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Ricardo Paredes Romero Escritos Políticos
S O L I C I T U D D E A D M I S I Ó N D E L PSE I N T E R N A C I O N A L C O M U N I S TA P A R T I D O C O M U NI S TA
DEL
A LA
ECUADOR
Adherido a la Internacional Comunista Al VI Congreso de la Internacional Comunista Camarada Presidente: Como representante del Partido Comunista del Ecuador fundado en 1925 y aceptado en la Internacional Comunista como grupo simpatizante, pido la admisión definitiva del Partido Comunista del Ecuador como Sección Ecuatoriana de la Internacional Comunista. El Partido Comunista del Ecuador fundado con un programa y tácticas idénticas a las de la Internacional Comunista, ha procurado mantenerse siempre dentro de ese programa y esa táctica y ha tratado de organizarse conforme a los estatutos de la I.C. E L PARTIDO SOCIALISTA ECUATORIANO fundado en 1926 con un programa semejante al de la Internacional Comunista ha solicitado igualmente la admisión en la Internacional Comunista. El Partido Socialista Ecuatoriano no es aún por su organización un Partido Comunista y le hace falta reducir su programa de reivindicaciones inmediatas. El P.S.E. está dirigido por comunistas, la mayor parte de los cuales pertenecen a nuestro Partido Comunista, y es por el trabajo de los comunistas que el P.S.E. ha evolucionado al Comunismo y hoy pide la admisión en la Internacional Comunista. El Partido Comunista del Ecuador, espera que el VI Congreso de la Internacional admitirá en el seno de la Internacional Comunista a los partidos comunistas y socialistas, para formar adelante un solo fuerte Partido Comunista que luchará como Sección de la I.C. por el triunfo de la Revolución Proletaria, por el Triunfo del Comunismo. Delegado del Partido Comunista del Ecuador Ricardo Paredes Moscú 13 de julio de 1928 Fuente: Elias Muñoz Vicuña, Temas obreros, Biblioteca de autores ecuatorianos; 62 ([Guayaquil]: Departamento de Publicaciones de la Facultad de Ciencias Economicas de la Universidad de Guayaquil, 1986), 97.
S O L I C I T U D D E A D M I S I Ó N D E L PSE I N T E R N A C I O N A L C O M U N I S TA
A LA
PARTIDO S OCIALISTA E CUATORIANO Al VI Congreso de la Internacional Comunista Moscu Camarada Presidente: Como representante del Partido Socialista Ecuatoriano ante el VI Congreso de la Internacional Comunista, pido la admisión del Partido Socialista Ecuatoriano como Sección de la Internacional Comunista. El Partido Socialista Ecuatoriano fundado en 1926 con un programa ideológico comunista semejante al de la Internacional Comunista decidió en su primer congreso de 1926 pedir la admisión dentro de la Internacional Comunista, para luchar dentro de sus filas, por el triunfo de la Revolución Proletaria, por la instauración del Comunismo. Delegado del Partido Socialista Ecuatoriano Ricardo Paredes Moscú 13 de Julio de 1928 Fuente: Elias Muñoz Vicuña, Temas obreros, Biblioteca de autores ecuatorianos; 62 ([Guayaquil]: Departamento de Publicaciones de la Facultad de Ciencias Economicas de la Universidad de Guayaquil, 1986), 95.
EL
MOVIMIENTO OBRERO EN EL
ECUADOR
Riquezas naturales. Industria y Comercio El Ecuador es un país tan grande como Francia, pero su población no pasa de tres millones de habitantes. Sus riquezas naturales son considerables, su suelo es maravillosamente fértil. Encontramos todos los climas en el Ecuador: desde el ardiente clima de las regiones forestales, en el nacimiento del Amazonas y en el litoral del Pacífico, hasta el clima glacial, en los picos de la Cordillera de los Andes. Los valles que separan las cadenas de les Andes tienen un clima moderado: en ellos reina la primavera perpetua, como por ejemplo en Quito, capital de la República. Los industriales de toda nacionalidad penetran en los inextricablesbosques del Amazonas, para buscar el caucho, la quina y la madera de mangle. La población de estas regiones se compone casi exclusivamente de indios semisalvajes, que son explotados atrozmente por aventureros internacionales de toda especie. El Ecuador es un país agrícola en el cual comienzan a implantarse los médotos de cultura moderna, particular mente, en los valles "Interandina". Aquí se cultiva el centeno, el maíz, toda clase de cereales, la patata, diversas legumbres y árboles frutales. En el litoral del Pacifico se ve, particularmente, la cultura del cacao, del café, del caucho, del algodón, del arroz, de la caña de azúcar, de toda clase de frutos, y, particularmente, de plátanos. En la región Este se cultiva, principalmente, el plátano y la yuca (patata americana); la caña de azúcar se cultiva en el archipiélago de Colón. La cría de ganados y las pesquerías representan una fuente importante de la renta nacional. Se encuentra en gran abundancia el bacalao, grandes tortugas llamadas "galápagos" que han dado el nombre al archipiélago, y ballenas, casi inexistentes hoy en los otros mares. Hay actualmente, en el Ecuador, explotaciones de yacimientos auríferos y, en menor cantidad, minas de plata, de cobre y de mercurio. La explotación de petróleo comienza a desarrollarse en una escala bastante grande. Las minas de carbón, las canteras de mármol y de alabastro comienzan a ser explotadas apenas. Se explotan también las canteras de yeso, de piedra, de rocas volcánicas, que convienen muy bien a la construcción. La industria ha entrado en pleno período de desarrollo a partir del siglo actual. Durante todo el período colonial, y más tarde, hasta fines del siglo XIX, toda la industria había consistido en la producción de tejidos y de tapices sobre materias primitivas. Pero la grande insdustria textil y azucarera comienza a desarrollarse en el siglo veinte, y hoy existen, en el Ecuador, numerosas industrias relativamente bien desarrolladas. El primer lugar pertenece a los tejidos; después vienen la producción del fósforo y una serie de empresas para la transformación de los productos agrícolas (molinos, destilerías, etc.). La industria más importante sobre el litoral, es la del azúcar que ocupa a varias decenas de millares de trabajadores. Por lo que se refiere ala industria minera, notamos la extracción del oro y del petróleo. Un número importante de asalariados trabajan en las industrias del tabaco y del alzado. Los depósitos y talleres de los caminos de hierro, así como toda clase de empresas de la industria alimenticia, se encuentran en numerosas regiones. Sin embargo, es la pequeña industria la forma que domina por todas partes en la producción.
El comercio, cuya parte más importante está concentrada en las manos de los extranjeros, ha alanzado un grado de desarrollo bastante grande en ciertas regiones, y notablemente en Guayaquil, que es un gran puerto y el gran centro comercial en este país, así como en Quito y en Manta. La gran burguesía de las principales villas del Ecuador persigue con gran energía la concentración de capitales, arruinando a la pequeña burguesía y explotando a los trabajadores. Todas las ramas de la economía nacional, bajo todas las formas —inmuebles en las ciudades, industria, dominios feudales, etc.— pasan poco a poco a las manos de la casta privilegiada. Los grandes dominios (latifundios), que constituyen el mal crónico del Ecuador, son particularmente, una herencia del período colonial y parcialmente, un producto de origen moderno. La mayor parte de las tierras de baldío pertenecen también a los grandes propietarios cuyos dominios alcanzan a tener varias decenas de miles de kilómetros cuadrados. Bien es verdad que en las provincias tales como el Azuay, Loja, Tulcán, Mana(, así como en ciertas villas, no se observa tal contraste en la repartición de las heredades. En efecto, existen numerosas regiones que han guardado trazas del gran Imperio comunista, el primer Estado fundado sobre el socialismo agrario que conoce la historia. Existe una comuna agrícola que representa una forma de economía primitiva parecida a las fuerzas económicas que se han conservado hasta estos tiempos últimos en otros países agrarios (principalmente en los Estados eslavos). La comuna rural continúa existiendo ba jo una forma modificada en numerosas regiones del Ecuador, y resiste tenazmente a la ofensiva del propietario de la tierra. Esta lucha creciente entre la propiedad privada y el régimen comunal que los indios continúan defendiendo enérgicamente, coloca a los indígenas ante la perspectiva de una expropiación completa; y esta eventualidad ejerce sobre ellos una influencia revolucionaria.
La clase obrera del Ecuador En el Ecuador, como en la India, la clase obren pertenece a la casta inferior. La mayor parte de los trabajadores son los representantes de una raza mitigada; los indios puros no son los más numerosos más que en las regiones de algunas provincias. La clase obrera está pues sometida a un doble yugo: opresión de raza (prejuicio de la "raza inferior") y opresión económica. Bajo esta doble opresión, los trabajadores del Ecuador toman poco a poco conciencia de sus distintos intereses de dase. El proletariado se encuentra, particularmente, concentrado en las tres provincias donde la industria está más desarrollada y cuyas grandes villas constituyen el centro del movimiento revolucionario más intenso. Guayaquil y Quito son las villas eminentemente revolucionarias. El proletariado de las otras provincias, con una vida económica más atrasada, comienza apenas a salir de la masa predominante de los artesanos.
Las primeras organizaciones obreras y la confederacion obrera del Ecuador En el siglo XIX, dado el gran retraso económico del país, el Ecuador no poseía un pro-
letariado numeroso. Las organizaciones obreras del Ecuador tenían, exclusivamente, el carácter de sociedades de socorro mutuo, de las cuales fueron saliendo poco a poco las organizaciones "socialistas", término que sólo se puede aceptar convencionalmente, pues, al lado de los obreros, formaban parte algunos pequeños patronos. Hasta 1912, las organizaciones obreras del Ecuador han permanecido desmenuzadas y sin ningún centro nacional. Gracias a la actividad de ciertos miembros de la "Sociedad Artística Industrial del Pichincha", en Quito, fue creada la Confederación Obrera del Ecuador (C. O. E.) de la que tomaron parte casi todas las organizaciones del país. Hasta 1923, la C.O.E. no efectuó Casi ningún cambio en el movimiento obrero del Ecuador. Pero las grandes organizaciones que formaban parte de esa central, sufrieron una evolución rápida; no solamente su ideología se desplazó a la izquierda, sino que ellas modificaron considerablemente la organización híbrida primitiva, a la cual adherían a la vez asalariados y pequeños patronos, dándole el sentido de una organización puramente sindical. Así sucedió con la Federación obrera de la provincia del Guayas, la sección más fuerte de la C.O.E. A fines de 1927, se reunió el Congreso Obrero del Ecuador cuyos resultados no conocemos aún. Hay que esperar que los esfuerzos del partido socialista del Ecuador, que ha buscando dar al primer Congreso obrero un carácter sindical de clase, y que la actitud de las organizaciones obreras, afiliadas a este partido, contribuirán a llevar alguna modificación a los estatutos.
Composicion de la C.O.E. Existen tres clases de organizaciones en la C.O.E.: 1) corporaciones (guildes) que predominan aún y que agrupan asalariados y a pequeños pa- tronos al mismo tiempo; 2) organizaciones puramente sindicales de obreros asalariados de ciertas profesiones, tales como panaderos; matarifes, albañiles, y que no admiten patronos en sus filas; 3) organizaciones mixtas que agrupan, al mismo tiempo, a obreros y a patronos de diversas profesiones. Los guildes y las organizaciones mixtas se modifican poco a poco, adquieren un carácter sindical de clase, notablemente en las grandes villas del Ecuador donde la concentración capitalista se deja sentir más vigorosamente. Bajo el punto de vista ideológico, la C.O.E. se ha conducido siempre como una organización nacional, impregnada de espíritu conservador, servilmente atenta con el gobierno de la burguesía y absolutamente inútil para los intereses del proletariado. U política funesta de la C.O.E. por el puñado de pequeños burgueses que se han emboscado en la dirección central. La más fuerte de las secciones, la Sociedad "artesana e industrial" de la villa de Quito, que hemos citado mis arriba, ha dado siempre los cuadros principales de la C.O.E. reclutados casi exclusivamente entre las personas ligadas a la burguesía y al gobierno. La incapacidad, el servilismo, las intrigas, tales eran los rasgos característicos de casi todos los que estaban colocados a la cabeza del Directorio nacional de la C.O. E. y de la Sociedad artesanal e industrial.
Las organizaciones socialistas y el movimiento obrero
Se han formado, en ciertas partes del Ecuador, guildas y uniones obreras mixtas con tendencia socialista; ellas desarrollan una actividad bastante grande, y se transforman poco a poco en verdaderos sindicatos de clase. Existen algunas organizaciones de esta especie en Guayaquil y en las provincias interiores. La mayoría de los sindicatos autónomos de Guayaquil han constituido, en 1922, una Federación regional de obreros del Ecuador. Es preciso observar, muy especialmente, a esta organización que está adherida al partido socialista de la provincia de Chimborazo, y cuyo domicilio se halla en la Villa de Riobamba. Esta organización ha progresado grandemente en el camino de la reorganización, y ella es la que facilita excelentes militantes al movimiento obrero. El movimiento de clase de los obreros y de los campesinos se hace activo, durante el período en que José Luis Tamayo fue presidente (19201924); es en esta época cuando la supremacía del gran capital ha llegado a su punto culminante, en el Ecuador. Hasta en 1922, la clase obrera no ta participado en la vida política del país más que como un apéndice de los partidos burgueses y de los líderes revolucionarios burgueses. En el litoral del Pacífico, ella fue siempre el amparo del liberalismo. Los clericales conservaban un gran poder sobre la mayoría de la población en las provincias in teriores del país. En Guayaquil, puer- to principal y centro industrial del país, se ha formado una corriente sindicalista y anarcosindicalista bastante fuerte. Veamos las huelgas más importantes, impregnadas de una cierta conciencia de clase. La huelga de tipógrafo de Quito, en 1919, la primera victoriosa, fue dirigida por un grupo radical-socialista que sostuvo, por otra parte, la candidatura del doctor Gonzalo Córdova en las elecciones presidenciales de 1921. En 1921, una gran huelga en los yacimientos auríferos de una compañía yanqui fue aplastada por el gobierno. En 1922, huelga de los ferroviarios. La clase obrera de Guayaquil, sometida a condiciones verdaderamente penibles, atravesaba un periodo de agitación bastante grande. Los ferroviarios, qué habían creado una Federación impregnada de una ardiente espíritu revolucionario, hablan tropezado con la negativa opuesta a las reivindicaciones que habían presentado a la compañía yanqui de los caminos del Sur. La Fe deración regional del Ecuador se puso al frente de la huelga llevándola a la victoria. De esto resultó, para la Federación, un crecimiento de su influencia: numerosas organizaciones obreras, nuevas, le dieron su adhesión. En noviembre del mismo año 1922, los tranviarios de Guayaquil presentaron a la Compañía un cuaderno de reivindicaciones que los patronos rechazaron. La Federación regional intervino entonces y declaró una huelga, invitando a todos los trabajadores de Guayaquil a unirse a la lucha para romper la obstinación patronal. Casi todas las organizaciones respondieron a este llamamiento, salvo la Confederación Obrera de Guayaquil; aunque, al cabo de algunos días, empujada por las masas, que mostraban un estado de espíritu revolucionario, ella fue obligada a unirse a la huelga general. Toda la vida se encontró paralizada en Guayaquil. Un gran pánico se extendió por la burguesía, a la vista del entusiasmo de la clase obrera. El 14 de noviembre, una grandiosa demostración obrera tenía lugar en esta villa; el 15 de noviembre, más de 40.000 trabajadores recorrían las calles de nuestra capital comercial. Las tropas estaban apostadas en las encrucijadas en espera de los manifestantes. Se veían carteles sobre ciertos edificios, firmados por el "Soviet" de Guayaquil. Y hecho remarcable: ni un sólo crimen se ha registrado en el transcurso de las jornadas en que toda la villa estuvo en manos de la clase
obrera. Cuando los manifestantes se encaminaron hacia la prisión para libertar a los camaradas que las autoridades habían encarcelado en gran cantidad, los soldados tiraron sobre la muchedumbre. La matanza revistió los caracteres más atroces, y más de 800 obreros, mujeres y niños quedaron tendidos sobre las calles de Guayaquil. La burguesía aplaudía ruidosamente este acto, desde lo alto de los balcones, y tiraba tiros de revólver sobre las manifestantes. Cuando fue conocida la noticia del crimen perpetrado por la burguesía y su gobierno, los obreros de diversas villas de la república descendieron a la calle para protestar. En Quito y Riobamba, la policía dispersé violentamente las reuniones obreras. La prensa burguesa hizo la conspiración del silencio alrededor de estos trágicos acontecimientos. Entonces se empezó a perseguir a los jefes obreros; ciertas organizaciones fueron disueltas, y el movimiento obrero de Guayaquil se debilitó grandemente. Pero, por lo menos, las matanzas del 15 de noviembre tuvieron como resultado la inspiración al proletariado de Guayaquil de un odio irreductible hacia la burguesía. Se puede decir que, a partir de ese momento, perdió todo el apoyo de las masas. El 15 de noviembre de 1922 iluminó a todo el país con los acontecimientos de Guayaquil y señaló la entrada del proletariado ecuatoriano en la vía de la revolución social.
Las luchas electorales de 1923 Las elecciones presidenciales de 1923 tuvieron gran importancia. El gobierno y el partido liberal sostenían la candidatura Córdova, mientras que otra parte de la burguesía liberal, y más particularmente la pequeña burguesía, así que una íntima parte del proletariado, apoyaban la candidatura Intriago. Un tercer candidato, el coronel Juan Manuel Lasso, que puso al frente un programa radical-socialista, adquirió gran popularidad en las provincias interiores. Es preciso señalar también la agitación electoral llevada a cabo entre los trabajadores de la "Interandina", así como las reivindicaciones obreras incluidas en el programa Lasso, que entusiamaron a las masas populares. El periódico de Lasso Humanidad hizo una intensa campaña socialista hasta el 15 de noviembre de 1923, época en que fue suspendido por haber publicado un artículo consa grado a la memoria de las víctimas de la matanza de Guayaquil. El estado de espíritu de las masas obreras tomó un carácter netamente revolucionario, causó grandes molestias al gobierno que recurrió a violentas represalias en varias villas.
La revolucion militar y socialista de 1925 En 1925, el movimiento obrero comenzó a tomar vida, a lo que la cam- paña del partido socialista había con- tribuido en gran medida. El gobierno Córdova (este candidato gubernamen- tal y liberal había sido elegido presi- dente) condujo al país a una ruina eco- nómica completa. La hegemonía del capital financiero, y notablemente de la plutocracia de Guayaquil, se había hecho insoportable. La situación de la economía nacional se agravaba de día en día, y al mismo tiempo, la vida de las clases pobres empeoraba rápida- mente. En
este momento, hemos comenzado una campaña violenta contra el gobierno, denunciando todos los crímenes de nuestra burguesía. La ruina del país era tan evidente, que, incluso los periódicos burgueses, exceptuando algunos, tomaron una actitud hostil al gobierno, sosteniendo nuestra campaña contra los desvíos de la plutocracia. Los principales grupos políticos de la oposición eran: el bloque socialista radical, dirigido por Luis N. Dillon; la Liga secreta de los oficiales subalternos y nuestro pequeño grupo socialista. La revolución era inminente, y nosotros lo decíamos abiertamente en nuestro periódico La Antorcha. "La próxima revolución tendrá una carácter económico", escribíamos, creyendo que las capas inferiores del cuerpo de oficiales serían uno de los factores de esta revolución. Desde este momento, nuestros esfuerzos tendieron a imprimir al movimiento revolucionario una buena orientación, estableciendo contacto entre los círculos militares y las organizaciones obreras. En julio de 1925, la Liga militar comprendía a todos los oficiales subalternos. Los miembros de la Liga estaban en contacto estrecho con las masas de soldados. El 9 de julio, la revolución estalló. El presidente de la República, el ministro y los funcionarios superiores, así que el alto mando del ejército, fueron detenidos. Fue constituida una "Junta", y Dillon recibió la cartera de Hacienda. Por todas partes se formaban Soviets militares, agrupados orgánicamente por la Junta militar superior. Los obreros celebraban grandes reuniones y enviaban sus diputados a las Juntas militares para exponer sus reivindicaciones. El programa de las Juntas comprendía toda una serie de artículos anunciando reformas sociales; el gobierno revolucionario prometía el saneamiento de las finanzas nacionales, lo que suscitó la aprobación unánime de la clase obrera. Sostenido por los militares y la dase obrera, el gobierno realizó, en el curso de los primeros meses, una serie de importantes reformas, atacando seriamente a la influencia del capital financiero. Por primera vez en la historia del Ecuador, los grandes financieros y funcionarios superiores, prevaricadores, fueron aprisionados. La revolución de julio dió un impulso grande al movimiento socialista.Este reunió, en 1926, con la participación de los grupos socialistas y los sindicatos obreros, un Congreso muy importante que decidió afiliarse a la internacional Comunista. Numerosos sindicatos obreros fueron reorganizados, y se fundaron muchos nuevos.
Provocación burguesa La revolución de julio debía su fuerza a la estrecha ligazón entre la clase obren, el gobierno y los elementos militares revolucionarios. Pero la burguesía llevaba a cabo una ofensiva vigorosa contra el ministro de finanzas que efectuaba un programa económico radical, y por otra parte, trataba de romper el frente revolucionario. La burgesía recurrió al procedimiento de la provocación para engañar a los elementos militares. Ella proclamó que la clase obrera de Guayaquil se preparaba a un nuevo golpe de Estado que sería un golpe de Estado comunista. Se difundió, incluso, un falso programa que llamaban comunista y donde se hablaba de incendios, de asesinatos, etc. Se detuvo a numerosos trabajadores, los periódicos fueron suprimidos, ciertos sindicatos disueltos. Para defenderse contra la llamada ofensiva comunista, la burguesía de Guayaquil formó guardias cívicas, y trató de atraerse a su campo al comandante de la guarnición local, pan atacar al gobierno. Finalmente, el gobierno tomó medidas enérgicas, desarmó a las guardias cívicas e hizo detener
a los culpables. No obstante, el frente de los obreros y de los oficiales fue roto por las intrigas de la burguesía. Esta logró provocar una crisis en el seno de la Junta, y los ministros tuvieron que presentar la dimisión. A partir de este momento comenzó la bancarrota de una revolución que merecía muy bien el nombre de socialista. Fue bajo el segundo gobierno revolucionarlo cuando comenzó, en la provincia de Cayambe, un movimiento comunista, relacionado con la ocupación de las tierras comunales por los grandes propietarios terratenientes. Por orden del partido socialista, yo me puse al frente de este movimiento. Logramos obtener una victoria sobre la burguesía y dar gran prestigio al partido. Pero esta victoria desencadenó una violenta reacción burguesa. El movimiento de Cayambe puso de relieve el tan importante papel revolucionario de los indios del Ecuador en la lucha contra el yugo capitalista. Es en Cayambe donde organicé la primera Unión campesina entre los indios. En 1926, conseguimos reunir, bajo la iniciativa socialista, la primera Confederación sindical. Los delegados de 14 organizaciones obreras acudieron a esta reunión, pero, desgraciadamente, el Comité elegido, y que fue encargado de convocar un congreso obrero, permanece absolutamente inactivo.
El gobierno laborista del Ecuador y la clase obrera El Ecuador está actualmente gobernado por un gobierno laborista semejante al de Calles (Méjico), pero que es, en muchos casos, más radical. Este gobierno busca asegurarse una base sólida en el país; pues toda la gran burguesía no cesa de tramar intrigas contra las realizaciones revolucionarias. El gobierno se disponde, en consecuencia, a crear una organización análoga a la C.R.O.M. (Confederación del Trabajo de Méjico) y ha contribuido a la convocación del Congreso obrero. Se comprende que el partido socialista se alarmase por este peligro reformista. Nuestras organizaciones debían entrar en lucha, en el Congreso obrero, contra esta tendencia que desvía la moral revolucionaria de las masas. Ignoro, por desgracia, el resultado del Congreso pues éste ha sido abierto después de mi salida del Ecuador. Las relaciones de la clase obrera del Ecuador con el proletariado internacional son precarias. La C.O.E. mantiene alguna relación con la Federación Panamericana del Trabajo. La I.S.R. se ha limitado a dirigir un manifiesto a nuestra Conferencia Sindical; la Internacional de Berlín y los Obreros Industriales del Mundo han querido arraigarse en el Ecuador pero vanamente. No tenemos ninguna clase de contacto con Amsterdam. La clase obrera del Ecuador se ha desenvuelto en pleno aislamiento, sin el sostenimiento del proletariado internacional. Por la iniciativa del partido socialista las organizaciones obreras afiliadas han establecido relaciones con la I.S.R. y han elegido representante para el próximo Congreso de ésta. La similitud del movimiento obrero del Ecuador con el de los otros países de América Latina Se puede decir que el movimiento obrero se ha desarrollado de una manera casi idéntica en Colombia y en el Ecuador, a consecuencia de la similitud de numerosos factores económicos, religiosos, topográficos y climatológicos. En el Ecuador, igualmente que en Colombia, el proletariado tiene un estado de espíritu revolucionario. En mayo de 1926 se
reunió, en el Ecuador, un primer Congreso socialista donde atuvieron representados, no sólamente grupos socialistas, sino también organizaciones sindicales. Algunos meses mis tarde se abría el Congreso socialista de Colombia donde, lo mismo que en el Ecuador, se había formado un partido socialista, con tendencia favorable al comunismo. Este Congreso ha decidido hacer gestiones para la afiliación a la III Internacional. En Colombia, como en el Ecuador, las organizaciones obreras han contribuido a organizar el partido. En general, el movimiento obrero del litoral del Pacífico de América del Sur (Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia) presenta rasgos comunes. Debemos esto, en buena parte, a la debilidad numérica de la inmigración procedente de Europa. Además, el movimiento obrero de todos los países de América Latina está interesado en la lucha común contra el imperialismo que oprime a nuestras jóvenes naciones. Estamos obligados a luchar en dos frentes: contra el enemigo de clase en el interior y en el exterior. Lo que explica, también, la similitud del movimiento revolucionario de estos países, es la supremacía numérica de las tribus indias en su población. Estas tribus, formando un potente factor revolucionario, presentan perspectivas de revolución social más amplias en Méjico, Perú, Bolivia, Ecuador, etc. comparativamente con los otros países. La población india de América Latina y, notablemente, la del Perú, Bolivia y del Ecuador, que eran en otro tiempo elementos constitutivos del Estado agrario socialista de los Incas, guardan hoy todavía fuertes tradiciones comunistas, e incluso restos de instituciones comunistas. El espíritu de clase está muy extendido entre los indios.
La Federación Sindical de América Latina Se ha celebrado una Conferencia de los delegados obreros de América Latina en el mes de diciembre último bajo la iniciativa de la I.S.R. en Moscú, con objeto de buscar los medios agrupar el proletariado de América Latina. La Conferencia ha decidido pedirir al próximo Congreso de la I.S.R. la convocación de una Conferencia de todos los delegados de América Latina. Esta Conferencia se ha celebrado a continuación del IV Congreso de la I.S.R. en Moscú (véase artículo del camarada Dujone, en este mismo número de nuestra revista) para designar un secretariado provisional, encargado de hacer el trabajo preparatorio de otra Conferencia que ha de tener lugar en Montevideo, en la cual participarán todas las organizaciones de América Latina, que quieran estar representadas. En último análisis, estas conferencias tienen por finalidad el crear una Federación Sindical de América Latina, cuya fundación es deseada por los trabajadores de nuestros paises indo-hispanos. te video, creado, eventualmente, en a la celebra- un Secretariado que prepara unidad le los ción del Congreso de unidad de los obreros de América Latina. Esta resolución será, ciertamente, acogida con gran entusiasmo en toda América Latina. Esperemos que nuestros esfuerzos sean coronados por el éxito. Rícardo Paredes. Fuente: Ricardo Paredes, "El movimiento obrero en el Ecuador," La Internacional Sindical Roja 1 (August 1928): 76-81.
I N T E R V E N C I Ó N E N E L VI C O N G R E S O I N T E R N A C I O N A L C O M U N I S TA «D IS CUSI ÓN SOBRE EL PROGRAMA DE LA REVOLUCI ÓN J ORNADA VEINTE Y CI NCO - TARDE DEL 9 DE AGOSTO M OSCÚ
DE LA
MUNDIAL » DE
1928
Ricardo Paredes (Delegado de los partidos comunista y socialista del Ecuador): Camaradas, es la primera vez que los delegados de varios partidos proletarios de América Latina que se han constituido estos últimos años (Partido Socialista Revolucionario de Colombia, Partido Socialista y Comunista del Ecuador, Partido Comunista del Paraguay) intervienen en un congreso de la Internacional Comunista. La participación de los países de América Latina en una escala cada vez más grande en el movimiento comunista mundial indica que la Internacional Comunista tiene raíces profundas en el mundo entero. Ahora que el imperialismo de la América del Norte ocupa el primer lugar en la economía y la política mundial; y constituye la fortaleza de la burguesía, el movimiento obrero de América Latina, por su situación estrategica, adquiere un valor considerable. El proyecto de programa presentado por el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista me parece bueno en el fondo. Su estructura es correcta, su estilo facilita la lectura. A pesar de esto, creo que ciertos puntos podrían ser ampliados, tratados de modo un poco menos esquemático. El proyecto constituye seguramente un progreso considerable respecto de los programas anteriores. Su forma es muy dinámica, y algunos problemas, solamente esquematizados en los programas anteriores, están aquí bien tratados. Más aún, hay cuestiona nuevas. La base internacionalista es mejor que la de los programas anteriores, en los cuales había una cierta manera europea de tratar todos los problemas mundiales. A pesar de esto, creo necesario dar más fuerza a los problemas de los países coloniales y semi-coloniales que constituyen la mayor parte de la Tierra. La introducción del programa me parece un poco brusca; se trata el problema del imperialismo antes de haber definido al captalismo de libre competencia, forma que convendría solamente se el programa no se dirigiese más que a elementos ya maduros ideológicamente. Parece necesario dedicar algunas líneas más el problema de la guerra mundial, con todas sus consecuencias para elmovimiento obrero, la economía y la política mundiales. Juzgo necesario ampliar un poco la referencia histórica a la I y a la II Internacional, así como presentar a la revolución rusa como una nueva etapa para el proletariado del mundo entero, ya que, en el proyecto, la revolución rusa está tratada demasiado ligeramente. En el primer capítulo, se debería hacer una exposición más completa de la doctrina marxista acerca del desarrollo capitalista. Me parece que el programa no da una fisonomía propia al desarrollo del capitalismo en los países coloniales y en aquellos llamados semicoloniales. Estos países abastecen a la economía mundial de la mayor parte de los productos alimentarios y de las materias primas para la industria. Bujarin ha dicho que ciertos países, como Inglaterra, no pueden vivir
más que gracias a las materias primas y a los alimentos que vienen en gran parte de los países coloniales. Por otra parte, la industria en vías de desarrollo en dichos países coloniales y semicoloniales provee una parte bastante considerable de los productos necesarios para el consumo, no solamente de estos países, sino también para la exportación, aun cuando esta exportación sea todavía mínima. Al mismo tiempo campos se industrializan en estos países sobre todo en los llamados semicoloniales, como la Argentina. Una característica importante de estos países es la forma de distribución de la tierra. En los latifundios, que es la forma de explotación agrícola domite, trabajan a veces miles de proletarios agrícolas (Brasil, México, Argentina) . En el Brasil, hay latifundios tan grandes como Suiza. En estos latifundios, aun cuando lentamente, la industrialización se realiza, concentrando un proletariado numeroso. Esto constituye un hecho muy importante para la organización de los trabajadores y para la elaboración de un programa de lucha justo en nuestros países. Es preciso definir de manera clara la forma de dominación imperialista en los países coloniales y semicoloniales, el modo como se desenvuelve el capitalismo nacional, sus relaciones con el imperialismo. ¿En qué consiste esta política de los países imperialistas? Especialmente, los Estados Unidos de América e Inglaterra tienden a crear en las colonias una industria extractiva; como consecuencia, la industria minera se encuentra allí muy desarrollada. La industria de transformación es desarrollada, por parte de los imperialistas, en una escala muy mínima, solamente en la medida en que ella no pueda perjudicar a la industria de la metrópoli y que pueda aprovechar la mano de obra indígena barata. Los imperialistas desarrollan también la industria hidroeléctrica y la industria agrícola (refinerías de azúcar, destilerías, tabacales). Por otra parte, el capitalismo nacional trata de crear una industria de transformación, pero tiene en su contra toda la política económica del imperialismo. En el dominio de la agricultura, el imperialismo trata de aprovechar el clima para crear gigantescas explotaciones en las cuales se cultiva un número restringido de productos agrícolas, necesarios para la metrópoli pero sin atender a las necesidades de los nativos. De esto resulta que estos países al estar obligados a adquirir en las metrópolis los productos de primera necesidad que ellos no producen, están firmemente sujetos a las metrópolis. Es así como, entre otros países semicoloniales, la isla de Cuba, especializada en la producción de tabaco, de azúcar, de frutas, para los imperialistas yanquis, está obligada a comprar los productos de primera necesidad en los Estados Unidos de América. El estado de estos países justifica en cierta medida la expresión del programa respecto de los países coloniales y semicoloniales, referida a que, "con relación a los países industriales, que constituyen de algún modo la concentración urbana mundial, ellos representan la campaña del mundo". Para apoderarse de los países libres, el imperialismo penetra en ellos por medio del comercio, del capital financiero. Poco a poco, con la resistencia o el consentimiento más o menos pasivo de los elementos nacionales, el imperialismo se crea una fuerte posición económica, y, paralelamente, en la mayoría de los casos, conquista posiciones políticas. Así, coloniza Cuba, Nicaragua, Panamá y otras repúblicas de América Latina, en las cuales su dominación política y económica es muy fuerte. Otros países resisten más a la dominación económica y política, ya sea porque son más grandes, y por consiguiente más difíciles de sojuzgar, ya sea porque ellos sacan partido de su situación geográfica o de la compete de otros imperialismos. En estas condiciones se hallan algunos países de América Latina, tales como la Argentina, el Brasil, que, a pesar de la penetración económica del im-
perialismo, no son todavía sino semicolonias. México resiste heroicamente a la penetración imperialista; ocupa así un lugar vecino al de los países semicoloniales. Pero la colonización de México hallará grandes obstáculos para el imperialismo, debido a su gran fuerza económica y política. El Ecuador, como consecuencia de su situación geográfica alejada de los Estados Unidos de América y de Inglaterra, no ha sido todavía profundamente penetrado por los capitalismos extranjeros. Aún no ha contraído ningún empréstito con los Estados Unidos de América, y sus inversiones son mínimas. Por otra parte, el capital nacional es más conside [rablemente escaso por lo que es de prever que]* la colonización de este país será más fácil cuando los imperialistas se ocupen más seriamente de la explotación de las riquezas de este país. Es muy importante establecer una distinción entre los países semicoloniales y aquellos que, a falta de un término mejor, pueden ser llamados "dependientes". Los problemas de la lucha proletaria deben ser encarados de un modo diferente en los países coloniales y semicoloniales que en los países "dependientes". Es muy importante establecer esta división porque la concepción que se ha tenido hasta aquí de nuestros países los considera como la "campaña del mundo", y altera así los problemas de la lucha en estos países al subestimar las fuerzas proletarias y al sobrestimar la cuestión campesina. Es por ello que las consignas de la revolución agraria democrático-burguesa están consideradas en el programa como las tareas por realizar en estos países. Para caracterizar las relaciones de fuerza entre el imperialismo y los países coloniales, semicoloniales y "dependientes", se puede establecer la siguiente formulación: "A una penetración económica más profunda de los imperialistas corresponde una mayor dominación política". Para los países "dependientes" que, gracias a una fuerza política bastante grande, son capaces de resistir a la penetración imperialista, esta fórmula no es enteramente justa, porque la penetración económica extranjera se corresponde con una dominación política menor. Es el caso de la Argentina y del Brasil. Es comprensible que no pueda establecerse una clasificación rigurosa entre los países llamados semicoloniales, puesto que hay un gran número de formas intermedias. Se debe entonces aceptar una nueva categoría adjunta a los tres grupos de países, clasificados en el programa de acuerdo con su desarrollo económico y el grado de dependencia política. Este nuevo grupo estaría constituido por los países "dependientes", que están penetrados económicamente por el imperialismo pero que conservan una independencia política bastante grande, ya sea debido a una penetración económica débil, ya sea debido a su fuerza política. El imperialismo, con todos estos rasgos característicos de penetración económica, su monopolismo, su política económica, cambia el desarrollo normal del capitalismo en nuestros países, y por ello este desarrollo reviste un carácter diferente del de Europa en el período del desarrollo del capitalismo de libre competencia. Debido a que todas estas causas provocan un movimiento revolucionario poderoso en los países coloniales y semicoloniales, la Internacional Comunista debe acordarles una mayor atención. En el capítulo IV, hay una serie de problemas discutibles. En la página 21 del folleto publicado en francés, en el parágrafo que trata acerca de la agricultura, punto d], al hablar del modo de repartición de las grandes propiedades agrarias expropiadas, se propone distribuir las tierras arrendadas antes a los campesinos pobres y en parte a los medianos campesinos. Voy a exponer aquí mi punto de vista. Propongo la siguiente enmienda: "No
dar a los campesinos las tierras que estaban arrendadas, sino crear explotaciones colectivas." Los países con un capitalismo altamente desarrollado tendrán, en el momento de la revolución proletaria, grandes dificultades para solucionar el problema de la tierra. En algunos de estos países, por ejemplo, en Francia, el número de campesinos es muy grande y la tierra está muy subdividida. Por otro lado, el espíritu individualista de esos campesinos es un factor muy desfavorable para la socialización de la tierra. Soluciones diferentes se imponen en los diferentes países en materia de la repartición de la tierra. Debido al gran número de campesinos existentes en ciertos países capitalistas altamente desarrollados, será necesario establecer una alianza con el campesinado. Una dictadura exclussiva del proletariado será, en principio, muy difícil, como consecuencia de la fuerza económica que todavía representa el campesinado. En este sentido, los países atrasados desde el punto de vista industrial se encuentran en mejores condiciones en lo que concierne a la socialización de las tierras; su principal obstáculo para el socialismo será la industrialización escasamente desarrollado. En un gran número de países de América Latina, los latifundios son la forma predominante de la propiedad agraria; el trabajo asalariado y el sistema de arrendamiento son allí dominantes. La tierra concentrada en pocas manos será fácil de expropiar y de socializar. Por otra parte, los países de América Latina que tienen una población indígena muy numerosa (México, Ecudor, Perú, Bolivia) están en mejores condiciones para la edificación del socialismo en el campo que los países donde este elemento indígena no existe. Existen numerosas comunas en México, en Ecuador, en Perú, en Bolivia, que representan actualmente elementos combativos contra el poder de los feudales y que, en el momento de la instauración del régimen proletario, serán núcleos para la cooperación socialista en el campo. Los indios americanos tienen un espíritu colectivista muy notable. Constituyen cooperativas de producción agrícola, de irrigación, de construcción y otras formas de trabajo colectivo. Estos elementos deben ser utilizados en el estado proletario para la construcción del socialismo. Muchos levantamientos de obreros agrícolas y de campesinos en América Latina tuvieron como centros a las comunas. En el Ecuador, en 1926 se produjo un gran movimiento de masas por el reclamo de tierras ejidales (tierras que pertenecen a los pueblos o a las ciudades) que habían sido robadas por los feudales. En el curso de este año, cuatro grandes levantamientos de indios se han producido en el Ecuador. Una de estas rebeliones tuvo como punto de partida una de las comunas. Algunos de estos levantamientos han sido dirigidos por el partido socialista. En estas rebeliones hemos podido apreciar la gran fuerza revolucionaria de los indios y su espíritu colectivista. En la Argentina y en el Uruguay la situación en el campo varía, porque en estos países de latifundios la parte más importante de los obreros agrícolas y de los campesinos está constituída por mestizos, criollos y obreos europeos emigrados entre los cuales predomina el espíritu individualista. (En la Argentina, el levantamiento más importante de los obreros agrícolas y de los campesinos ha sido el de los peones** de la Patagonia.) Con el problema revolucionario está ligado el de las razas oprimidas, como los indios de América Latina. Los indios constituyen en algunos países la población predominante en los campos, y sufren mucho más que los obreros blancos y mestizos la explotación de los terratenientes. Por otra parte, los indios, considerados como una raza inferior, son tratados más brutalmente. Todos estos factores determinan, entre los obreros y campesinos indígenas, un gran espíritu de solidaridad y de clase explotada. Asimismo, el indio es un
elemento muy revolucionario. Yo creo que este problema de las razas oprimidas debe ser tratado en el programa. Otro problema que juzgo importante de encarar es el de las revoluciones pequeñoburguesas. En América Latina ellas poseen una fisonomía propia y son de gran interés para la causa del proletariado. El camarada Thalheimer, en su crítica del proyecto de programa, da una apreciación falsa de la revolución en algunos países de América Latina. La más típica de esas revoluciones es la revolución de México, que se prolongó desde 1910 hasta 1917, y que dejó una situación revolucionaria en el país. Esta revolución, cuyo carácter es pequeñoburgués, contiene ciertos matices socialistas, como consecuencia de la intervención de la clase obrera organizada y de las reivindicaciones de carácter proletario que han sido planteadas durante la revolución. Algunas de ellas had sido cumplidas. La Casa del Obrero Mundial, que entonces era el núcleo de la actual Confederación [Regional] Obrera Mexicana, se presentaba con un programa socialista y luchaba junto con la pequeña burguesía. El carácter antimperialista de la revolución mexicana, la hegemonía de la pequeña burguesía, la heroica lucha de las masas campesinas por la tierra, dirigida por su famoso jefe, el general Zapata, dan a la revolución mexicana el carácter pequeñoburgués, además, de otros rasgos pequeñoburgueses que posee esta revolución. Es preciso estudiar seriamente la revolución mexicana, que es muy importante para el movimiento proletario del mundo entero y especialmente de América Latina. La revolución pequeñoburguesa del Ecuador, en 1925, presenta ya otras características, a pesar de que posea ciertas similitudes con la revolución mexicana. La revolución de 1925 fue dirigida principalmente contra la plutocracia financiera que había dominado el país durante más de treinta años, contra los funcionarios corrompidos del estado, contra los jefes del ejército, contra los grandes propietarios terratenientes. El gobierno cívico-militar que fue instaurado tenía cierta estructura soviética. El gobierno se basaba en consejos militares y delegados de las organizaciones obreras (estos últimos solamente con derecho a ser consultados). El órgano supremo era un consejo cívico. Los diferentes manifiestos de estos consejos militares, así como el programa de la liga militar que había hecho la revolución, hablaban siempre de las reivindicationes proletarias. Violentos golpes fueron dirigidos contra la plutocracia, y algunos monopolios capitalistas privados fueron trasferidos al estado. Fueron tomadas ciertas medidas radicales (ley de expropiación de las tierras). Los pequeñoburgueses fueron perseguidos; muchos de sus órganos de prensa, suprimidos; el clero, perseguido; ciertas reivindicaciones obreras fueron realizadas, y, en los inicios de la revolución, las huelgas fueron apoyadas por el ejército. Fue el ejército el que determinó la ocupación de las tierras por la población de Cayambe. En este período, se produjeron numerosos levantamientos de obreros agrícolas y de campesinos contra los terratenientes y contra las autoridades. La revolución tuvo también un carácter antimperialista. En los primeros momentos de la revolución, el gobierno se preocupó por la revisión de los contratos con los imperialistas. Es muy importante conocer bien estas revoluciones pequeñoburguesas porque ellas son capaces de remover profundamente la estructura social. Además, durante estas revoluciones la organización obrera cobra un gran desarrollo, como en México y en Ecuador. El capítulo fija las tareas para los partidos comunistas según el diferente grado de desarrollo industrial de sus respectivos países. Ya he hablado de la necesidad de crear un nuevo grupo para los países que sufren la penetración imperialista, pero que no son todavía pueblos semicoloniales.
Los países dependientes, como la Argentina, el Brasil y el Ecuador, son aquellos países donde la fuerza del imperialismo no es preponderante. Esto es debido o bien a la fuerza política de esos países (Argentina, Brasil), o bien a la débil penetración económica del imperialismo (Ecuador). En dichos países, creo, la consigna de la revolución agraria democrático-burguesa no es justa. Posiblemente, ella tendrá más éxito en los países profundamente penetrados por el imperialismo, donde la presión política de los imperialistas se hace sentir y donde la cuestión de la tierra constituye una de las palancas fundamentales de la revolución. Una de las causas que podrían determinar una revolución social en nuestros países sería una guerra imperialista o una guerra contra la URSS. En ese caso, los problemas se presentarán de manera diferente en la Argentina y en México. En México podría lucharse por una revolución antimperialista contra los propietarios terratenientes. En cuanto a la cooperación de la burguesía nacional en esta guerra contra el imperialismo, es una cuestión sumamente problemática. Si, en lugar de la pequeña burguesía, es el proletariado el que tiene la dirección de esta revolución, en estrecha alianza con el campesinado que reclama la tierra, la gran burguesía de México se opondrá francamente al proletariado y al campesinado. Incluso si, durante algún momento, la burguesía se colocase del lado del proletariado, lo traicionaría más rápidamente todavía que la burguesía china, porque las reivindicaciones del proletariado industrial y agrario, así como las del campesinado, plantearían de manera aguda el problema de las clases. De la misma manera que el proletariado recoge las experiencias de la lucha en el mundo entero, la burguesía también recoge las experiencias de las luchas contrarrevolucionarias. La burguesía nacional sabe bien que, en las condiciones actuales, una lucha contra el imperialismo, que tuviese como aliado al proletariado organizado según un programa revolucionario y a los campesinos que reclaman la tierra, es una alianza muy peligrosa para ellos. Los problemas de la independencia nacional no se presentan ahora a la burguesía de la misma manera que anteriormente, cuando en los países coloniales y semicoloniales las fuerzas nacionales pretendían solamente obtener la independencia nacional. Ahora el proletariado existe como clase organizada, revolucionaria, y estas circunstancias cambian la cuestión. En la época actual, los problemas sociales se plantean de manera muy aguda, cuando, los comunistas se expanden en el mundo entero y cuando la Internacional Comunista deviene la guía del proletariado revolucionario, la burguesía no puede tener una actitud semejan a la que tuvo en el momento de la independencia del pueblo de América Latina. La recolonización de los pueblos de América Latina, proseguida por los imperialistas a pesar de que despierta los sentimientos nacionalistas de la burguesía, no puede ser impedida de manera eficaz más que por la fuerza del proletariado y del campesinado. Es el momento del reagrupamiento de las fuerzas antagónicas: el proletariado y las capas más pobres contra el poder de la burguesía del mundo entero. El programa dice que el proletariado debe conservar toda su independencia de clase, toda su combatividad contra los explotadores, incluso si se diera una alianza temporaria con la burguesía. Estas frases son enteramente justas. Ellas deben penetrar profundamente en el espíritu de todos los revolucionarios. La consigna de la revolución agraria democrático-burguesa ha producido ya demasiada confusión en aquellos partidos de la Internacional Comunista que, durante cierto momento, han manifestado tendencias oportunistas reformistas. Nosotros ya hemos indicado que en casi ningún país de América Latina los terratenientes constituyen una capa diferente de 1a burguesía. Inclusive, la burguesía y estas diferentes capas están a veces confundidas en
una sola capa de plutócratas. En la ciudad de Guayaquil, el principal puerto del Ecuador, hay una plutocracia que posee al mismo tiempo latifundios, empresas industriales bancos y grandes establecimientos comerciales y de vivienda. Esta plutocracia monopolista es al mismo tiempo una aliada fiel del imperialismo norteamericano. Algunas compañías industrial están formadas por los capitalistas nacionales y extranjeros, como la Anglo-Ecuatoriana Oil Company. El mismo fenómeno se registra en otros países de América Latina. Se comprende así que la solidaridad de los intereses de la burguesía nacional con los imperialistas debe ser muy fuerte. Por esta razón, la burguesía de Guayaquil ha pretendido reiteradamente aplastar al gobierno actual y, a pesar de que él ha concedido ciertos privilegios al imperialismo yanqui, éste no está todavía conforme y trabaja por la instalación de un nuevo gobierno que le otorgue todos los privilegios. Yo pregunto cómo podríamos nosotros expropiar solamente los capitales imperialistas y las tierras de los feudales sin expropiar al capital nacional, siendo que éste está enteramente ligado a los propietarios terratenientes y a los imperialistas. Por otra parte, expropiar solamente la tierra de sus explotadores, dejándoles las industrias, los bancos y el comercio, es decir, la fuerza económica más importante, sería el fracaso de la revolución democrático-burguesa dirigida por el proletariado. La verdad es que la burguesía nacional preferirá obtener menos beneficios y conservar su propiedad poniéndose al servicio de los imperialistas. En el programa está indicado que en los países coloniales y semicoloniales la parte más importante de las industrias, de los bancos y del comercio está en manos de los capitalistas extranjeros. Si esto fuera cierto, entonces, en el momento de la expropiación de los imperialistas, el capital nacional sería tan mínimo que no representaría una fuerza política importante. Sería pues un error dejar a nuestros enemigos de clase las últimas fortalezas. Si la revolución agraria triunfa, si ella es capaz de expropiar a los propietarios latifundistas, a los capitales de los imperialistas y —ésta es la tarea más difícil— si el proletariado y los campesinos tienen éxito en constituirse en gobierno obrero y campesino, será también posible expropiar los capitales de la burguesía nacional sin indemnización. Para la Argentina, el problema se presentará de manera un tanto diferente según que la guerra se realice entre imperialistas o contra la Unión Soviética. La consigna de una revolución por la independencia nacional en la Argentina tendría muy poco éxito, porque la opresión imperialista no reviste allí caracteres tan graves como en México, en Cuba, en Panamá. Para la Argentina, en caso de guerra, habría dos soluciones: una, la huelga general y el boicot de la clase obrera; o bien, la revolución del proletariado apoyado por los campesinos para expropiar el capital nacional y el de los imperialistas. Creo que para la mayoría de los países denominados semicoloniales y "dependientes", la consigna de la revolución agraria no es justa. En cuanto a la colaboración de los obreros con los zampesinos, no hay discusión posible: es una necesidad indispensable. La alianza del proletariado con la pequeña burguesía se presenta de modo un tanto diferente. Los todavía numerosos artesanos de algunos países son elementos que pueden utilizarse con cierta confianza. Pero los pequeños patronos, los pequeños comerciantes, que quieren convertirse en grandes capitalistas, desean tener la hegemonía en la lucha revolucionaria. Por ello, se trata de elementos muy peligrosos. La utilización de la pequeña burguesía para la causa de la revolución depende de una justa política de una buena organización de parte del proletariado. En cuanto a la participación del proletariado en las luchas desencadenadas por la pequeña burguesía y dirigidas contra los imperialistas o contra
la gran burguesía nacional, creo que es preciso intervenir de una manera decisiva, pero siempre conservando la independencia de clase, tratando de apoderarse de la hegemonía en la lucha revolucionaria, y no olvidando en ningún instante las posibles traiciones de la pequeña burguesía. Éstos son, camaradas, los problemas que quería exponeros. La enmiendas suplementarias os serán presentadas aparte.
I N T E R V E N C I Ó N E N E L VI C O N G R E S O I N T E R N A C I O N A L C O M U N I S TA «L A
DE LA
REVOLUCIÓN EN LOS PAÍSES COLONI ALES Y SEMI - COLONI ALES »
J ORNADA
TREI NTA Y CUATRO
- 17
DE AGOSTO DE
1928
M OSCÚ PAREDES (Ecuador): Camaradas: las tesis sobre el problema colonial son buenas en general; pero yo quiero hacer aquí algunas críticas referidas a diversas cuestiones. La clasificación de los diferentes países y grupos de países tal cual lo establecen las tesis, es mejor que la del proyecto de programa. Pero yo creo que hace falta hacer una clasificación distinta con relación a la economía y la política de los países coloniales y semicoloniales. Ya hablé, a propósito del programa, de la necesidad de crear un nuevo grupo de países, el de los países "dependientes". Esta cuestión es de importancia para la elaboración de una buena táctica en estos países. No me detendré en esta cuestión, excepto para señalar algunas diferencias que ya traté en la discusión del proyecto de programa. Insisto, sin embargo, en la necesidad de hacer un estudio más profundo de los países coloniales, semicoloniales y dependientes. Para tratar la cuestión de la revolución agraria democrático burguesa, hay que encarar cuatro aspectos fundamentales: 1] la economía del país en cuestión; 2] el grado de penetración económica del imperialismo; 3] la fuerza política del país; 4] la dominación del imperialismo. En cuanto a la economía del país, debe estudiarse cuidadosamente las relaciones sociales de clases. Siendo esta cuestión muy poco conocida, se da una línea táctica errónea a nuestros partidos y al proletariado. ¿El proletariado debe realizar la revolución democrático burguesa? ¿El proletariado debe hacer una revolución que beneficia a la burguesía? Yo creo que no. La economía de los diferentes países dependientes, semicoloniales y coloniales presenta aspectos muy diferentes, sobre todo en lo referido a su grado de industrialización. Creo que hace falta establecer las categorías siguientes de países, basándose en el grado de su desarrollo económico: 1] Los países que las tesis colocan en el primer grupo (pese a que la clasificación de ciertos países en este grupo no corresponde a la realidad) y que disponen de una industria en crecimiento, de fuentes importantes de materias primas necesarias para la industria (los países de América Latina son muy ricos en toda clase de minerales, en combustibles, sobre todo en petróleo, así como en materias primas agrícolas) tendrán la posibilidad de la construcción del socialismo en un futuro no lejano. El grupo de países donde existe la posibilidad de la construcción del socialismo es más amplio de lo que señala el programa. Además debemos considerar que la existencia de la Rusia soviética es una base muy importante para la creación de nuevos estados proletarios. En varios de estos países, sobre todo en los países dependientes, hay una concentración muy grande de la propiedad en pocas manos. Por otra parte, el hecho de que en la agricultura la tierra está muy poco di-
vidida (latifundios inmensos, que a veces son muy industrializados) constituye un elemento favorable para la realización. Sería bueno subdividir este primer grupo de países en dos categorías, en base a razones políticas: a) países dependientes (Argentina, Brasil, Uruguay, México, Ecuador); b) países coloniales y semicoloniales, en los que se plantea como problema fundamental la cuestión de la emancipación nacional. 2] El segundo grupo de países comprende a todos los países de desarrollo económico muy restringido, con proletariado poco numeroso e incapaz de ser la fuerza motriz de la revolución, pese al apoyo del campesinado. Para estos países, la revolución democráticoburguesa representa una tarea actual. 3] El tercer grupo comprende a los países muy poco desarrollados económicamente, y en los que la gran industria es mínima o inexistente. Aquí, el proletariado constituye una capa extremadamente débil. Debido a que las diferenciaciones de clase son muy débiles, las relaciones de clase son todavía muy oscuras. En estos países, la tarea consiste en una revolución por la emancipación nacional. En los grupos segundo y tercero, es deber de los partidos comunistas desarrollar el proletariado naciente, favorecer la expansión de las fuerzas productivas del país y obtener para las capas pobres de la población el máximo de libertades políticas y de ventajas económicas. El papel de la burguesía nacional en los diferentes movimientos del proletariado y del campesinado varía según los diferentes países. En primer lugar, en los países dependientes donde existe ya una burguesía nacional que representa una fuerza política, esta fuerza no es empleada contra los imperialistas, sino contra el proletariado que lucha por sus reivindicaciones de clase. La lucha principal debe ser llevada aquí contra la burguesía nacional, aliada de los imperialistas. En México, el problema se presenta un poco diferente, a causa de la profunda penetración del imperialismo, y del profundo odio histórico del pueblo mexicano contra los imperialistas yanquis. La lucha contra el imperialismo será también uno de los problemas fundamentales de la revolución proletaria en todos estos países. En mi opinión, en las tesis se subestima la fuerza de la burguesía nacional. De lo que resulta que se encara casi exclusivamente los problemas de la lucha contra el imperialismo y que se olvida, por decirlo así, los de la lucha contra la burguesía nacional. La fuerza del proletariado en los países dependientes, coloniales y semicoloniales del primer grupo, constituye una fuerza no solamente numérica, puesto que ya ha luchado valerosamente contra la burguesía (China, México, Brasil, Argentina, Chile, Perú, Ecuador). El papel del proletariado es subestimado en las tesis. Además, hay una concepción falsa del campesinado. Se dice que el campesinado es allí la clase más numerosa y esto no es cierto. En un gran número de estos países el proletariado agrícola es. mucho más numeroso que el campesinado. Es verdad que no se puede colocar al proletariado industrial y al proletariado agrícola en el mismo plano, pero la concentración de un gran número de asalariados en los latifundios constituye una fuerza muy poderosa. Debido a la subestimación de la burguesía y del proletariado y a la sobrestimación del campesinado, todos los problemas de estos países son encarados solamente desde el punto de vista de la repartición de las tierras y de la lucha contra el imperialismo.
Teniendo en cuenta todos estos elementos, analizaré ahora el problema de la revolución democrático-burguesa en estos países. En primer lugar, ¿cuáles son los elementos que podrán participar en la revolución democrático-burguesa, agraria y antimperialista? Inicialmente debemos encarar la posibilidad de la participación de la gran burguesía en esta revolución. A lo que dije en oportunidad de la discusión del programa, agregaré ahora solamente que en los momentos actuales, la gran burguesía de estos países forma parte del gobierno y está aliada al imperialismo (esta participación de la gran burguesía en el gobierno es más o menos intensa en los diferentes países). En cuanto a los países dependientes, la gran burguesía de estos países estará siempre contra esta revolución, que estará dirigida contra ella. En los países coloniales y semicoloniales, la hegemonía del proletariado y del campesinado se planteará de una manera clara; la gran burguesía estará contra el proletariado y el campesinado. Las tesis subestiman el papel de la burguesía nacional en relación con su fuerza económica, fuerza que es considerable en ciertos países coloniales, semicoloniales y dependientes. Pero creo que subestima el papel de la burguesía nacional en la lucha antimperialista. La burguesía nacional de casi todos estos países está íntimamente ligada con el imperialismo, no solamente por lazos económicos, sino también por un cierto reparto del poder político. En cuanto a la pequeña burguesía, creemos que ella desempeñará en casi todos los países un papel muy importante. En ciertos países de América Latina como Venezuela, Perú, Brasil, Chile, Bolivia, Colombia, etc., la revolución democrático-burguesa está a la orden del día. En Venezuela y en Perú, y como consecuencia de la inexistencia de partidos comunistas y de un movimiento sindical desarrollado, la pequeña burguesía desempeñará un papel predominante si la revolución se produce en un futuro próximo. Pero la pequeña burguesía es una clase vacilante, una clase que traicionará al movimiento revolucionario si el proletariado y el campesinado no saben utilizarla. En los países donde ya se han constituido regímenes pequeño burgueses (México, Ecuador), puede ser que éstos desempeñen temporariamente un papel revolucionario, que la pequeña burguesía en el poder pueda en ciertos casos, en una guerra mundial por ejemplo, oponerse al imperialismo. El debilitamiento continuo de la fuerza progresista de los gobiernos pequeñoburgueses debido aI crecimiento del movimiento revolucionario del proletariado y del campesinado, descontentos de los gobiernos pequeñoburgueses, conducirá a la lucha del proletariado y del campesinado y de ciertas capas de la pequeña burguesía fuera del poder, contra los gobiernos pequeñoburgueses que capitulan siempre más ante el imperialismo, la gran burguesía y los grandes propietarios terratenientes. El campesinado desempeñará un papel de primer plano en la lucha revolucionaria. Pero, cuando yo hablo de campesinado, hablo al mismo tiempo de los obreros agrícolas que, en casi todos nuestros países de América Latina, constituyen la parte más importante de los trabajadores del campo. Es posible que la lucha revolucionaria comience por el levantamiento de los obreros agrícolas y de los campesinos contra los propietarios terratenientes, contra el gobierno. Pero el proletariado de varios países de América Latina, que por su lucha valerosa contra la clase patronal tiene ya una tradición revolucionaria, se pondrá rápidamente en lucha y podrá conquistar la hegemonía.
Las tesis tienen tendencia a considerar todos los problemas de nuestros países desde el punto de vista rural, como problemas esencialmente campesinos. Como es natural, en ciertos países coloniales y semicoloniales, muy atrasados, donde el proletariado comienza apenas a desarrollarse o es casi inexistente (ciertos pueblos nómadas, ciertas colonias de Africa), el problema es ante todo un problema campesino, un problema de la independencia nacional y del establecimiento de un gobierno democrático del cual deben participar el mayor número posible de obreros y campesinos. El problema de la clasificación en dos grupos de países penetrados por el imperialismo: países semicoloniales y países dependientes, es importante desde el punto de vista del comienzo de la lucha, que será distinta en ambos casos. El problema final será el mismo, pero determinado por el grado de desarrollo económico. Las tesis olvidan que en varios países dependientes existen regímenes democráticoburgueses constituidos desde hace mucho tiempo (Argentina, Uruguay) , así como regímenes pequeñoburgueses, contra los cuales se deberá luchar para derribar el poder del imperialismo y establecer la hegemonía del proletariado y del campesinado. La justa apreciación del papel de la revolución pequeño burguesa que se producirá en ciertos países de América Latina, nos es necesaria para el establecimiento de la hegemonía del proletariado y del campesinado. Estos movimientos revolucionarios conducirán a un resultado muy diferente según exista o no un partido comunista. El proletariado podrá apoderarse de la hegemonía con el apoyo del campesinado solamente si existe un partido proletario comunista. Hace falta que estudiemos las revoluciones pequeñoburguesas que se han producido en América Latina en estos últimos tiempos. El camarada Lacerda ya nos habló de la revolución pequeño-burguesa del Brasil, los camaradas de México hablaron de la revolución mexicana. Agregaré algunas palabras sobre la revolución en Chile y en Ecuador. El segundo golpe de estado que se produjo en Chile, en 1925, era un movimiento de la pequeña burguesía del que participaban activamente la clase obrera organizada y el campesinado. Este movimiento tenía ciertos rasgos progresistas. Pero el tercer golpe de estado de Ibáñez es un movimiento totalmente reaccionario de carácter fascista. La revolución mexicana de 1910-1917 es una revolución orientada contra el poder de los señores feudales, de la gran burguesía nacional, contra el clero, contra el imperialismo. El movimiento de los trabajadores del campo tuvo una fisonomía propia y ha dado un impulso revolucionario. Esta es una revolución típicamente pequeñoburguesa, pese a la participación y el papel importante de la clase obrera organizada. En Ecuador tuvimos una revolución democrático-burguesa en 1895. Esta revolución, dirigida contra el poder de los feudales y del clero, fue hecha por la burguesía nacional naciente. La revolución de 1925 estaba dirigida contra el poder de la gran burguesía nacional, contra el poder de los feudales y, en menor escala, contra el imperialismo. Esta revolución estaba sobre todo dirigida contra el capital bancario que había tenido la hegemonía política del país durante 15 años. La pequeña burguesía, que dirigió políticamente la revolución, ha luchado contra las formas monopolistas de la gran burguesía (algunos monopolios fueron liquidados por la revolución). En esta revolución, la clase obrera organizada desempeñó un papel muy importante. El movimiento de los campesinos se produjo . independiente-
mente de la revolución, gracias a la fermentación revolucionaria de las masas del campo, que fue a su vez estimulada por la revolución de 1925. La revolución de 1925 no estuvo entonces determinada por el movimiento de los obreros agrícolas y de los campesinos, comodijo el camarada Droz en su muy buen informe. Los gobiernos de México y de Ecuador pierden cada día su fuerza revolucionaria, capitulan siempre más ante el imperialismo. En estos gobiernos se han infiltrado lentamente elementos de la gran burguesía, nuevos latifundistas nacidos de la revolución (esto no significa que el gobierno de México sea un gobierno de latifundistas liberales, como afirma el camarada Travin en sus tesis), e incluso ex latifundistas. Ciertos camaradas de México creen que la revolución mexicana prosigue; creo que este punto de vista es falso. La revolución mexicana está terminada. Cierto es que persiste aún una situación revolucionaria en México, pero no una revolución. El proletariado y el campesinado avanzan, el gobierno retrocede: se prepara una nueva revolución. Pero no se debe exagerar diciendo que los gobiernos de México y de Ecuador ya son reaccionarios. Todavía son fuerzas progresistas. Hablaré aquí de una concepción que fue expresada por el camarada Humbert-Droz a propósito de mi opinión sobre el control yanqui en Ecuador. No puede afirmarse que los que actúan hoy en Ecuador como expertos financieros yanquis sean inspectores capaces de detener los actos del gobierno. Estos técnicos yanquis designados por el gobierno no tienen derecho a hacerlo. En realidad, son espías de la burguesía yanqui en el seno del gobierno de Ecuador, y ejercen un control indirecto. Además, el gobierno de Ecuador no ha contraído ninguna deuda con el imperialismo yanqui, y el capital invertido en el país es todavía mínimo. Como es natural, los técnicos yanquis son un buen canal para la colonización del país. En cuanto a las perspectivas de la revolución democrático-burguesa, hay que decir en primer lugar que en ciertos países como la Argentina la revolución puede tener desde el primer momento un carácter proletario. Segundo, tendremos revoluciones conducidas por la pequeña burguesía, con una participación más o menos amplia del proletariado y del campesinado. Estas últimas revoluciones atravesarán etapas diferentes en los diversos países, según sean las fuerzas sociales en movimiento y el poder del imperialismo. Pero si en el curso de la revolución democrático-burguesa nosotros llegamos a tener la hegemonía en la lucha, si el proletariado y el campesinado pueden constituir un gobierno de dictadura, en ese momento tendremos en contra a toda la gran burguesía del país, no importa cuál fuere ese país. La gran burguesía será contrarrevolucionaria y deberemos luchar contra ella desde el primer momento en los distintos países. Y se volverá contrarrevolucionaria en todos los países en el momento en que el proletariado y el campesinado conquisten su hegemonía. Es por eso que las tareas fijadas para nuestros partidos por las tesis, son muy incompletas. Dejar el poder económico a la gran burguesía, que es nuestra enemiga, significaría un peligro muy grande para la revolución. Creo firmemente que si nosotros logramos constituir una dictadura del proletariado y del campesinado, podemos y debemos expropiar a la gran burguesía nacional. Si hemos podido expropiar al imperialismo, nos resultará fácil expropiar a la burguesía nacional. Además, en casi todos nuestros países la burguesía nacional está tan íntimamente vinculada a los feudales (a veces los grandes propietarios terratenientes son ellos mismos poseedores de industrias, comercios, bancos)
que si nosotros expropiamos a estos propietarios latifundistas sus tierras, deberemos expropiarles también sus comercios, bancos e industrias. La construcción in- -dependiente del socialismo en estos países no es ciertamente posible, pero nosotros contamos ya con un estado proletario que representará un firme apoyo para el nuevo estado soviético constituido y que hará posible la construcción del socialismo. En cuanto a la forma de la repartición de las tierras expropiadas, creo que hay que obrar de la siguiente manera: las tierras que fueron arrendadas a los campesinos, se les será otorgadas para su explotación colectiva; con las tierras restantes, haremos grandes propiedades estatales. Si repartimos las tierras entre los campesinos, tendremos una gran cantidad de pequeñoburgueses en el campo, disminuiremos mucho la fuerza del proletariado, porque el proletariado agrícola se transformaría en campesinado. Sería un obstáculo muy grande para la construcción del socialismo. Por otra parte, los latifundios, a veces ya industrializados, y que constituyen una fuerza predominante en ciertos países, facilitan la entrega de la mayor parte de las tierras a manos del estado proletario. Por todas estas razones, estoy en contra de las tareas de la revolución agraria en el caso en que podamos constituir la dictadura de los obreros y de los campesinos. Si este punto es mantenido (es decir, el punto que fija las tareas de la revolución agraria en la redacción actual de las tesis) debemos llegar fatalmente a una concepción falsa: la de considerar a los gobiernos que ya han cumplido diversas tareas de la revolución democrático-burguesa agraria (como es el caso del gobierno mexicano, y en menor escala, del ecuatoriano) capaces de realizarla completamente. Sería colocarnos en el mismo plano que Morones y Cía., que propagan la idea de que siendo la revolución mexicana una revolución socialista, debemos aplicar la táctica comunista en el seno de los sindicatos reformistas frente al gobierno, para así conquistar la mayoría en el gobierno pequeñoburgués por medio de la democracia, eliminando la contrarrevolución. Esta tendencia moronista existe actualmente también en Ecuador entre ciertos elementos que afirman que el presente es un gobierno socialista. Por estas razones, juzgo que las tesis deben ser modificadas en el sentido que acabo de indicar.
D ISCURSO DE APERTURA DE LA C ONFERENCIA DEL C ONSEJO C ENTRAL A MPLIADO DEL PARTIDO S OCIALISTA E CUATORIANO S ECCIÓN DE LA T ERCERA I NTERNACIONAL C OMUNISTA Quito, 12 de enero de 1929 Compañeros: Esta Conferencia Ampliada del Consejo Central del Partido Socialista Ecuatoriano Sección de la Internacional Comunista, ha sido constituida con los delegados de las organizaciones socialistas de provincias y los miembros principales y suplentes del Consejo Central del PSE. El CC ante la imposibilidad de convocar una Asamblea Nacional o Congreso del Partido, creyó utilísima para los intereses del mismo la convocatoria de una Conferencia del CC Ampliado, en la que pudieran intervenir los compañeros nombrados por los consejos provinciales socialistas y las organizaciones obreras adheridas al Partido, que debían traer la expresión de esas diferentes agrupaciones. Era imposible convocar un Congreso Nacional del PSE por múltiples circunstancias, por la desorganización o mal funcionamiento de agrupaciones socialistas, por la escasez de tiempo y de recursos. Urgía hacer una etapa hasta la convocatoria del próximo Congreso, un reagrupamiento de fuerzas, como si antes de entrar a la casa de donde habíamos salido para un largo viaje, quisiéramos presentarnos en nuestro hogar, con el cuerpo limpio y los vestidos arreglados. En efecto, compañeros: esta Conferencia debe ser un baño depurador para nuestro Partido, una terapia sabiamente administrada para curar nuestros males, una ingestión de alimentos nuevos y sanos, un examen de nuestros defectos, un firme propósito de enmienda y una confianza segura en el porvenir. Ciertamente que nuestru Partido es muy joven, pues aún no cumple tres años desde su constitución, pero no debe ser una excusa para que ocultemos nuestras debilidades, y sobre todo que las toleremos. No, nuestro ?anido debe ir corrigiendo todos sus defectos, debe irse desarrollando sano y fuerte, suprimiendo las malas raíces del pasado, orientándose con firmeza hacia un porvenir mejor. Necesitamos hacer una autocrítica constante en el seno de nuestro Partido, hacer una revisión de valores, educarnos y depurar nuestras filas. Nosotros no podemos tolerar lo que sucede en los viejos partidos burgueses, liberal o conservador: el caos ideológico, indisciplina, la inmoralidad, la traición al Partido. Los partidos liberal o conservador del Ecuador, no han sido en realidad partido, sino partidas hambrientas de poder. Ninguna característica de Partido organizado tienen ni el liberalismo -simple traición de las luchas anticlericales del pasado, renunciadas al presente- ni el conservadurismo, que con justicia debe llamarse más bien clericalismo. Por eso es inaceptable las proposiciones o aspiraciones de algunos liberales, algunos de cuales casi están en nuestras filas en ciertos aspectos ideológicos, de que el Partido Socialista como ellos dicen, el socialismo, sea la izquierda del liberalismo.
Todos sabéis compañeros que la doctrina socialista marxista leninista que proclama nuestro Partido, es fundamentalmente diferente de la doctrina liberal. El liberalismo es una doctrina burguesa, expresión de los intereses de la casta explotadora, y el socialismo nuestro es la expresión de los intereses de la clase explotada. Además, el socialismo es una doctrina colectivista en sus fines ultimos, al pretender la supresión de las clases sociales y la instauración del socialismo integral o comunismo. El liberalismo es individualista, y la aparente libertad proclamada por el liberalismo, es la libertad únicamente para las clases explotadoras, para los más fuertes, que ejercitan su libertad contra los débiles. Su igualdad es la igualdad para los privilegiados, para la casta dominadora, y desigual en relación a los trabajadores, los dominados. Su fraternidad, es la fraternidad de los explotadores, mientras se ven amenazados con las reivindicaciones de los oprimidos, y su fraternidad se convierte en odio, en luchas, en guerras, en pillaje, cuando los explotadores entrechocan con sus antagonismos de intereses. La doctrina liberal es pues antagónica a la socialista. Además, el Partido Socialista es un partido de base proletaria; aunque en él entren elementos de otras clases sociales: intelectuales, campesinos. Su ideología es proletaria, sus métodos de lucha son proletarios. Los partidos liberal o conservador son partidos de base burguesa, aunque en ellos participen elementos I proletarios. Ciertamente que del Partido Liberal, de su izquierda, se han 5 pasado al Partido Socialista algunos elementos, sobre todo intelectuales, pero esto no significa que el socialismo sea la izquierda del liberalismo. Más bien sería lo contrario, la izquierda del liberalismo, debería acercarse al Partido Socialista, y cuando esta izquierda liberal se hubiera empapado en la ideología socialista, cuando al querer entrar al PSE se hubiera despojado del individualismo liberal, de la indisciplina liberal, entonces pudiera ser buenos militantes socialistas. Mucho de los vicios de nuestro Partido, los debemos al liberalismo, vicios que han dejado sus huellas en algunos elementos que nos han venido del Partido Liberal. Sobre todo la indisciplina, la libertad de criterio, la libertad de acción que proclama algunos elementos de nuestro Partido, son vicios liberales de que aún no se han logrado despojar estos compañeros. La inactividad fuera de los períodos eleccionarios o de alguna campaña aislada, la negligencia para una acción constante, disciplinada; la falta de desprendimiento para el Partido, la resistencia para cotizar, son herencias del liberalismo, pues ni en el Partido Liberal ni en el Conservador, existen trabajo constante, disciplinado; ni se cotiza obligatoriamente. Toda esa tradición de los viejos partidos históricos pesa aún sobre nuestro Partido; toda la constitución enfermiza, desordenada, profundamente desordenada, infecunda; pesa aún sobre nuestro Partido. Primitivismo. Algunos compañeros llevan este individualismo hasta límites absurdos y han llegado a decir: "en el seno de las organizaciones del Partido, hay discusiones, disgustos; estos tienden a desorganizar nuestro Partido; por lo tanto lo mejor es trabajar cada uno por su lado, hacer la propaganda socialista por su cuenta; y cuando hayamos hecho la suficiente propaganda podremos pensar en la organización de un Partido Socialista; hay cerca de 500 tendencias socialistas y cada uno es libre de pensar como le plazca." Os cito frases textuales, imbéciles como veis, que ni el mismo anarquismo individualista se ha atrevido a decir. Lenin llamaba primitivismo a la tendencia que existió en ciertos grupos del Partido Social Demócrata ruso, de trabajar aisladamente o en pequeños grupos; pero ni los primitivistas se atrevieron a decir una cosa tan absurda, que equivale al liquidacionismo del PSE. Este primitivismo nuestro no es sino una hipócrita maniobra de los com-
pañeros para disimular su traición. Son estos elementos liquidadores del PS los que más combaten a los elementos que trabajan dentro del PS, quienes pasan todo el tiempo haciendo críticas injustificadas fuera de las organizaciones del PS y hasta delante de enemigos del PS. El criticismo crónico es otro grave mal del PS. Hay elementos que pasan todo el tiempo criticando al PS, a sus principios, a sus métodos de lucha, a su dirección. Lo peor es que estos criticadores crónicos son en general lus elementos más inactivos, que no hacen nada o casi nada para el PS al que lo viven desprestigiando. Quien no hace algo por el PS no tiene derecho a criticar, que trabaje, y entonces tendrá derecho a criticar a los demás. Pero debe ser una crítica justa y no apasionada; una crítica oportuna y no sistemática, una crítica constructiva destinada a señalar los defectos para corregirlos, y no crítica destructiva destinada exclusivamente a sembrar el pánico dentro de los organismos del PS y no fuera de él. Todo el mundo tiene derecho a criticar la actuación de nuestro PS en general, a criticar la actuación de los funcionarios y de cada militante, pero nadie tiene derecho a criticar al PS. Necesitamos corregir este grave vicio del criticismo crónico, acostumbrar a los elementos que hagan críticas dentro del PS y no fuera de él. Tenemos que luchar contra todos estos vicios, con energía, debemos hacer una autocrítica de nuestros actos para corregir sus defectos. Naturalmente que debemos tener tolerancia por los elementos nuevos en el PS, pues ellos no están empapados aun de nuestras doctrinas y métodos de lucha, ellos necesitan una mayor capacitación ideológica y el fortalecimiento de la personalidad socialista en la lucha diaria. Pero al oportunismo velado con distintas máscaras, debemos combatir sin piedad, lo mismo que al reformismo y a las tendencias anarquizantes, las que con frecuencia son máscaras para ocultar la traición al PS. Tenemos que luchar incansablemente, implacablemente contra la tradición, tenemos que hacer un partido nuevo sobre bases nuevas, tenemos que ir modificando este temperamento nuestro indohispánico: perezoso tan pronto turbulento como servilmente sumiso, palabrero, lírico, individualista, indisciplinado, profundamente indisciplinado. Nuestros principios ideológicos colectivistas, nuestro método de trabajo colectivistas, irán poco a poco modificando nuestra raza, la irán acostumbrando al trabajo disciplinado. Constantemente me estáis escuchando la palabra: disciplina, disciplina; a muchos de vosotros os estará hiriendo los oídos pero quiero que os hiera más vuestro espíritu, vuestro temperamento; protestaréis sin duda al principio, pero el tiempo os irá demostrando el valor de la disciplina, de la disciplina colectiva, socialista. La disciplina colectiva, compañeros, es fecunda y es consciente; ella no es la ciega disciplina militar ni la discipli na burguesa que pesa brutalmente sobre los de abajo, nuestra discipline socialista es para realizar con el mínimun de esfuerzo aunado, el máximum de utilidad social. Nuestra disciplina libera los espíritus, los hace rebeldes a la traición, barre con las herrumbres espirituales. Nuestra disciplina educa luchadores, crea los nucleos de la sociedad socialista de mañana. Intelectualismo. Este es otro vicio de nuestro Partido: intelectualismo infecundo; no solamente arraigado entre nuestros intelectuales, sino aúnentre muchos compañeros obreros. Este intelectualismo se traduce por la locura de la ilustración, por la bibliografía insaciable. Leer, leer, leer; como un diabético ingiere agua, y alimentos sin saciarse nunca, eliminando lo que ingiere sin aprovechar apenas su organismo. Necesitamos luchar contra estos toneles sin fondo que guardan todos sus conocimientos para estar rumiándolos con deleite o esconderlos en el fondo de su subconsciente. Nosotros necesitamos luchadores, hom-
bres con energía, pensamiento, no bibliotecas cerradas. Tampoco necesitamos sabios que pasen todo su tiempo en especulaciones abstractas, en elucubraciones metafísicas, en estériles discusiones filosóficas. De estos sabios no necesitamos. Un escritor cretino ha dicho en un diario de la localidad que nuestro Partido no vale nada, porque no pasan de tres los miembros del Partido que gozan de prestigio científico. Causa risa estas imbecilidades dichas con la mayor seriedad. Sabios aquí en nuestro país, ¿cuántos hay nos preguntamos? Sabios de verdad, triste es confesarlo, no llegan a media docena, y de esa media docena, tal vez los mejores estén en nuestro Partido, y de los prestigios que se formaran más tarde, seguramente de nuestras filas saldrán los mejores. Pero serán sabios utiles a la sociedad, no ensimismados dogmáticos que atesoran ciencia como un avaro atesora monedas. ¡Un Partido de sabios! ¡qué idílicas reminiscencias platónicas!, del escritorzuelo que nos critica que estamos predicando a masas analfabetas; a las que -según su opinión- primero debíamos darle agua y jabón, y no predicarle esta estéril doctrina, socialista, "a estas gentes sin honor" -dice este sabio- "que no pueden elevarse a conceptos metafísicos". Según él, solamente después de que esta masa "sepa utilizar el jabón y gozar de los beneficios del agua y del libro", podrá pensarse en la organización del Partido Socialista, y en otro artículo, el doctísimo sabio dice que el indio no merece ser ecuatoriano. Realmente es así, el indio no merece ser ecuatoriano, en este país donde dominan tales sabios. Nuestro Partido, modestamente se contenta con estas masas ignorantes, de obreros y campesinos, de intelectuales rebeldes; porque no queremos sabios de la magnitud de estas figuras que parecen vivir arrodilladas ante todos los fetiches, ante todos los amos y que solo saben protestar cuando están fuera del banquete fiscal. Nuestro Partido es de base proletaria, de masas rebeldes, que sabrán barrer con todos los falsos apóstoles, con todos bs pseudos sabios. ¿Es que nosotros somos enemigos de la cultura? Nosotros estamos haciendo la nueva cultura, la cultura que se arraigará profundamente en las masas; para eso, compañeros, necesitamos preparamos en el dominio de las diferentes ciencias sociales, en la biología, en la historia, en las relaciones internacionales, necesitamos hacer ideólogos, teóricos socialistas, capacitamos intelectualmente al mismo tiempo que educamos nuestra voluntad, nuestro carácter. Un buen dirigente socialista debe ser un teórico que sepa la interpretación de todos los fenómenos socialistas y hombre de acción que sepa plasmar en realidad la teoría. Nuestro Partido necesita crear buenos teóricos; estudiar no solamente los fenómenos sociológicos internacionales, sino principalmente los fenómenos sociales de nuestro país, su estructura social, su economía, su desarrollo histórico. Es preciso compañeros que aprendamos a ser hombres de nuestro país; sin perder en ningún momento de vista que somos esencialmente internacionalistas. El automatismo es un vicio que se ha arraigado en algunos sectores de nuestro Partido, el automatismo que consiste en obrar solamente por el impulso. Así como el intelectualismo se arraiga siempre entre ciertos obreros. El uno conduce a un inconciente aislamiento de la realidad, a un desprecio orgulloso de lo que se cree inferior, y por lo mismo aleja a las masas obreras descontentas de esta despectiva actitud intelectualista, y el otro, el automatismo, conduce a una actividad desordenada, a una indisciplina completa. Este automatismo de raigambre anarquista, es causa de los fracasos en la lucha en un buen número de casos, automatismo e intelectualismo deben desaparecer; pero, el intelectualismo sobre todo, pues este es negativo, al paso que el automatismo es activo, positivo,
por más que tenga sus lados destructivos. El reformismo es también un grave peligro para nuestro Partido. La colaboración de clases, sino la combatimos en nuestro Partido, acabaría por corromper nuestro Partido, y al fin nos transformaríamos en liberales. No podemos admitir el acuerdo, la colaboración entre la clase burguesa explotadora, y la clase obrera explotada; tenemos que luchar contra la burguesía, y no pretender celebrar acuerdos con ella. Nuestra guerra, es guerra de clases, que terminará por la victoria de una de ellas: la proletaria. En esta lucha implacable tendremos como aliado al campesinado, a ciertas categorías de artesanos y a otros pequeño burgueses explotados. Pero nuestro fuerte debe ser el proletariado. Los obreros deben tener la hegemonía en la lucha, el proletariado tiene que dar a nuestro PS una fisonomía y espíritu proletarios; ideología y métodos de lucha proletarios. Nunca debemos olvidar este punto esencial de nuestro socialismo marxista leninista: nuestra lucha, es lucha de clases. El reformismo ha corrompido a muchos elementos de nuestro Partido. Más rápidamente que en otros países, en un período menor de tres años, nuestros reformistas del Ecuador, se han puesto a la altura de los reformistas europeos; han traicionado a la clase obrera y siguen muy campantes llamándose socialista; algunos de ellos, por lo menos han tenido la franqueza de abjurar en público sus creencias, o se han quedado en silencio, ocultando cuidadosamente sus antiguas doctrinas. Todos estos defectos compañeros han impedido que el Partido se arraigue profundamente en las masas, que se fortifique para ser digno de tomar la vanguardia revolucionaria. Nuestro Partido ciertamente ha luchado en un medio fanático, en un país poco industrializado, de escaso proletariado industrial, con una masa trabajadora en gran parte analfabeta, lo que ha impedido la difusión de la propaganda verbal y objetiva. Uno de los mayores obstáculos nuestros ha sido la escasez de recursos financieros para la propaganda, para la organización. Hemos luchado contra el feroz boicot económico de la burguesía, con nuestra pobreza, con la falta de desprendimiento pecuniario de la mayor parte de los miembros. La propaganda de Partido y en gran parte su organización se ha hecho con los sacrificios de un reducidísimo grupo de compañeros. Esto hay que hacer desaparecer estableciendo la cotización obligatoria, imponiendo sacrificios pecuniarios a todos los miembros. Esta conferencia debe ser el fin de una etapa, el de nuestra adolescencia como Partido. Debemos entrar a la juventud vigorosa, batalladora, llena de fe en el porvenir. La época pasada es una época romántica, que pasará a nuestra memoria, como los recuerdos que nos dejan nuestros primeros amores, una neblina de ensueño, de torpezas, de debilidades, de gestos heroicos. Sí, compañeros, es preciso romper con el romanticismo, necesitamos ahorcar implacablemente la neurastenia, enfermedad que consume nuestras juventudes, especialmente intelectuales, con una senilidad precoz matadora de toda acción, de toda rebeldía. Ahoguemos al romanticismo que crea una ideología alejada de la realidad, que presenta como despreciables los fenómenos de la vida diaria, que encierra en la torre de marfil -máscara del individualismo decadente- nuestras mejores actividades. El romanticismo debe terminar, vayamos a la vida. Acerquémonos a la realidad, que ella nos pondrá en contacto de las masas que sufren, que esperan que nuestras palabras pierdan sus alas de mariposa y les griten muy fuerte: levántate. Hasta hace poco más de un año, el PSE había vivido aislado del movimiento proletario internacional, pero gracias al envío de un delegado a la Rusia Soviética ese aislamiento
se ha roto, hemos establecido el contacto con el movimiento revolucionario mundial, nos hemos enrolado dentro de la Internacional Comunista, y desde entonces nos sentimos más fuertes, más llenos de fe. Nuestro programa ideológico será el de la IC. Tenemos que adaptar nuestros estatutos, nuestro Plan de Acción, a los métodos de la IC y darles vida en nuestro país. Os saludo cariñosamente queridos compañeros. Yo sé que en esta Conferencia se resolverán problemas fundamentales del Partido, que se liquidarán muchos errores y divergencias, que haremos un gran avance en la unidad ideológica y de acción de nuestro Partido, que sabremos comprender mejor la realidad, que superaremos todos los obstáculus y que pondremos nuestro Partido en la vía del triunfo definitivo. Ricardo A. Paredes Fuente: Partido Socialista Ecuatoriano, "La primera Conferencia del Consejo Central Ampliado del Partido Socialista Ecuatoriano, sección de la III Internacional Comunista" (Quito: Imprenta del Partido Socialista Ecuatoriano, 1929), BEAEP.
EL 20
DE MARZO EN ECUADOR Ricardo Paredes
De acuerdo con el movimiento mundial proletario contra la desocupación, que en nuestro Continente ha sido auspiciado por la Confederación Sindical Latino Americana; una parte del proletariado del Ecuador tomó participación muy activa. Para la preparación de la campaña han cooperado tanto nuestra propaganda como la alarma sembrada por la prensa burguesa para prevenir contra lo que ellos habían dado en llamar el “movimiento comunista”. Una campaña desenfrenada se ha realizado en el Ecuador contra el Día del Desocupado y el gobierno de la burguesía y los terratenientes han adoptado todo género de medidas represivas y reaccionarias. La desocupación ha aumentado enormemente en el Ecuador durante los últimos años, principalmente por las siguientes causas: ruina de la agricultura en la costa de la República, región la más rica y exportadora de la mayor parte de los productos comerciables; el cacao, el producto principal de la exportación viene produciéndose cada vez menos a causa de ciertas pestes que matan la planta; en ciertas haciendas que producían doscientos mil y más quintales al año, la producción llego a bajar a ¡30!; así mismo, otros productos han sufrido diferentes enfermedades que han menguado mucho la producción; 2. Crisis de superproducción mundial de algunos productos que han hecho bajar los precios de algunos artículos a límites bajísimos; la tagua, otro producto que anteriormente se exportaba en grande escala y que llegó a venderse a treinta y más el quintal (el sucre equivale a veinte centavos oro americano) hoy se vende a ¡tres sucres el quintal!; el caucho ha sufrido una baja considerable; 3. Ligada a la crisis de superproducción, se encuentra la especulación en los mercados extranjeros con los productos de estos países que dependen de aquellos; la baja tan formidable de la tagua, tiene como causa principal, especulaciones de ese género; 4. Crisis bancaria que viene sufriendo el país desde hace algunos años y de la que no logra reponerse, y a la que se ha ligado intímamente la crisis monetaria, que solamente ha podido tener una relativa estabilización en los últimos años, merced a la fundación del Banco Central y la depreciación de la moneda que se adoptó; 5. Disminución de la producción del país, tanto agrícola como industrial; con excepción de ciertos productos que han ido aumentando de año en año, los demás han sufrido una baja considerable; merece anotarse el crecimiento rápido de la producción de petróleo. La pésima política fiscal de antes de la revolución pequeño burguesa de 9 de julio de 1925, que ésta no ha podido solucionar, debe contarse entre las causas de la desocupación. Haciendas riquísimas han quedado totalmente en ruina, sobre todo en las provincias de Los Ríos y Guayas; arruinada “la pepa de oro” como se le llamaba al cacao; millares y millares de obreros agrícolas y campesinos han quedado sin trabajo; las quiebras bancarias y comerciales han agudizado todavía más el problema. En la provincia de Los Ríos, vagan por los campos millares de trabajadores en busca de trabajo en no pocas ocasiones se ven forzados a tomar por la violencia ganado o una cabeza de plátano para alimentarse. Cuando obtiene allí trabajo, es por unos cuantos días a la semana con salarios de hambre. La explotación de los comerciantes, que compran los productos a los campesinos es desenfrenada; hay lugares donde comerciantes, banqueros, usureros, prestan dinero a los campesinos a condición de que les vendan a quince pesos el quintal de café, siendo así que ellos lo venderán a sesenta o noventa; cosa parecida sucede con el arroz y otros pro-
ductos. Esto hace que los campesinos se arruinen y emigren a las ciudades en gran número. De los productos de la manufactura; el sombrero de paja toquilla, llamado de Panamá que ocupaba un lugar importante en la exportación, está sujeto a la especulación más escandalosa de los numerosos intermediarios entre el productor y el consumidor extranjeros. La industria textil ha sufrido también la repercusión de la crisis mundial de esta rama. Recientemente una fábrica anuncia que va a despedir 500 obreros. La pequeña industria en crisis permanente, da también un buen contingente de desocupados; igual fenómeno se observa en el comercio. La ciudad que tiene un número mayor de obreros sin trabajo es Guayaquil, la más importante del país por su economía. En estas condiciones la campaña mundial contra la desocupación tenía que movilizar a gran número de trabajadores más o menos afectados por la crisis bajo la iniciativa de los sindicatos revolucionarios y los comunistas, la campaña contra el hambre y la desocupación se desarrollo en varios lugares del país, especialmente en Guayaquil, Quito, Porto Viejo, las capitales de las tres provincias más importantes del país. Un miting al aire libre realizado en Guayaquil, sin el permiso de la policía, revistió una importancia excepcional por el gran número de asistentes que pasaron de 5.000. Se realizó el 14 de Marzo como preparativo para el 20. La combatividad de las masas, la orientación francamente revolucionaria impresa por los dirigentes del miting a la manifestación alarmó profundamente a la burguesía la que ordenó el encarcelamiento inmediato de los principales dirigentes. El intendente de Policía Santos con toda la brutalidad que le caracteriza, tuvo la audacia de abofetear a uno de los presos, un emigrado político chileno, porque se le sonrió cuando decía muy ufano el intendente “yo soy muy hombre para cualquiera de Uds.” Para el día 20 todas las manifestaciones callejeras fueron prohibidas en el país, sin embargo en Guayaquil, Quito y Porto Viejo, se seguía trabajando con gran entusiasmo para la realización del día 20. Los reaccionarios se preparaban en todas partes para contrarrestar la manifestación y en Porto Viejo pidieron autorización al Intendente para realizar el mismo día una contra manifestación; era una maniobra para sembrar el pánico que produjo el efecto contrario. El día 20 se acercaba la efervescencia en la ciudad de Quito había desmesuradamente a causa de que en los mismos días se realizaba una huelga de gráficos de los talleres de la imprenta nacional. Solidarizándose con la huelga gran número de gremios, poniendo en fuerte movimiento a la policía. Para obstaculizar la manifestación del día 20 se trajeron mayor número de tropas de otros lugares. A pesar de esto la manifestación se realizó dentro del patio de la Casa de los obreros, pues no cabían los trabajadores en los Salones. Una delegación del Partido Comunista que iba a saludar a la asamblea fué aclamada estruendosamente, pues, éste había prestado un apoyo decidido a la huelga de gráficos. La asamblea era la de carácter más clasista proletaria que hasta entonces se realizara en Quito revistió una importancia considerable. Cuando los manifestantes quisieron salir a las calles fueron impedidos por la gendarmería. La Confederación Sindical Latino Americana fué saludada calurosamente por la asamblea. En Guayaquil, en el local de la Confederación Obrera y Campesina, se realizo una importante manifestación; el numeroso público que atestaba la calle fué dispersado por la policía. En Porto Viejo, momentos antes de la Asamblea, una turba de fanáticos capitaneados
por sacristanes y curas, paniagudos del clero, capitalistas y terratenientes a los gritos de: “Viva Cristo Rey”, “¡Vivan los curitas!”, “¡Mueran los comunistas!” se dirigieron al local obrero donde funcionaba la asamblea, armados de palos, revólveres y cuchillos. Lanzaban gritos provocativos contra los miembros de la Asamblea. La casi totalidad de los manifestantes eran campesinos ignorantes que habían sido emgriagados y engañados, pues les habían dicho que los comunistas iban a incendiar las iglesias, expulsar a los curas y desnudar a las mujeres. No llegarían a 20 el número de obreros de la ciudad, el resto eran elementos desclasados o capitalistas y terratenientes. Buen número de obreros desprendiéndose del grupo de los contrarrevolucionarios se incorporó a los miembros de la Asamblea de Desocupados que se había puesto en actitud defensiva. La contramanifestación tuvo que disolverse ante la actitud de los trabajadores manifestando sus dirigentes la más ridícula cobardía. Intimados por los miembros de la asamblea, por la policía para que cerraran el local, no quisieron hacerlo y desarrollaron un miting cerrado en medio del mayor entusiasmo. Entre las cuestiones más importantes resueltas se contaban los medios de lucha para resolver el problema de los sin trabajo; actos de protesta por las prisiones de obreros en Guayaquil y colectas para socorrerlos; nombramiento de comités de organización de desocupados y Pro Socorro Rojo. Se acordó un saludo para la Confederación Sindical Latino Americana. Después del 20 uno de los principales problemas era la libertad de los compañeros presos; el Comité de Defensa Proletaria en Guayaquil, los compañeros de Quito y el Comité Pro Socorro Obrero y Campesino de Porto Viejo realizaron intensa propaganda para la liberación de los presos. Estos habían sido amenazados con un proceso de rebelión contra el gobierno, después de que pocos días antes les habían juzgado como una simple contravención de policía. En estos momentos tenemos en conocimiento de que los presos han sido puestos en libertad pero aún no sabemos en que condiciones. Tal es el resultado de las principales acciones en las campañas contra la desocupación en el Ecuador; en otros lugares de la República hubieron también manifestaciones pero de menor importancia. Los magníficos resultados obtenidos, significan un paso gigantesco en la lucha de clases en el Ecuador. Especialmente en esta provincia (Manabí) la difusión de las doctrinas proletarias se ha verificado con una velocidad verdaderamente sorprendente, todas las maniobras de la clerecía y de los reaccionarios para desbaratarlo, han fracasado en todos los frentes de combate que han presentado. Como ensayo de movilización de fuerzas internacionalmente, la Confederación Sindical Latino Americana puede contar con un triunfo más; rápidamente se va creando la conciencia de solidaridad proletaria y campesina en el Continente Indo Ibérico y la lucha revolucionaria se agudiza; una política justa de la C.S.L.A. y de sus secciones nacionales acelerarán grandemente el proceso revolucionario en estos países donde reina una espantosa miseria y desocupación y donde las masas se encuentran dispuestas a la lucha. Porto Viejo, Abril 8 de 1930.
R I C A R D O P A R E D E S , C A N D I D ATO D E L P A R T I D O C O M U N I S TA (19 33) 1. Entrega gratis de la tierra a los campesinos pobres y medios, quitándosela a los grandes propietarios sin ninguna indemnización, sin tocar las parcelas de los pequeños propietarios. 2. Devolución de todas las tierras robadas a las comunidades indígenas, quitándoselas a los gamonales que hoy las poseen. 3. Supresión de todas las deudas e impuestos que pesan sobre los campesinos. 4. Expulsión del país de los imperialistas, suprimiendo sus concesiones y confiscando sus empresas. 5. Libre derecho para indios y negros de organizarse en sus propias Repúblicas de Obreros y Campesinos, para formar sus propios ejércitos que defiendan sus tierras. 6. Control de la producción por los obreros, dándoles toda clase de mejoras, aumento de salarios, jornada de siete horas, vacaciones de un mes anual con salario completo, salario igual a trabajo igual para hombres, mujeres y niños, seguros de invalidez y de viejos, etc. 7. Subsidios para los desocupados pagados por los patronos y el Estado. 8. Baja inmediata de los precios de viveres, telas medicinas, alquileres, etc. 9. Rebaja de los sueldos de los altos jefes del ejército, aumentando los de soldados y policías, dándoles a estos, toda clase de libertades dentro y fuera del cuartel, para opinar, organizarse, etc, 10. Amplia libertad política para los trabajadores (Libertad de presa, manifestación, huelga, etc.) 11. Cesación de todas las maniobras para hacer intervenir al Ecuador en la guerra. Fuente: "Ricardo Paredes, Candidato del Partido Comunista," Imprenta La Económica, [1933], Private Collection of Leonardo J. Muñoz.
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Ricardo Paredes Romero Escritos Políticos
EL
MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO DEL P R O L E TA R I A D O E N E C U A D O R Por Ricardo Paredes
I N T E R N AT I O N A L P R E S S C O R R E S P O N D E N C E V O L . 1 4 ,
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La crisis mundial del capitalismo se hizo sentir también en Ecuador, un país dominado por el imperialismo y que posee muchos rasgos feudales. La crisis produjo una aguda diferenciación de clase, que al mismo tiempo intensifico las diferencias en el seno de las clases dominantes, y causo un reagrupamiento de fuerzas políticas. El movimiento de las amplias masas también alcanzó dimensiones sin precedentes. La crisis económica en Ecuador es la más seria que ha experimentado. Ha producido un movimiento del proletariado que en el curso de sus luchas a comienzos de 1934 fue capaz de sentar las bases de un firme movimiento sindical. La mejora parcial de la situación económica recientemente quedo en nada debido principalmente a las medidas inflacionistas. La imposición de tazas proteccionistas sobre ciertos productos de manufactura en el país como zapatos, productos textiles, harina, mantequilla, etc. ha llevado a considerable fricciones entre los diversos grupos de explotadores. La mejora en la situación económica también se debe a las órdenes de materiales de guerra. En particular zapatos y grano durante el conflicto entre Colombia y Perú y el tiempo de movilización de las reservas en Ecuador. Este aparente renacimiento, sin embargo, despliega todos los rasgos negativos y todos los síntomas de una nueva intensificación de la crisis que está desarrollándose en el marco de la crisis general del capitalismo. Las consecuencias económicas de la lucha entre la burguesía y los terratenientes feudales son fatales para las masas trabajadoras. Como resultado de la inflación y especulación es rampante, lo que ha causado un incremento de todos los precios de todos los artículos importantes de consumo en particular los bienes importados del exterior. El precio de las medicinas subió en un 300 por ciento y el de muchos artículos se dobló. Aunque muchos trabajadores fueron de nuevo absorbidos por la industria, esto tuvo lugar a expensas del resto de trabajadores y empleados, cuyos salarios han caído en al menos un tercio durante los últimos dos años. Los pequeños pensionistas y depositantes han sido arruinados por la inflación. El incremento en los precios y la demanda de trabajo indujo a los trabajadores a comenzar un lucha, que en sus inicios tuvo los rasgos de una lucha del pueblo por la reducción de los precios de los artículos de consumo, pero que se desarrollo en una lucha proletaria tan pronto los obreros fueron a la huelga. Desde finales de 1933 los trabajadores de Ecuador han comenzado a volverse más y más independientes de la influencia burguesa. La dura lucha de las masas trabajadoras contra el gobierno de hambre y terror de Martínez Mera llevo a manifestaciones callejeras, huelgas políticas generales y movimientos de protesta de todo tipo, que produjeron la caída de este gobierno. Pero aunque los comunistas fueron los luchadores más activos en las bases, la influencia de la oposición burguesa aún era muy considerable. Las recientes luchas, sin embargo, en particular aquellas en Guayaquil, demostraron un carácter definido de clase y un claro liderazgo comunista, como resultado de esto el
movimiento sindical en Ecuador ha recibido un poderoso impulso. Durante 1934 el joven Partido Comunista del Ecuador se ha consolidado, liquidado la lucha de fracciones, realizado un gran giro en toda su política y emprendido una activa labor sindical. El punto de partida del movimiento proletario en el presente año fue el establecimiento de un frente unido bajo el liderazgo del Partido Comunista. Los comunistas han penetrado en las organizaciones de trabajadores, un gran número de estas aún tienen a pequeños patronos entre sus filas y tienden a mostrar un carácter de sociedades de beneficio mutuo. En Guayaquil, donde las luchas de trabajadores alcanzaron su punto más alto, el Partido Comunista a inicios de 1934 no poseía influencia en la organización proletaria, porque estaba aislado de las masas, debido a su política errada en la esfera sindical. Al cambiar sus métodos de trabajo el partido fue capaz de establecer un frente unido, y un comité de unidad en contra de la especulación. El partido socialista y los sindicatos reformistas, aunque en un inicio ofrecieron dura resistencia fueron obligados por la presión de las masas a unirse al frente unido. Casi todas las fuerzas organizadas de trabajadores en Guayaquil, los sindicatos de obreros y empleados, los pequeños comerciantes, el PC y el PS, se unieron en el comité de unidad que fue reforzado durante la lucha por organizaciones y reconstruidas. El comité de unidad enérgicamente se puso a trabajar y obligo al consejo municipal de Guayaquil y al gobierno a adoptar medidas en contra de los especuladores. Para detener al movimiento que había asumido dimensiones peligrosas para la burguesía, el consejo municipal de Guayaquil, a propuesta de los líderes socialistas, que habían entrado en negociaciones a espaldas del comité de unidad, otorgo un préstamo de 10.000 sucres para el establecimiento de comedores populares. Los comunistas denunciaron esta maniobra y el préstamo fue retirado. Desde el comienzo mismo de la lucha los comunistas demostraron su superioridad sobre las otras dos tendencias del movimiento: los anarco-sindicalistas y los socialistas, que se oponían fieramente los unos a los otros y solo se unían en sus ataques comunes contra los comunistas. Los anarco-reformistas y los socialistas, sin embargo, se retiraron del comité de unidad justo en medio de la lucha más álgida, cuando una manifestación callejera fue prohibida por la policía. Los comunistas, sin embargo, tuvieron éxito en re-establecer el frente unido. Los numéricamente insignificantes… anarco-reformistas dejaron el comité de unidad, aunque los socialistas fueron obligados a permanecer en este, continuaron su sabotaje hasta finalmente retirarse justo antes del 1º de mayo. Como protesta contra la prohibición de las manifestaciones callejeras el comité de unidad proclamó una huelga general de 24 horas para el 1º de mayo. Varios comités sindicales se formaron, que luego se desarrollaron en poderosos sindicatos. El Partido Comunista, que lideraba el movimiento, trabajo en el comité de unidad por medio de su fracción, y los comunistas fueron los elementos más activos en la lucha. En esa época el movimiento ya era una abierta lucha proletaria, que fue conducida por salarios más altos y por las organizaciones sindicales. El movimiento huelguístico comenzó este año con la huelga espontánea de los obreros ferrocarrileros de Puerto Bolívar, que termino victoriosamente. En la fábrica “La Internacional” en Quito, la más importante fábrica textil del país, tuvieron lugar dos huelgas una tras otra que llevaron a la radicalización de los obreros en Quito. La huelga de los carniceros en Ambato termino en fracaso debido a la falta de experiencia de los comunistas locales. El gobierno que siguió al gobierno Martínez Mera intento frustrar la huelga del 1º de
mayo al proclamar este día feriado nacional. Los obreros por consiguiente proclamaron la huelga en aquellas ramas que nunca detienen su trabajo en tales ocasiones: el servicio telefónico, transporte público, etc., y lucho con gran energía ofreciendo fiera resistencia en las calles de Guayaquil a los ataques de la policía. Los obreros ferrocarrileros se unieron a la huelga general. En algunas fábricas la huelga continuo y en muchos casos logro triunfar. El resultado práctico de este movimiento huelguístico fue un poderoso ascenso del movimiento obrero, en particular la creación de varios sindicatos importantes. El joven proletariado de Ecuador encara el prospecto de grandes luchas. Una nueva oleada de huelgas es inminente. Es la tarea más importante de los comunistas y los obreros revolucionarios de Ecuador, el prepararse para estas luchas.
AL PUEBLO
Y A LAS
IZQUIERDAS
DEL
PICHINCHA C O N CI U D ADA N OS : Un considerable sector de Izquierdas de la provincia del Pichincha ha lanzado mi candidatura a diputado a la Asamblea Nacional. Tal designación es para mí el mayor de los estímulos por venir de quienes viene y porque sé a donde va. No es mi candidatura una disgregación más de las izquierdas ecuatorianas; ella es la expresión de la voluntad de quienes la propugnan altos valores políticos y sociales de mi país—de buscar un lazo más para la unión de aquellas. Porque yo, antes que hombre de algún partido en especial, soy hombre de las izquierdas ecuatorianas. Cábeme la satisfacción de haber sido el iniciador del antiguo Partido Socialista Ecuatoriano que ha crecido y se ha ramificado en partidos diferentes que si hoy marchan por caminos diversos tendrán que volverse a unir un día, como las aguas vuelven hacia el mar. Aún más, el sector político que se congrega a mí alrededor, de profundas raíces democráticas, es un nexo para toda la democracia ecuatoriana que se ve impelida, irresistiblemente hacia la unión, la unión para el retorno a la constitucionalidad y el progreso social. Sensibles incomprensiones en algunos partido de Izquierda han provocado la división de éstas en la lucha eleccionaria. La Ley Electoral les prescribió la unión y ellas se disgregaron, buscando algunas la preeminencia política sobre las demás; concepto equivocado, camino erróneo, que ha reavivado sectarismos y pasiones. Retrasados vamos a la lucha electoral al lado de los demás sectores de Izquierda, pues quisimos agotar todo medio que condujera a la unidad. No se comprendió la nobleza de nuestros fines y, contra nuestra voluntad, tenemos que marchar por caminos separados. Más, quiero recordar al pueblo ecuatoriano que esta bifurcación de senderos nos llevará, a pesar de todo hacia un solo camino troncal: la anchavía de la democracia, palancea decisiva para el progreso nacional. Antes de esbozar mi criterio sobre lo que es y lo que debe ser nuestro país, sobre las tareas del momento: una vez más, quiero reafirmar mi convicción política, que ha sido, es y será, de ideología socialista. No hacerlo, aparecería como maniobra demagógica para captar electores. Lejos de ní la insinceridad. Si dejando las rutas que pudieron conducirme a la prosperidad personal dediqué mi vida a la causa de la justicia social en el Ecuador, menguado sería hacer de ese elevado propósito fuente de beneficio privado y de laureles de triunfo. Triunfo a este precio es claudicación. A la demágogia prefiero oponer la voz sincera por cruda que pueda parecer. Bello es nuestro país, rico su suelo y su subsuelo, su pueblo tiene en sí energías latentes, insospechadas, pero, hay que confesarlo, somos una nación retrasada en el progreso. Buscar el método que conduszca a la prosperidad en el Ecuador: he ahí la clave de la cuestión. Constituyen la herrumbre de nuestra maquinaria social las formas de producción semifeudales de nuestra economía agraria, que unidas al atraso industrial, y a los deficientes medio de comunicación, se reflejan en nuestra vida social y cultural y en la defectuosa organización del Estado. Sus resultados? Una economía nacional que se debate en una cró-
nica depresión, en la miseria e incultura de las masas, en un crecimiento muy lento de la población y en una vida política sembrada por los destrozos de motínes y cuartelazos. Hay que salir de esta asfixiante situación y para ello, es deber de todos los hombres libres, de todos los que anhelan el engrandecimiento patrio; luchar y luchar sin descanso, sin temor, sin vacilaciones; plétoricos de entusiasmo y de confianza, llevando como norma la honradez política y como norte la Justicia Social. En este momento, el desarrollo de las formas de producción capitalista que debe traducirse en la liquidación de los vestigios feudales, en la industrialización del país y el incremento de la vialidad, es un imperativo histórico. El incremento de la economía permitirá la eficiente defensa de las vidas humanas, capital el más precioso; el desenvolvimiento de la cultura y la consolidación de la nacionalidad. Tenemos necesidad de tener una economía robusta, libre de la sujeción del capital extranjero, para poder disfrutar de completa independencia política: pero debemos buscar la cooperación de áquel siempre que sea un factor de progreso nacional sin menguar su soberanía. Avisorando el porvenir nosotros, hombres de izquierda, tenemos que sentar las premisas para el ulterior desarrollo socialista del país, única forma que conducirá al máximo desarrollo material y cultural del Ecuador bajo nuevas formas de justicia. Este proceso evolutivo, que lleva en sí gérmenes de avance revolucionario, presupone la destrucción de todo lo creado hasta aquí en nuestro país? Nó, no de ningun modo; queremos edificar sobre todo lo de bueno, lo de grande que nos dejaron las generaciones pasadas; pero no queremos quedarnos en el estasis, que es rutina y es ruina. En lo económico, en lo social, en lo cultural, en lo político, tenemos que seleccionar y reconstruir. Así tendremos un país uno, grande, próspero, libre, justiciero. Tenemos que recoger, la herencia de quienes nos dieron tierra cultura, nacionalidad: los pueblos indígenas aborígenes y los colonizadores españoles, los hombres de la República y los hombres de la avanzada social. Los Duchicela, los Atahualpa, los Rumiñahui, los hombre de la Revolución de las Alcabalas, los Espejo, los patriotas de la independencia, el liberalismo con Rocafuerte, Montalvo con Alfaro; los mártires de nuestra lucha social en la era contemporánea, que nos enseñaron el camino de la libertad. Los Maldonado, los Velasco, los Caspicara, los Santiago, los González Suárez. Fueron nuestros maestros en ciencia y el arte; debemos recoger sus enseñanzas. Cualesquiera que fueren nuestras creencias filosóficas y nuestros principios políticos, tenemos que convenir en que el respeto a las creencias religiosas de los demás y su libre ejerció no deben tener otro límite que aquel que sea necesario para la convivencia social en un país en donde existen distintas ideologías y diversos credos. El liberalismo ha determinado un avance de la organización familiar, debemos conservar y ampliar esas conquistas con los nueves postulados del devenir social. Para la mujer, en su función de madre, un privilegio, el único privilegio aceptable por nosotros: dotarla de recursos especiales para defender al niño, fuente revitalizadora de nuestra población. Para nosotros, hombres de ideología socialista en la sociedad dividida en clases, en el mundo dividido en naciones, la existencia de Ejército se justifica como un órgano encargado de defender la paz, la democracia y la independencia nacional. Atacarlo ciegamente es demagogia; mantenerlo en la esfera de sus deberes profesionales, desterrando el militarismo como fuerza política dominante, es deber de todo demócrata consciente. Una nación no se concibe sin territorio; la defensa territorial es deber de todo elemento
de izquierda. Un pueblo no puede desenvolverse con todas sus energías creadoras, sino defiende su independencia nacional y nosotros estamos dispuestos al sacrificio por ella. Millón y medio de ecuatorianos de razas indígenas, mezclan paulatinamente su sangre con la de europeos conquistadores e inmigrantes. Si por nuestras vetas corren la sangre española de guerreros y constructores, fluye también la sangre indígena que nuestros antepasados ilustraron creando grandes civilizaciones. Terminar con la vergüenza de un millón y medio de esclavos, es un deber y un honor para todo hombre de izquierda. Poniendo en movimiento todas nuestras fuerzas materiales y vitales, podremos renovar el Estado, organizarlo científicamente, sentar normas de honradez inquebrantable, hacerlo eficiente y justiciero. Una política digna internacional y de acercamiento con los países democráticos, de sincero americanismo, contribuirán a prestigiar nuestro país. La Asamblea Nacional próxima a reunirse, puede marcar un jalón decisivo para nuestra nacionalidad. Su centro de gravedad debe estar en la elaboración y aprobación de una Constitución profundamente democrática que permita un poderoso avance material, cultural y político para el país. En la Asamblea Nacional, debe desterrarse todo sectarismo partidista, todo odio destructivo. Todo aquello que el Gobierno actual hizo en pro del progreso y la independencia nacional, hay que conservarlo; todo aquello que es un bien para las masas trabajadoras, hay que defenderlo; tratar de anular esto, es un crimen de lesa Patria, es demagogía y retroceso. Pero a la Asamblea hay que ir con espíritu recto, con ánimo de trabajar sin descanso, con independencia, para criticar lo criticable, para tomar medidas que conduzcan a la organización de un Gobierno democrático que pueda llevar al país hacia adelante. El Partido Liberal, vanamente pretenderá monopolizar para si la dirección política nacional, pero él debe ser uno de los factores democraticos que, con los sectores de izquierda, formen una muralla infranqueable contra la reacción, que aplasten implacablemente todo brote dictatorial sea de matiz fascista o de factura criolla. Cualesquiera que sea el resultado de la lucha electoral, las izquierdas deben reagruparse en un frente indestructible; ellas han sido sometidas a la prueba del fuego y deben salir airosas de la experiencia. Antes que hombre de partido, soy hombre de izquierdas, de ideología socialista. Que todos los hombres que piensen como nosotros estén junto a nosotros pues por sobre todo está. La unidad de las izquierdas ecuatorianas Quito, 10 de Julio de 1938. Ricardo A. Paredes Imp. Editorial de El Correo Quito. Oimedo 52