The Metamorphosis (German: Die Verwandlung) is a novella by Franz Kafka, first published in 1915. It is often cited as one of the seminal works of short fiction of the 20th century and is widely st...
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H Metamorfosi - Franz Kafka
Školski esej na temu Kafkin djela Preobrazba . Temelji se na prvom dijelu pripovijetke.
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Franz Kafka - Castelul
Resumen Carta al padre Franz Kafka Y metamorfosisDescripción completa
OBRAS COMI'LETAS III
Franz Kafka Narraciones y otros escritos Traducciones de Adan Kovacsics, Joan Parra Contreras y Juan José del Solar Edición dirigida por Jordi Liovet
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Serla dificil exagerar la novedad y ci auciente quc ci presente volumen ofrece a Ins lectores en lengua espanola. Per primera vex se rethien aqul, integros y convenienternente ordenados, todos ins escritos breves de Franz Kafka (1883-1924), excepción becha de sus diaries y so correspondencia. Importa enfatizar esta doble condición —la de so integridad y la dc su conveniente ordenamienro— por cuanto disringue esta cdicion de todas [as que hasta la fecha se Ilevan realizadas en ci ámbito hispánico. Y la distingue rnuy sustancialmente, dado que, basándose en la muy rigurosa edición critica de las Obras Coinpk'tas de Franz Kafka quc la editorial S. Fischer viene publicando desde 1981, se rccogcn aqul ]as decisivas aportaciones con que dicha edicion ha contribuido tanto a datar y ordenar como a fijar cabalmente —con novedades a veces sensacionalcs— ci contenido de todos Ins cuadernos, legajos y hojas sueltas dcjados per el autor a so muerte. El conjunto de los textos que aquf se presentan se divide en tres secciones claramente diferenciadas. En Ia prirnera, se ofrecen, cronológicarnente ordenados, todos Ins libros publicados por Kafka en el transcurso de so vida, siete nada menos. Una segunda sección, la ma cotta, está dedicada a los textos de Kafka que fueron publicados solo en revistas o periodicos, es deck, que no fueron recogidos por el autor en ninguno de los libros que alcarizo a puhlicar. Finalmente, la tercera y más extensa 5ccci6n de este volumen está dedicada cnteramente a Ins escritos póstumos de Kafka. La presente ediciôn opta por ofrecer Integro, sin exclusion ni afladido algunos, el
FRANZ KAFKA OBRAS COMPLETAS
OPERA MUNDI
FRANZ KAFKA OBRAS COMPLETAS
Novelas IT
Diarios III
Narraciones y otros escritos Iv
Correspondencia
FRANZ KAFKA OBRAS COMPLETAS Ill
Narraciones y otros escritos Edición dirigida porjordi Liovet Traducción de Man Kovacsics, Joan Parra Contreras y Juan Jose del Solar
Prólogo dejordi Liovet
GALAXIA GUTENBERG cfRcuLo DE LECTORES
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Pritnera edicion: Galaxia GutenbergiCirculo de Lectores, 2003
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Nota del editor El presence volumen ofrece al pñblico de habla espaflola una importance novedad y un aliciente apreciable. Por primera vez se reünen aquI, Integros y convenientemente ordenados, canto los textos que Franz Kafka publicó en vida como todos sus escritos póstumos, excepción hecha de sus tres novelas inconclusas, sus diarios y su correspondencia. Importa enfatizar esta doMe condición —la de so integridad y la de su conveniente ordenamienco— pot cuanto distingue sustancialmente esta edicion de todas las que hasta Ia fecha se han realizado en el ámbito hispanico de los escritos breves de Kafka, ya se trate de las narraciones propiamente dichas, de los aforismos, de los liamados
Jordi Liovet
Kafka, al hilo de la cual cabe desentranar el proceso de su escritura con aün más agudeza, si cabe, de La que permite la lectura de sus Diarios, con los que una parte importante de los textos aqul recogidos —a menudo esbozos y apuntes miniisculos— comparte su catheter de <. El conjunto de los textos que aqul se presentan se divide en tres secciones claramente diferenciadas. En la primera se ofrecen, cronologicamente ordenados, los siete libros publicados por Kafka en el transcurso de so vida, incluido Un artista del hambre, que se publico póstumamente el aflo mismo de la muerte del escritor (en junio de 194, pero cuyas pruebas lIego a revisar. Cuando existen dos o más ediciones de un libro hechas en vida de Kafka, se ha escogido la que ofrece más garantlas de haber sido controlada por el propio autor, que no siempre es la más tardia. La casi totalidad de los textos recogidos en los siete libros publicados en vida por Kafka fueron publicados antes en diferentes periodicos, revistas o almanaques. En las notas correspondientes se da, en cada caso, noticia de la historia del texto en cuestión, y se justifica la elección de la edicion correspondiente. Una segunda sección de este volumen, la más corta, está dedicada a los textos de Kafka que fueron publicados solo en diarios o revistas, es decir, que no fueron recogidos por el autor en ninguno de Jos libros que alcanzo a publicar. Se trata aquI de textos de muy diversa naturaleza (relatos, reseflas, crónicas, y hasta el primer capItulo de una novela inacabada que empezaron a escribir conjuntamente Franz Kafka y Max Brod) de cuyo origen y publicación se da asimismo noticia detallada en las correspondientesnotas. Finalmente, la tercera y más extensa sección de este volumen esti dedicada enteramente a Los escritos póstumos de Kafka, excepción hecha, como ya se ha dicho, de sus tres novelas inconclusas, de los diarios y de la correspondencia, materia de los restantes vohumenes de estas Obras Completas. Aqul conviene describir con algün detenimiento el tipo de material del que se trata y el criterio con que ha sido ordenado, siempre siguiendo el rnodelo de La edición KA.
Nora del editor
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El legado póstumo de Kafka es un conjunto muy heterogeneo de cuadernos, legajos y hojas sueltas sobre los que Kafka hace anotaciones de todo tipo. Como ya pasaba en los Diaries, es frecuente que Kafka haga sobre un mismo cuademo anotaciones bastante alejadas entre si en el tiempo, ocurriendo más de una vez que la escritura de un cuademno tenga dos cursos inversos —partiendo desde el comienzo y desde el final—, cadauno correspondiente a un perIodo distinto. Ocurre tambien que Kafka escriba en el reverso de cuadernos o de hojas ya empleados para sus diarios o para los borradores de sus novelas; o que arranque de este o aquel cuaderno un puflado de páginas en las que emprende un nuevo rumbo para su escritu.ra, al albur de las más variadas circunstancias. Poner orden en todo este material y fecharlo convenientemente tanto a la luz de indicios textuales (recurrencias estilIsticas, referencias a otros escritos, rastros biográficos, etc.) como materiales (tipo de letra, ode papel y de tinta empleados, etc.) ha supuesto una decisiva aportación de la edición KA, que con este trabajo ha corregido y enmendado los abundantes errores, descuidos o malentendidos en los que —con la mejor voluntad pero con escasos escrüpulos filologicos— incurrIan las ediciones de Max Bred, sobre las que se ha basado la inmensa mayorIa de las ediciones de Kafka hasta La fecha, en cualquier lengua. Despejado el problema de su datacion, se planteaba el de la ordenacion de todos estos materiales. Las ediciones de Max Brod —y en su estela, la mayorIa de las ediciones de Kafka en otras lenguas distintas del aleman— lo resolvian mediante un criterio selectivo, que empieza por discriminar los textos narratives de otros que se presume que no lo son, y que a partir de ahI agrupa unos y otros en atención a su procedencia o a su naturaleza más o menos conclusa, más o menos esbozada, más o menus fragmentaria. Con este criterio se desmonta el continuum de la escritura kafkiana y se establecen falsos Ilmites entre textos pertenecientes a un mismo caudal de escritura, en el que conviven yse yuxtaponen impulses a veces coincidentes y otras veces divergentes.
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Ocurre asI que la práctica totalidad de Las ediciones de Kafka hasta la fecha segregan del muy heterogéneo caudal de su escritura Los textos más o menos narrativos, por eemplo, o Los de carácter aforistico, y los ordenan a partir de este criterio genérico. 0 bien —como suele ocurrir con Las distintas ediciones de Los ilamados
Note del editor
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Respecto a esto ülrimo, conviene subrayar que —segim cabe deducir de todo lo dicho hasta ahora— solo parcialmente se trata aqul de narraciones; y que de ningün modo cabe pretender que se encuentran en este volumen, aun mezcladas con textos de otra naturaleza, las narraciones completas de Kafka (una etiqueta esta, por cierto, que suele emplearse demasiado alegremente). Por mucho que los libros y textos sueltos publicados en vida por ci escritor y aqui reunidos, sumados a los escritos póstumos también recogidos en este volumen, abarquen una pane principal y relativamente amplia de Los cuentos y narraciones de Kafka, para completarlos habrIa que acudir a los Diarios (véase, en elvolumen 11 de estas Obras Completas, el correspondiente 4ndice de fragmentos, esbozos y apuntes narrativos " , con cerca de doscientas entradas) y, aunque solo muy eventualmente, a la correspondencia del escritor, lugares en los que, aquI y aiM, este no deja de dar rienda suelta a sus impuisos narrativos. La ediciOn de los cuentos o narraciones comptetas de Kafka, pues, serla tarea bastante más amplia, dificultosa y prohja de lo que suele estimarse, y arrojarla un contenido muy distinto, en definitiva, al del presente volumen. Algunos de los textos que se recogeri en esta sección de escritos póstumos son esbozo o borrador de narraclones cuya version definitiva se encuentra en cualquiera de las dos secciones precedentes, respecto a la coal ofrecen a veces significativas variantes. Cuando, como es comün, las variantes son mmnimas y afectan casi ánicamente a cuestiones de puntuaciOn, se prescinde de detallarlas. En los demás casos, se consignan oportunamente. En los casos en que la version manuscrita de uno de los textos hallados entre los manuscritos póstumos de Kafka se corresponde al pie de La letra, o casi, con La versiOn publicada en vida del autor, se remite a esta en el lugar correspondiente, al objeto de evitar la repetidon, en ci mismo volurnen, de dos lecturas identicas. No se obra asi, sin embargo, cuando el texto en cuestiOn se encuentra encajado en un nuevo contexto, como ocurre con algunos rextos de Contemplacion y con las uConversaciones con el orante y con el borracho " , desgajadas por Kafka, en
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su momento, de la secuencia narrativa de <>. Aclarado todo esto, importa advertir que la numeración correlativa con que se ofrecen los sucesivos bloques de escritos póstumos -51 en total— es instrumental, y es un afladido de los editores, razó-n por la que figura entre corchetes. Su ordenamiento corresponde casi exactamente at de la edicion KA, doMe los escritos póstumos de Kafka se reüncn en dos volümenes (véase La ya mencionada <>), cada uno con su propia numeración coirelativa, el primero hasta el nümero [24] y ci segundo hasta el nümero [is], es decir, 52 en total. La presente edicion ilega solo hasra ci nümero [iJ debido a que, en su momento, se opto pot segregar de los escritos póstumos la Carta a! padre (escrita el mes de noviembre de 1919, y a la que aquI corresponderIa, por lo tanto, el nümero [30], de haber conservado su lugar) para incluiria en el volumen II de estas Obras Completas, el correspondiente a los Diarios. Para orientación del lector,.bajo el nümero correspondiente a cada bloque de textos se aflade, tamblen entre corchetes, la indicacion de ]as fechas seguras o probables en que fueron escritos. A su vez, debajo de la fecha se aflade eventualmente, siempre entre corchetes, ci titulo o el nombre con que el texto o el documento en cuestión suele set reconocido. Asi, por ejemplo, se dan entre corchetes tItulos como <' , que no son propiamente de Kafka, sino de Max Brod, pero con los que se identifican comünmente las narraciones correspondientes. o bien se da —siempre entre corchetes— una indicacion que contribuye a identificar inequivocamente la naturaleza del texto correspondiente (Reseia, Discurso de felicitación, Conferencia, Aforismos... o tambien Cuaderno en octavo A, B, C, etc.). En otras ocasiones, y dado el carácter heterogéneo y a menudo inclasificable de los textos en cuestión, no cabe dar indicación alguna sobre los mismos que resulte orientadora Para ci lector, y en conseduencia no se da. Otra cosa son las pocas ocasiones en que el texto lieva un tItulo puesto por el propio Kafka: en tales casos se mantiene sin
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más, y no se ernplean los corchetes, indicadores siempre de una intervención del editor. En su distintas ediciones de Los escritos pOstutnos de Kafka, Max Brod, entre otras muchas libertades, se tomO la de adjudicar a varias de las narraciones comprendidas entre ellos algunos tItulos de su cosecha (comenzando por los de Los libros mismos en que fue recogiendolas). Por lo general, en esta edicion no se hace uso de estos tItulos, excepto en las muy contadas ocasiones en que, como ya se ha advertido, se dan a continuación del nümero y de la fecha del documento correspondiente, siempre entre corchetes, al efecto de facilitar al lector el reconocimiento del texto. Pero eso solo ocurre cuando el contenido del documento se corresponde estrictamente al del texto comónmente conocido bajo ese tItulo. Lo que no se hace de ningün modo es introducir los titulos de Max Brod en el continuum de los textos que se suceden dentro de un mismo bloque. El lector dispone, hacia el final de este volumen (pp. 1187-1188), de una tabla que le permite localizar el texto correspondiente a cualquiera de los titulos con que las narraciones de Kafka ban solido divulgarse en lengua espanola. Asimismo, en las notas correspondientes encontrará el lector noticia puntual de los tItulos adjudicados por Max Brod a esta o aquella narración, tItulos que ban solido adoptar las ediciones en lengua espaflola; con ello puede localizar dentro de este volumen las narraciones que conoce bajo un tItulo determinado. El lector que lo desee podrá enmarcar cada uno de los textos de Kafka en las circumstancias de su biografia acudiendo a la que se ofrece en el volumen II de estas Obras Completas. Como viene siendo habitual en estas Obras Completas, se ofrece al final del volumen un amplio e importante aparato de notas en el que se brinda al lector: a) una sumaria historia del texto en cuestión, en Ia que se trata de esclarecer tanto la fecha de su redacciOn como, dado el caso, las de sus sucesivas publicaciones en vida de Kafka; b) breves comentarios acerca de las circunstancias biograficas e historicas en que fue redactado el texto, con
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eventuales apuntes de carácter interpretativo, asi como sobre Las implicaciones de cada texto con ci resto de la obra de Kafka; c) en ci caso de los libros publicados en vida, documentación acerca de la recepción del texto en cuestión por parte de la critica contcmporánea a Kafka, siempre que haya constancia de que La hubo; d) siempre que existe, y se juzga significativa, una bibliografia especifica acerca de aquellos textos caracterizados que la ban suscitado; y e) notas al texto (siempre con referencia a la página y La 11nea donde se encuentra, en el texto, la Ilamada correspondiente: un circulo volado 0) en las que, por lo comñn, se adaran asuntos que requieren explicación; o bien se confionta ci pasaje en cuestión con otros de La obra de Kafka; o bien se establece una relación de ese pasaje con determinadas circunstancias de la vida o de In personalidad de Kafka; o —pero solo muy ocasionalmente— se sugieren aproximaciones hermenéuticas. Los aspectos más significativos tratados en el aparato de notas se detallan en ci correspondiente " Indice de asuntos contemplados en Las notas '>, al final del volumen. Justificacion particular reclama el apartado de <
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Los criterios generales de la traducciOn siguen las pautas establecidas para todas las 0 bras Completas y explicitadas en ci texto de " PresentaciOn>> de las mismas, dentro del volumen I. Quizá no esté de más recordar aqui que, como ya se hizo en la traducciOn de las novelas de Kafka (en ci volumen I de estas Obras Corn pletas), esta ediciOn ha optado sistemáticamente por el uso de las comillas para las intervenciones de los personajes en lugar de los guiones, más habituates en la tradiciOn tipográfica espaflola. Explica esta decision el hecho de que Kafka intercala casi siempre los diálogos en ci cuerpo de la narraciOn, algo que, además de set propio de los usos tipográficos en lengua alemana, ofrece a so prosa narrativa una deliberada confusion y vaguedad en los puntos de vista. Como ya ocurria con los Diarios (véase, a propOsito de cuanto se dice a continuaciOn, la <> del volumen correspondiente), la escritura de los textos aqul cornprendidos dentro de la sección de los escritos póstumos ofreCe, en so mayor parte, las caracterIsticas comunes a los textos escritos a mano y con carácter privado, redactados a menudo en circunstancias poco favorabies a la claridad y Icgibilidad de los mismos. Esto afecta muy particularmente a la puntuación, que, conforme al criterio establecido en laya mencionada < ' de estas Obras Completas, se respeta en lo posible. Dado que entre los textos aqul recogidos se cuentan abundantes apuntes incompletos, esbozos inacabados, frases y parrafos incompietos, etc., etc., se ha optado por no poner.punto final ni afladir siquiera puntos suspensivos a tantos pasajes que comienzan in media res o que quedan suspendidos en medio de una frase. Per lo que respectaa la estructura de los textos y al nOmero de sus parrafos, se atienen al original. Se han mantenido, conforme a KA, los trazos con que el propio Kafka separa a menudo anotaciones sucesiVas, unas veces mediante una raya que recorre la página de un extremo a otro, en otros casos mediante una raya más corn. Estos trazos contribuyen no poco a deslindar las anotaciones entre 51, deshaciendo muchas continuidades artificialmente establecidas por Max
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Brod en sus ediciones. Asimismo, se ban mantenido, sin crearlos en ningán caso, los blancos de Ilnea. Cabe, para concluir, una breve mención y un jeconocimiento at trabajo de los traductores. En el plan original de estas Obras Completas estaba previsto —tal y como se hacia constar en su <— que Juan José del Solar tradujera la totalidad de los textos aqul reunidos, pero una dolencia le impidio completar este propésito. Se decidio entonces encomendar la continuación de la traduccion a dos traductores de confianza, muy bien acreditados por su propio trabajo y buenos conocedores tanto de la obra de Kafka como del contexto cultural en que esta surgió. Joan Parra Contreras y Adan Kovacsics compartieron, asI, el comprorniso de retomar la traducción de los textos de Kafka alil donde Juan José del Solar la dejó interrumpida, y de hacerlo manteniendo el extraordinario nivel alcanzado por este. El reto era tanto mds difIcil por cuanto que ia pane todavIa por traducir correspondia por entero a los escritos póstumos, a menudo integrados, como ya se ha dicho, por esbozos fragmentarios o muy incompletos, pasajes interrumpidos, comienzos de frases que quedan suspendidas y para cuya recta lectura y traslacion a otro idioma apenas dispone el traductor de mdicios y agarraderos. El resultado está ahora at alcance del lector, que comprendera muy bien lo ardua que ha sido la tarea realizada y sabrá apreciar su mérito. Por lo demas, en la pagina de créditos que cierra el volumen se detail a qué textos ban sido traducidos por cada uno de los tres traductores. J. Lt.
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Próiogo En los ñitimos aflos de su vida, Franz Kafka trabo amistad con un joven ilamado Gustav Janouch, hijo de uno de sus colegas en el Instiruto de Seguros para Accidentes de Trabajo en ci que trabajaba, en la ciudad de Praga. Janouch solia acudir at Institute hacia ]as dos de La tarde —cuando terminaba la jornada de los funcionarios de la administracion del Jrnperio austrohüngaro—, recogla at ahogado Kafka a ]as puertas del edificio, y Ic acompanaba hasta Ia casa de sus padres, que fue también, salvo excepciones, & domiciho permanente del escritor. Por el camino, Kafka y Gustav Janouch mantenian conversaciones que el segundo, con toda la fidelidad que puede suponerse en estos casos, transcribio y lego a la posteridad como uno de los documentos quizi no mis exactos pero si mis reveladores de muchos aspectos de la vida de Kafka, de su idea de Ia literatura y de su concepción del mundo y la exisrencia. En ci curso de una de estas conversaciones, a propósito de una exposiciOn de Ia obra picrOrica de Picasso, Kafka Ic habria comentado at joven Janouch: <,El arte Cs Ufl Cspejo que "adelanta", como un reloj ... a veces>>. Pocos dIas antes, en un tono que se nos antoj a muy parecido, le habrIa dicho tambien: <
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plena transformación de Ia ciudad misma y en pieno desarrollo de las contradicciones de clase que perfilaron la sociedad europea hoy rodavia vigente— fuese autor de una obra clue, si por un lado no deja de poseer un asidero muy firme en las circunstancias de la historia, posee igualm.ente un engarce —diremos mejor: un referente, un horizonte— en in trascendental, In religioso o lo profetico. En cierto modo, pane de ía culpa de que Kafka fuera considerado, en los años cincuenta o sesenta del pasado siglo, un autor realista, que se habrIa hmitado a metaforizar las condiciones de existencia de un ciudadano en el seno de una sociedad dominada por el signo de la burocracia o de las formas de vida del capitalismo, fue de uno de SUS primeros exegetas, por no decir el primero de ellos: Max Brod, responsable de la salvación del fabuloso legado kafkiano. En efecto, Brod, uno de los más destacados impuisores del movimiento sionista en la ciudad de Praga, puso un empeño especial, en su primera biografla de nuestro autor, en subrayar lo muy próximo que se hallaba Kafka de (, Ilevando las aguas más bien confusas de la obra de Kafka al terreno de una religiosidad que, en el mejor de los casos, nuestro autor solo concibió de una manera simbólica, o, como se ha dicho, más como " horizonte " que como credo. Estas dos concepcioncs diametralmente opuestas de la obra literaria de Kafka —su vida seguirá siendo un misterio a pesar de las más prolijas y documentadas biografIas— constituyen, articuladas entre si a pesar de todo lo que aparentemente las separa, la cave de su peculiar universo narrativo. Las narraciones de Kafka tienen mucho que ver con los avatares historicos que circundan la vida de nuestro autor, pero tienen tambien mucho que ver (aunque esto sea precisamente lo más dificil de ver en ellas) con una dimension trascendental que escapa, por todos lados, a cuaLquier determinación en el tiempo y ci espacio. Estas narraciones ofrecen una idea perfecta, aunque alegOrica, de las condiciones de vida de un funcionario en una compaflha de seguros filial de una institución imperial con sede en Viena; pero conducen tambien a una idea muy precisa de la relaciOn del autor con las
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esferas mucho mis insondables de la trascendencia. Se trata de un universo narrativo que solo acaba de entenderse cuando se cruzan y se armonizan entre silo cotidiano y lo sagrado, Ia existencia y la eternidad, las circunstancias histOricas que definen el Imperio de los Habsburgo y la dimension mucho mis inconcreta de Ic nietafIsico. Renunciar a la visión conjunra de estas dos cuestiones, es decir, refugiarse con espIritu materialista en la mera concreciOn de lo histórico, o bien referirse, con espiritu misrico-religioso, a la sola dimension metafIsica de la obra de Kafka, supone inevitablemente arruinar la grandeza de esta obra, obviar lo que resulta esencial y singular en este autor. Pues, como veremos, no hay, en Kafka, determinaciOn histOrica alguna que no pucda proyectarse en el reino de lo trascendental, como no hay ningOn elemento de su caricter profetico que no pueda encontrar explicaciOn en la experiencia de lo cotidiano. Ni el gesto mis menudo de los muchos que Henan, casi retOricamente, la obra narrativa del autor, se encuentra desprovisto de las dos dimensiones aludidas. Que un personaje hunda el rostro en el pecho, como se lee en multiples pasajes de la obra narrativa de Kafka, tanto permite a! lector <' la desesperacion de este personaje, como lo obliga a suponer —siquiera encrever— el peso de on destino o de una Ley que no forma pane, a prirnera vista, de las categorlas de una experiencia comOn. El caricrer ahstracro de lo trascendental y el cariz elemental de una experiencia cotidiana se funden en la obra de Kafka como posiblemente no se hablan fundido antes en la literatura universal en prosa, y solo esta fusion explica la rara concepciOn kafkiana del oficio de escritor. El arte narrativo de Franz Kafka
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sea Ia muerte, y asi como a un muerto no se Ic podrá sacar de la tumba, a ml tampoco se me podrá arrancar de mi mesa pot la noche " . Situado, como los muertas, entre una corporeidad olvidada y ci asombro ante la dimension de lo eterno, Kafka elabora una literatura ánica en la historia que oscila permanentemente entre Ia descripciOn pormenorizada de efInieros gestos y los horizontes vastisimos de La eternidad. Este es, en definitiva, ci signo ba j o ci que deambula ci cazador Gracchus en uno de sus relatos mds extraordinarios: ci cazador muriO hace mucho riempo en la Selva Negra, pero sigue merodeando par ci mundo, acogido con respeto en las casas en Las que lo velan, siempre a la espera de continuar un viaje que es eterno en un sentido, pero siempre, paradójicamenit, terrenal. Walter Benjamin pudo objetar a Max Brad, despues de haber leIdo su biografla sobre Kafka, que hubiera convertido a este en un Santo; pero no tuvo ningün reparo, itniendo en cuenta la impregnaciOn teolOgica de su propio pensamiento, en considerar la literatura kafkiana coma uuna e]ipse cuyos focos, muy alejados el uno del otro, están determinados de un lado par la experiencia mistica y de otto par la experiencia del hombre moderno de la gran ciudad".
Kafka, la tradicion ysus conternpordneos Pero si esta fabuiosa elipse kafkiana entre to material y to trascendental pudo concretarse en una obra literaria y un esrib, ello se debe, en buena medida, at peso que tuvo en so particular experiencia de la literatura La tradiciOn de to literario caL coma ci autor la canoció en sus aflas de farmaciOn. A pesar de set uno de los escritores mds originates de la histaria de las tetras de Occidente, a pesar de que su mundo iiterarid es propiamente una magnifica y desbordada invención, esta invenciOn no resulta del todo ajena at recarrido historico de la literatura. Cuando Kafka, apraximadamente entre 1906 y la apariciOn de so primer libra, Contemplacion (1913), sentó las bases de so estilo, inamovibies Para ci resto de su vida, de hecho <, lo hizo, en gran
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medida, como no podia set de otro modo, sobre la base permeable y varia de una tradición concreta. Por sus escritos autobiograficos, o por manifestaciones orales a las que debemos conceder mucho crédito, Kafka —que desde muy joven se sintió marcado por el signo de la creación literaria— busco entre las ruinas de la tradición escrita las pautas que iban a ayudarle a forjar la por el castigo de la imposibilidad de escribir que <, como hariamos con la mayorIa de log autores de Ia tradición, sino de otra cuestión, de análisis más complejo. Kafka tenla tras de si, como un horizonte del que, en apariencia, ya no podia esperarse nada —como si, para on homg bre imbuido de misticismo lo horizontes solo se proyectasen hacia el futuro, nunca hacia to pretérito agotado—, tantos sig glos de tradicion literaria como lo que resultan de unit, en g una sola y vastIsima parabola, lo libros sagrados, La exegesis de tradicion rabInica y log grandes monumentos de la literatura antigua, con lo g episodios mucho más variables, mucho más enraizados en la materia historica, de todo el siglo XIX, pasando, claro está, por las más diversas muestras de literatura escrita que se producen entre cada uno de esros hitos. Entre lo g escritores más <
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ta su Literatura en una alianza combativa entre los contenidos narrados y Ia expresión linguIstica -incluidos los secretos movimientos < de la frase-, de modo que ofrece siempre La inipresión de haber doblegado el lenguaje mismo a las exigencias exteriores del material narrado, exterior a la palabra pot definición. Dickens, por su lado, y asI lo entendio Kafka, es el escriror que transforma las rnás adversas condiciones de su vida en una especie de transparencia estilistica gracias a la cual ia literatura de este autor, posiblemente sin querer, se convierte siempre en un gesto de amistad hacia el lector, por no decir en un alarde de caridad. Flaubert, instalado como el anterior en una tradición que henios convenido en ilamar <> a Ins lectures (incluso verbalmente), como hizo priniero en Ins casos de L'Education sentimentale y de Madame Bovary, para entrar en el terreno de una especie de doble creación articulada: la de un mundo (los mercenarios en Cartago, la tentación de San Antonio) y, con el, la de una celebración del lenguaje mismo. Dc hecho, Kafka heredo algo de todos y cada uno de estos procedimientos: la caridad de Dickens; la obsesion estilIstica de Flaubert y su vindicacion del <; Ia cervantina relativización y articulacion problematizada de los mundos de La realidad y la ficciôn; la büsqueda obsesiva de una forma narrativa, por pane de Kleist, para dar cuerpo verbal a una inquietud temática. Pero lo que importa aqul es determinar en qué consistió el < kafkiano que seflala su concepción de Ia Iiteranira y su idea de la ficción. Lo que hizo Kafka, si asi puede decirse, es concebir que el rnovimiento oscilante entre la realidad y La ficción no estaba predeterminado por Ia realidad, que es la manera en que, hasta el, toda escritura ficcional se abrIa Paso hacia ]as pa-
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ginas escriras, bajo la forma del relato o la novela. Hasta la aparición de Kafka, casi toda muestra de literatura basada en La verosimilitud puede ser considerada realista en el sentido de que es el mundo, la experiencia o la vida misma la que emite una serie de seflales que esperan, para poder set eneendidas, el eco de Los signos verbales que fijan o transforman la realidad en estilo y escritura. Pot su pane, Kafka, a diferencia de la vastIsima tradicion que heredo, concibió enseguida —de on modo que casi puede set calificado de natural '>, sin irnpostación alguna, sin premeditación— que la categorla de lo real no depende exciusivamente de lo que entendemos pot realidad o experiencia, sino que depende Intimamente, inseparablemente, de la capacidad que posea in real de adherirse, por si mismo, a una formula verbal: Del mismo modo que el acm de la creación divina, en los textos fundacionaies.del judaismo, es una realidad que jamás hubiese sido tal cosa sin el soporte eficiente de La denotaciOn verbal, del acto voluntaria y expresamente linguIstico (,,Dios pronunciO: "Haya luz", y hubo luz " ), asi Kafka entendió al principio mismo de su carrera de escritor que, en on solo gesto, das Schreiben, el escribir, adquirian realidad La literatura, el mundo y La existencia, la suya pot lo menos. No se trata de que el lenguaje o ci estilo vengan a solucionat, gracias a una investigaciOn esforzadIsma de este elemento, el complicado abismo que sabemos que existe —y más que nadie lo sabla La generación formada en los bernpos de la crisis de Ia conciencia verbal del apoteOsico fin-desiècle vienés, el fin de sigh pot antonomasia— entre lenguaje y mundo; se trata de considerar que, al ritmo mismo de Ia escritura, nacen, en una especie de sirnultaneidad epifánica, la literatura y 10 real unidos. Asi, en el caso concreto y posiblemente ñnico de Kafka, ni La realidacl o la experiencia anteceden a la literatura, ni la literatura es una sombra (mimetica o deformada) de la realidad; en su caso, la literatura y la realidad se levantan al unIsono; experiencia, vida y escritura se funden en un solo acto fundacional, en cuyo exterior, propiamente hablando, no puede decirse que nada tenga vida. AsI opinó Kafka que procedia tarnbién la literatura de so con-
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temporáneo Alfred Doblin: -Me da Ia imp.resiOn de que Dobun concibe el mundo visible como algo muy fragmentario que tiene que completar creativamente mediante su palabra*. Que Los comentaristas de Kafka se hayan preocupado con denuedo de establecer puentes entre sus parabolas, sus metaforas o sus visiones iiterarias y ci más pequeño asomo de realidad histOrica, no es más que un sintoma de Ia mucho que cuesta aceptar que un funcionario modesto, sin pretensiones de convertirse en un escritor canOnico, ocupara, en La tradicion literaria de Occidente, un lugar que solo se otorga legItimamente a los profetas y quizá tambien, a titulo cxcepcional y con una descarga ineludible de desconfianza en su soberanla intelectual, a los locos y los visionarios. La regla de oro de La narración en nuestra vasta tradiciOn literana raramente fue la que ordena la narratividad kafkiana, sino la representativa: casi siempre se habia tratado de dar expresión literaria a una experiencia que, en cierto modo, formaba pane de un comün acervo cultural antes de que fuera nombrada o convertida en ficciOn por un escritor. Este no es el caso de Kafka: " nuestro " autor —Si por azar, a por meros atisbos, alguien puede creerse emparentado con un set y una literatura tan enormemente singulares— genera simultáneamente, en una especie de gran polifonia que La incluye todo, desde ci gesto menudo o la palabra discreta a los secretos más intangibles de la existencia humana, incluido cuanto esta pueda tener —y tiene sin duda para muchos— de dimension trascendental. En Robert Walser, si acaso, y en pocos más, Kafka creyó ver algo parecido a lo que, de hecho, se Ic reveló a eI inismo desde el principio de su carrera de escritor. En los primeros textos de Walser si pudo leer Kafka alga que le resultaba familiar incluso antes de empezar a escribir: que la maleabilidad del Ienguaje no se distingue del carácter azaroso de la existencia; que Ia solidez psicolOgica del escritor —que solia set la garantia de la expresiOn literaria— es tan faLaz como el lenguaje mismo; y que no hay constructo Iiterario alguno que no envuelva, coma un torbellino, al mismo tiempo at que escribe, Ia que narra y lo que ilamamos, pot pura econo-
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mIa, realidad. Si no hubiera sido asI, Kafka no habrIa p0dido urdir una reflexiOn como la que leemos en una carta a su amigo Max Brod: <
Pecos aspectos de la obra narrativa de Kafka escapan a las consideraciones generales que acabamos de esbozar; entre sus textos, muy pocos son marginales respecto a la cuestión de fondo que hemos analizado. AsI, para empezar por lo más simple, la concepciOn del lenguaje que posela Kafka es,
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desde el inicio, la que corresponde a alguien Clue, directa o indirectamente, se inscribe en una tradicion que eleva las Ictras mismas —quiero decir algo tan simple como los grafismos de todo alfabeto, cuya combinación solo más tarde se convierte en literatura— a una categorla trascendenta1 Es cierto Cl ue esta percepción microscópica y a no tiempo panorámica del lenguaje no es privativa de nuestro autor, pues, por lo menos en la literatura de expresión alemana, es una tradicion Clue arranca de la teorla del lenguaje de los escritores del romanticismo aleman (Novalis, por ejemplo, y en general los redactores de La revista Athen4um, en torno a r800) y Ilega a Ins grandes problematizadores del elemento verbal del cambio de siglo Cl ue Kafka conoció, en especial los representantes vieneses del movimiento, de Hofmannsthal a Karl Kraus y Robert Walser, pasando por los rods teóricos Fritz Mauthner o Sigmund Freud. Pero no poseemos ningün dato que nos asegure Clue las reflexiones sobre las letras y ellenguaje por parte de Kafka se cimentara en comentarios y teorIas ajenas. La cuestión se halla sin duda en el <' , P ero, como es habitual en nuestro autor, sus apuntes a este respecto no parecen deberle nada a nadie, salvo a su propia perspicacia y a su enorme penetración intelectual. AsI, ya La segunda entrada de sus diarios, del aflo 1910, estd dedicada a la vida independiente que puede Ilegar a tenet algo tan elemental como un fonema, o un grafema, en este caso la dieresis que lieva una forma del verbo alemdn preguntar: <. Kafka, conocedor o no de la emblemdtica Carta de lord Chandos (1901), de Hugo von Hofmannsthal, poseyó siempre una vision del lenguaje que arranca de su más estricta materialidad; algo que, digdmoslo de pasada, ha dado pabulo a pintorescos comentarios cabalIsticos de su obra, unos mds ilamativos que otros, todos innecesarios. El :15 de diciembre de 1910, escribe en sus diarios: " Casi ninguna de las palabras Clue escribo concuerda con la otra, oigo cómo las consonantes rozan unas contra otras con un ruido metálico
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y las vocales cantan come, negros en La feria. Mis dudas se agrupan en cIrculo airededor de cada una de las palabras, las veo antes que a la palabra, pero iqu6 va!, La palabra no la veo en absoluto, me la invento. Y esa no seria Ia mayor de Las desdichas, solo que entonces tendrIa que inventar palabras capaces de aventar ci olor a cadaver on una dirección tal que ese olor no nos diera enseguida en La cara a ml y al lector>>. Dos dIas más tarde Ic manifiesta a Max Brod on una carta: oMi cuerpo entero inc advierte ante cada palabra; cada palabra, antes de que permita que yo la escriba, mira primero en torno a ella. Las frases se me parten prácticamente, veo su interior y entonces tengo que acabar enseguida " . Palabras que quizd si acusan una influencia directa del texto citado de Hofmannsthal, donde se lee: <>. Y todavIa, ci 13 de diciembre de ese aflo: '.
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Estas manifestaciones no explican por Si mismas el cornplejo mundo narrativo de Kafka, pero dejan rnuy claro que escribir no era, para ci autor, una actividad que naciera de Jos estimulos de La realidad, sino rnás bien de la potencia >, Ic dijo a su joven amigo.
El aliento del mito
Dc esta implantaciOn en la materia misma del lenguaje se ilega, con absoluta naturalidad, al elemento que constituye ci nncleo del arte narrativo de Kafka, que denominaremos, sin ir más lejos, el aliento del mito. Si no hubiese que apelar ante todo a La estructura narrativa del mire, cabrIa hablar, en Kafka, del poder de metaforizacion o de la enorme capacidad del autor para elaborar pardbolas; pero este no es el case. Es importante subrayar que los procedimientos narrativos de Kafka tienen que ver, ante todo, con una curiosa reubicaciOn de la mitologia en Ia literatura del siglo xx. No significa otra cosa el hecho de que Kafka recurriera a los mltos antiguos —los de la Biblia, pero tambien los del legado griego arcaico—, que los reelaborara y los trasladara a la circunstancia y el contexto de su época. La Torre de Babel aparece en estas na.rraciones, y también Poseidon, Prometeo, [as sirenas que acosan a Odiseo, Alejandro Magno, y hasta mitos sacados de la tradición literaria, como Don Quijote o Sancho Panza. Pues el mito posee una fuerza evocadora sustancial; La estructura del mito, que es como decir de toda <
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mito es tin emblema legendario que labra, sin que ninguna voluntad parezea intervenir en ello, una memoria y unas costumbres colectivas. Todas ellas son caracterIsticas que por fuerza tenlan que seducir a Kafka. El expreso deseo del escritor de resultar invisible a sus leetores; su voluntad de transformar la literatura en un sucedáneo de La oraciOn o del precepto verdadero; su propósito, expilcito en contextos muy distintos, de que la literatura sea capaz de romper en los lectores -el mar helado que lievamos dentro>>, todo ello posela ya una garantla y una eficacia probadas en los mecanismos de formaciOn, difusión y recepción de las antiguas leyendas. Afládase todavIa que las Ieyendas mitolOgicas son, de las formas literarias que ha conocido Occidente, [as más irreductibles a las categorias psicolOgicas o sentimentales. El mito no conoce la introspecciOn ni apela a la dimension privada o sentimental de quien lo escucha: es un esquema narrativo de los más simples que se conocen, aunque sea tambien, gracias a su diáfana construcción sintáctica y, más aán, pot el lugar ritual que ocupa en una sociedad, el fermento de las más variadas formas de comportamiento. No hay que olvidar, a este respecto, el interés de Kafka por las leyendas de so tradiciOn más próxima, es decir, las leyendas hasidicas o de los judios orientales, de las que dijo: >. Nada podia resultar mas acorde con el propOsito literario de Kafka; y, de hecho, muchas de las narraciones que siguen, posean o no la factura del mito y se trate o no de reelaboraciones de mitos antiguos, responden de Ileno a los pardmetros y La funcionalidad de esta forma breve literaria. Por esta razOn, Kafka considero siempre la metáfora o la parabola como un procedimiento idóneo para formalizar sus inrenciones. Pero, al mismo tiempo, por lo que se ha dicho acerca de La eficacia del mitt, Kafka experimentaba una terrible incomodidad al sentirse obligado a recurrir a image-
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nes y descripciones (nunca introspecciones) en vez de poder recurrir, directamente, como lo hizo Ia Antiguedad, a la saludable concision de La mitologia. Apreciaba enormemente a Dickens, como se ha visto, Pero al misrno tiempo Ic resulnba imposible entender que alguien usurpara el poder demiñrgico de los anónimos fundadores de grandes mitos presentando la realidad con una soberanla y una naturalidad tan evidentes. AsI se lee en una entrada en los diarios de hacia ci zo de agosto de 1911: <>. En este sentido, las más logradas situaciones narrativas de Kafka, tanto en los relatos como en las novelas, parecen siempre como una inevitable concesión, como algo inevitablemente imprescindible para poder excitar la imaginaciOn de sus Lectores. Pero el autor nunca es tan esencialmente kafL kiano como cuando sintetiza en ocho o diez lineas un asunto de complejidad abrumadora: asI en muchas de sus primeras prosas narrativas —las que se desprendieron del fastuoso ,,taller de escritura>' de los ciclos <> y <> (1904-1907) —, y asI tambien, muy especialmente, en sus aforismos de los aflos 1918 a 1920. En estos casos, ci lenguaje aparece desprovisto de ornamento y alcanza la Orbita del sentido con la misma parquedad y eficacia de los mitos. Lo ideal, para Kafka, habrIa sido poder prescindir de toda descripciOn, de ula criada que enciende la calefacciOn '> o del <' ; todo esto son argucias del narrador para no enfrentarse a una verdad que vive, muy escondida, apenas aprehensible, entre los recovecos de to aparente: -Las mciibras son una de las muchas cosas que me hacen desesperar de la escritura. La falta de autonomla de la escritura, su de-
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pendencia de la criada que enciende la calefaccion, del gato que se calienta junto a la estufa, incluso del pobre viejo que también se calienta. Todas esas son operaciones autónomas, que se .rigen por so propia ley, solo la escritura esti desamparada, no habita en si misma, es broma y desesperación (Diarios, 6 de diciembre de 192.1). Asi pues, la ctendencia aI mito>' no representa solamente, en estas narraciones, la impronta de una forma literaria arcaica, eficaz, de economla segura y con las garantias de anonimato absoluto, un anonimato en el que Kafka podrIa haber quedado sumergido para siempre si SW literatura no poseyera hastante mis que este armazón. La <
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de La propia actividad de escritor de Kafka). Y, en Jose fina la cantante, que supone, junto con Un artista del hambre, tanto La culminación del arte de narrar de Kafka como el nejor testamento que poseemos del autor sobre el lugar del narrador en La civilización contemporánea, una artista sin apenas voz explica hasta qué punto podrIa habere convertido en Ia portavoz eficaz de todo un pueblo si este pueblo se hubiese encontrado a la altura de su arte. En cualquier caso, se trate de formas breves en si mismas o de narraciones con apariencia de novelas cortas, Lo que domina este mundo natrativo es siempre un nñcleo incandescente, nacido de una experiencia singular innombrable pot si misma, que se abre camino por La via de los aditamentos descriptivos y las circunvoluciones nar.rativas, y, sobre todo, por la violenta invitación al comentario que suscita en ci ánimo del lector. En este procedimiento, más que en cuaLquier otto de Los aspectos de la obra narrativa de Kafka, se convie.rte en ley Lo que hemos apuntado más arriba: el sentido literal, en Kafka, no posee ningiin valor si no se Le anade todo el sentido anexo quc resulte posible —on sentido parabélico, elIptico, o como quiera que pueda decirse. Uno de Jos mejores ejempios de la cuestión se encuentra, posiblemente, en la prosa titulada <>. He aqul una narradon, si asI puede decirse, en La que se hallan perfectamente visibles los dos elementos estructurales más habituales en La narrativa kafkiana: la vision legendaria (<) y La paradoja que perturba a La intachable Linealidad de In previamente afirmado (<>, <>). En las narraciones de Kafka, el lector queda siempre avisado, sin gran dilaciOn y a veces sin ningOn preámbuLo, de la materia fundamental: en La condena, un hijo decide casarse y lo notifica a un amigo y a su padre; en La transformacidn, un viajante de co-
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mercio se levanta, una mañana, y se encuentra en su cama transformado en un escarabajo; en Un artista del hambre, un artista ayuna en una jaula hasta la muerte, para admiración de los visitantes. Luego, como a renglén seguido, los paradéjicos mecanismos de la propia narración obligan at lector a complicar el edificio semántico que las narraciones lievan misteriosamente adheridas a su imprescindible nñcleo mitológico. Quizd este procedimiento sea tambien un signo externo de la aversion de Kafka pot la suciedad; algo que Ic iievo a arrostrar una vida sexual parca y calculada, a convertir sus comidas diarias en una liturgia casi maniática, a practicar la natación y ci remo en aguas del Moldava con una gran perT severancia y a extremar la puicritud en unos informes administrativos, Para ci Instituto de Seguros del reino de Bohemia, que por fuerza tenian que liamar La atención do sus superiores. Todas esas ocupaciones se encuentran dominadas per la misma ley, que en primera instancia deberia hamarse ascética en todos los casos: cuanto más y con mayor tesón y puicritud se trabaja en un ejercicio, mejores frutos se recogen. Con la (mica diferencia, insistamos en ello, de que los frutos de una literatura de este cariz no los recoge propiamente ci autor —pues no escapó a la muerte aunque se fi guraba la actividad de escribir como una lucha diana contra la negación de si mismo—, sino la posteridad que implican sus inrerminables Lecturas. Abundando en to que estamos comentando, ahI está esa narración prodigiosa, una de las más aitas quo se hayan escrito en ci siglo xx, que Ileva pot titulo <>. El objeto que se narra en ella, Odradek, es en apariencia tan confuse corno insignificante: <>. Pero este set pasa luego de la Pura materia a la muda espiritualidad, y se convierre, para su propietario,