ANEXO N°1 MODELO TEORICO DE LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR
Modelo Explicativo de la violencia intrafamiliar
El marco teórico principal para la comprensión de la violencia intrafamiliar, deriva del Modelo Ecológico, opción que a esta altura, en el desarrollo de políticas de intervención en el problema, obtiene un alto consenso. Esto se deriva de que ningún modelo, desde los individuales individuales hasta los culturales culturales,, pueden explicar explicar por sí solos la complejidad del fenómeno. La necesidad de buscar un modelo integrativo, que diera cuenta cuenta de la comple complejid jidad ad que lo caracteri caracteriza, za, tuvo tuvo su respues respuesta ta en este este modelo modelo.. Como Como dice dice Bronferbrenner (1979) en que “la realidad social, familiar y cultural están organizadas como un todo articulado; como un sistema compuesto por diferentes subsistemas que se articulan entre si de manera dinámica”. El Modelo Ecológico, nos permite aclarar los distintos niveles involucrados, constituyendo un mapa, mapa, de las dimens dimension iones es y element elementos os que se retroa retroalim liment entan an entre entre sí, para para la generac generación ión y mantención del problema. Como así también nos señala caminos para su intervención, en esos distintos niveles y estructuras. Este modelo describe la interacción recíproca de tres niveles, el macrosistema, el exosistema y el microsistema. A estas dimensiones de análisis, Jorge Corsi, psicólogo argentino agregó el sistema individual, con el fin de construir un marco conceptual integrativo para el problema de la violencia intrafamiliar .
Cultura Predomina
Sistema Social
Relaciones Significativ
Individuo
El macrosistema , corresponde al contexto más amplio, el que abarca los sistemas de creencias y valore valoress intern internali alizad zados os y los modos modos partic particula ulares res de organi organizac zación ión de la cultur cultura. a. La violen violencia cia intrafami intrafamiliar, liar, se inserta inserta en la organización organización que conocemos conocemos como sociedad patriarcal patriarcal,, la que se estructura sobre la base de diferencias de poder que dan ventaja al hombre sobre la mujer y a los padres sobre los hijos, estas diferencias se plasman en los v alores de la cultura y en los significados del ser hombre, mujer, padre, madre, hijo e hija, determinando de esta manera los roles de cada uno, así como sus derechos y responsabilidades. La validación hacia el uso de la fuerza para la resolución de conflictos, entre otros aspectos establecen un contexto que genera y mantiene las diversas expresiones de la violencia entre las personas y los grupos en nuestra sociedad. 1
El exosistema, corresponde al conjunto de instituciones que mediatizan los valores culturales al individuo. Son aquellas instancias que socializa a los individuos en estas creencias, en que el individuo participa o tiene contacto directo, tales como la escuela, la iglesia, los espacios laborales, recreativos, los medios de comunicación, los organismos judiciales y de seguridad. La existencia de una normativa legal y las características que esta tenga, dan cuenta de este nivel explicativo. En este nivel no es posible dejar de considerar que existirían factores de riesgo en el contexto social que corresponden a precipitantes y mantenedores de la violencia en las relaciones familiares. Así es como se ha estudiado la relación entre el estrés económico, el desempleo o el aislamiento social como factores mediadores o desencadenantes de los episodios de violencia. El microsistema , se refiere al nivel de las relaciones más directas y cercanas del individuo, corresponde a su red primaria, donde la familia es considerada la estructura básica. En este nivel se consideran los elementos estructurales de la familia, los patrones de interacción familiar y las historias personales de quienes constituyen la familia, es decir los antecedentes de las familias de origen de sus miembros. El sistema individual, incorporado por Corsi, incluye cuatro dimensiones psicológicas interdependientes: la dimensión cognitiva, la dimensión conductual, la dimensión psicodinámica y la dimensión interaccional. En este nivel también se describen factores de riesgo de los distintos actores de la relación abusiva. Es así como podemos distinguir factores predisponentes de los niños, de los padres o cuidadores, de la mujer y hombre que participan en la relación de abuso. Esta mirada multidimensional , que proporciona el Modelo Ecológico nos permite por tanto, reconocer la diversidad de aportes desde los cuales es posible explicarse el problema, así como reconoce la diversidad de actores llamados a intervenir. Este elemento es relevante ya que su adscripción desde los distintos actores sociales, siempre implica que todos tienen un lugar en la mirada y en la acción. Desde la mirada de los actores involucrados, es importante integrar los aportes hechos por la terapeuta argentina Cristina Ravazzola en su descripción del circuito de la violencia , quien distingue la participación de tres actores o agentes que interactúan en la situación abusiva. Estos son, la persona abusadora (A1) , que es quien ejerce la violencia, la persona abusada (A2) o violentada, que por lo general es una mujer o un niño (hijo o hija), también puede tratarse de un anciano(a) y, las personas testigos o del contexto (A3), que abarca a todas aquellas personas que tienen algún tipo de contacto con las familias o parejas que viven violencia, pueden ser los padres, abuelos u otros familiares, vecinos, educadores y los agentes y profesionales que intervienen en la violencia. Esta última instancia, sería especialmente relevante, porque se trata de personas que estarían en mejores condiciones para jugar un papel diferente en el circuito e influir en su resolución. Junto con distinguir a estos tres actores en el circuito de violencia, se plantea que al igual que en todos los sistemas sociales, también en las relaciones de abuso, su organización se perpetúa en tanto no cambien sus tres bases constitutivas, que serían: las ideas, las acciones y las estructuras.
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El nivel de las ideas , corresponde a las creencias o al cómo los distintos actores del circuito de violencia se explican los abusos. El nivel de las acciones , se refiere a los gestos, palabras, acciones e interacciones que pueden ser identificados en los malos tratos y que generalmente son minimizados o parecieran no ser registrados en su real dimensión, aparecen “normalizados” por los actores del circuito de violencia. Finalmente, en el nivel de las estructuras , los sistemas abusivos se organizan sobre jerarquías que se consideran inamovibles y tienden a no ser cuestionadas. La estructura familiar en nuestra cultura, por ejemplo, presenta diversos aspectos en su organización que derivan de la rígida asignación de roles de género. Uno de los aspectos más interesantes de este esquema tiene que ver con que da lugar a varias entradas en el circuito, y desde una perspectiva de sistemas, se puede plantear que un cambio en cualquiera de estas variables, generará una perturbación en el circuito completo. Lo que representa una oportunidad para los agentes que intervienen en la violencia familiar, ya que no sólo su interacción con la familia, la persona abusadora o la persona abusada, sino incluso y de manera no menos significativa, la atención, revisión y cuestionamiento permanente a sus ideas, creencias y participación en las interacciones y estructuras antes mencionadas, puede representar un camino para el cambio. (Ravazzola, 1997)
Características principales de la violencia en la Pareja:
La especificidad de este tipo de violencia intrafamiliar está dada por la particularidad del vínculo de la relación de pareja. Definido como “una relación entre dos personas que se inicia con la intención de durar, y que incluye necesariamente el vínculo sexual, aun cuando esté ausente del marco conductual”, (Del Río, M. y Jara, C., 1989). La violencia conyugal ha sido definida como “un fenómeno social que ocurre en un grupo familiar, sea este el resultado de una unión consensual o legal y que consiste en el uso de medios instrumentales por parte del cónyuge o pareja para intimidar psicológica, física, intelectual y/o moralmente a su pareja, con el objeto de disipar según su arbitrio y necesidad, la vida familiar” (Larraín, S., 1993). La violencia en la pareja, puede ser unidireccional , en aquellos casos en los cuales un miembro de la pareja ejerce violencia y otro la recibe, las investigaciones señalan que dentro de la totalidad de fenómenos que constituyen la violencia en la pareja en un 75% de éstos se da unidireccionalmente del hombre hacia la mujer. Sin embargo, hay que aclarar que estas investigaciones definen la violencia en función de la presencia de manifestaciones conductuales y no en consideración a la relación de abuso. Según Corsi, estudios epidemiológicos mundiales señalan que el maltrato hacia el hombre, dentro del seno conyugal, representa el 2% de los casos (1991) La violencia conyugal puede ser bidireccional o cruzada , esto hace referencia a aquellos casos en que la pareja se agrede mutuamente. Según este mismo estudio mundial, se presentaría en un 23% de los casos. 3
Para analizar estos datos es necesario establecer la frecuencia, intensidad e impacto de la conducta, ya que no son homologables. Diversos estudios señalan que dado el mayor tamaño, fuerza y agresividad del hombre, hacen que un mismo acto, sea muy distinto en la cantidad de dolor y daño infringidos. El ciclo de la violencia en la pareja
Una de las principales características de la violencia conyugal es su naturaleza cíclica, ésta fue descrita por Eleonor Walker en 1979, quien pudo observar la violencia en la pareja como un proceso, en el que ciertas etapas se suceden en el tiempo con un determinado orden. Esta observación ha sido muy importante en la comprensión del fenómeno y útil en su abordaje. Fase 1: Estadio de acumulación de tensiones
Este es el período que antecede una crisis o un episodio agudo de violencia. Su extensión varía en cada pareja, pudiendo a veces prolongarse por mucho tiempo, por lo que puede invisibilizarse como etapa. Esta fase se caracteriza por la ocurrencia de una serie de agresiones o abusos “menores” en un contexto en el que mientras aumenta la tensión, ambos integrantes de la pareja desarrollan conductas complementarias que impiden que la dinámica se desarticule. Fase 2: Crisis o episodio agudo
Corresponde al momento en que termina la fase de acumulación de tensiones, y se caracteriza por la descarga incontrolada de las mismas. Se produce una pérdida de control en las agresiones y un nivel de destrucción que diferencian a esta fase de los episodios menores ocurridos en la fase anterior. En general, el buscar ayuda ocurre días después, a menos que haya lesiones más graves. El sentimiento que acompaña la petición de ayuda suele ser de desesperanza y es muy esperable encontrar ambivalencias tanto en lo que la mujer desea, como en las acciones que realiza para lograrlo. Fase 3: Conducta arrepentida o luna de miel
Esta etapa se caracteriza por el arrepentimiento, la demostración de afecto y las promesas de cambio. La tensión acumulada y descargada en las fases anteriores ya no está presente, siendo este un momento muy deseado por ambos miembros de la pareja, sobre todo en los primeros periodos de la relación. Los actores del contexto se vuelven más presentes en esta etapa, en la que hay una mayor apertura al entorno. Estos pueden reforzar el circuito, a través de acciones o ideas que tienden a mantener la homeostasis. Sin embargo, esta fase es también una oportunidad de entrada en el sistema, especialmente si los agentes que intervienen en la violencia están concientes de la ambivalencia que caracteriza estas relaciones, en las que coexisten sentimientos de apego y de rabia, de esperanza y desesperanza, etc.
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Escalada de violencia
Este es un concepto complementario al de ciclo de violencia y se ha descrito como “un proceso de ascenso paulatino de la intensidad y duración de la agresión en cada ciclo consecutivo” (Walker,E., y otros en Martínez, et.al., 1997). Se observa, en general, una tendencia al aumento de la gravedad de la violencia en el transcurso del tiempo. Se ha descrito también una relación, entre la escalada de violencia y la aparición sucesiva de las distintas manifestaciones de violencia , siendo frecuentes en el inicio de la relación de violencia las manifestaciones de índole psicológica, incorporándose progresivamente el abuso físico y económico y por último, se considera indicador de mayor gravedad y riesgos, la aparición de violencia sexual. Este concepto es especialmente útil en términos de diagnóstico y pronóstico, al respecto, mientras más precoz es la intervención, es decir mientras menor es la intensidad de la escalada, menores son los riesgos y mejores las posibilidades que tiene la intervención. (Martínez, V.et. al.,1997). Características más frecuentes de las mujeres y hombres que viven violencia en la pareja
Para caracterizar de manera más certera a los actores de la violencia en la pareja es necesario considerar algunos elementos de la perspectiva de género en la comprensión de este fenómeno. El género es un concepto cultural que alude a la asignación de tareas, roles y significados de lo masculino o femenino, del ser hombre o mujer en una determinada sociedad. Los roles asociados a cada género se vuelven estereotipos en la medida en que definen que ciertas actitudes, conductas y sentimientos, son apropiadas y deseables sólo para uno de los sexos. En nuestra sociedad patriarcal, la organización de los géneros ubica al hombre en una posición dominante, de mayor poder, y a las mujeres en una posición subordinada, en desventaja de poder. En esta organización se excluye la posibilidad de igualdad y se reduce el repertorio posible de conductas de los dos sexos.(Goodrich, cols, 1989). Esto lleva a una rigidización, empobrecimiento y polarización, no sólo de las conductas posibles, sino que de la gama de vivencias y de significados que hombre y mujer pueden tener de si mismos. La familia reedita en su interior y expresa los roles de género y sus estereotipos. En la familia, desde los mitos, valores y modelos, se aprende cuáles son las conductas, actitudes y sentimientos esperadas y “correctas” para cada sexo. Es así como se espera que las mujeres se encarguen de cuidar a otros, de lo doméstico y de lo emocional, desarrollando actitudes de dependencia y pasividad. En cambio, se atribuye al rol masculino, el desarrollo en el mundo público, las decisiones importantes, la racionalidad, la iniciativa sexual, el sostén económico, entre otras. (Daskal y Ravazzola,1991, en Martínez,1997). La perspectiva de género cobra relevancia en un modelo de atención de la violencia en la pareja, fundamentalmente por dos motivos: en primer lugar, permite hacer una significativa conexión entre el macrosistema de creencias y valores culturales, que define los estereotipos de género de manera que estos refuerzan o validan los actos de violencia y, en otro nivel, orienta 5
la intervención en violencia en la pareja desde una consideración de la especificidad de las vivencias, sentimientos, ideas y concepciones de cada uno, hombre y mujer acerca de su problemática. Síntesis de características y consecuencias en la mujer y el hombre que viven violencia
En la mujer 1 En el hombre 2 - miedo, que muchas veces inmoviliza - negación o minimización de la en la situación violencia - sentimientos de indefensión - externalización de la responsabilidad, - baja autoestima y desvalorización lo “provocan”, debe ser contenido, el - minimización del abuso alcohol, el estrés, el trabajo, etc - aislamiento, por sentimientos de - temor de dependencia (controla a su vergüenza, miedo o por control pareja porque teme ser abandonado) - internalización de la culpa, justifica - aislamiento emocional el castigo - expresión inadecuada de sus emociones - internalización de la agresión, lo que - dificultad para tolerar y resolver la vuelve más vulnerable al abuso conflictos - ambivalencia, una parte de ella quiere - pobre control de impulsos terminar con esta relación, al mismo - baja autoestima, con profundos tiempo que se siente ligada a su sentimientos de inseguridad personal pareja - conductas disociadas en el mundo - esperanza de que el otro (pareja), público y privado cambie - falta de conciencia del problema - aumento del consumo de alcohol y drogas - sintomatología del stress posttraumático
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Larraín, S.,1992, Ravazzola, M:C., 1997 Larraín, S., 1992, Ravazzola,M.C., 1997
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Consecuencias en la Salud de la Mujer de la Violencia en la Pareja
Actualmente existe amplio consenso que la violencia hacia la mujer está “asociada a riesgos y problemas para la salud reproductiva, enfermedades crónicas, consecuencias psicológicas, lesiones y la muerte” ( La violencia contra las mujeres: Responde el Sector Salud, Organización Panamericana de la Salud, 2003) Efectos de la violencia contra las mujeres en la salud3 Efectos Mortales Homicidio Suicidio Mortalidad Materna Efectos relacionados con el SIDA Efectos No Mortales Salud Física
Lesiones Alteraciones Funcionales Síntomas Físicos Salud Subjetiva deficiente discapacidad permanente Obesidad severa Comportamientos negativos para la salud Tabaquismo Abuso de alcohol y drogas Comportamientos sexuales arriesgados Inactividad física Comer en exceso
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Trastornos Crónicos Síndromes dolorosos crónicos Síndrome de intestino irritable Trastornos gastrointestinales Fibromialgias
Salud Mental Estrés Postraumático Trastornos Depresivos Angustia Fobias/estados de pánico Trastornos de alimentación Disfunción sexual Escasa autoestima Abuso de sustancias psicotrópicas
Salud Reproductiva
Embarazos no deseados Enfermedades de Transmisión sexual (VIH) Trastornos ginecológicos Abortos peligrosos Complicaciones de embarazo Bajo peso al nacer Enfermedad inflamatoria pélvica
Heise, Ellsberg y Gottemoller, 1999.
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