LOS
~
~;~~~;ii~~~~~(354_430)'
atraviesa y se vierte después Contemporánea
~'r~11'~;";;0';<'¡ ;i,~t
;;;)
~
ESENCIALES
DE
LA
FILOSQFiA
,-
SANAGUSTIN
entran autores Santo Tomás, -entre
~~;;~; ><%l~~!~~¡~
~,~;prQ¡!tlc;dl}n literaria s:d.Í4;(~¡udad de Dios
La Ciudad de Dios
una de de los siglos.
Ciudad de Dios prelirtrinar
e:ste, importante Gracia, y señala principales.
le~~~f~:~~~~~~'~!~
deuna los amplia, mejoresdensa pasajes y
de una obra 'qúe e~;~:~~~:n:e;doctrina agustiniana. sino también s ep la configuración de la des:ttrollo de la ffiosofia y la éú la historia occidental. Esta selección de notas a pie de página que ayudan a comprender dé"lbíttextos. Finalmente,la s:íntesis del contenido del magnun opus consigue dar una visión general de todos sus libros Y' capíttdos', y Sirve también para encuadrar la selección dé textos en eLcQnjunto de la obra. Todo ello ha sido preparadcipor Silbtador Antuñalio Alea, doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona y doctor en Bioética por la Pontifi~ia, Universidad Regina Apostolorum de Roma, Profesor Titular del Instituto John Henry Newman de Estudios 'Sobre el Cristianismo de la Universidad Francisco de Vitoria y Director del Máster y Doctorado en Humanida'des de esa misma Casa.
I~
UNIVERSIDAD DE NAVARRA 1111111111111111111111111111111111111111111111111111111
9 '-,
102639095 v v-. .... v
vvVvvv··
12465C
Ediciól}, estudio preliminar, selecclOn de textos, notas y síntesis de Salvador Antuñano Alea
/
SANAGUSTIN
La Ciudad de Dios EDICIÓN, ESTUDIO PRELIMINAR, SELECCIÓN DE TEXTOS, NOTAS Y SÍNTESIS DE
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
Revestido con los atributos de obispo en este óleo sobre tabla de Pedro de Berruguete (1450-1504), el doctor de la Iglesia Católica es representado por el artista español como prototipo del ideal de sabiduría. © Archivo Anaya
Universidad de Navarra Servicio de Bibliotecas
1. a edición, 2007
2. a edición, 201 O
-"
Indice
Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, Rara quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren publicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística, fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.
NOTA A LA SEGUNDA EDICiÓN ....•..•..•...............•..•............ Pág. AGRADECIMIENTOS •.........•.......•...............•..•.................••....... EN LOS ORrGENES DE LA FILOSOFrA DE LA HISTORIA: LA FUNDACiÓN DE LA CULTURA CRiSTINA..................................................
25
ESTUDIO PRELIMINAR ...•..•..........•..•..•..................•...•....•.........
35
1. © de la traducción de los textos seleccionados para esta edición: Santos Santamarta del Río
y M~uel
Fuentes Lanero public.ados en
Obras completas de San Agustm, BAC, Madrid, 2006 (vals. XVI y XVII) © de la edición, estudio preliminar, selección de textos, notas, y síntesis: Salvador Antuñano Alea, 2010 © EDITORIAL TECNOS (GRUPO ANAYA, S. A.), 201 O Juan Ignacio Luca de Tena, 15 - 28027 Madrid ISBN: 978-84-309-5069-0 Depósito legal: M-18.859-201 O
21 23
San Agustín de Hipona: su tiempo, vida, obra y doctrina ...................................................................... . 1. El tiempo de San Agustín .................................. . 2. Su vida y obra .................................................. . 3. Su doctrina ...................................................... . A) El Ordo amoris ............................................ . B) La concepción de la Filosofía ..................... .. e) Teoría del conocimiento ............................. .. O) Dios ........................................................... .. E) La creación ................................................. .. F) El hombre .................................................... . G) Algunas ideas de su teoría política .............. ..
Printed in Spain. Impreso en España por'lavel
[7J
37 39 51
64
68 73 76 81 84
86 89
8
íNDICE
íNDICE
JI. ce 1.
2. 3.
H) El mal ......................................................... · 1) Su nueva noción de la Historia .................. .. La Ciudad de Dios: composición, temática, alcany actualidad .......................................................... . Composición ....................................................... .. A) Contexto y finalidad ........................................ . B) Fuentes ............................................................ . C) Redacción ....................................................... . Temática .............................................................. .. Alcance y actualidad ............................................ .
96 98 107 107 107 114 120 123 133
LA CIUDAD DE DIOS (SELECCIÓN DE TEXTOS) ............ ..
139
ESTRUCTURA DE LA OBRA Y NOTAS SOBRE LA SELECCIÓN .............. .
141
PRIMERA PARTE: CONTRA PAGANOS PRIMER VOLUMEN .............................................. ·· .. · .. ·· .. · .. ·· .. ··
151
20. Deseos de felicidad y costumbres de quienes inculpan a la época del Cristianismo .................... . 27. Opinión de Cicerón sobre Roma .............................. .
170
liBRO 111. Los males externos de Roma .............................. .
177
7. Adversidades que sólo temen los malvados y que siempre ha padecido el mundo cuando ha dado culto a los dioses ................................................ . 20. Destrucción de Sagunto. Los dioses romanos, a pesar de estar sucumbiendo por su amistad con Ramal ningún auxilio le prestaron ..................... .. 27. Ingratitud de Roma para con su libertador, Escipión. Su nivel moral en el momento en que Salustia la califica de óptima ...................................... . liBRO IV. El poder de Roma no viene de los dioses, sino de la Providencia de Dios, que rige el destino de los reinos de la Trerra ......................................................................... .
22. La muerte voluntaria nunca pudo ser propia de la grandeza de ánimo ............................................ .. 23. El gran ejemplo de Catón, que se mató al no soportar la victoria de César ................................. .. 24. Régulo superó en valor a Catón y los cristianos superan en mucho a ambos .................................. .. 3S. Hay hijos de la Iglesia latentes entre los paganos y falsos cristianos dentro de la Iglesia .................... .
167
LIBRO 11. La decadencia de Roma y sus dioses ........................ .
168
73. ¿Cómo no entendieron los romanos que sus dioses, ansiosos de un culto tan lleno de vilezas eran indignos de honores divinos? ............................ ..
3. El engrandecimiento del Estado, logrado solamente mediante las guerras¡ ¿debe considerarse como uno de los bienes de la sabiduría o de la felicidad? .... 4. Semejanza entre las bandas de ladrones y los reinos injustos ........................................................ . 77. Opinión de los maestros del paganismo, según la cual los diversos dioses se identifican con Júpiter.. 72. ¿Será Dios el alma del mundo, y el mundo, a su vez, el cuerpo de Dios? Análisis de esta opinión 30. Opiniones sobre los dioses paganos expresadas por sus propios adoradores ...................................... . 37. Varrón rechaza la opinión del pueblo y se muestra partidario del culto a un solo dios, aunque personalmente no llega al conocimiento del Dios verdadero ................................................................ . 32. Razones de utilidad que las autoridades de los gentiles pusieron como pantalla para mantener la falsa religión entre los pueblos a ella sometidos .......... 33. Los períodos tanto de reyes como de reinos están regulados todos por la decisión y la autoridad del Dios verdadero .................................................. .
168
LIBRO V. Sobre el destino y la presciencia divina y la providencia de Dios sobre Roma ...................................... ..
LIBRO 1. Defensa del Cristianismo ...................................... .
Prólogo. El objetivo y el argumento de la obra .......... .. 1. Al devastar Roma, los bárbaros por reverencia de Cristo perdonaron a los adversarios de Cristo .... .. 77. Fin de la vida temporal, larga o breve ................ . 79. Lucrecia, que se mató al ser violada............ , ...... . 20. No hay ninguna autoridad que pueda autorizar a los cristianos quitarse la vida por ninguna causa ............................................. ···· ........... .
153 153 155 156 157 161 162 164 165
9
172
177
178 180
183 183
185 186 188 189
190 193 194
195
10
íNDICE
íNDICE
195
78. Causa más creíble de la propagación del paganismo 26. Sobre los torpes misterios de la gran Madre ......... 27. Ficciones de los físicos, que no rinden culto a la
195
verdadera divinidad, ni practican el culto a ella debido ................................................................ Desacuerdo de la doctrina teológica de Varrón .......... Todo cuanto atribuyeron al mundo los físicos ha de referirse al único Dios verdadero .................... Religiosidad que distingue al Creador de las creaturas, para no honrar en lugar de uno a tantos dioses, cuantas son las obras del solo Creador.......... Sólo la religión cristiana pudo descubrir el engaño de los espíritus malignos, que se alegran con los errores de los hombres .. ......................................
Prólogo . .................................................................... . 7. El Imperio Romano y todos los demás reinos no se han organizado fortuitamente, ni dependen de la posición de las estrellas ...................................... . 8. Hay quienes dan el nombre de destino no a la posición de los astros, sino a la concatenación de causas que penden de la voluntad de Dios ......... . 9. La presciencia de Dios y la libre voluntad del hombre contra la formulación de Cicerón ................. . 7O. ¿Hay alguna fatalidad que tenga dominada la voluntad humana? ................................................. . 71. La providencia universal de Dios, cuyas leyes lo abarcan todo ... ................................................... . 72. Conducta de los antiguos romanos, que les mereció del Dios verdadero, aunque no adorado por ellos, el crecimiento de su poderío ..................... . 73. El amor a la alabanza es un vicio. Pero al servir de freno a otros vicios mayores, se le considera virtud ................................................................. . 79. Diferencia entre la pasión de la gloria y la pasión de dominio ........................................................ . 20. Someter las virtudes a la gloria humana es tan vergonzoso como someterlas a las pasiones corporales ............................................................... .
213
SEGUNDO VOLUMEN .......................................................: ...... .
217
LIBRO VI. Varrón y la teología fabulosa .............................. .
5. Tres géneros de teología según Varrón: uno, fabuloso; otro natural; y el tercero¡ civil .................. .. 6. La teología mítica (esto es, fabulosa) y la civil, conl
~~~
........................................................ c ..
7o. Libertad de Séneca, que reprende con más ardor la teología civil que Varrón la fabulosa .................... . LIBRO VII. La teología civil ................................................. .
197
28. 29.
199
30.
205 207
208
209 211
sin embargo, en sus partes tiene muchas almas de naturaleza divina .................................................. .
LIBRO VIII. La teología natural y la Filosofía ........................
7. La cuestión de la teología natural debe discutirse con los filósofos de doctrina más elevada .................................................. ............. 2. Dos escuelas filosóficas: la itálica y la jónica; sus autores ......................................... , ...................... 3. Doctrina de Sócrates ............................................
231 232
234 236 238
238
240 241
241 242 244
4. El discípulo principal de Sócrates fue Platón; éste dividió toda la Filosofía en tres partes ..................
220 220
7.
223
8.
225
9. 10.
229 229
231
246
5. Sobre la teología hemos de tratar principalmente 6.
5. Doctrina más secreta de los paganos y explicaciones físicas .................................................. ........... . 6. Afirma Varrón que Dios es alma del mundo; que,
33.
11
17. 12.
con los platónicos, cuyo sentir debe anteponerse a las doctrinas de todos los filósofos .................... Pensamiento de los platónicos en la parte de la Filosofía llamada física ........................................... Los platónicos aventajan con creces a los demás en la lógica, es decir, en la Filosofía racional ...... También e,n la Filosofía moral los platónicos tienen la pnmacla .......................................................... Sobre la Filosofía que está más cerca de la verdad. Excelencia de la religión cristiana entre las disciplinas filosóficas .................................................. Cómo adquirió Platón la inteligencia que le acercó a la ciencia cristiana ....................................... Aun los platónicos, a pesar de su recto concepto del Dios único y verdadero, pensaron se debían sacrificios a muchos dioses ....................... o •••••••••
248 251 253 254 256 256 258
260
12
íNDICE
íNDICE
13. Pensamiento de Platón sobre los dioses: no pueden ser sino buenos y amigos de las virtudes ................................................................... . 14. Tres clases de almas racionales según algunos: celestes en los dioses aéreas en 105 demonios y terrenas en los hombres ...................................... . 16. Sentir del platónico Apuleyo sobre las costrumbres y las acciones de los demonios .......................... . 21. ¿Usan los dioses de 105 demonios como mensajeros e intérpretes? ¿Ignoran que son engañados o quieren serlo? .................................................... . 22. Lo que pueden tener de común los ángeles y 105 hombres ................................................................... . 26. Toda la religión de los paganos se redujo al culto de los muertos .. .................................................. . 27. Cómo honran los cristianos a los mártires ......... .
262
l
LIBRO IX. Sólo Cristo es mediador entre Dios y los hombres.
263 265 267 270 270 273 276
4. Pensamiento de 105 peripatéticos y estoicos acerca de las perturbaciones que sobrevienen al ánimo ....................................................................
5. Las pasiones que agitan el alma del cristiano no arrastran al viciol sino que ejercitan la virtud .................................................................... 14. ¿Pueden 105 hombres, siendo mortales, gozar de verdadera felilcidad? ........................ ,........... ,...... 15. Sobre el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo jesús............................................. 16. ¿Han definido racionalmente los platónicos a los dioses celestes, diciendo que para evitar el contagio terreno no se mezclan con Jos hombres¡ que necesitan ayuda de los demonios para allegarse a la amistad con los dioses? ................................... 17. Para conseguir la vida feliz, que consiste en la participación del bien supremo, no necesita el hombre de un mediador como el demonio, sino como es el único, Cristo................................................ ....
13
3. Sobre el verdadero culto de Dios, del que 105 platónicos, aun reconociéndolo como creador de todo, se apartaron rindiendo culto divino alas ángeles, ya buenos, ya malos ............................. . 290 4. Sólo al Dios verdadero se debe el sacrificio ........ . 292 6. El sacrificio verdadero y perfecto ......................... . 293 23. Principios en que declaran 105 platónicos está la perfección del alma ........................................... . 295 24. Principio único y verdadero que purifica y renueva la naturaleza humana .................................... . 296 29. Sobre la Encarnación de nuestro Señor jesucristo, que la impiedad de 105 platónicos se avergüenza de confesar .... .................................................... . 298 31. Contra el argumento de 105 platónicos, en que se afirma que el alma es coeterna con Dios ............ . 301 SEGUNDA PARTE: PRO CHRISTlANIS TERCER VOLUMEN..................................................................
307
LIBRO XI. Origen de las dos ciudades .................................
310
276
280 281
282
284
287
LIBRO X. La verdadera adoración del verdadero Dios .........
289
2. Sentir del platónico Plotino sobre la iluminación procedente de arriba .... ... ... ... .... ... ... ..... ... ... ..... ....
289
1. En esta parte de la obra se comienza a demostrar los orígenes y fines de las dos ciudades: la celestial y la terrena............................................... ........... 4. Creación del mundo: ni es eterno ni ha sido establecido según un plan nuevo de Dios, como si hubiera querido luego lo que antes no quiso ........ 5. No se pueden admitir infinitos espacios de tiempo ni de lugares antes del mundo............................. 6. Uno 5010 es el principio de la creación del mundo y de los tiempos, y no es el uno anterior al otro.. 10. Sobre la simple inmutable Trinidad: Padre e Hijo y Espíritu Santo, un solo Dios, en que las cualidades no son distintas de la sustancia ........................... 16. Grados y diferencias de las crea tu ras, tan diferentemente juzgadas por la utilidad que reportan y por el orden de la razón.. ... ... ... ...... ...... .... .... ..... ........ 77. El vicio de la malicia no pertenece a la naturaleza, sino que es contra la naturaleza, de cuyo pecado no es causa el Creador, sino la voluntad..............
310
311
313 315 316
31 9
320
14
rNDICE
18. Belleza del universo que, merced a la ordenación de Dios, se hace más patente por la oposición de los contrarios....................................................... 24. Sobre la Trinidad divina, que ha dejado en todas sus obras huellas que la manifiestan.................... 25. División en tres partes de toda la Filosofía........... 26. Imagen de la soberana Trinidad, que en cierto modo se encuentra aún en la naturaleza del hombre todavía no feliz ................................................... 27. Esencia, ciencia y amor de una y otra................ 28. ¿Debemos amar también el mismo amor con que amamos la existencia y el saber, para asemejarnos más a la Divina Trinidad? .................................... LIBRO XII. Los ángeles y la creación del hombre.................
5. Todas las clases y grados de naturaleza son un canto de albanza al Creador.................... ................. 6. Causa de la bienaventuranza de los ángeles buenos yde la desgracia de los malos.............................. 7. No hay que buscar una causa eficiente de la mala voluntad.............................................................. 8. El amor, una vez pervertido, hace que la voluntad se aparte del bien inmutable hacia el bien mutable.................................................................... 17. Postura de la sana fe ante la inmutable decisión o voluntad de Dios. Contra los razo/Jamientos de quienes quieren someter las obras de Dios a retornos eternamente repetidos por los mismos ciclos interminables de siglos ........................................ 20. Es impía la afirmación de que las almas que ya están disfrutando de la auténtica y perfecta felicidad deban tornar cíclicamente a sus antiguas miserias .................................................................... LIBRO XIII. El castigo del pecado: la muerte........................
2. Posible muerte del alma, aunque de alguna manera ha de vivir siempre, y muerte a que está sujeto el cuerpo............................................................. 5. Si los pecadores usan mal de la ley, que es buena, los justos usan bien de la muerte, que es un mal. 6. El mal general de la muerte: en ella se destruye la unión del alma y del cuerpo ...............................
rNDICE
321 322 323 325 326 329 331
331
332 335 336
337
340 345
345 347 348
15
9. El momento de la muerte, en que se pierde el sentido de la vida, ¿tiene lugar en los que están muriendo o en los muertos? ................................ 10. La vida de los mortales merece más el nombre de muerte que el de vida ......................................... 11. ¿Puede alguien estar vivo y muerto a la vez?.... 14. En qué estado fue creado el hombre por Dios y hasta dónde cayó por su propia voluntad............
354
LIBRO XIV. El pecado y las pasiones....................................
356
349
350
351
1. Por la desobediencia del primer hombre, si la gracia de Dios no librara a muchos, llegarían todos a la perpetuidad de la segunda muerte 3. La causa del pecado procede del alma, no de la carne y la corrupción contra ida por el pecado no es pecado sino pena............................................ 8. Las tres perturbaciones que dicen los estoicos existen en el ánimo del sabio, excluyendo el dolor o la tristeza, que no debe tenerse por virtud del ánimo ................................................................. 9. Las perturbaciones del ánimo, cuyos movimientos rectos se encuentran en la vida de los justos ....... 25. La verdadera felicidad, no lograda en la vida temporal................................................................... 27. Los ángeles y hombres pecadores, cuya perversidad no puede perturbar la Providencia de Dios... 28. Propiedades de las dos ciudades, la terrena y la celeste.................................................................
370
CUARTO VOLUMEN................................................................
373
LIBRO XV. Las dos ciudades en la tierra...............................
375
1. Dos grupos de la humanidad que se encaminan a diversos fines desde su principio ......................... 2. El primer hijo nacido de los dos primeros padres del género humano fue Caín, que pertenece a la ciudad de los hombres, y el segundo Abel, de la ciudad de Dios ......................................................... 4. Contienda y paz de la ciudad terrena ................ 26. El arca mandada construir por Noé simboliza en todos sus detalles a Cristo y a la Iglesia .......... .....
356 357
359 363
368 369
375
376 377 379
16
íNDICE
íNDICE
LIBRO XVIII. La Historia paralela de las dos ciudades..........
381
49. Multiplicación indiscriminada de la Iglesia; en ésta se encuentran muchos réprobos mezclados durante esta vida con los elegidos................................ 50. Predicación del Evangelio, que se hizo más conocida y poderosa por los sufrimientos de sus predicadores................................................................... 51. La fe católica queda fortalecida incluso con las disensiones de los herejes ......................................
384
QUINTO VOlUMEN................................................................
387
381
16. 17. 20.
382 21. 24.
LIBRO XIX. Fines de las dos ciudades...............................
1. En la controversia filosófica sobre los supremos bienes y males, Varrón llegó a distinguir hasta doscientas ochenta y ocho sectas posibles................ 3. Qué sistema filosófico elegir de los tres que buscan el bien supremo del hombre, según la doctrina de los viejos académicos, de la mano de su autor, Antíoco............................................................... 4. Opinión de los cristianos acerca del sumo bien y del sumo mal, en contra de los filósofos que afirmaron estar en posesión del sumo bien en sí mismo .....
390
25. 390 26. 395
27.
398
28.
de mala voluntad, aunque no pertenezca a otro hombre, sea esclavo de sus propias pasiones ...... El justo derecho de dominio.............................. Origen de la paz y la discordia entre la sociedad celestial y la ciudad terrena................................. Los ciudadanos que forman parte de los santos son bienaventurados en esperanza durante la vida temporal.............................................................. Según las definiciones que Escipión da en el diálogo de Cicerón, ¿ha existido alguna vez el Estado Romano?............................................................ Siguiendo otra definición, pueden con todo derecho llamarse pueblo y Estado no sólo Roma, sino también otros reinos............................................ No pueden existir virtudes verdaderas donde falta la verdadera religión ........................................... La paz de los pueblos alejados de Dios. De ella se sirve el pueblo de Dios durante su exilio en este mundo para fomentar la religión ......................... La paz de los servidores de Dios, cuya perfecta tranquilidad no es posible logarla en esta vida temporal................................................................... Destino final de los impíos después de la muerte
17
41 8
420 422 424 425 428 429
430
431 433
5. La vida en sociedad¡ aunque parece necesaria¡ está
llena de dificultades ............................................ 7. La diversidad de lenguas, fuente de división social. Miseria de las guerras, incluso de las llamadas justas................................................................... 12. Las mismas crueldades de la guerra y todas las preocupaciones humanas desean vivamente llegar a la paz final. Todos la apetecen por naturaleza ..... 13. La paz universal: no puede sustraerse a la ley de la naturaleza en medio de cualesquiera perturbaciones; bajo el justo Juez se llega siempre a lograr en virtud del orden natural, lo que se ha merecido por la voluntad.................................................... 14. El orden y la ley, tanto celeste como terrestre. Ésta incluso cuando alguien domina, vela por la sociedad humana, y, al hacerlo, a ella se obedece...... 15. La libertad natural y la esclavitud. Ésta tiene como primera causa el pecado. Él hace que un hombre
405
407 409
413 41 6
LIBRO XX. El Juicio Final.................................................
1. Aunque Dios en todo tiempo juzga, en este libro se trata del Juicio Final propiamente dicho .......... 6. Cuál puede ser la primera resurrección y cuál la segunda ...................... ...... .......... .............. ......... . 7. Las dos resurrecciones y los mil años. ¿Qué es lo que Juan escribió en el Apocalipsis, y qué es lo que se puede opinar razonablemente sobre todo ello? 9. Diferencias entre el reinado de los santos con Cristo durante mil años y el reinado eterno ............... 11. Gag y Magog. El diablo, suelto ya al final del mundo¡ los incitará en persecucíón contra la Iglesia. ................................................................ 17. La glorificación sin fin de la Iglesia después del fin. ................................................................
434 434 437
440 444
449 451
18
íNDICE
INDICE
LIBRO XXI. El fin de la ciudad terrena: el infierno .......... ..
12. Magnitud de la primera prevaricación. Por ella se debe pena eterna a todos cuantos se encuentran fuera de la gracia del Salvador ........................... . 15. Toda la obra de la gracia que nos redime de las profundidades del mal inveterado pertenece a la renovación del mundo futuro ............................. . 76. Leyes de la gracia que regulan las diversas etapas de la vida en los regenerados ............................. . LIBRO XXII. El fin de la ciudad de Dios: la felicidad eterna ..
1. Creación de los ángeles y de los hombres ........ . 2. La voluntad eterna e inmutable de Dios ........... . 20. En la resurrección de los muertos será restaurada íntegramente la naturaleza de los cuerpos de cualquier modo que se haya descompuesto .............. . 21. Novedad del cuerpo espiritual, en que se trocará la carne de los santos ......................................... . 30. La felicidad eterna de la ciudad de Dios y el sábado perpetuo ....................................................... .
453
453
455 456 458 458 460
462 464 465
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS L1BROS...........................................................................
471
NOTAS SOBRE LA EXPOSICIÓN SiNTÉTICA.................................
473
LIBRO LIBRO LIBRO LIBRO
477 486 494
1. Defensa del Cristianismo.................................... 11. La decadencia de Roma y sus dioses ................. 111. Los males externos de Roma ............................ IV. El poder de Roma no viene de los dioses, sino de la Providencia de Dios, que rige el destino de los reinos de la Tierra................................................ LIBRO V. Sobre el destino y la presciencia divina y la providencia de Dios sobre Roma................................ LIBRO VI. Varrón y la teología fabulosa ............................ LIBRO VII. La teología civil .............................................. LIBRO VIII. La teología natural y [a Filosofía..................... LIBRO IX. Sólo Cristo es mediador entre Dios y [os hombres LIBRO X. La verdadera adoración del verdaderos Dios ..... LIBRO XI. Origen de [as dos ciudades ..............................
501 509 517 520 528 535 540 551
LIBRO LIBRO LIBRO LIBRO LIBRO Libro LIBRO LIBRO LIBRO LIBRO LIBRO
XII. Los ángeles y [a creación del hombre ............. . XIII. E[ castigo del pecado: [a muerte .................... . XlV. E[ pecado y las pasiones ............................... . Xv. La dos ciudades en [a tierra .............................. . XVI. La Historia de Noé a los profetas .................. . XVII. La Historia de [os Profetas a Cristo ............... . XVIII. La historia paralela de [as dos ciudades ...... . XIX. Fines de [as dos ciudades .............................. . XX. E[ Juicio Fina[ ................................................ . XXI. E[ fin de la ciudad terrena: el suplicio eterno .. XXII. El fin de la ciudad de Dios: la felicidad eterna
19 560 567 573 581 588 598 604 618 626 635 643
ANEXOS A. B.
Bibliografía básica ..................................................... . Juicios y opiniones sobre San Agustín y La Ciudad de
655
Dios ........................................................................... .
665
Nota a la segunda edición Hace tres años la editorial Tecnos publicó nuestra selección de textos de La Ciudad de Dios de San Agustín. La buena acogida que ha tenido en este tiempo es muestra del interés renovado por esa monumental obra del Obispo de Hipona, obra que ha marcado tan indeleblemente la Filosofía y la Historia posteriores y que ayuda también sin duda a comprender las tendencias y los cambios de nuestra época. Gracias a esa acogida nos complace ahora presentar la segunda edición de nuestra antología, con la esperanza de que ayude a que aquel interés siga creciendo. No ha parecido necesario en esta ocasión modificar sustancialmente lo que hace tres años mandamos a la imprenta. Nos hemos limitado a expurgar algunas erratas, a matizar ciertas expresiones que en la primera edición habían quedado quizás ambiguas o imprecisas, a subsanar alguna omisión notable -señaladamente la influencia de Ticonio en San Agustín (p. 114)- Y a incluir en la bibliografía alguna obra aparecida recientemente. Agradecemos a Tecnos esta nueva edición y confiamos que sea tan bien recibida como la primera. S.A. A. Febrero de2010 [21]
Agradec ¡mi entos La presente edición abreviada de La Ciudad de Dios se ha preparado sobre la traducción que de la obra agustiniana han hecho Santos Santamarta del Río y Miguel Fuertes Lanero, publicada junto con el texto latino en la colección de Obras completas de San Agustín de la Biblioteca de Autores Cristianos (volúmenes XVI y XVII, Madrid, 2001). Esta versión es sin duda la mejor, más completa y actualizada de las que existen en castellano. Agradecemos a la Biblioteca de Autores Cristianos su amable permiso para utilizarla y reproducirla parcialmente. El editor agradece al profesor Manuel Garrido, Director de esta colección de "Los esenciales de la Filosofía» la invitación a participar en ella y la excelente introducción que ha escrito para esta obra; así como a Manuel González Moreno por su ayuda en la edición. Debe agradecer también la valiosa ayuda que en este trabajo le han prestado, con la revisión del texto y sus oportunos comentarios, los profesores Fernando Pascual Aguirre, del Pontificio Ateneo Regina Apostolorum de Roma; Javier Gómez Díez, Tomás Alfara Drake, Álvaro Abellán-García Barrio y Alejandro Vázquez Carús, todos de la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid. Y a mi esposa, Ángela Gibert Carmona: "Onen i-Estel Edaim. [23]
Queremos dedicar el esfuerzo de este trabajo a nuestro venerable maestro, el Catedrático de Metafísica de la Universidad de Barcelona, Doctor Eudaldo Forment Giralt, y a su ilustre esposa, Helena, amigos muy queridos.
En los orígenes de la Filosofía de la Historia: la fundación de la cultura cristiana y así, dos amores hicieron dos ciudades: el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios, la terrena; y el amor de Dios hasta el desprecio de sí, la celestial. San Agustín, La ciudad de Dios, XIV, 28
La ciudad de Dios de San Agustín cumple bien el dicho de Goethe de que las obras mejores y más auténticas son obras de circunstancias. La circunstancia externa de este libro fue el saqueo de Roma por el caudillo visigodo Alarico el año 410. El incontable número de asesinatos, robos y violaciones que padecieron los romanos, fuesen paganos o cristianos, los empujó a una emigración masiva a regiones más tranquilas del África romanizada. San Jerónimo se lamentó, emulando a Jeremías, de que Roma, conquistadora del orbe, hubiese sido conquistada. Entre los paganos cundieron rumores de que la [25]
26
MANUEL GARRIDO
culpa la tenían los cristianos, cuyo pacto con el poder i rial desde Constantino había ofendido a los antiguos di Entre los cristianos cundía una crisis de confianza en el favor de la divina Providencia. La reacción de Agustín, obispo cristiano en tierras de ca, su lugar de nacimiento, no fue tan visceral ni tan inmedi tao Aun estando inmerso en los acontecimientos, su propósi fue considerarlos desde un punto de vista global, procedi a un análisis a fondo de sus causas próximas y remotas, que plasmaría en la monumental Ciudad de Dios, obra primeros libros empiezan a circular en 413, tres años u"'f'"e> de la invasión de Alarico, y que le ocuparía los diez guientes.
DECONSTRUYENDO EL PAGANISMO Pero las circunstancias de una obra no son sólo las exterio, res, sino también, yeso es más importante, las interiores o, dicho en términos orteguianos, el proyecto o programa l. del autor. Agustín tenía ya pergeñado en lo más profundo de su mente el plan de una apología del Cristianismo. Y la aventura de Alarico le suministró la mejor ocasión para la puesta. en marcha de ese plan, empezando por una discusión dialéc, . tica del choque de civilizaciones entre Cristianismo y Paganis, mo que demostrase su tesis de que si Dios permitió el saqueo de Roma no fue por culpa de los cristianos sino de los paga, nos. Y a ello están dedicados los diez primeros de los veintidos libros de que consta La ciudad de Dios.
LA VIOLACiÓN DE LUCRECIA
Brillantísimo profesor de retórica desde su juventud, San Agustín manejaba como pocos todas las artes de la dialéctica. En estos diez primeros libros le veremos abordar el estilo de la «consolación» filosófica que hacía furor en aquellos tiempos de turbulencia en los que, lo mismo que en los nuestros, el
EN LOS ORíGENES DE LA FILOSOFíA DE LA HISTORIA
27
desamparado individuo anhelaba encontrar algo que diese al, gún sentido real a su vida en la forma de una teoría de la felicidad. Envolviéndose en la confortable atmósfera de ese estilo, lleva adelante Agustín su doble tarea de apología del Cristianismo Y crítica del paganismo. En una primera fase de su estrategia (libros I-V) nos deslumbra con el análisis de contraejemplos tomados de la vida civil y de la política que pudieran desacreditar cualquierpretensión de superioridad moral por parte de los paganos sobre los cristianos. Particularmente llamativo a este respecto es su original enfoque del suicidio de Lucrecia, la emblemática heroína de la aristocracia pagana. Violada, según relata Tito Livio, por el hijo del rey Tarquina, Lucrecia prefirió suicidarse a vivir en deshonor. Muchas mujeres romanas se suicidaron tras ser violadas en el saqueo de Roma, y entre ellas muchas cristianas, pues por aquel entonces el suicidio podía no parecerle a un creyente algo tan radicalmente prohibido como ahora. Pero también fueron mu, chas las mujeres cristianas violadas que no eligieron suicidarse. En defensa de ellas, San Agustín, que tenía una visión nada liberal del suicidio pues lo condenaba absolutamente, sugirió una revolucionaria visión liberal de la violación. Si la mujer violada no consiente, la mancha afectará a su cuerpo pero no a su alma, sin que sea relevante para el caso la circunstancia de que en el curso de la violación no pueda la víctima controlar del todo sus secreciones fisiológicas. Pero si la inocencia de su alma queda intacta, ¡es moral o justo que la sociedad alabe que ella se castigue a sí misma con una pena, la pérdida de la vida, que es superior a la que se le suele imponer al violador? Si Lucrecia consintió, arguye implacablemente Agustín, no fue honesta. Pero si no consintió y luego se suicidó, enton, ces también ella delinquió y en grado mayor que el hombre que la forzó: «él (la) violó y ella (se) asesinó». El análisis de este contraejemplo corroboraba, según Agustín, su tesis gene, ral de que el talante moral del pagano se basa en el orgullo y el del cristiano en la humildad, con la obvia conclusión de que este segundo talante ofende menos a la divinidad que el primero.
28
MANUEL GARRIDO
ELOGIO DEL PLATONISMO
EN LOS ORíGENES DE LA FILOSOFíA DE LA HISTORIA.
29
MODERNO y ANTIMODERNO: EL DESCUBRIMIENTO DE LA FILOSOFíA DE LA HISTORIA
Al contraste entre la moral pagana y la cristiana le sigue la comparación crítica de las respectivas religiones (libros VI-X), no sólo desde el punto de vista de la creencia popular sino también desde el punto de vista racional o filosófico. En el curso de esta última faena Agustín aprovecha la ocasión para rendir homenaje a los dos filósofos paganos cuyos respectivos sistemas, el platonismo y el neoplatonismo, le sirvieron de base para la construcción del suyo propio. De la misma manera que andando el tiempo, ocho siglos más tarde, Tomás de Aquino acometería la hazaña de bautizar a Aristóteles, fue Agustín quien realizó en su siglo la hazaña de bautizar a Platón y a Plotino.
CONSTRUYENDO EL CRISTIANISMO A más de un lector y a más de un comentarista de las Confesiones, la autobiografía intelectual que escribió Agustín a poco de cumplir los cuarenta le ha sorprendido la diferencia temática existente entre los nueve primeros libros de esta obra, que relatan la vida personal de Agustín, y los cuatro últimos, en los que se abordan temas de filosofía abstracta y de teología que relegan a un segundo plano al personaje autobiografiado. Y algo parecido podemos vislumbrar asimismo en los veintidós libros que registra el índice de La ciudad de Dios, escrita en su ancianidad por el pensador africano: los diez primeros convergen en el análisis de un hecho histórico concreto empíricamente constatable -la invasión de Roma por Alarico- mientras que los doce restantes especulan abstractamente, desde el punto de vista de la teología cristiana, sobre el paisaje trans-empírico de la prehistoria, la historia y la posthistoria del género humano.
La explicación de este par de aparentes incongruencias desde la óptica de un lector de hoy está en la complejidad de la mente de San Agustín, de quien bien se puede decir que es a la vez un pensador moderno y antimoderno, siendo esto último, dicho sea de paso, una de las múltiples maneras de ser postmoderno. En la medida en que sus dos principales obras filosóficas, las Confesiones y La ciudad de Dios, inauguran, respectivamente, dos campos de investigación predilectos del pensamiento moderno -la filosofía introspectiva de la mente, que investiga la intimidad de nuestro ser, y la filosofía de la historia, que especula sobre el devenir de la humanidad- no es exagerado decir que Agustín de Hipona fue el primer hombre moderno. Pero esta opinión pudiera quedarse tan sólo en una verdad a medias si no se acepta al mismo tiempo la tesis, no exactamente contraria sino más bien complementaria, de que en lo más profundo de su alma Agustín de Hipona es más antimoderno que moderno, al menos en el sentido ilustrado de esta palabra. Porque si se aleja del mundo exterior y se ensimisma en la intimidad en sus Confesiones, no le mueve el afán de aislarse románticamente en el jardín de lo subjetivo, como muchos siglos más tarde haría el moderno Rousseau en las suyas, sino que abre ese jardín -cosa por lo demás en que le seguiría Descartes- a la presencia trans-subjetiva de la divinidad. Si Agustín de Hipona hubiera vivido en el siglo xx y hubiera tenido ocasión de leer la Carta sobre el humanismo que publicó Heidegger en 1947, le habría estrechado la mano a su autor felicitándolo por escribir no a favor sino en contra del humanismo, por tener la osadía de sostener, en contra de Sartre, que lo que más debiera importarnos no es el hombre sino su nietzscheano destino, que lo lleva más allá de sí mismo. Y algo análogo podemos decir a propósito de La ciudad de Dios. Por una parte, está fuera de discusión que San Agustín, al concebir esta obra, descubrió el continente de la filoso-
30
MANUEL GARRIDO
EN LOS ORíGENES DE LA FILOSOFíA DE LA HISTORIA.
31
Fecerunt ¡taque civitates duas amores duo, terrenam scilicet amor sui usque ad contemptum Dei, caelestem vero amor Dei usque ad contemptum sui (De civítate Dei, libro XIV, cap., 28)
fía de la historia. La ciudad de Dios rompe revoluClo,nal te con la concepción cíclica y repetitiva del tiempo de naturaleza, típica del mundo antiguo, para proponer una concepción lineal del tiempo histórico, en el que se desarrolla de manera irreversible el drama de la humanidad. Por haber cubierto la estructura lineal y no cíclica del tiempo histórico, San Agustín es un hombre innovadoramente moderno. Pero si se compara, por otra parte, la dinámica de la logía agustiniana de la historia con la exhibida por las dernas filosofías de la historia de Hegel y Comte, es fácil parar en que las separa una honda diferencia. Las de la historia de Hegel y Comte tienen por fundamento ideal metafísico de progreso. Y este ideal -que fue primero ilustrado, luego romántico y después positivista- está inde" finida e interminablemente abierto a un futuro i El fin trans-histórico que el pensador africano asigna al nir de la humanidad es, en cambio, un fin final, que incl entre otros ingredientes el postulado de la paz perpetua de que, después de sobrevivir a una catástrofe apocalíptica, han de disfrutar los hombres de bien más allá de la historia. gamos que, a diferencia de las modernas filosofías de la h toria, la de San Agustín implica un fin que no va seguido puntos suspensivos, sino de un punto final abierto a un fico diálogo definidamente interminable. 'Como diría yana, la filosofía de la historia de San Agustín se lCLlentra artística y literariamente mejor plasmada en el espíritu de Divina Comedia de Dante que en el espíritu del Fausto Goethe.
Una ciudad no es ante todo para San Agustín un lugar geográfico, sino una agrupación de seres humanos, un «pueblo», que no se caracterizaría para él tanto por la participación en un común derecho y una comunidad de intereses según señaló Cicerón, como por la participación en un amor común. Y sobre la base de esta idea se nos narra en la parte segunda o «constructiva» de la obra (libros XI-XXII, especialmente XVXVIII) la dual historia de una «ciudad terrena!», que ama con un amor egoísta las cosas del mundo, y de una «ciudad celestial», cuyos habitantes, que se comportan como peregrinos en este mundo, aman con un amor altruista y caritativo a Dios y a los demás hombres. La historia de estas dos ciudades constituye el eje de la historia universal, en la cual viven ambas secretamente entremezcladas, desde la aparición sobre la tierra de Adán y sus descendientes -Caín, que fundó la primera, y Abel que representa la segunda-, hasta que amanezca el día en que, de acuerdo con la revelación cristiana, haya llegado el momento de su definitiva separación. Las parejas de nombres 8abiloniaJerusalén, Roma-Iglesia cristiana son denominaciones sólo simbólicas de esa dualidad de ciudades, porque, según Agustín, ningún censo sabría detectar la invisible y misteriosa frontera que en cada instante van trazando las libres decisiones de sus miembros.
EL LEITMOTIV: LA HISTORIA DE DOS CIUDADES
EL PESIMISMO DE LA VOLUNTAD
Pero hasta ahora no he hablado del leitmotiv de la fil o, mejor dicho, la teología de la historia de San Agustín. hilo conductor es, sencillamente, una historia de dos CIIJa¡w"s que se cifra en este conocido pasaje cuya versión sirve de lema a la presente introducción:
En el curso de esta segunda parte de La ciudad de Dios, encontraremos los más interesantes pensamientos del Agustín maduro -particularmente en el libro XIX, que ha atraído a legiones de politólogos- sobre conceptos fundamentales de filosofía política, como los de gobierno y justicia o los de guerra y paz, concepto este último que él define como la tranqui-
32
EN LOS ORíGENES DE LA FILOSOFíA DE LA HISTORIA
MANUEL GARRIDO
lidad del orden. Y en ellos se trasluce el hondo cambio de talante, inclinado ahora al pesimismo, del anciano pensador, que contrasta con el racionalismo optimista de su juventud. La reflexión sobre el misterio de la predestinación, la dura experiencia de la historia y de las enconadas relaciones de poder intensamente vividas por él como jerarca de la Iglesia, lo sumieron en un pesimismo de la voluntad que desconfía de nuestro libre albedrío y del que casi parece ser un eco la afligida actitud de Schopenhauer ante la massa damnata del género humano. A la n.ueva experiencia de ulteriores conflictos que agitaron a las regiones cristianas de África hubieron de sumarse sus disputas en materia de dogma con Pelagio y el joven e intel igente obispo Julián. Ambos se manifestaron frente a Agustín como adalides de la libertad del hombre, yel segundo de ellos vino a anticipar muchos de los argumentos que luego manejaría Santo Tomás en defensa de los derechos de la razón natural tal y como fue concebida por el pagano Aristóteles. Un síntoma que delata la nueva manera de enfocar la conc ducta humana y los acontecimientos históricos por parte de Agustín podemos vislumbrarlo en su modo de contar (utilizando irónicamente el adverbio latino veraciter, «verazmente») esta anécdota que él toma de Cicerón: Si se suprime la justicia, ¿qué son los reinos sino colosales ban~ das de ladrones? Y ¿qué son las bandas de ladrones sino reinos di~ minutos? [... ] En cierta ocasión el rey Alejandro Magno interpeló a un pirata cautivo preguntándole: «¿Por qué razón infestas el mar c~m tus fechorías?» En un alarde de ingenio
y de
veracidad el pirata le
replicó con insolente desparpajo: «Por la misma por la que. tú infestas con las tuyas el orbe terráqueo. Pero mientras a mí, que sólo dispongo de un exiguo navío me llaman ladrón, a ti, que mueves ejércitos¡ te llaman emperador
(La ciudad de Dios, libro IV, cap. 4).
De hecho, en el libro XXII de La ciudad de Dios -el tercero de los tres últimos de la obra, dedicados a la construcción de su utopía escatológica-. Agustín describe la paz de los bienaventurados sin que en ella intervenga para nada el factor «política».
33
LA FUNDACiÓN DE LA CULTURA CRISTIANA San Agustín es el padre y el principal artífice de la filosofía
y de la cultura cristianas. En su ensayo En torno a Galileo pintó Ortega un inteligente retrato del tránsito cultural del sistema de creencias pagano al cristiano que puede resumirse así: las ideas cristianas de creación y revelación, hasta entonces absolutamente inéditas, dieron revolucionariamente lugar a un nuevo imaginario colectivo. Las categorías del cosmos, modelo de realidad para el pagano, dejaron de serlo para el cristiano, que «se ve a sí mismo esencialmente como criatura», como algo ontológicamente insuficiente y menesteroso. Agustín recomienda concentrarse en el estudio del alma y de Dios, quien, en su generosidad, le ha puesto en la mano al indigente mendigo ontológico que es el hombre «la onza de oro» de la revelación. Lo verdaderamente importante no es ya, por tanto creer -o saber- que hay Dios como creer a Dios cuando desciende a comunicarse con nosotros por vía revelada a través de las Escrituras. La filosofía y la cultura cristianas gravitan sobre el supuesto de la fe religiosa, como bien lo indica la famosa fórmula agustiniana credo ut intelligam, que equivale a decir «no entenderás si no crees». Años más tarde, en su libro póstumo Una interpretación de la historia universal, volvería a repetir Ortega que, merced a la «intuición cristiana», «por primera vez el hombre europeo trasciende intelectualmente el círculo mágico trazado por la cultura griega», pero añadiendo ahora que con esto «se trata ... de la reforma más profunda en la inteligencia y en la idea del hombre y del mundo que se ha intentado desde los tiempos luminosos de Grecia». Los manuales de historia de la filosofía nos enseñan que entre el desdén agustiniano de la naturaleza y el rescate de ésta por el hombre del renacimiento va a mediar un milenio, y que será otro cristiano,Tomás de Aquino, quien recorra en el siglo XIII la mitad de ese trecho. Sin embargo, el propio Agustín, llevaba en su entraña, como ha recordado Hannah Arendt, la dualidad de espíritu romano/cristiano que opera en el fondo yen lasuperficie de su magno tratado. Africano de nacimiento, era romano por educación y cristiano por personal conver-
34
MANUEL GARRIDO
sión y convicción y por su oficio de jerarca eclesiástico. para Tomás de Aquino no había más filosofía natural que aristotélica, para Agustín no había más organización podític; fiable en este mundo que la romana. La estrecha alianza de Iglesia cristiana con el poder romano tuvo en él a uno de más elocuentes defensores, aunque la medida de la dad de su cristianismo nos la da mejor el hecho de que, ya la Edad Moderna y una vez consumada la Reforma de la sia, católicos y protestantes han continuado acatando su ridad. En nuestros tiempos, que son, como lo fueron los Agustín, de choque de civilizaciones, se echa bastante de menos la presencia de un arquitecto y demiurgo cultural de su envergadura, capaz de diseñar el edifico, aun no vislumbrado, de la cultura global del nuevo milenio. MANUEL GARRIDO
Estudio preliminar
SAN AGUSTÍN DE HIPONA: SU TIEMPO, VIDA, OBRA Y DOCTRINA
Era el inicio del siglo V y, como en otros tiempos, más que ·en otros tiempos, la corriente de la Historia cambiaba el ritmo yel curso de su incesante flujo. Tras más de mil cien años de vida, Roma mostraba ya claros síntomas de agotamiento. La pequeña ciudad-reino de Rómulo había alcanzado sus máximos límites en el siglo 11 y dentro de ellos había difundido su espíritu hasta convertirse en la ciudad-mundo. Pero parecía que tal esfuerzo la había quebrado, como si el gigante fuera incapaz de sostener su propio ingente peso o abarcar su dilatada extensión. La vieja Roma, nacida y alimentada con la convicción de un destino eterno de dominio del orbe, sentía achaques que le impedían gobernarse a sí misma. La Historia cambiaba, como siempre, y a un emperador le sucedía otro y las nuevas guerras suplantaban las antiguas. Pero ahora, con disimulo, a través de esos cambios de siempre, la Historia mudaba más que otras veces. Ya no se trataba de que una casa senatorial o una facción de generales sustituyera a otro o que un nuevo triunfo hiciera olvidar los anteriores desfiles. Ahora Roma misma iba a ser sustituida y con ella toda una forma de concebir la existencia, toda una cultura, todo lo que denominamos «mundo antiguo». [37]
38
ESTUDIO PRELIMINAR
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
Roma entraba en agonía. Tras su muerte, surgiría una va civilización, la medieval, y un nuevo mundo: Europa. difícil encontrar desde entonces al siglo xx días semejantes, siquiera se le pueden comparar los del final de la Edad o los del descubrimiento de América, pues, aunque en -yen otros- se operaron importantes cambios los nervios vertebradores de la civilización no sólo nc'rrr,on,o cían inalterados, sino que se prolongaban con re(:ie(]L los tiempos sucesivos. Tal vez sólo el siglo xx y el m,n~'on'; actual puedan evocar, por la variedad y hondura de sus e incertidumbres una inflexión análoga en la Historia.
39
hoy parecen agotados los parámetros culturales videsde entonces, pero no termina de intuirse el rumbo seguirá la marcha del hombre por el tiempo. En aquella encrucijada de la Historia vivió Agustín, Obis>,:.;¡n(j.Cle Hipona, y si fue ciertamente hijo y notario de su tiempo tuvo valor, genio y esperanza para actuar en él de tan extraordinaria que bien puede decirse que orientó de los siglos siguientes y trazó el plano según el cual de edificarse la Edad Media -o lo que es lo mismo, y la civilización occidental que nos ha engendrado-l. ulación esquemática de ese plano, de ese diseño culson los Veintidós libros sobre la Ciudad de Dios, que ':;'\;tJostitLJYE,n además una buena síntesis del pensamiento de Agustín'. Antes de afrontar su estudio, para poder entrar en él, conviene detenernos un momento en su contexrecordar brevemente algunas de las grandes transformaciode aquel tiempo, algunos de los hechos que fueron clave de su vida, sus principales obras y ciertos puntos capitales de ·su doctrina.
t
EL TIEMPO DE SAN AGUSTrN
Los cambios más aparentes del tiempo de Agustín se daban en el orden político: el declive del antiguo poderío romano era cada vez más notorio. Se advertía, por ejemplo, en «The world of Greco-Roman antiquity carne to an end both gradually Many attempted to transform its thought, but among them Augustine was the most radica! and the most inf!uential, though the transforr'rlation he attempted was not always the transformation he produced. L.. ] tJn!ike us, Augustine ¡ived on the frontier between the ancient world and rriediaeval Western Europe. For ill or for good, or it may be for both, the 'transformation he effected left an indelible mark on subsequent Western thoughb¡ Rist¡ J. M., Augustine, Ancient thoughi' baptized. Cambridge University Press¡ 2003, p. 1. 2 CL Ortega Muñoz, J. F., «Doctrina de San Agustín sobre la tolerancia en materia de religión)), La Ciudad de Dios, vol. CLXXIX, p. 623; Navarro Girón, M. Á., «La Ciudad de Dios de San Agustín: materiales para el estudio)), en Revista Agustiniana 39 (1998), p. 695. 1
and dramatically.
El arco de Constantino, erigido en conmemoración de la victoria del emperador que reconoció la libertad religiosa de los cristianos, se proyecta sobre la mole del Coliseo romano como un símbolo de una nueva era política y social a partir de la transformación de sus fundamentos espirituales. © Archivo Anaya
40
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
ESTUDIO PRELIMINAR
""orl,n'
41
como éste: si entre el siglo I a.c., y el siglo 11 d.C. la ma-
:';,,;'n,'í" de las campañas militares llevadas por Roma habían sido de expansión y conquista, desde mediados del propio se venían incrementando las guerras meramente defensiLa última gran empresa por intentar fortalecer y ensanchar Imperio -la guerra contra los persas dirigida por Juliano el ;l~t!~~~:~~(;331-363)- termina poco después de la muerte del 'l' en la batalla de Ctesifonte con la firma de unainnopaz para Roma, que pierde territorios asiáticos logrados an·';;'p,;nrrnp'lle . En el siglo IV ya no se conquista. Ahora se defiende adquirido, y no siempre se consigue. Los grandes esfuerzos los generales de Valentiniano (321-375) cierran reciamente paso a los bárbaros y logran restablecer el limes Hadriani. Los :: ~"~'" mantenían desde el año 382 un sistema de autogobierno Tracia y Moesia y ocupaban ya Panonia y Dacia cuando los ;e IlE"manl)s cruzan el Rin el año 406 y un año después el ejército inicia el abandono de Britania ante el avance de los .' pielos y sajones, abandono que será completo en 442. . La claudicación ante los bárbaros era mucho más que un mero cambio en la política militar de Roma. Era un reflejo sinl/nrr,,,t;rn de la fractura de la antes omnímoda potestad romana. Y por eso sus consecuencias más inmediatas se daban precisamente en el ámbito de esa potestad: la centralidad de Roma había pasado a Constantinopla y tras la división a Milán y luego a Rávena -de mejor defensa ante la amenaza nórdica que la ciudad prealpina- y gradualmente la auctoritas de la Urbe se vaciaba en regiones cada vez más amplias del Imperio, en las que era sustituida por la de los jefes bárbaros que, al instalar sus tribus en ellas, ponían los fundamentos de los nuevos reinos a costa del Imperio: a finales del siglo IV Alarico reina en Iliria y mueve los hilos de la alta política para hacer de la propia Roma un estado germánico; los visigodos ponen 'Ios cirnientos de su reino de Tolosa; en 456 cae Maguncia y tres años más tarde Colonia, y sus territorios son el humus del reino franco. Y cuando Agustín muere -432-los reinos vándalos -desde la Bética hasta Cartago- hacen de Hispania y del África romana un rnero recuerdo histórico donde Rorna no tiene ya ninguna soberanía. 'l:'"';',,prr"' 11
Fragmento de un relieve de la Columna de Trajano en la que unos legionarios romanos edifican un campamento junto al río Danubio. Desde siglo 11 la actividad militar romana se caracterizó más por la defensa de
[as fronteras que por las campañas de conquista. © Archivo Anaya
42
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
Soberanía tenía ya más bien poca Roma en Roma mi el peso del poder político llevaba ya tiempo trasladado Constantinopla, que por encontrarse más distante del germánico, todavía dominaba en la parte oriental del no, aunque para entonces también sentía el acoso del del godo y del huno. La sede imperial de Occidente pasado a Milán y a Rávena, pero su potestad era más nnmin,1 que efectiva. En esas circunstancias, la autoridad pontificia va consolidando con mayor fuerza que las instituciones manas -el Senado, los legados imperiales, el propio rador-, y así vemos que es precisamente León (t 461) Papa, quien sale a parlamentar con Atila en nombre de ' (otoño de 452). . . Porque si Roma sentía en verdad el acoso externo y se bdltaba en sus fronteras, también sentía un acoso interno flaqueaba en sus mismas entrañas, en instituciones secul que habían sobrevivido no sólo a revueltas, sediciones, gol de estado, sino incluso a césares como Calígula (12-41) modo (161-192). La división en diócesis de Diocleciano fortalecido por un tiempo el poder del Estado, pero a nuación las luchas por el poder entre diversas y sucesivas ciones y familias, las intrigas, la cada vez más abierta Se¡lar,}" ción entre Oriente y Occidente, la falta de respuesta de Metrópoli a los problemas reales de las provincias, iba mi do las sólidas estructuras. Y no contribuían a estabilizar la tuación -al contrario- ciertas medidas que quizás Incluso la pretensión de moderar los cambios, como la i poración de generales de origen germánico en los cuadros mando no sólo del ejército -es decir, la institución (jplpr"nr; del sistema- sino incluso en las mismas labores de gobi en sus más altas esferas. Así, por ejemplo, si parece lju'ea"f fuera de duda el espíritu romanizado de Aecio (3YI/"4',4 espíritu ya no es tan claro en Estilicón (360-408) tras la de Teodosio (347-395), y desde luego no aparece en mE,rn'nrl'"': rios como Alarico (t 410). Los movimientos políticos iban acompañados de notables; cambios sociales. No era el menor el que traía consigo el ce de poder germánico: la continua afluencia de inmi ,r"nlps·
ESTUDIO PRELIMINAR
43
un tiempo donde Roma suponía a todas luces el mundo de I los atractivos del bienestar eran un nítido reclaa pueblos cuya configuración social desconocía prácticael orden de las ciudades. Los pueblos del norte luchaban ~Abr,tnpor debil itar positivamente a Roma, cuanto por «hacerromanos»: admiraban a Roma y la deseaban para sí, y si la /.,~in"rr>n y laceraron fue más por querer tener cada uno y domiporción de Roma que por querer destruir e,sa ciA'¡ilización milenaria y lo que ella suponía. Pero de hecho la minaron, laceraron y suplantaron. Y el ::Y f.omhio era visible y constatable ya antes de los días de Agusel orden social y económico de Roma estaba en crisis, otras cosas por el abandono y la dispersión de la mano de en el campo, consecuencia directa de las invasiones . >c,'"'~'o siempre quiso salvar la Calia y, a medida que los bárbala invaden, las legiones luchan o bien por repelerlos o bien desplazarlos hacia el sur, a Hispania, de donde más tarde ¡",¡,saltal'án a África. A esto hay que añadir que ya para entonces villas funcionaban de hecho como latifundios autóautárquicos, con el consecuente decaimiento de los ",y';,¡tlE~rcad()s y del comercio. En tales circunstancias, el avance ·'·".6é,nnimplicaba, entre otras cosas, la desolación de la tierra, al 'y;, ',rrlenos hasta que cierto orden -el impuesto ahora por el pro,.<.>,~,ugodo- se restableciera. Y cuando esto sucedía, el orden era ya el de los antiguos modos y usos romanos sino al :: r1IUe\fO estilo germánico, en el que puede advertirse de alguna ioS",::;/fr,rm" determinados rasgos precursores del feudalismo. Haque esperar unos cien años tras la muerte de Agustín para ','
44
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
sostenida desde hacía cuatro siglos, por factores de orden espiritua[: desde su aparición en la Historia en e[ siglo 1, el Cristianismo se iba difundiendo en [as diversas capas sociales e iba gradual pero persistentemente modificando las ideas es decir, la forma de entender [a existencia. ' En [os primeros tiempos, a[ ser declarado fuera de la ley y perseguido, el Cristianismo podía comprometer tanto los bienes y e[ estatuto social como [a propia libertad y aun la vida. Era por ello una opción arriesgada y la misma situación d,e riesgo servía a modo de criba para los que realmente queflan asumir el nuevo credo. Pero esto cambia a partir del
ESTUDIO PRELIMINAR
45
edicto de tolerancia promulgado por Galerio antes de morir (año 311) ratificado dos años después por e[ edicto de Mi [án de Constantino (280-337) y sancionado definitivamente por e[ decreto Cunetas Populos (27 de febrero de 380) de Teodosio y de [a vinculación que [os emperadores tendrán con [a Ig[esia3 Ta[ vinculación del Cristianismo con la política supondrá -hay que recordarlo, pues hoy no siempre se tiene c1aro- beneficios para ambas partes. Baste mencionar un caso: el apoyo prestado por e[ Emperador a la Iglesia -por ejemplo, en e[ Concilio de Nicea (325)- contribuirá a [a extensión y consolidación del Cristianismo, y, por contrapartida, permitirá al Emperador afianzar su autoridad sobre una parte de la población -la cristiana- y con líderes de ella -los obispos- que antes recelaban de él. Pero aquella vinculación implicaba también riesgos y peligros y [a Historia se encargaría de entonces a hoy de ponerlos de manifiesto. En lo que toca a la transformación del mundo en aquellos días, [a vinculación de la Ig[esia con el Imperio implicó, de hecho, entre otras cosas, una difusión más extensa pero menos intensa del Cristianismo en la sociedad 4 La religión de Cristo confería ahora un cierto prestigio social y no pocas conversiones se daban a causa de e[lo: el Cristianismo comenzaba a ser en determinados casos -no en todos, ni mucho menos- más un dato sociológico que una experiencia del corazón y del espíritu, más una moda que un proceso de auténtica convicción personal. Sin embargo, no todo era negativo en ese Cristianismo externo: el ser, de alguna manera, una especie de valor a[ alza implicaba también una transformación a mejor de algunos aspectos sociales: [a administración de [a justicia por parte de [os obispos introducía una 3 ef. Orlandis, J., La conversión de Europa al Cristianismo, Rialp, . Madrid, 1988, p. 20. 4 Cf. Orlandis, J., op. cit., p. 21, habla de una «explosión demográfica
Dan~e¡ entre
los leones reli~ve paleocristiano del siglo v procedente de la
IgleSia de la Santa Cruz de Ecija (Sevilla), en el que el episodio bíblico es a la vez homenaje a los mártires cristianos perseguidos por Roma hasta el siglo IV. © Archivo Anaya
cristiana») que causa un cambio en la «Iglesia de comunidades» a la
46
SALVADOR ANTUNANO ALEA
cierta moderación en la aplicación de las leyes y lenitivos misericordia y humanidad en prácticas como la TOlrr"r,"" ciertas normas eclesiásticas, como la necesidad del consen_ timiento libre para el matrimoni0 6, servirán para reconocer la libertad de la mujer, muy limitada en la ley romana; la dota-, ción patrimonial de la Iglesia, impulsada por algunos emperadores, contribuirá a la labor social con los desfavorecidos. Pero el Cristianismo no era una doctrina asumida sin más por los hombres. Desde el inicio, los hechos originales de esta religión, la inaudita pretensión de su Fundador -ser el Dios-hombre-, los testimonios de los primeros seguidores sobre la resurrección fueron materia continua de reflexión, análisis, discusión, aceptación y rechazo. Y ciertos cristianos comenzaron a interpretar esos hechos de formas diversas a lo que sostenía una tradición que arrancaba del origen, de los mismos apóstoles. Las herejías marcan la historia del Cristianismo desde los tiempos apostólicos -Pedro, Pablo y Juan ponen en guardia, en los escritos del Nuevo Testamento, en el mismo siglo 1, contra interpretaciones no auténticas del mensaje recibido'-. Superado el período de persecución gracias a Constantino, las diversas opiniones teológicas podían en esta nueva etapa debatirse públicamente, incluso bajo los auspicios imperiales. Así, a partir de la reunión de obispos convocada en Nicea, las herejías se, discutirán en los concilios, universales o locales. Y esta discusión -con sus prolegómenos y consecuencias- marcará buena parte de la reflexión no sólo teológica sino también filosófica y política 5 O. La Ciudad de Dios, XIX, 6. El texto de! que nos hemos servido es el bilingüe publicado por la Biblioteca de Autores Cristianos, con traducción de Santos Santamarta del Río, y Migue! Fuertes Lanero, y estudio introductorio de Victorino Capánaga, en las Obras Completas de San Agustín, volúmenes XVI
y
XVII, Madrid, 2000. En adelante, al citar esta obra daremos [as siglas CD seguidas del numeral romano propio del libro y tras una coma el capítulo en
arábigo (CD XIX, 6). 6
ESTUDIO PRELIMINAR
47
aquellos tiempos y se traducirá también en cambios soy políticos -en buena medida, de nuevo, por la VInCUlación de las partes ortodoxa o herética, según los momentos, a los círculos del poder político, lo que derivará en más ,de una ocasión en violencias y persecuclones-. El debate intelectual sobre las herejías se desarrollaba en medida con los instrumentos, métodos y categorías prode la época, señaladamente el acervo fi losófico de la Anti~:üedad tardía. De ese acervo asumió la teología cristiana < ,"If'''" y latina expresiones e ideas que modificaría y enriquecon sentidos nuevos para explicar su propia fe. Así, en el tumulto de los concilios se esclarecieron conceptos como naturaleza y sustancia y se forjó con ellos la noción análoga y universal de persona y su dignidad H De este modo, el desarrollo de la teología se constituía como un vehículo de cambio de las categorías culturales antiguas en otras formas nuevas: la filosofía grecolatina iba a hacerse cristiana. Y ese cambio implicaba también, por el propio dinamismo de la ~ueva religión, una modificación sobre el alcance real de las Ide~s y I~s intelectuales en la sociedad: en el mundo antiguo, la fdoso{¡a fue patrimonio de los sabios, cuyo número era más bien reducido frente al conjunto de la población -las clases bienestantes que podían permitirse el lujo del otium-. El vu/gus estaba y pensaba muy al margen de sus discusiones y se contentaba éon las explicaciones propias de la religión pagana, del sentido común y de las formas socialmente asumidas. Pero el Cristianismo tenía aulas de difusión de ideas: las basílicas donde el pueblo se reunía a celebrar los misterios y a escuchar al obispo. Por este medio, el pensamiento antiguo -particularmente el neoplatónico- ya cristianizado, irá calando en la cosmovisión de la sociedad y se irá traduciendo de mera idea a formas culturales, políticas, sociales, artísticas, ... Los cambios de los que hemos hablado tenían además sus , propios matices en el África romana que fue la tierra de Agus-
Cf. Dumont, J., La Iglesia ante el reto de la Historia, Encuentro, Madrid
1987, p. 56. 'Gal. 1,6-10; 3,1-5; 2Pe. 2,1-4; 3, 13-16; 1)n. 1, 18-27; 2)n. 4-12; vid. el )d. 3-5; Ap. 2, 12-17.
8 Cf. Ratzinger, J., Introducción al Cristianismo, Sígueme, Salamanca, 2002, pp. 139-143¡ González de Cardedal, O., La entraña del Cristianismo, Secretariado Trinitario, Salamanca, 2001, pp. 626-629.
48
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
Escultura acéfala de época bajo-imperial situada en las ruinas de la de Aviary emplazada en la ciudad romana de Cartago (actual Túnez). Agustín vio arribar a esta urbe norteafricana una auténtica marea de refu-
giados procedentes de las ciudades europeas arrasadas por los bárbaros. © Archivo Anaya
ESTUDIO PRELIMINAR
49
extensos territorios vinculados a Roma desde su defivictoria sobre Cartago (146 a.c.), y Yugurta (t 104 a.c.), i bien pronto en los más fértiles graneros del ImLa paz de esta provincia se comenzaba a ver alterada nuevos factores de cambio: a pesar de hallarse lejos de con los pueblos germánicos, el avance de éstos la población de las grandes ciudades al norte del y de la misma Roma buscara refugio en África, ocurrió, por ejemplo, en la invasión de Alarico (410), el propio Agustín lo refiere, una oleada de patricios y inundó Cartago para cobijarse unos en sus posesiones iales y otros en una ciudad que cuando menos en esa estaba aún distante de la sangre y el fuego. Pero esto no mucho tiempo: los generales de las dos Mauritanias ya contener el avance vándalo, que terminaría por sitio a Hipona -en los últimos días de Agustín- y ·.dc)mina, todo el norte de África a mediados del siglo v. No ae:;cauellado asumir que cuando Agustín, en La Ciudad de habla de la guerra como un mal y hace clara apuesta por y pone los fundamentos de la doctrina de la guerra juscomo trasfondo el fragor de batallas que desde el 410 cada vez con más insistencia y cercanía: el choque de ~spaa;,s puede escucharse ya en las inmediaciones de Hipona. En África eran también notorios los cambios y tensiones ,'.n"'<'n religioso. Heredera de las reflexiones teológicas de rtllli,no (ca. 160-220) y Cipriano (ca. 210-258), la Iglesia en se sentía hija de la Iglesia romana, había resistido vale,,,,npntp la persecución y tenía cierta tendencia a censurar lidad de los !apsi -los cristianos que por coacción hacaído en la adoración al emperador-o Muy tensa fue, a i~l~~t;~i~,~~~:e~:~~ la disputa entre San Cipriano y el Papa Esteban, ; defensor del perdón frente al rigorismo de aquél, y si llegó al cisma fue debido más al martirio del obispo de ;i(¡artago y a la muerte del Papa, que a su voluntad de encontrar punto de entendimiento común. Pero detrás de Cipriano eL Brown, P" Agustín de Hipona, Acento, Madrid, 2002, pp. 21 ss. "CD IV, 3; IV 15; XIX, 7; XXI, 15; XXII, 6.
9
50
ESTUDIO PRELIMINAR
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
quedaba en las comunidades cristianas de África una rriente rigorista que terminaría cuajando en el cisma de to (t 355), quien proponía que sólo sus seguidores auténtica Iglesia de Cristo y que no había posibilidad de mitir a los caídos. El extremado rigor de este cisma dará además, al movimiento de los circumcelliones", los su fanatismo, entendían que era justo y santo perseguir i tamente a los pecadores -que, según ellos, eran todos los no compartían su modo de entender el Cristianismo 12- . Con este trasfondo, una vez conseguida la paz cristianos, los enfrentamientos teológicos entre don católicos serán continuos y contaron con el apoyo según las circunstancias, de forma que, en unas oc.asi,on,es donatistas persiguieron a los católicos y en otras al final, en los días de Agustín y no sin su protagonismo, lanza se irá inclinando de forma cada vez más definitiva preeminencia católica y la readmisión -o ,mnAlci~ gún el caso- de los cismáticos. Estos cambios InTIU\len poco en la actividad y el desarrollo del pensamientode tín 13 -en especial en cuestiones que tocan a la libertad lerancia religiosa, el diálogo interconfesional, la eclesiol()Q la relación entre el poder espiritual y el poder temporal, A través de todos estos cambios -y de otros sernelanteS el tiempo de Agustín resulta una de las grandes An.~n ,~; de la Historia. El mundo antiguo, con sus caltegoría~ sucesión de imperios y civilizaciones que había "¡A"A,~I-.nr,. 11 Cf. Posidio,
l¡ X, en San Agustín, Obras tas, BAC, Madrid, 1994, vol. 1, p. 398. 12 « ... la lucha religiosa más cruel azota todo el norte de Áfdca,
los donatistas tienen un fuerte poderío. Sus más fanáticos prosélitos, I cunciliones, incendian las iglesias católicas y multiplican los crímenes El odio donatista llega hasta el extremo de negar la venta de los artículos primera necesidad a [os católicos», Ortega Muñoz, J. E, op. cit., p. 618. 13 O. Brown, Agustfn, pp. 245 ss. 14 El artículo anteriormente citado de Ortega Muñoz, J. F. (Doctrina San Agustín sobre [a tolerancia en materia de religión, La Ciudad de vol. CLXXIX, pp. 618-646) encuadra muy acertadamente e[ pensamiento actitud del Obispo de Hipona con [os donatistas en el contexto religioso momento y sus implicaciones con las relaciones entre [a Ig[esia y e[
51
máxima creación de Roma, estaba concluyendo su vida. sobre el cual este último imperio había girado -el ideal destino eterno de dominación del mundo- no sólo fray se constataba tal fracaso, sino que se encontraba ya incapaz de mantenerse en pie: Roma no podía ya ni ni durar. Era necesario encontrar un nuevo fundamento a, un nuevo ideal que vertebrara la civilización y la Cristianismo tenía la extraordinaria pretensión de dotar la vida de los hombres. ¡Podría también dotar de la historia de los pueblos? En plena agonía del mundo Agustín de Hipona tendrá el valor y el mérito de proCristianismo como elemento catalizador de la sociede la civilización, de romper las cadenas circulares de 4i
io Agustín nació en lagaste, región de Cartago en la proconsular, el 13 de noviembre del año 354. Esa ciuhoy se llama SoukAhras en la actual Argelia. Sus padres, la Mónica y Patricio, catecúmeno que recibió el bautisantes de morir, de la clase media-alta de la ciudad 15 , una situación económica aceptablemente buena y la mantener incluso en tiempos de crisis -lo que no en el caso de los primos de Agustín-. Ello les permitió su hijo una sólida formación clásica, según los planes de de la época, primero en Tagaste, luego, contando con 4THef:f,n'7"n de un amigo, Romaniano -a quien Agustín I Contra los Académicos- en Madaura y, .¡¡Inner,!e. en Cartago. 15
Posidio, Vida de San Agustfn, 1, op. cit., p. 305.
52
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
Su madre le había inculcado el Cristianismo desde fancia, pero, en parte por la influencia de Patricio en por cierta prudencia para evitar una conversión tp,'nA";;; en parte por no forzar la situación en una edad difícil trasando el bautismo de Agustín y éste terminó ' Cristianismo en los años de su adolescencia. Esta etapa vida -lo reconocerá él mismo en las Confesiones 16tiempo turbulento, donde dejó que sus pasiones lo ran: si la buena mesa y el placer carnal cautivaban su el des.eo de notoriedad, la hinchazón de la ciencia y el apreCiado por los demás gobernaban su espíritu, Se ha sugerido que los juicios de Agustín sobre sí en especial en los años de juventud, son un tanto eX¡Wf"', Probablemente la situación del ánimo en paz y gracia con escribe las Confesiones le haya hecho valorar duramente años jóvenes, pero no será entonces menos cierto que el cio que tenía como adolescente sobre sus acciones c"rprú la serenidad, ponderación y distancia sobre el instante te, cualidades necesarias para alcanzar una mayor -y tales cual idades se advierten con claridad en las C'rlnf,,< nes-. Posiblemente la conducta de Agustín no fuera en adolescencia y juventud muy distinta de la de sus rnm"o¡ ros, pues la sensualidad y la arrogancia no son extrañas en etapa de la vida y ciertos ambientes -el paganismo del do antiguo, en el que Agustín se hallaba- favorecían actitudes. Pero una cosa es decir que se comportaba chiCO de su edad y otra muy diversa que el comportami de un chiCO de su edad en esas circunstancias fuera mente virtuoso. Un Agustín maduro, con la perspectiva el tiempo, se arrepentirá amargamente de haberse ab¡amJon do en aquellos años a sus pasiones, tanto las del cuerpo las del espíritu 17 • En Cartago, al lado de sus estudios, Agustín I?s esp_ectáculos de! teatro y los baños paganos, y a los siete anos, comenzo a cohabitar con una joven de la que I 16 17
Confesiones, 11, 1-2. Vid., p. ej., Confesiones, VI, 5-6.
ESTUDIO PRELIMINAR
53
es el título de este mosaico mitológico norteafrisiglo IV en el que se refleja el ambiente de la sensual ¡dad pagana impregnó los años de juventud de Agustín. © Archivo Anaya fas centaureSdS
i'
Adeodato. Poco antes de este nacimiento y en medio modo de vida volcada sobre lo exterior, siente por privez de forma intensa la necesidad de una existencia menoble, menos centrada en lo inmediato; escucha, por vez con nitidez, claridad y contundencia, el sereno y reclamo de la verdad. La ocasión de esta especie de iluminación o conversión fue la lectura, en sus estudel Hortensio, un diálogo -hoy perdido- de Cicerón, que, al parecer, el antiguo Cónsul exhortaba a la vida como búsqueda de la sabiduría y de la verdad. Las del Orador calaron hasta el fondo del alma de Agusdesde ese momento tomó la decisión, ya nunca rede entender su vida como una inquisitio veritatis: una sincera, honesta, esforzada de la verdad hasta sus consecuencias lB La muerte de su padre en torno a los
18
Confesiones, 111, 4.
54
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
años 370-371 Y la de un amigo unos cinco años después sifican dolorosamente esa búsqueda. Ya para entonces ha pezado a ganarse la vida como profesor de retórica en yen Cartago. La búsqueda interior le llevó a examinar diversas nes filosóficas y le puso en contacto con autores y p«-I/c,I" verdad -y él mismo lo recuerda- que en esa época el tianismo resonaba en su interior llamándole hacia sí, llevado de un esteticismo -su formación era mente literaria y retórica- se negaba a ver alguna bel las ,
quea.
ESTUDIO PRELIMINAR
puesto que los evangelios canónicos serían, según los falsos -aunque la tesis era entonces ya vieja y los del siglo 11 la habían refutado, ha resultado, sin embarrecurrente en la Historia de la Iglesia y todavía es posible hoy autores que la sostienen-o Después de su bauSan Agustín rebatirá esta acusación gratuita exigiendo a queos que aportaran como prueba incontestable de -afirmación el texto original del evangelio, puesto que deconocer la doctrina primigenia de Cristo -prueba que, ,:,1,pnf"prr""lte, los maniqueos no podían aportar por imposii metafísica: no había habido nunca ningún otro evanio auténtico-o _ Agustín, en su peregrinación hacia la verdad, se internó a i,fi5/Íclo en el maniqueísmo y sería falso decir que su pensa,¡,\iielntc posterior no debe nada a los años en que perteneció a secta -casi diez, de los diecinueve a los veintiocho-o Indespués de asumir ya definitivamente el Cristianismo g,'.debel'a a los maniqueos el ser estímulo para su reflexión filo')íÓti!cay teológica: los maniqueos eran un adversario digno de le ponían en situación de pensar la realidad en catemetafísicas de enorme densidad. Pero además de su ;nHl1/"U'.
como «contendiente» o «rivab, el maniqueísmo,
><""f"ptodo en los años que Agustín lo asumió, constituyó para una forma, un cauce, un entrenamiento para buscar la verY si es cierto que en momentos posteriores de su vida su conversión- escribe durísimas expresiones contra «recios engañadores" que «deliraban soberbiamente,,21, es menos cierto que lo hace después de haber agotado, en carne propia, las posibilidades de consistencia, coherencia y veracidad del maniqueísmo. Fue ésa una actitud que, si no se . correspondía con una vida íntegra, sí era al menos de una honestidad y coherencia y pasión insobornables hacia la verdad; ló cual impidió que Agustín sucumbiera a las seducciones farisaicas de los maniqueos, y así pudo descubrir críticamente la vaciedad insustancial de su hermetismo iniciático y fraudulento. Y fue esa misma actitud la que le hizo demorarse tanto
c.,
20 Cf. Basevi, «La polémica contra el De deo Socratis, de AplJley'O! en La Ciudad de Dios», La Ciudad de Dios, 202 (1989), pp. 125-148.
55
21
Confesiones, 111, 6-7.
56
ESTUDIO PRELIMINAR
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
en el maniqueísmo: no salió de él sino hasta analizar a todas las posibilidades, hasta entrevistarse en torno al o 384 con el gran gurú de la secta, Fausto, quien se finalmente incapaz de resolver, desde la doctrina de los problemas metafísicos de Agustín -singularmente el blema del mal, que será siempre una de las magnae nes que inquietarán su mente y su corazón 22 - . Su entrada y salida del maniqueísmo se vinculan, en modo é a los círculos que Agustín frecuenta. En Cartago sus primeros contactos con los maniqueos y no sin su se traslada en el año 383 a Roma para abrir una "".ue',a retórica. Pero en la Urbe no alcanza el éxito que esperaba salud se le quiebra. Por esto, un año más tarde, con el de la secta maniquea -influyente en determinados cios- consigue una cátedra de retórica en Mi lán, la dad del norte de Italia que en ese momento es un imonrbi núcleo no sólo de actividad política -con instituciones i riales-, sino también filosófica y cultural, pues es foco y tro de una Intensa corriente neoplatónica23 en la que nombres como Manlio Teodoro, Mario Victorino y el obispo Ambrosio (ca. 340-397)24. El año 385 llega también a Milán Mónica, a quien había dejado desolada en África sin haberse atrevido pedirse de ella". La situación profesional -y prnn,~mir social- de Agustín mejora: su trabajo y sus contactos le ten frecuentar las clases altas de la ciudad. Tal vez por abandonó entonces a su primera concubina, cuyo nombre cluso nos es desconocido, a pesar de haber vivido con ella rante tantos años y de haber tenido de ella a su hijo". Los 22 Confesiones, V, 3; 6; 7. 23 Brown, P'I op. cit., pp. 91-104. Ambrosio, cuando era cat'ecúmelnd ocup?ba el cargo de gobernador de la ciudad, tuvo que entrar en la
para Imponer orden tras la muerte del anterior prelado,
y fue allí
I
como obispo por el pueblo. 24 Brown, p'! op. cit., 83. 25 Confesiones, V, 8. 26 Confesiones, VI, 15, 25; Brown, E, op. cit. 92. Sobre Adeodato: fesiones, IX, 6.
57
dan a entender que la razón de este abandono en con el nuevo estatus social de Agustín no era tanto la del concubinato -socialmente aceptado- sino lidad de conseguir ahora un matrimonio que consoliposición y la fortaleciera. Mónica misma, que tenía noticia de las pasiones de su hijo, le instaba a contraer io como remedio de la concupiscencia. De esta for';"hon"""ñ a una concubina y se unió a otra, con la intenllegar en algún momento a un matrimonio de mejor social 27 • ien su estancia en Milán supone un horizonte más grael vivido en Roma en el ámbito profesional y social, sin su crisis interior se agudiza enormemente. Los mani· incapaces de dar respuesta a sus inquietudes y el con los círculos neoplatónicos le distancia cada vez de la secta, que termina por abandonar definitivamente. también entonces de un período de escepticismo, no sin . de la lectura de los académicos. Pero pronto, el contacvez más intenso con el neoplatonismo lo rescatará de Ua,:titlld escéptica. Lee a Plotino y algunas obras de Platón y en alta estima a Porfirio, en las traducciones hechas por ''."in \,'irt,,,,i,,n (ca. 300-382). A través de estas lecturas y de la istad y diálogo con los neoplatónicos supera por fin los ves· de maniqueísmo y escepticismo al tiempo que se adentra los campos del mundo del espíritu: el «espacio interior». Descubre también la recia y atractiva personalidad inte,p~~~~:; moral y cristiana de Ambrosio. Para lograr su amistad y ". ía tiene que vencer las reticencias y aun los desplanObispo. Se ha comentado siempre la importancia que Ambrosio en la conversión de Agustín; es el mismo Agusquien subraya que, en su caso, la gracia de Dios se valió de ·'.[¡t,:ateg,)ría intelectual del gran obispo,en quien Agustín veía y aunado el ideal de sabio que venía buscando t<(jel;de hacía casi veinte años, y la verdad cristiana que le había originalmente predicada en su infancia28 . Por el testimo27 28
Confesiones, VI, 13 Y 15. Confesiones; V, 13,
58
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
San Ambrosio en su escritorio, según una miniatura sobre Del'~alninD: un códice medieval en el que el obispo milanés es re~,resent.ado monje unido al estudio de los libros clásicos gracias a los cuales r la conversión del futuro obispo de Hipona. © Archivo Anaya
ESTUDIO PRELIMINAR
59
la palabra de Ambrosio, Agustín vuelve a leer e[ texto dejando a un lado sus prejuicios de adolescente, y si [a época tachó de poco literarias las páginas sagracomienza ahora a vislumbrar en el[as una belleza antes da y de otro orden. es que esa búsqueda de [a verdad que Agustín había hacía años, estaba guiada y fundamentada, sí, se ha dicho, por una actitud honesta, rigurosa y sinceaurlqLJe no estuviera todavía acompañada del esfuerzo por Pero en ella quedaban aún ciertos esquemas rígidos I juicio de Agustín y no era fácil vencerlos. Uno era, modo, su ideal de sabio, un tanto en consonancia ideal -de los antiguos griegos y de [os maniqueos de ;"nlO(l- del filosofo elitista: un sabio separado del vulgo, ,¡o(;rd1ld de [a inteligencia, sabedor de las verdades planas del ser. Y otro esquema, que chocaba frontalmente primero, era e[ de la vida cristiana de la gente de su de África: un cristianismo fiel y rigurosamente vivido, -por decirlo así- popular, con rasgos de aldeanisun tanto ingenuo en sus pretensiones y con una cierta i a[ fideísmo -[a estela de Tertu[iano perduraba toen [a Iglesia de África-. Encontrar vivos y unidos lo de ambos tipos en una persona -Ambrosio- era algo no creía estar acostumbrado y si Ambrosio era e[ [íuna corriente, a [a vez filosófica y cristiana, no era el que pertenecía a ella: en Milán comenzó a percatarse hondura filosófica del Cristianismo y de las conexiones podrían darse entre éste y la filosofía platónica de [a de otros personajes. El propio traductor Mario Victori},j'rir,nn como Agustín y uno de [os más entusiastas neocos de su tiempo, había recibido e[ bautismo y comtratados teológicos y filosóficos contra [os arrianos. el testimonio de intelectuales y buscadores de [a verdad é[- que marcaban el paso y decían encontrarla en para Agustín era tan ordinario y vulgar como la fe o rellgll)n de su madre, [e desconcertaba y le hacía pensar y i su actitud frente al Cristianismo: ¡qué doctrina era qué oculta verdad poseía, que podía satisfacer el anhelo
60
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
de sabiduría no ya de una anciana de provincias, sino más preclaras mentes de su siglo? Los años de Milán son para Agustín de una pn(mn~, sión y densidad espiritual. En ellos se libra la gran través de infinitud de pequeños combates": ha ~nmnt,",'¡, neoplatonismo y ahora ve que esta filosofía apunta a tinto de ella. Agustín se resiste, consulta, avanza, acepta con la razón, pero no con el corazón o vicev,prs,; final, en el año 386 tiene lugar la tremenda conversión gracia que evocará en las Confesiones30 • En la vigilia cua del año 387 recibe el bautismo junto con su hijo to, de las manos de Ambrosio en Milán. Ya para entonces había dejado la enseñanza y lleva meses haciendo vida en común con unos amigos en LdSlCla en una especie de monacato dedicado al estudio y a la De este retiro del año 386 son fruto varias obras: Diálogo los Académicos, en donde defiende las posibilidades reales alcance del conocimiento humano, frente a las tesis e5(:é~ltic Sobre la Vida Feliz, en el que integra el ideal ético de guas filósofos con la moral de la vida cristiana; Sobre el que constituye una especie de lineamenta de su sistema sico que, aunque irá cambiando en matices y hondura, se tendrá sustancialmente fiel a sí mismo desde el principio. Después de un tiempo en la soledad 'intelectual de ciaco, en 387 decide volver a África, y para embarcar se tiene en el puerto de Ostia, cerca de Roma. Allí muere madre, Mónica, quien tras una continua dedicación se encontraba ya en las alturas de la mística 31 y había el consuelo de ver la conversión de su hijo. Tras la muerte su madre, zarpa rumbo a su tierra y al llegar funda en una comunidad análoga a la de Casiciaco. Entre Italia y
ESTUDIO PRELIMINAR
entre otras obras", Soliloquios (387), una meditación sobre Dios y su conocimiento por parte del homel Libre Albedrío (388-397); Diálogo sobre el Maes89), en el que asume "hasta donde consentía la recta la doctrina platónica del conocimiento y la vierte en los cristianos de la iluminación. Esta obra, breve, susy de agradable lectura, tiene la particularidad de esCle,jlcaaa a su hijo, quien en el diálogo aparece discutiensu padre, y que moriría poco después de llegar a (en torno al año 390). Signo de su nuevo estado intede la fuerza de su fe-- es la reacción de Agustín ante muertes, la de su madre y la de su hijo, que contrasta I con la que tuvo siendo joven cuando murió un ahora, sin dejar de sentir un profundo dolor -que le ,;"n"ñ" toda su vida 34- , se consuela con serenidad en de la esperanza. tendrá que olvidar, al menos parcialmente, su clíc:aciiéin a la vida contemplativa: los fieles fuerzan su ordesacerdotal en 391 y ésta lleva aneja la obligación de de almas. Poco después, el 396, es consagrado obispo utor de Hipona y sucede a Valerio en esa sede antes de año. Instala entonces una comunidad de monjes en su episcopal y vivirá como uno de ellos. Como obispo, una extensa labor pastoral, sin descuidar su vacaal estudio35 • i en Casiciaco y en sus primeros tiempos del retorno a ';1fJ.JfH:a la orientación de sus escritos estaba marcada, sobre En este período también escribe: Sobre la inmortalidad de! alma Sobre la música (387-391); Sobre la cantidad del alma (387-388); las costumbres de la Iglesia católica y de los maniqueos (387-388); el Génesis contra los maniqueos (388-390); Sobre la verdadera reli-
32,
(389-391); Sobre ochenta
Una interesante reseña de ese proceso, sobre todo del papel' por los platonici, se encuentra en el artículo citado de Basavi, c., mica contra el De deo SocraOs, de Apuleyo, en La Ciudad de Ciudad de Dios, 202 (1989), pp. 125-129, 29
30 31
Confesiones, VIII, 8, 19. Confesiones, IX, 10.
61
33
34 35
y tres cuestiones diversas (389-396).
O. Santo Tomás de Aquino, Cuestión disputada sobre las criaturas esa. 10, ad 8. Cf. Forment, E., El orden del se" Tecnos, Madrid, 2003,
Confesiones, IX, 12-13. Cf: Rist, J, M" Augustine: Ancient thought baptized, Cambridge UniPress, 2003, p. 10.
62
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
todo, por los grandes temas que le apasionaban -la fi en sus facetas de metafísica, conocimiento, ética y estéti(:á una vez asumido el ministerio sacerdotal, su inv,estlg<,ci(), sus obras se centrarán, sobre todo, en las cuestiones y mas, tanto teológicos como pastorales, de su nueva re<,nr,n bilidad. Así, por ejemplo, para explicar en distintos ni dogma cristiano compone Sobre la Doctrina Cristiana 426) y Sobre la Trinidad (400-416) -sin duda una de obras de mayor envergadura teológica y perenne influjo historia del pensamiento posterior- o entra en la bíblica -Exposiciones sobre las cartas de San Pablo a manos ya los Gálatas (393-396); Anotaciones sobre el de Job (397-400), Sobre el consenso de los Evangelistas Comentario literal al Génesis (400-416); Sobre el Evangelio Juan (416-417), etc.-, tratados morales -Sobre la mentir.., Sobre la continencia (394-395)-. Como obispo, se sentía celoso custodio del depósito de fe, lo que le llevó a prolongados debates filosóficos y . contra los maniqueos y los herejes. De la polémica contra primeros son fruto, entre otras obras, Sobre las costumbres de Iglesia Católica y de los maniqueos (388); Contra la carta de maniqueos llamada del fundamento (396-397); Contra el Maniqueo (400); Sobre la naturaleza del bien contra los niqueos (405). Ante los segundos sostuvo un pnfmnb acérrimo contra la mayor herejía de su tiempo, que era la Pelagio (360-422), un presbítero y monje britano cuyos los exageraban el valor y el alcance real de la libertad h en relación con la salvación y terminaban disolviendo la de la gracia y la realidad del pecado36 • El debate lleva a Agustín a los concilios de Milevis (416) y de Cartago (416 418), a sostener una confrontación con el obispo Julián de no, defensor de Pelagio, en 419, a entablar rorrp,n,~n,"¡pr,f con los Papas, y a escribir, entre otras, las siguientes obras: bre los hechos de Pelagio en el sínodo de Dióspolis (417); 36 O. Turrado, A., «(El problema del mal y la responsabilidad moral las personas especialmente en la "Ciudad de Dios" de San Agustín»,
Agustiniana 36 (1999), pp. 733-789; especialmente pp. 747 Y 767.
ESTUDIO PRELIMINAR
63
dos cartas epístolas de los pelagianos (420); Contra Julián 1); Sobre la gracia y la libertad (426-427). . Su misión pastoral le obligaba también a poner orden en la ·.,"Ieslo y a buscar en consecuencia la unidad con el cisma do¿¡b~W;ta. Trabajó en los concilios, consultando a Roma y con el de ideas37 • Pero cuando el conflicto entre las dos partes en una fase violenta hasta hacerse insostenible, buscó la del poder político, a fin de conseguir la censura legal del ~natlsrno, que se logró con el edicto de unidad (405) y de pro(412). Las siguientes obras dan cuenta de ese debate: contra el partido de Donato (393-396); Sobre el bautiscontra los donatistas (400); Sobre la Unidad de la Iglesia Contra Cresconio (405); Contra los donatistas (412)38. La extensa producción intelectual de Agustín incluye tamsermones -predicados sobre todo entre Hipona y Cartacartas, comentarios de muy diversa temática, tanto teolócomo exegética, filosófica, pastoral o litúrgica ... A través los sermones se advierten detalles de la vida cotidiana de su ,"",nr,n Y las cartas dan fe del debate y diálogo intelectual, a 'ii>\(eOes apasionado, que mantuvo Agustín con autores de primer ';
Cf. B.onner, G., Sto Augustine of Hippo: Life and Controversies. CanterPress, Norwich, 2002, pp. 147-148.
39
!
I
64
como ya se ha dicho, constituyen una buena síntesis del samiento de Agustín. Ese mismo año de 427 en que t"rmí";', Ciudad de Dios publica un librito, las Retractaciones, en de, haciendo un muy valioso ejercicio de honestidad tual, revisa su producción literaria y matiza, corrige o algunas de sus afirmaciones. Después de esto, San Agustín se va apagando. Los años de su vida se dedica más a la oración y menos a la tión pública. En 426 consagra a Heraelio como coadj delega en él la mayoría de las funciones epiisCl)pilles signa sucesor al poco tiempo. Sin perder sus 'dLUII.dues; negó a abandonar la ciudad y a sus fieles en el asedio pusieron los vándalos de Genserico a Hipona en ma,vo-iUl de 430. Poco después, el 28 de agosto de ese mismo muere el obispo Aurelio Agustín, romano de la Numidia consular, nacido de la cristiana Mónica y del pagano hijo y heredero de una cultura milenaria y de una nueva puede decirse que mueren con él la civilización y el antiguo. Cuando un año más tarde ceden por fin los mu Hipona y el bárbaro entra en ella, nada vivo queda ya vieja Roma, señora del mundo. Pero una tradición afirma la biblioteca de Agustín -y es todo un signo- se salva incendi0 40 • Ella custodiaba, leídos, anotados y vertidos en rámetros cristianos, viejos códices de grandes almas el y conservaba las obras de Agustín. Sobre ese patri como si de un plano o cimiento se tratara, el nuevo ve.<.-"'" te -y Europa, que entonces nacía- comenzaría a
3.
ESTUDIO PRELIMINAR
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
Su
DOCTRINA
En la Historia de la Filosofía existen autores que han do elaborar y exponer sus ideas sistemáticamente, bien sa de sus propias categorías mentales, de notable preci i rigor, bien por haberlo permitido las circunstancias de su 40 Cf. Posidio, Vida de San Agustín, XXXI; vid. et Rist, J. M" Ancient thought baptized, Cambridge University Press, 2003, pp.
65
I intelectual, bien por la feliz conjunción de ambos facAsí, un Hegel propone todo un sistema de pensamiento termina abarcando la realidad entera -o al menos lo in. así también un Tomás de Aquino, a pesar de escribir tan diversa temática, puede hacer en determinados ,nn',pntos síntesis -summae-- de los temas centrales del penteológico -y como él muchos otros escolásticosel hombre, sobre el mundo y sobre Dios. Otros autores, r,rnhi,o -y son numerosos-, no nos ofrecen su reflexión modo, o porque hablan sólo de algún aspecto de la reao porque las circunstancias de su vida no lo favorecen, o tienen un temperamento intelectual diverso que no les a la sistematización de unas ideas que surgen como a rbclto,"es. San Agustín entra más bien en este segundo grupo. al inicio de su labor intelectual, allá en el retiro de Case propuso e intentó llevar adelante una investigación general, completa y sistemática, y fruto de ese intento sus primeros tratados y diálogos, que vendrían a consticomo los fundamentos o preámbulos de su metafísica -De 1101/7e--, episternollogia-Contra Académicos, De Magistroran,tropolog;ía-éti,:a -De Vita Beata-. embargo, si en algún momento tuvo efectivamente ese ,foyeclo, la vida se le complicó pronto al volver a África y terpor pensar y escribir de otra forma, a impulsos muchas de las controversias filosóficas y teológicas del momenramente contribuyó a esto su propio genio que era, por y formación, mucho más esteticista -literario y retórique logicista -preciso y sintético-o En todo caso, ese orientado hacia las polémicas en las que no le quedó remedio que verse envuelto como obispo, cobró pronto Agustín un hondo sentido, y él mismo deja constancia de su labor de estudio no tiene como fin la mera contemplade la verdad, sino la comunicación de la verdad contema los demás, en función de la caridad cristiana41 , y hace esto una especie de compromiso moral. 41
«Es importante no perder de vista qué nos exige el amor a la verdad y qué sacrificar la urgencia de la caridad. No debe uno, por ejem-
66
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
Es verdad que Agustín tiene obras «monográficas» como las citadas y otras, podrían considerarse a se tes de un sistema agustiniano. Y en verdad lo son, exactamente como las sumas escolásticas. Primero no todas esas obras monográficas pueden considerarse gor sistemáticas: quizás puedan serlo los tratados, tanto los diálogos, por ejemplo. En segundo lugar, nnrm,o les tratados no completan el sistema. Y, en tercer que incluso dentro de ellos hay digresiones yarrlpti·sinlos mentarios fuera de la materia central 4 '. plo, estar tan libre de ocupaciones que no piense en medio de su ocio en la utilidad del prójimo, ni tan ocupado que ya no busque la plación de Dios. En la vida contemplativa no es la vacía inacción lo debe amar, sino más bien la investigación o el hallazgo de la modo que todos -activos y contemplatiyos- progresen en ella, el que la ha descubierto y no poniendo reparos en comunicarla con más», CD XIX, 19. 42 «(Certainly there are systematic treatises of Augustine, mast The Trinity; but other long books (The Literal Commentary on Confessions, The City of God), though more or less organized around themes, are often discursive, prompting complaints, in impatient times, Augustine composing badly. But Augustine's procedures, for which hardly be blamed, have not satisfied the writers of "Augustinian" -the first of which, a handbook on more than eighty heresies, he chlurn<,d himself in 428-. It was abad precedent, and frequently followed. (and often systematical!y misleading) accounts of his view (too often singular) of grace, reason, the sacraments, Cod, original sin and so regularly be found in hagiographical or semi-hagiographical tracts. writings are almost all the work of a controversialist: they grow from with his earlier seJf and with views current among his corlternpc>raries, within North Africa and throughout the wider world of the late They have a setting; they depend on assumptions known but not IJed out by the parties involved, and these assumptions may be either (for example about the effects of baptism) or secular (as about the ther in his family, as also about the meaning of the word "family" may be philosophical, about the nature of knowledge, or historical, world-historicaJ role of Rome or of the patriarchs and people of Israel. of this character, formal accounts of Augustine's' views on grace or free i more broadly on human nature and human expectations, prove sapless at best and dry detail or ecc!esiastical pedantry at worst, once they ved from the soil in which they took form», Rist, J. M., Augusdne: thought baptized, Cambridge University Press, 2003, pp. 10-11.
ESTUDIO PRELIMINAR
67
embargo, decir que un autor -al menos en el caso de no expone su pensamiento con la construcción distinta de un sistema racionalista no significa decir tenga, de hecho, un sólido y claro sistema de ideas. contrario, San Agustín muestra una recia urdimbre de iento y la proyecta una y otra vez sobre sus obras, inahora más en un aspecto, ahora en otro 43 • Lo que es que, precisamente por desarrollar una visión comy ordenada y unitaria de lo real, puede ir de un punto a sólo según las exigencias dialécticas del momento y búsqueda cada vez más profunda de la verdad, sino en virtud de su personal carácter, muy propenso a la del estilo y de la forma. eso, aunque no siempre sea sencillo, una vez que se en cuenta la diversidad de matices de su obra, puede trazarse y exponerse su sistema de pensamiento a de las trabes maestras sobre las que construye sus y que atraviesan y sostienen cada línea suya. Algunas ya en las primeras obras y se mantienen y consolilas siguientes -la idea del orden, por ejemplo-. En hay modificaciones que van de simples tonalidades a distinciones. Otras van apareciendo a lo largo de sus (éstigacic nes y controversias. Y otras, finalmente, las desrevisa o pone incluso en tela de juicio. Vamos a continuación alguna de esas nervaduras de su MiU,,,,1
Así, los estudiosos de la Historia de la Filosofía han podido exponer agustiniano», p. ej.: Copleston, F., Historia de la Filosofía, Ariel, 2000, vol. 2, pp. 50-95/ tras exponer la vida y escritos de San su concepción de la Filosofía, su teoría del conocimiento primero en vista a la beatitud, luego en el rechazo del esdespués en el conocimiento de experiencia, la naturaleza de la las ideas divinas y finalmente la iluminación y la abstracción-, -pruebas de Dios a partir de las verdades eternas, de las criatuconsentimiento universal y su integración en un proceso; atributos ejemplarismo---; el mundo -creación, materia, rationes seminales, alma y cuerpo, inmortalidad, alma-. '
68 A)
SALVADOR ANTUNANO ALEA
El ardo amoris
Hemos dicho ya que el Tratado sobre el Orden de entenderse como una especie de fundamento m,'ta:fki, su doctrina. En esa obra apunta, en efecto, los rasgos les de lo que será una de sus ideas más sólidas, claras manentes. En los últimos libros de La Ciudad de Dios a aparecer esa idea del orden, con los mismos rasgos la había expresado cuarenta años atrás. Más aún: cirse que todo el diseño de La Ciudad de Dios se sobre la idea de orden -y esto vale también para los sobre la Trinidad, la Libertad, ... -. La noción del ardo es una concepción primigenia, nal y básica de toda la doctrina agustiniana. Es cierto das las cosas humanas dependen siempre de una todas las ideas se generan en una tradición de npn<;lm" y en ese sentido hay que vincular el orden con Plotino sino también con Platón y con la gran griega. Sin embargo, esta idea del orden en los P""''''m;\ Agustín aparece como primigenia porque supone un nuevo, una inventia de una forma de entender lo real miendo sus paradojas más sorprendentes y superar esquizofrenias, dicotomías y enfrentamientos. Es mi,,,,,,,, que se la encuentra ya al origen de la producción i de Agustín, desde sus primeras obras y las atraviesa hasta las últimas -como hemos dicho, La Ciudad de entera puede leerse en clave de esta idea, pues está sobre ella-. Esto indica que, una vez que, en el inicio investigaciones, San Agustín 'llegó a la noción del orden desarrolló en sus rasgos esenciales, la mantuvo como convicción sólida, permanente y estable, y la proyectó todos sus estudios y reflexiones: no sólo era un nri'ncinÍl), tológico sino también, por eso mismo, un princi gico. Por eso es, además, una idea básica: sirve de fundamento metafísico a toda la obra de Agustín. Y si base a la teoría porque el orden atraviesa la realidad por eso es igualmente clave de intelección de lo real es ontológicamente ordenado. Así, la noción
ESTUDIO PRELIMINAR
69
como decíamos, como un esquema mental en todas de Agustín, ya hable sobre la Historia, sobre Dios, ángeles o las cosas naturales. encuentra Agustín la noción del orden; cómo llega Hemos aludido antes a una cierta tradición de pensaEvidentemente, Agustín, que está insertado en la culgre,colatir)a de la Antigüedad tardía, participa de la conracional transmitida por los griegos de que la existencia
i del ara de [as termas romanas de Pithagorio, ciudad de la costa helena del Egeo, es representativo de la pervivencia de traprocedentes de la cultura griega clásica plenamente vigentes en numerosos ciudadanos del nuevo Imperio. © Archivo Anaya
70
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
tiene un lógos -razón- y de que el mundo es kósmos den-o Las reflexiones de los neoplatónicos -sobre todo Plotino- habían llevado a concebir la existencia en un den que procedía por necesidad a partir del Uno, a través la Inteligencia y del Alma. Pero para llegar a ese orden h serios problemas para explicar algunas cosas -la materia, mal, lo sensible, la propia conciencia individual ...-. griegos sabían que el universo era orden racional, pero bían tenido no pocas dificultades a la hora de hallar un cipio unificador suficientemente convincente de ese y es aquí donde estará el mérito de San Agustín que ese principio a través de su propia búsqueda py;,tf'nc';ól terior. Recordemos las etapas de ese itinerario filosófico: su por la belleza -señaladamente la literaria-le llevó a la rica; en ella, Cicerón le lanzó de la búsqueda de la bell la búsqueda de la verdad; lo que le llevó a Manes, cuyos guidores entremezclaban la verdad con el bien y el mal. tanda decididamente por el bien, Agustín escapa de encuentra una integración de todos esos valores -bien, dad, belleza- en el Uno de Plotino. Pero allí no ue"LUUI belleza de la gratuidad divina ni la presencia de un Dios carnada (idea absurda en el pensamiento de Plotino), y ello siente la llamada a dar el salto de la fe, que le abre a trascendencia mucho más rica que la plotiniana. Allí, Cristianismo, Dios no es ya, simplemente -y esto era ya cho- la «geometría insensible del universo» y la patria nitiva del alma, sino también -y sobre todo- quien dar cuenta exacta de la Historia humana y de la hi ticular de Agustín porque es un Dios de Amor npr
ESTUDIO PRELIMINAR
71
diversa ya de la de Plotino- en una paradójica trascendesde su interior al Dios de Jesucristo, cuya presencia escUUlle en su interior mismo45 . Y el Dios de Jesucristo, en ""r"islto y por Jesucristo, unifica e integra todo lo real, que, a de entonces y por su medio tiene también consistencia, intelección: lo ordena. Pero ¡qué es en sí el orden? «El orden es la distribución de iguales y diversos, asignándole a cada uno su lugar»4". es, ni mucho menos, un mero juego de palabras. Lo que Agustín quiere expresar por esos términos es lo siguiente: es la razón de ser de los seres; la razón divina del ser las cosas: su qué-son, su por-qué-son y su para-qué-son originales y definitivos. Por eso la noción del se relaciona con la noción de lógos divino -el Verbolos conceptos agustinianos de peso y paz. El/ógos divi-el Verbo- es el ,origen Y, causa del orden, porque la 'oo.r;n,n es hecha por El y para El. La Historia tiene por tanto su exemplar o arquetipo y su destino, y también su mey canon 47 . El peso es la tendencia de los seres a ocupar lugar en la existencia: lo que nos mueve a estar en donde estar. Y como esta tendencia al lugar apropiado a ser es una tendencia al bien, San Agustín concluye que amor es mi peso»48: es el amor lo que me impulsa en el a buscar mi lugar definitivo. y la «paz es la tranquilidad ordem 49 : la plenitud, satisfacción, felicidad y descanso de encontrado mi propio destino y de ser y vivir en mi veroriginal5{). Puesto que esto no es sólo para un ser particu45 Cf. Confesiones, X, 37, 38. "CD XIX, 13, 1. 47
Cf. Piñol, J., {(Cristo, Fundador y Rey de la Ciudad de Dios en la obra i de san Agustín», Augustinus 194 (2004), pp. 273-376, en espe-
«La paz, pues, se adentra a la misma entraña óntica de las cosas, es epa.rao"le del ser de cuanto existe y ha sido creado. Decir que algo no 44 Cf. Ratzinger, 2002, pp. 123-125.
J.,
Introducción al Cristianismo, Sígueme, Sol"manc
paz alguna, es decir que no existe, pues cuanto es y en cuanto es, en la paz. [... 1 Sería difícil encontrar en la filosofía actual un
72
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
lar sino para todos, «iguales y distintos, cada uno en su I el orden supone la integración ordenada -esto es, raci de la realidad al completo: incluidas aquellas realidades flictivas», que son contradictorias, pero que dejan de serlo hallarse ahora cada una en su orden. Si Aristóteles había cubierto la analogía del ser, Agustín descubre la analogía orden y la conecta con la belleza, con el ser y con Dios mo 51 • Así, el orden es no sólo una colocación «racional» los seres y de la existencia, sino una armonía fundada amor: es un ardo amoris52 que integra toda la realidad -la las cosas que son porque son y de las que no son porque son 53 _ .
término apropiado que expresara debidamente el hondo calado y la un mía expresiva del concepto de paz agustiniano, que es sin duda canee incalculable. Es de orden ontológico, como unidad, es de orden ral, como equilibrio, es de orden lógico como "memoria Dei"», Muñoz, J. E, «La paz y la guerra en el pensamiento agustiniano», La de Dios, 9 (todo el artículo: 5-35). 51 Cf. Pacioni, v., «ürdo)}, en Fitzgerald, op. cit., pp. 598-599. 52 ({Ahora bien, el Creador, si de verdad es amado, es decir, si es él mismo, no otra cosa en su lugar que no sea él, no puede ser mal El mismo amor que nos hace amar bien lo que debe ser amado, debe amado también ordenadamente, a fin de que podamos tener la virtud que se vive bien. Por eso me parece una definición' breve y verdadera la virtud: el orden del amor», CD XV, 25. 53 «The drama of Christian lave in Augustine is something like this man lave story. [t is similar both in structure and in subjective i But we can now take one further step, following the lead of the arguments of The City of God. Human lave and Christian love, human tion and Christian emotion, are not merely two similar stories. They parts of the same story. There is only one faculty of love and desire in man being; the only way a human being changes in its lave is to redi same love toward a new object. [t is the same lave that loves Dido and God. The change from earthly love to heavenly love is not, then, for simply like my story of the person who changes lovers. It is one ov";;",,lo that story. And whether your life story plays out that example of some other -this, we already know, is not fully up to you-. So pends on how you are called and how you like it when and if you are. So, might finally say, whether your life is the human story of a change from A or whether the B who happens your way and calls and moves you is God -al! this is a part of the drama of human love and a matter of i
ESTUDIO PRELIMINAR
73
La noción del orden es una concepción no sólo coherente sino también -tal vez por eso- fecunda. Desde luego, quedó asumida por toda la metafísica medieval, y del mundo de las ideas pasó a encarnarse en cultura y puede verse bien reflejada en el orden social de los siglos cristianos o en la concelJCión admirable de sus catedrales, que de esta doctrina del son, sin lugar a dudas, claro signo y sacramentum: la ;rof·pcld es como una miniatura a escala de la existencia al pues en ella están representados simbólicamente los seres, incluso los que menos se pueda sospechar que aquellos cuya presencia parecería un contrasentiEstán todos, pero cada uno en el lugar que le corresponde: está Dios, en el centro, en el altar, en el espacio más amia y noble del templo. y están los santos, con sus atributos, ••• Ldl'" uno según su rango y dignidad. y hay piedras, plantas y y la historia cotidiana de los hombres -la crea.; ri¡\n __ que cantan la gloria de Dios con la mera existencia de naturaleza 54 • Pero también cantan esa gloria, mal que les y su justicia, los hombres malos y los mismos vicios y los demonios. y están en su lugar: en la oscura región de sombras -la fachada norte-- o cayendo desde las alturas ;;·"r.~n gárgolas al abismo.
LA CONCEPCIÓN DE LA FILOSOFfA
Una huella de ese orden armónico que integra la multiplide realidades en una unidad equilibrada y coherente verse también en la concepción que Agustín tiene de la Cth.';i';orl filosófica y sus implicaciones. Desde que la lectura Cicerón lo exhortara e introdujera en la Filosofía hasta sus But to ¡ive in that mystery and thatopenness of expectation is (if, in it turns out to be so) the good life for a human being)), Nuss((Augustine and Dante on the Ascent of Love), en Matthews, G. B. Augustinian Tradition, California University Press, 1999, p. 73. Esta ordenación ascendente forma parte, por ejemplo, del diseño "tnJcHivc de la sede episcopal leonesa¡ d. Gómez Rascón, M., La Catede León: cristal y fe, Edilesa, León, 1991, p. 17. ¡"rilumon'
74
ESTUDIO PRELIMINAR
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
últimas obras, San Agustín [a entendió y vivió como una queda de sabiduría y, por eso, en consonancia con [a ción filosófica antigua, como búsqueda de sentido de [a tencia, norma para [a vida y fuente de felicidad. Si [a ciencia de [as cosas es propia de un nivel inferior entendimiento, en tanto que es un conocimiento orientado [o inmediato -yen esto se hace eco de [a tradición an',orro,_ [a sabiduría que ama y busca e[ filósofo trata del _.'_.1_hombre y busca a Dios, cuya huella está en toda [a creación en e[ mismo proceso de conocimiento 55 . Dios es e[ ¡",minI último de esa búsqueda racional porque [a sabiduría es queda de [a verdad y Dios es [a suma verdad; porque sólo como sumo bien y suma belleza puede hacer descansar e[ razón del hombre, inquieto por [a nostalgia de Dios56 • da de esta forma, [a filosofía de Agustín tendrá -como toda 55 «Si, pues, la verdadera distinción entre sabiduría y ciencia radica en ferir el conocimiento intelectual de las realidades eternas a la sabiduría, y ciencia el conocimiento racional de las temporales, no es difícil discernir a de las dos se ha de conceder la precedencia y a cuál el último lugar. Y si
algun~ otra nota característica por la que se distingan estas dos cosas,
hay clerta,mente entre ellas distinción manifiesta, como lo enseña el cuando d Ice: A uno ha sido dado por el Espíritu palabra de sabiduría, palabra de cienda, según el mismo Espíritu, con todo la diferencia por puntualizada es evidente, pues una cosa es el conocimiento intelectivo etef~o y otra la ciencia racional de lo caduco, y nadie dudará en dar sus renClas al primero. Mas, dejando a un lado lo perteneciente al hombre al elevamos interiormente sobre cuanto nos es con los animales común, de arribar al conocimiento de las realidades inteligibles y supremas, que eternas, nos encontramos con el conocimiento racional de las cosas les. Si es posible, descubramos en este conocimiento una especie ge i com? las descubrimos en los sentidos del cuerpo y en aque!!as imágenes traves de sus celosías se nos entraron en el alma, que es espiritual. Así, de los objetos materiales percibidos desde el exterior mediante el cuerpo, te.ndremos en nuestro interior las imágenes de los objetos ·;m,"""", la memOria, especies que informan el pensamiento interviniendo la como tercer elemento unitivo, cual ocurriría al realizarse la visión p~~s la vol~ntad, para que la visión existiera, dirigía la mirada sobre el VISible y uma a [os dos, colocándose e!!a en medio, como un tercer De Trinitate, XII, 15, 25; trad. de Luis Arias, en Obras Completas oe.)"""'"W BAC, Madrid, 1985, vol. V, 'iG
Confesiones, 1, 1 .
p.
584; vid.
et.
CDVIII, 1.
75
filosofía posterior- que plantearse [a relación entre [a razón y [a fe y e[ progreso o evolución de [a filosofía en teología fi[osófica 57 . En ocasiones se ha pensado que tal relación y tal progreso podría ser «extraño" y aun <, como «raciona[ista", como sólo referido a [a mera capacidad [ógicodiscursiva. Pero ese modelo de racionalidad -[a moderna>i[u:stro,da- ha mostrado ya hace tiempo sus graves carencias explicar e[ conjunto de [a realidad humana, sustancia[más compleja que una deducción matemática o física. cambio, si referirnos el término «racional» a una razón
'¡","¡¡[biE"ta y ampliada, nos acercamos a una comprensión más crr,~",p" de [a realidad. La relación entre [a fe y [a razón que .:1\:~W"'" propone va en esta línea -y su recuperación como ':rf'nI3VilCión filosófica para nuestro tiempo ha sido propuesta ,e,"":,,,,, autores en [a tradición agustiniana58- . Esta relación [a resuelve Agustín en una interacción muque puede quedar sintetizada en [a expresión «ab intelle",~,,,~ ad credere, ab credere ad intellegere»59. De este modo, [entendimiento -que en Agustín no es moderno, no se . nunca a [a mera razón lógico-discursiva, sino a inteligencia ampliada también a[ ámbito de [a memoria vo[untad- pone a[ hombre en [a búsqueda de Dios y [e apilcita para abrirse a[ misterio; mientras que [a fe es [a luz Cf. Rist, J. M., Augustine: Ancient thought baptized, Cambridge UniPress, 2003, pp. 6-7; Plantinga, A., «Agustinian Christian Philosoen Matthews, G. B. (ed.), TheAugustinian Tradition, California UniverPress, 1999, p. 2. 58. Cf. Plantinga,}.., Agustinian Christian Philosophy, en Matthews, G. B. The Augustinia'n Tradition. California University Press, 1999, p. 22. «Pues a nadie es dudoso que una doble fuerza nos impulsa al aprenla autoridad y la razón. Y para mí es cosa ya cierta que no debo ,"",'"'" de la autoridad de Cristo, pues no hallo otra más poderosa .. En -- temas que exigen arduos razonamientos -pues tal es mi condición impacientemente estoy deseando de conocer la verdad, no sólo por por comprensión de la inteligencia- confío entretanto en hallar los platónicos la doctrina más conforme con nuestra revelación», Academicos, 111, 20, 43; trad. de Victorino Capánaga, en Obras de San Agustín, BAC, Madrid, 1982, vol. 111, p. 188. 57
76
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
que le permite acceder a ese misterio 60 • La base para esta ción se encuentra en la teoría agustiniana del conocimiento, iluminación interior, que es una transformación de la teoría las ideas platónica: el hombre conoce, en el orden natural, que hay una iluminación de la Verdad sobre el entendi -un poco al modo de la anámnesis platónica-. El orden brenatural del conocimiento -la fe--- no es más que una il nación más intensa, que se constituye así como un camino guro para la Verdad61. Pero esto nos lleva ya a considerar aspecto de su epistemología.
C)
Teoría del conocimiento
Un punto básico de la doctrina platónica -y plotini na- es la cuestión del conocimiento y la aceptación
GO «Pensad, pues, en este pescador santo, justo, bueno, lleno de Cristo, cuyas redes, echadas por todo el mundo había de ser pescado este Recordad que él dijo: Tenemos un testimonio más firme; el de los Concédeme que en aquella controversia el juez sea el profeta. ¿Qué entre manos? Tú decías: "Entienda yo y creeré". Yo, en cambio, decía: para entender". Surgió la controversia; vengamos al juez, juzgue el mejor, juzgue Dios por medio del profeta. Callemos ambos. Ya-se ha oído que decíamos uno y otro. "Entienda yo, dices, y creeré". "Cree, digo yo, entender". Responde el profeta: Si no creyereis; no entenderéis (/5. 7, Sermón 43,7; trad. de Miguel Fuertes Lanero y Moisés M.a Campelo en Completas de San Agustín, BAC, Madrid, 1981, vol. VII, p. 594. «De dificultad de intuir y conocer plenamente la sustancia incomutable de creadora de las cosas transitorias, que, sin mutación alguna temporal crea las cosas temporales. Para poder contemplar inefablemente lo·"i ,e ..w .... menester purificar nuestra mente. No dotados aún con lk visión dos por la fe y conducidos a través de caminos practicables, a fin de aptos e idóneos de su posesión», De Trinitate 1,1,1, trad. de Luis Arias, Obras Completas de San Agustín, BAC, Madrid, 1985, vol. V, p. 124. 61 «De ahí [ls. 7, 9] deduce Agustín, amparándose en su prolongada periencia antes de la conversión, que la fe en la veracidad de Dios es del . necesaria para entender de algún modo la revelación (crede ut . pero, al mismo tiempo, la razón debe profundizar en las analogías en nos ha sido dada la revelación divina para ir creyendo más y más en (intellige ut credas). [... ] Porque, para S. Agustín, los grandes iirltel'fOJ,anl
ESTUDIO PRELIMINAR
77
{w.flndo de las ideas. Desde su posición cristiana, San Agustín podía aceptar sin más la pre-existencia del tópos noetós, forma que pronto reformula la concepción griega. Presenlos elementos clave de su teoría en los libros Contra Acade;"jilfiio)S -donde refuta el escepticismo- y en el diálogo De que recoge una conversación tenida con su hijo MeaDdlLV acerca de la iluminación interior62 • la primera parte del diálogo trata del lenguaje como base conocimiento. Para Adeodato, el fin del lenguaje es la satanto en la enseñanza como en el aprendizaje, porn le consta por experiencia, cuando el hombre quiepn
78
ESTUDIO PRELIMINAR
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
79
cuando un hombre ignorante pregunta, nada ha aprendido la pregunta misma, sino que ha «enseñado» su propia cia, esto es, ha dado a conocer que quiere aprender. forma, concluye Agustín, el fin de toda palabra es la ensefí;m>o La conclusión del Obispo no es un mero juego de IMldLICas porque con ella como premisa cambiará de orientación la tión epistemológica: no es ya que el hombre «aprenda" «recuerde» según Platón-, sino sobre todo que hay que le «enseña». Adeodato objeta que los hombres usan el lenguaje para los cantos y las oraciones. A lo primero padre responde diciéndole que los cantos son también una ma de enseñanza o de recuerdo -y esto se acepta como un fin del lenguaje-. Para lo segundo establece que son necesarias las palabras en la oración y que si las usamos porque nos impulsan a acordarnos de Dios. De esta forma, palabras son signos que sirven para enseñar o recordar". En el segundo capítulo se propone el problema: pueden dar significado estos signos que son las palabras. análisis de un verso de Virgilio sirve no sólo para establecer funciones sintácticas de diversas palabras, sino para distin~1 unos signos de otros y poder precisar más la reflexión fica. En la segunda parte del diálogo, una vez que se ha cuál era el fin del lenguaje, se analiza si el lenlguale o no este fin. Se va entonces de los signos al li","rI,"64, establece entonces que los significados tienen mayor i tancia que los signos. Sin embargo, Adeodato no acepta fácilmente y pone objeciones a los argumentos de su Por ello, Agustín precisa el sentido: debe preferirse a los el conocimiento de las cosas que esos mismos signos can 65 • No obstante, «nihil sine signis doceri»66, ya que enseña utiliza o palabras u otros signos. del siglo v¡ y de la zona de Cartago, presidida por el crismón 63 M
De Magistro (en adelante DM). 1, 1,20-26. DM VIII, 147-150. En el ejemplo de San Agustín se pregunta
homo homo sibi, es decir, si el hombre in rerum natura es el mismo como verbum mentis o como verbum oris.
"' Cf. 66
DMVIII, 110·120.
DM X, 49.
L
victorioso de Cristo nos dice que «Crispina vivió ocho años, veinticuatro días, seis horas y duerme en paz», La concristiana de que la muerte es un sueño del que despertaremos resurrección, fue también el consuelo de Agustín cuando murió
",e,,".
Adeodato con algo más del doble de edad de la niña de esta inscripción. © Archivo Anaya
80
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
Esta conclusión va a contrastar con el siguiente paso: realidades que se muestran por sí mismas y que por ello necesitan signos, como son el sol que nos enseña su luz y la creación que se nos muestra ella misma sin signos. Se entonces del «nihil sine signis» al «nihil per signa». Es rio conocer un vinculo entre el signo y la cosa que slI'nitir para poder entender el significado. Y aquí está el centro blema: cómo puede el hombre conocer algo cuando signo ni ningún maestro exterior puede enseñarle. La viene en la tercera parte del diálogo, en donde San "":U'lIll fine la tesis de su doctrina de la iluminación interior: no las conocemos por lo exterior sino interiormente, por el sejo del Maestro que dentro de nuestro entendimiento aconseja y enseña en función de su sabiduría eterna 67 • capítulo siguiente explica la primera parte de la tesis: lo conocemos, lo hemos conocido interiormente, se hace ces mención de la memoria y todo el argumento tiene un bio platónico. También se establece ahí que no puede ningún maestro exterior, porque antes de que nadie nos nada, ya hemos conocido muchas cosas. ¡Cuál es pntnrlrp" utilidad de las palabras y de los maestros? Las palabras no ven para mostrar lo que llevamos en el interior, porque hombres mienten. Y los maestros tampoco sirven para el cimiento de la verdad, porque se equivocan demasiado. Pero como no es el propósito de San Agustín destru' lenguaje ni la actividad de los maestros, la solución en el capítulo último: las palabras y los maestros son mentas que el hombre tiene para que pueda escuchar fácilmente al Maestro Interior68 • Esto es, de alguna rnrm".' que él ha experimentado respecto de sus maestros neopl cos, en esta misma cuestión sin ir más lejos: a partir de lo ellos dicen se ha despertado en San Agustín la escucha a to y ha dado el paso a una nueva sabiduría cristiana Filosofía conecta entonces con la Teología, la razón con la naturaleza con la gracia-o " DM XI, 44-51. "" DM XIV, 5-12.
ESTUDIO PRELIMINAR
81
Dios
Si la Fi losofía como búsqueda de sabiduría se resuelve en término en el conocimiento de Dios, el punto central filosofía agustiniana será precisamente éste. Aunque se ado que San Agustín no hace exactamente una teolonatural 69 , sino que parte del hecho de la fe, de su propio con Dios y que tiene en cuenta además esa dialécO.c'nTl·p razón y fe que se ha apuntado antes, sin embargo, sí sus escritos no pocos pasajes donde indica diversos para una búsqueda racional de Dios. . Así, el hombre puede buscar a Dios por el camino exterior los seres distintos de sí, como sugiere a partir de su propia 'np,rip'nria en las Confesiones 70 , o por el camino interior de IJl'cUlld realidad humana, como apunta también allí y en como los Soliloquios". Las creaturas, en cuanto
69
Cf. Fraile, G" Historia de la Filosofía, BAC, Madrid, 1986/ vol. JI,
¿y qué es [Dios] entonces? Pregunté a la tierra y me dijo: "No y todas las cosas que hay en ella me confesaron lo mismo. PregunI mar y a los abismos y a los reptiles de alma viva, y me respondieron: somos tu Dios; búscale sobre nosotros", Interrogué a las auras que resy el aire todo, con sus moradores, me dijo: "Engáñase Anaxímenes: soy tu Dios", Pregunté al cielo, al sol, a la luna y a las estrellas. "Tamsomos nosotros el Dios que buscas" me respondieron. Dije entonces a las cosas que están fuera de las puertas de mi carne: "Decidme algo . Dios, ya que vosotras no lo sois; decidme algo de él". Y exclamaron con grande voz: "ÉI nos ha hecho". Mi pregunta era mi mirada, y su su apariencia», Confesiones, X, 6,9. te promete la razón, que habla contigo, mostrarte a Dios como el sol a los ojos. Porque las potencias del alma son como los la mente; y los axiomas de las ciencias aseméjanse a los objetos, por el sol para que puedan ser vistos, como la tierra y todo lo y Dios es el sol que los baña con su luz. Y yo, la razón, soy para la como el rayo de la mirada para los ojos. [... ] Y ahora, según nos I el tiempo, recibe sobre Dios alguna enseñanza derivada de aquella de las cosas sensibles. Inteligible es Dios, y al mismo orden inteli"p,,,tene':en aquellas verdades o teoremas de las artes; con todo difieentre sí. Porque visible es la tierra, lo mismo que la luz; pero
82
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
que son cambiantes, contingentes, temporales, no dar razón última de su propio ser: no pueden explicarse a mismas. Por ello hay que postular la existencia de un ser soluto, eterno, inmutable, necesario". Esto puede verse forma más concreta en ciertos valores ontológicos de los res, la belleza, por ejemplo -un tema muy presente en tino-, que para San Agustín es un indicio claro de la divina. Por otra parte, cuando el hombre entra en su interiof» encuentra también fuertes indicios de lo divino: hombre desea, por ejemplo, una felicidad completa, ta, perfecta, que no puede hallar en el mundo. Si el desea algo, su deseo tiene fundamento, por eso debe un ser que se corresponda con la felicidad absoluta que hombre anhela 73 • Al recogerse en sí, el hombre interior aquélla no puede verse si no está iluminada por ésta. Luego tampoco que se enseña en las ciencias y que sin ninguna hesitación retenemos verdades certísimas, se ha de creer que podemos entenderlo sin la ción de un sol especial. Así pues, como en el sol visible podemos notar cosas: que existe, que esplende, que ilumina, de un modo análogo, en secretísimo sol divino a cuyo conocimiento aspiras, tres cosas se han I considerar: que existe, que se clarea y resplandece en el hace inteligibles las demás cosas. Atrévome, pues, a llevarte a la las dos cosas: de Dios y del alma», Soliloquios J, 6, 12 Y 8, 15; trad. torino Capánaga, en Obras Completas de San Agustín, BAC, Madrid, 1 vol. 1, pp. 450 Y 453. 72 Confesiones/ XI, 4, 6. 73 «Mas cierto aviso que nos invita a pensar en Dios, a buscarlo, a searlo sin tibieza, nos viene de la fuente misma de la Verdad. Aquel sol condido irradia esta claridad en nuestros ojos interiores. De él procede verdad que sale de nuestra boca, incluso cuando por estar débiles o abrir de repente nuestros ojos, al mirarlo con osadía y pretender en su entereza, quedamos deslumbrados, y aun entonces se i Él es Dios perfecto sin mengua ni degeneración en su ser. Todo es perfecto en aquel omnipotentísimo Dios. Con todo, mientras vamos busca y no abrevamos en la plenitud de su fuente, no presumamos de llegado aún a nuestra Medida; y aunque no nos falta la divina ayuda, vía no somos ni sabios ni felices. Luego la completa saciedad de las la vida dichosa, consiste en conocer piadosa y perfectamente por quién guiado a la Verdad, de qué Verdad disfrutas' y por qué vínculo te unes sumo Modo. Por estas tres cosas se va a la inteligencia de un solo Dios y
ESTUDIO PRELIMINAR
83
también la presencia de «verdades eternas», absoluinmutables y necesarias, cuya causa proporcionada, seAgustín -en una argumentación que será retomada por como San Anselmo, Descartes, Leibniz, Maritain y sólo puede ser el ser igualmente inmutable y eterno la Verdad absoluta que es Dios 74 • excluyendo toda supersticiosa vanidad»), De Vita Beata, 4, de Victorino Capánaga, en Obras Completas de San Agustín, BAC, 994, p. 578. ya antes de ser felices tenemos impresa en nuestra mente la de felicidad, puesto que en su virtud sabemos y decimos con toda y sin duda alguna, que queremos ser dichosos. Y también, antes ,p, ,"ihic,s. tenemos en nuestra mente la noción de sabiduría, en virtud de uno de nosotros, 5'1 se le pregunta si quiere ser sabio, responde de duda que sí, que lo quiere. [... ] Ahora bien, ¿dónde vemos las que ya sabemos, o sea, que existe la sabiduría, que hay sabios y los hombres desean ser felices? Porque yo no me atrevería a dudar ves y que son verdaderas. ¿Ves que son verdaderas, como ves tu lSami,ento -que yo ignoro en absoluto mientras tú no me lo comunilas ves de tal manera que entiendas que también yo puedo verlas, no me las digas? [... ] En consecuencia no podrás negar que existe inconmovible, que contiene en sí todas las cosas que son inconItat>lernenteverdaderas, y de ella no podrás decir que es propia y exclutuya, o mía, o de cualquier otro hombre, sino que por modos rav'illc)sos, a manera de luz secretísima y pública a la vez, se halla pronta en común a todos los que son capaces de ver las verdades incon[... ] Ahora bien, esta verdad, de la que tan largo y tendido venihablando, yen la cual, siendo una, vemos tantas cosas, ¿piensas que es excelente que nuestra mente, igualo inferior? Si fuera inferior, no 'juzI según ella, sino que juzgaríamos de ella, como juzgamos de los que son inferiores a la razón; y decimos con frecuencia no sólo que no son así, sino que debían o no debían ser así. Dígase lo mismo resde nuestra alma, pues no sólo conocemos que es así nuestra alma, muchas veces decimos también que debía ser así. Loo] Pero si esta fuera igual a nuestras inteligencias, sería también mudable, como . Nuestros entendimientos a veces la ven más, a veces menos, yen eso entender que son mudables; pero ella, permaneciendo siempre la en sí, ni aumenta cuando es mejor vista por nosotros, ni disminuye lo es menos, sino que, siendo íntegra e inalterable, alegra con su luz se vuelven hacia ella y castiga con la ceguera a los que de ella se ¿Qué significa el que juzguemos de nuestros mismos entendimienella, ya ella no la podamos en modo alguno juzgar? Decimos, en Entiende menos de lo que debe o entiende tanto cuanto debe entenSU>"",,,"d,
84
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
ESTUDIO PRELIMINAR
85
En cuanto al modo de ser de Dios -aparte sus atr'ih¡,tA de verdad, bondad y belleza-, San Agustín echa mano de revelación cristiana y, asumida la unidad de naturaleza, braya -frente a la teología de la tradición griega- el ter trinitario y relacional de Dios. Y precisamente la huella la Trinidad en el cosmos 75 y en el hombre 76 pueden nr;pnb' nos a descubrirlo y ,
E) La creación Si San Agustín puede encontrar un principio unificador orden en Dios, que integre todas las cosas sin dejarse nada el camino, ello se debe, en gran medida a la enorme di cia de la concepción de Dios que tiene respecto, por ej de la del neoplatonismo y de los maniqueos. En los e"H¡pmO', metafísicos de Plotino no resulta fácil explicar como el mal, la materia, la contingencia -algo "'"rpe'¡N, ocurre con las doctrinas de Manes-". En cambio, la te,o/()gÍ' de la creación propia de la revelación judea-cristiana np'rm,¡t, a San Agustín superar esas insuficiencias, las procesiones cesarias y los dobles principios, que a causa de un rc,nc:pnlr problemático de ser, llegaban o a negar valor a la realidad sente o a entenderla como procedente necesariamente der. Y es indudable que la mente humana tanto más debe entender pudiere acercarse y adherirse a la verdad inconmutable. Te prometí trarte, si te acuerdas, que había algo que era mucho más sublime tro espíritu y que nuestra razón. Aquí lo tienes: es la misma la si puedes, goza de ella. Sea el Señor tu delicia y él te dará lo que pide corazón. Porque ¿qué más pides tú que ser feliz? ¿Y quién más feliz que que goza de la firme, inconmutable y excelentísima verdad?», Libero
trio, 11, 26 (103), 28 (110), 33 (130); 34 (133, 135-136) 35 (137), Evaristo Seijas, en Obras Completas de San Agustín, BAC, Madrid, 1 vol.llI, pp. 299,302,310,311, 312; vid. et. Confesiones, X, 24, 35.
"CD XI, 24. "CD XI, 26. 77
Cf. Turrado,
A., op. cit., pp. 750-766.
peculiar y original interpretación de la creación divina del mundo
fragmento de El jardín de las Delicias de El Basca (1503),donde nación del pintor flamenco encuentra coincidencias con [as agustinianas sobre la ontología de las creaturas procedentes ,de la voluntad de Dios. © Archivo Anaya
divino. Para Agustín, la creación es una acción libre de no sometida a necesidad, sino gratuita, y el ser creado esencialmente distinto del ser divino, en cierto modo precipor esa no-necesidad: no es ni una «parte» de Dios, identifica con Él, sino que ha salido -eductus- de la nada por un /ógos divino. Ese lógos es precisamente el Verbo: por medio del Hijo, contiene en sí los arquetipos de todas las creaturas, tales ras llegan al ser. Y este ser es no sólo una participación
86
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
en el sentido platónico de la méthexis, sino también una tación -mímesis- del Modelo eterno presente no en tasis celestes subsistentes en sí mismas, sino como ideas en Verbo 78 . Si las creaturas son, si han llegado a estar en la tencia, es precisamente por ese acto de creación que ellas constituye su propio y más original, profundo y fundamento ontológico. De donde se deduce que la vi ción de las creaturas al creador sea también una ne<:eSld ontológica y moral. Pero las creaturas han sido «educidas» de la nada, y nada también portan una huella, una especie de ¡""rh'nr que las lastra y que es el origen profundo del mal, como parte había intuido Plotino. La materia, pues, no es en sí por naturaleza, pues ha sido creada por Dios como algo y participa por ello de la bondad de Dios mismo -y con optimismo metafísico supera el dualismo maniqueo que de la materia el principio del mal-. El origen del mal la tendencia al no-ser de unas creaturas 79 -no sólo m;ITPY"'" sino también las más elevadas en el espíritu como los ángeles- que han sido creadas ex nihilo, que en San no sólo parece indicar origen, sino también el «th'!mentun por decirlo así, del que las cosas son creadas: están np,rn,,, nada y tienden por su propio peso a la nadaBo. El único de evitar esa caída hacia la aniquilación es aferrarse al Ser es en grado absoluto, original y necesario: Dios.
F)
El hombre
Esto último es particularmente importante y d el ser humano, quien llega a tener conciencia de su destino eterno. Aunque la tradición platónica en la Agustín de algún modo entronca, le lleva a aceptar en minados contextos filosóficos que el hombre es su alma, Confesiones, Xl, 29, 39. '" CD XII, 7 Y 8. 80 CD XII, 6.
78
ESTUDIO PRELIMINAR
87
luego, a privilegiar el lugar de ésta en el compuesto husin embargo, su convicción cristiana -yen ella no >.>.DUlN la esperanza de la resurrección- le hacen no sólo matifuertemente aquellas expresiones, sino incluso rechazarlas •. 2C:OIT10 dualismo exagerado y aceptar claramente que el homes la unidad integral de alma y cuerpo. Las huellas de la Trinidad que se advierten en el alma huson particularmente importantes pues vienen a explicar una parte la realidad del hombre como tal y por otra su vinculación ontológica -en origen, en el presente y a ,IUlro-- con Dios. Así, por ejemplo, la memoria es concebida una especie de conciencia del ser y de permanencia en y se da en el hombre como memoria del pasado -recuerhistoria-, del presente -conciencia actual- y del futuro ",-E:sp,eralnz:a, expectación, distensión-81 . En cuanto al origen del hombre, San Agustín intenta conla narración bíblica del Génesis con ciertas teorías filoque desde antiguo tenían en cuenta la composición I de los elementos". Así, en cuanto a la formación del no tiene reparos en asumir o incluso sugerir lo que se llamado «evolucionismo agustiniano»: a partir de las ratioseminales presentes en el cosmos, el hombre podría irse nm,;]nl"() en estadios previos a su humanización. El origen alma, por otra parte, no llega a tenerlo claro. A veces suuna cierta pre-existencia de las almas en las rationes seO/naJe'S; en muchas ocasiones se inclina a un traducionismo alma es transmitida por los padres- con el fin de justiliasí la unidad del género humano en creación y pecado . pero al final, en las Retractaciones, confiesa que no sostener esta opinión con certeza 83 • Una cuestión del hombre que preocupa grandemente a I -y no es en ello extraño a su propia experiencia, en ámbito de su lucha espiritual y de sus debates teológicos y 81 Confesiones, X, 17,26. "' CD XIII, 24. 83 Cf. también CD XII, 23.
ESTUDIO PRELIMINAR
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
88
filosóficos- es la de la libertad. En el trasfondo de sus UISC:U'< siones con Pelagio, con los maniqueos, los docetistas y estoicos, Agustín defenderá unas veces radicalmente la li tad -por ejemplo contra el determinismo de los estoicos o astrología de los paganos 84- y en otras ocasiones la importancia y el papel de la gracia -contra Pel aglo""-.'c; Intenta conjugar también la libertad con la presciencia """,ct.,' afirmando que Dios prevé todos los futuros posibles de la bertad humana. La libertad humana es un bien propio de una originalmente buena. Dios, al crear al hombre, lo dotó de bertad para que "pudiera no pecan)86 y así elegir a Dios su bien y felicidad absolutos. Pero la libertad humana eligiéndose a sí misma en un amor pervertido -aversio a conversio ad creaturas"- y entonces quedó dañada y i de tal forma que en el estado de naturaleza caída todas elecciones humanas están viciadas en origen: la libertad este estado se constituye como un "no poder no pecar». embargo, este estado no es afortunadamente el defini i que la salvación obrada por Cristo nos restaura y eleva el punto de que la libertad gloriosa de los hijos de Dios de I que habla San Pablo se configura como una libertad . te a la divina que "no puede pecar»88. Esa libertad ev"nJ,élica' puede vivirse ya en el estado de peregrinación, a partir sucristo, como opción de la creatura por el Creador -en recto orden del amor- y es decisiva para poder pertenecer la Ciudad de Dios"'.
84CDV,10.
O. Turrado, A., op. cit., 767. O. Capanaga, v. , Nota sobre las etapas de la libertad, en Obras pletas de San Agustín, BAC. Madrid. 2001, vol. XVII, p. 974. 87 Cf. De Libero Arbitrio, 111, 1, 1-4, 11; CD Xv, 2. 8B Cf. Dysan, R. W., Augustine: The Oty of Cad against the Cambridge University Press, 2003. Introduction, p. XIX; Turrado, A. , op. p.768. 89 O. Flórez, R., {(Lectura política y alcance último de La Ciudad Dios», Cuadernos de pensamiento 10 (1996), p. 183. 85
fl6
c)
89
Algunas ideas de su teoría política
El asalto de los godos a Roma en 410 puso de manifiesto la decadencia vidriosa de la civilización romana y su configuración social como Imperio. Por eso, una de las cuestiones acuciantes que Agustín se plantea en La Ciudad de Dios es precisamente la validez de la Roma eterna y la necesidad de fundar una cultura y civilización auténtica, estable y justa ab origine. y esto está ineludiblemente conectado con la exigeni de unos principios elementales sociales y políticos. San Agustín se convierte así en uno de los forjadores de las ideasnervios de Europa. No va a exponer un sistema político perconfigurado en todos sus planteamientos y en sus detalles más nimios. Esto se irá derivando después de lo que él explique y a partir de su explicación -y se plasmará en muy diversos sistemas, según las diferentes interpretaciones que se hagan de la doctrina del Obispo de Hipona-. Lo que él sí hace es, primero, analizar la fragilidad de Roma, no en sus manifestaciones superficiales, sino en sus mismos cimientos. Asumirá luego lo que considere valioso de la concepción política clásica y lo cristianizará enunciando unos lineamentos ue'lPr"lp·, para cualquier orden social y político nuevo que pretenda tener legitimidad de justicia. De esta forma, San Agustín comienza con un planteamiento ',"y,h;,·,t""te escéptico sobre la convicción de su tiempo acerca de eternidad de Roma. Por supuesto, los paganos del siglo v, ""'ne,cn también los cristianos que poblaban el Imperio, habían que Roma duraría para siempre -o al menos hasta el fin mundo-o Roma era el poder político más fuerte del munpero también la sociedad más civilizada de aquellos días '.,"~p()r eso los bárbaros la acosaban, deseando entrar en ella-. comienza a romperse en pedazos en contra de la con'';c'cif,n general. ¡Qué ha pasado para que esto pueda ocurrir? La explicación pagana es superficial y fácilmente refutaRoma se rompe porque ha abandonado a sus dioses 90 • 90
(¿Por qué, pues, te turbas? Tu corazón se turba por los aprietos de! al igual que aquella nave en que dormía Cristo. Advierte, hombre
90
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
Agustín va al fondo y declara que no, que Roma se rompe haber perdido el sentido de justicia y, sobre todo, por no berse fundado desde su origen donde debía. Con un mal miento, Roma había envejecido -y con ella el mu cuerdo, cuál es la causa de que se turbe tu corazón; advierte cuál es la sao la nave en que duerme Cristo es tu corazón en que duerme tu fe. se te dice de nuevo, oh cristiano? ¿Qué se te dice de nuevo? "En los cristianos se devasta el mundo, perece el mundo". ¿No te dijo tu sería devastado el mundo? ¿No te dijo tu Señor que perecería el ¿Por qué lo creías cuando se prometía y te turbas cuando se I . admiras de que perece el mundo? Admírate de la vejez del un hombre: nace, crece, envejece. Múltiples son los a~::a~I~,~:¡~:p catarros, flemas, pitañas, angustia y fatigas. Todo eso hay. bre y se llena de achaques; envejece el mundo y se llena de i [... ] Si le nació un hijo a Abrahán en su ancianidad fue porque Cristo de venir en la senectud del mundo. Vino cuando todo envejecía y te nuevo. Como cosa hecha, creada, perecedera, ya se inclinaba hacia el so. Era de necesidad que abundasen las fatigas; vino él a consolarte dio de ellas y a prometerte el descanso sempiterno. No te adhieras a mundo envejecido y anhela rejuvenecer en Cristo, que te dice: "El perece, el mundo envejece, el mundo decae y se agota con la senectud. No temas; tu juventud se renovará como la del águila". dice, que Roma perece en los tiempos cristianos." Quizá no perezc:a; sólo ha sido flagelada, pero no hasta la muerte; quizá ha pero no destruida. Es posible que no perezca Roma si no perecen nos. No perecerán si alaban a Dios; perecerán si le blasfeman. cosa es Roma sino los romanos? No se trata aquí de las i maderas, ni de las altas manzanas de casas o de las enormes m,,,o"o, ba hecha de forma que alguna vez había de perecer. Un hombre, al puso piedra sobre piedra; otro hombre, al destruir, separó una piedra piedra. Un hombre hizo aquello, otro hombre lo destruyó. ¿Se háce injuria a Roma porque se dice que cae? No a Roma; en todo caso a su tructor. ¿Hacemos una injuria a su fundador al decir que cae Roma, fa dad fundada por Rómulo? El mundo que creó Dios ha de arder. Pero quiera lo que hizo Dios se derrumba sino cuando lo quiere tampoco lo que hizo Dios se derrumba más que cuando lo quiere pues, la obra de! hombre no cae sin el consentimiento de Dios, de caer la obra de Dios por voluntad del hombre? Con todo, mundo que hizo Dios ha de caer y por eso te creó mortal. El hombre adorno de la ciudad; el que la habita, la rige, la gobierna, vino charse, nació para morir, entró para emigran), Sermón 81,8 Y 9; trad. Pío de Luis, en Obras Completas de San Agustín, BAC, Madrid, 1983, pp. 462-465. Vid. et. CD 1, l.
ESTUDIO PRELIMINAR
91
ahora morir para renacer renovada sobre unos cimieny estables, en donde la libertad humana también su papel 91 . Desde este esquema general, el Obispo va "<"nrlo los viejos conceptos políticos de la Roma imperial infunde un nuevo y más elevado sentido. Así, el Estado de ser, según la filosofía política de Cicerón, una «emdel pueblo» que no puede existir «sin la más estricta 92 _y por esta condición, en opinión de Agustín, ha existido realmente93- a constituirse en «el conjunde seres racionales asociados en virtud de participación concorde en unos intereses comunes»94. definición surge y se extiende a toda la vida social de la noción de bien común, que llega hasta nuestro pro.:~.~~A -ya bastante disuelta, a decir verdad- bajo la del (
Cf. Chadwick, H., Augustine. A Very Short Introduction, Oxford UniPress, 2001, p. 109. CD 11, 21. CD XIX, 21. CD XIX, 24. " CD XIX, 14.
92
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
ESTUDIO PRELIMINAR
93
za retórica". Por oposición a la paz -y al orden, la Estado- está la guerra, cuya concepción grecolatina no" muy distinta de la del oscuro Heráclito, quien la había como «padre y rey de todas las cosas»97; y todos los de la Antigüedad -de los egipcios a los romanos, de nipal al gran Alejandro- la habían asumido como el dente e indiscutible derecho del más fuerte -es nada que una mente tan «humanista» como la de Livio, en pax augusta, quien no tiene ningún escrúpulo en que la última razón que tiene el mundo para soportar la gobierno y hasta los caprichos de Roma es la fuerza legiones 98- . Sobre ese trasfondo de libido rJ~,ml'n;¡nrJ'i'" como algo completamente inusitado y fresco, liberador, % « La paz de! cuerpo es el orden armonioso de sus partes. La alma irracional es la ordenada quietud de sus apetencias. La paz racional es el acuerdo ordenado entre pensamiento y acción. La el alma y el cuerpo es el orden de la vida y la salud en el ser vhi;Ip,,,p del hombre mortal con Dios es la obediencia bien ordenada según la ley eterna. La paz entre los hombres es la concordia bien or,rlp"," paz doméstica es la concordia bien ordenada en el mandar y en el de los que conviven juntos. La paz de una ciudad es la concordia bien nada en el gobierno y en la obediencia de sus ciudadanos. La paz ciudad celeste es la sociedad perfectamente ordenada y perrectam"nte moniosa en el gozar de Dios y en el mutuo gozo en Dios. paz de cosas es la tranquilidad del orden y el orden es la distribución de los iguales y diversos asignándole a cada uno su lugan), CD XIX, 13, 1. 97 Fr. 53, Dirk, G. S., Y Kranz, W., Los filósofos presocráticos, Madrid, 1969, n. 215. 911 {( •• tam et hoc gentes humanae patiantur aequo animo quam . rium patiuntun), Livio, Ah Urbe condita, 1, praefatio. 99 «En las Confesiones analiza Agustín lo que él llama las' bases o subsuelos de toda iniquidad. Y las llama libidines. Éstas son bido noscendi, libido sentiendi, libido dominan di; erótica del saber, del sentir y erótica del Poder. En esa obra autobiográfica y I ahonda en e[ sentido de las dos primeras, mientras que en La Dios, apareciendo [as mismas, se insiste como es obvio en [a Poder. Sería interesante que alguien estudiara el extraño paraleli da entre Der Wille zur Macht (Vo[untad de Poder) de Nietzsche, y cepción de la libido fontal humana de Agustín)), F[órez, R., ",~~~~~;~:~;~' y alcance último de La Ciudad de Dios)), Cuadernos de [, (1996), p. 177.
ruinas del foro romano con las columnas del templo de Saturno, plano, y la barroca iglesia de los santos Lucas y Martina, al son un magnífico símbolo del triunfo del orden cristiano frente a la decadencia de! mundo pagano. © Anaya
del amor al enemigo y el asombroso testimonio de res. Desde estas categorías y en aquel mundo, Agustín la crítica de la guerra y con profundo realismo sienta las de un ius belli auténticamente justo 'OO, que, a través de I cristianos, llegará a cuajar en las doctrinas del MaesI Vitor'i" y su Escuela de Salamanca, de donde se diversifica interpretaciones, algunas de las cuales -como la JCI,~dcLd de Naciones o la Organización de Naciones Unillegan hasta nosotros. CD XIX, 7 Y 12. Una precisa síntesis de [a doctrina de San Agustín la guerra justa -y, como muy bien insiste e[ autor, sobre todo sobre [a [a cual [a guerra es tan sólo un apéndice))- se encuentra en Orte',"'U"W_, J. E, «La paz y la guerra en el pensamiento agustiniano)), La de Dios, pp. 5-35.
94
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
Pero sin duda el gran concepto que en el ámbito político genera San Agustín -en el que se integran los riores y muchos otros- es la idea de las dos ciudades, temporal y la eterna, y el principio, origen y medio de una de ellas'01. Desde las ideas de justicia, orden y descubre el Obispo que en su tiempo la levadura del lio en el mundo clásico -la Roma imperial- había aQ,'~ii ... do en una especie de Estado dentro del Estado, o al m"""," por encima de éste, Y sus formas de vida llevan en sí una especie de tensión y conflicto'02. La distinción que entre las dos ciudades es sutilmente doble. Por una parte, tingue la Roma pagana-clásica del nuevo orden cristiano. otra, distingue el orden temporal del eterno. La distinción mera plantea la decadencia del mundo antiguo y su ciencia para dar respuesta a las nuevas realidades del do 103 • Plantea igualmente la necesidad -y para el CristÍienisc tal necesidad es una exigencia- de generar un nuevo social y político que busque no sólo continuar la historia, establecer una justicia acorde con la caridad del CV'"l>''''''' el concepto de hombre como imago Dei 10'. Pero para entender adecuadamente esto último -la sidad y exigencia de un ardo christianus- es preciso también la distinción segunda: hay un orden temporal y eterno, lo cual supone reconocer las contingencias ciales al tiempo y la convicción de que la perfección y la fecta justicia y caridad sólo se alcanzan más allá del t'f'mrm" En función de todo esto, se viene a decir que es I tablecer una sociedad cristiana en la que la justicia comi desde el principio: dar a cada quien lo suyo exige nriim",i mente dar a Dios lo que le corresponde: el corazón breo Pero también se viene a decir que por mucho que 101 Evidentemente; en toda la obra; pero de forma especial; los XVIII-Paralelismo de las dos ciudades; en donde repasa su historia- y -Fines de las dos ciudades; donde atiende a sus motivaciones últimas--102 CD XIX; 17. 103 CD XIX, 21¡ 25. 104 CD XXI1, 1 . 105 CD XIX, 26.
ESTUDIO PRELIMINAR
95
esta sociedad cristiana temporal no puede ser perfecta. Debe buscar la perfección, pero sólo la al cancuando llegue a la Patria verdadera en la eternidad 106 • Sobre este esquema y a partir de él se configurarán, para ;;lpmr¡e2:ar, los diversos reinos e imperios de los siglos cristiaellos nace Europa con conciencia de sí misma. (,;·(¡¡mbiÉ;n sobre este esquema y en esos reinos surgen las fatesis de la distinción de los dos poderes 107 -las dos spada,;- y la primacía del poder espiritual sobre el temporal, ,.nJ'pnitudopotestatis, las múltiples querellas entre ambos posus alteraciones y derivados y todo lo que, inadecuadase ha llamado «agustinismo político»,oB, y se piensan y las más variadas utopías -desde la presentada por a la de la globalización neoliberal, pasando por CampaVico, Comte ...-. También de allí arranca la noción -tí,¡'r7,m,'nfp europea- de progreso -y no es ni mucho menos el primero en expresarla, pues ya para entonces eran y diversificadas las doctrinas del Abad de Fiore'o" inspientre otras fuentes, en algunos capítulos proclives a la ,!p,'oneta,ció,n milenarista de La Ciudad de Dios"o-. ,o. CD XIX, 16-17; Y todo el libro XXII. Cf. Flórez, R., op. cit., p. 170.
107
«En principio no se puede, pues, hablar de una "teoría política de sin atender a su visión cristiana de la vida y de la justicia, así a su referencia cristiana a las virtudes, incluso con respecto a la mena la humildad. Por eso, H, De Lubac critica con dureza la expresión '1 ",[ouist'inismo político", inventada por H. X. Arquilliere en el prólogo a eclesi,ología de Santiago de Viterbo, y seguida por otros autores, cuanes más que una adulteración de la utopía de S. Agustín "veirdaldelra justicia" como condición necesaria para una "verdade'ep"blica" contra de la doctrina de Cicerón. De Lubac lo considera de un sinfín de prejuicios, de confusiones de lenguaje y de ¡tradicciic,n es, incluso cuando tratan de enfrentar el agustinismo y el arisen dos bloques rivales en la historia política de la Iglesia de occiTurrado, A. , op. cit., p. 182. Vid. et. Flórez, R., «(Lectura política y último de La Ciudad de Dios», Cuadernos de pensamiento 10 pp. 159-186, Remitimos al magnífico y exhaustivo estudio de De Lubac, H.} La espiritual de Joaquín de Fiore, Encuentro, Madrid, 1988. 110 Tado el libro XX, pero en especial ¡os capítulos 6-14. 108
M""",O'
i~
i !
:.1
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
96
H)
El mal
Al hablar antes de la creación y de la libertad, hemos do a la nada y al mal. Desde sus años juveniles, el mal es de las constantes preocupaciones de Agustín -y una que sólo mareaba su inteligencia sino que mordía de algún toda su existencia, de forma que en ello el Obispo se flejo del vivir humano-. ¡De dónde viene el mal y qué puede tener? Tras conocer las explicaciones maniqueas, Agustín rechaza el origen del mal en un pnnclplo ab,;o!ljti tampoco puede asumir aquellas explicaciones de Manes maldad intrínseca de la materia. Evidentemente, el mal ca puede derivarse de Dios. Pero cuando se analiza el descubre su existencia como ausencia de ser: como una cia de bien debido, una idea muy presente en Plotino. El es algo que se añada a la existencia, sino algo que se le Esta sutil concepción metafísica del mal como n8!~ativic como privación de ser -como causa deficiente'll _, mal con la nada -el no-ser-, de donde, según "~:U'UII¡ realidad procede. El mal es de alguna misteriosa forma la dencia de los seres creados hacia la nada, hacia el y es una tendencia desordenada porque las creaturas son medida en que permanecen vinculadas al Ser de Dios. Por eso, San Agustín relaciona el mal con el pecado, el punto de identificarlos: el pecado es «aversio a De? . versio ad creaturam,,'13 o lo que es lo mismo, una Inj radical y primigenia, pues la justicia se define po.r dar a quien lo suyo, y el pecado, como pnmera injusticia ción de justicia debida- intenta de;;trUlr el ,o~den de Dios lo que le es debido: la vinculaClon ontologlca y la creatura con Él. Por eso, el pecado es el mal y está ámbito del no-ser: es privación de aquella justicia origi fundamenta la realidad. En consecuencia, el pecado, el CD XII, 7. Cf. Dyson , R. W" Augustine: The, City af Cad against the Cambridge University Press, 2003. l, p. XVI. 113 Cf. De Libero Arbitrio, lll, 1, 1-4, 11. 111
112
ESTUDIO PRELIMINAR
97
ser la afirmación de la realidad de la creatura al marde Dios. Pero la creatura al margen de Dios no es sino hecha de nada -pues ha salido de la nada sólo a partir lógos divino que la sostiene en el ser-. Por eso el pecado mal- es la insana tendencia de la creatura a la nada. Y tendencia que, por nuestro origen -la nada mismajbsibilidad, está inscrita en nuestro mismo ser: es propia de contingentes, al estar educidos de la nada" 4 • La bondad divina queda salvada porque lo que Diosquiei es siempre el bien. La causa del mal moral pecado- es la creatura, no Dios. Y la causa del mal físico mal moral, como su consecuencia y castigo, de acuerdo el relato del Génesis. Por tanto, el verdadero mal es el que tiene su origen en la libertad creada. Si Dios permino es lo mismo que quererlo- ese mal es, primero, al querer el bien de la creatura, respeta la elección libre hace. Pero, además, permite el mal para poder de él de una forma misteriosa pero real, bienes mayores. El gran sobre esta acción divina se puede presentar es de Cristo: Dios no la quiere directamente, auntenga prevista; lo que Dios quiere es la libertad humana -tolera, permite--- el mal uso de esa libertad cuando mata a Cristo -que es Dios-. Pero Dios no se queo impasible ante este sumo mal de la Historia, sino el mal con el bien y de la muerte de Cristo saca el m,íxilmn de la Historia: la salvación del hombre y el orden las cosas según la Providencia divina '15 . «The central thesis of Augustine's final solution to the problem Di evi[ banner under which he attacks the Manichaean dualist alternative that him is the claim that evil entered God's wholly good creation free choiees of God's creatures. Augustine takes the bíblical creaturelly falls to be describing these evil-originating free choiees. angel s constitutes the paradigm case sinc€, unlike Adam's and garden, the first angelic sin is entirely unprecedented. We can first evil free choice as constituting primal sin», MacDonald, S., Matthews, G. B. (ed,), The Augustinian Tradition , California 1999, p. 11 O. XII,4.
98
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
Evidentemente, esta concepción del mal y su como hemos dicho antes, no son un mero discurso intl2lel:tl -desde el que pueden incluso resultar inc:onlpr,ecs:ibles--' sino que implican también muchas «razones una actitud existencial abierta a la esperanza y al amor. tín, que tenía esas razones y esta actitud y trabajaba ellas, sabía también, por propia experiencia '16 , que, sin y, en el fondo, sin la gracia divina, el misterio del mal es mático y terrible"'.
1)
Su nueva noción de la Historia
Algunas de las más grandes y patentes aportaciones de Agustín se dan en el ámbito de la Historia. Primero, mente, por los testimonios que nos da de su propio ':n~',n:j forma que es una de las fuentes para conocer esa época. gundo, porque gracias a él nos llegan los análisis de i tes historiadores anteriores, no sólo porque él los cita y ta, sino porque al hacerlo causa que su siglo y los I conserven y transmitan aquellas obras. Pero su aportaciórl) liosísima en este campo se da sobre todo en cuanto al mismo de la Historia, un sentido completamente nuevo mundo clásico -y para las culturas ajenas á ()"ci,'li>rll¡>.-, sentido que hace saltar por los aires los ciclos de eterno no y de periódicas ekpírosis y que desde entonces está te en la concepción europea sobre la historia -y el ';pm',n progreso, y todo lo que ella de alguna forma abarca-1 esto conviene detenernos un momento en este punto .. Para el mundo clásico, la Historia era, de alguna una contemplación de la existencia. Pero una
116
Confesiones, 7,5; 8,9.
117
Para el estudio de esta cuestión, es muy luminoso el artículo ya
do de Argimiro Turrado, «El problema del mal y la responsabilidad las personas, especialmente en la "Ciudad de Dios" de S. Agustín», Agustiniana 36 (1995), pp. 733-789 118 Cf. Clark, M., Augustine, Continuum, Londres, 2000, p. 95.
ESTUDIO PRELIMINAR
99
tener siempre distintos niveles según el mayor o menor de profundidad de su análisis. Para que la meditación la propia existencia a la luz de la Historia no se reduzca a erudición inútil ni carezca de fundamento real, es necesaque en ella se den con armonía -es decir, con tensión 'rlelnaCla--tres niveles básicos: el nivel de los conocimientos los hechos de la historia, el de la contemplación de ejemy el de la reflexión filosófica. El primero es evidentemenpunto de partida, pero adquiere su sentido cuando se en los dos siguientes. De otra forma, el nivel de conose reduciría a un mero archivo de unos saberes y perfectamente inútiles sin una proyección más pro-yen eso consiste para buena parte de la historia posiel hacer de su ciencia-o Pero la historia no es un mero recuento de hechos, una ica fría y descarnada del acontecer humano. Cuando los lásl:cos, al modo de Cicerón, la pensaron como magistra viy, mucho antes del Cónsul, la divinizaron en musa, fue descubrieron su belleza y su utilidad para el presente. .colnceoci!;n modula las hermosas y extensas páginas de con ellas pretende es extraer del tesoro de la p;,'mnl,,< de vida para el pueblo Romano"'. Éste es :se¡,urldo nivel, el de la contemplación de modelos: ver a la propia historia en los varones y mujeres que nos precedido y que, encontrándose en circunstancias anáactuaron de tal modo que pueden inspirarnos para acmodo parecido o disuadirnos de ello. Este nivel era i importante para la historiografía clásica, su concepción de la historia es cíclica: los tiempos vuelse repiten eternamente. También el Obispo de Hipona continuamente sus conocimientos históricos en este Pero, aunque se puedan sacar de ella enseñanzas, la hisno es un fabulario con su didascalia adecuada a cada De ser así, sería perfectamente lícito, como de hecho 119 Ah Urbe condita, 1, praefatio. 12°CD 111, 15;V 18, etc.
100
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
hace Livio, narrar leyendas y mitos, ya que de ellos puede desprenderse una moraleja, La Historia es realidad y, por ello, cuando el hombre se le acerca, un paso más allá y ver en ella no sólo buenos o malos plos, sino contemplarla a ella misma e intentar ue>ClJDr'11 sentido que tiene, En esto influye mucho, es obvio, la concepción del mundo, del hombre y de Dios que se Pero también, a su vez, esta contemplación puede afinar más precisamente esas concepciones, En este contra la concepción cíclica del paganismo, San Agustín, mará la dirección lineal y ascendente de la historia: origen -la creación- y tiene un final -el todo en Cristo: el triunfo de la Ciudad de Dios-, Por bate con fina ironía las teorías de los eternos ciclos'21, Por descubre un "destino» en la historia de los pueblos, un no que se identifica con la Providencia divina 122 , Por el inicio mismo de su obra grande y ardua nos habla Ciudad de Dios como de una peregrina en el tiempo, pera llegar a una morada de paz completa '23, En la San Agustín los tres niveles de la meditación sobre la h' se encuentran perfectamente armonizados: el nivel de cimientos prepara y soporta la contemplación de personas que pueden ayudar a la propia comprensión, dos niveles se proyectan a una reflexión filosófica que encontrar un sentido y una dirección al caminar del en el tiempo, Encontrar sentido y dirección no es el único ob' tercer nivel de la meditación sobre la Historia, La rpflp,·iéÚ,.;· losófica nos puede llevar también a contemplar como ser histórico, a descubrir la dimensión histórica persona humana y a afirmar esta dimensión como uno componentes fundamentales de su ser, En San Agustín, la mensión histórica del hombre encuentra una explicación
ESTUDIO PRELIMINAR
101
con la propia realidad humana: el hombre está inscrila Historia, pero esto, lejos de crear sistemas cerrados de que se limitan a ciertos períodos de tiempo, abre la a un único sistema perenne -un designio eterno- que caso se acepta o se rechaza, independientemente de históricas concretas, La Ciudad de Dios se nos muestra un hombre -una ';',nirl"rl compuesta de individuos a lo largo de los siglosvivir su dimensión histórica como un compromiso Tih,'rt?lrl personal, como una tarea necesaria para alcanzar nlf'nlnlf]. Lo que nosotros llamamos "historicidad» o O'Y>p,n,;{m histórica del hombre» en San Agustín sería ese de peregrino o de sedentario que tienen respectivael ciudadano del cielo y el de la tierra'24, En efecto, el n",nrt"miento que uno tenga en su paso por el tiempo conde alguna forma su ciudadanía: de este modo se nos sobre la necesidad de construir la propia historia y la de la humanidad orientada hacia la Ciudad Eterna, compromiso es igual para todos los hombres, ya que totenemos la misma naturaleza, según se puede ver por único origen 125 , Este compromiso implica también la y la responsabilidad moral de cada hombre'26, más de las circunstancias externas 127 , su dimensión histórica, la responsabilidad personal hombre, unido por naturaleza a sus semejantes, encuentra construcción de la Ciudad de Dios una empresa que gala plenitud humana y cierra cualquier posibilidad al ííptí,n10''', También por esto San Agustín, al comparar con a la Iglesia -entendida no sólo en su parte peregri-
meo XV, 1. 125 126
127
CD XII, 21. CD XII, 21. Por eso, en el capítulo 47 del libro XVIII incluye entre los ciudadanos
'dJ'",u"d,,1", espiritual a hombres que no eran ni israelitas ni cristianos, de 121
CD XII, 17.
122CDV,21. m CD 1, prólogo.
forma que en otros pasajes, aludiendo a la parábola del trigo y la excluye de la Ciudad de Dios a algunos que aparentan ser ciudada-
suyos. 128 Cf. Clark, M' Augustine, Continuum, Londres, 2000, p. 95. l
Universidad de Navarra S<~'{\j';c¡o do níbUGü2:C2S
102
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
ESTUDIO PRELIMINAR
103
nante, sino integralmente-, la encuentra superior y celente que todo Estado y que la misma Roma -que, por parte, veía resquebrajada y achacosa-o El final de la Historia es lo que en buena medida le da a Agustín la clave para poder interpretarla y darle sentido 12 '. final es el hilo conductor del paso del hombre -de la dad en general y de cada persona en particular- en el fluir tiempo. La clave que el Obispo de Hipona encuentra es que mientras respeta la libertad de los hombres, dirige y todo con su Providencia, según el designio eterno del plan salvación. Aunque esta concepción perrnea los veintidós es particularmente en el libro V donde San Agustín la con extensión al tratar del destino y la providencia. Allí, capítulo primero, rechaza la casualidad y sobre todo la de la Historia y afirma sin rodeos la Providencia de Dios. capítulo 8 encuentra algunas tesis estoicas que refuerzan su tura 13o. El conflicto entre la presciencia de Dios -y su I tad- y la libertad del hombre empieza a apuntarse en el lo 9 y se resuelve en ellO, donde concilia el libre albedrío querer divino. El capítulo 12 es como un canto de recon,)( miento y gratitud de la providencia divina. Que la m,p",pnnr de Dios no anula la libertad, sino que incluso la una convicción que mantiene también en m'uchas olras se ve ya, como idea-clave de La Ciudad de Dios en el 81. En él habla de los tiempos malos que corren y de la sabilidad que tienen los hombres en ellos, y concluye con afirmación de que los hombres hacen a los tiempos y es la tud de los hombres la que realmente da valor a los hechos ' ''. 119 Cf. Dyson, R. W., Augustine: The City of Cad against the Cambridge University Press, 2003, (dntroductiom){ p. XXI. 130
Concretamente, cita a Séneca, a quien entiende desde sus
categorías cristianas. 131 «Llega la tribulación; será lo que tú quieras, ejercitación o ción. Lo que sea dependerá de cómo te encuentre. La tribulación es fuego que, si te encuentra siendo oro, te quitará la maleza; y si te en,:uent1 siendo paja, te reduce a cenizas), Sermón 81,7; trad. ed. por Pío de Luis, Obras Completas de San Agustín, BAC, Madrid, 1983, vol. X, p. 462,
estos relieves y esculturas del arco de Constantino en los que se muestriunfos militares del emperador, se mantiene la tradición romana de al vencedor. Para San Agustín esta grandeza no tiene sentido la voluntad de Dios sobre los hechos trascendentes de la historia de los hombres. © Archivo Anaya
104
ESTUDIO PRELIMINAR
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
San Agustín quiere mostrar que la historia de de su fundación hasta el momento en que él escri ce a un plan divino, que, si bien puede resultar en momentos oscuro, no es por ello menos justo. Este plan vino que se vislumbra en la Historia se desarrolla con profundo respeto de Dios por la libertad de los hn.~h"~-. una primera formulación del «Dios escribe recto en nes torcidos». Por eso, cuando el Doctor de la Gracia za la duración de las guerras y su desenlace 132 o la ;HYlhl.r; de gloria de los gobernantes 133 , o la misma nn,,,)prlrl,,,l. reinado de Constantino '34 , intenta descubrir qué q lograr a través de los actos de los hombres. Saber I plan de Dios en la Historia es saber leer los signos de tiempos, y es precisamente lo que San Agustín intenta obra. Esta lectura la hace en consonancia con la Revel cristiana y así el plan divino que aparece en La LlL/dad.( Dios no puede tener otro sentido que descubrir el que Dios va llevando a los hombres a la salvación. Con se entiende la división que el autor hace entre las dos ci des: una la Celeste, que se presenta como el término de licidad y realización plena del hombre, creado por para habitarla, y otra, que sigue el camino contrario. Es teresante notar que a la Ciudad Celeste se llega -según concepto muy agustiniano- por el camino del amor nado 135 , de tal manera que se apunta -y esto tiene cuencias antropológicas y metafísicas de no poca monta la cultura europea- que la plenitud del hombre es mente el amor personal. De este modo se ve cómo San Agustín concibe la. como una serie de hechos que dejan entrever la acción Dios en el acontecer humano, algunas veces de forma di normalmente de modo indirecto, de acuerdo con un divino y eterno -la salvación del hombre, el triunfo de la 132 133
134 135
COV, 22, COY, 13. CD V, 23. CD XI\!, 28.
105
Celeste-m,. Este esquema transforma radicalmente la de la Historia en la mente europea y reverbera, de entonces, en muchísimos autores que se resisten a explicación -como Orosio- o la continúan y extreman ccrnIT10 Bossuet-, o la interpretan de forma diversa -como Abad de Fiore y su posteridad-, o la reinventan -como y los utopistas-, pero en todos está presente y viva 137 • ~"";"p,,,rlnn
«The fundamental idea of this conception [la que tiene Agustín de i is that something is outside history; history is a limited field. To paint more precisely, take a fact to be what is stated in, a true statethen the paint is that history is not all the facts there are. This so far Platonism: conceptual and mathematical truths state facts that beta a realm outside history. Augustine goes beyond traditional Platothough here perhaps n,ot beyond Neoplatonism, in holding that what history is not just the dead stuff investigated in conceptual analythe manner of Plato's dialogue The Saphist or in mathematics but a that is Jife and indeed mind. It is Cod who is beyond History. His is unchangeable substance (City af Cad 11.2). That he is good, for instanis one of those facts outside history: it is a fact exempt from change Cad 12.6). History and what is outside history, however, are not on . Augustine was convinced from early to late that what is exempt from is higher and better than what is not. [... l. Civen, then, that what is history is superior to history, the task is to understand what the of history is below the eternal. We cannot leave it at saying that theGod unchangeable and then there is a changeable world. For so meonced of the superiority of what is unchangeable it is hard to unwhy there should be such a thing as history at all. The answer is There is history because God made it. There is even time beca,use made it. [... ] God's will, then, is what makes the transition: eternal, it rise to the temporal. [... 1 there is in this sense reason in history: there for there to be history. Consequently there is reason in history the sen se that every particular event in history makes sen se from point of view. Eterna! himself, he understands everything temporal, he gave rise to it. His understanding, however, like his will, does not change [... 1 Al! changeable things, then, are willed by a will and ind,erstood by an intellect, both of which are changeless. History is owed is beyond history», Bittner, R., Augustine's Philosophy of Histary, Matthews, G. B. (ed.L The Augustinian Tradition, California University 1999, pp. 348-349. 137 Capanaga, V., en su Introducción a La Ciudad de Dios (ed. dt. pp. 55.) recoge en una extensa relación comentada algunos de los nombres de una u otra forma, han seguido al Obispo de Hipona: Próspero, " 136
106
ESTUDIO PRELIMINAR
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
Creemos que el pensamiento de San Agustín, de na forma, se mueve sobre los ejes que hemos cCimentarj" No hemos pretendido agotarlos, sino simplemente apu los a modo de introducción a un autor cuya influencia la Historia de la Filosofía y de la Teología -pero tarnbié de la Política, del Derecho y de la misma Historia y de Cultura- resulta insustituible. A semejanza de Platón diferencia de Aristóteles, el Obispo de Hipona no nos su pensamiento de una forma rígida, trabada en fríos gismos y estructurada en un nítido sistema de distinci escolios. Pero sí nos da, en cambio, unas ideas vivas, di micas, abiertas, en conjunción y diálogo con los probl intelectuales y existenciales -reales- que tuvo que tar y en esas ideas palpitan, cálidas aún y con fuerza, inquietudes universales del hombre. Esas ideas, así sadas, sin embargo, no son tampoco un puro fluir sin y concierto, sino que es relativamente fácil advertir en una nervadura sólida y genial, de la que aquí sólo hemos dicado algunos aspectos. Tal nervadura es como el tejido ideas-madres sobre el cual se construye toda la prod agustiniana. También por esto, esas ideas pasarán, a asumidas y enriquecidas, a veces negadas o desfiguradas, los siglos siguientes.
Ofasio, Eugipio, Salviano, Fulgencio de Ruspe, Cesareo de Arlés, Magno, Gelasio 1, Anastasia 11, Casiodoro, Isidoro, Eginardo, Adalberó¡ Otón de Frisinga, Heterio, Beato, Rábano Mauro, Hildeberto, to de Deutz, Joaquín de Fiare, Roger Bacon, Pedro Lombardo, VII, Buenaventura, Tomás de Aquino, Dante, Cusa, Campanella, Erasmo, Vives, Ignacio de Loyola, Saint Pierre, Leibniz, Voltaire, Gi Herder, Hegel, Comte, Lebon, Bossuet, Vico, Schlegel, Rougemont, so Cortés, León XIII, Guitton, Schütz, Dawson, Maritain, O'Ors. Y la I podría ampliarse mucho más.
107
LA CIUDAD DE DIOS: COMPOSICiÓN, TEMÁTICA, ALCANCE Y ACTUALIDAD COMPOSICiÓN
Contexto y finalidad Las noticias del saqueo de Alarico sobre Roma el 24 de llegan a Cartago a inicios de septiembre de ese año de O, en los mismos barcos que traen a África una población .eXIII
138
Semón 15 A.
«Ahora el mundo se asemeja a un lagar; es el momento del estrujaPero si eres alpechín, saldrás por la cloaca; si aceite, permaneces en Es necesario, pues, que haya estrujamientos. Fija la atención en el ín¡ fija tu mirada en el aceite. De vez en cuando se da un estrujamienel mundo, por ejemplo, el hambre, la guerra, la escasez, la carestía, la la mortalidad, el robo, la avaricia. Son los estrujamientos de los I sufrimientos de las ciudades; una y otra cosa estamos viendo. predichas como futuras y ahora vemos que son realidad. Hay homen medio de estos estrujamientos murmuran y dicen: "¡Mira cómo los males en los tiempos cristianos! ¡Cómo abundaban los bienes ellos! Entonces no había tantos males". Del estrujamiento sale el [ corre por las cloacas. Su boca es negra porque blasfema. No brii reluce. Hallas otro hombre que sufre también un estrujamiento, que sufrió el otro. ¿Acaso no es la misma trilla que le trilló a él? [... 1 un pequeño crisol hay tres cosas: fuego, oro y paja. En él contemplas la del mundo entero: dentro de él se encuentra paja, oro y fuego. La quema, el fuego arde y el oro se acrisola. Del mismo modo, en este existen los justos, los malvados y la tribulación. El mundo es como I del orífice, los justos como el oro, los malvados como la paja, la bulaci"n como el fuego. ¿Acaso se purificaría el oro sin que se quemase 'p',ja? Acontece que los malvados se convierten en cenizas; cuando blasy murmuran contra Dios, se convierten en ceniza. Allí mismo el oro 139
108
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
Tiempo después pronuncia e[ famoso sermón de excidio bis 140, y vuelve sobre estas argumentaciones e ideas en
purificado -los justos que con paciencia soportan todas las molestias este mundo y alaban a Dios en medio de sus tribulaciones-, el oro cado, repito, pasa a los tesoros de Dios. [.o.] Elige lo que vas a ser, podrás decir "Me libraré de! fuego", Ya estás dentro del horno del
ESTUDIO PRELIMINAR
109
otro momento del año siguiente 142 • En todos estos sermose ven, esbozadas, algunas ideas que vertebrarán La Ciude Dios y en [as que va meditando durante esos meses. 'tlrnplez:a a trabajar positivamente en [a redacción de esta obra 413 y [a termina unos trece años más tarde en 426.
que es preciso aplicar el fuego. Es de todo punto necesario que
porque sin fuego de ninguna manera podrás estanJ, Sermón 113 A, por Pío de Luis, en Obras Completas de San Agustín, BAC, Madrid, vol. X, pp. 842-844. l~O «Mas ¿por qué perece Roma en medio de los sacrificios de los tianos? l Y por qué ardió su madre Troya entre los sacrificios de los Los dioses en quienes pusieron su esperanza los romanos, sin duda los dioses romanos, emigraron de Troya incendiada para fu Los mismos dioses romanos fueron antes dioses troyanos. Al arder tomó Eneas a los dioses fugitivos; más aún, huyendo él tomó consigo dioses incapaces. Pudieron ser transportados por quien huía; ellos cambio, no pudieron huir. Y llegando a Italia con esos dioses, con dioses, fundó Roma. Es largo continuar con el resto; no obstante brevemente lo que contienen sus escritos. Su autor, conocido de todos, así: l/La ciudad de Roma, según yo he recibido, la fundaron y tuvo su " mienzo con los troyanos, los cuales, en su fuga, con Eneas al por lugares desconocidos". Tenían, pues, consigo a los dioses, IUI10
la celeste; no al éxito temporal y a la prosperidad vana y transitoria, la vida eterna con los ángeles. Con todo, responde rápidamente a este de la felicidad carnal [el pagano] y murmurador contra el Dios vivo que quiere es servir a los demonios, a los troncos y a las piedras. Su muestra que Roma ha sufrido tres incendios; según la historia, según escritos, el incendio que acaba de sufrir Roma es el tercero. La ha ardido una sola vez, coincidiendo con los sacrificios de los crisya había ardido antes otras dos veces cuando los sacrificios de los Sermón 296, 7, Y 9; trad. ed. por Pío de Luis, en Obras Completas Agustín, BAC, Madrid, 1983, vol. XXV, pp. 271 Y274. 142 «Por esto mezcla Dios con amarguras el bienestar y la felicidad tepara que se busque otra felicidad cuya dulzura no es engañosa. En aTT,aePIJIrlS se apoya el mundo para apartarte de aquello a lo que, tetiendes, y hacerte mirar hacia atrás. Debido a estas amary tribulaciones murmuras y dices: "Ved que nada queda en pie en los cristianos". ¿Por qué te alborotas? No consiste la promesa de Dios Cristo en que no han de perecer estas cosas. Él, que es eterno, mecosas eternas; si lo creyere, de mortal me convertiré en eterno. [... ] en i la ciudad que nos engendró según la carne [i.e. Cartago, a no han llegado los bárbaros, y donde está predicando este . ¡Gracias a Dios! ¡Ojalá sea engendrada también espiritualmente y nosotros a la eternidad! Pero si llegara a perecer la ciudad que nos según la carne, perdura la que nos dio a luz espiritualmente. [... ] santa, la ciudad creyente, la ciudad peregrina está fundamentada , cieJo. [, .. ] ¿Por qué te estremeces porque perecen los reinos terrenos? prometió el celestial para que no perecieses tú junto con los terrenos. ijo su ruina y en forma que no deja duda. No podemos negar pf€:dic:ciljn. El Señor a quien esperas te dijo: Se levantará nación contra y reino contra reino, Los reinos terrenos cambian, pero llegará aquel se dijo: Y su reino no tendrá fin. Quienes prometieron eternidad a terrenos, no lo hicieron llevados de la verdad, sino que mintieron Uno de sus poetas introduce a Júpiter, que se dirige con estas
110
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
ESTUDIO PRELIMINAR
111
¡Qué es [o que, en e[ fondo, [leva a San Agustín a "mnre''; der este magnum opus et arduum '43 ? Habitua[mente se respuesta [a necesidad apologética que movía a[ Vl"'~'O Hipona a responder a [as acusaciones que [os paganos a[ Cristianismo, como causante de [a ruina de Roma. E[ Agustín insiste en este punto desde e[ inicio hasta e[ esos veintidós libros y a [o [argo de todos ellos cita y [as calumnias contra [os cristianos. La misma idea aparece en e[ sermón citado. Y, efectivamente, algunos círculos de te[ectua[es en [os que e[ paganismo pervivía -vinculado posiciones filosóficas como e[ neop[atonismo o [a es<=é¡:,tic, Academia- relacionaban [a decadencia del poderío de a[ abandono de [a religión pagana y a [a asunción del nismo, y postulaban, de algún modo, una vuelta a [a antigua. Su propuesta conoció un efímero éxito con Ju[iano Apóstata, que intentó restaurar e[ paganismo, pero este se vio frustrado a [a muerte del emperador. En su obra, Agustín dedica abundantes párrafos y capítulos a refutar validez del paganismo y su crítica es tan demoledora que, desde entonces hasta hoy, e[ paganismo puede contar ya con ninguna razonabilidad. Esto solo palabras a los romanos: "Yo no establecí para ellos términos espaciales límites temporales; les di un imperio eterno/!. De ninguna forma resporlde, la verdad. El reino eterno que les diste, ¡oh tú que nada diste!, . tierra o en el cielo? Sin duda en [a tierra. Y aunque estuviese en cielo y la tierra pasarán. Pasarán hasta las cosas que hizo el mi ¡cuánto más rápidamente lo que hizo Rómulo! Si quisiéramos cuentas a Virgilio y reprocharle el haber dicho tales cosas, quizá nos a un rincón para decirnos: "También yo [o sé, pero para vender mis a los romanos, ¿qué iba a hacer sino prometerles adulatoriamente lo que falso? Ten en cuenta que al decir 'les di un imperio eterno' obré con pues lo puse en boca de Júpiter. ¿Queréis comprobar que ya En otro lugar en que hablaba en nombre propio, sin introducir de piedra, dije: 'Ni los propios asuntos de Roma, ni los reinos nadas a perecer'. Ved que dije que los reinos han de perecer". L.. ] hable de Roma!, me dicen. ¡Oh si dejara en paz a Roma!" Como si un ultrajador y no uno que pide al Señor por ella, al mismo tiempo exhorta a hacer lo mismo ... », Sermón 105, 8-12¡ trad. ed. por Pío de Obras Completas de San Agustín, BAC, Madrid, 1983, vol. X, pp. 143 CD 1, prólogo.
n,lpnrd;,'i;,'"" con un orante. En la obra de San Agustín
I i [a conversión de los ciudadanos fieles al paganismo ostrán,doIIE" [a evidencia del imparable auge del Cristianismo como del nuevo orden social y político que sobreviviría al decadente Imperio. © Archivo Anaya
112
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
caría el subtítulo dado a la obra, al parecer por los editare antiguos: Contra Paganos. Sin embargo, O'Donnell '44 nota muy bien que a ini del siglo V el número de tales paganos y su influjo en la de Hipona era más bien reducido. y esto hace sospechar este autor que quizás los paganos son una excusa, una de «tapadera» para enfrentarse veladamente a otros an've,·" rios más duros y abundantes. El desembarco tras el asalto la Urbe había traído, según O'Donnell, una situación en África: la convivencia entre los nativos y los desterrados. este hecho serviría a Agustín para hacer una analogía entre cristianos y los mundanos, en un contexto -la Iglesia de ca- en el que había demasiada tendencia al rigorismo gioso. El ataque a Roma, las acusaciones contra los i y el destierro de los patricios, darían al Obispo ocasión -slem pre según O'Donnell- de enfrentarse con suma sutileza a pretensiones integristas del Donatismo y hablar de una dad celeste en la tierra -la Iglesia- en la que lo bueno mezcla con lo malo. La extensión que ocupan los paganos en el tratamiento la obra y, comparativamente, el más bien parco lugar que, menos explícitamente, tienen en ella los herejes, haría cer la hipótesis tradicional, que se consolida.también si se en cuenta que La Ciudad de Dios puede tener, sí, como ros destinatarios a los fieles de Hipona, pero ciertamente no éstos los únicos para quienes San Agustín escribe: empieza obra con miras a una gran difusión en Italia, España, Cal' aun en el Oriente, en donde el Donatismo como tal---otra son formas diversas de integrismo-- tenía poca presencia tiva, y sí, en cambio, el paganismo --el cual, además, en versiones filosóficas se pavoneaba de ser «intelectualmente perior» al Cristianismo--. La segunda hipótesis se apoya argumento de la sutileza -verosímil en un Pastor que i conciliar posiciones enfrentadas- yen una situación real O'DonneJl, J. J., {
ESTUDIO PRELIMINAR
113
laleSla de Agustín. Quizás lo más adecuado sea conjugar ambas ipó,¡esls en una más amplia, que no sólo las integre a ambas, que permita't-er La Ciudad de Dios como una obra de apodel Cristianismo tanto ad intra como ad extra, como una exposición de la Historia según las categorías dramáticas Evangelio, en la que ciertamente quedan en segundo plano cuestiones de la validez de un paganismo ya definitivamensuperado, y la de una interpretación cristiana -la donatisdemasiado simple y tajante. En La Ciudad de Dios todo en otro nivel, mucho más complejo y a la vez más eleeS la exposición de un designio divino cuya realización ,;slleri()sa y paradójica se está constatando en la Historia '45 . y como en la Historia han actuado los paganos -señala. Roma en el orden de la sociedad y los platónicos el orden del pensamiento- y los maniqueos y los herese habla de ellos. Pero siempre para servir de pedestal a o singular que rompe todos los esquemas previos: la ón de Dios en Jesucristo, presente en esta historia humaImero en una misteriosa presencia de esperanza de sal-el Antiguo Testamento-, luego en su presencia I por la Encarnación, y finalmente en su presencia ca a través del Christus Totus que es la Iglesia. Y aunque propósito de teología fundamental se inserta en la tradiapologética cristiana, tiene ya poco que ver con las de«pro Christianis» de un Justino (100-165), un Tertulia(160-220) o un Arnobio (260-327) y sí mucho de rmaClión programática de la propuesta cristiana -no por cosa será una obra clave en el desarrollo inmediato del ismo-. Esta intención, más de teología fundamental de apologética, de escribir una obra sobre las dos ciudaes, calmo ha señalado Dyson '46 , la tenía San Agustín desde atrás, pues la formula ya en La catequesis para los 'nCto/,antes del año 405, o en el Comentario literal al Céque escribe entre el 402 y el 413. Incluso parece que ef. C!ark, M" Augustine, Continuum¡ Londres 2000, p. 96. Cf. Dyson, R. W., Augustine: The Oty of Cad against the Pagans, University Press, 2003,
114
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
en uno de [os planteamientos fundamentales de [a oposición de [as dos ciudades y [a interacción y mezcla se da entre ambas, asume ideas -más allá de [a base varios pasajes de [a Escritura en este sentido- del donatista laico Ticonio, a quien lee en [os inicios de su episcopal en torno a[ año 396 147 .
B)
Fuentes
Esa apología como designio programático de un nuevo den cristiano [leva a San Agustín a repensar y poner en tión [a cultura no cristiana de su tiempo y a debatir con Los materiales para esa reflexión y dialéctica, son, por eso, fuentes de su pensamiento cristiano y [as fuentes de su cimiento de [a cultura no cristiana. Y si hay que re,:orlo<:prn ni unas ni otras fuente son exhaustivas -tanto [a [ cristiana como clásica eran en su totalidad más amplias que se advierte en [os escritos de Agustín en general yen Ciudad de Dios en particu[ar-, sin embargo, sí son tes porque son como «fuentes escogidas» que rnn';'pn,>,,' esencial y más granado de ambas formas de oenSilmier,lo; dan testimonio de un Agustín culto, erudito y sabio que formado en [os grandes autores de su mundo. La formación de San Agustín, tanto cristiana como había sido suficientemente completa y buena. Conocía p[iamente [a cultura no cristiana de su tiempo, primero formación humanista y segundo por haber entrado a algunas de [as más interesantes y extendidas versiones de 147
«Cuando entre los años 418-426 San Agustín escribía en el
tate duras palabras contra [os milenaristas, había leído, sin duda I Comentaría al Apocalipsis del donatista Ticonio escrito a finales glo IV». ROMERO POSE, E., «E[ milenio en TiconiOl), en Scripta Collecta, Theologica Matritensia, 2008, vol. 1, pp. 465-489. Vid. et. allí mismo: como figura eclesial en Ticonio. Ticonio y San Agustín, pp. 515-532 Y 561. Y más recientemente la valiosa introducción de J. J. Ayán Calvo de las obras fundamentales del autor donatista: Ticonio, Libro de las
Ciudad Nueva, Madrid, 2009, pp. 15-16 Y 22-23.
ESTUDIO PRELIMINAR
115
-[a retórica, e[ maniqueísmo, e[ escepticismo y e[ "Ol)laltor ismo-. Su conocimiento del Cristianismo había esguiado por dos grandes maestros: su madre Mónica y e[ Ambrosio. La primera [e había iniciado sobre todo en nrnnocimlÍel1to existencial, de vida cristiana coherente y naE[ segundo [e había mostrado [a consistencia intelectual Cristianismo y su superioridad ante cualquier filosofía o humana, y [e había hecho descubrir [a belleza autény [a verdad de [a Sagrada Escritura '48 . E[ pensamiento cristiano de Agustín se fundamentará des,o"tnnr," en [a Palabra divina, que lee en [a antigua versión aunque conoce -y acepta o discute, según sea e[ [as traducciones del presbítero Jerónimo, con quien una polémica correspondencia sobre estos asuntos. también [a versión griega de [os LXX'49, [a aprecia y [a con [os rudimentos de griego que con sumo dolor en sus años de estudiante. La Sagrada Escritura es [a cristiana principal de Agustín y admite [a explicación de [a Bib[ia como una historia sagrada en [a que e[ de Dios [leva a[ hombre a su p[enitud 150 Cf. Rist, J. M" Augustine: Ancient thought baptized, Cambridge UniPress, 2003, p. 15. CD Xv, 14,2; XVIII, 43-44. ({In the
City of Cad he traces the story of the human race from the
of Adam and Eve in the regian of the Tigris-Euphrates river through and political development of the Jewish people, the ascendancy Greek city-states and of the Assyrian and Macedonian Empires, the Rome, the birth of Christ, the establishment of the CathoJic Church shaking of the Christian Roman Empire in AD 410 when Alaric the the city of Rome. Here too he sees God in his providence worsecular history, and at fjrst through the Christian Empire, to bring salvation and fulfilment of human individuals. The salvation-hishumankind as told in the Bible was accepted by Augustine for what a sacred history of God's love for human beings and of the way to He did not view the Bible as the work of trained historians presfrom all literary forms of expression. With all the means at their -factual knowledge, poetry, symbols, metaphors, stories- the hutransmitted the message of God's providential plan for the race, culminating in his heavenly I
116
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
Conoce, obviamente, las obras de autores LrI:ilIanQ: cita y comenta en ocasiones, o asume de ellas di mentas para su propia explicación. Así, por e·jenlplo. Orígenes al hablar de Noé o de la teología esc:atc)IÓI,i, Discute indirectamente la interpretación de la Hi<;tm';o sebio de Cesaréa -que conoce por las traducciones no y Jerónimo- y se apoya en la argumentación tec)ló:gi los autores de la tradición africana, Cipriano yTertuli algunos padres y escritores de su época mantiene epistolar -aparte del citado Jerónimo, se escribe con de Nola, a quien le une gran amistad, los Papas InClre,", Zósimo, Bonifacio 1 y Celestino 1, con el presbítero e dar hispano Orosio-. Conoce también las obras de heterodoxos y las discute -Arria, Donato, Pelagio y A partir del libro XX de La Ciudad de Dios se advi fuentes cristianas -y paganas- un tanto curiosas mente moderna: los elencos y narraciones de digios. En las diversas iglesias existían testimonios, antiguos, otros del tiempo de Agustín, de curaciones y gios atribuidos a la acción divina. También los paganos relatos de este tipo: desde los oráculos de las sibilas tentos naturales o casos de taumaturgia cuyo testi podía ver en los exvotos de los templos. San Agustín con soltura tanto unos como otros para los fines de su mostrar la validez del Cristianismo. En cuanto a las fuentes no cristianas con las que San tín dialoga en La Ciudad de Dios, es necesario tener en ta, en primer lugar, la formación profesional del propio tín: dentro de los estudios clásicos su orientación origi la Retórica y la Literatura; la Filosofía apareció en un to ya posterior y no desvinculada de aquella fOlrm;Kión mera!53. De esta forma, los grandes autores que domina.
ESTUDIO PRELIMINAR
117
latinos: Cicerón y Virgilio, sobre todo, pero tamierE:nCIO'C", Ovidio 155 , Horacio 156 , Lucano 157 , Ennio, LuPacuvio. cuanto a la Historia, conoce bien y cita las obras de Sa5 a.C.)!58, y ha manejado alivio (59 a.C.-17 d.C.) en sus abreviadores, lo que ocurre también en el Plinio el Viejo'''. Los historiadores le aportan los calas grandes héroes de Roma -como Quinto Fabio Régulo, Escipión 160- a quienes el Obispo presenta
romano de Polifemo y Ga[atea inspirado en Las Metamorfosis La formación clasicista de San Agustín es el basamento de su transformadora de mitos y leyendas politeístas a los que identifica l i D modelos de degeneración moral. © Archivo Anaya CO XIV, 25; XIX, 5.
ef. De ordine, 1,3, 8 Y 8, 24. 151
ef. Rist, J. M" Augustine: Ancient thought baptized, Cambridlle
versity Press, 2003, pp. 12-13. 152 Cf. CD VI, 1; XXII, 6, 1. 153 Cf. Rist, J. M" Augustine: Ancient thought baptized, Carnbridg
COv, 13. CO 1,12; 111,27; Xv, 5. eD 1, 5; 2, 18; d. Ulery, R., Sallustius, en Fitzgerald, A., Augusúne the Ages, Eerdmans, Grand Rapids, 1999, pp. 749-750. CO XXI, 4-5. CO 1, 15; 36-39; 111, 21.
118
SALVADDR ANTUÑANO ALEA
como exempla con intencionalidad pedagógica, de con la retórica clásica 161. San Agustín probablemente todas las obras de Cicerón (106-43 a.c.), «uno de los más sabios y elocuentes» como lo Ilama 16', autor variado que no sólo formó el estilo de Agustín en los su juventud, sino que también lo introdujo en la Fil,usulla:1 él conoció algunas posiciones como el estoicismo, el reísmo, el escepticismo, y, sobre todo, a partir de su convenció de la necesidad de buscar la verdad. Si en obras discute sobre el planteamiento ético del Cónsul tra Académicos- o sobre su retórica -De doctrina na-, en La Ciudad de Dios, aparte de citarlo frecuentenné reflexiona sobre su concepción del Estado y sus ideas divinidad '63 . En el ámbito de la Filosofía se advierte nacimiento de las obras de autores estoicos -a quienes ca con dureza e ironía, distanciándose de ciertos i cristianos-, como Séneca; de las doctrinas de los nrf'sorl cos y, principalmente de los platónicos -entre los que ye a Aristóteles cuyas Categorías leyó en su neoplatónicos. Lee el Timeo en la versión del neoplatól Mario Victorino. Lee también las Enéadas de Plotino -al nos las primeras-o Conoce suficientemente la obra de firio, cuya sabiduría respeta y admira, aunque tenga que surar acremente su intolerancia contra 10s'cristianos '65 . Y entrar en discusión teológica con los paganos, ha ten estudiar las obras de Celso, ciertos textos gnósticos los propios del maniqueísmo -algunos pasajes mes 166_ y sobre todo los grandes teólogos paganos, 161 Burns, P. e, Funciones de los iiexemplal) de la retórica «La ciudad de. Diosl), pp. 35-45. 162 CD XXII, 6, 1. 163 CD [], 21 yV, 9, respectivamente. Cf. Curley, A., «Cicero», en gerald, A., Augustine through the Ages. Eerdmans, Grand Rapids,
pp. 190-193. Confesiones, [V, 16, 28. Cf. Chadwick, H., Augustine: A Very Short Introduction, versity Press, 2001, p. 105. 164
165
'" CD VIII, 23-24.
ESTUDIO PRELIMINAR
119
yVarrón '6R -y también, con menor profusión y a través o, Evémero '69- . Buena parte de La Ciudad de Dios la a discutir con estos últimos autores. A veces se ha discutido si el conocimiento de San Agustín las fuentes clásicas era válido para entablar con esa culuna discusión de la envergadura que él se propone. La i surge, al parecer, porque si se comparan las citas pacon las bíblicas, la desproporción es notable. Tal des,nn,rrión se justifica si tenemos en cuenta que Agustín es, en lugar, un obispo cristiano y su intencionalidad primera ;';.c,,~,ob la propuesta cristiana. Hay que recordar también eso, la fuerza del pensamiento de Agustín y su origien La Ciudad de Dios no está en hacer una revisión de obras filosóficas, históricas o literarias -una repetitioen dar su propia interpretación de lo real y desplegar su . Por tal razón parece que, si las fuentes no resultan na(JSIIVaS, sí son suficientes y nos revelan a un Agustín culto encima de la media de su tiempo; a través de ellas capta, como se ha dicho, lo esencial de otras formas de iento y puede, válidamente, dialogar y debatir con y ofrecer en esa dialéctica su propia síntesis 170 • '" CD IV, 2; VIII, 14-22; XVIII, 18.
La amplia obra de Marco Terencio Varrón (116-27 a.c.), de la cual se conservan fragmentos a través de autores como Cicerón o el propio IAgUS""n, constituía un esfuerzo enciclopédico del humanismo latino. En de Dios, Agustín reflexiona y debate sobre varios de los títulos de Así, por ejemplo, comenta las Antiquitates rerum humanarum et en los libros IV, VI yVII¡ el tratado De cu/tu deorum en el libro VIIi el esquema histórico del tratado De gente populi Romani en el libro en el libro XIX la clasificación de filosofías que Varrón da en su traphilosophia. Cf. Cary, Ph., «Varro», en Fitzgera!d, A., Augustine the Ages, Eerdmans, Grand Rapids, 1999, p. 863. Cf. CDVI, 7.
«Augustine was handicapped by his !ack of knowledge of much of c!assical philosophy. In the late twentieth century we know more thought of Plato, Aristotle, Plotinus and the Stoics than he did, do not always convert our knowledge into understanding. I more limited knowledge may even be thought to have left the ity of his own mind less constrained. [".1 Despite his lack of resourhe managed to sit in judgment on ancient philosophy and ancient
170
120 C)
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
ESTUDIO PRELIMINAR
Redacción
Unos trece años le llevó a San Agustín componer que él mismo califica de grande y ardua. Debió COlll"'n7" escritura en algún momento del año 412 o 413 y la tp'·~;h. 426 o 427, pero la iba publicando a medida que cada uno de los veintidós libros'71. Es una obra exten,sa~ requería un trabajo intenso de amplia lectura previa y análisis y una redacción elaborada. Y no era, ni mucho el único asunto que ocupaba al Obispo, pues para tenía que escapar a otras responsabilidades y Prllmp<"o propias de su cargo como pastor y como juez, la enmrln,; de otras obras, la correspondencia, la oración, la Uno de los méritos de la redacción es, sin duda, su San Agustín, formado en la oratoria ciceroniana y en la tura de Virgilio, hace gala en La Ciudad de Dios de y clasicismo. Amplios períodos, con incisos, ornados pérboles, imágenes, juegos de palabras, ¡Justr~d?s plos, metáforas, citas, ... todo muestra un dominiO de la lengua y ese virtuosismo confiere al texto una Ileza fruto del alma de un esteta convencido. Y ap,ISlo,n; pues' el estilo se eleva también en arranques encend' los que el autor comunica s,us convlcclone.s personales. emociones íntimas. Y como esas surgen devlvenClas I llegan pronto al interior del lector: cor ad cor loquitur. I lo de Agustín aúna así la belleza de la forma con la I del afecto y la fuerza de la idea. culture», Rist, J. M., Augustine: Ancient thought baptized, Cambrid.e.1 versity Press, 2003, p. 1. La cuestión no es tanto saber si nmoolros mos hoy mejor la filosofía clásica que San Agustín, sino si ~n su filosofía yesos autores eran conocidos con mayor profundidad y que la que San Agustín tenía de e l l o s , . . 171 Cf. Dyson, R. W., Augustine: The City of Cad agamst the Cambridge University Press, 2003, Introduction, p. XI. 172 ((Escribir esta obra me llevó varios años, porque se ! mil asuntos que no podía diferir o cuya solución me rec:ll,¡m<,ba urgencia», ((Retractaciones», 11, 43, 1, en. Obras completas de San BAC, Madrid, vol. XVI, p. 115'.
121
en una obra extensa, mantener continuamente
estos tres elementos es muy difícil. Y, en consetambién -hay que decirlo- en ciertos pasajes se un Agustín agotado, que continúa escribiendo merced recia voluntad, o empeñado en retorcer hasta el final el que lleva entre manos intentando exprimir de él sus posibilidades, pero sin el esplendor del genio o el de la idea que vemos en el conjunto de la obra 173 . A esto añadir lo que se comentó anteriormente sobre el caasistemático de las obras de San Agustín. La Ciudad de no es ciertamente un tratado sistemático de filosofía políde historia, ni siquiera de teología fundamental. Hay en "I,>m,enlos de esas materias y de muchas otras, pero exsiempre en función de la lógica propia de un autor en
Ciudad de Dios está dedicada a Flavio Marcelino, un de San Agustín ocupado en la política en Cartago, en las revueltas contra los donatistas en 413. Con él correspondencia y conversaciones sobre la cul!ura y la cristiana y sobre la situación de la Iglesia en Afri-
i
«lo que, en una primera lectura, parece sencillo, fácil de entender, escritura erudita y retórica, cuanto más nos adentramos en su y cuantos más estudios interpretativos vamos viendo de esa Obra tanto más nos va ganando la preocupación y la cautela y hasta, ne<;ánimo y el desaliento de poder captarla y comprenderla en su unidad intencional. La Ciudad de Dios es una obra altamente larga, difusa y confusa, cargada de reiteraciones, de inesperadas de innumerables citas inútiles de dioses y autores, lenta y atraen suma, difícil de aguantar. Y a la vez, nos parece genial, sutil, nos abre horizontes insospechados para la reflexión, con una I muy definida y mantenida, que va como imantada hacia la desmontar la legitimación conceptual y cultural del antiguo para hacerlo entrar en la nueva justificación racional que la sabiduría cristiana. Es una Enciclopedia. Todos los saberes funcreencias, nociones, conceptos, formas de vida, sistema de inquietudes e ilusiones reciben su golpe compulsivo de transreestructurarse y configurar coherentemente la lógica sistela nueva cosmovisión», Flórez, R., op. cit., p. 159. Dyson, R. W., Augustine: The City of Cad against the Pagans, University Press, 2003, Introduction, p. Xv.
122
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
ca 175 • En alguna de sus cartas '76 , Marcelino pedía al consejo y orientación para el diálogo religioso Con los nos y le exhortaba a escribir sobre ello. Al responderle, tín promete un libro 177 sobre esta cuestión -y a tal se refiere en el prólogo de La Ciudad de Dios-'78 . la muerte de Marcelino-y las circunstancias que la la intervención política en el enfrentamiento entre ti stas y católicos- marca una inflexión en el oe,nsi¡mipr,f, Agustín sobre la relación entre la Iglesia y Roma: si tonces había pensado -como otros eclesiásticos que la paz constantiniana desarrollaban la llamada « imperia[,,179- que el Imperio estaba puesto para exlpnii" Cristianismo, a partir de ese momento considerará tal lación como posible y aun deseable, pero no nel:esarla.< veces perjudicial 180 .
175
Cf. Epístolas 128, 129, 133, 139, 143 Y también la 151, en
refiere a Ceciliano [a muerte de Marcelino. Todas ellas en: Obras de San Agustín, BAC, Madrid, 1987, vol. Xl a. 176 «Como tu beatitud se digna admitir conmigo, hay que plena, clara y bien pensada solución a todos los problemas [que los nos plantean a la teología cristiana], puesto que sin duda correráchas manos la respuesta que se desea de tu santidad. [... ] Yo a todo olvido, sino que reclamo tu promesa: te pido que escribas algunos I que han de aprovechar increíblemente a la Iglesia, especialmente tiempos», Epístola 136, 3; trad. de Lope Cilleruelo, en Obras COJ7lDoletá' San Agustín, BAC, Madrid, 1987, vol. XI a, p. 101. La carta de lusiano a Agustín, plantea cuestiones parecidas; San Agustín respo"d,:é la carta 137. 177 ( ... averigua las objeciones que pongan a esta carta y las para que les conteste a todas con la ayuda de Dios, ya sea por en un libro», Epístola 138, 4.20; trad. de Lope Cilleruelo, en Obras tas de San Agustín, BAC, Madrid, 1987, vol. Xl a, p. 146. 178 Cf. Dyson, R. W., Augustine: The City of Cod against the Cambridge University Press, 2003, Introduction, p. XIII. 179 Cf. Clark, M., Augustine, Continuum, Londres, 2000, p. 102; Dyson, R. W., Augustine: The City of Cad against the Pagans, University Press, 2003, Introduction, p. XXII!. 1110 Cf. Brown, P., ap. cit., pp. 348-353.
ESTUDIO PRELIMINAR
123
el propósito de San Agustín en esta obra es, como hedicho, hacer una especie de exposición programática del on"mo como alternativa cultural válida para instaurar un orden que sustituya a la civilización antigua, basada en cosmovisión pagana y centrada en la grandeza de una se tenía por eterna, entonces la tesis principal de La de Dios puede quedar resumida en la conocida forque da el propio Agustín al final del libro XIV: Dos amores han dado origen a dos ciudades: el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios, la terrena; el amor de Dios hasta el desprecio de sí, la celestial. La primera se gloría en sí misma; la segunda se gloría en el Señor. Aquélla solicita de los hombres la gloria; la mayor gloria de ésta se cifra en tener a Dios como testigo de su conciencia. Aquélla se engríe en su gloria; ésta dice a su Dios: Gloria mfa, tú mantienes alta mi cabeza (Sal. 3, 4)181,
idea atraviesa sin duda la obra entera como su colum:vertebra, guía el desarrollo de cada una de sus partes, y na, estructura y armoniza en torno de sí la abundante y temática secundaria que, en función precisamente de idea central, San Agustín va tratando. desarrollar la tesis, San Agustín organiza su discurso ,acueruu con el siguiente plan: presenta la cuestión de forJlJ'~'d' en el contexto histórico del saqueo de Alarico y .dt.U>dUones de los paganos contra los cristianos por la de Roma. Declara entonces su propósito de defender a "ILloa,o de Dios -la Iglesia- de tales reproches, mostraninanidad del paganismo y la solidez del Cristianismo. ón de este propósito, la obra tiene un esquema douna pars destruens en la que el Obispo muestra amplia ndentemente la insuficiencia de la religión pagana y civilización antigua, agotada ya en sus recursos para dar continuidad a la Historia -todo lo cual 181
CD, XIV, 28.
1::
124
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
abarca los primeros diez libros de La Ciudad de Dios_' una pars construens en la que muestra la validez del nismo como recio y estable fundamento para levantar nueva civilización -a lo que dedica los doce libros tes_183 • Agustín distingue en su crítica al paganismo entre adoran a los dioses para obtener beneficios en esta vida que los adoran en esperanza de una vida dichosa en la tumba. En función de esta distinción divide la primera de su tratado en dos tomos: en el primero -libros I al paganos que cifran su culto en el bienestar de este el segundo -1 ibros VI al X-, como para obtener tales cios -tanto aquí como allá-los paganos disponían de sas formas de magia -teurgia, hechicería, ... - y de -arúspices, astrólogos, oráculos, sibilas, ...-, San ""U'UII tomará también como materia de análisis para mostrar o 1112
ESTUDIO PRELIMINAR
125
rrvi,cilod"d Ycarencia absoluta de fundamento, o bien su oridiabólico, o ambas cosas en relación con la incoherencia tales prácticas con el bien absoluto del hombre. A lo largo de toda la obra va confrontando dos modelos de aóedild, dos modelos de civilización y cultura -con todo lo esto incluye- diversos y contrapuestos. Como el análisis sobre los fundamentos de la cosmovisión que subyace uno de los dos modelos de civilización, en la primera -la crítica de la ciudad terrena- expone y reflexiona los ejes teológicos que generaron y aparentemente sosRoma, que, en la mentalidad de Agustín -y de los de su tiempo-, era sin duda el ejemplo más logrado
«Al fin quedó concluida esta voluminosa obra en veintidós
Los cinco primeros van dirigidos contra aquellos que creen
culto a la multitud de dioses venerados por los paganos desde antiguo condición necesaria para que las empresas humanas tengan Sostienen asimismo que todos estos majes [la decadencia de surgido y van en aumento por la prohibición de su culto. Los cinco tes se dirigen contra quienes reconocen que estas desgracias no han jamás ni faltarán a los mortales, y que, ya sean grandes o P~,(·~u~~~i:~~ según los lugares, [os tiempos y las personas. Pero, en cambio, el culto politeísta, con sus sacrificios peculiares, es útil para la vida aguarda después de la muerte. En estos diez libros, pues, quedan las dos citadas opiniones, carentes de fundamento y contrarias a la cristiana», en ((Retractaciones», 11,43,1, Obras completas de San BAC, Madrid, vol. XVI,
pp.
115'·116'.
«Que nadie nos reproche que nos limitamos a rebatir posturas sin exponer la nuestra; de ello justamente trata la segunda parte de que comprende doce libros. Esto no obsta para que en los diez pongamos, según la oportunidad, nuestra opinión, así como en los timos rebatimos las contrarias. Los cuatro primeros libros de esta parte tratan del origen de las dos ciudades: la ciudad de Dios y la mundo. Los cuatro siguientes analizan su progreso y desarrollo, y los últimos muestran el desenlace que ha merecido cada una. Así es veintidós libros, aun cuando tratan de una y otra ciudad llevan por embargo, el de [a mejor: La Ciudad de Dios», en «Retractaciones», en Obras completas de San Agustín, BAC, Madrid, vol. XVI, p. 116*.' 183
de sacerdotes augures del frontal del Ara Pacis del emperador en Roma. San Agustín no duda en ridiculizar las prácticas adide los paganos frente a [a firmeza espiritual de los cristianos por una fe dedicada a la salvación personal a través de una vida dedicada a practicar el bien. © Archivo Anaya
126
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
de civilización humana. Esos ejes teológicos, según que en esto sigue a Varrón, sistematizador y apol teología grecolatina, son tres, según se entienda la como poética, civil o filosófica. Agustín estudia _y cada una de ellas. La primera forma es la teología poética, designada que asume la mitología religiosa presente en los dramas griegos y latinos. El politeísmo ontm.nr.~,'"f;rA habían criticado filósofos como Jenófanes de 570-475 a.c.) o Platón (ca. 427-347 a.c.), seguía vivo pueblo, incluso en los tiempos de Agustín. Aparte de rarios mitos de los dioses, incoherentes con una idea de la divinidad, esta religión asumía una serie de Oh"""rlo' persticiones sin ningún fundamento y, lo que era tnrbvío', contradictorio con un concepto de divinidad vi lCLlla,1é bien y a la justicia, prescribía una prácticas religiosas tes, irracionales, degeneradas, crueles e inhumanas. Por ello, San Agustín observa que los romanos, que habían do a dioses tan terribles e inmorales, habían mostrado veces ser mejor ellos que sus mismos dioses. Y concluía dioses que manifestaban tal perversión en su propia y que exigían tan viciosos tributos, no podían ser dioses, más bien demonios empeñados en la perdición te,npora eterna de los hombres. La misma crítica podía aplicarse a la segunda teología, la civil, o religión pagana oficial de Roma, y custodiada por reyes -en particular Numa Pom'Jilio--, nado y emperadores, y financiada por el erario lico. religión asumía, de hecho, el politeísmo de la anterior con sus celebraciones y misterios, por más que ",,'>to",;,¡ dotar de un cierto contenido místico o simbólico ritos, o reducir un casi infinito panteón a unos cuantos vía abundantes- dioses principales. A partir del libro VIII San Agustín estudia la tercera de teología, la que han desarrollado los filósofos al ~oropn por encima de la mitología, como análisis y reflexión nal sobre la divinidad -lo que llamamos teología natu Puesto que son muchos los autores que la han eSl:ualaCIQ
ESTUDIO PRELIMINAR
127
nrcJC"d,,, con un método válido San Agustín decide que con dialogar con aquellos filósofos que más lejos y han llegado en estas investigaciones. Y estos tales, de con la propia experiencia de Agustín -pero también cción de su tiempo, y no sin causa- eran los plató-aunque por este nombre él designe tanto a Platón y ,ulas como a los neoplatónicos, con quienes, como visto, mantiene una relación más próxima-o Así pues, del libro VIII comienza a discutir las ideas de los filó-y ese libro es capital en la propia filosofía de AgusNo tiene ningún reparo en reconocer los méritos de la platónica y trasluce continuamente su admiración sus autores. Pero sabe también criticarla y superar i as desde su propia perspectiva teológica. Al que a otros padres, a San Agustín le agrada la idea de revela tia ad gentes, análoga a la revela tia ad hebraeos Testamento y, en este sentido, el "divino Platón» 184 a ser como el Moisés de la filosofía pagana. Pero, a cia de los padres orientales -mucho más influidos Agustín por el helenismo- no llega a afirmarlo categóriaunque se sorprenda continuamente por las semeentre el lógos de los pensadores griegos y el de San y tome de la filosofía platónica importantes elementos su teología. El análisis de los dos modelos de civilización no es sólo elucidación teórica de ideas abstractas o filosóficas, sino puede verificarse en la historia; pues, en efecto, Roma ha levantada esforzadamente sobre uno de esos modelos ciudad terrena- mientras que la Iglesia lucha por edifide acuerdo con el otro -la ciudad de Dios-. En canes posible comprobar en la Historia el origen, dey fin de cada una de esas dos realizaciones. Son precisamente, los bloques, de cuatro libros cada uno, la segunda parte -construens- de la investigación de \gustln: el origen, el desarrollo histórico y el destino final de dos ciudades. A lo largo de esos libros irá viendo también 1114
CD 11, 14,2.
ESTUDIO PRELIMINAR
128
129
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
la relación o enfrentamiento, la interacción mutua b~s, su posible compatibilidad en asuntos puntuales y ~I~al incompatibilidad en fundamentos y en COlnSe'CU'ef ~Itl~as. El esquema básico -origen, desarrollo y Implica ya, por sí mismo, el cambio de la concepción de la historia a una concepción lineal y ascendente, además, atraviesa por diversas edades -seis-, cialmente dispuestas por Dios para alcanzar la meta el día séptimo, de la paz del descanso sabático. En el primero de esos tomos -libros XI-XIV-, el del origen de las dos ciudades, se pone ya de mani i I~ctica que atraviesa toda la historia: el bien y el mal. tm ha superado el dualismo maniqueo y, tomando com()ft de reflexión el libro del Génesis, esclarece que ni el naturaleza, ni ninguna naturaleza por sí misma es ciudad celeste nace del amor de Dios y del amor a la sociedad de los seres que lo buscan y aman desde el de la creación, pues a ella pertenecen no sólo los h,,,.,.,h,o tos sino también los ángeles santos 18 ? En cambio, la rrena es la sociedad de quienes han preferido arrogarse la gloria debida al Creador y surge por tanto también origen de la creación, con la rebelión primigenia de espíritus angélicos contra Dios, y en la Historia 'm~,n, e pecado de los primeros padres y las consecuencias En el segundo tomo de la segunda parte XVIII- se presenta la confrontación entre las dos partir del fratricidio de Caín sobre Abel-y San tiene a comentar que el texto bíblico refiere que I de hecho una ciudad, mientras que la ciudad de los j ne como fundador al propio Dios '88- . Así, cOlntr;lp(ln~ lBS ef. Clark, M" Augustine, Continuum, Londres, 2000, p. 94: edades son: de Adán a Noé, de Noé a Abraham, de Abraham a
David al destierro en Babilonia, de! destierro a la Encarnación y de nación al Juicio Final. ,"e CD XII, 2 Y 4. 167 CD Xl, 33¡ XII, 1. 188
CD XV, 5 Y 8.
las descendencias de Caín, patriarca de la ciudad terrede Set, su hermano y sucesor de Abel, patriarca de la celeste, hasta los tiempos de Noé y el Diluvio. Compadespu,,,.las narraciones bíblicas del Pueblo Elegido -en subsiste la ciudad celeste antes de Cristo- y los diverimperios de la tierra, levantados y sostenidos según los de la ciudad terrena, desde el de los asirios, fundaNino, hijo de Belo, hasta el de Roma, fundado por RóCon los conocimientos históricos disponibles en' su San Agustín intenta cuadrar la cronología bíblica con zronollogías antiguas -sobra decir que los avances de la han arrojado claridad sobre ambas cronoloy tras subrayar la esperanza de Israel en la venida del concluye en la aparición del Cristianismo y la gra.l.rnn"Q,·c'¡'n del mundo a esta fe, con sus efectos y conse. lo que para Agustín es claro signo de la consolidade la Ciudad de Dios en la Historia. consolidación no será en el tiempo ni definitiva ni pues al presente -y por este término Agustín entienespacio que va desde la Encarnación hasta el fin del conviven mezcladas entre sí ambas ciudades hasta que en la ciudad terrena -el mundo sin Cristo- hay ciudadanos de la celeste y en ésta -la Iglesia- habibrnh,¡6n hijos de la terrena '89 . Y puesto que la Historia es entre el bien y el mal que sólo se resuelve al final la victoria obviamente del bien-, mientras dura la la misma paz de la Ciudad Celeste en su peregrinar I tiempo es Incompleta y se afinca más en la esperanza I que en la ausencia de tribulación. la Historia debe continuar hasta alcanzar su culmiy así, el último tomo -libros XIX-XXII- trata del final de ambas ciudades. Tal destino está claro en la cristiana por la revelación divina y constituye el núsu escatología: juicio, infierno y cielo. Así, en estos de co~tenido más específicamente teológico, se plancuestlon del sentido de la existencia humana -su feli-
130
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
cidad perfecta y su bien supremo- y analiza las nes de la vida presente, con sus dolores, carencias -las diversas formas de guerra, esclavltllr! cia y muerte-o Tras concluir sobre la insuficiencia dad terrena para satisfacer los anhelos profundos zón del hombre, Agustín reflexiona sobre las positlili( condiciones de la resurrección, sobre la justicia relación con la misericordia divina, retoma el mal y lo integra en el orden de la justicia y del poder que logra superarlo y vencerlo con bienes mayores, cluye así con la derrota definitiva del mal y los triunfo perfecto e inmutable del bien y la paz perfecta buenos en la gloria de la Ciudad de Dios. Al leer la obra se descubre que si el propósito in Agustín era -como manifiesta él mismo al principi fender la pretensión cristiana frente al paganismo, o propósito consistía -como vimos que sugería O' en un intento de integración pastoral entre católicos y tistas, tales intenciones bien pronto se ven superadas finalidad mucho más alta y amplia: La Ciudad de Dios . en esti lo casi épico la confrontación entre el bien y el que, desde el inicio de la creación hasta el fin del llena y atraviesa la Historia universal y las innumerables torias personales. La existencia en general y la vida de hombre en particular son como el campo en el que se necesariamente esa batalla y nadie puede quedar al nadie es neutral en esta guerra. Las dos ciudades rprlrP
Q'Donnel1,
J. J.,
«The inspiration for Augustine's De civitate
AugStud 1 O (1979), pp. 75-79.
ESTUDIO PRELIMINAR
131
personal y en la realización histórica universal, i continua entre el bien y el mal, la libertad y la tiempo y la eternidad, lo humano y lo divino. embargo, esa tensión entre el bien y. el mal aparece en de Dios de una forma mucho rnas sutd, compleja y que el fácil reduccionismo maniqueo,donde todo .es malo sin distinción ni rnatices. Su propia eXperienCia, iento del corazón humano y su rneditación de la han permitido a San Agustín superar ese dualismo tan en el fondo, tan simple e injusto. Así, su pensarniento realidad contingente de las creaturas -educldas de la por ello con una tendencia ontológica a la nada, per? buenas por Dios- está lleno de matices y de un eqUlquiere ser reflejo y manifestación del orden del amor. ejemplo, reconoce que al presente los hijos de am'c;uldaljes se encuentran mezclados y ni siquiera la perte«nominal» garantiza una pertenencia real, que ~e conoen el hombre interior -y con esto supera ampliamente de las más importantes pretensiones del rigorismo do-
rec~nocer la complejidad y sutileza de aquella lucha las dos ciudades, pone de manifiesto la necesidad de Providencia que conjuga su acción con una libertad huy el acontecer del mundo, una Providencia que rompe determinados momentos todos nuestros esquemas y que, todo lo ordena y dispone para el bien. Esta noción 191
I
i
«... la pertenencia a cualquiera de estas dos ciudades es siempre invisible inconstatable. Las dos Ciudades son en el mundo, pero lo
hacia un ultramundo. Son realidades escatológicas, que transi-
y operan una auténtica transmundaniza~ión. Son real idaideales e ideadas, que engloban y sobrevuelan por enClm,a ~e toda clase
en el mundo
nacionalismos, de instituciones terrenales, de poderes facheas que acen el tiempo. Pero, además, son dos ciudade~ ~ue en el transcurso del
están mezcladas, permixtae sunt ambae C/vltates (~D XIX, 36). Por hombre nunca le es posible saber a cuál de las dos Ciudades p~rtene ni siquiera [a mejor o la peor de las conducta: huma~as en el,tle,mpo Fd~;~~,.id;ar'e una pista segura de a cuál de ellas sera adscrita la autentica y F,o: ciudadanía», Flórez, R., op. cit., p. 172. ;';,>m',n
132
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
del ardo amoris, la asunción de Dios como destino y final, y la constatación de la persistente contingencia dad de todo lo humano, ponen a Agustín a salvo de ción de la utopía, de querer conseguir paraísos en la de los milenarismos. Muy claro deja él que la Ciudad perfecta en su plenitud, de la cual los creyentes son h . exilio, no puede conseguirse ni implantarse de modo en el tiempo, pues está más allá del tiempo: sus asientan en los collados eternos. Cuando se aparta del la eternidad de Roma, cuando se distancia de la imperial» 192, cuando distingue que el avance de la ci leste es independiente del poder político, cuando esa ciudad no se identifica en plenitud con ningún t.emporal, deja muy claro que la Patria está en Dios y EI'93. Aquí sólo podemos poseerla en esperanza y con eludible compromiso de adelantarla en la medida de fuerzas '94 : los hijos de aquella Patria tienen que vivir tales en su peregrinación y, por tanto, trabajar por la y el amor que allí son sol perenne. El olvido de estas ciones y de una auténtica esperanza bien fundada, muchos, después de Agustín a diseñar, postular y aun implantar en el tiempo ciudades eternas y perfectas sultaron ser no sólo muy terrenales sino incluso terri inhumanas. En la síntesis de teología cristiana que de forma dinlámlic viva presenta Agustín en La Ciudad de Dios se advierte la tensión de ésta de servir no sólo de catalizador para una sociedad y una nueva cultura -lo que sería ya mucho-de ser también factor, criterio y fulcro de orden de la eXllste"A1 y, en consecuencia, clave de intelección de la Historia-y pretensión tan atrevida está en plena consonancia con los tos originales del propio Cristianismo--. De hecho, La .. de Dios es en sí una teología de la Historia que desbarata y Cf. Clark, M" Augustine, Continuum, Londres, 2000, p. 102. Cf. Chadwick, H., Augustine: A Very Short Introduction, Oxford versity Press, 2001, p. 107, 194 CD XIX, 27, 192 193
ESTUDIO PRELIMINAR
133
~,'nl]gllas
-y modernas- concepciones cíclicas de ekincesantes y eternos retornos. Porque Cristo es la Historia no es circular sino lineal yascendel Alfa a la Omega y tiene su destino final y su arqueel propio Cristo. virtud de tales convicciones, aun en medio de un tiemel mundo conocido -sus criterios, valores, consus logros y conquistas, su destino- ya no daba sí, estaba cansado, achacoso y viejo, a pesar de que veía con sus propios ojos cómo Roma -su admirada Roma 195- se caía a trozos y agonizaba y no parecía luz de ninguna parte en medio de tanta tiniebla, sin el Obispo de Hipona concluye su obra con extraoroptimismo e invencible esperanza: confiaba en el vaCristianismo para salvar al hombre y la civilización. Su no quedó frustrada.
'4"\l.L""~'
Y ACTUALIDAD
más allá de una intención pastoral local -integrar donatistas en la Iglesia- o de una apología al uso en dede los cristianos contra la mentalidad pagana, La Ciudad resultó ser, sin duda, una obra que marcó la Historia -la marca hoy todavía-o Con la perspectiva de una Teología Fundamental que no sólo «defiende» sino 1;"~lrol)orle» San Agustín despliega en ella el proyecto de un Christianus como alternativa de sociedad, cultura viliiza,ció,n a un mundo que había quedado exhausto en sus espirituales. El alcance e influencia de tal obra se coa sentir en el propio tiempo de Agustín -en las Retracda cuenta de la enorme acogida que tuvo en sus pritres años- y llega a nuestros días. Orosio, amigo y corresponsal de San Agustín, dila obra en una Hispania ya visigoda; más tarde Isidoro m\;prc'vecta a través de sus Etimologías. Los monasterios de 195
Cf. Clark, M" Augustine, ConÚnuum, Londres, 2000, p. 98.
134
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
La Ciudad de Dios agustiniana ha sobrevivido al tiempo como [a Roma a la Historia. Al igual que todas las obras maestras de la este libro lo es por la trascendencia de su contenido sobre generaciones que lo han considerado esencial. © Archivo
ESTUDIO PRELIMINAR
135
i YSuárez. Será una referencia nítida para los Rena-que, como Vives, la comentarán extensameninspiración de las más variadas utopías. Sus planteareverberan en Descartes 197 o en Wittgenstein ' ''. Las desde Vivarium hasta el Congreso de los Estados la han conservado. Se la ha estudiado en las UniverParís a Yale- y se la ha leído y aplicado en las los reyes -de Carlomagno (ca. 742-814)199 a BalBélgica (1930-1993)-. Su huella -entendida bien marca el desarrollo de la historia europea y occiaspectos tan caros y relevantes como la libertad, la ,bien común, la propia concepción del ser humano " la relación entre el Cristianismo -la reliel Estado, la aparición de las naciones y la consolidel poder de la Iglesia 2 °O. Si el valor de un autor se propone Bloom 201 , por la fecundidad que su en las reverberaciones de los autores posteriores, n en general y el de La Ciudad de Dios en partiJ. L., Comentarios a los XXI/libros de <¡La Ciudad de Dios» del Agustín, Ayuntamiento de Valencia, 2000. Traducción, notas e J
Casiodoro y San Benito en Italia y luego en la Galia vierten en casas editoriales que la distribuyen siglos v, VI Y VII. Beda el Venerable (ca. 673-735), funda devoción, contribuye a difundirla entre los Europa se va construyendo, en sus reinos y los esquemas trazados en La Ciudad de Dios. Los tóricos que contienen se constituyen en algo así bro de texto» de la Historia misma; el hecho de que tes sean un Livio, un Salustio, un Virgilio y un contribuye a que los medievales conozcan, dien y difundan estas obras clásicas. En el Renacimi rolingio, en el desarrollo de la dialéctica, de la Filos()fí, la Teología, estará presente como texto de doctrina, sión y glosa. La gran Escolástica la tendrá como obra pital referencia; sobre el trazado de sus ideas ell,,bClra, propia doctrina política, que encuentra ecos y re,Ql1ar
.. A,~n"a
Cabrera Petit; introducción general de Ismael Roca Meliá.
Descartes's own contemporaries, Mersenne, Co[vius, and I pointed to a similarity between Descartes's cagito and reasoas in the passage aboye rCD XI, 26], that can be found in Auguscommentators have tried to bring out the differences, as wel! as mil,,,;,;p, [ ... ] Since Descartes seems to have been less than fully canto Augustine, commentators have naturally taken on the f ,pff;n" ,f,p record straight», Matthews, G. B., «Augustine and DescarBodies», en Matthews, G. B, (ed,l, The Augustinian Tradi',I;fm,,;, University Press, 1999, p. 222. «... some ofWittgenstein's reasons for denying that language is taught his Augustine depcits are strikingly similar to some of the historine's reasons for denying that language, or anything e!se, is Burnyeat, M. F., «Wittgenstein and Augustine De magistro», en G. B. (ed.l, The Augustinian Tradition, California University Press, .286. O. Eginhardo, Vida de Carlomagno, Gredas, Madrid, 1999. Cf. Dyson, R. W., Augustine: The City of Cod against the Pagans, University Press, 2003, Introduction, p. XXIX. H., El canon occidental, Anagrama, Barcelona, p. 530.
136
SALVADOR ANTUÑANO ALEA
ESTUDIO PRELIMINAR
cular es inmenso en la Historia de Occidente, de que esta obra debe estar, necesariamente, entre «las les de la Filosofía» -y de la cultura-202 • Abrimos estas letras evocando los tiempos recios del y debemos cerrar ya el ciclo de esta reflexión. Que el to de San Agustín era, en muchos aspectos, muy se,n"" nuestro, es algo que se ha dicho repetidas veces, pero ne no olvidarlo en la coyuntura presente, porque, ha recordado «con la Historia podemos hacer lo que mas, menos escapar a ella»203. En los días del Obispo de Hipona, Roma -Roma perio y también como mentalidad, como espíritu, tura- estaba más que en decadencia: se moría. Los herh;lrn, la cercaban y oprimían y aceleraban el funesto y doloroso lace buscaban hacerse con los evidentes beneficios de la, entonces, más alta civilización conocida y generada por el bre; pero eran incapaces por sí solos de asimilar y so,;terle sobre todo, dar un impulso de vida nueva a tanta m,12rliticer agonizante. En ese contexto, mientras Agustín evocaba a y constaba que «caían las vigas y los muros y morían mortales»20', también era consciente de que sólo el Cristianis
202 «Yet Augustin's ideas are not only backward looking¡ profoundly forward looldng. Until the ascendancy of St. Thomas the end Di the thirteenth century, Augustine was the mast important philosopher. Aquinas, as he himself makes quite clear, was to Augustine, as well to Aristotle. Moreover, the Augustinian tra,Jiti,m nued to f[ourish even after Aquinas. In the modern period fluence on Descartes, Leibniz, Rousseau, and Hegel call for special tion. But his influences is much more pervasive than any such list suggest. Augustine's thought is also surprisingly C~;~;:;;;¡:%,~~e¿; Augustine's most characteristic preocupations, whether I I self-examination, wtih human motivation, with skepticism, with kings of language, or with time and history, are also our today», Matthews, G. B. (ed.), The Augustinian Tradition, University Iifornia Press, 1999, p. IX. 203 Vidal, c., España frente al Islam, La esfera de los libros, 204 «Non erit magnus magnum putans, quod cadunt ligna moriuntur mortales». Cf. Posidio, (
137
un espíritu al menos tan amplio y tan fuerte como el de la Roma, para renovarla -y pronto se revelaría mucho más noble---. Parece que Europa y Occidente -h ijo suyo- suhoy una crisis de sentido, identidad y valores de ;n,,-inlnes tales que, como indicó Maclntyre20S hace tiempo, hombres, raras veces la perciben. En todo caso, es inque vivimos un tiempo de importantes cambios y hasta .rn,nnl"'" de civilizaciones» y necesitamos, como entonces, catalizadores que aglutinen esfuerzos y dinamicen cultura. En este contexto, no sería inútil volver a una obra . Ciudad de Oios- y a un autor -San Agustín- para enconde las claves de nuestra identidad europea y occiy así poder comprendernos mejor y afrontar con mayor libertad y responsabilidad nuestra historia: «Roma perit, si romani non pereant»206.
p",aCCUflatr
205
Mac Intyre, A., Tras la virtud, Crítica, Barcelona, 1995.
206
Sermón 81, 9.
La Ciudad de Dios (Selección de textos)
,structur'a de la obra y notas sobre la selección de ofrecer los textos vivos de San Agustín, conviene palabras sobre la estructura de La Ciudad de Dios, sobre :rweu'J' de selección y el contenido y secuencia de las págieleigidlas, de forma que el amable lector pueda contar con la una guía que le haga nlás provechosa su lectura. secuencia de los textos seleccionados es la propia de la de La Ciudad de Dios, Fue el propio San Agustín dejó claro el doble esquema de su obra" dos partes y l*A 1, 1-2, en Obras completas de San Agustin, BAC, Madrid, b, pp. 558-561.Vid. el. «Retractaciones», II, 43,1-2, en Obras comSan Agustín, BAC, Madrid, vol. XVI, pp. 115*-116*. Si en la carta ciSan Agustín la estructura de La Ciudad de Dios a un amigo, Firmo, había pedido, en la siguiente Epfstola 2* al mismo destinatario, remiso el bautismo, le declara el fi. uto que esperaba el Santo conseguir con : «Al buscar tú excusas en otra carta para no recibir el sacramento de la ne,anon, estás rechazando todo el fruto de tantos libros que amas. Su fruo.cun"".e en que resultan gratos al lector, ni en que aumentan el caudal de )cfini,'n"" del ignorante, sino en que persuaden a entrar ya, sin dudarlo la ciudad de Dios y a perseverar en ella. De estos dos frutos, el primero mediante la regeneración; el segundo, a través del amor a la justicia. producen estos frutos en quienes los leen y alaban, ¿qué producen? Así, por 10 que a ti respecta, aún no han producido ninguno, dado que ni si-
[141]
142
SAN AGUSTÍN
cinco volúmenes. La primera parte (libros I-X) es la ción del paganismo, mientras que la segunda \""->"V',< constituye como una defensa la religión cristiana. libros pueden también agruparse en cinco tomos: primeros rechazan las religiones paganas, tanto la que busca la felicidad terrena -crítica de la religión (libros I-V) como la que la busca en la otra ciencia de las concepciones filosóficas paganastres tomos siguientes versan sobre las dos Ciudades en to a sus respectivos orígenes (XI-XIV), desarrollo (XV-XVIII) y fines o culminación (XIX-XXII). mente los textos podrían presentarse con una versa, agrupados temáticamente, por ejemplo, yeso sin duda algunas ventajas. Pero también . . perdería de vista la cadencia original de la aq>'llnem:1GOl San Agustín'- Por eso hemos preferido los textos en su génesis natural. La estructura refe:ricla, otra parte, no sólo tiene la notable ventaja de ser la nal), sino que además -por eso mismo- tiene su lógica interna y, a su modo, agrupa temátican'lente las diversas ideas3 • Tras esta nota, adjuntamos un cuadro quiera han sido capaces de producir el primero, por mucho que los ¿Qué provecho aporta el conocimiento, incluso el dd sumo bien, si no be la única realidad mediante la cual se evita cuanto hay de malo?», pp. 563-564, 565. El testimonio de esta carta encuadra la labor intele,cWi San Agustín en su contexto vital propio: su misión de Obispo. 2 Como muestra O'Daly (Augustine's City cfGod.A Reader's Guide.CI, don Press Oxford, 1999, pp. 67 ss.), San Agustín tuvo claro desde el esquema doble de la obra; de ello da testimonio en los «resúmenes.> ciones» que va dando desde el libro l, así como en los lugares antes 3 Esto puede verse con claridad en el esquema de la estructura que ta O'Daly (op. cit. ((Índice») y que agrupa, sucesivamente, la crítica a la popular pagana, la crítica a la teología natural, los grandes temas antropológicos, la historia humana y divina y los destinos temporales y de ambas ciudades: «6. 'Vf11ere were the Gods?': Books 1-5. 7. Timo, Platonists, and Demonds: Books 6-10. 8. Creation, Fall, and the Regime of the Passiol1S: Books 11-14. 9. The Hístory ofthe Two Cities: Books 15-18. 10. Final Destinations: Books 19-22.»
LA CIUDAD DE DIOS
143
advertirse esa doble estructura con la temática propia libro y la secuencia que sigue. Al inicio de cada uno de bloques comentaremos brevemente qué tipo de textos el lector encontrar en ellos. Los textos se acompañan de comentario en notas al pie que intenta ayudar a su lOfl,nSlOll, llamar la atención sobre algún aspecto importanel sentido de determinados conceptos. selección de textos que se presenta intenta dar una significativa y ajustada de La Ciudad de Dios. Las págisiguen -y que constituyen en conjunto más o menos parte de la obra completa- se han elegido porque relevantes y suficientes para dar cuenta del pensade San Agustín en esa obra en función, principalmeneste orden, de los siguientes criterios: ·.~JmvOl'ta11ci·a
filosófica: se recogen textos que hacen refea cuestiones perennes de la Filosofia --realidad del vida, muerte, tiempo, mundo, interioridad, concienvoluntad, libertad, pasiones, moral, ...- ; ya doctriAgustín transmite de filósofos anteriores, o a opinioexpresa sobre ellos -sobre todo los Platónicos (en sus versiones) y Estoicos, pero también de los Cínicos, Presocráticos, etc.-. Im¡Dortar,ci'a teológica: porque San Agustín conecta la Ficon la Teología, aquellas cuestiones perennes desemboun tratamiento teológico que, además, se encuadra ~n lisfmt;" doctrinales de su tiempo: Dios -tanto en su conde Teología Natural como en su concepción cristiana citana-., Cristo y su acción en la Historia, la Iglesia, la Escritura y su interpretación, la Creación, el mal, el y el pecado original, la Redención, la resurrección y la .m"Ud . Los textos teológicos aquí presentados -con sus extensiones en otras obras de San Agustín- han (guraclo la mentalidad occidental. ~lmt'or¡!ancia histórica: los textos elegidos hacen referencia en dos sentidos principalmente: primero, en su propio valor de testimonio histórico, en la medida transmiten hechos del mundo antiguo y nos reportan
144
SAN AGUSTÍN
las fuentes clásicas; en segundo lugar en cuanto a «Filosona» o -mejor- «Teología» de la Historia, pues tir de las doctrinas de la Creación y la Encarnación, San tín transforma las categorías históricas de la Antigüedad de nna concepción cíclica y descendente de! tl'lenlp()a concepción ascendente y lineal. -Importancia cultural: paralelamente a lo que OCUtl:é. los testimonios históricos, La Ciudad de Dios nos amplias nociones de la cultura clásica, de forma uarw;m lo referente a su concepción religiosa -las in;;titnciorle: paganismo, con referencia explicita a sus grandes pero también en relación con la literatura y la retórica cnal San Agustín es además todo nn modelo-o -Importancia politico-jurídica: aunque La Ciudad de sea propiamente una obra de Derecho o de Filosona sin embargo, la relación entre una sociedad espiritual y sociedad temporal plantea no pocos temas de reflexión de índole, comenzando por las mismas definiciones de como sociedad, justicia, pueblo y terminando por la legitimidad y los fundamentos morales -y . realidades como el gobierno o la guerra o las 'C'.dL.'V"C',.cu la Iglesia y e! Estado. -Importancia agustiniana: en e! estudio preliminar se. dicho que La Ciudad de Dios es una especie de síntesis doctrina de San Agustín. La selección de textos quiere bién reflejar este carácter y algunos de sus fragmentos tocan directalnente las cuestiones anteriormente tienen esta intención.
La selección se ha hecho, además, queriendo evitar tor pasajes con repeticiones de ideas ya tratadas, con siones demasiado prolijas o con una temática de poca lidad. Elegir es siempre, necesariamente, discrüninar, y elige -o discrimina- en función de su particular y subj criterio -del que no pnede estar ausente el propio interés-o Esto significa que, a pesar de que se ha pn1Cllra' traer textos que parecieran notables y suficientemente sentativos, seguramente quedan fuera algunos que tarnblén
LA CllillAD DE DIOS
145
If,osibJenl':llte se inclnyan páginas que al lector no le tanto. La exposición sintética de la obra completa adjunta después de los textos intenta, entre otras cosas, menos en parte esta contingencia y generar la inquieece"arl'a para llegar a ver la obra completa. objetivo de esa síntesis es el de servir de mapa o guía para los textos seleccionados. En ella se ha intentado libro a libro, capítulo a capítulo, lo esencial de la argude San Agustín, sin perder el hilo conductor de toda Alternar su lectura con la de los textos, encuadrando aquélla permitirá al lector hacerse una idea cabal de La de Dios y de sus pasajes más notables, enmarcándolos en de toda la obra. Podrá captar así, tanto en los textos óona
1.
Estructura de La Ciudad de Dios
parte (Libros I-X): Contra Paganos
volumen. (Libros I- j/). Contra los paganos que adoran a dioses por amor de esta vida temporal. Crítica de la religión :p'[í!atla popular 'Y/lm,er
1. N o hay razón para atacar a los cristianos y sí para
poner en duda la ayuda de los dioses. 2. Los dioses nunca velaron por el bien moral de Roma. 3. Ni tampoco por el bien temporal. 4. Roma debe su grandeza a sus hombres, no a sus dioses. 5. y la debe sobre todo a la Providencia del Dios verdadero.
Segundo volumen (Libros VI-X). Contra los paganos que adoran a los dioses en esperanza de una vida inmortal. Insuficiencia de la Filoscrfía pagana
146
LA CIUDAD DE DIOS
SAN AGUSTÍN
6. La mitología está plagada de camr.m.cCJLon,es,' res y torpezas. 7. Lo mismo que la religión civil de Roma. 8. Sólo en la Filosofia puede encontrarse algo dad, pero también en ella hay errores. 9. El único que puede dar esperanza de lmnolrtal es Cristo. 10. Por eso la única religión válida es la que único Dios verdadero. Segnnda parte (Libros XI-XXII): Pro Christianis
Tercer volumen (Libros XI-XIV). Sobre los orígenes de la temporal y de la ciudad eterna 11. El origen de la cindad celeste está en Dios, el terrena en el egoísmo y en el pecado. 12. La ciudad celeste comenzó con la creación ángeles y de los hombres. 13. La muerte está desde el principio en la C11·lO"O frena.
14. El pecado da origen a la ciudad terrena y menta.
Cuarto volumen (Libros Xv. XVIII). Sob·re el desarrollo dos ciudades en la Historia 15. 16. 17. 18.
Las dos ciudades están mezcladas en la u.",,~u, Historia de las ciudades de Noé a los pf
Quinto volumen (Libros XIX-XXII). Sobre el fin de ciudades.' su instaurací6n eterna 19. El destino final de cada una de ellas: la paz y la infelicidad eterna. 20. El inicio del fin: el juicio. 21. El fin de la ciudad terrena: la muerte eterna. 22. El fin de la ciudad celeste: la paz eterna.
2.
147
Pautas para la selección de textos del volumen primero
libros 1-X de La Ciudad de Dios constituyen su pars la refutación de! paganismo, tanto en su vertiente (Libros 1-V) como en su vertiente filosófica (Libros . En el primer volumen San Agustín hace una acerba a la religión politeísta, sobre todo en su pretensión de beneficios para esta vida. Puesto que e! saqueo de ha hecho pensar a los paganos que la causa de la dedel Imperio es el Cristianismo, el autor parte de ese para mostrar que la Historia muestra que ya estaba en decadencia antes de Jesucristo, y que los nunca hicieron nada en favor de los romanos, antes al los engañaron y pervirtieron. En consecuencia, la de Roma debe atribuirse no a unas divinidades que bien demonios, sino al Único Dios verdadero. los textos seleccionados de los cinco primeros libros el Ieetor encontrar los siguientes temas:
1. Defensa del Cristianismo: No hay razón para atacar a los cristianos y sí para poner en duda la ayuda de los dioses. presentación que hace San Agnstín del argumento y objetivos de La Ciudad de Dios, así como la distinción inicial de las dos cindades (prólogo). v,esCrlI'CIOn del saqueo de Roma y sus consecnencias (capítulo 1), así como la elevación, a partir de ese hecho, a la consideración de la vida humana (capítulo 11). la meditación sobre grandes ejemplos de virtud y heroísmo de la Roma pagana -Lucrecia, Catón, Régnlo (capítulos 19,23 Y 24 respectivanlente)- se signe el rechazo al suicidio y la mayor altura moral del Cristianismo (capítulos 20,22,24). distinción inicial de las dos ciudades se matiza con la constatación de que en el presente ambas se encuentran mezcladas entre sí (capítulo 35).
148
SAN AGUSTÍN
Libro
n. Los dioses nunca velaron por el bien moral de
San Agustín critica duramente la vileza y ot>scenid los ritos paganos (capítulo 13). Reprocha también la superficialidad de quienes decadencia de Roma al Cristianismo (capítulo Antes de entrar en la consideración de la Roma, expone y critica la doctrina de '-"cerun la definición y constitución de! Estado (capítlol" Libro In. Los dioses no velaron tampoco por el bien Roma. Se sorprende el autor de la ligereza de los paganos crédito a fábulas absurdas (capítulo 1). Al repasar la Historia de Roma, constata que los hicieron nada para favorecer a quienes les daban y pone como gran testimonio la destrucción gunto, ciudad aliada de Roma (capítulo 20). Aduce también, en este sentido, e! testimonio del dar pagano Salustio contra la moralidad romana so en el tiempo de su esplendor (capítulo 21). Libro IV Roma debe su grandeza a sus hombres, no a sus Al analizar las causas de la grandeza de Romi, se San Agustín sobre la legitimidad de en,;anchar minio de un Estado por medio de la gnerra lo 3), lo que le lleva a comparar los reinos con bandas de ladrones (capítulo 4). Critica despnés las interpretaciones alegóricas de los paganos como absurdas y contradictorias (GlpítuJ.o 12,30) Y aporta como prueba que los mismos paganos han preferido e! culto a un único Dios tulo 31). Propone como hipótesis del origen del teísmo la intencionalidad política de adulación nipulación (32) y concluye afirmando la sO!Jer,anÍ; Dios en la Historia (capítulo 33).
LA CIUDAD DE DIOS
149
. Roma debe su grandeza sobre todo a la Providencia del Dios verdadero. Agustín relaciona la felicidad con la cuestión teológica y la presenta como don de Dios (prólogo). eso, rechaza despnés la concepción pagana del destino: el destino no escribe la Historia, no ha escrito ciertamente la de Roma, ni puede dar la felicidad (capítulo 1). Aclara los sentidos que tiene el término destino y sn relación con la Providencia (capítulo 8) y la relación de la presciencia divina con la libertad humana -realidades que considera no son excluyentes una de la otra- (capítulo 9). Niega la existencia del hado (capítulo 10) y afirma radicalmente la Providencia de Dios en todas las cosas (capítulo 11). Fue la Providencia la que favoreció a Roma (capítulo 12), tolerando su pasión de gloria para sacar de ella bienes (capítulo 13). . finalmente entre la pasión de gloria y la pasión de dominio (capítulo 19) y, contra el estoicismo, condena como actos de soberbia el heroísmo y la virtud cuando buscan la gloria humana (capítulo 20).
Primera parte
Contra paganos
Primer volumen (I -V) ,-,elIlura los paganos que adoran a los dioses
por amor de esta vida temporal Libro 1
Defensa del Cristianismo Prólogo. El objetivo y el argumento de la obra gloriosísima ciudad de Dios, que en el presente correr , tiempos se encuentra peregrina entre los impíos viviendo (Bab. 2,4), y espera ya ahora con paciencia (Rm. 8,25) la definítiva y eterna hasta que haya un juicio con auténtica (Sal. 93, 15)1, conseguirá entonces con creces la victoria una paz completa. Pues bien, mi querido hijo Marceliel más puro estilo de los Santos Padres, San Agustín argumenta valiénSagrada Escritura -cuyas citas presentaremos en cursiva, con las entre paréntesis a lo largo del texto-, de tal forma que su obra gran medida una amplia labor exegética.
[153]
154
SAN AGUSTÍN
no 2 , en la presente obra, emprendida a instancias tuyas, te debo por promesa personal mía, me he propuesto esta ciudad en contra de aquellos que anteponen los dioses a su fundador. ¡Larga y pesada tarea ésta! Pero nuestra ayuda (Sal. 61, 9). Soy consciente de la fuerza que necesito para conv,en.:e los soberbios del gran poder de la humildad. Ella es la que su propia excelencia, conseguida no por la UH''UlaZOn orgullo humano, sino por ser don gratuito de la divina trascienda todas las eruinencias pasajeras y vacilantes de la El Rey y fundador de esta ciudad, de la que me he propUé hablar, declaró en las Escrituras de su pueblo el 'eLLCW'U divino oráculo que dice: Dios resiste a los soberbios (Sant. 1 Pe. 5, 5), y da su gracia a los humildes. Pero esto ruismo, es privilegio exclusivo de Dios, pretende apropiárselo par. espíritu hinchado de soberbia, y le gusta que le digan para bade: "Perdonarás al vencido y abatirás al soberbio"'. Tampoco hemos de pasar por alto la ciudad terrena; afán de ser dueña del mundo, y, aun cuando los pueblos rinden, ella misma se ve esclava de su propia ambición de ruini0 4 De ellos hablaré según lo pide el plan de la obra y ruis posibilidades lo perruitan. 2 Flavio Marcelino (t 413), general y político romano, se dedicó asuntos de África Proconsular y murió en una de las revueltas donal!s"". Agustín 10 tuvo C01110 amigo, entabló con él correspondencia epistolar versaciones sobre cultura, religión y política y a él le dedicó La Ciudad Marcelino no pudo ver la obra completa, que el Santo iba pulblic,"IHlo etapas, a medida que la escribía, pero sí conoció el diseño del «(trabajo arduo», que aparece ya esbozado en el prólogo mismo. 3Virgilio, El1eida 6, 853. Si la «(autoridad» principal e inruscutida en gumentación de San Agustín es la Palabra de Dios, no es menos recurre abundantemente a los escritores paganos -literatos, tIIc>solos, dores- para probar o reforzar sus razonamientos, dando con ello, mente, muestra de ~u amplia erudición, de discernimiento crítico, de intelectual y de dominio de las técnicas retóricas de su época. <1 Desde la época de conquistas de la República, la convicción Roma estaba destinada a ser Domina Mundi había ido fraguando en
rio colectivo hasta constituir -ya en los tiempos ~~;:~";::s~~,~(~~:~;~~;.~~~ bien muestra la cita del poeta)- una especie de ({dogma
LA CIUDAD DE DIOS (1)
155
Al devastar Roma, los bárbaros por reverencia de Cristo perdonaron a los adversarios de Cristo De esta ciudad terrena surgen los enemigos contra quienes que defender la ciudad de Dios. Muchos de ellos, apartánde sus errores impíos, se convierten en moradores bastanlal1d:lblles de esta ciudad. Otros muchos, en cambio, se están "'''tildo en un odio tan violento contra ella, y son tan ingralos evidentes favores de su Redentor, que éste es el día en no serían capaces de mover su lengua contra esta ciudad fuera porque encontraron en sus lugares sagrados, al huir armas enemigas, la salvación de su vida, de la que ahora se enorgullecen. ¿O es que no son enenugos encarnizade Cristo aquellos romanos a quienes los bárbaros, por a Cristo, les perdonaron la vida? Testigos son de ello los atularlOS de los mártires y las basílicas de los Apóstoles, que caq¡Uella devastación de la gran Urbe acogieron a cuantos en se refugiaron, tanto propios conlO extraños. Allí se modela furia encarnizada del enemigo; alli ponía fin el extera su saña; alli conducían los eneruigos, tocados de 'Ill¡;IliU",",a quienes, fuera de aquellos lugares, habían perdovida, y los aseguraban de las luanos de quienes no tetal ruisericordia. Incluso aquellos ruismos que en otras , al estilo de un eneruigo, realizaban matanzas llenas de 'lleJua'J, se acercaban a estos lugares en los que estaba vedado por derecho de guerra se perruite en otras partes, refretoda la saña de su espada y renunciaban al ansia que de hacer cautivos s. del Imperio a la religión cristiana, lejos de disminuir esa convicción, a lo largo del siglo IV,incluso con una {(teología imperiah. La Ciudad de algún modo, uno de los primeros golpes -y duros- contra esa de la Roma Eterna. ser queAlarico y sus tropas, de religión cristiana, aunque arrianos, .cOIlie"on una especie de derecho de asilo a aquellos romanos que se refutemplos de los Apóstoles (San Pedro en Vaticano y San Pablo y de los mártires. Esta situación comienza a ser frecuente entonces Crisó',IOlilO nos refiere casos parecidos poco antes- pero no es exacto que, afirma San Agustín, el derecho de asilo no se hubiera dado antes.Ya en
156
SAN AGUSTÍN
De esta manera ha escapado multitud de los desacreditan el cristianismo, y achacan a Cristo fas
que tuvo que soportar aquella ciudad. En cambio, el de perdonárseles la vida por respeto a Cristo no se lo yen a nuestro Cristo, sino a su Destino. Deberían con un poco de juicio, atribuir los sufrimientos y que les han infligido sus enemigos a la divina . suele acrisolar y castiga la vida corrompida de los Ella es quien pone a prueba la rectitud y la vida he'ntada mortales con estos dolores para, una vez probada, p'lSarla lllejor, o bien retenerla en esta tierra con otros fines. Pero de hecho los bárbaros, en su ferocidad, les han do la vida, contra el estilo normal de las guerras, por nombre de Cristo, sea en lugares comunes, sea en los consagrados a su culto y, para que fuera aún más ablJ1l1lan compasión, eligieron los más amplios, destinados a reunir tudes. Este hecho deberían atribnirlo al cristianismo. He necesaria ocasión para dar gracias a Dios y recurrir a su con sinceridad, evitando las penas del fuego eterno, ellos masa escaparon de las presentes calamidades usando mpócritan te ese mismo nombre. Porqne muchos de los insultar a los siervos de Cristo, con insolente desvfTglierIZa hnbieran escapado de aqnella carnicería desastrosa si no fmgido ser siervos de Cristo.Y ahora, ¡oh soberbia df:sa¡""del y despiadadalocnra!,se hacen reos de las eternas tinieblas close con perverso corazón a su nombre, nombre al cual un acogieron, con labios engañosos, para gozar de la luz ternpora
11.
Fin de la vida temporal, larga o breve
Se objeta que muchos cristianos han sido muertos y frecuencia perecieron de la forma más horrenda6 • Será duro de soportar, pero es la snerte común de todos los engendJ el Antiguo Testamento la Ley judía disponía de ciudades de refugio para ciclas involuntarios fugitivos (cf. Dt. 19, 1-14). 6 En esta reflexión inicial sobre la muerte, que desarrollará más mente en el libro XIII, San Agustín parece asumir ciertos planteamientos
LA CIUDAD DE DIOS (1)
157
esta vida. Una cosa sí afirmo: nadie fue lTIUerto que de morir algún día. La mnerte hace idénticas tanto como la breve. En efecto, de dos cosas que ya no es mejor o peor, ni tampoco es más larga o más importa la clase de muerte que ponga fin a esta al que muere no se le obliga ya de nuevo a morir? es que a cada mortal de alguna manera le amenazan por todas partes. En los cotidianos azares de la presenmientras dnre la incertidumbre sobre cuál de ellas le verlOra, yo me pregnnto si no será preferible pasar una, antes, que tener encima la amenaza de todas vivienignoro con qué facilidad elegimos vivir largos años temor de tantas muertes, en lugar de morir de una vez 'teJITlL""' ya ante ninguna. Pero una cosa es lo que el senflaco como es, rehuye por miedo, y otra distinta las logradas por el espíritu tras una reflexión profunda y La muerte no debe tenerse como un mal cuando precl,dJ.do una vida honrada. En rigor, lo qne convierte la muerte es lo que sigue a la mnerte. De ahí que necesarialnente han de morir no deben tener grandes [)(tlPa.CH)il'" por las circunstancias de su n'luerte, sino más tendrán que ir sin remedio tras el paso de la . Los cristianos saben que fue incomparablemente memuerte de aquel piadoso pobre, en medio de los perros larrúan, que la del rico impío, entre su púrpura y sn lino. qué han podido entonces perjudicar, a los difuntos qne vivido sin tacha, las formas horrendas de morir?
19.
Lucrecia, que se mat6 al ser violada
Hemos expuesto que, cuando se da opresión corporal haya cambiado hacia el mal, en lo más íntimo, la resode lnantener la castidad, la torpeza recae únicamente los matiza y amplía con la esperanza cristiana ---de allí la clara referencia a del Rico Epulón y del Pobre Lázaro (Le. 16, 19-31).Al tratar el tema en el libro XIII se apartará con claridad de la concepción estoica.
158
SAN AGUSTÍN
sobre quien logró satisfacer la pasión carnal con V]()lenc:i'i:l ca sobre quien cayó, contra su voluntad, bajo la violencia nal. ¿Tendrán la osadía de contradecir un tan evidente cinio estos individuos, en contra de los cuales defensa de la santidad corporal y espiritual de las muj tianas violentadas en el cautiverio? Son ellos quienes ponen por las nubes la castidad crecia, noble matrona de la antigua Roma7 • El hijo Tarquinio hizo presa lasciva en su cuerpo con Y"Jlenela delató este crimen del desvergonzado joven a su m:m,jo, latino, y a Bruto, pariente suyo, ambos del más alto valor, haciéndoles prometer venganza. Luego, incapaz portar la amargura de un tal deshonor cometido en su na, se quitó la vida. ¿Qué diremos ante este caso? ¿ dicto le damos: es adúltera o casta? ¿Merecerá la pena energías en esta discusión? Con toda elegancia y dijo un declamador: "¡Oh maravilla; dos hubo, cometió adulterio!». Afirmación espléndida y jUstí:sllla. en cuenta, en la unión de los dos cuerpos, el sucio uno y la más casta voluntad de la otra. Se fija no en han unido los miernbros corporales, sino cuánto se rado las intenciones. Por eso dice: «Dos hubo, y com_etió adulterio». 2. Pero ¿qué es esto? ¿Recae la venganza con sobre quien no cometió adulterio? Porque el joven arrojado de la patria juntamente con su padre; en caJmt)lQ; crecia recibió el supremo castigo. Si no hay lascivia 7 La historia de Lucrecia nos viene referida por Livio (Ab Urbe 57-59), quien, ya en el prólogo de su obra, señala su intención de presentar los de vida. Lucrecia constituyó, sin duda, uno de esos <~exempla morum para el carácter romano: en su suicidio vieron los romanos una que precipitó la caída de la Monarquía y un sentido radical de la . carnada luego por Junio Bruto-. Ese concepto de justicia sin mum ius, summa iniuria-- es lo que intenta aquí clarificar San Agustín do la acción externa de su intención interna y de las circunstancias -distinción esencial a la hora de valorar las acciones morales, que, sin ya aparece en el propio relato de Livio: «unde consilium qfuerit culpam
LA CIUDAD DE DIOS (1)
159
es violentada, tampoco hay justicia cuando una casta sufi'e castigo. ¡A vosotros apelo, leyes y jueces de rVosotros, que después de cometerse un crünen nunca pernlitido que el reo sea impunemente ejecutado sin ,pI'ec,'da condena judicial. Si alguien presentase ante vuesribunal este delito, y quedase probado no solamente que asesinada una mujer sin previa condena, sino que lo ha lllujer casta e inocente, ¿no le aplicaríais rigurbsaal autor la pena proporcionada? Pues bien, esto es 10 hecho la famosa Lucrecia. Aquélla, sí, aquella tan deLucrecia mató a una Lucrecia inocente, casta y, para víctima de la violencia. ¡Dictad sentencia! ¿Quizá no posible al no sobrevivir la reo para aphcarle el castigo? ¿a qué vienen esos panegíricos exaltando a la homiuna inocente y casta? ;eg~rarrleIlle que no vais a tener argunlentos para defenante los jueces de los infiernos, aunque éstos sean COlno 'Gllltan vuestros poemas en sus versos. Estará sin duda aquellos «que siendo inocentes, con sus propias mano; muerte y exhalaron sus vidas renegando de la luz». ella intenta volver a la tierra, "el destino lo impide, y ,iniestta y repugnante laguna la mantiene slueta a su . ¿ tal vez no se encuentra allá por haber acabado vida no inocente, sino consciente de su maldad? ¿Y si One:m()s --cosa que sólo ella podia saber- que después uv>u",v ataque de aquel joven, arrastrada ella de su pro'.P.>dCC.', consintió, y su dolor fue tan grande que decidió en ~Í ll'USnIa con la muerte? Aunque así hubiera sido, qmtarse la vida, si es que había posibilidad de hacer dioses falsos una saludable penitencia. En este caso, es de "dos hubo, y uno sólo cometió adulterio». aUIbos cOllletieron adulterio: el uno con evidente y la otra con oculta aprobación. No se suicidó inocente, y pueden decir los escritores que salen en su . que no está en las lnoradas infernales entre «los que mocentes, con sus propias manos se dieron muerte».
°
Endda, 6, 434-436 Y 438-439.
t 160
SAN AGUSTÍN LA CIUDAD DE DIOS (1)
Pero así resulta que el presente caso se ve coartado extremos: si disculpamos el homicidio, estaluas adulterio, y si atenuamos el adulterio, agravamos el No hay salida posible: si es adúltera ¿por qué se la es casta, ¿por qué se suicidó? 3. Pero a nosotros, para confundir a esta gente de toda consideración de santidad que insultan a las violadas en el cautiverio, nos basta, en el ejemplo de esa mujer, con lo dicho entre sus más gloriosas «Dos hubo, y uno sólo cometió adulteriQ». Por tenían a Lucrecia, que la creyeron incapaz de macul,lt un consentimiento adulterino. El hecho de darse ser la víctima de un adúltero, sin ser adúltera, no es castidad, sino debilidad de la vergüenza. Se avt'Tg"ll2 efecto, de la torpeza ajena, en su cuerpo cometida, sin su complicidad. Como mujer romana que era, demasía de su gloria, tuvo miedo de que la violencia durante su vida la gente la interpretase como seguía viviendo. Esta razón la movió a presentar a los los hombres aquel castigo, como testimonio de su . ya que no podía mostrarles lo secreto de su llenó de vergüenza la idea de creerse cómplice en un cometido, sí, por otro en ella, pero tolerado por ella teluente. No fue éste el proceder de las mujeres cnstIanas, pesar de haber padecido situaciones semejantes, continúa¡ viendo. N o tomaron en sí uusmas venganza de un ajeno para no añadir su propio delito. Esto hubiera "«XC", los enemigos, cometiendo violaciones y dando rienda en sus cuerpos a las pasiones bajas, ellas, por vergliellz",bm sen cometido hOllucidio en sí nllSluas. Tienen, cilcrtanlClat lo íntimo de su ser, la gloria de la castidad y el testinlorlit su conciencia. Lo tienen a los ojos de Dios, y no buscan más. Les basta esto para un recto proceder, no sea que al evitar sin justificación la herida de la sospecha humana, vÍen de la autoridad de la ley divina.
161
No hay ninguna autoridad que pueda autorizar a los cristianos quitarse la vida por ninguna causa imposible encontrar en los santos libros canónicos a¡~:unlo donde se preceptúe o se permita inferimos la a nosotros mismos, sea para liberarnos o evitar algún incluso para conseguir la inmortalidad misma9 Al debemos ver prohibida esta posibilidad donde dice No matarás, sobre todo al no haber añadido «a tu prójial prohibir el falso testimonio dice: No darás falso contra tu prójimo (Ex. 20, 13.16). Con todo, si uno falso testimonio contra sí mismo, que no se crea libre delito. Porque la norma de amar al prójimo la tiene en el que ama, según aquel texto: Ama al prójimo como a ti (Mt. 22, 39). Ahora bien, no sería menos reo de falso quien lo levantara contra sí mismo que quien lo contra el prójimo. Pero si, en el precepto que prohibe snrnOlmo falso, esta prohibición se limita sólo al prójimo, y visión equivocada alguien puede entender que le está presentarse como falso testigo contra sí lllismo, ¡con mayor fuerza se ha de considerar prohibido al hombre la vida, ya que en el texto no matarás, sin illás añanadie se puede considerar exceptuado, ni siquiera el recibe el mandato!
Es claro que los textos bíblicos no sólo no aprueban el suicidio sino que, '1 c
162
SAN AGUSTÍN
Por el mismo criterio han querido algunos ver este precepto hasta las fieras y los animales do.méstico.s, '1 dose por él impedidos de matar a ninguno de ellos. ¿Y no también las plantas, y todo lo que, arraigado en el nutre por la raíz? Pues de estas especies de seres, sientan, decimos que tienen vida, y, por tanto, son morir y de ser muertas, empleando la violencia. De el Apóstol, hablando de las semillas de las plantas, tú siembras, no cobra vida si antes no muere (1 Cor. 15, mas en el salmo: Mató con granizo sus viñedos (Sal. 77, decir, que, según esto, al oír no matarás, ¿tenemos delito arrancar un matorral, y con la mayor de las mas nuestro beneplácito al error de los maniqueos? en fin, estos devaneos, y cuando leaulOs no matarás, no mas en esta prohibición a las plantas, que carecen de tido; ni a los animales irracionales, como las aves, los cuadrúpedos, reptiles, diferenciados de nosotros por la que a ellos no se les concedió participada con nClSotre.s hace que, por justa disposición del Creador, su vida y su te esté a nuestro servicio). Así que, por exclusión, al hombre las palabras no matarás, entendiendo: ni a puesto que quien se mata a sí mismo mata a un hc.mbn,"
22.
La muerte voluntaria nunca pudo ser propia
de la grandeza de ánimo 1. Todos los que han cometido consigo mismos men tal vez sean dignos de admiración por su fOl'bl"í ánimo, mas no por la cordura de su sabiduría. Aunque do con más detención, ni siquiera fortaleza de ánimo la mas llanlar, porque se han dado muerte al no poder lO San Agustín se aparta de quienes sostienen un concepto unívoco" y, siguiendo la tradición filosófica, afirma la analogía de la vida y ella tres niveles: vegetativo, sensitivo e intelectual. En virtud de estas considera que la sacralidad de la vida se aplica sólo al tercer nivel dos están en función de éste.
LA CIUDAD DE DIOS (1)
163
i"situ"oón dolorosa o pecados de otras personas. Más bien "en.contl·aulos aquí con un alma débil, incapaz de soportar servidumbre de su cuerpo, o la opinión necia de la Mucho más esforzado debemos llamar al ánimo disa pasar una vida penosa, antes que a huir de ella, fiado certeza de una conciencia lim-pia, así como a despreciar de los hombres, máxime del vulgo, que casi siempre e""mell,a en la sombra del error. Si un hombre se convieresforzado de ánimo cuando se produce a sí mismo la es obligatorio incluir en ellos a Teómbroto. Dicen que lectura de un libro de Platón, en el que se trataba de la ortiliclad del alma, se arrojó desde un muro, pasando así de a aquella, que él creía mejor. Ningún peso de inforo de crimen, vsrdadero ni falso imposible de soportar, le a suicidarse. Unicamente la grandeza de ánimo le basabrazar la muerte y ronlper los suaves lazos de esta vida. Platón, a quien acababa de ver, pudo ser testigo de la hazaña participaba más de lo grande que de lo bueno. a dudas, él mismo lo habría realizado en primer lugar encima de todo, incluso lo habría ordenado. Pero con la clarividencia con que intuyó la inmortalidad del alma, cuenta de que esa acción no era jalnás recomendable; es prohibirse". Pero lo cierto es que muchos se quitaron la vida para en manos de los enemigos. No preguntamos ahora si realizó, sino si esto debió haberse realizado. El sano debe ser antepuesto a los ejemplos. Son éstos los que acuerdo con aquél, y son tanto más dignos de imitacuanto son de una religiosidad más excelente. No se han muerte los Patriarcas, ni los Profetas, ni los Apóstoles, ya en la advertencia de huir de una ciudad a otra en de persecución, les pudo aconsejar que muriesen a sus manos antes de caer en las del perseguidor. Cristo ni es muy justo sostener que uno no se puede suicidar y que es preciso la divinidad nos envíe una orden formal de abandonar la vida ... ), 64,c.
164
SAN AGUSTÍN
ordenó ni aconsejó a los suyos partiesen así de mismo prometió que a los que partían de aquí les unas moradas eternas. Así que, por lnás ejemplos
los gentiles, desconocedores de Dios, el suicidio es ilícito para quienes dan culto al Dios verdadero.
23.
El gran ejemplo de Catón, que se mató al no la victoria de César
A pesar de todo, fuera del caso de Lucrecia, de hemos hablado arriba lo bastante, a nuestro l'a,,:<;e1, cuentran los paganos autoridades que pue;:lan auue1r, ser el famoso Catón, que se dío muerte en UticaY no falten otros que hayan realizado esto mismo, sino por que tenía de hombre sabio y honrado, hasta el punto fundadamente que se le ha podído o se le puede . este punto con rectitud de conciencia. ¿Qué voy a como lo más relevante de esta acción? Que sus arrtig'os¡ nos de ellos hombres cultos, le disuadían con toda de consumar el suicidio, y opinaban que su hazaña
era propia de un espíritu cobarde que valeroso al tente en ella que no se trataba del honor que pretende la deshorrra, sino de la debilidad que no 'es capaz de adversidad. Así pensó el mismo Catón con respecto a su querido.Y si era vergonzoso vivir humillado por la César, ¿por qué se convierte él en provocador de una
güenza para su hijo, mandándole que lo espere todo nignidad de César? ¿Por qué no le arrastró consigo a la te?Y si Torcuato ejecutó a su hijo con general aplauso, hijo que, en contra de sus órdenes, luchó contra el quedando incluso victorioso, ¿cómo es que Catón, que
perdonó a sí mismo, vencido él, perdonó a su hijo vencido? ¿Era acaso más deshonroso quedar vencedor
tra del mandato que soportarlo en contra del honor? no ha tenido por deshonroso vivir sometido al vence<10!; sar. En ese caso, lo habría liberado de tal deshonra con
LA CIUDAD DE DIOS (I)
165
lat"rna.Entonces, ¿por -:lé? No por otra causa que ésta: ¡ia1m" que tuvo a su hiJo, para quien esperó y quiso la de César, lo tuvo de envidia, o -por usar un térbenigno- de pundonor ante la gloria que podía para César otorgarle el perdón, según testimonio del propio César.
Régulo superó en valor a Catón y los cristianos superan en mucho a ambos quieren nuestros adversarios que por encinla de Catón
al santo varón Job, que prefirió sufrir tan horrendos en su carne antes de librarse de todos sus tormentos én,jo;,e la muerte; ni tampoco a otros santos, que, según tirrlOrllo de nuestras Escrituras, de tanto peso por su gran y dignas de todo crédito, eligieron soportar la cauo la tirania del enemigo antes que proporcionarse la a sí mismos. Yo, por sus escritos, prefiero a Marco R. éantes que a Marco Catón. En efecto, Catón no había vencido a César, y, una vez vencido por él, le pareció someterse. Para evitarlo, eligió quitarse la vida. l
otra parte, el hecho de no querer suicidarse no fue por a esta vida. Prueba de ello es que, para cumplir el jurahecho, embarcó, sin vacilar un momento, rumbo a los enemigos, ofendidos más gravemente por su discurso
el senado que por las armas en la guerra. Consiguienteun tan ¡lustre despreCiador de esta vida, al elegir el fin
166
SAN AGUSTÍN LA CIUDAD DE DIOS (1)
de sus días a manos de sus encarnizados enemigos Dios qué tormentos antes que causarse la muerte, gran crimen, sin género de dudas, el producirse el mismo la muerte. Entre todos sus hombres ho'ne'ral)le:,,,, tres por su intachable proceder, los romanos no m1ue"tr<\. mejor: ni con la prosperidad cayó en la corrupción, que vivió pobásimo a pesar de haber logrado una victoria, ni tampoco cayó en el abatimiento con la puesto que volvió intrépido hacia tamañas torturas. He aquí cómo los más valientes y famosos detellsc'rei patria terrena adoraban sin hipocresía a los díoses, falsos, juraban por ellos con toda sinceridad. Pues que en virtud del derecho de guerra y por costumbre la potestad de inmolar a sus enemigos vencidos, enCOltltr se eUos en esta situación, no quisieron imnolarse a sí Sin ningún miedo a la muerte, prefirieron soportarlos dueños de sus vidas antes que causarse la muerte. ¿Con mayor razón los cristianos, adoradores del Dios verd,¡d" que aspiran a una patria celeste, han de contenerse delito de homicidio, si una disposición divina los pone poralmente bajo el yugo de los enemigos, con objeto de barios o corregirlos? Además, no los abandona en una millación Él, que, siendo el Altísimo, por ellos tanto se y ninguna potestad o derecho militar obliga a los crj'sti,Ul aniqnilar al enemigo vencido. ¿Cómo es que un error nesto se ha deslizado en el hombre, que le lleva al bien porque un enemigo ha pecado contra él, bien para tarlo cuando no se atreve a matar al enemigo que ya ha o que se dispone a pecar?12.
12 El caso de Régulo le sirve a San Agustín para criticar a Catón por modelo de entereza frente a la adversidad-o Pero entiende que ejemplo de Régulo, que adora a dioses falsos, es insuficiente. Al primero y distanciarse del segundo -a pesar de las alabanzas que le San Agustín se aparta también de los esquemas estoicos que subyacen en modelos, pues considera que la motivación de sus acciones morales adecuada ni del todo honesta. Ampliará su refutación del Estoicismo en bros XIV y XIX.
167
Hay hijos de la Iglesia latentes entre los paganos y falsos cristianos dmtro de la IgleSia y otras senlejantes respuestas, y posibleme~te con y soltura, podrán responder a sus enelmgos los tlocucd'''ee'l"a familia de Cristo, el Señor, y de la peregrIna de Cristo Rey. Y no deben perder de vista que entre mi.sIT10S enemigos se ocultan futuros c01llpatriotas, no ~acreer infructuoso el soportar conlO ofensores a los nusquizá un día los encuentren proclamado res de su fe. modo sucede que la ciudad de DlOS tIene, entre los que la integran mientras dura su peregri~a~ión.;n algunos que están ligados a ella por la partlclpaclOn misterios, y, sin embargo, no participarán enJa herenCIa de los santos. Unos está ocultos, otros mamfiestos. No en hablar, incluso unidos a los enemigos, contra Dios, sello sacranlental son portadores. Tan pronto se enentre la multitud pagana, que llena los teatros, como nosotros en las iglesias. No hay por qué desesperar en la de algunos, incluso de estos últimos, mucho nlenos entre nuestros enemigos más declarados se ocultan alpredestinados a ser nuestros amigos, y que ni ellos misIo saben. Entremezcladas, de hecho, y mezcladas mutuaestán estas dos ciudades, hasta que sean separadas en el juicio. Voy a exponer mi opinión sobre el origen de su proceso evolutivo y el final que les corresponde, la ayuda que reciba de Dios; todo a glOrIa de la cmdad brillará con más claridad en contraste con sus
lJYa en el principio de su obra San Agustín se distancia de .un plantearadical y maniqueo de «buenos y malos», al menos en el tlem~o de la la pertenencia nominal a la Iglesia no garantiza la verdadera «cm dadadel cielo, así como la no pertenencia «oficial» no excluye d~ una'pert~nen real. Con este enfoque, San Agustín previene al lector de ldentlftcaclOnes ({materiales» o «literales» de las dos Ciudades, y le advierte de que vet,ladenCiudad de Dios no se alcanza en utopías sino más allá del tiempo. La posterior a San Agustín muestra que no todos sus lectores repararon importancia de este capítulo ...
168
LA CIUDAD DE DIOS (1I)
SAN AGUSTÍN
Libro II La decadencia de Roma y sus dioses
13.
¿Cómo no entendieron los rom.anos que sus dioses) de un culto tan lleno de vilezas eran indignos de honores divinos?
Si Escipión viviera, me daría quizá esta respuesta: vaInas a renunciar a la impunidad de tales vejaciones, "
los mismos dioses lo han querido elevar a la dignidad sagrado? ¿No han sido ellos quienes introdujeron tumbres romanas el teatro, donde todas estas '·I91·0ll1llll' nen rango de celebración y se las recita y se las ¿No han dado ellos orden de que todo esto sea cons;tg exhibido en su honor?».Y yo pregunto: ¿Cómo es los romanos no hayan llegado a darse cuenta, todo que los suyos no son dioses, y, menos aún, de Estado les tribute honores divinos? Porque, si hUbH,ran' do representaciones ultrajantes para los romanos, de todo punto inconveniente el darles culto, y, t~tahllente inútil. Entonces, ¿CÓl1l0 han llegado a ver na ,de tal culto? ¿Cómo no han descubierto que se espmtus nefastos, con hambre de hacer caer en la humanos, exigiendo que,l1lezclados con sus h,)nor,es, so bren también sus crínlenes?14. Los romanos estaban, es verdad, bajo la supe:rsti.ciéit llegar a dar culto a unos dioses que ante sus su propio honor la consagración de las 01:lsc1eni.dades Con todo, conscientes de su al1l0r propio y de un dar, nunca permitieron honrar a los actores de 14 La crítica que ahora comienza San Agustín contra el pai,anlísn16 opiniones expresadas ya antes por algunos autores paganos -como en este capítulo de Cicerón-, y las extiende hasta sacar todas sus cias -lo que no siempre hicieron aquellos autores-. Su crítica dora. y cont~ibuirá no poco al abandono de las prácticas paganas y sus ntos y nutos de todo contenido religioso -el Olimpo en ,d.elaJate materia para el arte y la literatura, pero ya no para la piedad-o
169
lo hicieran los griegos. Antes bien. oigamos las palabras Escipión en la obra de Cicerón: «Llegaron a tener un baldón el arte de la comedia y el teatro todo, de madecidieron no sólo mantener alejados de todo cargo propio de cualquier cindadano a esta clase de homapartarlo de su tribu por certificación infamante del ¡Admirable sabiduría ésta de los romanos, digna de elogios! Pero me gustaría verla más fiel y consecousigo misma. Me parece muy bien que el ciudadano que eligiera el oficio de cómico no tuviese acceso a los honoríficos, e inclnso por documento escrito del censor el veto a pertenecer a su propia tribu 16. espíritu de una ciudad ávida de gloria, espíritu genuiromano! Pero ahora respondedme: ¿En virtud de qué los hombres del teatro son rechazados de todo lo que un honor, mientras que se ponen las representaciones entre los honores a los dioses? Durante HIucho cierne! virtuoso romano estas artes del teatro. Si se las buscado, como pábulo del placer humano, hubiera suuna corrupción introducida en las costumbres sociales. aquí que han sido los dioses quienes han exigido para representación: ¿Por qué razón es rechazado e! cómicon sus artes da culto a Dios? ¿Y con qué cara se deintérprete de tales torpezas, cuando se adora al que las
iCilCerón" De Republica, 4,10. Marco Tulio Cicerón (106-43 a.c.), célebre <.p'olitícc y filósofo romano, influyó en San Agustín desde su juventud, ¡econ.oce el propio Obispo en las Confesiones (3,4,7), Y puede advertirse esa influencia en los diálogos agustinianos, modelados al estilo del La Ciudad de Dios aparece como digno rival representante del en ella San Agustín -que leyó probablemente toda su obra, del aquí citado De Republica, también los tratados De ])ivinibus, De Natura Deorum. opinión negativa y dura que da San Agustín sobre el teatro hay que no tanto desde el ámbito de la creación literaria o artística sino ~ ~~:~~;:ci!~; en aquel contexto cultural, con el ámbito religioso: las It . teatrales evocaban los mitos politeístas cuyo contenido, fremhumano, obsceno, violento o antinatural escandalizaba no sólo sino también a los paganos más cultos.
170
SAN AGUSTÍN
Allá se las entiendan griegos y romanos, en esta sia. Los griegos piensan honrar con todo derecho a diantes, puesto que dan culto a los dioses que les juegos teatrales. Los romanos, por el contrario, no les siquiera deshonrar con su presencia una tribu plebeya, " menos la Curia senatorial. En tal disputa, queda nudo de la cuestión con el siguiente raciocinio: l'nlorm griegos: Si tales dioses deben ser adorados, también, mente, han de ser honrados tales hombres. Añaden los nos: pero de ninguna manera se debe honrar a tales y concluyen los cristianos: luego de ninguna dioses deben ser honrados.
20.
Deseos de felicidad y costumbres de quienes a la época del Cristianismo
La verdad es que los adoradores y amigos de estos de cuyos crímenes y vilezas tienen a gala el ser u· HU.U'", absoluto se preocupan de poner remedio al estado tan table de infamias de su Patria. «Con tal que se mantenga dicen ellos, con tal que esté floreciente y oronda por quezas, gloriosa por sus victorias, o -10 que es más do- en una paz estable, ¿qué nos importa lo demás? lo que más nos importa: que todos aumenten sus "y:UC"" dé abasto a los diarios despilfarros, con los que el so pueda tener sujeto al más débil; que los pobres llenar su vientre estén pendientes de complacer a los que bajo su protección disfruten de una pacífica que los ricos abusen de los pobres, engrosando con clientelas al servicio de su propio fasto; que los pueblos guen sus aplausos no a los defensores de sus . . que generosamente dan pábulo a sus vicios. Que no se mandatos dificil es, ni se les prohiban las impurezas; reyes se preocupen no de la virtud, sino de la . . súbditos; que las provincias no rindan vasallaje a sus dores COlno a moderadores de la conducta, sino como a ños de sus bienes y proveedores de sus placeres; que los
LA CIUDAD DE DIOS (II)
171
sean sinceros, sino llenos de miedo entre doblez y . que las leyes pongan en guardia más bien para no daño a la viña ajena que a la vida propia; que nadie sea a los tribunales más que cuando cause molestias o dala hacienda ajena, a su casa, a su salud o a su vida contra 'oItmtld; por 10 demás, cada cual haga 10 que le plazca de o con los suyos, o con quien se prestare a ello; que ;prostitutas públicas en abundancia, bien sea para todos los disfrutarlas, o, sobre todo, para aquellos que no mantener una privada. Que se construyan enormes y palacios; que abunden los opíparos banquetes; que a uno le dé la gana, pueda de día y de noche jugar, be'onlitaT, dar rienda suelta a sus vicios; que haya estrépito por doquier; que los teatros estallen de griteríos y deshonestas, y con todo género de crueldades y de impuras. Sea tenido como enemigo público la persosienta disgusto ante tal felicidad. Y si uno intentara ala suprimirla, que la multitud, dueña de su libertad, lo donde no se le pueda oír; lo echen, 10 quiten del de los vivos. Ténganse por dioses verdaderos los que se preocupado de proporcionar a los pueblos esta felicidad conservar la que ya disfrutaban. Sea el culto como a ellos exijan los juegos que se les antoje, los que puedan de sus adoradores o junto con ellos; procuren únicaque una tal felicidad no la ponga en peligro ni el eneni la peste, ni desastre algunm>17. ¿r-Ul>'JICU en sus cabales, establecerá un paralelo entre un como éste, y no digo ya el Estado romano, sino el palade Sardanápalo? Este rey antaño estuvo entregado de tal a los placeres, que se hizo escribir en la sepultura: "Sólo de muerto lo que de vivo he logrado devorar para mi
pesar de que en el texto subyace la intención de San Agustín de C011un modelo de sociedad virtuosa a otra viciosa, y esto eleva el tono de la descripción, sin embargo, el diagnóstico de la Roma decadente 'en el fondo muy errado y tiene paralelos en las obras de Salustio, Livio, ,Suetonio, Marco Aurelia ...
172
SAN AGUSTÍN
placen}18, Pues bien, si nuestros adversarios lo llLlDler:an
por rey, siempre indulgente en estas materias, sin nadie la más lnÍnin1a traba, le habrían consagrado un un flamen de mejor gana que lo hicieran a Rómulo rOluanos.
21.
Opin.ión de Cicerón sobre Roma
1. Pero si no se hace caso de quien ha llamado a corrompida y envilecida en extremo, y les da lo esté cubierta por un baldón vergonzoso de HU.HCHdl1Ua. ignominia, con tal que se tenga en pie y siga adelante, atención no a que se hizo, C01110 nos cuenta Salustio, pida y envilecida, sino, como aclara Cicerón, a que ya estaba completamente en ruinas y no quedó ni República. Pone en escena Cicerón al mismo Escif,iótt, había hecho desaparecer a Cartago, disputando sobre en una época en que, por efecto de la corrupción desclrir, Salustio, se presentía a muy corto plazo su ruina. En discusión se sitúa en el momento en que había sido uno de los Gracos, el que dio origen, según Salustio, a ves escisiones que surgieron. De esta muerte se hace misma obra. Había dicho Escipión al final del se¡~urld(). «Entre la cítara o las flautas y el canto de voces de cierta armoma de los distintos sonidos, y si falta la hay desacordes, es insufrible para el oído entendido. bién esa misma armonía se logra mediante un concierto 18 Sardanápalo llamarolllos griegos a Asurbanipal (t 627 a.c.), rey ría, tras cuyo poderoso gobierno este imperio entró en decadencia. Sin go, la historiografia griega y latina -de la que depende San A";ustín-~ a ese monarca rasgos y hechos propios de otros reyes asirios: señ,aladaTIaen excesos de su vida lujosa y sensual-comunes a muchos reyes, siglo VIII a.c.- así como su aparatosa muerte, en compañía de su incendio de su palacio decretado por él mismo -posiblemente con la muerte de su hermano Samas-Shum-Ukin- y el hecho, último rey de Asiria -tuvo todavía dos sucesores, hasta que los medos , ron a Sin-Shar-Ishkun-. El epitafio lo da Cicerón, Ttuculanas V, 101.
LA CIUDAD DE DIOS (ll)
173
artístico de las voces más dispares. Pues bien, de este concertando debidamente las diversas clases somedias y bajas, como si fueran sonidos lllusicales, y orden razonable, logra la ciudad realizar un concierto el consenso de las más diversas tendencias. Diríamos que para los ll1úsicos es la annonía en el canto, eso es ciudad la concordia, vínculo el más seguro, y el mejor seguridad de todo Estado. Y, sin justicia, de ningún puede existir la concordia>}19. luego a exponer con más detención y profundidad la de la justicia para una ciudad, así como el enOrIne de su falta. A continuación toma la palabra Filo, uno asisten a la discusión, y solicita que este tema sea con más detenimiento, y que se hable más extensade la justicia, por aquello de que un Estado --así dice no es posible gobernarlo sin injusticia. Escipión, da su consentinuento con vistas a discutir y aclarar el respuesta es que de nada serviría todo lo tratado hassobre el Estado, y sería inútil dar un paso más si no bien sentado no sólo la falsedad del principio anterior: la injusticia», sino la absoluta verdad de este "Sin la más estricta justicia no es posible gobernar un O.U.'V'N,
aplazó para el día siguiente su explicación, y en el libro la materia está tratada muy acaloradamente. Filo tomó disputa el partido de quienes opinan que no es posible sin injusticia, dejando bien claro que su opinión pérmuy otra, y con toda claridad empezó a defender la contra la justicia, como si tratase realmente de decon ejemplos y aproximaciones que aquélla era de para el Estado, y ésta, en cambio, de nada le servía. Ena ruegos de todos, emprendió Lelio la defensa de la Cicerón, De Republica, 2, 42-43. Cicerón, De Republica, 2, 44. La argumentación que sigue sobre el origen ld~melQto del Estado y su relación ontológica y moral con la justicia será en el libro XIX, 21-25, donde deducirá, además, las implicaciones de estos planteamientos.
174
justicia, afirmando, con toda la intensidad que pudo hay tan enemigo de una ciudad como la injusticia, y' un Estado podrá gobernarse o mantenerse firme si una estricta justicia.
2. Pareció este tema suficientemente tratado, con Escipión reanuda su interrumpido discurso. Evoca y su breve definición de república: es "una empresa del había dicho él.Y puntualiza que "pueblo» no es cualollli, po de gente, sino 21.
después la gran utilidad de una definición a la hora de y concluye de su definición que sólo se da un Estado blica»), es decir, una «empresa del pueblO)), cuando se con rectitud y justicia, sea por un rey, sea por una oll:garqí nobles, sea por el pueblo entero. Pero cuando el reyes él le llama "tirano», al estilo griego; cuando lo son los dueños del poder, les llama «facción», y cuando es mismo pueblo, al no encontrar otro nombre usual bién «tirano» al pueblo. Pues bien, en este caso no ;e
dice él- de que la República esté depravada, como en la discusión de! dia anterior; es que así ya no queda tamente nada de República, según la necesaria co:nclluslé tales definiciones, al no ser una «empresa del pueblo», que un tirano o una facción la han acaparado y, por pueblo mismo ya no es pueblo si es injusto: no sería ciación de personas, basada en la aceptación de unas la conlunión de intereses», según la definición de
3.
Por eso, cuando la República estaba tal cómo
cribe Salustio, no era ya la más corrompida e infame,
dice, sino que ya no existía en absoluto, como lo con toda evidencia las razones de la discusión que Estado tuvieron los personajes más relevantes de aquel ces. Como también el mismo Tulio, no ya por boca pión, sino con sus propias palabras, afirma en el comlen¡ 21
LA CIUDAD DE DIOS (1I)
SAN AGUSTÍN
Cicerón, De Republica, 1,25,42.
175
libro, después de recordar aque! verso del poeta Ennio: subsiste es gracias a sus costumbres tradicionales y antiguos»22. «Verso éste -dice- que, por su concisión :rac:id,"d, podría perfectamente haber sido proferido por oráculo de antaño. En efecto, ni estos héroes sin una IgeraCla ciudad, ni las buenas costumbres sin el caudillaje héroes, hubieran sido capaces de fundar ni de mantemucho tiempo un Estado tan poderoso y con un dotan extendido por toda la geografia. Así, en tiempos nnnn·" conducta ciudadana proporcionaba hombres resllg;lO, y estos excelentes varones mantenían las costUlllantiguas y las tradiciones de los antepasados. En cambio, época ha recibido el Estado como si fuera un precioso pero desvaído por su antigüedad.Y no solamente oeSClllClaOlO en restaurarlo a sus colores originales, sino . se ha preocupado siquiera de conservarle los contornos silueta. ¿Qué queda de aquellas viejas costumbres que en pie -dice e! poeta- el Estado romano? Tan Dh"ci,cias las vemos del olvido, que no sólo no se las fosino que ya ni se las conoce. Y de los hombres, ¿qué l'fI,clsaruelntepor falta de hombría han perecido aquellas . Desgracia tamaña ésta de la que tendremos que cuentas; más aún, de la que de algún modo tendremos 'XCUS;lfn,OS en juicio, como reos de pena capital. Por nuesno por una mala suerte, mantenemos aún la Repú-
como una palabra. La realidad, mucho tiempo ha que la . perdido». Esto confesaba Cicerón mucho después, es verdad, de de «e! Mricano», haciéndole discutir sobre el Estado obra, pero ciertamente antes de la venida de Cristo. Si parecen" hubieran sido expresados después de la difuvictoria de! cristianismo, ¿qué pagano dejaría de impudecadencia a los cristianos? ¿Y por qué entonces los no se preocuparon de que no pereciese y se perdiera República que Cicerón, mucho antes de la venida de Cic,erón, De Republica, 5, 1.
J
176
SAN AGUSTÍN
LA CIUDAD DE DIOS (1Il)
Cristo en carne mortal, con acentos tan lúgubres ber sucumbido? Miren a ver los admiradores qne cómo fue incluso en la época de antiguos héroes y tumbres, a ver si estaba vigente la auténtica justicia, o siquiera entonces estuviera viva por sus costumbres, nas pintada de. colores, cosa que el unsmo Cicerón, sin derlo, expresó al exaltarla. Pero esto, si Dios quiere, lo mas en otro lugar [XIX, 21-24]. Me esforzaré en su ruomento por deluostrar que fue nunca un Estado auténtico ((República,,23), po,rqllt( nunca hubo auténtica justicia. Y esto lo haré apoyándC\ las definiciones del mismo Cicerón, según las mente, por boca de Escipión, dejó sentado qué es el qué es el pueblo (apoyándolo también en muchas maciones suyas y de los demás interlocutores de la En rigor, si seguinlos las definiciones nlás autorizadas, manera, una república, y mejor gobernada por los nUilOS que por los nlás recientes. La verdadera justicia te más que en aquella república cuyo fundador y es Cristo, si es que tal Patria nos parece bien llamarla blica, puesto que nadie podrá decir que no es una 23 El término utilizado por San Agustín, siguiendo los usos de política romana, es Res Publica -cosa pública, empresa del mún- y puede equivaler, con los debidos matices anejos a la ción histórica, a la concepción moderna del Estado. En este argumentarse que el término latino hace referencia a una paItiClpai pueblo más directa y continua en los asuntos políticos que la que al delegar el pueblo en la clase política la gestión del Estado. Pero original debería, en rigor, aplicarse sólo a los momentos primeros Publica, en una ciudad más bien pequeña, no ciertamente a la en la que vive y a la que se refiere Agustín, ni siquiera a la Roma Cicerón. Eso en el caso de que tales momentos iniciales hayan sido así, (~públicos», y no más bien, como se desprende de las narraciones a Rómulo, debidos a la voluntad de unos cuantos. El sentido de en el Cónsul como en el Obispo indica no tanto una «iniciativa tú un (!interés del pueblo», un «bien comúfi», aUnque no sea en quien directamente lo decida, y su «participación ciudadana» dice-- se limite a asumir y cumplir lo que la clase dirigente Pc,op()n¡¡a. cisamente este sentido el que permite a San Agustín aplicar la Publica a la Ciudad de Dios.
177
nueblO».Y si este término, divulgado en otros lugares COn .ac epC1(JU distinta, resulta quizá inadecuado a nuestra farde expresarnos, sí es cierto que hay una auténtica en aquella ciudad de quien dicen los Sagrados Libros: pregón tan glorioso para ti, Ciudad de Dios! (Sal. 86, 3).
Libro III
Los males externos de Roma
Adversidades que sólo temen los malvados y que siempre ha padecido el mundo cuan.do ha dado culto a los dioses haber expuesto ya suficientemente, refiriéndome a morales y espirituales (los primeros que se deben cómo los dioses falsos no han puesto ningún interés en a su pueblo que les adoraba, para no sucumbir bajo ese de maldades. Más: han contribuido a que sucumbiera 1m'aHltllLe. Ahora voy a hablar solamente de aquellos que los se niegan a sufrir, como son el hambre, guerra, el pillaje, la cantividad, las torturas y el estilo, ya citados en el libro primero. Los malvados por malo lo que no pervierte a nadie. En cambio da ningún apuro ser ellos mismos malos, entre los biene; Incluso llegan a sentir mayor desazón si su casa de no es buena, que si no lo es su propia vida, como si el bien del hombre fuera tener todas sus cosas en buen exceptnada la propia persona. Pero sus dioses no les ni de estos males, los únicos temibles para ellos, en de plena libertad para su culto. efecto, antes de la venida de nuestro Redentor, por los más dispersos de la geografla, la raza humana ha sufrido innumerables y calamidades, algunas de ellas increÍqué otros dioses adoraba el mundo entonces, sino esexceptuando el pueblo hebreo, y un reducido núpor doquier, fuera de él, que fueron dignos de la divina según una decisión secreta y justa de Dios? Pero, en fin,
178
SAN AGUSTÍN
para no alargarme demasiado, pasaré por alto las enlorm,,, gracias padecidas por todos los pueblos de la tierra, Me exclusivamente a lo relativo a ROlna y sus dominios, a la ciudad como tal y a los países a ella ligados, sea confederación, sea en condición de sometidos, que han sufrido calamidades antes de la venida de ~'''''J, mando con Roma, ya entonces, como el cuerpo del
LA CIUDAD DE DIOS (IlI)
179
menos caer prisioneros en las manos de Aníbal, levanta-
una gigantesca hoguera, y, clavándose las se arrojaron a las llamas con sus familias. ¿Cómo no . aquí estos dioses glotones y embusteros, hamde la grasa de los sacrificios, que andan engañando a con las patraftas de sus oscuros vaticinios? ¿Cómo no
rvimeTo.n aquí para ayudar a esta ciudad, tan amiga de! romano? ¿Cómo no impidieron su destrucción, origi-
20.
Destrucción de Sagunto. Los dioses romanos, a pesar de sucumbíendo por su amistad con Roma, ningún auxilio le prestaron
Pero entre todos los desastres de la segunda guerra ninguno tan desgraciado ni tan digno de lamentar destrucción de Sagunt0 24 Esta ciudad de España, tan pueblo romano, fue destruida por conservarle su IlClelllaao< aquí donde Aníbal rompió el pacto con los romanos, pretextos para incitarles a la guerra. Empezó primero diar ferozmente a Sagunto. Llega la noticia a Roma y envía legados para que levante el cerco. Aníballos oespl:ec se van a Cartago, donde exponen la querella sobre la del tratado de paz, N o prospera la gestión y se tornan a
El tiempo pasa en estas negociaciones y, mientras tanto, desdichada ciudad, opulentísima, muy querida en su Roma, es asolada por los cartagineses a los ocho o nUlever ses. Sólo leer cómo fue su fmal ya causa horror, cu,ant:o) escribirlo. Con todo, lo trataré brevemente, ya que es de interés para el tema en que estamos centrados. En primer lugar estaban los saguntinos consumidos
hambre. Hasta se dice que parte de ellos llegaron a ali'm"nt' de sus propios cadáveres. Al fin, ya cansados de todo, para 24 El sitio de Sagunto, narrado por historiadores como Polibio (Hi',,",,", 11 9-21,8) y, sobre todo Livio (Ah Urbe Condíta XXI, 7) causó la admiración de y de los propios cartagineses. Como miembro ...,...-a pesar de su crítica- de la lización rornana,Agustín deja traslucir esa admiración al describir la hazaña.
precisamente por mantener a toda costa su lealtad? Los por supuesto, fueron quienes presidieron, COlno mediala alianza que unió a Sagunto con Roma, Y ahora es castigada, exterminada a manos de un pérfido por fiehnente lo que ella en su presencia y bajo su aprohabía contraído, por fidelidad a ellos se sentía ligada, y jUlrau.K,nv se había comprometido. ¿No fueron estos misdioses quienes más tarde, con rayos en una tempestad, a Aníbal, ya próximo a las murallas de Roma y lo :yent'lron de alli? Entonces, ¿por qué no actuaron de modo al principio? Me atrevo incluso a afirmar que era para ellos la posibilidad de desencadenar una a favor de los aliados de Roma, a la sazón en peligro fieles a su juramento, y en total ausenc~a de que el hacerlo en favor de los mismos romanos. Estos para ellos y frente a Aníbal disponian de gran can tide recursos. Si fueran los garantes de la felicidad y de la de Roma, le habrían evitado el negro baldón del desasSa¡~urltÍJ~O. ¡Que simpleza creer que Roma no sucumbió victoria de Aníbal por haber tenido a estos dioses por cuando no pudieron echar una mano a Sagunto para su externunio por mantener su alianza! ;S,up,onigalno,s, por ejemplo, que e! pueblo saguntino hubiecristiano, y se hubiera visto en la necesidad de padecer semejante por su fidelidad al Evangelio (aunque, en reanunca se habrían exterminado a sí mismos a sangre y pero en el caso de que hubieran padecido la destrucsu fe evangélica, lo habrían hecho con una esperanza puesto su fuerza en Cristo, no por la recompensa de un
insignificante, sino de una eternidad sin fin. Mas en
180
LA CIUDAD DE DIOS (lll)
SAN AGUSTÍN
relación con estos dioses, a quienes -al parecerto, es lllás, se sienten en la obligación de dárselo: para asegurar la felicidad de estas cosas escurridizas rías, ¿qué nos responderán sus defensores para
bre la ruina de Sagunto, sino lo mismo que responde: muerte del célebre Régulo? Con esta única ooerenc¡ aquel caso se trataba de un solo hombre, y en éste dad entera. Pero en ambos casos la razón de la la fIdelidad al juramento prestado. Por esta Uumua.L mente el uno eligió volver al enemigo, y la Clllci
y admirable la segunda guerra Púnica, tan hodestructora, tan peligrosa, que supo ser vencedor
y domador de Cartago, cuya imagen se nos retrata ntDegaHu a los dioses desde su juventud y educado en ffiITll'LJU
sencia, incluso de la protección de sus 'dioses, se
ahora no sólo renegando de una desdicha semejante tual, sino en medio de atroces tornlentos, C01110 anltaño" lo, o hasta ya totalmente devorados por la muerte.
21.
obra primeramente del procónsul Gneo Mande Galacia, se introdujo en Roma el lujo asiátipe,"lS"v"v que cualquier enemigo 25 . Comenzaron a
moda los lechos de bronce, los tapices preciosos. Se en los banquetes tocadores de arpa y otras liceneplravacion.es. Pero de momento me he propuesto hamales que los hombres padecen contra su voluntad, qWW(J> que realizan con gusto. De ahí que el caso antes Escipión, forzado a abdicar por las acusaciones de sus muerto fuera de la patria que él mismo había libemucho más esclarecedor para lo que estanlOS discu-
aquellos espíritus divinos, de cuyos templos a Aníbal, no le correspondieron: ellos, que (H.lli(.U únicamente por esta felicidad temporal. Pero, ,'''lJLU'LIU califIca este tiempo de óptimas costumbres, he 'O¡J01tuno citar lo del lujo asiático, para que se vea cómo dijo comparándolo con otros períodos de su hísto~tnJC"d,:r
Ingratitud de Roma para con su libertador, Esci¡i,ión.8, moral en el momento en que 8alustio la califica
Entre la segunda y última guerra con los cuando Salustio elogia a los romanos por su conducta rabIe y su perfecta concordia mutua (paso por alto detalles, ateniéndome al plan de la presente obra); en nodo de costumbres ejemplares y magnifica . cipión, el libertador de Roma y de Italia, el que
ante las acusaciones de sus enellllgos per-
,E>:iliaLdo de su patria, la que se había salvado y era libre allUI'J, se retiró a Literno, donde pasó el resto de ,.l)e"p"les de su triunfo tan relevante, no quiso saber ",C[U':lid Roma: se dice que dio órdenes de que ni sifunerales se celebrasen en su ingrata patria, después
de hombres, sino ciudades enteras, teniendo a los
parte? En tal disyuntiva, les dejo a nuestros advelesal elijan la respuesta que más les plazca. Porque si mantenida excita la cólera de tales dioses, pém¡~arLse·.·a peJjuros que los honren. Y si, aun cuando propicios, es posible a los individuos o a las cnld',d',g: víctimas de incontables y dolorosas torturas, es culto con vistas a la felicidad de este mundo. Así de enojarse quienes se piensan desgraciados por la culto a sus dioses. Bien podna ocurrir que, a pesar
181
reinaron costunlbres más corrompidas en nledio de
discordias. entonces -entre la segunda y tercera guerra Púnise promulgó la ley Voconia, que inhabilitaba para a~~~:::::~; tanto desde su planteamiento cristiano como conocedor de
paganas, entiende que el lujo, la riqueza, la molicie, son conpráctica de la virtud, al esfuerzo, a la vida honesta, al ideal romano de y al ideal cristiano de la santidad.
'ff
182
SAN AGUSTÍN
la herencia a la mujer, incluso aunque fuera hija SI es posIble encontrar algo más injusto de palabra y pesar de ello, durante todo el intermedio entre estas rras Púnicas, las desgracias de Roma fueron más que en otros períodos. Solamente el azote de la el ejército en campañas del exterior, sirviéndole sus consuelo. Dentro de Roma no había las discordias trozaban en otros tiempos. Pero en la última Escipión e! Menor, de un solo ataque, destruyó de! poderío romano -de ahí le ha venido el sol)re.not Africano-.Y seguidamente un tal cúmulo de males Estado romano, por causa de su prosperidad y se!gurid .. ca, fuente ésta de inmoralidad y de los males restarlte,¡;' puso de manifiesto ser más nociva la fulnunante tago, que lo fuera su enemistad, tanto tiempo alim"ntad Pasemos revista al período que sigue hasta César quien parece haber arrebatado por completo la llDertacF' romanos; esa libertad que ya ellos mismos no tenían riosa, sino pendenciera, funesta sin nervio alguno y Todo. lo concentró en un absolutismo tiránico, bajo nenClas de una restauración y renovación de la K,epubl1 tenuada por una especie de decrepitud enfermiza'''. este período omitiré los desastres militares, tantas y repetidos, debidos a unas u otras causas,' así conio el Numancia, vergonzoso, horrendo, ignominioso. Mancino se le habían volado los pollos de la jaula; ¡fatal
26 Es cierto que la visión crítica que San Agustín presenta de gusto contrasta con la valoración positiva que da de errlperadlo"" menos absolutistas como Constantino (V, 25) oTeodosio (v, 26). tener en cuenta no sólo que, mientras éstos son cristianos, Augusto -y por tanto, en el esquema de Agustín, servidor de los demonios ciudad terrena-, sino, sobre todo, que Augusto es quien cm'8uma tración del poder político, acabando definitivamente con el «republicano) de Roma y, de esta forma, la ambición termina por por completo, cualquier vestigio de justicia que pudiera quedar terrena. En contraposición --siempre en las categorías 'gc"tinianas,~ tiamsmo de Constantino y Teodosio abrina el carnina a una restaurac,;ófi justicia -dar a Dios lo suyo- y mitigaría con ello el despotismo
LA CIUDAD DE DIOS (IV)
183
dicenF7 COIllO si durante tantos años en los que es-
esta insignificante ciudad, teniendo en jaque al raln.nu, y que ya comenzaba a ser el terror de la Rehubieran atacado los otros generales con augurios
Libro IV
poder de Roma no viene de los dioses, de la Providencia de Dios, que rige el destiuo de los reinos de la Tierra
engrandecimiento del Estado, logrado solamente mediante guerras, ¿debe considerarse como uno de los bienes de la sabiduria o de la felicidad? ásem()s ya a considerar el peso de las razones que asisten ,palsarlos para que tengan la osadía de atribuir la gran arny la larga duración de la dominación romana a esos cuyo culto se empeñan en llamar honesto, cuando ha realizado por Inedia de representaciones escénicas enviley a través de hombres no menos envilecidos. Quisiera obstante, hacerme una breve pregunta: ¿Cuáles son lógicas o políticas para querer gloriarse de la durade la anchura de los dominios del Estado? Porque la de estos hombres no la encuentras por ninguna parte, siempre en los desastres de la guerra, manchados sin de sangre, conciudadana o enemiga, pero humana; enVives (Comentarios a La Ciudad de Dios de San Agustfn, Valencia, 2000, de Rafael Cabrera Petit, voL l, 328) apunta: «Los romanos tenían la de en las guerras llevar consigo unos pollos en una jaula. El que los se llamaba "pullarius". Si los pollos comían con avidez, era un buen y si lo hacían con avidez tal que algo del bocado les caía al suelo, ex. [... ] Era de mal presagio y funesto si los pollos no comían, como le a P. Claudia, hijo del Ciego. Mucho peor si huían de la jaula».Y cita a Cicerón (Pro Murena 28, 58), quien «llama a Numancia y Cartago "dos del imperio"».
184
SAN AGUSTÍN
vueltos constantemente en un telnor tenebroso, en pasiones sanguinarias; con una alegría brillante, sí,
cristal, pero como él frágil, bajo el temor horrible de se por momentos. Para enjuiciar esta cuestión con
vidad, no nos hincbemos con jactanciosas vací',,d"dé", l~O' mos deslulllbrarse' nuestra agudeza lllental por palabras, como «pueblo9), «reinos», «provincias»,
dos hombres (porque cada hombre, a la manera de el discurso, forma como el elemento de la ciudad y por mucha que sea la extensión de su territorio). De hombres, pongamos que uno es pobre, o de clase otro riquísimo. El rico, en esta suposición, vive lleno de telllores, consumido por los disgustos, alnbición, en perpetua inseguridad, nunca tranquilo,
ro posible por el acoso incesante de sus enemigos; por supuesto, su fortuna hasta lo indecible, a base desdichas, pero, a su vez, creciendo en la misma nn,n"r,
LA CIUDAD DE DIOS (IV)
185
iOfuaoez. Son éstos dones muy estimables de Dios para lleuna vida digna y merecer luego la eterna. Porque en tierra) el reinado de los buenos no es beneficioso tanto ellos cuanto para las elnpresas hUlllanas. Al contrario, el
de los malos es pernicioso sobre todo para los que el poder, puesto que arrninan su alma por una mayor bilidaLd de COlneter crímenes. En calubia, aquellos que les sus servicios sólo quedan dañados por la propia iniquiefecto, los sufrimientos que les vienen de señores inno constituyen un castigo de algún delito, sino una
de su virtud. Consiguientemente, el hombre honrado, esté sometido a servidumbre, es libre. En cambio, el aunque sea rey, es esclavo, y no de un hom_bre, sino dueños
COillO
vicios tenga. De estos vicios se expre-
divina Escritura en estos términos: Cuando uno se deja por algo, queda hecho su esclavo (2 Pe. 2, 19).
cúmulo de amargas preocupaciones. El otro, en mediana posición, se basta con su fortuna, aunque
ajustada; los suyos le quieren mucho, disfruta de diable con sus parientes, vecinos y amigos; es pn)tunda¡ religioso, de gran afabilidad, sano de cuerpo, moderado en sus costumbres, vive con la conciencia tranquila.
alguien tan fuera de sus cabales, que dude a quién de preferir? Pues bien, lo que hemos dicho de dos podemos aplicar a dos familias, dos pueblos, dos vando las distancias, podremos deducir con facilidad encuentran las apariencias y dónde la felicidad. Así pues, cuando al Dios verdadero se le adora, y de un culto auténtico y una conducta moral ventajoso que los buenos tengan el poder durante ríodos sobre grandes domiuios". Y tales ventajas tanto para ellos mismos cuanto para sus súbditos. ellos concierne, les basta para su propia felicidad con 28 San Agustín apunta ya aquí una de sus grandes tesis: el Providencia en la Historia: Dios dirige el curso de los siglos en disposición de causas, en la que cabe, sin violentarla, la libertad
Semejanza entre las bandas de ladrones y los reinos injustos . de los gobiernos quitamos la justicia, ¿en qué se cansino en bandas de ladrones a gran escala? Y estas banson sino reinos en pequeño? Son un grupo de homrigen por un jefe, se comprometen en pacto mutuo,
el botín según la ley por ellos aceptada. Supongamos esta cuadrilla se le van sUlllando nuevos grupos de banllega a crecer hasta ocupar posiciones, establecer cuar-
ciudades y someter pueblos: abiertamente se autoreino, título que a todas luces le confiere no la sino la impuuidad lograda. Con toda finu'rofündiclad le respondió al célebre Alejandro Magno un prisionero. El rey en persona le preguntó: «¿Qué tener el mar sometido a pillaje?». «Lo Husmo que a ti el tener el mundo entero. Sólo que a nú, conlO con una ruin galera, me llaman bandido, y a ti, por con toda una flota, te llanlan enlperadon)29. ii
186
SAN AGUSTÍN
11,
Opinión de los maestros del paganismo, según la diversos dioses se identifican con Júpiter
Que afirmen, pues, cuanto les parezca, apoyados nes de orden lisico y en las conclusiones de sus sea Júpiter el alma de este mundo corpóreo, y él pone en movimiento toda esta mole del universo, sobre la base de los cuatro elementos o cuantos les bien que a su hermana y hermanos les ceda sus partes. Que Júpiter sea el éter que abraza desde el aire, extendida por debajo; o bien que sea e! junto con el aire, que por medio de las semillas y fructíferas fecunde la tierra, como a su esposa y madre (ya que esto no es indecoroso entre los dioses); o (no es cuestión de ir recorriendo todas las .. . sea el dios único a quien muchos atribuyen lo más noble de los poetas: «El dios derramado por todas rras, por las anchuras de! mar y las alturas del cie!ü»30. El ullsmo dios llámase Júpiter en e! éter y en el . y Neptuno en e! mar, y Salacia en las profundidades bo, y Vesta en el fuego del hogar, y Vulcano en e! los herreros, y en los astros Sol, Luna y Estrellas, y adivinos Apolo, y en e! comercio Mercurio, y Jano al zar, y Término al concluir. Que sea Saturno en el Marte y Belona en las guerras; en las viñas Líber y mieses Ceres; Diana en los bosques, y Minerva en el de las artes. [... ] Que sea Júpiter, además, la diosa Fortuna ~"W"'''''. cubre de barba a los adultos. (No veo por qué no han en honor a ellos, que esta curiosa divinidad fuera del masculino: Barbado, por aquello de la barba; como el Nodoto, por lo de los nudos; al menos que no se ~"'H"", tuna, sino Fortunio, puesto que tiene barbas). Que siga él quien en e! dios Yugatino enlace a cónyuges; y en mento de desatarle el cinturón a la recién casada, sea 3()Virgilio, Georgica 4, 221-222.
LA CIUDAD DE DIOS (IV)
187
el nombre de Virginiense. En fin, que sea Júpiter el que Mutuno o Tutuno (para los griegos, Príapo)'l ; todo esto es así (de momento no me interesa cuestioqué perderían los paganos con adorar a un solo Dios, un cOlupendio más inteligente? ¿En qué se iba a despreciado, si a él se le daba culto? Porque si se debía cuidado en no olvidar o marginar alguna de sus partes, que lnantaran en cólera, está claro entonces que Jú-
es, como pretenden, la sola fuente vital de este, digaanimador del universo, que contiene en sí a todos a modo de sus propias virtualidades, miembros o Tendría cada parte su propia vida, desgajada de los deuna puede encolerizarse a espaldas de la otra, y nuenserena, la otra se está irritando. Pero tal vez dirán que ha
sentirse ofendido Júpiter todo entero, o sea, en todas a la vez, en el caso de no ser honradas todas ellas, una Esto me parece una estupidez. ¿Cómo va a quedar alguna de las partes, cuando se le honra a él en que es único y lo contiene todo? a dejar de un lado otros rni! detalles. Al afirmar los que todos los astros son partes de Júpiter; que todos vida y alma racional, y que son, por tanto, sin discusión, no caen en la cuenta de! incontable número que dejan a cuántos no les han edificado templos, ni les han altares, y a cuán poquísimos de los astros se lo han condedicándoles sacrificios particulares. Si, pues, se irritan
que no reciben un culto personal, ¿no habrá que ulledo de vivir bajo la cólera del cielo entero, exceptua. cuantas divinidades a quienes se ha aplacado? Ahora procuran honrar a todos los astros honrando a Júpiter, (116-27 a.c.) y Cicerón (106-43 a.c.), entre otros autores pagaal reflexionar sobre las evidentes incongruencias de los mitos y su la justicia y el bien, pretendieron dar una interpretación alegóride los antiguos relatos. San Agustín se burla aquí, con ironía y tal pretensión y muestra, por una reductio ad absurdum, la inconsis. La conclusión es rotunda: la religión pagana no puede admicomo interpretación simbólica del ser divino porque sus misson injustos, obscenos o ridículos.
-188
LA CIUDAD DE DIOS (IV)
SAN AGUSTÍN
que los contiene todos, podrían, en este caso elevarle a todos ellos compendiados en Júpiter: así no habna encolerizarse nadie, puesto que en ese único dios daría marginado. Mejor sena un culto así, que oh'eclérSi unos cuantos, dando pie a una justa indignación en mucho lllás nUlnerosos por cierto, que hubieran sido dos; en especial si ven desde un fulgurante trono son pospuestos a un Príapo con toda su obscena y desnudez.
12.
¿Será Dios el alma del mundo, y el mundo, a su vez, de Dios? Análisis de esta opini6n
¿Qué pensar de 10 anteriormente expuesto? ¿No de interés para hombres inteligentes, mejor dicho, los hombres? No hace falta ser un geuio -si evi·ltarno:,.¡ cusión apasionada- para darse cuenta de que, si alma del mundo, y el cuerpo de este alma es el mismo resulta que Dios es un ser animado, cOlnpuesto de alma. Este Dios es quien contiene todas las cosas en a modo de un regazo de la Naturaleza. De esta del principio vivificante de toda esta mole, deberá su alma la vida y el ahua de todo ser viviente, según que cada uno es por nacimiento, no quedando absol.ut, nada que no sea una parte de Dios. Si esto es así, descubre la profanación tan impía a que damos uno con sus pies pisa algo, pisaría una parte de Dios; cualquier auimal, se degollaría una parte de Dios. No vo a decir todas las ocurrencias posibles, pero, desde podrían citarse sin rubo2 2 •
la
32 Si bien Agustín reconoce en su crítica que idea, alcanzada paganos, de una unidad en Dios es válida, distingue claramente cualquier concepción panteísta, que queda también reducida al trastada con la experiencia inmediata de la individualidad y con sublimidad de 10 divino.
30.
189
Opiniones sobre los dioses paganos expresadas por sus propios adoradores
durante el cargo de augur, se ríe de los augurios, y a los hombres que están pendientes de los graznidos del o de la corneja para poner en regla los caminos de su este académico, que todo lo tiene por incierto, no es de tener autoridad alguna en esta materia. Q. Lucillo aparece hablando en su obra De natura deorum, libro sey admite algunas supersticiones sea fisicas o filosóficas, naturaleza misma de las cosas. Pero nluestra su indigcontra la creación de imágenes y contra las creencias en Éstas son sus palabras: «¿No os dais cuenta de cómo la de una lnanera forzada, ha atribuido a dioses inventados imaginación los descubrimientos llleritorios y útiles en fisico? Este hecho produjo falsas creencias, errores y supersticiones casi de viejas. Todo el mundo conoce la edad de los dioses, su forma de vestir y de ador,;C:0110'CeITIClS incluso sus genealogías, sus casamientos, sus ello trasladado a la manera humaua, llena de nos los presentan con las turbulencias de su espírinos han transmitido sus apetencias pasionales, sus malos sus iracundias. Hasta batallas no han faltado entre los según estas rabulas. y no se trata sólo, como nos relata de un favoritismo a ejércitos contrarios entre sí, unos apoyando a un bando y otros a otro; entre ellos han esauténticas guerras: tal es el caso de los Titanes o el de los Es un desvarío superlativo creer y andar contando llenas de estupidez y ligereza suma». tenemos -dicho sea de paso- la declaración de defienden a los dioses del paganismo. Dice luego que pertenece al campo de la superstición; en cambio, lo de enseñar, según la do'ctrina estoica, pertenece a la y añade: «No solamente los filósofos; son también antepasados quienes han distinguido entre superstición quienes pasaban dias enteros suplicando y hacienlolaciotlespara conseguir que sus hijos continuaran entre :ennv:ientes (superstites) se les llamó snpersticiosos». .1OCIllH,
190
SAN AGUSTÍN
¿Quiéu no descubre los esfuerzos de Cicerón para la religión de sus mayores, separándola de la sUlper'stic tiempo que tiene miedo de herir l;es tradiciones Cll1d;¡d'Ln encontrar el modo de hacerlo? Porque si los antepasados ron supersticiosos a quienes se pasaban el día rogando y do sacrificios de ininolación, ¿no lo serán también
mismo lo reprocha) que erigieron imágenes a los díversidad de edades, y vestimentas variadas, e ¡m¡erltarorv nea generacional, sus matrimonios y sus parentescos?
duda; cuando se tildan de supersticiosas todas estas . quedan implicados en esta culpa los antepasados, ~~"~~,""u adoradores de tales ídolos; más aún, queda implicado él que a pesar de sus esfuerzos por liberarse de ellos en díada discurso, sentía la necesidad de rendirles VC11"'ol.lOn. que en esta disertación suena tan elegante no se atrevería
sitarlo ante el pueblo en uno de sus discursos. N osotros,los cristianos, demos gracias al Señor nuestro
no al cielo y a la tierra, como mamfiesta este filósofo disqmsiciones, sino al que hizo el cielo y la tierra, porque supersticiones que el citado Balbo, como balbuciendo, critica, las ha aniquilado por la profundísima hllmIl!;lci'óÍ Cristo, por la predicación de los apóstoles, por la fe de los tires, que han dado su vida por la verdad y su misma vida ha verdad.Y esto lo ha conseguido no sólo en los corazones personas religiosas, sino también en los santuarios de la
tición, mediante la libre servidumbre de sus segmdores.
31. Varr6n rechaza la opini6n del pueblo y se muestra pairtut'an,o culto a un solo dios, aunque personalmente no llega al corwClmi,en del Dios verdadero33 1. Aún hay más que añadir. Nos duele que el propIO.' rrón haya colocado, entre lo que merece categoría los juegos escénicos, aunque no ha sido por propia 33 Marco Terencio Varrón (116-27 a.c.), hombre de inmensa CUlmra,", tuvo un planteamiento filosófico ecléctico, deudor sobre todo del
LA CIUDAD DE DIOS (IV)
191
bien, cuando se pone a exhortar al culto de los dioses, al de un hombre religioso, en repetidos pasajes de sus esde ¿'no confiesa abiertamente que él no es partidario . estas instituciones creadas por Roma y que, SI en su estuviera fundar de nuevo la ciudad, consagraría otros y les pondría otros nombres, siguiendo un criterio funsobre todo en la naturaleza? Pero, como él ha nacido en :puebllo lleno ya de antiguas tradiciones, reconoce que debe la historia de nombres y sobrenombres de los dioses, ha sido transmitida por los antepasados. Ésta es -dila finalidad de sus descripciones e investigaciones: mover al culto, más bien que al desprecio de los dioses. hombre inteligente como era, da suficientelnente a que no quiere manifestarlo todo, ya que algunos deno solamente merecerían su desprecio, sino que suscita-
la repulsa popular, si no fueran mantemdos en silencio. Podría creerse que todo esto son lnera."i conjeturas llÚas si en
pasaje, hablando él sobre la religión, no dijera con toda ilIqne,," que hay muchas verdades religiosas que no conviene sepa el pueblo; y, al revés, otras que, aunque sean falsas,
bien que el pueblo las tenga en estima. De aquí que los hayan ocultado tras los muros y el silencio la celebrade sus misterios de iníciación. Dejó bien patente aquí lo ,.e trarnanlos sabihondos para dar criterios de gobierno a puey ciudades. Es en todas estas patrañas donde encuentran su deleite los maliciosos demomos, temendo atrapados en manos a engañosos y engañados. Sólo los librará de su tiranía de Dios a través de Jesucristo nuestro Señor. Este mismo autor, tan profundo y tan erudito, afirma que en su opinión sólo han llegado a comprender qué
de Posidonio, del Platonismo y de los cínicos. De sus amplias obras, que en autores como Vitruvio, Plinio y Macrobio, sólo conservamos :memos, B mayor parte debidos a las citas que de ellas da San Agustín -en de Dios hace referencia a las siguientes obras del Latino: Antiquitates ha,nana"""n et divinarum; De w/tu deorum; De gente populi Romani; De Phí-
192
SAN AGUSTÍN
LA CIUDAD DE DIOS (IV)
es Dios quienes lo han creído alma gobernadora dotándolo de movimIento e mfundiéndole una ley. por qué Varrón, aunque no estaba en la plena poseS,lót verdad -puesto que e! verdadero no es un alma, . dor, el autor del alma-, con todo, si se hubiera visto los prejuicios tradicionales, habría proclamado e culto a un solo Dios, ordenador del mundo, que le ' movimiento y le fija unas leyes. Sólo quedaría peIlcliiet él una cuestión: su afirmación de que Dios es el mundo y no más bien el autor de la misma. Durante más de ciento setenta años -sostiene han estado los viejos romanos rindiendo culto a los representaciones visibles.Y añade: «Ojalá se hubiera do esta práctica: mucho más puro sería el culto Como prueba de su aserto aduce, entre otros, el caso blo judio.Y no duda en concluir este pasaje diciendo primeros en levantar estatuas a los pueblos, lo que han es privarles a sus ciudades del respeto y aumentarles sabiamente estaba persuadido de que los dioses eran preciables representados en estúpidas imágenes.Y no han transmitido el erraD}, sino «se lo han aumentado», claram_ente a entender que el error, aun sin tales llllag;en existía. Por eso, cuando afirma que sólo han caído en ta de quién es Dios los que lo creen el alma gobern'ldc)~, mundo, y que la religión sería más pura sin la existencia ídolos, ¿quién no advierte lo cerca que está de la hubiera tenido algún poder contra un error tan grave envejecido, se habría inclinado, sin duda alguna, por e! sin imágenes a un solo Dios, que él creía gobernador del do. En este contexto, tan próximo a la verdad, es poslb,le cayera en la cuenta fácilmente de la mutabilidad del esto le hubiera llevado a descubrir al verdadero Dios algo inmutable, creador del alma misma. A la luz de este hecho, todo el cúmulo de burlas al teÍslllo que hombres como Varrón han consignado en critos, se han sentido impulsados a confesarlas por una riosa voluntad de Dios, más bien que decididos a convence!
193
Si nosotros aduculloS algunos testünonios de esta 10 hacemos para refutar a quienes no quieren darse de cuán dura y maliciosa es la tiranía diabólica de la hace libres aquel sacrificio singular de tan santa sangre y el don de! Espíritu que se nos ha concedido.
"""~U"CO
de utilidad que las autoridades de los gentiles pusieron pantalla para mantener la falsa religión entre los pueblos a ellos sometidos
notar también Varrón cómo los pueblos, en lo tola ascendencia de los dioses, se inclinaron luás por los que por los filósofos. De aquí la creencia de sus antelos antiguos romanos, en e! sexo y en las genealogías así como la atribución de sus uniones luatriEn realidad no parece haber tenido otro móvil que de estos pretendidos sabios y prudentes de engañar al en materia de religión, sirviendo así e imitando a los cuya máxüna pasión es difundir el error34 . En así COillO los demonios no pueden atrapar más que a ya han engañado con trampas, del mismo modo los Wl.auu', no los justos, por supuesto, sino lllás bien los paa los demonios, les inculcaban a los pueblos como aacleras, bajo el nombre de religión, creencias que ellos por falsas. Es así como se las arreglaban para tenerlos estrechanlente encadenados a la sociedad civil, siendo ,ñC>S5:U\'OS como si los tuvieran por súbditos. ¿Qué homen medio de su debilidad e ignorancia, podría escapar Como se ve, la tesi~ de que la religión pueda ser instrumento de manipolítica no es, ni mucho menos, original de Marx, Feuerbach o los Ya los antiguos lo habían advertido y San Agustín mismo -todo un lo reconoce. Pero, a diferencia de las ideologías modernas -negatiex"lul'entes y reductivas, que nivelan todo por un rasero sin matices y en el esquema maniqueo del aut aut-, los pensadores antipaganos como cristianos -Agustín incluido- eran capaces de formas auténticas e inauténticas de religión: mientras las segunesc:lav';zan al ser humano, las primeras 10 liberan y 10 elevan. 34
194
SAN AGUSTÍN
a la vez de las imposturas de los potentados de la los demonios?
LA CIUDAD DE DIOS (V)
195
Libro V
Sobre el destino y la presciencia divina y la providencia de Dios sobre Rotna36 33.
Los períodos tanto de reyes como de reinos están por la decisión y la autoridad del Dios verda,'ero
Dios, pues, el autor y dispensador de la tellCJ,d"!, distribuye l~s reinos terrenos tanto a buenos puesto que El es el solo Dios verdadero.Y no lo y como fortuitamente: es Dios y no la Fortuna. Al lo hace según una ordenación que ha infundido a la sucesión de los tiempos, ordenación oculta para sumamente clara para El. A esta ordenación ternpor.¡],s bargo, Él no está sujeto, sino que es Él quien, . está rigiendo, y, como moderador, ordenando. La cambio, sólo la concede a los buenos. Los siervos o no estar en posesión de ella, y también pueden tenerla los reyes. Con todo, la felicidad plena sólo se aquella vida donde ya nadie será siervo. He aquí la la que Dios concede los reinos terrenos tanto a bWell(JSi a malos: para evitar que sus fieles, niños todavía en el del espíritu, vivan anhelando estos dones como algo importancia35 • Éste es el misterio del Antiguo Testamento, que en su seno al Nuevo: en él las promesas y los dones son terreno. Pero los hombres espirituales de entonces ya dían, aunque no lo predicasen abiertamente, que en realidades temporales se significaba la eternidad, y en de Dios había de cifrar la verdadera felicidad.
35 En su clara afirmación de la Providencia sobre la Historia, San, distingue entre la felicidad verdadera -propia de los buenos- y la de felicidad de los malvados. Pero, simultáneamente y con sumo evita toda interpretación saducea que lleve a identificar los beneficios rales -los reinos de la tierra- como garantía de la bendición divina.
Prólogo ya claro cómo la satisfacción de todos los deseos es la que no es una diosa, sino un don de Dios. De ahí que otro dios debe ser adorado por los hombres más que los puede hacer felices. Si la felicidad fuera una diosa, habría, con toda razón, que adorar. Es hora ya, por que tratemos de averiguar cuál es la razón de que puede conceder los bienes que incluso son capaces quienes no son buenos, ni por lo mismo felices, haya que la dominación rOlnana fuera tan extensa y tan Porque toda esa multitud de falsos dioses adorada por es la autora de tal realidad: lo hemos afirmado ya amy lo volveremos a repetir donde parezca oportuno.
1. El Imperio Romano y todos los demás reinos no se han originado fortuitamente, ni dependen de la posición de las estrellas ,a·c.w;. de la grandeza del Imperio Romano ni es fortui(Utilizo estos términos signiendo la sentencia o el de quienes dicen: es fortuito lo que no tiene causa o que no proviene de ningún orden racional; es fatal este libro, San Agustín realiza una crítica demoledora de las superstiespecialmente las propias de la astrología y de la adivinación; derivadas de concepciones deterministas y panteístas también criracionahnente por el Obispo de Hipona. Conviene recordar que en osant'''lOresa su conversión, eljovenAgustín se dedicó con cierto interés astrología -con gran disgusto de su madre--, lo que significa que su tiene un valioso trasfondo de experiencia propia. En lugar del destino, afIrmará la Divina Providencia como explicación causal última y distintambién con claridad las diferencias entre determinación y condi-
196
LA CIUDAD DE DIOS (V)
SAN AGUSTÍN
aquello que sucede en virtud de un orden necesario, diente de la voluntad de Dios y de los hombres). certeza, es la divina Providencia quien establece los manos. Si alguien se los atribuye al destino por la única que a la voluntad o al poder divinos les llama destino, quede con su opinión, aunque debe cambiar su ¡eIlg1la]e. ¿por qué no decir enseguida lo que ha de decir ae';ptLes, alguien le pregunte qué entiende por destino? Porque al oír esta palabra, lo que entiende por el modo hablar es únicamente la influencia de la posición de los nacer o al ser uno concebido. Para algunos esto es voluntad de Dios; para otros la citada influencia subordinada a ella. Pero en cuanto a los que opinan tros, independientemente de la voluntad de Dios, tanto nuestros actos como los bienes que tenenlOS y que padecemos, a éstos no les debe prestar oídos nadie. dirijo solamente a aquellos que profesan la verdadera sino a cualquiera que se precie de adorar algún dios, falso. ¿Cuáles serían las consecuencias de esta opinión, supresión de todo culto divino y de toda oración a Dios? Pero de momento nuestra discusión no va dirigida los defensores de esta opinión, sino contra aquellos defender a los que ellos tienen por dioses, atacan a la cristiana. Los hay que hacen depender de la voluntad la posición de las estrellas. Éstas, a su vez, deciden la ser de cada uno, y los acontecimientos de la vida tanto como malos. Si reahnente esta opinión sostiene que llas gozan de tal poder, recibido de la suprema Dios, que determinan todos estos sucesos de una luntaria, están haciendo una enorme injuria al cielo: 10 jan a un ilustre Senado y espléndida Curia que ellos- decreta crímenes de tal categoría que, si se le a una ciudad terrena decretarlos, habría que destruirla cionamientos - y esta distinción servirá para consolidar el valor de personal frente a la rigidez del destino-o Su doctrina en estas . cará no sólo la Teología cristiana posterior, sino también fortalecerá occidental por la racionalidad.
197
de toda la raza humana. ¿Qué posibilidad se le deja a dueño de los astros y de los hombres, para juzgar los nULmaUlJS, sometidos a fatalidad astral? (,No son las estre,,-'l1f8m quizá- quienes deciden a su arbitrio tales acanLJ1l,mtos, con el poder recibido, naturalmente, del Dios suellas no hacen más que cumplir puntualmente las divinas al tOlllar esas fatales determinaciones». En este ¿habría que atribuir al mismo Dios lo que nos pareció de la voluntad de las estrellas? posible matización: las estrellas indican, más que realos acontecimientos. Su posición sería COlilO una predel futuro, no una causa determinante (de hecho, ha la sentencia de sabios nada mediocres). Pero no es cierto, el modo de hablar de los astrólogos. Por ejemdicen: «Esta posición de Marte anuncia un homicida», «Hace homicida a ... ». De todas nlaneras, concedamos hablan con propiedad y que deberían tomar de los su lenguaj e a la hora de predecir lo que creen enen las posiciones astrales: ¿Qué es lo que sucede, que han podido explicar por qué en la vida de los mellizos diversidad en sus actos y sus resultados, en sus habilidalos honores recibidos y demás circunstancias de la vida incluso en la misma nluerte, hasta el punto de que se casos mucho más parecidos en este aspecto entre entre los mismos gemelos, separados al nacer por ,,'t,IlLllLdll'Ce espacio de tiempo, y concebidos los dos en un instante, por un solo acto de sus padres?
Hay quienes dan el nombre de destino no a la posición astros, sino a la concatenación de causas que penden de la voluntad de Dios
l05
fIlósofos que con el nombre de destino no se refIeren J';;:~~I~d)~e los astros en el momento de la concepción o ce o del comienzo de algo. Sencillamente hacen a la serie de todas las causas concatenadas que ori-
198
SAN AGUSTÍN
ginan cuanto sucede. N o vale la pena entablar controversia por causa de una palabra. De hecho, ción de las causas y una cierta concatenación de atribuyen a la voluntad y al poder del Dios supn'mos,' creemos, con el ll1ayor acierto y la más plena sabe todo antes de que suceda, y que no deja nada den; de Él nace todo poder, aunque no nace todo La prueba de que con el nombre de destino principalmente la voluntad misma de! Dios sumo, der se extiende a todas las cosas indefec:ti·¡)lemente. los siguientes versos, que, si mal no recuerdo, son Séneca: «Condúceu1e, Padre soberano, dueño de celestes, adonde bien te plazca. Obedeceré sin dem,)ra aquí presto! Haz que yo no quiera; te seguiré con aunque malo, soportaré lo que e! bueno hace con de la mano e! destino al que obedece, y fuerza resiste»37.
Es evidente que en el último verso llama destino poco antes acaba de llamar «voluntad el Padre muestra dispuesto a obedecerle, quiere ser conducido tariamente para no ser arrastrado por la fuerza, ya que destino de la mano al que obedece, y fuerza al que se Viene a apoyar esta sentencia aquellos versos de H,)m.el ducidos al latín por Cicerón: «Son las almas de los corno la luz con que el padre Júpiter quiso él mismo la tierra fecunda»38. Ningún peso tendrían en esta cuestión las op,iniorles poetas. Pero se da la circunstancia de que -según los estoicos, para defender la fatalidad, suelen citar de Hornero. N o se trata, pues, ya de! sentir de un poeta, la opinión de dichos filósofos. Son estos versos los que
37 Séneca, Epistula 107, 11, quien cita a Cleante, Hímno a A versos distintos de este mismo himno alude también San Pablo en so a los atenienses (Hc. 17), y esto contribuyó a que los cristianos medievales asimilaran ciertos elementos estoicos y buscaran cO!lexiioni San Pablo y Séneca -incluida una correspondencia apócrifa entre 38 Homero, Odisea, 18, 136-137.
LA CIUDAD DE DIOS
M
199
lisc:ur:sos sobre el destino, y a través de ellos manifiestan lo que piensan sobre él, dado que llaman Júpiter al ser e! dios supremo, de quien pende, dicen, toda la los destinos.
La presciencia de Dios y la libre voluntad del hombre contra la formulación de Cicerón" Cicerón hace esfuerzos para refutar a los estoicos; una condición: se siente impotente ante ellos no quite de en medio la adivinación. Su afán por estriba en negar la ciencia del futuro. Intenta por tomedios negarla rotundamente: no existe -afirmaalguna de los hechos ni en Dios ni en e! hombre. vía rechaza la presciencia de Dios. Toda profecía, aún que la luz de! día, intenta echarla abajo con arguinconsistentes, y objetándose a sí mismo ciertos fáciles de refutar: pero ni siquiera lo consigue de!
hora de atacar a las teorías de los astrólogos, su retóritriunfante. En realidad, tales conjeturas son de tan ate:goria que por sí mismas se desbaratan. No obstante, )leleaOles, con diferencia, son los partidarios de los destique este Cicerón, que suprime el conocimiento. Porque admitir la existencia de Dios y negar que el futuro es una incongruencia superlativa. miSlllO, al caer en la cuenta de esto, estuvo a punto de fgoillzal aquella sentencia de la Escritura: Dice el necio para este capítulo San Agustín entra en el difícil problema de la conjugalibertad humana y la presciencia divina -problema que entronca más arduo de la predestinación-. En su argumentación, el tiene que salvar, simultáneamente, la ciencia dS Dios -que sabe todas también las que para nosotros (pero no para El) son futuras- y la li~::~~~:~'6~Todo esto, al tiempo que mantiene el rechazo del Destino CI fÚa y predeterminada: la presciencia de Dios sobre las acciono las determina, sino que las prevé.
200
LA CIUDAD DE DIOS (V)
SAN AGUSTÍN
201
los buenos y castigos a los lnalos, pero sin justicia
sí; «No hay Díos» (Sal. 13, 1). Pero no lo puso en pnmelca na; le pareció que estaría lnal visto, que sería m(:ornod¡
hace discutir a Cota sobre esta cuestión en contra de los en su obra De natura deorum. Él prefiere ponerse de Lucilio Balbo, a quien le encomienda defender la Se!lteJne toica, más bien que de parte de Cota, que intenta negar tencia de toda naturaleza divina. En su obra De div'in"tíon( persona ataca abiertamente el conocimiento del motivos que parecen impulsarle son el rechazo del y la defensa de la libre voluntad. Piensa que, una vez ciencia del futuro, la fatalidad es una consecuencia tan como innegable. Pero dejemos que los filósofos se pierdan a su laberintos de sus debates y sus discusiones. Nosotros, al mar la existencia de un Dios supremo y verdadero,
confesando su voluntad, su soberano poder y su pn'SCletí no por eso tenelllOS miedo de hacer sin voluntad
que
tariamente hacemos: de antemano sabe ya Dios lo que hacer; su presciencia es infalible. Fue este temor el Cicerón a impugnar la presciencia, y a los estoicos a todo lo hacemos necesariamente, aunque ellos so,;ti"né,n< destino lo rige todo. 2. ¿Y cuáles son los temores de Ciceróri anle la, ciencia del futuro para que se empeñe en anularla testable discusión? Helos aquí: si los hechos futuros conocidos, han de suceder según el orden de ese nocimiento. Si han de suceder según ese orden, ya minado tal orden para Dios que lo conoce de Ahora bien, un orden determinado de hechos exige determinado de causas, ya que no puede darse hecho sin una causa eficiente anterior.Y si el orden de las
las que sucede todo cuanto sucede, está ya fijado, de -afirma Cicerón- bajo el sino de la fatalídad». así, nada depende de nosotros, no existe el libre voluntad. «Si concedemos esto -prosigue-, se toda la vida humana: ¿para qué promulgar leyes? reprender ni hablar, vituperar o exhortar? Se presc;rilbiJ;
pues, para evitarle a la humanídad unas secuelas tan tan absurdas, tan perniciosas, se niega Cicerón a ad-
la presciencia del futuro. De esta forma somete al espíri.
a un angustioso dilema: es necesario elegir una de
realidades: o que algo dependa de nuestra voluntad, exista el conocimiento previo del futuro. Las dos cosas a -opina él- son incompatibles; afirmar una es anular la . la presciencia del futuro, hemos anulado el albedrío de la voluntad; si elegimos el libre albedrío, he.nulaclo la presciencia del futuro. este gran hombre que es Cicerón, tan sabio, defensor veces y con tanta maestría de los intereses de la hmuapuesto en esta alternativa, elige el libre albedrío. Y así, ¡¡ace,.",,, libres, nos hace sacrílegos. embargo, el hombre que tiene espíritu religioso elige cosas a la vez, confiesa ambas cosas y anlbas cosas las HHO""" en la fe de su religión. ¿Cómo es posible, preCicerón? Porque, si se da el conocimiento de lo por sigue la concatenación de todas aquellas razones que
desembocar en que nada depende de nuestra volunrevés, si admitimos que algo está en nuestra voluntad, argumentos vueltos sobre sus pasos, nos llevan a
que no hay presciencia del futuro. Veámoslo: si
la libertad, hay acciones que caen fuera del destino. Si así, tampoco está determinado el orden de todas las el orden de las causas no está determinado, tampoco et"rnil'nado el orden de los hechos para el conocimiende Dios, puesto que no pueden darse sin unas causas que los precedan. Y si el orden de los acontecino está detesminado en la presciencia de Dios, no ;uced,erá como Ello previó. Ahora bien, si no todo ha tal y como Él lo tenía previsto, luego no existe Cicerón- la presciencia en Dios de todos los
202
LA CIUDAD DE DIOS
SAN AGUSTÍN
3. Contra esta sacrílega e impía audacia nosotros mos que Dios conoce todas las cosas antes de que que nosotros hacemos voluntariamente aquello que conciencia y conocimiento de obrar ll'lovidos por voluntad. No. decimos que todo suceda por el más, afirmamos que uada ocurre bajo su influjo. La «destino», tal como se suele usar, es decir, la .. astros en el momento de la concepción del mLclrruel alguien, es una expresión sin contenido que de como ya hemos demostrado. En cuanto al orden de sas, en el que ocupa un lugar primordial la voluntad ni lo negamos, ni lo llamamos destino, a no ser que «fatum» lo hagamos derivar de fari, que tiene el hablar. N o podemos negar que está escrito en las Escrituras: Dios ha dicho una cosa, y dos cosas que he
«que Dios tiene el poder y el Señor tiene la gracia; que tú uno según sus obras» (Sal. 61,12-13). Las palabras una cosa significan algo inmutable, es decir, que ha una manera irrevocable, tal
COlilO
conoce de una
riable todo lo que ha de venir y lo que Él mismo ha En este sentido podríamos usar la palabra «fatum» como derivada de fari, si no fuera que este vocablo pretarse en el otro sentido, al que no q,uer~m~s ~er . el corazón del hombre. Pero de que para DlOS este do el orden de las causas no se sigue que ya nada nuestra libre voluntad. En efecto, nuestras . pertenecen a este orden de causas, conocido de Dios en un determinado orden, puesto que la hombre es la causa de sus actos. Por eso, quien temano todas las causas de los aconteciuuentos, no norar, en esas rnisluas causas, nuestras voluntades,
también por Él como las causas de nuestros actos. 4. El mismo enunciado concedido por Ci.ceróí nada sucede sin que le preceda una causa eficiente rebatirle en esta cuestión. ¿De qué le sirve afirmar existe sin una causa, pero que no toda causa es que hay causas fortuitas, causas naturales y causas
M
203
haber reconocido que todo cuanto sucede, sucede causa anterior. Nosotros no negaluos la existencia de llamadas fortuitas (de donde ha tomado el nombre . Las llamamos ocultas, y las atribuimos a la volunDios o de cualquier otro espíritu. En cuanto a las naturales, en modo alguno las queremos excluir de la de quien es el autor y el creador de toda naturaleza. a las causas voluntarias, o bien provienen de Dios, ángeles, o de los hombres, o de alguno de los animales, voluntad podemos llamar a los impulsos de los seres privados de razón, cuando, según su propia naturaleapetecen o rehuyen algo. Al hablar de las voluntalos ángeles me refiero tanto a los buenos, llamados «ánDios», corno a los malos, a quienes llamarnos «ángeles o también demonios.Y con los hombres lo mismo, tanto de los buenos como de los malos. }brlSecuentia de lo anterior es que no existen n'lás caude cuanto sucede que las voluntarias, es decir, de esa naturaleza que es soplo vital. Porque tamllarnamclS soplo a este aire o viento. Pero corno es un no es el soplo vital. En realidad, el soplo vital que vivifica, que es el creador de todo cuerpo y de todo es el mismo Dios, espíritu increado. En su voluntad supremo poder, que ayuda a las voluntades buenas, las malas, a todas las ordena, y a unas les concede poa otras se los niega. Del mismo modo que es el Creatoda naturaleza, es el dispensador de todo poder, aunde toda voluntad. En efecto, las malas voluntades no de Dios por ser contrarias a la naturaleza, la cual de Él. de los cuerpos, mayormente están sometidos a untacles, unos a las nuestras, es decir, las de todo ser mortal, y preferentemente los hombres a las bestias, de los ángeles. Pero todos están sometidos princia la voluntad de Dios, de quien dependen también Untacles de todos, puesto que no tienen más poderes les concede.
204
SAN AGUSTÍN
Las causas de los seres que produce, pero no es es Dios. Hay otras causas que también producen,' son producidas, como son todos los espíritus creados, palmente los racionales. Pero las causas corporales, bien son producidas que producen ellas, no hay por bradas entre las causas eficientes, dado que todo reside en lo que la voluntad de los espíritus realiza de ellas. ¿Cómo, pues, es posible que el orden de las está deterrnínado en la presciencia de Dios, haga dependa de nuestra voluntad, cuando en ese rnísmo causas ocupan un lugar importante nuestras VOlUrlra,[lei~ se las entienda Cicerón con los que dicen que este causas es fatal, o más bien le dan el nombre de que a nosotros nos causa repulsa, principalInente rníno, que no se ha solido entender de realidad alguna dera.Y cuando niega Cicerón que el orden de las totalmente determinado y perfectamente presciencia de Dios, se hace más detestable él para que para los estoicos. Porque o bien niega la Dios, cosa que ya intentó, por cierto, valiéndose de fa persona en su obra De natura deorum; o bien, si existencia de Dios, al negarle el conocimiento del hace otra cosa que repetir aquello que diée el necio para hay Dios» (Sal. 13, 1). Porque quien no conozca de todos los acontecinuentos futuros, ciertalnente no De ahí que nuestras voluntades en tanto pueden cuanto Dios las ha querido y previsto que pudieran. to, lo que ellas pueden, lo pueden con toda certeza, ellas van a hacer, lo han de hacer ellas m1snúsimas, previsto Él, cuya ciencia es infalible, que podrían y realizarían. De ahí que, si se me ocurriera aplicarle el de destino a alguna realidad, diría que el destino es lo más inferior, y de lo superior lo es la voluntad, , sometido a lo inferior bajo su poder. Preferiría . que en virtud de ese orden de causas, llamado a4tojo por los estoicos, despojar de su albedrío a luntad.
LA CIUDAD DE DIOS (V)
205
¿Hay alguna fotalidad que tenga dominada la voluntad humana? Ya no hay por qué tener miedo a aquella necesidad de la cual los estoicos hicieron tan grandes esfuerpara distinguir las causas de los seres, de tal forma que a las lograron sustraer de toda necesidad, y a otras las somea ella. Entre las que quisieron dejar fuera de la necesidad un puesto a nuestra voluntad para evitar que no fuesi la dejaba bajo la necesidad. hemos de llamar necesidad, con relación a nosotros, a fuerza que no está en nuestra mano, sino que, aunque quer;¡illOS, ella obra lo que está en su poder, como es la de la muerte, es evidente que nuestra voluntad, caunuestro buen o mal vivir, no está sometida a tal necesiEn efecto, muchas cosas hacernos que, si no quisiéramos, haríamos. Y en primer lugar el querer mismo: si quereexist:; si no querernos, deja de existir: porque no vamos S1 no querenlOs. si definimos la necesidad corno aquello que nos hace «es necesario que esto sea o suceda aSÍ», no veo por qué de temer corno si nos privase de nuestra libertad. De no someternos bajo necesidad alguna la vida y la pres. de Dios cuando decirnos que es necesario que Dios SIempre y lo sepa todo. Tampoco queda disrnínuido su cuando afirmalnos que no puede morir o equivocarse. que no lo puede, pero si lo pudiera su poder sería, tur;lhrIerlte, más reducido. Así que muy bien está que llaomnipotente a quien no puede morir ni equivocarse. . . se muestra en hacer lo que se quiere, no en que no se quiere. Si esto tuviera lugar, ja1nás sería llpot"nt:e. De ahí que algunas cosas no le son posibles, CIs
206
SAN AGUSTÍN
mismas quienes hacen lo que hacemos queriendo. harían si no quisiéramos. Pero cuando alguien SOIJoJrta. pesar suyo, por voluntad de otros hombres, también caso se trata de un efecto de la voluntad, que, aunque sí es una voluntad humana. Sin embargo, el poder en es de Dios. (Porque si se tratase solamente de una que no pudiera realizar lo que quería, estaría lmpe'di otra voluntad más poderosa; e incluso en este caso no sería otra cosa más que voluntad, y no de otro, quien estuviese queriendo, aunque su deseo no cumplir). Así pues, todo lo que el hombre sufre cOlltr,,,, luntad no debe atribuírselo a la voluntad de los homl,re, los ángeles o de cualquier otro espíritu creado, sino aquel que concede un determinado poder a quienes paces de querer.
2. No porque Dios hubiera previsto lo que iba a nuestra voluntad, va a dejar ésta de ser libre. Quien esto previó algo real. Ahora bien, si quien previó el cont,erridc turo de nuestra voluntad tuvo conocimiento no de la sino de algo real, se sigue que, según esa misma pnescier algo depende de nuestra voluntad. Luego nada nos despojar a la voluntad de su albedrío para mantener la ciencia de Dios, ni a negar que Dios conoce el futuro una afirmación sacrílega) con el fin de salvar el libre humano. Por el contrario, aceptemos una y otra verdad y bas las confesamos leal y sinceramente: la una para rectitud en la fe, y la otra para nuestra rectitud en la Mal vive quien de Dios no cree rectamente. Lejos de el que, para afirmar nuestra libertad, neguemos la pr',escien de aquel por cuyo favor somos o seremos libres. Así pues, no son inútiles las leyes, ni las relpn,us:ione:s,rti: exhortaciones, ni las alabanzas, ni los vituperios. Todo taba previsto por Él, y tienen todo el valor que Él previó tendrían. Incluso las súplicas tienen valor para alcanzar que él había previsto conceder a quienes lo pidiesen. Y mente se dan premios a las buenas acciones y se establed castigos para los delitos. Y no peca el hombre por haber
LA CIUDAD DE DIOS (V)
207
que pecaría; es más, queda fuera de toda duda que es él quien peca, porque Aquel cuya presciencia conocía ya que no sería el destino, ni la fortuna, ni
re,ilidlad cualquiera, sino el hombre mismo quien iba a si él no quiere, por supuesto que no peca. Pero si no querido pecar, también esto lo habría previsto Dios.
La providencia universal de Dios, cuyas leyes lo abarcan todo Dios supremo y verdadero, con su Palabra y el Espíritu tres que son uno, Dios único todopoderoso, creador y de toda alma y de todo cuerpo, por cuya participafelices quienes son realmente, no engañosamente feliha formado al hombre como animal racional, comde alma y cuerpo; que, al pecar el hombre, ni lo dejó ni lo abandonó sin misericordia; este Dios, que ha dotanto a buenos como a malos del ser, común con las pie-
la vida vegetativa con las plantas, la vida sensitiva con .anJwalC", la vida intelectual, común únicamente con los
de quien procede todo modo, toda especie, todo or. en quien se funda la medida, el número, el peso; a quien ser le debe su naturaleza, su género, su valor, cualquiera éste sea; de quien provienen los gérnlenes de las formas, las
de los gérmenes y la evolución de gérmenes y de fordio a toda carne su origen, su hermosura, su salud, su
i\1l1dicjad expansiva, la distribución de sus miembros, su saluarmonía; ese Dios que ha dotado al alma irracional de ~':s~~í~'i~~:de sensación, de instintos, y a la racional, adenlás ,., de inteligencia, de voluntad; que se preocupó de no abandonados no ya al cielo y a la tierra, o únicamente a anLgeles y hombres, sino ni siquiera las vísceras de la más nglnrl.caJGte y despreciable alimaña, o una simple pluma de ni a una florecilla del campo, ni una hoja de árbol, sin que una proporción armoniosa en sus partes, y una paz en modo; es totalmente inconcebible que este Dios hubiera 'etendido dejar a los reinos humanos, a sus períodos de domiy de sometimiento fuera de las leyes de su providencia.
208
12.
SAN AGUSTÍN
Conducta de los antiguos romanos) que les mereci6 verdadero, aunque no adorado por ellos, el crecimiento de su poderío'1
1. Veamos ahora cuáles fueron las costumbres de manos y cuál ha sido la causa por la que les ha ayuda para el engrandecimiento de su poder el ro, en cuyas manos están también los reinos de la vistas a una más detenida exposición sobre este punto," escrito en el libro precedente, donde dejamos en claro esta materia el poder de los dioses, a quienes daban ridículo, es nulo. Los precedentes capítulos de este acabamos de tratar tienen por objeto acabar con la del destino, no sea que alguien, ya persuadido de que la gación y el mantenimiento del Imperio ROlnano no se al culto de tales dioses, se lo vaya ahora a atribuir a no destino fatal, en lugar de atribuírselo a la voluntad supremo. Aquellos viejos romanos de los primeros tiempos, a por lo que la historia nos transmite y nos encomia de obstante seguir el mismo camino que los demás países la única excepción del pueblo hebreo-, dando dioses falsos, imnolando víctinlas no a Dios, sino a los . nías; sin embargo, «eran ávidos de alabanza, dinero; su ambición era una gloria elevada y una ¡ortUll" quirida honradanlente})42, Ésta fue su pasión más arclrellte' era la razón de su vivir, por ella no dudaron en entre'gars~ muerte; esta sola pasión por la gloria llegó a ser tan que ahogó a todas las demás. Y como la esclavitud les 41 Al aplicar a la Historia de Roma su concepción de la Prc>viclen,ci, Agustín formula en toda regla una Teología de la Historia. Si bien -como puede verse en este capítulo- que el Obispo bebe de la imperiah propia de la segunda mitad del siglo IV -una teología que zaba» el ideal pagano de una Roma aeterna ac Domina mundi, atribuyerldo tal destino-, sin embargo, el diseño de Agustín se aparta ya aquella noción fuertemente temporal y utópica para afirmar el tundo carácter supratemporal de la Ciudad de Dios. +2 Salustio, Catilina, 7, 6.
LA CIUDAD DE DIOS (V)
209
gn,onllnla, mientras qlle e! ser dueños y señores, una glosu empeño fue desear que su patria fuera primeralibre, y luego la dueña de! mundo. radica el que, reacios a toda dominación monárquica, magistraturas anuales, repartiendo el poder supremo a quienes llamaron c6nsules, derivado de con.sulere (deen lugar de llamarles reyes o se¡,ores (dueños), que se con los términos regnare (reinar) y dominari (impodominio)>>43. Aunque mejor parecería hacer derivar redel vocablo «regiD> (regere), así como «reino» (regnum) «reyes» (reges). Pero les pareció que el fasto regio nr
amor a la alabanza es un vicio. Pero al servir de freno a otros vídos mayores) se le considera virtud ímperios de Oriente brillaron durante largos períodos. quiso Dios que hubiera también uno en Occidente, en el tiempo, pero más célebre que ellos por la vasta de sus dominios. Fue una coricesión que hizo Dios a :,h()mbnes con el fin primordial de atajar los graves males íad,ecíian muchas naciones. Ellos, aunque iban en busca de! la gloria y la alabanza, miraban por su patria. Para ella esta misma gloria, y no dudaron en anteponer la salde la patria a su propia vida. Así, este único vicio suyo, el '.Ciicerón. De legíbus, 3, 8; De republira 1,26,4. Salustio, Catilína, 6, 7.
210
SAN AGUSTÍN
LA CIUDAD DE DIOS
amor a la alabanza, sirvió de contención a la codicia y a otros muchos vicios. Juicio de una gran cordura es llamar vicio al alabanza. Hasta el poeta Horacio lo llega a Perc¡h¡ versos. Dice así: «¿Te sientes hinchado por el deseo banza? Hay infalibles remedios en un librito: si lo veces con atención, te sentirás aliviado»4S.y canta uno de sus poemas líricos para reprimir la pasión nio: «Tu reino será mucho lllás vasto si logras espíritu ambicioso que si consigues acumular de la remota Cádiz hasta Libia, y si las dos ~"~"'!\ rinden»46. Sin em_bargo, quienes no refrenan sus pasiones pes, invocando el Espíritu con fe transida de pI"a'l(\ morándose de la belleza inteligible, al menos se jores por el deseo de alabanza y gloria humanas. precisalnente que se hagan santos, sino HIenos viles. rón, en su obra sobre la República, no pudo pasar este pensamiento. Habla allí de la instrucción de Estado. Y dice cómo se le debe alimentar de gloria, darle cómo sus antepasados han realizado muchas admirables y gloriosas por la pasión de la gloria. N o solamente no ponían los romanos re:S1St:enCJ vicio. Al contrario, pensaban que había que aVIvarle.,: derlo, puesto que lo tenían como útil para la quiera en sus tratados filosóficos Marco Tulio se esta peste: lo afirma más claro que la luz del día. Y de los estudios que es preciso cursar para entrar en de! verdadero bien, y no del viento de la humana introdujo este dicho general y universal: «Es mento de las artes. Los hombres se inflaman en estudio buscando la gloria y yacen SIempre por ciencias que están en descrédito» 47.
er
45
46 47
Horacio, Epistula 1, 1, 36-37. Horacio, Oda 2, 2, 9-12. Cicerón, Tusculanas 1,2,4.
M
211
t:)i/erellci'a entre la pasión de la gloria y la pasión de dominio 48 la pasión por la gloria humana y la pasión por e! hay, evidentemente, una diferencia. Es fácil que quien excesivamente en la gloria de los hombres sienta con ardor el deseo de dominio. Sin embargo, los que la auténtica gloria, aunque sea de las alabanzas humamucho cuidado en no desagradar a quienes juzgan equilibrio. Hay, en efecto, muchos aspectos buenos ióndw:ta, que gran número de hombres valoran correcaunque la mayoría carezcan de ellos. Por estos valores de la conducta es como aspiran a la gloria, al poder y aquellos de quienes dice Salustio: «Éste lo hace por legítinlo»49. el que sin tener ambiciones de la gloria que le infuniornbre temor de desagradar a los jueces de rectos criteIl1bici(llla el dominio y el poder, llega incluso con frecuenpor los caminos declarados de! crimen, aquello que . Por eso, el ambicioso de la gloria, o la busca por camiI\IUII1C», o bien lo intenta, sin lugar a dudas, con astucias y queriendo aparecer un hombre honrado, sin serlo. gran virtud es en el hOlllbre, ya virtuoso por otros el despreciar la gloria! Este desdén lo conoce Dios tanlenlte, aunque queda oculto al juicio de los hombres. que a sus ojos realice para que vean que desprecia la ocurrir que sea tomado por algunos sospechosos iutento para buscar alabanzas, o, en otras palabras, una . personal, sin que pueda demostrarles que es distinsospechan de él. Pero el que desprecia e!juicio de
"n "g,,,,m distingue las pasiones que pueden mover a la acción humana cierta jerarquía, en nmción de las consecuencias generales a las que consonancia con la tradición filosófica clásica, afIrma que las pasiones ~tar sc,m"ticlas a la razón y -yendo más allá de la tradición dásica- conla n-usma razón debe someterse a Dios para poder alcanzar el bien obesta forma, su crítica no se detiene en las posiciones epicúreas o en el dominio y gloria de Roma, sino que ataca los mismos cimientos del ideal ~lpropio de los estoicos, pero también de otras escuelas filosóficas-o 'alU";w, Catilina, 11, 2.
212
SAN AGUSTíN
los aduladores, desprecia también la temeridad de los ch050s, aunque no su salvación; si se trata de un homt)re; mente bueno: tiene tal poder la bondad de quien ha las virtudes del Espíritu de Dios, que ama incluso a sus gos, y los ama hasta el punto de querer la conversión enemigos y calumniadores para tenerlos como CUlll¡JaIl'erc en la patria terrena, sino en la suprem_a. Y en cuanto- a miradores, aunque tenga en poca estima sus alabanzas, nosprecia, en cambio, el ser amado por ellos: no
ñar a quienes alaban, no sea que decepcione a qUleIlles Ésta es la razón por la que el justo ardientemente las alabanzas vayan dirigidas a Aquel que es fuente de en el hombre merece una justa alabanza. Pero si hay un ser humano que, despreciando la está ávido de dominio, éste supera a las bestias, ya crueldad, ya sea en lujuria. Así fueron algunos rolna,", por haber perdido la preocupación por la estima de ambición de dominio. La historia nos pn)p,)rc:iotb chos de estos ejemplos. Pero el primero que dll;dllZO bre, y, como si dijéramos, el colmo de este vicio, fue N erón, cuya lujuria fue tan corrompida que de él recía temer arranque alguno viril; y su crueldad fue de no haberlo conocido, nadie creería en él un afeminado. También a esta clase de hombres les concede el camente la providencia del Dios supremo cuando' de tales gobernantes las empresas humanas. es clara la voz de Dios. He aquí las palabras de la . duna: Por mi reinan los reyes, y por mi tienen dominio los tiranos (prov. 8, 15).Y no se piense que el término se refiere no precisanlente a los reyes perversos y sino, según la acepción arcaica, a los valientes. (Así verso de Virgilio: «Será para mi prenda de paz haber do la diestra de un tiranQ),50). Para evitar esta ü'~teTp:r, dice en otro lugar claramente la Escritura de Dios: a un. rey bribón por la perversidad del pueblo Gob.34, SOVirgilio, Eneida 7,266.
LA CIUDAD DE DIOS (V)
213
Ya he explicado suficientemente, según mis posibilidades, han sido las razones por las que el Dios único, verdadero ha prestado su ayuda a los romanos, que fueron buenos ciertos criterios de la ciudad terrena, para conseguir
la
de tan grandioso imperio. Con todo, pueden existir otras ocultas según los diversos merecimientos del humano conocidas más por Dios que por nosotros. De hecho, las personas auténticaInente religiosas es incontrovertible
sin la verdadera piedad, es decir, sin el auténtico culto al verdadero, nadie es capaz de poseer la verdadera virtud, y deja de ser verdadera cuando se supedita a la gloria humana. cuanto a los que no son ciudadanos de la ciudad eterna, por nuestras sagradas letras Ciudad de Dios, son más a la ciudad terrena cuando poseen la virtud, aunque nada la gloria hUlllana, que cuando ni siquiera ésta poseen. los que, dotados de una piedad verdadera, llevan una mtachable, si poseen las ciencias del gobierno de los pueno hay nada más feliz para las empresas humanas cuando coincidencia de que, por la misericordia de Dios, tienen el en sus manos. Esta clase de hombres, por muy excelsas sus virtudes, las atribuyen exclusivamente a la gracia de que a instancias de sus deseos, de su fe y de sus súplicas se concedido. Son conscientes, al mismo tiempo, de todo lo falta hasta llegar a la perfección de la justicia, a la medida se practica en aquella sociedad de los santos ángeles, la cual ellos se esfuerzan en disponer.Y por mucho que se se pregone la virtud, que, privada de la verdadera piedad, servicio de la gloria humana, no admite cOll'lparación con comienzos nlás pequeños de los santos, cuya esperanza se en la gracia y en la misericordia del verdadero Dios.
Someter las virtudes a la gloria humana es tan vetgonzoso como someterlas a las pasiones corporales filósofos que en la virtud ponen el bien supremo del pretenden avergonzar a otros filósofos que aprueban, las virtudes, pero las miden por el rasero del placer
214
SAN AGUSTÍN
corporal, su fin último, al que hay que tender -mr'en' apetecer por sí llusmo, y las virtudes únicamente sOluetí,
él. Para lograr este objetivo suelen pintar, de palabra, nn so cnadro: e! placer (va/uptas) , como si fuera una dehcada sentada en un trono real. A su alrededor, y sometidas a esclavas, las virtudes, pendientes de! menor gesto de su para cumplir lo que ella ordena. Da órdenes a la pf1~d',n(:i, investigar con vigilancia el modo más oportuno de
el reinado y la seguridad de la sensualidad. A la ]US:l:!cla órdenes para que haga todos los beneficios que estén cance con objeto de conseguir las amistades necesarias satisfacción del cuerpo; que no haga injuria a nadie, no
la transgresión de las leyes imposibiliten la seguridad cer. Da órdenes a la fortaleza para que si sobreviene un corporal que no arrastre a la muerte, lllantenga va:~ellten en su pensamiento a su señora, es decir, la sensualidad
tera, para que e! recuerdo de las delicias pasadas . aguijón de los presentes dolores. A la templanza le da para que ponga mesura en los alimentos y demás sea que el exceso iumoderado y peljndicialllegue a salnd corporal, con lo que quedaría gravemente reina, el placer, que, según los epicúreos, reside prm(:1p:lll en la buena salud corporal. De esta suerte, las virtudes, con toda' su gloriosa
quedan esclavizadas por el placer, como si fuera una zuela mandona e impúdica. Nada más ignominiosos, forme, más insoportable que la visión que ofrece este los hombres de bien, dicen estos filósofos; y dicen imaginamos otra pintura parecida, representando .las
al servicio de la gloria humana, no creo que qnedase mente reflejada la belleza que se merece. Porque, gloria humana no sea una mujer sensual, sí está,
grado, hinchada y llena de vanidad. Por ello es n'lm~ll peculiar solidez y firmeza de las virtudes rebajarse vas, de forma que nada programe la prudencia, nada la justicia, nada soporte la fortaleza y nada modere la za, si no es del agrado de los hombres y se somete a gloria.
LA CIUDAD DE DIOS (V)
215
que no traten de excusarse de este baldón quienes, ina la estima ajena y menospreciando la gloria, se comen sí l1llsmos, teniéndose por sabios. Su virtud -si es existe alguna- está sometida de otra manera a una cierta hUlnana, ya que quien se complace en sí lnismo, no cosa que un hombre. Pero el que tiene una auténtica
religiosa, creyendo, esperando y ama~do a Dios, pone ,mter,es por las cosas que le desagradan a El que por aquéhay en él- que le agradan no a sí mismo sino todo esto, que podia darle pie a la complacencia, únicamente a la misericordia de Aquel a quien desagradar, dándole gracias por las llagas curadas y elesúplicas por las que aún le quedan por curar.
Segundo volumen (VI-X)
,LC)llu:a los paganos que adoran a los dioses en esperanza de una vida inmortal PARA LA SELECCIÓN DE TEXTOS DEL VOLUMEN SE-
Todavía dentro de la pars destruens de La Ciudad de libros VI-X contienen la refutación de San Agustín al en su vertiente filosófica. Si en el primer volumen con dureza la religión politeísta. en éste la crítica es moderada: el Obispo, que no puede negar del todo neoplatónica, reconoce el valor que tiene la Filosofía conlooe! a Dios, y así muestra cómo los grandes filósofos a descubrirlo e intuir, aunque sea en sombras, el verd"deTO. Sin embargo, no han sido capaces de sacar conclusiones y, por tanto, también la Filosofía pagana insuficiente: no se puede alcanzar la felicidad eterese camino, sobre todo porque los filósofos han equiel rumbo y han mezclado en su investigación de la . elementos de falsedad -por ejemplo, al pretender enun sentido oculto en los mitos politeístas-, o de sovanagloria -buscando más la propia gloria que la de En conclusión, por tanto, sólo Cristo se manifiesta canninLo para la felicidad eterna. [217] i ¡
218
LA CIUDAD DE DIOS
SAN AGUSTÍN
En la selección de textos de este volumen pueden trarse fragmentos con la siguiente tenlática: Libro VI. La mitología está plagada de contradicciones, errores pezas. San Agustín cita la división que Varrón hizo de la en tres clases: fabulosa, civil y natural (capítulo ga las dos primeras como claramente falsas y bas (capítulo 6) y recuerda que Séneca -a de Varrón- fue más duro con la civil que con la losa por parecerle indigna del Estado (capítulo 1 Libro VII. Lo mismo que la religión civil de Roma. Varrón pretendía justificar la religión civil por un sentido alegórico de los mitos y ritos paganos lo 5); de esta forma, esos mitos explicarían que el alma del mundo (capítulo 6). San Agustín esas tesis y propone buscar el origen del pagalDlSJt1Í la adulación (capítulo 18). Para evidenciar la falsedad e inhumanidad del reporta los ritos crueles en honor de "'¡;U"U' señaladamente el culto a la Gran Madre (CapltlUO' con lo que muestra que el paganismo extmvía , hombres (capítulo 27). Señala después varias incongruencias en la 'le'ología niana (capítulo 28) y en lugar de esas 'A~WC._.'~ pone como causa de todo a Dios (capítulo trascendencia divina distinguiendo con clandlad el Creador y sus creaturas (capítulo 30) y mostrando que el Cristianismo desenmascara ños de los falsos dioses (capítulo 33). Libro VIII. Sólo en la filosofía puede encontrarse algo de también en ella hay errores. En este libro, de honda significación filosófica, dialoga con el Platonismo -en sus varias ciones-, por cuyos autores siente gran
219
quienes considera los mejores filósofos y los más aptos para esta discusión (capítulos 1 y 5). Ofrece una síntesis de la Historia de la Filosofia, con las doctrinas de los presocráticos (capítulo 2), de Sócrates (capítulo 3) y de Platón (capítulos 4-8). Aunque admite la excelencia del Platonismo (capítulo 9), se reafirma en la superioridad del Cristianismo (capítulo 10). entrar ya en la Teología platónica, aventura la hipótesis de una supuesta influencia del Antiguo Testamento en Platón (capítulo 11) Y señala después la incongruencia de un Platonismo que, conociendo a un único Dios, aprueba el politeísmo (capítulo 12). Resalta la vinculación de la divinidad con el bien, propia de los platónicos (capítulo 13). partir de la clasificación de las almas -celestes, aéreas y terrenas- (capítulo 14), expone y critica la demonología de Apuleyo (capítulos 16,21,25), Y propone otra hipótesis sobre el origen del paganismo: el culto a los muertos (capítulo 26), pero tiene mucho cuidado de distinguirlo de la veneración que dan los cristianos a los
mártires (capítulo 27). IX. El único que puede dar esperanza de inmortalidad es Cristo. 1,Contin,úa el diálogo con la Filosofia, centrado ahora en las pasiones y la felicidad. Sobre lo primero, expone la doctrina de los peripatéticos y estoicos (capítulo 4). Y la distingue de la concepción cristiana (capítulo 5). Sobre lo segundo, al plantear la posibilidad de ser felices siendo mortales (capítulo 14), muestra la necesidad de encontrar un mediador que nos libere de la mortalidad -el cual sólo puede ser Cristo (capítulos 15 y 17) Y no ningún demonio (capítulos 16 y 17)-. X. Por eso la única religión válida es la que adora al único
Dios verdadero. centrar la cuestión del verdadero culto, comienza ci-
tando la doctrina plotiniana de la iluminación (capítu-
220
SAN AGUSTÍN
LA CIUDAD DE DIOS (VI)
lo 2) Y muestra luego la incongruencia del en reconocer a Dios y no adorarlo (capítuló gue la adoración de Dios de otras formas de ción (capítulo 4) y define e! sacrificio pe,tfelct", debido a Dios, como una obra divina que se en las obras de misericordia (capítulo 6). Reporta después la opinión de Porfirio sobre la ción del alma (capítulo 23) y la critica, eS(;1OH'C1' Cristo como el único que puede pUH,.e.m.lUS lo 24). Contrasta la doctrina de la bnCalJnaCle'n tesis de Porfirio (capítulo 29) y rechaza finahrle: teoría de la coeternidad de! alma y Dios (ca:pítlUl
Libro VI
Varrón y teología fabulosa
5. Tres géneros de teología según Varr6n: uno,j'ab,"loso¡' otro, natural, y el tercero, civíl51 1. Pasamos a ver qué son los tres géneros de tec,lol5li [Varrón] afirma, es decir, la ciencia que trata de los que reciben e! nombre de mitico, físico y civil. En admitiera el uso, llamaríamos al primero propio de las llamémoslo fabuloso, pues el mitico está tornado· de la que en griego se llama mito, mythos. El nombre del e! natural, ha sido admitido ya por el uso. Y el de! tercer·Ó; es expresión netamente latina. Dice a continuación: mitico el que usan, sobre todo, los poetas; natural el los filósofos, y civil, el que usa el pueblo». En el primero -dice- que he citado se eucu"ntran chas mentiras contra la dignidad y la naturaleza de los tales. En él se dice que un dios procede de la cabeza; 51 Esta división tripartita que San Agustín encuentra en Varrón otro pasaje (IV, 27) atribuye a Quinto Mucio Escévola, parece ren"olít" ta el estoico medio Panecio de Rodas (ca. 185-110 a.c.).
221
otro de gotas de sangre. También se dice que los dioses han cometido adulterios, han sido esclavos del Finahnente se atribuyen a los dioses todos los desatipueueu sobrevenirle hasta al hombre más despreciaciertamente, como podía, como se atrevía y se juzimpune, expresó sin sombra alguna de ambigüedad qué grande se irrogaba a la naturaleza de los dioses con mentirosas. Pero hablaba no de la teología natural, civil, sino de la fabulosa, que libremente juzgó merecía
rOD'auu,
Veamos qué dice de la otra: «La segunda clase que seaquella de que nos dejaron muchos libros los filósofos: se explica cuáles son los dioses, dónde están, cuál es su sus cualidades, desde cuándo existen o si son eterson de fuego, como piensa Heráclito; o de números, dice Pitágoras; o de átomos, como afirma Epicuro.Y así explicaciones por el estilo que más fácilmente pueden los oídos dentro de los mutas de la escuela que fuera encontró culpable en la otra clase de teología, que natural, y que es la del campo de los filósofos: solamenlas controversias entre ellos mismos, que dieron origen de sectas disidentes. Retiró, sin embargo, esta filola calle, es decir, del vulgo, y la encerró en los muros .es
222
SAN AGUSTÍN
¡Oh religiosidad de los oídos del pueblo, . mano! ¡No pueden soportar las disertaciones de sobre los inmortales, y no sólo soportan, sino que gusto las composiciones de los poetas y las re!ore'se! de los cómicos, que van contra la dignidad y naltur:lIe~ mmortales y que no pueden aplicarse ni al más vil de bres! Y aún más, tienen por cierto que esto agrada los mismos dioses y que se les debe aplacar con 3. Dirá alguien: distingamos estas dos clases de la mitica y la física, esto es, la fabulosa y la natural que aquí se trata, ya que él también las distingui6 ahora cómo explica la civil. Ciertamente veo las distinguen a la fabulosa: falsedad, torpeza, mdlt;ni,da,l. empero, de distinguir la natural de la civil, Pues que confesar que la misma civil es natural, ¿qué tiene de reprensible para excluirla? Y si la llama civil no, es natural ¿qué recomendación tiene se la admita? Este es el motivo por el cual escribió las cosas humanas y después de las divinas, porque en divinas no siguió la naturaleza, sino las instituciones hombres. Examinemos ya la teología civil: «La 'tercera clase es ce-la que deben conocer y poner por obra en las . sus habitantes y de modo especial los sacerdotes. En contienen los dioses que debe honrar cada uno y las nias y sacrificios que debe realizan>. Prestemos también ción a lo que sigue: «La primera teología -dice-- se más bien al teatro, la segunda al mundo, la tercera a la ¿Quién no echa de ver a cuál concede la palma? Ci'ertarrle a la segunda, que dijo arriba era la de los filósofos. Pues que ésta. pertenece allllundo, lo más excelente, dicen éstos) hay en las cosas. En cambio, ¿distingue o separa las otras dos teologías,!a teatro y la de la ciudad? Pues vemos que no siempre lo propIO de la cmdad puede referirse también al mundo, vemos que las ciudades están en el mundo. Puede, en
LA CIUDAD DE DIOS (VI)
223
que por influjo de falsas opiniones, se dé crédito y la ciudad a dlvlmdades cuya naturaleza m eX1ste en el ni fuera del mundo.Y, en cambio, ¿dónde se encuentra sino en la ciudad? ¿Quién fundó el teatro, sino la 'Para qué lo fundó, sino para las representaciones ese, Dónde se encuentran las representaciones escénicas, fas cosas divinas, sobre las cuales se escribe en estos tal agudeza?
teología mítica (esto es,fabulosa) y la civil, contra Várr6n ¡Oh Marco Varrón!, siendo el hombre más ingenioso sabio sin lugar a dudas, pero al fin hombre y no dios, y 1~;:~:~.~~~p1P):ror el Espíritu de Dios a la verdad y a la libertad i~". y anunciar los divinos misterios, aciertas, sin a penetrar la diferencia tan grande que existe entre divinas y las bagatelas y mentiras humanas. Y, no obstemes chocar contra las opiniones y costulllbres viciosÍde los pueblos en las supersticiones públicas. Que éstas de la naturaleza de los dioses, aun de tales dioses cualos elementos de este mundo sospecha la debilidad del humano, bien lo percibes tú uusmo cuando los consien todos sus aspectos, y lo repite el eco de toda vuestra ¿Qué puede hacer aquí aun el más sobresaliente inhumano? ¿Qué te ha favorecido a ti la doctrina humana elevada y múltiple que posees? D,,,e:,, rendir culto a los dioses naturales y te ves forzado a a los civiles; descubriste que otros eran fabulosos, contra cuales puedes volcar con luás desembarazo lo que sientes, lo cual, quieras o no, salpicarás también a estos civiles. Dices,
duda, que los fabulosos están acomodados al teatro, los natual mundo y los civiles a la ciudad; pero el mundo es obra y las ciudades y los teatros son obra de los hombres.Y no distintos los dioses que son objeto de burla en los teatros y adoración en los templos; ni ofrecéis juegos a otros que a los inmoláis víctimas. ¿Con cuánta mayor libertad y agudeza lividirias estas cosas, llanlando dioses naturales a unos y esta-
224
SAN AGUSTÍN
blecidos por los hombres a otros? Pero añadiendo establecidos por los hombres, una cosa sienten otra los sacerdotes, y que unos y otros coinciden de en la falsedad que en ambos se sienten complacidos nios, que tienen por enemiga la doctrina de la 2. Dejando de momento a un lado la te{)]o,gía man natural, de la cual trataremos después, ¿parece tar ya o esperar la vida eterna de los dioses po'etlcos, histriónicos, escénicos? En 1110do alguno; antes Dios verdadero de tan monstruosa y sacrilega ¿Cómo? ¿Se puede solicitar la vida eterna de aql~ellos quienes agradan y aplacan estas cosas, renovándose cuencia alh sus crímenes? Nadie, pienso yo, lleva hasta el punto de precipitarse en impiedad tan consiguiente, ni por la teología fabulosa, ni por la uno conseguir la vida inmortal. Aquélla, con ficciones, Sielllbra torpezas sobre ésta las cosecha con su apoyo; aquella esparce mentir:ls,i recoge; aquélla ataca las cosas divinas con falsos crím"n, acepta entre las cosas divinas la representación de esos nes; aquélla celebra en sus versos las nefandas ficciones hombres sobre los dioses, ésta las consagra en las de los mismos dioses; aquélla canta los crímenes y los ruoses, ésta los ama; aquélla los publica o los confirma los verdaderos o se deleita con los falsos. Las dos inmundas y condenables, pero aquélla, que profesa públicamente su corrupción, y ésta, que es de la se engalana con la inmunrucia de aquélla. ¿Puede vida eterna de todo esto, que está mancillando la temporal? ¿O acaso deshonra la vida el contubernio hombres nefastos, si se mezclan en nuestros afectos y nes, y no la contamina la conlpañía de los delll0rllOS, honrados por sus crímenes, si son verdaderos esos crím"ne perversos ellos, y si son falsos, tan torpemente hourados? 3. Al decir esto quizá le pueda parecer al 19I1U'.dW estas cosas que sólo las composiciones de los poetas y
LA CIUDAD DE DIOS (VI)
225
escénicas sobre tales dioses son indignas de la diviriruculas y detestables, y, en cambio, las ceremorealizadas no por histriones, sino por sacerdotes, jUleI!1Ca{las y ajenas a toda indecencia. Si esto fuera así, peJ1Sanajamás celebrar en honor de los dioses torpezas ni los Husmos dioses exigirían nunca se les dedicasen. re'''''UHU' ,e, como en los templos se realizan semejanig¡lidlad.es, no se avergüenzan de representarlas en los honor de los ruoses. al empeñarse el citado autor en distinguir, tercera en su género, la teología natural de la fabulosa y . parece quiso entenderla más como una combinaambas que como separada de ellas. Dice, en efecto, que escriben los poetas es menos de lo que deben seguir los y, en cambio, lo que escriben los filósofos es más de puede penetrar el vulgo. «Estas cosas, a pesar de ser tan -dice-, sin embargo, de una y otra se han tomado elementos para la teología civil. Por lo cual escribicon la civil lo que tiene de común con los poetas; por de tener más afinidad con los filósofos que con los . por consiguiente, aún alguna con los poetas. sin embargo, afirma en otro lugar que sobre la genealogía dioses los pueblos se han sentido más inclinados a los poea los filósofos. Cierto, aqui rujo lo que se debe, alli lo que pues los filósofos escribieron para aprovechar; los poetas :.de:lei·tar.Y por esto lo que escribieron los poetas y no deben los pueblos son los crinlenes de los ruoses; que, no obstan, __ .. _____ a los pueblos y a los ruoses, ya que, corno dice, los escriben buscando el deleite, no el provecho. A pesar de escriben lo que los dioses piden y los pueblos celebran.
Libertad de Séneca, que reprende con más ardor la teologia civil que Vcirr6n la fabulosa La libertad que le faltó a Varrón para reprender abiertala teología urbana, tan semejante a la fabulosa, corno, rea ésta, no le faltó en todo, aunque sí en parte, a Anneo
226
SAN AGUSTÍN
Séneca, que por algunos documentos sabemos
tiempo de los Apóstoles. La tuvo ciertamente aunque le faltó en su vida. Eu el libro que comr'us, supersticiosos reprendió con mucha mayor aOllli,1á gor la teología urbana y civil que Varrón la "-"Udn' Dice hablaudo de las imágeues: «Dan a conocer inmortales e inviolables en la más baja e in:;en,sib dándoles figuras de hombres, de fieras y de gunos hasta darles diversos cuerpos mezclando gan a lla111ar dioses a los que, si encontráralllos de vida, tendríamos más bien por monstruos».
Un poco más adelante, al anunciar la te()jogí'I.L después de clasificar las opiniones de ciertos fil,ósc)fo: tea la cuestión diciendo: «Al llegar aquÍ dirá creer yo que el cielo y la tierra son dioses, y sobre la luna y otros debajo? ¿Puedo estar de Platón o el peripatético Estratón, de los c)1a1es el un dios sin cuerpo y el otro sin alma?». El mismo «Pues qué, ¿te parecen más veraces los sueños de
Rómulo o Tulo Hostilio?Tacio consagró como diosa na; Rómulo a Pico y a Tiberino, y Hostilio a Pavor y más sombríos afectos del hombre, de los cuales el agitación de la mente aterrorizada, el otro la del no como enfennedad, sino corno co101'». ¿Se puede tener por dioses a éstos y admitirlos ¡Con qué libertad habló de los ritos tan torpes y uno se mutila en sus partes viriles, el otro se corta
de los brazos. ¿Cómo podrán temer la ira de los rul)Ses., así los aplacan? Dioses que se complacen en esto no culto alguno. Tan grande es el desvarío de la mente y fuera de sí que piensan se aplacan sus dioses con que no llegaron a practicar ni los hombres más piadados. Despedazaron los tiranos los cuerpos de no mandaron a nadie desgarrar los propios. Algunc.s castrados por la voluptuosidad tiránica, pero nadie por su señor puso las manos sobre sí para dejar de ser se despedazan a sí mismos en los templos, y ruegan heridas y con su sangre. Si alguno tiene oportunidad
LA CIUDAD DE DIOS (VI)
227
y lo que sufi'en, hallará cosas tan indecentes para los tan indignas para los libres, tan opuestas a los cuerpodrá dudar de su locura si fueran muy pocos; :111'U""UU de los locos es garantía de cordura». luego a recordar las cosas que suelen hacerse en
y las reprueba con decidida intrepidez; y ¿quién sino burlones y locos los que las practican? Se .• bllrl'ldc del llanto por la pérdida de Osiris en los misEgipto y del gran contento por su hallazgo. Esa pérhallazgo no son sino ficciones; pero se expresa con
er";lOa.a el dolor y la alegría de los que nada habían
ni encontrado. esa locura -dice- tiene una duración limitada. la expresión de la locura una vez al año. Llegué al causaría vergüenza la demencia generalizada que el tomó como un deber. Uno somete las divinidades le dice la hora aJúpiter; otro está como lictor; otro .mas
,inJ:ormaln de su causa a los mismos. Un hábil director de viejo ya y decrépito, representa una farsa a diario en como si los dioses contemplaran con agrado al hombres habían ya abandonado. AlIi están ociosos toda artífices) que sirven a los dioses- inmortales». añade un poco más adelante: «Sin elubargo, éstos hacen una ofrenda superflua, pero no torpe ni deshonrosa;
hay que se sientan en el Capitolio y piensan que son por Júpiter, sin atemorizarse por la consideración de más iracunda si damos crédito a los poetas».
No tuvo Varrón este valor; solamente se atrevió a re-
la teología poética, pero no la civil, que echó por los aquél. Si mirarnos bien las cosas, son peores los templos
228
SAN AGUSTÍN
donde se celebran estas ceremonias que los teatro&J simulan. Por ello, Séneca eligió para el sabio misterios de la teología civil, para no tenerlos en su espíritu, sino fingirlos en sus actos. Dice: «Todo servará el sabio como ordenado por las leyes, no ble a los dioses».Y añade luego: «¿Qué es e! casar y sin piedad siqniera, hermanos y hermanas? '-'lupar Belona con Marte, a Venns con Vnlcano, a N "ptuno.' cia. A algunos, sin embargo, los dejamos célibes, faltara algún requisito, sobre todo habiendo .',;Ullas. como Populonia o Fulgora, o la diosa Rumina, a me maravilla haya faltado pretendienteY toda esa de dioses que amontonó una larga superstición en paso del tiempo hemos de adorarla -dice-, pero dición de tener presente que su culto tiene más la costumbre que con la realidad»5'. Por consiguiente, ni aquellas leyes ni la Co,stllmbri blecieron en la teología civil lo que era agradable a o se refería a esa cuestión. Pero él, a quien la
LA CIUDAD DE DIOS (VII)
229
en cambio, el actor deleita con la actuación más que con la mentira.
Libro VII La teología civil
Doctrina más secreta de los paganos y explicacionesfísicas54 Bscuche:mclS ya las interpretaciones físicas con que pretendisfrazar como una aureola de sublime doctrina la torpeza tan craso. Varrón, en prüner lugar, nos confía estas rp,:et;lCIOllles. afirmando que los antiguos fingieron las esde los dioses, sus insignias y sus adornos con la intención al observarlas con sus ojos los que se acercan a los nusde su doctrina pudieran ver con su espíritu el alma del y sus partes, esto es, a los dioses verdaderos. Los que las estatuas con apariencia hunlana parece han creído espíritu de los mortales, que está en el cuerpo hunlallo, kelueja.Jlte al espíritu inmortal; como si pusieran vasos para a los dioses, y en la morada de Líbero se colocara una para designar el vino, significándonos el contenido por . De este modo, por la estatua de forma humana (le:SigudL," el ahna racional, que en aquella forma, como en suele encontrarse esa naturaleza racional, naturaleza quieren tenga dios o los dioses.
54
San Agustín emprende ahora su refutación de un paganismo más refina-
::r~I::~~;i~d:c'J~la~s;c:l;ases cultas que había, desde siglos atrás, aprendido a inter~t;
los mitos. Interpretaciones de este tipo pueden verse ya y en los trágicos griegos, y es nada menos que el racio'taAri""telles' quien insiste en el valor filosófico de los mitos (Metqftsica I, 2, tiempo de Agustín, esta concepción hermenéutica de los mitos y propuesta por círculos neoplatónicos paganos como alternativa «tradicional y verdaderamente romana) frente al cristiallÍsy sin "abolengo)) filosófico que había sido elevado a religión del
230
LA CIUDAD DE DIOS (VII)
SAN AGUSTÍN
Éstos son los misterios de la doctrina qne H.Ul:1P este hombre tan docto, y de los cuales saca a luz ciones. Pero, ¡oh varón ingeniosísimo!, ¿no has
misterios de esta doctrina aquella prudencia que te mar con tanta, cordura, por una parte, que los primer! vantar estatuas para los pneblos quitaron e! miedo a danos y les aUluentaron el error, y, por otra, que romanos dieron un culto más linlpio a los dioses sin
Ciertamente la autoridad de estos antiguos te hablar así contra los romanos ll10dernos.
Porque si aquellos antiguos hubieran venerado nes, a buen seguro que hubieras silenciado por 'A'~~'. parecer, a veces tan verdadero, sobre la supresión de
y, en la exposición de tan vanas y peJjudiciales fic:ci!m,,,¡' ras explicado los l1nsterios de esta doctrina con mayor
cia y elevación, Sin embargo, tu espíritn, tan sabio e (¡cómo te compadecemos por ello!), no pudo llegar a los nusterios de esta enseñanza a su Dios, es decir, a
bizo; no a aquel con quien fue hecha, ni de quien es sino de quien es criatura; ni de quien es el alma de cosas, sino de qnien creó toda alma, y por cuya luz llega a ser feliz e! alma, si no es ingrata a su gracia. Lo que sigue nos pondrá de manifiesto la ex(;eltmc' importancia de la doctrina de estos llnstefios. Mientras,
sa este varón tan sabio que e! alma del mundo y sus verdaderos dioses; de donde se colige que toda su decir, la misma natural, a la que tal categoría otorga, ha extenderse hasta la naturaleza del ahna racional. Porque teología natural apenas nos adelanta algún punto e,n en el cual intentaremos descubrir si mediante las i'tlte,yp:re nes fisiológicas puede relacionar la teología civil con ral; la civil es la últinla que escribió sobre los dioses Si lo consigue, toda la teología será natural, y había entonces de separar de ella la civil con tal d1Jl!g,;n(;¡a:? pase que haya sido separada con justo motivo, no dera ni la natural que defiende, pues llega al alma pero no al verdadero Dios que hizo el alma, ¿cuánto más ta y falsa es esta teología civil, que se ocupa, sobre
231
de los cuerpos? Así lo denluestra con sus mismas in-
aCJ.onces, algunos de cuyos extremos tengo necesidad de y que él investigó y trató de aclarar con tal diligencia.
Várr6n que Dios es alma del mundo; que, sin embargo, sus partes tiene muchas almas de naturaleza divina 'ice: Varrcm, en la introducción de la teología natural, que él Dios por alma del mundo, al que llaman los griegos k6sque a su vez este mismo nlundo es dios; y así como al sabio, cOlllpuesto de alma y cuerpo, lo llanlamos sabio
de la misma manera al mundo, formado de espíritu le llama dios por el espíritu. Parece, en cierto modo, aquí un solo Dios; pero llega a introducir luego más, que el mundo está dividido en dos partes: el cielo y el cielo, a su vez, en otras dos: el éter y el aire; y la n'WIJICll
en dos: agua y tierra firme. De esas partes, la más
el éter, la segunda el aire, la tercera e! agua, y la más baja Todas estas cuatro partes están llenas de almas: inmortadel éter y el aire, mortales las del agua y la tierra. el supremo círculo de! cielo al de la luna moran las etéreas, esto es, los astros y las estrellas cuya divinidad no
po.dem,lS conocer, sino incluso ver; en calnbio, entre el de la luna y las supremas cimas de las nubes y los vientos las ahnas aéreas, las cuales sólo podemos comprender con ,,,e,u!$'OU'_"., no con los ojos: éstas son los héroes, los lares, los ;U'., ""1' es, en resumen, la teología natural propuesta en este
aceptada no sólo por éste, sino también por muchos De ella hablaré más detenidamente cuando, con la del verdadero Dios, exponga lo que queda de la teología en lo que se refiere a los dioses selectos.
Causa más creíble de la propagaci6n del paganismo razón más verosímil de todo esto nos la suministra el dioses se nos presentan como hombres, a quienes los
232
SAN AGUSTÍN
que quisieron con su adulación que fueran dioses les ceremonias y solemnidades atendiendo al ingenio, acciones y circunstancias de cada uno. Estos honores, dose, poco a poco, en los espíritns de los hombres, los demonios .Y ávidos de diversiones, se mente enjaezados por las mentiras de los poetas y por los espíritus falaces, Es, en efecto, más fácil que un muchacho impío, ser muerto por su padre, también impío y ávido expulse del reino a su padre; es más fácil esto que la tación que éste [Varrón1nos da: cómo Saturno, pactrl,,1J cido por su hijo Júpiter, porque la causa, que está en Júpiter, es antes que la semilla, que lo está en las de esto fuera así, en modo alguno hubiera existido fuera padre de Júpiter, pues la causa siempre precede lla, y nunca es engendrada de una semilla, Cierto: tenden ennoblecer las fábulas más frívolas y las errlpresa hombres con interpretaciones naturales aun los perspicaces se ven som_etidas a situaciones tan críticas hacen aun a nosotros lamentar sus desvarÍos55.
26.
Sobre los torpes misterios de la gran Madre
Tampoco Varrón quiso decir nada, IU recuerdo algo en parte alglma sobre los invertidos cc,nsagrac!os todo pudor, hombres y nlujeres, a la nusma gran ayer, como quien dice, los hemos visto con los cabello mados, rostro maquillado, miembros relajados, andares les, deambular por las plazas y barrios de Cartago con exigencia al pueblo con qué mantener sus 55 Con esta tesis, similar a la que había ya expuesto en el libro Agustín sugiere, por una parte, un origen puramente humano del por otra, admite que la religión puede vivirse de forma no auléntica. sus críticas preludian tesis como las que reducen la religión a «opio sin embargo, el Obispo no sólo no invalida la vivencia auténtica de sino que, como se desprende del conjunto de su obra, la funda en y adecuada relación de justicia entre el hombre y Dios.
LA CIUDAD DE DIOS (VII)
233
una interpretación para esto, se avergonzó la ranmludeció la palabra. la gran Madre a todos los otros dioses, no por la de su divinidad, sino por su crimen. Ni la 111onstrUQJano puede parangonarse con esta monstruosidad. la deformídad sólo en las imágenes' ésta en cambio mismos misterios muestra la crueldad d~ su deformídad: ·.acre,:elltaba sus miembros con piedras, ésta los ha arra~ los hombres. Ni tanta torpeza ni tan grandes crímenes superan esta desvergüenza: éste, entre la corruptela deshonró el cielo únicanlente con Ganímedes' con tantos invertidos profesionales y públicos, profan6 ultrajó al cielo. . pudiéramos, en crueldad tan obscena, poner frente aún delante a Saturno, de quien se dice que mutiló a Pero en los místerios de Saturno pudieron los hom. a manos ajenas más bien que nlutilarse a sí nusDevoró. éste a sus hijos, con10 dicen los poetas; aunque lo Interpreten a su talante; la historia nos dice cierque los l11ató. En call1bia, sacrificarle los propios C01110. hicieron los cartagineses, eso no lo aceptaron los : Sm embargo, esta gran Madre de los dioses llegó eXIgIr castrados en los templos romanos, y conservó cruel, haciendo creer que amputando las parde los hombres acrecentaba el poderío de los roson, comparados con taIllaña vergüenza, los hurt~s la lascivia de Venus, los estupros y torpezas de los que podríamos presentar tornados de los libros, si no se y celebraran en los teatros? Pero ¿qué es todo esto mal tan enorme, cuya monstruosidad sólo era achacagran Madre? Sobre todo, si se tienen en cuenta que se esas cosas son ficciones de los poetas; como si los hubieran inventado también que todo ello es acepto y a los dioses. que sea audacia o petulancia de los poetas el que se O eSCrIban; pero el que se hayan añadido a las ceremohonores divinos por orden e imposición de la divinidad,
A""-rnr;';A
234
SAN AGUSTÍN
¿qué es sino un crin'len de los dioses o, quizá m,e;"1"';, de demonios y engaño de miserables? Por otra Madre de los dioses mereciera ser venerada por la ción de los mntilados no es una invención de los firieron ellos nIás bien horrorizarse a cantarlo. c.onsagrarse a estos dioses para vivir feliz después SI consagrado a ellos no puede vivir honradamente muer.te, som,etido a tan repugnantes supersticiones y do a Inmundos demonios? Cierto,. dice, pero esto se refiere al mundo. ¿No decIr a lo mmnndo? ¿Cómo, en efecto, no ha de mundo lo que está demostrado se encuentra en Nosotros, en cambio, buscanlos un ánimo que, verdadera religión, no adore al mundo COll10 a su que alabe por Dios al mnndo como obra de Dios, y, de las inmundicias mnndanas, llegue limpio a Dios, el mundo 56 •
27.
Ficciones de los físicos, que no rinden culto a la divinidad, ni practican el culto a ella debido
1. Vemos que estos dioses selectos han sido más dos que los demás, pero no para poner de 'relieve sino para que no queden ocultas sus deshonras; por más verosímil que fueron hombres. Como nos lo han do no sólo los poetas, sino también los hi,;tori2LdclTes.l dijo Virgilio: "Vino el primero Saturno desde el alto hnyendo de las armas de Júpiter, y desterrado de perdidos»57; y continuó todavía con el l1USIllO tema.
56 Como se ve por este texto, el culto de la Gran Madre dista ser la religión pacífica, tolerante y libre que aparece reflejada -en la religión cristiana de los primeros siglos- en cierta literatura y , fía. Frente a ritos como los suyos, es comprensible que los cristianos ran con San Agustín al considerar a los dioses paganos como querer tener nada en común con ellos (vid. ¡Iifra: VII, 33). S7Virgilio, El1eida 8, 319-320.
LA CIUDAD DE DIOS (VII)
235
la expone Evémero" y la traduce al latín Ennio. Y han dicho tantas cosas los qne antes que yo escribieron o latín contra estos errores, no me ha parecido bien en ello. Al considerar los argumentos fisicos con qne hombres y perspicaces tratan de convertir las cosas humanas en veo qne sólo pueden redncirse a las obras temporales a la naturaleza corpórea, mudable al fin, aunque invisil,le . Y nada de esto puede ser el Dios verdadero. Si tratase al nlenos con argumentos apropiados a la relisería de lamentar que no se utilizaran ésos para anunpredicar al Dios verdadero; pero pudiera tolerarse vienni se hacían ni se mandaban fealdades tan vergonzosas. bien, si no se puede dar cnlto al cuerpo o al alma sual Dios verdadero, con cnya inhabitación sólo es alina, ¿cuánto más impío será dar tal culto a esas divini el cuerpo ni el alma de quien lo hace puede la salnd o la reputación humana? lo cual, si se venera con tenlplo, sacerdote o sacrificio, debe sólo al Dios verdadero, algún elemento del mundo, espíritu creado, aunque no sea imnundo ni malo, no es uu'em:e malo porque sean malos los elementos con qne se sino porque son de tal naturaleza qne sólo deben emen el culto de aquel a quien se debe tal culto y servicio. cambio, si se pretende dar culto al único Dios verdadees, al creador de toda alma y cnerpo, con la estupidez lorlStr·uc,s·ída.d de los simulacros, con los sacrificios de hocon la coronación de las partes vergonzosas, con el de los estnpros, amputación de miembros, mntilaconsagración de los invertidos, representaciones impuras si se pretende esto, no está el pecado en dar culto debe darse, sino en dar culto de modo indebido. Evémero (fioruit: ca. 300 a.e.) parece que perteneció a la escuela cireen su Historia Sagrada, de la que sólo nos han llegado fragmentos -por de la obra, también fragmentaria del poeta Ennio (239-169 a.e.)-, un origen puramente humano de la idolatría.
236
LA CIUDAD DE DIOS (VII)
SAN AGUSTÍN
También se puede dar culto con actos torpes y no al Dios verdadero, es decir, al creador del alma y sino a una criatura aunque no sea mala, sea ahna o alma y cuerpo a la vez; entonces se peca de,bl,errlerlte. Dios: porque se venera COIllO Dios lo que no lo es, y nera con tales actos que no deben enlplearse en su el de nadie. En cuanto a éstos, bien a la vista está cómo a los dioses, es decir, con qué torpeza y nenn,,,;A ciertamente oscuro qué cosa o a quiénes han veneroé atestiguase su historia las abominaciones y torpezas fiesan se daban a los dioses, que las exigían bajo donde consta, removido todo subterfugio, que logía civil invita a los malvados demonios e ltunun. espíritus a adueñarse de los corazones insensatos templación de esas estúpidas imágenes y por lIl,erm, ellas.
28.
Desacuerdo de la doctrina teológica de
Va/'YM"
¿Qué importa, pues, que con razonamiento tan parecer intente el doctísimo y agudísimo Varrón trasladar todos estos dioses al cielo y a la tierra? No gue, se le escapan de las manos, se escurren, re:m,ualo, ':e Al ir a hablar de las hembras, es decir, de las diosas, "Como dije en el primer libro sobre los lugares dos principios opuestos de dioses, los del cielo y los rra, y por eso parte se llaman celestes y parte telerestn" libros anteriores comenzamos por el cielo al hablar quien unos llaman cielo y otros mundo; así, al hembras comenzamüs porTellus».
Comprendo la dificultad en que se encuentra' agudo. Se deja llevar por un razonamiento aparente que el cielo es el que obra y la tierra la paciente; y atribuye a él la virtud masculina, y a ella la . míentes en que hizo a uno y a otra el que ha hecho
237
que interprete también así en el libro precedente los misterios de los samotracios, y promete con marcareligioso que va a exponer por escrito y enviar a los cosas que les son desconocidas. Dice que por muchos ha sacado en conclusión allí que entre las estatuas una al cielo, otra a la tierra, otra los modelos de las cosas, llama ideas. Por cielo entiende a Júpiter, por la a Juno, por las ideas a Minerva: el cielo es quien hace tierra desde quien se hace, el ejemplo es según el cual aquí por alto que Platón afirma que esas ideas tienen que no ha hecho el cielo nada según ellas, sino que ha sido hecho según ellas; sólo qniero decir que Vaeste libro de los dioses selectos destruyó su razonade los tres dioses, en los cuales lo había como abarcado :Atribuyó los dioses masculinos al cielo, las diosas hemla tierra; y entre ellas colocó a Minerva, a quien antes puesto sobre el mismo cielo. Además, el dios masculino está en el mar, que pertenece más a la tierra que al Finahnente, Dis-Pater, que en griego se llama Ploúton, masculino de ambos, es presentado como dios de la parte superior ocupa, teniendo a su esposa, Proserla inferior. tratan de referir los dioses y las diosas a la .solidez, qué consistencia, qué moderación, qué tiene esta interpretación? Tellus es, en efecto, el prinlas diosas, es decir, la gran Madre, en torno a la cual la insensata torpeza de los invertidos, mutilados, casy contorsionistas. ¿Por qué, pues, se llaIna a Jano cabeza dioses y a Tellus cabeza de las diosas? Ni el error puede sola cabeza del primero, ni el frenesí puede sanar a . ¿Por qué intentan referir todo esto al mundo? les fuera posible, ningún espíritu piadoso adoraría al en lugar de adorar al Dios verdadero; y la verdad palIes demuestra que ni esto pueden ellos. Achaquen todo los hombres muertos, a los detestables demoníos, y hatada cuestión.
238
SAN AGUSTÍN
29.
Todo cuanto atribuyeron al mundo los fisicos ha al único Dios verdadero
VealllOS cómo todo cuanto ellos, según esta parecer con argumentos físicos, atribuyeron al más bien de referirlo sin escrúpulo alguno de sacrílego al verdadero Dios, que creó el mundo y de toda alma y todo cuerpo: Nosotros veneramos cielo y a la tierra, partes de que consta el mundo, .. ' veneramos. el ahna o las ahnas repartidas por VIV1entes, smo al Dios que hízo el cielo y la w'rr,a.v e,llos en~ierra,n, q~e es autor de toda alnla, ya sólo S111 sentido m razon, ya dotada de sensibilidad o inteligencia.
3 O.
Religiosidad que distingue al Creador de las mil/u:ras. honrar en lugar de uno a tantos dioses, cuantas son las del solo Creador59
Empecemos ya por repasar las obras del único y ro DIOS, que han llevado a éstos a inventar muchos dioses, conlO si intentaran interpretar honradamente terias más vergonzosos y malvados: Nosotros vp'nei; Dios que est~bleció el principio y los fines en las creados por El; al Dios que tiene en sí y dispone de de las cosas; al que creó la fuerza de las semillas dotó racional, llamada espíritu, a los seres que le plu~o; la facultad y el uso del lenguaje, que comunicó pareció bien el don de anunciar lo futuro, y pred:ice mIsmo lo que ha de venir y por quiénes le place enfermedades; que gobierna los principios, prug;re:sos. nunos de las nusmas guerras, cuando se hace preciso
59 Frente a las forzadas interpretaciones alegóricas de la terminan siendo incongruentes, San Agustín ofrece una Teología un culto monoteísta en el que se advierte mayor coherencia racional,
LA CIUDAD DE DIOS (VII)
239
itorregH de este modo al género humano; al que creó fuego tan intenso y violento de este mundo a tono diln1TlerlSa naturaleza; que es creador y director de todas . que creó el sol, el astro más brillante de las lumbre,mor:"es. otorgándole la fuerza y movimiento conveal que no retira su dominio y poder ni de los mismos al que suministra a los mortales las semillas y alisecos o líquidos, apropiados a las naturalezas; al que la tierra y la fecunda, y da frutos a los animales y a ~1nbrt": al que conoce y pone en orden las causas prinsecundarias; al que estableció el curso de la luna y los caminos celestes y terrestres a los cambios de . al que otorgó a los ingenios humanos, de que es auconocimiento de artes diversas para ayudar a la vida y la"Ud'CL.d,· al que instituyó la unión del macho y la hemayudar a propagar la prole; al que concedió a las humanas para sus usos corrientes el don del fuego calem:an,e y alumbrarse. son las obras o atributos que el sabio y agudo Vai; tc)mán,do.lo de alguien o por propia iniciativa, se esforzó entre los dioses celestes, inducido por sabe interpretaciones llsicas. Esto es 10 que hace en reagobierna el único Dios verdadero, pero a la manera esto es, estando todo en todas partes, sin estar reduun lugar, ni atado por vínculo alguno, ni dívidido en en todo inmutable, llenando el cielo y la tierra de su poderosa, no con naturaleza indigente. tal manera gobierna cuanto creó, que a cada cosa le timón de sus propios movinuentos. Y aunque nada ser sin él, no se confunden con él mismo. Realiza llluchas cosas por medio de ángeles, pero no es sino nUSllIO como hace felices a los ángeles. Así, aunque ángeles a los hombres por ciertos motivos, no hace a los hombres por medio de los ángeles, sino, como a por sí mismo. De este único y verdadero Dios es de esperanlos la vida eterna.
240
SAN AGUSTÍN
33. Sólo la religión cristiana pudo descubrir el de los espiritus malignos, que se alegran con los de los hombres Esta religión, pues, única y verdadera, es la que to en claro que los dioses de los gentiles no son sino dos demonios. Éstos, deseando ser tenidos por vechándose de las almas difuntas o de criaturas mlan'~í se han complacido con soberbia inmundicia cuasi divinos, malvados y torpes a la vez, enVl'~"lllCloja versión de los espíritus humanos al verdadero U'OS.L inhumana y sacrílega tiranía se libra el hombre por aquel que para levantarlo le dio ej emplo de tan dad, cual fue la soberbia que a ellos los había Entre los cuales se encuentran no sólo aquellos de hemos dicho tantas cosas, y tanto otros semejllllltes,¡ otras gentes y regiones, sino también estos de los tratarnos, escogidos como un senado de dioses; pero dos abiertamente por la fama de sus vicios, no por la dad de sus virtudes. Varrón trata, ciertamente, de referir sus llllsterios a motivos naturales, procurando cohonestar sus torpes " sas; pero no puede encontrar la manera de dCULUU'Ud armonizados. No son, en efecto, justificaciones de misterios las que él piensa, o mej or las que quiere piensen. Aparte de esas justificaciones, podría cualesquiera del miSlll0 género, aunque no se 'CW,L\!. con el Dios verdadero y la vida eterna que se ha de la religión. Y dada alguna explicación sobre la natm:ale las cosas, mitigarían un tanto la animadversión que causado en las cosas sagradas una presunta torpeza o no entendido. Tal ha intentado hacer en algunas re¡lreselltacicme.s les o misterios de los templos, no jUSU1IGlllClO su parecido con los templos, sino condenando más templos por su parecido con los teatros. A! menos lo . para desagraviar, con la presunta razón de causas nl,tuIal sentido injuriado por tales horrores.
LA CIUDAD DE DIOS (VIII)
241
Libro VIII
La teología natural y la Filosofia
cuestión. de la teología natural debe discutirse con. los filósofos de doctrina más elevada 60 presente se precisa una atención mucho luás intensa exigida para la explicación y solución de los problemas libros precedentes. A! tratar de la llamada teología natuteDleUlU' que habérnoslas precisamente con los filósofos, unos hombres cualesquiera (ya que no es la fabulosa o decir, la del teatro o la de la ciudad: la primera exalta 'WUCHC., de los dioses, la otra pone de manifiesto sus decriminales, y, por tanto, más propios de demonios que . y filósofo, según lo indica el nombre, quiere decir de la sabiduría». bien, si la sabiduría es Dios, por qnien todo ha sido como nos lo dice la autoridad y verdad divinas, el verfilósofo es el que ama a Dios. Pero en realidad, el conde este nombre no se encuentra en todos los que se de él (pues no siempre son amadores de la verdadera los que se llaman filósofos); por ello, de entre todos cuyo pensamiento hemos conocido por sus escritos que elegir con quiénes se pueda tratar dignamente t;o,em", en esta obra no me he propuesto refutar todas las de todos los filósofos, sino solamente las que se a la teología, cuyo vocablo griego significa discurso este capítulo, San Agustín explicita el punto clave de su síntesis entre y Teología, cuyas relaciones serán materia de reflexión y debate en m,nción posterior. Por lo que se ve en el texto, está claro que en el teórico y existencial del Obispo, no hay una oposición entre una conexión intrínseca pues las dos buscan la Sabiduría. El capíel resto del libro- muestran también el alto y convencido aprecio ,onser."'g>Htin" ya muchos años después de su conversión, por la Filosoy de forma particular por el Platonismo -en sus diversos mode cuyas fuentes bebió en abundancia al escapar del influjo maniqueo.
242
SAN AGUSTÍN
o tratado sobre la divinidad. Y aun así, no las sólo las de quienes están de acuerdo en admitir la su cuidado de las cosas humanas) pero a la vez basta el culto de un Dios inmutable para conS<'gtli feliz aun después de la muerte, sino que han establecidos muchos por ese único y deben ser esta causa. Éstos ya superan la opinión de Varrón en el a la verdad. Varrón, en efecto, sólo supo enm:lrcar natural en los límites de este mundo y su espíritu. éstos admiten un dios superior a toda naturaleza no sólo ha creado este mundo visible, que denolmÍl cuentemente cielo y tierra, sino que ha creado las almas que existen; así como también hace feliz, ticipación de su luz inmutable e incorpórea, al intelectual, cual es el alma humana. Nadie con un . cimiento de estas cuestiones ignora que éstos son llamados platónicos, palabra derivada de su Sobre Platón, pues, trataré sumariamente de lo cesario en esta cuestión; aunque lllencionaré predecesores en esta lnateria.
2.
Dos escuelas filos6ficas: la itálica y la j6nica; sus
Por lo que se refiere a la literatura griega, la ilustre entre las de los gentiles, se encuentran dos 61 La síntesis de Historia de la Filosofía que expone San capítulos parece tomarla de Varrón, a quien sigue en su rrón, a su vez, asume las nociones de autores anteriores. Entre de los inicios de la Filosofia que han llegado hasta nosotros, -y valorada- por Aristóteles (Metafísica 1, 3-10, 983 perdido o nos han llegado muy fragmentadas, como la obra niones de los físicos, que sirvió en el mundo antiguo como compilaciones y sumarios. La fuente biográfica principal es Laercio, del siglo III d.C., que dependía de materiales muy composición (cf. Copleston, E, Historia de la Filosofía, Ariel, vol. 1, p. 498).
LA CIUDAD DE DIOS (V1Il)
243
·la Itálica, de la parte de Italia que se llamó antiguaNlagl1a Grecia, y la Jónica, en la parte que aún hoy se alTItaUUU Grecia. La escuela itálica tuvo como fundador de Sanl0s 62 , de quien se dice que tuvo origen el de filósofo. Antes de él se llamaban sabios los que paar a los demás en un método de vida laudable. éste sobre su profesión, respondió que era filósofo, dedicado o anlante de la sabiduría; le parecía mucha llanurse sabio. 'esc;uelajónica tuvo por jefe a Tales de Mileto 63 , uno de sabios. Los otros seis se distinguieron por su género ciertas normas de buena conducta. Tales destacó de la naturaleza de las cosas, y para dejar tanlbién consignó por escrito sus lucubraciones.Y lo que Inás fue su conocimiento científico de la astrología, con hasta predecir los eclipses del Sol y de la Luna. Tuvo como principio de las cosas, diciendo que de ahí provelos elementos del mundo, y aun el mismo mundo y en él se produce. Sin embargo, no puso principio alguno, de la inteligencia divina, al frente de esta obra que la .eracié,n del mundo nos hace ver tan admilable. le sucedió Anaximandro 64 , su discípulo, que Canldoctrina sobre la naturaleza de las cosas. No pensó, que todo procedia de un elemento, el agua, sino las cosas nacen de sus propios principios. Pensó que prllnClpJ'IOS de cada cosa eran infinitos, y que ellos engeninnumerables mundos y cuanto en ellos se produce: de Samas (ca. 570-500 a.c.) y su escuela transmitieron oralenseñanzas y sólo a los miembros de su comunidad, al menos hasta siglo v a.c., por lo que es muy dificil conocer con seguridad su de Mileto (ca. 624-546 a.c.). Las obras de Tales, como las de los presocráticos citados por San Agustín, han llegado a nosotros fragmento> reportados por autores como Platón y Aristóteles, que, si para la posteridad algunos pasajes de aquéllos, también es verdad dan muchas veces según la particular interpretación de su propio de Mileto (ca. 611-546 a.c.).
244
SAN AGUSTÍN
LA CIUDAD DE DIOS (VIII)
TaInbién enseñó que estos 111undos se disuelven y se de nuevo, según el tiempo que puede durar cada co éste atribuyó influencia alguna en estas llllJtaclC)U,:S¡ cosas a la inteligencia divina. Dejó como discípulo y sucesor a Anaxílllenes 65 • buyó todas las causas de las cosas al aire infinito. No dioses ni los pasó por alto; sin embargo, no los hizo aire, sino más bien nacidos ellos de él. Su discípulo Anaxágoras66 ya tnvo al espíritu autor de todas las cosas qne vemos, afirmando que de cosas eran hechas, cada una según sus 1nódulos propias, de nna materia infInita que constaba de paJcticula jantes entre sí; pero que el que las hacía era el espíritu También Diógenes 67 , otro discípulo de fl.Jna:mt1eJt1' lllÓ que el aire es la materia de las cosas, y que de él son todas; pero dio un paso más, y le considera dotado de gencia divina, sin la cual uo puede proceder nada de Le sucedió aAnaxágoras su discípulo Arquelao 68 , todas las cosas están formadas de partículas semejantes de las cuales se hacía cada una de las cosas; y de tal había ahi una inteligencia que, uniendo y separando, todos estos cuerpos eternos, es decir, esas partículas. De éste se dice fue discípulo Sócrates, maestro de por él he traído a colación brevemente todas estas
3.
Doctrina de Sócrates69
Se cita a Sócrates como el priIllero en orientar Filosofia a la enmienda y ordenación de las co:ltUJm.b,res: Anaximenes (ca. 585-525 a.c.). Anaxágoras de Clazomenes (ca. 500-425 a.c.). 67 Diógenes de Apolonia (fioruit: 440-430 a.c.). (,H Arquelao de Atenas (¿flamí!: 449 a.c.?). 69 Como es sabido, la doctrina de Sócrates (ca. 470-399 a.c.) nos principalmente a través de su discípulo Platón, quien nos la . primeros diálogos. Pero también puede rastrearse, como sugiere las escuelas estoica, epicúrea y cínica. (,5
66
245
dedicaban todos su mayor empeño a profundizar en las físicas, esto es naturales. Aunque no me parece pueda claramente el propósito de Sócrates: ¿pretendió, domipor el tedio de las cosas oscuras e inciertas, descubrir cierto y claro, necesario para la vida feliz, a cuya única lecución parece encaminado el cuidado y trabajo de todos iló:sofos? ¿O acaso, como piensan algunos benévolamente, que los espíritus inmersos en apetitos terrenos aspia las cosas divinas? veces veía que se afanaban por las causas primeras y úlde las cosas, que para él sólo estaban en la voluntad del único y supremo; y pensaba que sólo podía comprenderlimpia inteligencia. Por eso juzgaba debía insistirse en de la vida por las buenas costumbres a fIn de el ánimo de bajos apetitos, alce el vuelo con su vigor a lo eterno, y pueda contemplar con la limpieza de su lig'eilc," la naturaleza de la luz incorpórea e inmutable, en encuentran firmes las causas de todas las naturalezas ,-,onsra, en efecto, que él, confesando su ignorancia o disisu ciencia, con el admirable donaire de su dialéctica su extremada elegancia, puso en solfa y desbarató la de los ignorantes que se las daban de entendidos aun cuestiones morales, en las que él parecía tener centrada atención. Con ello se atrajo enemistades, y. condenado calunullosa acusación, fue castigado con la muerte. que llorarlo públicamente la misma Atenas, que icamlmte le había condenado, y de tal modo se tornó la SU'lci,ón del pueblo contra los dos acusadores, que uno violentamente a manos de la multitud y el otro se libró pena con destierro voluntario y perpetuo. fama tan ilustre de su vida y de su muerte, dejó SÓmuchísimos seguidores de su doctrina, empeñados a en la discusión de cuestiones 11l0rales, en las que se trabien supremo, que puede hacer al hombre feliz. Cierto en las lucubraciones de Sócrates, en que lo trata todo, unas cosas y negando otras, no aparece claro su lanllent,,,; por ello cada uno tomó lo que le gustó, estable-
246
SAN AGUSTÍN
ciendo el fin del bien donde mejor le pareció. Pero bien se llama a lo que hace feliz a uno cuando ahí nació la diversidad de opiuiones entre los 'u'crauc pecto a este fin, de tal manera que (cosa increíble hacer los seguidores de un mismo maestro) unos, tipo, tienen como supuesto bien al placer; otros como
nes, a la virtud. Así unos han opinado una cosa y sería
ll'lUy
4.
largo enulllerarlos a todos.
El discípulo principal de Sócrates fue Platón; éste toda la Filosofía en tres partes
Entre los discípulos de Sócrates se destacó con pal y bien merecida, eclipsando a todos los demás, ateniense, de familia ilustre, y muy supenor a sus por su maravilloso ingenio. Pensando que ui por sí con la doctrina socrática podía llevar a la perfección la recorrió por mucho tiempo las regiones más lejanas que dondequiera le llevaba la fanla de alguna ciencia digua dio. Así aprendió en Egipto las enseñanzas notables profesaban y enseñaban; pasó de allí a la región de por el nombre de los pitagóricos, y con suma facilidad labios de sus sabios más eminentes la floreCIente til,)sotí: Magna Grecia. Por el alnor que sentía hacia su lnaestro
le hacía interlocutor de casi todos sus tratados, pnOCtlralll mouizar con el aire y moralidad de aquél cuanto había do de los demás o había penetrado con su propio tal'onto, El estudio de la sabiduría se encuentra en la de",v,,, contemplación, y así puede llamarse activa a una parte templativa a la otra. La activa trata del gobIerno de la formar las costumbres; la contelnplativa, en cambio,
templación de las causas de la naturaleza y de la Se dice, pues, que Sócrates sobresalió en la vida Pitágoras se dedicó más a la contemplativa con cursos de su talento.
Se le atribuye a Platón la gloria de haber uuido perfeccionando la fIlosofía que dividió en tres partes:
LA CIUDAD DE DIOS (VIII)
247
encuentra sobre todo en la acción, la natural, destinada
cont"mpl:lción:'la racional, que distingue lo verdadero de ~~~~---"'-~-
ésta sea necesaria tanto a la acción como
cc,ntenlplac'ól" reclama sobre todo como cosa más propia onOCl1l11ellto de la verdad. Esta división en tres partes no contraria a la distinción de todo el estudio de la sabien acción y contemplación. fue la opinión de Platón sobre cada una de estas pares, en dónde conoció o creyó que estaba el fin de todas ,cicmes,la causa de todas las naturalezas, la luz de todas las . Pienso que es muy largo el tratar de explicarlo con y también pienso que no debe afirmarse temerariaCuando introduce en sus diálogos a su maestro SócrapnJCllIa mantener, porque así le gustaba también a él, la ordinaria que tenía de disinlular su ciencia o su sucede que quedan también en la penumbra las opide Platón sobre las grandes cuestiones. Sin embargo, de se leen en él, ya las haya dicho como suyas, o ya retenrln o escrito que fueron dichas por otros y que a él parecido bien, es preciso recordar e insertar algunas en
sea cuando presta una ayuda a la religión verdadera, 'nuestra fe acepta y defiende, sea cuando parece serie conen cuanto se refiere a la cuestión del Dios úuico y de dioses, a causa precisamente de la vida verdaderarnen-
que vendrá después de la muerte. a aquellos a los que ha ensalzado más la fama por seguido a Platón y haberle reconocido con más perspicaveracidad como muy por encima. de los demás fIlósofos quizá ésos tengan de Dios la opinión de que en él se la causa de la subsistencia, y la razón de la inteligencia lrden:lCIón de la vida; de estas tres cosas, una pertenece a la natural, la otra a la racional y la tercera a la moraL Pues si En esta división tripartita de la Filosofía verá San Agustín un vestigio de -tesis que desarrolla en el libro XI, 25-. La clasificación es propia ".""eH'" platónica: cf. Sexto Empírico, Adv. mat/¡, 7, 16 Y Cicerón, Arad.
248
SAN AGUSTÍN
el hombre fue creado en tal condición que por lo que de excelente alcanza lo que excede a todas las cosas, es solo Dios verdadero y perfecto, sin el cual no subsiste leza alguna, ni instruye doctrina alguna, ni aprovecha bre alguna; busque a aquel en quien encontramos la de todas las cosas; contemple a aquel en quien todas tas; ame a aquel en quien tenemos la suprema re(;tltud,,<
5. Sobre la teologia hemos de tratar principalmente con los plat6nicos, cuyo sentir debe anteponerse a las de todos los fil6sofos Si Platón7l dijo que el sabio es aquel que imita, ama a este Dios cuya participación le hace feliz, ¿qué dad hay de examánar a los demás? Ninguno de ellos cerca de nosotros corno éstos. Ceda ante ellos la teología fabulosa que recrea los de los impíos con los crímenes de los dioses. Ceda civil, en que los impuros demonios bajo el nombre de sedujeron con placeres terrestres a los pueblos a ellos dos y tuvieron a bien considerar los errores humanos honores divinos; incitaban así con los lllá~ inmundos sus adoradores a la contemplación esceníficada de sus nes conlO nlanera de darles culto, y se pr,opof
71 En Platón (427-347 a.e.) personaliza y cifra San Agustín todos ritos del Platonismo en sentido amplio, esto es; incluye bajo su escuela las doctrinas del propio Platón, pero también de sus di,,;Íp¡t!ó, c1uido Aristóteles (384-324 a.e.) probablemente por influjo de PartirlO,! sostenía que la doctrina del Estagirita coincidía con la de su ma,,,"",': esencial-, las de las diversas Academias -a no ser que ex¡,lícitarrleu,te' paren del realismo platónico, como los escépticos- y, dioplatónicos -Apuleyo (nacido ca. 125)---'- y neoplatónicos 205-270 d.C.) y Porfirio (ca. 223-304)-.
LA CIUDAD DE DIOS (VIII)
249
y las torpezas que se representan en el teatro merecen comparadas con la degradación de los templos, Ceda talubién la interpretación que ha dado Varrón, como ritos se refirieran al cielo, a la tierra y a las semillas y de los seres mortales; ya que, en realidad, por una parte, significados por aquellos ritos que pretende insinuar, y ello su empeño no atina con la verdad; y por otra, aunque lU"ct", no debe el alma racional dar el culto debido a su a los seres que le son inferiores por naturaleza; ni debe delante de sí COIllO dioses las cosas cuya prünacía le dio el verdadero Dios. déjense también a un lado los escritos referentes a ritos sagrados que Numa Pompilio procuró fueran eny que descubiertos por el arado mandó el Senado En la misma línea se encuentran también, para no las tintas sólo sobre Numa, las noticias que Alejandro Macedonia cOlllunicó a su Inadre le habían sido descupor cierto León, sacerdote de gran categoría entre ¡C¡;lPUL". En ellas se presentan como simples hombres no y Fauno, Eneas y Rómulo, así como Hércules, CUJaplU y Líbero, hijo de Semele, los Tindáridas y los resmortales que tienen por dioses; se presentan también mayores de los gentiles, que Cicerón en sus Tuscuparece quiere insinuar sin citar los nombres, Júpiter, Saturno,Vulcano,Vesta y llluchísimos otros que Varrón de trasladar a las partes o elementos del mundo. Aquel elCIUCe, temiendo como una revelación de los misterios, con súplicas a Alejandro que los entregue a las tan pronto como le haya dado cuenta por escrito a su sólo, pues, han de ceder estas dos teologías, la fabulosa civil, a los filósofos platónícos, que reconocieron la exís. del Dios verdadero, creador de las cosas, ilumínador de dador de la felicidad; han de ceder también ante tan ilustres y conocedores de semejante Dios, los otros que, con espíritu sometido al cuerpo, tuvieron corno '. de la naturaleza las cosas corporales. Así Tales, que lo en el agua;Anaxímenes, en el aire; los estoicos, en el fue-
250
SAN AGUSTÍN
go; Epicuro, en los átomos, esto es, en cc,rp'úscu!o,¡,t nutos que no pueden dividirse ni percibirse. Háganse aparte, finalmente, todos aquellos en fileración no es preciso detenerme, que afirmaron y principio de todas las cosas a los cuerpos ya Sl'fi],!es; puestos, ya sin vida, ya con ella, pero, al fin, LUn!JUS., algunos, COIUO Epicuro, creyeron que los seres dían proceder de los no vivientes; otros, en ca.ffirllo, seres vivientes y los no vivientes proceden de ciertamente, pero los cuerpos del cuerpo. Pues tuvieron al fuego reahnente como dios, y este otra cosa para ellos que uno de los cuatro e!"mLentoS consta este mundo visible, siendo a la vez v .m'm,e, autor del mismo mundo y de todo lo que en él Éstos y todos los semejantes a ellos no pndir't<:>.l otra cosa qne lo qne les comunicaban sus coraz;ones dos a los sentidos de la carne. Tenían en sí mismos veían, y se imaginaban que veían fnera de sí lo annqne en realidad no lo veían, sino sólo lo pen"'ban en realidad, a la vista de tal inlaginación, no es semejanza de cuerpo. Y la facultad por la que se ve mo esta semejanza del cuerpo, ni es cuerpo ni cuerpo; y esa misma facultad, que juzga si es hermos~ me esa senlejanza, es ciertanlente más elevada que precisamente la mente del hombre y la natur'ale:za, racional, que ciertalnente no es cuerpo; como no poco esa misma semejanza del cuerpo cuando se cierne en el ánimo del qne piensa. N o es, agua, ni aire, ni fuego, los cuatro cuerpos, . elementos, de qne vemos está formado este mundo y así, si nuestro ánimo no es cuerpo, ¿cómo Y"'CC'C,'~ Dios, creador del ánimo? Cedan, pues, todos éstos, como se ha dicho, a cos, cedan también los otros que se ruborizaronque Dios era cuerpo y. sin embargo, no tuvieron afirmar que nuestros ánimos son de la Hnsma natnral' él. N o les ha conmovido una mntabilidad tan gr
LA CIUDAD DE DIOS (VIII)
251
tUl'al,,,a del ahna se cambia en contacto con el cuerpo, sí misma es inmutable. Lo mismo podían decir que si recibe heridas es por el cuerpo, pnes por sí misma es Inerar)!e. Lo que no puede ser cambiado, no puede camnada; y así, lo qne pnede canlbiar por medio del cuerpo, cambiar por algo y, por tanto, no se pnede llamar inmutable.
;Petl5a1niento de los plat6nicos en la parte de la Filosofia llamada física" fIlósofos, pnes, que vemos justamente preferidos por y la gloria a todos los demás, reconocieron que Dios cuerpo; y así, en la búsqneda de Dios trascendieron tocuerpos73. Vieron que ninguna cosa que cambia puede Dios supren'lo. COlnprendieron, aden1ás, que en cualmudable, toda forma que le hace ser lo que es, de modo o naturaleza que sea, no puede tener existende qnien verdaderamente existe, porqne existe sin po:amlbi',lr. De donde conclnyeron qne sólo de quien tiene simplicísima pnede tenerla el cuerpo de todo el sus formas, sus cualidades, el movimiento ordenado, :m,:nt,)s ordenados desde el cielo hasta la tierra y todos que hay en ellos.Y lo mismo ha de decirse de toda vida: ya sea la que alimenta y conserva, cmTIO velllOS
su concepto de «Física», San Agustín significa tanto la Cosmología de la naturaleza- como sus causas e implicaciones profundas: la ca --F'ilosofía del ser- y Teología natural-Filmona del ser divino-o valor que San Agustín atribuye a los «platónicos» se funda en gran el carácter espiritual que éstos atribuyeron a Dios y en su vinculalos valores trascendentes de verdad, bondad, belleza y unidad. San cm"idera esa concepción casi como una revelación e insiste en su sólo contra un paganismo que podía opinar diversamente, sino de una Iglesia africana que doscientos años atrás había escucharertulia.no" ya hereje, predicar la corporeidad de Dios -independienen el corpus sui generis que le atribuía algunos autores posteriorealidades no materiales sino conceptos metafísicos-o
252
SAN AGUSTÍN
en los árboles; ya la que, además de esto, siente, cuerpos; ya la que, además, entiende, COIllO la de ya, finalmente, la que sin necesidad del subsidio conserva, siente y entiende, caillO la de los ángeles. ser simplicísimo no es el vivir diferente del enterlde:r,' pudiera vivir sin entender; ni es el entender cWen'Ut feliz, como si pudiera entender sin ser feliz; sino tencia es precisamente el vivir, el entender, el ser Por esta inmutabilidad y simplicidad entenldá,,,o' hizo todas las cosas, y que él no pudo ser hecho Pensaron que cuanto existe o es cuerpo o es vida; es mejor que el cuerpo, y que la forma del cuerpo y la de la vida inte1igib1e.Y así prefirieron la figura a la sensible. Llamamos sensibles a los seres que pueden ser por la vista o por el tacto; inteligibles, a los que ser entendidos por la mirada de la mente. N o hay corporal, ya sea en el estado del cuerpo, cual es la ellllovimiento, cual es la canción, sobre la cual no espíritu. Lo cual no podría hacer si esa figura no elevada en él, y esto sin el volumen de la masa, sin de la voz, sin el espacio del lugar o del tiempo. también, si no fuera mudable no podría juzgar uno otro sobre la hermosura sensible, ni un espíritu más " mejor que otro más torpe, uno más sabio mejor que nos sabio, uno más ejercitado mejor que otro 111<;11CO> do, y uno mismo ya adelantado que otro antes de en efecto sufre aumento o disminución es, sin duda, Por ello los hombres ingeniosos, sabios y ej"rcitados' materias, llegaron a la conclusión de que no puede primera figura en aquellas cosas en que se la ve De suerte que, habiendo, según ellos, en el alma diversos grados de belleza, y no pudiendo cia si no tuvieran figura alguna, concluyeron que haber algo en que existiera la primera e inmutable y, incomparable; y pensaron con toda razón que allí se. ba el principio de las cosas, que no pudo ser lWCl1<),. se hicieron todas ellas. Así, lo que puede conocerse de
LA
CIUDAD DE DIOS (VIII)
253
lo ha puesto delante cuando lo invisible de Dios resulta vireflexiona sobre sus ob!as, también su eterno poder y (Rm. 1, 19-20). Por El fueron creadas también cosas visibles y temporales. dicho lo que se refiere a la que llaman parte lisica, la natural.
Los plat6nieos aventajan Con creces a los demás en la 16gica, es decir, en la Filosof!a racional'4 10 que se refiere a la doctrina, de que trata la segunda que ellos llaman lógica, es decir, racional, no pueden en modo alguno con ellos los que colocaron el de la verdad en los sentidos del cuerpo y pensaron que que se aprende había de estar sometido a sus reglas y falaces. Tal es la opinión de los epicúreos y de Se1meja1,te,,; tal, también, la de los estoicos, que, teniendo . ,: especial por la h;>bilidad en la disputa que dlalectlca,jUzgaron que hab,a que derivarla de los sencuerpo; y de ahí afirman que el espíritu concibe las es decir ennoías, de las cosas, que explican por medio emOleJOnes. Y de ahí también transmiten y encadenan arte de aprender y enseñar75 . maravillarme mucho cuando les oigo afirmar que .sablos son eleg~ntes76: con qué sentidos corporales VIsto esta eleganCIa, o con qué ojos de la carne habrán ,mplado la forma y la gloria de la sabiduría. En cambio, el término «Lógica» o «Filosofía racionah San Agustín entiende la -Filosofía del conocimiento- con las cuestiones que le son -·venlad certeza, realidad, ... - y los medios para llevarla a cabo: la 't~~::::':':~ dicha -las leyes del pensar- y la Dialéctica -las reglas ~'~c racional, ellenguaje-. San Agustín las diferencias esenciales entre las epistemologías ep"'ún", que subrayan el carácter sensitivo del conocimiento, y el insiste en su carácter intelectual no-material. se ve, San Agustín no pierde ocasión de ironizar contra el ideal del sabio.
254
sAN AGUSTÍN
los que anteponemos con razón a los demás, que contempla la mente de lo que perciben los quitar a los sentidos lo que alcanzan, y r;o dándoles que son capaces; pero afirmando tamb1en que para conocerlo todo, y que ésa era el mismo Dios, fueron hechas todas las cosas.
8. También
el1
la Filosofía moral los plat6nicos tienen
Queda por tratar la parte moral, que en grie~:\Í ética, en que se trata de! bIen supremo. SI rel'erimo.«, nuestras acciones, y lo buscamos no por otro bien, mismo, Y al fin llegarnos a conseguirlo, no es más para ser felices. En efecto, se ha llamado fin, porque todas las las buscamos por él, y a él en cambio sólo por sí relación a este bien beatífico, unos afirman que hombre del cuerpo; otros del alma, y otros de Como veían que el hombre está formado de alma juzgaron que era natural que tenía que veuirle el de estos dos o de los dos, con uu bien final con el felices, al cual dirigierau todo lo que hacían y no buscar otra cosa a qué referirlo. Por ello, cuando ron un tercer género de bienes, llamado extrín",cc honor, la gloria, el dinero o cosa senlejante, no como objetivo final, es decir, de suerte que 77 En consonancia con la tradición clásica, denh'o de la AgustÍn incluye la Ética general -el fundam~n,to del bi.en con la conciencia y el fin del hombre-:-. y la Etlca espec~al nterior a diversos campos como la Políhca o la Econo1llla-, ~ su valoración de la libertad y experiencia del sujeto, ",e~~~.::=~ laeprunera, aunque en algunos ,~asajes haga importa~tes a llegue a influir en la generaclon de conceptos de esta tan ~omún o estado. Por otra parte, la moral supone siempre, idea del ser humano, y por eso en la Filosofía clásica la na consecuencia clara de premisas antropológicas, San ~lanteamiento y presenta también él su propia concepción del
LA CIUDAD DE DIOS (Vlll)
255
mismo, sino por otro; y así este género de bienes sería los buenos y malo para los malos. ya solicitaran este bien del espíritu, ya del cuerpo, ya y otro, al fin pensaron que había que solicitarlo de! . Los que lo apetecieron del cuerpo, lo apetecieron de inferior; los que lo apetecieron del alma, de la parte y los que de una y otro, de todo el hombre. Fuera, parte, fuera del todo, al fin sólo de! hombre. Estas no por ser tres, se quedaron en tres opiniones, sino üscitalron muchas discordias y sectas entre los filósofos: diversas opiniones sobre el bien del cuerpo, sobre e! bien y sobre e! bien de uno y otro. consiguiente, cedan todos éstos ante los filósofos que que el hombre no era feliz por gozar del cuerpo, o por espíritu, sino por gozar de Dios; no como el espíritu cuerpo o de sí mismo, ni cmuo el amigo del Jllngo, sino ojo goza de la luz, si estas cosas pueden suministrarnos semejanza con aquello; cuál sea ésa, en cuanto está de parte, aparecerá con la ayuda de Dios en otro lugar. por el momento, recordar que para Platón e! bien consiste en vivir según la virtud, y que esto sólo puede quien tiene conocimiento de Dios y procura su imisegún él, no hay otra causa que pueda hacerle feliz. Y así, en afIrmar que fIlosofar es amar a Dios, cuya naturalecorporal. De donde se sigue que entonces es feliz e! de la sabiduría (tal es e! filósofo) cuando comienza a Dios. Aunque en realidad no siempre es feliz el que lo que ama: hay muchos que son miserables por amar debe ser amado, y más miserables aún si llegan a disello; pero nadie es feliz si no goza de aquello que ama. que arnan lo que no debe ser amado, no piensan ser el amor, sino en e! gozo. Por tanto, quien goza de ama, y ama el verdadero y supremo bien, ¿quién, muy depravado, negará que es feliz? A ese bien y supremo lo reconoce Platón como Dios; por eso el filósofo es amador de Dios, a fin de que, como la hende a la vida feliz, sea feliz gozando de Dios e! que
256
SAN AGUSTÍN
9.
Sobre la Filosofía que está más cerca de la fe
Por tanto, cualesquiera filósofos que han rec;orloc:idcj;. dadero y supremo Dios como autor de las cosas c","dias; las coguoscibles y bien de las que han de practicarse, principio de nuestra naturaleza, la verdad de nuestra la felicidad de nuestra vida: ya sean los llamados platónicos o de cualquiera otra denominación que a su secta; sean sólo de la escuela jónica, que fueron pales entre ellos, los que han temdo esta opinión, mo Platón y los que mejor le entendieron; o sean itálicos, temendo presentes a Pitágoras y los pitag:óricclS bién otros que ha podido haber de la misma oplmon; se, lesquiera de los temdos por sabios y filósofos entre las ciones, los del Atlántico, los libios, los egipcios, caldeos, escitas, galos, hispanos y demás: a todos los pensado así y enseñado estas doctrinas los antet)Ollerh demás y confesarnos que están más cercanos a nc,sotro>,7
10.
Excelencia de la religión cristiana entre las disciplinas
1. Puede el cristiano estar ilustrado sólo en eclesiásticas e ignorar quizá hasta el nombre de ros y no saber si ha habido dos escuelas de filósofos griega, los jómcos y los itálicos; pero no llega su 78 Desde su mismo inicio hasta nuestros días, la tradición encontrar puntos de unión entre determinadas doctrinas filosóficas Teología y ha subrayado también la excelencia de la segunda sobre la bien es cierto que algunos autores cristianos han desconfiado de hasta la han rechazado abiertamente, no lo es menos que tales ritarios y frecuentemente representan posturas heterodoxas dentro na - Taciano, Tertuliano y ciertos espirituales del siglo XIII son ello-. En relación con la Filosofla, la actitud «más cristiana» cualitativamente-- ha sido la de apreciarla, dialogar con ella y mentas para la propia comprensión de la fe, desde el prólogo de escritos de San Justino, hasta la Fides el Ratio de Juan Pablo II Ratzinger, pasando, evidentemente por autores de la talla de San Ansehno, Santo Tomás ...
LA CIUDAD DE DIOS (VIII)
257
en las cosas humanas hasta ignorar que los filósofos el estudio de la sabiduría misma. Mira con cautela, sin a los que filosofan según los elementos de este munsegún Dios, que ha hecho el mundo. Así se lo advierte apostólico, y él escucha con fe lo que dice: Cuidahaya alguno que os capture con la .filosofía y la seducción los elementos del mundo (Col. 2, 8). también, para que no piense que todos son iguales al mismo Apóstol hablando de algunos: Porque 10 qu; !COI"oc,erse de Dios 10 tienen a la vista: Dios mismo se 10 ha puesDesde la constitución del mundo 10 invisible de Dios es decir. poder y su divinidad, resulta visible para el que rif¡exion~ obras (Rm. 1, 19-20). Como hablando a los atemenses em,w'" sobre Dios aqu,ella maravillosa expresión que po~ ldJler,on entender, en El vivimos) nos movemos y existimos 10 dicen incluso algunos de vuestros poetas (He. 17, 28). ' que sabe también el cristiano guardarse de esos en los errores que tienen. Ya en el mismo pasaje en que a través de las cosas creadas, Dios les ha rnanisus pe~ecciones invisibles accesibles a su inteligencia; . se dice que ellos no le dieron el culto debido, puesnr:d:eron a otr:s cosas, a que ,no correspondían, los divmos que a el solo eran debldos: Porque al descubrir en vez de tributarle la alabanza y las gracias que Dios se su razón se dedicó a vaciedades y su mente insensata se obpmnaJen.,"c ser sabios, resultaron. que cambiaron. la gloria del . por imágenes de hombres mortales, de pájaros, cuadrú- . reptdes (Rm. 1,21-23). Se refiere aquí el Apóstol a los Q:rie¡ms y egipcios, que se gloriaban de su nombre de esto discutiremos después con ellos. lo que se refiere a su coincidencia con nosotros sobre autor de este universo, que no sólo es incorpóreo los cuerpos, sino también incorruptible sobre tonuestro principio, nuestra luz, nuestro bien, en tenemos que anteponerlos a todos los demás. rue"'p ser que el cristiano, ignorante de su literatura
su terminología en la discusión, llamando natural e~
258
SAN AGUSTÍN
latín y física en griego a la parte qne versa sobre ción de la naturaleza, y racional o lógica a la otrá busca el modo de percibir la verdad, y moral o . se trata de las costumbres, de los fines buenos que seguirse y de los malos que deben evitarse. Pero ignora que es del único y verdadero perfecto Dios tenernos la naturaleza, por la cual hemos sido he:CbcOS.~ gen; lo mismo que la doctrina, por la cual le conocel y nos conocemos ,a nosotros; y la gracIa, que nos por la unión con El. Ésta es la causa de preferir éstos a los demás: los sofos han gastado su talento y sus esfuerzos causas de las cosas y el método de aprender y de vnlIt: e. el conocimiento de Dios, descubrieron dónde creadora del universo, la luz para descubrir la verdad te donde se saborea la felicidad. Ya sean, pues, estos ya cualesquiera otros filósofos de cualquier nación, nen este pensamiento sobre Dios, están de acuerdo tros. Pero nos ha parecido mejor tratar esta cuestiÓlf platónicos, porque son más conocidas sus obras. Pues gas, cuya lengua sobresale entre los pueblos, las conocidas con sus alabanzas, y los latinos, movIdos y su excelencia, las aprendieron de mejor grado, y al nuestra lengua las hicieron más ilustres y famosas.·
11.
C6mo adquiri6 Plat6n la inteligencia que le acercó crístiana79
Se admiran algunos unidos a nosotros en la gGICY.l;< to, cuando oyen o leen que Platón ha tenido este
79 La noción de los semina Verbi -semillas del Verbo divino todo el cosmos y en toda la Historia- y de una revelatio ad gentes revelación recibida por el pueblo de Israel, suele aplicarse de Platón. Por esa noción, los Padres de la Iglesia entienden que, así preparó la venida de su Hijo en el pueblo de Israel por 111e.d~o de así también dispuso misteriosamente que ciertas verdades divmas
LA
CIUDAD DE DIOS (VIII)
259
Dios, que reconocen tan en arn"lonÍa con la verdad de religión. Por ello han pensado algunos que al ir a Egipal profeta Jeremias o leyó en el mismo viaje los libros y yo mismo consigné esta opinión en algunos de el cómputo diligente del tiempo, registrado en con.ol()g¡a, nos dice que Platón nació casi cien años después ;JJvofetizóJeremias. Vivió ochenta y un años, y pasaron casi sesenta desde su muerte hasta que Tolomeo, rey de Egipde Judea los escritos proféticos de los hebreos, que tener y traducir por los falllosos setenta varones, cotambién de la lengua griega. Por tanto, no pudo en aquel viaje ver a Jeremías, tanto tiempo antes filie. leer las mismas Escrituras, que no habían sido vertidas grl.ego, su lengua. Cierto, corno tan aficionado al estuaprender mediante intérprete esos escritos, como los egipcios; no para trasladarlos por escrito, tarea a cabo como un gran servicio por Talomea, que por su real podía inspirar cierto temor, sino para aprender en su contenido en cuanto le fuera posible. hipótesis parece confirmada por algunos indicios, libro del Génesis comienza así: Al principio cre6 Dios el
la tierra. La tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo, y el aliento de Dios se cernla sobre la faz de las aguas , 1-2).Y Platón, en el Timeo, libro que escribió sobre la titclci,ém del mundo, dice que Dios en esa obra unió prila tierra y el fuego. Donde es manifiesto que asigna al entre los gentiles C01110 preparación al Evangelio. En este capítulo San hace eco de esas tesis, al tiempo que da una versión distinta de la entre Moisés y Platón, versión que, a pesar de resultar a nuestros de crítica texhlal algo atrevida, sin embargo resulta más sobria como Clemente de Alejandría -que pensaban directamente ;Olllla01a plagiado el Antiguo Testamcnto- o]a de Eusebio de Cesarea, que Platón podría haber recibido una inspiración similar a la de consecuencia, habría que incluirlo entre los profetas -aunque no entre los cristianos, pues todos los Padres dejan clara la superiorin,'all¡set,o sobre la Filosofia-. Los Padres advertían la «coincidencia» el Antiguo Testamento sobre todo en la concepción de Dios, en entre el Génesis y el Timeo, y en ciertos esquemas triádicos que la Trinidad.
260
SAN AGUSTÍN
fuego como su lugar el cielo; y, por tanto, tiene cierta selnejanza con aquella de Al principio cre6 Díos la tierra. Luego dice que el agua y aire son los dos U"'lUlOS los enales se nnen aquellos extremos. En lo enal se entendió de este modo lo que está escrito: El aliento de cernía sobre la faz de las aguas. Aunque no se percató sentido suele dar la Escritura al Espíritu (aliento) de que también el aire se llaIlla espíritu; y así parece pensar que en aquel lugar se hacía mención de los mentos.
Sobre la afirmación de Platón de que el filósofo amador de Dios, nada hay más claro en las Sagradas que ha influido mnchísimo en nú para llegar casi a Platón no fne desconocedor de los Sagrados Libros es palabras de Dios llevadas por el ángel a Moisés, con que de responder a quien le preguntase por el nombre de mandaba ir a liberar al pneblo hebreo de Egipto: Yo soy soy. Esto dirás a los israelitas: Yo soy, me envía a vosotros (Ex. Como si en comparación del que es por ser inmtltalDl existieran las cosas que son mudables. Platón sostuvo tenacidad y lo recomendó con toda solicitnd. Yo no decir si esto se encuentra en alguno de los libros que ron antes de Platón, a no ser donde se dijo: Yo soy el Yo soy, me envia a vosotros.
LA CIUDAD DE DIOS (VIII)
261
natural: ¿es preciso, atendiendo a la felicidad después de .• ~"p,rte hacer sacrificios a un solo Dios o a muchos?
Los escogí a ellos sobre todo, porque enanto más elevado tuvieron sobre el único Dios, que hizo el cielo y la tanta mayor gloria y prestigio alcanzaron. Cuánto fuepreferidos a los otros a juicio de la posteridad, nos lo :IDllestra lo siguiente: Aristóteles, discípulo de Platón, vade extraordinario talento, inferior en estilo a su nlaestro, superior a llluchos, fundó la escuela peripatética, rJl"ID:ma porque acostumbraba a enseñar paseando; y despor la gloria de su fama, conquistó para su escuela a 'cf,ís¡m()s aún en vida de su maestro. Pero después de la de Platón, Espeusip0 80, hijo de su hermana, y Xenódiscípulo predilecto, le sucedieron en la escuela mada A,ca<:lelnia, y por eso ellos y sus sucesores se llamaron !adérrLÍcos. No obstante, los más ilustres filósofos posterioque siguieron a Platón no quisieron llamarse peripatétini académicos, sino platónicos. Son bien conocidos entre los griegos Plotino, Jámblico 82, Porfirio; y en las dos y latín, destacó como platónico el africano ,"1,evc,". Pero todos éstos y los demás de este estilo, y el Platón, pensaron que debían hacerse sacrificios a mudioses.
12. Aun los platónicos, a pesar de su recto concepto del Dios y verdadero, pensaron se debían sacrificios a muchos . De todos modos, doquiera haya aprendido él estas des, ya en los libros de los que le precedieron, ya, como dice el Apóstol, porque lo que puede conocerse de tienen a la vista: Dios mismo se lo ha puesto delante. Desde titución del mundo lo invisible de Dios, es decir, su eterno divinidad, resulta visible para el que reflexiona sobre sus obras 19-20), pienso haber dejado bien claro que con toda escogí a los filósofos platónicos para tratar con ellos lo ventila en la cuestión que hemos emprendido sobre la
Espeusipo (ca. 410-339 a.c.), sucedió a Platón al frente de la Academia 347 hasta su muerte. Xenócrates (ca. 395-314 a.c.). .JámcblIcco (t 330 d,C.) profesó el neoplatonismo en Siria. Apuleyo (n. ca. 125 d.C.) compatriota de San Agustín, pues nació viajó por el Oriente donde tuvo contactos con grupos gnósticos . En sus obras mezcla nociones de 610506a platónica -medioplacon elementos de las religiones paganas -de hecho, a la muerte fue procesado por la acusación de magia-o Además del De Deo -c';t"lo por San Agustín- escribió la sátira El asno de oro y tradujo la de Nicómaco y el Fedón de Platón.
80
M
262
13.
SAN AGUSTÍN
Pensamiento de Platón sobre los dioses: no pueden buenos y amigos de las virtudes
Aunque están en desacuerdo con nosotros en chos e importantes puntos con relación al que acabo poner, tan importante y del cual se trata, les pregunto: dioses, según ellos, ha de darse culto: a los buenos malos, o a los buenos y los malos? Cierto que sentir de Platón, según el cual todos los dioses son no hay en absoluto ninguno malo. De donde se debe darse culto a los buenos; y entonces se da a ya que no serán dioses si no son bueno"s. Si esto es otra cosa fuera decoroso pensar de los dioses?) se ciertamente la opinión de los que piensan que aplacados los dioses malos para que no perjudiquen, cados los buenos para que ayuden. Pero dioses malos ten; luego los honores sagrados debidos, que <11<:el','( darse a los buenos.
¿Qué clase de dioses son, pues, los que aman escénicos, y solicitan se les luezclen en las cosas celebren en su honor? Su poder indica que existen, afecto los declara malos. El sentir de Platón sobre es bien claro: manda sean expulsados de la ciudad por haber compuesto obras tan indignas de la maj bondad de los dioses. ¿Qué clase de ~ioses son, pues, que se enfrentan al mismo Platón? El, en efecto, no que los dioses sean infamados con falsos crÍluenes; dan que se celebren sus honores con tales crím"n,,, además, al ordenar que se instauren esos juegos, eXJLgH,n pezas, realizaron ellos mismos también cosas lualas: el hijo a Tito Latinio y le dieron una enfermedad huía su n1andato, y en cambio se la quitaron rll,noo sus órdenes.Y Platón piensa que no se les debe sean tan lUalOS, y manteniendo con toda firmeza miento, no vacila en arrojar de un pueblo bien todas las sacrílegas bagatelas de los poetas, en que se ellos participando de la inmundicia.
LA CIUDAD DE DIOS (VIII)
263
este Platón, como ya recordé en el libro Il, lo coloca entre los semidioses. Pnes el tal Labeón piensa que ~alos s/e aplacan con víctimas cruentas y con súplinllSll1D genero; y los buenos, con los juegos y cosas ileJ:mtes que tengan relación con la alegría. ¿Cómo es, pues el semidiós Platón se atreva a rehusar con tal firmeza n; a los semidioses, sino también a los dioses, y hasta a los aquellas diversiones precisamente porque las juzga . Estos dioses rechazan de plano la sentencia de Labeón, en el caso de Latinio no sólo se mostraron lascivos y bursino hasta terriblemente crueles. Es hora ya de que nos estas cosas los platónicos, que, en atención al sentir Ill'1CSI.ru, tienen a todos los dioses por buenos, honestos de los sabios por las virtudes, y juzgan impiedad penotra manera sobre alguno de los dioses. Lo explicaredicen ellos. Vamos, pues, a escucharlos atentamente.
Tres clases de almas racionales según algunos: celestes en los dioses, aéreas en los demonios y terrenas en los hombres Los seres vivientes, dotados de alma racional, se divitres clases: dioses, hombres, deluonios. Los dioses oculugar más alto; los hombres el más bajo; los demonios, .'0<"H'U1U. Pues los dioses tienen su morada en el cielo' los en la tierra; los den10nios en el aire. Y como es &fedignidad de los lugares, también lo es la de las naturatanto, los dioses son superiores a los hombres y a los los hombres son inferiores a los dioses y a los detanto por la categoría de los elementos como por la Antistio Labeón (ca. 50 a.C.-12 d.C.),jurisconsulto romano dela tradición republicana contra Augusto, escribió numerosísimas qu~ se conservan algunos fragmentos en el Digesto. Vives (op. cit. dIce que hu~o tres Labeones, sólo comenta a este, con lo que atrilbuild, la referenCla de San Agustín. Pero ello no está del todo claro no es seguro que Antistio Labeón sea el autor de los libro; P,,"tió'mli y De Diis animalibus, Macrobio cita a otro Cornelio Labeón autor de Los Fastos y del Oráculo de Apolo Clarío. '
264
SAN AGUSTÍN
diferencia de los méritos. De suerte que los dem.onie medios, como deben ser pospuestos a los dioses, inferiores por el lugar, así deben ser preferidos a pues habitan más arriba que ellos. Tienen en comim.. dioses la inmortalidad de los cuerpos, y con los pasiones del alma. No es extraño, pues, dicen, con las obscenidades de los juegos y con las tlccleme; poetas, ya que les cautivan los afectos hUllUllOS, de muy lejos y ajenos en absoluto los dioses. De dond,,, que Platón, al detestar y prohibir las ficciones poetl,:a,,, los dioses, buenos todos y excelsos, sino a los delmc'm arrojando a los poetas de la ciudad, a rehusar los teatro, si no a los dioses, alejados por él de todo mano, sí al menos a los demonios? Seguramente, alllonestar al espíritu humano, aunque todavía estos miembros mortales, a que despreciara, por el de la honestidad, los impuros mandatos de los detestara su inmundicia. Si Platón denuncia y prohíbe esto con tal buen seguro que lo habían pedido y mandado grande torpeza los demonios. Por consiguiente: o se Apuleyo, y no tuvo Sócrates una divinidad anuga de o Platón sintió cosas opuestas entre sí, ya tratando de
LA CIUDAD DE DIOS (VIII)
265
[errlOlllOS, ya alejando de una ciudad bien constituida los de ellos; o no se ha de felicitar a Sócrates por la amisnn demonio, de la cual tal rubor sintió Apuleyo, que sn libro El dios de S6crates, en vez de titnlarlo no "el sino El demonio de S6crates. Así al mellOS lo exigía el traqne con tal diligencia y abundancia distingue a los los demonios. Prefirió él poner esto en la exposición, en el título del libro. Así, mediante la sana doctrina en las cosas humanas, todos o casi todos los hornapartan con horror del nombre de los demonios, de tal que si antes de la exposición de Apuleyo, en la e«)ml(',n(ia la dignidad de los demonios, leyera el título El demonio de S6crates, en modo alguno pensaría que 1 Il'JHw,e estaba en sus cabales. ¿qué pudo encontrar el mismo Apuleyo digno de alalos demonios, sino la sutileza y robustez de los cuerel lugar más encumbrado de su morada? Pues con relacostumbres, al hablar de todos en general, no sólo ningún bien, sino antes 111uchísimo mal. Finahnente, la lectura de aquel libro, nadie se maravilla de que ellos tener la torpeza escénica entre las cosas divinas, y de .jm,tendlerldo ser temidos por dioses, se deleiten con los de los dioses; al igual que se halla en consonancia afectos cuanto se ridiculiza o causa espanto en su cuIla solemnidad escénica o la infame crueldad.
Sentir del plat6nico Apuleyo sobre las costumbres y las acciones de los demonios este platónico sobre las costumbres de los demoque se ven sometidos a las mismas perturbaciones hombres, irritados por las injurias, aplacados con los gozosos con los honores, complacidos con los diritos de los sacrificios y perturbados si en ellos hay al1'",cui.do Entre otras atribuciones dice que les conciernen las adivinaciones de los augures, de los arúspices, de los y de los sueños; y también los prodigios de los magos.
266
SAN AGUSTÍN
Los define brevemente diciendo que los demonios género, animales; por su ahna, sujetos a las pasiones; do a su mente, racionales; en cuanto al cuerpo, cuanto al tiempo, eternos. De estas cinco cualidades, primeras son COlllunes con nosotros, la cuarta les es quinta la tienen en COll1ún con los dioses. Pero orlselrvc las tres primeras que les son comunes con nosotros, bién las tienen con los dioses85 • Dice, en efecto, que los dioses son anin'lales, ya asignar a cada uno sus elelTIentos, nos colocó a ll()So·trc)S los anilnales terrestres con los restantes que en la y sienten; entre los acuáticos, a los peces y otros que entre los aéreos, a los demonios; entre los etéreos, a los Y, por tanto, el pertenecer al género de los animales los demonios común no sólo con los hon'lbres, sino con los dioses y con los brutos: por la inteligencia nales con los dioses y con los hombres; por el tiemj:íc eternos con sólo los dioses; como sujetos a las p'lSl'OD.esp espíritu, coinciden con los hombres; cuanto a ser el cuerpo, se encuentran solos. Por consiguiente, el ser anin'lales por el género no cosa, pues lo son también los brutos; el ser rac'iotlaJ,esl inteligencia no está sobre nosotros, pues que nosotrós" mos también; el ser eternos en cuanto al tiempo, ¿qué bueno si no son felices? Mejor es una felicidad telnpor, una eternidad miserable. En el estar sujetos a las pa:sion, el ánimo, ¿cómo pueden estar sobre nosotros, que estamos sujetos, y no 10 estaríamos si no fuéramos El ser aéreos por el cuerpo, ¿qué estima merece si naturaleza del alma se prefiere al cuerpo y, por tanto, religioso que se debe por el ánimo jamás se debe a inferior al ánimo? En fin, si entre las propiedades de los 85 En su demonología,Apuleyo intenta conciliar creencias la concepción cosmológica de su tiempo -basada en los cuatro gravedad y las esferas celestes- y ciertas nociones de antropología des, pasiones, dimensiones del hombre...- . Todo eso sobre un
LA CIUDAD DE DIOS (VIII)
267
contara la virtud, la sabiduría, la felicidad y dijera que estas cosas comunes con los dioses y eterna, ciertarnenera algo digno de desear y de ser estimado en mucho. que ni aún así debíamos darles culto por esas cosas COlUO sino nlás bien al mismo de quien sabemos recibieron esas cosas. ¿Cuánto menos dignos de honores divinos son aéreos, racionales, además, para poder ser miserasujetos a pasiones para serlo en realidad, y eternos para no puedan tenrunar su miseria?
¿Usan los dioses de los demonios como mensajeros e intérpretes? ¿Ignoran que son engañados o quieren serlo? A buen seguro que hay una gran necesidad de tamaño e indignidad: los dioses etéreos, que se ocupan de las humanas, no sabrían qué hacen los hombres si no se lo . los demonios aéreos, ya que el éter está lejos de y suspenso allá en lo alto, y en cambio el aire está al éter y a la tierra. ¡Oh admirable sabiduría! ¿Qué co~a piensan éstos sobre los dioses, a quienes juzgan óp. s~no que se ocupan de las cosas humanas para no paremdignos de culto, y en cambio no los conocen por la de los elementos? De suerte que se juzga imprescinel papel de los demonios, y por eso ellos mismos se dignos de culto, ya que por su medio pueden los dioCOnclce:r cómo están las cosas humanas y en qué es neceayudar a los hombres. Si esto es así, el demonio es más . de estos buenos dioses por la proximidad de su que el hombre por la bondad de su ánimo. ¡Oh necetan deplorable, o mejor aún, vanidad ridicula y detestano decir vana divinidad! En efecto, si los dioses, con libre del obstáculo del cuerpo, pueden ver nuestro no necesitan para esto de los delTIonios mensajeros; de seres. Pero el resultado, como muestra San Agustín, es incohe-quizás no podría ser de otra forma, al intentar hornoe! extremo realidades distintas como el espíritu y la materia-o
268
SAN AGUSTÍN
pero si los dioses etéreos perciben por su cuerpo las taciones corporales del ánimo, como el semblante, el el movimiento, y de ahí infieren qué les anuncian los nios, pueden ser engañados por las mentiras de los pues, la divinidad de los dioses no puede ser engañada demonios, no puede tampoco esa divinidad ignorar hacenlos nosotros. 2. Quisiera yo qne me dijeran éstos si los demc'ni, comunicado a los dioses que Platón no estaba de las ficciones poéticas sobre los crímenes de los ron que a ellos les complacían: si han callado entrambas prefiriendo que los dioses estuvieran ignorantes de indicaron ambas cosas, es decir, la prudencia religiosa tón para con los dioses y su propia obscenidad injuriosa los mismos dioses; finalmente, si pretendieron que conocida para los dioses la opinión de Platón, por la quiso que los dioses fueran infamados con falsos críme:n el desenfreno impío de los poetas, y en cambio no reparo ni temor de 11l0strar su propia perversidad, aman los juegos escénicos, en que se celebran tales de los dioses. De estos cuatro interrogantes que he escojan el que les plazca y sean conscientes del mal can a los dioses buenos en cualquiera de ellos 86 • Si eligen el primero han de confesar que no les fue los dioses buenos comunicar con el buen Platón cuaWllCl: ba de rechazar que se les injuriase, y habían comlmr.ca
LA CIUDAD DE DIOS (VIII)
269
de los demonios, ¿qué pueden conocer útillos dioses sobre los humanos por medio de los mendemonios, si no conocen siquiera las determinaciones en honor de los dioses buenos se toman por la religiosilos hombres buenos contra los caprichos de los malos . eligen el tercero y responden que los dioses han conopor medio de los demonios mensajeros no sólo la opide Platón, que rechazaba las injurias de los dioses, sino la perversidad de los demonios, regodeándose en las de los mismos, ¿cómo llamaremos a esto: anunciar o Pero aún hay más: los dioses oyen y conocen lo uno de tal 11lanera que no sólo no rechazan de su presendemonios malignos que desean y practican cosas cona la dignidad de los dioses y a la religiosidad de Platón, que por esos malos cercanos translluten sus dones al buen en lugar lejano. De tal suerte los ha vinculado esta esde concatenación de elementos, que pueden aliarse con los acusan, y no lo pueden con quien los defiende, a"Ia'rarrte de que son conscientes de ambas cosas, pero cambiar el peso de! aire y de la tierra. queda ya sino el cuarto; si lo eligen, es peor que los Si los demonios anunciaron a los dioses las criminales sobre los dioses inmortales y los escarnios indignos teatros, así como su ardiente apetito y deleitosa complaen todo esto; si, por otra parte, se callaron que Platón, \filosófíLca gravedad, juzgó se habían de alejar de una excerepública todas estas cosas, ¿quién puede soportar que los buenos se vean forzados a conocer por tales mensajeros de los perversos, aun de los nusmos mensajeros, y no conocer los bienes de los filósofos contrarios a ellos, aquéllos una injuria para los dioses y éstos un honor mismos dioses?
alternativas derivadas del planteamiento de Apuleyo muestra la inde admitir una idea de divinidad buena que requiere la mediación malos en su relación con los hombres.
270
25.
SAN AGUSTÍN
Lo que pueden tener de común los ángeles y los
Por tanto, no es por lnediación, mganlos, de los nios C01110 hemos de aspirar a la benevolencia o de los dioses, o mejor de los ángeles buenos; debemc)S lo por la semejanza de la buena voluntad, por la con ellos, con ellos vivimos y con ellos adoramos al adoran, aunque no podemos verlos con los ojos de Lo que, en cambio, nos aleja mucho de ellos no la distancia del lugar, sino el mérito de nuestra tan miserables somos por la desemejanza de la vol1lr,,; fragilidad de nuestra flaqueza. Si no nos unimos a por habitar en la tierra, dada la condición de nUlestra sino por el apego impuro de nuestro corazón a las rrenas. Al recobrar la salud y hacernos semejantes a acercamos a ellos también por la fe si creemos que intercesión nos hace felices el mismo que les da a felicidad.
26. Toda la religión de los paganos se redujo al culto de los 1. Hemos de notar ciertamente lo que. entre dice este egipcio [Hermes Trismegisto1cuando se que ha de venir un tiempo en que desaparezca de 87 San Agustín, a diferencia de otros teólogos -como por Pseudo Dionisio-, no entrará demasiado en la indagación sobre Su reflexión casi se limita a los datos recibidos por la tradición hil,lic,v tica anterior a éL Así, afirma su existencia por creación -que por revelación-, su carácter «personal» -son seres inteligentes referencia a Dios -a quien sirven y dan gloria-o Con este p];mt,,,oner bien sobrio, se distancia de la atracción que sentían ciertos círculos por las jerarquías celestes -y desde luego de la demonología conoce bien y critica, como muestran varios pasajes de La y centra su teología en la mediación realizada por Cristo. SH A sus tesis anteriores sobre el origen del paganismo (IV, 32 y añade esta tercera: la idolatría surge de la divinización de los difuntos. aduciendo testimonios paganos del Corpus Hermeticum: compilada hacia
LA CIUDAD DE DIOS (VIII)
271
que confiesa ha sido instituido por los equivocados, iny alejados del culto de la religión divina: «Entonces santísima, morada de capillas y templos, estará satude sepulcros y de muertos». Como si de no desaparecer culto no hubieran de morir los hombres o hubieran de nn,,,t()S en otra parte distinta de la tierra; y es claro que más tiempo y días pasen, tanto lnayor será el número sepulcros a tono con el mayor número de llluertos. que parece que lamenta él es que las memorias de mártires sucedan a sus templos y capillas, de suerte quienes con ánimo apartado de nosotros y perverso leen piensen que los paganos adoraban a los dioses en los temy nosotros adOfaInas a los llluertos en los sepulcros. Tan sube la ceguera de los hombres impíos que choca, por así, con las montañas, y no quieren ver lo que tienen los ojos, ni presentan atención al hecho de que en todos de los paganos o no se encuentran o no encuentran dificultad dioses que no hayan sido hombres a quienes se les han tributado honores divinos. Paso por alto lo que dice Varrón, esto es, que tienen por Manes a todos los muertos; lo que demuestra por los ritos ofrecidos a casi todos los muertos, citando los juegos como máximo indicio de la divinidad, pues no suelen ,eblrar:,e esos juegos sino en honor de las divinidades. También Hermes, de quien tratamos ahora, atestigua los dioses de Egipto son hombres muertos; dice, en efecto, el mismo libro en que se lamenta como presagiando el «Entonces esta tierra santísima, ll!-orada de capillas y al mago egipcio Hermes Trismegistos (es decir, {(tres veces grande»), colección de textos mezcla creencias politeístas con filosofía gnóstica, ritos y magia. La obra, que ha tenido gran influencia en las coeso,ré,icas tanto de la antigüedad tardía como posteriores, fue conocida por los Padres -ya desde los tiempos de Tertuliano y San Cipriase difundió mucho en el África Romana. El texto hermético aquí citad Asclepio, título de la traducción latina del Lógos Téleios -y cuya versión apareci6 en los manuscritos de Nag Hammadi-. San Agustín lo toma de de Apuleyo, entre los que se había interpolado.
272
SAN AGUSTÍN
templos, estará saturada de sepulcros y muertos», habieudo dicho que sus antepasados, muy equÍ\'ocad, la naturaleza de los dioses, incrédulos y sin prestar culto y religión divinos, habían descubierto el arte dioses, añade: «A esta invención añadieron una
niente sobre la naturaleza del mundo, y mez,:lándola C01UO no podían hacer las ahnas, evocando las demonios o de los ángeles se las apropiaron a santas y a los divinos misterios para que por su m"diot los ídolos el poder de obrar el bien y el ma¡". Continúa luego como tratando de probar esto plos: "Pues tu abuelo, ¡oh Asclepio!, fue el inventor cina; se le dedicó un templo en el monte de toral de los Cocodrilos, donde reposa su hombre esto es, el cuerpo. El resto de él, o mejor todo él, hombre se condensa en el sentido de la vida, marchó al cielo, y presta ahora con su divinidad a los hOlmbres, los auxilios que solía otorgar con el arte de la m,edlClIlá He aquí que afirma que un muerto es adorado en el lugar donde tenía el sepulcro: se engaña y en¡~afia, que se fue al cielo. Luego añade otra cosa: «H.erInel nombre llevo COll10 nieto, ¿no ayuda y conserva, la patria que lleva su nombre, a todos los mortales a él de todas partes?',. En efecto, este Hermes "','YLn, .'n, que dice fue su abuelo, se dice que habita en H"rnrrót ciudad de su nombre. Así afirma que dos dioses fueron hombres, Esculap,io' curio. En el concepto de Esculapio coinciden grle¡~OS pero de Mercurio hay muchos que piensan que no y, sin embargo, éste atestigua que fue su abuelo; pero aquél, y otro éste, aunque se los designa con el mismo N o hago cuestión de que aquél sea uno, y éste otro; es que éste, como Esculapio, fue convertido de dios, según el testimonio de varón de tal prestigio suyos: Trismegisto, su nieto.
3. Todavía añade: "y de Isis, la esposa de bemos cuántos favores hace teniéndola propicia y a
LA CIUDAD DE DIOS (VIII)
273
si está airada?». Luego quiere mostrar que hay dioses
clase que fabrican los hombres con este arte, y por ello entender su pensamiento: que los demonios han surgido espíritus de los hombres muertos, espíritus que, por este de hombres tan errados, incrédulos e irreligiosos, fueron :oaUU'UL" en los simulacros, ya que los que fabricaban tales no podian fabricar también almas. al decir lo que he citado de [sis, cuánto peIjudica si está añade a continuación: «Pues les es fácil airarse a los dioses l(t]IIlU", ya que están hechos y compuestos por los hombres naturalezas». De ambas naturalezas, dice, de alma y de suerte que en lugar del alma está el demonio, y en del cuerpo la imagen. «De donde se sigue -dice- que imágenes han sido llamada, por los egipcios animales sanque por cada una de las ciudades han sido adoradas las de aquellos que fueron divinizados durante su vida, de que vivan según sus leyes y tomen nombre del suyo». i'-"U"uc están aquí las lamentaciones de Hermes por la santísima de Egipto, mansión de capillas y templos, y luego había de estar saturada de sepulcros y de muertos? duda, el espíritu falaz que inspiraba esto a Hermes se vio precisión de confesar por él mismo que aquella tierra ya repleta de sepulcros y de muertos, a los que honraban . Pero quien hablaba por él era el dolor de los demoque deploraban la inminencia de sus penas con las mede los santos mártires. Porque en muchos de estos luson atormentados y confiesan que se ven arrojados de los posesos de los hombres. ~'
27.
Cómo honran los cristianos a los mártires89
y, sin embargo, no establecemos nosotros a los mismos ni templos, ni sacerdocios, ni solemnidades, ni sacriporque no son ellos, sino su Dios, nuestro Dios. Honra89Tras exponer su tesis última sobre el origen del paganismo, San Agustín en la necesidad de señalar las diferencias fundamentales entre el culto a los
274
SAN AGUSTÍN
mas ciertamente sus lTIenlorÍas COfilO de santos Dios que lucharon por la verdad hasta la muerte dé pos para dar a conocer la verdadera religión, refutadas y fingidas; cosa que si algunos pensaban ya antes, se lo por tenI0r.
¿Quién, en efecto, de los fieles, estando el sacerdote altar, aun el levantado sobre el cuerpo de algún santo para honor y culto de Dios, quién le oyó decir 1arn"."" preces «te ofrezco este sacrificio, Pedro, Pablo o Ante sus monumentos es a Dios a quien se ofrece, los hizo hombres y lllártires, y los asoció a sus santos en el honor celestial. y esa solemnidad tiene por gracias a Dios por sus victorias y exhortarnos a no:sotto la renovación de su luemoria, a la imitación de tales palmas invocando el auxilio del mismo Dios. Por consiguiente, cuantos homenajes celebran las piadosas en los lugares de los mártires constituyen uu de sus Hlemorias, no solemnidades o sacrificios de como si fueran dioses. Lo nllSlllO que quienes llevan mentas (costumbre que no tienen los cristianos de más elevada, y que en la mayor parte del mundo no que al colocarlos allí rezan y los llevan para comerlos, bién distribuyen parte a los indigentes. Lo que preterId que les queden santificados por los méritos' de los Ih"rtir~ nombre del Señor de los mártires. Pero quien conoce ficio de los cristianos, que se ofrece allí también, no celebraciones como sacrificio de los nlártires. 2. Así pues, no honranlos nosotros a nuestros como honran ellos a sus dioses, con honores divinos, muertos que genera la idolatría y la veneración que rinden los mártires. El punto clave es la absoluta primada de Dios, único a quien de tributar adoración. Hay que señalar que, si bien la veneración a los es universal en la Iglesia desde el principio -pueden advertirse en el libro de los Hechos de los Apóstoles y en elApocalipsis, y desde los escritos de los primeros Padres- en determinadas comunidades, de Roma o las de África, esa veneración era especialmente valorada en gran medida, a que allí la persecución había sido también más'
LA CIUDAD DE DIOS (Vlll)
275
hUlllanos; ni les ofrecernos sacrificios, ni convertisus baldones en sus ritos sagrados. En cambio, sobre [sis, de Osiris, diosa de Egipto, y sobre sus antepasados, qUIn'" se dice que fueron todos reyes, lean los que quiepueden, y recuerden los que lo han leído cuántas y qué , se consignaron en sus escritos no por los poetas, por los nlÍsticos, como, según nos informa el sacerdote escribe Alejandro a su madre, Olimpíada: estando ella ;!H':alJLUU a esos antepasados, encontró un haz de cebada mostró las espigas a su marido el rey, y a su consej ero, O[C1Jn'u, por donde vinieron a llamarla Ceres.Vean, pues, a hombres o por qué actos suyos les han dedicado sacrificomo si fueran dioses.Y no tengan la osadía de compalo lllás mínimo a éstos, aunque los tengan por dioses, nuestros santos lllártires, aunque no los tengalllos por dedicanlos nosotros sacerdotes ni ofrecemos sacrificios lllártires, porque es inconveniente, indebido e ilícisolamente al único Dios. No tratamos de recrearlos crímenes ni con los juegos vergonzosos con que trataéstos de celebrar ya las torpezas de sus dioses si, por ser las cometieron, ya los fingidos deleites de demonios nocivos, si no fueron hombres. o tendría Sócrates un dios de esta clase si tuviera algún . pero seguramente ellos, queriendo sobresalir en ese arte, los que le proporcionaron un dios semejante al hombre y ajeno a aquel arte de fabricar dioses. qué seguir más? Nadie con prudencia mediana puede que no han de ser adorados estos espíritus por la feliz que tendrá lugar después de la muerte. Claro que decir que todos los dioses son buenos, y, en canlbio, hay demonios malos y buenos, y que tienen por buenos a . dignos de honor para llegar por ellos a la vida ímlmelllte feliz. Qué hay que decir sobre esto, lo veremos libro siguiente.
276
SAN AGUSTÍN
LA CIUDAD DE DIOS (IX)
Libro IX
Sólo Cristo es mediador entre Dios y los
4.
Pensamiento de los perípatético5 y estoicos acerca perturbaciones que sobrevienen al ánímo90
1. Dos son las sentencias de los filósofos sobre vimientos del ánimo, que los griegos llaman latinos, como Cicerón, perturbaciones; otros, du,n."i,·;ri afectos, y otros, siguiendo al griego con más dHlpllCUlU, Apuleyo, pasiones. De estas perturbaciones, o di"pc>si<:i" pasiones, dicen algunos filósofos que también sabio, aunque moderadas y sometidas a la razón, de el dominio de la mente les impone, en cierto modo, las mantengan en la moderación necesaria. Opinan así nicos o aristotélicos, ya que fue Aristóteles, discípulo tón, quien fundó la escuela peripatética. Otros, sin embargo, como los estoicos, no están do en que el sabio esté sujeto a pasiones ,eJnej"mees. Ji a los estoicos, pretende convencer Cicerón en los libros Los fines de los buenos y de los malos, de que se enfrent'llÍ los platónicos o peripatéticos más bien de palabra realidad. Los estoicos, en efecto, no quieren llamar bJenes comodidades corporales y externas, ya que no admite! el hombre tenga bien alguno, a excepción de la es como el arte de bien vivir, que existe sólo en el esas comodidades, en cambio, las llaman bienes sólo modo corriente de hablar; pero pequeños e ü·1significar se comparan con la virtud, que nos otorga el titud. De donde se sigue que llámelos como uno, bienes o comodidades, los tienen en igual estimaci San Agustín reporta ahora la doctrina estoica de las pasiones y de sabio impasible, y la asimila a la doctrina peripatética, en cuanto que , ponen el fm de la sabiduría en el dominio de las pasiones. Lo hace a las Noctes Atticae, de Aulo Gelio (ca. 150 d.C.). 90
277
cuestión los estoicos no miran sino a la novedad de también me parece a nlÍ que cuando se pregunta si las
del ánimo pueden afectar al sabio, o si está totalmende ellas, la controversia entre ellos se reduce más bien paJ.abras que a realidades. Pues pienso que ellos no opinan diJ:en,nte de los platónicos o peripatéticos en lo que se a la sustancia de las cosas, no en cuanto al sonido de las
Pasando por alto, para no hacerme prolijo, otros arguque demuestran esto, expondré con cierta detenfión bien claro. En los libros que se titulan Noches Aticas UCIHDV Gelio, autor de brillante estilo y de vasta y abunerudición, que en cierta ocasión navegó él con un noble estoico. El tal filósofo, como narra Aulo Gelio extensa rOfllS'lmente, y lo recogeré con brevedad, viendo el barco por horrible tempestad y el mar peligrosísimo, se vio por la fuerza del temor. Notaron esto los presentes, y en las proximidades de la nluerte, observaban, llenos urlosJd:ld, si el filósofo se turbaba en su espiritu. Pasada la tan pronto como la seguridad les dio lugar para y chancear, uno de los que iban en la nave, un rico asiático, apostrofa al filósofo, mofáudose de que hutemido y palidecido, mientras él había permanecido inen la catástrofe que les amenazaba. El filósofo contó la del socrático Aristipo 91. Habiendo oído éste en ocasemejante las mismas palabras de un hombre parecido, que era natural no estuviera solícito por el alma un charlatán, pero que él era justo temiera por el alma de . Confundido el rico con esta respuesta, preguntó lueGelio al filósofo no para molestar, sino para aprender, Aristipo de Cirene (ca. 435 a.c.) escuchó a Sócrates, pero también asuelementos de Protágoras. Fundó la «escuela cirenaica» y propuso como fin de la existencia, entendiendo el placer -a diferencia de 10 después Epicuro- en sentido positivo y actual, aunque con una moderación racional propia del sabio.
278
LA CIUDAD DE DIOS (IX)
SAN AGUSTÍN
sobre el motivo de aquel miedo. Y el filósofo, por un hombre ávido de sabiduría, sacó al punto de su libro del estoico Epicteto, en que se consignan los concuerdan con los principios de Zenón y Crisipo, de los estoicos". Dice Aula Gelio haber leído personalmente en que enseñaron los estoicos que no es posible cono,cer; llegaba al ahna y cuándo las visiones anímicas, llamadas sías: si proceden de acontecimientos terribles y ternit)les' necesidad impresionan aun al alma del sabio; de tal por un lllomento cede allTuedo o se encoge de tristeza" si estas pasiones se anticiparan al ejercicio de la mente razón; sin que por ello se contagie la mente del mal ni be o consienta estas cosas. Lo único que hay en la piensan que se diferencia el espíritu del sabio y del que el del necio cede a las mismas pasiones y acepta el miento de la mente, y, en cambio, el del sabio, ~~""1""' sometido a ellas por necesidad, mantiene con turbable el concepto verdadero y estable de lo que tecer y huir razonablemente. He expuesto, según mis posibilidades, no con más pero sí, pienso yo, con más brevedad y llaneza que Aula que dice él que leyó en el libro de Epicteto, y que éste dicho y pensado según los principios de los estoicos. . 3. Si esto es así, en nada o casi nada se diferencia nión de los estoicos de la de los otros f¡Jósofos sobre 92 El estoicismo tomó su nombre del lugar donde se fundó la la Stóa Poikilé (el Pórtico Pintado) de Atenas.A1lí enseñaba Zenón a.c.); a quien sucedió Cleantes de A~sos (ca. 330-233 a.c.) y luego Soles (ca. 280-205 a.c.), primero en sistematizar la doctrina estoica. sarrollo de la Escuela se distingue el estoicismo antiguo del medio ~, tores como Panecio de Rodas (ca. 185-110 a.c.) y Posidonio 135-151), a cuyas lecciones asistió Cicerón- y del tardío -con Séneca (t 65 d.C.) Epicteto de Hierápolis (ca. 50-138 d.C.) y el Marco Aurelio (t 180 d.C.), citado en este capítulo-o La enseñanza.., teto fue recogida por un discípulo, Flavio Arriano, en ocho Pláticas, que resumió también en un Manual.
279
y perturbaciones del espíritu; unos y otros defienden la y la razón del sabio del dominio de aquéllas. Quizá los dicen que no afectan al sabio porque no pueden con error alguno o manchar la sabiduría que le hace Esto sí, salva la serenidad de la sabiduría, pueden afectar al del sabio, por lo que llamamos comodidad o incomodiaunque no quieran llllnar a ésta bienes o males. Porque si filósofo tuviera en nada las cosas que veía iba a perder en naUlldt;'U, como esta vida y la salud del cuerpo, no hubiera peligro hasta el punto de manifestarlo con su paliPodría, sin embargo, aun sufriendo esa conmoción, manconvencido la opinión de que aquella vida y la salud del cuya pérdida se sentía amenazada por desaforada temno son bienes de tal categoría, que, como la justicia, buenos a los que los poseen. Por lo que se refiere a no hablar de bienes, sino de comose relega a contienda de palabras, no a cuestión de Qué importa llamarlos bienes o comodidades si ante pérdida se estremece y palidece no menos el estoico que el rirlat"ti,eo, sin llamarlos por el mismo nombre, pero esti1911alm'cnlte! Cierto, si con peligro de estos bienes o IlUW'Ja,"e, fueran incitados a cometer alguna torpeza o alcrimen, de tal suerte que no pudieran conservarlos de manera, uno y otro afirman que antes de violar la justicia meuellUU esas fechorías, prefieren perder cuanto asegllrara y la salud del cuerpo. De esta suerte la mente, en que está firme esta opinión, no que en sí pueda prevalecer contra la razón perturbaalguna, aunque sólo tenga lugar en las partes inferiores ap,ot:J.·to;nlás aún, la razón donuna sobre ellas, y no consinen ellas, sino más bien resistiendo, hace que reine la Así describe también Virgilio a Eneas cuando dice: "SU permanece inmoble, y en vano le asedian las
93Virgilio, Eneida, 4, 449.
: il
¡¡
280
5.
SAN AGUSTÍN
Las pasiones que agitan el alma del cristiano no an'astran sino que ejercitan la virtud"
N o es preciso demostrar al presente con prOnlS1(lliY gencia lo que sobre estas pasiones enseña la Escritura donde se contiene la ciencia cristiana. Pues ella somete ma mente a Dios para que la gobierne y la ayude, y mente las pasiones para que las modere y las frene, servir a la justicia. Es decir, en nuestra doctrina no se tanto si el ánilno piadoso se aíra, cuanto por qué se está triste, sino por qué está triste; ni si teme, sino Porque airarse con el que peca para que se curn]la, se con el afligido para que se vea libre de su aflicc:ión por el que corre un riesgo para que no perezca, no considerado, que pueda reprenderlo nadie. Aunque los estoicos suelen reprender aun la ¡cuánto más hermoso es ver al estoico perturbarse sericordia de librar a un hombre que por el temor fragio! Mucho mejor, más humana y más con±()rrne' sentir piadoso es la alabanza que tributó Cicerón «Ninguna de tus virtudes es lnás admirable ni lnás misericordia,)95 . ¿Y qué es la misericordia sino Clnl.ac.' sión de nuestro corazón por la miseria ajena, que socorrerle si está en nuestra mano? Este . bordinado a la razón si se ofrece la misericordia de que se observe la justicia, ya sea socorriendo al necesit1 perdonando al arrepentido. Cicerón, ilustre estilista, no tuvo reparos en lo que los estoicos no se avergonzaron de contar 94 En este capítulo San Agustín expone, en contraposición estoico, el sentido que las pasiones tienen para el cristiano y dominarlas. El punto clave de la diferencia está en concebir la fin para el hombre o entenderla como medio referido a un -Dios-. Lo primero deriva frecuentemente en una actitud ,' es la de los estoicos- mientras que lo segundo permite superar' el ' y cimentar la ética como una consecuencia de una realidad importante: el amor. Esta última es la perspectiva ética de San ~5 Cicerón, Pro Ligario, 12,37.
LA CIUDAD DE DIOS (IX)
281
. y, sin embargo, éstos, como enseña el libro del ilustre esEpicteto, según las doctrinas de Zenón y de Crisipo, de esta escuela, admiten tales pasiones en el ánimo del que dicen está libre de todos los vicios. De donde se sino tienen por vicio a estas pasiones, cuando de tal afectan al sabio, que no tengan poder alguno contra la de la mente y contra la razón. El Husmo sentir tienen bel,ip:ltéticos, e platónicos, y los mismos estoicos; pero -di;:;ic:erón- ya desde muy antiguo estos pequeños griegos se presa de la controversia sobre las palabras, más amanla discusión que de la verdad. se puede preguntar si pertenece a la flaqueza de esta presente el sufrir semejantes movimientos, aun en cualclase de buenas ocupaciones. Los santos ángeles castigan a quienes entregó la ley eterna de Dios para ser castigalo nnsmo que socorren a los miserables sin sufrir ellos la ~ favorecen sin temor a sus amigos que están en pelism embargo, por la costumbre del lenguaje humano se también a ellos los nombres de estas pasiones, no por de los afectos, sino por cierta semejanza de las obras. que, según las Escrituras, se irrita Dios, pero no se por pasión alguna. Esta palabra expresa el efecto de la no el alborotado afecto.
¿Pueden los hombres, siendo mortales, gozar de verdadera felicidad?" entre los hombres esta gran cuestión: ¿puede el ser feliz y mortal? Algunos, rebajando su propia connegaron al hombre la capacidad de ser feliz mientras Después de haber planteado la necesidad de una mediación entre lo 10 humano -es decir, entre el hombre y su destino de felicidad eterrechazar la hipótesis, sostenida por ApuIeyo, de que tal mediación la demonios -en virtud de su carácter de pasionales e inrnortaMr,AISUstin se pregunta sobre las condiciones de la mediación y condus~ría l.nás lógico pensar que los hombres buenos intercedan por los mfelices -antes que los demonios miserables-..
282
SAN AGUSTÍN
vive sujeto a la mortalidad; otros, en cambio, cons:ldc'ri superiores, se atrevieron a afirmar que si poseen la pueden los hombres ser felices. Si esto es así, ¿por qué no se coloca a éstos como' dios entre los mortales miserables y los inmortales tienen la felicidad común con los inmortales felices y talidad con los mortales miserables? Ciertamente, si no tendrán envidia de nadie, pues no hay cosa más que la envidia; y por eso se preocupan cuanto pueden los mortales miserables consigan la felicidad, a fin de dan ser inmortales después de la muerte, y unirse a los inmortales y felices.
15.
Sobre el mediador entre Dios y los hombres, el hombre. ]esús 97
1. Si todos los hombres, corno es mucho más probable, lluentras son mortales son necesariamente dos, habrá que buscar un intermedio que no sea sólo sino también Dios; así, con su intervención la mort:allda< de este intermedio conducirá a los hombres de la mortal a la feliz inmortalidad. Era necesario que ese dio se hiciera mortal y no permaneciera mortal. En efecto, se hizo mortal no debilitando la an'mma Verbo, sino tornando la debilidad de la carne. Pero no neció mortal en la l1llS111a carne que hizo resucitar muertos; ése es precisanlente el fruto de su mediación: permanezcan en la muerte de la carne aquellos para ración se hizo mediador. Por tanto, fue preciso que el dor entre nosotros y Dios tuviera una mortalidad trans'eUl una felicidad permanente con el fin de acomodarse a 97 San Agustín postula, trastocando la tesis de Apuleyo sobre las de los binomios muerte-inmortalidad, felicidad-infelicidad, que el entre Dios y los hombres tiene que participar tanto de la natura!ez".) como de los otros, lo que, según la doctrina cristiana, realiza en cristo.
LA CIUDAD DE DIOS (IX)
283
en lo pasajero y llevarlos de entre los muertos a lo que los ángeles buenos no pueden estar intermedios entre mise:ra!:,les mortales y los felices inmortales, ya que ellos son felices e imnortales. Pueden serlo, sin embargo, los
malos, porque tienen la inmortalidad con aquéllos y la con éstos. Contrario a ellos es el buen Mediador, que, la inmortalidad y miseria de los ángeles malos, quiso mortal temporalmente y pudo permanecer feliz en la Así, con la humildad de su muerte y la suavidad de enCK,au destruyó a aquellos imnortales soberbios y misera;IIlaH,m.u,. a fin de que no arrastraran a la rniseria con la de su inmortalidad a aquellos cuyos corazones liberó inmundo dominio, purificándolos por la fe. . Así pues, ¿qué mediador puede elegir el hombre mormiserable, tan alejado de los inmortales y felices, para inen la inmortalidad y felicidad? Lo que pueda deleitarla inmortalidad de los demonios, es miserable; lo que chocar en la mortalidad de Cristo, ya no existe. Allí que precaverse contra la l1nseria eterna; aquí no debe
la muerte, que no pudo ser eterna, y ha de amar la feli-
esto precisamente se interpone un lllediador inmor-
no permitir el paso a la inmortalidad feliz, porque lo que la impide, esto es, la miseria; corno por el can-
se interpuso un mortal y feliz, para hacer de mortales ho:rta:les, pasada la mortalidad, lo cual demostró en sí mismo su resurrección, y para dar a los miserables la felicidad que perdió. es, pues, el mediador malo, que separa a los amigos, y el bueno, que reconcilia a los enemigos. Por eso hay mumediadores que separan, porque la multitud feliz lo es la participación del único Dios. Privada de esa participala miserable multitud de ángeles malos se opone corno peclirrlerlto, más bien que interpone su valimiento para la Tratando en cierto lllodo de ensordecernos, para
284
SAN AGUSTÍN
que no podamos llegar al único fin beatificante. secución no se necesita de muchos, sino de un solo de aquel, precisamente, cuya participación nos hace Verbo de Dios, increado, por el cual todo fue hecho. Pero no es ll'lediador por ser Verbo; pues COll'lO te inmortal y sumamente fehz, el Verbo está tan lejos mortales miserables. Es mediador en cuanto es hc,mbn,¡ festando con ello que no sólo para el bien fehz, sino para el bien beatificante es preciso no buscar otros a través de los cuales pensamos que hemos de preparar Iones de la llegada; ya que un Dios feliz y beatificante, se partícipe de nuestra humanidad, nos suministró de la participación de su divinidad. Y al librarnos de la dad y de la miseria, no nos transportó hasta los ángeles tales y felices para que fuéramos inmortales y felices con ticipación de su gloria, sino que nos introdujo en Trinidad, cuya participación hace felices a los ángeles. cuando qniso estar más bajo que los ángeles en la tOl:rnld clavo para ser mediador, permaneció sobre los ángeles de Dios: haciéndose cantina de vida entre los inferiores, mo que es vida entre los superiores.
16.
¿Han difendido racionalmente los platónicos a los dioses diciendo que para evitar el contagio terreno no se m,:zc,lan con los hombres, que necesitan ayuda de los demonios para allegarse a la amistad de los dioses?98
l. No es verdad lo que el mismo platónico [A¡pulleyoF buye a Platón: «Ningún dios se mezcla con los hom1)res,,:' mejor prueba de su sublimidad dice que es no dejarse
98 Sobre el esquema de las tesis de Apuleyo, San Agustín aclara, parte, la absoluta trascendencia divina y su sublime divinidad, y dical ineptitud de los demonios para mediar entre el hombre y cendencia divina ni se pierde ni se altera cuando Él se acerca a los -que, además, resultan menos indignos que los demonios para divinidad-o
LA CIUDAD DE DIOS (IX)
285
por contacto humano alguno. Por tanto, confiesa que ,d"monlOs sí se contaminan. y, así, no pueden purificar a por quienes son contaminados, y todos se hacen ualm,mt:e iIllllundos, los demonios por el contacto de los irnlbre:s,y los hombres por el culto de los demonios. A no ser puedan los demonios tener trato y mezclarse con los homsin contaminarse; y entonces serían mejores que los dioses, si se mezclan se verán contaminados. Pues se atribuye a los como algo principal el que, al estar separados por su bllinu·da
Luego, si el Dios soberano de todo se hace presente en las de los sabios, con cierta presencia inteligible e inefable, sólo a veces y como un brillante relámpago, cuando se espopm en lo posible del cuerpo, y no puede ser contaminapor ellos, ¿por qué se les sitúa a estos dioses lejos, en un sublime, precisamente para no ser contaminados con el humano? Como si no fuera suficiente ver estos cuerpos cuya luz ilumina la tierra cuanto es suficiente. Adeluás, si no se contaminan los astros al ser vistos, a todos cuales llama dioses visibles, tampoco se contaminan los m,:mlOS por la vista de los hombres, aunque los vean de cerPero, ¿podrían contaminarse por las voces hUlnanas los que se contaminan con la viveza de los ojos, y por eso ponen a '~U.e1l1U.[Jl(" intermedios, para que se les comuniquen por su 1,OUl1a(;lOn las voces de los hOlubres, de quienes están lejos, a de perseverar lo nlás incontaminados posible? ¿Qué diré ya de los otros sentidos? Ni aun los dioses pocontaminarse si estuvieran presentes; ni los nUSl1l0S dee,uando lo están, pueden contaminarse con los vapores los cuerpos hunlanos vivos, si no se contaminan con tantas
286
SAN AGUSTÍN
pestilencias de los cadáveres de los sacrificios. Con sentido del gusto, no les apremia necesidad alguna de cer su mortalidad, para que, movidos por el ham!,re,;~ buscando de los hombres alimento. El tacto está bajo tad. Pues aunque el tacto parece recibir el nombre de este sentido, en el resto, sin enlbargo, si quisieran se rían con los hombres para verlos o ser vistos, para oídos; pero en cuanto al tacto, ¿qué necesidad tlenen,j, Ni los hom_bres osarían apetecer esto, cuando se Hallaran presencia o conversación de los dioses o demonios si llegara a tanto su curiosidad que 10 podría tocar a un dios o un denlolllo contra su vo,IUJtlta,d\;. no es capaz de tocar a un pájaro sin haberlo cogido? 2. Por consiguiente, los dioses podrían lllezclarse hombres por la vista, oyéndolos o escuchándolos. Así clan, como dije, los demonios sin contaminarse, los contaminarían si se lnezclasen. Dicen que los demonio incontables, y contaminables los dioses.Y si se cont:lminí demonios, ¿en qué pueden ayudar a los hombres desptlés; muerte para la vida feliz, a los cuales no pueden limpiar do ellos contaminados? ¿Cómo pueden presentarlos los dioses incontaminados, entre los cuales y los 11oml)res;, constituidos mediadores? y si no les hacen este servicio, ¿de hombres la amistosa mediación de los UellHJlLlUS que, después de la muerte, no pasen los hombres a los por mediación de los denlO1llos, sino que vivan unos contaminados y así ni unos m otros felices? A no ser no trate de explicarlo diciendo que los demonios jj'm],ia;rn; amigos a modo de las esponjas o cosas parecidas, de queden ellos tanto luás sucios, cuanto quedan los más limpios sirviendo ellos de detergentes. Si esto es así, mezclan con los demomos más dioses, que, para no contaminarse, rehuyeron la pn,ximi, el trato de los hombres. ¿Pueden acaso los dioses linlpiar demonios contaminados por los hOlubres, sin ser COIU:dll, dos ellos, y no podrían 10 mismo limpiar a los
LA CIUDAD DE DIOS (IX)
287
puede pensar esto sino quien ha sido engañado por los iCÍ>,irrlos demonios? Si el ver y el ser visto trae contaminason vistos por los hombres los dioses que llama visibles, 'i11antes luminares del mundo»99, y los delnás astros, ¿estarán seguros de esta contaminación de los hombres los demoque no pueden ser vistos si no quieren? Y si no es el ser sino el ver lo que contamina, tendrán que negar que esto :i11alIlt,,, luminares del mundo», que llaman dioses, ven a los cuando proyectan sus rayos sobre toda la tierra. No se XalUUMa estos rayos que se derraman sobre todas las cosas nu.udlas, ¿y se habrían de contaminar los dioses, si se mezclan los hombres, aunque fuera necesario el contacto para soPues los rayos del sol y de la luna tocan la tierra, y qtleclan manchados por ella.
Para conseguir la vida feliz, que consiste en la participaci6n del bien supremo, no necesita el hombre un mediador como el demonio) sino como es el único) Cristo lOO ;.F.
i I
288
SAN AGUSTÍN
está el padre y allí todas las cosas»lOl? «y ¿en qué co:nsi:ste.:S tinúa- esta fuga? En hacerse senlejante a Dios}). que si cuanto uno es lllás senlejante a Dios, tanto está, el mayor alejamiento será la desemejanza. Y el hombre tanto menos se asemejará a aquel ü·lC()rr,ór'eo,., e inmutable, cuanto más se alampe por las cosas tetnDol mudables. Para superar éstos se hace preciso un ml,diad,or, seres mortales e inmundos de aquí abajo no DULeden con la imnortal pureza de arriba. Pero el tal m"Q1laaOD de tener un cuerpo imnortal cercano a los seres un espíritu enfernuzo senlejante a los ínfimos, ya enfermedad nos podría envidiar más bien para que mas que para ayudarnos para sanar; sino que adaptado tra bajeza por la mortalidad de su cuerpo, nos '. verdadero auxilio divino para nuestra limpieza y ,",n,r,t." por la justicia inmortal de su espíritu, mediante la neció en las alturas, no por la distancia del lugar, excelencia de su semejanza. Un Dios incapaz de la contaminación no puede contamÍne el hombre de que se ha revestido o los con quienes trató siendo hombre. Son grandes en dos misterios que por su encarnación nos lllostró salud: ni la carne puede contaminar a la verdadera ni hemos de tener por mejores a los demonios por por menos polémica, esclareciendo la lógica de su búsqueda de la niendo de la filosofía. Así desde una actitud ilustrada que veía maestro de la verdad pasará a descubrirle como "Persona Veritatis"; neoplatorllsmo descubrirá la novedad de la encarnación del Verbo con nosotros frente a todo discurso abstracto sobre el Lógos cina la novedad de la vida y de la muerte de Cristo por nosotros, dole como el "médico humilde", que acerca el Dios humilde al nosotros nos permite vivir con esperanza. La misericordia de salida a nuestra miseria. Por ello, la lectura que San Agustín hace primordialmente soterioJógica. Él es, ante todo, nuestra Justicia; ejemplo de vida es Sacramento de salvación [... ] el Mediador· rio entre Dios y el hombre)), González de Cardedal, 0., dcid, 2001, p. 264. 101 Plotino, Eneada 1, 6, 8.
LA CIUDAD DE DIOS (X)
289
.e.1:\;;[e es, como nos enseña la sagrada Escritura, el Mediador Dios y los hombres, un hombre, el Mes!as Jesús (1 Tim. 2, 5). éste el lugar para hablar a medida de nuestras posibilidade su divinidad, por la cual es igual al Padre ni de su narnd:ad, por la que se hizo semejante a nosotros.
Libro X
La verdadera adoración del verdadero Dios
Sentir del platónico Plotino sobre la iluminaci6n procedente de arriba lO2 teneillOS conflicto alguno con estos eminentes fliósoesta cuestión. Vieron y consignaron de muchos modos jpio"lmenlte en sus escritos que la felicidad de estos seres lo mismo que la nuestra, procede de un objedte:ligible por la luz, lo que es Dios para ellos y diferente de por el cual quedan tan iluminados que pueden resplanoernlatle<:er con su participación perfectos y felices. VIllC!laS veces, y con mucha insistencia afirma Plotino, deel sentido de Platón, que ni aun aquel alma que alma del mundo, tiene su felicidad distinto origen que la y que esa luz no es ella misma, sino la que la ha creado cuya ilmninación inteligible resplandece ella inteligible-
también una comparaClon entre 'aquellos seres iny estos cuerpos celestiales ilustres y grandiosos: Dios sol, y esa alma, la luna. Piensan, en efecto, que la luna Este capítulo muestra claramente cómo San Agustín asume y modifitesis para su propia doctrina -señaladamente la teoría La bella imagen plotiniana de la reflexión de la luz solar es retomada por San Agustín y por otros Padres, así como por la aplicarla a la gracia de Cristo reflejada en la Iglesia y en la San-
290
SAN AGUSTÍN
es iluminada por la oposición del sol. Dice, pues, platóuico que el ahna racional, o llamémosla m',;orulte de cuya clase son también -según él- las ahnas mortales y felices, que no duda de que habitan en las celestes esa alma racional no tiene sobre sí otra natultal'e2 la de Dios, que fabricó el mundo, por el cual fue también, y que no tienen esos seres celestes otra fuente de y de luz para entender la verdad, que la que tenemos mismos' también lo dice él mismo, en lo cual está de con el Evangelio, donde se lee: Apareció un hombre Dios, que se llamaba Juan; éste venía como testigo para dar de la luz y que por él todos creyesen por él. No era él la luz, debía dar testimonio de la luz. Era la luz verdadera, la a todo hombre que viene a este mundo. Esta distinción demostrar que el ahna racional o intelectual, como Juan, no puede ser luz para sí misma, sino que participación de la otra luz verdadera. Esto lo confirnrra mo Juan cuando, dando testimonio de él, dice: plenitud todos nosotros recibimos Gn. 1, 6-9, 16).
3. Sobre el verdadero culto de Dios, del que los plo!tónicd) reconociéndolo como creador de todo, se apartaron rindiendo divino a los ángeles, ya buenos, ya malos 1. Si esto es aSÍ, si los platónicos, o cualesquiera sus seguidores, conociendo a Dios, le hubieran dado gracias, no se hubiera obnubilado su mente (Rm. 1,21)103 ni hubieran sido en parte autores de de los pueblos o se atreverían, en parte a resistirlos. confesarían que para poder ser inmortales y felices, Este texto de San Pablo -el inicio de la Carta a los el Apóstol condena el paganismo- está en el trasfondo de toda San Agustín a la ciudad terrena y es particularmente relevante con los platónicos, pues ellos, a diferencia de los idólatras, por la ron a conocer a Dios, pero no le dieron el culto debido. 103
LA CIUDAD DE DIOS (X)
291
ilUJaottales y felices, cuanto nosotros, mortales y miserables, que adorar a un solo Dios de dioses, Dios de ellos y nuestro.
A ése le debemos el servicio, llamado en griego latreía, algunos ritos sagrados, ya en nosotros mismos. Somos, todos a la vez y cada uno en particular, templos ya que se digna morar en la concordia de todos y en en particular; sin ser mayor en todos que en cada ni se distiende por la masa ni disminuye por tlClpa.CHJil. Cuando nuestro corazón se levanta a él, se su altar: le aplacamos con el sacerdocio de su primogéle ofi'ecelllos víctimas cruentas cuando por su verdad hasta la sangre; le ofrecen'los suavísimo incienso en su presencia estamos abrasados en religioso y santo le ofrendamos y devolvemos sus dones en nosotros y a mismos en ellos; en las fiestas solemnes y determinale dedicamos y consagramos la memoria de sus bea fin de que con el paso del tiempo no se nos vaya JOtlClellUU solapadamente el olvido; con el fuego ardiente caridad le sacrificamos la hostia de humildad y alabanza ara de nuestro cuerpo104. llegar a verle como él puede ser visto, y para unirnos purificamos de toda mancha de pecado y malos denos consagramos en su nombre. Él es fuente de nuestra es medida de nuestro apetito. Eligiéndole a Él, o 111e~ell!gl<,n,10Ie, pues le habíamos perdido por negligencia; de donde procede el nombre de «religión», por amor para descansar cuando lleguemos; y modo somos felices, porque en aquella meta alcanzaperfección.
Agustín tiene muy claro que la auténtica religión se da desde el interior. Por eso especifica en qué consiste el verdadero culto a Dios, que bajar al corazón y fluir de él. Y si, por una parte, la adoración a quedarse en meras obras sin espíritu, tampoco puede quedar en una interioridad estéril: debe llegar a Dios y desde allí proyec-
1"'"1
I ,
292
LA CIUDAD DE DIOS (X)
SAN AGUSTÍN
Nuestro bien, sobre cuya me~a tal debate hay lósofos, no es otro que unirnos a El: su abrazo j'ncorIP< puede hablar así, fecunda el alma inmortal y la llena daderas virtudes. Se nos manda alnar este bien con corazón, con toda el. alma y con todas las fuerzas. A debemos llevar a los que amamos y ser llevados nos aman. Así se cumplen los dos manda.mientos sisten la Ley y los Profetas: Amarás al Sóior tu Dios. corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente, y Amarás mo como a ti mismo (Mt. 22, 37 -40). Para que el hOlnbr se anlarse se le puso delante la meta, adonde terua todo lo que hacía para ser feliz. Y esa meta es ~H"'OC" Ahora bien, cuando se manda a uno, que sabe mismo, que ame al prójimo como a sí mismo, ¿qué se le manda, sino que le recomiende, cuando puede,' a Dios? Éste es el culto de Dios; ésta la verdadera la piedad recta; ésta la servidumbre debida sólo a consiguiente, toda potestad inmortal, por grande poder, si nos ama como a sí misma, nos desea, para estar sometidos al mismo a quien está ella. Si, pues, to a Dios, es miserable porque está privada de culto a Dios, no quiere ser adorada como Dios. adhiere y confirma con la fuerza de su amor la dice: El que ofrezca sacrificios a los dioses -{uera' del exterminado (Ex. 22, 20).
4.
5610 al Dios verdadero se debe el sacrificio
Pasemos ahora por alto los otros homenajes religi,os que dalnos culto a Dios; nadie se atrevería a decir ficio se debe sino sólo a Dios. Muchos honores se al culto divino para dárselos a los hombres, ya por una va humildad, ya por pestilente adulación; sin dejar de siderados como hombres aquellos a quienes se ot,or¡;ab más que se dijera eran dignos de culto y venerac:ió:l1, se fuerzan un poco las cosas, dignos de adoración. pensó se había de ofrecer un sacrificio sino a quien
293
o juzgó por talase lo fingió? Sobre la antigüedad del . en el culto de Dios son testünomo suficiente los dos Caín y Abel: Dios reprobó el sacrificio del primero el del segundo.
6.
El sacrificio verdadero y peifecto lOS
pues, el verdadero sacrificio es toda obra hecha para a Dios en santa alianza, es decir, referido a la meta de bien que puede hacernos de verdad felices.Y así, aun la ricor,dia con que se socorre al hombre, si no se hace por no es sacrificio. Pues aunque sea hecho u ofrecido por el el sacrificio es una obra divina. Tal es el significado los latinos antiguos dieron a esta palabra. De ahí viene mismo hombre, consagrado en nombre de Dios y ofreDios, en cuanto lnuere para el mundo a fin de vivir para es sacrificio. Pues esto pertenece a la misericordia que practica para sí misnlO. Por eso está escrito: Compade tu alma haciéndola agradable a Dios (Eelo. 30, 24). laTI1Dlen es sacrificio el castigo que infliginl0s a nuestro por la templanza si, como debemos, lo hacemos por a fin de no usar de nuestros lluelnbros como arma de el pecado, sino corno arma de justicia para Dios. artán
~'lJeS!lUeS
de establecer las condiciones del culto verdadero, pasa en este
Sa"A¡;us<:in a ejemplificarlo en la vida del cristiano: la adoración debe
un corazón puro, del que brotan las buenas acciones, las le rnis"ricmdia. Pero todo esto 10 debe realizar el cristiano en unión con sacntl.C
294
SAN AGUSTÍN
que, encendida en el fuego de sn amor, pierda la concupisceucia del siglo, y se reforme como some:ti¿la ma inconmutable, resultándole así agradable por ser' de su hermosura? Esto mísmo añade el Apóstol de y no os amoldéis al mundo este, sino id transformándoos con va mentalidad para ser vosotros capaces de distinguir lo que es tad de Dios, lo bueno, conveniente y acabado (Rm. 12,1 Los verdaderos sacrificios~ pues, son las obras de dia, sea para con nosotros lllismos, sea para con el obras de misericordia que no tienen otro fin que la miseria y así ser felices; lo cual no se consigue sino bien, del cual está escrito: Para mi lo bueno es estar (Sal. 72, 28). De aquí ciertamente se sigue que redimída, o sea, la congregación y sociedad de los ofrece a Dios como un sacrificio universal por medio Sacerdote, que en forma de esclavo se ofi"eció a sí . nosotros en su pasión, para que fuéramos Ul,ernbrm;' Cabeza; según ella, es nuestro Mediador, en ella es en ella es sacrificio. Por eso nos exhortó el Apóstol a ofrecer nuestros cuerpos corno sacrificio vivo, consagrado, agra(jat,je'~ C01110 nuestro culto auténtico, y a no mundo, sino a irnos transfornlando con la nueva y para demostramos cuál es la voluntad de Dios, bueno, conveniente y agradable, ya que el sacrificio mas nosotros mismos, dice: En virtud del don que he aviso a cada uno de vosotros} sea quien sea) que no se de lo que hay que tenerse, sino que se tenga en lo que según el cupo de fe que Dios haya repartido a cada uno. e! cuerpo) que es uno) tenemos muchos miembros) pero no' nen la misma funci6n}' lo mismo nosotros) con ser muchos, Cristo formamos un solo cuerpo, y respecto de los demás, es miembro, pero con dotes djferentes, según el regalo que haya hecho (Rm. 12,3-6). Este es el sacriflcio de los unidos a Cristo formamos un solo cuerpo. Este es el tan conocido de los fieles que también celebra la Iglesia, y en él se le demuestra que es ofrecida en lo que ofrece.
LA CIUDAD DE DIOS (XI
295
Principios en que declaran los platónicos está la perfecci6n del alma también Porfirio 106 que fue respuesta de los divinos que no nos purificamos por las teletas de la luna y del demostrar con ello que no puede el hombre ser pupor las teletas de ninguno de los dioses. Pues ¿qué pueden puriflcar si no purifican las de la luna y el sol; a tienen entre los dioses principales? Además, dice que el mísmo oráculo que los principios podrían purifi. que, habiendo dicho que las teletas del sol y de la no purificaban, se creyera que las teletas de algún otro de de dioses tuviera poder para purificar. bien, sabemos cuáles son esos principios que admiplatónico. Admite a Dios Padre ya Dios Hijo, a quien llama inteligencia o mente paterna. Sobre el Espírino dice nada o no 10 dice claramente; mejor habla de medio entre ellos que no llegó a comprender. Si hablar de una tercera naturaleza del alma como Ploticmi!ldlO trata de tres sustancias principales, no hablaría de entre ellos, es decir, entre el Padre y el Hijo. Po:rmle Plotino pospone la naturaleza del alma a la intelipaterna; y, en cambio, éste, cuando habla del medio, no OS1)0:l1e, sino lo interpone. Y él, por cierto, ha hablado pndo, o como quiso, de lo que nosotros llamamos Espíno del Padre sólo, ni del Hijo sólo, sino del Espíri-. los dos. Pues los filósofos hablan con libertad de lenguatemen, aun en las cosas muy difíciles de entender, que molestar los oídos piadosos. En cambio, a nosotros tm:ci's o hablar según un tono determinado para que la de las palabras no pueda engendrar una opinión impía contenido.
deTiro (ca. 232-304 d.C.) fue el más eminente discípulo de Plo, a quien biografió. Escribió además introducciones a obras de ¡.,-TinJeo-- y Aristóteles -Categorías- y quince libros Contra los crístianos, sólo nos han llegado fragmentos ---entre otros los que 110S reporta
296
24.
LA CIUDAD DE DIOS (X)
SAN AGUSTÍN
Principio único y verdadero que purifica y renueva humana 107
Por tanto, nosotros, al hablar de Dios, no o tres principios, COillO no nos es lícito decir que tres dioses; aunque al hablar de cada uno -del Hijo, o del Espíritu Santo- confesemos que ellos es Dios, sin que digamos, sin embargo, lo heréticos sabelianos: que e! Padre es idéntico al que el Padre es Padre de! Hijo y el Hijo es Hijo el Espíritu Santo de! Padre y de! Hijo no es ni el Hijo. Y así se dice propiamente que e! hombre no cado sino por sólo e! principio, aunque entre éstos de principios en plural. Pero Porfirio, sometido a las potestades envidlii que se avergonzaba, aunque telnÍa rebatirlas li1:,rell11e quiso entender que Cristo el Señor es el principio, encarnación sonIOS purificados. Lo lllenospreció, en la mÍSlua carne que tOlUÓ para ser sacrificio purificación; es decir, no entendió este gran sa"Glm.el esa gran soberbia que repudió por su humildad el y benigno Mediador, mostrándose a los mortales talidad que no tuvieron los malignos y falaces por ello se envanecieron con lllás arrogancia, como inITIortales a los mortales, una ayuda erlgano hombres desventurados.
San Agustín, quien, a pesar de ver en él un adversario, 10 arumü"ba·p mente y compadecía de corazón-o Porfirio subraya el carácter la Filosofía, que entiende como un camino gradual y ascendente En ese camino tiene una cierta cabida la religión con sus mitos alegóricamcnte y sus ritos de purificación -las teletas a las que te alude el Obispo-o San Agustín, que considera ineficaces señala también la contradicción entre el Porfirio «filósofo» y el persticioso». 107 En contraposición con las supersticiones paganas tasis) neoplatónicas intermedias entre Dios y la materia, "" 1\gustm que el único mcdio que tienc el hombrc 'de purificación y de alcanzar a Dios, en defmitiva- es Cristo.
297
el verdadero y buen Mediador mostró que era malo el no la sustancia o naturaleza de la carne, la cual pudo sin pecado con el alma del hombre, y mantenerla y dejarla llluerte, y transformarla por la resurrección a una ,~pi"r,' como demostró que no se debía evitar la llluerte aunque sea pena del pecado que Él pagó por nosopecado: Lo que había que hacer era soportar esa por la JustlcIa SI se presentaba la ocasión. Por eso nuestros pecados muriendo, porque murió, auupor su pecado. conoció el tal platónico que éste era el principio, hubIera conOCIdo corno purificador. No es el princarne que hay en él ni el alma humana, sino el Verbo que todo fue hecho. De suerte que no purifica la carsí misma, sino el Verbo que la tomó cuando la Palabra carne y habit6 entre nosotros Un. 1, 14). Pues cuando místicamente de comer su carne y los que no le ens~ apartaban ofendidos, diciendo: Duras son estas papuede escucharlas?, respondió a los que se habían El espíritu es el que vivifica; la carne no sirve para nada 61,64). principio, pues, tomando el alma y la carne, limpia el la carne. ~e los creyentes. Por e~o a los judíos que le qUIen era, respondió que El era el principio. Lo cieri:a. mente no podríamos, en modo alguno, percibir SIendo carnales, débiles, sometidos a los pecados y en las tInIeblas p'e la ignorancia, si no fuéramos y s,anados por por medio de lo que éramos y que no eramos. Pues eraIllOS hombres, pero no éramos el} su Encarnación la naturaleza hUlllana era justa, ,,",,<1.,r, Esta es la mediación por la que se tendió la mano y echados por tierra; ésta es la semilla dispuesta por en cuyas palabras se promulgaba la ley, que mandaba a un solo DIOS y prometía el Mediador que había de
E!,
298
LA CIUDAD DE DIOS (X)
SAN AGUSTÍN
29.
Sobre la Encarnación de nuestro Señor Jesucristo, impiedad de los platónicos se avergüenza de ca,:,!esar""
1. Proclamas [oh Porfirio1al Padre y a su Hijo, a llanlas «inteligencia o mente paterna}), así como al it'lternI; entre ellos, en quien pensanlos te refieres al Espíritu según vuestro lenguaje, dices que hay tres dioses. En ciertamente, aunque usando de palabras vagas, sabéis modo, y como a través de sombras de frágil imagiína¡ adónde hay que dirigirse. Pero no qneréis reconocer nación del inconmutable Hijo de Dios, por la cual nos mas, a fm de que podamos llegar a lo qne creemos o a aunque sea en ITÚnima parte, entendeluos. Así pues, alguna manera, aunqne sea de lejos y con vista os<:ur'ec,id patria en la que hemos de permanecer; pero no tenéis mino por donde hay que ir. Confiesas, sin embargo, la gracia, ya que dices se ha dido a pocos llegar a Dios por la virtud de la >ccu·getlUL.,! no dices: pIngo a algunos, o unos pocos quisieron; decir que se ha concedido, sin duda confiesas la gracia de no la suficiencia del hombre. Y todavía empleas esta más claranlente cuando, siguiendo la sentencia de dudas tú tampoco de que el hombre no puede Hegar vida a la perfección de la sabiduría, pero puede, por la dencia y la gracia de Dios completarse después de esta cuanto falta a los que viven según la inteligencia. ¡Oh, si hubieses conocido la gracia de Dios por Señor Jesucristo, y hubieras podido ver que su misma nación, en la que tomó el alma y el cuerpo del hombre, manifestación suprema de la gracia! Pero ¿qué puedo Sé que hablo inútilmente a nn muerto, en lo que se lJ'
108 San Agustín se encara a Porfirio, cuya obra anticristiana cOlloc-ia:+ destruida en el año 448, bajo Valentiniano III y Teodosio II- y a apela a la racionalidad de los intelectuales paganos. La apasionada lógica de la Encarnación que hace el Obispo tiene en cuenta el neoplatónico del Filósofo -y sus seguidores- y hasta se hace eco de pios argumentos en torno al alma y a la inmortalidad.
299
no inútilinente en cuanto a los que tanto te estiman aman tal vez por cierto amor de la sabiduría o curiosidad las artes, que no debiste aprender, a quienes más interpelo este discurso que te dirijo a ti. La gracia de Dios no pudo ser encarecida más gratuitahaciéndose hombre el Hijo de Dios sin dejar su Ellc'taIDUlm,a y dando a los hombres la esperanza de su amor, v,,:nULV el ho"mbre de intermedio, mediante el cual lleguen hc)mbn" a El, que por su inmortalidad está tan lejos de los de los mudables por su inmutabilidad, de los impíos su justicia, de los miserables por su felicidad. Y como por ';mlSIlla naturaleza nos infundió el deseo de la inmortalidad errnarlecié Él feliz y tomando al mortal, para darnos lo qu; mame", nos enseñó con sus sufrimientos a menospreciar lo tenlemos. :'VUH""
Pero para poder vosotros aceptar esta verdad se necela humildad, que es muy dificil persuadir a vuestra cer¿Pues qué cosa se puede decir increíble, sobre todo para que tenéis tal sabiduría, que debéis exhortaros a vomismos a creer esto? ¿Qué -repito- hay increíble vosotros cuando se dice que Dios ha tomado el alma y el hlunanos? En verdad vosotros tenéis tan alto concepto intelectual-que al fin es alma humana-- que afirque puede. ser consustancial a aqueHa mente paterna, la confesáis Hijo de Dios. hay de increíble, pues, si una sola alma intelectnal alqlLIÍe:ra ha sido tomada de modo admirable y singular por la de muchos?Y la unión del cuerpo con el alma, para sea un hombre entero y plenamente, lo conocemos nosopor el testllnorno de nuestra misma naturaleza. Si esto no tan ordinario, sería ciertamente menos creíble; de hecho es de creer que lo humano se una a lo divino, lo mudable inmutable; en definitiva, el espíritu al espíritu, o -para usar vuestlro lenguaje---Io incorpóreo a lo incorpóreo, que admiunión del cuerpo a lo incorpóreo. desconcierta tal vez el caso raro de que una virgen dé un cuerpq? Ni siquiera esto debe desconcertaros. Más
Ui3J¡
300
LA CIUDAD DE DIOS (X)
SAN AGUSTÍN
bien debe inducirnos a admitir esa piedad de que e! Achnira: ha nacido de modo admirable. ¿Os desconcierta el nneél"" mo cuerpo, dejado con la muerte y cambiado a mejor con la resurrección lo llevó a los cielos incorruptible lnortal? Quizá rehuséis creer esto viendo que Porfirio, mismos libros de que he tomado muchas cosas, y que sobre el regreso del alma, manda tantas veces huir del a fin de que el alma pueda permanecer feliz con Dios. Pero él precisamente debió haberse corregido estas cosas, sobre todo admitiendo vosotros con él increíbles acerca del alma de este mundo visible y de corporal tan gigantesca. Con Platón, en efecto, admitís mundo es un ser animado, y un ser anilnado . decís además es eterno. ¿Cómo, pues, no se ha de librar del cuerpo, ni carecerá jamás de la felicidad, si para que el sea feliz se debe huir de todo cuerpo? De este sol y de demás astros no sólo declaráis en vuestros libros que son pos, como todos los hombres con vosotros no dudan confesarlo; con un conocimiento más elevado, según presentáis como seres vivientes felicísünos y sempiternos estos cuerpos. ¿Por qué, pues, cuando se os predica la fe cristiana, vidáis o fingís ignorar lo que acostumbráis a tratar y ¿Por qué no queréis haceros cristianos a causa de vuestras niones, que vosotros mismos cOlubatís, sino porque vino humilde y vosotros sois soberbios? Cómo estarán cuerpos en la resurrección, se puede discutir con sión entre los más conocedores de las Escrituras cristi.aná, han de tener las cualidades que, con su resurrección, nos tró el ejemplo de Cristo. Pero tengan las cualidades que tengan, si por una dice que son totalmente incorruptibles e inmortales en nada impiden la contemplación de! alma, que la tiene Dios, y por otra aseguráis vosotros que hay cuerpos tales entre los inmortalmente felices, ¿por qué, para ser felices, exigís huir de todo cuerpo, de suerte que os oponéis racionahnente a la fe cristiana? ¿No será vuelvo a repetir: porque Cristo es humilde y vosotros
301
¿Acaso os da vergüenza corregiros? Éste es precisamente vicio de los soberbios. Es decir, causa vergüenza que los sadiscípulos de Platón se hagan discípulos de Cristo, que se enseñar a un pescador a hablar con sabiduría: Al principio la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios: ella el principio estaba vuelta hacia Dios. Por ella se hizo todo y sin no se hizo nada de cuanto ha sido hecho. En ella estaba la vida la vida era la luz de los hombres y la luz brilla en las tinieblas y tinieblas no la comprehendieron (Tn. 1, 1-5). Este principio del santo Evangelio, que se llama de San según solíamos oír del santo anciano Sinlpliciano, que después obispo de la Iglesia de Milán, decía cierto platónidebía estar escrito con letras de oro y colocado por todas 19Jes,'as en lugar bien destacad0 1O'. Pero entre los soberbios todo su valor aquel maestro que era Dios, porque la se hizo hombre y habit6 entre nosotros (Tn. 1, 14). Como si poco para los miserables e! enfermar, si no se ensoberbemás en su misma enfermedad y se avergonzaran de la heclicina que puede curarlos. No hacen esto para conseguir .'"ml:arse, sino para agravar su mal con la caída.
Contra el argumento de los plat6nicos, en que se afirma que el alma es coeterna con Dios ¿Por qué, pues, no creemos a la divinidad en estas cosas, a investigación cabal no podemos llegar con e! entendihumano? Ella nos dice que el alma misma no es cocan Dios, sino que ha sido creada porque no existía. no creer esto, a los platónicos les parecía causa suficiente En el alto aprecio de San Agustín y Simpliciano por el prólogo de San se advierte no sólo la evidente devoción cristiana por el Evangelio, sino . la lectura platonizante de un texto que si no tiene raíz platónica, sí notable tono de Filosofía griega. Y no hay que olvidar que San Agustín, sido platónico, discute en este capítulo -yen toda esta obra- con e intenta atraerlos a su causa. Simpliciano (t ca. 400), sucesor de San influyó en la conversión de Agustín, con quien mantuvo correspon-
109
, ,1 !
302
SAN AGUSTÍN
el argumento de que lo que no había existido antes pre, no podía después ser sempiterno, Aunque sobre y sobre los que describe Platón han sido hechos Dios en el mundo, dice con toda claridad que ellos menzado a ser y tuvieron principio) pero que no han fin, sino que asegura que permanecerán para siempre voluntad potentísima de! Creador, Pero hallaron modo de resolver e! problema ,j¡caerld" no se trata de! comienzo del tiempo, sino del LU,UllCll,W,) sustitución de un ser; dicen ellos: «Corno si un pie
eternidad siempre hubiera estado en e! polvo, siempre debajo la huella; y, sin embargo, nadie dudaría de que había sido hecha por el que pisaba, el uno no es anlterio otro, aunque haya sido hecho por el otro; así, dicen, el y los dioses creados en él existieron siempre por e",',snr ,~L' los creó y, sin embargo, han sido hechos», Entonces, si el ahna existió sienlpre, ¿se ha de decir miseria existió siempre? Pero si comenzó a existir en tiempo algo que no existió desde la eternidad, ¿por pudo suceder que hubiera existido en el tiempo la bía existido antes? Además, su felicidad más segura, despIle experimentar los males y que permanecerá para sl',enlpr'e, c:( confiesa éste, sin duda alguna que comenzó en el tlem¡Jo,y; embargo, existirá siempre, no habiendo existido antes.
así desbaratado todo e! argumento de que nada puede sin fm en e! tiempo, sino lo que no tiene principio en po, pues hemos descubierto cómo la felicidad del biendo tenido principio en e! tiempo, no tendrá fm en Ceda, pues, la flaqueza humana a la autoridad demos crédito sobre la naturaleza de la religión a _-, __.__ _ lices e inmortales que no solicitan para sí el honor Dios, que es también el nuestro, y no mandan sacrificar sólo a aquel de quien nosotros,juntamente con ellos, 110 El ingenioso argumento de la co-eternidad del ahna queda absurdo y así salva San Agustín la absoluta trascendencia divina en ción con la radical contingencia de la creatura.
LA CIUDAD DE DIOS (X)
303
veces dije y tantas se habrá de decir, debemos ser satifiea,los y ofrecidos por e! sacerdote que se dignó hacerse ílcrifi,ClO por nosotros hasta la muerte, y precisamente en el que tomó y según el cual quiso ser sacrificado,
Segunda parte
Pro Chrístíanís
Tercer volumen (XI-XIV)
Sobre los orígenes de la ciudad temporal y de la ciudad eterna PARA LA SELECCIÓN DE TEXTOS DEL VOLUMEN
La segunda parte de La Ciudad de Dios (libros XIse constituye como pars construens en la que San Agustín propiamente la apología del Cristianismo medíante la M',"C,'va de las dos ciudades en cuanto a su origen (libros , su desarrollo histórico (libros XV-XVIII) y su desOibros XIX-XXII). En este tercer volumen, por tanObispo de Hipona plantea el origen dívino de la ciudad el origen de egoísmo de la ciudad terrena; si la ciuce.leslte comenzó con la creación de los ángeles y de los y pertenecen a ella todos los justos de la Historia, la terrena comenzó con la rebeldía del demonio, que es !nd,adclr, y por ello lleva inscrita en sí misma la muerte al pecado. la selección de textos de este volumen, el lector podrá la siguiente temática: [307]
308
SAN AGUSTÍN
Libro XI. El origen de la ciudad celeste está en Dios, el de la en el egoísmo y en el pecado. Lo primero que hace San Agustín es definir el de Ciudad de Dios, su Fundador -Dios y las condíciones para pertenecer a ella (c'"píl:Ul\ Puesto que la ciudad celeste comenzó a existir creación, se plantea esta doctrina teológica en con la eternidad del mundo y la concepción tiempo (capítulo 4), que termina por rechazarse tulo 5) y se afirma que el tiempo y el mundo .' creados simultáneamente (capítulo 6). Puesto que Dios es e! Fundador de la ciudad ceJ.est,e,; el Obispo a considerar la Unidad y Trinidad de (capítulo 10), que deja impresas sus huellas en orden de! cosmos (capítulo 24) e incluso en la tripartita de la Filosofía (capítulo 25) y muy mente en e! hombre que, como imagen de existencia, conocimiento y amor (capítulo las implicaciones entre esas tres realidades (Glpíl:ulc y sus consecuencias en la relación del homtlré Dios (capítulo 28). Al tratar del Creador adelanta San Agustín alg;un." tesis sobre la creación -ordenada ad.mirabl<,mentt Dios (capítulo 16) en una e! mal-<:uyaF providente (capítulo 18)- y sa es la voluntad creada (capítulo 17)-. Libro XII. La ciudad celeste comenzó con la creación de los y de los hombres. Tras hablar del Fundador, reflexiona sobre la creación. dera que todos los seres creados alaban a Dios mera existencia, que es de suyo buena (capItulo preg;untarse sobre la bondad moral de los ángeles en la cuestión del origen del mal, que e(~~;:~~~o: mala voluntad como tendencia al no-ser por tanto, como causa deficiente (capítulo la creatura a amar mal o desordenadamente (capítult
LA CIUDAD DE DIOS
309
a reflexionar sobre la relación entre la libertad y la Providencia y rechaza de nuevo la concepción cíclica del tiempo (capítulo 17), así como la doctrina de la reencarnación que se deriva de ella (capítulo 20).
'.\lllellve
XIII. La muerte está desde el principio en la ciudad terrena. Puesto que el mal del pecado lleva a la muerte, San Agustín reflexiona en este libro sobre esta enorme cuestión. Distingue primero la muerte del alma de la del cuerpo (capítulo 2) y apunta a la vivencia interior que lleva a los justos a «usar bien» de la muerte -corno los mártires- (capítulo 5). Esta vivencia, sin embargo, no invalida que la muerte sea en sí misma un mal que destruye la unión del alma y del cuerpo (capítulo 6). Con finura psicológica, se pregunta después por el momento preciso de la muerte (capítulo 9) y descubre que, en realidad, la vida de los mortales es ya más muerte que vida (capítulo 10). Como esto le lleva al dilema paradójico de estar vivo y muerto, concluye que el mal de la muerte la hace molesta incluso cuando se la piensa o se habla sobre ella (capítulo 11); todo esto como consecuencia del pecado de la mala voluntad del hombre, pues Dios lo había creado sin la muerte (capítulo 14).
XIV El pecado da origen a la ciudad terrena y la alimenta. este libro desarrolla Agustín su doctrina sobre el pecado -tanto el pecado original como, por analogía, el actual-o Afirma que el pecado es causa de la muerte y que va unido a una naturaleza caída que haría de nosotros una massa damanta si no fuera por la nusericordia de Dios (capítulo 1). Al sostener después que el pecado procede del alma, rechaza la concepción dualista y maniquea que lo achacaba a una materia intrínsecamente mala (capítulo 3). Porque el pecado procede del alma, entra en el estudio de las pasiones del alma y reporta la opinión estoica (capítulo 8), que critica y refuta como inhumana (capítulo 9). Después de anali-
310
SAN AGUSTÍN
LA CIUDAD DE DIOS (XI)
zar las consecuencias del pecado, constata QueJ".,' dera felicidad no puede encontrarse en esta tulo 25). Deduce de todo lo anterior que el altera la Providencia (capítulo 27) y COIlClIJVe conocido pasaje de los dos amores que IUlld"rOI ciudades (capítulo 28).
Libro XI
Origen de las dos ciudades
1.
En esta parte de la obra se comienza a demostrar los y fines de las dos ciudades: la celestial y la terrena
Llamamos Ciudad de Dios a aquella de que nos Escritura que, no por azarosos cambios de los espíritus, disposición de la Providencia suprema, que supera por su dad divina el pensamiento de todos los gentiles, acabó por gar toda suerte de humanos ingenios. Alli se escribe, en ¡Qué preg6n tan glorioso para ti, ciudad de Dios! (Sal. 86,3).Y salmo: Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la
nuestro Dios, su monte santo, alegria de toda la tierra.Y un
311
ignorando que Él es el Dios de los dioses, no de dioses esto es, impíos y soberbios. Privados éstos de la luz inmuy cOlnún a todos, y reducidos por ello a un poder oscuro, su crédito particular, solicitando de sus engañados honores divinos. Él, al contrario, es Dios de los dioses y santos 112 , que hallan sus complacencias en estar soa uno sólo, más que en tener a llluchos sometidos a sí, adorar a Dios más que en ser adorados como dioses. los diez libros precedentes, con la ayuda de nuestro Rey hemos dado la respuesta, en lo posible, a los enemigos santa ciudad. Al presente, reconociendo qué se espera de recordando mi compromiso, con la confianza siempre en del mismo Rey y Señor nuestro, vaya tratar de expoel origen, desarrollo y fines de estas dos ciudades, la terrena celestial, que tan íntimamente relacionadas, y en cierto mezcladas, ya dijimos que se hallaban en este mundo. todo diré cómo los comienzos de estas dos ciudades un precedente en la diversidad de los ángeles.
Creaci6n del mundo: ni es eterno ni ha sido establecido según plan nuevo de Dios, como si hubiera querido luego lo que antes no quiso 113
pués en el mismo salmo: Lo que habíamos oído lo hemos
ciudad del Señor de los Ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios: la hafundado para siempre (Sal. 43, 2.3.9).Y también en el correr de las acequias alegra la ciudad de Dios; elAltísimo morada. Teniendo a Dios en medio no vacila (Sal. 45, 5-6). Con estos y otros testünonios semejantes, cuya ción resultaría prolija, sabemos que hay una ciudad de cuyos ciudadanos deseamos nosotros ser 111 , movidos amor que nos inspiró su mismo Fundador. A este de la ciudad santa anteponen sus dioses los ciudadanos
De todas las cosas visibles, la más grande es el mundo; las invisibles, lo es Dios. Pero la existencia del mundo COIlO(:enrro>, la de Dios la creemos. Sobre la creación del por Dios, en nadie creemos con más seguridad que en Dios. ¿Y dónde lo hemos oído? En parte alguna que en las Sagradas Escritura, donde dijo un profeta: Al cre6 Dios el cielo y la tierra (Gn. 1, 1). 112 Según
lo que comentó en los libro VIII, 25 Y IX, 23, la expresión «dioses
y santos» debe entenderse referida a los ángeles -e incluso a los 111 La conciencia de falibilidad y de la mutación continua del humano lleva a San Agustín a señalar con precisión y cautela cen a la Ciudad de Dios: no se atreve a afirmar que ni él ni sus ,"c'uuo,<, de hecho, pero sí declara la esperanza de ser contado entre ellos.
h0111-
que se someten a Dios. t13 Contrasta en este capítulo San Agustín los conceptos de creación, Propresciencia de Dios, y a partir de ellos analiza cuestiones como la del mundo o la ca-eternidad del alma, la concepción cíclica del creación simultánea del tiempo y del espacio.
312
SAN AGUSTÍN
LA CIUDAD DE DIOS (XI)
¿Estuvo allí este profeta cuando Dios creó el cielo rra? No; pero estuvo allí la Sabiduría de Dios, por la cual cietan todas las cosas, que se transnute taIubién a las tas, haciéndolas amigos y profetas de Dios, y m()st¡cándol, estrépito sus obras interiormente.
También les hablan a estos santos los ángeles de ven de continuo el rostro del Padre, y comunican su los que es preciso. Uno de los cuales era el citado dijo y escribió: Al principio creó Dios el cielo y la tierra. Y autoridad que como testigo tiene para que creamos que por el mismo Espíritu de Dios, quien por a conocer estas cosas, predijo con tanto tiempo de antelad fe que nosotros le habíamos de prestar. 2. Y ¿por qué le plugo al Dios eterno crear cielo y la tierra, que no había creado antes? Si los que esto pretenden que
el Hmndo es
eterno, sin ningún
por tanto, no parece haya sido hecho por Dios, están dos de la verdad y deliran, aquejados de mortal enferm"da hecho, aparte de los anuncios proféticos, el mismo ml"lll,:I, sus cambios y movilidad tan ordenada y con la es~'¡erldent' mosura de todas las cosas visibles, proclama en cierto
lenciosamente que él ha sido creado y que sólo lo ha por un Dios inefable e invisiblemente grande, . blemente hermoso. Hay otros que confIesan haber sido hecho por Dios, admiten que tenga principio de tiempo, sino de su suerte que ha sido hecho de continuo en un modo gible. Parece con ello que quieren librar a Dios de r;F'rt" Ji temeridad, no se vaya a creer que le vino de pronto a la que antes nunca se le había ocurrido: hacer el mundo, y una nueva voluntad, no siendo él en absoluto mudable.
313
siempre; de donde se seguiría el absurdo de que aun en los t\JIllentos en que se dice feliz, en esos nUSHlOS no puede serlo su l1llseria y torpeza futura.Y si no prevé siquiera que ser torpe y miserable, sino que se juzga siempre feliz, sería con una opinión falsa: sería el colmo de la necedad. ,podrían replicar ciertamente que en los siglos infinitos au-
había alternado la miseria del alma con la felicidad, que al presente, liberada ya de lo demás, no puede tornar m;
No se pueden admitir infinitos espacios de tiempos ni de lugares antes del mundo 114 que adnnten con nosotros que Dios es creador del
No veo cómo mantendrán este razonannento en cosas, y, sobre todo, en el alma; que si pretendieran ser
y, sin embargo, nos preguntan sobre el tiempo del mun-
con Dios, no podrían explicar en modo alguno de vino
la nueva miseria, que no tuvo antes en la
plicasen que su miseria y su felicidad se ban sucedido vamente sielnpre, tendrán que afirmar esta alternatlva
Retoma San Agustín las mutuas implicaciones entre el tiempo y el espacio sobre los infInitos mundos o sobre la sucesión infinita del tiempo. Estas ,apunta,!" ya en los presocráticos, con variaciones y matices, fueron asumidas estoicos y, pasados los siglos, por autores como Bruno o Nietzsche. 1
; I
314
SAN AGUSTÍN
do, tendrán que agenciárselas para responder sobre mundo, Pues lo mismo qne se pregunta por qué fue tonces y no antes, se puede preguntar por qué fue donde está y no en otro lugar. Si se imaginan infInitos de tiempos antes del mundo, en los cuales les parece estar Dios sin hacer nada, pueden ünaginarse del mundo infInitos espacios de lugares; y si en ellas guien que no pudo estar ocioso e! Omnipotente, forzados a soñar con Epicuro infinitos mundos? rencia, sin embargo, de que éste afIrma que tales producen y se deshacen por movimientos fortuitos mas, y ellos tienen que afinnar que han sido obra no quieren que esté ocioso por una interminable de lugares que existen fuera de! mundo por todas esos Husmos mundos no pueden deshacerse por según piensan también de este mundo nuestro. Al presente discutimos con los que admiten con un Dios incorpóreo y creador de todas las naturalezas de Él. Sobre los demás, resulta demasiado indigno este debate sobre la religión. Máxime cuando al,~rlOs. escuela piensan se debe rendir culto a muchos superado a los restantes filósofos por su nobleza y precisamente porque, aunque muy alejados, se encuentr~ cercanos a la verdad que los restantes. Respecto a la sustancia de Dios, que incluyen en ni la delimitan a él, ni la dejan fuera de él, sino que, digno pensar de Dios, la confIesan toda entera con su cia incorpórea en todas partes, ¿se atreverán a decir sustancia está ausente de tantos espacios de lugares
mundo y ocupa un solo lugar y tan pequeño como este mundo en comparación con aquella felicidad? que vayan a llegar a tan im-pertinentes discursos. Por consiguiente, al afirmar que un mundo mole corpórea, aunque fInito y limitado a un solo sido hecho por Dios, como acerca de los infmitos ra del mundo responden que Dios no obra en ellos, se también a sí mismos acerca de los infInitos tl'¡enlpC)S
LA CIUDAD DE DIOS (Xl)
315
mU:nuu" por
qué no obra Dios eu ellos. No se puede admiDios ha establecido el mundo al azar y no con un plan ni en otro lugar sino en el que está, ni teniendo éste un más notable para ser elegido entre tantos igualmente y existentes por todas partes, aunque ninguna razón pueda comprender el motivo divino por que se hizo. tampoco se puede admitir que a Dios le haya ocupar azar algo para crear el mundo en aquel tiempo meen otro, habiendo pasado iguahnente los tiempos anpor un espacio infinito anterior, y no habiendo diferencia alguna para preferir un tiempo a otro. dicen que son vanos los pensamientos de los hombres al lugares infInitos, no habiendo más lugares que el munles responderá que de la misma manera opinan vanalos hombres sobre los tiempos pasados del ocio de Dios, que no hubo tiempo alguno antes del mundo.
6.
Uno solo es el principio de la creaci6n del mundo y de los tiempos, y no es el uno anterior al otro l15
. es recta la distinción de la eternidad y del tiempo, ya que no existe sin alguna mutabilidad sucesiva y en la no hay mutación alguna, ¿quién no ve que no haexistido el tiempo si no fuera formada la criatura, que algún cambio, algún movimiento? Ese cambio y moceden su lugar y se suceden, no pudiendo existir a la en intervalos más breves o prolongados de espacio dan al tiempo. Siendo, pues, Dios, en cuya eternidad no hay en absoluto, creador y ordenador de los tiempos, no entender cómo se dice que ha creado el mundo desA partir de la concepción clásica del tiempo como «medida del ca111'.an1\.gusti,n insiste en la creación del tiempo y 10 distingue de la eternidad divino inmutable. Sobre el valor de la Escritura Sacra como aLtceoe,viene notar que, si bien Agustín lo cita aquí como testimonio para que antes de la Creación no hay tiempo, también precisa que no está sentido de los días iniciales del Génesis y que, porque la cuestión es interpretarlos en diversos modos.
316
SAN AGUSTÍN
pués de los espacios de los tiempos; a no ser que se que antes de! mundo ya había alguna criatura, mientas hayan determinado los tiempos. Si además las Sagradas Letras, sumamente Vel aCI",:, suerte afirman que al priucipio creó Dios el cielo y que nada existía antes, puesto que se diría que había de hacer lo que hizo, sin duda no fue hecho el tiempo, sino con el tiempo. Lo que efectivamente e! tiempo se hace después de algún tiempo y antes después de lo que es pasado y antes de lo que es podía haber nada pasado, puesto que no había criatrlrá, por cuyos movimientos mudables se realizase e! El mundo, en efecto, se hizo con e! tiempo, si en ción tuvo lugar e! movimiento mudable, como lugar aquel orden de los seis o siete primeros días, citaba la mañana y la tarde, hasta que se concluyó en. todo lo que hizo Dios en estos días, poniéndose de un gran misterio en el séptimo el descanso de Dios. días se trata, muy difícil es, por no decir imposible, tras el itnaginárnoslo; cuanto más expresarlo.
10. Sobre la simple e inmutable Trinidad: Padre e Santo, un solo Dios, en que las cualidades no son dis'!in;ta, sustancia 116 1. Hay sólo un bien simple, y por esto un mutable, que es Dios. Por Él fueron creados todos pero no simples, y por tanto mudables. El decir c",:ados decir hechos, no engendrados. Pues lo que es enl2;erldr; bien simple, es simple también, y es lo mismo que quien fue engendrado. A estos dos seres los lla:maml)s. 116 Enuncia en este capítulo la doctrina trinitaria y pasa a dose en las relaciones entre las Personas, a partir del trascendental ve en el platonismo-o Los conceptos clásicos de naturaleza, aparecen aquí ya con el sentido netamente cristiano que se ha ido lo largo del debate teológico desde el siglo Il.
LA CIUDAD DE DIOS (Xl)
317
uno y otro con el Espíritu Santo son un solo Dios. Este del Padre y del Hijo reciben en las Sagradas Letras el de Espíritu Santo con un valor propio de este nomdístinto del Padre y del Hijo, porque no es ni el Padre Hijo. He dicho que es dístinto, no que es otra cosa; por. es igualmente un bien simple, inmutable y coeterno. esta Trinidad es un solo Dios; no deja de ser simple por hUli&ld.Así como tampoco decimos que esta naturaleza es simple porque en ella está sólo el Padre o sólo el o sólo el Espíritu Santo; o porque está sólo esa Trinidad sin la subsistencia de personas, como afirmaron los sabelianos; sino que se llama simple porque lo que eso es, si exceptuamos la relación que cada persona resyecto a la otra. Pues ciertalnente el Padre tiene un El no es Hijo; y el Hijo tiene un Padre, pero Él no Por tanto, en lo que dice relación a sí nusmo y no a es lo que tiene; como se dice viviente con relación teniendo ciertamente la vida y siendo Él mismo la vida. Por eso se llama simple a una naturaleza que no tenga pueda perder, o que sea cosa dístinta el que tiene de tiene; como el vaso contiene un licor o el cuerpo tiene o el aire luz o calor, o el alma sabiduría. Ninguna de estas lo que tiene: el vaso no es el licor, ni el cuerpo el color, la luz o el calor, ni el alma la sabiduría. Por eso pueden de las cosas que tienen y cambiarse en otras dispoo cualidades, de suerte que el vaso puede quedarse liquido que contenia, y el cuerpo perder ese color, y o enfriarse, y el alma embotarse. que, aunque el cuerpo sea incorruptible, como se les a los santos en la resurrección, tiene ciertamente la inamisible de la misma incorrupción; pero permanela sustancia corporal, es cosa distinta de la lIDsma inco"ua.DSI:a se encuentra toda entera por todas las partes del y- no es nlayor en una parte y menor en otra; ninguna incorruptible que la otra. En cambio, el cuerpo es
318
LA CIUDAD DE DIOS (XI)
SAN AGUSTÍN
mayor en el todo que en la parte, y si una parte es más en él y otra más pequeña, no es la parte mayor la más tibie que la menor. Una cosa es, en efecto, el cuerpo, que no está todo lo que es él, y otra la incorrupción, que está entera él; porque toda parte del cuerpo incorruptible, aun las demás, es igualmente incorruptible; por ejemplo, dedo sea menor que toda la mano, no por ello la mano incorruptible que el dedo. Y así siendo tan desiguales y el dedo, es igual la incorruptibilidad de la mano dedo. Por esto, aunque la incorruptibilidad sea u·lsepa:tab cuerpo incorruptible, una cosa es la sustancia por la llama cuerpo, y otra es la cualidad, por la que se dice tibIe. Y por eso tampoco es él lo que tiene. El aunque sea siempre sabia, como lo será cuando esté para siempre, será sabia por la participación de la sabiduría, que no es ella misma. Como si el aire no vado de la luz que le inunda, no por eso dejará de cosa, y otra la luz que le ilumina. y no digo esto como si el alma fuera aire; error de que no fueron capaces de concebir una naturaleza' Pero en tan grande desigualdad tiene esto con gran senlejanza; y así, no hay inconveme'nte en alma incorpórea se ve iluminada por la luz 1r<1Tr,i1T,"' sabiduría simple de Dios, como el aire corpóreo se nado por la luz corpórea. Y como el aire, dejado por' se oscurece (en realidad lo que se dice tinieblas de ra lugares corporales no es otra cosa que el aire Cal'ente" así decimos que se oscurece el alma privada de la sabiduría. 11'
3. Por consiguiente, el llamar simples a las cosas.q principal y verdaderamente divinas quiere decir no es una cosa la cualidad y otra la sustancia, y divinas o sabias o felices por la participación de mentas. Por lo demás, cuando las santas Escrituras tiple al Espíritu de la sabiduría, lo hacen porque en
319
cosas; pero lo que tiene, eso mismo es, y siendo uno es esas cosas. No hay muchas, sino una sola Sabiduría, en la se encuentran COIUO irunensos e infinitos tesoros de cosas ~li¡~ibles, en las que están todas las razones invisibles e inmude las cosas, aun de las mudables y visibles, que han sido por ella. Porque Dios no hizo cosa alguna sin darse cuenque no puede decirse rectamente de cualquier artífice por eso, si todo lo hizo a sabiendas, hizo ciertamente que conocía. De alú se presenta a nuestro espíritu algo pero verdadero: que a nosotros este mundo no puede conocido sino porque ya existe de hecho; pero con relano podría existir si no fuera conocido por Él.
. Grados y diferencias de las criaturas, tan diferentemente por la utilidad que reportan y por el orden de la razón 117 todos los seres que, de cualquier categoría, no son lo Dios, su Creador, se anteponen los vivientes a los no lo mismo los que poseen la propiedad de engendrar ap,et"cer, a los que carecen de estos impulsos.Y entre los se anteponen los dotados de sensibilidad a los que no corno los animales a los árboles; entre los que tienen se prefieren los dotados de inteligencia a los que carecen, como los hombres a los brutos; y dentro de los inteligencia, se anteponen los inmortales a los mOrlos ángeles a los hombres. estas preferencias se refieren al orden de la naturaexisten otras muchas suertes de apreciación según de cada uno: así sucede que anteponemos algunos carecen de sentido a otros que lo tienen, de tal suersi estuviera en nuestras manos los borraríamos de la ya por ignorar el lugar que en la misma tienen, ya, por subordinarlos a nuestros intereses. el modelo platónico de la escala de los seres, San Agustín rede los diversos modos de ordenar esa escala y en la riqueza del que contribuye al mismo fin: la belleza del orden.
320
SAN AGUSTÍN
¿Quién no prefiere tener en su casa pan a tener raltolles;" ro a tener pulgas? ¿Qué tiene de sorprendente si estimación de los mismos hombres, cuya naturaleza e alta dignidad, tantas veces se compra a más alto preci~ ballo que un esclavo, una piedra preciosa que una ese:!",,! Así, debido a la libertad de apreciación, existe distancia entre la reflexión de la razón, la necesidad gente y el placer del codicioso: la razón piensa 10 cosa vale por sí misma en la naturaleza; y la necesidad, sirve lo que desea; la razón busca lo que aparece verd:ld,~r() luz de la mente, y el placer lo que agrada y lisonjea a t,dos del cuerpo. Pero es tan poderoso en las criaturas les cierto, digamos, peso de voluntad y de amor, que, a la primacía de los ángeles sobre los hombres por e! orden naturaleza, se anteponen, sin embargo, por ley de ju:sti<;ia.l, hombres buenos a los ángeles malos.
17. El vicio de la malicia no pertenece a la naturaleza sino que es contra la naturaleza) de cuyo pecado no es cau~a el Creador, sino la voluntad!18 , Por consiguiente, en una interpretación recta, las Este es el principio de la obra de Dios (Job 40, 14) se refieren a naturaleza, no a la malicia de! diablo; porque, sin duda, hay vicio de malicia precedió una naturaleza no viciada. Y vicio es tan contrario a la naturaleza, que no puede menos pequdicarla.Y no sería vicio apartarse de Dios si no fuera pio de tal naturaleza, en la que reside el vicio, estar más con Dios. Por lo cual, aun la voluntad mala es un gran Ulomo de naturaleza buena. Pero Dios, así como es el creador excelente de las nacw:a~ lezas buenas, así es justísimo ordenador de las malas volurlta,c des, de suerte que, usando ellas mal de sus naturalezas buenas,:
"'eOll1lenza . San A ' su refI" gustm eXlOn so b re e1mal como privación de en el trasfondo de su concepción sobre el orden. En todo ello asume y profundiza nociones plotinianas.
LA CIUDAD DE DIOS (XI)
321
Él al bien las voluntades malas. Así, hizo que e! diapor su creación, malo por su voluntad, fuese colo-
los más bajos y mofado de sus ángeles, esto es, que a quienes él desea pequdicar, obtengan fruto de sus crearlo no estaba ignorante Dios de su malicia y preveía bienes que había de sacar de sus males; por eso dice el Este drag6n que formaste para que se mofen de él (SaI.103, suerte que en lo 11USillO que le creó, aunque bueno por fonda
Belleza del universo que, merced a la ordenaci6n de Dios, se hace más patente por la oposición de los contrarios 119 crearía Dios a nadie, ni ángel ni hombre, cuya malicia previsto, si a la vez no hubiera conocido cónlo habían redundar en bien de los buenos, y así embellecer el orden los siglos como un hermosísimo canto de variadas antítesis. lo que llanlalnos antítesis son ornalnentos preciosos de la eJOCUC1C)l1, que en latín reciben el nombre de opuestos, o, con precisión, contrastes. No es frecuente el uso de esta palaentre nosotros, aunque sí se sirve el latín, y aun las lenguas todas las gentes, de estos ornamentos del estilo. El apóstol San Pablo, en la segunda carta a los Corintios, 'red()n(:!ea hermosamente con estas antítesis aquel pasaje: Con la y con la izquierda empuñamos las armas de la honradez, a de honra y cifrenta, de mala y buenafama. Somos los impostores dicen la verdad, los desconocidos conocidos de sobra, los moribundos que están bien vivos, los penados nunca ajusticiados, los afligidos siempre alegres, los pobretones que enriquecen a muchos, como los que no tienen nada y lo poseen todo (2 COl. 6, 7-10). 119 Con una imagen tomada de la retórica, San Agustín subraya que todo, incluso el mal-previsto y tolerado, pero no querido por Dios- contribuye al orden y la belleza del designio divino.
322
SAN AGUSTÍN
LA CIUDAD DE DIOS (XI)
Así pues, COillO la oposición de contrarios elegancia del lenguaje, así la belleza del universo la oposición de contrarÍos con una cierta el"Cllle,nr; palabras, sino de realidades. Bien claro nos mmifies.l libro de! Eclesiástico: Frente al mal está el U"", 1'''''''0 muerte;frente al honrado, el malvado. Contempla todas de dos en dos, una corresponde a la otra (Eclo. 33,
24.
Sobre la Trinidad divina, que ha dejado en todas huellas que la manifiestan!20
Creemos, sostenemos y predicamos con nCLeilGa,(1, Padre engendró al Verbo, esto es, la Sabiduría, ml,manl:e se hizo todo, Hijo unigénito, uno al uno, el eterno no el soberanamente bueno al igualmente bueno. t~bién que el Espíritu Santo es a la vez Espíritu del del Hijo, consustancial y coeterno con los dos; y esto es una Trinidad por la propiedad de las peltsonas solo Dios por la divinidad inseparable, así como un nipotente por la onmipotencia inseparable. De tal embargo, que, si se pregunta por cada uno de ellos, testarse que cada uno de ellos es Dios y onmi¡pe,teI1te;, pregunta por los tres juntamente, la .contestación hay tres dioses o tres omnipotentes, S1110 un solo DlOS potente. Tal es allí en los tres la unidad inseparable, manifestarse de esta suerte. Otra cuestión es si e! Espíritu Santo del Padre UUCHV, Hijo bueno, como es conlún a ambos, podría llamarse' mente bondad de ambos; sobre lo cual no me atrevo 'a una opinión temeraria. Sin embargo, no tendrí~ 1C1)11',elJ te en llamarle santidad de ambos, no como cualídad de sino como siendo él también sustancia y la tercera la Trinidad. A esto me induce fácilmente el que, siendo
:5
323
y el Hijo espíritu, y sieudo el Padre santo y e! Hijo toda propiedad se le llama Espíritu Santo, como sustancial y consustancial de ambos. si la bondad divina no es otra cosa que la santidad, no presuntuosa sino auténtica solicitud racional el penlas obras de Dios, por cierto modo secreto de halestinLad.o a ejercitar nuestra atención, se nos insinúa la a lUlllUdU en la triple cuestión de quién hizo a cada criaqué medio y por qué. En efecto, el Padre del Verbo es dijo: Que exista. Lo que existió en virtud de esa palabra, que fue hecho por elVerbo. Yen lo que se añade:Vio era bueno, se da a entender claramente que Dios no que se ha hecho por necesidad alguna o para remediar diDerenci,a, sino sólo por su bondad, es decir, porque ello y se dice esto, después de hecho, para indicar que la conviene a la bondad a causa de la cual se hizo. Si .ibcl11clad se tonla con razón por el Espíritu Santo, se nos toda la Trinidad en sus obras. ahí procede el origen, la forma y la felicidad de la ciuconstituida en las alturas por los santos ángeles. Si se de dónde procede, decimos que Dios la fundó; si por es sabia, porque está iluminada por Dios; si por qué es de Dios. Subsistiendo en Él tiene su forma, tiene su luz; uniéndose a Él tiene su gozo; ve, ama; prospera en la eternidad de Dios, brilla en la de Dios, se goza en la bondad de Dios.
División en tres partes de toda la Filosofia!2!
11'
l20Vuelve San Agustín sobre la Trinidad y advierte que, de un mo~o toda la estructura del cosmos visible e invisible lleva su sello: las trínsecas de la realidad son un reflejo de las relaciones trinitarias.
cuanto se me alCa11za, de a1ú viene la división que los han hecho de la filosona en tres partes; mejor aún, puPorque la estructura trinitaria atraviesa todo lo real, es posible también y estudiarla. Así, el esquema trinitario se proyecta en la misma Fiy su división tripartita dada por el platonismo no es ni mucho menos o arbitraria, sino derivada del mismo ser de las cosas.
121
324
SAN AGUSTÍN
dieron ellos advertir que estaba dividida en tres determinaron ellos así, sino más bien así lo eUlcc,ntrarot['
parte se llamaría física; otra lógica; y la tercera ética. Los latinos de estas partes han recibido en escritos de mllCb,oS, natural, racional y moral; de ellas dimos un breve reslUUlen libro octavo. No se sigue que estos filósofos en esas tres pensado algo según Dios de la Trinidad. Aunque se Platón es el primero en descubrir y recomendar esta ción, y que no hubo para él otro autor de las nalturalezi Dios, ni otro dador de la inteligencia, ni otro inspira, amor, que hace vivir bien y felizmente. Pero existe de opiniones cuando tenemos que tratar de la natur'alelz: cosas, del motivo de la búsqueda de la verdad, y del bien a que debemos referir todo lo que hacemos; atención de los defensores de estas opiniones se estas tres grandes y generales cuestiones. Así, siguiendo cada uno su parecer en cualquiera habiendo gran discrepancia de opiniones, nadie duda existe un motivo de la naturaleza, una forma de la sistema de vida. También en la realización de cualquier un hOlnbre se consideran tres cosas: la naturaleza, la práctica; la naturaleza debe ser juzgada por el por la ciencia, y la práctica por el fruto. Y nó de,;co,¡io,zc<), fruto se predica propiamente del que disfruta de algo, y del que lo usa; y la diferencia consiste en que afrrmamos una cosa cuando ésta nos deleita por sí nllSllla sin en cambio usamos de ella si la solicitamos en vista de
Por eso debemos usar más bien de las cosas te:m¡lO!'al gozar de ellas, para poder gozar de las eternas. No. los perversos, que quieren gozar del dinero y serVIrse pues no gastan el dinero por Dios, sino que honran a vistas al dinero. Sin embargo, ha prevalecldo por la este lenguaje: usamos de los frutos, y gozamos con el de habla propiamente de los frutos de la tierra de todos nos servimos temporalmente.
Siguiendo esta costumbre, he hablado del uso en cosas que recolnendé como dignas de
LA CIUDAD DE DIOS (Xl)
325
la naturaleza, la doctrina y el uso. Partiendo de ellas han dividido los fIlósofos en tres partes su doctrina a la consecución de la vida feliz: la natural, a causa de nal:urale,za; la racional, a causa de la doctrina; la moral, aten-
al uso. Por tanto, si nuestra naturaleza procediera de seríamos nosotros los autores de nuestra sabiduría, y preocuparíamos de aprenderla con la doctrina; y nuespartiendo de nosotros y referido a nosotros, nos bas-
para vivir felizmente, y no tendría necesidad de algún bien de que gozar. Ahora bien, conlO nuestra naturaleza
Le"""" tiene a Dios por autor, sin duda tenenlOS que teconlO maestro para conocer la verdad, y como su-
llSITallOl de la suavidad íntima para ser felices.
Imagen de la soberana Trinidad, que en cierto modo se encuentra aún en la naturaleza del hombre todavía no Jeliz 122 'T"mbi,én nosotros reconocemos una imagen de Dios en . N o es igual, más aún, nluy distante; tampoco es coy, en resumen, no de la misma sustancia de Dios. A de todo, es tan alta, que nada hay más cercano por natuentre las cosas creadas por Dios; imagen de Dios, esto es,
suprema Trinidad, pero que debe ser aún perfecciopor la reforma para acercársele en lo posible por la semePorque en realidad existimos, y conocemos que existiaLnam,:>s el ser así y conocerlo. En estas tres cosas no nos ninguna falsedad disfrazada de verdad. que no percibimos con ningún sentido del cuerpo cosas como las que están fuera: los colores con la vista, los
con el oído, los olores con el olfato, los sabores con el
comentar la huella de Dios presente en el hombre -existencia,
'~~~:::~l;~al~nor-, San Agustín abre la reflexión a una Metafísica real, a jI cierta y a una Antropología de raíz personalista. En el capíp""ellte, de forma especial, el «sí follor sum» de Agustín -que ya expresara Contra Academicos y que parece preludiar, desde muy otros fundael cogito cartesiano- es una refutación en toda regla del Escepticismo.
326
SAN AGUSTÍN
gusto, las cosas duras y blandas con el tacto. De estas sibles tenemos también imágenes muy seluejantes a que no corpóreas, considerándolas con el pen",mienlto,<] niéndolas en la memoria, y siendo excitados por su apetencia de las mismas; pero sin la engg~a.ñ~o~s:~a~~~:.~~~:(:~~: representaciones imaginarias, estamos o de que existimos, de que conocemos nuestra ex:ist"ncia; amaIllOs.
y en estas verdades no hay temor alguno a los arg;unle de los académicos, que preguntan: ¿Y si te engañas? engaño, existo; pues quien no existe no puede tampoco ñarse; y por esto, si lue engaño, existo. Entonces, puesto me engaño existo, ¿CÓIUO me puedo engañar sobre la cia, siendo tan cierto que existo si me engaño? Por guiente, como sería yo quien se engañase, aunque se sin duda en el conocer que me conozco, no me engañalré/ conozco que existo, conozco también esto mismo, que nazco. Y al amar estas dos cosas, añado a las cosas que como tercer elemento el nllSnl0 amor) que no es de importancia. Pues no me engaño de que me alTIO, ya que no me en las cosas que amo; aunque ellas fueran falsas) sería que amo las cosas falsas. ¿Por qué iba a ser justamente dido e impedido de amar las cosas falsas, si fuera falso amaba? Ahora bien, siendo ellas verdaderas y ciertas, puede dudar de que el amor de las mismas, al ser verdadero y cierto? Tan verdad es que no hay nadie quiera existir) como no existe nadie que no quiera ¿Y cómo puede querer ser feliz si no fuera nada?
27,
Esencia, ciencia y amor de una y otra 123
1. Tan agradable es por inclinación natural la que sólo por esto ni aún los desgraciados quieren morir, 123 La propia vida ~esencia/existencia~, el conocimiento y ciencia -ciencia- y la libertad como tendencia al bien -anlor-
LA CIUDAD DE DIOS (XI)
327
miserables, no anhelan desaparecer del mundo sino ' . 124 . Suponganlos que aquellos que ' se ,, ,d,esalpare:zca " su nusena a SI ll1lSnl0S .~or los lnás ,miserables, lo son claralnente) y Lir.zga<.:los tamblen como nllserables, no sólo por los sabios, tlene~ por n~cIos, Silla ~ambién por los que se juzgan a . feli~es, qmenes los henen por pobres e indigentes; ?Ien) SI ~ estos s.e le,s ofrece la inmortalidad) en que viviera la ll11sma Illisena, proponiéndoles o permanecer siemella, .o, dejar de vi;ir, saltarían ciertamente de gozo y VIVIr SIempre aSl a dejar definItIvamente la existencia. tinlOI1l0 de esto es su sentimiento bien conocido. qué telnen morir y prefieren vivir en ese infortunio que tenrunarlo con la muerte, sino porque tan claro apaque la naturaleza rehuye la no-existencia? Por eso cuanque están próxinl0s a la muerte, ansían como ~n gran que se les conceda la gracia de prolongar un poco esa nnsena y se les retrase la muerte. Bien claramente dan a indicar con qué gratitud aceptarían incluso es; en que no tuviera fin su indigencia. -¿Pues qué? Todos los anünales aun los irracionales, que no la facultad de pensar, desde los monstruosos dragones los d1ll11nutos gusanillos, ¿no manifiestan que quieren vivir esto h,uyen de la m~erte con todos los esfuerzos que pue¿Y que deCIr tamb,en de los árboles y de los arbustos? No sentIdo para evitar con movimientos exteriores su ruivemos cómo para lanzar al aire los extremos de sus rehunden profundanlente sus raíces en la tierra para exel ahmento y conservar así en cierto nl0do su existencia? Husmos cuerpos que no sólo carecen de sentido hasta de toda vida vegetal, se lanzan a la altura o desciended o se quedan corno en medio, para conservar su en el modo que pueden según su naturaleza. muestran nuestra realidad distinta de otros seres y nuestra semejanza '. Por analogía, San Agustín aplica también los conceptos de esencia y amor a los animales y las plantas, ' Esta ~st~nción es clave ~a,ra. entender la posición de San Agustín y de Cllstlana fi. ente al SUlCldlO y a la eutanasia.
328
SAN AGUSTÍN
2. Ahora bien, cuánto se ama el conocer y pugna a la naturaleza el ser engañada, puede coI6,#& cualquiera pre[¡ere estar sufriendo con la mente alegre en la locura. Esta fuerte y admirable telld"nci
Las demás cosas corporales se han !lamado ,el.mIDl precisamente porque sienten, sino porque son selltilla en los arbustos existe algo semejante a los sentidos se alimentan y producen. Sin embargo, éstos y corporales tienen sus causas latentes en la nal;uralel cuanto a sus forulas, con las que por su estructura yen al embellecimieuto de este mundo, las presentan tros sentidos para ser percibidas, de suerte que pa:rece si quisieran hacerse conocer para compensar el conold· to que ellos no tienen. Nosotros llegmuos a conocer esto por el cuerpo, pero no podemos juzgar de elló con este Tenemos otro sentido del hombre interior mucho celente que ése, por el que percibimos lo justo y lo lo justo, por su hermosura inteligible; lo injusto vació n de esa hermosura. Para poner en práctica do, no presta ayuda alguna ni la agudeza de la PllP'lai' orificios de las orejas, ni las fosas nasales, ni la paladar, ni tacto alguno corpóreo. En ese sentido, to de que existo y de que conozco, y en ese selrrtfd! esto, y estoy cierto de que lo amo.
LA CIUDAD DE DIOS (XI)
329
¿Debemos amar también. el mismo amor con. que amamos }' el saber., para asemejarnos más a la Divina Trinidad?12S dicho bastante ya, según parecía exigirlo el plan de la la eXIstenCIa y el conocimiento, sobre el amor que !n"mos, y sobre la semejanza que, aunque lejana, se enellos en otros seres inferiores. N o se ha hablado amor con que son amados, y si se ama ese mismo ama, sí, y por ello se demuestra que cuanto más recse ama a los hOlnbres, tanto más se ama el mismo no se llama justamente varón bueno al que sabe lo DU'eIJU, sino al que ama. qué, pues, no nos damos cuenta de que en nosotros amamos el InlSmO amor con el que amaInas cualquier ?arnaanAgustiin profundiza en la imagen de la Trinidad presente en el homamor y encuadra esta tendencia en su metafísica del orden. La den-
330
LA CIUDAD DE DIOS (XII)
SAN AGUSTÍN
Pero nosotros SOll10S hombres, creados a imagen tro Creador, cuya eternidad es verdadera, cuya caridad dadera y eterna, y la misma Trinidad es eterna, amada, sin confusión ni separación. Recorramos todo hizo con admirable estabilidad en las cosas que están bajo de nosotros, ya que no existirían en modo tarían bajo alguna especie, ni apetecerían orden alQl1nn mantendrían, si no hubieran sido hechas por el que es grado, soberanamente sabio, soberanamente bueno; maslo y descubriremos ciertas huellas suyas más . una parte y en otra menos; y contemplando su nosotros mismos, levantémonos volviendo sobre nClSo,trc mas como el hijo menor del Evangelio, a fin de volver quien nos habíamos apartado por el pecado. Nuestro tendrá allí la llluerte, nuestro conocer no tendrá el tra aUlor no tendrá allí tropiezo. Al presente, aunque tenelllOS estas tres cosas ntlestra, seguras, y no necesitamos de otros testigos para creer sino que nosotros mismos las sentinlos presentes, las con una mirada interior sumamente veraz, sin t:nl0aq,0 saber hasta cuándo durarán, o si han de faltarnos alguna adónde llegarán según sean bien o mal empleadas, podemos conocerlo por nosotros m.ism~s, otros testigos, o ya los tenemos. Y no hay lugar para fa, sino que se hará después con más diligencia, sobre tía que debe ofrecernos su fidelidad. En este libro se trata de la Ciudad de Dios, que grina en la mortalidad de esta vida, sino que es irrm(ltt, siempre en los cielos, es decir: se trata de los ángeles Dios, que ni fueron ni serán jamás desertores. Entre y los que abandonando la luz eterna se hicieron . . dijimos cómo Dios había establecido la división desde cipio.Vamos a terminar de explicar con su ayuda mas lo que hemos comenzado. sidad personalista de este texto reverbera en toda la tradición llegar al gran Ricardo de San Víctor, quien explicará la Trinidad de Amans,Amatus,Amor.
331
Libro XII Los ángeles y la creación del hombre
5.
Ibdas las clases y grados de naturaleza son un canto de alabanza al Creador'26
las naturalezas, por el hecho de existir y, por contener su prop1a ley, su propia belleza y una cierta 'pmS1~:0 nusmas, son buenas. Y nuentras están situadas deben estar, según el orden de la naturaleza, consere! ser que han recibido. Las que no han recibido un ~ufren u~a mutación a mejor o peor, según las llnstanClaS cambIantes de las cosas, sujetas a la ley que les Creador. Buscan s1empre, por providencia divina, aquel por plan de gob1erno umversal. Pero esa gicorrupclOn que 1mpulsa a las naturalezas mudables ~UL,a"c, a su destrucción ha de reducir al no ser lo que era, de forma que no 1mp1da el resurgir de ahí, como conlos seres que deben seguir existiendo. Según esto, e! ser supremo, y por ello el hacedor de toda esencia . en su ser (no puede ser igual a Él lo creado de la m tampoc,? podría existir en absoluto si no hubiera .,""CU.V por El), Dios -repito- no es censurable por a!guno con que nos podemos tropezar en las naturay S1 debemos alabarlo por la contemplación de todas
e!
doc.trina de la Crea~ión a pa:tIT de un Dios bueno y trascendente le ~ltVe a San. Agustm para CImentar una metafísica que supera el y la Idea de la maldad intrínseca de la materia y le permite c~mo f~ndamentalmente buena, ordenada y bella y con una ley deCl~, denvada de la misma naturaleza de las cosas, queridas así por la orIenta hacia el Bien.
332
SAN AGUSTÍN
6.
Causa de la bienaventuranza de los ángeles buenos y de la desgracia de los malos!27
Deducimos como verdad incontestable que la causa felicidad de los ángeles buenos está en su adhesión al Ser premo. Cuando, por el contrario, nos preguntamos por el gen de la desdicha de los ángeles malos, la respuesta . sola: el estar separados de este supremo Ser y orientados sí mismos, seres linütados. ¿Y qué otro nOlllbre tIene este sino el de soberbia? Porque el origen de todo pecado es la (Eclo. 10, 15). Estos ángeles se negaron a reservar para fortaleza. Ellos, que habrían sido mucho más exceILen.tes su adhesión al sumo Ser, al preferirse a sí mismos pr,efirie una mayor disminución de su ser. He aquí la primera
cia, la primera indigencia, el primer vi.cio de su natural creada no para ser en grado supremo y, sm embargo, . a gozar del supremo Ser para conseguIr su feliCIdad: SI de aparta, no es que quede reduci~a a la nada, sino que disminuida, originándose de aqm su desgraCIa. ¿Cuál es la causa eficiente de esta mala voluntad? encontramos. ¿Qué es 10 que vuelve mala la voluntad, ella la que hace mala una obra? La mala voluntad es la . te del acto malo; pero no hay nada que sea causante de la voluntad. Y si lo hay, sucede una doble hipótesis: que su vez alguna voluntad, o que no la tenga. Si la tiene, será, na o será lllala.Y si es buena, ¿quién dirá, en sana una voluntad buena es causa de otra mala? Habría que cluir que una voluntad buena es causa de pecado, 10 que absurdo superlativo. Pero supongamos que esa tal causa hipotética de la mala voluntad, tiene ella HU.'''.'' , voluntad: en este caso yo sigo preguntando, ló,gic:anllelllte.
127 En la concepción de la realidad como fundamentalmente que tiene su origen y orden en el Bien ab,soluto de.~ios, se plantea la del origen del mal. San Agustín reasume ldeas plotlmanas -el mal vación- y las aplica a la libertad de las creaturas pers?n~es: dnebar:~o queda intacta la Bondad divina cuyo poder puede segulr, Slll el nando todas las cosas -incluso las opciones malas de sus creaturas-
LA CIUDAD DE DIOS (XII)
333
de esta mala voluntad. Así que, para poner un límite FdiscUS:L011:' ¿cuál es la causa de la primera voluntad mala? mala volu.lltad nunca será primera si ha sido causada por Para ser pnm~ra tiene que~ surgir de sí lnislna, porque si
otra, orIgen de ella, esta es la primera, causante de . se pueda responder que nadie la ha originado y, por ha eXIstIdo SIempre; en este caso mi pregunta es: ¿Ha mherente a alguna naturaleza? Porque si no lo ha estaha existido en absoluto. Pero si ha estado en alguna entonces ,la estaba VIcIando y corrolllpiendo, le era y la estaba prIvando de algún bien. Por eso la mala vano podía estar en una naturaleza mala, sino en una aunque sujeta a mutación, susceptible de algún daño defecto. SI no le causó perjuicio alguno, por supuesto se trataba de un vicio y, por tanto, hay que decir que hubo mala voluntad. Pero si le causó daño, ciertalo causó por quitarle o disminuirle un bien. N o es pomala voluntad eterna en un ser en el que ha precebien de su naturaleza, que la mala voluntad puede nac:ane. Ahora bIen, SI no era eterna, sigo preguntando: la ha causado? aquí la única respuesta: la causa de la voluntad mala fue que no tenía en sí ninguna voluntad.Y mora pregunrealídad es superior, es inferior o es igual a ella? Si se algo superior, es mejor que ella. ¿Cónlo, entonces, no. voluntad alguna; mejor dicho, cómo va a carecer de voluntad? La misma conclusión se da en el caso de ser ella: si dos tienen una voluntad igualmente buena, no 'C'Lmar uno mala voluntad en el otro. e)'Crusl'on ha de ser una realidad inferior a la voluntad privada de ella, la causante de la mala voluntad ed . angélica, que fue la primera en pecar. Sin embarrealIdad, por muy inferior que ella sea, incluso lo más lo ,ter~eno, ,~s un~ esencia, una naturaleza, y por tansm dlscuslOn. TIene su ley, su propia belleza, dentro y su orden. ¿Cómo, pues, una cosa buena puede eficiente de una voluntad mala? En otras palabras:
i!
I I
i 1I I
.
I1 '
334
SAN AGUSTÍN
'cómü el bien puede ser causa del mal? Pürque . Iuntad abandüna lo. superiür y se vuelve hacia las Cüsas res, se hace mala; y no por ser lllalo aquello hacia vnelve, sino. porque es malo. el hecho. de vülverse.Así, es un ser inferiür el que ha üriginadü la mala vülUlltad, misma vüluntad. Se ha hecho. mala a sí misma, perversa y desürdenadamente una realidad inferiür. Supüngamüs düs hümbres Cün las illlsmas ctülpo,si cürpürales y anímicas; lüs düs ven la hermüsura de Un y al punto. uno. de ellüs cüncibe el deseo. de disfrutar mente de él, mientras el ütro permanece estable en luntad casta. ¿Cuál nüs parece la causa de que en mala vüluntad y en el ütro nü? ¿Qué ser la ha quien la tiene? No. ha sido. la hermüsura; ya que no. ha cidü mala vüluntad en ambüs, Siendo. aSI que ella se la misma fürma a la vista de lüs düs. ¿Será culpable carne de quien la miró? ¿Y pür qué no. lo. fue '"'HU.'''a ütro? '0 tal vez fue el espíritu? ¿Y pür qué no. en puesto.' que ambüs, pür hip~tesis, güzab~n de las m.I'SImas·' siciünes de cuerpo. y de espmtu? ¿Habra que deCIr que ellüs fue tentado. pür una secreta invitación del espíritu nü? 'Cümü si no. cünsintiera pür su propia vüluntad a taci6n o a cualquier otra insinuación! Quién sea el este consentimiento., de esa mala vüluntad que cede cünsejero, es precisamente lo. que tratamüs de en'Cülltr,aJ; La misma tentación sülicita a ambüs: uno. cede y ella' el ütro se mantiene fiel a sí mismo.. Si queremüs est; dificultad, ¿qué Sülución se üfrece, sino. el d,ecir quiso. renunciar a su castidad y el ütro nü? ¿De dünde tal querer más que de la propIa vüluntad, puesto. tenían las mismas dispüsiciünes cürpürales y eS)Jlrltulal,,,I, tica belleza se presentó ante lüs üjüs de tentación secreta les solicitó. Si queremüs saber cuál fue la causa de la mala uno. de ellüs, tras una profunda reflexión, no. enc. ü.ntrarn' puesta. ¿Diremüs que el causante ha sido. el mdivlduü .Y qué era él antes de su mala vüluntad smü una tuena, creada pür Diüs, el bien inmutable? Acimltame
LA CIUDAD DE DIOS (XII)
335
'Consiente en las insinuaciünes del tentadür a disfrutar ilide un cuerpo atractivo, mientras el otro resiste, havisto. ambüs igualmente, y en igualdad de cündiciüsu cuerpo y en su espíritu, y afirmemos que es él mismo ha sido. la causa de su propia mala vüluntad, ya que antes sido. bueno.; ahora pregunto.: ¿por qué ha sido. él la causa: una naturaleza, o. pür haber sido. creada de la nada? He respuesta: la mala vüluntad no. ha surgido. de la naturacuanto. tal, sino. del hecho. de que la naturaleza ha sido. de la nada. Pürque si la naturaleza es causa de una mala ¿qué otra conclusión nos obligarnos a deducir, sino bien sale el mal, que el bien es causa del mal? En efecnaturaleza buena daría ürigen a una mala vüluntad. podrá ser, pues, la causa de que una naturaleza buena, mutable, antes de tener mala vüluntad, haga algo. malo., @éIUF,lü, esa misma mala vüluntad?
hay que buscar una causa eficiente de la mala voluntad'28 nadie se empeñe en buscar una causa eficiente de la "v()luntl,d. No es eficiente la causa, sino deficiente, puesto mala voluntad no es una eficiencia, sino una deficiencia. apartarse de lo. que es en grado. supremo. para vülverse es en menür grado.; he ahí el cümienzü de la mala Querer encontrar las causas de estas defecciones,
oar"'gwmn afronta ahora el estatuto ontológico del mal: si el mal es de ser, no puede tener causa eficiente, sino «(deficiente»; no es una que se ponga positivamente sino que más bien se quita, se sustrae, se Una porción de lo real que debia estar y ya no está por una acción inel mismo término implica negación de algo bueno-o La manifestadel mal, en las categorías agustinianas -y cristianas- es el capítulo San Agustín lo describe como un alejamiento de Dios como una difectio de la voluntad creada -y el término latino, c~~~::~:. quizás más que «deficiencia» podría traducirse como «(renunjg «destruccióm, e incluso, en oposición a cierto sentido de «désaulOP'-. A pesar de sus explicaciones, el Obispo reconoce que la mal es un misterio que supera nuestra capacidad de comprensión.
336
LA CIUDAD DE DIOS (XII)
SAN AGUSTÍN
337
dado que no son eficientes, sino deficientes; es como si
causas deficientes. Sé también que en aque! que se da la
quisiera ver las tinieblas u oír e! silencio. Ambas cosas conocidas por los ojos unas y por los oídos e! otro, precisamente porque las lleguemos a sentir, sino por
voluntad sucede algo que si él no quisiera no sucedería, tanto, su deficiencia es voluntaria y no necesaria, mere-
ción de sensación.
en sí, sino de una lllanera luala, es decir, no va hacia fla-
justo castigo por ello. Porque se aparta no hacia algo
Que nadie busque saber de mí lo que yo sé que excepto, tal vez, el aprender a ignorar lo que es preciso que no se puede saber. Cierto, lo que se conoce no percepción sino por su privación, de alguna manera se
ignorándolo -si es que así podemos hablar y enterld"r--c lo ignora conociéndolo. Así, cuando la vista de! ojo se proyecta hacia las formas materiales, en ninguna parte tinieblas, a no ser cuando comienza a no ver. Lo mismo
cuando se trata del silencio: sólo le corresponde al percibirlo, pero con la particularidad de que lo perciloe,. cuando no oye nada. Igual sucede en lo que se formas inteligibles: nuestra mente las percibe enteI,diénld Pero cuando faltan se da cuenta, ignorándolas. Por eso, entiende los pecados? (Sal. 18, 13).
malas, sino que va mal por separarse del sumo Ser seres inferiores, en contra del orden natural. La avaricia no es un vicio del oro, sino del hOlubre que
perv("s;nnente el oro, dejando a un lado la justicia, que ser puesta muy por encima del oro. La lujuria tampoco .detec:to de la hermosura y suavidad corporal, sino del alma ama perversamente los placeres corporales, descuidando la IlltJnelQCra, que nos dispone para realidades más hermosas del y mayores suavidades incorruptibles. No es la jactanun vicio de la alabanza humana, sino de! alma que ama eso,rd"n:ldam'ent:e ser alabada de los hombres, despreciando la de su propia conciencia. No es la soberbia un vicio de otorga e! poder o del poder mísmo: lo es del alma que pervc,rsarrcerlte su propia autoridad, despreciando la autode un superior.
pues, quien ama desordenadamente el bien de cual-
8.
El amor, una vez pervertido, hace que la volun.tad se del bien inmutable hacia el bien mutable'29
naturaleza, aunque llegue a conseguirlo, él mismo en
. bien se convierte en malo y desgraciado, privándose de un mejor.
Una cosa sí sé, y es que la naturaleza de Dios ninguna parte, y de ningún modo, puede f~ar, y que den fallar las naturalezas hechas de la nada. Estas, cuaIllJUc cumbre de su ser, hacen el bien (es entonces cuando algo), tienen causas eficientes. En cambio, cuando
.
tanto, hacen e! mal (¿qué hacen entonces, sino la pura 129 En función de la deserción que supone el pecado, la cre,,
Postura de la sana fe ante la inmutable decisi6n o voluntad Díos. Contra los razonamientos de quienes quieren someter obras de Dios a retornos eternamente repetidos por los mismos ciclos interminables de siglos l30 Tampoco pongo en duda que antes de ser creado el prino hubo hombre alguno, y que ni este mÍsmo
HUH"J"
u otra criatura parecida, ha estado retornando no sé Frente a esquemas filosóficos que plantean dilemas demasiado rígidos o Destino, o ignorancia divina o eternidad del mundo-, San busca integrar armónicamente en su Metafísica del orden los diversos
338
SAN AGUSTÍN
cuántas veces a través de no sé qué ciclos. Y de tal no me apartan los fIlósofos con sus argumentos. El ellos parece ser éste: N o hay ciencia -dicen- capaz canzar lo iufInito. De ahí -afIrmau- que todas las que Dios tiene en sí para la creación de los seres fInitas. Además, no es sostenible que su bondad haya ociosa jamás; de otra manera, su actividad tenlporal, eterno reposo, sería como un arrepentirse de su anterior ción y un ponerse a obrar como contraste de ella. De sea necesaria -prosiguen- una perpetua repetición mismas realidades, sea por una continua lllutación del el cual, a pesar de uo haber dejado nunca de existir, y haber tenido principio temporal, fue creado; o bien perpetua repetición del mundo, a través de los aludidos en un incesante nacer y lllorir eternamente prol,:mgado,.I que atribuir a la obra de Dios un comienzo telmr'oral a creer que condenó su anterior abstención eterna como te y perezosa, y, por tanto, que le dejó insatisfecho de modo, cambiando, consiguienteluente, su decisión.Y si, contrario -prosiguen éstos-, mostramos un Dios sin cesar seres, naturahnente temporales, hoy unos, otros distintos, hasta llegar el momento de la hOlllbre, no hecho jamás anterionnente, parecería no movido por la ciencia, incapaz, según ellos, de'aLlc:m:lá infinito, sino de ünproviso, según le venía a la mente, impulsado por una inconstancia fortuita. En cambio, si timos esos ciclos CÓSllllCOS -dicen ellos- que hacen se las mismas cosas temporales, sea en un mundo que elementos en juego. Así, al tiempo que afIrma con rotundidad la y omnipotencia divinas, ironiza también, con un juego de palabras, filósofos que sostenían una concepción cíclica de la Historia mientras mismos dando vueltas sin encontrar la verdad. Tal concepción, sugerida Heráclito el Oscuro, en el tiempo de Agustín era propia de los e,t01co',' gunos neoplatónicos y de grupos gnósticos, y después de su época ha tomada por diversos autores -el «eterno retorno» de Nietzsche es variantes-o La noción cíclica subyace frecuentemente en sistemas así puede encontrársela nítidamente en el Hinduismo -yen el mismo mo, que, paradójicamente, la asume para intentar liberarse de ella-o
LA CIUDAD DE DIOS ¡XII)
339
cambiante, sea a través de un incesante retorno cíclico mundo que nace y muere, excusaInos a Dios de su ocio de su duración tan prolongada que no llega a tene; y de la temeraria ünprovisación en sus obras. Si no estas repeticiones no habría en Dios ciencia o presciende abarcar todos los cambios del mundo en su infI-
Todos estos argumentos, que los inlpíos esgrimen con ntencllón de apartar nuestra religiosa sencillez del carruno para que andemos con ellos «dando vueltas», si la razón capaz de refutarlas, la fe debería reírse de ellas. Pero hede añadir que, con la ayuda del Señor nuestro Dios, la . palmaria sabrá desbaratar esos círculos giratorios imaginación inventó. error principal de estos pensadores, que prefIeren estar vueltas en el error antes de caminar por el verdadero y camino, está en querer medir con las dimensiones de su el1¡¡eULCl'a humana, cambiante y angosta, la inteligencia divi:absollutanlerlte inmutable, capaz de abarcar cualquier infiy de contar todo lo incontable sin cambiar de pensa"m:u.,",sles como les ocurre lo que dice el Apóstol: Se erigel1 de sí mismos y se quedan sin entender (2 Coro 10, 12). cualqmer proyecto nuevo que les viene a la mente lo con una nueva decisión (puesto que su espíritu es J1bÜllt<'), y así dirigen su pensamiento no a Dios, en quien ?pllecleu pensar, sino, a sí mismos en lugar de, a Él, y compaa DIOS, SIno a SI mIsmos, pero no con El, sino consigo de todo, a nosotros nuestra fe no nos penrute creer en estado distinto cuando está en reposo de cuando [ojJer·ando. Ni siquiera se puede decir que haya en Dios tal estado, como si en su naturaleza sucediera algún carnClJ111pn tiene algún estado en sí mismo es pasivo, y es mutado lo que de algún modo es pasivo. N o pensemos, al hablar de la inacción de Dios, en pereza, dejadez o alguna; como tampoco, al hablar de su actividad en trabajo, esfuerzo o diligencia. Él sabe obrar estan~
340
SAN AGUSTÍN
do en reposo, y estar en reposo cuando obra. Para nueva puede aplicar un plan no nuevo sino eterno. Y se dispone a obrar 10 que antes no había hecho, no arrepentido de su anterior reposo. N o es éste el pDoc"de Dios. Si antes se abstuvo de obrar y después realizó sé cómo el hombre podrá entender esto), las palabras «después» se refieren, sin la menor duda, a las cosas no eran existentes y después lo fueron. Pero en Dios no una voluntad precedente cambiada o anulada por la guiente, sino que con una mislua eterna e imuutable hizo que en la creación no existieran los seres que aún nían existencia, y, luego, que existieran los que com"nza¡ tenerla. Quizá mostraba admirablemente a quienes son ces de verlo, que no tiene en absoluto necesidad de estos smo que los ha creado por una gratuidad bondadosa, que ha carecido de ellos toda una eternidad y, sin enlb'Lrg:, nada ha disminuido su beatitud.
20. Es imp{a la afirmación de que las almas que ya disfrutando de la auténtica y perfecta felicidad deban cíclicamente a sus antiguas miserias131 1. ¿Qué oídos piadosos podrán soportar algo como después de transcurrir toda una vida llena de grandes dades (si es que ésta merece el nombre de vida; más muerte, y tanto más peligrosa cuanto que, por aluor 131 La concepción cíclica de 10 real lleva a conclusiones como la nación de las almas. San Agustín rechaza esa concepción cíclica en un sentido lineal y ascendente de la Historia -que desde entonces sente en la configuración de la cultura occidental y en su muy
ción de progreso- y refuta también las tesis r~,:c~::~~~" '~~:;~~~~~t funda en la doctrina cristiana de la resurrección de Cristo lógico-, pero también -e incluso antes- en el deseo eterna -argumento fliosóf¡co-, que no se alcanzaría si e,tuvi,éramc>s, nazados por las continuas reencarnaciones. La naturaleza humana y . experiencia íntima se ponen así como fulcro y criterio de lo que debemos esperar.
LA CIUDAD DE DIOS (XII)
341
llegamos a temer la muerte que nos libera de ella), de tan enormes calamidades, tan repetidas, tan hoal fin un día se llega a la visión de Dios, tras expiarlas fin por medio de la verdadera religión y sabiduría; se la bienaventuranza por la contemplación de la luz gracias a la participación de la no mudable inmorde Aquel a quien nos abrasa el deseo de poseer; pero con la particularidad de que un día fatalmente hay ab,m(loJlar esa bienaventuranza y a quienes son arrancaaquella eternidad, de aquella verdad, de aquella feliciles arroja a la infernal mortalidad, a la vergonzosa estua la miseria abominable, donde se pierde a Dios, donde se la detesta, donde se busca la felicidad en irununy así una y mil veces, sin terminar jamás, a intervacon distancias de siglos, siempre igual en el pasado, igual en el futuro. ¡Y la razón de estas eternas idas y en círculos definidos, a través de nuestra engañosa feliy de nuestra real miseria, alternando, sÍ, pero interminasu incesante retorno; la razón -digo- de todo esto es Dios conozca su obra, puesto que no puede cesar de abarcar con su saber un núnlero infinito de criaturas! prestará oídos a semejantes afirmaciones? ¿Quién crédito? ¿Quién las soportará? En la hipótesis de que verdad, no sólo sería más prudente callarlo, sino >e};pr,eSa,rrrle de alguna forma) sería más sabio el ignorarsi en la otra vida no nos queda el recuerdo de todo así serenlOS felices, ¿para qué agravar más ahora nuestra con su conocimiento? Y si allá lo hemos de conocer ignorémoslo en esta vida al menos para que dllllelC del bien supremo sea más dichoso aqui que su allá: aquí por 10 menos se tiene la esperanza de conuna vida eterna; allá, en cambio, se descubre que esa no es eterna, puesto que hay que perderla un día. Tal vez insistan en que nadie puede conseguir esa fesin un previo conocimiento en esta vida de tales ciclos turnan mutuamente la felicidad y la desgracia; ¿cómo
342
SAN AGUSTÍN
LA CIUDAD DE DIOS (XII)
afirman que cuanto más no ame a Dios, tanta mayor
tendrá en llegar a la felicidad, ellos qne enseñan dc,ctI'!il; torpecedoras de! amor mismo? En efecto, ¿qnién no zará a sentir que se debilita y se apaga su amor a Dios al que tendrá que abandonarlo sin remedio y sentirse de su verdad y de su sabiduría, precisamente cuando llegado al pleno conocimiento de Dios, según su con la perfección que da la bienaventuranza? ¡SI no uno siquiera de amar a un amigo fielmente, cuando
ha de ser su enemigo! Pero no quiera Dios que sean ciertas tales amenazas
perpetua y profunda miseria, sólo interrumpida de cuando por períodos de engañosa felicidad. ¿Qué puede más falso y decepcionante que esa felicidad, en la que, en la luz plena de la verdad, ignoramos la desgracia aguarda,
0,
si la conocemos, la
estanlOS
temiendo aun
brados en e! templo de la felicidad? Porque una de dos; mos de ignorar allá las calamidades que nos acechan, caso nuestro período de miserias acá en la tierra es
ya que conocemos la felicidad que nos aguarda; o, si nos ocultan las catástrofes que se avecinan, el alma
más feliz el período calamitoso, tras e! cual será encUlmb la beatitud, que el período feliz, tras el cual será devuelt: miseria. Ésta sería la consecuencia: habría una eSI)er'an~Zf en medio de la infelicidad, y en medio de la felicidad peranza infeliz. El sufrimiento acá de los males p",esellte! temor allá de los imninentes, conseguirían hacernos
realmente desgraciados, más bien que alguna vez
~'.HC'o,
3. ¡Pero esto es falso! Lo proclama la piedad, lo' tra la verdad (de hecho se nos promete seriamente la felicidad, cuya seguridad nos certifica dos cosas: la manencia y la no interrupción por desgracia alguna). seguirnos un camino recto, que para nosotros es el'IStO. Él como guía y salvador apartemos el camino de nuestra salvación de esos quiméricos e inútiles ciclos Ya Porfirio, discípulo de Platón, se negó a admitir la de su propia escuela, en relación con estos ciclos y estas
343
incesantes de las almas, tal vez convencido por la in¡istenc'la intrínseca de esta opinión, o quizá porque le llleun respeto el cristianismo. Prefirió afirmar -COIllO ya
,rrlerlC1
LA CIUDAD DE DIOS (XIII)
344
SAN AGUSTÍN
para incluirla en la ordenación universal, y llbraI'Ia .de sin previsión, ¿a título de qué la vanidad humana osadía de negar a la Divinidad la posibilidad de crear cosas, nuevas no para ella, sino para el mundo, jamás antes y nunca excluidas de su previsión? Podrán todavía añadir qne las almas liberadas ya verán a su estado miserable, pero que esto nada de aporta: primero unas y luego otras han sido liberadas, y lo serán. Si ello es así, no tienen más reInema que la creación de nuevas ahnas que caen en una miseria perimentada por ellas, y alcanzan una liberación nueva. Replicarán tal vez que las almas tienen una dad que se pierde en lo eterno, de las que van mr'gi"n,io; día nuevos hombres. Si viven en sus respectivos Cllernn biamente, se verán libres de ellos hasta el punto de no nar jamás a sus miserias. La consecuencia forzosa que existir un número infinito de almas. En efecto, por de que fuera su número, no sería suficiente para aDasl;eC infinito número de siglos precedentes, y que estuviel'an. giendo de él hombres constantemente, cuyas almas ir quedando libres para no volver más a caer. N o tampoco explicar estos filósofos cómo en los seres que, según ellos, deben ser finitos en núnlero para conocerlos Dios, se da un núnlero infinito de almas. 4. Desechemos, pues, los famosos períodos ci'[etua,,,,, necesariamente llevarían el ahna -así se pensaba- a serias de siempre; ¿qué más de acuerdo con la reJügiót admitir la posibilidad de que Dios cree seres nuevos ca había hecho, y, por su inefable presciencia, su voluntt.i sea mutable? En cuanto a saber si el número de las radas, que ya no volverán a su vida miserable, puede mentando sin cesar, que lo averigüen quienes se sutiles discusiones con objeto de poner limites a la la creación. Nosotros terrmnaremos nuestro ra,cic,crrnc este dilema: Supongamos que este aumento es posible. ces, ¿qué razón hay para negar la posibilidad de nuevas, que no existieron jamás, cuando las almas
345
habían existido antes, no solaluente fueron creadas una que su número no cesa de aunlentar? Pero supongahay que delimitar el número de almas que, una vez de sus cal~nndades) ya no descenderán jarnás a ellas; inesta. c~fra no aUl~ente nlás. También ella) sea la que ha eXlst,do antes, sm duda alguna: no podría crecer, tallmem'".,y llegar a su límite, si no hubiera tenido principnnCIpIO tampoco había existido antes. Para que fue creado el hombre, antes del cual ningún hombre existido.
Libro XIII
El castigo del pecado: la muerte
muerte del alma, aunque de alguna manera ha de vivir siempre) }' muerte a que está sujeto el cuerpo132 es preciso eXal1llnar un poco más detenidamente ¡Ur:ue:,a de la muerte. Pues aunque se dice con verdad que humana es Inmortal, tIene, sIn embargo, una muerte ~~ dice que es inlnortal porque, en cierto modo, no VIV1r y de sen~r; mientras el cuerpo es mortal porque llegar a ser pnvado de toda vida, sin poder vivir en alguno por sí mismo. Por consiguiente, muere el alma es abandonada por Dios, y muere el cuerpo cuando es . por el alma. Así que la muerte de la una y del deClr, de todo el hombre, tiene lugar cuando el alma Dios, abandona el cuerpo, ya que entonces ni ell; Dios ni el cuerpo por ella.
Agustín entiende que la muerte -toda muerte-- es, de alguna del pecado -es decir, del mal de la mala voluntaden este libro una reflexión a la vez existencial y teológica sobre l~ la muerte humana. En ella distingue varios sentidos del concepto y (m:uerte~} -la del alma y la del cuerpo; la primera y la segunda-, que medida puede desprenderse de ahí algún valor o ninguno.
346
SAN AGUSTÍN
A semejante muerte de todo el hombre sigue otra que llama muerte segunda la autoridad de la divina. La significó el Salvador cuando dijo: Temed al de acabar con el alma y el cuerpo en el fuego (Mt. 10, esto no puede suceder antes de que el alma esté cuerpo, de suerte que no pueda separarlos desgarrón puede parecer extraño afirmar que perece e! cuerpo muerte en que no es abandonado por el alma, sino serva la vida y el sentido en medio de los tOl:menl;os. pena última, la eterna, sobre la que en su lugar luás detenidamente, con razón se dice que muere el que no vive de Dios; pero ¿cómo se puede hablar de la te de! cuerpo, si sigue viviendo por el alma? N o efecto, sentir de otra manera los tormentos corp,o",lles seguirán a la resurrección. ¿Acaso siendo un bien la cualquier vida, y el dolor un mal, ha de decirse que un cuerpo, en e! cual el alma no es la causa de la de! dolor? Por tanto, e! alma vive de Dios cuando vive bien; de vivir bien si no obra Dios en ella el bien.Vive, en del alma e! cuerpo cuando el alma vive en él, viva Dios o no. Pues la vida de los impíos en el cuerpo vida del alma, sino del cuerpo; y esa vida pueden cluso las almas muertas, es decir, dejadas de Dios, cese en ellas su propia vida, por la cual son i·,anlOl:tales. en la condenación última, aunque el hombre no deje tir cómo esta sensación ni es agradable por el placer ni dable por su quietud, sino penosa por el dolor, no sin se llama muerte luás bien que vida; pero llluerte se¡;urlda tener lugar después de la primera, en la que se re'W2" tura de las dos naturalezas unidas, la de Dios y e! del alma y el cuerpo. Por eso se puede decir que la muerte de! cuerpo es buena para los buenos y mala malos; pero la segunda, como no es propia de ningún no puede ser buena para nadie.
LA crUDAD DE DIOS (XlII)
347
Si los pecadores usan mal de la ley, que es buena, los justos usan bien de la muerte) que es un mal 133 al tratar de demostrar cuál es el poder del pesin la ayuda de la gracia, para peljudicar, no tiene reparo fuerza del pecado a la misma ley que prohíbe el peDice; El aguijón de la muerte es el pecado,. y la fuerza del la ley (1 Cor. 15,56). Es una verdad palmaria. En efecto .. aumenta e! deseo de lo prohibido cuando no s; en tal grado que su deleite supere el deseo de Pero para que llegue a ser amada y a deleitar la justicia se preclsa de la gracia divina. Y para que no se llegue a la ley como un mal, por haber sido llamada fuerza del el mismo Apóstol, tratando una cuestión semejante en otro lugar; Así que la leyes santa y el mandamientd y bueno. En todo caso) ¿'CSO en sí bueno se convírti6 en para mí? No, tampoco, sino que el pecado aparece como pecado utiliza eso en sí bueno para provocarme la muerte; de ese gracias al mandamiento resalta hasta el extremo lo criminal del (R.m. 7,12-13). el extremo, dijo, porque se añade la prevaricación acrecentando el deseo de pecar, se desprecia hasta la ley. ¿A qué fin traernos esto a colación? Porque, corno no es mala cuando acrecienta la concupiscencia de los así tarnpoco la muerte es un bien cuando aumenta de los que sufren. Como la ley, si se deja por la iniquic , prevaricadores, así la muerte, aceptada por la verdad, rnartlres. Por eso la leyes buena, porque es prohibición
blJ'ipOs(Ol,
Sobre los esquemas paulinos que relacionan la Ley y la Gracia, San ha::e una aplicación de su tesis de que de los males sufridos pueden . bIenes: el mal de la muerte pueden aprovecharlo los buenos para lleAquella tesis agustiniana no tiene nada que ver, evidentemente, maquiavélicos donde el fin justifica los medios sino más doctrit:a de San Pablo que afirma que «todo contribuye al 'bien para aman a DIOS» (Rm. 8, 28). De esta forma, no se trata de hacer un mal . un bien, sino de sufrir con paciencia los males que,. como el de no podemos superar -los que se pueden superar hay que superar-
348
LA CIUDAD DE DIOS (XIII)
SAN AGUSTÍN
del pecado; y la muerte es mala, por ser estipendio del Pero al igual que los injustos abusan no sólo de también de los bienes, así los buenos usan bien no bienes, sino también de los males. De aquí viene usan mal de la ley, aunque la leyes un bien; y los bu<,nc" bien de la muerte, aunque es la muerte un mal.
6.
El mal general de la muerte: en. ella se destruye la unión y el cuerpo134
Por lo que toca a la muerte del cuerpo, es decir, la ción del alma y del cuerpo, cuando la soportan los nlOS moribundos, no es buena para nadie. La misma desgarra lo que había estado unido y como ClllLc'woau,o ser viviente, produce, l1nentras se prolonga su acción, sación dura y contra la naturaleza, hasta perder toda la lidad que existía por la unión del alma y la carne. . a veces un golpe del cuerpo o un arrebato del alma hacer desaparecer por entero toda esta molestia, sin tiria por la rapidez con que se presenta. De todos m'ad,)s,' quiera que sea la causa que les priva a los IH>~n.OlLIlllOS sensación, si lo toleran religiosa y fielmente, aumenta el to de la paciencia, no suprime el nombre' de la pen"" ser la muerte pena del que nace de la propagación ~~~~~ .." pida del primer hombre, sin embargo, si se sufre por y la justicia, se convierte en gloria del que renace.Y muerte el precio del pecado, consigue absoluto endeudada con el pecado.
n.,
134 Entra San Agustín a analizar con más detalle en qué consiste del cuerpo y en qué medida su mal puede aprovechar a los justos. cepción de la muerte como «desgarro» entre el alma y el cuerpo y sencia de sensacióm, es heredero de la filosofía griega que se rernmotaa (cf. Apología de 86crates, 40, d-e). En [unción de ello, Epicuro insistirá levancia de la muerte (cf. Carta a Meneceo, 123).
349
El momento de la muerte, en que se pierde el sentido de la vida, ¿tíene lugar en los que están muríendo o en los muertos?J35 se ha de decir del tiempo en que las almas se separan cuerpos, tanto en buenos como en luaIas? ¿Tiene lubien después de la muerte o en la muerte? Si tiene lugar de la muerte, ya no se ha de decir de ella que es bu emala, que ya ha tenido lugar y es pasada, sino que será o mala la vida del alma después de ella. La muerte para aquéllos cuando tenía lugar, esto es, cuando la soallllorir, puesto que su sensación les era molesta y de cuyo mal usan bien los buenos. Pero, terminada ya mtterte, ¿cómo es ya buena o nlala si no existe? presta1110S aún lllás atención, no es muerte aquella cuya lllolesta y enojosa, dijimos, existe en los rnoribunMientras sienten, en efecto, aún viven; y si viven todavía de afirmar que están más bien ante la muerte que en la en efecto, cuando ésta llega priva de toda sensación al cuerpo a la llegada de la misma. Y por esto es difícil cómo llamarnos moribundos a los que aún no están sino que se debaten en la suprema angustia de una inminente. Sin embargo, bien se les puede llamar )nlbundos, puesto que cuando la muerte, ya cercana, se hace en realidad ya no se los llama moribundos, sino Nlacille pues, está rnuriendo, sino el que vive, ya que al enen tan crítico momento de su vida, cual es el de los decimos que entregan el ahna, si todavía no están privados viven. Y así elrnismo sujeto está a la vez muriendo y pero acercándose a la muerte y alejándose de la vida; sin embargo en la vida, porque el alma está en el cueraún no en la muerte, porque no se ha separado del cuerpo. sr cuando se haya separado tampoco está muriendo, sino Con fina intuición psicológica, se pregunta San Agustín sobre el moexacto de la muerte y su estatuto real en relación con la persona que la ~ya que la persona, en la concepción agustiniana, es en sí misma mpor el espíritu-o
350
LA CIUDAD DE DIOS (XlII)
SAN AGUSTÍN
más bien después de la muerte, ¿quién puede decir está en la muerte? Si nadie puede existir viviendo y a la vez, no habrá tampoco nadie muriendo, ya que lIllentrll1 alma está en el cuerpo no podemos negar que vive. Si, por parte, se ha de llamar más bien moribundo a aquél en . cuerpo se está llevando a cabo la muerte, y no puede uno que a la vez pueda estar viviendo y muriendo, no sé do no será viviente.
10.
La vida de los mortales merece más el nombre de que el de vida136
Desde que uno COllllenza a estar en este cuerpo, morir, nunca deja de caminar a la muerte. Su ml1tabilidaLd todo el tiempo de esta vida (si ésta merece tal nombre)' hace más que tender a la muerte: no existe nadie que no después de un año más próximo a ella que lo estuvo un antes; que no esté mañana más cerca que lo está hoy, "hoy que ayer, dentro de poco más que ahora y ahora más que un momento. Todo el tiempo que se vive se va restando vida, y de día en día disminuye más y más lo que suerte que el tielnpo de esta vida no es lnás que una hacia la muerte, en la cual a nadie se le permite deter,e",e tantico o caminar con cierta lentitud; todos son aplrenaia con el nusnlo movimiento, todos avanzan al mismo Tampoco quien tuvo una vida más corta pasó un más rapidez que el que la tuvo más larga, sino que al arrancando a ambos los momentos iguales de idéntica el uno tuvo nlás cercana y el otro más alejada la meta; a la La consideración de la muerte y el mal que entraña -acabalni"n fin del estado temporal-lleva a San Agustín a la reflexión sobre esta vista al trasluz de la muerte, aparece toda ella como caduca, mortal Aunque el Obispo matice después su opinión, en virtud de su eSF,e",nza tiana, sin embargo, estas páginas preludian de alguna forma - e algunos casos inspiran- no sólo un tipo de espiritualidad cristiana -Kempis, Lutero, Pascal-, sino también refleXiones existencialüitas -fue gaard, Unamuno, ... - . 136
351
corrían con igual velocidad. Que una cosa es haber reun camino más largo y otra haber andado con más Así, quien recorrió hasta su muerte espacios de tiempo prolongados, no es porque caminó más lento, sino porque . lllás camino. Además, si cada uno empieza a morir -a en la muerte-:- desde que la misma muerte -la supresión Vlda- conllenza a realizarse en él (de hecho, cuando la se acabe, será sólo después de haber muerto y no durante tlu,erte),síguese que está en la muerte desde que comienza a en este cuerpo. ¿Qué otra cosa pasa cada día cada hora mOlllento, hasta que, agotada la vida, se cUlupia la mislnd que se estaba realizando, y comience ya a existir el tiern!des¡m"s de la llluerte, ese tielupo que transcurría durante la al irse quedando sin vida? consiguiente, no está nunca el hombre en la vida desestá en este cuerpo, más bien muriente que viviente, si ptledle estar a la vez en la vida yen la muerte. ¿O habrá que más bien que se halla en vida y en muerte a la vez; es en la vida que está viviendo hasta que se le quite entey en la muerte por la cual lliuere mientras se le va ,;"nrl" la vida? Pues si no está en vida, ¿qué es lo que se le \qtüt'lllclo,hasta que llegue a ser caballa supresión? Pero si en la muerte, ¿qué es esa rnisllla supresión de la vida? , la vida entera se le haya quitado al cuerpo, no habrá razon para deCIr que esto ya es después de la muerte sino existía ya la muerte cuando se le estaba quitando la vida. si, quitada la vida, no se halla el hombre en la muerte después de la muerte, ¿cuándo estará en la muerte, sin; se le va quitando la vida?
11.
¡Puede alguien estar vivo y muerto a la vez?137
Si es absurdo decir que el hombre está ya en la muerte de llegar a la muerte (¿cómo puede acercarse a ella mien~an Agus~ín continúa indagando sobre el momento de la muerte y su
a la Vida. La muerte y esta vida esencialmente mortal le resultan un
352
SAN AGUSTÍN
tras vive si ya está en ella?) sobre todo porque es . lilar que es viviente y muriente, no pudiendo estar vigilando y durmiendo), entonces tenemos que cuándo estará llluriendo. En efecto, antes de venir la estará muriendo, sino viviendo; y cuando ha llegado la ya será muerto, no muriente. Entonces se halla todavía la muerte, y luego después de la muerte. ¿Cuándo, muerte? (es entonces cuando se dice que está mun'enao) que, como decimos tres cosas: antes de la muerte, en y después de la muerte, también a cada una de las tres pondan tres estados: viviente, muriente y muerto. Ahora bien, es cosa muy dificil de precisar cu:áucl6 muriendo, esto es, en la llluerte, donde ni es vi,rient,~ de la muerte--, ni muerto -después de la muerte--. to, mientras el alma está en el cuerpo, sobre todo si serva la sensibilidad, sin duda que vive el hombre, que de alma y cuerpo, y, por lo tanto, hay que decir que está la muerte, no en la muerte; cuando se retira el alma y de toda sensación al cuerpo, aparece después de la por ende, llluerto. Perece, pues,. en. ese i~t~rme~io muriendo y estar en la muerte; 51 deja de V1VIr, esta la llluerte. En conclusión, no se encuentra nunca esto es, en la muerte. Así también en el transcurso del tiempo se busca sente y no se encuentra, porque no existe espacio donde pasar del pasado al futuro. ¿No se podría sacar cIusión que, según esto, no existe la muerte del cuerpo? si existe, ¿cuándo, si no existe en nadie y nadie pue~e ella? Si se vive, aún no existe la muerte, porque esto nene antes de la muerte, no en la muerte; si ya se ha dejado de ya no existe, pues eso tiene lugar después de la muert';, la muerte. Pero si no hay muerte III antes nl despues, sentido tiene decir antes de la muerte o después de la Esto sería decir vaciedades si no existiera la muerte. problema tan arduo que no es posible pen'sarlo ni expres~:lo con mismo lenguaje se violenta al intentar encontrar la expreslOn ad"cuada..
LA CIUDAD DE DIOS (XIII)
353
conseguido, viviendo bien en el paraíso, que en reaexistiera la muerte. Pero al presente no sólo existe, es tan molesta que ni se la puede explicar con palase la puede evitar con razonamientos. Hemos, pues, de hablar según el uso corriente, no pohacerlo de otra manera; y al decir «antes de la muerte», ldai111'os <íantes que tenga lugar la muerte», como está en la Antes de la muerte no alabes a hombre alguno (Eclo. 11, también cuando ha llegado: «Después de la éste o de aquél sucedió esto o lo otro». Hablemos del tiempo presente como nos sea posible, por ejemmoribundo hizo testamento, y al morir dejó a a otros esto o lo de más allá»; aunque en realidad no hacer esto sino viviendo y lo hizo más bien antes de que en la muerte. Hablemos también como habla la Escritura, que no vacila en llamar muertos a los que la muerte, no a los que están del otro lado de la muerse dice: Porque no hay en la muerte quien se acuerde de ti 6). Pues hasta que resuciten, con razón se dice que están hrm,,,t,,; como se dice que uno está en el sueño hasta que Bien que llamemos durmientes a los que están en el no podamos llamar de la misma manera murientes a ya han muerto. Bien claro es que no están muriendo qUlerteS, pOI lo que atañe a la muerte del cuerpo, de la que tratamos, están separados ya los cuerpos. ya dije que no lo podíamos explicar con el lenguaje: se dice que los moribundos viven o cómo los ya muer. que todavía están en la muerte, incluso después de después de la muerte, si todavía en la muerte? todo no pudiendo llamarlos moribundos, como llama:'dtlrno.:·ler,te; a los que están en el sueño, y enfennos a los hallan en la enfermedad, y dolientes a los que están en ,'L'U1or, y vivientes a los que viven. En canlbio, los muerde resucitar, se dice que están en la muerte, pero no llamarlos moribundos. alú pienso yo que nació con oportuna conveniencia (y a la industria humana, sino a disposición divina) la
354
SAN AGUSTÍN
imposibilidad en que se ven los gramáticos de latín la palabra moritur (se muere), ateniéndose a las siguen para las otras semejantes. Pues de la palabra nace) viene el pretérito perfecto ortusest (naCIó), y más que se conjugan mediante los partlC1plOs de perte:ét:( respecto a moritur (se muere), si se pregunta por feto, suele contestarse mortuus est (murió), duplicando se mee mortuus (muerto) como se mee fatuus \'~'-'JJ (dificil), conspicuus (conspicuo) y otros semejantes que can tiempo pasado, sino que, como nombres que son, nan sin indicar tiempo. En cambio, en el caso conjugar, digamos, lo que no se pu~d~ conjugar, se participio de perfecto el nombre adJetIvo .. Ha sido oportuno que no pueda conjugarse el más ni menos corno la acción de lo que significa. Sin podemos conseguir, con la ayuda de la gracia de vador, evitar (decUnare) al menos la segnnda muerte. Ella dura, y aun el peor de todos los males, por9ue, no la separación del alma y del cuerpo, smo mas bien en la de ambos con vistas a la pena eterna. Allí, por el contrar habrá hombres antes de la muerte y después de la por ello nunca viviendo, nunca muertos, sino murierlc fin. N o habrá, en efecto, cosa peor para el hombre en de muerte que llegar la muerte a ser inmortal.
14.
En qué estado fue creado el hombre por Dios
y hasta dónde cayó por su propia voluntad!38
Dios autor de las naturalezas y no de los vicios, h01llbre 'recto; pero él, pervertido espontáneamente mente castigado, engendró hijos pervertidos y CdO'''OdU~ 138 La reflexión sobre la muerte lleva a San Agustín a poner su mal original de la Historia humana -el pecado original, cuya cia en este capítulo y desarrolla en el libro siguiente-o De u~ modo so todos los seres humanos son solidarios del pecado de Adan, hasta d~ que por él la humanidad entera quedó constituida como una
LA CIUDAD DE DIOS (XIII)
355
efecto, estuvimos en aquel hombre único cuando todos aquel único, que arrastrado al pecado por la mujer, que sido hecha de él antes del pecado. Aún no se nos había y mstribuido a cada uno la forma en que habíamos de existía ya la naturaleza seminal de la cual habíamos viciada esta naturaleza por el pecado, encadenada y justamente condenada, no poma nacer del homhombre de distinta condición. Así, por el mal uso del all,ecln(), nacieron esta serie de calamidades que, en un de desdichas, conducen al género humano, depravado y corno de raíz corrompida, hasta la ~:~~:;~:;~::~: -temporal y eterna- sólo la gracia divina puede librar~t;
pesimista, que San Agustín deriva de una interpretación 5, 12-21 Y muy en especial Rm. 9, 21; cf. CD Xv, 1) hay 'endel:!a-cm:nc buena parte del pensamiento agustiniano- en el consus polémicas teológicas, señaladamente contra Pelagio y Juliano de sobrecstimaban el mérito de la libertad humana para alcanzar la anulando la acción de la gracia. En otros pasajes y obras, San Agustín clara de su propio aprecio de la libertad del hombre y de su necesalvación. Se debe recordar también que, en esta obra, la reflexión y el pecado se da en el contexto de una polémica {(contra pagauna notable intención apologética -y hasta pastoral-, tras las proporciones que el poder del mal había alcanzado en la religión paganas -es decir, en la Historia humana-; así se presenta eterna como lógica consecuencia final y justo destino de quien se obstinadamente en la ciudad terrena. El «pesimismo agustiniano» hay "tr:lsta,do además con el paralelo que después hace, derivado también·de de San Pablo: la solidaridad con el pecado de Adán lleva a con la salvación en Cristo. Por eso conviene siempre matizar el de San Agustín, sobre el que a veces se insiste tanto: es cierto que
356
LA CIUDAD DE DIOS (XIV)
SAN AGUSTÍN
destrucción de la muerte segunda, que no tiene fin, excepción de los que por la gracia de Dios se han lil:'er"di
Libro XIV
El pecado y las pasiones
1.
Por la desobediencia del primer hombre, si la gracia de no librara a muchos, llegarían todos a la perpetuidad de la segunda muerte!39
Dijimos ya en libros anteriores cómo Dios quiso la humanidad a partir de un solo hombre. Pretendió no unir a los hombres por la semejanza de la naturaleza, sino bién estrecharlos con e! vínculo de la paz en unanimidad corde por vínculos de consanguinidad. También tenia nado que ese linaje no moriría en cada uno de sus rn'¡enlb¡:o los dos primeros, creados el uno de la nada y el otro de! ro, no se hubiesen hecho acreedores a la muerte por la diencia. Tan grave fue e! pecado cometido, que la na·tur;ll¡ humana quedó deteriorada y transmitió a la vez a sus la esclavitud del pecado y la necesidad de la muerte. Tal fue e! señorío que el reino de la muerte alcanzó todos los hombres, que la pena debida los precipitaba a también en la segunda muerte, una llluerte sin fin si la de Dios no liberara a algunos. He aquí a lo que ha dado 139 San Agustín, que ha experimentado en su propia carne la misericOI divina, no se resigna a una visión puramente negativa como la que texto anterior yen la primera parte de este capítulo: a pesar de ser del mal del pecado, sabe también que el destino original del eterna y que la gracia divina puede librarnos de la muerte eterna. que la esperanza cristiana' es más fuerte que la muerte y que la nación. La intención apologética y pastoral aludida en la nota verse en la referencia que hace aquí a las dos sociedades y sus destinos, entender que es necesario - y evidentemente posible, mientras tenemos po- salir de la terrena y entrar en la celeste.
357
hecho: habiendo tantas y tan poderosas naciones esparcipor el orbe de la tierra con diversos ritos y que se distinpor la múltiple variedad de lengnas, no existen más que clases de sociedades humanas que podemos llamar justasegún nuestras Escrituras, las dos ciudades. Una, la de hombres que quieren vivir según la carne, y otra, la de los pretenden seguir al espíritu, logrando cada una vivir en propia cuando han conseguido lo que pretenden.
3. La causa del pecado procede del alma, no de la carne la corrupci6n contraída por el pecado no es pecado sino pena 140 Si dice alguien que la carne es la causa de todos los del 11lal vivir, ya que el aln'la, influida por la carne, vive bien claro demuestra que no presta diligente ¡enlCÍém a toda la naturaleza del hombre. Cierto que el cuerpo es lastre del alma (Sap. 9, 15).Y por eso también el Apóstratando de este cuerpo corruptible, del cual poco antes dicho: Aunque nuestro exterior va decayendo (2 Cor. 4,16), Es que sabemos que si nuestro albergue terrestre, esta tienda de se derrumba, tenemos un edificio que viene de Dios, un aleterno en el cielo, no construido por hombres; y de hecho, por suspiram.os, por el anhelo de vestirnos encima la morada que viene cielo, suponiendo que, al quitarnos ésta, no quedamos desnudos del La idea de que la materia es intrínsecamente mala es propia de concepdualistas y maniqueas, que ponían dos principios absolutos del ser: Dios, . con el sumo bien, y la materia pU1:a, identificada con el sumo mal. de las diversas gnosis y algunos grupos heréticos, esta concepción ha influir en algunas interpretaciones cristianas -su raíz está presente en ,mitatl'"ane y en la reducción de esta religión a mera ética-, pero, en gees extraña a la tradición ortodoxa y ciertamente contradictoria con la de la Creación. En este texto, San Agustín refuta esas concepciones el origen del mal en la materia y afirma que el verdadero origen del el contrario, en una realidad espiritual, la voluntad que quiere mal errrlimdas cosas. De aquí se desprende que si algún mal afecta de hecho a la es como consecuencia de un mal previo en el espírihl -el pecado-o otra parte, este planteamiento le servirá a San Agustín como preparación su crítica al estoicismo. 140.
358
LA CIUDAD DE DIOS (XIV)
SAN AGUSTÍN
todo. Sí, los que vivimos en tienda suspiramos abrumados querríamos quitarnos lo que tenemos puesto, sino vestirnos modo que lo mortal quede absorbido por la vida (2 Cor. 5, 1 que somos abrumados por el cuerpo corruptible, y cono,d do que la causa de este peso no es la naturaleza y la del cuerpo, sino su corrupción, no queremos de"pc)jal:nc>s cuerpo, sino vestiruos de su inmortalidad. Aún eX:IStIna ces el cuerpo, pero no será ya corruptible, ya no abl:urnal:i cuerpo mortal, pues, es ahora lastre del alma, y la tienda abruma la mente pensativa (Sap. 9, 15). No obstante, error quienes piensan que todos los males del alma del cuerpo. 2. Es verdad que Virgilio parece expresar en versos la opinión de Platón al decir: «Esas alma universal conservan su ígneo vigor y su celeste mientras no están cautivadas en toscos cuerpos y no las tan terrenas ligaduras y miembros destinados a 11loriD>. añade, queriendo dar a entender que todas esas tan conocidas del ánimo, el deseo y el temor, la alegría tristeza, como fuentes de todos los vicios y pecados, de! cuerpo: "Por eso temen y desean, padecen y gozan; no ven la luz del cielo, encerradas en las tinieblas de cárceb 141 .
Pero nuestra fe es muy diferente. La corrupción del po, que agrava el mna, no es la causa del primer ueca
que vayanlOs a eximirle de todos ellos al diablo, que no carne. Cierto que no se puede atribuir al diablo la . ni la embriaguez, ni cualquier otro mal que tenga reLaClon, los placeres de la carne, aunque sea fomentador e oculto de tales pecados; pero sí tiene en grado sumo la
359
la envidia.Y de tal modo se enseñoreó de él esa perverpor ella fue destinado al suplicio eterno en las mazde este aire caliginoso. vicios que tienen la primacía en el diablo los atribuye IPC"[()l a la carne, de la que ciertamente carece e! diablo. las enemistades, los pleitos, las rivalidades, las anilaa.aes, las envidias son obras de la carne, y la cabeza y de todos estos males es la soberbia, que sin carne reina diablo.Y ¿quién hay más enemigo que él de los santos?; más porfiado, más animoso y más hostil contra ellos? . todo esto sin carne, ¿cómo son esos vicios obra carne, sino porque son obras del hombre, a quien, como ,GI,nI01YlIna con e! nombre de carne? Porque el hombre se semejante al diablo no por tener carne, que no tiediablo, sino viviendo según él mismo, esto es, según el También aquél quiso vivir según él mismo, cuando per:m:m"Óo'ó en la verdad, de suerte que al mentir no habló de Dios, sino de su propia cosecha, ya que no es sólo sino también padre de la mentira. Él fue el primementIr, y sIendo el primero en pecar, fue también autor mentira.
tres perturbaciones que dicen los estoicos existen en el ánimo sabio, excluyendo el dolor o la tristeza, que no debe tenerse por virtud del ánimo 142 Lo que han yamado los griegos eupátheias (disfrute, VIda) y Clceron en latín constantiae (permanencias), las los estoICOS a tres, en lugar de las tres perturbaciones
cánnno del sabio, poniendo la voluntad en lugar del deseo por la alegría y la cautela por el temor. En cuanto a
1;
SanAgustÍI~ va a arremeter contra el ideal del sabio estoico, que funda ~n la v1ttud del a1m.a. Para ello ha dejado ya claro que los pecados ongen en el. c~lerpo SlIlO en el ahna. En este capítulo reporta en qué
el fin del Estolclsmo. Hay que entender que este ideal era, en el mun141
Virgilio, Eneida, VI, 719-721.
~y así lo entiende San Agustín
y por eso lo asume como materia
360
LA CIUDAD DE DIOS (XlV)
SAN AGUSTÍN
olor que nosotros, para evitar la anlbigü,oq adumbreo d , . d· pes eferido llamar tristeza, megan que pue a hemos pr 1 bl·O Dicen en efecto, que la voluntad /lUma de s a · , - . b· el, a practICa . do por el sabio'' el gozo tIene por o jeto blen'·d obtiene el sabio en todas partes; la segm o, que . b· 1 con, 1 al debe evitar el sabIO, En cam 10, a Ita e m ,que d. , . eV ob' eto es el mal que ya suce 10, y pIensan que cnyo jd rir al sabio opman que nada de esto mal pue e oeur 1 b·' ber en el ánimo de sa 10, . ' . ha , pensamiento: sólo el sablO qmere, goza, Este es su 1 y ute1a' so'1o e1necio puede apetecer, a egrarse, temer . ca eIse ' A que TI os tres afectos son las pennanenClas; estos , tec . .h· Hes según Cicerón, y pasiones segun otros las pertUl a(lO , di' 'b 1 trO, , 11 't s en griego como ya ~e, reC! en e hos.Aque as re '1 h .. e ¡ átheiai, y las otras cuatro de pat e, , ' de el1' 1 ursos a mi alcance he mvestlgado con Con os ree 1 , ' t manera de hablar halla eco en as D>'CULY ela Id gen SI es a ntro en primer lugar e 'ICh o de1 .: Santas, Y encu~os malvados, dice el Señor (Is, 57, 21); 'b'len alegrarse que I1aj' goZO d para 1 'impíos pueden mas ten er que os 'd 1 en 1 b' ya que el gozo es propIamente e os zar de dos1 lenes, hombres religiosos, Luego esta'1 o d e1 Evan"e ~os y 10 e u~s uerrÍaís que hicieran los demás por vos~tros! Todo q q/I (Mt 7 12), Con lo cual 'parece mdlcar. osotros por e 05 " . apete(;é v, d querer algo malo torpemente, smo nadIe pue el Ji cuencia del pasaje algunos intérpretes y aun por a re '" d 1b' ,' b'enes» y así lo escriben: 10 o e ¡en que dIeron" 1 , A' 1 ,' I demás por vosotros, SI o creyeron IIICleran .05 b· d 1 ien pretenda ser o seqma o con que a gu a no hablar de otras más torpes- h,nnllete, coma -par . db 1 modelo moral con mayor solidez f¡]e"" ófic:a y WdlOy e ate--e . , . de es .'lO oC1·a1))' otras escuelas, como los eplCureos "",ele,ctuales,,~ dco.r1oasí,
de desarro ar su 11 1 b· d b' ga do . 'd' mplia medida con el estoicismo: e sa 10 e la "0 cOtnC11aeoa . 1 dI· d fiIcaCl~ , d h' ¡, posesión contemplatIva tota e a vrrtu . diversos gra os as a . , . pOI . entendía como necesanamente ascetlCO. NOlls; ese call11no se
361
en los cuales él, al corresponderles con cosas semepuede pensar que cumple con este precepto, Pero en ~va.ngej¡o griego, de donde se trasladó al latín, no se lee sino: Todo lo que querriais que hicieran los demás por hacedlo vosotros por ellos, Yo pienso que la palabra queintentado decir "bienes» ya que no usa la palabra
Sin embargo, no se debe exigir siempre esa propiedad a lenguaje, aunque a veces haya que hacer u,o de ella.Y leemos los autores a cuya autoridad no hay posibilidad )pemerse, respetemos esa propiedad donde el sentido recto mc:uentl:e otra salida,Así son estos pasajes que como muestra mencionado, unos de los profetas y otros del Evangelio, ignora, en efecto, que los impíos se sienten transportaalegría?Y, sin embargo, no hay gozo para los impíos, dice el ¿Por qué, sino porque la palabra "goZO» tiene otro sentido se tonla en el propio y estricto?Y por la rnlSlna razón, puede negar que no es justo el mandato, dado a los homde que hagan ellos a los demás lo que quieren que éstos les a fm de que no se deleiten mutuamente con la torpeza ilícito? y, con todo, así reza el saludable y verdadero Todo lo que querríais hicieran los demás por vosotros, hacedlo por ellos, Y ¿por qué esto, sino porque eu este lugar ,e ha de una manera propia la voluntad, que no puede usarse mal sentido? un lenguaje más corriente, que es muy frecuente en :\>r,vers"ción habitual, no se diría: No queráis proferir menti(Eclo, 7, 14), si no pudiera existir la voluntad mala, maldad se distingue aquella que proclamaron los ánen la tierra a los hombres de buena voluntad (Le. 2,14), se añadió, por redundancia, buena, si es que no pue, sino la buena. ¿Qué excelencia habría cantado el sobre la caridad al decir que no se goza de la iniquidad 13,6), si no hubiera también precisamente gozo de la menos entre los autores profanos se estila tal indiferenen el uso de estas palabras, Dice el brillaute orador
LA CIUDAD DE DIOS (XIV)
362
363
SAN AGUSTÍN
Cicerón: «Deseo, senadores, lllostrarnle clemente»~43 usa esta palabra «deseo» eu el buen sentido, ¿hay ignorante que no afinne que debió decir «(quierm> y seo})? TaIubién en Terencio un adolescente vicioso, en desenfrenada lujuria, dice: «N o quiero otra cosa mena». Que esa voluntad era libidinosa nos lo pone fiesta la respuesta de un esclavo suyo luás anciano, le «Cuánto mejor sería que intentaras apartar tu ánimo am,or que excitar inútilmente tu pasión con estas y que estos autores usaron también el gozo en el mal nos lo testifica el verso virgiliano que tan COlGcisatnente lile estas cuatro perturbaciones: «Por eso telnen y lamentan y gozan». Talubién cita el lnismo autor «los perversos del espíritw)145.
3. Por tanto, la voluntad, la precaución, el gozo munes a los buenos y a los malos; o, para decir lo otras palabras, les son comunes el deseo, el temor y la pero unos las practican bien y otros mal, según sea perversa la voluntad de los hombres. La misma sustitución de la cual no admiten nada los estoicos en el del sabio, es cierto que se encuentra usada en el buen sobre todo en nuestros autores. Alaba, el1 efecto t el los corintios de que se entristecieron según Dios. alguno puede decir que el Apóstol los felicitó porque tristecieron arrepintiéndose; tristeza que sólo pueden que han pecado. Dice así: Veo que aquella carta os doli6, fue por poco tiempo; pero ahora me alegro no de que . sino de que ese pesar produjese enmienda. Vuestro pesar fue como Dios quiere, de modo que no salisteis perdiendo nada mía. Porque un pesar como Dios quiere produce una en,",e¡1aa dable y sin vuelta atrás; en cambio, el pesar de este mundo muerte. Mirad c6mo el hecho de haber sentido pesar como Dios produjo gran empeño en vosotros (2 Cor. 7, 8-11). Cicerón, In Catilinam I, II 4. Terencio, Afldría, 306-308. 14SVirgilio, Eneída, VI, 719-721. 143
144
esto pueden los estoicos responder en defensa suya que
patece útil para arrepentirse de haber pecado. Esto no ';ó(:urrir en el ánimo del sabio, ya que en él no cabe pecaar~epentlnnent? se entristezca, ni otro lilal alguno caUse tnsteza al senarlo o sufrirlo. También se cuenta de (si no me falla la memoria sobre el personaje) que, feliz, lloró al oír disputar a Sócrates y convencerle de miserable por ser necio. Pata éste la necedad fue la cauy apetecible tristeza, por la cual el hombre se lamenta que no debe. Pero los estoicos no dicen que es el necio, sabio en quien no cabe la tristeza.
Las perturbaciones del ánimo) cuyos movimientos rectos se encuentran en la vida de los justosl46 Por lo que toca a estos fIlósofos, en lo referente a la de las perturbaciones del ánimo, ya les hemos respon~l hbro noveno de esta obra, demostrándoles que esaV1dos de discuslOnes que de verdad; se fIjan no en la smo en las palabras. Pero entre nosotros, según las Escnturas y la sana doctrina, los ciudadanos de la santa de Dios, que viven según Dios en la peregrinación de temen y desean, se duelen y gozan.Y corno su amor son también rectos estos afectos en ellos. Temen la let:etlG.''. desean ,la vida eterna; se duelen al presente, porgImen en SI 11llsmos, esperando la adopción divina y Frente al ideal del sabio estoico pagano, San Agustin muestra ahora el santo cristiano: la concepción de la vida y de la muerte, del tiempo y de la persona y de la sociedad que se deriva de Jesucristo da al una !lue,,, y superior actitud moral, filosófica y espiritual. En contrasel sab~? estoico no es si~o ~n soberbio insensible e inhumano. Hay tamben que San Agustm mtegra su ideal moral dentro de su Medel amor: la Moral no es en sí misma el fin de la existencia sino la lógica de una relación existencial con alguien a quien' se ama. que desde lue~o. marca una .diferencia esencial en el punto de partida . con el EstOlclsmo, se derIva de la solidaridad en la salvación con la Ob1spo equilibra su concepción del pecado original.
364
SAN AGUSTÍN
la redención de su cuerpo; gozan en la esperanza, cumplirá lo que está escrito: La muerte ha sido ab.sorbia1a:, victoria (ICor. 15, 54). De igual manera temen pecar, perseverar; se duelen de los pecados, gozan en las obras Temen pecar, porque oyen: Al crecer la maldad se enfriará en la mayoría (Mt. 24, 12). Desean perseverar al oír lo escrito: Quien persevere hasta el final, ese se salvará (Mt. Se duelen en los pecados al oír: Si afirmamos no
nosotros mismos nos extraviamos y, además) no llevamos verdad (1 Jn. 1, 8). Gozan en las obras buenas cuando ama al que da con alegría (2 Cor. 9, 7). De la misma manera, a tenor de su debilidad o su temen ser tentados o desean ser tentados; se duelen en taciones, gozan en las mismas. Telnen ser tentados al
un individuo se le sorprendiera en algún desliz, vosotros, los de espíritu, recuperad a ese tal con mucha suavidad; estando aviso, no vayas a ser tentado también tú (Gal. 6, 1).Y tentados oyendo a aquel varón fuerte de la cindad de. que dice: Escrútarne, Señor, ponme a prueba) sondea mis mi coraz6n (Sal. 25, 2). Se duelen en las tentaciones al a Pedro; y gozan en las pruebas oyendo decir a Santiago: por muy dichosos) hermanos míos, cuando os veáis asediados bas de este género (Sant. 1, 2). 2. Claro, no se conmueven por estos afectos sólo a sí miSIllOS, sino talnbién atendiendo a aquellos sean ver liberados, y temen que perezcan y se duelen cen, y gozan si los ven liberados. Eu efecto, ponen los su fe con sumo agrado en aquel excelente y . que se gloria en sus debilidades, por citar, sobre todo tros, que hemos pasado de la gentilidad a la Iglesia de al Doctor de los gentiles en la fe y en la verdad, que más que todos sus compañeros de apostolado e msrruy' sus numerosas cartas a los pueblos de Dios, no sólo a tenía presentes, sino a los que se preveían fut~ros; . a aquel varóu, atl5'ta de Cristo, enseñado por El, ungi
LA CIUDAD DE DIOS (XIV)
365
y para los hombres, lanzándose a la meta a recoger de la vocación celeste. a Pablo, qne goza con los que se gozan, llora con los ,ucn~", con luchas por fuera y temores por dentro; que deshacerse y estar con Cristo; que desea ver a los romaconseguir algún fruto entre ellos, como entre los de,gentiles: que siente celo de los corintios, y teme a los de ese celo que sus mentes se aparten del deseo casto . que tiene una gran tristeza y dolor de corazón por raelm", ya que, desconociendo la justicia de Dios, no se a ella tratando de suplantarla por la suya; que manisólo su aflicción, sino también su llanto, a algunos que :•. blOhían pecado y no hicieron penitencia de su inmundifornicaciones. Si estos movimientos, si estos afectos buenos, que prodel amor y de la caridad santa, han de ser llamados viL01.IW OU.IV' que admitir que los verdaderos vicios reciben de virtudes. Pero si esos afectos siguen la recta ra;i.C1lOn,do están puestos en su fin, ¿quién osará llamarlos enfermedades o pasiones viciosas? Por ello, aun el Señor, que se dignó llevar vida humana en forma de pero sin tener pecado alguno, usó de ellas cuando lo oportuno. Porque no era falso el afecto humano de tenía verdadero cuerpo y verdadero espíritu de hombre. falso lo que se cuenta de Él en el Evangelio: que triste:" e ira por la dureza de corazón de los judíos, y Me alegro por vosotros, para que tengáisfe (In. 11, 15).Y lo que lloró cuando iba a resucitar a Lázaro, que deseó la Pascua con sus d,.iscípulos, que sintió tristeza en su acercarse la Pasión. El, por gracia y designío suyo, acepqUISO estos movimientos en su espíritu humano, cuando quiso se hizo hombre. TeneI:nos, por consiguiente, que admitir que nuestros aun SIendo rectos y; según Dios quiere, son propios de no de la futura que esperamos, y a ellos contra nues¡olJmt:ad cedemos todavía con frecuencia. Así, a las veces,
366
SAN AGUSTÍN
aun sin querer, lloramos, aunque no ll10vidos por apetencia, sino por laudable caridad. Los tenemos por lidad de la condición humana; no así el Señor Jesús, hasta de su debilidad. Mientras somos portadores de la dad de esta vida, si no tenemos ninguno de ellos, bien de decir que no vivimos rectamente. Pues censuraba el ' tol y detestaba a algunos que dijo estaban sin afecto También se lo echó en cara el salmista a aquellos de dice: Espero compasión y no la hay (Sal. 68, 21). Carecer soluto de dolor mientras vivimos en este lugar de como pensó y expresó alguno de los literatos de este sucede sino a costa de un gran precio: la . . espíritu y la insensibilidad en e! cuerpo.
En consecuencia, lo que los griegos llaman av,l1the;a podría traducirse por <
LA CIUDAD DE DIOS (XIV)
367
El temor de que habla el apóstol San Juan: En el amor temor; al contrario, el amor peifecto echa fuera el temor, portemor antícipa el castigo; en consecuencia, quien siente temor está peifeecionado en el amor (1 Jn. 4,18); ese temor -dies de la condición de aquel que hacía temer al apósque los corintios se dejaran seducir por la astucia de :pÍ
368
SAN AGUSTÍN
es decir, según Dios, no según el hombre, y cómo también en aquella inmortalidad a la que caminan. A su vez, la ciudad, la sociedad de los impíos que según Dios, sino según el hombre, y que siguen las de los hombres o de los demoníos en el lllÍsmo dívinídad falsa o en el menosprecio de la verdadera, siente las sacudídas de ~stos malos afectos, como latigazos de enfermedades y perturbaciones. Y. si sus ciudadanos parece que moderan esos movilmiientc cierto modo, los suavizan, llegan en su impiedad a y arrogancia que por eso mismo se sien~en tanto dos cuanto disminuyen sus dolores. Y SI otros, con desaforada cuanto extraña vanídad, llegan a amar en el no sentirse levantados o excitados, doblegados o por níngún afecto, en ese caso llegan más bien a ae',pc1' su humanídad que a conseguir verdadera tra.nc[uilidad. reza no es rectitud, ní es salud la m"enLsltnlIda<1.
LA CIUDAD DE DIOS (XIV)
369
vivir según quiere quien no quiere vivir? Aunque . no por no querer vivir, sino por una vida mejor de la muerte, claro está que no vive aún como quiere, llegue por la muerte a lo que quiere. concedamos que vive como qníere, porque se ha esforimLpulesl;o a sí mismo no querer lo que no puede y querer como díce Terencio: «Ya que no puede suceder lo pDocl~ra querer lo que puedes»!48. ¿Es acaso feliz por !l1lBerla con paciencia? En efecto, no se puede llevar vida se la ama. Ahora bien, si se la ama y la tiene, debe ser por encima de todas las otras cosas, ya que por ella ,¡>amado cuanto se allla.A su vez, si se la ama tanto cuanto amada (pues no es feliz quien no ama la vida feliz merece), es imposible que quien así la ama no la desee consiguiente, la vida será feliz cuando sea eterna.
ángeles y hombres pecadores, cuya perversidad no puede perturbar la providencia de Dios!49 25.
La verdadera felicidad, no lograda en la vida te/tlpora,
Si prestamos más atención, nadie sino el feliz quiere; y nadíe es feliz sino el justo. Bien que el misnrro' no vive como quiere mientras no llegue adonde -no es, morir, ser engañado o molestado en absoluto, y que más, seguro de que siempre ha de ser así. Esto es lo que naturaleza, y no será plena y perfectamente feliz logre lo que desea. Ahora bien, ¿qué hombre puede quiere si el mismo vivir no está en su poder? En verdad vivir, pero se ve forzado a morir. ¿Cómo,. pues, . . quiere quien no vive hasta cuando qUIere? Y SI qUIere
147 La felicidad, cuya búsqueda constituye -en las categorías de y de toda la tradición clásica- el núcleo del sentido de la vida humana, tl<" concebirse, para ser verdaderamente feliz, como imperecedera. Por eso de Hipona concluye que sólo la esperanza cristiana puede cohilar ese . tural-Ia vida en el tiempo no tiene por sí misma los recursos para anhelo, y mutilarlo no serviría sino para acentuar la infelicidad-o
los pecadores, tanto ángeles como hombres, nada que impida las grandes obraB del Señor, dignas para los que las aman (Sal. 110,2). Porque quien con su providencia todopoderosa lo que le convieuno, sabe aprovecharse no sólo de las cosas buenas, de las malas. Y por eso, condenado y endurecido j!U.HHOLd mala voluntad el ángel malo, de tal suerte que en adelante voluntad buena, ¿por qué, sirviéndopara el bien, no podía permitir que fuera tentado por hombre, que había sido creado recto, es decir, con Andría, 305-306. reflexión sobre la libertad puede, a primera vista, plantear dificultade un Dios onullsciente y perfectamente bueno. San Agustín redemasiado fJja de Dios -que subyace en esquemas deístas Dios más como una fuerza o un concepto metansico que ',er p,ets,Qll,ll- y conjuga los dos extremos, entendiendo que la omtiene previstas todas las opciones libres y los modos de ex'~"'" muu", de las malas, el bien necesario para el orden del ser.
370
SAN AGUSTÍN
bueua voluntad? Había sido creado en tal condición dose el hombre bueno de la ayuda de Dios, vencería malo, y sería vencido si, por c01llplacerse a sí mismo, naba por soberbia a Dios, su creador y auxiliador, aCreedor de una gran recompensa en la voluntad recta rrida por Dios, y un gran castigo en la voluntad abandonarle a Él. A más de que la misma confianza en da de Dios no podría darse sin esa misma ayuda; por eso perdía la facultad de apartarse de los oel~eIICI'as gracia divina complaciéndose a sí nusmo. El vivir en sin el recurso de los alinlentos no está en nuestro está el no vivir en ella, como lo vernos en los SULCI,d"'¡a>
había capacidad de vivir en e! paraíso sin la ayuda de sí, en cambio, se podía vivir mal, pero perdiendo la incurriendo en el castigo justísimo. Si Dios, pues, no desconocía esta caída futura del ¿qué razón había para impedir que fuera tentado por la del ángel? En modo alguno porque estuviera incierto sería vencido, pero no menos conocedor de que el diablo había de ser vencido con su gracia por la de"cend, del hombre, y con mayor gloria de los santos. Así su,:edió: futuro está oculto
al Señor, ni con su presciencia fuerza a
a pecar, demostrando por la experiencia posterior a la racional angélica y humana qué diferencia había entre sunción propia de cada uno y su protección. ¿Quién se a pensar o a afirmar que no estuvo en la mano de Dios
la caída de! ángel y del hombre? Prefirió, no obstante, tarles esa facultad y demostrar así el gran mal de que era la soberbia y el gran bien que había en la gracia de
28.
LA CIUDAD DE DIOS (XIV)
371
el desprecio de sí, la celestial. La primera se gloría en sí la segunda se gloría en el Señor. Aquélla solicita de los la gloria; la mayor gloria de ésta se cifra en tener a como testigo de su conciencia. Aquélla se engríe en su ésta dice a su Dios: Gloria mía) tú mantienes alta mi cabeza 4). La primera está dominada por la ambición de domisus príncipes o en las naciones que somete; en la segunsirven mutuamente en la caridad los superiores lnandan-
los súbditos obedeciendo. Aquélla ama su propia fuerza PO[erl[a'~O';; ésta le dice a su Dios: Yo te amo, Seño~ tú eres )rtale;za (Sal.17, 2). eso, los sabios de aquélla, viviendo según el hombre, busca,do lDs bienes de su cuerpo o de su espíritu o los de y pudIendo conocer a Dios, no le honraron ni le dieron a Dios, sino que se desvanecieron en sus pensamientos) y coraz6n se oscurecí6. Pretendiendo ser sabios, exaltándose sabiduría por la soberbia que los dominaba, resultaron que cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes mortales, de pájaros, cuadrúpedos y reptiles (pues llevalos pueblos a adorar a semejantes simulacros, o se fueron , venerando y dando culto a la criatura en vez de al Creaes bendito por siempre (Rm. 1,21-25). la segunda, en cambio, no hay otra sabiduría en el una vida religiosa, con la que se honra justamenve;rd:ld"ro Dios, esperando como premio en la sociedad santos, hombres y ángeles, que Dios sea todo en todas las Cor. 15,28).
Propiedades de las dos ciudades, la terrena y la
y así, dos amores hicieron dos ciudades: e! amor de mo hasta el desprecio de Dios, la terrena; y e! amor de 150 En este texto clásico resume San Agustín el origen y el destino ciudades: ambas encuentran su explicación más profunda en la
del orden: el amor y el orden atraviesan todo 10 real y en función de su ~concebido casi como la fuerza de gravedad de la existencia~ se la libertad creada y la libertad divina y cada ciudad, y de ellas cada ser personal tiende al lugar que le corresponde.
Cuarto volumen (XV-XVIII)
\:'()DI'e el desarrollo de las dos ciudades PARA LA SELECCIÓN DE TEXTOS DEL VOLUMEN
Después de haber tratado sobre el origen de las dos en el volumen cuarto San Agustín compara su desa)st,'lrico. La ciudad celeste había nacido de Dios, luego es sagrada y por eso, para conocerla, hay que ir a los ¡grad(" que nos hablan de aquel origen, de sus vicisiÍll!'Olcalc" y de su destino eterno. La ciudad terrena, por se ha fundado sobre la pasión de gloria y la pasión así su historia es la de la guerra y el poder de los ¡mlp(eTl'OS --desde las conquistas asirias de Nino, hijo el asalto de los godos a los muros de Roma-. y extenso despliegue de nombres, hechos, cronocon el que Agustín entrelaza ambas historias mientras conviven en el tiempo, las dos ciudades entremezcladas de tal forma que incluso puepacíficamente bajo ciertas condiciones -y aun ;,ulUtuam,cnlte-- a pesar de tener causas y fines tan [373]
374
SAN AGUSTÍN
diversos. La Teología de la Historia que presenta en men -que ha servido de base para otras teologías y de la Historia, tanto religiosas como seculares- se temente en una hermenéutica bíblica que busca un sentido espiritual, tanto cristo lógico como ec[esiiol,'. En los textos seleccionados del volumen cuarto verse algunos ejemplos de lo que se ha dicho: Libro
Xv. Las dos ciudades están mezcladas en la historia.
Tal mezcla se advierte ya en los hijos de Adán, como prototipos: Caín, el primero que fundó dad terrena, y Abe!, que vivió como . tiempo (capítulo 1). La ciudad terrena busca y gue una cierta paz y unos ciertos bienes, sean definitivos y, en otro sentido, lleve en sí germen de la guerra (capítulo 4). San Agustín divide la rustoria en seis edades!S1 y libro comenta el desarrollo de la primera, que Adán hasta Noé. Dentro del recorrido . Antiguo Testamento, San Agustín interpreta los desde la perspectiva de! misterio de Cristo y desde esa perspectiva, toda la historia anterior ha anunciando, como puede v~rse con . pasaje de Noé y el Arca -en cuyo comentario lógico se advierte la influencia de Otígeneslo 26). Libro XVIII. La historia paralela de las dos ciudades. Tras exponer en los libros XVI y XVII el desamJll historia sagrada desde Noé hasta Cristo,
151 Las seis edades están evidentemente en relación con los seis creación y esperan la aparición del séptimo, el del descanso de des del mundo son: Desde Adán hasta el Diluvio, desde el . ham, desde Abraham hasta David, desde David hasta el Desti,,,ro Destierro hasta Cristo, quien inaugura la sexta que culminará con Cf. CD, XXII, 30, 5.
LA CIUDAD DE DIOS (XV)
375
c?n amplia exégesis, cómo en Él se cumplen las profeC1as, en .este .lIbro/ .el Obispo de Hipona bu sea concordar la rustona biblica con la profana intentando mostrar la convIVencia histórica de las dos CI' u d ad es, que es . pate~te en su tiempo por la multiplicación de la Iglesia (capitulo 49). Indica que tal multiplicación es fruto de las persecuciones (capítulo 50) y aun d e 1as h ereJIaS ., . que termman fortaleciendo la fe (capítulo 51). '
Libro XV
Las dos ciudades en la tierra
1.
Dos gr~pos de la humanidad que se encaminan a dIVersos fines desde su principio!52
Sobre la . felicidad del paraíso,sobre par . llllSlllO . a lel S O sus pnmeros ~orad?res, su pecado y su castigo, los que han enut!do d!.versidad de opiniones y las han ,por eSCrIto. Tal11blen nosotros, ateniéndonos a las ESCrIturas, tratando sobre estas materias en los libros hemos expuesto lo que en ellas hemos leído o ¡'¡Jo(lid.. 0. entender siguiendo su autoridad. soliCita una exposición más detallada de esto se orimuchas y varia~as discusiones capaces de lle~ar l11ás de los que eXigen esta obra y el tiempo, y no disde tanto como para poder demorarnos en lo que solIcitar los. OCIOSOS Y meticulosos, más dispuestos a que capacitados para comprender.
sod
Historia. del mundo es, en el fondo y como la concibe San A ustín de dos cIUdades, U1?-a buena que adora a Dios en espíritu y en :erdad' que se aparta de El-como ha quedado dicho en el capítulo ante~ de cada una de ellas son los hijos de Adán (Gn. 4), Caín y Abel -presente a lo largo de todo el volumen cuarto, y que baja a· . ' lector actual pl1e~en resultar nimios- permite ver cómo la sagrado que hacIan los Padres iba siempre más allá del mero
376
LA CIUDA)) DE DIOS (XV)
SAN AGUSTÍN
Pienso, sin enlbargo, que ya hemos resuelto l·m¡101"" difíciles cuestiones acerca del principio del mundo, del mismo género humano. A éste lo hemos dividido clases: los que viven según el hombre y los que Dios.Y lo hemos designado figuradamente con el las dos ciudades, esto es, dos sociedades humanas: la destinada a vivir siempre con Dios; la otra, a sufrir eterno con el diablo. Ése es el fin de cada una, del cual se hablará presente, como ya de ha dicho bastante sobre su en los ángeles, cuyo número ignoramos, como en los meros hombres, me parece ya oportuno tratar de desarrollo desde que aquella pareja comenzó a enl,erldt, ta que dejen de propagarse los hombres. En efecto, tiempo o este siglo, en el que desaparecen los que suceden los que nacen, constituye el desarrollo de ciudades de que hablamos.
2. El primer hijo nacido de los dos primeros padres del humano fue Cain, que pertenece a la ciudad de los y el segundo Abel, de la ciudad de Dios'53 Podemos comprobar en cada hombre lo que nos Apóstol, que no es primero lo espiritual, sino lo animal; lo viene después (1 Cor. 15,46). Por eso cada uno, por estirpe condenada, pertenece primero, COIllO malo y Adán, pasando luego a ser bueno y espiritual si perfección en el renacer hacia Cristo. Lo mismo linaje humano: tan pronto como comenzaron estas dilatarse por los nacidos y los muertos, nació primero dadano de este mundo, y después el peregrino en el perteneciente a la ciudad de Dios, predestinado por la 153 El relato del Génesis nos dice, en efecto, que Caín, pe,,"""' Adán, mató por envidia a su hermano, a quien se presenta adorador de Dios. Se dice también que Caín fundó una ciudad a su hijo Henoc (Gn. 4, 17).
377
gracia elegido, peregrino con la gracia aquí abajo, y por la gracia allá arriba. lo que a éste se reftere, nace de la rniSllla masa, condecausa del pecado de origen. Pero como alfarero (no sino prudentemente, trae a colación el Apóstol este Dios de la misma arcilla una vasija de honor y otra de (Rm. 9, 21)'54. Pero fue primero la vasija de ignomila de honor, para indicarnos, como he dicho, que ,rrusrno hombre está primero lo reprobable, de donde partir y donde no podemos permanecer; luego vieadonde llegamos en nuestro progreso y donde ne(;en,rnos después de llegar. tanto, no todo hombre malo llegará a ser bueno, pero 'u"galra a ser bueno si no era malo. Y cuanto con nlayar se haga uno mejor, con tanta mayor rapidez se deslo que ha tomado y sustituye el calíficativo anterior de Caín que había fundado una ciudad y, en camcomo peregrino, no la fundó. La ciudad de los santos la celeste, aunque aquí da a luz a sus ciudadanos, cuales es peregrina, hasta que llegue el tiempo de su Ellt(lw:e.s los reunirá a todos, resucitados en sus cuerpos, el remo prometido. En él reinarán sin límites ya de con su soberano, el Rey de los siglos.
4. ~'c:lUc!ad
Contienda y paz de la ciudad terrena'55 terrena, que no será eterna (después de su con-
a! último suplicio ya no será ni ciudad), tiene aquí idea de una massa danmata la forma San Agustín explícitamente en . del texto de San Pablo, cuya versión latina pone l1'Iassa por ! tradt"t,,, ha trasladado como «(arcilla». Pero esta misma expresión se se ha dicho antes, también con otros textos paulinos. que la ciudad terrena se aparta de su bien natural-Dios- no nunca la paz que engañosamente espera. Hay que notar que, dureza de las expresiones agustinianas, está el convencimiento de
378
SAN AGUSTÍN
abajo un cierto bien, tomando parte en la alegría que proporcionar estas cosas. Y como no hay bIen aI~;uno, de penurias para sus amadores, esta cmdad se halla entre sí la mayor parte del tiempo, con litIgIOS, gUlerras, lt en busca de victorias mortíferas o ciertamente mortales, que cualquier parte de ella que se levanta en son de contra otra parte busca la victoria sobre los pueblos, ella cautiva de los vicios.Y si al vencer se enlorgulle,:e berbia, su victoria lleva consigo la muerte; pero si, rej'le,:i, do sobre su condición y los accidentes cotuunes, se atormentada por la adversidad que puede sobn,venn,le inflada por la prosperidad, esa victoria es meramente pues no puede tener sometidos siempre a los que ha do con tal victoria. N o se puede decir justamente que no son bienes los que ambiciona esta ciudad, siendo ella en género humano lllejor. Busca cierta ~az terrena en estas cosas ínfinlas, y desea alcanzarla lncluso con la si vence y no hay ya quien resista, habrá llegado la no podían tener las partes adversarias entre sí, mI" ,n'rra: chaban con infeliz miseria por las cosas que no UUUlan seer ambas a la vez. Ésta es la paz que solicitan guerras, ésta es la que consigue la victo~ia teni~a por sao Y cuando triunfan los que lnchaban por causa . quién puede dudar en dar el parabién, por la victoria ¿ d .y llegado a la paz deseable? Bienes son estos y ones, sm de Dios. Pero si se menosprecian los otros mejores, tenecen a la ciudad celeste, morada de la victoria eterna y suprema paz, y se buscan estos bienes c0 ll que se los considera únicos o se los prefiere a los terridos mejores, la consecuencia necesaria es la desgracla, do la que ya existía.
que es posible llegar a ese lamentable destino cO,mo. consecuencia justa mal uso de la libertad creada que se ha puesto a S1 Illlsma como fm, en optar por Dios.
LA CIUDAD DE DIOS (XV)
379
26. El arca mandada construir por Noé simboliza en todos sus detalles a Cristo y a la Iglesia I56 Noé era un hombre justo y, como nos dice de él la toda verdad, perfecto en su generación (no, por cierperfección que han de conseguir los ciudadanos de de Dios en la inmortalidad, que los igualará a los de Dios, sino con la que pueden ser perfectos los de . ; Dios le lllandó construir un arca, en la cual se de la devastación del diluvio con los suyos, su esposa, y nueras, y con los animales que por mandato de Dios con él en el arca. Ello es, sin duda, una figura de la de Dios peregrina en este siglo, esto es, de la Iglesia, a la salvación por medío del madero en que estuvo el medíador entre Dios y los hombres, el hombre Jesús. mismas dimensiones de longitud, anchura y altura, sigel cuerpo humano, en cuya realidad anunció que venlos hombres, como realmente vino. La longitud del humano, en efecto, desde la cabeza a los pies, es seis La historia de la Ciudad de Dios tiene su centro en Cristo y todo el ¡1~;~;:~~~:1~~ lo prefigura. En este pasaje puede verse un típico ejemplo n bíblica patristica: San Agustín interpreta el relato de Noé a la misterio de Cristo. De esta forma, la exégesis lee el texto intentando el significado simbólico de cada expresión -su sentido «típicOl>, es referencia al «modelo» o «prototipO) de toda la Escritura, que es Cris'-esto el Obispo de Hipona continúa y amplia la tradición patóstica la propia de la Escuela de Alejandría -Orígenes, cuyas obras Agustín, había ya comentado ampliamente el Génesis-. La exégesis -y esta página lo muestra- nos permite ver que la tradición cristia. en esto al Judaísmo, realizó siempre una labor de interpretación -la Palabra divina era también palabra humana que requería ad"cuLad,amen'e--.Y, si bien el punto de partida era siempre el historia referida-, lo más importante sin duda era elmensa-'presente en el texto: elsensus spiritalis, en especial en su referen-swsus plenior--, frente al cual el primer sentido es algo que hay en cuenta pero casi sólo como punto de partida. Sólo en tiempos posterioc,,,,y no sin influencia de la importancia dada por Lutero a la Sola y su consecuente reacción tridentina, se ha llegado en ocasiones -alnotorias- a entender la Biblia en sentido principalmente literal.
380
LA CIUDAD DE DIOS (XVIII)
SAN AGUSTÍN
veces la de su anchura de un costado a otro, y espesor desde el dorso al vientre; y así, si se mide un tendido boca arriba o boca abaJO, su 10ngllud de la los pies es seis veces la anchura del costado de quierda, o viceversa, y diez veces su ~spesor desde el Por eso el arca fue hecha de tresCIentos codos de cincuenta de anchura y treinta de altura.Y la puerta dó abierta en el costado es, ciertamente, el costado ficado traspasado por la lanza; por ella verd'ldeTaJuentíi los que acuden a El, ya que de allí nacieron los sac:raJUtií que son iniciados los creyentes. Los maderos cuadrados de que se mandó COllstruir. can la vida de los santos firme en todos los asF,ectos cualquier parte que se vuelva lo que es cuadrado, firme.Y los demás detalles que se ordenan en la constrú¡ la misma arca son signos todos de las propiedades de
381
aun en otra superior a la últinla, llan1ándola tercer piso; desde el fondo hasta arriba, había tres pisos. Los spl1eclen significar las tres virtudes que encarece el Apósla esperanza y la caridad. O también, con mucha más los tres grados de fecundidad del Evangelio: treinta, y cien por uno, de suerte que, en el primer grado, se la castidad conyugal; en el segundo la de la viudeel tercero la virginal. Y todavía se puede entender y de cualquier otra cosa mejor ajustada siempre a la fe ciudad. Lo mismo diría de todo lo que aquÍ se va a aunque haya variedad de explicaciones, siempre ajustarse a la unidad concorde de la fe católica.
Libro XVIII
Historia paralela de las dos ciudades
2. Sería muy largo detallarlo todo; además, en la obra Contra Fausto el maniqueo, que niega se zado algo de Cristo en los libros de los hebreos. de ocurrir que alguien exponga estas cosas con que yo, y uno con más acierto que ?tro; si~lnpre dición de que quien expone esto, SI ~o qUle~e sentido de quien escribió estas cosas, procure que dice vaya referido a esta ciudad de Dios, de que peregrina en este mundo como en me~o ~e un Por ejemplo, las palabras: Las partes tnferwres las y de tres pisos (Gn. 6, 16), si alguno las interpreta en do distinto del que yo expresé en aquel hbro, uve, dos pisos se refieren a la Iglesia reunida de todas causa de las dos clases de hombres, los de la c'irCL1n
ifui'tipli""ión indiscriminada de la Iglesia; en ésta se encuentran réprobos mezclados durante esta vida con los elegidos!57 siglo perverso, en estos días calamitosos, en que la :onqu:ista su exaltación futura por medio de la humildad es adoctrinada con el aguijón del temor, el tormento molestias de los trabajos y los peligros de las tentaténlerldo en la esperanza su único consuelo, si acierta-a consuelo auténtico, se encuentran muchos réprobos con los buenos. Los unos y los otros se ven reunidos red evangélica; y en este mundo, como en el mar, [te'tral:los sin discriminación en las redes hasta llegar a la advierte que la división de la Historia humana entre «buedebe llevar a sus lectores a la simpleza de identificar a los priadscripción nominal a la Iglesia -----}Jor más que en ella esté y . de la Ciudad de Dios-. El derecho a esta ciudadanía y la clUdades es algo que no sólo atraviesa la Historia entera, sino de cada hombre y, mientras dure el tiempo, no podrá darse lefulitivo:: habrá que esperar al momento final para conocer la de cada ser humano.
ITlI '"
1
382
SAN AGUSTÍN
orilla, donde los malos serán separados de los buenos, buenos, como en su templo, sea Dios todo para CV'"V'" nll1 conocemos que se cumple la palabra del salmo que anuncié y he hablado: se han multiplicado sin medida (Sal. se cumple ahora, desde que comenzó por la boca de sor, Juan, y continuó anunciando por su propia boca: nitencia porque está cerca el reino de los cielos (Le. 6, 13). Escogió sus discípulos y los llamó apóstoles: de cimiento, desconocidos, sin letras, a fin de que, cuando a ser grandes o hicieran algo grande, lo fuera y lo ellos. Tuvo uno entre ellos, de quien siendo malo se . el bien, a fin de poder cumplir el propósito de su pasión porcionar a su Iglesia un ejemplo de cómo había de malos. Después de sembrar, en cuanto era preciso con sencia corporal, la semilla del santo Evangelio, padeció, resucitó, demostrando con su Pasión lo que debemos por la verdad, y con su resurrección lo que hemos de la eternidad, aparte del profundo misterio de su sangre, derramada para remisión de los pecados. Pasó con sus discípulos cuarenta días en la tierra, su vista subió al cielo, enviando a los diez días el Espír'itu to que había prometido. Su venida sobre los que habían en El tuvo un signo extraordinario y muy necesario que cada uno de ellos hablara en las lenguas de todos tiles; significando de esa manera la unidad de la Iglesia que había de extenderse por todas las gentes y hablar las lenguas.
50.
Predicación del Evangelio, que se hizo más conocida y por los sufrimientos de sus predicadores '58
Luego, en cumplimiento de aquella profecía: De la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor (Is. 2, 3), Y anuncios de Cristo el Señor, cuando, después de la 158 En este capítulo San Agustín asume y profundiza en uno mentas clásicos de la Apologética cristiana: la extensión de la Iglesia
LA CIUDAD DE DIOS (XVIII)
383
la admiración de sus discípulos les abrió el entendipara que comprendieran las Escrituras, y añadió: As{ escrito que el Mesías padeciera, resucitara al tercer día, y en su se predicara el arrepentimiento y el perdón de los pecados a pueblos, comenzando porJerusalén (Lc. 24, 46-47); Y tam¡Cllarldo de nuevo respondió al preguntarle sobre su últiNo os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que ha reservado a su autoridad. Pero recibiréis una fuerza, el Santo, que descenderá sobre vosotros, para ser testigos míos en en toda Judea, en Samaria y hasta los confines de la tierra 7-8). Según todos estos anuncios, la Iglesia comenzó a por Jerusalén, y habiendo recibido la fe muchos en Samaria, se propagó a otros pueblos, anunciándoles el aquellos que, como antorchas encendidas, había Él con, su palabra y había encendido con el Espíritu Les habla dIcho, en efecto: No tengáis miedo a los que el cuerpo pero no pueden matar el alma (Mt. 10,28). Claro que no cedieran por su frialdad al temor estaban en el fuego de la caridad. 'in:Unlerlte, no sólo por medio de los que habían visto y de su pasión y después de su resurrección sino después de la muerte de éstos, por medio de l;s que lloedi:er,on, entre las horrendas persecuciones y género de de los mártires, fue predicado en todo el orbe de la el Evangelio, confirmándolo Dios con maravillas y porcon toda clase de virtudes y dones del Espíritu Santo. manera, creyendo los pueblos gentiles en que había cruc:ific:ado para su redención, venerarían con amor crissangre de los mártires, que con diabólico furor habían . y los mismos reyes, que con sus leyes asolaban a la se someterían para su bien a este nOlllbre, que habían
decuaclarn,enl:e a partir de los pobres medios humanos de sus inicios -los sobre todo cuando ha tenido que sufrir la persecución por parte pOllen)s"," del mundo. Por el contrario, la acción de Dios en ella se mapreci:~ente en esa fragilidad: sólo Él da sabiduría a los ignorantes y ~os debiles y hace fecundo y creíble el testimonio de los Apóstoles y de
LA CIUDAD DE DIOS (XVIII) 384
385
SAN AGUSTÍN
intentado suprimir cruelmente de la tierra,. y com'en:,a+1 erse ir los dioses falsos, por cuya mstlgaclon ~uid;antes a los adoradores del verdadero DIOs.
51.
incluso con las L afie católica queda fortalecida '159 de los here)es
1 Pero el diablo, viendo cómo eran tempios de los dIOses y cómo el género humano nombre del MedIador liberador, puso en . . ue ba' o el nombre de cnstlanos se herejes para q . 8 . udieran albergarse enseñanza cnstJana; como SI P . d d d D' la e lOS, a mente y sin reCrllll1naClOn en la ClU a que la ciudad de la confusión albergo en su ~no a fliósofos de opiniones diversas y encontra as. D"ntlro Iglesia de Cristo, cuantos mantienen doctnnas .d que enderecen sus doctrm versas si son corregl os para d ' niegan a enmen ar sus resisten contunlazmente Y se .c d 1 mismos d ogmas persistiendo en la deiensa e os , ros h , al n del redil y son considerados como ser ereJes; se s e gas que la están probando. . '
• I
I
En verdad que aun así con su mal están sie~.o . bros verdaderamente católicos, ya que lOS :s~::"de los males, y todo coopera al bien de los que leos 8 28). Pues todos los enemigos de la IgleSIa, cegad •.•• ~ier error y depravados por cualqmer clase de ~en el poder de molestar corporalmente, ponen a . . . de la misma' SI solamente le son paCIenCla . ' prueba su sabiduría; y depravada doctnna, ponen a .' .dad o de ser amados como enemigos, ejercitan su can .
. d . d que Dios permite los Con una aplicacion e su tes1S e l ' " " S A stín muestra que a aCClOn traer de ellos bIenes mayores, anfi gu e de ésta deriva incluso . b"; n los bene lClOS qu " "" Iglesla se ve tar:; len e lid 1" caridad se ejercita, la JustiCIa nos de la hereJla: la fe se conso a, a el perdón se imparte. 159
on"fi,:ellcla, ya se les trate con la persuasión de la doctrina, el temor de la disciplina. esta manera, ni el diablo, príncipe de la ciudad impía, licencia para perjudicar a la ciudad de Dios por mucho de suscitar sus ejércitos contra ella mientras vive desen este mundo. Ella, sin duda, está protegida por la providencia con el consuelo en la prosperidad, a fin de se deje vencer de la adversidad, y con el ejercicio en la para que la prosperidad no la corrompa. De esta uno y otro extrelllO se contrapesan mutuamente. Es reconocer que a esto se encaminan las palabras del
A proporción de los muchos males que atormentaron mi coconsuelos han llenado de alegría mi alma (Sal. 93,19). mismo se refiere aquello del Apóstol: Alegres en la espesufridos en la tribulación (Rm. 12,12). Asimismo, lo que dice el mismo Doctor: Todo el que se vivir como buen cristiano será perseguido (2 Tim. 3, 12), no le ',ensar deje de cumplirse en tiempo alguno. En efecparecer, y en realidad ocurre, que exista tranquilidad de los perseguidores de fuera, y esto produce mucho sobre todo a los débiles; pero no faltan -más bien dentro- quienes atormentan con sus desastrosas los corazones de los que viven religiosanlente; causa de ellos es blasfemado el nombre de cristiano "'VilVU, que cuanto nlás estünan los que quieren vivir en Cristo, tanto más se lamentan de que por la los malos en la Iglesia se ame a Cristo menos de el corazón de los hombres religiosos. mismos herejes, aun teniendo el nombre y los sacracristianos, sus Escrituras y su profesión, causan tamdolor en los corazones de los hombres religiosos, ilHÁC>'VO que quieren hacerse cristianos se ven perplejos ~dJ.se"sJ
386
SAN AGUSTÍN
sufrir la persecución de los hombres a causa de esos de sus costumbres y errores detestables. Soportan . esta persecución, no en sus cuerpos, sino en sus corazol esto aluden aquellas palabras: A proporción de los muchos que atormentaron mí coraz6n. No dice: «mi cuerpo»). como las promesas divinas se sabe son inmutables, y el Apóstol: El Señor conoce a los suyos (2 Tim. 2, 19), y: que conoció con anterioridad, los predestinó para ser imagen de su Hijo (Rm. 8, 29), no puede perecer ellos. De ahí que continúa el salmo: Tus consuelos han alegria mi alma. Cierto que ese mismo dolor causado razón de los piadosos, perseguidos por las cosmmlores. cristianos malos o falsos, les es provechoso a los que ya que procede de la caridad, que no quiere se pierdan impidan la salud de los otros. Por otra parte, existen grandes consuelos por las siones de ellos; derraman ellas la alegría en las almas piadosos, cual fuera el dolor con que por su perdición mentaron. De esta nlanera, peregrinando entre las nes del mundo y los consuelos de Dios, avanza este mundo en estos dias malos, no sólo desde el presencia corporal de Cristo y sus apóstoles, sino desde mo Abe!, primer justo, a quien mató su impío hasta el fin de este mundo.
Quinto volumen (XIX-XXII)
Sobre el fin de las dos ciudades PARA LA SELECCIÓN DE TEXTOS DEL QUINTO VO-
'Aun temendo en cuenta que, aplicada a San Agustín, . entre Filosofía y Teología resulta artificial, en el qUInto, que trata del fin último de las dos ciudades advertir dos horizontes de reflexión: el primero má; -concentrado en el libro XIX- y el segundo • -libros XX-XXIl-. En cierto sentido, es . que aSI sea por el contenido propio de esos libros: San ,coilllenza este volumen analizando la cuestión de los llúm,)s del ser h1]mano y esto le pone en el plano de la "UllUILla y de la Etica -y aun del Derecho y la Politipasa a ~esentrañar el contenido de la Revelación realidades últImas -Juicio, Infierno, Cielo- y esto en la perspectiva de la Escatología y la Teología de la . esto así, la selección de textos del último volumen SIguIente temática: [387]
1;
388
SAN AGUSTÍN
Libro XIX: El destino final de cada una de las dos Cluaacles:, eterna y la infelicidad eterna, Sin duda este libro es uno de los m,ás ricos, bellos de toda la obra, San Agnst~n parte d d de eucontrar un fm o bIen ultImo a la a , d e, b ena ' humana y de las condicioues qu~este para ello vuelve a Varrón, qu~en lstlngulo
ochenta y ocho sistemas filosoficos con sendas nes sobre esa cuestión (capítulo 1), Luego criterio que estableció la Acadenua dUUI',~" elegir entre tantas escuelas (capítulo 3), Ccmfi,on pués la opinión cnstlana sobre el sumo , " d e los filósofos -señaladamente apIillan . ~ b una ética cristiana con el eplCurelsmo y so re estoicismo- (capítulo 4), La Ética le lleva a considerar la vida social, su sus inconvenientes (capítnlo 5), entre los que ' ' , y las guerras , siempre nuserables, dlVlS10nes llamadas <
(capítulo 17) y se afirma que los LiCC,,",U":'v:: tienen ya en esperanza la paz eterna (capItulo
LA CIUDAD DE DIOS
389
entonces San Agustín sn análisis de la realidad política del Estado y tras retomar la definición que de él había dado Cicerón, sostiene que de acuerdo con ella no ha existido nunca el Estado Romano, pnes tal definición funda el Estado en la justicia -que Roma no cnmplió al no dar a Dios la gloria debida- (capítulo 21). Propone entonces su propia definición de Estado, que puede aplicarse a Roma y a otros pueblos (capítulo 24). Como corolario de la reflexión sobre la . deduce que no puede haber verdadera virtud sin religión (capítulo 25), aunque reconoce que también la ciudad terrena puede alcanzar nna cierta paz que, además, beneficia a la ciudad celeste (capítulo 26), por más que sus ciudadanos saben que la paz verdadera se alcanza más allá del tiempo (capítulo 27). De esa paz no participará la ciudad terrena, que tendrá una guerra eterna contra sí misma (capítulo 28).
}m,p'CUUCU
El inicio del fin: el juicio. la perspectiva de la Teología cristiana, San Agustín expone ahora la doctrina del Juicio Final, y comienza distinguíendo el sentido de ciertas expresiones como
tas y fanáticas; San Agustín las rechaza en sn exégesis de . fragmentos de! último libro de la Biblia (capítulos 7, 9, 11) en los que ve profetizado e! triunfo de la 19;tes',a (capítulo 17).
El fin de la ciudad terrena: la muerte eterna. libro San Agustín expone su Escatología sobre el Írtfi"rno, cuya realidad implica siempre la justicia de la libertad del hombre y la gravedad del pecado (capítulo 12). Insiste, sin embargo, en que, a pesar de el pecado condenó a todos, la Gracia de Cristo
LA CIUDAD DE DIOS (XIX)
SAN AGUSTÍN
390
nos da esperanza de salvación (capítulo 15), Y se puede ver que la vida de los que han , dos se rige por las leyes de la GraCIa (capItulo Libro :XXII: El fin de la ciudad celeste: la paz eterna, La Escatología sobre la Gloria se inicia con una lación sobre el origen de la cIUdad celeste, la vida eterna (capítulo 1), de acuerdo con una tad eterna de Dios que no se ve alterada por el del hombre (capítulo 2), Tras r~batir divers~s nes sobre todo de origen platomco o dualista, de ia resurrección, San Agustín describe piedades del cuerpo glorioso (capítulos 20, duye finalmente la obra con una ción sobre la felicidad de la paz eterna de la Dios (capítulo 30), Libro XIX
Fines de las dos ciudades
1.
En la controversia filosófica sobre los supremos bienes y Varrón llegó a distinguir hasta doscientas ochenta y ocho posibles'60
1. Me veo ya en la precisión de tratar el fin que da a las dos ciudades, la terrena y la celestIal. Pero exponer -dentro de los límites de la presente argumentos han elaborado los mortales, rodeados de cidad de la presente vida, para el logro de su propIa De este modo se hará luz sobre la dIferenCIa que sus quimeras y la esperanza que Dios nos ha conoedl 160 La cuestión sobre el fin último, planteada por la Filosofía y . nes, no es una mera cuestión teórica, sino ~rofundamente fondo la cuestión sobre el sentido de la VIda humana. divisi6n de opiniones recogida por Varrón acerca de este ",c,blema.
391
también entre el cumplimiento de la esperanza misma, la verdadera felicidad que Él nos proporcionará Y esto ap'Jy,inc!oIne no sólo en la autoridad divina, sino tam,ut!l1z:anoo en lo posible argumentos racionales con vistas
ampliamente, y de diversas maneras, han entrado en los filósofos entre sí acerca de los snpremos bienes y Problema éste sobre el que han centrado la máxima empeñándose en encontrar la fuente de la felicidad efecto, nuestro último bien es aquello por lo que deben todos los demás bienes, y él por sí mismo,Y el último aquello por lo que deben evitarse todos los demás mapor sí mismo, Llamamos ahora bien final o supremo que se va consumiendo hasta desaparecer, sino algo perfeccionando hasta su pleuitud.Asimismo, por mal &.S11prerrlo entendemos no algo por lo que el mal desapaaquello por lo que consuma su daño. He aquÍ, pues, bien y el sumo mal. se han esforzado -como arriba he dicho- por los que hacen profesión de estudiosos de la vana de este mundo, con el fin de lograr el uno y evitar el aunque los límites de su naturaleza han dado lugar errores, nos lo han apartado tanto del camino de como para no poner la cumbre de los bienes y males unos, en el cuerpo otros, y algunos en ambos. De de triple división general de opiniones, Marco su libro Sobre La Filosofia, llega a descubrir, tras un !)runuci',)So y sutil, tal variedad de sentencias, que con ~CIllaaa enumera hasta doscientas ochenta y ocho secya existentes, sino COIllO posibles, con sólo añadiferencias. ff,,,~UlsIera
resumir brevemente todo esto. Para ello es del principio que él señala en su libro: hay cualas el hombre tiende como impulsado por una lp,,,eIGCIa, sin necesidad de maestro, sin ayuda de dochabilidad especial o arte de vivir, llamada virtud, y
392
SAN AGUSTÍN
que, por supuesto, se llega a adquirir. Estas cosas sou: placer, que hace agradable el ejercicio de los sentidos les, o bien la tranquilidad, por la que se logra la toda molestia corporal; o bien ambos a la vez, ue';lgJQ"e Epicuro con el único nombre de placer; o bien, de general, los principios básicos de la naturaleza, que den estas y otras cosas, tanto en el cuerpo tegridad de los miembros, su salud y su perfección), e! espíritu (por ejemplo, las dotes, grandes o pe':¡u"ñafÍ( genio humano). Estas cuatro cosas, e! placer, la tranquilidad, "rr,b·" y los principios básicos de nuestra naturaleza, se sotros de tal forma que la virtud, inculcada más versas doctrinas, se ha de buscar por ellas, o bien virtud, o bien una y otras por sí 1nismas. Así es come'" mas doce sectas multiplicando cada una de las rnotrnr razonamiento. Demostrándolo en una de ellas no hacerlo en las demás. Puesto que el placer corporal está o sometido. a del espíritu o dominándola, o asoClado a ella, se riedad de las sectas. El placer se somete a la V1rtud pone a su disposición. Por ejemplo, es propio de la vivir para la patria, y por ella engendrar h1JOS: cosas llevan inherentes el placer corporal. En efecto, e! bebida necesarios para la vida, no se toman sin ~"'~'" lo l1llS~O del coito con vistas a la generación. En cambio, cuando e! placer ejerce dominio tud, se busca por sí mismo, y ésta se ejercita por él, que la virtud nada realiza si no es para e,llogro o la ción de! placer corporal. Hornble v1da esta, por la virtud se esclaviza a su tirano, el placer. En ngor razón alguna para llamarla virtud. Con todo, hay sofos que se erigen en portavoces y defensores de tan da monstruosidad. El placer se alia con la virtud cuando se va e~ uno por la otra, o viceversa, SIno de ambos po~ SI ahí que pudiendo estar sometido, ma,;dar o allarse tud, constituye tres tendenCiaS filosoficas distmtas.
LA CIUDAD DE DIOS (XIX)
393
ésta y el placer juntamente, y los principios bála naturaleza, vuelven a triplicarse. De hecho hay humanas para todos los gustos: unas veces quedan a la virtud; otras se los erige en sus dueños, y otras en paridad con ella. Tenemos pues, otro grupo teorías.
este número queda duplicado si le añadimos ,te11C1a:: el aspecto social de la vida. Uno puede adhede estos doce sistemas de una forma personal o movido también por otra persona ligada a él, y debe compartir sus deseos. Habrá, pues, doce clailós:of()S que defienden una teoría de tal o cual tensu propio interés, y otros doce que razonan así en grupo, cuyas aspiraciones hacia el bien comparten modo estas veinticuatro tendencias se pueden . les añadimos la diferencia propia de los nuevos acauno puede defenderla como cierta, al estilo de los sostenían como único bien -causa de la humala virtud del espíritu. O bien puede admitirla y sólo probable, al estilo de los neoacadémicos, no existe la certeza, sino únicamente la probabiesto tenernos ya cuarenta y ocho sistemas: veintimt.eglraclos por los partidarios de la certeza de su do ccamino hacia la verdad, y otros veinticuatro por . la incertidumbre, con vistas, no obstante, a
hay. más posibilidades: se puede abrazar cada uno de siguiendo el estilo de vida de los cínicos, y el filósofos, con lo cual tendríamos el doble de sectas ,nQventa y seis. Añadamos un nuevo aspecto: ser pareada secta desde un triple punto de vista: o bien con . por el ocio intelectual, al estilo de aquepUQle¡'on realizar sus deseos de total dedicación al la filosofia; o bien en el marco de una vida activa, quienes han simultaneado la fIlosofia con los mude la administración del Estado y la dirección 0, finalmente, sabiendo conjugar ambos aspectos,
394
LA CIUDAD DE DIOS (XIX)
SAN AGUSTÍN
como aquellos que alternaban el estudio con los negocios. Estas tres diferencias triplicarían el número
fIlosófIcas, llegando así a doscientas ochenta y ocho. 3.
Éste es en mis propias palabras el pens;.mierlto e
rrón en su obra citada, lo más clara y brevemente que
dido. Sigue un largo proceso para elegir una sentencia, de refutar las restantes. La sentencia elegida, según él los viejos académicos, a partir de su fundación por e! nombre de Academia, hasta Polemón, su cuarto tanteo Éstos, en el sentir de Varrón, mantuvieron sus
como ciertas. He aquí el motivo que los distingue de cadémicos, para quienes todo es incierto, filosorra que
origen en Arcesilao, sucesor de Polemón. Sería exponer cómo Varrón cree que este sistema, es ueClr.,la Academia, está libre 10 mismo de toda duda, que de No obstante, creo que debo exponer algún aspecto. Comienza Varrón por eliminar todas las difen,ne;ias multiplican el número de sectas.Y la razón, según él, que tales diferencias no contienen en sí el bien supn:me podemos decir -añade- que exista un sistema fIloSCJfId tinto de los demás cuando no tiene una concepción los bienes supremos y de los supremos males. No realidad, razón alguna para frlosofar más que ésta: hombre su felicidad. Lo que le hace feliz, eso es e! bien De ahí que la frlosona que no sistematice, para su supremacía del bien no la podemos llamar sistema. A la cuestión de si e! sabio debe llevar una vida en ni dad, de modo que e! bien supremo que hace feliz al lo desee y lo investigue para e! amigo como si se suyo, o simplemente se limita a obrar buscando su r~'~r cidad, esto no entra en e! campo de! supremo bien. únicamente de buscar o no buscar compañero en la ción de este bien, no por el bien en sí mismo, sino amigo, con vistas a que se gocen an'lbos juntos, tratara de uno solo. Igualmente, al llegar a los nueVos académicos, que como base la incertidumbre radical, y preguntarnos si
395
que dilucidar han de sostenerse corno ciertas como otros frlósofos, no se trata tampoco de qué hay que dar con la perfección de! bien, sino de la verdad del bien mismo que se ofrece como asequible: si hay de él o no. En otras palabras: si hay que adoptar esa como verdadera o más bien afirmar que parece verl.aunque sea falsa. Pues bien, a pesar de esto, ambos sispe,rsiguen el mismo y único fIn. en la diferencia propuesta por las maneras y cosde los cínicos no se busca cuál es el bien perfecto. Se si el fIlósofo que investiga dónde se encuentra a su verdadero bien, para conseguirlo, debe, en su p~rte y costumbres, ImItar o no a los cínicos. Lo cierto es que dado casos de buscar un bien último diverso: unos la :C1,,)tr()S el placer. Pero como mantenían unas mismas apay costumbres, se los llamaba cínicos a todos. Así el de los cínicos, con respecto a los restantes fIlósofos para nada servía a la hora de elegir y mantener el bied da la felicidad. Si todo esto tuviera algún valor, un est~o de VIda obligaría a tender hacia una misma peraSl c~mo dl\~ersos estilos de vivir no permitirían la haCIa un nnsmo bien supremo.
Qué sistema filosófico elegir de los tres que buscan el bien del hombre, según la doctrina de los viejos académicos, de la mano de su autor, Antíoco 161 partido tomar entre estos tres? He aquí e! método ror'üCLeVarrón. En primer lugar, como en fIlosona -dino se investiga sobre el bien sumo de las plantas, ni de de Ascalón (t 68 a.e.) recuperó para la Academia Nueva el . de la Antigua y se esforzó por mostrar las coincidencias Platón, Aristóteles y el Estoicismo, y esta actitud ecléctica se en la moral. Cicerón, también ecléctico, que atendió a sus . sus ~deas en Roma. ~n el presente capítulo, San Agustín " que, segun este planteallllento, la Academia Antigua consideró mas apto para alcanzar el fin último que dé sentido a la existencia.
,AntiO(;O
396
SAN AGUSTÍN
los animales, ni de algún dios, sino de! hombre, es saber qué es e! hombre mismo, En su opinión, lá humana está integrada por dos elementos, el cuerpo y El mejor de los dos, con mucha diferencia, es el alma sin la menor vacilación-o Pero ¿el alma sola es ya el .Habrá que considerarla con relación al cuerpo como ;e con relación al caballo? De hecho, e! jinete no es caballo, sino sólo e! hombre, aunque se le llame jinete dice relación con e! caballo. ¿O es acaso e! homt)re cuerpo, con una relación parecida al. a~a como el con relación a la bebida? Porque recIpIente no se le distintamente a la copa y a la bebida en ella sólo a la copa, precisamente porque es apta para . No será que e! hombre lo constituye no el alma ~uerpo solo, sino ambos sim~ltáneamente, como biga a la pareja de caballos unCIdos? Cada uno, sea el o el izquierdo, forma parte de la bIga, sea cualqU1er~ la que guardan entre sí, pero no le llamamos bIga mas dos conjuntamente. De estos tres hombres hipotéticos elige e! tercero, no el formado por alma solamente o por cuerpo, sino dos componentes a la vez. Por lo tanto, e! bien hombre, e! que le hace feliz, debe constar de los bienes respectivos de! cuerpo y de! alma. cree que los prInCIpIOS de la naturaleza son apet,.,cible" ffilS1ll0S como también la virtud, el arte de VIVIr, inculca la enseñanza, y que entre los bienes del alma es excelente. Así pues, la virtud, que es e! arte de gobernar la recibir los principios primordiales de la naturaleza, tían sin ella, incluso cuando todavía les faltaba la tiende hacia todos ellos por sí misma con este fin: gozar de todos ellos, de unos más, de otros menos; mayores o menores y dejando a un lado a algunos portantes, si fuera necesario, por conse~ulr o manl:enet mayor importancia. Con todo, no hay bIen ~lguno ni del cuerpo que la virtud anteponga a SI rulsma. recto uso de sí y de los demás bienes que dan la
LA CIUDAD DE DIOS (XIX)
397
cambio, cuando falta la virtud,los bienes, por muellos sean, no SIrven para el bien de quien los posee, no merecen el nombre de bienes para quien, al desordeuadamente, no pueden serle útiles. pn"ente vida del hombre, por ejemplo, que participa de y de los bIenes restantes del cuerpo y del alma, sin los virtud no puede subsistir, se dice que es feliz. Y más cuando puede disfrutar de aquellos bienes, escasos ldante", que no son imprescindibles a la virtud. Pero . de todos los bienes, sin que le falte ninguno, ~"p""n m del alma,la llamamos felicísima. no es lo mismo vida que virtud. En realidad no toda . sino solamente la vida sabiamente llevada. Cuales cierto, puede existir sin virtud alguna. En cambio no puede darse sin vida alguna. Lo mismo podemo; la memoria o de la razón o de cualquier otra facultad Existen antes de toda enseñanza. Sin embargo, no hay pOSIble sm ellas, y, por tanto, tampoco es posible la que, de hecho, es fruto del aprendizaje. En cambio, el bIen, la belleza corporal, el disfrutar de una excelenfísica y otras cualidades del mismo orden pueden darse y la virtud sin ellas. Pero son bienes, y como tales la estmla por ella misma, según estos filósofos sirviéndoy disfrutándolos según le es conveniente ~ ella. Mirada desde lejos, la presente vida feliz es también sociedad cuando se busca el bien de los amigos por el como SI fuera pro~lO, queriendo para los amigos que se qUIere para SI. Esta VIda puede ser bajo el techo, como los esposos, los hijos y quienes con ellos o también en un lugar determinado donde esté su por ejemplo, la ciudad y los que se llaman ciudapuede ser en todo el orbe, corno ocurre con las naquienes liga la sociabilidad entre sí; y también puede uruve~so entero, lo que entendemos por cielo y tierra, -dIcen ellos- los dioses, a quienes se complacen arulgos del hombre sabio, y a quienes nosotros más nmlente llamamos ángeles.
398
SAN AGUSTÍN
En lo que se refiere a los supremos bienes y males, yen toda duda de una manera tajante, y es pDeci·.salue'ntc -afirman- lo que los diferencia de los neoa,caclérnicos lo demás, el que al filosofar sobre estas supremacías del del mal, que ellos mantienen como verdaderas, uno con atuendo y alimentación al estilo cínico o cualquier les es indiferente. En relación con el triple género de contemplativo, el activo y el mixto, muestran su por el tercero. Éstas son las opiniones y las doctrinas de los anogllOs dénncos -afirma Varrón-, según escribe l"1.11nOOO, de Cicerón y suyo, aunque de Cicerón se opina estoico en más ocasiones que viejo académico. Pero
nos da a nosotros? Lo que debemos es juzgar las cosas en lugar de tener en gran estima saber lo que ha pelGsadm hombre.
4.
Opinión de los cristianos acerca del sumo bien y del , . en contra de los filósofos que afirmaron estar en poseSIón del sumo bien en sí mismo 162
1. ¿Cuál es -se nos preguntará-la respuesta de dad de Dios a todos estos interrogantes, 'comenzando supremos bienes y los supremos males? He aquí la vida eterna es el sumo bien; la muerte eterna el sumo
162 En contraposición con las opiniones fllosóflcas paganas de cos -bajo cuya sombra San Agustín advierte de alguna forma a lá na- la Ciudad celeste entiende que el supremo fln del hombre no ni el bien sino Dios mismo. En la exposición que el Obispo hace de la cristiana)) muestra el contraste que ésta tiene con la concepción pagana aparece mucho más humana, coherente y de acuerdo con las profundas nes del hombre. En ese contraste hay una contundente crítica del paganos como algo profundamente soberbio y alejado de aquello . espera conseguir. El análisis de San Agustín se estru:tura sobre los -pagano y cristiano- de entender la Antropolog¡a ~el modo de bre------- y la Ética -las virtudes cardinales-o La concluslón muestra fllosofia humana, el modo humano más elevado de considerar el fm
LA CIUDAD DE DIOS (XIX)
399
pues, vivir ordenadamente, de forma que consigamos y evitemos ésa. Está escrito: El justo vive por su fe (Hab. t>lc,soltro:S, de hecho, no vemos todavia nuestro bien: es, por ilec,esa,no que lo busquemos mediante la fe. Ni tampoco la de vida se nos viene de nosotros Husmos, sino que a los
a los que piden presta su ayuda el dador de nuestra cual, a su vez, nos hace creer en su ayuda.
cambio, han pensado que los bienes y malesúltien esta vida, situando el sumo bien en el cuerpo
o en ambos a la vez. Por decirlo más claramente: en la virtud o en ambos juntamente; en la tranen la virtud, o en ambos a la vez; en el placer juntala tranquilidad, en la virtud, o en todos a la vez; en primordiales de la naturaleza, en la virtud o en amfilósofos -digo-, con una desvariada pretensión, ser felices en esta tierra, y alcanzar por sí mismos
. Se burla de ellos la Verdad por las palabras del proel Señor los pensamientos del hombre (Sal. 93, 11); o )e'",d.enCIa el testimonio del apóstol Pablo: El Señor se da lo fútiles que son los planes de los sabios (1 Coro 3, 20). ¿Y quién sería capaz de describir todas las miserias de ni siquiera con ríos de elocuencia?Ya Cicerón, en su el consuelo, con ocasión de la muerte de su hija, se como pudo, en lamentaciones de esta vida. Pero ¡qué queda! Los llamados bienes primordiales de la natu',,'CU,UH"V, dónde y cómo pueden de hecho encontrarse sin estén sujetos a la incertidumbre fluctuante (;asuaJid,¡dr ¿Qué dolor al acecho del placer, o preocupadel descanso, no son una continua amenaza para el
del sabio? La amputación de algún miembro o la paráquebrantan la integridad humana; la deformidad, , los achaques, la salud; la fatiga, la fortaleza; la pesadez la agilidad. ¿Y cuál de estos males no puede abatirno sólo insuficiente sino miserable y ruin. En función de esta del hombre virtuoso, la tradición agustiniana fo.tjará la
"",vIYfurespaganorum: splendída vitim>.
400
LA CIUDAD DE DIOS (XIX)
SAN AGUSTÍN
se sobre la carne del sabio? El equilibrio corporal y mientas) cuando son elegantes y armoniosos, se
.
bién entre los bienes primordiales de la naturaleza. sucederá si una maligna enfermedad ataca con telub¡" miembros? ¿Y sila espina dorsal llegara a curvarse al hombre a poner las manos en e! suelo, como si fuera drúpedo? Toda la elegancia de movimientos y de toda la belleza corporal, ¿no queda echada a perder? ¿Y qué diremos de los bienes llamados primarios ritu? Dos bienes enumeran estos filósofos en prj¡'ne,r1, orden a la percepción y a la comprensión de tido y la inteligencia. ¿Qué restará en e! hombre del -por no citar más que estos dos males- se ciego? ¿Y adónde irán a parar la razón y la 1']tlt('l1¡~erlc,,~,' estarían aletargados si e! hombre tiene la desgracia de loco por una enfermedad? i Cuántas extravagancias no dicen los frenéticos, ajenas y hasta contrarias muchas sus intenciones y género de vida! Bien pensado, imaginemos, sea que lo presenciemos, apenas somos de contener las lágrimas; incluso a veces ni lo somos
¿Y qué decir de quienes padecen los asaltos de los ¿Dónde tienen oculta o sepultada su inteligencia espíritu malígno utiliza a su gusto e! cuerpo y el seso? ¿Y quién asegura que una tal desgracia no se mr sobre el sabio en este mundo? Por otra parte, ¿hasta qué punto es auténtica y cepción de la verdad en esta existencia carnal? Porque mas en ese libro colmado de verdad, e! Libro de la El cuerpo mortal es lastre del alma y la tienda terrestre mente pensativa (Sap. 9, 15). El impulso o deseo de es que la expresión traduce fielmente lo que los tienden por hormén- y que ellos tienen entre los cos de la naturaleza, ¿no es e! mismo origen de los tos y actos dignos de lástima que nos horrorizan a trastornarse el sentido y embrutecerse la razón? 3. Miremos ahora la virtud; que no cae dentro principios de la naturaleza, puesto que se les añade
401
la educación. Ella reclama para sí e! primer puesto bienes de! hombre. ¿Y qué hace en este mundo sino sin tregua a los vicios, no los externos, son los in-
los ajenos, sino los propios de cada persona? Sobre virtud que en griego se llama sophrosyne y en latín (templanza), ¿no lucha contra las pasiones de la ponerles freno, no sea que arrastren hacia alguna
al espíritu que en ellas consiente? Sí, el vicio existe. al Apóstol: Las apetencias de la carne son contrarias al esp{vicio se opone la virtud, puesto que, como dice él apetencias del esp{ritu son contrarias a la carne, porque los él- están en conflicto, de tal forma que hacéis lo que no 5,17). ¿Y qué queremos nosotros cuando deseamos ,llnlla<:i'ón de! bien supremo smo que las apetencias de la sean contrarias a las del espíritu, y que desaparezca en e! vicio este, contra e! cual luchan las apetencias del como en esta vida no sonlOS capaces de ello, por lo mtentamos, procuremos, al menos, con la ayuda de rendir el espíritu, cediendo a las apetencias carnales en pugna con él, ni dejarnos arrastrar consciente-
. la consumación del pecado. vamos a creer, mientras dure esta guerra interior,
alcanzado la felicidad, esa felicidad a la cual anllegar mediante la victoria? Imposible. ¿Quién es saalto grado que ya no tenga absolutamente mnguna las pasiones? Examinemos alIara la virtud llanuda prudencia. ¿Toda no consiste en discermr los bienes de los males prc'cural unos y evitar los otros, de forma que no se desJllallCIa
error? ¿Y no está con ello evidenciando que no-
hallamos en medio de! mal, o que el mal se halla na,soltros? Ella nos enseña que el mal está en caer en el consintiendo en las bajas pasiones, y el bien en no y evitarlo. Con todo, ese mal, al que la prudencia a resistir y cuya victoria logramos mediante la tem. una ni otra virtud consigue eliminar de esta vida.
402
SAN AGUSTÍN
Hablemos de la justicia. Su objeto es dar a suyo (de aquí que en el mismo hombre haya un U"JeIl"l justo: el alma se somete a Dios y la carne al alma. carne están a Dios sometidas). Pero ¿no está dem()strarld aún se encuentra penando en este trabajo más bien cansando por haberlo terminado? El alma tanto sometida a Dios, cuanto menos Dios está presente en sarniento.Y tanto menos la carne está sometida al más lucha con sus apetencias contra el espíritu. Y estemos arrastrando esta debilidad, este achaque, ¿cómo nos atreveremos a llamarnos liberados si no lo todavía? Veamos también qué nos dice la virtud llamada Participará de toda la sabiduría que se quiera; pero es testimonio irrefutable de los males humanos al seltltirse'ól da a tolerarlos con la paciencia. N o comprendo tenido desfachatez los estoicos para negar que éstos cleros males, llegando a reconocer que si se agrandasen
punto de no poder soportarlos el sabio, está obligado a se la muerte a sí mismo y emigrar de esta vida. En como éstos, que pretenden encontrar aquí abajo el y conseguir por sí mismos la felicidad, el orgullo ha un tal grado de aturdimiento, que el sabio, según sus ese sabio que ellos describen con pinceladas de pj·,rrlosa dad, aunque llegue a quedarse ciego, sordo, mudo, atormentado de dolores, cubierto, en fin, de todas las cias de este tipo que se puedan decir o imaginar, hasta to de sentirse obligado a suicidarse, todavía tienen la tez de llamar bienaventurada a una vida así. ¡Oh qué vida tan feliz que recurre a la muerte para le fin! Si es una vida feliz, continúese viviendo en ella. por unos males como éstos se pretende escapar de ella, se va a ser feliz? ¿Conque son males estos que triunfan un bien que es fortaleza, y no sólo la obligan a rel)d1rse ellos, sino que hacen disparatar diciendo que una vida feliz, pero que hay que huir de ella? ¿Cómo se puede ciegos para no ver que si es feliz no hay por qué
LA CIUDAD DE DIOS (XIX)
403
si se ven obligados a confesar que hay que abandoel peso de sus calamidades, ¿qué razón hay para no desgraCIada esta vida, humillando su orgullosa cerpregunta: ¿El célebre Catón se suicidó por paciencia por su impaciencia? Nunca habría hecho lo que hubiera sabido soportar pacientemente la victoria de .O'-"W'uc está su fortaleza? Se rindió, sucumbió, fue deabandonar esta vida, hasta desertar, hasta huir de es que ya no era feliz? Luego entonces era desgraciada. es que no eran males los que convertían la vida en y repudiable? Hasta los mismos que confiesan ser males estos que lamao. como son los peripatéticos, como son los viejos de cuya secta Varrón se muestra defensor hablan más tolerables. Con todo, caen en un chocante creer que la vida feliz se da en medio de todos esos 'aung¡ue sean tan horrendos gue se debe huir de ellos de quien los padece. «Males son -dice Valos tormentos y suplicios corporales, y tanto peores b rna'ror'e, puedan ser. Para liberarte de ellos se hace nehuir de esta vida». ¿De qué vida, por favor? «De esta c:-¡:eSIJOIldté-, tiranizada por tamaños males.» Entonces, es feliz esta vida en medio de esos mismos males .nalce:tl. como tú dices, repulsiva? ¿O la llamas feliz parla posibilidad de escapar de esos males con la muerte parece si por una decisión divina te vieras coaca permanecer viviendo, sin posibilidad de morir ni de de tales sufrimientos? Me imagino que al menos así desdichada a una tal vida. N o es precisamente feliz por la posibilidad de abandonarla enseguida. Tú misdesgraciada si fuera interminable. Ninguna desen realidad, nos debe parecer nula por ser breve, ni -10 que sería aún más absurdo- precisamente por una desgraCIa la vamos a llamar felicidad. fuerza tendrán estos males que -según estos filósopbJigan al hombre, incluso al sabio, a privarse de aquello hombre! Dicen -y dicen bien- que éste es, por
404
LA CIUDAD DE DIOS (XIX)
SAN AGUSTÍN
así decirlo, el primer y más agudo grito de la naturaleza na: mirar por sí mismo y huir instintivamente dé la estimarse a sí mismo hasta el pnnto de desear con
vence de tal manera que, lo que antes se trataba de evitar, se busca y se apetece, y si una mano ajena no se lo
na, el propio hombre se lo infiere a sí mismo. ¡Cuál será la fuerza de estos males, que convierten micida a la virtud de la fortaleza!, si es que aún podemos llamando fortaleza a la que está tan rendida ya por estas gracias, que no solamente se vuelve incapaz de cu:;todi'LÍ:' la paciencia al hombre, que tiene encomendado, para de guía y protección, como virtud que es, sino que ella se siente constreñida a matarlo. Cierto, el sabio debe pacientemente incluso la muerte, pero venida ~e -otra Ahora bien, según estos filósofos, cuando el nusn;-0 siente en la obligación de procurarse la muerte a SI preciso confesar sin rodeos que no se trata únicamente les: son males insoportables los que le llevan a perp,etrarl,o.¡ Una vida que transcurre oprimida bajo el peso fuertes, tan agudos, o bajo la amenaza de su ev,entmlliclacl,ja la llamaríamos feliz si los hombres qne así hablan, 10 mismo se rinden ante la desgracia cuando se causa la muerte, bajo el duro golpe de las calamidades, se diguasen rendirse la verdad, vencidos también por razones de peso, en.su
da de la vida feliz, y si se quitaran de la cabeza la poslb!lJ.cla( disfrutar del sumo bien en esta vida mortal: aquí las virtudes, que son -no 10 dudarnos- el tesoro más más útil del hombre en este mundo, cuanto más eficaz ción contra los peligros, las calamidades, los dolores, evidentes testimonios de sus desventuras. Si hablarnos de las virtudes verdaderas -y éstas podrán tener más que aquellos que vivan una vida mente religiosa- no se las dan de poderosas como para
405
miseria a los hombres que las poseen (no son mentiestas virtudes para proclamar esto); más bien procuran la de la vida humana -igual que su salvación- mela esperanza del siglo futuro, ella que en medio de tantas ?a1amidades se ve obligada a ser infeliz en este siglo. ¿corno va a ser bIenaventurada si aún no está a salvo? Pablo, el apóstol, al referirse no ya a los hombres sin ni paciencia, ni templanza, ni a los malvados sino a llevan una vida verdaderamente religiosa, y co~ unas también auténticas, dice: Con esta esperanza nos salvabien, una esperanza de lo que se ve, ya no es esperanza. espera lo que ya ve? En cambio, si esperamos algo que no estamos aguardando, gracias a la paciencia (Rm. 8, 24). Esta¡'salvados. pues, en esperanza, así corno somos bienaventuen esperanza. Lo mismo la salvación que la bienavenno las poseemos c~mo presentes, sino que las esperarnos futuras, y esto graCIas a la paciencia. Estamos en medio que debemos tolerar pacientemente hasta que llea los bIenes aquellos donde todo será un gozo inefanada existirá que debamos ya soportar. Una tal salque tendrá lugar en el siglo futuro será precisamente la felicldad ..Y como ;stos filósofos no la ven, se niegan en esta feliCIdad. ASI es como intentan fabricarse aquí absolutamente quimérica, sirviéndose de una tanto más falseada cuanto más llena de orgullo.
La vida en sociedad, aunque parece necesaria, está llena de dificultades '63 sabio -afirman todos estos fi1ósofos- debe vivir en Esta afirn1ación la suscribin10s nosotros con mucha Pasa S~n A~stín ~ considerar, dentro de su análisis antropológico, la soclal y como esta, por sus inconvenientes, es de suyo insuficiente el fm deseado. De nuevo, sus expresiones negativas hay que enmarco de la polémica con una Filosofía que puede empeñarse la vida presente.
406
SAN AGUSTÍN
más fuerza que ellos. En efecto, ¿de dónde tomaría cómo iría desarrollándose y de qué manera com1egllÍ que se merece esta ciudad de Dios -sobre la que obra y cuyo libro décimo nono tenemos entre vida de los santos no fuese una vida en sociedad? ¿quién será capaz de enUlnerar cuántos y cuán gr"ves males de la sociedad humana, sumida en la ~'o~'c".~ vida mortal? ¿Quién podrá calibrarlos sUl:Jclellltenlerlt.1 ten oídos a uno de sus cómicos, que, con aprobación expresa el sentir de los hombres: «Me he casado con jer: ¡No hay calamidad más grande! Me han nacido ¡Nuevas preocupaciones!». ¿Y qué decir de los que el mismo Terencio nos saca a relucir del amor?: celos, enemistades, la guerra; y de nuevo la paz»l64. llenos los aconteceres humanos de todo esto? ¿No con delnasiada frecuencia incluso en las amistades de amigos? ¿No es verdad que por todas partes la vida está llena de todas estas miserias, de injurias, celos, de guerra, de una manera infalible? En cambio, paz es problemático, puesto que ignoranlOs el aquellos con quienes la quisiéramos tener, y si conocerlo, mañana nos serán desconocidas sus ,,',m'm'~ ¿Quiénes suelen 0, al menos, deberían ser más tre sí que los que conviven en una misma' casa? Y; sin ¿quién está alli seguro cuando con frecuencia se dan ñas contrariedades debidas a ocultos manejos, cono'arie tanto más amargas cuanto más dulce había sido la paz creía verdadera, pero que se simulaba con refinada Hasta el corazón del hombre penetra esta herida, lanzar un gemido de dolor como el de Cicerón: «No sidias más ladinas que las que se cubren bajo la ap:lnenc deber o con el título de alguna obligación amistosa. El sario que lo es a plena luz, con un poco de cuidado lo esquivar. Pero esta plaga oculta, intestina, donléstica, mente está ahí, sino que te echa el lazo antes de que
164
Terencio, Eunuchus, 1, 1, 14-18.
LA CIUDAD DE DIOS (XIX)
407
o investigarla»165. Ésta es la razón por la que aquella kirlcliuso divina, los enemigos del hombre son los de su casa la oÍnlos con gran dolor de nuestro corazón. Un , tuviere tal fortaleza que pudiera soportar con los ocultos lllaUejos que contra él tranla una simulao aunque estuviera tan alerta que fuera capaz de con acertadas decisiones, es imposible, si él persobueno, que no sufra cruelmente por la maldad de pérfidos, cuando comprueba que eran unos si lo han sido siempre y se han estado fingiencomo si se han hecho unos malvados después de buenos. Si el propio hogar, refugio común en meestos males del humano linaje, no ofrece seguriserá la sociedad estatal, que cuanto más ensancha sus tanto más rebosan sus tribunales de pleitos civiles o y que aunque a veces cesen las insurrecciones y las civiles, con sus turbulencias y -más frecuentemencon su sangre, de cuyas eventualidades pueden verde vez en cuando las ciudades, pero de su peligro
diversidad de lenguas,Juente de división social. Miseria de las guerras, incluso de las llamadas justas 166 de la ciudad, de la urbe, viene el orbe de la tierra, tercer grado de la sociedad humana: el hogar, la urbe en una progresión ascendente. Aquí ocurre COIllO con cuanto más abundantes, tanto más peligrosas. en primer lugar la diversidad de la lengua, causa ~arlci;,mi',mto de un hombre con otro hombre. Imagine-
In Verrem 2, 1, 15. dimensión social no se agota en el entorno más próximo, sino que a todo el mundo. Pero esta realidad, si bien es, como la sociedad 'uel;esarÍa, lleva también consigo una serie de inconvenientes. Entre de la guerra -a propósito del cual comienza San Agustín a apuntar lamemos de la doctrina sobre la guerra justa-o
408
SAN AGUSTÍN
mos, por ejemplo, a dos hombres, ignorantes cada lengua del otro, que se encuentran y no pasan de que deben permanecer juntos por alguna razón: con lidad convivirían dos animales, lnudos conlO son, de diferentes, que estos dos hombres. Al no poderse sus sentimientos, debido a la sola diversidad de ü'jj·Lorna . d, les sirve a estos hOlllbres ser tan semejantes por Hasta tal punto esto es así, que más a gusto está un con su perro que con otro hombre extranjero. Pero se han tomado medidas --se replicará- para Estado dominador imponga no sólo su yugo, sino propia lengua a las naciones sometidas, mediante paz, de manera que no falten, es más, haya abundancia pretes. Sí, es cierto. Pero, todo esto ¿se ha conseguido? de cuántas y cuán enormes guerras, de cuán desc()lY'UI'ali tástrofes humauas, de cuánta sangre derramada?Y cuand() esto ha pasado ya, todavía no ha terminado la desdicha mismas calamidades. Porque, aunque no han faltado naciones enemigas extranjeras contra las que siempre se do en guerra - y se está-, no obstante, la extensión imperio ha engendrado guerras de peor clase: guerras dos, es decir, guerras civiles, que destrozan la hu!maniidacr ll1anera más triste, tanto cuando rompen las hClStilidlades,·· terminar de una vez, corno cuando viven' en el temor nueva insurrección. Si yo pretendiera hacer una descI:ipció número y variedad de las catástrofes que tienen su estas calamidades, de lo penoso y horrendo de sus secuelas, aunque sería incapaz de lograrlo como se merf,ce, ta dónde nos llevaría este interminable discurso? Pero el hombre instruido en la sabiduría -nos ellos- sólo declarará guerras justas. ¡Como si no plorar -si recuerda que es hombre- mucho más el tener que reconocer la existencia misma de guerras Porque de no ser justas nunca debería emprenderlas, tanto, para el hombre sabio no existiría guerra aJ¡(lllla. injusticia del enemigo la que le obliga al hombre la sabiduría a declarar las guerras justas. Esta l·llllllStICla.es 1
LA
CIUDAD DE DIOS (XIX)
409
debe deplorar por ser injusticia del hombre, aunque origen necesariamente a una guerra. Males COlno enonnes, tan horrendos, tan salvajes, cualquiera que )lls,¡d"re con dolor debe reconocer que son una desgracia. que llegue a sufrirlos o pensarlos sin sentir dolor en su sigue creyéndose feliz, está en una desgracia mucho perdido hasta el sentimiento humano.
mismas crueldades de la guerra y todas las preocupaciones desean vivamente llegar a la paz final. Todo ser la apetece por naturaleza l67 Cualquiera que observe un poco las realidades humanuestra común naturaleza reconocerá conmigo que no quien no ame la alegría, así como tanlpoco quien se a vivir en paz. Incluso aquellos mismos que buscan la pretenden otra cosa que vencer. Por tanto, lo que es llegar a una paz cubierta de gloria. ¿Qué otra cosa es, la victoria más que la sumisión de fuerzas contraco¡,raao esto, tiene lugar la paz. Con miras a la paz se las guerras, incluso por aquellos que se dedican a bélica, mediante las órdenes y el combate. Está, que la paz es el fin deseado de la guerra. Todo homen el torbellino de la guerra, ansía la paz, así como }tj"lba.iarldc por la paz busca la guerra.Y los que buscan la paz en que viven no tienen odio a la paz; simplela desean cambiar a su capricho. N o buscan suprimir la que quieren es tenerla como a ellos les gusta. Y, en deaunque por una insurrección rompan con otros, nunguerra, como el mal, es en el fondo privación de ser y, por tanto, lo natural es la paz: incluso la guerra la anhela y necesita, como tam",. .llE,ce'¡¡i·ta de una naturaleza buena para poder existir en ella. De esa que la paz está vinculada intrínsecamente a toda natura, "'vvme presenta el ejemplo de Caco, tomado de la mitología griega. la reflexión sobre la paz la que le lleva a subrayar ~frente a las antes ha citado~ la necesidad natural e ineludible de la socie-
I
,1:
410
SAN AGUSTÍN
ca conseguirán el fin pretendido, a menos que paz -una paz, al menos en apariencia- entre miembros de la conspiración o conjura.
Los mismos bandoleros, cuando intentan atacar con más seguridad y más violencia, procuran tellerla'
compinches. Y en el supuesto de que haya uno que
LA CIUDAD DE DIOS (XIX)
411
amistosa conversación, ni siquiera la de su padre, felicidad hubiera podido aventajar al menos en engendrado él otro monstruo semejante. Jaa nadie; al contrario, robaba lo que le venía en y cuando podía. Con todo, en su antro solisegún la descripción estaba siempre caliente de
en fuerza, pero tan desconfiado de sus camaradas
alguna matanza reciente, nada ansiaba sino la paz,
saber nada con ninguno, obrando por su cuenta, boscadas y derribando a cuantos puede, despojando
amenazas. Deseaba, en fin, estar en paz con su pro-
mas, sean atacados o asesinados, con todo mantiene lnenos una sOlnbra de paz con aquellos que no
y a quienes quiere ocultar sus fechorías. En casa pn)cttr, mujer y sus hijos y demás que alli convivan, lllmteners co. Naturalmente, satisfecho de que al menor signo dezca sin rechistar. Y si no, monta en cólera, riñe,
fuera necesario, restablece por el terror la paz de su consciente de que no puede haber paz si no están una cabeza -que en su casa es él- todos los comI,orle la sociedad familiar. Supongamos que le ULJ"WaLau sobre una multitud, una ciudad o una nación, por
una sumisión como la que quería imponer en su entonces ya no andaría escondido en guaridas como sino que se pondría sobre un pedestal como rey a plena que su perversión y su codicia seguirían intactas.
Es un hecho: todos desean vivir en paz con los que quieran imponer su propia voluntad. Incluso a declaran la guerra intentan apoderarse de ellos, si fuera y una vez sometidos imponerles sus propias leyes de 2. Imaginemos un hombre con los rasgos que le el canto de la poesía ficticia de las fábulas. Quizá por su ciable salvajismo nos apetecería, en lugar de hombre, semihombre. Su reino estaba reducido a la espantosa de una caverna. Tan conocida era su maldad, que no
nombre sino el de Malo -que es lo qne en griego Kak6s, su nombre propio-o Sin esposa con qnien . biar unas blandas palabras, sin hijo alguno con nerse durante su infancia y educarlo en su adol,oscenCIac .
que nadie le molestase, ni turbase su reposo con
y cuando más lo estaba, tanto mejor se sentia. En órdenes a sus l1nembros obedientes; y cuando era ?;
no existió con los rasgos que nos lo ha dibujado la huePorque si Caco no hubiera sido acusado excesiva~
los elogios a Hércules se quedarían cortos. De hecho de tal calaña -mejor, un semihombre, ya lo he no lo creemos real, como tan~as y tantas fantasías de Las mismas fieras, en su mayor crueldad -él tamIn>rticinó de su fiereza: se le llamó semifiera-, custodian especie con una cierta paz: conviven juntas, se fecuncuidan y nutren a sus cachorros, siendo en su lnainsociables y hurañas. No, por cierto, como las ovejas, los las paloillas, los estorninos, las abejas, sino más bien
los leones, las zorras, las lechuzas. ¿Qué tigre no arrulla a sus cachorros, y los acaricia blandamente olvidando ¿Qué milano, por muy solitario que vuele sobre su
412
LA CIUDAD DE DIOS (XIX)
SAN AGUSTÍN
paz y está reclamando, por la voz de su pesu reposo. Una vez exánime y despojado de se apartará ya de la paz según el orden de su .. ' porque ya la posee, sea porque hacia ella tiende. . se le aplican al cadáver ciertas sustancias y un traimpidan la corrupción y la disolución de su inte-
presa, no fecunda a su pareja, y entreteje elm'ao,fiLcu vos y alimenta a sus polluelos, y conserva, como con su propia madre, la hogareña convivencia con
que le es posible? ¡Cuáato más el hombre se modo impulsado por las leyes de su naturaleza a dad con los demás hombres y a vivir en paz con lo que esté de su mano! ¡Si hasta los mismos malvadc den la guerra en busca de la paz para los suyos! posible, someterían bajo su dominio a todos los que todo y todos estuvieran al servicio de uno mueve sino el que acepten estar en paz con él, sea por temor? ¡He aquí cómo la soberbia trata de ser sa imitación de Dios! Detesta que bajo su dominio ca una igualdad común, y, en cambio, trata de . pia dominación a sus iguales en el puesto de justa paz de Dios, y ama la inicua paz impuesta por Pero 10 que no puede lograr de manera alguna es
paz conserva unidas las partes unas a otras,
la colocación de! cuerpo íntegro en un lugar ¡"prol"';ldo y, por ende, pacífico. Pero si no se le aplitrarurlllt;UlU, abandonándolo al proceso natural, tiene revolución de vapores hostiles, desagradables a -no otra cosa es e! hedor percibido- hasta los elementos del mundo, integrándose en las poco a poco, partícula por partícula. que pueda sustraerse de las leyes del supremo 0f1:lellaélor, que regula la paz del universo. En efecto, cadáver de un animal grande nazcan diminutos todos estos seres minúsculos, en virtud de la nusCreador, obedecen en sus propios y diminutos a la paz de su salud. Y aunque las carnes de
la paz de una fonna u otra. N o existe vicio tan naturaleza que borre incluso sus últilnos vestigios.
3. De ahí que la paz de los malvados, alIado justos, no merece el nombre de paz a los ojos de anteponer la rectitud a la perversión y e! orden al de todo,
el miSlUO caos necesariamente ha de estar
alguna de las partes en las que se halla, o con las que otro modo dejaría por completo de existir. Supongamos a un hombre suspendido cabeza tuación de su cuerpo y e! orden de sus miembros lo que la naturaleza exige estar encima está oeo""o, exige estar debajo está encima. Este desorden paz corporal y, COIllO consecuencia, causa un UOlOr. n todo, el alma está en paz con su cuerpo y se pn,oc;u salud; por eso hay un hombre que sufre. Y si, aD]Sa,ja sufrimientos, el alma se alejara, si los miembros trabazón durante algún tiempo es gracias a una paz entre sus partes, y por eso todavia alguien continúa y este cuerpo terreno, si tiende hacia la tierra y está nido por un vínculo de suspensión, es porque
413
sean devoradas por otros, sienlpre encuentran
LSley''', extendidas por doquier, con el fin de armolos elementos convenientes para la conservaespecie, sea cualquiera e! sitio adonde vayan a :fselean,entos a que llegue a unirse, o las sustancias en o se transforme.
universal: no puede sustraerse a la ley de la naturaleza ,Cde cu,al"'quiera perturbaciones; bajo el justo juez se llega en virtud del orden natural, 10 que se ha merecido por la voluntad'68 del cuerpo es el orden armonioso de sus partes. alma irracional es la ordenada quietud de sus ape-
~
uno de los más bellos de toda la obra, es como una 1\1et,disica agustiniana. En él, San Agustín reflexiona sobre la paz
414
LA CIUDAD DE DIOS (XIX)
SAN AGUSTÍN
tencias. La paz del alma racional es el acuerdo or
quilidad del orden, un resto de paz. Y si es verdad de una relativa seguridad se disminuyen sus sUlfrir'nü,ntos, lidad son desgraciados, puesto que no se encuentran deben estar seguros y sin padecimiento. Pero todavía desgraciados si no están en paz con la misma ley que el orden natural. Cnando sufren tiene lugar la pertuTb:lcié paz en la parte afectada por el sufrirniento. En ca:m1:lio, subsiste la paz en la parte que no atenaza el sulxirni,ent:o,t alteración su integridad. Porque así como se da una dolor, y el dolor no puede darse sin vida alguna, de forma puede existir una paz sin guerra, pero jamás sin alguna paz. No en cuanto a la guerra en sí, sino como de un aspecto constitutivo del ser, en unión con el orden y paz 10 atraviesa todo, desde las formas de ser más ínfimas hasta las en una disposición armónica admirable que refleja la belleza divina.
415
de la planillcación de quienes la llevan a cabo por COlno natuy éstas no podríau existir en modo alguno si no bajo alguna paz, llámese como quiera.
panwJ,todo lo cual tiene una existencia
siIPlileulte:m"nt:e, existen naturalezas en las que no e incluso en las que no lo puede haber. En naturaleza en la que esté ausente todo bien no y, por tanto, ni siquiera la naturaleza del diablo, naturaleza, es un mal. Ha sido su perversidad la f.n011
rJ~~~~I~,:~~
la
en el suplicio que su gozo en el delito comede la deserción del bien es testimonio en el una malvada voluntad, así como el dolor del bien testimouio en el castigo de una naturaleza buena. El paz perdida de sn naturaleza, sufre en virtud de de la paz que le hacen posible el sentir como algo nusma naturaleza. En el suprelllo castigo justamenque los inicuos e impíos deploren en sus tormentos
416
SAN AGUSTÍN
los daños ocasionados a los bienes de su naturaleza, tes de que sus privaciones vienen de Dios con la
cia, por ser despreciado en su amabilísima gerrerm:id:ad. Dios, el autor sapientísimo, y el 'rrstísilffiO todo ser, ha puesto a este mor~al género humano como bello ornato de toda la tierra. El ha otorgado al hombre minados bierres apropiados para esta vida: la paz ternp,ora. medida de la vida mortal en su mismo bienestar y así como en la vida social con sus semejantes, y, aa,emas" aquello que es necesario para la protección o la recupera de esta paz, como es todo lo que de una manera aueen", conveniente está al alcance de nuestros sentidos: la luz, curidad, el aire puro, las aguas limpias y cuanto nos sirve alimentar, cubrir, cuidar y adornar nuestro cuerpo. Pero ello con una condición justísima: que todo el mortal que recto uso de tales bienes, de acuerdo con la paz de los les, recibirá bienes más abundantes y mejores, a saber: misma de la inmortalidad, con una gloria y un honor de do con ella en la vida eterna con el fin de gozar de Dios y prójimo en Dios. En cambio, el que abuse de tales recibirá aquéllos, y éstos los perderá.
14. El orden y la ley, tanto (eleste como terrestre. Ésta cuando alguien domina, vela por la sociedad humana, y, al a ella se obedecé 69 Toda utilización de las realidades temporales es con logro de la paz terrena en la ciudad terrena. En la celeste, en bio, míra al logro de la paz eterna. Supongamos que tuésenac 169 La meditación sobre la paz y el orden lleva a la reflexión sobre la esta reflexión San Agustín asume y profundiza elementos de la tradición y distintos tipos de ley: la que dispone Dios para todos los específicamente para la naturaleza humana -dotada de razón y Ji'IJer(ad-explícitamente revelada por Dios para facilitar al hombre su camino Con esta distinción sienta buena parte del planteamiento jurídico -especialmente el medieval: Santo Tomás hablará con claridad de la ley la ley natural, la ley divina y la ley humana (positiva)-.
LA CIUDAD DE DIOS (XIX)
417
írracionales; nada apeteceríamos fuera de una ordenada de las partes del cuerpo y la calina de las apetencias. fuera de la tranquilidad de la carne y la abundancia de manera que la paz del cuerpo favoreciese a la paz . Porque si falta la paz del cuerpo se pone impedimento alma, carente de razón, al no poder lograr la calma de los Ambos, principio vital y cuerpo, se favorecen mutuala paz que tienen entre sí, es decir, la del orden de la vida buena salud. Los aníruales demuestran amor a la paz de su (ocouando esquivan el dolor, ya la de su alma cuando buscan de sus apetitos para saciar su necesidad. Del mismo b,llU)reuldo de la muerte evidencian claramente cuánto aman que mantiene unidos alma y cuerpo. en lo que al hombre se refiere, como está dotado de un l raLCÍcllla~, todo aquello que de común tiene con las bestias a la paz del alma racional, y de esta forma primero algo con su inteligencia, y luego obra en consecuencia de manera que haya un orden armónico entre pensay acción, que es 10 que hemos llamado paz del alma Para lograrlo debe aspirar a sentírse libre del írupedidel dolor, de la turbación del deseo y de la corrnpción mllel'!e. Así, cuando haya conocido algo conveniente, sabrá su vida y su conducta a este conocinliento. dada la limitación de la inteligencia humana, para que en su misma investigación de la verdad caiga en error detestable, el hombre necesita que Dios le enseñe. esta forma, al acatar su enseñanza estará en lo cierto, y con se sentirá libre. Pero como todavía está en lejana peiTegnn""lUIl hacia el Señor todo el tiempo que dure su ser perec:eden), le guía la fe, no la visión. Por eso, toda "P:lZ ,COltp()ra o espiritual, o la mutua paz entre alma y cuerpo a aquella paz que el hombre durante su mortalitiene con el Dios inmortal para tener así la obediencia ordenada según la fe bajo la ley eterna. Dios, como maestro, le ha enseñado al hombre dos pre>C(~pt()S fundamentales: el amor a Dios y al prójimo. En ellos ha :~llcc,ntltad.o el hombre tres objetos de amor: Dios, éllrllsmo y el .pitbJlm(). Quien a Dios ama no se equivoca en el amor a sí nllS-
418
SAN AGUSTÍN
mo. Por consiguiente, debe procurar que también su' aIlle a Dios, ese prójimo a quien se le manda amar mismo; por ejemplo, la esposa, los hijos; lo; de su casa, hombres que le sea posible. Pero tamblen el debe ser esto mismo por e! prójimo si alguna vez lo necesIta. logrará la paz -en cuanto le sea posIble-- con todos bres, esa paz que consiste en la concordia bIen onjerladla hombres.Y e! orden de esta paz consIste pnmero en mal a nadie y luego en ayudar a todo el que sea pe,sit,je.. La primera responsabilidad que pesa sobre e! , con relación a los suyos, que es a qUienes tIenen mas y fácil ocasión de cuidar, en virtud de! orden IldCUlla.t.U misma vida social humana. DICe a este respecto el Quien no mira por los suyos, en particular por los de su negado de la fe y es peor que un descreido (1 Tim. 5, ,8). nace también la paz de! hogar, es deCIr, la armoma en e! mandar y en e! obedecer de los que convIven. efecto, mandan aquellos que se preocupan; p~r marido a la mujer, los padres a sus hIJOS, los duenos a dos.Y obedecen los que son objeto de esa pr,eo,cuIJac:iól ejemplo, las mujeres a sus maridos,. los hiJOS a sus criados a sus amos. Pero en casa del Justo, cuya Vida es fe, y que todavía es lejano peregrino hacia aquella leste, hasta los que mandan están al servICIO de qCLle:tle,;,' las apariencias, son mandados.: no les mandan por dominio, sino por su obligaclOn de rrurar por ellos, orgullo de sobresalir, sino por un serVICIO lleno de
15. La libertad natural y la esclavitud. Ésta tiene como causa el pecado. Él hace que un hombre de mala VUturuuu, no pertenezca a otro hombre, sea esclavo de sus propias Éste es el orden que exige la naturaleza; así ha al hombre: Que tenga dominio -le dice-- sobre los peces 170 En el tiempo de San Agustín la esclavitud era todaví~ ~na que dependía el orden económico y social El concepto CnstlallO del
LA CIUDAD DE DIOS (XIX)
419
del cielo y sobre todos los reptiles de la tierra (Gn. 1, racional, creado a su imagen, no 10 ha querido hamás que de los seres irracionales. N o ha querido 'haml)re dominara al hombre, sino el hombre a la bestia. justos fueron puestos más bien como pastores de que como regidores de hombres. Trataba Dios de inincluso por este medio, cuáles son las exigencias del narur'u, y cuáles las exigencias de la sanción del pecado. de esclavitud -ahora se comprende-- es una IpClSHJlOn hecha al pecador. De hecho, no encontramos alguno de la Escritura el término esclavo antes de que justo, 10 empleara para castigar e! pecado de su 9, 25). Ha sido, pues, el pecado quien ha acarreado !,",,~l'W' no la naturaleza. ':orig<:u latino de la palabra esclavo [servus] parece ser que que por derecho de guerra podían ser ajusticiados, vencedores a veces les (íconservaban>~ la vida, haciéndo[servl],llamados así de servare [conservar]. Todo 10 cual tampoco sin la culpa del pecado. En efecto, aunque en una guerra justa, el adversario lucha cometiendo toda victoria, conseguida incluso por los malos, huvencidos, según un divino desigrúo, corrigiendo o los pecados. Testigo de ello es aquel hombre de Dios, en su estado de cautiverio confesaba a Dios sus pede su pueblo, declaraudo con piadoso dolor que ésta de su cautividad (Dn. 9, 5-19). primera de la esclavitud es, pues, e! pecado, que 'U!HC'CeIse un hombre a otro hombre con un vínculo de desde el inicio -como puede verse en la carta de San Pablo a en varios pasajes de los Padres que hablaron frecuentemente contra embargo, al ser la esclavitud una realidad de hecho, en esta obra se una reflexión sobre ella, no desde luego para justificarla -cosa qüe San Agustín no hace----- sino para encontrar el sentido que puela perspectiva de la Providencia y de la tesis de que Dios puede de los males. Con este trasfondo escribe San Agustín este capíla ocasión para hablar de una esclavitud que en su concepción "",,'
420
SAN AGUSTÍN
condición social. Y todo ello no sucede sin un designio de en quien no existe la injusticia, y qne sabe distribuir diferentes, según la culpa de cada reo. Así afirma el Señor: Quien comete pecado es esclavo del pecado (Jn. 8, 34). sucede que muchos hombres religiosos son esclavos de inicuos, quienes, sin enlbargo, no son libres: Pues cuando deja vencer por algo, queda hecho su esclavo (2 Pe. 2, 29). Por que trae más cuenta servir a un hombre que a la pasión,
por no citar más qne una: la pasión de dominio, destroza misma tiránica clOlmnación el corazón de los l11ortales. parte, en este orden de la paz, según el cual nnos están a otros, así como la humildad favorece a los que sirven, así . bién la soberbia peJjudica a los que ejercen su dOlTIÍtuo. por naturaleza, tal como Dios creó en un principio al nadie es esclavo de otro hombre o del pecado. A pesar de todo, esta misma esclavitud, fruto del he"".4"; regulada por una ley que le hace conservar el orden impide perturbarlo. Porque si no se hubiera quebIcaotaclo ley, no habría lugar a castigo alguno de esclavitud. Por el Apóstol recomienda incluso a los esclavos que se ,u>ue'.aJ corazón a sus amos, y les sirvan de buena gana. De este no pueden enlanciparse de sus dueños, convertirán su en una, por así decirlo, libertad, sirviendo con afectuosa dad, en lugar de servir bajo un temor hipócrita, hasta la injusticia y se aniquile toda soberanía y todo humano y Dios 10 sea todo para todos.
16.
El justo derecho de dominio l7l
Nuestros santos patriarcas, aunque tuvieron "."avu, ministraban la paz doméstica distinguiendo la conOlClO 171 En un mundo esclavista, el realismo antropológico de San le permite pedir la abolición de esa lacra de la noche a la mañana, lleva a intentar mitigar las condiciones de los esclavos. Es lo que capítulo al proponer a los patreift:¡milias -y hay que recordar todo lo carácter implicaba en la civilización romana- un trato menos i',nh"m,.n
LA CIUDAD DE DIOS (XIX)
421
de la de los esclavos en 10 refereute a los bienes . Pero en 10 relativo al culto de Dios, en quien la esperanza de los bienes eternos, miraban con la solicitud por todos los miembros de su casa. Todo ello de acuerdo con el orden natural que el nombre de [padre de familia] surgió de esa realidad, y se ha tanto que incluso los tiranos se precian de tal los que son auténticos padres de familia cuidan de los de su casa, como si se tratara de hijos, honren a bien con Dios, vivamente anhelantes de llegar a la celese,"" donde ya no habrá necesidad de mandar a los puesto que no será necesario cuidar de ellos, felices .~'""'~ inmortalidad. Y en la espera de liegar allá, más soport'lr a los padres por mandar, que a los esclavos 3ú,mclo alguien en la casa se opone a la paz doméstica desobediencia, se le corrige de palabra, con azotes o género de castigo justo y lícito, según las atribuciole da la sociedad humana y para la utilidad del correfin de integrarlo de nuevo en la paz de la que se había Porque igoal que no se presta ningún beneficio a se ayuda a perder un bien mayor que el que ya tenía, está exento de culpa quien por omisión deja otro en un nlal más grave. La inocencia lleva consigo 'pjJ,~a'ClCIll no sólo de no causar daño a alguien, sino de el pecado y de corregir el ya cometido. De esta maC"",,');C se corregirá en cabeza propia, o los demás omen1:ar;ln en la ajena. familia debe ser el principio y la parte minima de la y conlO todo principio hace referencia a un fin en su toda parte se refiere a la integridad del todo por ella ~C>t,"llO, se desprende evidentemente que la paz doméstica a la paz ciudadana, es decir, que la bien ordenada de quienes conviven juntos en el mandar y en el mira a la bien ordenada armonía de los ciudadanos mandar y obedecer. Según esto, el padre de familia debe las leyes de la ciudad aquellos preceptos que gobiercasa en armonía con la paz ciudadana.
422
17,
SAN AGUSTÍN
Origen de la paz y de la discordia entre la sociedad y la ciudad terrena 172 '
La familia humana que no vive de la fe busca la na en los bienes y ventajas de esta vida temporal, En aquella cuya vida está regulada por la fe está a la espera bienes eternos prometidos para el futuro, Utiliza las tenlporales de esta tierra corno quien está en patria cuidado en no ser atrapada por ellas ni desviada de su de nlira, Dios, y procura apoyarse en ellas para soportar ca agravar el peso de este cuerpo corruptible, que es alma, He aquí que el uso de las cosas indispensables vida mortal es común a estas dos clases de hombres y lias, Lo que es totalmente diverso es el fin que cada propone en tal uso. Así, la ciudad terrena, que no vive fe, aspira a la paz terrena, y la armoma bien ordenada do y la obediencia de sus ciudadanos la hace estribar equilibrio de las voluntades humanas con respecto a tos propios de la vída mortal, La ciudad celeste, por el contrario, o mejor la parte que todavía está como desterrada en esta vida mortal, 172 San Agustín comenta aquí las relaciones entre las dos ciudades permanecen en el tiempo, a partir de las concepciones de llaa.~~~~:~~~~ de cada una de ellas. Concluye que pueden coexistir y aun c condición de que la terrena no quiera someter las conciencias 4e la celeste. Con el recuerdo de la experiencia vivida por los miírttres-, Africa había sido especialmente Ílltensa- y en un nuevo contexto para los cristianos, San Agustín defiende con fuerza la libertad de frente a una Roma que, habiéndose divinizado a sí misma, exigía miento religioso de sus súbditos. San Agustín distingue con clar"idad tos de acción legítimos de cada ciudad y tiene como trasfondo las entre la Roma imperial y la Iglesia, pero el texto se ha proyectado épocas posteriores: la concepción política medieval de las dos tinismo político» -mal llamado así, porque muestra que el agttstínisru' Agustín-, los conflictos entre Emperadores y Papas -o Reyes y el cesaropapismo, las monarquías absolutas, la misma separación y el Estado, los derechos humanos y la Doctrina Social de la 19teSlit nan. en gran medida de esta fuente. Incluso más: ciertamente la represión de los sistemas totalitaristas y hasta el despunte del- fundamentalismo pueden leerse a la luz de esta página de San Agustín.
LA CIUDAD DE DIOS (XIX)
423
la fe, tiene también necesidad de esta paz hasta que realidades caducas que la necesitan, Y como tal, en la ciudad terrena va pasando su vida de exilio en una de cautiverio, habiendo recibido la promesa de la recomo prenda, el don del Espíritu, No duda en obede la ciudad terrena, promulgadas para la buena stración y mantenimiento de esta vida transitoria, Y ella es patrimonio común a alnbas ciudades, se manla armonía nlutua en lo que a esta vida mortal se ciudad terrena ha tenido sus propios sabios, recha-
la enseñanza divina, que, según sus teorías, o tal vez los demonios, han creído como obligación el :o¡:,iciios respecto de los asuntos humanos, a multitud Cada realidad humana, según ellos, caería, en cierto la responsabilidad de un dios; a uno le corresponCl1pr'no a otro el alma; y dentro del mismo cuerpo, a caIJe:", a otro la nuca, y así cada miembro a otros tantos en el alma algo semejante: a uno el ingemo, a otro la otro la ira, a otro la concupiscencia, Y en el campo concernientes a la vida, a uno le asignan el a otro el trigo, a otro el vino, a otro el aceite, a otro los a ?tro ~l dinero, a otro la navegación, a otro las guevIctonas, a otro los casamientos, a otro el parto y la y así sucesivamente,Y dado que la ciudad celestial COltlO'Ce a un Dios como digno de adoración y de rencnlto que en griego se llama latrela, y cree con religioque es exclusivo de Dios, el hecho es que no puecomunes las leyes religiosas con la ciudad terrena, De . un desacuerdo inevitable. Comenzó a ser un peso pensaban de otra forma, y tuvo que soportar sus rencores, la violencia de sus persecuciones. Sólo en ocasión logró contener la animosidad de sus adversatemor al gran número de sus adeptos y siempre con auxilio, ciudad celeste, durante el tiempo de su destierro en convoca a ciudadanos de todas las razas y lenguas, con ellos una sociedad en el exilio, sin preocuparse
424
SAN AGUSTÍN
de su diversidad de costumbres, leyes o estructuras tengan para conquistar o mantener la paz terrena. suprime, uada les destruye. Más aún, conserva y 1a,'0[(,ce aquello que, diverso en los diferentes países, se ordena y común fin de la paz en la tierra. Sólo pone una que no se ponga obstáculo a la religión por ~a que enseñanza recibida- debe ser honrado el uruco y Dios verdadero. En esta su vida como extranjera, la cindad celestial también de la paz terrena y protege, e inclnso desea donde lo permitan la piedad y la religión-, el en,el101n de las voluntades humanas en el campo de las éC'llH.lalles sitorias de esta vida. Ella ordena la paz terrena a la única paz qne al menos para el ser racional debe ser da corno tal y merecer tal nombre, es decir, la convivenci en perfecto orden y armonía goza de Dios y de la ¡IllUua. pama en Dios. Cuando haya llegado a este sn destino ya no vida mortal, sino absolnta y ciertamente vital. Su será ya un cuerpo Jnünal, sino un cuerpo espiritual, toda necesidad, snmiso por completo a la voluntad. En minar según la fe por país extranjero tiene ya esta paz, da por la fe vive la justicia cnando todas sns accIOnes Dios y el prójimo las ordena al logro de' aquella paz, ya vida ciudadana es, por supuesto, una vIda SOClal.
20. Los ciudadanos que forman parte de los santos son bienaventurados en esperanza durante la vida tetonpI,ral: Siendo, pues, el bien supremo de la ciudad de Dios eterna y perfecta -no la otra por la que atraviesan los Advierte San Agustín que si bien los ciudadanos de la Ciudad sufren no sólo los males comunes de la existencia humana, sino dolor de saberse desterrados, sin embargo, su vida es de hecho )la mente feliz por la esperanza de alcanzar la paz et.er~a, y, p~esto consuelo esta vida resulta engañosa, la esperanza cnshana obliga al 173
LA CIUDAD DE DIOS (XIX)
425
y 111uriendo, sino aquella en la que permanecerán lejos de todo padecimiento, de toda adversidad-, atreverá a negar que una tal vida es perfectamente llD'ralja, y que la otra que transcurre en esta tierra, por esté de todos los bienes espirituales, corpo1a"C11alCO, es totalmente desgraciada? Con todo, si uno vida ordenándola a aquella otra que ama ardientecon plena fidelidad, no sin razón se le puede ya feliz, más bien por la esperanza aquella que por ésta. De hecho, esta realidad sin aquella esperanza es felicidad y una gran desventura: no ofrece al .vI"dladen)s bienes, puesto que ella no es la sabiduría que sabe elegir con prudencia, realizar con fortaleza, templanza y distribuir con justicia. Le falta estar hacia aquel fin donde Dios lo será todo para todos .lort;wlU,IU segura Y en una paz perfecta.
las definiciones que Escipi6n da en el diálogo de Cicer6n, ¿ha existido alguna vez el Estado Romano?!'4 ya el mOlnento de decir con la mayor concisión posibles lo que he prometido aclarar en e! segundo obra, a saber: que según las definiciones formula:E:sciloión en la obra ciceroniana titulada La república eX1stJldo un Estado romano. Define él con brevedad (res publica) como una «empresa del pueblo». Si esta es verdadera, nunca ha existido nn Estado romano, ha sido empresa del pueblo, definición que él el Estado. Define el pueblo, efectivamente, corno reunida en sociedad por la adopción en común
San Agustín la reflexión sobre el Estado iniciada en el libro n, teoría política de Cicerón. El romano fundaba el Estado en la con la intención de cimentar el valor de la ley y de la autoEstado. Pero puesto que la justicia -unicuique suum dare--- de cumplido --al no dar los hombres a Dios la adoración debique concluir que ni siquiera Roma ha sido nunca Estado.
426
LA CIlIDAD DE DIOS (XIX)
SAN AGUSTÍN
acuerdo de un derecho y por la comunión de entienda él por adopción de un derecho, lo va través de la discusión, y denluestra así cómo no narse un Estado sin justicia. Porque donde no hay' puede haber tampoco un derecho. Lo que se hace cho se hace con justicia. Pero lo que se hace u·lJustan imposible que sea según derecho. Y uo pouemC1S cho ui tenerlo como tal a las injustas d,:terrrlinacio';, hOlllbres, siendo así que estos mismos hombres
el derecho dimana de la fuente de la justicia, como espuria la afinnación que suelen repetir
tus torcidos, que es derecho lo que reporta unllQac fuerte. Así que donde no hay verdadera justicia no ber una multitud reunida en sociedad por el acuerdo derecho, es decir, no puede haber un pueblo, según definición de Escipión, 0, si preferimos, de '--'l·celrorl. hay pueblo, tampoco habrá empresa del pueblo, sino titud cualquiera que no merece el nombre de bien, si el Estado (res publica) es la empresa del pueOlO. pueblo que esté asociado en aceptación de un deltecho, poco hay derecho donde no existe justicia alguna, la sión inevitable es que donde no hay justicia no hay La justicia, por otra parte, es la virtud que da a suyo. Ahora bien, ¿qué justicia humana es aquella que al hombre del Dios verdadero para hacerlo esclavo de puros demonios? ¿Es esto darle a cada uno lo suyo? robarle la hacienda a quien la había comprado, otro que no tenía ningún derecho sobre ella, lo injusto, y si uno se sustrae a sí 11usmo de la autoridad que lo ha creado, y se hace esclavo de los espíritus esto lo llamaremos justo? 2.
Mucho se discute, es cierto, con gran agudeza
ramiento en contra de la injusticia y a favor de la . misma obra de La República. En un principio se toma, por la injusticia en contra de la justicia, argum"nl:an,dc no es a base de injusticias no es posible mantener adelante el Estado. El principio que quedaba sólic'ian1e~
427
la injusticia de que unos. h01llbres estuvieran al
ereían dominio sobre ellos.Ahora bien, ¡'¡j;,dolrm:t1a
ej,:m]plo ilustre tomado como de la naturaleza, y se Dios domina al hombre, el alma al cuerpo, la y demás partes viciosas del espíritu?». Este bien a las claras que la sumisión es útil para iratur'Unle
el ama nllSlna la razón sometida a Dios, el Señor, )!;dere:cho es dueña de la pasión y demás vicios. Por el hombre no se somete a Dios, ¿q~é justicia Si el alma no está sometida a Dios, por ningún ella dominar el cuerpo ni la razón los vicios.Y así está ausente toda justicia, por supuesto lo
en un grupo integrado por tales individuos. caso no existe aceptación de un derecho que pueblo a una multitud de hombres, cuya émla llamamos Estado. . de los intereses, por cuya comunión se asocia
hombres para llamarse pueblo, según la defmiAunque bien considerado, ni siquiera interés seguir a quienes viven en la impiedad, como
no se hace servidor de Dios y, en cambio, '<:1(,moll!io:s, seres tanto lllás impíos cuanto lnás emen
sacrificios para sí mismos COIllO a
como son los espíritus más inmundos. No obssuficiente lo que acabamos de decir sobre la de un derecho, de donde se desprende, según esa
428
LA CIUDAD DE DIOS (XIX)
SAN AGUSTÍN
definición, que no hay pueblo cuya empresa }'ucuall Estado si no hay justicia. Podrán replicar que el Estado romano no se espíritus ünpuros, sino a los dioses buenos y ".'WJS. que repetir de nuevo una y otra vez los Husmos que ya hemos expuesto suficientemente, incluso hasta dad? Si alguien ha llegado en su lectura hasta aquí, por los libros anteriores, ¿podrá quedar todavía con sombra de duda de que los romanos han adorado perversos e inmundos, a menos que se trate de un grado superlativo, o de un intrigante sinvergüenza? fin, voy a callarme sobre la casta de esos seres a
ofrecían sacrificios; que hable la ley del Dios verda.dero,. leemos: El que ofrezca sacrificios a los dioses, fuera del exterminado (Ex. 22, 20). No ha permitido el sacrificio, a los dioses buenos ni a los malos quien da este prec'eP! una amenaza de tal gravedad.
24. Siguiendo otra definici6n, pueden con todo derecho pueblo y Estado no 5610 Roma, sino también otros Pero si la realidad "pueblo» la definimos de otra por ejemplo: "Es el conjunto multitudinario de seres les asociados en virtud de una participación concorde intereses comunes), entonces, lógicamente, para saber
se de pueblo es debemos mirar qué intereses tiene. N o te, sean cualesquiera sus intereses, si se trata de un de bestias, sino de seres racionales, y está asociado en .
la participación armoniosa de los bienes que le lceres; puede llamar pueblo con todo derecho. Y se tratará 11'
ad
175 Como la conclusión del capítulo 21 es una reductio premisas en las que Cicerón fundaba el Estado, San Agustín propone to de partida para su constitución: no lo hace depender de la noción sino de los intereses comunes. Da así su definición de pueblo, afincado concepción de bien común -con lo que continúa y profundiza la clásica-o
429
mejor cuanto su concordia sea sobre intereses
y tanto peor cuanto más bajos sean éstos. De esta definición, que es nuestra, el pueblo rmilano pueblo, y su empresa sin duda un Estado. La hisde los intereses que este pueblo tuvo en sus : ti"mIJOS y cuáles en etapas posteriores; de la conduca rebeliones cruentas, y de aquí a las guerras rompiendo y corrompiendo esa concordia,
así-la salud del pueblo. De todo esto ya abundantemente en los libros precedentes. No a negar que Roma sea un pueblo, o que su emEstado, con tal que se mantenga de algún modo multitudinario de seres racionales asociados en participación en unos intereses COlnunes.
acabo de decir respecto de este pueblo y de este 'íltilén.dase, asimismo, afirmado y sentido de Atenas y griegos, de Egipto, de aquel antiguo imperio lbil.onja,y cuaudo sus Estados eran dueños de grandes imperios y, en general, de cualquier otro Estado de ciudad de los impíos carece de la auténtica justicia, rebelde como es a la autoridad de Dios, que le ofrecer sacrificios más que a Él y, consiguientemen-
ser dueña del cuerpo y a la razón de los vicios de y constante.
existir virtudes verdaderas donde falta la verdadera religión 176 laudable que parezca el dominio del alma sobre el de la razón sobre las pasiones, si tanto el alma como
',h,ondar en la importancia de la virtud de la justicia para el Estado, en la invalidez de las virtudes que no se fundan radicalmenentiende ser la relación primordial del hombre -su dependenconsecuencia, la adoración-o De otra forma -como ya dejó ~futación del Estoicismo-, las virtudes no son sino actos de sobera sí mismas como fines últimos.
430
SAN AGUSTÍN
la razón no están sometidas a Dios, tal como el mismo mandó, no es recto en modo alguno el dominio
sobre el cuerpo y las pasiones. ¿De qué cuerpo, en de ser dueña un alma, o de qué pasiones, si descc)Oc)ce dadero Dios y no se somete a su dominio, sino que tuye a los más'viciosos y corruptores demonios? Por las virtudes que estos hombres tienen la impresión adquirido, mediante las cuales mantienen a raya el pasiones, con vistas al logro o conservación de valores, pero sin referirlas a Dios, incluso ellas mismas'
cios más bien que virtudes. Y aunque algunos las verdaderas y nobles virtudes, consideradas en sí ejercitadas con alguna otra finalidad, incluso entollC(~~ infatuadas, son soberbias, y, por tanto, no se las puede far COIUO virtudes, sino como vicios. Pues así como hace vivir a la carne no procede de ella, sino que es rior, así también lo que hace al hombre vivir feliz del hombre, sino que está por encima del hombre.Y mismo no sólo del hombre, sino también de potestad o virtnd celeste.
26. La paz de los pueblos alejados de Dios. De ella se el pueblo de Dios durante su exílío en este mundo para la religí6n l77 Así como el alma es el principio vital de la carne, bién Dios es la vida bienaventurada del hombre. De ello
177 Como aplicación de su tesis sobre las relaciones entre las dos San Agustín entiende que la paz temporal de la terrena beneficia de a la celeste, que ésta, en su peregrinación debe orar y trabajar 'aIobíén' realidades temporales, en especial por los gobernantes. En esto se una idea presente en la religión cristiana desde sus orígenes -como las citas que refiere de San Pablo-. Esta reflexión muestra cómo el mieto de San Agustin no puede asimilarse a una fuga mundi o a quietistas, sino todo lo contrario: a la Ciudad de Dios se llega berse también implicado en su búsqueda en medio de la ciudad
LA CIUDAD DE DIOS (XIX)
431
Letras de los hebreos: Dichoso el pueblo cuyo Dios es 143,15). Desgraciado, por tanto, el pueblo aleDios. Con todo, también él ama la paz, una que le es propia y que no hay por qué despreciar. no disfrutará de esta paz al final, porque no la ha debidamente antes de ese final. Y a nosotros nos .:tamcHe" que durante el tiempo de esta vida disfrute puesto que mientras están mezcladas ambas clUdanos favorece la paz de Babilonia. De esta ciudad pU.CU.,u de Dios por la fe, es verdad, pero teniendo con ella durante el tiempo de su destierro. De mismo Apóstol encomendase a la Iglesia orar por autoridades, añadiendo estas palabras: Para que tenvida tranquila y sosegada, con la mayor piedad y amor 2, 2).Ya el profeta]eremias,jnnto con el anunpueblo de Dios de su fntura cautividad, y con el de que fuesen dócilmente a Babilonia, ofremismos padecimientos como un servicio a Dios, les " •.UUJ'·'" que orasen por la ciudad, y les dijo: Porque la vuestra (Jer. 29, 7). Una paz todavía temporal, por común a buenos y malos.
paz de los servidores de Dios, cuya perfecta tranquilidad no es posible lograrla en esta vida temparal17R otra paz peculiar nuestra la tenemos ya aquí al por la fe, y en la eternidad la tendremos a su lado directa. Bien es verdad que tanto la paz común a como la nuestra propia, podemos considerarla como un alivio de nuestra desgracia que como un la felicidad. De hecho, nuestra misma santidad [iussea verdadera, porque dice relación al último y San Agustín en que, mientras dura la vida presente, la felicidad da en la esperanza de la paz eterna, pues la lucha espiritual .es "ao''''adl ccm",,'e casi sólo en el perdón de los pecados. En cambIO, éterna, la virtud se practicará sin dificultad.
432
SAN AGUSTÍN
verdadero bien, sin embargo, es tan limitada en esta más bien consiste en la remisión de los pecados que en fección de las virtudes, Testigo de ello es la oración de ciudad de Dios, exiliada en estas tierras, Así clama por todos sus miembros: Perdónanos nuestras deudas, así como perdonamos a nuestros deudores (Mt. 6, 12). Y la eficacia oración no se aplica a quienes, por no tener obras, muerta su fe, sino a aquellos cuya fe se pone en pracrlca amor. La razón, por más que esté sometida a Dios, al bajo esta condición mortal y en este cuerpo corruptible es lastre del alma (Sap. 9, 15)- no puede dominar perfe
LA CIUDAD DE DIOS (XIX)
433
consiste, además, en pedirle al mismo Dios la gracia méritos, el perdón de las faltas, así como en darle los bienes recibidos. en aquella paz final, hacia donde debe tender y por la que conseguir estajusticia, nuestra naturaleza, recupesu integridad por la inmortalidad y la incorrupción, inclinaciones viciosas; nada se enfrentará contra naparte de sí mismo ni de algún otro; y no será necela razón tenga sometida bajo su control a las inclina. -que habrán ya desaparecido-o Dios al hombre, el alma al cuerpo, y al obedecer será tanta y la facilidad, cuanta será la felicidad en el gozo de reinar. Y todo esto será eterno en todos y cada uno, rp,ctp,,, de su eternidad. La paz de esta felicidad, o la esta paz, constituirá el supremo bien.
Destino final de los implas después de su muerte'79 contrario, a los que no pertenecen a esta ciudad de :&.aguardla una eterna desgracia, también llamada muerporque allí ni se puede decir que el alma esté viva como está, de la vida de Dios-, ni se puede decir el cuerpo, atenazado por eternos tormentos. He esta segunda muerte será más atroz que la primeque no podrá terminar con la muerte. bien, lo mismo que la desgracia se opone a la felimuene a la vida, así parece oponerse la guerra a la lo mismo que hemos hablado y ensalzado la paz -supremo, podemos preguntarnos cuál será, cómo capítulo -yen otros del libro siguiente- se muestra la rede San Agustín sobre el infierno, entendido siempre en reladel hombre, de cara a su bien supremo y la justicia divina quien lo suyo. Hay que subrayar el análisis antropológico el sufrimiento propio <;le la condenación, y que es menos cuanto una consecuencia intrínseca al desorden libremente en paralelo con la Metafísica del amor-arden-paz, la muerte como división-desorden-guerra.
434
LA CIUDAD DE DIOS (XX)
SAN AGUSTÍN
habremos de entender que será la guerra como el mal mo. Quien se haga esta pregunta que ponga atención a la guerra tiene de dañino y pernicioso. Descubrirá que más que el hallarse las cosas en oposición, en pugna contra las otras . ¿Qué guerra más encarnizada y amarga de uno imaginar que la voluntad luchando contra las y las pasiones contra la voluntad, de tal forma que ponga fin con su victoria a tales hostilidades, y al mi'sm,o po la violencia del dolor luchando contra la naturaleza ral, sin que jamás se rinda ninguno de los cont"n(iiente este mundo, cuando tal conflicto tiene lugar, o vence poniendo fin la muerte al sentido, o vence la naturaleza, nando la salud al dolor. En cambio, en el otro mundo, persiste causando sufrimiento, y la naturaleza continúa biéndolo. Ambos persistirán para que no desista el Pero como para llegar a este supremo bien y sUl,rem, -aquél codiciable, éste rechazable, aquél para los buenos para los malos- tanto unos como otros han de pasar juicio, es de él de 10 que vamos a tratar, con la ayuda de en el siguiente libro. Libro XX
El Juicio Final
1. Aunque Dios en todo tiempo juzga, en este libro se trata del Juicio Final propiamente dicho 180 1. Vamos a hablar del dia del juicio definitivo de según él mismo nos vaya dando a entender. Y como mas su existencia, en contra de los impíos y d,,,cre'¡d()S,h de fundarnos, a modo de sólido cimiento, sobre los ¡80Ya en el capítulo anterior ha empezado San Agustín a en,"""" tología, de la cual se ocupará en los tres libros restantes. En ese el sentido que tiene en la doctrina cristiana el Juicio último, m"di,mb quedarán patentes los destinos eternos de las dos ciudades y de sus
435
Quienes rehúsan darle crédito se afanan por opoio()bres argumentos humanos, llenos de errores y falselfete:t1den dar un significado diverso a los testimonios por la Escritura, o niegan, en fin, rotundamente que afirmado. Porque yo estoy convencido de que no alguno que, comprendiendo correctalnente estos y creyendo que han sido pronunciados por el misy verdadero Dios, a través de algunas almas sanrinda ante ellos y les dé su asentimiento, ya 10 con,p,dal,ra, ya se avergüence o tenga miedo de confesarlo de algún vicio, o ya, incluso, se empeñe, con un; rayana en la demencia, en defender obstinadamente conoce y cree corno falso en contra de sus propias sobre la verdad auténtica.
la noción de un juicio final es común a las grandes religiones ""', y'''" se encuentran también formulaciones análogas en muchas religiosas -baste, en este sentido, aludir al juicio de los muer-
reli?i?n de los egipcios-o Al margen de los elementos propios divma, puede pensarse en esta idea del juicio como una incorazón humano de que la justicia, a pesar de 10 que ocurre tantas de los límites del tiempo, tiene que terminar siendo definitiva - y no puede quedar permanentemente impune-. Podría decirse modo, la idea del juicio final es la versión religiosa de aquel ikanti,mo que pone como necesaria la existencia de Dios como gay del bien -o, al revés, podría decirse que ese postulado es ¡f¡),osófica de esta intuición religiosa-o Por otra parte, conviene reen este libro -yen el siguiente, cuando habla del infierAgustín l:eflexi'ona sobre creencias de alguna forma ¡
436
SAN AGUSTÍN
2. Lo que la Iglesia entera del verdadero Dios su confesión y profesión pública de fe, a saber: que de venir desde el cielo a juzgar a vivos y llluertos; llamamos el día último del juicio divino, es decir, final. Desconocemos cuántos días durará ese juicio. ner por costumbre las Santas Escrituras usar el en lugar de "tiempo», corno sabe cualquiera que las con atención. Nosotros, al citar el día del juicio, timo» o «fina1», puesto que también ahora juzga juzgado desde el comienzo del género humano, del paraíso y separando del árbol de la vida a los hombres, reos de un gran pecado. Es más, cuando a los ángeles prevaricadores, cuyo cabecilla, tras do a sí mismo, pervirtió por envidia a los hombres, sin duda, actuó corno juez.Y no ha sucedído sin este' y justo juicio divino el que tanto en estos aires en la tierra transcurra de la forma más lastimosa la demonios y hombres, llena de errores y calanndad,es.·~· trario, en el supuesto de que nadie hubiese pecado, ría sin su juicio, lleno de bondad y justicia, el a sí, su Señor, con la mayor perseverancia, a todas racionales en la felicidad eterna. Juzga Dios también, y no de una manera un!',:anlen versal, cuando decide sobre la culpa de los primeros de la raza de demonios y hombres para sn . también de las propias obras de cada uno, frnto voluntario. En efecto, los demonios snplican qne torn'lentos, y no sería injusto el perdonarlos ni continúen en sus tormentos, según su propia nerw,rsid hombres, a su vez, son castigados por Dios según abiertamente con frecnencia, y ocultamente siemr>re, esta vida o despnés de la mnerte. Aunque en rean,ua". hombre qne obre con rectitud si no es con la aynda demonio n hombre qne obren mal si no se lo vino y jnstísimo juicio. De hecho, díce el Apóstol: En hay injusticia; y de él son también estas palabras: ¡Qué bies son los juicios de Dios y qué irrastreables sus . 14; 11,33). No voy a tratar en este libro de aquellos
LA CIUDAD DE DIOS (XX)
437
.tamt>oc:o de estos segnndos, sino más bien -según último, aqnel en que Cristo ha de venir del ,;inZg;lr a los vivos y a los mnertos. Éste es el propia"día del jnicio», porqne allí no habrá lngar a .1neCan,,)s, a ver por qué el otro, qne es justo, es desverá claranlente cómo la auténtica y cohnada la de todos y solamente los buenos, y, en camsgr'aCJLa snma y merecida será para todos y solos los
puede ser la primera resurrecci6n y cuál la segunda '81 :prLtirlúa Jesús diciendo: Sí, os aseguro que se acerca la dicho, ha llegado ya, en que los muertos escucharán la de Dios, y al escucharla tendrán vida. Porque el Padre vida y ha concedido al Hijo disponer también de la vida Todavía no habla de la segunda resnrrección, la que tendrá lugar al final. Habla de la primera, ahora. Para distingnirla dice: Se acerca la hora, o, llegado ya. N o se trata aquí de la resnrrección de sino de la de las almas. Porque también las almas .m.l1e:rte, originada por la impiedad y los pecados. .mllerlte están muertos aqnellos de quienes el mismo Deja que los muertos entierren a sus muertos (Mt. 8, palabras: que los muertos en el alma entierren a de cuerpo. A éstos, precisamente, muertos de alIÍla y la injusticia se refiere cuando dice: Se acerca dicho, ha llegado ya, en que los muertos escucharán la de Dios, y al escucharla tendrán vida. Cuando díce al debernos entender los qne la obedezcan, los qne le se mantengan hasta el final. Y aquí no establece con la tradición cristiana -testimoniada ya por San Pablo resurrección de Cristo implica la resurrección del cristiano. '{jis'Íngl,e los dos sentidos que esta resurrección puede tener: como ya en esta vida -resurrección primera- y como inmory corporal a partir del Día final-resurrección segunda-o
438
SAN AGUSTÍN
ninguna diferencia entre buenos y malos. A todos,. to, les viene bien oír su voz y comenzar a tener religiosa, pasando a ella desde la muerte de la IITlpllea,r
LA CIUDAD DE DIOS (XX)
439
eterna y no se le llama a juicio; no, ya ha pasado de la vida (Tn. 5, 24). Teniendo, pues, parte en la primepor la que ya ahora se pasa de la muerte a la m.cmero en condenación, significada bajo el nombre ,'!gualmenlte ocurre en este otro pasaje: Los que practipara una resurrecdón de juicio, es decir, para la COllquiera verse libre de condena en la resucite en la primera. Porque se o, mejor' ha llegado ya, en que los m.uertos escudel Hijo de Dios, y al escucharla tendrán vtda, esto es, en condenación, llanlada <<1llUerte segunda». A
que sucederá después de la segunda resurrección Cllert}Q;,- serán precipitados quienes no reSUCIten meTa-," de las ahnas-. Porque se acerca la hora (y aquÍ ha llegado ya, porque sucederá al final del mundo, y más solemne juicio de Dios) en que todos cuantos sepulcros escucharán su voz y saldrán (Tn. 5, 28).Ya no antes: Yal escucharla tendrán. vida. Porque no todos la vida que, por ser bienaventurada, es la única merece tal nonlbre. Evidentemente, no es posiclase de vida, oír la voz y, resucitando la carne,
se>,ul,:ro.. Pero la razón por la que no todos tendrán da Cristo en el inciso siguiente: los que hicieron. el resurrecci6n de vida: he aquÍ los que tendrán vida; 'acttca;ron el mal, para una resurrecci6n de juicio: he aquí los
.eH""'" vida, porque morirán con la segunda llluerte. el mal porque han vivido mal; y han vivido mal han resucitado en la primera resurrección, la que ahora, o quizás no se mantuvieron hasta el final en
vida adquirida. son dos las nuevas creaciones, de las que acabo más arriba -una según la fe, que tiene lugar por el la otra según la carne, que sucederá cuando llegue :UI,titlllt.dady su inmortalidad como consecuencia del ,u''',mc juicio-, así también son dos las resurrec-
la primera, tiene lugar ahora, y es la de las almas; contra la muerte segunda. En cuanto a la segun-
440
SAN AGUSTÍN
da resurrección, no sucede ahora; tendrá lugar al siglos. No afecta a las mnas, sino a los enerpos, y, en JUlCIO final, a unos los precipitará a la muerte se¡(Ullda,: en cambio, los condncirá hasta aquella vida que no muerte.
7. Las dos resurrecciones y los mil años. ¿Qué es lo que en el Apocalipsis, y qué es lo que se puede opinar ra2:onabZ, sobre todo ello?l82
1. A propósito de estas dos resurrecciones evangelista Juan, en su libro llamado Apocalipsis, ' términos que algunos de nuestros intérpretes I'S:na.ne,s' llegado a comprender la primera de ellas; es más, la mado convirtiéndola en ridíenlas rabulas. Éstas son, las palabras del apóstol Juan en el citado libro: Vi entonces un ángel que bajaba del cielo llevando la abismo y una cadena grande en la mano.Agarr6 al drag6n, te primordial, el diablo o Satanás y lo encaden6 para mil arroj6 al abismo, ech6 la llave y puso un sello encima pueda extraviar a las naciones antes que se cumplan los Después tiene que estar suelto por un poco de tiempo. Vi tronos donde se sentaron los encargados de pronunciar también con vida a los decapitados por dar testimonio clamar el mensaje de Dios, los que no hablan rendido bestia ni a su estatua, y no hablan llevado su marca en 182 La terminología de las dos resurrecciones es propia del libro calipsis. Ciertas interpretaciones de ese libro habían llevado a c.ristianos a opiniones heréticas extravagantes y fulldamentalistas, yá tlempo de San Agustín -en el texto recuerda a los (~quiliastas» o tas- y desde luego también después de él-por ejemplo, el los {(espirituales» que siguió la estela del Abad de Fiore, o algunas siglo XIX y del siglo xx-o El Obispo intenta aclarar, de acuerdo ción ortodoxa, el sentido de alguno de los pasajes más conflictivos libro de la Biblia, el que hace referencia a un reino de mil años veces demasiado literalmente. '
LA CIUDAD DE DIOS (XX)
441
reinaron con Cristo mil años. El resto de los muertos no hasta pasados los mil años. Ésta es la primera resurrecy santo aquel a quien le toca en suerte la primera resurrecla segunda muerte no tiene poder: serán sacerdotes de y reinarán con él los mil años (Ap. 20,1-6). estas palabras ha habido quienes han sospechado que resurrección será corporal. Pero, sobre todo, han 'irrlpr'esilorlaclos por el número de los mil años, como debit,ran tener, según eso, una especie de descanso detalnaña duración, o sea, un santo reposo después de luran1te seis mil años, desde la creación del hombre su ele la felicidad del paraíso y la caída en las calamidavida mortal en castigo de aquel gran pecado. De -según aquel pasaje: Para el Señor un dla es como mil como un dla (2 Pe. 3, 8)- pasados seis mil años >~~."_. seis días, segúirá como día séptimo el sábado, en los últimos mil años: y para celebrar, en fin, este "ucltara.n los santos. Q~:;~~:~sería de algún modo tolerable si admitiera que s ese tal sábado disfrutan, por la presencia del unas ciertas delicias espirituales. Incluso hubo un que nosotros fuimos de la misma opinión. Pero desde en que afrrman que los santos resucitados en ese entregarán a los más inmoderados festines de la carabundancia de manjares y bebidas, que, lejos de toda sobrepasarán la medida de lo increíble, una tal hipuede ser sostenida por hombres totalmente domilos bajos instintos. Sin embargo, hay algunos, guiados que sostienen esta misma creencia y se les denae! término griego chiliastal, nombre qne podríanlOs por
442
SAN AGUSTÍN
de llevar entiende los seguidores que le habían de ser que él tenía detenidos en toda clase de pecados y de . des. Para amarrar a este forzudo vio Juan en su L'ltJOfllH ángel que bajaba del cielo llevando la llave del abismo y grande en la mano. Y agarró -prosigue-- al dragón, la primordial, el diablo o Satanás, y lo encadenó para mil años. puso un freno y un impedimento al poder que terna cir y cautivar a los que habían de ser liberados. Los mil años pueden ser interpretados, según mi ver, de dos maneras: o bien que todo esto está CCLW'cm,c en los últimos mil años, a saber, en e! milenio sexto, fuera el día sexto, cuyos últimos períodos están tr
3. Y lo arrojó al abismo -continúa el A¡)O(;aUlpsIS--: el diablo a quien arrojó al abismo, dando a entender
LA CIUDAD DE DIOS (XX)
443
multitud innumerable de impíos, cuyos corazones abismo de maldad contra la Iglesia de Dios. Si ser arrojado el diablo allá es porque, al ser rechazacreyentes, comenzó con mayor saña a adueñarse de Efectivamente, uno se convertirá más y nlás en diablo cuando no solamente se encuentra alejado . sino que, además, tiene odio espontáneo a los serviDios.
~n(>rrrle
[.en"!,>",,, Y echó la llave y puso un sello encima para que no 'ict,avi"r a las naciones antes que se cumplan los mil años. Las echó la llave y encima significan «le prohibió SaliD>, es ipr'Dhibido el paso». El inciso siguiente puso un sello sigmi entender, que Dios ha querido queden ocultos >s'llerterlec:en al diablo y quiénes no le pertenecen. De
este mundo es un absoluto secreto, puesto que no se
parece mantenerse firme tal vez caerá, y el que se levante. Con la cadena y el cerrojo de queda el diablo obstacnlizado e impedido lurlllllar seduciendo o apresando como antaño a las napertenecen a Cristo. Ya Dios había determinado creación del mundo sacarlas de! dominio de las titrasladarlas al reino de su Hijo qnerido, como dice e! Efectivamente, ¿a qué fiel se le oculta que e! diablo ',irlchlso hoy, a las naciones y las arrastra consigo al castratándose de las no predestinadas a la vida eterna? :6uanl:0 a los ya regenerados en Cristo, que caminan por de Dios, no nos debe extrañar que seduzcan a veces a éstos: Sabe el Señor quiénes son los suyos (2 Tim. 2, 19). suyos el diablo no se lleva a nadie a la eterna condeSeñor los conoce como Dios que es, a quien nada incluso de! futuro; no como el hombre, que conolonllbl:e sólo en el presente (si es que 10 conoce, puesto su corazón), pero de su conducta futura ni la suya .preClLSalueme para esto para lo que el diablo ha sido
y encerrado en el abismo: para que no pueda extrapueblos que constituyen la Iglesia. Antes, cuando
444
SAN AGUSTÍN
todavía no existía la Iglesia, él los engañaba y los se dijo «para que no extravíe a alguien», sino extraviar a las naciones -yen ellas, sin duda "'¡,lilaa, nificar la Iglesia- antes de que se cumplan los mil o bien lo que queda del sexto día, que consta de bien la totalidad de los años que desde ahora este mundo.
4. Las palabras para que no pueda extraviar a las de que se cumplan los mil años no debemos entelld"r1:lS' después haya de ponerse a extraviar únicamente a de que consta la Iglesia, y que tiene prohibición atado como está y encerrado. Se trata de una manera algunas veces la Escritura, como, por ejemplo, el salmo. nuestro ojos fijos en e! Señor Dios nuestro hasta que (Sal. 122, 2). Y no dejarán de estar los ojos de sus el Señor una vez que haya tenido rnisericordía. Podriam bién entender las palabras en este orden: Y cerró un sello encima, hasta que se cumplan los mil años. El no pueda extraviar ya a las naciones es de tal naturaleza separarse del contexto y entenderse aparte, COIllO pués. Así seria todo el párrafo: Y cerró con llave, y encima hasta que se cumplan los mil años para que no ya a las naciones. Es decir,!a razón de cerrar hasta que se los mil años es impedirle extraviar a las naciones.
9.
Diferencias entre el reinado de los santos con durante mil años y el reinado etern0 183
1. Durante todo este período de mil años en blo está encadenado, los santos están reinando con mil años, exactalnente los nusn10s, y entendidos en términos, es decir, este período que comprende la 183 Continúa San Agustín su exégesis de pasajes bíblicos con escatológico. Como se puede ver, si estos pasajes han dado origen a clones tremendistas, los comentarios del Santo se mantienen en la
LA CIUDAD DE DIOS (XX)
445
Cristo. Dejemos a un lado aquel reinado del que se Venid benditos de mi Padre, heredad el reino preparado (Mt. 25, 34); pues bien, si los santos, a quienes se yo estoy con vosotros hasta e! fin de! mundo (Mt. 28, tein:,sen con Cristo ya ahora -de una manera bien en un grado muy inferior, por cierto-, nunca se supuesto, a la Iglesia ya ahora su reino o el «reino Es precisamente en este tiempo cuando se va en el reino de los cielos el letrado aquel que de su cosas nuevas y antiguas del que ya hemos hablado y también entonces los segadores aquellos arrancaIglesia la cizaña, que el Señor pernJ-itió crecer junto hasta la cosecha. Así lo explica El: La cosecha es el los segadores, los ángeles. Lo mismo que la cizaña se se quema, sucederá al fin de! mundo: e! Hijo de! hombre ángeles y escardarán de su reino a todos los corruptores ¿De qué reino?, ¿de aquel donde no habrá un Jrupt(lr? N o, será de éste su reino, el de aquí, la Iglesia, elillllnará. además: El que pase por alto uno solo de estos preceptos enseñe así a la gente será declarado el último en e! reino En cambio, el que los cumpla y enseñe a cumplirlos será en e! reino de los cielos (Mt. 5, 19). A ambos los reino de los cielos: tanto al que no pone en práctica dalmi"nt:os que enseña (esto es realmente lo que signien referencia al misterio de Cristo. Uno de estos pasajes «célea la «Bestia)} o {(Anticristo» que, en virtud del carácter huse le muestra en los textos bíblicos, no podóa identificarse con actúe bajo su impulso y a su servicio. A 10 largo de la His.pretend'ldo identificar esta [¡gura con personajes históricos concrehasta Hitler, pasando por emperadores e incluso Papas-, o de la Historia -desde el poder de Roma hasta el integrismo por la Revolución Francesa o las herejías (en la interpretación Liébana, siglo vrrr-IX)-. La gran tradición cristiana, en consonan'inter¡"etación de San Agustín, se ha centrado más en una lectura espiy, aunque aslillle que ciertas personas e instancias pueden manide ((anticristiarusmo», sin embargo, rechaza la identificación aquéllos, pues entiende que el Anticristo sólo se manifestará al Hlsto,,,·,,,, con una concentración de poder mundano absoluto.
446
LA CIUDAD DE DIOS (XX)
SAN AGUSTÍN
fIca pasar por alto: no guardar, no cumplir), como cumple y así lo enseña. Annque a uno le llama e! otro grande. Y añade a renglón seguido: Porque os vuestra justicia no supera la de los letrados y fariseos, es aquellos que pasan por alto lo que enseñan -'OC1Tn¡ie letrados y fariseos dice otro pasaje: Porque dicen y no. (Mt. 23, 3)- si, pues, vuestra fidelidad a l o s : brepasa la de éstos, no entraréis en el reino de los cielos En otras palabras, que vosotros no lo paséis por más bien cumpláis lo que enseñáis. Es preciso prender e! reino de los cielos de dos modos mstml:osl mero donde se encuentran estas dos clases de pc.rs()n:¡s no cumple lo que enseña y el que lo pone en pr:lctlca uno e! menor y el otro grande; y el segundo aquel donde no entra más que el que cumple los Según esto, allí donde existen las dos clases la Iglesia en la actualidad. En cambio, la otra mlod:wcla: que sólo existe una clase de personas, es la Iglesia tal cuando ya en ella no haya nadie malo. Por COI'5I!!;UlI Iglesia, ya desde abara, es reino de Cristo y reino 10s.Y los santos reinan con él incluso abara, claro manera a como reinarán entonces. Sin embargo, la reina con él por lllás que crezca juntamente con el la Iglesia. Con él reinan quienes ponen en práctica lo el Apóstol: Si habéis resucitado con Cristo, gustad los ba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios; buscad de arriba, no los de la tierra (Col. 3, 1-2). De esta clase bres dice también que todo su vivir está en el cielo. te, reinan con él quienes de tal manera viven en su ellos mismos constituyen su reino. Ahora bien, ¿cómo no de Cristo quienes, aunque se encuentren en él sean escardados todos los corruptores de su reino al mundo, con todo -por no decir otras cosas- UU'C'Ul pio interés y no el de Jesucristo? 2. De este reino en estado de guerra, en el cual davía que enfrentarse con el enenugo, y a veces tencia a los vicios que atacan' -otras se les domina
447
hasta llegar a aquel reino donde todo es paz, donde reinar sin enemigos; de él, digo, y de esta primera la que tiene lugar abara ya, habla de esta manera Apocalipsis. Una vez que ha expuesto cómo el diai. enc:lde.nado durante mil años, y luego, durante un de tiempo andará suelto, reSUlne entonces la ac-
Iglesia durante estos mil años, o lo que va a ocurrir Vi también tronos, donde se sentaron los encargados No se trata aquí de la sentencia del último juibien de asientos de las autoridades: hemos de las autoridades mismas por las que ahora se go. . y en cuanto a la sentencia que se les encomejor podemos entender que aquello que se que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo en la tierra quedará desatado en el cielo (Mt. 18, 18). De .~._ .... el Apóstol: ¿Es asunto mío juzgar a los de fuera? de dentro a quienes juzgáis vosotros? (1 Coro 5, 12).Y Y las almas de los decapitados por dar testimonio de la palabra de Dios -se sobreentiende lo que abajo dirá: Reinaron en compañía de Jesús durante mil supuesto, las almas de los justos difuntos no quedan la Iglesia, que incluso ahora es ya e! reino de Crismodo no se les recordaría ante el altar del Señor a comulgar el cuerpo de Cristo; y de nada les serviría correr en busca de su bautismo, no sea que la vida Ul1'Calld
antes de recibirlo; no a la reconciliación, si tal
penitencia impuesta, o por mala conciencia, puede
?nltrarse separado de su cuerpo!84. ¿Qué razón de ser estas cosas si no fuera que los fieles, incluso los miembros de la Iglesia? Por eso, aunque no sea cuerpos, reinan ya con Cristo y sus ahnas mienraniScllrr:',endo estos mil años. hecho, en este mismo libro: Dichosos los muertos en el Señor. Cierto, dice el Espiritu, desde ahora pueden sus trabajos, porque sus obras les acompañan (Ap.14, 13). .a la reconciliación tras la excomunión que aparta al fiel del
448
LA CIUDAD DE DIOS (XX)
SAN AGUSTÍN
Efectivamente, la Iglesia reina en compañía de en primer lugar, en las personas de los vivos y los eso muri6 Cristo -nos dice, eu efecto, e! Apóstolseñor!o sobre vivos y muertos (Rm.14, 9). Pero él sólo ción de las almas de los mártires, porque quienes mente reinan son los muertos que han luchado la vida por defender la verdad. No obstante, si sat'enl0$ parte al todo, podemos entender por muertos al que pertenecen a la Iglesia, que es el reino de 3. La frase qne sigue: Y los que no hab!an rendido la bestia ni a su imagen, y no hab!an llevado su marca en en la mano, la debemos tomar como dicha de los vivos tos juntamente. ¿Cuál puede ser esta bestia? Por deba reflexionar atentamente no se contradice con la ver en ella la ciudad impía y e! pueblo de los de:scr,eíd, trario al pueblo fiel y a la ciudad de Dios. Su imagen ce ser un disfraz, es decir, el que hay en esos homl:,res recen profesarla fe y viven como infieles. Fingen ser son; se llaman cristianos, pero no por su parecido sino por una fingida nnagen. Pertenecen a esta HU''''"' sólo los declarados enemigos del nombre de gloriosísima ciudad, sino también la cizaña, que mundo ha de ser arrancada de su reino, la Iglesia. y ¿quiénes son los que no rinden homenaje a la su imagen, sino aquellos que ponen en práctica lo apóstol: No os unzáis al mismo yugo con los infieles (2 «N o le rinden homenaje» equivale a no prestarle su miento, no someterse a ella. «No llevan su marca», o del crimen: ni en la frente, a causa de su profesión de la mano, por sus obras. Ajenos, en efecto, a todos viviendo en esta carne mortal, o ya difuntos, están con Cristo ya ahora, de una manera adecuada al durante todo el período indicado en la cifra de mil
4. El resto de los muertos -prosigue ~lC.llUU--; a la vida. Efectivamente, ha llegado ya la hora en que escucharán la voz del Hijo de Dios, y al escucharla tendrá,": w'(
449
por 10 tanto. Luego añade: Hasta pasados los mil de entenderlo así: durante ese período no vivieque debían haber vivido, es decir, pasando de la vida. En consecuencia, cuando llegue el día en que resurrección de los cuerpos no se levantarán de a la vida, sino aljnicio; en otras palabras, a la con.llamada también la segunda muerte. Todo aqne!, tenga vida antes de terminar los HuI años,.o sea, todo este período en que tiene lngar la primeno haya escuchado la voz del Hijo de Dios y ,Ja.muerte a la vida, en la segnnda resurrección pasa,bl<,mente con su l1nsma carne a la llluerte segunda, ,diciendo Juan: Ésta es la primera resurrecci6n. Dichoso y a quien le toca en suerte la primera resurrección, es decir, de ella. Y ¿quién participa de ella? No solase levante de la muerte que constituye el pecado, persevera en su estado de resurrección. Sobre ellos segunda muerte no tiene poder. Luego lo tiene en los ljUUC',"' dice más arriba: El resto de los muertos no hasta pasados los mil años. Porque durante todo tiempo, al que designa como mil años, por más n ,"V,' no corporalmente en él, no se han levantado de les tenía presos la impiedad. Habrían vuellallaciérldc)se partícipes de la primera resurrección, y no tendría poder sobre ellos la segunda muerte.
y Magog. El diablo, suelto ya al final del mundo, ::; los incitará en persecución contra la Iglesia 185 los mil años -prosigue Juan en el Apocalipsis- se de la prisi6n. Saldrá él para engañar a las naciones lados de la tierra, a Cog y Magog, y reclutarlos para las Escatología cristiana, que en esto asume nociones judías del el momento final de la Historia anterior a la resurrección será la confrontación definitiva de las fuerzas del bien contra
450
SAN AGUSTÍN
guerras, incontables como las arenas del mar (Ap. 20, 7-8). la finalidad de su engaño: reclutarlos para esta guenr" cho, ya antes los engañaba con todos los anildes incitándoles a los más múltiples y variados m~co . ..,c saldrá de los escondrijos del odio y se lanzará en persecucióri. Ésta será la últilna persecución, a las juicio definitivo, que la santa Iglesia tendrá que toda la redondez de la tierra: la ciudad entera de guida por la entera ciudad del diablo, sin que haya de paz en ambas sobre toda su extensión. Estas naciones, aquí designadas por Gag y JYlag()g¡ ben interpretarse como unos pueblos bárbaros deterÚ) establecidos en alguna parte de la geografia, ni aplllc:lrs. algunos han sospechado, a los Getas y Masagetas, la letra inicial de sus nombres, ni siquiera a unos cualesquiera, independientes de la jurisdicción de todo el orbe de la tierra significado en estas palabras: nes de los cuatro ángulos de la tierra, que identifica Magog. La interpretación que hemos averiguado de nombres es ésta: Gag significa «techo» y Magog «del algo así COillO «casa,) y «el que sale de casa,). Se t",ltaría, pueblos en los que el diablo, como más arriba lo tado, estaba encarcelado en una especie de preClplC1C luego surgiría de él y se marcharía. Ellas diablo el que sale de debajo del techo. Pero si en ferir estos dos nombres, uno al diablo y otro a las referimos ambos a estas últimas, ellas serían «el cel;IlC»),J que en ellas se encierra ahora y de algún modo se antiguo enemigo; y ellas serían también «del techo» desde lo escondido emegan en un odio no di;;in1111ado Prosigue el texto sagrado: Subieron a la llanura y fortaleza de los consagrados y la ciudad predilecta (Ap. 20, las del mal-en terminología agustiniana: la lucha final de las dos Pero en esta guerra hay claramente un perseguidor, un ciudad terrena- y un perseguido que sufre violencia -la celestt,-. logía dada a los términos -Gag, Magog (cE. Ez. 38-39)- sirve elevarse de una lectura puramente literal a una interpretación
LA CIUDAD DE DIOS (XX)
451
decir aquí que se hubieran concentrado en un habrán de concentrarse, como si el campalnento conS
La glorificación sin fin de la Iglesia después del fin l86
¡Í--continúa el texto sagrado- bajar del cielo, de junto a '" ",mm" santa, la nueva Jerusalén, ataviada como una novia para su esposo. Y oí una voz potente q¡¿e decía desde es la morada de Dios con los hombres; El habitará con serán su pueblo; Dios en persona estará con ellos y será enjugará las lágrimas de sus ojos, y ya no habrá muerte, llanto, ni dolor alguno, pues lo anterior ha pasado. Y el que en el trono dijo: voy a hacer nuevas todas las cosas Se habla de bajar del cielo esta ciudad, ya que la la que Dios la ha formado, es del cielo. Por eso le por boca de Isaías: Soy yo, el Señor, quien te está (Is. 45, 8). Del cielo, realmente, ha descendido desde de su existencia. A partir de entonces, y durante de este Inundo, sus llloradores van creciendo por la
comenta en este capítulo los textos del Apocalipsis que se de la Ciudad de Dios, la cual -tanto en el texto bíblico Obispo- se identifica aquí ya claramente con la Iglesia. Pero no se trata ya de la Iglesia en su peregrinación temporal, habitan hijos de la ciudad terrena, sino de la Iglesia glo!úríficada en la que sólo habitan los ciudadanos del cielo.
452
SAN AGUSTÍN
gracia de Dios que viene de arriba, a través del baño de neración y con la eficacia del Espíritu Santo enviado de Pero a consecuencia del juicio de Dios, que será el y realizado por su Hijo Jesucristo, la claridad de esta aparecerá tan intensa y tan nueva, COillO donación de que no quedará rastro de su vejez; hasta los mismos verán cambiarse su vieja corrupción y mortalidad por corrupción e inmortalidad nuevas. Porque el mt:erpn'tai pasaje referido al tiempo en que reinará con su rey años me parece de un atrevimiento incalificable, ~uc"u declara abiertamente: Dios enjugará las lágrimas de sus no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor alguno. ¿Quién incoherente, tan obstinado, tan terco, que tenga la afirmar que en las calamidades de esta vida mortal lágrimas ni dolores, no digo ya el pueblo santo en su to, sino cada uno de los santos individualmente que vive, de vivir o vivirá esta vida terrena? ¿No hay que atlrnaaJ:, bien, que cuanto es uno más santo, más dominado por de santidad, tanto más abundantemente es la fuente lágrilnas en la oración? ¿Acaso no es ésta la voz de un -: dano de la celestial Jerusalén: Las lágrimas son mi pan noche (Sal. 41,4), y también: De noche lloro sobre el lecho, cama con mis lágrimas (Sal 6,7), y esta otra: No se te gemidos (Sal. 37, 10), y Mi herida empeoró (Sal 38,3)? ¿O hijos suyos los que suspiran abrumados, porque no despojarse de lo que llevan puesto, sino ser re',esnCLOS encima, de modo que esa mortalidad quede absorbida vida? ¿No son ellos precisamente quienes, poseyendo ritu como primicia, gimen en lo íntimo, a la espera condición de hijos, del rescate de su ser? ¿No era el Pablo en persona uno de los habitantes de la soberana lén, incluso no lo era mucho más cuando sentía una tristeza y un dolor incesante en su corazón por sus según la carne, los israelitas? ¿Cuándo estará ausente la te de esta ciudad terrena, más que cuando se diga: muerte, tu batalla? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? El la muerte es el pecado (1 Coro 15, 55-56)? Y todo esto existirá más cuando se diga: ¿Dónde está? Pero en la
LA CIUDAD DE DIOS (XXI)
453
ya del último habitante de aquella ciudad, sino del Juan, que en su carta clama así: Si afirmamos no tener nosotros mismos n05 extraviamos y, además, no llevamos den(lJn.1,8). que en este libro, titulado Apocalipsis, se contienen de cosas oscuras a fin de ejercitar la inteligencia del y también hay algunas en él que dan como la pista para las restantes, aunque con esfuerzo 187 . Sobre todo porlas mismas cosas de tan diversas Inane ras que parece cosas distintas, siendo así que uno llega a la conclusión son idénticas, expuestas ahora de una forma, ahora de cambio, en estas palabras que siguen: Él enjugará toda sus ojos, y ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni siquiese habla con tal evidencia del siglo futuro, de la ~taJlia,"a y eternidad de los santos (de hecho sólo entonallí estarán ausentes tales miserias), que si éstas las como oscuras, ningunas otras debenlos buscar claras 1'<.OOVllla> Letras.
Libro XXI
El fin de la ciudad terrena: el infierno
Magnitud de la primera prevaricación. Por ella se debe pena a todos cuantos se encuentranfi4era de la gracia del Salvador" eterno suplicio parece inaceptable e injusto a la sensihumana. La razón es que a nuestra pobre sensibilidad, a morir, le falta aquel sentido de altísima e inmaculaAgustín reconoce la dificultad para entender adecuadamente-el señala alguna pauta para su interpretación. Larefl.exión de San Agustín sobre el infierno debe encuadrarse -como el contexto de su doctrina sobre la libertad, el pecado origiInCdi'Iin'I- Y los pelagianos -con un sentido más bien laxo y arrogante
454
SAN AGUSTÍN
da sabiduría que nos capacita para percibir la enOTl1l1,j, crünen cometido en la primera caída. En efecto, el hombre disfrutaba de la presencia de Dios, tanto más me fue su impiedad al abandonarlo; se hizo acreedor a eterno él, que en sí destruyó un bien llamado a ser aquí parte el que todo el género humano se haya en una masa condenada. El primer reo fue castigado mente con toda su raza, que se hallaba en él corno en Ya nadie se vería libre de este suplicio, merecido y que por una l1nsericordia e irunerecida gracia. De el género humano queda distribuido así: en unos poder de la gracia misericordiosa, y en los restantes justicia vindicativa. No sería posible lllostrar ambas cosas en todos: si permaneciesen en el castigo de una justa condlenaC:lÓt nadie aparecería la misericordia y gratuita redención; vez, si todos fueran rescatados de las tinieblas a la luz, die aparecería la severidad del castigo. En este último do se encuentran más que en el primero, para que cómo se nos debía éste a todos.Y aunque a todos fuera cado el castigo, nadie podría reprochar justamente la . del vengador. Con todo, los rescatados son un gran y por ello se deben dar gracias al Libertador por gratuito.
de la libertad humana-o Este contexto explica las expresiones fre,;uentem duras de su doctrina sobre el infierno. Ya antes hemos hecho alusión a pesimista de la humanidad como massa dmnl1ata a consecuencia del Adán -del que todos somos solidarios-, y la enorme influencia cepción ha tenido en algunos momentos de la Historia. Con ,m,v,"''''''V' sería injusto con San Agustín - y desde luego con la gran tradición na- sostener que ese pesimismo es 10 esencial de su Teología. En este pasaje, a pesar de su tono, puede verse la esperanza cristiana del entiende que la realidad terrible del infierno sólo puede entenderse en con el misterio de amor de un Dios que salva al hombre de ese destino.
LA CIUDAD DE DIOS (XXI)
455
la obra de la gracia que nos redime de las profundidades inveterado pertenece a la renovací6n del mundo futuro l89 embargo, el asombroso mal que encontralnos en el puesto sobre la cerviz de los hijos de Adán, desde vientre materno hasta el dia de su vuelta al seno común por la sepultura, es para que vivarl10s con y comprendamos que esta vida se nos ha vuelto desde aquel pecado horrendo en extremo que se coel paraíso, y que todo lo que se lleva a cabo en notravés del Nuevo Testamento pertenece exc1usivaa la nueva herencia del 111undo nuevo. Así, una vez la prenda, entraremos en posesión, a su tiempo, áeah,lad que ella garantizaba. Mientras tanto, debemos en la esperanza y ser más perfectos de día en día, danpar el Espíritu a las bajas acciones. El Señor, en a los suyos (2 Tim. 2, 19), y: Todos aquellos que se fí,CClndiUarpOr el Espíritu de Dios son hijos de Dios (Rm. 8, 14). por la gracia, no par la naturaleza. El Hijo único de naturaleza se ha hecho Hijo de hombre por amor ;ú,:ordi<)So hacia nosotros, a fin de que nosotros, hijos de p'or naturaleza, lleguemos a ser en Él, por gracia, hijos Él permaneció, de hecho, inmutable y asumió nuestra y en ella a nosotros. Sin perder nada de su divinihizo partícipe de nuestra debilidad. Así nosotros podreset transfor1nados, lnejorando por la participación de su . .hnlOItaly santo; podremos ir perdiendo nuestro ser pecamortal y mantener el bien que en nuestra naturaleza él llevado a su plenitud por el bien supremo que reside bondad de su naturaleza. pecado de un solo hombre nos hizo hundirnos en tan 'e,:al'UITldad, y la rehabilitación que nos ha traído un solo ;"'"'0'0
La solidaridad con el pecado de Adán tiene su paralelo en la salvación esto San Agustín sigue a San Pablo-: por la gracia podemos participar redentora de Cristo. Pero para ello es necesario participar también lucha que Él mismo llevó a cabo. De este modo, porque está unida lucha espiritual cristiana nos lleva a la salvación.
456
SAN AGUSTÍN
hombre -y éste, Dios- nos hará llegar a aqnel bien me. Pero nadie debe creerse haber pasado ya de nn otro más que cuando se halle donde no existirá ya alguna, cuando posea aquella paz por la que suspira a tantos y tan diversos combates en esta guerra, en la que jetivos de los bajos instintos pugnan contra el Espíritu, y Espíritu contra los bajos instintos. No tendría lugar una jante guerra si la naturaleza humana, utilizando su libre se lllantuviese firme en la rectitud en que fue creada. Pero
no quiso tener una paz feliz con Dios, se ve envuelta pugna infeliz consigo misma. Claro que, a pesar de la de una tal cala.midad, es mejor que el estado anterior a rehabilitada. Mejor es, en efecto, luchar contra las in,:li'llac:i, viciosas que ser dominado por ellas sin resistencia alguna. es -repito- una guerra con esperanza de eterna paz, que cautividad sin sospecha siquiera de liberación. Verdad es que ansiamos vernos libres incluso de esa y estamos inflamados por el fuego del amor divino para frutar de aquella paz donde todo está en perfecto orden, de los valores inferiores están sometidos a los superiores una estabilidad inquebrantable. Pero si (lo que Dios no tal llegásemos a encontrarnos sin esperanza alguna de un tan precioso, deberíamos preferir siempre la dureza de com_bate antes que entregarnos en lilanas de los vicios oponer resistencia.
16.
Leyes de la gracia que regulan las diversas etapas de la en los regenerados 190
A decir verdad, ¡qué grande la bondad de Dios cou los son objetos de su bondad, destinados a la gloria; y esto ya de la primera infancia, sometida sin resistencia a los ins;tintc 1911 San Agustín explica cómo debe desarrollarse la vida cristiana en distintas etapas y a través de las vicisitudes que recorre. Con gran sostiene que esta vida, porque es lucha, no está hecha de una i',np"cat,ilid imposible, sino de momentos de tensión, tentación, caídas y )e;'anl:am,ienté
LA CIUDAD DE DIOS (XXI)
457
y en la segunda, llamada niñez, período en el que
la razón no ha emprendido el citado combate y yace a casi todos los placeres viciosos! En efecto, aunque ya pueda hablar, hecho que evidencia la salida de la todavía su inmadurez mental le hace incapaz de maníielltoS. Si este niño ha recibido los sacramentos del Meaunque le llegue el final de su vida en estos tiernos :;trasl:ld;ldO como está de! poder de las tinieblas al reino de lejos de tener que sufrir los eternos suplicios, no pade.siqlui"ratormento alguno expiatorio después de su muerla sola regeneración del espíritu para evitar que desde la muerte le sea un perjuicio e! reato, contraído por la tlel·aci.ón carnal juntamente con la muerte. luego la edad de mandamientos y de someterse al imla ley. Aquí hay que emprender la guerra contra los y luchar con bravura para no caer en pecados dignos de ,ndlenaci' ón . Quizá no estén todavia arraigados por continuas estos vicios; en este caso se rinden y desaparecen con facilidad. Pero si están acostumbrados a vencer y a imponer ,dc)mi'rUD, conseguir la victoria sobre ellos es un trabajo dificil. no se logra de nna manera anténtica y profunda más que un sincero amor a la santidad, y ésta se halla en la fe en Crisefecto, si hay una ley que ordena, pero falta la ayuda del la misma prohibición hace crecer el deseo de pecado, termina por triunfar. Todo ello añade culpabilidad a la caída. Se dan casos a veces en que unos vicios manifiestos quedominados por otros ocultos, tenidos como virtudes, en reina la soberbia y un cierto enculubranuento para 'ágraldarse a sí Husmo, causa de su propia ruina. Solamente hay considerar vencido un vicio cuando la victoria sea del divino, amor que no concede luás que Dios personal>¡¡;;::~;ey~,por nadie más que por el Mediador entre Dios y los K el hombre Cristo Jesús, que ha participado de nuestra To',COlldiciém mortal para hacernos partícipes de su divinidad. jpero supone siempre la conjunción de dos realidades: la gracia divina y una >,,,actitud básica de la libertad humana -una especie de «opción fundamental» """ ,por Dios-.
458
SAN AGUSTÍN
LA CIUDAD DE DIDS (XXII)
Son muy pocos los que gozan de una suerte tal desde el albor de su juventud no hayan cometido guno digno de condenación, como pueden ser candalosas, fechorías criminales o caídas en alguna ünpiedad, sino que con espíritu magnánimo sepan cualquier brote de complacencia en los instintos de en los que podrían ser ellos los dominados. La mw(,r"; una vez conocida la obligación de la ley, se ven vpnr;rtr 11leramente por los vicios que les llegan a dominar; cen transgresores de la ley. Luego buscan refugio y gracia, con la cual recuperarán la victoria, mediante ga penitencia y una lucha lnás enérgica, sometiendo el espíritu a Dios y logrando después el dominio neo Quien quiera, pues, evitar las penas eternas no l11cnte bautizarse. Deberá santificarse siguiendo a '-"""0.11 como pasará del diablo a Cristo. En cuanto a las penas expiatorias, nadie piense en tencia si no es antes del último y temible juicio. Lo debe afirmar es que el fuego eterno será más dolol'OS<} unos y más ligero para otros, según los luéritos, lllalOS puesto, de cada condenado, sea porque el ardor varíe en porción al castigo merecido, sea porque, aun con una fuerza, no perciban todos la Husma tortura.
Libro XXII
El fin de la ciudad de Dios: la felicidad eterna 1.
Creaci6n de los ángeles y de los hombres"!
1. Como prometimos en el anterior, este libro, toda la obra, tendrá por objeto la felicidad eterna de la de Dios. Que no ha recibido el nombre de eterna pn,á:arr'e 191 Entra ahora San Agustín en la consideración del destino final Ciudad de Dios: la paz eterna con Él. Para ello, vuelve sobre el origen
459
,tolonga,;lOn de la edad a través de muchos siglos, tenien.telrminax alguna vez, sino según el sentido de lo que se Evangelio: Su reinado no tendrá fin (Lc. 1, 33).Tamllama eterna porque, al desaparecer unos por la muerte los otros por el nacimiento, tiene lugar en ella una de perpetuidad, como en el árbol de fronda perpetua 'perrr,anerrte el HUSillO verdor cuando, al caer unas hojas otras, conserva siempre un aspecto de lozama. En aqué:arrlDl'O, todos sus ciudadanos serán inmortales, y los homa alcarrzax lo que no perdieron nunca los ángeles será obra de su Creador omnipotente; lo prometió mentir. Y para dar fe de esto desde ahora, ha realizaml"dlaS maravillas, prometidas unas, no prometidas otras. Es él quien al principio creó el mundo, lleno de toda seres buenos visibles e inteligibles, entre los cuales los espíritus, a quienes otorgó la inteligencia y capacontemplarlo, uniéndolos en una sociedad que llaciudad celeste y santa, en la cual es el mismo Dios, vida y alimento común, el que los sustenta y hace felia la criatura racional de un libre albedrío con tales si quería, podía abandonar a su Dios, es r.sl"t,elH:rdad, cayendo entonces en la desgracia.Y sabienalgunos ángeles habían de desertar de bien tan grande soberbia de querer bastarse a sí mismos para conseguir feliz, no les quitó esa facultad;juzgó que era indicio de poder y más perfección sacar bien de los mismos males no permitir la existencia de esos males. N o existirían taI1l1ell1te éstos, si no se los hubiera ganado con el pecado la mudable, aunque buena y creada por el bien supremo tinIlta1)le, Dios, que creó todas las cosas buenas. mismo pecado es un testimonio de que la naturaleza fue buena. Si, en efecto, ella misma no fuera un bien grande, en la creación de los ángeles y de los hombres, puesto que ya en ese se apuntaba su destino. Recuerda también que el mismo pecado, lejos el designio divino, contribuiría a resaltar más la grandeza del amor de
460
SAN AGUSTÍN
bien que no igual a Dios) no se podría considerar como
el abandono de su Dios como su verdadera luz. La C"i'\LltOf¡ vicio de! ojo, y esto mismo indica que el ojo ha sido ver la luz; ello precisamente demuestra que el miembro la vista es más excelente que los otros miembros (no causa para que fuera vicio el carecer de la luz). De la manera, la naturaleza, que gozaba de Dios, con e! mismo, que la hace miserable no gozando de Dios, demuestra creada en un estado excelente. Dios castigó la caída voluntaria de los ángeles con recida pena de la infelicidad eterna, y concedió como de su perseverancia a los que permanecieron en el bien
mos la certeza de su perseverancia sin término. Dotado de ese mismo albedrío, creó también recto al bre, ser viviente ciertamente terreno, pero digno del cielo
manecía unido a su Creador, así como si le abandonaba soportar de modo semejante la desventura conveniente a turaleza. Y annque sabía de antemano que, por la pn,varid de la ley de Dios, había de pecar abandonando al mismo no le quitó ellibr~ albedrío, previendo a la vez qué bien sacar de este mal. El, precisamente, que del linaje mortal, merecidamente condenado, reúne con su gracia un
numeroso que suple y restaura la parte caída de los esta ciudad amada y celestial no se ve frustrada en el sus hijos: se regocija con un número quizá más crecido.
2.
La voluntad eterna e inmutable de Dios 192
1. Cierto que los malos hacen muchas cosas contra luntad de Dios. Pero es tal el poder y la sabiduría de este que todo lo que parece adverso a su voluntad tiende a las justas y bnenas que Él conoce de antemano. Por ello, 1n El desenlace de la ciudad celeste lleva a San Agustín a hablar de tad eterna de Dios. Retoma algunas nociones sobre la Providencia y Historia de la ciudad celeste como una obra entretejida de libertad bertad humana.
LA CIUDAD DE DIOS (XXII)
461
Dios cambia de voluntad, verbigracia, que se vuelve para los que estaba airado, son ellos más bien los, que y por las circunstancias propias le encuentran a El en modo cambiado. Así cambia el sol para los ojos enfermos áspero e! que antes era suave, y molesto el que antes eIenaL}"', cuando en realidad permanece el mismo. llama también voluntad de Dios la que Él suscita en los de los que cumplen sus mandatos. De ella dice el es el que obra en vosotros el querer (Fil. 2, 13), Como ¡U'UULd de Dios no sólo aquella por la cual es El justo, tarnbién la que causa en el hombre que es justificado, así también se habla de la ley de Dios, que es más bien de iornb:res, aunque dada por Él. Eran ciertanlente hombres a quienes dijo Jesús: En vuestra ley está escrito On. 8, 17); en otro lugar se lee: La ley de Dios está grabada en su 36,31). . ,,"gun esa voluntad que causa Dios en los hombres, se dice quiere lo que en realidad no quiere, sino que hace que IUl,ndH los suyos; como se dice que conoce lo que hace a los que lo ignoraban. Pues cuando dice el Apóstol: habéis reconocido a Dios, mejor dicho, que Dios 05 ha (Gal. 4, 9), no podemos creer que Dios conoció a los que tenía conocidos antes de la creación del más bien se dice que entonces los conoció porque hizo que fuera conocido. Sobre expresiones de este recuerdo haber tratado en los libros anteriores. esta voluntad, pues, con la cual decimos que Dios que hace que quieran otros, que no conocen las coporvenir, lnuchas cosas quier~ y no las hace. Talnbién sus santos quieren con una voluntad santa hagan muchas cosas inspiradas por Él mismo y, sin emno llegan a realizarse; C01110 ruegan piadosa.,Y santarnenalgunos y no hace lo que piden, siendo El quien por de su Espíritu causa en ellos esa voluntad de orar.Y así, los santos quieren y ruegan por que todos se salven, indicar con esa locución «Dios quiere y no obra» .Él quiere porque hace que ellos quieran.
462
SAN AGUSTÍN
Por lo que se refiere a aquella su voluntad, como su presciencia, ha hecho en el cielo y en to ha querido, no sólo las cosas pasadas o presentes, bién las futuras. Pero mientras llega el tiempo de lo que quiso, y que supo de antemano y dispuso todos los tiempos, decimos: ,
20.
En la resurrección de los muertos será restaurada la naturaleza de los cuerpos de cualquier modo que se descompuesto 193
1. N o se puede admitir que para resucitar los tornarlos a la vida no pueda la omnipotencia del \A'"aUUI tablecer todas las partes que hayan devorado las bestias sumido el fuego, o hayan sido reducidas a polvo y disueltas en el agua, o evaporadas en el aire. Tampoco se admitir que haya escondrijo o lugar secreto alguno en la raleza que mantenga algún resto tan alejado de nuestros dos que escape al conocimiento o poder del Creador de las cosas. Queriendo Cicerón, máxima autoridad para versarios, definir, según su alcance, a Dios, dice: «Es un independiente y libre, ajeno a todo cuerpo mortal, que ce y mueve todas las cosas, y dotado de un ffiOVlmlé etern01)194. Encontró estas ideas en la doctrina de los filósofos. Así, por usar su mismo lenguaje, ¿cómo puede 193 Al reflexionar sobre el significado y las implicaciones de la la resurrección de la carne, San Agustín deduce que todo lo auténtícarné humano será restablecido en su integridad, y rechaza algunas objeciones siado materialistas opuestas a esa doctrina. l'N Cicerón, Tt~sculanas I, 37,66.
LA CIUDAD DE DIOS (XXII)
463
que se oculte al que lo conoce todo, o escapa irre-
al que todo lo mueve? nos presenta así ya la solución de la cuestión que
dificil que las demás: cuando la carne de un homse hace carne de otro vivo, ¿a cuál de los dos le en la resurrección? Puede presentarse el caso
que por el hambre se alimente de cadáveres humalo atestigua la historia antigua y nos lo han de,d.es¡,raclaaa; experiencias de nuestros tiempos. ¿Predemostrar con razones verídicas que pasó todo los intestinos sin haber asimilado nada en su carne, debilidad que existió y dejó de existir demuestra las pérdidas suplidas por aquellos alimentos? adelantado un poco antes algún detalle que debe resolver esta dificultad. Todas las carnes que consurrarnblre son evaporadas en el aire, de donde dijimos 01,1)"0< omnipotente recoger todo lo que desaparece. aquella carne le será devuelta al hombre en que comenzó a ser carne humana, puesto que
el otro la
prestada, y, como un dinero ajeno, debe retornar a quien se tomó. En cambio, a éste, que había sido vÍchambre, le será devuelta la suya por quien puede relas cosas que se han evaporado. Y aún en el suque hubiera desaparecido totalmente, y no quedara de ella en los escondrijos de la tierra, la reparará sacándola de donde sea. Que teniendo en sentencia de la Verdad de que no perecerá un cabello de cabeza, es absurdo pensar que pueden desaparecer tales ~sclev,ora.da, y consumidas por el hambre cuando no pue?,"lpal'eoer ni un cabello de la cabeza. Consideradas y tratadas a tono con nuestra capacidad cuestiones, nos queda corno resumen que, en la teCClc,n de la carne, el tamaño de los cuerpos tendrá para pn)p,)rc:¡oIGes que tenía la exigencia corporal de ¡UVenl:ud perfecta o perfeccionable, conservada la debida en las proporciones de todos los miembros. Para con-
464
SAN AGUSTÍN
servar esas bellas proporciones, si se hubiera quitado
alguna monstruosidad indecorosa nacida en cualquier a fin de que se distribuya por todo el cuerpo, de suerte perezca y a la vez se mantenga en todo la debida de las partes, no es absurdo admitir que se puede aquello a la talla del cuerpo; así, conservando la belleza, tribuye entre todas las partes lo que, si sobresaliese una, ciertaluente sería un defecto.
Si alguno quiere defender que cada uno resucitará misma estatura del cuerpo en que murió, no se le ha
tradecir con tenacidad, siempre que se excluye toda dad, flaqueza, pesadez, corrupción y todo lo que puede cir de aquel reino, en que los hijos de la resurrección y promesa han de ser iguales a los ángeles de Dios, si no cuerpo y en la edad, sí ciertamente en la felicidad.
LA CIUDAD DE DIOS (XXII)
465
carnal, pero al fin espíritu, no carne. De lo cual experiencia en la deformidad de nuestro castigo. Pues carnales según la carne, sino según
el espíritu, a los
que dijo el Apóstol: No he podido hablaros como a hom¡viritu"les sino como a carnales (1 Cor. 3,1). En esta vida se al hombre espiritual, pero de forma que es todavía ls<'gt:m el cuerpo, y ve en sus miembros otra ley que rede su espíritu; y entonces será espiritual incluso ll'e:uerp'), cuando la misma carne haya resucitado de tal tenga lugar lo que está escrito: Se siembra un cuerpo resucita un cuerpo espiritual (l Cor. 3, 1). pues, conjeturas sobre la gracia del cuerpo espiritual ,re,pe,reiorles, como no tenemos experiencia, me parecerá una temeridad. Sin embargo, como para dar gloria a debe pasarse en silencio el gozo de nuestra esperanza, y lo íntimo del corazón ardiente de amor santo se escri-
21.Novedad del cuerpo espiritual, en que se trocará la carne de los Síguese que cuanto perdieron los cuerpos en vida o sepulcro después de la muerte les será restituido, y todo ello lo que quedó en el sepulcro resucitará tro,c"io', vetustez del cuerpo animal en la novedad del CIlprr,n tual, y todo revestido de incorrupción e irrm()rtalida,d. que por algún grave accidente o crueldad de los enerrug' cuerpo hubiera sido reducido totalmente a polvo y aire, y -si fuera posible- al agua, y no quedara de él alguna, no podrá sustraerse en modo alguno a la ornnip,ote del Creador, sino que no se perderá de él un calo ello cabeza. Así pues, estará sometida al espíritu la carne
yo he amado el decoro de tu casa (Sal. 25, 8), por los beque en esta vida miserable otorga a los buenos y a los ',h"mo; de conjeturar, con su gracia y según nuestros alcuán grande será aquello que, por no haberlo experiaún, no podelllos expresar dignamente.
por alto el haber creado al hombre recto; paso por feliz de aquellos dos cónyuges en la fecundidad del puesto que fue tan breve que no llegaron a gustarla ni ¿quién podrá explicar las prnebas de la bondad de con el género humano en esta vida que conocemos, aún vivinlos, cuyas tentaciones, mejor, cuya tenta-
'cemtimtada, mientras estamos en ella y por mucho que 'es<,mos, no dejamos de soportar?
pero al fin carne, no espíritu; como estuvo en la carne
felicidad eterna de la ciudad de Dios, y el sábado perpetuo'96 195 En su meditación sobre el cuerpo resucitado, San Agustín si por una parte, de acuerdo con las profundas aspiraciones del '.~"u~",' restaurar lo auténticamente humano, por otra, sin embargo, nuestra presente nos impide conjeturar con certeza el modo concreto de la ción y todo 10 que ella significa. Así, advierte que aventurar opiniones sentido no puede hacerse sin temeridad.
¡Qué intensa será aquella felicidad, donde no habrá donde no faltará ningún bien, donde toda ocupaSan Agustín concluye su tratado de La Ciudad de Dios con una medila paz eterna de esa ciudad alIado de su Fundador. Aunque reco-
466
SAN AGUSTÍN
LA CIUDAD DE DIOS (XXII)
467
allí donde nadie sufrirá contrariedad alguna ni por por parte de otro. Será premio de la virtud el mi~ la virtud y de la que se prometió como premio El es lo mejor y lo más grande que puede existir. otra cosa dijo por el profeta en aqnellas palabras: Seré y vosotros seréis mi pueblo (Lev.26 12), sino: Yo seré yo seré lo que puedan desear honestamente los la vida, la salud, e! alimento, la abundancia, la gloria, la paz, todos los bienes? Así, en efecto, se entiende lo que dice el Apóstol: Dios lo será t040 pafO todos 15, 28). Será meta en nuestros deseos El mismo, a sin fin, amareInas sin hastío, alabaremos sin Este don, este afecto, esta ocupación será común a lo es la vida eterna.
ción será alabar a Dios, que será el todo para todos! otra cosa se puede hacer allí, donde ni por pereza actividad, ni se trabajará por necesidad. Esto nos re(:U''tdi bién el salmo donde se lee o se oye: Dichosos los que casa alabándote siempre (Sal. 83, 5). Todos los miembros y partes internas del cu,er~,o rrnptible, que ahora vemos desempeñando tantas como entonces no habrá necesidad alguna, sino una plena, cierta, segura, sempiterna, se ocuparán eorone:es alabanza de Dios. En efecto, todo aquel ritmo latente hablé en la armonia corporal repartido exterior e mente por todas las partes del cuerpo, no estará ya Junto con las demás cosas grandes y admirables que allí rán, encenderán las mentes racionales con el deleite de mosura racional en la alabanza de tan excelente artífice. han de ser los movimientos de tales cuerpos que allí lugar, no me atrevo a definirlo a la ligera, porque no soy de concebirlo. Sin embargo, tanto el movimiento como titud, al igual que su porte exterior, cualquiera que diguo allí donde no puede haber nada que no lo sea. también que el cuerpo estará inmediatamente donde espíritu; y que el espíritu no querrá nada que pueda de sí mismo o del cuerpo. Habrá verdadera gloria allí donde nadie será auoa,ao.i error o adulación de quien alaba. N o se dará el honor a gún indigno donde no se admitirá sino al digno.
lo demás, ¿quién es capaz de pensar, cuanto más cuáles serán los grados del honor y la gloria en con los méritos? Lo que no se puede dudar es y también aquella bienaventurada ciudad verá 'inm,:nso bien de que ningún inferior envidiará a otro más alto, como no envidian a los arcángeles el resto ,;árlgeles.Y tanto menos querrá cada uno ser lo que no cuanto no quiere en el cuerpo el dedo ser ojo, por trabazón corporal que une a ambos miembros. un bien inferior a otro, y se contentará con su ambicionar otro mayor.
nace la dificultad insuperable para poder comprender y explicar en nues""" , goóas todavía temporales esa felicidad, entiende que debe consistii' en perfecta de la realidad humana. De esta forma, deduce que en ella la inteligencia y el amor serán pelfectos y estarán en indefectible cmTeS1Jon con la existencia, la inteligencia y el amor de Dios: la libertad, en ese será libre para no poder pecar; scgím el nuevo estado de conocimiento, entenderá allí todas las cosas a la luz de la Verdad y del Bien y en cOllsecu<'nci amor será también incesante -yen el esquema triádico de existencia, miento y amor se evoca el misterio trinitario--. Señala por otra parte momento se dará en la última edad del mundo, la séptima, y al indicar así lelismo con los siete días de la creación, retorna y transmite la concepción tica de la Historia dividida en su totalidad en siete edades.
Ni dejarán tampoco los bienaventurados de tener lipor el hecho de no sentir e! atractivo del pecado. mr,an'J, será más libre este albedrío cuanto más liberado el placer de! pecado hasta alcanzar el deleite inde no pecar. Pues el primer libre albedrío que se .honlblce cuando fue creado en rectitud al principio, pecar, pero también pudo pecar; este último, en carntanto más vigoroso cuanto que no podrá caer en peque esto también tiene lugar por un don de Dios, las posibilidades de la naturaleza. Una cosa es ser otra muy distinta ser partícipe de Dios. Dios, por su
468
SAN AGUSTÍN
lJaturaleza, no puede pecar; el que participa de Dios El el no poder pecar. Había que conservar una ción en los dones de Dios: se otorgó e! primer libre mediante el cual pudiera e! hombre no pecar, y npOh""; dio el último, con el que no tuviera esta posibilidad; conseguir el mérito, éste para disfrutar de la re<:OIurlen,,: Pero como esta naturaleza pecó cuando pudo sitó ser liberada con una gracia más amplia, para ilegal: a' lla libertad en la cual no pueda pecar. Así como inmortalidad, que perdió Adán por el pecado, co:tlsü;tía der no morir, la últüna consistirá en no poder ID<)ClltL primer libre albedrío consistió en poder no pecar, y el do en no poder pecar. En efecto, tan dificil de perder deseo de practicar la piedad y la justicia como lo es de ciclad. Pues, ciertaIllente, al pecar no mantuvimos ni la ni la felicidad, pero no perdimos la aspiración a la siquiera con la pérdida de la misma felicidad. ¿Se puede negar que Dios, por no poder pecar, carece de libre Una será, pues, en todos e inseparable en cada uno la libre de aquella ciudad liberada de todo mal, rebosante dos los bienes, disfrutando indeficientemente de la los gozos eternos, olvidada de sus culpas y olvidada de nas; sin olvidarse, no obstante, de su liberación de tal que no se muestre agradecida al liberador. . 4.
Se acordará, ciertamente, de sus males pa:sado,
cuanto se refiere al conocinuento racional, pero se
totalmente su sensación real. Como le ocurre al médico experto, que conoce con su arte casi todas las enfer'ffilec de! cuerpo, y, sin embargo, experimentalmente ignora yoría, las que no ha padecido en su cuerpo. Hay, conocimientos de males: uno, por el poder de la mente descubre; y otro, por la experiencia de los sentidos soportan (de una manera se conocen todos los ciencia del sabio, y de otra, por la vida pésima delueu",. hay también dos maneras de olvidarse de los males: manera los olvida el instruido y el sabio, y de otra, el ha experimentado y sufrido: el primero, descuidando su
LA CIUDAD DE DIOS (XXII)
469
segundo, al verse libre de la miseria. Esta última manera que he citado es la que tienen los santos no acorde sus males pasados: carecerán de todos, de tal manese borrarán totalmente de sus sentidos. En cambio, en al poder de su conocimiento que será grande en ellos, les ocultará ni su miseria pasada, ni siquiera la miseria de los condenados. Si así no fuera, si llegaran a ignorar sido miserables, ¿cómo, al decir del salmo, cantarán las misericordias del Señor (Sal. 88, 2)? Por cierto, ciudad no tendrá otro cántico más agradable que éste '.Jlilorifi,ca<:ión del don gracioso de Cristo, por cuya sangre sido liberados. se cumplirá aquel descansad y ved que yo soy el Señor 45, 11). Ése será realmente e! sábado supremo que no ocaso, e! que recomendó Dios en las primera obras del al decir: Y descans6 Dios el dia séptimo de toda su tarea. Dios el dia séptimo y lo consagr6, porque ese dia descans6 todas las obras que habia hecho (Gn. 2, 2-3). :lamlJleU nosotros serelllOS ese día séptimo: seremos nosos:~~:~~:;;a,c~:u~:ando hayamos llegado a la plenitud y hayamos o por su ber;dición y su santificación. Alli con uql,ülidad veremos que El mismo es Dios: lo que nosotros llegar a ser cuando nos apartanlos de Él dando oídos boca de! seductor: Seréis como dioses (Gn. 3, 5), y apartándel verdadero Dios, que nos haría ser dioses participanÉl, no abandonándole. Pues ¿qué es lo que conseguir;lOs sino caer en su cólera? En cambio, restaurados por El y a la perfección con una g-racia más grande, descansapara siempre, viendo que El es Dios, de quien nos llecuando Él lo sea todo para todos. Incluso nuestras mismas buenas obras, cuando son recomás como suyas que como nuestras, entonces se nos a nosotros para e! disfrute de este sábado. Porque si las atribuimos a nosotros, serán serviles; y está escrito del No haréis en él obra alguna servil (Dt. 5, 14). Por eso se por el profeta Ezequie!: Les di también mis sábados como reciproca, para que supieran que yo soy el Señor que los san(Ez. 20, 12). Esto lo conoceremos perfectamente cuan-
470
SAN AGUSTÍN
do consigamos e! perfecto reposo y veamos cabalmente mismo es Dios. 5. Por otra parte, si el número de edades, como el se computa según los períodos de tiempo que parecen sados en las Escrituras, aparece ese reposo sabático claridad, puesto que resulta el séptimo. La primera edad, e! día primero, sería desde Adán hasta el diluvio, la desde el diluvio hasta Abraham, no de la misma durac:101~, contando por el número de generaciones, pues que mas díez. Desde aquí ya, según los cuenta e! ~"~>'¡;C'"U Mateo, siguen tres edades hasta la venida de Cristo, de las cuales se desarrolla a través de catorce generac:101G¡ primera de esas edades se extiende desde ",","",",,111 vid; la segunda, desde David a la trasmigración de ll:lbilorLi: tercera, desde entonces hasta el nacimiento de Cristo carne. Dan en total cinco edades. La sexta se desarrolla al sente, sin poder deternunar el número de generaciones, que, como está escrito: No os toca a vosotros conocer los que el Padre ha reservado a su autoridad (He. 1, 7). U'''p'lés: ésta, el Señor descansará como en el día séptimo, cuando , descansar en sí mismo, corno Dios, al mismo día séptimo, seremos nosotros. Sería muy largo tratar de explicar ahora 'con detalle cada de estas edades. A esta séptima, sin embargo, podemos rada nuestro sábado, cuyo término no será la tarde, sino del Señor, como día octavo eterno, que ha sido consagrado la resurrección de Cristo, significando e! eterno desc:mso sólo del espíritu, sino también del cuerpo. Allí UC,>CdH',""U y contemplaremos, contemplaremos y amaremos, arrlan,mo alabaremos. He aquí lo que habrá al fin, mas sin fin. Pues otro puede ser nuestro fin sino llegar al reino que no tiene 6. Creo haber dado cumplimiento a esta gran obra, el auxilio del Señor. Quienes la tengan por incompleta o excesiva, perdónemne. En cambio, quienes la vean s . congratúlense conmigo y ayúdenme a dar gracias no a sino a Dios. Amén.
Exposición sintética contenido de los libros
continuación se ofrece una exposición sintética de La de Dios, que intenta dar la esencia, capítulo a capítulo, veintidós libros que componen la obra agustiniana. síntesis se presenta con varios objetivos: el primero es al lector alcanzar una idea general, a la vez completa del contenido de esa obra, de modo que pueda hacerse no sólo de la visión de conjunto, sino también de la variedad y hondura de los temas y argumentos que en San Agustín, evitándole, por otro lado, el estancaen pasajes a veces pesados, iterativos o demasiado retóy prolijos. Aunque en este sentido, como todo resumen, de síntesis se ve obligado a veces a sacrificar la belleza forma literaria original para mantener, en pocas palabras, de las ideas, sin embargo, se ha procurado que tales se expresen, en lo posible, en lenguaje agustiniano.
segundo objetivo de esta exposición sintética es servir de lectura a los textos de la selección: creemos que si .colGiulga la lectura de ambas partes -selección y síntesiscaptarse bien el hilo conductor de La Ciudad de Dios y de los capítulos más significativos y densos, encuafácihnente en el contexto de toda la obra y de la [473]
474
SAN AGUSTÍN
parte específica a la que pertenecen, captando con ello sentido. Para facilitar este modo de lectura, los asteri!sc( can que ese capítulo forma parte de la selección de antes ofrecida. Hay que señalar también que los tItUle,. capítulos son, en sí mismos, una síntesis muy re;;m:rucla' Ciudad de Dios, que aparece ya en los manuscritos que tiene su origen en una carta del propio Agustín a en la que le indica cómo debe distribuir los veintidós dos partes y cinco volúmenes 197 •
Primera parte
Contra paganos
197 Epístola 1* Al, 1-2. En; Obras completas de San Agustin, BAC, 1991, vol. XI b, pp. 558-561. Vid et. Retractaciones, n, 43, 1-2. completas de San A,~ust{n, BAC, Madrid, vol. XVI, pp. 115*-116*.
Primer volumen (1-V) los paganos que adoran a los dioses por amor de esta vida temporal Libro 1: Defensa del Cristianismo
El objetivo y el argumento de la obra t~tición
de Marcelino, se defenderá a la ciudad de Dios ahora en la tierra y se tratará también de la ciuy de la oposición y antagonismo que existe entre tener propósitos y destinos diversos,
'de'va.s:tarRoma, los bárbaros por reverencia de Cristo perdoa los adversarios de Cristo . terrena es enemiga de la ciudad de Dios y sin los bárbaros han respetado la vida de sus ciudadanos del nombre de Cristo cuando en la invasión paganos se acogieron al asilo en sagrado. Así, los : Lnst:O son también para sus enelmgos, aunque éstos, los desprecian. [477]
478 2.
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
Nunca se hicieron guerras en las que los vencedores a los vencidos a causa de sus dioses
Esa invasión puso de manifiesto la novedad de la cristiana en el respeto al asilo en sagrado. Los dioses no tenían poder para salvar a sus fieles, como puede el ejemplo de Troya, de la que nace la propia Roma.
3.
Imprudentemente los romanos se confiaron a los dioses que no pudieron custodiar Troya
Los dioses penates no pudieron librar a Troya de trucción y según el testimonio de Virgilio, el mejor no, fueron ellos mismos vencidos. Sin embargo, con incoherencia lógica, los romanos les encomiendan la de su propia ciudad.
4.
El asilo de Juno en Troya no libr6 a nadie de los las basílicas de los Ap6stoles han defendido a giaron en ellas
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
479
romanos perdonaron nunca a los refugiados en los temde las ciudades vencidas los romanos hacían excepciones con los temcuando se actuaba con decencia -como cuando perdonó la vida a los siracusanos, pero les arrasó la o con moderación -COillO cuando Fabio destruyó robar en los templos-; los templos, como el resto quedaban devastados.
que hubo de crueldad en la destrucci6n de la Urbe es propio 'Ia costumbre de la guerra; lo que hubo de clemencia provino
poder del nombre de Cristo de Roma y su saqueo ha estado en perfecta canean la tradición bélica. Sin embargo, lo inusitado del a la vida y a la libertad de los refugiados en los templos las costumbres guerreras y hay que atribuirlo a la gra~l rlornhre de Cristo, que puso freno y ablandó a los mis-
n","MM
La invasión de Roma ha puesto en claro el contraste el poder de salvación que reside en los templos crlSLlanlOS los paganos: los templos de los dioses no sólo no . para salvar a los habitantes de Troya sino que además profanados con el asesinato de sus fieles; en cambio, las cas apostólicas de ROlna protegieron a quienes se en ella y movieron a conlpasión incluso a los inhumanos baros.
5.
César confirma la costumbre general de arrasar las vencidas de los enemigos
Salustio cita el testimonio de César sobre la co,stllm,bn arrasar las ciudades vencidas, incluidos los templos: nada dría librar a los vencidos de la rapiña.
Casi siempre, los beneficios y las molestias son comunes a buenos a malos de Cristo es de tal condición que se ofrece a buenos y malos, a fin de suscitar la paciencia y Jll\rer,;ión. Porque los bienes y males temporales normallos ofrece Dios en común a buenos y malos, para que no sólo los primeros ni se huyan los segundos. 2: Pero más importa es la postura personal ante lo próspero y lo pues allí se manifiesta o la virtud o el vicio.
Las causas de los castigos que azotan. parejamente a buenos ya malos Los buenos pueden sacar provecho del mal que se les crecen en humildad y virtud y son purificados de sus "g""ClaS. 2: A veces los justos son negligentes en reprender
480
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
el mal por miedo a las reacciones de los malos, por no vida perfecta o por respeto hnmano -annque ridad debe tolerarse un mal menor-o 3: Por eso no que l~s buenos sufran los males temporales con los que junto con ellos alnan la vida presente aunque 119 forma. Así pueden, además, ser probados como Job.
JO.
A los santos no se les pierde nada en la pérdida temporales
1: Si se profundiza, se ve que «todas las cosas bien de los que aman a Dios» (Rm 8,28). 2:Así, la desprendimiento de las cosas materiales -que en función de! espíritu, de la candad y del bIen de
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LffiROS
481
"raz'''' para sepultar los cuerpos de los santos obstante lo anterior) los cristianos no desprecian los de los difuntos, porque forman parte de la misma del hombre. Por eso se celebran funerales y se conteJliqlJÍas y sepulturas: no para indicar que los muertos para reaflnnar la fe en la resurrección.
cautividad de los santos, a quienes nunca faltaron los divinos saqueo de Roma se condujo al cautiverio a muchos Pero, como muestran las Escrituras, el cautiverio no
de encontrar a Dios sino que es ocasión de hallar su
ayudan a los creyentes a crecer en perfección, ~omo
se en e! caso de Paulino, obispo de Nola. 3: Nlla apartar a los buenos de Cristo, sino que al c~'~~~:~.~~~; a Él. 4: Incluso e! hambre: si quíta la vida a los bera, y si no los consume, fortalece su sobriedad.
*11.
Fin de la vida temporal, larga o breve
La muerte es inevitable para todos los que han drados a la vida e iguala la vida larga con la br'ev,'. debe temerse si se ha vivido honradamente: lo tenler es lo que viene después de la muerte.
12.
Aunquefuera negada a los cristianos la sepultura de humanos, nada les quita .
1: En el saqueo de Roma quedaron sin ,cl'u"",,,; cadáveres. Pero esto no afecta a la reL,UJTeCC1Lon que esperan los cristianos, porque las honras W'
,'ejcm,'¡o de cautividad de Régulo, tolerada voluntariamente a la religión. Pero no le aprovechó el culto de los dioses da a los paganos testimouío de fidelidad religiosa iti',er'io: juró volver a sus captores si no conseguía el prisioneros propuesto por Cartago, y al llegar a omrenóó al Senado de rechazar el canlbio y, cumplien\mlerlto, volvió a los cartagineses, que le dieron muerte pe,rn1Ít¡¡er,on sus dioses a quien cumplió su jura~éc,,;t1g:o no pondrían al peljuro? Su ejemplo muesel:>al'" sirven los dioses para conseguir el bienestar Alguno puede decir que, en medio de los tormenera feliz en su virtud. Pero esto no justifica e! culto a los dioses por el bienestar temporal. Los santos, en perar,on con fe la patria celestial y se reconocieron sus hogares.
de las vlrgenes consagradas en el transcurso de su ¿habrá contaminado la virtud del esplritu sin conde la 1loluntad? de las vírgenes no supone pérdida de su virsi la voluntad permanece santa, santifica el cuerpo.
482
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
Así, aunque el pudor quedara turbado, la pureza del daba intacta.
17.
La muerte voluntaria por miedo del dolor o la deshO/lrc
Puede plantearse el suicidio como vía de escape a lación. Pero no hay ley que permita quitar la vida tiva privada, y por eso el suicida es homicida; tanto to más inocente era la causa que le llevó a la ejemplo extremo es el de Judas, que a un crimen ¿Va uno a ejecutarse siendo inocente por no sufrir a pable?
18.
La violencia y la pasi6n carnal ajenas, surgidas en el
la v{ctima contra su voluntad 1: La pasión carnal ajena no puede mancillar propia: la es virtud del espíritu que no se pierde por cia sobre el cuerpo, por el contrario: ella santifica el El cuerpo no es santo por conservar incólumes sus sino por la santidad del espíritu.
* 19.
Lucrecia, que se mat6 al ser violada
1: En la violación, la torpeza es del que fuerza, resiste. Lucrecia se quitó la vida tras ser violada: uno solo cometió adulterio»: se distinguen los actos tenciones. 2: Pero en Lucrecia, la venganza cae sobre cometió adulterio: a la casta Lucrecia, violada, la mente Lucrecia y se puso a sí Husma entre los' inocentes, con sus propias manos se dieron lnuerte ron sus vidas renegando de la luz». ¿O la mató consciente de su maldad, y entonces no era casta? realidad la llevó a la muerte fue la vergüenza de cómplice en el crimen de otro si seguía viva. Las violadas no tomaron en sí la venganza de un pues les basta la gloria de su castidad en el testirrtor! conciencia a los ojos de Dios.
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
483
hay ninguna autoridad que pueda autorizar a los cristianos iau,itarse la vida por ninguna causa texto bíblico permite el suicidio, ni siquiera para o evitar el mal o conseguir la iumortalidad.Al connos prohíbe explícitamente: «No matarás». Este manse aplica al hombre, no a los animales o a las plantas.
ejecuciones de hombres que se exceptúan del crimen de ¡omicidio ,er'c!<)n,,, de esa prohibición son ciertos casos señalamismo: sea de forma general por una ley justa investido de autoridad pública se ejecuta a crimisea de un modo particular por la misma fuente de la , ~-lJl()S--. Abraham obedeció un mandato así. No el caso de Jefté, ni el de Sansón.
muerte voluntaria nunca pudo ser propia de la grandeza de no es obra de sabiduda, ni de fortaleza de -aunque a primera vista pueda parecerlo-o Es más . que resiste las dificultades que el que huye dTILClllSO Platón se dio cuenta de que el suicidio no era sino que debía prohibirse. 2: Muchos se suicidaentregarse a sus enemigos, pero no son ejemplo de Cristo, en cambio, no nos ordenó partir así de la vida; es ilicito para los adoradores del Dios verdadero.
ejemplo de Cat6n, que se mató al no soportar la victoCésar sabio, honrado y con fama de fortaleza de ánimo, a su hijo quitarse la vida y esperar clemencia de para no ver la victoria de César. ¿Lo hizo por deshonra, por cobardía? Lo hizo por envidia de César tendría al perdonarlo.
484
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO
*24. Régulo super6 en valor a mucho a ambos
no puede abandonar a los suyos, ni permitir que
suicidio. Y no por amor a esta vida. Si el cristiano no gado a aniquilar a sus enemigos, lllucho menos a sí
No se debe cometer un pecado para evitar otro No puede defenderse el suicidio como medio
otro pecado, pues, por una parte, aquél es cierto y otra, el suicida se priva de toda ocasión de enmienda.
está la esperanza en Dios.
26.
485
estas cosas con sus santos si con ello corre peligro de
Régulo fue más valeroso que Catón, pues como esclavo de los cartagineses antes de librarse de
25.
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
Motivos que los santos han debido tener al realizar El caso de algunas mujeres, honradas en la
mártires, que se arrojaron al río y murieron para
la santidad que les dio y en ellos ama.
debe responder la familia cristiana a los injieles cuando éstos acusen de que Cristo no los liber6 del jilfor de los enemigos
e LrlWestren los paganos a sus dioses. Nosotros mostranuestm, presente en todas partes: en los bienes y en las y nos promete una recompensa eterna. que se quejan del cristianismo están deseando rebosar en , vergonzosas 'ánltíg¡los romanos honestos, C01110 Escipión Nasica revicios de Roma nacidos de la abundancia tras Púnicas. La paz que Roma anhela es la de la coesa abundancia.
honra, resulta difícil de explicar: tal vez su decisión error humano, sino por mandato divino, COll'lO
hamo Nosotros no podemos entrar en la conciellci demás. Lo seguro es que nadie tiene derecho de muerte por su cuenta para librarse de las desgracias les, porque caería en las eternas.
27.
¿Debe desearse la muerte voluntaria por evitar un
escalada de vicios creci6 en los romanos la pasi6n de de dominio llevó a la avaricia y al desenfreno. El que vencer la pasión. Sin vicios crecerían juntas la libertad. Por eso Escipión no toleró que entrara molicie griega, aunque no pudo desterrar los jue-
Podría parecer que el suicidio es el medio para cado. Así podría recomendarse en
el momento má~
quedar limpios de pecado por el bautismo. Pero esto cura y una injusticia. No hay ninguna razón justa para
28.
Razones de Dios al permitir que la lujuria del contra los cuerpos de las vírgenes
1. Las vírgenes violadas tienen motivo de Cristo: si vivían su virginidad sin humildad, han das y corregidas; si la vivían con humildad han sido
de los juegos escénicos escénicos se instituyeron por los dioses, que no
que Escipión, su pontífice. Y por los juegos se Roma la perversión de las costumbres.
't/es:truccii>" de la patria no corrigi6 los vicios de los romanos de ROlln no impide que los romanos persistan en
Por eso los limitaba Escipión, que urgía a una
486
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
defensa de la ciudad no con altas murallas sino con costumbres. Pero ahora los paganos no reconocen sus sus desgracias las achacan a los cristianos.
34.
Hay hijos de la Iglesia latentes entre los paganos y tianos dentro de la Iglesia
La Iglesia debe responder a las acusaci0Iles biendo que entre los paganos hay futuros hIJOS entre sus fieles hay falsos cristianos, mientras dura la nación en el mundo. Por eso, no hay que enmienda de los malos, porque las dos ciudades lazadas y mezcladas hasta su separación al final de taria.
36.
487
'Re5'um,en del libro I paganos que decían que la causa de las desgracias de eran los cristianos, se respondió en el libro 1 mostrando verd,,}er'a causa es el hundimiento moral y espiritual de
La clemencia de Dios templó la ,uina de la Urbe
y si siguen con vida, es por la clemencia de vita al arrepentimiento: los destructores d.e ~oma tado el derecho de asilo en los templos CrIstianos.
*35.
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
Tema del resto de la obra
Para proseguir, se tratará de las desgracias de del Cristianismo; de la providencia de Dios en el Roma y de la inutilidad de sus dioses para ello; de dad del auxilio de esos dioses para la vida de esto se discutirá particularmente con los fil'Jsc,[oS" expondrá la verdadera religión que sirve para la eterna.
la Historia, donde se ¡nuestra que los males sucedían a romanos atando adoraban a sus dioses, antes de que se exla relígí6n cristiana ilnfur,di,cs que el vulgo vierte contra los cristianos -hasla sequía- pueden refutarse tacilmente acudiendo corno se hará en esta obra. Y descubriremos los males causados por los dioses paganos.
adoradores de los dioses no recibieron de ellos nunca ningún honesto, y en sus sacrificios incluso celebraban torpepaganos no se preocuparon nunca de las buenas sus cultos son obscenos y su religión proclama y torpezas.
1sceni
Libro !I: La decadencia de Roma y sus
de los paganos nunca promulgaron normas de buena 1.
El método de discusión que se va a seguir
La búsqueda de la verdad exige una actitud de humildad y rectitud en la argumentación.
nunca se preocuparon del bien material ni espinunca dieron buenas leyes ni orientación al-
488
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
guna sobre el sentido de la vida -que ya Persio corno lo más importante-o
7.
Inutilidad de los descubrimientos filosóficos sin el autoridad divina: al hombre propenso al vicio le los hechos de los dioses que las filos afias humanas
La religión romana no cuenta con el auxilio sof1a, que vino de Grecia y era humana, no divina. genio, los filósofos llegaron a conocer secretos de la leza, normas de conducta y el arte de razonar. Con de Dios descubrieron cosas importantes, y sin esa yeTan en el error. Por eso sería más justo levantar a los sabios corno Platón y leer sus obras, que crueles misterios de los demonios y las torpezas Dánae.
8.
Los juegos escénicos, que no ofenden a los dioses con sentación de sus obscenidades, sino que los aplacan
Si se dice que son ficciones de los poetas, podrían ces los dioses vengarse. Pero han sido los dioses .. introducido esas ficciones corno culto divino.
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
489
tal de engañar a los hombres y perderlos, los demorrrLite:n que se les atribuyan fechorías, iucluso no comeellos.Y los griegos ternnnaron inlitándolos.
admitidos entre los griegos a la administración del EsSeria injusto despreciar a quienes aplacan a los dioses teatrales corno Esquines el orador y Aristodemo a ocupar altas magistraturas en Atenas. Tal vergüenza lógica a los griegos, que aprobaban la celebración teatorpezas de sus dioses y buscaban, corno indica Lamodo de aplacarlos.
romanos se han tenido a si mismos por mejores que SU5 al prohibir a los poetas, respecto de los hombres, lo que les vermit'iercJn de los dioses romanos no toleraron que su vida y honra fuera denilos poetas, pero sí lo permitieron de sus dioses. Esto simultáneamente su honestidad personal y su impieconsideran mejores que los dioses.
no entendieron los romanos que sus dioses, ansiosos de
culto tan lleno de vilezas, eran indignos de honores divinos? 9.
La opinión de los antiguos romanos sobre la represión bertad poética. Los griegos la permitieron siguiendo el los dioses
Los antiguos romanos prohibieron la relpn"ent;¡ció) tral de las obscenidades divinas y de las Pero luego siguieron a los griegos, que la habían obedeciendo a sus dioses, y terminaron por H"WC.W,U tumbres y por seguir el parecer de los poetas antes que justicia.
10.
Arte de los demonios para dañar por medio falsa o verdadera, de sus crímenes
podría argüir que fueron los dioses quienes instiesos cultos infamantes. Pero entonces extraña que tan honestos -que no soportaban la cOl11edia ni el no descubrieran que aquéllos no podían ser dioses. así también su inconsecuencia: desprecian a los acrinden honores a los dioses viles que los actores Los griegos honraban a los actores para honrar a Los romanos se niegan a honrar a los actores. Los concluyen que no se debe hourar a esos dioses.
en una bien organizada ciudad no dejó lugar a los mejor que estos dioses, deseosos de ser honrados con cex'hillicion,es escénicas - .....,J ....
490
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS
1: Platón no pndo tolerar las injurias de los po,et.,;" los dioses y por eso los expnlsó de su proyecto 2: Labeón coloca a Platón entre los semidioses, pero que ponerlo por encima de los dioses, pues condena dad de los poetas e impide que las pasiones que atribl1v<:n dioses sean modelo de conducta de los ciudadanos. 15.
La creación de algunos dioses por los romanos no fue inteligencia, sino de la adulación
Se ve claramente en el caso de Rómulo: al semidiós que trabajó para combatir los males del espíritu, no le un telnpIo, pero el semidiós Rónllüo no sólo tiene que lo han puesto por encima de Neptuno, Plutón y Saturno y recibe los honores de Júpiter y Marte.
16.
Si los dioses pusieran algún interés por la justicia, de hieran recibir los romanos normas de conducta) más pedir leyes prestadas de otros hombres
A los dioses no les interesó nunca la justicia, por romanos, en lugar de recibir sus leyes de los dioses, las de los atenienses -pero no de Esparta, pues no que Licurgo decía que procedían de Apolo-.
17.
El rapto de las Sabinas y otras injusticias que Roma en tiempos incluso llenos de alabanzas
La carencia de leyes divinas en el origen de debía a la justicia y bondad de sus primeros habitantes sugiere Salustio-, pues desde su inicio Roma injusticias y maldades, como muestra el rapto de las las que se engañó y violentó, generando una guerra', Injustos fueron tanlbién los hechos que rodearon la Lucrecia y el destierro de Camilo.
18.
Datos que nos ofrece la obra hist6rica de Salustio tumbres romanas
~ST'~IÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
491
;:;S,¡]w;\10 magnifica los tiempos antiguos de Roma, pero él
reconoce las injusticias de aquella época. La causa de la concordia -entre las dos últimas guerras púnicas- fue a los cartagineses, que manterna a la ciudad en vigilanel bienestar sucesivo arruinó las costulubres y lllOtiVÓ ¡enSlO·nes. 2:Así, Roma se corrompió y se fue pervirtiendo excesos de Sila. 3: Estas desgracias ocurrieron antes del de Cristo; por lo que resulta injusto achacar los ma,'liuestra época a la doctrina de Cristo.
:nrruvetOn de Roma antes de que Cristo haya hecho desapael culto a los dioses los propios autores paganos -Salustio- quienes rela decadencia moral de Roma y atribuyen a ella los sufre. N o estarían en esa decadencia si hicieran caso precep,tos de Cristo.
de felicidad y costumbres de quienes inculpan a la época cristianismo buscan una paz que aumente su riqueza para que sirva para someter al débil, que sólo les sacie que dé pábulo a sus vicios. Y quien se oponga a su es tenido por enemigo público. El modelo de ese! palacio de Sardanápalo. jJd¡,,"'V'
de Cicerón sobre Roma ;íceriin, en La República, pone en boca de Escipión las necesarias para la prosperidad de un Estado, y las concordia entre los ciudadanos en la justicia, de tal concluye, no es posible gobernar un Estado sin Luego, Cicerón define el Estado como «empresa del pueblo como «asociación de personas basada en la de unas leyes», y así no puede haber Estado sin Por eso, cuando Salustio describe la antigua Roma ya no hay Estado, pues el ideal de justicia y virtud
492
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO
había sido abandonado. 4: Cicerón da testimonio sucedía en
el tiempo de Escipión. Pero se verá que,
con esa definición, aquello no fue nunca un nunca hubo justicia.
22.
Descuido absoluto de los dioses en evitar la ntina su depravación moral
1: Roma moría por su corrupción llloral; bían salvarla dándole el remedio a sus vicios. caron su bien, sino su mal. 2: Puedeu aludir a dice que sus dioses se retiraban; pero los dioses zón para retirarse, porque los romanos los hcmraro Abandonaban a la ciudad a su suerte, sin haberse. nunca de ella.
23.
Los cambios en las empresas temporales no o de la hostilidad de los demonios, sino de la por el verdadero Dios
1. Los dioses paganos no contribuyeron a la la desdicha de Roma, como se ve en la historia Régulo: o no quieren o no pueden, es decir, o son inútiles. La verdadera felicidad es la· de los Dios. 2:Y si los demonios tienen en este mundo es dentro de los limites de la Providencia divina.
24.
La actuaci6n de SilaJavorecida, según parece,
1: ¿Por qué los augurios eran favorables a los Sila? Porque los dioses se complacían en esas los dioses son demonios. 2: Esos vaticinios gracias y crÍlnenes, nunca advertían de la ;".,t;c;' ban virtud.
25.
Los espiritus malignos incitan a los homb;e; a interponen su ejemplo, como avalado de que se com.etan crímenes
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
493
presentan los crímenes de los dioses y modelo de las acciones humanas. cambio, da preceptos de virtud. Pero los dioses todas las violencias fratricidas
secretos de los dioses relativos a la rectitud de costum.hientr,ólS en público se daba una enset,anza de todo género se justifican los paganos diciendo que en las mist(;ücas los dioses dan preceptos de honradez. oh"rel1te proclamar el vicio públicamente y la virEsto mostraría que los denlonios se disfrazan de luz para engañar a los hombres. 2: Sin emeonoce en dónde los fieles de los dioses paganos ic<)n,)c<,r una honestidad que no viven.
desagrado, concedido a las obscenidades teatrales para sus dioses, constituye un quebranto de la moralidad br"C1()n,,, de los dioses son actos de crueldad inhua los hombres, tanto en sus costumbres como
cristiana, portadora de salvación vino a liberar de esa esclavitud, de esa infamia -y los malvados se quejan y lamende aquellas costumbres-o
a los romanos para que abandonen el culto de sus epr"u"u la que destroza Roma, si los romanos su gloria tendrán que enruendar sus conDios. 2: Los dioses son demonios malvados,
494
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
en ellos no puede estar la salud de Roma. Sólo apartán, ellos se puede encontrar la paz y la gloria de la ciudad
Libro IIl: los males externos de Roma
*1.
Adversidades que sólo temen los malvados y que padecido el mundo cuando ha dado culto a los dioses
Se va a mostrar que los dioses no han hecho evitar a sus adoradores los males del cuerpo --haml)re medad, guerra, pillaje, cautividad, torturas-o Los mentan las incomodidades pero no su mala vida.
2.
Los dioses, adorados de un modo parecido por nos, ¿tuvieron alguna razón para permitir la Troya?
Hay muchas incoherencias en los relatos de los méricos -como cuando nos los presentan trabajlandoj do del peljuro Laomedonte-- y resulta más grave dioses qne hacerles peljurio.
3.
No es posible que los dioses se sintieran ofendidos terio de Paris, puesto que la tradición 10 hace frecuente
Los dioses no podian defender a Troya, porque vencidos por los griegos. Y no les molestaban los humanos, sino que los alientan ya que ellos mismos ten. Allí están sus divinos adulterios: el de Anquises contra Vulcano, Marte con la vestal -y de dicen que nace Roma-.
4.
Várrón opina que el inventarse los hombres as"en,ii,,"tes resulta ventajoso
El sabio Varrón llega a confesar que todo eso es para infundir seguridad en las grandes empresas
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
495
está probado que los dioses hayan castigado el adulterio de cuando no han vengado el de la madre de Rómulo dioses no les pueden parecer mallos adulterios hu¡.ClJanldc dejan impunes los suyos. Lo pone claro el caso vestal madre de Rómulo, que queda sin castigo de Marte: Los romanos eran más severos en sus los dioses, pues enterraban vivas a las vestales que su voto de virginidad.
¡¡v'an'ici,i,"o de Rómulo, no vengado por los dioses que Troya fue pasada a sangre y fuego por el crimen el asesinato de Remo era un crimen peor: y, así, por qué abandonaron a Troya o qué méritos tuvo que vinieran a ella -aunque vinieron a Roma de Troya-.
de Troya, consumada por Fimbria, general de fne destruida no sólo por los griegos, sus enemigos, sus descendientes, por el ejército romano de Mario, Fimbria ordenó arrasarla, en ambos casos ante la de sus dioses -que resultan así más culpables tr
Roma encomendarse a los dioses de Troya? de Troya la abandonaron. A ellos se encomendó . esos dioses estaban en Roma cuando Fimbria desquizás estaban en Ilión cuando Roma fue saqueagalos ...
vigente durante el reinado de Numa, ¿debe considerarun don de los dioses?
496
Numa, bajo cuyo reinado Roma estuvo en paz, haberse dedicado a buscar a Dios, en lugar de e'sctldriJ misterios de los falsos dioses. La paz no era beneficio sino de! Dios verdadero.
10.
¿Mereci6 la pena ensanchar los dominios de Roma a tanta fiereza bélica, pudiendo haberse conservado en guridad con la misma política que rein6 bajo
Es preferible una estatura pequeña con salud que po gigantesco con molestias. La guerra se justifica ger la vida y la libertad de los ciudadanos, de la ~d""" familia -y por eso el crecimiento de Roma Pero la paz no dependia de sus dioses, sino de los cinos que no la atacaban.
11.
El llanto de la estatua de Apolo de Cumas se crey6 del desastre de los griegos, a quienes no habla podido
Se dice que esa estatua lloró al no poder ov"~·,,, griegos. Numa, al no creer en el verdadero Dios, protección en otros dioses, y por ello aumentó e! romano.
12.
Multitud de dioses añadidos por los romanos, al constituci6n de Numa; su ayuda fue nula
Tras Numa se añadieron muchos dioses y se templos: Júpiter y Esculapio, por ejemplo. Y dioses extranjeros, de toda la naturaleza. Amparada de . no debía ser atacada -pero lo fue-o Su vída era más menos dioses.
13.
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LlliROS
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
Derechos y pactos de los romanos en sus primeros
Los dioses pudieron haber evitado e! rapto de las Al no hacerlo, Roma se construyó sobre matl:inlolniclS mos y sangrientos: las mujeres no se atrevían a llorar
497
ses:in:¡d,}s por no ofender a sus maridos victoriosos.Y en contra sus suegros y cuñados, Rómulo invocaba a
sU
despiadada de Roma contra Alba. La victoria, producto ambíci6n de dominio
la paz de Numa, Roma se levantó contra Alba, la de la que había nacido, fundada por Ascaruo, una gueterminó resolviéndose en la cruel victoria de un Holas Curiacios. 2: Salustio da testimonio de que las surgieron por el apetito de dominio. A sus crímenes «gloria». 3: Los dioses habían abandonado a Alba, ,sÍIlti"ron tanto derramamiento de sangre para formar dos pueblos un solo coágulo.
dice que Rómulo desapareció súbitamente y por ello N o así Tulo Hostilio, a quien fulminó un rayo. Pompilio y Anco Marcia murieron por enfermedad.
.yllilLdU'U,
tuvieron muertes terribles, salvo Tarquinio el Sober-
de su suegro y desterrado de Roma.Y las victorias con tanta sangre apenas habían ensanchado el tede la Urbe.
0p,·im.eros c6nsules de Roma. Uno expulsa al otro de su patria. luego a manos del herido enemigo, tras cometerse en atroces parricidios dice que con el advenimiento de la República, unas leyes justas. Pero él mismo refiere la historia Junio Bruto, que expulsó a su colega y condenó a híjos, en el año inaugural de la República.
que afligieron a la República Romana en sus comienzos, que recibiera ninguna ayuda de los dioses adorados por ella
498
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS
1: El propio Salustio -con auténtica libertad la verdad- cuenta que después los patricios opnrl1Í()t, pueblo, que se retiró a los montes Sacro y Aventino; surgieron desórdenes, rebeliones y guerras civiles. 2: estaban los dioses en aquellas desgracias -la illlmlU,ICl,ilI Capitolio, el hambre, la derrota de Veyes y de los ~a"v,," te, las Horcas Caudinas ...-? 3: Se multiplicaron las -entre otras la de Pirro-.Vinieron enfermedades y y los dioses nunca se ocuparon de Roma.
18.
Desgracias que destrozaron a Roma en las Guerras Inútilmente se elevaban súplicas a los dioses en auxilio
1: Las Guerras Púnicas fueron cúmulo de de,;graci" ciudades y reinos.Y lamentable para Roma, que en una ta perdió a Régulo. 2: Dentro de Roma había ir'lUlld'ldc incendios, como el que destruyó el templo de Vesta nado de los dioses-o
19.
Segunda Guerra Púnica: sus desastrosas coflSe<:uei"ci,¡sestragos en las fuerzas de ambos ejércitos
Aníbal devastaba todo a su paso y desde Canas celemines de anillos de oro a Cartago -la caída de la de Roma era más fácil medirla que contarla-. ~altalJan bres, fondos y armas para la guerra y se tuvo que de esclavos, riquezas privadas y las armas de los los dioses no habían usado para defender Roma.
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LI13ROS
499
afrontado la destrucción con la esperanza de ~terru:dad sin fin.
de MUridates: todo ciudadano romano hallado en Asia estaban los dioses cuando en un mOlnento en Asia por decreto a los romanos y fue la hospitalidad que esos romanos no adoraban a los dioses?
internos que corroyeron a Roma, precedidos de un raro todos los animales domésticos fueron atacados
~nJ!ecimienl'o.·
luego las guerras civiles, o mejor dicho, inciviles,
*20.
Destrucción de Sagunto. Los dioses romanos, a sucumbiendo por su amistad con Roma, ningún au,xilJio taran
Sagunto fue destruida por conservar su fidelidad Resistieron el asedio hasta el final y antes de entr"garse bal prefirieron quitarse la vida. ¿Dónde estaban los los saguntinos fueran cristianos no podría haberse
~an1al:on tanta sangre romana.Y una extraña rabia cayó
'mnf/,:rtn civil provocado por las escisiones de los Gracos buscaban repartir las tierras poseídas injustala nobleza. Pero la rebelión resultó perniciosa: dematanlza, y crímenes de facciones.
500
25.
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS
El templo de la Concordia, erigido por decreto del Senado lugar de las rebeliones y de las matanzas
Debían haberlo erigido a la Discordia. Pero se de la funesta protección de los dioses.
26.
Las diversas clases de guerras que siguieron a la templo de la Concordia
Vinieron después las rebeliones de Saturnino, Druso; y luego las guerras sociales y la rebelión de los
27.
La guerra entre Mario y Sila Mario exterminó a numerosos adversarios suyos,
go Sila se desquitó y e! remedio fue peor que la enferme Era dificil saber cuándo los vencedores hicieron mayor za: si antes de vencer o después por haber vencido. La de Mario trajo la muerte a Octavio, César, Fimbria,-los
¡ÓSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
501
Las innumerables y graves guerras que se sucedieron en cadena antes de la venida de Cristo testimonio de sus propios historiadores, las guerras sido más amargas que el saqueo de Roma. Tras Sila, las guerras de Sertorio y Catilina, la de Lépido y Cala de Pompeyo y César. Y después las de Augusto, en las . Cicerón. Bajo el imperio de Augusto nació Cristo.
C,IJesveyeÜ¡:n2:a de quienes imputan a Cristo los males presentes ,'fto'MJ'P no se les permite dar culto a los dioses, siendo así que, cuando se les permitía, ya existían muchas calamidades adoradores de los dioses filorían asesinados en los llUS-
altares, sin que los dioses los protegieran o vengaran. Todesgracias -y otras, como la erupción de! Etna que Catania o una plaga de langostas que asoló Áfricaantes del Cristianismo. N o las quieren atribuir a sus sino que buscan darles culto para evitar esos males.
Bebio, Numitor, Mérula y a muchos otros.
28.
Victoria de Sila, vengadora de la crueldad de Mario
Pero la victoria de Sila terminó en purgas en las rieron los Marias Viejo y Joven, Carbón, Mucio -degollado en e! altar de Vesta-; y al entrar en la son de paz, mató a siete mil prisioneros inermes y se e! linchamiento de dos mil caballeros y senadores. Todo en plena paz.
29.
Comparaci6n entre la invasi6n de los godos y las de los romanos recibidas de los galos y de los autores guerras civiles Los galos pasaron a cuchillo a muchos senadores,
dos, sin embargo, perdonaron a llluchos' senadores la
en cambio hizo degollar a muchisimos. Nunca ha visto cosa más terrible.
IV: El poder de Roma no viene de los dioses, sino de la Providencia de Dios, que rige el destino de los reinos de la tierra Recapitulaci6n del libro primero Ciudad de Dios pretendía dar respuesta a las acusaciones el Cristianismo como culpable de las desgracias de! Los propios autores paganos muestran que antes del ya Roma tenía desgracias. Se ha mostrado que paganos son deshonrosos por institución de los prosegún testünomo de Varrón.
'KesumE'n de los libros segundo y tercero se!sur1dc libro trata de la corrupción de las costumbres más graves- y el tercero de los males aborrecidos
502
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
por los malvados -los corporales y externos-o han auxiliado a Roma en ningnna de esas desgr'aci,a, la han dañado con sus engaños.
*3.
El engrandecimiento del Estado, logrado sol'arnlp¡o",. las guerras, ¿debe considerarse como uno de los biduría o de la felicidad?
¿Es en sí mismo un bien la mayor duración y Estado? En un imperio grande, la felicidad de sus dificil. Un hombre riquísimo vive siempre angnstí"d ro, preocupado; en cambio, un hombre de clase de paz, de cariño, de tranquila conciencia. Es gobierno de los buenos dure mucho. El gobierno vados revierte el mal sobre ellos nllSlllOS.
*4.
Semejanza entre las bandas de ladrones y los
Si de los gobiernos se quita la justicia, ¿qué sino grandes latrocinios? Como las bandas de leyes aceptadas por ellos. Qne es una mera cuestión se lo dejó claro el pirata a Alejandro. 5.
Los gladiadores fugitivos llegan a tener tanta reino
No hace falta ver con quiénes formó sn Basta ver qne nn puñado de gladiadores huidos ejército con generales en Campania; llegaron a reino temible para Roma misma. ¿A qué dioses
6.
Codicia del rey Nino, quien,para extender sus la guerra a sus vecinos
Justino, abreviador de Trogo Pompeyo, pone Estado en el poder que tenían los reyes por radez y en la defensa de las propias fronteras. Asiria, por ambición de dominio hizo guerras de
SINTÉTICA DEL CONTENTDO DE LOS LlliROS
503
los pueblos de todo el Oriente. ¿No es esto un
terrenos, en sus períodos de auge) ¿reciben el auxilio dioses, y son abandonados por ellos en sus períodos de CírrlpeTio de los asirios fue tan extenso y duradero sin ¿por qué se les atribuye el dominio de Roma? O los traidores que abandonan a los suyos -traición que como Camilo no soportan- o no pueden sos te-
dioses atribuyen los romanos el auge yla conservación de . siendo así que les ha parecido bien poner a un dios al frente apenas de cada cosa decidir a qué dioses encomendar el imperio. Hay por su oficio son incompetentes o indignos para Por otra parte, una sola realidad -las labores del encomiendan a multitud de dioses, cuanto más la
el imperio.
que atribuir la extensión y persistencia del poder romael dios supremo en opíni6n de sus adoradores? dice Varrón, Júpiter se identifica con el único
le han tratado tan mal en Roma y permiten estatuas?
seguidos por quienes han partes del mundo
~signado
diversos dioses a
identificarse con el único Dios un Júpiter y toda una corte de dioses, no ya para los ····~-Tíiniter el aire, Neptuno el mar, Plutón la tiermldlOs otros: Minerva, Saturno, Ceres, Vesta, VeMarte.
504
* 11.
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
Opinión de los maestros del paganismo, según la sos dioses se identifican con júpiter
Es dificil sostener que con Júpiter se mellm:lqlle no ya como Neptuno y Saturno, sino corno "'-:UlIun: na, la Fortuna Barbada, Yugatino o Mutuno. Pero si - y otros- son partes del mismo dios, ¿qué paganos en adorar a un solo Dios?
*12.
¿Será Dios el alma del mundo, y el mundo, a su de Dios? Análisis de esta opinión
Si Dios se identifica con la naturaleza, todo matar cualquier animal se degollaría una parte de
13.
Sólo los seres racionales son partes del Dios gunos
Esta hipótesis se plantea para evitar el escollo es indigno pensar que algunas partes de Dios se vas, injustas, despiadadas ...Y ¿por qué se irritará no le rinden culto, si son parte de sí mismo? Por dioses tienen existencias independientes entre sí. Y debería atribuirse la fundación y progreso de NUllla.,
14.
No tiene sentido atribuirle a júpiter la grandeza de se bastaria la diosa Victoria por si sola para esto) dicen- es diosa
¿Por qué el Estado no es dios? La Victoria 10 para encomendarle las guerras de conquista, sin Júpiter.
15.
¿Es propio de los ciudadanos honrados el deseo de
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LlliROS
505
la cual se han ensanchado los dominios del Estado. de conquista es un medio para los malvados de sU dominio y para los buenos una ineludible necesidad que los perversos se hicieran dueños de los honparticipación tiene en todo esto Júpiter?
romanos han querido que el templo a la diosa Quietud juera de las puertas de la ciudad ¿Por qué razón, a cada cosa y cada movimiento le tienen asignado un dioses para todo. ¿Qué indica tener fuera de la diosa Quietud: que los romanos son inquietos o dioses no se alcanza la paz del espíritu?
reside la suprema potestad, ¿deberá la Victoria ser como diosa? ¡,Victc,ria concede su favor ordenada por Júpiter, ¿por invoca directamente al propio Júpiter?
para distinguir entre Fortuna y Felicidad quienes las por diosas sólo puede ser buena, la Fortuna puede ser los dioses -según Platón- sólo son buenos. ¿Por culto a una diosa que no es buena, sino mala y los malos deberían darle culto.
id'nrt1Jnnjemenina que la imagen de la Fortuna sancionó con su la consagración que le hicieron las matronas. Es del engaño de los demonios.
dominios?
Lo mejor sería que hubiera muchos reinos n~n11<,ií cHicos. Pero la agresión injusta de los malos PlOV'OC1}
y la Fe, honradas por los paganos con templos y propios, dejando marginados otros bienes, dignos igual-
506
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
La Virtud -que induye a la fe- debería ser otros dioses, pero ella misma es don del único tienen altares para la prudencia, ni para la sabiduría.
;1 .
El culto a los dioses, ciencia que Varr6n se gloría de tado a los romanos
Varrón se precia de enseñar a los hombres el dios, para que le puedan invocar rectamente. Más sería que les hubiera enseñado el culto al único y Dios.
23.
de los paganos para adorar a los dones divinos entre pagarlos que reconocen que esas realidades eran doy, al desconocer el nombre del dios, lo llamaque concedía.
Los paganos, al ignorar los dones de Dios, contentado con la Virtud y la Felicidad
La virtud y la felicidad son dones de Dios. Ellas la vida, pues la primera abarca las acciones y la deseos. Con ellas sobrarían Mercurio o Minerva duría es virtud; y también Catio y Lucina, pues nacimiento son elementos de la felicidad. Y muchos' si la felicidad es recompensa de la virtud, entonces Dios. 22.
507
dioses. Pero como es don de Dios y no diosa, quien diosa no tendrá el don de Dios.
mente de culto, si eS que se les podio atribuir divinidad a otros bienes
21,
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LlliROS
Los romanos, adoradores de una multitud de dioses, largo tiempo sin rendir culto divino a la Felicidad. sola, excluyendo a todos los demás dioses
1: Todos quieren ser felices, y sin embargo, Roma se olvidaron de esta diosa -y ella les do-o 2: Se olvidaron también de ella los córlsuJle: tiempo. Pero no podían encontrar la felicidad sin la piedad. 3: Cnando la admitieron, debieron haberla los otros dioses, pues si Júpiter era feliz en su rerna,:lo. ella.Y vale más ser feliz que ser rey 4: Si la IlUlo,,"raIl do en su lugar, hubieran por lógica terminado
a un solo Dios, del cual se presiente instintivamente es el origen de la felicidad, aunque ignoremos su nombre la felicidad sólo la puede otorgar un dios -el de la entonces debían haber abandonado el culto de los y deberían haber intentado encontrar a ese Dios en lugar de adorar a dioses infames y desvergon-
escénicos. Exigencia de los dioses a que fuesen celepor sus adoradores reconoce que eran ficciones de Homero, quien los dioses bajezas humanas. Pero exponian en el tea. y afirmaban que los mismos dioses habían culto. Sus historias muestran que los hombres por coacción de esos demonios para proclanur
isqlJÍsiúones del pontífice Escévola sobre tres clases de dioses que Escévola dividió a los dioses en tres categorías: poética, la fIlosófica y la del Estado. La primera es '~g¡m(ia inconveniente para el Estado -pues 11lUestra no son dioses y le parece conveniente tener al ,ng;añad,}--Y aunque considera falsa la primera, no la
508
28.
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
¿Les sirvió de algo a los romanos el culto a los quistar y acrecentar sus dominios?
Esos dioses nunca tuvieron poder para Roma, que uo podía haber sido Estado si hubiera contra al verdadero Dios. Y si sirviera de corazón a la mejor nación del mundo y recibiría un reino
29.
Palsedad del augurio que parecía mostrar la fortaleza lidad de Roma
Dicen que Marte, Térl11Íuo y Juventa se nel,aton su sitio a Júpiter y con ello significan que las LU:"4'U' tensión y juventud de Roma no tendtÍan fin. bien, la interpretación pone a Roma en rivalidad y es además falsa, como muestra la historia: el ejiTcito fue vencido muchas veces, por ejemplo contra los quienes cedieron tres provincias en los días de Aclri,mo tarde de Juliano.
*30.
Opiniones sobre los dioses paganos expresadas por adoradores
Cicerón, siendo augur, despreciaba los augurios que otros también se indignaban contri las . poetas y las supersticiones. Frente a ellas, prefiere la estoica.
*31.
Varrón rechaza la opinión del pueblo y se muestra del culto a un solo dios, aunque personalmente no llega cimiento del Dios verdadero
1: Varrón reconoce como divinos los juegos esc:enlC embargo, sostiene que no es partidario de ellos y que mover al pueblo al desprecio de los dioses. Pero luego hay verdades religiosas que no coliviene que sepa el 2: Reconoce que sólo han llegado a la verdad quierles' que Dios es el alma que gobierna el mundo con m'OV1W y ley y arremete contra el culto a las imágenes.
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LlliROS
509
de utilidad que las autoridades de los gentiles pusiecomo pantalla para mantener la falsa religión entre los puea ellos sometidos Va:rro,n que al preferir la tradición poética a la filosóig,ob"rrtantes utilizaron la religión como instrumento imitando a los demonios en sus engaños.
períodos tanto de reyes como de reinos están regulados topar la decisión y la autoridad del Dios verdadero es el autor y dispensador de la felicidad y rige con su todas las cosas y la felicidad verdadera sólo la otorS 0l1er1lu,.Tal l11Ísterio lo reveló ya en el Antiguo Testaoculta en su seno el Nuevo.
judio, instaurado y mantenido por el único y verdadero mientras el pueblo permaneció en la verdadera religión multiplicó a Israel en Egipto y lo sacó de alli, sin de multitud de dioses. Sin acudir a Neptuno atravehebreos el mar y sin las ninfas bebieron agua en el lo recibieron del único Dios y si hubieran sido reino setÍa más feliz que el de Roma.
V: Sobre el destino y la presciencia divina y la providencia de Dios sobre Roma
que la felicidad es don de Dios, hay que ver ahora la la que Él dispuso el Imperio Romano.
lm;perio Romano y todos los demás reinos no se han origifiJYI!uil~an:lCnte, ni dependen de la posición de las estrellas de la grandeza de Roma es la Providencia divina, éás;ualidad ni el destino. La posición de los astros no de-
510
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
termina la historia hUlnana -ni mucho luenos divina-o
2.
para que uno tuviera una forma de vida y otro
La salud de los mellizos, unas veces parecida y
_"'"'""'," de distinto sexo
El caso de los gemelos -corno los que estudió Hipócrates- no permite vincular a los posiciones personales: ambos nacen bajo el mismo índoles propias son parecidas o no. El corto espacio entre uno y otro no justifica ni un cambio tan identidad completa, 3.
Argumento del torno del alfarero, que el aSI'r61,020' liz6 en la cuesti6n de los gemelos
l\¡le,
N egidio quiso resolver el dilema poniendo contiguas en una vasija que giraba en el torno. Al torno, las marcas estaban en lugares diversos, y Np('ricli. có que así ocurría en los movimientos del cielo. resuelve la cuestión: porque si tanto varían las astrológicas en los gemelos, cuánto más en los que
4,
Esaú y jacob, gemelos: sus profundas diferencias de actuací6n ,-
Jacob y Esaú nacieron tan seguidos que uno tenia pie de! otro, Y sin embargo, su vida y condncta rnen'lente distintas. 5,
511
puede explicarse por los astros la concepción en mtJelmr'O de gemelos de sexo diverso?Y en género de
tamlJién muy distintos. Podernos admitir cierto influel orden fisico, por ejemplo las estaciones, Pero no {mltir:,e que la voluntad, arraigada en e! espíritn, esté movimientos de los astros.
del dla de la boda y del dla de la siembra o de plantar
en. el campo se fija la boda o la siembra en un día considerado por los astros, se niega la fatalidad de los astros, pues for;arldo un destino nuevo sobre el destino establecido por e! dia del nacimiento. Si los astrólogos acierpensar que lo hacen por influencia de los espíritus que buscan engañar a los hombres,
quienes dan el nombre de destino no a la posici6n de los sino a la concatenaci6n de causas que penden de la vade Dios Séneca identificaba los hados con la voluntad del Pa-y con él los estoicos-o
Métodos para convencer a los astr6logos de la ' cientlfica de su profesi6n
presciencia de Dios y la libre voluntad del hombre contra la for¡mulaci6n de Cicer6n
El caso de los gemelos de Hipócrates muestra que
negar el valor de astrólogos y adivinos, Cicerón conocimiento del futuro en el hombre y en Dios esta forma negaba la presdencia divina-.Y COTIla nn,,",,p,ntp admitir que Dios exista y negar que conozca estuvo de negar a Dios. Todo para defender contra los hados. Para los cristianos están en pie las
janza está en la cOl1lplexión natural, lnás que en la
los astros. Hay además muchas variables que no puede! tatarse, por ejemplo, el momento de la conc:ep'ci()n. fueron concebidos en el Husmo mOlnento, no astrológica para que uno naciera antes y otro de:sptlé:
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
512
dos cosas: la libertad personal y la presciencia lm'fm" rón teMa que si el futuro era conocido, tenía que un orden establecido, determinado; con lo cual la anula y se derrumba la vida humana. 3: El cristiano Dios conoce todo antes de que suceda y que hay hacemos voluntariaJ:1lente: Dios conoce nuestras
bres. 4: Cicerón se contradice cuando admite la te, que puede ser conocida por nosotros o no. La seres que produce sin ser producida es Dios. '-"H',ca ducen pero son producidas -como los espíritus creados-o Las causas corporales que más bien son que producen ellas, no hay por qué nombrarlas eÚcientes, dado que todo su poder reside en la vn,l",,¡ espíritus que se valen de ellas.
* 10.
¿Hay alguna fatalidad que tenga dominada humana?
1: Si necesidad es lo que no está en nuestra tad, como causa de nuestro buen o mal vivir, no a necesidad. Si la necesidad es 10 que hace que j",;C,)S~, que son, nuestra voluntad libre está sometida a ella: . riamente libre. 2: La presciencia de Dios es real: de mi elección libre. Por eso tienen valor las súplicas.
*11.
La providencia universal de Dios, cuyas leyes
dejara sin su providencia los reinos humanos.
Conducta de los antiguos romanos, que les verdadero, aunque no adorado por ellos, el crecmm poderío 1: Salustio da testimonio de que la pasión por
telúan los romanos logró someter otras
513
a su patria libre y señora del mundo. 2: Da testimonio dos grandes: Catón y César, eminentes en su virtud y en su deseo de dominación el segundo. Y Virgilio dominación un destino. 3: Por esa gloria dominaban y se entregaban a la virtud y al honor. 4: Catón que César, pues buscaba más la virtud que la gloria. exhortaba a la virtud. 6: Pero ya en ese tiempo, los se habían corrompido por el lujo y la indolencia.
a la alabanza es un vicio. Pero al servir de freno a otros mayores, se le considera virtud dispuso que hubiera un imperio en Occidente había dispuesto en Oriente- para atajar los manaciones. Los romanos buscaban el honor y la pero amaban a su patria y así el amor a la alabanza vicios más viles. ~lígaci,6"
de cercenar el amor de la alabanza humana, puesto toda gloria del justo está en Dios debe resistirse, puesto que el amor de alabanza que el amor de justicia y la justicia exige rendir la como hicieron los Apóstoles. Los romanos, en ciudadanos de la ciudad terrena y la Únalidad que era defenderla: ¿qué otros valores iban a amar, sino la que pretendían sobrevivir?
10
Dios creó las cosas grandes y pequeñas -los les e irracionales- con admirable orden, es inó'once!
* 12.
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LlBROS
temporal con el que Dios recompensó de 105 romanos
105
sanas cos-
no luchaban por merecer la ciudad celeste, su repodía estar allí. Por eso tenía Dios que recomesfuerzos con la gloria de la ciudad terrena: al dilatar lian cobrado su paga.
de los santos moradores de la ciudad eterna, a son de utilidad los ejemplos de las virtudes romanas
514
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
El imperio romano se ensanchó no sólo como hijos, sino también para que los hijos de la aprendan a amar su propia patria -que tiene eternas-o
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
515
yen lujuria -como Nerón-. La pasión de glodominio las modera la verdadera piedad.
las virtudes a la gloria humana es tan vergonzoso someterlas a las pasiones corporales
17.
Las guerras de Roma:Jruto que le reportaron y vencidos
1: Aunque hubiera sido mejor conseguirlo dia -sin Belona y sin Marte-, las guerras de Kc)ma' sus leyes al mundo, establecieron una comunidad mantuvieron a la plebe que no tenía campos prc)Pl.OS. te de la vaciedad de la gloria del mundo, los eran muy distintos de los vencidos. Para los Cfllstlanc)S manos son ejemplo del esfuerzo y la lucha que se por amor a la patria.
18.
Cuán ajenos deben estar los cristianos de jactarse por algo por amor a la patria eterna, cuando tantas ron los romanos por la humana gloria y la ciudad
1. Así, cuando vemos a Bruto despreciar los nos por amor a su patria, descubrim.os que la buscamos sólo está en Dios. 2: Lo lrusmo seejemplos de Torcuato, Camilo, Mucio, Curcio, Marco Pnlvilo, Régulo, Lucio Valerio, Cincinato y firmeza y austeridad de aquellos hombres mantenía blica rica y segura. 3: Así, ese imperio sirvió de sus aspiraciones y para los cristianos es lección vergonzoso no practicar la virtud por la Ciudad
*19.
Diferencia entre la pasión de la gloria y la pasión
A veces van unidas. A veces la pasión de la camino de la honestidad. Pero en ocasiones va sía y la doblez. Por eso es virtud despreciar la nión de los hombres -pero no su salvación-o desprecia la gloria y se desea el dominio, se supera a
sfilóso±cls de la virtud desprecian a los filósofos del placer hacen de las virtudes esclavas del placer. Pero ellos parecido: ponen a las virtudes como esclavas de la lwnana. De ambas cosas se libra el que ama a Dios.
iI",bCiranía de Roma ha sido dispuesta por el Dios verdadero quien viene todo poder y cuya providencia lo gobierna todo dispone los reinos de la tierra para buenos y malos, parece; y el del cielo para los buenos. Por esa prodispuso que Roma creciera y dominara -como los Asirios y con los hebreos-.Y lo que hizo con lo hizo también con las personas: entregó el poy a César, a Domiciano y a Constantino y a
duraci,'n y el desenlace de las guerras penden de Dios y la misericordia de Dios se valen de las guerras o' consolar a los hOlubres -en el primer caso, son
como la guerra contra Mitrídates; en el segundo, como la tercera guerra Púnica-o
de los godos, Radagaiso, adorador de los demonios, derrosus poderosas tropas en un solo día pretendia atacar Roma y fue derrotado sin baEra un castigo a la degradación moral de Roma, ¡'c()nt:uv'o su indignación y mostró a los adoradores lhc>nic)s vencidos rotundamente.
516
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL ~""n'",c~,~ ~m
24.
Felicidad de los emperadores cristianos.' su aUl:em:iri,1n
La felicidad auténtica de los emperadores no largo reinado sino en un gobierno justo y c!"mente, mete su poder a la majestad de Dios al cual amany reinado que espera en otro reino eterno.
25.
Prosperidad concedida por Dios al emperador tantino
Dios dispuso que Constantino reinara para nidad del culto a los demonios. Siu adorarlos años, construyó una ciudad hija de Roma, "om,>,."f, rio. Después de él, para purificar la intención de dores cristianos, Dios privó de la felicidad temporal' y a Graciano.
26.
Fe y religiosidad del augusto Teodosio
1: Teodosio acogió a Valentiniano, pudo der[(ltar;; lila y a Eugenio -a éste más con la oración que mas-, derribó las estatuas de Júpiter, fue piadoso y apoyó a la Iglesia. Hizo penitencia por la represalia salonicenses. Su recompensa es la eter~a felicidad. respuesta a los que creen que es necesario adorar por los bienes después de esta vida. Con estos . ha respondido ya a quienes afirmaban que era les culto para conseguir bienes en esta vida. Y dríamos rebatir a quienes parece que están pneP
Segundo volumen (VI-X) los paganos que adoran a los dioses en esperanza de una vida inmortal Libro VI: Varron y teología fabulosa
riUlenos cinco libros refutaron la opinión de los que dioses para ganar su favor en esta vida. Su acusa-
los cristianos carece de rectitud de reflexión y y rebosa de temeridad y cólera.
afirman que no dan culto a los dioses por esta vida sino por la eterna les faltó valentía para proclamarlo, los filósofos los errores de la religión pagana. 2: Es inútil eseterna de unos dioses que no tienen poder ni dar beneficios temporales. 3: En la discusión anque no pueden sostener los reinos temporales, la vida eterna. 4: Tampoco tiene sentido adorar [517]
518
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
a esos dioses por la vida eterna, cuando sus oh',h"" den ser para esa vida ~y aun para esto son mlItlles~
2,
Opinión de limón sobre los dioses gentiles, H",bierh reverente callar que revelar lo que reveló
Cicerón y Terenciano testllnonian que Varrón más sabio.Y, sin enlbargo, recomendó y conservó
dad el culto infame de los dioses, hostil a la
3.
Divísi6n de la obra varroniana. «Cosas y divinas»
De sus cuarenta y un libros de Antigüedades, tratan de lo humano y dieciséis de lo divino, con entre hombres, lugares, tiempos y cosas. Así, en los las cosas divinas, trata de los sacerdotes, los ternpl.o sacros, las fiestas y celebraciones y los dioses.
4.
Autoridad de lo humano sobre lo divino, según
1: Pero se ve qne por alli no se alcanza la vida el propio Varrón reconoce que primero fneron las luego la religión, de donde lo humano tiene lo divino -pero la religión verdadera no procede terrena-, 2: Por otra parte, se contradice, pues la religión pagana ha sido establecida por los afirma que la naturaleza de los dioses es anterior a En realidad, no quiso anteponer las cosas falsas a pues, de hecho, escribió primero sobre lo hllmaD.! sobre lo divino.
*5.
Tres géneros de teologia según Varr6n: uno, natural, y el tercero, civil
1: Divide la ciencia de los dioses en nútica o ca o natural y civil. La primera, que es la qne poetas, la censuró como luentirosa e indigna de los'
DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
519
culpabilidad en la segunda, pero la recluyó en y la desterró de la calle porque el vulgo no puede 3: La tercera es la que está instituida en la ciudad porque coincide con la mítica-o
teo'foJita mltica (esto es,jábulosa) y la civil, contra limón se contradice: quiere adorar a los dioses de lateoy se ve forzado a adorar a los de la ciudad -que de la teología fabulosa que ha reconocido falningún modo puede esperarse la vida eterna de los h"l"s,>s o civiles, que se cOlllplacen en crínlenes. 3: quería que la teología civil fuera un intermedio labl11o"a y la filosófica, al fiual el culto de los templos las depravaciones de los teatros.
nd,an"a y concordia entre la teologla fabulosa y la civil ite()logía civil está en perfecta armonía con la fabulosa: mismos, con sus mismos atributos, y el propio ,:reconoce. 2: Los demonios están empeñados en engatabulas a los hombres. 3: Si fueran sólo tabnlas de celebrarían los sacerdotes en los templos con mistorpes que las representaciones teatrales.
i.IV,'etacio¡',es de las razo11CS naturales que sobre sus dioses dar los doctores paganos a nn simbolismo de la teología civil en relación 'ftUlral<,za' Saturno sería el tiempo que devora a sus se sigue rechazando la teología fabulosa que dio civil: son alubas la mis111a.
de cada uno de los dioses oficios de los dioses son una bnrla de la como muestra el caso de Líbero y las bacanales.
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO
520
2: Parece que se rechaza la superstición, pero dioses protectores contra los dañinos. 3: Así, .
intimidad del matrimonio una multitud indigna La teología fabulosa coincide con la civil y sus reflejados en ambas. Por eso no se puede esperar la de ninguna de ellas. 5: En la enumeración de los . oficios, Varrón no encoluendó la vida eterna a
indicar sutilmente la superioridad de la teología
* 10.
Libertad de Séneca, que reprende con más ardor la que limón la fabulosa
1. Séneca rechaza la teología civil tachando de unos dioses que se aplacan con crueles
se ha demostrado, no existe divinidad en la teología ¿podremos encontrarla en los dioses selectos? . pensarse que la felicidad eterna la dan los grandes Habrá que ver quiénes son y si en verdad pue-
elegidos, y su posible exclusión de los ojidos de los dioses ,V'lrnJn, los dioses selectos son veinte: Jano, Júpiter, Mercurio, Apolo, Marte, Vulcano, Neptuno, Líbero, Telus, Ceres, Juno, la Luna, Diana, Minerva,
¿En virtud de qué se han elegido?
.
ba el culto de Osiris y del Capitolio como actos de 3: Varrón no se atrevió a ello. Séneca lo rechazó pero lo practicó por respeto a la ley y a la costum1:,re.
11. Juido de Séneca sobre los judíos Séneca censura el sábado como superstición
aunque admite que -a diferencia de otrossa de sus ritos. No habló de los cristianos.
12.
521
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
Descubierta la vanidad de los dioses gentiles, duda que no pueden dar la vida eterna a ayudan ni a la misma vida temporal
N o pueden dar la felicidad eterna dioses que se cúmenes tan horrendos. No dan ni la felicidad
razón alguna para la selección de dertos dioses, ya que un papel más excelente a muchos dioses inferiores generación del hombre, Jano, Saturno y Ceres importancia que Vitumno y Sentino -que dan sentido-o La teología civil tiene una enorme
COD-
las ocupaciones y rango de los dioses. 2: Por eso su elección se debe no a sus funciones sino a ser que otros por el pueblo. Pero el juicio del vul-
mejor a los dioses inferiores, que se vieron libres· de que a los selectos, abrumados de torpezas todos los selectos tienen crímenes, en cambio, menon" --innumerables, pues los hay para cada cada oficio- son tan desconocidos que resultan
Libro VII: La teología civil
más secreta de los paganos y explicaciones físicas Prólogo La importancia de la verdadera religión está en plenitud de la vida.
dice que las estatuas de los dioses simbolizan el Pero en otro lugar afirmó que los primeros
522
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL C()N'rEI~I[)OIlE!
que hicieron estatuas abrieron el camino del
dioses fueran partes del alma del mundo, toda la natural. Pero la teología civil y mítica no llega alma del mundo.
*6.
introduce partes en el caSillOS, con sus alnlas éter y aire, agua y tierra finne-.
¿Fue conforme a la razón separar las }' Término?
Si Jano, como dice Varrón, es el mundo y el hay razón para separarlo de Térmíno -los sas-. Es incongruencia, además, porque lo llnport~1 nunar las obras.
8.
523
la distinción entre jano y júpiter? y Júpiter son el mundo, pero mundo hay nno,. la es lnanifiesta, a no ser que sea
el nuSlllO dIOS
.asIJec:tos. Pero entonces Júpiter puede ser todos los confirma Sorano-.
Afirma Varrón que Dios es alma del mundo; en sus partes tiene muchas almas de naturaleza
Varrón sostiene que -en analogía con el es el alma del mundo y que el mundo es
7.
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS UBROS
Por qué motivo los adoradores de Jano que hiciercrn bifronte quisieron también que apa(eciera cu,¡arttron
Las dos caras, según Varrón, tienen relación hombre -interior y exterior-, mientras que
refieren a las cuatro partes del mundo -pero hay contradicciones en su teología-o
de júpiter que hacen referencia a uno solo, no dioses llamado a Júpiter de muchas formas, en función aspectos suyos. Luego, en~onces, habría que ide~
único Dios a todos los dioses, en lugar de multlnecesidad.
también se le llama Pecunia a llamar a Júpiter «dinerm), porque «suyas son Pero es nlás bien ofensa, pues indica avaricia ~aso deberían llamarlo «riqueza}} y aun nlejor «sa-
ix:p,licclCió'n de lo que son Saturno y Genio los identifica con. es la semilla de todas las cosas y Genio lo que y las engendra, entonces, estos dos dioses son taluespíritu del mundo.
de Mercurio y Marte 9.
Poder de júpiter y comparación. con jano
1: A Júpiter se le atribuyen las causas eficientes no se ve clara la prelación que tiene Jano. 2: SI Jano do, tampoco se ve claro qué sea Júpiter: si el alma una parte de él o todo el universo.
e! dios de la palabra, se identifica con Júpiter, que soberanaluente. Marte, en calubio, porque la guea la paz y a la felicidad, no es ni siquiera dios.
:alf'una.s estrellas a las que los paganos pusieron el nombre dioses
524
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
Mercurio y Marte son astros, pero tarnbiérl Jíip es el mundo- y Saturno y Venus -que brilla ter-, Entonces tendrían que ser dioses también ciones del zodiaco.
16.
Sobre Apalo, Diana y restantes dioses celestes partes del mundo
Apolo es el sol, Diana la luna, Vulcano el las aguas, Orco el interior de la tierra, Líbero y semillas, Minerva las artes, Vesta la tierra y el parte del mundo, y el mundo se identifica ~~H J' "}"'\ sola cosa se hacen muchos dioses.
17.
También Varr6n expres6 con ambigüedad sus los dioses
Siguiendo a ]enófanes, no se atreve confirmar la teología civil, sino que se mueve en el esc:er'ucisl'l tataba la existencia del mundo y de su orden; bierno de una fuerza invisible y poderosa, pero no afirmar que Jano o Júpiter son el mundo.
*18.
Causa más creíble de la propagación del pa,\,anismo,
La adulación llevó a presentar como hechos hechos humanos: es más fácil que un muchacho se del trono a su padre que admitirlo en lo divino.
19.
Interpretación sobre el culto de Saturno
Varrón refiere que Saturno devoraba a sus semillas vuelven a la tierra. Pero las int;erpn'taci(lll~ consistentes y vacías.
20.
Los misterios Eleusinos de Ceres
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
525
sólo interpreta la fábula de Proserpina, de donde fec:undJ.(iad de la tierra.
velgonzosos ritos en honor de Libero se daba culto a las partes pudendas masculinas, torpeza. Aquí se ve cómo el alma inmunda ocasión de multiplicar los dioses para aumentar sus
:sCI:WLlU
Salacia y Venilia también la perversidad en la adoración de los dos una misma ola -cuando viene y cuando va-: en demonios que pervierten a los hombres.
la Tierra, que Várrón confirma por diosa, porque el alma mlma'o, que tiene por dios, penetra también esta parte baja cuerpo y le comunica una fuerza divina a la tierra conlO diosa lleva a incoherencias y más que se le asigne gratuitamente algún tipo 2: Si la tierra es diosa, tendrá que identificarse con Júpiter antes de diversificarse en otros dioses Telumón, Altor, Rusor- que sólo indican aspectos realidad.
íYeflOn1IJYes de Tellus y su significación. Aunque signos de cosas, no debieron autorizar la creencia en muchos
la tierra tenía que recibir cuatro sobrenombres, no en cuatro dioses. El propio Varrón reconoce que la única realidad. 2: Los misterios de la gran madre, y crueldad -la diosa de la fecundidad exige de sus devotos-, no pueden dar la vida eterna.
526
25.
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO
Interpretaci6n de los sabios griegos sobre la mé,til"d&
Varrón no explica el caso de Atys, por quien se galos en los misterios de Ceres. Porfirio explica que la caída de la flor sin el fruto.
*2 6.
Sobre los torpes misterios de la gran Madre
Varrón omite también comentar las depr"VaCÜ'! invertidos en los misterios de Ceres. Realmente la superó a los otros dioses en perversiones. Dicen refiere al mundo. Los cristianos adoran a un Dios cho el mundo.
*27.
Ficciones de los físicos, que no rinden culto a la nidad, ni practican el culto a ella debido
1: Como Evémero afirma, los crímenes de los. tan que en un origen fueron hombres. 2: Si se argumentos fisicos que los paganos atribuyen a concluye que esos dioses se reducen a una natm,al"za incompatible con el ser divino: si se adora al adora aDios.Y si se adora a Dios, no se adora con crímenes. Pero esa teología civil con sus ve:rgiier,za>;: ción de los demonios.
*28.
Desacuerdo de la doctrina teo16gica de Vctrr6n
A pesar de sus esfuerzos, no consigue dar gica a la teología civil: los dioses no pueden . dad, ni pueden identificarse con el mundo, vado puede ser verdaderamente piadoso.
*29. Todo cuanto atribuyeron al mundo losfisicos ha único Dios verdadero Porque Dios creó el mundo, toda alma y todo eso los cristianos adoran a Dios, no al cielo ni a la
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
527
Ilú!iosidad que distingue al Creador de las creaturas, para no de uno a tantos dioses, cuantas son las obras del es único y verdadero Dios. Lo que los paganos atridioses, lo hace sólo Él, autor del hombre y del ordena su curso con su providencia. Los atributos dioses están en él. Está en todas partes sin confunLlena el cielo y la tierra con su presencia, no indigente.
IJ;lUCfl'J'
que) además de los generales, concede Dios a los sede la verdad de darnos el ser y sostenerlo, no nos abandona en sino que nos envió a su Hijo único para purillevarnos a su descanso eterno.
,cro'menw de la redenci6n de Cristo no falt6 nunca en los pasados y fue proclamado con signos diversos ~Ulacllado desde el origen por los ángeles, estuvo preilpueiblo hebreo -que fue dispersado para llevar las a toda la tierra- y se cumplió en Cristo.
religi6n cristiana pudo descubrir el engaño de los espiri'11Ot!ig'tos, que se alegran con los errores de los hombres' isti,mismLo ha dejado en claro que los demonios depor dioses y así han propiciado la idolatóa. Las de Varrón son insuficientes.
de Numo Pompilio que el Senado mand6 quemar para conocidos los argumentos de los misterios sagraellos contenidos
"P'."'"
(eS(illlOllla que Numa había indagado y escrito sode los misterios y había ocultado esos libros
528
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO
que el Senado mandó destruir cuando los de,;cubrio ría el error y la ignorancia a revelar la fuente de -los demonios mismos, cuyo poder destructivo se
35.
Sobre la hidromancia, por la cual Numa se vio visi6n de algunas figuras de demonios
Dice Varrón que Numa consultó artes ,rli"ir,"" tas por los muertos. ¿Qué descubriría con ellas enterrarlo? O eran tan inmundas que no podían ya revelaban que los dioses no eran dioses.
Libro VIII: La teología natural y la t'tl'osofía
* 1.
La cuesti6n de la tea logia natural debe discutirse fas de doctrina más elevada
Filósofo es el amante de la sabiduría, y si ésta . verdadero filósofo es el que ama a Dios. En esta remos con aquellos filósofos que buscaron mejor los qne -superando a Varrón-- buscaron a Dios del mnndo: Platón y sns seguidores.
*2.
529
numerosos discípulos que intentaban aclarar su a veces totahnente contrarios unos a otros.
principal de S6crates fue Plat6n; éste dividi6 toda en tres partes de seguir a Sócrates, viajó lllucho y conoció las
Egipto y de los pitagóricos. Unió la contemplacon la acción socrática. Dividió la filosona en
la tea logia hemos de tratar principalmente con los plat6cuyo sentir debe anteponerse a las doctrinas de todos los Platón dice que el sabio es el que imita, conoce se distancia totalmente de la teología fabulosa y muy cerca de nosotros -nlás que ningún otro Resulta superior a Varrón con todas sus interprea todos los filósofos: a los físicos, a los epicúreos y
Dos escuelas filos6ficas: la itálica y la j6nica; sus
La escuela itálica tuvo como fundador a escuela jónica lo fue Tales de Mileto -nno bias-o Tras él vinieron Anaxinlandro, 1ula1cÍnletles:," ras, Diógenes y Arquelao, de quien fue maestro de Platón.
*3.
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
Doctrina de S6crates
Sócrates cambió la orientación de la filosofía leza a la eurnienda y ordenación de las costumbres. la causa primera estaba en Dios y qne sólo podia la nna inteligencia limpia. Fue injnstamente
amrento de los plat6nicos en la parte de la filoscifía llama:brieron qne Dios no puede ser cuerpo ni sometido a una existencia simplísima de la cual procede el ordenado de las cosas y la vida. Identificaron el ser su vida, su entendimiento y su felicidad. Dividieen lo inteligible y lo corpóreo y prefirieron lo segundo. Constataron diversos grados de belleza y existencia de la belleza en sí misma, que era prinlo demás.
530
*7.
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
Los platónicos aventajan con creces a los demás en decir, en la filosofía racional
Mientras los epicúreos y los estoicos se quedan nacimiento sensible y contradictorio, los pl:lté,rúco:;dl
ron lo que contempla la mente de lo que perciben
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
531
n_~'a.,"
con las del Filósofo, ni las de éste con la traductextos al griego. Algunos indicios mueven a pensar por intérpretes los originales y así pueden apuntarentre el Génesis y el Timeo o entre la revelación divino a Moisés y la metafísica platónica.
y así afirman que existe una luz para conocerlo
*8.
También en la filosofía moral los platónicos tienen
Puesto que el hombre está formado de alma y fIlósofos pensaron que su bien supremo tenía que ahna o del cuerpo o de los dos. Pero los platónicos que tal bien sólo podría venir de Dios.
*9.
Sobre la filosofía que está más cerca de la fe cristiana
Así, los filósofos que han reconocido al verd"dé como principio de la naturaleza, verdad de doctrina de vida, platónicos o no y estén donde estén, deben a los demás y están más cercanos al Crisbanislllo
*10.
Excelencia de la religión cristiana entre las disciplinas
1: Aunque el cristiano ignore las doctrinas de los sabe que buscan la sabiduría, y los trata con caut"l,!'; pueden equivocarse, aunque reconoce que pueden conocimiento de Dios -en lo que los fIlósofos coj¡OlCi< los cristianos-o 2: Puede el cristiano ignorar las 10sófIcas, pero sabe que Dios es principio de la la doctrina y de la gracia, por quien alcanzamos la Por eso coincidimos con los platónicos.
*11.
Cómo adquirió Platón la inteligencia que le acercó cristiana
A veces se piensa que Platón pudo oír a Jeremías o leer allí los textos sagrados. Pero no cuadran las
los platónicos, a pesar de su recto concepto del Dios único y pensaron que se debían sacrificios a muchos dioses conocerlo también, como dice San Pablo, porque «lo de Dios resulta visible en sus obras» (Rm. 1, 19-20). su concepto de divinidad lo hizo célebre en la hisgeneró posteridad: Aristóteles, fundador de los periEspeusipo y Xenócrates, que continuaron con la y los «platónicos» Plotino, Jámblico, PorfIrio y Apuembargo, todos pensaban que debían hacerse sacrifIdioses.
de Platón sobre los dioses: no pueden ser sino y amigos de las virtudes que los dioses sólo son buenos y mandan el bien, escénicos son tenidos por malos y prohibidos de su
clases de almas racionales según algunos: celestes en los aéreas en los demonios) y terrenas en los hombres dividir así las almas, los deIP-onios -que tienen en con los dioses la irunortalidad y con los hombres las deben ser pospuestos a los dioses, pues ocnpan un bajo y, por eso, Platón prohíbe los jnegos escénicos . 2: Esto lo expone Apuleyo en El dios de Sócrates, que tal dios era un demonio. Si Platón rechaza los honor de los demoníos es para purifIcar a los homeso hay una contradicción entre Apuleyo y Platón deInonios.
532
15,
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
Los demonios no aventajan a los hombres ni por aéreos ni por sus mansiones más elevadas
1: No es el cuerpo lo que nos hace mejores: IlllUC11a tienen órganos corporales mejor dispuestos que los y no por eso son en sí mejores a los hOlnbres. corporales nos enseñan a preferir lo espiritual a lo 2: Es ridículo pensar que el lugar que ocupan -también las aves están en el aíre y no por ello los seres humanos-, El valor de las almas no se gradación de los cuerpos,
*16,
Sentir del platónico Apulel'o sobre las costumbres y de los demonios
Los define por su género como animales, como sujetos a las pasiones, por.su mente COIUO su cuerpo como aéreos y por su tiempo como así, son lluserables, pues están sometidos et"tnLanIen paSIones.
17,
¿Es digno que el hombre dé culto a aquellos esv,íritlií vicios es preciso liberarse?
1: Si están sometidos a las pasiones, son nliser:aR tenemos que librarnos de las nliserias y de las ve CÓlllO sea justo rendirles culto a estos seres . ..,,00'~'
18,
¿Qué religión es la que enseña al hombre a dioses teniendo que servirse de los demonios
Es una mala religión y con mala lógica la que los intermediarios entre los hombres necesitados justos son los demomos miserables e injustos,
19,
Impiedad del arte mágico que se apoya en el espíritus malignos
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
533
propios paganos han condenado las artes mágicas con las prohiben: las Doce Tablas las prohibían y el pro~"Ip",n fue acusado de magia ante un tribunal pagano, Es ngrUl,nl:e que los dioses buenos acepten artes malas,
creer que los dioses buenos se comuniquen de mejor con los demonios que con los hombres? incongruencia: Dicen que los dioses santos no pueOll1UIli'carse con los hombres suplicantes, Pero aceptan con los delllonios impuros.
los dioses de los demonios como mensajeros e intérpre¿Ignoran que son engañados o quieren serlo? 1alnD1en es inconsecuente su opinión cuando afirn1a que no conocen los asuntos humanos porque se encuen-
el éter y por ello se requiere la intermediación de los Pero los dioses no necesitan ni mensajeros ni intérconocer lo humano, 2: ¿Qué informarían los demodioses acerca de las prohibiciones de Platón contra los demonios? Serían informes contradictorios.
del culto de los demonios, contra Apulel'o sostenerse el culto de los demonios, pues son un cierto poder, pero no son lllejores que cuales los pueden superar si eligen al Dios Buscan engañar a los hombres,
de Hermes Trismegisto sobre la ido la tria, y cómo pudo que hablan de suprimirse las supersticiones egipcias afirma que unos dioses los hizo Dios y que hecho los hombres -y por esto sigmfica que han quedado aninIadas por un espíritu divino ",eCUlen!;;'a, son capaces de portentos-, 2: Después prlon:nnenlte que la gracia de Cristo liberará al hom-
534
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS
bre de esos dioses. 3: Ese conocimiento no le Yema sino de los nlalos espíritus.
24,
Confiesa Hermes abiertamente el error de sus y lamenta que tenga que ser destruido
1: Reconoce que la fabricación de ídolos fue un les llevó al abandono de los dioses, Pero por una lica lamenta que ese error llegue a desaparecer con el nismo, 2: Lo que instituyó el camino del error, lo camino de la verdad, 3: Hermes lamenta la rlp'''"rr;i,; error porque anhelaba el mal de la idolatría, que es demonios.
25,
Lo que pueden tener de común los ángeles y los hombres
La buena voluntad nos aselneja a los «dioses», es ángeles bnenos que adoran al verdadero Dios,
*26,
Toda la religión de los paganos se redujo muertos
1: Hermes afirma que cuando desaparezca la Egipto estará lleno de sepnlcros, con lo que indica que la gión pagana divinizó a hombres -yen ello coincide que Varrón afirma de los dioses manes-, 2: Hermes lo ma recordando la historia de Asclepio, médico di',inizad, del propio Mercurio, su abuelo, 3:Al hablar de Isis sUrgiere, los demonios han surgido de los muertos y han quedado culadas a las estatuas, .
*27,
C6mo honran los cristianos a los mártires
1: Los cristianos honran la memoria de los mártires lucharon por el verdadero Dios, pero nunca los han como a Dios: no se les ofrecen sacrificios, 2: Los pagalrro,;,\ cambio, hacen sacrificios a sus dioses.
~",~rÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
535
Libro IX: Sólo Cristo es mediador entre Dios y los hombres
A qué punto ha llegado el debate y qué resta por tratar sobre la cuestión pensaron que había dioses buenos y malos; otros que sólo eran buenos, Luego se distinguió entre los dio,.,...IJu<,nclS-- y los demonios -malos- y se preguntó si éstos ser intermediarios de los hombres y los dioses que se ha visto que no es posible--,
¿Existen entre los demonios, que son inferiores a los dioses, algunos buenos, bajo cuya protección pueda el alma humana llegar a la verdadera felicidad? Debe procederse con cautela, para no dejarse engañar por que quieren alejarnos de Dios,
Atribuciones de los demonios según Apuleyo; sin sustraerles la raz6n, no les asigna virtud alguna Atormentados por las pasiones y sin posibilidad de fe-pues no tienen virtudes-, según los presenta los delllonios son inferiores a los hombres vir-
Pensamiento de los peripatéticos y estoicos acerca de las perturbaciones que sobrevienen al ánimo· 1: Los peripatéticos dicen que las pasiones también las el sabio! aunque sometidas a razón. Los estoicos, en no lo ven así, pero su dificultad es -como muestra ;;:c<,rón-- más de lenguaje que de realidad, 2: Aula Gelio que un estoico le mostró las obras de Epicteto, donde que las visiones anímicas fuertes in1presionan el alma sabio y que por ello puede éste ceder un momento al
536
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
miedo o a la tristeza, pero que su mente no se ese mal ni lo consiente. 3: Por tanto, no es d1:terente: nión estoica de la peripatética acerca de las pasiones: las domina.
*5.
Las pasiones que agitan el alma del cristiano no vicio, sino que ejercitan la virtud
El cristiano somete las pasiones a la mente y la Dios. Nuestra doctrina no se cuestiona tanto si el aíra cuanto por qué se aíra. Porque la pasión puede ir nada al bien, como la misericordia.
6.
Pasiones que, según Apuleyo, perturban a los aetnoinióJ concurso, afirma, ayuda a los hombres ante los
Si los demonios están sometidos y oprimidos por dos de sus pasiones, como quiere ApuIeya, no pueden termediarios de los hombres ante los dioses, pues dispuestos al daño que a la ayuda.
7.
Los plat6nicos dicen que los dioses han sido ae.>aClCeal!ta" las ficciones de los poetas, haciéndolos sujetos de "'ccw~" rios, propios de los demonios y no de los dioses
Según Apuleyo, los poetas atribuyeron las acciones demonios a los dioses y así se creyó que los dioses pasiones propias de los demonios.
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
537
cJ.;1'uea[ la intercesi6n de los demonios granjear a los hombres la ';atrtisl<,a de los dioses celestes? sus almas pasionales y sus cuerpos imnortales, tienen una desdicha miserable. Están unidos con los dioses .arte esclava, y son miserables con los hombres por la p están colgados al revés, como vínculo eterno de
Según la opini6n de Plotino, son menos miserables los hombres en el cuerpo mortal que los demonios en el eterno sostiene que la mortalidad es un beneficio otorgaDios a los hombres. Pero no lo tienen los demonios.
Sentir de los plat6nicos, según el cual las almas de los hombres son demonios después de la muerte que los espíritus de los difuntos se convierten en dio~ ---si son buenos-, larvas --si son malos-, y manes -SI su destino------. Pero esto lleva a nuevas perversiones.
lllIm2lIl
Tres propiedades contrarias que, según los plat6nicos, distinguen la naturaleza de los dioses de la de los hombres dioses se distinguen de los hombres por la sublimidad la perpetuidad de la vida, la perfección de la naturac la incomunicación entre sí.
Definici6n de los dioses celestes, de los demonios aéreos hombres terrenos dada por el plat6nico Apuleyo
¿Cómo los demonios) sin ser dichosos con los dioses ni miserables con los hombres, pueden ser mediadores entre ambas partes, sin comunicación con ninguna?
Apuleyo no distingue entre demonios buenos o -todos son pasionales y habitan en el aire-o A los los define después de los dioses «célebres por su lenguaje, alma inmortal, cuerpo mortah.A los dioses buyó la felicidad de la sabiduría.
: El lugar de los demonios está claro: entre e~ cielo y Pero quedan las otras propIedades. 2: ASI, de los nom[)s es propia la eternidad miserable: pasibles por el eternos por el tiempo. 3: SI los felIces se llaman ratlnortes, los demonios buenos no son felIces SIno eter-
8.
538
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO
]JET " "
namente miserables, mientras permanezcan en intennedio.
* 14.
¿Pueden los hombres, siendo mortales, gozar de cidad?
Unos dicen que no; otros dicen que los sabios Si es así, podrían éstos ser intermediarios entre los
hombres.
*15.
Sobre el mediador entre Dios y los hombres, el Jesús
1: Si todos los hombres mientras son mortales chados, habrá que buscar un intermediario que hombre sino Dios: que se hiciera mortal y no mortal, que tuviera una lllortalidad transeúnte y
permanente. 2: Frente a los mediadores malos, Mediador bueno, que nos introdujo en la hO·,t;,-;n,~~ Trinidad que hace felices a los ángeles.
* 16.
¿Han defendido racionalmente los platónicos a los tes, diciendo que para evitar el contagio terreno no con los hombres, que necesitan ayuda de los allegarse a la amistad de los dioses?
1: Al tener un concepto sublime de Dios, no pueda contaminarse con lo humano. Pero admiten
brilla en el sabio. Los dioses no pueden . contacto con los sentidos. 2: Los dioses podrían los honlbres sin contaminarse, COIllO admiten que
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
539
exhorta a huir hacia el Padre y la huída es la secon Dios. Para ello es necesario un lnediador que a nuestra bajeza por la inmortalidad de su cuerpo a purificar nuestro espíritu por su justicia inmortal. em"U'" es Cristo.
, de los demoníos) al prometerse con su intercesión el hacia Dios, no tiene otra pretensión que apartar a los de la verdad ,".JIlLedlaC:lón no nos cura, sino que nos daña con sus en-
nombre de demonio no se toma ya en buen sentido ni entre mismos adoradores hablar de ángeles buenos y malos -como muessCl:itttra- pero por demonio ya no se entiende nada
de la ciencia que hace soberbios a los demonios sólo aprovecha si está animada de la caridad. Sin y aparta de Dios.
qué punto quiso el Señor descubrirse a los demonios a conocer conlO quiso y convenía, no CQ1ll0 a santos, sino por algunos efectos temporales de su "cuanclo los ocultó, llegó a dudar de Él hasta el príndellloruos.
demonios, como lo hace el sol que ilumina el
*17.
entre la ciencia de los santos ángeles y la de los Para conseguir la vidafeliz, que consiste en la bien supremo, no necesita el hombre un mediador mania) sino como es el único) Crísta
conocen y desprecian lo caduco porque conoestán animados de caridad y santidad. Los demonios
540
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
se engríen de su conocimiento caduco, y porque no
en la Sabidnría de Dios las causas eternas, se equi'{o,;an
23.
El nombre de dioses,falsamente atribuido a los paganos, es común a los santos ángeles y a los según la autoridad de las divinas Escrituras
1: Puede tolerarse que se llame a los ángeles tiende que son inmortales pero creados por Dios y ces en Dios. 2: También los hombres fueron llamados es mejor evitar esa terminología para no caer en Pero de uinguna forma los demonios deben ser llaman, conclusión: los denlonios nada bueno pueden ofrecer;
sí, pero por creación y participación del úuico Dios
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
541
así el alma intelectual -de hombres e inmortailuminada por Dios. Así tienen la vida, entienden la son felices. Por eso Juan dice que «de su pleuitud recibimos» (In. 1, 16).
el verdadero culto de Dios, del que los platónicos, aun iiMWcién
Libro X: la verdadera adoración del verdadero
al Dios verdadero se debe el sacrificio
1.
Dios sólo es el que da la verdadera felicidad tanto a como a los hombres: esto también lo reconocen los cuestí6n es sí los ángeles, a quien ellos piensan hay quieren se sacrifique sólo al Díos único o también a
1: Todos desean la felicidad. Dios es su fuente. los ángeles que los adoremos a ellos para alcanzar la 2: El culto del que hablamos es de latreía, que es de que es distinto del culto de honor que damos, por hombres. 3: Religión parece ser la traducción de refiere sólo a Dios. También se habla de piedad -'eUlé! pecmcamente de theosébeia-. Y todo esto es para el dadero. Si los ángeles no nos aman, no deben re'¡erenéÍ nos aman, la fuente de su felicidad es la misma que la
*2.
habla de honores, sino del sacrificio, que es muy todo el mundo lo ha ofrecido a quien creía era
que no exige el Señor, pero quiere se observen para lo que exige necesita de los sacrificios, pero el culto a Él cede del hombre. El sacrificio que quiere es el corazón hOlnbre, los sacrificios externos snubolizan este hay que entenderlos en relación con el amor de prójimo.
verdadero y peifecto Sentir del platónico Plotino sobre la iluminación de arriba
Platón y Plotino han hablado de la felicidad de la iluminación superior: como la luz de la luna
buenas obras que nos mueven a Dios y así nos hafelices, pues el sacrificio -sacrum facere- es una El hOlnbre rniSlll0 es sacrificio cuando muere al
para Dios, cuando es austero y enmienda sus
542
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
costumbres. ASÍ, los verdaderos sacrificios son las sericordia.Y el sacrificio total es la comunión con Cristo en un solo cuerpo ofrecidos al Padre: el to que ofrece la Iglesia.
7.
El amor que nos tienen los ángeles es de tal quieren seamos adoradores suyos, sino del único dero
dos partes: una peregrina en nosotros, otra nos
8.
Milagros que Dios se dignó añadir a sus nrc'me's"< ministerio de los ángeles, para confirmar piadosos
Por ellos se anunció a Abraham la promesa de la destrucción de Sodoma. Por ellos fue salvado ron a Moisés a superar las hechicerías de los egip{;ios: pañaron al pueblo en el desierto.
9.
Artes ilicitas en el culto de los demonios, en platónico Porfirio aprobando unas cosas y reVI'ob,md,
1: Los paganos distinguen en las artes mágicas -maléfica- y teúrgia -que consideran buena--. bas son falaces y diabólicas. 2: Porfirio, con j'ndeCJisic dez, aprueba la teúrgia para purificar el alma. una purificación así no lleva a Dios y que se debe demonios y que la teúrgia es ambigua. .
1 O.
La teurgia promete una falsa purificaci6n a las
invocación de los demonios Dice que los dioses están sujetos a pasiones y falacia de la pretendida purificación: el malles gen cia. La teúrgia sirve más a la envidia que al por ella buscan los demonios engañar a los nc,m.ot
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
543
p~,("nla
de Porfirio al egipcio Ancbonte, en la cual le pide que instruya sobre la diversidad de los demonios
esa carta, Porfirio refuta las artes sacrílegas y reprueba :m()ni.os:· concluye que son imprudentes, falaces y que no )guírs<,les' porque obstaculizan la virtud. 2: Muestra que los dioses que se SOll1eten a las an1enazas de los magos
demonios que engañan con su poder. Y no le parece los sabios de lo divino se ocupen en molestar a los asuntos contingentes. No es fácil saber si la carta es al egipcio que le confirme en la credulidad de esos moverlo elegantemente a reflexión.
que realiza el verdadero Dios por ministerio de los ángeles hizo el mundo, puede obrar en él milagros. El mismo es un milagro. Y el hombre. Y Dios obra a
invisible se ha mostrado muchas peces visible, pero no selo que es, sino según la capacidad de los que le han visto
el sonido que declara el pensamiento silencioso de no es lo mismo que ese pensamiento, así, la bajo la cual fue visto Dios invisible por naturaleza . y Moisés, no era lo que es Él n-nsmo.
dar culto a Dios) no 5610 por los beniftcios eternos) sino . por los temporales, ya que en el poder de su providencia todas las cosas :ru,iici.ón de la humanidad es como la del hombre: va escalonadas que se levantan de lo temporal a lo los premios visibles a los invisibles. Cuando Plotino la belleza del cosmos asciende hasta la belleza de la divina que abarca todas las cosas. Por eso de ella se 'ostle",r todos los bienes.
544
15.
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
Ministerio de los santos ángeles por el que sirven da de Dios
Por medio de ellos se publicó la Ley sobre verdadero Dios. Su mensaje lo oyeron ellos con que nosotros y la cumplieron al instante. 16.
¿Se ha de creer, para merecer la vida feliz, en los exigen se les den honores divinos, o en los que en santa relígión no a sí mismos) sino al único
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
545
del sacrificio visible que, según la verdadera religión, se ofrecer al único Dios verdadero e invisible piensan qne al Dios invisible convendría un sacriy no se dan cnenta de que los sacrificios visibles de los invisibles. Por eso en nuestros sacrificios, las van unidas al corazón y a la entrega. Y esto, que sólo a Dios, y a Él lo refieren los ángeles buenos, lo presí los denlonios.
J
1: La contemplación de Dios es, según Plotino, belleza a toda otra -y por ello no pueden los nerla a sí mismos-, Los ángeles buenos ml.1C'Jen templación. Los malos, a una adoración a sí mlSnl0'¡,' dose de Dios. 2: Los milagros de los dioses paganos compararse con los de los ángeles buenos y los de los distingue. A diferencia de los' demonios,los angele, ten den S01lleternos a sí, sino al amor de Dios, que es dad y la nuestra.
17.
Sobre el Arca del Testamento y milagros que se han vinamente para recomendar la autoridad de la ley y
En el Arca se manifestaba Dios y contenía la Ley ministerio de ángeles. Por eso por su medio realizó lagros: al cruzar e! Jordán, al conquistar la primera til, al castigar a los enemigos.
18.
Contra los que niegan el crédito a los libros eelesi,isti, los milagros con que Dios enseñó a su pueblo
Si se niega credibilidad a la Sagrada Escritura, garla a todo escrito y a cualquier intervención de asuntos hWl1anos. El bien último de! hombre no es ni ni el placer -como piensan diversas escuelas tu()se,tlca,S Dios mismo. Si los paganos admiten milagros de sus pueden negarse a admitir lo que dicen las Sagradas
verdadero y supremo sacrificio, cumplido en el mismo lediaa,)Y de Dios y los hombres Cristo, el Mediador, acepta con el Padre el sacrifiDios y se ofrece en sacrificio como hombre. Es el y la oblación. De esa realida,d es sacramento diario la cuerpo, que se ofrece con El.
del poder concedido a los demonios con vistas a la gloripor la paciencia en sus sufrimientos, de los santos, que )enciel'on a los espíritus aéreos) no tratando de aplacarlos) sino vennOJ1eCJen
del poder de los santos contra los demonios y origen de verdadera purificacíón del corazón el poder de Dios expulsan los santos a los demovencen las tentaciones. No es sometinuento, sino es vencido por la gracia del Mediador Cristo los pecados separan de Dios a los hombres; la es obra de su misericordia, concedida por gracia
546
*23.
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CCN1CE~¡mO JWÍ!
Principios en que declaran los plat6nicos está alma
Porfirio niega que el alma pueda purificarse del sol o la luna -mucho menos por las de los res-, pero reconoció que los «principios» podían
principios que Porfirio admite son Dios Padre y quien llama inteligencia o mente paterna-, y un medio entre ellos -que Porfirio no considera no es asimilable a la noción de alma en Plotino-o los filósofos es muy libre, el nuestro tiene que ser
*24. Principio único y verdadero que purifica y re"!Ue¡~a za humana No son tres principios, sino uno: Es Dios -no sino uno-o Porfirio no se atrevió por soberbia Encarnación de Cristo, por creer que la carne es carnación mostró, en cambio, que lo malo es el naturaleza del hombre.Y el principio de pun"ncaclo Encarnación del Verbo, no en cuanto carne, sino
Verbo. Él es el Principio y es el Mediador.
25.
Todos los santos del tiempo de la leY' y de los han sido justificados en el misterio y CI1 la fe de
;Los profetas habían preludiado este Principio de El eran salvados los justos de los tiempos anteriOl:e, También ellos y los ángeles santos forman parte de de Dios, la que conoce y adora al Dios verdadero.
26.
Inconstancia de Porfirio, vacilante entre la cOl1feJ:i6i dero Dios y el culto de los demonios
Porfirio veía que la teúrgia -que es culto a . nios- no podía purificar las almas. Sin embargo, a condenarla abiertamente.
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LillROS
547
la impiedad de Porfirio, que supera incluso el error de era lllás excusable, pues decía que los denlOnias, no
eran pasionales. Porfirio aprendió en maestros caldeas Platón- a vincular los vicios con lo divino.Y si en su f¡]osófico no admite la teúrgia, la aconseja a otros, sano pueden purificarlos sino mancharlos. Cristo en como testimonia Virgilio, nos purifica de todo crimen.
óntdCCiíones que cegaron a Porfirio, impidiéndole conocer la sabiduna, que es Cristo dice amar la sabiduría y, sin embargo, engaña a los con vana ciencia. Al menos advierte de los peligros mágicas. Confiesa que sólo la inteligencia paterna aunque no la relaciona con Cristo, a quien desprecia encarnado. Y, sin enlbargo, Cristo cunIple lo por los profetas.
la Encarnaci6n de nuestro SeñorJesucristo, que la impiede los plat6nicos se avergüenza de confesar intuye una trinidad. Pero no quiere reconocer la ve la Patria pero no el Camino. Los platónicos no cwnple con su resurrección nuestra esperanza de
2: Para poder aceptar a Cristo necesitarían humilla pueden tener; porque creen que el alma -que es es COll.'\ustancial con el Padre. Pero si un ahua así vive
lG..llos:obros- de hecho encarnada, luego no es tan extraño se encarnara. La soberbia de los platónicos les ha llehnir del cuerpo: y la humildad de Cristo se mani'la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros.
que refuta y enmienda Porfirio de la doctrina de Plat6n enmendó la doctrina platónica de la reencarnaPlatón la admitía en cuerpos de bestias y Porfirio
548
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
sólo de hombres -y fuera más digno creer que las ven sólo a sus propios cuerpos- -. y en otros casos, retorno de las almas al Padre en contra de la do,ctl:in ciclos temporales. Disiente de Platón para m"lorar-!o. antepuso la verdad al hombre.
*31.
Contra el argumento de los plat6nicos, en que se alma es coeterna con Dios
Afirman que el alma es coeterna con Dios como con el pie. Pero e! alma es mísera y la miseria no es en ella comenzó a existir en el tiempo algo que no ella en la eternidad, también el alma puede haber a existir en el tiempo. Y la felicidad más segura de! menzó en e! tiempo -luego es falso que nada sin fin en el tiempo sino lo que no tiene . . po-o Por tanto, hay que reconocer a Dios y ofirecenle Sacerdote que se ofreció por nosotros.
32.
Camino universal de la liberaci6n del alma. No Porfirio por buscarlo mal; lo descubri6 la gracia
1: Los platónicos intuyen esa liberación y la uesearl, confesión propia de Porfirio-- no la logran: saben na no es un camino definitivo ni universal. Pero e! tía: los mártires daban testimonio de su verdad, lo creía caduco. 2: El Cristianismo es ese camino universal, de acuerdo con un plan divino que no humano. Abraham lo signió. El Camino es Cristo, Víctima, simbolizado en e! culto de! Antigno Te"tana, Pueblo formaba parte en promesa de la ciudad de tra lo que dice PorfIrio, este Camino ha llegado a de todo e! orbe, tanto por las profecías como por la de su cumplimiento. 4: En conclusión: en los diez . refutado las contradicciones paganas tanto de los que los dioses por los beneficios de la vida presente, lo hacen por la vida que vendrá tras la muerte. Lo mostrar el origen, desarrollo y fines de las dos ciuda,ies;
Segunda parte
Pro christianis
Tercer volumen (XI-XIV) los orígenes de la ciudad temporal y de la ciudad eterna Libro XI: Origen de las dos ciudades
esta parte de la obra se comienza a demostrar los orígenes de las dos ciudades: la celestial y la terrena ,Jj,"CrJltura testimonia de la existencia de una Ciudad de ciudadanos deseamos ser) lllovidos por el anIor en
rnociffi,ienlto de Dios a que no llega ningún hombre sino por Mediadc" de Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús ,silunlÍna el conocimiento del hombre para que pueda que Dios es su creador. Como la mente se ha necesita la fe. Cristo, el Mediador, nos la da. Así, hay que excluye todo error: que sea uno y el mismo [551]
552
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
Dios y hombre: a donde se camina, Dios, y por mina, el hombre.
3.
Autoridad de la Escritura can6nica, obra del Hsvíritú
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LlliROS
553
tiempo es mutabilidad sucesiva y en la eternidad no ata,ción alguna, sin creaturas mudables no habría tiempo. en Dios no hay tiempo, porque no hay cambio. Por el mundo se hizo con los siete días -aunque sea entender de qué días se trata-o
En ella tenemos la fe de lo que no debemos serÍanlos incapaces de conocer. Podenlos conocer riencia propia o por testimonio fiable. Así) las cosas'
alejadas de nuestro sentido interior debemos en,erlas; las han conocido en la luz incorpórea o las contl'llJLp existencia actual.
*4.
Creaci6n del mundo: ni es eterno ni ha sido est,"bl"ó un plan nuevo de Dios, como si hubiera querido antes no quiso
1: La existencia del mundo la conocemos, la de mos. y porque creemos en Dios, creemos que ha " mundo, pues Él mismo lo testimonia. 2: La belleza del su orden proclama silenciosamente que ha sido Dios invisiblemente hermoso -luego el mundo no es . Crearlo en el tiempo no supone imprevisión en desde toda la etemidad tenia previsto crearlo así. mundo, el alma, cuya felicidad exige la superación de
los prim.eros dras, que) según la narraci6n tuvieron y tarde antes de ser creado el sol sol, pero había luz: su movimiento podía causar
tarde.Y esa luz puede entenderse como el conociDios y el conocimiento en Dios: la ciencia de la comparada con la del Creador, es como la tarde; y se refiere a la alabanza y al amor del Creador coamanecer; y no llega a la noche si no abandona al
se ha de entender el descanso de Dios, que tuvo lugar, de sus obras de seis días, en el séptimo un sentido propio, pues Dios no puede cansarse. Es de los que descansan en Dios . se ha de pensar, según los testimonios divinos sobre la
de los ángeles
*5.
No se pueden admitir infinitos espacios de tiempos res antes del mundo N o hay tiempo ni espacio antes del mundo
la sustancia divina, que es incorpórea e irumtLtal)le-, de por ello admitirse -como sugiere Epicurode infinitos mundos. Ni tampoco el azar como eX'pJiI=~ mundo, sino el designio divino -que no puede ser dido por el hombre--.
* 6.
Uno 5610 es el principio de la creaci6n del mundo y pos) y no es el uno anteríor al otro
otros pasajes, la Escritura sugiere que fueron
principi'J, bien con dos cielos y la tierra» (Gen 1,1), se de la luz, pues participan de la luz del fueron creados buenos, pues no existe la naturaleza
es la pérdida del bien-o
la simple e inmutable Trinidad: Padre e Hijo y Espíritu un solo Dios, en que Zas cualidades no son distintas de un solo bien simple e inmutable: Dios. Crea un ,HUUaIJle, pero no lo engendra. Lo engendrado es sim-
554
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
pIe e inmutable y es lo mismo de aquel de quien drado -Padre e Hijo-.Y uno y otro con el bspirita es silnple, inmutable y coeterno- son un solo cualidades de los seres no simples no coinciden Pero Dios -que es simple- no tiene cualidades su ser. 3: Por eso en Dios hay identidad entre su ser y lidades.
11.
¿Se ha de creer que los espíritus que no velcmlmecier verdad fueron partícipes de la felicidad que tuvieron desde su principio?
Los ángeles malos no fueron creados malos -fueron creados en la luz y como participación de vina-, para ser sabios y felices. Pero se apartaron de nación. Así, poseen una vida racional aunque ms:en:", pueden perderla aunque quisieran. La vida feliz tiene eterna, aunque no todo lo eterno sea feliz.
12.
Comparación de lafelicidadde los justos que aún no do el premio de la divina promesa, y la de los antes del pecado
Los hombres fueron creados felices, y aunque esa felicidad, pueden conseguirla de nuevo. La no es segura, pero la esperanza alienta. Así, la tellCHlad era mayor que la que tenelnos ahora, pero nuestra la felicidad que esperamos es mayor que la suya.
13.
¿Fueron creados todos los ángeles en la misma suerte que ni los que cayeron conodan que iban a pués de esta caída tuvieron conocimiento de su peJ'sev'er que permanecieron fieles?
La felicidad es el gozo sin molestia del bien -Dios- y la seguridad sin duda de la nelrse'veran<;;; gozo. Los ángeles buenos tuvieron esa seguridad y vieron en ella. Los malos no, sino que siguieron al
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIDROS
555
en la verdad y rehusó ser súbdito del Creador -no haya sido creado luala, sino porque no quiso permael bien-.
qué sentido se dijo del diablo que no había permanecido en verdad, porque la verdad no está en él de que no exista en él la verdad es que no permaella.
se ha de entender lo que dice la Escritura: «El diablo desde el principio» (1 Jn 3, 8) entenderse como si el diablo fuera una naturaporque lo que es natural no es pecado. Ese "princide su pecado, no el de su existencia: no perseveró en en la que había sido creado.
y diferencias de las creaturas, tan diferentemente juzgapor la utilidad que reportan y por el orden de la razón distinguirse por naturaleza: No vivientes - viestériles/inapetentes - fecundos/apetentes; insensi;enlsil,le:s;brutos - inteligentes; mortales - imnortales. O utilidad: se prefiere lo provechoso a lo dañino o in.1w;tIc:¡a:: se prefieren los hombres buenos a los án-
vida de la malicia no pertenece a la naturaleza) sino que es la naturaleza, de cuyo pecado no es causa el Creador, la voluntad daña la naturaleza. N o sería vicio si fuera natural. mala voluntad testimonia una buena naturaleza. , que crea buenas naturalezas, pone en orden talnbién voluntades.
556
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
*18.
Belleza del universo que, merced a la ordenación hace más patmte por la oposición de los contrarios
En el orden previsto por Dios -como en las un discurso- la oposición de contrarios realza la
19.
¿Cómo se debe entender el pasaje «Separó Dios lá tinieblas» (Gen. 1, 4)? La palabra divina puede entenderse en ml1cllOS
conformes con la verdad, sentidos que se confIrman
textos más claros y ayndan a comprender e! pens'lllt autor. Así, cuando se habla de la luz y las tinieblas tenderse que separó a los ángeles buenos de los
20.
Sobre el pasaje que sigue a la separación de la luz bIas, « Vio Dios que la luz era buena» (Gen. 1,4)
Aprueba la luz -los ángeles buenos-o Las licas; en cambio, por su propia degradación, no su aprobación, aunque sean sometidas a un
21.
Sobre la ciencia y voluntad eternas e inmutables las cuales siempre le agradaron las cosas que . antes que después de hacerlas Vio que era bueno lo que la Sabiduría había
alegría llluestra la ciencia de Dios, no la altera.
miento es inmutable y eterno: todo lo abarca con sU El texto del Génesis nos muestra cuál es nuestra te -Dios-, ejemplar -el Verbo- y final-el
22.
Hay quienes de los seres bien creados por el buen admiten algunos, y piensan que hay alguna nal'uralé.
No tienen en cuenta que todas las cosas ">0<>0<>/ en su orden y el contraste muestra la belleza de y ninguna naturaleza es un mal, sino que éste es
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
557
y el bien no se mide por las cualidades de las cosas la sabiduría de su Creador. Los maniqueos deben reideas, pues no existe un principio malo, ni Dios puerornp,erse, ni el alma es coeterna con Dios.
condenable en la doctrina de Orígenes entiende que la creación es mala, como un prisión de las ahnas que pecaron. Parece no darse la afirmación bíblica de radical bondad en la creano es anulada por el pecado. Y la voluntad mala no las leyes de! orden divino. 2: Debió de haber visto si eso fuera aSÍ, se tendrían los cuerpos en pro-
los méritos de las almas; y el sol que embellece el puede ser prisión de un alma pecadora. Las crea tuporque las hizo Dios, por medio del Verbo, porque
la Trinidad divina, que ha dejado en todas sus obras que la manifiestan Trinidad de Dios hay unidad de naturaleza y distinpersonas: cada una de ellas es Dios, y sólo hay un Dios. divina es la santidad de Dios.Y esa Trinidad se nos la creación: El Padre dijo: «Que exista»; lo que exisde esa palabra fue hecho por el Verbo; y en ese que era bueno» se da a entender la bondad y santi-el Espíritu Santo-o De allí procede el origen, la felicidad de la ciudad santa.
en tres partes de toda la filosofia viene también la divisióu que los filósofos enconfilosofía -aunque los filósofos no pensaran en la la física, la lógica y la ética, que se ocupan de la conocimiento y de la felicidad. Y por eso nos creador de nuestra naturaleza, maestro de la
de nuestra felicidad.
558
*2 6.
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO
Imagen de la soberana Trinidad, que en cierto tra aún en [a naturaleza del hombre todavia
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
559
del número seis, el primero que es la suma de sus
Hay una imagen de la Trinidad en nosotros y perfectible-o Existimos, conocemos y anlaurro" conocerlo. Y en esto no hay ninguna falsedad, ni engañáralllos: si me engaño, existo -por tanto, no engañar sobre mi existencia- y conozco que existir-o
g~Jfe,cción
*27.
también simboliza perfección, que es la suma del 'húm"ro impar completo - 3 - y del primero número -4-. Su perfección implica plenitud y descanso.
Esencia, ciencia y amor de una y otra
1: El amor natural a la existencia es tal que -incluso los animales, las plantas y los cuerpos 2:Tanlbién está presente en nosotros el amor al y buscamos el sentido de las cosas no por el sentido sino por el sentido de! hombre interior. Con ese cierto de que existo y conozco y que aUIO mi conocer.
*28. ¿Debemos amar también el mismo amor con que existencia y el saber, para asemejarnos más a la dad? Amar e! bien es amar e! amor. El hombre hnen"" ama el bien, no el que sólo lo conoce. El amor es la al orden: es corno e! peso de los cuerpos. Por eso debe dirigirse a Dios porque en él nuestro ser, cer y nuestro anlar será perfecto.
29.
La ciencia de los ángeles santos, por la cual c",1Ocíe"m
nidad en su misma deidad y en la cual ven las obras en el arte del artifice antes que en las mismas N o conocen a Dios por ningún nledio, sino por , cia.Y en la Sabiduría de Dios conocen a la creatura se conocen mejor a sí mismos que si se vieran en si aunque se conozcan en sí mismos-o Todo lo Verbo, donde tiene todo su causa y razón.
de la creación se simboliza en los seis días, es el primero que consiste en la perfecta suma de
el dio séptimo, en que se recomienda la plenitud y el
de los que juzgan que la creaci6n de los ángeles es a la del mundo diversidad de interpretaciones legítimas de los textos si se mantiene la regla de la fe. Lo que no se puede que los ángeles, sin ser coeternos con Dios, están en seguros de su felicidad.
sociedades diversas y desiguales de ángeles, que justamente ser llamadas luz y tinieblas Pedro (2 Pe. 2, 4) manifiesta que algunos ángeles pese apartaron de los buenos. Así, la separación de la luz . puede entenderse corno la separación de dos : una que alna a Dios y otra que se ama a sí 11usma; de ángeles contrarias entr~ sí, buena una por naturecta por voluntad, buena también la otra por naturaperversa por voluntad.
opini6n de los que afirman que en la creaci6n delfirmamense significa a los ángeles con el nombre de aguas separadas; algunos piensan que las aguas no fueron creadas entenderse la separación de las aguas corno la disde los ángeles buenos y los malos. Lo que no
---------------------~
560
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENrDO DE
puede admitirse es que las aguas o la tierra no hayan das. Los que entienden a los ángeles por las ~guas, llevar de la teoría de los elementos, pero por alll puede se a situaciones absurdas. Libro XII: Los ángeles y la creación del homl:.r¡ 1.
Naturaleza única de los ángeles, tanto buenos como
1: No hay cuatro ciudades sino dos: una de otra de malos y en ambas hay ángeles y hombres. autor de todos los ángeles, por tanto su naturaleza la diferencia está en la voluntad y en la soberbia. de la felicidad es la unión con Dios; la de la ración de Dios. La felicidad de los seres creados sí, porque han sido creados de la nada, sino en, creado. 3: El bien inmutable es DlOs, los demas bIes todos. La felicidad está en unirse al bien . , eso, la separación de ese bien es desorden y vicio naturaleza.
2.
Ninguna esencia es contraria a Dios, puesto que que se muestra contrarío al ser sumo y eterno
Lo que de alguna forma es no puede ser LVHU.' en grado sumo. Lo único contrano es el no-ser.
3.
Qué enemigos tiene Díos, no por naturalleza, sino voluntad. Esta perjudica a una natura eza vicio si no peljudíca no existe
Los enemigos de Dios lo son por vicio de que no puede dañar a Dios sino a ellos. supremo y el vicio un mal. Toda naturaleza por eso el vicio la daña, porque es su sólo puede encontrarse en el bien que puros no existen.
"
561
naturaleza de l05 seres irracionales o sin vida no desdíce en género y en su orden, de la belleza del universo J
carencias naturales no son vicios, ni son culpables, sino cOlltribllyen al orden de los seres transitorios. La belleza orden no se percibe fácihnente, puesto que estamos en del mundo. La naturaleza da gloria a su artífice conen sí misma, no por su utilidad para algunos.
las clases y grados de naturaleza son un canto de alabanal Creador son buenas por existir, por tener su ley, y por estar '.CClilSl·,~u l1usmas. Si están en su orden conservan su ser.
de la bienaventuranza de los ángeles buenos y de la aes1!ra,ia de los malos >tellc1(jad de los ángeles está en su adhesión a Dios y la de los demonios es estar separados de Dios y oriensí mismo. Esta separación disl1lilluye su naturaleza destruye--. No encontramos la causa eficiente de la elulnt:ld. La única respuesta es que no ha surgido de en cuanto tal, sino del hecho de que la naturaleza de la nada.
hay que buscar una causa eficiente de la mala voluntad de la mala voluntad no es eficiente sino deficiendel ser parajr al no-ser. Querer encontrar la cansa la tiniebla. Por eso hay qne aprender a ignorar lo saber que no se puede saber.
una vez pervertido, hace que la voluntad se aparte del inmutable hacia el bien mutable es que la naturaleza de Dios no falla y sí pueden .•nlralezas hechas de la nada. Si hacen el bien tienen
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
562
causa eficiente; si hacen el mal, deficiente. El mal deficiencia voluntaria, que se aparta no hacia algo sino de una manera mala, en contra del orden.
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LliROS
563
...p,:ns;u que nada dura si tiene fin. Comparados con la los siglos son nada -el tielnpo es relativo si se COlllDios-. A lo eterno no se le puede quitar nada.
Uno mismo es el creador de la naturaleza de los y el autor de su buena voluntad, por la caridad derramó el Espíritu Santo
retorno de los siglos, defendido por algunos filósofos,' las codespués de completar un ciclo secular determinado, volverían . en el mismo orden y de la misma forma
1: La voluntad de los ángeles fue creada buena.
el tiempo es el fluir incesante y circular de los siglos la misma historia, el alma inmortal no podria esca-
9.
dejó de serlo por una defección que los orientó a sí rándolos de Dios. 2: Los ángeles santos jamás exi'¡sti'~ron voluntad, que es amor a Dios -les dio sirnultáne:ll1J.eni raleza y la gracia-o Los malos, o recibieron un gra.do U gracia o a los buenos se les dio una ayuda es,)ecial. cipan de Dios están unidos en una sociedad: la L;c'UdUl
10.
Falsedad de las narraciones que conceden muchos a las épocas pretéritas
1: Unos, como Apuleyo, sostienen que la es eterna y aluden diluvios y conflagraciones inducen cálculos falsos de la historia del mundo carta de Alejandro a su madre Olimpia-. La ra debe ser preferida a esos documentos, pues racidad cuando se cumplen sus profecías. 11 .
Nueva opinión sobre el mundo,' no es eterno . que admitir innumerables mundos, o bien se trata del un ciclo secular, está siempre naciendo y eXI'Íf'12u:ié",do:¡~ y con el mundo, los hombres, algunos de los
nnarían VIVOS.
12.
Respuesta a quienes se quejan del retraso primer hombre
El mundo no ha sido eterno ni ha estado bre en él. Si alguien piensa que Dios tardó ml1Cl1o,
su felicidad eterna. 2: La sentencia de qne <
creaci6n temporal del género humano no fue fruto de una . decisi6n divina, ni de una voluntad variable al hombre en el tiempo y no por improvisación y eterna. Pueden pensar los homquieran; Dios tiene sus misterios.
~d"ci:si'óninmutable
que Dios haya podido ser siempre señor, ¿habrá que pren.ecesariamente y siempre la existencia de creaturas saque seFiorear? ¿Qué sentido tiene «(creado siempre>>. lo puede llamarse eterno? que Dios ha tenido que ser siempre Señor, es ciertas creaturas -los ángeles, el mundo- puetodo tiempo» pues con ellas fue creado el tiempo distinto que ser coeternas con Dios-, 2: Podenlos
hubo un tiempo distinto antes de éste, de tal forma no sea la eternidad divina -porque para los tn,mcmere el tiempo, pero tienen un cierto canlbio: ser, del pasado al futuro-o 3: Dios existía antes no por el tiempo sino por una precedencia eternidad. Con todo, no doy una solución se-
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
564
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
565
gura, sino que muestro que cuestiones tan es,cal,re'sa,,, tratar con prudencia.
origen de estos siglos temporales que van pasando. En
16.
impla la afirmación de que las almas que ya están disfrutande la auténtica y perfecta felicidad deban tornar clclicamente antiguas miserias
Cómo entender la promesa de una vida eterna al hombre «antes de los tiempos eternos» (Tit. 1, No sabemos cuántos siglos transcurrieron antes
ción del hombre, pero sí que no hay creaturas Dios. Por eso, esta palabra divína tiene que COUIO
si existieran hombres entonces, sino como
me de sn Palabra.
*17.
Postura de la sana fe ante la inmutable decisión o Dios. Contra los razonamientos de quienes obras de Dios a retornos eternamente rec>etidos ciclos interminables de siglos
1: Dicen que la ciencia no puede alcanzar lo . la divinidad no puede estar ociosa; por tanto, necesidad de los ciclos del tiempo. 2: Pero esos giran para cerrar a Dios con medidas humanas. nunca inactivo: sabe obrar estando en reposo. Y
es estable y previsora.
18.
Réplica a quienes sostienen que ni la ciencia de de abarcar lo infinito
La sabiduría de Dios es infinita: conoce todos y es eterna y lo entiende todo.
19.
Los siglos de los siglos No puedo dar un juicio definitivo sobre
Puede referirse a una sucesión continuada de
otros en los que alcanzan la inmortalidad feliz berados de sus miserias; o bien los siglos que la sabiduría de Dios con estabilidad in'lu<,br:mt
no se relaciona para nada con los ciclos
CÓSl1llCOS
por la vida de los santos-o
la purificación de los santos no alcanza una felicisino que se vuelve una y otra vez a esta llllse:teJlcl.dad sería falsa y lo más sabio sería ignorar este Seríamos enenügos de Dios, fuente de nuestra y así también de nuestra desgracia. La verdad en la p.ociéTalillc" nuestra felicidad y la felicidad misma se'finlt.n·"
estaríamos amenazados por males presentes o
3: Pero es falso. Lo que se nos promete es la eterna. Nuestro Camino recto es Cristo. Ya Porfique no podían darse esos ciclos. Sin ellos, liubo y puede haber fin: la felicidad eterna, novedad Dios crea las almas y crea cosas nuevas. Si pudo vez puede crearlas sienlpre.
del único primer hombre y del género humano en tI ~eació,n de la liumanidad joü,~en y principio: no
a partir de un hombre señala para la soledad, sino para reUHILl'l.lalÁ, su unidad y la concordia de los humanos naturaleza y parentesco-o ASÍ, incluso a la muvarón.
previó el pecado del primer hombre, y al mismo tiempo el de justos, descendientes suyos, que su gracia habla de disfrutar de la convivencia angélica que el hombre iba a pecar y que llegaría a su!í:t,esl:i':15 --jamás los leones desencadenaron entre sí semejantes a las humanas-, Pero tenía tam-
la adopción y redención de su pueblo. Por ese
566
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS
pueblo marcó un mismo origen al hombre: para unidad incluso en la pluralidad.
23.
Naturaleza del alma humana, creada a imagen de
El alma humana es superior a la de los animales, terísticas propias -razón e inteligencia-o Dos la creación de las almas: las creó antes del cuerpo y infundió o las creó simultánean1ente con el cuerpo. los artesanos, sino con la invisible potencia creadora
24.
¿Podemos llamar a los ángeles creadores de alguna por mínima que sea?
Los ángeles no pueden considerarse creadores gieren Platón y sus seguidores- de naturaleza alg¡ma, presten su colaboración a los seres del mundo.
25.
Toda naturaleza y toda forma del universo exclusiva de Dios
Hay dos maneras de comunicar a la materia su desde fuera -corno hacen los artesanos- y otra -como hace Dios-. Este poder divino que sabe es hecho confiere su realidad a las cosas naturales. les ayudaron a Dios en la creación, no sé qué hici"ro que no crearon corno Él aunque hayan colaborado cosas en sí mismas están hechas sólo por Dios, llena todo con su presencia y hace que exista todo en el grado que es: sin su acción, nada sería en
26.
Una opini6n de los plat6nicos: Dios, según ellos, es los ángeles; pero éstos) a su vez) son los creadores humanos
En esta opinión, Platón pone a los ángeles los cuerpos y a Dios creador de las almas. Pero que hay que huir de todo cuerpo para purificar
iosrcrÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
567
es así: los ángeles crearon nuestra cárcel. Por ello: o dejan resentar este cuerpo corno malo o que no nos prediquen a los dioses que lo fabricaron. Pero ambas cosas son pues ni la creación es lnala ni hay otro creador que Dios mismos platónicos se contradicen-o
el primer hombre tuvo su origen el género humano en toda plenitud. En ella Dios vio de antemano quiénes habían de premiados y quiénes habían de ser castigados es el creador de todo y formó al hombre a su imade un solo hombre. Así le mostraba la sociabilidad por la naturaleza, sino taulbién por el común origen padre, para mantenernos unidos en la concordia. Tameso sacó de su costado a la mujer.Y ambas operacioexcepcionales por ser las primeras -y son prodigios 2: En e! primer hombre tuvo origen el género y dos sociedades: la celeste y la terrena. De! primer por designio misterioso de Dios, procedían buenos
Libro XIII: El castigo del pecado: la muerte
de los primeros hombres. El/a trajo consigo la mortalicreación original, Dios no hizo a los hombres iniinmortales, sino para coronar de inmortal felicidad
muerte del alma, aunque de alguna manera ha de vivir y muerte a que está sujeto el cuerpo es irnnortal pues no deja de vivir, pero en cierto cuando es ahandonada por Dios. El cuerpo vive y e! ahna por Dios. La muerte de todo e! hombre el alma abandona al cuerpo y se aleja de Dios. La
568
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CC)N1"E~II!J'Dil
muerte primera es la separación del alma bneua para los buenos y mala para los m,tlo,;~ segunda es la separación de! alma de Dios -.10'%' benen y no es buena para nadie--. 3.
La muerte, que por el pecado de los primeros todos ellos, ies pena del pecado también VaJ'a.t(,s·
Si Adán no hubiera pecado, no hubiera pecar, su estirpe quedó sujeta a la muerte: la naturaleza y como padre de todos propagó su raleza quedó viciada y trastornada y engendra sUjetos al pecado y a la muerte.
4.
Por qué los que se han visto absueltos del pecado han sido liberados de la muerte, esto es, de la pena
La absolución del pecado no libra de la mantener la esperanza de la inmortalidad. Así se mor a la muerte y la pena de! pecado se tralnsfOl:ma mento de justicia y de gracia: por ella pasamos a
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LffiROS
569
el Espíritu para ser fuertes. Su fe es más meritoria el bautismo de agua. Pero la fuerza no está en la en que, por e! favor divino, por ella se han encabien supremo.
:.a",pl<1Ci¿,n en los santos de la primera muerte por ser fieles av>erd"d es la abolici6n de la segunda en sí no es buena para nadie. Para los que ya han buena para los buenos, pues por ella llegan al desla muerte segunda.
'm"mento de la muerte, en que se pierde el sentido de la vida, lugar en los que están muriendo o en los muertos? moribundo en la mnerte o en la vida? Si la muerde sensación, sólo el que vive está llluriendo, no está en la muerte. Si la muerte es separación cuerpo, cuando llega, el moribundo ya no está en
de los mortales merece más el nombre de muerte que el
*5.
Si los pecadores usan mal de la ley, que es usan bien de la muerte, que es un mal
Cuando no se ama la justicia, lo prohibido para el malo, la leyes fuerza del pecado. Para amar necesana la gracia.
oejarrlOs de caminar a la muerte. Todo el tiempo que resta de la vida. La vida es la carrera a la muerte. la muerte desde que COlnenzamos a existir.
alguien estar vivo y muerto a la vez?
*6.
El mal general de la muerte: en ella se destruye alma y el cuerpo
Cuando se está en ella, puesto que es un de';garro naturaleza, no es buena para nadie. Es pena y puede . es precIO del pecado que puede liberar las deudas.
7.
La muerte que los no bautizados aceptan por co",fes",
se muere? La respuesta es dificil. Como el prepuede coger el instante donde se va del pasado al la muerte no sólo existe, sino que es tan molesta que explicar con palabras ni se la puede evitar con 2: Por eso tenemos que hablar con el lenguaje común. La propia lengua latina tiene dificultad para el verbo mori. Pero con la gracia de Cristo podemos segunda muerte -el peor de los males-.
570
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO
12.
Con qué muerte amenazó Dios a los primeros brantaban su mandato
La pena del pecado eran todas las muertes. La versal consta de todas.
13.
Primera pena que sufrieron los primeros hombres
. .,
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LlliROS
571
platónicos no admiten la incorruptibilidad de los sí la del mundo, que además consideran eterno.
conceder a los cuerpos inmortalidad. 2: Si admilos astros y el mundo son vivientes eternos, no hay que no lo sean también los hombres. Si la condifelicidad es la incorporeidad, tampoco sus dioses son . la felicidad no consiste en huir de los cuerpos,
ncaclOn
Fue la desobediencia de la carne: la vergiiellza: la pasión.Y nacidos nosotros de esa lucha, la llevalm
*14.
En qué estado fue creado el hombre por Dios y cayó por su propia voluntad
Dios nos creó buenos y sin vicios. Pero por el mas en ellos: Adán, castigado y pervertido, iguales a sÍ.
15.
Adán, al pecar, dejó a Dios antes que Dios le primera muerte del alma fi,e apartarse de Dios Para su propio malla iniciativa es del hombre,
la iniciativa es de Dios. Adán 111UriÓ al apartarse era la vida, y murió cuando su alma abandonó su
16.
Los .filósofos piensan que no es un castigo la alma y del cuerpo, mientras que Platón nos . supremo prometiendo a los dioses menores que despojados de sus cuerpos 1: N o es el cuerpo en sí lo que entorpece el cuerpo corruptible: Platón muestra a Dios otor:;;a.r
cuerpos terrenos, dicen los filósofos, no pueden estar entre porque lo terreno, por su peso natural, es atraida a la está con su cuerpo en los cielos y lo estarán los hombres pueden hacer que objetos densos floten también Dios puede hacer que cuerpos terrenos cielo. Los cuerpos pueden quedar espiritualizados: no es el peso de la cantidad sino el equilibrio de puede dar a los cuerpos propiedades nuevas.
las enseñanzas que no admiten la inmortalidad de los hombres si no hubieran pecado 'illlOler,lIl pecado, los primeros padres no hubieran platónicos admiten que las almas desean sus cuereso dicen que tras la l11uerte las almas vuelven a cuerpos -condición terrible-o Porfirio rechay para no ser menos que Cristo prolnetió la para atacarlo prometió la incorporeidad. Pero a dioses corpóreos. .
a los dioses. 2: Otra cuestión es si los cuerpos alma; pero esto también indica a los platónicos rechazar el cuerpo si no es corruptible.
de los santos) que ahora reposa en la esperanza) recicondición más excelente que la de los primeros homdel pecado
17.
se acuerdan de su carne y anhelan la unión con una carne espiritual y resucitada, que ya no
Contra los que aseguran que los cuerpos llegar a ser incorruptibles y eternos
572
21.
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO
El paraíso donde estuvieron los primeros duda, un significado espiritual, quedando a la narraci6n hist6rica sobre el lugar corporal El Paraíso es la vida bienaventurada; los
los árboles, las ciencias; los frutos, las costuLmlbres.
el Paraíso es la Iglesia; los ríos, los Evangelios; santos; el árbol de la vida, Cristo ... Puede inl:erpre mantiene también la verdad de los hechos
22.
Los cuerpos de los santos, después de la re.lurl'PCr rituales) sin que la carne se convierta en emlri'"
Serán inmortales y sin necesidad de alim(,nt.~ el de Cristo resucitado, que comió, pero no Sin dejar de ser cuerpos, serán espirituales por el espíritu.
23.
Qué se ha de entender por cuerpo animal y tual, o quiénes son los que mueren en Adán y vificados en Cristo
1: Estos cuerpos que tienen alma se aquéllos, por tener espíritu serán ·espil:itl"ales. cuerpos, no espíritus, y entonces se tendrá al tial en lugar del terrenal. No perderá su na'tural transformará sus propiedades. El primer ho,ml)t con alma viviente, no con espíritu VlI'IGLme, a la llluerte hasta la resurrección. Entonces, de Cristo, su cuerpo estará con espíritu vn.ntlc>r primer hombre fue hecho con un cuerpo do, el resucitado, Cristo, con un cuerpo diferencia entre ambos está en la tendencia la tierra o al cielo. La propagación de la caída primero, la regeneración de la gracia del los miembros serán con la cabeza un solo po resucitado será más glorioso que el que de pecar.
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
573
debe entenderse el soplo de Dios, por el cual fue creado hombre como ser animado, y aquel otro que emiti6 el cuando dijo: «Recibid el Espíritu Santo»? que entender el primer aliento COIllO si entonel Espíritu Santo, sino que se les dotó de ahna embargo, el alma no es todo el hombre, sino su ni el cuerpo es todo el hombre, sino su parte conjunto de la una y del otro es lo que recibe el hombre. Pero puede tomarse el todo por la parte común. El hombre es imagen de Dios porque es tierra porque su cuerpo fue formado de polvo. el Señor dijo «Recibid el Espíritu Santo» quiso dar que era el Espíritu del Padre y del Hijo. 4: Cuando dice que el hombre recibió espíritu de vida quiere :rel:iblió el ahna, la vida -no el Espíritu Santo-o 5: soplo de vida, la Escritura no quiere indicar que Santo. 6: Por eso, el cuerpo no estaba exento de no moriría si no hubiera pecado. Los resucitare'ves,ticlos de inmortalidad que no les será arrebatapasiones que nacieron del primer pecado y lagación de la especie se tratará en el libro siguiente.
Libro XIV: El pecado y las pasiones
desobediencia del primer hombre, si la gracia de Dios no a muchos, llegarían todos a la perpetuidad de la segunda primer pecado que la muerte se transmitiría a los Todos morirían la segunda muerte si la gracia algunos. Por eso, habiendo tantas naciones, sólo de sociedades: la ciudad de los que viven según de los que viven según el espíritu.
carnal procede no s610 de los vicios del cuerpo, sino de los del alma
574
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
1: Vivir según la carne no se refiere sólo a también a los estoicos, ya que por carne se entiende a 2: La carne por naturaleza no es mala, pero sí vivir según las pasiones del cuerpo y del espíritu.
*3.
La causa del pecado procede del alma, no de la rrupción contraída por el pecado no es pecado .
1: Hay que atender a la naturaleza completa porque no sólo el cuerpo es lastre del alma -y no sino por ser corruptible-o 2: La corrupción del causa del pecado, sino su castigo: el alma peca,dol cuerpo corruptible. El diablo no tiene carne y es vicios por soberbia.
4.
Qué es vivir según el hombre y qué vivir según
1: Vivir según e! hombre es imitar al dlaLb1<)¡< mantuvo en la verdad. Vivir en la verdad es vivir no vivir según uno mismo, sino hacer la volUJltaLdi dar. No vivir así es la mentira. 2: De ahí orl)C"d"lí dades: una que vive según el hombre y otra que Dios.
5.
Sobre la naturaleza del cuerpo y del alma es teoría de los plat6nicos que la de los maniqueos; bién haya que reprobarla, porque achacan las a la naturaleza de la came
La carne no es culpable del mal, porque en buena. Lo malo es abandonar al Creador y seguir Los maniqueos y platónicos que creen mala la carnalmente el alma: siguen dejando al Creador ra. Aunque los platónicos no son tan insensatos por autor de todos los elementos a Dios. Sin que los cuerpos causan las pasiones en el alma miedo, tristeza-o
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
575
eOlldición de la voluntad humana, de la cual dependen los malos o buenos del alma alegría, nucdo y tristeza son lllovimientos de la Si la voluntad de! hombre es perversa, sus moviserán perversos.Y si es recta, serán laudables. El homDios ama el bien y odia e! mal. Y como nadie es naturaleza, sino por vicio, el hombre según Dios perfecto odio a los malos: no odia al hombre por el ama el vicio por el hombre, sino que odia al vicio y
y dilección se encuentran en las Sagradas Letras en el sentido y en el malo buena voluntad es tener propósito de amar a Dios y como a sí luismo según Dios. Es caridad y Cristo amor. 2: No hay distinción entre caridad y amor nno fuera bueno y otro malo: la Escritura usa el téren ambos sentidos. La diferencia está en la vopuede ser recta o perversa.
tres perturbaciones que dicen los estoicos existen en el ánidel sabio, excluyendo el dolor o la tristeza, que no debe tepor virtud del ánimo estoicos entienden que el sabio quiere, goza y tiene del áninlo-, mientras que el necio alegra, teme y se entristece -pasiones-o Parece hay coincidencia con la Escritura. 2: Pero no se siempre ese rigor de lenguaje. 3: Por eso, voluny precaución pueden referirse a buenos y a malos, o recta voluntad. Y la tristeza puede entenbuena si se refiere al arrepentil1uento -pero eillos estoicos, no cabría en el sabio-o
s··pert,"rbaa,'nt:s del ánimo, cuyos movimientos rectos se enen la vida de los justos
576
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
1: Los justos temen la pena etema, desean la duelen al presente porque aún no tienen lo que gozan en la esperanza de la resurrección. 2: Y lo rando sólo a sí mismos, sino también a otros. 3: Si proceden de la caridad, son vrrtudes y no enferm,ed,,¿ son propios de esta vida, y si no los tenemos es que rectamente. y en la etemidad, la felicidad no tristeza, pero sí gozo y amor. 5: El temor puede en el bien: temor casto de amor. 6: La vida recta feliz. Los afectos son rectos en una vida recta y uerv"I1i< vida perversa. Si algunos malos los mitigan es por por inhumanidad -y ni una ni otra les dan tranqlJIl1. la dureza no es rectitud ni salud la insensibilidad.
10.
¿Se debe pensar que los primeros hombres puestos no estaban afectados por ninguna perturbaci6n
Los prinleros hombres tenían amor y gozo, no perturbaciones del ánimo ni las molestias del cuer¡J(
11.
Caída del primer hombre, en quien la naturaleza, naJue corrompida, y no puede ser reparada sino
1: Dios terua previsto lo malo gue había de ser creado por Él bueno y el bien que El había de sacar La mala voluntad sólo puede existir en una naltur.a1. de la nada -y el alma fue así creada-. Los los males de tal forma que los males no pueden bienes -pues las naturalezas en las que se dan 2: El hombre vivía feliz en el Paraíso pero fue ángel soberbio. y como no quiso Adán se¡Ja""r" ni en el pecado, fueron ambos apresados por el
12.
Gravedad del primer pecado cometido por el
De ahí vinieron todos los males de la natur.a1e1 -incluso la muerte--. Lo que se había m;lil,iacLo, díencia, virtud rectora de todas las de la cneaVl1f2L,'
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
577
sometimiento y dañina la rebeldía. Por eso, el la naturaleza fue tan grande: porque el precepto fue con tanta mayor injusticia cuanto más fácilmente pudo
la prevaricaci6n de Adán precedi6 la mala voluntad a la mala .v,menza,ün a ser malos en el interior. El ser naturaleza de Dios que la hizo; pero el apartarse de Él les venía sido hechos de la nada. Fue soberbia -y, en reali,IlLHHHUdU eleva porque nos une a Dios-. Por eso Crismanifestó en humildad y la recomienda. 2: No hubieran diablo si antes no hubieran cedído ante sí mismos: ya ser como Dios.
qnhahi'a de la transgresi6n, que fue más grave que la transgremisma soberbia en su caída y busca excusarse sin
de la sanci6n que recibieron los primeros hombres por su ¡sobediencia el hombre a Dios, que le había dado todo y una '¡dunlb,:e y, en justo castigo, se torna carnal hasta el espíen esclavitud. Enorme castigo para nn enorme pecadesobedecer hasta la muerte. 2: El castigo fue la a la desobedíencia: rebeldía del hombre contra sí la voluntad, de la carne, de los deseos y de las pasiones.
mal de la libido, cuyo nombre, aunque conviene a muchos se atribuye propiamente a los movimientos obscenos del ',maVí,r de los placeres del cuerpo y mezcla el apetito con el afecto del ánimo y hasta desaparece casi la
578
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTEN1DO
agudeza mental y su consciencia. Su -incluso a los libidinosos-o
17.
Desnudez de los primeros padres, la cual vieron zosa después del pecado
En el Paraíso no había libido desordenada su desnudez no daba rubor. Perdida la gracia, la de su carne fue testigo de su desobediencia. Por pueblos tienen pudor.
18.
Del pudor de la unión, tanto general como sexos
El pudor se da incluso en la lujuria, que dad. Y también el matrimonio, siendo tan HU'He"" público, busca la intimidad -la vergüenza pn)ce,di: castigo-o
19.
Las partes que dominan la ira y la libido son tan movimientos que exigen el freno de la sabiduna. en la integridad de antes del pecado Ya los filósofos decían que la razón debía .
libido. Pero en el Paraíso no eran viciosas, sino
la voluntad recta. Su desorden es castigo de! pe,cactó
20.
Sobre la torpeza absurda de los cinicos
Decían que se podía hacer en público e! acto la esposa. Pero los propios seguidores de Diógen,es que moderar su desvergüenza.
21.
Bendición de la multiplicación fecunda humana do, que no fue suprimida por la prevaricación; se enfermedad de la pasión carnal
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
579
antes del pecado para que se viera que la proilperten,ece a la gloria del matrimonio, no a la pena del
la unión conyugal, instituida y bendecida desde el origm es un don del matrimonio desde el principio. pnede haber otros, el primer sentido del texto del la diferenciación sexual en orden a la procreación. la santificó.
habido generación en el Paralso si nadie hubiera pe¿Hubiera luchado la rectitud de la castidad contra el ardor pasi6n? generación era un bien anterior al pecado, con vistas el número de los santos - y el pecado no podría
adecuada de esto-o 2: Si no hubiera habido pecaengendrarían una prole digna de amor y sin En e! Paraíso, la voluntad controlaría ordenadamente
~Ul)clas
hombres hubieran permanecido inocentes y con el mérito obediencia en el Paraíso} usarian de los m.iembros genitales la generación de la prole como de los demás al arbitrio de se hubiera dado el pecado, la generación sería sin es dificil imaginar un control de los miembros, personas que dominan su cuerpo con facilidad.
verdadera felicidad, no lograda en la vida temporal el que es feliz vive como quiere y sólo e! justo es la naturaleza no será plena y perfectamente feliz logre lo que desea. Por eso, la vida feliz tiene que
580
26.
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS
La felicidad de los que vivían en el Para!so nUI)¡er," , cumplir su misi6n de la generaci6n sin un apetito
La vida en el Paraíso era feliz y perfecta: el home'r, como quería. Se podían uuir los cuerpos sin libido unión casta.
*27.
Los ángeles y hombres pecadores, cuya perversidad perturbar la providencia de Dios
La providencia divina dispone y prevé todas sabe aprovecbarse incluso de las malas. Nada futuro
al Señor, ni con su presciencia fuerza a nadie a pecar. *28. Propiedades de las dos ciudades, la terrena y la Dos amores hicieron dos ciudades: el amor de hasta el desprecio de Dios, la terrena; y el amor de el desprecio de sí, la celestial.
Cuarto volumen (XV-XVIII) Sobre el desarrollo de las dos ciudades Libro XV: Las dos ciudades en la tierra
de la humanidad que se encaminan a diversos fines su principio flem(JS dividido el género humano en dos ciudades: la según Dios y tiene como fin la vida eterna, y la que el hombre y su fmal es el castigo eterno. Ahora vedesarrollo en el tiempo. 2: Caín pertenece a la ciudad brrlbnes y Abel a la de Dios, porque en una estirpe conpr:im
de la carne e hijos de la promesa Sara son imágenes de esas ciudades: una esclava y la naturaleza nos engendra en pecado, la gracia nos misericordia. [581]
582
3.
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
Esterilidad de SaraJecundada por la gracia de Dios
Su esterilidad simboliza la naturaleza caída; su la gracia. En Isaac se prefigura el destino de los DU,en,)s amor se goza en el bien común e inmutable, que hace corazón de llluchos, en perfecta y concorde OU",il"',ll caridad.
* 4.
Primer autor de la ciudad terrena y fratricida. Eco impiedad del fundador de Roma al matar a su llel'm,mo
Enfermedades que soportan en la peregrinación de como pena del pecado, incluso los miembros de la Dios, y de las cuales son curados por la medicina del La enfermedad de la desobediencia es el
c",m~:o
desobediencia. No es una naturaleza sino un vicio perdón, la paciencia, la caridad ayudan a surarla. y el'
tu Santo, pues si nos entregamos a Dios, El nos
Motivo y obstinaci6n de Caín en su crimen; la palabra de Dios no lo.~ró apartarlo de su criminal intención : Caín no atendió a Dios: se reservaba a sí mismo para sÍ.
él, la ciudad terrena ofrece sacrificios para satisfacer sus ,,"JallO> deseos -quieren usar de Dios para disfrutar del mientras los buenos usan del mundo para gozar de Dios rechazó su envidia -tristeza del bien ajeno-o es figura de Cristo.
Caín encuentra su réplica en Rómulo, LUllU,IUl,r que había de ser cabeza de esta ciudad terrena. Creció' con el crimen. Caín tenía envidia, pero el bien no se queñece si se comparte y sólo compartido puede común. Caín y Abe! muestran la división entre las des; Rómulo y Remo la división de la ciudad malos luchan entre sí y luchan buenos y malos. entre sí no luchan -salvo en el combate eS¡litetua! uno mIsmo-,
6.
583
exigía la conversión de Caín: dominar su pecado.
Contienda y paz de la ciudad terrena
No es eterna -y tras su condenación no será ni pero tiene un cierto bien. No hay bien sin penuri,s: está dividida en guerra, esclavitud y vicio. Arnbici,an;a, deros bienes -la paz y la justicia-o Pero le viene la porque menosprecia los bienes celestes.
5.
,bSIeIóN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
aVIJchÚ'
¿Por qué Ca{n, en los comienzos del género humano,fund6 una ciudad? . El plan de la Sagrada Escritura es presentar las dos ciuunidas y separadas. 2: Caín engendró a Henoc y fundó prole la ciudad de Henoc. Una ciudad es una multitud lornbres unidos entre sí por algún víuculo social.
Sobre la longevidad de los hombres antes del diluvio y sobre la estatura superior de los cuerpos humanos llluchas cosas extraordinarias y muchos -como Plitestimonio de ellas. Si dalllos crédito a éstos, mucho
la Escritura, cuyas profecías se han cumplido.
Sobre la diferencia en el número de años entre los textos hebreos y los nuestros hablar de la edad de los Patriarcas, hay alguna diferencia ambos textos ~cuya razón no conozco- pero no es
Edad de Matusalén, que parece que sobrevivi6 catorce años al diluvio piensan que fue temporalmente trasladado con su Henoe; otros piensan que es error de los copistas. Lo es que no sobrevivió al diluvio.
584
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
12.
Opinión de los que no creen en los hombres de tiempos) tan longevos como se dice .
1: Algunos piensan que aquellos años eran más diez equivaldrían a uno. 2: Pero esto es falso, porque los Patriarcas engendrarían siendo niños.
13.
¿Debe seguirse en el cómputo de los años la au,tori'di hebreos más bien que la de los setenta intérpretes?
1: Como no es verosímil que ni los hebreos ni pretes que tradujeron el texto al griego [versión de buscaran falsificar los textos, lo sensato es atnbmr la entre ambos a un error de copistas. 2: Taulbién esos errores, sobre todo cuando al copista no le números. 3: Cuando hay algo diverso en dos textos, de rectamente si se da la preferencia a la lengua a otra ha sido llevada por traductores.
14.
Igualdad de los años, que tuvieron en los mime1m," misma duración que al presente
1: Que los años antiguos eran iguales que los muestra el hecho de que e! diluvio ocurrió el día 27 -de otra forma, o no había meses, o días-. 2: Si hay diferencia en los textos, hay que rencia a aquel del que procede la versión latina, los los traductores estaban gniados por e! Espíritu 15.
¿Es posible que los hombres de los primeros tiempos del coito hasta aquella época en que se dice que
1: Dos hipótesis: o la pubertad se retrasaba nalmente, o no se menciona a los primogénitos. tante es saber que Caín es e! primero y Abe! sucedido por Set; y a partir de alli hay dos geneaJo,g nitas y setitas-. Y sólo en una -la que da OrJLgen se dan las edades -las otras generaciones no
("r,cré,N SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
585
2: Otro modelo de genealogía selectiva es el que el Evangelio de Mateo, que omite a Ismael y a
El derecho conyugal fue diferente en los primeros matrimonios en los posteriores incestos parecían necesarios para propagar la prole. la religión y la caridad los impidieron para multiplicar . la concordia por los vínculos familiares. 2: Lo ocurrió entre los paganos, qne rechazan en general el 3: La unión del hombre y la mujer es para la generala ciudad. Pero la ciudad celeste necesita también la ,'et"Ócón -y aunque en los Patriarcas no se habla de ninde ella, sí se alude a sus sacrificios-.
patriarcas y príncipes nacidos de un solo padre -cuyo nombre significa posesión- y Set -cuyo significa resurrección- son patriarcas de las dos ciusimbolizan también los nombres de sus respectivos -dedicación- y Enós -hombre-, y el térmigeneraCIones.
encontramos en Abel, Set y En6s relativas a Crisy su Cuerpo, la Iglesia
"'"" le,"'"'
representa la esperanza del hijo de la resurrección; el duelo y la resnrrección. Set simboliza la esperanciudad de Dios -la vida eterna-, pues no puso su en sí sino en Dios.
19n1ji[(¡do de la traslación de Henoe ~f."Ha(laCLO
en la séptima generación -el descanso del un consagrado a Dios. Su nombre -(ídedicasinlblJli,," nuestro traslado a Cristo, annque tenemos 'Ílemc)ra, porque debemos esperar a la resurrección fiCOTI10
586
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO
nal. Las expresiones casa de Dios, templo de Dios Dios son equivalentes.
20.
Las generaciones de Caln desde Adán se terminan JI, en cambio, desde el mismo padre Adán a Noé
1: Así como el linaje de Caín se extingue pero el de Set llega a Cristo, la ciudad terrena mientras que la celeste -ahora exiliada-
21.
Por qué motivo, mencionado Henoe, hijo de de toda su descendencia se continúa hasta el que tras la menci6n de En6s, hijo de Set, se comienzo del linaje humano
La descendencia de Caín tiene sólo referelÍl lluentras que la de Set se ren'lonta a su origen primera va del asesino al asesino y la segunda puso su esperanza en Dios y nació de la Adán salen ambas, pero una para la muerte y misericordia.
22.
Calda de los hijos de Dios seducidos por el extranjeras, por la cual merecieron todas, excepto perecer en el diluvio
Los hijos de la ciudad celeste -setitas- se cir por las hijas de la ciudad terrena -cainitas-; don de Dios, común a buenos y a malos, y . su orden. Éstos, por amor de la belleza, dejaron amor que nos hace amar bien lo que debe ser amado ordenadamente: la virtud es el orden del
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
587
que aquellos «hijos de Dios» eran ángeles urueron a mUJeres.
puede creer que los ángeles, de sustancia espiritual, seducípor el amor de las mujeres hermosas, se casaron con ellas y ahí nacieron los gigantes? está claro que los demonios puedan unirse a mujesí que los ángeles santos no pueden ya pecar. 2: Tamnecesarios los ángeles para generar gigantes. El texto generación orgullosa y apartada de Dios. 3: La Esdeja claro que eran hombres. 4: Los textos apócrifos falsas y han quedado fuera del canon. Los herejes textos de este tipo.
debe entenderse lo que dijo el Señor de los que pereen el diluvio: «No vivirán más que ciento veinte (Gen. 6,3) refería a la vida completa de esos hombres, sino a lo tras dar la orden, por eso Noé vivió seiscientos los cuales ciento veinte fueron tras el diluvio -en el ~pereció la descendencia de Set-.
e61era de Dios no perturba con ningún ardor su tranquilidad modo humano que usa Dios para expresar el juicio el pecado.
arca mandada construir por Noé simboliza en todos sus a Cristo y a la Iglesia ciudad de Dios -la Iglesia- se salva por el madero Las dimensiones del arca significan el cuerpo huCristo y su puerta representa el costado abierto por que nacieron los sacramentos. 2: La simbología muy larga, puede verse en el libro Contra Fausto.
588
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS "
Puede haber interpretaciones diversas, pero deben acuerdo con la regla de la fe.
27.
El arca y el diluvio: no se puede estar de acuerdo ni admiten sólo la verdad histórica, rechazando el sen'f,aG/ co, ni con los que aceptan el sentido alegórico, verdad histórica
1: N o es lícito rechazar los diversos sentidos de tura -el histórico o el alegórico-, pues sería Los que rechazan el sentido histórico del relato por argumentos fisicos, no reflexionan bien sobre mentos. 3: Sobre la capacidad del arca para contl,n,,,, males, Orígenes indica que su medida eran codos cos -y no sería imposible construirla a hom!)r construyen ciudades-o 4: En el arca se salvaron los que no podían sobrevivir a nado, no los que pued.en.¡ el agua o nadar sobre ella. 5: El alimento haber previsto Noé o suplido Dios. Lo '~"m'h"tp'i que lo escrito ocurrió y tiene simbolismo que Iglesia.
'Posrc:rÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
589
. 2: Como Noé, Cristo plantó su viña y se embriagó de se encamó y sufrió la pasión, que unos difaman y veneran. 3: Toda la historia se refiere a la Iglesia. Desde ese relato no se vuelve a hablar de justos hasta Abra. La Escritura hay que entenderla adecuadamente.
Generaciones de los tres hijos de Noé De Jafet se mencionan quince descendientes, de Cam uno y de su descendencia se funda Babilonia. 2: Los :endientl's de Set son veintisiete, entre los que está Héber quien procede el nombre de hebreos-o En total, setenta familias -o setenta y dos- familias. 3: Porque hay que familias o pueblos, más que individuos, como muesal hablar de los hijos de Cam.
diversidad de lenguas y el principio de Babilonia camino hacia el cielo lo prepara la humildad, por eso N ebrot al fundar Babilonia --que significa confusu torre contra Dios. El castigo: la palabra que sirvió )rdenar, es ahora de confusión. Así se dispersaron los por sus lengnas.
Libro XVI: La Historia de Noé a los Prlofetas
el Señor para confundir la lengua de los que construían la
1.
¿Se encuentran después del diluvio algunas familias a Abraham, que vivieran según Dios?
Es dificil saberlo, porque la Escritura no die que adorara a Dios entre Noé y Abraham.' la historia de Noé y sus hijos, llena de sentido oculto.
2.
Figuras proféticas en los hijos de Noé
1: Sem -.-el renombrado- simboliza a Israel Jafet -extensión- a los gentiles, que viven en Set, y Cam -cálido- a los herejes que se
que Dios es inmóvil, cuando se dice que baja no entender que se mueve, sino que se nlanifiesta en la algún modo o que envía a sus ángeles.
debe entenderse el lenguaje con que Dios habla a los ;uan.do dijo «hagamos al hombre» no lo decía a los a sí mismo como Trínidad. A los ángeles les haaO,leUtle:m", a nosotros a nuestro modo. Puede hablar
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
590
de manera inefable a la mente de la creatura rac:iO!l~ medio de imágenes espirituales a nuestro espíritu ó corporales al sentido del cnerpo. 2: Tras Babel, los multiplicaron más que las lenguas y pasaron a las
7.
¿Recibieron las islas más apartadas de las tierras todo animales de aquellos que se salvaron de la . vio en el arca?
Los animales pasaron a las islas remotas por hombres o de los ángeles; lo cierto es que todo se partir del arca, como figura de los distintos pueblos terio de la Iglesia.
8.
¿Salieron algunas clases de hombres monstruosos de dencia de Adán o de los hijos de Noé?
1: Se dice que hay hombres muy distintos de -como los cíclopes, los pigmeos, los esciópodos-. cesario creer que existan, pero todo el que nazca los hombres -animal racional mortal- tiene el que los hombres a pesar de su rareza. 2: Si hemos extrañas entonces no resulta absurdo que bres mo~struosos creados por Dios a partir
9.
mismo:,
¿Se puede admitir que la parte inferior de la tierra, traria a la que habitamos, tiene antipodas?
Aunque la tierra sea esférica, no está demostrado tan y no se nos fuerza a creerlo.
10.
Generaciones de Sem, en cuya descendencia el dad de Dios camina hacia Abraham
1: Historia de la ciudad de Dios tras el diluvio, posición a BabeL Con las gen~ra,;iones se hombres por la tierra, que se diVldlO en tIempo de
¡
jOSICIÓNSINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
591
2: Por las generaciones sabemos que los años entre
y Abraham fueron mil setenta y dos. 3: No se ve dónde pueda hallarse la ciudad de Dios en ese tiempo, sí apareció la ciudad de los impíos en la construcción de . Debemos admitir que nunca faltaron en la tierra los generos de hombres.
La primitiva lengua humana fue la que se llamó luego hebrea, del hombre de Héber, y permaneció en esa familia cuando tuvo . lugar la diversidad de las lenguas del diluvio había una única lengua que se conservó casa de Héber y por ello se llamó hebrea. 2: La división de fue en vida de Héber. Su lengua fue la de Abraharn y le"cerldl' entes, que forman la estirpe de Cristo y es testimola bondad del pueblo hebreo que escapó al castigo de 3: Héber y Fáleg pudieron dar nombre a pueblos diver. todos los pueblos han cambiado sus nombres.
de Abraham. En él comienza un nuevo orden de la sufamilia de Taré -descendiente de Sem y en la que nace conservaba la lengua hebrea y el culto a Dios.
parece ser el motivo de que, en la transmigración de Taré Caldea a Mesopotamia, no se hace mención de su hijo ihil2;rarolG. al parecer, por persecución religiosa al adorar verdadero. Y puede ser que Nacor abandonara paterna y luego se arrepintiera.
los años de Taré, que terminó su vida en Jarán a los doscientos cinco años, y entonces comenzalechrase las promesas de Dios a Abraham.
,~
592
15,
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
Tiempo de la marcha de Abraham, en que por salió deJarán
1: Salió antes de la muerte de su padre, 2: Pero ció en cuando su padre había muerto -así pueden~i darse díversos pasajes de la Escrítura-,
16,
Orden y naturaleza de las promesas hechas por ham
Hay una promesa para la descendencia carnal sión de la tierra- y otra para la espiritual -la los pueblos-, Según Eusebio, tenía Abraham set:enta'· años entonces.
17,
Tres grandes imperios de los paganos, uno de los asirios, sobresalía mucho en tiempos de Abraham
La ciudad terrena brillaba entonces en tres Sicionio, el Egipcio y el Asirio en Asia, dominado hijo de Be1o, La tierra está dívidida en tres partes Europa, África y Asia -que es la mitad del orbe-,
18,
Dios habla por segunda vez con Abraham y le y a sus descendientes la tierra de Canaán
Es una promesa para la descendencia carnal--Olle aquella tierra-,
19.
593
separación amistosa puede proceder la costumbre
al repartir una tierra, divida el mayor y elija el menor. promesa de Dios: promete la tierra de Canaán a Abray a su descendencia para siempre [sentido no es claro, pero puede referirse a la descendencia En cuanto a la descendencia carnal, aunque los israesido expulsados de Jerusalén, permanecen en otras de esa tierra y permanecerán hasta el fin -y si los la habitan, también son descendencia de Abraham-,
de Abraham para los sodomitas cuando arrebató a Lot la cautividad y Jue bendecido por el sacerdote Melquisedec comenta la Carta a los Hebreos (Heb, 7, 1-10), en se figura el sacerdocio y el sacrificio cristiano y sobre el de Aarón,
de Dios a Abraham prometiéndole multiplicar su poscomo la multitud de las estrellas;por laJe en ella,Abra. , siendo aún incircunciso :.m,ull:iplicid"d de estrellas simboliza la posteridad sublila felicidad celeste: aunque Arato o Eudoxo se jacten contado todas las estrellas, hay muchas que no se otras, las de la otra parte del mundo-, Se muesque la fe es superior a la circuncisión -pues fue justificado por la primera antes que por la se-
Dios protege en Egipto la honestidad de Sara, de ham había dicho que era su hermana, no su esposa
Encomendó a Dios la protección de su esposa, ' no hubiera prevenido en lo posible el peligro, sería a Dios que esperar de ÉL Pero Dios la protegió,
20,
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
Separación de Lot y Abraham, hecha de común Jaltar a la caridad
ii~hlificaci,5n
del sacrificio que se le mandó ofrecer a Abraham pidió explicaciones sobre lo que había creído
texto sagrado muestra la visión que tuvo Abraham un sacrificio de animales, 2: Cuando Abraham pide de las promesas divinas, no desconna, Obtiene un los animales se le simboliza la historia sagrada, 3: Se
594
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
le annncia la esclavitud en Egipto. 4: En el terror se significa la desolación de la ciudad de Dios, y en las víctimas el del día del Juicio.
25.
Sobre Agar, la esclava de Sara, a quien la misma como concubina a Abraham
OSI<:rÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
595
. Los tres varones o ángeles en cuya figura se manifiesta que se aVilfeci'ó el Señor a Abraham junto a la encina de Mambré se puede dudar de que eran ángeles que representan al Algnnos plensan que uno de ellos era Cristo pnes a él Abraham llamándole «SeñOD> -pero a los otros dos Lot los llama así-o Pero la Carta a los Hebreos coneran ángeles.
No se puede achacar a Abraham crimen de pues no lo hizo ni con lascivia ni con infidelidad.
26.
Seguridad que da Dios a Abraham, prometiéndole un hijo de Sara estéril, haciéndole padre de vuebl"5;' la garantia de la promesa con el sacramento de la
1: Se le dice a Abraham que Ismael no he:recla.il mesa. 2: Isaac es el hijo de la gracia, no de la es imagen de los hijos espirituales. La alianza Abraham sünboliza renovación y resurrección, cambian los nombres. Y se promete una po,se,;io
Lot, liberado de los sodomitas, consumidos por el fuego y sobre Abimelec, cuya concupiscencia no pudo menoscala castidad de Sara castigo de Sodoma, fue imagen del Juicio futuro. Por liberados, se les prohíbe mirar atrás, a la antigua vida la mUjer de Lot por ello-o Lajnstificación que dio a Abimelec era cierta, pues Sara era hermana suya de
a esa edad era todavía tan hermosa que inspiraba
tua.
27.
Si el nacido varón no es circuncidado al octavo día, su alma por quebrantar la alianza de Dios
Para simbolizar que por el origen común del mano se había quebrantado la alianza -porque alianzas y la de la creación es la primera-o Por necesitan la gracia de remisión.
28.
Cambio de los nombres de Abraham y Sara, que, engendrar por la esterilidad de una y la edad ambos, consiguieron el beneficio de la fecundidad
El signiflcado de los nuevos nombres tud de pueblos» y "mi princesa»- indican la se les concedió.
hijo según la promesa, que recibí6 ese nombre por la risa padres mostró que su risa no era burla ante un insulto sino de alegría. Más tarde, cuando se expulsa a Ag';' Sara de la ciudad de Dios.
lbetlier,cia y fe de Abraham; en ella fue probado con el ofrecidel hijo que habla de inmolar. Muerte de Sara mandamiento fue tentación para Abraham, lo que no toda tentación es mala. N o podía creer Abrase deleitara con víctimas humanas y obedeció 'peTallza en la resurrección. 2: El texto sagrado nos rn.'cn.o y muestra cómo, en virtud de la obediencia de de las promesas anteriores, Dios pasa al juramento.
de Sara compró Abraham un sepulcro para ella ,m¡Jezó a poseer la tierra de la promesa-o
596
33.
EXPOSICIÓN SINTÉTlCA DEL CONTENIDO DE
Rebeca, nieta de Nacor, a quien Isaac tom6 por
El muslo de Abraham, por el que toma JUlranlerlft Jidad a su criado para que trajera una esposa a Isaac,
la Encarnación. 34.
¿Qué se ha de pensar del casamiento de Abraham después de la muerte de Sara?
Cetura -que parece ser la esposa y no lo eslos que parecen ser del Reino pero no llegan a de Abraham con ella muestra que no es pecado pués de la muerte del cónyuge.
35.
Respuesta divina sobre el significado de los dos via en el seno de su madre, Rebeca
Se le dice a Rebeca que los dos mellizos naciones y que el mayor servirá al menor. Casi tros lo han entendido en el sentido de que el nnehl" servirá al pueblo cristiano.
36.
Oráculo y bendici6n que, lo mismo que su padre, amado de Dios por ser hijo de Abraham
Isaac es heredero de la promesa hecha a Al,raháí de tener sólo una esposa y los dos mellizos, no más excelente que su padre -pero no hay que hombres entre sí por sus acciones particulares, sino
to-. Por eso, la castidad tiene una excelencia
37.
Figuras misticas de Esaú y Jacob
La historia narra la bendición a Jacob en Muestra que Jacob actuó sin dolo y que Isaac sustitución la voluntad divina. La bendición es predicación de Cristo, e Isaac, que la anuncia, Ley y los Profetas.
¡
¡'SII:Ié'N SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
597
envio de Jacob a Mesopotamia para buscar esposa. Visi6n tuvo en el camino. Sus cuatro esposas) aunque él no había solicitaclo sino una Recibe el mandato paterno de buscar esposa entre sus para mantener la bendición. 2: En el camino tuvo y ungió una piedra en signo del Ungido. 3: Auncuatro esposas, no se le puede acusar de concupisporque él buscaba sólo una.
de llamar aJacob también Israel de Mesopotamia luchó y venció al ángel que le le hirió y le cambió el nombre por Israel -el que ve El ángel representa a Cristo.
.VI)l v,el
se dice que Jacob entr6 en Egipto con setenta y cinco cuando en realidad la mayor parte de los que se citan engendrados posteriormente
~erson,lS,
setenta y cinco son los descendientes de Jacob hasta la de José que pudo ver alli a sus biznietos.
bendici6n que Jacob prometi6 a su hijo Judá -,gene;alogía de Cristo según la carne pasa de Abraham a éste a Jacob, y de éste a Judá a quien su padre bendice sus hermanos con la imagen del león. En esta bendiprofetiza a Cristo, su muerte, su resurrección, su victo-
-que es la Iglesia-.
hijos de José, bendecidos por Jacob, cambian proféticamente manos con Jacob y Esaú, el mayor servirá al menor, que su descendencia en muchos pueblos.
598
43.
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
Época de Moisés, de Josué y de los Jueces. Época, el primero de los cuales es Saúl, aunque David está como el principal, tanto por su significado como por
1: Después de José, aquel pueblo fue esclavizado Moisés fue enviado por orden divina para guía el pueblo de Dios fue conducido c,uareuta desierto; allí recibió la Ley y se mstituyo el Taloern; cordero pascual es figura de Cristo. 2: Muerto introdujo al pueblo en la tierra prometida.Y de:spItés los Jneces. Con ello comenzaba a cnmplirs,; la primer rey, Saúl, fue reprobado y le sucedlO .v,',lVlej., desciende Cristo. En su tiempo hay una tranSlClOn ria del pueblo de Dios que atraviesa distintas
Libro XVII: la Historia de los Profetas a
1.
Los tiempos de los profetas
¿Cómo llega a cumplimiento la promesa ham? Se verá ahora el tiempo de los profetas, que Samuel comenzó a profetizar hasta la vuelta ~aunque en sentido amplio, los profetas van 2.
Cuándo se cumplió la promesa de Dios sobre la naán, que recibió también en posesión el Israel
La promesa tenía dos aspectos, uno espiritual ción de los pueblos~ y otro carnal ~la rra~. Ésta segunda se cumplió cuando ~ajOlnOn el Éufrates hasta Egipto.
3.
Tres sentidos de las profecias que se refieren ya a terrena, ya a la celestial, ya a una y otra
;hSIOÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
599
figurado, a la segunda. 2: Por ejemplo: la repreusión a David se refiere a la Jerusalén terrena; pero cuando
habla de una nueva alianza se refiere a la Jerusalén del y cuando se anuncia la construcción del templo en J ese habla de ambas.
cambio figurado del reino y del sacerdocio de Israel, y las profecías de Ana, madre de Samuel,figura de la Iglesia . El cambio de dinastía de Saúl a David, y de sacerdocio a Samuel constituyen figuras de! cambio del A11tiguo )111enl:o al Nuevo ~donde hay un nuevo Rey y SacerdoEl cántico inspirado de Ana al consagrar a Samuel todo esto. 3: Como Ana, la Iglesia es madre fecunda . 4: Los siete hijos de su cántico son las siete Igleque simbolizan la única Iglesia. 5: Su canto prefimuerte y la resurrección de Cristo. 6: Insiste en la recuando dice que "alza al pobre». 7: Habla de la de Dios. 8: Alude a la Encarnación y a la peregride cada ser humano. 9: Concluye con la afinnación . de Dios. Y preludia e! triunfo de Cristo y la Iglesia: 'crist,}s y de Cristo.
palabras que con esplritu profético dijo el hombre de Dios sacerdote Hell, manifestando que se le habla de quitar el ace'rdclcio instituido según Aarón texto sagrado refiere cómo rechazó Dios el sacerdola corrupción de sns hijos. 2: Samuel, al asumir ,rd'OCIO, prefigura la sustitución del sacerdocio levítico Cristo. Y se ha cumplido. 3: Muere la casa de Heli hijos~ y Samue! asume e! sacerdocio. 4: Se anuncia ;d,egcendic:ntes de Aarón se postrarán ante Cristo. 5: El Cristo se extiende a su pueblo -sacerdocio 'UJlmce un sacrificio como Melquisedec ~el pan de la
1: Algunas profecías se refieren a la Jerusalén a la celestial y otras, en un sentido literal, a la
i¡
600
6.
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
Sacerdocio y reino de los judíos, que aunque en su proclamaban eternos, no permanecen, a fin de que ron otros, cuya eternidad se promete 1: Aunque el sacerdocio de Aarón no haya durad¡)
11lente, podemos confiar en la nueva promesa,
sacerdocio se prometió en figura del nuevo. 2: era figura de Cristo -porque fue ungido- y prendió ese nusterio.
7.
Sobre la división del reino de Israel, que es figura de perpetua entre e! Israe! espiritual y el Israel carnal
1: A Saúl se le profetiza la división para buscar rey. 2: El reino será arrancado de Saúl y de Israel uno más diguo -que será Cristo-o 3: Quedó en dos para figura de los que se unen a Cristo y los enemigos. 4: La división fue sentencia irrevocable de jndíos cristianos no son el Israel enemigo. Al pasar pasan de la carne al espíritu.
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LlliROS
grandes diferC11cias entre lo que sucedió en e! reino de la terrena Jerusalén y las promesas que había hecho Dios para dar entender que la verdad de la promesa pertenecía a la Jiloria de otro rey y otro reino . terrena ha sido arruinada, según se había
naturaleza del pueblo de Dios realizada por la Encarnación Cristo, único que tuvo el poder de arrancar su alma de los abem()S que al final del tiempo, la nación judía creerá en Como parte de ese pueblo, por su Encarnación, Cristo a muchos de la muerte eterna.
qué personas pertenece la insistente súplica de las promesas que se habla en el salmo: «¿Dónde está, Señor, tu antigua 'lnisericc'rdia?» etc. (Sal. 89, 50-53)? salmo 88 alude a las afrentas de Cristo, y David reconolas promesas se refieren
8.
Las promesas hechas a David en su hijo; en modo cumplieron en Salomón, sino plenamente en Cristo
1: Por el profeta Natán Dios prometió un en su hijo, que fue así figura de Cristo. 2: Parte de cía se aplica a Salomón, pero toda y de forma Cristo. 3: Cristo reina tras la muerte de no- y construye el verdadero Templo de Dios: los Cristo.
601
al Mesías.
puede asignar a los tiempos que corrieron bajo Salomón el cu/no,rimien.tc de la paz prometida? aunque hubo paz en su reinado, fue menor que bajo y ciertarnente no se corresponde con tan grande que no puede cumplirse en este siglo y en esta tierra.
BIt/oóio de David en la disposición y misterio de los salmos 9.
Cuán semejante es la profecía sobre Cristo en el promesas que se hacen en los libros de los reyes profeta Natán
El linaje perpetuo que promete a David no se to a Salomón cuanto a Cristo.
Drr,pl'SO los salmos, cuyo concierto apropiado y moderarlnwr<<>< sonidos manifiesta con su annoniosa varie-
·U!ud.ad compacta de una ciudad bien ordenada.
aducirse para el contexto de esta obra todas las profecías los salmos sobre Cristo y la Iglesia?
602
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
No, porque son muchas y las hemos tratado en
16.
Cosas que en realidad o en figura se dicen en el rentes a Cristo yola Iglesia
1: Hay en la Escritura textos más oscuros muy claro para mostrar a Cristo -Rey de también a la Iglesia -en matrimonio con de la ciudad de Dios es Babilonia.
17,
Lo que en el salmo 109 se refiere al sacerdocio de el 21 a su pasión
En el primero se anuncia que Cristo reina -donde proclamó su Evangelio- - y que su sa<:eDioc tuye al de Aarón. El segundo describe su pasión y el llluestra cómo se cUlnple.
18,
Profedas sobre la muerte y resurrección del Señor mas 3, 40, 15 Y 67
1: El salmo 3 profetiza la resurrección y tatnb,iélle además anuncia la traición de Judas. 2: Pero los que el Cristo que esperan no ha de morÍr. que el nuestro es el anunciado en la Ley y los salmo 15 y el 67 hablan claramente de la resmn:ecl:iQI vida de los mortales, que ni el mismo Señor puede sino por la ll"lUerte.
603
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LlEROS
,~'"','_ fue hijo de la ciudad celeste y gobernó
la terrena penitencia por sus delitos. Salomón no fue bueno al la prosperidad que agobia a los sabios le produjo 'Pr'lUl' CHJ' que los beneficios de la sabiduría. Profetizó en -Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantaresatribuido la Sabiduría y el Eclesiástico -en donde se la pasión de Cristo y la fe de los gentiles-o 2: Los son más oscuros en relación con Cristo y la Iglesia, tullweu hablan de ellos y de los malvados y se ven claras de las dos ciudades y de sus reyes. sucesores de Salomón, tanto en Judá como
C11
Israel
reino fue dividido y en los reyes siguientes apenas puefiguras o símbolos que se refieran a Cristo y a la Se dividió el reino, pero no la religión.
SJerobo'am llevó a su pueblo a la impiedad idolátrica, aunque no eso dejó Dios de inspirar a los profetas y de guardar a mudeZ crimen de idolatna surgieron Ellas y Eliseo que realizaron muchas mara-
de los dos reinos de los hebreos, hasta que ambos llevados en distinta fecha a la cautividad; vuelto despues a su reino) pas6 últimamente al poder de los romanos de los reyes de Judá fueron piadosos, pero los de perversos. Los asirios destruyeron los reinos y tras-
19.
El salmo 68 declara la obstinada infidelidad de los'
Su incredulidad da cumplimiento al sahno, nublan con la evidencia.
20.
El reino y los meritas de David y de su hijo profecía que se refiere a Cristo y que se suyos o en los que se les han unido
rrcaUll',le el pueblo. Tras la liberación se reconstruyó el no hubo dos reinos ni dos -reyes, sino un prínllt:rusa¡,cn . No les faltaron enemigos de otras naciones. Cristo, los encontró tributarios de ROll1a.
profetas que hubo entre los judios y los que la historia varlQe.lica /105 señala hacia el nacimiento de Cristo
,
iI
604
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS
Al volver de Babilonia profetizaron Malaqnías, carías y Esdras.Y en tiempo de Cristo, Zacarías, Isabel y Simeón y Ana y la misma Virgen Madre del Señor. Libro XVIII: La Historia paralela de las dos ciudades
1.
Cuestiones que hasta la venida del Salvador se han los diecisiete libros precedentes
En los libros I al X se refuta a los enemigos de la de Dios; los libros XI a XIV tratan de los orígenes de ciudades; los siguientes de su desarrollo: el XV de Abraham, el XVI de Abraham a David, el XVII de a Cristo. Este libro tratará del desarrollo comparado bas ciudades.
2.
Reyes y tiempos de la ciudad terrena a que corres;poYIdel tiempos de los santos a partir de Abraham
1.: Hay una comunión de naturaleza, pero una por el apetito y de allí surge la guerra y la parte somete a la vencedora antes de ser destruidos todos guerra universal. No sin providencia dé Dios han dos imperios entre tantísimos: el asirio prinlero romano -los demás son apéndices de éstos-o 2: segundo rey de Asiria cuando nació Abraham. Existía el reino de los sicionios -del cual vendría el de nos-, pero era pequeño. Nino extendió su irrlp"rÍ
Qué reyes había entre los asirios y sicionios cuando Abraham Isaac, según la promesa, y cuando le naciel'orí mo Isaac, ya sexagenario, de Rebeca los gemelos
~]{POSI[C](:lN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LlllROS
605
Isaac nació cuando reinaban Ninias y Telxión. El quinto de los asmas fue Arria. Abraham murió en el reinado de Baleo, y de Turiaco entre los sicionios. Surgió entonces de los argivos, cuyo primer rey fue Inaco. En su reiy el de Armamitres en Asiria y Leucipo en Sicio, Dios a Isaac. A Jacob le habló cuando reinaban Beloco en Foroneo en Argos y todavía Leucipo. Por entonces a brillar Grecia por sus instituciones jurídicas y se ~mzaron CIertos difuntos -como lo, hija de Inaco-.
Época de Jacob y de su hijo José /Mur:LÓ Isaac cuando en Asiria reinaba Baleo, en Sicio Mey en Argos Apis. Fue éste también el tiempo de Jacob y José llegó a Egipto.
Apis, rey de l05 argivos) a quien los egipcios honraron como dios bajo el nombre de Serapis rey murió en Egipto, adonde había viajado, y comena venerado en su sarcófago, antes de construir su templo .
siendo su dios más grande. Tarnbién adoraban a un
a quien llamaban Apis.
Quién era el rey de Argos y quién el de Asiria a la muerte de en Egipto Asi;ia reinaba Baleo, en Sicio Erato, y entre los argivios habla sucedido a su padre -y dado nombre al reinomurió Jacob. Entonces se desarrolló la agricultura en
contemporáneos de la muerte de José en Egipto eran reyes Mamito entre los asirios, Plemneo sicionios y todavía Argos en Argos.
ioSICI6N SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
606
8.
607
en Atenas. Sucedió Josué a Moisés e introdnjo al pne-
Reyes contemporáneos de Moisés, y religión que época
la tierra de la promesa. A su muerte reinaban Al1llnta en Córax en Sicio, Dánao en Argos y Erictonio en Atenas.
Cuando Moisés nació, reinaban Safro en Asiria,
en Sicio y Criaso en Argos -que fue sucedido Tríopa,Jaso y Estenelas-. Algunos dicen que enltonc< ron Prometeo y Atlas y comenzaron a surgir llluela, en Grecia y se divinizó a muchos hombres -como tia o a Hércules-. Otros, como Minerva, eran y Varrón cuenta que en aquellos tiempos hubo -pero no el de Noé, sino el de Ogiges-.
9.
Cuándo fue fundada Atenas y motivo Varrón
El rey Cécrope consnltó al oráculo de Delfos yagua que habían surgido de repente. Apolo el olivo representaba a Minerva y el agua a "T __ ,~,~ debían los ciudadanos elegir a quién debían tener tor. Convocados a votación, los hombres dieron dios y las mujeres -de las que había una más- a la ciudad se llamó Atenas.
10.
Qué nos dice Varrón sobre el nombre de .liJ·eOI~afro diluvio de Deucalión
Varrón no admite la explicación de que «lugar de Marte» por ser el dios alli 'uz¡;a'Ju dio. Pero nos da una explicación fabulosa nas. En époea de Cécrope tuvo lugar el diluvio rey de las regiones donde alcanzó su apogeo a Egipto-.
f
sagrados instituidos en honor de los folsos dioses por los de Grecia en el tiempo que media desde la salida de Israel Egipto hasta la muerte de Josué ese tiempo, los paganos instituyeron las lupercales y los músicos de Apolo. Se dice que también por entonces enseñó el cultivo de la vid en el Ática, que Xanto de a Europa -otros dicen que fue Júpiter y así lo celeque hubo otro Hércules.Y se difundieron otras fabulas, que hacían de Busiris y Erictonio hijos de dioses.
ficciones fabulosas nacieron cuando comenzaron los Jueces regir a los hebreos de Josué se fOljaron nuevas fábulas: la de Triptoel Minotauro, los Centauros, Cerbero, Frixo y :;lOltgcma Bslerofonte y Pegaso, Anfión, la del ingenioso su hijo lcaro, la de Anteo, la de Ganímedes, Dánae, vencido por Perseo -que con su Andrómeda div·ini.za,::los y dieron nombre a estrellas-o
tiempo existieron también los poetas llamados teócomponer sus poemas sobre los dioses: Orfeo, Mufueron honrados cOlllo dioses-o
rno 11.
En qué tiempo sacó de Egipto al pueblo Moisés, qué reyes murió J05ué su sucesor J
Moisés sacó de Egipto en el reinado de Aseatae Marato en Sicionia, Triopa en Argos y en los
del reino de los argivos, tiempo en que Pico, hijo de Sael reino de su padre entre los laurentes
ypnh,n
entonces el poder de Argos y se trasladó a Micenas. reino de los Laurentes en Italia, donde reinó primeFauno -de este reino saldría Roma-. Entre . Débora. En Asiria reinaba Lampares.
JC!'()SIC¡C)N SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LffiROS
609
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS
608
Elevación de Diómedes a la categoria de los dio:es 16. la guerra de Troya, y conversión de sus companeros, tradición! en aves Reinaba Latino hijo de Fauno entre los Laurentes tomaron el nombre los latinos. Los paganos mero de sus dioses. 17.
Qué nos dice Varrón sobre las increibles metamorfosis
Para confirmar lo de los compañeros de refiere otras metamorfosis: las que obraba la maga de los arcades que se convertian en lobos.
8 1.
Qué se puede creer sobre las transformacio~es que suceden a los hombres por arte de los demonws
1: Hay que huir de Babilonia Y del poder de los Quizás no podamos rechazar la veraCldad de las 2' Estas cosas o son falsas o tan extraordlnanas n~ son aceptadas. Sabe~10s que Dios puede hacelClo' demonios sólo lo que Elles permIte -pero no ducir naturalezas-o N o creo que pued;n '1 producir imágenes fantastlcas. cuerpo. P ero S b buscan el modo de engañar a los hom res con
La llegada de Eneas a Italia coincide con la h b juez Labdón entre los e reos Tras la destrucción de Troya vino Eneas a Latino, entre los atenienses Menesteo, plifldes en en Asiria y Labdón juzgaba a Israel. El remo ., do HeJí era J'uez de los hebreos, ternuno cuan 1 latinos, Onco de los Asirios y Melanto de os
19.
20.
La sucesi6n de los Reyes entre los israelitas
Reinando los anteriores, comenzó a En Italia come!1'Zaron los reyes Silvios. En el
muerte de Codro, dejaron de tener reyes los atenienses. sucedió a David y en su tiempo empezó la dominade los reyes de Alba. En el reinado de Roboam se dividió de los hebreos.
Los reyes del Lacio, cuyo primero, Eneas, y el duodécimo,Aventino,jueron tenidos por dioses sucedió a Aventino y en su tiempo se extinguió el de los asirios tras mil trescientos cinco años ~desde rey, Belo, padre de Nino- y comenzó el poder de Después de Procas reinó Amulio, que había hecho a Rea, hija de su hennano Numitor. De ella se dice que de Marte a Rómulo y a Remo, amamantados por la -.fUlmiltor sucedió a su hermano y el primer año de su fundada Roma.
tiempo de la fundación de Roma coincide con la caída del de los asirios y con el reinado de Ezequías en Judá fue fundada como otra Babilonia, por medio de plugo a Dios someter el orbe y apaciguarlo en sus dimensiones, reduciéndolo a una sola sociedad de administración y de las mismas leyes. No le costó Nino someter Asia. l~oma, en cambio, no pudo mucha rapidez y facilidad tantas gentes. Cuan."'OIlCla, los hebreos llevaban ya setecientos diecio"en la tierra prometida -veintisiete de Josué, treseir,tirm"ve de los Jueces, trescientos sesenta y dos re'les- y reinaban en Judá Acaz o Ezequías y
de Eritrea, conocida entre las demás sibilas por los testimonios que cant6 de Cristo el tiempo de los orácnlos de la Sibila Eritrea. varias Sibilas. Esta profetizó sobre Cristo en nnos ,.naros, en cuyas iniciales en acróstico se leía:Jesu-
610
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
cristo de Dios Hijo Salvador. 2: En su profecía, la también contra los dioses. Lactancia incluye en su
de la Sibila.
24.
Durante el reinado de Rómulo florecieron los siete entonces tuvo lugar la cautividad de las llamadas diez Israel por los caldeas. Muerto Rómulo, fue elevado a res divinos
1>o:;rClóN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
611
Profecías de Oseas y Amós que se rifreren al Evangelio de Cristo tI'rofet:iz:m la vocación de los gentiles.
Predicciones de Isaías sobre Cristo y la Iglesia :'Isaías escribió volúmenes más extensos pero en la misma
entre los hebreos Manasés -:-quien, dicen, mató a
Anunció a Cristo y a la Iglesia hasta el punto de que le llamaron más bien evangelista que profeta. Por el pasaje del Siervo de Dios (Is. 52, 13-15; 53,1-12). cuando exhorta a la Iglesia a la alegría (Is. 54, 1-5).
25.
Profeclas de Miqueas,jonás yJoel relativas al Nuevo Testamento
Tras Rómulo reinó Numa, que propagó el cultó dioses, contemporáneo de la Sibila de Samas, m·Lentra.,;
Filósofos que florecieron en el reinado de Tarquina los romanos, y en el de Sedeclas entre los hebreos, conquistada Jerusalén y destruido el Templo
Los siete sabios: Pítaco de Mitilene, Salón de Quión de Lacedemonia, Periandro de Corinto, Lindos, Bías de Priene y Tales de Mileto. También entonces Anaxinlandro, Anaxímenes, ]enófanes y -por quien comenzaron a llanlarse fIlósofos-,
26.
Contemporaneidad de la libertad judía y romana
Ciro, rey de los persas, hizo volver de la cal~trV1dlact: cuenta mil judios para reconstruir el templo. El concluyó bajo Daría, cuando reinaba Tarquinio en la expulsión de éste comenzó la libertad de los rorualaós
. Miqueas presentó a Cristo en la figura de un monte 1-3) y predijo el lugar de su nacimiento (Mq. 5, 2-4). la pasión que soportó, es símbolo de la muerte y ítn,cciLón de Cristo. 3:Joel anuncia el descendimiento del Santo 01. 2, 28-29).
Anuncios de Abdías, Naúm y Habacuc sobre la salvación del murtdo en Cristo . No sabemos cuándo profetizaron. Abdías habla de los de Edom y Sión como montes santos (Abd. 17,21), que alude aJudea y la Iglesia de los gentiles. 2: Naúm la destrucción de los ídolos (Nah. 1, 14-15; 2, 1). Habacuc, que se cumplirá la llegada de Cristo (Hab. 2,
ta entonces tuvo profetas IsraeL
27.
Tiempo de los profetas cuyos oráculos quedan coYlsigrta,ios. ailo; ellos escribieron mucho sobre la vocación de 10S!lelllil"s: comenzó el reino de los romanos y terminó el de los Consta que eran conten'lporáneos Oseas, Alnós,
queas,Jonás y Joel. Esta época se extiende de Pro ca a y coincide con la caída de Asiria y el inicio de Roma.
Prifeda que se contiene en la oración y el cántico de Habacuc (Hab.3) Pr()fetiza la pasión y gloria de Cristo y la decadencia de
612
33.
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS
Lo que dijeron con espíritu profético Jeremías y Cristo y la vocación de los gentiles
1: Jeremías y Sofonías profetizaron cuando reinal)at en Jerusalén y Anca Marcia en Roma. Jeremías mente de Cristo y de la vocación de los gentiles Bar. 3, 36-38; Jer. 23, 5-6; 16, 19; 17, 9; 31, 13).2: anuncia la resurrección y la vocación de los gentiles 2,11;3,9-13).
34.
Profecía de Daniel y Ezequiel que se cumple en Iglesia
1: En la cautividad de Babilonia profetizaron Ezequiel. Daniel determina las fechas en que había padecer Cristo y sobre su gloria (Dn. 7, 13-14).2: compara a Cristo con David y lo anuncia como p",tot< único pueblo (Ez. 34, 23-24).
35.
Vaticinio de los tres profetas:Ageo, Zacarías y M"la'lu!,
1: Profetizaron al final de la cautividad. Ageo ramente el advenimiento de Cristo, tanto el primero plido- como el segundo -que esperamos2: Zacarias habla de la entrada de Cristo en Jeulsalén 1 redención (Zac. 9, 9-11). 3: Malaquías alude a la sacrificio perfecto (Mal. 1, 10, 1; 5-7; 3, 1-2).
36.
0PO>S!C:IÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LlliROS
613
La autoridad profética es más antigua que la primitiva filosofla gentil La autoridad de los profetas .es más venerable que la de los por su antigüedad, ya que los escritos proféticos son a la existencia de los filósofos, que COlnenzaron a así con Pitágoras, en el tiempo de la liberación de la tividad en Babilonia. Tales y los sabios son del tiempo de y ya para entonces había profetas. Ni los poetas teóexistieron antes del teólogo Moisés. Ni los sabios de son anteriores a Abraham.
Algunos escritos de santos personajes no fueron admitidos en el canon por su excesiva antigüedad por temor de que a causa de esto se mezclara lo falso con lo verdadero puede ser considerado profeta, pues el arca fue una de nuestros tiempos.Y Henoc también profetizó, aunlibro, por prudencia, no fuera admitido en el canon.
Los escritos hebreos que siempre estuvieron en su len~{?ua original tanto, las letras hebreas no empezaron con la Ley de sino que estaban vinculadas a la lengua hebrea mucho atrás. Ningún pueblo puede por eso aventajar en sabia nuestros profetas y patriarcas. Ni siquiera los egipcios, sus sabios corno Mercurio Trislnegistos son posteriores a
Esdras y los libros de los Macabeos
Esdras profetizó en el tiempo de la liberación de -aunque es más un escritor que un profeta, pa¡:ecido de Ester que es también de esta época-o del Templo, los judíos no tuvieron reyes sino príincip< Aristóbulo. Sus tiempos están recogidos en los Macabeos, que los judíos no tienen por canónicos.
Pretensión totalmente falsa de los egipcios, que asignan a su ciencia una antigüedad de cien mil años Ccmtra,:!ice los datos de la historia aportados por autores V"'rAn que pone el inicio de la escritura en Egipto no mucho más de dos mil años. El texto sagrado pone adeel nlundo no tiene todavía seis nul años.
614
41.
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS
Desawerdo de las opinionesfilosóficas y concordia de las turas can6nicas en la Iglesia ~
1: Los filósofos no están de acuerdo en casi nada; los tas, en cambio, no tienen motivo para estar en ue:sacuemo sí. 2: En las filosofías de la ciudad terrena todo se verdadero y lo falso y las opiniones más contradictorias, nadie las probara o seleccionara -por eso esta ciudad se Babilonia: confusión-o 3: En cambio, los israelitas dlstingí entre los falsos y los verdaderos profetas. Éstos estaban' dos por Dios y quien los conocía tenúa menospreciar genio de los hombres sino la palabra de Dios.
42.
Providencia de Dios en la traslación de la Sagrada ks,rrítHY", Antiguo Testamento de la lengua hebrea a la griega con de que llegara a conocimiento de los gentiles
El rey de Egipto, Ptolomeo Filadelfo, solicitó las para la célebre biblioteca. Se le enviaron los textos nebt
43.
Autoridad de los Setenta intérpretes, que, salvando el estilo hebreo, debe ser preferida a todos los traductores
También otros tradujeron después los textos sagrados al -Aquila, Símaco yTeodoción, además de la quinta edición nima-. Pero la Iglesia recibió la de los LXX y de ella se versión latina -hasta que Jerónimo ha compuesto la hebreo--. El mismo Espíritu que inspiró a los profetas traductores. Hay versiones que completan lo que en otras
44.
Cómo debe entmderse la destrucción de Nínive, cuya debla llevarse a cabo en el espacio de cuarenta dlas en el y en los Setenta se limita a la brevedad de tres días
,XPOS[C¡':JN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
615
Admitir el original en un sentido -cuarenta días pasó con sus discípulos tras resucitar- y encontrar el que tener también la traducción -tres días tardó en resuci-
La autoridad de ambos es la misma y divina.
Después de la restauración del Templo, los judíos dejaron de tener profetas, y a continuación se vieron afligidos de continuas calamidades hasta el nacimiento de Cristo, para que quedara demostrado que la edificación del otro Templo había sido prometida por anuncios proféticos 1: Faltaron profetas y vinieron males, para que el segundo no tuviera más gloria que el primero, para que Cristo ,¡¡n:lpuera la profecía. 2: Alejandro sometió al pueblo. Tras él, Wl'"ll.leu Lago llevó cautivos a Egipto y los devolvió su sucePtolomeo Filadelfo. Luego los hebreos se vieron afligidos Ptolomeo Epífanes y por Antíoco, que profanó el Templo . por Judas Macabeo-. 3: Después Alcimo usure! sacerdocio y tras él Aristóbulo se hizo rey y sacerdote. vino Alejandro, talnbién rey y sacerdote, sucedido en el por su esposa Alejandra, cuyos hijos Aristóbulo e Hircamotivaron la intervención de Roma. Pompeyo confirmó a y nombró procurador a Antípatro, al tiempo que imel pago de tributo a Roma. Después tuvieron a Herodes, cuyo tiempo nació Cristo, esperanza de las naciones. Nacimiento de nuestro Salvador en cuanto Verbo hecho carne, y
dispersión de los judíos entre todas las gentes según la profecia Cristo nació en Belén reinando Herodes en Judea y en Augusto -que había apaciguado el orbe-, de una humana, según lo había anunciado Isaías. Los judíos dispersados y sirven de testimonio a su Palabra.
¿Hubo antes del Cristianismo,fifCra del pueblo de Israel, hombres que pertenecieran a la comunidad de la ciudad celeste?
616
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
En otros pueblos pudo Dios hablar y revelar a '-.,r1st(J,j sido hechos partícipes de esta gracia. Las Escrituras dan testimonio de Cristo -y son un fuerte ar¡l;Ulnent()-"
48.
La profecía de Ageo: en ella se dijo que la gloria futura casa de Dios seda lt1ayor que lo había sido antes; no cumplimiento en la reedificación del Templo sino en la Cristo
La Iglesia es más noble, pues su ornato son las piedras los creyentes y los renovados que la construyen.Y todavía· mayor cuando sea cribada y quede donde ha de estar siempre.
*49.
Multiplicación indiscriminada de la Iglesia; en ésta se tran muchos réprobos mezclados durante esta vida con los gidos
;tPC)SI(=IÓ'" SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LlliROS
617
la persecución) ya sea de violencia externa o de división Pero la Iglesia avanza por este mundo en estos días desde Abel hasta el fin.
¿Se debe creer, según piensan algunos, que terminadas las diez persecuciones, no queda ya sino la undécima, que tendrá lugar en el tiempo ya del anticristo? 1:Algunos creen que habrá sólo once, las diez habidas ya y final, en un cierto paralelismo con las plagas de Egipto. Pero no lo creo así. 2: De hecho, en esas diez no están inclnidas persecuciones tenidas ya -comenzando por la de CrisPar eso, no debe limitarse el nún1cro de persecuciones.
El tiempo de la última persecución, desconocido para todos
La mezcla durará en estos dias calamitosos hasta el Ocurrió así con los mismos apóstoles, entre los que hubo malo de quien el Señor se sirvió para el bien. Después de sucitar y volver al cielo, envió a su Espíritu.
1: La promoverá el anticristo y será Cristo rrllSlllO quien la aplastará con su presencia. Es inútil intentar calcular o limitar años que le quedan al mundo, pues la Verdad nos dijo que no nos importa a nosotros. 2: Los demonios intentan engafíar a partir de ella e inventan falsas profecías sobre el fin de la religión cristiana.
*50.
54.
Predicación del Evangelio, que se hizo más conocida y poder"Osa.j por los sufrimientos de sus predicadores
El testimonio de los apóstoles y los mártires extendió el Evangelio.
*51.
La fe católica queda fortalecida incluso con las disensiones de los herejes
1: El diablo suscitó las herejías para que algunos cristianos se opusieran a la verdad cristiana, siguiendo el modo de los filósofos de la ciudad de confusión. A pesar de todo, contribuyen al bien, pues se prueba la paciencia de los fieles, la caridad se hace ardiente y la verdad sale fortalecida. 2: No faltará nun-
¡
Mentira a todas luces insensata de los paganos, con la que se imaginaron que la religión cristiana no había de durar más de trescientos sesenta y cinco años
1: Algunas de esas falsas profecías han dicho esto, pero ya ha pasado más tiempo que esos añosy el nombre de Cristo se extiende cada vez más: del 25 de marzo del consulado de los dos Géminos -cuando Cristo murió- al 15 de mayo del consulado de Honorio y Eutiquiano se cumplen los trescien·tos sesenta y cinco años, y al año siguiente se destruían _en Cartago los templos de los dioses falsos -hace ya treinta años-o 2: Conclusión: las dos ciudades están mezcladas desde el principio hasta el fin. En el tiempo comparten bienes y males con fe diversa, hasta que sean separadas en el Juicio y tenga cada una su propio fin, que no tendrá fin.
DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
619
Método seguido por Varrón poYO eliminar simples diferencias doctrinales que no constituyen sectas, y llegar a una triple definici6n del bien supremo para quedarse con una de las tres Desecha el género y la actitud de vcida, la relación con la .oC:lealaO, lllS grados de certeza y atiende sólo a la cuestión de los y males suprel11os. Los doce sistemas así restantes los reluego a tres, pues el placer, la tranquilidad y la unión de están contemdos en los principios básicos de la naturaleLas opciones son: se buscan los principios de la naturaleza la vcirtud; la virtud por estos principios o bien ambos por sí
Qué sistema filosófico elegir de los tres que buscan el bien supremo del hombre, según la doctrina de los viejos académicos, de la mano de su autor, Antíoco
Quinto volumen (XIX-XXII) Sobre el fin de las dos ciudades Libro XIX: Fines de las dos ciudades
* 1.
En la controversia filosófica sobre los supremos bienes y Varrón llegó a distinguir hasta doscientas ochenta y ocho posibles
1: Se ha disentido mucho sobre los snpremos bienes y les en relación con la felicidad: aqnellos que hay que desear evitar por sí mismos y los demás por ellos. Varrón dü;tirlguciÓ hasta doscientas ochenta y ocho opiniones posibles. 2: como punto de partida las apetencias naturales al placer, a tranquilidad, a ambos y a los principios básicos de la nátur·ale,c za. Estas apetencias las relaciona de diversas formas con la tnd, la sociedad, los grados de certeza, la actitud y modo vida. 3: Varrón se adhiere a la Academia Antigna y luego elimina las diferencias accidentales de las opiniones en función de los snpremos bienes y males y reduce el número de sectas sistemáticas. [618]
1: Para elegir bien hay que saber qué es el hombre: unión de cuerpo y alma. Así, el bien supremo debe constar de los bienes del cuerpo y del alma. Por eso hay que buscar por sí mismos los principios de la naturaleza y la virtud. 2: La vida feliz debe incluir entonces la vcida social -en la familia, en la ciudad, en el orbe y en el umverso-. Esto es lo que, según Varrón, escribió Antíoco, su maestro.
*4.
Opinión de los cristianos acerca del sumo bien y del sumo mal, en contra de los filósofos que afirmaron estar en posesión del sumo bien en sí mismo
1: El sumo bien es la vida eterna y el sumo malla muerte eterna. Para consegnir esa vcida hay que vivir ordenadamente, sabiendo que la rectitud nos vciene de Dios. Aquellos filósofos buscan la felicidad en la tierra, nosotros en Dios. 2: Porque vemos que esta vida es miserable, está sujeta a debilidades, daños, enfermedades, errores. 3: La propia virtud va contra las apetencias de la carne y nosotros esperamos una felicidad en la que estén armonizadas. Por esta lucha, aquí no puede estar la felicidad perfecta. 4: La prudencia da testiuromo de los peligros de
620
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS
'IDlPC,SIC:IÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
_y quien no se duela ante esto ha perdido hasta e! sentihumano-o
esta vida; la justicia nos prescribe SOlueternos a Dios
todo es trabajo; la fortaleza pide que luchemos y tole',relnos males -lo que no han podido soportar ni los estoicos Catón, que desertó de esta vida -. 5:Tampoco son consiist"ilt¡ las opiniones de los peripatéticos: admiten el suicidio si la presente no es feliz, cuando dicen que la felicidad está en vida -que encuentran llena de males-o Una lucha tan natural testimonia que la felicidad verdadera hay que en otra parte y que la verdadera virtud no libra de la sino que da esperanza para la felicidad eterna -los frlósofos lo ven y se sirven de una virtud llena de orgullo-o
*5.
6.
nueHCU
Inseguridad de la amistad entre los buenos, dados los temibles e inevitables peligros de esta vida Hay que mantener la amistad, pero es fuente de preocupapor la muerte del cuerpo y la de! alma. Por eso la amistad causa dolor y tristeza.
La amistad con los santos ángeles no le puede ser manifiesta al hombre en este mundo. La raz6n es la astucia de los demonios, que han hecho caer a gran número de hombres que se crdan obligados a dar culto a los dioses
La vida en sociedad) aunque parece necesaria, está llena de .ficultades
Estos frlósofos dicen que el sabio debe vivir en mC1eaa,j: Nosotros con más fuerza, pues si no, no se podría alcanzar frn de la ciudad de Dios. Pero esto implica nuevos males preocupaciones: afrontar la tensión, la división, la guerra. paz es difícil -ni siquiera en el hogar, cuanto menos en Estado-.
Error de los juicios humanos cuando la .verdad permanece oculta
621
No debería darnos ten10r su amistad. Pero ellos no conviven con nosotros con la misma familiaridad. Y Satanás puede disfrazarse de ángel de luz para engañarnos. Así los frlósofos y la ciudad terrena tienen por amigos a sus peores enemigos.
10.
Recompensa que aguarda a los santos por la superaci6n de las pruebas de esta vida
Los santos están sometidos a todas estas l1llserias, que les sirven para mantenerse en búsqueda anhelante y esperanzada de la vida eterna imperturbable.
Los hombres en sociedad deben jnzgar a otros. Lo hacen sin poder ver la conciencia. En consecuencia, la verdad se busca a veces por la tortura sobre delitos inciertos, y la ignorancia·
de! juez -obligado ajuzgar- es la desgracia del inocente.
*7.
La diversidad de lenguas,juente de divisi6n social. Miseria de las guerras, incluso de las llamadas justas
. Cnanto más crece la vida social, es más peligrosa. La diversldad de lenguas nos divide y uno está más a gusto con su perro que con un extranjero. Se impone la lengua por medio de guerras. Y aunque éstas sean justas -cuando la injusticia del enemigo obliga a declararlas-, son miserables y desgracia-
11.
Beatitud de la paz eterna, en la que los santos encuentran su fin, la verdadera peifecci6n
Los supremos bienes son la paz y la vida eternas. Tan estinuble es la paz, que incluso en la tierra su nombre es deleitoso.
"12. Las mismas crueldades de la guerra y todas las preocupaciones humanas desean vivamente llegar a la paz final. Todo la apetece por naturaleza 1: Todos aman la alegría y la paz. Incluso los que buscan dominar, buscan una paz cubierta de gloria. La guerra misma
622
ln>"src[,'m SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
busca la paz -pues por ella se quiere cambiar una otra-o Todos desean la paz, aunque quieran impon Lo confirma el ejemplo de Caco, que, siendo tan n':~o e CIable, buscaba estar en paz consigo mismo. Incluso las buscan la paz. Hasta los malvados, en perversa . '. Dios, buscan imponer su paz. 3: La paz de los malvados rece ese nombre. Pero el mismo caos tiene que tener paz. Nada se sustrae a la ley del Creador que regula la uruverso.
*13.
La paz. universal: no puede sustraerse a la ley de la en medto de cualesqu,era perturbaciones; bajo el justo llega s
El orden y la ley, tanto celeste como terre;tre. Ésta cuando alguien domina, ve/a por la sociedad huma~a y hacerlo, a ella se obedece ' ,
La ciudad terrena usa las cosas temporales para la paz teC rrena; la cmdad celeste mira al logro de la paz eterna. Los ammales buscan la paz de su ahna animal. Los hombres buscan la faz del alma racional y para ello debe librarse de la corrup'CIon d~Ja muerte. Para ello, Dios ha dado la ley del amor a Él y al proJImo. En virtud de esa ley, los que mandan lo hacen por serVICIO lleno de bondad.
*15.
aunque no pertenezca a otro hombre, sea esclavo de sus propias pasiones Dios no quiso la esclavitud, sino el dominio natural sobre animales. La esclavitud es consecuencia del pecado. El pesomete a esclavitud. Pero incluso la esclavitud tiene una que le hace conservar el orden.
6. El justo derecho de dominio
. 1: La paz está presente en todas las cosas. La paz es la quilidad del orden y el orden es la distribución de los Iguales y dIversos asignándole a cada uno su lugar. 2: Hay ralezas en las que no hay mal alguno, pero no puede darse naturaleza en la que este ausente todo bien. Dios pone JustICIa en todo y así ha creado al hombre para otorgarle la de la mmortalIdad, si el hombre hace recto uso de sus bienes.
* 14.
623
La libertad naturql y la esclavitud. Ésta tiene como primera causa el pecado. El hace que un hombre de mala voluntad,
!
El paterfamilias prefiere a los hijos en lo material, pero debe de todos en lo espiritual. Si alguien turba la paz domésse le corrige para impedir el pecado. La paz doméstica se ,"O[(ferla a la paz ciudadana. El padre de familia tiene derecho a su casa .
Origen de la paz y de la discordia entre la sociedad celestial y la ciudad terrena La familia terrestre busca bienes temporales para su paz. La ¡arnu'la regulada por la fe espera los bienes futuros y se considera al presente en patria ajena, usa de las cosas para no agravar su peso. El uso es común a ambas ciudades, el fin distinto. La terrena se rige por consenso, la celeste asume esta paz como transitoria y provisional-y así hay armonia entre ambas-o Pero el desacuerdo surge cuando una adora a dioses falsos y la otra al Dios verdadero -por eso ésta soportó la persecución de la otra-o La ciudad celeste llama a todos los hombres a sí, asume lo que tienen de bueno para la paz en la tierra y sólo pide libertad para adorar a Dios. Busca también y necesita la paz terrena yen lo posible el entendimiento de las voluntades. Pero todo en orden a su destino de paz celestial y vida eterna.
18.
Incertidumbre de la Nueva Academia. Su enorme diferencia con lafirmeza de la fe cristiana
Varrón muestra el escepticismo de la Nueva Academia. La ciudad de Dios rechaza estas dudas pues sabe con certeza de la
Ir 624
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS
realidad racional, da crédito a los sentidos -aunque sus línutes- y cree en las Escrituras -en otras cos'as dudar-o
19.
Maneras de ser yde obrar del pueblo cristiano
La ciudad de Dios considera que, si no van contra los hábitos y costumbres son indiferentes, y cada quien elegir el modo de vida que mejor considere -activa, templativa o mixta-, sin olvidar 10 que exigen la verdad caridad.
*20.
Los ciudadanos que forman parte de los santos son ro dos en esperanza durante la vida temporal
Según las definiciones que Escipión da en el diálogo de rón, ¿ha existido alguna vez el Estado romano?
1: Allí se define al Estado como «empresa del pUleblü»" dice que no puede haber pueblo sin justicia. La justicia es a cada quien 10 suyo y no la hay si no se da a Dios 10 Según esa definición,jamás existió el Estado romano. 2: rón discute mucho sobre la justicia. Pero Roma se entregó los demonios en lugar de darse a Dios.
22.
¿Es el Dios a quien veneran los cristianos el verdadero, el digno de sacrijicios?
625
1: A su pesar, Porfirio refiere que los dioses dan testim'!-
de Cristo, pero no es consecuente para adorarlo. 2: El en otros pasajes, habla bien de Cristo y proclama su inmc,rt,tliclad 3: Los oráculos son contradictorios, inventados, Presentan a Cristo corno a hombre, pero no COlllO a . 4: Porfirio da testimonio contra sí mismo, porque habla del Dios de los judios que prohibió adorar a los demo-lo que hace Porfirio-o 5: Dios manda dar culto sólo a Cuando falta esta justicia, no hay, según la definición de ,Cicerón, ni pueblo ni Estado.
Siguiendo otra definición, pueden con todo derecho llamarse pueblo y Estado no sólo Roma, sino también otros reinos
bu'navefi.tí
La felicidad suprema es la paz eterna. Amarla y esperarla la felicidad en esta vida. Sin esta esperanza, la vida prese,nt,e, miserable.
*21.
RXI,ooaClóN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
Según esa definición, pueblo es el conjunto multitudinario' de seres racionales asociados en virtud de una participación concorde en unos intereses comunes. Cuanto más nobles sean estos intereses, mejor será la concordia -que es la salud del pueblo-o • 25. No pueden existir virtudes verdaderas donde falta la verdadera
religión Si los hombres no refieren a Dios sus valores, incluso las mismas virtudes son vicios -porque están infatuadas de soberbia-.Y entonces el alma se somete a los demonios.
*2 6.
La paz de los pueblos alejados de Dios. De ella se sirve el pueblo de Dios durante su exilio en este mundo para fomentar la religión
Sí: es el Dios de Abraham, de los profetas, de Cristo, el Varrón confunde con Júpiter y al que Porfirio llama Gran
Los pueblos buscan la paz y no hay que despreciarla. N o es la paz final, pero estamos mezclados con estos pueblos y esa paz interesa a la ciudad de Dios para alcanzar también la suya.
23.
• 27, La paz de los servidores de Dios, cuya perfecta tranquilidad no
Respuesta que los oráculos de los dioses han dado sobre según Porfirio
es posible lograrla en esta vida temporal
626
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO])E LClS!;
Lalaz eterna se logra aquÍ por la fe y alIado de la VlSIOn. Tanto la paz temporal como la paz que . nuestra esperanza son ll1ás consuelo que felicidad. ""'"0'" tado presente es el de lucha, no el de perfección. En
paz final nuestra santidad ya no tendrá lucha sino nía en felicidad perfecta.
*2 8.
h,l","
Destino final de los implas después de su muerte
Por el contrario, a los que no pertenecen a esta aguarda la muerte segunda, la guerra perpetua y más
Libro XX: El Juicio Final
* 1.
A~I~que. Dios en todo tiempo juzga, en este libro se trata Fmal propiamente dicho
{xP,DS1Cl'::'N SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
627
la justicia divina y que era justo que sus juicios presentes
hedlara.n ocultos.
Salom6n, en el libro del Eclesiastés, ya reflexiona sobre lo que buenos y malos tienen de común en esta vida Recuerda que todo lo humano es inestable y vano (Ecl. 1), los buenos sufren y los malos tienen ventura. Por eso, frente vanidad de lo temporal hay que elegir la verdad de lo eterno. el que no obedece a Dios no es nada; no se aCOllloda a imagen de la verdad y permanece en su parecido a la nada.
Al estudiar el Juicio final se aducirán primero los testimonios del Nuevo Testamento, y en segundo lugar los del Antiguo Porque si los antiguos tienen prioridad en e! tiempo, los la tienen en dignidad.
JUlClO
1: yamos a hablar de! día del Juicio definitivo de sel?ún El mismo nos lo ha dado a entender. Y para eso no mas autondad que e! testimonio divino de las Escrituras. 2: qne la Iglesia afinna es que Cristo vendrá como Juez de y muertos, a esto lo llamamos dia último del Juicio. Dios ga SIempre, desde el principio, pero ése será el final. los pnmeros padres y a los demonios, juzga parti,:ul.annent" c:da uno. Pero el Juicio final y definitivo: se verá clararneltlt como la auténtica y colmada felicidad será la de todos y los buenos, y la desgracia suma y merecida será para todos sólo los malos. 2.
Inest~bilidad de lo humano, aunque no podemos decir el )UlClO de Dtos por más que nos sea irreconocible
Palabras del Señor, nuestro Salvador, que demuestran que al final del mundo tendrá lugar un juicio de Dios 1: A las ciudades de Cafamaúm les anuncia que llegarán e! . y la resurrección (Mt. 11, 22-24; 12,41-42). 2: En la pa:rábola de! trigo y la cizaña habla de la mezcla presente de Jmen,os y malos, cuya discriminación será en e! Juicio (Mt. 13, 3: A los discípulos les promete doce tronos -todos los .necesari,os-- para juzgar a las doce tribus de Israe! -todos los :;h{lmlJte:s- y habla de la resurrección (Mt. 13, 19-28).4: Hay textos ambiguos, que pueden referirse -además del Juia la pennanente venida del Salvador en la Iglesia o a la 'des:trrcci.óndeJemsalén. 5: Trataremos el pasaje del Juicio fmal que expone Mateo (25,31-46) en donde aparece clara la resu:p:ec,ció,n y la separación de buenos y malos con su destino.
J
Aquí aprendemos a sobrellevar los males yana sobn,v,uo·::S: rar los bIenes .. No sabemos por qué e! malo goza y el sufre. Pero los JUICIOS de Dios son insondables Así aprerld"mos a dar importancia a los bienes verdaderos. En' el Juicio se
Cuál puede ser la primera resurrecci6n y cuál la segunda 1: La primera resurrección es la de las ahnas: mueren por el pecado, resucitan a una vida piadosa. Se da en el tiempo presente
628
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS
por e! perdón de los pecados. La segunda es la de! tlelnpq, En la primera sólo participan los buenos y es de misericon segunda es para todos y es de justicia. 2: Quien quiera de condena en la segunda resurrección, que resucite
ra. Dos son las nuevas creaciones: el bautismo y la re"urre" Dos son 1"" resurtecciones: de las ahnas y de los cuerpos. surrección primera inmuniza contra la l11uerte segunda.
*7.
Las dos resurrecciones y los mil años. ¿Qué es lo que cribi6 en el Apocalipsis, y qué es lo que se puede nablemente sobre todo ello?
1: Algunos han defonnado en fábulas lo que escribió Juan (Ap. 20, 1-6). El reinado de los mil años santos no puede entenderse en categorías carnales o taso 2: Hay dos modos de entender esos mil años: o ocurre en e! sexto nlllenio como si fuera el día sexto ocurriendo abora- y luego vendria como el sábado el so de los santos; o bien -lo más probable--los mil can la totalidad del tiempo. 3: Cuando dice (dos arrojó mo» se refiere al diablo y los suyos, pero pennanece quién le pertenece. 4: La razón de cerrar hasta que se mil años es para impedir al diablo extraviar a las naci·(m,,¡ 8.
Atar al diablo y soltar al diablo
1: Soltarlo no equivale a dejarle extraviar a la '~J.c"a; una persecución contra la Iglesia. Atarlo significa que de lllostrar ni actuar con toda su malicia. 2: Cuando que se le suelta por tres años y seis meses se quiere· tiempo en que actuará con toda su furia. La Iglesia y verá al duro adversario que ha tenido que vencer. 3: cadenamiento será constante hasta e! final; entonces se tará. Pero los predestinados serán fieles.
*9.
Diferencias entre el reinado de los santos con Gristo años y el reinado eterno
i1{POSIC¡,:'>N SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LiBROS
629
1: Los mil años son el reino de los santos aparte de! eterno: en estos mismos mil años -por eso a la Iglesia se le ya su reino-o Es un reino imperfecto pero real. 2: Este está en guerra. De él y de la primera resurrección habla AIPo.calip"i·s. Los tronos a que ese texto se refiere no son los sino los de la autoridad de la Iglesia. Las ahnas de los que esperan la resurrección también son ese reino. bestia es la ciudad terrena, los enemigos la cizaña Y quiese les oponen, reinan ya con Cristo. 4: Los que no viven la resurrección, en la segunda se levantarán para el Juicio
la segunda muerte. El que no tenga vida antes de terlos mil años, pasará con su misma carne a la muerte
Respu.esta a qu.ienes opinan que la resurrección es cosa únicamente del cuerpo y no también del alma Algunos argumentan que sólo caen y mueren los cuerpos. en realidad, tanlbién caen las almas, y se pueden levantar. e! texto sagrado dice que «serán sacerdotes y reinano se refiere sólo a los obispos y presbíteros, sino a todos ungidos por el mismo crisma.
1. Gag y Magog. El diablo, suelto ya al final del mundo, los incitará en persecuci6n contra la Iglesia En la última persecución no habrá paz entre las dos ciuday Magog no son los bárbaros: es todo el orbe contra - y no contra un punto local, sino contra toda-o será cercada, oprimida, atenazada; pero no abandonará ha sido llamada «fortaleza».
¿Forma parte del último suplicio de los impíos la menci6nde descender fuego del cielo y devorarlo? es el fuego del último suplicio, sino la firmeza y el celo santos que confundirá a los enemigos y hará invencibles fieles.
630
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
13.
¿Está..incluido C11 los mil años el tiemno " r de 1a p<'se,m A nttCYlstor
Puede estar incluido o no: lo que termina con son las cadenas del diablo, no el reino de los sant amplio. os, 14.
C~~denaci6n del d~ablo y sus seguidores y, a modo de laaon, la resurreccion corporal de todos los muert 1 del Juicio Final os y a
El diablo, la bestia que es Babilonia y el falso profeta el anbcnsto serán arrojados a la muerte eterna 1J
Los muertos presentados a juicio por mar y los C11tregados muerte y los "'fiernos
Los del mar simbolizan a los que estén todavía e 1 do; los de la muerte, los difnntos justos; los del inFre:no dIfuntos mJustos. El libro de la vida significa la ' dIVIna.
16.
La glorificaci6n sin fin de la Iglesia después del fin
. Del cielo ha descendido desde el comienzo de su existenCIa. Ya no habrá sufrimiento . El Ap oc al'IpSlS . tIene . cosas muy . oscuras y repIte las rnisIuas, cosas d~ nluchas formas. Pero algunl,as ~on muy claras, corno estas: «DIOS enjugará de sus ojos toda agnma» (Ap. 21, 4).
f
631
Manifestaciones del Ap6stol Pedro sobre el Juicio Final Pedro no habla explícitamente de la resurrección, pero sí la destrucción de los elementos (2 Pe. 3) --que será transhnacI' on de características sin mudar la naturaleza- y de los santos no tenlerán la conflagración, en virtud de su .corrt,ptib:ilic!ad e inmortalidad.
Testimonio de! Ap6stol Pablo sobre e! Anticristo en su carta a los Tesalonicenses. Después de este período seguirá el día del Señor 1: Hay muchos pasajes sobre el último Juicio, pero no se omitir éste de Pablo (2 Tes. 2, 1-11). 2: En él se refiere anticristo y la persecución cOlnenzará con su apostasía. Dice "elN,ostol que «sabéis qué es lo que retrasa su venida», y no lo explicar claralnente. Nosotros lo ignoramos y no en''¡;¡Jnl:ram()S qué pueda ser y todo son conjeturas. 3: Algnnos pem:lro,n que se refería al Imperio Romano y que Nerón sería «inlpiedad escondida que está en acción». Otros lo refieren a los malvados e hipócritas que hay en la Iglesia. 4: Lo cierto es que vendrá el anticristo antes de Cristo y seducirá a muchos con poder diabólico, falsedad y prodigios.Y serán juzgados. 20.
El cielo nuevo y la tierra nueva
d Una conflagración purificadora transformará las Luauoa-' b e~ corrnp~lbles por inmor:ales: Que el mar ya no exista sim, o za que a vIda ya no sera agItada ni tempestuosa. .
17.
tpC>SIC:IÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
Enseñanzas del ",ismo Ap6stol sobre la resurrecci6n de los muertos en su primera carta a los Tesalonicenses
1: En su primera Carta a los Tesalonicenses (1 Tes.4, 12-16) el Apóstol habla de la resurrección. 2: Los que estén vivos cuando Cristo venga, parece necesario que ITIUeran para resucitar, aunque en rigor no sean «senlbrados» -vuelvan de algún modo a la tierra-o 3: El Apóstol dijo a los corintios (1 COL 15, 51) que todos resucitarían; de lo que se deduce que hay que pasar por la muerte -yen eso consiste esenciahnente la sentencia de «tierra eres y a la tierra tornarás-i>. Lo que es cierto es que habrá resurrección de los muertos en la carne cuando Cristo venga a juzgar a vivos y muertos.
632
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
21.
Palabras de Isalas, profeta, acerca de la resurreeci6n tos y de las acciones del Juicio
1: IsJÍas (26, 19) habla de la primera resurrección los buenos- y de la condenación eterna de los Wd"US.l a los santos que esperarán entonces a Cristo y profetiza' va Jernsalén. 2: Anuncia cielos nuevos y tierra nueva 17), no en sentido carnal milenarista sino espiritual. distinción clara en el juicio entre buenos y malos --a les esperan el fuego, la espada y las heridas, pues el Spñ~., drá en son de venganza-o 3: En los ministerios, salmos blo de Israel prefigura la salvación de los pueblos en la 4: En conclusión (Is. 66, 22-24): después de la res.un:ec(:ió¡ Juicio con su desenlace de vida para los buenos y rnina los malos.
22.
En qué consistirá la salida de los santos para ver las los malos
,pc>src:rÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LlliROS
Profeelas de los salmos de David sobre el fin de este mundo y del novisimo Juicio de Dios 1: David da en los salmos muchas citas, pero someras. En el 101 presenta la convicción hebrea y cristiana de que el pasará - y no se comprende que Porfirio, que alaba a )lem,eo, , reproche a los cristianos por esto-o 2: En el salmo anuncia que el Señor vendrá a juzgar Él en persona y os-
La profecia de Malaquias, en la que se promulga el Juicio último de Dios y se habla de la purificaci6n de algunos a través de penas expiatorias Malaquías (Mal 3, 1-6) afirma que en el Juicio quedarán ¡eparc,dc)S los que antes estaban mezclados. Y los que serán pUlrifiGld()s se ofrecerán entonces como sacrificio de justi-
N o será una salida física, sino intelectual, pues telameá, conocimiento de lo que pasa dentro y fuera de donde
Los sacrificios que ofrezcan los santos serán tan agradables a Dios como en los tiempos antigu.os y en los años remotos
estén.
23.
Profecias de Daniel sobre la perseeuci6n del anticristo, el de Dios y el reinado de los santos
1: En su visión de las cuatro fieras que representaban nos (Dn. 7, 1.5-28), Daniel profetizó al anticristo -la fiera- y el reino de los santos. Luego surgirá el reino de Cristo. Algunos han entendido en esas fieras los reinos d'e Asiria Persia, Macedonia y Roma -puede verse el comentario d~ Jerónin;o sobre Daniel-. Lo cierto es que la Iglesia soportará la t!rama del antl?f1Sto, hasta que los santos, en el Juicio, reciban el remo. El cálculo de los tiempos es inseguro. 2: En otro pasaje (Dn. 12, 1-3) también anuncia la resurrección de buenos para la vida y de malos para el juicio.
i
633
1: Una vez purificados, los santos ofrecerán sacrificios como en los dias del árbol de la vida -el ParaÍso-o 2: Pero los días del árbol de la vida son los de la Iglesia, pues Cristo es ese árbol -y éste es el tiempo de la purificación-o Pero habrá una purificación completa y entonces los santos se ofrecerán a sí mismos. 3: Se afirma que vendrá a juzgarnos como testigo veloz y Dios que no cambia.
27.
Separaci6n de buenos y malos: en ello consistirá la discriminaci6n del Juicio Final
Malaquías (Mal. 3, 17-18; 4, 1.-3) nos anuncia una diferencia de premios y castigos entre buenos y lualos nunca vista bajo este sol y un Juicio como jamás hubo otro semejante.
634
28,
SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONT'ENID()D'E
Cristo como Juez, la resurrección de los lTIUertos, la de buenos y malos, la conflagración de! mundo y ,nc,vaClcm. 6: Los libros siguientes tratarán uno del suplilos malos y otro de la felicidad de los justos.
Hay que interpretar la Ley de Moisés esl"iri¡tualm"t dejar al sentido carnal que derive en comentarios'
Malaquías exhorta a la interpretación es,liritu:a1 para que, así, puedan encontrar a Cristo. En la puede entrar en nosotros la envidia de los Derv,>r
29,
XXI: El fin de la ciudad terrena: el suplicio eterno
Orden de la exposici6n: primeramente se tratará del suplicio perpetuo de los condenados en compañía del diablo; a continuaci6n, de la felicidad eterna de los santos
Vuelta de EUas antes del Juicio: su predicaci6n, al secretos de las Escrituras, convertirá a los judios a
" Sabemos q;re EUas volverá y predicará a Israel, para hijoS -los jUd,OS- se encuentren con los padres -j'lltp,Y, ten la Ley como hicieron los profetas-o En la versión LXX hay un sentido más selecto: "el corazón de! Hijo» no: indica qne el Padre ama al Hijo -y así, lbs ternunaran amando a quien antes rechazaban-,
30,
635
En los libros delAntiguo Testamento, cuando se habla ro Juicio de Dios, no aparece claramente la persona de pero de algunos testimonios, donde habla el Señor Dios se duce que se trata, ciertamente, de la persona de Cristo '
Así, al mostrar que no hay nada de increíble; en que los soporten torn1entos eternos, se facilitara la creenCIa inmortalidad corporal de los santos.
¿Podrán los cuerpos perdurar en ignici6n perpetua? Asombroso es sufrir en e! fuego y seguir viviendo, pero asombroso todavía vivir en el fuego y no sufi:ir -como dice de algunos animales-o
¿La muerte del cuerpo es subsiguiente al dolor corporal?
1: Algunos dicen que no hay c~erpo, capaz de sentir dolor sin que le aceche la muerte. 1 ero solo tIenen expe1: Hay muchos otros testimonios de la Escritura sobre riencia de esta carne mortal. También se puede decir que Juicio. Que es Cristo quien vendrá a juzgarnos como úCHUU,'",,' dolor y vida van juntos, que el que padece un dol?r es que DIOs, 10 muestran varios pasajes, por ejemplo Is. 48, 12-16. está vivo, que no todo dolor causa la muerte, Alli, e! alm~ O también Zac. 2, 8-9, donde se dice del Juez que hade~~.n¡;'%:''i no podrá tener la vida al estar separada de DIOS m podra "DlOS me ha enviado». 3: O Zac, 12, 9-10, donde alude a la carecer de dolores corporales por la muerte, La muerte pndinastía de David y se dice que lamentarán no haber creído mera expulsa de! cuerpo e! alma a pesar suyo; la segunda antes. 4: Y también Is, 42, 1-4, en donde se habla del siervo muerte mantiene sujeto el cuerpo el alma a pesar suyo. 2: El de Dios que proclamó e! derecho a las naciones qne ahora lo alma es inmortal y siente dolor. También 10 será e! cuerpo esperan, quena fue quebrantado ni aniquilado porque ni en y sentirá dolor. su persona m ~n su IglesIa se ha rendido a sus perseguidores. 5: Se cumplira 10 que está anunciado: la vuelta de EUas la conversión de los judíos, la persecución del anticristo, la
apa-
i
636
4.
(r¡SIClC)~ SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LlliROS
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO
La suprema razón de creer en las cosas extraordinarias es la omnipotencia del Creador
Ejemplos tomados de la naturaleza que co'¡liriffíi bilidad de permanecer vivos los cuerpos en mientos
Dios lo hizo todo y puede hacerlo todo. Puede también a los muertos. Los infieles explican las cosas luaravidiciendo que la naturaleza de tales seres es así -y parece respuesta suflciente--. Y si,; embargo no admiten q,-,;e sea onmipotente. 2: Los fenomenos aduCIdos en los caplanteriores, unos los he comprobado, otros no sé si son pero los paganos los admiten en sus escritos. Pero lo Dios prometió, lo cumplirá.
1: N o todo lo que arde se consume: la salarrlanld~ el fuego y los montes de Sicilia llevan siglos dLlllellQ(). lo que sufre muere: como el alma. Hay naturalezas cualidades maravillosas -como la carne pavo real o la paja que aísla la temperatura. 2: O el ennegrece el leño y blanquea las piedras, o la carbón de leña, que resiste a la humedad. 3: O la es como ~n fuego frío que se enciende con el agua. reza del diamante o la atracción del imán-o
5.
Cuántas cosas hay que la raz6n no puede col·nvleendp¡., embargo, no hay la menor duda de su veracidad
1: Los infleles no admiten los milagros porque dicen no henen explicación racional. Pero hay llluchas cosas llosas que no la tienen. 2: Son cosas inexplicables y muy rales. No se pueden exigir, entonces, razones a 10 Nuestra razón es que Dios no hace nada sin razones, nosotros no las conozcamos. La realidad no depende de . tra explicación. .
6.
No todos los hechos admirables son naturales. Gran parte deben a la ingeniosidad humana, y otra parte a las an:tman,1S'" diab6licas
1: Si contra nuestros milagros los paganos oponen portentos, podemos admitir que hay hechos extraordinarios, no causados por Dios, sino por el ingenio humano o el del demonio -por ejemplo, a través de la magia-o 2: Los hombres han hecho cosas ingeniosas y admirables -por ejemplo, un templo de imanes en cuyo interior el ídolo flotaba-o Mucho más puede Dios que creó el mundo.
¡
637
No es contra naturaleza el que en un ser cuyas leyes naturales eran conocidas, suceda algún fenómeno desconocido 1: Los paganos argumentan que la naturaleza de la carne mortal. Sí, pero antes no lo era y después tampoco lo será. Cuando se analizan los prodigios narrados -por ejemplo Varrón- se ve que no van contra la naturaleza, sino lo que hasta entonces se conocía de esa naturaleza. 3: muchísima variedad de cualidades de las naturalezas que conocemos. 4: Varrón testünonia que hay naturalezas que cauw'·dH. Lo prueba también la región estéril de Sodoma y frutos muertos -aunque antes había sido fértil-o 5: El que creó las naturalezas las puede transformar. Y nadie puede ponerle veto.
9.
El «horno» y la naturaleza de las penas eternas
1: El Señor insistió por tres veces que se cumpliría el suplicio con el fuego y el gusano. 2: Ese doble castigo lo refieren algunos sólo al cuerpo, y otros dicen que el fuego es para el cuerpo y el gusano para el alma; la realidad mostrará cuál es el sentido adecuado.
10.
¿Puede el fuego del «horno», si es corporal, quemar por contacto a los espiritus malignos, es decir, a los demonios incorp6reos?
638
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
1: Si se trata de un fuego corporal, quemará los los demonios tienen cuerpos aéreos se quemarán;
tienen, sufrirán también porque el alma sufrirá e! modo misterioso. 2: También allí están las almas sin sufren el fuego. Es e! mismo fuego para ambos.
11.
¿Exige la justicia que la duración del castigo no sea la del pecado?
Ninguna pena se corresponde· en duración con ción del crimen -salvo quizás la del talióu-. No se delito por su duración sino por su gravedad.
* 12.
Magnitud de la primera prevaricación. Por ella se debe eterna a todos cuantos se encuentran Juera de la gracia vador
Un suplicio eterno parece injusto a nuestra serrsilJiliid porque no puede comprender la enormidad del crimen metido en la primera caída: hizo del género humano un ño de condenados. Sólo nos libra de! suplicio la nuseI:iC()Í
ElG'OSICION SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LlEROS
639
riendo, sino entre llantos, es ya una especie de profecía, sin
de las calamidades en que se acaba de entrar.
5. Toda la obra de la gracia que nos redime de las profundidades del mal inveterado pertenece a la renovación del mundo jÍJturo Las penas nos mueven a penitencia, a vivir con austerid~d a la esperanza de la vida nueva. Esperamos llegar por la gracIa no sin lucha: mejor es la guerra con esperanza que la cautisin sospecha de liberación.
Leyes de la gracia que regulan las diversas etapas de la vida en los regenerados La misericordia de Dios ayuda desde la infancia y la niñez. la juventud hay que emprender la guerra contra los vicios se logra vencerlos por la fe en Cristo -pero hay que vigilar, unos vicios pueden vencer a otros y la soberbia causará la "w'''--. Quien quiera evitar las penas eternas no sólo deberá Jallw,"rse, sino santificarse siguiendo a Cristo.
divina, que brillará en los salvados mientras su justicia
los condenados.
No existen penas eternas para ningún condenado, afirman
algunos 13.
Réplica contra la opinión según la cual los castigos a los malvados son para su purificación Los platónicos admiten que las penas son purgativas.
Algunos se dejan llevar de la compasión. Pero más compafue Orígenes, que quería arrancar del tormento al mismo -pero eso es opuesto a la palabra de Dios-.
de la tierra lo son, pero las del infierno son punitivas, juicio divino. También después de la muerte hay penas
La intercesión de los santos -según otra opinión- librará a
tivas, pero antes del Juicio.
todos los hombres de la condenación
14.
Penas temporales a las que está sujeta la humana durante esta vida
La vida misma de los mortales es toda ella un puesto que toda ella es tentación. El hecho de estrenar
1: Otros cOlllpasivos piensan que, a pesar de ser anunciado castigo, en eljuicio triunfará la misericordia. 2: Argumentan como en Nínive, la alnenaza no es ficticia aunque nadie
condenado. N o amplían al demonio su compasión, sólo a los hombres, prometiendo a sus perdidas costumuna engañosa impunidad.
640
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE
19,
Impunidad de todos los pecados, prometida --s"'ú,,J, nlOn- mcluso a los herCJes, a causa de ser pc,rtícives,J, de Cristo
Piensan qne los herejes no se condenarán pe,rnll1e'Jt prometió que quien comiera de su Pan no moriría,
20,
de ~odos los pecados prometida -según ta optnwn- untcamente a los regenerados en el aunque luego se hayan precipitado en multitud de errores
Otra nueva opinión: los que se mantienen en la fe .. aunque su vida fuera pésima, y merezcan por ello la pena fuego, se salvarán, gracias a estar fundados en la fe
Pues basan su argumento en la frase: «El que resista el final se salvará» (Mt, 24, 13) Y dicen apoyarse en Cristo la fe, 22,
Sentencia que exime de la condenación del juicio los del'ito:" acompañados de limosnas
Puesto que habrá un juicio sin misericordia para quien no' la tnv:" creen que ellos, por haber hecho limosnas, a pesar de sus cnmenes, alcanzarán misericordia.
23,
641
divinas no pueden ser anuladas o debilitadas, y el Señor que condenará a los malos al fÍlego eterno preparado el diablo y sus ángeles, Luego, ni el diablo ni los condeserán liberados de su suplicio, Esto es lo que debe manla auténtica fe, acatando los preceptos de Dios: como la de los santos no tendrá fin, tampoco el suplicio eterno de condenados,
Impu~id,ad
S' solo cuerpo» (1 COL 10, 17), '
21,
po~;rClÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LlBROS
Réplica a la opinión de quienes aseguran que ni para el diablo nl para los hombres habrá un suplicio eterno
No se trata de que la Iglesia no quiera perdonar a los condenados, mclmdo el diablo, Es que ha visto que las annnacio-
f
Se refuta la opinión de quienes en el Juicio de Dios patrocinan un indulto general a todos los reos por las oraciones de los santos 1: El mismo argumento vale para esta opinión, Si no, ¿por los santos no rezan por el diablo? Tampoco intercederán los condenados, La Iglesia ruega hoy por todos, porque es el tiempo de la penitencia, y porque no sabemos ;'.oténes serán condenados, 2: La oración de la Iglesia es escua favor de algunos que serán regenerados en Cristo, -cnya vida no fue tan desordenada que sean indignos de la misericordia ni tan ordenada que no la necesiten, 3: Dios tiene misericordia en esta vida y en los santos de la ciudad celeste, Pero en los condenados permanecerá la cólera divina, 4: Los ninivitas hicieron penitencia en esta vida, por eso, la Nínive pecadora fue arrasada y en su lugar se edificó la buena, 5: Estos misericordiosos entienden torcidamente la palabra de Dios; desconocen la gracia de Dios quienes se flan de sí mismos e inútilmente busca el hombre tras su muerte lo que descnidó adquirir en vida, 6: Cuando el Apóstol dice que Dios tuvo misericordia de todos, da a entender de todos los salvados,
25,
Los bautizados en el seno de la herejía y que con el tiempo han corrompido su vida; los regenerados en la Iglesia Católica y que luego se han pasado a la herejía o al cisma; los bautizados en el Catolicismo y que de él no se han separado, pero su vida ha sido desordenada hasta el final; todos éstos, ¿podrán esperar el indulto del eterno suplicio como una gracia dimanada de los sacramentos recibidos?
642
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO
Vil Le.s
1. Los sacramentos no garantizan la vida eteTnll', lucha por vi,vir bien. 2: El sacramento de! cuerpo pelJudica mas que ayuda a los herejes y cismáticos. prometen en falso a los herejes la liberación de sus nas. 4: El sacramento tampoco servirá a los mal 1 'b ' W PI ues o reCI en para su cpndenación. No sólo hay que 0, SIno pernlanecer en
26.
kPClSICCIÓ'¡" SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
643
's,sanltos-.. Pero, pues ignoramos esa medida, debemos mannn esfuerzo vigilante. 6: La propia oración o la de los puede evitar el fuego eterno antes del Juicio, pero no de él. En todo caso, convendria estar del lado de los ese día tendrán que interceder, no vaya a ser que haya y no puedan interceder por tantos.
El. XXII: El fin de la ciudad de Dios: la felicidad eterna
Alcance de las palabras: «Tener a Cristo como JUI"d,¡m,ent, de: «Salvarse como quien pasa por un incendio» (1. 1 11-15) .
1: Santiago les responde diciendo que la fe sin obras es (St. 2, 14).2: Tener a Cristo como fundamento significa lo c~mo lo pnmero, 3: SI a los malos cristianos se les -~.~:" ¿qUIenes son los que en el Juicio estarán a la derecha? 4: algunos, el fuego purificador del que habla la Escritura se en un espaCIo entre;a muerte y e! juicio para los que no dIgnOS de condenaclOn, pero deben ser purificados. Las CUClOnes, las tribulaciones de la vida y la misma muerte pueden entenderse en este fuego purificador. 'dJIlDlerlj'
Creaci6n de los ángeles y de los hombres 1: Se tratará ahora de la felicidad eterna de la ciudad de Será eterna porque sus ciudadanos seráo inmortales, por de Dios -lo prometió y no puede mentir-o 2: En la creación de los ángeles y la caída de algunos de ellos, Dios • mostró mayor poder y más perfección al sacar bien de los mismos males, que el que habría si no hubiera permitido su existencia. Dios creó las naturalezas buenas. Y cuando al crear al hombre sabía que éste yecaría, no le quitó e! libre albedrío, previendo el bien que El podía sacar del mal: justicia y misericordia.
27.
Répli~a de quienes piensan que no les perjudicarán los peleados comettdos hasta el final de la vida porque al mismo hacían limosnas )
1 :Algunos creen que el fuego eterno abrasará a los que deSCUIdan hacer limosnas por sus pecados. 2: Es absurdo pensar que las ,limosnas pueden borrar pecados sin arrepentimiento: parecenan estar comprando a Cristo la licencia de malhechores. 3: El Señor mostró el valor que tiene la limosna por los pecados pasados, no para cometerlos impunemente. N o practIcan la limosna qUIenes no se enmiendan. 4: La oración dollllmcal borra los pecados cotidianos no para cometerlos, sino porque los cometemos. 5:Algunos se salvarán por las oraciones de los santos, no por haber sido suficientemente buenos _y por eso, SIn ser tampoco tan malos, deberían hacerse amigos de
j
*2.
La voluntad eterna e inmutable de Dios
1: Los malos van contra la voluntad de Dios, pero Él ~o sabe de antenlano. Dios no cambia, cambialllos nosotros, y El tiene previsto nuestro cambio. Voluntad de Dios es también
la que suscita en los que cumplen sus mandatos. Sejlún esa voluntad, Dios quiere lo que quieran otros, aunque El no lo haga. 2: También los santos quieren con volnntad santa muchas cosas y no llegan a realizarse.
3.
Promesa de la felicidad eterna de los santos y de los tormentos perpetuos de los implos
Dios prometió la salvación y los castigos. Y cumplirá lo uno y lo otro.
644
4.
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS
Contra los sabios del mundo, que tienen por imposible de los cuerpos terrenos de los hombres a la mansi6n '
Al hablar de la divinización de Hércnles y Rómnlo rón niega que sus cuerpos hayan sido llevados al , ' «no permite la naturaleza que lo qne procede de la sista más que en la tierra», Pero sus pensamientos son
eiales, pues si la tierra está llena de almas, ¿por qué e! va a estarlo de cnerpos? 5.
La resurreccí6n de la carne, que no creen algunos, creyétJd~ todo el mundo
Un hecho así pudo ser increíble antes, pero ahora e! do ha creído. Si creyeron lo creíble, es absurdo no admitirla: creyeron lo increíble, también es increíble que se haya así lo increíble. Y es admirable e! modo en que se llegó a por medio de los apóstoles -desconocidos, pocos, incuttos-t La predicación no consistió en palabras sino en l1laravillas.
6.
Roma diviniz6 a su fundador, R6mulo, por amor; la am6 a Cristo creyéndolo Dios
1: Cicerón se sorprende de la divinización de Rómnlo amor al error. Cristo testimonia su divinidad con milagros, mnlo sólo aporta su historia. 2: Cicerón y los platónicos buscan toda costa la supervivencia eterna del Estado. La ciudad de es de tal condición que puede mantenerse con la fidelidad.
7.
La fe del mundo en Cristo fue obra de la virtud divina, no
la persuasi6n humana N o fuera creíble la resurrección si la divinidad no la hubiera hecho creíble. Es inusitado, pero no contraria a la cd,CU"',c"C;!li 8.
Los milagros que se realizaron para que el mundo creyera en Cristo, y que se con.tinúan después de que crey6
iEx:rOSIC:IÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LlBROS
645
1: Los milagros eran necesarios para ayudar a la fe. Todase realizan aunque no se divulguen tanto. 2: En Milán, un vio la luz cuando la multitud se agolpaba ante los cuerde los mártires Gervasio y Protasio. 3: En Cartago se han ,pJ:OCLU(;lUU milagros como la curación de Inocencia. 3a: Y la cáncer de Inocencia, al ser signada por una recién bautiza4: Y el del médico gotoso de Cartago. 5: O el del cómico Corube. 6: O e! milagro y exorcismo de Hesperio. 7: Y "till1LU"CU los de la villa Victoria de Hipona. 8: Y otros que se dado en esa eindad. 9: Como el de Florencia, qne era allí. 10: O los que siguen, ante las reliquias del mártir iE,;teIJarr, comenzando por el de una ciega. 11: Y el de Lucilio. El de Eucario. 13: El de Marcial. 14: El de varios gotosos. 15: El que se realizó en Auduro. 16: Y el de Caspaliana. 17: y el del sirio Baso. 18: Y el de !reneo. 19: Y el de Eleusino. y hay muchos más aquí en Hipona. 21: Y también en -como el de Petronia-. Pero ni creen éstos ni los milagros de! Señor. Y hay testigos y se han consignado en libelos. 22: Nosotros mismos presenciamos ante todo el pueblo la curación de dos hermanos en la capilla del mártir Esteban. Todos los milagros que se hacen por intercesi6n de los mártires, en el nombre de Cristo, son un testimonio de la fe con que creyeron los mártires en Él Puesto que los mártires son testigos de Cristo, murieron por su fe y fueron por ella glorificados. Por esa fe realiza Dios milagros a través de ellos.
Cuánto más dignos de honor son los mártires que los demonios: aquéllos logran tantas cosas maravillosas con el fin de dar culto al verdadero Díos; éstos) en cambio) buscan en lo que hacen ser tenidos por dioses Nuestros mártires -que no son dioses ni como a tales los veneramos- superan a sus dioses, porque buscan la gloria de Dios. Nuestros sacrificios van sólo a Dios y ese sacrificio es el
'~ 1
1
!r
646
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS
RX!'OSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
Los niños resucitarán en plenitud de vida: Dios suplirá lo le faltó en su desarrollo cabal.
cuerpo de Cristo, que no se ofrece a los mártires, . ellos forman parte de ese cuerpo. Creemos a los cuando hacen milagros y cuando dan testimonio de la rrección de Cristo.
11.
¡Resucitarán los cuerpos de todos los muertos como el cuerpo del Señor?
Contra los platónicos, que, basados en la gravedad de mentas, niegan que pueda estar el cuerpo terreno en el
1: Platón recoge la división y lugar de los elementos. eso los platónicos niegan que el cuerpo pueda estar en el lo. Pero las aves vuelan, y el plomo puede flotar si lo arte. 2: Además, sobre los cuatro elementos está el qtLintoi alma, que al presente está mezclada en cuerpos. las almas levantar sus cuerpos terrenos hacia . 3: dioses pueden hacer milagros, mucho más el nuestro. 4: El también baja entre las aguas. 5: ¿Por qué está el fuego tIerra? No vale decir que el fuego del cielo
N o cou su t~lla, sino en el vigor de la edad de Cristo.
Cómo se ha de entender el parecido de los santos a la imagen del Hijo de Dios Según el hombre interior, en cuanto que nos reformalnos para no amoldarnos a este mundo. El parecido estará también en la inmortalidad.
¡Resucitarán y quedarán los cuerpos de las mujeres en su propio sexo?
también los cuerpos lo serán entonces.
12.
647
Resucitarán COlno mujeres. Pero no habrá concupiscencia
Réplica a las calumnias de los infieles, que hacen burla de cristianos por su fe en la resurrección de la carne
ni bodas. Cuando el texto Sagrado dice que la mujer salió del varón, se pone de relieve la unidad y en cuanto al modo de ser formada, se signifIca a Cristo y a la IgleSIa.
1: Suelen investigar con meticulosidad y se burlan nuestra fe en la resurrección con preguntas ünpertinentes
bre la edad y estado de los cuerpos resucitados. 2: Y sobre corrupción que sufren los cadáveres y las supuestas UlIIClJU:i" des para reconstruirlos.
13.
¿,Pertenecerán los abortivos a la resurrección si pertenecen número de los muertos?
N o veo razón por qué se los ha de excluir de la re':urrec:ción de los muertos si no están excluidos de su número. Lo que digamos de los niños nacidos ha de aplicarse a ellos.
14.
¡Resucitarán los niños en el estado de cuerpo que habían de tener con el desarrollo de la edad?
i
18.
El hombre adulto, esto es, Cristo, y su cuerpo, la Iglesia, que es su plenitud El texto del Apóstol sobre la realización en todos del hombre adulto (Ef. 4, 10-16), hay que entenderlo en relación al misterio de Cristo y la Iglesia. Si se relaciona con la resurrección de cada uno, entonces se refiere tanto a los hombres como a las mujeres.
19.
Los defectos del cuerpo, que en esta vida son contrarios al d~co ro humano no existirán en la resurrección; donde) permaneCIendo la sustdncia natural, la cualidad y el tamaño concurrirán a sólo la hermosura
1: Se conservará todo lo que contribuya a la belleza. Se salvará la integridad de la sustancia y se modificará el defecto.
648
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS
2: No habrá ni flacos ni gordos: porque toda la cuerpo consiste en la armonía de sus partes. 3: \/erPr"' heridas de los mártires en las que brillará la virtud, sus cuerpos íntegros.
*20.
í(pC)SIC:IÓJ\ SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LillROS
649
Males particulares que, además de los comunes a buenos y malos) sirven para ejercítar a los justos Luchan contra los vicios y se encuentran expuestos a teny peligros por ello. Hay que vigilar para no ser engapor una falsa apariencia de verdad. Nunca faltará motivo
En la resurrección de los muertos será restaurada la naturaleza de los cuerpos de cualquier modo que descompuesto
decir a Dios: «Perdónanos nuestras deudas;). Pero en aquel
1: Dios puede restaurar todo y lo mueve todo. 2: casos en que la carne de un hombre haya alimentado a será restituida por ser la suya. 3: En la resurrección juventud perfecta, bella, proporcionada, sin defecto.
Bienes de que el Creador ha colmado esta vida, aunque sujeta a la condenací6n
*21,
Novedad del cuerpo espiritual, en que se trocará la carne santos
El cuerpo restaurado será revestido de immc,rt,ili¿lad, someterá la carne al espíritu y quedará espiritualizada. conjeturas sobre cómo pueda ser es siempre . para dar gloria a Dios, no debe pasarse en silencio el nuestra esperanza. 22,
Males y miserias a que está sujeto el généro humano de la primera calda, y de los que no se libra nadie sino gracia de Cristo
1: Todos hemos sido condenados a las miserias vida: ignorancia, errores, trabajos, guerras, fraudes, cencia, ... 2: La misericordia de Dios no nos aoanao.na: la enseñanza velan en la misma conciencia de los homlJre en la infancia los castigos buscan el bien. 3: Tras la ' también hay males del cuerpo y del abna, crueldades, accidentes. Los mismos medicamentos mentos. 4: De tan miserable vida sólo nos libra Crísto, vador. Dicen los sabios de este mundo que la IWJSl)lla para esto y es un don. La verdadera sabiduría sólo don del verdadero Dios.
ya no habrá lucha ni deudas.
1: En primer lugar aquella bendición: «Creced y multiplide tal forma que corren juntos el mal del pecado y el bien . 2: La propagación y la conformación de esa bendición se perdió por el pecado. 3: Él da la mente al alma humana, le hace gustar la sabiduría, la virtud y produce las artes. 4: El elevado al cielo, con el lenguaje, las manos, las vísceras y revestido de belleza. 5: La enorme belleza de las otras creasu recreo y uso. Si todo esto se da incluso a los COll.emlUU'S, ¿qué no dará a los que predestinó a la vida?
Sobre la contumacia de algunos impugnadores de la resurrección de la came, en la que, como se ha dicho, cree todo el mundo Los filósofos admiten los bienes del espíritu pero rechazan resurrección. Pero muchos la creen ya -más de los que la ifleg:lJtl---, Dios anunció que el mundo creería -y se ha CUIU:"" )1100--. ¿no podrá resucitar Dios a la carne y darle vida sin
La afirmación de Porfirio de que las almas, para ser felices, deben evitar todo cuerpo, es reftttada por la sentencia de Platón; éste sostiene que el Dios supremo ha prometido a los otros dioses no ser despojados de sus cuerpos Platón afirma que Dios otorgó inmortalidad a los cuercelestes de los dioses, porque la muerte no sería lnás que sus designios. Luego, para ser felices, no es preciso
650
EXPOSICIÓN SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS
LmIT(lS¡C;¡Ó¡'; SINTÉTICA DEL CONTENIDO DE LOS LIBROS
651
a Dios tan claramente que lo veren10S en espíritu cada de nosotros, lo verenlOS en los denlás, lo verelllOS en sí
que las almas huyan de! cuerpo, sino que reciban uno rruptible. .
mismo, también presente en todo cuerpo con los ojos del
27.
Proposiciones contrarias de Platón y Porfirio; si en ellas ron cedido el uno al otro, 110 se hubiera apartado ninguno dos de la verdad
. Platón afirmó que las almas no podían vivir para sm sus cuerpos. Porfirio sostuvo que e! alma bien pu!rific no tornaría a los males de este mundo. La consecuencia de ambas proposiciones es que las almas tornarían a unos pos tales que pudieran vivir felices e inmortales en ellos
28.
.
Cómo habrian podido ayudarse entre si Platón Labeón ' rron para llegar a la verdadera fe de la resurrección si hubier,,~ reducido sus opiniones a una sola doctrina
. Algunos cristianos platónicos afirman que Platón llC"" a mtmr algo parecido a la resurrección. Labeón cuenta el ~e dos res~ucitados -pero tal resurrección no era para no nr despues-. Varrón refiere la opinión sobre la pa.lI·.n~;enLesii:r -cada cuatrocientos cuarenta años vuelven a juntarse el cuerpo y el alma que estuvieron juntos-, que es falsa. Si reflex:ioc nan sobre todo esto y lo anterior, concluirán que las aJlnas ••• pueden volver a sus cuerpos y éstos vivir felices para siempre.
29.
Visión que los santos tendrán de Dios en la otra vida 1: Ignoro cómo será el descanso eterno: supera todo razo-
nar -e! nuestro y el de los ángeles-o Nadie conoce la paz que DlOS goza. Nuestra paz será la máxima posible: veremos cara a cara, c~mo ven a Dios los ángeles. 2: Digo lo que creo: veremos a DlOS con los mismos ojos del cuerpo. 3: Con los OJos abIertos, que tendrán poder para ver el espíritu. 4: Veremos a
i
*30.
La felicidad eterna de la ciudad de Dios, y el sábado perpetuo
1: Aquélla será una felicidad sin mal, llena de alabanza a Dios. El ritmo interior del cuerpo quedará patente en armonía. Habrá verdadera gloria, honor, paz: Dios en todas las cosas. 2: N o se puede pensar ni expresar el grado de honor en relación con el mérito. Pero existirá, sin envidia ni discusión. 3: Existirá la libertad mucho más libre, que ya no sentirá el atractivo del pecado. Cuando fue creada, la libertad podia no pecar y podía no morir. Entonces la libertad n~ podrá pecar y tampoco podrá morir. 4: El hombre recordara el conocImIento de sus males, pero olvidará su sensación. Conocerá su ll11sena y cantará la misericordia de Dios. Dios será nuestro descanso y seremos nosotros ese dia séptimo. 5: Será la séptima edad como el séptimo dia. La primera edad fue de Adán al diluvio; la segunda, del diluvio a Abraham; la tercera, de Abraham a DaVId; la cuarta, de David al destierro de Babiloma; la qumta, del destierro al nacimiento de Cristo. La sexta se desarrolla al presente, sin poder determinar el número de generacioues.Y después el Señor descansará como eu el dia séptimo. Y podemos considerarlo el día octavo, de la resurrección, siguificando el et~r no descanso no sólo de! espíritu, sino también del cuerpo: Ese será el fin sin fin. 6: Con la ayuda de Dios he terminado esta gran obra. Gracias a Dios. Amén.
Anexos
A. Bibliografía básica
"SA.NC:TlJS ,'l.UGlJST"INlUS: De Civitate Dei, Corpus Christianorum Scriptorum, Series Latina XLVII, 1: I-X; II: XI-XXII, Typography Brepols Editores Pontificii, Turnholti, 1955, www. brepols.net Esta edición crítica del texto latino de La Ciudad de Dios es un instrumento indispensable para los especialistas. AGUSTÍN: «La Ciudad de Dios», vols. XVI y XVI, en Obras Completas, BAC, Madrid, 2000. Introducción y notas de V Capánaga. Texto latiuo con traducción de S. Santamaría del Río y M. Fuertes Lanero. El texto latino sigue la edicióu de la Patrología de Migue (PL 41), cuyas diferencias con la edición crítica antes reseñada sonnúnllnas.La versión castellana es,sin duda,lanIás actual,cOlnpleta y ajnstada de las existentes -y es la que hemos adoptado en esta edición-o La introducción y las notas son excelentes.
Ciudad de Dios, BAC, Madrid, 2009. Reproduce la traducción de Miguel Fuertes Lanero y Santos Santamarta del Río que aparece en los dos volúmeues (XVI y XVII) de las [655]
656
ANEXOS
ANEXOS
obras completas de esa casa editorial, pero prescinde' texto latino, Va en cambio acompañada de la Vida de Agustín escrita por San Posidio de Calan,", -La Ciudad de Dios, Hamo legens, Madrid, 2006, La versión de la BAC, sin el texto latino, -La Ciudad de Dios, Alma Mater, Barcelona, 1953 (1) Y (Il), Texto latino con traducción de L Riber, edición da por J Bastardas, VoL 1: libros I-Il; voL II: libros La versión castellana es más bien retórica y, lalnenti,blerrler te, el proyecto de traducir todo el texto quedó lc(}n,:lusq.' -«La Ciudad de Dios», en Obras Completas de San L'H'US¡tI, BAC, Madrid, 1958, XVI (dos volúmenes) ,Texto latino traducción de J Morán, La primera traducción preparada por la Biblioteca de Autor''',' Cristianos es sensiblemente menos ajustada que la se~;urldai'; -La Ciudad de Dios, Imprenta Real, Madrid, 8 Traducción de J e BeyraL Reimpresa en 1893, con sión y anotación de los Padres de la Compañía de Tercera edición del Apostolado de la Prensa, Madrid 1 Esta versión, en el estilo retórico propio del tiempo fue compuesta -y que en ocasiones la aleja no original-, ha sido utilizada después por varias editc,ri
b) Biografias
BROWN, P.: Agustín de Hipona,Acento, Madrid, 2001. li:aduc:ción de Santiago Tovar, M.' Rosa Tovar y John UjU1j~H; (texto nuevo). Sin duda, una de las mejores biografías de San Agustín, to por el acerado rigor histórico, la intuición sobre la logía del personaje y el estilo sobrio y elegante. Publi,:ad,«: originalmente en 1967, el autor añadió en 1999 unos dices que actualizan su investigación primera.
657
PAPINI, G.: San Agustín, Poblet, Buenos Aires, 1945. Traducción de M. A. Ramos de Zárraga. El autor italiano vuelca en esta obra su vitalismo existencial, en el que se advierte claramente la sintonía entre biógrafo y biografiado, unidos por la experiencia común de la conversión. El resultado son unas páginas llenas de fuerza, corazón y agudas intuiciones. SAN POSIDIO: <
e) Estudios sobre San Agustln
BONNER, G.: St.Augustine 01 Hippo: Life and Controversies, Canterbury Press, Norwich, 2002. . Tras presentaJI la vida de Agustín como marco de estudio, el autor analiza el contexto y las discusiones intelectuales y teológicas sostenidas por el Obispo de Hipona contra los maniqueos, los donatistas y los pelagianos. CLARKE, M. T.: Augustine, Continuum, Nueva York, 2000. La autora ofrece una sólida introducción a la doctrina de Agustín, que expone en bloques temáticos -la verdad, la felicidad, Dios y la creación, libertad y gracia, Cristo y la Trinidad, la Ciudad de Dios, el N eoplatonismo; ... - con citas y referencias continuas a las obras del Santo.
658
ANEXOS
ANEXOS
CHADWICK, H.: Augustin.e. A very short introduction, University Press, 2001. . Como indica el subtítulo, se trata de una introducción cilla y sintética, útil para dar en poco espacio una general del pensamiento de San Agnstín. FITZGERALD,A. D. (ed.): Augustine through the Ages.An .cncvclo" pedia, W B. Eerdmans Publishing Company, Lamtlt!clge: 1999. Traducción castellana de Constantino Ruiz '''''TlQ, En este extraordinario instrumento de trabajo para el dio de San Agnstín, un amplio número de especialistas
659
tesis cristiana, y subraya la influencia secular de esta nueva
perspectiva. La proyección aparece clara a través del estudio de los diversos temas que la obra afronta -lenguaje y realidad, verdad e inteligencia, alma, cuerpo y persona, libertad y amor, individuo y sociedad, ...- . UÑA,A.: San Agustín, De! Orto, Madrid, 1994. En e! marco de una colección de estudios breves, el profesor Uña logra una introducción sintética a la filosofía agustiniana y ofrece una selección de textos paradigmáticos.
sentan en forma de artículos temáticos, la vida, obra,
na e influencia del gran Doctor. JASPERS, K.: «Agnstín», en Los grandes maestros espirituales Oriente y Occidente, Tecnos, Madrid, 2001, pp. 167-246. troducción de Manuel Garrido y traducción de Elisa na y Pablo Simón. Dentro de su estudio de los grandes filósofos de la e! pensador existencialista analiza desde su particular pectiva la figura y obra de Agnstín, y ofrece intuiciones gerentes no exentas de polémica. MATTHEWS, G. B. (ed.): The Augustinian Tradition, University California Press, 1999. Reúne diecinueve artículos -algnnos auténticos como el de Plantinga sobre la Filosofía Agnstinial1aanalizan la proyección en la Historia de grandes . .. de Agnstín -el tiempo, el pecado original, la llc'ercau.....c y su conexión con otros pensadores -Descartes, Kant, Wittgenstein ...- . OROZ,].: SanAgustin. Cultura clásica y cristianismo, Uruv"rsid, Pontificia de Salamanca, 1988. Profundo conocedor de Agustín, el P. Oroz analiza obra la influencia de los autores clásicos en el Obispo Hipona y la transfonnación en parámetros cristianos éste realiza sobre la cultura grecolatina. RIST, ]. M.: Augustine. Ancient thougth baptized, University Press, 1997. El autor analiza cómo San Agnstín transforma las categorías del pensamiento grecolatino en una ori',;inal
d) Estudios sobre La ciudad de Dios CAPÁNAGA, v.: «Introdncción a La Ciudad de Dios», en San Agnstín, La Ciudad de Dios, vol. XVI de las Obras Completas, BAC, Madrid, 2000, pp. 7*-112*. En su amplia y rica introducción, el P. Capánaga expone de forma sistemática los temas de la obra agustiniana y ofrece claves de lectura, además de una exhaustiva bibliografía. La introducción se complementa con acertadas notas al texto
de San Agnstín al final de cada volumen. GILSON, É.: Las metamorfosis de la Ciudad de Dios, Rialp, Madrid,1965. En esta obra, surgida del curso inaugnral de la Cátedra Mercier de la Universidad de Lovaina, el gran filósofo medievalista analiza la proyección de la intuición agnstiniana de la Ciudad de Dios como sociedad temporal, tanto en la realización de la Cristiandad como en al¡suna de sus variantes seculares. N¡,V¡,RTzO GIRóN, M.' A.: «La Ciudad de Dios de San Agustín: materiales para e! estudio», Revista Agustiniana 39 (1998), pp. 685-723; 40 (1999), pp. 197-263; pp. 715-769; pp. 1125-1165; 41 (2000), pp. 689-748. En la primera parte, la autora hace un resumen de los libros de La Ciudad de Dios y en la segnnda ofrece una síntesis telnática agrupada en siete capítulos -con sus correspon-
dientes apartados-: divinidades paganas, sabiduría humana, revelación divina, religión verdadera, todo es obra de Dios, la Ciudad de Dios y la ciudad terrena, el fin de la ciudad
660
ANEXOS
terrena y el fin de la Ciudad de Dios. A pesar de la división .. C/S",.i.; fisica en varios núnleros de la revista, resulta una buena guía
de lectura. O'DALY, G.: Augustine~ City of God. A Reader~ Cuide, Clac rendon Press, Oxford, 1999. Con toda una vida dedicada al estudio de San Agustín, el proc fesor O'Daly publica una excelente guía de lectura de La Ciudad de Dios: la encuadra en el contexto bístórico, literario filosófico, cmilenta su estructura interna, recorre los distintos ,>'"tc:p~f"
libros en sus bloques temáticos apuntando en ese recorrido las relaciones con la cultura clásica y cristiana de Agustin, señala después las dependencias y fuentes, así corno la importancia de C""'i~;"":' la obra agustiniana. Concluye con unos apéndices más bien técnicos, una rica bibliografía y unos útiles índices. VIVES,]. L.: Comentarios a los XXII libros de «La Ciudad de Dios)) .'t'?;';::;'. del Divino Aurelio Agustín, Ayuntamiento de Valencia, 2000. Traducción, notas e índice de Rafael Cabrera Petit; intro- ,'¿¡?o/.,' ducción general de Ismael Roca Meliá. Nuestro gran humanista Luis Vives concluyó en 1522, por encargo de Erasmo y en polémica con Lutero, sus magníficos y eruditos comentarios a la obra de Agustín. En ellos, su amplio saber, en los campos de la Historia, Filología, Mitología, Literatura, Filosofía y Teología, aclaran y profundizan el sentido del texto agustiniano. Esta cuidada edición connlerno:rac', tiva es la primera traducción al castellano de los comentarios de Vives y va acompañada de! texto de La Ciudad de Dios la versión de la BAC que también nosotros hemos usado.
e) Articulas y monografias ÁLVAREZ TURIENZO, S.: «Política y Ética en La Ciudad Dios», Pensamiento Agustiniano 7 (1993), pp. 55-83. AMIGO, 0.: «La filosofía de la bístoria en La Ciudad de Cor Unum 45/212 (1990), pp. 305-329. ANDRÉS, L.: «La dialéctica de la paz en San Agustín y e! cepto de la guerra en la Iglesia (La Ciudad de Dios 11-17)), Pensamiento Agustiniano 11 (1996), pp. 123-142.
ANEXOS
661
BAGET-Bozzo, G.: (,La teología de la bístoria en La Ciudad de Dios», Augustinus 35 (1990), pp. 31-80 Y 321-387. BASEVI, c.: «La polémica contra el De deo Socratis, de Apuleyo, en La Ciudad de Dios», La Ciudad de Dios, 202 (1989), pp. 125-148. BURNEL, P: «Las funciones de la familia y de la sociedad civil en La ciudad de Dios de San Agustín», Augustinus, 176-17 (2000), pp. 27-33. BURNS, P C.: «Funciones de los" exelnpla" de la retórica romana en La Ciudad de Dios». CAMPOS,].: «La "Ciudad de Dios" según la mente y sentir de los Padres de la Iglesia», La Ciudad de Dios 184 (1971), pp. 495-579. CANTERA, S., Y RODRÍGUEZ DE LA PEÑA,A.: «El tratado De Civitate Dei y la interpretación agustiniana de la Historia», Arbil, 76. www.revista-arbil.iespaña.es/(76)sana.htm DOULL, EA.: «La civitas Dei en Agustín y Leibniz», Augustinus 36 (1991),pp. 75-80. FALGUERAS, 1.: De la razón a la fe por la senda de Agustín. de Hipona, EUNSA, Pamplona, 2000. FLÓREZ, R.: «Lectura política y alcance último de La Ciudad de Dios», Cuadernos de pensamiento 10 (1996), pp. 159-186. -"Temporalidad y tiempo en la "Ciudad de Dios"», La Ciudad de Dios 167-1 (1954),pp.169-185. FOLGADO FLÓREZ, S.: «La «theologia civilis»: planteamientos y crítica de San Agustín», La Ciudad de Dios 203 (1990), pp. 593-612. FROHNHOFEN, H.: "Ser relacional de Dios. Para una inteligencia del De Trinitate 5 y del De civitate Dei 12, 16», Augustinus 31 (1986), pp. 123-130. LANGFORD, J. M.: «El hombre y la Iglesia en La Ciudad de Dios», Augustinus 31 (1986), pp. 155-160. LARSON, B.O.: "Cristo como principio, según San Agustín, (La Ciudad de Dios 10, 23-24)>>,Augustinus 36 (1991),pp.155-162. LOMBARDO, G.: «La doctrina de san Agustín sobre la guerra y la paz», Augustinus 36 (1991), pp. 173-179. MARRou, H. I.: "Civitas Dei, Civitas terrena: numquid tertius?», Studia Patristica 2 (1957), pp. 342-350.
662
ANEXOS
O'DoNNELL,J.J.: «The Inspiration for Augustine's De UVtt,U¡"/f! Dei», Augustinian Studies 10 (1979), pp, 75-79, , OROZ R}lTA, J.: «La esperanza cristiana en La Ciudad de Dios. Ultima lección académica», Augustinus 38 pp. 49-76. ORTEGA,J.A.: «Doctrina de San Agustín sobre la tolerancia materia de religión», La Ciudad de Dios 179 (1966), pp. 646. ~«La paz y la guerra en el pensamiento agustiniauo», La dad de Dios (1965), pp. 5-35. PEGUEROLES, J.: «Sentido de la historia, según San n~,usnn",,' Augustinus 16 (1971), pp. 239-261. PIÑOL, J.: «Cristo, Fundador y Rey de la Ciudad de Dios la obra homónima de San Agustín», Augustinus, 194 (2()OL~J., pp. 273-376. PLANTINGA,A.: «Agustinian Christian Phiolosophy», The Mo- +//¡¡',<¡ nist, 75, n.o 3 (1992), pp. 291-320. RIVERA DE VENTOSA, E.: «La estructura de la Ciudad de a la luz de las formas fundamentales del amon>, Augustinus 40 (1967), pp. 355-374. RODRÍGUEZ DÍEz,J.: «Cosmovisión de la historia en SanAgus. tín. La Ciudad de Dios o la teología de la historia», Anuario Jurldico Escurialense 19-20/1 (1987-88), pp. 173-208. TURRADO,A.: «El problema del mal y la responsabilidad ral de las personas especialmente en La Ciudad de Dios de Agustín», Revista Agustiniana 36 (1995), pp. 733-789. VICIANO, A.: «Dos visiones de la Historia en la Alltil~"dad:: Tito Livio y Agustín de Hipona», La Ciudad de (1990), pp. 583-592.
e) Algunas direcciones en la red www.augustinus.de www.augustinus.it El Zentrum für Augustinus Forschung im burg ha generado estas direcciones, de las más completas Internet sobre el Obispo de Hipona. Incluye en ellas las de Sau Agustín, estudios sobre él, bibliografía, iconografía
ANEXOS
663
enlaces inlportantes que renueva periódicamente. Todo ello en varios idiomas (alemán, inglés, italiano, español y francés). www.cassiciaco.it/ITA/Default.htm La Associazione StoricoCulturale Sant' Agostino busca difundir el pensamiento y la espiritualidad de San Agustín. Su página contiene las obras del santo, iconografía, estudios y vínculos relacionados. www.iglesiareformada.com/Agustin_Ciudad.htmlLa Iglesia Reformada de California ofrece en su página el texto de La Ciudad de Dios. www.cervantesvirtual.com/servlet/ Sirve Obras I 012568 54276038273432102/El Iustituto Cervantes publica en la red el texto de las Confesiones. www.unav.es/pensamientoclasicol autoresyo brasl Agustin. html Esta reseña de la Universidad de Navarra incluyevínculos con las obras de San Agustín publicadas en la red y con estudios especializados. www.aug.org/augustinianum/pubblicazioni.htm# La página de publicaciones del Instituto Patrístico Agustiniano de ROlna reseña los artículos de sus revistas. www.agustinos-es.org www.osanet.org www.augustinians.ie www.corazones.org Las páginas de los Padres Agustinos y de las comunidades religiosas de la fanliJia agustiniana contienen infonnación sobre San Agustín, su vida y obras, así como enlaces con páginas relacionadas. www.documentacatholicaomnia.eu/02m/03540430,_Augustinus,_De_Civítate_Dei,_MLT.pdf En esta dirección puede encontrarse el texto latino de La Ciudad de Dios, ya que el sitio recoge ~entre otras muchas cosas~ las colecciones de Patrología Latina y Griega que publicó Migne en el siglo XIX.
l
B. Juicios y opiniones sobre San Agustín y La Ciudad de Dios CASIODORO (ca. 490-ca. 582): fundador del monasterio y de la célebre biblioteca de Vivarium -que conservó el saber antiguo-o recomienda a sus monjes la lectura del Obispo de Hipona: (ITambién el mismo doctor eximio san Agustín, vencedor de los herejes, defensor de los fieles y victorioso en famosos combates, que en algunos libros presenta bastante dificultad, en otros es tan sumamente claro que resulta agradable incluso
a los más pequeños. Sus cosas claras son muy suaves, mientras que las oscuras enriquecen verdaderamente, aportando una
gran utilidad. Si alguien desea conocer la vivacidad de sn ingenio, lea sus libros de las Confesiones, donde refiere que entendió todas las disciplinas matemáticas sin maestro, esas que a
otros apenas les es dado alcanzar bajo doctos expositores»!98
19B Casiodoro, Iniciación a las Sagradas Escrituras, Ciudad Nueva, Madrid, 1998, p. 171. Traducción de Pío B. Santiago Amar.
[665]
666
ANEXOS
CARLOMAGNO (ca. 742-814): seguramente, tendría sente las dos ciudades en su política, pues, según su amigo biógrafo Eginhardo (770-840): «Durante la comida escuchaba un poco de música o lectura. Le leía~ las. historias y las hazañas de los antiguos; gustaban tamblen las obras de San Agustín y, en particular que se titula La Ciudad de Dios»!99 ' DANTE ALIGHIERI (1265-1321): cuya Divina Comedia fleja rutidamente la concepción agustiniana, testimonia bién el alto aprecio que toda la Edad Media y los albores Renacimiento tenían por el Doctor de Hipona: «Tenemos además los escritos de los doctores Agustín otros, que fueron ayudados por el Espíritu Santo, cosa nadie pone en duda, a no ser que no haya visto nunca sus tos o no los haya saboreado»20o. JUAN LUIS VIVES (1492-1540): nuestro gran humanista mentó ampliamente La Ciudad de Dios por encargo de· ' mo y en polémica con Lutero. En la Dedicatoria que de comentarios hace al Rey de Inglaterra Enrique VIII -',u< 1522 todavía en la comunión católica-,Vives encomia la bar de Agustín en esa obra grande y ardua: «[... ] esta obra en la que, como si de un tesoro se mltar",>; Agustín encierra 10 más granado de 10 que había leído en autores de la Antigüedad, al tener que discutir con varor'es,.'." sagacísinlos, dotados de elocuencia y conocimientos sin pat.l:'I., resultado de ello es que, a pesar de ser otra su ocupación, servó lo que de cosas óptimas quedaba, una vez que rrumbaron sus domicilios y, por así decirlo, templos anteriormente se les buscaba. Así, han recibido la ayuda estos escritos de Agustín en relación con las obras de Varrém.' 1~~ Eginhardo, Vida de Carlomagno, Gredos, Madrid, 1999, p. 90. F
ANEXOS
667
Salustio, Livio y Cicerón (en lo tocante a su República) grandes personajes de épocas posteriores [... ] En aquel hombre coincidieron una dedicación al estudio fertilísima, un perfecto conocimiento de las Sagradas Escrituras, una capacidad de análisis sutil y acendrada, un talento agudo hasta lo prodigioso. Fue defensor diligentísimo de una piedad más sincera, de carácter muy apacible y forjado a 11ll1tación de la caridad evangélica, insigne y venerable por la integridad y santidad de su vida, cualidades todas que no podrías resumir ni aun en un volumen entero, no digamos en una carta. [... ] Por otro lado, no se trata, como dicen, de una obra sobre los hijos de Níobe, las puertas de Tebas, la confección de vestidos, la consecución de placeres o el cultivo del campo, argumentos que por lo demás también han sido dedicados a grandes reyes; versa sobre las dos ciudades, la del mundo y la de Dios, en las que nos incluimos ángeles, demonios y todos los hombres: cómo nacieron, fueron educadas y crecieron; adónde se dirigen y qué harán cuando alcancen su destino. En la explicación de estas cuestiones nada omite de la erudición pagana ni nada deja de la Sagrada Escritura que no aluda y comente: la historia, dioses, sacrificios y ceremomas de los romanos; los principios de los filósofos; el origen de los cielos, la tierra, los ángeles, los demonios y los hombres. Pasa de aquí al desarrollo inicial del pueblo de Dios y cómo fue conducido hasta Cristo Nuestro Señor. Después se comparan las dos ciudades, la de Dios y la del mundo, y se traen a colación los imperios asirio, sicionio, argivo, ateniense, tOlnano y persa. Aborda luego 10 que los adivinos, tanto gentiles como judíos, predijeron sobre Cristo. A punto ya de disertar sobre la verdadera felicidad, rebate y rechaza las opiniones de los antIguos filósofos. Continúa con la futura venida de Cristo para dictar . sentencia a huenos y malos COIUO juez de vivos y muertos. A propósito de ello trata de los suplicios de los impíos y, como colofón, los gozos y eterna dicha de los bienaventurados. Y todo ello con portentoso talento, agudeza extrema, refinada erudición, estilo pulcro y cuidado, cual convenía a un autor versado y experto en todo tipo de disciplinas y escritores, ya
668
ANEXOS
la grandeza e importancia de los temas y de sus contrincan~ tes»201.
BLAISE PASCAL (1632-1662): con todo el movimiento jansenista de Port Royal, hizo de San Agustín bandera de su cristianismo llÚstico y rigorista. En ese contexto de polémica con instancias eclesiásticas se inscribe el siguiente pensamiento: «Si San Agustín viniera hoy y estuviera tan poco autorizado COll'lO sus defensores, no haría nada. Dios conduce bien-, á su Iglesia al haberle enviado por delante con autoridad»202.
ANEXOS
..,.;, '<".'
i,!::¡;¡
669
entre nosotros, deben de sentir afinidades con los últimos romanos. Noble sentimiento ese. ¿No se despertaba algo comparable a esto en la nueva alma cristiana de San Agustín, cuando amenazaba a Roma el peligro de la avalancha del mundo bárbaro? Así, actuwnente, muchos de nosotros pueden considerarse como los últimos fieles representantes de la vieja cultura cristiana de Europa, amenazada por grandes peligros exteriores e interiores})204.
GIOVANNI PAPINI (1881-1956), pensador y literato italiano, resalta el genio de Agustín patente en La Ciudad de Dios: «Goethe decía que las más bellas poesías liricas son las del ADOLF VON HARNACK (1851-1930): en el ámbito de la ;e/,;;;;!;;';,:; historiografía protestante, manifiesta su admiración por azar. También los veintidós libros de La Ciudad de Dios, que Agustín y su convencimiento de la fecundidad de su obra: son la más prestigiosa epopeya que conozco, nacieron de un «Sólo se podrá alcanzar una nueva etapa, si un nuevo Agusazar, y quizá jamás hubiesen sido escritos, sin las malévolas tinismo domina con el mismo alcance con que lo hace la cie azmas de Alarico. Pero no fue el saqueo de Roma lo que le vilización de hoy día: un Agustinismo en que el temor incitó: de aquel hecho, en nada extraordinario -miles de ciuDios, como la fuente de todos los bienes más altos, impregne dades han sido saqueadas en todos los tiempos-, el genio de Agustín supo ascender a una síntesis de la historia humana y el conocimiento y la intención de los hombres, sirva de apoyo a la libertad y cree un pacto de justicia y paz. Semejante pacto divina en la que nuestro linaje, dividido en dos ejércitos, se será cristiano-agustiniano, o no será nada en absoluto»203. combate a sí mismo bajo la mirada de Dios; visión que ha iluminado y moldeado a la Cristiandad durante miles de años. Este libro, floresta inm.ensa, contiene una apologética, una teoNICOLAI BERDIAEFF (1874-1948), prefiguraba la crisis la Modernidad y auguraba un período semejante al de logía, una filosofia de la historia y una moral: se rehace con el tiempos de Agustín: saqueo de una ciudad y termina con la resurrección de los cuerpos bajo nuevos cielos; habla de cuando la tierra no existía «A juzgar por numerosos síntomas, nos aprmanlarno:s 3¡.... una nueva época histórica: a una época que se parecería aún, y termina diciendo que la tierra no existe ya; es el relato primer Medievo, a aquella, todavía obscura, de los siglos de una guerra y enseña a la vez la paz; se ocupa de las andanzas de los hombres, y Dios es el primer protagonista. Es epopeya, VIII y IX, que precedió al Renacimiento medieval. Mucho:;" pero también drama; la lucha no es entre el héroe y el hado, como en la tragedia griega, sino entre el h01llbre y Satán, entre 201 Vives,]. L.: «Dedicatoria al Rey Enrique VIIh, n.o 7, 9, 10-11, en la: el hombre y Dios. Es drama, y, a la vez, enciclopedia; todo el ducción de Rafael Cabrera Petit: Los comentarios de Juan Luís Vives a «(La saber de la antigüedad figura en él: las costumbres de los bárde Dios» de San Agustín, Ayuntamiento de Valencia, 2000, vol. l, p. III-IV 202 Pascal, B., Pensamientos, 517 (869-804), Alianza, Madrid 1994, p. baros y los sistemas de los filósofos, las más oscuras supersticioTraducción de J. Llanos. nes y las guerras de los imperios, las jerarquía de los ángeles y
203 Harnack, R., Augustin: Rciflexionen und Maximen.JCB 1922. Citado por Starr, B. B., Harnack,Adolfvon, en: Fitzgerald,A., ~W""''''''.' de San Agust{n. San Agustín a través del tiempo, Mortte Carmelo, Burgos, p. 634. Traducción de Constantino Ruiz-Garrido.
, 204 Berdiaeff, N., Una nuella Edad Media, ApoIo, Barcelona, 1938, p. 45. - Traducción de José Renom.
670
ANEXOS
ANEXOS
671
las anécdotas del tiempo. Es enciclopedia y, a más, suma tec)ló4i;j¡t; «Queda por tanto que, en la medida en que se haga, la glca; todos los dogmas del Cristianismo, desde e! pecado sociedad temporal de los hombres no realizará jamás sino una gmal hasta la resurrección de la carne, están en él definidos v';]';;;'!;!;; imagen de la sociedad sobrenatural y perfecta que es la Ciudad dernostrados»205. de Dios. La Iglesia ha propuesto primero a los hombres, por medio de San Agustín, el ideal de una sociedad de hijos de Dios unidos a Él y entre ellos por los lazos de la fe, de la espeÉTIENNE GILSON (1874-1978), uno de los mejores CO!lO~,;.; ranza y de la caridad. En efecto, se han dicho, ésta es la única cedores de la filosofia y e! espíritu medieval, sintetiza e! alc:an!;;'; ce de la obra del Obispo africano: sociedad digna de tal nombre, pero la vamos a hacer nosotros «Agustín no se equivocaba sobre e! verdadero objeto de mismos y por propios medios. Se sabe el resultado, y además obra. Emprendida bajo la presión de las circunstancias San Agustín lo había previsto. Se llama Babel, o la confusión. da posiblemente por la pregunta de! mismo Marce!ino' a Éste es el caso tipo de estas ideas, de las cuales G. K. Chesterademás está dedicada, se propone mucho más que uS{';n']C'tY ton decía que el mundo estaba lleno: una idea cristiana conla IglesIa de una acusación circunstancial. El drama, cuyas vertida en locura. Su familia es numerosa, pero fácilmente retlpeCIas ella qUIere contar y de! que quiere explicar el sellti,dó.,!;; conocible: es la de los fines divinos que el hombre empieza a es de una amplitud literalmente cósmica, ya que se confim,:le.;s conocer en su propio provecho cuando llega a creerse el incon la historia del mundo. El mensaje que el Obispo de Hipoc ventor. La serie de metamorfosis de la Ciudad de Dios no na aportaba así a los hombres es, en efecto, que el mundo en~ tiene otro sentido. Ésta es la historia de un esfuerzo obstinado tero, desde su origen hasta su término, tiene por único fm la para hacer de esta ciudad eterna una ciudad temporal, sustituconstitución de una sociedad santa, para la cual todo ha sido yendo la fe por cualquier lazo natural concebIble como fuerza creado, incluso el universo. Nunca, posiblemente, en la historía unitiva de esta sociedad»207. de las especulaciones humanas la noción de sociedad ha sufrido metamorfosis comparable en profundidad, ni provocado KARL JASPERS (1883-1969), el filósofo existencialista alepareCIdo ensanche de perspectivas al transformarse. Aquí lá mán considera a San Agustín C01110 uno de los «grandes maescmdad hace más que extenderse a los límites de la tierra o del tros espirituales» y le dedica un estudio sugerente y discutible. mundo: ella lo incluye y explica, hasta el punto de justificar su De él extractamos los siguientes juicios: eXIstenCIa. Todo lo que existe, excluido Dios cuya obra es ella, «Agustín fue conclusión del pensar hacía mucho tiempo es sólo para ella y no tiene ningún sentido sino por ella, y si se ;;,';!;S;; instituido y origen de! pensar cristiano occidental desde enpuede tener fe en la última inteligibilidad del menor de los tonces operante. Su influencia parece inagotable; y su efecto acontecimientos o de! más humilde de los seres, la Ciudad de estriba en que, al chocar con él, el filosofar es illlpulsado hacla Dios posee el secreto»206. . un pensar nuevo, espontáneo. Su influencia tiene dos lllomeny el mismo filósofo medievalista, después de pasar revista tos: su originalidad, superior a todos los herejes, y su fe incona vanas verSIones o metaIllorfosis históricas del ideal agustiniadicional e inconmoviblemente fundada en la autoridad de la no, concluye en esa misma obra: Iglesia. De! primer momento, han provenido los impulsos para los herejes. Pues, al abarcar Agustín el perímetro total de las contradicciones, sus textos han podido ser invocados no sólo .,
205
Papini, G., SanAgustfn, Poblet,BuenosAires, 1945,pp. 263-264.Traduc-
Clon de M.A. Ramos de Zárraga. 206 Gilson, É., Las metamoifosis de la Ciudad de' Dios, Rialp, Madrid, 1965, p. 52. Traducción de Antonia GarcÍa Sánchez.
207 Gilson, É., Las metamoifosis de la Ciudad de Dios, Rialp, Madrid, 1965, p. 338. Traducción de Antonia García Sánchez.
672
ANEXOS
ANEXOS
por facciones antagónicas dentro de la Iglesia, sino también por las posturas hondas de enfrentamiento con la Iglesia:. el te'.'. monje Gotescalco (siglo IX), Lutero, los jansenistas (siglo XVII), Del pnmer momento han provenido, asimismo, hasta el día presente, los impulsos para un filosofar libre, espontáneo. En el segundo momento, empero, se ha apoyado ~y con fundamento~ la invocación de la autoridad de Agustín por parte ~e la IgleSia en casi todas s~s grandes luchas espirituales y po~ IItlcas. Ambas actitudes estan fundadas: la primera en los moe vimientos del pensar y en los asuntos particnlares a los que día fuerza Agustín; la segunda, en la dominante postura fundac .' mental de Agustín. [... ] Agustín nos hace alcanzar las posiciones fundamentales que no son indispensables, de la aprehensión intelectiva d~ Dios y la libertad, de la iluminación del alma, y los procesos fundamentales de verificación íntima que, aun sin fe fImdada c:•• en una revelación divina, preservan su fuerza de convicción. Con su pensar damos en el punto más entrañable de la inte~ rioridad que se trasciende a sí misma, del que provienen guía y lenguaje, donde cabe el encuentro de hombres como tales aun cuando el sentido agustiniano estriba en la consunlació~ y justificación de la soledad absoluta de! alma ante Dios. Agustín nos hace participar en su vivencia de las situaciones límite;" de la absoluta desolación de la condición humana ysu situa" ción sin salida, y he aquí que nos muestra todo eso re(;o¡,id.o\ no en libertad de razón que busca su camino sin galal.',," guna, simplemente con la esperanza de recibir ayuda si con cabal seriedad lo que está a su alcance hacer, sino en cer" teza de gracia, garantizada por la autoridad de la Iglesia verdad una y exclusiva. La grandiosidad que distingue tín a los ojos de los hombres filosofantes está en que nos mos envueltos en una verdad que, tal como nos envuelve, no es la verdad cristiana de Agustíw)208. e
:::.:;:
208 Jaspers, K, Los grandes maestros espírituales de Oriente y Occidwte, Madrid, 2001, p. 245. Introducción de Manuel Garrido, traducción de Lucena y Pablo Simón.
673
EUGENIO D'ORS (1881-1954), sintetiza la argumentación de La Ciudad de Dios en torno a la idea de Providencia: "E! providencialismo es la esencia de la [ilosofia de la historia, contenida en e! mayor libro de San Agustín, La Ciudad de Dios. El vasto panorama del pasado, del presente, el porvenir del mundo, se presenta en él como supremamente inteligible. Más aún, sinóptico. Todo se abarca en él con una sola mirada. La creación del hombre, su caída, la expectación de la humanidad entera, aguardando la venida de su Redentor. La obra de la redención en el centro. Después sus consecuencias: la Iglesia que la perpetúa en e! tiempo; la consumación de los tiempos, el fin del mundo. Toda esta sucesión que en la mente divina es un presente, sube a ser casi un presente en la nlente humana ... En el campo de este panorama luchan dos ciudades: la ciudad de Dios, puerta de todos los servidores de Dios en todos los tiempos y en todas las partes del mundo, y la ciudad terrestre o del demonio, reunión de todos los enemigos de Dios. E! cuadro de estas luchas aparece dívidído en San Agustín en dos partes: una apologética, otra expositiva. El cristianisnlo, interpretación de la providencia, es la clave de todo. La creación, la caída de los ángeles, la caída de Adán y el pecado original; el diluvio, Abraham, David, el cautiverio; los imperios sucesivos de la tierra, la beatitud, e! juicio, los fines íiltimos ... Cuadro grandioso en que encuentran su lugar todas las constantes de la cultura. Si en nuestro lenguaje moderno llamamos a la ciudad de Dios la cultura, y si eliminamos de la narración la intervención, aquí decisión, del factor ético, constituyendo a la cultura en valor autónomo, podríalTIOS dar ya a este pensanliento el carácter científico que hay en nuestros esfuer~os»209. PETER BROWN (1935-, uno de los mejores biógrafos de San Agustín, valora así La Ciudad de Dios: ll ... La ciudad de Dios es e! último asalto de un largo drama: escrita por un antiguo protegido de Símaco 210 , iba a significar D'Ors, E., La Ciencia de la cultura, Rialp, Madrid, 1964, p. 47. Símaco, Prefecto de Roma, pagano y neoplatónico, eligió al todavía maniqueo Agustín para profesor de Retórica de la ciudad imperial de Milán. 209
21ü,
674
ANEXOS
ANEXOS
el r?chazo definitivo del paganismo de una aristocracia que habla prete~dldo dommar la :rlda mtelectual de su época. [... ] Agustln habla VIVIdo veinte anos como obispo provinciano en Hipona. Ahora estaba en juego su reputacióu ante un auditorio distinto y muy exigente. Como resultado, La ciudad de Dios es el libro más autoconsciente de todos los que escribió. [... ] es un monumento a la cultura literaria del Bajo Imperio, tan dlstmtlvo a su modo como las Saturnalia de Macrobio. Esto es evidente en ser un hombre docto; igual que en el Renacic miento, sus argumentaciones tenían que desarrollarse apoyán":' dose en una serie de autoridades literarias. [... ] La ciudad de Dios hubo de impresionar a sus primeros lectores de modo muy diferente que las Confesiones.Aquí no se encontraban con ninguna novedad literaria. En lugar de ello, podían disfrutar de lo mismo que Macrobio había disfrutado en las conversacio_ nes de los grandes paganos, especialmente en las de Pretextato: el espectáculo de una persona muy seria, que dominaba al dedillo toda una cultura convencional, el saber popular religioso, la filosofía y la historia. En este sentido, cuando el vicario, a punto de retirarse, y teniente de prefectos de África, Macedonio, recibió los ejemplares de los tres primeros libros de La ciudad de Dios, alabó de ellos aspectos que el historiador moderno suele pasar por alto. Como leal empleado, se niega a ver en él un libro sobre el saqueo de Roma, pues esta «calamidad pública» se trataba en él no más de lo que era estrictamente decente. En lugar de ello, podía recostarse cómodamente para dísfrutar de un festín intelectual. «Estoy dudoso de qué es lo que más debo admirar: si el conocimiento religioso completo de un sacerdote, la altura de las opiniones filosóficas, la plenitud de su información histórica o el encanto de su gran
675
bautislllo, tras evocar las alabanzas que otros Pontíftces -desde Celestino 1 hasta Pablo VI, pasando por León XIII y Pío XII- habían hecho del Santo, recomendar el estudío de su doctrina y valorar su «ideal atractivo y entusiasman te)" sintetiza así la aportación de La Ciudad de Dios: «En sn gran obra La ciudad de Dios, que es al mismo tiempo apologética y dogmática, el problema de la razón y de la fe se convierten en el de fe y cultura. Agustín, qne tanto trabajó por promover la cultura cristiana, lo resuelve exponiendo tres arglunentos importantes: la fiel exposición de la doctrina cristiana; la atenta recuperación de la cultura pagana en todo aquello que tenia de recuperable, y que bajo el punto de vista filosófico no era poco; y la demostración insistente de la presencia en la enseñanza cristiana de todo aquello que había en aquella cultura de verdadero y perennemente útil, con la ventaja de que se encontraba perfeccionado y sublimado. No en vano se leyó mncho La Ciudad de Dios durante la Edad Media, y nlerece ciertanlente que se la lea talnbién en nuestros tielnpos como ejemplo y acicate para reflexionar mejor en torno a las relaciones entre el cristianismo y las culturas de los pueblos. Vale la pena citar un texto importante de Agustín: "La ciudad celestial ... convoca a ciudadanos de todas las naciones ... sin preocuparse de las diferencias de costumbres, leyes o instituciones ... , no suprime ni destruye cosa alguna de éstas; al contrario, las acepta y conserva todo lo que, aunque diverso en las diferentes naciones, tiende a un nusmo fin: la paz terrena, pero con la condíción de que no impidan la religión que enseña a adorar a un solo Dios, SUllIO y verdadero ',>,212.
,«",
estilo»»211, JUAN PABLO II (1978-2005), en la carta apostólica que dedicó a San Agustín con ocasión del XVI centenario de su 211 Brown, P.,Agustín de H~)ona,Acento,Madrid, 2001 ,pp. 314-318 passím. Traducción de Santiago Tovar y M. a Rosa Tovar. La cita de Macedonio está tomada del epistolario de San Agustín, epfstola 154,2.
212 Juan Pablo Il, Carta apost6licaAugustinum Híppol'lensem. Il, 1. Las citas de La Ciudad de Díos son: II, 29, 1-2; XIX, 17. Como es bien sabido, los temas objeto de este comentario del Papa -relaciones entre la fe, la razón y la cultu-
ra- son capitales tanto en el pensamiento del Obispo de Hipona como en el del propio Juan Pablo II.
Universidad de Navarra Servicio de Bibliotecas