AQUI POESIA
Publicación
Director: Ruben Montevideo
bimestral
Yacovski
Uruguay
-
TITULOS ALGUNOS PUBLICADOS modo extraño, por Jorge Medina Vidal. del padre, por GeneroTiempo so Medina (agotado). De este mundo. por Saúl Ibargoyen Islas (agotado). al Sur, Juan C. LeMontevideo
Por
v'v
gido (2‘al edic.). Poesía. por Julio
J. Casal.
la infancia. por A. D. de Guerra. Ma. EnPoemas de los diez días. por rique Elissalde. Muchacho, por Ruben Yacovski. Los meses, por Saúl Ibargoyen
de Desde ¡mias de
,
Islas. Los patios
negros,
Nelson
por
Marra.
Hoy
¡ro-tú, por
en
Roberto
Maer-
tens.
Para
por Enri-
la verdad. decir que Amorim. Los arcángeles ebrios,
por
Ro-
Vallejos.
que
TESTIMONIO
“La tinta
sometida,
por
ensayo,
Hernán Píriz. Seis
de zapatos, por Alfredo Gravina. Marcha y coniramarrcha,
novela
pares
novela,
por Matilde
Legido. valija. teatro, por Mauricio
La
Rosencof. La defensa yo,
de
por Fco.
Mejor mocles.
es
Paysandú,
ensa-
R. Pintos.
Meneallo,
por
Da-
HISTORIAL
DE
LAS
VIOLETAS
Copyright Printed
by
Aquí Poesía.
¡n Uruguay
Montevideo,
impreso
en
1965
Uruguay
MAROSA
DI
GIORGIO
MEDICIS
HISTORIAL DE
AQUI
LAS VIOLETAS
POESIA,
MONTEVIDEO,
1965.
A Pedro
di
Giorgio
y Clemen
Médicis,
mis
pad-res.
Me
acuerdo
del
por donde ángeles. Y las ya,
bre-
que
arbolitos
gotas en
Y
de
atardecer ya nubes
y de
penetraban —de
tu alcoba
abierta
los vecinos
las tardes
y los de noviem-
Los giraban por el suelo, que rodaban. de jazmines, de cargados palomas y agua. Aquel repiqueteo, aquel gorjeo,
el atardecer.
la mañana
con siguiente, angelillas muertas a por todos lados, parecidas pájaros de papel, a bellísimas cáscaras de huevo.
Tu
deslumbrador
fallecimiento.
II
Cuando miro hacia concertantes:
no
la
rrí
negro, durante
el
pasado, sólo
azúcar, diamelas, escuela
los
que
los
gran
Las
naban.
mariposas
a
años, asesinatos,
cuatro
naranjales,
vino
misteriosa
azahares, relaciones Aquella Vieja altísima, en
con
que,
su
por
cosas
veo-
desVi-
blanco,
1a que concu casamientos
incestuosas.
pasó batón
seguirla,
noche
una
y nos
su
por
rodete.
abando-
III
Por
tornasola flores, las cebollitas das. Es la tarde de María Auxiliadora. Y la Virgen está allá en el cielo pintada con sus pima 1a acuarela, con pollitos, su alhelí, dulcemente su niño Y un y sus estrellas. ángel —pequeño— se
el
jardín
las
hace evidente
de
cerca
sien, resplandece
su
a instante, desaparece, vuelve aparecer. De pronto, lanza hacia el bosse 1a tierra, cruza se asoma la casa, en a los pastequecillo, entra les de manzana. lo miro me mira a mí que fija-
por
un
mente
do, de
y
empiezo
nuevo,
hasta
a
llorar, 1a
se
Virgen.
va
volando, volan-
IV
Es
la noche
eso
de
san
las
de
las
mariposas el
en
10. Basta
que
se
aquello
ocurre
sólo abandonar las manos así me abro a otro paisaje está allí en el centro con
que
so
alas
grandes
y los devoran
los. Todos na.
Yo
bién
en
ocupo el
antiguos la
y a
y
quieto
Pa-
poco.
bri-
las flores,
sólo
querersea. Aca-
ya las trenzas.
otros
Y
seres.
Dios
batón negro, sus los abueparientes,
su
enorme
paz
pequeño lugar
un
a
con
para
A
piedrecitas
besarse
10 desee
se
un
con
hacen
y
diciembre.
mecen
nocturnas
ala Y
enmaridarse.
de
azucenas
las flores
las diez,
llantes
y
como
una
participo
ce-
tam-
regocijo.
I
Pero,
vez_n_1arnállegó
una
los hombros
güenza, sucitar.
que
y fueron
no
me
tales
atrevía
de
me pronto, mi miedo, mi a levantarme,
l
tocóIr ‘
vera
re-
'
Anoche
preví.
realicé
el retorno; todo plantío de hortensias.
El
sucedió
lo
como
La
Virgen vuela, vigila —
vuela de la nocheque paloma de hortensias, los plantadores que vigila. Pero, solos recolectores, dormían lejos, en sus chozas Las Y mi jardín está abandonado. litarias. pahan crecido
pas
bezas desde
tanto
ya que la tierra
de
abajo
asoman
y
ca-
como
zapallos, de largos, dul-
los
cuernos maduros, estiran unos los sin en sentido; ces, carga hay demasiada dales, huevos pequeñitos; grandes, huevos
tan
magnolia criaturas
parece
una
inmóviles,
no.
nacaradas.
diminutos, giran casi sus
Y el
gran No
rápidos abuelo
hongo, me
conoció.
me
recibieron
las habitacioya,
al alcance
pla-
unos
de
la
ma-
colores.
está allí una
la
negra sosteniendo
esclava
la puerta; adentro, Toqué apenas En el aire el césped, 1a soledad. de del jardín, hasta han nes, surgido netas
ni-
todavía
¿sabes?
gran seta, suave,
como
blanca,
un
fija.
VI
Aquel des,
sin
lisos,
de
fabulosa. dando
el aire
en
Hasta
facetas—, terribles los
crecer
azul —los granos gran-
era
uva
las
entre en
granos
un
anormal,
uva
azules.
rumor
plantas que Llegaron mariposas
no
de
eran
desde
An-
oía de inaudíto.
vides
había siempre perfume
las
uvas.
una
era
resplandores
las veredas
por
continuo Y
la
verano
se
a
violetas.
vid
todos
daban
los
rum-
más absurdas, las más extrañas; desde los cuatro boslos gallos del rumbos, llegaron sus anchas alas, sus cabezas de oro con que puro. dar muerte a a unos (Mi padre se atrevió cuantos rico). y se hizo bos,
las
Pero, salía grande,
10
desde
—antigua
ropero mo
uva
un
los
madera-
áspero, azul, poeta.
todos
que
duró
lados.
surgió por
Hasta un
del
racimo
siempre,
co-
VII
sé, pero, veo a 1a langosta, en su plato de cosplata, roja, delicadísima, castaña; bajo sus tillas de arroz, viven el amor, 1a champaña, las Yo
no
bodas
futuras, todo vive bajo
los su
crímenes extraños, el agua, sacón de pimpollitos rojos.
11
VIII
de llueve, sólo un poco, los granbajo de los árboles. Entonces, aparecen si esdes caracoles siempre como que avanzan tuvieran es inmóviles; pero, avanzan siempre, tiran A el cuello, todo lo miran y escudriñan.
A
en
veces
veces,
se
retraen
sí mismos, mates
Ese
de
el verano,
que cristal.
ejército
tanto, ya
espumoso
se
parecen
me
vuelven
yo-yós
12
tanto
de
da miedo
mamá allí, que inmóvil vigila alas, sus “aigrettes”.
Y
con
sobre
nácar, y sus
to-
alegríalargas
IX
Anoche, la
de
ví otra
vez,
bodas
de
las
mi madre
allí estaba de
rosas
Y vino —
nos.
de
y con
la
mi abuela
1a
y
hermanas,
sus
su
más antigua, la juventud de 1a de mi niñez:
cómoda,
alto
espejo,
sus
canastas
de
papel. la
desde
los
árboles,
La sentí
sus
a
tan bien
Pero, entonces, Dios tiene
blanca
periquilla
cosas
una
arroz
en
comer
iba
que
llameó
todo
—casi
bien
y
a
besarla.
se
fue.
guardadas.
paloma mis
ma-
A esta hora de
ro,
las chacras
vez
Andando los gallos
quedan solitarias;
de
negras por
y
pe-
hojas,
los ladrones.
algún camino,
salvajes
las
de entre
vez, sobresalen
en
las cabezas
se
se
de
surgen
pronto, pie en el
están allí, de
—1a uña en corva, la negra cresta llameante—-, están allí de pie, escudríñando, escuchanaire
do. Y
antiguas contar,
a
a
voces,
anunciar
clamores
increíbles,
sucesos
vuelven
ya remotos,
viejas
bodas, viejos funerales. Y
la
luna, quieta, traicionera, membríllos.
14
en
su
cueva
de
XI
El
gladiolo
es
una
es
un
ventana, te, nos
se
hinca
quema
dice
es
bra El
a
su
padre
gladiolo
Pero,
un
claveles; es
muerto
y
a
ha
que su
madre
se
abrió
dile nos
que va
a
de
ya salta
la
fuego erranpapeles. Mamá
un
los
los vestidos,
rosado
azucena
de
lleno
el costado
con
la mesa;
en
ahuyéntalo,
Esa loca
lanza
cuchillo
claveles,
que
resucitado y
en
se
empieza
y a
nom-
llorar.
casa.
vaya.
asesinar.
15
XII
Aquellas botellitas
de
perfume, aquellas
color oro, color limón
llitas
bote-
de oro, color
per-
fume, aquellos porroncitos diminutos, aquel sáncoesa violeta, pesaban dalo, aquella clavelina, de uva, rojo mo un un solo grano higo, como de como un y color oro, grano y rosado oro roja y rosada aquellas botellitas y color En torno la a ellas creíbles. reconstruyo
¿Dónde do,
en
veces,
rigen
habitarán un
espejo,
transitan a
la
en
a
de antaño
incasa.
¿Sólo en un recuerfotografía más vieja?
el aire,
por
allá, llegan
mis trenzas
ahora?
uva
las conozco;
aquel lugar
se
estratégico.
las encuentran.
A diY
XIII
Ellos tenían centelleante.
A
—si
embriaga, madre
y
de
invisible, hasta
uva
erguía
las
como
dentro.
1a
un
atraviéramos—— la mano, íbamos
de
bien alto
cuando
1a uva, el sol mi
nos
la pasar los monjes.
huerta, hasta
la
casi
era
mediodía,
nunca
tomadas
yo,
los senderos
grano centella
al
veces,
no,
más roja,
la Cosecha
siempre
vid
de
por
línea
granos; sin facetas con
farol
su
rubi
de
Ellos estaban
aquí y parecían
y
La
cada una
allá,
con
escudriñar rojas, diminutas estampillas, grandes láminas, o meditar sobre el Santo lude esos profundamente A nuestro rumor gares. alguno dirigía hacia nossayas
otras
plata. blando
o
negras
la mirada
Y nosotras
bajo
como
una
huíamos
el inmenso
flecha
de
o
oro
sin volvernos,
de
tem-
sol.
17
XIV
A veces,
hogar
el trecho
en a
la
alcoba,
de huerta se
marada color
de
de
azucenas
los
senderos
pie,
el aire,
en
alarido—, blancas
el
desde
ángeles.
los
aparecían
me
Alguno, quedaba allí gallo blanco —oh, su
va
que
un
como
una 11a-
como
la nieve
como
o
rosa.
A veces,
por
de
la huerta
algún
an-
gel me seguía casi rozándome; su sonrisa y su se traje, cotidianos; parecía a algún pariente, a (pero, aquel plumaje gris, siniesalgún vecino los suelos. .) tro, cayéndole por la espalda hasta a Otros eran como mariposas negras pintadas la lámpara, a los techos, hasta un día se daque el envés ban vuelta del ala, el pelo, y les ardía un número increíble. .
Otros iban
eran
todo
infundían to
18
de miel
diminutos
día de
el
el
aquí para
miedo, hasta en
como
altar.
les
y violetas
moscas
allá
y
ésos
dejábamos
no un
e
nos
vasi-
XV
Los
hongos nacen silencio; otros,
trueno.
Unos
trae
to de
donde
rarlos;
una
eso
—y
son
dorados
es
lo
esa
y
elige car,
Mamá
como
un
rosado,
uno
no
terrib1e—
se
la
uno
da cuenta
tarde
Cada
la inicial no es
me
del
atrevo
pariente
muera
uno
devo-
nuestra.
de honcomprador 1a siega. Mi madre El da permiso. el azúáguila. Ese blanco como
en
empieza
morados.
o
procede. Yo levísima carne
Pero, aparece gos
con
son
gris y parece loma; otros
en silencio; algunos nacen un breve un leve alarido, ése es blancos, otros rosados, a una paloma, la estatua paen
el
gris. de
que vende
a
su raza.
19
XVI
na
al
Veo
los
mansera;
cuestas, La
rio.
tierra,
minados:
Como sa,
La un
y
un
no
roen
nidos
Corren
bueyes
llevan
a
menos,
de
y
el asta
pronto más en
la
como
monte
trotan, cansado
a
su
viejo corazón los padres, a Ana
Pablo
todos. no
cruz
Calva
inno-
hay
cave-
achira, como queda blanca
una
lo
vacas
ría —1as siervas—,
1a
alto, se paloma sin alas.
una
las
como
siempre paciente, jador. Veo a los abuelos,
20
su
la a ovejas se acercan de nardos; parecen dioses sin ninguna pretensión.
ro,
que
mi
las
ya
luna sube
parece
a los vecinos, del arado, detrás
a
abrirse, deja salir seres hueso, un hongo, un huevo.
churrinche; fija igual que
Y
lu-
tierra;
al
las ven, e1 jardín
Los caballos
la
ya divisaran
si
como
1a
el sol.
abuela,
a
mi madre.
a
labran
1a
abuelo,
padre, a
labriegos nocturnos más piadosa que es
Los
nadie.
y
a
Juan.
ya, pe trabay Ma-
Están
XVII
la misma
Soy siempre de
durazneros oscuros,
y las
nas
la peras
refugio. Pero, conversaciones, los parientes, mo
arriba
de
a
1a sombra
padre. Los duraznos y rosados, ya muestran larga lengua de oro, aún son verdes; en su mi
ocres
dientecillos,
niña
espío hacia las
la casa,
fogatas,
veo
los vecinos; pasa los pinos; resuena
de ya
están
los las
los
finos
manza-
follaje escucho
me
las
llegar de visita, de largo el hula
campana
del
té. Y
yo
estoy allí oculta
Los duraznos
son
como
en
medio
siniestros
de
1a fronda.
pimpollos
de
rosa.
21
XVIII
A
esa
zaban borar
de subtierra
hora, los animalitos su trabajo, (los que de
al ritmo
usan
tambores:
1a
la
luna
luna; pero
mariposas, palomas
pájaros,
esos
grandes
1a
a
—
duro
toc). A
sitio
ho-
esa
logrando
desataba
se
de
moscas
sobrevolaban
saco
toc
llegaba hasta aquel máximo fulgor; y el palomar ra
empey 1a-
sobre
parecían
lejos,
centelleantes.
luna,
1a
su
Las
picoteaban,
la acariciaban. Y todo esto
se
desde
hacía
más evidente
el
de naranjos. bosque negro con abuelos allí sentados, inmóviles, sus nes en rosa pálido, sus aciagas trenzas.
cosas
1a en Siempre tenían lo mostraban, brillante, se
cayó
mano
lo
paloma?—
una
sup]icaba—
¿o
es
una
yo
ña: —Es
Cristóbal, 22
siempre santo, —decían—'
un es
Santa Isabel.
Y
los
bato-
algo excesivamente escondían. —¿Es que me acercaba, espiaba,
liebrecilla
Pero ellos, daban
Ias
al mirar
de
una es
los lirios?
respuesta extraSan San Carlos,
No
puedo
La luna
ordenar me
mis recuerdos.
los desbarata
cada
vez.
XIX
Más allá de lunio,
sin
vara
de
tregua, Los lobos
azucenas.
el aire, por de azucenas,
tierra,
una
como
carga
la
de
jacintos, al
mirarle
se
el
en
su
pleni-
costado
se
de
narcisos, amilanan;
los
locos de amor arrodillan, y de miedo. El ambula, un candelabro erranva, como la casa, una va hacia te, como hoguera, pasa los armarios, al sólo a con junto hogar; mirarlas las las las abrillanta, asa manzanas, envuelve en piedrecipapel confitado, echa corderos
se
llas
colores
los de
de panes
la
y
mesa
en
las como
el arroz, hace Se hinca peras. una
de
vara
fosforecer en
yuca
mitad
pór
no-
vede se una viembre, caza estrella, carga el dorde Va hacia litas, piñones, botellitas. mi mis mitorio, gira sobre sueño, sobre ojos bien con como una madona abiertos, traje rosa el aire como en una breve, se sostiene y manto hecha corona de perlas, como por tres hileras
una
lámpara.
Es
del-agua, con un que pimpollo
ra
24
un
una pez, cada coral
o
como
un
rama
bien labio.
de coral fuehenchido Vuelve
igual
hacia
la luna; se que detienen.
ahuyenta precipitan Me llama
los
a en
vuelo
mí
caballos, en
un
las
lechuzas,
instante
y
se
estoy desvelada más allá de y nos vamos colinas, de los 1abriegos nocturnos que quisieran segarla como a
una
hortensia.
a
que las
XX
Las
abarcaron
margaritas
fueron
un
como
todo
de
oro
o
de
en
torno
a
una
sola
cabe-
Las
y margaritas doradas todo el jardín. Su penetranplateadas quemaron te a uvas nos inundó, el penetrante perfume a a uvas, perfume higo, a miel, de las margarila casa. Por ellas, nos volvíatas, quemó toda E íbamos mos audaces, como locos. como ebrios. de toda a través del alba, la noche, de 1a mael más hermoso ñana, por el día, cometiendo za
de
jardín; primero,
dorado; luego, se abrían pájaros deformes, circu-
arroz
eran como verdad; lares, de muchas alas
el
plata.
l
de
26
los
pecados,
sin
cesar.
XXI
A
la hora
mente,
en
los
que
el
estoy las madres, las
otras
años remotos,
de
vo
da
me
huyo
hacia
el
de subtierra
se
que
miedo el
y
cierran
de
ya parecen me
parece
labriego maldito, va a despojar
nos
jardín —digo
y
ya
están
dulce-
las abuelas, de hablan
hogar junto a mujeres y ellas
cosas
sí va a venir el ladrón que
sino,
jas
mi
a
y
noche
y
en
y
robles
las
yo—, ellas
pol—
que el
esa ase-
de todo, animale-
tan hermo-
sus manos lisas, de alabastro, a con veces, hasta agudas, finas, casi humanas, anillos. Avanzan los senderos, diestramente. por
sas,
con
sus
Asaltan
caras
la violeta
mejor,
la
que tiene
un
de
sal, la celedonia que humea como ta con de los huevos miel, el canastillo posa —oh, titilantes—.
Actúan Una
con
vez
muerte
mi
madre
de
mari-
certeza.
dio
caza
a
una,
la
mató,
la
de la la noche, de en mitad puso una una vida levísima, y ella conservaba un bande casi irreal; parecía huída
aderezó, cena,
tanta
una
grano masi-
la
27
quete
fúnebre,
villoso. El anillo
La
de
la
devorábamos que
yo ahora
de
caja
un
y estaba uso
era
muerto
como
de ella.
mara-
Viva.
XXII
Las cebollas :renzas
le
muy
marfil
)rgandí )or
de
esas
rígidas, de
y
de
y
plata, lilas, humo,
de
con gasa bermeja, sus rizos muy lacios, el un en envuelto capullo
las
excentricidades
)ronto, echan
a1 costado
papas
de un
sus
ajo, dc
deformes, que, de la subtierra, de
pimpollo
rosa
de la las ramitas de mármol encendido, el más parecen glicinas sabrosas, :oliflora, que ,omate como las arvejas, naranja carnavalesca, en azul muy pálido, como perlas españolas ,la su con paso echuga en perpetua adolescencia, al de gracia, los peces, partidos ¡erdeluz. lleno alitas nedio de perlitas y de y de y cargados 'lores, el pollo, de muerte reciente y ya envuelen rosa
o
en
tomo a
la muerte—
lormida, os
halo
milenaria, perfumero
1uez
la
un
las
mercaderes.
de arroz, de llena o
de ciruelas
y
óleo,
la
y de perfume, arrugas 1a liebre —pareciviejecita, de largas orejas, escuchando
viejas pastoras vestidas
Papá.
de '
rafia,
XXIII
gladiolos son de mármol, los son alguna tela fantasma; Santísima, que aún andan por
Los
Hace mucho les. Por
ñando
se
están Los
de
noche
1a
entran
de
la
a
son
¿Quién mirada
mi
en
la
cruzan
pie junto
gladiolos
muertos.
de
la
persiguen
me
ese
de pura, de María
plata
huesos
mundo.
este
esas
varas
ventana;
sueño,
si
espectrasosi estoy
despierto,
me
cama.
ángeles,
los
como me
de
libra
ciego?
de
esa
como
vara
los
tenue,
XXIV
Todas Y
la muerte el
en
Pasan
altar
y
de
los
la
Por
senderos
extraños,
su
pequeñas piñas.
de
los
con
los
tul, tiene
nunca
están
vestido
de
el
pastel
de
perlitas‘.
Se
oye
el abue-
de tul.
del huerto, andan de niños Vistos, llenos
la mesa;
dan
el cuchicheo
palomas
dulces,
los
de
carruajes y
confites
niños,
de vie-
y huevos y
arroz
y
al druida;
preferencia de
lleno
as-
rafia, su novia está toda
La
y
las
con
y
huesos
jos. Están sembrando arroz de paloma. Mañana habra todos lados. magnolias por Tienden
de tul.
los cirios humean.
crepúsculo,
del
abuela, ésta
cargada
parten
colmaron
se
de ciríos encendidos de
corona
vida
huertos,
los animales
tas llenas
lo
y la
de
pajarillos,
de
los
viejos.
Los cirios humean. Los novios van
volando
abren por
sus
el
grandes
alas blancas;
se
cielo.
31
XXV”
ciprés a ciprés grande, fijo, como De
ciprés
De
las
como:
Oswald
pero
años, casi
co
iban
para
y lo
ella,
el
llama.
violín
Su
de
sur
1a esta-
a
sólo tenía
que
to-
decían algo
llevan
cin-
ni Oswald
poseían sentido
no
una
como
los trenes.
ha muerto
ción de...”
planetas, alguno,
el desencuentro, los mayores veces,
A
cosas.
los
limón,
un
ciprés
a
triste, señalando das
iban
la
ni
muerte.
A
esa
el
padre,
ella
hora
—el abuelo,
mayores
la madre—
llenos
Así es
que un
las
caer
Iván
buscándole jas largas te, 32
empezó
rincón
ese
piñas. Oh,
apareció
los
le
y
Y ella tuvo
conejo.
inclinó,
en
al
la abuela. altar. Pero
jardín,
del
livianos
made-
guindos extraños.
de
él
ba, porque se
retiraban
se
quería quedarse
mirando ros
los
era
dos a
adivinar.
que mirar era
un
ella
le
miraba
hojas largas
y blancas.
—Mi corazón
él
alto,
arrodilló;
se
dijo:
Pero,
y
de
hacia arri-
El
hombre.
blancas,
el
pecho,
dos
ore-
súbito, lentamen-
Su terror
fue tanto
que
en
de huir hacia
vez
quecillo;
resbalaba
parecía haber
la casa,
fijos,‘
la
metió ramas;
mujeres
unas
que
las
entre
quietos bajo el manto, de designio, y animales des,
se
y
quizá
en
unos
el bos-
allí hombres,
pero,
qué horrible
con
ojos very cinco la miraban escudriñaban, cuatro
centralmente.
Así salió
que
al
olvidándose
iba descampado; grandes hojas
ñas, las ya pasaban mando
A
avanzaba
levantó, varé Ella
de
a
le
darían sosiego. Pero, del
dos
o
metros, Iván
tres
ella, ella abrazó, le decía:
nuevo
sabía bien
hacia que
la no
se
fu-
crepúsculo de
pequeños cigarrillos hacia
la
de ella misma, meterse las vi entre
murciélagos
los
sus
detuvo.
casi hasta
plata.
Y
se
descubrió, desvanecía, él la la
—No llores,
te lle-
casa.
era
cierto.
33
XXVI
con todavía andaba un del largo desierto, algún molino solitario;
mercaderes, desLede plata. campo los árboles cerca, Más de rocío. cubiertos
Cuando
pués jos, como
allá del
espantapájaros velo
de
llos
a
empezaron dulces monstruos su
en
un un
piraba;
labrar
sus
los las
los
vapores
hojas
se
que
de
perlas,
sentidos
de dientes
llena
molusco
cáncer
y
y
oteaba
el
en
came-
como
jefe —-' perlas, perlas,
aire azul,
finísimos. Anunció víctima una futura
eran
iba
como
ido
hubiese
eran
El
de otra historia.
sequísima
boca
como
la luna
los
as-
que
nunca aproximando un ser imaginada, singular, algo con lo que nunca La verdad jamás íbamos a hallar parecido. era terrible hambre una que todos teníamos la vigilia había sido demasiado porque larga y todavía estábamos bien distantes de todo. Aprestamos las lanzas. La niña cayó de súbito en
se
nuestro
círculo,
antes
de
10
que
esperábamos.
—Detrás del rocío los camellos se pusieron alertas—. Venía desnuda; el aire el cabele movía no sola una llo; parecía no recordar palabra, 34
sólo sus ojos se todo; tenía el cuello
oir nada; te
en
ojos levantados bamos
y
escapar
y
pronto, lejos,
De
fijaban poderosamenlargo y hermoso y los Por hermosos. juego la dejále vovlvíamos a poner cerco.
lejísimo, más
una y los montes, de muchacha, bre
bell.
Entonces, luego, sin se
nos
A
la
huyó
de
caza
nombre
carne
Tenía
era
el mismo
bello blanco lirio y no
que
pudiéramos de
parVa
riquísima; sabor
salen
nacen
un
nom-
¡Isa-
a:
escuchó atenta. sin oir nada, palabra,
sola
una
valles
ella
definitivamente.
que se
parecido
una
tían como dos palomitas tó ningún trabajo matarla. Su
los
..
segundo,
sin
sombra
le dimos
un
un
por decir
de
clamoreó, repitió
voz
¡Isabel!.
a
..
allá
nunca
de
detenerla.
pastos plateados Los
con
miedo.
su
tuétano,
No
nos
lacos-
delicioso.
esos
monstruos
adentro
de
de
le
senos
de
las matas
ca-
de
allí.
35
XXVII
Entre
la
lavanda
y
la alhucena
las margaritas valles, entre lidos, asados, y las celedonias los
miel
pasa
tirado
la
reina
caballito
un
por
del
como
de
reina
pá-
huevos
las díademas
y
la belleza
de
la
pasa
en
su
bosque
carro
una
y
de
azul
mari-
posa.
Pero,
cae
estrellas
que dan los agua,
buscar Y
una
joven
las flores se
le
la noche
en
casa
de
nombre
un
—¡Margaríta,
altos
de
hacia
es
su
un
y a
grandes
Vienen
a
los camellos.
beber,
a
huye
la
las
la fuente
Y ella accede
enamora.
Y ella vuelve
36
y
se a
a
y
árabes
torno
pétalos
encienden
miedo
gacela
grito, dándole cha:
se
y
madre
joven
amarlo..Y
de flor
o
de
y roe camello
yo le mucha-
pecado!
mí,
la frente
el rostro y
me
casi
dice
de oro,
los
—¿Y qué?
XXVIII
Afuera
el
bosque; adentro van y las mujeres muchachas más leves
ruge hombres
los
otra,
las
madre
conserva
esbeltez
su
está de
la fiesta;
pared
una
que abanicos. niña, mi padre
a
Mi la
corteja, hace años que aguarda el sí o el nó, esa como una no dará palabra joya final que ella mi padre 1a corteja aunque mununca; ya ardió chas veces la vara de manzano hijos cay tienen si donceles. Hasta el vals que empieza y esos rostros
comienzan
la estatua
a
hacia
hamacarse
la
y mi madre todas las
miran
que
es con-
quistas. Y el
pavo
como
Y esa
Y
joya,
una se
ce,
y
—degollado
pavonea
yo
estoy
ave
cualquier parte— se bebió todas porque en
su
cabeza
se envane-
las
nueces
en
este otro
lado,
inmóvil, junto
a
ebria. el
ruge
mamá
hora,
una
de caña.
jacinto
un
hace
es
bosque
y
la luna
da
órdenes;
y
sólo
el Amor.
37
XXIX
diez años
A los
alta niña rubia
aquella
era
yo a1
las
de
pie
los rosales
de
cerca
de
parvas
papas
mi
padre [levantaba
que
la luna.
y
paja de oro, los caballos [blancos desconocidos, la tarde, venían a a visitarnos, que, la mía, a hasta la cabellera el suelo, igual los ojos como medallones con zafiros,
Ardían
1a
las
boca
llena
iban arriba de
encima
ellos de
eran una
No
sé
de
tremendas
la tarde, la noche de
perlas,
de
Victoria eran
rocío;
reyes, soldados en la que no teníamos cincuenta o sólo uno,
como
si
la
legumbres,
pude contarlos, nubes, pasaban como el corazón rompieron
parte;
nunca
se
asomaban
pero,
cabían
a en
de
porcelana las lechuzas,
mirarles mis
de los
manos,
galoparon, dulcemente, de los aparadores adentro 38
sueños;
como
de
1a abuela.
la huerta,
gigantes,
XXX
Nos avisaron
trato; pero, de
na
era
y por varios
que
tierra
una
acelgas
laron
de
antes
de
Además,
rosas.
Hasta
días,
pronto, aparecieron
los
abanico
arado
no
delante
quedaba
del
como
firmásemos tan hermosa,
de
mi
día,
de
abrían
en
madre; algu-
rosanieve, fija,
una
ple-
disimu-
un se
con-
tan
ellos
que
ángeles;
el
la
en
ore-
ja del caballo. Todo el día iban de aquí para allá, como árboles errantes, transparentes; cruzaban las habitaciones, les veía arder 1a cara de cese los ojos azules, el cabello ra, largo, de lino o de una tabaco; por cualquier lado nos hallábamos de sus adentro del perlas; ardían espejo, de la de la mesa, como un ramo de pimpollos. cama, Por la noche, entraban el la miel, a robarnos
azúcar, tados
las
idioma
Ponían
del
que
unos
llantes, que enseguida
nunca
huevos
parecían y
al alba
ya estaban
puerta cuchicheando
la
en
Y
manzanas.
dejaban
en
entendimos
una
su
sen-
suave
palabra.
pequeños y bri mármol, que se abrían
rosados, de
salir
nuevas
bandadas
de
ángeles. 39
A veces,
mi madre
la otra, a pero, una 1a frente,
de rosa
creía saludar a una le empezaba pronto,
extraña
en
vecina; a
arder
1a cintura.
1a huerta. más y vendió pudo soportarlo nos íbamos para siempre, Cuando yo logré llePevarme un ángel —pequeño— bajo el manto. del camino, mamá en mitad dio cuenta se ro, y
Así,
lo
no
ahuyentó.
XXXI
Las estrellas
ardían
lilas, un poco fu caído la envolde colores; y rugía, re-
poco les hubiese un
si se nerarias, como tura el papel brillante, el cañaveral motamente, era
hermosa
una
tardecíta,
blea había tenido
estábamos últimas Cada
bajo
lugar
el
pensó era
los círios
rojos,
cemente
en
vía éramos casi níamos novia y
y
de
amo
gladíolos, les
sentía
hubo
que
1a hora
era
reptar; los huertos, un
el
un
aroma
segarlos,
haber
del
manzanas.
dulToda-
de nosotros
te-
visitarla;
a
y era sentimos
pequeña
de leche. de
al-
1a hora
nostal-
algún
carga
a
de cisnes,
azahar;
diezmaban.
en
Cerca
de los
Aparecieron
espumas,
azúcar, nos
1a de
taconea
lejos, pasaba
una
con
a
cada
en
humo,
ya las
gran audacia.
cerca,
mar
asam-
fracaso.
cerca
ir
Así,
una
jarrón
como
de
a ver.
Pero,
La
teníamos novio
a
manzanas,
la
pastel de niños; algunos
también,
Empezamos
hora,
al
de nosotras gunas de que nos víniesen
gia, miedo
allí
cada abuela
cuando
torno
en
podía
casa,
su
la cueva; pero, El jefe dio
en
abril.
era
No
1a hermosa
huerto;
los muertos.
membrillar.
instrucciones.
uno
de
se
parte, del
41
linde, te.
La en
par mos.
la
reunión
cirios, las un temblor, nosotros
Y
las
42
se
manzanas;
un
estrellas
los brillaron
otra
taconeó dulcemente;
no
ansiedad,
realizó
asomó,
rápidamen-
vez,
apareció de súbito, Nos encaramábamos,
casa
par. Ella
se
las
puertas
escondíale veían los
nos se
tal vez,
frío
ya,
presentimiento. Alguno un pudo reprimir pequeño grito silbo como de víbora. un
cayeron como
nunca.
al
de
silencio.
Los
con
de
de
gladio-
XXXII
Decían
que
iba
a
el alba
empezó
el
de visita
venir
trajín.
Pusimos
el
dios.
el mantel
Desde me-
en almíbar, los platiexquisitos huevos de olivas bien maduras tos bien cargados y de la mañana espiamos al aire perlas. Toda y al cielo, los árboles, las nubes solitarias. Alguien tocó a la puerta; no pudimos atenderle, quería-
jor, los
mos
estar
a
solas
y
rezar.
él llegó sin que viésemos Pero, al mediodia, por dónde. Allí estaba su sus con largas trenzas, mantón de lana, sus larguísimas astas de madera; nos arrodillamos, rezábamos, llorábamos; le servimos el gallo de fanel manjar mejor, de tasía, todo lleno grandes grageas; almorla casa; dijo que quería llezó, bebió; recorría varse algo, ya que no iba a volver jamás. Revisó el aparador, de porcelas tacitas las telarañas, de la abuelana, el gran reloj al pie de la cama la albahaca, registró la cóel roble, la, olfateó moda, cajón por cajón, miró en el álbum; pre-
guntó quién na pequeña.
La
era
Celia.
Le mostramos
la herma-
eli g ió.
43
XXXIII
dí
Porque ballo ca
de
la
luntad rada
mi
de
allá
mi madre
tra,
casa
de
recordar
en
todo,
padre, el hongo —é1 también
Diosen con
el caminillo
les, sonrosadas, de, el carromato
el
gusto
el vieja casa, aquel que nació la
que
tenía,
de
1a otra
cervomo-
de alto, el diálogo interminable los parientes, 1a escuela, la maesde acelgas nacaradas, rojas, azu-
10
1a vuelta
de
de
la
los astros,
escuela la
mi los astros, primer casamiento, fue sacerdote sumo abuela —y tan
organdí que pequeñísímos bizcochos. bandada de lágrimas.
lantal
1a
criatura,
una
can
usé entonces, Los teru
cada tar-
polvareda
de
cuando
fie1—, la -
corona
teros-
la
el
dede una
XXXIV
mi sé de dónde lo había sacado padre —él no salía nunca—; tal vez, desde el linde mismo del campo; allí estaba, el nuevo cuidador de las Le miré la cara color tierra, llena de bropapas.
No
de
tes, nos
extrañamente
taban
a
los
perros
casaca
blancas
color tierra, y
húmedas,
las
ma-
que ten-
rodajas y a freirlas. Pero, dijo nada y mi madre, tampoco. Só-
no
gruñir
a
cortarlas
el abuelo
lo
la
pimpollos,
en
adivinos
empezaron al que echarlos
y hubo
les
a
dar saltos
jardín
y
y poner-
al hombro, El se marchó, escopeta cerrojo. hacía el gran cantero; allí quedaría bajo la lulas zoa a los posibles ladrones, na, apuntando rras del que bajaran bosque, y, sobre todo, a las liebrecitas
roedoras-
Pero, cuando cayó del todo la sombra, mi raro una corazón a saltos, manejando ya caminaba mi madre; ella ver a fui a sangre ya confusa; estaba su recto perfil miapoyada en la ventana, a decirme atrevía rando hacia no las sombras, le nada. Volví las mi alcoba, cerré a puertas; los a
astros,
volar
con
de este
su a
plumaje oeste,
de
de colores un
empezaron a otro; mundo
me
45
levanté, crucé
el
jardin,
tal tenía miedo, habia los escondites, cía todos ra
fue
que
él
estuvo
me
cipio. Cuando mordí
ró, caí,
dio
me
che, aunque
manecieron
tenían atentas; sólo chocaban
él
mis flancos. un
Durante
toda
mis
largas orejas y mis mis cuatro patitas
1a
no-
ojos
per-
se
man-
se
entre-
temblando.
A1 alba
oía
subterfugios, hubie-
increíbles,
cosas
abiertos
los
gruñeron, no resplandor, además, cono-
por muerta.
soñé
perros
Lo terrible bajo 1a tierra. el prinapuntando desde la primera ramita, dispa-
desaparecer
podido
los
rumor
tomó,
me
Camínaba
me
alzó, hacia
la
sangre
1a casa;
rodó ya allá
por se
confuso, alguien estaría levanta-
los abuelos. El ental vez, do, ya en 1a cocina; tró —mis ojos se nublaron terriblement'e—, me Una sola arrojó alli; dijo: —Noche tranquila.
liebre.
46
XXXV
de
Me acuerdo cos,
los
—rosanieves
repollos acresponados, de
la tierra,
de
las altas
acelgas riñón
Y el tomate, Y las cebollas de
fumar,
como
blan-
huertos—,
más leve,
de la porcelana marmolina, los niños dentro. pollos con de
Y
los
los
re-
azules.
de
rubíes.
envueltas
en
papel
de
azúcar,
bombas
de
seda, papel de sal, de al-
cohol. Los los
espárragos
del
torrecillas
país
de
gnomos.
Me
de
acuerdo
plantábamos Y las Y
gnomos,
v'íboras
el humo
fuman
en
sin
Me acuerdo
de
las
papas, el medio
largas
del tabaco
a
de
que
siempre,
tulipán.
un
alas
las
anaranjadas. las
luciérnagas
—que
reposo.
de
la eternidad.
47
No.
EI presente 22 de Aquí
volumen
dirigida por Ruben fico y carátula de en forma cooperativa
de
Ia
Comunidad
ID
consmuye
Poesía, publicación
entrega
bimesfral
Yaconky. Croquis tipográSarandy Cabrera. Impreso en
del
los Talleres
Gráficos
Sur, Canelones
Montevideo, Uruguay, junio,
de 1965.
7484,
Médicis Salto, Uruguay, ciudad
Marosa
ció
en
la
di Giorgio
que reside.
Cumplió
Derecho tro vocacional. rato
en
en
bachille-
actúa
y
na-
en
tea-
Publicó Poemas reeditado en la colección Lírica Hispana. de Su segundo título, Venezuela. Humo fue reeditado los Cuadernos Julio
parte
en
por
Herrera.
y
Berissig. Publicó cola mencionada en lección lLírica Hispana. otro libro un Druida. Obtuvo premio para del Ministerio inéditos de Insde nuestro país trucción Pública su volumen en el año 1960 por titulado Magnolia. C01abora activamente en distintas publicaciones nacionales y
extranjeras. obra culturales
en
su
Realizó varias
lectura instituciones
uruguayas
y
de
argenti-
nas.
De
próxima aparición
——REVISTA: berto
Julio Lucio Pablo
con
poemas
de
Ro-
Ibáñez, Orfila Bardesio, Fernández, Alba Tejera,
Mum'z, Hugo Giordano, RoV. García Alamo, y poetas bles, María Granata brasileños jóvenes.