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DOSSIER
EL DESARROLLO URBANO De Jericó a Abu Dhabi, pasando por Florencia
Ciudades
que han hecho Historia Nueva York: la urbe vertical Un ave fénix llamada París
Atenas y Roma De Tenochtitlán a Ciudad de México
Constantinopla en la encrucijada Toledo de las tres culturas
Sobre gustos no había nada escrito.
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OCTUBRE 2016 EN ESTE NÚMERO:
PILAR REVILLA / CS
En la Edad Media, Toledo protagonizó una etapa de convivencia cultural y religiosa única en la Historia. Izquierda, el Alcázar desde el puente de Azarquiel. Pág. 34
Presentación: La ciudad, motor del progreso PÁG.
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Atenas: el legado de la antigua Grecia PÁG.
Todos los caminos llevan a Roma
Recorremos en el Dossier la evolución del desarrollo urbano desde Mesopotamia a la actualidad. Abajo, el magnífico Coliseo de Roma. Pág. 47
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Estambul, la perla del Bósforo
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PÁG. AWL / PILAR REVILLA
ALBUM
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Toledo de las tres culturas PÁG.
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Visual: Paseando por la Ciudad Eterna DOSSIER
Evolución del urbanismo De las primeras ciudades en Mesopotamia a las actuales megalópolis, pasando por China, el valle del Indo, Grecia, Roma, la Edad Media, el Renacimiento... Tenochtitlán fue el centro del Imperio mexica y sobre sus ruinas se edificó Ciudad de México. Arriba, la capital azteca en un mural de Diego Rivera. Pág. 68
Urbanitas por elección
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NINES MÍNGUEZ
oy, las ciudades tienen detractores y defensores furibundos, pero en su origen no cupo plantearse esa disyuntiva. Para los seres humanos, el asentamiento en núcleos urbanos significó un avance indiscutible. Tenía todas las ventajas: facilitaba el comercio –necesario para dar salida a los excedentes de la producción agrícola–, favorecía la convivencia, la socialización y todo tipo de intercambios, inclusive los sexuales –estimulando la variedad genética de la población al alejar el problema endogámico, recurrente en núcleos rurales–... La vida en la urbe era más complicada, pero sus habitantes disfrutaban de un grado mayor de independencia, alejados del control familiar y del de la tribu o aldea. De los primeros centros amurallados, como Jericó (9000 a.C.), a las metrópolis actuales, las ciudades han respondido a las necesidades de sus habitantes: vivir a la sombra del poder, aprovechar los servicios comunes o tener más posibilidades para trabajar y mejorar económicamente, sin mencionar el estímulo intelectual que garantizan sus élites culturales. A partir de la Revolución Industrial, el abandono del Palma Lagunilla campo se hizo inexorable y las ciudades crecieron exDirectora (
[email protected]) ponencialmente (entre 1800 y 1880, Nueva York pasó de En Twitter: @_plagunilla 60.000 habitantes a 1.200.000, aumentando su población un 2.000%), hasta llegar a las “multimillonarias” megalópolis actuales que nos maravillan tanto como nos horrorizan, ¡todo a la vez!
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De Tenochtitlán a Ciudad de México Un ave fénix llamada París PÁG.
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Berlín volvió a ser una fiesta PÁG.
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Nueva York, la apoteosis vertical
SECCIONES Entrevista: Carlos García Vázquez
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Guía de lugares Panorama Próximo número ILUSTRACIÓN DE PORTADA: J.A. PEÑAS
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EVOLUCIÓN DE LOS NÚCLEOS URBANOS
La ciudad, motor del progreso A LO LARGO DE LA HISTORIA, LAS CIUDADES PASARON DE SER CENTROS DE PODER A ALBERGAR GRANDES CONCENTRACIONES HUMANAS, PERO HAY ALGO QUE NUNCA HAN DEJADO DE HACER: IMPULSAR EL DESARROLLO Y LA CULTURA DE LA HUMANIDAD. Por Ángel Luis Vera Aranda, geógrafo
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LAS VENTAJAS DE SER URBANITA. El creciente predominio de las ciudades sobre el ámbito rural se explica por su gran variedad de servicios y por las mayores posibilidades económicas, laborales y creativas que ofrecen (en la foto, gente yendo a trabajar en una gran urbe al amanecer).
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l lugar donde se concentran de miles a millones de personas: quizás sea ésta la mejor definición de ciudad. Este fenómeno se explica por dos motivos. En primer lugar, las concentraciones urbanas ofrecen una gran variedad de servicios a las personas que viven en ellas. En segundo lugar, aunque más importante, sus posibilidades económicas y laborales son mucho más amplias que las que se pueden encontrar en las zonas rurales. Pero aunque esta doble concepción economicista y demográfica sea suficiente para explicar la existencia de las ciudades en el mundo actual, el papel que éstas jugaron antaño no se corresponde con esa imagen que ahora tenemos de ellas. En efecto, a lo largo de la Historia, no siempre las ciudades fueron las grandes aglomeraciones urbanas que conocemos actualmente, cuando buena parte de la población del planeta se hacina en grandes metrópolis y megalópolis. Esto se demuestra por el simple hecho de que según la ONU, hasta principios del presente milenio, más de la mitad de los seres humanos habitaban en áreas rurales y no en núcleos urbanos. Sin embargo, desde hace menos de una década, esta tendencia se ha invertido por primera vez en la Historia.
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CENTROS DE PODER Y CONTROL. Eso sí, durante más de diez milenios las ciudades han sido centros de poder y lugar de residencia de aquellos que poseían la hegemonía y el control del mundo de su tiempo, aunque en ellas no viviera un elevado número de personas. Esta aparente contradicción se resuelve conociendo cómo el hecho urbano ha ido evolucionando a lo largo del tiempo. Y es que, en el transcurso de la Historia, los habitantes de las ciudades han dominado y organizado el territorio que les rodeaba. El papel de aquéllas no consistía exclusivamente en albergar a una enorme masa de seres humanos que desarrollaban su actividad laboral en ellas. Esto también formaba parte de su existencia, claro está, pero no con el sentido que le damos ahora, sino como una forma de completar el verdadero propósito que tenían las urbes: el de ser el lugar o el punto neurálgico desde el que controlar el territorio adyacente. Es cierto que esto no sucedió por igual en todas partes. Hubo civilizaciones que utilizaron a las ciudades como un núcleo básico para la organización de los Estados: así sucedió en el Próximo Oriente Antiguo, Grecia, Roma, el mundo islá-
mico y las culturas orientales de la India y sobre todo de China. En otros casos, el papel de la urbe quedó relegado a un segundo plano: por ejemplo, en las culturas de los Metales, los pueblos germánicos y esteparios (en especial, los hunos y los mongoles), la Europa feudal o grandes áreas de los continentes americano, africano y austral. Ninguno de ellos dio especial importancia al fenómeno urbano. En consecuencia, y antes de avanzar en nuestra idea, cabe preguntarse: ¿han sido las ciudades motores del progreso humano? La respuesta, indiscutiblemente, ha de ser afirmativa.
GRAN IMPORTANCIA CULTURAL. Esta afirmación no resulta gratuita si entendemos que las diferentes funciones urbanas han ayudado al progreso humano desde numerosas facetas. Las ciudades han sido y son centros del poder político y militar, centros religiosos y, sobre todo, centros económicos y culturales: lugares donde florecen las ideas, la técnica, la ciencia y el pensamiento, lo que en definitiva es la causa final que más contribuye al progreso. Las ciudades poseen enormes ventajas en relación al ámbito rural; entre otras, la facilidad para las comunicaciones que hace más sencillos y breves los desplazamientos, lo que favorece el contacto con otros lugares y personas y, si se quiere, hasta una mayor libertad para la creatividad. El ámbito rural, por el contrario, suele ser más cerrado y aislado, más incomunicado, menos innovador y más tradicional. Sin duda, puede tener otras muchas y grandes ventajas sobre las gigantescas y contaminadas megalópolis actuales, pero comparativamente hablando es en éstas donde se gesta la mayor parte de los cambios que contribuyen al desarrollo y a la mejora de la calidad de vida de los seres humanos. A lo largo de estas páginas, podremos ir comprobando cómo la mayor parte de los ejemplos seleccionados han contribuido, en mayor o menor medida, al progreso y al desarrollo de la cultura y de la civilización. De esta forma han favorecido la mejora de la vida de las personas que las habitan, a pesar de que todavía estemos muy lejos de alcanzar el nivel de desarrollo que sería deseable. Se inicia nuestro recorrido con una panorámica sobre el Mundo Antiguo. Fue entonces cuando los seres humanos comenzaron a levantar sus viviendas unas junto a otras, y es allí donde consecuentemente arranca este periplo. Es cierto que antes ya hubo asentamientos
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ALAMY
de cierta consideración, pero la primera vez que podemos utilizar la palabra “ciudad” con propiedad es a partir de la fundación de Jericó, hace algo más de diez mil años. Allí se inició la historia que aquí se narra. Mesopotamia y Egipto, por ese orden, dieron lugar a las primeras civilizaciones urbanas. En este caso habría que añadir el epíteto de fluviales, pues fueron las orillas del Tigris, el Éufrates y el Nilo las que contemplaron esas primigenias aglomeraciones en las que vivían reyes, faraones o sacerdotes que cuidaban de los templos. Allí se elaboraron complejos calendarios para conocer cuáles eran las fechas más adecuadas para la siembra y la recolección; se impartieron órdenes para construir y sobre todo preservar intrincadas redes de canales, que precisaban del trabajo de todos y de las órdenes de unos pocos; se hicieron ofrendas a los dioses para rogarles que fueran generosos con las próximas lluvias o con la siguiente inundación. Fue en estas ciudades donde comenzó el camino del ser humano hacia nuestro mundo actual: en esos valles se sentaron las bases de la civilización que hoy poseemos. Buena parte de lo que somos se lo debemos al talento y al esfuerzo de las mujeres y los hombres de Uruk, Menfis, Ur, Tebas o Babilonia, por citar sólo unos cuantos ejemplos.
LA INMENSA APORTACIÓN DE ORIENTE. Y poco después de que esto sucediera en lo que conocemos como el Próximo Oriente, en otros lugares como el Lejano Oriente (la India) o aún más lejos todavía, en el Extremo Oriente (básicamente China), nuevos centros de civilización surgieron en torno a otros cursos fluviales: el del Indo en el actual Pakistán, el del Ganges al norte de la India, el del Ho Ang Ho al norte de China y el del Yang Tse Kiang al sur de ese mismo país. La mentalidad eurocéntrica, que durante los últimos siglos ha dominado la conocida como civilización “occidental”, ha olvidado –quizás incluso de forma premeditada– el papel que han jugado en el progreso de la cultura humana las civilizaciones llamadas, de forma un tanto despectiva
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ORIENTE TAMBIÉN EXISTE. La historiografía occidental ha pasado por alto a menudo el trascendental papel jugado en el progreso de la humanidad por las grandes urbes de China o la India. Sobre estas líneas, la colorista Ciudad Santa de Benarés o Varanasi (India).
LIBRO
Breve historia de las ciudades del mundo antiguo, Ángel Luis Vera Aranda. Nowtilus, 2010. Este libro describe las metrópolis –casi siempre muy poco conocidas– desde las que se gestionaron los mayores imperios de la Antigüedad.
hasta no hace mucho, “orientales”. Para los europeos (y para los americanos también), Mohenjo-Daro, Luoyang, Pataliputra, Benarés, Hangzhou, Angkor, Janbalic o Kioto son, en la mayor parte de los casos, nombres exóticos de pronunciación difícil y que poco o casi nada aportan al conocimiento cultural de una persona con un nivel medio. Sin embargo, si somos objetivos, fue en China y en la India (y en menor medida en otras naciones del sureste asiático, como Japón y también Corea) donde se gestó buena parte del desarrollo científico, tecnológico y cultural de la humanidad. Y fue en estas ciudades de estos países donde tuvo lugar.
DE ATENAS A ROMA. Regresando a nuestro mundo europeo, hace dos milenios y medio, en el valle del Ática, sobresalió como pocas una cultura cuyos logros continúan asombrándonos: Atenas, la polis más destacada de la Grecia clásica. Como ciudad no fue particularmente deslumbrante si se la compara con la monumentalidad que tuvieron otras de su tiempo o incluso anteriores a ella (y eso que tampoco estuvo exenta de obras extraordinarias y admirables, como el templo de Atenea Partenos y el conjunto escultórico de Fidias que lo adornaba), pero su verdadera grandeza radicó no en sus monumentos, sino en el talento y la sabiduría de muchos de los ciudadanos que por aquella época residieron en ella. Su heredera directa pocos siglos después, Roma, la superó en cuanto a realizaciones propiamente urbanísticas, si por esto se entiende la grandeza de sus edificaciones, el número de personas que en ella residieron (quizás por primera vez en la Historia se superó el millón de habitantes) y en particular el gigantesco poder que, primero en el Senado y luego en la figura de los emperadores, en ella se concentró. Al contrario que Atenas, su importancia no radicó tanto en las personalidades que allí nacieron o vivieron –y hubo entre ellas verdaderas figuras de la cultura universal– como en su capacidad para organizar y dirigir un inmenso territorio poblado por muchos millones de personas,
RECOGIENDO EL TESTIGO. Porque no fue así en todo el mundo, ni mucho menos. China, India y Asia en general, e incluso parte del continente americano y del norte de África, vivían una época de esplendor en lo urbano y en otras facetas de la civilización. Es más, no toda Europa se derrumbó urbanísticamente. En el Mediterráneo oriental, una nueva metrópolis sustituyó a la saqueada Roma: la Nova Roma, la ciudad del emperador Constantino, por él llamada Constantinópolis (Constantinopla), tomó el relevo. Y, si bien no llevó su brillantez a un nivel semejante al de su antecesora, durante más de mil años se mantuvo como uno de los mayores centros económicos y culturales del mundo de su tiempo, si no el mayor de todos ellos. A mediados del siglo XV, la ciudad clásica desapareció engullida por el poder del Islam, pero su heredera, Estambul, mantiene todavía su importancia como nexo de unión entre Europa y Asia a través de las puertas del Bósforo. En España, el mejor ejemplo de ciudad como motor del progreso fue la imperial Toledo. No destacó por su población – pues en este sentido la Córdoba califal la superó con creces– ni tampoco por ser un gran centro económico peninsular, como sucedió con Lisboa, Sevilla o Barcelona, pero en ella se aglutinó un importante núcleo del saber que durante la Edad Media supo reunir a las culturas de las tres grandes religiones. La herencia de la Hispania visigoda, la de los reinos de Taifas y
ROMA FUE EL PRIMER GRAN IMPERIO CAPAZ DE DIRIGIR UN GIGANTESCO ESTADO GRACIAS A UNA DENSA Y BIEN COMUNICADA RED URBANA la del imperio de Carlos V tuvieron su sede en la gran ciudad castellana, que ha sabido mantener de forma muy acertada el rico legado recibido. Mientras tanto, en América, una gran metrópolis se desarrollaba en el altiplano mexicano. Allí donde un milenio antes se había expandido otra gran urbe llamada Teotihuacán, se fundó Tenochtitlán, la capital del Imperio azteca. Ésta se convirtió en la mayor concentración urbana existente en ese continente antes de la llegada de los europeos, que fueron la causa de su destrucción. Hoy se alza sobre sus ruinas una de las aglomeraciones más pobladas del mundo, México Distrito Federal, que concentra a varias decenas de millones de habitantes.
LA MAYOR MEGALÓPOLIS MODERNA. Una megalópolis es un área urbana densamente poblada que incluye varias ciudades próximas entre sí. Eso es hoy Nueva York (abajo, en una ilustración, sus emblemáticos taxis amarillos recorriendo la Sexta Avenida) junto con otras ciudades cercanas de la costa este de EE UU.
LAS CIUDADES EN LA ERA INDUSTRIAL. Fue a partir del siglo XVI, pero sobre todo del XVIII, cuando la Revolución Industrial conllevó un espectacular desarrollo del crecimiento urbano: las grandes metrópolis mundiales se ubicaron primero en el continente europeo y a continuación en el americano. Londres, París y Berlín son tres claros ejemplos derivados de ese papel preeminente de Europa. Todas tuvieron un origen más o menos similar: durante buena parte de la Edad Media fueron en general pequeños villorrios sin trascendencia alguna, y sólo a finales de la misma comenzaron a despuntar ligeramente sobre el resto como capitales de Estados que cada vez se fueron haciendo más y más poderosos. París fue el centro de la cultura europea entre los siglos XVII y XIX, y todavía conserva su rico pasado en sus monumentos y edificios. Berlín tuvo una eclosión algo más tardía: no comenzó a despuntar como una gran ciudad hasta el siglo XVIII, pero en poco más de una centuria se transformó en la capital de uno de los imperios más poderosos del mundo contemporáneo. Tanto una como la otra, y en especial Berlín, se convirtieron en grandes centros de la ciencia y del saber y en puntos neurálgicos de la economía, la política y el poder militar. Pero el destino de Europa y de sus ciudades estaba sellado. Dos destructoras guerras mundiales, durante la primera mitad del siglo XX, arrebataron la hegemonía al viejo continente. El núcleo del poder global se desplazó a Norteamérica; allí una nueva metrópolis, Nueva York – que en realidad forma parte en la actualidad de la mayor megalópolis del mundo junto con otras ciudades de la costa este de Estados Unidos–, sustituyó a París como centro de la cultura y las artes, a Berlín como centro de la ciencia y la investigación y a Londres como centro de las finanzas y el comercio. Y, hasta el momento presente, esa megalópolis continúa siendo el motor más poderoso del desarrollo humano que existe en el mundo actual. MH GETTY
que obedecían las órdenes que desde allí se emitían. Por ello, Roma fue el primer gran imperio capaz de crear un gigantesco Estado que se extendió por tres continentes, gracias a una densa red urbana magníficamente enlazada por calzadas. Por ellas discurrían personas, ejércitos, mercancías y sobre todo ideas. Para Roma las ciudades eran básicamente centros de poder desde los que se organizaba el territorio, y sólo en ocasiones excepcionales –como sucedía en la propia capital imperial– lugares en los que se podía concentrar una enorme masa humana, que resultaba muy difícil de alimentar con la tecnología existente en aquella época. De hecho, si Roma alcanzó tales proporciones fue porque tenía a cincuenta o sesenta millones de personas trabajando de una u otra forma para abastecer a la sede de los emperadores. Pero Roma, como todas sus antecesoras y sucesoras, acabó por caer. Y, desaparecido su Imperio, también la red urbana que había creado acabó por colapsarse. El mundo posterior se ruralizó: la población disminuyó, se abandonaron las ciudades y sus pobladores emigraron al campo, donde el alimento se encontraba más cercano. Así, durante la Edad Media las antiguas urbes romanas fueron fantasmas de un pasado glorioso, en las que sólo algunos obispos y gobernadores mantenían en sus residencias algo del esplendor de que habían gozado. En la mayor parte del territorio, la población se dispersó por los campos, que ahora rendían una productividad considerablemente menor. Y así, la economía y el saber se paralizaron. Muertas las ciudades, el desarrollo se detuvo, al menos en lo que a Europa se refiere.
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CARLOS GARCÍA VÁZQUEZ “Los urbanistas deben planificar el crecimiento de la calidad de vida de los ciudadanos” CHARLAMOS CON ESTE ARQUITECTO, TODO UN ESTUDIOSO DE LA URBE CONTEMPORÁNEA Y DE LA SOCIOLOGÍA URBANA, SOBRE LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL CONCEPTO DE CIUDAD Y ACERCA DE LOS NUEVOS RETOS QUE SE LES PRESENTAN A LOS URBANISTAS DE CARA AL FUTURO. TEXTO: Fernando Cohnen, periodista
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odría decirse que la ciudad es esencialmente uno de los mejores inventos del ser humano? Yo no la llamaría “invento”, como no llamaría invento a aprender a andar o a hablar. Con la aparición de la ciudad, el ser humano pudo implementar y desarrollar capacidades que le eran innatas: la socialización, el intercambio, la convivencia... También pudo hacer más compleja su existencia, enriquecerla y, lo más importante, liberarse del asfixiante control de familias, clanes y tribus. ¿Dónde y cuándo surgen las primeras ciudades como tales? En Medio Oriente. Los arqueólogos suelen coincidir en que el primer asentamiento que puede calificarse como “urbano” fue Jericó, ya habitado en torno a 9000 a.C. En cualquier caso, hasta la Edad del Bronce la ciudad era un hecho sumamente excepcional. Su generalización como forma de hábitat alternativa al campo no se produjo hasta 3000 a.C., cuando aparecieron las grandes civilizaciones en Mesopotamia, India, China y Egipto. ¿Cuál fue la principal razón que posibilitó que el ser humano desarrollara la estructura urbana? La abundancia. La ciudad nació tras la Revolución Agrícola, cuando los seres humanos dejaron de ser cazadores-recolectores, se asentaron y comenzaron a trabajar la tierra. Los excedentes de alimentos que ello produjo permitió comercializarlos. Con este objetivo nació la ciudad. No es de extrañar, por tan-
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to, que desde entonces haya sido asociada con la riqueza, la opulencia o, simplemente, con una mayor calidad de vida para el ser humano. ¿La cosmología y la orientación astrológica de las culturas antiguas eran condiciones básicas para el ordenamiento del espacio urbano? Lo eran en las culturas que tenían una visión religioso-cósmica del mundo. En China, la India o la América precolombina las ciudades establecían un hermoso diálogo con planetas y estrellas. Miraban hacia el cielo. En el mundo occidental, en cambio, la ordenación geométrica del espacio urbano surgió por puro pragmatismo, normalmente asociada a la fundación de colonias, donde había que repartir el suelo de manera igualitaria entre una población recién llegada. En su opinión, ¿cuál es el origen del paradigma de la ciudad occidental? La polis griega. Rompió con los tres mil años de vida urbana que la antecedieron para reorganizar la ciudad sobre tres principios absolutamente revolucionarios en aquel entonces. El primero de ellos es que la polis debía ser un todo único; es decir, no existirían, como en las urbes mesopotámicas, recintos cerrados reservados a clases superiores. En segundo lugar se establecieron dos tipos de espacio: el público y el privado. Finalmente, el Estado tendría potestad para regular sobre ambos. ¿Cuáles fueron las características de la ciudad de Roma en pleno es-
plendor del Imperio? ¿Siguió criterios de racionalidad, funcionalidad, armonía y orden? La Roma imperial, que llegó a superar el millón de habitantes en la época de Adriano, fue la primera gran ciudad que hubo de enfrentarse al reto de tener que organizarse para poder sobrevivir. De ahí que, más que hermosa o sagrada, fuera la ciudad de las grandes infraestructuras: de los acueductos, de las redes de agua y saneamiento, de los equipamientos para el deporte, para la higiene, para la cultura... Pero la rabiosa belleza de la Roma contemporánea no es fruto del interés de los emperadores romanos, sino de los papas y aristócratas del Renacimiento. ¿Cuáles fueron las aportaciones fundamentales de las ciudades del Medievo? ¿Defensa y refugio para sus habitantes? La defensa no fue una aportación medieval; estuvo asociada al hecho urbano desde su nacimiento, ya que durante milenios el campo fue un territorio sin ley, transitado por bandas de criminales y tribus guerreras. La principal aportación de la ciudad medieval fue el rescate de los valores de la polis, que habían desaparecido de Europa tras la caída del Imperio Romano. La comuna retomó el papel regulador del Estado y volvió a proteger y patrocinar el espacio público. ¿Qué diferencias hubo entre la ciudad medieval cristiana e islámica? En la Edad Media –que no hoy– las diferencias eran enormes, senci-
PERFIL PROFESIONAL Es arquitecto, catedrático de Composición Arquitectónica en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla y profesor invitado en la Scuola Architeura e Società del Politécnico de Milán (sede de Piacenza). Carlos García Vázquez, sevillano de 54 años, es un estudioso de la ciudad contemporánea y de la sociología urbana. Ha ejercido como profesor invitado en diez universidades de Estados Unidos, Europa, Sudamérica y China. Su primera investigación tuvo que ver con los cambios que experimentó Berlín tras la unificación de Alemania. Más tarde centró sus estudios en los aspectos positivos y negativos de aglomeraciones urbanas tan diversas como la de Shanghái, la de Texas, la malagueña Costa del Sol o las barriadas de Sevilla.
tendía a reducirse al mínimo y las plazas eran casi inexistentes –los patios de las mezquitas hacían un papel similar–. Otra gran diferencia con la ciudad medieval cristiana era la fragmentación del espacio urbano en recintos habitados por grupos sociales que compartían raza, origen, tribu o profesión. Estos barrios estaban estructurados por adarves, callejones sin salida de uso privativo de sus vecinos.
ENTREVISTARQ.COM / PALOMA MELGAR
¿Puede decirse que la ciudad renacentista es aquella en la que prima el modelo clásico grecorromano? La ciudad renacentista recuperó, sofisticándolos, los aspectos formales del modelo romano: la geometría, la axialidad, la jerarquía, etc. Pero, como he apuntado antes, otros valores clásicos, quizás los principales, ya habían sido recuperados por la ciudad medieval: el papel regulador del Estado, la defensa del espacio público, etc. Podemos concluir, por tanto, que la ciudad medieval era ya esencialmente clásica. La ciudad renacentista dio forma a esa esencia.
llamente porque la ciudad islámica no provenía de la polis, sino de la tradición urbana preclásica. Para el Corán, la propiedad privada es sagrada, por lo que en aquélla el papel del Estado era muy limitado. De hecho, las infraestructuras eran pagadas, mantenidas y controladas por los residentes de la calle.
Eso explica la enorme complejidad formal de la ciudad islámica medieval, resultado de miles de decisiones individuales. El espacio público era susceptible de ser invadido por construcciones adyacentes, por lo que acababa siendo el remanente de lo que quedaba entre los espacios privatizados. La red viaria
¿Cuál es la principal aportación de la ciudad barroca? Una nueva escala. Ejes que comenzaban en los centros urbanos, rasgaban el tejido construido, salían de la ciudad, atravesaban ríos y valles, para acabar fusionándose con una naturaleza domesticada y geometrizada en espectaculares jardines barrocos. Esta escala territorial evidenciaba una nueva visión del mundo, ambiciosa, pretenciosa y arrogante pero, sobre todo, homogénea en clave racional. No es de extrañar que fuera durante el Barroco cuando las grandes potencias occidentales se aprestaron a sistematizar la colonización del planeta y la imposición de sus valores a otras culturas. Los avances técnicos, como la telegrafía o el ferrocarril, tuvieron gran relevancia en la evolución de la ciudad moderna. ¿Hubo otros factores de la Revolución Industrial que contribuyeron a definir la metrópolis del siglo XX? La ciudad del siglo XX no es más que la culminación de la revolución urbana que comenzó con la Revolución Industrial y que dio lu-
gar a un nuevo concepto de urbe, denominada “metrópolis”. Sus pilares más significativos eran dos. En primer lugar, una nueva dimensión territorial y demográfica. Entre 1800 y 1880, la población de Londres se incrementó un 380% (de 1.000.000 a 3.800.000 habitantes), la de Berlín, un 765% (de 170.000 a 1.300.000), y la de Nueva York, un 2.000% (de 60.000 a 1.200.000). Las ciudades con más de un millón de habitantes, muy excepcionales hasta el siglo XIX, se generalizaron, normalmente asociadas a densidades de población asfixiantes y también sin precedentes en la Historia. Cabe recordar que en 1846 París alcanzó su pico histórico: 99.853 habitantes por km2. Consecuencia de ello fue una gigantesca crisis habitacional que tardaría más de un siglo en resolver-
“El gran reto de las ciudades actuales es dejar de pensar que crecer es algo implícitamente bueno” se (hasta después de la Segunda Guerra Mundial). En segundo lugar, la metrópolis dejó en un segundo plano lo simbólico y lo representativo para emprender un radical y durísimo proceso de racionalización dictado por el capitalismo monopolista. Las infraestructuras se convirtieron en los actores principales y la estética fue relegada al papel de comparsa. El proceso de racionalización también acabó con la mezcla de actividades propia de la ciudad tradicional, donde se vivía, compraba y trabajaba en la misma calle. La metrópolis, en cambio, fue zonificada funcionalmente: el centro para las actividades terciarias, la primera periferia para la industria y la periferia exterior para las residencias unifamiliares. Comenzaba así su deriva hacia la insostenibilidad contemporánea. ¿Qué queda de las teorías utopistas de Ebenezer Howard sobre la Ciudad Jardín, que tanto influyeron en el urbanismo de Estados Unidos?
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Sólo los aspectos formales de la propuesta, es decir, la idea de un entorno residencial de baja densidad donde los espacios verdes predominaban sobre los construidos, lo nunca visto en las congestionadas metrópolis del XIX. Actualmente, y a pesar de ser altamente insostenible, es el modelo residencial preferido por las sociedades anglosajonas. El resto del pensamiento de Howard, tanto su propuesta productiva (que combinaba lo rural con lo industrial) como los planteamientos cooperativistas y colectivistas, se demostró inviable en la ultraliberal lógica del capitalismo monopolista. ¿Cuál es el modelo de ciudad que se está imponiendo en las megalópolis de las naciones emergentes, el estadounidense o el europeo? Si por “modelo estadounidense” entendemos la ciudad dispersa, de baja densidad, articulada por autopistas, con un centro histórico despoblado y transformado en distrito financiero, con una periferia interminable moteada de ciudades jardín y centros comerciales, y absolutamente dependiente del automóvil; mientras que por “modelo europeo” entendemos la ciudad compacta,
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García Vázquez (dcha., en su estudio) ha analizado el Cinturón del Sol o Sunbelt de EE UU, con ciudades como Los Ángeles, Dallas o Miami.
que preserva su periferia natural y agrícola, con un centro histórico comercial pero también habitado, con abundancia de espacios públicos y que apuesta por el transporte colectivo, es claramente este último el que goza de mayor prestigio entre los urbanistas y arquitectos de los países en vías de desarrollo. Incluso en Estados Unidos se está produciendo un cambio de tendencia que apunta hacia este “modelo europeo”, demostradamente más sostenible. Otra cosa es lo que ocurre fuera de las torres de marfil académicas. Lobbies como los de las industrias del petróleo o el automóvil, promotores ansiosos de suelo barato y abundante, y una clase media no suficientemente concienciada de lo que ello significa siguen convencidos de que el modelo subur-
Sus obras más destacadas Es autor de tres libros que han marcado su proceso de investigación. En el más reciente, Teorías e Historia de la ciudad contemporánea (2016), trata de detectar las trazas y regularidades de las ciudades revisando los tres enfoques de pensamiento sobre ellas: la ciudad de los sociólogos, la de los historiadores y la de los arquitectos. Carlos García Vázquez también ha escrito Antípolis. El desvanecimiento de lo urbano en el Cinturón del Sol
(2011) y Ciudad hojaldre. Visiones urbanas del siglo XXI (2004), probablemente su obra más conocida en el panorama internacional. Asimismo, este arquitecto sevillano es autor de multitud de artículos profesionales en diversos medios, como catálogos de exposiciones, boletines de Patrimonio Histórico o revistas de arquitectura, y ha participado en conferencias y mesas redondas sobre la gestión e Historia de las ciudades.
De izquierda a derecha, portada de su último libro publicado, Teorías e Historia de la ciudad contemporánea (2016), y del anterior, Antípolis, dos obras de referencia.
“La ciudad del siglo XX no es más que la culminación de la revolución urbana que comenzó con la Revolución Industrial” bano –es decir, el tándem automóvil-casa unifamiliar con jardín– es el epítome de la calidad de vida. ¿Qué tipo de factores son indispensables para llevar a cabo un estudio global de la ciudad en el siglo XXI? Tal como planteó el sociólogo Manuel Castells hace ya varias décadas, para entender las ciudades en la época de la globalización no es suficiente estudiarlas en sí mismas, es necesario analizarlas también desde su posición en la red global de flujos. Tan sólo desde esta dimensión se pueden explicar situaciones tan aparentemente insólitas como que ciertas áreas financieras de São Paulo estén mejor conectadas electrónica y físicamente con distritos similares de Delhi o Londres que con las favelas con las que colindan. ¿Cómo influyen las nuevas tecnologías y el teletrabajo en la evolución de la ciudad contemporánea? El impacto ha sido enorme. Las nuevas tecnologías han revolucionado nuestra percepción del espacio. Si antes lo importante era el barrio, es decir, el “estar cerca de”, ahora lo importante es la red, el “estar conectado con” (aunque haya cientos de kilómetros de por medio). Aun así, estamos muy lejos de las predicciones que, en la década de 1990, auguraban la disolución de las ciudades basándose en la presunción de que nin-
guna empresa o profesional que se preciara estarían dispuestos a pagar los estratosféricos alquileres de Londres, a soportar los gigantescos atascos de Los Ángeles o a contraer las enfermedades respiratorias derivadas de la contaminación de Beijing, cuando podrían residir y teletrabajar desde una maravillosa granja de las Montañas Rocosas. No, la gente no ha vuelto al campo en masa. Las ciudades son hoy más importantes que nunca, y su atractivo sigue siendo irresistible. ¿Cree que es necesario tener una buena base histórica para estudiar los problemas que afrontan las ciudades del siglo XXI? La Historia siempre ayuda, pero las proyecciones urbanas, especialmente las elaboradas por arquitectos y urbanistas, tienden a rendir culto al futurismo. El mito del “año cero” explica nuestra obsesión por estar permanentemente inventando, buscando lo nunca visto. ¿Cuál es el gran reto que tienen por delante las ciudades actuales? Cambiar de paradigma y dejar de pensar que crecer es algo implícitamente bueno. Ya lo anunció Bernardo Secchi en los años 1980: en el futuro, el reto de los urbanistas no será planificar el crecimiento físico y demográfico de las ciudades, sino el crecimiento de la calidad de vida de sus ciudadanos. MH
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UN RECORRIDO POR LA HISTORIA DE ASTURIAS
Arqueología y naturaleza
l Museo Arqueológico de Asturias cuenta con una rica colección, que abarca desde el Paleolítico Inferior hasta la Baja Edad Media, y desarrolla una importante labor centrada en la investigación y la difusión cultural. En el año 2011 la institución experimentó una profunda remodelación que supuso una gran mejora en sus instalaciones y en su discurso expositivo; de esta manera, se ha convertido en uno de los museos más completos, rigurosos y accesibles de España. Emplazado en pleno centro de la ciudad de Oviedo, el edificio está ubicado en el antiguo monasterio benedictino de San Vicente, fundado en el año 761. Además, comparte espacio con edificios de gran valor cultural como la catedral de Oviedo o el Museo de Bellas Artes de Asturias, formando parte de la llamada “Manzana de los Museos” de la ciudad.
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Distribuida en cinco grandes áreas temáticas, la exposición permanente cuenta con un rico repertorio de piezas originales de primerísimo nivel, todas ellas integradas en un discurso coherente y al alcance de todos los públicos, apoyado por un sinfín de recursos multimedia. El recorrido nos permite conocer mejor las sociedades que poblaron Asturias desde el Paleolítico Inferior, que nos legaron testimonios que han sido declarados Patrimonio Mundial por la Unesco, como es el caso del arte paleolítico cantábrico o el prerrománico asturiano. Los espacios están claramente definidos y las cinco áreas son “Los tiempos prehistóricos”, “Neolítico y Edad de los Metales”, “El tiempo de los castros”, “Roma en Asturias” y “Asturias medieval”. En definitiva, el Museo Arqueológico de Asturias es el punto de partida perfecto para conocer la Historia del Principado.
BEATRIZ GARCÍA ALONSO
POR TODOS ES CONOCIDO QUE EL PRINCIPADO DE ASTURIAS POSEE UNA RIQUEZA NATURAL INCOMPARABLE, PERO NO LO ES TANTO QUE ATESORA UN PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO DE PRIMER ORDEN: YACIMIENTOS COMO LA CUEVA DE TITO BUSTILLO, EL CASTRO DE COAÑA O LA VILLA ROMANA DE VERANES DAN BUENA FE DE ELLO. 2
1. EL CASTRO DE COAÑA. Situado en la margen izquierda de la ría de Navia, es un asentamiento del siglo IV a.C. emplazado en una colina y rodeado de murallas. Destaca su estructura defensiva con un gran foso. 2. PEQUEÑOS TESOROS. El Museo Arqueológico de Asturias alberga piezas de un valor histórico y arqueológico extraordinario, como es el caso de la Estela de Evedutonio Barciaeco.
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BENEDICTO SANTOS
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BEATRIZ GARCÍA ALONSO
PUBLIRREPORTAJE
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4. ARTE MUEBLE. Una de las más completas colecciones de arte mueble paleolítico se encuentra en el Museo Arqueológico de Asturias, como por ejemplo esta cabeza de cabra localizada en Tito Bustillo.
CENTRO DE ARTE RUPESTRE TITO BUSTILLO
JOSÉ SUÁREZ
3. PASADO PREHISTÓRICO. El Museo Arqueológico de Asturias logra a través de su exposición permanente recrear los modos de vida de los distintos pobladores que ocuparon esta tierra.
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BEATRIZ GARCÍA ALONSO
6. CUEVA DE TITO BUSTILLO. Esta cueva, localizada en Ribadesella, está considerada una de las estaciones de arte rupestre más completas de Europa y ha sido declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco.
JULIA LÓPEZ DÍAZ
5. VILLA DE VERANES. Es una casa señorial romana del siglo IV que se encuentra en excelente estado de conservación y en la que se puede distinguir perfectamente la parte dedicada a la explotación agropecuaria de la zona residencial.
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7. UN MUSEO DE CALIDAD. Desde la remodelación de 2011, el Museo Arqueológico de Asturias es todo un referente en cuanto a lo que debe ofrecer al público una gran institución cultural en el siglo XXI.
Encontraréis más información en www.turismoasturias.es y en www.museoarqueologicodeasturias.com
LA LUMINOSA ATENAS
El legado de la
Grecia clásica CUNA DE LA DEMOCRACIA, LA FILOSOFÍA Y EL TEATRO, ENTRE OTROS LOGROS, OCCIDENTE TIENE UNA DEUDA IMPAGABLE Y ETERNA CON LA CIVILIZACIÓN ATENIENSE, PROTAGONISTA INDISCUTIBLE DE LA ERA DE ESPLENDOR DEL MUNDO HELÉNICO. Por Bernardo Souvirón, escritor y profesor de lenguas clásicas
UNA CAÓTICA URBE MODERNA A LOS PIES DE UN MITO. La Atenas contemporánea creció sin orden ni concierto, en extensión y en número de habitantes, tras la diáspora de los griegos de Asia Menor provocada por la I Guerra Mundial. Hoy es una capital abigarrada y caótica, presidida por la aún impresionante Acrópolis (en la foto).
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podríamos llamar la Grecia moderna se ha cuadruplicado, debido fundamentalmente a la llegada masiva de refugiados, de griegos expulsados de tierras en las que se hablaba y escribía su lengua desde el segundo milenio a.C. La aparición de estos griegos arrancados de sus tierras ancestrales de Asia Menor –todavía hoy, los habitantes de toda Grecia llaman a este hecho “la catástrofe”– después de la Primera Guerra Mundial hizo que muchas localidades pequeñas, de muy pocos habitantes, crecieran en un desorden urbanístico completo. Y una de estas localidades fue Atenas.
LA DESGARBADA ATENAS DE NUESTROS DÍAS. En efecto, en 1923 casi un millón y medio de refugiados se instaló en Atenas. Desorientadas, expulsadas de un mundo que ya no les pertenecía, aquellas familias que tuvieron que huir adentrándose en el mar Egeo navegaron con un rumbo que
las llevaba hacia un lugar, una imagen que todo griego ha tenido siempre grabada en su memoria: la Acrópolis de Atenas. Y así, de repente, la ciudad pasó de ser casi una aldea a ser, realmente, la ciudad que hoy se alza ante nuestra vista. Fue un cambio convulso, que ha dejado una huella profunda. La Atenas moderna no es una ciudad “bonita”, planificada, urbanizada. Es una urbe fuerte, a veces dura, que refleja su Historia como ninguna. De todos los hombres ilustres que han escrito sobre ella, quizá Henry Miller sea el que, a mi juicio, ha descrito más acertadamente la sensación que produce la Atenas de hoy. Las palabras que voy a citar a continuación surgieron de un viaje que el autor hizo por Grecia en el año 1940: “La nueva ciudad de Atenas cubre todo el valle, escalando el flanco de las colinas circundantes. La ciudad de Atenas es casi un fenómeno. Está todavía en los dolores
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AWL / PILAR REVILLA
l turista que se adentra en la moderna Atenas se siente, normalmente, algo decepcionado. Como si el nombre de la ciudad pesara más que su actual aspecto, el visitante contempla las ruinas del pasado difuminadas, deglutidas casi, en el torbellino de la ciudad de hoy, aparentemente tan alejada de su gloriosa Historia. Sin embargo, el viajero, ese que se acerca a esta ciudad con los ecos de su pasado resonando en la memoria, si es capaz de ver más allá de lo que cuentan los guías y las guías, puede, de repente, sentirse completamente atrapado por una luz que va más lejos del propio conocimiento de la Historia. Sin saberlo, sin haberlo estudiado nunca, el viajero puede percibir que en el año 1900 Grecia era un país con una población de apenas 2.400.000 habitantes. Ciento y pico años después, la población de lo que
DURANTE LOS PRIMEROS TIEMPOS DE GRECIA, ATENAS TUVO POCA RELEVANCIA: LOS MITOS Y LEYENDAS HOMÉRICOS NO HABLAN DE ELLA mos que, en realidad, no se apagó del todo, que los modelos creados por los antiguos griegos están aún vigentes y que tenemos la oportunidad de estudiarlos, comprenderlos y mejorarlos. Toda la civilización griega es urbana, de manera que diferentes tipos de ciudades prosperaron por todo el territorio de Grecia: desde las más impresionantes de Asia Menor (Mileto, Éfeso, Priene...) hasta las más modestas del continente, incluida Atenas, la concepción urbana de la vida griega acabó por imponerse en todas partes. Sin embargo, para que un asentamiento urbano fuera realmente considerado una ciudad hacía falta que dentro de su recinto amurallado se concentrara un cierto número de actividades políticas, administrativas y religiosas, con sus diferentes espacios y edificios que, con el paso del tiempo, acabarían convirtiéndose en una muestra de poder, riqueza y posición.
UN PUNTO CUALQUIERA EN EL MAPA DE LA ANTIGUA GRECIA. En el suelo que ocupa la ac-
tual Atenas, el pueblo decidió, por primera vez en la Historia humana, tomar las riendas de su destino y enfrentarse con los misterios de la política. La Historia de la antigua Atenas es la de la implantación de la democracia, la razón y la educación. Repentinamente, en un lugar pobre del este del Mediterráneo, muchos hombres creyeron que el ser humano podía desafiar la inercia de mucho tiempo y dejar atrás algunos de sus fantasmas y supersticiones. Creyeron que, con el conocimiento basado en la razón, podían comprender y transformar el mundo y que, a través de la educación, era posible transmitir ese conocimiento a todos los ciudadanos, los presentes y también los futuros. En esencia, esta es, nada más y nada menos, la herencia que la ciudad de Atenas ha legado a toda la humanidad. Es una herencia luminosa y, sin ella, la Historia de nuestro mundo no podría comprenderse. Sin embargo, el empeño de todos los atenienses que creyeron en el triunfo de la razón fracasó en buena medida. Las sombras del pasado, de la tradición inmovilista, de la superstición y, sobre todo, del miedo a la libertad no fueron disipadas por el pensamiento racional ni por la actitud ilustrada de una parte de la sociedad ateniense; durante siglos la luz de la razón, el resplandor del lógos, pareció apagarse. Hoy sabe-
EL SÍMBOLO ETERNO DE LA CIUDAD. La Acrópolis (ciudad alta) de Atenas, reconstruida por Fidias por encargo de Pericles, es la imagen más reconocible de la capital griega. Abajo, en una acuarela se recrea su aspecto en la época clásica, con edificios como la Pinacoteca, el Partenón y el Erecteión.
CIUDAD SIN MITOS NI LEYENDAS. En cualquier caso, toda ciudad griega digna de tal nombre tenía al menos una acrópolis (ciudad alta) y un ágora (mercado y centro de la vida social), en torno a los cuales se organizaba urbanísticamente todo el conjunto. En el caso de Atenas, su calle principal era la vía de las Panateneas, que unía el lado oeste de la Acrópolis con el cementerio del Cerámico, atravesando el ágora diagonalmente. ALBUM
del parto: es desgarbada, confusa, tosca, poco segura de sí misma. Tiene todas las enfermedades de la infancia y algo de la melancolía y la desolación de la adolescencia. Sin embargo, ha elegido un magnífico sitio para elevarse; a la luz del sol brilla como una joya; durante la noche reluce como un millón de centelleantes luces que parecen encenderse y apagarse con la velocidad del rayo. Es una ciudad de sobrecogedores efectos atmosféricos: no está empotrada en la tierra, sino que flota en un constante cambio de luz y su pulso late con ritmo cromático. No se puede hacer otra cosa más que caminar, moverse hacia ese milagro que sin cesar se repliega [...]. Aquí todo habla, ahora como hace siglos, de luz, de jubilosa y cegadora luz. La luz adquiere en este lugar una cualidad transcendental: no es solamente la luz mediterránea, es algo más, algo insondable, algo sagrado” (Henry Miller, El coloso de Marusi, trad. de Ramón Gil Novales).
CON MARATÓN, ATENAS ENTRÓ EN LA HISTORIA. Esta batalla entre el persa Darío y los hoplitas griegos se libró en el año 490 a.C. a 42 km al norte de Atenas, en Maratón; la proeza de Filípides, que corrió esa distancia en busca de ayuda (a la izquierda), dio origen a la carrera que recibe el nombre de esta localidad.
La gran horda persa se enfrentó a la falange de hoplitas atenienses en la llanura de Maratón, situada a unos 42 kilómetros al noreste de Atenas, pero, contra todo pronóstico, fue completamente derrotada por un ejército de ciudadanos libres que no luchaba por defender a un rey lejano (al que probablemente los soldados persas no habían visto nunca), sino por consolidar un modelo de convivencia basado en la libertad. La batalla de Maratón fue de esta manera el hito histórico al que Atenas debió el comienzo de su prestigio y de su poder.
Durante los primeros tiempos protohistóricos de Grecia, Atenas apenas tuvo relevancia. La mayor parte de las leyendas se centraron en ciudades como Micenas, Argos, Esparta y otras sobre cuyos héroes nos habla Homero en los versos de la Ilíada y la Odisea. Ningún ateniense sobresale en los relatos de la guerra de Troya; ningún ateniense regresa gloriosamente a Atenas. Los mitos que nos hablan de los primeros héroes atenienses (Teseo, Egeo, Erecteo...) son casi desconocidos por Homero que, con su silencio, ha contribuido a su vez a que sean desconocidos hoy por el gran público. En realidad, la fama de Atenas, su relevancia eterna, no tiene que ver con el mito, sino con la Historia. En efecto, a finales del siglo VI a.C. el Estado imperial persa, en pleno proceso de expansión hacia el oeste, chocó inevitablemente con las ciudades jónicas de Asia Menor que, apoyadas por Atenas, frenaron en seco los sueños del rey persa, deseoso de retomar la idea del imperio universal esbozada por asirios y babilonios mucho tiempo antes. Para el gran rey Darío, el ataque a la ciudad de Atenas se convirtió en una obsesión que, por fin, logró llevar a cabo en el año 490 a.C.
LIBRO
El coloso de Marusi, Henry Miller. Edhasa, 2014. Escrito en 1941, narra el viaje del autor por Grecia para visitar a su amigo el escritor Lawrence Durrell. Un canto a la belleza de las islas del Egeo y la Atenas clásica.
fue considerada por todos los griegos una ciudad digna de respeto, capaz de competir con la misma Esparta por el liderazgo de la Hélade. Esta posición de Atenas se vio favorecida por su intervención en la siguiente oleada persa contra Grecia, al mando esta vez del propio gran rey Jerjes. Naturalmente, los atacantes concentraron buena parte de sus energías en intentar desquitarse de la dolorosa derrota de Maratón y en restablecer su mermado prestigio con una victoria decisiva sobre la ciudad de Atenas. Tras la efímera intervención de Leónidas y sus aliados en el paso de las Termópilas, el ejército persa avanzó sobre la polis. Temístocles, el líder ateniense, interpretando de una manera algo retorcida un oráculo pronunciado por Apolo, consiguió que sus conciudadanos ALAMY
ASC
LA GRAN POLIS DE LA ÉPOCA CLÁSICA. A partir de Maratón, Atenas
Esparta, un modelo diferente
L
a ciudad de Esparta representó a lo largo de la Historia de Grecia el modelo opuesto al de Atenas. Reservada, introvertida, situada en un lugar del sur del Peloponeso que favorece el aislamiento en todos los sentidos y gobernada por una oligarquía de espartíatas que nunca se hizo permeable a los cambios sociales que ocurrían en otros lugares de Grecia, selló su propio destino prácticamente al comienzo de su trayectoria. Esparta, en efecto, no resolvió el problema de la escasez de tierras lanzándose a la colonización de otras tierras, sino que ejecutó una guerra de conquista contra los habitantes de las zonas que la rodeaban, convirtiéndolos a continuación en una clase de esclavos (los llamados ilotas) cuyas condiciones de vida llegaron a ser inusualmente duras. Como consecuencia de este hecho, la ciu-
dad se vio obligada a crear y desarrollar un ejército de extraordinaria eficacia que pudiera mantener sometida a una masa de ilotas permanentemente dispuesta a sublevarse contra sus amos. Esto hizo que toda la actividad creativa de Esparta se dirigiera hacia la preparación militar, de manera que sus jóvenes recibían una educación singular, sin parangón con la de ninguna otra ciudad griega. LA DUREZA CURTE, LA BELLEZA DISTRAE. A los siete años eran arrancados del seno familiar y sometidos a la agogé, el durísimo sistema de educación espartano, que ha dado lugar a múltiples leyendas en relación con esta ciudad que nunca se adornó con edificios públicos hermosos, pues, según Licurgo, su mítico legislador, perturbaban la atención de los ciudadanos que se reunían para deliberar.
Los espartanos recibían desde los siete años formación militar y duros castigos (en el dibujo, un niño espartano sorprendido robando un zorro).
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única líder de Grecia. En realidad, tras el enfrentamiento con los persas, Atenas inició el camino que la llevaría a la gloria... y a la perdición. En los años que siguieron a este resonante triunfo militar, los atenienses creyeron que todo era posible. Las sucesivas reformas políticas dotaron a la ciudad de un sistema de gobierno que, según declaró Pericles, el gran culminador de tal proceso, era modelo para los demás Estados griegos. Los propios atenienses lo llamaron democracia. Y así, en efecto, todos los ciudadanos atenienses pasaron a formar parte de los órganos de gobierno de una ciudad que, orgullosa de sí misma, comenzó a proyectar su imagen de éxito y de seguridad no sólo hacia las demás tierras de Grecia, sino también en dirección a las generaciones del futuro.
El imperialismo ateniense
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tos humanos sólo cabe juzgar lo que es justo cuando se parte de una igualdad de fuerzas. En caso contrario, los poderosos determinan lo que es posible y los más débiles lo aceptan”. LAS DOS CARAS DE LA MONEDA. Difícilmente se puede expresar mejor lo que ocurrió y lo que sigue ocurriendo, todavía hoy, en el campo de las relaciones internacionales. Los melios se rindieron a la Liga de Delos comandada por los atenienses y, según nos cuenta el propio Tucídides, estos “mataron a los ciudadanos adultos que apresaron y redujeron a la esclavitud a mujeres y niños. Y ellos mismos, con el posterior envío de quinientos colonos, poblaron el lugar.” Efectivamente, imperialismo y democracia parecen, todavía hoy, las dos caras de una misma moneda.
INCREÍBLE DESARROLLO DE LAS ARTES.
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a Atenas democrática acabó convirtiéndose en una potencia imperialista porque no pudo asumir, hace dos mil quinientos años, que las ideas democráticas no eran sólo patrimonio de sus ciudadanos, y que todo progreso debe incluir a “los otros”. En plena guerra del Peloponeso atacó a los habitantes de la isla de Melos o Milo (los melios), que pretendían mantenerse neutrales. En su Historia de la guerra del Peloponeso, el gran Tucídides pone en boca de la delegación ateniense ante la asamblea de los melios palabras que suponen una pragmática justificación del poder del más fuerte: “Se trata de alcanzar un pacto que sea posible de acuerdo con lo que unos y otros sentimos, porque vosotros habéis aprendido, igual que lo sabemos nosotros, que en relación con los asun-
Sobre estas líneas, estatuas y ruinas en Delos, una de las más pequeñas islas griegas de las Cícladas, en el mar Egeo. Fue aliada de Atenas en su expansionismo imperialista y de hecho dio nombre a la Liga de Delos, encabezada por los atenienses.
aprobaran un plan de emergencia que suponía un inmenso sacrificio: abandonar la ciudad a manos de los persas, desembarcar a mujeres, ancianos y niños en las costas de la isla de Salamina y jugarse el destino de Atenas en el mar. De esta manera, en septiembre del año 480 a.C. tuvo lugar la batalla decisiva en las aguas de los estrechos que separan las costas de esta isla de las de la Grecia continental. Y Atenas y sus aliados vencieron otra vez de forma aplastante. A consecuencia de esa derrota, las tropas del gran rey Jerjes quedaron definitivamente aisladas en tierra, donde fueron completamente aniquiladas poco después por un nutrido ejército confederado de varias ciudades-Estado griegas al mando de Esparta. El prestigio de Atenas alcanzó entonces su cota más alta. Definitivamente, parecía que Esparta no podría ya, a partir de entonces, considerarse la
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LA BATALLA DE SALAMINA. Este enfrentamiento entre griegos y persas, en el que el líder ateniense Temístocles se jugó el todo por el todo luchando frente a las costas de la isla de Salamina, fue una gran victoria de Atenas (derecha, un cuadro de Wilhelm von Kaubach de 1868 que recrea el gran choque naval).
La colina de la Acrópolis, cuyos edificios habían sido arrasados por los persas, se convirtió entonces en el símbolo eterno de la ciudad. Pericles inició una política de embellecimiento que se centró fundamentalmente en esta área. Los más grandes artistas (escultores, arquitectos, pintores...), bajo la supervisión de Fidias, el genial escultor al que se deben algunas de las mayores obras maestras de la escultura de todos los tiempos, dieron lo mejor de sí mismos para conseguir que Atenas se convirtiera en una de las ciudades más hermosas de su tiempo. Y a la vez, mientras los artistas plásticos llenaban con sus obras los lugares más emblemáticos, todos los demás conocimientos –en un proceso sin parangón en la Historia de nuestro mundo–, todas las demás artes, aceleraron su evolución de una manera asombrosa. En este contexto, Atenas legó al mundo otra de sus más genuinas creaciones: el teatro. En la ladera sur de la Acrópolis, sobre el graderío del teatro de Dioniso, los atenienses tuvieron el privilegio de ver las obras de los grandes poetas trágicos, en cuyos personajes se reflejaba entonces y se refleja hoy el drama de la especie humana. Sin embargo, Atenas no consiguió que su modelo prosperara en paz. Sobre ella cayó la misma maldi-
LA GUERRA DEL PELOPONESO. Esparta, la gran ciudad del sur, la líder indiscutible de toda Grecia hasta la irrupción de Atenas, comenzó a concretar su recelo. Espoleada por Corinto, la gran rival comercial de Atenas que no había hecho otra cosa que perder mercado desde hacía años, entró en guerra con Atenas. Pero la del Peloponeso no fue una guerra entre dos Estados griegos; fue un conflicto de carácter internacional en el que se vieron involucrados incluso los persas. En realidad, fue la propia Atenas la que provocó esa larga y dura contienda con una política imperialista y expansiva que, finalmente, la llevó a perder la guerra y buena parte del prestigio ganado desde los tiempos de la batalla de Maratón, ciento cincuenta años antes. Derrotada, odiada incluso por algunos de los que habían sido sus fieles aliados, entró en un período en el que su espíritu emprendedor y su pujanza creativa no volvieron a ser lo que habían sido.
LA ATENAS DE ADRIANO. Este emperador romano de origen hispano, que reinó entre los años 117 y 138 de nuestra era, devolvió a Atenas parte de su antiguo esplendor con obras como la Puerta de Adriano, la Biblioteca o el templo consagrado a Zeus, el Olympieion (derecha).
LIBRO La independencia de Atenas, y de toda Grecia, quedó definitivamente liquidada en el fatídico año 146 a.C. Hacía tiempo ya que la República romana había desplegado su influencia y su poder por buena parte del Mediterráneo y había terminado con el peligro de su vieja enemiga, Cartago. En la mencionada fecha, las tropas romanas destruyeron salvajemente la ciudad de Cartago y, en Grecia, la de Corinto. Realmente, toda resistencia griega cesó ante el empuje de la nueva potencia y Atenas entró en una nueva etapa declinante de su Historia. A pesar de todo, durante la época romana conservó su prestigio como centro cultural, vivió una ampliación importante de su perímetro y conoció una etapa de prosperidad realmente notable, como demuestran los numerosos vestigios de edificios públicos construidos durante esos años. Sin embargo, fue el emperador Adriano, un verdadero filoheleno y filoateniense, el que la hizo renacer verdaderamente de las cenizas que había dejado tras de sí Lucio Cornelio Sila en el año 86 a.C. Todavía hoy, el viajero interesado puede contemplar los vestigios de la obra de Adriano paseando por la ciudad y fijando su atención en la llamada Puerta de Adriano, la Biblioteca o el templo conocido como Olympieion.
Historia de la guerra del Peloponeso, Tucídides. Alianza, 2008. El gran historiador griego (460-399 a.C.) fue el primero en tratar de establecer un método historiográfico objetivo y crítico en esta magna obra sobre el conflicto entre Atenas y Esparta.
EL LEGADO DE ATENAS: UNA DEUDA ETERNA DE OCCIDENTE. El llamado legado de Grecia es, en buena medida, el ASC
ción que ha caído desde entonces sobre las potencias democráticas de todas las épocas: no consiguió hacer universales o, mejor dicho, entender que son universales los valores que la habían hecho evolucionar tan rápida y decisivamente. Al contrario, se convirtió en una potencia claramente imperialista que comenzó a tratar a sus aliados como súbditos y a considerar a cualquier otro Estado un posible objeto de sus intereses estratégicos. Y, entonces, sucedió lo inevitable.
A. SABIN
EL PRESTIGIO DE ATENAS LLEGÓ A SU COTA MÁS ALTA TRAS VENCER A LOS PERSAS DE JERJES, EN LA ERA DE PERICLES
legado de Atenas. Es una herencia impagable, eterna, aunque no siempre está a la vista. No es material en un sentido estricto, aunque la belleza de sus edificios públicos, sus templos y sus estatuas (repartidos por todos los lugares del mundo) nos habla por sí misma. Pero es sobre todo un patrimonio inmaterial, intelectual y filosófico presente en multitud de conceptos y palabras que han llegado hasta nuestros días. Dentro de los muros de Atenas se desarrolló en la Antigüedad una aventura de descubrimiento, un viaje que fue más allá del tiempo y el espacio: escultura, pintura, arquitectura, teatro, tratado científico, filosofía, política y tantas otras facetas del conocimiento que, todavía hoy, aun sin conocer su origen, seguimos utilizando para comprender el mundo. Un mundo que, igual que los antiguos atenienses, seguimos tratando de mejorar dos mil quinientos años después de que la primera asamblea democrática se reuniera en una de las colinas que rodean la Acrópolis. Atenas, así, fue el corazón de la civilización que modeló para siempre el espíritu de todos los hombres; incluso el de aquellos que, en un acto no sólo de ignorancia sino especialmente de desagradecimiento, pretenden pasarlo por alto. MH
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LA CAPITAL DE UN MUNDO GLOBAL
Todos los caminos
llevan a Roma EL EPICENTRO DEL IMPERIO ROMANO –QUE AGLUTINÓ A MEDIO MUNDO– CONTINÚA SIENDO UNA METRÓPOLIS QUE CONSERVA PARTE DE LA ESENCIA DE SU ESPLENDOROSO Y RICO PASADO. Por Bernardo Souvirón, escritor
ANFITEATRO COLOSAL. Aunque la estructura está seriamente dañada debido a los terremotos y los picapedreros, el Coliseo (en la foto) siempre ha sido visto como un icono de la Roma imperial y es uno de los ejemplos mejor conservados de la arquitectura romana.
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ómo era la ciudad a la que llevaban todos los caminos del mundo? Las urbes romanas, basadas en un esquema propio de los campamentos militares (castra), eran de planta rectangular y estaban cortadas por dos calles principales: la primera, que discurría de norte a sur, era llamada Cardo Maximus; la segunda, de este a oeste, Decumanus Maximus. En la confluencia de las calles principales estaba el foro (mercado y lugar de reunión), con los principales edificios públicos. Roma, sin embargo, nunca fue un modelo típico de urbanismo romano clásico. Al contrario, la urbs se rehizo constantemente y llegó a tener la increíble cifra de 1.200.000 habitantes, distribuidos en un plano muy irregular que se desplegaba sobre sus siete colinas. La más alta, el Capitolio, albergaba el Templo de Júpiter. A su lado se encontraba el Palatino, sede de los emperadores, y entre ambas colinas, en el corazón de la ciudad, estaban situados los foros.
LOS ORÍGENES DE LA SOCIEDAD ROMANA. La mayor parte de la población se hacinaba en bloques de pisos llamados insulae, y sólo los más afortunados habitaban lo que hoy llamaríamos viviendas unifamiliares (domus) que, en todo caso, se situaban en medio de una red viaria completamente insuficiente, que producía una innumerable cantidad de problemas prácticos y era presa fácil de los incendios. Juvenal, en su Sátira tercera, dice que “en Roma muchos enfermos mueren de insomnio; pues ¿en qué piso de alquiler se puede dormir? Hace falta tener mucho dinero para dormir en Roma”. Esta urbe es, hoy día, conocida como la “ciudad eterna”, y en recientes estudios relacionados con el turismo ha sido considerada la más hermosa del mundo. En el presente artículo no me propongo hablar de los aspectos más conocidos de su Historia; prefiero centrarme en aquellos puntos que, menos conocidos, quizá puedan dar al lector algunas claves que le ayuden a comprender lo que pasó. La organización de la Roma primitiva era gentilicia, basada en dos elementos básicos: la gens (de donde deriva el sustantivo “gente” y el adjetivo “gentilicio/-a”) y la familia. La población, perteneciente siempre a una gens, se distribuía territorialmente en aldeas (pagus) y casas (domus), dos términos territoriales que se corresponden exactamente con los dos
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grupos sociales a los que aludía. Muy probablemente la gens es anterior al propio Estado, y su significado es muy difícil de precisar en términos concretos. En cualquier caso, cada una de ellas estaba formada por un conglomerado de grupos menores unidos, por un vínculo de carácter normalmente mítico, a un antepasado común. Es un vínculo de carácter étnico, no sanguíneo. De esta manera, cada individuo de la primitiva sociedad romana pertenecía a una de las gentes romanas: la gens Iulia, la gens Cornelia, la Fabia, etc. Se trataba de organismos cerrados, casi herméticos, en los que no se podía entrar más que directamente mediante votación de los miembros de la gens (cooptatio), o indirectamente a través de la inclusión en una de las familiae de la gens por medio, normalmente, del matrimonio. Los jefes de los grupos gentilicios y familiares se reunían para constituirse en una especie de consejo llamado Senatus, es decir, Senado, una institución que siempre estuvo asociada a la mentalidad propia de las estructuras gentilicias. En realidad, desde su origen, estuvo constituido por los padres de cada familia (patres familiae), lo que hizo que, para siempre, los sena-
LOS MIEMBROS MÁS RICOS DE CADA GENS SE DISTANCIARON DE LOS POBRES Y AFIANZARON SUS POSICIONES EN LA ESTRUCTURA GENTILICIA dores llevaran el nombre de patres. Sin embargo, no todos los patres formaron parte del Senado. Desde el principio el número de senadores quedó limitado por un principio de selección basado en la edad, de manera que sólo los patres seniores podían estar en el Senado. Es del término seniores (ancianos) del que derivan las palabras “senado” y “senadores”.
EDIFICIOS DE APARTAMENTOS. Las insulae (abajo, una reproducción) eran bloques de viviendas –normalmente en régimen de alquiler– de varios pisos en el período imperial romano. Eran utilizadas por los ciudadanos que no podían permitirse tener viviendas particulares (domus). ALBUM
AWL / PILAR REVILLA
LO QUE QUEDA EN PIE. En el foro de la ciudad de Roma, es decir, la zona central –semejante a las plazas céntricas en las ciudades actuales–, se encontraban las instituciones de gobierno, de comercio y de religión.
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ESTRUCTURA CERRADA. Finalmente, aunque no sabemos cómo ocurrió, los miembros más ricos de cada gens se distanciaron cada vez más de los más pobres y afianzaron sus posiciones en la estructura gentilicia con una política de matrimonios que redujo el papel de la mujer al de una pieza de intercambio. Probablemente entonces, los senatores seniores de las clases socialmente mejor posicionadas exigieron el privilegio exclusivo de ser senadores, haciendo que tal derecho quedara restringido a un número relativamente pequeño de gentes y familiae, unidas con frecuencia por vínculos matrimoniales. De esta forma, los hijos de los patres fueron llamados patricii (patricios) y su destino era cubrir las vacantes del Senado. La clientela es otro elemento fundamental en la sociedad romana. Los clientes eran un grupo muy antiguo, cuyo origen es difícil de detectar, aunque forma parte de un tipo de estructura y práctica social que, en mi opinión, ha perdurado hasta nuestros días. Se trata de personas sometidas a un patronus (patrón) con el que adquieren una serie de obligaciones, a cambio de las cuales reciben una suerte de protección. Tal relación se establece a través de la fides, un vínculo no escrito que implica fidelidad recíproca. Finalmente, la protección que el patrón ofrece a su cliente depende de la prestación por parte de éste de
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Julio César y el final de la República
REFORMAS DE GOBIERNO. Julio César comprendió el problema y creyó que una reforma agraria (permanentemente pendiente) que distribuyera las tierras del ager publicus y una reforma política capaz de conceder el derecho de ciudadanía romana a buena parte de los aliados eran imprescindibles para afrontar los retos de la floreciente y expansiva Roma. Igualmente, creyó imprescindible ampliar el número de senadores,
una serie de operae, es decir, trabajos o servicios en beneficio del patronus . No sabemos quiénes eran los clientes, pero parece que, al menos al principio, era gente ajena a la gens. Probablemente se tratase de extranjeros que, al incluirse de alguna manera en la organización gentilicia, quedaron subordinados a los miembros de las gentes a las que pertenecían. En cualquier caso, la clientela es una institución esencial en el desarrollo de la Historia de Roma. Con frecuencia, los patricios romanos empezaban su jornada esperando en los jardines de sus lujosas casas a la caterva de clientes que, en su beneficio, llevaban a cabo trabajos no siempre ejemplares. En mi opinión, este es el origen de la con-
con la intención de integrar en las tareas de gobierno a la nobleza de las provincias, convencido de que el marco de las gentes romanae, de donde provenían todos los senadores, era muy estrecho y estaba definitivamente superado con la incorporación de nuevos y lejanos territorios. En este sentido, actuó durante su Consulado atendiendo las resoluciones de la Asamblea de la plebe, ante la que presentó sus leyes. Como consecuencia de ello, César se ganó el favor de la plebe romana, que lo apoyó incluso después de su muerte. Sin embargo, los patricios, sus iguales, no le perdonaron nunca lo que consideraban, con razón, una legislación que atacaba los cimientos de las gentes. MITO E HISTORIA. César pertenecía nada menos que a la gens Iulia. Su linaje se retrotraía a Eneas, el troyano que pasaba por ser el legendario fundador de una aldea en el Lacio origen de la posterior Roma. Dado que, según el mito, Eneas era hijo de Venus, la gens Iulia hundía sus ancestros ni más ni menos que en los propios dioses.
En este óleo decimonónico se recrea el asesinato de Julio César en el Senado en 44 a.C. Buena parte del patriciado romano, representado en el Senado, consideró a César un traidor a sus iguales y no se lo perdonó nunca. Y así, en los Idus de Marzo del año 44 a.C., una conspiración comandada por Casio y Bruto lo asesinó en el mismo Senado, un acto de trascendencia política notable y cargado de un simbolismo expreso. El proceso iniciado por César, sin embargo, no se detuvo. Su hijo adoptivo y heredero, Octavio, inició un camino de no retorno hacia otra etapa de la Historia de Roma que conocemos como Imperium (el Imperio Romano).
cepción mafiosa tan enraizada en buena parte de las sociedades modernas, no sólo en la italiana. La estructura gentilicia era clara y sencilla, pero no dejó de sufrir tensiones. Pero todo el sistema comenzó a venirse abajo con la aparición –probablemente por la guerra entre los etruscos, vecinos del norte, y los griegos de la ciudad de Cumas, al sur– de una masa de personas que estaban fuera de las estructuras de las gentes. Debieron de ser muchos, pues los romanos los llamaron plebs, es decir, multitud. En efecto, la plebs, privada de todo derecho al encontrarse fuera del marco gentilicio, apoyó a un poder central y fuerte, representado por el rey, frente a los jefes de las grandes familias, líderes también de sus respectivas gentes.
CLIENTELISMO EN EL SIGLO XXI. El sistema clientelar fundado por la antigua Roma está en el origen de las mafias actuales. Por ejemplo, en la zona sureste de la capital italiana funciona desde los años setenta el clan de los Casamonica (abajo, funeral del capo Viorio Casamonica en Roma). EFE
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ara muchos historiadores, el final de la República patricia se produce a partir del año 44 a.C., coincidiendo con la muerte de Julio César. Lo cierto es que, en el casi medio milenio transcurrido entre la instauración de la República y su final, la situación de Roma había cambiado de manera increíble. Las antiguas instituciones romanas, especialmente el Senado, ancladas todavía en una estructura gentilicia desde el punto de vista político y social, no podían dar respuesta a las nuevas necesidades surgidas de la permanente inclusión de territorios bajo el poder de Roma.
OPOSICIÓN ENTRE CLASES. Así comenzó el conflicto eterno (vigente por completo en las sociedades modernas) entre patricios y plebeyos, dos clases sociales que la tradición remonta a los tiempos de Rómulo. En esencia es una división que ha proyectado su sombra en el desarrollo posterior no sólo de la Historia de la propia Roma, sino de toda Europa. La constitución y el desarrollo de la sociedad romana están ligados a la permanente oposición entre estas dos clases. En el año 509 a.C. se produjo la caída de la monarquía romana, lo que puso fin a la primera fase de una Historia comenzada, según la tradición, en el año 753 a.C. Fue un hecho que habría de marcar toda la Historia posterior de Roma. No me detendré aquí a recordar la bien conocida tradición literaria que liga la aparición de la República romana a la violación, y posterior suicidio, de Lucrecia, una matrona romana, por parte del hijo de Tarquinio el Soberbio, último rey de Roma. Sólo diré que con la caída de la monarquía terminaba un período histórico cargado de leyendas y daba comienzo la verdadera Historia de Roma. Unos quince años después de la instauración de la República, se produjo un hecho asombroso protagonizado por la plebe romana. Eran momentos delicados en que los patricios, dueños de las instituciones desde todos los puntos de vista, utilizaron a los plebeyos en la lucha de Roma por su supervivencia como ciudad-Estado.
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La tradición literaria y la Historia nos muestran que eran tiempos difíciles en los que Roma se vio amenazada por distintas ciudadesEstado rivales que luchaban también por la hegemonía en el Lacio. En todas las situaciones de emergencia, los patricios pidieron ayuda a la plebe y ésta, asentada ya en la ciudad, contribuyó con su esfuerzo a la supervivencia de Roma. Muchos plebeyos se alistaron en los ejércitos romanos y, después de combatir con gran valor, vieron cómo todas las promesas que habían recibido por su ayuda se incumplían sistemáticamente.
CRECIMIENTO Y EXPANSIÓN. Desde que Roma consiguió sus primeros éxitos en la conquista de los territorios vecinos, su tamaño se incrementó con la incorporación de las nuevas tierras conquistadas. Éstas, que nunca habían pertenecido a ningún romano, fueron llamadas ager publicus, y se constituyeron en un verdadero patrimonio estatal que, naturalmente, podía ser cedido al dominio privado de los ciudadanos romanos (possesio). Desde el primer momento, sin embargo, los patricios monopolizaron esta possesio, de manera que la plebe –que contribuía con su esfuerzo y su sangre a la conquista de los territorios que, constantemente, iban engrosando el ager publicus– no vio compensados sus esfuerzos. Por esta razón, la exigencia de leyes agrarias de distribución de las tierras públicas se convirtió en una de las reivindicaciones, permanentemente pendientes, de la plebe romana. En cualquier caso, la egoísta política patricia tuvo un efecto muy importante: mientras los ricos iban viendo cómo sus propiedades aumentaban sin cesar, se fue creando una nueva clase social cohesionada no tanto por lo que era en sí misma sino por aquello a lo que se oponía. Así nació no sólo un sentimiento, sino una verdadera clase social antipatricia. Los factores, importantes muchos de ellos, que contribuían a la desunión de los plebeyos quedaron relegados a un segundo término y, poco a poco, se fueron perfilando una serie de objetivos comunes y un esbozo de organización para conseguirlos. Y así, en el año 494 a.C. se produjo algo que, en mi opinión, podríamos definir como revolución plebeya. De esa revolución, y de sus consecuencias, parten buena parte de las instituciones políticas presentes.
La caída del Imperio Romano intentaban llegar a Roma, a la que consideraban una verdadera tierra prometida, en busca de “papeles” (la ciuitas o derecho de ciudadanía) que les permitieran acceder al tipo de vida que se daba al otro lado de sus fronteras. Era una lucha por la supervivencia que, dos mil años después, sigue produciéndose. Los bárbaros, es decir, los extranjeros (aunque les llamemos refugiados), llevan tiempo llamando a nuestras fronteras sin que hayamos hecho nada por resolver los motivos que los impulsan a jugarse la vida por traspasarlas. Últimamente, en algunas ciudades de Europa, hemos visto también una sucesión de ataques indiscriminados protagonizados por algunos extranjeros que, curiosamente, no vienen de fuera, sino que han nacido ya en este lado de las fronteras, aunque no han conseguido ver en el Estado del bienestar europeo más que un enemigo que los ignora, los rechaza y los discrimina.
CONSECUENCIAS DEL DOMINIO. Las razones de la caída de una estructura política y militar tan eficiente son de distinta naturaleza y difíciles de analizar. De hecho, la globalización romana (la única digna de tal nombre que se ha producido en la Historia) no acabó nunca de resolver la complicación que suponía la administración de las provincias y sólo pudo reglamentar su explotación, sin tener en cuenta las consecuencias de todo tipo que esta política de dominio podría tener a largo plazo. Así pues, hay una consideración que, a la luz de lo que estamos viviendo en nuestros días, resulta inexcusable. La mayor parte de los lectores sabe que la palabra “bárbaro”, de origen griego, es una onomatopeya. Literalmente significa “el que dice bar bar”, es decir, el que no sabe hablar griego o latín, el extranjero. Cuando los bárbaros atacaron y destruyeron finalmente Roma, su proceso de penetración en las instituciones y en la sociedad había comenzado mucho antes. Ya en En 476, el último emperador de Roma, Rómulo Augusto, se rintiempo de la República, los extranjeros dió ante el rey oriental Odoacro (en la ilustración, a caballo).
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n el año 476, Odoacro depuso a Rómulo y pidió a Zenón, emperador de Oriente, que no nombrara más emperadores. Era lógico, pues, en realidad, no eran otra cosa que títeres en manos de los jefes de las tropas mercenarias bárbaras. Lo más irónico de este hecho es que el Imperio Romano acabó, 1.229 años después (casi medio millón de noches), con un emperador cuyo nombre es idéntico al del legendario fundador de la ciudad.
LA CIUDAD EN GUERRA. El 494 a.C. fue un año difícil para Roma, pues estaba en juego su propia supervivencia. La ciudad estaba en guerra con otros pueblos de Italia: los eduos, los volscos y los sabinos. En este contexto extremo, los patricios parecieron estar dispuestos a realizar concesiones a los plebeyos que, una vez más, combatieron en las filas del ejército romano. Sin embargo, pasado el agobio del peligro, las promesas se olvidaron de nuevo. Entonces la plebe romana, harta de tantos engaños y al mando de los soldados plebeyos, traspasó los muros de la ciudad y acampó en el monte Aventino, negándose a participar más en un juego político de cuyas decisiones estaba completamente excluida. Los protagonistas de la secessio o secesión plebeya plantearon una verdadera
CUANDO ROMA TUVO NECESIDAD DE ADMINISTRAR BUENA PARTE DEL MUNDO, CREÓ UNA ESTRUCTURA GLOBAL
AWL / PILAR REVILLA
revolución con la creación de los llamados tribuni plebis, los tribunos de la plebe, auténticos representantes de los plebeyos ante las instituciones patricias. Desde el primer momento, la plebe dotó a sus representantes de una protección que podríamos llamar mágico-religiosa (fundamental en un mundo agobiado por las prácticas y las creencias religiosas) mediante una ley sagrada (lex Sacrata). Gracias a esa ley, el tribuno recibía la inmunitas o inmunidad, lo que lo hacía inviolable por el hecho de tener una autoridad que pertenecía al ámbito de las cosas divinas. Cualquiera que atentara contra un
ICONOS DE LA CIUDAD. El Panteón romano (abajo a la derecha) se dedicó a todos los dioses; su cúpula es la mayor que se haya construido jamás sin emplear hormigón armado. A la izquierda, la Columna de Marco Aurelio; construida entre 176 y 192 y con un relieve en espiral, sirvió de inspiración para posteriores estatuas del Renacimiento.
tribuno era considerado sacer, es decir, ‘maldito’ y reo, por tanto, de una justicia popular sumaria. Las dos funciones que los tribunos podían realizar eran el auxilium y la intercessio. Por el primero, el tribuno tenía el derecho y el deber de auxiliar al plebeyo condenado por la justicia patricia. Para poder llevar a cabo esta misión sagrada, utilizaba el arma de la intercessio o intercesión, que llegó a transformarse en un auténtico derecho de veto que puso en manos de los tribunos un arma política extraordinaria, capaz, incluso, de paralizar el Estado.
DE MERA COSTUMBRE A LEY. La secesión plebeya supuso la creación de un Estado (plebeyo) dentro de otro Estado (patricio) y dio origen a un sistema que podríamos llamar doble en el que sus integrantes (patricios y plebeyos) no llegaron a mezclarse. Los plebeyos tuvieron magistrados propios (tribunos, frente a los cónsules y pretores patricios), dioses propios (la tríada plebeya, integrada por Ceres, Líber y Líbera, frente a la tríada capitolina), territorio propio (el Aventino) e, incluso, poder religioso propio (el auxilium y la intercessio frente a los auspicia de los patricios). La secesión plebeya no consiguió sus objetivos inmediatamente. Hasta el año del consulado de L. Valerio y M. Horacio (449 a.C.), la plebe no consiguió lo que, a mi juicio, fue su primera gran victoria: la aparición de las llamadas XII Tablas de la Ley. Los dos cónsules citados dieron publicidad a las tablas y propusieron algunas leyes cuyo objetivo era apaciguar a la plebe. Se establecieron así el derecho de apelación y la inviolabilidad de los tribunos y, según parece, se elevaron los plebiscitos, es decir, los acuerdos de la plebe, al rango de ley, aunque tuvo que pasar mucho tiempo más para que la lex Hortensia de 287 a.C. sancionara definitivamente esta conquista plebeya. Las leyes de las XII Tablas representan un verdadero hito. En época de Cicerón se seguían estudiando en las escuelas. En cualquier caso, supusieron el primer acuerdo escrito entre patricios y plebeyos, lo que constituye, realmente, la conversión de la mera costumbre en ley; una ley que obliga a todos. Realmente, las XII Tablas retratan a una sociedad que ensalza la propiedad de la tierra y que dirige sus cimientos hacia la propiedad en general y las deudas. En sus líneas conviven procedimientos primitivos, como la autoridad casi omnímoda del pater familias, con otros mucho más modernos, como la reparación de un delito por medio de una poena, sin acudir a la antiquísima Ley del Talión. La respuesta de Roma al problema de la convivencia entre patricios y plebeyos es, en mi opinión, la clave que hizo posible su Historia posterior. Con el paso del tiempo, cuando la que había sido una pequeña ciudad al lado del Tíber tuvo la necesidad de administrar buena parte del mundo, creó una estructura global para la que ya había hecho un ensayo fundamental, a pequeña escala, en su propio territorio. El eterno conflicto entre patricios y plebeyos sigue hoy vigente. No es propio de una ciudad ni de un país. En este mundo global, cuyo antecedente es claramente Roma, las nuevas XII Tablas que intenten resolver este eterno conflicto han de ser globales o, como vemos cada día, no serán nada. MH ALAMY
YADEGAR ASISI
DE PASEO POR LA ROMA CLÁSICA. Centro de la actividad pública, fundamentalmente política, en el Foro el transeúnte se veía rodeado por las escalinatas y los pórticos columnados de los edificios monumentales que flanqueaban las grandes avenidas de un conjunto urbanístico geométricamente dispuesto.
¿Quieres ver cómo era una típica calle romana? El vídeo está disponible en hp://goo.gl/xhZ2XD
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DE CONSTANTINOPLA A ESTAMBUL
La perla
del Bósforo A LO LARGO DE SU HISTORIA, ESTA FASCINANTE CIUDAD, PUERTA ENTRE EUROPA Y ASIA, TUVO OTROS TRES NOMBRES (LYGOS, BIZANCIO Y ANTONINIA) Y FUE LA CAPITAL DE DOS IMPERIOS, EL BIZANTINO O ROMANO DE ORIENTE Y EL OTOMANO. Por Alberto Porlan, escritor y filólogo
EL CUERNO DE ORO. Este cuadro del estuario así llamado, situado a la entrada del estrecho del Bósforo y que divide la ciudad de Estambul, contiene una de las imágenes más emblemáticas de la urbe, presidida por la bellísima Mezquita Nueva (en turco, Yeni Cami).
ay ciudades que, siendo grandes metrópolis, buscan con ahínco razones que les ayuden a obtener el carácter que nunca tuvieron. Frente a ellas, existen otras con tanto carácter que recorrerlas llega a producir una sensación abrumadora en el viajero. Las ciudades son Historia vivida, escenarios de nuestros éxitos y fracasos humanos, presencia sensible del paso de los siglos. Pero algunas lo son más que otras. Durante su larga existencia, la ciudad que ahora llamamos Estambul ha conocido otros cuatro nombres distintos (Lygos, Bizancio, Antoninia y Constantinopla), además de un apelativo ilustre que estuvo vigente mucho tiempo: la Nueva Roma. Su relevancia histórica procede indiscutiblemente del territorio que ocupa, en la puerta geográfica que comunica Europa y Asia: el estrecho del Bósforo, de 30 km de largo y apenas 750 m de anchura mínima. Como escribiera Espronceda en su Canción del pirata: “Asia a un lado, al otro Europa, / y allá a su frente Estambul”. Julio Verne utilizó esa circunstancia geográfica para redactar una de sus
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novelas de la serie Viajes extraordinarios con el título de Kerabán el Testarudo, en la que el comerciante turco Kerabán se niega en redondo a pagar una subida ridícula en el precio del transbordador que comunica las dos orillas del Bósforo y se gasta millones en recorrer toda la costa del mar Negro para llegar a Estambul sin usar el transbordador. Si hacemos caso a las fuentes históricas, Estambul entrará en breve a formar parte de la exclusiva lista de ciudades trimilenarias, como Cádiz. Parece que en el siglo VII a.C., cuando los griegos de Megara la refundaron con el nombre de Bizancio, en aquel territorio de la antigua Tracia ya había una ciudad autóctona llamada Lygos. A poco que Lygos hubiese tenido una corta Historia de tan sólo dos siglos, Estambul podría presumir de trimilenarismo.
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BIZANCIO FUE ROMANIZADA SIN DEJAR DE SER UN NÚCLEO DE CULTURA GRIEGA
CIUDAD HELENÍSTICA DE ROMA. Unos años más tarde, en 472 a.C., Bizancio fue escenario de un extraño fenómeno que todavía no ha podido explicarse. Varios autores griegos (Teófanes y Procopio, entre otros) relatan que, inopinadamente, se abatió sobre la ciudad una lluvia de polvo negro que cubrió con una densa capa sus calles y edificios. Algunos autores modernos han propuesto que la lluvia de polvo habría sido resultado de la desintegración de un gran aerolito o un pequeño cometa en la estratosfera, lo que no pasa de ser más que una especulación sin pruebas. Para los bizantinos, aquel suceso inusitado fue tenido por un signo de muy mal augurio, y los templos se llenaron en consecuencia de ofrendas en desagravio a los dioses. Sufridora paciente de las rivalidades entre las polis griegas, en 280 a.C. la ciudad vio aparecer ante sus murallas a un enemigo distinto y temible: las tribus celtas de la Galia habían marchado hacia el este dirigidas por su caudillo Comontorio y, después de atravesar media Europa asolándolo todo a su paso, invadieron Tracia y se aposentaron en los alrededores de Bizancio. La supervivencia costó a los bizantinos un tributo anual de 80 talentos, que siguieron pagando hasta que los galos fueron extermi-
LIBRO
Constantinopla 1453: el último gran asedio, Roger Crowley. Ático de los libros, 2015. Este libro relata la caída de la capital del Imperio bizantino en poder de los otomanos, tras cincuenta y cinco agónicos días siendo sitiada.
nados y esclavizados por los tracios. A continuación llegó Roma. Como consecuencia del sometimiento griego al poderío bélico romano, Bizancio se romanizó, aunque continuó manteniendo un núcleo de cultura griega que hizo de ella una de las ciudades helenísticas de Roma. Pero durante la guerra civil romana del año 193 los bizantinos apostaron por el bando equivocado, y su ciudad fue reducida casi a una aldea por el vencedor, Septimio Severo, después de un asedio de tres años. Luego, el emperador Caracalla ordenó su reconstrucción y le impuso un nuevo nombre, Antoninia, porque su padre, Severo, quería ligar el de su propia familia con el de la generación anterior, la de los Antoninos. Pero esa denominación no resistió el paso del tiempo y Bizancio siguió llamándose Bizancio hasta que el gran Constantino la engrandeció en el siglo IV y le otorgó el título de Nueva Roma, así como un nombre que perduraría durante 16 siglos: Constantinopla, la ciudad de Constantino.
EL NACIMIENTO DE CONSTANTINOPLA. Tuvo muy buenas razones para DOS HIJOS, DOS IMPERIOS. A la muerte de Teodosio en 395, el Imperio Romano se fragmentó en dos mitades: Oriente, con capital en Constantinopla, fue para su hijo Arcadio, y Occidente, para su hijo Honorio (abajo, este emperador en un óleo de 1883).
ello. El Imperio se había extendido tanto que necesitaba una nueva capital más próxima a las fronteras orientales, hostigadas por los godos en el Danubio y por los persas en el Éufrates. Así que el emperador construyó en Bizancio una réplica de Roma, incluidas las siete colinas y varios de los edificios principales (Senado, Capitolio, etc.). Esta época coincide con la de la cristianización del Imperio y transformó completamente la antigua ciudad, que se llenó de iglesias y de nuevas construcciones. Entre otras, el templo de la Sabiduría AGE
Y resulta lógico que en los dos extremos del Mediterráneo, sus respectivas lindes con el Atlántico y el mar Negro, florecieran esas antiquísimas ciudades. Si en Cádiz comerciaron los fenicios con los pueblos atlánticos, en Lygos-Bizancio comerciaron los griegos con los pueblos del Asia inmensa: persas, escitas y hasta chinos, a través de la inmemorial Ruta de la Seda. Por ese motivo, los bizantinos eran los garantes de la llegada a Grecia del trigo procedente de las extensas llanuras de Ucrania. Por otro lado, el control del estrecho del Bósforo –también llamado Cuerno de Oro–, junto con el de los Dardanelos, garantiza la defensa estratégica del Mediterráno contra las invasiones asiáticas, de modo que desde muy temprano la ciudad se convirtió en una plaza fuerte. Tenía muchos enemigos de los que defenderse: por un lado, las tribus bárbaras que intentaban hacerse con la ciudad cada cierto tiempo; por otro, las luchas y rivalidades de las propias ciudades griegas entre sí. Cuando los persas de Darío se apoderaron de la costa de Asia Menor, la Jonia griega, el soberano persa envió a sus nuevos súbditos jonios para que lucharan contra sus hermanos bizantinos.
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El fuego griego
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as aguas de Constantinopla vieron nacer y desarrollarse en el siglo VII un nuevo tipo de arma naval que contribuyó no poco a su propia defensa. Se trata del fuego griego, un sistema con que se armaban las naves bizantinas análogo a los lanzallamas modernos. Su invención se atribuye a Kallinikos, arquitecto procedente de la entonces provincia bizantina de Fenicia. La armada bizantina, agotada por la lucha contra los persas, veía a la escuadra árabe echársele encima y necesitaba desesperadamente una ayuda suplementaria.
SANTA SOFÍA, JOYA DE ESTAMBUL. Este maravilloso templo (arriba) fue erigido por Constantino en el siglo IV como basílica ortodoxa; luego ésta sería ampliada y, a lo largo de los siglos, convertida sucesivamente en mezquita musulmana y museo.
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Sagrada (Santa Sofía), que se agrandó y embelleció hasta su forma actual durante el siglo VI. Cuando amaneció el siglo V, Constantinopla albergaba más de medio millón de almas, lo que la convertía en una de las ciudades más pobladas del mundo. En 395, tras la muerte de Teodosio, el Imperio se dividió entre sus hijos. Occidente correspondió a Honorio, y Oriente fue para Arcadio, que estableció su capital en Constantinopla, la Nueva Roma. Las obras de embellecimiento continuaron hasta principios del año 447, cuando la sacudió un potente terremoto que echó abajo la mitad de sus edificios y produjo unas consecuencias devastadoras: el hambre y la peste se apoderaron de la ciudad justo en el momento en que las hordas hunas de Atila se dirigían hacia ella. Trabajando en condiciones indescriptibles, los constantinopolitanos lograron la hazaña de reparar en dos meses la muralla de la ciudad, que había perdido sesenta de sus torres en el terremoto. Al encontrar reconstruidos los muros, Atila, que aborrecía los asedios, decidió pasar de largo a cambio de una fuerte suma de oro y la ciudad se salvó de la destrucción.
LANZALLAMAS DE SIFÓN. El nuevo invento funcionó muy bien, pero los bizantinos, temerosos de que lo copiasen sus enemigos, lo mantuvieron tan en secreto que hoy apenas sabemos nada seguro sobre él. Ignoramos tanto la composición del líquido ardiente que proyectaban como el propio sistema de proyección del combustible, que se supone era un sifón accionado por medio de un mecanismo de presión. Por lo que se puede deducir de las crónicas, el fuego griego seguía ardiendo sobre el agua, aunque otras fuentes afirman que necesitaba del agua para arder. De acuerdo con la mayoría de los analistas, el combustible debía de ser una mezcla de petróleo con otras sustancias que favorecieran su ignición (algo semejante al napalm moderno). Pero en todo caso sólo podía usarse sin peligro propio en condiciones favorables de viento y estado de la mar. Parece ser que, a mediados del siglo XVIII, un joyero francés descubrió accidentalmente la vieja fórmula y la ofreció al rey Luis XV, quien, asustado por sus efectos, ordenó que se pagara una pensión de 200 libras al inventor a cambió de guardar el secreto de aquella mixtura diabólica hasta su muerte.
UNA REVOLUCIÓN PROVOCADA POR EL DEPORTE. El Imperio de Oriente, llamado también bizantino, alcanzó su punto más alto con el emperador Justiniano. Todo el litoral mediterráneo, excepto el tramo entre Valencia y Marsella, había caído en su poder, así como los territorios de la costa sur del mar Negro. Desde Constantinopla se gobernaba el mundo, y sin embargo fue entonces cuando la capital atravesó sus jornadas más duras: la llamada revolución nika, que no fue provocada por las invasiones o las luchas intestinas, sino por la pasión deportiva. Concretamente, por las carreras de carros. La ciudad estaba netamente dividida en dos bandos: los partidarios del equipo azul y los del equipo verde. Los azules estaban ligados a gentes de fortuna y comerciantes enriquecidos, mientras que los verdes lo estaban a artesanos, pescadores y vendedores ambulantes, para los que suponía un esfuerzo dramático sostener a su equipo. Aunque se contaba con que el
En el fresco de arriba vemos a una nave bizantina utilizando el llamado fuego griego contra sus enemigos. Hoy se desconoce el combustible que empleaba esta arma.
emperador debía mostrarse neutral, Justiniano y su esposa Teodora no habían ocultado su preferencia por los azules, y en enero del año 532 estalló una rebelión en el hipódromo. Los del bando verde se atrevieron a agraviar de palabra al emperador, mientras sus partidarios se retiraban del hipódromo inflamados de ira. Consciente de que debía dar un escarmiento, Justiniano mandó ejecutar a varios notables del grupo verde, entre los cuales figuraba por error un prominente miembro del bando azul. Eso provocó que verdes y azules se unieran contra el emperador y que se entregaran al pillaje y al incendio de su propia ciudad, que ardió durante varias jornadas mientras los amotinados proclamaban a gritos su victoria (¡niké!). Entre los
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edificios afectados estuvo la catedral de Santa Sofía, así como el propio palacio imperial. Los insurrectos proclamaron también un nuevo emperador, y Justiniano, que no era lo que se dice un valiente, se preparó una vergonzosa huida hasta que Teodora lo detuvo con una frase que se hizo famosa: “Prefiero morir envuelta en púrpura que huir ante el populacho”. Con la ayuda de un eunuco, las tropas del general Belisario entraron en la ciudad, sitiaron a los rebeldes y ajusticiaron a 50.000 de ellos, antes de liquidar al falso emperador proclamado por la plebe.
DE LA “PESTE DE JUSTINIANO” AL CISMA DE ORIENTE. Justiniano vivió 82 años, mucho más que cualquier otro emperador, pero en su vejez se desentendió por completo de los asuntos de gobierno. En los años que transcurrieron hasta su muerte se empleó a fondo en ensanchar y embellecer su capital. No sólo restauró los efectos de la sedición nika, sino que amplió Santa Sofía, edificó más de 30 iglesias nuevas y llevó a cabo trabajos urbanísticos de gran entidad, como la inmensa cisterna basilical. Durante su man-
JUSTINIANO I EL EMBELLECEDOR. En la era de este emperador bizantino, que reinó desde el año 527 hasta el 565, Constantinopla se benefició de grandes obras públicas y mejoras de infraestructuras: se edificaron más de 30 iglesias, se amplió Santa Sofía y se creó la fastuosa cisterna basilical subterránea, que vemos en la imagen de arriba.
dato, tuvieron lugar varios episodios de peste, a la que se llamó “peste de Justiniano”, una epidemia que el tráfico marítimo extendió por todo el Mediterráneo. En Constantinopla, la peste llegó a matar a 10.000 personas en un solo día. La Historia de la ciudad a partir de entonces es la de su resistencia a los sucesivos asedios a que la sometieron cada cierto tiempo los invasores persas y eslavos. Después llegaron los árabes, en el curso de un proceso de expansión que los había hecho dueños de una multitud de provincias hasta entonces bizantinas. En el siglo VII, Constantinopla hizo frente a un asedio árabe de cinco años; en el VIII, durante el reinado de León III, a otro de un año. Su fama de plaza inexpugnable se convirtió en una leyenda que desmoralizaba a sus posibles enemigos, de modo que la ciudad disfrutó de un largo período (medio milenio) de relativa estabilidad, en la que prosperó debido al comercio de las mercancías que le llegaban del lejano Oriente siguiendo la Ruta de la Seda. Luego, los propios bizantinos robaron a los chinos el secreto de su elaboración y comenzaron a fabricar su propia seda. Pero lo más importante que
Estambul y su inestable suelo
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30.000 víctimas mortales y dejó a un millón de personas en la calle. TERREMOTO A LA VISTA. Pero estas cifras podrían palidecer en el desgraciado caso de que, como predijo no hace mucho un grupo de sismólogos mexicanos, en la región se produjera otro terremoto mucho mayor antes de 2025. A ese desastre se le otorga nada menos que un 85% de probabilidades, de manera que más vale que los mexicanos se equivoquen.
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omo San Francisco, Tokio o Ciudad de México, Estambul es una de esas ciudades que pueden sufrir un terremoto brutal en cualquier momento. El Bósforo se encuentra junto a una falla geológica (la de Anatolia Norte) y la ciudad ha vivido a lo largo de su Historia potentes seísmos, algunos de los cuales fueron especialmente devastadores. El último de ellos se produjo en 1999, con epicentro a 70 km de Estambul, y ocasionó graves daños en la ciudad. En total produjo unas
Estambul sufrió uno de sus peores terremotos en 1894. En la foto, de ese año, dos mujeres pasan junto a varias casas semiderruidas.
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ocurrió en aquellos años de progreso fue la ruptura de la Iglesia cristiana tras el llamado Cisma de Oriente, que se materializó como escisión total en Constantinopla en 1054, aunque venía fraguándose desde mucho tiempo atrás. El cisma convirtió a la ciudad en la Nueva Roma efectiva, y el cristianismo oriental, cuya Iglesia se consideraba la única ortodoxa, emprendió una campaña evangelizadora que fue responsable de la cristianización de Rusia. La ruptura tuvo consecuencias religiosas, pero también políticas. Los antiguos hermanos en la fe se vieron ahora como enemigos y la Cuarta Cruzada, compuesta básicamente de franceses y venecianos, decidió desviarse de su ruta para atacar la capital de los herejes orientales. La ciudad, hasta entonces inexpugnable, cayó ante el segundo asalto de los cruzados, que la expoliaron a conciencia. Entre otras maravillas, de allí proceden los cuatro caballos que decoraban el hipódromo de Constantinopla –ciudad tan amante de las carreras, como hemos visto– y que hoy se admiran en la basílica de San Marcos, en Venecia.
AUGE Y CAÍDA DEL IMPERIO OTOMANO. Con los cruzados, la ciudad se convirtió en capital de un efímero Imperio Latino Oriental donde convivieron de muy mala gana católicos y ortodoxos. A mediados del siglo XIV, volvió la peste a diezmar la ciudad, que ya estaba muy empobrecida y con grandes áreas en ruinas. En 1453, los turcos otomanos, al mando de Mehmet II, entraron en Constantinopla tras 55 días de asedio y pusieron así fin a su agonía y a un milenio de capitalidad imperial cristiana. Vestida a la turca, con sus iglesias convertidas en mezquitas y sus termas en baños turcos, la ciudad no cambió de nombre cuando pasó a ser capital de un nuevo Imperio: el otomano. Los turcos proceden de las estepas de Asia central, y surgieron con el designio de cabalgar hacia el oeste. Llegaron a las fronteras del Islam en Persia y se convirtieron en masa para poder continuar adelante. Su permanente marcha los dejó en la península de Anatolia, que hoy es Turquía. Con la toma de la ciudad, a la que volvieron a convertir en una metrópolis bella y culta, Constantinopla llegó a ser en el siglo XVI el centro de poder de un Imperio mucho mayor que los que había conocido hasta entonces: los dominios de la Sublime Puerta, que era como se conocía al gobierno otomano de Constantinopla, abarcaban desde Argelia hasta Persia y desde Hungría hasta el extremo sur de la península Arábiga. Y ocupaban las orillas de seis mares: la mayor parte del Mediterráneo, el mar Negro, el Rojo, el de Azov, el Caspio y el golfo Pérsico, en el extremo occidental del océano Índico. Cabe imaginar la cantidad de riquezas de todas partes que afluyeron sobre la capital con el paso de aquellos siglos en los que disfrutó de una estabilidad completa. Pues aún no era bastante: el sultán siempre quería
CAMBIO DE MANOS. La Historia de Constantinopla fue también la de sus asedios: persas, eslavos y árabes trataron de conquistarla y lo lograron los cruzados y, en 1453, el Imperio otomano (arriba, la toma de la ciudad por los turcos según un cuadro de Tintoreo).
LIBRO
Estambul. Ciudad y recuerdos, Orhan Pamuk. Debolsillo, 2014. El gran escritor turco, primero de esta nacionalidad en ser galadornado con el Nobel de Literatura (2006), traza una mezcla de autobiografía y retrato urbano.
CON EL CISMA DE ORIENTE DEL AÑO 1054, EL CRISTIANISMO SE ESCINDIÓ EN DOS RAMAS IRRECONCILIABLES Y LA IGLESIA ORTODOXA ESTABLECIÓ SU SEDE EN CONSTANTINOPLA
más, y el rumbo seguía siendo oeste. Solimán llegó a las puertas de Viena en 1532, aunque tuvo que retirarse, pero en el Mediterráneo avanzaron sus escuadras de galeras hasta ser definitivamente detenidas en el golfo de Lepanto, en 1571. Con el declive, la vida de la ciudad se llenó de jenízaros, soldados especiales de los que se decía que formaban un Estado dentro del Estado y cuyo poder decidió en muchos casos las cuestiones dinásticas y sucesorias. Luego se impuso un régimen de visirato que desempeñó la familia Küprülü, y llegó un largo período de intrigas, conjuras y luchas intestinas que tuvieron como escenario las calles y los palacios de Constantinopla. El lento declive del Imperio otomano –“el enfermo de Europa”, lo llamaba el zar Nicolás– culminó en un final sangriento y genocida que exterminó al 70% de la población armenia en tierras otomanas, a otro tanto de la asiria y a unos 350.000 griegos que vivían en el extremo sureste del mar Negro, los llamados “griegos pónticos”.
ATATÜRK Y LA MODERNA ESTAMBUL. La liquidación del Imperio otomano fue protagonizada por la figura de Atatürk, un militar de carrera que llevó a cabo una larga serie de cambios drásticos en la sociedad turca con el propósito de modernizarla y ponerla en línea con las demás naciones. La labor de Atatürk merecería un artículo entero, pero por lo que respecta a la capital, donde murió, hay que decir que trasladó la sede del gobierno (la vieja Sublime Puerta) a Ankara, en el centro de Anatolia, y que cambió por cuarta vez el nombre de la ciudad del Bósforo, que pasó a llamarse Estambul. Hoy es una megalópolis de 15.000.000 de habitantes, pero quién sabe: tal vez tampoco sea ése su último nombre. La Historia nunca asegura el futuro, pero sí garantiza el cambio. MH
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TOLEDO MEDIEVAL
La ciudad de las
tres culturas SUCESIVAMENTE ROMANA, VISIGODA, MUSULMANA Y CATÓLICA, ESTA ESPLÉNDIDA URBE PROTAGONIZÓ EN LA EDAD MEDIA UNO DE LOS GRANDES MOMENTOS CULTURALES Y DE CONVIVENCIA RELIGIOSA DE LA HISTORIA. Por José Luis Corral, escritor y medievalista
GRAN IMPORTANCIA ESTRATÉGICA. La ciudad de Toledo debe parte de su relevancia histórica al hecho de estar situada en el centro de la Península y en una elevación natural sobre el Tajo, lo que la convierte en una encrucijada entre norte y sur, como se aprecia en esta imagen (vista del Alcázar y del puente de Alcántara desde el de Azarquiel).
oledo debe parte de su importancia a su ubicación en el centro de la península Ibérica sobre uno de los vados naturales del río Tajo, que domina un camino entre el norte y el sur de la meseta. Habitada desde la Edad del Bronce al menos, Toledo ha jugado un papel decisivo en muchos momentos, aunque se han introducido relatos legendarios sobre su origen, su fundación y sus primeros pobladores. Centro de la tribu de los carpetanos, Roma la conquistó hacia el año 192 a.C. y le otorgó el rango de municipio, eje de la romanización del valle del Tajo
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y sede de las operaciones militares para la conquista del noroeste. La Toletum romana acuñó moneda propia y se dotó de destacados edificios públicos, como los monumentales circo y anfiteatro, de los cuales quedan restos arqueológicos visibles.
UNA ENCRUCIJADA RELIGIOSA Y CULTURAL. Erigida sede episcopal, la caída del Imperio Romano y la derrota de los godos en el sur de Francia en el año 507 fueron decisivas para la ciudad, pues los visigodos trasladaron aquí su centro político y su corte, con el aula regia, y fue sede prin-
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cipal de la Iglesia cristiana hispana, dividida en dos confesiones: la arriana, que profesaba la minoría goda, y la católica, seguida por la mayoría de la población, a las que se añadía una nutrida población de judíos. En el año 589, en el III Concilio, el rey Recaredo abandonó el arrianismo y abrazó el credo de la Iglesia romana; se produjo así la unificación del cristianismo. En 610, Toledo se erigió en sede metropolitana con primacía sobre todos los demás obispos de la Iglesia hispana, condición que se ratificó en 681 durante el XII Concilio, en la desaparecida iglesia de Santa Leocadia.
Para entonces la monarquía visigoda atravesaba una grave crisis política, acentuada por una decadencia económica que provocó la devaluación de la moneda. La crisis trajo consecuencias terribles para los judíos toledanos, que sufrieron persecución en las dos últimas décadas del siglo VII y la primera del VIII. En el XVII Concilio del año 694 se llegó a decir que “acerca de los malvados judíos que viven dentro de las fronteras de nuestro reino, ordenamos lo que no podemos declarar no sin pequeño dolor: los cuales, engañados desde un principio por el error de sus propios ritos, negaron con in-
creíble maldad el nombre de Cristo y se burlaron hasta aquí con criminales argumentos de los mismos seguidores de la verdadera fe”. Pero la llegada del Islam lo cambió todo. Los musulmanes desembarcaron en Gibraltar en el año 711, derrotaron al ejército real visigodo del rey Rodrigo y se presentaron en Toledo en la primavera de 713.
LA URBE BAJO EL DOMINIO ISLÁMICO. La capital del reino godo carecía de defensa y se entregó sin resistencia. Fueron los judíos, acosados y perseguidos hasta entonces, quienes más y me-
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EL MAYOR DE LOS REINOS DE TAIFAS. Toledo ya no era la capital de un Estado
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pero seguía siendo una ciudad muy relevante, que disponía de una gran mezquita y de varias más pequeñas, como la de las Tornerías o la de Bid al-Mardum, construida en el año 999 (actual ermita del Cristo de la Luz), además de varias iglesias mozárabes, como las de Santa Eulalia, San Lucas, la Magdalena y Santa Leocadia, y algunas sinagogas de los judíos e iglesias de la población mozárabe. La caída del califato omeya de Córdoba en 1031 supuso la división de Al-Ándalus
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jor colaboraron con los musulmanes, conscientes de que esa ayuda les podía proporcionar importantes beneficios. Historia y leyenda se yuxtaponen. Antiguos romances narran el abuso del rey Rodrigo sobre la hija del conde Julián, la venganza de este noble entregando la plaza de Ceuta y ayudando a los musulmanes a ocupar el reino de Toledo; viejos relatos hablan de tesoros toledanos fabulosos como la Mesa de Salomón, que caen en manos de los musulmanes. La arqueología ha ratificado la existencia de otros tesoros escondidos, como las coronas de oro de varios reyes godos y diversos objetos preciosos que se hallaron fortuitamente en el siglo XIX en la cercana localidad de Guarrazar. La conquista de Al-Ándalus relegó a esta ciudad a un segundo plano, pues los musulmanes optaron por ubicar su capital en Córdoba, dejando a Toledo como capital de la Marca Media, uno de sus tres distritos fronterizos frente a los emergentes reinos cristianos del norte; aunque mantendría un gran prestigio, ya que es conocida en algunas crónicas islámicas como Al-madina almuluk (la ciudad de los reyes).
DE CAPITAL VISIGODA A CAPITAL MUSULMANA. Con el Islam, Toledo dejó de ser sede central de un Estado, el visigótico, pero sin perder relevancia como ciudad. Muestra de ello son las abundantes mezquitas de que dispuso, como la de Bid al-Mardum (abajo), luego reconvertida en la ermita del Cristo de la Luz para el culto católico.
en tres decenas de reinos de taifas, de los cuales el de Toledo fue el más extenso. En 1035, la familia bereber de los Banu Dil-Nun se hizo con el poder y gobernó un territorio que se extendía por las actuales comunidades de Castilla-La Mancha y Madrid. Durante los casi cuatro siglos de dominio musulmán, Toledo mantuvo una intensa actividad cultural de carácter internacional, pues hasta ella acudieron personajes eminentes de la Europa cristiana para aprender de los textos de científicos y filósofos clásicos que allí se traducían del griego al árabe. Es probable que por esta ciudad pasara hacia el año 975 Gerberto de Aurillac, que fue papa con el nombre de Silvestre II entre 998 y 1003 y que se destacó como uno de los más notables pontífices en la transmisión del saber antiguo. Como capital de la taifa, Toledo alcanzó gran notoriedad, pero conforme los cristianos se fueron fortaleciendo en el norte centraron sus objetivos militares en su conquista, que tuvo lugar en el año 1085 por el rey Alfonso VI de León y Castilla.
LA CONQUISTA CRISTIANA Y LA EDAD DORADA. Toledo fue la primera gran ciudad musulmana que cayó en poder de los cristianos. Por primera vez en la Historia del mundo islámico se produjo un acontecimiento inédito: los musulmanes pasaron de ser dominadores a sometidos. Hasta entonces esa circunstancia no se había dado, pero desde finales del siglo XI amplias masas de población musulmana pasaron a vivir bajo dominio político cristiano, algo que no se contemplaba en el Islam. Los musul-
LA TOLETUM ROMANA. Roma conquistó la villa habitada por los carpetanos hacia el año 192 a.C. y le otorgó rango de municipio, moneda propia y destacadas edificaciones públicas, entre las que sobresalían los monumentales anfiteatro y circo romanos (a la izquierda, restos arqueológicos del segundo).
CONVIVENCIA (Y PROBLEMAS) ENTRE LAS TRES RELIGIONES. Esas dos centurias fueron real-
mente fructíferas por lo que se refiere a la convivencia de las tres grandes religiones en la ciudad, aunque no faltaron los problemas: de vez en cuando las crónicas recogen enfrentamientos entre cristianos y judíos, como algunas persecuciones en 1090 o una matanza en 1108. No obstante, la buena acogida de los reyes de Castilla propició que muchos judíos de Al-Ándalus acudieran a Toledo, sobre todo cuando a partir de 1147 los almohades acentuaron la intransigencia contra los hebreos en sus nuevos dominios andalusíes. Merced a esa inmigración, la aljama judía de Toledo creció, lo que provocó cierto malestar en la mayoría cristiana, que consideró que esta minoría gozaba de demasiados privilegios y favores de la monarquía. Así, hubo de nuevo una revuelta antijudía en 1178, en
TOLEDO FUE LA PRIMERA GRAN CIUDAD MUSULMANA QUE CAYÓ EN PODER DE LOS CRISTIANOS AL SER CONQUISTADA EN EL AÑO 1085
EN TIEMPOS DEL REY SABIO. El reinado de Alfonso X el Sabio (1252-1284) fue especialmente propicio para la convivencia entre las tres culturas en Toledo, que por entonces superó los 30.000 habitantes. Este rey, autoproclamado “emperador de las tres religiones”, impulsó la actividad, ya importante, de la llamada Escuela de Traductores, por la que habían pasado relevantes sabios europeos que buscaban en Toledo
La comunidad hebrea de Toledo
L
a mayoría de los judíos de Toledo se dedicaban a las finanzas (como el famoso Samuel Ha Leví, tesorero de Pedro I de Castilla), la orfebrería, el comercio o la medicina, profesiones de prestigio social que generaban altas rentas y no poca envidia. Algunos miembros de esta comunidad destacaron en diversos campos, como la economía, la ciencia y la política, y alcanzaron notoriedad entre sus correligionarios. Yosef ibn Ferruzuel, llamado el Cidiello, fue médico y consejero político de Alfonso VI y acogió a numerosos judíos en Toledo a fines del siglo XI ante el avance de los almorávides, como otros hicieron a mediados del siglo XII tras la invasión almohade. Para la judería de Toledo la intransigencia almohade fue beneficiosa, pues sabios hebreos de las prestigiosas es-
cuelas rabínicas de Lucena y Córdoba se afincaron en esta ciudad y aportaron sus enormes conocimientos. El siglo XIII fue el de mayor esplendor de la judería toledana; su riqueza era tal que durante el reinado de Alfonso X la aljama pagaba un millón de maravedíes anuales en concepto de impuestos a las arcas reales. MÁS DE DIEZ SINAGOGAS. Los judíos vivían en su propio barrio, una amplia zona en el sector sur del casco antiguo, entre el puente de San Martín, la puerta del Cambrón y los muros meridionales de la catedral. Tenían más de diez sinagogas, de las cuales se conservan la dos más importantes: la de Santa María la Blanca, erigida en 1180 y ampliada en 1260 por alarifes musulmanes con permiso especial de Alfonso X, considerada la más hermosa de Sefarad, y la del Tránsito.
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manes sometidos fueron los llamados mudéjares, quienes –como los judíos bajo dominio musulmán o cristiano– podían quedarse en su ciudad y practicar libremente su religión, aunque con algunas limitaciones jurídicas, como la prohibición de construir nuevas sinagogas o mezquitas. Tras la conquista castellana se produjo un proceso de cristianización que convirtió algunas mezquitas en iglesias, como la Mayor, transformada en catedral, la de AlDabbagin, en nueva iglesia de San Sebastián, o las de San Lorenzo, El Salvador o Santo Tomé. Pero por el tratado de capitulación de la ciudad se respetó la identidad religiosa y cultural de los musulmanes y de los judíos, que gozaron de sus propios fueros. Bajo dominio cristiano, Toledo siguió siendo la ciudad de las tres religiones, más todavía si cabe en lo que respecta a la transmisión cultural. En los siglos XII y XIII, verdadera edad dorada de la Toledo medieval, los reyes de Castilla y León propiciaron que fuera sede de una Escuela de Traductores en la que se vertieron al latín textos de filósofos y científicos griegos, romanos y árabes, lo que la convirtió en el puente de transmisión de la cultura de Oriente hacia Occidente.
el curso de la cual murió en extrañas circunstancias la famosa hebrea Raquel, amante del rey Alfonso VIII, cuyas relaciones dieron origen a una hermosa pero trágica leyenda; y otra en 1212, que se saldó con una carga de impuestos a los judíos toledanos por parte del arzobispo. Las relaciones entre la mayoría cristiana y los musulmanes fueron menos tensas. Tras la conquista de 1085, los mudéjares se asentaron como campesinos, artesanos y albañiles siguiendo la tradición de época islámica, cuando en Toledo descollaban astrónomos musulmanes como Azarquiel, que construyó un extraordinario reloj y un calendario acuático. Fueron ellos los que levantaron la mayoría de los edificios de la ciudad cristiana, incluidas las iglesias en estilo mudéjar como las de San Juan del Arrabal, San Román o la nueva de Santa Leocadia, y también las sinagogas de los judíos. Pero en 1226, con motivo del proyecto de la enorme catedral gótica, musulmanes y cristianos se enfrentaron, pues el nuevo templo cristiano ocupaba la antigua gran mezquita, cuya fábrica apenas se había modificado hasta ese momento, lo que indignó a los musulmanes que no aceptaban el derribo del que había sido su santuario.
A la izquierda, busto de Samuel Ha Leví, tesorero real, que se encuentra en Toledo.
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Una Escuela de Traductores única
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n la Toledo medieval se desarrolló una Escuela de Traductores en la que participaron destacados intelectuales. Su objetivo era traducir al latín y al castellano textos de filosofía y ciencias de los sabios de la Antigüedad y del Islam. En Toledo trabajaron el judío converso Juan Hispano y Domingo Gundisalvo, traductores de Avicena; por allí pasó Gerardo de Cremona, traductor de Ptolomeo, Aristóteles y Al-Jwarismi, y allí se formaron los ingleses Daniel de Morlay, Abelardo de Bath y Miguel Escoto, astrólogos, filósofos y traductores de Aristóteles. El sistema de traducción de la Escuela se organizaba mediante unos equipos en los que había expertos mozárabes que conocían la lengua árabe, que trasvasaban al castellano, clérigos ilustrados, que traducían del castellano al latín, y judíos, que traducían tanto del árabe al hebreo como del hebreo al latín.
TRANSMISIÓN DE CONOCIMIENTOS. Toledo, en su era dorada, produjo traducciones de las obras filosóficas y científicas más importantes de la Antigüedad y del Islam, que exportó a toda Europa. Arriba, ilustración de una edición de 1438 del Canon de Avicena.
CUNA DEL SABER EUROPEO. Durante más de dos siglos, en esta Escuela se tradujeron obras de matemáticas, astronomía, filosofía, medicina, teología, física e incluso magia y alquimia. Gracias a estos trabajos realizados en Toledo, la Europa cristiana conoció parte de la sabiduría antigua, que nutrió a las nacientes universidades. El mayor impulsor del centro –en realidad, un grupo heterogéneo de intelectuales que trabajaron bajo el mecenazgo de reyes como Alfonso VI y de arzobispos como Raimundo de Sauvetat y Rodrigo Jiménez de Rada– fue Alfonso X el Sabio, que además puso en marcha y supervisó personalmente dos grandes obras: una Historia de España y la Grande y General Historia.
Este edificio, en la plaza de Santa Isabel, albergó la Escuela de Traductores en tiempos de Alfonso X.
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LIBRO
Toledo de leyenda, Manuel Lauriño. Almuzara, 2013. Una recopilación y puesta al día de doce leyendas relacionadas con el Toledo medieval, desde los tiempos de los visigodos a la época de la Reconquista, pasando por el dominio musulmán.
textos y saberes que no podían encontrar en las ciudades cristianas de Occidente. Desde allí se transmitieron a los centros del saber de la Europa cristiana las obras filosóficas y científicas más importantes de la Antigüedad. Entre las que se tradujeron al latín destacan la Historia de los animales de Aristóteles, la Metafísica y el Canon de Avicena o el Libro de los guarismos de Al-Jwarismi, que permitió la introducción de los guarismos árabes en las matemáticas en Europa, además de libros de filosofía, literatura, astronomía, matemáticas, geometría y medicina de grandes autores como Platón, Euclides, Hipócrates, Galeno, Ptolomeo, Al Kindi, Al Farabi, Raschid o Algacel. Quizás Dante no habría llegado a escribir su Divina Comedia si en Toledo no se hubiera traducido antes del árabe el Libro de la Escala, que recoge un relato legendario sobre un viaje de Mahoma al infierno y al paraíso. En la Escuela de Traductores no sólo se hicieron traducciones, sino que también se escribieron obras originales como el completo tratado de astronomía Libro de las tablas alfonsíes, además de obras de Historia y de derecho.
ANTISEMITISMO FEROZ. Las cosas iban bien, pero a comienzos del siglo XIV los tiempos de convivencia y bonanza se estropearon. Las graves crisis que asolaron Europa en dicho siglo provocaron enormes tensiones sociales, que sufrieron de manera intensa las minorías judía y musulmana. Acusados de ser responsables de la crisis, los judíos de Toledo fueron atacados en 1355. La situación se deterioró deprisa y, aunque se erigió la nueva sinagoga del Tránsito en 1361 a expensas de Samuel Ha Leví, tesorero del rey Pedro I, ardió parte de la judería precisamente en la zona donde después del incendio se construyó el claustro de la catedral, en 1389. Fue en 1391 cuando estalló el más terrible brote antisemita. Tras una encendida arenga de Ferrán Martínez, arcediano de Sevilla, la judería sevillana fue arrasada por cristianos enardecidos, que culparon a los judíos de todos los males. La virulencia de este pogromo llegó enseguida a Toledo; la noche del 18 de junio la judería fue asaltada, se asesinó a varios de sus habitantes, se produjeron saqueos y robos, se dañaron unas sinagogas y se derribaron otras. Siete años después se detuvo a algunos de los culpables cristianos, a
los que se les impuso una multa de 30.000 doblas de oro. Pero ni siquiera la intervención real calmó los ánimos de los antisemitas: el acoso continuó y precipitó el declive de los judíos toledanos. No se había superado el desastre de 1391 cuando, en 1405, apareció por la ciudad el predicador valenciano Vicente Ferrer, que pronunció un apocalíptico discurso contra judíos y musulmanes, más incendiario si cabe que los del arcediano de Sevilla, como se narra en una relación de la visita de este fraile dominico a Toledo: “Debe hacerse segregación y apartamiento de los domicilios judíos y moros que están y habitan entre los cristianos (...) y los judíos y los moros han de ser señalados para que sean reconocidos por toda la gente y así evitar muchos males e inconvenientes”. La visita de Ferrer provocó que la sinagoga mayor fuera incautada y reconvertida en iglesia de Santa María la Blanca y pasase en 1411 a pertenecer a la Orden de Calatrava. La judería siguió en decadencia y, aunque se recuperó algo a mediados del siglo XV, en 1492 la expulsión de los judíos dictada por los Reyes Católicos le dio el golpe de gracia. La mayoría de ellos se marchó de la ciudad y salió de Castilla en cuanto su última sinagoga, la del Tránsito, fue entregada a la Orden de Calatrava en 1494. La presencia judía en Toledo había tocado a su fin. Dice la leyenda que algunas familias hebreas cerraron las puertas de sus casas y se llevaron las llaves a su nuevo destino en Turquía, Grecia o el norte de África, donde añoraron la expulsión de Sefarad, el nombre hebreo de la península Ibérica.
LOS “MALVADOS” JUDÍOS. Aunque es cierto que hubo una larga etapa de convivencia tolerante entre las tres religiones monoteístas, no lo es menos que el antisemitismo se cebó con los judíos de Toledo en numerosas ocasiones, de las que las más violentas fueron los pogromos de 1391 y 1405, hasta su definitiva expulsión en 1492 (derecha, xilografía coloreada de 1880 que refleja dicha expulsión).
UN LARGO Y TRÁGICO FINAL. El modelo medieval de convivencia de las tres religiones de los siglos XII y XIII, que se había mantenido a duras penas en los dos siguientes, se desmoronó. Expulsados los judíos, ya sólo quedaba acabar con los mudéjares, como se aprecia en un texto del viajero Antonio de Lalaing, estando precisamente en Toledo en 1501: “En ese tiempo, en mayo, el archiduque, estando en Toledo con el rey y la reina, fue advertido de la multitud de blancos moros que habitaban las Españas. Sorprendido del caso, preguntó por qué lo consentían, y le respondieron que la causa era los grandes dineros que las tribus pagaban, porque cada cabeza
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UN MONARCA POETA E HISTORIADOR. Alfonso X de Castilla, conocido como el Sabio por su vasta cultura, reinó entre 1252 y 1284. Durante su gobierno fomentó la cooperación entre intelectuales cristianos, judíos y musulmanes en la célebre Escuela de Traductores de Toledo, además de reformar la economía y escribir las Cantigas de Santa María e importantes obras históricas y jurídicas. A la izquierda, su estatua en la escalinata de acceso a la Biblioteca Nacional, en Madrid.
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EL PROCESO DE UNIFICACIÓN RELIGIOSA QUE INICIARON LOS REYES CATÓLICOS EN 1492 Y QUE CULMINÓ FELIPE III ACABÓ CON LA TOLERANCIA ENTRE CULTOS EN TOLEDO
de ellas pagaba al año un ducado de oro. Y el archiduque respondió que algún día podrían hacer más daño al reino que lo que su tributo valía, como en otro tiempo hicieron y podían hacer aún. Tanto repitió el archiduque estas palabras, que penetraron por los oídos de la reina. Por lo cual, para complacer al archiduque, conociendo también que decía cosa cierta, ordenó que en el plazo de cuatro meses o cinco saliesen de sus países o se hiciesen bautizar y tener nuestra fe”. Esas palabras resultaron proféticas. En 1504, los Reyes Católicos dictaron el decreto de conversión obligatoria al cristianismo de todos los musulmanes de sus reinos de Castilla, León y Granada (los de la Corona de Aragón no fueron obligados a bautizarse hasta 1526); los mudéjares de Toledo, en su mayoría campesinos, artesanos y albañiles, lo hicieron sin protestar. Conminados a convertirse, fueron llamados moriscos, a los que se también se expulsaría a comienzos del siglo XVII. El tiempo de convivencia entre judíos, musulmanes y cristianos no fue idílico, pero hubo un larguísimo período, allá entre los siglos VIII y XV, en el cual todos ellos coexistieron pacíficamente; un tiempo en el que en Toledo, y en otras ciudades, pudieron rezar y practicar sus creencias en sus propios templos sin temor alguno. El proceso de unificación religiosa puesto en marcha por los Reyes Católicos en 1492 y culminado por Felipe III entre 1609 y 1614 puso fin a ese tiempo en el que la ciudad de Toledo encarnó las ideas de coexistencia, convivencia y tolerancia entre las tres grandes religiones monoteístas. MH
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TESOROS ARTÍSTICOS DE ROMA
Paseando por la ciudad eterna SUNTUOSAS PLAZAS Y MONUMENTALES EDIFICACIONES DEL RENACIMIENTO Y DEL BARROCO GUARDAN LA ESENCIA DE UNA URBE EN LA QUE, MIRES HACIA DONDE MIRES, PUEDES APRECIAR LA HERENCIA DE UN RICO PASADO. Por María Fernández Rei, filóloga
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A ORILLAS DEL RÍO TÍBER Apenas hay quien se marche de Roma sin haber sacado alguna fotografía al célebre castillo de Sant’Angelo, junto a la margen derecha del Tíber y conectado a la otra orilla por el puente más hermoso de la ciudad, y al Vaticano por un largo pasadizo amurallado. El edificio fue concebido inicialmente como mausoleo del emperador Adriano (117-138), pero su sólida estructura y su posición estratégica le han hecho jugar un papel decisivo en las interminables luchas por el dominio de la ciudad. Fortaleza inexpugnable en la que se podían resistir los asedios durante meses, ningún invasor podía proclamarse dueño de Roma hasta que no hubiera rendido Sant’Angelo. Además de fortaleza, ha servido también como palacio en el que los Papas pasaban largas temporadas en tiempos revueltos. Por eso cuenta con estancias nobles, enriquecidas con elegantes frescos renacentistas. Más tarde fue usado como cárcel, cuando pasó a manos del Estado Italiano, y desde 1925 alberga el Museo Nazionale del Castel Sant’Angelo. A la izquierda de la foto, uno de los diez ángeles que sostienen los instrumentos de la Pasión, encargados por Pablo III al escultor Gian Lorenzo Bernini en el siglo XVII.
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Entre los proyectos artísticos más importantes del Renacimiento en Roma destaca la reconstrucción y decoración de la Capilla Sixtina (2), realizada entre 1508 y 1512 por encargo del papa Julio II a Miguel Ángel, quien decoró la bóveda creando una obra maestra sin precedentes que cambiaría el curso del arte occidental. Roma también alberga otra memorable obra cumbre de Miguel Ángel, el Moisés (5). La leyenda cuenta que, al acabarlo, el artista golpeó la rodilla derecha de la estatua y le dijo: “¿Por qué no me hablas?”, sintiendo que la única cosa que faltaba por extraer del mármol era la propia vida. En la rodilla de Moisés se puede encontrar, de hecho, la marca del golpe de Miguel Ángel. Con la llegada del Barroco en el siglo XVII, la ciudad eterna se vio plagada de concursos para rediseñar edificios, fuentes e incluso la plaza de España (3), con la célebre obra de Pietro Bernini (padre de Gian Lorenzo), la Fontana della Barcaccia –que debe su nombre a su parecido con un barco naufragado–, situada a los pies de la característica escalinata de 135 peldaños. Otros dos ejemplos barrocos que engrandecen a Roma son la plaza Navona (4), cuyo mayor atractivo son las tres fuentes que la presiden, y la archifamosa Fontana di Trevi (1), donde los deseos viajan a través de una moneda al fondo de las aguas custodiadas por Neptuno.
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LAS VISITAS INELUDIBLES
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ITALIA UNIFICADA En 1885 comenzaron las obras para erigir el monumento a Víctor Manuel II (en la foto), también conocido como Altare della Patria (Altar de la Patria). Este enorme conjunto arquitectónico en honor del primer rey de la Italia unificada fue diseñado por Giuseppe Sacconi, quien idearía un edificio escalonado, con aires clásicos y dimensiones colosales. El monumento recibió críticas desde su misma construcción, ya que supuso la destrucción de una gran área de la Colina Capitolina –una de las históricas de Roma– donde se encontraba un barrio medieval. Para algunos, además, era demasiado grande y pomposo. En días soleados, este edificio puede llegar a ser tan brillante que resulta incluso molesto para la vista si se está cerca o dentro del recinto, dado el impoluto color blanco del mármol extraído de las canteras de Bo icino (cerca de la ciudad de Brescia). Al ser una construcción tan destacada en el panorama de Roma, ha recibido otras muchas denominaciones. Desde su origen, los romanos lo llamaron la Zuppa Inglese (una especie de pastel), la Tarta de Bodas o la Falsa Boca. Cuando los soldados aliados llegaron a Roma en 1944, lo llamaron también la Máquina de Escribir, apodo que luego adoptarían los propios italianos. Ello se debe a que la fachada con las columnas no es recta, sino que adopta cierta forma en arco.
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JOSÉ ANTONIO PEÑAS
DOSSIER
La evolución de las urbes DESDE EL ALBA DEL FENÓMENO URBANO EN LA ANTIGUA MESOPOTAMIA HASTA LA CONSTRUCCIÓN DE LOS RASCACIELOS EN EL NUEVA YORK DEL SIGLO XX, EL DEVENIR HISTÓRICO MARCÓ EL DESARROLLO DE LAS CIUDADES TAL Y COMO HOY LAS CONOCEMOS. ÉSTAS NO SERÍAN IGUALES SIN LA APORTACIÓN DE LOS PUERTOS FENICIOS, LAS POLIS GRIEGAS, LAS MEDINAS ISLÁMICAS... Por Roberto Piorno, periodista e historiador
Nacimiento de las protociudades. Evolución del urbanismo. Asentamientos coloniales. Un nuevo concepto: la polis. La ciudad de infraestructuras.
Pág. 48 Pág. 50 Pág. 52 Pág. 54 Pág. 56
El urbanismo medieval. Pág. 58 La ciudad islámica. Pág. 60 El ideal renacentista. Pág. 62 La urbe barroca. Pág. 64 La era industrial y postindustrial. Pág. 66
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MESOPOTAMIA
El alba del fenómeno urbano
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RUINAS AL DESCUBIERTO. Situada en la ribera oriental del Éufrates, de la antigua ciudad mesopotámica de Uruk, hoy en Irak (en la foto), se conservan restos datados entre los años 5300 a.C. y 4574 a.C.
HACE UNOS 8.000 AÑOS, EN EL LLAMADO CRECIENTE FÉRTIL, LA EVOLUCIÓN DE LAS ALDEAS NEOLÍTICAS MÁS DESARROLLADAS DIO LUGAR A INCIPIENTES CIUDADES QUE IBAN A SER LA SEMILLA DE GRANDES CIVILIZACIONES. ranscurría el VI milenio a.C. en Mesopotamia, la región comprendida entre los ríos Tigris y Éufrates, cuando comenzó a fraguarse una de las transformaciones políticas y socioeconómicas más trascendentes de la Historia de la humanidad. La creciente complejidad de las aldeas neolíticas más evolucionadas cristalizó en lo que, a la postre, habrían de ser los cimientos del urbanismo primitivo. Eridu,
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ubicada en el sur de Mesopotamia, y Tepe Gaura, en el noroeste del actual Irak, fueron los principales focos de consolidación del todavía incipiente fenómeno.
DE LA CULTURA DE ERIDU A LA DE URUK. Así, entre el VI y el V milenio
a.C. se construyeron los primeros edificios de prestigio, probablemente templos, aunque no hay consenso entre los especialistas. La erección de estas estructuras
denota el surgimiento de una autoridad religiosa que se sitúa en el centro de una sociedad cada vez más y más compleja. Poco a poco, la cultura de Eridu, con su característica agricultura de irrigación, se expandió por todo el sur de Mesopotamia. Con ella se desarrollaron innovaciones decisivas, como el arado de tracción animal, que poco a poco permitieron la acumulación de excedentes, de manera que en los asentamientos más importantes del período, como El Obeid o la propia Uruk, se fueron constituyendo centros de producción agrícola vertebrados alrededor de canales de riego en las márgenes del Tigris y el Éufrates. Los primeros templos monumentales datan de comienzos del IV milenio a.C., con una jerarquiza-
DOSSIER I
NACIMIENTO DE LAS PROTOCIUDADES
ción clara del espacio urbano. Por otro lado, los ajuares funerarios encontrados delatan crecientes desigualdades sociales y la progresiva consolidación de una estratificación económica que prefigura la aparición del poder político centralizado (ya no sólo religioso), en los que son los primeros indicios de surgimiento del Estado, cuyo desarrollo iría íntimamente ligado al de la ciudad.
CENTROS URBANOS JERARQUIZADOS. La especialización de las tareas productivas fue uno de los elementos característicos de estas protociudades que darían paso, en los siglos sucesivos, al nacimiento de los primeros centros urbanos propiamente dichos. Fue fundamentalmente a partir del año 3500 a.C. cuando este fe-
nómeno terminó de perfilarse en Uruk, donde ya se observa la tendencia a la concentración de la población en grandes centros urbanos muy jerarquizados, gobernados por un poder central con capacidad para ejecutar obras de irrigación cada vez más complejas, para monumentalizar los asentamientos y para explorar rutas de comercio de larga distancia por vía fluvial (y no sólo). Especialización productiva, estratificación económica y comercio del excedente agrícola fueron los pilares de esta naciente ciudad-Estado mesopotámica que, más allá de su dimensión como elemento organizador del espacio de la comunidad, tuvo una dimensión
Babilonia: la maravilla de Oriente
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htar y Marduk, y Babilonia se convirtió en uno de los principales asentamientos del mundo mesopotámico; más adelante, en el siglo XVIII a.C., comenzó a cuajar como la ciudad grandiosa que nos transmiten las fuentes. NÚCLEO DE UN IMPERIO. Hammurabi convirtió a Babilonia en capital de su imperio, inaugurando así la primera edad de oro de una urbe que sobreviría a mil avatares, ataques y destrucciones hasta que Nabucodonosor II, ya en el siglo VI a.C., la transformara en la ciudad más importante del mundo antiguo.
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on el declinar de las ciudades sumerias otras tomaron el testigo, y de entre todas ellas la más célebre y grandiosa, sin duda, fue Babilonia. Aunque su origen es oscuro, ya aparece citada en las fuentes como tributaria de Sargón de Acad en 2340 a.C. Situada a unos cien kilómetros de la actual Bagdad, la urbe se ubicaba sobre un suelo extraordinariamente fértil y prosperó gracias a su posición estratégica como cruce de caminos de rutas comerciales entre Oriente y Occidente. En las dos últimas centurias del III milenio a.C. se erigieron templos dedicados a Is-
ALBUM
Desde Mesopotamia, la cultura urbana irradió hacia regiones periféricas como Siria o Anatolia
PERÍODO PROTOHISTÓRICO DE SUMERIA. La cultura de El Obeid está considerada como el primer estadio de la civilización sumeria, en la Baja Mesopotamia. En la foto, una copa y dos cuencos de la época.
económica y sociopolítica muy marcada y estrechamente vinculada a la aparición del Estado. Tras el florecimiento de Uruk, en el período de Yemdet Nasr –que arranca hacia el año 3000 a.C.– tuvo lugar la aparición del palacio, que consolidó definitivamente el inexorable proceso de centralización del poder y la eclosión de las primeras monarquías. Lentamente, el fenómeno urbano fue ampliando su radio geográfico y convirtiéndose en el rasgo más característico de la civilización sumeria, llegando a su madurez en boyantes ciudades-Estado como Kish, Nippur, Umma, Lagash y, sobre todo, Ur, espoleada por monarcas como Ur Nammu o Shulgi, que en torno a 2000 a.C., coincidiendo con su mayor esplendor, llegó a albergar entre sus muros una población (sólo en el área urbana) de 65.000 habitantes. Desde Mesopotamia, la cultura urbana irradió hacia regiones cada vez más periféricas como Siria o Anatolia, y ya desde finales del IV milenio a.C. la ciudad hizo también acto de presencia a orillas del Nilo, en Egipto.
LAS CIUDADES FLUVIALES EGIPCIAS. Nuevamente fue un río –que ase-
Babilonia (en la ilustración) tuvo su edad de oro después del período del renacimiento sumerio.
gura buenas cosechas merced a los fértiles limos que arrastra en las zonas que anega– el foco de maduración del fenómeno urbano. Menfis o Tebas son fundaciones que se remontan al período que transcurre entre los años 3200 y 3000 a.C. Hay especialistas que defienden que la eclosión urbana en Egipto fue mucho más tardía y que no es apropiado hablar de ciudades propiamente dichas hasta el Imperio Nuevo (a partir de mediados del II milenio a.C.), pero la arqueología está acabando de derrocar este estereotipo. El país del Nilo, con toda probabilidad, ya contaba con asentamientos urbanos desde el período predinástico.
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VALLE DEL INDO Y CHINA
El avance de Oriente EN ASIA, A ORILLAS DEL RÍO INDO, SE HA EXCAVADO HASTA LA FECHA UN CENTENAR DE ASENTAMIENTOS DE UNA COMPLEJIDAD QUE EVIDENCIA UNA PLANIFICACIÓN URBANA ENORMEMENTE AVANZADA; LA MISMA QUE SE DIO EN LAS PRIMERAS CAPITALES CHINAS. l igual que el Tigris y el Éufrates estimularon la eclosión urbana en el horizonte cultural mesopotámico, otro río, el Indo, cimentó la génesis de una nueva cultura de ciudades, enormemente sofisticada, en las regiones noroccidentales del sur de Asia, alrededor de un vasto territorio que se extiende desde el noroeste de la India hasta el noreste de Afganistán pasando por el actual Pakistán. Existía ya en el III milenio a.C. en la región una arraigada tradición protourbana neolítica, rastreable en asentamientos como Mehrgarh, excavado en 1974 por Jean-François Garrige y habitado desde
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LAS PISTAS DE LA ARQUEOLOGÍA. Entre 1872 y 1873 fue excavada la antigua ciudad de Harappa (en la foto), asentamiento urbano que dominaba la zona norte de la región del Indo.
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finales del VIII milenio a.C. Pero fue, como en Oriente Próximo, en el transcurso de la Edad del Bronce cuando se produjo el salto definitivo de la aldea a la ciudad.
LA SOFISTICADA HARAPPA. Dos son los principales yacimientos en las orillas del Indo que delatan la consolidación en la región del fenómeno urbano: Mohenjo-Daro y, muy especialmente, Harappa, que dio nombre a una civilización que se desarrolló entre los años 3300 y 1300 a.C. y que alcanzaría su máximo esplendor en torno a 2600 a.C., coincidiendo con la proliferación de los primeros centros urbanos.
La génesis de la ciudad en el Valle del Indo es, por tanto, más tardía que en Mesopotamia, pero en su etapa de madurez presenta rasgos de complejidad tanto o más sorprendentes que los de la civilización surgida entre los ríos Tigris y Éufrates. Cerca de un centenar de asentamientos característicos de esta cultura han sido excavados hasta la fecha. En Harappa se documentan evidencias de una planificación urbana enormemente avanzada, caracterizada por planta rectangular y ejes centrales que confluyen en el centro del asentamiento, orientados en dirección a los cuatro puntos cardinales.
DOSSIER II
EVOLUCIÓN DEL URBANISMO Ni en Mohenjo-Daro ni en Harappa se han identificado vestigios de templos o palacios
Pataliputra: la ciudad de las 570 torres
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atna, capital del Estado indio de Bihar, es hoy una ciudad secundaria poblada por un millón setecientos mil habitantes, pero presume de una Historia milenaria que hunde sus raíces en el siglo V a.C. Por entonces el rey de Maghada, Ajatashatru, erigió una fortaleza que habría de convertirse, en poco tiempo, en la grandiosa ciudad de Pataliputra, que se afianzó como una importante encrucijada de rutas comerciales y que en poco más de un siglo ya superaba los cien mil habitantes. Buda hizo parada en ella en una ocasión y profetizó para la urbe un futuro de esplendor.
Pataliputra llegó a su máximo esplendor con el emperador mauria Asoka (en el dibujo).
CENTRO NEURÁLGICO DEL BUDISMO. A mediados del siglo IV a.C. se consolidó, en efecto, como la capital del reino de Chandragupta, convirtiéndose en la ciudad más importante del Valle del Indo. Pataliputra, no obstante, alcanzó su cénit en el reinado de Asoka, fundador del Imperio mauria, que la llenó de stupas (templos) e hizo de ella centro neurál-
gico del budismo. El griego Megástenes la visitó a finales del siglo IV a.C. en calidad de embajador y la describió como una urbe de dimensiones inabarcables delimitada por una colosal muralla de 570 torres y 460 puertas. Una exageración que delata, con todo, la magnitud de la majestuosa Pataliputra.
se han identificado vestigios de edificios de prestigio como templos o palacios– es el papel central de los criterios higiénicos en la vertebración del proyecto urbano. Las obras de ingeniería hidráulica (desde aquellas de saneamiento ambiental hasta las de eliminación de aguas residuales) en Harappa son de una sofisticación extraordinaria, mucho más avanzadas que las de
Lo más sorprendente del entramado urbano de la ciudad es la homogeneidad en la dimensión y características de las viviendas, todas ellas dotadas de acceso al agua (acaso el elemento más característico de la cultura del Valle del Indo) y erigidas según un patrón aparentemente único y perfectamente uniforme.
tancia parece apuntar a una sociedad no excesivamente estratificada en lo económico, en la que aún no se habría producido un proceso claro de concentración de la riqueza en manos de las élites, lo que ha llevado a los expertos a adivinar un cierto grado de igualitarismo sólo matizado por la moderada heterogeneidad en los ajuares de las tumbas, que sugieren al menos el esbozo de una tímida jerarquización social. Algunos autores han propuesto, a la luz de estas evidencias, que en la sociedad de Harappa no se había producido una centralización del poder propiamente dicha, por lo que todos los habitantes de la ciudad habrían gozado de idénticos derechos y obligaciones. No obstante, es impensable que una planificación urbana tan compleja y evolucionada fuera posible sin la presencia de una élite gobernante y de una cierta jerarquía que facilitara la toma de decisiones y la ejecución de proyectos de tal calibre. Otro aspecto característico de la civilización del Valle del Indo –en cuyas ciudades, sorprendentemente, no
GRANDES URBES CHINAS. Hao Ching, capital de la dinastía Zhou occidental, consolidó su proceso de urbanización en torno a 1100 a.C., pero fue en las primeras capitales de la China unificada –Chang’an, poblada desde el Neolítico, y Luoyang, fundada en el siglo XII a.C.– donde maduró definitivamente el fenómeno urbano, que terminaría de perfilarse en el I milenio a.C., cuajando definitivamente a partir de la unificación de China de manos de la dinastía Qin, en 221 a.C. Fue entonces cuando China se convirtió en una de las regiones más urbanizadas del mundo, con Chang’an superando el umbral de los 25.000 habitantes.
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¿IGUALDAD SOCIAL? Esta circuns-
las primeras ciudades mesopotámicas. Otro de los focos de eclosión en el Lejano Oriente de la cultura urbana fue la civilización china, en la que, pese a la existencia de asentamientos preurbanos bien documentados desde el año 2000 a.C., no sería hasta el último cuarto del II milenio a.C. cuando surgirían las primeras ciudades, con un modelo de planificación muy similar al imperante en el Valle del Indo, lo que probablemente no es sino un indicio de intensos contactos culturales entre ambas regiones.
CAPITAL DE LA DINASTÍA HAN ORIENTAL. Situada en la llanura central de China, Luoyang (en la foto) es una de las trece capitales antiguas del país.
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MAR MEDITERRÁNEO
EL INTERCAMBIO COMERCIAL ENTRE LAS CULTURAS MEDITERRÁNEAS FUE LA RAZÓN DEL FLORECIMIENTO DE NUMEROSOS NÚCLEOS URBANOS FUNDADOS A LO LARGO DE SUS COSTAS.
La expansión fenicia y griega
mediados del II milenio a.C., a lo largo de la costa levantina floreció un pujante ecosistema urbano alrededor de un puñado de ciudades-Estado vocacionalmente volcadas hacia el mar, que hicieron del comercio y los intercambios ultramarinos su razón de ser y la causa de su excepcional prosperidad económica. Tiro, Biblos o Sidón conformaban la espina dorsal de la civilización fenicia; una civilización que pronto comenzó a proyectarse en dirección a las costas vecinas del Mediterráneo oriental, pero también hacia los más remotos rincones del Mediterráneo occidental, hasta llegar incluso a las Columnas de Hércules (el Estrecho de Gibraltar).
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FORTIFICACIÓN EN MEDIO DEL MAR. En la costa oriental del Mediterráneo, las ruinas de la antigua Tiro (en la foto) se hallan a poco más de 70 km de la capital libanesa, Beirut. Originalmente constaba de dos centros urbanos distintos, uno en una isla y el otro en la costa adyacente.
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COLONIZACIÓN NECESARIA. La necesidad de dar salida a productos como la púrpura, la cerámica vidriada y la madera del Líbano, que se contaban entre las mercancías más características de esta civilización de intrépidos navegantes, y de abastecerse de materias primas esenciales que escaseaban en el radio de acción fenicio, impulsó un fenómeno de colonización a gran escala que “orientalizó” el Mediterráneo occidental en los siglos sucesivos. Fue sobre todo desde comienzos del I milenio a.C. cuando el fenómeno de la colonización fenicia devino sistemático,
Siracusa (en la foto, las ruinas de su teatro griego) fue la ciudad helena más importante de Sicilia.
DOSSIER III
ASENTAMIENTOS COLONIALES AGE
EL GIGANTE AFRICANO. Cartago (a la derecha, en un fresco) desarrolló un gran Estado con características monárquicas o de tiranía, que evolucionó más tarde hacia un sistema republicano.
y con él el nacimiento de ciudades –si bien no todas las fundaciones fenicias son “urbanas” en el sentido literal del término– en el norte de África, en las islas del Mediterráneo occidental y en la península Ibérica. Tiro fue la gran protagonista de este proceso de expansión colonial e impulsó fundaciones como Cartago y Útica en la costa africana o Gades en el último confín del Mediterráneo.
LA COMPETENCIA CON GRECIA. Pronto los fenicios encontrarían, no obstante, un duro competidor en el mundo griego. En el transcurso del siglo VIII a.C. tuvo lugar en la Hélade un proceso de progresiva concentración de poder y de tierras en torno a los aristócratas, lo que irremediablemente empujó a los pequeños propietarios y campesinos a la servidumbre como único medio de subsistencia. Paralelamente, Grecia asistió a un notable incremento de su población que, sumado a la progresiva fragmentación del kleros (el lote de tierra) resultante de este proceso, llevó a muchos griegos empobrecidos al endeudamiento y les dejó como única salida la emigración ultramarina en busca de nuevas tierras y oportunidades. Tras una primera fase de fundación de colonias comerciales fundamentalmente eubeas en Al-Mina, Tell Sukas o Ras Ibn Hani, a partir de 750 a.C. –año de la fundación de Cumas en la costa tirrena, en el sur de Italia– arrancó el período colonizador heleno propiamente dicho, encabezado por emigrantes que abandonaron la Hélade forzados por el complejo contexto socioeconómico. Fue un éxodo que se resolvió con la
Tiro fue la protagonista del proceso de expansión colonial fenicio y fundó ciudades como Cartago fundación de ciudades (apoikias) en Italia, Sicilia, la península Ibérica o el Mar Negro y que fue en sí mismo uno de los factores clave en el nacimiento de la polis griega, es decir, en la configuración del nuevo modelo de ciudad-Estado que sería característico del mundo heleno. Colonización y nacimiento de la polis fueron dos fenómenos íntimamente relacionados: los colonos tuvieron que enfrentarse a nuevos desafíos, inéditos aún en la Hélade, que comprendían la definición desde cero de un nuevo paradigma urbano y la vertebración del territorio circundante, así como el estatus y el encaje político de los recién llegados.
EXPORTACIÓN DEL PARADIGMA GRIEGO. La colonización fue por tanto,
en buena medida, el principal elemento (si bien no el único) de estímulo para la consolidación del modelo de ciudad-Estado griega. Y lo que en un principio fue más
bien un fenómeno espontáneo y no organizado acabó por adquirir una dimensión institucional, con una activa participación de la metrópolis en la puesta en marcha de los diferentes proyectos coloniales. El proceso, por consiguiente, tendió a formalizarse, de manera que tanto la metrópolis como los exiliados participaban en el nacimiento de la apoikia mediante el nombramiento de un oikistes al mando de la expedición, la selección de los colonos que habrían de participar en la fundación, la provisión de los medios logísticos para el viaje –los barcos, fundamentalmente– y, por último, la legitimación política y religiosa de la empresa, de manera que los vínculos entre metrópolis y colonia se mantuvieran vivos una vez que la nueva colonia fuese una realidad. La polis, de este modo, cuajó simultáneamente en la Hélade y en sus colonias, expandiendo así el singular modelo urbano y político griego por todo el Mediterráneo.
Siracusa: la colonia que se convirtió en potencia
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ras la fundación a manos de los eubeos en 736 a.C. de Naxos, primera colonia griega en Sicilia, Corinto imprimió su huella en la isla haciendo lo propio dos años después con Siracusa, que con el tiempo habría de convertirse en la apoikia más poderosa de la Magna Grecia. Arquias fue el oikistes encargado de liderar la empresa y eligió el emplazamiento de la colonia no sólo por su excelente posición estratégica y comercial, sino también por la disponibilidad de agua dulce (procedente del río Anapo), las condiciones ideales para la actividad agrícola, la existencia de dos puertos naturales y las facilidades que
ofrecía para la defensa. Siracusa prosperó rápidamente y pronto estuvo en disposición de fundar nuevas subcolonias en Acras y en Casmenai, en el transcurso del siglo VII a.C. RIVAL DE ATENAS Y CARTAGO. Gracias al impulso de los enérgicos tiranos Gelón y Dionisio I, la ciudad se convirtió en una de las grandes potencias del Mediterráneo occidental, rivalizando incluso con Atenas, que intentó sin éxito invadirla en 415 a.C., y sobre todo con Cartago, con la que se disputó la hegemonía en la isla en las llamadas Guerras Sicilianas, entre finales del siglo V y principios del IV a.C.
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CAPITAL LACEDEMONIA. Esparta (en la foto, las ruinas del templo de Artemisa Ortia), una de las polis griegas más importantes junto con Atenas y Tebas, basaba su sistema social y su constitución en la formación y la excelencia militar.
CIUDADES-ESTADO GRIEGAS
El modelo de la Hélade A PARTIR DEL SIGLO VIII A.C. EL EPICENTRO POLÍTICO, ECONÓMICO Y RELIGIOSO DE GRECIA FUERON LAS POLIS. NO ERA SÓLO UN CONCEPTO GEOGRÁFICO, SINO SOBRE TODO UN CONJUNTO DE CIUDADANOS. 54
urante el transcurso de la Edad Oscura –el período entre el colapso de la civilización micénica y el arcaísmo del siglo VIII a.C.–, los griegos habitaban modestos asentamientos escasamente poblados, en las antípodas de la sofisticación del horizonte cultural en la época palacial. El sensible crecimiento demográfico experimentado durante ese siglo exigió plantear el aumento del espacio urbano y, por ello, repensar el modelo de asentamiento y
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convivencia racionalizando esa expansión ineludible y superando la caótica organización de esas primitivas aldeas de la Edad Oscura. Fue entonces cuando, como solución a las nuevas necesidades espoleadas por la expansión colonial y la fundación de ciudades en ultramar, se afianzó en la Hélade un novedoso modelo de asentamiento con inéditas y transformadoras implicaciones políticas. A partir del siglo VIII a.C. la vida pública se focalizó en un espacio perfectamente delimitado, la polis, que desempeñaba diversas funciones en tanto que epicentro político, económico y religioso de la comunidad. La polis no era en absoluto un mero concepto geográfico.
INTEGRANTES DEL CUERPO CÍVICO. Constituida tanto por el área comprendida en el núcleo urbano propiamente dicho (asty) como por el territorio circundante (chora) donde se llevaban a cabo las tareas de explotación agrícola, esenciales para la subsistencia de la comunidad, la polis era, en realidad, la suma de sus habitantes en tanto que sujetos políticos.
DOSSIER IV
UN NUEVO CONCEPTO: LA POLIS Corinto: entre Esparta y Atenas hegemónicas durante todo el arcaísmo, y su cerámica se exportaba a todos los rincones del Mediterráneo. Presidida por Acrocorinto, una imponente acrópolis construida sobre la roca, controlaba el tráfico comercial de la Hélade gracias a su doble puerto en el golfo de Corinto y en el golfo sarónico. PERENNE ESPLENDOR. Fue una polis colonizadora y bajo su amparo se fundaron apoikias como Ambracia, Leucas, Corcira o Siracusa. Por otro lado, su esplendor no se apagó a partir de la hegemonía macedonia: continuó, de hecho, siendo una ciudad muy próspera durante el período helenístico y romano.
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nsombrecida por las dos grandes potencias del período clásico –Esparta y Atenas–, Corinto ocupaba una posición de crucial importancia estratégica para ambas polis, pues dominaba el istmo que une el Peloponeso y la Grecia continental. Gobernada por los Baquiadas hasta mediados del siglo VII a.C., la ciudad cayó bajo las redes de la tiranía de la mano de Cípselo en 657 a.C. Su hijo, Periandro, tomó el testigo de su padre y se significó como uno de los grandes gobernantes de la Grecia arcaica. Corinto, a lo largo de su Historia, conoció la tiranía, la oligarquía y la democracia. Fue, además, una de las polis
Corinto (en la foto, sus ruinas) gozó de gran prosperidad en la Antigüedad.
En un principio, la polis fue una herramienta de las élites para afianzar su poder
DISTINTOS TIPOS DE POLIS. En un principio, la polis fue una herramienta esencial de las élites para afianzar su poder, pero el desarrollo económico derivado de la apertura de nuevas rutas comerciales y el protagonismo cada vez mayor en la defensa de la polis de los pequeños propietarios agrícolas iría abriendo necesariamente el cuerpo cívico cada vez a más y más elementos. Los derechos de los ciudadanos (politai) estaban estrictamente regulados por la ley, y no todos los habitantes de la ciudad-Estado gozaban de ese privilegiado estatus. Los metecos y los periecos (residentes no nativos) en Atenas y Esparta, así como los esclavos, estaban excluidos de los privilegios de la ciudadanía. Por otro lado, la creciente stasis (con-
flictividad social interna) en el seno de las polis entre grupos aristocráticos, o entre estos y un demos cada vez más decidido a incrementar su participación en la gestión política de la comunidad, fue generando diferentes modelos de polis acordes con los mecanismos de respuesta y reacNO TODOS ERAN CIUDADANOS. Resulta difícil saber qué proporción de esclavos, frente a la de ciudadanos libres, había en Atenas o en Esparta en la época clásica. Abajo, en una lápida se representa a un atleta y a su esclavo.
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Por consiguiente, no era Atenas, Esparta o Tebas, sino los atenienses, los espartanos o los tebanos; es decir, los integrantes del cuerpo cívico, que en origen tuvo un cariz marcadamente aristocrático pero que iría creciendo e incorporando nuevos estamentos con el paso de los siglos. En la definición de este nuevo espacio políticoterritorial jugó un papel inicial el sinecismo, un fenómeno aglutinador en virtud del cual diversas aldeas se unían formando una única entidad política (el caso más paradigmático fue el de Esparta, resultado de la unión por sinecismo de cinco asentamientos preexistentes: Pitana, Cinosura, Limnas, Mesoa y Amiclas) y generando así nuevos lazos de solidaridad y comunión de intereses entre las aristocracias locales.
ción a estos conflictos: con orientación oligárquica o democrática o incluso bajo la hegemonía de una dinastía de tiranos, expertos en ganarse a las clases populares para derrocar regímenes oligárquicos más allá de los márgenes de la legalidad. La ocupación de nuevos territorios y las rivalidades con polis vecinas exigieron poco a poco superar el monopolio de la guerra por parte de la aristocracia.
URBANISMO HIPODÁMICO. La participación en el ejército del estamento hoplita (propietarios de tierras con capacidad para costearse su propia panoplia guerrera) y, a partir del siglo V a.C., de los thetes (los remeros de la flota, los ciudadanos con rentas más bajas) iría ampliando progresivamente la base social del cuerpo cívico y el número de ciudadanos con voz política en la comunidad. En el terreno de la planificación urbana fueron esenciales las aportaciones de Hipodamo de Mileto, que en 479 a.C. sería el encargado de diseñar la reconstrucción de su ciudad natal tras las Guerras Médicas con la línea recta como principio mortiz, planificando manzanas rectangulares que se cortaban en ángulos de noventa grados y sentando así las bases del urbanismo ortogonal. Éste se convertiría en el ideal de ciudad clásica, que traspasó fronteras en los siglos IV y III a.C. de la mano de Alejandro Magno, sus sucesores y los monarcas helenísticos, que recurrieron al plano hipodámico para construir Alejandría, Seleucia o Antioquía en Egipto y Asia.
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La vida en torno al Foro
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ROMA Y SU IMPERIO
EL URBANISMO FUE UNO DE LOS INSTRUMENTOS DE ROMANIZACIÓN MÁS EFICACES DE LA ERA IMPERIAL, PUES HOMOGENEIZABA A LOS PUEBLOS CONQUISTADOS. n el año 146 a.C. los griegos hicieron un último frente común para defender con uñas y dientes su autonomía, una singularidad innegociable y consustancial a la polis desde tiempos inmemoriales. En la batalla de Corinto, una coalición formada por los aliados de la Liga Aquea y por la propia Corinto plantó cara a las legiones romanas con resultados desastrosos. El ejército griego fue aplastado y Corinto destruida; Roma, finalmente, sellaba su hegemonía sobre la Hélade e incorporaba a los orgullosos griegos a los límites de su cada vez más extenso Imperio. Como en tantas otras ocasiones, la nueva potencia hegemónica en el Mediterráneo conquistaba con la fuerza de las armas, pero al mismo tiempo, reconociendo la grandeza de la civilización griega, se dejaba conquistar por las ideas del pueblo sometido. Y una de las múltiples herencias que los griegos dejaron a los romanos fue su cultura urbana.
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CRECIMIENTO CAÓTICO. No es que Roma fuese novata en el arte de fundar y planificar ciudades, pero tenían mucho que aprender de los griegos, y lo hicieron. Roma fue fundada en el año 753 a.C., pero su crecimiento y consolidación urbanos a lo largo de los siglos habían sido caóticos. La ciudad del Tíber estaba lejos de ser un ejemplo de planificación. Había nacido alrededor de una orografía muy peculiar, poco apta para los criterios de orden, equilibrio y armonía espacial del ideal de ciudad clásica. A lo largo de los siglos, a medida que su población crecía exponencialmente, se habían buscado soluciones improvisadas, resultando en un conjunto desordenado de calles y en una aglomeración de viviendas que apenas dejaba espacio a transformaciones racionales y a una reorganización orgánica del intrincado urbanismo. Así, tras la conquista de Grecia, no tardaron en asimilar, conscientes de sus múltiples ventajas, la cultura urbana de los conquistados, tomándola como punto LA CIUDAD ETERNA. Conquista tras conquista, el Imperio aumentaba su poder a la vez que su centro neurálgico, Roma (en la foto, el Coliseo), se convertía en una grandiosa urbe clásica.
DOSSIER V
LA CIUDAD DE INFRAESTRUCTURAS Una de las múltiples herencias que los griegos dejaron a los romanos fue su modelo urbano
Emerita Augusta: la gran urbe hispanorromana undada por Octavio Augusto en el año 25 a.C., Emerita Augusta se erigió, como tantas otras ciudades romanas provinciales de nueva planta, para acoger a veteranos de las legiones; en este caso, de la V Alaudae y la X Gemina, que habían combatido en las Guerras Cántabras. Concebida a partir de una trama viaria en retícula que en buena medida ha sobrevivido en la actual Mérida (el Decumanus corresponde a la calle Santa Eulalia y el Cardo a las calles Trajano y Calvario), la urbe, capital de la Lusitania, fue desde el primer momento un vector fundamental de romani-
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de partida, desde entonces, para la creación de ciudades de nueva planta. El plano hipodámico habría de convertirse en el paradigma urbano por antonomasia en las nuevas provincias romanas en los siglos sucesivos. Poco a poco, la ciudad cuajó como uno de los instrumentos de romanización más eficaces. Las ventajas del modelo, que mejoraba sensiblemente las condiciones de vida de habitantes de la periferia del Imperio, fueron el mejor argumento para asimilar y homogeneizar dentro de los patrones de la romanidad a los pueblos recién conquistados.
VALIOSO ENCLAVE HISPANO. Parte del éxito de la fundación corresponde a su estratégica posición en el trayecto de la Vía de la Plata y en el cauce del Guadiana. En pocos años la ciudad se adornó con toda clase de espléndidos edificios públicos, como el teatro, el anfiteatro y el circo, y templos de culto imperial como el de Diana y Marte.
Desde finales del siglo III, Emerita Augusta fue la capital de la Diócesis de Hispania. En la foto, el teatro romano de Mérida.
tangular cortada por dos vías principales, el Cardo Maximus y el Decumanus Maximus, que desembocaban en cuatro puertas y que dividían el recinto en cuatro partes iguales. Las primeras colonias romanas en los territorios conquistados eran, de hecho, asentamientos militares, poblados por veteranos
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ciones, la dotación de nuevas y avanzadas infraestructuras, la difusión de servicios públicos esenciales y de edificios para el ocio, así como la inserción de los nuevos asentamientos en una tupida red de calzadas que espoleaba las actividades comerciales, cimentaron la pronta y eficaz romanización de los vencidos y sentaron las bases de un eficaz sistema de control político y militar de las provincias. Pero Roma no se limitó a implementar el trazado hipodámico tal cual lo había importado desde Grecia y los reinos helenísticos. Las urbes romanas de nueva planta tomaron como punto de referencia los campamentos militares fortificados, que se estructuraban en planta rec-
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HERRAMIENTA DE ROMANIZACIÓN. La sensible mejora de las comunica-
zación en una zona aún poco romanizada. En muy pocos años, cristalizaría como una de las ciudades más importantes del Imperio, con una población de hasta 55.000 habitantes.
PLANIFICACIÓN URBANA. En el Imperio Romano, el término “Cardo” designaba una calle de orientación norte-sur en un campamento militar o colonia. En la foto, un ejemplo de Cardo Maximus.
del ejército que ejercían como agentes de romanización y, a la vez, garantizaban una defensa eficaz del territorio.
A IMAGEN DEL ÁGORA GRIEGA. Es en ese modelo de colonia militar donde radica el origen de la planta reticular en damero, tan característica del mundo romano. En el punto de encuentro entre Cardo y Decumanus se hallaba el Foro, epicentro de la vida pública a imagen y semejanza del ágora griega, y en cada uno de los cuadrados resultantes de la intersección de las calles se ubicaban las insulae, los bloques de viviendas donde residía la gente común (los miembros de la élite vivían en la suntuosa domus). Por otro lado, el urbanismo romano tenía una orientación en la que convivían lo ornamental con lo estrictamente utilitario, lo que se tradujo en la innovación en materia de técnicas constructivas, en el empleo de nuevos materiales como el opus caementicium (hormigón), el opus reticulatum y el latericium (mampostería) y en la construcción de sofisticadas obras de ingeniería hidráulica, mucho más avanzadas que las griegas, como acueductos y cloacas.
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LA EUROPA FEUDAL
¡Bienvenido al burgo! na de las víctimas más ilustres del colapso del Imperio Romano de Occidente fue sin duda la cultura urbana. Ya desde la aguda crisis del siglo III el mundo romano había comenzado a sumergirse en un inexorable proceso de ruralización. Las ciudades poco a poco quedaron abandonadas, aplastadas por el rodillo de la crisis económica, el influjo de las epidemias, la cronificación de los saqueos y –consecuencia inevitable de la desintegración política del Imperio– las oleadas migratorias de los bárbaros. La cultura urbana inherente a la romanización quedó prácticamente desmantelada, en un proceso de regresión económica y social que sentó las bases de lo que la historiografía europea ha dado en llamar Años Oscuros. No sería hasta ya entrado el siglo XV cuando Europa occidental revitalizase de una vez por todas el fenómeno urbano; eso sí, si bien durante la Edad Media la involución en el
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mundo de la ciudad europea es evidente, conviene evitar aproximaciones eurocéntricas a la cuestión, ya que el proceso de ruralización fue un fenómeno característico, fundamentalmente, del ámbito geográfico del Mediterráneo occidental, y aun en este caso con matices (la Córdoba de los Omeya sería una notable excepción).
EL DESPERTAR EUROPEO. El florecimiento al este de Constantinopla de las ciudades islámicas y de las grandes urbes del Imperio chino, en una edad dorada extremo-oriental para el fenómeno urbano, contrastó con el estancamiento y el colapso de la vida metropolitana en el oeste. Sin embargo, a partir de los siglos X y XI Europa occidental comenzó finalmente a despertar del letargo. La conflictividad se redujo y, en consecuencia, la seguridad aumentó, gestándose un contexto mucho más propicio para el intercambio de mercancías a media y larga distancia.
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HUBO UN LENTO RENACER DE LAS CIUDADES EN TORNO A LOS CASTILLOS DE LA NOBLEZA, EN CUYO PERÍMETRO SE ASENTARON AGRICULTORES, COMERCIANTES Y ARTESANOS.
EJEMPLO DE URBE MEDIEVAL. Fundada en 1191 por el duque Berchtold V de la casa Zähringen, Berna (Suiza) se encontraba protegida por la muralla y la Torre del Reloj (en la foto).
En un primer momento la cultura urbana renació alrededor de asentamientos romanos preexistentes, pero pronto proliferaron nuevas comunidades agrícolas en pequeñas ciudades recién fundadas. El nuevo espacio urbano se vertebró alrededor del burgo, nombre que originalmente designaba al castillo del señor feudal erigido como puesto de vigilancia fronteriza, pero que acabaría englobando los asentamientos construidos alrededor y habitados por gentes en busca de protección, en cuyo interior se ubicaba el mercado. Fue, pues, el feudalismo el motor de este tímido renacimiento de las ciuda-
DOSSIER VI
Gante: el corazón de Flandes
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encionada por primera vez en las fuentes en el transcurso del siglo VII, Gante vivió su período de máximo esplendor entre los siglos XI y XV, convertida en una de las ciudades más prósperas del viejo continente. En pocas zonas floreció con tanta intensidad el fenómeno urbano como en Flandes, que, después del norte de Italia y durante toda la Edad Media, fue la región de Europa más avanzada desde el punto de vista del desarrollo urbanístico. Gante era en este período la segunda ciudad más grande de Europa occidental, sólo superada en extensión
por París, y forjó su prosperidad gracias, fundamentalmente, a la industria textil que le dio fama internacional. Hasta comienzos del siglo XIV, la ciudad estuvo gobernada por una oligarquía de ricas familias de mercaderes. IMPORTANCIA DE LOS GREMIOS. En décadas sucesivas, los gremios fueron adquiriendo mayor protagonismo en la economía de la ciudad y la base social sobre la que descansaba el poder se amplió. Se estima que en el siglo XIV la población de Gante, en su cénit histórico, llegó a rondar los sesenta mil habitantes.
des, que emergieron alrededor de la autoridad de señores y monasterios. Los nuevos colonos se sentían atraídos por la seguridad proporcionada por los recursos militares del señor feudal y por las ventajas económicas, jurídicas y fiscales que la ciudad proporcionaba.
SE ABREN RUTAS HACIA ORIENTE. Poco a poco las condiciones para el comercio mejoraron ostensiblemente, y alrededor del señor feudal prosperaron ciudades cada vez más grandes y pobladas en el norte de Italia, en Flandes o en el Báltico (con el surgimiento de la Liga Hanseática), pero también en la costa mediterránea, donde la inexorable pérdida de influencia del Islam –con el lento declive de Al-Ándalus y la conquista normanda de Sicilia– a partir del siglo XI abrió a la Europa cristiana las puertas de las rutas comerciales hacia Oriente.
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EL URBANISMO MEDIEVAL
En el siglo XIV, Gante (en la foto) fue, después de París, la ciudad medieval más grande de Europa al norte de los Alpes.
En un primer momento, la cultura urbana renació alrededor de asentamientos romanos preexistentes Entre los siglos XII y XIV, en la Europa occidental se afianzó el renacimiento urbano con la progresiva superación de la etapa de servidumbre feudal, en medio de un proceso de diversificación económica que trascendió ampliamente las limitaciones de la economía agraria, con la proliferación de los gremios y la consolidación de la economía monetaria. Diferentes tipos de asentamientos urbanos cristalizaron en el viejo continente, desde las Bastidas del sur de
Francia, con planta reticular –característicos asentamientos feudales fortificados, orientados a la explotación agrícola–, hasta las ciudades suizas fundadas por la casa de Zähringen, urbes comerciales vertebradas alrededor de una calle-mercado que abundaron durante los siglos XII y XIII.
IMPACTO DE LA PESTE NEGRA. Sin llegar al cuarto de millón de habitantes de ciudades como Constantinopla, Hangzhou o Bagdad, a comienzos del siglo XIII París contaba con unos ciento cincuenta mil pobladores (Venecia, con ochenta mil; Gante, con sesenta mil). La crisis del siglo XIV, provocada por el impacto demográfico de la peste negra y acompañada de intensos desequilibrios políticos, sociales y económicos, marcó empero un paréntesis en este proceso de consolidación urbana en la mayoría de regiones de Europa occidental. SÍMBOLO Y PROTECCIÓN. El recinto amurallado medieval de Ávila, emblema de la ciudad castellana (abajo), está considerado el mejor conservado de España y probablemente de Europa.
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EDAD DORADA EN ORIENTE
Un paseo por la medina ADEMÁS DE SEGUIR UN ORDEN JERÁRQUICO, LA URBE MUSULMANA ENFATIZABA LA DIMENSIÓN PRIVADA DE LA VIDA EN COMUNIDAD DANDO PROTAGONISMO A LAS VIVIENDAS.
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GRANDES NÚCLEOS DE POBLACIÓN. Pero no era en modo alguno un
LAS CREENCIAS ORGANIZAN EL ESPACIO. La religión se vertebraba alrededor
de un conjunto de valores y creencias que ponían un énfasis decidido en los conceptos de organización, autoridad y jerarquía, todos ellos pilares esenciales de la vida urbana en el mundo musulmán. Así, la ciudad islámica era el eje de las relaciones sociales entre los miembros de la comunidad de creyentes, en una cultura en la que, a través del fenómeno urbano, se enfatizaba la dimensión colectiva de la experiencia religiosa, desalentando el nomadismo y la dispersión. Esas creencias ocuparían una posición ALAMY
fenómeno aislado. La Córdoba omeya, la ciudad más importante del Occidente islámico, rondaba los cuatrocientos cincuenta mil habitantes, mientras que El Cairo superaría el umbral del medio millón a comienzos del siglo XIV. En efecto, el Islam
es una cultura eminentemente urbana, y la meteórica expansión de esta civilización por Asia, África y Europa arrastró consigo un excepcional desarrollo de las ciudades como centros económicos y de comercio, pero también como lugares de encuentro de la umma (la comunidad de creyentes), como elemento motriz del Dar-al-Islam (el hogar del Islam, constituido por aquellas tierras habitadas por musulmanes).
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l declive de la cultura urbana en Europa –tras el colapso del Imperio Romano de Occidente– contrastó con una edad dorada para el pujante e imparable Islam, una de cuyas manifestaciones más características fue, precisamente, la instrumentalización de la ciudad como vehículo de afianzamiento de la expansión y como elemento vertebrador de la sensibilidad religiosa en su dimensión espiritual y política. A finales del siglo X, Bagdad, la capital del califato abasí, superaba el millón de habitantes, rivalizando con Kaifeng, capital de la China de los Song, como la urbe más poblada y desarrollada del mundo de la época.
central en la vida cultural de la urbe, de tal manera que la mezquita se convertiría en el espacio público por antonomasia, en la cúspide de la jerarquía espacial pero también religiosa e institucional, como sostén y elemento cohesionador de los diferentes grupos que habitaban la ciudad. La cultura urbana del mundo musulmán presenta patrones genuinos que la diferencian sustancialmente de las singularidades de la Europa cristiana. Sin embargo, la arqueología ha demostrado que en las nuevas fundaciones islámicas, muy especialmente en la zona del Magreb, abundaban los patrones y parámetros del urbanismo romano. La expansión, por consiguiente, conllevó un proceso de aculturación y de absorción de influencias no sólo del mundo romano, sino también del persa y el bizantino; la ciudad cuajó así como un centro de control CAPITAL CALIFAL. Mezquitas, bibliotecas, baños y zocos abundaron en la Córdoba (izquierda) de los Omeya, que contaba con multitud de fuentes y alcantarillado en esta era de esplendor.
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DOSSIER VII
LA CIUDAD ISLÁMICA Córdoba: la perla del Al-Ándalus
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undada por los romanos, y antaño capital de la Bética, Córdoba fue el centro neurálgico del poder emiral (y, posteriormente, califal) de Al-Ándalus, cuajando como una de las ciudades más pobladas y desarrolladas del mundo en el siglo X. Su época de máximo esplendor comenzó en tiempos de Abderramán I, emir entre los años 756 y 788, momento en el que se inició la construcción de su célebre mezquita sobre los cimientos de la basílica cristiana de San Vicente Mártir.
territorial y administrativo y, naturalmente, como un foco de ulterior expansión de la fe islámica en todas las direcciones. Las diferencias con respecto al modelo romano son notables: la cultura urbana en el Islam enfatiza la dimensión privada de la vida en comunidad, con las viviendas –estructuradas alrededor de un patio central ajardinado y sin apenas proyección al exterior– como uno de los elementos más característicos.
INTRINCADO ENTRAMADO URBANO. El espacio público estaba fuertemente jerarquizado. Por un lado, la qasaba, la ciudadela central amurallada, acogía la residencia del gobernador y constituía en sí misma una ciudad dentro de la ciudad, con su propia mezquita y su barrio residencial. En la medina, de plano irregular y concebida como un laberinto de callejuelas, se ubicaba la mezquita, y cerca de ésta la madrasa
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ESPACIOS PARA LA FE. Las mezquitas aparecieron por primera vez en el Imperio otomano (que coincide parcialmente con la actual Turquía) durante el siglo XI, cuando muchos turcos en la región empezaron a convertirse al Islam. En la foto, una de las mezquitas antiguas mejor conservadas de Bagdad (Irak).
EPICENTRO CULTURAL. La ciudad prosperó de tal modo que acabó convirtiéndose en uno de los centros de peregrinación más importantes del mundo islámico, sólo por detrás de La Meca. En el siglo X rivalizaba con Constantinopla por el título de ciudad más poblada y cosmopolita del Mediterráneo. La universidad, una biblioteca con cuatrocientos mil volúmenes, veintisiete escuelas gratuitas que ponían la educación al alcance de todos y sus suntuosos jardines, fuentes y baños públicos la convirtieron en el epicentro cultural, político y económico del mundo civilizado.
o escuela coránica, así como el zoco, que a diferencia de lo que es habitual en las ciudades cristianas estaba jalonado de tiendas y mercados de carácter permanente. Una de las principales características de este intrincado entramado urbano era la ausencia de plazas y edificios públicos orientados al ocio, tan habituales en las ciudades romanas. La vida social, los puntos de encuentro de la comunidad, se limitaba a la mezquita, el zoco –con los oficios principales agrupados en barrios gremiales–, los baños y los jardines. La ciudad islámica combinó así influencias muy vivas de las culturas urbanas de las civilizaciones con las que rivalizaba, pero a la vez se moduló a partir de una concepción del espacio absolutamente única. Un modelo urbano que, a grandes rasgos, ha pervivido y se ha perpetuado a lo largo de los siglos, y que aún hoy continúa plenamente vigente.
La cultura urbana del mundo islámico presenta patrones genuinos que la diferencian de Europa
En el año 756, Abderramán I se convirtió en el primer emir independiente de Córdoba (arriba, en una litografía de 1875).
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ITALIA EN LOS SIGLOS XV-XVI
No hay ciudad sin palacio
n el contexto de las ciudades medievales, el palacio o la catedral dominaban el espacio urbano, pero en ningún caso su relación con los otros elementos de la urbe respondía a un criterio racional o a una estrategia ordenada. Más bien, durante la Edad Media la ciudad surgía a partir de la superposición un tanto caótica de sus diferentes elementos, sin un plan preconcebido, muy lejos de las ideas platónicas y aristotélicas y al margen del ideal de urbanismo grecorromano, desde la improvisación que imponía sucesivamente la solución, más o menos eficiente, a necesidades muy concretas. Durante el Renacimiento, el urbanismo volvió a ser una disciplina consolidada: el trazado hipodámico o los patrones del castrum romano retornaron al centro del debate teórico sobre la ciudad ideal, que
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volvió a ser pensada en términos geométricos y recuperó, diez siglos después, su identidad clásica en tanto que cobijo de una comunidad política donde el espacio público era un eje fundamental para las relaciones, la comunicación y el intercambio de ideas entre los diferentes miembros de esa comunidad. Así, durante el siglo XV resurgió en Italia el espíritu del ágora griega y del foro romano, de la ciudad por y para las artes.
FIN DEL FEUDALISMO. La expansión comercial y el auge demográfico característicos de la Baja Edad Media cristalizaron durante el Renacimiento en una prosperidad económica y una redefinición de las relaciones político-institucionales, superado el lastre del feudalismo, que vertebraron los diferentes territorios en torno a la ciudad-Estado, que
combinaba los modelos de gobierno del mundo grecohelenístico y del romanorepublicano y vinculaba la idea misma de libertad del individuo a sus derechos como miembro de esa comunidad ciudadana. Se impuso nuevamente una discusión sobre el papel del espacio público en la vertebración de la vida urbana, y sobre la manera de configurar ese espacio en términos geométricos para su mejor aproLa emblemática plaza de la Signoria, en el corazón de Florencia.
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EN EL RENACIMIENTO SE IMPUSO UNA DISCUSIÓN SOBRE EL PAPEL DEL ESPACIO PÚBLICO EN LA VERTEBRACIÓN DE LA VIDA URBANA, EN LA QUE DIOS YA NO ERA EL CENTRO.
DOSSIER VIII
EL IDEAL RENACENTISTA LAS CIUDADES-ESTADO DEL RENACIMIENTO. Venecia, junto con Florencia, fue una de las más importantes. En la imagen, icónica panorámica del Gran Canal –con sus palazzi y, al fondo, Santa Maria della Salute– desde el Puente de la Academia.
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LA TRAZA ITALIANA. En el noreste de la península Itálica, Palmanova (en la foto, una vista aérea) fue concebida como una máquina de guerra: el número de baluartes y la longitud de los lados se establecieron de acuerdo con el alcance de los cañones de la época.
La utopía urbanística se persiguió a través de obras de acondicionamiento y una apuesta por la uniformidad
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manistas: en ella Dios ya no mediatizaba la vertebración del espacio público, aunque, no obstante, la religión seguía desempeñando un papel primordial.
vechamiento y adaptación a las necesidades de la comunidad política, la actividad económica y el desarrollo de las artes. La cristalización de la ciudad-Estado italiana implicó la incorporación al fenómeno urbano de las élites político-económicas, que residían en el interior de la ciudad en alguno de los suntuosos palazzi que caracterizaron al nuevo paisaje de la urbe. Ésta estaba concebida en términos hu-
PRIORIDAD DE LA BELLEZA. La tradicional plaza del mercado medieval cedió su lugar a la plaza monumental, concebida para enfatizar la centralidad del duomo, del palacio o del edificio institucional. A su alrededor el entramado urbano presentaba un trazado octogonal y se priorizaban el orden, la higiene y, sobre todo, la belleza del paisaje arquitectónico, cargado de singularidad y personalidad gracias a la aportación de los grandes arquitectos del período como Brunelleschi, Alberti o Bramante. Si bien en muchos aspectos Florencia, cuna del Renacimiento, fue la ciudad-
Florencia: la cuna del humanismo
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ueron los legionarios veteranos de Julio César quienes, en el año 59 a.C., poblaron la recién fundada Florencia. Muchos siglos después, la ciudad volvió los ojos a la Antigüedad clásica para inaugurar una nueva etapa en la Historia de la civilización occidental. Gobernada por una oligarquía comercial y banquera, Florencia prosperó desde finales del siglo XIV gracias al impulso de los Médici, que en la práctica tomaron las riendas del poder, pero preservando la fachada de las instituciones republicanas. El florín (el dólar de la época) permitió a la ciudad alcanzar cotas de riqueza extraor-
dinarias. El dinero fue utilizado para hacer de Florencia la ciudad renacentista por excelencia, que imponía la horizontalidad arquitectónica en perjuicio de la verticalidad gótica y apostaba por la simetría y la organización racional del espacio urbano. La apuesta de los Médici por ese retorno al mundo clásico hizo de Florencia la ciudadEstado más poderosa de Italia, capital del humanismo, gracias a la impagable aportación de arquitectos como Brunelleschi y de otros artistas como Lippi, Ghirlandaio o Bo icelli. A comienzos del siglo XV, la población del Estado florentino rondaba los 110.000 habitantes.
Estado italiana por antonomasia, buena parte del debate intelectual urbanístico se desarrolló en el terreno de la utopía. La realidad es que fueron pocas las ciudades construidas ex-novo durante este período, y en la mayoría de los casos el ideal apenas pudo plasmarse en limitadas alteraciones de los espacios públicos de las viejas ciudades medievales, que se reconfiguraron pero cuyo caótico urbanismo con frecuencia frustró el sueño de la ciudad ideal, que dio pie a numerosos tratados (firmados por Alberti, Filarete, Cataneo o Scamozzi, entre otros). Así, la utopía, muy influenciada por el pensamiento de Vitruvio, tuvo un impacto mucho mayor en el terreno de la arquitectura, y no tanto en el del urbanismo. A pesar de todo, el ideal se persiguió a través de obras de acondicionamiento, destrucción de viejos edificios, construcción de nuevos palacios e iglesias y la firme apuesta por una arquitectura uniforme.
LAS TESIS DE SCAMORZI. De entre los utópicos, algunos vieron su sueño hecho realidad con la materialización de su ciudad ideal. Fue el caso de Scamorzi, cuyas tesis urbanísticas cristalizaron en la erección de Palmanova, edificada en 1593 por los venecianos y quintaesencia de la arquitectura militar renacentista. Construida en el interior de un perímetro defensivo poligonal de nueve caras, condensa todas las virtudes y ventajas de la llamada Traza Italiana, antídoto contra la proliferación de armas de fuego en los asedios.
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ABSOLUTISMO EN OCCIDENTE
Sede de la Corte, capital del Estado EL SIGLO XVII TRAJO EL FIN DEL IDEAL DE CIUDAD-ESTADO RENACENTISTA, QUE DIO PASO A UN NUEVO PARADIGMA: LA CAPITAL DEL ESTADO-NACIÓN DISEÑADA PARA CENTRALIZAR TODO EL PODER POLÍTICO Y COMO UN MARCO ESCENOGRÁFICO DE EXALTACIÓN DEL MONARCA. n 1648 la paz de Westfalia puso fin a la Guerra de los Treinta Años, que había desangrado al viejo continente en la primera mitad del siglo XVII. Más allá de sus implicaciones políticas y de los equilibrios territoriales resultantes, el tratado formalizó el “nacimiento” del Estado-nación moderno, liquidando los últimos vestigios del feudalismo y dibujando un marco político-ins-
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titucional que superaba el ideal de ciudadEstado renacentista. En este nuevo modelo político-territorial, una vez definidos los límites del Estado-nación se procedió a una progresiva centralización del poder político en torno a la figura del monarca absoluto. Todo gira, a partir de este momento, alrededor del Estado, y la ciudad capital se convierte en el centro neurálgico de ese nuevo marco de poder y de relación
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PROYECTO OVAL. Diseñada por Gian Lorenzo Bernini entre 1656 y 1667, la plaza de San Pedro del Vaticano (en la foto) es una gran explanada trapezoidal, que se ensancha con forma elíptica, de columnatas rematadas con las figuras de ciento cuarenta santos de diversos lugares y épocas.
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entre gobernantes y gobernados, en un instrumento del monarca y de sus élites para perfilar los límites de la autonomía de otros centros urbanos. La libertades de las que gozaron las burguesías urbanas durante el Renacimiento quedaron, a partir de ese momento, enteramente supeditadas a la autoridad de un poder central omnímodo que proyectaba su fuerza ilimitada en el nuevo modelo de ciudad barroca, que de-
DOSSIER IX
Las capitales de los Estados-nación eclipsaron por completo a las ciudades secundarias finía un nuevo marco de relación entre el espacio urbano y sus habitantes. Las capitales de los Estados-nación eclipsaron por completo a las ciudades secundarias, erigiéndose en centros administrativos, políticos, económicos y culturales alrededor de un nuevo modelo de planificación urbana que, nuevamente y al igual que en el Renacimiento, cuajó como un proyecto ideal que pocas veces cristalizó totalmente, pero que sí promovió hondas transformaciones en ciudades preexistentes.
PALACIO EN PIEDRA BLANCA. La ciudad italiana de Turín es uno de los ejemplos más destacados de planificación barroca. En la foto, el palacio Madama en la céntrica plaza del Castillo.
proyecto al ideal práctico y estético que imponía el poder central y que, de algún modo, institucionalizó un modelo arquitectónico de corte barroco que los súbditos hubieron de hacer necesariamente suyo.
PAPEL DESTACADO DE LAS PLAZAS. Los nuevos edificios monumentales,
palacios e iglesias se ubicaron como referentes visuales en torno a los cuales, posteriormente, se diseñaban los ejes rectilíneos y arterias principales del entramado urbano, prestando una cuidada atención a la perspectiva y confiriendo un papel destacado a las plazas, que en el nuevo modelo de capital barroca se multiplicaron. Éstas se distanciaban conceptualmente del modelo medieval-renacentista de plaza-mercado o de ágora pública. Bajo el impulso de los monarcas absolutistas, estos espacios adquirieron una dimensión fundamentalmente escenográfica, que ponía de relieve las virtudes estéticas de la ciudad pero que, fundamentalmente, cumplí una
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INSTRUMENTO DEL REY. La capital era la nueva sede de la Corte y en ella se instalaron, como satélites de ésta, la nobleza y las élites económicas y culturales, a la vez que los órganos municipales iban perdiendo poder y atribuciones paulatinamente, en beneficio del aparato administrativo controlado directamente por el monarca. Así, la ciudad barroca fue un instrumento más en manos del rey y en ella imperaron tres principios fundamentales en la redefinición del espacio urbano: la perspectiva monumental, que sacaba todo el partido visual posible a la dimensión escenográfica de los nuevos programas arquitectónicos; la línea recta, que reflejaba sobre el terreno el énfasis absolutista en el orden y en el control de los habitantes, y la uniformidad, en una apuesta por racionalizar el diseño del entramado urbano atendiendo escrupulosamente en cada nuevo
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LA URBE BARROCA
función de exaltación de la figura del monarca y de puesta en escena de la majestad, cada vez más ostentosa, del régimen. En la práctica estas transformaciones tuvieron un impacto más limitado de lo que el poder absoluto hubiera querido. El choque entre los intereses de la monarquía y los de una burguesía debilitada, pero aún poderosa, entorpecieron con frecuencia la ejecución de estos ambiciosos proyectos de transformación urbana. Ese nuevo Estado centralizado, que ejercía su poder sin restricciones, carecía en no pocas ocasiones de los medios necesarios para ejecutar planes tan pretenciosos. En Londres, París o Roma, donde Bernini, Borromini o Della Porta “barroquizaron” la ciudad con resultados exquisitos, estos proyectos tuvieron un alcance limitado. Mucho mayor fue el impacto en urbes de nueva creación como Karlsruhe o en ciudades sometidas a procesos de ampliación y transformación de gran calado, como Turín, capital del ducado de Saboya.
Karlsruhe: la planta en abanico
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Fundada en 1715 con una planta en forma de abanico, la ciudad barroca de Karlsruhe (vista aérea) fue capital del Gran Ducado de Baden-Durlach.
undada por el margrave (marqués) de Baden-Durlach, Carlos Guillermo, Karlsruhe condensa como ninguna otra ciudad en Europa los ideales de la ciudad barroca. El propósito de Carlos era proyectar una urbe de nueva planta persiguiendo los ideales estéticos y funcionales de la ciudad absolutista, conformando así un espacio abierto pero fuertemente centralizado. En primer lugar erigió su palacio de recreo en el centro, y a partir de ahí se trazaron treinta y dos
calles que confluían en el palacio formando un círculo perfecto, gracias a cuya disposición la urbe es conocida como la “ciudad abanico”. Karlsruhe, que en 1771 se convirtió en capital de BadenDurlach, se diseñó a mayor gloria de su promotor, de manera que toda la ciudad girase a su alrededor, en la mejor tradición de las capitales de Estado-nación concebidas para ensalzar la figura del monarca y escenificar, con toda la pompa posible, su poder absoluto e incontestable.
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DE EUROPA A AMÉRICA
Un nuevo paisaje urbano y humano EN EL SIGLO XIX, EL INCREMENTO DE LA POBLACIÓN Y LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL OBLIGARON A LAS CIUDADES A ENFRENTARSE A ENORMES DESAFÍOS, QUE HOY SIGUEN VIGENTES. l siglo XIX acarreó transformaciones drásticas en el paisaje urbano a raíz de los profundos cambios de índole económica y social derivados de la Revolución Industrial. El sensible aumento de la productividad incrementó sustancialmente la disponibilidad de excedentes, coincidiendo con un notable aumento de la natalidad y, en correspondencia, una abultada disminución de los índices de mortalidad. El medio rural, en esa tesitura, ya no podía absorber el excedente de mano de obra, por lo que se produjo un éxodo generalizado y masivo del campo hacia las ciudades. Así, muchos campesinos empobrecidos se vieron abocados por necesidad a desplazar su residencia a las ciudades, donde se ubicaban todos los medios de producción, para incorporarse a alguna de las nuevas boyantes industrias que redibujaron el horizonte
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económico global. Este nuevo panorama productivo y social tuvo un enorme impacto en la configuración del nuevo espacio urbano. Acoger todas estas oleadas de emigrantes del campo y dar cabida a las fábricas de nueva creación provocó irremediablemente un crecimiento desordenado del espacio urbano. Los recién llegados se fueron hacinando improvisadamente en los suburbios industriales, en condiciones de subsistencia extremadamente duras y de higiene más que deficitaria. Fue de este modo como surgió la necesidad de repensar el espacio urbano, y a tal fin prolifera-
ron nuevas teorías relativas a la reorganización de las ciudades para hacer frente a los nuevos y enormes desafíos funcionales, higiénicos y tecnológicos.
NUEVOS PROYECTOS. Fueron los socialistas utópicos los encargados de abrir el debate con proyectos piloto y sin continuidad como New Lanark, en Escocia, o los falansterios de Charles Fourier, basados en un cooperativismo autosuficiente, a los que posteriormente se sumaron nuevas voces y proyectos como el de las ciudades jardín de Ebenezer Howard, basadas en un modelo de crecimiento sostenible en torno a unas condiciones de trabajo dignas y saludables para toda la población. Si bien todos estos proyectos se NECESIDAD DE ESPACIO. Durante el s. XIX, en Barcelona –colapsada por la instalación de las recién nacidas industrias y la expansión demográfica– se diseñó el Ensanche (en el mapa).
DOSSIER X
RESURGIR DE LAS CENIZAS. La reconstrucción de Chicago (en la foto, su skyline), tras el gran incendio que sufrió en 1871, comenzó un proceso que la llevó a ser una de las ciudades más importantes de Estados Unidos.
Poco a poco las ciudades industriales desplazaron las fábricas al extrarradio quedaron flotando en el limbo de la utopía, el debate incentivó cambios necesarios, con una sustancial mejora de servicios como el acceso al agua potable, el alcantarillado o la pavimentación. Poco a poco las ciudades industriales tendieron a desplazar las fábricas al extrarradio, mejorando la habitabilidad y permitiendo que la población se estableciera en condiciones de vida mu-
cho más dignas en el interior mismo de las urbes. Con el propósito de racionalizar y humanizar ese nuevo horizonte urbano, muchas capitales europeas buscaron la solución al problema a través de diversos proyectos de ensanche, entre los cuales destacaron los acometidos por GeorgesEugène Haussmann en París e Ildefonso Cerdá en Barcelona. Esencial resultó tam-
Londres: la primera megalópolis n el año 1800, la población de Londres rondaba el millón de habitantes. Un siglo después la cifra había ascendido hasta los seis millones y medio. Ya a mediados del XIX, la capital británica se había convertido en la ciudad más poblada del mundo. Esta meteórica explosión era inevitable en el que fue el gran epicentro de la Revolución Industrial. Durante toda la centuria, Londres había sido el gran centro político, financiero y comercial a nivel global, y esa posición de privilegio como la ciudad más importante del globo habría de mantenerla hasta el cambio de siglo, momento en el cual París y Nueva York
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Durante el siglo XIX, Londres mantuvo su posición de ciudad más importante del globo.
comenzaron a disputarle el cetro. Aun así, millones de personas vivían hacinadas en los suburbios de la ciudad sin acceso a los servicios más básicos. Eran los inmigrantes procedentes del campo que servían de mano de obra en las fábricas y que pagaban las consecuencias de un proceso de urbanización caótico e improvisado. La construcción del ferrocarril, que invirtió la tendencia, empujando a las clases medias y pudientes hacia los nuevos barrios residenciales de la enriquecida periferia, y la red de alcantarillado creada a mediados de siglo por Joseph Bazalgee dieron un nuevo impulso a la ciudad del Támesis.
bién la aportación estadounidense a través de la escuela de Chicago, que a partir del incendio que asoló la ciudad en 1871 diseñó la reconstrucción incorporando una nueva perspectiva vertical, a través de la aparición de los primeros rascacielos, que terminaría por imponerse como paradigma para resolver la falta de espacio en las grandes ciudades durante el siglo siguiente.
CONTINÚA EL DEBATE. En 1800, únicamente un 3% de la población mundial residía en ciudades. Con las transformaciones derivadas de la industrialización, el porcentaje creció hasta el 50% a comienzos del siglo XX. La superación de una economía basada fundamentalmente en las manufacturas en beneficio de las industrias de servicios, la proliferación de los grandes centros financieros y los edificios inteligentes determinaron el tránsito de la ciudad industrial a la posindustrial, que se completó definitivamente a partir de la II Guerra Mundial, tras el paréntesis de las dos guerras y la era de los totalitarismos, con la consolidación de ese proceso de terciarización que dejó profunda huella en las megalópolis contemporáneas. Nuevas aportaciones al debate acerca de la urbe ideal, de la mano de Tony Garnier y su ciudad industrial o de la arquitectura futurista de Antonio Sant’Elia, profetizaron de algún modo la configuración de la ciudad moderna de hormigón armado y cristal, característica de la posguerra. Es el triunfo de la funcionalidad por encima de cualquier otro parámetro. Con todo, la superpoblación o el exceso de contaminación visual y auditiva, entre otros problemas, son desafíos que el debate urbanístico aún, en pleno siglo XXI, sigue lejos de poder resolver.
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LA ERA INDUSTRIAL Y POSTINDUSTRIAL
LA CAPITAL DE UN FABULOSO IMPERIO. En este mural del artista mexicano Diego Rivera, La gran ciudad de Tenochtitlán, se recrea la actividad de la riquísima metrópoli azteca en un día de mercado.
DE TENOCHTITLÁN A CIUDAD DE MÉXICO
El centro del
mundo azteca RARA VEZ UN CONQUISTADOR SE HA ENCONTRADO UN ESCENARIO DE PODER Y RIQUEZA COMO EL QUE HALLÓ CORTÉS EN LA CAPITAL DEL IMPERIO MEXICA EN 1519. SU HEREDERA, MÉXICO D.F., ES UNA DE LAS MAYORES MEGALÓPOLIS DEL PLANETA. Por Juan Carlos Losada, escritor
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FUNDACIÓN DE TENOCHTITLÁN. El enclave en el que se ubica la ciudad ya fue poblado hace más de 12.000 años por los primeros emigrantes asiáticos, según demuestran las catas arqueológicas. Desde entonces siempre hubo presencia humana debido a las bondades del clima, la abundancia de agua gracias
a los lagos –aunque, según los períodos, era bastante salina– y la consiguiente productividad agrícola. Así, ocuparon el lugar diferentes pueblos, pero no fue hasta el año 1325 cuando se fundó la ciudad de Tenochtitlán en una isla en el centro del lago principal, fundación debida al pueblo mexica o azteca. Otros grupos de esta misma etnia fueron creando poblados y ciudades en otros puntos cercanos al conjunto de lagos, pero hacia mediados del siglo XV todos habían sido ya absorbidos y unificados bajo el control de Tenochtitlán, que pasó a dominar progresivamente un territorio de unos 350.000 kilómetros cuadrados y a someter a los pueblos vecinos mediante relaciones de férreo vasallaje, como capital del llamado Imperio azteca. En los años siguientes, justo antes de la llegada de Hernán Cortés, el Imperio se fue extendiendo hasta el medio millón de kilómetros cuadrados y llegó a gobernar sobre unos veinte millones de personas. La capital era el centro político de todo ese inmenso poder. En la ciudad-isla vivían sólo unas 60.000 personas, pero su control se extendía a las decenas de poblaciones más pequeñas
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a actual Ciudad de México, con nueve millones de almas, es una de las más populosas de América, y si sumamos toda su área metropolitana su número de habitantes asciende a 22 millones. También es una de las más antiguas y desde su fundación no ha dejado de experimentar transformaciones de enorme magnitud que la han llevado a ser uno de los gigantes urbanos de nuestros días. Su ubicación a una media de unos 2.300 metros de altura, junto con la peculiaridad de haber sido fundada en medio de una zona lacustre y sísmica, ha marcado una evolución que se ha caracterizado por una constante lucha por la supervivencia y contra los elementos que constituye un caso único en el mundo.
ceremonial estaba presidido por el Templo Mayor, que según las últimas investigaciones alcanzaba unos sesenta metros de altura y en el que se rendía culto a dos dioses, el de la guerra y la muerte (Huitzilopochtli) y el de la agricultura y la lluvia (Tlaloc). El templo fue ampliado en varias ocasiones y se ascendía a su cúspide por escalinatas empinadas. Aproximadamente una docena más de templos-palacios rodeaban a la principal construcción y servían también de residencia a la élite religiosa, política y militar. Hay que mencionar especialmente que el complejo ceremonial incluía la cancha del juego de pelota, en el que los participantes podían tanto divertirse como llegar a jugarse literalmente la vida en homenaje a los dioses, según el resultado. Recordemos que el poder azteca se basaba en unas relaciones muy crueles y despóticas con el resto de pueblos sometidos, que incluían la prácti-
UN PODER BRUTAL Y DESPÓTICO. El Imperio azteca trataba de manera cruel a los pueblos vecinos sometidos: era frecuente la práctica de sacrificios humanos como el de la ilustración, en que a la víctima se le arrancaba el corazón.
LA CASTA Y LOS DIOSES. La ilustración de abajo muestra a los nobles y guerreros mexicas en el complejo ceremonial de Tenochtitlán frente al Templo Mayor, una doble pirámide consagrada al dios de la guerra y al de la lluvia.
ca de sacrificios humanos y hasta de la antropofagia en el marco de unas ceremonias destinadas a atemorizar a los vasallos y a consolidar el poder de la casta gobernante. Sin duda, todo este conjunto de edificios profusamente decorados y adornados, que obligaban a los visitantes a levantar mucho la vista para contemplarlos, contribuían a sumirles en una actitud temerosa ante los poderosos: era la decoración necesaria para dominar y subyugar a la población. El resto de edificaciones, en las que vivían los sirvientes y los estratos más bajos de la sociedad, eran de adobe a base de tierra mezclada con plantas secadas al sol y se hallaban en la periferia de las grandes construcciones de piedra.
LA LLEGADA DE LOS VISITANTES DEL MAR. Pocas veces unos conquistadores se encontraron con un escenario que reflejase tal poder y riqueza, y Cortés y los suyos también quedaron fascinados: según cuentan las crónicas, comentaron maravillados que las dimensiones y magnificencia de Tenochtitlán superaban en mucho a las de Sevilla o Salamanca. Como es sabido, entre 1519 y 1521 los españoles lucharon por someter la ciudad, y los combates principales se dieron en los edificios y calles que formaban el conjunto ceremonial; no sólo porque era en donde residía el poder al que debían doblegar, sino además porque eran los más altos y desde ellos se divisaba toda la isla, así como las costas de tierra firme. También por ser de piedra, pues las armas de obsidiana de GETTY
ESPECTACULARES PALACIOS, CRUELES CEREMONIAS. El complejo
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ubicadas en otros puntos de la costa del complejo lacustre. Varias vías cruzaban el lago, que no tenía mucha profundidad, y unían la ciudad con tierra firme. Por él también pululaban decenas de canoas que portaban alimentos y mercancías de uno a otro lado. Esta naturaleza isleña facilitaba la defensa y daba un halo mágico al poder del emperador, los sacerdotes y la casta dirigente, que residían en la capital. En el centro de la urbe estaban los templos y palacios que tanto impresionaron a Cortés y al resto de conquistadores: sus grandes sillares y las piedras con las que estaban construidos habían sido traídos por las poblaciones sometidas desde las montañas, a decenas de kilómetros, lo que significó un extraordinario esfuerzo humano ya que los aztecas no usaban la rueda y tampoco tenían animales de tiro.
EN EL CENTRO DE TENOCHTITLÁN SE ALZABAN LOS TEMPLOS Y PALACIOS QUE IMPRESIONARON A CORTÉS Y AL RESTO DE LOS CONQUISTADORES
TRANSFORMACIÓN RADICAL. Conforme a los
cánones españoles, todo debía vertebrarse en torno a una plaza Mayor cuadrada; en ella o en sus aledaños se erigieron el Palacio Nacional como residencia de Cortés –hoy es la sede del gobierno mexicano–, la cárcel, la sede de la Audiencia, la residencia del virrey, el palacio episcopal, la universidad (fundada en 1551) y, justo enfrente, la catedral, el edificio más alto e importante. Ésta, aunque comenzó a oficiar como tal en 1534, fue pronto reemplazada por la actual, que inició su construcción en 1571 y sería remodelada en varias ocasiones, la última en 1813. De hecho, todo lo que se sabe actualmente desde el punto de vista arqueológico del impresionante recinto ceremonial en el que basaban su poder los dirigentes aztecas es debido, fundamentalmente, a las obras de reconstrucción y cimentación de la catedral y de los edificios nobles colindantes, así como a las de la perforación de la línea 2 del metro, que discurre por la zona de la plaza Mayor. Por otra parte, la progresiva llegada de la élite conquistadora con miles de soldados, sirvientes, funcionarios, comerciantes, religiosos y aventureros de toda calaña precisó de posadas, conventos, colegios, tabernas, lupanares, comercios, talleres y un largo etcétera de establecimientos cuyos propietarios o gestores fueron al principio sólo españoles, que incrementaron así el peso demográfico de la capital (hacia 1650, la población llegó a los 150.000 habitantes). Al mismo tiempo, se fue desplazando a los indígenas que habían sobrevivido tanto a la violencia de la conquista como a las enfermedades portadas por los invasores a las afueras de la ciudad, quedando así nuevamen-
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La gran Tenochtitlán, Hernán Cortés. Universidad Nacional Autónoma de México, 2008. Un fascinante relato extraído de las cartas que el conquistador envió al emperador Carlos V para informarle de sus descubrimientos.
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omo todo pueblo vencido y sometido por una civilización distinta, los nativos mexicanos sufrieron la erradicación de su cultura. La religión y los rituales que la recordaban fueron perseguidos mediante una mezcla de persuasión y violencia en la que la Inquisición cumplió un destacado papel. El paganismo, la idolatría y la herejía estaban castigados incluso con la muerte y, además, la aceptación de las ideas de los conquistadores y de su forma de vida suponía una mejora de la vida para los nativos; era la clásica combinación de premio y castigo como estímulo para adoptar una nueva cultura. La aculturación fue menos intensa en el idioma, aunque –sobre todo tras la independencia– el castellano acabó imponiéndose y ello provocó la desaparición de cientos de idiomas o dialectos locales que sólo se transmitían oralmente. Pero la religión fue lo que llevó la iniciativa del proceso y los misioneros supieron integrar los cultos locales en el catolicismo, en un claro ejercicio de sincretismo. El caso más claro es el de la patrona de Méxi-
co, la Virgen de Guadalupe, que incorporó a la diosa azteca Tonantzin y que es, posiblemente, el más fuerte signo de identidad colectiva de los mexicanos al actuar desde el principio como madre del pueblo. La leyenda habla de que su patrocinador fue Juan Diego Cuauhtlatoatzin, un nativo converso que presenció en 1531 la aparición de la Virgen (a la que siempre se ha representado con rasgos indígenas) y que contó con el apoyo del primer obispo español, Juan de Zumárraga. MATRIMONIOS MIXTOS. La aculturación también fue posible por el mestizaje, que fue eliminando los grupos aislados de nativos. La Iglesia y las autoridades españolas estimularon los matrimonios mixtos, al menos por parte de los españoles de condición no nobiliaria, con el fin de mantener la paz social en una sociedad con tan alto número de indígenas. Esta política fue un éxito: de los 120 millones de mexicanos que hay aproximadamente, un 68% son mestizos, un 18% sólo descendientes de europeos y el 14% restante únicamente indígena. ALBUM
los aztecas nada podían hacer en un ataque directo contra aquellos muros. Sin embargo, el hecho de que Tenochtitlán estuviese rodeada de agua obligó a Cortés, tras tener que retirarse de la ciudad en la llamada Noche Triste (30 de junio de 1520), a construir embarcaciones que le permitiesen el bloqueo de las calzadas que unían la ciudad con tierra firme, así como a practicar un estrecho asedio para poder conquistarla. También tuvo que levantar varios diques de piedra y tierra apisonada con maderos para poder desecar parte del lago y acercarse con más facilidad a la capital. Obviamente, durante esos dos años de combates los edificios sufrieron incendios y todo tipo de devastaciones y, una vez sofocada la resistencia, los españoles procedieron a su reconstrucción de acuerdo con sus nuevos planteamientos urbanísticos. Los conquistadores aprovecharon el dominio que el núcleo urbano ejercía sobre los vecinos para hacer de él también su centro de poder decisivo. Una nueva autoridad precisaba de nuevos símbolos arquitectónicos y así, tras demolerse los imponentes palacios y templos aztecas –tanto por ser herejes como por recordar a un poder anterior–, se levantaron sobre sus ruinas las nuevas edificaciones que ahora debían reflejar la magnificencia del Imperio hispánico.
Aculturación y mestizaje
A la derecha, un cuadro titulado De un castizo y una española, nace un español. Castizo, en la América colonial, significaba hijo de español y mestiza, o viceversa.
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El papel de la Iglesia en México
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a religión católica, junto con el ejército, fue el arma más potente que permitió el dominio de la América hispana. De la importancia del catolicismo en la vertebración de México nos da idea la existencia de más de cincuenta santos y beatos, mexicanos de nacimiento o adopción, que ha reconocido Roma. Se puede afirmar que la Iglesia y los religiosos condicionaron el mismo trazado y crecimiento de la capital: a finales del siglo XVI ya había en la ciudad decenas de edificios religiosos como iglesias,
te el centro convertido en la residencia del poder político. La parte del lago más próxima a tierra firme se desecó definitivamente y sobre dicha zona se levantaron nuevos barrios, que acogieron a los nativos dedicados ahora a la agricultura y a ser mano de obra al servicio de los españoles. Durante los siglos XVII y XVIII, la ciudad fue creciendo en población y en territorio. Este último se conquistó tanto a las lagunas circundantes como penetrando hacia el interior. Especialmente importante fue la desecación de los lagos, que fue precisa tanto para mantener el ritmo de expansión como para evitar las periódicas inundaciones que sufría la ciudad, fruto en parte de la rotura o el deterioro de los diques que en su momento había levantado Cortés. En esta constante lucha contra la naturaleza fueron varias las obras que se hicieron, pero no resultaron muy eficaces, ya que frecuentemente eran desbordadas por las aguas: se contabilizan hasta ocho grandes inundaciones en la época del virreinato, y en una ocasión el casco urbano permaneció anegado durante seis años seguidos.
CÓMO CONJURAR EL PELIGRO DE LAS AGUAS. La inundación acontecida en 1629 fue especialmente grave y provocó el ahogamiento de casi 30.000 personas, el éxodo de muchos de los supervivientes y, por supuesto, la paralización de todas las actividades económicas de la ciudad; las mismas fuentes hablan de que sólo quedaron en ella unas 4.000 personas, que únicamente podían desplazarse por las calles en barcas. Ante la amenaza, las autoridades respondieron con nuevos diques y canales que debían facilitar el drenaje de las aguas hacia las tierras bajas. Así se fueron excavando una serie de acequias que llevaron las aguas lacustres al río Tula, obras que concluyeron en gran parte a principios del siglo XIX, por lo que desde ese momento la ciudad se sintió más segura y ya contó con nuevos terre-
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capillas, conventos, seminarios y colegios regentados por órdenes católicas, siendo así la principal institución impulsora de la reurbanización. Sus construcciones se levantaron en los lugares más destacados y sobre las ruinas de los templos paganos, aprovechando sus mismos sillares y el material demolido. Ello supuso una demanda de mano de obra indígena, tanto para la albañilería como para la carpintería y las artesanías varias, que también impulsó la integración de la población autóctona.
A la derecha, una imagen de la Virgen de Guadalupe de rasgos claramente mestizos, muestra del sincretismo empleado por la Iglesia católica en México para aumentar su aceptación.
nos para crecer en todo su perímetro. Sin embargo, no por ello la capital dejó de ser una zona propensa a inundaciones, como señaló el geógrafo y naturalista alemán Alexander von Humboldt, quien, en su viaje por la región en 1804, sugirió la necesidad de la construcción de un mayor y mejor canal de desagüe que conjurase para siempre el peligro. La ciudad tampoco se libró de alguna revuelta importante provocada por carestías, como la acaecida en 1692, que supuso el asalto e incendio de edificios de las autoridades y que fue duramente reprimida.
DOS SOCIEDADES CON DOS IDIOMAS. Se estima que hacia finales del siglo XVIII la ciudad de México contaba con unos 250.000 habitantes, y ello a pesar de los frecuentes temblores de tierra que derrumbaban varios edificios en cada ocasión, con las consiguientes víctimas. Una quinta parte de la población eran españoles o descendientes de ellos, los llamados criollos, que detentaban los principales cargos políticos, militares, eclesiásticos y administrativos. Los nativos, que habían vuelto a aumentar en número, ocupaban los estratos sociales más bajos, aunque algunos lograron EDIFICAR SOBRE RUINAS. Eso fue literalmente lo que se hizo al erigirse la catedral de Ciudad de México: plantarla sobre los restos del derruido Templo Mayor de los aztecas. En la imagen, las ruinas excavadas de éste con la catedral sobre ellas.
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TRAS LA INDEPENDENCIA, CIUDAD DE MÉXICO SE TRANSFORMÓ EN DISTRITO FEDERAL ABSORBIENDO A LOS MUNICIPIOS COLINDANTES enriquecerse gracias al comercio, la minería y la agricultura. Los indígenas seguían hablando el náhuatl, que era la lengua de los aztecas, mientras que el castellano, aparte de los criollos, sólo lo hablaban los que habían logrado ascender socialmente, que lo usaban como herramienta necesaria para las actividades económicas. Ciertamente España acabó con la identidad política y religiosa de los conquistados, pero no hizo una política activa de castellanización más allá de cambiar los nombres propios. El motivo es que la Iglesia, ansiosa de evangelizar, comprendió que su misión era más fácil si los misioneros y frailes aprendían las lenguas locales y traducían los textos sagrados. El resultado fue que, tanto en la capital como en toda Nueva España, se dio el bilingüismo, aunque estratificado según el nivel económico. El castellano como lengua habitual no lo hablaba más que el 40% de la población del virreinato.
AGUA A LA VISTA. Tenochtitlán tuvo la peculiaridad de haberse fundado en medio de un lago rodeado por otras varias lagunas (como vemos en este mapa español de 1524), cuya desecación ha sido un problema histórico de la capital heredera de aquella, Ciudad de México. Su carácter lacustre dificultó también enormemente a Hernán Cortés la tarea de conquistarla.
CIUDAD DE MÉXICO A PARTIR DE LA INDEPENDENCIA. Tras la emancipación de principios del siglo XIX la capital se convirtió, aún más, en el centro neurálgico de la joven nación. Ciudad de México se transformó en Distrito Federal absorbiendo a municipios colindantes, al tiempo que fue el campo de batalla en donde se dirimieron todas las tensiones políticas, guerras civiles, invasiones y revoluciones que sufrieron los mexicanos en la etapa decimonónica. Todo formó parte de la construcción de un nuevo Estado liberal que necesitaba señas de identidad que lo unificasen y que se lanzó, entre otras medidas, a una masiva política de instrucción pública. Ello pasó por la asimilación forzosa de los pueblos indígenas y una acelerada castellanización que acabó con muchas lenguas locales y con rasgos étnicos propios. El resultado fue que, a comienzos del siglo XX, más del 80% de los mexicanos hablaba ya sólo el español.
El nuevo México de los siglos XIX y XX también precisó de nuevas obras públicas y edificios que representasen el nuevo poder. Se remodelaron y ampliaron los viejos palacios, se activó la construcción de viviendas, escuelas, universidades, instalaciones culturales, sanitarias y deportivas, rascacielos, se ampliaron calles y avenidas, etc., comenzando con ello una escalada demográfica nunca antes vista en el marco del llamado “milagro mexicano” de mediados del siglo pasado. Sin embargo, la obra pública que más marcó a la capital fue el llamado Sistema de Desagüe del Valle de México que, en 1900, se concluyó bajo la presidencia de Porfirio Díaz. Las obras de drenaje que se habían hecho en la época española se revelaron insuficientes y la ciudad seguía rodeada parcialmente por agua, lo que incluso permitía el tráfico marítimo de pasajeros y mercancías.
PLAZA DEL ZÓCALO, LA TERCERA MAYOR DEL MUNDO. En 1856, otra gran inundación había
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LIBRO
La conquista de México, Hugh Thomas. Planeta, 2004. El prestigioso historiador e hispanista británico describe con minuciosidad la riqueza de la civilización azteca, el poderío de Moctezuma y la audacia de Cortés.
anegado la urbe y se evidenció la necesidad de acometer una nueva obra, esta vez decisiva, a partir de una sugerencia que había planteado Humboldt. Diez años después, y tras estabilizarse la política del país, se iniciaron las obras de un gran canal de drenaje de los lagos que aún existían. Tenía 39 kilómetros de longitud que discurrían al aire libre (actualmente cubiertos), complementándose con un túnel de diez más; con ello desaparecieron casi por completo los lagos que sólo cien años antes aún condicionaban la vida de la capital. Parecía que la batalla al agua había sido ganada, aunque a mediados del siglo XX fueron necesarias nuevas intervenciones para asegurar todo el sistema de drenaje, lo que permitió, en consecuencia, la habilitación de nuevos terrenos para permitir la continua expansión de la ciudad. Aparte de las obras de drenaje, la otra gran intervención urbanística reciente digna de reseñar es la de la vieja plaza Mayor. Actualmente llamada plaza del Zócalo, o de la Constitución (en homenaje a la de Cádiz de 1812), fue remodelada definitivamente en 1958 y, según diversos urbanistas, hoy en día es la tercera plaza más grande del mundo tras la de Tiananmén de Pekín y la Roja de Moscú. MH
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ESPECTACULAR COMO POCAS. Nacida en una isla en medio del Sena –la actual Île de la Cité– en el siglo III a.C., la capital de Francia ha conocido en su Historia muchas transformaciones hasta convertirse en una de las urbes más bellas del mundo. Como muestra, esta vista panorámica desde la Catedral de Notre Dame.
LA CIUDAD DE LA LUZ
Un ave fénix
llamada París
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LA MODESTA LUTECIA ROMANA NUNCA HA DEJADO DE CRECER EN BELLEZA Y MAGNITUD. CUNA DE LA ILUSTRACIÓN, PROTAGONISTA DE LA REVOLUCIÓN DE 1789 Y CRISOL DE LAS VANGUARDIAS DEL SIGLO XX, HOY CONTINÚA ASOMBRANDO AL MUNDO. Por Laura Manzanera, periodista y escritora
omo un ave fénix, París ha renacido de sus cenizas en varias ocasiones, creciéndose ante la adversidad hasta convertirse en la gran capital que es hoy. Su legado universal la convierte, probablemente, en la ciudad más famosa del mundo. El embrión del París actual data nada menos que del siglo III a.C. y se debe a la tribu celta de los parisii (de ahí el topónimo). Estos construyeron una fortificación en una isla en medio del Sena –la actual Île de la Cité– y vivieron tranquilos hasta que los romanos, durante su conquista de la Galia, llegaron allí en el año 58 a.C. Llamaron al lugar Lutecia (pantano) y, tras saquearlo, lo fortificaron y reconstruyeron, levantando puentes que unieron la isla con ambas márgenes del río. Fue la primera expansión urbana fuera de la Cité. Los romanos planificaron la nueva urbs cuadriculada, a salvo de las frecuentes inundaciones, y la dotaron de todos los elementos típicos de una ciudad latina.
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No era grande, pero sí rica, y la habitaban unas 6.000 personas. En el siglo III de nuestra era, la población volvió a encerrarse en la isla por dos razones fundamentales: la crisis del Imperio Romano y el miedo a las incursiones bárbaras. Pero la ciudad recuperó su relevancia de la mano de los merovingios, hasta convertirse de facto en capital del reino franco en los siglos VI y VII. El gran símbolo de su poderío es el actual Palacio de Justicia, por entonces residencia de los monarcas.
PRIMER AUGE Y PRIMERA CAÍDA. Pero no fue hasta el siglo XII cuando se produjo el gran despegue económico y demográfico. Ya asentada definitivamente como capital de la monarquía francesa, la Île de la Cité acogió varias residencias reales y la catedral de Notre Dame. Al sur, el núcleo romano se animó alrededor de la recién creada Universidad de La Sorbona, aunque fue al norte, en la orilla derecha, donde el desarrollo sería mayor.
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YA EN EL SIGLO XVII CONTÓ CON ALUMBRADO PÚBLICO PERMANENTE, UNO DE LOS MOTIVOS POR LOS QUE EMPEZARÍA A SER CONOCIDA COMO CIUDAD DE LA LUZ A finales del siglo XIII, París era la ciudad más grande de Europa occidental, con 300.000 almas. Pronto se transformó en un pujante centro de poder político, económico y cultural merced a su importancia estratégica, al empuje de la Iglesia, a su vida intelectual y a la apertura de canales y drenajes en las marismas, gracias a los cuales pudo salir de la ribera izquierda y agrandarse. Como señalaría Victor Hugo en Nuestra Señora de París, había “tres ciudades totalmente distintas y separadas, cada una con su fisonomía, su especialidad, sus costumbres, sus privilegios, su historia: la Cité, la Universidad y la Villa”. Eso sí, estaban intercomunicadas gracias a los puentes, esos puentes parisinos a los que cantaría mucho después Maurice Chevalier. En la Edad Media tenía sólo cuatro; hoy, jalonan el río más de una treintena de puentes y pasarelas. De mediados del siglo XIV a mediados del XV, París sufrió las terribles consecuencias de la interminable Guerra de los Cien Años contra Inglaterra. Durante la misma, la peste negra se cobró la vida de un tercio de la población, unas 80.000 personas. Al fin de la contienda, en 1453, la capital se hallaba en estado crítico: antes de tener que retirarse de suelo francés –en parte, gracias a la desinteresada colaboración de una joven llamada Juana de Arco–, las tropas inglesas la habían dejado en ruinas.
LA ERA DE LOS PUENTES Y LAS LUCES. Un rey, Luis XI, le devolvió la prosperidad y el interés por el arte, la arquitectura, la decoración y la moda. Sus sucesores en el trono, unos más que otros, tomaron el testigo. Destaca uno en especial, Francisco I (1515-1547), aunque con él la atención se desplazó al Valle del Loira. La influencia del Renacimiento italiano salpicó los castillos de Blois, Chambord o Le Clos Lucé, en Amboise, donde el monarca con-
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Midnight in Paris, Woody Allen (2011). Divertida, inteligente y romántica, esta oda a París del director neoyorquino por excelencia se mueve entre el presente, los años 20 y la Belle Époque. Óscar al mejor guión.
tó con un invitado de auténtico lujo: Leonardo da Vinci. Pero también salpicó París, en donde los arquitectos empezaron a construir elegantes edificios y espacios urbanos abiertos como la Place Royale. Fue un poco más tarde, en 1607, cuando se levantó el primer puente sin casas, el Ponte Neuf. Hasta entonces, aparte de su función de soporte y vía de comunicación, sostenían edificaciones que incluían viviendas, tiendas y almacenes. Pese a su nombre, el Puente Nuevo es el más antiguo de cuantos se conservan e inauguró un ciclo de grandes pasarelas ideadas para afirmar el poder de la monarquía. En este caso, fue una iniciativa de Enrique IV. Dado que la gente había emigrado en masa a la ciudad en busca de prosperidad, París estaba superpoblada y se hacía cada vez más difícil circular por ella; por eso ordenó el monarca su construcción. Unía las dos orillas con la isla, el viejo corazón de la ciudad, y durante las dos centurias siguientes lo cruzaron a diario 80.000 personas y 25.000 carruajes. El segundo ejemplo es el Pont Royal, levantado durante la época del monarca más famoso de Fran-
La Torre Eiffel, salvada por la tecnología
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al capitán Gustave Ferrié, encargado de estudiar las aplicaciones militares de la transmisión sin hilos, que la utilizase para sus experimentos. De este modo, terminó instalándose en ella una estación subterránea de radiotelegrafía militar. Y, al demostrarse el interés estratégico de la torre, se renovó la concesión de Gustave Eiffel el 1 enero de 1910. Desde entonces, nunca se ha pensado en desmontarla. UTILIDAD BÉLICA DEMOSTRADA. En la Primera Guerra Mundial, durante la batalla del Marne, gracias a su estación radiotelegráfica se supo que el general alemán Von Marwitz había detenido su avance. Aquella información permitió a Francia organizar un victorioso contraataque. Además, pudieron descifrarse radiotelegramas enemigos vitales y se desenmascaró a más de un espía; entre ellos, a la mítica Mata Hari.
Eugène Ducretet (1844-1915; en la foto), telegrafista y mecánico de formación autodidacta, instaló en la Torre Eiffel un telégrafo sin hilos.
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ras la derrota ante los prusianos y el fracaso de la Comuna (1871), los parisinos recuperaron la esperanza. Sólo tres años después de que la Estatua de la Libertad –regalo de los franceses a los americanos– se instalara en Nueva York, en 1889 se concluyó la estructura más alta del mundo: la Torre Eiffel, a 300 metros del suelo. Quintaesencia del progreso, la obra de Gustave Eiffel marcó una nueva era y lanzó a París al estrellato urbanístico. No obstante, todos sabían que tenía los días contados: el plan inicial era desmontarla en un par de décadas. Pero aquella torre provisional estaba llamada a resistir, como la urbe que la albergaba, y fue gracias a la telegrafía. En 1898, la Torre Eiffel acogió la primera conexión telegráfica sin hilos: Eugène Ducretet la conectó con el Panteón, a cuatro kilómetros. Pese a ello, el ingeniero Eiffel sabía que en unos pocos años terminaría la concesión y seguía buscando cómo salvarla. Por eso, en 1903 propuso
QUE EMPIECE LA REVOLUCIÓN. En 1785, junto a la opulencia, 600.000 parisinos vivían hacinados, en la miseria y sin servicios de salud. La esperanza de vida no superaba los 40 años y una crisis sanitaria acechaba a la vuelta de la esquina. Ante la gravedad de ésta, se ordenó exhumar todos los cadáveres, se prohibieron los enterramientos en el centro y los huesos se trasladaron a las catacumbas, donde, apilados formando muros decorados con calaveras, se extendían a lo largo de kilómetros. Y mientras los muertos descansaban en esta nueva morada, en la superficie los vivos estaban cada día más intranquilos. Era el caldo de cultivo idóneo para una revolución. Pese a los adelantos materiales y culturales, en 1789 la mayoría de los parisinos seguían sumidos en la pobreza. La inflación galopante y la oposición a Luis XVI y a su despilfarradora (aunque no era la única) esposa, María Antonieta, culminaron con el asalto a la Bastilla, la pri-
LOS INICIOS DE LA GRANDEUR. En tiempos de Luis XIV, el Rey Sol –famoso por la extravagancia de su Corte versallesca–, París ganó en esplendor y se construyó el Pont Royal sobre el río Sena (en la imagen de arriba, con el Museo de Orsay a la derecha).
EL DISCRETO CAFÉ DE LA BURGUESÍA. Un italiano, Francesco Procopio, abrió en 1686 en París el primer café del mundo, Le Procope (en la ilustración). Pronto se puso de moda entre ilustrados como Voltaire, Rousseau o Diderot. El local sigue abierto hoy día.
UNA NUEVA TRANSFORMACIÓN: EL PARÍS NAPOLEÓNICO. El mismo Robespierre fue guillotinado y tras él, en 1795, se estableció un nuevo gobierno: el Directorio. Un gobierno inestable que aprovechó el corso más universal, un brillante general llamado Napoleón Bonaparte, para hacerse con el poder. Como primer cónsul, se instaló en el Palacio de las Tullerías, y en 1804 se coronó “emperador de los franceses” en Notre Dame. Con él, París empezó a transformarse en la ciudad más bonita del mundo: mandó construir grandes monumentos, como el Arco de Triunfo, y la embelleció con algunos botines de sus conquistas militares. Pero también a Bonaparte se le acabó la buena racha. Su ambición sin límites era bien conocida, pero para legitimar su autoridad necesitaba más victorias en el campo de batalla. Por eso inició una serie de guerras mediante las cuales Francia debería controlar casi toda Europa. Llegó a
LEEMAGE / PILAR REVILLA
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cia, Luis XIV, que reinó entre 1643 y 1715. El XVII, le grand siècle (el gran siglo), se resume en una palabra: extravagancia. La extravagancia del Rey Sol y de la camarilla de satélites que giraban a su alrededor en Versalles, quintaesencia del absolutismo. La Corte se trasladó allí en 1682 y allí permanecería hasta la Revolución. Y mientras los versallescos espejos reflejaban la imagen del esplendor y el derroche, en París se levantaban edificios imponente, teatros, plazas y mansiones ( hôtels), y la ciudad se dividía en 20 arrondissements (distritos). Pero el XVII, junto con el XVIII, fue también el Siglo de las Luces. Mientras Versalles brillaba en lo externo, París resplandecía a través de la ciencia y la cultura: era el centro de la Ilustración e iluminaba al mundo a través de la razón. Voltaire, Rousseau, Montesquieu y otros muchos ilustrados difundieron la fama intelectual de la capital. Se desarrollaron telescopios e instrumentos náuticos; la Comédie, cuna del teatro, vivió una actividad febril; se publicó la Enciclopedia; Madame de Pompadour (amante favorita de Luis XV) ejerció de mecenas de las artes; los burgueses ya consumían tabaco y tomaban té, café y chocolate traídos de tierras lejanas y servidos en el primer café de la ciudad, Le Procope. París bullía, la economía iba viento en popa –para algunos– y la población alcanzó los 650.000 habitantes. El sobrenombre de Ciudad de la Luz (Ville Lumière) surgió también por ser la primera gran urbe europea en cuyas calles se instaló un alumbrado permanente. Pero la Ilustración aspiraba además a mejorar la forma de gobernar y la vida de los ciudadanos, algo que estaba a punto de producirse.
sión real. Tres años después se proclamaba la Primera República, que no tardaría en ensombrecerse con la llegada del Terror de la mano de Robespierre, a quien no le temblaba el pulso a la hora de deshacerse de sus enemigos (y también de sus amigos, al mínimo atisbo de traición). Si, con la Revolución de 1789, Francia probó que el cambio era posible y alumbró la Declaración de los Derechos del Hombre, también mostró cómo matar sistemáticamente mediante la guillotina. Aquel invento diabólico ideado para reducir el sufrimiento de los ajusticiados resultó de lo más eficaz: a diario, una multitud de curiosos se agolpaba en la Plaza de la Concordia (entonces Plaza de la Revolución) para presenciar el macabro espectáculo. Durante el Terror, más de 600.000 personas perdieron la vida bajo su filo. La Ciudad de la Luz se había sumido en la oscuridad.
LA URBE MÁS MODERNA Y “LOCA”. A lo largo del siglo XIX, el centro de gravedad urbano se trasladó hacia el oeste. Así, la burguesía se asentó en esta zona, donde surgieron los más opulentos arrondissements, mientras que en el núcleo histórico y la periferia quedaron los más humildes, los que habían protagonizado la Revolución de 1789 y los que protagonizarían la insurrección de 1871 conocida como la Comuna, un intento fracasado de gobierno obrero. Aquella tentativa frustrada había surgido tras el derrumbe del gobierno imperial de Napoleón III en la guerra franco-prusiana, que culminó con Francia derrotada, Pa-
14 octubre 1888
LA TRANSFORMACIÓN DE PARÍS EN UNA CIUDAD MODERNA Y ESPECTACULAR FUE INICIADA POR NAPOLEÓN I Y CULMINÓ CON NAPOLEÓN III rís sitiado y muchos parisinos muriéndose de hambre. A la Tercera República le tocaría volver a levantar la economía, y lo hizo a tiempo para que, cuando irrumpieron en escena el automóvil, el aeroplano, el teléfono, el gramófono o el cine, París estuviera preparada. La mejor muestra de ello fueron las exposiciones universales de 1878, 1889 y 1900. Además de marcar su fisonomía –en especial en el Campo de Marte, donde se levantó la Torre Eiffel–, dieron el pistoletazo de salida a la Belle Époque. Ésta hizo de París la capital mundial, dio pie a un nuevo estilo, el art nouveau, que adornaba desde objetos hasta edificios, y trajo un montón de “ismos” y de adelantos en la técnica y la ingeniería, entre ellos la primera línea de metro. La modernidad, definitivamente, había irrumpido para quedarse en ese final de siglo y de milenio. Pese a todo, el París más vanguardista se vivió en los años más “locos” de la ciudad, los 20. En 1919, Francia estaba entre los ganadores de la I Guerra Mundial y París saboreaba la paz. Una generación demasiado joven para haber combatido y harta de que se honrase a los muertos, de inclinaciones ante la bandera y de oír La Marsellesa sólo ansiaba olvidar la sangre y la muerte y divertirse. Con ella, París vivió un frenesí. Los automóviles sustituyeron a los coches de caballos y la fiebre constructiva se materializó en edificios de novedosos materiales (hormigón, hierro, acero, vidrio) firmados por visionarios como Le Corbusier. Aunque las francesas no podían aún votar ni trabajar sin autorización del marido, las cosas cambiaron para ellas, si bien muy lentamente. El modisto Paul Poiret las liberó del asfixiante corsé y creó atrevidos vestidos, tan locos como esos años. Él y toda una generación de diseñadores hicieron de París la capital de la alta costura. Con Coco Chanel, el negro pasó de ser el color del luto al de la elegancia. Muchas jóvenes, bautizadas como garçonnes, se cortaban el pelo a lo chico, vestían de forma atrevida, bailaban frenéticamente... ¡y hasta fumaban!
EL PARÍS DE UN VISIONARIO. GeorgesEugène Haussmann, senador, diputado y funcionario público francés, fue nombrado barón por Napoleón III tras su extraordinaria y ambiciosa modernización de la capital. A él se deben, por ejemplo, los Campos Elíseos (abajo, placa).
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conquistar Moscú en 1812, pero dos años después, cuando los ejércitos aliados entraron en París, hubo de huir a Elba. Volvería en 1815, para ser derrotado definitivamente en Waterloo y morir en el exilio, en una remota isla del Atlántico. Cuando Napoleón III tomó el poder con un golpe de Estado en 1851, París tenía ya un millón de habitantes, un grave problema de densidad de población. Con el sobrino de Napoleón arrancó el Segundo Imperio, que duró hasta 1870, y París se consolidó como la más espectacular de las ciudades europeas. De eso se encargó el barón Haussmann: se derribaron las abigarradas, sombrías y sucias calles de la parte medieval y se creó una capital abierta, ventilada, geométrica y bien ordenada, con parques, avenidas y bulevares como los célebres Campos Elíseos. Fue la gran transformación, el abrazo de la modernidad.
14 noviembre 1888
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EMBLEMA DE LA BELLE ÉPOQUE. La Torre Eiffel, una de las grandes obras de ingeniería de todos los tiempos y hoy símbolo de París, se construyó para la Exposición Universal de 1889. Estas dos imágenes pertenecen al álbum que muestra su construcción.
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NACIÓN LIBRE, CIUDAD DE ACOGIDA. Por entonces, el fascismo empezaba a triunfar en Italia y Lenin sentaba las bases de la sociedad comunista. En medio, Francia era la nación de los derechos humanos y la libertad, y París se convirtió en ciudad de acogida: italianos, polacos, españoles o judíos llegaron en busca de una vida mejor y la convirtieron en la urbe más cosmopolita del planeta. Entre los extranjeros había una legión de nombres hoy conocidos: Picasso, Modigliani, Chagall, Tristan Tzara… Gracias a ellos, París fue al mismo tiempo capital de la vanguardia. No eran franceses, pero sí parisinos. Se instalaron en Montparnasse, que desbancó a Montmartre como barrio artístico. Como dijo Henry Miller, Montparnasse era “el ombligo del mundo”, aunque Montmartre se resistió a renunciar a su pasado. En realidad, ambos barrios
10 obras literarias sobre la Ville Lumière
se convirtieron en una especie de “islas de la alegría”. Entre los recién llegados abundaban los estadounidenses que, con su país azotado por la Ley Seca y el Ku Klux Klan, tenían sed de fiesta y libertad; y, con los bolsillos cargados de dólares, no les iba a resultar difícil conseguir ambas cosas. París era para ellos un paraíso que comprar. “Te hacía sentir más grande que en Nueva York, donde los rascacielos empequeñecen al hombre”, apuntó Man Ray, que fotografió a todos los personajes del momento. Entre ellos, James Joyce, que logró publicar su Ulises en París gracias a la librera estadounidense Sylvia Beach, o Gertrude Stein, poetisa, dramaturga, coleccionista de arte y “reina” de la Generación Perdida (Hemingway, Dos Passos, Steinbeck, Fitzgerald...) que escribió en la capital francesa algunas de las páginas más notables de la literatura americana. Y del país de las barras y estrellas llegó Josephine
los 20, la de la élite artística y literaria de la Generación Perdida a la que pertenecía. Años después, Enrique Vila-Matas seguiría en París no se acaba nunca (2003), novela autobiográfica, los pasos del americano.
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CON MENOS GLAMOUR. En las antípodas de Hemingway, George Orwell presenta en el reportaje Sin blanca en París y Londres (1933) la miseria de los bajos fondos y del París proletario. El protagonista (él mismo) vive sumido en la pobreza. Libro de los pasajes (1983), del filósofo alemán Walter Benjamin, es un compendio de su pensamiento sobre la ciudad en general y, en particular, sobre París. Por último, París (2013), de Edward Rutherfurd, tiene a la ciudad como protagonista y recorre todos los grandes acontecimientos que en ella se han vivido.
Las memorias de Hemingway (izda.) de su vida en París son homenajeadas por Vila-Matas en París no se acaba nunca (arriba).
Baker. La vedette afroamericana agitaba semidesnuda su falda de bananas mientras Hitler alzaba la voz contra negros, judíos y homosexuales. En Montmartre, el nuevo Harlem, no existía la segregación y los músicos negros animaban la noche a ritmo de jazz. Pero, bajo este espejismo, París se radicalizaba, como el resto de Europa, y la ultraderecha crecía.
PARISINOS DE ADOPCIÓN. Desde principios del siglo XX hasta los años 30, la capital de Francia fue ciudad de acogida de muchos artistas e intelectuales de todo el mundo, como el gran pintor malagueño Pablo Picasso, al que vemos en la imagen de abajo en su estudio parisino.
LA RESACA DE LA FIESTA: PARÍS OCUPADO POR LOS NAZIS. Bajo los rutilantes neones se
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an sido muchos los literatos que han intentado captar parte de la esencia de París. Estos diez libros están entre los más representativos. Notre Dame de París (1831), de Victor Hugo, es una de las obras maestras del romanticismo francés. Está protagonizada por el entrañable Quasimodo y por la catedral gótica. En Claudine en París (1901), la transgresora Cole e sitúa a su alter ego en la capital francesa y radiografía, con su acostumbrada ironía, la sociedad parisina. El campesino de París (1926), por su parte, es considerada una de las obras cumbres del surrealismo. La escribió Louis Aragon, uno de sus fundadores. El protagonista de Trópico de Cáncer (1934), de Henry Miller, es un americano que vive como escritor en el sórdido París de los 30. Las explícitas escenas de sexo le costaron la censura. En el París de los refugiados y los nazis, con una historia de amor y venganza de fondo, transcurre Arco de Triunfo (1946), de Erich Maria Remarque. Esta novela, todo un best seller, fue llevada al cine con Charles Boyer e Ingrid Bergman. En París era una fiesta (1964), memorias póstumas de Ernest Hemingway, éste retrató la efervescente urbe de
escondía la dura realidad: la crisis monetaria y la pobreza reinante. El crac del 29 trajo consigo paro y miseria, la ruina de las naciones que dependían de créditos americanos. Empezó a verse con malos ojos el cosmopolitismo y a los extranjeros. La década finalizó, y con ella la “locura”. Alemania estaba a punto de lanzarse a los brazos de Hitler y los americanos arruinados abandonaron París. Pronto se acabó la fiesta y empezaron a sonar las bombas. El 3 de junio de 1940, las de la Luftwaffe cayeron sobre París matando a 254 civiles. Francia capituló y las tropas nazis ocuparon la capital del mundo sin hallar apenas oposición, y se quedaron en ella cuatro años. Durante ese tiempo, los miembros de la Résistance (alrededor del 5% de los franceses, tan sólo) intentaron combatir al enemigo. Finalmente, París se sublevó y el 25 de agosto de 1944 fue liberado por una fuerza encabezada por unidades de la Francia libre. La compañía conocida como “La Nueve”, formada por cerca de 150 españoles, precedía al grueso de la División. La ciudad se había salvado sin que la Wehrmacht la destrozase, como ordenó Hitler; por suerte, el comandante general encargado de ello se negó a obedecer. Gracias a él, podemos seguir disfrutando de París. Aunque, de haber sido destruido, probablemente habría renacido con más fuerza como ha hecho siempre, una y otra vez. MH
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LA CAÍDA Y EL RESURGIR DE LA CAPITAL ALEMANA
Berlín volvió a ser una fiesta LOS VAIVENES DE LA HISTORIA HICIERON PASAR A ESTA URBE POR GRANDES ALTIBAJOS, DESDE EL ESPLENDOR DE LOS “FELICES VEINTE” HASTA EL HORROR DEL TERCER REICH. TRAS LA CAÍDA DEL MURO, BERLÍN RENACIÓ COMO LA FASCINANTE CIUDAD QUE SIEMPRE FUE. Por Fernando Cohnen, periodista
NOCHE DE PAZ. Cientos de miles de ciudadanos berlineses celebraron unidos la Nochevieja de 1989 en torno a los restos del ya inútil Muro de la Vergüenza, que había caído poco antes, el 9 de noviembre de ese mismo año. La fotografía recoge aquella histórica celebración.
erlín llegará un día a ser la capital de Alemania, pero será la capital del aburrimiento”, escribió Honoré de Balzac en 1847. Resulta difícil encontrar una descripción más desafortunada de una ciudad que puede ser cualquier cosa menos aburrida. Sus animadas noches de cabaret en las primeras décadas del siglo XX, su agitadísima historia y su actual florecimiento cultural contradicen la opinión del escritor francés. Ese carácter divertido y decadente lo simboliza a la perfección la bailarina Anita Berber (1899-1928), cuyas actuaciones en los clubs de moda de los locos años veinte encendieron las noches de Berlín. En ocasiones, la que fue musa del cine mudo alemán aparecía semidesnuda luciendo sólo una elegante marta cibelina en las calles de Friedrichstadt, el actual barrio gay de la ciudad. Sus sensuales
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bailes en los garitos para noctámbulos levantaban pasiones entre sus seguidores. Pocos años después, la excéntrica Berber murió a causa de la tuberculosis, el coñac y la morfina. Se decía entonces que el aire alcalino que respiraban los berlineses (Berliner Luft) contenía un gas tóxico que estimulaba las pasiones más reprimidas.
DIVERSIÓN DE ENTREGUERRAS. Fuera por ese misterioso gas o por otras razones, lo cierto es que el Berlín de entreguerras se transformó en poco tiempo en una ciudad golfa y divertida, que nada tenía que ver con la idea que albergaba Balzac sobre ella. En sus vibrantes calles convivían el lujo con el paro, la miseria con la vida licenciosa, las noches locas de cabaret y los extremistas de izquierdas con los diseñadores, pintores y cineastas de vanguardia. La capital alemana era un
crisol donde todo el mundo tenía cabida. La atmósfera de libertad que emanó de la Constitución de Weimar la convirtió en la capital cultural de la época. Sus más conspicuos representantes se reunían en las tertulias que se celebraban en el Romanisches Café de la avenida Kurfürstendamm. A ellas acudían el arquitecto Walter Gropius, el dramaturgo Bertolt Brecht, los pintores Beckmann, Grosz, Dix y Liebermann, los cineastas Fritz Lang y Billy Wilder, el músico Kurt Weill, el físico Albert Einstein o la actriz Marlene Dietrich, entre otros personajes del mundo de la cultura y de la farándula. En aquellos años, la capital alemana era un gran centro industrial y una de las ciudades más locas de Europa, pero también una urbe marcada por las desigualdades sociales y el nido donde anidaba el huevo de la serpiente nazi. Si en 1926
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causó furor la estadounidense Josephine Baker, que bailaba semidesnuda al ritmo del charlestón, dos años después se presentó por vez primera La ópera de los tres centavos, con música de Kurt Weill y libreto de Brecht, que en poco tiempo triunfó en los escenarios de medio mundo. A pesar del ejército de parados que deambulaba por sus calles, Berlín alardeaba de tener la primera autopista del mundo, de su flamante torre de la radio y de sus lujosos hoteles, como el Adlon, situado en el paseo Unter den Linden, junto a la Puerta de Brandenburgo. Luego llegó el crac financiero de 1929, que provocó más paro todavía y redujo a la mitad la producción industrial de la ciudad, lo que dio alas al partido nacionalsocialista. Una de las terribles consecuencias de la Gran Depresión fue la llegada al poder de los nazis el 30 de enero de 1933, cuando Hindenburg nombró canciller a Hitler. En los primeros años del régimen, los extranjeros que visitaban Berlín no percibían grandes cambios en la ciudad; sólo los muy informados sabían lo que realmente estaba pasando en sus calles. El Hotel Esplanade, con sus gigantescas arañas y sus bailes en el Patio de las Palmeras, seguía siendo uno de los escaparates de lujo de la ciudad. Lo mismo que el Hotel Adlon, donde se aloja-
En 1871, Berlín se anexionó diversos municipios y barrios, como el de Charloenburg (arriba, en 1935).
EL ÚLTIMO ACTO DEL DRAMA QUE VIVIÓ ALEMANIA EN LA II GUERRA MUNDIAL SUCEDIÓ EN ENERO DE 1945, CUANDO STALIN LANZÓ EL PODER DE SU EJÉRCITO CONTRA BERLÍN PELÍCULA
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Cabaret, Bob Fosse (1972). Joya del musical que ganó 8 Oscars y convirtió en estrella a Liza Minnelli, se basa en Adiós a Berlín, de Isherwood. Ambientada en la ciudad a inicios de los años 30, narra una historia de amor a tres bandas con el ascenso del nazismo como telón de fondo.
EXPRESIONISMO NOCTÁMBULO. Anita Berber (en la foto) fue un símbolo del Berlín de la República de Weimar, decadente y libertino. La bailarina y actriz reinó en las noches berlinesas de los locos años veinte.
ban las bellas actrices del cine alemán y las delegaciones extranjeras que visitaban la capital del Tercer Reich. Los extranjeros acudían a la berlinesa Potsdamer Platz para sentarse en la terraza del Café Josty, donde no se percibía cambio aparente en el comportamiento de los berlineses. Pero los alemanes que dejaban la capital durante unos meses y luego regresaban a ella se sorprendían al comprobar cómo había cambiado todo a su alrededor. Algunos advirtieron que las personas que antes eran sus amigos se habían radicalizado. “Lo colectivo aplastó el pensamiento individual; la libertad fue abolida y comenzó el dominio de la oscuridad y el terror”, escribió Sebastian Haffner en su libro Historia de un alemán. Haffner aborrecía tanto a los nazis que se exilió en Gran Bretaña en 1938. Los pocos que no comulgaban con los nacionalsocialistas añoraban la divertida ciudad de los años veinte. En el Berlín nazi todavía existían algunos clubs, pero ya no eran tan libertinos como antes, un cambio que refleja la película Cabaret, basada en la novela de Christopher Isherwood Adiós a Berlín. Los aires de libertad de los años veinte se esfumaron ante la proliferación de camisas pardas.
EL PODER NAZI EN LA CIUDAD. La mayoría de los trabajadores pensaba que el régimen había restaurado la estabilidad social y económica al ganar la batalla a la Gran Depresión. El pleno empleo facilitaba la recuperación de la industria pesada, lo que abría las puertas al gran objetivo del Reich: entrar en guerra para construir un Imperio en Europa central y oriental. El cine, el arte y los medios de comunicación se pusieron en manos del eficaz aparato propagandístico que controlaba Goebbels desde su Ministerio, un impresionante edificio junto a la Wilhelm Strasse, la avenida berlinesa donde se encontraba el centro neurálgico del poder nazi. El Tercer Reich reforzó la industria cinematográfica, cuyas instalaciones principales, los estudios UFA, estaban en Babelsberg, en el extrarradio berlinés. Los alemanes acudían en masa a las salas de cine, que exhibían algunos films estadounidenses, como Lo que el viento se llevó, y películas alemanas de tinte propagandístico, como Jud Suss (El judío Suss), que dirigió Veit Harlan en plena guerra.
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ras la victoria de O o von Bismarck en la guerra franco-prusiana de 1871 y la unificación de Alemania, Berlín fagocitó los municipios de Wedding, Gesundbrunnen y Moabit –además de los arrabales de Tempelhof, Schöneberg y Charlo enburg–, pasando así a ser una gran ciudad de casi un millón de habitantes. En 1884 se celebró la Conferencia de Berlín, cuyo objetivo era dirimir los conflictos coloniales entre las potencias europeas que ansiaban repartirse el inmenso territorio africano. Alemania se quedó con Camerún, Togo, Namibia y Tanganika, pero aquel reparto no fue suficiente para el canciller Bismarck, que pretendía crear un imperio
colonial similar al británico: este fue uno de los motivos que causaron el estallido de la I Guerra Mundial. Si en su arranque fue favorable a los intereses de Berlín, el conflicto global terminó siendo un desastre para el Káiser y su gobierno militarista. En la primavera de 1918, casi 500.000 personas participaron en las manifestaciones antibélicas de la Liga Espartaquista. Luego llegó el proceso revolucionario que obligó a Guillermo II a abdicar y refugiarse en Holanda. Una vez proclamada la República de Weimar, Berlín absorbió Spandau y otros territorios, con lo que pasó a tener cuatro millones de habitantes y a convertirse en la capital de la llamada Gran Alemania.
En su afán por diseñar una nueva sociedad ajena a contaminaciones externas, los nazis hicieron todo lo posible para que los jóvenes dejaran de escuchar jazz y música popular americana interpretada por negros. Pese a todo, algunos irreductibles, los integrantes del “movimiento swing”, asistían a fiestas privadas vestidos como sus iguales estadounidenses para escuchar música americana, beber y hacer el amor, ajenos a la fanfarria militarista que imperaba en el país. Pero la mayoría de los alemanes siguieron a pies juntillas las consignas del partido. En Berlín, al finalizar las películas, en las salas de cine el público se ponía en pie y saludaba con el brazo en alto mientras todos cantaban el himno nacional alemán, Deutschland über Alles, y luego la Canción de Horst Wessel, que recibía ese nombre por su compositor, un matón de las SA asesinado por los comunistas y encumbrado a la categoría de héroe por los nazis. El 1 de septiembre de 1939, el ejército alemán inva-
FIN DEL HORROR. La batalla de Berlín fue el feroz enfrentamiento final entre la Alemania nazi y la URSS, que condujo a la rendición alemana y el fin de la guerra. En la icónica foto, la bandera vencedora ondea sobre un Berlín destruido.
dió Polonia, lo que provocó el estallido de la II Guerra Mundial. Aquel día, en su Diario de Berlín, el corresponsal estadounidense William L. Shirer anotó que los trabajadores del turno de la mañana ocuparon sus puestos en el nuevo edificio de la empresa I.G. Farben como si no hubiera sucedido nada. “En la primera noche de la guerra, los cafés, restaurantes y cervecerías berlineses estaban de bote en bote. Me pareció que, después de la alarma aérea, la gente sólo tenía cierta aprensión”. Según avanzó la guerra, la alarma aérea se convirtió en una rutina en la capital alemana. El último acto del drama que vivió Alemania en la II Guerra Mundial comenzó en enero de 1945, cuando Iósif Stalin lanzó todo el poder destructivo de sus ejércitos contra Berlín. Quería tomar la capital alemana antes que sus aliados occidentales porque le preocupaba que los nazis llegaran a un acuerdo de paz con los americanos, lo que era a todas luces absurdo en aquellos momentos finales de la guerra.
BOMBAS EN EL CORAZÓN DEL TERCER REICH. El 24 de abril de 1945, las tropas soviéticas alcanzaron los suburbios de Berlín. Previamente, las principales ciudades alemanas, incluida la capital, habían sufrido continuos ataques de los bombarderos estadounidenses de día y de los británicos de noche. Con los carros de combate soviéticos disparando en las calles ruinosas de la capital alemana, el Führer comprendió que había llegado el último capítulo de su vida. No quería terminar como Mussolini, cuyo ensangrentado cuerpo fue colgado por los partisanos italianos para mostrarlo a las masas, por lo que ordenó que, una vez se hubiera pegado un tiro, quemaran su cuerpo con gasolina. El 2 de mayo de 1945 un soldado del Ejército Rojo izó la bandera soviética sobre las ruinas del Reichstag. El atroz régimen impuesto por los nazis había concluido. Sin duda, Berlín ha sufrido lo suyo en el siglo XX. La ciudad fue el centro de poder del régimen nazi durante algo más de una década y pagó por ello un precio muy GETTY
Capital de la Gran Alemania
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LAS 85.000 TONELADAS DE BOMBAS QUE LANZARON LOS ALIADOS SOBRE LA CIUDAD LA DEJARON EN RUINAS
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tar condiciones”. El periodista Riccardo Ehrman preguntó cuándo sería efectiva la nueva ley y el burócrata rebuscó en sus papeles sin encontrar la fecha, así que improvisó: “De inmediato”. Lo que iba a ser una norma que agilizara los viajes al Oeste se convirtió en un malentendido que hizo caer el muro sólo horas después.
UN MURO ENTRE DOS MUNDOS. Muchas familias quedaron separadas por aquella mole de hormigón de 45 kilómetros que dividía la ciudad de Berlín. Miles de berlineses trataron de cruzar el muro, algunos lo consiguieron y 125 murieron en el intento, según cifras que aporta el Centro de Estudios Históricos de Potsdam. Aunque su finalidad era la de impedir que los berlineses huyeran al Oeste, la propaganda de la RDA aseguraba que era un “muro de protección antifascista y contra el imperialismo de la Alemania Federal”. Casi treinta años más tarde, las autoridades del Este presentaron una nueva ley que agilizaba los trámites para viajar al exterior. La tarde del 9 de noviembre de 1989, un miembro del Politburó de la RDA dio una conferencia de prensa en la que leyó un documento que decía: “Los viajes privados al extranjero pueden ser realizados sin que sea necesario presentar o solici-
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ARTÍFICES DE LAS DOS ALEMANIAS. Churchill, primer ministro británico, Truman, presidente de EE UU, y Stalin, líder de la URSS, se estrechan las manos en la Conferencia de Potsdam, en 1945. Allí se decidió partir Berlín en zonas de influencia y a Alemania en dos.
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alto en la II Guerra Mundial. Las 85.000 toneladas de bombas que lanzaron los aliados sobre la ciudad la dejaron en ruinas. Por si fuera poco, en la posguerra la capital fue troceada en sectores por las naciones aliadas que habían derrotado al Tercer Reich. Luego llegó la construcción del Muro de la Vergüenza, que la dividió en dos zonas (la oriental y la occidental), lo que impidió su reconstrucción de una forma ordenada. El origen de aquella monstruosidad fue la Conferencia de Potsdam de 1945, cuando las naciones que habían derrotado a los nazis decidieron crear dos países distintos: la República Federal de Alemania (RFA), con capital en Bonn, y la República Democrática Alemana (RDA), con capital en el Berlín oriental. En 1961, en un intento de frenar la salida de berlineses del Este hacia el Oeste, las autoridades de la RDA ordenaron el levantamiento de un muro alrededor de la capital y dieron orden de disparar contra todo aquel que intentara cruzarlo sin permiso. Soldados del Ejército Popular Nacional empezaron a sellar todos los accesos a Berlín Oeste. Las líneas del metro siguieron funcionando, aunque sin detenerse en las estaciones del Este, que quedaron como fantasmas que simbolizaban la Guerra Fría entre las dos superpotencias.
REENCUENTROS Y RECONSTRUCCIÓN. Las televisiones y las radios propagaron la noticia: “¡La RDA abre la frontera!”. Los puestos fronterizos se llenaron de berlineses del Este que presionaron a los guardias hasta que les dejaron pasar al Oeste. Muchos se subieron al muro y algunos comenzaron a golpearlo con mazas, ante las atónitas miradas de los militares de la RDA. Multitud de berlineses del Este se dirigieron al otro lado de la frontera con lágrimas en los ojos. Allí les esperaban personas desconocidas que se abalanzaron sobre ellos para abrazarlos. Berlín era una fiesta. Tras la reunificación de Alemania, el esfuerzo constructor de los últimos años parece ir encaminado a hacer de Berlín la capital cultural de Europa. La proliferación de nuevos edificios la ha transformado en un espectacular campo experimental para arquitectos de vanguardia; entre ellos, Norman Foster, que ha dotado al viejo Reichstag de una cúpula ultramoderna, o Renzo Piano, que ha erigido la nueva sede central de Daimler-Benz en la Potsdamer Platz. Esta zona de Berlín, que fue devastada por los bombardeos durante la guerra, ha sido recuperada gracias
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l viaje en el tiempo comienza en la Wilhelm Strasse, una arteria vital de la capital alemana donde estaba el centro administrativo del nazismo: en la confluencia con la Wilhelm Platz se encontraba el Ministerio de Propaganda de Joseph Goebbels y un poco más hacia el sur, en la esquina de Leipziger Strasse con Wilhelm Strasse, se hallaba el Ministerio de Aeronáutica de Göring, un gigantesco edificio que sigue en pie y que actualmente es el Ministerio de Finanzas. La incursión en el corazón de las tinieblas del poder nazi en Berlín nos lleva al número 9 de la Prinz Albrecht Strasse, donde se encontraba el elegante Hotel Prinz Albrecht, que en aquellos años pasó a ser la sede de las SS. Actualmente, alberga un museo donde el visitante puede contemplar documentos e imágenes de la época. Este peculiar paseo por la Historia prosigue
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El Berlín del Tercer Reich en la confluencia de la Voss Strasse con la Wilhelm Strasse, donde todavía se encuentra el búnker en el que Hitler afrontó la caída de su frustrado imperio. VESTIGIOS DEL PASADO. El búnker se comunicaba a través de un pasadizo subterráneo con el edificio de la nueva Cancillería, proyectado por el arquitecto Albert Speer. El 2 de mayo de 1945, la comandante soviética Anna Nikulina, perteneciente al 5º Ejército de choque de Berzarin, puso la bandera roja en el tejado de la ruinosa Cancillería. En el parque Tiergarten, en Strasse des 17 Juni, se alza el Monumento a los Soldados Soviéticos. La enorme columna central se construyó con restos del mármol de la Cancillería del Reich. El conjunto recuerda a los miles de soldados rusos que perecieron en la conquista de la capital alemana en 1945.
a la labor de Piano y otros eminentes arquitectos, como Helmut Jahn (autor del complejo Sony) y Arata Isozaki (creador del Debis Center). Otros edificios construidos en los sesenta y los setenta también han aportado su grano de arena a la reconstrucción de una ciudad que desea fervientemente superar en grandeur a la mismísima París. Una de esas joyas arquitectónicas es la Neue National Galerie, de Mies van der Rohe. La capital alemana se ha convertido en un crisol de razas. Cabe recordar que es la segunda ciudad turca después de Estambul, algo que queda patente los
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Berlín Alexanderplatz, Alfred Döblin. Cátedra, 2008. Esta extraordinaria novela, aparecida en 1929, es una exaltación de Berlín con todos los detalles de su geografía urbana, que el autor conocía muy bien por su profesión de médico.
HISTÓRICO Y MODERNO. El arquitecto Norman Foster amplió y remodeló en 1999 el Parlamento alemán (izda.), convirtiéndolo en un edificio funcional y moderno. La cúpula de cristal, que causó gran controversia y por la que se puede caminar, es hoy uno de los mayores símbolos e iconos de Berlín.
La sede de las SS se instaló en el Hotel Prinz Albrecht (en la foto, Hitler saliendo del edificio), situado en el centro de Berlín.
sábados por la mañana en el concurrido mercado de Kreuzberg. Los miles de funcionarios que han llegado de otras zonas de Alemania para dar vida a las nuevas sedes gubernamentales y los contrastes que todavía se perciben entre los berlineses orientales y occidentales también constituyen otros elementos que marcan la fuerte personalidad del Berlín actual. En la Chausseestrasse, muy cerca de la Nueva Sinagoga, se encuentra un pequeño cementerio que alberga los restos del dramaturgo Bertolt Brecht, del filósofo Hegel y del gran arquitecto Schinkel, algunas de cuyas obras marcaron la imagen de la ciudad en el siglo XIX. En este barrio, vertebrado por la Oranienburger Strasse, se perciben con claridad las dos ciudades. Las fachadas de las barriadas proletarias del Este se han repintado con colores brillantes, en un intento de maquillar su abominable diseño.
RESTAURAR LAS SEÑAS DE IDENTIDAD. Este lifting no se pudo aplicar al Palacio de la República Democrática Alemana, un edifico gigantesco de cemento revestido de cristales dorados que se construyó en el solar que dejó el Palacio Real de los Hohenzollern, que quedó muy dañado por la guerra, razón por la que sus restos fueron dinamitados por orden de las autoridades orientales en 1950. Tras la caída del Muro, el flamante Palacio de la RDA tuvo que ser abandonado al detectarse en su estructura asbesto, un material potencialmente cancerígeno. El Parlamento Federal lo derribó hace unos años para reconstruir el desaparecido Palacio Hohenzollern. Se espera que en 2019 finalice esta faraónica obra, que incluye la creación del Humboldt Forum, en homenaje al botánico Alexander von Humboldt. Su interior albergará una biblioteca, salas para exposiciones temporales de los museos de Berlín y una estación de metro. Las autoridades municipales afirman que este proyecto pretende restaurar las señas de identidad del Berlín del siglo XIX. MH
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NUEVA YORK Y SUS RASCACIELOS
La apoteosis
vertical MODERNA, BULLICIOSA Y VITALISTA PESE A SUS EPISODIOS MÁS TRÁGICOS –NINGUNO COMO EL 11-S–, LA URBE DE LOS EDIFICIOS ALTÍSIMOS ES LA CAPITAL ECONÓMICA DE EE UU Y QUIZÁ LA CIUDAD MÁS FOTOGÉNICA DEL MUNDO.
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Por José Ángel Martos, periodista y escritor
UN MÍTICO PERFIL URBANO. Esta panorámica de Manhaan desde la Estatua de la Libertad es ya un lugar común, un icono de Nueva York reconocible en todo el planeta. El primer asentamiento colonial fue holandés y se remonta a 1609, pero la ciudad que hoy conocemos nació a partir de 1811.
os turistas que se acumulan por millares cualquier día en el Bajo Manhattan —la zona donde confluyen Wall Street, el memorial del 11S y (no menos importante) algunos de los outlets más populares para el inevitable shopping neoyorquino— no saben nada de algo llamado Canal de Erie. Como mucho, si se anima a caminar hasta la zona verde del Battery Park en la cercana ribera del Hudson, algún curioso podrá descubrir una placa que menciona ese ya vetusto nombre. Sin embargo, la Nueva York que conocemos y nos impresiona con su desmedido poder económico no existiría sin esa monumental obra de ingeniería que, construida en el norte del Estado neoyorquino, comunicaba el río Hudson con la inmensa región del Medio Oeste. De esta forma, con el tráfico del canal acabando en el puerto de Nueva York, éste se convirtió en la gran salida al Océano Atlántico y por tanto al comercio internacional de los bienes agrícolas (y luego industriales) del país.
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A la construcción del citado canal se sumó el plan urbanizador de 1811, que cubrió la totalidad de la enorme isla de Manhattan con una parrilla de calles ordenadamente entrecruzadas en ángulo recto (el llamado trazado hipodámico). Fueron dos hitos, uno económico y el otro arquitectónico, que transformaron la vida de la ciudad, sentando las bases para convertirla en un irresistible imán para millones de seres humanos.
UNA URBE DE MERCANCÍAS Y PERSONAS. Por ello es anecdótico que la Historia de Nueva York se remonte a 1609, cuando la Compañía Holandesa de las Indias Orientales levantó el primer asentamiento de colonos occidentales, o a 1624, cuando los mismos holandeses le compraron la isla de Manhattan a sus primigenios habitantes, los indios lenapes (luego, Nueva York cambiaría de manos y se haría inglesa en 1664). En cualquier caso, la política no fue determinante para su crecimiento. Eso a pesar de que sirvió como la capital del país durante cinco
años (1785-1790) y de que George Washington tomó posesión allí como presidente, acontecimientos hoy casi olvidados al recaer todo el peso simbólico, a partir de 1800, en la ciudad de nueva planta de Washington DC. Ajena a lo político, fueron el canal de Erie y las mercancías y personas que se movían a través de él las que hicieron rica a Nueva York. Desde productos agrícolas hasta esclavos, cualquier mercadería (los esclavos lo fueron hasta muchas décadas después) fluctuaba por el canal. También, un creciente flujo humano en el que se mezclaban emigrantes, aventureros, buscavidas e incluso los primeros turistas. En 1835, el poderío económico de Nueva York ya era un hecho incontestable: fue el primer año en que superó en población a Filadelfia, que había sido la gran urbe portuaria hasta entonces y protagonista, por ello, de los acontecimientos políticos que habían conducido a la Guerra de Independencia que acabó con la dominación inglesa. El centro de gravedad de la vida estadounidense
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LLEGAR HASTA LAS NUBES. Los rascacielos pioneros en la isla de Manhattan eran sedes de periódicos, testimonio del fenomenal impacto que tuvo la prensa y de su poderío económico en aquella época. El edificio del New York Tribune se levantó en 1875 y tenía 79 metros de alto. El del New York World, acabado en 1890, superaría ya los 100 metros gracias a su antena, un truco muy habitual en la carrera de los rascacielos (sin ella, el edificio se elevaba a 94,2 metros). Como un signo de los tiempos,
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estaba cambiando, dirigiéndose sólo un poco más al norte (155 km separan Filadelfia y Nueva York), lo suficiente para abrir una nueva etapa de dominación simbólica de la que antaño fuera Nueva Ámsterdam, etapa que hoy sigue vigente con Nueva York convertida en capital de la globalización, para solaz de los turistas. Las llegadas masivas de inmigrantes a América a través del puerto de Nueva York se produjeron a partir de finales del siglo XIX, época en la que se edificó una gran aduana en un islote del estuario del Hudson: la isla de Ellis, que empezó a inspeccionar meticulosamente a los inmigrantes a partir de 1892, convirtiéndose en el último gran obstáculo para los que aspiraban a entrar en el país. En su primer año de funcionamiento, fueron inspeccionados 450.000 inmigrantes, pero se llegaría a alcanzar el récord de 1.004.756 en el año 1907. Las cifras de inmigrantes eran un fiable termómetro de la prosperidad de Nueva York y Estados Unidos. El otro gran indicador eran los rascacielos, que por la misma época –finales del XIX– empezaron a construirse y proliferar hasta convertirse en el mayor icono de la ciudad, al mismo nivel que la Estatua de la Libertad (1886), regalo de Francia. Los rascacielos son el símbolo de una urbe que siempre quiere crecer y que rompe sus límites una y otra vez, encaramándose más y más alto por el empuje de la iniciativa privada e individual.
¿ALGO QUE DECLARAR? La isla de Ellis – un islote en la bahía del Hudson que hoy se visita junto con la cercana Liberty Island, hogar de la Estatua de la Libertad– fue convertida en aduana para los inmigrantes (arriba, unos griegos) en 1892.
en la actualidad ya no existe ninguno de esos periódicos, ni tampoco los edificios que los albergaron. Con el cambio de siglo, la pasión por la arquitectura vertical se convertiría en una auténtica carrera, cien por cien vinculada al crecimiento económico. En 1902 ya se levantó el que, más de un siglo después, sigue siendo uno de los rascacielos más sorprendentes e icónicos de la ciudad: el Flat Iron, un edificio triangular muy esbelto cuyo nombre alude a las planchas, ya que, si se observa el inmueble desde lo alto, su forma recuerda a la de ese electrodoméstico. Causó un gran impacto porque los neoyorquinos no creyeron que un edificio tan delgado y con su altura (87 metros) fuese capaz de resistir el empuje del viento sin una base cuadrangular. Pero la obra del arquitecto Daniel Burnham se mostraría sólida por mor del uso como material constructivo del acero (al-
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ay unos cuantos casos en el mundo en que la capital de un país no coincide con la ciudad líder desde el punto de vista económico. Pero en ninguno de ellos la diferencia es tan acusada como en el caso de Nueva York, ya que la capital de EE UU, Washington DC, es una urbe premeditadamente política que sus fundadores, encabezados por el primer presidente (y quien le dio nombre), George Washington, quisieron consagrar a los asuntos públicos y no a los negocios. Aun así, es poco conocido que Nueva York fue la capital del país durante cinco años, que además fueron de los más intensos de su entonces joven Historia. Entre el 11 de enero de 1785 y el 12 de agosto de 1790, la ciudad de los rascacielos fue la capital en tanto que sede de las reuniones del Congreso, su cámara legislativa y máxima emanación de los poderes del pueblo. De hecho, el Congreso había sido itinerante hasta entonces, moviéndose de sus primeras reuniones en Filadelfia hasta otras cinco ciudades más. Mientras la capitalidad residió en Nueva York, los representantes del Congreso se reu-
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nieron en el Federal Hall, un edificio situado casi delante de la actual sede de la Bolsa de Wall Street, algo que no deja de ser simbólico. En él fue donde George Washington tomó posesión como presidente del país en 1789, acto que hoy es conmemorado por una estatua en dicho lugar. MINISTERIOS EN LA TABERNA. Sin embargo, los congresistas y primeros políticos pasaban la mayor parte del tiempo en la Taberna Fraunces. Situada en el número 54 de Pearl Street, había sido el lugar de encuentro de la sociedad secreta de los Hijos de la Libertad, que jugó un papel importante en la revolución contra los ingleses, y era uno de los lugares favoritos de George Washington. Su dueño, Samuel Fraunces (que parece que ayudó a los revolucionarios como espía durante la guerra), alquiló parte del edificio al Congreso para que en tan curiosa ubicación tuvieran sedes los ministerios de Asuntos Exteriores, de la Guerra y del Tesoro. Todavía existe como restaurante histórico, que puede ser visitado en la misma ubicación que lo vio nacer.
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Cuando Nueva York fue la capital de Estados Unidos
Sobre estas líneas, la emblemática fachada de la histórica Taberna Fraunces (54 Pearl Street, Nueva York), hoy restaurante-museo.
A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX, LA PASIÓN POR LOS RASCACIELOS DIO LUGAR A UNA FRENÉTICA CARRERA VINCULADA AL CRECIMIENTO ECONÓMICO DE LA CIUDAD
LAS SOMBRAS DE UNA ERA DORADA. En plena fiebre constructora de los
empresarios empeñados en presumir de su particular Torre de Babel, y con la especulación desatada por la construcción del metro (que aumentaba el valor de los terrenos próximos a las estaciones), surgieron voces críticas entre la ciudadanía neoyorquina. El descontento lo galvanizó el citado Equitable, un edificio que si se observaba desde el cielo tenía forma de H, todo un hito arquitectónico cuyo disfrute sólo estaba al alcance de los pájaros y los aviones, mientras que los neoyorquinos de a pie sufrían un molesto daño colateral: su masiva superficie edificada en 38 pisos había sumido en la sombra nada menos que a 28.000 metros cuadrados de ciudad en las calles adyacentes. La negra sombra del Equitable acabó de decidir a los responsables municipales a aprobar una legislación que su impulsor, el presidente del Distrito de Manhattan, Geor-
EL EDIFICIO MÁS ALTO DEL MUNDO. Con nuevas reglas un poco más civilizadas, Nueva York continuó creciendo a lo alto. El final de la Primera Guerra Mundial ayudó a un nuevo boom inmobiliario, que se aceleraría a partir de 1925. Los nuevos rascacielos se construyeron en un formato mucho más estilizado y “ligero”, al hacer un menor uso de la superficie vertical siguiendo las ordenanzas. El ejemplo más afortunado es el de la Torre Chrysler, epítome del estilo art déco que hizo fortuna en los rascacielos de la época. El momento cumbre de este ciclo inmobiliario se alcanzaría en 1928, año que fue testigo de una loca competición por levantar el edificio más alto del mundo cuyos protagonistas fueron la Torre Chrysler (financiada por el dueño de la empresa automovilística) y el
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go poco habitual por entonces). Este mismo período, conocido como “la Primera Gran Época”, lo protagonizaron también otros edificios no tan chic pero mucho más altos, que batieron holgadamente la marca de los doscientos metros de altura, como el Woolworth Building (241 metros) o la Metropolitan Life Tower (213 metros), y algunos más que superaban los cien, en particular el Equitable Building (164 metros), construido en 1915 y que resultó muy polémico no por su altura sino por su descomunal masa edificada, ya que se convirtió en el edificio con más superficie total del mundo, nada menos que 176.000 metros cuadrados. El liderazgo de la construcción de rascacielos se trasladó a las compañías de seguros, responsables de dos de los tres edificios citados (el Metropolitan y el Equitable). Curiosamente, Frank Woolworth, impulsor del otro, había hecho su fortuna con la creación de una cadena de tiendas llamada Five and Dimes, cuyo nombre aludía al precio de los artículos, todos los cuales se vendían a cinco o diez céntimos de dólar. Fue un precursor de las tiendas “todo a un euro”, que demostró que céntimo a céntimo podía reunirse lo suficiente como para construir el edificio más alto del mundo en su momento (1913). Woolworth era el clásico ejemplo de emprendedor admirado e imitado por los estadounidenses, como luego lo sería Rockefeller u hoy el propio Trump.
ge McAneny, llevaba promoviendo desde 1913. En una ordenanza describía la situación, que distaba de ser idílica: “Hay que detener el mal seriamente creciente de la privación de la luz y aire a otros edificios y a las calles públicas, para evitar la congestión insalubre y peligrosa tanto en las condiciones de vida como en la calle y en el tráfico, y para reducir los riesgos de incendio y peligro para la vida”. La medida promulgada, conocida como Ley de Zonificación de 1916, imponía reglas como la de que en zonas residenciales no se podía construir a más altura que el equivalente a la anchura de las calles que tenían enfrente los edificios. Esta y otras restricciones marcarían un cambio de era, no sólo en Nueva York sino en todo Estados Unidos, ya que sería copiada a nivel federal en 1922 para adoptarse en todas las grandes ciudades del país que, encabezadas por Chicago, vivían una espiral inmobiliaria similar.
Ventanas de Manhaan, Antonio Muñoz Molina. Seix Barral, 2004. Recorrido del gran escritor español por sus rincones predilectos de Nueva York, que hace hincapié en las fachadas más emblemáticas.
ICÓNICO Y RESISTENTE. Cuando en 1902 se erigió el Edificio Flat Iron (derecha), su triangular esbeltez causó el asombro y el escepticismo de los neoyorquinos, que lo veían frágil por su delgadez y altura (87 metros). Pero era más sólido de lo que parecía: está hecho en parte de acero.
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UNA PAUSA EN LA CARRERA HACIA EL CIELO. La Torre Chrysler se inauguró en 1930, muy poco después del crac de la Bolsa, y fue oficialmente nombrada el edificio más alto del mundo gracias a sus 319 metros (aunque pronto sería destronada por el Empire State Building). A la derecha, dos de sus constructores –sin vértigo, evidentemente– se echan un pitillo sobre su famosa gárgola.
PELÍCULA
Historias de Nueva York, Martin Scorsese, Woody Allen, Francis Ford Coppola (1989). Un homenaje en toda regla a la vida neoyorquina a través de tres viñetas dirigidas por tres de los mejores cineastas estadounidenses actuales.
TRAS EL 11-S, EL RENACIMIENTO. Nueva York sufrió un golpe terrible en 2001, tanto real como simbólico, cuando un ataque terrorista destruyó las Torres Gemelas y provocó más de 3.000 muertes. Pero ha resurgido de sus cenizas... y vuelto a las andadas con los rascacielos. El de la izquierda, el One World Trade Center (541 metros), se alza donde estuvieron las desaparecidas torres.
Bank of Manhattan Trust Building, de esta institución financiera. Los arquitectos de ambos inmuebles competían por hacer su edificio un poco más alto que el otro. Sería Chrysler quien se llevara el gato al agua gracias a un truco secreto: en el interior de la obra, fuera de la vista de los competidores, se fabricó una aguja que en el último momento se añadió al edificio, que pasó así de los 282 metros que tenía su azotea (tan sólo uno menos que la torre del Bank of Manhattan) a los 319 metros que le concedían el preciado título. No fue casual que en medio de esta loca competición, símbolo de muchos otros excesos económicos que se cometieron, la Bolsa de Wall Street se hundiera con estrépito a partir del 29 de octubre de 1929, el Jueves Negro. El sistema financiero basado en el mercado libre sin restricciones y regulado por la “mano invisible” del teórico Adam Smith demostró sus limitaciones al llevar a vivir continuamente de la especulación –un salto sin red– a millones de inversores, confiados en que el mercado bursátil siempre subía.
LA LEYENDA DEL EMPIRE STATE. En Nueva York, principal sede de las finanzas ya por entonces, el destrozo causado por la quiebra de la Bolsa llevó a muchos inversores a la desesperación, hasta el punto de saltar literalmente desde los rascacielos para suicidarse, en un paroxismo tan terrible como novedoso en la Historia del capitalismo. Los edificios Chrysler y Manhattan Bank se inauguraron apenas unos meses después de ese devastador crac. El periodista de The New Yorker Elwyn Brooks White lo resumió muy bien: “Nueva York logró encaramarse al punto más alto del cielo en el momento más bajo de la Depresión”. La historia de la construcción del Empire State, el rascacielos que en apenas un año destronó a los otros dos que tan duramente habían competido por ser los más altos, es ya toda una leyenda en sí misma, un hito tan importante en la mitología americana como la Guerra del Té o la Conquista del Oeste. Se empezó a construir el 17 de marzo de 1930, Día de San Patricio, por expreso deseo del presidente de la sociedad promotora, Alfred Smith, un ex gobernador del Estado descendiente de irlandeses. Trabajaron en la obra 3.400 obreros, la mayoría de los cuales eran inmigrantes venidos de Europa. Muchos de ellos quedaron retratados en las mareantes fotografías de Lewis Hine que documentaron la construcción. También hay que citar la aportación de centenares de obreros originarios de la tribu india de los mohawk, que fueron traídos expresamente desde una reserva de Montreal, en Canadá, por tener gran experiencia en el trabajo con
UN EFÍMERO REINADO DE TRÁGICO FINAL. En los años de la Guerra Fría y el Baby Boom se sumaron nuevos rascacielos destacados (como el del Rockefeller Center), pero nadie se atrevió a desafiar el liderazgo del Empire hasta 1974 con la inauguración de las Torres Gemelas del World Trade Center, impulsadas por la Autoridad Portuaria de Nueva York para relanzar su zona de influencia, el histórico Bajo Manhattan, como un emplazamiento para las empresas, ya que el centro de gravedad se había ido trasladando durante los años 30 al área del Midtown (el centro de la isla de Manhattan) donde se levantaban el Empire State y muchos otros, en la elegante zona próxima a las tiendas de la Quinta Avenida y al Central Park. Las Torres Gemelas –no del todo, porque la primera medía dos metros más que la segunda (417 contra 415)– se convirtieron en el nuevo techo del mundo. Para destronar al Empire State fue necesario recurrir de nuevo al truco de la antena, de forma que el World Trade Center 1 lograse con su ayuda elevarse hasta los 527 metros de altura. Hoy ambas, desgraciadamente, forman parte de la Historia. Su súbita destrucción el 11 de septiembre de 2001 por los aviones suicidas que los terroristas islámicos estrellaron contra ellas es el acontecimiento más importante del recién comenzado siglo XXI. Además de provocar más de 3.000 muertes, la herida simbólica que supuso para la principal superpotencia desencadenó acontecimientos políticos que han llevado al mundo a una nueva era de confrontación entre Occidente y el radicalismo islamista.
La cultura y el talonario LIBRO
Nueva York, Henry James. Sexto Piso, 2010. La ciudad de los rascacielos ejerció un fuerte influjo sobre el escritor angloamericano, que nació en ella. Esta selección de textos ambientados allí nos da su visión de la urbe.
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ueva York es hoy sede de algunos de los museos más importantes del mundo, visita obligada por tanto para cualquiera con inquietudes culturales. Curiosamente, estas instituciones que reúnen la Historia de sus respectivas disciplinas se encuentran en una ciudad y un país con un recorrido histórico muy corto, comparado con Europa. Sin embargo, esta carencia ha sido paliada a golpe de talonario. El Metropolitan Museum of Art, el más representativo de todos, inaugurado en 1872, cuenta con más de dos millones de obras. Entre las piezas se incluyen algunas tan llamativas como claustros enteros de monasterios franceses o la reja de la Catedral de Valladolid, originalmente adquirida por el magnate de la prensa William Randolph Hearst y que durante años yació abandonada en un almacén de éste en el barrio del Bronx. DE NUEVA YORK A BILBAO. Otro centro estrella es el Museo Americano de Historia Natural, muy popular entre los más jóvenes por la película Noche en el Museo. Abierto en 1869 y situado en una ubicación privilegiada junto a Central Park, fue posible gracias al apoyo financiero de notables de la ciudad que obtuvo el naturalista Albert S. Bickmore. El centro reproduce hábitats de vida animal de todo el mundo mediante dioramas con animales disecados, algunos cazados por el presidente Theodore Roosevelt, gran promotor del museo (su padre fue uno de los fundadores). El Museum Of Modern Art, el popular MOMA, y el Museo Guggenheim son los otros dos grandes centros expositivos. El primero se abrió en 1929 a iniciativa de Abby Aldrich Rockefeller, esposa de John D. Rockefeller Jr. Curiosamente, la inauguración fue tan sólo nueve días después del crac de la Bolsa. El segundo lo fundó diez años después, en 1939, Solomon Robert Guggenheim, dueño de importantes negocios mineros en Alaska. Fue concebido como un museo dedicado a la “pintura no objetiva”. Hoy es una institución con filiales en varios lugares del mundo, entre ellos Bilbao. ALAMY
el hierro. Un año y cuarenta y cinco días después de ser comenzado, el Empire State era inaugurado por los nietos de Smith, encargados de cortar la simbólica cinta. Lo que vieron sus conciudadanos fue que el trono del mayor rascacielos del mundo había cambiado de manos para pasar a este edificio de 443 metros, antena incluida. Se había tocado techo, pensaron muchos no sin motivo. Porque, en sus primeros años, el Empire State estuvo lejos de ser un éxito inmobiliario: con la economía sumida en la Depresión, no había negocios que quisieran instalarse en sus muchos metros cuadrados disponibles para oficinas. Tan poca demanda se dio que los socarrones neoyorquinos de los años 30 inventaron un jocoso nombre para el coloso: Empty State Building (empty significa vacío). No sería hasta los años 50 cuando empezaría a obtener beneficios.
A la derecha, varios ejemplares de elefantes disecados en la sala dedicada a los grandes mamíferos en el Museo Americano de Historia Natural, uno de los más populares de Nueva York, sobre todo entre el público infantil y juvenil.
EN LA ÚLTIMA DÉCADA SE HA CONVERTIDO EN UN “PARQUE TEMÁTICO” PARA RICOS, QUE VIENEN A VIVIR O INVERTIR EN ELLA
Pero Nueva York ha recuperado su músculo económico y, una vez más, puede apreciarse mediante el indicador de los rascacielos, que viven una nueva edad dorada: desde 2004 se han erigido 13 edificios de más de 213 metros, todo un hito. Uno de ellos es el One World Trade Center, en el lugar donde estuvieron sus torres predecesoras. Inaugurado en 2014, alcanza los 541 metros. Según los expertos, el dinero internacional fluye con alegría hacia el sector inmobiliario neoyorquino. Nadie quiere hablar de burbuja, porque la crisis de 2008 todavía está muy presente, ya que, como en 1929, volvió a ser protagonizada por las empresas financieras establecidas en la ciudad. Pero todo indica que, entregada al crecimiento vertical una vez más en su Historia, Nueva York va camino de ser más Nueva York que nunca. MH
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Historias urbanas por descubrir LA PERSONALIDAD DE LAS CIUDADES VIENE MARCADA POR LOS SUCESOS HISTÓRICOS QUE LES TOCÓ VIVIR. EN ALGUNOS CASOS, SU FUNDACIÓN SE DEBIÓ A OBJETIVOS Y NECESIDADES CONCRETOS; EN OTROS, NACIÓ DE UN CONFLICTO. HACEMOS UN REPASO POR CINCO DE ELLAS.
1 Donde nació el reino luso GUIMARÂES > PORTUGAL
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poco a poco, empezó a comerles terreno a los árabes que poblaban el sur, una reconquista que culminó con el nacimiento del Portugal que conocemos actualmente. Para revivir la batalla, toca subir al castillo originario del siglo X donde nació Henriques. De aquellos días gloriosos hoy queda la fachada, digna de una película medieval. Y un interior hueco lleno de escaleras que llevan a los visitantes de una almena a otra. Con una población actual de más de cincuenta mil habitantes, Guimarães está protegida por la Unesco, pues posee uno de los centros medievales mejor conservados de todo Portugal.
En la foto, la plaza de Santiago, un espacio abierto que conserva su idiosincrasia medieval y aparece mencionado en diversos documentos a lo largo de la Historia de Guimarâes. ALAMY
quí nasceu Portugal” es el mensaje que puedes leer en la muralla de la ciudad de Guimarães, en el distrito de Braga de la región norteña del Miño. Los antecedentes de esta afirmación histórica hay que buscarlos en el año 1128, fecha en la que se libró la batalla de San Mamede tras la cual el entonces llamado Condado Portugalense (un pequeño trozo de tierra escondido entre el Miño y el Duero) logró la independencia del reino de León. El vencedor, Alfonso Henriques, nacido en Guimarães, fue coronado como primer rey de Portugal por el papa Alejandro III en 1139. Fijó la capital en su ciudad natal y,
2 La tradición del Sacro Imperio Romano Germánico RATISBONA > ALEMANIA
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a ciudad vieja de Ratisbona constituye un testimonio extraordinario de las tradiciones del Sacro Imperio Romano Germánico. En la Alta Edad Media, era el lugar de encuentro predilecto para las Asambleas Imperiales. Los vestigios de ambos palacios reales, que se remontan al siglo IX, así como los numerosos edificios históricos bien conservados, son la prueba de la riqueza de su pasado y de la importancia política de la ciudad.
La arquitectura de Ratisbona refleja el papel que desempeñó como centro de comercio en la Edad Media y su influencia en la región al norte de los Alpes. Esta ciudad era un importante núcleo mercantil en las vías comerciales continentales que iban a Italia, Bohemia, Rusia y Bizancio. La ciudad tenía numerosos vínculos con las rutas intercontinentales de la seda. Todo ello propició un
importante intercambio de influencias culturales y arquitectónicas que ha caracterizado el paisaje de la ciudad hasta nuestros días. Un ejemplo de ello es el Puente de Piedra, construcción medieval que se ha convertido en un modelo para muchos otros puentes, como por ejemplo el de Carlos en Praga. Durante la Historia europea más reciente, aportó su contribución como sede de la Dieta Imperial Perpetua de 1663 a 1806.
La parte del casco antiguo de Ratisbona que linda con el Danubio se caracteriza por su Puente de Piedra (en la foto).
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María Fernández Rei MUSEO DISTRITO 6 (CIUDAD DEL CABO, SUDÁFRICA)
AUROVILLE > INDIA
3 La utopía hecha urbe
En el museo podrás pasear sobre un gran plano de la configuración del antiguo barrio Distrito 6 de Ciudad del Cabo. e las numerosas historias de segregación racial que se vivieron en Sudáfrica durante los 46 años de vigencia del apartheid, la del Distrito 6 de Ciudad del Cabo se ha convertido en un icono. Su memoria se preserva en un sencillo y emotivo museo instalado en una de las iglesias que se salvaron de la destrucción del barrio. A través de paneles y objetos podrás hacerte una idea de cómo vivía la gente, con cosas increíbles como los carnés de identidad que marcaban el color de su piel. Allí vivían, sobre todo, antiguos esclavos que habían sido “liberados” tras la abolición formal de la esclavitud en Sudáfrica en 1864.
Un siglo después, en 1966, el régimen del apartheid decidió declarar el Distrito 6 como zona blanca. ¿La razón? Se encontraba muy cerca del centro de la ciudad, el cual se quería reservar sólo para la población blanca. Desde entonces más de 65.000 personas fueron forzadas a abandonar su barrio. Tras la abolición del aparheid en 1994, se dispuso que los antiguos residentes del Distrito 6 volvieran a su barrio si podían demostrar haber sido propietarios de alguna de las pequeñas viviendas que había antes de su demolición. En 2004, el propio Mandela entregó las llaves de sus nuevas casas a los primeros residentes.
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uroville fue inaugurada el 28 de febrero de 1968 en presencia del presidente de la India y representantes de otros 124 países; cada uno de ellos arrojó un puñado de tierra de su país de origen dentro de una urna que se encuentra enterrada en el centro de la ciudad, para simbolizar así la fraternidad universal. Muchos turistas llegan cada año para observar el lugar y el edificio principal, el Matrimandir, una cúpula dorada que no evoca a ninguna religión y que se considera –como ellos lo llaman– el Templo de la Madre. Los ingresos de Auroville provienen de donaciones de distintas partes de la India y del mundo, así como de la red de unidades económicas de la comunidad, dedicadas a la tec-
nología informática, los negocios a pequeña y mediana escala, el reciclado y por último la venta de papel. Por otro lado, una de las señas de la comunidad es una educación no autoritaria, basada en los principios de la no violencia. También se procura que sea acorde con la naturaleza y por eso se ha dado una consideración especial a la ecología siguiendo las prácticas del llamado yoga integral de Sri Aurobindo. En esta ciudad hindú no existe la propiedad privada. Tampoco tiene un órgano de gobierno, por lo que vive según sus propias reglas. Esta idea de urbe fue presentada a la ONU y al gobierno de la India en 1965; en 1966 la Unesco tomó la resolución de aceptarla y asistir a este proyecto único. ALAMY
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Memoria de la ciudad que un día estuvo dividida
El centro de Auroville está presidido por la gigantesca sala de meditación, el Matrimandir (en la foto), dorada por fuera y revestida en el interior con mármol blanco.
KARLOVY VARY > REPÚBLICA CHECA
4 Una ciudad entre aguas de Bohemia K
arlovy Vary es una ciudad balnearia entre bosques que durante siglos atrajo a figuras como Beethoven, Goethe y Freud gracias al valor sencillo y puro de sus aguas. Se encuentra en Bohemia occidental, muy cerca de Mariánské Lázně y Františkovy Lázně, con las que forma el “triángulo de las Bermudas” de las aguas curativas. Karlovy Vary creció en torno a una fuente, de la que nacieron otras. Todas ellas se
Del subsuelo de Karlovy Vary (en la foto) brotan 80 manantiales que vierten a diario seis millones de litros de agua.
numeraron y bautizaron, y diariamente se les mide la temperatura. Enmarcadas entre porches rococó y quioscos románticos, las aguas curativas se integraron en el urbanismo con lechos de granito y columnatas corintias. Se construyeron edificios enteros para salvaguardar una cultura termal que hoy día continúa dando vida a la ciudad, donde los albornoces son tan típicos como el quimono en Japón y una de las imágenes más repetidas es la de los paseantes con una jarrita de porcelana en la mano, que utilizan para beber agua de las fuentes en cuanto tienen ocasión.
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PINTURA
ACTUALIDAD AGENDA CULTURAL
Cailleboe, artista y jardinero
LA CASA DEL LECTOR
DOCUMENTAL
La Guerra Civil española, a todo color
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DISCOVERY MAX
n colaboración con el Musée des Impresionnismes de Giverny, el Museo Thyssen-Bornemisza (Madrid) está ofreciendo una exposición dedicada al pintor francés Gustave Caillebo e (1848–1894). Caillebo e, pintor y jardinero analiza la evolución estilística y temática de una de las figuras menos conocidas y a la vez más originales del movimiento impresionista. Compuesta por 65 obras procedentes de colecciones privadas y museos internacionales, la muestra hace un recorrido por todas las etapas de su trayectoria, desde los inicios en el París moderno de Haussmann hasta la pintura de jardines, que acabó siendo un eje fundamental de su obra. Desde hace unos años se ha empezado a valorar su labor creativa como pintor, que lo sitúa como un miembro destacado del grupo impresionista.
El estreno coincide con el 80 aniversario del inicio de este oscuro episodio de nuestra Historia.
○ MISTERIOS DE EGIPTO Déus D’Egipte es la nueva exposición del Museo del Tabaco de Andorra, centrada en acercar al público las características y peculiaridades y los aspectos más desconocidos de las divinidades del Egipto de los faraones.
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iscovery MAX ha presentado una ambiciosa producción que aborda uno de los conflictos más importantes de nuestra Historia desde una perspectiva muy novedosa. España dividida: la Guerra Civil en color es un proyecto documental que nos trae las auténticas imágenes de esos años pero a todo color, siguiendo la estela de otras prestigiosas producciones europeas como La Segunda Guerra Mundial en color. Gracias a las más modernas técnicas de coloreado, las imágenes que han sobrevivido a la guerra y al paso del tiempo han sido tratadas con total minuciosi-
○ EL SIDA EN EL ARTE El MoMA, en el neoyorquino barrio del Bronx, está organizando una reivindicativa exposición que analiza el impacto del sida en el mundo del arte. Art AIDS America cuenta con piezas de Haring, Mapplethorpe y Leibovitz, entre otros artistas.
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Durante mucho tiempo, sólo fue reconocido su papel de mecenas e impulsor del impresionismo.
MUNDO ANTIGUO
Una visión diferente de Nerón
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RHEINISCHES LANDESMUSEUM TRIER
○ FUERTE SAN MARCOS Construido en 1577 por Pedro Menéndez Márquez en la actual Carolina del Sur, este fuerte fue uno de los emplazamientos erigidos alrededor de la población de Santa Elena y marca la presencia española más al norte del continente americano. Sus restos pueden ser visitados.
dad para mostrarnos una perspectiva lo más real posible del conflicto. La miniserie documental consta de tres episodios y nos ofrece en todos ellos una visión distinta de las batallas y los acontecimientos que se dieron durante la guerra. Es la primera vez que se muestran imágenes en color de la contienda española, grabadas en su mayoría por reporteros gráficos, agencias nacionales e internacionales y equipos de cine de propaganda. Son imágenes fijas y en movimiento tomadas en ambos bandos, que nos narran la guerra desde una perspectiva rigurosa, informativa y equilibrada.
PARIS, COMITÉ CAILLEBOTTE
○ EL MITO DE CARMEN La Casa del Lector (Madrid) nos ofrece una original muestra dedicada al amplio recorrido del mito de Carmen, partiendo de la creación del personaje por Mérimée y su encumbramiento con la ópera de Bizet hasta sus lecturas contemporáneas.
Historiadores de su tiempo, como Suetonio o Tácito, lo despreciaron como emperador por su gran afición a la música y las artes en general.
uando pensamos en los emperadores romanos más crueles y despóticos, entre otros nos viene a la cabeza Nerón, asociado al incendio de Roma que “provocó” y a su persecución de los cristianos. Corregir esta imagen, generalizada gracias al cine, es el objetivo de la exposición Nerón, emperador, artista y tirano que puede verse en el museo de la ciudad alemana de Tréveris. Sus organizadores quieren matizar la visión más extendida del personaje aportando nuevas facetas a su personalidad y su labor de gobierno a través de más de 800 objetos relacionados con el emperador y su época. Entre ellos hay piezas únicas, como un vaso de cuarzo en el que Nerón tomaba vino o varias de las pinturas que colgaban de las paredes de su palacio dorado.
Alfredo Sepúlveda
VISITA EL MUSEO SEFARDÍ DE TOLEDO
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bicado en la Sinagoga del Tránsito (o Sinagoga de Samuel ha-Leví) de la antigua judería de Toledo, el Museo Sefardí quiere dar a conocer a la sociedad los aspectos históricos y religiosos y las costumbres del pasado de la población judía de nuestro país así como de los sefardíes, los descendientes de los judíos expulsados de la Península en 1492. Creado por Decreto en 1964, las salas del Museo ocupan los espacios del antiguo archivo de las órdenes militares de Calatrava y de Alcántara. Su localización en el edificio hispanojudío más importante de España es una clara declaración de intenciones: la de una institución estatal que quiere conservar el legado de la cultura hispano-judía y sefardí para que
quede plenamente integrado en el Patrimonio Histórico español. La exposición permanente está organizada en cinco salas que abordan todos los aspectos relativos al pasado judío de España. El objetivo que se persigue con el recorrido es rescatar del olvido la cultura judía y desvelar el manto de silencio que se cernió sobre ella desde la expulsión hasta nuestros días. Por este motivo, el itinerario no termina con el señalado año de 1492, sino que prosigue hasta la actualidad centrándose en el exilio y el desarrollo de las comunidades sefardíes por todo el mundo. Las colecciones del Museo Sefardí están compuestas en su mayoría por material arqueológico y etnográfico. Los objetos se relacionan con los orígenes, la religión, el modo de vida y el ciclo vital y festivo de las
Durante estos meses, el Museo (sobre estas líneas, parte de su espacio expositivo) está organizando el proyecto Un banquete por Sefarad, que quiere divulgar aspectos relacionados con la gastronomía hispanojudía.
MUSEO SEFARDÍ DE TOLEDO
Homenaje y recuerdo al pasado judío de España
Cuando hablamos de sefardíes nos referimos a los judíos que vivieron en la península Ibérica hasta 1492 y también a sus descendientes, que repartidos por todo el mundo permanecieron ligados a la cultura hispana. comunidades hispanojudías. Destaca sobremanera el llamado Fondo Antiguo Bibliográfico, que abarca cronológicamente desde el siglo XIV hasta 1950 y en el cual podemos encontrar libros, manuscritos y documentos en lenguas hebrea, sefardí y castellana. Las diferentes estancias del Museo exploran en profundidad aspectos como la Historia del pueblo judío desde su origen en el Próximo Oriente, a través de objetos arqueológicos y culturales que explican sus creencias y costumbres. El grueso de la exposición se centra en los testimonios de la cultura material de los judíos a lo largo de su presencia en España en distintas épocas: la romana, la visigoda,
su gran desarrollo en Al-Ándalus y en los reinos cristianos, la situación de los conversos, la Inquisición y su expulsión con los Reyes Católicos. La parte final del recorrido está dedicada a los sefardíes y su modo de vida, aspecto desarrollado en la galería de mujeres con la intención de explicar el ciclo litúrgico y la importancia del género femenino dentro del mismo. Durante estos meses, además, el Museo está organizando el proyecto cultural Un banquete por Sefarad, que busca divulgar aspectos relacionados con la gastronomía hispanojudía y el recetario kosher, todo ello en el marco de Toledo como capital gastronómica.
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ACTUALIDAD GRANDES CIVILIZACIONES
Dinastía Ming: el Imperio dorado y riquezas. CaixaForum Barcelona quiere acercar al público el arte y la cultura del período histórico de esta dinastía con la exposición Ming. El Imperio dorado. Junto a las emblemáticas porcelanas blancas y azules, los visitantes descubrirán los grandes avances artísticos, sociales y económicos que nos permiten definir el largo período de gobierno de la dinastía Ming como el Imperio dorado de la Historia de China. La muestra incluye más de cien objetos de las impresionantes colecciones del Museo de Nanjing, como cerámicas, joyas, textiles y obras de esmalte, doraduras y porcelanas que nunca antes se habían visto en nuestro país.
El siglo XVII fue una época de florecimiento cultural y artístico en España. ASC
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HISTORIA DEL ARTE
El Siglo de Oro español llega a Berlín
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s uno de los grandes acontecimientos culturales de la temporada en la capital alemana: los salones de la Gemälde Galerie acogen la espectacular exposición El Siglo de Oro, la era de Velázquez, que quiere mostrar al público alemán la dinámica artística que floreció en la España del siglo XVII. El itinerario expositivo está dividido en tres ámbitos geográficos, Castilla, Valencia y Andalucía, y presenta de forma cronológica la evolución artística durante los reinados de Felipe III, Felipe IV y Carlos II. A través de las distintas salas, se establece un diálogo entre los grandes maestros de esta época, como Velázquez, El Greco o Zurbarán, y otros nombres menos conoci-
CAIXAFORUM BARCELONA / NANJING MUSEUM
urante 276 años, esta legendaria dinastía gobernó sobre los vastos territorios de China: entre 1368 y 1644, dieciséis emperadores de la familia Zhu mantuvieron el orden y la prosperidad en una población que llegó a los 175 millones de personas. A lo largo de este período, la China de los Ming alcanzó un gran esplendor cultural y una inmensa fama en Europa como proveedora de artículos de lujo y como un mundo lleno de misterios
ARTE CONTEMPORÁNEO
El fuego de la visión
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rtium Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo (VitoriaGasteiz) organiza una muestra dedicada a la artista Marina Núñez (Palencia, 1966), cuya obra se caracteriza por abordar con gran originalidad la compleja realidad de nuestro tiempo. Con El fuego de la visión se ha realizado una profunda revisión de su trabajo en más de veinte años de
trayectoria profesional, sintetizada en dos componentes clave: el fuego, imagen de la pasión de las relaciones humanas cambiantes y dinámicas, y la visión, que marca la relación entre la vida y el arte. En torno a este eje se exhiben 38 obras realizadas en diversos soportes y con diversas técnicas: pinturas, imágenes digitales y videoinstalaciones que, con su gran variedad, permiten apreciar la dimensión multimedia que caracteriza al arte actual.
MARINA NÚÑEZ
Las piezas expuestas son auténticos tesoros nacionales, algunos de los cuales salen por primera vez de territorio chino.
dos para el gran público, como Alonso Cano, Francisco Pacheco o Gregorio Fernández. En total se han reunido para la ocasión 135 obras procedentes de 64 colecciones privadas y museos de todo el mundo, desde El Prado hasta el Louvre o la National Portrait Gallery de Londres. En el extenso repertorio de piezas destacan obras como Santa Margarita de Antioquía, de Zurbarán, Marte y la serie de retratos de Velázquez o la escultura Camino del Calvario, de Gregorio Fernández, un paso procesional que refleja a la perfección la propaganda eclesiástica propia de la Contrarreforma y que ha salido por primera vez del Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
Destaca la presencia de una imponente videoinstalación formada por 9 pantallas, que ha sido diseñada específicamente para la exposición.
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EFEMÉRIDES DURANTE ESTE MES RECORDAREMOS EN NUESTRA WEB (WWW.MUYHISTORIA.ES) ALGUNOS HITOS:
3 de octubre
1266 Hace 750 años que fallecía Francisco de Asís, santo de origen italiano y fundador de la Orden Franciscana y de las Hermanas Clarisas. Su legado se ha mantenido como ejemplo del espíritu de pobreza y la capacidad de reconciliación.
La Historia, a debate ¿Crees que las ciudades son imprescindibles para el progreso humano?
7 de octubre
2001
SÍ NO
Se cumplen 15 años del comienzo de la Guerra de Afganistán, que enfrentó al Estado gobernado por los talibanes con una coalición internacional liderada por los Estados Unidos. En la actualidad, el conflicto sigue sin estar resuelto del todo.
Permiten que todos puedan acceder a los nuevos avances.
Las grandes aglomeraciones conllevan muchos efectos negativos.
Resultados del número anterior
SÍ: 58% NO: 42%
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¿Crees que los inventos del último siglo son los más decisivos de la Historia? VUESTROS COMENTARIOS: Es indudable que los avances en medicina y comunicaciones de la última centuria han cambiado drásticamente nuestro modo de vida, pero hay que reconocer que inventos como la agricultura o la metalurgia fueron determinantes.
Fanáticos de la Historia ¿Todavía no te has unido a la comunidad de MUY HISTORIA en Facebook? Ya contamos con más de 129.445 fans que siguen a diario todas las novedades y curiosidades publicadas. ¡Agréganos!
Olga Hernández
Cartas de los lectores
El blog
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U
espués de seguir vuestras publicaciones desde hace más de cinco años, me he decidido a ponerme en contacto con vosotros para daros la enhorabuena por la revista y haceros una modesta recomendación en cuanto a los temas que seleccionáis para cada mes. Así, me gustaría animaros a que sigáis profundizando en temáticas como las de los últimos números, dedicados a los grandes fraudes de la Historia y a los inventos que cambiaron el mundo. Creo que este tipo de monográficos, que abarcan aspectos muy amplios de la Historia pero a la vez muy interesantes, enriquecen en gran medida los contenidos de la revista. Mariano Palomares
na vez más, gracias a nuestros lectores, os presentamos la recomendación de este mes, que se caracteriza por una gran calidad en todos los contenidos que nos ofrece. Estamos hablando de la bitácora Una Pica en Flandes, historias y demás herejías de las guerras que dio el mundo. Su principal redactor y administrador es el periodista César Cervera Moreno, aunque el blog cuenta con abundantes colaboraciones de otros especialistas. El mismo está dedicado a la Historia general, pero
También estamos en:
Síguenos en @muyinteresante Cada día, las últimas noticias sobre descubrimientos arqueológicos, aniversarios históricos y recomendaciones de exposiciones y libros de Historia. ¡Ya hemos superado los 7.501.790 seguidores en @muyinteresante!
prestando una especial atención a la Historia militar y a los sucesos épicos de la Historia de España. Los contenidos del blog son bastante variados, teniendo en cuenta la temática general del mismo, con artículos de gran profundidad, reseñas de libros y ensayos, galerías de imágenes, citas de grandes personalidades, gráficos explicativos de batallas, vídeos, curiosidades...; todo ello muy relacionado con los tercios y con el objetivo de dar una visión de nuestra Historia libre de prejuicios.
En la guerra ha participado un gran número de países.
14 de octubre
1536 Muere en Niza el poeta y militar español Garcilaso de la Vega. Su producción lírica es considerada la máxima expresión del Renacimiento en castellano, la gran referencia para los poetas españoles que siguieron la revolución métrica y estética de su lírica.
25 de octubre
1881 Nacía en Málaga Pablo Picasso, uno de los mayores artistas del siglo XX. Su figura está en el origen de algunas de las vanguardias más destacadas de esos años, como el cubismo. Tuvo una prolífica producción, con más de dos mil obras.
97
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Guerras secretas de la Historia
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10 OPERACIONES ENCUBIERTAS. En el Dossier repasamos algunos de los programas secretos más famosos de la Historia, como el llamado Proyecto Stargate de espionaje psíquico y control mental, diseñado por la CIA y dirigido desde las instalaciones de Fort Meade, Maryland, EE UU (en la imagen de arriba).
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FUERZAS Y CUERPOS ESPECIALES. Desde que aparecieron los ejércitos hace 5.000 años, fue necesario crear grupos pequeños y selectos de combatientes con misiones casi siempre ocultas. Entre los más conocidos, los ninjas japoneses (izquierda).
DEPARTAMENTO CREATIVO Jefe de Departamento Eduardo Román Jefes de Diseño María Somonte, Belén Cela, Luis Miguel González,
Juan de la Rosa, Mónica Ibaibarriaga Diseñadores Óscar Álvarez, Rubén Calvo, Abel Cuevas, Juan Elvira, ALBUM
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Presidente Volker Breid Vicepresidenta Marta Ariño Director General Carlos Franco Director de RR HH Julián Moya Director de Informática Augusto Moreno de Carlos Director de Distribución y Suscripciones Carlos Martínez
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LA II GUERRA MUNDIAL... EN LA SOMBRA. Este conflicto se vivió también bajo cuerda, a través de estrategias y armas no convencionales como la máquina Enigma alemana de códigos cifrados (arriba).
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