LOS OJOS CERRADOS DE AMÉRICA LATINA
(Resumen) En la película que puede verse en el Complejo Tita Merello, el director extiende a varias regiones del continente la mirada ensayada sobre la Argentina. El documental aborda la problemática de la contaminación ambiental y el saqueo de los recursos naturales en la Argentina por parte de las multinacionales. Ahora amplió su análisis y su denuncia cinematográfica a buena parte del continente: Los ojos cerrados de América Latina, recorre no sólo el interior argentino sino también Paraguay, Colombia, Perú, Guatemala, Uruguay y México, para dar cuenta de una situación que no sólo afecta a los animales y plantas sino también a las personas que viven en sitios donde las multinacionales implementan proyectos, en muchos casos devastadores. En la mayor parte de la película se aprecia el problema que genera la extracción de metales a cielo abierto, la depredación de los suelos y los bosques, la explotación ictícola, la contaminación ambiental, el cultivo de soja y la producción de pasta de celulosa (un tema muy conocido en Argentina a raíz del conflicto de las papeleras). En el documental se señala que la gran causa de los desastres ambientales y los saqueos de los recursos naturales se produce por la existencia del capitalismo. Son los portadores del capitalismo globalizado. Son sus gestores y sus beneficiarios, eventualmente, con socios nativos que son socios menores y sirvientes de esos intereses, curiosamente, desarrollos capitalistas locales son destruidos por ese capitalismo capitalismo globalizado que algunos autores señalan como una etapa superior del imperialismo. Frente a desarrollos capitalistas locales como el de Gualeguaychú, por ejemplo, que apuestan al desarrollo turístico, a la producción natural, casi sin desocupación aun en las peores épocas, con una población que vive dignamente, el capitalismo global, a partir de esta política del saqueo de los recursos naturales, los está poniendo en peligro. El desarrollo económico de América latina cada vez más está ligado a estos capitales externos que vienen a extraer recursos, de los cuales los estados nacionales y provinciales reciben una parte que es mínima; en el caso de la minería, es el tres por ciento. Cuanto más industrializada es la agricultura más destruye a la naturaleza. Pero no les importa. No sólo destruyen la naturaleza en cuanto a las plantas y los animales, sino también a la naturaleza humanizada. Si la agricultura industrializada necesita desarraigar poblaciones, como sucede en muchas partes, lo hacen y no les importa. Como en el Chaco, donde destruyen los montes. Importantes núcleos poblacionales son desterrados de ahí. No es que los que están en contra de la agricultura industrializada estén en
contra de la aplicación de la tecnología, sino que la tecnología que se está aplicando sirve a los intereses de las multinacionales y no a los intereses locales. Es tecnología pensada para la extracción de recursos. No sólo se llevan el producto vegetal: también se llevan el suelo y el agua. El pasado con el presente, el saqueo y la contaminación, el estado colonial y las asambleas ciudadanas, la agresión y la resistencia. Sólo faltaba ordenarlo narrativamente en un hilo que llevara de la mano de los textos de Galeano, del pasado al presente; de la mano de Rulli, del saqueo a la contaminación; de la mano de Bergel, de la impotencia y complicidad de los estados a la resistencia social; de la mano de los compañeros latinoamericanos, de lo nacional a lo continental. El viseo no solo muestra a los especialistas, sino fundamentalmente a los pueblos y sus movimientos sociales movilizándose y luchando en acto, no sólo en palabras. Y había que hacerlo lo largo de diez países. Basados en que frente a realidades comunes siempre aparecen respuestas comunes y a agresiones comunes, solidaridades comunes. El video también muestra otros videos que reflejaran las luchas de sus pueblos. Así como con testimonios, asambleas y movilizaciones de los pobladores de Choropampa en Perú, Río Negro en Guatemala, San Salvador Atenco, en México, etc.