1.1 El Concepto de Comunidad desde la Perspectiva de la Teoría Ecológica.
La comunidad es un concepto ampliamente extendido en las ciencias sociales lo cual en algunas ocasiones conlleva una cierta ambigüedad en su definición. Por una parte puede ser entendida bajo tres acepciones: como un lugar; como conjunto de personas; y como un sistema social. Aunque existen otras dos grandes maneras de describir la comunidad: como lugar geográfico; y como grupo de relaciones y recursos.
La presente investigación se inserta dentro del marco teórico que representa la ecología la cual se propone estudiar los medios donde viven y se reproducen los seres vivos, y las relaciones complejas que mantienen esos seres entre ellos y con su medio. El medio donde viven estos seres vivos se sitúa dentro de un marco espacio-temporal, marco que vendría a representar un ecosistema. En los ecosistemas existe una organización compleja entre los elementos abióticos (factores físicos) y los elementos bióticos (los seres vivos). Esta organización implica la interdependencia de los elementos que se encuentran en el ecosistema los cuales se hallan en equilibrio, cada uno de estos elementos trata de ocupar un nicho ecológico, el cual representa un lugar, un sitio propicio para su supervivencia, su desarrollo y su reproducción . (Caron, 1996).
Para Bronfenbrenner (1979) el desarrollo implica un proceso de acoplamiento progresivo y mutuo entre un ser humano en crecimiento y, las propiedades cambiantes de los entornos en los cuales evoluciona este individuo; ese proceso esta afectado por las relaciones entre esos medios, así como, por los contextos más globales dentro de los cuales esos medios están imbricados.
Siguiendo la perspectiva ecológica existen tres medios de vida sociales dentro de los cuales el individuo, a través de su desarrollo, esta directamente implicado: el ecosistema familiar, el ecosistema de la educación o del trabajo, y el ecosistema de las actividades socio-culturales: estos tres ecosistemas se
encuentran en interacción y a la vez aparecen englobados por un ecosistema mas amplio, como es el ecosistema comunitario, el cual a su vez incluye otros microsistemas con los que los individuos tienen diferentes interacciones. La interacción entre el individuo y sus ecosistemas está afectada por contextos ambientales más globales como los factores sociales, económicos, políticos y culturales propios de la sociedad en la que viven, y por factores físicos relativos a la situación geográfica de la comunidad . (Caron, 1996)
Para Blanco (1988) el concepto de comunidad se mueve en torno a un ingrediente ecológico (concentración de individuos en un espacio determinado); a un factor macrosocial (estructura y organización social); a un elemento microsocial (relación entre grupos y personas); y a un factor psicológico (sentido de pertenencia). La comunidad debe ser entendida por tanto como el conjunto de grupos de población que viven juntos en un lugar, ya sea este urbano o rural, bajo unas condiciones específicas de organización y de cohesión social y cultural. Los miembros de la comunidad están ligados por características comunes, y/o por intereses y aspiraciones que pueden devenir comunes. Siguiendo una perspectiva funcional hay que entender que los grupos e individuos se encuentran en interacción dentro de un determinado hábitat sobre el cual ejercen su influencia a la vez que este influye a los primeros. (Hombrados y Gómez, 1997)
En definitiva y siguiendo a Gurrutxaga (1991) la comunidad no es mas que un grupo actuando en condiciones definidas por su medio ambiente y las instituciones que lo regulan. Ni la esfera privada ni los enclaves de la vida son elementos significativos de comunidad, ya que no están fundados desde el grupo sino desde el individualismo.
Nisbet (1964; 1966) considera que el elemento clave dentro de la sociología es la comunidad, para él la comunidad se refiere a todas las formas de relación en las que predominan la intimidad personal, la profundidad emocional, la unión social, el compromiso moral y la continuidad en el tiempo. La comunidad es el producto de la acción grupal, acción que se caracteriza por
la identificación de etnias, profesiones, valores y normas y que permite la realización de objetivos comunes que proporcionan un sentido de unión simbólica.
Siguiendo la misma perspectiva que Nisbet (1964, 1966), Sarason (1974) identifica el concepto de comunidad mas allá de la localización espacial concediendo gran importancia a los aspectos de redes sociales o interacción social, lo que permite a sus habitantes adoptar conductas similares como norma social. El concepto de Sentido de Comunidad alcanza toda su importancia ya que se define como, el sentido de que uno pertenece a una colectividad mayor, de la cual es parte significativa; el sentido de que aunque haya conflicto entre las necesidades del individuo y las de la colectividad, estos conflictos deben de ser resueltos de forma que no se destruya el Sentido de Comunidad; el sentido de que hay una red y una estructura de relaciones que se fortalecen y no se diluyen en sentimientos de soledad.
En la misma línea que Sarason (1974) se postularían McMillan y Chavis (1986) para quienes la comunidad se refiere entre otras cosas a un sentido de lugar, la comunidad son las personas que la componen, sus interrelaciones, su compartida preocupación por el otro y su sentido de pertenencia, siendo múltiples los elementos que componen este sentimiento.
Figura 1. Estructura de la Comunidad
Estructura de la comunidad
Estructura informal
Familia Asociaciones Voluntarios Organizaciones vecinales
Sentimiento de comunidad Cohesión Solidaridad Apoyo
Estructura formal
Cobertura de necesidades comunitarias
Instituciones locales Servicios sociales
Prestaciones básicas Provisión de recursos Apoyo social
(Hombrados y Gómez, 1997, p. 287)
Como se desprende de las definiciones anteriores se ha producido un cambio de enfoque en el concepto de comunidad el cual deja de centrar sus miras en el contexto exclusivamente geográfico e incluye nociones tales como sentido de significancia para sus miembros, solidaridad o seguridad. La comunidad según Heller, Price, Reinharz, Riger, Wandersman y D´Aunno (1984) puede referirse a un lugar geográfico concreto o a un lugar no territorializado basado en una red de relaciones que aporta amistad y apoyo tangible, por tanto no se habla ya de comunidades localizadas en un lugar geográfico determinado sino de comunidades de un marcado carácter relacional.
Para Cox (1989) el grupo primario o comunidad es uno de los grupos de los cuales la sociedad se sirve como agente de socialización, desarrollando además un papel central en el desarrollo psicológico de sus miembros. En esta noción de comunidad primaria se prima la idea de que los miembros de una comunidad concreta comparten un conjunto de valores, ideales, historias, historia y símbolos.
Este
discurso
esta
presuponiendo
para
Gurrutxaga
(1991)
la
identificación del individuo con el grupo, una interacción mantenida a lo largo del tiempo, el conocimiento mutuo de sus miembros, la existencia de una solidaridad grupal, con unos individuos entregados al grupo y conscientes de su pertenencia al grupo como conciencia del Nosotros.
Se puede entender por tanto que la comunidad reúne una serie de características que le son propias; en primer lugar habla Gurrutxaga (1991) de la existencia de un grupo social cohesionado, en el cual los individuos pueden proyectarse como personalidades globales, al margen de roles o status determinados; Por otra parte es necesaria la duración en el tiempo de este tipo de relaciones porque no puede haber comunidad si no hay conocimiento mutuo, conocimiento que solo será posible alcanzar si la interacción es prolongada en el tiempo.
El individuo debe ser reconocido como integrante de un grupo, no ya por quien es él personalmente sino por su pertenencia a una colectividad característica, es la colectividad quien da nombre al individuo. Siendo esto así es posible penalizar la desviación del sujeto con respecto al grupo y controlar los comportamientos individuales a través de la solidaridad grupal. En definitiva se espera del individuo que este totalmente entregado a la colectividad y que su vida sea la del grupo.
La vida dentro de la comunidad implica la ausencia de intereses propios y el hecho social de vivir en el grupo y para el grupo. Los valores dominantes en la vida comunitaria se fundan en la unidad y en la totalidad: la solidaridad, el
desinterés y la sinceridad. De esto se puede deducir que el individualismo seria una forma patológica de vivir en este tipo de comunidades. La solidaridad comunitaria coherentemente con las ideas de Tönnies (1979) (Gemeinschaft), Nisbet (1964) y Sarason (1974) es la causante del desarrollo de fuertes sentimientos de pertenencia lo que hace que el grupo aparezca como fuertemente cohesionado por la conciencia del Nosotros. No hay que olvidar sin embargo como por otra parte el grupo necesita del otro, necesita de reconocimiento exterior ya que esto le permitirá distinguirse de los demás, además de tomar conciencia de la existencia de sí mismo. (Gurrutxaga, 1991)
Sin embargo otros autores como Alexander (1976), García González (1988) o el propio Tönnies (1979) (Gesellschaft) consideran que la situación actual de industrialización ha provocado que el ser humano se repliegue sobre sí mismo, como mecanismo para afrontar el estrés generado por tal fenómeno, y por ende que la visión de la comunidad como un todo armónico e integrado desaparezca. El individuo comienza a desligarse de la comunidad y a creer en su propia autosuficiencia e independencia de los demás. Deja de necesitar a la comunidad, de sentir solidaridad, pertenencia e integración social, lo cual lleva a que las comunidades no pasen de ser meros agregados o asociados políticoadministrativos.
1.2
¿El Fin de la Comunidad? Ciudades y Barrios Modernos
Una
de
las
consecuencias
derivadas
del
fenómeno
de
la
industrialización, la urbanización y con ella el nacimiento de las ciudades es también destacado por Alexander (1976) como factor determinante para el logro de la situación actual de las comunidades. Respecto a la ciudad, Wirth (1971) la definirá en función de tres características principales: densidad, heterogeneidad y número. La heterogeneidad sería el principal detonante de la segregación espacial en la ciudad y, por tanto, de la división del medio urbano en áreas naturales. En la ciudad, la solidaridad típica de la comunidad rural, la Gemeinschaft de Tönnies (1979), es sustituida por mecanismos de competición
y de control social formalizado que obligan a que cada individuo deba afiliarse a una pluralidad de grupos que satisfacen diversas funciones que le son necesarias para su supervivencia. En cuanto al número, la presencia de muchos habitantes en las ciudades provocará que el ciudadano esté condenado a encontrarse con casi todos, pero a permanecer siempre solo debido a que la relación con los demás se racionaliza y es cada vez menos emotiva. El contacto social en el medio urbano es en última instancia superficial, anónimo y rápido, tendencias agravadas por una alta densidad poblacional. (Wirth, 1971).
Ante este panorama tan desalentador Sarason (1974) dirá que la tarea última del interventor comunitario es movilizar al vecindario, utilizando para ello tanto los recursos internos como externos presentes en los mismos con la finalidad de tratar de construir una comunidad. El hecho de elegir el vecindario como unidad de acción se debe a que en él se encuentran, según considera Sarason, las características necesarias para ello, por lo que únicamente será necesario el fomento de las relaciones de sociabilidad e intercambio informal entre los vecinos a través de las asociaciones tanto formales como informales que existan en el barrio, en caso de que estas no existiesen sería preciso propiciar su creación y potenciar su desarrollo, para lo cual será necesario recoger las inquietudes de los vecinos.
El modelo ecológico está centrado en la interacción entre individuo, comunidad y medio. De este modo se entiende el vecindario, el barrio, como un sistema en el que todos los elementos están interconectados entre sí, siendo posible por tanto investigar los elementos que lo componen, las relaciones que se producen dentro de él, la importancia del entorno en la conducta de los vecinos y sus condicionantes físicos, como son la estructura urbana y su determinación en las diferentes relaciones psicosociales del vecindario. (Gil, Pons, Grande y Marin, 1995)
De estas pautas dadas a seguir por Sarason (1974) y de la definición de vecindario propuesta por el modelo ecológico es posible extraer diferentes ideas que se consideran de especial relevancia para la presente investigación.
Por una parte la importancia de conocer las inquietudes y actitudes del vecindario hacia los distintos temas que pudieran influir en su correcto desarrollo en el proceso de creación o reconversión de la comunidad. Y por otra parte la toma en consideración del barrio como el espacio ideal para la realización de esta tarea, dado su adecuado tamaño y composición tanto formal como informal. Pero ¿Qué se entiende por barrio?
Keller (1968) considera el barrio desde una perspectiva clásica como un área local que tiene barreras físicas, tejido social, uso de los recursos del área y connotaciones simbólicas y emocionales especiales para sus habitantes. Sin embargo el barrio urbano moderno objeto de esta investigación y constituyente de nuestras modernas ciudades potencia más la movilidad individual y la búsqueda de recursos fuera del área propia del barrio, haciendo que los limites y el espacio geográfico pierdan importancia.
Warren (1981) utilizando una concepción del barrio más moderna analizó la organización social de los barrios mostrando que ésta se encontraba relacionada tanto con la ayuda entre los residentes como con el sentimiento de bienestar en general, y extrajo tres dimensiones que los caracterizaban: interacción (grado de intercambio social en el barrio); identidad (grado de identificación individual con el barrio); y conexión (lazos de unión con la comunidad, organizaciones del barrio, etc.). Sin embargo esta clasificación ha recibido críticas de algunos autores como Rivlin (1987) o Merry (1987) quienes consideran que no incluye aspectos básicos como la calidad ambiental, ni muestra las consecuencias de las relaciones de los residentes con su barrio. Apoyándose en esta última idea Merry (1987) realizará una clasificación de los barrios especificando aquellas áreas donde puede emerger el conflicto dependiendo del grado de control social que se pueda ejercer sobre ellas.
En el contexto del barrio se producen fenómenos ambientales y sociales que interfieren en la calidad de vida de sus residentes, al tiempo que ofrece grandes posibilidades de intervención sobre sus componentes sociales. El barrio puede funcionar como una red social en la planificación de la
intervención, incrementando la unión entre los residentes, aumentando la participación en las organizaciones, en los sistemas de apoyo o ejercitando habilidades y estrategias para resolver los problemas del barrio. Una adecuada organización del barrio promovería e incrementaría el bienestar de sus residentes, lo cual podría utilizarse como una herramienta para hacer frente a los estresores del medio social. Los barrios y comunidades pueden ser cambiados de tal forma que puedan llegar a ser lugares donde la gente quiera vivir y donde pueda prosperar. En muchos aspectos, la calidad de vida en el barrio está influida, y por ende puede modificarse, por como los residentes se relacionan unos con otros como vecinos, como se prestan apoyo social, como se tratan con el resto de la sociedad de la que forman parte y como cuidan su medio ambiente físico. (Altman y Wandersman, 1987)
2. Sentido de Comunidad
Muy en la línea de la primera idea que se mostraba al inicio de esta introducción, sobre el papel de la psicología comunitaria, y el papel que Sarason adjudicaba al interventor comunitario, Lorion y Newbrough (1996) perciben a esta disciplina como el único campo de conocimiento que puede ayudar a comprender y mejorar las condiciones de vida de los miembros de la comunidad. Estos autores mantienen la idea de que es posible un reajuste a nivel comunitario que maximice las virtudes de esta sociedad y optimice y desarrolle la calidad de vida de sus habitantes. Y consideran, muy a tono con el propósito de esta investigación, que la comprensión del concepto de Sentido de Comunidad podría actuar como catalizador de esta función y como potenciador de la misma. El concepto vendría a representar para ellos la esencia última de la disciplina además de la única forma de comprender la condición humana, siendo además el puente que reconecte a las ciencias sociales en general y a la psicología en particular, con las experiencias y las circunstancias del día a día de las personas.
Con motivo del décimo aniversario de la publicación de “Sentido de Comunidad: Definición y Teoría” (“Sense of community: A definition and theory”) y ante el crecimiento del número de investigaciones relacionadas con el concepto de Sentido de Comunidad, Lorion y Newbrough (1996) creyeron conveniente realizar un artículo en el que el propio McMillan contara como había evolucionado el concepto en ese periodo de tiempo y cual era su idea del mismo en el momento de su creación. En este artículo McMillan dirá que el corazón y el alma de la psicología comunitaria no proceden de teóricos y científicos sino de las lecciones que le proporcionaron sus propios familiares y vecinos. Hay que decir a este respecto que McMillan empezó a comprender lo que era la comunidad y el desarrollar un sentimiento de pertenencia a la misma a través del análisis del pequeño pueblo de Arkansas donde se crió.
En esta misma línea Mann (1978) vendrá a decir que el vecindario aporta al individuo unas expectativas según las cuales los sujetos que se encuentran a su alrededor actúan, piensan y sienten como él mismo, al menos en lo que respecta al conjunto de actitudes que en el vecindario se van desarrollando. De acuerdo con Gurrutxaga (1991), Gil et al. (1995) afirman que será a través de una relación duradera y consistente como se irá formando una percepción del barrio como algo propio de lo que el individuo se siente parte. A los demás miembros de la comunidad se les percibe como vecinos por lo que el individuo supone que comparte una misma experiencia subjetiva con el resto del vecindario.
Este sentimiento se funda sobre la pertenencia de los sujetos a un espacio común, y por lo tanto, a una misma forma de vida, que puede producir una conciencia de participación para resolver problemas comunes. (Musitu, 1991) Se va consolidando una identificación de los sujetos con el espacio en que viven. Es importante destacar que la percepción que estos autores (Gil et al., 1995) presentan de la comunidad no hace referencia a esta como un lugar sino como un proceso que sobrepasa a las simples relaciones que se mantienen entre los sujetos que comparten un espacio geográfico dado.
Como puede verse, el concepto de comunidad que aquí se presenta ha cambiado con respecto al concepto clásico, ya que deja de enfocarse exclusivamente a un contexto geográfico e incluye nociones tales como sentido de significancia para sus miembros, solidaridad o seguridad. En el concepto de comunidad que aporta Heller (1989) puede apreciarse la importancia del apoyo entre vecinos como característica fundamental de la vida grupal ya que emplea este concepto tanto para referirse a un lugar geográfico concreto como a un lugar no territorializado basado en una red de relaciones que aporta amistad y apoyo tangible, no tratándose en este ultimo caso de comunidades localizadas en un lugar geográfico determinado sino de comunidades relacionales, de las que ya se ha hablado anteriormente.
2.1 Componentes del Sentido de Comunidad
Esta definición de Sentido de Comunidad resultante de agregar las perspectivas de diferentes autores respecto al vecindario y la comunidad viene a coincidir con la proporcionada por Sarason (1974), mostrada en esta investigación al introducirse el concepto de comunidad. A modo de resumen Sarason (1974) dirá que el Sentido de Comunidad consta de los siguientes componentes:
a. Percepción de similitud con los otros miembros de la comunidad. b. Reconocimiento de la interdependencia que se da entre los miembros de la comunidad en cuestión. c. Deseo de mantener dicha interdependencia, que se traduce en comportarse con los demás como nosotros esperamos y deseamos que ellos se comporten con nosotros. d. El sentimiento de que uno es parte de una estructura social superior estable y de la que se depende.
En el citado articulo conmemorativo de Lorion y Newbrough (1996) dirá McMillan (p.312-313) que “aquella persona que ve la comunidad como algo positivo en su vida, como una entidad significativa, generalmente asume que si el sentimiento de vivir en, pertenecer a, tener compromiso con, una comunidad particular se ve amenazado, las perspectivas que tiene respecto a su vida pueden verse en mayor o menor medida amenazadas”.
El Sentido de Comunidad tal y como fue definido por McMillan y Chavis (1986) es un concepto multidimensional compuesto de: (a) integración y satisfacción de necesidades – percepción de que aquello que los miembros de la comunidad necesitan lo pueden encontrar en la misma; (b) membrecía – un sentimiento de pertenecer a la comunidad o de pertenecer a una red de relaciones sociales (c) influencia – sentimiento de que las acciones de los individuos pueden influir en la comunidad a la vez que lo que ocurre en esta puede influenciar el comportamiento de los primeros; (d) conexión emocional -
creencia de que los miembros de la comunidad comparten una historia, un lugar y unas experiencias comunes.
Para estos autores, según recogen Gómez y Hombrados (1993a), cada una de estas dimensiones poseería a su vez una serie de características:
1.
El sentimiento de pertenencia a una red de relaciones sociales o
membrecía estaría constituido por una serie de características que permitirían al individuo diferenciar entre quien es parte de la comunidad y quien no lo es, y son:
a. Limites:
designan
a
quienes
pertenecen
y
quienes
no;
proporcionan a los miembros de la comunidad seguridad emocional para la expresión de sus sentimientos y la satisfacción de sus necesidades.
b. Seguridad emocional: Estos límites dan soporte y estructuran la seguridad que protege la intimidad del grupo, pudiendo ir más allá de lo estrictamente emocional.
c. Sentido de pertenencia e identificación: implica el sentimiento, la creencia y la expectativa de que uno se inserta en el grupo y tiene un lugar en él. Implica también un sentimiento de aceptación del grupo y de llegar, incluso, al sacrificio por él mismo.
d. Inversión personal: un individuo que trabaja para ser aceptado por el grupo, llega a tener la sensación de que se merece tener un lugar reservado en él. Otra consecuencia es que la pertenencia al grupo se convierte en algo muy valorado y significativo.
e. Sistema simbólico común: El conocimiento del sistema de símbolos de una comunidad es un prerrequisito para conocerla correctamente. Un sistema simbólico común permite el correcto funcionamiento de la vida social.
El Sentido de Comunidad se apoya en un sistema de relaciones que no tendrían porque sostenerse siempre en el dar y recibir con unos determinados miembros de la comunidad sino que podría ser fomentado aún incluso cuando estas relaciones se dieran con otros miembros diferentes con los cuales el contacto ocurre en un momento concreto y pudiera no repetirse en un futuro. (Lorion y Newbrough, 1996)
La historia compartida y los símbolos comunes son vistos por McMillan y Chavis (1986) como los dos elementos clave para construir el Sentido de Comunidad ya que proveen de una forma de pertenecer y ser reconocido como miembro de la comunidad, son parte de los limites que definen quien esta dentro y quien fuera. Este punto de vista fue cuestionado por aquellos que ven el modelo como demasiado estático y descriptivo de las comunidades en un momento histórico concreto.
McMillan y Chavis (1986) aportan un número de áreas dentro de su modelo que pueden facilitar la manera de comprender cómo y dónde la identidad puede ser formada y la separación del exogrupo puede ser mantenida. En particular se refieren a la importancia del sistema de símbolos comunes como una forma de comunicarse entre los miembros, y la historia compartida como la ayuda para consolidar el sentido de pertenencia que los miembros sienten como consecuencia de la experiencia mutua de los acontecimientos que tienen lugar en la comunidad. Los símbolos y la historia son usados o manipulados por las elites para producir o evitar el cambio dentro de una determinada sociedad como muestran Fisher y Sonn (2002) en su investigación con población australiana.
2.
En lo que respecta al sentimiento de influencia reciproca de las
acciones de la comunidad sobre el individuo y viceversa McMillan y Chavis (1986) dirán que:
a.
Los miembros de una comunidad se sienten mas atraídos por ella cuando creen que tienen poder e influencia.
b.
Hay una estrecha relación entre la presión para la conformidad que ejerce la comunidad sobre sus miembros y el Sentido de Comunidad de estos.
c.
La presión para la conformidad y la unanimidad hace que se produzca un consenso entre el individuo y la comunidad que favorezca la cohesión y la unión.
d.
Hay una influencia reciproca entre la comunidad y sus miembros.
3.
En cuanto al papel de la dimensión integración y satisfacción de
necesidades o refuerzo, como la denominan Gómez y Hombrados (1993a), sobre el Sentido de Comunidad hay que decir que:
a.
El refuerzo y la satisfacción de necesidades son las funciones principales de una comunidad.
b.
Las recompensas de las comunidades pueden ser status social de sus miembros, recursos con que cuenta y competencia de los demás miembros.
c.
Otras necesidades individuales pueden llegar a saturar la capacidad
de
cumplimiento
de
las
necesidades
comunitarias por lo que estas se ven en la obligación de establecer prioridades internas que permitan la paulatina satisfacción de tales necesidades. d.
Una comunidad fuerte debe garantizar la posibilidad de que sus
miembros
necesidades.
sean
capaces
de
satisfacer
sus
4.
Mientras que en lo que respecta a la conexión emocional estará
determinada por el deseo de interactuar de las personas y de conseguir unas relaciones de calidad. Que la interacción permita la resolución de los problemas y la superación de las crisis individuales y grupales son elementos que favorecen la conexión emocional.
Figura 2. Elementos del Sentido de Comunidad I.
Membrecía
Sistema Simbólico Común Barreras
Sentido de Pertenencia e Identificación
Seguridad Emocional
Inversión Personal
II.
Influencia
A. Apertura de los miembros a la influencia de los demás miembros de la comunidad – poder de los miembros para influir en la comunidad. B. Necesidad del miembro para la validación consensual x necesidad de la comunidad para la conformidad = poder de la comunidad para influir sobre sus miembros (normas de la comunidad).
III.
Integración y Satisfacción de Necesidades
A. Grado en el que las comunidades facilitan correctamente el ajuste personaambiente (confluencia de necesidades) entre sus miembros y la posibilidad para desarrollar el sentido de comunidad.
IV.
Conexión Emocional Alcanzada
A. Formula 1: Conexión emocional alcanzada = contacto + alta calidad de la interacción B. Formula 2: Alta calidad de la interacción = (eventos con “final feliz” – ambigüedad) x (valencia del evento x consecución del evento) + cantidad de “honor” dado a los miembros – cantidad de humillación. (Gómez y Hombrados, 1993a, p. 23)
Algunos autores como Dunham (1986) dirán que la aproximación de McMillan y Chavis (1986) a la noción de comunidad y pertenencia a la misma es estática, no aportando forma alguna de entender el desarrollo, cambio y crecimiento que experimenta una comunidad, las cuales son fundamentalmente dinámicas y se encuentran en continuo cambio. Ya Sarason (1974) reflejaba esta idea al decir que la comunidad tiene una historia que la distingue del resto y que aunque pareciera no ser relevante en un sentido psicológico es crucial para comprender algunas de sus características presentes.
Como puede apreciarse el concepto de Sentido de Comunidad tiene múltiples caras o componentes, complejidad que queda reflejada solamente con echar un vistazo a la diversidad de una comunidad concreta o de la comunidad en general. Se trata de un concepto que hace referencia tanto a lugares, como a personas, como a propósitos o intenciones. (Lorion y Newbrough, 1996)
2.2 Desarrollo Teórico del Concepto de Sentido de Comunidad
Hasta el momento actual McMillan y Chavis (1986) son los únicos que han mostrado un modelo teórico claro y articulado del concepto de Sentido de Comunidad desarrollado por Sarason (1974). Aunque son muchos los autores que han aplicado este modelo para diversos fines tales como: analizar la relación entre la carga estimular del medioambiente y los Sentimientos de Comunidad y privacidad (Gómez y Hombrados, 1992); la contribución de los atributos individuales de los sujetos (variables sociodemográficas y de salud) al desarrollo del Sentido de Comunidad (Robinson y Wilkinson, 1995); relación entre la pertenencia a un grupo etiquetado negativamente (estigmatizado) y creado políticamente y el desarrollo de un Sentido de Comunidad de los individuos que pertenecen al mismo (Sonn y Fisher, 1996); el nivel de Sentido de Comunidad mantenido por grupos aborígenes, a pesar de problemas tales como la dispersión de los miembros del grupo o la contradicción entre los valores tradicionales del mismo y los importados por los grupos colonizadores (Bishop,
Colquhoun
y
Johnson,
2006);
la
importancia
de
variables
medioambientales y variables relacionadas con el diseño, arquitectura y
filosofía urbanística en el desarrollo del Sentido de Comunidad (Plas y Lewis, 1996); la relación entre el tiempo, la estructura de relaciones de los individuos y el desarrollo de múltiples Sentidos de Comunidad (Maya-Jariego y Armitage, 2007); la utilización de los componentes del Sentido de Comunidad, membrecía y conexión emocional, como instrumento de resistencia al cambio social (Fisher y Sonn, 2002); la realización de investigaciones longitudinales que analizan el Sentido de Comunidad de dos generaciones de inmigrantes, sus diferencias y causas (Malone y Dooley, 2006); o incluso como componente a tener en cuenta en el desarrollo de un instrumento de medida de un fenómeno tal como el fenómeno del “Neighboring” (Skjaeveland, Gärling y Maeland, 1996).
La aproximación analítica al estudio del Sentido de Comunidad consiste en recoger datos sobre este concepto que puedan ser sometidos a análisis factorial para buscar agrupaciones naturales entre ítems. La evaluación de este sentimiento del “nosotros” se operacionaliza en aquellas conductas tendentes a desarrollar un sentimiento de pertenencia, en la búsqueda de contactos con el medio, en el establecimiento de lazos de amistad o en el intento de satisfacer las necesidades sociales dentro de un contexto determinado. (Hombrados y Gómez, 1997). Siguiendo a Hill (1996) son principalmente 5 las aproximaciones analíticas al concepto de Sentido de Comunidad en la literatura desde que Sarason en 1974 introdujera el concepto hasta que McMillan y Chavis en 1986 lo desarrollaran.
En 1978 Doolittle y McDonald a partir de su escala de 26 ítems identificaron seis factores de Sentido de Comunidad: clima de apoyo, ciclo de vida familiar, seguridad, interacción informal, interacción con el vecindario y localismo. Existen casos como el de Riger y Lavrakas en 1981 quienes utilizando una escala de solo seis ítems
encontraron una estructura
multidimensional del Sentido de Comunidad, concretamente ellos encontraron dos dimensiones de unión a la comunidad: vinculación social y arraigo al lugar.
Glynn también en 1981 desarrolló una escala de 60 ítems de cuyo análisis factorial obtuvo seis dimensiones que median Sentido de Comunidad. Estas dimensiones incluían una evaluación objetiva sobre la estructura de la comunidad, relaciones de apoyo en la comunidad, similitud y patrones de conducta en las relaciones entre los residentes, grado de participación en la comunidad, calidad del medio en el que se inserta la comunidad y seguridad.
A pesar de esta primera evidencia de que el Sentido de Comunidad es un concepto multidimensional aparecerían posteriormente investigaciones que discutirían esta idea y que propondrían una estructura unidimensional del concepto. Davidson y Cotter (1986) analizaron factorialmente su escala de 17 ítems concluyendo que la misma era unidimensional y que esta única dimensión reflejaba Sentido de Comunidad. Por su parte, Buckner en 1988 elaboró una escala que pretendía medir tres dimensiones de Sentido de Comunidad: atracción con el vecino; grado de vecindad; y Sentido de Comunidad. Sin embargo los resultados de su análisis factorial mostraron la conjunción de los ítems en torno a un único factor el cual etiquetó con el nombre de cohesión.
La única aproximación teórica a las dimensiones del Sentido de Comunidad fue la realizada en 1986 por McMillan y Chavis los cuales como se mostraba anteriormente identificaban el concepto como compuesto por cuatro elementos: membrecía, influencia, satisfacción de necesidades y conexión emocional.