69 primum, 281 primus, 231, 254, 261 priusquam, 333 privicloes, 245 pro, 281 probus, 78 progredimino, 276 prohibessis, 277 proiecitad, 71, 276, 278 promulgare, 80 propagare, 80 propbetissa, 180 prora, 88 prosapia, 141 pruína, 233 pubesceré, 154 púgil, 249 pugillus, 225 pugnatur, 264 pugnus, 28 pulcherrimus, 255 pullamen, 157 pullus, 29 pulvis, 25 punctum, 181
Punicus, 219 punió, 219 Pupinia, 57 puppim, 249 pupugl, 232 purpurissare, 91 putare, 80 -qo-, 240 quadra-, 260 quadrans, 55 quadringenti, 260 quaeso, 231 quaesso, 269, 271 quam (tamquam, q u a s i, priusquam, antequam), 332 ss. quamde, 104 quamquam, quamvis, 334 quare, 282 quartus, 261 quas, 258 quasi, 332 quassus, 233 quater, 261 quatere, 268 quattuor, 224, 228, 260 ques, 258 qui, quo, 281 qui (instrumen tal), 310 quia, 155, 250, 258 quianam, 330 quibus, 258 quídam, 231 quidem, 281 quies, 251 quin, 222, 334 quincunx, 55 quingenti, 260 quinquaginta, 260 quinqué, 216, 226, 260 quinquertio, 109 quintus, 228, 261 quippe, 232, 281, 329" quippe qui, 329 quirquir, 75 quis, 227,* 258 quod, 227
385 quod, quia, 329 ss. quoi, 71 quoiei, 256 quoius, 224, 256 quom, 258, 281 quominus, 334 quor, 217, 281 quorta, 261 quorum, 256 quotiens, 261 rabula, 58 Ramnes, 57 rasi, 273 rastrum, 233 recei, 71 rectus, 232 reda, 62 redieit, 275 redinunt, 264 regebam. 270 regimentum, 221 regina, 244 regus, 246 relictus, 228 remex, 222 Remus, 57 renes, 70 repsi, 273 res, 36, 220, 251 restim, 249 retro, 281 rettuli, 272 rex, 35 rexi, 273 rhetorissare, 154 rivalis, 79 robigo, 47, 77 roborascere, 154 robur, 248 robus, 47, 77, 248 robustus, 248 roga, 223 Roma, 56 Romai, 242 rosa, 66, 231 ruber, 218, 224, 230 rue(m ), 72 rufus, 47, 77, 230 rumpia, 107 rumpo, 267 ruri, 246 rus, 285 Rutuli, 54
386 Sabellus, 225 Sabini, 48 sacer, 245 sacramentum, 195 sacros, 71 saeculum, 25, 194 Saetumus, 60 sagire, 268 sagmen, 106 sagus, sagum, 62 Salapia, 49 Salapitanl, 49 salió, 31 sallre, 268 saliunca, 63 salix, 47, 223 salutei, 246 salvator, 195 saín, 257 sanctus, 228 sapiens, 194 saplutus, 156 sarcire, 268 sarpo, 29 sas, 257 satelles, 57 satura, 58 satus, 267, 280 scabi, 272 scabo, 27 scaena, 90 scaevus, 31, 218 scelus, 217 scena, 60 schoenus, 89 scientes esetis, 92 scilicet, 282 scindo, 267 scio, 268 scomber, 89 scripsi, 273 scrofa, 47 scutula, 221 scyphus, 89 se, 227 seco, 27 seeundus, 221, 228, 261, 280, 281 sed, 92, 259 sedeo, 227 sedere, 48 sedi, 272 sedulo, 221 seges, 25
INTRODUCCIÓN AL LATÍN Segesta, 50, 51 sella, 232 semel, 259, 261 semper, 259, 282 senati, 250 senatuei, 250 senatuis, 250 senatuos, 250 senex, 254 sententiad, 242 sepelire, 268 septem, 225, 226, 260 septimus, 261 septingenti, 260 septuaginta, 260 sequere, 222, 264, 276 sequor, 228 sera, 181 sermo, 199, 248 sero, 27, 218, 267 sescenti, 260 sessus, 280 sevi, 273 seviri, 233 sex, 260 sexaginta, 260 si, 327 sibi, 259 sibyna, 107 sic, 257 Sicilinum. 53 Siculi, 53 sido, 267 sied, 283 siem, 277 sierint, 274 sies, 277 siet, 277 sigillum. 225 similis, 221 similiter, 282 simplex, 259. 261 simulare, 221 -simus, 254 sin, 222 singuli, 259 singulus, 261 sinister, 254 sino, 267 sins, 72 sis, 224 sitim, 249
sueque, 245 socer, 216 sugo, 27 sociennus, 58 sulcus, 27, 217 socius, 228 soiemnis, 106 sum, 263, 269 summus, 232, 254 solium, 48, 227 sumpsi, 232, 273 solvo, 217 som, 257 sumptos, 232 somnus, 216, 224, suntod, 276 232 supremus, 254 S U S , 27, 218, 252 sompnus. 232 suus, 259 sonare, 268 suus sibi. 294 sonitus, 268 sons, 280 sycophanta, 90 syllaba, 88 soror, 216, 224 symbolum. 88 sos, 257 syngraphus, 88 soveis, 243 sovos, 259 tacere, 26, 268 sparus, 62 tacitus, 280 sparsus, 280 spatiarus, 71, 264 talentum, 60, 22; talus, 25 specio, 267 ' tam, 281 speculum, 232 tamquam, 332 speres, 251 tándem, 281 spes, 251 tanger, 278. 279 spinter, 89 tapanta. 156 spondeo, 30 -tat-, 238 spopondi, 272 taxo, 179 sporta, 60 teba, 54 spumifer, 109 ted, 259 spurcus, 58 tego, 227 spurius, 58 tellus, 106 squamiger, 109 temere, 282 Stabiae, 54 tempere, 282 stabulum, 230 temperi, 246 stare, 268 templum, 30 statim, 249, 281 tentus, 225 statio, 199 ter, 261 statod, 276 termen, terminus, statos, 280 29 status, 235 terni, 261 stega, 88 térra, 25, 28 stemo, 267 tertius, 261 stimulare, 79 tesca, 106 stipulari, 79 tescum, 74 stircus, 69 testis, 224, 233 -stri-, 239 tetuli, 272 strophiarii, 89 texi, 273 suavis, 224 thensaurus, 225 subigere, 79 thylacistae, 89 sublabrare, 154 -ti-, 238 subtus, 282 tibi, 259 subula, 58 -tico-, 239 Subura, 57 -tili-, 239 sudor, 219
ÍN D IC E
timidus, 280 -timo-, 239 tinguo, 216 -ti-on-, 238 tirooinium, 195 tis, 259 Tities, 57 -tivo-, 239 -to-, 237, 240 tooullio, 155 toga, 236 tollo, 232, 267 tongitio, 70 topper, 232, 257, 281, 282 -tor-, 237, 238 -torio-, 238 tormentum, 228, 233 torreo, 232, 267 tostus, 233 totiens, 261 trabs, 27, 226 trapessita, 88 treoenti, 260 tremonti, 222, 264 tres, 223, 260 tri-, 261 tribulum, 79 tribunal, 250 -trie-, 238 triginta, 247, 250 triplus, 261 triumpus, 60 -tro-, 238 trossuli, 57 trutina, 60 trux, 25 -tu-, 238 -tudin-, 238 tui, 259 tuli, 272 tum, 257, 281
-tura, 238 -turo-, 240 tursus, 158 Tusculum, 51 tussim, 249 -tut-, 237 tutudi, 272 tutulatus, 106 tuus, 259 uargus, 179 uber, 230 ubi, 281 -ulento-, 239 Ulixes, 50 ullaber, 72 uimus, 27 -ulo-, 240 ultimus, 254 ultra, 256 ultus, 233 umbo, 217 umeo, 106 unoia, 53 uncus, 217 unda, 28 undecim, 214 unguen, 228 unguis, 217 unus, 219, 259 -uo-, 240 urceus, 60 urna, 60 uro, 219 ursus, 29, 217 urus, 179 uspiam, 281 usquam, 281 usque, 281 ustus, 280 uta, 281 utarus, 264 utei, 281
387
DE PALABRAS
uter, 254 utinam, 281, 310 vaocinium, 33, 65 vaoerra, 67 valer, 47 vagire, 268 Valesius, 77 vallum, 45 vallus, 29 vas, 27 vastus, 25 vates, 25, 106 vecos, 218 veho, 230 veles, 57 velim, 277 vella, 218 velle, 232, 278 Veneres, 246 Veneras, 246 veni, 272 venio, 224, 228, 267 venire, 268 venum ducere, 285 ver-, 92 verbum, 27, 199, 229 veredus, 62 versus, ■281 versutus, 108 vert-, 92 veru, 228 verus, 27 vester, 259 vestio, 268 vestri, 259 vestrum, 259 vetuo, 156 vexi, 273 vias, 242 vicesimus, 261 vicus, 29, 219, 224
viden, 222 video, 218 videram, 275 videre, 268 viderim, 277 vidi, 219, 224, 272 vidissem, 277 vidisti, 274 vigil, 249 viginti, 260 vincio, 267 vinco, 27 vinxi, 273 viola, 65, 221 vires, 252 virtutei, 246 virtutes, 190 virus, 29, 218 vis, 218, 252, 267, 269 viso, 269 visus, 231, 233 vivus, 218, 228 vixi, 273 volo, 217, 269 Volt, 267 Voltinia, 57 vor-, 92 vorsus, 217 vort-, 92 vortex, 217 vortier, 279 vos, 259 voster, 217, 259 voto, 217 voveo, 30, 230 vox, 228 vult, 267 zextoi, 69 zonarii, 89
ÍN D IC E
Nota a la 2." edición.......................................................................... Presentación........................................................................................
5 7
Prefacio..................................................................................
9
P r i m e r a parte
Esbozo de una historia de la lengua latina
Capítulo Capítulo Capítulo Capítulo Capítulo Capítulo Capítulo
I. El latín y las demás lenguasindoeuropeas . 13 II. Los protolatinos en I t a l i a ..................................... 43 III. Los dialectos latinos y los primeros textos . . 68 IV. El latín coloquial; Plautoy Terencio. . . 82 V. El desarrollo de la lengualiteraria . . . . 102 VI. El latín v u l g a r ............................................................. 152 VII. Lenguas especiales. El latín cristiano . . 184
Segunda
parte
Gramática histérico-comparada
Capítulo VIII. Fonética........................................................................... 2 11 Capítulo IX. Morfología.......................................................................... 234 Capítulo X. S i n t a x i s ........................................................................... 283 Notas de los traductores............................................................................337 B ibliografía.................................................................................................. 353 A péndice : Textos latinos arcaicos.............................................................359
Indice de m a t e r ia s ............................................ .......
371
Indice de p a la b r a s ...................................................................................379
Impreso en el mes de marzo de 1988 en Talleres Gráficos HUROPE, S. A. Recaredo, 2 08005 Barcelona