La vía italiana al totalitarismo (Partido y Estado en el régimen fascista) – Gentile Gentile
5. El rol del partido en el laboratorio totalitario fascista
El embrión totalitario del ¨partido milicia¨ Desde la constitución del PNF (Partido Nacional fascista) hasta la caída del régimen, el partido fue para el fascismo un problema que qu e generó discusiones entre sus corrientes ideológicas. Ya en 1921, la propuesta de transformar el movimiento de los Fasci di combattimento en un partido había provocado una grave división en las filas fascistas, que sólo se superó superficialmente en el congreso de Roma (1921), cuando la propuesta fue aprobada. Los primeros años del PNF estuvieron dominados por los conflictos internos. Después de ¨la marcha sobre Roma¨, los enfrentamientos internos pusieron en riesgo la existencia del partido. Superada en 1925 la crisis, el PNF vivió una suerte de incertidumbre institucional durante la construcción del régimen fascista, hasta que la ley subordinó en 1928 el partido al Estado. El ordenamiento jurídico no puso fin a la discusión del rol de partido, en lo tocante a sus tareas en la revolución fascista. f ascista. El PNF fue una realidad heterogénea: en toda su historia sufrió una metamorfosis que modificó sus características originarias. Esos cambios correspondieron a una política de masas que fue propia del fascismo. La decisión de dar al movimiento de los Fasci di combattimento la organización de partido fue asumida por Mussolini en 1921, cuando el fascismo había pasado a ser un conglomerado de masas de gran envergadura (amplios estratos rurales medios). Creados como ¨antipartido¨ (1919-1920), los Fasci di combattimento se consideraban un movimiento de minorías aristocráticas, que despreciaban a las masas organizadas. Se habían propuesto defender la guerra, valorizar el triunfo y combatir el bolchevismo. Era un movimiento anti ideológico y expresaba un estado de ánimo contra el orden existente y una aspiración a lo nuevo. Los Fasci di combattimento no contaban con reglamentos detallados: métodos de lucha estaban subordinados a las circunstancias y no había vínculos de jerarquía. La ideología y organización se fue creando cr eando a partir de iniciativas locales. A principios de 1921, el fascismo se había vuelto un fenómeno de masas, basado en el escuadrismo. Contaba con un grupo parlamentario y representaba una de las mayores fuerzas políticas del país. Comenzó a exaltar valores de tradición y orden, una renovación de las instituciones y los nuevos valores surgidos de la guerra. Proponiendo que se constituye el Partido Fascista, Mussolini buscaba dar a la heterogénea masa orden, jerarquía y disciplina. Quería imponer su figura de ¨jefe del fascismo¨, aunque había resistencia por parte del escuadrismo provincial, ya que estos rechazaban rec hazaban la conducción de Mussolini y preferían la plena libertad de acción. Los jóvenes escuadristas es cuadristas temían que la práctica parlamentaria y la organización en partido corrompieran el espíritu revolucionario r evolucionario del fascismo. En realidad, la transformación de los Fasci di combattimento en partido no trajo grandes cambios en la organización escuadrista, sino que le aporto un orden unitario (se estableció como institución del nuevo partido). Las escuadras buscaban combatir,
obedeciendo a un ¨comandante¨, a los enemigos del fascismo. El PNF se presentaba, en forma inédita, como un ¨partido milicia¨ que actuaba en una democracia liberal, despreciando sus leyes y utilizando sus instituciones para destruirla. Con la transformación en partido, el fascismo coordinó la actividad de la dirección central, del escuadrismo y del grupo parlamentario (política parlamentaria y terrorista a la vez). En ese período, el principal mito del fascismo seguía siendo la nación, no el estado. El PNF despreció las reglas de juego propias de la democracia parlamentaria y discriminó entre los italianos (y los partidos) entre ¨nacionales¨ y ¨antinacionales¨. Los rasgos totalitarios son evidentes en la mentalidad de los fascistas y en las formas de participación política empleadas para involucrar a las masas. El partido milicia era el embrión del régimen totalitario (para el escuadrismo, los adversarios políticos eran enemigos). Los escuadristas evocaban el espíritu belicoso que los unía en la mística de la nación, por sobre las diferencias de clase, profesión o edad. Obreros e intelectuales, campesinos y empleados, proletarios y burgueses, jóvenes y ancianos, hombres y mujeres participaban en el culto de una nueva ¨religión de la nación¨ celebrando con ritos y símbolos la fe fascista. Ese nuevo estilo político del PNF daba a sus seguidores una imagen de orden. El partido era una comunión basada en la afinidad de sus integrantes. Crisis y metamorfosis del partido en el poder Los dos años posteriores a la marcha sobre Roma (1923 – 1924) fueron los más difíciles para el Partido Fascista (ya gobernante). Confrontación de ideas, rivalidades, ambiciones, patriotismos regionales, odios y recelos hicieron arduos los conflictos internos. Hubo choque entre fascistas nuevos y viejos, moderados y extremistas, nacionalistas e internacionalistas. Su frágil unidad, que había alcanzado para conquistar el poder, se dispersó en fracciones disidentes. La estructura directiva del PNF fue cambiada varias veces. La instauración del Gran Consejo abrió el camino a un proceso de subordinación del partido al gobierno central y la función militar fue quitada al partido (fin del escuadrismo). Sin embargo, los años entre 1922 y 1926 fueron los de mayor liberad de las distintas corrientes ideológicas del PNF. Mientras algunos proponían disolver el partido (ya que su función se había agotado con la llegada de Mussolini al poder), otros lo objetaban: el PNF no había agotado su misión revolucionaria y debía conquistar el poder para crear su estado. Las críticas más hostiles al partido llegaron de los revisionistas moderados, quienes afirmaban que el partido debía subordinarse al gobierno central y poner fin al accionar escuadrista. Para los revisionistas, debía restituirse el partido milicia con un ¨partido de intelectuales¨, forjadores de ideologías e institutos por cuyo intermedio introducir a las masas en el estado nacional. En la vertiente opuesta se hallaban los integrantes del escuadrismo provincial, los cuales exaltaban la función revolucionaria del partido y querían la conquista plena del poder. Su gran representante era Farinacci. Los integralistas sabían que era la verdadera fuerza del fascismo y querían poner en práctica una ¨segunda oleada¨ revolucionaria, para una completa fascistización del estado existente. Los jefes del
escuadrismo pensaban que la subordinación del partido al gobierno sería el final de su poder y la hegemonía de Mussolini, que hasta ese momento no era indiscutible ni estaba por encima de cualquier crítica. Luego del asesinato de Matteotti en 1924, la crisis del fascismo hizo vacilar el poder de Mussolini. El escuadrismo extremista tuvo un rol clave para salvar el destino del fascismo e instaurar el nuevo régimen a partir de 1925 (la corriente de Farinacci). Farinacci, como secretarió único, se proponía eliminar los sectores disidentes, devolver al partido el carácter revolucionario e integrar los elementos totalitarios del partido milicia con las nuevas funciones de partido revolucionario a cargo del gobierno (autonomía del PNF respecto del gobierno). Para Farinacci, el partido debía adoptar el carácter de ¨ejército¨ político en movilización permanente contra los enemigos de la revolución, a través de una disciplina militar y obediencia absoluta (entre jefes y cuadros inferiores). También incitaba a una participación activa de las masas en el partido e invistió a la figura del secretario general como ¨jefe del partido¨ (custodio de la fe fascista). Farinacci ponía en pie de igualdad al ¨duce del fascismo¨ junto al ¨jefe del PNF¨, reservando al partido la iniciativa revolucionaria. El PNF pasó de tener privilegios a ser el partido único en el nuevo régimen: se identificaba ¨italiano¨ con ¨fascista¨ (quien se oponía al fascismo, era enemigo de la nación). Durante la secretaria de Farinacci (1925-1926), el PNF asistió a su período de mayor autonomía activa. Durante las secretarias de Turati (1926-1930) y Giuriati (1930-1931) se expulsó a gran cantidad de escuadristas reacios a la disciplina, junto a muchos oportunistas. Sin embargo, Mussolini estaba decidido a reducir a su mínima expresión la autonomía política del partido. El período 1926-1932 del PNF estuvo caracterizado por el predominio del Duce por sobre el partido. Simbiosis entre partido y estado El Partido Fascista se volvió de facto partido único después de sucesivas leyes promulgadas por el régimen. La construcción del régimen fascista tuvo lugar por medio de un proceso de sucesivas transfusiones que tuvo lugar después de a marcha sobre Roma. Las primeras etapas fueron la creación del Gran Consejo (órgano de enlace entre gobierno y PNF) y donde se elaboraron las leyes para transformar el estado e instaurar la MVSN, que dejó la fuerza armada del partido en dependencia del jefe de gobierno. El PNF desarrollaría en el régimen su acción ¨bajo la guía del Duce del Fascismo y según las directivas establecidas por el Gran Consejo Fascista¨. Había una progresiva simbiosis entre partido y estado. El Gran Consejo permaneció como órgano supremo del estado y deliberaba acerca de las directivas políticas del PNF, el nombramiento y la revocación del secretario general, y de los restantes miembros del directorio del partido. El partido se convierte en una institución fundamental. El Gran Consejo debía producir la fusión entre partido y estado, pero no por ello relegaba al partido a un rol subordinado: se confirió al secretario general del partido un sitio de primer orden en la estructura del nuevo régimen, como ¨el más alto jerarca después del Duce¨. El PNF era ahora una milicia civil al servicio del Estado Fascista. Además, se
estableció que para ser admitido en la administración pública era indispensable estar inscripto en el partido. El Duce y el partido Mussolini logró someter el partido a sus órdenes. En los regímenes de partido único, como el fascismo, la ¨personalización del poder¨ es un fenómeno resultante del partido único, cuando en el interior de este surge un individuo dominante. El partido seguirá detentando la organización de la sociedad para el experimento totalitario. Mussolini se oponía por todos los medios a cualquier intento para afianzar la supremacía del PNF. El Duce enunció que el PNF estaba subordinado al estado. Esta actitud fue respaldada por los nacionalistas (al no haberse convertido del todo a la fe fascista), que buscaban obstaculizar la política partidaria de Farinacci para contrarrestar la influencia del extremismo revolucionario sobre la política gubernamental. Los nacionalistas nunca aceptaron con entusiasmo la presencia del PNF. Una actitud similar fue la adoptada por Giovanni Gentile, que afirmaba que, subordinado el PNF al estado, se ponía fin a la discriminación entre fascistas y antifascistas. Tanto los nacionalistas como Gentile creían que con la creación del nuevo régimen se había agotado la función histórica del fascismo como movimiento y partido político. Sin embargo, Mussolini sabía que su poder derivaba del partido, y por ello siempre rechazo una autosupresión del partido. Después de la marcha sobre Roma, el PNF había engrosado sus filas con todo tipo de oportunistas. En 1927, el Gran Consejo decidió cerrar cualquier tipo de nueva admisión al partido. Turati y luego Giuriati expulsaron y removieron a muchos miembros del partido. La crisis interna del partido (ambiciones, rivalidades, rebeldía) reflejaba la lucha de clases entre la pequeña burguesía y la alta burguesía con la aristocracia. Si bien a menudo el PNF buscaba la ¨respetabilidad burguesa¨, entre 1921 y 1943 una porción amplia de sus cuadros dirigentes pertenecían a la pequeña y mediana burguesía. Todos los jerarcas eran nombrados por Mussolini a propuesta del secretario del PNF y el mismo partido fue el responsable de que el régimen avanzara hacia el cesarismo totalitario (sobre todo en la década del ’30), con eje en el mito de Mussolini. En 1932, el
Duce fue situado por encima del partido y en 1938 designado ¨jefe del partido¨. El prefecto y el secretario federal La subordinación del partido al estado no eliminó los conflictos entre el PNF y el estado. La fuente de esos conflictos eran los vínculos entre los secretarios federales y los prefectos. Mussolini había afirmado que el prefecto era la autoridad más alta en las provincias y el secretario federal le debía ¨respeto y obediencia¨. Los enfrentamientos entre prefecto y federale eran frecuentes: Una solución fue apartar a los prefectos peor vistos. Lo mismo sucedía en las cúpulas del régimen entre los secretarios del PNF y los subsecretarios del Interior. Había un dualismo de poderes no resuelto y Turati había propuesto unificar el cargo de secretario del PNF con el de subsecretario del Interior, pero la propuesta fue rechazada por el Duce. Poco después, se pidió la renuncia de Turati y su reemplazante,
Giurati, chocó contra el mismo escollo y también debió abandonar el cargo. Starace, ante la experiencia negativa de sus predecesores, supo accionar para minar la posición de sus rivales. Starace nunca tocó abiertamente el tema y aceptó la subordinación del federale al prefecto, pero fue firme al exigir respeto por las atribuciones del partido. Las relaciones entre ambos cargos siempre se mantuvieron en un precario equilibrio y la subordinación del secretario federal al prefecto nunca pasó a la letra de los estatutos del partido. La política del secretario federal Los secretarios del PNF desempeñaron un papel importante en el proyecto totalitario fascista. El secretario general era un jefe, no obstante estando subordinado al Duce. Tenía plena potestad en el interior del PNF y ejercitaba notable prerrogativas fuera del partido. Él podía imponer y revocar los castigos a los afiliados, y sólo él podía sancionar a diputados y senadores. El secretario del PNF tenía la función de preservar el enlace entre partido y organismos estatales. De 1926 a 1943 siete secretarios se sucedieron al mando del partido. Algunos estuvieron sólo un año y otros en períodos más prolongados. La mayor permanencia fue la de Starace (1931-1939). Muchos lo acusan de ser el responsable de haber convertido al partido en una obtusa organización burocrática y en una ridícula maquinaria de propaganda para el ¨culto al Duce¨. Esa opinión es verdad solo parcialmente: el staracismo no hizo más que exasperar el carácter que el partido había asumido a partir de 1926. Turati, Giuriati y Starace, cada uno a su modo, ampliaron y perfeccionaron la maquinaria del partido y afianzaron su presencia en el régimen y en la sociedad. El garante de la subordinación del PNF al estado debían ser los secretarios del PNF, aunque éstos eran los más celosos custodios de las prerrogativas y privilegios del partido. Se debe a Turati la liquidación de la ¨política partidaria¨ de Farinacci y la adaptación del PNF a su posición subordinada respecto al estado. Con Turati, el PNF se hizo cargo de una tarea educativa y el deber del partido era formar la clase dirigente fascista. Ello significaba aumentar la presencia del partido en la vida pública y ampliar su influencia entre las masas obreras (aunque no al extremo como había intentado Farinacci). Para Turati, el partido conservaba una posición central en el régimen fascista sin interferir con la acción del Duce. Turati echó los cimientos para el ¨culto al Duce¨, exaltando a Mussolini como guía supremo del fascismo. El PNF adoptó el carácter de escuela de vida civil: era custodio de la fe fascista. Durante su breve período, Giuriati intentó mantener la presencia activa del partido en el régimen y buscó organizar a los jóvenes con la creación de los Fasci Giovanili di combattimento. Giuriati profundizó la militarización de la vida interna del partido y estableció el fascismo como la religión civil de la patria. El PNF educaría a los nuevos fieles de la religión fascista. En 1927 se instituyó el principal rito del fascismo, el ¨reclutamiento fascista¨, rito de iniciación de los jóvenes que entraban en el partido. La ceremonia principal tenía lugar en Roma y culminaba en el discurso del Duce. Por su parte, Starace perfeccionó la obra comenzada por sus predecesores: multiplicó las formas de la liturgia fascista, sumó ¨sábado fascista¨, especificó los modos de comportarse
del fascista en la vida cotidiana, el uso de uniformes en el partido y la relación entre jerarcas y cuadros menores. Starace daba mucha importancia a los desfiles y manifestaciones deportivas masivas. Se buscaba formar a los ¨nuevos italianos¨ del fascismo desde el punto de vista físico, militar e ideológico. Starace intentó poner en práctica un ambicio proyecto de ¨política partidaria¨ sin desafiar la autoridad del Duce (quizás en pos de una eventual sucesión de Mussolini). El propósito de Starace era transformar al PNF en una estructura insustituible en el sistema político fascista. La ¨estrategia de expansión¨ del PNF La rivalidad de poderes era moneda corriente en el régimen fascista, encubierta en la fachada de una organización eficiente. El PNF estaba decidido a ejercer de manera abusiva el poder de control que se le había conferido, con relación a la burocracia estatal y a las demás organizaciones del régimen. Pueden detectarse tres modalidades tácticas distintas seguidas por el PNF para ampliar el radio de su poderío: infiltración, control directo, anexión. Infiltración: Adoptada con las instituciones tradicionales del estado, como por ejemplo las fuerzas armadas, donde el partido no había logrado asentar control propio y que permanecieron fuera de su influencia. En cambio, iniciativas de este tipo tuvieron más éxito en el caso de la magistratura (gracias a un control externo). Como todos los empleados públicos, los magistrados tenían la obligación de inscribirse en la Asociación Fascista de Empleo Público, que dependía del secretario del PNF. Control directo: Siguió esta táctica con otras organizaciones de masas del fascismo, como los sindicatos, sobre las cuales ya había establecido su propia supremacía política. Esa supremacía no se ejercía mediante una presencia del partido en el interior del sindicato, sino que adoptaba distintas formas de control desde el exterior, al elegir los dirigentes, y con la intervención sobre las fuerza de trabajo. En 1927, el PNF había instituido los comités provinciales intersindicales, presididos por el secretario federal, que tenían la tarea de dirigir las actividades de las organizaciones sindicales. En la vida económica, el partido estaba presente con otras formas de control directo (como el control de precios). El partido también ejercía control directo sobre la normativa para las corporaciones. Anexión: Con la guerra de Etiopía, la organización del PNF cumplió un rol decisivo en la movilización de las masas para la guerra colonial y el propio secretario del PNF participó en la campaña militar. En Italia, el partido tomó a su cargo la reglamentación de la actividad económica nacional, más allá de la administración del aparato de propaganda para intensificar el consenso acerca del régimen en guerra. Con el final de la guerra, el PNF tomó una posición preeminente en la organización de la nueva colonia. Indudablemente, el aspecto más importante en la ¨política de expansión¨ del PNF fue la serie de anexiones efectuadas en desmedro de otros ¨potentados¨ del régimen. No todos los proyectos ¨expansionistas¨ fueron llevados a la práctica, pero los logros fueron considerables por la importancia de los nuevos territorios anexados al partido. Para la
política totalitaria los casos más significativos eran los referentes a la organización del tiempo libre y la organización de las nuevas generaciones. Los fanáticos del partido tenían aspiraciones totalitarias alimentadas por el ejemplo del nazismo y del bolchevismo. A lo largo de la década de 1930, el partido extendió su control sobre la vida civil (especialmente en las organizaciones juveniles). El PNF lideró la campaña de fascistización de la vida pública y acentuó el carácter de ¨ejército civil¨ e institución religiosa laica, custodia de la fe fascista. Starace fue el gran sacerdote del ¨culto al Duce¨. Bajo órdenes de de Mussolini, Starace desarrolló la máquina totalitaria del partido con la intención de involucrar a millones de hombres y mujeres en un sistema de vida colectiva (comunidad moral para preparar al nuevo italiano). En la Italia de los años treinta, los representantes del partido estaban por doquier: se instalaba el bacilo de la burocratización totalitaria. Había un país que pedía vivir en los institutos (Gran Consejo, Corporación, Sindicato) creados para satisfacer sus necesidades económicas, sociales y políticas y había un partido que boicoteaba e impedía el funcionamiento de esos órganos. La responsabilidad de esa injerencia fue atribuida a Starace y a Mussolini. Existía una peligrosa hegemonía del partido en todos los ámbitos de la vida nacional. La presencia del partido se había tornado invasiva para los demás potentados del regimenté: había aumentado la envergadura de su organización y su control sobre la vida de millones de italianos. En el terreno jurídico – institucional, se potenció el rol y la acción del partido: por ejemplo, un estatuto de 1938 designó al PNF ¨partido único del Régimen¨; y en 1939 se suprimió la Cámara de Diputados y se instituyó la Cámara de los Fasci y las Corporaciones (ambas en manos de los fascistas). De esta manera, el PNF se dedicaba con cuidado a ocupar todos los espacios posibles en la sociedad, cumpliendo su función de ¨gran pedagogo¨. Un pueblo de matriculados en la escuela del ¨Gran Pedagogo¨ Esa función no era un premio consuelo para un partido que había sido privado de autonomía, sino que era una función decisiva para que el experimento totalitario resultara logrado. Abarcaba, además de las tareas de encuadramiento y control, la fascistización de las masas y la selección de las clases dirigentes. El fascismo concebía la política como una actividad de una ¨aristocracia de mando¨, que modela el material humano de las masas bajo la acción de mitos políticos. El partido era la organización que realizaba la resolución de lo privado en lo público (politización integral de la existencia). Toda política de masas del Partido Fascista iba en pos del objetivo de fascistizar a los italianos para formar uan comunidad política integrada al estado (sociabilización fascista de las masas). El fascismo pretendía darles a todos una disciplina. El partido ponía en práctica una politización de la sociedad civil para que las masas se consagraran al estado. Ningún aspecto podía concebirse fuera del ámbito del estado y el proceso de integración era coordinado por el partido. El fascismo concebía el rol de la mujer determinado por su función de esposa, madre y
educadora, calcando modelos tradicionales de sumisión de la mujer al hombre. Pero al mismo tiempo, promovía la militancia de la mujer por intermedio del PNF. La política totalitaria introdujo una movilización de las mujeres fuera del ámbito familiar, involucrándolas en la organización del partido. A la mujer se confiaba la tarea de tener hijos para la patria y educar al hombre fascista en sus primeros años, pero debía comprometerse también fuera de la familia, para las tareas asistenciales. La política de masas del partido tendía a una movilización permanente que no dejaba espacios privados a la existencia del individuo y de las masas. Los Grupos Barriales ponían en práctica esa pedagogía totalitaria. Cada Grupo Barrial organizaba a los fascistas de una zona específica de la ciudad (cada grupo se dividía en Sectores y cada sector en cinco Núcleos). La multiplicación de jerarquías periféricas tenía por objeto dar una porción de poder a los fascistas de vieja data como premio a su fidelidad. Todas las actividades políticas del partido se centraban en el Grupo Barrial. La principal acción para la relación con las masas era de tipo asistencial: cada Grupo Barrial brindaba asistencia médica y legal, socorriendo a familias necesitadas. Se quería hacer de los obreros una masa disciplinada. La poderosa organización del Partido Fascista era todo menos eficiente y disciplinada. La máquina del partido siguió siendo un farragoso aparato burocrático con funciones de encuadramiento de tendencia militar y de propaganda pedagógica, ampliamente desacreditado por la opinión pública. El partido staraceano, siquiera con su presencia en la vida civil, condicionaba la existencia de millones de personas. Con el tiempo, el partido se volvió la única dimensión política en cuyo seno era posible ejercer una forma activa de participación en la vida del estado. Los resultados de la pedagogía totalitaria no siempre eran estimulantes: la situación variaba de ciudad a ciudad, de región a región. La población de las provincias, en su mayor parte, aún no había comprendido al movimiento fascista como movimiento revolucionario. La cantera de ¨verdaderos fieles¨ Se buscaba preservar el poder aún después de la desaparición física del Duce. Por ello, conquistar las nuevas generaciones para el partido era el único modo seguro de garantizar el futuro del régimen. Se necesitaba conquistar para el partido el monopolio de la organización y de la educación fascista. La GIL se volvió la organización totalitaria de las fuerzas juveniles del Régimen fascista en el ámbito del PNF, en dependencia del secretario de partido. Las tareas de la GIL eran la preparación espiritual, deportiva y paramilitar, el dictado de educación física, cursos, escuelas, academias, campamentos y otros medios pertinentes a las finalidades de la organización. En un principio, la inscripción a la GIL era voluntaria, pero más adelante se volvió obligatorio. Así, la organización juvenil del PNF cobró una importante envergadura (más de 8 millones de afiliados en 1941). Tenía sus propios colegios y una academia que se ocupaba de preparar a los dirigentes e instructores. La GIL debía ser un auténtico laboratorio para formar al ¨italiano nuevo¨: una escuela de
masas del PNF en la cual hacer crecer generaciones fascistas. Dentro de esa masa, el partido elegiría luego a los futuros dirigentes para la aristocracia de mando. En 1935, el PNF instituyó cursos de preparación política para formar los cuadros de la Nación fascista del mañana. En 1939 surgió un centro de preparación política juvenil, que dependía del secretario del partido y tenía sede en Roma (se daba preferencia a aquellos jóvenes que habían intervenido en las ¨guerras por la Revolución¨). Se confiaba la organización de los cursos a los Grupos Universitarios Fascistas (GUF). Estos tenían por objeto fascistizar la universidad y mantuvieron vivo un ámbito de discusión crítica dentro del fascismo (crítica a la burocratización del régimen). Las nuevas generaciones, criadas dentro de un ¨régimen cerrado¨, sólo conocían la realidad mediada por las categorías del fascismo. Por ello, el partido encontró entre los jóvenes a sus militantes más activos. El partido buscaba que la adhesión al fascismo fuera un acto espontáneo y natural para el recién nacido en Italia. Mientras tanto, el partido continuaba con la solución pragmática de la matriculación, inscribiendo a las masas (desde su nacimiento) en la escuela del Gran Pedagogo. Mussolini, obsesionado con la idea del tiempo y del destino (oportunidad histórica), temía no contar con el material humano para ¨hacer la historia¨. Para 1939, Starace había logrado una cifra inquietante de inscriptos al partido: 43.733.000 de italianos e italianas. Las cifras eran sorprendentes, pero la pregunta era: ¿Cuántos matriculados son fieles al fascismo? En lo que concierne al vínculo entre el partido y las masas, a fines de los años treinta muchos síntomas revelan que la política del partido provocaba reacciones negativas cuanto más invasivo este se volvía. Con la guerra, la sensación de malestar y de crisis del partido aumentó ante la perspectiva de la derrota militar. El partido corría cada vez más el riesgo de verse sofocado por las excesivas tareas de la más variada índole. Los jóvenes fascistas que creían en el mito del estado nuevo totalitario, desmoralizados por las contradicciones entre programas y prácticas del partido, polemizaban contra la burocratización del partido.