La teoría de la verdad en Michel Foucault.
Emmanuel Chamorro Sánchez http://www.emmanuelcs.net
En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la “Historia Universal”: pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. F. Nietzsche. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral.
ÍNDICE I. INTRODUCCIÓN. El problema del saber en la obra de MIchel Foucault. II. EL PROYECTO DE MICHEL FOUCAULT. 1. La historia de la verdad. Influencia de Nietzsche. 2. Dos historias de la verdad. 3. El problema. III. LA CONCEPCIÓN FOUCAULTIANA DE LA VERDAD. Verdad y poder. 1. ¿Qué es el poder? a. Crítica a la definición tradicional del poder piramidal y coercitivo. b. Microfísica del poder.
2. ¿Qué es la verdad? a. Crítica a la definición tradicional de la verdad como lo incontaminado. b. Verdad como demostración vs. verdad como acontecimiento.
3. El poder genera saber. Las relaciones entre verdad y poder. IV. EL PROYECTO POLÍTICO: VERDAD Y HEGEMONÍA. V. NOTAS. VI. BIBLIOGRAFÍA.
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I. INTRODUCCIÓN. EL PROBLEMA DEL SABER EN LA OBRA DE MICHEL FOUCAULT. Abordar el estudio de la teoría de la verdad en Michel Foucault supone adentrarse en muchos de los frentes abiertos por este autor. Así no podemos desligar su concepción de la verdad de su forma de entender el poder. Trataremos en este breve estudio de evitar el simplismo, aunque partimos de las limitaciones de espacio y tiempo que condicionan el análisis. Las relaciones entre saber y poder (también podría añadirse y el sujeto) son eje central de toda la reexión foucaultiana, apareciendo -en distintas formas- de principio a n de su obra. Dentro de sus desarrollos se pueden establecer tres momentos en su reexión acerca de las relaciones poder-saber 1: • El constituido por la obra Arqueología del saber (1969). • Un momento de transición determinado por su lección de entrada en el Collège de France, publicada posteriormente bajo el título El orden del discurso (1971). • Finalmente, un tercer acercamiento a esta cuestión se encuentra en los textos y cursos a partir del año 1971. En La arqueología del saber , la relación entre prácticas discursivas y prácticas no-discursivas parece que da preeminencia a las primeras. De modo que existe un substrato reexivo del discurso que no sería afectado por las prácticas no-discursivas. Los análisis de esta época son más cercanos al estructuralismo que, como ocurriría más tarde, a la losofía nietzscheana. Todo sistema enunciativo o teórico está condicionado, por encima de todo, por lo discursivo. La interrelación de los hechos y el discurso no se da en un vacío, sino en las relaciones discursivas, es decir, que el discurso no se ve afectado directamente por los hechos sino por las prácticas discursivas que pueden integrarlos. El discurso se coloca en un lugar intermedio entre las prácticas sociales, instituciones o hechos históricos y las relaciones reexivas. Las reglas discursivas, pese a esto no se conguran ahistóricamente, sino que constituyen un a priori, pero un a priori histórico. La noción de historia que se maneja es la de un desarrollo no lineal, discontinuo, que se mantendrá hasta el nal de su trayectoria. Por su parte, en el segundo enfoque, las relaciones que en La arqueología del saber eran analizadas en términos de prácticas discursivas-prácticas no discursivas, son puestas a la luz de una nueva perspectiva: la del poder. Así pasamos del análisis epistémico al análisis político de la formación del discurso. El cuestionamiento de la voluntad de verdad indica un acercamiento a la losofía nietzscheana. En este marco metodológico del análisis político del saber, Foucault, divide en tres los procedimientos de control de la producción del discurso: 1. Los mecanismos de exclusión; de rechazo de otros discursos. Dentro de éstos, hay tres formas predominantes de control: a. La prohibición.
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b. La cesura entre razón y locura. c. La división entre verdadero y falso. 2. Los procedimientos de regulación internos del discurso. Así los principios de clasicación y orden suponen constricciones primeras a las formas posibles del discurso, eliminando el acontecimiento y lo azaroso. Las tres formas más importantes en que aparecen estos procedimientos son: a. El comentario (que impone la repetición frente al azar). b. El principio de autor. c. La disciplina. 3. Los procedimientos que limitan el acceso de los sujetos al discurso. Pertenecen a esta clase: a. El ritual. b. Las “sociedades de discurso”. c. Las doctrinas. Una de las principales características de esta segunda forma de entender las relaciones entre lo discursivo y lo no discursivo es la denición estrictamente negativa que Foucault ofrece del poder. Las prácticas de poder en el discurso son denidas como su limitación, exclusión y rarefacción. Por último, el tercero de los acercamientos a la relación poder-saber es el que más extensamente analizaremos en estas páginas, por este motivo no nos detendremos ahora más que para establecer una aproximación que nos permita situar las coordenadas de la reexión. Así, el cambio fundamental que se produce en esta etapa es el que respecta a la forma de entender el poder: éste ya no es comprendido como un mecanismo de rarefacción, de represión del saber, sino como creación. El poder (muy al estilo nietzscheano) es creador de sentidos, pero no sólo de sentidos negativos (excluyentes), sino que cualquier horizonte ha de ser generado a través de una relación de fuerza (poder). El problema de la verdad ha pasado al primer plano. A este respecto, Foucault toma un momento concreto en el desarrollo de la losofía de Nietzsche (el texto Sobre verdad y mentira en sentido extramoral ) y alrededor de la noción de verdad que en él se maneja, levanta su edicio teórico en el estudio de los mecanismos de saber-poder. La verdad es un efecto de la falsicación. Las supuestas identidades que muestra el discurso son disueltas ante la multiplicidad del fenómeno y de lo caótico. El azar, lo accidental, la heterogeneidad,... estas son las nuevas coordenadas en que se sitúa el estudio de la verdad. Las interpretaciones son resultado de la guerra, del conicto entre fuerzas, con lo que la idea de búsqueda de un origen incontaminado queda excluida. Así se alcanza la crítica a la ideología, que va de la mano a la crítica a la voluntad de verdad. Mostrando que no hay verdad previa (como ya hemos apuntado), ni incontaminada y que esa búsqueda de verdades no es más que ejercicio de poder y no, como decían los críticos de las ideologías, oposición a la fuerza que impone un determinado sentido de la verdad.
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II. EL PROYECTO DE MICHEL FOUCAULT. Lo que pretende este autor con sus análisis es dar muestra de que las prácticas históricas y las relaciones de poder que a ellas subyacen han tenido un papel principal en la constitución de los modos de saber y de subjetividad que se dan en la actualidad. Pero este análisis no se puede llevar adelante en términos de infraestructura y superestructura (es decir, en términos de alineación e ideología), sino en tanto que el saber es instaurado y entra en un bucle de retroalimentación con el poder. Los análisis de las formas punitivas, del mito de Edipo en su relación a la voluntad de verdad, de la historia de la sexualidad o la locura, muestran la imbricación histórica de las formas de poder-saber.
1. La historia de la verdad. Influencia de Nietzsche. Foucault asegura que su tarea consiste en tender un puente en la brecha que separa la historia de las ideas y la historia social. No se busca una verdad intemporal, sino que su losofía (al modo nietzscheano), se propone ser diagnóstico de la situación actual, este diagnóstico se fundamenta en un análisis de la historia de la verdad. Esta historia de la verdad no pretende ser la historia del acercamiento de la ciencia a la verdad del mundo (como podría hacer la historia de la ciencia), sino más bien una historia de los modos en que ha aparecido la verdad y una historia de la voluntad de verdad misma y sus conguraciones.
2. Dos historias de la verdad. Foucault apunta hacia una doble posibilidad de análisis de la historia de la verdad: a) Una historia interna de la verdad , de una verdad que se corrige según sus propias reglas internas. Ésta es la propia de la historia de las ciencias. b) Una historia externa de la verdad . Que parte de las reglas de juego (como las prácticas judiciales) que hacen nacer en una sociedad determinadas formas de subjetividad, determinados dominios de objetos, determinados tipos de saberes.
3. El problema. El objetivo de Michel Foucault en sus análisis de las relaciones saber-poder, es el de distinguir los sucesos, los hechos históricos, diferenciar los niveles a los que pertenecen, aproximarse a los modos de subjetivación que esconde el saber y acercarse al modo en que el poder ha sido ejercido para dar lugar a esas formas determinadas de saber. Para aproximarse a estos desarrollos históricos, el autor parte del modelo de la guerra y la batalla (en oposición explícita al “gran modelo de la lengua” 2). La influencia de Nietzsche en esta última
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época de su pensamiento es muy pronunciada; partiendo de esos análisis critica tanto el modelo estructural, como el dialéctico, por considerarlos insuficientes para dar cuenta de la complejidad de las relaciones saber-poder. El objetivo no es encontrar las reglas inherentes a los enunciados que permiten establecer distinciones entre verdad y falsedad, sino buscar las condiciones históricas de emergencia de esa separación (que siempre es contingente y, podríamos decir, “situada”). Por esto sus análisis de los discursos acerca de la locura o el castigo se centran en las prácticas históricas y su relación con los modelos de racionalidad y de separación de la verdad.
III. LA CONCEPCIÓN FOUCAULTIANA DE LA VERDAD. VERDAD Y PODER. 1.¿Qué es el poder?3 Foucault parte de una concepción del poder cercana a la de Deleuze. De este modo el poder queda definido como “la capacidad de afectar y ser afectado”4. Esta forma de entender la fuerza no supone una visión negativa del poder. El poder es creador y no sólo represor (como habitualmente se ha pensado). Así Foucault establece una forma de epojé al apartarse de las nociones tradicionales del poder para atacar desde una nueva perspectiva estos fenómenos constitutivos de la realidad humana. Los mecanismos del poder están en todas partes y no sólo no ocultan lo real, sino que a ellos debemos directamente la producción de realidades. La denominada hipótesis Nietzsche , que propone la perspectiva de la guerra y la batalla para iniciar el estudio de la vida humana, es recogida frente a Hobbes (que concibe el poder como soberanía) y frente a Freud y Marx (que lo hacen en relación al concepto de represión).
a. Crítica a la definición tradicional del poder piramidal y coercitivo. Esa epojé a la que hemos hecho referencia, abre la vía en Foucault para una nueva aproximación al problema del poder desde otra óptica. Vamos a estudiar el desarrollo de su teoría en contraposición a los postulados clásicos que él critica y que han sido, históricamente, predicados del poder: 5 1. Postulado de la propiedad . Que significa que el poder es “propiedad” de un individuo o una clase que lo ha conquistado. En oposición a esto, nuestro autor aduce que el poder más que poseerse, se ejerce, por esto centra su estudio en las técnicas, estrategias, maniobras y funcionamiento del poder (o mejor, de los poderes). Así la visión del marxismo tradicional según la cual el poder es ejercido por una clase que explota y
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subyuga a otra, aparece como una explicación demasiado simple: aunque no se duda de los factores económicos que están relacionados con el poder, Foucault no cree que todos los aspectos de éste puedan reducirse a la relación infraestructura-superestructura propia de la ortodoxia marxista. El dominio, las diferentes formas de ejercer el poder, no se aplica aisladamente, sino que toda red social es un entramado de fuerzas que se mantiene gracias a ellas. 2. Postulado de la localización. Según el cual el poder se localiza en el aparato Estatal de forma concreta, quedando diseminados los poderes privados. Frente a esta concepción unidireccional del poder, nuestro autor muestra cómo el Estado (el gran Leviatán hobbesiano) no es más que un efecto de ese entramado (y sus múltiples y heterogéneos mecanismos) de poder que afecta a toda la realidad. La idea que a este respecto se propone es la de una microfísica del poder, es decir, un estudio de los nódulos de poder cotidianos, interiorizados, que anudan cualquier relación, más que la de las grandes estructuras estatales, cuyo poder es una formación derivada de aquellas relaciones de dominio mínimas. 3. Postulado de la subordinación. El poder, monopolio del Estado, está subordinado a un modo de producción y, por tanto, a una infraestructura. Como ya hemos visto en parte en la crítica al postulado de la propiedad, Foucault critica al marxismo tradicional la idea de una determinación fuerte de la superestructura por parte de la infraestructura económica. Para Foucault la superestructura ideológica (en el sentido del lugar en que aparecen los discursos y no como instancia ocultadora de la realidad) no viene determinada simplemente por el modo de producción, sino que ambas realidades aparecen en una relación circular atravesada por las estrategias de poder que son transversales a todo lo humano. La fuerza no procede de la mera superestructura, sino que es una realidad que aparece en todos los ámbitos de la vida. 4. postulado del modo de acción . Según la determinación clásica, el poder actúa mediante represión e ideología. Como es evidente, la aproximación foucaultiana se opone a este postulado más radicalmente, si cabe, que a los anteriores, al focalizar su crítica en la visión negativa que se tiene de las relaciones de fuerza como algo meramente represivo y ocultador. La realidad no queda ocultada bajo la ideología que el poder interesadamente genera, sino que la realidad misma es constituida por los ejercicios del poder microfísicos, cotidianos, que anudan y hunden al individuo en lo real. El poder, y esta es una noción central en nuestro estudio, genera formas de saber, no es neutral ni meramente ocultador. Las relaciones de poder son, ante todo, productivas; en esto reside su fuerza. En palabras del propio Foucault “lo que hace que el poder agarre, que se le acepte, es simplemente que no pesa solamente como una fuerza que dice no, sino que de hecho la atraviesa, produce cosas, induce placer, forma saber, produce discursos.”6 5. Postulado de la legalidad . La ley es expresión del poder del Estado, de modo que la revolución supone la implantación de una nueva forma de legalidad. Frente a esto, el autor enfatiza el hecho de que la ley no es generada para ser cumplida, sino para crear focos de ilegalidad. Éstos son un elemento positivo del funcionamiento social cuyo rol está establecido en la estrategia general de la sociedad. Así pues, podemos resumir la crítica de Foucault a la doctrina clásica del poder en un ataque a la visión piramidal y unidireccional del ejercicio del poder, a la visión meramente negativa que se tiene de él y a las doctrinas de la ideología.
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Frente al poder piramidal, se propone una microfísica del poder. Frente al análisis del poder como expresión unidireccional de fuerza, se propone un estudio de sus modos, estrategias y funcionamiento. Y por último, en contraposición a un poder que genera una ideología que encubre su verdadero ser, aparece la concepción heredada de Nietzsche del poder como creador, como generador de discursos y, por tanto, de verdades.
b. Microfísica del poder. La localización de los poderes es una de las principales novedades de la propuesta foucaultiana en relación con el estudio del poder. Ya no se habla del poder monolítico, ya incluso no se puede hablar del poder , sino de los poderes. La heterogeneidad de este fenómeno hace imposible su apariencia de unidad, desde esta perspectiva. Partiendo de las nociones de vida como combate, guerra o campo de batalla, la alusión a un poder monopolizado no tiene sentido, ya que en el campo de batalla todos los individuos combaten, todos pretenden afectar y ser afectados, es decir, entran en el juego de las relaciones de fuerza y de dominio. Esta es la guerra de todos contra todos, la de la capacidad afectiva, la de la posibilidad de ejercer inuencia unos sobre otros, pero hemos de tener en cuenta que esa capacidad no se entiende en sentido negativo como una imposición, sino más bien, como algo constitutivo, es decir, como la única posibilidad de surgimiento de relaciones sociales. El poder ya no es ejercido como un monopolio del Estado o de la clase dominante, sino que inunda todas las relaciones humanas, imbricándose así en el proceso de formación de discursos y de discernimiento entre verdad y falsedad. La importancia de las experiencias en las revueltas de París en mayo de 1968, es puesta de relieve por Foucault. El enfrentamiento abierto contra los poderes en el ámbito local, la lucha contra las caras más cercanas del poder y sus eslabones más nos supusieron un espaldarazo denitivo para la transformación de la concepción foucaultiana de los entramados de saber poder y su relación microfísica con los individuos.
2. ¿Qué es la verdad? Como hemos mostrado brevemente en la introducción, la reexión foucaultiana respecto a la cuestión de la verdad y el poder atraviesa diferentes etapas. En las próximas páginas nos centraremos en su última fase; aquella en la que la verdad es producto y estrategia del poder. La verdad aparece dentro del discurso, es decir, en el mundo no hay verdades, éstas son algo que toma existencia en el ámbito discursivo, pero este ámbito no ocupa un espacio aislado del resto de la existencia humana, muy al contrario, lo discursivo es una parte de lo real y, por lo tanto, está atravesado por las relaciones de fuerza y poder que condicionan la vida humana en todas sus facetas.
a. Crítica a la definición tradicional de la verdad como lo incontaminado. Al igual que en análisis del poder, enfocaremos el estudio de la noción de verdad en Michel
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Foucault contraponiéndola a la teoría clásica de la verdad como lo incontaminado; como el último reducto que resiste al poder y su falsicación. Nuestro autor ubica en el Edipo-rey el momento de ruptura entre saber y poder. La democracia de las polis griegas encumbra la idea de que el saber está al servicio del pueblo y para defenderlo de la tiranía de quien lo usa en benecio propio. De este modo el poder debe quedar subordinado al saber. El conocimiento es un universal y, ya que todos poseemos la capacidad de juicio, el poder debe someterse a él. El saber aséptico es un freno para los abusos de la autoridad. Esta idea ha persistido en nuestra sociedad atravesando toda losofía y toda práctica política. Desde Platón al marxismo la teoría de la ideología se ha hecho fuerte. Las críticas de Foucault a esta doctrina se pueden resumir en tres aspectos: · la ideología está en oposición a algo que es la verdad . El problema planteado por nuestro autor es que tan verdad es la ideología como la verdad que se le opone. Es decir, esa supuesta verdad que encubre la realidad (en el marxismo la ideología capitalista que encubre la injusticia del modo de producción y de la sociedad de clases) está tan “situada” como la doctrina marxista del materialismo dialéctico. Toda verdad es históricamente construida y, por tanto, no hay una instancia superior desde la cual juzgar la validez de las distintas verdades. La verdad descubierta por el análisis ideológico (escondida tras los intereses de la clase dominante -según el esquema marxista-), ha nacido de las relaciones de poder y de la toma de posición en la red de fuerzas de los individuos, pero no es ahistórica o incontaminada. El interés de Foucault no se centra en las formas concretas de separación de verdad y falsedad, sino en los procesos históricos que han llevado a la imposición de unos criterios de verdad sobre otros. · la ideología remite a un sujeto . Foucault pretende en su última etapa liberarse de la noción de sujeto, buscando una genealogía de los procesos históricos, pero no mediados por los individuos, sino atendiendo a la constitución misma del sujeto. La noción de sujeto es una invención novedosa, esto es lo que pretende poner de relieve la muerte del sujeto que opera este autor. La forma de ser sujeto, supone un modo de estar en el mundo (la inserción en un modo de vida y en un sistema de verdades determinado) relativamente reciente, y que, sin embargo, se ha tomado como el modo de estar en el mundo (la forma absoluta de ser del individuo). La historia, pues, se convierte en un proceso sin sujeto ni nes en la que el hombre es un efecto de la red de relaciones que lo constituyen. Con esto las pretensiones humanistas de avance histórico quedan refutadas. · la ideología está en posición secundaria respecto de una infraestructura o determinante material, económico, etcétera. Como ya hemos apuntado con anterioridad, para Foucault la relación entre factores materiales, poder y verdad es circular. Las relaciones de poder generan y se ven reforzadas a través de unas determinadas formas de saber y unos criterios para discernir la verdad de la falsedad. A su vez las condiciones materiales (económicas, modos de producción, etcétera) generan formas de poder y nódulos de saber-poder que sirven de refuerzo a su dominio. El bucle del saber-poder incluye, pues, a la infraestructura. No se trata de espacios aislados o relacionados unidireccionalmente, sino que el poder genera efectos reglados en todos los ámbitos y a la vez éstos determinan la forma del poder. Lo que subyace a estos planteamientos es una concepción que diluye la verdad en las reglas que el poder introduce en el nivel del discurso: por esto a menudo se ha criticado a Foucault caer en un relativismo epistémico. Aparentemente toda verdad tiene la misma validez, porque no hay un criterio externo al que someterla. La verdad es una estrategia del poder, un modo en que los poderes generan una distinción arbitraria entre lo verdadero y lo falso. Y decimos arbitraria precisamente por lo anteriormente comentado; su validez se remite sólo al espacio delimitado
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en el discurso, obviando toda relación con un universal o con una realidad exterior a la que podemos acceder de forma neutral. Eliminada la posibilidad de neutralidad, partiendo de que todo conocimiento es situado, histórico y mediado por relaciones de poder, la verdad no tiene más ámbito que el de la guerra, la batalla por imponerse. La contingencia de la verdad, su referencia a la vida humana en la que no hay esencia ni necesidad, da pie a pensar que en Foucault no hay criterio alguno para discernir la más correcta entre las diversas verdades.
b. Verdad como demostración vs. verdad como acontecimiento. Foucault analiza en Le pouvoir psychiatrique las grandes líneas de una historia de la verdad en la que se oponen verdad como demostración a verdad como acontecimiento. La verdad-demostración es la forma de verdad que aparece en las ciencias; supone que la verdad existe por todas partes y que la tarea de aquel que pretenda acceder a ella consiste en dotarse con los medios necesarios. El método se convierte en cuestión central para una concepción de la verdad que supone que todos estamos en la misma disposición y tenemos unas capacidades suficientes para alcanzarla. La verdad-acontecimiento es una concepción más arcaica. No se basa en la universalidad de la verdad y de las capacidades racionales para alcanzarla, sino en la localización; en el acontecer espaciotemporal del hecho de la verdad. La discontinuidad se convierte en un aspecto importantísimo de esta forma de verdad (que ya no está al alcance de todos ni en todo momento). Este modo de entender la verdad como un acontecimiento se encuentra más próximo a la visión fouacultiana que el de la verdad científica. La discontinuidad, la materialidad y la concreción de esta verdad la acercan a los entramados de poder-saber que propone nuestro autor.
3. El poder genera saber. Como hemos visto, las relaciones entre poder y saber son más complejas de lo que la tradición nos había mostrado. No hay verdad fuera de los mecanismos de poder, porque no hay nada fuera de ellos, la imagen nietzscheana de la vida como batalla, aunque recurrente, es la que mejor explicita esta idea. Todos combatimos en la lucha, pero esa lucha no persigue la simple destrucción o dominación del otro, sino que es la única forma posibilitadora de realidades. En este sentido, sólo a través de las relaciones de poder se generan modos de saber, de comprender el mundo. En lo que respecta al conocimiento (al acceso del individuo al mundo exterior), Foucault toma la idea de violencia (herencia del Nietzsche de Sobre verdad y mentira en sentido extramoral ) de modo que la supuesta neutralidad queda solapada tras la red del poder, de la fuerza que ejercen los individuos contra las cosas al introducir en ellas la regularidad del concepto. Un régimen político duradero (cuya normatividad penetre en los cuerpos) debe hacer un uso de los instrumentos de generación de saberes. De ahí el peligro de la aceptación de la verdad promovida desde el poder político: es un instrumento de sujeción y control.
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IV. El proyecto político: verdad y hegemonía. Para nalizar esta incursión en la teoría foucaultiana de la verdad, pretendemos hacer una defensa de los postulados de este autor ante las críticas que lo tachan de relativista. Intentaremos, pues, hacer ver que, sin invocar criterios absolutos o transcendentales, podemos hacer una lectura de esta teoría que no caiga en el todo vale. Como hemos visto, para Foucault la verdad siempre está situada en las coordenadas de las relaciones de poder que aparecen históricamente. Por lo tanto, su proyecto no es el de desenmascarar la verdad oculta tras las redes de poder (como propondrán los críticos de las ideologías), sino hacer ver que la verdad está imbricada en esos procesos históricos de los que es dependiente. Así, podría parecer (y esta es una de las posibles críticas fuertes a sus planteamientos) que Foucault cae en un relativismo que lleva a no poder discernir entre las diversas posibilidades de separación de lo verdadero y lo falso al abandonar el propósito de formular un criterio desde el que se juzguen los proyectos y las relaciones de poder que generan verdades discursivas. Si no hay una instancia de verdad (o al menos de corrección o racionalidad) por encima de las verdades constituidas históricamente, éstas no pueden ser juzgadas ni existe posibilidad (o necesidad) de superación de los criterios de verdad actuales, ya que todos son equiparables. Aunque esta cuestión ha aparecido en páginas anteriores, la retomamos para intentar dar una respuesta satisfactoria. En primer lugar Foucault no pretende que su losofía se convierta en un órgano normativo, sino más bien (como hemos señalado), en un diagnóstico. Foucault muestra a través de sus estudios las relaciones de poder que subyacen a las formaciones discursivas y a los criterios de discernimiento entre verdad y falsedad. Pero no propone criterio alguno que nos sirva de herramienta para evaluar las diferentes formas de saber-poder. La idea de que la losofía en Foucault es meramente diagnóstico es interesante, pero no disipa las dudas acerca de su relativismo. Una posible salida alternativa a la pretensión meramente descriptiva (que subyace a la denición de su losofía como diagnóstico), podría estar relacionada con el modo de establecer la verdad que se da en la actualidad y que Foucault estudia desde el mito de Edipo-rey. 7 Nuestro autor toma la tragedia de Sófocles como ejemplo de la separación poder-saber. Foucault establece el comienzo de la separación entre el poder y el saber en la Grecia clásica. La gura del tirano hacía converger el binomio saber-poder bajo su mano, pero con la polis esta identidad se desvanece. Edipo es un tirano en el sentido clásico, que vive su poder y su verdad de un modo exclusivo, pero su tiranía le aparta de la auténtica verdad. Su capacidad de conocer y ejercer el poder en solitario le han apartado de la verdad del pueblo, que ahora se opone a la verdad del tirano. La verdad se hará enemiga desde este momento del poder, o mejor, la verdad ocultará su imbricación en los mecanismos de poder. Ahora la polis establece el criterio de validez, comienza la historia de la cticia separación saber-poder. Este estudio histórico del nacimiento de la separación nos da idea de una posible salida ante la acusación de relativismo que cae sobre nuestro autor. Para Foucault toda verdad ha surgido de una relación de poder que a la vez es sustentada por ella, pero el criterio evaluativo podría ser la honestidad . La verdad generada por las formas de poder en nuestra cultura ha provocado un ocultamiento de su génesis, de su relación con el poder; se trata de una verdad que encubre
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su ser. La verdad tal y como se entiende en la actualidad tiene mucho de demostración y poco de acontecimiento: es entendida como verdad cientíca, comprobable empíricamente, universal y objetiva. Por supuesto esta verdad aparece como exenta totalmente de las formas de poder, en cualquier época cualquier ser humano podría (si hubiera contado con los medios sucientes) descubrir cualquier verdad cientíca. La asepsia de esta forma de entender el saber choca frontalmente con las relaciones que el autor ha mostrado que se generan en su seno con el poder. Foucault podría aducir que la verdad más positiva sería la verdad transparente, es decir, aquella que acepte que procede de una relación de fuerzas que ella misma perpetúa recursivamente. La verdad que acepta su temporalidad, su historicidad y su generación a través de una relación de poder, reeja de un modo más honesto el acceso de los humanos al saber y no se oculta tras la máscara de la idealidad o la perfección. Una verdad tal entraría en el campo de batalla sin miedo, porque se enfrentaría en igualdad a tantas otras que así lo hicieran. Las formas hegemónicas en la sociedad con sus mecanismos de poder-saber han impedido el desarrollo de un estudio de la génesis del saber hegemónico (el cientíco) en este sentido de las relaciones de poder e imposición que lo han generado y las que aun en este momento siguen generando y perpetuando. La verdad honesta deberá mantenerse al margen de esas formas hegemónicas de la cultura y la sociedad, para no contaminarse con los vicios encubridores de aquellas. Aunque este modo de saber es excluyente (porque todo modo de saber excluye otras posibles interpretaciones o formas de aproximación a las realidades) no esconde las relaciones de fuerza que lo han generado.
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V. NOTAS Para un estudio detallado, Ávarez Yágüez, Jorge. (1995). Michel Foucault: verdad, poder, subjetividad. La Modernidad cuestionada . Especialmente capítulo 2: las relaciones entre saber y poder. 2 Foucault, Michel. (1977). P. 450. 3 Resulta muy claricador respecto a esta cuestión el texto titulado Las redes del poder , citado en la bibliografía. 4 Deleuze, Guilles. (1986). Pórologo de Miguel Morey. P. 18. 5 El esquema de esta aproximación a la doctrina del poder de Michel Foucault ha sido tomado de la obra de Ángel Gabilondo El discurso en acción, citada en la bibliografía. 6 Michel Foucault. (1977). P. 453. 7 Ver, Ávarez Yágüez, Jorge. (1995). Michel Foucault: verdad, poder, subjetividad. La Modernidad cuestionada. Sección 3.2.4: Poder y verdad. 1
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VI. BIBLIOGRAFÍA. Ávarez Yágüez, Jorge. (1995). Michel Foucault: verdad, poder, subjetividad. La Modernidad cuestionada. Cincel. Madrid. Bolivar Botia, A. (1990). El estructuralismo: de Levi-Strauss a Derridá. Cincel. Madrid. Castro, Edgardo. (2004). El vocabulario de Foucault. Un recorrido alfabético por sus temas, conceptos y autores. Univ. Nacional de Quilmes. Buenos Aires..
Deleuze, Gilles. (1986). Foucault . Paidós. Barcelona. 1987. Foucault, Michel. “Verdad, individuo y poder”, en Tecnologías del yo. Paidós. Barcelona. 1991. Foucault, Michel. “El interés por la verdad”, en Saber y verdad . Ed. la Piqueta. Madrid. 1978. Foucault, Michel. (1977). “Verdad y poder”, en J. A. Nicolás y M. J. Frápolli (eds.). Teorías de la verdad en el siglo XX . Tecnos. Madrid. 1997. Foucault, Michel. Las redes del poder . Ed. Almagesto. Buenos Aires. 1992. (Texto de una conferencia de 1976). Foucault, Michel. Historia de la sexualidad vol.II. Ed. S. XXI. Madrid. (Especialmente el capítulo 4: libertad y verdad ). Gabilondo, Ángel. (1990). El discurso en acción. Anthropos. Barcelona. Serrano González, A. Michel Foucault: sujeto, derecho, poder . Univ. De Zaragoza. Zaragoza. 1987. Vázquez García, Francisco. (1995). Foucault: la historia como crítica de la razón. Montesinos. Barcelona.
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