Legado Silencioso - Ciarán Llachlan Leavit

Legado Silencioso - Ciaràn Llachlan Leavit

Traducción: Asrials, Sasha V, Vene & Marisiver, LeiAusten

Legado Silencioso (Silent Legacy) De Ciarán Llachlan Leavit

Traducido por: Asrials Cap. 1-29 Sasha V, VENE & MARISIVER Cap. 30-46 LeiAusten Cap. 47-58 Renuncias: Técnicamente no los necesito para esto – esto es un Uber – con eso quiero decir – que he usado y me he inspirado por los arquetipos – pero no hay escenas de guerreras envueltas en cuero; el único báculo que se ve es el equipo de grabación; y nada de Dioses. Tenemos una joven, dedicada e intensa directora y una preciosa actriz con algo de mal genio y torturado pasado. Piensa en esto como un Uber a secas o si lo prefieres como un UberMissy. También tendremos interacciones m/m bien definidas, con lo que mamis echar un ojo a los renuncios. Chakrams de Plata: Todo aquel que lea esto tiene uno. Y me gustaría agradecerle a cierto bardo que permitiese „filmar' su novela. Todo el material mencionado de Tormenta Tropical perteneciente a Melissa Good se usó con la autorización de la misma. Por último, pero no por ello menos importante – gracias a la Musa que me dio la idea. Un reconocimiento para aquellos de vosotros que me señalaron que una frase en gerundio es peligrosa. Especial mención para los Merpups, sin los cuales esta historia no sería ni la mitad de lo que es, o no tendría tanto humor como el que tiene. Editado por The Nit-Pickers: L'il Zon y Zane. Búsqueda y lírica. Jennifer Dickey. Nota de traducción: Las palabras en negrita estaban en español en la versión original. Nota de edición: El texto en color azul corresponde a partes y diálogos de Tormenta Tropical Copyright de traducción 47-58: LeiAusten (MAR 2016) 2



PARTE 1

Capítulo 1 "Que alguien encuentre a Cavanaugh", gritó Rod Chambers a lo largo del estudio de sonido. Varios cuerpos se agitaron para llevar a cabo sus instrucciones antes de que el eco de sus palabras dejara de resonar alrededor del gran edificio, cada uno deseando que el encontrar a Jae Cavanaugh les hiciera subir de posición de alguna manera. Caitlynn agitó la cabeza y se dirigió hacia la parte de atrás, su intuición diciéndole que la rubia co-directora no debía haber vuelto aun del área de filmación. El Mustang negro de Roan Pirsig no estaba aún en la zona del parquing marcada con el letrero, „Director, Balance de Poder, pero el plateado Saturn aparcado al otro lado del aparcamiento de Blackmon Pictures confirmaba que al menos Jae estaba de vuelta. Se quitó el oscuro cabello de la frente, maldiciendo el calor del verano en Los Ángeles. Una figura descuidada llamó su atención y cambió de dirección. Su presa estaba hablando a través de la gruesa puerta de un largo tráiler como tratando de convencer a su recalcitrante estrella de que saliese. El día era un completo desastre. Nadie había visto al director desde que él y Reed Lewis casi llegaban a los puños esa mañana y la tensión más que la excitación regía la atmósfera. Mientras andaba deprisa por el asfalto se le ocurrió que nadie había visto a la estrella desde entonces tampoco. Definitivamente no la forma más auspiciosa de comenzar a filmar. "¿No va a salir?" Jae se giró y le dedicó una descolorida mueca. "Estoy empezando a dudar que esté ahí dentro incluso". Con un giro de la muñeca se puso su bolsa al hombro y se encaminó hacia su ayudante. "De todas formas, ¿qué pasa esta mañana? Recibí un mensaje en el busca diciendo que volviera y hablara con ella". Agitó una delicada mano en dirección al tráiler. "No es que haya tenido mucha suerte". 3



"No lo sé con exactitud. La Helada Reina Amazona y Roan se metieron en él y después se fueron" "¿La Helada Reina Amazona?" "La Helada Reina". Enfatizó Caitlynn. "¿No la has conocido?". Compasión mezclada con sorpresa sonó en su tono de voz. Movió la cabeza negativamente. "Aun no". "Te espera entonces un placer real". El tono sarcástico de Cait indicaba que creía más bien en lo opuesto. "Roan la contrató; ¿cuán mala puede ser?". Jae se dio cuenta de sus cejas alzadas y suspiró, "tan mal, ¿eh?". "Míralo así…". Jae alzó una mano. "No me lo digas, lo descubriré por mí misma". "¿Mirando el lado bueno de nuevo cielo?". Rió. "Alguien tiene que hacerlo por vosotros, sentenciadores a muerte". Estaban casi de vuelta al estudio de sonido 17. "De todas formas, ¿qué pasa?". "El señor Chambers se está desgañitando buscándote". "¿Roan no ha vuelto aun?". La sorpresa se hizo notable en sus delicadas facciones. "No. Luego, te toca a ti". "Jopelines". "Menudo lenguaje". Bufó, regañando burlonamente a su jefa. Jae no podría maldecir a una monja ni aun tratando.

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Una suave risa acompañó su bufido, entonces cuidadosamente Jae serenó su expresión antes de ir en busca del Productor Ejecutivo.

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Reed metió bruscamente tercera, disparando el motor cerrando el paso a un sedán beige, cogiendo a duras penas la salida al Lincoln Blvd. Girando a la derecha en Pico se embaló hacia el océano antes de girar de nuevo a la derecha, esta vez hacia la 4ª avenida. Los frenos provocaron un suave ruido a gravilla, patinando sobre el suelo cuando detuvo en seco al Range Rover frente al hotel. De forma ausente le tiró las llaves al aparcacoches y atravesó las puertas dobles de cristal. Sin ganas de ser apretujada en cuartos pequeños por la gente arracimada frente a los nada fiables ascensores del Double Tree, subió a la segunda planta por las escaleras. Su habitación estaba al final del pasillo opuesto a la zona en renovación – un acuerdo del que se sentía sumamente agradecida. Mientras la puerta se cerraba lentamente tras ella, la tensa rienda que había mantenido durante el día se vino abajo. El espejo sobre la encimera reflejaba tan sólo la imagen que ella proyectaba al resto del mundo. ¿Pero por cuánto tiempo más? Reflexionó Reed. De hecho ya podía sentir las grietas. Se marcharía por una razón. La decisión tomada, sacó una Guiness de la nevera y la abrió, marcando un número en el teléfono con la otra mano. "Ponme con Liz", ladró la actriz al auricular. Tomó un gran sorbo del oscuro líquido escuchando las excusas de la recepcionista tan sólo por el tiempo que tardó en tragar. "No me importa si tiene una Villa Amazona ahí dentro. Ponla al jodido teléfono AHORA". "Reed, cariño, ¿en qué puedo ayudarte?". Intercedió suavemente Liz antes de que pudiera decir nada más.

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"Quiero dejarlo. No puedo hacerlo". Encendió un cigarrillo y echó el humo por las fosas nasales, sintiendo que los efectos combinados del alcohol y la nicotina la calmaban. "¿Ni se ha empezado a filmar y ya quieres dejarlo? Sabes lo difícil que fue conseguirte ese papel después de…" Cortando a su agente por el teléfono dijo. "Como si pudiera olvidarlo recordándomelo constantemente". Liz adquirió un tono conciliador. "Mira cielo, achaca lo que quiera que haya pasado hoy a los nervios. Si mañana te sigues sintiendo igual veré lo que puedo hacer – pero Reed, esto es lo que hay – estropeas esto y estás acabada – fin de la historia". Exhaló violentamente otra bocanada llena de humo, y de mala gana reconoció la verdad en las palabras de su agente. Eso es lo que había. No había más oportunidades. O hacía este trabajo o estaba acabada. No podía dejar que Pirsig sacará lo mejor de ella, no otra vez. "De acuerdo. Probaré otro día". Dejando el auricular en su sitio se dejó caer en el sofá de la sala de estar, y trató de disipar el miedo que la corroía.

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"Está muerto". Jae se dejó caer en la silla que tenía a sus espaldas, previniendo a duras penas caerse al suelo. "Muerto…" Dijo sin voz. Chambers la observaba especulativamente e incluso a través de su desconcierto sintió cierta alarma. Sus sospechas se confirmaron un momento después cuando él le tendió los guiones para las escenas de los próximos días. "Es tu proyecto ahora". Rabia mezclada con la impresión y la pena. Eso era. Un él ha muerto y es tuyo. No lo siento… nada. Dándose cuenta que perder la compostura ahora no la ayudaría se tragó sus sentimientos, consciente del nudo que se le había formado en la garganta, y se 6



preguntó como Chambers era capaz de actuar como si estuviese hablando del tiempo en vez de la muerte de un hombre. "No me defraude señorita Cavanaugh. Espero que esté lista a tiempo y dentro del presupuesto." Asintió y él salió de la habitación. Atontada se quedó mirando las hojas azules en sus manos. Dirigir la Unidad Secundaria era una cosa pero esto… Cualquiera pensaría que estaban grabando una obra escocesa. Primer día y el director había muerto mientras que la actriz principal había desaparecido. Esto estaba adquiriendo la forma de un grandioso desastre. Las puertas de roble de la vacía oficina al otro extremo del recibidor la señalaban. Las palabras R. Pirsig y el nombre de la película estaban perfectamente estilizadas en el oscuro velcro de la placa. Una oleada de lágrimas comenzaron a oscurecer la silueta de la puerta. Era su desastre ahora. Tras coger las llaves del coche del desorden de su mesa se encaminó al aparcamiento, morbosamente sorprendida de que su nombre ya hubiera reemplazado el de Roan en su zona de aparcamiento. Jae sacó su coche notando que su nombre había sido pintado pero no reemplazado por ningún otro. Parecía que nombrar a su sucesor, era asunto suyo. Dejando atrás los Estudios Universal encaminó su coche hacia el oeste en dirección a la autopista de San Diego. Lo primero que tenía que hacer era encontrar a su estrella. Los coches cambiaban de carril adelantándola, relativamente sin tráfico en la tarde noche. Sin aviso, imágenes de Roan se filtraban a través de la tardía luz solar y el sonido de máquinas en funcionamiento. Había deseado volver a trabajar con él. No a todo el mundo le había resultado fácil trabajar con él pero había sido un buen mentor, enseñándole un montón antes de salirse de su protección y empezar a dirigir películas independientes por su cuenta. De él Jae había aprendido que la dedicación y la 7



seguridad eran dos llaves esenciales para conseguir el éxito en este negocio – bueno, eso y un título en Educación Temprana en la Niñez. Era completamente inusual en él abandonar un estudio sin razón aparente y ahora se había ido. Lágrimas salían lentamente de sus ojos mientras luchaba por mantener el control, la finalidad del anuncio de Chambers empezando por fin a calar en ella. Sin pensarlo, Jae cambió de carril en la autopista para salir de ella. Varias calles después volvió a entrar en ella, esta vez dirección Norte hacia las Palisades. Reed Lewis podía esperar. La luz roja en el contestador parpadeó ocho veces y miró su reloj. Ocho y cuarto. Eso significaba dos llamadas de su madre, una del señor Anderson que llamaba como un reloj a las ocho en punto, una de Becky, al menos dos mensajes vacíos o números equivocados, dejando dos mensajes no esperados. No valían la pena. Jae le dio al botón de rebobinar del contestador y le quitó el sonido al teléfono. El apetito le había vuelto durante su solitario paseo alrededor del malecón, la fresca brisa llevándose con ella parte del acuciante dolor. El sonido de las olas golpeando las piedras junto al sonido de las corrientes del viento la había ayudado siempre a calmarla, el latido y la respiración del planeta recordándole que el mundo seguía adelante. Jae había dejado que apareciesen imágenes de Roan y jugó con ellas en su mente, asumiendo su pérdida a la vez que celebraba el tiempo que le había conocido. Sin encontrar nada que le gustase en el mostrador, fijó su vista en cualquier otro lugar. Un rápido vistazo a la nevera reveló que Antonia había tirado todas las sobras de sus comidas rápidas y las había reemplazado

con tupperwares ordenadamente

etiquetados. Diestramente cogió un plato, el tupperware, cubiertos y una lata de coca cola, arreglándoselas para meter la cena en el microondas y presionar los botones adecuados sin que se le cayera nada. Su estómago rugió impaciente cuando el aroma de la comida calentándose comenzó a expandirse por la cocina cosquilleándole la nariz con una combinación de especias y

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vegetales. Si tenía alguna queja de vivir en el sur de California – esta era la más grande – conseguir filetes o carne era prácticamente imposible. El insistente pitido del microondas llamó su atención y con cuidado sacó el plástico caliente, una vez más balanceando el puzzle que consistía su cena como una veterana del circo. Un impulso la había hecho detenerse en el Blockbuster camino de casa y cogió las películas del mostrador, añadiéndolas al precario bulto sobre sus manos. Con cuidado subió las escaleras del piso, optando por cenar en su habitación, siendo la cama más cómoda que el austero sofá de lino de la sala de estar. Una pila de notas de trabajo llenaba el lado izquierdo de la cama y las juntó todas antes de añadirlas a la existente pila de las mismas que conquistaban su escritorio. Una vez dispuesta la cena sobre la bandeja, Jae volvió su atención a la fila de videos que descansaban en un cajón. Campion, Rozema, Spielberg, Wertmuller, Scott, Nair. Un título captó su atención y metió la cinta en el vídeo. „Más allá del atardecer‟. Una película de bajo presupuesto con un inolvidable guion e igualmente inolvidables locales. Aun así, de alguna manera, habían sacado lo máximo del guion y el equipo para crear una película memorable que le había permitido dar el salto y dirigir por sí misma. Había querido hacer películas desde niña y cuando Roan Pirsig la había tomado bajo su protección durante su último año en la escuela de cine había estado encantada, su reputación sin parangón. Cuando, seis meses después, él le había dado como si nada la mitad de la filmación de una película, había saltado de alegría ante la oportunidad. Viendo el resultado ante sus ojos, determinó poner el mismo entusiasmo para finalizar este proyecto al igual que habían hecho con el primero. Jae descolgó el teléfono. Podían esperar un día más antes de empezar, había varias cosas de las que tenía que encargarse primero. Por primera vez en varias horas una sonrisa encendió su rostro y se sintió preparada para encarar el reto.

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Reposó los ojos sobre la película de alquiler, y la tocó con los dedos, pensativa. "Hora de conocer a La Helada Reina Amazona".

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La puerta no se abría. Tras ella el corredor se encogía, baldosas cayendo hacia la nada. El picaporte se le quedó en la mano, la puerta seguía sellada. Alzando una mano golpeó la barrera pero ningún sonido atravesaba el menguante pasillo, y su voz tampoco sonaba. Otro insonoro grito rompía su garganta, las últimas baldosas del pasaje desaparecían y ella comenzó a caer… Reed se sentó de golpe, el pulso latiéndole tan rápido que podía sentir la piel a ambos lados de su garganta saltar en respuesta. Los tristes números rojos en el reloj se burlaban de ella con el anuncio de que eran sólo las tres de la mañana. Saliendo de debajo de las arrugadas sábanas, se puso un albornoz y salió de la habitación camino del salón. Tres viajes a través de los tres canales disponibles fallaron en mostrar algo que le interesara y se dejó caer sobre los cojines, el mando a distancia olvidado. Otra mirada al reloj le informó que aún tenía dos horas que matar antes de salir al estudio con lo que se levantó del sofá y cogió su bolsa de gimnasia. Los años habían sido benévolos, pero no podía contar con ello para siempre. Hollywood no era un sitio magnánimo con las mujeres. Un rápido entrenamiento y un baño caliente. Justo lo que necesitaba. Quizás si quemaba la suficiente energía no sería tan difícil aguantar a Pirsig. Se encogió al pensar en la pelea que habían tenido el día anterior. Nada podía evitarla ya. Pero Liz tenía razón – tenía que hacer que funcionase – las apuestas eran demasiado elevadas. Su entrenamiento fue como la seda, la flexibilidad volviendo rápidamente a sus músculos adormilados y se perdió en los repetitivos movimientos, concentrándose en 10



cada movimiento hasta sentir el placentero dolor extenderse por sus extremidades. Los pesos entrechocaron suavemente entre sí cuando los soltó. Otros sonidos empezaron a filtrarse a través de los pasillos cuando otros patronos comenzaron sus respectivos días. Un hombre rubio y oscuro de piel entró en el área del gimnasio dedicándole una apreciativa mirada antes de adquirir una pose ante la banqueta de abdominales para mostrarle cuan hombre era. Ella bufó y cogió su toalla. Tenía tiempo suficiente para un baño semi lento y un café con croissant. Primero el baño. El aroma de café recién molido vino del comedor y se sonrió a sí misma. "¿Por qué elegir?". Se sirvió una pasta de queso junto con un termo de café y se encaminó hacia el ascensor. El agua se había enfriado para cuando terminó de tomarse el café y la pasta. Reed estiró por última vez su cuerpo antes de levantarse y echar la cortina de la ducha. Una rápida pasada bajo la ducha y salió de la bañera, después se secó vigorosamente las gotas de agua de su piel y se sacó el pelo de la cara. Un golpe sonó en la puerta de la suite, sorprendiéndola por un instante. "Espere un minuto", anunció a través de la puerta abierta del baño. Reed se puso una sudadera, se abrochó los vaqueros y fue a abrir la puerta, aun descalza. "¿Quién es?" Tenía la puerta medio abierta antes de decir estas palabras. "Jae Cavanaugh. ¿Podemos hablar?"

Capítulo 2 Caitlynn dejó el auricular del teléfono en su sitio, la última de sus llamadas terminada. Cuatro zonas horarias, siete actores, una multitud de técnicos y un productor – miró su reloj – y no son ni las seis de la mañana aun. 11



La próxima vez que decidas promoverme un jodido puesto hazlo durante el día como el resto del mundo, ¿de acuerdo? Regañó mentalmente a su amiga y jefa. Estaba holgazaneando en el baño cuando Jae la llamó anoche y le dio instrucciones para cancelar ensayos y convocar reuniones. Tenía que pasar otra hora hasta que pudiera hacer la siguiente ronda de llamadas y ponderó su siguiente movimiento. La agenda de rodaje tenía que ser revisada – no mucho porque perdieran un día – pero si porque cada director tenía su manera de aproximar el orden de las secuencias y la grabación. Jae tendía a ser muy cronológica y juzgando por la agencia de Pirsig que había visto, su estilo era distintivamente más al azar. Reorganizar la agenda de rodaje significaba reorganizar guiones y posiblemente modificar escenarios que podían no estar disponibles si esperaban demasiado. Como Disney World – no te apropias de un parque de entretenimiento en un momento. Anduvo por la cocina del estudio y rellenó su taza de café. Podía haber sido peor; podía haber sido quien tuviera que enfrentarse a la Helada Reina en vez de su jefa. Había destinos peores que escuchar la voz de Sean Connery a primera hora de la mañana. Te lo mereces Jae, por arruinarme una encantadora y perfecta sesión de baño. Cogiendo su guion del mostrador le echó una ojeada, la colección multi color de páginas un signo definitivo de que ésta no sería una película fácil de filmar. Colores múltiples significaban múltiples correcciones, y normalmente eso conllevaba a una historia inconexa y desenfocada. Portátil y guion en mano, se sirvió otra taza de café y se encaminó al sofá para acomodarse y hacerle algunas notas sobre el rodaje a Jae. Media hora después se detuvo, incrédula. Levantándose del sofá se acercó a la saturada estantería junto a la pared y señaló con el dedo los títulos… aquí. Tomando el libro con ella se encaminó a la cocina donde rellenó la cafetera con granos frescos, la puso bajo el fuego y abrió el libro, empezando a leerlo mientras esperaba que empezase a hervir el agua. 12



Varias tazas de café, 356 kb de apuntes y dos horas después se reclinó exhausta. Jae podía convertir esto en una estupenda película sin problemas. El material necesario para rellenar el extravagante guion Hollywoodiense estaba en el libro y no dejaría de decirle a su jefa que hiciera leérselo a los actores principales. Realmente era una buena historia – sólo un mal guion. Pensativamente, observó la lista de actores, musitando que no la sorprendería en absoluto ver cambios de última hora respecto a ellos. Quizás tuvieran suerte y Reed Lewis fuera la primera en irse.

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Ver a Reed Lewis en la pequeña pantalla de su televisión Sony no había preparado ni de lejos a Jae para la realidad que estaba ante ella. La cámara normalmente creaba la ilusión de presencia o altura, pero mirando a la mujer bajo el dintel de la puerta del hotel, la Directora se dio cuenta que en este caso no era una ilusión. Reed Lewis tenía la presencia. Intensos ojos azules la enfocaron, y una voz de grave tenor respondió a la pregunta de Jae con otra. "¿Y usted es…?" "Jae Cavanaugh". Extendió una mano. La duda cruzó brevemente el rostro de la actriz antes de alzar una estilizada mano y envolver la suya en un agitar breve y cálido. "Eso ha dicho." La otra mujer seguía en la puerta y no hizo movimiento alguno para invitarla a entrar con lo que lo intentó de nuevo. "Soy de Blackmon Pictures…," se detuvo, fallándole una explicación sobre quién era ella. La sorpresa se mostró claramente en las cinceladas facciones y una oscura ceja se arqueó sobre un ojo de azul imposible. "¿Esto es sobre lo de ayer? Dígale a Pirsig que seré buena. No tiene por qué gustarme para rodar su película – o que me guste lo que esté rodando." 13



Oh chico. Si la pelea era por el contenido entonces estaban en problemas. "De hecho, señorita Reed, ahora soy yo la Directora." "¿En serio?" Por primera vez parecía que tuviese la completa atención de la actriz, la curiosidad asomando claramente en su tono de voz. "Esto tiene que ser el récord por el menor coste detrás de una cámara – la cinta ni siquiera ha empezado a rodar." Reed Lewis había dado un paso atrás y con la mano le indicaba imperiosamente que pasase. "Ha habido… un accidente… y me pidieron que lo reemplazase." Todavía no era capaz de decir que había muerto. Tomó asiento en la silla saturada de cojines más próxima a la ventana, sintiendo calor donde los rayos del ascendente sol tocaban su piel. Jae se centró en la sensación, permitiendo que la energía la reforzase. "Hubieran hecho mejor desechando la película en vez de contratar a un nuevo director." Ninguna pregunta sobre los detalles o evidencia de preocupación acompañaron sus duras palabras. "¿Por qué?." Jae se echó un poco hacia delante para evitar que el sol le diera en los ojos, feliz por la oportunidad de conversación natural. "¿Asumo que al menos ha leído el guion?" Luego era un problema con el contenido. La pregunta era… ¿qué contenido? "Lo requiere el empleo." Sonrió Jae, sin dejar que la acosara. "Pirsig lo ha cambiado ya una docena de veces." Jae parpadeó. Había intentado alejarse de esa parte de la producción. La mayor parte de su trabajo consistía en depurar los detalles y el matiz de los rodajes, así como los extras. La revisión de guiones no era su departamento. A Roan le gustaba partir sus guiones – algo así como rodar dos películas diferentes, y sus secciones no habían sufrido una mayor revisión. "¿De eso trataba la disputa de ayer?"

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"Apenas… Pirsig no es el primer director en rodar una jodida escena." Un suave bufido acompañó a sus melodiosas palabras. "¿Entonces qué?" "Quería que alcanzase al menos el grado R." Bingo. Contenido. Esperó, manteniendo su expresión abierta con la esperanza puesta en que la otra mujer continuara. Había algo más ahí también, pero Jae no podía captarlo. Prevaleció el silencio un minuto mientras la otra mujer la medía. Jae podía sentir el peso de su mirada evaluativa e imaginó los engranajes girando en la mente de la actriz. Finalmente habló Reed. "Estuve de acuerdo en filmar una película de… Lesbianas, no en hacer escenas de desnudo completo." No había lugar a dudas sobre lo que pensaba respecto a ese grupo demográfico. Jae revisó sus palabras, pensando sobre qué tipo de respuesta darle. Decirle que ella era una de ellas no era probablemente la mejor manera. "No se me conoce por filmar pornografía." Estaba claro que la actriz no esperaba una respuesta tan simpática. "Cavanaugh… Cavanaugh… dirigió la película muda que revolucionó Sundance el año pasado, ¿verdad?." "El sonido del Otoño, sí." "Impetuosa." En este punto y de mala gana el respeto reemplazó algo del antagonismo que había marcado la mayoría de las palabras de la actriz. "¿Por qué está aquí?." Quizás se estaba acostumbrando a la aspereza de Reed Lewis pero esta vez no la pilló tan desprevenida, su franqueza extrañamente refrescante en una ciudad conocida por sus aduladores chupaculos. "He cancelado los ensayos de hoy…" 15



"Podía habérmelo dicho por teléfono o haber mandado a algún mandado para eso." „¿Me pregunto qué dirías si supieras que Sean Connery obtuvo la llamada del mandado y tú me tuviste a mí?‟ Reed la estaba mirando con atención. "Podría haberlo hecho… pero quería conocerla antes de mañana." Tras verla como Diana en „Equilibrium‟, sabía que de todos los actores con los que tenía que trabajar – Reed era a la que lincharían. "Bueno ya me ha conocido." También estaba siendo aparente porqué la llamaban la Helada Reina. La parte de Amazona había sido necesario en el segundo que fijó la vista en la actriz de casi seis pies de altura. Los fríos ojos azules por sí solos ya eran suficiente; añade el comportamiento y Jae tan sólo podía imaginar cómo sería trabajar en condiciones que no le gustasen a la actriz. Esto no estaba saliendo en absoluto como lo había planeado, y se le ocurrió que presentarse sin previo aviso en el hotel de una completa extraña a las 5:30 de la mañana, no había sido una idea tan maravillosa después de todo. "Sería agradable que usted me conociera a mí también." Para su sorpresa la actriz se rió. Una grave y placentera carcajada que alcanzó hasta sus ojos, haciéndolos más cálidos. "Dejé que entrara, ¿no?" "Cierto." Sonrió levemente y se reclinó en la silla. Cuando la otra mujer no siguió comentando su respuesta Jae tomó la oportunidad de estudiar más de cerca a la actriz. Reed iba vestida con la ropa casual y común en un set de rodaje. Después de todo no tenía sentido arreglarse para que dentro de una hora en los camerinos repitiera el proceso de una manera completamente diferente. El silencio que reinó entre ellas dejó de ser tenso, habiendo alcanzado algún tipo de tregua no hablada, con lo que dejó que sus ojos dejaran de mirar la ropa para estudiar la mujer bajo ella y de nuevo sintió su atención centrada en la presencia que irradiaba

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Reed, incluso pareciendo en reposo. Un suave movimiento de la carótida era el único signo que revelaba que la actriz no estaba tan calmada como parecía. Jae pudo sentir los primeros síntomas de anticipación y excitación aparecerle en el estómago al ver cómo se movía Reed, comparándola mentalmente con la caracterización que había sacado del guion. Combinada con la actuación que había visto anoche, el áurea de Reed hacía obvio porqué Roan la había elegido a ella para el papel. El truco sería hacerlo funcionar. De hecho varias posibilidades se le iban ocurriendo, ideas y ángulos de cámara y pintando mentalmente las imágenes las transformaría en película. Consciente de que quizás el silencio se había prolongado por mucho tiempo, se levantó y estiró la mano. Reed no había indicado que hubiera algún problema entre las dos y Jae se sentía optimista por haber conseguido su propósito – el antagonismo de la actriz parecía ser exclusivo de Roan. Ciertamente se sentía más a gusto con el casting. "Gracias por recibirme, tengo otros asuntos que atender, pero la veré en el estudio mañana." Siguió a la actriz hasta la puerta, contenta con el asentimiento en señal de afirmación que obtuvo al decir que la vería en el estudio. La puerta sonó levemente tras ella y se recostó contra la pared, y parte de la tensión del encuentro se le fue al relajarse un poco, tomando pausadas y profundas inhalaciones. „Una fuera… a por las otras dos.‟ Apoyándose contra la cara interna de la puerta de la habitación, Reed dejó escapar la tensa respiración que había mantenido de manera inconsciente desde que abriera la puerta. Consciente de que la otra mujer seguía en el pasillo, le dio cierta satisfacción descubrir que la directora no estaba tan calmada como pretendía. Las temblorosas y profundas inhalaciones de la rubia se filtraban a través de la puerta junto con el aroma del café recién hecho y el sonido de los platos entrechocando en los carritos al ir haciendo sus rondas los del servicio de habitaciones

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Se preguntó brevemente si los objetivos de la visita de Cavanaugh habían sido alcanzados – si superó o no la prueba. Ojos verde mar la habían repasado de arriba abajo y Reed se movió ligeramente con el recuerdo de la intensa mirada de la directora. Los motivos de cualquier otro director que la estudiara tan de cerca no habían sido difíciles de adivinar, pero Cavanaugh la había confundido. Hombres directores… sin problema, pero nunca antes había trabajado con una mujer directora y no tenía ni idea de cómo eran. Ya que había sufrido un escrutinio tan fuerte, se permitió a sí misma igual oportunidad. Su primera impresión era que Jae Cavanaugh probablemente no fuera tan joven como aparentaba – pero no por mucha diferencia. El cabello corto y rubio que le caía por el rostro le confería una expresión casi infantil, y de forma breve Reed se preguntó cuánto acero debía haber oculto bajo esa esponjosa superficie. Se escucharon suaves pasos alejándose por el pasillo y Reed se separó de la puerta. Era muy temprano para comenzar el día y muy tarde para volver a la cama. Sus ojos recayeron en el guion. Una nueva dirección significaba una nueva interpretación del material, así que lo cogió de la mesa y se acomodó en el sofá. Satisfecha con que mientras no cambiasen las frases, se sabía perfectamente las suyas de los ensayos de los próximos días, dejó de nuevo el guion en la mesa. Ociosa, se preguntó si la autora de la novela había leído o no el guion y si lo había hecho, qué pensaría de las variaciones. Reflexionó que sería interesante ver a la intrépida Cavanaugh ponerse manos a la obra. Una cosa era segura; prefería mil veces trabajar para Cavanaugh que para Pirsig. Sonó el teléfono y esperó al segundo timbrazo antes de cogerlo, tensándosele el estómago de manera involuntaria. "Hola." Se relajó al conocer quien llamaba y escuchó a la dicharachera agente inmobiliaria explayarse en una colorida descripción de una casa disponible en las colinas. Le cortó. "Me parece bien." 18



La agente pareció ligeramente desencantada con que la actriz no estuviera tan excitada como ella con la propiedad pero le siguió el juego, con suficiente entusiasmo para las dos, y Reed se mostró de acuerdo en quedar con ella a la una para echarle un vistazo. Eran las once y media ya, con lo que se puso las deportivas y se recogió el pelo bajo una gorra negra de Betty Ford, suponiendo que tendría tiempo suficiente para llegar a Hollywood y tomar una liviana comida. La agente inmobiliaria no se daba cuenta, pero con que tuviera cuatro paredes, un techo y fuera tranquila, Reed la cogería. Sonrió interiormente, y un jacuzzi o al menos una bañera muy grande, añadió mentalmente. Su mayor preocupación era la intimidad. Los Ángeles no era la ciudad adecuada si buscabas soledad, pero estaba determinada a encontrar algún lugar lo suficientemente tranquilo para que no le atacaran los nervios. Volver al remolino que era rodar al estilo Hollywood ya era suficientemente duro como para encima soportar la propaganda y el espectáculo que eso conllevaba. Reed se iba a alejar de la prensa tanto como pudiera. Hacer la película – recoger el cheque – salir de la trampa. Sencillo.

Capítulo 3 "¿Quiere qué?" Habló con calma repitiendo su petición. "Quiero que la autora de la novela sea contratada como persona a consultar sobre el guion. Ella hizo la adaptación original." Encontrándose de lleno con la mirada de Chambers continuó, "y el guion que tiene no funciona – no tiene enfoque." Caitlynn le había mandado por email esa mañana las notas que había tomado, incluyendo un comentario diciendo que era imposible saber si estaban rodando una comedia, un thriller, un romance o un comentario social. Básicamente citó, "han hecho 19



una cápsula con él." Criticar a Roan era lo último que quería hacer, y evitó echar las culpas a nadie vocalmente, en cambio pidió a su ayudante que convocara una reunión con Rod Chambers. Así que aquí estaba sentada en el despacho de Rod Chambers, exigiendo cosas en su primer día como directora al productor ejecutivo. "¿Algo más?" Aún no había respondido a la petición. Jae decidió coger al toro por los cuernos. "Quiero que para estas partes los actores sean escogidos de nuevo," y le tendió la lista junto con varias posibilidades y alternativas aceptables. Era casi tergiversar todos los extras. "¿Y a cambio?" Reuniendo todas las agallas de las que fue capaz le contestó. "Tendrá una película que no le hará perder dinero." Pégale al hombre monedero donde más le duele; menciona el libro de contabilidad. No había manera alguna de evadir la propiedad en Hollywood – no importa cual fuera el lema de la industria – pero había maneras de evitar apestar. Por otro lado, todas sus películas habían hecho dinero – incluso si ninguna de ellas había sido un éxito comercial. Esperó, manteniendo su mirada, su postura relajada en contraste con su brazo doblado y tenso hombro. Pero entonces, pensó, yo no tengo nada que perder. Chambers le devolvió la frase con una pregunta. "Y qué pasa si esta…," comprobó sus notas, "Holly Wulfenden no está disponible." Era una buena señal. Un no en el acto habría sido un problema, pero cuanto más durase la conversación significaría que conseguiría las concesiones. "Deje que yo me preocupe por eso."

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"Aun espero que esté en la fecha prevista y bajo presupuesto." "Déjeme filmarlo a mi modo y se lo garantizo." Alisando el guion y evitando los rellenos excesos que añadió el último guionista garantizaría virtualmente que estaría a tiempo y bajo presupuesto. Desechando tan sólo la persecución de los coches les salvaría una semana entera. ¿Qué tienen los tíos con las persecuciones de coches?. "Grandes promesas." "No, tan sólo mi palabra." "¿Y si digo que no?" Jae se había estado preguntando cuanto tardaría en hacer esa pregunta. "Entonces seguiremos hablando hasta que lleguemos a un acuerdo que funcione…," se detuvo, manteniendo un tono de voz serio y profesional, "… pero no seguiré siendo la directora con el guion que tiene, no sería justo para ninguno de los dos." "Quiero ver el nuevo esquema de rodaje en mi mesa dentro de…," pasó las páginas de su dietario, "… una semana… y las primeras cintas editadas a la siguiente." La miró expectante, devolviéndole la palabra. Era más de lo que había esperado, medio esperando que Chambers quisiera controlarla en todo momento. Asintió, "parece aceptable." Tendría las escenas re escritas aunque tuviera que hacerlas ella misma. "Buena suerte, señorita Cavanaugh." Se levantó de la silla y le extendió la mano, dando por terminada la reunión. Salió del despacho y caminó por el pasillo, planeando mentalmente el siguiente paso a dar. Caitlynn alzó la mirada al verla aparecer de vuelta en su nueva oficina, con una expresión en el rostro que no necesitaba hacer la pregunta en voz alta, aunque esto no la detuvo a la hora de vocalizarla de todas maneras. "¿Cómo ha ido?"

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Levantó el pulgar y sonrió. "Llama a Mike, tráele tan rápido como puedas… págale el billete de avión si es necesario." Caminó de un lado a otro por el duro suelo de la estancia, su excitación obvia. "Has tenido alguna suerte con…" Cait alzó una mano interrumpiéndola mientras hablaba con el agente aéreo. "Correcto, Michael Hurtowski, sin límite – cualquier ruta, él se pondrá en contacto." Colgó y miró a Jae. "Lo siento… estaba ligeramente ocupada. ¿Qué decías?" Con buen humor se dejó caer en la silla y escribió algunas notas en la libreta. "No hay problema – la eficiencia es buena – la vamos a necesitar." Se dio impulso con un pie sobre la mesa y desplazó la silla de lado a lado. "¿Has contactado ya con Wulfenden?". Su ayudante la miró con lo que se podría llamar mueca diabólica. "Oh no… Cait… lo odio." Su ayudante era buena con la tecnología, y no por primera vez Jae consideró la idea de que quizás Cait encajaría mejor frente a la cámara en esta película, en vez de detrás. Su ayudante era sumamente organizada, su vida y la de quienes la rodeaban mantenían contacto mediante una impresionante – y para Jae – aterrorizadora fuente de aparatos computarizados y electrónicos. "Por favor dime que no es algo como una vídeo conferencia o correo visual." Elección de palabras dada su falta de conocimiento. La mueca de Caitlynn se ensanchó exponencialmente y supo que definitivamente no le iba a gustar lo que su amiga tenía bajo la manga. "¿Has considerado la total ironía que supone que ruedes una película sobre dos cyber genios que se enamoran?" "¿Qué parte encuentras particularmente irónica?" Jae arqueó una ceja, taladrando a su amiga con su entretenida mirada. "¿Te sigue hablando Becky?" Jae asintió. "Si… bueno, al menos ayer lo hacía." 22



Cait arqueó su propia ceja prudentemente, demasiado familiar con el modelo de actuación. "Entonces es la parte de los cyber genios, sin embargo si no empiezas a prestarle más atención…" dejó la frase sin terminar, habiendo dado ese sermón tantas que veces que no era necesario que terminara. En vez de eso, abrió un programa en su ordenador y le hizo señas a Jae para que se acercara. "Bienvenida al Palace." "¿El Palace? Vaaale… picaré… ¿qué es el Palace?" Una pantalla de brillante fondo estaba repleta de circulitos amarillos y verdes que parecían pelotas de tenis. "¿Y qué son esas cosas?" Señaló una bola en la esquina superior de la pantalla. Todo tenía la pinta de ser un cómic o una pizarra – especialmente cuando empezaron a aparecer burbujas de conversación. "Eso son avatares, avs para abreviar – este somos nosotras." Dijo señalando una cara amarilla y sonriente con tres ojos cuyo letrero decía „cyber-genios‟. "El Palace es un chat gráfico a tiempo real. Y esas somos nosotras." Era interesante, aunque no podía entender como el resto de la gente podía enterarse de algo con la cantidad de burbujas de conversación que había al mismo tiempo. También, tenía la pinta de ser el día después de un viaje acid para ella. "¿Cait?" "Umm." Su amiga estaba tecleando rápidamente y haciendo ruiditos ante lo que estaba leyendo. "¿Y qué tal una bonita y sencilla conferencia telefónica?" Teclear no era su fuerte y creía que tendría mayor oportunidad de conseguir la cooperación de la autora si pudieran hablar a un nivel más personal. "Aguafiestas." Cait le sacó la lengua y salió del Palace. "Le mandaré un mensaje para decirle que la llamaras." Su mano cubrió el ratón. "Quizás ese sea tu anzuelo – explicarle lo inepta que eres con la tecnología y rogarle que venga y te re - escriba el diálogo."

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"Jar jar jar." Ciertamente tenía que pensar en algo. Jae no tenía ganas de re – escribir todo el drama, contratar nuevos actores, nuevo equipo y dirigir su primera película de gran presupuesto ella sola. "Era sólo una idea." Una novela en el borde de su escritorio le llamó la atención. "Ey, ¿qué es esto?" Pasó el pulgar por los resaltados relámpagos y el estilizado paisaje de la ciudad en busca del título. "Ese es el libro." "Grueso." Lo abrió y leyó un par de párrafos. "Definitivamente necesitamos que Holly ataque el guion. Esto es bueno." Jae sopesó pensativa el libro sobre una mano. "Quizás debiéramos hacer que Reed y Jennifer lo leyeran…" "Voy por delante de ti." Caitlynn buscó bajo su escritorio y le pasó una caja de cartón. "Una docena de copias." Jae no pudo evitarlo, estalló en carcajadas. "Recuérdame que te aumente la paga," fue lo único que consiguió decir. "Ajá, lo creeré cuando vea el último aumento." "Ey te acabo de promover - ¿dame un día o dos vale?" Su chanza fue interrumpida por los altos tonos de su móvil. "Cavanaugh." Jae le dio la espalda a Caitlynn, "No, no recibí tu mensaje… lo siento… vale, puedo estar allí en una hora… de acuerdo… yo también." Se giró para encontrarse a una sonriente Caitlynn mirándola. "Ni una palabra… ni una palabra…" "¿Quién? ¿Yo?" Su mejor tono inocente de voz se quedó corto por tres pueblos.

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"Sí, tu. Mándame un mensaje al busca o llámame al móvil cuando acuerdes la hora con Holly." Con eso, reunió sus notas y se encaminó a su coche, preguntándose mientras tanto qué estaría haciendo Reed Lewis y si tendría algún amigo en la ciudad.

Capítulo 4 Reed se quedó de pie observando la vida nocturna bajo ella, consciente del lejano rumor del tráfico y de los invisibles insectos que la rodeaban. Agitó el vino de la copa, las llaves de la casa y una botella de vino rojo le habían sido entregadas por la sobre excitada agente inmobiliaria a cambio de un cheque, y estudio el translúcido líquido al reflejar en él el brillo de las luces del porche. La barandilla crujió levemente al apoyarse en ella, pero se mantuvo firme permitiéndole asomarse y estudiar las terrazas de los apartamentos bajo ella. Las casas estaban amontonadas y colocadas de tal manera que se dispusiera del mayor espacio posible a la vez que proveían de la mayor intimidad posible. Podía, si agudizaba el oído, oír retazos de conversaciones provenientes de las casas más cercanas. No era perfecto, pero bastaría por los dos meses que estarían rodando en Los Ángeles. El vaso ya vacío, volvió a la cocina para enjuagarlo y dejarlo secar sobre el escurridor. Atravesó el apenas amueblado salón y encendió la televisión. Enseguida salió la cofia rubia de rizos de Mary Hart en la pantalla de 28 pulgadas y una foto de Jae Cavanaugh llamó su atención. Reed subió el volumen a tiempo de escuchar el anuncio del hombre de plástico – como quiera que se llamase – que había reemplazado a John Tesh. El sofá de cuero crujió bajo su peso al sentarse sobre sus cómodos cojines. El sutil aroma del cuero y betún perennes en la antigua pieza. Fotos de Jae y Ryan aparecieron en la parte superior de la pantalla, pero fue la inscripción la que fijó su mirada en el televisor. "Director muerto a los 37."

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El resto de la noticia se le hizo un revoltijo en el cerebro, cuando empezaron a narrar los esparcidos detalles al estilo más puramente Hollywoodiano. Hart añadió la información de que había sido sustituido por la aclamada directora de cine independiente y antigua alumna Jae Cavanaugh. Pirsig estaba muerto. La noticia la dejó sorprendentemente vacía. Ni siquiera el hecho de que podía haber muerto poco después de su disputa de ayer hizo impacto alguno. Se había ido. Se había acabado, otro capítulo de su vida cerrado con una finalidad que no había esperado. Reed hizo girar los hombros, liberando el dolor que de repente se le había formado. El suave repiqueteo de su móvil cortó el parpadeo eléctrico hiper activo del anuncio de coches. Sacó la antena y apretó el botón de aceptar. "¿Es cierto?" No un hola – sólo demanda de información. "Sí." "Bien." La vehemencia en la voz de su amiga en contraposición a su total indiferencia. Debía haber sido completamente al revés. "El porqué accediste a trabajar de nuevo para ese hombre es algo que jamás entenderé." "Era el único que había en la ciudad." No había muchos directores que se arriesgaran a contratar una actriz que una vez se había marchado del estudio para no volver jamás. Y fue a Pirsig a quien se lo hizo para más inri. Sin embargo Liz lo había conseguido, transmitiéndole tanto la oferta de contacto como la amenaza de hundirla si no trabajaba a su modo, todo en la misma llamada. "Rio te echa de menos." Se le formó un nudo en la garganta, odiaba dejar atrás a su hijo, pero no tenía elección. "¿Cómo está?" Susurró. 26



"Aguantando. Hoy ha dormido mucho, estuvieron ayer los niños de Dani y creo que eso le agotó." "¿Está despierto ahora?" Probablemente no, había tres horas de diferencia con Maine, pero tenía que preguntarlo. "Puedo despertarle." Ofreció Heidi. "No, déjale dormir, lo necesita. Dile que Mami le quiere y que le llamaré mañana." Sus ojos se fijaron en el portátil sobre la mesa y se le ocurrió una idea. "Lo haré. Cuídate, ¿vale?" La preocupación era evidente en las palabras. Colgó y dejó el teléfono sobre el mostrador. Céntrate. He de estar centrada. El portátil captó de nuevo su atención y Reed cogió de nuevo el teléfono activándolo a la vez que el ordenador. Conectándose a través del móvil a internet navegó a través de algunos marcadores hasta encontrar lo que buscaba. Pinchando en mandar vio como la barra de estado le indicaba que su mensaje estaba en camino, entonces cerró el ordenador. Un baile hámster de camino. Cerró el teléfono y lo dejó sobre la mesa por segunda vez en cinco minutos, después cogió el vaso del escurridor sirviéndose un gran vaso de vino rojo Tyrell‟s Long Flat en el cristalino recipiente. En silencio observó la simple raja de luna que asomaba en el oscurecido cielo antes de concentrarse en la cena.

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El camarero miró desaprobadoramente su arrugada y descuidada chaqueta, sus pantalones chinos mostrando el nivel de actividad de su día en cada arruga. La Boheme estaba llena, el famoso restaurante italiano era una bulliciosa colección de quién es quién y quién quiere llegar a ser alguien. 27



Le devolvió la sonrisa y le permitió cogerle el abrigo de las manos, después le siguió a la sección de la esquina donde Becky y sus padres la esperaban. "Aquí estas." La recibió con alegría la fuerte voz de su padre. Buena señal, si sus padres no estaban enfadados entonces Becky lo tendría más difícil para regañarla por llegar tarde delante de ellos. "Hola papá." Le besó en la mejilla para después agacharse y darle un abrazo a su madre. "Hola mamá. Siento llegar tarde." Su padre sacó la silla para que se sentase, besándole en la cabeza cuando la volvía a colocar en su sitio. Por debajo de la mesa apretó la mano de Becky y le dedicó una sonrisa que esperaba fuera una mezcla de correcta disculpa y cariño. La falta de expresión en el rostro de su compañera, combinada con la no devolución del apretón de manos por parte de la otra mujer era toda la información sobre sus habilidades como actriz que necesitaba. Sigue dirigiendo niña. "Bueno Jacqueline, ¿qué te ha retenido?" Jae se encogió, como siempre, al escuchar a su madre usar su nombre completo. "Tuve una reunión con el Productor Ejecutivo de „Balance de Poder‟, después Caitlynn y yo tuvimos que revisar el guion." Miradas desconcertadas acompañaron sus palabras y se le ocurrió pensar que probablemente no supieran de la muerte de Roan, y ella no había tenido tiempo para llamarles. Estaba ideando que decir cuando metió baza Becky. "¿Ahora haces de muchacha de los recados a Roan?" Becky había considerado que volver a trabajar con Roan sería muy sencillo, teniendo en cuenta su creatividad en las series de Hollywood pero no había logrado convencer a Jae. "Roan… ha muerto." Era la primera vez que lograba decir las palabras en alto. Silencio. Incluso Becky parecía adecuadamente apenada.

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Por supuesto fue su madre quién rompió el silencio. "Siento escuchar eso cariño. Sé que él era una gran influencia para ti." "Te recuperaras calabacita." Ofreció consolador su padre. "Estoy seguro que el nuevo director te mantendrá en el equipo." "Yo soy la nueva directora." Su móvil eligió ese momento para sonar. "Perdonar." Contestó la llamada. "¿Qué pasa Cait?… tienes una puntería…" fue cortada. "Lien ha dimitido." "¿Por qué?" Jae se levantó de la mesa y se dirigió a la zona de más tranquilidad próxima a los baños. "Supongo que su agente le aconsejó que se saliera mientras pudiera." "¿Podrías convocar una audición por mí?" Usó el término de la calle para referirse a una audición masiva. El papel de Dar era fundamental, todo lo que necesitaban era alguien creíble que se le opusiera. "Sin problemas. Roan tenía una lista de candidatas, podemos probarlas." "Hmmm mándamelas a mí. ¿Tuviste suerte localizando a Wulfenden?" "No. Creo que quizás debieras usar la vía tecnológica." El asombro de Cait al pensar en su jefa navegando por Internet fue notable para la directora. "Bien." No tenía tiempo para discutir sobre su tecnofobia. "¿A qué hora se había quedado en un principio?" "A las nueve." Miró su reloj, eran casi las ocho. "¿Podemos hacerlo desde tu casa?" Caitlynn vivía en Studio City, mucho más fácil de llegar que el estudio o su casa.

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"Sip." "Genial, te veo enseguida." Terminando la llamada se recostó contra la pared. Becky no iba a estar contenta. Captó la mirada de la otra mujer y la saludó con la mano, preparándose para la escena que la esperaba. "Te vas a ir, ¿verdad?" El tono de voz de Becky era llano, acusador, más una afirmación que una pregunta. "Necesito…" "Hacer el papel de Directora de Hollywood." "No hagas esto Becky, por favor, aquí no." Varios comensales habían empezado a girarse en su dirección ansiosos de obtener algún cotilleo o rumor. La información era la moneda de cambio en el poderoso mundo del cine. "No queremos que se descubra tu pequeño y obsceno secreto, ¿verdad?" "Becky…" Jae pudo escuchar el dolor mezclado con la rabia en la voz de su amante. "No, Jae. No más lo siento, no más te recompensaré. Quieres ir a hacer tu película, entonces ve. Pero no esperes que te esté esperando." La alta morena giró sobre sus talones y salió del restaurante, dejando a Jae mirando cómo se iba. Las lágrimas amenazaron con salir de sus ojos, y tan sólo las curiosas miradas de los otros comensales la mantuvieron de romper a llorar. Tomó una calmante inspiración, después otra hasta que se sintió lo suficientemente calmada como para sentarse y excusarse ante sus padres. Jae rompió el incómodo silencio. "He de ir a trabajar, tengo una reunión con la autora del libro dentro de una hora." Su padre asintió, comprensivo. "Estaremos bien. Felicidades calabacita."

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Una sonrisa reemplazó la mueca de preocupada tensión que se había quedado congelada en sus labios. "Gracias papi." Se volvió hacia su madre y vio que no sería tan sencillo librarse de ella. "Tú y Becky sois más que buenas „amigas‟, ¿verdad?" Era la pregunta que Jae había estado esperando pero no el tono con el que la escuchó. Las lágrimas empezaron a rodarle por las mejillas y su madre la envolvió en un abrazo, ignorando a la gente que las miraba de reojo. Asintiendo contra el pecho de su madre susurró, "Ahora ya no lo sé… se ha ido." Un gentil dedo le alzó la barbilla, "Llámame mañana, ¿de acuerdo? Y hablaremos… tan sólo recuerda que tu padre y yo te queremos mucho, ahora vete antes que llegues tarde." Jae sonrió. "Yo también os quiero." Apretó la mano de su madre y besó suavemente su mejilla. "Gracias." "Buenas noches calabacita." Su padre le dio otro beso antes de sentarse y coger un menú, Jae supuso que había alcanzado su límite de conversación sensible. Mientras esperaba que le trajesen el coche pensó en su vida con Becky, las señales de aviso habían estado ahí, demonios incluso Caitlynn se había dado cuenta. Con lo que el anuncio de esta noche no tendría que haberla pillado tan de sorpresa, y ahora sentía que la impresión inmediata se había desvanecido, estaba más preocupada por hablar con Holly Wulfenden que por intentar arreglar las cosas con Becky. Era, musitó, otro romance fallido en un racimo de ellos. Jae incluso empezaba a dudar que alguna vez lo consiguiera. Sabiendo que su carrera sería un problema, de forma intencionada empezó una relación con alguien de la industria, esperando que Becky entendiera la agenda y demandas de una directora. Sospechó que la novedad había dejado de ser interesante para su amante. O quizás tiene razón, quizás soy demasiado intensa en lo que se refiere al trabajo. 31



Cambiando un billete de cinco dólares por sus llaves, se sentó tras el volante del Saturn y se encaminó a la casa de Cait. Treinta minutos después estaba frente a la reja de seguridad y metió el código de invitados. El ascensor indicaba que era en la sexta planta, con lo que se metió en las escaleras, subiéndolas de dos en dos, hasta alcanzar la tercera planta y el piso de su ayudante. La puerta se abrió revelando el cuerpo de su amiga cubierto por un albornoz color bronce. "Te ves fatal." "Gracias. Becky me ha dejado." "Ouch. ¿Estás bien?" Un vaso alargado y congelado le fue puesto en las manos. "Bien. No exactamente sin pena. ¿Qué es esto?" "Té de Long Island. Ey… esta vez… la rutina de estoy bien no importa no funcionará, ¿recuerdas?" "Es de lo más extraño Cait… creo que me siento más aliviada que otra cosa." Hizo una pausa y puso una torcida mueca en su rostro. "Aunque nunca pensé que saldría del armario delante de mis padres por una ex." "¡No me digas!" "Fue inevitable. Creo que la mayoría en La Boheme lo escucharon." "Doble ouch. ¿Se lo tomaron bien?" "Creo que si no se lo hubiera dicho a mi madre, ella me lo hubiera dicho a mí." Caitlynn había estado ocupada preparando el software de la conferencia mientras charlaban, y estaba esperando una señal del otro lado. Sonrió a Jae, sus marrones ojos 32



brillando. "¿Crees que llevar el año pasado a Robín a la boda de tu primo les dio alguna pista?" Le devolvió la sonrisa. "Quizás. Fue más o menos esa época en la que dejó de preguntarme que cuando sentaría cabeza." "Estamos dentro." Caitlynn se sentó, con el portátil abierto para tomar notas. El guion había sido introducido en un procesador de texto y se le había mandado una copia a Holly por si las moscas. "Hola, soy Jae." Sonrió a la autora, y se sintió aliviada al obtener una sonrisa de vuelta. Holly Wulfenden parecía estar en la treintena con cabello ondulado que caía suavemente sobre su rostro, casi tocándole las gafas, y una sonrisa abierta que le llegaba hasta sus cálidos ojos. "Holly. Caitlynn me ha dicho que querías hablar sobre el guion. Es un trato… con una condición." Jae aguantó la respiración, esperando a escuchar lo que quería la otra mujer. "¿Qué es…?" "Si quieres que sea de grado R búscate a otra persona para escribirlo." La sonrisa quitó la espina de las sarcásticas palabras. "Trato. ¿Empezamos?" Alzó su guion. "Sip." Un suave sonido de tecleo, después un chirriante sonido seguido de una suave voz computarizada. "Prueba esto." Un pitido en su terminal la sorprendió. "Qqquuu…" "Email." Le dijo Caitlynn, abriendo el programa. Jae leyó la sección, por segunda vez antes de alzar la mirada. "Perfecto." Dudó, "Esto fue rápido. Pensé que llevaría más tiempo y sería más difícil tenerte a bordo." 33



Holly se encogió de hombros. "Vi „El Sonido del Otoño‟. Alguien capaz de cautivar a la audiencia con una película completamente visual tiene mi respeto. Creo que puedes conseguir la calidad que los personajes y la historia necesitan. Así que trabajé en esa parte tras la llamada de Caitlynn – me dijo que estabais cortos de tiempo." "Gracias." Con Holly participando en la obtención del mejor guion posible se le quitó un peso de los hombros y sonrío agradecida a la autora. "Hay algunas escenas más que me gustaría revisar esta noche para poder empezar con los ensayos… ¿tienes tiempo?" No mencionó que incluso les faltaba una actriz principal con la que ensayar. Eran casi las cuatro de la madrugada cuando cortaron la conexión, Holly necesitando ir a trabajar, pero una parte sustancial del guion había sido re escrita. Jae se echó hacia atrás y estiró los brazos, ella misma tenía que estar en el estudio dentro de una hora más o menos. "Toma." Cait le acercó la taza de café. "Mmm gracias." Tomó un largo sorbo, saboreando el rico brebaje. "Luego… ¿crees que Chambers nos dejará seguir adelante?" Jae tragó, considerando la pregunta. "Lo hará si no se entera de lo que estamos rodando". Una ceja arqueada se cruzó con su mirada. "Si lee el guion se enterará." "No si rodamos estas escenas primero y se las damos el día anterior a la entrega del esquema preliminar de rodaje". Pasó las hojas impresas y sacó un par de escenas. "Apuesto que ni se preocupa de leer antes el guion." "Pícaro pero, ¿tenemos el tiempo suficiente?" "La mayoría de los actores tiene experiencia en rodajes para la televisión… están acostumbrados a grabar cuarenta y cinco minutos de cinta en una semana." 34



"Buen punto." "Y si rodamos estas escenas con Reed antes de que el resto de los actores y el equipo se familiarice con ella, le añadirá más realismo." "Asumes que ella se ablandará, o mejor debo decir, se derretirá." El recuerdo de cálidos ojos azules mostrando desconcierto atravesó su mente y no fue consciente de la pequeña sonrisa que asomó a sus labios. "Creo que estará bien." Cuanto más habían trabajado en el guion, más convencida estaba que Reed era perfecta para el papel. La mente de Jae le había suministrado imágenes de Reed en acción, aumentando y haciendo más reales las escenas mentales que Holly y Cait habían escrito, ayudándola a prepararlas para el rodaje. "Tú eres la jefa." "Sip." Se levantó y cogió su abrigo. "Te veré en el estudio a eso de las nueve. Duerme un poco, te lo has ganado." "Por supuesto señora jefa." Arrastró las palabras Cait.

Capítulo 5 Reed aparcó en su sitio, fijándose en el Saturn plateado tres espacios más abajo. Con lo que, Cavanaugh ya había llegado. El área de sonido 17 estaba acoplado tras dos largos estudios y se encaminó hacia la estrecha calle para entrar por la puerta lateral. "Buenos días señorita Lewis." La saludó el guarda de seguridad. "Todo el mundo está ahí detrás."

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Ella asintió. Voces provenían del otro lado del estudio, de un área bloqueada por paredes falsas que imitaban oficinas, y juzgando por el tipo de muebles, la casa de alguien. Cavanaugh alzó la mirada cuando se sentó en una silla al fondo de la sala. Ojos verdes brillaron en señal de bienvenida para después continuar conversando con uno de los innumerables ayudantes para todo tan comunes en los sets de filmación. Finalmente el joven se alejó a toda prisa, disquete en mano. La alegre melodía que recordaba de ayer llenó la habitación cuando la directora comenzó a hablar, informando al equipo de la muerte de Pirsig. Algunos de ellos ya lo habían escuchado en las noticias y para otros fue una sorpresa pero sabía que todos estaban expectantes a su reacción, por lo que se mantuvo impasible, con expresión neutra en las facciones. Las siguientes palabras de Cavanaugh captaron de nuevo su atención. "… re elegir el papel de Kerry." Eso explicaba por qué Lien no estaba en el set, demasiado para el trabajo de diálogo que hizo anoche antes de acostarse. El joven que se había marchado a toda prisa regresó con un fajo de papeles en la mano. Cavanaugh los cogió y les dio copias a varios actores que no reconoció para acercarse después y tenderle una copia a ella. Respondiendo a la expectante expresión de la directora se encontró diciendo, "Gracias," y se quedó inconcebiblemente contenta con el „de nada‟ que obtuvo como respuesta. Siguieron más instrucciones y explicaciones del plan interno, y Reed escuchó a medias empezándose a aprender sus nuevas frases en el acto. Estaba impresionada, Cavanaugh estaba trabajando al máximo de su equipo mientras que buscaba tiempo para tener bajo control a producción y Reed se dio cuenta que deseaba comenzar a trabajar. "Bien. Leámoslo." La directora cogió su propio guion y les indicó que comenzasen. 36



"No." Reed infirió tanta fuerza como pudo al monosílabo, intentando parecer amenazadora. "Sabes... no debieras tentar así a la gente..." La miró impúdicamente. "Una cosita bonita como tú... y después vas y nos rechazas... eso no es educado..." "No seáis estúpidos, chicos." Cambió su tono de voz de baja amenaza a uno de burlona superioridad. "Quiero asegurarme que sé de quién voy a informar a la policía." "Q... q... No queríamos hacer nada." Añadió un segundo actor, con un toque de confusión en la voz. Estaban siguiendo la guía de Reed, no simplemente leyendo las palabras sino intentando encajarlas. "Quisisteis desahogar vuestras fantasías sexuales en alguna pobre e indefensa mujer." Escupió Reed. "Esta vez hicisteis una mala elección de víctima." Elevó la vista, cerrando el guion. "Perfecto, si podemos repetirlo todo seguido lo tendremos clavado." Cavanaugh pasó página tras página del guion. "Página 10, desde „eso no es educado…‟" A la hora de la comida habían ensayado y terminado cuatro escenas más. Reed estaba apoyada contra un poste de una habitación falsa de hotel, con los ojos cerrados cuando sintió que alguien se acercaba. "Ey." "Ey de vuelta." Replicó, abriendo los ojos y encontrándose con la directora. "Me gustaría hablar contigo sobre una serie de cosas, ¿qué tal si comemos juntas?" Reed se lo quedó pensando, no estaba acostumbrada a socializar en el set, y generalmente usaba sus descansos para recuperarse del estrés de actuar. ¿Porqué no? Cavanaugh no suponía reto alguno. "Claro señorita Cavanaugh." Se enderezó. "Por favor llámeme Jae y tuteémonos." 37



"De acuerdo entonces… Jae, pero tú pagas." Era una leve broma como mucho, pero era todo lo que consiguió para disimular la tensión, una parte de ella se preguntó súbitamente que habría hecho mal. "Trato. La comida china llegará enseguida." Su confusión debió ser aparente en su rostro por que la otra mujer empezó a reír. "No esperarías que te hiciera comer lo del camión de catering, ¿verdad?" Reed sonrió a pesar de sí misma y siguió a la directora a través del estudio de sonido.

Capítulo 6 La comida china no era, reflexionó Reed, la mejor elección de almuerzo si querías aparentar control y elegancia. Miró sus palillos… bueno, al menos no para mí… Por otro lado, Jae mezclando sus agujas de chow mien con sus palillos y llevando cada bocado de comida a su destino sin siquiera derramar un grano. Estaban sentadas en la oficina de la directora y Reed se encontró mirando interesadamente la infinidad de objetos apilados en todo centímetro disponible. Era una cantidad sorprendentemente grande de adornos teniendo en cuenta que Jae llevaba en esa oficina… ¿cuánto? ¿Un mes? Habían intercambiado pocas palabras y Jae había revelado una debilidad por la comida oriental y las especias, mientras que ella defendió su gusto por los perritos calientes. La otra mujer reía con facilidad y a menudo con lo que Reed se relajó y disfrutó de la comida. Ociosa, continuó observando la habitación descubriendo un intrincado tapiz de hilo en la pared de enfrente. "Vamos a hacer una audición esta tarde." Comenzó a hablar Jae y la actriz volvió su atención de la pared a la directora. "Me gustaría que estuvieras allí."

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Reed estaba sorprendida, estaba acostumbrada a que simplemente le dijeran qué hacer sin más, y aunque la petición de Jae era una orden – no la hizo subir sus barreras. "¿Quieres que haga una escena?" "Sí. Posiblemente sea una especie de acuerdo – han sido contactadas dos de las actrices que leyeron en un principio el guion – así que posiblemente las elijamos." El estómago se le tensó de forma involuntaria al preguntarse Reed qué escenas usarían para probar la „química‟. Los palillos le colgaban de la mano así que los dejó con cuidado al borde de la caja de cartón, cuando el grado de comodidad que había sentido momentos antes se evaporaba bajo el asalto de incertidumbre y miedo. Se quedó en silencio, esperando que Jae hablase de nuevo. "Pero eso no era de lo que quería hablarte." A Reed se le encogió de nuevo el estómago y se forzó a contestar. "¿Qué?". "Quiero que leas esto." Cavanaugh le entregó una gruesa novela. "¿Quieres que lea un libro?" Lo abrió y miró un par de líneas, pero Jae habló antes de que pudiera objetar algo. "Es la novela en la que se basa Balanza." Alzó otra copia para que la viera Reed. "Yo tengo una también. No podemos pasarlo todo a cinta y puesto que el guion aún no ha sido re escrito por completo… esperaba que le daría a todos una idea de por dónde íbamos." "¿Estás re escribiendo el guion?" "No entero, no." Sonrió la rubia, pasándose la mano por el corto cabello. "Sólo las partes R, las adiciones pseudo – políticas y la persecución de coches." "Y me dices todo esto… ¿porqué?" Reed estaba confundida.

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Intensos ojos verdes se centraron en los suyos azules y Reed tuvo que combatir las ganas de desviar la mirada. "Por que necesito tu apoyo. Tengo que grabar y editar algo de la película de aquí en seis días… y todo gira en torno a ti… cada escena." Esta no era la forma en la que normalmente se hacía y Reed se sintió ligeramente incómoda. La rapidez en conseguir grabar no era el problema, es que no sabía que pensar de Jae. La directora seguía estudiándola y Reed se mantuvo firme como mejor pudo, sin querer mostrar la discusión mental que estaba teniendo. La directora se echó hacia atrás y rompió el contacto visual, volviéndose para coger un manojo de papeles amontonados en la esquina de la mesa. "Esta es la escena que quiero hacer esta tarde." Dijo acercándole una copia. Reed asintió, agradecida por la disminución de intensidad. "Ey… ¿te vas a comer eso?" Jae estaba señalando una gamba que colgaba precariamente de una de las cajas. El repentino cambio en la atmósfera la pilló desprevenida. "No, adelante." Aunque el saber dónde lo iba a meter la delgada rubia estaba más allá de su conocimiento. Sonó un teléfono móvil y ambas fueron a coger el suyo, alzando Jae el suyo y diciendo, "soy yo." Reed aprovechó la oportunidad para excusarse e irse a su tráiler. Cerró la blanca puerta metálica tras ella y tomó un hondo respiro. En parte estaba excitada por el acercamiento que creía Cavanaugh le iba a dar al material… y por otra parte se advertía para no relacionarse emotivamente con la película. El teléfono sonó en su bolsillo y lo sacó, dejándose caer sobre un sofá. "Hola." Contestó.

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"¿Mamá?" "Rio…" Se le adulzó la voz. "Buena página… tiene como 30 animales diferentes… y esa risa… ¿la mandaste anoche cuando estaba dormido? Mark y…" Empezó a decir el niño, hablando excitado más de cien palabras por minuto. "Ve más despacio, chaval. ¿Qué pasó con Mark?" Escuchó indulgente mientras le contaba la visita de su amigo, dejándole contar la historia a su manera, incluso si la cronología hacía que fuera un poco difícil entenderle. "¿Jugarás conmigo esta noche?" "Esta noche no Rio, mañana. ¿Vale?. He de grabar hasta tarde esta noche, pero te prometo que mañana te ayudo a buscar la llave." "¿Lo prometes?" "Con la mano en el corazón." Se puso los dedos sobre el pecho, incluso sabiendo que él no podía verla. Él bostezó al teléfono. "¿Está por ahí tu tía Heidi?" "No… se fue con el repartidor de la leche." Rió el niño. "Listillo. Dile que se ponga ¿sí?" "Vale. Te quiero." Rio era lo suficientemente joven aun para no sentirse avergonzado de decirle a su madre que la quería. "Lo mismo te digo." "¿Reed?" Heidi le había cogido el teléfono a su hijo. "No se está pasando, ¿verdad?" Preguntó, preocupada por su temprano bostezo. "No, se acaba de despertar, sin fiebre y la comida le ha sentado bien." 41



Reed pudo sentir como se le disolvía el nudo del estómago con las calmantes palabras. "Le dije que mañana haría lo de la RPG así que asegúrate que descansa lo suficiente, ¿de acuerdo?" "No hay problema." Sonó el entrechocar de platos y Reed supuso que Heidi estaba preparando la cena o limpiaba los restos de una tardía comida. ¿A qué hora debe conectarse?" "No sé cómo será la agenda aquí así que llamaré antes." Se le ocurrió que la diferencia de horario podría ser un obstáculo para cumplir su promesa. "Me parece bien. Hablamos mañana." "Adiós." Colgó y se volvió a meter el móvil en el bolsillo. "¿Ahora qué?" Dijo Reed a la vacía habitación. Alguien vendría por ella cuando se la necesitase y evaluó sus opciones. El libro reposaba sobre las notas de la audición y lo interpretó como una señal, estirándose sobre el sofá para cogerlo. ¿Por qué no meterán estas cosas en un disquete? La letra pequeña empezaba a cansarla, pero no podía dejar de leer, continuando hasta llegar al final del episodio. Cerró los ojos y echó hacia atrás la cabeza, reflexionando sobre los personajes y la historia. Sus dudas a la hora de interpretar a Dar se estaban evaporando rápidamente. Puedo hacerlo. Mentalmente conjeturó escenas y ángulos de cámara, decidiendo como rodaría ella ciertas partes. Dejando pasar las escenas vio cómo se desarrollaba en su mente la película, imaginando el primer encuentro de las dos protagonistas y la expresión en la cara de Kerry al enterarse que iba a ser adicionada. Podía ver la expresión de confuso miedo en… la cara de Jae. Guau. Se sentó de golpe. Por qué narices… Pensándolo, lo achacó a no tener actriz principal en la que pensar, ya que Lien se había marchado.

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Un suave golpe en la puerta la interrumpió antes de poder ahondar en la idea. "La están esperando señorita Lewis." No respondió, tan sólo cogió su guion y abandonó el tráiler, especulando sobre el tipo de gente en la audición. Jae sonrió cuando Reed entró en la habitación. Se sentía triste por haber tenido que acabar tan rápido el almuerzo debido a una llamada de negocios. La alta actriz ya no era un enigma – lo que otros denominaban frío, Jae estaba empezando a reconocerlo como alejamiento profesional. "Reed, esta es Sarah. Sarah, esta es Reed." Observó como las dos mujeres se daban la mano, evaluándose la una a la otra. A la vez que se sintió disgustada al levantar la vista y ver que Reed había desaparecido de su oficina, estaba al mismo grado en éxtasis al descubrir que la persona al otro lado del teléfono era el agente de Gellar. Aun quería el papel y estaba dispuesta a venir esta tarde y hacer la audición para Jae. A lo largo de la conversación, Jae descubrió que la única razón por la que no se contrató en un principio a la actriz era por poder parecer demasiado joven. "¿Empezamos?" Dijo. La rubia actriz había llegado un poco antes y Jae le dio la oportunidad de leerse la escena. Cruzó los dedos, la lectura doblaría un ensayo real y si salía bien – sería la primera escena que filmarían – con suerte tan pronto como mañana por la noche. Reed y Sarah asintieron y se pusieron la una frente a la otra, Sarah apoyándose sobre la mesa. "Mira, Ray... te dije... Um… lo siento... pensé que era otra persona." Era una buena señal, Sarah no estaba simplemente leyendo, trataba de ser Kerry. "Dar Roberts."

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"Kerry Stuart. ¿Es usted... um…" Hizo una pausa. "Quiero decir, ¿es del nuevo cuartel general, ¿verdad? Lo siento... debo parecerle algo tonta... no estaba esperando a nadie hasta después del almuerzo." Gellar estaba consiguiendo la mezcla perfecta de duda y confusión. "Sí... lo soy... supongo que mi almuerzo no coincide en nada con el suyo." Cada palabra de Reed entonada con la frialdad con la que Jae imaginaba al personaje. "Lo siento." "Oh... cierto… Bueno... está bien, porque yo... yo ya terminé el almuerzo… pero mi personal todavía está fuera. ¿Qué.. quiero decir, ¿puedo ofrecerle café o algo?" Aquí Sarah añadió un toque de torpe disculpa. "No, gracias... tengo cosas planeadas. Simplemente empecemos… no tomará mucho tiempo. Siéntese." El lenguaje corporal de Reed se había vuelto exigente y firme, pero no demasiado rígido. Jae sonrió y continuó observando y escuchando, segura de que había encontrado a Kerry pero queriendo ver a dónde llevarían la escena. "Sabe por qué estoy aquí, ¿verdad?" "Sé que se están haciendo cargo... realmente no nos han dicho mucho sobre lo que va a pasar, no." La seguridad empezó a notarse en la voz de Sarah. "Estaban sup... bueno, no voy jugar o andar con rodeos. El resumen es que lo que compramos fue su negocio." Esta vez fue la voz de Dar la que adquirió un tono de disculpa antes de recobrar su confianza. La rubia inspiró. "Ok… pero qué significa eso… informamos a gente distinta... o quiere que las cosas se hagan diferente... tengo informes..." "Significa que estamos interesados en los servicios que están proporcionando. No en cómo los proporcionan o en quién los presta. No hay nada que hagan aquí que no podamos hacer mejor y más barato, eso es todo el asunto."

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Jae estaba impresionada, tenían el ajuste perfecto, las últimas líneas de Reed cortando perfectamente a Sarah. Miró a Cait para ver su reacción y ésta alzó el pulgar. "¿Qué está diciendo?" Preguntó Sarah suavemente. "Está diciendo que no nos necesitan, ¿es eso?" "Sí." "No puede simplemente entrar aquí y despedir a todos... hemos estado haciendo esto durante años... no puede reemplazarnos simplemente así." Hasta aquí muy bien, Sarah había evitado que su voz sonara quejumbrosa. "Sí, puedo. Es lo que hacemos. Tengo un grupo de programación en Huntingdon, un grupo de asistencia justo al oeste del aeropuerto que puede recoger sus llamadas y una división de instaladores de hardware que ya trabaja para mí. Su gente es ineficaz, se toman dos días por enfermedad cada tres semanas, la mitad de ellos llega tarde todos los días, sus programadores no han cumplido una fecha tope en dos años y ha recibido dieciocho reclamaciones de accidente laboral en los últimos cuatro meses." Reed era por completo la directora de la gestión, explicándole a la conquistada por qué habían perdido la guerra. La directora observó cómo se desarrollarían las siguientes líneas. ¿Podría Gellar mostrar la cantidad suficiente de coraje? "Supongo que John tenía razón." Dijo finalmente, con silenciosa derrota. "¿Razón sobre qué?" Reed cambió con éxito el tono de exigencia a confusión. "Están aquí sólo para violarnos." Bingo, Perfecto. Jae supo que había encontrado a su Kerry. "Esa no es forma apropiada de referirse a ello." "¿Qué va hacer, despedirme?" 45



Jae las interrumpió antes que Reed pudiera decir su siguiente frase. "Está cubierto gente… parece que hemos encontrado a nuestra Kerry." Sabía que tenía una sonrisa plasmada en los labios pero no le importaba. Por fin las cosas estaban saliendo a su manera y le importaba una mierda que los demás supieran cómo se sentía. Su entusiasmo debió ser contagioso por que tanto Cait como Sarah y su agente estaban sonriendo. Miró a Reed, y alzó una ceja en muda pregunta, satisfecha cuando un brillante ojo azul alzó la suya en señal de satisfacción y aprobación. Era, pensó, un buen día.

Capítulo 7 Jae pasó los brazos sobre su cabeza, haciéndolos girar a la altura del hombro tratando de sofocar el dolor que tenía en los músculos de la nuca. Caitlynn se había marchado hace horas, con las revisiones en la mano para re editar la agenda de rodaje, mientras que ella se había quedado para enfrentarse con los de vestuario y maquillaje. "Parece que he llegado tan lejos como puedo llegar esta noche." Le habló a la acuclillada gárgola de piedra que vigilaba su escritorio. Ésta no presentó oposición alguna con lo que se levantó, cogió su bolsa y llaves, metiendo de paso la novela en la bolsa de cuero. Estudios Universal bullía aun de actividad y pudo ver los brillantes focos provenientes de La Pequeña Europa. Tras ella, risas y el sonido de ocupada actividad nocturna le recordó que trabajaba en el centro de uno de los más grandes sectores de rodaje de comerciales del mundo. Esto era muy diferente a rodar en lugares remotos o que buscar temas de fondo, y era muy diferente a rodar como directora primaria de sus propias películas. Por un lado, era mucho más ruidoso. Se rió… y mucho mejor fundado.

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Con algo de suerte Mike llegaría mañana y podría mandarle junto con la unidad secundaria a recoger lo que necesitaran de Michigan y Florida. Giró en la esquina de su oficina y se detuvo. El Range Rover de Reed seguía en su aparcamiento. ¿Reed está aquí aun? Jae estaba desconcertada, había mandado a los actores a casa justo después de las cuatro y ya eran casi las diez. Por qué narices… El camino a su derecha la encaminaba de vuelta al estudio de sonido y los trailers y lo tomó, optando por comprobar antes el tráiler de Reed. Era la opción correcta. Una débil luz amarilla asomaba a través de las cortinas. Se acercó más, insegura del motivo por el que sentía el impulso de buscar a la actriz y con menos idea aun de por qué estaba caminando de puntillas por el asfalto. Reed estaba tumbada a lo largo del sofá de tres plazas, con la cabeza apoyada en un brazo y leyendo. Parecía completamente concentrada en la novela, y Jae se dio cuenta que debía haber estado leyendo por un buen rato, si la cantidad de páginas bajo el pulgar de la actriz sobre la portada servía de alguna indicación. Sonrió reflexivamente cuando Reed hizo lo mismo por algo que acababa de leer. El cambio en el rostro de la actriz era sorprendente al darse rienda suelta y disfrutar sin restricción. La transformaba y Jae inhaló de forma involuntaria. Sin querer ser descubierta invadiendo la intimidad de Reed se dio la vuelta, volviendo por donde había llegado. Justo frente a ella se había juntado una multitud en la tienda de comestibles y esto le dio una idea. ¿Debería?… Por que no… Quince minutos y tres dólares cincuenta después estaba a salvo en su Saturn, preparada para abandonar el estudio y prepararse su propia cena y baño caliente. No sería así. Vio el Volvo de Becky incluso antes de meterse en su calle, y por un breve instante consideró la idea de dar la vuelta y volver al estudio. No… no puedo evitarla… le debo eso al menos… Jae aparcó junto al coche de su amante y salió, activando el autocierre y sistema de alarma, después cuadró los hombros. 47



El pestillo de la puerta frontal no estaba echado y el único sonido que podía oír era el de la televisión en el salón. Colgando primero su abrigo y después la bolsa en el perchero junto a la puerta, se quitó los zapatos y se encaminó al salón. Becky estaba acurrucada en el sofá de hilo leyendo, según parecía, el Periodista de Hollywood. La otra mujer parecía no haberse dado cuenta de su llegada por lo que Jae se detuvo y la observó, comparando inconscientemente cómo leía esta mujer con la que acababa de dejar hace unos momentos. Al contrario que Reed, Becky no parecía disfrutar de su lectura y más que nada parecía estar matando el tiempo mientras llegaba. Jae se aclaró levemente la garganta, anunciando su presencia. La pelirroja alzó la mirada y Jae pudo ver que había estado llorando hace poco con lo que se le hizo un nudo en el estómago. Esto podía ponerse feo. Dijo lo único que se le ocurrió. "Hola." Incluso a ella le sonó soso. "Hola." Becky había dejado la revista sobre la mesita del café y se había puesto las rodillas a la altura de la barbilla, rodeándose las piernas con los brazos. De repente Jae se sintió cansada, las piernas parecían incapaces de sostenerla. Se sentó en una silla frente a su amante, sintiendo que el estrés de los últimos tres días se le venía encima – consciente de que en pocos minutos la cosa iría a peor – no mejor. Prevaleció el silencio por varios segundos, entonces Becky cogió al toro por los cuernos. "Hemos terminado, ¿verdad?" Dolor y confusión junto con despecho la hacían sonar perdida. Jae asintió. "Sí." Ahí, ya fue dicho. Lo no dicho tangible por la formación de las palabras. "¿Ser directora es tan importante para ti? ¿Tanto que darías todo lo que teníamos?"

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Tiempo pasado… teníamos. Probablemente Becky no fuera consciente de que ya no hablaba de lo que compartían, sino de lo que habían perdido a lo largo del camino. "Realmente ya se fue, Becky." Que la apenara no hacía que fuera menos verdad. "¿Hay alguien más?… No, olvida que dije eso… es el maldito trabajo. Bien." Enfado era el sentimiento predominante en la voz de la pelirroja, la cual se había levantado del sofá y se inclinaba sobre Jae. "Una cámara no puede hacerte el amor, no puede abrazarte, pero os deseo lo mejor a las dos." No quería pelear, ni siquiera tenía fuerzas para defenderse del ataque verbal, con lo que decidió no responder y quedarse en silencio. Becky dio un paso atrás, "Ahora comprendo por qué tu relación más duradera fue de seis meses. Yo duré un año, afortunada de mí." Abandonó el salón y volvió a los pocos minutos con una pequeña maleta y una caja de cartón. "Haré que mañana te manden tus cosas." Jae no lo sabía pero sentía que debía decir algo. "Becky… yo…" "¿Tu qué? ¿Lo sientes?… No creo que lo hagas. No te importa que yo te quiera… eso siempre fue secundario… yo siempre fui secundaria… ahora eres libre… disfrútalo." Giró los talones y salió del salón, sus pasos perdiéndose por el pasillo, seguidos del portazo y el sonido de arranque de un motor de coche. "Adiós." Dijo Jae a la mujer que ya no estaba allí… Debería haberme quedado en el estudio… entonces dejó que cayesen las lágrimas que la noche anterior se prohibió derramar. Cuando finalmente dejó de llorar, se levantó y volvió al recibidor para coger su bolsa. Abriendo el bolsillo principal sacó la novela de Holly y su guion, después volvió a dejar el guion. Haciendo una rápida parada en la cocina para servirse un vaso de vino, Jae decidió coger la botella entera y lo añadió junto con un vaso a su carga antes de encaminarse al baño y a la espaciosa bañera. 49



El vapor llenaba el baño cuando el volumen del agua alcanzó el nivel deseado y Jae se sumergió en el relajante y cálido líquido de lujuriantes burbujas. Oh… que bueno. Cogió el libro con una mano y dejó el vaso de vino en la repisa de la bañera con la otra. En realidad sabía que debería estar en la cama y no leyendo, y miró de forma especulativa el tomo antes de abrirlo. Ahora mismo necesito un final feliz… aunque sea de otra.

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Reed cerró el libro, metiendo una hoja de papel entre las páginas para señalar por dónde iba, y se levantó para contestar la llamada a la puerta que había interrumpido su lectura. Probablemente sería un guarda de seguridad del estudio, pero miró a través de la cortinilla junto a la puerta para asegurarse. Efectivamente era un empleado del estudio pero no un guarda de seguridad. Curiosa, abrió la puerta, alzando una ceja en señal de pregunta al uniformado joven frente a ella. Él tragó con nerviosismo y le tendió una bolsa de papel marrón que notó que llevaba por primera vez. "S‟upone que he d‟entregar „sto," masculló, un acento del medio oeste o la vagancia hicieron que se comiera la mitad de las palabras. Le tendió un arrugado billete de dólar y cogió la bolsa, ligeramente confundida por la entrega, y cerró la puerta. ¿Qué demonios? Abriendo la bolsa sacó un puñado de servilletas, un cuchillo de plástico, una coca cola y un contenedor de plástico. Tras dejarlo todo sobre la mesa, volvió a levantar el brillante contenedor blanco y lo abrió. Perritos calientes… El aroma del pan mezclado con el distintivo olor de la cebolla cruda y salchichas cocidas se expandió por el tráiler. Un trocito cuadrado de papel estaba enganchado entre el contenedor y los paquetes de condimentos. Reed volvió a dejar el contenedor y cogió la nota. ¿Buen libro? Pensé que tendrías hambre.

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Jae. Su estómago captó el olor y rugió en señal de acuerdo con la nota de la directora. Miró al pequeño reloj dándose cuenta de lo tarde que era y cuánto tiempo hacía que había comido. No siendo de las que miraban el diente a caballo regalado – especialmente uno que venía con su comida preferida – empezó a añadirle kétchup y mostaza a los perritos calientes, inconsciente de la sonrisa que iluminaba su rostro. Reed pegó un gran bocado y después se sentó. Masticando con alegría cogió la coca cola y la abrió. Era bastante más tarde de lo que pensaba quedarse, y estaba sorprendida de que el libro la hubiera cautivado tanto como lo hizo. Normalmente no era de las que le gustaba hacer maratones de lectura. Cogió el segundo perrito caliente, deteniéndose para terminar de ingerir el último bocado del anterior, y de forma ociosa se dio cuenta que Jae seguía por el estudio o se acababa de marchar. 10:15… ¿Debería?… Sería lo más… educado por mi parte. Reed bufó suavemente ante el pensamiento. Como si alguna vez me hubiera preocupado por parecer educada. La verdad era sin embargo, que le gustaba la joven directora a pesar de sus reservas. La decisión tomada le dio el último bocado al perrito, deseando que hubiera otro en el paquete, y recogió sus cosas, metiendo el libro en el bolsillo de su trenca de piel junto con el móvil. El silbido y bullicio del estudio de cine más ocupado del mundo asaltó sus sentidos en el momento que salió del tráiler. Reed cerró la puerta con firmeza, echando la llave antes de encaminarse hacia el aparcamiento. El Saturn no estaba. Se sorprendió por el fugaz desencanto que sintió al ver el sitio vacío. Mañana entonces. Reed fue hacia su propio vehículo quitándole la alarma con el control remoto. Dejó caer sus apuntes y guion en el asiento del copiloto y se sentó tras el volante. Había sido, reflexionó, un buen primer día. Definitivamente turbulento y retador pero también bastante satisfactorio. Mañana empezarían a rodar dos escenas y estaba 51



deseosa de ver como se desarrollaban los próximos días. Quizás fuera el hecho de que la mayoría de los actores habían trabajado en la tele, o que Jae en sí misma no fuera un „nombre‟ en Hollywood, pero Reed no había sentido nada de esa basura de Prima Donna que recordaba de su anterior película. „Turquesa‟. En realidad esa no contaba, ¿verdad? No la había terminado, tampoco fue a ver la versión final que habían sacado. Se estaba aproximando a su salida y disminuyó la marcha para cambiar de carril, entonces cambió y giró dirección a Cahuenga. Fuera cual fuera la razón por la que se sentía diferente no iba a ahondar mucho en ello. Si solo Rio estuviera aquí. Echaba de menos a su hijo, no había querido dejarle en Maine, pero no había tenido otra alternativa. Él necesitaba estar próximo al hospital y en un sitio estable. Un estudio de cine no era lugar para un niño sano, y menos aún para uno al que iban a operar. Luchó contra la necesidad de llamar y preguntar por él. Heidi no apreciaría que la despertase el teléfono a las dos y media de la madrugada. Su amiga había sido uno de los pocos puntos brillantes en la de otra manera lúgubre media década. Confidente en la infancia y compañera de cuarto en la facultad, Heidi Chappelle y su marido le habían abierto las puertas de su granja a ella y a su hijo, sin hacer preguntas ni censurar. Cada vez se acercaba más a la oscura calle camino de su casa y apretó el botón del mando del garaje, activando el mecanismo de apertura de la puerta. Cinco minutos después se había cambiado la ropa del estudio por su albornoz. Llamar a casa estaba descartado, con lo que decidió que un baño caliente sería lo mejor. La bañera de antiguo estilo era de la longitud perfecta y se estiró en ella al completo, deleitándose en la calmante calidez y la ligereza del agua. Reed cerró los ojos y dejó que el día se disolviera, el agua limpiando más que el cuerpo. Siendo como era, durante el rodaje y los ensayos repasaría sus frases mentalmente. No estaba segura de en qué momento el guion se transformó en el libro del que había 52



sido adaptado, y no luchó contra ello, dejando que el agua chocara contra su piel, desapareciendo así la tensión. Ni tampoco fue consciente del punto exacto en que su mente decidió poner a Jae como Kerry de nuevo, cayendo en un sueño profundo mientras veía formarse en su imaginación las escenas que había estado leyendo.

Capítulo 8 Reed no estaba segura que la había despertado primero, la frialdad del agua en la bañera o el insistente pitido del reloj radio. Se puso de pies en la bañera con un sobresalto, poniéndosele piel de gallina cuando el fresco aire de la mañana rozó su mojada piel. Su pie tocó un objeto sólido en el fondo de la bañera. El libro. Se olvidó que lo había llevado a la bañera, dejándolo en el borde de la misma por si acaso le apetecía continuar leyendo. Una traviesa sonrisa tensó sus labios al hacer acto de presencia su perverso sentido del humor. Menos mal que no lo tenía en el ordenador, los baños de burbujas son fatales para los discos duros. Cogió el chorreante libro de la helada agua, evitando un escalofrío. De todo lo estúpido que pudiera pasar… Quedarse dormida en la bañera no era sólo una estupidez, sino fatal para su espalda. Extraño sin embargo que por primera vez desde que pudiera recordar, no había tenido pesadillas. De hecho cuando pensó sobre sus sueños todo lo que podía recordar era un vago sentimiento de bienestar. Quizás el malestar de mi espalda valió la pena. La novela había aumentado cuatro veces de tamaño y se le quedó en la mano la contra portada. Reed se preguntó si debiera pedirle otra copa a Jae o buscar una en la tienda. Sin llegar siquiera a la mitad de la historia, se encontraba bastante cautivada por la vida de dos mujeres que, según la autora, eran dos personas completamente normales. No eran las palabras con las que hubiera descrito ese tipo de gente… guau… ahora no 53



estaba tan segura. Por otro lado eran personajes de ficción, no gente real, y sospechaba que la vida real era completamente distinta a la forma idílica que presentaba el libro. El amor estaba más allá de gente como esa. Su reflejó le devolvió la mirada, mofándose de ella… más allá de ti también. Terminando de secarse el pelo con la toalla, estudio su rostro en el espejo, sorprendida ante la ausencia de las perennes ojeras bajo sus azules ojos. "Apuesto que los de maquillaje se alegraran." Sacó unos vaqueros de la percha del armario y pensó que al menos no tenía que vestirse como tenía que hacerlo su personaje para ir a trabajar. Sin meterse la camisa de cuello de cisne por dentro del pantalón, salió de la habitación hacia la cafetera, tan sólo para recordar que no había comprado café. "Joder." El aparato parecía burlarse de ella y lo miró con maldad. "Ándate con cuidado cacharro o te usaré para… hacer… té." Esa era, al menos para ella, la ventaja de un hotel frente a una casa. En un hotel siempre podías encontrar café. "Pues a Starbucks entonces." ¿Tenían Starbucks en Los Ángeles? Claro que lo tenían – todas las ciudades tenían uno – era un derecho constitucional. Todavía era de noche, el sol comenzando a aparecer por el horizonte mientras conducía por la casi vacía autopista, aunque a la hora que encontró café y dejó el Rover en el aparcamiento el sol se había alzado por completo y había comenzado el día. No la sorprendió en absoluto que el plateado Saturn estuviera allí aparcado ya. Probablemente Jae hubiera llegado antes del amanecer, con lo que anduvo a través del retorcido camino hacia el bungalow asignado a RenFaire y Blackmon.

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Reed vaciló ante la puerta, la torpeza empañando su deseo de devolver el amistoso gesto de anoche. Amistoso gesto. Eso es lo que era… ¿verdad? Al devolverlo, ¿estaba aceptando la oferta? No. Simplemente estaba siendo educada. Una vez decidido el tema llamó suavemente a la puerta. "Adelante." Jae estaba sentada a su mesa, con el lápiz entre los dientes y con una confusa mirada dirigida al ordenador que tenía enfrente. "¿En qué puedo ayudarle?". Preguntó la directora sin girarse. Entonces se estiró un poco. "Ey, ¿es café lo que huelo? Cait eres un cielo." "Soy Reed." Se acercó al escritorio y esperó a que la rubia se girase antes de darle el vaso. "Me pareciste una persona del tipo café con leche." Ojos verdes la estudiaron intencionadamente, sin ponerla esta mañana tan nerviosa como lo habían hecho ayer. "Mocca java, colacao, y café normal en vez de expresso." "El olor pudo delatar la mocca – pero ¿cómo supiste que era expresso?". La actriz estaba impresionada. Jae rió, "cuando estábamos ensayando la escena ayer te vi parpadear ante la descripción del *café con leche* y murmurar algo sobre que era más malo que el expresso." Sin mediar palabra tomaron un sorbo de sus respectivas bebidas, dejando que la cafeína hiciera su trabajo. Fue Reed quien finalmente rompió la silenciosa comunicación. "Gracias." Jae alzó su baso. "Lo mismo digo. Para qué son las amigas sino." Amigas. Reed se encontró disfrutando del sonido de la palabra.

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Le dolían todos los músculos del cuerpo. Habían estado ensayando desde las seis, rodando desde las once y el cuerpo de Reed no estaba conforme con el esfuerzo que le había hecho hacer, el largo día y la improvisada cama de anoche se hizo notar. Pero maldita sea que no se iba a quejar. Habían pasado a cinta el primer encuentro de las dos protagonistas y los de edición lo estaban procesando, preparándose para comprobar los diarios. Estaba bastante segura de que Jae lo secundaría – la directora los había guiado de forma eficiente durante la escena, obteniendo lo que creía necesitar en el menor número de tomas posibles – todos estaban esperando los resultados. Jae estaba reunida con Sarah y dos tipos de vestuario, y el equipo técnico estaba montando el escenario de los ensayos del próximo día, transformando las oficinas de Synergics en un condo frente al océano. Reed miró su reloj. Eran las cuatro pasadas, lo que significaba que era aún más tarde en Maine y tenía que cumplir una promesa. La actriz se movió del poste en el que se había estado apoyando encaminándose hacia la salida lateral del estudio de sonido. Cinco minutos después estaba cómodamente sentada en el sofá, encendiendo su portátil. Marcó el familiar número y espero a que alguien contestase. Tres timbrazos, después un alegre falsetto la saludó. "Residencia de los Chappelle, al habla Riordan." "Ey chaval." "Mami." El educado interés dio paso a una excitada exclamación. "Espera un momento… tía Heidi." Se separó el teléfono de la oreja cuando gritó su hijo sin tapar el auricular. Se escuchó una conversación y escuchó a Heidi acceder amablemente a conectar su ordenador. "Vale, ya está… puedes jugar, ¿verdad?"

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Sonrió; para un niño de ocho años las prioridades eran sencillas, y haría lo posible por que lo siguieran siendo. "No sé por cuanto tiempo… pero te esperaré en el nivel tres, ¿de acuerdo?" "¿Proto o Zerg?" "Puedes coger los aliens esta vez." Reed se preguntó cuánto tardaría en darse cuenta que casi siempre jugaba con los Proto, dejándole a él los Zerg, mientras que ninguno de los dos parecía sentir atracción por los Terrans. "Guay. Adiós." "Espera un momento tú. Dos cosas: uno, necesito hablar con tu tía, y dos…" "¿Quién te quiere?" Dijo el niño anticipándose. "Rio me quiere." "Y no lo olvides." Su risa disipó el nudo de tensión que había tenido toda la tarde. "Lo mismo te digo. Ahora avisa a tu tía y nos vemos enseguida – nada de carnicerías masivas sin mí, ¿vale?" Se mostró de acuerdo y pasó el teléfono. "¿Reed?" La voz de Heidi sonaba baja y ligeramente camuflada. "Ha venido un periodista." Se esforzó en mantener la calma. "¿De…?" "Una cadena de televisión creo… quería algún tipo de fuente. Geoff le dijo que habías alquilado casa y mantenías el anonimato… así que cuidado con títulos como „Terminó el exilio de la estrella holliwoodiense‟ o „La vuelta de la reclusa terminó en tragedia‟." "No tiene gracia Heidi." Su amiga tenía un humor realmente morboso; las bromas sobre partes del cuerpo habían sido su fuerte en la facultad de medicina.

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"No, supongo que no. Simplemente no quería que te preocuparas por ello. Rio está bien… el periodista ni siquiera sabía que era tu hijo – pensó que era mío. Parece que tu fama de Helada Reina no deja espacio para niños pequeños." Esta vez sí que se rió. "Que se lo digan a los niños de Joan Crawford." Una agradable risotada sonó por el auricular y casi podía imaginarse a la morena girando los ojos. "Rio me está echando el mal de ojo. Mejor cuelgo." "Buenas noches." Reed colgó e inmediatamente empezó a conectarse a internet mediante el móvil, arrancando el programa de Starcraft-Broodwars. Suponía que no era el mejor juego para un niño pequeño, pero no estaba sin supervisión. Y tenía que admitir que disfrutaba ganando en superioridad táctica y aniquilando enemigos. Tenían un sonido y efecto visual muy satisfactorio cuando explotaban, en especial los Terrans. Y era algo que podían hacer juntos, sin importar cuán lejos estuviera el uno del otro. Navegando por el mapa de misión encontró rápidamente a su hijo, reconociendo el avatar alíen. Dejemos que comience el juego, entró, entonces se concentró exclusivamente en encontrar la llave para subir al siguiente nivel.

Capítulo 9 "¿Qué te parece Ben?" "Buen corte. Todavía se puede ver la tensión entre ellas, con sólo una pizca de algo más bajo la superficie." Jae bostezó y apoyó un brazo sobre el hombro del editor. "Eso es todo por hoy, gracias." "Hoy fue ayer hace dos horas y media." Contestó Ben con otro bostezo por su parte.

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"En ese caso tómate el resto del día libre. Yo apagaré." "Buenas noches Jae." Se hizo el silencio en la zona de edición y Jae disimuló otro bostezo. Cuatro horas de cinta reducidas a ciento veintiséis pies, un montón de trabajo para tres minutos y medio de película. El rodaje había ido sorprendentemente bien y el equipo se había compaginado rápido, haciendo tanto la primera como la segunda unidad material. Había sido un día muy largo e intenso, especialmente para las protagonistas, pero nadie se había muerto, la escena estaba grabada y todavía seguía consciente, así que se podría considerar como un buen día. Dándole al botón de rebobinar decidió repasar el trozo de película una vez más antes de terminar – la pregunta era - ¿irse a casa o simplemente quedarse en el estudio? Por dos horas no merecía la pena coger el coche e ir a casa, dormir y volver al trabajo. Jae le dio al play y la escena se desarrolló ante sus ojos. Todavía había algo que… faltaba. Era la única palabra que se le ocurrió para describirlo. Jae rebobinó la cinta y la vio de nuevo intentando señalar el punto exacto en que empezaba el sentimiento. Tres veces más rebobinó la cinta hasta que lo vio. El libro. El diálogo interno que recordaba tan vívido del libro era lo que faltaba en la escena y sin él, ¿llevaba la escena dónde quería que llevase? Eres tonta, Jae mi niña. Ben te dijo ya que lo habían clavado. A pesar de su auto regaño rebobinó una última vez la cinta. Cerrando los ojos, se reclinó en la silla y simplemente escuchó el diálogo. La rica voz de Reed junto con los altos tonos de Sarah mientras se enfrentaban verbalmente. Mentalmente Jae intentó asociar emociones con los tonos, satisfecha ya con la expresión corporal y el maquetado. Satisfecha de que la animosidad de Sarah nunca cruzase la línea del odio y que Reed había encontrado el tono justo entre desinteresado e intrigado, apagó la máquina. Captó su reflejo en uno de los monitores. "Realmente necesitas exigirte menos Jae…

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es un buen corte." Se regañó la directora, el reloj de la pared mintiendo ante la veracidad del sentimiento. Las oficinas de RenFaire no estaban lejos de los estudios de sonido y edición y caminó a través del crispado aire de la mañana, disfrutando del quedo murmullo de los innumerables insectos y el ocasional batir de alas que revelaban a los nocturnos cazadores de insectos vigilando a su presa medio ocultos. Gran parte de Tormenta Tropical eran diálogos internos y eso podía dificultarle el hacer llegar su mensaje. La gente real no solía ir por ahí contando sus sentimientos al aire. Las mascotas eran buenas para eso, y Jae podía imaginarse el personaje de Kerry hablándole a su pez. Infiernos, ella misma le hablaba a su gárgola en el escritorio. Desafortunadamente eran los diálogos internos del otro personaje los que revelaban mucho más de sus emociones que el diálogo en sí. Sus pasos sonaron a lo largo del solitario pasillo, llenando el silencio con sus ecos. La oficina estaba igual de tranquila y Jae se dejó caer sobre el sofá deteniéndose antes tan sólo para quitarse los zapatos. Todavía pensando en el problema de cómo manejar el diálogo interior cayó en una exhausta duermevela, sus sueños plagados con los ensayos del día siguiente y las posibles escenas. "Por Dios bendito Jae, por favor no me digas que has pasado aquí la noche." Un verde ojo se abrió ante la protesta. "Vale no lo haré. ¿Trajiste café?" De forma reluctante abrió el otro ojo y Jae pudo ver a su ligeramente desenfocada y confundida ayudante. "No, pero puedo poner la cafetera si quieres." Caitlynn había atravesado el despacho y estaba encendiendo el ordenador. "No hace falta, cogeré algo de la cafetería."

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"Iré yo, ahora que lo mencionas. Necesito uno también. Vuelvo en un plis." Jae se levantó, entonces se dobló y estiró lentamente, sintiendo como cada vértebra volvía a su sitio, después miró a la gárgola, "Recuérdame que ponga una cama oculta en la oficina." Cogió el cepillo de dientes del primer cajón de su escritorio y se metió en el baño. Mucho mejor. Pensó que era alucinante como el simple acto de cepillarse los dientes podía hacerte sentir mejor. Un último enjuague y apagó la luz saliendo del pequeño baño. El delicado aroma de café recién hecho asaltó sus fosas nasales el momento en que llegaba a las puertas de su despacho. Jae inspiró profundamente, saboreando el olor, los nervios alertas anticipándose a la infusión de cafeína. Esperaba encontrarse con Caitlynn mirando concentrada al ordenador y un vaso blanco de cartón esperándola en el escritorio. Pero el despacho seguía vacío y en vez de un simple baso de la cafetería, le esperaba uno marrón y verde con la insignia de Starbucks. Apoyado junto al baso había una galleta con trocitos de chocolate. Reed. No se preguntó cómo sabía que se trataba de la actriz. Tras quitar el precinto de plástico, hundió un dedo en la espumosa crema para después lamerlo. "Umm." El aroma le llenó los pulmones y una sonrisa apareció en sus labios. "Aquí tienes…" Dijo Caitlynn al volver. "¿De dónde ha salido eso?" La morena sostenía dos vasos de café caliente y tenía una bolsa de papel bajo un brazo. Jae terminó de mojar la galleta en el café y pegó un mordisco antes de contestar. "Estaba en mi escritorio cuando llegué." No estaba segura del porqué, pero se mostró reticente a decirle a Cait quién pensaba que había traído el café. "Un admirador secreto, ¿eh? Más para mí entonces." Abrió la bolsa para revelar dos grandes croissants y varios paquetes de mantequilla. "Oh no sé qué decirte…" Cogió un croissant y algo de mantequilla. 61



"Como no." Caitlynn se sentó a su mesa y empezó a revisar su correo. "Mike ha mandado un mensaje – llega a las nueve." "Manda alguien a recogerle." Estaba empezando a pensar de nuevo cómo rodar la película y la presencia de Mike era importante. Al contrario que Caitlynn, excelente como administradora, Mike entendía lo difícil que era imprimir las emociones y cualidades menos tangibles a la pantalla. "Convoca una reunión a las once y media con los actores y el equipo, y dile a Mike que le veré a las diez y media." "Ya va, ya va Capitán." Respondió Caitlynn con actitud de „la jefa está en plan jefa‟. Habían trabajado juntas por mucho tiempo ya y era amigas desde mucho antes, y Jae le sacó la lengua haciendo que la otra mujer riera sorprendida antes de dedicarse a la inmensa cantidad de documentos sobre su mesa. Había conseguido que Chambers le diera el mismo grado de control sobre la película que había tenido Roan y su producción estaba pendiente de si aprobaban el guion revisado. Leyendo la letra pequeña del contrato que había aparecido ayer en su escritorio se le abrieron los ojos de par en par por la sorpresa. Chambers había mantenido el salario, al igual que la cláusula del porcentaje de beneficios. Una nota en un post it 2x1 y escrita a mano decía – „prometió una máquina de billetes – lo conseguimos – lo consigue.‟ No muy segura de sí era por falta de cafeína o de sueño luchó contra la tonta urgencia de reír y en cambio miró el reloj. Seis a.m., serían las nueve en Florida… Y otra vez, ¿cuál era el teléfono del trabajo de Holly? **** Decidieron descansar para un almuerzo temprano antes de la reunión que había convocado en un principio a las once y media. La empresa de catering que había contratado Cait era una gran mejora comparada con la primera, y Jae se encontró saboreando los vegetales con chutney (especies de la india). Hoy había pocos actores 62



presentes, la mayoría de sus escenas y papeles no empezaban hasta tarde en la agenda de rodaje, pero un par de los nombres principales si que estaban y todos parecían estar disfrutando. Casi todos. Reed, como siempre estaba sentada a un lado, y Jae medio esperaba que desapareciera en su tráiler de un momento a otro. Hasta ahora la actriz había sido la epítome del estoicismo profesional – aunque algo apartada, y Jae la encontraba agradable para el trabajo. Lo que le faltaba de entusiasmo para el papel lo compensaba con preparación a fondo y talento. Pero simplemente no iba a ser suficiente. No sabía cómo lo había planeado Reed, pero su actitud iba a hacer muy difícil rodar un romance entre lesbianas. Aún no había sido directa ni reconoció ser homofóbica, pero lo había dado a notar bastante. Un thriller sobre política con algunas escenas de sexo requería poca o ninguna conexión entre los protagonistas, y tampoco requería afinidad emocional entre ellos. Pero esta película dependía de que la audiencia creyera que las actrices en el papel de Dar y Kerry eran pareja en la pantalla, y dudaba que Reed pudiera lograrlo en su actual estado. La actriz se levantó y fue a la mesa del bufete para coger otros dos perritos calientes que le había dicho a Cait añadiera al menú, les añadió mostaza y kétchup y volvió a su sitio. Jae observó los fluidos movimientos y pensó en su dilema. Quizás no se trate de „curar‟ la homofobia de Reed – quizás debiera recrear un ambiente donde Reed y Sarah entablaran amistad. El vacío entre Reed y el resto de los compañeros de trabajo llegaba fácilmente a los veinte pies. Quizás no. Pero necesito hacer algo. Su yo interior añadió su granito de arena, quizás sólo necesite conocer a la mujer adecuada. Jae, eres mala. Se regañó a sí misma, más intrigada con ese pensamiento de lo que quería admitir – incluso a sí misma. Dejando esa línea de pensamiento a un lado, se levantó y se dirigió al frente del grupo. 63



"Nuestro director secundario ha llegado esta mañana y me gustaría presentároslo." Jae le señaló con el dedo. "Este es Michael Hurtowski, y se encargará de la unidad secundaria de rodaje así como de algunas de las escenas más cómicas." Dio un paso al lado para dejarle a él en el medio y de forma inconsciente se movió hacia donde estaba Reed. Mike estaba describiendo alguno de sus créditos y presentándose a los actores y ella aprovechó la oportunidad de inclinarse y susurrar de forma que sólo la pudiera escuchar la actriz. "Gracias por el café, lo necesitaba esta mañana." "De nada." Susurró de vuelta Reed sin girarse. "Mi turno mañana… mocca, ¿verdad?" Estaba determinada a conseguir que Reed le hablara con sentencias más largas que dos o tres palabras. "Correcto." Entonces debió pensar más en su distraída respuesta, porque se volvió y miró a Jae a los ojos. "Con leche y chocolate." Pidió y entonces añadió una casi imperceptible sonrisa. Se apoyó contra el pilar en el que se apoyaba Reed y concentró su atención en el otro director. "Lo aposté con Jae y perdió con lo que me toca anunciaros esto." Le dedicó al grupo una mirada infantil. "Nos vamos a Disney."

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PARTE 2 Las palabras entre * estaban escritas en español en la versión original. Nota: Las canciones aquí mencionadas, pertenecen respectivamente a las Indigo Girls, Dada y Deep Blue Something. Especial agradecimiento a Jennifer Dickey por proveérmelas.

Capítulo 10 Jae giró la silla de la oficina estirándose para coger el teléfono. “Cavanaugh al habla.” “Aquí hay un paquete para usted. ¿Quiere que se lo enviemos o viene por él?” “Mándeselo a Jennifer, gracias.” “No hay problema, parece un poco pesado para llevárselo en mano de todas formas.” Se le hizo un nudo en el estómago al instante de reconocer lo que le había llegado. Inspiró profundamente, entonces se levantó para recibir al mensajero en la puerta de la oficina. Se le hizo eterno hasta que escuchó el leve crujido de las ruedas de la moto y el rítmico golpeteo de los pasos del mensajero. Dos cajas de cartón cerradas con cinta aislante fueron apoyadas contra el marco de metal rojo. Dieciséis pies cúbicos de despojos de relación, destilados en algo tan pequeño. “Firme aquí, por favor, señora.” “El boli no le pesaba nada en sus tensos dedos y garabateó su nombre en la libreta electrónica con la pluma. “Póngalos ahí por favor.” 65



El mensajero los dejó cerca del sofá y después se fue, y Jae cerró la puerta a su espalda. Cogiendo una cuchilla del escritorio atravesó el suelo de parquet y se sentó sobre la alfombra de motivos aztecas frente al sofá, tras esto y con sumo cuidado empezó a rajar la cinta aislante. Apoyó la mano sobre la tapa, su mente también queriendo por un lado abrir las cajas y comprobar si sus CD‟s y libros estaban ahí, y por el otro temiendo que los regalos de un cumpleaños, unas Navidades y dos días de San Valentín también estuvieran en ellas. La tapa de la caja se abrió con facilidad revelando una fila de ordenadas cintas de vídeo y libros, apartando la caja de arriba a un lado rajó la cinta aislante de la caja inferior y la abrió. Un suave golpeteo la previno de mirar en su interior, y se levantó. “Adelante.” Reed Lewis asomó la cabeza a través de la puerta, pelo largo color cuervo agitándose con el aire y absorbiendo la luz procedente de la ventana tras el escritorio. La actriz miró entre ella y las cajas y levantó una ceja inquisidora. “¿Vengo en mal momento?" Ella sacudió la cabeza. "En realidad no, solamente estaba mirando algunas cosas que me han devuelto". Su voz tembló en la última sílaba y Reed la observó con atención con lo que ella le dedicó una sonrisa burlona y pálida como respuesta. “¿Puedo ayudarte en algo?” Jae se sentó sobre el sofá e hizo señas para que la actriz hiciera lo mismo. "No pasa nada". Sin embargo Reed se sentó al otro extremo del sofá y estiró sus largas piernas hacia delante, cruzándolas a la altura de los tobillos. “¿Llevabais mucho tiempo?” La astuta pregunta la sorprendió. No sólo era la sentencia más larga que había obtenido de Reed, sino también era la primera vez que la actriz le había preguntado algo remotamente personal sobre ella a pesar de las preguntas que ella le había hecho. Jae pensó como responder. No quería mentirle a Reed, pero tampoco quería meterse 66



en una situación que lamentaría más tarde. "Un año más o menos". Se reclinó sobre los cojines. "A veces me pregunto por qué me molesto." Una embotada roca color gris en lo alto de una de las cajas llamó su atención por el rabillo del ojo y se estiró para cogerla antes de recostarse de nuevo sobre el sofá y continuar. “¿Crees en las almas gemelas y todo eso?" Jae no supo que la había incitado a hacer esa pregunta y se preparó para oír a la actriz reírse disimuladamente. "Mi abuela solía contar una historia sobre una raza de seres mitológicos que fueron divididos en dos por el Dios Zeus. Una vez, hace mucho mucho tiempo, todo el mundo tenía cuatro piernas y dos cabezas. Entonces los dioses lanzaron rayos, y partieron a cada uno en dos. Cada mitad entonces tenía dos piernas y una cabeza. Pero la separación dejó a ambas partes con un desesperado anhelo de reunirse de nuevo. Porque cada uno compartía la misma alma. Y desde entonces, todo el mundo se pasa la vida buscando la otra mitad de su alma." "No parece que te lo creas." "Ella lo creía." Los cristales morados en el interior del hueco de la roca brillaban con la luz. En algún lugar ahí fuera está su otra mitad... Cristales luminiscentes esperando su otra mitad que completarán la superficie y protegerán el delicado contenido. "Yo también lo creo." "Entonces probablemente la encuentres." La actriz alzó su desmadejado cuerpo del sofá. "Hasta luego". "Gracias." Reed le dedicó una cálida sonrisa como respuesta y se marchó. Jae vio marcharse a la otra mujer, y entonces se dio cuenta que la actriz en realidad no le había dicho por qué la buscaba. "La llamaré más tarde."

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En ese preciso instante sonó de nuevo su teléfono, y rodeó las cajas para cogerlo. "Cavanaugh". “¿Te has olvidado de nosotras?" Jae abrió los ojos de par en par y miró su reloj... Maldición. “ Lo siento Mar, estaré allí en media hora, ¿Me puede sustituir alguien mientras?” "Considéralo hecho pequeña, ahora mueve tu culo hasta aquí."

*

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El club todavía estaba vacío cuando cruzó la puerta de madera y entró en el oscuro interior. Incluso con las luces encendidas se mantenía oscuro y sugerente. Jae dejó tras de sí la mesa de billar de rigor - donde posteriormente las jugadoras alzarían sus palos como Sir Lancelot podría haber manejado una espada para defenderse o rescatar a su princesa - dirigiéndose al escenario. Oscuras paredes puntuadas por pequeñas bombillas de neón alababan las virtudes de Budweiser 'Rey de las Cervezas‟. La pequeña plataforma de madera que servía tanto de escenario como de pista de baile estaba ya montada y sus amigas estaban pendientes de los altavoces y de ellas mismas, mientras bebían cervezas y bromeaban. Detrás de ellas la pared completamente negra junto con la habitación adjunta parecían un montón de ladrillos unidos con cemento al tun tún por la mano de un niño. Habían puesto velas en los diversos pasamanos y huecos; la cera caía por la pared y se endurecía con formas similares a la lava. Esto provocaba una atmósfera acogedora y jugar con las luces de las velas y los brillos de neón siempre le hacían sentir especial. "Ey, Hollywood." Mar se separó de Alison y se encaminó hacia ella.

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"Ey a ti también." Se movió para saltar al escenario, pero su amiga alzó una mano y la paró. "*No, no Chica… una cerveza por favor.*” Las otras tres mujeres apoyaron la moción y Jae le dedicó a Mar una mirada de fingida indignación. "Cinco cervezas en camino." "Ey si llegaras a tiempo, no te tocaría pagar siempre." Rió su amiga antes de volver a sentarse con su compañera. Jae sacudió la cabeza con queda alegría y diligentemente fue a por las cervezas. Invitar a cervezas era un precio pequeño a pagar por no tener que hacer las pruebas de sonido. Llevaba tres cervezas cuando finalmente apagaron las luces y Jules comenzó a tocar los primeros acordes de 'Galileo'. Reconociendo la ironía de la letra juntó su voz con la del coro, acomodando su voz con la de Mar y Jules. ... Cuanto tiempo pasará antes de que mi alma se recupere... puede cualquier ser humano llegar a tocar esa clase de luz... A la vez que los acordes de las Indigo Girls se desvanecían quitó la cejilla y empezó a hacer sonar un acorde G grave, sonriendo cuando el público reconoció la canción antes de que Jules añadiera el siguiente ritmo. Mar caminó a través del escenario y se pusieron espalda contra espalda, apoyándose la una sobre la otra, dedicándoles Alix un descarado guiño tras la batería. Dejó que el palpitante ritmo de Melissa Etheridge la embargara, la música aliviándola de la tensión mientras la energía de sus amigas y las mujeres en el bar la rejuvenecían. No solían tocar públicamente como hacían antes, sobre todo, como esta noche, tocando por causas benéficas y causas especiales.

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Un descanso entre canción y canción le permitió afinar de nuevo la Gibson negra para la última canción del repertorio. Era una de sus favoritas, un comentario sarcástico sobre las prioridades del mundo, encajando de algún modo para obtener beneficios de apoyo a la asistencia médica accesible para mujeres maltratadas. Eso... y que era divertida de tocar... las subidas y bajadas de tono haciéndola moverse sobre el gastado escenario. Me acabo de escapar de casa, ahora me voy a Dizz Knee Land... Acabo de estrellar de nuevo mi coche, ahora me voy a Dizz Knee Land... Acabo de robar en un supermercado, ahora me voy a Dizz Knee Land Los últimos acordes se desvanecieron y habló por el micrófono. "Y nunca adivinarás donde voy..." El público se unió a la música y cantó la última frase con ella, las palabras cambiando levemente su significado. "Volveremos en aproximadamente quince minutos, si tenéis alguna sugerencia escribídselas a Mar y veremos que podemos hacer." “¿Y que tal escribirlas sobre ti?" Una mujer alta se apoyaba sobre su amplificador, ofreciéndole una cerveza. "Eso dependería de dónde piensas escribirlo." Cogió la cerveza e inyectó a su voz un tono igual de juguetón a modo de respuesta, mirando unos ojos marrones que por alguna razón no parecían del color correcto. La extraña morena metió de forma casual los cinco dólares de la donación por la cintura de los vaqueros de Jae y sintió como se ruborizaba, agradeciendo la baja iluminación del local. Incluso con cuatro cervezas no estaba preparada para este nivel de caza. "¿Dónde quieres que te lo escriba?" Entonces la mujer se rió y garrapateó el nombre de una canción sobre el bíceps derecho de Jae siguiendo la línea del mismo, después se volvió a perder entre la gente, apareciendo de nuevo al lado de la barra y guiñó un ojo al darse cuenta que Jae seguía mirándola. 70



"Hmm 'Like I do'... Creo que le gustas, Hollywood." Bromeó Mar. “¿Estáis preparadas?" Cambiar de tema era realmente necesario. "'Cecelia' para comenzar... después 'Stand by You'... ¿vale?" "Me parece bien." Esta era su parte favorita de la actuación... tan sólo amoldándose, tocando lo que fuera que el público quisiera escuchar por una donación, redondeándolo después con una subasta por petición. Otra cerveza y cinco canciones más pasaron antes de que Mar cogiera el micrófono. "Vale, para las que no sepan de que va el asunto... tocaremos lo que quiera que nos pidáis... las mayores apuestas escogen la canción... y consigue a la cantante." Movió de forma sugestiva las caderas y el público rompió en silbidos estilo lobo. Jae tocó el comienzo de 'Ruins‟, después habló por su propio micrófono, "La apuesta mínima son cien dólares." Y así se desató todo... Algunas de las ofertas incluían objetos personales y servicios, los cuales Mar tuvo que declinar sonriendo. La cerveza hizo su efecto y abandonó la estentórea competencia para ir al baño. Un poco inestable al andar, volvió al escenario, consciente del insólito silencio que se había hecho en el bar. "Mil dólares." Jae se quedó helada y se giró para ver a la apostante, la mujer de antes alzó su cerveza y le guiñó un ojo. ¿Mil dólares?... ¿Por oírme cantar?... Pero fue la siguiente oferta la que casi la hizo caer. "Mil quinientos." Becky alzó la mano para que Mar la tuviera en cuenta.

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Su amiga extendió la mano para ayudarla a subir al escenario, articulando en silencio un "lo siento". Mil quinientos dólares era un montón de dinero para la causa así que Jae hizo lo único que podía hacer. Cogiendo su clásica Guild se dirigió a la mesa de Becky, recostándose en ella, para comprobar el tono. “¿Qué quieres escuchar?" Intentó mantener su voz desprovista de todo lo que había sucedido entre ellas. "Breakfast at Tiffany‟s." Asintió, ajustó la cejilla y comenzó a cantar, Alix marcando un suave tempo en la batería como soporte, recordándola que sus amigas estaban detrás de ella. “Dices que no tenemos nada en común... Nada en común para comenzar... y nos estamos alejando... dices que el mundo se ha interpuesto entre nosotras... Pero yo sé que simplemente no te importa." Las palabras encajaban con la perspectiva de Becky sobre lo que había pasado más que la suya propia. Pero quizás esa era la cuestión. "Y yo dije, Que tal Breakfast at Tiffany‟s"... Ella dijo, "creo que recuerdo la película... Y si no recuerdo mal, creo, a las dos nos gustó."... Y yo dije, "Bien, eso es algo que tenemos." Miró a lo lejos y se encontró con la mujer morena mirándola y continuó mirándola al cantar el siguiente verso. "Te veo - la única que me conocía... Y ahora tus ojos ven a través de mí... supongo que me equivoqué... ¿Y ahora qué? Es fácil ver que se ha terminado... Y odio cuando todo se termina... Cuando hay tanto por hacer." Jae arqueó una ceja y encogió los hombros ante la mujer de la barra, completando el mensaje de la frase anterior. Entonces se volvió de cara a Becky, la cual la observaba con tranquila tristeza.

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Jae sabía que Becky lo había hecho para que pensara sobre su relación durante la canción, pero cuando comenzó con el coro de nuevo, se encontró pensando en alguien completamente diferente. "Y yo dije, Que tal Breakfast at Tiffany‟s"... Ella dijo, "Creo que recuerdo la película... Y si no recuerdo mal, creo, a las dos nos gustó."... Y yo dije, "Bien, eso es algo que tenemos." Café, eso es algo que tenemos. Sonrió y luego entonó el estribillo una última vez. "Dices que no tenemos nada en común... Nada en común para comenzar... Y nos estamos alejando... dices que el mundo se ha interpuesto entre nosotras... Pero yo sé que simplemente no te importa... Y yo dije, Que tal Breakfast at Tiffany‟s"... Ella dijo, "creo que recuerdo la película... Y si no recuerdo mal, creo, a las dos nos gustó."... Y yo dije, "Bien, eso es algo que tenemos."

Capítulo 11 Ruido de los motores del avión mezclados con el rugido de diversos aviones y los bocinazos de conductores impacientes. Millas de hormigón y asfalto al frente como un océano inmóvil color gris roto de vez en cuando por las andanadas de color brillante y las luces intermitentes. Los Jumbos ocultaban a los aviones comerciales más pequeños y los signos de residencias globales indicaban que ningún sitio era inaccesible en la era moderna de vuelo. Países con productos nacionales brutos con menor valor que la mitad del coste de un Boeing 747 estaban representados con orgullo junto con leales paisanos. La limosina del aeropuerto avanzó lentamente por la ajetreada mañana, pasando las terminales hasta llegar a la número seis, el conductor intentando ganar posiciones entre los otros coches y tranvías de mercancías. Finalmente se detuvieron y el conductor abrió la puerta para dejarla salir.

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Alegre por el billete en su bolsillo superior izquierdo, Reed se saltó la línea principal y se dirigió al mostrador VIP de la Continental para facturar su bolsa y obtener la asignación de su asiento. “¿Ventanilla o pasillo?" Los Labios color rubí se movieron sobre la sonrisa plástica haciendo una pregunta cuya respuesta realmente no le importaba. "Pasillo." “¿Es esta su equipaje?" Reed suprimió el impulso de preguntar por qué tendría que llevar el equipaje de otra persona, y asintió de forma educada. “¿Algo de llevar a mano?" El distrayente interrogatorio continuó y eso era todo lo que Reed pudo lograr para no azotar a la mujer en la cabeza. Quizás un buen cybergolpe. Alzó su portátil. "Sólo esto." “¿Funciona?" Reed se inclinó sobre el contador y susurró. “¿Y usted?" La morena rió con frialdad y le tendió una tarjeta de embarque azul. "Asiento 2b, Puerta 78. Disfrute de su vuelo." "Disfrute usted del tuyo." Reed le dedicó a la azafata una sonrisa plástica propia. "Buenos días. ¿No tomaste el café de la mañana?" Reed se giró para encontrarse con la rubia directora arqueando divertida una ceja y se encogió de hombros. Se apartó y miró como Jae tomaba su lugar en el mostrador. "Buenos días." Reed casi se rió cuando la morena comenzó a repetir la letanía de antes. 74



"Ni una palabra." Le advirtió la directora, habiendo completado su propio interrogatorio y asignación de asiento. "Ni soñarlo." Todavía tenían un poco de tiempo antes de su vuelo y Reed se dirigió hacia el quiosco de Starbucks situado entre las puertas de embarque. Bebió a sorbos y de forma ociosa de la caliente bebida y vio como Jae cogía su taza, rodeándola cautelosamente con sus manos. Mirando con más atención podía ver el color carne de las tiritas en el dedo gordo y corazón de la directora. Retiró rápidamente la vista cuando se dio cuenta que Jae la observaba, fingiendo un intenso interés por el desnudo yeso y paredes falsas en construcción. Un, dos, tres... siete... Lentamente Reed se dedicó a contar los tornillos que encajaban las paredes esperando que pasase una cantidad de tiempo aceptable antes de volverse a girar. Maldición. Jae seguía aún mirándola perpleja, ojos verdes brillantes de contento. "Puedes preguntar, sabes. Podría considerarse como un inicio de interacción social." Jae meneó sus dedos vendados. "¿Y...?" Señaló los dedos heridos con su mano libre. "Botones." Era una respuesta tan característica de su hijo que Reed rió a pesar de la tensión. “¿Cómo?" Clarificó, pensando que era innecesario hacerlo. "¿Me creerías si te digo que fue por un acorde agudo en una guitarra eléctrica?" Admitió Jae con vergüenza. "¿Hacía mucho que no tocabas?" Le vino a la cabeza la letra de una canción de Bryan Adams. Compré mi primera sexta cuerda verdadera... a cinco con diez... la toqué hasta que me sangraron los dedos... era el verano del sesenta y nueve… 75



"Y tanto. Un grupo de amigas y yo dimos un concierto benéfico anoche... Mi cuerpo no puede aguantar tres conciertos como solía hacerlo.” Observando a Jae, Reed intentó imaginarse a la liviana, delgada y musculosa directora tocando en un grupo de rock and roll. De alguna manera la música clásica parecía más su estilo pero las apariencias engañan. "¿Tocabas algo que pudiera conocer?" Habían echado a andar y se sentaron cerca de la puerta de embarque, esperando a que llegase el resto del equipo. "En general música de guitarra. Melissa Etheridge, Indigo Girls y Mar hace una imitación muy buena de Building a Mystery.” "De Sarah McLachlan, ¿verdad?" "Umm humm... Tiene este ritmo al principio... me llevó mucho tiempo entender como ella conseguía el tirón y la bajada del combo...." Se echó para atrás y escuchó a Jae describir apasionadamente la manera de tocar para después demostrarlo con una guitarra imaginaria. Le pareció que la directora hacía todo con apasionada intensidad, entregándose por completo a lo que fuera que estuviera haciendo. Ella había sido así una vez... impaciente por reclamar el mundo y segura de que sería suyo por derecho. Pero eso fue hace mucho. La rubia había comenzado una discusión sobre melodías alternativas y Reed dejó asomar una pequeña sonrisa, sin tener ni idea de lo que estaba hablando la otra mujer. Llevaba la melodía o no la llevaba… ¿cómo puede tener una melodía alternativa? No es que la fuera a contradecir, en vez de eso dejó que el sonido de la voz de Jae enmascarara el zumbido de la gente a su alrededor, disfrutando de la espera a pesar de que los sitios repletos de gente no eran sus favoritos. Tan pérdida estaba en el sonido más que en el significado de las palabras que se quedó momentáneamente aturdida cuando notó que Jae la miraba de nuevo como si 76



esperase una respuesta. Avergonzada intentó pensar en algo que decir antes de darse cuenta que la razón por la que Jae había dejado de hablar era la llegada de los otros miembros del rodaje que viajaban en el mismo vuelo que ellas. Al igual que Reed, Sarah se había recogido el pelo en una cola de caballo y había optado por ropa holgada, con pinta de no ser nadie importante. Su compañera estaba vestida más al estilo de Jae, con pantalones kakis informales y una camisa sencilla. Justo en ese momento el auxiliar de vuelo anunciaba que debían embarcar, salvándolas de tener que pensar en algo que decir. Recitar el guion escrito por alguien era fácil…la vida sería mucho más sencilla con un guion. Si esto fuera una película, estarían aterrizando sanas y salvas en Orlando ya, las escenas del vuelo simplificadas para ahorrar tiempo y película. No tendría tanta suerte. Quizás no estuviera lleno el avión. Si claro y toda esta gente está aquí esperando a ver si venden libros de cocina y se ganan unas panderetas. Mis ganas. “¿Estás bien?" Jae apoyó una cálida mano sobre su brazo. Se apartó el pelo de la cara con un soplido y pensó como contestar. Su instinto era desestimar la gentil pregunta, pero en cambio se escuchó a sí misma contestando. "Realmente odio los espacios pequeños... sobre todo espacios pequeños atestados de gente." Dos delicadas cejas se juntaron para después volver a separarse. "Un segundo." Perpleja siguió con los ojos a Jae cuando la directora se acercaba a Parker y Gellar y charlaba con ellos un momento para terminar sonriendo y volver a dónde ella seguía esperando. Alzando una ceja esperó a que le diera una explicación. “¿Tenías el 2b, verdad?" Preguntó Jae, como si estuviera recordando en ese mismo instante un importante detalle dentro del plan. Todavía confundida asintió con la cabeza. 77



"Bien, ahora tienes el 4b. Significa que tendrás que sentarte conmigo, pero como compensación significa que estás en la última fila de la clase business... los asientos en esa fila son un poco más espaciosos, y hay una partición tras de ti en vez de gente." Jae les estaba dirigiendo hacia la puerta de embarque, tomándose su tiempo y dejando a los demás pasajeros pasar delante de ellas. La directora la sonrió y dijo bromeando, "Esta es la parte donde me dices piérdete no voy a compartir asiento contigo... o gracias." Normalmente Reed odiada que le tomaran el pelo, pero por alguna razón dejó que Jae se saliera con la suya. Admítelo. Te gusta. Le devolvió una respuesta astuta de estilo propio. "Recuérdame que no me diste una tercera opción después de que me mareé en el avión." Reed cruzó la puerta, entregando su tarjeta de embarque al hacerlo. “¿No será cierto?... Reed... Reed... ¿estás bromeando verdad? ¿Verdad?" Rió en su interior. Dos pueden jugar a esto. A través de párpados entreabiertos Reed miró a la esbelta azafata articular las palabras de la charla sobre seguridad y se preguntó si estas líneas aéreas tenían un servicio secreto de mujeres de plástico. Probablemente… y esto da fin al argumento sobre si es buena o no la clonación. En el asiento junto a ella, Jae ya se había abrochado el cinturón y observaba la actividad en la pista con ávido interés. El rugido de los motores aumentó en intensidad y empezaron a desplazarse hacia delante, el avión engullendo el asfalto de la pista mientras cogía el impulso necesario para despegar. Observando cómo se movían por la pista sobre el hombro de Jae, vio como la pequeña mujer apretaba la mandíbula y se ponía lívida. Sintió caer su propio estómago cuando el avión se separó del suelo y sintió como una mano pequeña se cerraba de forma convulsiva sobre la suya. Sorprendida, se quedó tiesa, permitiendo que Jae casi le rompiera los dedos. 78



El avión continuó su ascenso para finalmente estabilizarse. Jae parecía no darse cuenta que seguía agarrando la mano de Reed y la actriz no estaba segura sobre que decir, con lo que se mantuvo callada. Un pitido electrónico acompañó el apagado de la señal del cinturón de seguridad y la directora cambió de posición en su asiento, abriendo por fin los ojos. Ojos verdes se movieron desde el rostro de Reed hasta sus manos unidas para volver a mirar su rostro de nuevo, un débil rubor coloreaba las mejillas de la rubia. "Lo siento." Jae soltó su agarre de la muerte. Reed abrió y cerró la mano, devolviendo la circulación al abusado miembro. "No hay problema, tengo otra." Todavía podía sentir la leve marca de la cálida mano que había cubierto la suya en busca de apoyo y se sintió conmovida por el inconsciente acto y el contacto casual. Había notado que Jae solía tocar a la gente con frecuencia, pero hasta ahora la propia Reed había sido la excepción. Al menos parece que no cree que soy un ogro. Era un equipo pequeño y había oído a algunos de los mozos y ayudantes imitándola y especulando sobre su discusión con Roan y su muerte. Aparentemente su reputación había sobrevivido su hiato del rodaje. "Tienes un interesante sentido del humor." Reed hizo una escena de mirar de un lado al otro antes de susurrar con complicidad. "Shhh, si descubren que la operación de quitar el humor fue un error vendrán a por mí." Una vez olvidado el miedo, la directora rió y sacudió la cabeza, luego siguió el juego mirando la rejilla para las revistas, los cojines del asiento y el cenicero antes de contestar en un fingido susurro, "hay un hombre en la furgoneta oscura... " Ambas estallaron en risas antes de que Jae pudiera terminar la frase. Las lágrimas surcaban las redondeadas mejillas de Jae y Reed pensó que se asfixiaría antes de recobrar el aliento. Con una última temblorosa inspiración, la directora volvió a recobrar la compostura. "Oh Dioses, lo necesitaba." 79



Se le ocurrió una maldad a Reed y rebuscó en la rejilla de las revistas descartando el panfleto de las instrucciones de emergencia, dos relucientes revistas y la tarjeta Skylink antes de encontrar el objeto que buscaba. Lentamente sacó la bolsa de papel de la rejilla, utilizando sus habilidades como actriz para parecer más que un poco mareada y con mal color. Mirando de reojo a su lado vio como Jae abría los ojos de par en par y la rubia se apretujó contra la ventanilla. "Reed... no va en serio..." Acercándose la bolsa a la cara abrió su parte superior y tiró el chicle en ella, después la cerró eficientemente y sonrió abiertamente a Jae. "Lo retiro. Tienes un sentido del humor retorcido." La otra mujer se había recostado en su asiento, echando el respaldo hacia atrás y estirando los pies frente a ella. "Mejor para llegar ahí, querida." Parafraseó una frase de una fábula infantil. Presionando el botón bajo el reposabrazos, movió el respaldo de su asiento para ponerlo a la altura del de Jae. Cerró los ojos por un momento, sonriendo al recordar la mirada en el rostro de Jae. No solía jugar a menudo, en general sólo con Rio o raras veces con Heidi, pero descubrió que esas rígidas barreras auto-impuestas se desmoronaban cuando estaba cerca de la mujer a su lado. Una repentina sombra hizo que Reed abriera los ojos. “¿Desean algo para beber?" Otra de las robóticas féminas uniformadas se inclinó sobre ellas. Jae tocó su brazo y le dedicó una leve sonrisa junto con una sacudida de cabeza, como diciendo, 'Se buena...,' con lo que simplemente asintió. "Café por favor."

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"Que sean dos." Intervino Jae. Reed tomó la taza y la dejo descansar sobre su estómago, sintiendo como el calor se extendía por su cuerpo, escapándosele un suspiro de contento antes de poder evitarlo. La voz del capitán la sacó de su ensueño al presentarse, decir después la altitud, velocidad y el tiempo estimado de vuelo hasta Orlando. Cinco horas más. Echó un vistazo a su compañera, de alguna manera este viaje no parecía tan oneroso como pensó que sería. Cuidadosa de no derramar el café caliente, puso su portátil en la mesilla y abrió la bolsa con una mano. Encendiéndolo, esperó a que apareciese la ventana de Windows antes de ajustar el monitor. En unos segundos la máquina empezó a pitar. "Maldición". Maldijo. "¿Qué pasa?" Jae alzó la vista de su libro. "Olvidé cargar la batería." Lo apagó y empezó a guardarlo, quizás el vuelo sí que fuera más largo de lo que pensaba después de todo. "Siempre puedes leer." La directora sostuvo en alto su propio libro. La actriz sacudió la cabeza, "Para eso era el ordenador...," hizo una pausa, entonces admitió con vergüenza, "... Se me cayó la copia de papel en la bañera." Ojos verdes brillaron con empatía y alegría. "He perdido algunos de la misma manera." Se sentó un poco más derecha y se giró hacia Reed. “¿Por dónde ibas?" "El día de los jefes." "No voy mucho más adelantada, tengo una idea." Miró con cautela a Jae, intentando decidir si la directora estaba preparando la venganza por la broma de antes o si hablaba en serio. Ninguna pista... “¿Qué?" "Podemos ir por turnos." 81



Hmm... Eso sería bueno para sus ojos, podría simplemente dejarlos reposar hasta que fuera su turno para tener el libro. "Vale". “¿Quieres empezar tu primero o lo hago yo?" "Empieza tú, es tu libro." Se recostó en su butaca esperando su turno, después se sentó estirada de golpe cuando una suave y melodiosa voz ocupó el vacío entre ellas. "El condo estaba realmente tranquilo cuando Dar giró la llave y entró, encendiendo la luz del pasillo. Hacía frío dentro, por lo que se sentía agradecida, pero de repente la golpeó la soledad del lugar, algo que nunca antes le había ocurrido." Está leyendo para mí… en voz alta. Reed miró a su alrededor nerviosa, preocupada de que alguien más pudiera escucharlas. “¿Estás bien?" No… claro que no estoy bien. No puedes esperar que lea ese… ese libro en alto… en público. Reed no sabía que decir. “Te resulta realmente duro, ¿verdad?” ¿Realmente quería hablar de esto? Jae no parecía acusadora, simplemente preocupada. "Sí". Admitió. "Bueno, ahora mismo sólo son amigas. Qué tal si lo lees tú y si llegas a alguna parte que te haga sentir incómoda leerla en alto paramos.” Era una proposición razonable excepto por el hecho de que odiaba leer en voz alta. De la sartén... Tomó el libro y se lo quedó mirando un par de minutos, después comenzó a leer, inconscientemente „interpretando‟ a Dar al hacerlo. "... La mujer rubia masticó la langosta. "Mm...". Miró a los expectativos rostros, sorprendida de ver en ellos satisfechas sonrisas. "Normalmente me quedo en las gambas". Explicó tímidamente, dedicándoles miradas de desconcierto cuando se 82



miraron entre ellos y comenzaron sus propias cenas. ¿Me pregunto a que vendría todo eso?. Murmuró y se encogió de hombros, y se dedicó de nuevo a trabajar en su rebelde langosta." Un suave aliento le rozó el hombro y dejó de leer para comprobar el estado de su compañera. Jae se había quedado dormida y estaba apoyada contra la leve diferencia de posición de sus asientos, ya que Reed no se había reclinado tanto. Un par más de pulgadas y la rubia estaría recostada contra su lado derecho. Como si darse cuenta de ello hubiera tentado al destino Jae se movió ligeramente en su sueño y se vino a quedar con la cabeza apoyada sobre el hombro derecho de Reed. A diferencia de antes cuando la directora había cogido su mano inesperadamente, no se quedó helada, sencillamente retiró un mechón de pelo de la cara de su amiga. Debió acostarse tarde… eso, o soy la lectora más aburrida del planeta. Se sonrió a sí misma, recordando los intentos fallidos de hacer que Rio se durmiera leyéndole. Si, pero reconócelo… „Donde se encuentran las cosas salvajes‟ no es exactamente un libro para dormir. Dejando el libro de lado de forma temporal cogió el celular aéreo de su clip con cuidado de no molestar a su dormida amiga y marcó el número de su casa. Esperando a que contestasen se recostó de nuevo en su asiento, dejando que Jae se acurrucarse más aún.

Capítulo 12 Sándalo mezclado con vainilla saturó los sentidos de Jae y cambió de posición sobre la almohada, intentando capturar más del agradable y evasivo olor. ¿Almohada...? De forma gradual, mientras se deshacía de las capas de sueño fue consciente del cálido cuerpo contra el que estaba acurrucada. El crujiente olor del algodón limpio se adicionó a la fragancia inequívoca de Reed, haciendo que asomara una perezosa sonrisa en sus labios. Manteniéndose en el valle entre el mundo de los sueños y el despertar, jugó con la idea de quedarse quieta, 83



dejando que la presencia física de Reed la anclara. El murmullo de los pasajeros y el tintineo de la porcelana la forzaron a acercarse al despertar y se quedó un minuto más en esa posición, saboreando el contacto antes de estirarse ligeramente y dejar de apoyarse sobre el hombro de Reed. Abriendo un ojo, comprobó la reacción de la actriz al ser usada como colchón humano, encontrándose con que su compañera de asiento se había unido a ella en el mundo de los sueños. Aliviada de que violar el espacio personal de Reed hubiera pasado inadvertido se pasó los dedos por el pelo, devolviéndole su aspecto desaliñado. Con un poco de suerte ya estabas dormida cuando decidí usarte como almohada. El sonido monótono de la azafata se estaba acercando a su asiento con las bandejas de la comida y se preguntó si despertar o no a Reed. En cambio deslizó las bandejas con comida sobre su mesita y felizmente removió el contenido de las mismas. “¿Vas a compartir o simplemente te ibas a comer mis patatas mientras dormía confiada?" La voz de Reed era cálida y amistosa, y Jae se sorprendió cuando la actriz se inclinó para remover el contenido de su comida, permitiendo que sus cuerpos entraran en casual contacto al hacerlo. "Umm no," vino su floja respuesta. El hecho de que sostuviera dos naranjas hablaba por sí sola y dejó una con vergüenza. "En serio," arrastró Reed las palabras, sus azules ojos centelleando. Algo en la actitud de Reed para con ella había cambiado. No algo…está siendo amistosa… La actriz había sido bastante cordial durante sus anteriores interacciones, pero había parecido haber 'una barrera de se mira pero no se toca' rodeándola. De hecho, pensando en ello, la única persona que podía recordar ver hablando con Reed a lo largo del rodaje había sido ella misma. “Entonces, ¿en realidad te vas a comer esa naranja?" Contestó.

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Reed se pasó el pulgar e índice por la barbilla varias veces. "Hagamos esto…ofréceme una taza decente de café en Houston y puedes quedarte con la naranja." Fingió sopesar la oferta y la naranja. "Añade el plátano y trato hecho." "Entonces me quedo con las pasas también." Jae se rió. "Trato hecho". Le entregó las pasas y rescató la fruta de su lugar de destierro. Comieron en silencio, entregándole las bandejas vacías a la eficiente azafata con la sonrisa estándar. Juzgando que tenían aproximadamente unos veinte minutos antes de aterrizar en Houston, Jae decidió que ir al baño sería prudente. Se levantó de su asiento y se medio giró hacia Reed. "Bip, bip." La actriz se elevó ligeramente y movió las rodillas para permitir a Jae que pasase. Al hacerlo, el trasero y los muslos de Jae entraron en contacto con el frente de la mujer más alta, los pechos de Reed rozándole los omóplatos. Whoa…Enseguida la directora se inclinó hacia delante, casi forzando que el asiento reclinado se pusiese recto. Una fuerte mano la cogió por la cintura antes de que pudiera caerse en el pasillo y los azules ojos de Reed reflejaron genuina preocupación. "Estoy bien... Solo un poco mareada." Sonrió pálida y se volvió hacia los servicios justo a su espalda. Solo un poco excitada querrás decir. Jesús Jae, ¿en qué estás pensando? De forma bastante clara su cuerpo sabía exactamente en qué estaba pensando, y se alegró de poder estar fuera de vista y dentro del pequeño baño. Su piel todavía palpitaba en el lugar donde Reed la había sostenido con la mano. Mirando su reflejo en el pequeño espejo podía ver el débil tinte rosado de excitación. "Vas a tener problemas muy gordos si no te vigilas." Terminando y secándose las manos miró de nuevo su imagen para asegurarse de que todos los signos del inesperado efecto de Reed sobre su cuerpo habían desaparecido. Satisfecha dejó la toalla de papel en el receptáculo apropiado y se encaminó a su 85



asiento, entonces se detuvo. Volver a sentarse significaba repetir la escena al levantarse. Su dilema quedó resuelto cuando Reed se levantó y dejó su asiento, pasando al lado de Jae y entrando a su vez al baño. Aliviada, se hundió en su asiento y se abrochó el cinturón anticipándose a la señal de advertencia del descenso del avión. Apenas había regresado Reed cuando sonó la señal de advertencia y Jae sintió el cambio de presión en los oídos. Su mano izquierda se flexionaba convulsivamente. Por lo general Becky le sostenía la mano durante los despegues y los aterrizajes, y mientras Reed no dijera nada sobre el despegue, Jae no estaba segura de poder confiar en sí misma o su cuerpo para tomar de nuevo la mano de la actriz tan pronto después de su anterior reacción. Por suerte fue un aterrizaje bueno y mientras salía del avión hacia el caliente aire del Sur se dio mentalmente unas palmaditas en la espalda. Sólo un despegue y aterrizaje más y estaremos sanas en casa. Pero dios si no es que necesito una inyección de cafeína. Eso debería mantenerla calmada durante el siguiente despegue y el alcohol que podía justificarse durante la tarde de su vuelo debería quitarle aspereza al aterrizaje final. Ya, pero admítelo… tener la mano de alguien es mucho más agradable. Parpadeó los ojos ante la mujer a su frente, sobre todo esa mano… Sacudiendo la cabeza ante su propia audacia siguió a la actriz por la alborotada terminal, preguntándose si Reed había desarrollado un sentido para detectar café. El decidido camino que estaba siguiendo la actriz a través de la multitud dejó poca duda en la mente de Jae de que la actriz tenía un sentido fenomenal al olor o había estado en este aeropuerto en espera más de una vez. Por los altavoces en el techo del aeropuerto sonaba música country alternada con melodías más suaves de los 80 y sonrió ante las notas de la música, capaz tan solo de distinguir algunas de las letras. Lo teníamos todo… al igual que Bogey y Bacall… navegando hacia Cayo Largo… Cantó de forma inconsciente a la par con la música.

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“¿Seguro que necesitas café?" Preguntó bromeando Reed. "A no ser que quieras que me duerma sobre tu hombro todo el vuelo hasta Orlando, sí." Lo dijo antes de darse cuenta de lo que decía. Muy buena Babe. Para su sorpresa Reed no pareció molesta en absoluto por lo dicho. "Hay destinos peores... podría ser propensa al mareo." Bromeó. “¿Quién eres tú y qué has hecho con Reed?" Al momento de decirlo Jae supo que había sido un error. Se había pasado y vio un ramalazo de dolor oscurecer los fríos ojos claros, la barrera que había sido rota brevemente había vuelto firmemente a su lugar. La actriz tomó su café del Barista y dejó a Jae allí de pie. Maldición. Vio como Reed volvía hacia la puerta de embarque, largas piernas comiéndose la distancia y fue todo lo que pudo hacer para no salir corriendo tras ella. ¿Y qué le dirías exactamente? Suspirando tomó su propio café del contador y le agregó una generosa cantidad de azúcar de vainilla. “¿La Reina de Hielo te rechazó?" Quizás fuera la culpa de herir los sentimientos de Reed o el persistente vistazo que la actriz la había dejado ver brevemente, Jae no estaba segura, pero se giró hacia su interlocutora, sin preocuparle que fuera una de las actrices principales. "Que nunca más te oiga referirte a Reed así otra vez, ante mí o quien sea en el rodaje... ¿Está claro?" Sarah asintió al igual que hizo Andrea, ambas actrices sorprendidas por su defensa de Reed. "Bien." Con eso le dio la espalda a las otras dos y volvió hacia la sala de embarque donde con suerte tendría la oportunidad de disculparse.

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¿Por qué esperabas que ella fuera diferente? Reed se propulsó a través del tráfico del ocupado aeropuerto, tanto pasajeros como personas ociosas saliéndose de su paso. Localizando la sala de fumadores, entró en la acristalada estancia. Le quedaban tres. Cogiendo uno de los cigarrillos Dunhills que le quedaban del paquete color oro y borgoña, abrió la tapa del Zippo de plata y lo encendió. La llama de butano prendió el extremo del cigarro e inhaló el azul y acre humo profundamente. Cuatro días de nicotina reducida habían hecho el efecto más potente e inmediatamente sintió el aturdimiento de tranquilidad en la que el tabaco la sumía. Jesús, creería que lo que ella piense te importa… Tiró la gris ceniza en el cenicero lleno de arena... lo hace… Reconoció Reed... por alguna razón lo hace. Una última calada al cigarrillo y lo aplastó, dejándolo medio entero. Al otro lado de la sala un hombre de ropa arrugada la miraba con cautela, esperando a ver si se iba a ir antes de acercarse a rescatar los restos de tabaco del contenedor. "Tendrá que encontrar su propio fuego." Reed le lanzó la última pareja de cigarrillos y abandonó la sala, sin molestarse en comprobar cómo era recibido su gesto. "Tuviste un buen detalle." Jae estaba de pie mirándola, una tentativa sonrisa presta a asomar en el rostro. Ella se encogió de hombros. "Suele pasar." "Más a menudo de lo que dejas entrever seguro." La directora se puso a caminar a su lado, y Reed resistió el impulso de acelerar el paso y dejar atrás a la otra mujer. "Lo siento Reed... No te conozco lo suficiente para hacerte bromas de ese estilo." Jae se puso delante de ella y se detuvo, apoyando un brazo en el brazo de la actriz, con solemnes ojos verdes. "Pero me gustaría también... si me perdonas, claro."

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Aquí tienes tu oportunidad… Instinto le aconsejaba la experiencia, ganando el instinto. "No hay daño, no hay problema." Mantuvo su tono de voz deliberadamente casual, agradecida que Jae no pareciera inclinada a llamar su atención sobre ello. En cambio la rubia le dedicó una amplia sonrisa y se puso a su lado. "Genial". Y eso fue todo. Juntas, caminaron sin prisas por el aeropuerto, parando de vez en cuando para entrar en las diversas tiendas a lo ancho de los atestados pasillos. "Ey, mira esto." Jae señaló una tienda de ropa del oeste. Las marcadas estanterías estaban repletas de sombreros de variados colores según gustos. Reed siguió a su amiga a través del pasillo y se recostó contra un poste de madera que pretendía sostener el techo de la tienda. Jae estaba sosteniendo un sombrero de fieltro marrón en una mano y otro negro en la otra, sosteniéndolos a la altura de los ojos y mirando especulativamente en su dirección. "Ah no... ni lo pienses." La sonrisa burlona en el rostro de la otra mujer demostró que el aviso había llegado varios segundos tarde. "Venga... tan sólo pruébate uno. No puedes estar en Texas y no probarte un sombrero de vaquero." "Claro que puedo." Aunque el negro parecía interesante. "Por favor... " La engatusó Jae, "sólo uno." Se agachó y ladeó la cabeza dejando que la rubia le pusiera el sombrero negro. Era un poco demasiado grande, pero no por mucho. Jae silbó. "Bonito..." Reed se quitó la goma del pelo y dejó que el pelo le cayera por los hombros, después se ajustó ligeramente el sombrero. "Vaya gracias señora," dijo arrastrando las palabras.

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"Definitivamente te queda bien... añade un guardapolvo y podrías ser una pistolera salida del Salvaje Oeste." "Sí claro." Comprobó su imagen en el espejo de pie con escepticismo, alzando obedientemente los brazos para dejar que Jae le pusiera un chaleco sobre los hombros. “¿Has visto Rápida y Mortal? Sharon Stone no tiene nada comparada contigo… mira." "La señorita tiene razón. " Se les acercó un hombre flaco, de piernas ligeramente arqueadas vestido al completo con ropa vaquera. Siguiéndoles el juego Reed ladeó la cabeza, arreglándose el borde del sombrero, después se volvió a reclinar contra el poste adquiriendo la pose que recordaba del cartel de la película. Añade un palillo y es perfecto. "Añade una hebra de heno y es perfecto." El comentario de Jae reflejó el suyo, provocando una leve sonrisa en los labios de Reed. "Dadme aproximadamente diez minutos y puedo ajustarlo a tu tamaño." "Sí," contestó Jae sin consultarla, después debió ver la mirada en su cara porque la directora añadió a toda prisa, "considéralo como un regalo por conseguir rodar la cinta." Reconociendo el ofrecimiento de paz por lo que era, asintió. En el pasado, los regalos de los directores iban acompañados por lo general con segundas... o como pago por los servicios prestados. Era agradable, pensó, no tener que preocuparse por ello. "Y pensar... que había puesto mi corazón sobre un par de orejas de Mickey Mouse." Jae rompió a reír. "No es que esa no sea una imagen interesante..." consiguió decir antes de añadir, "pero de algún modo te veo mejor como una Josie West, que una Annette Funicello."

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Esta vez se tomó la gentil broma por lo que era y se rió con Jae. "Ey todavía tengo mis muñecas Josie y Janie West." Jae parecía avergonzada, "Yo también, y la Mujer Biónica... aunque parece que su ropa ha desaparecido." "Déjeme adivinar, lo primero que hiciste fue quitársela para poder sacarle la piel falsa y operar sus implantes 'biónicos'." Le tendió un sombrero blanco con el tamaño correcto al Sombrerero que las escuchaba con avidez. "Me pillaste." Jae se movió para estar a su lado y juntas vieron al hombre colocar el sombrero al revés en el molde de presión. Presionó el sombrero, luego metió al vapor el material, abollándolo y dándole forma al mismo tiempo. Cada dos por tres alzaba la cabeza y la miraba, bizqueando, después ladeaba la cabeza y volvía a darle forma al sombrero. Cogiendo un instrumento metálico del banco a su lado, el hombre... por alguna razón quería seguir llamándole Saltador… comenzó a alisar el interior. Una vez terminado eso, lo sacó del molde y lo sostuvo en alto para que ella se lo pusiera. "Déjame comprobar cómo te queda." Reed casi rió cuando él intentó sin éxito ponérselo y ajustar la curvatura – ella le pasaba unas buenas seis pulgadas en altura. Conteniéndose se sentó en la silla junto al banco mientras él toqueteaba el borde del sombrero. "La curvatura hacia abajo," intervino Jae. "Ah no estoy seguro..." Saltador se había detenido y se estaba frotando de forma especulativa la barbilla. "Confía en mí," sumó la rubia, demostrando con sus manos lo que quería ver.

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Saltador continuó considerando la sugerencia. Reed había tenido ya bastante de estar sentada calladita e ir de compras por el día, y todavía le quedaban tres horas de vuelo por delante. Haciendo que su tono de voz fuera el más bajo posible, interpretó a un proscrito. "Si la señora quiere verlo bajo... ¿Encórvelo bajo, lo entiende?" La presteza con la que él respondió a la sugerencia le podría haber hecho ganar una medalla de oro si éste hubiera sido un año Olímpico. El producto final parecía una mezcla entre un sombrero de ganadero y el maltratado sombrero de Indiana Jones, pero le quedaba bien - Jae tenía razón. “¿Te lo llevas puesto?" "No," respondió Reed antes de que Jae pudiera decir nada. "Agua fiestas." La directora la miró con fingido fulgor y sacó su cartera de su mochila, entregándole a Saltador su visa y firmando la factura con una floritura, mientras el hombre embalaba el sombrero, atando una cuerda alrededor de la caja. "Es difícil llevar un sombrero en el asiento del avión – incluso en clase business," Replicó Reed. "Buen punto." "Gracias." Colocó una mano sobre la zona baja de la espalda de Jae y la guio alrededor de un grupo de turistas japoneses. Demasiado tarde. No entendía una palabra de lo que decían, pero su nombre le llegó alto y claro. Sus anuncios japoneses habían pagado las facturas del médico y habían puesto comida sobre la mesa, así que aunque hubiera preferido pasar desapercibida decidió que lo más fácil sería firmar cuantas libretas le fueran extendidas como le fuera posible. Finalmente escaparon de la multitud, pero tan sólo después de que posase con el grupo para que les hicieran una foto.

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"Eso fue diferente," comentó Jae cuando se acercaban a la puerta de embarque, donde Sarah estaba bajo el control de un estentóreo gentío de adolescentes preguntándole sobre alguien llamado Ángel. "Perdóname... un segundo." La directora fue al rescate de la estrella dejando a Reed ocultándose detrás de una planta y una columna. Quizás debiera haberme puesto el sombrero después de todo…

Capítulo 13 Húmedo. Muy húmedo. Con un poco de suerte la limosina que Caitlynn había contratado para recogerlos y llevarlos directamente al Floridian estaría ya aquí, y a la espera. Cada uno recogió sus maletas de la cinta transportadora y Jae estaba bastante aliviada al descubrir que por primera vez en toda su viva desde que tenía uso de razón su equipaje había seguido la misma ruta de vuelo que ella. Fuera el tiempo parecía ligeramente menos empalagoso que en el interior, una ligera brisa moviendo el aire lo suficiente para proporcionar un pequeño alivio... muy pequeño. Un caballero elegantemente vestido con apariencia de descendencia hispana sosteniendo un cartel con RenFaire/Blackmonstenciled perfectamente delineado los estaba esperando pacientemente cerca de la zona de recogida de equipaje. "Por aquí," les dijo a los demás. Llena de gratitud Jae se hundió en el interior de cuero y giró el disco del aire acondicionado al máximo. Como era de esperar Reed se sentó a su lado mientras Sarah y Andrea tomaban asiento frente a ellas. "Guau." Sarah estaba mirando por la ventana y Jae se giró para ver que había llamado su atención.

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A su frente se extendía Magic Kingdom, majestuosos arcos elevándose para saludar a los recién llegados. Se hospedaban dentro del parque... en el mismo hotel en que los personajes del libro habían estado. Jae quería probar y darle a Reed y Sarah una idea de la atmósfera y con suerte captar algo de ella en la película. La estructura de filigrana Victoriana estaba apareciendo a la vista en estos momentos. La luz del sol de la tarde se reflejaba en la superficie del lago frente al hotel, sumando elegancia al conjunto. Andrea emitió un suave silbido. "Guau es correcto." Pasó el monorraíl, los absortos pasajeros apretados contra las ventanas intentando ver todo el panorama que pudieran. Reed estaba intentando con todas sus fuerzas no parecer impresionada, pero el tiempo que habían pasado en pequeños espacios durante el viaje le dieron una pista a Jae sobre los sutiles gestos que revelaban que la actriz estaba tan excitada como ellas. Un ojo azul se guiñó perezosamente en su dirección confirmando su presentimiento y arqueó la ceja en silencioso reconocimiento. El coche se detuvo y el conductor las dejó salir. Entregándole sus maletas al uniformado personal condujo al grupo por las escaleras y entraron al hotel. Dentro, eficientes y amistosas señoritas completaron su registro y les desearon una agradable estancia en el Magick Kingdom, junto con una invitación para desayunar con Mickey y otros favoritos de Disney mientras permanecieran allí. “¿Estará Winnie-the- Pooh?" No pudo evitar preguntar Jae. Un suave susurro sonó a su izquierda cuando Reed le habló suavemente. El aire rozó el oído de Jae tiernamente, haciendo que tuviera un escalofrío a lo largo de la nuca. "Interesante imagen... pero por alguna razón te veía más como una fan de Tigger..." "Touché." Entonces susurró a su vez, "¿y esto te haría fan a ti de quién?... ¿Eeyore?"

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Se notaba perfectamente que Sarah y Andrea estaban sorprendidas al escuchar la carcajada de Reed como respuesta y le dedicaron sorprendidas miradas mientras todas se dirigían hacia el ascensor y sus respectivas habitaciones. Ella y Reed tenían habitaciones contiguas a la izquierda del pasillo, teniendo como vistas el pequeño lago, mientras que las otras dos actrices estaban al otro lado del pasillo. “¿Quedamos para cenar en una hora?" Preguntó Jae. "Muy bien," respondió Sarah, mostrando su placer por estar en Disney World. De la misma manera Andrea asintió con la cabeza antes de cerrar la puerta de su cuarto. “¿Y tu qué me dices?" Le preguntó a Reed, esperando que la actriz no se retirara simplemente por ya no estar ellas dos solas. "Cuenta conmigo." Después Reed desapareció tras la puerta de su habitación de hotel, dejándola junto con Sarah en el pasillo. La actriz rubia se la quedó mirando. "Sobre lo de antes, lo siento... es solo que hemos oído historias y demás... simplemente pensé que eras demasiado educada para dejarla ser desagradable. " Eso daba un giro a las palabras de Sarah en el aeropuerto y Jae sonrió. "Para citar a alguien... No hay daño, no hay problema... ¿de acuerdo?” "Completamente de acuerdo. Hasta luego entonces." Y entonces no había ninguno. Jae rió para sí misma mientras entraba en su habitación. Las cosas ya son demasiado difíciles para que estés citando frases de un misterio de asesinato.

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Jae anduvo a través de la multitud que abandonaba el parque temático. Reed estaba a su izquierda y las otras dos mujeres caminaban delante de ellas. Quizás debiera haber cogido a Andrea para el papel de Dar… se ve claramente que parece llevarse bastante bien con nuestra „Kerry‟. La mujer alta a su lado había logrado pasarse la comida entera hablando sólo cuando le dirigían la palabra directamente, o cuando aparecía el camarero. Tal y como se estaba desarrollando el plan, la noche había sido un completo desastre. Estallaron en el cielo, sobre ellas, fuegos artificiales y cuando se giró para dirigirse a su compañera se sorprendió al encontrar sus azules ojos ensanchados por el espectáculo, una pequeña pero encantada sonrisa asomando a sus labios. Menuda contradicción... y admítelo… eso es exactamente el porqué la encuentras tan fascinante. "Me encanta la forma en la que las estrellas de plata se parecen a las hojas de un sauce llorón cuando caen al suelo." Dijo suavemente Jae, dejando notar en su voz la maravilla que ella misma sentía ante el espectáculo. Reed movió la cabeza mostrando su acuerdo. "A mí también me gustan las de plata. Todo lo demás parece demasiado exagerado." Redujeron levemente la marcha que llevaban, estirando sus cuellos hacia atrás para ver los últimos rastros de los fuegos descendiendo hacia el suelo. Para cuando llegaron al monorraíl que las llevaría de vuelta al hotel, el gentío había desaparecido casi por completo. Jae pudo ver que Reed se relajaba visiblemente cuando la cantidad de gente a su alrededor disminuía. Sarah y Andrea ya no eran visibles y supuso que las dos actrices las habían esquivado para encontrar un bar o compañía más agradable. El tren abrió sus puertas y subieron a bordo, Reed dejándose caer sobre el asiento frente a la ventana. Jae se deslizó a su lado y apoyó la cabeza contra un poste, cerrando los ojos contra el brillo de la luz del techo.

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Al final las luces perdieron intensidad y el monorraíl salió de la estación comenzando su recorrido sobre el parque, dejando pasajeros en varios hoteles. Jae abrió los ojos y echó un vistazo a Reed. "Siempre pensé que las actrices hablaban más." "Sólo las que no tienen nada que decir." Reed movió su cuerpo de forma que apoyara un hombro contra la ventana y estuviera de frente a Jae. Jae pensó en las palabras de la actriz, mostrándose de acuerdo con ellas. “¿Te gustaría ir a ver Phantasmic mañana por la noche?" “¿Phantasmic?" "Un espectáculo con láseres sobre el lago. Lleva el ritmo de la música con algunas escenas de actuación en vivo." Sabía que a Reed le gustaban los fuegos artificiales. Con suerte esto la interesaría, la sacaría un poco de su ensimismamiento. Tampoco hacía daño que fuera una oportunidad para conocer mejor a la actriz antes de que las abrumaran las presiones del rodaje. "Quizás incluso podríamos montar en alguna atracción para divertirnos." Esto último fue para ahondar en el hecho de que Reed iba a tener que pasar cierto tiempo filmando en varias montañas rusas. "Lo que sea menos la Space Mountain." El tren se estaba acercando al Floridian. "Gallina," bromeó Jae. "Nop. Purista," vino la réplica cuando salían del vagón. “Purista ¿hunh? ¿O temerosa de la oscuridad?" La espalda de Reed se tensó y mentalmente Jae golpeó su cabeza contra el pilar de piedra que estaban pasando. Menudo campo de minas portátil que eres Reed… debo aprender a no hacer eso. Cubriendo su lapso y fingiendo no notar la reacción de la otra mujer señaló el bar del hotel. "Vamos, te invito a una copa." Se sentaron en la esquina del fondo, justo fuera del camino del resto de los parroquianos. Por alguna razón no la sorprendió lo más mínimo que Reed girase su 97



silla de forma que tuviera a la vista la mayor parte del bar. Se les acercó una animada camarera preguntándoles qué iban a tomar y Jae pidió una Beck‟s. "Guiness, si tiene, Beck‟s si no es así." Pidió Reed y después miró a Jae de manera inquisidora. “¿Qué?" “¿Cerveza negra?" Jae se estremeció. "Claro... así completo dos grupos alimenticios." "Creeré lo que me dices." La camarera dejó las bebidas sobre la mesa y Jae tuvo que admitir que el alto vaso de cristal lleno de oscura cerveza con su borde de cremosa espuma beige parecía apetitosa. "Toma." Reed deslizó su vaso por la mesa e hizo señas para que Jae la probase. Al fondo la cantante había recogido su guitarra y la estaba templando, preparándose supuso Jae, para su última actuación. "Mi papi siempre decía nunca bebas una cerveza a través de la cual no puedas ver." "Gallina." "Nop. Purista." "Purista ¿hunh? ¿O temerosa de la oscuridad?" Reed se quedó mirándola con aire de suficiencia, habiéndole devuelto la chanza anterior con las mismas palabras. Dos pueden jugar a este juego. Jae se inclinó hacia delante pasando un dedo por la humedad del vaso. "Mejor esto... Yo me bebo uno de estos... si tú te montas en la Space Mountain conmigo." Dejó que el desafío cayera sobre la mesa. Ojos azules parpadearon entre la cerveza y su cara y Jae arqueó una rubia ceja, lanzando el guante un poco más fuerte. 98



"Hecho... pero has de acabarte toda la pinta." Dicho esto Reed intercambió las cervezas, cogiendo para ella la Beck‟s de Jae. "Hecho," confirmó levantando el vaso y tocando con él ligeramente el de Reed. Dos pintas y una hora más tarde se encendieron las luces a su alrededor y Jae se levantó de la silla, bamboleándose ligeramente por los efectos combinados del agotamiento y el alcohol. Una fuerte mano la cogió por la cintura y la estabilizó. "Espero que yo esté en mejor forma después de la Space Mountain de la que estás tu ahora mismo," dijo Reed arrastrando las palabras, dirigiéndola hacia el ascensor. Ella sacudió la cabeza en negación. "No fue la cerveza – sorprendentemente estaba muy buena..." "Lo ves, no la desprecies hasta que la pruebes. Diez millones de irlandeses no pueden estar equivocados," dijo Reed con aire de suficiencia. "Ey Cavanaugh es un antiguo, pero que muy antiguo nombre irlandés." Jae hizo su mejor imitación del acento irlandés, que era, todo sea dicho, no muy bueno. “¿Y qué va a ser entonces muchacha?" La actriz siguió el juego y habló con deje de County Claire. "Tarde en la noche y viaje en avión. Me pasa siempre," explicó Jae, añadiendo después una sonrisa, "No es que la cerveza ayudase mucho." Habían llegado a su piso y caminaron por el pasillo. Jae abrió su puerta y se detuvo, reluctante a decir buenas noches. La rigidez al principio de la tarde había sido más que compensada por las bromas y la ligera conversación que habían compartido en el bar y Jae tenía miedo de que si terminaba la tarde el sentido de camaradería que estaban desarrollando se iría con ella.

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Reed sacó su tarjeta de la puerta de su bolsillo y dio medio paso hacia su habitación antes de detenerse. "Llama a la puerta interior cuando estés lista para desayunar... Oí que Pooh va a estar allí." Una última sonrisa y se marchó, sin darle tiempo a Jae para contestar. Mientras se metía en la cama, miró la puerta que unía sus dos habitaciones. Me pregunto si todavía tendrán esa tostada francesa con plátano en el menú. Mientras se dormía intentó dilucidar que la hacía más feliz. Un desayuno con Pooh en Disney World... o... un desayuno con Reed en Disney World. Lo bueno es que no tengo que elegir.

Capítulo 14 El suelo se elevó para alcanzarla y se giró para alejarse del profundo agujero. La línea de oscuridad se extendía desde un extremo del inacabable pasillo tragándose la luz. Agarró el picaporte de la puerta y se le quedó en la mano. Mirando hacia atrás al suelo que se iba desintegrando golpeó la puerta de madera con los puños, brotando la sangre de la levantada piel por efecto de la presión. Entonces el suelo bajo sus pies desapareció y durante un enfermizo y largo momento se quedó en el aire, raspando con las uñas en la inflexible puerta, para después comenzar a caer a plomo a través de la impenetrable oscuridad... "¡Reed!.." Un golpeteo frenético coincidió con el golpear de los puños en su sueño y por un segundo pensó que la pesadilla se había hecho realidad, manifestándose gracias a soñarla tan vívidamente durante tantos años. “¡Reed!... ¿Estás bien?... Reed." Con el corazón latiendo a toda prisa por el subidón de adrenalina de la pesadilla, inspiró profundamente antes de poner los pies en el suelo y levantarse. El aire acondicionado 100



se encendió de nuevo, su suave zumbido rompiendo la tranquilidad de la habitación. Reed quitó el cerrojo y abrió la puerta que unía su habitación con la de la directora. Un pálido puño brilló en la débil iluminación y conectó con un lado de su cabeza. Un agudo dolor estalló en su sien y Reed se dio cuenta vagamente de la alfombra que venía a su encuentro. “¿Reed?" Abriendo los ojos ante el tono de preocupación en la voz de la mujer más joven Reed se sorprendió al ver un revelador brillo de lágrimas sobre las pálidas mejillas de Jae. “¿Es la hora del desayuno ya?" Su amiga soltó una carcajada de sorpresa, "No. Aún no..." Incómoda por hablar sobre la posible razón por la que Jae había llamado a su puerta, Reed intentó mantener la conversación alejada de la pesadilla. "Eso es bueno porque estoy bastante segura que vas un poco ligera de ropa – incluso para Florida." La rubia llevaba puestos un par de holgados boxers y la camisa que había llevado antes por la tarde, aunque su estado desabotonado y arrugado indicaba que probablemente Jae se la había puesto hace unos minutos. Un rubor débil era apenas visible en el cuello de Jae y le estaba enrojeciendo el rostro mientras se abotonaba presurosa algunos botones. "Ya, bueno en California esto es exceso de ropa en algunas playas." "Eso explicaría la carencia de marcas por el sol." Esta vez era su turno para ruborizarse al darse cuenta de lo que había dicho. Jae no parecía haberse ofendido y Reed se apoyó sobre un brazo. "Menudo gancho derecho que tienes.” Una pequeña palma se hizo visible y con cuidado tocó el lado golpeado de la cabeza de Reed. "Kick-boxing. ¿Estás segura que estás bien?"

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"Estoy bien." Ambas se levantaron y Jae la miró llena de preocupación, pero no insistió en la cuestión, por lo que Reed estaba agradecida. “¿Podrás volverte a dormir de nuevo?" preguntó Jae. "No. Leeré o algo... ¿Y tú?" Jae sacudió la cabeza. "No, ya dormí mis cuatro horas reglamentarias. Me toca a mí leer ¿verdad?" Podría haber mencionado que ya que estaban en la habitación del hotel, no tendría problema en conectar el portátil y leer desde ahí, pero la idea de estar sola en estos momentos no le apetecía y Reed se alegró del pretexto para no quedarse sola. Cuando no protestó, Jae sonrió. "Yo cogeré el libro... ¿me pregunto si ya estarán los de servicios de habitaciones?" "Averigüémoslo." Reed cogió el auricular negro sobre el escritorio y marcó una combinación de números, esperando a que alguien contestara. “¿Qué quieres?" dijo a través de la puerta abierta entre sus habitaciones. "Leche muy caliente." Contestó Jae al volver a la habitación de Reed, habiéndose cambiado la camisa por un suéter. "Con mucha miel." "De acuerdo Pooh." Reed pidió dos de lo mismo y colgó el teléfono. Jae se había subido en la cama tipo king y se acomodó sobre las almohadas. La manta suplementaria al pie de la cama estaba rodeando sus rodillas y el libro estaba ya abierto. "Creo que si mi cariño para los personajes del bosque Hundred Acre me va a encasillar con algún apodo, me gustaría optar por algo diferente a Pooh." "Eso es lo divertido de los apodos... no puedes escoger." 102



"Vale Eeyore," bromeó Jae, palmeando la cama. Reed la miró con desconfianza durante un minuto, decidiendo que Jae tenía la intención de llamarla Eeyore si ella seguía con lo de Pooh. Bueno una vez de vez en cuando no me va a matar. Había mucho espacio para ambas sobre la cama con lo que Reed se estiró al lado de Jae, robando una esquina de la manta para cubrirse las piernas. "Sólo hasta que aparezcan los de servicios de habitaciones." Explicó tras ver que Jae arqueaba una ceja como si dijera „mío‟. "Quizás debiéramos esperar antes de comenzar." Sugirió Jae. "Buena idea." Debían ser las únicas llamando al servicio de habitaciones a mitad de la noche porque al cabo de unos minutos un golpe cortés sonó en la puerta. Con la leche caliente en la mano Reed volvió a su lado de la cama, lamiendo la espuma que se le había derramado sobre el dedo. "Esa es mi parte favorita." “¿Cuál?" "La espuma." Jae rió y agitó el libro. "Incluso agito los cartones de leche para tener la leche llena de burbujas." "Lo recordaré la próxima vez que te compre café. Espuma, con algo de café," dijo muy seria, alcanzándole a Jae su taza de leche caliente. Se sentó sobre las sábanas, y esperó a que Jae comenzase a leer. Con los ojos cerrados escuchó el pasar de las páginas... como si buscase la parte en la que se había quedado dormida. Eso había sido una sorpresa... no que Jae se hubiera quedado

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dormida, pero si el que hubiera conseguido seguir la lectura con la mujer más joven recostada sobre su hombro. Había muchas cosas sobre su amistad con Jae que la sorprendieron. Qué… ¿además del hecho de que le caes bien? A su lado, Jae había comenzado a leer, su voz armoniosa describiendo el día del Voluntariado Global. Ya que recordaba esa parte, Reed continuó dejando vagar su mente, disfrutando de la compañía. ¿Qué tal el hecho de que se mueva dentro y fuera de tu espacio personal como si fuera un aeropuerto? Sólo otra persona era capaz de eso. Puedo llamarle por la mañana… esa era una de las ventajas de estar en Florida. Significaba que ella y su hijo estaban en la misma zona horaria... por un rato al menos. Había llamado antes a Heidi desde el restaurante y a Río le habían permitido volver a hacer algo de la escuela y ejercicio ligero, habiendo superado satisfactoriamente la última infección. Eso era probablemente parte de la razón de que estuviera de mejor humor después de la cena que antes de ella. Eso y el cambio de compañía. No pudo evitarlo. Estar cerca de Sarah la ponía nerviosa. ¿Una cosa era en un estudio cerrado dónde todo el mundo sabía que estaban actuando, ¿pero qué pasaría si alguien tuviera una idea equivocada al estar en público y algún paparazzi comenzaba rumores sobre un romance? Así la película vende algunas entradas más, observó con ironía, demasiado consciente de lo que hacía dinero en Hollywood. Nombres importantes. Y si no podías conseguir un nombre importante, consigue un escándalo. La voz de Jae entraba y salía de sus pensamientos. La pintura había sido aplicada a paredes y los planes de cena estaban hechos. Siguió con sus pensamientos. Kerry le estaba cantando a Dar. "A mitad de la escalera... hay otra escalera, donde me siento... No hay ninguna otra escalera... igual... a esta. A mitad de la escalera no es el fondo..." Siguió con sus pensamientos por unos segundos... No recuerdo que Kerry cantase...

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".. en realidad no es ningún sitio sino otro distinto...." La almohada acunaba su cabeza mientras la voz de Jae acunaba sus sueños.

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Las sábanas se alzaban y caían a la par que las apacibles espiraciones de la mujer recostada bajo los confines de las mismas. El pelo negro se extendía sobre una rechoncha almohada, obscureciendo parcialmente los altos pómulos y la piel rozada por sol. Una mano estaba bajo la almohada, acunando la cabeza que descansaba sobre su superficie, mientras la otra mano descansaba al lado de Reed, colgándole los dedos sin fuerza. "... en realidad no es ningún sitio... sino otro distinto..." Jae dejó que se desvanecieran las palabras. Reed se había quedado dormida, la letra de la antigua canción infantil haciéndole lo mismo a la agotada actriz que a su hermana pequeña. No puedo creer que acabe de hacer eso. Notó que los ojos de Reed se entrecerraban cuando el sueño la intentaba vencer y por impulso Jae había dejado de leer para cantar la calmante canción de Pooh. ¿Y ahora qué? ¿Volvería a su cuarto y su cama? ¿O se quedaría quieta, en caso de que su movimiento despertara a Reed? Despertar a Reed era algo que estaba poco dispuesta a hacer, y la actriz había pillado las sábanas con la pierna, lo que haría difícil, si no imposible para Jae salir de debajo de las mismas. Reed cambió de posición, un mechón de pelo desapareciendo bajo un pómulo, empezando a aparecer en el mismo una pequeña contusión. La directora se estremeció. No puedo creer que hiciera eso… puedo ver Hard Copy ahora mismo… Directora aporrea a la actriz… Bueno al menos Reed comprendió que fue un accidente. Jae se preguntó si Reed comprendía o no cuan espeluznante había sido su grito... ¿qué es lo que tanto te persigue…? Su amiga comenzó a agitarse de nuevo, y Jae le rozó la ceja a la otra mujer para calmarla, después se detuvo, consciente de lo que estaba haciendo. Hablando de Hard Copy... Tanto si debía o no haber tocado a Reed, 105



la actriz respondió a la suave caricia de Jae y pareció hundirse de nuevo en el reparador sueño. La fuerte angulosidad de la habitual expresión en el rostro de Reed había desaparecido bajo la mano de Morfeo, haciendo que adquiriera rasgos de suave inocencia que Jae encontraba intrigantes. Era como si el estoicismo que mostraba al resto del mundo fuera una máscara, fuertemente controlada y rígidamente representada, diseñada para mantener a raya el dolor desconocido. Reed había dejado resbalar ligeramente la máscara a su alrededor, permitiendo que Jae viera por primera vez lo realmente preciosa que era Reed - no a Reed interpretando a alguien más – sino a la actriz en sí misma. Sin querer aprovecharse del vulnerable estado de Reed, Jae alejó la mano, y se reclinó contra las almohadas que había puesto en un principio tras ella. Has de tener mucho pero que mucho cuidado Jae mi niña… esta no es una mujer de la que enamorarse. Eso iba a ser un problema. ¿Debiera decírselo a Reed? ¿O realmente no era importante? Tan sólo eran amigas, y Reed estaba tan segura de ella como lo estaría un niño. Jae rió en su interior recordando a su amiga Kimberley. Se habían quedado acurrucadas en la cama de Kim después de una fiesta tardía, Jae demasiado borracha para conducir hasta casa. Hablando y charlando, la conversación había derivado hacia las relaciones y Kim le había preguntado si tenía a alguien especial. "Sí", había contestado ella. Los ojos de Kim se habían encendido con excitada anticipación de oír algunos rumores jugosos y había preguntado ¿quién? Jae y Kim habían sido amigas desde primero, y Jae no quería mentir, con lo que se autoprotegió ante el posible rechazo y contestó "Corrina". "¿Corrina...?" Entonces Kim se movió tan lejos sobre la cama como pudo. "Kim... No soy..." Se había quedado sin palabras. "No se contagia sabes." 106



"¿Hunh?" "Ser gay... no se contagia... y te vas a caer de la cama si sigues moviéndote hacia allí." Kim se colocó un poco más cerca, poniéndose una almohada en el regazo al moverse. “¿Desde cuándo?" "Desde siempre, supongo. Así que si fuera contagioso ya lo habrías pillado." Se encogió de hombros y Kimberley rió, quebrando la tensión. "¿Así que ya lo eras todas las veces que te quedaste a dormir... o íbamos al gimnasio?" “¿Te tiré los tejos alguna vez?" Kim se ruborizó. "No." Ojos oscuros la miraron con escepticismo. "¿De verdad?" "De verdad." “¿ Y por qué no?" Esto la había halagado, y Jae recordaba haberse quedado allí sentada por lo que pareció una eternidad antes de responder. "¿Me crees si te digo que no eres mi tipo?" Kimberley se echó a llorar, dejando a Jae bastante confusa. Se movió a través de la cama de rodillas, y dejó que Kim se desahogara sobre su hombro, al igual que había hecho durante los cuatro años previos de instituto, por la vida y problemas con los hombres. Los sorbetones y sollozos finalmente disminuyeron y Jae miró a Kim a los oscuros ojos, rojos por el llanto. "¿De qué iba todo eso?" Y tuvieron una larga conversación corazón a corazón sobre la diferencia entre amigas y amantes, Jae admitiendo haber tenido algo más que una pequeña experiencia con 107



estas últimas en los años pasados, pero ninguna relación verdadera. "Amantes", había dicho, "vienen y van, las amigas son para siempre." En realidad había sido gracioso, Kim pasó de estar apenada porque ella fuese gay a estar igualmente apenada por no tener siquiera una lesbiana que se enamorase de ella. Jae fue a su boda, embutida de mala gana en un vestido para ser una dama de honor, y luego nueve meses más tarde para el bautizo. De algún modo Jae dudaba que obtuviese la misma respuesta de Reed... algunas cosas simplemente han de estar en una base de necesidad de ser sabidas... y ahora mismo la actriz no tenía necesidad de saberlo. Reed se dio la vuelta, hundiéndose más en la almohada, liberando las sábanas que tenía bajo la pierna. Jae se levantó de la cama, y anduvo sobre la gruesa alfombra, disfrutando de la sensación del tejido contra sus descalzos pies. A la altura de la puerta se detuvo, tomando un último segundo para apreciar la figura indefensa de la mujer extendida sobre la cama, sintiéndose privilegiada de que Reed confiara en ella y hubiera permitido esta intimidad en su amistad en desarrollo. Dejó la puerta entre las dos habitaciones abierta... sólo por si acaso... se dijo a sí misma... un-hunh… sigue diciéndote eso y puede que te lo creas y todo…

Capítulo 15 Dos mujeres, una con el pelo castaño, y otra con el pelo negro y lo que parecía ser una mariconera verde caminaban a través del vestíbulo directas hacia donde Reed estaba sentada con Jae y Andrea. Sarah se había marchado para explorar el parque un poco más, esperando según había dicho, "superar esa cosilla que tenía por las montañas rusas." Reed no se movió, aunque reconoció a la más alta de las dos, como la autora de Tormenta Tropical. El café de su taza se movió en remolinos en el sentido de las agujas

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del reloj al girar ella la mano, escudriñando el contenido del vaso en vez de observar a las recién llegadas. "Reed, Andrea, quiero presentaros a Holly Wulfenden y..." Jae señaló a la más bajita de las dos. "Maribel Lunato," dijo la otra mujer, sacudiendo la mano de Jae calurosamente. Jae la observó suplicándole y Reed se levantó, saludando cordialmente a ambas mujeres antes de sentarse de nuevo. Aparentemente las dos mujeres iban a unírseles durante el tiempo que rodasen en Disney, y después Holly acompañaría al equipo de vuelta a Los Ángeles, antes de que regresaran a Miami para terminar el rodaje. Lo que realmente no tenía mucho sentido. Había pensado que filmarían toda la materia de Florida en una sola vez, en vez de partir el rodaje. El camarero volvió a la mesa y le rellenó la taza. Notando que Jae estaba ocupada enseñándole una sección revisada a Andrea, Reed le indicó que debería rellenar la taza de la directora también. Estirándose sobre la mesa para coger la nata, pilló a la escritora estudiándola de forma especulativa. “¿Te puedo ayudar en algo?" Dijo arrastrando las palabras encontrándose con los ojos ámbar de Holly. Jae alzó la vista, la preocupación mostrándose en su rostro y Reed resistió el impulso de cebarse más con la autora. “Entonces, ¿podrías por favor pasarme la nata?" terminó diciendo, intentando parecer un poco menos antagonista. Holly alternó la vista entre Reed y Jae, después pasó el pequeño jarro de porcelana lleno de nata, colocándolo sobre la mesa al lado de la taza de café de Reed. "Gracias," le dijo y Jae le dedicó una sonrisa rápida para después devolver su atención al guion y a Andrea. Se hizo un incómodo silencio en la mesa y Reed se sorprendió al tener ganas de romperlo.

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Sobre el borde de su taza de café miró más de cerca a la mujer que había escrito Tormenta Tropical y decidió que en realidad no se moriría si le hablaba. Realmente estaba disfrutando el libro, y tenía algunas preguntas sobre él. Mucha gente la describía como lejana. El resto lo asumía por ser tanto hermosa, al menos según los estándares, como actriz carente de cerebro. Se sorprenderían al descubrir que iba en camino de licenciarse en Filología Inglesa en Georgetown, hasta que las circunstancias desviaron su atención a otros derroteros. "A ella le gusta Pooh, también." Reed señaló a Jae. No era la mejor forma de comenzar una conversación, pero no estaba acostumbrada, y esto tendría que servir. Holly se miró los pantalones, donde había bordado un Winnie – the – Pooh sentado entre brillantes flores y el ubicuo pote de miel y rió por lo bajo. Maribel rió tontamente. "En realidad miró por todas partes buscando a Tigger pero estaban agotados." "Ella dice que soy más Tigger que Pooh también," intervino Jae, uniéndose a la conversación. "Y algo me dice que ella no es Eeyore como pensé en un principio... sino más bien Roo." "Claro... un Roo de seis pies... ¿imagináis lo alto que necesitaría ser Kanga entonces?" Andrea se rió, y sonrió a Reed, sorprendiendo a la actriz. Quizás había estado interpretando esta película de forma equivocada. Desde el momento que Jae había asumido el mando había sido... diferente... menos Hollywood. Reed le devolvió la sonrisa a Andrea, aceptando la chanza. La conversación siguió fluyendo a su alrededor y averiguó que Holly estaba usando el tiempo de vacaciones de su trabajo para participar en el rodaje que se estaba haciendo en Orlando y LA y después volvería a Miami para hacer doble jornada por lo que quedase de rodaje.

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“¿Así que trabajas para la empresa sobre la que escribiste?" Reed tenía curiosidad, un diploma en ciencias informáticas había entrado dentro de su licenciatura y el aspecto técnico de los ordenadores la fascinaba. "No exactamente... era una broma para decirle a algunas de las primeras personas que les entregué el libro para que lo leyeran que yo no trabajaba para SBS… no conseguí idear un nombre para esta empresa hasta que se fue a publicar el libro." Holly rió de nuevo, un sonido bajo y agradable cuya vibración te decía que esta mujer estaba genuinamente enamorada de la vida y de su lugar en ella. "Los nombres nunca fueron mi fuerte." "No está de broma... los personajes principales cambiaban de nombres entre capítulos... A veces pensábamos que lo hacía a propósito sólo para comprobar si los pups prestaban atención." “¿Pops?" preguntó Jae. "Sus admiradores on line," clarificó Maribel. “¿Puedo preguntarte algo?" Reed miró a Holly, la cual se encogió de hombros como para indicar que sí. “¿Por qué la edición impresa es diferente de la versión en la web?" "Básicamente, por la longitud. Las casas de imprenta tienen limitaciones diferentes que las publicaciones en la web... tuve que editarlo de nuevo por la longitud, después tuve que corregirlo de nuevo cuando lo hicieron guion." Holly cogió su café helado. “¿Has leído la versión on line?" Reed asintió. "Tuve un accidente con la copia impresa, pero tu nombre apareció en un buscador. Entonces me lo bajé." "Eso te haría una pup entonces," bromeó Jae, robando una esquina del croissant de chocolate que descansaba sobre el plato de Reed.

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Ella se lo quedó pensando. Mientras se bajaba Tormenta Tropical, se había bajado también las tres continuaciones y alguna cosa más. Holly escribía bien, y de hecho Reed estaba disfrutando de la historia. La orientación de los personajes se convertía rápidamente en irrelevante. Bueno, excepto por el hecho de que eventualmente tendría que rodar algunas de las escenas románticas ella misma. Tenía algo la forma de escribir de Holly que te enganchaba de lleno con la vida diaria de los personajes. Reed tuvo que admitir que aun sabiendo cómo terminaba la historia – ya que se había leído varias versiones del guion - tenía ganas de ver la forma en la que Holly había terminado el libro. La actriz miró a Holly, después a Jae, y cruzó los brazos sobre su pecho antes de reclinarse en la silla. "Sí, Tigger. Supongo que sí."

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De veras tienes que dejar de mirarla así." Le susurró Jae al oído. Reed se dio la vuelta, asustada. “¿A quién?" "A Sarah. La sigues mirando como si ella fuera a morderte o convertirse en algún tipo de bestia mítica." Estaban de pie haciendo cola para esperar a montarse en el circuito de los barcos en „Es un pequeño mundo‟. Jae había insistido en que no podían considerar haber visto Disney sin haberse montado en ellos. El caliente sol de la tarde caía sobre ellas, y aunque sólo fuera por dejar de estar al sol, Reed había dicho que sí. Sarah y Andrea estaban justo delante de ellas en la cola y Holly se había escabullido, Maribel tras sus pasos, prometiendo volver antes de que les llegara el turno. "No lo hago." "Reed, la miras y se te arquea le ceja justo aquí." Jae alzó la mano y tocó la ceja en cuestión. 112



"Ah." No podía evitarlo. Mañana comenzarían a rodar en serio y eso significaba que era hora de actuar. "Deberías hablar con ella." “¿Sobre qué?" Jae se apoyó contra la barandilla, el algodón de su camisa estirándose sobre sus hombros cuando extendió los brazos sobre ella, una mano descansando detrás de la actriz. "Ella tuvo que pasar por lo mismo, cuando rodó Proyectos Insensibles. Oí que estaba demasiado picajosa con el tema." “¿Sí?" Reed se apoyó junto a Jae, dejando su cuerpo descansar sobre la barandilla de madera, con un brazo sobre el pecho, y con la mano derecha agarrándose la barbilla, frotándose la mandíbula. ¿Le resulta tan raro a ella como a mí? "Y odio tener que decir esto, pero parte de la razón de venir aquí era para que os sintierais más a gusto la una con la otra. Y no te has puesto ni a cinco pies de ella." "Montamos en el ascensor." "Eso no es lo que quiero decir." Jae la miró por encima del borde de sus gafas de sol, con un divertido centelleo en sus ojos azul-verdosos. Reed la miró por segunda vez... sus ojos cambian de color... Antes de poder seguir discutiéndolo volvieron Holly y Maribel, cargadas con enormes cucuruchos de helado. "Yo, Reed." Holly le entregó un cucurucho de oscura galleta relleno con lo que parecían tres bolas de helado de vainilla. Manchas marrones salpicaban la superficie entre el color blanco de la nata. Los trocitos marrones eran pedazos de semillas de vainilla junto con nuez moscada y Reed sonrió apreciativamente a su benefactora. Esto era casi suficiente para compensar el hecho de haber estado escuchando esa estúpida canción durante media hora ya. "Gracias." 113



Voy a tener que pagar esto tanto… bueno el hotel tiene un gimnasio… y quizás un buen entrenamiento me ayude a dormir. Jae se había ido cuando despertó, y la mujer más joven no había mencionado la pesadilla o la contusión que la actriz tuvo que ocultar bajo una capa de maquillaje. El único signo de que la noche no había transcurrido según los planes había sido la puerta abierta entre sus habitaciones. Echó un vistazo a Jae la cual estaba atacando impaciente lo que parecía un helado de pistacho, chocolate y … por los dioses... ¿Eso era fresa? Reed no estaba segura de querer ver la combinación de sabores que tenían las demás. Aunque, sonrío para sí misma, el helado de Jae era tan raro como la directora. Sarah miró su cucurucho, después el que tenía Reed en las manos y al de Jae, antes de volver a mirar el suyo sólo de fresa. “¿Por favor decidme que no habéis hecho esto según la personalidad?" Holly rió por lo bajo, lamiendo su helado. "Sip. El helado es algo así." Reed miró el cucurucho en las manos de Holly y arqueó una oscura ceja. “¿En serio?" La escritora tenía tres bolas de chocolate doble en peligroso equilibrio sobre su cucurucho de galleta bañada en chocolate. "Menuda pillada Hol," Maribel sonrió malévolamente, lamiendo la nata derretida que le caía por su cucurucho bañado en chocolate y menta. Andrea jugueteó con un trozo de su cucurucho en la boca, "Ah nuse, creo que nos acertó bastante bien a cada una... el helado de galletas con nata me parece estupendo." Dijo obteniendo una carcajada del grupo. "Muy bien señoras, si quisieran seguirme." Un muchacho joven, quien no parecía demasiado mayor para tener que preocuparse por la política de pelo facial de Disney, las condujo a los barcos que las llevarían a través de la infame atracción. Jae la miró y levantó ambas cejas rubias en muda pregunta.

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"Me debes una," Murmuró Reed sentándose al lado de Sarah, dejando que Jae montase con Andrea. "Por supuesto," se mostró felizmente de acuerdo Jae, masticando los restos de su cucurucho.

Capítulo 16 Jae se recostó en su asiento, disfrutando del leve balanceo del barco y el gotear del agua mientras avanzaba la atracción. Delante de ella, Reed intentaba ponerse cómoda sobre el duro plástico y le lanzaba subrepticias miradas a su coprotagonista. Casi se rió cuando la actriz levantó una mano hasta su frente para comprobar la reveladora arruga en el entrecejo. Reed era tan condenadamente linda cuando intentaba comportarse. Quieta… Dejó de mirar a Reed y alzó la vista, para encontrar a Holly devolviéndole la mirada como si supiera algo e incomprensiblemente Jae se ruborizó. Pero la mirada de la escritora permaneció amistosa, con lo que ofreció una sonrisa a cambio. Una mujer con el radar a pleno rendimiento… La directora volvió su atención a los niños en miniatura moviéndose por el paisaje que sólo podía ser la pesadilla de alguien. Cada parte musical de su cuerpo se estremeció, cuando de nuevo se repitió el estribillo por el recinto. Ni siquiera el cambio de idioma ayudaba. Una de las figuras giraron demasiado cerca de la barca y se preguntó si alguien alguna vez habría decapitado una como instinto primitivo de mantener la cordura. "Me debes dos," gesticuló Reed con los labios, señalando las muñecas bailando y dando patadas con sus piernas mecánicas en el aire. Antes de poder pensar en algo que responder, Sarah dijo algo y Reed se giró para contestarla. Juzgando por los gestos de las manos tenía algo que ver con los movimientos mecánicos de los muñecos. 115



Bueno, eso era algo al menos. Al menos Reed y Sarah se estaban hablando, con lo que al final este viaje no era un fracaso total. Después de lo que pareció una eternidad pero fue el tiempo estimado, flotaron fuera de las cavernas y salieron de nuevo a la luz del día. Cuando salió de la barca en forma de cisne fue para encontrarse a cinco mujeres, todas mirándola a ella, idénticas expresiones de sufrimiento en sus caras. “¿Qué?" "Estás despedida," anunció Reed. "Holly es la nueva conductora del autobús." "Porque ni locas... nos vas a llevar al Mundo Imaginario o como quiera que se llame." Sarah se metió su rubia coleta de caballo por la parte trasera de la gorra y se la puso en la cabeza. "Prefiero montar en una montaña rusa." "Eso puede arreglarse," respondió Jae. Por el rabillo del ojo un destello captó su atención. Ah jolín, justo lo que necesitan Reed y Sarah, alguien persiguiéndolas por el parque tomando fotos. De forma protectora se puso entre las dos actrices y la pequeña fotógrafa. Jae había visto a la misma mujer antes, y había admirado el lobo sobre su camiseta. Sin darle más vueltas había pensado que la mujer estaba en las mismas zonas que ellas casi toda la mañana por pura coincidencia. Ahora la directora no estaba tan segura. “¿Bueno si queréis una montaña rusa que tal si vamos a la Tierra Fronteriza?" sugirió Holly. "Me parece bien," estuvo de acuerdo Jae. “Ahí es dónde está El Conejo Brer, ¿verdad?" "Y la gota de cincuenta pies," añadió Sarah, apenas lo bastante alto para que la escucharan.

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Se estaban abriendo paso entre la multitud, dejando bien lejos la atracción de Mattel. Jae se detuvo para tocar la suave lana de un chaleco bordado. Mirando en el escaparate de la tienda, una forma familiar llamó su atención. La fotógrafa de antes ya no estaba sola; parecía tener un grupito de amigas a su alrededor. Quizás sólo fuese una coincidencia después de todo. “¿Qué sigues mirando?" Reed se inclinó sobre su hombro y Jae olió el leve aroma de sándalo que recordaba del avión. ¿Se lo digo? La mujer y sus amigas parecían estar mirándolas otra vez y Jae decidió que no era ninguna coincidencia. "Creo que Sarah y tu habéis sido descubiertas." Ladeó la cabeza en dirección al grupo, indicándoselo a Reed. Reed las miró, más que nada como evaluando qué tipo de amenaza representaban. "Sabes," dijo arrastrando las palabras, "no parecen habernos descubierto a Sarah y a mí en absoluto. Pero a ti no paran de señalarte." "Quítate la gorra." Reed tenía todo el pelo recogido bajo su gorra de iVillage, y un oscuro par de Ray Bans sobre el puente de la nariz, ocultando su identidad. El grupo de fotógrafas se había movido un poco más cerca y les estaban tomando fotos con excitación. "Ves. Te dije que eran reales." “¿Pero cómo es que tiene el pelo corto?" “¿Realmente son ellas?" "No puede ser... ella es demasiado alta." "Sí y mirar, ella tiene un tatuaje." Jae se miró el entrelazado Celta que le rodeaba el bíceps izquierdo. ¿Por qué demonios importa que yo tenga un tatuaje? 117



"Ooo mirad… no es esa..." Jae se protegió contra el acoso, y a su lado Reed se puso tensa. "Perdón..." Se dirigió a ellas la primera mujer que había visto Jae. "... pero ¿en verdad esa es Holly Wulfenden?" A Jae se le desencajó la mandíbula y Reed comenzó a reír por lo bajo. "En verdad que lo es," contestó amablemente la actriz. "Ah genial..." La mujer joven comenzó a tomar fotos, su dedo pulsando rápidamente sobre el botón. "Quizás te gustaría intentarlo así." Reed estiró la mano y retiró la tapa del objetivo. "Ah guau .” Se guardó en el bolsillo la tapa que le había dado la actriz y se giró hacia sus compañeras. "Veis, os dije que eran ellas de verdad. Dar me acaba de arreglar la cámara." Reed simplemente arqueó de forma expresiva una ceja. "Yo, Holly." La escritora se dio la vuelta, dejando la conversación que tenía con Maribel, Sarah y Andrea. "Yo, Reed," contestó, siguiendo la broma que parecía haber surgido entre ellas. "Creo que estas son tuyas." Reed señaló a las fotógrafas. "Son pups." “¿Podemos hacer una foto de grupo?" le preguntó a Holly la evidente líder del grupo, una mujer en la mitad de la treintena con un tatuaje de un pingüino. Jae observó con queda fascinación como la escritora colocó al grupo, posando para las fotos, primero solas, luego con Maribel, quien obtuvo una reacción del grupo casi tan fuerte como la de Holly. La parte más inquietante era que cada vez que creían que la directora no miraba ellas no paraban de estudiarla Reed tomó la oportunidad de

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quedarse un poco atrás, y Jae se maravilló de que una personalidad tan fuerte y magnética pudiera desaparecer de la vista si ella así lo quería. "Vale, ahora una tuya con Dar y Kerry." De repente aparecieron diez cámaras, dos en las manos de una mujer que llevaba una camiseta que decía 'Sydney 2000 o Explota'. Sarah dio un paso al frente animosa, con una sonrisa perpleja en el rostro. Sin duda el haber hecho una serie de televisión exitosa durante cuatro años hizo que se acostumbrara a ser confundida con su personaje. Reed se había puesto detrás de Jae, y se inclinó para susurrarle en el oído, "Parece que me acerco a más de cinco pies, ¿hunh?" "Mmm, eso parece." Jae resistió el deseo de reclinarse sobre Reed mientras la mujer más alta seguía a su espalda aparentemente dudando si posar o no. "Perfecto." Destelló un flash, y después otro. Jae parpadeó ante la repentina luz, confusa. En el nombre del Padre Peter, ¿de qué va todo esto? Destellaron más flashes y entonces lo entendió. Creen que yo soy Kerry. "Chicas, persona equivocada. Ella hace de Kerry, no yo." Una de las mujeres más altas golpeó a la más baja en el hombro en plan de broma. "Tú y tu, 'ver que son de verdad.'" El grupo empezó a marcharse, llevándose con ellas su equipo fotográfico. "Que pena, parecían muy monas juntas." Jae a toda prisa miró a Reed para ver si había escuchado la repentina frase, pero la actriz estaba atenta a alguna anécdota que estaba contando Maribel. Miró a Holly. “¿Te pasa mucho esto?"

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"A veces. Aunque son muy dulces, y divertidas con lo que no me importa." Una chispa de travesura apareció en los ojos oscuros. "Y tienen razón... las dos parecéis muy monas juntas." Por segunda vez en varias horas Jae sintió que sus mejillas se ponían de un color rojo brillante.

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“¿Qué estás haciendo?" Reed se inclinó sobre ella, apoyando suavemente una mano sobre el hombro de Jae. "Bosquejos." Siguió bosquejando las líneas más gruesas en la hoja, queriendo capturar la manera en que las sombras caían sobre el camino al disminuir la luz. Cuando el director de fotografía llegase mañana Jae quería tener bosquejadas la mayoría de las escenas preparadas para los últimos retoques del guion. Si pudieran aprovechar algo de la iluminación natural, reducirían la cantidad de arreglos que tendrían que hacer para las escenas de día, y eso era importante porque sólo les habían dado dos pequeñas ventanas en cada toma con las que trabajar. Todo lo demás tendría que ser grabado durante la noche bajo completa iluminación, y si fuera posible preferiría hacerlo en una sola noche. Reed se había sentado para acompañarla a su lado sobre el banco de madera, mirando en silencio su bosquejo de la montaña rusa. Jae terminó con ella y delineó una serie de pequeñas escenas de acción que indicaban en que puntos de la montaña rusa quería que estuvieran las cámaras. Controlarían las cámaras, acelerando la velocidad de cinta en cada tramo para capturar tantos detalles como pudieran. Haciendo disminuir la velocidad de la cinta, serían capaces de mostrar a la audiencia una imagen clara de la atracción, con más detalle que si hubieran montado en ella por sí mismos. La clave sería mostrar a la audiencia lo que hacían Dar y Kerry, meterles en las vidas de los personajes antes de mostrarles el romance entre ellas. Las historias secundarias 120



con el Senador Stuart y Michelle Graver engañaría a la audiencia de forma temporal, y les daría algo en lo que pensar - sin ser conscientes de su unión emocional con las protagonistas. Eso era difícil de conseguir en una película de dos horas, y trucos como el de la montaña rusa eran una especie de atajo. La tormenta sería otro. Las tormentas tocaban el inconsciente y usaría la de Fisher Island para reflejar tanto la tensión como la atracción. "¿A qué hora pararemos mañana para cenar?... más ó menos." Preguntó Reed mientras tapaba el móvil con una mano. Jae había estado tan absorta en sus dibujos que ni siquiera había notado que Reed hablase por teléfono. Mentalmente pensó en todo lo que quería conseguir mañana y estimó el tiempo que tendría Reed entre el final de una serie de tomas y el permiso para rodar en la montaña rusa. "Probablemente alrededor de las siete... la mayoría del rodaje de mañana será cuando cierre el parque." Una de las misericordiosas ventajas de usar la Space Mountain era que... estaba oscura... veinticuatro horas al día. "Gracias." La actriz se giró ligeramente, dándole la espalda a Jae. No es que intentase escuchar la conversación de Reed, pero incluso en el alboroto del lugar más alegre sobre la tierra no pudo menos que oír algunas palabras. "Yo también te quiero... vale, sobre las siete y media... Adiós." La antena fue metida de nuevo en el teléfono y el estrecho aparato de plástico fue deslizado en la mochila marrón que Reed llevaba al frente. Sin querer que la pillase mirando, Jae devolvió su atención rápidamente a su cuaderno, preparando una crujiente y limpia hoja. Giró el lápiz sobre el sacapuntas, una y otra vez hasta obtener una afilada punta. Claro que Reed estaba con alguien... lo que era lo mejor.... Cierto.

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Y entonces ¿por qué sentía una punzada de decepción? Probablemente por la misma razón por la que de forma inconsciente había dibujado los ojos de Reed. A toda prisa cambió de hoja. “¿Dónde se fue todo el mundo?" Rompió el silencio Jae. "Holly dijo algo sobre necesitar una máscara de alguna clase, con plumas; algunas cabezas contraídas y algo sobre orejas de ratón. Sarah convenció a Andrea para montar de nuevo en la Splash Mountain..." Ambas rieron. Una vez que por fin montó, Sarah quedó encantada. Su contacto en Disney finalmente las había encontrado, dándoles el pase extra para Maribel, y disculpándose por no habérselo dado antes. Lo que significaba no tener que esperar más colas. Jae había rechazado dejar que el grupo usase su pase especial antes de tenerlo todos. "Cuántos lleva... ¿cuatro?" "Seis," dijo Reed con expresión seria. "Maribel se fue por allí." Jae miró donde había señalado la actriz y pudo ver a la bibliotecaria sacándole fotos a Simba. Se preguntó si la mujer era consciente de que las mujeres de antes estaban haciendo fotos de ella haciendo fotos. Se le pusieron las orejas rojas al recordar los comentarios que habían hecho. “¿Demasiado sol?" "Unh... no... sí..." tartamudeó, más avergonzada aun. “¿Sí o no?" Los ojos de la actriz estaban llenos de humor. "Sí. Lo que creo hace una buena excusa para parar y cenar." “¿Parar? ¿Parar como parar de tomar un respiro temporal de alguna actividad?" "Exactamente." Le devolvió la sonrisa, con los ojos brillantes también. “Me debes un viaje en la Space Mountain. ¿recuerdas?" 122



"No es el tipo de cosas que olvidaría... Pero estuve pensando, debería prepararme seriamente para mañana." "Esto es un trabajo preparatorio... y si quieres siempre puedo ayudarte a ensayar, luego." Reed pareció ligeramente presa del pánico, después se relajó. “No tengo escapatoria, ¿verdad?" "Ninguna excepto caer. Doscientos setenta y cinco pies." Rió Jae. No pudo evitarlo. La mirada repentina de terror que cruzó la cara de Reed no tenía precio. "No te preocupes... te agarraré fuerte... no te caerás.” Riendo con más fuerza incluso cuando la mirada se convirtió en una de ojos entrecerrados en busca de venganza, casi no escuchó la réplica de Reed. "Las venganzas son una putada..." "La verdadera pregunta es... quieres comer antes o después." Reed la miró y dijo arrastrando las palabras, "Oh, creo que antes... definitivamente antes." Eso la hizo callar. "¿Estabas bromeando verdad... en el avión... sobre lo de vomitar?" Sin siquiera pestañear, Reed respondió. "La pregunta que debes hacerte es... ¿te sientes afortunada hoy?"

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PARTE 3

Capítulo 17 "Soy más alta." “¿Y? Prometí no dejarte caer... no que fuera al contrario." "Te aplastaré..." Reed sabía que se estaba aferrando en tonterías y mirando a la directora podía ver que Jae hacía lo imposible por no reírse. La actriz se estaba comportando como un niño recalcitrante, con los brazos cruzados insolentemente a través de su pecho y los pies separados a la distancia de los hombros. El azafato de la atracción carraspeó educadamente. Sus pases VIP les permitió cierta indulgencia, pero la atracción tenía un horario que cumplir. "¿Quieren esperar a la siguiente vuelta?" El azafato terminó cerrando la barra de pasajeros en el segundo asiento y las miró con expectación. "No, acabemos con esto." "Reed. Para." Jae extendió una mano y contuvo a la mujer más mayor, indicando a los siguientes pasajeros que pasaran delante de ellas. "Cogeremos el siguiente." "¿Qué?" Ladró Reed. Jae se estremeció. "Se supone que esto es para divertirse... Lo siento si te he presionado en hacer algo que odias," dijo con pesar, su tono bajo, diciendo las palabras lentamente. La actitud de la actriz cambió al instante. Reed dejó caer los hombros y se miró los zapatos, arrastrando uno de ellos adelante y atrás sobre el hormigón de la plataforma. 124



El alboroto de excitados turistas y los gritos de los intimidados niños en la atracción sonaban de fondo mientras pensaba qué decir. Quería retirar las hirientes palabras. La expresión de dolor que había centelleado en los ojos de Jae le había llegado hondo. El tren negro de la montaña rusa descargó la tanda de pasajeros y seguía aun sin saber qué decir. Jae le dedicó una sonrisa triste y se dio la vuelta, yendo hacia el torniquete. "Jae... Espera..." Tragó, sin salirle las palabras. En cambio atravesó el borde del coche y se deslizó en la parte delantera del mismo, echándose hacia delante para dejar que Jae se sentase en la parte trasera. Era difícil, confiar sus temores a alguien que apenas conocía... que apenas la conocía a ella. Y aun así una parte de ella ansiaba el contacto... deseando, por una vez, no tener que ser fuerte, dejar que otro ser humano la tocase... la protegiera. Que mantuviera sus demonios a raya. La directora se inclinó y puso con cuidado una mano sobre la mandíbula de Reed; la preocupación irradiaba a través de la cálida y suave palma de Jae. El roce se hizo más confidente ya que Reed no se había retirado, volviéndose en cambio para mirar a los ojos de su amiga. Incluso en la poca iluminación de la atracción, los ojos de la rubia eran luminosos, y sostuvieron los suyos por un largo momento antes de que su dueña cabeceara y se sentara tras ella. La mujer más joven colocó sus piernas contra las paredes del coche, con cuidado de no patear a su compañera mientras se colocaba. Dedos delicados recorrieron su cintura y tiraron de Reed hacia atrás contra el cuerpo sorprendentemente musculoso de Jae, la agilidad de la misma en desacuerdo con las impresiones iniciales que tenía de la mujer joven. Entonces la directora se inclinó hacia delante, apoyando su barbilla sobre el hombro de Reed, y la actriz contuvo el impulso de retirarse. "Te tengo. Te lo prometo," respiró Jae más que susurró. Comenzó el paseo, cayendo de repente antes de poder retirarse, la gravedad obligándola a luchar para separar sus cuerpos, o simplemente a aceptar la serena y 125



confortable presencia por lo que era. Giraron en otra curva y el aire que les llegó hizo que el seductor aroma de vainilla se metiera en sus ventanas nasales. Mientras Jae se inclinaba hacia delante, equilibrando a las dos contra el repentino choque de otra caída, Reed comprendió que el perfume era de Jae. Otra caída repentina la lanzó contra el borde del coche, pero antes de que pudiera golpearse con las paredes metálicas, los brazos de Jae se apretaron a su alrededor y la rubia absorbió el impacto, un suave gemido apenas audible sobre el ajetreo de las ruedas metálicas en los rieles. Descendieron hacia la oscuridad absoluta y Reed cerró los ojos con fuerza. Una sensación de vértigo substituyó la leve seguridad que proveía el abrazo de Jae con lo que abrió de nuevo los ojos al tiempo que una brillante rueda giratoria de color rojo y blanco apareció por su izquierda. Reed se alejó de ella, y Jae la abrazó entre sus fuertes brazos. "Tranquila, Roo. Te tengo." Y Reed sabía que la tenía. Que de algún modo, durante los dos siguientes minutos, estaba más segura de lo que lo había estado en toda su vida. Otro giro la lanzó en dirección contraria al vehículo y esta vez se relajó en el poderoso abrazo de Jae y se dejó vencer por la inesperada seguridad que allí encontró. Jae sintió que Reed se relajaba en sus brazos, y reflexivamente apretó el abrazo, queriendo ser digna de la confianza que le estaba dando. Pelo suave de color negro cuervo cosquilleó su nariz y apoyó su mejilla contra la cabeza de Reed, inhalando el cálido aroma del algodón mezclado con sándalo. ¿Qué te agobia tanto amiga mía?… ¿Quién te hizo tanto daño que se mantiene en el tiempo y aun te ata? ¿Qué es lo que vive en tus pesadillas y no te deja dormir? Sacudió un poco la cabeza y rió irónicamente ante su propia respuesta. Y por qué exactamente, mi niña… ¿deseas poder estar cinco minutos en el ring con quien quiera que fuese? Le dolían los músculos del esfuerzo de impedir que se dieran con las paredes del coche, notando la tensión entre los omóplatos. Jae giró ligeramente los brazos para

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aliviar la presión y Reed se acomodó más, fundiéndose el cuerpo de la actriz con el suyo. La rubia dejó que su cuerpo se amoldase al cuerpo más extenso de la actriz y comenzaron a moverse en sincronización con el coche, ya que Reed había dejado de luchar contra ello. Con culpable placer se dio permiso para disfrutar del peso de la mujer en sus brazos. En medio de la parte más salvaje de la atracción, en el parque temático más bullicioso del mundo, Jae se sintió abrigada por un sentimiento de paz – sentimiento que normalmente sólo alcanzaba estando sola en la playa. Lo saboreó durante un largo momento hasta que un sofocado jadeo de Reed hiciera que sus pensamientos volvieran a la montaña rusa. La actriz, en realidad, había soltado una risita ligeramente histérica al final de la última combinación de curva y caída. Giraron el último tramo y Jae se echó hacia atrás, consciente de que Reed probablemente preferiría no ser vista abrazándose con otra mujer. De forma casual dejó caer sus manos a la cintura de Reed, agarrando ligeramente los lados de la camisa de algodón blanca. El coche se detuvo, átomos de metal evaporándose bajo la inmensa presión de las ruedas. Reed no hizo siquiera amago de levantarse, y Jae intentó mantener su sonrisa en secreto, pero el azafato de la atracción atrapó su mirada y se tapó rápidamente la boca con la mano. "¿Jae?" “¿Umm?" "Creo que necesito otro ensayo, sólo para asegurarme." "Vale. Te dije que te ayudaría a ensayar." Jae le guiñó un ojo al operador de la montaña rusa. "Otra vuelta alrededor del bloque si no le importa, Jeeves."

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Tres vueltas más tarde se reían tontamente como adolescentes intentando sin éxito recobrar el equilibrio. Finalmente consiguieron salir de la atestada atracción hacía el denso parque. "Necesito sentarme en algo que no se mueva," admitió Jae, riendo. “¿Qué tal eso de Fantasmal que mencionaste?" Jae agitó la cabeza. "Eso es Disney Land, lo comprobé antes... aquí hay algo llamado Iluminaciones... en Epcot." "Ah." Reed parecía decepcionada, con lo que Jae se quedó pensativa. "Vamos." Tomó la mano de Reed atravesando el gentío, y sólo cuando vio su reflejo en un escaparate de una tienda se dio cuenta que seguía guiando a la actriz, cogidas de la mano. Fingiendo colocarse la mochila, dejó caer la mano de Reed, sintiendo la suya fría y vacía al perder la calidez. "A dónde me estás arrastrando ahora…" Reed calló al descubrir el adornado y grande carrusel. Minuciosos caballos de madera se movían con gracia a lo largo de los llanos pintados, un mar de movimiento sobre una cama de color. "Genial, ¿eh?" "Oh sí," la actriz se mostró de acuerdo, la maravilla llenando su tono de voz. Subieron a la plataforma en busca de monturas sin jinete, ambas deteniéndose ante una yegua de hermosa piel coloreada. "Cógela." Jae vio como los ojos azules de Reed se abrían de par en par, tornándose casi violetas con su entusiasmo. "Móntala tu." Cuando se giró para encontrarse un caballo propio, todos habían sido cogidos ya. Tan sólo un carro al otro lado permanecía vacío. Jae estiró la mano para coger el poste ante ella, contenta de ir de pie. "¡Eh!... Tigger..." Reed le extendía la mano, alzada la ceja a modo de invitación. 128



Ella sonrió mirando a los ojos a Reed. En algún momento de la montaña rusa, su relación había cambiado imperceptiblemente... y para cuando se terminó el último viaje Jae dejó de querer que se terminara la atracción. Tomó la mano ofrecida, sorprendida ante la manera fácil con la que Reed la ayudó a sentarse en la silla. La rubia se apoyó hacia atrás ligeramente, acomodándose en el hueco formado por los brazos de Reed cuando la actriz alcanzó las riendas de cuero. El movimiento del caballo sobre el poste era viejo, nuevo y correcto, la presencia de la mujer tras ella una parte del sentimiento. La música centelleó su acuerdo y fuegos artificiales sobre la Plaza de las Naciones rellenaron la noche como los cascos de un caballo. El paseo se detuvo de forma gradual. Caballos y sueños volviendo a la realidad al terminar el mágico paseo. Sus brazos rodeaban sin apretar la cintura de Jae, su barbilla justo encima del hombro de la directora. El mismo aroma cálido de vainilla y algodón que Reed recordada de la montaña rusa flotaba en el aire. Había pasado mucho tiempo desde que había dejado a alguien que no fuera Río estar tan próximo, hasta Heidi era cuidadosa sobre invadir su espacio... pero Jae... Jae se movía en él como si perteneciera allí. De mala gana dejó ir a la mujer más joven. La sensación de Jae contra su cuerpo se mantuvo, como un fantasma pasado algún tiempo de separarse sus cuerpos y por un momento Reed deseó que el paseo hubiera sido un poco más largo. Confundida la actriz se bajó de la silla, dejando que Jae se apoyase sobre su hombro al bajar. “¿Tienes hambre?” Preguntó Jae, al tirar de una correa de su mochila. "Un poco." Habían estado picoteando la mayor parte del día, probando tentativos canapés y confecciones exóticas. Salieron de la zona de atracciones y giraron por Main Street a la búsqueda de algo comestible. 129



"¿Cómo puedes comerte otro de esos?" Reed alzó la mirada de la línea roja que estaba pintando con sumo cuidado en el centro de Pluto. "Fácilmente... así." Dio un gran bocado, haciendo girar los ojos y acariciándose el estómago con exagerado placer. Estaban paseando de vuelta por el parque, dirigiéndose a la estación de monorraíl. Ambas tenían mucho trabajo por hacer para mañana y decidieron irse pronto. "¿Cuántos llevas... como siete hoy?" Jae se metió un puñado de palomitas con caramelo en la boca. "No los he contado..." "Sabes que todos esos condimentos no pueden ser buenos para la salud." Reed hizo una postura. "Ah nuse, alguna ventaja en Hollywood." Las puertas de madera de estilo saloon de El Emporio crujieron en la brisa de la tarde. Jae las oyó también y se dirigió directa a la tienda. Reed gimió. Ya había tenido bastante Mickie por hoy. Si veía de nuevo la necia silueta se llevaría a alguien por delante. De mala gana siguió a la mujer más joven dentro de la atestada tienda, sorteando a un grupo de compradores de último momento. Un estante llamó su atención y se sonrió a sí misma al ver la variedad de personajes bordados sobre el algodón. Jae había desaparecido y Reed asumió la oportunidad de pasarse un poco de la raya. La experimentada dependienta reconoció los signos de un cliente comprando un regalo y quitó las cajas de la vista. "Gracias", dijo, mirando de nuevo en busca de Jae. “¿Está segura sobre la talla?" Ella se quedó pensando. "Sí. Creo que sí."

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"A su marido le encantarán... Muchas esposas se los compran." El paquete envuelto fue puesto en el mostrador. "Son veintiuno con treinta dólares por favor." Reed cogió la mochila sobre su hombro, y sacó su cartera. Una cálida mano le rozó la cintura al llegar Jae tras ella. "¿Qué has comprado?" "Si te lo dijera, ya no sería una sorpresa ¿verdad?” Le dio a la dependienta tres billetes de diez y metió el paquete en su bolso. "Podrás tenerlo cuando volvamos al hotel." "Mala." La directora se volvió para mirar una colección de miniaturas de porcelana. "Tenga su cambio." La vendedora le dio de forma brusca algunas monedas con un billete de cinco y algunos de dólar, nada amistosa ya. Perpleja la actriz metió los billetes en su cartera y se guardó en el bolsillo las monedas. "Gracias". Cuando alzó la vista le observó la expresión de repugnancia en la cara a la dependienta. "¿Cuál es su problema?" Gruñó. "Ud... y su... clase." La vendedora giró los talones y fue a atender a otro cliente. “¿Mi clase?" Entonces comprendió. La dependienta asumió que ella y Jae estaban... juntas. ¿Habrá pensado eso el resto de la gente esta noche? Enfadada, salió a toda prisa de la tienda. "Reed... ¡Reed!" La llamó Jae. La actriz siguió moviéndose, sus largas piernas comiéndose la distancia a la plataforma. Logró deslizarse por las puertas del monorraíl justo antes de cerrarse. El tren comenzó a moverse y pudo ver a una confusa Jae de pie sobre la plataforma. Mirando hacia atrás pudo distinguir como la directora se pasaba las manos por su corto pelo, entonces casi con ira alzar la mano al aire. Jae se perdió de vista al abandonar el tren la zona alumbrada de la estación y Reed siguió mirando fijamente por la ventana hacia la oscuridad. 131



Dos muchachas estaban sentadas en la parte trasera del vagón, apoyándose la una contra la otra y riéndose – de forma muy similar a cómo lo habían hecho ella y Jae esa tarde. Luego, ¿lo serían?… ¿Y qué si lo fueran?… Reed se mordió el labio, pensando sobre la inesperada pregunta que su voz interior había planteado. Las puertas silbaron y se abrieron y las mujeres jóvenes se marcharon. Justo cuando salían Reed vio de reojo como un hombre rubio, alto y delgado se inclinaba para besar a una de ellas. Supongo que no… Luego no había nada insólito en su comportamiento con Jae. ¿Cierto? Cierto. Y si alguien mal interpretó su amistad ese era su problema... como si tuvieras bastantes amigos para poder apartarlos por lo que piense sobre ellos una dependienta de mierda. Acostúmbrate a ello… esta película no te va a ayudar. Había sido una cosa leer sobre Dar y Kerry, ellas eran ficticias... te enganchaban... sí... pero ficticias aun así - menos, Holly. Conocer a Holly había vuelto del revés algunos de sus conceptos. Ella no miraba con lascivia a cada mujer que veía, aunque Reed no pudo menos que notar su flirteo con la vendedora de helados; Reed descubrió que la mujer era inteligente con un retorcido sentido del humor. Bastante normal de hecho. ¿Habría sido tratada Holly como ella? Pensativa, siguió mirando pasar el parque bajo la incandescencia de miles de luces, las sombras ocultando zonas alegres al pasar por ellas el tren. Todavía la enfadaba que alguien llegase a una conclusión tan idiota sobre ella... o sobre Jae. Jae. Se iba a tener que disculpar a lo grande con la directora. Anunciaron la parada del Floridian, y Reed se preparó para bajar, sin apenas esperar a que se abrieran las puertas para salir del vagón. Dos trenes más dejaron sus pasajeros en la estación y Jae seguía sin aparecer. Desalentada, Reed se fue hacia el ascensor que la llevaría a su habitación. La tarjeta 132



blanca de plástico le permitió entrar en el oscuro cuarto. Sin molestarse en encender las luces, abrió las cortinas, dejando entrar la luz procedente del castillo y el lago. Escuchó el leve chasquido de la puerta de la habitación de Jae al cerrarse, transmitiéndose el sonido a través de la puerta abierta que comunicaba las habitaciones. "¡Ey!." Dijo Jae desde el umbral de la puerta. "¡Ey!." Contestó Reed. Ojos color verde intenso buscaron su cara por un momento para después romper el contacto. "Buenas noches." La mujer más joven volvió a su habitación. "Buenas noches," susurró Reed como respuesta, sin moverse de su sitio frente a la puerta. Reed pudo oír el agua correr mientras Jae seguía su rutina nocturna. La rubia pasó delante de la puerta un par de veces, y en la tercera miró a Reed, aparentemente sorprendida al ver que la actriz seguía sin moverse. “¿Reed?" Jae se acercó de nuevo a la puerta. "No debí haberte dejado allí." “¿Quieres hablar de ello?" Reed agitó la cabeza. Jae entró en la habitación, parándose a un brazo de distancia de dónde estaba Reed. "Tienes que hablar de ello. No puedes seguir reprimiendo lo que pasa dentro de ti." "La dependienta... " "No me refiero a la dependienta. Sé lo que pasó con ella. Volví y pregunté. Probablemente esté buscándose otro trabajo ahora."

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“¿Buscando trabajo?" Reed no estaba segura sobre que le causó mayor sorpresa - el hecho que Jae volviera a comprobar que pasó - o que obviamente había tomado cartas en el asunto por ella. "Um - hmm. Normas de la casa. Disney tiene reglas muy estrictas sobre cómo tratar a los invitados. Regla número uno – no fastidiar a los VIPs." “Recuérdame que nunca te enfade.” "Lo añadiré a tu contrato." Jae se había movido y había tomado asiento sobre el sofá. "Así que cuéntame." “Así, ¿sin más?" "Así sin más. Es la regla número tres en el manual de amistad." Abrió un libro imaginario, pasando un dedo por la inexistente página. "Cuando la amiga de la primera parte... esa soy yo..." Jae se golpeó el pecho. "... le hace saber a la amiga de la segunda parte... esa eres tú..." Esta vez señaló a Reed. "... que la amiga de la primera parte... " “¿Cómo es que tú eres la amiga de la primera parte?" Reed se dejó caer sobre la cama, estirándose y apoyándose contra la cabecera. "Es mi manual." "De acuerdo... continúa." Jae hizo como que buscaba en el libro dónde se había quedado, "... lo primero es estar dispuesta a escuchar, después la parte de la segunda parte ha de hacer al menos el esfuerzo de dejar que la amiga escuche." La directora resueltamente cerró el libro imaginario y se echó hacia atrás para dejarlo sobre la mesita. Reed abrió la boca, para cerrarla de nuevo.

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"Vale... veo que necesitamos otra táctica." Jae se volteó ligeramente y se sentó con las piernas cruzadas. "Empecemos con algo sencillo.... ¿tienes pesadillas cada noche?" "No, creo que deberías continuar y preguntarme algo difícil," refunfuñó sarcásticamente Reed. "No todas las noches, no." “Ves, no fue tan difícil." Jae cogió el teléfono de la mesilla. "Dos batidos, uno con extra de miel.... Gracias... espere... y algunas galletas... Oreo si tienen... Gracias de nuevo." "Prefiero las Oreo con leche fría.” ¿Sería eso todo? ¿Se terminó la charla? Jae se sentó con calma en el sofá, cortos mechones de pelo rubio quedaron hacia arriba al pasarse la mano por ellos, y Reed se quedó esperando a que cayese el otro zapato. Nada. “¿Todas tus conversaciones sentimentales van acompañadas de comida?" preguntó para aligerar el ambiente. "Nop. Algunas van con dos - por - cuatro." La directora guiñó de forma descarada. “Bueno, ¿cuál era la escena que necesitabas ensayar?"

Capítulo 18 "Rodando cámara." Jae se inclinó hacia delante en su silla. "Rodando cámara." Jae ni siquiera echó un vistazo al hombre que manejaba la caja de sonidos. "Velocidad". "Velocidad." El equipo de sonido verificó la orden. "Escena 170. Toma 7." Chascó la pizarra al cerrarse. "Acción." Se levantó, articulando las palabras de forma inconsciente con Sarah. De hecho, dada la tendencia de Reed a ensayar tanto Jae pensó que conocía mejor la 135



escena que el mismo Gellar. Lo había disfrutado y todo y eso le había dado una perspectiva diferente sobre el material que estaban rodando. "Corten." Jae se acercó al escenario, inclinándose sobre la mesa donde estaban sentadas las actrices. "Vale una toma más desde... „¿Puedo hacerte una pregunta personal?'" Se giró hacia el cámara, esta vez quiero media longitud sobre ellas, después lo invertiremos y repetiremos las tomas de Sarah." El restaurante era todo suyo, solo había gente del casting, el equipo y algunos extras. Era más barato rodar aquí que en el estudio y a pesar de los movimientos de cámara y la iluminación estaba quedando francamente bien. "Rodando cámara." "Rodando." "Velocidad." "Velocidad." "Escena 170. Toma 8." "Acción." “¿Puedo hacerte una pregunta personal?" Inquirió, un poco avergonzada. " Um… no te garantizo que conteste pero sí, adelante ." Sarah se inclinó hacia delante y esta vez Reed no se echó para atrás. “¿Tu nombre es el diminutivo de algo o es simplemente Dar? " " Bueno, mi madre era … es … supongo que lo sigue siendo… una adicta a las novelas románticas españolas… tenía un personaje favorito… Paladar. Me llamo así por eso. Lo odiaba… me lo cambié legalmente al cumplir los dieciocho .” Jae sonrió para sus adentros, Reed había convencido a la directora para que le dijera de qué era diminutivo 136



el nombre de Jae. Ella había sonreído satisfecha y le había dicho a Reed que le diría lo del nombre a cambio de saber algo de la actriz. " Paladar... no sé.. a mí me gusta.. te pega ." Reed puso la misma cara de pánico que cuando Jae la llamaba Eeyore en público. " Sin embargo, no debes preocuparte… no lo usaré… no, si no te gusta. ” " Pe… um… bueno… ¿Y el tuyo? ¿Es Kerry el diminutivo de algo? " " Kerrison. No lo uso mucho… incluso en mi curriculum pone Kerry… y en todos mis papeles oficiales de trabajo .” Las entradas de Sarah eran perfectas, su tono una mezcla entre divertida y avergonzada. Vale Reed, veamos una sonrisa aquí de acuerdo… ¿por favor? Le rogó Jae mentalmente a la actriz. " Mm.. lo sé.. por eso pregunté ." Reed miró hacia arriba con sonrisa burlona. " Podía simplemente conectarme y encontrar la respuesta ." ¡SI!… Esto hacía que dejasen una de las partes difíciles atrás. Quizás podrían salir de esta con un par más de tomas. Incluso si Reed se helaba el resto de la escena podrían seguir desde una escena más avanzada la próxima vez. A Jae no le gustaba nada las cintas de cortar y pegar, prefería grabar las conversaciones de forma continua. " Eso es tan raro... tú sabes tantas cosas sobre mí, y yo… es simplemente extraño. Quiero decir, no es como si yo pudiera conectarme y encontrar cosas sobre ti.” " Kerry, ya sabes más acerca de mí de lo que encontrarás en los ordenadores de la compañía ." " Tus compañeros de trabajo estarían sorprendidos de saber cómo es mi casa o que me gusta bucear, o cual es mi verdadero nombre, por ejemplo .” El tono de Reed se había vuelto tranquilo, pensativo. Jae recordó su conversación la noche anterior... sólo que al contrario de Kerry con Dar, Jae no sabía nada de la vida personal de Reed. " Bueno… eso me hace sentir mejor... " Sarah se ruborizó y la directora se preguntaba que estaría pensando la joven actriz para alcanzar ese color rojo tan peculiar... bueno, 137



desde luego nos evita tener que usar maquillaje . " Sabes.. no es para traer un mal tema, pero tu verdadero nombre me recuerda a algo. ” " A qué… ¿un paquete de nubes?. Esa era una versión popular cuando era joven ." Reed giró con cuidado el vino en su copa, consiguiendo satisfactoriamente parecer desinteresada en la respuesta. Jae mantuvo la respiración... aquí estaba... las primeras señales de que las cosas estaban cambiando... sin el diálogo interno de las protagonistas llenando los silencios, la energía de esta escena era crucial. Tenía que ser divertida, seria y dulce al mismo tiempo. Vamos Roo, sé que puedes… " Oh… ¿cómo Mallomar? " Dos minutos pasaron antes que Sarah continuase, " Bueno, sois dulces y sabrosos ." Un color rojo más intenso apareció en el rostro de Sarah, impresionando a Jae. Entonces la actriz cambió su tono de voz a uno más nervioso. " Um.. Eso no... quiero decir, yo no… um .” Vamos Reed… animó mentalmente Jae… Devuélvele la jugada . Reed rió por lo bajo de forma suave. " Sí.. sí.. sé lo que quieres decir... tranquila. ” Hizo una pausa. "¿En qué más estabas pensando?" " Um... " Sarah se frotó la cara, con la excusa de echarse hacia atrás un inexistente mechón de pelo, como si intentase hacer desaparecer así el rubor. " Paladines, en realidad ." A Jae no le preocupaban en absoluto las siguientes frases. Podían haber sido escritas justo para la actriz. Reed puso un tono de voz más grave y se inclinó hacia delante. " Kerry... no soy ninguna especie de buena persona... créeme ¿vale? Me como a la gente para almorzar… despido gente como me cambio de camisa… reestructuro compañías para maximizar los beneficios a nuestra compañía… todo el mundo me odia. Así que… trata de recordarlo ¿Sí? O te llevarás un shock cuando entremos en estas reuniones .” 138



" No todos ." Dijo Sarah, Jae diciendo de nuevo las palabras con ella. “¿Hmm?" Reed la miró inquisidora, la misma expresión de incredulidad en la cara que al ensayar la noche anterior. Jae comenzaba a comprender que Reed utilizaba reacciones de la vida real sobre diferentes acontecimientos, imitando su propio comportamiento, para después reflejarlo en la pantalla. La directora encontró más de Reed en la pantalla que de la propia Dar. " No todo el mundo te odia. Yo no ." Yo no… terminó mentalmente Jae, dejando que se hiciese el silencio unos segundos. "Y corten." Reed alzó la vista en su busca, arqueando una ceja a modo de pregunta. Jae sonrió abiertamente y le alzó el pulgar en señal de aprobación. La actriz asintió y se levantó de la mesa para que pudieran rodar el diálogo de Sarah desde un ángulo más cercano. Ni siquiera necesitaba mirar la cinta para saber que lo habían clavado esta última vez. Había tomado la decisión acertada al rodar primero en la montaña rusa, permitiendo que Reed se sintiera cómoda con la otra mujer antes de hacerlas interactuar como amigas. "Desde „Costillas, extra de costillas'”. Le dio un apretón de aliento a Sarah en el hombro. "Repites como lo hiciste esta última vez y estará perfecto." "Ahora sí que aspiro a rodar." Sarah terminó de estirarse y se sentó de nuevo en la silla. Después dejó que midiesen las distancias, asegurándose que la silla no estaba demasiado lejos como para afectar la continuidad de la escena. "¡Ajá!." Gimió Jae.

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Reed se apoyó contra un poste, guion en mano. Me pregunto qué haría falta para que le leyeras tus frases a Sarah en estas escenas. Se quedó pensando Jae mientras un ayudante le indicaba a Sarah cuando hablar. "Rodando cámara." Entonces Jae se olvidó de Reed al concentrarse en lo que ocurría delante de la cámara.

Capítulo 19 “¿Puedes cogerlo?" Jae cambió de posición, queriendo tocar durante el cambio antes de parar. Reed puso el guion sobre la mesita de al lado y se levantó del sillón donde había estado estudiando sus frases. Se había convertido en una especie de rutina entre las dos. La actriz estudiaría sus frases mientras Jae tocaba la guitarra, repasando mentalmente sus problemas hasta que Reed estuviera preparada para ensayar la escena. "Hola... no, es el número correcto… espere." Reed le tendió el teléfono, articulando 'la Sra. Waters'. "Ey Cait... ¿Qué pasa?" "Podría preguntarte lo mismo." La curiosidad era evidente sobre el ruido de fondo. Jae giró los ojos. "No sigas por ahí, Cait..." "No eres nada divertida. Acaba de llamar Laura Regis, ET quiere hacer un documental en el sitio de rodaje." Jae apenas podía oír a la ayudante de dirección bajo lo que parecían unos altavoces. “¿Dónde estás?" Casi tenía miedo de preguntar - Caitlynn había hecho de la multiplicidad una ciencia. 140



"QFC, Pasillo 7, pastas y arroz." La AD hizo una pausa... entonces habló de forma astuta, "¿quieres que te lleve una tostadora?" La directora sintió que sus mejillas se tornaban rojo carmesí e inconscientemente miró hacia la puerta dónde Reed había desaparecido momentos antes. "Me conformaría con la tostada." Cait rió, luego cambió de tema. “¿Te queda tanto por filmar que merezca la pena mandarlos allí?” Enganchando el teléfono entre su oído y el hombro Jae siguió arrancando notas a la guitarra, pensando. Iba a ser su decisión, basada únicamente en lo que era bueno para la película - y la publicidad era buena. Entertainment Tonight (Estilo o E! en España) definitivamente se podía calificar como publicidad, y generalmente le daba toques felices a sus piezas. Una vez más sus ojos se desviaron hacia la puerta abierta que conectaba su habitación con la de Reed. La actriz había vuelto al lado de lo que habían llegado a considerar su habitación, dejando aquí el guion y dándole a Jae algo de intimidad. ¿Cómo reaccionaría Reed? Vamos Jae… olvídate de Reed… no es tu trabajo protegerla… ¿Qué es mejor para la película? Dejó a un lado la guitarra, levantándose de la cama para recorrer la habitación. "Si pueden estar aquí mañana para los preparativos y filmar mañana, entonces sí. Sino no, porque nos vamos al día siguiente." Después de una semana hasta ella comenzaba a cansarse del Magic Kingdom y su roedor. “¿Lleváis más de lo programado?" El final de las palabras de Cait fue amortiguado por el sonido de paquetes que repiqueteaban contra el metal del carrito. "Sip. Prácticamente sólo quedan por rodar los exteriores." Jae se calló de nuevo, repasando el rodaje de nuevo en su cabeza. Sí eso funcionaría – Reed y Sarah paseando por Disney Word. Extrañamente la persona que se quedaba hipnotizada por los fuegos artificiales de la noche y las atracciones era Reed. Era como si necesitase una excusa para poder jugar, pero una vez que la tenía la aprovechaba al máximo. 141



"Esperaban la escena del beso." "Oh rabos de cerdo... ese estúpido beso." “¿Rabos de cerdo?" Rió su ayudante por el teléfono. “¿Por qué no puedes maldecir como una persona normal?" "Lo siento... Hollyismo." Quizás hacer de Kerry en los ensayos con Reed – Dar se le estaba pegando... ahora hablaba como Kerry. Ese no es el único efecto y lo sabes… ¡Calla! Acalló su voz interior. Suspiró, si había un sitio en los EE.UU que Jae pudiera volar alegremente... ese era Crandon Beach... y el parque Compton . "Escenario cerrado para esa escena. Diles que todavía no ha salido en el programa de rodaje." Podía imaginarse la reacción de Reed al tener esa escena en ET. "Lo haré." "Todo lo demás está bajo control por allí." Jae habría querido que Caitlynn hubiera ido con ellos a Florida pero decidieron que sus habilidades serían necesarias en la ausencia de Jae. La pequeña voz intervino de nuevo. Y conseguiste una compañera de habitación mucho más interesante por ello. "Marguiles y Ward han rodado la mayoría de sus escenas y paisajes, así podemos terminarlo cuando vuelvas." Confirmó la AD. Jae se golpeó levemente con el guion en la cabeza. ¿Necesitaban los personajes de Mariana y Dreyfus en Miami...? No. Y habían terminado con Andrea Parker también. Había estado muy convincente como Michelle Graver. El ambiente entre ella y Reed crujía con la tensión enmascarado como subtexto. "Menos mal que mandé lo que hemos rodado hasta ahora. Dile a Bill que va de camino. Empaqueté las notas y los resúmenes también. Debería tener toneladas de trabajo con eso." "Espera un segundo." El intermitente ruidito de las ruedas del carro se paró, y el nivel de ruido en general fue amortiguado por un minuto. "Vale. Lo tengo."

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“¿Ya?" "Dos palabras para ti… Palm Pilot." Se jactó Cait. "Grábate esto... jamás en esta vida." Contestó Jae. Caitlynn rió. "Nunca digas jamás niña." Sacudió la cabeza, perpleja. "Nos vemos en unos días." Jae apretó el botón de desconexión y deslizó la antena a su sitio. Atravesando la habitación se detuvo ante la ventana, estudiando el camino de la luz sobre el lago artificial. Sinceramente, le sorprendió que no hubiera habido más cobertura de medios de comunicación hasta ahora. No todos los días se rodaba una película que combinase el sensacionalismo de un tema lleno de polémica, un director fallecido y una estrella reclusa. Párate a pensarlo… eso haría una estupenda película por sí solo. Rió en silencio. Volviéndose vio la copia del guion de Reed y lo hojeó hasta llegar a la escena de Crandon Beach. ¿Debería sacarlo de escena? Tienen tiempo para jugar con él… ¿O lo grabo al final? La dañina voz interior que sonaba tan parecida a la de su abuela dejó caer… y querría Reed ensayarlo contigo, Jae mi niña… cerró el guion… Mis ganas.

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Reed pudo escuchar las primeras notas de la canción en la que Jae había estado trabajando antes. Cuando la directora comenzó a cantar, sabía que estaba bien si volvía a su sillón a seguir estudiando. Había estado trabajando con el diálogo toda la mañana, y estaba preparando las escenas del día siguiente, segura de que sus frases no sonarían como legumbres. " Yo..... te conocí antes de la caída de Roma... Y te rogué que me dejaras llevarte a casa. Tú estabas confundida, yo en lo cierto. Dijiste adiós, yo buenas noches... woo hoo hoo. Todo ha sido hecho... woo hoo hoo. Todo ha sido hecho antes… woo hoo hoo. 143



Todo ha sido hecho antes ." La fuerte voz de Jae resonó entre las habitaciones, adquiriendo profundidad al hacerlo. A Reed le asombraba que la directora pudiera pensar y tocar al mismo tiempo, y más aún cantar. Durante los últimos días habían adaptado una rutina. Ella estudiaría sus frases. Jae tocaría la guitarra, de vez en cuando brincando para garabatear algo con furia sobre su block de notas o su libro. Después leerían juntas la escena un par de veces, mientras intentaba diferentes posibilidades del material. Al principio le preocupaba que estuviera quitándole tiempo a Jae, pero la directora le aseguró que como no podrían seguir ensayando una vez volvieran a LA, mientras le servía de ayuda... le daba un nuevo enfoque al material. " Si pongo aquí mis dedos... y si digo "te amo cariño"... Y si toco los mismos acordes... ¿Bostezarás y dirás “Aaaah, es necesario”? Woo hoo hoo… Todo ha sido hecho… woo hoo hoo… todo ha sido hecho… woo hoo hoo… todo ha sido hecho antes. ” Continuó escuchando cantar a Jae, sin estar realmente preparada aun para seguir trabajando. " Sola y aburrida en una noche del siglo 30. ¿Te veré en El Precio Justo? ¿Lloraré, sonreiré... mientras bajas al escenario?... woo hoo hoo. Todo ha sido hecho... woo hoo hoo... Todo ha sido hecho... woo hoo hoo... Todo ha sido hecho antes ." Quizás cuando volviesen a LA, fuera una noche a ver el grupo de Jae, suponiendo que volviesen a tocar mientras Reed estuviera allí. Una cosa era segura, definitivamente iba a echar de menos estar con Jae. Una parte de ella es como si conociese a la mujer más joven desde siempre. Yo… te conocí… antes de la caída de Roma… Rió, incluso cantando en su mente desentonaba. " Todo ha sido hecho… woo hoo hoo. Todo ha sido hecho... woo hoo hoo. Todo ha sido hecho antes ." Reed se calmó. Si no podían ensayar en LA, se quedaba con un pequeño problema. Resopló. ¿Pequeño?… Mejor di enorme . Con quién exactamente iba a ensayar ESA 144



escena. Bueno, esas escenas. La actriz era bien consciente que se acercaban al final del material puramente platónico, y que excepto por algunas tomas sueltas y después el día de los jefes de vuelta en Miami, las escenas que le quedaban con Sarah tenían un elevado nivel de abierto contenido gay. Abierto contenido gay… sonaba más como un postre que un renuncio (disclaimer). Se apoyó en el quicio de la puerta que unía sus cuartos, viendo como Jae tocaba una compleja melodía que de forma vaga quiso atribuir a Clapton, pero no podía decir de que canción se trataba. Reed vio que su guion estaba cerrado al lado de la directora y de forma breve se preguntó que habría buscado Jae. Probablemente relacionado con la llamada telefónica. Los dedos de la rubia se movieron fluidos sobre las cuerdas y Reed observó como Jae se movía al ritmo de la música, sus brillantes ojos verdes cerrados en concentración. Puedes preguntar sabes… sabe que te está afectando… Sí claro. Perdona Jae, pero me estaba preguntando… ¿podría ensayar la escena de Crandom Beach contigo? Tendría suerte si Jae no la pegaba por ello. Reed sintió como se le encogía el estómago. No quería ofender a Jae, pero no había manera de que pudiera hacer la escena en frío. Quizás debiera ir a uno de esos bares… quizás Holly conozca alguno. Así si vomitaba, no sería sobre su co – protagonista. Jae dejó de tocar y abrió lentamente los ojos, con una pequeña sonrisa dibujada en los labios al mirar los ojos de Reed. “¿Llevas mucho escuchando?" "Un poco." Vaciló, y Jae habló de nuevo antes que pudiera pensar que decir. "Tengo buenas y malas noticias." "Me quedo con las buenas."

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"Vienen los de ET para hacer un reportaje." "Si esas son las BUENAS noticias no estoy segura de querer escuchar las malas." Jae se la quedó mirando, dejando la guitarra a un lado. Intensos puntos esmeralda buscaron algo en sus ojos, Reed no sabía qué. "Cuando terminen los de ET volamos a Miami." Reed dejó que la implicación calase. Oh mierda. Sólo podía haber una razón posible por la que fueran a Miami. Con miedo de decir algo que lamentase más tarde, la actriz giró sobre sus talones y regresó a su habitación. La gruesa alfombra amortiguó sus pasos, impidiendo que el cuarto se llenase del ruido de su frustración. Pensó que tenía tiempo. Tiempo para prepararse, de hecho le había parecido menos desalentador que hace dos semanas. Ahora ese tiempo había pasado. “¿Por qué estás en esta película?" Jae la había seguido quedándose en el dintel de la puerta, al igual que había estado ella momentos antes. "Tienes que tomar una decisión Reed. Filmarlo bien... con todo lo que sé que eres capaz de dar. O dejar de perder el tiempo.” Ahora tenía su excusa. “¿Es eso lo que estoy haciendo?" Jae se estremeció ante la intensidad de sus palabras, pero Reed no se arredró. "¿Perdiendo tu puto tiempo?" "Para." Y Reed sabía que debería hacerlo. Sabía en lo más hondo que Jae se estaba llevando las culpas por algo que había pasado hace mucho tiempo. Pero mejor terminar aquí, ahora mismo... con sus condiciones. La cabeza de la directora parecía encogerse en la distancia; pareciendo que Jae era mucho más pequeña y que estaba mucho más lejos de dónde realmente estaba. Reed pudo sentir cómo se le aceleraba el pulso, la vena de su sien izquierda palpitando al tiempo que el ritmo de su acelerado corazón. Todo se ralentizó, el aire que la rodeaba

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se hizo pesado, y sus palabras parecían inevitables. "Derretir a la Reina de Hielo... ¿estaba dentro de tus proyectos...?" "Reed..." La voz de Jae era baja, como de advertencia. "No hagas que esto sea sobre mí. ¿Por qué esta película?" Jae se le acercó como lo haría ante un potro caprichoso, adentrándose en la habitación pero sin acercarse mucho. Reed pudo sentir cómo le temblaban los músculos, el impulso de golpear a diestro y siniestro en lucha con el deseo inesperado de hablar. ¿Por qué estaba haciendo esto Jae? “¿Por qué hacer esta película?" "Dinero. Tan simple como eso." Reed intentó inyectar tanto veneno en sus palabras como pudiera. "Estabas haciendo dinero en Japón." Sacudió la cabeza debido a la involuntaria sorpresa, y Reed tragó nerviosa. Jae no le seguía el juego, la directora no se dejó engatusar. Cuanto más gritase, más tranquila se quedaba Jae. Esto la enfurecía y tranquilizaba al mismo tiempo. Antes de que pudiera pensar en una respuesta, Jae cambió de táctica de nuevo. "Y sí es sólo por el dinero, entonces un simple beso no debería ser un problema. Es sólo actuar, ¿verdad? Tú eres una actriz… actúa.” Reed pudo sentir como se sacudía el castillo de naipes que eran sus emociones, y se preguntó si Jae sabría cuántos secretos había en lo que acababa de decir. Realmente irónico, Roan había presentado su propio conjunto de peligros secretos hacía mucho tiempo enterrados, peligros que pensó habían muerto con él. Pero no habían muerto en absoluto. Estaban resurgiendo cosas en su interior que creía mejor enterradas y olvidadas. "Es más complicado que eso." 147



"Entonces explícamelo Reed... ayúdame a comprenderlo." Resueltos ojos verdes se encontraron con los suyos. No encontró ni aversión ni indicios de ser juzgada, sólo preocupación y curiosidad. Y algo más. Reed no lo veía desde hacía tanto que casi ni se dio cuenta. Amistad. Los ojos de Jae lo decían de forma más clara que cualquier palabra.... Estoy aquí… La pregunta era... ¿Por cuánto tiempo? El ruido de un cercano portazo se oyó en el silencioso cuarto e hizo que Reed viajara a través de los años hacía el cerrar de golpe de la puerta del estudio tras ella, llevándose sus esperanzas y sueños... pero al final dejándola con algo infinitamente de mayor valor. "Debe ser realmente importante si estás dispuesta a hacer una película que odias tanto." Las palabras de Reed repitieron sus pensamientos inconscientemente al susurrar, "lo más importante en el mundo." “¿Y qué es?" La voz suave de Jae la envolvió y Reed apartó la vista hacia el suelo, dejando que la apacible pregunta quedase sin contestar. Las imágenes de un bebé en pañales combinadas con el niño de pelo castaño claro esperando su oportunidad para el futuro hicieron que las lágrimas le nublasen los ojos. Venir a hacer la película había sido catch-22. Hacía la película y el cheque le daba a Río su oportunidad y las cosas podían arreglarse, o hacía la película y le costaría el tiempo que le había dejado. Tener el dinero no le garantizaba nada, tan sólo le daba una posibilidad. Reed sabía que eso era parte de su frustración. Que incluso haciendo esta película... que incluso descartando las creencias de toda una vida, no sería suficiente. Y después el tener que re – evaluar esas creencias por encima de todo era demasiado.

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"Déjame entrar Roo... no puedes seguir llevando esto sobre los hombros tú sola." Fuertes brazos la rodearon, y fue todo lo que pudo hacer Reed para no dejarse caer en el abrazo de Jae y la seguridad que su cuerpo recordaba haber sentido ahí. ¿Puedo? ¿Puedo confiar en esta mujer? ¿Quiero confiar en ella?… Sí. Pero aun así algo la contuvo, algún último instinto de supervivencia le impidió cruzar el abismo. Le temblaban ligeramente las rodillas, la tensión minó sus fuerzas y Jae la ayudó a sentarse en el suelo, sin dejar que cayese. "Te tengo." Y Reed lo cruzó. Las familiares palabras formando un puente entre las dos. "Mi hijo..." Entonces la carga de lágrimas no vertidas estalló tragándose el resto de sus palabras con su torrente y apoyó la cabeza en el hombro, anclándose de nuevo a la rubia. De todas las cosas que Jae esperó oír, ésta ni siquiera se le había ocurrido. Su hijo... Eso creó más preguntas que respuestas, pero de repente muchos pequeños detalles de Reed cobraron sentido. No explicaba la homofobia, pero explicaba por qué la actriz había accedido a hacer una película para un hombre al que odiaba a más no poder... un hombre de cuyo set se había marchado, destruyendo por completo su carrera al hacerlo. Le preocupaba el poder haber presionado demasiado a la actriz. Que hubiera dejado que su frustración se apoderase de ella. Pero la actriz no se había ido, y Jae había insistido, sondeando por información. Lo extraño es que tenía que haber dejado de ser la directora... y ser simplemente Jae. Normalmente era lo contrario cuando se metía en este tipo de charlas sentimentales, su máscara de profesionalidad le permitía superar las tormentas de intimidad y mantener sus opiniones en un grado mínimo. Jae sabía que lo había hecho con Becky, dejando que la otra mujer le echara la culpa al trabajo y después había actuado como se esperaba de ella. Los quedos sollozos de la mujer en sus brazos comenzaban a disminuir y Jae intentó pensar qué decir a continuación. Era importante que Reed no se sintiese vulnerable o avergonzada. La actriz probablemente había tenido bastantes preguntas ya, así que por

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mucho que quisiera más detalles, Jae sintió que éste no era el momento para preguntar por ellos. Debían haber estado allí sentadas y hablando más tiempo del que imaginaba porque la luz del día provocaba largas sombras en la habitación. Jae cambió ligeramente de posición y se apoyó contra la cama, llevándose con ella a Reed. La nueva posición le dejó libre un brazo y abrazó con más fuerza a la otra mujer. El teléfono sonó en la otra habitación y dejó que sus timbrazos llenasen el tranquilo ambiente, moviendo su mano en pequeños círculos sobre la espalda de Reed, esperando que el teléfono dejase de sonar antes de que se terminase este momento. El tiempo perdió todo significado para Jae mientras estaba sentada en la creciente oscuridad. El lento y moderado latir de su corazón en desacuerdo con la acelerada respiración de Reed, pero aun así unidas por el insistente latido del corazón de la actriz, latido que Jae podía sentir contra su costado. El sentimiento de paz que había vislumbrado en el carrusel estaba de vuelta, más fuerte esta vez y Jae echó atrás la cabeza dejando que la llenase. Así que es así como se siente el hogar… Suaves inspiraciones llenaban la habitación, su pecho y el de Reed subiendo y bajando a la vez mientras la actriz se calmaba en sus brazos. Su mente empezó a vagar, ligera entre los retorcijos de su mente, al darle rienda suelta a su imaginación. Era tan fácil trasladar el peso de la mujer en sus brazos a escenarios del futuro. Sin piedad mandó lejos esos pensamientos, y se centró en una kata, dejando que su mente realizase la rutina del ejercicio que sus músculos conocían de memoria. Reed se revolvió, y se rompió el hechizo. Jae se dio cuenta que seguía sin saber qué decir. Mechones color negro cuervo se desparramaron por el hombro de la rubia al echarse Reed un poco hacia atrás, dejando de apoyarse sobre el pecho de Jae. Pero tampoco se retiró del todo, sino que dejó apoyada la cabeza en el hombro de Jae. Jae giró levemente la cabeza. Ojos azules ribeteados de rojo la miraron con solemnidad con lo que sonrió gentilmente. "Jacqueline... " Susurró. 150



Reed arrugó la frente, confundida. Riendo por lo bajo dijo en voz más alta, escuchando su voz alta y clara tras lo recién sucedido. "Es el diminutivo de Jacqueline." La grave carcajada que llenó la habitación la agradó de improviso y Jae supo que había dicho lo correcto.

Capítulo 20 Un ligero vapor llenó el cuarto de baño. Diminutas gotas de agua se condensaban en el espejo de la pared, las pequeñas cuentas que se escurrían al azar sobre la pulida superficie dejaban rastros de claridad en él, por otro lado oscuro, espejo. Incluso más vapor llenó el cuarto de baño, ocultando de la vista a la persona que en él había, si bien Jae podía escuchar perfectamente el agua golpeando las paredes de la bañera al moverse Reed. Cuidadosa de mantener en equilibrio las dos tazas de su mano izquierda, llamó suavemente en la puerta abierta del cuarto de baño, sin querer asustar a Reed. "El colacao ya está aquí.... ¿lo quieres ahora o más tarde?" Jae gritó al borde del pequeño cuarto, cautelosa sobre invadir la privacidad de la actriz. El agua se deslizó a través del metal y la carne al moverse Reed como respuesta a su pregunta. "Pasa". Jae sacudió la cabeza y entró en el cuarto. Otra inconsistencia más sobre Reed. La modestia no parecía ser un problema. Sin querer bajó la mirada al entregarle la taza. Su mano tocó la de Reed momentáneamente y se alegró de que la actriz hubiera agarrado firmemente la taza. Tumbada en la bañera estaba la cosa más erótica que Jae había visto jamás. A toda prisa apartó los ojos e intentó borrar la persistente imagen de su imaginación. Vamos 151



Jae... ella confía en ti... no es el momento de volverse loca... Se sentó en la taza del baño, mirando en la misma dirección que Reed, y tomó un lento sorbo de su taza. Su pulso volvió a la normalidad y fue capaz de apartar la vista del cuerpo de Reed apenas oculto por el agua opaca y migratorias burbujas. Prevaleció el silencio y Jae intentó encontrar la manera de abordar el tema del hijo de Reed. "Puedes preguntar, ¿sabes?... De hecho, podría considerarse como un intento de conversación social.” El tono de Reed era normal, como si nada, pero Jae pudo captar el humor en las palabras al devolverle la actriz sus propios consejos. Riendo, miró de soslayo a Reed. “Pillada, ¿hunh?" "Bueno, creo que es el mayor tiempo que has estado sin hacer una sola pregunta desde que te conozco.” Reed había apoyado la taza sobre su estómago, justo encima de su ombligo, con las palmas de las manos rodeando la cerámica de la taza y los codos apoyados cómodamente a los lados. “¿Cómo se llama?" "Riordan." "Es bonito... ¿Gaélico?" Eso es Jae, sigue con las preguntas sencillas. Tomó otro trago de su taza esperando que Reed respondiera. En vez de hacerlo, la actriz tomó otro trago. El agua chapoteó a su alrededor al moverse y afirmar con un gesto de la cabeza. Jae pensó que era agradable pasar tiempo con una mujer sin tener que preocuparse de todo lo que implicaría el estar románticamente implicada con ella. Cuando se hacían los silencios entre ella y Reed ya no sentía la necesidad de llenarlos ni de entretener a la actriz. Cruzó las piernas y se apoyó contra el pequeño divisor en la pared a su espalda,

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descansando su peso sobre la pared en vez de sobre los accesorios de plata y los adornos. “¿Cómo es que pasaste de ser Jacqueline a ser Jae?" "Por pereza." Reed resopló. "Te lo juro," dijo solemnemente. "Había otras tres Jacquelines en mi clase así que aproveché la excusa y lo acorté." "Sigo sin ver la relación." "Ah, pero deja que te diga sobré qué lo acorté... Jacqueline Anna Elizabeth," esperó a que Reed lo entendiera. Una cálida carcajada reverberó entre las tres paredes que rodeaban la bañera y después por todo el cuarto de baño. Jae rió junto a ella, el recuerdo de la expresión de su madre al saber el apodo fue más que suficiente para hacerla reír. "A Riordan le gusta que le llamen Rio." “¿Cómo pasas de Rear – den a Rio?" Pronunció el nombre, las desconocidas sílabas le eran difíciles de pronunciar. "Por las tres primeras letras, R-I-O." Dejó la taza en el suelo al lado de la bañera y con un movimiento rápido Reed se puso de pie, el agua resbalándole por el cuerpo. Jae se levantó, intentando encontrar alguna otra cosa... donde mirar. “Me iré para dejar que te seques y esas cosas,” murmuró, después fue hacia la puerta. "¿Jae?"

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Se detuvo, deseando que al girarse, Reed se hubiera cubierto ya con una toalla. Reed estaba completamente a salvo ya que Jae jamás la tocaría, pero eso no quería decir que la directora quisiera más imágenes detalladas para añadir a sus inocuas fantasías. Se dio la vuelta. El baño había hecho maravillas en Reed. Los ojos de la actriz ya no estaban hinchados y su piel había tomado un brillo sano, el vapor y el calor estimularon los poros de la dorada piel. Gemas de agua le sonrieron y Jae sintió que su sentido de la realidad se le escapaba un poco más de control. "Gracias." Le sonrío Reed, una sonrisa honesta y abierta que hizo que Jae casi se olvidase de respirar. La sonrisa transformó la dura angulosidad del rostro de Reed, revelando una inesperada y profunda calidez. "De nada," dijo y se fue, cerrando la puerta al salir. Ésta era la mejor parte del baño, el rápido frotar de las fibras ligeramente ásperas sobre la piel. El movimiento le enrojeció la piel de un modo diferente al agua caliente del baño y dejó cada centímetro de su cuerpo cosquilleante y lleno de vida. Reed arrojó la toalla en el recién vacante retrete y echó la cortina del baño. Una de las ventajas de las duchas del hotel era el ilimitado suministro de agua caliente. Abriendo el grifo a máxima potencia, se puso bajo el pulsante rocío dejando que los chorros de agua se llevasen lo malo del día y todo lo que el baño ni la toalla se hubieran llevado ya. Reed sintió que Jae había prácticamente terminado con el indulto de las preguntas y sopesó cuánto contarle. Cuanto... ¿Cuánto confío en ti? Aunque sería muy agradable no tener que actuar tan en secreto cada vez que llamase a Rio, o cuando la llamaba él. ¿Me ayudaría Jae si supiera las razones? ¿Quiero tener que deberle algo? El agua le cayó en el rostro y lo echó hacia atrás para que le cayese de pleno. Responderé sus preguntas sobre Rio, pero nada sobre el pasado... o sobre Roan. Esa era una información que mejor quedaba enterrada con... ¿con quién?... ¿su padre? 154



Furiosa se quitó el agua de los ojos. Nunca fuiste su padre, bastardo... Reed subió la temperatura del agua, cogió el jabón y empezó a enjabonarse de nuevo. Con cautela tanteó el centro de su cólera, sorprendida por el hecho de encontrarlo. Los recuerdos habían sido encerrados tan fuertemente que incluso al pensar en la noche en que nació Rio no sentía nada... ni siquiera la noche que supo que Roan había muerto... Heidi pareció sentirlo más que ella... y su amiga no sabía ni la mitad. ¿Se conformaría Jae con la mitad de la historia... media verdad? Eso espero... Sonrió, después escupió el agua que tenía en la boca, Jae sería capaz de llegar al centro del Emporio y mandar recuerdos de vuelta. ¿Y por qué eso sería tan terrible? Por nada. Terminó su conversación mental, cerró el grifo y salió de la ducha. El albornoz apenas le llegaba a los muslos y se apretó el cinturón, deseando tener su albornoz azul verdoso con ella. Reed inclinó la cabeza a un lado y estrujó el exceso de agua de sus largos mechones negros. Por mera rutina comprobó el liso cabello, los ojos atentos a la primera señal de color gris. Sabe Dios que debería estar llena de canas desde hace tiempo. Ninguna. Sonrió satisfecha consigo misma ante el espejo e hizo un guiño. Ojos azules le centellearon en sorprendida respuesta, las marcadas arrugas debidas a la tensión que esperaba encontrar habían desaparecido y sino fuera porque se conocía bien incluso diría que parecía casi... feliz. "La Felicidad no está en tus cartas... ¿Recuerdas?" “¿Has dicho algo Reed?" Dijo Jae desde la sala de estar. "Hablaba para mí." Con un rápido movimiento de muñeca la toalla quedó sobre la barra de la ducha y apagó la luz. “¿Queda más colacao?” Una jarra enorme fue alzada en alto. “Supuse que sería una noche muy larga.” Clarificó la directora, sonriendo. “¿Vas a compartir o qué?" Ofreció imperiosamente su taza, de pie con pose altanera, una pizca menos de seis pies. 155



“Sabes que lo de Helada Reina Amazona no es un rango, ¿verdad?” Se estremeció momentáneamente antes de notar el humor en la observación armoniosa de Jae. Fuiste tú quien sacó el tema... así que aguántate. “Depende por completo de tu punto de vista." La rubia rió y Reed se encontró satisfecha de haber dejado pasar la broma. Estrechó ligeramente los ojos... el próximo del reparto que lo dijera no tendría tanta suerte. Lo que le faltaba era que Jae lo añadiera a su, cada vez mayor, lista de apodos. "Bueno cuéntame..." Se le encogió el estómago a Reed... aquí viene .... “¿A qué se dedican en la actualidad los niños pequeños?” Terminó de decir Jae, después palmeó el sofá a su lado. Se dejó caer sobre la tapizada superficie, el gran cojín aplastándose bajo su peso. “No sé sobre la mayoría de los niños, pero a Rio le encantan los ordenadores y Kinex." "Cosas fáciles con las que jugar cuando estás enfermo." La taza casi se estrella contra el suelo, el suave apretón con que la tenía casi no fue suficiente para mantener la taza y sus contenidos equilibrados en el brazo del sofá. “¿Cómo...?" La directora se encogió de hombros. “Escuché Reed, tanto a lo que decías como a lo que dejabas de decir." "Ah." Tomó un trago de la bebida que se iba enfriando, ganando tiempo para responder. Esto era diferente. Había alguien escuchando... "No tienes porqué hablar de esto esta noche.” Ojos verdes brillaban con humor. “Podemos ensayar si quieres."

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“Sabes que estar atrapada entre la espada y la pared es un refrán, ¿verdad?” Dijo Reed completamente seria. "Sólo en Terranova... Roo, sólo en Terranova." Llegó la moderada respuesta. La incongruencia del tema la dio de lleno y Reed rió, cogiendo de nuevo la taza para evitar que se derramara su contenido al suelo y a los muebles. “A Rio le gustarías." “¿En serio? ¿Y eso?" "Por qué me haces reír.” Fue una respuesta improvisada, pero la verdad acertó de pleno. Jae la hacía reír, más que nadie con la excepción de Rio. De repente la idea de compartir con esta mujer no era tan terrible como le había parecido al principio. “¿Podemos dejar el ensayo para otro momento?” preguntó con suavidad. Jae tomó un largo trago obviamente saboreando el agradable sabor del cacao. Se le hincharon las mejillas al moverlo dentro de su boca. “No me haces perder el tiempo,” dijo. Le llevó un instante a Reed entender lo que le decía la directora. Al igual que el cuerpo de la rubia, su mente parecía estar en constante movimiento. Incluso ahora que parecía estar descansando, Jae no estaba completamente quieta. Recordando sus enfadadas palabras de hace un rato, Reed pasó el dedo por el borde de la taza. “Vale,” masculló. Una mano rozó su clavícula donde todavía quedaban gotitas de agua, últimos vestigios del agua en sus extensos mechones tintados. “Pero tienes que admitir... que es como si te estuvieras derritiendo."

Capítulo 21 "No."

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"Sólo una más.” El director de localización de Entertainment Tonight insistía en hacer otra toma, y había llevado su paciencia al límite. "Hemos terminado. Tengo trabajo que hacer." "Pero Sra. Cavanaugh..." La feroz protesta cayó en oídos sordos mientras Jae ojeaba guiones. Grabar esto... el ángulo es malo para el sol... grabar esto... La directora alzó la vista ante el ocaso. Tenían todas las escenas „ruidosas' gracias a Entertainment Tonight pero iba corta de tiempo con el resto. "Preparados," gritó antes que su ayudante pudiera dar la orden. Obedientemente, los actores tomaron posición y esperaron la señal para empezar a moverse. Reed y Sarah estaban justo fuera del alcance de la cámara, listas para aparecer en escena cuando les dijeran. Rodar una escena de gentío no era tan simple como enfocar la cámara a la gente y tomar metraje. Los detalles eran importantes y tenían que estar organizados para no haber errores. Pequeñas cosas como gorras con logos de equipos de béisbol eran importantes para ayudar al espectador a sentirse parte de la película. No importaba que el poder conocer a alguien de los que salían en escena fuera minúsculo – lo importante era la ilusión de que esa gente pudiera ser tu amigo o vecino. Normalmente podían haber incorporado imágenes de la gente en el parque, ya que entrar en Disney World llevaba implícito el poder ser fotografiado o filmado. Pero no era buena idea para esta película... todo lo que necesitaban era que alguien dijese no querer salir en escena y el estreno podía retrasarse meses mientras se resolvían los asuntos legales y se reeditaban las escenas. Jae estudió la composición humana, decidió que no necesitaba nada más he hizo señas a Reed y Sarah. “Cámaras preparadas.” "Rodando." 158



Esta vez no había sonido, los diálogos y el sonido del gentío serían añadidos después en el estudio. La escena se desarrollaba en su monitor, rastreó el movimiento de la gente, asegurándose que los extras no estuvieran simplemente dando vueltas alrededor. Ahí... maldición... “Corten.” Un chico joven había pasado tres veces por delante de Reed y Sarah. El ayudante, Mark Ostertag, se materializó sobre su hombro. No era culpa suya no ser Cait, con lo que mantuvo la calma. “Reorganiza a la gente, y si tienes que usar al mismo niño, al menos ponle una gorra o cámbiale la camisa." "Sí, señora." Se fue a toda prisa, carpeta en mano. Se le unió el Director de Fotografía, el bloc de dibujo e imágenes sueltas bajo el brazo. “Va a ser una puesta de sol magnífica." “¿Qué tienes en mente?" "Bueno hemos perdido la luz natural para la siguiente escena, y a no ser que quieras volver mañana, porqué no lo rodamos así... desde aquí.” Pasó los dedos por la foto original y después rápidamente trazó los detalles con un pedazo de conté. "Bien... y rueda los cortos desde esta dirección.” Jae añadió algunas líneas y asintió a modo de aprobación. “Acabemos con ésta y saquémonos del medio la siguiente." "Tendré la tercera cámara preparada y lista para rodar.” El Director de Fotografía se estaba girando ya en busca de uno de los operadores. Con el pelo gris perfectamente recogido en una cola de caballo, el Director de Fotografía era un anuncio andante de la moda de los sesenta. "Preparados." Todo el mundo volvió a su sitio, y Jae contó mentalmente. “Cámaras preparadas.”

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"Rodando." El Cámara siguió el movimiento, acercándose despacio a la multitud. A su izquierda otra cámara rodaba la escena, las lentes moviéndose en sentido contrario al de los actores. Por fin. Lo tenían. “Corten y a impresión.” Jae giró los hombros para quitar la tensión que se le había acumulado en los omóplatos. Los empleados y ayudantes entraron en acción, desmontando rápidamente las cámaras y las pocas luces que había. Un par de gators se acercaron a los pequeños trailers que contenían el equipo y Jae se sentó en el asiento del copiloto de uno de los pequeños todo terreno color verde. Se puso en marcha el motor haciendo vibrar el vehículo y difícil mantener una conversación, con lo que decidió esperar antes de llamar a Cait. Iba contra la oscuridad, pero el plan de Erich era bueno. “Tengo que acordarme y agradecérselo.” El Director de Fotografía podía haberse marchado al morir Roan. Al igual que Jae, el contrato de Erich fue personal con Roan. De hecho muchos del equipo tenían aun puestos libres entre los senior, el resto se mantuvo entre una mezcla de amigos y gente que decidió quedarse. Se detuvieron y los técnicos comenzaron a descargar el equipo, parte del trabajo ya hecho por Erich y sus ayudantes. Eso resultó ser una ventaja de los solventados y los puestos libres, el equipo era menos rígido a la hora de hacer los diversos trabajos y el set tenía una atmósfera de trabajo en equipo. “¿Están preparados los suplentes?" Preguntó Jae. "Sí, Sra. Cavanaugh." "Llévalos a las mesas, haremos las comprobaciones de los ángulos y la iluminación.” Su atención ya estaba centrada en los guiones. Su ayudante olvidada al ver Jae las escenas en su mente, capturando cada imagen que quería de esta última serie. Los primeros planos habían sido grabados a comienzos de la semana y tenían que asegurar la continuidad entre las escenas exteriores y los detalles de las secuencias. “¿Han salido de vestuario ya Lewis y Gellar?” 160



"Iré a ver." El hombre joven se movió con una velocidad que le había faltado hasta entonces, y volvió al momento ligeramente sin aliento. “Están terminando.” "Gracias." "Estamos listos Jae." Gritó Erich a través del enredo de cables que unían las cámaras a las enormes baterías. Todo el proceso les llevó menos de veinte minutos, y Jae comenzó a relajarse un poco. A pesar del tiempo perdido con ET, parecía que fueran a terminar esa noche después de todo. "A sus sitios." Gritó Mark y la directora se tomó un segundo para dedicarle una sonrisa y asentir su aprobación. "Cámara preparadas." "Rodando." Un camarero se acercó a la pareja sentada en la mesa, las dos mujeres sonriendo al pedir. El monitor de Jae se centró más en la acción que en lo que estaban rodando el resto de las cámaras. El viento movió ligeramente el pelo de Reed y Jae sonrío para adentro. En contraste con la tensión de rodar el reportaje de la revista junto con el rodaje normal, la actriz parecía más relajada que nunca. Se notaba también en la cinta. Por un momento Jae estuvo tentada de rodar de nuevo los primeros planos. Déjalo pasar Jae... son tres minutos de la película... eso sí se queda... Eso es lo que había dado de sí toda la semana, siete minutos y medio de película... o menos. "Corten. Seguir en las posiciones. Estuvo bien, gente... sólo una vez más para asegurarnos que lo tenemos.” Jae hizo anotaciones en su cuaderno de rodaje... editando ya en su mente. “Empezamos... a mí señal.” El equipo de apoyo retiró las bebidas de la mesa y el camarero volvió a las sombras. "Listo." Señaló el equipo de Apoyo. 161



"Cámara preparada." "Rodando." Se desarrolló de nuevo la acción, una réplica casi exacta de lo que acababan de rodar. Por el rabillo del ojo la directora podía ver al equipo de efectos de sonido tomando notas sobre los ruidos que los rodeaban. Al igual que las demás tomas exteriores, el sonido de este segmento sería añadido en el estudio. El monitor mostraba solamente el continúo progreso de la escena, sin cortes. Bien. “Corten. Lo tenemos.” A su alrededor el equipo estalló en una ráfaga de actividad. Las luces, cámaras y baterías desaparecieron dejando tan sólo el esplendor de un cielo crepuscular sobre un parque temático intensamente decorado a sus espaldas. Distraída, Jae se perdió la belleza del momento. “Cait... ¿qué han dicho los de Paramount?” Se colocó el celular entre el hombro y la oreja, tomando notas con las manos libres. "¡Hola!... Estoy bien... gracias por preguntar." "¿Qué?... Vale, hola Cait. Y ¿qué han dicho los de Paramount?" "Pueden darte tres horas Editando en bay 2." "Gracias. Sabía que podía contar contigo.” Cambió el lápiz por el teléfono, lista para colgar. Se llevó la mano derecha al pelo y Jae se apoyó sobre el codo, los dedos jugueteando con el pelo, pensativa. "Espera... Reservé un avión... te mandó los detalles por fax al hotel. El vuelo sale a la una." "De la tarde, ¿sí? "

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Caitlynn rió. “Sí. ¿Qué tal el rodaje?” "Fatal. En el próximo viaje te vienes tú también." "El próximo viaje es a Michigan en pleno invierno... y creo que Mikey estará perfectamente él solito. "Quejica." Acusó con humor a su ayudante. “¿Tienes alguna idea de lo que un sombrero le hace a mi pelo?" “¿Peor que la lluvia?" "Ya lo sabes, amor. Hablando de, tengo cita con Raoul y su terapia de seda.” A diferencia de los cortos y rubios mechones de Jae, el pelo de Cait era rebelde y necesitaba ser cortado cada dos por tres. “¿De qué color esta vez?" "El mismo negro básico de siempre... va con todo." "Podemos renombrarlo... algo como... filme noire...” Todos los aparatos habían sido recogidos ya y uno del equipo apareció a su derecha, preparado para quitarle la silla en cuanto se moviera. Cooperando, Jae se levantó. "Eso apesta... incluso para ti." "Sí bueno... no todas podemos ser Ellen... He de irme. Te mandaré lo nuevo esta noche después de ver los dailies y hacer un corte preliminar." "Avisaré a Bill. Por cierto, estaba impresionado con el metraje de la montaña rusa." "Bien. Buenas noches Cait." "Hasta luego, Hollywood."

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Mejorado su humor, Jae se guardó en el bolsillo el móvil y se unió al Director de Fotografía y su ayudante. “¿Listos?" "Totalmente." Contestó Erich. Mark afirmó con un gesto de la cabeza y los siguió mientras se dirigían a una de las entradas „secretas' al parque, camino de Paramount. Se detuvo intentando recordar algo en su mente antes de unirse a los otros dentro del coche de alquiler. Jae se dejó caer sobre la puerta del copiloto e intentó poner en claro el sentimiento de que se le olvidaba algo. No se le ocurrió nada y lo achacó a la fatiga del largo día que se iba a alargar aún más.

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Reed intentó dejar de lado la decepción que sentía. Jae no iba a venir. Hundió la mano en el bolsillo de sus pantalones hasta rozar la correa de cuero de su reloj Timex Atlantis. Las diez en punto... ¿y ahora qué? "Yo. Reed." Holly y su amiga Maribel se hicieron camino a través de la multitud hasta llegar dónde ella estaba sentada frente a un lago artificial. Al principio asumió que eran amantes... y se sorprendió en extremo al descubrir que sólo eran amigas. Maribel bromeó con que la escritora no era de su tipo, y Reed se preguntó fugazmente cuál sería su tipo antes que la bibliotecaria revelara que era heterosexual. Obligándose a ser cortés, Reed se levantó y señaló las sillas vacías. A su alrededor aumentaba la excitación mientras familias y diversos grupos de gente esperaban el primer estallido del espectáculo de rayos láser. Una rápida búsqueda le verificó que realmente Disney World tenía el mismo espectáculo láser que Disney Land – Jae lo había entendido mal. Demasiado para sorprenderme...

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Holly la observó largamente y Reed se quedó con el incómodo sentimiento de que la otra mujer había visto más de lo que la actriz estaba dispuesta a revelar. Fuera lo que fuere, no hizo ningún comentario y se sentó junto a Reed, de frente al agua. A su vez, Maribel corrió su silla al extremo de la mesa para poder ver lo que sucedía en el lago. La música llenó el aire y un destello brillante de luz comenzó con el Aprendiz de Hechicero como principio del baile entre las fuerzas de la luz y la oscuridad.

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"¿Estas segura?" "No." A pesar de su negativa, Reed caminó hacia la puerta de madera. El tráfico de peatones se movía a su alrededor, sin detenerse nadie a echarles un segundo vistazo. Luces de neón brillaban misteriosas en la oscura noche, colores chillones y difusos reflejándose sobre paredes y ventanas. El letrero sobre el toldo decía „RUMOURS', de color oro pálido sobre la lona negra. "Yo. Reed." Asustada brincó ligeramente, después se giró para mirar a Holly. La otra mujer mostraba una mueca enigmática. “¿Qué?” preguntó, arrastrando la palabra. "Llevas mirando la puerta cinco minutos." Sin contestar tiró de la puerta. Unas largas escaleras alfombradas de color rojo se extendían ante ella, terminando en una profunda oscuridad. De vez en cuando, destellos de luz mostraban que había algo más al pie de la escalera. Venga Reed que es un bar... no la jungla... no hay leones, ni tigres, ni osos. La actriz se armó de coraje y bajó con rapidez las escaleras para entrar en la habitación. Oh Dios... Se paró, los ojos de par en par.

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Ni en sus más locos sueños se habría imaginado como sería por dentro un bar de mujeres. Ni de cerca... Había una mesa de billar en una esquina, unas doce mujeres más o menos reunidas alrededor de la zona de combate. Ni siquiera es... pensó irónicamente. Holly y Maribel pasaron por su lado y Reed se obligó a dejar de examinar el bar lo suficiente como para seguirlas hacia una esquina del fondo. Holly y ella no dejaron de mirarse a los ojos mientras discutían en silencio quien se sentaría en el sillón doble, las otras dos mujeres la dejaron ganar. “Gracias,” reconoció sentándose en el sofá, Holly sentándose a su lado mientras que Maribel se apoyó en el borde de una silla frente a ellas. Reed continuó estudiando el entorno. Cada centímetro de pared estaba pintada de negro o cubierta de una variedad de posters enmarcados... algunos de los cuales eran... interesantes. Resopló, interesantes es quedarse cortos. A su derecha Melissa Etheridge mostraba la espalda con una camisa color arena junto con su guitarra, mientras que a su izquierda dos mujeres – al menos pensaba que eran sólo dos – estaban unidas en alguna pose de yoga. En la pista de baile hormigueaban los cuerpos en diversos estados de vestimenta... o desnudez, dependiendo – supuso - del punto de vista. Parpadeó, al serle revelado más de una rubia bailarina de lo que en verdad necesitaba ver. Sin embargo, había sido una sorpresa. La excepción de la regla. La mayoría de las mujeres estaban sentadas y hablando, algunas bailando y otras en la mesa de billar, pero no había nadie montándoselo en las esquinas. “¿Qué os traigo, chicasss?" "Whisky seco." Ordenó Reed, añadiendo licor fuerte a las tres cervezas que se había tomado ya. Los ojos de la camarera se posaron en ella antes de que la morena se volviera hacia Holly. "Tuborg." 166



“¿Y tú?" Volvió a mirar a Reed aunque estuviera atendiendo a la bibliotecaria. "Una Pepsi, por favor." Maribel se levantó y fue al otro lado del bar, donde Reed creyó estarían los baños. "Sin problema." La mujer se marchó echando una última mirada. "Es la última vez que te traigo a un bar de mujeres.” Dijo Holly sacudiendo la cabeza. “¿Qué?" "Reed, te estaba comiendo con los ojos." "No lo hacía." "Vale." "No lo hacía." Refunfuñó Reed. ¿Lo hizo? Repasó el breve encuentro en su mente tratando de descubrir a lo que se refería Holly. No me siento como si „me hubieran comido con los ojos'. Dios. Ahora hablo como en un libro. La mujer no la había mirado con lascivia, no había silbado, ni dicho „¿cómo te gustan a ti los huevos?', nada o al menos nada de lo que estaba acostumbrada con los hombres. Decidió que Holly la estaba intentando picar. La música palpitó y tarareó. Notas acústicas de rock se vertieron sobre las mujeres bailando y salieron en tropel por los confines del bar. La tribu de Sheryl Crows estaba ocupada en la noche del sábado para ver de qué iba la cosa. Lo que resumía bastante el porqué de estar ella allí. Vale. ¿Y ahora qué? La camarera morena se sentó en el reposabrazos del sofá, con una pierna llegando casi a tocar la de Reed. Reed tragó y miró a Holly. La escritora se inclinó y rodeó a Reed con un brazo alrededor de los hombros. “Permíteme.”

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Casi al instante el hueco entre su pierna y la de la camarera se ensanchó. La mujer le dio las vueltas a Holly y se marchó sin mirar atrás. "Gracias." Holly se echó de nuevo hacia atrás, sonriendo. “No pasa nada." Reed le dedicó una mirada, sospechando. "¿Qué?" "Nada." "Vale. Me estaba evaluando." "¿Quién te estaba evaluando?" Preguntó Maribel al regresar. "Nadie." "La camarera." Contestó Holly. "Era mona." “¿Pero no eras hetero?" Preguntó Reed, que se había quedado sin habla. "Lo soy. ¿Nunca has visto una mujer que te atraiga? No sexualmente, ¿pero qué te resulte agradable a la vista?” Maribel se sentó de nuevo en su silla y estaba moviendo los hielos de su vaso con la pajita. Su primer instinto era decir, „No, claro que no'. Pero habiendo vivido y trabajado en la industria sabía que evaluaba la apariencia de las mujeres todo el tiempo – sin ningún otro motivo que el de compararse. En Hollywood se triunfaba por „El Físico' – has de saber cómo superarlo. “Sí, supongo que sí,” terminó por reconocer. "No, no la carne del mercado de Tinseltown. Estéticamente.” Maribel paseó la vista por el bar. “Mira a la mujer bajita apoyada contra la columna. ¿Ves cómo sus facciones son simétricas, como al sonreír se le iluminan los ojos?” 168



Reed miró, intentando no evaluar a la mujer por las normas de Hollywood. Podía ver a lo que se refería Maribel, la mujer joven tenía vitalidad, casi igual que Jae, y eso la hacía atractiva. Recorrió con la vista el bar, asombrada de la variedad de mujeres presentes. "Yo. Reed." "¡Hmm!." "Estás mirando fijamente." Holly la miraba de nuevo con esa enigmática mueca. "Observaba." "Bueno, llevas observando a la rubia de la esquina los últimos minutos." "¿Y?" "Y, que viene hacia aquí.” La enigmática mueca se convirtió en una sonrisa de oreja a oreja. “Bienvenida al Método de Interpretación 201.” Ah mierda... ¿y ahora qué? La mujer rubia atravesó la línea de mujeres esperando a ser servidas en la barra y Reed sintió como se le encogía el estómago. ¿Qué demonios le digo? “Hola... no soy gay, pero interpreto a una en una película...” Se le acabó el tiempo y la mujer llegó a su lado, sonriéndole. “¿Bailas conmigo?" "No." “¿No?" “¿No?" Repitió Maribel la pregunta. "Venga Reed, será divertido.” Sonó por los altavoces el nuevo mix número uno de Cher y la pista de baile se llenó de mujeres.

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"Sí Reed. Será divertido.” Holly se levantó y se puso al lado de su amiga, esperando que Reed se decidiese. "Por favor," se sumó la extraña, después le ofreció la mano. “Me llamo MJ.” Reed vaciló. Maribel intervino suavemente y formalizó las presentaciones. “Soy Maribel, esta es Holly y ella es Reed." "Estupendo. ¿Vamos?" "Después de ti." De mala gana la actriz las siguió a la pista de baile e intentó no pensar en lo que estaba haciendo. ¿Qué demonios estoy haciendo aquí? Estoy en un... bar de mujeres. Usó el mismo término que había usado Holly. Bailando con una mujer... que me está „evaluando'. Más alcohol. Definitivamente, necesito más alcohol. Terminó la canción y Reed salió disparada hacia su asiento, decepcionada al descubrir que se había terminado la copa. “¿Quieres otra?" Preguntó MJ. La alta rubia estaba apoyada en el reposabrazos del sofá y cogió el vaso vacío de Reed. Asintió con un cabeceo. "Mujer de pocas palabras. Me gusta." Se puso el vaso bajo la nariz y olió los restos que quedaban en él. "Whisky seco, Ol' Granddad." La otra mujer le dio un apretón en el hombro, Reed hizo lo imposible por no estremecerse. “Enseguida vuelvo." "Holly, no puedo hacerlo." La escritora se la quedó mirando antes de hablar. “¿Qué creías que iba a pasar? Es un bar gay, Reed. Las mujeres van a ligar contigo. Para eso viniste, ¿no?”

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"Quien..." Holly la cortó. “Supéralo Reed. Es sólo un beso. No es contagioso y aunque lo fuera, no es mortal. Y para que lo sepas, si planeas emborracharte lo suficiente para dejar que te bese eres peor que cualquier hombre." “¿Qué diablos quieres decir con eso?" La escritora se echó hacia delante. “Puede que sea una gay Reed, pero lo creas o no tiene sentimientos. Al igual que tú, que yo, Maribel, Jae o cualquier ser humano." "No me compares con ellas." "Ya no son ellas, Reed." “Que te jodan,” soltó. Holly rió, “sería un poco hipócrita por tu parte, ¿no crees?” Subió los escalones de dos en dos, sin preocuparse de la gente que entraba se hizo camino a través del gentío y escapó a la calle.

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“Ahí.” Jae se echó hacia atrás en su silla y presionó el botón de play. La cinta seguía sin unir pero la mayoría de lo que quería conseguir ya estaba hecho, con suficiente material extra para publicidad. Mark resopló suavemente en una esquina. El despeinado pelo negro cayéndole sobre los ojos al estar sentado en una silla inclinada contra la pared, las diecinueve horas de trabajo demostrando ser demasiado. “El coche estará aquí en unos segundos.” Erich entró de nuevo en la habitación. “Genial. Gracias.” 171



“De nada. ¿Has decidido ya cómo quieres enmarcar Crandom Beach?” “Con el enfoque básico. Pero antes quiero ver por mí misma la playa. Si no fuera por el tema del atardecer y la salida de la luna, lo rodaría en Los Ángeles.” La posición del horizonte no era la correcta para grabar las escenas de la costa este en la costa oeste. Y de ninguna manera iba a usar una luna falsa. El Director de Fotografía asintió. “Fui a verla hará unos dos meses. Es buena playa, con mucho espacio para las luces y el equipamiento.” “Por fin, una bendición. Una cosa menos de la que preocuparse.” “¿Cuántas tomas crees que serán necesarias?” Se quedó pensándolo. ¿Para captar la acción en sí? No más de seis o siete. ¿Pero para captar la emoción de la escena? Ni siquiera quiero pensarlo. Pero sería un buen plan pedir grandes cantidades de cinta extra. Jae se pasó los dedos entre el pelo. “Pongamos unas veinte.” Erich rió e hizo anotaciones en su libretilla azul. “Que optimista.” “Si bueno, es malo para la moral de la directora hacer apuestas demasiado altas.” La verdad era que sería feliz si consiguiera captarlo en menos de cincuenta. Era una tradición entre la gente del equipo el apostar por las tomas que se necesitarían en ciertas escenas, aunque se supone que la directora no debería prestarles atención. “El coche está aquí, señora.” El conductor del vehículo asomó la cabeza en la habitación para hacerles saber que ya había llegado. “Gracias.” Jae cogió su mochila y atravesó la habitación. “Mark... Despierta.” Para él era más tarde de la media noche. Para ella aún era temprano, pues aún seguía con el ritmo de Los Ángeles. Medio dormido, se levantó y les siguió hasta el coche.

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Se apoyó contra la puerta cerrada y siguió dándole vueltas a la próxima escena. ¿Cómo hago que los fuegos artificiales... Oh, Dios mío... los fuegos. Jae se sentó derecha y enredó sus dedos con su cabello. No me puedo creer que haya hecho eso. ¿Por qué no? Le preguntó su voz interior, recalcando la pregunta. El camino de vuelta al Floridian le pareció ser tres veces más largo de lo que recordaba, y fue con iguales dosis de alivio y ansiedad que recibió la familiar vista del lago y el edificio Victoriano. Al ascensor le ocurría lo mismo que al camino de vuelta y tardó dos veces más de lo normal en bajar hasta el recibidor. En perfecta simbiosis con la aplicación de la Ley de Murphy, el aparato se llenó de otros pasajeros, los cuales y al menos uno de ellos, se bajaban en cada planta entre el recibidor y el sexto piso. Jae se detuvo antes de pasar la tarjeta por la cerradura, reuniendo su coraje y argumentos. Vale... no es que no tengas práctica en esto... Apareció de nuevo su voz interior. No es que sea tu novia ni nada de eso, ¿verdad Jae? La habitación estaba a oscuras, ninguna luz estaba encendida ni provenía ningún ruido de la zona de Reed. Encontró el interruptor e iluminó la habitación. La puerta entre ambas habitaciones estaba cerrada. “No tiene buena pinta Jae. Para nada.” Desde que llegaron al hotel ninguna de las dos había cerrado esa puerta y Jae se la quedó mirando incrédula. ¿Y ahora qué? No se atrevió a usar el picaporte para ver si estaba cerrada con llave o no, para no despertar a Reed. “Me arrastraré.” Una bota calló al suelo con un sonido sordo y luchó por quitarse la otra antes de sentarse en la cama. La pregunta era, ¿cómo? Arrastrarse con las novias sabía cómo hacerlo, y la mayoría de las veces funcionaba. Y para las raras ocasiones en que fallaba, siempre quedaban las flores o cenas íntimas en casa. ¿Pero que aceptaría Reed? Intenta esto Señora Maravillas, la verdad. ¿Entendería Reed la verdad? Jae se dejó caer de espaldas en la cama, vestida aun con los chinos y la camiseta. ¿Aceptará que a veces cuando estoy trabajando pierdo la noción del 173



tiempo... que me emociono tanto al ver como las imágenes se van uniendo que todo lo demás no tiene importancia? Se pasó de nuevo los dedos por el pelo, el suave tacto de los mismos sobre la palma de la mano la relajaban. Nadie lo ha entendido. Incluso Becky, que trabajaba en la industria, no entendió que de verdad perdía la noción del tiempo cuando estaba trabajando. La actriz la acusó de hacerlo deliberadamente y nada de lo que Jae pudiera decir la convenció de lo contrario, así que dejó de intentarlo. Los ojos de su novia se nublaban cada vez que hablaban de cosas técnicas con lo que Jae dejó de intentar compartir su trabajo. Sí, ese es el truco... prueba primero con la verdad. Jae se sonrío a sí misma y cogió su borrador de la mesilla de noche. Y si eso no funciona... inténtalo con una Guinness y media docena de perritos calientes con queso. El teléfono empezó a sonar de forma estruendosa y Jae buscó por todas partes su móvil antes de darse cuenta que el que sonaba era el de la mesilla de noche. “¿Hola?” “¿La Señora Cavanaugh?” “Sí,” contestó. ¿Qué demonios? “Soy el camarero del Tucker, ¿conoce a una tal Señora Lewis?”

Capítulo 22 Reed estaba tirada en la esquina de una enorme caseta. El cuero del sillón estaba viejo y resquebrajado, pero parecía acogedor en vez de incómodo. Largos postes de madera sostenían el techo de paja seca y luces encajadas en aros de hierro iluminaban las paredes. Jae caminó por la vacía estancia, con cuidado de no mover las sillas sobre las mesas. “Ey.” 174



Reed alzó la mirada pero siguió callada, sin cambiar de expresión. “¿Una noche difícil?” preguntó. No obtuvo respuesta. La actriz tan sólo se puso la chaqueta sobre los hombros y se alejó de la caseta. “Mi madre solía darme como respuesta sus silencios cuando era pequeña. Lo odiaba. Odiaba tener que adivinar qué era lo que había hecho mal. Si estás enfadada conmigo dímelo, entonces podremos solucionarlo.” Jae la guio a través del bar. “Nostoy nfadada,” masculló Reed. “Stoy borrachia.” “No. ¿De verdad?” “Listilla.” “Sí.” Estuvo alegremente de acuerdo Jae. “Pero soy tu listilla.” “¿Nserio?” Jae abrió la puerta del coche he hizo un gesto de asentimiento al camarero. “Gracias.” Reed había olvidado la pregunta y estaba luchando con el cinturón de seguridad, clamando finalmente victoria tras enganchar con éxito los dos extremos. “No hay de qué.” El hombre joven volvió al interior del bar y cerró con llave la puerta, sacudiendo la cabeza asombrado por el comportamiento de la actriz. Jae pudo ver porqué no había querido expulsar a una Reed borracha del bar. Bonito bar... pero mala vecindad. “Vamos Roo. Te llevo a casa.” Fueron en silencio, isoladas del sonido de la carretera por gruesos cristales y la una de la otra por tímida curiosidad. Veinte minutos después el conductor detuvo el coche frente al hotel. Jae esperó a que saliera a abrirle la puerta, de forma que pudiera ayudar a sacar a Reed del coche si fuera necesario. 175



Reed salió por su propio pie del coche y caminó directa hacia el ascensor. “Guau. Debes tener un metabolismo de la leche.” La actriz se separó de la pared. “Hostia, Jae. Di de la hostia.” “No puedo. Le prometí a mi abuela que no diría palabrotas.” “¿Se lo prometiste a... tu abuela?” “Sip. Cuando estaba en cuarto de primaria.” Llevó a Reed dentro del ascensor y pulsó el botón de su piso. “Bueno, ¿qué ha pasado esta noche?” Si tuviera que maldecir... este sería el momento. El ascensor se detuvo y se sacudió levemente por efecto de la gravedad. Jae pensó sobre qué decir, decidiendo al final quedarse con el plan A. “Me líe con los cortes de la película y me olvidé. Estaba tomando forma tan bien y lo siguiente que vi...” chascó los dedos, “es que eran pasada las doce. Debería haber llamado, te pido perdón por eso.” “A mí me pasa también, cuando trabajo con arcilla.” Era el turno de Jae de mostrarse sorprendida. ¿Arcilla? Reed parecía, al menos en la superficie, demasiado fría para ser alguien que trabajase con arcilla. Es la primera cosa personal que no le he tenido que sacar a la fuerza. Lo siguiente será que me diga que le gustan las gachas y rechinar los dientes. “Y, ¿tu historia cual es Gloria Vespertina?” Empujó la puerta e indicó a la actriz que la precediera. Reed se sonrojó y bajó la vista al suelo. Oh chico, esto va a ser bueno, pensó Jae. “... una discusión...” murmuró la actriz, “... una gay... un beso... me enfadé y me fui.”

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“¿Has discutido?” Probó Jae. “¿Con quién?” Y cómo es que implica a una gay y un beso... ¿de verdad lo quiero saber? “Holly.” “¿Discutiste con Holly sobre el beso? Es un poco tarde para reescribir el libro.” “Un beso diferente, en el bar.” “¿En el Tucker?” “Rumours.” Reed intentaba quitarse los zapatos, tras haber conseguido salir del abrigo. “¿Rumours?” Jae sabía que si fuera al baño y se mirase en el espejo tendría los ojos como platos. No podía siquiera imaginar cómo habían terminado en ese bar gay, aunque Holly tenía un sentido del humor un poco retorcido. “Es un bar de mujeres.” Resistió el impulso de contestar con un „¿no me digas?', y optó sencillamente por preguntar, “¿por qué?” Como precaución se sentó en la cama e hizo sitio cuando se le unió Reed. “Por el beso.” “Roo.” “¿Qué?” “Sigue actuando, eres pésima como guionista.” “Todos somos críticos.” Reed no continuó y estuvieron sentadas en silencio hasta que Jae no pudo más. “Vale, picaré. ¿Qué pasa con El Beso?” Pudo escuchar las mayúsculas.

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“Quise saber si podía hacerlo.” “¿Y?” “Y discutí con Holly.” Jae estaba segura que Reed intentaba volverla loca. “¿Intentaste besar a Holly?” La actriz sacudió la cabeza. “No.” “¿Maribel?” Reed se inclinó y le susurró de forma conspiradora, “Maribel es hetero.” Jae pudo oler la mezcla de vainilla, humo de cigarro y olor del bar que emitía la actriz. Hizo todo lo que pudo para no girar levemente la cabeza e inspirar de nuevo, en vez de eso saboreó el suave aroma que quedó entre las dos. “Entonces, ¿a quién intentaste besar?” “A nadie.” Se pasó los dedos por el pelo y contó hasta diez. Cuenta atrás. Despacio. Dos veces. Intentando pensar en la siguiente pregunta miró a Reed y encontró a la otra mujer observándola especulativamente. “¿Qué?” dijo. “¿Lo ensayarás conmigo también?” “¿El qué?” Esta vez no contestó de forma deliberada a la pregunta. La fantasía favorita y peor pesadilla... todo junto en la misma frase. “La escena de Crandon Beach.” “He de ir al baño. Perdona.” Jae saltó hacia la seguridad que le ofrecía el baño y cerró la puerta con seguro tras ella. Oh chico... Oh chico es lo que es mi niña. Su voz interior le proveyó coraje de forma nada sutil para equilibrar su conciencia. Abrió al máximo la 178



llave del agua fría y se empapó con ella la cara, pasándose el exceso de agua por el pelo para intentar secarse los dedos. Venga... que no es como si no lo hubieras pensado antes... Si no lo intentas nunca lo sabrás. La besas, te respondes las dudas, ella se responde las suyas y te la sacas sin problemas de la cabeza. Ella – sí claro... Sin pensar en ello se llevó los puños a la altura del rostro y lanzó un puñetazo, después dos más. En el espejo la víctima esquivó los golpes de la siguiente combinación con lo que Jae contó golpe, cruce, gancho. El baño era muy pequeño para trabajar las piernas pero balanceó el cuerpo sobre las rodillas y siguió con el ritmo. Golpe. Cruce. Golpe. Cruce. ¿Le digo? Golpe. Cruce. ¿No le digo? Golpe. Cruce. Golpe. Cruce. ¿Le digo? Golpe. Cruce. ¿No le digo? Golpe. Cruce. Golpe. Cruce. Se le estaban calentando los músculos, con lo que cayó en una sencilla cadencia de movimientos. ¿La beso? Golpe. Cruce. ¿No la beso? Golpe. Cruce. Golpe. Cruce. Gancho. ¿La beso? Golpe. Cruce. Gancho. ¿No la beso? La beso. Golpe. Cruce. Gancho. ¿Le digo? 179



Golpe. Cruce. Gancho. No le digo. Soltó unas cuantas combinaciones más, terminando el suave ejercicio con una serie de ganchos. “Reed va a pensar que me he muerto aquí dentro.” Jae se echó un poco más de agua sobre el rostro para enfriar la piel. Su reflejó la miró, guasón. “Es sólo un ensayo de un beso, Jae. Supéralo.” Ya, un ensayo de un beso. Entonces, ¿por qué me siento como una adolescente antes del baile de fin de curso? Cómo vas a saberlo... nunca fuiste al tuyo, ¿recuerdas? Ya. Déjame pensar. Esa vocecilla podía llegar a ser tan molesta. ¿Cuál es la frase del ensayo, mi niña? Deberías hacer que lo ensayara con Sarah. Jae cerró el grifo y se secó la cara con las manos. “Será un punto muerto cuando estemos de vuelta en Los Ángeles, estaré muy ocupada. Es un trato de una sola vez.” Sí, claro... comentó cínicamente su voz interior. “Y no mientras esté borracha.” Jae salió del baño y apagó la luz tras ella. “Perdona por dejarte así, Reed.” No hubo respuesta por parte de la alta mujer. Mientras ella estuvo pensando, Reed se había metido bajo las sábanas y se había dormido como un bebé. “No pasa nada, dormiré en su cama.” Jae cogió su almohada y se encaminó a la puerta de unión entre las dos habitaciones. Cerrada con llave. Reed debió cerrarla antes, y habían entrado por la habitación de Jae. Eso la dejaba con dos opciones – buscar en los bolsillos de Reed su llave o tumbarse junto a ella. “Menuda elección.” Enfrentarse al peligro ahora, o después. Miró la cama con una mezcla de aprensión y estima. “Es suficientemente grande. Pero me quedo vestida.” Con cuidado se metió bajo las sábanas y se tapó con ellas. El aroma de Reed llenaba el pequeño espacio que había entre sus cuerpos y Jae pensó que el suelo sería una perfecta opción número tres. Cerró los ojos e intentó no pensar en cómo sería besar a la mujer que estaba tendida a su lado. Si antes había sido difícil

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– ahora que realmente iba a hacerlo – probaba ser prácticamente imposible. Iba a ser una noche muy larga.

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PARTE 4

Capítulo 23 Sentía como si el cerebro quisiera salírsele por el estómago. ¿Cómo era ese antiguo refrán? Licor, cerveza – nunca temas; cerveza, licor nunca peor. Eres demasiado mayor para esto, pequeña. Abrió un ojo con cautela. Por ahora todo bien. La habitación del hotel seguía aun a oscuras, las cortinas evitaban que entrase la luz del día. El sonido de una suave respiración le hizo girar la cabeza. Jae estaba hecha un ovillo, con la espalda pegada a la almohada que separaba sus cuerpos. Su vuelo no salía hasta más tarde y no tenían nada más que filmar ni programado en la agenda, por lo que Reed cerró el ojo y se acomodó de nuevo entre las sábanas, con cuidado de no mover mucho la cabeza. ¿Salí e hice lo que hice... por qué? Porque eres una mierda, pensó sin asomo de caridad por sí misma. Su vejiga se negaba a dejarla estar dónde estaba y Reed se forzó a levantarse. No estaba tan mal como temía. Un poco mareada, pero el resto parecía estar normal. No fue hasta que intentó coger el cepillo de dientes que se dio cuenta que estaba en el cuarto de Jae en vez del suyo. Con un rápido vistazo encontró los cepillos desechables del hotel y desenvolvió uno de la marca OralB. Empezó a tener recuerdos de la noche anterior mientras se le iba la espesura de la resaca. Que la jodan a Holly. ¿Quién coño se cree que es de todas formas? Eso. ¿Y Maribel? ¿Cuál es tu excusa para ella, preciosa? Afróntalo. Te cae bien Holly, y ahora te molesta que te haya sugerido eso. Pero sigue siendo una gay. ¿Y? Puede que las gays... no sean como el Pa... Reed evitó de golpe el recuerdo. ¡No! No hay diferencia. Ninguna.

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¿De verdad? El agua helada la alejaba de tales pensamientos que no quería recordar y Reed se echó más agua a la cara, desechando los últimos restos de resaca que pudiera tener. Lo que necesitaba en realidad era una ducha. Cruzando despacio la oscura habitación, pasó al lado de la cama y de la aun dormida Jae y agarró el picaporte de la puerta a su habitación. Cerrada. ¿Cómo demonios ha pasado esto? La puerta estaba cerrada desde el otro lado, el picaporte del cuarto de Jae giraba en su mano con facilidad. Sin previo aviso, otra imagen reemplazó la puerta de madera que tenía enfrente. Desorientada cayó al suelo, el vértigo junto con el deja vu fue demasiado para ella. Se medió esperaba sentir caer a través del suelo, su pesadilla hecha realidad. El golpe contra la dura alfombra la sorprendió. “¡Ungh!” Lentamente, la habitación volvió de nuevo a ser la misma sobreponiéndose a la visión de su sueño. No me había vuelto a pasar desde hace mucho... desde... "¿Reed?" "¿Qué?" “¿Por qué estás sentada en el suelo?” La voz de la directora era grave debido aun al efecto del sueño. "Debería pensar que es obvio. Inspecciono la alfombra en busca de cámaras. " "Listilla." Reed se levantó y volvió a la cama, sentándose en una de las esquinas. “Sí, pero citando a una amiga mía, soy tu listilla . " Jae se rió, su revuelto cabello aplastado de un lado por haber dormido sobre él. "No tan fuerte." Se estremeció Reed. 183



“¿Te duele la cabeza?" "No, es la resaca." "Vaya, vaya, estamos de mal humor esta mañana.” Jae se sentó y se rodeó las rodillas con los brazos. “Supongo que no podrás explicarme lo que pasó anoche de forma que pueda entenderlo, ¿verdad? " "No pasó nada." "Al menos dime cómo he de enfrentarme a mi guionista." "Esto es entre Holly y yo." "No Reed, te equivocas. Si afecta a la película entonces también me incumbe a mí." No había pensado en eso. Que dañando su relación con Holly pudiera estar perjudicando a Jae. “No es sobre la película. Es personal." "Vale." “¿Puedo preguntarte algo?" Aventuró Reed. La pregunta de Jae le recordó algo de la pasada noche. "Claro." “¿Dijiste sí o no?" La directora no parecía que la tratara de forma diferente esta mañana, luego debería ser una buena señal. “Tenga piedá, señoita Lewis, ¿terminó de dormí en mi cama y ahora me pregunta si me pué besá? " A pesar del dolor que le martilleaba en la cabeza, Reed no pudo más que reírse de Jae. “Oh Dios, duele.” "No, en serio, te ayudaré a ensayar. Pero préstame atención un segundo, ¿quieres?” 184



Se le encogió el estómago a Reed por la aprensión. “¿Qué?” preguntó con cautela, incluso al girarse a mirar a la rubia. Es sólo un beso. Un simple piquito. Hay escenas mucho más difíciles aun. Pon ésta en perspectiva y supérala. Y ten en mente que será tan íntimo como beber una jarra de cerveza en un juego de los Dodgers." “¿Crees que estoy siendo estúpida?" "No. Estúpida no es una palabra que asociaría contigo. Sólo digo que no deberías presionarte tanto por esta escena. Por eso volvemos y lo grabamos ahora – para sacárnosla del medio.” Los ojos verdes de Jae estaban fijos en los de Reed. "Gracias, creo." "Mira, sé que es difícil para ti. Haré lo que pueda por ayudarte. Pero Reed, ésta es una película sobre dos personas enamoradas. Lo que quiere decir que tú y Sarah tenéis que venderla – con el lenguaje de vuestro cuerpo, tono de voz – todo. " “Esta película es importante para ti, ¿verdad?” Reed cambió a un tema menos peligroso y que pudiera manejar. "Sí." Jae hizo una pausa. "Es mi oportunidad para hacer una película importante y eso es lo que importa. No se tienen muchas oportunidades así en Hollywood. Si lo echo a perder – no volveré a tener la oportunidad a este lado del Armageddon." Reed asintió. Jae tenía tanta profesionalidad en el rodaje como consigo misma. “Sólo un pico, ¿eh?” "Sólo un pico."

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El aeropuerto estaba atestado, y los cinco se abrieron paso entre turistas del medio oeste con demasiada ropa y norteños con falta de ella. Finalmente encontraron la 185



puerta desde la que saldría su vuelo. Más gente del equipo de rodaje estaba cerca de la puerta y Reed observó como Jae saludaba a su asistente temporal y al director de fotografía. “¿Qué tal la cabeza?" Sorprendida, Reed miró a la escritora. No había hablado con Holly en todo el día, ni la otra mujer parecía inclinada a romper el silencio. “Pregúntame después que despegue el avión,” contestó irónicamente. ¿Esperará Holly que me disculpe? Adelante... ayudarás a Jae. “Oye, sobre lo de anoche... no debí insultarte.” Eso era todo lo que podía decir al respecto. No sabía cómo decir lo que realmente sabía que tendría que decir. "No hay problema." Se quedaron en silencio mientras Maribel y Sarah hablaban no muy lejos de ellas y Jae continuaba ultimando detalles y el plan de rodaje en Miami. Se le removía ligeramente el estómago al mirar a la directora. A pesar de la insignificancia de Jae sobre el beso ensayarían esa noche, y Reed no podía sacárselo de la cabeza. ¿Cómo se besa a una mujer? ¿Sería como besar a un tipo – sólo que con menos pelos en la cara? ¿Cómo reaccionará Jae al tener que besar a una mujer? Sería jodidamente maravilloso que terminase vomitándome encima. Como si sintiera que Reed estaba pensando en ella, Jae se giró y se encontró con su mirada, sonriendo levemente. Tenía una expresión dulce y reconfortante, y Reed le devolvió la sonrisa. "¡Ey!, Sarah." Sarah se giró y sonrió. Un hombre joven y alto, de pelo negro y ondulado corrió hacia ellas. Reed observó cómo dejó caer las bolsas y envolvió a la joven actriz en un exuberante abrazo de oso. "Reed, Holly, Maribel, éste es Jonah.” Sarah sonrió abiertamente. “Mi compañero de ensayos.” 186



Jonah rió y les tendió la mano cordialmente. “Al menos por esta semana. Estoy en el estado de Florida." Reed se encontró mirando por encima del hombre joven, hacia dónde estaba Jae. La rubia directora dibujaba imágenes enérgicamente en el aire con las manos, y Reed la miró absorta. ¿Está Jae tan nerviosa sobre esto como lo estoy yo? Toda la mañana había tenido el estómago como lleno de mariposas. Al principio Reed lo achacó a la resaca, pero parecía, como ahora, sucederle sobre todo cuando pensaba en lo de esta noche o miraba a la directora. Y eso la preocupaba. Confiaba en Jae, pero lo último que quería que ocurriese es que se pusiera enferma o cualquier otra tontería. ¿Qué... cómo tu primer beso? Fue un desastre. Jimmy Blake la acompañó a casa desde la escuela cada noche durante una semana, para besarla por fin mientras estaban en el porche de la entrada de la casa de su madre. La novedad de que un chico le prestara atención compensaba la incomodidad inicial. Se sintió asustada, excitada y nerviosa todo al mismo tiempo. Consiguió una hemorragia nasal y eso había sido todo. La camisa de Jimmy recibió el impacto de su nerviosismo y nunca más la acompañó a casa ni intentó besarla. No había sido nada igual lo de anoche en el bar, recordó Reed. Jae se pasó de nuevo la mano por el pelo y se dirigió a la actriz, deteniéndose antes para saludar al amigo de Sarah. "¡Ey!." "¡Ey, tú también!” Reed le devolvió el saludo. "Cait ha reservado coches para que nos recojan y nos lleven a los hoteles, pero Erich y yo iremos directos a Crandon. Quiero echarle un vistazo durante la puesta de sol y la noche. Te veo cuando vuelva, ¿vale?” "Claro," se encogió de hombros para que pareciera que no le daba mayor importancia.

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"Genial." ¿Se estaba sonrojando Jae? Salió la azafata y anunció que el capitán estaba listo. Reed siguió los pasos de la directora y hubiera deseado saber qué es lo que pensaba la otra mujer. Jae se deslizó hacia el asiento de la ventanilla derecha del pequeño avión ATR Turboprop. Había muchos asientos vacíos y sabía que Reed querría acomodar su largo cuerpo en asientos separados. Aun así, no podía más que mirar esperanzada cuando Reed entró al avión. Reed arqueó una ceja y sonrió. “Vale Tigger.” La actriz metió su maleta en el compartimento vacío sobre los asientos desocupados de al lado, después dobló su abrigo y lo puso sobre uno de esos asientos, reservándolo para después. Una vez hubo terminado se sentó junto a la directora. "Gracias." "De nada." El cinturón de seguridad hizo un ruido brusco al ser cerrado y Reed se acomodó en el asiento. Estuvieron sentadas en silencio por unos instantes, hasta que la azafata comenzó a enseñar las medidas de seguridad del avión. Los motores se pusieron en marcha y Jae pudo sentir como el avión se estremecía. El temblor se extendió a las paredes del avión mientras comenzaban a moverse por la pista. Siempre era peor en aviones pequeños, y no ayudaba para nada el saber que otro avión de la misma clase se había estrellado durante el despegue hacía unos días. Se volvió hacia Reed y se quedó sin aliento. La actriz tenía la cabeza echada hacia atrás con los ojos cerrados. Los rayos del sol procedentes de las ventanillas de ambos lados del avión resaltaban su perfil, iluminando sus marcadas facciones. El contraste entre luz y oscuridad era increíble, y si había tenido alguna duda sobre lo atractiva que le resultaba Reed Lewis las descartó al instante. 188



La mano de Reed se cerró sobre la suya y esta vez Jae dejó que sus dedos se entrelazasen, apretando suavemente la mano de Reed. “Realmente odio, odio los despegues.” Los efectos de la falta de gravedad la dejaban clavada en el sitio con el estómago revuelto. Por fin el avión se niveló y soltó la mano de Reed. La actriz se soltó el cinturón de seguridad y se sentó en el asiento que había reservado. La agitación de su estómago no se le pasó al dejar a la otra mujer o al alcanzar la altitud de vuelo. Oh chico. Esto es peor que una cita de verdad. Fruta prohibida, Jae... Miró a su alrededor. Reed estaba reclinada en su asiento, con la espalda apoyada contra la ventanilla y las piernas sobre el otro asiento. Tenía el portátil sobre las piernas y no paraba de teclear. Jae se centró de nuevo en el guion en un intento de adelantar lo que habían hecho en LA. Cada dos por tres alzaba la vista, encontrándose de vez en cuando con la mirada de Reed. Intercambiaban tímidas sonrisas antes de volver a sus respectivas tareas. ¿Estará pensando en lo de esta noche? El aroma de sándalo mezclado con vainilla flotaba en el aire, y Jae dejó vagar su mente. Me pregunto si hay un supermercado dónde vendan esa esencia... sé que la compraría . El leve olor a sándalo se hizo más fuerte y Jae abrió los ojos para encontrarse con los ojos color índigo de Reed. Impresionante como cambian de color... a veces tan pálidos y fríos, y otras tan profundos y cálidos. Sostuvo la mirada de la actriz durante un largo minuto, aceptando el curioso escrutinio sin estremecerse. Reed curvó un extremo de la boca en lo que para la actriz era el equivalente a una amplia sonrisa y se sentó, cambiando el contacto visual por el físico al dejar que Jae le cogiera de la mano para el aterrizaje. El avión podía haberse caído en picado en ese mismo instante y a Jae no le hubiera importado en absoluto. Tanto si su relación fuera o no más allá de este instante, sabía con total certeza que, aunque pareciera increíble, había encontrado una amiga que la estabilizaba. Era lo más emocionante y terrorífico que había sentido jamás y era todo lo

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que podía hacer por no dejar escapar una risa histérica y salir corriendo hacia la cabina del piloto. "¡Ey!... ¿Estás bien?" Le preguntó Reed. Dejó que una amplia sonrisa socarrona le surcara el rostro. “Me alegra que seamos amigas." La actriz pareció sorprendida, después miró sus manos entrelazadas y apretó suavemente. “Yo también me alegro,” susurró.

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"Joder." Reed se quedó mirando el hotel, segura de que el conductor se había confundido. “¿Perdón, Señora?" "Nada." Era enorme. El Eden Roc era uno de los mejores hoteles según los periódicos del litoral Este. Diseñado por Morris Lapidus tenía una altura increíble. Si recordaba correctamente, acababan de ser autorizadas unas 350 habitaciones. ¿Cómo era su promoción? Ah sí, ya recuerdo – „REMOVEREMOS su mundo'. Salió un portero y mandó a dos jóvenes uniformados más en busca del equipaje de todos. "Sabes, a pesar de añorar tanto mis adorables paredes color melocotón, creo que podré soportar la oferta de Jae sobre el hotel,” dijo Holly. Maribel se limitó a asentir con la cabeza. “Sabes lo irónico de todo esto, ¿verdad?” Dijo Sarah. “Dicen que aquí viene la gente normal para sentirse supuestamente como estrellas del cine sumergidos en el lujo." Todos se rieron y siguieron al conserje al interior. Éste les mostró las enmoquetadas escaleras. “Si fueran tan amables de esperar aquí, iré por las llaves de sus habitaciones

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y les llevó hasta sus suites.” Hizo una elegante reverencia y empezó a alejarse antes de darles la espalda. Diez minutos después, la llevaron a su habitación. Opulento. Una sola palabra para describirlo, pero acertada al máximo. Lo mejor era el sofá azul eléctrico en la esquina del ventanal que daba a la playa. Podía imaginarse tirada sobre él estudiando sus frases mientras Jae tocaba la guitarra en la terraza. "Una cosa más Señora, esto es para usted.” Le tendió un sobre color nata. "Muchas gracias.” Le dio una propina de forma discreta y cerró la puerta. El papel parecía hecho a mano, las largas fibras claramente visibles, el tacto suave y delicado. Rompió el sello de lacre rojo y sacó el contenido del sobre. La letra atrevida y ligera de Jae cubría el papel de lino. Sé que te sabes las frases de sobra... aprovecha la tarde. Tigger. Dentro de la nota había un vale para un masaje sueco así como un baño de camomila. Alzó el vale y consideró la extravagancia del regalo. Se notaba que habían escrito algo encima, pero había sido borrado al final de la nota. PD. Son los derechos del estudio. No te preocupes. J “¿Por qué no?" Reed descolgó el teléfono y marcó el número indicado.

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Capítulo 24 Suave. No había comenzado a describir como se sentía. Por primera vez desde que podía recordar no le dolían los hombros. Seguía aun tumbada sobre la camilla ya que la masajista la había dejado al marcharse, un detalle que le permitía seguir flotando entre el sueño y el despertar. Sonó un suave golpe y Reed se levantó de la camilla. Se llevó la sábana con ella hacia la puerta. Un rápido vistazo por la mirilla le mostró a su rubia benefactora, y se hizo a un lado para que entrase Jae. "Esta vez no están conectadas.” Rió Jae. "No, supongo que no." Se había acostumbrado a tener a Jae alrededor. El sonido de la rutina diaria de la otra mujer le resultaba curiosamente reconfortante. Reed cogió sus pantalones cortos de la cama y se los puso a la altura de las caderas, después dejó caer la sábana antes de ponerse una camiseta de algodón blanca. “Gracias.” Señaló la larga y estrecha camilla dónde su cuerpo había recibido tan exquisito trato. Jae sonrió. "Aquí estoy para complacerte." "Lo haces bien." Jae se pone tan guapa cuando se sonroja, como un niño pillado robando galletas. El estómago le había comenzado de nuevo a dar vueltas y Reed intentó pensar en qué decir a continuación. “¿Cómo ha ido?” "Bien. Si el tiempo se mantiene, grabaremos mañana por la noche.” El asunto pendiente entre ellas quedó en el aire por un instante y Reed toqueteó su guion. “¿Cómo sabías que ya sabía las frases?” Jae ladeó la cabeza y le dedicó una mirada de „¿me estás tomando el pelo?'. “Reed, si hay algo de lo que no me tenga que preocupar sobre esta película, es que tú te sepas las frases. "

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"Ah." "Era un elogio. Sabes que siempre está la opción de contratar un compañero de ensayo." "¿Hay gente que se dedica.... a eso?” “Estás en Miami, Roo... aquí hay de todo. " Aferró con más fuerza el guion. ¿Querrá esto decir que Jae no lo quiere hacer? Reed no sabía que la asustaba más... besar a Jae o no hacerlo. “Cre... creo que me sentiré más segura si es contigo.” Ya está, ya lo dijo. Aunque eso no hizo que se calmase el nerviosismo que le recorría cada centímetro del cuerpo. "Vale. Terminemos con esto del pico, ¿de acuerdo?” “¿Qué? ¿Así sin más?" "Sip." Jae dejó su cazadora sobre la cama. “¿Quieres ensayar las frases antes o vamos directas al beso?” Reed se quedó pensando en ello. Haciéndolo dentro del contexto sería menos extraño. No podía imaginarse inclinarse sin más y besar los suaves labios de Jae. Wey... ¿de dónde narices ha salido eso? Enfríate muñeca, es una mujer... por supuesto que tendrá los labios más suaves que los de un hombre. Jae observó a Reed mientras ésta pensaba, el debate interno al que se enfrentaba era claramente visible en su rostro ahora que ya sabía que signos buscar en las expresiones de la actriz. "Umm... como parte de la escena mejor.” Reed abrió el guion en la escena correcta y se lo tendió. "Ya me lo sé. Lo estuve mirando en el avión.” Mentirosa... le acusaba su conciencia. De hecho se lo había aprendido de memoria mientras lo leía en la novela. Era, sin lugar a 193



dudas, una de las cosas más empalagosas y románticas que había leído jamás. Sentir como tu alma encontraba el hogar de esa manera. Guau. "Tú empiezas." Instruyó la actriz. “¿Puedo preguntarte algo?" “¿Responde esto a tu pregunta?" Reed se inclinó y se detuvo. Jae pudo sentir los delicados impulsos de aire sobre su mejilla. El olor a sándalo, mezclado esta vez con camomila, acarició sus sentidos... tranquila Jae, no es real... es un ensayo... La actriz se enderezó de nuevo. “Realmente creo que no puedo hacerlo. ¿Qué pasa si te vomito o algo así?” "Entonces estás despedida." Reed rió con nerviosismo y lanzó el guion hacía el canapé. "Mira... es un gran paso... probemos dándole la vuelta a la escena,” sugirió Jae. Tan pronto como las palabras salieron de su boca, sintió como el estómago se le llenaba de mariposas. Cualquiera pensaría que la que nunca ha besado a una mujer antes soy yo. “¿Lista?” "Tanto como puedo estarlo." Jae dio un paso hacia delante. Después se detuvo. No iba a funcionar. Tan sólo por una vez me gustaría salir con alguien más baja que yo... poder inclinarme y besarla sin tener que subirme a una silla o esperar a que ellas se me acerquen. Se subió a la camilla de la masajista. Era, más o menos, como estar en una barandilla. Reed parecía a punto de echarse hacia atrás pero se dominó y se acercó a la alta camilla, quedándose entre las piernas de Jae. Sus cuerpos prácticamente tocándose pero sin llegar a hacerlo. 194



“¿Puedo preguntarte algo?" Cometió el error de mirar a los ojos a Reed al inclinarse hacia delante, esas piscinas azules a punto de tragársela. “¿Contesta esto tu pregunta?” Exhaló las palabras, entonces presionó con suavidad sus labios contra los de Reed. Con cuidado de no forzar las cosas demasiado, Jae incrementó con dulzura la presión, aliviada de estar sentada. La suavidad aterciopelada de la boca de Reed la atrajo y las agitaciones en su estómago se aquietaron mientras su cuerpo reconocía lo que le había faltado a su alma durante tanto tiempo. Se retiró, asustada ante su reacción por la tentativa de devolver el beso, vagamente desilusionada al perder el suave contacto. Reed seguía con los ojos cerrados, y ambas manos apoyadas suavemente sobre las caderas de Jae. Mirando más de cerca a la ligeramente sorprendida actriz, un destello de color llamó su atención, “Reed... te sangra la nariz...” La directora no sabía si sentirse adulada o preocupada. Se abrieron de golpe esos ojos azules y una mano voló hacia la esculpida nariz. “Me sangra la nariz...” Obviamente sin saber qué decir, Reed no se movió ni hizo amago de detener la hemorragia con lo que Jae la llevó hacía el sofá frente al ventanal. "No te muevas. Vuelvo enseguida.” Corrió hacia el baño y abrió de lleno el agua fría. ¿Por qué todas las toallas del hotel son blancas? Jae empapó las toallas en la fría agua y después volvió a la habitación. Reed estaba taponándose la nariz con los dedos. “Toma,” puso una toalla en la nuca de Reed y la otra bajo la sangrante nariz de su compañera. “Vaya, eso es nuevo,” bromeó Jae. Reed alzó la mirada sobre la toalla. “Mira el lado positivo – al menos no vomité." "Siempre podemos ponerte algodones en la nariz.” Eso es Jae, no le des mayor importancia. Reed no contestó. Tenía los azules ojos ocultos, sin abrir, había vuelto a ponerse la máscara. Jae tragó convulsivamente, insegura sobre qué decir o hacer a continuación. Ganó la parte profesional y se puso en plan de directora. 195



"Creo que ensayar de nuevo esta escena le quitará fuerza. Tan sólo asegúrate de que mañana digas las frases de Dar.” Se levantó y atravesó la habitación. Algo había cambiado, y a pesar de las ganas que tenía de saber si Reed estaba bien, no se atrevió a preguntar. No quería hacerlo realidad al hablar de ello... no quería arriesgarse a enfrentarse a lo que había sentido. “Buenas noches, Reed.” Se cerró la puerta a su espalda con un suave clic y aun la actriz no se había movido ni hablado. Jae se apoyó contra la pared un instante, entonces atravesó con firmeza el pasillo, pasó de largo la puerta de su habitación y entró en el ascensor. Reed escuchó como se cerraba la puerta al salir la directora. La ausencia de la mujer no hizo nada por calmar el vacío y el nudo que se le había formado en el estómago. Por fin la sangre había parado de manchar la anteriormente blanca toalla, ahora de color rojo brillante, y Reed la dejó de lado sin notar el sonido sordo que hizo al caer ésta al suelo. No había sido para nada como se lo había imaginado. La puerta al balcón se abrió sin hacer ruido y Reed se adentró en la noche. Se había alzado el viento y un mechón color ébano se le posó en el rostro. Las palmeras se doblaban hacia la orilla mientras las olas chocaban contra la solitaria playa. Como con en el norte de su juventud, podía oler la tormenta que se avecinaba esa noche. Caería con fuerza y deprisa, y con la misma velocidad terminaría – agotada ya su furia. Capas blancas de espuma bailaban sobre la superficie del mar antes de suicidarse contra los afloramientos rocosos. Reed inhaló profundamente, la tempestad a su alrededor acorde con los caóticos pensamientos que le había causado el ensayo. Cuando comenzó a caer la lluvia en pesadas y gordas gotas, éstas le empaparon la ropa y se acercó más a la barandilla apoyándose en ella, perdiéndose ante la violencia mostrada por el temperamento de la naturaleza.

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"Cámara." "Rodando." "Acción." Mientras Reed escuchaba las órdenes, la luz le deslumbró los ojos con lo que le era imposible ver al equipo o a Jae. Frente a ella, Sarah esperaba también la señal para comenzar. La rubia actriz le guiñó el ojo y le sonrió. “¿Puedo preguntarte algo?" Sarah dijo su primera frase. Ya estamos. Quizás debería haberme puesto algodones en la nariz. “¿Responde esto a tu pregunta? ” Reed se inclinó para besar a su co protagonista. "Corten." Sonó la voz de Jae a través de la cortina de invisibilidad creada por los deslumbrantes focos. La rubia directora salió a la luz y Reed se encontró con que no podía mirar a su amiga a los ojos. No habían hablado mucho durante el desayuno, Jae había estado hablando con Holly y el Director de Fotografía, mientras ella se limitaba a jugar con sus huevos estilo benedictino en el plato. Sus respectivas agendas las habían mantenido alejadas y las previno de tener que hablar sobre lo de la noche anterior. La maquilladora iba detrás de la directora y se acercó a Sarah. Finalmente el rubio pelo fue puesto en su sitio con una tonelada de laca y cuatro horquillas para evitar que más mechones le ocultasen el rostro. "Desde arriba. A sus sitios." Jae les dio una última inspección superficial y se alejó. Tras ella, la barandilla de madera soportaba su peso y acarició ociosamente la lisa superficie satinada. Sarah volvió a su sitio y esperaron la señal para comenzar de nuevo. “¿Puedo preguntarte algo?" Sarah tenía la cabeza ligeramente ladeada, de repente parecía muy tímida y nerviosa. 197



Siguiendo el paso marcado por la otra actriz, Reed estiró el brazo para sujetarle la barbilla y alzarle la cabeza. “¿Responde esto a tu pregunta?” Acercó la cabeza y sintió como se unían sus labios. Reed contó hasta tres como le había dicho Jae antes de separarse. No se parece en nada a lo de anoche... es como si me besara la mano. Se preparó para las siguientes frases, acercando a Sarah hacía sí. "Corten." Jae interrumpió de nuevo la escena. “No ha estado mal... pero si vas a hacerlo así Sarah, has de girarte un poco más hacia la cámara, así.” La directora se puso en la posición de la actriz, de pie entre las piernas abiertas de Reed. Por primera vez desde que ensayaron el beso la noche anterior, miró a Jae a los ojos, confundida por lo que creyó ver en ellos. No había repugnancia, ni cólera... pero sí algo más que no pudo descifrar. “¿Puedo preguntarte algo?" Jae dijo la frase. Esta vez Reed continuó la escena y respondió, “¿Responde esto a tu pregunta?” Empezó a palpitar una vena en el cuello de Jae cuando sus dedos acariciaron la cálida piel antes de alzar la cabeza de la rubia. Justo cuando sus labios estaban a punto de encontrarse Jae dio un paso atrás y se volvió hacia Sarah. “¿Ves?” Reed casi se cae de la barandilla, perdiendo el equilibrio inesperadamente al moverse la directora. "Lo tengo,” confirmó Sarah, poniéndose una vez más en el sitio marcado. "Genial. Todo está bien. La toma fue buena, sólo necesitábamos el ángulo de la cámara.” Jae volvió ante el monitor de la cámara al otro lado de la pared de luz. La pared les quitaba la posibilidad de ver como las observaba el equipo, lo que les daba la ilusión de estar solas en la playa. Insegura, Reed vio cómo se alejaba su amiga. Distraída, se perdió la señal. Enfadada consigo misma por el error, la actriz dejó de lado los demás pensamientos y se 198



concentró en la tarea a mano, determinada a hacerla a la perfección en la siguiente toma. "Volver a vuestros sitios." Continuó el rodaje de la película. “Acción.” “¿Puedo preguntarte algo?" “ ¿Responde esto a tu pregunta? " En vez de suaves labios, su boca se encontró con duros pinchos y Sarah giró la cabeza a un lado, mordiendo a Reed en el cuello. "No, mi pregunta tiene que ver con la cena...” Sarah se echó hacia atrás, con unos colmillos falsos pintados de rojo en la boca. A su alrededor, Reed pudo escuchar al equipo estallar en carcajadas. "Corten." En una accidental parodia de ángel de la venganza, Jae estaba en un halo de luz con los verdes ojos brillantes de alegría. Deliberadamente, Reed se bajó de la barandilla y rodeó a la aun risueña actriz. Llegó a la altura de la directora y la pasó de largo. Su tráiler estaba al final de la hilera y Reed dejó que sus piernas se comieran la distancia. "Reed," gritó Jae tras ella. “Fue solo una broma... no te enfades.” Se detuvo y se dio la vuelta, su voz grave y serena. “No.” "No puedes irte sin más... " "Una mierda que no. Acabo de hacerlo. Ahora apáñatelas.” Reed giró sobre sus talones y siguió caminando hacia su remolque. Cerró la puerta de golpe y le puso el seguro tras ella. Jae se paró, atontada. Las cosas habían estado yendo bien. Habían llegado al final de la escena incluso tres veces, ambos besos aceptables en cada una de ellas, aunque no exactamente lo que estaba buscando. Reed no había vomitado, no le había sangrado la nariz y el tiempo se había mantenido. 199



"Jae... lo siento." Sarah la había seguido con los ofensivos colmillos en la mano. "Creo que deberías decirle eso a ella. Pero yo esperaría un rato. Fue divertido, pero no era una buena escena para hacerlo.” “¿Vas a dejar que se salga con la suya?” "Sí. Al igual que voy a dejar que tú te salgas con la tuya con lo que has hecho – por esta vez.” Jae intentó decidir si ir a hablar con Reed o esperar un poco. "Ah." Mark se les acercó. “¿Señorita Cavanaugh?” “¿Qué?" Aún seguía mirando el remolque. “¿Qué quiere que haga el equipo?" "Que se tome un descanso. Comenzaremos de nuevo en el crepúsculo.” Significaba otra larga noche, pero ya no había luz. El equipo se evaporó y Sarah desapareció en su remolque. Sólo los tres guardas de seguridad se quedaron en compañía de la directora. Ahora que el ruido de la producción de la película había cesado, Jae pudo escuchar el mar y el sonido de las gaviotas. Se quitó los zapatos, se arremangó los pantalones y empezó a caminar a través de la playa Crandon. La arena fresca entre los dedos la hacía sentir bien y se acercó a la orilla, sintiendo nostalgia de la playa bajo su casa. Se le agitaba la ropa debido a la brisa y podía sentir el aire salado agitarle el pelo. El agua le bañaba los pies y la arena húmeda bajo su peso se hundió un poco. La luz de la luna se reflejaba en el océano, partida y después reflejada en un caleidoscopio de colores según las ondas de las olas captaban los rayos de luz.

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Perdida en sus pensamientos, Jae caminó por la orilla de la desértica playa. Casi dejas que te besara de nuevo. Querías que lo hiciera. Su mente volvió a la tarde anterior, incluso sabiendo que debería estar preocupándose por el tiempo perdido en el rodaje. Ese beso lo había cambiado todo y de alguna manera tenía que arreglarlo, arreglar su relación. Excepto que no tenía ni idea de lo que estaba mal. ¿Lo habría sentido Reed también? ¿Sería por eso que había estado tan callada? Por un instante le dejó de latir el corazón al preguntarse si la actriz había notado el mismo sentimiento de paz que ella. “Vale... y por eso le sangró la nariz.” En el horizonte, un barco de vela se deslizó sobre el mar como cuando los desconocidos pasaban por su lado. "Es hetero Jae... supéralo.” Un gran tronco de madera estaba encallado en la orilla y Jae se sentó en la arena, apoyándose en él. ¿Sería la amistad con Reed... suponiendo que pudiera arreglarla... suficiente? Tendrá que serlo... ¿verdad? Desde luego era una pregunta interesante. Una pregunta que había contemplado con unas cuantas cervezas en el bar anoche. ¿Define a las almas gemelas una relación sexual? Siempre había pensado que sí, pero ahora... ahora no estaba tan segura. Con Reed sentía una libertad que no había sentido nunca. Claro que la actriz era volátil – lo de esta noche era sólo un recuerdo de algo que ya sabía. Quizás ese fuera el problema. Jae no podía recordar la última novia que tuvo que hubiera sido realmente su amiga. La mayoría de sus relaciones habían comenzado entre las sábanas, y unas pocas habían terminado en el mismo sitio. Quizás fuera la hora de cambiar el patrón.

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Reed dejó a un lado el libro, dejándolo abierto al borde de la mesa. Alguien continuó llamando a la puerta. El único problema de marcharse de un plató, es que tenías que volver a él tarde o temprano. La actriz se preguntó a quien habría mandado Jae para engatusarla a salir del remolque. No sería apropiado que viniera la misma directora, por supuesto, pero eso no era suficiente para que Reed perdiera la esperanza. Abrió la cerradura con un suave chasquido y abrió la puerta. “¿Qué?" Sarah estaba de pie a los pies del remolque, el cuello de su chaqueta levantada debido al viento proveniente del océano. “¿Podemos hablar? ¿O prefieres usar esto?” Sostuvo en alto una estaca de madera. "Parece resistente.” Reed no hizo amago de dejar entrar a la co protagonista. "Entonces van a ser nueve semanas muy largas si no podemos arreglarlo.” "Sip." “¿Por qué eres tan puta?” "Por estar la luna en Sagitario." Dio un paso atrás y fue al interior del remolque sin cerrar la puerta tras ella. Tras unos segundos Sarah la siguió. "Bueno, dime.” “No gastas en palabras, ¿eh?” "Ni en tiempo." "Touché," reconoció la actriz rubia. “¿Ayudaría si me disculpo?” "Puede"

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"Mira, Reed... fue una broma. Lo hice sólo por aliviar un poco el ambiente. Recuerdo como fueron ese tipo de escenas para mí las primeras veces. No paraba de salir mal, y no era por nosotras... era por la luz, el maquillaje o un millón de cosas más que pueden salir mal en un rodaje... pero nos afecta de todas formas. Así que supuse que sería mejor aliviar el ambiente." Reed le dio vueltas en la mente a la disculpa. Es cierto que se estaba poniendo tensa la cosa, y sabía que estaba enfadada incluso antes de que Sarah hiciera su pequeña actuación. ¿Merecía la pena comenzar una guerra? Desvió la vista hacia el mar... Jae estaba en algún lugar ahí fuera. Había visto a la directora marcharse en esa dirección, pues había estado observándola detrás de las cortinas. No sería la primera película que rodara sin llevarse bien con los actores o el equipo. "De acuerdo." “Entonces, ¿estamos bien?" "Estamos bien.” Esperó a que Sarah saliera por la puerta antes de continuar. “Sarah...” La mujer más joven se dio la vuelta, expectante. "Las venganzas son jodidas." "Cuento con ello." La sonrisa de la rubia concordaba con el tono de humor en su voz.

Capítulo 25 "Residencia de los Chappelle, al habla Heidi." "¡Ey!" “¿Qué has hecho ahora?”

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"Nada." “¿Has visto el Enquirer**? 'La Reina Helada sigue sin fundirse – La actriz Reed Lewis ha vuelto a Hollywood pero ni siquiera la magia del reino mágico ( Magic Kingdom, Disney World ) ha podido derretir a la escultural actriz. Y sigue... " "Ya imagino." “Y, ¿qué pasó? " "Nada." Se cambió el auricular de oreja. “¿Está Rio por ahí?" "Geoff se lo llevó al pueblo por Finnegan. Necesitaba que la esquilasen." “¿Cómo está?" " Finnegan está bien,” dijo Heidi con seriedad. "La oveja no... Rio." "Está bien. Sus pulmones siguen limpios, así que creo que esta vez lo ha superado por completo. Zerafa quiere verlo la semana que viene. ¿Hay posibilidad de que puedas volver para entonces?" "No, pero hablé con alguien. Me dio información sobre poner una webcam en el trabajo.” La cita con el cardiólogo determinará si Rio sería candidato o no del programa. "El miércoles a la una. Infórmame de lo que tengo que hacer desde aquí. Aunque tendrás que hacer que Rio supere los puntos más fuertes." "Inútil." "Sip. Y la tecnología no deja lugar a los inútiles." "Llamaré más tarde, tal vez desde Houston."

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"Se lo diré. Bueno, ¿y tú cómo estás?” "Bien. Tengo que colgar, avisan la salida de mi vuelo." “Reed. No dejes que te afecte, ¿vale?" "Todo irá bien. Adiós." "Adiós." El teléfono quedó mudo, lo cerró y se lo metió de vuelta en el bolsillo. La actriz se quedó atrás, dejando que el resto de pasajeros entrasen primero. “¿Todo bien?” preguntó Jae, sorprendiéndola. "Sí." “¿Vienes?” Todavía se sentían un poco incómodas la una con la otra. Asintió y siguió a la directora hacia la puerta de embarque. "Éste es el último aviso para el vuelo 1701 de Continental Airlines de Miami con destino Los Ángeles. Última llamada para embarcar en el vuelo 1701 de Continental Airlines." La azafata tomó sus tarjetas de embarque y les señaló el largo corredor blanco. Prevaleció el silencio mientras lo recorrían una al lado de la otra. A la entrada del avión, Jae se detuvo y la miró con timidez. Reed arqueó una ceja de forma socarrona. Pareciera que ninguna de las dos quisiera ser la primera. Jae movió las cejas, sus verdes ojos brillantes y llenos de diversión. Alzó la mano en un puño. "Uno." Le siguió el juego, reconociendo lo que quería hacer. "Dos."

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"Tres," dijo Jae de improviso, adelantándose por propia voluntad. Cogida por sorpresa, Reed dejó su mano cerrada en un puño y Jae se la envolvió con su mano más pequeña. "Papel gana a la roca. Tú primero." "Tramposa." "Estratega," pronunció con solemnidad Jae, después guiñó un ojo y Reed supo que lo superarían. Estuvo bien, pensó para sí misma. El que pudieran bromear así... con una mirada o una sonrisa, y todo estaba bien. O al menos no era el final de todo. Reed estaba completamente segura de estar en el punto de mira de una de las charlas sensibleras de Jae, pero parecía que por ahora se había librado del tema. Reed tuvo que pasar de largo su asiento para que la rubia pudiera sentarse en su sitio en la ventanilla. Sacudió la cabeza ante la directora, pero no hizo ningún comentario obvio. Fue una sorpresa agradable el saber que podían sentarse juntas de nuevo. Le había preocupado que se debiera a un privilegio debido a lo fuerte de su carácter. La tripulación terminó de hacer las últimas comprobaciones y empezaron con la charla sobre seguridad dentro del avión, mientras ella observaba de reojo a Jae. La rubia tenía una pinta espantosa. Tenía unas ojeras enormes, y para Reed, acostumbrada a medir la palidez, la mujer le pareció extremadamente pálida. Antes de poder desviar la vista, Jae giró levemente la cabeza, pillándola observándola. Habrían sido simplemente unos segundos pero para Reed parecía muchísimo más tiempo, sus ojos encontrándose en silencioso escrutinio. Apartó la mirada primero, pasándose la mano por el desmañado cabello imitando el gesto característico de la directora.

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“¿Qué pasó entre Sarah y tú?” Habían ido al aeropuerto en una limosina con un reportero del Miami Herald, con lo que no habían podido hablar – aunque había visto como Jae las miraba un poco perpleja. "Nada." "Va – le.” Dijo Jae completamente incrédula. "Hablamos." "¿Y...?" Reed sonrió abiertamente, iluminándosele con un brillo de travesura sus ojos azules. “Y le dije que las venganzas eran jodidas." "No lo dirás en serio...” dijo Jae entrecortadamente entre los jadeos provocados por la risa. "Sip." “¿Me prometes una cosa?" “¿El qué? " "Que me avisarás la próxima vez." "Hecho." "Lo que me recuerda,” dijo Jae, moviéndose en su asiento para ponerse de frente a Reed. “He de hablar como directora un momento." Reed tragó con nerviosismo. El avión tembló bajo ellas y se sacudió hacia delante al comenzar a moverse por la pista.

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"Recuérdame de qué estábamos hablando.” La directora se agarró al apoya brazos del lado de la ventanilla, apretando tan fuerte que se le pusieron blancos los nudillos. “¿Qué tal si mejor agarro esto?” Reed se acercó y envolvió en su mano la de Jae, la aceptación del familiar gesto por parte de la directora era una señal inconfundible de que nada fundamental o importante había cambiado entre ellas. "Hecho." La rubia apretó con suavidad sus manos entrelazadas, añadiendo más sentido al mensaje. Reed se echó hacía atrás, dejando que la calidez del contacto la llenase. Había sido tan imprevisto, y parte de su ser sabía que era peligroso dejar que Jae se le acercara tanto. Pero no podía evitarlo. Sí, claro... como que tienes otra opción. Asúmelo Roo, ya ha atravesado el muro. Hace un tiempo se hubiera cagado de miedo – ahora le hacía sonreír. Y cuando Jae no soltó de inmediato su mano al terminar el despegue sino que puso su otra mano encima, haciendo pequeños círculos con el dedo sobre la palma de la mano de la actriz, ésta no había sentido pánico. Reed se quedó esperando, confiada que fuera lo que fuera lo que le tuviera que decir Jae no significaría la pérdida de su amistad. "Nunca más Reed. La próxima vez que te vayas de mi plató, ha de ser por una buena razón – no por tú reacción ante una broma." "De acuerdo," se mostró de acuerdo quedamente.

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Había ido mejor de lo que esperaba. Reed no se había disculpado, y la verdad sea dicha, Jae no había esperado que lo hiciera. Consciente de que seguía agarrando la mano de la actriz, le dio un último apretón y la soltó. Revisó las tareas pendientes mentalmente; había tanto por hacer antes de comenzar el rodaje plenamente dicho. Una de las cosas agradables de estar metida en un avión – es que Chambers no podía llamar. Cait la había llamado por la mañana, para decirle que habían llegado noticias y 208



que el productor ejecutivo se había enterado de los problemas de rodaje en Crandon. Y no había sido el único. La revista Hardcopy había publicado un artículo similar al del Enquirer del sábado. El artículo del Enquirer no tenía mayor importancia – siempre y cuando Reed no hiciera nada al respecto. Pero una vez que las televisiones olieran sangre en el plató no lo dejarían pasar, y Jae sabía que generarían más rumores dentro de poco. Lo último que necesitaban cada uno de ellos era que cada nimio desacuerdo saliera en la pequeña pantalla cada noche. “¿Reed?" “¿Hmm?” “¿Tu ordenador puede mandar mails de esos desde aquí?” "Sí. ¿Sabes tú pop y smtp?” “¿Mi qué?" "Los datos de tu cuenta de correo. Normalmente por tu ISP – servidor de internet ( internet service provider ).” Mientras hablaba, Reed descolgó el teléfono del avión y sacó el portátil de debajo de su asiento. Jae rebuscó en uno de los bolsillos de su mochila y sacó un papel estrujado que le había dado Cait. “¿Es esto?” Se lo tendió, obteniendo una pequeña sonrisa a cambio. Reed inició el ordenador y hábilmente insertó el cable del módem en su respectiva clavija, sus largos dedos tecleando con seguridad. Un bip y la pantalla se llenó de luz, dándoles la bienvenida al mundo de Windows '98. Un par de teclas presionadas y se abrió el navegador de Netscape; unas teclas más y Reed introdujo velozmente los datos del correo. El ordenador hizo de nuevo un bip y Reed la miró. “Tienes que introducir tu contraseña.” Giró la máquina en su dirección.

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“¿No está en el papel?" "No, a no ser que tu contraseña sea Cavanaugh." "Será esa." Reed sacudió la cabeza y tecleó la palabra. “Es peor que la de Rio.” “¿Cuál es la de Rio?" "No puedo decírtelo." Jae pensó sobre lo poco que había comentado Reed sobre su hijo e intentó averiguarla. “¿Contraseña?” Reed sonrió y asintió. “Sip.” "Cait me dijo que no podía usar mi nombre – por no tener suficientes letras.” La actriz hizo girar los ojos, aunque mostraban humor en vez de desdén. “Lo último – la tarjeta de crédito. Puede resultar muy caro.” "El Dinero no es problema." Le tendió su Visa y Reed la pasó en la ranura de la parte posterior del teléfono. La mujer mayor se tensó ligeramente y la leve sonrisa que había estado mostrando desapareció. ¿Qué diablos? Se preguntó Jae. "Está conectado y dispuesto." Jae observó a su amiga. La actriz era volátil – nunca sabías de antemano qué le haría cerrarse en banda o qué la molestaría – pero normalmente había una razón. Tenía un presentimiento. “Ya que se trata del presupuesto de comunicaciones y realmente no cuento con ello, puedes intentar contactar con Rio si quieres.” Le produjo interés mezclado con una muda tranquilidad, la posibilidad de hablar con su hijo aparentemente ganó la batalla al asentir la actriz casi imperceptiblemente. 210



La mesa del asiento bajó sin dificultad y Jae le cogió el portátil de las piernas de Reed y lo dejó sobre la mesa con cuidado. “Gracias.” Observó cómo se le iban descargando los mensajes. Doscientos cincuenta mensajes – pareciera que estuviera en una lista de correo de esas. Caitlynn la había convencido para suscribirse a una lista de mujeres. Los mensajes habían ido aumentando – y no sólo en volumen. Optó por pasar del tema, pero la comunidad le fascinaba. De éste fenómeno podría salir una película o al menos un documental. O puede que una tesis. Había tres mensajes de Cait y abrió el primero de ellos. Ey chiqui, Tengo buenas y malas noticias. Puedes elegir cuál leer primero. P.D.: Llamó Mar, quieren saber si vas a ir con ellos a la reunión Pediátrica de Beneficencia. C

Jae rió por lo bajo y pinchó sobre el pequeño sobre cuyo título decía „Buenas Noticias.' Abriste éste primero, ¿a que sí? Al grano... Las buenas noticias son que ya estás casi en casa. C

"Uh oh,” exhaló. No tiene buena pinta, mi niña. 211



"¿Ey...?" Reed la estaba mirando con una ceja arqueada a modo de interrogación. "No pasa nada. Sólo el sentido del humor de Cait.” “¿Estás segura?" "Sí." "Mentirosa." La actriz no había dejado de mirarla a los ojos y Jae se le sostuvo la mirada, olvidando las preocupaciones en la calidez de la misma. "No pasa nada... de verdad." "Jae, estás hecha una mierda." "Me dices unas cosas más bonitas.” Lo soltó antes de darse cuenta. "Sí bueno, soy tu amiga no tu novia. Habla." "Muy bien." Pensó sobre qué decir. Se suponía que los actores deberían no estar al tanto de la política ni problemática del rodaje, pero ¿cómo esperaba que Reed le contara sus cosas si ella no hacía lo mismo? Ni que a la actriz le interesaran los tecnicismos de todas formas. “Es así Reed... lo único que viaja más rápido que la luz son los rumores en Hollywood – y los rumores que más rápido vuelan son los de problemas en el rodaje." "Lo siento." Dijo Reed, pensativa. "Suele pasar." Jae se encogió de hombros, pillada un poco por sorpresa por la inesperada disculpa. Bajó la vista a la pantalla y movió el puntero del ratón hasta el sobre amarillo llamado „Malas Noticias.'

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Capítulo 26

"Sería una compensación, Cavanaugh." Rod Chambers se reclinó en su sillón, moviendo una mano en el aire. "Claro. Mi integridad por tu bolsillo.” No había puesto pie en Los Ángeles hacía ya dos horas y seguía dando vueltas en círculo en la conversación con el productor ejecutivo desde hacía una. "No te lo tomes así. Es el mismo material, sólo que filmado desde otro ángulo." "Fílmalo de forma diferente y no será lo mismo." "Concluyendo – mantendré el resto de los cambios que le has hecho al guion – pero...” hizo una pausa y se echó hacia delante, “has de incluir algo de sexo. Tómalo como un reto. ¿Cuán erótico puedes hacer que sea?” Jae sabía que era lo mejor que obtendría de Chambers. Él era el productor ejecutivo y era su dinero el que estaba en juego. “No trataba de eso la película.” El último intento. "No. No lo hacía. Pero no se trata de una película de arte independiente tampoco. Bienvenida al mundo de los compromisos." Se puso de pie con solemnidad. “Muy bien.” Se giró para marcharse. "Tengo toda mi confianza puesta en ti... me han dicho que tienes... experiencia con el tema." No se había parado a pensar que lo supiera todo el mundo, pero tampoco lo iba a estar negando ahora. “¿Significa eso que te fiarás de mi juicio para saber cuándo es llegar demasiado lejos?”

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"Esto es Hollywood - no existe el llegar demasiado lejos. Pero confiaré en ti para hacerlo erótico y no pornográfico. Puede que no lo creas, pero me interesa lo mismo o más que a ti que ésta película salga bien." Cuando se giró esta vez para marcharse no la detuvo. Jae no pudo decidir si estaba enfadada por que le habían cambiado el guion o emocionada ante la posibilidad de mostrar algo en la película que nadie hasta ahora se había atrevido a hacer. Chambers supo dónde darle – en la emoción de contar una historia, en presentar imágenes, emociones y el poder conectar con la audiencia. La única manera de lograrlo era cambiarlo. La escena del desorden gastronómico de Kerry ya había sido eliminado. En vez de esa habían escogido la sutil conversación sobre deportes en un par de escenas „para conocerse.' Dos horas no eran suficientes para contar la historia entera. La primera vez tendría que ser con el tema del beso – ni cena – ni película. Sin embargo, había parte del diálogo en esas escenas que quería mantener. Y el tema de las palomitas también. Esa era buena. Puede que no tuvieran que perderse la película. Con el piloto automático puesto, Jae entró en su oficina y cogió su libro de notas. ¿Y si retocamos la escena final de la playa de Crandon? Jugueteó con el portaminas azul metalizado entre los dedos de forma ausente. “Podría funcionar.” Hizo un croquis de la escena en el salón de la casa de Kerry y se quedó pensando en el desarrollo de la misma. “Dejo el sofá, las palomitas – descarto el Domingo. Por mi vale." La iluminación sería la clave. Sombras y sugestión... así tendría que ser. “¿Dónde habré puesto el guion?” Como era normal, no obtuvo respuesta por parte de la gárgola y tuvo que buscarlo sola. “Menuda ayuda que eres.” Por fin encontró el doblado y desgastado libro en su mochila. Sonó su teléfono móvil y lo sacó del bolsillo frontal de su mochila. “Cavanaugh". 214



“¿Así se contesta el teléfono, Jacqueline?" "Hola Madre." Jae giró los ojos ante la gárgola de piedra y creyó ver que la sonreía con compasión. “¿Has visto Hard Copy***? Pobrecita mía,” se quejó la anciana mujer. "Es una estratagema para publicidad, Mamá. Eso es todo." “¿Así que Roan no murió por una sobredosis?" “¿Cómo?" "La oficina del juez de instrucción de LA reveló la causa de la muerte como debido a una sobredosis de heroína." “¿Lo especularon o lo confirmaron?” Seguramente Caitlynn la hubiera puesto sobre aviso si hubiera sabido algo. O Chambers; él se habría enterado. "No me acuerdo cariño. Tu padre te lo grabó. Voy a ver." Jae pudo escuchar cómo su madre se movía por la casa. Pudo escuchar el eco de pasos al andar sobre el parquet del recibidor, junto con los golpes sordos al bajar las escaleras de madera de arce blanca a la sala de estar. Los sonidos familiares hicieron que se creara una imagen en la mente, casi como si estuviera en casa de nuevo. “Madre, ¿está Papá en casa?" "No cariño, se llevó a los gemelos a la liga infantil." "Espero que éste año los pusierais en el mismo equipo.” Su hermana pensó que poner a Alex y Aine en diferentes equipos les ayudaría a encontrar sus propias personalidades. En vez de eso provocó que casi estallara la tercera guerra mundial al sustituir la competitividad el trabajo en equipo.

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"Tu padre estuvo de pie en la secretaría de la liga y después accedió a hacer de árbitro para que los pusieran juntos de nuevo." Jae se rió. Podía imaginarse a su padre intimidando al ejecutivo por el mero hecho de estar allí de pie observándoles hasta que cedieran. “Debe de estar perdiendo facultades." "Creo que le gusta tener una excusa para estar allí.” Sonó con claridad a través del teléfono el clic del vídeo al terminar de rebobinar. “Aquí está." “¿Puedes subir el volumen?" "Las fuentes de Hard Copy han descubierto que la Oficina del Condado de Los Ángeles planea revelar los detalles de la autopsia realizada al director de Hollywood Roan Pirsig. Las mismas fuentes informaron a Hard Copy en exclusiva que el análisis toxicológico indica que Pirsig tenía en su interior un cocktail explosivo de drogas y alcohol en sangre el día de su muerte. Pirsig era...” "Ya vale Madre, gracias.” Justo cuando su madre bajó el volumen le pareció escuchar el nombre de Reed y estuvo tentada de decirle que lo subiera de nuevo. "No sé por qué quieres estar con gente de ese tipo.” Era una discusión familiar, pero esta noche no tenía las fuerzas necesarias para escucharla. "He de colgar, Madre." Apretó el botón de su yak bak, haciendo sonar el vibrador del muñeco. A veces, su madre necesitaba un poco de ayuda a la hora de despedirse. "No creas que me he olvidado de esa tal Becky tampoco." Jae tapó el auricular con la mano y le habló a su compañera de piedra. “No, eso habría sido demasiado pedir, ¿eh?” Después volvió a hablarle a su madre. “Ya lo sé. Te llamaré y hablaremos sobre ello." "Si he de esperar a que lo hagas, no hablaremos hasta las Navidades." 216



Le hubiera gustado decir, „No Madre, si por mi fuera jamás hablaríamos de ello.' Lo último que necesitaba añadir al sermón sobre lo peligroso que era vivir en LA, era una lista sobre las faltas a la hora de escoger una pareja. En vez de eso optó por la vía fácil. “El Domingo, lo prometo, ¿de acuerdo?” "Me parece estupendo cariño. ¿A qué hora?" ¿Puedes hacerte el hara kiri con un portaminas? Éste seguía dando vueltas sobre los dedos de su mano izquierda y lo observó especulativamente. “Sobre la una. Adiós Madre.” "Adiós Jacqueline... y echa el seguro del coche en esas autopistas." "Sí Madre. Buenas noches." Colgó el teléfono antes de que su madre pudiera decir algo más. De algún modo, bosquejar una escena de amor sensual y erótico tras conversar con su madre era incongruente y un poco extraño. Sin mencionar que tenía que calcular el tipo de daños que tendría que controlar el departamento de publicidad. Drogas. Estaban por todo Hollywood, eso lo sabía. ¿Pero que se drogaría Roan? Jae cambió el teléfono móvil por el fijo sobre su mesa, dudando un instante antes de marcar. Comunicando. El insistente pitido electrónico de la señal de comunicando sonaba a intervalos regulares, se quedó escuchándolo unos segundos antes de volver a colgar el teléfono. Bueno, abordemos algo que pueda hacer por fin. Sacó la pesada guía de teléfonos del estudio y buscó el número de ayuda del MIS.

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Caitlynn anduvo de un lado a otro de la pequeña alfombra bajo el sofá, la ola de suave calidez en duro contraste con la fría madera. El reloj mostraba una hora demasiado tardía como para seguir preocupándose por los problemas del plató.

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Chambers había señalado a Jae nada más entrar éste en el estudio, y la directora desapareció en la gran oficina de caoba del productor ejecutivo en la esquina del edificio. En el propio plató se notaba la tensión mientras el equipo de apoyo esperaba la llegada de la directora y las actrices principales. Y ahora esto. Thom la había llamado y le habló de los titulares de las noticias del día siguiente, noticias que ya eran la comidilla de las revistas televisivas más sensacionalistas. ¿Qué querrá Jae que se haga? Detuvo su andanza por el pequeño apartamento. ¿Lo sabría siquiera? Tres rápidos pasos la llevaron ante la mesilla dónde estaba la base del teléfono inalámbrico. Allí no estaba el teléfono. Un rápido vistazo por la sala no le bastó para averiguar su paradero con lo que se limitó a apretar el botón de localización del aparato. "Ajá." Estaba entre los cojines del sobrecargado sofá verde. Cait marcó el familiar número y esperó a que le diera señal. Ocupado. “Imagínate,” le dijo la ayudante de la directora al gatito que estaba en el medio del cojín. Podía imaginarse a Jae inclinada sobre un montón de páginas sueltas del guion y bosquejando a lápiz a pesar de acabar de llegar de Miami. Se pasó el abrigo por los hombros y cogió las llaves de la cesta frente a la puerta de la calle. Cait estaba por apostar también a que la directora no había ni comido. “¿Tú que crees, bola de pelo? ¿Curry o Costillas?" "Mwrr." Una pata diminuta arañó el aire. "Enseguida, Curry entonces. Sé bueno. Mami volverá pronto.” Cait cerró la puerta al salir, echando ambos cerrojos, después caminó hacia el ascensor que la acercaría un paso más hacia el estudio.

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Capítulo 27

La puerta estaba caliente... la barrera de madera se resistía a caer. Tras ella desapareció el recibidor, el suelo desaparecía a la par que la oscuridad hacia desaparecer la luz. Volvió a sentir pánico y no tenía modo de luchar contra el sentimiento y la inevitable caída en él. Gritó y el eco murió ante la impenetrable puerta. El picaporte giraba inútil entre sus dedos e intentó un último y desesperado intento lanzándose contra la puerta para atravesarla. Entonces, de repente desapareció y sintió como caía al vacío, siendo reclamada una vez más por la oscuridad. Cerró los ojos derrotada y de repente su caída en picado se detuvo, una mano sobre la muñeca... Reed estaba tumbada en la cama, el pecho agitado por intentar respirar. Había cambiado. Por primera vez en diecisiete años el sueño había cambiado. Abrió los ojos despacio, dejando que sus pupilas se acostumbrasen a la luz de la luna que brillaba a través de la ventana medio cerrada de su habitación. Algo la había cogido. El latido de su corazón empezaba a calmarse al ir alejándose el terror que había sentido y Reed sacó los pies de debajo del edredón. La casa estaba tranquila, el único sonido que se filtraba en la habitación procedía de la ciudad expandida a los pies de las residencias que bordeaban las colinas de Hollywood. Encendía luz tras luz al ir de habitación en habitación, la cocina fue la última en iluminarse. La nevera contenía algunos huevos, una loncha de bacón junto con un poco de queso Havarti y un tomate. La sartén estaba ya sobre el primer fuego de la cocina y lo encendió, añadiendo una cucharada de mantequilla para que se derritiera con el calor. Metió varias tiras de bacón en el microondas y el ruido inundó la sala. Con una mano rompió de forma experta un par de huevos, dejándolos caer en la sartén. Volvió hacia la nevera y sacó la leche para añadirla a los huevos. Con una cuchara de madera hizo pequeños círculos sobre la mezcla mientras las claras se volvían blancas como la leche. Le añadió algunas especias y lo puso a fuego lento, dejando que la tortilla se dorase lentamente.

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El aroma del café hizo evidente la hora del desayuno, al calentarse lo primero que encendió al entrar en la cocina. Reed se apoyó en el mostrador; las imágenes de su sueño seguían presentes en la pacífica mañana. Había cambiado. Y eso lo hacía aún más terrorífico. Excepto que no era del todo cierto. No la había aterrorizado en la pesadilla. Sus ojos miraron el reloj – las cuatro de la mañana. No la esperaban en el estudio para ensayar hasta las siete de la mañana, la tardanza en comenzar muestra evidente del viaje que acababan de hacer. Sonó el pitido del microondas y apretó el botón para abrir la puerta pero dejó el bacón en el interior hasta que estuvieran hechos los huevos. Puso queso, tomate y una pizca de pimienta sobre la dorada tostada y comprobó la tortilla. Estaba casi hecha, con lo que puso el bacón sobre el resto de los ingredientes y añadió el huevo encima de todo. Con la taza de café en una mano y el plato en la otra, Reed se encaminó hacia la zona del desayuno en la cocina. Reservando su atención para el emparedado abierto que tenía ante ella, la actriz desterró las persistentes imágenes e impresiones de la pesadilla al fondo de su mente. Era, después de todo, una simple pesadilla más.

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El rojo pasó a verde al dar el semáforo la señal para poder entrar en la autopista. Palpitó el potente motor del Rover y condujo el 4x4 hacía el tráfico en dirección al estudio. Había un termo plateado sobre el asiento de cuero del copiloto junto con el ordenador portátil, ambos bien sujetos para que no se cayeran. El Saturn plateado de Jae ya estaba en el aparcamiento y Reed aparcó su coche en el aparcamiento que llevaba su nombre escrito sobre una placa. El desayuno de esta mañana era el primero en casi dos semanas que había tomado sin la compañía de la directora. A pesar de haber echado bastante en falta la soledad mientras estaban en Miami, tenía ganas de ver a Jae.

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Acababan de pasar las seis de la mañana, pero el aparcamiento estaba repleto de actores, gente del equipo y aunque pareciera mentira, por los de seguridad del estudio. Jennifer alzó la vista de su escritorio y asintió hacia el guardia de seguridad apostado a la entrada del pasillo que llevaba a las oficinas de RenFaire y Blackmon. "Buenos días Sra. Lewis." Reed devolvió el saludo con un pequeño meneo de la cabeza y entró en el largo pasillo. La puerta de la oficina de Jae estaba cerrada y golpeó con suavidad la fuerte madera de roble. No hubo respuesta ni sonido de movimiento en el interior, con lo que supuso que la oficina estaba vacía. Mirando a cada lado extendió la mano y giró el picaporte, empujando suavemente, y abrió lentamente la puerta. Sintiéndose como una intrusa, atravesó la oficina hasta el desordenado escritorio y dejó el termo entre el lío de papeles y lápices. “¿Cómo puedes pensar con este desorden?” La gárgola posada sobre el único espacio de mesa libre sería probablemente la única capaz de saberlo. O Rio. Pareciera tener una afinidad por revolverlo todo que rivalizaba con la de la directora. Reed se giró para abandonar la oficina, mirando aquí y allá para ver las posesiones de Jae. Cada vez que entraba en la oficina descubría nuevas cosas. En el sofá, estaba tirada una sábana cubierta de dibujos de Scooby-Doo. Sobre pelo rubio. Jae estaba profundamente dormida, cartones de comida e incluso más papeles estaban tirados sobre la alfombra frente al bajo sofá. Mechones de pelo sobresalían por el borde de la sábana, y ahora que se fijaba con atención pudo ver como la colorida sábana subía y bajaba al ritmo de la respiración de la dormida mujer. “¿Hasta qué hora estuviste trabajando, Tigger?” En la esquina había una pequeña cocina, equipada con un fregadero, una nevera pequeña y un horno, junto con un pequeño armario. “Si fuera una taza de café, ahí es dónde me escondería.”

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Atravesando la habitación vio las cajas de cartón aun sin desembalar que estaba contemplando Jae la última vez que la había visto aquí. Había más libros apilados al otro extremo del sofá. “A lo mejor no...” observó. Había millones de lugares para esconder una taza de café en esta habitación. Había una taza enorme de 'Scotty' en el fregadero y Reed la tomó. “Interesante taza para una tecnófoba.” El ingeniero de camisa roja le sonreía coqueto, inconsciente del comentario que acababa de hacer. Parecía lo bastante limpia, pero un rápido aclarado bajo el agua caliente le confirmó que la taza estaba limpia y soportaría la temperatura del café. Café caliente en una taza fría derrotaba el poder de almacenaje de un termo. La tapa se soltó con un agradable pop y el aroma del rico y oscuro café se extendió por la oficina. Jae estaba equivocada – el olor del café se extiende antes que cualquier rumor o sonido . Vertió una generosa porción del líquido en la taza caliente y fue hacia el sofá, tomando asiento cómodamente en el suelo cerca de dónde los pálidos mechones se enfrentaban al mundo. Reed no dijo una palabra, sino que dejó que el café hiciera su trabajo. Jae comenzó a moverse, mascullando inaudiblemente. Hubo más movimientos bajo la sábana y alzó su soñolienta cabeza rubia. “Dime que no estoy soñando." "No estás soñando." “¿Roo?" “¿A quién esperabas? ¿Al hada del café?" "Casi. Gracias.” Jae tomó la taza, cubriéndola con las manos, con el asa al otro lado del rostro, los dedos enlazados a través de ella. Tomó un sorbo grande, después se dejó caer sobre el respaldo con las rodillas alzadas, rodeándole la sábana. “Podría acostumbrarme a esto.”

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"Ni lo pienses,” amonestó Reed, bebiendo de su propia taza. "Aguafiestas." “¿Duermes aquí a menudo?" Jae se pasó la mano por el pelo, devolviéndolo a su estado de desorden total antes de dormir. “Eso parece." "No tienes porqué." "No es tan simple." A Reed le pareció que Jae estaba a la defensiva y se confirmó su presentimiento cuando la directora continuó hablando, habiéndose detenido a tomar otro sorbo de café. “Es lo que hago, y significan muchas horas de trabajo." "Eso no es lo que quería decir,” clarificó, quedamente. “Puedes usar mi remolque.” "Ah." Jae bajó la vista a su taza, trazando el borde con el dedo. “Perdona.” Reed esperó a que siguiera hablando la otra mujer y tomó otro trago de su taza. Tres sorbos después, Jae siguió hablando. "Me dan muchas charlas por dedicarle tanto tiempo.” La risa nerviosa que acompañó la confesión le dijo más a Reed de lo que lo habían hecho las palabras. "No seré yo." Jae le dedicó una de las sonrisas de oreja a oreja que le inyectaban los verdes ojos con vida y tanto vigor que parecía imposible poder contenerlo en un cuerpo tan pequeño. “Gracias.” Se quedaron sentadas tomándose el café con calma, cada una adorando el altar de la Diosa de la Cafeína. El ruido de los demás comenzando su rutina de trabajo comenzó a llenar la oficina, pero no logró romper el ambiente.

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Cait dio la vuelta a la esquina murmurando para sí misma. Jae había roto su promesa y no se había marchado del estudio. Las marcas de tiza que había puesto en el suelo del aparcamiento y en las ruedas del coche de su amiga le dejaron claro que el coche no se había movido. Todavía quedaban meses de rodaje y post – producción por delante, y temía que su jefa se quemara si no se calmaba un poco. Con Jae tenía un margen muy pequeño de acción. Su amiga sólo toleraría tanta crítica y engaño durante un tiempo antes de echarse atrás. Cait sabía que sería su obligación ayudar a Jae a manejarlo todo y con un poco de suerte evitaría que la intensa y extrovertida joven se quemara a sí misma antes de completar el proyecto. La puerta de la oficina que aun compartían ella y Jae estaba abierta y entró, con el mini – discurso en la punta de la lengua. “No me puedo creer que...” Cait se detuvo. Jae estaba sentada en el sofá con la sábana rodeándole la cintura y la gran taza que le había quitado a Cait en las manos. Pero había sido la mujer sentada cómodamente en el suelo a los pies de la directora la que había hecho que se quedará en silencio. Reed Lewis giró la cabeza y Cait se estremeció. Los ojos de la actriz eran fríos y estaban llenos de desafío y la postura relajada se volvió rígida de manera perceptible. Vaya, esto sí que es interesante. "Buenos días Cait." Jae la saludó calurosamente e hizo señas para que se sentara en el asiento libre del sofá. “¿Qué es lo que no puedes creer?” La actriz la estaba observando detenidamente y la ayudante de dirección mantuvo la diversión para sí misma al contestar. “Que no me dejaras nada de curry." Jae rió y Cait estudió a la ágil rubia. Si tuviera la evidencia delante de los ojos, no hubiera podido adivinar que la directora acababa de volar por todo el país y que se había pasado prácticamente toda la noche trabajando. Las ojeras que tenía su amiga el día anterior habían desaparecido por completo. 224



Por el rabillo del ojo echó una ojeada a la actriz. Inconsciente de ser observada, su postura se había destensado un poco y la forma en que miraba a Jae era notablemente diferente a la mirada que Cait asociaba típicamente a la distante actriz. "Hablando de comida. ¿Queréis desayunar?” Jae hizo la pregunta de forma casual, pero Cait captó la tensión en el ambiente. "Ya desayuné.” La actriz sacudió la cabeza en signo de negación. "Yo también,” añadió Cait y Jae le dedicó una mirada torva. "Vale. Vayamos al grano entonces. Tenemos un problema de publicidad Reed, y se pondrá peor antes de arreglarse." La respuesta de la actriz se limitó a estirarse y ponerle más café en la taza a Jae. " Ummm. Gracias. " Jae tomó un sorbo, después continuó, “Van a revelar los datos de la autopsia de Roan esta mañana." Cait observó a ambas mujeres. Es como si ni siquiera estuviera en la habitación. Reed estaba centrada en Jae, en cambio la directora parecía estar tratando por todos los medios explicarle a la actriz lo que necesitaba de ella sin parecer condescendiente o exigente. Eso era. Cait puso el dedo sobre la llaga. Jae no estaba en plan reunión con Reed sino conversando con ella. "No. No lo haré Jae." Reed parecía enfadada, pero tenía un tono de voz diferente al de la pelea que escuchó prácticamente todo el estudio el día que murió Roan. Aquí viene. Cait se preparó para el estallido del genio de su amiga. Jae no era de las que aceptaban que la desafiasen en su plató o con temas relacionados con la película. "Vale." La directora habló suavemente. "Entonces necesito que no digas nada en absoluto. Ni una palabra, ni mueca ni el más mínimo gesto. Nada." 225



“¿Y ?" Preguntó Reed con una ceja arqueada. Cait no podía creérselo. Miró con más detenimiento a su amiga. Oh Dios mío... a Jae le gusta la Reina Helada . "Y haces una sesión fotográfica con Sarah. Como Dar y Kerry.” “¿Por qué?" Reed se había puesto en pie y ojeaba los libros de la estantería a la derecha de Jae. La directora dejó a un lado la sábana y se puso al lado de la actriz, apoyándose sobre la estantería de madera, con sus verdes ojos fijos en la altísima mujer. Las separaban sólo un par de pulgadas, y aun así parecían no darse cuenta de la proximidad. Jae no dejaba a muchos colegas o conocidos casuales entrar en su espacio personal, y Cait sabía que nadie se acercaba a menos de metro y medio de la actriz a no ser que fuera parte del guion. "Porque los medios de comunicación estarán todo el tiempo sobre nosotros, así que necesitamos adueñarnos de cualquier posible indicio de discordia en el plató. En estos momentos, preferiría enfrentarme con rumores de un romance en el estudio, que una lucha salvaje.” Era una de las opciones que discutieron anoche. “¿Eso es todo?” La actriz había entrecruzado los brazos sobre el pecho. "Nop." Jae sonreía con una mueca maliciosa. “Todos vamos a participar en el Acto de Beneficencia para Medicamentos Pediátricos."

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"Genial. Olvidé la toalla.” Jae se quedó mirando la barra metálica vacía. Hacía suficiente calor para que se secara al aire con rapidez, el calor del verano. El sol de LA superando el poder del aire acondicionado. Desnuda, caminó del extremo de la suite hasta su cuarto, las gotas dejando un surco en su espalda y torso. 226



Había un pareo azul oscuro estampado con un sol blanco incandescente y diversas estrellas colgado del cabecero de la cama. Un movimiento rápido de muñeca y un giro del pareo bastó para que éste se acoplara a la perfección sobre sus caderas. El vaso de té helado seguía dónde lo había dejado. Anillos de agua helada habían caído sobre la mesa, el agua dejando su marca en los papeles como señal indiscutible de la llegada del verano. Tomó un gran trago y disfrutó del contraste entre el agua helada y el calor de su piel desnuda al escapar más gotas del vaso y caerle sobre el pecho. El tercer escalón de la habitación crujió bajo su peso al descender al piso de abajo y dirigirse al salón para tumbarse sobre el sofá de lino, libro en mano. Las palabras le bailaban en la página y se dio por vencida al intentar darle sentido a los párrafos. Nerviosa y llena de energía, se levantó de nuevo y salió al porche trasero. El alto seto que protegía su propiedad seguía lozano a pesar del calor y vio como una bandada de insectos volaba sobre el follaje. Sobre ella el cielo estaba vacío de nubes, la expansión cerúlea lo suficientemente cerca como para tocarla con las manos. Otro tono de azul le vino a la mente y sonrió, asociando mentalmente los diversos estados de humor de Reed con tonos de azul. El cielo era una curiosidad. Me preguntó qué piensas hacer hoy... Era su día libre, tanto el equipo como los actores beneficiándose de la rareza de tener un Domingo libre. Probablemente Reed repartiría su día entre estudiar el guion y su hijo. Lo cual sería mil veces mejor de lo que ella tenía planeado hacer. Jae volvió al interior en busca de algo de ropa limpia que le gustara a su madre para la cena del Domingo. En el recibidor un espejo de pie reflejó su imagen en su actual estado de desnudez y por una milésima de segundo estuvo tentada de ir tal como estaba. "Pero Madre, todos los nativos de Samoa van así." Su madre retiraría la mirada con los labios en una mueca de disgusto y la regañaría. “Si todos tus amigos saltasen del puente del Golden Gate, ¿saltarías tú también? Sinceramente, Jaqueline.“ Imitó a su madre frente al espejo, después se rió y subió las escaleras en busca del armario. 227



Veinte minutos después estaba de camino en la autopista, en dirección a Isla Vista. Llevaba una almidonada camisa blanca limpia metida por dentro de sus anchos pantalones kaki, un cinturón negro combinando con su cazadora de amplios bolsillos. El viento agitaba su camisa desabrochada, permitiendo que le refrescara la espalda. Pisó el embrague y metió la cuarta. El potente motor respondió sin problemas el aumento de velocidad. A su madre le parecería bien el atuendo, pero pensó que compensaría el sermón que le iba a soltar. “Bueno, eso y el pastel de rosbif.” El aire acalló sus palabras y cambió suavemente de carril al no tener la suficiente potencia para llegar al límite de velocidad establecido. Por el camino, se repitió un juego de su niñez y alzó el puño en el aire dos veces. El camionero se vio obligado e hizo sonar la bocina, mirando hacia abajo desde la cabina del enorme camión. "Guay." Le devolvió el saludo y le dejó atrás. Las ruedas de la máquina se comieron las millas, y rápidamente cruzó las pequeñas puertas de la urbanización dónde vivían sus padres. El guardia de seguridad la reconoció y la saludó con la mano, la pegatina de residente una garantía más de su derecho a estar en las calles de su infancia. Los niños jugaban sobre el césped sumamente cuidado y una pareja de adolescentes saltaba sobre los bordillos, las ruedas de sus monopatines girando brillando a la luz del sol. Entró en su calle. El coche de Danielle ya estaba aparcado al lado del garaje y aparcó al lado del Pathfinder. No había hecho más que apagar el motor cuando dos niños pequeños la atacaron. "Tita Jae, Tita Jae." "Wey. Esperad un segundo vosotros dos.” Dejó los guantes de conducir sobre el asiento y le revolvió el pelo a su sobrino antes de hacer lo mismo con la hermana de éste. "Jacqueline Anna Elizabeth... ¿Qué es eso?" "Hola Madre." Jae tiró de la correa del casco y se lo quitó. “Una Honda Halcón 98.” Bajó el visor y colgó el casco en el manillar de la moto roja y plateada. Se sacó la cazadora 228



de cuero de debajo de la cuerda de unión con el asiento del pasajero y se la pasó por el hombro. "No te hagas la listilla conmigo, jovencita.” Elizabeth Cavanaugh giró sobre sus talones, subiendo imperiosamente la escalera y volviendo al interior de la casa. "La abuela está enfadada contigo,” pronunció solemnemente Alex. "Lo sé niñín. Pero mira el lado positivo. Significa que no está enfadada con vosotros dos.” Se pasó una mano por el pelo, dejándolo en su habitual estado de desorden. “Vamos chicos.”

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Eran las siete de la tarde y aún seguía un paso por delante de su madre. Eran su familia y los quería, pero ahora recordaba porqué hacía un año que no había accedido ir a las cenas de Domingo. Crujió el columpio del porche. No importaba las veces que lo hubieran engrasado, desarmado o hecho cualquier otra cosa que el rítmico ruido continuaba sonando, tan familiar para ella como el latido de su propio corazón. Tenía una pierna doblada bajo su cuerpo; con la otra mecía el columpio. Cada vez se elevaba más, las olas amenazando con voltear el pequeño bote. Habían dejado que se cayera el camino de madera y se limitaban a caminar sobre el Genoa, el puerto en sí sucumbió a la fuerza del viento hacía tiempo. Tirar la carga no era una opción posible con lo que la Dr. Jae “Nevada” Cavanaugh luchó por llegar hasta cubierta. Ya había mandado a los hombres a la relativa seguridad bajo cubierta. No había nada que pudieran hacer ahí arriba, sacarles de esta era su obligación. La gruesa soga que mantenía inmóvil el timón le sirvió también como apoyo contra la furia de las heladas olas conducidas por el viento. "¿Qué estabas pensando al ir en... en esa cosa?”

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“¿Hmm?" El ensueño del pasatiempo de su infancia se había roto, y Jae alzó la vista para mirar a su madre. "Sabes que no me gustan las motocicletas. Sinceramente, Jacqueline." Con un destello travieso en los ojos, Jae volvió veinte años atrás en su infancia. Habían sobrevivido a la tormenta solamente para ser rescatados por un bote Alemán cruzando la misma ruta del Atlántico que los hubiera llevado a Nueva York y a la fama como la arqueóloga que sacó el León de Corinto de Macedonia. En cambió había sido interrogada. El cuero de su cazadora se había endurecido un poco tras su baño en el océano y el cuello le raspaba la piel. Pero siguió con la intención de no revelar nada. "No puedes seguir así." Ah... pero no tengo porqué. Pronto mi pareja vendrá a ayudar en la liberación de la tripulación y del tesoro. El pensamiento errante consiguió lo que no había logrado el sermón de su madre y sacó de lleno a Jae del refugio de su infancia. ¿Pareja? “¿Estás oyéndome Jacqueline?" "Sí, Madre. Estaba pensando.” Confundida por el súbito cambio de su ensueño cotidiano y por la conversación a la que no había estado prestando atención, Jae dio una respuesta estándar. Su madre se sentó a su lado, su rostro dulcificándose un poco. “Seguramente aun te duela." "Un poco." Con la excepción de que no era cierto. Ahora que lo pensaba, Jae se dio cuenta que había seguido con su vida como si Becky nunca hubiera formado parte de ella. “¿La quieres mucho?" 230



"Pensé que sí. Pero ella no." "Algunas personas no están hechas para casarse o enamorarse. En cambio, tienes una carrera con la que te has casado. Estate orgullosa de eso. El amor no es para ti, nunca lo ha sido." Por alguna razón eso había sido lo más deprimente que había escuchado jamás. Pero su madre tenía razón. El amor no era algo que se le diera bien. “Lo sé.” El columpió siguió crujiendo, llenando el incómodo silencio.

Capítulo 28 Reed apagó el ordenador y sacó el cable del teléfono del módem. No se molestó en levantarse y encajarlo de nuevo en la pared. Quien quiera que valiera la pena que quisiera hablarle que la llamase al móvil. Hablar con Rio no la había ayudado. Asuntos que había olvidado y escondido en lo más profundo eran ahora imposibles de evadir. Asuntos como el de Roan. Incluso muerto, no se había librado completamente de él. "Corten." Roan acechaba a través del sonido del escenario, e intentó enfocarle. “Di la frase, después coge la pistola. No es tan difícil. Incluso tú deberías ser capaz de hacerlo, colocada o no." El director le parecía vagamente familiar y se lo quedó mirando, confusa y preguntándose porqué la estaría gritando. Otra ola de dolor se le agarrotó en el estómago y poco le faltó para caerse al suelo. “Te estás viniendo abajo, ¿verdad?” Le agarró por la barbilla, y apretó hasta que le miró a los ojos. “Estúpida basura. Tienes mono.” Le pasó el dedo por los labios y tuvo que reprimir un escalofrío. “Muy poco, muy tarde." 231



Mareada, sacudió la cabeza para liberarla de su mano. “Para ti." Él se inclinó hacia delante, rozándole la oreja con su caliente aliento. “Aun eres mía Reed, no lo olvides." Era ahora o nunca y lo sabía. Él pensaba que aun la poseía, y si no se iba sería cierto. Los poseería a ambos. Roan volvió a la silla tras la cámara principal, y el equipo volvió a sus puestos junto con el resto de los actores. Comenzó de nuevo el espectáculo y Reed se olvidó del dolor, diciendo su frase. “Estás equivocado. Hay una diferencia entre tú y yo.” Cogió la pistola de fogueo. “Estás muerto.” La actriz presionó el gatillo. "Corten," gritó Roan. “¿Qué coño te pasa? Frase, pistola, disparo." Le vino otra punzada de agudo dolor y Reed tragó emitiendo un gemido involuntario. “No había nada de malo en esa toma. Si la pistola viene después de las dos frases, entonces Cleary está sobre aviso." "No te pago para que pienses. Limítate a actuar. Y ni siquiera puedes con eso.” Tenía las pupilas dilatadas y acuosas. Él mismo estaba saliendo de un subidón, su impredecible temperamento más peligroso aun debido a la extraña combinación de drogas en la sangre. “Treinta minutos,” gritó sobre su hombro, despidiendo a los actores y el equipo. “Y tú. Ten. Arréglate." Le tiró una bolsa y la cogió, cerrando y abriendo la mano espasmódicamente sobre el plástico a la par que otra oleada de calambres le provocaban de nuevo el dolor. Asintió y luchó por mantenerse en pie. Finalmente él sacudió la cabeza y se alejó. "No puedes ganar Reed.” Sonaron los pasos de Roan como una burla al alejarse. "Ya lo he hecho,” susurró antes de caerse. Reed cerró los ojos, el duro suelo su último momento de consciencia. Habría sido tan fácil dejarle ganar, dejar que las drogas la

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dominasen. Pero ya las había dejado – estaba limpia. Y el motivo por el que las había dejado la previno de rendirse y dejar que ganase Roan. Soltó la bolsita y se puso de rodillas. Le caía agua por las piernas, la tela de sus pantalones estaba empapada. Oh Dios... era demasiado pronto. Lo que a Roan le había parecido los efectos del mono, y lo que ella asumió como pequeños calambres, eran en realidad las contracciones del parto. Las llaves del coche. ¿Dónde estaban las llaves del coche? En el remolque, estaban en el remolque. Respirando pesadamente, se puso en pie y empezó a caminar fuera del estudio. La pesada puerta de metal se cerró a su espalda, atrapando sus sueños. Se le llenaron los ojos de lágrimas y tenía una mano apoyada sobre la pequeña curva de su abdomen. “Resiste, ¿vale?” Esto era lo único que valía la pena de todo aquel embrollo, y Reed estaba decidida a llegar al hospital. El camino al hospital lo recordaba como una neblina de dolor y coches. Dejó el coche abandonado, dobló una esquina y paró un taxi que pasaba por ahí. “¿Se encuentra bien, señora?" "Limítese a conducir." A dos manzanas de su destino, le dijo al conductor que parase y pagó el recorrido, caminando lo que quedaba de distancia por sí misma. Trescientos metros que le parecieron una maratón. El dolor era insoportable y por un segundo pensó en la posibilidad de tumbarse y olvidarlo todo. Bajo el dolor que prácticamente la partía en dos, Reed sintió como pateaba el bebé, su primer movimiento en todo el día. No. Le daría al bebé las oportunidades que ella nunca tuvo. Un pie delante del otro... un paso cada vez. Se repitió el mantra una y otra vez. Se abrieron las puertas blancas con un siseo y se desplomó.

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Lo habían logrado. Lo habían logrado por los pelos, pero lo habían hecho. Los dos. Y nunca más había vuelto la vista atrás. Hasta que la necesidad y la desesperación la habían forzado, una situación que culminó con una tremenda pelea con el hombre que Jae le pedía que defendiera. La habitación estaba más oscura al terminarse la tarde y entrar la noche. Reed se quedó observando las sombras en la pared más alejada mientras pensaba. ¿Cuánto tiempo me queda antes de que busquen más allá de los rumores? ¿Antes de que Jae empiece a preguntarme cosas que no pueda responder? La mujer joven había aceptado su rechazo de seguirle el juego a la empresa a cambio de una promesa de silencio. Sintió un momento de breve cólera en la oficina de Jae, después nada. Incluso ahora no era capaz de llegar al centro de esa rabia que sabía estaba oculta bajo una capa de indiferencia, bien guardada junto con el resto de engaños y traiciones. Las pesadillas que prácticamente se habían esfumado en el viaje a Florida habían vuelto con más fuerza que nunca. Se sentía llevada al límite emocionalmente. Demasiadas cosas habían cambiado en muy poco tiempo. Años de aislamiento la habían dejado sin preparación para volver a la vida pública. El cambio más grande era Jae. Reed sonrió al pensar en la rubia directora. Se conocían hacía apenas un mes, pero para la actriz parecía mucho más tiempo. Seguramente debido a la proximidad que habían tenido durante el rodaje en Florida. Una cosa era cierta; echaba de menos a la joven mujer. Había sido una sorpresa. Sus respectivas rutinas habían encajado a la perfección y Reed no había sentido amenazada su privacidad. En el creciente crepúsculo se dirigió a la cocina. ¿Rojo o blanco? Rojo, decidió, y se sirvió un vaso del vino. En la terraza se apoyó sobre la barandilla y observó cómo parpadeaban las luces de los coches al pasar por la carretera. Le llevó un minuto darse cuenta de lo que le faltaba. La música de una guitarra. Alguien que vivía bajo ella

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tocaba la guitarra y el familiar sonido le había hecho compañía por las tardes mientras estudiaba el guion y ensayaba. Esta noche había silencio. Brrreeep. Sonó el teléfono móvil y volvió al interior de la casa, contestando el negro aparato. “Lewis.” "Hola." "Hola." “¿Molesto?" "No." "Bien." La línea se quedó muda. Reed intentó averiguar qué decir. “¿Qué pasa?” "No mucho. Un día duro. Ya sabes." Reed volvió a la terraza y se sentó en una de las sillas. “¿Practicando con las cintas?" Consiguió que se riera y se imaginó a Jae meneando la cabeza. “No. Cena de Domingo en casa de mi familia." “¿Viven en LA?” No se había dado cuenta que Jae fuera natural de LA. "A las afueras de Isla Vista. Mi madre empezó a quejarse del transporte en el que fui y de ahí en adelante empezaron a torcerse las cosas." “¿No le parece bien el Saturn?" "Una Honda Halcón 650." "Te pega con el tatuaje."

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"Una Harley pegaría con los tatuajes, pero hacen demasiado ruido." “¿Tienes más de uno?" “¿Más de un qué?" "Dijiste tatuajes, en plural." "No pasas nada por alto, ¿eh?” "No. Así que cuéntame." "Hmmm. Hagamos un trato. Te digo dónde tengo el otro tatuaje si... si me cuentas algo personal." "Ya sabes más de mí que nadie con la excepción de Heidi y Rio." “¿En serio?" "Sip. Pero veamos, ¿qué quieres saber?” Era una oferta peligrosa. “¿Dónde vives?" RenFaire pagaba el alquiler y Jae había estado en la limosina que la había recogido para coger el vuelo a Orlando, así que Reed sabía con certeza que la directora no se refería a su casa en la colina. “Eastport, Maine." "No tienes acento de Maine." "Por qué no soy de allí." "Ah." “¿Y cuándo es la rueda de prensa?” Desvió el tema del territorio personal. "El jueves. ¿Te sigue pareciendo bien?" 236



"Sí." Era extraño, pero todo el asunto la molestaba menos que antes. Se había levantado una fría brisa y cogió la manta que estaba al borde de la silla. “¿Te aprobaron el guion?" "Casi todo." Reed rió. “No esperarías que un productor masculino hiciera una película sobre gays sin querer tener más escenas de sexo." "Pensé que te echaría para atrás." Seria, se inclinó hacia delante en la silla. “¿Recuerdas el primer día que nos vimos?" "Sí. No eres de las personas a las que se puede olvidar en el primer encuentro." "Me dijiste que no eras conocida por filmar pornografía. ¿Ha cambiado eso?" "No. No lo ha hecho." "Entonces te apoyo cien por cien hasta el final.” Se detuvo. “Aunque puede que quieras pensar en tener una doble de cuerpo. No creo que las estrías resulten muy eróticas." "No tienes estrías." “¿Ahora quién es la que no pierde detalle?” Bromeó Reed, para enmascarar la sorpresa. "No es mi culpa que parezca que piensas que ir vestida es algo opcional." "Unhunh. La cazuela llamando negra a la sartén, por si preguntas." "Nadie te ha preguntado." "Me parece que la Señorita protesta demasiado."

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Jae se reía con tanta fuerza que Reed tuvo que alejarse el móvil de la oreja. La directora parecía de mejor humor que cuando sonó el teléfono. "Lo echaba de menos,” dijo Jae. "Yo también." "He de colgar. ¿Nos vemos por la mañana?” "No me lo perdería por nada." "Buenas noches." "Buenas noches Roo." La línea quedó muerta, y Reed se detuvo un momento antes de colgar. El rasgueo de una guitarra llegó desde abajo, e inconscientemente Reed cantó la familiar letra centrada la mente en la mujer con la que acababa de hablar. “ Te conocí, antes de la caída de Roma, y te vi cuando el oeste era aún joven... uououo... ” Reed volvió al interior, dejando caer la manta de nuevo sobre la silla al pasar a su lado camino del baño. Dos grifos gemelos de plata llenaron con potencia la bañera de porcelana de agua caliente y sumergió su cuerpo en la cálida y clara agua. Cerró los ojos y se metió en su papel, escapándose a la realidad de Dar. Cada vez le resultaba más y más fácil meterse en la piel de la ejecutiva, dejar que su carácter fuera un espejo del de la ejecutiva.

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Jae sostuvo el auricular del teléfono inalámbrico, observando el ahora silencioso trozo de plástico y tecnología. Esa no era la conversación que había esperado mantener, y por supuesto tampoco era esa la reacción que esperaba al decirle el incremento de las escenas de sexo.

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Todo resultaba muy... extraño. No malo, pero extraño, extraño. Tenía las palmas de las manos sudorosas y se las secó en los pantalones. “Apuesto que también se me ha acelerado el corazón." Pero Reed parecía haberse tomado la conversación con calma, dejando de lado el subtexto. “No he flirteado de esa forma ni con las mujeres con las que me he acostado. Y ese comentario sobre las estrías... no puedo creerme que se lo haya tomado bien.” Cogió una cerveza de la nevera. La abrió sin dificultad con las manos y salió de nuevo a la terraza de atrás, las sombras jugueteando dónde antes había brillado el sol. Un enigma. Eso era Reed. Las cosas no resultaban como esperaba: ¿o es que Reed no se daba cuenta? Jae volvió al interior y se estiró para alcanzar el paquete de cerillas que guardaba en el dintel de la puerta. La guitarra seguía en el pasillo, justo dónde la había dejado al volver de Florida. La sacó fuera y le quitó las pegatinas del vuelo de la funda antes de soltar las tiras que mantenían en su sitio la guitarra de 12 cuerdas. Se soltaron todos a la vez y Jae levantó la tapa. Había un paquete fino y oscuro bien envuelto bajo la guitarra, escondido bajo la estructura metálica. Salió sin dificultad y Jae le dio vueltas entre las manos. No había ni nota ni tarjeta a la vista, con lo que desató la cuerda que mantenía unido el papel. Apareció la cara bordada y ligeramente maníaca de Tigger sonriéndole y se rió. Quitando el envoltorio color verde y negro descubrió las palabras „Ropa Tigger' alrededor del elástico de unos boxer. Un trozo pequeño de papel cayó al suelo. Con los boxer en la mano Jae cogió la nota, alzándola de modo que la luz de la lámpara le permitiera ver lo que había escrito. „Olvidé dártelos en Orlando.' Una sonrisa de oreja a oreja le iluminó el rostro. No necesitaba la firma para saber quién le había hecho el regalo. “Reed...” Momentos después estaba instalada cómodamente en el escalón más alto, una cerveza a mano, la lámpara parpadeando a su propio ritmo y con la guitarra sobre el regazo. " Ey pequeña, está Papaíto en casa... ¿o se fue y te ha dejado sola? Unhunh. Tengo un deseo... oh oh oh estoy que ardo. Ey pequeña, es bueno contigo... ¿puede hacerte lo 239



mismo que yo? Oh oh oh estoy que ardo... ” Siguió punteando las notas del coro, su mente vagando a la par que la música. Bueno si llega más lejos, ha de salir de Reed. Jae tarareó ligeramente con las notas que sus dedos sacaban de las cuerdas de la guitarra. Entonces se rió al reconocer la melodía. Sus manos volaron sobre el cuerpo de la guitarra al centrarse de lleno en las exigentes e hipnóticas palabras, su voz resonando en la fría noche del desierto. “...ven y túmbate junto a mi... para soñar, para dormir con los corderos... para preguntarte porqué tus ojos parecen desprender... ¿soy tu pasión, tu promesa, tu final? Yo digo que sí... sí, lo soy. Sí, lo soy. Soy tu pasión, tu promesa, tu fin... Sí, lo soy. Exceptuando la intervención divina no hay nada que nos separe, y si por algún casual me olvido de mencionarlo... tu cuerpo, tu poder puede santificar... " Las cigarras gorjearon en contraste, y la luna iluminó el césped. “Sí, lo soy... di que lo soy.. ”

Capítulo 29 "Sra. Lewis, ¿sobre qué discutieron Roan Pirsig y usted?" Los destellos de los flases la cegaban y les dio la espalda a los reporteros. Le dirigían un sin fin de preguntas y Reed hizo lo mejor que supo para ignorarlas. “¿Vio alguna evidencia de su adicción a las drogas?” Un alto y barbudo fotógrafo se puso frente a ella. "Salga de mi camino." “¿Le ha llamado la policía?" “Se marchó del plató de una película dirigida por Pirsig, ¿por qué la contrató de nuevo?"

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Eran sólo las cuatro de la madrugada, pero los buitres habían salido en bandada. El informe post – morten verificó los rumores del consumo de drogas, y reveló que el director estaba en las primeras etapas de la drogo dependencia. ¿Dónde estaban los de seguridad? Reed empezó a abrirse camino a través del gentío. “He dicho que se salga de mi camino,” gruñó, el gruñido saliéndole del fondo de la garganta. “¿Siente algo por su muerte?" "Ni una maldita cosa. Ahora, salga de mi camino.” Se quedó mirando fijamente al hombre que le impedía el paso al edificio y éste se salió del camino, siguiendo sacando fotos con la cámara. "Menuda zorra." "Las zorras venden más.” Surgieron las risotadas tras estas palabras, después el barullo se cortó de golpe al cerrarse tras ella la puerta del estudio de sonido. El cavernoso edificio estaba desocupado y Reed caminó por los diferentes escenarios hasta llegar a los del condo de Dar. Las paredes movibles estaban abiertas; dejando visibles los raíles de las cámaras y los focos. Bloqueó la realidad y se imaginó el cálido sol entrando por las ventanas, concentrándose en olvidar el incidente de afuera hasta sentirse como en casa. El cuero negro brilló bajo la suave luz y Reed se sentó en el sofá. En su mente se desarrollaban diferentes escenas y mentalmente manipulaba la cámara, sintiendo lo que quería lograr. Chirrió un gozne al escuchar cómo se cerraba una puerta y unos pasos recorriendo los escenarios. Jae. Reed mantuvo aferrado el estallido de placer que le había provocado la llegada de la directora y decidió recordarlo más tarde. Se preguntó, como si tal cosa, cuán afectadas estaban sus interacciones con Jae por parte de su propia idea de cómo sería Dar. Probablemente más de lo que crees, pensó irónicamente. O no. "Escoge una mano." 241



Reed se inclinó hacia delante y se puso los dedos en las sienes, como si usase poderes psíquicos para decidirse. “La derecha.” "Bingo." Jae le entregó una taza grande de cartón marrón donde destacaba el logo blanco y verde de Starbucks. “¿Cómo lo supiste?” La rubia se sentó en el sofá con los pies bajo su cuerpo, al estilo indio. Moviéndose, se giró un poco, poniéndose de cara con la directora. “Bueno era un 50% de posibilidad, pero eres zurda. Supuse que tendrías tu café en la mano dominante.” Sus cuerpos estaban tocándose prácticamente y Reed medio esperaba que Jae se apoyase contra ella. Has... estado mirando demasiadas películas... "Ah, lógica." "Podría hacer una imitación de Spock, pero no se me ocurre nada.” El café estaba tan bueno como su aroma. “Maldición Jae, soy una actriz no una vidente." "Ese es Bones, no Spock.” Una risa grave llenó el escenario, haciéndolo más acogedor. “¿Idea tuya?" dijo completamente seria. Jae sacudió la cabeza antes de reclinarse en el sofá. “Gracias.” “¿Por qué? Tú compraste el café. Por cierto, gracias.” "De nada. Pero me refería a estos.” La directora estiró el elástico de los boxer bajo su camisa. “Fue una bonita sorpresa." "Bien.” Por un momento estuvo segura que Jae iba a enseñárselos. Reed miró su reloj. “He de ir a vestuario." "Cait y Mike se estarán preguntando dónde me fui."

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La gente empezaba a llegar al edificio y el lugar se estaba llenando de vida. Se estaba sirviendo comida en el otro extremo de la sala y se encaminaron a la cargada mesa. Reed tomó un plátano y lo peló. "Nos vemos, Tigger.” Guiñó un ojo y se encaminó al vestuario. "No si te veo yo antes, Roo.” Las infantiles bromas la siguieron a través de las puertas y resistió el impulso de darse la vuelta y sacarle la lengua.

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Jae caminó trabajosamente a través del asfalto, en dirección a su oficina y la montaña de trabajo que aún le quedaba por hacer antes de irse a dormir. Había sido un buen día y estaban al día con el programa, aunque había más agua en el estudio de sonido que en el jacuzzi. Reed había llenado el fondo de la bañera con una docena de cangrejos, a escondidas de la co protagonista mientras ésta escuchaba algunos detalles de última hora. La joven actriz había salido de la bañera en un tiempo récord, salpicando todo a su alrededor. Se produjo un forcejeo entre las dos actrices principales. El sentimiento de camaradería resultante se mantuvo mientras filmaban las cámaras, y las tomas de la tarde resultaron perfectas. Un día realmente bueno. Y no había estado nada mal que Reed llevase un bañador. “Bueno de verdad." “¿El qué es bueno?" preguntó Caitlynn. "Nada. Pensaba en alto." "Será mejor que te sientes." “¿Por qué?" Se sentó en el sofá.

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Su ayudante abrió el armario y encendió la televisión antes de hacer lo mismo con el vídeo. “Míralo por ti misma." Jae miró la cinta. Reconoció el estudio y después vio cómo llegaba el Range Rover de Reed. El narrador habló de respuestas sinceras e hizo exageradas exclamaciones sobre resentimientos en el plató. Pero el encogimiento que tenía en el estómago le decía que posiblemente no estuviera exagerando en absoluto. La entrevista estaba obviamente manipulada para hacer que pareciera una mezcla de entrevista y un ataque, pero sin lugar a dudas era la voz de Reed respondiendo a una pregunta de un reportero. “Ni una maldita cosa. Ahora salga de mi camino." Después había un reportaje de una Reed mucho más joven y un anuncio subtitulado sobre el programa del día siguiente. "Pensé que la habías amordazado." "Lo hice." Enfadada, se levantó y cogió las llaves del escritorio. Todo lo que tenías que hacer era quedarte callada. ¿En qué estabas pensando? Bueno, pronto lo descubriría. El Saturn plateado vagó por las calles de las colinas de Hollywood. Era una difícil mezcla del estilo Español junto con bungalows post – modernos y réplicas de Villas Romanas. Jae giró a la derecha y entró en el camino de entrada de la casa alquilada de Reed. Detuvo el motor y se quedó sentada en el coche durante unos minutos. La casa estaba a oscuras y o bien el 4x4 estaba en el garaje o la actriz no estaba en casa. Aun enfadada, Jae salió del coche, cerrando tras ella la puerta de golpe y echándole la llave. No hubo respuesta. Frustrada, llamó a la puerta una última vez, después se dio la vuelta. A mitad de las escaleras se detuvo y sacó su móvil. Al tercer timbrazo le contestaron. "Lewis."

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“¿Estás en casa?" "Sí. ¿Por qué?" "Estoy en la puerta." Jae remontó los escalones y se plantó delante del portón de madera. Baldosas curvadas de terracota resguardaba la entrada y protegían la casa del intenso calor de LA. "Espera." La línea quedó muda. Le llegó el sonido del raspado y tintineo de los cerrojos de cobre a través de la puerta al quitar los cerrojos y ser abierta. Reed tenía una mano al borde de la puerta y la otra en el bolsillo de las bermudas de algodón. Tenía una toalla colgando del hombro izquierdo, y la actriz arqueó el labio superior de la boca en una sonrisilla. Le hizo señales a Jae para que entrase y la directora así lo hizo, cerrando la puerta tras ella. “¿Por qué Reed?" Jae soltó la pregunta antes de olvidar el motivo de su visita. “¿Por qué, qué?” "Todo lo que tenías que hacer era no decir nada. Dejar que hablasen los demás. Pero no, tenías que hacer tu comentario." Reed sintió como la alegría de ver a Jae frente a su puerta se evaporaba bajo el peso de las preguntas. La ligera agitación que había sentido en el estómago se le había convertido en plomo. “Todo lo que tenías que hacer era decirle al guardia de seguridad del estudio que –“ "No me eches la culpa de esto. Fuiste tú la que hiciste el comentario. ¿Viste el montaje? Pareciera que te alegraras de su muerte." “¿Y?" “¿Y? Un hombre ha muerto Reed. Ido.” Jae enfatizaba su enfado con las manos. 245



¿Por qué demonios está tan enfadada? Reed se dirigió hacia el salón, resultándole el pasillo demasiado estrecho. Se estaba enfadando ella también y necesitaba moverse. “Todos morimos tarde o temprano." "No puedes decir eso...” "Yo no digo cosas que no pienso." Jae se quedó atontada. “¿Cómo puedes ser tan fría ante la muerte de un hombre? Pensé que con Rio –“ "No te atrevas a mencionar el nombre de mi hijo en la misma frase que la de ese monstruo.” Escupió Reed "Él era un amigo... mi mentor." Reed se movió con rapidez hacia delante. “¡No te atrevas a desafiarme defendiéndole delante de mí, joder!” La rabia que había sentido en la oficina de Jae le volvía con más fuerza y ésta vez dejó que saliera. Jae dio un paso hacia atrás, y siguió a la joven mujer a través de la habitación. “Obtuvo lo que se merecía." "Nadie merece morir Reed." “¿Qué coño sabrás tú de la muerte? ¿Qué es lo que sabes sobre tu... amigo?” Dijo la última palabra como un insulto. "Sé que me enseñó a dirigir un plató y creer en mis sueños. Sé que me dio la oportunidad para dirigir una película.” Jae alzó la voz al defender con vehemencia a Pirsig. “¿Estás segura, Jae? ¿O te usó como al resto de los demás?” Reed bajó el tono de voz una octava, diciendo las palabras con lentitud. “¿Vio algo en ti que él no tenía? ¿Encontró la manera de hacer que dirigieras su película mientras él se llevaba los honores?" 246



"No era así." “¿O eras su puta? Esas eran las únicas dos opciones con Roan. ¿Cuál era Jae? ¿Tu cuerpo o tu talento?” “¡Cállate Reed!" La directora tenía lágrimas en el rabillo del ojo, pero Reed ignoró el sentimiento de culpa, centrándose en cambio en la rabia. “¿No puedes soportar la verdad? Tu supuesto amigo tomaba de la gente lo que le venía en gana." “¿Qué fue lo que tomó de ti Reed? ¿Por qué le odias tanto?" Las preguntas la tomaron por sorpresa. No se esperaba que Jae girara las tornas; la otra mujer debería haberse marchado ya. "Tu cuerpo o tu talento... ¿no era eso lo que dijiste? ¿Qué fue lo que tomó de ti?" "Vete." "No. Tú comenzaste esto." "Dije... que te... fueras.” La sal salpicaba sus ojos y luchó por contener las lágrimas. "No voy a marcharme Reed.” Dijo Jae totalmente en calma. La directora tenía ese hábito enfurecedor cada vez que alguien se enfadaba. "Entonces lo haré yo.” Reed atravesó el talón y cogió el picaporte de la puerta. “Se te da bien esto, ¿no?” “¿El qué?” se detuvo, abriendo ligeramente la puerta. "Salir corriendo."

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"¡Que te jodan!” Dio un portazo y bajó corriendo las escaleras, sin percatarse que sus zapatos seguían en el interior de la casa. El coche de Jae bloqueaba la puerta del garaje con lo que siguió caminando, el asfalto frío bajo sus pies. Mejor ahora que después... porque, de todas maneras, hubiera salido huyendo si se lo hubieras contado. Así eran las cosas. La gente no se quedaba. “ ¿Qué tomó de ti?” Podía escuchar la voz de Jae con tanta claridad como si la tuviera al lado. "Todo," susurró. "Todo."

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La puerta se cerró violentamente, la fuerza del impacto contra la madera hizo que vibrasen los cristales de las ventanas y las paredes. ¿Y ahora qué? Se preguntó Jae. “¿La sigo o espero?” Las palabras de Reed resonaban en su mente. “ ¿O eras su puta? Esas eran las únicas dos opciones con Roan. ¿Cuál era Jae? ¿Tu cuerpo o tu talento? ” Roan le había tirado los tejos una vez, que había conseguido evitar tras presentarle a su novia y nunca más se había vuelto a repetir la escena. Molesta por las acusaciones de la actriz, Jae paseó la vista por la habitación para dejar de pensar en las implicaciones de la discusión. Para empezar, estaba escasamente amueblado, pero no parecía haber muchas cosas personales en la sala. Vio un par de novelas gastadas sobre la mesita del café y miró sus lomos: una era de Holly, la otra de Eco. Había unas cuantas cintas de vídeo ordenadas al lado del VHR. Curiosa, Jae las tomó. “Desert Hearts', „Peach', „Go Fish', „Fried Green Tomatoes' – abrió los ojos de par en par al ver los títulos de las últimas tres cintas – „Bound', „It's in the Water' y „No Man's Land 3'. En la mesa al lado de la televisión había un montón de páginas bajo el peso de un bolígrafo negro con punta de bola, hojas escritas con la misma letra que recordaba de

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la noche anterior. Jae resistió el impulso de ojearlas, en caso de ser cartas personales y no apuntes como había pensado en un principio. En la otra esquina había un marco hecho con palos de helado coloreados. Ojos del mismo tono que los de Reed le sonrieron desde el portarretratos y lo cogió. Parecía tener seis o siete años, y su sonrisa mostraba orgullosa que le faltaba un diente. Enganchada en la parte izquierda del marco, una foto de menor tamaño de Reed le confirmó que ese era Rio. Reed y su hijo estaban encima de un gran tronco de madera, con el mar y la puesta de sol visibles a sus espaldas. La actriz tenía la barbilla sobre la cabeza de Rio y estaban agarrados de la mano. Las marcadas facciones del rostro de Reed contrastaban con las facciones más suaves y oscuras de su hijo. Por alguna razón inexplicable, Jae sintió cómo se le hacía un nudo en la garganta, la conmovedora imagen revelándome más de lo que Reed le había dicho. Puso el marco en su sitio y fue hacia la puerta, profundamente pensativa.

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PARTE 5

Capítulo 30 El lago brillaba en la oscuridad y Reed se escabulló por una ranura en la cerca, luego tomó asiento sobre la descolorida pared. En algún punto durante la fría caminata, su rabia se había perdido, la confusión y el miedo tomando su lugar. Los maratonistas corrían por las camineras de la orilla. Diversas partes de conversaciones vagaron sobre el agua mezclándose con el sonido de los grillos. El ruido le sentaba bien. Le daba otra cosa en que pensar, en vez de lo que había acabado de pasar y en lo que el mañana iba a traer. No era que le hiciera bien. Reed suspiró deseando tener una mano de llena de rocas para lanzarlas a las frías y oscuras aguas de Lago Hollywood. Incluso los lagos son falsos en esta ciudad. ¿Es real algo aquí? Levantó una rodilla y dejó descansar su barbilla sobre la piel desnuda. "Eres buena en eso, ¿no?... Salir corriendo" La última réplica de Jae resonó en su mente. Pero no era su última réplica, ¿cierto? Te fuiste; ella no. No... Yo me fui primero. Eso no lo sabes. Lo sé, estoy segura. ¿Cómo? Perpleja, pensó en ello. Estaba del lado de él. ¿Lo estaba? Preguntó la voz burlona de su alter ego. ¿En qué maldito lado estás, de todas formas?

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En el tuyo. Reed se levantó de la pared de cemento y comenzó a andar alrededor del lago silenciando la voz infernal. El viento susurró a través de los árboles y cayó en un tranquilo ritmo, sin sentir la ocasional molestia en los pies, endurecidos por las incontables horas que había pasado en las playas rocosas de Maine. ¿Vas a andar por ahí toda la noche? ¿Y mañana? ¿Qué pasará luego? ¿La vas a ignorar también para ese entonces? Afróntalo - lo arruinaste - tenía toda razón para estar molesta. "Estúpida prensa." Le habló a nadie en particular, su voz se oía a lo largo de las quietas aguas. ¿Estaría Jae allí aún? No lo sabrás si no vuelves, ¿cierto? ¿Qué era lo peor que podría pasar? Deliberadamente, Reed se volvió y comenzó a caminar de regreso a casa.

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¿En auto o a pie? Jae se detuvo y consideró sus opciones. ¿Cuán lejos pudo haber llegado sin sus zapatos? Exhaló pesadamente y le dio al auto una mueca irónica. Conociendo a Reed, podría estar sentada en Starbucks - algo tan insignificante como estar descalza no la detendría. Quitando el seguro al Saturn, la rubia dejó los zapatos de la actriz en el puesto del copiloto y se montó en el auto. ¿Qué voy a decir? Esto era más que complicado. Aun cuando lo había cortado tenía que abordar el problema. Como directora, no podía dejarlo pasar y como amiga, no quería. No había otra salida. La vida era mucho más fácil cuando su trabajo se mantenía fuera de su vida personal... ¿O era al contrario? La llave giró fácilmente dentro del contacto y el motor rugió volviéndolo a la vida. Jae tomó la izquierda dirigiéndose al Lago Hollywood. La soledad del parque alrededor del lago parecía ser el lugar más lógico en el cual buscar a la voluble actriz. Las luces de 251



los faros barrieron la oscuridad de las calles, uniéndose y luego saltando entre los charcos de luz arrojados por las lámparas del camino. Jae frenó violentamente cuando encontró a Reed, luego se bajó del auto. Reed se quedó parada frente a los rayos de luz de los faros, su piel pálida bajo el resplandor de las bombillas halógenas. Mechones oscuros cruzaban el rostro de la actriz, haciendo difícil leer su expresión. Otro auto pasó barriéndolas con su luz. "Entonces."

"Entonces..."

Las palabras salieron juntas y luego el silencio cayó de nuevo sobre ellas, el suave murmullo del motor del auto aislándolas de cualquier otro sonido. Reed fue hasta el asiento del copiloto y esperó. Jae negó con la cabeza, una ceja se levantó y volvió al auto. La actriz estaba sosteniendo sus zapatos, la incredulidad era obvia sobre sus facciones cinceladas. "¿Por qué?"

"Porque." Fue lo mejor que se le pudo ocurrir. No pudo explicarse el por qué había ido tras la otra mujer, dejar sola a Reed. Tú sabes por qué... La escena había tocado algo, tocado un acorde y no pudo sacar la imagen de su cabeza. Sin embargo, no era algo que pudiera explicar racionalmente. La dirección del auto giró fácilmente en sus manos dando una vuelta en U y volviendo por el camino por el que había venido. No pasó mucho, antes que estuvieran de vuelta en la casa alquilada de Reed, apagó el motor pero no se movió para salir del auto. La mandíbula de Reed aún estaba fija, pero Jae no creyó que fuera por rabia. Es más como si tratara de aguantarlo todo dentro de sí. La radio se escuchaba en el fondo, manteniendo al silencio agobiante a raya. "Despierta Maggie, Creo que tengo algo que decirte..." "La música es muy importante para ti, ¿no?" 252



Jae pestañeó, sonrojándose mientras se daba cuenta que había estado cantando junto con la voz de la radio. "Sí. Apestaba en gimnasia, odiaba el ballet - mi madre no pensaba que el fútbol o el kárate eran deportes para una niña. Luego, cuando tenía 10 años, mi padre llegó a casa con una vieja guitarra eléctrica y un amplificador todo estropeado." Sonrió al recordar, la mirada horrorizada en el rostro de su madre y el travieso brillo en los ojos de su padre. "La toqué hasta que mis dedos sangraron... Me daba un lugar a donde ir... Aún sigo pensando mejor cuando toco." "...robo el taco de mi mamá... y me gano la vida jugando pool..." "Mi trabajo es muy importante para mí también, Reed. Esta es mi oportunidad... En esto es que soy buena. Puedo hacer este film, contar la historia. Pero ahora no sé que hacer. ¿A dónde vamos desde aquí? No sé que fue lo que pasó entre tú y Roan, y no necesito saberlo, pero lo que si necesito es poder confiar en ti." Reed escuchó impasible, un pulgar se paseaba a lo largo de la costura de un zapato. Era difícil, pero Jae seguía alcanzando y tocando a la actriz. Tomó el silencio como un permiso tácito para continuar, y luchó por seguir gobernando sobre sus pensamientos. "Nada." Susurró Reed, sus ojos aún fijos afuera, sobre algún punto invisible. "¿Reed?"

"Me preguntaste que había tomado. Nada. Nada que no le di o que haya dejado que tomara. Pero nunca lo defiendas frente a mí." "Vale, no lo haré." Pero ¿era eso justo? No importa lo que te haya hecho, estaba en deuda con él. Cálidas lágrimas rodaron por sus mejillas. "Pero ¿cómo hacemos funcionar esto? No quiero hacerte daño y no quiero que el film se vea afectado." Reed giró la cabeza, encontrándose por primera vez con sus ojos desde que la mujer joven la recogió. En vez de reproche y manipulación, vio sólo compasión y sinceridad... y dolor. "Sigues sorprendiéndome." 253



"Me sorprendo de mi misma." Jae bajó la mirada. "Pero por alguna razón Reed, no quiero iniciar una guerra por esto. Como directora..." Las palabras se volvieron débiles, y la actriz vio a Jae tragar convulsivamente antes de continuar. "Justo ahora nada más veo a una mujer, a una amiga, a quien le hicieron mucho daño. No sé cómo ni por qué, pero no quiero añadir nada más a ese daño." "¿Hay algún almacén por aquí? "Sí." "¿Podemos ir?" "Claro," Jae estuvo de acuerdo y volvió a encender el auto. No hablaron, pero el silencio no era pesado. Se inclinó y se colocó los zapatos. El que Jae la hubiera encontrado no había sido un accidente. Las zapatillas marrones eran la prueba de que la directora había ido a buscarla. Pararon en el pequeño y sucio estacionamiento del almacén. Un grupo de jóvenes las miraron atentamente y Reed se irguió permaneciendo protectora sobre Jae mientras entraban al almacén. Pagó lo que había comprado y se fue afuera a esperar. El ruidoso papel celofán salió fácilmente en su mano y echó atrás la tapa del paquete dorado y rojo, se deshizo del papel protector. Un cigarro gris azulado giró en sus dedos y le dio una profunda calada, la nicotina hizo su trabajo al instante. Se detuvo y miró la etiqueta de los cigarrillos. Otro día, otra droga... Pudo ver a través de la ventana que Jae traía diversos paquetes y una gaseosa en sus brazos. Jolines. ¿Eso era un twinkie? Desechando la colilla de cigarro, volvió a entrar al almacén. "¿Esa no es tu cena o sí?" Una sonrisa llena de culpa apareció de repente sobre el rostro de la directora. "Y mi desayuno también, probablemente."

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"Vamos." Regresó a uno de los mugrientos pasillos y agarró un paquete de arroz. De la pequeña sección de verduras eligió un aguacate, un pepino y finalmente, una lata de cangrejos. "¿Para qué es eso?" "Para la cena" "En realidad me iba por algo que no tuviera que cocinar" La caja registradora sonó y el cambio le fue devuelto a la rubia. "Es lo menos que podría hacerte por haber sido tan idiota contigo." "Tengo una mejor idea." Reed fingió estar dolida. "¿Qué? Puede que esté molesta contigo pero no voy a envenenarte." "¿Estás molesta conmigo?" Bromeó, la réplica estaba cubierta de incredulidad. Jae pronunció algunas palabras al móvil, ninguna que Reed haya entendido. "¿Vienes?" Reed se metió de nuevo al auto. "No eres una... Ya sabes..." Reed sonrió. "¿Una qué?" "Un grano en el culo." "Idiota." "Sí, eso. No lo eres." Jae se detuvo. "A veces, eres un dolor en él pero nada importante" "Ouch." "Bromeas ¿cierto?" "De acuerdo, entonces a veces soy como un grano en el culo." 255



"¿A veces?" "No me presiones," gruñó, luego miró por la ventana, preguntándose a donde Jae las estaba llevando. Entonces si a veces soy como un grano en el culo, ¿por qué demonios sigues aquí? Estudió el reflejo de la rubia en el vidrio. "Vuelvo enseguida." La puerta del auto se cerró detrás de la directora y desapareció en la entrada del pequeño callejón donde habían parado. Pocos minutos después salió cargando dos largas bolsas de papel marrón y un largo botellón. "Joder, Jae, eso parece suficiente como para alimentar a una pequeño ejército." "Un poco de esto, un poco de aquello..." Le dio las bolsas a Reed, y la actriz las acunó sobre sus piernas. Olían muy bien y se dio cuenta que probablemente estaba tan hambrienta como Jae. El auto avanzó por las curvas del camino y miró a la mujer más joven guiar hábilmente el auto a través de las calles cada vez más desiertas. Así era, supo mientras se estacionaban en la entrada. Si dejaba entrar a Jae, entonces estaría de acuerdo en resolver, al menos en parte, lo que había pasado más temprano. Sin hablar, salió del auto y subió los escalones, aun cargando la comida. Reed dejó la puerta abierta tras ella y depositó las bolsas en la mesa del café antes de ir a la cocina a buscar los platos. Pollo Kung-Po y gambas al curry apiladas al lado de wontons fritos y una caja de arroz. Jae estaba ocupada poniendo varios platos, picando ocasionalmente la comida con los palitos chinos que sostenía casualmente en una de sus manos. Reed se desplomó en el piso y se acercó a la mesa. Una bolita de pollo agridulce cayó presa de un tenedor y lo masticó satisfechamente. "Mmm. Tienes que probar esto." Jae le alcanzó un recipiente de aluminio.

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"Probaré cualquier cosa." "¿Cualquier cosa?" Jae prolongó la palabra como en el comercial de Cadbury. Dejando el cerdo en jengibre dentro de su boca, ronroneó, "Cualquier cosa." Un tenue sonrojo subió sigilosamente sobre el cuello de la directora y Reed rió. El resto de la comida fue consumida rápidamente, ambas mujeres picaban de los diversos platos con entusiasmo. "Me rindo." Jae dejó los palitos chinos sobre la mesa y se apoyó sobre el sofá, con un vaso de cerveza en mano. "¿Rendirte? Creo que diezmaste las fuerzas del mal de los Foo Young y derrotaste lo último que quedó del Kung-Po. Me arrodillo ante la vencedora." Reed bajó su tenedor después de tres rollos de huevos y algo de curry. "Ja ja." "Muy buena tu réplica..." Se levantó y comenzó a limpiar los restos de la mesa, mientras estaba parada, Reed echó un vistazo a la foto de Rio sobre el escritorio. "¿Hey? ¿Estás bien?" Reed parpadeó, "Sí..." "Es lindo. Tiene tus ojos." No pudo evitarlo, cálidas lágrimas corrieron por sus mejillas con un nudo en la garganta tan grande que pensó la ahogaría. Fuertes brazos la estrecharon desde atrás y Reed permitió que Jae la sostuviera. Limpió una lágrima con el dorso de su mano derecha. Jae se movió un poco mientras con una de sus manos acariciaba su espalda. "Aquí estoy." 257



Fue guiada de vuelta al sillón y se sentó, continuó mirando la foto sobre el escritorio. Jae estaba frente a ella buscando sus ojos, pero Reed no podía mirarla. "Ven aquí." Jae tiró un poco de ella y Reed se hundió dentro de la seguridad que recordaba. "Cuando tenía nueve años una de mis amigas sufrió un horrible accidente, y recuerdo a mi abuela venir y sostenerme. Me sostuvo toda la noche. Me enseñó que, algunas veces, no había nada que pudieras decir o hacer, que a veces, todo lo que podías hacer era sostener a alguien y acompañarlos en su dolor, y sólo hacerles saber que estabas allí." Jae le hacía saber que no necesitaba hablar, que era su decisión. "¿Crees que todas nuestras charlas importantes tengan que ser así?" Se había deslizado un poco, su cabeza acunada por uno de los brazos de Jae, con la mirada lejana, nuevamente se maravilló por la engañosa fuerza en los menudos brazos. Le sorprendió cuantas ganas tenía de ser aguantada por Jae, así que se relajó un poco, aún sin poder volverse y mirar a Jae. "¿Quieres hablar de ello?" "¿De qué quieres hablar?" "No sé, estás asustada y cargando una tonelada de equipaje sobre tu espalda. Tiene que ser difícil hacer todo eso sola." Cuéntale. Debajo de su cabeza, Reed pudo sentir el firme movimiento del pecho de Jae. Se movió de nuevo, quitando la presión de sus hombros y descansando sobre las piernas de la directora. Cerró sus ojos y se regodeó de la inesperada intimidad. Era tan fácil estar cerca de Jae, y sintió que las cosas estaban en su punto decisivo. "Roan es... fue el padre de Rio." Jae no dijo nada, y deslizando una mano, comenzó a apartar el cabello de sus sienes. El tierno gesto la tranquilizó, y Reed levantó una de sus manos hasta la rodilla de la directora, estrujándola en un silencioso reconocimiento. 258



"Fue bastante sórdido por ambos lados. Yo creí que era una gran estrella y el alimentó las desilusiones con promesas vacías y drogas ilimitadas. La mayoría del tiempo estaba drogada o destrozada." Había eliminado los recuerdos y el dolor y abrazó jubilosamente el nuevo método de escape, dándole gracias al cielo por haberlo encontrado junto con otro ser humano. "Roan se aprovechó de eso..." Se detuvo. A Jae se le había dormido la mano pero se apresuró en seguir. "No era amor, pero tampoco era violación" La directora se relajó y Reed escuchó la suave exhalación que Jae había retenido.

"Cuando supe que estaba embarazada, lo dejé. Pero no fue lo suficientemente pronto." Se le acabaron las palabras y cerró sus ojos contra las imágenes y recuerdos que venían con las palabras. "¿Cómo se siente hoy?" Preguntó una enfermera envuelta en un flamante y limpio delantal. Amables ojos grises la miraban intensamente y una pequeña taza con una pajilla se le ofreció. Tomó un pequeño sorbo, dejando correr un poco del agua fría en su boca antes de arrastrar su lengua sobre los labios resecos. "¿El bebé?" Una mano amable alcanzó su frente, pero ella se retiró. "¿Dónde está mi bebé?" Tenía un dolor terrible, destellos de un cuerpo rosa y silencio en la sala de parto. No recordaba haberlo escuchado llorar y el último pensamiento consciente antes que las drogas hubieran hecho efecto era que la sala de operación estaba muy callada. El film mental continuó corriendo, las imágenes surrealistas al momento en que veía y revivía el momento. "El doctor estará contigo en un momento. Ahora necesito hacerte unas cuantas preguntas." Un portapapeles fue removido del final de cama. Se quitó las sábanas y se levantó, sus piernas las sostenían a pesar de la repentina ola de mareos. "Quiero ver a mi bebé." La enfermera era fácilmente seis pulgadas más baja y Reed derramó cada onza de energía que le quedaban empujando y pasando a la mujer. "Fuera de mi camino."

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La enfermera se apartó, una de sus manos oprimió un pequeño botón naranja, sonando la alarma. El largo pasillo se dividía en tres direcciones y se concentró en las blancas pintadas sobre letreros azules hasta que encontró uno con la palabra "guardería". Cogió una bata de las apiladas de la habitación y se vistió, lentamente se fue por el pasillo antiséptico. Más adelante, unos hombres y un par de mujeres mayores estaban frente a una pared. Se apartaron para dejar entrar a la mujer y sus ojos examinaron ansiosamente las pequeñas cunas. Contó a los niños en su mente así como los había contado aquel día. Seis bebés, cuatro de azul, dos rosa. Ninguno era suyo. Lágrimas reales se mezclaron con las de sus recuerdos mientras la desesperación de ese entonces la destrozaba una vez más, el pasaje del tiempo no aliviaba los recuerdos. Luchó por no desmayarse allí mismo en el pasillo. No fue suficiente. Había sido demasiado pronto. Oh Dios, lo siento. La herida de culpa dolía tan fuerte ahora como antes. "¿Señorita? ¿Está usted bien?" "Que alguien busque un médico, está sangrando." Las palabras resonaron en su mente. Pudo escuchar las voces llenas de pánico en el corredor, pero nadie la había llegado a tocar al momento que se volvió y comenzó a andar por el interminable y gris corredor y saliendo del hospital. Rasgó y tiró del brazalete, tratando de destruir la evidencia tangible de su culpa, pero el cierre de metal se resistía, el plástico se estiraba un poco pero se negaba a romperse. Algo dormida, quedó mirando las tensadas bandas. Leyéndolas ahora que las tenía. Minúsculas letras azules decían en palabras tangibles - 'Bebé desconocido', 'Paciente Desconocida' - '#1367076-91'. Reed leyó la segunda banda otra vez, asimilando el significado de esas dos palabras. Se apoyó con una mano de la pared, luego se volvió y fue nuevamente hasta la sala. 260



Una mujer joven de bata blanca, estetoscopio y portapapeles en mano, se topó con ella a mitad de camino. "¿Dónde está mi hijo?" "UCI de pediatría." Un celador les acercó una silla de ruedas. "No le estás haciendo ningún bien ni a ti ni a tu hijo. Necesitamos hacerte unas preguntas y detener esa hemorragia." Se resistió a sentarse en la silla de ruedas, aun rogando ver a su hijo. Los lentes del tiempo le permitieron oír el pánico y desesperación en su voz. "Tu hijo está tratando de sobrevivir; mientras más rápido detengamos la hemorragia, más rápido podrás verlo." El alivio casi la abrumó y asintió sin atreverse a hablar, temiendo que si lo hacía, todo sería un sueño y su hijo no estuviera vivo y les permitió llevarla en la silla hasta su habitación, donde la doctora examinó las puntadas. La enfermera se situó en una silla a un lado de ella, con su portapapeles listo. Un equipo de sutura le fue llevado y la doctora cosió cuidadosamente la carne hinchada. "Comencemos con su nombre, ¿Señora...?" "Reid, Lilibeth Reid." Tan cercano como para poderlo recordarlo y tan diferente como para que Roan no la encontrara. "Gracias Sra. Reid. Ahora tengo que hacerle algunas preguntas personales. No está en problemas aquí. Sólo necesito la información para poder brindarles el mejor cuidado a usted y a su hijo, ¿de acuerdo?" Reed asintió nuevamente. "¿Cuánto tiempo hace que no toma drogas?"

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"Cuatro meses." Tuvo la necesidad de explicarlo. "No sabía... Cuando lo supe..." "Lo dejó." "Sí," susurró. "¿Usted sola?" Asintió nuevamente confirmándolo. Había sido la peor semana de su vida. Se había encerrado en un cuarto de hotel fuera de la ciudad luego de decirles a todos que estaba resfriada. Roan explotó de rabia al principio, el moretón en su ojo que vino luego de eso garantizaba que el film se retrasaría otra vez. "¿Él está bien?" "Fue prematuro. Lo que seguramente sabes. Sus pulmones no se desarrollaron bien y estamos esperando al pediatra en cardiología." "Rio pagó el precio por mi abuso de drogas. Debería estar mañana con él, no aquí." "Estarás con él. No puedes hacer más estando allá que de lo que haces desde aquí." "¿Qué si me estoy apostando sus últimos días? ¿Qué si estos son los últimos momentos que le quedan? ¿Si Zerafa lo rechaza? Ha estado tan enfermo, una cosa después de la otra." Jae bajó la mirada hasta la mujer en acurrucada en sus piernas, y no tuvo idea de que decir, así que tomó el consejo de su abuela y movió su cuerpo hasta que estuviera recostado a un lado del de la actriz, luego envolvió a la mujer mayor entre sus brazos. Los sollozos que hacía Reed pasaron justo a través de ella y sintió sus propias lágrimas derramarse y correr hasta los oscuros mechones plegados bajo su mentón. ¿Qué tipo de fuerza tuvo que tomar eso? Con razón odia tanto a Roan. Atrajo a Reed más cerca, acariciando su espalda mientras lo hacía. Tanto dolor. Tomó una decisión, sorprendida de cuan fácil le resultó poner la protección de Reed delante del film, delante de la suya.

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De alguna manera había encontrado la forma de manejar los medios. La respiración de Reed se había compensado y Jae continuó acariciando su espalda, dispuesta a pasar una pacífica noche sobre la actriz. Con la mente demasiado activa para dormir,

retrocedió mentalmente los eventos de la noche, tratando de ordenar

todas las piezas dispares y abrir el enigma que sostenía entre sus brazos. Era, en cierta forma, exasperante. Reed era la única persona que conocía que pudiera contar una historia y dejarte con dos veces más preguntas que antes. Sonrió a si misma al recordar a la ebria actriz contando otra historia. Pronto, sus propios ojos empezaron a sentirse pesados, el cansancio del día tomándola con venganza ahora que había parado. No fue hasta que se movió al borde del sueño que recordó que debía poner la alarma.

Capítulo 31 La sensación más deliciosa caminó a través de su pecho y Reed gimió suavemente, el sonido de su propia voz sacándola más allá de su agradable sueño y de vuelta a la realidad. Gradualmente se fue dando cuenta de que el peso desparramado a lo largo de su cuerpo no era producto de su imaginación. La luz del sol se filtró a través de un lado de la ventana, fundiendo las extrañas sombras de la habitación. Jae tenía una mano metida dentro de la tela de la actriz, con un pulgar fuera de la camisa abotonada y los demás dedos descansando dentro, sobre su piel. La cabeza de la rubia se acomodó sobre su hombro, la directora estaba acostada mitad sobre Reed y mitad sobre su lado con una pierna sobre las de ella. Un tibio aliento escurría a través de la abertura provista en su camisa por la mano de Jae, y vagamente se dio cuenta de que estaba respondiendo al estímulo inadvertido. Aunque, eso no era lo más extraño. Lo más extraño era que se las hubiera arreglado para dormir con Jae literalmente encima de ella. No, lo más extraño era que no quería moverse de donde estaba. 263



Nop... ni un centímetro. Se quedó. Reed miró a la aún durmiente directora maravillada. En realidad, no habían solucionado nada, pero de alguna forma, habían llegado a un acuerdo. La luz brillante dentro de la habitación le avisaba que tenían que moverse pronto. Estiró un poco la cabeza y se torció para ver el reloj. Un móvil pió a lo largo de la habitación y Reed supo que su tiempo había terminado. "Hey Tigger, despierta." Sacudió a Jae con la mano que había estado descansando ligeramente sobre el hombro de la directora. "Mmmm." Jae se enterró en su cuerpo profundamente. "De verdad odio tener que hacer esto." Encontró la piel sensible bajo su caja torácica y enterró sus dedos allí, el brillo travieso en sus ojos ocultaba el sentimiento.

Jae se retorció luego subió la cabeza, ojos verdes se ensancharon mientras se encontraba con la mirada divertida de Reed. "Buenos días," Le sonrió a la mujer aún desparramada sobre ella. "Buenos días." La rubia se irguió con las manos aún en el pecho de la actriz y le dedicó una sonrisa adormilada en respuesta. Jae retiró su mano de la camisa de Reed y la miró disculpándose. "Lo siento. Yo eh... mmm." "No te preocupes. Igual te tomé como una almohada." Jae se levantó del sofá y tomó el móvil ahora silencioso. "En realidad, no lo soy. Normalmente, no." Reed estiró el cuello, sorprendida por la poca cantidad de nudos y por cuan descansada se sentía. "Ni yo."

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El teléfono sonó otra vez y la respuesta de la directora se perdió en el ruido. Dejó a Jae con su llamada telefónica y se dirigió a la ducha. El agua caliente corrió sobre su cuerpo, cayendo en cascada sobre sus senos bajando hasta su estómago. Una de sus manos se movió en vagos círculos con el jabón, mientras trazaba con la otra el mismo patrón sobre los habituales puntos de su cuerpo. Se apoyó de la pared con el hombro. El jabón mezclado con el agua, sus manos se desplazaban fácilmente sobre la piel, estelas de fuego seguían la punta de sus dedos. La cortina de agua caía con fuerza sobre ella mientras su codo empezaba a acalambrarse, la inesperada corriente de aire frío enviándole ondas de placer sobre su cuerpo mientras los poros se contraían involuntariamente. El instinto se adueñó de ella y cerró sus ojos. Bajo sus parpados, la imagen persistente de la luz del sol mezclada con un verde azulado pulsó justo en el momento en el que estaba por liberarse. Reed pudo sentir los músculos contraerse alrededor de sus dedos y sus caderas sacudirse un poco en respuesta a las rítmicas contracciones. Agradecida por la pared, se hundió en ella esperando que pasara el breve mareo y su respiración volviera a ser normal. "Whoa." No podía recordar la última vez que había hecho tal cosa. Con un sentimiento de culpa, miró en dirección a la puerta preguntándose si Jae la había oído. Decidiendo que el agua de la ducha había cubierto cualquier ruido que pudo haber hecho, alcanzó el shampoo y eficientemente lavó su cabello removiendo los últimos restos de la caminata de la noche anterior. Reed salió de la ducha, el aire frío tensando nuevamente su piel. Secándose con la toalla pudo escuchar el familiar sonido de Jae caminando a través de la sala mientras le daba instrucciones a quienquiera que estuviera al otro lado del móvil - probablemente la mujer ésta, Waters. La puerta de un armario se cerró, la conversación se detuvo mientras la directora se cambiaba de habitación, Reed sacó la cabeza por la puerta del baño. "En el refrigerador." "Gracias," Reconoció Jae. "No, a ti no... Asegúrate de que MIS o IT esté allí para esta mañana..." 265



Reed terminó de secar su cabello y fue hasta la habitación, la esencia del café fresco estimulándola.

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"No, aún tiene la reunión." Cait escuchó impacientemente los gritos de Chamber por la ausencia de Jae. "Usted sabe cuan atascada puede estar la avenida... Si, señor, se lo haré saber." Colocó el auricular de vuelta en la base y se reclinó en la silla. Era la primera vez en cuatro años que tuvo que cubrir a Jae. La directora nunca había llegado tarde al trabajo; la asistente sólo esperaba que su jefa eligiera un mejor día para llegar tarde. "Vaya noche tuvo que haber sido." Se preguntaba si esta era otra aventura amorosa o si Jae estaba de vuelta en el juego. Mal no le podía hacer a la rubia tener un lugar donde dejar ir la presión del film. La agenda electrónica pitó en señal de alarma y se levantó de la silla, dirigiéndose al guardarropa. Apunto de salir del chalet en el que RenFaire estaba hospedado, se detuvo. El Saturn plateado de Jae pasaba por la esquina de la pendiente del camino que llevaba al estacionamiento trasero de los estudios Universal. Pero no había sido eso lo que la detuvo. Fue el auto que su jefa estaba siguiendo de cerca lo que la hizo detenerse y mirar. Reed Lewis había salido del auto rentado y se aproximó al de Jae, termos en una mano, la portátil ensartada casualmente sobre su otro hombro. Jae salió y le sonrió a la actriz. Cait no pudo oír lo que fue dicho pero vio como Reed sacudía la cabeza y torcía la punta del recipiente y vertía lo que creía era café dentro de la taza de Jae, antes de volver a cerrarlo. Otros pocos comentarios fueron intercambiados y luego Jae se volvió para irse a la oficina mientras Reed se iba en dirección a su tráiler. Si la enorme camiseta colgando de la esbelta figura de la rubia no confirmaba las sospechas de Cait acerca de donde Jae había pasado la noche, el afectuoso apretón que le dio a la mano de la actriz cuando se separaban lo decía todo.

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"Oh, Jae. Recuerda la primera regla, cariño," le suplicó a su amiga, aun cuando la otra mujer estaba más allá de poder oír. Cait esperó hasta que Jae estuviera casi en la puerta antes de ir hacia allá. "Buenos días." "Hey, Cait. ¿Ya están aquí los de MIS?" "Terminaron hace una hora." Manteniendo el tono tan neutral como era posible, preguntó, "¿Noche interesante?" "No pasó nada." Interesante. Jae ni siquiera se molestó en negar donde había estado. Aun así no podía imaginarse como habían ido de aquella bola energúmena de energía que estalló en la oficina la noche anterior a aquella escena doméstica de la que había sido testigo en el estacionamiento. "Seguro, y yo soy la Reina de Inglaterra." "Su majestad." Jae hizo una reverencia guiando a Caitlynn dentro de la oficina con un gesto de su mano. El teléfono estaba sonando y Jae se acercó a agarrarlo. "Cavanaugh." La bromista, relajada postura se evaporó y pudo ver el tenso blanco mientras la directora apretaba el teléfono. "Absolutamente increíble. Encuéntrala. Hablo en serio, Bill, encuentra esa cinta o empieza buscar un nuevo trabajo." Caitlynn se quedó mirándola. Para Jae, el casi haber llegado a gritarle a alguien, tenía que ser serio. Las palabras 'encontrar' y 'film' en la misma oración no era un buen presagio tampoco. Jae lanzó el teléfono y fue hasta la esquina donde empezó a darle puñetazos a la bolsa. Normalmente, no tomaba mucho tiempo a la directora para que se calmara. "Llama a Holly, y convoca una reunión para esto... No, espera, para mañana en la mañana. Si vamos a filmar de nuevo la escena de Crandon, entonces vamos a arreglar el papel principal en la primera escena al mismo tiempo."

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"No hay problema." Tomó nota y miró a Jae merodear por la despacho. "Odio tener que decir esto, pero Chambers te busca." "¿Sabes, Cait?, alguna veces levantarse por las mañanas no paga." Cait sonrió picara para sí misma mientras Jae salía de la habitación. "Apuesto que sí."

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Para un día que había tenido un comienzo tan prometedor, se transformaba en uno matador. Jae se aferró fuertemente a los últimos restos de calidez de aquella mañana, decidida a no dejar que ni Chambers ni el film perdido arruinara su recuerdo de esa mañana acunada contra Reed. El productor ejecutivo, como se esperaba, no había estado contento con el repentino torbellino de atención negativa que el film empezaba a reunir. Con ausencia corrió una mano a través de su cabello y respiró hondo. Ya toca corte de cabello, Jae mi niña. El flequillo ya empezaba a colgar sobre sus ojos, hizo una nota mental para ir al peluquero. Su presión sanguínea volvió a la normalidad después de su visita con el personal de producción, Jae salió del chalet y cruzó el estacionamiento para llegar al set de filmación 17. Por dentro, los ensayos en proceso y se quedó mirando en silencio, sin querer revelar su presencia aún. Michael supervisaba un corto de la escena de rescate en el hospital los extras y aspirantes respondiendo bien a su hábil toque con el material. Era importante que esa escena se hiciera creíble - no como el de una enfermera maligna salida de "Alguien voló del nido del cuco" Giró la vista hacia una esquina, donde Reed y Sarah estaban sentadas tranquilamente. Una pequeña sonrisa arqueó sus labios mientras estudiaba a las dos actrices. Jae podía decir que Reed estaba tensa, la firmeza en sus hombros y la dureza que se marcaba a lo largo de su mandíbula eran claras indicaciones de persistente reserva. Claros ojos azules se elevaron y encontraron los grises opacos. Se permitió a si misma 268



regodearse en la calidez que encontró allí y sonrió de vuelta antes de voltearse, dirigiéndose a su despacho. En ese mismo instante, una mecanizada plataforma rodante que sujetaba la esquina de una de las paredes de la habitación de Kerry y el plató cayó dramáticamente. Jae corrió al otro lado del gran edificio, pero afortunadamente, nadie había estado dentro cuando cayó. Suspiró. A este ritmo iba a ser un largo, muy largo día.

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Reed abrió su tráiler y se adentró en el oscuro interior. Había dejado el aire acondicionado prendido por lo cual no estaba tan caluroso como había estado el set de actuación. Una vez más, miró la pequeña mesa con incredulidad. Un soporte gris abrazaba su laptop y un monitor de diecisiete pulgadas descansaba sobre la superficie de granito. Fue allí a donde fue a trabajar esta mañana, todo preparado y listo para su laptop. Había descubierto una línea ISDN y varias otras utilidades periféricas, incluyendo un buen video link. Desafortunadamente, no pudieron tener listo el link antes de su otro receso; y justo ahora, se haría una conferencia. Un rápido cálculo del tiempo le hizo saber que tenía un rato libre antes de la reunión, así que se acomodó contra los cojines. Una idea la golpeó repentinamente. Sonrió a sí misma y fue a encender la portátil. Tenía que haber algo que pudiera hacer por Jae. Algo tenía que hacer para poder pagar la deuda con la joven directora. Seguro. Y además, podría sacar de su mente lo de la próxima reunión. Toqueteó la carcasa de la Toshiba. La actriz no sabía que pensar. Cosas como estas no venían sin precio incluido. ¿Cuán tanto? ¿Cuán tanto puedo confiar en ella?

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¿Tienes alguna otra opción? Sonrió al recordar el cuerpo de Jae desparramado sobre el de ella. No. Ninguna. Sabía que parte de eso, era lo que caracterizaba a Dar, su resistencia al contacto físico había sido erosionada. Largas y firmes barreras eran demolidas mientras más caía dentro del rol. Y parte de eso era... Algo más. Enfréntalo, echas de menos a Rio. Echas de menos los abrazos. Como si fuera a propósito, el teléfono sonó, tragó convulsivamente y lo cogió. "Lewis." "Sra. Lewis, es el Doctor Zerafa." "Hola. ¿Está el doctor Chappelle allí? "Sip, estoy aquí Reed." "¿Cómo está él?" Rio detestaba ser examinado por los médicos, las interminables rondas de pruebas, medicinas y drenajes en su disposición normal y radiante. "Está bien. Geoff está con él. Aún duerme por los sedantes." El silencio se colgó del aire por un momento, luego que el cardiólogo se aclaró la garganta. "Como ya sabe, el tubo que le fue insertado poco después del nacimiento de su hijo ya no está haciendo su trabajo, y no puede estar indefinidamente bajo el Alprostadil." Era una droga efectiva que mantenía los conductos de las arterias abiertos hasta que un cirujano pudiera crear una conexión, pero era una medida transitoria al menos. No podía hablar, el agarre del teléfono cortando las líneas de su palma, mientras esperaba oír si Río obtendría su oportunidad en un futuro. La puerta se abrió en un crujido y una apurada Jae entró. "Siento llegar tarde," susurró la directora luego se deslizó detrás de la actriz. Reed dudó, luego se reclinó en el cuerpo, aceptando el apoyo.

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"Nuestra mejor opción a este punto es reconstruir la válvula pulmonar. Ya tiene la edad suficiente, ya el crecimiento no será gran factor." Las lágrimas corrieron por su rostro mientras asimilaba el significado de las palabras del doctor. Cedió, liberando la tensión reprimida y Jae la envolvió en un abrazo. "¿Cuándo?" Se las arregló para hablar con voz ronca. "Hay que darle tiempo para que se recupere del último ataque de neumonía, pero esperamos que sean, aproximadamente, siete semanas." Se detuvo y Reed contuvo la respiración. "El hecho de que haya experimentado exitosamente un procedimiento similar se ve bien, pero no le voy a mentir Sra. Reed. Puede que la válvula falle incluso antes de que podamos operar. Y como cualquier procedimiento invasivo, hay riesgos. ¿Entiende?" "Entiendo que puede que muera antes de la cirugía, durante y sabemos que si no le operamos, puede que muera también. Así que sí, Dr. Zerafa, creo que lo entendí muy bien" Jae se encogió, la directora sólo podía oír un lado de la conversación. "¿Heidi...?" Hubo silencio al otro lado del teléfono por un momento. "Es la mejor opción, Reed." Confirmó su amiga la recomendación del cardiólogo. "Prepara una cita." Se aferraba tan fuerte como podía de sus emociones. "Vale. Iré por el formulario de consentimiento. ¿El Dr. Chappelle sigue siendo su tutor legal?" "Sí. Heidi puede firmar los formularios." "Bien. ¿Tienes los esquemas que te mandé?" "Sí." Bajó la mirada a las coloridas ilustraciones que estaban encima de la mesita, mientras Jae los miraba sobre su hombro. Reed ajustó su posición para permitirle a la rubia una mejor vista.

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"Abriremos la válvula pulmonar y crearemos una conexión entre la aorta y la arteria pulmonar. Eso permitirá que la sangre fluya a través de la válvula hasta los pulmones donde tomará el oxígeno. Es, básicamente, el mismo procedimiento que se le hizo cuando nació. La única diferencia es que en vez de hacer un bypass de la válvula natural completa y usar un globo con válvula filtrada en su lugar, reconstruiremos la válvula. Es un nuevo procedimiento, pero hemos tenido muy buenos resultados con los niños de su edad y las indicaciones son tan excelentes que podrá ser capaz de funcionar completamente normal." "Él quiere jugar jockey." El doctor rió. "Es un buen sueño Reed, aunque yo no pondría los patines debajo del árbol de navidad este año." Su comentario rompió la tensión. "Gracias." No ocultó su alivio. Había estado temiendo que porque Rio siguiera estando enfermo, Zerafa lo rechazaría por ser un gran riesgo. "Por nada. Estaremos en contacto." La línea murió y se quedó mirando el teléfono por un minuto antes de hacerlo a un lado. "¿Estás bien?" preguntó Jae. "Sí."

"Mi abuelo amaba el jockey, solía llevarme al Great Western Forum todo el tiempo. Era genial estar situada en el medio de la ola de calor." "Nosotros tomamos un tren a New York un fin de semana." Sonrió al recuerdo del vagón abarrotado y los brillantes ojos de Rio mientras miraba pasar el campo por la ventana. "Rio quería ver jugar a Wayne Gretzky. Tuvimos que ir hasta New Jersey para ver un juego. Las entradas en el Madison Square Garden están siempre agotadas." "¿New Jersey? Eso es amor de madre." 272



"No, amor de madre fue hacer la cola de la comida, mercancía y la de los autógrafos. Creo que me perdí todo un período." "¿Le gustan los Hot Dog también?" "Sí... Pero no puede comerlos. Le dejé comer uno ese día." "¿Reed?" iba el suave tono interrogatorio. "No he preguntado antes, ¿qué es lo que tiene Rio exactamente?" "Le llaman estenosis de válvula pulmonar." Y es todo por mi culpa. La familiar culpa fue la que habló, su voz nunca se había silenciado por tanto tiempo. Muchos años de estudiar los resultados médicos le permitía enmarcar la explicación en otros tonos mucho más serenos que como en realidad sentía. "Es la estrechez de la válvula pulmonar, es la válvula que controla el fluido de la sangre desde el ventrículo izquierdo hasta los pulmones." Hablaba mientras con un dedo trazaba el camino a lo largo de la ilustración. "Y ¿pueden arreglarlo, no?" Reed subió la mirada mirándola con sorpresa. Jae sonaba como si estuviera a punto de llorar. "Sí." Tenía que creer que así era, no quería pensar en los demás resultados. No podía permitirse la distracción. El móvil de Jae sonó dentro del silencio que se había originado. "Hola... Voy de camino." Apretó el hombro de Reed. "Lo siento, no puedo quedarme, hay un problema con el vestuario. Hablaremos luego si quieres, ¿sí?" Reed pensó en la oferta, parte de ella aún se rehusaba a confiar demasiado en Jae. Era difícil hablar con sinceridad con Heidi. Ella y Geoff, sin poder tener un niño, habían hecho de Rio parte de la familia y había cosas muy dolorosas para ellos de las que hablar. Jae sabía casi todo acerca de ella ya. "Sí," dijo. "Me gustaría." Sus ojos se encontraron y Reed se permitió disfrutar la empatía y conexión reflejada allí, luego se apartó, temiendo haberse quedado mirando por mucho tiempo. 273



Jae se acercó, con duda la alcanzó y la abrazó. Le regresó el abrazo agradecida, dejando que su cuerpo transmitiera un mensaje del que no tenía palabras. "Gracias." "Por nada. Te veré dentro de poco." Reed se dejó caer sobre el sofá, el tráiler parecía vacío ahora que Jae se había ido. Uno de sus momentos favoritos revoloteando a través de sus pensamientos y cerró sus ojos. Había sido una fría mañana de Noviembre y la nieve cubría el campo y las colinas, el blanco manto igualando el terreno accidentado. "Mami, mami despierta, ¡despierta! ¡Ya nevó!" El temor y la emoción se mezclaron en el claro falsetto de su hijo. Abrió sus ojos para encontrar a Rio mirando por la ventana con una expresión nostálgica en su rostro. "Hey chiquillo. ¿Quieres ir a deslizarte?" Tres pies de enérgica alegría se lanzaron a sus brazos. "¿Podemos? ¿De verdad?" "Sí, pero tienes que cooperar y eso significa ponerte todos tus abrigos de lana." "Aw, mamá." La característica protesta fue como esperaba y le hizo cosquillas, con cuidado de no dejarlo sin aliento. Un par de horas y pilas de panqueques después, habían quedado de ir al tobogán de madera detrás del Arctic Cat y lanzarse por la colina. La moto de nieve dejó un amplio camino de polvo fresco y el ruido del motor rompía el silencio madrugador. La colina estaba brillante, la nevada reciente intocada ni por el más pequeño animal, el tobogán hizo un susurro crujiente mientras abriendo troncha por la colina. El pequeño fardo de ropa de nieve reía con alegría, y ella cruzó sus brazos alrededor de él, el viento soplando su cabello hacia atrás. La risa rebosaba a su alrededor mientras tomaban aire, el trineo de madera colgado por encima de la nieve por un largo momento antes de tocar el suelo nuevamente. 274



"¿Otra vez, mamá?" fue la petición sin aliento. "Sí, Rio, otra vez." Y tomó la ropa, halándolo a él y al trineo de vuelta a la cima por el primero de muchos "otra vez". Hubo un toque en la puerta, un asistente de producción sacándola de sus recuerdos de vuelta al trabajo. Reed miró una última vez los diagramas sobre la mesa. "Otra vez, Rio. Lo prometo. Otra vez."

Capítulo 32 No era justo. Jae exhaló una profunda inspiración. No era justo. El reparto estaba trabajando unido y el guion se armaba por sí mismo. Y ahora tenía Gremlins en el set de actuación. Un film perdido, escenarios derrumbados y ropas de las tallas que no eran. ¿Qué más sigue? No sigas, Jae, mi niña, no sigas. Intervino la voz de su abuelo en su mente, recordándole que no debía tentar al destino. Un clamor se alzó fuera del edificio y se quedó inmóvil mirando a través de la ventana. ¿Qué demonios? Una gran muchedumbre estaba reunida fuera de las oficinas RenFaire, sosteniendo letreros de protesta. Tenías que preguntar, ¿no? Con curiosidad, dejó la oficina y fue a verlo más de cerca. Cait estaba frente a la puerta de vidrio hablando con los guardias de seguridad. "¿Qué está pasando?" "Una protesta." Jae le disparó una sucia mirada a su amiga. "¿En serio?" "Aparentemente están molestos porque su Dios condena la homosexualidad." Cait ignoró la sarcástica ocurrencia. "¿Y?" "Que nos confundieron con alguien más." 275



"¿Con quién?" "Con algún programa de televisión. No estoy segura de cual." "Esto no es bueno, Cait. Aun cuando no seamos nosotros por quienes van, es bastante incómodo." Jae se quedó mirando a los protestantes pensativamente. "Es decir, ¿Qué le vamos a decir? ¿'Lo siento, esta es otra película gay?" "Podríamos darles la dirección correcta." "No. No voy a ayudar a nadie a tratar de censurar algo. Manda a alguien que se asegure de que el reparto no se vea atrapado en nada de esto y deja que el personal de Universal se encargue de ellos. Cait asintió. "Yo misma iré." "Gracias." Tocó a Cait suavemente echando un último vistazo afuera y regresando de nuevo a su despacho. Once en punto. Aún tenía media hora antes de ensayar el bloque de filmación de esa tarde, tomó su billetera de la gaveta del escritorio y se dirigió a la salida trasera. Podía arreglárselas con los shorts anchos, prefería el un montón de bolsillos y la facilidad para moverse. Pero la playera de Reed era mil veces más grande, la actriz también prefería las tallas grandes. Jae sonrió al atrapar con la mirada su reflejo en la ventana de una tienda. La ropa holgada de Reed se la tragaba viva. Sin embargo, la esencia de sándalo impregnada a la ropa era una interesante ventaja. Quince minutos después, una playera marrón de Jurassic Park reemplazó a la prestada de algodón. La directora fue al estudio encontrando a Sarah y a Reed discutiendo con Michael. Ambas mujeres cruzadas de brazos con expresiones casi idénticas en sus rostros.

No otra vez... Pensó que las dos actrices estaban con su reticencia inicial para trabajar juntas. Jae miró más de cerca y repentinamente, se dio cuenta de cuan cercanas 276



estaban la una de la otra. Hmmm, sea lo que sea de lo que estén hablando, parecen estar de acuerdo... En ese momento, un par de ojos azules la miraron implorantes, así que fue a ver de qué se trataba el problema. Los tres empezaron a hablar al mismo tiempo y ella levantó una de sus manos. "Primero Michael." "Sarah sigue cambiando el orden de sus líneas." Jae lo miró, luego miró a Reed con curiosidad. "Tu turno," le dijo a la castaña. "Suena mejor," Facilitó Sarah. Reed añadió, "Tiene razón. La cadencia es mejor." "A ver, muéstrenme." Las dos actrices fueron hasta el set de la cocina, Reed se sentó sobre la mesa. Eso tampoco estaba en el guion. "Jae." Protestó Michael. "Espera. Sólo mira." Se acercó a él y le susurró, "puede que tengan razón. Y si es así, están trabajando juntas." "¿Qué haces?" "Lo que pronto se convertirá en carne salteada cuando termine." Sarah fingió agregar algo.

"Suena rico," Reed se acercó a la olla, uno de sus hombros casi tocaba a Sarah. "Haces que sea muy difícil concentrarme" Sarah se detuvo y subió la mirada a los ojos de Reed, sus rostros a pocos centímetros el uno del otro. "¿Nunca te han dicho que eres una persona bastante distrayente?"

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"¿Yo?" Arrastró Reed con inocencia simulada. Era otro sutil cambio a la escena pero servía. "No, realmente. Me han llamado de muchas otras formas, la mayoría de ellas desagradables, pero nunca distrayente." Sarah se sonrojó y rió apenas. "Pues, lo eres." Tan rápido como Dar y Kerry aparecieron frente a ella, Sarah y Reed las reemplazaron mientras detenían la escena y esperaban el veredicto. Algunas partes del diálogo del primer momento de la escena habían sido reconstruidas. "¿Pueden repetirlo así frente a las cámaras?" Tenían razón. Sonaba mucho mejor de aquella forma. La tensión sexual así como la amistad fluía en el intercambio de líneas. "Sí." Respondieron las dos en coro. "Bien." Se giró hacia Michael indicando con un gesto que la siguiera donde no pudieran ser oídos por el personal ni el reparto. "Confía en ellas en todo lo que tenga que ver con el material. Es su trabajo venderlo." "Jae, si dejas que la Reina de Hielo se salga con la suya al cambiar la escena, las cambiará todas. Dale una mano a esa perra sin corazón y te tomará el brazo completo." Con ojos llenos de furia, Jae se quedó mirando a Michael, el recuerdo de unos ojos azules llenos de dolor y miedo refrescó su mente. "Es mi mano la que le voy a dar. ¿Está claro?" Se detuvo y se acercó más a él. "Y si vuelves a usar ese nombre en este set, te vas de aquí." "¿Cómo puedes defenderla? ¿Oíste la respuesta que dio por la muerte de Roan?" "¿Alguna vez consideraste que quizás, sólo quizás, ella tenga sus razones? Está pegada a sus sentimientos." Claramente no tenía idea y se encogió de hombros en disculpa. "Tal vez," se permitió decir escépticamente. "Pero, Jae, no tiene esa reputación por nada. Lo recuerdas, ¿no?" Un miembro del equipo lo llamó y se fue, dejándola sola. 278



Oh, eso fue muy gentil. Reed puede pelear sus propias batallas. No necesita que tú lo hagas por ella. Aun así, era su trabajo mantener el ejemplo y los estandartes de conducta en el set. Reed estaba apoyada de una pared cercana al guardarropa y Jae observó mientras la actriz tomaba un largo trago de una botella de agua. Es como conocer a dos personas diferentes, meditó. Por un lado estaba la mujer vulnerable de afiladísimo ingenio a quien había abrazado toda la noche y estaba también la Reina Amazona de Hielo. Pero, por más raro que pareciera, le gustaban las dos. El camarero había traído el almuerzo y apresuradamente reemplazaba las cosas del desayuno con frutas frescas y una bandeja de sándwiches. Una nevera portátil con bebidas frías fue añadida a la mesa, la rubia fue y tomó una botella de jugo de arándanos. Quería ir donde estaba la actriz sentada, con el guion en la mano, leyéndolo. Quería, en medio de lo que se estaba convirtiendo en un muy mal día, sentir la tranquilizadora presencia a su lado. Pero en vez de eso, fue hasta el equipo de filmación y comenzó a revisar una vez más los ángulos e iluminación.

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Jae apagó la luz saliendo de la sala de edición. Las primeras tomas se veían bien y dependiendo con lo que saliera Holly para alterar la primera escena del guion, parecía que estas iban a funcionar. Ahora, todo lo que faltaba era que llegaran las vestimentas correctas para poder filmar las escenas de una vez. Era eso o un viaje kamikaze a Macy's. Asco. Con tarjeta de platino o no, salir de compras no estaba dentro de sus primeras opciones. Sonrió jubilosamente. Puede que ella no quisiera ir, pero Cait sí. A su asistente no le importaría a quien le comprara. Las luces resplandecían sobre la Pequeña Europa y la directora se había encaminado hasta lo alto de la réplica de la ciudad. Miró con interés como la acción se desarrollaba en el set y un doble cayendo del techo de un alto edificio mientras la actriz miraba con 279



horror.

Un 'Corte' fue gritado desde el otro lado del set y el personal comenzó a alistarse para la próxima ronda de ángulos. Jae disfrutaba al ver trabajar a otros directores. Resultaba gracioso cuan similares eran las tomas de comerciales con los filmes. De hecho, en muchas maneras, filmar comerciales era mucho más difícil que filmar películas. Sólo disponían de treinta segundos; cada microsegundo de cinta contaba. La actriz que había estado en la última toma se movió a su lado y Jae contuvo el aliento cuando reconoció a la mujer. Becky. La rubia escultural la miró y antes que se pudiera ir, Becky se aproximó. "Hola." Becky se acercó tanto que Jae podía ver el pequeño pulso en la garganta de la actriz. "Hola." "¿Trabajando hasta tarde?" De alguna forma, cuando Becky lo decía, no sonaba a pregunta sino a acusación. Jae retrocedió para recuperar su espacio personal y tan sólo asintió. Se asombró porque no tenía nada que decirle a esta mujer. ¿Cómo puede ser? trató entablar conversación sin mucha convicción. "¿Café o Cerveza?" Becky se acercó a ella de nuevo y ronroneó seductoramente, "Aún recuerdo cuando era '¿café, té o a mí?'" Su mente quizás no tenía nada que decirle a la actriz, pero su cuerpo recordaba el timbre de su voz. Jae sintió como sus pezones se endurecían involuntariamente por la broma mañanera. Desde el comienzo hasta el final, el sexo entre ellas siempre fue bueno y Jae no tenía dudas de que si lo quería, lo podría tener. Lo ojos de Becky lo decían todo. "Las cosas han cambiado." Le tomó un tiempo para darse cuenta de que había hablado. Supongo que no quiero. 280



La actriz rubia retrocedió. "Es un comercial de cerveza." Antes de que Jae hubiera podido responder, Becky fue llamada de nuevo al set. Su ex se marchó deteniéndose antes para decirle. "Necesitas un corte." Después desapareció de vista dentro de un tráiler de maquillaje. Jae rió en perversa reacción al haber subestimado la intensidad del sentimiento detrás de la observación, las lágrimas se formaron en sus ojos y lentamente vagó por el camino que llevaba al lago falso usado como parte del set de la ciudad para Amity en 'Jaws'. El aire de la noche era un agradable bálsamo para el montón de pensamientos. Pudo haberme llevado con ella. Si sólo me hubiera acostado con ella, liberar algo de tensión. El viento ondeo el agua y despeinó su cabello, miraba su reflejo en el lago oscuro. Sí, pero bajo sus términos. Y ya no le era suficiente. Había probado ya de esa forma. Ninguna se comparaba con el silencioso gusto de despertar acunada contra Reed. ¿Acunada contra ella? Querrás decir dormida sobre ella ¿no? Resopló irónicamente al recordar. Empiezas a hacer hábito eso de dormirte sobre ella, ¿no, mi niña?

Jae se sonrojó, reconociendo la verdad, luego se quedó mirando pensativamente el agua. Quedarse dormida sobre alguien era algo - de lo que se las había arreglado para hacerlo la mayoría de las veces con quien le tocaba dormir. Pero la directora no podía recordar haberse quedado dormida con alguien tocándola, sin importarle que estuviera sobre ella. Pero eso no era lo más extraño. Lo extraño era que el sexo no tenía nada que ver con lo que sintió al despertar y ver los intensos ojos azules mirándola cálidamente. Sintió como... Como si estuviera en casa. Y con muchas ganas quería volverlo a sentir. "Lo cual significa," le susurró a la libélula suspendida sobre el agua frente a ella, "Necesito ducharme y rápido."

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Reed cerró la puerta del tráiler y colocó el peso del portátil sobre su hombro. Dejó una llave colgando del cuello de la gárgola de piedra sobre el escritorio de Jae, ya que parecía ser el único espacio inmune de ser parte del desorden que cubría cada centímetro del despacho. Conociéndola, probablemente le habla. Sonrió ante el pensamiento. Podía imaginarse a la pequeña rubia mirando con curiosidad el objeto mientras discutía con ella sus ideas o la situación con los filmes. Presionó el botón de la alarma del llavero y abrió la puerta del auto. Un hombre salió de las sombras y sostuvo su puerta. "¿Puedo hablar con usted Sra. Lewis? Le tengo una oferta de la cual creo estará muy interesada." "¿Ahora?" Comentó rotundamente. "Ciertamente. Mi nombre es Richard Foreman y represento la revista 'Up Close'." Reed ignoró la mano extendida hacia ella y lo miró decidida. Él pestañó bajo su mirada, pero no retrocedió. En vez de eso le alcanzó una acrílica tarjeta de presentación, la cual rechazó de la misma manera en la que rechazó la mano. "Estamos dispuestos a pagar doscientos mil dólares por la biografía completa de Roan Pirsig y el por qué te fuiste del set - en ese entonces." "No." Le dio la espalda rechazándolo, pero él la agarró del brazo. Lo único que la amarraba a no noquearlo por unas cuantas semanas era que Jae no se contentaría mucho por el hecho de haber golpeado a un miembro de los medios - Con todo y que el título para la profesión de este hombre era algo dudoso. "Soy un reportero, Sra. Lewis y soy bueno en ello. Encontraré las respuestas de una manera u otra." Se acercó un poco más y la miró a los ojos. "Y ¿no sería mejor si llegaran con una pequeña indemnización?" Foreman metió una tarjeta dentro del bolsillo de su camisa y se fue de allí antes de que ella pudiera quitar su mano por la fuerza, dejándola sola en el estacionamiento. 282



El motor encendió sin problemas y Reed retrocedió, manejando con el piloto automático mientras la oferta de Foreman rondaba en su mente. Doscientos mil dólares - eso es una tercera parte de tu salario. ¿No olvidas algo? No. No le debo nada a RenFaire. Ni una maldita cosa. ¿Y Jae? ¿Qué hay de ella? ¿Qué con ella? Gruñó mentalmente en respuesta a la fastidiosa voz en su cabeza. No había tanto tráfico y no le tomó demasiado llegar a la casa en las colinas, su concentración estaba más sobre el reportero que en el camino. Roan está muerto, ¿Importaba seguir manteniendo el secreto acerca del padre de Rio? De todas formas, si lo reporteros investigaban bien lo descubrirían - Nunca habían tenido una buena razón para investigarlo antes. Reed echó un vistazo al valle de los sueños. Las luces del Boulevard de Hollywood eran un faro en medio de la oscuridad. Foreman podía oler la sangre. Las luces se reflejaron sobre la superficie de la tarjeta de presentación. Seguridad, eso era lo que la oferta significaba. Seguridad de que iba a haber más dinero. ¿Y venganza? ¿Eso cuenta también? Tal vez sí, confesó, pero ¿hace que sea algo malo? ¿Qué hay de Rio? Su rostro se suavizó al pensar en su hijo, una sonrisa se asomó en sus labios. ¿Puedo, después de todo este tiempo, hacerle eso? La atención de los medios era algo que prefería que ni Rio ni Heidi tuvieran que soportar. Hasta ahora, Rio había sido bien protegido y los breves roces de Heidi con los paparazzi había limitado el extraño accidente aquí y allá, nada mayor que eso. Vagando a través de la casa, Reed continuó meditando. Aún me lleva a un sólo lugar ¿no?

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Jae. El nombre resonó en su cabeza, su conciencia no se permitiría el lujo de la autodecepción. ¿Lo entendería? ¿Tiene que importarme? Pero sabía que sí. La joven directora había atravesado todas sus barreras personales como si nunca hubieran existido. Despertando en ella cosas que desde hacía mucho tiempo había borrado de su mente. Como la necesidad de ser abrazada. Había pasado tanto tiempo abrazando a Rio y siendo fuerte para él - y para sí misma - que había olvidado la paz y seguridad que se sentía

al

tener

a

alguien

quien

se

preocupara

por

ella.

Era, se dio cuenta al alzar el teléfono, otra difícil opción en una vida llena de ellas. No había ninguna otra.

Capítulo 33 Todavía estaba oscuro en el momento en el que detuvo la Range Rover en su puesto del estacionamiento, cerró el auto y puso la alarma. Le encantaba esta hora del día, el tiempo casi inexistente entre la noche y el día en donde todo parecía surreal y el mundo estaba a punto de revelar verdades ocultas. Lentamente, los tonos grises dieron camino a los primeros anillos de luz de la mañana y para el momento en el que había llegado al tráiler, el alba había sustituido al crepúsculo. Tan pronto como abrió la puerta, la actriz supo que Jae estaba dentro, aunque no entendía cómo podía saberlo. Quizás porque se expande para llenar espacio, pensó mirando irónicamente los papeles dispersos y los pantalones en el piso arrugados en un montón. La puerta chirrió al abrirse y Reed bajó la mirada para encontrar a Jae adormilada mirándola con ojos aún entrecerrados con evidencia de acabarse de despertar. La directora aún vestía la franela de algodón que le había prestado el día anterior. Los botones abiertos revelaban un par de boxers grises con vinotinto adornados con una heroína de caricatura - de la cual Reed no estaba segura quien era. 284



"Es Tormenta." "¿Eh?" preguntó sorprendida. "Pensé que mirabas esto." Jae tocó el bordado y se levantó del sofá caminando por la sala del tráiler. "X-Men, ¿cierto?" Preguntó para cubrir la ligera vergüenza que sintió al ser pillada mirando. "Sip. Tuve que comprar unas cosas ayer. Estaban en venta" golpeó la banda elástica contra los fuertes músculos de su abdomen y le dio a Reed una gran sonrisa. "Ví a Pie pequeño y a Ducky esta mañana." "He visto esa película unas quinientas veces." "Wow. Yo la veo con mi sobrina y sobrinos cuando vienen a visitarme." "Pobre Cera, es tan ingenua." "Sip, sip, sip," citó Jae, luego envolvió un brazo alrededor de su cintura, dándole a Red un pequeño abrazo. "Buenos días," dijo, arrastrando las palabras, luego apartó un mechón de cabello rubio de los ojos de su amiga. "Necesitas un corte." Le dedicó una mirada graciosa, luego negó con la cabeza, soltándose del abrazo. "¿Por qué todo el mundo está tan interesado en mi cabello?" dijo, ahogando una carcajada. "Voy a ver al estilista esta mañana. Quise ir ayer pero..." juntó sus manos en un gesto de 'ya sabes'. "El trabajo se interpuso," Reed terminó por la otra mujer, una sonrisa amarga llenó sus labios. "Ve a tomar una ducha y lávate el cabello," la instruyó yendo hasta la puerta.

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"¿Por qué? ¿A dónde vas?" preguntó con prudencia. Jae la miraba cautelosamente, las cejas rubias se fruncieron. "Por un par de tijeras." Reed se detuvo para causar efecto. "Y café. Para prepararme las manos," dijo con rostro inexpresivo, tragándose la sonrisa que amenazaba con arruinar el efecto mientras los ojos de Jae se agrandaban en consternación. Reed no le dio tiempo a la directora para responder y cerró la puerta del tráiler firmemente. Una vez afuera, se rió silenciosamente de si misma, luego, fue hasta la sala de maquillaje. Jae se quedó mirando boquiabierta la puerta del tráiler mientras se cerraba detrás de la actriz. ¿Ella me va a cortar el cabello? La imagen de Reed inclinándose para repartir igualitariamente sus flequillos se entrometía en su miedo, paradójicamente, añadido a su reticencia. Tranquila, mi niña. ¿Puede ser peor de lo que Danielle te hizo en tercer grado? Se rió aún más al recordar la reacción de su madre que de su pelo - el cual creció rápidamente. Pero la expresión horrorizada de su madre persistió en el tiempo como un recuerdo familiar. Otro pensamiento irónico le sobrevino. Empiezo a creer que hablarle acerca de tus miedos mientras sostiene una tijera en sus manos probablemente no sea lo más conveniente. Fue hasta el pequeño cuarto de baño y se quedó mirando el agua. El chorro caliente roció su mano y su rostro mientras comprobaba la temperatura. Se desvistió, la playera prestada descansó sobre el piso y Jae colgó una toalla en la barra antes de entrar a la ducha. El agua se precipitó sobre su rostro y se quedó allí por unos momentos dejando que corriera por sus facciones, despertándola y adormeciendo su rostro por la fuerza. El único enjuague que podía ver era una botella aplastada color ámbar. Lo tomó e inhaló la esencia. Reed... Así que es por esto que siempre huele a sándalo. Se hizo espuma fácilmente en sus manos y cuidadosamente enjabonó su cuerpo, haciendo desaparecer el sueño y la nerviosa tensión. Cinco minutos después, había cumplido la tarea que le habían asignado y tomó la gruesa toalla, frotándola vigorosamente sobre su cuerpo y cabello. Un agudo clic 286



resonó dentro del tráiler mientras la actriz cerraba la puerta detrás de ella. Después de envolver la toalla alrededor de su cuerpo, Jae fue hasta la sala principal, donde estaba Reed con una ceja arqueada, mirándola con interés. "¿Qué?" preguntó, arrastrando la palabra, imitando a la actriz. "Nada." "Roo..." Avanzó hasta la actriz de cabello oscuro, tratando de proyectar ese aire tenso y peligroso con lo cual tan sólo consiguió sacarle una risa ahogada a su amiga. Antes de que pudiera formular otra estrategia, Reed rápidamente deslizó su mano. Sin poder esquivarlo a tiempo, Jae sintió la toalla caer en la mano de la actriz. "Era una linda toalla esa que casi llevabas puesta." Reed se enrolló la toalla en una mano, indiferentemente, transformándola en un arma honorable. "Reed... Reed, no te atreverías... ¡Reed!" chilló mientras la toalla se estrellaba en su muslo, atravesando el aire y tocando la piel sensible. Jae agarró un cojín del sofá y lo usó como escudo mientras reía tratando de escapar de las corridas del esponjoso látigo. Está jugando conmigo, de verdad está jugando conmigo. Era una faceta que sabía que existía en Reed pero de la que nadie más tenía idea. "Al parecer, sí me atrevo, ojos verdes." Los ojos azules brillaron con un extraño humor y sus labios se curvaron en una amplia sonrisa. Pillada por un momento bajo la mirada de su amiga, Jae casi olvidó esquivar el siguiente golpe y sólo pudo evadirlo lanzándole el cojín. Una maniobra de la que, se dio cuenta más tarde, la dejaba indefensa. Sin aliento de tanto reírse, alzó las manos. "Me rindo. Me rindo." "Pensé que habías dicho que el título de Helada Reina Amazona no era un rango." Wow, si que está de buen humor esta mañana. "Depende totalmente de tu punto de vista," le tomó el pelo, invirtiendo el dialogo. 287



Reed rió. "Ah, no sé. Dije que yo era la de los puntos de vista. Me preguntaba dónde estaría el segundo tatuaje..." Jae no lo pudo evitarlo, se sonrojó al darse cuenta que había estado corriendo desnuda sin la toalla. Y, aún peor, parecía que su cuerpo empezaba a traicionarla ahora que la situación y sus consecuencias se habían llevado a otro punto. Pero antes de que hubiera podido acordarse de cubrir su pecho y el tremendo efecto de Reed sobre ella, la experta actriz cubrió sus hombros con la toalla, luego la llevó hasta la silla. "Vamos. Toma asiento." Se sentó pero alzo el rostro sin estar muy segura. "No estoy muy segura de esto." Parecía tan... ¿qué? ¿Íntimo? Bueno, por lo menos no estoy completamente desnuda. Claro, como si la toalla cubriera mucho. Tú y tu actitud arrogante con la ropa... Te lo juro, Reed. "Tranquila. Aún no le he cortado una oreja a Rio y, aun cuando sea muy difícil de creer, es mucho más inquieto que tú." Largos y estrechos dedos despeinaron su cabello midiéndolo, supuso Jae, el largo actual con el normal. "Sólo un poco más lejos de mi frente, si puedes." Bromeó, rindiéndose ante la actriz. "Vale." Jae podía oír el ruido de las tijeras mientras se movían, llevándose con ellas pequeños trozos de cabello rubio. Un cálido aliento le hizo cosquillas en el oído y la intoxicante esencia de Reed y su perfume penetrando su nariz. La actriz trabajó rápido y silenciosamente, su tacto delicado y seguro. Por un instante, Jae se preguntó cómo sería ser tocada por Reed en la cama, luego, alejó la imagen de su mente eligiendo, en vez, concentrarse en la camaradería que fluía fácilmente entre ellas. Tampoco era que obtener vistazos del escote de la playera de la actriz cada vez que se inclinaba hiciera 288



de ello una tarea fácil pero después de unos minutos, Jae pudo dejar a un lado el elemento sexual. O al menos hasta que Reed, mientras cortaba sus flequillos, se acercó demasiado, los ojos azules a escasos centímetros de los suyos. Estuvieron tan cercanas la una a la otra que pudieron haber respirado del mismo aire, Jae tragó para combatir las repentinas emociones que la invadían mientras miraba a través de los ojos calmados de su amiga. Parecía que Reed se había detenido por un segundo al devolver la mirada antes de cortar el último mechón fuera de lugar. "Ya está." Reed sostuvo un espejo y Jae parpadeó. El estilo había sido sutilmente alterado pero se veía bien y le sonrió a Reed en respuesta. "Genial, gracias. Me gusta." Era un poco más suave al que habitualmente usaba pero al mismo tiempo, se veía más ejecutivo que el anterior. "Ve a vestirte." La actriz despeinó su cabello y empezó a barrer la pequeña pila de mechones rubios dentro del recogedor. Jae agarró una taza de café junto con su mochila antes de escurrirse dentro del dormitorio para cambiarse. Momentos después, emergió encontrando a Reed pensativa con la mirada perdida en el espacio, con las manos detrás de ella en la encimera de la que estaba apoyada. "Un centavo por tus pensamientos." Una mirada inescrutable se reflejó en sus ojos, dos cejas marrones se entretejieron por la intensa concentración. Estuvo así por un largo instante, luego, Reed sacó de su bolsillo una tarjeta plástica. "En realidad, al parecer cuestan mucho más que eso." "¿Cuánto?" Un pesado bulto se formó en la boca de su estómago pero trató de sonar despreocupada. El dinero era, se vio obligada a aprender, una importante fuerza motivadora detrás del hecho de que Reed estuviera allí en Hollywood. Detrás del hecho de hacer aquella película. "Doscientos mil dólares," respondió con tranquilidad. 289



"¿Doscientos mil dólares?" Reed la miró solemnemente para luego respirar profundo. "Quieren la historia de Roan." Las palabras fueron simples, pronunciadas con un tono tan distanciado que a Jae le costó reconocer el hecho de que la actriz no estaba distanciándose en lo absoluto - sin importar lo que ella quisiera que los demás pensaran. "Es mucho dinero," Dijo Jae para ganar tiempo. "Sí. Lo es." Los ojos azules la estudiaron atentamente y Jae tuvo que tragar, atrapada entre su trabajo y Reed. Está esperando mi reacción. ¿Cómo le puedo decir que no? ¿Cómo le puedo decir que sí? Riordan lo cambiaba todo. Lo sabía, sabía que si Reed aceptaba el dinero y daba la entrevista, no podía culparla por ello. Se quedaron en silencio y, fue entonces cuando Jae se dio cuenta que Reed había estado llorando en silencio. Pequeños rastros de agua corrían por el rostro de la mujer. Sin pensarlo, Jae alcanzó una lágrima con su pulgar, secándola. "Hey, no llores." "No puedo con esto, Jae. Va a salir sin que pueda evitarlo. Hay cosas que es mejor dejar quietas." Reed tenía razón. Para ser cambiada por esa cantidad de dinero, los caza escándalos, obviamente, sabían que era demasiado bueno. Jae retrocedió un poco con una mano en la cintura de la más alta y se movió hasta poder mirar a Reed de frente. "¿Confías en mí?" Una sombra parpadeó a través del rostro de Reed. Jae la miró con una mezcla de preocupación y fascinación cuando los ojos índigos pálidos, oscuros y cautelosos reemplazaban los azules claros. "Sí." La palabra fue susurrada tan bajo que casi no la oyó.

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Reed no sabía que iba a decir que sí hasta que la palabra pasó de sus labios y parte de ella le gritaba que se retractara. No lo hizo. "Y ¿qué hacemos?" Jae subió el rostro y la miró con una sonrisa traviesa en su rostro. "Le damos una entrevista. Al estilo Cait." "¿Estilo Cait?" "Al estilo Cait." Repitió enigmática, luego, fue hasta la puerta. "Cuando hayas terminado con el guardarropa vienes a mi despacho." "Vale..." aceptó. ¿En qué demonios estás pensando? Viéndolo mejor, Reed se dio cuenta de que parte de ella quería saber que tenía la rubia bajo la manga. Había llamado a Heidi la noche anterior, despertándola de un profundo sueño, para discutir las consecuencias cuando los detalles se hicieran públicos. No eran nada más sus secretos los que iba contar. "No te pongas cabezota conmigo, ¿sí?" Reed cayó en cuenta de que se había quedado mirando la nada otra vez y sonrió débilmente. "Trataré de no hacerlo." "Vale." Jae parecía que quería decir algo más pero la rubia salió del tráiler, cerrando firmemente la puerta detrás de ella. Al parecer, había hecho lo correcto. Y, al parecer, Jae había dicho en serio lo de la otra noche. ¿Qué es lo que está pasando aquí, Reed? ¿Por qué ella? Por un lado, no tenían absolutamente nada en común. Bueno, no era totalmente cierto, reflexionó. El café, es algo que sí tenemos. Reed rió silenciosamente para sí misma y se dirigió hasta la puerta, dejando la pregunta para después, para cuando tuviera más tiempo considerando lo que estaba pasando. Y, de verdad, algo estaba pasando. Lo sabía. 291


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"Muy lindo." Bromeó Caitlynn, despeinando el cabello de su jefa. "Gracias." "¿Fuiste con Dana?" "No." "¿Raúl?" "No." "Oh, por Dios, Jae. No dejaste que el estilista del estudio lo hiciera, o ¿si?" "No. Reed lo cortó." "¿La reina de hielo?" Jae giró los ojos, se oscurecieron por la rabia y Cait retrocedió un poco. "Nunca más dejes que escuche eso de ti." "¿Por qué no? Vamos, es la verdad." "Porque te pido que no lo hagas." Cait lo pensó por un segundo. ¿De verdad quería o tenía el derecho de entrometerse? Sí, por dos cosas - como amiga y como asistente. "Entonces, cúlpame por ello porque todo lo que veo es a ti dirigiéndote al desastre si sigues como vas." "¿Cómo voy?" "Pues... con eso que tienes con ella. Recuerda La Regla, Jae." Era la regla que las había mantenido de no ser amantes. Ambas estaban de acuerdo con que habría sido 292



muy divertido pero no había lugar para una relación en el trabajo que era también una amistad. La cual existía desde hacía ya casi cinco años, Cait había visto a Jae pasar de relación en relación. Jae era excelente como amiga y jefa - había descubierto - pero como pareja era de lo peor. No como Thom. Nop, para nada como él. "La Regla no se aplica con esto. Somos amigas, nada más." Habían entrado al despacho compartido y Cait cerró la puerta para asegurarse que tenían algo de privacidad. "¿Lo son?" Alzó una mano para impedir la réplica de Jae. "Sólo escucha por un momento, ¿sí?" Su jefa asintió y se sentó en el sofá, Cait se sentó en el mueble opuesto al de ella y resumió la conversación. "Jae," dijo delicadamente, "Se honesta contigo misma, ¿sí? Si yo puedo verlo, ¿cuánto más pasará hasta que los demás puedan verlo también? Los rumores han comenzado a correr." "¿Rumores?" "Algo de favoritismo, cosas así." "¿Favoritismo?" Jae sonó confusa. "Dejas que se salga con la suya con cosas como cambiar el diálogo, mandaste a instalar una línea ISDN en su tráiler; no toma mucho tiempo para que se comente de cosas como esas." Cait respiró profundo. "Michael cree que está jugando contigo." "¿Y tú? ¿Tú que piensas?" Un par de ojos verdes e intensos sostuvieron la mirada con su par de ojos marrones, Jae se había acercado. Cait sintió que estaba caminando en el delgado filo de la navaja con su amiga pero ya habían pasado por esto muchas como para que Cait se retractara. "Creo en eso que dicen que si juegas con fuego te quemarás y creo que te vas a quemar. Mujeres como Reed Lewis usan a las personas como respiran." "No la conoces." 293



"¿Y tú sí?" "No lo sé. Ni sé si alguien la conoce bien," admitió Jae tranquilamente. "Sé que me gusta..." "Ten cuidado, Jae. No dejes que te use como si fueras un experimento de actuación o algo." "No me está usando," dijo la rubia convencida. "¿Cómo lo sabes?" "Porque 'ella' no lo sabe" Cait se quedó mirando a su jefa. La directora tenía la mirada en sus pies pasándose una mano por el cabello recién cortado. ¿Qué no sabe qué? Fue entonces cuando sus ojos comenzaron a agrandarse mientras se daba cuenta de lo que Jae le acababa de decir. Reed no sabía que Jae era gay. "Entonces, perdona." Jae la miró confusa. "¿Perdonar qué?" Sus rubias cejas se entretejieron. "Por presuponer que Lewis estaba usándote." Enfatizó la palabra. "Creo que lo malinterpreté." "¿Qué quieres decir con eso?" Jae saltó hasta quedar de pie y dio vueltas por ahí. "Sabes a lo que me refiero. No puedes cuidarte bien, ¿cierto?" "Cambio de tema." Cait decidió cambiarlo sólo un poco. Obviamente, Jae no estaba lista para discutir ese tema. Como si fuera nuevo... No. Los temas de Jae relacionados con la intimidad resultaban ser una larga batalla entre las dos. Más que todo, porque era ella quien la consolaba por las noches y secaba sus lágrimas mientras la rubia se las llevaba con un fracasado romance tras otro. "No sé cómo decirte esto pero, no eres la primera directora con la que ella se ha..." 294



"Relacionado. Lo sé." "Ah, y hay más. Thom escuchó otro interesante rumor en la oficina ayer. La revista 'Up Close'..." "Le ofreció doscientos mil dólares por una entrevista completa." Jae le pasó la brillante tarjeta de presentación. Cait miró de cerca la pequeña tarjeta transparente. ¿Funcionaba para ambas partes? ¿Había creado una honesta conexión con La Helada Reina... con Lewis? Enmendó mentalmente en sus pensamientos. Una cosa sí era cierta; iba a tener que repasar la opinión que tenía de la actriz. A lo último que estaba preparada a oír era que Reed Lewis ya le hubiera informado a Jae acerca de la entrevista. Especialmente, no después de aquel incidente con la prensa. Lewis sólo se hubiera aguantado a ver. "¿Hay mucho que contar?" "Sí." Su voz fue apagada, sus ojos se nublaron. "Hay mucho que contar. Y tenemos que encontrar la mejor manera de hacerlo." Se oyó un toque suave en la puerta y Cait miró con interés la expresión en el rostro de Jae mientras su jefa dejaba entrar a la actriz. Mucho más interesante fue la breve calidez en los ojos de Lewis antes de volverse fríos cuando voltearon en dirección a ella. "Reed, necesito que le hables a Caitlynn acerca de Roan." La actriz parecía claramente sorprendida. "¿No lo hiciste tú?" "No estoy en lugar de hacerlo. Tienes que decidir cuánto vas a decir. Pero mientras más le cuentes a Caitlynn, mejor." Cait escuchó tranquilamente y dejó que Jae se encargara de la actriz. Se entendía bien; podía verlo claramente. Lo había visto en otras ocasiones también pero se había 295



apuntado por la intensidad de la filmación y por el tiempo que habían pasado juntas - y bien, el hecho de que Jae se sintiera físicamente atraía por la actriz. Creo que voy a tener que comprarte la tostadora, después de todo. Jae y Reed habían tomado asiento en el sofá y la asistente tomó una silla acercándola a ellas, luego, esperó que la actriz comenzara. Justo cuando Cait pensó que la mujer iba a permanecer en silencio indefinidamente, empezó a hablar en bajos tonos, sin cambiar la expresión de su rostro. Al mencionar las fuertes drogas, fiestas nocturnas y la coacción basada en químicos, Cait subió la mirada a Jae quien se había sumergido en un profundo silencio, preocupada por como su amiga iba a tomar la información acerca de su mentor. La palabra conflicto estaba escrita en ellos pero también compasión, esta última, obviamente, dirigida a la mujer de cabello oscuro que estaba sentada tan cerca de Jae que Cait no estaba segura si estaban tocándose o no. Siguió escuchando pero había algo fuera de lugar. ¿Por qué te fuiste de la filmación de 'Torque'? Preguntó Cait mentalmente, luego, decidió decirlo en voz alta. "Me las puedo arreglar con eso. Deberíamos ser capaces de dejar a un lado el escozor moral pero necesito hacerte un pregunta." Reed la miró fijamente, luego miró a Jae antes de volver sus ojos fríos como piedra a los suyos. Cait trató de devolverle una mirada tan abierta y arbitrariamente posible y sólo esperó. "Adelante."

"¿Por qué te fuiste del set de 'Torque'? Más importante aún, ¿por qué te contrató para esta película?" La actriz intercambió una mirada oscura con Jae y Cait miró con curiosidad la silenciosa comunicación.

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"Cambio de estilo de vida. Las drogas y el alcohol ya no eran el camino con el que esperaba vivir mi vida. "¿Y la razón por la que te volvió a contratar?" Tenía la definitiva impresión de que Reed prefería más las preguntas directas a que andarse con rodeos, aunque, estaba segura que la actriz no le había contado todo. Reed le dio una sonrisa irónica, una tranquila sonrisa que casi fue asilvestrada. "La respuesta ideal sería por mis talentos como actriz. La verdad es que fue por una mezcla de chantaje y venganza." "¿Podrías aclarármelo?" "Encontraba muy divertido que pudiera forzarme a hacer una película que me diera un papel de un personaje cuyo estilo de vida encuentro, personalmente, repugnante." Oh chico, Jae no estaba de broma, esta chica está, definitivamente, está dentro del lado homofóbico. Lo cual explica el por qué Jae se enamoró de ella. "Sigo sin entenderlo." Cait miró a Jae para ver si la directora podía iluminarla y explicarle lo que la actriz estaba hablando pero la rubia la miró tan confusa como ella misma estaba. "Él me poseía." Las palabras fueron simples y sin tono pero el destello de rabia en los ojos azules era inconfundible. "Sí quería volver trabajar en esta ciudad, tenía que ser para él." Hubo rabia en respuesta en los ojos de Jae y, de repente, la directora se levantó y caminó hasta su escritorio. Esta vez, Cait intercambió miradas con Reed mientras las dos miraban la rápida y enfadada búsqueda en la caja situada al lado de la gárgola de piedra. "Hijo de Bacchae." Jae estaba revolviendo las páginas de un grueso contrato. Cait estaba sorprendida. Tan lejos como podían llegar sus injurias, esa era bastante fuerte para Jae, aun cuando fuera bastante extraña. El tono de su voz no dejaba ninguna duda de que la directora estuviera maldiciendo. 297



Reed se acercó un poco a ella con una ceja alzada y susurró, "Creo que ha estado leyendo más de Holly otra vez." "¿Quién es tu agente?" Le preguntó Jae a Reed. "Liz Kuiper en Gryphon." "Cait, hazte cargo de esto, ¿sí?" su jefa le pasó dos contratos, uno de los cuales, tenía algunas palabras garabateadas a lo largo del margen de la primera página. "Vale, vale." Los dejó a un lado por un momento para volver al tema. "Bien. Tengo un plan, si pudiéramos llamarlo así. Pero necesito ayuda para que salga bien. ¿Puedo suponer que quieres el dinero de 'Up Close'?" "Sí," respondió Jae cortando cualquiera respuesta que Reed fuera a dar. "Bien." Cait se dirigió a la actriz. "¿Tienes algún amigo?" Jae se aclaró la garganta y le lanzó una mirada enojada. La actriz, simplemente, rió entre dientes y un profundo y bajo sonido gruñó en su garganta. "Algún gnomo de nieve o dos." "Me refiero, otro que no sea Jae, no estoy diciendo que no tengas." "Cait..." "¿Qué?" "Suéltalo de una vez. Si sigues cavando como vas, Nueva Zelanda tendrá un nuevo inmigrante." Jae sostuvo su mano y entregó el utensilio invisible. "Lo siento." "La Dra. Heidi Chapelle. Vive en Maine. ……¿Por qué?" Interfirió Reed. "Porque vamos a trabajar con dos lados en contra del medio, por así decirlo." 298



"¿Podrías aclarármelo?" La actriz repitió las palabras que ella había dicho antes. Caitlynn reconoció la burla. "Touché. Simple. Le damos a 'Up Close' una escandalosa entrevista como es debido, luego, la seguimos con otra que se haya filtrado y que lleve a una fuente mucho más acreditada." "Oh, Cait, eso es brillante." Jae rió con maldad. La actriz parecía un poco confundida y algo ofendida por no haber entendido el chiste, por lo que Cait abrió su boca para explicarle pero antes de que pudiera, Jae se echó atrás y tomó la mano de Reed. "Le das su exclusiva con toda la verdad posible y, así, ellos no podrán volver y atacarte, Cait escribirá el guion para ello. Luego, un día después, tendremos a un amigo tuyo dando el resto de los detalles y dándole la vuelta al asunto. Tú quedas libre de todo y, la última entrevista que la gente recuerde, será la que nosotros hicimos." "¿Qué hay de...?" Cait escuchó la muda conversación - había, efectivamente, más de lo que ella podía percibir. "A salvo. Pero tienes que hacer esto a nuestra manera. Sin perder los estribos, sin estallar de rabia. ¿Crees que puedas hacerlo?" "Sí." "Bien. Tengo que ir a reunirme con Holly, Te veré en el set después." Jae apretó la mano de la actriz e indicando con un gesto a Cait para que la siguiera hasta la puerta. "¿Qué pasa?" le preguntó a su jefa en un susurro. "No la hagas hablar más de lo que ella quiera. Y sé buena...." "Siempre soy buena." 299



"Seguro. Y yo soy la Reina de Saba." "De acuerdo, me pillaste. No le voy a andar diciendo que me muerda o algo. Pero ya te digo, es mucho más trabajo hacer esto por una actriz homofóbica que odia su trabajo." "Quizás, sí. Pero no lo será tanto por una amiga." Jae se fue del despacho y se quedó mirando el pasillo, entonces, se detuvo. "Y ella no odia su trabajo"

Capítulo 34 Jae se detuvo frente a la pesada puerta de madera, luego, la abrió por completo antes de entrar. Por una combinación de respeto y orgullo, no había tocado el despacho de Roan, sus cosas aún seguían como estaban desde la última vez que él estuvo dentro. Metódicamente, comenzó a empacar el contenido de su escritorio en cajas vacías. Bolígrafos, papeles, pequeños adornos y diversos suministros fueron a parar dentro de la caja. No dejó nada. No quería ni una parte del hombre al que iba a despreciar y dejar atrás. El cajón central estaba con llave, levantó el portalápiz buscando la llave de repuesto, la insertó y le dio vuelta. Una delgada y rectangular caja de bronce gris descansaba sobre una pequeña pila de sobres de manila. Levantó la caja con cautela y la dejó sobre la mesa. Acomodada dentro de ella estaba toda la evidencia que necesitaba para probar que los resultados de la autopsia no había sido ninguna casualidad. Jae dejó los mortales objetos a un lado y cogió los paquetes. Un nombre en uno de ellos llamó su atención y dejó los demás en la mesa. ¿Debería? La solapa se abrió fácilmente y su contenido se deslizó sobre el escritorio, aparentemente, por voluntad propia. Era, sin duda, Reed. Pero no era la mujer que conocía la de las fotos. Jae las dejó todas sobre el escritorio de madera. Se dio cuenta de que estaban, vagamente, en orden cronológico, estudiándose el progreso de las fotos.

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Estaba todo claro. Las pruebas desoladoras de palabras que no quiso creer y de una verdad quemada dentro de cautelosos ojos azules. Agarró otra foto por acto reflejo. Altos pómulos contrastaban con los ojos vidriosos que parecían tan obsesivos que Jae sintió el primer escozor de cálidas lágrimas llenando sus ojos, amenazando con derramarse. ¿Qué era lo que buscabas tan desesperadamente, Reed? Otra foto encontró el camino hasta sus manos y convulsivamente hizo trizas la foto, arrojando los pequeños pedazos separados de una escena de la que nadie debía ser testigo al piso. Te equivocabas, Reed... Fue una violación. En el cajón encontró un encendedor y, una por una, quemó las fotos hasta que quedó la primera. Después de un momento de duda, la metió en el sobre de manila para llevársela cuando terminara. Jae tomó la bolsa de basura y, objeto por objeto, las partes tangibles de la vida de trabajo de Roan fueron consignadas a sus sucias profundidades. Cait puede quedarse con esta oficina, o Michael. Repentinamente, se dio cuenta de que estaba tirando cintas de video y ornamentos en la bolsa, esparció los restos en la habitación. La rubia se desplomó en el piso, finalmente, dejando que las lágrimas corrieran libremente mientras olvidaba la imagen de su mentor que apreciaba tanto. No quería creerlo. Creía que no era una persona tan despreciable. Su experiencia con él había sido tan diferente a la de Reed, pero los contratos daban innegable crédito a las afirmaciones de la actriz. No sólo era su dueño, en el segundo contrato - el de esta película - contenía una cláusula que mantenía parte de su salario como 'garantía de interpretación' al igual que cláusula tras cláusula de bastantes demandas y condiciones. No podía hacer nada por el primer contrato - por lo menos, no hasta que averiguaran quien era dueño de Blackmon Pictures. Pero le había hecho una nota a Cait para que

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renegociara y sometiera a investigación las restrictivas cláusulas junto con la liberación del bono de salud. Esta es la última vez que dirijo una película de Hollywood. Se levantó y abrió el cajón de registros y tomó los archivos que pensó necesitaría incluyendo uno con el nombre 'Reed Lewis'. Sin abrirlo, añadió la carpeta a la pila donde estaban las demás. No puedo seguir con esto ahora. Los de mantenimiento podían encargarse del resto de las cosas de Roan, para lo que le importaba. Aunque, quizás, dejaría los contenidos de la caja metálica para el detective que había mandado a llamar. Podrías, simplemente, mantenerte fuera de todo esto, mi niña. No, no podría. Ya no. "Ahora... Ahora era personal." Terminó el pensamiento en voz alta. ¿Cuándo pasó eso? ¿En qué momento se había vuelto personal? No se suponía que el trabajo fuera de esa forma. Trabajo. "Ostras..." Cerró la puerta dirigiéndose hasta el set de sonido.

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Cait terminó de probar la iluminación, trataba de entretenerse hasta que Jae llegara. Las dos actrices estaban cada una por su lado. Sarah lucía relajada pero Reed parecía nerviosa y, para su sorpresa, Cait sintió una punzada de simpatía por la actriz. "Hey, Reed." Holly había llegado y la había llamado desde el otro lado del set. "Hey, Holly." Algo fue lanzado a través del aire y vio como Reed lo atrapaba, luego sonrió y lo metió en su boca. La escritora había seguido hasta la actriz. "Ese fue el acto, físicamente, más difícil de toda la tarde, ¿de acuerdo?" 302



Reed sólo gruñó pero Holly sonrió. ¿Eres tu Holly? Pensó Caitlynn para sí misma, perpleja y divertida. ¿Qué demonios me perdí en Orlando? "Ten." Holly apoyó una caja contra Reed para ayudarse, luego se la pasó a Sarah. "Los mandan Pups." Justo en ese momento llegó Jae hecha un rayo al del set de sonido. "Todos a sus puestos." El set estalló en frenética actividad y las actrices volvieron a sus puestos, frente a la puerta, mientras Holly iba a ponerse a un lado y fuera del camino de su jefa. "Acción," Ordenó Jae. "Dar..." "¿Hmmm?" "¿Me haces un favor?" "Lo que quieras." "Inclínate." Sarah deslizó sus brazos alrededor del cuello de Reed y se acercó para besar a la otra actriz. Reed se puso rígida. "Corte." Jae fue al otro lado donde la actriz estaba. "Bien, Elijah. Hay que hacer algo con esa imitación de madera indígena." Cait esperaba que Reed estallara. En cambio, meramente, asintió y mantuvo sus ojos puestos en Jae, esperando que la directora hiciera una sugerencia. "Vestuario." 303



Un asistente de vestuario se materializó al lado de Jae y la directora le susurró algo al oído. En tan sólo unos momentos estuvo de regreso con una amplia tira de tela oscura, la cual, Jae, había usado para enrollar la cabeza de la actriz varias veces. "Estoy algo vieja como para ponerle la cola al burro." "Tal vez. Vamos a probar una versión de gira la botella, entonces, ¿sí?" "¿Disculpa?" "Gira la botella. Es un juego de besos. Cuatro personas van a besarte. Tú intentarás averiguar quiénes son." "¿Por qué?" "Ya verás." "No con esto puesto." "Confía en mí." Luego, Jae colocó un brazo alrededor de la cintura de Reed y la guio hasta la mesa, ayudándola a sentarse. Susurraron algo más entre ellas, luego Reed asintió en afirmación. Cait miró fascinada. Podría haber dado mi brazo derecho por escuchar eso. Holly se acercó. "No tienen ni idea, ¿cierto?" "Nop, ni una. O aún no lo aceptan." Cait le sonrió a la guionista. "Quizás podamos darles una pista." Hubo una pequeña risa ahogada y un meneo negativo de mechones rizados. "No tengo suficiente material como para hacer que Reed se dé cuenta."

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Se quedaron allí mirando mientras Jae iba hacia un grupo de personal de sonido y los estudiaba críticamente antes de elegir a dos. Les pidió algo, luego los hizo ponerse a un lado. Luego, la directora fue hasta donde ellas estaban, con una sonrisa traviesa. "¿Qué intentas hacer?" Preguntó Cait. "Un pequeño ejercicio de desensibilización." "Y eso significa..." "Necesito que una de vosotras bese a Reed." Cait miró a la guionista y vio un brillo diabólico en sus ojos marrones. "No me miren a mí. Thom se pondría furioso." Lo cual no era cierto pero era una excusa perfecta. "¿Holly?" suplicó Jae. "Paso también. Ella, mmm, no es mi tipo." "¿Que no es tu tipo? Vamos chicas. No les pido que se acuesten con ella. Sólo besarla. Ellos la besan, una de vosotras la besa, Sarah la besa y, voila, le demostramos que un beso es un beso y sólo un beso." "Es una rosa y la respuesta sigue siendo no." Cait meneó su cabeza para enfatizar. "¿No?" "No como un 'no' de negación." Jae miró al diverso personal y técnicos. "¿Por favor?" "¿Sabes?, podrías, sólo para ahorrar tiempo, hacerlo tú misma," sugirió Holly, inexpresiva. Era todo lo que Cait podía hacer para no carcajearse frente a ella. 305



"¿Yo?" dijo Jae en un susurro estrangulado. "Claro." Holly se encogió de hombros casualmente. "Tiene sentido. Tu eres la directora," añadió. "¿Yo?" "Tú." Cait colocó sus manos en los hombros de Jae y la giró en dirección de la actriz. Jae miró atrás insegura, luego, siguió adelante. "Sutil," le susurró a Holly. Holly se encogió de hombros nuevamente. "Pedí prestado un 4x4 a un amigo." "La única pregunta que queda es... ¿será suficiente como para que caiga?" "Cosas más extrañas han pasado." Cait miró de nuevo el set. Sí. Ciertamente, cosas más extrañas han pasado. Como el que Jae se enamorara. Esta mañana pudo haber jurado que ya dormían juntas. Pero esto. Lo que podía ver era mucho más que sexo. Muchísimo más. "Ciertamente, lo tienen" Repitió en voz alta. "Ciertamente, lo tienen"

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Reed se movió incomoda sobre la dura tabla de madera. Podía escuchar movimiento a su alrededor, los sonidos apagados por la amplia tira cubriendo sus ojos. Por supuesto que iba a poder notar la diferencia por la simple razón en que la mayoría de las mujeres carecían de barba Pero optó por no hacer molestar a la directora. Y no es como si no hubieras besado a una chica antes. De alguna forma, besar a Jae había sido mucho más diferente que besar a Sarah. El breve beso que se dieron durante el ensayo había sido suficiente como para distinguir los de su amiga a los de su co-estrella. 306



Extrañamente, se dio cuenta de que estaba mucho más reticente a besar a cualquier hombre que Jae hubiera elegido para participar en este pequeño ejercicio. Tener algún tipo intentando meter su lengua dentro de su boca, no era su idea de pasar el rato. Los hombres no besaban, trataban de dominar. Privada de visión, Reed percibió que su sentido del olfato se agudizaba. Un rastro de CK 1 se coló en el aire a su izquierda y pudo haber jurado haber percibido el distintivo aroma de Old Spice debajo de él. Pudo detectar la suave fragancia que Sarah usaba durante el rodaje también. Tal vez, ese era el objetivo. Esto me dará la oportunidad de besar a Sarah desde una posición de relativo anonimato y seguridad. Puedo, simplemente, pretender que no sé de quién se trata y nadie más alrededor resultará ser el sabio. Brillante, Tigger. Hubo un ligero movimiento a su derecha y una voz que susurró, "¿lista?" Había reconocido a la directora incluso antes de que la mujer hablara. "¿Segura de que no puedo, simplemente, practicar besando mi mano? ¿O comiendo un helado?" "Reed, te he visto comer helado. Créeme, no hay nada erótico en ello." "Seguro. Y la manera en que tu inhalas la comida es mucho mejor." Jae rió. "Pero no estamos hablando de mí." "No puedes culpar a una chica por intentarlo." ¿Qué haría Dar? Reed dejó que se dibujara la línea que había entre ella misma y su personaje y decidió rendirse ante su papel. Quizás, esta sea la mejor manera de hacerlo. Había estado luchando por conservar su propia identidad temiendo hundirse completamente dentro del rol. "Bien. Hagámoslo" Vagamente, se preguntó si Jae se había dado cuenta de que, aparte del beso que habían compartido y el que estaba en el guion con Sarah, no había besado a nadie desde que Rio había nacido y que estaba un poco fuera de forma. Creo que lo llaman ansiedad de actuación.

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Algo mojado y frío tocó sus labios, causándole un encogimiento momentáneo antes de sonreír al reconocerlo. "Muy gracioso, Jae." Luego, con diplomacia digna de James Bond, giró su lengua alrededor de la delicia, dándole una rápida lamida con la punta. ¿Qué no hay nada de erótico en mí comiendo helado? Lentamente, con la lengua, rodeó la crema derretida, hundiéndola dentro de su boca con sus labios. Traviesa, se las jugó a por todo lo que valiera la pena y tomó en su boca tanto como pudo del cono antes de fruncir sus labios y liberar el helado gradualmente. Luego, repentinamente, se abalanzó sobre él y mordió la punta masticándola satisfecha. Un trapo húmedo golpeó su pecho y aterrizó en su pierna. Lo tomó y se limpió los últimos restos del helado en sus labios. El tipo del Old Spice se acercó y, torpemente, dejó sus manos en la parte de atrás de su cuello. Sintió que los pelos de su nuca se elevaban un poco por los nervios, pero eso no le detuvo. Y, definitivamente, era un 'él'. No fue un beso desagradable y fue lo suficientemente inteligente como para no intentar ir más allá. Rompió el beso, retrocediendo y ronroneó, "Siguiente." La risa rompió a lo largo del set, ella hubiera guiñado el ojo sugerentemente si no hubiera estado vendada. El pobre chico, probablemente, estaba de un rojo remolacha, aunque pudo escuchar el amortiguado sonido de las palmaditas en su espalda en señal de felicitación y júbilo. El cabello rozó sus mejillas y suaves labios capturaron los suyos, suavemente, hundiéndola en el contacto. Una mujer. La mujer más pequeña se desplazó más cerca y Reed dejó descansar sus manos en la espalda de la otra mujer, devolviendo el beso. Fue agradable, sin amenaza ni urgencia. Algo sorprendida, se encontró a si misma disfrutándolo. El beso se deshizo naturalmente y ella se apartó. "Gracias, Sarah," susurró tan bajo como para que nadie más lo escuchara y recibió un ligero apretón en su hombro de vuelta. ¿Quién vendría? ¿Una mujer o un hombre? No pudo reconocer para nada la siguiente esencia. ¿Material para embalar? Algo duro rozó su nariz, luego, acarició lentamente sus labios mientras la suave piel rozaba la suya. Un objeto. Eso explica el olor único... 308



Eau de Bruin. Dejó salir el gruñido más sexy que pudo emitir desde lo más hondo de su garganta y besó al animal de peluche apasionadamente. "Va a ser difícil seguir con esta actuación," bromeó. El set estalló de risa y algunos del personal rompieron, espontáneamente, en una canción. "Winnie the Pooh. Winnie de Pooh. Un oso pequeño y rechoncho que ellos llenaron con pelusa. Es Winnie the Pooh. Winnie the Pooh. Willy nulamente llamado el oso joven y tonto." Relajada, esperó por la siguiente persona que tomara lugar. Una mano la tomó por la parte de atrás de su cabeza delicadamente, guiándola a otro beso. La ligera tensión se había ido y devolvió el beso como si estuviera dando un apretón de manos. Sin embargo, no tenía ni idea si estaba besando a una mujer o a un hombre, quien fuera que la estuviera besando, mantenía ligeramente la presión entre los labios, casi acariciando en vez de besar y, nuevamente, se encontró disfrutándolo. De hecho, reconoció las reveladoras señales con las que su cuerpo empezaba a responder, aunque, sin nada de pasión, sólo una agradable e interesante sensación de ligero placer. Esta vez, fue su pareja la que rompió el contacto y se sintió vagamente decepcionada de que hubiera terminado antes de poder averiguar el género de la otra persona. Antes que los próximos labios tocaran los suyos, ya sabía de quien se trataba. La delicada esencia prestada de sándalo mezclada con la propia de Jae, identificaban a la directora a los sentidos intensificados de Reed. Aliviada porque no fuera Caitlynn ni Holly, se acercó, reuniéndose con su amiga a mitad de camino. El contacto de Jae parecía indeciso y Reed dejó una mano sobre su cintura, tranquilizándola y acercando a la mujer más pequeña un poco más a su cuerpo. A diferencia de la última vez que se habían besado, Jae no fue quien tomó la iniciativa, sus labios apenas se movían. Oh, no, no lo harás. Esto fue idea tuya. Traviesa, mordió ligeramente los bordes de los labios bajo los suyos, determinada a obtener respuesta. Jae respondió y el beso se hizo más profundo con una ligera sensación de conexión que había extrañado en los otros. Intrigada por la diferencia, Reed cedió ante la 309



delicada exploración y se dejó llevar. Con increíble claridad, se dio cuenta de que había estado deseando hacer aquello nuevamente desde la primera vez en el Eden. La excitación de los besos anteriores maduró mientras sus labios continuaban bailando con los de su pareja, su cuerpo empezaba a traicionar el mensaje que su mente quería que el alma creyera. La culpa y la vergüenza cayeron sobre ella. No. Es sólo la situación. La película. Soy Dar, ella es Kerry. Así de simple. No soy así, no como él. Con el corazón a mil, se apartó de la boca de Jae, esperando para darle a la directora tiempo para que se apartara de la mesa y luego, con la calma que no sentía, tranquilamente, alzó sus manos para quitarse la venda. El personal silbó bondadoso y parte de la tensión que anteriormente había prevalecido en el set, se había ido. Insegura acerca de lo que exactamente sentía, Reed no se atrevió a enfrentar los ojos de su amiga, temiendo por lo que los suyos pudieran mostrar. No ayudó el hecho de sentir la mirada de todos sobre ella, esperando por su reacción. "Creo," dijo lentamente, "que necesito una ducha fría." Hubo más risas por la broma y luego, se retomó la acción alrededor del set mientras pensaban que lo que había pasado, no era nada fuera de lo normal. "Entonces, ¿pudiste notar si el primer beso era de un hombre o una mujer?" preguntó Jae. "Hombre A menos que te refieras al helado de vainilla." Hubo más risas. Por un presentimiento, Reed miró a su alrededor y localizó a Holly abrazando al Oso Pooh que había sido parte del set de la habitación de Kerry. "Y ni siquiera vamos a hablar acerca del tercer participante." Se bajó de la mesa y se desplazó hacia uno de los miembros del set, contenta por la excusa para moverse. "Él." Reed señaló a uno de los hombres que Jae había elegido, los ojos ensanchados y el rostro sonrojado confirmó su suposición. Jae rió. "¿El segundo? "Sarah."

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La actriz rubia hizo una traviesa reverencia, ganándose otra ronda de aplausos. Jae parecía sobresaltada y echó un vistazo. Reed se forzó a enfrentar constantemente los ojos verdes sin darle una pista del desorden interior que se filtraba de ella. "¿El cuarto?" "Ni idea." Agarró desprevenida a la directora, aunque, lógicamente, sabía que tenía que ser un hombre. "Besa a Sarah de la misma forma en que besaste a todos en el ejercicio y no fallaremos. Ostras, bésala de la misma forma en la que besaste a Pooh." La directora no parecía enfadada ni disgustada, así que Reed asintió relajada de acuerdo con ella. "Tómense un descanso todos. Estén listo para rodar en media hora." Manteniendo la apariencia calmada, Reed fue sin prisas hasta la salida tan pronto como Jae terminó de hablar y se dirigió a la seguridad de su tráiler. Una vez adentro, cerró la puerta y se apoyó contra ella, inconscientemente, tratando de mantener a raya los demonios que la habían perseguido desde el otro lado del set de rodaje. Falta de sueño, demasiado estrés y muy desubicada, un límite entre lo que era ella y lo que era Dar - Tenía que ser eso. Lo había hecho antes, perderse completamente dentro de un rol que le había tomado semanas retomar. Era, ahora que lo pensaba, perfectamente natural que respondiera a Jae tal como lo hizo. Habían ensayado juntas y, justo desde el comienzo, había tenido una mejor visión de ella que de Sarah como Kerry. Reed se sentó en la pequeña mesa y se quedó mirando la pantalla en blanco por un momento antes de ir por el mouse. Pensativamente, fue hasta la alfombrilla de plástico de Marvin el Marciano, moviendo el mouse y trayendo el monitor a la vida y escribiendo en el teclado.

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PARTE 6

Capítulo 35

Jae se recostó en el espaldar de su silla mientras terminaban de ver las tomas de aquel día. Reinaba el silencio en la habitación mientras los miembros del reparto y personal de trabajo digerían el impactante material que acaban de ver. "Wow." Dijo Erich dando inicio a una ola de comentarios que llenaron la pequeña sala de muestra. "Increíble, Jae. No creo haber visto nunca nada tan erótico entre dos personajes, ya sean mujeres o lo que sea." Bill movía su cabeza en muestra de admiración. El aire de la sala estaba cargado de agitación y Jae dejó que esa emoción borrara cualquier duda en su interior. "Y pensar que aún no hemos filmado la escena de sexo." Añadió Wendy, una de las asistentes de producción, en un susurro a su comentario antes de salir de la sala. Hubo otra ronda de cumplidos y unos cuantos respetuosos susurros más mientras la sala empezaba a vaciarse. Jae se inclinó y rebobinó la cinta para ver la versión sin editar nuevamente. Pudo sentir detrás de ella que Reed aún no se había ido. La actriz estaba sentada en una esquina, sin molestar, viendo silenciosa los distintos ángulos y tomas corriendo en la pantalla. La directora volvió su atención al film dejando su preocupación por la actriz a un lado por el momento. Congeló la imagen y se volvió a su editor. "Bill, muéstrame el ángulo ampliado comenzando desde 1453." "Vale." El editor de cine rebobinó la cinta hasta el punto índice que se le pidió. 312



"Ruédalo." Jae vio la escena desplegarse desde un ángulo algo diferente y distante del que había congelado en el lado izquierdo del monitor. "Quiero que hagas un corte revistiendo estas dos escenas." Revisó su bloc de notas. "Reanuda la cinta A hasta el contador 1076. Empieza con 50 por ciento de opacidad. Luego corta esta." Señaló una toma que mostraba a Sarah corriendo sus manos por la fuerte espalda de Reed. La directora quería ver como lucía el corto si lo mostraba juntos, con ambos ángulos y perspectivas superpuestas. Normalmente, el editor se encargaba de las primeras ediciones de una escena. Como directora, hubiera podido trabajar con su corte preliminar. Pero esta escena era especial y necesitaban saber que tenían y lo necesitaban antes de filmar el resto de ella. Arrugó su frente concentrada, se metió de lleno en la escena juzgando, críticamente, la actuación de las dos actrices. Imágenes de Reed y Sarah se reflejaron en los monitores, además de las extrañas sombras del reparto sobre los equipos y dispositivos de edición. Verla en cinta era diferente a verla en vivo. Los colores eran sutilmente alterados y las sombras aparecían donde antes no había ninguna. Primero que todo, quería evitar reajustar la iluminación prematuramente. Eso tomaba un montón de tiempo y dinero, así que necesitaban más material, Jae quería obtenerlo antes de alterar el montaje. "Cuando tengamos las tomas completas quiero que hagas lo mismo con estas." El otro punto clave era que fuera erótico sin ser pornográfico - hacer a la audiencia parte de la escena sin hacerlos sentir como voyeristas. Así que decidieron filmar una escena sexual sin sexo. Para dejar a la imaginación de la audiencia lo que estaba pasando, centrados en crear un sentimiento en ellos. El público nunca sabría que en realidad, lo que están viendo, es un prolongado masaje. "Incluso, podría resultar mejor. Lleva estas a los ángulos ya editados y las imágenes mezcladas ayudarán con el efecto de movimiento." Holly sonreía, "No creo que hayas dejado mucha duda." 313



Jae rió, "sí, todo el mundo sabrá lo que están haciendo - pero no sabrán lo que en realidad están haciendo." Contrario a la tendencia normal cinemática, haría cualquier escena lo más casualmente posible, por más explícitas que fuera y, así, eliminar el factor novedad. Esa era la parte primordial de la película. No iba a hacer un film gay; iba a filmar una historia que, simplemente, resultó tener personajes gays. Para finalizar, la relación visual entre Dar y Kerry era importante. Aunque, aún más importante, era darle al público alguien a quien pudieran odiar más que a la idea de una historia de amor entre mujeres. Si pudieran ver, al menos, una décima de química entre los papeles que Kyle y Sarah interpretaban como la que ella veía entre sus protagonistas, funcionaría. La cinta había terminado de correr por segunda vez y Jae apuntó un par de notas más, luego se levantó. "Al parecer tendremos suficiente material." "Jae, usaste tres rollos de cinta en esto. Tienes todos los ángulos y tomas concebibles. Más importante aún, tienes su actuación. Relájate." "Se ve bien, Jae." Reed añadió su comentario al de Erich, luego salió de la sala. Había olvidado que la actriz seguía en la sala y una pequeña sonrisa se asomó en sus labios. Reed había regresado del receso sin ningún signo de la confusión que Jae había visto antes en aquellos intensos ojos azules. "Mira nada más. Ese quizás haya sido tu mayor logro," dijo Erich. "¿Qué quieres decir?" Se apoyó casualmente sobre el escritorio, tratando de no parecer muy interesada. El director de fotografía agitó su mano en dirección por donde se había ido la actriz.

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"Esa no es la misma actriz que trabajó en 'Equilibrium'. La actriz que recuerdo nunca hubiera besado a un oso de peluche - o elogiado una toma." "¿Trabajaste con ella?" Tenía curiosidad. Él asintió. "De hecho, nunca vio una toma. Era como si, simplemente, supiera cuando le tocaba o no. Es una mujer bastante intensa." Erich se levantó de su silla y se dirigió a la puerta. "Te veré mañana después de la sesión de fotos." Sola por primera vez en toda la tarde, Jae meditó las palabras de su colega. Era interesante obtener otra impresión personal de Reed. Rió. Intensa era una buena palabra para la actriz. Había sido genial alcanzar a ver un poco el lado juguetón de su amiga, aunque reconoció que Reed lo actuó. ¿Fue pura actuación ese beso? Por un breve momento se sintió conectada a la otra mujer de una manera que nunca había imaginado posible. Estás a punto de cruzar una línea muy delgada, mi niña, muy, muy delgada. Será mejor que se lo digas y pronto. Apagó las luces y fue hasta su oficina. "No sé cómo decírselo," Admitió Jae en voz alta para sí misma. "¿Decirle qué a quién? ¿O de verdad necesito preguntar?" Caitlynn estaba saliendo de la oficina con una gran caja pulcramente sellada en sus manos. Adivinando a donde se dirigía su asistente, Jae abrió la puerta de la oficina de Roan y se hizo a un lado. "Reed." "Ah." La caja fue puesta sobre el escritorio y Cait se giró para enfrentarla. "Mira, ella no me importa demasiado y no es ningún secreto, pero voy a tomar en cuenta el que ni siquiera la conozco. Sin embargo, lo que veo es que, finalmente, alguien se las ha arreglado para penetrar esa barrera tuya que tienes en el corazón."

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"Sólo somos amigas." Se sintió obligada a afirmar aquello. "Quieres más." "¿Tan obvio es?" "¿Para alguien que ha trabajado contigo casi todos los días en estos cinco años? ¿Para alguien que ha sido tu amiga por todo ese tiempo? Sí nena, así de obvio." "Ya ni sé lo que pasa. Todo parece tan..." Vaciló un segundo buscando la palabra adecuada. "Fácil cuando están juntas, aún las cosas que no lo son," agregó Cait. "¿Es así contigo y Thom?" Thom le había caído bien y se había sorprendido cuando el despreocupado editor de entretenimiento de Los Ángeles Time pareció encajar instantáneamente con su asistente, pero nunca se lo había comentado a Cait. "Sí, lo es." Cait tenía una pequeña sonrisa en sus labios y había una ligera calidez en sus ojos que mostraban cierta alegría. "Sé que suena muy cursi pero, él me equilibra, ¿entiendes?" "Antes no pero empiezo hacerlo." Se sentaron juntas tranquilamente en el piso, apoyándose del gran sofá de cuero negro de la oficina de Roan, sus hombros rozaban. "¿Se lo dirás, entonces?" "¿Qué siento algo por ella? No. No creo que ninguna de las dos estemos lista para cubrir ese territorio en particular." "Aun así, tienes que decirle que eres gay. Me sorprende que no se haya enterado aún." "Lo sé. No sé cómo no lo ha hecho. ¿Tú le dijiste a Thom?" 316



"¿Que eres gay?" Una profunda y silenciosa carcajada estalló desde su interior y Jae dejó que la sensación la embargara, alejando algo de presión. "No," jadeo. "Que eres bisexual." "Ah, eso. Sí, se lo dije." "¿Y qué dijo él?" "Él, simplemente, me miró y me dijo, 'Hablando de miedo escénico,' sonrió y ya, eso fue todo." "Tienes que quedártelo." "Por supuesto." Cait subió sus rodillas hasta su mentón, luego envolvió sus brazos en ellas. "Si yo fuera tu averiguaría por qué es homofóbica y seguiría desde allí." Sorprendida alzó una ceja y miró a su amiga pensándolo por unos segundos. "¿Por qué?" "Porque hay algo que no encaja. Ese beso que te dio hoy, no concuerda con la vehemencia de su voz cuando habla de gays. Necesitas averiguar si es una combinación de 'nunca antes había conocido una lesbiana de verdad' o si es algo más profundo y emocional." "¿Crees que sufrió de algún abuso?" "Creo que tu amiga tiene heridas muy profundas y que algunas no han sanado por completo." "Profundo." No había pensado en ello. Cait veía cosas que la mayoría de la gente preferiría no ver. Algunas veces, cosas que yo preferiría que no viera, Pensó Jae con pesar.

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"Sí y más barato que un terapeuta. Escucha, tengo que encontrarme con Thom para cenar. ¿Quieres acompañarnos?" "Gracias pero tengo que reunirme con Mare y con Alix para llevarlas al ensayo. ¿Puede ser para otro día?" "Claro, no hay problema. Buena suerte." "Gracias Cait. Dale a Thom un beso por mi, ¿si?" Le dio un rápido beso a su amiga y se fue de la oficina. A través de la ventana, pudo ver la Range Rover en el estacionamiento. Metiendo la cabeza dentro de su oficina echó un vistazo al reloj y decidió que aún tenía media hora antes de irse. No había nadie en el tráiler así que deambuló por la zona de manicure hasta llegar al estudio. Estaba silencioso y oscuro pero Jae sabía exactamente donde encontraría a su amiga. Se había construido un nuevo escenario aquella tarde, atravesó la sala de comedor de la casa de Kerry en Michigan, entretenida por encontrarse al siguiente momento parada en la oficina de Dar en la SBS. Unos pasos más y había localizado la corona de cabello oscura asomándose por encima del sofá de cuero negro en la sala de Dar. "¿Puedo hacerte una pregunta?" Jae se encaramó por detrás y se deslizó a un lado de Reed colocando sus pies sobre la mesita junto a los de la actriz. "Seguro." "¿Eres católica?" Reed la asustó por la risa, un corto y mordaz sonido sin ningún tipo de humor. El puntiagudo ángulo de sus altos pómulos estaba alineado con el resplandor de las luces del estudio, profundizado por el humor o la calidez. "No, no soy católica. ¿Por?" "Una simple teoría. Sinceramente, no sé. Sólo trataba de entenderte."

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"Lo hacías, ¿no? ¿Y supusiste que el ser católica podía debatir la teoría?" Jae no podía saber si Reed estaba tirando de sus cadenas o si estaba molesta. De pronto, el consejo de Cait no le pareció muy adecuado. "Eres un manojo de contradicciones." Entretenidos ojos azules la miraron cuestionándola y Jae lo tomó como un permiso para continuar. "Si no te conociera mejor diría que eres una total hedonista. O una reprimida." "¿Una hedonista reprimida? Creo que eso es un oxímoron." "Bueno, dije que creía que eras un manojo de contradicciones. Por ejemplo, lo que piensas acerca de los homosexuales y, aun así, filmaste esas escenas de hoy sin problema alguno, una vez que superaste eso de los besos." "No fui yo." "¿Eh?"

"Era mi cuerpo. Es diferente a como me siento. Eso sólo una herramienta, un arma en el arsenal." No había pensado en eso. Que Reed no tuviera problema alguno con la desnudez porque ella no veía su cuerpo como la mayoría de las personas lo veían. "Entonces, ¿por qué tanto problema con lo de los besos?" "¿Me creerías si te dijera que había pasado tanto tiempo desde que no besaba a alguien que había olvidado como se hacía?" Reed se detuvo y se quedó mirando las vigas del techo. "Y tenía miedo de que no pudiera hacerlo otra vez. Ni con un hombre y menos con una mujer," terminó de decir tranquilamente. "Tenías miedo de fracasar." Más piezas del rompecabezas empezaron a encajar. De pronto, mucho de lo poco que había escuchado sobre Reed había comenzado a tener 319



sentido. No estaba hecha de hielo ni de distanciamiento - Era perfeccionista - y demandaba lo mismo por parte de aquellos que la rodeaban. "Me toca." "¿Eh?" "Era el trato, ¿no? Un poco de información sobre mí y un poco de información de ti." Reed la miraba, hablándole con un tono provocador. "De acuerdo. Es lo justo." Tal vez eso resolviera el problema. Que Reed, simplemente, preguntara. "¿De quién huyes?" "De nada." "Ya. Vamos, Jae, ¿de quién es la idea de 'así es como deberías ser' contra la que tanto peleas y te rebelas?" "Nada te detiene, ¿cierto?" "No." "¿Qué te hace pensar que me rebelo contra algo?" "Pues, no sé. Déjame pensar. Tocas la guitarra en una banda de rock, tienes una motocicleta y tatuajes. Además de tener un Saturn, nunca dejar de ponerte cinturón de seguridad y vestirte más allá de lo que se considera conservador. Hablando de manojos de contradicciones. Entonces, ¿contra la estructura de quién te rebelas?" "Contra la mía, creo." Jae reconoció la verdad en sus palabras tan pronto como las dijo y sonrió con amargura. "Siempre he creído que era la misma de mi madre."

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La confesión se quedó en el aire entre ellas por un momento mientras las dos pensaban en ello. Fue entonces cuando Reed alcanzó su mano, tomándola en silenciosa comunión. Jae se dejó caer contra el fuerte hombro de la actriz sin renunciar a los dedos Reed. No puedes seguir así. Díselo. Se enderezó y soltó sus dedos de los de ella. "Reed, hay algo que necesito decirte." "Dime." Los ojos azules estaban entrecerrados, el acceso a ellos había desaparecido. Jae tragó tratando de encontrar las palabras. "Todos quieren que yo sea alguien, incluso mi padre - aun cuando sólo quiera que sea yo misma. Mi familia, mis amigos Todos. Excepto tú. Eres la primera persona que me acepta como soy." "Igual tu conmigo. Aún no ves a la Reina Helada, eh." No era una pregunta. "No. No la veo." Sonó su móvil. "¿No vas a atender?" "No. Sí... Espera un segundo." Jae sacó el móvil de su bolsillo. "Cavanaugh... No, no lo he olvidado... Voy en camino, lo prometo." Internamente, lanzó una ráfaga de puños a la bolsa de arena que había en su mente. No había tiempo suficiente como para tratar ese asunto ahora y lanzarle un 'soy gay' a Reed no sería justo. Cerró la tapa del móvil con un audible golpe que pareció resonar a lo largo del escenario. "Tengo que irme. Tengo ensayo para lo del sábado," explicó. "Seguro. Te veo mañana. Quiero un Místo de caramelo." Reed no se movió para levantarse del sofá, el tono de su voz era un poco taciturno. "Directo en el café o en syrup?" "Ambos. Nunca se tiene demasiado caramelo." "¿Vas a quedarte aquí?" 321



"Por un rato. Ve y diviértete." "Vale," concordó Jae. Algo había cambiado en el humor, sin embargo, no podía quedarse a averiguar por qué. "Hasta mañana entonces." Sin quererlo, se fue del set, aunque su mente se quedó con la actriz.

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Reed escuchó resonar los pasos de la directora a través del escenario. De todas las preguntas, tuviste que hacerme esa. Por un segundo, se preocupó de que hubiera hablado en sueños o algo. Jae no acostumbraba a olvidar las cosas tan fácilmente y había sido imponente en seguir con su comportamiento de antes, simplemente, ir y preguntar.

Taciturna, siguió mirando las vigas del techo. ¿Qué pensaría mi madre de mi vida? Me hubiera dicho que si no me gustaba que lo cambiara. Lágrimas que, raramente, se daba el lujo de derramar, rodaron por sus mejillas desde la esquina de sus ojos. No, Jae. Por supuesto que no soy católica. Va a preguntar y lo sabes. ¿Qué si es así? Heidi sabía lo suficiente como para pedir detalles. No, Heidi teme preguntar, teme que si pregunta demasiado yo me iría y me llevaría a Rio. ¿Era eso justo después de tanto tiempo? No ¿De todos modos, cuanto saldría a la luz después de todo esto? Mañana, después de la sesión de fotos, darían la entrevista a 'Up Close' luego oiría mientras Heidi daba otra que encajara con la de Thom Dixon del LA Times. Rio era el único secreto que quería proteger. Todo lo demás era de propiedad pública si sabías donde mirar. Al pensar en su hijo, una sonrisa brilló en su rostro sobre las lágrimas. El film estaba demostrando ser más fácil de hacer de lo que pensaba. La fecha de filmación aún estaba por ser programada y al parecer, iba a poder estar de vuelta en Maine después de la cirugía. 322



De hecho, tenía que admitirlo, disfrutaba filmar esta película de una forma que no había hecho desde hacía mucho tiempo. El reto de presentar la visión de Jae de los personajes de Holly, había tomado un inesperado dominio en ella y se encontró ansiosa por conocer el papel más que a dar una simple interpretación. Mirando los cortos aquella tarde, captó un vistazo de algo que estaba fuera de lo que esperaba y quiso, con muchas ganas, dar todo lo que la directora necesitara para traducir pensamientos a imágenes. Se le hacía, incluso, más difícil aferrarse a sus prejuicios. Holly le había lanzado a la cara algunos y estaba preparada a aceptar que no todos los gays del planeta eran predadores. Aunque estaba feliz de haber tenido que besar a Pooh y no a la guionista. Nada más recuerda comportarte el sábado. "¿Srta. Lewis?" Un guardia de seguridad del estudio llegó desde el otro lado del set y la miró con curiosidad. "Ya estoy por irme." Tomando el guion de donde lo había dejado, se dirigió hasta la salida. "Buenas noches, Srta. Lewis." Gruñó un agradecimiento y se fue hasta el auto, declarando la llegada de su noche.

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El sueño no vendría y Reed se sentó frustrada. Su mente no se cerraría, no se despejaría de las imágenes de la filmación del día ni de los miedos que enfrentaría mañana. Deambuló silenciosamente por la oscurecida casa vistiendo, únicamente, una camisa raída para prevenir el frío viento nocturno. Al parecer, quisiera o no pensar en ello, tenía que hacerlo. Así que, ¿qué está pasando? 323



Su normalmente, irritante voz interior permaneció raramente en silencio después de la pregunta. Respondiendo a su propia manera, supuso. La puerta del balcón se deslizó y salió al frío de la noche dejando que el manto terciopelo la envolviera. Inhalando un profundo aliento de fresco aroma de aire desierto, se dejó caer sobre la silla y cubrió su cuerpo con una cobija. Podría seguir culpando al papel. Reed suspiró. Nunca había sido de las que se mentía a si misma y no quería empezar a serlo ahora. No soy gay, afirmó mentalmente. Claro que no lo eres. Todo el mundo se masturba después de que sus mejores amigas se queden dormidas sobre ellos. Reed deseó que su voz se mantuviera en silencio. Molesta, apartó la cobija y se levantó. No fue así. Ah ¿no? ¿Y ese beso? Acéptalo, Reed. Eres tan pervertida como lo era él. ¡No! Él era un predador. Un hombre que acosaba a niños que no tenían otro lugar a donde ir. Entonces, ¿por qué no les dijiste lo que viste? No tenía respuesta para eso. Desalentada, se dejó caer nuevamente en la silla y se acurrucó con la cobija. ¿Por qué mierda tiene que estar pasando esto? No puedo ser así. No quiero ser así. No es así de fácil. No, nunca lo es, ¿cierto? ¿Por qué la vida te estaría arrojando las cosas tan fácilmente ahora? Me estoy proyectando. Eso es - Nada más, nada menos. Estoy introduciendo el papel y los motivos del personaje a mi comportamiento. Eso es. A pesar de lo que intelectualmente quería creer, no había escapatoria para lo emocional - no había escape para sus ansias por el contacto de la otra mujer, por su dulce presencia.

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Pero ¿eso la hacía gay? No. Jae, simplemente, era la primera persona en mucho tiempo que rompiera la barrera y le recordara cuan aislada había permanecido. Sonrientes ojos verdes llevaron una sonrisa a su rostro mientras la directora llegaba a sus pensamientos. Era algo, entonces. Desaparecería al terminar de filmar la película y Jae nunca lo descubriría. Nunca sospecharía de la línea que, mentalmente, había cruzado. Se trataba de decisiones, ¿cierto? Cierto.

Capítulo 36 La puerta no se abría, golpeó otra vez esperando que la manilla girara en su mano. Lanzó su peso contra la madera pero, aun así, aguantó, resistiéndose a dejarla entrar. El largo corredor comenzó a retorcerse volviéndose cada vez más estrecho - las paredes oscuras del lugar se transformaban en una jaula brillante en extraña ironía que sólo es posible en los sueños. Las familiares paredes color crema cambiaron por un rosa que se sumaba a sus miedos. Su corazón latió rápidamente mientras su pánico se fusionaba con terror. No te abras... No te abras... La manilla comenzó a girar lentamente y ella la miraba sin poder hacer nada, lentamente, la puerta iba corriéndose. No... "Unnnhh, unnnhhh, unnnhh..." La alarma alejó la pesadilla, rescatándola de las silenciosas imágenes y el crudo terror. Reed se quedó en la cama por un momento y apagó la alarma. Cada vez era peor, un miedo que se transformaba en otro, eliminando el patrón original. Tenía que ser la entrevista de ayer. Hacer relucir los recuerdos de su adolescencia aunque sólo para asegurarse de que siguieran enterrados - los había dejado muy cerca de la superficie. Sabía que Jae quería interrogarla. El dolor y la conmoción en los ojos verdes mientras la voz inexpresiva de Heidi se oía desde el teléfono, aún permanecía en su mente. 325



Huérfana. Una palabra tan simple. Tres sílabas. Y la vida nunca sería igual que antes. Jae disminuyó el espacio que había entre ellas, tomando su mano en silencioso apoyo y la entrevista prosiguió, aunque se guardó los detalles de recuerdos que la perseguían en sus sueños. Quizás debí haber llevado a Jae a cenar. Normalmente, sus pesadillas eran menos intensas cuando estaba cerca de la directora. En Florida desaparecieron por completo. La joven tenía la habilidad de quitar cualquier mal humor o desánimo en el que estuviera. Y el vino con la cena no me hubiera hecho mal, tampoco. En vez de ello, se había ido a casa a pasar un rato con Rio. Tendida en la cama, Reed empezó a recordar la llamada que había hecho la noche anterior. "Hey chiquillo." "Mami. ¿Puedes quedarte hasta que me duerma? ¿Porfa?" "Toda tuya." "Genial." "¿Qué quieres hacer?" "¿Puedes contarme una historia?" "Una historia, ¿eh? Vale. ¿Estás listo para irte a la cama?" "No. Pero puedo hacerlo mientras hablas, lo prometo." "Hey..." "¿Qué?" rió divertido sabiendo lo que venía. "¿Quién te quiere?" "Tú me quieres."

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"Y no lo olvides. Ponte tus piyamas, yo te espero, lo prometo." "Va." El auricular cayó sobre el escritorio y el sonido de un pequeño corriendo por la habitación llenó sus oídos. Un cajón se cerró con fuerza y los resortes del colchón gruñeron al peso del pequeño lanzándose sobre él y tomando el teléfono. "Ya volví." "¿No olvidas algo?" "Aw, mamá... ¿Tengo que hacerlo?" "Sí, anda. Lávate las manos también. Te diré algo, has como si estuviera sentada allá contigo y te contaré sobre la película mientras te cepillas." "Hecho." El agua corrió y escuchó el débil sonido húmedo del cepillo contra sus dientes. "Hey." "¿Quééé?" "¿Aún tienes todos tus dientes? ¿No se te caído otro desde la última vez?" "Sí... Aquííí," farfullaba aún con el cepillo en la boca. "Genial. Hoy me amarraron a una tabla de surf y tomaron fotos mientras trataba de no caerme." La risa del niño resonó dentro del baño mientras se hacía la imagen en su mente. Habían ido al Cabo el verano pasado y, sin que se dieran cuenta, ella lo lanzó enseguida a las frías aguas del Atlántico. El pequeño decidió que andar con Geoff era más seguro y ella fue relegada a patrullar la playa. Reed despegó el auricular de su oído anticipando lo que venía. Rio había terminado de cepillarse, lo que significaba Guerra de Escupitajos. Curiosamente, no escuchó nada. "Ya está," informó. "Vale. Y bien, ¿qué tipo de historia quieres oír?" 327



El baño estaba tan sólo a veinte pies de su habitación a la de Heidi pero, aun así, podía oírlo bajar las escaleras, atravesar la cocina, asomar la cabeza dentro de la despensa antes de subirse en el mesón. Era casi como estar allí, un trozo de normalidad que se introducía en su día surrealista. De mala gana, dejó a un lado el agradable recuerdo de la conversación con Rio y se levantó de la cama. Sacó una camiseta sin mangas de su maleta y la dejó al pie de su cama, lista para ponérsela después de una rápida ducha. Veinte minutos después, había terminado de abrochar el último de los treinta y cinco botones de su falda beige mientras escuchaba el café burbujeando en la cocina. Críticamente, estudió su reflejo en el espejo y se estiró para tomar la bolsa de cosméticos en la esquina del tocador. Normalmente dejaba a los del estudio que se encargaran de los oscuros círculos alrededor de sus ojos. Pero, esta mañana, la evidencia de insomnio, era su responsabilidad. Hábilmente, aplicó el corrector, un poco de polvo, frunció sus labios y aplicó lápiz labial sobre ellos, añadiendo un toque de color. No está mal, nada mal. Después de un rato que terminó de arreglarse, el ronroneo del motor de un auto se filtró a través la ventana del baño. "Buenos días," dijo, abriendo la puerta principal. Jae estaba saliendo del Saturn, el sol coronando su cabello rubio. "Siento llegar tarde. Hubo un pequeño cambio de planes." La directora señaló el auto detrás de ella. Bajando las escaleras Reed pudo ver dos cabezas asomándose detrás de los asientos delanteros. "Entra. Hice café." "Mi heroína." "Pensé que nos reuniríamos con ellos allá." "Danielle los dejó en casa temprano. He estado persiguiéndolos desde las seis, más o menos." 328



"He allí tu primer error. No persigues niños una mañana de un sábado. Lo que debes hacer es encender la tele y dejar que los Guerreros Místicos y los Rugrats se encarguen de ellos por un rato." Jae rió. "¿Aún quieres desayunar? Aunque creo que Denny's es más rápido que Spiegal's." "Segundo error. Si tienes que alimentar a niños hiperactivos una mañana del sábado, escoge McDonald's." Dos horas después, estacionaron el auto y se encaminaron rumbo a la propiedad con estilo de finca donde este año era lugar del evento benéfico Pediatric AIDS. Jae miró fascinada como su sobrina y su sobrino caminaban con Reed de la mano. El desayuno probó ser divertido y sonrió al recordar. Reed la había hecho parar en una tienda antes de ir a MacDonald's. La actriz ganó un montón de puntos cuando volvió con panqueques con crema batida en la cima - y no sólo para los mellizos. Rio es un chico muy afortunado. La atmósfera de fiesta reinaba sobre el amplio césped mientras famosos se mezclaban con niños de varios hospitales de LA. Payasos y mimos recorrían el verde césped, globos con forma de animales y sonrisas junto con ellos. "Jacqueline, honestamente. Mira cómo estás vestida y encima, llegas tarde." "¡Abuela!" los mellizos se soltaron de las manos de Reed y se lanzaron a los brazos de su abuela. Entretenida, Reed levantó una ceja interrogativa y Jae se encogió de hombros. "Buenos días, madre..." Las palabras arrastradas hicieron cosquillas en su oído. "No sé, Jacqueline. Yo digo que luces muy bien." Ojos azules brillaron con humor.

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Por primera vez, esas tres sílabas causaron un ligero cosquilleo en ella en vez del familiar gruñido suprimido lleno de consternación. "Gracias. Tú también te ves bien." Bien le queda corto. Casi tropieza al bajarse del auto a penas la vio. El sombrero Tesón no hacía más que hacerla ver más increíble. "Es gracioso como un nombre puede sonar tan diferente cuando alguien más lo dice." No fue sino en ese momento cuando se dio cuenta que lo había dicho en voz alta. "Sí, mi nombre nunca ha sonado igual cuando mi madre lo dice." La tristeza que ayer había impregnado la habitación durante la entrevista y cuando Heidi reveló que Reed era huérfana, ya no se escuchaba en la voz de la actriz, pero Jae apretó su mano de todas formas. Una vez más se resistió al deseo de preguntarle que le había pasado a sus padres. Heidi no lo dijo, a Reed no se lo permitieron y este, definitivamente, no era el mejor momento ni el lugar. "¿Recordaste alimentarlos?" Antes de que pudiera responder, Reed la interrumpió, "Creo que no nos conocemos. Mi nombre es Reed Lewis." Una mano amable fue extendida a su madre quien la tomó delicadamente. Preséntale a una actriz mal educada la reina de los modales... Jae miró incrédula cuando Reed se llevó a su madre y a los mellizos a la taquilla, luego miró atrás y le guiñó un ojo. Esta vez no contuvo la risa y la dejó salir. "¿Qué es tan gracioso?" preguntó una voz familiar. Becky fue directo a ella con una mano rodeando posesivamente las caderas de una esbelta morena. La actriz se inclinó y susurró algo al oído de su compañera. La otra mujer asintió y se fue en la misma dirección por la que su familia y Reed se habían ido.

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"Buenos días, Becky," dijo educadamente, contenta de que Reed hubiera desaparecido entre la multitud. Con el itinerario del día anterior, se les hizo imposible poder hablar y hoy había sido el desayuno con los mellizos, no tuvo oportunidad de decírselo. "¿Nueva novia? Si hubiera sabido de tu antojo por las altas morenas de cabello negro, me hubiera saltado la fase pelirroja y hubiera comprado un sombrero vaquero." Becky acarició su cabello que, actualmente, estaba de color caoba. "Podría hacerte la misma pregunta." Abrió la cajuela y sacó cuidadosamente dos guitarras. "¿Gillian? Por lo menos ella no teme decir 'te amo'." "¡Hey, Hollywood!" gritó Jules desde el otro lado del estacionamiento, "¿necesitas ayuda con eso?" Jae nunca había estado tan feliz en su vida de ver a la alta y morena guitarrista. "Tengo que irme." Acomodó la guitarra eléctrica en su espalda ajustando las correas de sus hombros, luego tomó la Guild acústica. "Como siempre." Jae se detuvo y se dio vuelta. "Sabes, Becky, una de las mejores cosas que quedan después de romper una relación es que no tienes que preocuparte por crear pequeñas conversaciones educadas. Así que, si me disculpas." Se dirigió dónde estaba el otro miembro de L'il Zon esperando, sus caras entretenidas le hicieron saber que Becky aún la miraba irse. "Debes ser increíble en la cama, chica" bromeó Alix. "Porque ella de seguro no quiere dejarte ir." "¿No te encantaría averiguarlo?" disparó Jae de vuelta con una amplia sonrisa en su rostro.

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"Nos presentaremos a la una, pon la alarma a las once. ¿Crees que puedas recordarlo o tengo que tatuártelo en la frente?" preguntó Mar entregándole un amplificador a un joven de seguridad. "Perfecto. Ponlo en un lugar donde no pueda verlo." Jae meneó la cabeza alcanzando dentro de la van otro amplificador. "¿Tienes algún plan hasta ahora?" preguntó Jules quitando un balón de basquetbol del asiento delantero de su Honda color pasa. "Mi madre y los mellizos están aquí y pensé en ir a ver cómo estaba Sarah. Está en el tanque de agua." La rubia actriz decidió que si tenía que participar, también iba a divertirse, así que se ofreció como voluntaria para ser la sirena del tanque. Sonrió para sí misma. Reed, por otra parte, pensó que servir hotdogs era más lo suyo. "¿Está aquí?" preguntó Mare sigilosa. "¿Quién?" "Quien sea que te tiene en la luna cada cinco minutos y desesperada por querer ensayar canciones de Chris de Burgh." "Hey, a mí me gusta Chris de Burgh," intervino Alix librándola del apuro. "Las veré en un rato." Jae le entregó la Guild al utilero, desviándose en busca de los demás instrumentos. El día empezaba a ponerse muy interesante.

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"Hey, chiquillo. No parece que te estés divirtiendo." Reed se sentó sobre una manta a un lado del sobrino de Jae con la piernas cruzadas. Él la miró pensativo, por un momento, con ojos solemnes antes de encogerse de hombros y hablar. "Estaba pensado en mi amigo Josh."

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Reed buscó con su mano los tallos del corto y pisoteado césped, esperando a que el niño siguiera. "No pudo venir este año." Tan sólo por el tono de voz de Alex, supo con dolor que, Josh, era uno de los niños por los que se hacía este evento benéfico. "¿Quieres ir a ver si lo encontramos?" "¿Podemos?" "Sí. No me necesitan hasta más tarde. ¿Qué tal si buscamos a tu hermana y a Jae al mismo tiempo?" La directora se había ido a preparar el escenario en el que tocaría la banda llevándose con ella a su sobrina. "Genial. Quizás Alix me deje jugar con su batería otra vez." Emocionado, se levantó. Reed siguió el camino que él eligió a través del lugar cada vez más lleno. De vez en cuando, alguien la reconocía y miradas sorprendidas eran puestas en su dirección. Ella, simplemente, las ignoraba, centrándose en cambio, en su joven carga. "¿Te gusta el helado?" "Sí." "A mí también. Déjame adivinar - Eres de los que le gusta de chocolate con galleta." "¿Cómo lo supiste?" "Mi... a un amigo le gusta así también. ¿Una o dos bolas?" "¿Dos?" preguntó con ilusión. "Dos, entonces." Pidió un cono doble de vainilla para ella, pagando un poco más por las bolas extras. "¿Srta. Lewis?" 333



"Llámame Reed ¿Qué pasa?" "¡Josh!" gritó y sus ojos brillaron recordándole a su tía. El pequeño gateó para reunirse con su amigo dejando al olvido el cono y la pregunta. Miró divertida como los niños se paraban con manos en los bolsillos, haciendo surcos en el suelo con los pies mientras iniciaban pequeñas charlas inconsecuentes con el propósito de cubrir el alivio mutuo. Y cuán aliviada estás tú. Dijo Reed para sí misma. Todo lo que tenía que ver con niños pequeños y mortalidad le era dolorosamente familiar, una vez tuvo que abrazar a Rio mientras lloraba cuando uno de los niños que había conocido en el hospital había fallecido. "¿Qué tienes tú con el helado de vainilla?" a pesar de su crítica, Jae se inclinó y le dio un buen bocado a su cono. Reed alzó una ceja a su amiga y gruñó, "mío." "Vale. Me comeré el de Alex, entonces." Pero antes de que pudiera morderlo, el niño en cuestión rescató el cono. "¡Tía Jae! Eso es mío." Alex, indignado, le quitó el helado. "Somos posesivos, ¿eh?" "Hey,

Tigger."

Le

ofreció

el

cono

a

Jae

para

que

diera

otro

bocado.

"Gracias. No debería comer más. Es malo para la voz." "No hay problema. Espera un segundo." Reed le pasó el helado y fue hasta donde estaban los chicos. Se agachó y le susurró algo a Alex dándole después un billete de cinco dólares. Los dos chicos corrieron hasta la mujer que Reed presumió era la madre de Josh. Conforme con la sonrisa en el rostro de Josh, se devolvió hasta donde estaba la directora. "Si no tienes cuidado empezarán a llamarte Reina del Helado." 334



Reed agachó la cabeza y mordisqueó el cono. "Y como mi primer acto, por la presente declaro un moratorio para el helado con sabor a chicle. "Jacqueline." El silencio y algo de culpa en sus ojos reemplazaron la cálida risa de la directora. "Madre." Una versión de Jae algo más pesada se paró frente a ellas con una mano en las caderas y la otra sosteniendo un bolso en el que, quizás, pudiera entrar todo el contenido de Macy's - tan grande era. Cada hebra de cabello estaba en su lugar y peinado en una trenza invisible sostenida con una fina horquetilla. Su vestido era igual de elegante, aunque casual al mismo tiempo. He aquí una mujer que le da gran importancia a la apariencia. La mujer la había estado estudiando críticamente toda la mañana y Reed ya estaba cansada. "¿Aprobé su examen?" arrastró Reed sin intención de retractarse después de recibir la mirada evaluadora que venían de unos ojos no tan verdes como los de Jae. "No elijo los amigos de mi hija, Srta. Lewis." Algo en la voz de su madre le decía que si fuera por ella, Jae hubiera tenido un set de amigos totalmente diferente. Un suave tirón en su camisa desvió la atención de aquella batalla de palabras, miró abajo y encontró a Josh sonriéndole con la mayor parte de sus labios, mentón y rostro cubiertos de helado. "Gracias." "Por nada." "Honestamente, Jacqueline, dime que no le compraste helado a Alex faltando tan poco para el almuerzo." "Madre..."

335



"No, no fue Jacqueline. Fui yo." Pronunció el nombre con claridad, suavizando las sílabas, quitando el sarcasmo que tenía cuando su madre lo decía. "Gracias por su generosidad pero, así no es cómo hacemos las cosas aquí. El helado es un postre." Tomando otro bocado del cono que Jae aún sostenía, Reed le mostró cuanto lo disfrutaba. "El helado no es más que leche congelada. Y la leche es buena para el cuerpo." "Es obvio que no tiene hijos." "¡Ya basta, madre! No tuviste por qué haber dicho eso," Cortó Jae. Para los demás, la expresión de Reed no había cambiado pero ella pudo captar el destello de dolor en los ojos de la actriz. "Si me disculpan." Reed se dio vuelta y se fue. Jae miró a la otra mujer mientras partía, luego se enfrentó a su madre. "No tienes ni idea... Espero que disfrutes el concierto." "Jacqueline..." "No, esta vez fuiste muy lejos. Voy a ver cómo está Alex quien es mi responsabilidad hoy, no tuya y luego iré a disculparme con Reed por ti." Molesta, Jae se giró y se fue, perdiéndose la mirada especulativa sobre el rostro de su madre. La rubia corrió apurada a donde estaba Alex pateando un balón de fútbol. "¿Está bien si te quedas con Josh?" "Sí, vamos a los juegos de niños." Él ni la miró, concentrado en patear el balón lo más cerca de donde estaba Josh. Ella lo despeinó robándole el balón y mandándolo justo donde estaba el pie del otro niño. "Estaré en el escenario cuando termines. Pórtate bien." "Lo haré." 336



Y ahora, si yo fuera Reed, ¿en dónde me escondería? Menos mal que tengo las llaves del auto. Jae se detuvo, buscó su móvil sacándolo del forro y marcó el familiar número. "¿Hola?"

"Olvidaste tu cono." Dos pequeñas líneas de helado derretido deambulaban sin rumbo fijo hasta su mano y despreocupadamente, Jae pasó su lengua por las gotas antes de que hicieran contacto con su piel. "Sí que lo hice." "¿Jugamos a las escondidas o prefieres estar sola?" "Jae, hay, al menos, doscientas personas aquí hasta ahora. No creo que estar sola sea una opción." "Escondidas, entonces." La actriz soltó un bufido y Jae pudo imaginar la pequeña sonrisa en sus labios mientras trataba de disimular la risa. "Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez... lista o no, Roo, aquí voy." Ahora la actriz reía en voz alta y Jae colgó la llamada, con una sonrisa que, estaba segura, concordaría con la de Reed.

"Muy bien, ¿cuántas mujeres de seis pies de alto vestidas con estilo vaquero puede haber por aquí, hmmm?" "¿Hablando

sola

otra

vez,

Hollywood?"

Mare

se

detuvo

"Síp," concordó, continuando su búsqueda por Reed entre la multitud. "¿Cait y Thom vienen?" "Sí. Deberían estar aquí en una hora o dos. ¿Por?" "Nada, sólo pregunto."

337

a

su

lado.



"Unh-hunh." Ahí. Justo al lado del corral de ponis había un largo cuerpo casualmente apoyado de la cerca de madera. ¿Cómo me las arreglo para llegar a ella sin que me vea? "¿Aine sigue con Jules?" "Sí, la chiquilla canta muy bien. Creo que Jules quiere que haga una canción con nosotras." "Le encantaría hacerlo. Adora a Jules." "Aunque tu madre armaría un berrinche nada más al oír la idea." "Lo va a superar." Dijo bruscamente, aún furiosa internamente por la forma en que su madre trató a Reed. Una cosa era que sus decisiones y su vida fueran escudriñadas y tachadas como sosas, pero no iba a dejar que sus amigos fueran atacados por ella. Ya no. "No llegues tarde, ¿de acuerdo?" "Vale." Caminó alrededor del pequeño establo, esperando alcanzar a Reed sin que la viera. "¿Es ella?" "¿Ella?" "La chica que te tiene sonriendo. Mierda, Jae, pero ella es algo." "No es cómo crees. Sólo somos amigas. No soy de su tipo." "Por una mujer como esa, yo me haría de su tipo," bromeó Mar. "Eso te costaría unos veinte mil dólares y cuatro operaciones. Pero lo tomaré en cuenta." Miró a alta morena sigilosamente. "Y además, estoy segura que Alix tendría algo que decir sobre eso."

338



"Hey, ver está permitido aun cuando la tarjeta de crédito está al máximo..." "Eres incorregible." El helado de vainilla empezaba a derretirse en su mano y Jae tuvo que lamer otra vez el cono ya casi a acabar. "Nos vemos luego." "Adiós." En el momento en que se volteó para despedirse, Reed había desaparecido, miró a su alrededor confusa. Pero si estaba allí. En el establo de ponis, los niños eran conducidos por el corral, en sus rostros se veían brillantes sonrisas llenas de alegría. "Hola," una voz grave se arrastró en su oído casi haciendo volar el cono cuando saltó del susto. "Ahh... ¡Reed!" Jae se dio vuelta para enfrentar a su amiga quien tenía una ceja arqueada en humor desenfadado y ojos azules con un brillo de alegría. "¿Cómo haces eso?" "Magia. Sales del árbol, das unos cuantos pasos mágicos, te rocías con polvo de duendecillos y voilá..." La actriz chasqueó sus dedos en el aire. Reed no parecía estar tan mal después de la discusión con su madre pero, Jae sabía que, sólo porque no lo demostrara exteriormente, en su interior, las aguas estuvieran calmadas. "Cuando era niña, las otras chicas del vecindario tenían pijamadas. Un montón de chicas nos íbamos a la casa de otra. Comíamos pizza y veíamos películas toda la noche. Los padres de Cory tenían un Beta y recuerdo haber visto 'La Masacre de Texas' y haber tenido problemas con la salsa de tomate. Estábamos aterradas, pero fue divertido. Yo nunca tuve una pijamada en mi casa." Jae se detuvo y miró el verde y abundante follaje de Griffith Park. "No, no es cierto. Sí tuve una." Miró a la actriz. "Mi madre tiene buenas intenciones, pero se preocupa demasiado por cómo deberían ser las cosas."

339



"Está bien, Jae. Debí haber preguntado antes de llenarlo de helado." "No. Yo lo dejé a tu cuidado. Mi madre tiene que aceptar que no puede controlar todo, o a mí." "¿Cómo puedes dejar que te llame Jacqueline?" Reed le ofreció el último trozo del cono, ella abrió la boca dejando que la actriz lo dejara en ella. "Eso, Roo, es una muy buena pregunta." Aunque si los demás lo pronunciaran como Reed, quizás podría, simplemente, reconsiderarlo y usarlo. "Te queda bien." "¿Eso crees?" "Síp, te queda bien."

*

*

*

*

*

*

*

La mujer quien Jae había presentado como Jules rasgó los acordes del primer número y Reed pudo ver a varios miembros de la banda pendientes de la multitud midiendo la reacción de la audiencia. Decidieron empezar con algo animado e informal para atrapar la atención de los niños. 'Twist and Shout' había ganado sobre 'Walking on Sunshine' y 'Kharma Chameleon'. Por pura compasión, supuso. Los primeros tonos de 'Girls Just Wanna Have Fun' cayeron sobre los oídos de la multitud y la sobrina de Jae, Aine, salió de una del fondo y le quitó el micrófono a su tía. Los pequeños miraron, gritaron y bailaron como alguien de su propia edad hubiera hecho con la melodía de Cyndi Lauper. Aunque, pensó Reed, no tienen ni idea de quien la grabó originalmente. Los aplausos estallaron, Aine dio una reverencia al público y salió del escenario saltando por las bandas. Jae se sentó en un banquillo y empezó a tocar los acordes de un cover de Indigo Girls. Reed no pudo recordar el nombre de la canción pero le era 340



familiar de cuando estaban en el hotel de Orlando. Otra guitarrista animó a la multitud, invitándolos a cantar con Jae. Las letras del coro invadieron al público presente, reuniéndolos, conectándolos unos a los otros con un tema común de la música. Inconscientemente, se dio cuenta que no podía quitar los ojos de Jae. "...Así que, estamos bien, perfectamente bien. Estoy aquí para detener tu llanto, perseguir todos los fantasmas que hay en tu cabeza. Soy más fuerte que los monstruos bajo tu cama, más inteligente que las trampas en tu corazón. Los miraremos juntas y los haremos pedazos. Sumándolo a todo lo que es cierto. Multiplicando la vida por el poder de dos..." Las palabras habían adquirido un nuevo significado desde que las escuchó por primera vez y Reed le sonrió a Jae de vuelta. Estiró sus piernas y se apoyó en sus manos. A su lado, Alex y Josh se estiraban después de haber terminado lo último del almuerzo. Resultó ser que no necesitó servir hotdogs después de todo, y, en vez de ello, felizmente tomó la tarea de cuidar a los niños. Estaba segura de que a Riordan le hubiera agradado Alex. Tal vez cuando le llame más tarde, los presentaré. Un movimiento a un lado del escenario captó su atención y Reed volteó a ver de qué se trataba; sus ojos se encontraron con dos pulgares arriba y una fresca sonrisa. Ella asintió y sonrió, luego golpeó ligeramente a Alex en el pie. "Hey colega, mira esto." En el escenario, Jae cambió su guitarra acústica por la eléctrica y comenzó a tocar la melodía de otra canción. Los focos de luz danzaron alrededor de la directora antes de iluminarla desde atrás, las luces de fondo haciendo de su aparición dorada y brillante. Otra guitarra rasgó las primeras notas de una melodía y Reed sonrió mientras las otras dos miraron a su alrededor confundidas. Jae estaba tan centrada en lo que hacía que, simplemente, ajustó los acordes y siguió tocando. No fue sino hasta que el público comenzó a gritar que Jae se giró para mirar a los demás miembros de la banda. Reed estaba lo suficientemente cerca como para notar el asombro en sus ojos verdes esmeralda cuando reconoció a la mujer que la acompañaba en el escenario. 341



"¿Te importa si te acompaño?" la grave y profunda voz se elevó desde el escenario. El resto de la banda se recuperó y todos comenzaron a improvisar el comienzo de la canción. Jae meneó la cabeza y se hizo a un lado para compartir el micrófono con alegría y asombro. Satisfecha, Reed se reclinó nuevamente para disfrutar escuchar a Jae tocando con una de sus ídolos. "Dime ¿quién te ama como yo? ¿Ella te provoca, te atrae y te cautiva? Dime ¿extraña tu existencia sólo por besarte... como yo lo hago?" "Dime ¿te desea, encapricha y persigue? ¿te infecta, te seduce y te afecta... como yo lo hago?" La dos mujeres entrelazaron sus voces la una con la otra. El contralto de Jae haciendo un perfecto contraste para la voz ronca de su compañera. "¿Puedo sobrevivir a todas las consecuencias? Aún si lo intentara, ¿podrías ser menos que una adicción? ¿Crees que no sé qué hay muchos quienes rogarían, robarían y mentirían, pelearían, matarían y morirían... Sólo por abrazarte como yo lo hago?" "Dime ¿Ella te ama como yo? ¿Te provoca, atrae y te cautiva? Dime ¿extraña tu existencia sólo por besarte... Como yo lo hago?" Un clamor de apreciación se escuchó en el escenario desde el fondo cuando se dieron cuenta de que estaban siendo tratados de una forma especial. Los miembros de la banda claramente disfrutaban del momento y parecía que Jae irradiaba emoción. "Nadie te ama como yo. Nadie te desea como yo. Nadie te necesita como yo. Nadie sufre tan sólo por abrazarte. Como yo lo hago." "Dime ¿ella te ama como yo? ¿te provoca? ¿te atrae y cautiva? Dime ¿extraña tu existencia sólo por besarte... Como yo lo hago?" 342



"Dime, ¿te desea, encapricha y te persigue? ¿ella te inyecta, seduce y te afecta... como yo lo hago?" Las últimas notas fluyeron y Jae se acercó a la otra mujer para hablarle y miró enseguida donde Reed estaba. Atrapada. La directora obviamente había descubierto que ella había tenido algo que ver con el temporal miembro extra de la banda. Reed sonrió y le guiñó un ojo aun cuando sabía que Jae estaba muy lejos como para verla. Más susurros fueron intercambiados y Jae cambió de guitarra nuevamente. La mujer en el escenario formó un semicírculo alrededor de Jae quien, una vez más, tomó asiento en el alto taburete. La baterista comenzó tocando lentamente e iba incrementando la velocidad mientras, una a una, las otras cuatro la acompañaron, siendo Jae la última. El público comenzó a aplaudir en el momento en que reconocieron la canción, L'il Zon tocó al terminar el coro antes que Jae se inclinara y comenzara a cantar. "Cada vez que miro tus ojos veo un amor que el dinero no puede comprar. Una mirada tuya y me mandas lejos de ti. Rezo por que estés aquí para quedarte. Todo lo que quieras, lo tendrás. Todo lo que necesites, lo tendrás. Absolutamente todo lo tendrás." Ella era el único público. Reed sabía que aquello estaba destinado sólo para sus oídos, que la directora usaba la música para transmitir lo que sentía. Melodramática. Rió suavemente para sí misma, las dos entretenidas y emocionadas por el gesto. La canción ya estaba escrita pero, de alguna forma, se había convertido en mucho más que eso. "Cada vez que te abrazo empiezo a entender. Todo en ti que me dice que soy tu mejor amiga. Así que, vivo mi vida para estar contigo. Porque nadie más puede hacer lo que tú haces." La intensa voz de Jae siguió el coro sola la segunda vez. "Todo lo que necesites, sabes que lo tendrás. Lo tendrás. Todo lo que necesites, lo tendrás. Absolutamente todo lo tendrás." 343



Ecos de emoción resonaron en el aire después de que las notas finales cayeran al silencio. Jae se inclinó al micrófono. "Gracias." Las palabras eran para la multitud, pero el sentimiento era para ella. Reed susurró en voz baja, "De nada."

Capítulo 37 Cait le dio un empujón a Thom. "Oh, mierda." "Mierda va a ser... ¿Viste quien está con Jae?" "Ella no, la otra." Enfatizó señalándola. "Vamos." Tiró de su prometido junto con ella. "¿Qué tiene Becky de importante?" "Tomaría horas explicarlo, te lo diré después. Vamos." Becky vio a L'il Zon presentarse, la asistente había reconocido la expresión en el rostro de la actriz. Cuando la canción terminó, Becky siguió la dirección de la mirada de Jae, la rabia era visible en sus ojos mientras Jae hablaba. ¿Cómo pueden ser tan ciegas? Incluso Becky puede ver que hay algo entre ustedes dos - y no le gusta. Cait sintió como si estuviera presenciando un desastre en progreso. Becky iba justo donde a Reed estaba sentada con Alex y otro chico. Miró arriba al escenario donde estaba la banda en medio del coro, Cait pudo ver los ojos aterrorizados de Jae cuando se dio cuenta de a donde se dirigía Becky, sin poder hacer nada para detenerla. "¿Rebecca Devereaux podría, por favor, presentarse en la taquilla principal de tickets?" Se escuchó el altavoz sobre la música de la banda y Becky alzó la cabeza. La ingenua presa de la actriz continuó viendo el show, la apariencia dura que Caitlynn vio en el rostro de la mujer, se suavizó por completo. Cuando la ex de Jae giró 344



alejándose del otro grupo tumbado en el césped, lanzó un suspiro de alivio. "Eso no fue más que suerte." Thom alzó su teléfono móvil. "No, la de la suerte la que está allá arriba en el escenario. Esto fue producto de la tecnología. Sé que Jae es buena con eso y todo pero, ellos son sólo un montón de tipos que hacen las cosas si les da la gana - así que, ¿qué fue lo pasó?" "No lo sé, pero tú eres el reportero y apuesto a que pronto lo sabré." Le dio un travieso empujón. "Mira nada más, ¡Hola, Caitlynn! Que agradable verte otra vez." Elizabeth Cavanaugh la saludó cálidamente. Cait la abrazó de vuelta y le presentó a Thom. "¿Se acuerda de Thom?" "Claro y felicidades a los dos. ¿Puedo hablar contigo, cariño? Estoy algo preocupada por Jacqueline." "Ahora no es un buen momento." Sobre el hombro de la mujer mayor pudo ver a Becky volviendo a dirigirse donde Reed estaba sentada. Jae, vas a tener que apresurarte con esto, porque a ti, amiga, se te está acabando el tiempo. Elizabeth Cavanaugh dejó una mano sobre la cintura de Cait. "¿Pasa algo malo?" el tono de su voz era amable, para nada sentencioso. Caitlynn pasó la mirada de la rubia, que bajaba rápidamente del escenario, a la actriz de cabello oscuro tumbada sobre la manta. "Creo que esta vez sí," dijo prudentemente. Si Becky las caga. Si Jae no encuentra otra forma de cagarla. "Bien." Respondió furiosa.

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La asistente miró sorprendida a la madre de su amiga y rápidamente, se hizo una idea detrás de la impactante revelación que aquella palabra había desencadenado en su mente.

*

*

*

*

*

*

*

Su teléfono móvil sonó y, lánguidamente, Reed buscó en su bolso el delgado modelo Nokia. "¿Hola?" "Hey," respondió Heidi. La actriz miró su reloj y lo devolvió de nuevo a su bolsillo, era temprano. "¿Rio está por ahí?" "Síp. En el patio con Finnegan." "¿Aún puede montarse en ella?" Rio había visto el reestreno de una vieja película de Disney 'The Swiss Family Robinson' y decidió que, si Ernst podía montarse en un avestruz, él podía montarse en una oveja. Era una de los pocos animales a los que no era alérgico. "Apenas. Geoff está con él. ¿Has sabido algo de la entrevista?" "No. Pero se supone que Dixon va a entregar hoy su versión, tendremos que esperar a ver cuán mala es la de 'Up Close'." Les dio la espalda a los niños por un segundo con un ojo aún en el escenario. "Ahora no es un buen momento para hablar. Te llamaré luego y te diré." "Bien. ¿Quieres que te ponga a Rio?" "Después. Quiero presentarle a alguien. Podrían pasar tiempo con los juegos de rol." "Suena bien. ¿Conociste a alguien?" Se animó Heidi a preguntar, interesada.

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¿Qué podía responder a eso? Sí y no. "No. No es lo que piensas. Es el sobrino de Jae que está conmigo. Pensé que podrían llevarse bien. Dame media hora más o menos para escabullirnos y te llamo." La música del escenario empezaba a acabar, las últimas notas comenzaban a ahogarse bajo los gritos y aplausos del público. Jae bajaría pronto del escenario y podrían escaparse por un segundo. Gracias a Dios por los fines de semana libres. "Bien, si tú lo dices. Hablamos luego." "Adiós." ¿Qué demonios quiso decir con eso? Tenía que recordar preguntárselo luego. Estaban presentando el próximo acto y varios miembros de L'il Zon bajaron por las escaleras derechas del escenario. Reed vio con interés como una rubia se separaba de un grupo de chicas y le entregaba un pequeño bebé a la rockera a cambio de un beso discreto. El chiquillo fue lanzado al aire y sobre la multitud se escuchó la risa del pequeño. Otro niño se aferró de las piernas de la mujer y riendo fueron hasta la manta donde ellos estaban. ¿Qué pasa con Jae? Los ojos de la directora tenían un brillo desalentador y a Reed le pareció que la sonrisa en sus labios era algo tensa. Después de un segundo, una multitud rodeaba la manta. Caitlynn Waters y Thom Dixon habían llegado junto con la mamá de Jae. Jules levantó a Aine de sus hombros y la dejó a un lado de su hermano. Cristo, ¿es que Jae no tiene ningún amigo hetero? Mare y la baterista estaban tomadas de la mano. Parte de ella espera que Holly saliera de repente, aun sabiendo que la guionista estaba en San José visitando a unos amigos. "¿Estás bien?" susurró mientras Jae se acomodaba a su lado. "Sí. Sólo un poco abrumada, supongo. ¿Cómo lograste eso?" "Sólo pregunté, nada del otro mundo." "¿Sólo preguntaste?"

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"Síp. Un educado: 'Hola, mi nombre es... ¿Podrías...?' Casi como un email." "Eres increíble, Roo." Alex se encaramó en las piernas de su tía y ella le despeinó el cabello jugando. "Ve a fastidiar a Thom un rato. Tengo que hablar con Reed." Alex se levantó obedientemente y para sorpresa de Reed, le dio un rápido abrazo antes de irse corriendo hasta el alto reportero. "Son muy lindos." Jae los miró por un rato. "Sí, quizás esto sea lo más cercano que llegue a la maternidad y hago lo que puedo." Sobre el hombro de Jae, Reed podía ver a Elizabeth Cavanaugh mirándolas directamente. Se acercó más a ella sintiendo que debía protegerla. "Son muy afortunados de tenerte." Miró en dirección a Alex y Aine que jugaban Thom y con la otra pequeña niña y tomó una decisión "¿Quieres conocer a Rio?" La sorpresa en los ojos de Jae revelaron la respuesta antes que las palabras dejaran sus labios. "Sí, me gustaría." "Vamos. Dejé la laptop en el auto." "¿Trajiste tu laptop? Sabes, la mayoría de las personas traen un libro..." "Ja ja." Reed se levantó y le ofreció una mano ayudándola a levantarse. La haló fuerte olvidando cuan ligera era y casi terminó en el césped con la directora sobre ella. "Whoa." Jae rió, su aliento haciendo cosquillas en el cuello de Reed. La actriz suprimió el involuntario estremecimiento. "Disculpa." Los ojos verdes se encontraron con los de ella y, por un segundo, se sintió fuera de lugar y tiempo. Cuidado, no estás en escena y ella no es tu co-estrella. "No importa." 348



Juntas se pusieron encamino atravesando el mar atiborrado de gente tomando sol, hasta llegar al auto de Jae. Elizabeth Cavanaugh miró partir a su hija. Jacqueline estaba comprometida con la actriz en formas que nunca había visto en su hija. Era Reed quien demandaba toda la atención de Jae y, cuando hablaron, fue como si nunca hubiera visto a su hija. Jacqueline había sido diferente desde que nació. La inteligente y calmada mirada de la recién nacida se había reunido con la suya cansada y, enseguida, supo que esta hija suya, era tan diferente a ella como dos personas podían ser. Ella parecía siempre estar buscando algo que, simplemente, estaba fuera de su alcance. Aún su padre, aunque la mimaba, nunca entendió muy bien a Jacqueline. Nadie lo hacía. Nadie excepto mi padre - y sólo así fue que mi madre pudo empezar a entenderlo a él. Mirándola irse, deseó que aún estuviera vivo. No había caja para su hija. No había ningún lugar seguro donde la joven pudiera esconder su identidad. Jacqueline se sorprendería al saber que, su sexualidad, no había sido ningún secreto desde que entró en la pubertad. Trató, al menos, de enseñarle como esconderlo - trató de darle las herramientas para que pudiera ser como los demás. Así que, intentó forzarla a tomar clases de baile y piano, intentó infundirle respeto por las tradiciones y rituales familiares. Pero su hija no quería ser parte de eso, satisfecha con seguir el camino que sólo ella podía ver. De pie bajo el ardiente sol de la tarde, siguió mirando la esbelta figura de su hija y de su nueva compañera. ¿Funcionaría esta vez? "¿Jacqueline, cariño? ¿Estás arriba?" Una menuda voz respondió tranquilamente, "Sí." Podía escuchar el dolor en la voz de su hija, casi podía ver las lágrimas que sabían corrían por las mejillas de la jovencita. Algo pasó en la clase de baile y Elizabeth deseó

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fervientemente que su esposo llegara en cualquier momento. "¿Necesitas hablar sobre lo que pasó?" "El amor apesta." "Sí, a veces." Subió lo que le faltaba para llegar al ático y apoyó de una columna esperando a que la adolescente continuara. Para ese entonces no lo sabía pero, esa noche, fue la primera de muchas desilusiones que recibió de su hija y, en algún momento de su vida, se le rompió el corazón al ver tanto dolor en los ojos de su niña, así que dejó de discutir con ella. Después de eso, Elizabeth simplemente asentía y le decía a la niña que no todo el mundo tenía por qué tener una pareja para sentirse completos. Que habían otras personas que estaban destinadas a otras cosas. ¿Es mi culpa? ¿Había contribuido, sin darse cuenta, con la incapacidad de Jae para mantener una relación? ¿Había ayudado a crear su propia profecía? Quizás no era muy tarde para arreglarlo.

Capítulo 38 Con la mente hecha un lío, Jae caminaba al lado de Reed. ¿Perderé todo esto? Caminaban casi hombro a hombro y, varias veces, Reed descansaba su mano sobre la menuda espalda de Jae, guiándola a través de la multitud. Se sorprendió al saber cuánto ansiaba ese simple contacto. Un gesto sin ningún motivo que esconder ni expectaciones y ahora, ahora quizás pudiera perderlo. Aunque, hoy Reed la había sorprendido varias veces con total falta de reacción a cosas que, estaba segura, provocaría a la actriz. Como lo de Mare y Alix. O lo del niño. No, pensándolo bien, ni se sorprendió. "¿En qué piensas?." La grave voz de Reed la atravesó distrayéndola.

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"Ummm, lo siento. Me distraje." Tenía que decírselo pronto. Hoy. Pero, por ahora, quería disfrutar del momento entre ellas. Por si acaso. "¿Cuán bueno es Alex guardando un secreto?" Era uno más de los abruptos cambios de tema de la actriz. "Como lo es un niño de nueve años. ¿Por qué?" Reed sonrió. "Pensé en dejarlo jugar con Rio a los RPG." "No estoy muy segura de lo que sea un RPG, pero sí sé que si se trata de ordenadores, a él le encantará." "Ve encendiendo el ordenador y conecta el móvil como te enseñé, volveré en seguida." Reed le dio el teléfono. "Supongo que podré arreglármelas con eso," dijo dudando. "Pero ¿no tendría más sentido si tú lo encendieras y yo buscara a Alex?" "Lo tendría si no tuviera que hacer una pequeña parada en los servicios. Enciéndela, cuando vuelva arreglaré lo del móvil y tú vas por Alex." "Suena bien." Llegaron al auto, Jae abrió el maletero agarrando el bolso de Reed y abriendo una refrigerador portátil que estaba en asiento trasero. "¿Tienes sed?" "Sí." Los ojos azules echaron un vistazo dentro del cooler y se iluminaron cuando se fijó en algo. "¿Jones's Cream Soda? No creí que se pudiera conseguir aquí." Jae rió y sacó una botella. "No se consiguen. Filmé una película en Vancouver, la probé y me encantó. Una amiga me las envía por FedEx". "Tienes buenos amigos." 351



"Me gusta pensar que es cierto." Dijo Jae tranquilamente, sostuvo su mirada con la de Reed y fue recompensada con un ligero rubor. "Vuelvo en un minuto." La directora meneó su cabeza divertida mientras Reed salía del auto. Tomó una manta del maletero y fue hasta a la sombra de un gran árbol. Abrió su bebida, apoyándose contra el suave tronco y sacando la laptop del estuche. Una suave brisa despeinó su cabello y Jae se dio un momento tan sólo para respirar y absorber el día. El zumbido del disco duro entremezclándose sin problemas con los sonidos que la rodeaban. Pensó que era un momento perfecto. Hizo a un lado la calma del momento y volvió su atención a la tarea que se le había encomendado. El móvil se conectó sin problemas y encontró fácilmente el explorador, un simple doble clic y ya estaba conectada a la red. Oooh, esto es interesante. Abrió favoritos, y encontró una serie de intrigantes nombres, incluyendo el de Holly. Pinchó uno y la máquina chilló, trató con otro y el resultado fue el mismo. "Estúpida máquina," Murmuró después del suspiro. "¿Pasa algo?" Culpable, se sobresaltó, no había oído llegar a la actriz. "No puedo abrir este link." "¿Por qué no?" "Yo qué voy a saber - Es tu ordenador." Reed se sentó junto a ella, su cuerpo cercano al suyo echando un vistazo sobre su hombro a la pantalla. "Ah." Pinchó algunas teclas y la página a la que Jae había estado tratando de entrar, se mostró en la pantalla. "Net Nanny." "¿Net Nanny?"

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"Es un programa que instalé para mantener a Rio alejado de sitios en los que no debería estar." Presa de la curiosidad de lo que Reed había estado leyendo que la Net Nanny hubiera bloqueado, Jae comenzó a leer. El link abrió una historia a medio acabar y, mientras leía, resistió el impulso a mirar a Reed. Oh, Dios... "Entonces, definitivamente, necesitas tu café," dijo Rose, trayendo dos tazas de café. "Y si vas a darme un beso de buenos días, hazlo bien." "Mmm, aliento mañanero. No habrás besos hasta que me cepille." "Me arriesgaré." "¿De verdad?" Una ceja se alzó ligeramente mientras dejaba las tazas en la mesa. Se dio vuelta agarró una muletilla, luego la otra y las dejó a un lado antes de reunirse con los brazos de Rose. "Así que quieres un buen beso de buenos días, ¿eh?" Bajó la cabeza y derramó todo su amor en una serie de suaves besos. Sus labios atraparon los suyos suavemente y persuadiéndola hasta que sintió que la boca de la joven se abría para ella. Ronnie acalló los gemidos en su garganta mientras su lengua comenzaba a explorar dentro de la de Rose. Oh sí, te gusta ¿cierto? Para su sorpresa, sintió una lengua bastante insistente, tratando de abrirse paso hasta su boca. Ahora fue el turno de la ejecutiva de gemir. Cuando se separaron, ambas mujeres se tomaron unos segundos para mantener en control sus respiraciones. "¿Cómo estuvo?" Dijo con voz divertida. "¿Ahora sí es un beso de buenos días?" (1) Indiferente, cerró el archivo y abrió otro. Podía sentir a Reed mirando y esperando por su reacción. Por un momento, pensó que sus cejas iban a formar parte de su cabello cuando se dio cuenta de lo que estaba leyendo. Mariel suspiró profundamente mientras cubría sus ojos con su mano, esperando poder controlar la adrenalina que la hacía temblar. Era una mezcla de miedo, dolor y esperanza.

Escuchó

la

tranquila

voz

"Lo siento..." 353

de

la

detective

en

su

oído.



La mujer joven quien había completado su doctorado en psicología forense hacía un año y que había resuelto el primer caso que había recibido, exhaló después de oír las palabras. Mariel no sabía que responder a aquello. Parte de ella quería decir, '¿¿Lo sientes?? Oh, dices que sientes haberte ido por tres meses sin llamarme... O que sientes haber desaparecido sin dejar rastro... o ¿quizás sientes haberme llamado ahora? Bien, disculpa no aceptada.' Su otra parte quería, simplemente, acurrucarse en ella y olvidarse del frío invierno de enero. En vez de eso, se mantuvo en silencio. "Mariel..." Habló Tina tranquilamente, el dolor en su voz grave casi haciéndole daño. La voz apagada de una mujer requiriendo que el equipo Smith se reuniera en la Puerta 13, llenó el silencio entre ellas. Con un susurro, Mariel respondió. "¿Sí?" Hubo una pausa mientras la investigadora respiraba y hablaba nuevamente, el cansancio y la emoción incrementándose en su voz. "Lo siento..." Mariel se acercó más y tiró de la colcha dejándola sobre sus hombros, su mano sostenía el teléfono fuertemente contra su oído. Un millón de emociones diferentes corrieron

dentro

de

su

cuerpo.

Tragó

con

dificultad

y

cerró

sus

ojos.

"Así que, estás en Miami..." (2) Fascinada, bajó la página con el mouse y siguió leyendo. La voz de Mariel atrapó la atención de Tina, nuevamente, y alzó la mirada para ver a la rubia en la puerta a punto de irse. Apenas sonriendo antes de que se fuera, la joven psicóloga forense habló delicadamente. "Es bueno verte otra vez.." Y, después de eso, se fue, dejando a la detective sola con sus pensamientos. Con el dolor que comenzaba a disminuir y la fiebre de antes alcanzando su punto máximo, 354



Tina sólo pudo sentirse completamente agotada, increíblemente cansada y totalmente comprometida a compensar a Mariel por todo lo que había hecho y lo que había dicho. Si algo había aprendido de su viaje era que no volvería a dejarla otra vez. Desafortunadamente, la parte más difícil estaba por comenzar. (2) Bien, ¿cómo me salgo de esta ahora? Por otra parte, ¿es este

el comienzo que

esperaba?

"Yo, eh... Los encontré mientras buscaba más historias de Holly." Reed miraba el césped, jugando con él. El sonido intermitente del disco duro resaltando la superficial respiración de la actriz. "Tú y tu investigación." Jae sonrió y casualmente abrió otro link cuyo nombre había reconocido. "Adoro estas cosas. Thom puso el de la risa en la contestadora de Cait. A todo el mundo le encanta." Pequeños roedores bailarines empezaron a alinearse en la pantalla y rió tontamente. Una suave exhalación de aire proveniente del cuerpo a su lado, le hizo saber a Jae que había reaccionado como debía. "A Rio también le gustan." Hubiera dado lo que fuera por saber lo que ocultaban aquellos increíbles ojos azules, pero el momento pasó. "Volveré en seguida." Jae apretó el hombro Reed y se fue en busca de su sobrino.

*

*

*

*

*

*

*

Acostándose de espalda apoyada de sus hombros, sonrió para sí misma. Había pasado ya una hora. Rio y Alex no fueron los únicos quienes se la llevaron bien. Cada vez que Alex miraba a la actriz, una luz de total adoración brillaba en sus ojos claros. Aunque la súper laptop de Reed también había hecho parte de eso. Reed estaba tumbada a su lado, con los ojos cerrados, sus manos sobre su abdomen. Por un momento, Jae se permitió estudiar a la otra mujer. 355



La tensión de aquella mañana había desaparecido y estaba bastante segura de que Reed estaba disfrutando del momento. Dejó que sus ojos recorrieran su cuerpo, empezando por sus brazos ligeramente musculosos y sobre sus piernas largas, morenas y bien formadas que se mostraban bajo la falda informal, subió la mirada nuevamente y cayó dentro de la de su amiga. "Hey." "Hey..." Respondió Reed con una ligera sonrisa en sus labios. "Deberíamos irnos antes que manden un equipo de búsqueda." "En verdad trajimos a una chaperona..." Como un gato, se puso boca abajo y miró a Jae a través de los flequillos que colgaban desordenados sobre sus ojos. Sin pensar, Jae alargó su mano y delicadamente apartó los mechones de sus rostro. "Ummm, alguien tiene que mantenerlos alejados de problemas." De ninguna manera voy a volver allí, ni de coña. ¿Asustada, mi niña? "Sabionda." Las dos sonreían cuando Jae tomó la iniciativa y siguió la burla. "Sí, pero soy tu sabionda." "¿Por qué Jac-que-líne, yo creo... acaso tu abuela te lo dice?" Bromeó Reed. "Voy a pillarte por eso." Sin pensarlo, saltó sobre la actriz tratando de inmovilizarla sobre el césped, en vez de eso, consiguiendo lo contrario. "Lo harás, ¿no?" Una sonrisa de suficiencia decoró el rostro de Reed cuando ronroneó las palabras. "¡Alex! ¡Ayuda!" Levantó sus caderas tratando de zafarse con éxito de la actriz sólo para dejarle un blanco fácil. El niño sonriente saltó sobre ella y pronto todo se volvió un enredo de brazos y piernas. 356



Las manos de Reed rozaron sus costados y jadeó al registrar las sensaciones en su cerebro y su cuerpo. La piel bajo sus dedos era suave, los ligeros músculos se ablandaron mientras la actriz se retorcía para esquivar las cosquillas. Era sensual sin ser sexual y Jae se maravilló al darse cuenta de la diferencia entre la interacción con esta mujer y las otras innumerables con que había estado. Al final, sus miradas se encontraron y Reed le guiñó un ojo. Luego, por mudo acuerdo, las dos miraron a Alex, haciéndolo retorcer bajo el combinado asalto de sus dedos. "Tío... Tío..." "Tú no tienes tío" Le tomó el pelo, aflojando el ataque de sus dedos y dejándolo respirar. "Tiíta..." Ella se volvió a sentar sobre sus talones dejándolo incorporarse. Reed se acercó y le apretó la nariz. "Vamos, creo que necesito otro helado después de todo esto. Por qué no van doblando la manta y todo." "Genial." Alex se levantó en seguida y trató de doblar la manta con cuidado. Jae bajó la mirada viendo a su amiga, sorprendida al ver lágrimas formándose en las esquinas de sus ojos. "¿Estás bien?" "Como nunca." Hubo un momento de silencio antes que Reed continuara. "Lo necesitaba. A veces le hecho mucho de menos." "Es un chico muy afortunado." "Yo soy la afortunada." Reed se levantó y tomó una de las esquinas de la manta ayudando a Alex a guardarla en el auto.

357



"El último en llegar es un huevo podrido." Gritó Alex sobre su hombro ya en camino hacia el evento y su atmósfera de carnaval. "Se ve que es tu sobrino..." Reed se echó a correr tras él. Sus largas piernas comiéndose rápidamente la distancia. Jae cerró el auto y se echó a correr. Más adelante vio a Reed alcanzar a Alex, cogerlo y levantarlo sobre sus hombros. "Parece que es un empate, tigre," escuchó a Reed decirle a Alex. "No exactamente, Roo." Rió Jae, dándole a Reed un codazo en la barriga mientras pasaba volando. Tenía la cabeza volteada hacia la actriz y no pudo ver a Becky quien se separaba de un grupo a la izquierda de donde su familia y sus amigos estaban. Lo próximo que Reed supo fue del fuerte agarre en su brazo, previniendo lo que pudo haber sido una fea caída. "¿Estás bien?" "Sí." Lo cual era exactamente lo opuesto de la verdad. Ojos color ámbar se estrecharon maliciosamente inmovilizándola en donde estaba y tragó convulsivamente. Le dio una enferma sonrisa y una ceja arqueada de igual forma enviándole a la directora un mensaje detallado. Era como ver un film cuadro por fotograma a fotograma en una cinta de video. Podía ver cada detalle. Podía ver los mechones de su cabello moverse con el viento. Podía ver el ligero rubor en la piel alabastro de su ex-amante, mientras su rabia y dolor se esparcía dejando en ella la piel sonrojada junto con la subida y bajada de su pecho luchando por mantener la respiración a un ritmo normal. También pudo ver la malicia cambiar por un dolor confuso. A su izquierda, pudo sentir el calor del cuerpo de Reed, pudo sentir el casi sobrenatural aceleramiento de la respiración de la otra mujer en respuesta a la situación. En cierta manera, Reed parecía más alta, como si estuviera respondiendo al intangible cambio en la atmósfera y enterándose de la amenaza secreta. 358



Jae miró a su alrededor en busca de Cait. Se suponía que la directora debía interferir como lo había hecho antes. Nada. Estaba sola. Por favor, Becky, no lo hagas. Imploró en silencio a la alta y esbelta mujer, suplicándole con sus ojos en lugar de palabras que no podía decir en voz alta. "Hola. Creo que no nos conocemos." Becky le extendió una mano a Reed. "Rebecca Devereaux. Soy una... vieja amiga de Jae." Reed tomó la mano ofrecida, cada nervio de su cuerpo vibrando con toda la tensión que pudo sentir casi colgando del aire a su alrededor. ¿Qué demonios? "Reed Lewis." "¡Becky!" gritó Aine emocionada. "Buena canción." La tensión disminuyó un tanto cuando la sobrina de Jae se acercó a ellas. "¿De verdad te gustó? Jules dijo tal vez que podía cantar con ellas otra vez." "No te mentiría." Reed sentía que se perdía de algo. Jae estaba a su lado, casi rígida, sus ojos verdes siguiendo con recelo cada movimiento de la mujer, de vez en cuando mirando a su alrededor como si estuviera buscando refuerzos. La tensión sobre los hombros de la rubia pareció disminuir un poco, Reed siguió su mirada para encontrar a Caitlynn, Mare y la madre de Jae tumbadas en la manta. Por otro lado, Alex hacía surcos en la tierra con un pie alternando miradas entre ella y el puesto de helados, sus intereses y prioridades muy lejanos a la situación actual. Reed le guiñó un ojo y gesticuló, "en un minuto." No estaba segura de que podría ser peor para Jae - si dejarla con esta mujer con quien, obviamente, tenía asuntos sin resolver o con la recién llegada Elizabeth Cavanaugh. "¿Por qué no viniste a desayunar con nosotros esta mañana?"

359



"Porque ahora Reed es novia de la tía Jae, boba," Agregó Alex, moviendo la cabeza. Las palabras casi perdieron sentido para Reed después de la deslumbrante sonrisa que el niño le dio. Su propia conmoción reflejada en la mirada de la gente a su alrededor. El silencio cayó presa del ensordecedor pulso en sus oídos mientras procesaba la información y caía en cuenta. Jae es gay. Hubo un movimiento frenético a su alrededor y pudo darse cuenta de que se habían llevado a los niños. Esto no está pasando... no es verdad, no puede ser verdad. Las lágrimas en los ojos de Jae confirmaron la dura verdad en las inocentes palabras. Pero necesitaba oírlo. Necesitaba evidencia de la traición. "¿Es cierto?" preguntó, el tono calmado de su voz sorprendiendo incluso a ella misma. "Sí." Se escuchó la confesión en un suave susurro y Reed tuvo que evitar los ojos de la rubia. Todo parecía tan lejano, la gente distante en imágenes irreales que fluían como en una pintura de Salvador Dalí. Una risa atravesó el ensordecedor martilleo en sus oídos y la trajo, por un segundo, de vuelta a aquel momento. "Dicho de la boca de un niño." se rió Becky. Sin pensarlo, Reed agarró el brazo de la otra mujer por un momento, previniendo que se fuera, luego la soltó. Jae no merecía que la defendieran. Deliberadamente, se giró sobre sus talones y se alejó. No pienses en ello, sólo camina, un paso a la vez. Repetía el mantra una y otra vez, alejándose de la carnicería emocional de lo que estuvo tan cerca de ser un día perfecto. "¡Reed, por favor!" Jae fue tras ella enfrentándola. "Por favor, detente." Era la actuación de su vida pero, de alguna manera, se las arregló para seguir caminando y mantener su temperamento bajo control. Jae la alcanzó y la tomó por el brazo. "Reed -" "No me toques." Se soltó del agarre de la mujer. 360



"Traté de -" "¿De qué? ¿De seducirme?" Estaban ya lejos de la multitud y Reed dejó salir algo de la rabia que sentía. "No es lo que piensas." "Ah, ¿no?" Dio un paso hasta entrar al espacio personal de la directora y la acorraló contra un auto. Proyectando toda la amenaza nerviosa que contenía, Reed se acercó y ronroneó, "Esto era lo que querías, ¿cierto?" Sus cuerpos tan cerca que una sola pulgada más y se hubieran fundido para formar uno sólo. "Cuerpo y talento, ¿recuerdas, Jae?" Cerró el espacio que había entre ellas y llevó su boca a la de Jae. Ignorando la punzada de su conciencia que resonaba bajo su rabia y miedo. "¿Era mi cuerpo? ¿Me quieres a mí Jae?" ronroneó suavemente. "... cada pulgada de mi cuerpo." Reed pudo ver dolor y miedo reflejado en los ojos que encontró abiertos e inocentes, pero Jae se mantuvo en silencio, no hizo ningún esfuerzo para explicar lo imperdonable. Su rabia aumentó en respuesta, lo que la llevó a arremeter contra ella y herirla lo más que podía. Regalarle algo de su propio dolor. La besó con rudeza, arrastrando con él una confusa respuesta. Fue entonces cuando se separó abruptamente. "¿O mi talento?" Las dos respiraban con dificultad, el movimientos de sus pechos prolongando el contacto físico entre ellas. "Roan no pudo haber tenido una mejor estudiante. Aprendiste muy bien la lección." Y con eso se alejó del auto y de las silenciosas lágrimas de la mujer quien había atravesado su armadura sólo para destruir su alma.

361



Capítulo 39 El ardiente metal del auto la quemaba atravesando el delgado material de su falda y dejando rastros de fuego en su espalda. Pero Jae era ajena al dolor físico. Sin darse cuenta, su cuerpo cayó al suelo a punto de ser penetrado por las piedras y ramas afiladas. Era lo último que esperaba. De la última forma como imaginaba se revelaría la información. No tenía ni idea de que ellos sabían. Becky tenía razón. Dicho de la boca de un niño. Hubiera sido gracioso si no doliera tanto. Que hasta Alex hubiera podido ver lo

que

ni

ella

ni

Reed

estaban

dispuestas

a

reconocer.

Su boca aún dolía, podía sentir la huella de la de Reed sobre la suya, como un fantasma. Todo estaba en aquel beso salvaje. Todo lo que había perdido. Pero eso no fue lo que más dolió. Lo que más dolió fueron los ojos de Reed completamente cerrados. Ojos que una vez estuvieron abiertos para ella, estaban ahora firmemente cerrados y la mujer detrás de ellos, una vez más, escondida. "¿Jae?" llamó Cait suavemente. "Aquí." En ningún lugar. ¿Cómo iba el poema de Auden? Vacía el mar, barre la madera, pues aquí nada puede significar algo bueno. "¿Estás bien?" Ni siquiera trató de fingir. "No," Admitió con tranquilidad. "No lo estoy." Su amiga se sentó a su lado y estiró una mano para tranquilizarla. Jae esquivó el contacto. "No." Cait dejó caer su mano y, por un momento, Jae se arrepintió de su rudeza. "Vale. Tu madre se llevó a los gemelos con ella... ¿qué?" 362



Jae movió la cabeza de un lado al otro. ¿Su madre supo de la pequeña escena que montó con Reed? Trató de recordar donde Elizabeth se había estacionado, pero no podía pensar. "¿Vinieron hasta acá?" "No." Asintió. Cait alzó la mandíbula de la directora antes de que la directora pudiera hacer algo. "¿Esa pregunta tiene algo que ver con el por qué tu labio está sangrando?" Los ojos marrones se juntaron con los suyos mientras luchaba por encontrar una respuesta. Tardó demasiado. "Perra. Lo juro, Jae, si pudiera sermonear a esa mujer para que entre en razón, lo haría. No tenía ningún derecho a hacerte esto." "Tenía todo el derecho del mundo." "¿De golpearte? No, Jae. Nadie tiene ese derecho." "No me golpeó. Ya déjalo." Su rabia empezaba a aumentar y frescas lágrimas de frustración amenazaban con derramarse. Necesito salir de aquí. Se levantó abruptamente y se despidió de Caitlynn. "No necesito una niñera. Estaré bien." Y lo hubiera estado si no hubiera sido golpeada por la esencia de sándalo cuando abrió la puerta del Saturn. Tras la bruma de lágrimas encendió el auto y, sin rumbo fijo, dejó atrás los restos de lo que había sido una tarde perfecta.

*

*

*

*

*

*

*

Caitlynn caminó lentamente a donde estaba el resto del grupo esperando. Esto está mal. Muy mal. Nunca había visto a Jae así. La rubia huía de algo cuando se montó en

363



el auto. Y la mirada de total desolación que había remplazado el fuego al que estaba acostumbrada a ver en los ojos vívidos y brillantes, era casi más de lo que podía ver. Sin decir una palabra, fue hasta Thom dejándolo envolverla en un fuerte abrazo, enterrando su rostro contra su mejilla, acogiéndose en su sólida realidad y en el tangible calor que irradiaba. "Está tan sola." "Creo que las dos lo están." Dijo Thom tranquilamente. No había pensado en ello. El hilo de sangre a un lado de la boca de Jae había borrado cualquier simpatía que la mujer hubiera podido sentir por la existencia de Reed. "Duele, Thom." "Sí, lo sé." La apretó un poco más fuerte y la besó en la frente. "Mierda. ¿Y si vuelve a irse?" Ese era otro posible resultado del desastre de hoy. Reed podía, simplemente, renunciar e irse. No era como si no lo hubiera hecho antes - y por algo mucho menos importante - simplemente, se había cansado de su compañero de cama. "Creo que eso es lo menos importante." "Tienes razón. Jae parecía tan pequeña, como si la hubieran golpeado en el estómago." "Cariño, sé que estás a favor de ella y todo pero Reed tampoco se veía mucho mejor. Nunca había visto un rostro tan pálido como el de ella en mi vida. Parecía como si la hubieran apaleado." Cait se acurrucó a un lado de él y fueron hasta el auto aún metida cómodamente bajo su brazo. "Mañana va a ser un día muy interesante. Es que puedo verlo, 'Directora asesinada por su actriz principal'."

364



"El artículo de 'Up Close' sale mañana," le recordó Thom. "Oh, genial. Esto va de mal en peor. Puede que salgas más afectado por ayudar de lo que pensamos si lo que pasó hoy se publica mañana." "No 'si', nena. Es Hollywood. Es sólo cuestión de tiempo." "Jae por fin lo descubrió." Dijo con pesar. Sabía que, cuando Jae hiciera una verdadera conexión emocional, estaría fundada en una deshonestidad tan devastadora. De pronto, se sintió cansada, la implosión había absorbido tanta energía de ella como lo había hecho con las protagonistas. Incluso Becky parecía conmocionada por lo que había pasado. "¿Thom?" "¿Sí, cariño?" "Llévame a casa." Necesitaba con urgencia que le recordaran que existía el amor, que había finales felices y que si quizás ella tuviera uno, Jae también lo tendría. Aun cuando su opción fuera Reed Lewis.

*

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*

*

*

*

Sin llaves. Sin billetera. Ni puta idea de donde mierda estoy. Y me quedo corta. Reed se detuvo a un lado del camino. Tenía su celular en la cintura, el peso rebotando contra ella mientras caminaba como recordatorio de que la ayuda vendría con sólo una llamada - si tuviera a alguien a quien llamar. Aguántalo. No es la primera vez que tienes que vértelas por ti misma. Bajo ella pudo ver la actividad propia de Hollywood. El sonido de autos y gente zumbaba a lo largo de la calle Sunset y luego subiendo por el Boulevard de Hollywood en un circuito interminable, ya en progreso el ritual de los sábados por la noche a pesar de ser tan

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temprano. Tardaría, calculó, casi hora y media para llegar a las secciones comerciales y al menos de tres para llegar a su casa. "Información. ¿Ciudad, por favor?" "Hollywood." "Gracias. ¿Lugar?" "Money Mart." "Gracias. Por favor, espere por el número." La voz mecánica se detuvo y Reed pudo oír el débil sonido cuando la línea fue transferida. "El número es 213-555-7917." Colgó la llamada sin esperar a que le ofrecieran ser conectada al número por una baja tarifa. Con una mano marcó el número de Money Mart y obtuvo la dirección y horas en que trabajaban. Le pareció curioso que, aun cuando Money Mart estuviera a sólo unas millas, la llamada fuera de larga distancia mientras que el otro número - claramente del otro lado de la zona - fuera local. "Residencia Chappelle." La voz fuerte de Geoff se escuchó en su oído. "Soy yo. Necesito que me llamen a este número: 213-555-7917 y pidan algo de dinero." "¿Pasa algo, Reed?" Se escuchó un ruido apagado en el fondo y supuso que era Geoff llamando a su esposa. "No, nada. No te preocupes, Heidi." "Reed..." "Dije que todo estaba bien. Perdí las llaves y mi billetera, nada más." "Vale." Sonó inseguro pero no insistió. "¿De qué cuenta y cuánto?" 366



"A la nueva de depósito." Perra, trató de comprarme. Al menos aprovecharé el dinero. Estaba por oscurecer, Jae tenía sus cosas y ella estaba comprometida a ir al set por la mañana. Conociendo a la directora, la mujer llegaría después de ella. "Cuatro mil." El móvil comenzó a pitar insistentemente, advirtiéndole que no tenía batería. "Mierda, tengo que irme, llamaré desde el hotel." Llegar a un hotel sin billetera, vehículo ni equipaje reducía severamente sus opciones de donde podía quedarse en aquella ciudad. Al otro lado de la ventana podía ver el cartel disfuncional con luces de neón que indicaba al mundo que aquel era el Hotel Chesterfield. Pagó en adelanto por una semana, diez dólares más por un baño privado, cinco por sábanas y cinco más por una almohada adicional. No era mucho. Ni siquiera era acogedor. Pero la puerta cerraba y, lo mejor de todo, era el último lugar en que la buscarían. La cama estaba tendida ya, no tenía nada que hacer - ninguna crisis urgente o problema que resolver - y la tarde llegó hundiéndola nuevamente. ¿Cómo mierda pude ser tan estúpida? Ella era tu amiga. ¡NO! Ella me uso. Jugó conmigo y caí, me tragué todo. ¿Estás segura de que no te enamoraste de ella? Agarró una almohada y la puso sobre su cabeza en un inútil intento por acallar la voz interna. Eso explicaría mucha cosas. Y pensar que empezaba a culparme por lo que estaba pasando. Fue por su culpa. Sí, seguro. Fue por ella por quien te excitaste tanto que tuviste que buscar alivio cuando estabas en la ducha. Tienes toda la razón. Lo que más odiaba de la pequeña voz antagonista era el hecho de que podía oír claramente el sarcástico tono - y como sonaba, justo como el de ella. 367



"No necesito pensar, necesito un trago. O diez." La imagen en el espejo no hizo más que convencerla y salió de allí cerrando la puerta tras ella asegurándose de que estuviera bien cerrada. Era relativamente fácil comprar alcohol en un estado que lo vendía en cada esquina. Pero, por alguna razón, su mente se rehusaba a cooperar, había estado en media docena de tiendas antes de poder elegir algo. Ni siquiera sabía cuánto tiempo había estado vagando por las asquerosas calles de Hollywood. Estrellas salpicadas con goma de mascar con grabados de bronce se encontraban alineadas en la acera como prueba tangible del respeto con que el público premiaba a importantes personajes y grandes estrellas. Las calles estaban llenas, los restaurantes y otras tiendas mucho más llenos que como estaban en su vueltas pasadas. El asa de la bolsa de plástico con los vasos de plástico y las botellas en su mano comenzó a cortar su palma, haciendo presión sobre su piel. La brillante cacofonía de las calles de la ciudad lastimaba sus oídos, su cabeza e irritaba sus nervios. Pero el silencio de la habitación del hotel era peor, así que Reed se forzó a seguir caminando hasta que, finalmente, no soportara más la presión de la gente y el ruido. Se detuvo en la calle Vine y se devolvió hasta Hollywood Boulevard. Brillantes motocicletas de carreras que nunca habían salido fuera de la ciudad llevaban sobre ellas apuestos hombres y mujeres muy poco vestidas en un caudal interminable; convertibles atiborrados de estudiantes avanzaban lentamente; peatones se colaban dentro del desfile humano en exhibición. Reed los miró a todos, ignorando la intoxicación que sentía al ser parte de aquel masivo espectáculo. Hubo silbidos e invitaciones pero ninguna atrajo su atención. Palabras de un poema de W.H. Auden surgieron en su mente. No quiero las estrella; apáguenlas todas. Escondan la luna y desmonten el sol; vacíen el océano, barran la madera. Pues aquí nada puede significar algo bueno.

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Los sucios escalones del hotel estaban frente a ella; de alguna manera dio la vuelta en la calle Norte de Hudson, pero no lo recordaba. Entró a su habitación, dejó las luces apagadas y se hundió sobre un desgastado sillón que olía vagamente a vómito, orina y cigarro. Había comprado cigarros pero no se molestó por encender uno. En vez de eso, vertió una generosa cantidad de Ol' Grandad en un vaso de plástico. El primer trago ardió y raspó su garganta pero igual bajó el whiskey. El viento comenzó a soplar más fuerte con la caída del sol y las persianas se meneaban contra el astillado alféizar. De repente, Reed sintió la necesidad de ver las estrellas y el hecho de que no pudiera la deprimió. Sin estrellas, agua ni olas. ¿Me pregunto si es allí donde Jae está? Molesta, arrugó el vaso de plástico, fastidiada porque Jae invadiera sus pensamientos, fastidiada por que le importara donde mierda estaba la directora. El afilado plástico lastimó el interior de su mano y vio como las pequeñas gotitas de sangre corrían por la herida. Bajo el sabor del whisky pudo sentir los rastros del fuerte sabor a cobre del rudo asalto a la boca de Jae. No podía llamarlo beso. No lo había sido. Pero quieres que lo sea. Sí. Reed vertió más whisky en otro vaso y lo bebió en un segundo, el fuego corría en su boca, encendiendo su estómago. La botella la llamaba, su oscuro líquido y efecto adormecedor prometiéndole una fácil solución a la confusión que empezaba a crecer en su mente.

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No estuvo bien. No tuviste que haberlo hecho. Pero quería saberlo, necesitaba una prueba - y obtuvo más de lo que había pedido. Otro trago del potente alcohol bajaba fácilmente por su garganta. Empezó a sentir un ligero adormecimiento y un confortante mareo recorriendo su cuerpo. Sirvió otro vaso pero no tomó de él dejando, satisfecha, que los que ya había consumido terminaran su trabajo. El olvido era un pensamiento agradable - pero también significaba estar fuera de control. Entonces ¿qué? Podría irme. El nuevo contrato le había dado dinero suficiente y eso añadido con lo que 'Up Close' le pagaría, la cirugía de Rio ya no estaría fuera de su alcance. Lo peor que Jae podría hacer era demandarla por no presentarse y, para el momento en que tenga que devolver el dinero en el juzgado, ya habría pasado bastante desde que lo habría gastado. Lo prometiste. Y una mierda, ella también me lo prometió. Prometió una amistad que no podía dar y la usó para manipularla y seducirla. La quería tanto que ignoró la voz en su cabeza que lo sabía, que sabía que siempre había un precio. Dejó que otro trago de whiskey envolviera su lengua, quería absorber el alcohol, saborearlo y probarlo. Esta vez no sería ella quien lo pagara.

*

*

*

*

*

*

*

Jae conducía sin pensar, sin destino alguno. A mitad de camino a Santa Mónica se dio cuenta de que no recordaba haber pasado algún semáforo - aún si se hubiera detenido o no. El sabor metálico de sangre aún permanecía en su boca, un enlace tangible de su culpa.

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¿Qué voy a hacer ahora? ¿Cómo puedo recuperar una relación de trabajo después de todo esto? ¿Reed mantendría su promesa? ¿O llegaré mañana en la mañana al set sólo para descubrir que he perdido más que a mi mejor amiga? Y había otra cosa por considerar. Si Reed se iba del set, probablemente le costaría su carrera. La única esperanza que tenía era Riordan. Reed cumpliría con el contrato sólo por él. Pero tú liberaste las cláusulas restrictivas del contrato de 'Balance' y ella lo firmó ayer. "Regla número uno, Cait: Nunca mezcles los negocios con el placer. Y yo lo arruiné." Ni siquiera le había dado a Becky algún pequeño papel en la película. Arruinaste más que eso, mi niña. "¿Qué voy a hacer si se va?" Jae giró en una esquina y detuvo el auto en un estacionamiento a un lado de la costa. El viento comenzó a soplar más fuerte con la caída del sol y una fuerte brisa llegó desde el Pacífico. Rayos color rosa bailaban sobre las olas dándole al océano una apariencia fantasiosa. "¿Qué voy a hacer si no?" Oh, no. Eso era lo más difícil. Si Reed se iba, simplemente, todo terminaría. Pero si volviera... Sí volviera tendría que encontrar una manera de trabajar con ella. Si encuentras una forma de trabajar con ella, mi niña, entonces quizás... Jae cortó el pensamiento errante y abrió el maletero agarrando la manta. Un maletín negro tipo bolso se asomó. La laptop de Reed... y su bolso... y... el sombrero. No supo por qué, pero sacó el sombrero del maletero y pasó un dedo sobre el borde del ala antes de ponérselo. Era demás de grande para ella. Pero le quedaba bien. Jae envolvió la manta sobre sus hombros, el rústico trozo de tela mexicana reconfortándola sobre sus brazos desnudos, y fue rumbo a las piedras. Quizás el sonido del océano ahogaría la voz en su cabeza que no la dejaba olvidar su culpa. 371



PARTE 7 Capítulo 40

La Range Rover no estaba. Jae no se había percatado de las ganas que tenía de ver a Reed hasta que vio el puesto libre manchado de aceite como prueba de su ausencia. Quizás sólo esté retrasada.

La rubia sacó la laptop de Reed y el bolso de la cajuela colocándose los tirantes sobre su hombro derecho antes de cargarse el suyo en el izquierdo. El café sí que era un reto pero con increíble equilibrio logró pasar por la puerta sin dejar caer nada. Su oficina parecía vacía sin el ordenador de Cait ni sus cachivaches añadidos a su propio desorden. La directora dejó la bandeja de cartón sobre el escritorio junto con las cosas de Reed. Luego resolvería como entregárselos. Era muy temprano y la mayoría del personal aún no había llegado, Jae sacó las notas redactadas que Bill le había mandado el viernes. Afortunadamente, era material de la segunda unidad y tomas cercanas de Killian Downey. La actriz irlandesa logró captar el humor de Colleen y tuvo una excelente química con Sarah. En la filmación de mañana se cambiaría la primera unidad material por estas escenas y buscaría cualquier error o espacios en blanco en la segunda unidad. Aunque no esperaba que hubiera alguno. Michael era minucioso y tenía buen toque con las escenas de comedia. Esta mañana filmarías las escenas preliminares de 'villano' y, si lograba sobrevivir a eso, aún tenía un asunto por resolver antes de ir a casa. Fue difícil pero resistió la urgencia de mirar por la ventana cada cinco minutos a ver si la Range Rover estaba allí. A las seis de la mañana, no pudo soportarlo más. Reed tenía que estar en la sala de maquillaje a las cinco y media, aún si estuviera retrasada, ya debía haber llegado. O llamado. 372



"¿Ya está aquí?" La gárgola se mantuvo en silencio rehusándose a responder. "Eres de gran ayuda." La silla giró y se dio vuelta para mirar por si misma. No había llegado. Por alguna razón, esperaba más de la actriz. Supongo que no la conocías tan bien como pensabas. "¿Qué miras?" la voz de Cait la sacó de su ensoñación. "Nada." Jae giró la silla de nuevo enfrentando a su asistente. "Por Dios, Jae, te vez horrible. ¿Qué hiciste? ¿pasaste la noche en un basurero?" "En la playa." Cait parecía no tener respuesta para eso y Jae esperó que el asunto pasara inadvertido. Que no se volviera a mencionar. "Voy por café. ¿Quieres?" Jae señaló el otro escritorio. "Me tocaba a mí. Yo lo traje. Aunque vas a tener que calentarlo en el micro. Olvidé meterlo." "¿Lo olvidaste?" "No empieces, Cait, ¿sí? Hoy no. No ahora." Jae sabía que había estado conteniéndose como, lo que su padre hubiera dicho, una máquina reparada con alambre barato y saliva. En pocas palabras, con lo poco que le quedaba. Falta de sueño y una conciencia culpable no eran buenas armas para llevar una charla sensible con Cait. "Estamos susceptibles hoy... Entonces, supongo que no debo preguntar por qué hay tres vasos de café en la mesa." "¿Eh?" "Café, bebida caliente - contiene cafeína. Hay tres aquí." Una ceja de Cait se alzó ligeramente, una sonrisa inquisidora arqueó sus labios. 373



Tres... Le tocaba a ella ir por café. ¿Ordenó tres vasos? Debo haberlo hecho. Aquí están. Jae tomó uno y leyó un lado. Misto. No fue un accidente, entonces. "Supongo que fue por costumbre... Este es de Reed." "Quizás no debas calentar el de ella - sólo por si te lo echa encima." "Cait..." dijo en voz baja, sin querer empezar un conflicto con su asistente sobre todas las cosas. "Lo siento, Jae. Esta vez es diferente, ¿cierto?" "Sí. Lo es. Y lo arruiné, Cait. Y quizás una amistad no sea todo lo que haya arruinado." "Tienes que separarlo, Jae. Si Reed se va del set sólo porque se enteró de que eres gay - ese es su problema, no tuyo. En el trabajo tu orientación sexual es irrelevante. Me dices que ella no es fría sino profesional. Pues si es tan jodidamente profesional, estará aquí. Puede que te odie a nivel personal, pero estará aquí. ¿O acaso estuviste equivocada acerca de ella todo el tiempo?" ¿Qué demonios pasa con Cait hoy? Su amiga era directa y honesta con Jae en maneras en las que nadie más se hubiera atrevido, pero esto rebasaba de hostilidad, aún para ella. La rubia respiró hondo y controló su temperamento. "Puede que sí," fue todo lo que dijo en respuesta. Luego tomó su portapapeles del escritorio. "Tengo que ir al set." Te equivocaste acerca de Roan. Quizás te equivocaste acerca de Reed también. Entonces ¿qué debo hacer? Por un lado, Cait tenía razón. Eran negocios. Si Reed no se aparecía entonces tendría que hacer las cosas desde ese punto de vista. Después de decidirlo, volvió a su despacho. "Hey, compa." Levantó la gárgola ligeramente y agarró un trozo de papel en blanco bajo ella, luego buscó una pluma en el cajón.

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Reed.

No sé qué puedo decir en este momento. En realidad, no hay nada excepto que siento que te hayas enterado de esa forma. Sé que no parece mucho pero de verdad lo siento. Jae mordisqueó la punta del bolígrafo releyendo las palabras. Corrió los mechones de su cabello con una mano mientras pensaba en que más podría decir. Finalmente, se rindió y la firmó. Mientras la doblaba se le ocurrió algo más y garabateó un par de líneas al final y añadió su inicial. Con eso sería suficiente. Tomó la llave del tráiler de Reed del llavero y reunió las cosas de la actriz. Le tomó menos de cinco minutos llegar al tráiler y meter el bolso y la laptop. Dejó la llave encima de la carta en medio de la mesa. El tráiler se había vuelto como la habitación en Orlando - un santuario compartido refugiado de la locura del set de filmación - se le formó un nudo en la garganta cuando recordó el corte de cabello. Mientras recordaba lo que había perdido. Secándose las lágrimas antes de que pudiera derramarlas, reprimió sus emociones y salió del tráiler. Las puertas del set de sonido se abrieron con un ruido metálico y se adentró en la comodidad del aire acondicionado. La mesa de abastecimiento había sido trasladada por todo el montaje que se había construido al final del set para sacar provecho de la altitud del techo. Jae atravesó el sitio, el cual era un montaje de una institución mental, notando, mientras pasaba, los cables preliminares ya puestos para la siguiente toma. Iba por una de las entradas cuando colisionó con la última persona que esperaba ver. Los ojos azules quedaron enganchados a los suyos por un momento, incomprensibles dentro de su fría distancia, luego, el momento se perdió y Reed siguió, pasando a un lado de ella como si no existiera. "Reed..." La mujer alta giró sobre sus talones. "Sólo mi talento, Jae. Sólo eso y nada más." Luego se fue, dejándola atrás antes que la directora pudiera siquiera dar una respuesta. 375


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La mirada llena de dolor en los ojos de Jae permanecía en la mente de Reed mientras cruzaba el set de sonido hacia lo que era el apartamento de Kerry. La directora se veía fatal. Había círculos alrededor de sus ojos y una palidez en su piel que estaba lejos de ser el tono saludable que tenía. Al parecer había pasado la noche tan mal como ella. No es mi problema. Seguro. Las brillantes luces lastimaron sus ojos y tomó otro sorbo de café agradecida de no haber despertado con resaca. Una asistente llamó a todos a sus puestos, dejó el café en la mesa junto a ella y fue hasta donde estaba su marca. Le alivió el recordar que las escenas de los próximos días serían más oscuras que las románticas que habían estado filmando. Y el hecho de que no le importara demasiado el actor que hacía de Kyle, le ponía las cosas más fáciles. Las instrucciones fueron dadas y el set volvió a la vida. "¿Quién demonios eres?" "Una amiga." Reed fue hasta donde Sarah estaba y bajó la voz una octava. "A quien no le gusta ver a otros amigos ser maltratados." "No sé quién coño eres pero esto no es asunto tuyo, ¿estamos?" Él trató de bajar la voz pero no funcionó muy bien. Sarah estalló en carcajadas. "Lo siento. Lo siento." Retomaron los puestos y Reed esperó su señal. Podía oír el cansancio arrastrado en la voz de la directora en lo que dio la señal.

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"Acción." "¿Quién demonios eres?" "Una amiga." Una vez más, Reed fue donde Sarah estaba y proyectó el mismo tono amenazante que antes. "A quien no le gusta ver a otros amigos ser maltratados." "No sé quién coño eres pero esto no es asunto tuyo, ¿estamos?" "Corte," dijo Jae. "Reed, ¿podrías no bajar tanto el tono de voz?" "¿Quieres que cambie el personaje porque él no puede actuar?" "No. Quiero que cambies el tono porque no quiero ese nivel de amenaza hasta otro momento. Quiero que Kyle subestime a Dar." Le dio la espalda a la directora y tomó su puesto nuevamente. "Acción." "¿Quién demonios eres?" "Una amiga." Reed volvió a Sarah y bajó el tono de voz. "A quien no le gusta ver a otros amigos ser maltratados." "No sé quién coño eres pero esto no es asunto tuyo, ¿estamos?" "¿Sabes?, mi padre tenía un nombre para la gente como tú, pero quizás no quieras oír cual era." "Corten." ¿Ahora qué? Reed miró a Jae mientras se acercaba y le hablaba a Sarah en voz baja, girándola ligeramente para que se viera más la entrada entre ellas. Después la directora se giró hacia ella.

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"No tan violento. Trata que sea más conversacional. Él se molesta, tú mantienes el control. Provócalo. Muy bien, una vez más desde 'quién'." El tono de voz de Jae era calmado, poco exigente y profesional. Reed se tragó su propia sorpresa. Esperaba recibir de Jae el mismo trato que recibió de Roan. Pensó que Jae dejaría de ser amable una vez que no tuviera nada de que sacar provecho. Quizás sea otra estrategia. Te necesita para seguir filmando o su carrera se tuesta. O

quizás

ella

esté

haciendo

simplemente

su

trabajo,

igual

que

tú.

Puede que sí. Pero no cuentes con ello. El nivel de sonido en el set bajó de pronto y Reed salió de su ensoñación para ver el productor ejecutivo llegar al set. Rod Chambers tenía una revista presionada en su mano derecha, sus mejillas rojas de ira. Se paró frente a Jae y lanzó la revista en la mesa. "¿Qué demonios es esto?" Sin esperar respuesta, Chambers siguió, pasando a la directora hasta quedar frente a frente con Reed, sus ojos oscuros a sólo unos centímetros bajo los de ella. "¿En qué estabas pensando? asumiendo, por supuesto, que lo estabas" Un gran número de respuestas pasaron por su mente, la mayoría de ellas diseñadas para dejar libre su control sobre su temperamento y oportunidad legítima de escapar del set con su asociado estrés de permanecer profesional y separarse de sus respuestas emocionales a Jae. "Estaba pensando en que no hemos sido apropiadamente presentados. Y que está parado muy cerca para alguien que no conozco." El rostro de Chambers se puso mucho más rojo, pero para su propio crédito, no explotó. Lástima, pensó. Sobre su hombro, pudo distinguir a Jae hablando por el móvil. Fue entonces cuando deseó haber dado una respuesta más hostil - si iba a estar sola en esto, al menos iba a luchar un poco.

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"Te quiero en mi oficina, ahora." Giró sobre su talón encaminándose por el mismo camino por el que había llegado. Pero antes de que pudiera irse, Jae lo interceptó. "La entrevista fue hecha con mi consentimiento y participación. Si quieres reprender a alguien, debería ser a mí." La intervención de Jae volvió a sorprenderla. La rubia no se estaba comportando de la manera que esperaba y eso la desconcertaba más de lo que quería admitir. El productor ejecutivo le dio una extraña mirada a la directora, luego le hizo una señal con la cabeza para que le siguiera también. Reed ignoró la sonrisa tranquilizante que Jae trató de darle, concentrándose, en cambio, en el oscuro traje de rayas del productor ejecutivo. Las guio a un despacho muy bien ubicado en una esquina al final del pasillo y les hizo una señal para que se sentaran. "Y bien, ¿quién quiere hablar primero?" La postura relajada era un contraste indirecto a la rabia que había mostrado en el set y la cual la actriz había notado aun hirviendo bajo la aparentemente tranquila superficie. "Me disculpo por no haberlo mantenido mucho más informado, no hemos visto el articulo completo de 'Up Close'. Básicamente estaban acosando a la Sra. Lewis, ella acudió a mí y resolvimos el problema." "¿Dándole la escabrosa entrevista a un periodicucho?" "Esa información iba a salir de todas formas. Fuimos capaces de controlar cuanto escarbarían y con algo de suerte, lo peor seguiría enterrado." La miró buscando confirmar lo que acababa de oír y Reed asintió, apoyando a Jae, sin dejar de perder la ironía del asunto. Tocaron la puerta y Chambers gritó lacónicamente, "pase."

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Caitlynn Waters entró en la habitación con un montón de papeles en una mano. "Aquí está el artículo en respuesta del LA Times. Thom nos acaba de mandar por fax el avance." "Gracias, Cait." Jae se giró hacia Chambers y le entregó el artículo. "Luego, hicimos que alguien cercano a la Sra. Lewis esencialmente diera una entrevista en contradicción - desarrollando toda la historia y dándole una vuelta diferente a los detalles que 'Up Close' usó - robándoles efectivamente la primicia y dejando nuestra..." la directora señaló a todos en la habitación, "versión, la que el público recordaría." "Ya veo." El productor ejecutivo unió sus manos y las descansó bajo su mentón, mirando fijamente a Jae. "Entonces, ¿no hay nada cierto en la alegación de que ustedes son amantes? ¿Que Roan te dejó su juguete?" "¿Qué?" Jae se estremeció y miró a Reed, dándole una mirada de disculpa. "¿No lo sabías? Míralo tú misma." Le lanzó la revista. Jae la recogió, mirando la página. "¿Me dejó Blackmon Pictures?" "De acuerdo con sus fuentes, sí, Blackmon y todas sus propiedades - de las cuales, al parecer, ella es una. Mezcla todo eso con un punto sexual y podríamos tener un problema. Si tú eres dueña de su contrato, no deberías estar acostándote con ella - eso refuerza un estereotipo negativo, uno que estamos tratando de romper con esta película." Sonrió amargamente reconociendo la forma como en Hollywood en verdad trabajaba bajo la superficie. "No es que un escándalo romántico en el set le hiciera daño a una película en las taquillas." Lo único que mantenía a Reed en su silla era el pasmo obvio en los rostros de Caitlynn y Jae. ¿Era yo la única en Hollywood que no sabía que Jae era gay? Aparentemente, sí. Chambers no parecía estar interesado por el punto gay - sólo el publicitario. "Sólo somos amigas... es una relación de negocios," enmendó rápidamente. "Y voy a anular el contrato de servicios personales de inmediato. Ya ajustamos la película, sólo 380



estábamos esperando saber quién quedaría en control de Blackmon para ir con lo demás." Reed los escuchó discutir la situación y decidió permanecer en silencio, perdiéndose en sus propios pensamientos. ¿Por qué no me dejó sola? Perdió el hilo de la conversación, volviendo a la realidad sólo cuando la silla de Jae rozó el piso cuando se levantó para irse. Haciendo lo mismo, se levantó y se formó detrás de las otras dos mujeres para salir del despacho. "Joder, Jae, te dejó Blackmon." Cait movió la cabeza incrédula. "Eso aún no lo sabemos. El testamento no será oficialmente leído sino hasta después del funeral. Y si es cierto, la primera orden de la gerencia será deshacernos de ese contrato." Ojos verdes se volvieron hacia ella y por un minuto, Reed estuvo tentada a responder a aquella sonrisa. Molesta consigo misma, desechó el pensamiento, "Eso no cambia nada, Jae. Nada." Se apartó de la directora y continuó su camino hacia el bungalow.

Capítulo 41 Jae sacó las piernas del auto, con cuidado de no arrugar la falda o hacer un pliegue a las medias. Se sacó las sandalias cambiándolas por un par de zapatos beige de tacón bajo. Un camino muy bien conservado serpenteaba a través del césped perfectamente cortado, la rubia lo siguió hasta llegar a un grupo de dolientes. Se quedó detrás y esperó tranquilamente que empezara el funeral. Confía en que Roan opte por un servicio funerario. Un hombre de espectáculos al fin y al cabo. Un sacerdote vestido en una estola blanca y larga bata dijo algunas palabras en latín, luego fue sustituido por un hombre que se parecía lo suficientemente a Roan como para ser su gemelo. Jae apenas escuchaba, aún sin saber que fue lo que la había hecho ir a 381



fin de cuentas. No sabía que sentir por Roan. La progresión de los hablantes continuó hasta que sintió que era su turno. Confundida, dio un paso adelante. ¿Cómo elogiar a un hombre que empiezo a despreciar? Había pasado tantas cosas en las últimas veinticuatro horas, en aquella semana, que ni siquiera había llegado a comprender lo que sentía por Roan. ¿Podrá ser verdad lo que dice Reed? ¿subconscientemente me agrada? Sabía que sus motivos parecían cuestionables pero nada en su comportamiento había sido resultado de querer usar o manipular a Reed. Los rostro de los demás dolientes se volvieron confusos por las lágrimas que, sorpresivamente, se dio cuenta derramaba. Sin importar lo que significó para ti, Reed, él fue mi mentor y amigo. Y no renuncio a ellos tan fácilmente. ¿No? Entonces, ¿por qué aceptaste la rabia de Reed y te cargaste toda la culpa? Jae sintió que los demás esperaban por ella así que dio un paso más, tocando la superficie satinada del cofre de ébano ornamentado que contenía las cenizas de su mentor. "Tuve años conociéndolo y, por desgracia, me di cuenta de que no lo conocía por completo." Enterraba algo más que a un mentor o a un amigo. Fue en ese momento, mientras veía el destello de los rayos del sol sobre la madera brillante, cuando se dio cuenta de que estaba despidiéndose de un ideal. Y eso le dolía. Sintiéndose vacía, Jae se fue del funeral, sin poder ver como el cofre descendía a la tierra y sin prestar atención a los curiosos ojos que la seguían mientras se retiraba hasta perderla de vista. No pudo recordar lo que pasó camino a casa y, con cansancio subió las escaleras hasta llegar a su habitación. El botón de la máquina contestadora no dejaba de titilar en una luz roja, pero la ignoró. Dejó una estela de ropa en su camino hasta que finalmente llegó al desván y cayó felizmente sobre la cama.

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Aquel día había sido de esos que nunca desearía se repitiera. Es bueno ser rubia - de otra forma, las canas que me gané hoy se notarían demasiado. Sobrevivió a aquello, aunque dolió profundamente para haber sido totalmente desairada por Reed. Su nota no fue respondida, aunque, en realidad, no esperaba que unas cuantas palabras en un pedazo de papel borraran los errores que se había pasado cometiendo en semanas. Una mano se escabulló bajo su almohada atrayéndola más a ella y cerró los ojos tratando de dejar ir la tensión del día. No veía llegar el sueño. Su mente no era más que un remolino de imágenes. Los ojos de Reed, las fotos, guiones gráficos de las últimas dos semanas de filmación, la tumba de Roan y la confusión de su auto-examinación pasaban una y otra vez en su cabeza, como el coro de una canción, dejando a raya a Morfeo hasta que, finalmente, cayó en un sueño discontinuo. Un alocado montaje de imágenes giraron en sus sueños, fragmentos de acusaciones y el rostro burlón de Roan recubriendo un intenso miedo. Sus ojos se abrieron, asustada, miró el pie de la cama, enfocándose en el perfil emergente de madera. Aún podía escuchar la voz de Roan en su pesadilla, un suave rugido que confirmaba su peor miedo... Finalmente eres como yo. Las sábanas se pegaron a su cuerpo, húmedas por su transpiración. Jae se incorporó del calor pegajoso y trató de alejar el eco de aquella pesadilla de su mente y oídos. ¿Esto es por lo que pasa Reed todas las noches? Se levantó de la cama, amarrándose el pareo azul en la cadera y saliendo al pequeño balcón fuera de su habitación. El aire nocturno era pesado, sin el más recóndito indicio de brisa y el calor se sentía como un peso en sus hombros. Partes del sueño aún continuaban zumbando en sus oídos, haciéndola renuente a volver a la cama. Fue vívido y surrealista - aún para ella. Echando un vistazo a través de la puerta, miró el reloj. Las tres a.m. Jae entró a la habitación, dejando la puerta abierta tras ella para airar el miedo nervioso que podía sentir dentro de la habitación. No fue sino hasta que llegó al pasillo cuando recordó que no había ido por sus guitarras donde Jules. Lo cual 383



sólo le dejaba una opción para distraerse de la inquietante voz de Roan diciéndole que finalmente se había transformado en él. La cinta blanca absorbió la escasa luz que daba la luna desde el cielo nublado y brilló ligeramente en la oscuridad. Jae terminó de envolverse las manos y aseguró las tiras de velcro hasta que estuvieran bien sujetas. Después de entrar en calor con una ligera rutina de calentamiento, fue a ejercitarse con el saco, usando un patrón repetitivo de patadas y puños para aclarar su mente. Los firmes y duros golpes de sus manos y pies contra el saco de cuero llenó la noche con una cadencia que, sin querer, llevaron de vuelta las palabras que había escuchado en su sueño. La mayoría de las imágenes empezaban a desaparecer y la mayoría de las palabras, simplemente, le eran inalcanzables, sólo las impresiones permanecían. No soy como tú, afirmó, golpeando el saco una y otra vez. Y me rehúso a pagar por tus crímenes. Golpeó el saco una vez más, haciéndolo balancear por el violento impacto de sus pies contra su dureza. Estoy cansada de que mis acciones sean juzgadas por tus fechorías. Los golpes eran tan rápidos y fuertes que el saco parecía quedarse quieto en un sitio. Antes de que pudiera moverse, otro golpe cambió la dirección del saco sólo para ser golpeado nuevamente, una vez más cambiando su camino. Estoy cansada de sentirme culpable, cansada... Jae se detuvo y descansó una mano sobre el saco parando el movimiento. Eso era. Me siento culpable. Rió a carcajadas y le gritó al mensajero de su sueño, "¡no soy como tú!" Era la culpa lo que los separaba. La culpa que le había provocado aquélla retorcida pesadilla y la culpa que había aceptado la incuestionable rabia de Reed. Jae nunca había estado tan feliz de sentirse culpable en todo su vida. Y ¿Qué vas a hacer al respecto?

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"Y ¿qué vas al respecto?" Era la pregunta retórica cuyo pesado sonido ancló su reacción y le dio otra razón en que pensar más que las lágrimas que amenazaban con escapar. Reed miró la base de la laptop, luego la laptop. Jae había estado allí, regresando sus cosas en silencio antes que ella se fuera al vestuario. Pudo ver sobre la mesa la llave descansando sobre el papel color crema. Dejó todo allí sin tocarlo mientras vagaba por el pequeño tráiler. Debería sacar todo esto y regresarlo. Ah, perfecto - Córtate la nariz para que puedas escupirte el rostro. Vale, la base se queda. Ya en su habitación, Reed reunió la ropa que había descartado más temprano y las metió en una bolsa de plástico. La franela que le había prestado a Jae y con la que había dormido colgaba de la perilla de puerta. Vagamente olía a vainilla y sándalo, las fragancias de ambos perfumes permanecían en la franela blanca de algodón.

Sabes que no todo fue su culpa. Reed evitó aquel tren de pensamientos y reunió el resto de sus pertenencias antes de sacar el móvil de su bolsillo y llamar a uno de los asistentes para que la llevara a su casa. Era después de todo, el asistente del asistente ya que los caballos eran cosas del pasado.(1) Un joven alegre se reunió con ella frente a la puerta del bungalow de RenFaire y se dio cuenta de que el Saturn de Jae no estaba. Qué raro. Jae siempre está aquí. Luego se dio cuenta de que la directora se había ido. Le dio al chico su dirección y lo ignoró el resto del viaje aunque sin pasar por alto las miradas disimuladas que el chico le daba periódicamente. La mirada correcta y hubiera tenido toda mi tarde ocupada. Pero, ¿Para qué? ¿Para probar que no soy gay? No 385



estaba tan desesperada en conseguir una prueba como para acostarse con un chico que apenas llegaba a la mayoría de edad. ¿Y de verdad contaría como prueba? Replicó mentalmente. Conducían con el flujo de los autos por las calles y avenidas solitarias. Quienes viajaban diariamente al trabajo aún no comenzaban su travesía o iban en dirección opuesta, así que el viaje pasó relativamente rápido. Reed asintió educadamente, murmurando un cordial "gracias" mientras salía del vehículo y entraba a la casa. Dejó su móvil conectado al cargador mientras pasaba del living al baño, Reed comenzó a pensar en sus opciones. ¿Debería quedarme aquí o regresarme al hotel? Esta mañana había pensado que tendría que quedarse en el hotel por unos cuantos días. Pero ahora parecía que Jae no la iba a presionar y que, al menos, trabajarían en relativa paz. El agua caliente comenzó a salir del tubo y el vapor llenó la habitación, el panel de cedro liberaba su esencia bajo la humedad. Reed se metió bajo el agua casi hirviendo, el calor calmaba cada uno de sus músculos y su piel. Comenzó el CD de Enya cuando estuvo en el living, la música llenaba y resonaba bien dentro de las paredes del casa. Jae le presentó a la artista durante una de sus largas noches de sesión de cotilleos en Orlando y se compró el CD al momento que volvieron a la ciudad. ¿Por qué tuviste que ser como él? Hubiera hecho... ¿Qué? Cualquier cosa si me lo hubieras pedido. No tenías por qué manipularme. Pero todo fue mentira. Reed no supo cuánto tiempo estuvo bajo la regadera, moviéndose únicamente cuando el agua comenzó a enfriarse. Secándose enseguida con el calor de Los Ángeles, fue hasta su habitación y tomó un vestido del closet. La holgada tela de seda se sentía bien contra su piel, el brillante color negro combinaba perfectamente con su cabello.

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Después de varios taxis y conductores en los pasados días se sentía bien estar detrás volante nuevamente. La dirección precisa y poderoso motor de la Range Rover se lanzó suavemente sobre la autopista y dejó que la tarea de conducir absorbiera toda su atención. No fue difícil saber en dónde se realizaba el funeral de Roan, Reed se detuvo en el estacionamiento del cementerio. El funeral ya había empezado cuando encontró el lugar, se quedó atrás, mirando pero sin unirse al pequeño conjunto agrupados en la lápida. El cabello rubio de Jae atraía el sol y la actriz la localizó enseguida. Reed se preguntó si la directora sabía cuan expresiva era su postura, la tensión y la ansiedad se leían fácilmente en ella, aún de lejos. Al frente, un estrado sostenía una caja negra brillante, muy pequeña para ser un ataúd, la cual muy probablemente contenía los restos de Roan Pirsig. Supuso que California tenía leyes para enterrar a personas infectadas con VIH, pero no sabía ni le importaba. Él se había ido y todo había acabado. Entonces, ¿por qué la haces pagar por sus errores? No lo hago. Ella me mintió. Así de simple. Me mintió para obtener lo que quería. Fin de la historia. ¿Y tú no tuviste nada que ver con eso? Hubo movimiento en el grupo y Reed interrumpió la argumentación mental cuando Jae pasó adelante para hablar. "Tuve años conociéndolo y, por desgracia me di cuenta de que no lo conocía por completo." Una mano tocó el cofre brevemente y cayó nuevamente a un lado de Jae. Aún a lo lejos, desde los árboles donde se escondía, Reed sabía que Jae sufría. La mirada perdida en el rostro de la rubia la hería profundamente y sus palabras dejaron

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confundida a la actriz. Pensó que Jae iba a quedarse para reclamar los residuos, pero su confusión aumentó cuando la directora se fue antes que concluyera el acto. Con curiosidad, miró a Jae mientras se iba, sus propias emociones eran una mezcla de deseos conflictivos. No podía, simplemente, apagar y encender sus sentimientos cuando quisiera - sin importar cuanto lo hiciera creer - y ahora quería... ¿Qué exactamente? Era una buena pregunta para la cual no tenía una respuesta. No fue sino hasta que el último de los dolientes y del personal dejaran la tumba que se aventuró a acercarse sin saber, exactamente, que fue lo que la arrastró al fresco montículo. Roan Laurent Pirsig... Partió demasiado pronto. No había una fecha específica, sólo los años que agrupaba su vida. 1962 - 1999. Había sido más fácil de lo que pensó, todo dado a su don y descarado talento para organizar espectáculos. Pero también era sencillo quedarse en aquella opulenta esquina del cementerio dedicado a ricos y famosos, así que, quizás no fue por el personaje después de todo. Inesperadamente, lágrimas comenzaron a derramarse y la lápida parecía flotar a través de la neblina acuosa. El dolor en su garganta la confundía. ¿Por qué ahora? ¿Después de todo este tiempo? ¿Por qué ahora? Quizás fue por la abrumante cantidad de emociones por las que había pasado los últimos días pero en el fondo sabía que era algo más profundo que eso. Simplemente, no podía encontrar la razón de por qué llorar por un hombre a quien odió. Nunca se le ocurrió que quizás estuviera llorando por la chica que él se robó o por la mujer en que se había convertido.

Capítulo 42 Jae subió la mirada de la máquina de edición. Michael estaba parado en el marco de la puerta con expresión vacilante en su rostro y sintió, por anticipación, que su estómago se reducía. 388



"¿Pasa algo?" preguntó con un entusiasmo que no sentía. Michael filmaba la confrontación entre Kyle y Dar y, dado a la tensión que había prevalecido en el set aquel día, Jae no tuvo mucha esperanza de que las noticias fueran buenas. Era una escena que habría filmado fácilmente debido a su formación en artes marciales, pero Rafe Himler en el papel de Kyle había dado a conocer su malhumor y sus pocas ganas de filmar una escena de acción dirigida por una mujer. Era más fácil dejar que Michael coordinara esa parte y los ensayos, mientras ella se concentraba en el conflicto del siguiente día. "Es torpe." "¿Torpe?" "Su pierna va hacia arriba..." Recreó el movimiento con sus manos y las dejó caer de repente, simulando una caída. "Y pum... Cae." Oh, cielos. Si no filmaban esa parte, la escena sería un fracaso total. El público tenía que ver a Kyle atacando a Dar. Y Reed en el papel de Dar, tenía que hacer que el público creyera en su fuerza y determinación. El uso de dobles y de increíbles actuaciones profesionales, hubiera limitado sus tomas y aumentado el nivel de dificultad a la hora de editarlo, además de reducir el material con el que hubiera tenido que trabajar.

"¿Tan malo es?" Jae simplemente asumió que una mujer tan alta y fuerte como Reed tendría alguna formación atlética. Ciertamente, la actriz parecía moverse en control de su cuerpo. "Es poco creíble." Jae apagó la máquina de video y se levantó estirándose y haciendo sonar los huesos de su columna. Michael hizo una mueca de dolor en simpatía por la directora. "Auch." 389



"No he hecho mucho ejercicio que digamos." Lo cual era verdad en cierta parte. Jae había abandonado su rutina de ejercicio por mucho más tiempo que antes, primero por Reed, luego por los largos días de trabajo y por los imprevistos que surgían de repente, todo esto la distraía, haciéndola olvidar cualquier ejercicio que pudiera hacer. Pero en los últimos días, había usado brutalmente su físico para recuperar el sueño que parecía inalcanzable. Su cuerpo no estaba impresionado y cada músculo y articulación de las que había abusado protestaban por el salvaje tratamiento. "Echemos un vistazo." Ambos salieron de las oficinas técnicas camino al set de sonido. Jae se detuvo a mitad de camino y tomó a Michael por el brazo deteniéndolo. "Aparte de eso, ¿cómo crees que esté?" El breve altercado del domingo había asentado una fría guerra entre ellas. Una distensión social en la cual se habían trazado límites y escogido lados. Reed parecía ajena al silencioso apoyo que su co-estrella y los demás le daban, hablando, únicamente, cuando tenía que hacerlo y cuando no la necesitaban en el set, desaparecía dentro de su tráiler. Increíblemente, la película siguió filmándose de acuerdo al programa. En una extraña forma, le servía para justificar la fe que siempre había sentido por la actriz. Reed era responsable. Unos ojos castaños la miraron pensativamente, como si estuvieran midiendo que podía o no decir. Lo cual, pensó Jae, no me sorprende dado a mi última reacción la vez que dijo algo negativo de ella. "Cuando la cámara está filmando... bien. Mejor que bien. De lo contrario..." Encogió los hombros. "¿Quién sabe?" Con eso está bien. Por lo que sabía Jae, el círculo de amistad de Reed estaba formado únicamente por Heidi y Geoff. Fuera por lo que fuera que la actriz estuviese pasando lo estaba haciendo sola. Incluso Holly parecía recibir la misma frialdad de su parte - la guionista pagaba por los pecados de la directora de la misma forma en que Jae pagaba por los de Roan.

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Michael continuó, ignorante a sus pensamientos. "De hecho, tengo que darle crédito. Hemos filmado esa escena al menos veinte veces y no se ha negado a repetirla ni una vez." Jae rió. "Quien habría pensado que hacerla patear a alguien sería más difícil que hacerla besar." Rió de vuelta y aguantó la puerta del estudio para que pasara ella antes de responder en un falso acento de sabiduría. "Un verdadero misterio de la vida."

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Reed se apartó del escenario. Era la primera vez en toda la semana que se quedaba después de haber filmado una escena. Hurtowski le dijo que volvería, así que decidió esperar sentada, lejos de todos. Podía escuchar murmullos de varias conversaciones a su alrededor, el sonido constante llenaba el lugar. Por un lado estaba Holly jugando con una videocámara pero sin apuntarla. En cambio, la guionista parecía contenta grabando al equipo técnico quienes eran, realmente, los que hacían la película. Continuó observando hasta que el equipo de trabajo bloqueó la vista de su punto estratégico. Inclinó la cabeza contra una gran viga de madera, estirando sus piernas aliviando el dolor de sus agotados músculos. La calma del momento fue arruinada por el chirrido de la madera contra el concreto cuando varios maquinistas comenzaron a cambiar el material del escenario a su izquierda. "¿Qué pasa entre Cavanaugh y Lewis?" "Ni idea. Se les debe haber acabado la luna de miel." "Que mal. De verdad parecía que Lewis empezaba a mostrar sentido del humor." Uno de ellos rió entre dientes. "Ya, me cagué de la risa cuando besó a Pooh." 391



"Y ese beso... wow." "Lo sé. Joder, daría lo que fuera porque mi novia me besara así." "Algunas mujeres tienen toda la puta suerte." Los trabajadores se alejaron y no pudo seguir el resto de la conversación que se hundía entre las demás voces y ruido que arrastraban con ellos. La actriz observó incrédula mientras se iban. Ellos creen que estamos... Peleando como amantes. Hey... Míralo por el lado bueno - no te llamaron Helada Reina Amazona. "Vaya lado bueno," dijo para sí misma. Reed salió de las sombras cuando Jae entró al estudio con Hurtowski, ambos riendo de algo. La sonrisa se Jae se desvaneció un poco cuando se encontró con Reed y la directora la saludó con rigidez. "Michael me dijo que hay problemas con la escena." "No hay nada de malo con la escena. Es torpe" Se oyó la burla tras bastidores. Reed le dio una mirada de odio a Himler desafiándolo a que hiciera un comentario más. El actor, simplemente, se reclinó en su silla, sonriendo con satisfacción y, por un segundo, deseó que colapsara sobre su repugnante trasero. La directora meneó la cabeza. "Hay una diferencia entre estar entrenado y ser torpe. Tuve que haberme dado cuenta antes." "Lo que tú digas." Jae ignoró el comentario y llamó a todos a sus lugares. Reed tomó su posición esperando la señal de acción. Estaba totalmente pendiente de Jae por lo que trató de poner toda su atención en la escena en vez de la directora. "Acción."

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Doblando la rodilla, Reed se inclinó ligeramente y empujó su pierna hacia fuera, perdiendo el equilibrio una vez más. Una punzada de dolor atravesó su ingle y frunció sus labios tratando de disimular su incomodidad. "Pierdes el equilibrio." Jae se acercó incómoda y vacilante. A pesar de todo, la directora cambió su peso y alzó una pierna a un ángulo de noventa grados de su cuerpo. "Mantén tu peso centrado aquí." Tocó su abdomen inferior. Reed se fijó en los movimientos mientras Jae repetía la maniobra. La rubia estaba quieta y perfectamente equilibrada, sin temblor ni tensión evidente en el fluido movimiento. "Ahora tú." Le indicó Jae. Todo el quipo las observaba, los comentarios que había oído antes de los maquinistas hicieron sentir a Reed como si cada mirada estuviera fija en su interacción, sobre todo por las miradas curiosas insinuantes. Dejó a un lado la incomodidad y lo volvió a intentar. Apenas alzó la pierna perdió el equilibrio y comenzó a caer hacia delante. Una manos fuertes detuvieron su caída, enderezándola y luego soltándola rápidamente. "Lo siento." Jae dejó caer las manos, soltándola como si estuviera ardiendo y retrocedió unos pasos. Sus ojos se encontraron por un momento, Reed asintió y apartó la vista enseguida. "¿Ves? Es torpe." Dijo Himler con sorna desde su silla. "O quizás necesites a un hombre que maneje la acción." Una risa ahogada se escuchó en el lugar, la risa nerviosa era una señal para Reed de que algo había cambiado en la estructura de poder. Se preguntó por qué Jae le había dejado las secuencias de acción a Hurtowski aun cuando fuera un gran actor. ¿Se habría dado cuenta de que si perdía el control sobre Himler, nunca lo recuperaría? Su credibilidad se desgastaría. 393



Y ¿a ti que te importa? No me importa. Simplemente, no quiero escuchar a ese bocazas la próxima semana. "¿Por qué? ¿Hay alguno aquí?" Arrastró Reed mirando a su alrededor. Los ojos de Jae se agrandaron sorprendidos, se volvió y encaró a Himler. "Nada de insultos en mi set. Pero..." Hizo un ademán con una mano, "siéntete libre de repetir ese mismo tono en una escena. Fue perfecto." Reed alzó sus cejas igual de sorprendida; los comentarios sarcásticos normalmente no era estilo de Jae. Miró más de cerca a la directora, observando el cansancio en forma de círculos oscuros alrededor de los ojos de la rubia. Una directora malhumorada y cansada era lo último que necesitaba, así que tomó medidas drásticas a sus propios deseos de atacarla. "Enséñame." "¿Que te enseñe? Pero..." Reed bajó la voz para que sólo Jae escuchara. "Si no me enseñas como hacer esto, él gana y tú pierdes el mando. Así que empecemos con esto." "Necesito tocarte..." Se heló por un momento, reuniéndose por primera vez con los ojos de Jae por más de un segundo o dos desde su revelación del sábado. "No." Reed podía sentir la mirada de todos en el estudio sobre ellas y los comentarios que escuchó de los maquinistas vinieron a su mente. Estaba condenada si lo hacía o no. Jae asintió con entendimiento y retrocedió. "Ya veremos que hacer." Himler dio una risilla y fue allí cuando Reed tomó una decisión. "Tengo mejores cosas que hacer que esperar. Sólo has que sea rápido." "Voltéate," Le indicó Jae, el temblor nervioso en su voz resonaba con cada palabra.

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Reed accedió, sus músculos estaban ligeramente tensos. Pareció una eternidad el tiempo que le tomó a Jae poner sus manos en sus caderas, el ligero peso se asentó sobre los shorts de jeans y la directora guio a la actriz durante el movimiento. A medio camino Jae detuvo el movimiento. "Justo ahí. ¿Lo sientes?" Flexionó su rodilla suavemente, probando la sensación de su cuerpo mientras lo movía hasta donde la directora indicaba. Se sentía diferente, como si fuera parte del suelo y del aire al mismo tiempo. "Sí." "Bien." Jae retrocedió, quitando sus manos de la cintura de Reed. "Ahora quiero que repitas el movimiento y, después de que llegues al punto de equilibrio, extiendas tu pierna. Mientras la extiendes, deja que tu cuerpo caiga a su centro de gravedad." Unos ojos verdes la miraban intensamente y Reed hizo el movimiento como le fue dicho, alzando la pierna al movimiento de un golpe. Le tomó un poco más de tiempo, pero empezó a ceder y, nuevamente, sintió las manos de Jae firmes sobre ella. "Bien. Ahora trata de hacerlo otra vez más despacio. Te tengo." Reed se quedó inmóvil al escuchar las familiares palabras, luego realizó el movimiento antes de que Jae pudiera darse cuenta de su reacción. Entrecerró los ojos en una mezcla de concentración y negación. Dos pequeñas palabras. Quería que fueran ciertas. Lo ansiaba de una forma que la dejaba confundida y perdida. Recordó lo segura que se sentía con el contacto de Jae y Reed se alejó, molesta por traicionarse a sí misma. "Yo puedo sola." Y lo hizo. Lanzó el golpe con el pie intensamente tratando de obviar la mirada herida en los ojos de Jae. Lo practicaron varias veces más, cada golpe era más fluido que el anterior, hasta que sintió como si su pierna se fuera a desprender de su cuerpo.

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Jae había retrocedido hasta el extremo del escenario sólo para observar, una vez más dándose cuenta de la distancia física que había surgido entre ellas en los últimos días. Era desconcertante. No hubo llanto, disculpas, negación, ni nada - tan sólo un silencio tan alto entre ellas que pensó la ensordecería. Ya en su límite, confió en su pierna con fiereza hasta que sintió la punzada de dolor estallar en una agonizante sacudida. Reed cayó al suelo, un leve gruñido escapó de su garganta antes de que pudiera acallarlo. Una ráfaga de actividad se descargó a su alrededor mientras el equipo médico del estudio fue contactado y un montón de gente que no conocía se aglomeraba sobre ella con una mezcla de curiosidad morbosa y preocupación verdadera. La presión de los cuerpos la molestaron mucho más y se apartó ligeramente buscando algo de espacio. "Dejen que tome aire." Indicó Jae, agachándose a un lado de donde había caído. ¿Estás bien?" Dejó una mano reposando sobre el hombro de Reed buscando con la mirada cualquier herida. "No me toques." Jae retiró la mano. "Yo sólo..." "No me importa que estabas tratando de hacer. Estoy bien." A pesar del dolor, se levantó y fue camino a su tráiler. Al ir por la salida pasó frente a la guionista, quien, parada, con la videocámara abajo, la miraba fijamente. "¿Qué?" Ladró Reed. Holly la miró intensamente. "¿Sabes? Nunca pensé que fueras tan estúpida. Quizás zorra, sí. Pero no estúpida."

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No parecía tener respuesta para aquello y siguió camino al tráiler antes de volver a caer. El dolor tuvo que haberse reflejado en su rostro porque la expresión de Holly cambió y, de repente, la morena deslizó su brazo bajo el codo de la actriz. Reed fue a zafarse del agarre pero se lo impidió el dolor y la sorprendente fuerza del agarre de la escritora. "Holly..." dijo en tono amenazador. "Ya cállate, Reed. ¿Nadie te dicho que hablas demasiado?" Holly comenzó a guiarla hasta la salida, ayudándola que apoyara su peso en su brazo. Sorprendida, rió y meneó la cabeza. "No. Me han dicho muchas cosas, es la primera vez que escucho eso." Capitulando, dejó que Holly la ayudara a salir del set hasta el tráiler. "No me estás arrastrando hasta acá para una charla emotiva, ¿cierto?" "¿Por qué? Sólo porque estés actuando como una completa idiota no significa que tenga que decir algo al respecto. "Bien." Llegaron al tráiler, Holly le quitó las llaves de la mano y abrió la puerta. El dolor en su pierna le hacía difícil estar parada así que se desplomó sobre el sofá extendiendo el miembro con cuidado. "Duele, ¿no?" "Sí," admitió la actriz. "¿Alguna razón en particular por la que optaste arreglártelas tú misma a que Jae te consiguiera atención médica?" "Debió haber sido mi parte estúpida la que actuó." "Ah, pensé que fue tu parte de Reina de Hielo y eso. Pero los ataques contra Jae - esos sí creí que fueran por tu parte estúpida."

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Reed miró a la alta morena pensando. Había estado evitando a Holly, la guionista era un recuerdo vívido de la implosión de su relación con Jae. Sólo ella no la asustaba. Su reacción hacia la otra mujer era la misma de antes. Un poco extraña, sí - pero igual, sin embargo. "Siéntate. Me pones nerviosa ahí arriba." Holly se sentó en la silla dándole espacio a Reed. "¿Segura de que quieres estar sola aquí conmigo? La gente se hará ideas." Resopló suavemente, levantando una ceja irónicamente. "Ya pasé por ese camino."

Alguien tocó la puerta y Reed se tensó, el pulso de corazón aumentó. Sería propio de Jae haberla seguido. Pero luego, lo absurdo del pensamiento desvaneció su adrenalina. Jae no me seguiría. No ahora. "¿Vas a responder?" Holly la miró con curiosidad. "¿Puedes tú?" señaló su pierna. Los músculos ya estaban tiesos y no estaba segura de que pudiera levantarse. "Seguro. Igual tengo que irme. Y Reed, No seas estúpida. Has que te vean eso, ¿sí?" "Después." "Vale." La guionista meneó la cabeza, los rizos de su cabello se movían de lado a lado. "Al menos toma algún calmante." "Va. ¿Quién es?" Holly echó un vistazo por la cortina. "Cait Waters." Cait se sorprendió cuando Holly abrió la puerta del tráiler. "¿Está Reed?" "Sí."

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Subió las escaleras y se detuvo en la puerta. Reed estaba tumbada en el sofá, el aire se llenó de tensión y Cait se preguntó si Holly y la actriz habían estado discutiendo. "Entra, no muerdo." "No. Golpear es más de tu estilo." "¿Fue eso lo que te dijo?" "No. No me ha contado mucho. Pero el labio roto habla por sí sólo." "¿Qué quieres?" "Jae me pidió que te trajera esto." Extendió una mano con los contratos anulados y los dejó sobre el escritorio cuando vio que la actriz no se molestaba en tomarlos. "Necesito que firmes las páginas diez y doce y tu inicial donde señalé." "¿Muy cobarde como para venírmelos a entregar ella misma?" Cait se acercó un poco, la rabia enrojecía su rostro. "No tengo ni la más mínima idea de lo que ella vio en ti y, francamente, me alegra que hayas resultado ser una zorra superficial." "¿Te está follando a ti también?" Reed pronunció lentamente. Eso fue todo. Cait había tenido suficiente. Si las dos iban a estar comportándose como niñas, entonces las trataría de ese modo. Entre la desesperante culpa que sentía Jae y el petulante malhumor de Reed, empezaba a sentirse como en una telenovela barata. "No. Y no es que no tuve oportunidad, ¿entiendes? Pero nuestra Jae tiene ética. Aunque ya eso es un concepto que tú no entenderías." "Vaya ética. Ella me usó."

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"Ah, ¿sí?" dijo Cait en voz baja. "Que curioso, creí que era por ambas partes. ¿O de verdad crees que ella tiene toda la culpa? Dime, Reed ¿Alguna vez Jae hizo algo que no quisieras?" Aun cuando los ojos azules se oscurecieron peligrosamente, la actriz no respondió. "No. No creí que así fuera. Es bastante curioso." Caitlynn no esperó a que Reed la echara. Le empujó el contrato por la mesa y se fue dejando un portazo tras ella. "Vaya. Eso fue duro." Holly estaba apoyada contra un árbol. "Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas." "¿De verdad golpeó a Jae?" Cait consideró la pregunta y la respuesta original que la directora le había dado. Reed no lo negó, pero su instinto le decía que, lo que fuera que hubiera roto el labio de Jae, no fue algo tan simple como un golpe. "No." "Crees que lo resolverán?" "¿La Señorita Culpa y la Señorita en el Armario? ¿Quién sabe? Tendrían que hablarse primero y no creo que pase pronto." "Lo sé, me gustaría ir hasta Reed y decirle, 'Tengo dos palabras para ti - gay latente.'" "Oh, Dios. Pagaría por ver su rostro. ¿Tú también te diste cuenta?" "Vamos a decir que envié una señal y obtuve un 100% de respuesta." Cait dejó de reír y se puso seria. "Conozco a Jae desde hace mucho y nunca la había visto responder a nadie del modo en que responde a Reed. Y no es del todo sexual." "No, no lo es. Y creo que eso es lo que de verdad sería una mierda si pierden su amistad. Conexiones como esa son difíciles de hallar." 400



Llegaron al bungalow de oficinas y Holly se detuvo a medio camino del estacionamiento. "Nos vemos. Ah, y Cait, Reed se lastimó más de lo que aparenta. Puede que necesite que alguien la revise." "Seguro." Consideró el comentario algo confundida. La actriz parecía estar bien. Un poco pálida pero Cait supuso que había sido por fatiga y por un largo día combinado con los residuos del altercado verbal del que se habían ocupado. Ausentemente, se perdió con el tren de pensamientos, hasta que un movimiento más adelante la distrajo. Una alta mujer de cabello azul eléctrico recién se iba del lugar y una enigmática sonrisa enmarcaban sus elegantes rasgos. "Y ahí a un problema más. Me pregunto que querría."

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Jae se tumbó en el asiento con un pie bajo su cuerpo, con los ojos fijos en la tapicería pegada en la pared opuesta. Los hilos se perseguían entre ellos por la extensa tela, proveyéndola de una distracción visual mientras trataba de seguir el patrón. "Te ves fatal." Jae saltó sorprendida. "Y lo dice alguien con cabello azul. ¿Qué quieres Becky?" "Viene a ver como estabas," fue la simple respuesta. Becky fue hasta el otro lado del sofá. "Y a hablar." "¿Hablar?" Miró detenidamente a su ex. "Sí, ya sabes. Eso que antes podíamos hacer." Jae sólo miró a Becky, esperando que la mujer fuera al grano. Indirecta hasta en sus movimientos, Becky metió una pierna bajo su cuerpo y apoyó su mentón sobre una rodilla alzada. "Hay algo que quiero preguntarte." 401



"¿Qué?" Con cautela, inconscientemente, cruzó sus brazos sobre su pecho. "No fue por ella, ¿cierto?" Hubo una nota lastimera en la oración y, por primera vez desde que habían terminado, Jae pudo alcanzar a ver apenas que había significado para Becky el término de su relación. "No. Lo prometo." Becky asintió. "Gracias." "Por nada." Se detuvo y miró a su ex-amante pensando. "Esto va a sonar muy pobre pero... no fuiste tú." "Sí, suena muy pobre. Pero ayuda. Un poco." Alzó dos dedos separados por unos centímetros. "Como así." Pero la divertida sonrisa ocultaba el malicioso propósito detrás de las palabras. "Te fue mal, ¿no?" No hubo tono de rabia en su voz, ni siquiera de burla y Jae reclinó su cabeza contra la tela que cubría el sofá, mientras decidía como responder. "No lo sé." "No, supongo que no." Dijo Becky con tranquilidad. "De verdad me molestó verlas a ustedes juntas el sábado. En realidad, estuve molesta por unos días más." Sonrió y se encogió de hombros. Por un instante, ver la sonrisa traviesa le hizo recordar a Jae los buenos momentos que compartieron y le devolvió la sonrisa. "Apuesto que sí. Y ¿qué te hizo cambiar de opinión?" Preguntó con curiosidad. Becky jamás fue predecible y esta conversación no era la excepción. Becky se encogió de hombros. "No puedo tenerte. Y no creo que alguna vez lo haya hecho. Nadie lo ha hecho. Pero ella sí. ¿Puedo darte un consejo?" "¿Puedo detenerte?" la broma fue sin rencor, siguiendo una manera de bromear que habían establecido hace mucho tiempo. 402



"No." Becky avanzó a través del abismo que se había formado entre las dos, acercándose con sutileza y una mirada gentil. "Lucha por ella." "No es tan simple, Becky." "Claro que lo es. Por una vez en tu vida, Jae, no huyas de alguien que te haga sentir." Los dedos de la actriz se deslizaron por una de las mejillas de Jae, sosteniendo su mandíbula por un momento antes de desprenderse. Becky se levantó y salió de la habitación, dejando a Jae atontada y perpleja. Luchar por ella... La pregunta era ¿luchar por qué? ¿Quedaba algo entre ellas por lo que luchar? Sí. Su amistad. Y ¿cómo? Jae se levantó y paseó de un lado a otro por la habitación. Jamás había perseguido a una mujer en su vida y, particularmente, no estaba segura de cómo hacerlo. Profundamente concentrada no oyó a Caitlynn tocar la puerta. "Hey." Saltó nuevamente, gritando del susto. "¡Aghhh...!" "Wow. No tenía idea de que los humanos pudieran llegar a esa escala," bromeó Cait, evadiendo el golpe que Jae lanzó en su dirección. "Cielos." Cait se puso seria por un segundo, asintiendo hacia la puerta. "¿Esa era...?" "Becky. Sí." "¿Qué quería?" "Hablar." Ladeó un poco la cabeza y sus ojos se estrecharon de forma traviesa. "Ella cree que debo luchar por Reed." 403



Los ojos de Cait se agrandaron sorprendidos. "¿En serio?" "Sip." Jae volvió al sofá y extendió sus brazos a lo largo. "¿Alguna idea?" "Eso sí que es un cambio. ¿Qué pasó con la rutina de culpa 'soy una inútil'?" Jae corrió una mano a través de su cabello en un gesto que la hacía ver vulnerable y mona. "No soy como Roan y, si voy a ser castigada, será por algo que yo haya hecho." "No tienes fiebre." Cait sostuvo la palma de su mano contra la frente de Jae. "Ja ja." "Ni golpes." Jae esperó pacientemente mientras Jae tocaba su cráneo. "¿Ya terminaste?" "Sip." Sonrió descaradamente y se desplomó sobre el sofá. "Cuéntame, entonces. Exactamente ¿Cómo te las vas a arreglar para conquistar a la Reina de Hielo?" "No tengo ni la más mínima idea." "Y, definitivamente, te va a tomar más que chocolates y flores. Podrías intentar con algo de Romeo y Julieta." "¿Qué? ¿Música?" "Pues, dicen que la música tranquiliza a las bestias más salvajes. Quizás puedas cantarle a tu modo." "Soy, buena, Cait, pero no tanto." Se habían acurrucado en el sofá. Se sentía bien sentarse y hablar con Cait. Las cosas habían sido raramente tensas entre ellas durante los últimos días y Jae echaba de menos la camaradería. "Sí, tienes razón. Nadie es tan bueno."

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Las dos cayeren en silencio, simplemente, quedaron sentadas mientras pensaban en otra idea. Estaba por oscurecer afuera y Jae miró como las sombras de la habitación se alargaban mientras las motas de polvo bailaban en los últimos rayos de luz del día. Era uno de sus pasatiempos favoritos. El patrón creado por el brillo de la luz del sol y el balanceo de las motas de polvo siempre eran diferentes, lo que le hacía recordar que aún en las cosas diarias había algo nuevo. Apartó la vista de las motas y giró la cabeza para mirar a su asistente. "¿Qué pasa contigo?" "¿Eh?" Respondió Cait sorprendida. "Estos últimos días no pareces tú misma. ¿Está todo bien?" Jae se sintió culpable. Había estado tan sumida con todo lo de Reed y la película que no había tenido tiempo de preguntarle cómo estaba. "Nada que una semana de vacaciones no cure. Recuérdame otra vez cuanto prestigio hay por ser la asistente en una película importante." "Hay mucho, mucho prestigio por ser la asistente en una película importante," Repitió Jae inexpresiva. "Eso fue lo que pensé." Cait se detuvo. "¿Quieres ir por algo extravagante que comer?" Reflexionó sobre la oferta decidiendo que una noche discreta pudiera ser justo lo que el doctor recetó. "¿Sushi?" preguntó con esperanza. "Sólo si prometes que no pedirás esos asquerosos huevos de pez volador o lo que sea." "Nunca los he ordenado - Vienen con el plato. Además, añaden color." "¿A Reed le gusta el sushi?" "No lo sé."

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"Pues de ahí podemos empezar. Todos los planes de batalla tienen que empezar por algún lado." Jae tuvo el curioso presentimiento de que, tener a Cait ayudándola con Reed, pudiera no haber sido tan buena idea en práctica como lo parecía en teoría. "Mmm, Cait, acerca de lo de Reed. Vamos a dejarlo hasta ahí, ¿sí?" "Va," accedió Cait amablemente. "Pero ya puedo comenzar con las apuestas, ¿no?" La directora rezongó y apagó las luces antes de cerrar la puerta de la oficina tras ellas.

Capítulo 43 Reed quedó sentada sobre el mueble, atónita, después del portazo. El fuerte golpe sirvió de énfasis a las palabras de Cait antes de irse. ¿Alguna vez Jae hizo algo que tú no quisieras? Ahí estaba. La simple y cruda verdad. Nunca se resistió a, fuera lo que fuera, que se estuviera desarrollando entre ellas. Bien. ¿Ahora qué? El dolor en su pierna le hizo imposible seguir sentada, se levantó con cuidado y cojeó hasta el mesón, hurgando en la despensa en busca del calmante que sabía que estaba ahí. Con un trago de agua empujó las pastillas, con el segundo borró los residuos de su boca y garganta. Con cuidado, se apoyó del sofá, levantó la pierna, ayudándose con una mano, dejándola caer con suavidad sobre un cojín. El sofá era muy corto para ella y su pie quedaba colgando del extremo lo que le permitía dejar caer la zapatilla sobre el piso con un audible golpe. Aún reflexionando, Reed se inclinó quitándose el otro, lanzándolo a un lado su compañero con un descuidado movimiento de muñeca. "¿Ahora qué?" Reed cerró los ojos y reclinó su cabeza de las almohadas rellenas. "Es muy tarde para venir a reexaminar las decisiones de mi vida después de treinta putos 406



años." Tenía que resolver esto de una forma racional. Si yo soy hetero y Jae no... Resopló con burla, si esto fuera un examen de matemáticas ya lo hubiera reprobado, porque, por lo que tenía entendido, esos dos factores no podían sumarse. Muy bien, plan B, entonces. Exactamente, ¿por qué estoy molesta con Jae y no con Holly? Las dos son gays. Mejor dejamos esa para luego. Cobarde. No soy gay, maldita sea. Me rehúso a ser como él. No soy como él. Holly tampoco lo es. El pensamiento la heló por un segundo, luego, su mente proveyó otro contraargumento. Quizás Holly no sea como el Padre Xavier, pero Jae es copia viviente de Roan. Volvió a terreno seguro, Reed dejó que la rabia por la directora surgiera, ventilando el sentimiento, en un intento por distraer los dolorosos recuerdos de su adolescencia. Recuerdos que habían salido a la superficie por las entrevistas y el repentino cambio que había sufrido sus pesadillas últimamente. El problema no era el hecho de que Jae fuera gay. El problema fue ser engañada, usada y traicionada por la persona que dejó entrar a su mundo. Ahora era sólo cuestión de tiempo para que aquellos secretos fueran usados en su contra. Por una amiga. Reed sonrió con fiereza. Dos podían jugar al mismo juego. Ella tenía sus propias armas. No, ya no eres esa persona. Sus ánimos decayeron y una mano fue a descansar sobre su frente. La voz tenía razón. No después de Riordan. Pero si Jae se atrevía a usar a su hijo como palanca, la directora descubriría esa parte de ella que aún seguía escondida.

Oooh, y eso no es muy melodramático de tu parte, ¿cierto? Se mofó su voz interior

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arruinando la patética pared de autocompasión que había levantado. El único problema que hay con esa cadena de razonamiento es que te hace inocente de todo. No puedes tenerlo de ambas formas. O estás molesta porque es gay y no te dijo o lo estás porque te traicionó. Sólo que ¿dónde está la traición? Es un gran circuito de argumentos, nena. Supéralo. Incluyéndote a ti. No hubo manipulación porque no había nada que manipular. Siempre te tuvo al tanto de todo. ¿Qué hay de la estación y del dinero? ¿Qué con eso? ¿Te pidió algo de vuelta? ¿Alguna vez sentiste que quería más de lo que tú le dabas? Me besó. Cuando ensayábamos aquella escena de práctica. Te equivocas. Según Reed tenía entendido, sólo idiotas se mentían a sí mismos. De la única persona que no puedes esconder la verdad es de ti mismo. Puedes mentirle a todo el mundo pero no ganas nada si te engañas a ti mismo. No se resistió a ninguno de los tres besos. Incluyendo el del estudio. Jae, claramente, no quería besarla. Y ese último... él último fue su culpa, no de Jae. "Debió haberme dicho." ¿Por qué? Seguía insistiendo su mente con terquedad. ¿Habría sido diferente? ¿No la habrías besado si te hubieras enterado que era gay? ¿Besar a una chica hetero es mejor que a una gay? Exacto. Se respondió a sí misma. Ah, entonces fue por eso que la besaste después de que te enteraste de que era gay.

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Tiene mucho sentido. Esa vez fue diferente. Claro que lo fue. La trataste mal y la heriste. Una gran diferencia a como ella te ha tratado. Dolía y ese era el problema de reflexionar. Hacerlo era más fácil, excepto que allí el problema realmente, no era hacerlo sino pensar - pensar la dejaba más confundida de lo que estaba - y la hacía sentir como una idiota para empezar. Tenía demasiadas ideas revueltas en su cerebro, muchos temas que desenredar para descubrir por qué se sentía tan molesta y, aun así, por qué quería encontrar una razón para hacer que todo desapareciera. Ser capaz de ir hasta Jae, sonreír y saber que hay una respuesta. Hoy en el set lo había sentido por un segundo. Había sentido su conexión y por poco se dejó olvidar por qué estaba tan molesta con Jae. Olvidó que había sido engañada. ¿Te mintió o, simplemente, no te dijo algo? ¿Haría alguna diferencia? Sí. De pronto, se le hizo muy claro qué parte jugaba ella en todo esto. No tenía idea de lo que iba a hacer al respecto pero al menos, sabía qué añadir a su culpa. ¿Qué hubieras hecho si te hubiera dicho antes? La respuesta la dejó sintiéndose fría. No fue precisamente, un secreto lo que sentías por 'personas como esas' ¿cierto? Furiosa, se levantó, haciendo una mueca de dolor en lo que sus músculos protestaron por el repentino cambio de posición. Dejó una mano sobre la superficie de la mesa y, con un firme agarre, trató de levantarse luchando contra la posibilidad de que su pierna cediera ante el esfuerzo. Los calmantes debieron haber hecho su trabajo porque dolió menos de lo que esperaba pero más de lo que hubiera deseado. "No se puede tener todo, supongo." 409



Se apoyó contra la superficie por un minuto, con los ojos puestos en el grueso contrato y los codicilos corregidos que la libraban del lazo que la unía con Blackmon Pictures, luego miró a un lado consiguiendo un papel color crema bajo la llave de repuesto de su tráiler. Sus dedos hicieron correr las hojas, acariciando el extremo de los pliegues pero sin intención alguna de tomarlo. Mientras lo tocaba, una pequeña sonrisa estiró sus labios. Era tan absurdamente de Jae. En papel y hecho a mano en una era de mensajes instantáneos y comunicación digital. Las fibras bajo sus dedos contrastaban con la fría dureza de la mesa. La nota estaba en sus manos. Reed, No sé qué puedo decir en este momento. En realidad, no hay nada excepto que siento que te hayas enterado de esa forma. Sé que no parece mucho pero de verdad lo siento. Jae ¿Tu cuerpo o tu talento?. Hubiera elegido tu amistad. J Leyó las palabras una vez más, digiriendo las sílabas. No era una disculpa por quien Jae era sino por lo que no había dicho. La nota llevaba ahí cuatro días. Reed se desplomó sobre el sofá nuevamente, por un momento, olvidando el dolor en su pierna mientras lo asimilaba. Nada había cambiado. No había leído la carta y Jae aún seguía tratándola profesionalmente, exactamente como antes. ¿Por qué? Era lo que no podía comprender y sólo había una persona que le podía suministrar respuestas. Se lo debes.

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Reed estaba totalmente liada, hacer lo que debía hacer implicaba enfrentar verdades de las cuales se había estado escondiendo durante tanto tiempo. De repente, sintió que el tráiler era más pequeño, sus estrechos confines ya no eran cómodos para ella, el espacio muy reducido para ella y sus recuerdos. Con brusquedad buscó su bolsa y después de pensarlo, tomó la nota guardándola en uno de sus bolsillos y el contrato anulado de servicios personales que estaba sobre la mesa. La oscuridad había caído y se adentró en la noche sin luna. El color metal brilló apagadamente bajo las luces del estacionamiento, el Saturn aún estaba allí. Sin pensarlo, Reed se asomó dentro del bungalow en el que estaba la oficina de Jae. El sonido del torrente sanguíneo en sus oídos ahogaba la voz que le gritaba que se fuera, el ritmo de su corazón respondiendo al miedo y la adrenalina. Cerrado. La actriz dejó caer su mano de la manilla - deteniéndola, por un segundo, en el aire mientras pensaba si tocar el timbre o no. Decepcionada y aliviada volvió al auto, su corazón aún latía con fuerza. Las llaves casi se le caían por el temblor de sus dedos mientras luchaba por entrar en la camioneta. Una vez sentada, el dolor fue disipándose y comenzó a conducir a casa con las ventanillas y techo corredizo abiertos. El zumbido del viento le hacía imposible pensar y, por un momento, se vio tentada a seguir conduciendo pero la dolorosa e insistente punzada de dolor en su cadera cada vez que pisaba el freno, limitaba sus posibilidades. En lugar de eso, condujo hacia las oscuras alturas de Hollywood Hills hasta la casa rentada, sin molestarse en meter el auto en el garaje. "Mierda." Susurró en medio de la noche, dejando que la palabrota se llevara con ella un gemido de dolor cuando obligó a su pierna soportar su peso al subir la escalera de concreto. Había sido relativamente fácil manipular el embrague, freno y el acelerador, pero bajar de la camioneta había sido más difícil de lo pensado y ahora, dolía tanto como aquella vez en que se rompió el brazo al caer del techo de un granero cuando tenía catorce años.

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El recuerdo del verano pasado en casa, se interpuso a las siniestras imágenes del orfanato, reemplazándolas con la seguridad que sintió aquella vez. Reed sonrió al recordar la voz molesta y preocupada de su madre, con semblante aliviado en lo que la mujer miró abajo con las manos en sus caderas. "¿Esperabas que te crecieran alas?" "No pero hubiera sido bueno," respondió con rapidez y su madre se agachó a recoger a Reed, acunando la pequeña forma entre sus brazos, con cuidado de no presionar el brazo que colgaba de un lado de forma extraña. "Vamos, cariño. Será mejor que te lleve con el doctor Kelly." No recordaba el viaje, se había desmayado en algún punto del granero al auto, pero se sintió tan segura como nunca antes en su vida, acurrucada contra su madre, sabiendo que Rowena Lewis encontraría una forma de quitarle el dolor. "Te tengo, pequeña... mami te tiene." El eco de las palabras del recuerdo resonaron en sus oídos, llevando a su mente a otro momento, un salvaje paseo con caída libre en un parque de atracciones. Aquel momento en que experimentó ese mismo sentimiento de seguridad y fuerza más allá de lo posible, en aquel momento, en el lugar en que menos esperaba encontrarlo. Y con ese pensamiento llegaron más y más recuerdos, esta vez, menos agradables. Ese era el peligro de permitirse recordar a su madre o a su abuela. Recordar momentos con ellas la llevaba a recordar momentos sin ellas - y eso llevaba a lugares y cosas que no quería revivir. Cosas que nunca podría olvidar. No iba a poder dormir esa noche, de eso estaba segura, así que fue al balcón tambaleándose, contenta de haber salido de la oscuridad de la casa y de sus empalagosas paredes. Cayó sobre una silla y trató en vano de distinguir el diseño que formaban las estrellas sobre ella, sabía que el brillo estaba allí, en el cielo, tragado por las falsas luces de la ciudad.

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"Esto es demasiado para sólo hacer la película, tomar el cheque e irme." Se le ocurrió, y no era la primera vez, que su vida hubiera sido mucho más simple si Roan hubiera tenido la decencia de esperar antes de suicidarse. Roan. Había recuerdos que debían quedarse bajo tierra. El reflejo de unos ojos verdes cruzaron su mente y, una vez más, sus pensamientos volvieron a Jae. No todos los caminos llevaban a Roma - Esa noche, todos llevaban a una pequeña y rubia directora.

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"Y entonces, el gran elefante morado se comió al pobre caballo beige mientras los extraterrestres invasores los animaban salvajemente." Jae sabía que había tenido problemas con seguir el tema de la conversación, pero no pudo entender cómo fue que se volvió tan grotesco. "¿Qué?" "Ah, estabas despierta." Cait se inclinó y enganchó un trozo de tamago del plato, el delicado huevo amarillo casi se rompía en dos por la presión de los palillos. "Lo siento. Me quedé pensando." "¿En qué? ¿O es muy obvio?" Sonriendo con ironía, Jae tomó hábilmente un trozo de jengibre sobre un pedazo de salmón y mojándolo en el wasabi y la soya antes de llevárselo a la boca. Después de masticarlo, contestó. "En realidad, pensaba en Becky." Cait asintió con la boca llena de nigiri de salmón, haciéndole saber que la escuchaba. El cálido sake bajó por su garganta y sacudió los hombros con brusquedad. "Dijo algo que no puedo sacarme de la cabeza." "¿Me lo vas a decir?" "Dijo, 'Por una vez en tu vida, Jae, no huyas de alguien que te haga sentir.'"

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"Supongo que aún no se ha decolorado todas las neuronas. Es una mujer inteligente, Jae." "Sí, lo es. ¿Por qué no pude hacer que funcionara con alguien tan inteligente como ella, a quien, obviamente, le importo?" "De verdad no necesitas que responda a eso. Tú lo sabes. Igual te daré una pista. No saldría contigo - eres pésima como novia." "Yo también te quiero." Cait rió. "Tal vez eso sea lo que quiere. Hace que persigas a Reed quien, obviamente, no te quiere cerca, y así obtiene su venganza. O, consigues a Reed pero al final, Reed no te soporta y ella sigue obteniendo su venganza." "Cait, es demasiado retorcido." Jae rió tan fuerte que el nigiri de atún se balanceó entre sus palillos cayendo en la salsa de soya salpicando un poco. "Nunca subestimes a una mujer desdeñada," pronunció Cait solemnemente. “¿Recuerdas a Sonya?" "Sonya fue tu ex, no mía." "Cierto." Cait la miró pensativamente. "¿Cómo es que si eres tan mala como novia ninguna te ha pintado el auto con spray o armado un berrinche por la radio del campus?" "Suerte, supongo." Otra desafortunada gamba recibió un poco de jengibre y ahogada dentro del wasabi y la salsa de soya antes de conocer su destino. "Jae..." Su amiga se detuvo, esperando a que se reuniera con sus ojos. "Becky tiene razón. En algún momento tendrás que dejar de huir. Es sólo que..." "¿Qué?" 414



"Es sólo que no creo que Reed Lewis sea la persona con quien debas intentarlo. Esa chica tiene muchos problemas. Lo sabes - regla número tres - nada de lamer heridas de necesidades emocionales. De hecho, esa mujer rompe todas las reglas." "No es cierto. La regla número dos aún sigue en pie. Ah y la número seis." "De acuerdo, no está chiflada. Casi. Pero no estoy muy segura de la regla número seis." Eso la sorprendió. Jae bajó la mirada y trató de contestar sin importancia. "¿Crees que no saldrá del closet?" "Algo así." Jae mantuvo su tono tranquilo, enmascarando su verdadera respuesta. "Eso lleva a la cuarta regla, entonces." Como había previsto, Cait rió y juntas recitaron la regla número cuatro del libro de citas de Gryphon. "Nada de experimentos sexuales. No eres una rata de laboratorio." Sintiéndose tensa por dentro, Jae persiguió un trozo de kani por la bandeja, encontrándolo tan difícil de agarrar como cangrejos vivos en la playa. Trató de poner en orden sus pensamientos, su mente estaba en aquella playa y en aquella pregunta que se hizo mientras el viento despeinaba su cabello en Miami. Estaría mal. Y me haría como Roan. Sirvió el sake en una pequeña taza de porcelana y vertiendo el líquido transparente en su boca. Nada de motivos ocultos ni intenciones ocultas. Simplemente, yo. No era algo que pudiera explicarle a Cait sin tener que revelarle secretos que no le correspondía decir. "He estado pensando en eso." Y de verdad lo había hecho. Reed Lewis había ocupado la mayor parte de su tiempo dormida o despierta. "Olvida lo que dije de conquistar a Reed." Se guardó la verdadera razón para ella y, simplemente, se encogió de hombros. "Regla número uno."

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Jae tomó un trago más del cálido y reconfortante sake, que quemaba sus entrañas mientras bajaba por su garganta. Alzó la mirada para reunirse con la de Cait. "Amistad hasta donde tenga que llegar." "Vaya amiga. No sé qué pensar de ella. Por un lado, sé que hay algo entre ustedes dos que me hace querer sacudirlas y gritar '¡despierten!'" Mantuvo la voz baja pero intensa. Cait se inclinó sobre la mesa. "Y por otro lado, No quiero que mi mejor amiga este cerca de la mujer que le dejó un labio roto, aún si sólo son 'amigas'." "Cait, no fue así." "Ah, ¿no? Entonces dime. ¿Cómo te rompiste el labio?" Jae bajó la mirada a la mesa, cambiando sus pies de posición bajo la mesa, contenta de que al menos las paredes evitaran que alguien viera su rostro, aun cuando no pudieran retener trozos de la conversación. "Me besó." "¿Te besó?" "Sí." Lo dijo tan bajo que casi se convirtió en un susurro. Cait quedó en silencio por un minuto. "No me lo quiso decir. Sólo aceptó mi acusación." "Dime que no lo hiciste... Por favor, dime que no discutiste con ella. ¡Cait, todo lo que tenías que hacer era dejar el contrato!" "No me vengas con eso. Ella se lo buscó." "No era asunto tuyo." "Soy tu mejor amiga, Jae. Por supuesto que es asunto mío." "También eres mi asistente. Estabas allí para hacer tu trabajo, no para empezar a pelear."

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"¿Quién dice que yo empecé?" Jae mantuvo los ojos fijos a nivel de los de la otra mujer, penetrando el color avellana hasta que Cait los bajó culpable. "Vale, técnicamente, sí, fui yo quien lo empezó." Era lógico para Jae. Nada en el comportamiento de Reed en los últimos días le había indicado que la actriz quisiera empezar nada o, siquiera, mencionar los detalles de lo que había pasado entre ellas. Y por supuesto, tampoco ella se atrevía a intensificar las cosas. Ya había suficiente evidencia de ese comportamiento. "Ya, pues, créeme, es tan fuerte como parece," murmuró Cait. Jae resistió el impulso a sonreír. Hubiera pagado por verlo. En esta esquina, con una altura de un metro sesenta y siete y un peso de cincuenta y seis kilogramos, Cait "puedes besarme los pies" Waters. Y en esta otra esquina, con un metro ochenta de altura y sesenta y cinco kilos de peso, Reed "La Reina Helada" Lewis. ¡Prepaaaarense para pelear! "No le dijiste que te besara el trasero ni nada parecido o ¿sí?" El repertorio de expresiones de Cait era legendario. "Es coño, Jae, y no, no se lo dije." Una geisha les sirvió otro plato de sashimi y sushi mientras miraba divertida como la chica intentaba no lucir sorprendida por la selección de palabras de Caitlynn. "Bien. Creo que la subestimaste." "Creo que pones demasiada fe en una actriz voluble que no se le conoce por su confiabilidad." La bandeja era ligeramente diferente a la anterior, Jae tomó un trozo de pulpo entre toda la variedad. Lo cubrió con jengibre y wasabi antes de llevarlo a la boca y masticarlo. El alcohol comenzaba a hacer efecto en su organismo y se reclinó sobre el 417



espaldar del asiento. "Hizo un buen trabajo hoy. Aunque empiezo a creer que no se lleva muy bien con Himler." Dijo mientras recordaba cómo respondió ante el actor y una pequeña sonrisa se extendió por su rostro. Cait bufó. "Nadie se lleva bien con Himler." "Hmmm... Igual no la detuvo para hacer la escena, aun cuando tuvo que aprender a patear frente a él." "¿Patear?" Preguntó Cait preocupada. "¿Qué?" Preguntó con el mismo tono de preocupación y esperó a que la otra mujer continuara. "Holly me dijo algo de que Reed estaba más golpeada de lo que aparentaba y que mandara a alguien a revisarla. Estaba confundida y lo olvidé. No creí que se refiriera físicamente." "¿Lo olvidaste? Alguien te dice que la actriz principal pueda estar lesionada y lo olvidas? Honestamente, Cait," dijo bruscamente, molesta, más consigo misma que con Cait por no prestarle la atención que debía a Reed, luego se detuvo con expresión de horror. "No puedo creer lo que acabo de decir." La asistente levantó la mirada, un tanto disgustada. "Fue una muy buena imitación." Jae, simplemente, gruñó, sin querer parecer muy preocupada. Oh, vamos, Jae, mi niña, esta es una perfecta excusa para poder hablarle. Ya no le apetecía el llamativo y cuidadosamente decorado plato. No podía dejar de pensar en cuan lastimada podía estar. Quedaron en silencio por un segundo y, finalmente, fue Cait quien lo rompió. "Puede que me equivoque pero creo que la cena terminó." "Hmm, sí. Lo siento. ¿Te importa?" 418



"No. Igual lo único que queda son las cosas esas de pez volador." Jae se levantó, buscó su abrigo y sus zapatos. "Gracias, Cait." "Vas para allá, ¿no?" "¿Allá a dónde?" preguntó tratando de pasar por ingenua, sin querer admitir que escondía las intenciones de ir a ver cómo estaba Reed. "Sí, fue lo que pensé... Es una persona adulta - perfectamente capaz de encontrar ayuda médica por si sola." "Puede que sí," afirmó. "Pero la herida se la hizo mientras trabajaba lo que lo hace mi responsabilidad." Ah, perfecto. "¿Puedes llevarme a buscar mi auto?" "No. Hemos bebido demasiado como para conducir, nos vamos en taxi." Jae asintió conforme y sonrió por dentro. Segundo tema incuestionable de Cait conducir ebrio. Se las habían arreglado para hablar de dos de los temas incuestionables de Cait. Violencia doméstica y conductores ebrios. "Vale, ¿te dejo en casa, entonces?" Tenían que pasar por Studio City antes de llegar a Hollywood Hills desde donde estaban. No fue sino hasta que dejaron a Cait cuando pensó que quizás Reed no estuviera en casa. ¿Ahora qué? Si llamaba, Reed tendría tiempo para esconderse. Je - si puede esconderse, entonces no está tan mal de la pierna. Y si se aparecía de repente, entonces podía estar en el estudio - especialmente, si está muy adolorida como para conducir a casa. Se distrajo de sus pensamiento a lo que el coche dio vuelta en la curva, las luces del estacionamiento iluminaban la Range Rover en su puesto de estacionamiento. Está en casa.

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Capítulo 44

Los escalones de concreto se sentían fríos bajo sus muslos. Sentada, pensaba en qué demonios iba a hacer. ¿Tocar o llamar? ¿Qué hay de la opción tres? ¿irte a casa? Por supuesto, si llamaba arruinaría todo el punto de aparecer de repente. No se le ocurrió pensar en eso cuando decidió ir. Pude haber llamado de cualquier parte. Sólo que si llamaba, Reed podría escapar. "Ojalá yo pudiera escapar." Pensó en si de verdad quería arriesgarse a ser rechazada y que su propuesta de paz fuera ignorada. Pudo oír la variedad sonidos a su alrededor, personas, animales y cosas. Los incoherentes ruidos se mezclaban en un concierto de vida y, por un momento, se perdió mientras los absorbía. El motor de un auto, el ladrido de un perro contrapunteando y el chapoteo de agua de una piscina cercana interrumpían el verso natural. Su móvil se sentía pesado sobre su mano, los botones iluminados, esperando a ser oprimidos. La puerta la llamaba tentativa, el tenue resplandor de las luces de las calles destellaban sobre el picaporte. Sin darse cuenta de lo que había decidido, sintió su móvil activarse en sus manos. Repicó tres veces antes de que atendieran. "Lewis." Su boca se secó, Jae estuvo a punto de colgar. "¿Rio?" Hubo preocupación en la voz de la actriz lo que impulsó a Jae a hablar. "Soy yo." El silencio se prolongó tanto que pareció una eternidad. Incluso los ruidos de fondo habían desaparecido, el mundo entero se redujo al débil sonido de sus respiraciones en aquella llamada telefónica. No podía hacer que la actriz le hablara, por lo que Jae calló, así que esperó que Reed decidiera si quería continuar o no con la llamada. 420



"Tu sobrino llamó." El repentino cambio la sorprendió y le tomó un segundo procesar lo que Reed había dicho. "¿Ah, sí?" preguntó con ingenio, no le sorprendió el hecho de que siguiera la conversación de aquella forma. Casi siempre resolvían así las cosas. Si discutían o tenían algún malentendido, simplemente, lo olvidaban sin hablar de ello o de cómo se sentían. "Sí. Quería saber si podía seguir jugando con Rio en el ordenador." Reed se detuvo y, por un momento, pensó en animar a la actriz para que siguiera. El hecho de que estuvieran hablando de Rio era una buena señal. El tono de voz de la actriz era menos frío que antes, esperó que no hubiera descargado su rabia con el pequeño también. "¿Y qué le dijiste?" "Que sí. También le dije que le comprarías el helado que le debo." "Gracias." "No lo hice por ti." El silencio cayó entre ellas nuevamente y Jae supo que era tiempo de romperlo. La superficie de la puerta se sentía menos fría que las escaleras y se reclinó de ella, apoyando su mentón de su rodilla. Había tanto que quería decir, que necesitaba decir, pero no podía hacerlo por teléfono. Necesitaba ver los ojos de Reed, ver como reaccionaba. Viniste por una razón - úsala. No podía encontrar una forma de preguntarle cómo estaba por miedo a que la malinterpretara. Era sólo una suposición pero, por la reacción anterior de Reed, lo que Holly le había dicho a Cait y por experiencia propia, pensó que, probablemente, la actriz estuviera presionándola. Se dio cuenta de que el silencio se había extendido por mucho. Trató de pensar en que decir. Algo, lo que sea... "¿Llamabas por algo?" preguntó Reed. 421



"De hecho, sí. Quería saber cómo seguías del golpe." "Ya." ¿Son ideas mías o acabo de oír decepción en su voz? ¿O fue una ilusión? Se escuchó la bocina de un auto al final de la carretera y el chillido de las llantas sobre el pavimento cuando intentó esquivar lo que, aparentemente, era un gato. "¿Dónde estás?" demandó Reed. "En la puerta." "¿En mi puerta?" Preguntó incrédula. "¿Me estás llamando desde mi puerta?" "Sí." "¿Por qué?" "Aún eres mi responsabilidad." Respiró hondo. "Y porque estaba preocupada por ti." Ambas guardaron silencio nuevamente. "¿Puedo entrar?" "¿Está cerrada la puerta?" Jae se levantó y trató de abrirla. "Sí." "Entonces no puedes." "De acuerdo." Jae volvió a sentarse. Que extraño. No suena como si tratara de burlarse ni nada tipo Lucy cuando le quitaba el balón a Charlie Brown. Una vez más se reclinó de la puerta apoyando su mentón de su rodilla, luego la dejó caer, repentinamente, levantándose al darse cuenta. "Reed, ¿por qué no puedes venir a abrir la puerta?" Hubo más silencio. Luego una larga exhalación. "Porque no puedo pararme." 422



"Oh, cielos. ¿Tienes alguna llave de repuesto afuera?" "No." "¿Alguna ventana abierta?" "No." "No es buen momento para gritarte por qué no dijiste algo antes, ¿cierto?" "Cierto." "Sólo me aseguraba. Bien, tienes dos opciones. Llamamos al casero o a los bomberos para que tiren la puerta." "¿No hay tercera opción?" "Nop." Escuchó la alarma del móvil en el auricular, luego lo escuchó nuevamente, pero sobre su cabeza. "¿Dónde estás?" "En el balcón de atrás." "Ahí tienes tu tercera opción." "¿Estás loca? Debe haber como 6 metros de aquí al suelo." "Tranquila. En la universidad era peor. Los chicos de Phi Delta Theta nunca supieron que fue lo que los golpeó." Estaba ya a medio camino cuando empezó a alejarse significativamente del suelo. Vale, quizás esto no fue muy buena idea. "¿Estuviste en una hermandad?" "No exactamente." De ninguna manera iba a explicarle a Reed lo que ella y el equipo femenino de fútbol habían estado haciendo aquella noche. "Tengo que colgar. Necesito ambas manos para seguir." Y que me revisen la cabeza. Rió por dentro al recordar la melodía de Dire Straits y la idea de Cait de lo de Romeo y Julieta. 423



"Jae, no lo hagas. Llama a los bomberos, que tiren la puerta. Que se joda la publicidad." Jae fingió no haber escuchado eso último y se metió el móvil en un bolsillo. "Aquí vamos." Estirándose, alcanzó un lado del marco de la ventana con la mano izquierda. Haciendo uso de la flexibilidad que había ganado tras tantos años de kickboxing, colocó un pie en el alféizar, levantando el resto del cuerpo hasta poder colocar su otro pie con el otro, usando el alféizar como saliente. Un pequeño paso... "¡Jae!" Cerró el móvil de un golpe. "De todas las cosas estúpidas que pudiste haber hecho..." Escuchó un ruido desde abajo. De verdad está subiendo por mi balcón. Ya de por si estaba impresionada por que la directora se apareciera en su casa. Pero ahora la mujer estaba escalando la pared en su rescate, tal como en las historias de caballeros andantes que a Rio le gustaba leer. Cuatro días atrás no quería volver a ver a Jae por nada del mundo. Ahora daba lo que fuera por ver la cabeza rubia de la directora asomarse por la barandilla del balcón. Como pudo, aguantó el dolor y las náuseas después de moverse para ver por la barandilla. ¿Qué vas hacer cuando llegue? "Mierda." No había pensado en eso. Nadie había hecho algo así por ella. Estaba bastante tranquilo allá abajo. Sólo los últimos ruidos del día antes de que cayera la noche. "¿Jae...?" Llamó con duda. "¿Sí?" Fue más un gruñido que una palabra. "Sólo me aseguraba." "¿Si estaba viva o muerta?" Se detuvo un segundo. "Lo siento. Eso estuvo demás." El sonido del viento hacía difícil escuchar sus palabras, llevándoselas con él. 424



Quizás, simplemente, podría fingir que no escuché esa pregunta. Excepto que, de una forma, era un comentario justo. "Algo así." "Ya." Esta vez el sonido fue más claro, Jae estaba cerca. Escuchó un suave gruñido y golpes contra la pared, luego el silencio. El bacón se estremeció ligeramente, Reed pudo oír los suaves golpes contra las barandillas de madera. Su corazón latía con fuerza cuando sintió que Jae se acercaba. Podía recordar esa pared de la casa, había pasado varias noches observando el panorama y la profunda pendiente que bajaba por el balcón. No podía imaginar que era lo que Jae usaba para sujetarse - Definitivamente era algo en lo que no quería pensar. Tampoco quería pensar en la razón por la que Jae subía. De verdad le importo. "Hey." Jae se levantó sobre la barandilla y cayó finalmente sobre el balcón. "Estás loca." "Quizás." La directora no parecía agitada tan sólo el ligero brillo de transpiración que caía sobre su cejas era testigo de que había estado esforzándose. Reed apartó la mirada de los ojos verdes que la enfrentaron con firmeza, centrándose en vez en la manta que cubría la tumbona. Mierda. Entonces... ¿Tienes las agallas de disculparte? ¿O la clase? Reed se aclaró la garganta algo nerviosa. "Leí tu nota. Gracias." Eso no es una disculpa. Voy a eso. Lentamente, se dio vuelta para enfrentar a Jae, levantó la mirada para encontrase con los ojos de la directora. "Lo que hice no estuvo bien. Lo siento." Eso fue bastante pobre. Jae asintió. "Debía habértelo dicho antes. Tenemos mucho de qué hablar pero ahora estoy preocupada por ti. ¿Dónde te duele?" Reed aceptó agradecida el cambio de tema, aliviada de que aún tuvieran la oportunidad de poder hablar del tema. Por ahora. "Aquí." Señaló bajo su muslo. 425



"Es buena señal." "¿Lo es?" "Significa que no es tu rodilla Y hace poco podías caminar así que supongo que no te rompiste ni desgarraste nada. Parece ser una torcedura o un tirón. Puedo...?" Jae se había arrodillado a un lado de la silla señalando su pierna. Reed tragó con dificultad. "Yo... preferiría que no lo hicieras." "¿Sabes, Reed? Nunca en mi vida he abusado de una mujer." Había una nota de dolor y rabia en las palabras. Parecía que quisiera decir algo más pero en vez de eso, cerró la boca y meneó la cabeza. "Yo..." Luchó por encontrar algo que decir. "Vamos a dejarlo hasta ahí ¿sí?" "Como digas." "Bien. ¿Puedo, al menos, llevarte adentro?" "Vale." Aceptó sin tener idea en lo que se había metido. Jae, simplemente, se inclinó deslizando un brazo bajo sus rodilla y otro bajo su espalda, luego se levantó cargándola sin problemas de la silla. El movimiento lastimó su pierna e hizo una mueca de dolor. "¿Estás bien?" Ya estaban dentro de la casa, Jae llevó a la actriz desde el balcón al living. "Podría preguntarte lo mismo." Reed mantuvo su tono suave, su mente giraba. Tienes que hacerte serias preguntas acerca de esto. Había deslizado uno de sus brazos alrededor del cuello de la directora, podía sentir su corazón latir contra su tórax. ¿Cómo puede una mujer hacerme sentir tan aterrada y completamente segura a la vez? "Como mis vegetales." 426



"¿Y haces pesas también?" Se sentó con cuidado sobre el sofá bastante consciente de los lugares donde Jae la aguantaba. Jae rió y sentó al otro extremo del sofá. "Para nada. ¿Tienes una botella con agua caliente?" "Aquí no. Debe haber alguna en el baño." "Ya vuelvo." Reed observó a Jae mientras se iba de la habitación. Aprovechó ese momento para ordenar la maraña de reacciones que la presencia de la directora había inspirado en ella. Una cosa si era cierta; nada de aquello había resultado como tenía en mente. Por un lado, las cosas eran fáciles entre ellas - y por otro, sabía que habían otras sobre las que no podían hablar, sobre las que había trazado límites. Y sabía que era culpable de ello. Si Jae hubiera escalado ese mismo balcón una semana atrás, hubiera dicho algo como '¿Haces esto por todas las mujeres?' Y, definitivamente, hubiera dejado a Jae que revisara su pierna. La alarma del microondas chilló desde la cocina. Jae volvió al living con algo envuelto en toallas. "No conseguí la botella pero esto es mucho mejor. Arroz." "¿Arroz?" "Sip. Tengo una que uso para el cuello. De verdad funciona - mantiene el calor por más tiempo. Toma, ponlo bajo de tu pierna, justo bajo tu... bajo tu pierna." Le dio una de las toallas. "Después de diez minutos cámbialo por este." "¿Hielo?" "Cerca. Las Mr. Freezies que tenías en el refri." "Gracias."

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Jae respondió a la primera verdadera sonrisa que Reed le había dedicado desde que llegó. "Por nada." El calor comenzaba a filtrarse a través de su ropa a sus músculos, brindándole alivio. "Se siente bien." "Lo sé." Jae se quedó al final del largo sofá de cuero, reclinándose del brazo del mueble, manteniendo sus cuerpos alejados. Para Reed, ese espacio que había entre ellas tenía el mismo aire de anticipación eléctrica como el de Maine antes de una tormenta en verano. Y, finalmente, cuando la tormenta acabara, las cosas se calmarían entre ellas otra vez, o terminarían. Pero ahora quería fingir, al menos por un momento, que eran amigas, así que se contuvo de decir cualquier cosa, con miedo a que pudiera desequilibrar aquel balance entre ellas. "¿Quieres ver a un doctor ahora o mañana?" Preguntó Jae con calma. "¿No hay tercera opción?" "No. Pero míralo por el lado bueno - mañana tienes el día libre." "Mañana entonces." "Vale. Deberías cambiar ya el paquete. Pero antes de que te pongas el frío, mueve el músculo suavemente para que no se tense tanto." La directora se lo demostró con su propia cadera. Con torpeza, trató de repetir el mismo movimiento con la poca flexibilidad que tenía y una punzada de dolor atravesó su músculo. "Joder, duele." Se rindió y puso el paquete frío bajo su pierna. "Lo sé. Una vez se me desgarró un músculo de la ingle en un campeonato de kickboxing en la universidad. Nunca dejes que un tío te diga que tienen un monopolio

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de lesiones y dolores en la ingle." Jae se levantó del sofá tomando el paquete de arroz y llevándolo a la cocina. "¿Ganaste?" "No. Reboté sobre mi trasero en la primera ronda," respondió desde la cocina, el eco de su voz llegó a la otra habitación. Reed trató de imaginarlo. Después de lo que había acabado de pasar, no podía pensar en alguien que pudiera vencer a Jae. Escuchó detrás de ella los pasos que indicaban que la rubia había vuelto, el aroma a bergamota la acompañaba. "Me estás consintiendo." Ya era tarde para retractarse de la ocurrencia. Jae no respondió enseguida, le entregó la taza caliente de té y el arroz recalentado. "Créeme, no escalaría una pared de seis metros por todo el mundo." Los ojos de la directora brillaron mientras arrastraba las palabras. Mientras las escuchaba, Reed se dio cuenta que aun cuando un montón de cosas habían cambiado entre ellas, otras habían quedado intactas. Tal vez suficiente como para poder ser amigas otra vez. "Entonces, ¿por qué?" "¿Por qué escalé la pared o por qué estoy aquí?" "Las dos." Jae la miró pensativa. "Como directora eres mi responsabilidad. Eso no va cambiar sólo porque tengamos... diferencia de opiniones. Te lastimaste mientras trabajabas, haciendo algo que tuvo que haber hecho un doble cuando me enteré de que no sabías como." Era algo sobre lo que tenía que pensar y la diferencia que separaba a Jae de Roan. Sin hablar, sólo asintió para hacerle saber a Jae que escuchaba.

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"Y, en cuanto a la otra. Si de verdad quieres saber, pregúntame cuando tengamos más tiempo para hablar." Corrió nerviosa una mano por su cabello mientras Jae hablaba. "Lo haré." Con eso Reed aceptaba a discutir lo que había pasado entre ellas. "Tengo que irme." Jae sacó su móvil del bolsillo. "¿Tienes un directorio?" "¿Por qué?" preguntó, tenía curiosidad de saber a quién llamaría a estas horas. "Necesito un taxi. Ya tienes que cambiar el paquete." Sólo le tomó un segundo para decidirse. Reed aún no había dado con las palabras, ni siquiera con la idea de lo que quería decir. Había un montón de asuntos entre ellas y su amistad. Pero sabía que un gesto o una acción podía decir mucho más que una simple palabra - O al menos eso era lo que su madre siempre decía. "Llévate mi auto. No creo que lo vaya a necesitar." "¿Segura?" "Sí. Puedo ir por él cuando termine con lo del doctor." "¿Y si mando a un chofer a que te recoja a eso de las once para que te lleve al hospital? Y después, dependiendo de lo que diga el doctor, puedes ir por él o te lo llevo después." "Suena bien." Sus ojos comenzaron a sentirse pesados, la calidez del paquete de arroz y el té hacían su trabajo. "Las llaves están colgadas a un lado de la puerta." Jae asintió y fue hasta el pasillo. "Buenas noches, Reed." "Buenas noches, Jae." La puerta se cerró suavemente tras la directora, una vez más, dejando a Reed sola con sus pensamientos. ¿Está siendo hetero conmigo? Sonrió. Había un montón de palabras que podía usar con Jae y esa no era una de ellas. 430



Estás jugando con fuego. Lo sé. El teléfono sonó al otro lado de la habitación y Reed trató de levantarse del sofá con cuidado de poner mucho peso en su pierna. "¿Qué habrá olvidado?"

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Jae casi colapsó en la puerta de la Range Rover. En noventa minutos pudo sentir vida en una relación que jamás pensó tendría arreglo. No estaba segura de cuanto había en ella. Pero al menos la parte profesional estaba a salvo. Algo más sería un bonus. Cada músculo de su cuerpo dolía, con cuidado, se hundió en los suaves asientos de cuero. No puedo creer que haya hecho eso. Ah, pero fue un grandioso gesto, mi niña, y, quizás, fue suficiente como para romper el hielo entre ustedes, ¿no? Era el tipo de cosas que imaginaba que su abuelo hubiera hecho por su abuela y eso la hizo sonreír. El camino a casa pasó en un segundo, luchó por subir las escaleras hasta llegar a su cama y, finalmente, caer profundamente dormida. La cama se movía y, por un instante, Jae pensó que era un terremoto, sentándose rápidamente, sólo encontró a Antonia parada a su lado. "Es su alarma. Ha estado sonando toda la mañana. Sólo vine a apagarla, pensé que no estaba en casa." Jae sonrió adormilada a su ama de llaves. "Está bien. Gracias por despertarme." Un aroma conocido se filtró en el aire. "Mmm, ¿Está haciendo café?" "Como siempre. Le serviré un poco antes de que se vaya a trabajar." Dijo la mujer mayor sobre su hombro mientras bajaba las escaleras. "Gracias. Ah, y no vaya a comprar muchas cosas cuando vaya al mercado, nos vamos a Miami el sábado." 431



Media hora después, maniobraba la camioneta a través de las calles y el tráfico tratando de acostumbrarse a la diferencia de altura. Las ventanas hacían parecer como si estuviera manejando una pecera, estaba contenta de que el papel oscuro mantuviera alejados a los rayos del sol. Detuvo el auto de Reed en su puesto y salió de un salto dirigiéndose hasta su oficina. Tendría que hacer cambios en la agenda de filmación por la herida de la actriz. Los haría cuando supiera el pronóstico del doctor. "Buenos días." La gárgola le sonrió de vuelta, sin cambiar de expresión, con la misma personificación imparcial. "Estás de buen humor hoy." Cait estaba apoyada de la puerta de la oficina. "Sip. Estamos dentro del tiempo, del presupuesto y todos se llevan bien. ¿Por qué no estaría feliz?" "Hablaste con ella, entonces." "Sí." "¿Se disculpó por haber sido tan zorra?" "No exactamente. Pero creo que entendió que, sólo porque tuvimos una discusión, no significa que la voy a tomar con ella en el trabajo." De hecho, al parecer Reed aún tenía problemas con lo de ser gay, pero no quería comentárselo a Cait. "Le di el día libre. Quiero que le revisen la pierna por si acaso." No voy a mencionar lo del acto de Romeo. No quiero que me fastidie con eso por todo el año. Tomó el sujetapapeles y su libreta del escritorio. "Ajustaré la agenda de filmación de hoy y haremos el resto improvisado." "Gracias." "Seguro."

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"¿Puedes enviar un chofer a su casa a las once? Tengo las llaves de su auto." "Vale. Bill quiere verte en la sala cuatro de edición." "Bien, pasaré por ahí." Se preguntó qué era lo que quería el editor. La última vez que lo vio, estaba trabajando en las ediciones preliminares de una de las escenas de la sala de reuniones, nada del otro mundo. Pero todo pasaría de ser un día normal y luego, esperaba que Reed y ella pudieran tener la oportunidad de hablar acerca de lo que en realidad pasaba entre ellas. "¿Crees que le guste la comida japonesa?" Como siempre, la gárgola respondió en silencio, sin negar ni afirmar. Se entregó a la rutina de aquel día, centrada totalmente en su trabajo. Todo caía por montones y parecía que lo peor estaba por llegar. Dos semanas de fotografía que tendría que mandar a trabajo de post producción y después es que empezaba la verdadera diversión. Kilómetros y kilómetros de material que sería condensados en unos cuantos metros. Ya de pie, fue a mirar los guiones gráficos en búsqueda de lugares en que filmar cuando Cait tocó la puerta. "Hey. Estaba a punto de tomar un receso. ¿Qué hay?" "Envié al chofer." La euforia que había sentido en toda la mañana, lentamente fue desapareciendo mientras se hacía idea de por dónde iba la conversación. "¿Y?" "Te equivocaste acerca de ella. Se fue." Jae no esperó a oír más. Corrió afuera y subió al Saturn haciendo el camino de veinte minutos en menos de diez. La puerta estaba abierta, justo como la había dejado la noche anterior y entró a la casa.

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La ropa que Reed tenía puesta estaba tirada en un montón en el piso a un lado del teléfono, la taza de té vacía aún sobre la mesa. Sobre el escritorio, el marco de foto hecho a mano aún tenía su foto. Jae fue a la habitación. Había ropa colgada en el armario y regadas sobre la cama. Lo mismo pasaba con el baño, varios cosméticos reposaban sobre el tocador, pero no pudo encontrar el cepillo dental que había visto la noche anterior. De vuelta en el living, Jae tomó la foto pasando la punta de sus dedos por la imagen. Se fue. Pero ¿por qué ahora? Un domingo... eso lo podía entender. Pero ¿ahora? Se sintió vacía, la euforia de aquel día había desaparecido completamente al darse cuenta que tal vez no debió haber confiado en Reed. Esto era venganza. Lentamente vagó por la casa una vez más, fijándose en los detalles, buscando alguna pista que le indicara el paradero de la actriz. Encontró el cepillo dental en el pasillo a un lado del directorio telefónico, Jae se detuvo extrañada. "No tengo idea de que fue lo que te enseñó tu madre." Luego la idea la golpeó... A menos que... Jae dejó hasta allí el pensamiento, volviendo al auto, esperando que al menos esta vez, estuviera equivocada.

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PARTE 8

Capítulo 45

"Estas exagerando" Jae se miró a sí misma en el espejo retrovisor del coche. "Tiene el día libre. Lo que haga en su tiempo es cosa de ella." Hizo caso omiso del lío de ropa desordenada que había dejado y el hecho de que Reed no respondiera a su teléfono móvil.

Reed no había hecho nada para merecer las sospechas que se habían despertado en ella, y Jae se sentía un poco culpable, porque ella, de toda la gente, había asumido lo peor, sin ninguna prueba. Su mente no dejaba de reproducir su conversación de la noche anterior en busca de algo que pudiera haber producido la marcha de Reed. En lugar de eso tenía la sensación opuesta. El único problema real había sido la renuencia de Reed a que le revisara la lesión, y aunque se había encolerizado por ello en el momento, Jae podía comprender que Reed quisiera evitar que alguien que acababa de descubrir que era gay se acercara demasiado a la lesión de su ingle. Todo lo demás le había dejado la sensación de que existía la esperanza de que las cosas se arreglaran. La vaga inquietud que había hecho que su estómago se encogiera antes volvió, y Jae trató de no pensar en el otro motivo que podía haber para que Reed desapareciera tan de repente. El tráfico y el hecho que hacía un día luminoso, habían hecho que llegara de vuelta al estudio con tiempo para preparar la nueva situación. Una parte de su mente ya estaba en funcionamiento a través de las diferentes escenas que tenía previsto rodar. La necesidad de seguir adelante con su trabajo la obligó a dejar a un lado la preocupación que sentía por Reed.

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Con confianza, adelantó algunas escenas, controlando la puesta en marcha y los ángulos, haciendo alteraciones de última hora mientras esperaba a Sarah y a Himler para terminar el corte. Mañana, se sumarían, Jared Sykes, que hacía del Senador Stuart, como padre de Kerry salía en algunas escenas con Sarah y Himler, para a continuación, acabar con las de Reed y Sarah. ¿Qué harás si se ha ido? Jae no quería pensar en esa posibilidad. Sin Reed para terminar la película, se acababa. Se había filmado mucho para ahora comenzar de nuevo y mantener el presupuesto, y no bastaba con improvisar sin ella. "¿Tuviste suerte?" preguntó Cait, entrando en el set, una pila de informes perfectamente agrupados salió disparado de su mano. Simulando una falta total de consideración ignoró la pregunta, Jae los dejo en una bandeja sobre el escritorio. "Solo un cambio en los tiempos." "Oh." Dijo su ayudante con escepticismo, y por un segundo Jae pensó que Cait la iba a llamar mentirosa a la cara. "Bien." Vamos, pon la cabeza en su sitio, donde debes. Jae arrastró a Caitlynn hacia donde estaba el resumen, preparando mentalmente las escenas de Sarah y Rafe Himler. No habían logrado sacar la química buscada, pero daba resultado, y se fue convirtiendo en un buen trabajo casi como si así fuera. Realmente mejor, que en algunos aspectos. La eliminación de cualquier indicio de aumento en la química sexual que Holly había denominado 'factor de lodo', mientras que la química de aumento entre Reed y Sarah se manifestaban. Reed. Ahora no, concéntrate. Solo tienes que sacarla de tu mente y del enfoque. Se frota la frente, y el comienzo de un dolor de cabeza, hace desaparecer esos pensamientos, por lo menos durante las siguientes horas.

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"Nada. ¿Cómo puede alguien no tener una dirección?" Jae lanzó el lápiz asqueada. En dos horas no había podido averiguar nada acerca de Reed que no supiera ya. De hecho, se había dado cuenta dolorosamente, consiente ahora, del número de datos que Reed había compartido con ella. ¿Y tú los compartes? Lo peor era la incertidumbre. ¿Reed había salido? Lo hizo, después de todo, tenía el día libre, y no hay ninguna regla que obligue a la actriz a acudir al médico cuando se lo dicen. Salvo su portátil se había ido. Con la rapidez que corren los rumores en los rodajes, Jae se dio cuenta de que tenía que tener cuidado con las averiguaciones que había hecho. Eso también, por ahora, excluye una llamada a la agente de Reed. La casa de alquiler de Reed Lewis se hizo a nombre de Blackmon Pictures, e incluso el Rover no estaba a su nombre, solo de Blackmon, como el teléfono. Aunque tenía sentido. La última persona que Reed hubiera querido que supiera su dirección era Roan, y hasta hace poco Blackmon Picture era de Roan. Una profunda voz sonó a través de la puerta y Jae guardó rápidamente las pruebas de su búsqueda en el cajón superior de su escritorio. "Pase." La puerta reveló la alta figura del productor ejecutivo, oscilando hacia adentro. Rod Chambers se paseó con facilidad por la sala, con un traje perfectamente planchado, y finalmente se instaló en una de las sillas de lona, que flanqueaba su escritorio. "¿Tienes un minuto?" se trataba más bien de una orden que de una petición. Jae se reclinó en su propia silla. "Claro. ¿Qué puedo hacer por usted?" "Me puedes explicar dónde está la señorita Lewis. El resto del equipo parece pensar que se marchó ayer de la producción." "Para nada." Ella hizo una pausa y se río. "En serio, Reed tuvo un tirón en la ingle haciendo la escena de ayer. La vi anoche y tuve que darle un par de días libres. Nada grave. Cait reordenará un par de escenas y limpiara su calendario." La mejor opción era hacer una mezcla entre la verdad y la ilusión. 437



Oscuros ojos la estudiaban y la propia Jae tuvo que luchar para mantener la mirada. Mentir no era su fuerte, y odiaba hacerlo. Si la he sacado del apuro para cualquier otra cosa que no sea por Rio, la voy a matar. "También corre el rumor de que ustedes dos han tenido una pelea de amantes." "Para nada." Esta vez podía decir la verdad completa. "Durante el fin de semana se enteró de que soy gay. Sin embargo, tal y como ha visto en los cortes durante estos últimos días, no ha tenido mucho impacto en su rendimiento." Él asintió. "En vista de su reputación y anterior comportamiento... tenía que preguntar." No había nada que pudiera decir al respecto. No podía decirle la verdad del por qué Reed se había ido del rodaje de 'Torqued', porque si la enferma sensación en el fondo del estómago tenía razón, la actriz podía haberlo vuelto a hacer. "Puede haber a pesar un problema en la programación." "El tiempo, Cavanaugh. Ya lo discutimos." Ella respiró profundamente. Esto me lo debes, Reed. "Bueno, si la ingle de la señorita Lewis necesita más de un par de días para sanar, que no este de vuelta digamos en un mínimo de dos semanas. Ahora puedo recuperar algunas escenas en post-producción y tengo algunos rellenos que puedo meter en el presupuesto según el guion original. Los efectos de tormenta tropical son económicos, hemos conseguido buenas escenas en el viaje." No mencionó que la cinta de Miami había desaparecido. "¿Exactamente qué es lo que me estas pidiendo?" "Espacio para maniobrar dentro del calendario previsto. Sería irresponsable por mi parte no tener un plan en marcha en el caso de que Reed no pueda trabajar por un tiempo. Podemos hacer un montón de cosas con ella desde una silla. Pero la mayoría de las escenas más intensas serán para las próximas semanas." "No hay dinero extra para el presupuesto. Como lograrlo te corresponde a ti." 438



"Gracias." Chambers gruñó ante el reconocimiento y se puso de pie. "Hasta el momento me ha gustado lo que he visto. Ha sacado material de Lewis lo que no pensé que fuera posible. Infiernos, tengo entendido que incluso llegó a callarle la boca a Himler. No falles ahora." "No tengo intención de joder la película." "Espero que no. Porque si lo hace..." Jae se irguió rápidamente y se apoyó sobre el escritorio. "No. Sé muy bien lo que está en juego aquí. No me gusta ser amenazada como a un niño." "No es una amenaza, Jae. Es la forma en que funcionan las cosas en esta ciudad." Luego se dio la vuelta, cerrando la puerta en silencio tras él. Desinflada, Jae cayó de nuevo en su silla. Bueno... ahora necesitamos un plan. Hay dos escenarios y en ambos Reed parece haber abandonado, solo los por qué eran diferentes. Y la solución para ambas es exactamente la misma. Buscar a Riordan y buscar a Reed allí. Lo que faltaba era el tiempo. El teléfono sonó y su mano saltó la a través de la distancia. "¿Reed?" "¿Jaqueline?" "Hola madre. Realmente no puedo hablar ahora. Estoy esperando una llamada." "Has estado evitando mis llamadas durante toda la semana." "Eso no es así, madre. He estado muy ocupada. Tendré tiempo más tarde, ¿vale?" Jae decidió con tono conciliador para poder salir de la conversación por la vía más rápida posible.

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Siguió escuchando a medias la conversación, mientras hacia una lista de las cosas que tendría que cubrir con el fin de asegurarse de que nadie se daba cuenta de que Reed se había ido. Todo sería mucho más fácil si tal solo recibiera una llamada de Reed, pero ella dudaba que la temperamental actriz fuera a pedir la ayuda que necesitaba. Uf, sería mucho más fácil si Reed no tuviera tantos secretos. No tengo ni idea de cómo ocultar su salida y mantener el secreto. Una palabra captó su atención. "¿Qué pasa con la cena?" Un exasperado suspiro llego a su oído. "Honestamente, Jaqueline. Le dije a tu padre que me encantaría que vinieras a la cena de Danielle la próxima semana." "Eso suena bien, pero el domingo tengo que grabar unas planos de Miami y luego de Michigan. Mira. Me tengo que ir. Besos para ti y papa." "Nosotros también te queremos mucho Jaqueline." Jae miró el teléfono en estado de shock. Un 'te quiero' y ¿nada de charlas? "Es de noche." Sin soltar el teléfono, marcó un número bastante familiar. Al tercer llamado una máquina contestó y esperó el pitido. "Hey, soy yo. Necesito un gran favor. Puedes llamarme en cualquier momento durante la noche." Colgó el teléfono y dejó una marca en un documento. Con suerte, encontraría ayuda al momento en que lo necesitaba. Ahora solo tenía que encontrar a Rio. ¿Cómo de difícil puede ser encontrar a un Riordan Lewis en el Estado de Maine?

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Reed se asomó por la ventana, esperando que el avión saliera de la pista de aterrizaje. Cuanto más rápido estuviera en el aire, antes podría comprobar cómo se encontraba Rio. El vuelo estaba medio vacío, tenía una fila de tres asientos para ella sola. Cautelosamente estiró su pierna, consiente del dolor por primera vez desde la llamada de teléfono de hacía dos horas. Había una posibilidad. Ahora lo sabíamos. 440



Era una realidad. La peor de las pesadillas, mil veces pero que los terrores que se apoderaban de ella por las noches, robándole el sueño. Esta pesadilla tiene el poder de robar su alma. Oscuros rizos enmarcaban su cabeza, el rostro demasiado pálido. La subida y bajada del pequeño pecho con un respirador de aire forzando los pulmones a una tarea que no pueden hacer frente por si solos. Un vendaje blanco escondiendo la roja herida dos veces el tamaño de sus delicadas manos. Ahora habrá un nuevo vendaje en el largo de la cicatriz curada. Reed cerró los ojos para bloquear las imágenes, solo para encontrar que en la oscuridad su aguda falta de voluntad para enfrentarse a ellas se tambaleaba. Abrió los ojos, trató de centrarse en las cosas en que habían sido afortunados. En otro giro del destino, Geoff se encontraba con Rio en una convención de equipos de informática, a minutos en lugar de horas de un hospital suficientemente bien equipado para manejar la repentina explosión de una pequeña pieza de goma. Una ambulancia se encontraba en el hotel y de alguna manera habían mantenido a Rio lo suficiente para que los médicos pudieran practicarle una cirugía de urgencia. Ella parpadeó dejando escapar una lágrima. Ahora él estaba en un quirófano, entre la vida y la muerte. Mientras esperaba. Las señales de los cinturones de seguridad y de prohibido fumar se encontraban encendidas, nada de celulares, ningún correo electrónico. Solo quedaba una angustiosa espera. Tan pronto cerró los ojos volvió a escuchar la llamada que la despertó y catapultándola a una instantánea vigilia. "Reed... es Rio." Sus piernas la dejaron de sostener y cayó fuertemente, el humor de la breve charla entre ella y Jae habían sido sustituidos por el pánico provocado por las palabras de Heidi. "¿Está...?" No podía preguntar. "Está en la sala de operaciones." "Vive." No se dio cuenta de que había hablado en voz alta. 441



"Es un luchador, Reed. Saldrá adelante." Heidi habló destilando furia en sus palabras, tanto para ella misma como para Reed. Reed dejó que esas palabras formaran ahora un eco en su mente, concentrándose fuertemente en el hecho de que estaba vivo. Y mientras estuviera vivo había una posibilidad. La luz el cinturón de seguridad se apagó, arrebató el teléfono de su soporte, con la tarjeta de crédito ya en la mano. Varios pitidos electrónicos llenaron su oído antes de que se hiciera la conexión y el teléfono sonó. "¿Cómo está?" "Aún en la sala de operaciones. Recién entró el Dr. Zerafa." Esas noticias le trajeron una pequeña marea de alivio. Confiaba en el especialista y sabía que él haría todo lo posible por salvar a Rio. ¿Y si no puede? Reed apartó ese pensamiento no podía darse el lujo de 'jugar' emocionalmente. "Estaré ahí antes de medianoche." "¿Te permitieron venir?" "No." "Adivino que ya te puedes despedir de besar los Oscar." Era una broma hueca, un intento frustrado de mejorar los ánimos. "A la mierda los Oscar." "Lo sé." Heidi hizo una pausa, y ella escuchó los murmullos de la voz de Geoff. "Geoff se reunirá contigo en el aeropuerto. ¿Cuál es la línea aérea en el próximo?" "No sé. Déjame comprobarlo." Cuando había salido de casa ni siquiera tenía billete. En el camino hacia el aeropuerto, lo había obtenido así como los horarios de los vuelos, casi desaparecidos en el próximo vuelo de LAX. Reed abrió el sobre con los billetes 442



tratando de resolver la maraña de tiempos que veía. Con el fin de llegar a Maine, había comprado un billete de cuatro horas a Inglaterra, pero se bajó del avión en Chicago. En O'Hare, necesitaba cambiar de aerolínea, lo que la llevaría a Nueva York, Boston y luego a Bangor. Tortuosa, pero era la ruta más rápida con asientos libres que había podido encontrar, dado el poco tiempo de aviso y el relativo aislamiento de su destino. "American Airlines, vuelo 358, llega a las once pm. hora local." "Geoff estará allí." "Llamaré dentro de una hora." "Estará ocupado." "Lo sé. En el momento de mi llegada, probablemente estará intentando usar el IV posición nuevamente como un patín." "O los calentadores de cama como los tambores." Heidi carraspeó su voz. "¿Cómo estás? "¿La verdad? Tengo miedo. Parecía tan pequeño y pálido cuando la ambulancia lo bajó de la camilla." Su amiga estaba llorando, y ella podía oír a Geoff tratando de calmar sus sollozos. Pasaron un par de minutos, Reed dejó caer sus lágrimas en silencio, entonces Heidi habló de nuevo. "Lo siento. No debería ponerme así sabiendo que no te gusta." "También tú lo amas." "Espera." A través del teléfono le llegaron algunas voces ligeramente amortiguadas. Reed se tensó e inclinó hacia delante, tirando de su pierna agarrotada, soltó un quejido. "¿Estás bien?" Preguntó Geoff . "Si, bien. Solo me torcí. ¿Qué pasa?" Su imaginación estaba formando ya un escenario desagradable, y luchó por el repentino temor que le atenazaba el pecho. 443



"Zerafa está hablando con Heidi. No está triste y Heidi parece aliviada. Aquí viene." "¿Reed?" "Sí." Se agarró de los reposabrazos y escuchó. "Ya tienen el derrame bajo control y sustituyeron la válvula globo por una nueva." "¿Cuál es el problema?" Estaba aterrada por el miedo que notaba en la voz de Heidi. "Tuvieron que parar antes de poder construir una nueva válvula... se fue... les llevó cinco minutos volver a reanimarlo." Todo el ruido en torno a Reed desaparecieron de su conciencia. Incluso la voz de Heidi mezclada con el ruido de fondo. Rio ha estado sin sangre y sin oxígeno en su cerebro en dos ocasiones. Zerafa no quiere arriesgarse con nuevas operaciones quirúrgicas, ya sea porque no estaba seguro de algo o que no quieren correr el riesgo de una tercera operación... Rio no podría recuperarse de... El instinto se hizo cargo de ella. "¿Cuál es su estado ahora?" Heidi respondió con la terminología médica, sacando su formación profesional a la superficie. "Lo han catalogado en estado crítico. Está conectado a un respirador artificial, y lo van a enviar a la sala de recuperación de la UCI general, hasta que haya una cama en la UCI pediátrica. Tenemos que esperar un par de horas para saber más." Una imagen mental de Rio conectado a una máquina se superpuso a una de la incubadora, enganchado a un revoltijo de cables y maquinas más grandes que él. Reed casi perdió el control. "Volveré a llamar luego. Estará bien." Trató de dar ánimos a Heidi porque sabía que ella misma los necesitaba desesperadamente. Él estará bien. Tiene que estar bien. "American, 358, ¿verdad? "Eso es. ¿Heidi...? 444



"¿Qué?" "Si puedes... si tienes la oportunidad de darle un beso... por mí y que mami lo ama y que más vale que no lo olvide." "Lo haré." "Gracias." Susurró, entonces desconectó el teléfono. A su izquierda el oscuro cielo nocturno solo era roto por el destello intermitente a lo largo del ala, no había luna ni estrellas a las que pedir un deseo. Cerró los ojos e intentó dormir, consciente que de cada onza de energía que lograra la iba a necesitar durante las próximas diez horas.

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"Última llamada para embarcar al vuelo 358 de American Airlines con salida en La Guardia, Boston, que terminará en Bangor. Una vez más, esta es la última llamada a todos los pasajeros del vuelo 358 de American Airlines. Todos los pasajeros deben estar a bordo." Reed hizo caso omiso del disparatado dolor de su pierna, luchando por llegar a tiempo a la puerta de embarque. American Airlines se encontraba en la terminal tres, y su vuelo había llegado a la terminal dos, no dejaban mucho espacio para llegar. Sin embargo era la ruta más rápida. Vio el puesto de seguridad y los uniformados asistentes a los que tenía que responder unas preguntas. "Mi vuelo está embarcando." Dijo antes que le preguntaran.

El asistente echó un vistazo a su cojera, su aspecto cansado y pidió por radio un coche de cortesía. "Está bien, señora. Estará en su vuelo." Tomó su billete y lo examinó. "¿No tiene tarjeta de embarque? "

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"No." Respondió Reed - La necesidad de cambiar la línea aérea en Chicago, imposibilitó conseguir el ticket a Bangor de LAX. El asintió y habló por radio. "Tengo a un pasajero Lewis en el 358." Un ruido, seguido de una ráfaga estática y llego la respuesta. "La puerta sigue abierta, permítame verificar su asiento." Ella resistió el impulso de decir algo, y simplemente se sentó en el carro motorizado. El conductor condujo sin problemas la distancia que los separaba de la puerta, mientras la asistente trabajaba en la obtención de su asiento. Llegaron a la puerta en unos momentos, a la máxima velocidad del vehículo. "Señorita Lewis, todos los asientos están ocupados." "No lo puede volver a comprobar, Yo estaba en el aire, ahora, necesito coger ese vuelo." Se había retrasado varias horas en Las Vegas debido a graves tormentas, y casi se habían quedado varados por el mal tiempo. El hecho de que debería haber sido una fácil conexión a un vuelo de cuatro horas prácticamente imposible. "Lo siento, pero el vuelo está lleno." "Usted no lo entiende..." "Espere." Otra ráfaga de estática y la asistente conectó el manos libres de su oído con un dedo. "¿Tiene usted equipaje?" "No." "No podemos darle asiento en este avión pero puede conseguir un asiento en el vuelo 1244 a Boston, luego a Bangor, llegando en diez pm." Reed cerró la boca. Eso era una hora menos de la que llegaría con el vuelo que tenía previsto coger antes. Con gratitud, asintió a la otra mujer. "Gracias."

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"De nada. En el mostrador podrás recogerla tarjeta de embarque, y luego Henry te llevará hasta la puerta. Solo hay que cruzar un pasillo con poco tráfico, y ya está." Una verdadera sonrisa enmarcaba los labios de la joven. Los gastos generales del embarque final podían cambiarse para su nuevo vuelo, y Reed aguardaba nerviosa cuando se acercaban al mostrador. "No te preocupes. Ellos saben que estas llegando. Sector 14b, puerta 12." Los billetes y la tarjeta de embarque fueron cambiados, y de repente Reed se encontraba en camino. Gracias a esta ventaja sacó el móvil y aprovechó esos minutos para llamar a Heidi de nuevo. "Hola." Susurró inesperadamente Geoff, al responder al teléfono. "Soy yo." "Reed. Gracias a Dios. ¿Dónde estás?" "Estoy en O'Hare. Una tormenta golpeó de frente. ¿Cómo se encuentra Rio?" "Aún no ha recuperado la conciencia, pero la última vez que Heidi preguntó, sus signos vitales eran buenos." El coche eléctrico se detuvo ante la puerta, y Reed bajó, entregó la tarjeta a la asistente de la puerta. "¿Dónde está Heidi?" "Justo aquí. Se durmió." "Lo siento, Geoff." "No. Sabíamos todo esto y estuvimos de acuerdo en ayudar." La culpabilidad se redujo en una pequeña parte, la parte en la que ella creyó que en lugar de Heidi y Geoff debía estar ella. No podía encontrar ninguna palabra para poder 447



expresarse de manera que cambió de tema, consciente de que solo tenía unos momentos antes de apagar el teléfono. "Tuve que cambiar de vuelo, ahora voy en el 1244 de American, llega a las 10:00 pm." Solo cinco horas y media lo separaban de su hijo, pero Reed se sentía igual. "Estaré allí." "Gracias. Te tengo que dejar. Están preparados para cerrar las puertas." "Hasta pronto." Geoff se detuvo. "Estamos aquí tanto para él como para ti." "Lo sé, adiós." Ellos estaban allí por Riordan, que otra cosa podía creer, y en la medida de lo que fue su madre, era demasiado. Incluso a veces era difícil, sobre todo la primera vez que regresó de un viaje, tenía que revivirlo todo de nuevo. Cerró el teléfono móvil, cortando la conversación. Ellos estaban allí porque había algo que querían y necesitaban, ella siempre se encargaba de los cuatro. Pero nadie estaba allí para ella, desde hace mucho tiempo. Pues no. La palabra le vino con una imagen de Jae asomando la cabeza despeinada por el balcón. Era ella. Reed caminó a lo largo del pasillo, con el cielo gris sobre su cabeza. Cualquiera que fuera la relación que podrían haber comenzado anoche, había sido destruida de raíz al marcharse tan repentinamente. ¿Hablará Jae conmigo después de esto? ¿Lo quieres tú? Sí. Pero era algo que tendría que esperar. ¿Cuánto tiempo? La pregunta tomaba una dirección que ella no quería, no podía hacer frente a eso ahora. No, no todavía. Primero estaba Rio.

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Capítulo 46

"Está bien. Riordan no es Lewis. No es que me sorprenda, supongo, que en un período de siete años de edad, no aparezca en la lista de alguna agencia estatal o en algún lado." Jae hablaba más para sí misma que a la gárgola, aunque como siempre, esta escuchó pacientemente. Jae arrugó el fax, y lo arrojó sobre su hombro para que cayera a través del aro y se reuniera en la papelera con el resto de la basura. Era un callejón sin salida detrás de otro. Incluso la entrevista con Heidi había sido un misterio, la amiga de Reed era la que había llamado. Y por si fuera poco, no podía recordar el apellido de la mujer. Una parte de su pensamiento mantiene que es Doctor Chapel, pero eso era de Star Trek. En cuanto a las compañías aéreas... entre la confidencialidad para con los clientes y el hecho de que salieran unos trescientos aviones del aeropuerto de LAX a las dos horas de cuando sospechaba que Reed se había ido, un callejón sin salida. Se le estaban acabando las ideas. Parecía que la actriz tenía una paranoia con respecto a que su hijo viviera en la clandestinidad para Roan Pirsig y el resto del mundo. Roan... Como si le hubiera dado corriente, Jae se levantó de la silla, y agarró la caja con las cosas que había sacado del despacho de Roan. Allí estaba. La carpeta de manila, llamada 'Reed Lewis', que había guardado cuando vacío la oficina de su mentor. Se dirigió al sillón y se sentó en un extremo, pensando en las cosas que podría o no encontrar en el delgado paquete. En su interior encontró una página escrita al completo y la otra cara la ocupaba, una foto de una mujer joven, en un blanco y negro brillante 8x10, sobre un monumento de algún tipo de universidad. Eran los ojos, Jae comprendió. Solo los ojos eran los mismos. Los ojos fue lo único que Roan no pudo dañar. Sus propios ojos viajaron a la deriva a través de notas y fotocopias de artículos de noticias, y comenzó a leer. No paró hasta que sintió las letras borrosas y la tinta corrida 449



al leer la fría descripción de la pesadilla que vivió de niña, Jae se dio cuenta que estaba llorando. En sus manos sujetaba, el célebre plan que Roan utilizaba para manipular emocionalmente a Reed, los trágicos hechos de su vida no eran nada más para él que un simple medio de control. Una frase sobresalió de la hoja, y ella rápidamente cerro la carpeta, no quería ver a su amiga así. Tragando, Jae inclinó la cabeza hacia delante, pasándose las manos por el pelo, mientras digería la información. Sabía que Reed era huérfana. Lo que no sabía era que el departamento de bomberos había encontrado a Reed inconsciente aferrándose a la puerta del salón donde el resto de su familia había muerto. El tirador de la puerta estaba cubierto de sangre de las manos heridas de la niña, donde las astillas de madera se habían clavado profundamente cuando intentaba abrir la puerta. Ha todo esto Roan solo dejo escrito un comentario- 'Lewis no tiene familia, no pertenece a ningún lugar. El uso de palabras como familia, funciona como un cajero automático, siempre otorga la respuesta deseada.' Horrorizada, dejó caer la carpeta. ¿Cómo había hecho? ¿Cómo pudo sobrevivir Reed a todo eso? ¿Y cómo puede hacerle frente ahora? Ya no tenía la menor duda acerca del porqué de la desaparición de Reed. Tenía que ser por Rio. Mirando de soslayo la carpeta en el suelo, Jae trató de comprender lo que debió ser haber perdido a toda su familia, y ahora, volver a pasar por lo mismo. No podría. El estridente sonido del teléfono cortó el rumbo de sus pensamientos. Le tomó un momento para darse cuenta de que era el teléfono de la oficina y no su celular, se movió a toda prisa a contestar la llamada, tanto que casi tropezándose con la esquina de la alfombra. "Blackmon Pictures, Cavanaugh." "Me llamaste." 450



"Necesito un favor." "Tú dirás." La voz de Becky sonaba desconfiada, y Jae no podía culparla. Debes tener mucho cuidado en tus palabras, ¿entiendes? "Reed se lastimó una pierna y necesita algún tiempo para recuperarse. La cuestión es, que si ella desaparece así sin más los rumores van a llegar hasta las nubes, y los medios de comunicación acamparan fuera de su casa, así no tendrá mucho descanso." "Déjame adivinar. ¿Quieres que sea la doble de tu novia?" "No es mi novia." "Lo haré." "Esto es solo por la película... ¿qué dijiste?" Becky rió. "Lo haré. Es demasiado deliciosamente irónico. Pero me la debes." Ahora esa su turno de ser cauta. "¿Qué quieres?" "La próxima vez que ruedes una película, quiero un papel. Si puedes arruinarlo por placer y tirar tu negocio por la ventana por esa Señorita, bien puedes trabajar conmigo." "Y si esta película fracasa, ¿y vuelvo a tener que trabajar con bajo presupuesto encerrada en un oscuro ático?" "Jae, nunca he tenido ninguna duda de lo buena que eres en tu trabajo. Nunca pensé en pedir trabajar contigo porque no podías meterme, pero ahora eso ha cambiado y también pienso que mi talento está malgastándose." Era realmente extraño encontrar apoyo en alguien, después de haber roto. "Gracias." "Por lo tanto, en esta película no participo. A menos claro, que tu actriz realmente se haya ido." 451



A Jae le fue imposible detener la fuerte inhalación cuando Becky dio justo en el clavo. "¡Oh Dios mío!. Ella se fue, ¿verdad?" "Sí." Ya no tenía ningún sentido mentir a Becky. Si la actriz quería ser vengativa, aquí tenía su oportunidad de oro. "Tal vez debería haber pedido un mayor precio. ¿Por qué toda esta mentira?" "¿Eso significa que todavía lo vas a hacer?" "Sí. Pero me siento aplastada entre tantas mentiras." "No eres la única. Esta noche he dicho más mentiras que toda mi vida. Ella está realmente lastimada en la pierna, pero tiene una razón de peso para no estar aquí, debido a su pasada historia, no puedo permitir que la gente sepa lo que está pasando. Y para dejarlo claro, no creía que estuvieras de acuerdo, y por eso te mentí." Becky tenía derecho a saber algo más que los demás, pero Jae no quería revelarle que no tenía ni idea del actual paradero de Reed. "Supongo que esto significa que tengo que volver a hacer una visita a Fernando." Jae río. "Bueno, el negro es más adaptable que el azul. ¿Por qué te teñiste de ese color?" "Un comercial de Frutopia. Por lo menos no era yo la que hacía de neón verde." Un visión de la delgada figura de la actriz con el pelo verde neón, no era la más atractiva de las imágenes. "Tengo miedo de que no baste solo con el pelo negro, creo que también vas a necesitar una peluca. No vamos a dejar a nadie que te vea de cerca. Solo quiero que merodees un poco por su casa, con suerte eso bastará para que crean que sigue aquí." "¿Puedo comenzar una pelea por la comida del catering? Siempre he querido ser la típica actriz, temperamental y caprichosa." 452



"No, bueno tal vez un poco" cedió. "Trata de no arruinar demasiado su reputación , ¿vale?" Oh oh. Esto definitivamente no es una buena idea. Becky podía hacer mucho daño. "Nena, tenemos algunas reglas en esto, vale. Nada, y me refiero a nada, ilegal, inmoral o que tú no desearas tener relacionado con tu propio nombre." "¿Dónde está la diversión en eso?" "¿Estás de acuerdo o no?" "¿Qué pasa si digo que no?" Por segunda vez Jae pudo sentir la enferma sensación que se apoderó de su estómago, con solo pensar en la posibilidad. "En el caso de que digas que no, puedo pagar a otra persona para hacerlo." No era así de sencillo, no podía ir por ahí buscando y contando los secretos a alguien para cubrir a Reed. "Ya podrías tener, al menos, el detalle de rogarme, y así evitar que tu película se vaya al traste." "El melodrama es tu departamento, no el mío." "Ouch." Becky puso mala cara. "Entonces, ¿tenemos un trato?" "Claro." "Gracias. Significa mucho para mí. ¿Nos encontramos en mi oficina a eso de las nueve?" "Mejor que sea a las diez, así tengo tiempo de ir a teñirme el cabello y poner todo en orden." "Bien. Buenas noches Becky."

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"Buenas noches." La llamada se cortó y ella coloco el teléfono en su lugar. Creo que voy a necesitar un guion solo para tener un seguimiento de todas las mentiras que he dicho hoy, por no mencionar el resto. No quería ni pensar en lo que Becky quería obtener a cambio. Más vale que la vigile de cerca. Un bostezo se deslizó fuera de su escondite y Jae miró el reloj, sorprendida de ver que ya eran las tres de la mañana. Tres horas más y el estudio volvería a la vida, otro día de filmación comenzará. Era difícil creer que en poco más de veinticuatro horas las cosas se complicarán tanto. "Ha pasado tanto tiempo desde que se fue, ¿verdad?" Trató de resolver el rompecabezas. Si Reed había salido justo después que ella, le debió haber tomado una hora y media para llegar a LAX, y luego tenía que esperar a coger un vuelo, eso hacían cuatro horas. Facturando justo en el momento del cambio, y llegando a la costa este a las seis, hora del Pacífico. Un total de nueve horas, Entonces, ¿por qué no me ha llamado? "Que pregunta más tonta." La silenciosa gárgola de piedra la miró solemnemente con sus grandes ojos. "Me encantaría, pero dudo que yo sea su primera prioridad." Cuando Reed se fue, probablemente solo pensaba en Rio, y aunque le había hecho pasar por un infierno, lo comprendía. Después de ver a Danielle con los gemelos, hizo que la comprendiera plenamente. No hacía que se enfadara menos por dejarla al margen, pero la podía entender. Sobre la mesa, sus notas parecían darle seguridad, Jae hizo otro garabato junto a un elemento, pensando en lo próximo que tenía que abordar. No podía mentir a Cait indefinidamente. No solo se sentía incómoda por mentir a su amiga, también estaba el hecho de que, si por Hades había aunque sea solo una esperanza de que todo esto salga adelante, iba a necesitar la ayuda de Cait.

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No había nada que pudiera hacer a esta hora. Su ayudante llegaría pronto, y entonces podía planear algo. Tal vez Cait sería capaz de teclear algo en Internet y voilá, actriz localizada. Pero primero tenía que sobrevivir a la airada charla que vendría después de la confesión. Ahora bien, primero debía coger prestadas un par de cosas del armario de Reed, algo que la gente esté acostumbrada a ver.

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Las seis de la mañana y los pasillos del hospital comenzaban a despertar a su alrededor. Las enfermeras estaban cambiando turno y los pacientes estaban siendo controlados, garantizando que los monitores y respiradores funcionaban perfectamente. Rio dormía en su lecho, desconociendo el nuevo día y la victoria que traía consigo. Arropado entre las mantas, tan pequeño, el blanco pálido de su piel casi se perdía entre la blancura de las sábanas. Solo los oscuros rizos daban un punto de referencia, para Reed no era necesario verle la cara para saber lo que parecía. Joven e inocente. Solo veintiséis horas antes estaba despierto, temprano aún para él, emocionado por desayunar con los mayores, y con ganas de ver más de la nueva tecnología de la feria, emocionado como estaba para dormir. Debería haber estado allí. Si hubiéramos estado en casa, en Eastport, donde no hay ningún hospital bien equipado cerca. ¿Si hubiera entendido lo que le pasaba? ¿Si el me lo hubiera dicho? Detente... no puedes jugar a esto justo ahora. Nada de "y si hubiera"... en estos momentos. Equilibrada en una mierda de silla que Geoff había robado en algún profundo lugar de las entrañas de Eastern Maine Medical Center, siguió mirando por la ventana de la

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unidad de cuidados intensivos cardíacos. Separada de su hijo por una pulgada de vidrio que podría haber sido como las tres mil millas que había viajado. "¿Señorita Lewis?" Una suave mano tocó su hombro. "Si lo desea, puede entrar durante un minuto." Ella asintió, no confiaba en poder hablar a través de la repentina marea de lágrimas que amenazaba con salir de sus ojos. Hace once años no le habían permitido entrar a verlo, en lugar de eso la habían llevado a una sala de espera. "Tiene que ponerse esto, ¿vale?" Reed luchó para embutirse dentro de una bata azul, un conjunto de unas bolsas para los zapatos, una mascarilla blanca y unos guantes, entonces siguió a la enfermera adentro de la habitación. Recluido en una pequeña cama con una silla colocada a su lado. Desde el interior de una burbuja plástica que ocupaba toda las parte superior de la cama. Junto a la cabeza de Rio había un reproductor de DVD portátil con los dibujos de "Los Robinson" que habían puesto para entretenerlo. Plastificado, y convertido ahora en un juego con botones grandes fáciles de manipular a través del plástico estéril. "Te vas a perder la mejor parte si no te despiertas pronto, pequeño." Ella apartó con cuidado, los mechones extraviados que vagaban sobre su frente, evitando el contacto prolongado con el cable que media su intensidad cerebral. Apagó el reproductor. "Recuerda que te quiero, ¿vale?" Le resultaba difícil encontrar palabras para expresarse, la necesidad de ser optimista y alegre en la guerra que mantenía su hijo en contra de su cuerpo, y la supervivencia por pura fuerza de voluntad. Su voz sonó gastada, por el cansancio del largo viaje y de dos días sin dormir, pero suavemente, comenzó a cantar la canción favorita de Rio. "Un hombre vino de su lejano viaje por el espacio, tras años luz desde que inició su viaje, y en más de un pueblo en el que su nave se detuvo, colgada en el cielo como una estrella, como una estrella... 456



Él siguió una luz y llegó hasta un cobertizo donde una madre y un niño se hallaban acostados en una cama, y una luz brillante de plata alrededor de su cabeza, y él tenía cara de ángel, y ellos tenían miedo... Entonces el extraño habló, y dijo: No temas, yo vengo de un planeta lejos de aquí, traigo un mensaje para que la humanidad escuche. Y de repente la música más dulce llenó el aire... La, la, la, la, la, la, la... la, la, la, la, la... la Paz y la buena voluntad de los hombres, la, la, la, la, la... y el amor al niño... Esta encantadora música dio la vuelta a la tierra, y muchos despertaron, los viajeros del camino, el pueblo encontraron. Y la luz de la nave en el cielo, iluminó su camino.... Y justo antes de que el amanecer rompiera el cielo, el extraño se volvió y dijo: Ahora tengo que volar, cuando pasen dos mil años de su tiempo, esta canción se iniciara una vez más, a un bebe lloro... La, la, la, la, la, la... Esta canción iniciara una vez más a un bebe llorar... La, la, la, la... La Paz y la buena voluntad de los hombres la, la, la... y el amor al niño... Ahora todo el mundo está esperando, la vuelta de esa canción, hay miles de personas de pie al borde del mundo, y una estrella se está moviendo, casi ha llegado la hora, la canción se iniciara una vez más..." Ella dejó apagar sus palabras, con el picor de las lágrimas en sus ojos. "Bastante mal supongo, ¿hunh? No soy como Chris. Tengo una amiga que lo hace bien. Ella podría hacerle justicia. Jae podría incluso tocarlo en la guitarra. La conociste a ella y a su sobrino Alex. Alex llamó ayer." ¿Fue ayer? ¿Qué día es hoy? ¿Viernes? Llamó el miércoles. Hace dos días. "Llamó el miércoles, parecía bastante ansioso por poder volver a jugar contigo en el ordenador. Despierta Rio, por favor." Sostuvo la mano más pequeña en la suya, con la cabeza apoyada en la cama, acariciando su frente dejando que su tacto dijera lo que no podía con palabras. 457



"¿Señorita Lewis? Se acabó el tiempo. Tenemos que cambiarlo." Reed levantó la cabeza, la misma amable enfermera había regresado. "El Dr. Zerafa la llama. Viene de camino para poder hablar con usted, la espera dentro de veinte minutos en la sala de espera." A regañadientes le hizo frente, y aunque sabía que no estaba permitido, se quitó la mascarilla. Mirando los ojos de desaprobación de la enfermera. "Gracias," susurró, luego se inclinó y dejó un beso en cada párpado cerrado de su hijo. "Te quiero." Enderezándose, y volviendo a poner el DVD. "Esto tendrán que volverlo a poner pronto." "Nosotros nos encargamos. Lo que escuché antes ¿era tu voz?" Preguntó la enfermera, cuya placa la identificaba como Bárbara, mientras salían de la habitación. "Sí." Reed sacó el elástico de la mascarilla de su cuello, así como también se desabrocho la bata que la cubría. Las cintas la habían hecho durante las largas noches de su viaje a Japón intentándole inculcar a su hijo el amor por las series clásicas. "Tienes una voz bonita. ¿Qué era lo que cantaba?" Reed reconoció que la enfermera solo estaba tratando de ser amable, haciéndole preguntas para que su mente se olvidara unos minutos de los problemas, así que en lugar de molestarse sonrió. "Solo es una canción que le gusta a Rio." En el interior de la sala de espera Heidi estaba recostada contra Geoff, con la cabeza apoyada en la pared y los ojos cerrados. Una de sus pequeñas manos rodeaba la de su marido y la otra su cintura. Siempre le recordaba a un gran oso de peluche, a pesar de que a Rio le parecía más bien un caballo. Reed les miró durante un largo segundo, consciente de que estaban allí, pero se sentía sola. Sentía que no tenía a nadie que la apoyara para afrontar la tormenta que amenazaba con romper contra ella. Jae la había hecho recordar lo que es sentirse segura y cómoda con alguien. Y en ese instante, por un momento, era lo que más necesitaba. 458



"Hey." Ella se acercó más y sacudió suavemente a Geoff del hombro. "¿Estas despierto?" "Aup." El repentino despertar le valió un golpe contra la pared. "Mejor despierta tu a Heidi, no quiero que se rompa la cabeza." Geoff se despertó del todo y movió ligeramente a Heidi. "Cariño, despierta." Heidi se despertó, incluso más rápido que su marido y preguntó. "¿Cuál es el problema?" Mientras se restregaba la cara para apartar los restos del sueño. "El doctor viene de camino para hablar con nosotros." Incluso para ella su voz sonaba apretada. "Oh." Heidi la miró a la cara frotándose los ojos cansados. "¿Cómo está?" "Aun durmiendo." Era mejor eso que utilizar la palabra inconsciente. Reed se sentó en una silla enfrente a sus amigos, mirando hacia la puerta, esperando. La temible sensación de soledad que se había negado a reconocer ahora la llenaba. "Lo siento. Tengo que hacer una llamada." "¿Ahora?" "Sí." Porque sabía que si no la hacía ahora, no lo haría nunca.

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Capítulo 47

Cait estaba empezando a tener la sensación de que Jae la estaba evitando. No importa dónde ella estuviera en el set, la directora acababa de salir o era momentáneamente en espera. "Me parece que hay algo podrido en el estado de Dinamarca". Era obvio por qué Jae la estaba evitando. Lewis había de hecho salido corriendo, y ahora la directora estaba cubriendo a la actriz. Dejó los vestuarios y se encamino de nuevo hacia las oficinas principales. En el camino paso la segunda unidad de la tripulación que estaba ocupada empacando para el viaje de regreso a Miami. Jae podría esquivar el calendario aquí todo lo que quisiera, pero sin una actriz principal en Miami todo sería dinero por el desagüe. Incluso si Lewis regresaba, y que ella lo creería cuando lo viera, Jae tenía que conseguir el control. Que su amiga no tenía ninguna perspectiva en lo que se refería a la actriz fue muy claro. Había conocido a Jae el tiempo suficiente para reconocer cuando estaba siendo engañada, y cuando algo se estaba comiendo a la directora. Dentro de su bolsillo su celular comenzó a vibrar, y lo sacó, comprobando el número antes de aceptar la llamada. "Hey Bebe, ¿qué pasa?" Thom se rió entre dientes, "Cada vez que dices eso, me da el impulso de mirar por encima del hombro y encontrar a la mujer a la que estás hablando. Me dieron la dirección que querías. Tenías razón, que lo teníamos en nuestros archivos." "Espera." Deslizó la Palm Pilot, hizo un par de toques con el lápiz y abrió una entrada de dirección. "Está bien, adelante." "Lewis vive en una casa alquilada en la propiedad de su amiga, la Dra. Heidi Chappelle, su marido y su hijo. Parece mantener un perfil bastante bajo. La mayor parte de lo que tenemos es en lo que respecta a su desaparición de la película de Pirsig y su popularidad en Japón." "¿Dónde está?" 460



"Eastport, Maine. Bastante cerca de la frontera con Canadá, por la Bahía Fundy. Yo no tengo una dirección de calle, sólo una ruta rural y el nombre de la granja." "Figúrate". Se rió de nuevo. "Sabes que estoy sentado en una historia bastante grande, ¿verdad?" "Eres un editor, Cielo - es tu trabajo para sentarte en historias pero te prometo una más grande, está bien.?" "Me conformaría con la cena y una película." "Trato. Ahora ¿cuál es el nombre de la granja?" "Fairsing Farms, ruta rural número tres". "Gracias bebe, un beso grande." "No hay problema. La cena esta noche? Voy a cocinar." "Umm suena precioso, pero no tengo ni idea de lo que va a pasar aquí hoy. ¿Podemos improvisar?" "Sí. Ve si quieres cenar. No hay nada que cocinar que lleve más de quince minutos, por lo que no importa a qué hora llegues hasta aquí." "Te veré esta noche entonces. Adiós." "Adiós." Era difícil conseguir demasiado fuera de forma sobre la materia con la presencia silenciosa y tranquilizadora de Thom en su vida. No había muchas cosas que lo alteraran, y él continuó, ayudando donde podía y escuchándola cuando él no podía. No sabía por qué había dejado Pirsig que Lewis se fuera cuando se marchó de su Filmación, pero ella estaría condenada si iba a dejar a Lewis arruinar esto para Jae. Y Maldición si dejaba que Jae arruinara esto para sí misma, tampoco. Armada con el paradero de Reed, se dirigió a la oficina de su amiga, en espera de la verdad. 461



La puerta del despacho de la directora estaba entreabierta, y en su ira y la prisa, no se detuvo a llamar. Lista o no, Bebe, allá voy. Jae oyó las pisadas, staccato afiladas moverse a lo largo del pasillo y hacer una breve pausa en la puerta, antes de continuar moviéndose hacia el interior. Becky lo había oído también, y sólo se miraron entre sí por una fracción de segundo. No había ningún sitio para que la actriz se ocultara. De pronto Becky dio un paso adelante. Antes de que Jae pudiera reaccionar, suaves labios se aplastaron contra los suyos, su ex tirando de ella en un abrazo y beso familiar. Su cuerpo respondió, desapasionadamente devolviendo el beso, antes de que su cerebro pudiera ponerse al día. Fue agradable. Agradable ... mejor no decirle eso. Agradable ... la última forma de desprecio. Dentro de ella se rió. Agradable, pero sin cigarro. Becky no era Reed. Ni siquiera cerca. "Jae, tenemos que hablar .... Lo siento. Discúlpame." La voz de Cait pasó de enojada a avergonzada, dando un portazo a su salida. Al oír el golpe de la puerta, Jae rompió el beso, alejándose de Becky. "¿Por qué hiciste eso?" Confundida por sus pensamientos y reacciones, le gritó a su ex. "¿Tenías una mejor manera de mantener mi cara oculta? No es como si supiéramos que estaba a punto de entrar." Las palabras quitaron el viento de sus velas, pero la sonrisa divertida en el rostro de Becky no dejaba dudas de que la actriz estaba disfrutando de su derrota. No era menos irritante que la actriz tuviera razón. Si hubiera sido cualquiera, pero Caitlynn, habrían sido descubiertas. Y si hubiera sido Chambers, que todavía todo habrían explotado, por lo que dio gracias en silencio por los pequeños favores. "Quédate aquí." "¿Eso quiere decir que no fue tan bueno para ti como lo fue para mí?" Becky ronroneó, con una ceja levantada.

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"Becky ..." gruñó en advertencia y trató de no pensar en cómo, durante un beso de alguien que solía encenderla en instantes, lo único que podía pensar era en besar a Reed Lewis. O acerca de cómo los besos de su ex palidecían en comparación incluso a los besos de ensayo compartidos con Reed. "Oh, todo bien." La actriz se dejó caer de forma espectacular en el sofá. "Gracias." Jae salió de su oficina, cerrando la puerta desde el exterior para evitar que otros visitantes no deseados simplemente cayeran en el interior. La puerta de Cait estaba abierta. Se armó de valor contra la tormenta a punto de golpear y golpeó en el marco de madera. "¿Puedo entrar?" "Tú eres la jefa." Oh, oh, esto es malo. La única vez que Cait nunca se refirió a ella de esa manera fue cuando el AD tenía un punto para hacer - por lo general sobre cosas personales que cruzaron la línea. "Y eso te ha detenido antes... cuando exactamente?" Es mejor conseguir esto ahora. "Está bien. ¿Qué demonios estás pensando? Es obvio lo que estás pensando. Fuiste prácticamente haciendo el amor con ella directamente en tu oficina. ¿Arrojaste tu ética por la puta ventana?" "Pensándolo bien, voy a volver cuando puedas dejar de insultarme." ¿Qué Jae? No puedes enfrentarte a la verdad, estás poniendo en riesgo tu imagen - ¿y por qué?, para que así puedas echarte un polvo. Esto es lo que no te gustó, así, qué está pasando? " "No era Reed en mi oficina. Es Becky." Hubo un silencio mientras Cait le devolvió la mirada. "Becky? Esa era Becky en tu oficina, vestida como Reed Lewis?" "Sí." Sólo entonces se dio cuenta de su error táctico.

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"Así que Lewis se ha ido? Y tú estás fingiendo que no pasó nada." Cait acaba de empezar, y Jae decidió dejar que la AD sacara todo de su pecho. Sin la llamada telefónica que había llegado mientras ella había estado hurgando en vestuario en busca de ropa para engañar a la gente haciéndoles creer que estaban viendo a Reed en lugar de Becky, las acusaciones de Cait tendrían más que un grano de verdad en ellas. Se había perdido la llamada – que había sido atreves de su número de la oficina en vez de a su celular - pero la pantalla de llamadas le había dado una ventaja y se afano en rastrearla. El número había resultado ser de un teléfono público en el Eastern Maine Medical Center. No había habido ningún mensaje, pero el hecho de la llamada había sido suficiente. Tenía que haber venido de Reed, y una llamada de un hospital significaba que Rio tenía que haber sido la razón por la que había salido sin una palabra. "Ni siquiera me estás escuchando – o sí?" "No", dijo con sinceridad. "Estaba sólo una especie de esperando hasta que hubieras terminado. ¿Terminaste?" "No. Es posible que no sabes ni te importe dónde está -" "¿Qué te hace pensar que no sé dónde está?" "Cada vez que su nombre se menciona, te juro que te vas a dejar calva en la forma en que te retuerces el pelo. Por no mencionar el hecho de que me mentiste ayer. Y ya que estamos en ese tema – eso duele. Ya sea que tú confías en mí o no lo haces. No eres la única que tiene cosas en juego aquí, ya sabes. ". "Touché". Disgustada, Jae se acercó a la ventana, pensando. Conscientemente, mantuvo sus dedos fuera de su pelo, la uña de su dedo índice recogiendo en su pulgar en su lugar. ¿Tengo derecho a decirle? pregunta equivocada, mi niña. ¿No confías en ella? - eso es el que ella está preguntado. Había intentado evitar una conferencia acerca de la falta de fiabilidad de Reed y había conseguido una diferente en su lugar. Y 464



la línea de fondo era que necesitaba ayuda de Cait. Pero ¿tengo yo confianza en ella? Sí. No hay dudas. Durante todo el camino. Perdóname, Reed. Pero para mantener tus secretos del resto del mundo, voy a tener que compartirlos con Caitlynn. "¿Jae?" Cait había llegado a su lado y Jae miró a su amiga, en busca de las palabras adecuadas. "Hola. ¿Qué pasa, Cariño?" La AD limpió una lágrima, y la envolvió en un abrazo. "Va a estar bien. Ya se nos ocurrirá algo, ¿de acuerdo? Incluso aunque tenga que arrastrarla de nuevo desde esa granja en Eastport con un equipo de caballos." Dejando fluir las lágrimas, Jae tomó una decisión. "Ella no está en Eastport. Está en el Centro Médico de Maine Oriental en Bangor." Y mientras Cait la sostenía - dejó salir los detalles, reteniendo sólo el nombre del padre de Riordan. "Oh Cristo, Jae. Lo siento mucho. ¿Cómo está?" "No sé. No sé cómo cualquiera de ellos están."

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Heidi observó a Reed entrar cojeando lentamente en la habitación, sus hombros hundidos aún más que cuando había salido de la habitación. Ella apretó la mano de Geoff y se levantó. "Sabes, si tu fueras un caballo, tendríamos que matarte." Reed era caprichosa en el mejor de los casos, y Heidi sabía que un enfoque directo a un problema emocional no era una buena idea. La actriz los excluiría totalmente. "¿Eh?" "La forma en que estás cojeando. Si fueras un caballo, que tendría que matarte. Ahora Ven aquí." Antes de que Reed pudiera protestar, ella dirigió a la mujer más alta a un asiento junto a Geoff. "No disparan a los caballos más, ¿verdad?" 465



"Sip. A los rebeldes." Eso logro un resoplido débil de la risa, y Heidi se sentó al otro lado de Reed, enganchando una silla sobre la que apoyar sus pies mientras se sentaba. "¿Vas a dejarme echar un vistazo a eso?" Algo brilló detrás de los ojos azules, pero se había ido antes de que pudiera tener una idea de lo que era. "No, pero yo podría ser convencida de dejar que un médico de verdad lo hiciera - uno que no me va a disparar." En ese momento, el Dr. Zerafa entró en la habitación, su sonrisa iluminando su rostro agobiado. "Heidi, Geoff." Él asintió con la cabeza en su dirección, reconociendo su presencia. "Es bueno verte de nuevo, Reed. Yo sólo desearía que hubiera sido en mejores circunstancias." Junto a ella, Heidi podía sentir a Reed tensarse, aunque la expresión del rostro de la actriz nunca había cambiado. Medio esperando a ser ignorada, alargó la mano para apretar la mano de Reed, sorprendida cuando ella no se apartó del tacto. Dejó que su mano permaneciera donde estaba y dejó a Reed manejar al médico. "¿Cómo esta él?" Zerafa se sentó en la silla frente a ellos, eliminando el estetoscopio alrededor de su cuello y metiéndolo en el bolsillo mientras se sentaba. "Acabo de tener una mirada sobre él. Vamos a mejorar su condición de crítica a grave." "Eso no responde a mi pregunta."

"Hemos programado una tomografía computarizada para más tarde esta mañana. Eso debería decir si hay alguna anormalidad que menoscabe la función cerebral."

Heidi se dio cuenta de que evitaba el uso de la palabra daño. "¿Cómo son sus signos vitales?"

El médico parecía experimentar alguna mejoría, y Reed se relajó un toque en la señal. 466



"Fuerte. Su presión arterial es buena, la frecuencia del pulso es normal. Sus pulmones son un poco congestionados, pero el respirador está llevando la peor parte de la carga. Los reflejos son buenos, y no creo que estemos ante un posible estado de coma. Creo que su cuerpo esta sólo consiguiendo el descanso que necesita. ¿Qué es lo que deberías estar haciendo, él va a necesitarla cuando se despierte. "

Heidi sabía que era un viejo truco médico. Uno que utilizaba con los dueños de sus propios pacientes, sabiendo que iban a creer porque lo hizo - y, a veces la creencia podría hacer milagros.

"Muchas gracias," Reed habló, el cansancio en su voz entrecortada lleno la habitación. "

"De nada. Ahora sigue adelante y duerme un poco. Voy a encontrarme contigo otra vez esta tarde después de que nosotros hayamos realizado las pruebas y tengamos más información." Se levantó y salió de la habitación, dejando un alivio silencioso detrás de él.

Se sentaron así durante un tiempo, cuánto tiempo exactamente ella no lo sabía, pero finalmente Geoff hablo. "Pagaría por una ducha". "Las damas primero, Geoff." "Ustedes dos adelántense. Quiero ver a Rio de nuevo antes de irme." La voz de Reed era tranquila y Heidi podría escuchar la mezcla de culpa y el dolor que la actriz lucia como un manto.

"Tú no vas a estar bien para él si no duermes un poco." "No voy a ser capaz de dormir. Voy a hacerlo más tarde."

Geoff la miró y asintió con la cabeza, por lo que Heidi se levantó y puso una mano en uno de los anchos hombros de Reed. Hombros que trataron de cargar más de lo que era bueno que una persona sostuviera. "Estaremos de regreso con algo de comida, ¿de 467



acuerdo?" Dejando que Reed supiera que no se dejaban engañar, pero apoyarían su decisión.

Por segunda vez en menos de diez minutos, Reed la sorprendió poniendo una mano sobre la de ella y apretando de nuevo. "Gracias por todo." "¿Para qué están los amigos?" Luego ella y Geoff se alejaron, deteniéndose para echar un vistazo en Rio antes de hacer su camino a un ascensor. "Ella ha cambiado."

"Sip." Geoff pulsó el botón de abajo. "Más abierta, y al mismo tiempo más ... no ahí. Casi Vulnerable. Como si ella estuviera pegada entre sí por pura voluntad." "¿Preocupada?" Ella asintió. "Estoy preocupada por los dos."

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Reed observó a Heidi y Geoff salir de la pequeña habitación; los oyó hacer una pausa fuera de la habitación donde yacía Rio durmiendo, y luego continuar por el corredor. Cuando ya no podía escuchar el eco de sus zapatos en los pisos pulidos del hospital, se dejó caer hacia adelante y dejo que las lágrimas salieran.

Ella no se permitió llorar mucho, con miedo de que si se soltaba no iba a obtener el control de nuevo, y tenía que estar en control. Por Rio.

Él se veía tan pequeño, la mayor parte de su cara oculta debajo de la cinta quirúrgica que mantiene los tubos de respiración y diversos instrumentos conectados de forma segura en su lugar. Lo siento, cariño. "Ojalá pudiera hacer que todo desaparezca." Pero ella no podía. No podía hacer más para salvar a su hijo de lo que había sido capaz de hacer para salvar al resto de su familia. O Will. Ella no tenía poder y lo odiaba. Enojada y agotada, se puso de pie, el dolor en su pierna casi obligándola a regresar al banco.

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"Tengo que conseguir que la revisen." Se estaba poniendo peor, el dolor era más intenso cada vez que obligaba a su pierna a soportar su peso.

"Sra. Lewis?" La pregunta indecisa venia de una enfermera en uniforme color rosa pastel pálido. Una de las esquinas de su mente se preguntó por un instante porque todo el mundo siempre la llamó Sra. Lewis. Nunca señorita o señora. O perra. "Sí." "Estamos llevando a su hijo a la sala de pediatría. Puedes venir con nosotros si quieres."

"Gracias." Dio dos pasos hacia delante, un repentino dolor insoportable se disparó a través de la cadera y en la espalda, y luego cayó al suelo duro. Su cabeza golpeo con el borde de una pequeña mesa de café y un nuevo dolor explotó en su cráneo, y luego se había ido cuando la oscuridad la reclamó.

Capítulo 48

Divertida, Jae miró al grupo acurrucado alrededor de la mesa de conferencias. Cait, por supuesto, estaba allí, ordenador portátil, agenda electrónica y teléfono celular dispuestos sobre la mesa – su arsenal moderno montado para la batalla. A su izquierda se sentaba Holly, sus ojos escaneando la habitación, haciendo girar distraídamente un lápiz en la mano izquierda. Michael no había llegado todavía y ella se pregunta qué lo retrasaba.

Médico, abogado, jefe indio ... El canto de la niñez corrió alrededor de la cabeza y sonrió para sí misma, registrando la extraña variedad que eran. Cansada de la larga noche sin dormir, no se había dado cuenta de que su atención había ido a la deriva hasta que un fajo de papel la golpeo en la frente y luego se detuvo de golpe sobre la mesa.

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"Tierra a la Luna estación Alfa ..." sonrió Cait. "Frecuencias abiertas, Capitán." Ella le devolvió la sonrisa. "Lo siento. ¿Dónde estábamos?" "A la espera de que nos digas lo que necesitas." "Ah." El problema era que no sabía exactamente lo que necesitaba. Como un director que estaba fuera de su zona de confort. "Tiempo." Aunque era realmente lo más pequeño de lo que necesitaba, pero parecía un buen lugar para empezar como cualquier otro.

"Bueno, entonces, tenemos que establecer la cantidad de tiempo." Cait la miraba, ceja levantada en cuestión, y Jae asintió casi imperceptiblemente en respuesta, dejando saber al AD que no deben acercarse demasiado detalladamente. "¿Por cuánto tiempo estará Reed ... indispuesta?"

Jae pensó en eso. Sin hablar con Reed, que no podía empezar a adivinar. Y eso fue presumiendo que Reed siquiera volviera. "No lo sé." Una rápida mirada por encima de Holly reveló que la mujer estaba mirando especulativamente. O bien se trataba de un equipo unido o no lo eran - nada seria a la mitad.

"Voy a ser clara con ustedes. No he hablado con Reed desde que se fue de Maine, así que no tengo idea de cuándo estará de vuelta. Pero ..." aquí se puso seria, asegurándose de contactar con los ojos de cada uno de ellos, a su vez, "que tenía buenas razones para marcharse, y esto no es el capricho de una actriz con mal humor."

"Esto es más que una pierna, ¿no es así?" -preguntó Holly, hablando por primera vez desde que entraron en la pequeña sala de conferencias junto a la oficina de Cait. "Sí." Se basaba en gran parte en - un presentimiento y un número de teléfono - pero ella lo creía. Cait habló de nuevo, rompiendo el silencio cargado. "Así que realmente necesitamos dos cosas Uno, prevenir los medios de comunicación y, presumiblemente, que 470



Chambers se entere de que Reed se ha ido Y dos -.. Seguir filmando

dentro del

presupuesto y el calendario previsto tanto como sea posible."

Jae hizo un gesto de afirmación. "En una palabra." "La necesidad de iniciar sesiones en exteriores

va a hacer el número dos casi

imposible." La AD había extendido el plan de rodaje sobre la mesa.

"Puedo ayudarte con eso. ¿Qué importancia tiene para filmar en Michigan? Kerry podría cambiar de escuela en un abrir y cerrar de un cursor." Jae sonrió a Holly, viendo inmediatamente hacia dónde se dirigía la guionista. "Si se ve como Michigan, tiene signos como Michigan - y se les dice que es Michigan entonces..." "... Debe ser Michigan", dijeron a coro, terminando la línea.

"O un facsímil razonable." Jae hizo una nota en su libreta.

"Lo que nos deja el flujo de información."

Jae levantó una ceja. Cait tenía una luz diabólica en sus ojos marrones y parecía estar consiguiendo todo demasiado divertido. "La prensa va a tener un apogeo con esto si sale." "¿Qué tal un apogeo controlado?" "Dinos." En cuanto a Holly, Jae podía ver que ella no sabía de lo que estaba hablando Cait tampoco.

"Bueno, si Reed aparece en las noticias aquí - apenas puede estar en otro lugar, ahora puede ella?" Cait estaba sonriendo con malicia. "Unas pocas apariciones juiciosas por Becky, un poco de controversia, y bam - matamos dos pájaros de un tiro Consiguiendo estar cerca de post producción -.. Tenemos que empezar un rumor acerca de la película de todas formas por qué no empezar ahora?"

Holly rió. "Su publicista va a tener ataques." 471



"Probablemente," la AD permitió con un encogimiento de hombros. Jae escuchó mientras Caitlynn distribuyo el resto de su plan, negociando lo que podían doblar y lo que no se podía. Eso le fascinaba, a pesar de la experiencia en la industria y las maquinaciones de trastienda que llevaron a la publicidad y la percepción en Hollywood. Incluso la noticia podría ser escrita. Holly parecía igualmente fascinada, aunque su expresión se mantuvo un poco desinteresada.

"Ahí." Jae se dirigió al grupo de nuevo, feliz de estar haciendo algo en vez de sólo reaccionar. "Eso debería hacerse cargo de las objeciones que Chambers puede lanzar sobre la necesidad de más tiempo o dinero. Y no es que seríamos la primera Película de la historia de Hollywood para ejecutar en horas extraordinarias."

"Debo estar perdiendo algo aquí. ¿Por qué todo es en puntillas alrededor de Chambers?" Holly habló de nuevo.

"Bueno, como jefe de Renfaire Produccions controla la propiedad de un cuarenta por ciento de la Película. Sólo tengo el siete por ciento. Él es el que manda. Si Chambers descubre que la estrella ha desaparecido sin explicación satisfactoria, y luego se enterara de que está causando un retraso en la filmación y en la parte superior estaría yo por ocultarlo, estaría terminada", respondió ella lo más honestamente posible.

"¿Por qué sólo el siete por ciento?"

"En realidad es una parte bastante fuerte, teniendo en cuenta".

"Oh."

"¿Por qué?" Jae era curiosa. Holly parecía extrañamente decepcionada con la respuesta. "Supuse que ya que está catalogado como Renfaire Productions en asociación con Blackmon Pictures que eras dueña de más de la Película." 472



"Jesucristo, ella está en lo correcto Jae!. Sólo se puede ser propietario de un siete por ciento, pero Blackmon tenía treinta y cinco. Y tú, mi amiga, eres Blackmon."

"Lo que me da cuarenta y dos por ciento, presumiendo que la voluntad de sucesión este despejada."

Miró a Cait con asombro, luego sacudió la cabeza. "Eso deja a dieciocho por ciento excepcional - todo lo que tiene que hacer es conseguir a alguien de su lado. No, mejor no forzar la situación.".

Como un director de cine independiente, que había estado en completo control. Algo que había renunciado al trabajar para Roan. Sólo ahora parecía que tenía una medida de control de nuevo, incluso más allá de su poder como director - si quería tomarlo.

"¿Qué, no me vas a preguntar cuánto tengo?" Holly dijo vagamente herida, una pequeña sonrisa dando una apariencia cómica al intento de puchero.

"Suficiente para darnos el control mayoritario?" Era algo que no se atrevía a esperar. La propiedad de la mayoría de la Película significaría que no podría ser despedida por atropellar el horario - o por estar encima del presupuesto. Y mientras que una carrera y un arma de lucha por el poder no eran su estilo, que le daría la influencia suficiente para mantener a Chambers de que intentara cortarla. Si por ninguna otra razón que incluso si ella se expulsaba como director en esta circunstancia - ella todavía poseería una gran parte de cualquier película que hicieran de la propiedad.

"No." Jae se volvió hacia Holly. "¿No?" "No." "Y sentiste la necesidad de compartir esto con nosotras - ¿por qué" La mirada abierta en la cara de Cait disminuyo el aguijón de la pregunta sarcástica. 473



"Porque creo que están centradas en el tema equivocado No se trata de quien es propietario de la mayor parte -. Se trata de lo que más se puede esperar razonablemente para entregar una película de calidad terminada. Ya estás en el asiento del conductor."

Jae intercambio cejas levantadas

con su asistente. Cait se quedó pensativa y el

director se preguntó que estaba pasando detrás de los ojos de su amiga. Holly había planteado una cuestión interesante. Por supuesto, Chambers podría hacer mucho ruido, pero lo haría? Ella continuó a su vez la pregunta en su mente. ¿Estoy entrando en pánico por nada? Molinos de viento? "Sabes, Jae," Cait habló lentamente. "Creo que tiene razón. Vamos a tomar una respiración profunda y echar un vistazo a esta cosa. Me refiero a realmente verlo. Sin conjeturas, sin que tal sí. Sólo los hechos."

"Bien." Ella hizo girar el lápiz entre sus dedos y trató de concentrarse en lo que realmente estaba sucediendo frente a lo que temía que podría suceder. "Número uno, Reed no está disponible para el rodaje."

"Correcto - pero no se olvide, que tienes una historia de cubierta legítima que podemos utilizar para eso." "Cierto..." "¿Pero qué?" sugirió la AD. Jae se encogió de hombros, incapaz de articular exactamente lo que estaba sintiendo. "¿Cuál es el peor de los casos?" "Que Reed no vuelva." Lo había dicho. En voz alta sonaba incluso peor de lo que era dándole vueltas en su cabeza. Dar voz al miedo lo hizo tangible, y compartirlo lo hizo real; compartir significaba que ahora tenía que hacer algo al respecto. "Así que volvemos a hacer películas Indies de bajo presupuesto, pero no hay reinos que caigan, nadie muere - y otra persona hace la película".

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"Cuando lo pones de esa manera", dijo Jae irónicamente. Tiene razón, sin embargo - tengo que poner esto en perspectiva. Es sólo una película. No, no lo es. No es sólo una película, no para mí. La película era más que una película. Era la culminación de años de estudio, largas noches de trabajo duro y un montón entero de suerte. Fue el total de las relaciones sacrificadas, promesas rotas, esperanzas precipitadas y oraciones de medianoche. Se trata de quién soy. Tal vez ... pero palidece al lado de lo que Reed debe estar pasando. Esta película podría ser lo que soy, pero Rio es todo su mundo. ¿Estás segura que eso es por lo qué se ha ido? Jae hizo la pregunta a un lado y se concentró en lo que se decía.

"Simplemente tratamos de minimizar el impacto en el rodaje hasta que sepamos más y seguiremos desde allí. Es sólo un gran problema si la hacemos uno", dijo Cait prácticamente.

Holly sonrió con sarcasmo. "No es como si estuvieras tomando dos años para filmar." “Ouch." Jae rió. Ella tiró una mano por el flequillo y se volvió ligeramente para mirar por la ventana. "Por qué necesitamos a Becky tomar el calor de Reed? Me refiero a la verdad es una excusa malditamente buena y nadie podría culparla o a nosotros por una interrupción temporal de la filmación."

"Cait." La advertencia salió mucho más fuertemente de lo previsto. "La respuesta a eso es un No de manera inequívoca." Se levantó de la silla y se acercó a la ventana, antes de rodear la mesa y terminar por la ventana otra vez. "No veo por qué tiene que ser un secreto." "Supongo que un disparo de claridad está fuera de servicio?" -preguntó Holly. "Sí", respondió Jae a Holly, luego se volvió a Cait. "Tú y yo hablaremos más tarde. En privado."

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Puede ser que no tuviera sentido para Cait, pero siempre y cuando la existencia del Rio se convirtiera de conocimiento público, sería Reed la que decidiera eso, no ellos. Y ciertamente no como un instrumento publicitario. Ella suavizó su tono. "Hay más aquí de lo que sabes. Sólo confía en mí de acuerdo?"

Cait asintió. "Está bien, pero creo que estás poniendo sus intereses por encima de los de la película". Un lápiz se deslizó por la mesa. "Jae." "¿Qué?" "Me estas mareando." El tono ligero, lo sabía, era la manera de hacerle saber que las cosas estaban bien entre ellas y que seguiría el ejemplo de la directora. "Siéntate."

Exhalando con alivio Jae se deslizó hacia atrás en su silla y jugueteó con su lápiz. "Gracias." Parecía que tenían los inicios de un plan. Ahora que acaba de tener que vender los detalles para el mundo en general. Por supuesto, si tú no consigues que Reed vuelva pronto, puede ser que consiga soplado fuera del agua de todos modos. Pero tenía una idea o dos acerca de eso. Primero, sin embargo, tenía detalles que cuidar.

La reunión se disolvió, y Jae hizo señas a Holly, señalando al autor que se quedarse atrás. Esperaron en silencio a que Cait empacara y se marchase. Fue un momento de tranquilidad poco común en lo que había sido un par de días torbellino, y se tomó un segundo para inclinar la cabeza hacia atrás y cerrar los ojos. Por lo menos los primeros signos de un dolor de cabeza inminente parecían haber desaparecido.

Por último, estaban solas, y se inclinó de nuevo hacia delante. "¿Puedo preguntarte algo?" "Por supuesto." "¿Por qué?" Holly se quedó pensativa, contemplando en silencio un objeto desconocido encima de la puerta. "Solo puedo decir por qué no ..."

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Curiosa por escuchar lo que había impulsado a Holly de su lado, Jae esperó pacientemente. La expresión pensativa en el rostro de la morena telegrafió la gravedad de la respuesta. "Esta no es la primera vez que 'tormenta tropical' ha entrado en producción - es la tercera, pero es la primera vez que yo he creído que la película podría incluso venir cerca de igualar el libro que escribí.". Holly se detuvo un poco, luego le dio una mirada cómica, antes de comentar secamente, "Ni el libro ni el guion original tenía una persecución de coches por ejemplo." Jae rió. Una vez más se le recordó cómo lamentablemente mal informada estaba en algunos aspectos de esta película. Ella suspiró. Supongo que eso es lo que sucede cuando uno se concentra demasiado estrechamente.

El autor se rió. ".. De nada. Pero yo debería estar dándote las gracias. Lo digo en serio, Jae. Al ver los lanzamientos -. Es como ver las imágenes que vi en mi cabeza cuando lo estaba escribiendo." Aquí la morena dio un pequeño encogimiento de hombros y sonrió ligeramente. "Y mi porcentaje está más allá de minúsculo. Créeme, no me cuesta un centavo."

Eso fue un alivio. El cine era un negocio incierto lleno de dificultades económicas en el mejor de los casos. En Hollywood las trampas simplemente parecían ser más grandes, y no había manera de que quería ser responsable de que alguien perdiera su camisa. "Bien." Ella tomó su cuaderno de dibujo y un lápiz.

"Ahora sobre la ciudad natal de Kerry ..." "Um," dijo Holly en un "continua” tipo de voz.

"¿Qué deseas hacer? Dejarlo en Michigan y que me preocupe acerca de cómo hacer el movimiento al Estado de Maine - ¿al menos en la película? o cambiarlo" Que la localización se cambiara a Maine de Michigan se convertiría en un lanzamiento de dados, pero lo difícil que sería dependería de si estaban apuntando por un genérico Nueva Inglaterra o en una ciudad muy específica. 477



"Mi turno." "¿Para qué?" "Para hacer una pregunta. ¿Por qué no contratar a alguien que trabaje mucho más barato que entre y haga los cambios que necesitas?" Era una pregunta astuta. Como director, ella podría haber hecho eso. Ella no tiene que tener el permiso de Holly o incluso utilizarla en absoluto. "Eso acabaría con el propósito de volver a contratarte en primer lugar. Todos lo hacemos juntos o no en absoluto." "En realidad, no eres de 'Hollywood', ¿verdad?"

"No", respondió simplemente Jae. ".. Sólo quiero contar la mejor historia que pueda No se trata de política y el poder, nunca pedí estar aquí pero sucedió y lo que importa, es la película -. Y su calidad." "Eso debería responder a tu pregunta anterior tanto como la mía." Con eso Holly se volvió en su portátil y abrió una copia del guion.

Jae sonrió, recorrió su silla más cerca de la del autor e inclinó la cabeza a la tarea de suavizar las arrugas en la trama.

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¿Vamos siquiera a ser capaces de sacar esto adelante? Jae se acomodó en el asiento, moviéndose hasta que encontró un lugar cómodo. Con los ojos cerrados, ella trató de no pensar en lo que le esperaba. No en la próxima semana, el día siguiente o, especialmente, los siguientes minutos.

Un bostezo emergió de las profundidades de su cuerpo que había escondido dentro mientras estaban determinando qué hacer a continuación. Jae se entregó en su totalidad, sin molestarse en reprimir el reflejo.

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¿Qué vas a decirle? Antes o después de que le grite por marcharse? se preguntó irónicamente. Las respuestas serían diferentes, y ahí es donde la dificultad en este lío estaba en realidad. Con Reed ella se rasgaba casi constantemente, al parecer, entre lo que debía sentir por la actriz en un nivel puramente profesional y lo que sentía por la mujer como Jae simplemente. Era algo en lo que había estado evitando pensar demasiado profundamente, pero centrándose en sus problemas latentes la hacían pensar en donde estaba, por lo que la mente de Jae abordó la cuestión.

El trabajo siempre ha sido sencillo. Un respiro de la maraña de su vida personal y su estela de relaciones desastrosas. Un lugar donde sus sueños fluían del papel y a través de una pantalla gigante en el subconsciente de su audiencia. Y ahora ... ahora era complicado más allá de la creencia.

No había una buena razón para el curso que había decidido establecer. No hay ninguna explicación justificable para su búsqueda continua de la película o sus evasivas, verdades a medias y mentiras abiertas a Chambers. No hay evidencia tangible para apoyar la lógica de no cortar a Reed y con ello evitar tirar dinero a la basura. Nada excepto una sensación visceral de que esto estaba bien. La misma sensación que había tenido durante una cena de Navidad hace más de veinte años. Debo estar cansada para pensar en eso otra vez.

La mesa estaba llena de varios primos, tíos y abuelos, junto con miembros de la familia más inmediata. Ella había sido exprimida entre su primo James y su hermana, una situación que hace que sea difícil para ella como una zurda para comer perfectamente, por lo que había estado tranquila, tratando de no llamar la atención de su madre.

Habían estado esperando a todo el mundo para que terminaran de recoger en el pavo grande, y su abuela había preguntado a James acerca de la escuela. Su primo había mirado presa del pánico, disparando una mirada culpable a sus padres antes de responder que el iría, pero en realidad no tiene ni idea de lo que iba a estudiar. 479



"Tonterías James. Sólo necesitas aplicarte a ti mismo. Ingeniería, Derecho o Medicina, que es donde está el futuro," el tío William había advertido. "Oh deja al niño solo, Will. Nadie sabe lo que quiere hacer a su edad. El mundo entero está abierto para ellos." "Lo hago." Hasta el día de hoy Jae no estaba segura de lo que le había impulsado a hablar, pero había mirado a su abuela, y se había sentido bien, así que ella se había ido con ello. El tío William se rió. "Silencio William. ¿Qué vas a ser Jae?" Por un instante, viendo a todos mirándola, ella casi se echó atrás, con miedo a defraudarlos. "Voy a hacer películas." Su madre se había mirado horrorizada, y de los otros sólo su padre y abuelos no se habían reído. "Ella quiere ser una actriz de todas las cosas," la tía Helen había gorjeado con la risa fresca, que a su vez había traído lágrimas a sus ojos. "No." Todavía recordaba empujando su pequeña mandíbula

desafiante, decidida a

hacerles entender. "Quiero hacer películas". "Ah, la chica quiere ser un director." El tono de su abuelo llevó respeto, y ella todavía podía oír la forma en que había dicho la palabra. Era la misma forma en que su tío Will había dicho Ingeniería o Derecho. Había asentido y bajó la mirada hacia su plato, las lágrimas sobrantes hicieron los guisantes borrosos. Cuando después alzó la vista, ambos de sus abuelos la estaban estudiando, y ella había tratado de averiguar lo que estaban pensando. "¿Cómo sabes, Jacqueline? Tienes sólo ocho. Soy diez años mayor y todavía no lo sé", James había preguntado con una mezcla de incredulidad y condescendencia. Ella había pensado en ello durante un minuto, consciente de las miradas expectantes e indulgentes de su familia. "Sólo lo hago. Porque..." Tenía problemas para encontrar las palabras, incapaz, con la mente de una niña, para poner un nombre a lo que sentía. "Porque se siente bien", suministro su abuela, intercambiando miradas con su padre. "Bueno, si tú lo crees, entonces nosotros también." 480



A continuación, Danielle había derramado la leche al tratar de alcanzar por más squash y los eventos se habían trasladado, al parecer, su anuncio quedo en el olvido. Pero no había sido. Cuando su cumpleaños había llegado alrededor del mes de marzo siguiente, sus abuelos le habían llevado aparte. "Hay dos cosas que te llevarán lejos en la vida que cualquier otra cosa. Uno de ellos es el amor, y el otro es la creencia. Siempre cree en tí misma. Lo hacemos. La creencia puede hacer que en verdadero lo imposible, y el amor hace que valga la pena. ¿Puedes recordar eso?"

Solemnemente, había asentido. "Sí." A pesar de que realmente no había entendido bien.

"Feliz cumpleaños, mi niña." Su abuelo había besado la parte superior de su cabeza, como su abuela le había entregado un sobre.

"Gracias Granpa.

Gracias ¡Nan." Había desgarrado fácilmente el paquete en sus

manos, una libreta de ahorros y un certificado plegado en el interior.

"La creencia no tiene precio, pero el dinero ayuda."

Jae dejo el rastro de su recuerdo salir, nuevas lágrimas picando en los ojos cansados. Eso es a lo que todo se reduce, ¿verdad? Cuánto crees. En tí misma... y en ella.

Excepto que no había una razón lógica en el mundo por qué debía creer en Reed, nada tangible en lo que colgar sus esperanzas. Nada, excepto el instinto y la fe. Creencia.

Y al igual que sus abuelos tenían con ella, ella creía suficientemente por las dos. ¿Y el otro? Jae permitió pensar seriamente sobre la cuestión, una que había estado evitando. El otro tendrá que esperar. No me puedo permitir lidiar con el componente emocional de todo esto en este momento. Sería difícil, ya no había un escape viable atreves del trabajo, pero que tenía que manejarlo de alguna manera. 481



Y ¿Qué sería malo en tratar?

Fracasar. En parte la creencia de que puedo hacerlo. Soy muy mala en las relaciones. No del todo dispuesta a admitir que era más que una relación, y que sus sentimientos corrían mucho más profundo. Más asentada en su mente ahora, Jae cerró los ojos y se quedó dormida, ajena a la silla estrecha o el avión lleno de gente.

Capítulo 49

"Por favor. Tengo derecho a decir adiós. Por favor." "Las reglas son muy claras – solamente la familia inmediata y la familia ha pedido que no se le permita entrar."

"Todo lo que necesito es un minuto... por favor." El hombre continuó declarando, sus argumentos caían en oídos sordos.

Reed se incorporó ligeramente. La conmoción la había despertado, y que había permanecido allí durante los últimos minutos sin querer escuchar lo que se decía. Su cabeza dolía un poco, y cuando flexionaba el muslo derecho, latía dolorosamente. La puerta de su habitación estaba abierta y diversos ruidos se filtraban a través de ella. Ruedas de carro se deslizaban por el suelo pulido, el sistema de megafonía hacia anuncios esporádicos, y desde algún lugar fuera le pareció oír el sonido de una grúa de construcción.

"Por favor..." La voz estaba cansada, desigual con el miedo y la desesperación, y Reed se encontró empatizando con el hombre desconocido.

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"Tengo cosas que hacer. Ahora discúlpeme." La persona que ella supuso era la enfermera habló con sequedad y, pensó Reed, con una crueldad innecesaria.

Podía sentir con toda claridad lo que el desconocido debía estar pasando. El estar tan cerca de un ser querido y no se le permitiera decir adiós era impensable. Si se tratara de Rio...

Se le llenaron de lágrimas los ojos, y ella pasó las piernas por el borde de la cama. Las Náuseas la obligaron a bajar y un suave gruñido escapó mientras caía sobre la almohada. "¿Estás bien?"

Reed miró, sorprendida. Era el hombre cuya voz había oído discutir con la enfermera. No podía haber sido menor de sesenta años, pero su rostro tenía la misma confusión aturdida que tienen los niños que había visto en el rostro de su hijo cuando uno de los animales de granja habían muerto a pesar de los esfuerzos de Heidi.

"A fin de cuentas, sí, estoy bien." Preocupada por mi hijo, pero bien. "¿Y tú?"

El hombre se retorcía los dedos, y su rostro se mostraba gris con el agotamiento. "No." Su voz se quebró en la simple sílaba y él la miró sin poder hacer nada. "Mi ... hemos estado juntos treinta años ... y los niños, así ... que no significa nada para ellos. Yo no soy de la familia, nunca lo seré." Se encogió de hombros otra vez, y antes de que pudiera responder se había ido. El timbre de llamada se cubría cuidadosamente por las sábanas blancas a la izquierda de su almohada, y se inclinó sobre ella, presionando el botón. Fueron unos largos cinco minutos antes de que llegara una enfermera, el tiempo suficiente para preocuparse por Rio y pensar en el hombre cuyo dolor podía sentir como si fuera el suyo propio.

"Esta Despierta, Sra. Lewis?" Era la misma enfermera del pasillo, su tono rígido 483



escondiendo cualquiera que sea la manera del trato con los pacientes que podría haber tenido. "Obviamente." Ajustó la posición de modo que la enfermera no estaba mirando a ella.

"Tengo que comprobar en un paciente en la UCI pediátrica."

"Me temo que no puedo ayudarle con eso hasta que el médico venga a hablar con usted."

"Oye, perra sin corazón. No te pido que me ayudes. Te lo dije. Claro?"

"El médico estará aquí en breve. Se puede tomar con él." La enfermera hizo una nota en su tabla y salió de la habitación.

Dejó que sus ojos recorrieran las paredes blancas con sus accesorios de metal brillante. Cortinas plisadas, presumiblemente, colgadas frente a grandes ventanas que bloquean la luz tanto del pasillo y el mundo más allá. El olor a antiséptico empalagosa completó el efecto casi claustrofóbico. No voy a esperar aquí.

"Hola. Todavía por ahí?" Reed llamó. "¿Yo?" El anciano sacó la cabeza de nuevo en la puerta. "Ella no te gusta nada tampoco." "Supongo que no. Escucha, si me traes una silla de ruedas, puedo comprarte cinco minutos con valor de distracción." Esperanza iluminó sus ojos claros y, por primera vez en un par de días Reed se sentía bien acerca de lo que estaba ocurriendo. "Harías eso?"

"Ser actriz tiene sus momentos útiles. Ahora sigue adelante. Encuéntrame esa silla." Estaba de regreso en un par de minutos, empujando una silla de ruedas de hospital maltratada. "¿Cómo es esto?"

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"Bueno, no va a ganar la Copa Winston, pero que va a hacer." Lo mejor que se podía decir sobre el dispositivo gris fue que parecían tener todas sus ruedas.

"¿Quieres ayudarme a salir de aquí?" Ella no confiaba en sí misma para levantarse sin desplomarse, y el objetivo de este ejercicio era terminar en pediatría. ¿Dónde diablos estaban Heidi y Geoff? ¿Entonces Qué? ¿Ellos se muestran y estropearían la diversión? Vamos, admítelo - que estás esperando poder golpear a la Sra. Untuoso. Sip.

Él caminó hacia la cama, y extendió una mano grande. "Josías Bennett a su servicio."

Esbozó en ligera inclinación de cabeza y le besó los nudillos con galantería.

"Reed Lewis. Vamos?" Juntos lograron meterla en la silla sin tirar de su pierna.

Asentada en sus estrechos límites, alzó la vista hacia él. "Muy bien, este es el plan voy a causar un alboroto en la sala -. Te puedo garantizar que yo no tengo que estar fuera de la cama – por lo que van a pulular por todo mi cuerpo en el instante que salga". Los mantendré ocupados mientras tú dices tu adiós, entonces tienes que salir y no quedar atrapado por lo que podríamos salir de aquí. Encaja? "

"Gracias."

"No hay de qué." Ella desacoplo el freno, y se pasó las palmas de las manos sobre los neumáticos lisos grises, para conseguir la sensación del movimiento de la silla. "Es mejor que salgas y estés listo".

Ella le dio treinta segundos, entonces ella giró hacia el pasillo. El esfuerzo le hizo palpitar cabeza, lo que no hizo nada por su estado de ánimo.

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"¿Y adónde crees que vas?" La Enfermera Untuoso se había materializado en la parte delantera de la silla de ruedas. "Escuché que Nascar estaba buscando nuevos controladores... y pensé que iba a aplicar." Fue bueno dejar salir la ira y la frustración, y no podía pensar en un mejor destinatario - o una mejor excusa para la confrontación. "¿Vas a cooperar o tengo que llamar a seguridad y que te restrinjan?" "Bueno, no voy a cooperar, por lo que haz tus conclusiones." Una audiencia estaba empezando a juntarse, e incluso el empleado de la estación de enfermería se centraba en lo que estaba ocurriendo. Esto es algo divertido.... Ella sonrió a la enfermera, ansiosa por ver lo que sucedería a continuación. Por el rabillo del ojo, Reed se dio cuenta de Josías entrar en la habitación contigua a la suya. Primera etapa completada.

"Sólo porque eres una actriz con pantalones de lujo no significa que llegas a hacer las reglas. Esto no es Hollywood." Fue la apertura perfecta. "Y el hecho de que se supone que hagas cumplir las normas no le da el derecho de ser francamente cruel, su trato a los pacientes apesta podría haber llamado a ICU para mí, y que podría haber dejado al hombre entrar y decir adiós." El odio que provocó en la mirada de la enfermera, la intensidad sorprendió a Reed. "¿Hay algún problema aquí?" Una voz de hombre interrumpió, y ella rompió su guerra visual con la enfermera para mirar al recién llegado. Un hombre joven en una bata blanca de laboratorio caminaba junto a una pareja de la misma edad. Les dijo algo a ellos y se retiraron. En la misma sala que Josías había entrado. "Oh, mierda," Reed murmuró en voz baja, a continuación, tomó la palabra. "Sí hay." Sin previo aviso, Josías fue arrojado al pasillo por el hombre que acababa de entrar en la habitación. Reed apenas tuvo tiempo de coger en su boca 'Muchas gracias' y el 486



aspecto pacifico en el rostro de Josías cuando golpeó la pared con fuerza y cayó al suelo, inconsciente. "Tu puta escoria marica!" Antes de que nadie pudiera detenerlo, le dio una patada a la cabeza de Josías, sin dejar de gritar obscenidades. "¡Mantén tus manos pervertidas y asesinas de mi padre!" Reed miró a su alrededor, sorprendida. Todo el mundo se congeló. "¡Hagan algo!" gritó, catapultando al médico y varios enfermeros en acción. Había sangre en el suelo, y la sala estaba llena de gente gritando. Rápidamente puso la silla fuera del camino y se encamino en la dirección del ascensor. Mientras lo hacía, Reed vio en los ojos de la mujer que estaba en la puerta de la habitación del hospital. Era una mirada de odio implacable y triunfo vertiginoso. Esa podría ser yo. Esta vez sabía que la sensación de malestar en la boca del estómago no tenía nada que ver con el golpe en la cabeza. Llegó el ascensor y ella maniobraba su camino al interior, lejos de la tragedia que se desarrollaba en el pasillo. Puertas metálicas gruesas se cerraron a los sonidos de odio y dolor, y el piso debajo de su silla vibraba mientras comenzaba su ascenso. Reed se bajó en el tercer piso y lentamente giró a sí misma en la dirección general de pediatría. El dolor sordo en la cabeza había empezado a disminuir, y se sentía mejor por el sueño que había tenido obligada por su lesión. La bata de hospital suelta la estaba volviendo loca. Se negaba a permanecer cerrada, y siguió tratando de escapar de alrededor de sus hombros, un impedimento irritante para progresar en su avance. "¿Dónde diablos está mi ropa?" Un rápido vistazo alrededor de la habitación no había revelado ningún signo de sus efectos personales, y no había habido tiempo para una búsqueda más detallada. Dobló otra esquina y se detuvo, reconociendo una estancia que ya había estado abajo. "Tú, querida, tienes el sentido direccional de un bate de sordos en un laberinto. En el lado positivo -. Si no sé dónde estoy, entonces, ellos tampoco". 487



Una cosa era cierta, tenía que encontrar su camino antes de que alguna enfermera tomara conciencia de ella y decidiera que estaba fuera de lugar. O... Reed sonrió, riendo ligeramente, eso podría funcionar. Estaba incluso en el guion... bueno más o menos. La idea la puso seria por un momento como Jae y la película le vino a la mente. Tengo que llamar de nuevo. Una exploración rápida del pasillo sorprendentemente vacío era todo lo que necesitaba para localizar una ropería. Furtivamente miro a su alrededor antes de rodar dentro y cerrar la puerta. Reed cambió rápidamente el vestido por un juego limpio de batas de color azul pálido. "¿Qué pasó con la variedad de jardín verde?" Se ató el cordón de los pantalones, dándose cuenta de que ella todavía tenía un problema. Sin zapatos. Sus pies desnudos hacían guiños hacia ella. "Esto en cuanto al plan de Dar". Si tuviera mi celular... si tuviera mi celular, todavía estaría colocado en el bastidor. Los celulares descargados no hacen llamadas. Infiernos, si tuviera mi celular, tendría mis zapatos. Reed se dejó caer de nuevo en la silla de ruedas, pensando. "Teletranspórtame Scotty." Una inspección superficial del cuarto confirmó que no había tesoros electrónicos que se podían combinar con su sangre y milagrosamente aparecerla en una plataforma con un dispositivo de comunicaciones. ¿Dónde está Spock cuando se le necesita? Hmm, probablemente me golpee la cabeza más duro de lo que pensaba. Una caja blanca a mitad de camino hasta la pared a la izquierda de la puerta le llamó la atención, dándole una idea, ella sonrió. Bingo. Plan B. Reed salió con cautela del armario, con los ojos en busca de una pista de su ubicación. Una señal colgada a su izquierda indicaba que había encontrado su camino a 4AOeste. Volviendo a entrar en la habitación, extendió la mano y pulso el botón marcado como "todas las llamadas ', hizo su anuncio, a continuación, tomó un puesto en el pasillo. Metió la silla en un hueco de la ventana lo que le proporcionó una visión clara, pero le permitió pasar desapercibida. 488



Afuera ella podía ver que ya era gris y oscuro, pero eso no quiere decir nada en Nueva Inglaterra durante el otoño. Podrían estar en cualquier lugar entre las nueve de la mañana hasta la medianoche. El incidente de emergencia la hacia apostar que eran alrededor de las once, o tal vez la una de la tarde - durante las horas de visita. Lo que significaba que había estado fuera por un buen tiempo. ¿Es por eso que la enfermera no me conecto con pediatría? Ahora que tenía un minuto para pensar, la sensación de miedo e incomodidad del que había sido presa en el último par de días regreso con toda su fuerza. ¿Paso algo? Algo... una posibilidad nebulosa de ver a su hijo de nuevo o …no. Un resultado para acariciar o el miedo, todo desconocimiento de su realidad. "¿Tú llamaste?" Heidi había doblado una esquina y estaba de pie con una mano en la cadera, la otra ondeando en el aire. "¿Por qué no te quedaste en ER?" "¿Cómo esta Rio?" "Está bien. Todavía está inconsciente, pero hicieron una resonancia magnética en lugar de un CT, y todo se ve tan normal como puede esperarse. ¿Cómo está la cabeza?" Su voz tenía una nota de optimismo. "Todavía en su lugar." Giró la silla para que Heidi pudiera conseguir las asas. "Vamos, vamos a salir de aquí." "Yo no lo creo. Te diriges de nuevo a ER". "No." Heidi estaba mirando a ella con infinita paciencia, y finalmente se dio por vencida. "Está bien, está bien. Apuesto que Rio odia cuando nos fijamos en él de esa manera." "Es lo suficientemente inteligente como para hacer lo que le dicen. Las lesiones de cabeza no son nada para tomar a la ligera. Mira, no tomará mucho tiempo."

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"No pasará mucho tiempo, sí correcto." Reed estaba sentada en una silla cómoda al lado de la cama de Rio, su pierna ligeramente elevada. Se había pasado tres horas en ER intercambiando significativas miradas con la enfermera Untuoso, que al parecer había hecho su misión personal para rastrear y registrar cada uno de los movimientos de la actriz. Al menos tenía su ropa de nuevo. Habían sido lavadas mientras esperaba, Heidi y Geoff la habían llevado a una tintorería que ofrecía servicio de una hora. También habían recogido un nuevo par de pijamas para Rio, y cuando la enfermera había llegado la última vez para cambiar su vestimenta, le había puesto cuidadosamente la franela suave en lugar de la bata de hospital. Él podría haber estado durmiendo, con el rostro pacíficamente compuesto, respirando de manera uniforme, su pecho subiendo y bajando por su propia cuenta, ya no se engancha al respirador, a través de un tubo de GT se mantuvo firmemente en su lugar. Cogió el libro de la cama, hojeando las páginas hasta que encontró el lugar. "Conan se volvió hacia el oro y marfil indicado y tomó una gran joya redonda, clara como el cristal carmesí; y sabía que éste era el corazón del elefante". "Sabes que me sorprende que aún le leas eso todavía". Reed miró hacia arriba. Heidi estaba apoyada en el marco de la puerta. "Es uno que no he leído antes. Estaba en la habitación de los padres." "Ah, te saltaste los clásicos." "Prefieres que le leyera "Piel de gallina "Tenían un libro Wishbone -? 'Juana de Arco', creo." "Me gusto el de " los caballeros de la armadura Shrieking '. " "Lo haces." "Sip. 490



Geoff y yo vamos a volver al hotel. Una de las enfermeras traerá una cama para ti dentro de un rato." "Gracias." "No hay problema." Heidi se acercó a la cama y se quedó en silencio. Los ojos de la morena estaban rodeados con círculos oscuros, contando su historia con claridad en las líneas preocupadas de su rostro. Ella se inclinó y besó su frente. "Buenas noche, cariño, nos vemos en la mañana." Las palabras estaban destinadas a ser optimistas, pero salieron espesas y ahogadas. "Oye." Reed se inclinó hacia delante. "¿Estás bien?" Ellas en realidad no habían hablado todavía, los tres de ellos bordeaban la gravedad de la situación. "Sin mentiras." "Esto no es bueno, Reed sé lo que Zerafa dice - eso es parte de su trabajo -.. Pero cuanto más tiempo se queda así, menos probable es que él va a estar bien, así que no, yo no estoy bien. Estoy asustada y preocupada y no ayuda que tu vayas y te golpees a ti misma, por lo que ahora tengo dos de ustedes de que preocuparme”. Las palabras fueron como un balde de agua fría, y ella miro a Heidi, sin saber cómo responder. Ya había sospechado que las cosas eran más arriesgadas con Rio de lo que el personal dejaba ver. Al escucharlo en voz alta sólo confirmó sus temores. Heidi suspiro. "Todavía no lo consigues ¿verdad?" "¿Conseguir qué?" "Rio no es el único Chappelle honorario. Pase lo que pase, tu todavía tienes un lugar para volver en casa." "Lo sé." "No Reed, creo que no lo haces. No todo el mundo desaparece, o cuelga alrededor porque quieren algo." Ella se encogió de hombros.

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Heidi se volvió hacia ella. "Y eso es lo que más me asusta. Que si lo perdemos, te perderemos también." Las lágrimas corrían por el rostro de la veterinaria. "Así que recuérdanos, ¿de acuerdo? Todos vamos a necesitarnos unos a otros para salir de esto." "Lo intentaré." Era más fácil pensar en Heidi y su esposo en términos de estar allí para Rio; más seguro. "Es sólo..." "Es difícil. Lo sé. Pero no puedes vivir tu vida con miedo a las cosas que ya han pasado." Un cambio de tema estaba en orden, y lucho desesperadamente en torno a algo que decir. "¿Tuvo Geoff suerte en conseguir recargar mi teléfono celular?" Heidi sacudió la cabeza. "No, y me das la pista. Terminar momento emotivo. Pero eso me recuerda." Ella buscó en su bolsillo y sacó una tarjeta de plástico. "Aquí está la tarjeta de teléfono que me solicitaste. Es buena para las llamadas locales y de larga distancia." "Gracias. ¿Puedes quedarte con él por un minuto mientras voy a hacer una llamada?" "Sí. Dos llamadas misteriosas en un día. No conocerías a alguien por ahí en la tierra de LaLaLa, ¿verdad?" "No es un misterio." "Reed, todo el mundo al que hablas está aquí, en este hospital. Por lo que es un misterio de buena fe." "Sólo eres una entrometida. Si quieres saberlo, estoy tratando de contactar a alguien de atrás en el set." Sólo podía imaginar la reacción de Heidi si la otra mujer conociera la mitad de ello. "Eh Unh." Heidi se sentó en la silla que acaba de desocupar. "Todavía no has contestado a la pregunta."

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"Sí, lo hice." Con eso se giró a sí misma hacia el pasillo y se dirigió a la hilera de teléfonos públicos al lado del ascensor. Reed marcó el número familiar y lo escuchó sonar. Un sonido de clic en la línea indicaba que la llamada había sido recogida, pero el pitido seguido de una voz enlatada reveló que se trataba del contestador automático de nuevo, así que una vez más colgó. "La próxima vez... pregunta por el código de área de mierda." El único número completo que sabía era el de la oficina, Jae era la que había llamado todas las otras veces que habían hablado. Ella giró de nuevo en la habitación y se detuvo en la puerta, conteniendo la risa. "El cimerio volvió y huyó de la cámara, por las escaleras de plata," Heidi leyó sin aliento. "Pensé que no te gustaba Conan?" ".! Argh Reed No entres sigilosamente en la gente así -. Eso es demasiado sangriento." "Edito la sangre derramada. Y yo no estaba a escondidas." Los frenos bloqueados en su posición, y ella con cautela pasaron de la silla de ruedas a la más cómoda que le había proporcionado el personal de enfermería. "Si tú lo dices. ¿Qué quieres para el desayuno?" "Hotcakes y salchichas. Y café. Un gran café." "Está bien. Nos vemos en la mañana." "Buenas Noches, Heidi". Entonces la otra mujer había desaparecido y una vez más se quedó sola con su hijo. Reed se ajustó las sabanas, y

bajo la luz un poco. La

combinación de golpear su cabeza y leer durante un par de horas estaba haciendo sus ojos doler. "Sabes, creo que necesito gafas. Aunque, no es muy glamoroso para una actriz, eh? ¿Qué opinas? ¿Debo conseguir esas grandes armazones pesadas que están tan en boga ahora? ¿O un par de gafas de abuelita bordeadas de alambre o qué sobre los quevedos como en Matrix? "

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Se acordó de la primera noche que habían ido a verla. El dueño del teatro no había sido feliz de tener un niño de siete años de edad, en la audiencia en un sábado por la noche. Todavía traía una sonrisa a su cara. Rio se había inclinado hacia el hombre detrás de la ventanilla, con cara seria y educada. "¿Puedo por favor tener dos entradas de las nueve para ver " Matrix "?" "No dejamos que los niños vean esa película". Rio había mirado alrededor, sus ojos encontraros los de ella y curvo una pequeña sonrisa. "Oh no señor, ella no es una niña, lo juro. Me aseguraré de que ella se comporta, y voy a tomarla de la mano durante las partes de miedo." Habían terminado viéndola tres semanas seguidas, el dueño les dejo entrar de forma gratuita la última vez. "Matrix como las de Neo." Apenas escuchó el susurro como un fantasma, su cabeza se enderezo ante el sonido de la voz anhelada. Con un nudo en la garganta mientras miraba a los ojos azules de hielo que eran el espejo de los suyos. Enseguida, los párpados se cerraron lentamente y su rostro se relajó de nuevo. Ella golpeó rápidamente el botón de la enfermera. "Oye chaval. Mamá está aquí. Vamos, despierta de nuevo, por favor?" Suavemente ella lo sacudió, tratando de obtener una señal de que no lo había simplemente imaginado. Una enfermera entró en la habitación. "¿Está todo bien?" "Yo estaba hablando con él, entonces se despertó y habló. Me dijo 'consigue lentes como los de Neo'. Tenía los ojos abiertos y todo." Reed sabía que estaba divagando en su alivio. El despertó. La enfermera se ocupó de tomar los signos vitales, levantando los párpados de Rio, enfoco una luz brillante en ellos al igual que el médico de ER había hecho con ella

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antes. Uno de los brazos de Rio se movió, y la enfermera dejó lo que estaba haciendo. Una amplia sonrisa dividió su cara preocupada. "Voy a llamar al médico." "¿Va a estar bien?" "No te lo puedo decir con seguridad, pero parece prometedor. El joven Riordan aquí es un luchador. El médico será capaz de decirnos algo más." El alivio se apoderó de ella y luchó con la necesidad de reír, segura de que si ella había estado de pie sus piernas no la habrían sostenido. La enfermera salió y Reed acerco su silla a la cama, tomando una de las manos más pequeñas de Rio entre las suyas. Un fragmento de una canción que la había hecho sentirse segura corría alrededor de su cabeza y se puso a cantar, no del todo en el tono, emocionada por lo que le era difícil mantener las notas. "A mitad de la escalera, una escalera, donde me siento. No hay ninguna otra escalera que se le parezca.." No estoy en la parte inferior, no estoy en la parte superior; Así que esta es la escalera donde yo siempre paro. A mitad de camino por las escaleras ... "Ella vaciló, no había estado despierta para escuchar el resto de la canción las otras veces que había sido cantada. "¿No está arriba, y no está hacia abajo? No está en la guardería, no está en la ciudad....” La voz cálida alta venía desde la puerta, y Reed se volvió lentamente, sin necesidad de la evidencia ante sus ojos para saber quién estaba cantando. "... Y todo tipo de pensamientos divertidos, corrieron alrededor de mi cabeza:" Realmente no hay cualquier lugar, es otro lugar en vez!!”

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PARTE 9

Capítulo 50

"Oh, mierda." Cait se quedó mirando la pantalla de televisión en estado de shock. Esto no era bueno. Nada bueno en absoluto. "¿Cielo?" Thom sacó la cabeza a través del mostrador abierto que separaba la cocina de la sala de estar. Ella no respondió de inmediato, concentrándose en cambio en lo que se estaba informado. "Espera un segundo." El metraje de la película se mezclaba con comentarios añadiendo fuerza a la emisión, apareciendo para validar los rumores que habían empezado a volar por encima del aire. Parecía la tarifa estándar que habían estado esperando - Reed había tenido una pelea con Jae, las dos eran más que colegas, bla bla bla ... drogas, colapso. Cait se inclinó hacia delante y golpeó el control de volumen en el control remoto. "... Se derrumbó en un hospital de Maine. Los análisis de sangre revelaron que la Sra. Lewis tenía más de cuatro veces la dosis recomendada de un analgésico con receta médica en su torrente sanguíneo en el momento de su colapso. Las fuentes del hospital confirman que fue admitida para el tratamiento, posteriormente, dada de alta bajo su propia solicitud después de causar un alboroto en la sala de emergencias hace ocho años, la actriz a quien se refieren como La Helada reina Amazona, se alejó del Set de otra película - una dirigida por el hombre originalmente programado para dirigir su Película actual, un hombre que ahora mismo está muerto por una sobredosis de drogas”. "Una vez más parece que el sexo y las drogas son los actores de reparto en una película de Hollywood". El locutor se volvió ligeramente y la cámara enfocó en todo el Set, ahora se centraba en una pantalla grande. "Pero si el sexo y las drogas reciben co-

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facturación, que hay entonces del director?" Una gran fotografía de Jae llenó el telón de fondo, pero era la leyenda que le llamó la atención. Cait se quedó mirando la TV como el programa corto a comerciales. "¿Todo bien?" Thom se dejó caer en el sofá, los guantes de cocina todavía cubrían sus manos. "No, tenemos grandes problemas." El corte comercial terminó y una vez más la cara de Jae llenó la pantalla, esta vez flanqueada por las imágenes de otras mujeres. "Estábamos tan preocupados por proteger a Reed que ni siquiera pensamos en lo vulnerable que podía ser Jae." Thom le devolvió la mirada, su rostro se puso rígido y ligeramente pálido. De repente, la horrible sensación en la boca del estómago creció. "No puedo hablar contigo acerca de esto, ¿puedo?" "No." Sonaba tan impotente como se sentía. Hasta ahora habían tenido suerte, sus respectivos puestos de trabajo aún no se interponían entre ellos. "Esto es una mierda," dijo mientras se apoyaba en él, necesitando la comodidad física si no podía tener la verbal. "Sí. Pero no es que no sabíamos que esto podría suceder." "Todavía es horrible." En el televisor, más insinuaciones sobre Jae y la especulación acerca de su sexualidad llenó la pantalla. Si no tuviera el potencial de hacer daño a su amiga tan mal, Cait se hubiera reído de algunos de los rumores. "En realidad no durmió con Melissa Etheridge, ¿verdad?" "¿Vas a imprimir la respuesta si te digo?" "Probablemente."

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"Entonces no. Ella no lo hizo. Ella nunca ha conocido a Anne Heche, pensó que al salir de la temporada de Ellen se desperdiciaba, Sigourney Weaver, nunca ha pedido su número de teléfono, pero ella probablemente va a admitir un pequeño enamoramiento de Amy Ray y Emily Saliers”. "¿Signourney Weaver nunca pidió su número de teléfono?" "No. Bette Midler lo hizo una vez, sin embargo." "Eso fue antes o después de que las mejoras a su trasero?" Cait se echó a reír. "Después." Ella se puso seria y miró a su prometido. "No preguntare. Estás justo en el medio de esto; tu relación anterior y actual con Jae es una gran parte de cualquier historia que se ha difundido. Todo lo que puedo prometer es que los hechos serán doble y triplemente comprobados – no habrá insinuaciones o chismes". "¿Esto va a meterte en problemas?" "No." Se quitó los guantes de cocina y los dejó caer sobre la mesa de café, luego la atrajo hacia sí en un brazo. "Porque yo no sé nada, y me asignaron a la staff-writer de la película después de que hicimos la entrevista con la Dra. Chappelle." "Supongo que es hora de establecer algunas reglas básicas, ¿eh?" "No me mientas. Un" sin comentarios "o un" no puedo hablar de ello será suficiente para mí. Puedes mentir a cualquier otro reportero que quieras. Pero no para mí. " "Está bien. ¿Qué hay de expectativas razonables de privacidad? Si oyes por casualidad algo que yo tenía razón para esperar que fuera privado, se mantiene privado hasta que encuentres una segunda fuente para proporcionar la información." "Eso tiene sentido. Es necesario asegurarse de que su personal y la familia de Jae saben que estoy en un nivel profesional, así que nada consigue decírseme inadvertidamente sólo porque estoy asociado contigo."

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"Muy bien. Ahora ¿qué pasa entre nosotros?" "Esa es una pregunta difícil. Veo que estás molesta por lo que está en la Tv., y quiero hacer que todo desaparezca, pero ..." "Pero no puedes. Puedes abrázame, sin embargo. ¿Qué tal, mientras que esto está sucediendo dejamos que las acciones hablen más que las palabras?" Thom sonrió y bajó la cabeza. "De acuerdo." cálidos labios cubrieron los suyos y ella se rindió al beso tranquilizador, dejando que sus manos vagaran a los brazos cruzados sobre su ancho pecho. "Te amo." "Te quiero también. Ahora vete a la habitación del fondo. Tengo que hacer algunas llamadas." Riendo, se levantó del sofá. "¿Eso quiere decir que no debería pedirte que te mudes de inmediato?" Cait se congeló, los ojos muy abiertos. "¿Mudarme?" Su corazón latía tan rápido que pensó que saldría volando. "Sí. Al igual que la convivencia. Mala idea, ¿eh?" "Sí. Quiero decir que no. Quiero decir que sí, me gustaría vivir contigo." Ella dio un salto y se arrojó a su amante, la frustración del día disminuyo fusionada con la euforia de estar donde ella pertenecía. La tomó en sus brazos, levantando su cuerpo más pequeño en contra del suyo, apoyando su peso. Cait permitió que sus cuerpos se aplastaran juntos y tiró de Thom en un beso cada vez más profundo. "¿Pensé que tenías algunas llamadas telefónicas que hacer?" murmuró en su oído mientras mordisqueaba su camino a través de su cuello a un lóbulo de la oreja sin protección. "Ummm. Se me ocurrió ayudarte a instalarse en el dormitorio en primer lugar."

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"Buen plan." Él capturó sus labios de nuevo, no poniéndola abajo a medida que avanzaban los dos hacia el dormitorio.

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Una hora más tarde, mientras serpenteaba por todo el piso de la sala sacó su teléfono celular, desplazándose a través de los números en la guía telefónica hasta que encontró el que ella quería. No había ninguna razón para llamar a Jae por el momento; la directora estaba todavía en el avión, su vuelo previo llegaría a Bangor hasta poco después de las once hora oriental. El olor de muebles de pino mezclado con el aroma sutil de la albahaca con que Thom había estado cocinando, se dispersó en todo el gran apartamento y llenándolo con un ambiente gratamente hogareño. A ella le encantaba estar allí; la decoración era sencilla - sólida, cálida y real -. No tan diferente de Thom y su resplandor feliz, inspirado por su invitación de bajo perfil para vivir juntos, impregnándola de un calor que se encontraba en el fondo, sosteniéndola contra la tormenta por romper sobre todos ellos. Cait entró en la cocina, divertida de encontrar que Thom había dejado la pasta congelada en el colador, a pesar de que había sacado la salsa. El teléfono saltó en su mano y casi lo dejó caer en la salsa. "Waters". "Es Becky. Puedes decirle a Jae que obtendrá un reembolso por su botella de tinte. He tenido dos periodistas por aquí en la última hora." "¿Les dijiste algo?" Ella sabía que uno de los problemas entre ellas había sido que Jae continuo escondiendo su relación, así que no estaba segura de cómo la actriz iba a reaccionar a la oportunidad de exponer a ex oficialmente afuera. "Nada. Ella no está fuera y luego está fuera. Una excursión de medios públicos sería peor para mi carrera que la de ella. ¿Qué quieres que les diga?"

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"Lo menos posible. Aliméntalos con la imagen de Jae como Miss soñadora visionaria que ve lo mejor de todos." Esa sería una manera de explicar porque Jae continua dándole holgura a Lewis. "En otras palabras, les digo la verdad - sólo dejando de lado los hechos", bromeó Becky. Cait se rió. Una de las cosas que siempre había apreciado sobre Becky era su sentido del humor. La actriz tenía un excelente sentido de lo absurdo y nadie pronunció una sola línea que se le pareciera. "Gracias." "Hasta Luego." El tono de marcado regresó y golpeó un código de velocidad y luego esperó a que la llamada pasara a través, añadiendo agua a la cafetera mientras lo hacía. "Sí." "Michael, es Cait." "¿Que pasa?" "La mierda está golpeando el ventilador de nuevo aquí. Espera un poco de atención de medios en tu Set. Mantén un bozal en Himmler." "¿Cuál es la línea de la fiesta?" "Todo está bien, no hay conflictos. Lo de siempre. Y es un placer trabajar con Lewis." "Lo haré. Ella lo es, ya sabes." "¿Qué?" "Es un placer trabajar con ella. Ella siempre sabe sus líneas, y aunque yo era escéptico al principio, esto no sería ni la mitad de la película que es sin ella aquí." "Entonces eso es lo que les dirás. Mantente alejado de su vida personal." "Gotcha". 501



"Gracias Mikey". Eso deja dos llamadas menos, además de Jae. Hablar con Chambers antes o después de la cena? Después. Correcto. Se abotonó un par de botones de la camisa holgada de Thom a fin de no dar a los vecinos un espectáculo y se metió en la sala de estar. Su Palm Pilot estaba en la mesa del final al lado del sofá. Unos pocos golpes rápidos y tenía el número de teléfono que estaba buscando. En un impulso, dio unos golpecitos en la Palm Pilot de nuevo y mantuvo el espejo para comprobar cómo de despeinado su pelo había conseguido. Tiempo de una liga, hizo una mueca, reconociendo el pelo tipo poodle cuando lo miraba. Ella marcó el número y esperó. "Residencia Cavanaugh, Aine al habla." "No se te ha pasado tu hora de dormir?" "No", fue la reacción de protesta. "y la tía Jae no está aquí." "Lo sé cariño. Esta tu abuela por ahí?" "Sí. Voy por ella." Ella apartó el teléfono de la oreja, muy familiarizada con lo ruidosa que la sobrina de Jae podía conseguir. "Hola." La voz de Elizabeth era una versión más rica de su hija, ambas haciendo hincapié en las sílabas de forma idéntica. "Hola, soy Caitlynn." "Ha sucedido algo? ¿Esta Jacqueline bien?" "Ella está bien. Pero los medios de comunicación están a punto de arrastrar su nombre por el fango en su búsqueda del ratings. Ellos están tratando de sacarla, entre otras cosas." "¿Qué es lo que nosotros tenemos que hacer?" 502



Cait se preguntó si Jae realmente tenía alguna idea de lo mucho que sus padres estaban detrás de ella, o si las peleas de su amiga con su madre tenían más que ver con una necesidad imaginaria de rebelarse que un hecho real. Por otro lado, podría ser exactamente de donde Jae obtuvo sus problemas de intimidad. Mono te miras mono eres. "Estén atentos con los reporteros. Querrán una imagen tan escabrosa como les sea posible. Para ellos, se acabó el juego y todo se vale". "¿No podrías mantener a la familia fuera de esto? No todos ellos entenderán." "No hay nada que entender. Estamos en una política de" negar todo "en este momento. Haz que cuenten historias de bebé de Jae, o acerca de cómo ella siempre ha querido hacer películas. Nada más." "No puede hacer Thom nada al respecto con esto?" Aquí estaba, la primera vez que la pregunta se hacía, pero no la última. Cómo ella respondiera sería crucial para cómo los amigos mutuos lo miraran. "Thom tiene que ser capaz de hacer su trabajo, sin ninguna presión de nosotros. Pero ... yo no sería adversa para que hablaras con el Times, si vienen a buscarte." Su ética garantizaría una historia equilibrada, por lo que si hablaran con alguien, mejor al Times que a cualquier otro. "¿Cómo está tomando esto ella?" La preocupación era evidente en la voz de la mujer mayor. "Aún no lo sabe. La llamaré más tarde, ella todavía está en camino a Maine." "Haremos lo que podamos, querida." "Lo sé. Llámame si surge algo o se pone complicado." "Brian y yo nos encargaremos de ellos, no te preocupes. Nadie desprestigiara a nuestra Jacqueline." Cait no dudaba en lo más mínimo. Elizabeth Cavanaugh era una mujer formidable, no hay duda de eso. Y tampoco había duda de dónde Jae había conseguido su temple.

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"Gracias." Ella colgó y apoyó la cabeza contra los cojines del sofá. "Puedes salir ahora." Thom salió de la habitación y se dejó caer a su lado. Ella pasó las piernas sobre el sofá, dejando caer la cabeza en su regazo. Juntos observaron los últimos rayos del sol sumergirse debajo del horizonte al caer la noche. "Todo establecido?" "Hmm. Sí. Todo el mundo ha sido alertado, parece que se pondrán detrás de ella." "Eso es bueno. Ella es mi amiga también." "Lo sé." Se retorció y miró hacia arriba, sosteniendo sus ojos con los suyos. "Ella lo sabe." Se acomodó de nuevo, disfrutando de los últimos momentos de tranquilidad de la paz que era muy probable que no tendrían por un tiempo. Sí, todo el mundo está cubriéndola - todo el mundo, ¿pero la persona que la ha metido en este lío?

Capítulo 51

Todo lo que había querido decir había desaparecido, barrido por la visión del pequeño cuerpo envuelto en una sábana, y el sonido de la voz de su madre. Cuando Reed falló, ella no dudó, y recogió las letras que ella había estado inconscientemente cantando. Ella casi perdió el hilo cuando Reed giro y se encontraron cara a cara. Las palabras le fallaron cuando la canción terminó, devorada por los pozos azules que eran los únicos puntos de color en la cara pálida de la actriz. El silencio invadió el espacio entre ellas, y por un segundo casi se volvió y salió corriendo de la habitación, incapaz de hacer frente a la repentina corriente ascendente de la emoción del dolor y la fatiga tan claramente establecidos en las características que Reed evocaba. Y lo habría hecho, a excepción del más elemental atisbo de incredulidad mezclada con alegría que habían brillado en los ojos todavía fijos en ella. "El despertó." La voz de Reed cortó la quietud, rompiendo el hechizo. 504



Jae no estaba preparada para el profundo alivio que la golpeó, las manos fueron a la boca, sonriendo a través de las lágrimas. Sin pensar, ella entró en la habitación, hacia Reed, luego vacilo a medida que se dio cuenta de que la actriz podría no querer que la tocaran. Las lágrimas corrían por las mejillas de Reed y Jae se sentía impotente. "No creo que tenga una regla en la sección del libro de la amistad para esto." "¿Lo somos?" "¿Amigas?" "Sí." "No lo sé." la verdad cruda y pudo ver a Reed inmutarse lejos de la honestidad. "Me gustaría mucho serlo". Alguien la rozó, poniendo fin a la incipiente conversación. Un hombre alto, mayor en una camisa azul bien planchada estaba de pie junto a la cama de Rio. Jae se volvió para irse, con la intención de dar a Reed y al médico algo de privacidad. "¿Quédate por favor?" Jae asintió y se movió para colocarse detrás de la silla a la izquierda de Reed. "Vamos a ver si somos capaces de despertar a este joven de nuevo, ¿de acuerdo?" El médico produjo una pequeña lucecilla con un pico cónico. Él apretó más los párpados del niño que dormía, moviendo los oscuros mechones ligeramente a medida que el aire entraba por la cara de Rio. "El habló." Reed repitió las palabras otra vez, como un mantra. El médico la miró, arqueando una ceja interrogante. "¿Era coherente?" "Rio me dijo que debería conseguir los lentes como los de Neo ... le había estado preguntando qué tipo de gafas debería obtener." Jae puso una mano sobre el hombro de Reed y apretó suavemente, reconociendo la victoria en silencio antes de dejar caer su mano. El gesto había sido inconsciente, y 505



había terminado antes de que pudiera examinar la sabiduría de tocar a la actriz, pero Reed no se había estremecido en este momento. "Excelente." El médico continuó soplando aire en las mejillas de Rio, esta vez añadiendo una veta de agua de un vaso de agua cercana, antes de soplar de nuevo. Hubo un pequeño movimiento en la cama, y luego otro, como Rio comenzó a despertar. Sus pestañas gruesas comenzaron a revolotear y su cabeza se volvió ligeramente, mientras trataba de evitar el estímulo que lo arrastraba de un profundo sueño. Jae observó mientras se desvió a través de las capas, acercándose a la conciencia. Se acordó de ver dormir a Reed y cómo la angulosidad de la cara de la actriz se había suavizado. Le había hecho parecer tanto como lo hacía su hijo ahora. "Vamos, chico." Esa es la manera, Riordan. Tienes a alguien aquí ansiosa por ver tus ojos azules". Mientras hablaba, el doctor elevó la cama, inquietando aún más el sueño de Rio, todavía tratando de levantarlo de la vigilia. Jae observó cómo Reed se tensó, y una vez más puso su mano sobre el hombro de la actriz, esta vez dejándola allí. Con las puntas de los dedos índice y medio, hizo pequeños círculos sobre los músculos rígidos, sin decir palabras. La figura en la cama se agitó de nuevo, su rostro perdiendo la serenidad del sueño como las comisuras de la boca se curvaron. "¿Quién te ama?" La esperanza melancólica en la voz de Reed casi corto a Jae, y ella sintió que las lágrimas escocían sus ojos. "Mamá lo hace." Las palabras fueron entre dientes e indistintas, pero estaba claro que Rio era consciente de lo que ocurría a su alrededor. "Y no lo olvides." La voz de Reed era más fuerte ahora y se inclinó hacia delante, con una mano cepillando el pelo de la cara de Rio.

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"¿Mami?" Sus ojos estaban muy abiertos ahora, un tono profundo de azul se bebió a la luz circundante. "Sí, chico?" "Tengo hambre." Hubo un momento de silencio, y luego la risa estalló en la sala, mientras que Riordan miraba con confusión. Reed se movió hacia adelante y trató de pararse, su movimiento era torpe. Jae dio la vuelta a la silla y deslizó su brazo por debajo de Reed y la levantó, ayudando a la actriz a ponerse de pie y moverse hacia la cama. Tan pronto como ella se acercó lo suficiente, Rio abrazó a su madre. Un nudo en la garganta de Jae mientras los veía oscilar juntos, una de las fuertes manos de la actriz se enredó en los rizos de Rio mientras era abrazado. "Hambriento, eh?" "Sí", dijo felizmente, con la cabeza apoyada en el hombro de su madre. "¿Puedo tener algunos Froot Loops?" "Eenntt." Reed hizo un sonido como un timbre. "No lo creo." "Bien Hombrecito, puedes obtener algo de gelatina o una paleta esta noche, pero nada más sustancial, tendrás que esperar hasta que veamos cómo te sientes en un momento." El médico se movió de manera eficiente hacia el otro lado de la cama, y le puso un termómetro en el oído de Rio. Que emitió una señal sonora en cuestión de segundos y la sonrisa en el rostro del médico creció. "¿Eres de tipo cereza o de uva?" "¿Puedo tener gelatina verde por favor, doctor Zerafa?" "Gelatina verde será."

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Jae miraba la escena con interés a medida que más notas fueron hechas en la tabla y Reed se miró con el médico sobre la cabeza de Rio. Ninguna palabra fue pronunciada como Reed se alejó del centro de la cama y coloco a su hijo sobre la almohada. "Mamá tiene que abrir tu camisa para que el médico pueda escuchar tu pecho." Hubo una ligera vacilación en la última palabra, y Jae se encontró tensa junto con Reed. Por primera vez el miro directamente en su dirección, a continuación, rápidamente enterró su cara contra su madre y ella no pudo evitar reírse. "¿Qué tal si me volteo?" Reed le dijo algo al oído y él se rió. "¿De Verdad?" "Lo juro." "Guay." Se inclinó hacia delante. "No tienes que dar la vuelta." El médico quito el panel de la izquierda de la parte superior que tenía dibujos de Pokemon y examino visualmente el vendaje antes de colocar el estetoscopio sobre el centro. Escuchó durante unos momentos y luego, con una sola mano, los quitó de sus orejas. "Reed, puedes conseguir que él se incline suavemente hacia adelante, con cuidado de no dejar que el estómago se doble." Tocó el lugar exacto que quería decir, justo debajo de la caja torácica. Rio cooperó con la paciencia de estar largamente familiarizado de ser objeto de los exámenes de rutina, y en unos pocos minutos estaba una vez más con la espalda apoyada en su madre, un dedo se arrastró cerca de su boca. El aire se había vuelto expectante mientras esperaban para oír lo que el médico tenía que decir. Jae podía leer el miedo en los ojos de Reed mientras esperaba a que el Dr. Zerafa terminara de hacer sus notas. "Te voy a pedir una ración doble de Yell-O, y ya que estamos a la espera de eso, tengo que hablar con tu madre por un minuto." Reed empezó a levantarse, y Jae se trasladó a estabilizarla. Rio se torció de repente, los pequeños brazos envueltos alrededor de la cintura de su madre.

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"No. No me dejes, mamá." Sus mejillas estaban mojadas de lágrimas y su rostro ceniciento. "Shhh, no pasa nada. No voy a ninguna parte. Voy a estar fuera de la puerta, ¿de acuerdo?" "¿Lo prometes?" Hubo un ligero temblor en su voz, y las lágrimas seguían fluyendo por sus mejillas. "Lo prometo." Reed besó la parte superior de la cabeza y luego alzó la vista. Jae miró a los ojos y asintió con la cabeza, comprendiendo al instante lo que se le pedía. "Jae se va a quedar aquí. Ella me llamara si necesitas cualquier cosa." Mientras hablaba, metió las sabanas alrededor de su cintura, doblando hacia atrás cuidadosamente la sabana superior, luego coloco un beso en su frente. "No saltes en la cama." Él se rió. "Aww". El Dr. Zerafa había traído la silla de ruedas, y Reed descendió en ella. Los ojos de Rio se ensancharon y se encendieron, iluminando toda su cara con curiosidad. "¿Puedo montar en eso?" "Ya veremos." "Guay." Se acostó de nuevo, un bostezo disminuyo la mirada alerta que había estado usando. "¿Mamá?" "Um." Reed hizo una pausa en su camino hacia la puerta. "¿Quién te ama?" "Rio lo hace." "Y no lo olvides."

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En ese instante Jae sabía que si se tratara de una elección entre el apoyo a la necesidad de Reed para estar con su hijo y terminar la película, que no habría un concurso. Ni siquiera cerca.

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Nerviosa, Reed observó al médico de pie en la búsqueda de la gelatina Yell-O y un sedante. El pronóstico era vigilado pero esperanzador, y el estado de Rio se actualizo una vez más, esta vez a estable, en vez de grave. Habría más de las interminables rondas de pruebas en la mañana, y luego se tomaría una decisión sobre si se debía operar de nuevo ahora o más tarde. Pero por ahora... por ahora sólo tenía que centrarse en los aspectos positivos y dejar de lado el miedo paralizante impulsado por la incertidumbre.

Todos los músculos a lo largo de la espalda y los hombros le dolían, su estómago se retorcía en nudos, y sabía que ella estaba a meras pulgadas de una sobrecarga emocional. ¿Por qué había venido Jae? También sabía que las dos personas más importantes en su vida esperaban dentro de las pequeñas paredes de la habitación de Rio. O por lo menos si lo encaraba. Sería fácil no tomar ese riesgo. Simplemente volver y expulsar a Jae. Más seguro también.

Pero Jae había dado el primer paso. ¿Puedo hacer algo menos? Y así se dio la vuelta y rodó hacia la puerta. Riordan estaba prestando gran atención a Jae como el director describía el rodaje de una escena de acción. Reed se detuvo, igualmente fascinada del entusiasmo con que Jae esbozaba ángulos de cámara con las manos, la voz vibrante y excitada, llana de pasión por ver. Las palabras carecían de la condescendencia tan común cuando los adultos trataban de explicar las cosas a los niños, la explicación salpicada de términos técnicos como “soft-light" y 'track in'.

El entusiasmo de Jae había demostrado ser contagioso, y las manos de Rio también se movían animadamente mientras esbozaba una cuestión propia, puntuando las palabras 510



con gestos. En realidad, no los escuchaba, captó solamente una o dos palabras 'Mystic Knights' de Rio y "pantalla azul" de Jae. En cambio, se encontró a sí misma mirando su lenguaje corporal, sus ojos más y más persistentes en el director.

Así que muchas de las cosas que la atraían hacia Jae estaban mostrándose delante de sus ojos. Y una nueva se había añadido. La interacción educada de ciber-introducción de Rio por el director había dado paso a lo que parecía ser gusto genuino, provocado por un interés compartido.

Cuando Rio bostezó por tercera vez, y Jae por segunda vez, Reed de mala gana interrumpió su estudio de los dos y se movió finalmente dentro de la habitación.

"¡Mamá!"

Ella le devolvió la sonrisa, bebiendo de la anchura de la sonrisa de Rio. Una cosa tan simple.... Y sin embargo, algo que ella había tenido miedo de no ver nuevamente. Miró a su alrededor, en busca de la puerta, con el rostro transparente de lo que buscaba.

Reed se rió, "La gelatina estará aquí en un minuto o dos, chico."

En ese justo momento, dos enfermeras entraron por la puerta. Una llevaba una bandeja con recipientes cubiertos que llenaban su superficie; la otra empujada una cama plegable en la habitación, luego se marchó. La enfermera con la bandeja la coloco sobre la mesa de cama alta y la giró al alcance de Rio. "Creo que esto es para ti." Luego se volvió y miró a Jae, su expresión de disculpa en lugar de confrontación. "Lo siento, pero los horarios de visita finalizaron."

Un destello de decepción destello en los ojos del director, y Reed la observó cuidadosamente.

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El médico, que había entrado en los talones del personal de enfermería, tomó la palabra. "Está bien Carol. Dado que las probabilidades de conseguir que la Sra. Lewis aquí vaya a dormir en una cama de verdad son casi nulas, bien podría tener un poco de compañía."

Jae le devolvió la mirada, como para calibrar su reacción. No hay tiempo como el presente. Reed asintió casi imperceptiblemente, recibiendo a su vez, una sonrisa.

"Mamá. Me duele el brazo." Alguna de la alegría que había estado circulando por ella durante la última media hora, huyo ente el repentino recordatorio de lo frágil que era el cable que unía a Rio a la recuperación. Su cara era de color pálido por el dolor, sus ojos ahora opacos. En situación de pánico, ella giró la cabeza para registrar la entrada del doctor Zerafa, que se había trasladado rápidamente al lado del Rio. Él encontró su mirada preocupada con la suya tranquilizadora. "Es sólo una combinación de la inactividad y las suturas. La adrenalina de despertar ha desaparecido -. Es perfectamente normal. Se inclinó y capturó un cuadrado balanceante de gelatina en la cuchara y hábilmente lo guio a la boca del Rio.

Reed llegó a su lado y se hizo cargo de alimentar a su hijo. "Prepara puertas de la bahía de lanzamiento para el aterrizaje." Ahora, ¿de dónde ha salido eso? No habían jugado ese juego en mucho tiempo, Rio declaro desafiante una mañana que ya no era un bebé.

"Puertas abiertas de la bahía de traslado".

Las lágrimas le escocían los ojos y ella evito que se derramaran, no para ocultarlas de su audiencia, sino de Rio. Un par de cucharadas más tarde él negó con la cabeza, y ella dejó caer el utensilio en el vaso casi vacío. El sedante había entrado en vigor, y sus ojos se cerraban mientras luchaba por mantenerse despierto. "No luchas contra él amor. Tu cuerpo necesita descanso." 512



"¿Te quedaras?" murmuró, con los ojos cerrados.

"Buenas Noches. Estaré aquí cuando te despiertes." No hubo respuesta, pero una pequeña sonrisa adornaba sus labios pálidos antes de dormirse suavizando sus facciones. "Él estará bien hasta la mañana, Reed. Realmente deberías considerar obtener un poco de descanso, o al menos una comida decente y una ducha." "Tuve un poco de descanso." "No Reed, te golpeaste y quedaste inconsciente. No es exactamente lo mismo." "Un momento. Retroceda. ¿De qué está hablando?" preguntó Jae. Reed lanzó al médico una mirada fulminante. "Gracias." "No te enojes con él. Tenías que saber que tarde o temprano iba a preguntar acerca de la silla de ruedas y el brazalete del hospital en el brazo." "Ahora bien, no creo que las señoras me necesiten para nada más. Reed, hay un par de muletas en la estación de enfermería, en caso de que optes por hacer lo más sensato o al menos ir a comer." Con eso, se había ido. Incómoda, Reed se miró las manos, consciente de que ella y Jae iban a tener que hablar, y que el resultado era de ningún modo seguro. "¿Te pongo tan nerviosa?" La voz de Jae era tristemente tranquila, inconmensurable en la pregunta, y la asunción detrás de ella. "No eres tú. Esto". Reed hizo un gesto con una mano, un amplio movimiento que abarcaba todo. ¿Cómo le explico? No estaba segura de lo que quería decirse a sí misma. "Ah." Jae asintió, pareciendo entender.

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"No podemos hablar aquí." Las palabras rompieron el punto muerto en silencio, duras, incluso en sus propios oídos. El director empezó a hablar, pero se detuvo y finalmente pregunto: "¿Quieres? hablar, quiero decir. O... lo dejamos, y avanzaremos desde aquí, si no como amigas, entonces, al menos no como enemigas, ya sea? " Esto era. Podía elegir en este momento, con sus siguientes palabras, el futuro - elegir si incluiría a Jae o seguía adelante. Parecía como si en los próximos momentos transcurrieran cien años, mientras se esforzaba por encontrar el camino correcto para comenzar la reparación de la grieta que había causado entre ellas. Al final, ella dijo la única cosa que le vino a la mente. "Hablar." Jae podía sentir su corazón casi detenerse como la sílaba cayó en la quietud que se había levantado. Había tomado la oportunidad, empujando a Reed, planteándole las opciones sin rodeos de una manera que no lo había hecho antes. ¿Reed entendería el miedo que le daba esto? En algún nivel, Jae era consciente de que esto marcaba el comienzo de algo nuevo y diferente de su experiencia. Consciente de que el costo de esta conversación bien podría ser un pedazo de su alma. Irónico que yo estoy dispuesta a arriesgar más por una simple amistad, de lo que nunca hice en el amor. Luego se encontró con los ojos de Reed y vio miedo jugando en ella también, un riesgo de igual proporción. En ese instante pasó por encima del abismo, y dio un paso concreto hacia la renovación del vínculo que, en contra de todos los obstáculos, la continuaba dirigiendo inexorablemente a la actriz. Todo parecía como si estuviera viendo a través de una lente de vaselina, personas y objetos suavizados y distorsionados por una película invisible untado través de los ojos de su mente. Entonces, de repente, el tiempo recuperó su ritmo normal y su visión se aclaró; la habitación y Reed entraron en un enfoque nítido como ella a su vez habló.

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"Yo conduciré." No era divertido, o ingenioso, pero era todo lo que podía pensar, sin atreverse a invitar a Reed de regreso a la habitación del hotel que había alquilado a toda prisa. El ligero descenso de la mandíbula de Reed era todo el reconocimiento que recibió, pero bien podría haber sido una señal, el gesto claramente comunicaba confianza. Un beso suave se colocó en la frente del Rio, y sus rizos, una vez más se arrastraron de la frente. Reed se quitó la sudadera azul marino y la guardó junto a su hijo, que enrosco un pequeño puño alrededor de ella. "Está frío afuera." Reed se encogió de hombros y rodó hacia adelante. "Soy la Reina de Hielo, recuerdas?" Había sido una especie de broma entre ellas, sólo que ahora no le parecía tan graciosa a Jae. Ella se puso delante de la actriz, con una mano en cada uno de los brazos de la silla de ruedas. "No. Puedes ser muchas cosas Reed, pero una reina de hielo no es una de ellas. No para Rio y no para mí." Asombro y lágrimas se mostraron en las llanuras azules. "¿Cómo puedes tú, de todas las personas, todavía no verlo?" "No Roo, ¿cómo podría yo, de todas las personas, aún verlo?" "Después de lo que te he dicho?" "Eso sólo demostró que no estabas hecha de hielo. Vamos. Vamos a salir de aquí antes de que empiece a llorar." Las heridas que llevaban eran apenas por debajo de la superficie, y si la parte superior quedó desprendida antes de que estuvieran en un lugar seguro, un lugar donde fueran libres de hablar y llorar, Jae tenía miedo de que las cosas que necesitaban ser dichas murieran sin ser pronunciadas.

Si alguien le hubiera preguntado más adelante cómo habían conseguido de pediatría en 515



el coche, ella no habría sido capaz de decirles; toda su energía se había concentrado en lo que estaba por venir. La única prueba que tenía de haber hecho el viaje en absoluto fue el hecho de que estaban sentadas en el coche de alquiler, a la espera de la luz verde para avanzar. "Jae?" "¿Sí?" "¿A dónde vas?" "No sé. Mi hotel está allá, y nosotras pasamos un Denny´s, pero no estaba segura de si alguno de esos lugares era apropiado." Reed levantó una ceja, un destello del humor sardónico que Jae amaba se mostró claramente en su rostro. "? Correcto, ¿y estoy más segura en un coche pequeño que en una gran habitación de hotel Además, creo recordar que me dijiste que jamás obligaste a una mujer para estar contigo? - Eso cambio de repente" "No, eso no ha cambiado." Por el rabillo del ojo, observó a la actriz, que se había vuelto hacia la ventana. En vez de ocultar su expresión de Jae, que tuvo el efecto contrario. El vidrio oscurecido reflejaba las crestas de los pómulos cincelados de Reed, el fuerte resplandor de las farolas que pasaban sombreaba los huecos en una sinfonía monocromática que prestaba una calidad casi etérea a sus características. ¿Qué está pasando detrás de esos ojos Reed? Continuo estudiando el 'lenguaje corporal de la actriz en busca de pistas y Jae casi se perdió el desvío hacia el hotel, las caras oscuras de las calles de la ciudad no familiares e indistinguibles unos de otros. Era un baile, de verdad. Sin música, sin movimiento, sin embargo encontraban cuidadosamente el ritmo de la conversación. Ocasionalmente tenía ráfagas de sonido, una serie de intercambios, entonces de nuevo el silencio. La ventaja se desplazaba también, ya que cada una trató de continuar sin perderse - o quemarse. El flujo dictó que era la siguiente en hablar, esta vez de algo sin importancia - un respiro en la melodía. 516



"Entonces, ¿qué sucedió, porque tienes un brazalete del hospital en ti?" Está bien, así que no es totalmente intrascendente - pero lo suficientemente cerca. "Me caí." Reed se dio la vuelta de nuevo. Jae la vio tomar una respiración profunda, y luego continuar. "Mi pierna no pudo sostenerme y flaquee esta mañana, una mesita generosamente se interpuso en mi caída... y bueno, el resto, como se suele decir, es historia". "¿Cómo está?" "Mi cabeza o mi pierna?" "Ambos." "¿La verdad?" "Sí." "Mi cabeza duele como el infierno y la pierna no se siente mucho mejor. El doctor dijo que permaneciera fuera de ella durante un par de días, y luego tomármelo tranquilamente por un par de semanas. Sobrecargue algo llamado cuádriceps medio del músculo del muslo." "Y la cabeza?" "Solo un golpe en la cabeza - no hay conmoción cerebral." "Bien. Las conmociones cerebrales apestan". Jae se detuvo en la vuelta por delante del hotel. Un portero uniformado salió a su encuentro, el cuello levantado contra el frío de finales de octubre. "Vamos a salir nuevamente alrededor de las cuatro, ¿de acuerdo?" "Si. Si llama por O'head cuando se quiera ir, lo traeré para usted." "Gracias." Ella le puso una generosa propina, temblando en la simpatía en la chaqueta de poliéster poroso que llevaba. Las muletas estaban en el asiento trasero y ella las agarro antes de moverse para abrir la puerta de Reed.

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La camiseta blanca de la Actriz se adhería a su cuerpo, fijándola contra su cuerpo por el viento, casi haciendo castañetear los dientes de Jae. Reed, sin embargo, parecía ajena al hecho de Jae estaba fría en su nombre y poco a poco se apeó del coche. "¿Alguna vez estudiaste Shakespeare?" "Sabes, posees la cosa incongruente al dedillo Y sí, un poco -. Desde un punto de vista dramático ¿Por qué?" Reed la sorprendía continuamente, pequeños detalles sobre las cosas que le gustaban a la actriz o sus intereses caían sin previo aviso en las más impares de las ocasiones. Sin embargo, supongo que a una actriz le guste Shakespeare no es del todo sorprendente. "Hay una línea de Enrique V". Jae busco en su mente en la línea que podría encajar. No había leído la obra en sí en años, pero la versión de Kenneth Brannaugh destacaba para ella como una recreación cinematográfica brillante de la historia. Ante sus ojos, Reed parecía crecer en estatura, la mujer cansada dando pasó al Rey desafiante a punto de luchar contra obstáculos insuperables. "Una vez más en la brecha...” Era apropiado, incluso más allá de lo que Reed probablemente se daba cuenta. Si Jae cerraba los ojos casi podía ver los espectros de las batallas que Reed había luchado, negándose a rendirse. El resto de la línea se acercó a ella entonces, y ella sonrió. "... Queridos amigos, una vez más. Y no consiguen tomar el castillo?" "Finalmente." Jae mantuvo la puerta abierta del vestíbulo. "Entonces una vez más en la brecha está."

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Había algo acerca de acercarse a un evento caminando por un largo pasillo, y Reed pronto comprendió por qué era una técnica tan eficaz para la construcción de la anticipación en el cine. Jae abrió la pesada puerta de la habitación, sosteniéndola ampliamente para permitirle maniobrar a través de las muletas. "¿Moviéndote?" Varias bolsas se apilaron en el centro de la superficie del suelo a los pies de las dos camas tamaño Queen. Sólo el estuche negro Samsonite de guitarra se había librado del almacenamiento al azar. Jae sacó a toda prisa las maletas a un lado. "De hecho, la mitad de esto es tuyo." "¿Mío?" Ahora que se asomó un poco más de cerca en el revoltijo de equipaje, Reed fue capaz de discernir los contornos familiares de dos de sus propias maletas. "Las llene con tus cosas y las traje conmigo." "Oh." "Me di cuenta, que era posible que las desearas." "Oh." Reed sabía que se estaba repitiendo en un intento de ganar tiempo. Algo en el breve intercambio había alterado la atmósfera y la tensión llenó el lugar donde sólo unos momentos antes había reinado una tregua. La Jae normalmente hiperactiva había desaparecido inexplicablemente, aun con el estuche negro agarrado con una mano, sin atreverse siquiera, respirando en la frágil paz. Aterrorizada, Reed dejó que sus ojos vagaran por la habitación, bebiendo en detalles irrelevantes para no tener que romper el terrible silencio o responder a las preguntas que estaba segura encontraría en los ojos de Jae. Cortinas de pana colgaban de varillas adornadas de bronce, las curvas de los extremos de los capuchones recordaban a una época hace mucho tiempo desaparecida. Las cabeceras fueron talladas, los patrones detallados de la vid y de las hojas que crecían a lo largo de la madera de cerezo. Una pequeña grieta corrió hasta la pared de color crema, de la que parecían brotar raíces perversamente ocultas de la planta. 519



Y aun así se hizo el silencio. Sus ojos siguieron la grieta, siguiéndola a lo largo de los carriles debajo de la Imagen a su punto de terminación donde la pared se reunió con el techo suavemente abovedado. Ahora podía oír la respiración mezclada con un martilleo constante, y le tomó un minuto antes de reconocer que ella era la fuente. Todo se había cerrado en torno a ella, una ilusión óptica extraña lo contrario de lo que normalmente experimentaba cuando estaba bajo estrés. En lugar de que el mundo retrocediera cada vez más pequeño y cuando ella se distanció de la situación, esta había crecido - distorsionada y abrumadora. Necesito salir de aquí. Las palabras sonaban en su cabeza, sin saber que ella les había hablado en voz alta. "No." Sobresaltada, Reed se dio la vuelta para mirar a Jae. "¿Qué?" "No debes correr. No es justo cuando haces eso. Si vamos a hacer esto, necesito saber que no escaparas si las cosas se ponen difíciles." "Lo intentaré." "No es lo suficientemente bueno." Jae respiró, irrumpiendo en un movimiento repentino al deslizarse a través del cuarto. "Si necesitas un descanso, dilo. Pero no solamente cortes y corras". Todo había comenzado. La negociación las reglas de combate. Ella conocía sus propios límites e hizo una contrapropuesta. "Si me voy, prometo volver a los quince minutos." "¿Por qué?" "¿Por qué Qué?" "¿Por qué salir en absoluto, es manipulador - y termino por no decir cosas que sé que he de decir, porque temo que vayas a irte".

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Sus piernas y brazos le dolían, y dejó caer su peso sobre la cama, una cubierta para la exhalación suave del dolor, no todo ello era físico. Es eso lo que parece? Las muletas chocaron una contra la otra al caer, antes de ser amortiguadas por la alfombra acolchada. "No es por eso. Salgo porque me temo que voy a decir o hacer algo para empeorar las cosas, no como una cuestión de poder." No, corres porque tienes miedo a ser sacudida de tu pequeño capullo. Reed empujó la voz lejos, concentrándose en su lugar en Jae. Sólo el esmeralda oscuro de los ojos de Jae dio cuenta de cualquier color. Incluso el rubio normalmente vibrante de su cabello parecía pálido o desteñido. "Así que vas a quedarte?" "Sí." Parecía apenas un susurro, por lo que se repitió a sí misma, sin saber si ella realmente había hablado o simplemente respondió mentalmente. "Sí." Cuando su respuesta cayó en el espacio entre ellas, la habitación pareció recuperar más sus proporciones normales, el primer obstáculo había sido navegado con éxito. Jae se sentó en la otra cama, luego se levantó y se dejó caer en un sillón de orejas que protegía la ventana, frente a la habitación. "Entonces, ¿qué querías decir?" Esta vez fue Jae quien se veía atrapada fuera de equilibrio. "¿Eh?" Reed midió cuidadosamente sus palabras, obligándose a sonar indiferente, no revelando lo que estaba en juego en lo que preguntaba. "Dijiste que había cosas que querías decir, pero no lo hiciste." Jae volvió la cabeza y miró las cortinas un momento antes de volver a mirarla a los ojos y tomar una respiración profunda. "Bien." Pero ninguna palabra siguió inmediatamente. Especulativamente, ella miraba las pesadas puertas de madera en el armario junto a la mesa de cerveza negra, atraída por la posibilidad de lo que podría estar oculto en su interior. Unh Unh. El alcohol, lesiones en la cabeza y charlas sensibles no se mezclan.

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"No tomes esto a mal, pero creo que lo más importante que quiero decir es lo enojada que estoy. ¿O no, furiosa en realidad? Herida". Jae estaba mirando hacia adelante, la cabeza inclinada hacia un lado, curiosamente con ambos ojos cerrados. "Enojada y lastimada. Me merecía algo mejor. Merezco algo mejor." Oh, mierda. Un bourbon y coca vinieron directo hacia arriba. Jae la estaba mirando ahora, con expectación, ella pensó, y Reed encontró para su sorpresa que la rabia que había pensado consumida estaba de vuelta. "Te mereces algo mejor? Tu? Me merecía no ser jodidamente engañada, usada." No había vuelta atrás. El punto muerto irremediablemente destrozado, y no había manera de regresar a fingir que todo estaba bien. "Nunca te he usado. Nunca. No coloques sus crímenes en mí." Ella retrocedió como si la hubieran abofeteado, por un breve instante desorientada en el tiempo, antes de darse cuenta de que Jae estaba hablando de Roan. A la defensiva, se trasladó al ataque, enfocándose en la parte restante no dicha, pero en vez de sonar enojada, su tono de voz revelaba la tristeza que no había admitido sentir, incluso a ella misma. "Pero mentiste." "No, sólo no te lo dije lo suficientemente pronto. No es lo mismo." "Estás jugando con la semántica, Jae." La mitad de ella quería levantarse y salir por la puerta, mientras que el resto de ella quería desesperadamente que se le diera una razón que pudiera entender. ¿Qué? Uno que te exime de la culpa? "¿Lo soy?" feroces ojos se volvieron en su dirección, orbes brillantes por las lágrimas que comenzaban a teñir las mejillas de Jae. "Debiste decírmelo." "Está bien. Voy a comprar eso. ¿Cuándo? ¿Cuándo debo haberlo dicho?" "Desde el principio".

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"¿Por qué? No me habías dicho que eras hetero. Y francamente, con quien me acueste es entre yo y la persona con quien puedo estar durmiendo." "Estabas durmiendo conmigo." ¿Es así como quieres jugar esto? Punto, contrapunto, herido - más daño? Reed levantó una mano para detener la respuesta de Jae. "Déjame explicarme... ¿por favor?" Jae asintió, y volvió su cuerpo por lo que se enfrentaban. ¿Cómo le explico? ¿Cuánto me explico? Reed eligió cuidadosamente su enfoque, saboreando cada palabra antes de soltarlo. "En el principio, tienes razón - que no éramos amigas, y tal vez no necesitaba saber." "Reed, en un principio que eras una homófoba rabiosa." "¿Vas a dejarme hablar?" "Si, lo siento." "¿No más interrupciones?" Jae hizo una seña de comprimir su boca y tirar la llave imaginaria, por reflejo Reed hizo la pantomima de capturarla. En dos segundos todo el tono y el humor había cambiado, la tensión que crepitaba en el aire se descargó. El flash inesperado del humo trajo consigo la esperanza y un vívido recordatorio de lo podría ser conseguido si estuviera dispuesta a tomar el riesgo. No es que de repente se había vuelto más fácil. Simplemente no era tan desalentador, y las palabras parecían ser algo natural, hábito de media vida rota. "Yo sé que tomaste la culpa que pertenecía a Roan." Y a los demás... pero Reed no hablaría de ellos. Había algunos recuerdos muy amargos al gusto, incluso para la amistad. "Por eso lo siento. No era justo. Pero yo debería haber sido informada, sobre todo después de Orlando." Ella dejó de hablar, tomando el tiempo para tamizar a través de sus sentimientos y las conclusiones a las que había llegado ella sola en la oscuridad de las noches largas y solitarias. "Tal vez no habría entendido, y que podría haberme alejado." 523



Una irónica sonrisa tocó los labios. "Me gustaría pensar que yo no te habría tratado peor de que lo hice con Holly." Estás contemporizando." Está bien, así que tal vez te hubiera llamado por un par de nombres y hubiera dejado de hablarte. Nunca lo sabremos. ¿Cómo le explico esto? Tú tenías toda la información. Sabías que eras gay.

Sabías que yo iba a tener

problemas con eso... tenías todas las cartas. Yo confiaba en ti. Entonces, de repente era Roan todo de nuevo -. Sólo que peor, todo lo que obtuvo fue mi cuerpo”. Reed dejó el resto sin decir, dejando que la implicación colgara en el aire entre ellas. Tenías todo. "Dolió." Lo más difícil fue que no importaba lo mucho que pensara en ello, no importaba cómo se repartiera la culpa - y mientras que estaba siendo honesta consigo misma - ninguna de ellas estaba en lo correcto y las dos estaban equivocadas. En una pérdida de que decir a continuación... cómo expresar las emociones detrás de los hechos, Reed hizo un gesto de inutilidad con las manos y dejó de hablar. Jae esperó, en silencio, manteniendo su promesa de escuchar. Cuando el silencio se había extendido por varios minutos, ella habló en el espacio entre ellas, con la esperanza de que sus palabras empezarían a tender un puente sobre el golfo. "Empecé a decirte una vez, pero nos interrumpieron, y antes de que llegara otra oportunidad - ya era demasiado tarde." Ella no se hizo pato lejos del escrutinio y resueltamente se encontró con los ojos de Reed. ¿Qué esperaba ver? ¿Qué es lo que quiero que vea? Una cosa era que la actriz viera la verdad en sus palabras, otra muy distinta descubrir la verdad detrás de ellas.

Los campos helados se habían derretido un poco, ganando color en la tensión disminuyendo, y Jae estudio el patrón de cobalto enredada con el acero que rodeaba las amplias, pupilas negras.

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Tan repentinamente como comenzó la búsqueda, todo había terminado, y Reed parpadeó lentamente, bajando la mirada. La liberación brusca fue como un shock, y tardó un minuto antes de que ella fuera capaz de recuperar la compostura. La intensidad de eso último la dejó drenada. ¿Quiero tratar más esta noche? ¿Puedo tratar con más? No podía quedarse quieta por más tiempo y se levantó de la silla, con su larga zancada devorando la distancia a la ventana. Un hueco en las cortinas le dio la oportunidad de jugar con ellos, el ajetreo de sus dedos un paralelismo perfecto para el torbellino de pensamientos contradictorios en su mente. "La verdad es que me daba miedo." Frente a ella, Reed se sentó, con los hombros encorvados, como para protegerse de golpes imaginarios. Ella se ve tan frágil - sin embargo, ella ha tratado con más dolor del que puedo imaginar. Y ella sigue aquí. ¿Puedo hacer menos? La mezcla de fortaleza y vulnerabilidad fascinaba a Jae. "¿Cómo lo haces?" "Gran pregunta. ¿Te importaría reducirlo un poco?" El humor sardónico estaba de vuelta, pero le faltaba el filo que tenía la voz de Reed cuando se refería a cortar, en vez de divertir. Fue una gran pregunta, y ella trató de centrarse en la esencia de lo que quería decir. "¿Cómo seguir adelante?" Reed se quedó mirándola de nuevo, la cama chirrió como la actriz cambió su peso. Una ceja se levantó, y se encogió de hombros. "¿Por qué subiste a mi balcón?" ¿Qué tenía eso que ver con esto? Jae se apoyó en el mostrador, con una mano a cada lado, con los codos torcidos, apoyando suavemente su peso. "No había nadie más. Tuve que hacerlo." Tan pronto como oyó las palabras, comprendió. El conocimiento debe haberse demostrado en sus ojos, porque una triste sonrisa tiró de los labios de Reed. "No manipular no es una opción. Y

gastar tiempo pensando en lo que no puedo

cambiar no logra absolutamente nada." Hubo otro encogimiento de hombros autocrítico. 525



"No soy una santa, yo de vez en cuando me revuelco - juego con arcilla, bebo demasiado, o si me siento particularmente sentimental, me permito a mí mismo una o dos horas en el arpa." Sin pensarlo, dio un paso adelante y levantó las manos de Reed, convirtiendo la piel caliente de las palmas hacia arriba. Sus dedos trazaron caminos a lo largo de los dedos cónicos, los callos en sus propios dedos buscando marcas afines en la carne suave. Allí, en los bordes exteriores de los pulgares, y más débilmente en las yemas de los dedos. ¿Por qué había fingido una ignorancia de la música? "Es puramente Holmesiano." Reed respondió a la pregunta no formulada luego suavemente sacó las manos de ella, sin censura en la eliminación, y las dobló juntas, poniendo fin al contacto físico. "En realidad no puedo reproducir música es sólo una especie de retirar la espuma. Es lo que Conan Doyle tenía a Holmes hacer -... No tocaba realmente el violín Él sólo solía arrastrar el arco a través de él una y otra vez ayudándolo a pensar”. "¿Te ayuda a piensa?" Sentada en la cama junto a Reed, Jae metió una pierna debajo de la otra. Estaban por consentimiento mutuo tomando un descanso de la danza, sintiendo su camino lentamente con pasos de menor riesgo. "Sí lo hace." La cama chirriaba de nuevo, la actriz se inclinó un poco hacia atrás en una postura más informal. "Estoy más propensa a hacer cosas por el estilo, cuando no quiero pensar." "Es por eso el Kickboxing?" "Sip." Bueno, eso y que había sido una sensación muy buena para golpear a algunos de los chicos en la escuela secundaria apoyados en sus keisters sexistas. "Hay una cafetera en el tocador en el baño -? Te Interesa" A juzgar por el ritmo en que ellas estaban sentadas, tomaría la mayor parte de la noche antes de que trataran los

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problemas más graves que aún había entre ellas. Pero fue un paso cómodo - uno que no se sentía demasiado amenazante. "El café estaría bien." "Bueno, eso es una cosa que tenemos." Reed se rió. "Creo que la referencia era a ver una película, no el café." "Tú no eres la única que puede adaptar citas, ya sabes." "Ah. Pues bien, el café está bien." Jae le devolvió la sonrisa, la letra de la canción rondaba zumbando en su cabeza. El retorno del ritual compartido era algo más que agua caliente coloreada y cafeína, y más de una bebida había sido ofrecida y aceptada. ¿Cuánto más aún estaba por verse? Pero la preocupación oscura que había mantenido su estómago en nudos apretados comenzó a disminuir, como la cafetera se llenaba. Ella inhaló el aroma satisfactorio de caramelo líquido, intercambiando la tensión por el aroma de la esperanza.

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Reed escuchó, aturdida, los sonidos que emanaban desde el otro lado de la pared de yeso color crema. Jae había literalmente rebotado de la cama hacia el baño. El Cristal chocaba contra la porcelana; el agua derramaba una fluida melodía a medida que la jarra se llenaba. Se concentró en distinguir los sonidos, capaz de discernir el sonido del agua que estaba siendo transferida a la cafetera. En el transcurso de un minuto, se produjo el ajetreo distintivo universal de los aparatos, el aroma probaba la aparición de la infusión. Un segundo después.... En el momento justo el ruido metálico de las tazas moviéndose a través del mostrador flotó hacia la habitación principal, transmitidas del Zephyr cafeína.

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Sus ojos vagaron por el montón de equipaje. Las palabras anteriores de Jae le vinieron a la mente, aguijoneándola. De cualquier manera pensé que era posible que las desearas. Reed se quedó a un punto en la pared justo por encima de las maletas de Jae, siguiendo el patrón filigrana de grietas y baches. Mentalmente enumerando a través del calendario. Es viernes ... no sábado. Los cambios de tiempo y la falta de sueño regular añadían dificultad en seguir el paso del tiempo. Sábado ... ellos ... se suponía que debíamos volar a Miami hoy. ¿Es por eso que vino? Reed trató de descifrarlo. Hasta ahora Jae no había dicho una sola cosa acerca de la película, o sobre su acto de desaparición. De cualquier manera.... "¿Puedes comprobar si hay leche en el mini-bar?" la voz sin cuerpo de Jae se hizo eco extrañamente desde el baño. "No hay leche". Ella continuó revolviendo en el interior. "Kahlua, Baileys ... y dos tipos de whisky". "Baileys? ¿En serio? Cool." Reed retiro la pequeña ampolleta de crema irlandesa de la nevera y luego, en el último momento, el Jack Daniels. En la superficie parecía ser como cualquiera de las muchas noches que se habían quedado hablando en Orlando. Lo único que faltaba era una bolsa de galletas o un tubo de Pringles. "En caso que quieras beber eso?" Jae estaba de pie al lado del sillón con respaldo, con tazas idénticas de café en una mano, en la otra una cafetera. "No." La cima se torció fácilmente en su mano y ella resistió el impulso de saltarse el café por completo. Poniéndolo a un lado, abrió el Baileys para Jae y lo cambió por una de las tazas. "Gracias." "De nada." Lo que hasta tan sólo unos minutos había parecido un interludio agradable, se convirtió para Reed en una espera agonizante de que el otro zapato cayera. Jae se había

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acercado a la ventana y estaba caminando de un lado a otro a lo largo de la pared del fondo. "¡Por amor de Dios Jae, siéntate ya!" Jae cayó como una piedra en el sillón con respaldo. Reed estudió la mezcla de dolor y disgusto en la cara del director y deliberadamente suavizó su voz. "No debería haberte gritado, y sé que te ayuda a pensar, pero estabas empezando a marearme." "Lo siento." "Mira, me quedare en la habitación, no importa lo que pase, si puedes mantenerte dentro de un radio de tres pies." "Tres pies, ¿eh?" Jae preguntó con una sonrisa. Reed le devolvió la sonrisa. "Sip." Tomó un sorbo de café, disfrutando de la mezcla de sabores. Ya sabes... manejé esto correctamente después de todo. "Es curioso, ¿Yo me muevo cuando estoy preocupada o asustada? – Y tú te quedas completamente inmóvil o a la deriva en el espacio." "¿Quieres decir que sería extrañamente curioso no un ja-ja divertido, supongo?" Su comentario dibujó una risa en Jae. "Sí, y supongo que las dos hacemos esta parte humorística". "¿Prefieres que nos gritáramos?" Jae la miró de una manera extraña, como si tomara una decisión. "No sería la primera relación que tuviera con gritos involucrados. Tenía una novia que pensaba que el ruido de los platos rompiéndose hacia un buen contrapunto al sonido de su voz." Ella sonrió irónicamente. "No lo hacía" Allí estaba. La homosexualidad de Jae estaba sobre la mesa de una manera que no había estado antes. Incluso con Holly, había sido un hecho que quedó en el fondo, en

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realidad nunca se habló de ello. Puedo lidiar con esto. "Supongo que es un peligro en una relación que tiene el doble de estrógeno flotando alrededor." "No tienes idea. Estaba bien hasta que llegó hacia mí con una botella de vino -.. Entonces yo estaba fuera de allí, no me agrada la violencia doméstica." El director dejó la taza de café vacía a un lado y colgó una pierna casualmente sobre un brazo de la silla. Podría, al parecer, moverse mucho y todavía permanecer en un solo lugar. "Bueno. Te mereces algo mejor." Y lo decía en serio. Sí... cambia el equipamiento y golpearías en ella en un instante. Hubo más movimientos en la silla, y Jae la miró durante un largo momento antes de hablar. "¿Puedo hacerte una pregunta?" Reed se rió - no para mitigar la gravedad, pero en el reconocimiento del ritual. "Claro, pero entonces consigo una de vuelta." Había esperado una risa, o por lo menos una pequeña sonrisa, pero Jae parecía aún más sombría. El café de repente se sintió como barro, asentado en gran medida en el estómago, y se humedeció los labios inconscientemente, esperando oír la pregunta. "¿Por qué me besaste?" Oh, mierda. No sé por qué, lo hice... ¿cómo demonios puedo explicárselo? ¿no lo haces? La tela de la silla capto su mirada, el tapizado bordado en salmón pálido en un remolino de líneas entrecruzadas. La respuesta a esa pregunta excavaba en cosas que era mejor que permanecieran enterradas. ¿Y qué? Vas a mentirle? ¿No es eso el punto de inicio por lo que estaba cabreada? Cuidando de no derramar el último trago restante de café, Reed dejo la taza en la otra cama. Simplemente no responder, no era una opción, y se esforzó por encontrar las palabras para explicarse. "Quería hacerte daño tan mal como yo había sido herida." Ella apartó la mirada. "He utilizado la única arma que tenía a mi disposición... mi cuerpo." Había fracasado sin embargo; el beso había tenido mucho más impacto en ella de lo que se suponía. "Cuerpo y talento". 530



"Tu cuerpo nunca ha sido más valioso para mí que tu amistad." La expresión en la cara de Jae era inescrutable, dejándola sin una pista de qué decir a continuación. Anonadada, Reed se trasladó a la ofensiva. "Así que me estás diciendo que no estás atraída por mí?" Jae se quedó completamente inmóvil, entonces su mano comenzó a tirar de su flequillo, las cortas hebras rubias eludían su alcance. Si no hubiera sido un momento tan serio, se habría reído. Como lo era, era una cosa cercana. Reed continuó observando como Jae cubría cada pulgada cuadrada de la silla con varias partes del cuerpo, estando a la altura del apodo dado a ella en Orlando. Un Tigger es algo maravilloso.... "Pensé que estábamos hablando acerca de por qué me besaste?" La evasión fue respuesta suficiente. "Mi turno", dijo Reed, dejo a Jae descolgada por ahora. Era un tema que era mejor evitarlo, sus propias verdades al respecto no revelaban la información que quería. "¿Por qué estás aquí?" Lo frio de la pregunta la sacudió, Jae no estaba preparada para la repentina escalada de las cosas. La silla era demasiado restrictiva y quería levantarse y moverse, pero estaba atada en su lugar por su promesa. "Saliste del set de mi película. Me prometiste que no lo harías." "No he prometido que no saldría sin una buena razón." Se le escapaba algo, Jae estaba segura de ello. Había algo detrás de la pregunta. La conversación se había convertido en un tango complejo - lo que se decía en voz alta no era tan importante como el por qué o cómo. "Es una buena razón." Reed permaneció en silencio. Sus ojos protegidos. La actriz fue una vez más buscando en un punto a la izquierda de Jae, y el director sentía una abrumadora necesidad de

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mirar también, pero se contuvo. Si la actriz no podía salir de la habitación, entonces la zona de salida de vez en cuando no parecía razonable. Jae luchó para permanecer en el momento. Su técnica usual de adaptación había sido eliminada, y esto era una conversación demasiado importante para ella para activar el salvapantallas a través del camino. "¿Estás pensando en volver a trabajar?" Su tono de voz era mucho más informal de lo que hubiera creído posible. Fue la pregunta equivocada. Vio al instante el destello de dolor en el rostro de Reed y el cierre total de sus ojos. ¿Qué me perdí? Jae se retorció, recogiendo en su pulgar en lugar de tirar de su pelo. Cuerpos y talento.... No tiene mucho sentido... todo lo que la actriz había revelado acerca de su exposición previa a los directores de Hollywood había sido sobre cuerpo o talento, nunca de Reed en sí misma. Ella ha sido utilizada muchas veces, ella mira por esto. Y en los talones de todo estoy yo diciéndole que me sentía atraída por ella... bien, así que ¿cómo lo arreglo? Un radio de tres pies .... Críticamente, Jae juzgo la distancia de la silla a la cama. Ojos habituados a juzgar los ángulos de cámara y la longitud de tiro evaluaban fácilmente el espacio. No queriendo moverse demasiado rápido y correr el riesgo de sorprender a Reed, se puso de pie y sin problemas en dos pasos seguros y medidos fue a la cama. Se sentó de forma fluida, la mitad de su cuerpo se volvió hacia su compañera, con un pie metido debajo de la pierna que le quedaba en el suelo. Su llegada fue reconocida como Reed simplemente absorbió la inmersión del colchón. Cuanto más tiempo se mantuviera el silencio, más difícil sería romperlo, por lo que Jae siguió buscando qué decir, por las palabras perfectas para calmar el dolor. Pero esto no era una novela romántica; no había palabras perfectas. Y no es como si tú tuvieras un probado historial en encontrar las cosas correctas que decir en las relaciones, de todos modos. Aun así, tenía que intentarlo. "Voy a ponerme el sombrero de director aquí por un minuto.

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Te alejaste de la filmación de una película sin decir una palabra a nadie, y estás sorprendida de encontrar que alguien se pregunte si vas a volver?" "No estoy sorprendida de encontrar que tú lo preguntes." Jae tragó, la amargura y el dolor que entrelazaban las palabras de Reed hizo un nudo en su garganta, constriñendola. Espera un minuto aquí. Se alejó de mi película... ¿por qué soy yo la que tiene que sentirse culpable? creí en ella cuando nadie más lo hizo. Con claridad castigadora, Jae entendió. Yo tenía más información que nadie más tenia, también. Ella sabía que no era un ataque de ira lo que había conducido a la actriz a dejar Hollywood la por primera vez, no había en realidad un patrón de caminar fuera del set de la película. "Sé que te marchaste debido a Rio y no por un arranque de ira. Pero no sé si vas a volver. Puede doler, pero es una pregunta legítima." Jae observó los músculos contraerse ligeramente lo largo de la mandíbula de Reed, una pista visual de la vorágine en que la actriz estaba sumida. Era otra de esas contradicciones fabulosas.; Reed podía transmitir incluso los más pequeños matices significativos con sus expresiones faciales y su voz cuando ella estaba actuando, pero en privado las pistas tenían que ser buscadas para su interpretación. Como ahora. Sería interesante ver quien en realidad respondería - Reed o Dar. "Voy a terminarla." La voz de Reed era estrecha, la mandíbula aun apretada. "Gracias. Pero sabes una cosa?" puntos láser de hielo vibrante se volvieron en su dirección, casi física en su tacto sobre sus propios ojos, y en silencio le decían que continuara. "Como Jae solamente, la película palidece al lado de lo mucho que quiero que Rio este bien." "Gracias." Había más que quería explicar, más que necesitaba que Reed entendiera. Tomó cada onza de coraje que Jae tenía, pero mantuvo los ojos de Reed y tomó un riesgo por su cuenta. "El trabajo siempre ha sido fácil – no era trabajo para mí en realidad. Y no importa lo que estaba pasando -. O no pasando - con mi vida personal -.. Existía mi 533



trabajo. No había nada personal que yo permitiera nunca interferir con la fabricación de una película, soy buena en lo que hago, y lo amo. Pero tú llegaste y desbarataste el capullo. No están más separados". El último de los temas en la superficie fue puesto sobre la mesa, llevándolas a una zona de la que ella anteriormente había bailado lejos. ¿Estoy realmente preparada para ir allí? Y es qué tengo otro opción? No, Brevemente considero no hablar del tema, debatiéndose entre hacer una pregunta, y hacer una declaración, ya sea uno u otro alteraría irremediablemente su relación. Correcto... como si está no se hubiera ya destrozado y puesto a través del campanero? En cambio, fue Reed, la que cambió el ritmo del juego, tomando la delantera. "No puedo darte lo que quieres." "¿Y qué podría ser?" Reed falló. Su boca se abrió, luego se cerró, sin una sola sílaba pronunciada. El nivel de tensión se disparó insoportablemente, y Jae se encontró mirando con añoranza a la puerta. ¿Que en nombre del cielo, estás pensando, arrinconándola en una esquina? La manija de bronce le hacía señas, pareciendo mucho más cercana de lo que tenía hace solo un segundo, el único obstáculo entre el choque de trenes que ella sentía que se dirigían y la seguridad. La pregunta de Jae continuó colgando en el pequeño espacio entre sus cuerpos, y Reed lucho con el deseo de salirse de la cama, hacia la ventana, o la silla, sorprendida de lo fuerte que era el impulso de moverse. Estaban profundamente en ello ahora, y no había una broma en el mundo que iba a sacarla de ahí. Muy bien, vamos a tender una línea entonces. En blanco y negro. "A mí." "¿Qué? No soy lo suficientemente alta para ti?" Los dedos de Jae estaban en sobremarcha, su pelo casi de punta como resultado.

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Tomando el escape de humor ofrecido, Reed torció una sonrisa y respondió con sequedad. "En realidad, no es la altura. Son los accesorios." "Esa es la forma más interesante en que se haya puesto que he oído en mi vida." Una chispa diabólica iluminó los ojos de la directora. "Y puedes comprar los accesorios." El breve respiro había desaparecido, tragado por la verdad detrás de la broma. "¿Qué coño quieres de mí?" Ella lanzó la pregunta a Jae. Jae se estremeció, luego levantó la barbilla, la ira tiñendo sus palabras. "Nada de lo que no estés dispuesta a dar libremente. Y yo podría decir la misma cosa. ¿Qué quieres de mí? Me besaste, recuerdas? Sabes que Reed? No creo que tengas ni idea." Era su turno para estremecerse. El aguijón de las palabras de Jae cortaron en heridas demasiado tiempo dejadas a supurar, las cicatrices más dolorosas que los cortes originales. ¿Qué quieres de ella? No importa. "¿O es eso lo que te asusta? Que me quieres." La voz de Jae estaba en calma, las palabras casi una idea de último momento. Reed se quedó inmóvil, los objetos de la habitación encajados en su movimiento estático, y todo su mundo se redujo al palmo de espacio entre ella y su acusadora. "Detente." Gutural y áspero, la declaración cayó en la brecha que las separaba a ambas. "No lo hagas." Los monosílabos eran los mejores argumentos que pudo reunir, incapaz de montar una ofensiva. Había pensado en dejar a Jae perder el equilibrio, y en lugar era ella la que se tambaleaba al borde de un precipicio. "Está bien." Le tomó un minuto para que el acuerdo tranquilo se filtrara a través de su creciente pánico.

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"¿Eso es?" ¿Cuál es el truco? Tiene que haber más. Ella sintió más que ver a Jae levantarse de la cama y moverse quedando enfrente de ella. "Mírame." Una breve pausa y un tono aún más baja. "Por favor." Ella no podía. Su cabeza se mantuvo fija en su lugar, su mente y su cuerpo una vez más en guerra. Una suave palma le tomó la barbilla, sosteniéndola durante un segundo o dos - el tiempo se había convertido en extrañamente dilatado - podría haber sido más largo, o más corto. Reed sentía el punto del pulso en el cruce de la garganta y la barbilla saltando contra la mano de Jae, su ritmo cardíaco casi triplicándose al entrar en contacto. Y una vez más su mundo se redujo, ahora reducido a la sangre, la piel y el tacto. "Por favor", Jae repitió. La presión más elemental acompañaba la declaración, lo suficiente para impulsarla a moverse, pero no lo suficiente como para forzarla. "No." Incluso mientras lo decía, con la cabeza inclinada hacia arriba, inclinada por su propia voluntad, y por reflejo ella cerró los ojos, resguardando su alma contra la promesa de dolor. Pero ella no necesitaba usar sus ojos para ver la expresión serena de Jae o leer la tranquilidad reflejada en los profundos pozos verdes sanadores. Esa imagen estaba quemada en su cerebro y no dependía de pruebas visuales. La eliminación de un sentido solamente aumentaba los demás. Una brizna de vainilla, una pizca de alcohol, atándolos al propio olor único de Jae mezclado con la evidencia dominante del largo viaje. El sonido del silencio llenó la habitación. El vacío dejado por la falta de palabras se llenó con la mezcla compleja de la respiración, el radiador y los ruidos de la noche de un antiguo edificio. Y todavía existía su toque. La piel de Jae en la de ella. 536



El aliento haciéndole cosquillas en el borde de la oreja, moviéndose en una imitación de una ventisca serpenteando su camino a lo largo del costado de su cara. Una pierna vestida de color caqui presionaba contra la de ella vestida de mezclilla. Ahora Reed podía sentir el ritmo acelerado del corazón de Jae en los dedos del director, manteniéndose al tiempo con el suyo. Y entonces sus ojos estaban abiertos. Había un tick en la esquina del ojo izquierdo de Jae, el parpado luchando para mantener el ritmo con el curso de sus latidos hermanados. Era un instante de enormes proporciones, de posibilidades ilimitadas, en un sinfín de futuros; a partir de este momento en el tiempo, todos los demás saltarían hacia delante, tomando la forma del molde que estaban a punto de emitir. Los labios de Reed estaban secos, sin humedad disponible en su boca para aliviar la sensación de la piel a punto de romperse, y una mano convulsiono en desesperación simpática. "¿Qué?" "Yo sólo voy a explicar esto una vez, incluso si me toma toda la vida demostrarlo. Cuando te dije que no quería nada de ti que no estuvieras dispuesta a dar libremente, lo dije en serio. Me pediste que parara, por lo que lo hice." En alguna parte de su cuerpo encontró la humedad que había sido robada de su boca, y las lágrimas brotaron en la esquina de sus ojos, amenazando con derramarse sobre sus mejillas, en las que ya no sería capaz de ocultarlas. "No sé lo que Roan te hizo, pero es una buena cosa que está muerto, porque te juro por Dios Reed, nadie debe permitir dañar a otro ser humano, en la forma en que lo hizo." Las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas, la última tapa de la explosión de una olla a presión llena de secretos. "No fue Roan."

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Jae cayó de rodillas, y dejó caer su mano de la cara de Reed, después de leer las señales sutiles reconociendo instintivamente el significado de que la actriz ya no quería ser tocada. "Cuando no pudieron encontrar ningún pariente vivo, fui a quedarme en un hogar gestionado por un grupo de una iglesia." Cuando Reed hizo una pausa, Jae podía sentir su garganta contraerse en el miedo, y ella trago en contra de la opresión. "Era más un colegio de monjas, realmente. Teníamos algunos niños que eran de familias de bajos ingresos de la diócesis, pero la mayoría de nosotros vivimos allí a expensas del estado. Estuvo bien al principio, luego el padre Francis se fue." Hubo otra pausa, de más tiempo esta vez, una mirada distante en los ojos de Reed. Oh Dios. Jae no sabía lo que había estado esperando oír. Detalles sobre el fuego, un amante abusivo... cualquier cosa menos esto. Desgarrada entre el deseo de saber lo que se cernía sobre su amiga y el miedo de no poder manejar los detalles, Jae se esforzó por encontrar una manera de impulsar a Reed y no enviarla a lo largo de un acantilado emocional o hacerla retroceder. El miedo a decir lo que no debía inadvertidamente se impuso, y ella permaneció en silencio, con la esperanza de que su presencia continua sería suficiente consuelo. "Todos sabíamos lo que estaba pasando, pero nadie hablaba de ello como si al no hablar de ello -. Entonces no estaba sucediendo realmente. Acabábamos de acostarnos allí por la noche, esperando a que la puerta se abriera. . La mía nunca lo hizo. "Fue una regla tácita que tratáramos de proteger a los niños más pequeños no siempre funcionaba. Algunas noches, era demasiado tranquilo;... Algunas noches no era lo suficientemente tranquilo. Y siempre observábamos por el giro de la manija de la puerta. Me tomó mucho tiempo para averiguar por qué nunca llegó por mí”. Las palabras fueron severas, sin adornos embellecidos y carentes de emoción. 538



Jae esperó que Reed continuara, pero la actriz se había ido a algún lugar más profundo de sus recuerdos, sus ojos mirando distraídamente más allá de las paredes pintadas. Había más, estaba segura de ello, pero empujarla parecía una mala idea. Ella no puede aguantar mucho más, no esta noche. No puedo aguantar mucho más. Eso era cierto. Tan egoísta como parecía, Jae sabía que no quería saber nada más en este momento. Le dolía demasiado. La mucha plenitud del relato de Reed le dijo cuánto dolor estaba oculto bajo la fachada de piedra. Casi como si ella pudiera irradiar el dolor de todos, menos el suyo propio. ¿Qué viste? Lo que Reed había visto o experimentado había dejado cicatrices profundas, podía verlo, pero algo faltaba. ¿Que no estás diciendo? En las garras de la indecisión, ella luchó con sus opciones, queriendo calmar el dolor de Reed, y delegar el suya propio. La empatía que siempre había sentido al dolor de los demás le había dejado vulnerable a Reed, y podía sentir las lágrimas calientes de la ira, luchando por la liberación mientras su cuerpo peleaba para expresar emociones que Reed no haría. La necesidad de moverse la había abandonado como consecuencia de su necesidad de ser sostenida, y Jae se preguntó si Reed sentiría lo mismo. Puedo decirle con mi tacto, lo que no puedo decir con palabras? Está preparada para eso? Nuevamente se formó un nudo en su garganta y una gran lágrima cayó desde el rabillo de su ojo. Lo sola que debe haberse sentido... debe sentirse. Reed parecía catatónica y el fuego había desaparecido de sus ojos. Ni siquiera el fantasma del dolor se mostró, tan profundamente se había retirado de la estancia. No había ningún destello de reconocimiento o indirecta de conciencia como Jae cautelosamente trepo en la cama. "Reed", susurró en voz baja. Era una pequeña ventana de la agonía que Reed debe haber experimentado esperando a que Rio despertara, impotente para acelerar el proceso y no poder llegar a través de la cortina oscura que los separaba. Pero incluso en la oscuridad Riordan tenía a Reed. Reed había tenido... a nadie. Con eso, las lágrimas que

había estado conteniendo 539

encontraron la liberación,



involuntariamente desencadenaron una mezcla de rabia e inutilidad; pues no había nada que pudiera hacer, nadie a quien castigar. Nada, excepto para estar allí. "Reed", lo intentó de nuevo, esta vez llevando una mano para enroscarse alrededor de una de Reed. Dejó que su pulgar trazara pequeños círculos sobre la piel, cuidadosamente, tratando de llamar a su amiga de vuelta. Inesperadamente, un fragmento de una canción de Melissa Etheridge bailó a través de sus pensamientos, una coincidencia extrañamente apropiada para lo que sentía. Sé que tu corazón ha celebrado su propio miedo. Es perfectamente claro lo que te hicieron. En mi corazón, es tu grito el que escucho. No voy a dejar que ellos se acerquen, ya que mi amor te conoce. Había oído a Reed gritar en la noche, sintió el miedo en el golpeteo frenético del pulso de la actriz, pero esta calma la aterrorizaba más. ¡Haz algo! Cualquier cosa. Ella necesita saber que esta vez, no está sola. "Estoy aquí Reed." Jae cambió de posición ligeramente, moviéndose más cerca. "Te tengo." Tragando su miedo, se preparó para retroceder al instante, Jae trajo sus cuerpos en contacto. "Te tengo." Una vez más deseaba algo inteligente que decir, alguna forma de triturar la niebla, pero nada le vino a la mente, y se esforzó en continuar, luchando contra su propia fatiga y la sobrecarga. El cuerpo permaneció rígido en sus brazos, como si aún no la reconociera, y Jae se sentó. No voy a ser muy divertida para tratar en la mañana. No sin una infusión de cafeína, de todos modos. Se movió de nuevo para deshacer la formación de un calambre en la pierna y cogió una bocanada de su propio sudor. Solo ese olor debería traer a Reed devuelta. Necesito una ducha o dos. Por no hablar de una buena comida. Probablemente ambas podríamos aprovechar una buena comida, y un largo baño caliente. Oh ... bueno, nena. "Hey. Reed. Voy a preparar un baño caliente. Quiero que te pongas de pie, ¿de acuerdo? Vamos Eeyore, levántate." Jae se levantó y continuó hablando, tratando de 540



sacudirla, el apodo fue otro intento de poner un alto en su ensimismamiento. "Por supuesto que podría simplemente ponerte de pie en la ducha y abrir el agua - Dudo que te dieras cuenta." "Lo haría." Sobresaltada, Jae casi choco en el marco de la puerta, apenas evitando hacerse puré la nariz con la moldura de madera. ¡Sí!, Gracias al cielo. Enterró la euforia bajo una tomadura de pelo. "Bueno, no es como si pudiéramos probar esa teoría ahora." Los grifos giraron fácilmente en sus manos, y dejó que el agua llenara la bañera grande de porcelana. Era un hotel antiguo, decorado como lo habría sido en los años treinta, pero, reflejaba a Jae, había algo que decir para la decoración de época. "Me encantan estas enormes bañeras antiguas." "Tenemos una con patas en casa." El tono de Reed seguía siendo plano, y sus movimientos eran espasmódicos, casi mecánicos. Haciendo una pausa por un momento, estudió a la actriz. Hora de retroceder. Deja que ella se calme. El suicidio no era el estilo de Reed, por lo que ella se enderezó y se estiró con indiferencia, ocultando su alivio en el movimiento. "Mientras que tomas un baño y sacas algo de ropa limpia, voy a ir alrededor por un poco de comida. No sé tú, pero entre todo el viaje y las zonas horarias, me muero de hambre." Su estómago gruñó, puntuando la declaración con la verdad. "Cualquier preferencia?" Un movimiento negativo de la cabeza era la única respuesta. Jae tomó una toalla grande de la parrilla y la puso sobre el mostrador. El agua estaba cerca de desbordarse, por lo que llegó más allá de una Reed ajena y cerro el flujo. "No vas a ahogarte mientras estoy fuera, ¿verdad?" "No." ". Bien, porque me gustaría un baño también, y yo realmente no quiero tener que mover tu cuerpo fuera del camino para hacerlo -. O esperar el informe de la policía" Fue un 541



poco por el lado morboso, pero esperaba que lo absurdo y la irreverencia romperían el estado de ánimo, y permitirían a Reed a recuperarse. "Volveré incluso antes de que te des cuenta que me he ido." Se dio la vuelta y salió de la habitación, agarrando su bolso y las llaves en el mostrador cercano a la puerta. "¿Jae?" Sostuvo la puerta entreabierta, mirando hacia atrás por encima del hombro. "¿Umm?" "Lo sé." A continuación, la actriz se dio la vuelta, levantando su camiseta antes de dejarla caer al suelo. Al salir de la habitación, Jae cerró la puerta con fuerza, y luego se apoyó en su peso sólido. En dos palabras, el dolor y la angustia de las últimas horas se han comprado y pagado. A un precio de ganga.

Capítulo 52

El agua no estaba lo suficientemente caliente. Nunca podría ser lo suficientemente caliente. Reed se hundió debajo de la superficie, dejando que el líquido humeante llenara sus ojos y oídos. Bajo el agua, el mundo desapareció, no había lugares de interés, no había sonidos. Sólo existía la suave presión de la bañera y un ligero frío al reunirse la piel expuesta con el aire, recordándole el espacio más allá de los estrechos confines. El calor empezó a filtrarse a través de sus poros y bebió de él, dejándolo a aliviar los nudos de su espalda. Una ducha rápida en la habitación de Rio se había hecho cargo de la evidencia de su viaje, pero no había hecho mucho para rejuvenecer los músculos fatigados. Y el baño estaba consiguiendo al menos eso. A pesar de que los músculos se relajaron un poco su mente seguía bailando al borde de los recuerdos, aumentando su ansiedad. Era imposible que permanecieran sumergidos. El agua escocia y

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quemaba sus ojos si los dejaba abiertos. Cerrándolos trajo la oscuridad, y la oscuridad trajo una tracción fresca a los recuerdos ya no bloqueados en el pasado. Mecánicamente, se enjabonó el jabón. Burbujas grandes cayeron en el agua y las veía balancearse a lo largo. La barra de jabón se deslizó de sus manos, sumergiéndose al inferior de la bañera. Reed se quedó mirando el jabón, paralizada, la espuma aun goteaba de sus dedos y flotaba en las corrientes impulsadas por el agua caliente. "¿Puedo quedarme aquí con ustedes?" "No esta noche, Will." "Por favor, Ree?" Casi se rindió, pero Michelle puso los ojos, y con ganas de agradar a la niña mayor, Reed se mantuvo firme. "Michelle y yo queremos hablar ... cosas de chicas." Parecía a punto de llorar, pero asintió con la cabeza. "Voy a venir a

leerte un poco más del 'El Principito', mañana por la noche, ¿de

acuerdo?" Pero no había habido un mañana por la noche. Reed apretó los ojos con fuerza, intentando aislarse de las imágenes. Los ojos de Will se cerraron con fuerza y tragó una vez. "¿Lo Prometes?" "Sí Chico. Lo prometo. Ahora sal de aquí antes que te haga cosquillas." Corrió hacia la puerta, caricaturescamente. "Lo que un bebé. ¿Cómo es que tú lo consientes?" "No lo hago." "Claro que sí, Reed. Vi que le diste tu postre, y sé que le lees casi todas las noches." Mirando la puerta, ella respondió con ligereza, "¿Celosa?" "Tal vez." 543



Ojos marrones intensos se enfocaron fuertemente en los de ella y Reed desvió la mirada rápidamente. "Bueno, si realmente quieres escuchar 'El Principito', podrías ir a buscarlo." "Tengo una idea mejor. ¿Hambrienta?" "¿Un poco, por qué?" Michelle le devolvió la sonrisa. "¿Qué dices si volamos de este lugar? Incluso te invito un refresco." "¿Y si nos pillan?" "No lo harán. Y sabes tan bien como yo que nadie va a comprobar por nosotras. Ahora estas en el juego o no?" "Estoy dentro." Nerviosa, ella siguió a Michelle, emocionada por la idea de escapar durante un par de horas. La noche transcurrió en una neblina inducida por el azúcar y la pizza, el paso del tiempo marcado solamente por los vasos vacíos y cajas de cartón desechadas. Ahogando una risita, Reed se arrastró en la ventana detrás de su compañera, su altura dándole una ventaja sobre la más pequeña de Michelle, quien estaba desenredándose a sí misma de la colcha. Ella miró por encima. Michelle había dejado de reír y en su lugar estaba mirándola solemnemente. "Necesito irme." El estómago de Reed se sintió mareado, la comida chatarra no se asentaba. A toda prisa, se levantó y se dirigió a su habitación. Centrada en la tensión nerviosa que había invadido su noche ella no estaba prestando atención a su entorno y colisionó con otra persona. La euforia que quedaba en ella en la noche de libertad huyó al reconocer al cura dejando el cuarto de Will.

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Ojos claros rematados por una mata de pelo rubio se clavaron en los de ella, y ella tragó saliva, el miedo volteo los alimentos por digerir en el estómago. "Fuera después de la hora? No podemos tener niños aquí que no puedan seguir las reglas. Por supuesto...." Él dejo que las palabras colgando, cerrando la puerta de Will detrás de él. El mensaje era claro; su silencio a cambio del suyo. "¿Me has entendido, Reed o estás ansiosa de probar la vida en las calles? Hmm?" "No, padre Javier." "Eres una chica inteligente, Reed. Lo suficientemente inteligente como para saber que las niñas que se cuelan después de las horas fijadas no tienen mucha credibilidad." Sus palabras aceitosas se vertieron sobre ella, dejándola sucia. "Ahora ve a tu cuarto." "Si padre." Ella quería ver cómo estaba Will, pero no se atrevió, acurrucándose sola en su cama durante toda la noche.

Fue una decisión que aún la perseguía. Entonces, como ahora, ninguna cantidad de agua trajo la absolución de una promesa que no había sido capaz de mantener y otra despedida que ella no había sido capaz de decir. Lágrimas ardientes se deslizaron por sus mejillas, cayendo en el agua, pequeñas salpicaduras de la ducha regándose en el pecho helado del agua ya enfriada. El pomo de la puerta chilló, y ella se encogió contra la porcelana, su turno llegando a su fin. Jae tomo a tientas el picaporte, haciendo malabares con las llaves por un lado, y la bolsa de comida chatarra en el otro. "¿Reed?" En el momento en que la puerta se abrió, el sonido del llanto se filtró a través de ella. Torpemente ella se quedó atrás, sin querer entrometerse en el dolor privado. "No."

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La suplica fue ahogada, y la desesperación que llevaba la galvanizo. "¿Reed?" La actriz estaba acurrucada contra el borde de la bañera, con los brazos envueltos protectoramente alrededor de su torso, las piernas dobladas debajo de su cuerpo. Ella se ve tan pequeña. Pero lo que impacto a Jae era el tinte azulado en los labios de Reed. Moviéndose lentamente, se arrodilló junto a la bañera. "Tienes que salir antes de congelarte hasta la muerte." Al alcanzar por el tapón, no estaba preparada para el muro de líquido helado que empapo su frente mientras Reed retrocedía ante la intrusión, y ella aborto el intento. De acuerdo... así que tal vez dejándola sola no era tan buena idea. Había querido darle a Reed privacidad y espacio, pero era obvio que Reed seguía encerrada en cualquier recuerdo que su conversación anterior había provocado. El agua seguía escurriendo, y Jae pudo ver la piel de gallina progresando a lo largo de la piel de la actriz como el aire golpeaba la carne refrigerada. ¿Qué hicieron contigo? Jae se dio cuenta de que nunca podría saber, que Reed muy posiblemente nunca le diría, pero su imaginación llenaba los detalles, creando escenario tras escenario, cada uno más terrible que el anterior. Reed no hizo ningún otro movimiento para salir, las lágrimas cayendo con más furia de lo que habían sido. La actriz continuó temblando pero era la expresión de su rostro que casi le arrancó el corazón a Jae. Sin pensarlo, se levantó y se metió en la bañera grande, jadeando en voz alta en el choque del agua fría absorbido a través de sus pantalones y calcetines. Jae se armó de valor para el enfriamiento por venir, mientras doblaba su cuerpo delante de Reed. ¡Santo cielo ... esta agua está helada! La piel de gallina propia se formó bajo sus ropas empapadas y en la parte posterior de los brazos. Reed la miraba en estado de shock, con los ojos muy abiertos. Fingiendo no darse cuenta, Jae poso su mano detrás de su espalda y tanteo una vez más por el tapón, esta vez tirando de él. A medida que el agua fría se drenaba, giró el

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grifo del agua caliente al máximo, agradeciendo el beneficio adicional del suministro de agua ilimitado en los hoteles. "¿Qué estás haciendo?" Jae alzó la vista. "Recargando la bañera." "¿Qué haces en la bañera con la ropa puesta?" "Haciéndote compañía". "Oh." Tomando la oportunidad, Jae se deslizó hacia adelante, colocando una pierna fuera del cuerpo de Reed y envolvió un brazo alrededor de un hombro desnudo, por lo que la cabeza de la actriz entro en contacto con su sudadera húmeda. "Parece que puedes necesitar un abrazo." Por un momento hubo resistencia, luego Jae sintió una de las manos de Reed enrollarse en la tela de su sudadera, girándola bajo su agarre, los sollozos comenzaron de nuevo. "Sea lo que sea, no puede hacerte daño nunca más." "¿Lo prometes?" A punto de prometérselo, Jae vaciló. "No puedo prometer eso para ti, sólo tú puedes hacer eso. Pero puedo prometer estar aquí si alguna vez quieres hablar de ello. Y puedo prometer estar aquí, incluso si tu no lo quieres." Reed no respondió verbalmente, pero parecía ceder, liberando algo de la emoción reprimida. Estaba de regreso. Jae no estaba del todo segura de cómo, pero de alguna manera, a pesar de los problemas que aún quedaban por hablar, habían recobrado la confianza que las uniera tan estrechamente en Orlando. "Muchas gracias", susurró, sin intención de hablarlo en voz alta. 547



"¿Por qué?" La voz de Reed era más fuerte ahora, no sonando tan lejana. "Esto." Reed se hizo un poco hacia atrás, los ojos azules satisfaciendo los suyos a través del brillo de las lágrimas frescas. "Por hacer que te sentaras con la ropa puesta en una bañera llena de agua tibia?" "Sí", respondió Jae. Felizmente, se echó hacia atrás, con cuidado para evitar los grifos, llevando a Reed con ella, hasta que las dos fueron más cómodas. "Por ser una razón suficiente para conseguirme, en una tina de agua helada a las tres de la mañana, con la ropa puesta, seriamente congelada hasta los huesos." "Oh." Reed se detuvo un momento, como si estuviera digiriendo las palabras. "De nada."

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El agua fue una vez más helada y, atrapada en su ropa mojada, ella comenzó a temblar. El cuerpo acurrucado contra ella finalmente se había calmado, lo que la hizo recordar a la iguana de su prima de Sarah. Sólo había sido posible manejar al reptil en un estado letárgico. Ahora esa era una comparación halagadora. Jae deseaba poder decir si la quietud de la actriz era la respuesta de su retorno a la normalidad o si esta era impulsada por algo más oscuro. Su propia necesidad de moverse se mitigaba por el suavemente repetitivo pelo húmedo de Reed, ella continuó sosteniendo a su amiga. "Tus raíces se están mostrando." Un cuarto de pulgada de color marrón era visible a lo largo de la parte central, y Jae tocó con las yemas de los dedos la evidencia reveladora de que el color del pelo de Dar era cortesía de L'Oréal, no el natural de la actriz que la interpretaba. El dorso de los dedos de Reed tocó su mejilla, presionando suavemente contra la piel fría. "Y tú estás congelándote."

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"Un poco", admitió. Sin más preámbulos, Reed desenrolló su cuerpo desde la posición retorcida que había estado sentada y se paró, dando un paso rápidamente fuera de la bañera. Renunciando a una toalla para sí misma, la actriz extendió una gran toalla blanca frente a ella. "Aquí." Jae vaciló, luego se levantó y empezó a quitarse las ropas empapadas. Tan pronto como salió de la bañera, Reed le entregó una toalla y cojeó lentamente de la habitación. Ella esperó un minuto para dar a la otra mujer el tiempo para encontrar algo de ropa, antes de seguirla. "No vas mucho por la variedad en el guardarropa, ¿verdad?" Reed levantó un par de suéteres idénticos. "Siendo de Los Ángeles, no tengo mucha ropa adecuada para el otoño en el este. Compré tres de todo lo que quedaba. No había tiempo para enviar a Cait." "Waters compra tu ropa?" Jae atrapo la camisa que Reed arrojo en su dirección. "No me gusta ir de compras, le encanta. Funciona para las dos." "Ya veo." Había una pregunta no dicha detrás de la declaración, y Jae suspiro. Y ahora comienza. Estaba acostumbrada a esta parte de estar fuera. Todas sus relaciones con otras mujeres estaban ahora bajo sospecha, vistas a través del filtro de su sexualidad. "La respuesta es no. ¿Y cuántas de esas que me has robado?" Reed estaba tirando otra de las sudaderas de la Armada por su cabeza. "Cuatro." Acomodó la sudadera en su lugar y recogió su cabello fuera del cuello. "Necesitamos filmar, ya sabes." Al terminar de vestirse, Jae agarró la bolsa de las compras del piso donde habían sido arrojadas sin contemplaciones. "Sólo estoy haciendo que se vean menos nuevas. ¿Alguna vez?" 549



"No." El paquete de cereales le dio algo en que ocupar sus manos mientras pensaba. Podría dejar las cosas así. Pero tal vez ella necesitaba saber que no todo era sobre sexo. "Decidimos que si bien podría ser divertido, nuestra relación de trabajo y amistad eran más valiosa. Eso fue hace más de cinco años." Los Froot Loops volaron fuera de la envoltura de celofán y aterrizaron en la cama. Ella sonrió tímidamente. "Esos son para Rio." "Co-rrecto". "Lo son." Jae tiró a Reed una caja de Special K. "Mis relaciones no se definen por mi sexualidad. Tampoco lo son mis intereses, creencias políticas o los shows que veo en la televisión. Hay más de mí de con quien elijo dormir." "¿Cómo es que no puedo tener los Frosted Flakes?" Reed se quejó, imitando a su personaje. Jae le siguió la corriente, suministrando la línea siguiente. "Esos son tan malos para ti." Una de las pequeñas cajas azules fue robada de la envoltura. "¿Qué son?" Reed levantó un paquete de cuencos de poliestireno. "El cereal." Miró a Reed, desconcertada por lo que pareció una respuesta obvia. "¿Dónde está la diversión en eso? Es tu propio tazón de cereales." La actriz deslizó la uña del pulgar en la parte delantera de la caja y la abrió, el papel de cera siguió después. "Sólo tienes que añadir la leche." "Déjame adivinar. Apuesto a que en realidad puedes abrir la cena Kraft presionando sobre las perforaciones también." "Sí." Reed salpicó leche en su tazón improvisado y excavo con una cuchara de plástico. "Así que estamos bien?" Jae soltó la pregunta antes de que pudiera acobardarse y dejar que el ambiente relajado la distrajera. Las cosas se sentían bien, pero Jae 550



necesitaba estar segura. Mientras esperaba una respuesta perdió el balón con la caja, que se negaba a transformarse en un tazón. "Dame eso." En cuestión de segundos la caja estaba abierta y lista para la leche. "Si quieres decir lo que escribiste en tu nota... entonces sí. Estamos bien." ¿Mi nota? Entonces recordó. ¿Ella lo leyó? Jae realmente no había esperado que lo leyera. "Lo digo en serio." Reed asintió y continuó picando su cereal. Parecía que el último obstáculo había sido saltado y Jae excavo en los Corn Flakes con gusto. "¿Y eso es todo lo que quieres de mí? ¿Mi amistad?" Los copos se volvieron aserrín en su boca, y sólo las charlas incesantes de su madre sobre el decoro le impedían escupirlos de nuevo en el recipiente improvisado. Sería tan fácil simplemente no decir nada en absoluto. Dejarlo pasar, y dejar que la atracción muriera sin acuse de recibo. El tiempo se encargaría de ella, como lo había hecho con Cait y otras. Reed no era Cait. "¿Está segura que deseas la respuesta?" "No más mentiras entre nosotras, Jae." Ella sabe. Jae inhalo, y luego, dejo salir el aire lentamente, calculando las referencias de sus pensamientos, con miedo de que ella consiguiera una sola oportunidad de explicarse. Un paso en falso aquí y el baile terminaría - la construcción de puentes minuciosos de las últimas horas barridas bajo la probable renovación de la desconfianza. "Eso es todo lo que quiero. ¿Podría ser feliz con más? No sé. Sé que depende de nosotras para definir cómo funciona nuestra relación. Hacemos las opciones." "¿Y cómo lo definirías?" Jae comenzó a responder luego se detuvo. "No." "¿No?" 551



"No. No esta vez. No estoy tomando toda la responsabilidad de esto." Jae pasó las piernas en el espacio entre las dos camas y se inclinó un poco hacia delante. Sus palmas estaban sudando un poco y ella las froto a través de sus pantalones. Ah eso fue brillante. Empujarla. Era un punto importante, y mantuvo un freno en la chispa de ira. "He pasado dos semanas atada en nudos, e incluso antes de eso, secundando adivinando todo. Pero ¿sabes qué? No todo es de un solo lado. No se trata sólo de lo que quiero y lo que siento, o de que yo era gay . Es de dos caras, y es hora de que recojas la tuya ". "¿Quieres que establezca los límites?" Las barreras entre ellas estaban abajo, y Jae sentía que si iban a ser capaces de hablar honestamente acerca de esto, tenía que suceder esta noche, antes de que el mundo exterior irrumpiera de nuevo. "No, Reed. Quiero que las propongamos. Juntas." Volvió a respirar profundamente y luego soltó las siguientes palabras. "Y esta cosa" no más mentiras 'funciona en ambos sentidos." Por un segundo Jae pensó que había ido demasiado lejos. Una grieta dividía el pesado silencio, y la cuchara de plástico blanco con que Reed había estado comiendo se partió en dos, dejando caer las piezas en la colcha. "Mi vida es una serie de mentiras que van de uno a otro;. Cada uno es real mientras estoy allí, sólo para ser sustituida por el siguiente papel, a la próxima mentira. Hace diez años yo era una asesina, después de eso una científica de investigación, a continuación, un agente de la DEA. Hoy soy la vicepresidente lesbiana de una corporación multinacional. Nada de esto es real”. Jae se mordió la lengua, y esperó a que la actriz diera el contexto para su confuso discurso. "No sé cuánto de lo que ha ocurrido soy yo, y cual es Dar. ¿Me ha gustado besarte? Sí. Pero yo no voy a hacerlo de nuevo, y eso es un límite que vas a tener que aceptar."

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"Estamos jugando con fuego, ¿verdad?" La inesperada confesión dejó a Jae ligeramente tambaleante. Las cosas no eran todas de un solo lado, después de todo. "Tal vez. Pero eres la que dijo que dependía de nosotras para definir nuestra relación y que las opciones eran nuestras." "Los abrazos están todavía bien, ¿verdad?" Reed se rió. "Al igual que podría detenerte. Los cortes de pelo desnuda tienen que irse, sin embargo." Era su turno de reír, y ella tomó otra cucharada del cereal ahora empapado. "Tengo curiosidad por una cosa." Reed saco una nueva cuchara de la bolsa, un par se derramaron en el suelo. Jae hablo entre dientes alrededor de su boca llena de cereal. "¿Que sería eso?" "¿Cómo es que estás sola?" "Curiosa esta noche, ¿verdad? Ellas siguen botándome. Probablemente porque yo no soy la más considerada de las novias. Tiendo a poner mi trabajo por delante de mi vida amorosa. En pocas palabras, me han dicho que soy una pésima novia”. Ella se sintió obligada a explicarse, pero no podía pensar en otra cosa que decir y se fue por el lado humorístico en su lugar. "Así que es una buena cosa que tú y yo sólo seamos amigas. Vamos a durar más tiempo." "Ah." Jae alzó la cabeza, incapaz de decir exactamente lo que 'ah' significaba. Así, dio un giro en el juego. "¿Que pasa contigo?" Reed se rió. "No tengo una novia porque yo no quiero una." "Sabihonda." "Sí. Pero yo soy tu sabihonda." Otra pieza de normalidad cayo en su lugar entre ellas.

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"Quiero decir - ¿por qué estás sola?" Reed se quedó en silencio, mirando una vez más en algún momento sobre el hombro de Jae. "Lo siento. No tienes que decirme. No es asunto mío." "Está bien. Nunca nadie me pregunto eso antes. Ni siquiera Heidi". La actriz hizo una pausa. "Excepto los medios de comunicación, por supuesto. Pero ellos no cuentan." "Y apuesto a que no has respondido a cualquiera." "Estas equivocada. Pero ellos no podían imprimir la respuesta que he dado." "Eres tan mala." "Se alimentan de eso, sin embargo. Se adapta a la imagen, mantiene viva la leyenda." El reloj dio la vuelta, el doble cero cayendo en su lugar con un suave clic. "Vamos Tigger. Soy sensible a las charlas, y es hora de volver." Jae se levantó de la cama y se estiró, un bostezo escapo involuntariamente. "Puedo tomar un taxi de regreso. Es necesario que duermas un poco." "Más tarde. A menos que no me quieras allí." No hubo pausa. "No, yo podría utilizar la compañía. ¿Puedo pedirte un favor?" "Sí." Le entregó las muletas, sorprendida de lo mucho que la movilidad de Reed había mejorado durante las últimas horas. "Trae tu guitarra?" "Claro. No hay problema." Llamó para el coche y se dirigió hacia el ascensor. Jae llevó su guitarra, el maletín de lona colgaba sobre un hombro. "Hey, Reed." 554



"¿Qué?" Habían entrado en el vestíbulo y el ruido sordo de las muletas producían un eco extraño en el espacio de pocos muebles. "Rio puede mantener la sudadera. Tú también. Sólo sálvame una." Eso consiguió una risa complacida. Jae le devolvió la sonrisa y abrió la puerta de cristal, sin preparación para el resplandor de flashes que surgieron de la oscuridad más allá de la marquesina. "Whoa". "Mierda." El criado abrió las puertas del coche y se sumergió rápidamente en el interior, otro improperio escapo de Reed cuando sus muletas se atraparon en la puerta. "Supongo que las estrellas de cine son una gran noticia en Bangor." "Oh, no lo sé. Es tu hotel, no el mío." "Es así." Ella sacudió su cabeza. "¡Qué manera de empezar una mañana." Reed miró por encima, dándole un aspecto gracioso. "Te acostumbraras."

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Jae había ido a tomar un café, y Reed vio la suave subida y bajada del pecho de Rio. Ella no podía poner su dedo sobre por qué exactamente, pero parecía diferente ahora que sabía que sólo estaba durmiendo. De hecho, ella había llegado un par de veces y apoyado la mano contra la franela del pijama, sintiendo el aire levantar su mano mientras sus pulmones se llenaban por su propia cuenta. Había sido una buena noche. Eso era un eufemismo. Ella se echó hacia atrás contra la pared, sin apartar los ojos del niño todavía dormido. Durante toda la noche se sentía

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como un sueño, y por primera vez en todo el tiempo que podía recordar, tenía miedo de despertar. Habían solucionado las cosas. De algún modo. Y en una hora, tal vez menos, Rio podría abrir de nuevo los ojos, sonriéndole y la peor pesadilla de su vida habría terminado. Agotada más allá de la reparación incluso de la cafeína, otro bostezo casi le partió la mandíbula, y se esforzó por mantener los ojos abiertos, ya no era capaz de recurrir a la adrenalina que le había impedido pasar desde que salió de Los Ángeles. "Espero que hayas encontrado espresso". Jae siguió el aroma en la habitación. "Menos cuarto para las cinco de la mañana? Y encontré una máquina expendedora. Hay suficiente azúcar en este chocolate caliente para alimentar un transbordador espacial." Cogió uno de los vasos de cartón, pero el director las mantuvo fuera de su alcance. "Ve a dormir, Reed." "No puedo." "Sí puedes. Prometiste estar aquí cuando se despertara, y lo serás. No trajeron esta cama aquí sólo para que la puedas admirar." Jae se sentó en un extremo y palmeó su regazo. "Abajo." Reed arqueó una ceja. "Vamos. Sabes que lo quieres." Y ella lo hizo. Jae estaba en lo cierto. Ahora que la posibilidad de dormir se había abordado, podía sentir su cuerpo cerrándose. Armó un argumento final. "¿Que pasa contigo?" Jae levantó una almohada y la colocó entre el hombro y la esquina contra la que estaba apoyada. "Duermo mejor sentada. Ahora vamos."

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Reed coloco la otra almohada debajo de la cabeza y estiró las piernas sobre la cama, flexionando con cautela su pierna izquierda para ver si se había tensado. Duele, pero voy a vivir. Los dedos fríos presionaron contra las sienes y ella abrió los ojos, pero Jae no estaba mirando hacia abajo, su atención se centró en cambio en otro lugar. "¿Mejor?" Los dedos de Jae habían comenzado dando vueltas, aliviando un dolor de cabeza que Reed no había sido consciente que había tenido. "Sí." Y eso lo hizo. No sólo el dolor de cabeza tampoco. Reed cerró los ojos y se dejó guiar al ritmo suave hacia el sueño. "Noches Jae," murmuró. "Buenas Noches Roo." La voz de Jae había crecido indistinta, y no estaba segura de sí era una consecuencia de caer lejos de la vigilia, si el director también fue a la deriva, o ambos. Finalmente, se decidió que no importaba y se entregó a las últimas gotas de la noche.

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PARTE 10

Capítulo 53

Allí estaba otra vez. Jae parpadeó y trató de borrar el punto negro brillante flotando en sus ojos. Luego otro. Los destellos la dejaron un poco desorientada y se detuvo en su camino por las escaleras en la casa que estaban filmando, con miedo de que ella se cayera. Fue constante, la prensa y los medios eran implacables en su búsqueda de lo que percibían como una verdad oculta o escándalo. "Sra. Cavanaugh, ¿por qué ha cambiado de repente las locaciones?" Jae se basó en una de las respuestas existentes previstas por el publicista del estudio. "No es un gran misterio - no hay nieve en Michigan aun, ahora, si me disculpan.". A fin de cuentas, eso salió mucho más cordialmente de lo esperado, dado su nivel de frustración siendo actualmente seguida en los alrededores. Otra ronda de destellos se disparó, obligándola a parpadear de nuevo para conservar su equilibrio y su vista. El pasamano impidió su caída y la guio por las escaleras. Es una pena que no pudiera evitarlos después. Eran sin piedad y Jae había visto, en fascinante morbo, ya que los más pequeños detalles de su vida fueron revelados a lo largo de los Estados Unidos. La relevancia no era... relevante. Todo, desde las boletas de calificaciones de cuarto grado hasta el número de cuerdas de guitarra que rompió durante su última serie había salido a la superficie. Estoy aprendiendo cosas sobre mí misma que yo no conocía. Su sentido del humor era todo lo que se interponía entre ella y un grito. Al estilo de Edvard Munch. Chambers estaba comiendo esto, y como resultado no fue de ayuda en absoluto para tratar con los rumores, eligiendo en su lugar para ser enigmático, ni confirmar o negar el

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conocimiento previo de su sexualidad o los pecadillos de Reed. Jae hizo caso omiso del hombre de la cámara arrastrándose tras ella y se dirigió a su coche. Había perdido una pregunta, pero en realidad no importaba - eso sería otra pregunta sin respuesta. No importaba cómo ella respondió - un sí o un no - de cualquier manera les daba algo. Por fin había aprendido a ignorar ese tipo de preguntas, a pesar de que no había disuadido a los reporteros de formularlas. Creo que la esperanza es eterna. La sonrisa irónica fue sustituida por una genuina sonrisa mientras miraba esperando por una carrocería familiar escondiéndose detrás del coche de alquiler. Fue otro día de descanso para la actriz y ella no esperaba ver a Reed hasta más tarde, pero no podía dejar de mirar. Correcto. Asumiendo que pudiera colarse en el hospital otra vez. Bonnie y Clyde atacan de nuevo. ¿O era el gordo y el flaco? Thelma y Louise... No, ellos murieron. Dos nombres más se colaron en su conciencia. Dar y Kerry? Así pues, no era como si no pudiera desempeñar el papel – lo había ensayado con Reed suficientemente. "Eso es un sí o un no, Sra. Cavanaugh?" El buen humor del recuerdo se desvaneció con la interrupción. "Eso sería un" sin comentarios "." Los solitarios fueron los peores. En un grupo usualmente se comprobaban y equilibraban entre sí - no de cualquier restricción social, sino más bien para evitar ser pinchados. Pensé que nunca iba a perder la manada que nos detuvo la semana pasada. "¿Sabe la Sra Lewis acerca de su continua asociación con Rebecca Devereaux? Los registros telefónicos de sus hoteles muestran varias llamadas a un número que aparece como de ella junto con llamadas a finales de la noche a Reed Lewis." "Dije, y cito," sin comentarios "." Jae dejo que el portazo de la puerta del coche remarcara el sentimiento. Mis registros telefónicos? Están comprobando mis registros telefónicos? Esta vez no fueron los flashes de las cámaras quien la dejaron incapaz de concentrarse. 559



Sus ojos ardían mientras luchaba contra las lágrimas y maniobro su coche fuera del aparcamiento hacia la I95 y Bangor. Jae ajusto la bata y se guardó los pantalones de chándal y una camisa en su mochila, fuera de la vista. Los reporteros no pudieron hacer frente a ella cuando corría, y las orillas ásperas de la Penobscot les impidieron seguirla de cualquier otra manera. Eso no había sido realmente tan malo. La complacencia en las carreras a finales de la tarde le habían dado un poco de espacio para pensar y la obligó nuevamente en un régimen de ejercicio semi-regular lo que hizo las largas horas de rodaje más fáciles para su cuerpo. Dio un último vistazo a su reflejo en el cristal de la puerta, tirando de su gorra de béisbol hacia bajo sobre la frente en una buena medida. Lo suficientemente cerca del cambio de turno... espero. EMMC no parecía tan acogedor como de costumbre, y por primera vez desde su llegada, Jae temía entrar en el hospital, con miedo de que hoy sería el día en que quedara atrapada y el secreto que había pasado semanas manteniendo estaría fuera. Una bola de tensión se instaló en su estómago y podía sentir más lágrimas comenzar a formarse. Obtén el control, Nena. Reed no necesita tenerte desmoronada ahora. Yo no me necesito ahora en ruinas. Una respiración profunda y fue a través de las puertas y en el amplio hall de entrada - congestionado de los pacientes, el personal y los visitantes. Con la gorra de béisbol aún calada, se arrastró hacia el fondo de la multitud que se derramaba desde el vestíbulo afelpado dentro de la entrada principal y bloqueaba cualquier salida posible. El nudo en ella medio se desenrollo al pasar desapercibida entre la multitud, omitiendo su incursión habitual en la tienda de regalos, en dirección al ascensor y al octavo piso. Pediatría fue relativamente tranquila, muchos de los niños comiendo o durmiendo, el ping constante de la maquinaria en sustitución de la risa a veces sorprendentemente ruidosa que a menudo sonó por los pasillos. Al principio había odiado los sonidos de los respiradores y máquinas del corazón, pero ahora les encontró reconfortantes. Cada ping, cada pitido significaba que un niño estaba vivo. 560



Los pitidos de la habitación de Rio fueron constantes y regulares, la prueba auditiva que había llegado a través de su segunda cirugía en buena forma. Jae golpeó suavemente a la puerta. "¿Puedo entrar?" "Por supuesto." Sus ojos no se apartaban de la pequeña televisión montada sobre su cama, pero él se movió ligeramente por encima, dejándole espacio. Se arrastró hacia el espacio vacío, dando rienda suelta al placer culpable de un tiempo de descanso, y de repente el día no parecía tan malo. Los problemas de producción se desvanecieron un poco mientras observaba las travesuras sin sentido de Pinky y Cerebro. Los episodios de Rugrats que siguieron fueron casi dolorosos de ver, pero ella disfrutaba de la alegría descarada de Rio, en la venganza de Tommy en Angélica. Se retorció más cerca y le dejó acurrucarse contra ella, apoyando su peso, dejando vagar la mente. Fue un regalo inesperado, fue confiada, no sólo con los secretos de Reed, pero con su hijo. Jae le revolvió el pelo, los rizos oscuros cayendo de forma natural en su lugar, y le dio un pequeño abrazo, evitando cualquier zona blanda. "Voy a tomar un refresco - ¿quieres un helado?" Estaba bastante segura de que podía tener uno de esos. "¿Lima?" "Lo tienes." Se tomó unos minutos para encontrar una enfermera, y un poco más para localizar un helado de limón. Voces emanaban de la sala, y acelero, sintiendo que algo no estaba bien. "Ella es una amiga de mi mamá." "Oh, y quién es tu madre?" La pregunta se hizo casualmente y Rio comenzó a responder. "Sal." Jae no sabía ni le importaba quién era el hombre. La cámara fue suficiente para señalar las malas noticias.

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La luz brillante explotó en la habitación como el flash se disparó y otra fotografía fue tomada. No se detuvo a pensar en ello, solo llego por la cámara. Un puño conecto con el lado de su cabeza y oyó el gesto de dolor del hombre, los nudillos menos sólidos que su cráneo. Jae oyó el crujido suave antes de sentir el hueso nasal ceder bajo su puño. El reportero se desplomó en el suelo, con una mano sobre la nariz, la otro soportando su peso. Aun así en piloto automático, abrió la parte posterior de la cámara y saco la película, arrojándola al periodista. "Perra". La sangre manchaba la parte delantera de su chaleco, moteando contra la lana de color amarillo. "Veremos cómo desempeñas un cargo de asalto." Un tono ronco ronroneo en silencio desde el interior de la habitación. Jae se volvió hacia el recién llegado, y la realización impactantemente repentina del grave error que había hecho la golpeó con fuerza. La mujer tenía colgando una cámara de una amplia correa negra, su lente sin postigos, y una sonrisa arrogante retorciendo sus rasgos en una expresión de triunfo, un pequeño teléfono celular sujetado sin apretar en la otra mano. "Jae?" preguntó Rio, el miedo y la confusión en su cara inocente. "Está bien, cariño. ¿Puedes pulsar el timbre para mí?" Si localizaba a la enfermera, entonces la seguridad seguiría y ella podría conseguir a la prensa de aquí y ganar algo de tiempo. "Buena idea. Después de todo, puede que no tengan una historia con los puntos de la trama. Y qué historia es demasiada. Sra Chuchería en dos zapatos pierde. Y no puedo esperar para hacer eso del conocimiento de la madre de este joven."

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Jae quería borrar el aspecto meloso de la cara de la mujer, cerca de decidir que si estuviera a punto de colgar - que bien podría ser capaz de robar todo el rebaño en lugar de sólo un cordero. "¿Golpeaste a Rebecca Deveraux también? Ese es un temperamento el que tienes ahí." Ella estaba siendo incitada, con la única intención de obligarla a reaccionar. Jae lo sabía, y aún así no le impidió responder a las burlas. "No. Nunca la golpeé." Sólo después de que las palabras salieran, se dio cuenta de que había proporcionado la primera confirmación oficial de su relación con Becky. Esto comenzaba a desenredarse, las largas semanas tejidas cuidadosamente entre la mentira y la verdad terminaron con un golpe. De todas las veces para perder la calma. Jae se puso a sí misma entre Rio y la compañía no deseada, deseando no ver lo obvio. Reed va a enloquecer. La enfermera del turno apareció en la puerta. "Que puedo... oh." Ella tuvo la suficiente presencia de ánimo para gritar por la seguridad. "Vas a tener que salir." "Claro. Tenemos lo que vinimos a buscar." La reportera ayudó a su colega a pararse. La nariz ya no estaba derramando sangre fresca en el chaleco amarillo, la mancha roja era ya coagulada, y un olor ligeramente cúprico flotaba en el aire. "Y ¿qué fue eso?" No había ninguna duda de la gélida ira detrás de la pregunta. Fue fascinante de ver. Reed parecía crecer aún más alta y había empequeñecido a la reportera con su sola presencia -incluso si no hubiera tenido varias pulgadas más que la mujer. Sin traer sus cuerpos en contacto, la actriz de alguna manera maniobro a los reporteros fuera de la habitación. La vendimia de Reed, pensó Jae, dándose cuenta de que estaba siendo testigo de una actuación de una de las mejores actrices de Hollywood. Un pequeño golpe hizo temblar el pequeño panel de cristal en la puerta de madera y el material oscuro borró la luz del

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pasillo. O tal vez no lo estaba. Una cosa era segura, se alegraba de no estar en el pasillo.

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"Dame la película." Reed permitió una sonrisa salvaje deslizarse en sus labios, suprimiendo cualquier indicio de calidez de sus ojos. A veces era una ventaja tener ojos claros. "Verifica la realidad, Bebe. Esto no es una película. Y si piensas que sólo te entregaría un trozo de $ 200.000 de película, estás loca." Su choque debe haberse registrado con la reportera, porque la mujer se inclinó hacia delante, pasando a la ofensiva, casi ronroneando. "Traducción: no jodas con mi jefe". Reed empujó a la mujer contra la puerta, haciendo vibrar la ventana. Sólo la presencia de su hijo en el otro lado le impidió repetir el movimiento. "No me jodas." "Ah, ah, ah." La advertencia fue acompañada de un dedo índice meneándose arrogantemente. "No querrás unirte a tu novia en la cárcel, ahora ¿verdad? Asalto criminal no es exactamente material de CV". Se detuvo y sonrió. "Aunque ahora que pienso en ello, puede ser que les dejen compartir habitación." "A juzgar por los nudillos de tu amigo, supongo que el bastardo se lo merecía." El camarógrafo había sido llevado a una habitación al lado de una de las enfermeras, aunque no había ninguna señal de seguridad. Se movió en el interior al espacio personal de la otra mujer, usando su tamaño a su favor. "Y esta es propiedad privada los signos están claramente publicados sobre los visitantes no autorizados, por lo que al menos se uniría a nosotras." El estremecimiento rápido y disminución de la sonrisa de otro modo engreída dijeron que Reed había anotado un golpe, por lo que siguió presionando su ventaja. "Traducción: tu jefe no va a hacer tiempo para ti."

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Hubo un poco de fuego quedando en la reportera, porque ella se movió hacia delante, y Reed dio un paso atrás, retrocediendo ligeramente en respuesta. "No puedes ocultar la verdad para siempre, Sra. Lewis. Y tengo la intención de conseguir por lo que mi jefe paga." La sonrisa que acompañó las palabras carecía de humor, era más una advertencia que cualquier cosa. Haciendo clic en su lugar. Estas personas eran de 'Close'. Al parecer, el tabloide había sido menos que satisfecho sobre las maniobras que habían hecho, y estaban decididos a obtener todos los detalles. "Entonces, ¿quién es el chico? Él es lindo." Seguridad eligió ese instante para llegar, anticipándose a lo que probablemente habría sido una respuesta muy fuerte y muy física por parte de ella. Así las cosas, aun eran muy

cercanas, y Reed dejó caer la mano a su lado, sin causar daño, abriendo y

cerrando el puño con el fin de sacar algo de su ira. Ni siquiera tuvo que tratar con ello. La enfermera que había intervenido inicialmente se materializo en silencio y dirigió al personal de seguridad. Se preguntó dónde el personal había estado, en primer lugar, algo que ella trataría más tarde - con el administrador del hospital si era necesario. En este momento ella sólo quería ver a su hijo. La reportera no habló mientras ella y su compañero de trabajo fueron escoltados fuera del hospital. En cambio, se encontró con los ojos de Reed mientras las puertas del ascensor se abrieron y le mostro su reloj, el mensaje era claro. Era sólo cuestión de tiempo. Reed respiró hondo y abrió la puerta, sintiendo su peso mientras la empujaba a un lado. Jae se había acurrucado en la cama y sostenía a Rio, alisando su cabello mientras lo mecía suavemente. Ella tomó un minuto para estudiar a los dos de ellos. En cierto modo le resultaba casi increíble que el director continuara generado tal interés por parte de la prensa rosa. Pero entonces había sido un año de noticias relativamente lento en Hollywood. Jae había tratado de reírse de ello, pero Reed podía decir que eso había 565



estado llegando últimamente a su amiga, la vigilancia constante sobre una mujer que nunca buscó programas ocultos en las otras personas y por lo tanto no podía imaginar que otros lo buscaran en ella. Si lo que la reportera en la sala había dicho era cierto, era la primera vez que podía recordar a Jae haber perdido el control de lo que a veces parecía una calma sobrenatural. Mirar un objeto, desapercibido, pudo ver que Jae era todo menos tranquila ahora. Las lágrimas eran visibles en la cara de la rubia y era obvio que ella sólo se mantenía a sí misma entera por el bien del niño dormido en sus brazos. No puedo proteger a cualquiera de ellos. Y no puedo elegir. No puedes? Actúa. No te resistas. Los inicios de un dolor de cabeza acompañaron las duras palabras de su voz interior. Los restos de la rabia desde el pasillo colorearon su respuesta interna con un sarcasmo que rara vez devolvía hacia su interior. Correcto ... y la verdad os hará libres? Sí. Si tenía que saber algo acerca de su padre, esto sin duda no era la forma en que quería que sucediera. Y saldría, Reed se dio cuenta. Ellos no lo dejarían ir hasta que supieran todo. Y lo que no pudieran descubrir lo compensarían. Fue sólo un golpe de suerte lo que les había impedido averiguar que ella estaba en el hospital para hacer algo más que escenas de la película. Mejillas manchadas de lágrimas giraron en su dirección, y podía leer la disculpa sin necesidad de que Jae hablara. Había miedo escrito allí también, e instintivamente cruzó la pequeña habitación para envolver sus brazos alrededor de la directora, queriendo calmar el dolor. "Está bien." "¿No estás enojada?" Las palabras fueron vacilantes, casi sin sonar. Su estómago se apretó mientras Reed se dio cuenta de que ella era responsable del miedo nublando los ojos normalmente confiados y brillantes. "No, contigo." Lo que más 566



hería era la conciencia de que el miedo de Jae no estaba fuera de lugar; su comportamiento pasado era más que justificante de su reacción. Ella trazó el cabello suave bajo su mano, haciendo una pausa mientras que encontró una ligera hinchazón justo detrás de un oído delicado. "Así que fue en defensa propia." "No exactamente. Pero obtuve la película." El pedazo de plástico en cuestión todavía yacía arrugado en el suelo donde se había dejado caer. "Lo siento." Reed se dio la vuelta para mirar directamente a su amiga. "No, yo soy la que lo siente. Tú no te mereces esto." "Tampoco tú." Pero eso no era realmente cierto. Eran sus errores y tal vez si hubieran tomado más responsabilidad por ellos, Jae no estaría luciendo un bulto en el lado de la cabeza, o hacer frente a un posible cargo por asalto. Creo que vamos a ver si la verdad es suficiente para al menos hacerte libre, pues estoy segura que no me va a hacer mucho bien. Envolviendo su mano alrededor de una de las más pequeñas de Jae. "Llama a tu amigo Thom. Dile todo." "¡Reed!" Ella puso un dedo en los labios de Jae, suave pero firmemente cortando la protesta. "Es hora." Cuando lo decía, Reed se dio cuenta de que era verdad. Roan estaba muerto, ya no era una amenaza, y la barricada detrás de un muro de silencio en que se había puesto a sí misma le estaba dando aún más poder de lo que merecía. Y tal vez, sólo tal vez, les compraría más paz de lo que esconderse había tenido. "¿Por qué yo?" "Porque necesito decirle a Riordan." "Oh." "¿Por favor?" 567



La aprobación fue dada por un gesto afirmativo, cuando Rio comenzó a moverse, el movimiento y la conversación sacándole del sueño ligero. "Oye chaval. ¿Hambriento?" Los rizos oscuros rebotaron de lado a lado mientras negaba con la cabeza. "Tuve un helado." Reed levantó una ceja, fijando a Jae con una simulada mirada seria. "Y tu madre me acusó de no saber con qué alimentar a los niños." Jae rió, sacudiendo el aire sombrío que había invadido la habitación. "No me culpes - la enfermera dio el visto bueno." Ella se echó a reír por el transcurso de un minuto, y luego se puso seria, la enormidad de la tarea por delante llevándose el humor de la situación, sustituyéndolo por el miedo sólido. Su mano se apretó en apoyo silencioso, y armó una débil sonrisa como Jae se desenredo a sí misma y se levantó. "Voy a estar en mi hotel." "Gracias." Las palabras salieron mucho más formales de lo previsto, pero aún no eran suficientes para expresar lo que quería decir. La mirada y la sonrisa cálida que recibió en respuesta calmaron algo del temor, y la palabra susurrada que siguió hizo lo que quedaba soportable. "Siempre"

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Reed jugó con la manta, y luego se inclinó para dar un beso ligero como una pluma en la frente del niño dormido. Había estado cansado y no estaba segura de si él entendía completamente lo que había estado tratando de decirle. Y cualquier aclaración había sido impedida por la llegada inesperada de Heidi y su abrupta salida, Rio debió haberse dormido durante su inútil esfuerzo por atrapar a su amiga. "Oye." 568



"Hola a ti." Se volvió hacia Geoff, que estaba apoyado en el marco de la puerta llevando una bandeja de comida, y un café caliente, en la mano. "Veo que llegaste armado. ¿Ella está todavía enojada?" Heidi había salido de la habitación sin decir una sola palabra. "Sip. Enojada." "No voy a llevármelo lejos de ti." "Lo sé. Creo que ella lo sabe. Pero es difícil para ella." Ella pensó en eso. Todas las decisiones del cuidado del niño se había hecho de manera conjunta, los tres de ellos comparten la crianza de su hijo. Para todos los efectos, que había sido su hijo también, la comunidad en general lo aceptaba como tal, y lo trataban en consecuencia. Eso acababa de ser anulado. Reed tomó un sorbo cauteloso del café caliente, el sabor dulce de caramelo fue una sorpresa agradable, y reflexionó sobre la situación. "Ya era hora, Geoff. No se lo podía ocultar para siempre." "Si. Largo tiempo ha pasado, estoy pensando. Pero deberías haberle dado un poco de tiempo para adaptarse a las cosas." "¿Dónde está ella?" "Se fue a correr." Oh-oh. Esto es serio, es más que sólo furiosa por una entrevista. Heidi nunca hizo ejercicio, al menos de forma voluntaria. Reed se inclinó y le dio un beso final de buenas noches a Rio, y luego abrazó a Geoff rápidamente y se fue en busca de su esposa, a quien encontró rápidamente succionando aire a unos pasos del hotel.

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Heidi tomó otro trago de aire de la noche, desesperada por conseguir un poco de oxígeno en sus pulmones hambrientos. Sus piernas quemaban y estaba bastante segura de que en cualquier segundo se iba a desmayar. Correr no había hecho nada para aliviar la ira - en todo caso estaba aún más enojada con Reed. La puerta detrás de ella se abrió y se trasladó para dejar que quienquiera que fuera pasara. En cambio, fue Reed, quien se unió a ella en el corredor del hotel, después de haber llegado más probablemente a través del hospital. "Geoff te envío?" Reed se inclinó hacia delante y metió las manos, frotando el pulgar derecho en los nudillos de su otra mano. "No. Mira, lo siento." "Ni siquiera sé por qué te molestas en hablar conmigo de ello en absoluto - sólo seguiste adelante e hiciste lo que querías." Heidi escupió las palabras. "Solo sucedió." "La protección de tu nueva pequeño amiga era más importante que el respeto de los que ya tienes." "¿Qué diablos se supone que significa eso?" "Figúratelo." Ella dejó las palabras escaparse, el dolor en los ojos de Reed la hizo detenerse. "No estoy llevándolo lejos de ti. No sería justo para ninguno de nosotros, y menos para Riordan." Heidi se preguntó si Reed había eludido a propósito lo que le había insinuado - o si la actriz realmente no veía de lo que todos los demás estaban comenzando a percatarse. "Todavía no entiendo por qué tenías que decirles" De una manera extraña, sin embargo, ella lo entendía. Era Reed hasta la médula. Impetuosa ante un error, su amiga no hacía nada a la mitad del camino.

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Reed la miró a los ojos, su voz grave y seria. "Debido a que mis secretos estaban perjudicando a alguien que no lo merecía. Pero eso no cambia nada." Miró hacia abajo, rompiendo el contacto visual con la actriz. "Las cosas están cambiando, Reed. Van a modificarse." Todo su mundo estaba cambiando. Ella sabía que era pequeña, pero quería que las cosas permanecieran tal y como estaban. Ella y Geoff, Reed y Rio, una familia, finalmente capaz de vivir sin miedo. Era terriblemente irónico, incluso ella podía ver eso. Heidi sabía que Reed había tenido miedo de que fuera dejada de lado si Rio ya no era parte de la imagen, carente de valor sin su hijo. Ahora era ella la que tenía miedo - un Rio sano significaba que el cambio vendría de todos modos. Reed ya no tendría que trabajar tan duro o tan lejos de casa, y ella y Geoff ya no tendrían un lugar en sus vidas. No habían podido tener hijos. La dilación y pequeños quistes le habían robado de un sueño que no se había dado cuenta que quería hasta que ya no era posible. Entonces, un día Reed había llamado a la puerta de su casa de campo acogedora, y en los meses que siguieron los cuatro habían forjado una familia. Heidi le miró, preguntándose qué estaba pasando detrás de la fachada engañosamente estoica. Reed estaba inmóvil, con los ojos fijos en las aguas oscuras del río que limitaba el hospital y el hotel. Poco a poco la actriz se volvió para que se enfrentaran, y luego hablo. "¿Tú también?" Ella sonó herida. "Adelante - acaba de una vez - pregúntame, todos los demás lo hacen." No quería preguntar. Los militares tenían una política de "no preguntes, no digas". Si era lo suficientemente bueno para el tío Sam, entonces era lo suficientemente bueno para una simple veterinaria en el país. "No es necesario." ¿Por qué hacer una pregunta de la que ya sabía la respuesta? Ella las había visto, esa primera mañana. Llegando temprano después de recibir el mensaje de Reed que Rio había despertado brevemente, ella se precipitó en la habitación del hospital. No, la visión de Reed acurrucada en el regazo de la pequeña rubia, con una mano rodeando su cintura, 571



mientras que una de las manos de la directora acariciaba el pelo más largo de la actriz, había sido toda la respuesta que necesitaba, incluso si los dos de ellas no eran conscientes de lo que proyectaban. Y tal vez se trataba de la familia en crecimiento - no disminuyendo - porque estaba claro para Heidi que Reed consideraba familia a Jae. "Vamos, te voy a comprar un poco de jugo de naranja." El brusco cambio de tema marcó el cierre de la pequeña ventana en un territorio emocional más profundo. "El jugo de naranja? Después de esta sesión de tortura, estaba esperando un batido de leche. De la variedad de chocolate." Heidi se puso de pie, con la espalda gritando en agonía, un agudo recordatorio de por qué correr era su actividad recreativa menos favorita imaginable. "De acuerdo." "Piensas que a Jae le gustaría unirse a nosotras?" Se necesitaría algún tiempo para acostumbrarse, pero estaba dispuesta a intentarlo. Sobre todo porque la mera mención del nombre de la directora había causado en Reed iluminarse como un árbol de Navidad. Y eso, a pesar de todo lo demás, era una cosa demasiado rara para no fomentarse. "Creo que si mencionas las palabras chocolate y helado en la misma frase que tendrías que mantenerla retenida." Reed sacudió la cabeza con disgusto simulado mientras enunciaba cuidadosamente cada sílaba de la palabra chocolate. Heidi le devolvió la sonrisa incapaz de pensar en una rápida respuesta adecuada. Tal vez sea más fácil de lo que pensaba. Después de todo, cuan horrible era posible que sea alguien a quien le gusta el chocolate?

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Capítulo 54

Reed se acercó a Jae. "Recuérdame otra vez por qué estoy aquí." Ella honestamente no podía recordar cómo había llegado a acordar en asistir a una boda de alguien que apenas conocía. "¿Tú? Esa debería ser mi línea. No tengo idea de quiénes son estas personas," Jae susurro. "Tienes un punto." Ella estuvo de acuerdo, con amabilidad. Una mujer al frente de ellas se volvió y la miró. Heidi la empujó en las costillas, por lo que Reed dejó de hablar, frotando el punto con indignación exagerada. Jae sonrió, arrugando la nariz, y fue todo lo que Reed podía hacer para no reírse en voz alta. Se intercambiaron guiños de complicidad, luego volvió su atención a la ceremonia. De vez en cuando, ella volvió los ojos hacia los otros invitados, subrepticiamente viendo que ellos la miraban. La tormenta de publicidad durante el último par de semanas había robado sus últimos vestigios de anonimato, uno de cuyos resultados fue las miradas curiosas que ella y Jae ahora estaban recibiendo. Inicialmente, el constante escrutinio había sido muy duro para la directora, pero preocupada por la cirugía y la recuperación de Rio, junto con la necesidad de resolver los problemas de producción con la película, había dejado a los medios de comunicación en el polvo. Habían pasado a segundo plano, la insinuación y los rumores palidecían al lado de los problemas de la vida real. No es que no era raro tener fotógrafos saltar en ellas una y otra vez, esperando por alguna evidencia para responder a la pregunta más frecuente en Hollywood en estos días: "¿Eran o no eran? '. Pero para eso fueron los publicistas, y Cait había contratado a una buena.

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Reed sonrió para sí misma. En algún momento habían empezado a burlarse de la prensa, en primer lugar por accidente, a continuación, de forma más consciente. Era, pensó, interesante tener una relación con los medios de comunicación que no era antagónica. ¿Interesante? Era divertido burlarse de ellos - admitía. Fue divertido. El artículo del LA Times había cambiado su relación con la prensa, e incluso el cargo de asalto había trabajado en su favor. El tribunal de la opinión pública tenía poca simpatía por el cuarto poder cuando se trataba de niños emboscados. El trabajo fue muy divertido de nuevo, la forma en que había sido cuando ella comenzó, de regreso a antes de que se había convertido en un medio para un fin. Riordan era el peor de los casos, sus tres semanas de convalecencia hospitalaria llegaban a su fin, esperaba su liberación el lunes. La vida era buena. No es perfecta, pero buena. Para ser perfecta, tendría que estar sentada en algún lugar que no fuera la boda del primo de Heidi. O por lo menos eso es en cuya boda ella pensaba que era. "Hey ... Soñadora". Jae pinchó sus costillas. "Hmm?" "Estás reteniendo la fila." Reed miró a su alrededor, descubriendo que la ceremonia había terminado. Disgustada, se levantó y se deslizó fuera del banco de madera, y luego esperó a que los demás se unieran a ella. Juntos hicieron su camino fuera de la iglesia a la espera de la aparición de los recién casados, y la progresión a la sala de recepción. Primero tuvieron que sobrevivir a la línea de recepción. Se avanzaba con una lentitud interminable que fue superada sólo por la torpeza suprema de escuchar a los distintos miembros de la fiesta de bodas tropezar en torno a cómo saludarlas. Los que no eran deslumbrados se habían vuelto mudos tratando de encontrar una forma adecuada para referirse al director.

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"Eso fue más allá de doloroso". Reed sacudió la cabeza. Estaban esperando su turno para entrar en la sala. "Podría haber sido peor." "¿Cómo?" "Podrían haberse referido a mí como su 'Compañera de vida Lesbiana." Confundida, miro hacia Jae. "Eso es una broma, ¿verdad? Me perdí la línea de remate." La apertura de Jae era algo a lo que todavía se estaba acostumbrando, pero una parte de ella disfrutó de la guasa, al darse cuenta de que ella estaba al tanto de un lado del director que no muchos vieron. "Es de un programa de televisión." El espacio se abrió delante de ellas, y entraron en el gran salón de piedra de la iglesia. Largas mesas se alineaban en la pared del fondo, mostrando con orgullo una miríada de paquetes, cajas, bolsas y arcos brillantes de los regalos depositados allí antes de la ceremonia. Jae la empujó suavemente y señaló en los obsequios. "Seria torpe si alguien se habría opuesto, o la novia decidiera hacer de una Julia Roberts". "Cínica." La rubia se rió entre dientes, consiguiendo una extraña mirada de Heidi, quien con Geoff, estaba buscando sus asientos. Mesas circulares llenaban la mayor parte de la sala, globos, serpentinas y una pista de baile tomaban el resto. Tarjetas ornamentadas, con nombres escritos a mano se posaban sobre los platos de porcelana fina, la caligrafía fluía elegantemente complementando el ajuste del lugar. "Aquí está la nuestra". Geoff señaló en un punto con letras perfectas en el esquema de asientos, enseguida, indicaba una mesa en el lado opuesto de la habitación.

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"No eres tú el perfecto caballero?" Heidi comentó. Le tomó a Reed un segundo averiguar de lo que Heidi estaba hablando, y ella bajó la mirada hacia donde su mano todavía descansaba en la parte posterior de la silla de Jae. El sonido de los cubiertos contra el cristal la salvó de tener que responder, y ella rápidamente se sentó. La cena siguió a los discursos preliminares, y el asado tradicional del novio seguido de la costilla. La música continúo con la última de las intervenciones, y la habitación se hizo aún más festiva cuando los niños desaparecieron y el alcohol comenzó a fluir más libremente. Bien lubricada ella misma, observó a Geoff arrastrar a Heidi en la pista de baile, riendo mientras giraba en torno a su esposa como una llamarada. Otras parejas y grupos llenaron la pista, grandes y pequeños. A un lado, un grupo de hombres jóvenes estaban lanzando miradas intermitentes en su dirección. Incluso aumentados por ocasionales pinchazos físicos insistiéndoles a animarse, pues no habían tenido el alcohol suficiente para darles el valor necesario para hacer una aproximación. "Me encantaría oír esa conversación." Jae enganchó el vaso de la mesa, girándolo lentamente en sus manos. "No. Esa es por la que yo pagaría haber escuchado." Indicó la esquina donde la novia y el novio habían estado hablando, y el hecho de que el primo de Heidi estaba ahora dirigiéndose lentamente hacia ellas. "Mientras que no me pregunte dónde está mi marido o cuando me voy a casar, voy a ser feliz." Reed se rió. La conversación de la cena de la pobre Jae había consistido en gran medida en defenderse de las preguntas de las dos únicas personas en la habitación que no sabían que era gay. "Umm. Hola." 576



"Hola." "Yo, ah, es decir que, umm quería .... Queríamos agradecerles por venir. Para la boda." Miró hacia atrás por encima del hombro, y a Reed le hizo gracia al ver la mirada de adoración de estímulo que su esposa le otorgó. "Nosotros ... así, Hay un baile como ves, y así, no estás, y umm quiero decir que podrían. Bailar, quiero decir. Aquí. Juntas. Graciasnuevamenteporvenir y Graciasporlosregalos. Adiós." Se dio la vuelta y huyó. Aturdida, Reed miró al director igualmente aturdida y ambas se echaron a reír al mismo tiempo. Cada vez que se miraron los paroxismos comenzaron de nuevo, y con el fin de detenerse tenían que evitar los ojos de la otra. "La gente está mirando." El susurro llego a través de la mesa y Reed sonrió. "Y eso sería nuevo, ¿cómo exactamente?" Jae comenzó a reír de nuevo. "Lo necesitaba. Pero creo que herimos sus sentimientos." "En ese caso, tal vez sería mejor bailar." Algo rápido estaba tocándose; reconoció al artista, pero el título se le escapaba. "¿Entonces, estás de acuerdo?" Jae se inclinó y le tendió una mano. Se dirigieron a la pista y se unieron a la multitud, que hizo una breve pausa antes de, recoger el ritmo una vez más. Heidi y Geoff se trasladaron a unirse a ellas antes de ser arrastrados por otro grupo de parientes. Los recién casados se tomaron a la pista y Reed inesperadamente se encontró bailando con el novio mientras Jae reía. Hubo otro cambio en el ritmo de la música y en los compañeros, el director fue llevada lejos en una ráfaga de pasos de baile. Como el patrón cambió, ella alcanzó a ver algo rojo coronado por una amplia sonrisa antes de que alguien la reclamara como pareja y perdió la noción de Jae.

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Una vez más, la música cambió, la historia marítima del estado, y la ascendencia de su gente, llenaban la habitación. Líneas se formaron y ella tomo instintivamente su lugar en el Reel. Dio un paso adelante, al momento de dar su paso la trajo al nivel de su pareja en el centro de la pista, mientras tomaban el primer turno antes de detenerse y reemparejarse. Cada vez más rápido los bailarines giraban en respuesta a la música, y de repente se acabó y las notas de piano lento reemplazaron el violín frenético. "Me encanta esta canción. Baila conmigo?" Reed se volvió para encontrar a Jae colocada en una piscina de la luz, la tela de su vestido rojo brillando bajo el suave resplandor. Antes de que pudiera decidir, un hombre se interpuso entre ellas y respondió: "Sería un placer." "Nunca te he visto brillar tan fuerte. Mmmm, nunca he visto tantos hombres preguntarte si querías bailar. Están buscando un poco de romance, a la menor oportunidad." Por encima del hombro los ojos de Jae estaban fijos en los de ella y el director le dio una sonrisa de disculpa. De repente sintiéndose visible, Reed abandono la pista y se dirigió al cuarto de baño, ansiando privacidad. "Nunca he visto ese vestido que llevas, o los reflejos en tu cabello, que atrapan tus ojos, tengo…. -." La puerta se cerró a la balada, amortiguando la canción dejando sólo las palabras. Estaba de cara al espejo, pero no miro en él, sus ojos se centraron en cambio en sus manos, que descansaban sobre el mostrador. Sin embargo, los mismos ojos se volvieron hacia ella cuando finalmente levanto la cabeza. "Y cuando se volvió hacia mí y me sonrió, me dejó sin aliento -"

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Ahora ella estaba mirando a Jae, sus ojos se reunieron en el cristal del espejo. Reed se volvió y se apoyó en el mostrador, sintiendo su fría superficie de mármol a través de la tela de su vestido. "¿Estás bien?" La preocupación ensombrecía la cara de Jae y se había mudado para estar cerca, una mano en el mostrador mientras que la otra le apartó un mechón de pelo de la mejilla de Reed. Se cristalizó en ese instante. Lo había sentido formándose en una fracción de segundo en la pista de baile, pero se había escapado sin ponerle un nombre. Voy a darle un beso. Si no se mueve, voy a darle un beso. Jae no se movió y ella tampoco. Voy a darle un beso. La puerta se podía abrir en cualquier momento y a ella le importaba un comino. Voy a darle un beso. Aún no había movimiento, y Reed trató de averiguar que acababa de decirse. Pero su atención se había centrado en el movimiento de los labios de su amiga, no en las palabras, y no tenía ni idea de cuál era el tema. El corazón le latía con tanta fuerza que habría ahogado cualquier sonido, en que hubiera estado prestando atención. Jae dio un paso atrás y la oportunidad paso. Una respuesta polivalente llegó a sus labios. "Bien." Su voz se quebró antes de que la palabra fuera completa. "¿Estás segura de que estás bien?" "Estoy bien. Mejor que nunca." Había acertado. "Cualquier cupo libre en tu tarjeta de baile?" "Sí." bromear normalmente fue más allá de sus límites en este momento, pero parecía pasar desapercibido. La sonrisa que recibió parecía más brillante que antes, los ojos más cálidos, y Reed siguió a Jae a la pista. No podía oír la música, todo era lejano e irreal a raíz de lo que casi había sucedido. 579



Si estaban siendo observadas, no era consciente de ello. Ella era consciente del aroma a vainilla y la suave textura del vestido de Jae. Reed dejó que su mano descansara en el hueco en la parte baja de la espalda de su pareja. Se sentía diferente. El calor era diferente, las curvas familiares del cuerpo de Jae extrañas y nuevas. Todo había cambiado. El resto de la velada transcurrió en una neblina agradable, sólo ajustándose a la realidad con el aire frío tonificante en el cual ella tuvo que caminar a medida que llegaban de regreso en el Hotel Riverside después de dejar a Jae en su hotel. Con la mente en hipervelocidad, ella se dejó caer en la cama, su vestido desechado en un montón en el suelo. En lo alto, el ventilador de techo giro con precisión, navegando en una órbita predecible alrededor del eje central. Ella sabía eso, sin embargo, desde donde yacía viendo las lentas revoluciones, parecía desfasado, la trayectoria elíptica y desigual. El momento del baño se repetía una y otra vez. No tuvo que cerrar los ojos para poder sentir la repentina certeza. El choque aún resonaba en su mente y el cuerpo. La tensión nerviosa la dejó incapaz de dormir, y se sentó en la cama. Fue el papel. Tenía que ser. Tenían que ser las largas noches de rodaje combinadas con los prolongados ensayos con Jae durante el día en el hospital. Tenía que ser la proximidad constante con el director. Tenía que ser. Si, eso estaba todo bien. Proximidad. Pero no había habido confusión, sin bruma alcohólica. Había sabido a quien estaba viendo, sabía quién era ella. Odiaba la habitación de hotel vacía, como si no hubiera pasado las dos semanas y media que había estado en ella, sola. El publicista las había puesto en hoteles separados, eso en realidad no había sido un problema hasta ahora. Correcto. Al igual que esto es algo acerca de lo que pueda hablar con Jae.

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Heidi estaba descartada también. Gran tiempo. La veterinaria había sido aún más incómoda con la gente pensando que Reed era homosexual de lo que Reed misma había sido. Al principio, ella no había tenido tiempo para preocuparse por ello. Hubo una segunda cirugía de Rio, a continuación, un retorno al modo de rodaje limitado antes de volver a un horario de trabajo casi lleno. Para entonces se había hecho evidente que en realidad nadie se preocupaba por la verdad y en cuando se trataba a fin de cuentas, al mundo en general no le importaba tampoco. Lo que motivaba a la publicidad era la especulación. Ellos no quieren saber - la mayoría de ellos habían hecho sus mentes de todos modos - querían los chismes. Una cosa era cuando el chisme era infundado, pero ahora... Ahora todavía es infundado. Tengo opciones. No tengo que hacer nada. Excepto. Excepto, que estoy enamorada de mi mejor amiga. Puesto así, podía tratar con él. Pero al segundo de pastar libremente en las implicaciones, se hizo demasiado. Debido a que no era simplemente su mejor amiga con quien estaba en el amor. Fue Jae. Incluso pensando en esos términos como un simple nombre carente de género, todavía tenía sentido. Pero dar un paso más, entonces ... entonces se hizo imposible. Imposible. Obviamente no. Al otro lado de la habitación una pequeña caja de cartón descansaba sobre el escritorio. Parecía que tenía una vez más correspondencia de los fans. Una gran parte llegaba a través de Internet de forma electrónica, pero todavía había una pila considerable de cartas escritas a mano más tradicionales - la mayoría de las cuales no se había abierto todavía, prefiriendo la facilidad estéril del correo electrónico a la escritura a mano. No 581



así Jae. El director se había deleitado con las cartas inesperadas, algún extraño sentido satisfecho de la historia de las palabras escritas en el papel. Entonces, ¿qué vas a hacer al respecto? Nada. Reed recogió una carta al azar de la caja y la desdobló, curiosa por ver cómo Jae había respondido en su nombre. Trazos negros distintivos salpicaban a través del papel eran tan distintivos. El director no se parecía a nadie que había conocido, hombre o mujer. Jae había resistido por ella en formas que todavía tenía problemas para entender. Y esta noche todo había cambiado. No. Eso no era del todo correcto. Los cambios habían sido graduales. Los había sentido antes, punzadas impares que ella había empujado lejos bajo una carga de culpa y el miedo. Fue la conclusión de eso lo que había sido repentino, casi paralizante, dejándola incapaz de mentirse a sí misma nunca más, no importa lo mal que quería. Reed dirigió su atención de la caja la botella descansando junto a ella en la mesa y tiró de la parte superior del brandy, vertiendo una porción saludable en uno de los vasos de vidrio que flanqueaban el licor. El alcohol caliente le quemó la boca ligeramente a medida que se derramó sobre su lengua. Irónicamente ella miró el vaso, reconociendo el mecanismo de supervivencia. Pero en este caso, el remedio fue peor que la enfermedad - aunque no por mucho. El líquido de color ámbar reflejaba la luz de la lámpara de la esquina. El patrón de biselado en el cubilete sirvió para dispersar la luz y ella hizo girar el coñac alrededor viéndolo moverse. Se le ocurrió que el tratamiento para ambos era el mismo y puso deliberadamente el brandy abajo, consciente de que podía dejar de beber mucho más fácilmente de lo que podía detener lo que estaba pasando entre ella y Jae.

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Las cuerdas fueron estiradas más allá del punto en que mantendrían la afinación, pero Jae continuo tocando, la confusión de sus pensamientos encontrando orden en la progresión de acordes que sus dedos estaban inspirando desde la guitarra. Cada vez que pensaba que había ganado la batalla entre los deseos de su cuerpo y los de su corazón, sucedió algo más que tiraba las cosas de nuevo en el caos. Como esta noche. Con aire ausente mientras jugueteaba con las clavijas de afinación, tensando las cuerdas antes de resignarse y dejándolo a un lado. Tal vez la clave no era no ser atraída por Reed - como si otra opción existiera - sino que era la hora de aceptar eso como una faceta de la amistad - no como una barrera a la misma. Había sido refrescantemente agradable tener intimidad física con alguien que no se basaba en tener relaciones sexuales, y si de vez en cuando su cuerpo le recordó otras necesidades entonces ella tendría que hacerles frente y seguir adelante. Como esta noche. Ella trazó el contorno de uno de sus pechos a través de la camisa de dormir de algodón que se había puesto, consciente de lo sensible que era, en parte una reacción física a Reed, y el contacto físico se lo recordó, y en parte una reacción natural a donde su cuerpo estaba en su ciclo. No tardaría mucho, y tal vez le ayudaría a dormir - o al menos garantizar que sus sueños fueran agradables. Los cambios mensuales en su cuerpo la fascinaban, la casi imperceptible inflamación y el aumento de peso significaban una talla de copa más grande - por lo menos por unos días. Con la camisa desabrochada, trazó las protuberancias, disfrutando de los escalofríos resultantes. Las caricias eran menos acerca de alcanzar el orgasmo y más sobre el confort y la exploración fascinante, y ella continuó dejando a sus manos jugar sobre su cuerpo, incluso mientras dejaba a su mente vagar sobre los eventos de la noche. Yo no lo cambiaría.

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Ella se sumergió en la creciente humedad, dibujando círculos ociosos a lo largo de los bordes exteriores, retornando sobre el inesperado pensamiento, sorprendida por la certeza filtrarse a través de ella. Eso era cierto. Lo que tenía con Reed era algo que no cambiaría - la intimidad emocional que habían logrado era infinitamente más satisfactorio que cualquier otra relación en que había estado. La amistad, al parecer, valía más que el sexo después de todo. Su cuerpo estuvo de acuerdo con la evaluación, una ligero espasmo envió zarcillos de calor perezoso sobre ella, lo que acelero su descenso en el sueño. ¿Quién lo hubiera pensado?

Capítulo 55

El reloj por encima de la estación de enfermeras le dijo a Reed que era incluso más tarde de lo que pensaba. Su entrevista había llevado tiempo extra, algunas de las preguntas habían sido provocadoras, y en su mayor parte había disfrutado de la experiencia. Nueva Inglaterra, en su forma típica se había olvidado de las partes de la historia que iban en contra de sus sensibilidades puritanas y en su lugar tomó en los aspectos de Disney de la situación. Apenas había llegado al restaurante en el momento para recoger el pastel que había ordenado para celebrar la inminente aprobación de la salida de Rio. "Tienen pastel de helado – para llevar." Una cosa buena de Maine en octubre - fue lo suficientemente frío que era como para mantener los alimentos congelados congelados. "Siento llegar tarde." Con aire ausente, Reed arrojó su chaqueta sobre la silla junto a la puerta.

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Un hombre desconocido estaba sentado en una silla, con la espalda hacia la puerta. Rio estaba jugando con una cámara de vídeo, mientras que Heidi y Geoff sacaron la colación y Jae supervisaba. "¡Mamá!" La cámara fue olvidada como el pastel fue descubierto. "Oye chaval." "Sra. Lewis." Reed se enderezó y se volvió en el saludo, congelándose cuando reconoció al portavoz. "¡Mira lo que trajo el señor Josías. Meccano!" Rio levantó una caja de plástico de color verde brillante, el contenido traqueteo juntos como mostraba con orgullo su premio. De alguna manera armó una sonrisa para su hijo. "¿Te acordaste de decir gracias?" Completamente por su propia voluntad, sus ojos se fijaron en la forma ligeramente raída de Josías Bennett. El mundo podría haber explotado en ese instante y ella no se hubiera dado cuenta, cada fibra y pizca de control que tenía estaba concentrado en tratar de permanecer en el aquí y ahora. Su corazón latía con fuerza contra su caja torácica, y Reed se sentía como si no pudiera respirar. Algo se estaba entregando en su dirección - un pequeño paquete cubierto con papel suave, atado con una cinta - mecánicamente lo aceptó, aun luchando contra la creciente sensación de pánico. "Gracias." Estaba oscuro y brillante todo a la vez, y tenía que luchar con cada respiración. Los ecos sometidos corrieron libres alrededor de su cabeza y un extraño silencio parecía bloquearle de los sonidos de la habitación. La realidad ya no era lo que ella podía ver y oír - se había convertido en una mezcla del momento y los recuerdos. "Solo quería decirte, gracias." Los ojos claros se asomaban desde los parpados magullados, la evidencia de los golpes que había recibido todavía estaban presentes.

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Tenía la piel pálida, escaldado más debido a la edad y el cansancio que a la falta de luz solar. "De nada." Las palabras salieron poco naturales, sus pensamientos se negaban a ordenarse a sí mismos. Bennett miro entre ellos y sonrió débilmente, antes de comenzar a levantarse de la silla. "Tú, cuida de tu madre, joven. Me alegra ver que estás bien." Mientras se inclinaba hacia adelante al levantarse, su cuerpo colgó brevemente sobre la cama deshecha, empequeñeciendo a Rio. Sin previo aviso, el mundo se precipitó lejos, la gente en el cuarto se convirtieron en pequeñas y distantes. En el exterior, en el crepúsculo, la sirena de una ambulancia se hizo más fuerte, completando la antigua imagen que había sustituido a la realidad. Su cara se sentía húmeda, pero no creía que estuviera llorando. No podía ser. No aquí, no ahora. Se trata de Bangor, no Wood's Hole. Y este no es él. ¿Lo es? "¿Reed?" Ojos desenfocados, se volvieron en la dirección que la voz de Jae había venido. Un brazo colgó a través de su hombro y ella se estremeció por el contacto inesperado, antes de reconocer al director. Un paño frío estaba presionado contra su cara y Reed se dio cuenta de que su nariz estaba sangrando. Poco a poco, las cosas se normalizaron y ella era capaz de respirar de nuevo. Más estable, obligó a las palabras de cortesía a venir, desesperada por cubrir su lapso. "Quédate. Hay un montón de pastel." No tenía idea de qué sabor era el pastel, cada célula de su cerebro dividida entre tratar de averiguar lo que estaba pasando, y la necesidad de mantener a cualquier otro de averiguarlo primero. La gente se reía, y había un desfile de médicos y enfermeras en la pequeña habitación, diciendo cada uno sus despedidas antes de que Rio fue dado de alta en la mañana para terminar su larga convalecencia en casa.

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Podría haber sido una película de Bergman, sólo falto una paloma posada en una esquina. Tenía la misma calidad surrealista, y Reed estaba segura de que ella estaba a punto de rotura de alguna epifanía, si sólo las cosas se retrasaran lo suficiente como para dejarle ponerse al día. Fue allí - un bulto palpable en su pecho, tangible en el aleteo nervioso de su estómago y la sangre roja brillante que intermitentemente goteaba de su nariz. Todo lo que tenía que hacer era colgar el tiempo suficiente para llegar a su habitación de hotel. Rio rió y se volvió a verla triunfalmente al ajustar un tornillo final sobre lo que parecía ser una buena réplica condenada de un piloto de una nave de la nueva película de Star Wars. La campanilla que marcó el final de las horas oficiales de visitas emitió una señal sonora y la celebración se rompió, Josiah una vez más se levantó para irse. Nerviosa, ella lo acompañó a la puerta, pero no fue capaz de decidirse a mirarlo a los ojos. El viejo se volvió torpemente, tropezando como el movimiento los trajo cara a cara en el cuarto y fuera del alcance del oído de los otros. "Tú no lo sabías antes, ¿verdad?" No hasta después de que ella le había ayudado - ella no tenía. No fue hasta que las palabras y golpes furiosos habían llenado la sala. "No." Reed examinó que, al darse cuenta de eso ella le habría ayudado de todos modos, que más de la necesidad de entretenimiento le había provocado en la acción. "Y ahora eso es todo lo que ves. Ni siquiera me conoces, y me odias." "Yo no te odio." Reed estaba segura de eso. Ella sabía cómo se sentía el odio y esto no lo fue. "Me odio." Allí estaba, profundo en su simple verdad. "El odio es una emoción que es un verdadero desperdicio, Sra. Lewis." En el momento en que descubrió qué decir, se había ido, presumiblemente tragado por el ascensor. "Oye." La suave voz de Jae rompió la soledad. Reed parpadeó, recopilando su ingenio. "Oye." 587



"Heidi y Geoff lo van a meter y permanecerán por un tiempo. Parece que podrías necesitar un poco de aire fresco." La oferta era clara, pero Reed negó con la cabeza. Lo que le estaba pasando, Jae fue una gran parte de ello, y tenía que pensar sin la presencia distractora de la joven. "¿En otra ocasión?" Jae se veía como si quisiera decir algo, pero en su lugar hurgó en uno de los enormes bolsillos de sus pantalones de cargo color canela, sacando una pequeña hoja de papel. Una pluma se quitó desde su lugar de descanso en el cuello V del suéter azul del director. Con trazos precisos, las palabras fueron colocadas en la hoja, que luego fue arrancado de la almohadilla. "En otra ocasión. Sin fecha de caducidad". Con cuidado, Reed se guardó la nota doblada en el bolsillo delantero. "Gracias." Jae parecía saber cuándo empujar y cuándo retroceder, aunque tenía que admitir, que inicialmente no siempre estaba de acuerdo con el director en el calor del momento. Dirigiéndole un saludo, enseguida, se dirigió a las escaleras, y en una de las salidas traseras que la dejarían afuera, al lado del río. Las manos metidas en los bolsillos, jugaron con los bordes de la nota y, finalmente, la sacó, superada por la curiosidad. 0-213-555-1701 PD. Comprueba tu refrigerador. Sonriendo, lo guardo con seguridad para más tarde.

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Horas más tarde no estaba más cerca de arreglar el desastre. La mitad de una vida dedicada a enterrar sus sentimientos la había dejado mal preparada para el tipo de introspección que estaba siendo forzada en este momento. Lo que solía ser fácil. 588



Había decidido en una mañana fría de noviembre a quien y que odiaba y simplemente había salido a partir de ahí. Pero su refugio seguro del odio se había derrumbado, personas reales haciéndole imposible mantener su gran ira. Jae, Holly y ahora Josías habían salido del molde conveniente, cambiando su visión del mundo en su oído. El tiempo para esconderse de la verdad había terminado, y lo que había sucedido - o casi sucedido, en la boda – le hizo imposible continuar su falta de acción. La pregunta es - ¿Eres lo suficientemente fuerte como para hacer algo al respecto? "Está bien. Vamos a pensar en esto." Con aire ausente se tragó otro bocado de helado, inconsciente de la sonrisa que se dibujó sobre sus características como el aroma de vainilla del regalo de Jae explotó sobre sus papilas gustativas a pesar de su preocupación filosófica. Después de la primera cucharada vino otra, y ella siguió hablando para sí misma, mirando a los ojos de su constante reflexión. "Es Jae una pervertida. Un poco extraña en algunas cosas? -, Pero no – bajándola en la categoría No- golpear en el trabajo. ¿Holly?, Peligrosa, pero no una pervertida?". La guionista proyectaba una imagen benigna para el mundo en general. Pero ella tenía un peligroso sentido del humor junto con una maquinilla de afeitar de aguda inteligencia - dudoso gusto en alimentos para el desayuno, pero sin duda alguien para la que ella tenía tiempo. ¿Tendría tiempo para mí? Esa era una opción sin explorar. Por primera vez ella tenía opciones - más de una amiga. Al menos ella pensó que eran amigas. Pues bien, la maldita mujer tenía su número de teléfono y dirección estampada en la web, por lo que una llamada de teléfono podría no estar totalmente fuera de línea. Correcto y qué demonios vas a decir? "Yo, Holly. Creo que podría tener más que sentimientos platónicos para mi jefa." No es la clase de cosa que pudiera decir en voz alta, eso era seguro. Y eso planteaba la pregunta obvia. La reflexión continuo mirándole de regreso, características familiares que asumen un reparto casi ajeno mientras estudiaba los planos angulares y los pómulos altos, tratando 589



de comprender los pensamientos de su doble, incluso mientras trataba de conciliar la mujer que veía a la mujer que era ella. ¿Y quién es esa? No lo sé más. ¿No lo haces? En algún lugar Reed se armó de valor para cumplir con sus propios ojos y le hizo la única pregunta que realmente importaba. Responder resultó mucho más difícil. Una pregunta, tantas posibilidades confusas. No importaba si Jae o Holly o si Santa Claus mismo era un pervertido. Sólo importa si lo soy. Pero eso no era realmente el quid de la cuestión. Sus crecientes sentimientos por Jae y lo que presagiaban lo eran. Y aun así, los sentimientos no eran todo el tema tampoco. Lo que sentía por Heidi era amor, por lo que el aspecto emocional no era del todo ajeno a ella, y mientras los abrazos y el contacto físico ocasional, eran reconfortantes, ella no anhelaba el contacto de la veterinaria como lo hizo con Jae. No había anhelado el contacto de nadie de esa manera. Ya no se centró en su propia imagen, en lugar de eso se concentró en la pregunta real, con los ojos bloqueados en algún punto invisible que cruzaba la nada y su propia lucha interna. Reed se quedó en la nada por un largo tiempo, con el peso de lo que quería contra las consecuencias probables. Pero entonces todo tenía consecuencias - la acción y la inacción por igual. Esa fue una lección que había aprendido de la manera difícil. Era tarde, pero Reed sabía lo que tenía que hacer, sabía que tal vez había alguien con quien hablar después de todo. La casa no era difícil de encontrar, aunque era prácticamente idéntica a la del otro lado, y mientras caminaba por el sendero de virutas de cedro. Las trampas de langosta se inclinaron decorosamente una contra el otro, la malla de soporte tenía una maraña de

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plantas crecidas. Boyas de color naranja descoloridas completaron la postal del paisaje estereotipado de una casa en Maine, y no podía evitar reírse ante la ironía. Un suave resplandor provenía de la ventana y Reed miró dentro, los últimos minutos de vacilación para detener su mano antes de que pudiera tocar. Sus ojos registraron la escena como su cuerpo le llevo adelante a través de la puerta. Golpeó la pared interior, haciendo que el ocupante de la habitación saltara. "No lo hagas, por favor." Josías se sentó bien vestido en un sillón, un traje limpio colocado sobre la silla a la izquierda del sofá largo que bordeaba la ventana, un revólver sobre la mesa frente a él, a pulgadas de su mano izquierda. "Es el momento, Reed." Pero su mano se apartó del arma negro mate. Fue entonces cuando se dio cuenta del marco dorado a la derecha de la pistola. La imagen no era visible desde donde estaba, pero el instinto le dijo que era la otra mitad del 'Bennett y Crosby' pintado en el buzón. Ella no sabía qué hacer ni qué decir. "¿Juegas?" "El ajedrez era la pasión de Holden. Él trajo un conjunto de regreso de cada lugar en que había estado. Yo talle éste por su cumpleaños. ¿Tu juegas?" "Un poco." Reed extendió una mano y trasladó un caballo. Josías la miró un minuto y trasladó a su propio caballo en respuesta. "Será mejor que tomes un asiento. Estas cosas tienden a tomar un tiempo." Movimientos fueron intercambiados, y de alguna manera en el medio de la planificación de su estrategia y tratar de descifrar las de él, derramo toda su historia. Habló por primera vez de ver el cuerpo de Will envuelto en una sábana rodar fuera del dormitorio. No estaba del todo segura de por qué, pero ella le dijo sobre Jae también. "Jaque."

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Josías trasladó a su reina, cortando la parte derecha de la tabla. "Así que tienes miedo de ser gay, o de lo que piensas que significa ser gay?" "¿Lo eras tú?" Ella se retiró y trasladó a su rey en diagonal un espacio, dándose cuenta de que en el mejor de los casos solo estaba prolongando el juego. "Aterrorizado. Por tanto. Ni siquiera estaba seguro de lo que significaba ser gay." Una torre se unió a la reina, bloqueando el acceso a los otros tres cuadrantes. Los ojos claros se volvieron hacia arriba para encontrarse con los suyos. "Al final me di por vencido tratando de averiguarlo. No importaba." "¿Que lo hizo?" Desesperada, ella movió su peón restante, utilizándolo de forma ofensiva en un último esfuerzo para evitar lo inevitable. "Holden". Un caballo se precipitó al otro lado de donde se había escondido benignamente, eliminando su peón del juego. Reed se inclinó y con un dedo cónico volcó su rey, cediendo. "En treinta años, ese es el único juego que he ganado." No era nada de lo que había imaginado, sentada aquí, entre los recuerdos y artefactos de dos vidas. "Lo siento." Reed dejó escapar un pequeño resoplido. "He estado haciéndolo mucho últimamente." "Perder en el ajedrez?" Los ojos grises brillaron con humor y Josiah reajusto la tabla, reordenando las piezas hasta que fueron perfectamente alineadas. "Eso también." Esta vez movió un peón hacia adelante dos espacios. "No sabes cuándo darte por vencida, ¿verdad?" El próximo, deslizó el Alfil. "Tomo mis batallas." "Buena idea, eso." Él bloqueó su Alfil con un peón, que perdió rápidamente. La reina flotaba muy bien en su lugar. "Mate."

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"Así es." Una vez más restableció el tablero. "Sigues jugando? ¿O vas a dejarlo mientras estás ganando?" Sería lo más seguro. "Vas primero esta vez."

Capítulo 56

El sofá le hacía señas y Jae lo miró de mala gana, solamente cayendo sobre sus cojines inhóspitos porque caerse al suelo parecía una opción mucho menos agradable. Sin embargo, concluyo, no por mucho. La manta marrón todavía se cernía en donde la había dejado la noche anterior... ¿o era la noche antes de eso? No quería pensar en ello, eso, por supuesto, significaba que eso era exactamente lo que estaba pensando. Mirando el reloj sobre su escritorio, Jae era capaz de leer las letras pequeñas, sus ojos se abrieron mucho. ¿Martes? ¿Qué le pasó al lunes? Bueno, desde luego no podría salirse con otra noche en vela - Caitlynn se encargaría de ello. Oh, bueno, lo que Cait no sabe, No puede sermonearme. Lo más probable era que lo único que había mantenido al AD de abatirla y leerle la cartilla era el hecho de que ella no había estado de regreso hasta el martes. Hoy en día, se corrigió mentalmente. Reed debía estar para mañana, y el rodaje se retomaría la tarde siguiente. Cansada, pasada del punto de ser capaz de dormir, ella jugó con la idea de conducir a casa, al tiempo que tiro de la manta firmemente bajo la barbilla y moviéndose para encontrar una ligera depresión tallada por una sucesión de noches acostándose tarde. Un punto brillante de luz quemaba a través de sus párpados cerrados, la lámpara se posicionada perfectamente donde hacía imposible hacer caso omiso de su brillo. "Supongo que no obtendrías eso para mí, ¿verdad?" las alas de piedra permanecieron plegadas, la gárgola muerta para el mundo. Había un mando a distancia en algún lugar de la habitación que operaba las luces, TV, VCR, reproductor de CD y cafetera, pero 593



necesitaría más tiempo para mover las pilas de papel para buscarlo, por lo que prefirió levantarse y apagarlo manualmente. Jae hizo el camino de vuelta al sofá que estaba relativamente claro, reordenando un par de las pilas, pero no perturbando el orden global. Una pila para cada día de rodaje, daban treinta y siete en total, con cuatro más aún por venir. Eran, irónicamente, bajo el número de días de rodaje previstos originalmente, aunque dos semanas atrás en términos de calendario, y si no fuera por el repentino cambio de locaciones y las tarifas asociadas, estaría por debajo del presupuesto también. Con suerte, Chambers decidiría que a fin de cuentas estaban bien en el tiempo y bajo presupuesto. Con un comienzo, Jae cuenta de que se había asentado en la silla del escritorio, y bosquejaba en el block una escena que quería volver a trabajar. El perfil distintivo de Reed levantó la mirada hacia ella y ella resistió el impulso de coger el teléfono. La actriz no había llamado, y Jae había respetado el pacto tácito, no empujando, aunque no había dejado de preocuparse. Mucho. Pero ya sea que confiaba en Reed o no lo hizo, y la confianza significaba esperar. Incluso si le dolía. La falta de sueño, además de una baja emocional encabezaban lo que se perfilaba como un caso malvado de síndrome premenstrual, la cogieron en una venganza y sus ojos se pusieron borrosos por las lágrimas contenidas. Cansada, Jae apagó la luz y se acurrucó en el sofá en una bola, bien arropada dentro de la antigua manta de Scooby, todo su cuerpo se ocultó en sus profundidades, suaves reconfortantes. Un último pensamiento revoloteó a través de su conciencia antes de que se perdiera. A veces ser mujer apestaba. "Aquí." Una voz se unió al aroma del café, ambos contribuyendo a despertar a Jae de un sueño que no habían sido profundo o durado lo suficiente, intranquila como lo había sido por sus sueños extraños. "Mmmrmph." 594



"Si prefieres, tan sólo puedo inyectar la cafeína directamente en tu torrente sanguíneo. Yo solía ser muy hábil con una aguja." Es curioso cómo, incluso en sus sueños Reed retuvo el ingenio lacónico que rayaba en el borde de la evisceración. Por supuesto, el hecho de que Jae en realidad podía oler el café prestó cierta credibilidad a la idea de que en realidad no estaba soñando, y estaba, de hecho, casi despierta. Y si estaba despierta y el café era real, entonces la actriz realmente estaba allí - comportándose exactamente como debería. "¿Te has preguntado si la cafeína es como el alcohol?" "Aparte del hecho de que ambos son drogas, y vienen en más brebajes que los cumpleaños de Matusalén?" Reed sonaba divertida y Jae no tenía necesidad de abrir los ojos para ver la sonrisa o la ceja levantada. Ella abrió los ojos de todos modos, con ganas de ver si estaba realmente despierta. "Correcto. Además de eso." Podrías emborracharte simplemente mediante la celebración de alcohol en tu boca, y el café parece impregnar el estado de alerta y sin la ingestión real. Ahora bien, si la coca podría atrapar ese.... "No". Una sonrisa llegó con la negativa. Era demasiado pronto para esto - la justa verbal lúdica estaba fuera de su alcance esta mañana. Irritable, Jae sirvió una atípicamente generosa ración del frasco. "¿Qué estás haciendo aquí?" La sonrisa se desvaneció. "No estás siendo metafórica, verdad?" "No estoy siendo 'estás aquí en mi oficina un día antes a una hora intempestiva de la mañana" literalmente”. "Yo ... uhhh, aquí". Reed se sentó en el extremo del sofá cerca de la puerta, sosteniendo arrugadamente la nota de “En otra ocasión”. "Y según mi reloj son las 05 a.m. - apenas impío."

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"Oh." Eso se llevó derecho el viento de las velas de la S. S. Indignada, pasó a encallar. Sin duda era demasiado pronto para entrar en esto, sin embargo. "? Más tarde, bien tengo una regla acerca de las conversaciones coherentes y el café - que deben ocurrir en orden alfabético." Reed asintió y pasó por encima de una taza de café humeante. "Más tarde, entonces." El tono no ocultó el dolor que había cruzado por su rostro. Jae hizo una mueca internamente, consciente de que estaba siendo innecesariamente de mal genio. "¿Podemos obtener un rebobinado? Lo siento." Hubo un pequeño ruido de 'zzuuttt' y Jae sofocó una risa como Reed cuidadosamente repitió sus movimientos anteriores - sólo que esta vez en sentido inverso - antes de detener la mímica en el umbral y volver a entrar en la habitación. "Aquí." Riendo, Jae una vez más acepto el café que le ofrecía y dio unas palmaditas en el borde del sofá mientras se movía encima levemente, haciendo espacio para su amiga. "Buenos días." Reed en su lugar le hizo un gesto para que levantara sus piernas y se deslizó bajo ellas, con la espalda apoyada en el sofá, y los pies estirados hacia el frente. Una mano palmeó la parte superior del muslo de Jae antes de venir a descansar en su rodilla. "Apuesto a que tú dices eso a todas las mujeres." "Sólo a las suficientemente inteligentes como para sobornarme con el café." La bebida caliente se instaló muy bien en su estómago y se acomodó en el sofá, que parecía mucho más cómodo de lo que había sido la noche anterior. Excepto por el silbido suave ocasional de aire cuando Reed sopló en su café, que estaban en silencio, a gusto la una con la otra a pesar del mal comienzo inicial del día. O tal vez, pensó, acababan de llegar a un punto en que un conflicto no era igual a estar enemistadas. ¿Enemistadas? Con un vocabulario como ese, tengo que adherirme a la dirección.

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Un fuerte bostezo rompió el silencio y Jae levantó la cabeza para ver a Reed sofocar otro. Ella debe haber venido directamente desde el aeropuerto. Ese pensamiento le calentó más de lo que el café tenía. La única razón para que Reed viniera al estudio a las 05 a.m. con dos tazas de café en un día que no estaban rodando fue para verla. Lo que significaba que la actriz no estaba evitando o cerrándose a ella, después de todo. "Tengo que evaluar el informe de costos de producción y ajustar las hojas de análisis del guion para dar cabida a algunas tomas adicionales que quiero establecer – ambos antes de la comida así que ¿por qué no vas a tomar un poco de sueño, y podemos hablar más tarde?" Sorprendentemente, una ceja se levantó en la curiosidad como Reed se animó, sustituyendo la fatiga por el interés. "ángulos alternos de cosas que ya se han tomado o cosas nuevas?" "Cosas viejas en que no maneje los aspectos cómicos, así que quería y quiero volver a visitar parte de ellas -. Sólo para estar segura de que tengo suficiente para trabajar cuando editemos" Esa era una línea fina en que tenía que caminar, el equilibrio entre tomar demasiado ó demasiado poco - cada uno era costosa en su propio camino. "No creo que hayas sido sólo tú." La admisión irónica fue acompañada por una sonrisa de disculpa. "Gracias Creo." Jae sonrió para reforzar que ella le estaba tomando el pelo, se sentía mejor ahora que había terminado el café. "En serio, parte de ello podría haber sido la falta de familiaridad con el territorio, pero estábamos rígidas también - rodamos lo bastante pronto y todavía éramos torpes entre sí, y echamos el tiempo fuera - un poco forzado. En realidad, estaba rígida. Apuesto que la elegida lo grabaremos al final y la filmación ira mejor”. Jae escuchó, contenta de poder hablar con alguien. Michael estaba descartado porque tendía a adular un poco demasiado como para proporcionar información útil, y Cait no entendía el proceso. Reed entendía los matices y no tenía miedo de asumir la responsabilidad por los errores o alabar cuando era debido. 597



"Hay una parte de una escena que creo que necesitamos volver a filmar". Reed bajó la mirada y frunció la frente... Intrigada, Jae pasó sus piernas hacia el suelo y se sentó. Percepciones e instintos de la actriz a menudo habían demostrado dar justo en el blanco. En cierto modo, había sido extraño, tan profunda era Reed en el papel que era como tener a Dar realmente hacer comentarios capaces sobre cómo se había comportado. También hacia difícil confiar en las señales mixtas que la actriz desprendía. "¿Cuál?" "Tiene que terminar con una nota alta." Reed se había sonrojado? Ahora ella estaba definitivamente curiosa. Jae no pensaba que era posible hacer a Reed ruborizarse. Apenada tal vez - pero no sonrojada. "Estoy escuchando." "Hay que terminar con ellas juntas - un momento de tranquilidad, un poco de humor -. Alguna indicación de que han sobrevivido y una atenuación de ellas haciendo el amor. Dejar a la audiencia con una prueba de que es sólido." La parte superior del vaso de cartón se desprendió, mientras apretaba los lados, tomada por sorpresa. Con cuidado, Jae empujó la tapa de plástico en su lugar. Era algo que había pensado, pero lo había descartado, ya que había agotado la cantidad de tiempo de pantalla de desnudos que la cláusula de desnudez en el contrato de Reed permitía. "Estarías de acuerdo con eso, no tengo ningún espacio sobrante en el presupuesto para un doble de cuerpo - para ninguna de las dos." "Me sentiría menos bien si no haces el tipo de película que quieres, porque me interpuse en tu camino. Déjame hablar con Sarah." Reed se paseó por la habitación como si no acabara de dejar caer el equivalente cinematográfico de un peñasco marca ACME, y todo lo

que pudo hacer Jae fue

sonreír. Ella recogió las notas de la última escena que quedaba para rodar y revisó los bloqueos y ángulos que quería. Atacando eso - en segundo lugar la última escena. 598



Y cuan delirante sería demasiado, si las imágenes mentales que se ejecutaban a través de su cerebro daban alguna indicación.

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"Eso es bueno." Jae asintió para sí misma, mirando a través de la pantalla de la cámara como Reed sonrió ligeramente. Perfecto - hasta ahora, todo bien. "Mm ... sí, yo estaba contento de verlo. También me encontré con un análisis de hormonas y otras anomalías, y yo creo que he descubierto que causo tu pequeño problema de olvido." Reed se sentó, y ladeó la cabeza. "¿Sí?" "Sí." El actor que interpreta al Dr. Steve hizo una pausa, y luego asintió con solemnidad. "Me temo que tienes niveles elevados de endorfinas en el torrente sanguíneo, mi amiga. Especialmente oxitocina." Había sido difícil encontrar un actor que pudiera transmitir la preocupación paternal y la camaradería al mismo tiempo, y que estuviera dispuesto a trabajar por una miseria. Damon Wiggins había leído por la parte - la estrella de acción envejecida estaba dispuesto a tomar un riesgo, junto con una reducción salarial para renovar su carrera - por lo que ella le había añadido a su pequeña tripulación de inadaptados. Aquí es donde la escena por lo general comenzó a desmoronarse, y Jae mantuvo los dedos de una mano firmemente cruzados mientras escuchaba a Reed entregar las siguientes líneas. "Oh. ¿Qué es? ... ¿cuál es la causa?" "Bueno, es una hormona natural ... que básicamente es una de las cosas responsables de sentirse bien. El cuerpo las libera bajo ciertas circunstancias, y se sabe que producen los síntomas que estás describiendo."

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Reed pretendía examinar la información. No había nada malo con la actriz en 'entrega o gesticulaciones; ella estaba dando exactamente lo que se le había pedido. "¿Qué circunstancias?" En una mezcla perfecta, la alarma se mezcló con la curiosidad "Mmm, en algunos casos, el ejercicio -. Carreras de larga distancia especialmente prolongadas, haces eso?" Incluso Damon estaba haciendo un trabajo encomiable como el médico. Jae solo deseaba poder evitar la sensación de que estaban perdiendo algo en la traducción del papel al celuloide. Reed se encogió de hombros. "Seis, u ocho millas en una mañana." "¿Lo hiciste esta mañana?" Hubo una sacudida sutil de la cabeza de la actriz y Jae sonrió para sí misma, como el surco característico que adornaba la frente de Reed cuando ella estaba pensando apareció - totalmente apropiado para el personaje. "Yo. No" Más vacilación. "No esta mañana." "No es eso, entonces..." Damon juntó los dedos. "Tomas cualquier opiáceos?" "¿Qué?" La frente de Reed se contrajo bruscamente, la ira reemplazando el pliegue reflexivo. "Steve, sabes malditamente mejor que eso." Este era el lugar donde se habían perdido antes, el delicado equilibrio de lo absurdo y el humor que se suponía iba a ser mezclado con la anticipación de alguna manera seria en realidad nunca llegaron a través de eso. Se suponía que iba a ser una escena cómica, ¿verdad? Damon alzó ambas manos, cambiando ligeramente el guion -, pero que era el menor de sus problemas. "Está bien, está bien - sólo preguntaba." Una pequeña sonrisa siguió en torno a sus labios. "Eso elimina dos de las tres causas más comunes." "¿Cuál es la tercera?" Reed se rió entre dientes, para establecer el remate. "¿Comer chocolate?" "Enamorarse", Damon respondió en voz baja. "La oxitocina es la hormona que estimula la necesidad de tocar". 600



Reed se limitó a verle, su mandíbula cayó ligeramente, y

sus ojos parpadearon,

subestimando la magnitud de la declaración a la perfección. "Eso es ... ah ... no, Steve, yo no ..." Reed se pasó una mano por el pelo, esta vez añadiendo uno de los gestos propios de Jae con el personaje de Dar. "Eso no es...." "Dar ... relájate." Damon se inclinó hacia delante. ?. "Respira, bien yo no quiero que te desplomes en mi oficina, se ve mal con las enfermeras, Mi dios, se podría pensar que acabo de decirte que estabas embarazada o algo ... no hay nada de malo en estar enamorada - es bueno para ti." Las palabras fueron acompañadas por una sonrisa afectuosa. "Pero estoy... ¿Estás tú? ¿Eso es todo, Dr. Steve?" Jae se preguntó qué estaba acercando así a Reed en el tropiezo por la confusión. "Seguro." Damon miró a la actriz, proyectando la compasión tranquila. "Ve a tomar un paseo Dar, ... toma algo de aire. Estas blanca como el papel." Reed asintió ausente, y se dirigió hacia la puerta. "Panorámica a la derecha, síguela... y corte." Todavía estaba fuera, y ella estaba a punto de gritar de frustración. El problema fue que ella no conseguía la escena como estaba escrita - no tenía sentido para ella, así que ¿cómo iba a capturarlo? No puedo. "No entiendo", murmuró a nadie en particular. Se supone que es comedia o no? "¿Conseguir qué?" preguntó Flavia, entregando las notas de la grabación. "Esta escena. No tiene ningún sentido." Holly se inclinó a través de su lugar al lado de Cait. "Que no tiene sentido?" "Esto no puede saber cómo Dar, quiero decir -.?? Un médico Ella necesita un médico para decirle que está enamorada? "Le había hecho reír ruidosamente cuando ella había leído la novela en sí, pero por razones totalmente contrarias a lo que tenía que filmar. "¿Quieres decir ¿cómo puede alguien no darse cuenta cuando alguien le hace sonreír con sólo entrar en una habitación, inspirándolo fuera del comportamiento de los personajes o cuando dos personas parecen totalmente inseparables?" 601



"Exactamente. Nadie es tan ciego." Holly miro a Cait antes de responder. "No fue tanto la ceguera como una profunda creencia hasta los huesos que el amor no era para ella que era algo que no era para ser elegible o capaz. Nunca lo había sentido antes -.. Y así no pudo reconocerlo. No había mucho que pudiera hacer para racionalizar la evidencia científica”. "Lo siento, ¿qué fue eso de nuevo?" Jae giró su cuerpo para hacer frente a la escritora y lejos de la presencia distrayente de Reed. "Dijo que Dar no era ciega - sólo un poco maltratada y sin poder creerlo," la AD suministro, sus ojos oscuros persistentes en Jae. El aire estaba embarazoso y Jae era incómodamente consciente de que la miraban con expectación. "¿Qué?" "Nada." Fue la respuesta simultánea como Cait y Holly se alejaron, sacudiendo la cabeza. "Eso fue raro." Jae se encogió de hombros y se dio la vuelta para ver si el Set había sido preparado para la siguiente toma. Ella señaló a un asistente y se levantó de su silla, lista para comenzar de nuevo tan pronto como todo estuviera en su lugar.

Capítulo 57

"Corte y se imprime." Todo el mundo se congeló y vieron hacia ella. Jae estiro el momento poco, arrastrando las palabras que esperaban oír. "Hemos dado en el clavo chicos – eso quedo envuelto." Se acabó - las largas semanas de rodaje - el baile en la cuerda floja con los presupuestos y horarios había terminado. Antes de que pudiera recuperar el aliento mental, oyó el inconfundible sonido del chasquido de un corcho. "Cait! ¡No!" Ella se agachó, sabiendo que era inútil. 602



Champagne se roció sobre ella, empapando su camisa, corriendo por el valle entre sus pechos, y dentro de sus pantalones cortos. Otra explosión golpeó por detrás y miro por encima para ver a Reed agitando una botella, como la actriz preparó una segunda explosión. El Movimiento a la izquierda le llamó la atención hacia Sarah, que, al parecer, también era parte de lo que tenía que ser una trama previamente planificada, aunque la rubia actriz todavía estaba luchando con la jaula de alambre atrapando el corcho. Jae renunció como Michael, junto con varios otros miembros de la tripulación, sacaron sus propias botellas desde varios escondites, y extendió los brazos hacia los lados, presentando un blanco sonriente. Completamente empapada en la munición más cara con que jamás había jugado, Jae captó la mirada sonriente de Reed. Piscinas azules parpadearon ligeramente a su izquierda, una sonrisa maliciosa indico al director que la actriz estaba tramando algo. Jae siguió la línea de visión de la actriz y vio el objetivo de Reed. Riendo, liberó una botella de champán de Cait, y en connivencia silenciosa se movió alrededor para crear un fuego cruzado con Reed. La actriz le hizo un guiño, y se deslizó en silencio en su lugar - o por lo menos tan sigilosamente como una actriz semidesnuda podría y el que sería el objetivo principal del pelotón de ejecución líquida. Tuvieron suerte, y para el momento en que Holly se dio cuenta de lo que estaba a punto de suceder, Reed habían clavado a la morena con un roció prolongado de champán. Reed se inclinó la botella con soltura contra una cadera, mirándose muy satisfecha de sí misma. "Yo, Holly!" "Yo, Reed!" La actriz nunca lo vio venir. La guionista arqueó una volea y le regreso el disparo, con el pulgar experto escondido en la parte superior de la botella, lo que aumentaba la presión, y empapó a la actriz. La guerra estaba en marcha. 603



Jae perdió la noción de a quien ella estaba apuntando, al igual del número que fueron disparando contra ella. Cait tenía champán goteando de la nariz, y Michael se había despojado de su camisa. Pistolas de Agua se habían materializado de alguna parte, y pronto estaban esquivándose dentro y fuera de los Sets, escondiéndose detrás de paredes falsas y muebles reducidos. Los equipos comenzaron a formarse, uniéndose a lo largo de líneas familiares, y Jae se encontró espalda con espalda con Reed, ya que se defendieron de Erich y Michael en un lado, Holly y Sam en el otro, mientras que Cait, Thom, y Sarah avanzaron desde la parte delantera. "Estamos condenadas." Jae sacudió la botella de nuevo tratando de generar la presión, pero estaba casi sin munición. Reed la miró pensativa, y Jae juró que podía ver las ruedas girando. "No necesariamente." "Tienes un plan? Debido a que ahora sería un buen momento para un plan." Jae esquivo una explosión del cañón de agua de Thom, estremeciéndose como el agua fría salpicó la pared y en la parte posterior de su cuello. La actriz hizo una finta a la izquierda, enseguida, disparo la botella alrededor, impactando a su co-estrella en el pecho. "Cuando te diga, corre - entre Michael y Erich." "Ese es tu plan? ¿Correr?" "Regla número uno - si superan en número, corre". "¿Cuál es la regla dos?" "Si uno está casi sin municiones, corre. Y puesto que ambos se aplican, corre. ¡Ahora!"

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Jae hizo lo que le dijo, más que un poco sorprendida por la facilidad con que ella era capaz de conseguir atreves de sus adversarios. Sin aliento, se metió en la esquina de lo que había sido la sala de Kerry y se dejó caer en el sofá. "Santa María, Madre de Dios." La exclamación voló de su boca, y ella pensó que sus ojos iban a seguir el ejemplo y aterrizar en el suelo. Reed había paseado arrogantemente, con la mitad de la sábana que había estado usando durante el rodaje en la escena final de amor en una mano y una botella de champán en la otra. "¿Qué? No es como si no me hubieras visto sin ropa puesta antes." Jae tomó la botella de Reed y observó mientras la actriz sustituía la sabana alrededor de su torso y fijaba los broches de presión que mantuvieron la sabana fija durante el rodaje. "Ahora sé cómo evitas las líneas de las medias." Oh - uno bueno. El premio de este año por los comentarios estúpidos va a - Jae Cavanaugh. Jae tomó un trago de la botella, girándolo ligeramente, champán caliente envolviendo su boca repentinamente seca antes de finalmente tragarlo. "Eso no ayuda mucho." Ella señaló a la sabana, que estaba totalmente empapada y era casi transparente. Reed se movió hacia adelante, simplemente a pulgadas de estar a horcajadas entre las piernas extendidas de Jae, y tomó de nuevo la botella, bebiendo. "Te opones?" Peligro, Will Robinson. Peligro. Su timbre mental de alarma sonó - dando aviso con suficiente antelación -, lo que ella ignoró rápidamente. "Ninguna objeción." Deliberadamente, dejó que sus ojos recorrieran lentamente sobre el cuerpo de Reed, con cuidado de no detenerse en ningún punto demasiado tiempo. "De ningún modo." "Bien." La botella se pasó de nuevo y Jae bebió, aunque cómo evito asfixiarse no estaba segura. ¿Está coqueteando conmigo? Reed todavía no se había movido, por lo que le 605



pasó el alcohol restante de nuevo, y vio como la actriz vacío la botella. "¿Dónde están los demás?" Ella había esperado que los demás tronaran en pos de ellas. "Holly, Sam, Waters, y Sarah se aprovecharon del lapso momentáneo de atención en los hombres para conspirar contra ellos. No creo que Waters apreciaba los ojos desviados de su prometido. Ahora que pienso sobre ello, la única que no estaba conmocionada hasta la inmovilidad era Holly". La imagen de un Erich aturdido, Michael y Thom comiéndose con los ojos a la actriz la dejaron riendo tan fuerte que empezó a bufar, eso había permitido salir del Set a Reed. Este fue probablemente lo más relajado que nunca había estado en el cierre de una filmación - por lo general estaba agotada. Pero entonces un montón había cambiado durante el rodaje. Ella había cambiado. Por una vez en su vida había puesto algo por delante de hacer películas, poner a alguien por delante de su trabajo. Había sido toma y despegue, pero lo habían hecho. Ni siquiera Cait podría hacerla reír de esa manera. Fue una de las cosas que le gustaban de Reed, el peculiar humor que fue por lo general cuidadosamente oculto, a menudo se entregaba con una expresión inexpresiva que sólo la ligera curvatura en los labios traicionaba. Sus ojos se abrieron y Jae pensó que el corazón se le había detenido. Si alguien hubiera atado una cuerda a un ladrillo y se lo tiraran, no podría haberla golpeado con más fuerza. "¿Estás bien, Tigger?" Te amo. "Estoy bien, Roo." Por una fracción de segundo, no estaba segura de cuál de ellas había dicho en voz alta. "Bien. No me gustaría perderte tan temprano en la noche. Vamos, tu coronación espera." "¿Tengo que?"

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"Vamos a ver...." Reed sostuvo sus dedos a la frente, como si estuviera tratando de predecir el futuro. "Actriz Principal, Director saltándose la fiesta del elenco. Sí, creo que se darían cuenta." Jae miró a la actriz. "¿Lo crees?" "Es un poco como sea posible", dijo sin expresión Reed, levantándose de su lugar en el sofá donde se había derrumbado riendo antes. "Está bien. Me rindo". Ellas hicieron su camino de regreso a la zona de catering principal, donde una batalla de globos de agua había entrado en erupción. Fue un caos total y el decoro por la tradición había sido arrojado por completo al igual que la mayor parte de la ropa de los participantes, como el látex salpicó contra las personas y la utilería, empapándolo todo. Un proyectil de color amarillo brillante voló por el aire, seguido rápidamente por tres más. Jae esquivo la primera, y Reed consiguió desviar los dos azules, pero los otros dos aterrizaron justo en el blanco, con la explosión de un Sploosh silenciado al chocar contra el suelo a sus pies. "¡Mantente atenta!" Demasiado tarde. Un gran globo rojo golpeó la parte superior de la cabeza de Reed, mojando a ambas con agua fría. No había ninguna duda de que la actriz había llevado la peor parte del ataque de cabeza del asaltante invisible. Jae amortiguo una risita, conscientes de la cantidad que Reed odiaba parecer poco digna. Se veía como un cachorro ahogado, todo triste y desaliñado. El agua goteaba de su pelo oscuro, en su cara y la nariz, antes de correr hacia la sabana ya empapada. Los músculos de la mandíbula por debajo de Reed se estaban contrayendo, y por un segundo tenía miedo de que la actriz estuviera a punto de explotar. Y ella lo hizo. Con una carcajada. "Vamos. Vamos a mojarnos." Reed recogió un globo que se había deslizó sin causar daño a lo largo del suelo y le dio algunos giros, estirando el látex hasta que parecía a punto de explotar en la mano.

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Jae correo lejos de un globo bamboleando su camino a través del aire, y se precipitó detrás de la actriz, preguntándose en lo que ella se había metido en este momento. Uno de los miembros de la tripulación de sonido saltó desde detrás de una pared del set, estuvo a punto de atinarle en la cabeza con un misil líquido, pero revelando mucho más de sí mismo de lo que nunca había querido ver en el proceso. "De ninguna manera. No hay cómo, yo me esté quitando la ropa." Se estremeció ante la idea. "Aguafiestas." El agua helada la golpeó más o menos al mismo tiempo en que había registrado la dirección en que venía la voz de Reed, demasiado tarde para hacer nada tampoco. Oh bien. Si no puedes con ellos, úneteles. "Estás tan muerta." "Tienes que atraparme en primer lugar." La actriz desapareció de la vista. Descartando la camisa transparente y ahora armada con dos de los globos que algunos de los tripulantes de prop almacenaban. "Oh, te voy a atrapar Roo."

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La fiesta estaba en su apogeo, la mayor parte de los Sets desmantelados, y casi toda el agua de la contienda anterior había sido derramada. Música retumbó desde los grandes altavoces que el equipo de sonido instaló con cables en un escenario improvisado, y varios miembros del equipo de efectos especiales improviso un espectáculo de algún tipo de luces. Desde su punto de vista detrás de una columna, Reed podía ver a Jae reír, delicados dedos jugando con las clavijas de afinación mientras alistaba la guitarra antes de comenzar a tocar. Su vaso estaba vacío y ella se aventuró en busca de una recarga. En el escenario, Sarah y Cait se alistaban, como Jae y la banda improvisada tocaba. No era exactamente karaoke, pero cerca. 608



Jae terminó con broche de oro y se desplomó de risa, mientras la multitud aplaudía y pisaban fuerte. Varias canciones y cervezas más tarde tropezaron hacia abajo, poniendo los instrumentos a descansar. Reed aceptó una copa empujada hacia ella y la vació, con la garganta reseca de la risa. "Eso fue horrible." "Sí. Pero divertido." "Seguro." Reed deslizó un brazo y agarró al director como Jae tropezó, y luego dejó su mano en su lugar, guiándolas hacia un sillón vacío. El alcohol tenía su cerebro más difuso de lo que hubiera deseado, y ella era híper consciente del cuerpo junto al suyo. La nariz de Jae se arrugó en el pensamiento, y Reed trató de no sonreír. "¿Qué?" "Eres una boba tal." Reed dejó su sonrisa mostrarse y con afecto revolvió el pelo del director. "Boba? Entras en mi casa, y me insultas?" Jae hizo una personificación misteriosa de, de Niro. "Si te ayuda, tú eres mi boba". "Lo soy?" La pregunta se dijo en voz baja. La tensión que había estado jugando con tono de broma durante semanas hervía repentinamente, propulsada por el calor añadido durante la pelea de champán. Reed tragó, y luego volvió a tragar saliva. "Sí." Alrededor de ellas la celebración iba y venía, invitados y la tripulación entrando y saliendo de la sala de estar hundida, en algún patrón que sólo Nostradamus podría haber interpretado. Era tranquilo alrededor de ellas, sin embargo, el ruido y la risa no penetraban en el pequeño mundo aislado que acababan de crear. Ninguna de ellas

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rompió el hechizo, y simplemente se sentaron, conscientes de la importancia de lo que acababa de suceder, e igualmente inseguras de lo que vendría. Dirigiendo otra mirada de soslayo a Jae, Reed trató de averiguar lo que el director estaba pensando. Espuma de la cerveza de barril se apoyaba en los bellos finos por encima del labio superior del Jae, y sin pensar Reed los limpió suavemente con el pulgar, dejando vagar su mano. Jae giró la cabeza ligeramente hacia el interior. Cálido aliento le besó la palma de la mano y corrió a través del cuerpo de Reed como una descarga eléctrica. Antes de que su mente pudiera frustrar el intento de su cuerpo, ella se inclinó hacia delante y sustituyo el contacto de su dedo pulgar con un beso. Era un revoltijo de sensaciones y sentimientos - el miedo, la emoción, la curiosidad, el deseo – le dieron unos labios suaves debajo del de ella, tentativos y atrevidos a la vez. Un suspiro ahogado llegó a sus oídos, despertándola de la sensualidad de la experiencia a la realidad de lo que había hecho. Las emociones que la ataban en nudos eran mucho más complejas que el simple beso que cambió su mundo entero. No era la primera vez que se besaron - o incluso la segunda - pero fue una experiencia completamente nueva, y el hedonista en ella se deleitó en el dar y tomar suavemente a medida que se exploraban entre sí. No tenía idea de quien se retiró en primer lugar, sólo era consciente de que se estaban mirando la una a la otra y que no podía apartar los ojos de Jae. Casi sin atreverse a respirar, mientras esperaba para ver si ella había ido demasiado lejos, dejando que su impulsividad arruinara una amistad. "Vamos." Jae se levantó y le tendió la mano. "Tenemos que conseguir ocuparnos de eso.” Fue entonces cuando se dio cuenta Reed de que su nariz estaba sangrando. "Eh... está bien. Es una especie de lindo".

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Aturdida siguió a Jae fuera del escenario de sonido cavernoso y en el aire frío del desierto. La explosión de frío sólo sirvió para resaltar el calor persistente donde sus cuerpos se habían reunido. Mientras caminaban tuvo tiempo para adivinar lo que había hecho, aunque todavía no tenía idea de lo que la había poseído para hacerlo realmente. No había ninguna pista en los movimientos de Jae en cuanto a cómo se sentía el director acerca de lo que había ocurrido. De alguna manera estaban en su tráiler y luego dentro. Sintiéndose confundida y perdida, cogió una toalla del estante que separaba el dormitorio del baño y bruscamente limpió la nariz. "Lo siento." La tela le fue quitada. "Shhh. Déjame," Jae susurró, y luego reforzó las palabras con suaves movimientos de las manos, como el último hilo de sangre se limpió. Besos de mariposa en la punta de la nariz sustituyeron la tela y Reed inclinó la cabeza, permitiendo otro beso. ¿Qué hago ahora? Entendía la mecánica, al haber leído lo suficiente como para ser consciente de cómo se suponía que las cosas funcionaban. Reed no estaba segura de lo qué podía hacer. Ella sabía lo que quería hacer. Ella quería besar a Jae de nuevo. El deseo debe haberse telegrafiado de ella a su pareja, y se besaron de nuevo, esta vez menos provisional, y cuando Reed sintió la suave presión de una lengua contra sus labios se abrieron en respuesta. De repente parecía que estaba teniendo dificultad para respirar, y se apartó un poco. El movimiento no desalentó a Jae, labios trazando un camino a la suave piel de su cuello, y Reed se preguntó si la otra mujer podía sentir lo duro que su corazón latía. Un pulgar rozó la tela de su camisa, la tela fina que transmitía el toque directamente sobre la piel por debajo. Si necesitaba alguna prueba concreta de que estaba excitada, Reed la tenía, como sus pezones se frotaban dolorosamente contra el áspero algodón. Con la cabeza inclinada de Jae, no había mucho de la mujer a la que podría llegar, por lo que Reed levantó una mano para jugar con el pelo en la nuca de Jae. Ella necesita un corte de pelo. 611



Más audaz, dejó a sus manos jugar sobre los hombros musculosos para finamente continuar a lo largo de más ligera inclinación de la parte baja de la espalda de Jae. Ella quería ir más lejos, pero no estaba completamente segura de que no había ido demasiado lejos ya. Es curioso cómo una podría estar tan cagada de miedo y sentirse perfectamente segura. Un toque hábil a la piel de su estómago como Jae exploró el área por debajo de sus pechos, nunca tocándolos, provocándole a arquearse ligeramente en respuesta. Su piel se estremeció en lugares que Jae ni siquiera la había tocado aún, la anticipación haciendo tanto para encenderla en respuesta tanto como las caricias. Estaba temblando, incapaz de saber cuánto de ello era el miedo, y cuánto de deseo o pánico total. ¿Qué pasa si no puedo hacer esto? Habían más o menos cubierto todo en lo que tenía alguna experiencia haciendo, y ella fue rápidamente siendo arrastrada a años luz de su zona de confort. Subrepticiamente, levantó un dedo a la nariz, con miedo de que ella pudiera estar sangrando de nuevo, y se sintió aliviada al encontrar que estaba seco.

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Bajo sus dedos Jae podía sentir el temblor de los músculos tensos que enmarcaron el abdomen de Reed. Cada pase de sus uñas generaba una respuesta. Ella sólo deseaba saber si lo causaba el deseo o el terror absoluto. "Mírame." Se apoyó contra los cojines en un codo. "Quiero escucharte decir algo." La confusión era evidente en el rostro de Reed, pero hubo un gesto afirmativo. "Quiero escucharte decir no". Con la mano libre, ella empujó un mechón de pelo oscuro en su lugar, dejando a sus dedos permanecen en la mandíbula fuerte de su amiga. "No entiendo." "Sé que no lo haces - y es por eso." ¿Cómo podía explicarse sin hacer daño a Reed? 612



"Necesito saber que sabes que puedes decir que no." El ceño fruncido que recibió en respuesta ayudó a aclarar el resto de sus dudas en el borde de su conciencia. Reed estaba borracha. "Y yo creo que tengo que saber que eres lo suficientemente sobria como para saber lo que está pasando." "No quieres est-" "No, te quiero." Para demostrarlo se inclinó hacia delante y mordisqueó suavemente sobre los labios de Reed hasta que se separaron en respuesta, luego profundizó el beso, antes de alejarse de mala gana. "Más de lo que sabes. Pero lo que yo quiero más es tu amistad." "¿Así que no vas a dormir conmigo porque te gusto?" Esa fue una manera de ver las cosas. "Sí. Y para ser honesta, me gustaría ser algo más que un experimento de embriaguez." Y quiero saber que estoy durmiendo con Reed - No Dar. Pero ella no dijo eso. "¿Así que buscas resultados repetibles?" El peculiar humor que amaba había salido a la superficie de nuevo, junto con el bajo acento gutural que casi le hizo olvidar por qué ella estaba diciendo que no. "Algo así." Podía ver a Reed reunir su valor, la determinación se asentó sobre los rasgos cincelados. Era como se había tomado una decisión, un gol se anotó, y la hizo sentir incómoda. "¿Qué quieres de mí?" "No lo sé." La admisión fue subyugada. Pisando con cuidado, Jae alcanzó una mano y suavemente acarició la mejilla antes de tomar una de las manos de Reed en la propia. "Cuando puedas responder a eso, entonces podemos probar esto de nuevo." La mano se apartó y Reed se incorporó, con los brazos metidos de manera protectora sobre su pecho. No hacía falta ser un genio para ver que ella estaba molesta. 613



"¿Siempre eres tan jodidamente noble?" "No." Y ella no lo era, tampoco. Ella había tenido su parte de aventuras, cómoda con su sexualidad y deseos físicos. Lesbianismo era, después de todo acerca de la sexualidad - no es una plataforma política - a pesar de que algunas opinaban lo contrario. "Entonces deja que yo me preocupe por mí." Obviamente, al tratar de explicar por motivos racionalmente, se había perdido de algo. "¿Es esto honestamente cómo deseas que suceda? ¿Un polvo rápido borracho en un tráiler de la película? Porque esto no es como me había imaginado que sucediera." Tan pronto como las palabras salieron de su boca se dio cuenta de lo que acababa confesar. En lugar de las anticipadas acusaciones de seducciones planificadas, apareció una sonrisa tímida. "Tu pensaste en ello." Regocijo llenó la declaración y parte de la tensión nerviosa que Reed había estado irradiando desapareció. Jae se dio cuenta de que su admisión involuntaria había sido algún tipo de seguridad en que sus palabras anteriores habían fracasado en proporcionar. Por haber fantaseado con las circunstancias, ella estaba confirmando de una manera muy real sus deseos. "Una gran cantidad. No has estado ayudando últimamente, tampoco." Esa era una subestimación. "¿Chimenea? ¿Ducha? Playa? ¿Bañera de hidromasaje? ¿Cueva?" Reed estaba sonriendo, remarcando clichés. Jae se preguntó si la otra mujer se dio cuenta de que ella estaba revelando algunas cosas sobre sí misma con la lista. "No sé exactamente." No había manera de que iba a admitir el aspecto físico sin trabas de algunas de sus fantasías. "Me esperaba más de dos o tres horas. Y podría prescindir del SPM." Eso no era Romántico. Pero era la verdad. Por mucho que quería hacer el amor, Jae no estaba segura de estar a la altura - incluso si Reed no tuviera que salir para el aeropuerto a las cinco de la mañana. 614



"Supongo que eso explica por qué has sido un oso tal, tan irritable durante toda la semana." Un dedo pinchó el estómago de Jae, un cosquilleo ligero que rayaba en una caricia tentativa. "Tú quieres que sea perfecto." "No quiero que sea perfecto. Yo sólo quiero que sea correcto". Ella sabía que finalmente había encontrado las palabras adecuadas para explicar lo que estaba sintiendo, como fue recompensada con una sonrisa sincera. Reed se apoyó en los cojines. Los últimos vestigios de la tensión que había sido claramente visible en la desgarbada figura se habían desvanecido. Una mirada esperanzadora fue lanzada en su dirección. "¿Puedo besarte otra vez?" Un rubor se deslizó hacia arriba desde la línea del cuello abierto de la camisa sin mangas. "Me gustó esa parte." Fue encantador, y Jae sintió formándose una sonrisa indulgente. Audacia y una sorprendente ingenuidad mezclada con cinismo hastiado, todo atemperado por un espíritu aventurero - eso era una mezcla magnética y se inclinó hacia delante, cumpliendo. "Me gustó esa parte también." Y esta vez fue sólo un beso. Liberado de la ansiedad por el desempeño, se entregó a las sensaciones, sorprendida al descubrir que a pesar de su experiencia, algunas cosas eran todavía una nueva marca.

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PARTE 11

Capítulo 57

Negro y siniestro, bien podría haber sido una araña como un teléfono, porque no podía obligarse a extender la mano y levantar el auricular. "¿Qué estás mirando, eh?" Jae miró a la gárgola, retándola a atreverse a reírse. Prudentemente, no lo hizo y ella se acercó, rascándole con afecto el mechón de piel sintética de color amarillento que sobresalía de la parte superior de su cabeza de piedra. La mascota ideal para una negligente adicta al trabajo. Con una sonrisa irónica, levantó la libreta de su escritorio a su regazo, la página patéticamente vacía desmintiendo la idea anterior; de haber conseguido absolutamente ningún trabajo realizado esta mañana. Y sin saber dónde se encontraba con Reed, Jae tenía serias dudas de que consiguiera algo hecho hoy tampoco. Lo había intentado. Las imágenes más grandes que el tamaño de la vida habían bailado por la pantalla de la sala de edición, fascinándola con el poder que habían tenido. El simple accionamiento de un interruptor, un corte aquí, un corte allá, cambiar este ángulo, superponiendo esa toma - eso había sido intoxicante - ella podría hacer a Reed hacer lo que quisiera. Y al final, no había sido capaz de hacer que la actriz hiciera nada en absoluto, abandono la sala de edición con los cuadernos de notas e informes de tiro, temerosa de que ella había dejado que la línea entre Reed y Dar se desdibujara en una bruma ilusoria. Si esto es tan difícil para mí ¿cómo lo llevas? Habían necesitaban más tiempo, y simplemente no había ninguno. Sin tiempo para resolver la maraña de sentimientos o las implicaciones de lo que habían hecho. Había tiempo. ¿Cuánto tiempo se tarda en decir "Te amo"? Ella todavía estaba sentada allí, pensando, cuando se abrió la puerta, las bisagras crujieron, una vez más en la necesidad de engrasarse. 616



"Te ves como una mierda." Cait dejo la bandeja de comida para llevar en el escritorio, luego levantó la tapa de plástico de su propia taza humeante, dejándola que se enfriara. "Yo también te amo." Las palabras sarcásticas se derramaron con una falta de conciencia en sí mismas lo que sólo sirvió para poner de relieve su cobardía al no decírselas a Reed. Fastidiosamente alegre, Cait le lanzó un beso al estilo Monroe. "Lo sé." Jae recogió su café, tomando un segundo para disfrutar de la mezcla de ponche de huevo y la nuez moscada que rodeaba el aroma más fuerte de la oscura carne asada, que la complementaba a la perfección. "Gracias." "No me des las gracias. Lee la tarjeta." ¿Tarjeta? Allí estaba, escondida en el centro. Había asumido que era un recibo, y no le había dado al cuadrado doblado un segundo pensamiento. Manteniendo sus ojos apartados, segura de que ella se había sonrojado, Jae abrió el sobre pequeño y deslizó la tarjeta. Debido a que la "C" viene antes de la "E", R. Era la letra de Cait, pero el sentimiento y el estilo eran, sin duda, de Reed.

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"Residencia Lewis, Rio al habla." Reed levantó la vista, las piezas de Meccano congeladas en su camino a ser unidas a la carrocería del coche que estaban construyendo. Era como el momento adecuado. "Estamos construyendo un coche, y tiene un motor y todo, y mamá dijo que podríamos correr en el granero porque es más grande y hay más espacio." Las palabras cayeron

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en la excitación sin aliento. "Voy a poner la cámara hacia arriba y ver si puedo hacer que parezca real, bueno, excepto que las piezas son de todo tipo de colores." Se detuvo, mirando pensativo, la cabeza inclinada hacia un lado, escuchando. Tenía que ser Jae. "Cool." Rio tenía una sonrisa de oreja a oreja, y se preguntó qué consejo el director le había dado. "Si mamá está aquí." Él se rió. "Sí, ella está comportándose." Aquí era. Reed sintió la adrenalina a través de su cuerpo y su estómago se tensó en respuesta. Había dejado al director durmiendo cuando había ido al aeropuerto, con la intención de llamar tan pronto como llegara a casa, pero no había sido así de fácil. Lo que había parecido simple y fuerte durante la madrugada, se había convertido en insoportablemente complicado en la luz de la mañana. Era más fácil pensarlo que hacerlo. "¿Mamá?" "Gracias Lo siento." Tomó el receptor, con una mano sobre la boquilla. "¿Me puedes hacer un favor?" "Por supuesto." Él se bajó del taburete. "Ve a asegurarte de que la tía de Heidi no necesita el establo esta tarde." "Bien." Reed esperó a que se dirigiera a la puerta de entrada y ponerse las botas antes de hablar. "Hola." "Oye." Era sólo una palabra, apenas exhalada, pero Reed se dio cuenta de que Jae estaba tan asustada como lo estaba. "No creo que Waters es muy aficionada a mí."

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Jae rió, y la pequeña bola de tensión que se había apoderado de su cuerpo se relajó de su control. "Nah. Acabas de estropearle su pequeño horario ordenado. Eso y que tengo entendido que la llamaste a las seis de la mañana." "Culpable. No creía que fuera justo para ti desencadenar en una sala de edición desprevenida y sin una dosis de cafeína." Ahora que la película había terminado, ¿tendrían nada de qué hablar? "Entonces voy a tener que pensar en un castigo adecuado." "¿Debo correr?" "¿Quieres?" Las cosas tomaron bruscamente un giro serio, pero expresaban en términos lo suficientemente ambiguos que ambas podían salvar la cara y fingir que no había pasado nada. Había habido demasiadas pretensiones en su vida ya. "No." Reed hizo una pausa, excavando profundamente por las palabras, para ser lo más honesta posible. "Pero no sé si estoy lista para ser capturada, ya sea". "Yo tampoco." Hubo voces apagadas que llegaron a través de la línea, y Jae pidió a alguien que esperara un minuto. "Tengo que irme. Hablamos más tarde?" "Seguro." "Y Reed?" Jae vaciló. "¿Sí?" Su estómago se agito. "Te extraño mucho." El aleteo aumentó, difundiendo calor en su estela. "Yo también te extraño."

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Reed colgó y tiró de sus botas, ajena al hecho de que estaba cantando para sí misma. Las palabras un poco fuera de tono colgaban sobre la nieve recién caída, como hizo su camino hacia el granero, igualmente inconsciente de una Heidi divertida mirándola desde el potrero.

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"¿Pues, qué piensas?" Reed utilizó su ratón para arrastrar la barra de estado y restablecer el clip. "Creo que no te gusta." Bajo el sonido y volvió a ver el metraje. "¿Así de mal?" El director sonaba derrotada. "No, es bueno. Pero no te gusta. ¿Por qué?" "No lo sé", Jae espetó. Reed respiró. Hablar con Jae cuando estaba frustrada se parecía mucho a ayudar a Rio con su tarea de matemáticas. "Sí, lo haces. ¿Qué estás viendo que nadie más puede?" Hubo un silencio, y ella podía decir que Jae estaba reproduciendo la escena nuevamente. El silencio se prolongó, solamente los chasquidos y chirridos suaves indicaban que el material se está reproduciendo una y otra vez. La primera vez que Jae le había pedido mirar una sección de la película, había sido sorprendida. Le había tomado un par de veces antes de haber descubierto cuando Jae quería consejos, o simplemente la confirmación de lo que ya sabía. Hoy fue diferente. Reed se dio cuenta de que Jae era realmente frustrada, incapaz de poner en palabras lo que su intuición y los instintos le decían. "La cámara", Jae dijo de repente. "Puedo ver la cámara. Esta allí en la habitación." La frustración se había convertido en euforia.

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Reed repitió la escena. Ahora que Jae había puesto un nombre a ello, podía verlo también. "Gracias, Reed." Había más clics afilados y chirridos, entonces la comunicación se cortó. Jae estaba de nuevo en el modo de "enfoque". Desconcertada, Reed dejó caer el 'de nada' en el teléfono, sabiendo que, incluso sin la conexión en directo Jae los oyó.

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"Un poco a la izquierda. Arriba. Un poco más alto", dirigía Jae. Reed dejó de lado una rama fuertemente agujeteada. "Si esto se pusiera más arriba ni siquiera estaría en el árbol." "Ja, ja. Izquierda. Abajo. Perfecto." "¿Estás segura?" Su altura le permitió un fácil acceso a la parte alta del pino. "Sí. Ahora necesitamos algunos azules - para mantener el equilibrio." Escondiendo su sonrisa, Reed amablemente clavó en el pecho de mimbre maltratada y recuperó una caja de las lámparas frágiles de cristal azul, verificando rápidamente que todas ellas tenían ganchos de metal. Por alguna razón los pequeños ganchos de plata desaparecían en números que crecían exponencialmente año tras año - no importaba cuántos comprara. La parte superior se había roto en uno, su irregular borde brillando bajo el resplandor de las luces blancas de Navidad ya encadenadas en el pino. Ella con cuidado la tiró a la basura, disfrutando perversamente del ruido tintineante. "Ahora hay un número impar." "En realidad hubo un número impar para empezar -. Vienen en cajas de nueve Rio rompió uno el año pasado tratando de obtener su camión de debajo del árbol de modo que tenemos siete de nueve -. Un número impar." Reed tomó un sorbo de vino caliente, 621



la sutil interacción del aguamiel con el vino de frambuesa crearon una explosión de sabor que hacia fácil de olvidar lo potente que era la bebida. Maliciosamente, ella comenzó a dispersarlas sin orden ni concierto sobre la cara del árbol. Uno dos tres. En el momento justo, Jae intervino. "Las estás poniendo demasiado juntas." "Dime algo, Tigger. ¿Estás siempre tan anal, o estás canalizando a Piglet por una razón?" Ella levantó la ceja y dejo una pequeña sonrisa mostrarse. "Oh Dios. Estoy canalizando a mi madre." Reed casi se echó a reír ante el horror evidente en la cara de Jae. Si el mismísimo San Nick hubiera llegado en una nube de hollín, dudaba de que la rubia se viera más sorprendida de lo que hizo ahora. Jae alzó la vista, suavizada. "Fue horrible. Había traído a papá por todo el salón, haciéndole ajustar cosas hasta que eran perfectos. Incluso había que repartir las bombillas en pequeñas pilas ordenadas con antelación. Nosotros las habíamos puesto arriba y venia mi madre detrás de nosotros, moviéndolas. El árbol siempre se veía precioso”. Había sido lo contrario en su casa. Abuelo y mom habían acarreado la caja gigante en el centro de la sala de estar y simplemente se sumergieron en ella. Los había visto una noche, escondida en las escaleras, y escuchó embelesada mientras reían, bromeaban, bebían -. Y, finalmente, terminaron de adornar el árbol. Cuando los paquetes envueltos en papel brillante habían surgido del cuarto de costura de la abuela, ella se deslizó de nuevo a su habitación para que las visiones de confites bailaran en su cabeza, pero la próxima Navidad ella había sido invitada a unirse a ellos. Tres personas podrían hacer un lío mucho mayor que dos. Su árbol se había mirado un poco como si una tienda de adornos hubiera explotado en la vecindad, y tenían que esperar hasta bien pasada la Pascua para librar la habitación de los últimos carámbanos determinados, pero había sido divertido. 622



"Pues bien, basta que pienses en esto como la primera Navidad del resto de tu vida." Reed metió la mano en su pecho y sacó un caballo de madera finamente detallado, sus ejes de balancín verdes y pequeñas riendas eran una copia exacta del caballo más grande en la habitación de Rio. "Cierra tus ojos." Reed esperó hasta que vio los ojos de Jae cerrarse. "Ahora dame direcciones." "Izquierda. Arriba. Ahí". Reed colgó cuidadosamente el pony en la rama, engañándole un poco para asegurarse de que no estaba demasiado cerca de una bombilla roja vecina. "De nuevo." "Abajo, abajo ... por el lado, Ahí." De nuevo se colgó un adorno, esta vez colocando el oso de porcelana en frente de una luz, haciendo que brillara suavemente. "De nuevo." Pronto ella no necesitaba decir 'de nuevo', y Jae acababa de decir 'Ahí' de vez en cuando, con los ojos todavía cerrados, una sonrisa de satisfacción complementaba la forma relajada que estaba recostada sobre la alfombra. Reed sonrió y apagó la luz, dejando que el suave resplandor del árbol llenara la habitación. "Puedes abrirlos ahora." Silencio. "Jae?" "Es Hermoso." "Así como tú." Las palabras tranquilas ampliaron la sonrisa de Jae y Reed dejo que sus ojos se encuentran en la conciencia sin restricciones, disfrutando de la simple conexión, sosteniéndola entre ellas y no del todo dejándolo ir, incluso cuando el álbum de Navidad resbalo repentinamente y les hizo mirar hacia otro lado. "Déjame adivinar. Un favorito?" Jae preguntó, sonriendo. 623



Lo era. Heidi había encontrado la compilación en una tienda de segunda mano por Calias, y junto con Rio habían usado una ranura en el vinilo. Normalmente, el único árbol que pusieron fue el de doce pies en la granja Chappelle, y los villancicos eran una parte importante del ritual. Música de guitarra acústica lleno la sala, y miro a Jae, que había recuperado su instrumento desde una esquina y estaba tocando un ritmo ligeramente Latino sin problemas. "No sé las palabras, por lo que tendrás que cantar." "No puedo cantar." "¿Asi que?" Quedándose sin una excusa legítima para poner reparos, Reed sacudió la cabeza. "Déjame un cubo". "Ya te he oído cantar -. No va a ayudar, Vamos." Empezó la canción de nuevo, tocando el primer coro. "Estimado señor Santa Claus, creo lo que te lo digo.....” Jae se unió a ella para la última línea, tonos suaves Altos envueltos alrededor de su tenor ronco. "... Algo para la época de Navidad." Los acordes se apagaron. "Esa fue mi favorita. ¿Cuál es la tuya?" No hubo lágrimas que amenazaran con derramarse, solamente un feliz, brillo satisfecho, y una pieza más de su pasado fue recuperada bajo las luces brillantes. "El niño del tambor”. Es un dúo perfecto. Cantas conmigo?" "¿Ves lo que veo?" "Estas en el tono - pero la canción está mal", Jae se burló de buen talante, y empezó a tocar de nuevo. "Los pastorcillos quieren...” 624



"Ro pom pom Pom ..." Juntas. "Ha nacido en un portal de belén, El niño dios, ropo pom pom ropo pom pom" Reed dispuso cuidadosamente los regalos bajo el árbol. Santa, como de costumbre, habría llegado a la casa grande. Esta pila fue de Jae, y también fue uno para Rio de Holly y su pareja, más uno de Sarah. "Ro pom pom pom. Cuando Dios me vio tocando ante Él me sonrió." Ella se sentó sobre los talones, observando la pila de presentes. "Yo no me fui por la borda, ¿verdad?" Jae dejó de tocar, todavía con la guitarra. "Un poco." Tenía que haber veinte paquetes diferentes, algunos de ellos bastante grandes. Mucho. Pero ella no culpaba a Jae. Ella misma se había ido un poco por la borda cargando anteriormente un trineo de cajas que había acarreado a la casa grande que podrían testificarlo. ¿Y qué demonios - Navidad sólo venia una vez al año. "Bien." Jae llevaba una sonrisa de arrepentimiento. El reloj alerto, las aldabas de bronce pesados haciendo sonar la hora. "Tengo que irme." Jae colocó la guitarra a un lado. "Lo sé." Todos los días hablaban, a veces sobre la película, pero sobre todo por nada en absoluto, las conversaciones persistían lejos en la noche, y más a menudo bien entrada la mañana. No esta noche, sin embargo. "Desearía que estuvieras aquí." "Yo también." "El próximo año." "Es una cita. Feliz Navidad, Reed." "Feliz Navidad, Jae. Conduce con cuidado." El monitor parpadeo, y la pantalla se quedó en blanco, las imágenes de vídeo en directo se apagaron. Después de un segundo de

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expresar sus deseos, Reed apago el sistema, viendo como la luz verde en el disco duro se apagó.

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¿Debería? Jae dudó sobre el número. En el mostrador de su tarjeta de crédito brillaba bajo la lámpara, el holograma del logotipo reflejado por la luz, le guiño. El empleado había dicho que tenía hasta las 4:00 PM. y ya era la una menos cuarto. Dándole a Rio los ordenadores desde el Set de filmación para la Navidad era una cosa, pero esto era más. Mucho más. ¿Desde cuándo? Pillada por su propia conciencia, Jae miró el calendario por reflejo. Fue la primera vez que había recordado el Día de San Valentín sin la ayuda de Cait en años - y la única vez que marcar la ocasión llevó a un enorme riesgo. Diez minutos se habían deslizado, marcados fuera inadvertidamente, y ella cogió el teléfono. Cómo Reed sintiera por ella no era importante, y las palabras eran ciertas, independientemente del contexto. Así que las diría. Ella iba a creerle. Fue una buena cosa que había escrito la dirección de Reed abajo, porque su cerebro la abandono en el momento crítico. La chica en el otro extremo pacientemente esperó a que leyera la información. "¿Qué desea que la tarjeta diga?" Jae vaciló de nuevo. Ella no era ingeniosa como Reed, el giro perfecto de la frase se le escapaba. Cree. La voz de su abuelo se hizo eco sobre sus preocupaciones y ella tragó. "Te amo."

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"¿Firma?" La chica parecía indiferente, inconsciente de la ocasión trascendental. Pero así era la vida, en realidad - una serie de eventos que se sujetan en su urgencia y que pasan desapercibidos por otras personas recluidas en las garras de sus propias vidas. "Sin firma." No necesitaría uno.

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Times Square estaba vivo de una manera que ningún otro bloque en cualquier otra ciudad en el mundo era. Palpitaba con un pulso muy propio, los carteles luminosos y vallas rotativas vetas que tiraron el elemento vital parcelado a lo largo de las aceras atestadas, exhortando a los turistas y residentes por igual a mantenerse en movimiento. La energía cantaba y Reed la bebió, dejando que el ruido le cubriera en el anonimato. Aquí, nadie miraba, nadie se preocupaba. Sus mañanas se llenaron con espectáculos escalonados, y era el hogar en la noche para los que poseían la ciudad. Los taxis competían con los coches y peatones, cada pulgada un campo de batalla ganada por la fuerza de voluntad y falta de cordura. Ella amaba Nueva York. No le importaba si ella existía. Sonriendo, se movió más allá de la construcción que traería un nuevo icono en el redil y subió los escalones amplios que condujeron a varias y diversas oficinas afiliadas a la red. Una vez dentro ella sería arrastrada de entrevista en entrevista por la gente demasiado educada para decirle que ella era un segundo segmento de sonido de los sesenta. Preguntándose si tan sólo ¿pudiera ponerlos en fila y dar a todos las respuestas a la vez?

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Marcadas líneas agresivas y las salpicaduras de color blanco alrededor de los muebles curvados minimalista que parecía tan incómodos que bien podrían haber estado ausentes por completo, pero las apariencias eran todo, así que - voilà – Alta decoración. En cualquier caso, la comodidad de los muebles era irrelevante porque ella fue llevada adentro e inmediatamente conducida hacia el maquillaje. Sus pómulos se definirían, defectos se ocultarían y sus ojos se enmarcarían, mientras que su cabello se suavizaría y se rociaría en la sumisión luminosa. Tres meses a partir de ahora uno de los fragmentos de entrevistas correrían, y la cámara de forma magistral cortaría hacia un entrevistador que ni siquiera estuvo presente. Cuando Reed finalmente emergió, se sentía como los detalles de los últimos meses se habían convertido en un mantra, tan a menudo habían sido repetidos durante la tarde. El publicista había hecho un trabajo maravilloso estableciendo límites sin embargo, y si bien había un montón de preguntas acerca de su sexualidad y las relaciones con Jae, Sarah y sus otros compañeros de reparto, respectivamente, las preguntas sobre Riordan habían sido no intrusivas. Una cosa había quedado claro; que estaba a punto de convertirse en el emblema de los diques como gente normal. "Oye." "Oye." Ella debería haber sido aturdida, pero de alguna manera era la cosa más natural del mundo para encontrar a Jae esperando por ella. Y la segunda cosa más natural era dejar a Jae plegarla en un abrazo. Inclinando su cuello, Reed dejó que su frente se apoyara contra el director, absorbiendo la presencia de la otra mujer. La Post-producción y la necesidad de recuperar el tiempo perdido durante el rodaje les había mantenido separadas, y era difícil creer que Jae estaba en realidad aquí en Nueva York. "Oye." 628



"Oye." Los labios cubrieron los suyos, y Reed respondió brevemente antes de retroceder. "No" "Bien." Jae no pidió una explicación, y Reed sabía que no tenía que proporcionar una. "No" era suficiente. "Vamos a salir de aquí." Un estudio de medios no era el lugar para decir lo que necesitaba. Caminaron a lo largo de la acera ocupada, evitando otros peatones. La noche había traído una nueva multitud en la plaza, más inteligentes, más a la moda - los espiritualmente jóvenes estaban reclamando Times Square como propio. Las puertas del ascensor se abrieron, y ellas entraron, al pulsar el botón de la planta que los llevaría a la barra giratoria que daba a la plaza, y sus grandes carteles que eran una verdadera sala de producciones sagradas de Broadway. Por primera vez, tenían privacidad de nuevo, y el pequeño espacio se llenó de la tensión que corría entre ellas. Jae dio un paso adelante, atrayéndola en otro abrazo. Esta vez, ella tocó los labios de Jae con el dedo antes de que el director pudiera besarla de nuevo. Fue una cosa de la proximidad, su decisión de ninguna manera era determinada. "No." Esta vez dio una explicación, dejando su mano entrelazada con Jae en cuando salían del ascensor. "No puedo. No hago las cosas por la mitad, pero no estoy segura de que estoy lista para manejar lo que esto significa". Y si ella besaba a Jae, no estaba segura de que sería capaz de detenerse. "Rio", Jae supuso. Una camarera les llevó a una mesa al otro lado del piano bar, aunque al final habían girado más allá de ese punto.

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"Y Heidi, y Geoff." Y yo. Y tú. Todo el mundo podía irse al infierno - no es que la mayoría del mundo no creyera ya que era homosexual, incapaces de distinguir la fantasía de la realidad. Pero el mundo era diferente de su vida. Por no mencionar que el jurado todavía estaba fuera de su sexualidad, visitaba a un terapeuta no obstante. "No quiero perder lo que ya tenemos." "Nunca." La ferocidad en el tono de Jae convirtió la palabra en un juramento. "La opción número tres siempre ha sido más importante." Le tomó un segundo para averiguar de lo que estaba hablando Jae. Cuerpo y Talento – seguidas, de forma inesperada, por una tercera opción - la amistad. Ella continuó dejando sus manos entrelazadas, sus más largos, más gruesos dedos jugando suavemente con los más delicados de Jae. La mano del director estaba caliente en la suya, y los pequeños callos salpicaban los elegantes dedos que rozaron el interior de su palma, no del todo haciendo cosquillas en su piel. El contacto le hizo desear más. Eso tiene que ser una buena señal. ¿Verdad? La piel de los brazos y el pecho se contrajo, la piel de gallina se extendió hacia el exterior y reclamo su cuerpo entero. La cara de Jae había tomado en un silencio desacostumbrado, sus cejas se contrajeron entre sí. "¿Qué?" "Nada." La negación era poco convincente. "Háblame, Jae." La ironía no se perdió en ella, pero lo dejó a un lado para más adelante, no queriendo arriesgar el momento con una broma irreverente e inoportuna. "No sé qué decir." Su mano libre se deslizó hacia arriba, finalmente enredándola en la explosión de sus cabellos. Registró el gesto nervioso, y alguna de la euforia se desangro lejos. Reed forzó una calma que no sentía en su voz. "¿Acerca de?"

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Jae no respondió verbalmente. En cambio, se encogió de hombros y agitó la mano en el aire, rompiendo el contacto físico entre ellas, en un gesto que Reed interpretaba como "esto". "Oh." Algo del pánico debe de haberse demostrado, porque Jae enredó sus manos juntas nuevamente. "Te amo. Sin condiciones. Pero esto es difícil. No sé qué hacer, o no hacer." Fue la primera vez que había oído las palabras en voz alta. Ellas enviaron el mismo cosquilleo caliente a través de ella que la lectura de la tarjeta de la semana anterior tenía, su impacto más potente que la incertidumbre y el miedo enhebrando la voz de Jae. Por primera vez, Reed se dio cuenta de que ella no era la única en tomar riesgos. "Lo sé. Y Te amo." Se detuvo, con ganas de decir las palabras correctas. "Pero necesito tiempo para estar segura de que puedo hacer el amor contigo. Y necesito averiguar lo que esto significa para mi vida." No iba a ocultar lo que sentía - ese no era su estilo. Pero también no era el tipo de cosas que uno podría tener de regreso - a diferencia de las películas, no hubo ensayo general. "¿Me puedes dar hasta Miami?" Ciento treinta y un días. "Sí. Y todavía más tiempo." La camarera les dio una mirada divertida como ella deposito sus bebidas en la mesa. "¿Piensas que ella es incrédula o envidiosa?" preguntó Jae. Reed se reunió con los profundos ojos verdes de su amiga. "Ambas." El bourbon bajó suavemente, y ella saboreó tanto el sabor y el aroma, recopilando su valor. "¿Puedo hacerte una pregunta personal?" "Siempre."

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"¿Cómo supiste?" Reed bajó la mirada, incapaz de creer que en realidad había conseguido pronunciar las palabras. En un centavo .... "me refiero a ¿Fue difícil para ti la primera vez, ¿estabas asustada de que no serías capaz? - Que sería diferente" "Eso es alrededor de cinco preguntas y una tesis." Jae terminó la mitad de su propia bebida de un trago e hizo una señal para otra. "Lo siento." Tal vez Holly habría sido una mejor opción después de todo. "No. Está bien, de verdad." Jae terminó su copa e hizo girar el vaso alrededor de su base. "Estaba aterrorizada, excitada, y curiosa. En un momento pensé que iba a vomitar, estaba tan asustada." Una pequeña sonrisa colgaba de sus labios y parecía que estaba viendo todo de nuevo, esta vez a través de la nostalgia de los ojos de un adulto. "Era torpe. Ninguna de las dos tenía la menor idea." Su rostro se ensombreció, perdiendo la sonrisa. Cuando Jae no continuó, Reed trazó la parte posterior de la mano del director con un pulgar. "¿Qué pasó?" "Chicos. Al menos para ella, Kenny Holbrook le pidió para ir con el al baile de graduación, y yo fui historia. Él estaba en el equipo de fútbol, yo estaba en teatro - no había competencia." Jae rió. "Pero para responder a tu pregunta original, que casi siempre lo supe. Una gran pista fue Jaime Sommers en lugar de Steve Austin corriendo por mis sueños, eso y un interés permanente en sí o no Blair y Jo eran un elemento. Yo nunca he hecho ... he estado con un hombre ". "¿Nunca?" "Hasta los momentos más torpes con Anna eran más ... bueno sólo más, que cualquiera de los besos o cosas con los chicos." Reed digirió eso. Su propia historia sexual no había incluido nada ni a nadie que le importara lo suficiente como para estar nerviosa. Divertido, sin duda, y en ocasiones un medio para un fin. Pero ciertamente nada para tirarla aproximadamente fuera de forma. Hasta ahora. 632



"Mi turno." Había más que quería preguntar, pero Reed asintió con aquiescencia. "¿Confías en mí?" El aspecto solemne, y vacilante estaba de vuelta, pestañas rubias medio escondieron sus ojos buscándola. "Sí." Ni siquiera tuvo que pensar en ello. Jae se levantó y arrojó una veintena más algunos billetes de un dólar sobre la mesa, por el pago de las bebidas que ya habían consumido, además de los que acababa de pedir. Ella extendió la mano, y Reed la tomó, indecisa pero sin miedo. La solicitud gentil era provisional, y por segunda vez Reed se dio cuenta de que Jae estaba tan asustada como lo estaba. Quizás más. Ni siquiera la realización de que se dirigían hacia el hotel era suficiente para cambiar la curiosidad y la anticipación por el miedo. Jae hizo una pausa, con una mano en el pomo de la puerta, una fuerte sensación de deja vu manteniéndola en su lugar. Esto no iba del todo como estaba previsto; o esperado. Le había parecido una buena idea en ese momento. Lanzarse en picada y barrer a Reed fuera de sus pies. Vivir felices para siempre. Al igual que un cuento de amor. A veces se preguntaba si había imaginado la fiesta del elenco y donde se había llevado, bueno donde casi se había llevado. Lo que era fácil de hacer por teléfono podría resultar imposible en la realidad. Ahora, incluso el acto de comprobar en la habitación de hotel de Reed parecía presumido de no creerse. Entonces vio la forma en que Reed estaba sonriendo, y no parecía presuntuoso después de todo. La puerta se abrió y Reed siguió a través de ella. Jae se había acostumbrado a la sensación de un cierto tipo de tensión en una relación en el punto de convertirse en algo más cuando una cama era la dominante en el mobiliario de una habitación. Esta habitación estaba dominada no por una, sino por dos camas, sin embargo, la tensión 633



había desaparecido aquí. Reed parecía a gusto en su presencia, habiendo casualmente echado el abrigo sobre una silla y volcado sus zapatos en una esquina de la habitación. "Ven acá." Jae susurró. A veces ser bajita era bueno. Ella se envolvió a sí misma alrededor de Reed en un abrazo de todo el cuerpo, conectándolas de una manera que ni las palabras o el sexo permitirían. Esto era lo que había estado ausente. Tenemos que empezar por alguna parte. "Abrázame." "Siempre." Mientras hablaba, Reed las guio hacia atrás sobre una de las camas. De alguna manera había terminado con ella acurrucada en Reed. "¿Puedo hacerte una pregunta?" "No es tu turno. Es el mío." Su risa desencadeno la de Reed, y ella la bebió, encantada por el sonido. Fue un largo minuto antes de que se asentaron de nuevo. "Bésame." "Esa es tu pregunta?" "Sí." Reed salvó a Jae de la molestia de contestar y besó al director. Después de un minuto se apartó. "¿Cuál es la tuya?" "No importa. Me gusta la tuya mejor." Ellas todavía necesitan hablar de cosas como el sexo seguro, y el hecho de que vivían en costas opuestas - pero eso - lo podían hacer por teléfono. Jae se inclinó hacia abajo y sintió a Reed ceder a la exploración suave, y luego se acurrucó, cavando más cerca de la piel y el aroma a sándalo como el beso terminó. No iba a presionar por más de lo que Reed estaba dispuesta a dar. Puede que viniera muy pronto.

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Capítulo 58

Estaba lloviendo - No era inusual para Maine en la primavera. Las salpicaduras limpiaban cuidadosamente la última evidencia del invierno del paisaje, y el aroma único de los árboles en flor se arrastraba a través de los espacios entre las maderas de la cabaña. Reed escuchó el latido constante mientras el agua golpeaba contra el techo y las ventanas, despertando lentamente al mismo ritmo que se había retirado a dormir donde ella estaba sentada, acurrucada en una silla. Al abrir los ojos totalmente, trazó las vetas de araña abiertas encima del vidrio, oscureciendo el mundo de más allá. Se metió la manta alrededor de sus caderas, más por comodidad que por calentarse, el pequeño fuego en la estufa de leña era más que suficiente para protegerse del frío. Habían sido asentados por unos meses, su tiempo se dividía desigualmente entre Rio y en las raras apariciones pública en apoyo a 'Tormenta Tropical', todavía pendiente de estrenarse. Habían tenido que adaptarse y había tomado algún tiempo para acostumbrarse, pero al final las cosas continuaron como lo habían hecho antes. Las campanadas de la hora sonaron suavemente. Era el momento de decidir, y no estaba más cerca ahora, de lo que ella había estado en Nueva York. La invitación había llegado en su envoltura finamente grabada, llevaba la firma distintiva del director y las palabras que si hubieran venido de cualquier otra persona habrían parecido trilladas '121 abajo, 10 para ir'. Eso había sido hace nueve días y medio. El sobre descansaba ahora en la parte superior del billete de avión, que fue a su vez escondido debajo de la pequeña caja de madera que contenía un regalo de Josías y la tarjeta de una docena de rosas. Ubicado en la caja, rodeando cuidadosamente cada uno de los dos reyes, dos anillos, inscritos con cinco palabras sencillas. 'A donde tú vas yo voy'. La caja que ella había olvidado cuando salió de su casa había llegado tres días después de su regreso de California, y cuando por fin había sido capaz de obligarse a abrirlo, se había encontrado las simples bandas de color rojo-oro, usadas más en un 635



lado que del otro. No eran piezas ornamentales, que se llevaran para mostrarlas en ocasiones especiales - eran símbolos tangibles de algo que había pensado no podría existir. Algo que ella pensó que había encontrado. Las últimas palabras que él había hablado con ella se habían hecho eco en ese largo vuelo a Los Ángeles, pero le había llevado una semana a correr el riesgo, jugar. Flotaban a través de su cabeza de nuevo, y casi lo podía imaginar sentado en su sofá como él la llamaba, tras apenas cogerla antes de que la puerta hubiera oscilado para cerrarse. Podía verlo señalar en la tarjeta, en la que ella había perdido otro juego. 'Nunca tengas miedo a perder ... pero se aterrorizada de no tratar.' Así que ella lo había intentado. Y ganó, derrotando el legado de toda una vida de miedo. Eso había resultado ser la parte más fácil. Más complicado fue darse cuenta de que la búsqueda de una relación con Jae significaría aceptar la etiqueta que los medios de comunicación ya le habían dado. Aún más complicado era averiguar si debía o no llevar a un niño en la mezcla. Ella todavía no tenía respuestas para ese punto. Reed se sirvió otra taza de café desde la jarra distraídamente apoyada descansando en la repisa de la chimenea, la arcilla pesada era suficiente para mantener el contenido caliente. Una luz parpadeando sobre la ventana le advirtió que tenía compañía. "Por aquí." "No te has ido todavía?" "No puedo poner mucho para ti." Heidi metió las manos sobre la parte superior de la estufa de hierro fundido y las frotó enérgicamente, utilizando una combinación de aire caliente y la fricción para aliviar el frío. "No puedes decidir qué ponerte?" "No puedo decidir si deseo o no incluso ir." Ella lo dejó así, sin haber hablado con Heidi del cambio en su relación con Jae, o las cosas que había empezado a aprender acerca 636



de sí misma. La veterinaria sabía que estaba viendo a un consejero, pero Reed había guardado los datos en privados. La morena se acercó a la mesa, deslizando un dedo sobre la parte superior de la caja, antes de que ella sacó los billetes y la invitación. "Creo que lo haces. Creo que tomaste la decisión hace meses." Sobresaltada, Reed se quedó allí. "Geoff y Rio están trayendo el coche. Vamos a conseguir tu equipaje." Empacar. Ir. Entonces lo supo. Ella tenía que ir. Tenía que ser ella esta vez. Siempre había sido Jae. Jae la que subió balcones, Jae que voló por todo el país. Esta vez... esta vez tenía que provenir de ella, libremente y sin persuasión. Ella tenía la respuesta a la pregunta de Jae.

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Jae deslizó los tirantes sobre los hombros y se echó un último vistazo en el espejo. Me veo como un bastón de caramelo. Las largas horas en una sala de edición durante el invierno habían disminuido un poco su bronceado perenne, y el vestido rojo aferraba su marco, su color brillante un agudo contraste con su cabello pálido y los ojos. Ella suspiró. Ahora es demasiado tarde para hacer nada al respecto. Esta noche fue la noche. La Noche del estreno. Se revolvió el pelo por última vez, agradecida, al menos, que ella había acordado en conseguirlo cortado, y salió de la habitación, en dirección al vestíbulo y la limusina que esperaba. El vestíbulo estaba lleno, pero Caitlynn y Sara eran fáciles de detectar, ya que estaban sentadas en un grupo que incluía a Maribel, Holly y Samantha - la mujer que presumía era la escolta de la escritora. "Hey Punkin".

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"¡Papi!" Jae echó los brazos alrededor de su padre, y dejó que la envolviera en un abrazo de oso. "Tu madre pensó que sería una agradable sorpresa. No todos los días uno de sus hijos estrena una gran película de Hollywood". Ella tragó. "Es una sorpresa, Da. Sin duda una sorpresa." Jae solo esperaba que el contenido no demostrara ser igualmente una gran sorpresa para sus padres. Bryan Cavanaugh rió antes de inclinarse para besar la parte superior de su cabeza. "Nos vemos en la fiesta posterior, si tú puedes ahorrar algo de tiempo para su yawr pawr kin." El brillo en sus ojos y el acento escandaloso de los Apalaches permitieron al director saber que le estaba tomando el pelo. "No lo sé, Paw, es mejor reservar un baile o dos a través de Cait. Ella se encarga de la programación para mí." Habían llegado a la mesa donde estaban sentados los demás, y ella se metió en un asiento que le proporcionó una visión clara de todo el mundo yendo y viniendo desde el amplio vestíbulo de abajo. Presentando a su padre, ella se rió cuando Maribel le dirigió una mirada apreciativa una vez más. "¿Dónde está tu madre?" "Necesitaba un par de minutos para terminar de vestirse." Ambas rodaron sus ojos, sabiendo que unos minutos adicionales podrían significar entre cinco y noventa años y más allá. "Hey. Hollywood. ¿Qué hay de tener un estreno de una película en Miami?" Mare y Alix se dirigían al otro lado de las escaleras de la sala. Jae silbó con admiración, "Whoo hoo. Mi, ustedes dos limpiaron bien." El dúo se vistió con vestidos complementarios, el dibujante en un color verde oscuro, mientras que Alix era una sombra de negro medianoche adornado con el mismo color verde oscuro como el vestido de Mare. "Si yo hubiera sabido que esto era una oferta lo suficientemente grande como para conseguir a las dos en vestidos, la habría tenido en LA - hace un mes."

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"Sólo para ti, bebé." Alix le dio un beso en la mejilla. "Jules está escribiendo los finales, o estaría aquí también." Jae miró a su alrededor. Thom y su madre habían llegado, uniéndose a los ya reunidos en el salón. Todo el mundo está aquí. Casi todos. Lo más extraño era que nadie había preguntado dónde estaba Reed - o por lo menos nadie le había preguntado. Tal vez ella sólo está llegando tarde. Aun así, no pudo evitar escanear la multitud por si acaso. Jae puso su decepción a un lado y arrastró a Sarah y Holly hacia el coche. En una muestra de unidad, director, actrices principales, autor y guionista llegarían juntos. Los otros llegarían por primera vez en coches separados. El viaje en sí pasó rápidamente, con los nervios borrando las imágenes y los sonidos, y de repente estaban allí. Los focos luminosos que se extendían por el cielo iluminado el teatro, ya que rastrillaban el edificio. Cuerdas de terciopelo acordonaron una vía que conducía al interior, y actuaron como una muralla suave, frenando a la multitud de personas que habían venido a echar un vistazo a las luces brillantes de Hollywood. A mitad de la travesía de la alfombra, se congeló. Reed. Al final del viaje, Reed se quedó esperando, brillando en el satén azul cobalto que acentuaba la oscuridad de su pelo y la luminosidad pálida de sus ojos. Ella vino. Entonces todo se detuvo. No había ruido, no hay bombillas que destellan luz, y la sensación de la alfombra bajo sus pies se desvanecieron. Ella vino. La sonrisa de Reed era tan pequeña que cualquier otro la hubiera perdido - pero por otra parte - no estaba dirigida a nadie más. Esa sonrisa era para ella, y sola ella. Ella vino. Alguien le dio un codazo, y fue sólo entonces cuando se dio cuenta de que se había detenido. Poniendo un pie cuidadosamente en frente del otro, se trasladó de nuevo 639



hacia delante, sin atreverse a romper el contacto visual, no fuera que la otra mujer desapareciera, realmente no estando allí, solo hecho realidad únicamente por un deseo. De pie y esperando a que Jae terminara el largo paseo de la acera hacia el cine fue una de las cosas más difíciles que Reed había tenido que hacer. No porque quisiera salir corriendo, sino porque quería encontrar a Jae en la mitad del camino. Reed se mantuvo firme, y se limitó a observar que el grupo hizo su camino en el interior. Periféricamente, era consciente de que Holly y Sarah flanqueaban a Jae, pero ella no les prestó atención, hipnotizada por la sonrisa brillante que recibió como Jae reconoció que ella estaba allí. Encantadora. Estaba segura de que había otras palabras, montones de ellas, que pudieran combinarse mejor, pero en ese instante era la que encajaba. El vestido rojo era un perfecto contraste con los rasgos más claros y la piel más pálida de la rubia, aferrándosele como un guante y moviéndose en tiempo perfecto por unas piernas musculosas que trajeron más cerca a Jae. Entonces ella estaba allí y Reed dio un paso adelante. Ella no pensó en ello. Si lo hubiera hecho, el momento habría pasado, otro momento perdido, y estaba decidida a no perder nada más. Fue el rose más elemental de sus labios en Jae, entonces ella se movió de su camino, dejando que sus labios se asomaran por encima de un oído delicado. "¿Sí?" Hubo un enganche en la respiración de Jae. "Sí." Sus bocas se unieron, y si no fue perfecto, era correcto.

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"Hola. ¿Estás bien?" Las lágrimas corrían por las mejillas de Jae y Reed estaba preocupada. No había sido una película triste. En la primera oportunidad que había

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recibido, había escapado de la prensa y la gente, muy consciente de que Jae había desaparecido. "No." Ella vaciló, insegura e incapaz de averiguar lo que estaba mal. La película había resultado muy bien y Reed había sido sorprendida por la vista de sí misma que había visto salpicada a través de la pantalla. Había sido ella y todavía no era ella – y a diferencia de otras películas, por la cuarta o quinta escena había sido capaz de olvidarse que estaba viéndose a sí misma - viendo escenas que ya conocía en que terminaban. Jae había hecho un trabajo magistral. De repente, hizo clic. Había hecho. En pasado. Para Reed el papel había terminado hace meses, ya había completado el proceso de recoger a Dar de su psique - no así Jae. El final para el director había llegado cuando la pantalla se oscureció y las luces de la casa se encendieron. "Déjalo salir." Reed las puso en un rincón oscuro del restaurante. Y Jae lo hizo, los sollozos devanaban el cuerpo del director hasta que Reed estaba segura de que desgarrarían a su amiga en dos. Cuando el director finalmente alzó la vista, las líneas negras manchaban su cara donde se había corrido el rímel, obviamente, no era lo suficientemente resistente al agua. "Lo siento." "No". Jae la había sostenido un número suficiente de veces mientras ella lloraba; de una manera extraña se sentía bien para poder corresponderle. Jae se apoyó en ella de nuevo. "No puedo creer que haya terminado. Nueve meses. Se han ido". "No se han ido. Los has Compartido." Ella besó la frente de Jae. 641



"Va a ser raro." Reed sonrió. "Más extraño que nosotras?" Había un pequeño indicio de una sonrisa alrededor de los ojos de Jae. "No creo que eso sea posible." "Vamos. Tenemos dos opciones. Puedo lamer una servilleta y limpiar las manchas de tu cara, o podemos volver a tu hotel y limpiarte adecuadamente." Había una tercera elección. El restaurante que celebraba la fiesta de post proyección tenía baños, pero ya había tenido suficiente de las personas y Reed intuía que Jae sentía eso también. "Ewww. No haces eso a Rio, ¿verdad?" Ella no lo hizo. Pero había conseguido que Jae sonriera, así que valió la pena. "Sí grandes fajos de servilletas empapadas de saliva -. Incluso trabaja en el espagueti." "Eso es tan malo." Jae la miro de reojo, y luego se echó a reír. "Eres una mentirosa." "Me atrapaste". "Gracias." "De nada." Se inclinó ligeramente y permitió que Jae la besarla de nuevo. Todos los nervios de su cuerpo eran conscientes de la suave presión. Sólo la pared les impidió caer, su cuerpo fijando el más pequeño de Jae en el revestimiento de madera. "Hotel", Jae exhalo, la palabra entrecortadamente, parcialmente tragada por el beso. "Seguro." Reed podía sentir su respiración y latidos del corazón aumentar, negándose a detener el beso, meses de anticipación avivaron más allá del punto de ebullición. "¿Estás segura?" "Sí." Ella nunca había estado más segura de nada en su vida.

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La mañana después de la noche anterior. La mañana siguiente. Mañana. Reed se abrió camino atreves de una vigilia perezosa, absorbiendo las últimas horas, y plegando trozos alejándolos para su custodia. La sonrisa de Jae cuando cayó el telón y la multitud se levantó, aplaudiendo; el sonido de su nombre en voz baja en la noche; el sentido absoluto de la seguridad y la alegría simple que venía de sólo pensar en momentos para recordar. Todos los clichés sobre el amor y la pasión amenazaban con flotar a través de su mente, y todavía no podía encontrar una manera de expresar cómo se sentía. Había sido un infierno de la noche. Una noche maravillosa. Valió la pena la espera. Definitivamente valía la pena repetirla. Esperando por todas las noches durante el resto de su vida. Se sentía como si toda su vida le había llevado a este momento de perfección. En un momento interminable. Vertiginoso, luchó por la risa que amenazaba con escapar. Sentimental. Una Total sentimental. Por una vez ella no discutió con su voz interior, estando totalmente de acuerdo. Bajo su oído, podía oír el ritmo constante mantenido por el corazón de Jae. Lento e incluso, eso revelaba la misma laxitud pacífica que la sujetaba firmemente en sus garras. Ella nunca quiso moverse. Su vejiga tenía otras ideas, su cuerpo dividido entre sus necesidades y sus deseos. El deseo estaba ganando. Se acurrucó más profundamente, ignorando el inicio de la jornada durante el mayor tiempo posible. Fue agradable ser celebrada. Una mano se posó tentativamente encima del ombligo de Jae, jugando con sus dedos en el borde en descenso. Se preguntó qué pasaría si besara el mismo lugar que el pulgar estaba explorando con pereza. O tal vez, si movía su cuello una fracción y llevaba una de las plisadas areolas marrones en su boca, mordiendo suavemente con sus dientes. A Jae, resultó que le gusta ser mordida ligeramente. Nerviosa, que había accidentalmente mordido la sensible carne con los 643



dientes y casi había entrado en pánico cuando Jae repentinamente se arqueó en respuesta. Ella sonrió ante el recuerdo, su propio cuerpo no era tan reactivo como el de su pareja. Era, sin embargo, bastante exigente, y ella cedió, desenredándose cuidadosamente de su complaciente colchón humano con el fin de dirigirse al cuarto de baño. Después de todo no hay reglas sobre el número de veces que puedo levantarme. El perfume de Jae se aferraba a su piel, el olor desencadeno otra imagen de la noche anterior. Radiante. Esa era la palabra que había estado buscando mientras observaba a Jae hacer su camino por la alfombra roja. Radiante. Ella todavía se ve radiante. Durante un minuto, no hizo nada más que observan a Jae dormir, absorbiendo cada detalle. Siempre había sido al revés con Jae vigilando su sueño problemático. Un ruido sordo sonó fuera de la puerta de la habitación distrayéndola, y ella escuchó un momento. El periódico de la mañana. Reed abrió la puerta, no dando una maldición sobre quién podría caminar por ahí, y recogió el periódico. Con el talón de su pie izquierdo cerró la puerta, y desdobló el periódico. Primera página. Día de pocas noticias en Miami. Ah. Enfoque local. "¿Es malo?" Jae había despertado y estaba medio sentada, medio reclinada sobre sus codos. Si no hubiera oído el temor nervioso en la voz de Jae, se habría burlado del director y tal vez más tarde lo haría. Pero no ahora. "Es una muy buena imagen de Holly en realidad." Reed, dijo el titular en voz alta. "Del escritor local película toma la ciudad en una tormenta." Ahora eso era original. Yo podría haber predicho algo por el estilo. "Vea la historia en la página A5." Ella se deslizo por el periódico, acomodándose en la cama junto a Jae, quien se lo devolvió. "No puedo. ¿Léelo para mí? Por favor." Ella asintió con la cabeza, su voz inconscientemente asumió una calidad más completa, el timbre se aproximaba a un periodista profesional. "Aprendí anoche que hay dos tipos 644



de películas llenas de papilla – Y me gusta la papilla. Servida correctamente. Esta no es el tipo de plato con un sentimentalismo descarado que se hace pasar por un romance épico - la historia y el director superaron a la audiencia desventurada sobre sus cabezas con el mensaje "el amor lo conquista todo'- al estilo de 'Algo para recordar'. Luego están las películas que nos enseñan. La adaptación de la novela del mismo nombre de la escritora local Holly Wulfenden,'Tormenta Tropical' es un ejemplo brillante de esto último. La aclamada director de cine independiente Jae Cavanaugh trae la misma discreta elegancia a esta película que cosechó su primer premio de Sundance el año pasado, estrujando sutilmente y con poderosas actuaciones atreves de su dirección”. Recorrió el resto, pasando por alto los comentarios sobre su propio desempeño, con una sonrisa leyó la última línea. "Oh sí, y me olvidaba, Dar y Kerry ambas resultan ser mujeres." Jae sólo se sentó, con los ojos cerrados, inmóvil, mirando un poco conmocionada. "Lo hiciste." "Lo hicimos." Había una luz en los ojos verdes que casi bailaban. Inclinándose hacia delante besó las lágrimas que salpicaban las mejillas de Jae, sospechando que eran lágrimas de alegría. Tenían un sabor ligeramente salado, teñidas de algo indefinible pero eso era todo Jae. Ella nunca dejó que sus labios tocaran los de Jae, provocándola. Un golpe seco interrumpió el momento. "¿Quién diablos?" "Ignóralo." Jae se movió una fracción y sus labios se encontraron con avidez. El golpeteo se incrementó. Reed tiró de una camisa blanca que había sido suspendida sobre un respaldo de la silla y abrió la puerta. "¿Cuándo es tu cumpleaños?" "Segundo de febrero. ¿Por qué?"

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"Hay un montón de regalos aquí." Movió una gran cesta de regalo en la habitación, y luego salió al pasillo para deslizar los otros paquetes en la habitación con sus pies, mientras enganchaba el champán y cubos de hielo con la mano libre. La más grande se hizo llegar a Jae, mientras se ocupaba de tirar el celofán de la cesta. Queso, algunas frutas: fresas y uvas sobre todo, junto con una impresionante gama de chocolates. Asomándose un poco más revelo algunos otros pequeños paquetes envueltos en papel brillante, uno de los cuales llevaba el distintivo aroma de trufa. Prometedor. Sin duda prometedor. "Voy a matarla." Reed miró hacia arriba, buscando a tientas con una caja. "¿A quién?" "Caitlynn. Ella y Thom están tan muertos." Una caja de cartón blanco orgullosamente anunciaba que Jae era ahora la orgullosa propietaria de un horno tostador de lujo. "Qué dulce. Nuestro primer aparato." "Riendo. Pero conociendo el sentido del humor de Holly yo tendría cuidado en cómo abrir los paquetes." Reed sacudió la cabeza, "Scott-libre", le muestro al hablar, las fresas cubiertas de chocolate enclavadas en la caja, enseguida, se sonrojó al leer la tarjeta. Trata de sumergirlas. H. "-Scott libre, eh?" Jae se había levantado y estaba pasando un dedo por un lado de su mandíbula, siguiendo el rubor descendentemente. Arrastrando una de las bayas recubiertas a través de los labios casi de la misma sombra, Reed era muy consciente de lo rápido que su corazón había comenzado a latir. Un simple toque, un poco de proximidad y esos bellos ojos sonriéndole y era todo lo que necesitaba. "Mira el lado bueno - no vamos a tener que salir de la habitación en el corto plazo." "Umm. Quizá deberías promoverla de nuevo entonces." 646



Esa fue la última cosa coherente que cualquiera de ellas dijo durante mucho tiempo.

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Jae corrió perezosamente sus dedos atreves del cabello de Reed, de vez en cuando levantándolo en el aire y estudiando la forma en que la luz jugaba en las hebras castañas. Le había tomado algún tiempo acostumbrarse; se había acostumbrados a ver a Reed con el pelo casi impenetrablemente negro. Sonriendo, decidió que le gustaba. El juego sutil de rojo y marrón era fascinante, casi tan fascinante como la mujer misma. Eso no fue lo único en que iba a tomar algún tiempo en acostumbrarse. Reed estaba acostada, la mitad sobre ella, la mitad en la cama, la mujer más alta hacia sorprendentemente un buen ajuste contra su pecho. La diferencia de altura mantenía las partes menos carnosas de su anatomía de aplastarse entre sí y les permitió encajar perfectamente entre sí. Era una cosa más que se encontró que le gustaba. Mucho. Más que un montón. Trazó el borde del camisón de Reed, satisfecha de ver el ascenso y la caída de la tela en que la actriz se durmió. No era la primera vez que habían dormido juntas, pero era la primera vez que sentía que podía observar a Reed libre de culpa. Y así lo hizo. Tomándose el tiempo para absorber los contornos y líneas, la sonrisa burlando los labios completos, y las pequeñas cosas, como dónde Reed metía las manos o los pequeños ruidos que hizo mientras soñaba, o la mezcla de sándalo y vainilla que persistía a lo largo de ellas. Había sido una noche de descubrimiento - para ambas, y Jae no estaba segura de quien había aprendido más. Ella cambió el patrón que sus dedos habían estado haciendo, moviéndose para rastrear la propagación débil de las cicatrices extendidas alrededor del ombligo de Reed. Eran hermosas, cada una eran parte de la mujer que sostenía.

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"Mmm. Buenos días." La voz de Reed era ronca por el sueño. "Buenos días." Ella calmó el movimiento de sus dedos. "No te detengas." La petición fue acompañada por un beso. "Nunca." Alentada, Jae jugo sobre un área mayor, todavía fascinada por las líneas blancas tenues. Estudiando los ligeros descensos y la piel pálida, se dio cuenta de que eran estrías, que quedaron después de que Rio naciera. Ella apoyó la mano en la carne ligeramente redondeada, el peso extra que Reed había ganado haciéndola mirarse en la vida real tan saludable como lo hizo en la película. Se estremeció cuando su propia piel se exploró con languidez. No se hablaron más palabras; no se necesitaba ninguna. Un lunar luciendo escondido más allá del borde del algodón que cubría el hombro derecho de Reed le llamó la atención, y ella movió su boca para besarlo. Cicatrices, lunares, los bordes de los músculos, la piel, los planos de los huesos, mechones de pelo - cada punto sensible en sí se quemó en su memoria, así como todos corrieron juntos, subsumidos por la creciente urgencia de sus exploraciones. El gusto se unió al tacto, fusionado por suaves gemidos y exhalaciones en un sentido completamente nuevo. Amor.

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Epílogo

Rio corrió a la cocina, casi tropezando con Jae, quien lanzo un chillido de sorpresa cuando ella saltó lejos de su madre. Adultos. Eran peores que el tío Geoff y la tía Heidi. ¿Qué pensaron que era? ¿Un bebé? Él sabía lo que era besar. Oh, bueno, si las hacía sentir mejor él fingiría que no había visto nada. Además, si realmente querían mantener las cosas en secreto, probablemente deberían cerrar las ventanas. Cogió una galleta de la jarra y trono hacia el exterior, pues tenía un par más de escenas que quería filmar. "Adiós mamá."

El fin

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Legado Silencioso - Ciarán Llachlan Leavit

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