Introducción a la edición española
LA «NUEVA LINGÜÍSTICA»
El hecho de que la «Nueva Lingüística» gire en torno a la americana no constituye novedad alguna. Es la consecuencia natural de la erosión tan profunda, amplia y agradual sufrida por el paradigma chomskiano de Estructuras sintácticas y Aspeaos de la teoría de la sintaxisK Por otra parte, el considerar esta contribución a la lingüística como una revolución que se ajusia al modelo kuhniano de La estructura de las revoluciones cientí ficas^ no pasa de ser un simple tópico. Que se esté o no de acuerdo con ello dependerá, en último término, de los avances o progresos científicos más recientes. De no ser así, podríamos preguntarnos por qué no representan Katz y Bever una contra revolución, o por qué no se considera a Bailey (1971) como el comienzo de otra^. No obstante,.la respuesta estará condicio nada, en parte, por la propia identificación ideológica y, en parte, por la disposición general de todos para buscar un obje tivo común dentro de las actividades tan dispares que la «Nueva Lingüística» nos deparó entre 1967 y 1974. Esta «Nueva Lin güística» se nos presenta, en multitud de aspectos, dividida en dos grandes dominios. Por un lado, sobresalen las numerosas e intensas investigaciones sobre la realidad empírica de la lengua dentro de su contexto social. Es la línea que dibuja Labov\ siguiendo las directrices sociolingüísticas iniciadas entre 1957 y 1%5 por W. Bright, Ferguson, Gumperz, D. H. Hymes, Lam bert y Weinreich a quien él reconoce su deuda. Por otro lado, ' Tradu cción españo la de C. P. Otero en Aguilar (1970) y Siglo XXI (1974), respectivamente. ^ En University of Chicago Press (1962). (1962). Traducción española en F.C.E. ^ Vid. el artículo de Bailey «Trying to talk in the new paradigm». en Papers in Linguislics, 4, págs. 312-38. •• Sobre todo a partir de Tlie Social Stratification of English in Nfiv York
emerge la semántica generativa en su afanoso in ento de descu brir una teoría gramatical sustancialmente más abstracta que la chomskiana, y que, al mismo tiempo, sea, S'ígún alguno de sus impulsores, una teoría de la «pragmática» (- estudio de los actos y contextos lingüísticos en los que se realiza la lengua). Es la tendencia que han seguido Fillmore, G. L,{,koff y R. Lakoff, entre otrosí LA «SOCIOLINGLJÍSTICA»
La sociolingüística, término acuñado en 1349 para designar las'nuevas actividades lingüísticas, es un fruto temprano de la lingüística norteamericana. Según sus progenitores, H. G. Ca rrie y Currie E. G., esta nueva disciplina fue concebida como un subcampo de la lingüística y la sociología. Sin embargo, no ha alcanzado verdadera entidad hasta las dos últimas décadas pasadas^. El propósito de los Currie era buscar una unión interdisciplinar de la lingüística y la sociología pues defendían la tesis de que el habla humana es, sobre todo, un acto social dentro de un contexto también social. En la obra donde vierten estas ideas es asimismo perceptible un leit motiv latente: la acusación o queja de que «las dos ortodoxias lingüísticas americanas son las res ponsables de que la ciencia lingüística no haya progresado más». En efecto, la fonética y la fonología bloomfieldiana constituye ron un grave obstáculo para el desarrollo de la nueva disciplina, pero no lo fue menos su polo opuesto: «el insurgente estructuralismo racional» de N. Chomsky. En realidad, los bloomfieldianos se dejaron absorber tanto por sus críticas contra el meníalismo, y los chomskianos se centraron tanto en la lengua como abstracción ideológica, que apenas les quedó tiempo para estudiaria en su contexto social. ' Vid. Stalnaker, R. C, «Pragmatics», en Semantics of natural language. D. Davidson and G. Harmon (eds.), Dordrecht, Reidel, 1972, págs. 380-97. R. l-akofT, «Language in context», en Lg 48, págs. 907-27. Vid. Víctor Sánchez de Zavala (AU 166). ' Harver G. Currie y Eva García C. Currie, Sociolinguistics and the two American linguistic orthodoxies, 2.* ed., Austin, Texas, Regional Research Association 1811 Alameda Dr, 1976. 1949, «The relationship of language to social status: An academic, paper proyecting sociolinguistics.» Presented at Conference of University English Teachers, Housion. Murphy, R. P. y Ornsien, J., «Models and approches in sociolinguistic research on language diversity». Anthropological Lingui^'iLS. 1974. «A survey of research on language diversity: A partial who's who in sociolinguistics», en
El principal error dc las ortodoxias lingüísticas americanas —concluyen los Currie— radicó en el sistema del conductista. quien, al intentar construir un ciencia físico-psicológica, renun ció a describir la experiencia de la misma lengua y a dotarla de una teoría lo suficientemente explícita como para dar cuenta del fenómeno del lenguaje. ...La opción que proponemos es la del realismo empí rico que, en nuestra opinión, fue la posición mayoritaria de la lingüística anterior a nuestra era. Es decir, presentamos la sociolingüística en su sentido genérico como una opción a las ortodoxias americanas. Así, definimos la sociolingüística como el estudio de las entidades ordenadas del lenguaje en su función comunicativa en tanto esencia de la sociedad'.
La sociolongüística, dada su naturaleza interdisciplinar, no es en absoluto monolítica. Se puede decir que es un subcampo que disfruta de una independencia especial fundada en los modelos lingüístico-teóricos implicados. En este sentido, ya sugirió Wolfran hace años, que eran perfectamente delimitables dentro de ella tres campos: «sociología del lenguaje, sociolingüística y una categoría intermedia entre ambas». Hoy, sin embargo, son diferenciables algunas direcciones más. Mats. Thelander en su obra Grepp och begrepp i spraksociologin logró aislar las si guientes: sociolingüística, antropología lingüística, psicolingüística social y sociología del lenguaje*; son las que nosotros proponemos más abajo. Sin embargo, hay también autores que expresan la dificultad de situar el dominio de esta nueva cien cia^. HACIA UNA DELIMITACIÓN DEL CAMPO DE LA SOCIOLINGÜÍSTICA
En la actualidad, el estudio del lenguaje se encuentra repar tido entre muy diversas disciplinas"'. Abarca un espectro tan amplio de actividades comunicativas, desde las más elementales hasta las más sofisticadas de los humanos, que se hace prácti camente inaccesible. Teniendo en cuenta, sin embargo, que cada uno es libre a la hora de delimitar un ámbito de estudio, hemos querido en esta aproximación esbozar de algún modo el dominio de la sociolingüística. No pretendemos, pues, hacer un estudio exhaustivo, sino caracterizar, dentro de los límites que ' Op. cit., pág. 89. ' Publicado en Lund (Suecia), Student-l itteratur, 1974. ' Vid. Francisco Gracia, Presentación del lenguaje (compilación), Madnd.
toda introducción impone, las más importantes cooperaciones interdisciplinares de lo que comúnmente entendemos por sociolingüística:
La sociolingüística de Labov
La lingüística laboviana, y la pragmática parecen hoy dos polos opuestos filosófica y metodológicamente, a pesar de haber nacido dentro del contexto de la semántica generativa. Sin embargo, todavía comparten varios principios fundamentales. En efecto, las dos se interesan por «el uso de la lengua», Y además, la atención que Labov presta a «la lengua tal como se usa diariamente dentro de un orden social" es comparable con la demanda de una teoría de la semántica generativa que estudie el lenguaje en todas sus manifestaciones, incluyendo su uso den tro de un contexto social y cultural '^ Podemos deducir, por tanto. " William Labov, Sociolinguistic Patterns (Conduct and Communication,
que ambas se interesan por una rama de la sociolingüística en la medida en que se oponen, en el sentido estricto de la palabra, a la lingüística, entendida tradicionalmente como el estudio de las estructuras formales de la gramática con exclusión de toda consideración social. No obstante, las diferencias existentes entre la lingüística de Labov y la pragmática son metodológica y teóricamente impor tantes. Sociolinguistic Patterns '^ pone de manifiesto que la len gua no sólo es heterogénea y está condicionada por factores "extralingüísticos, sino que está experimentando constantemente cambio. En consecuencia, podemos inferir que una teoría de la lengua ha de ser necesariamente dinámica. Y esta parece ser una idea que no encuentra demasiado eco entre los semantistas generativos, porque su modelo lingüístico de análisis es funda mentalmente estático. En este sentido, el paradigma laboviano representa una desviación radical de la'contextura transformacional de los años 60, si bien es innegable una dependencia de origen perceptible en los primeros estudios sociolingüísticos. Ahora bien, Labov llega a afirmar en Sociolinguistic Patterns gue no necesitamos «una teoría del lenguaje, sino un nuevo método de trabajo»'^ Los hechos, si se abordan desde una perspectiva correcta, es decir, si se replantean «los numerosos problemas que habían bloqueado el progreso» '=, son de sobra elocuentes por sí mismos. De ahí, que tanto Labov como más recientemente Bickerton, no busquen la revolución, sino la aceptación serena y reflexiva de las implicaciones del estudio empírico. La lingüística laboviana no pretende ser sino una suma de los múltiples aspectos del lenguaje. Y, así como una nueva forma de pensar puede seguirse de una nueva forma de hacer —es el caso chomskiano—, una nueva forma de hacer puede originar una nueva forma de pensar —es el caso de Labov. Su teoría asume necesariamente un nuevo aspecto y, por consi guiente, exige una concepción esencialmente diferente del campo de estudio. Pero, ¿qué significa dentro de una perspectiva general la obra laboviana? Conscientes del riesgo que entraña toda simpli ficación teórica, la calificaríamos como una__importante contri bución al estudio del cambio lingüístico. Es más, la sociolingüística laboviana está concebida como una rama de la lingüística histó rica, al menos en lo que atañe a Sociolinguistic Patterns. No obstante, conviene distinguir las dos concepciones de la lingüís-
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tica histórica, resumidas en diacronía y cambio anguistico. El concepto saussureano de diacronía, en tanto oput.sto a sincronía, ha implicado una separación estricta entre los aspectos dinámico y estático de la lengua. Es verdad que la dicoto ría rue objeto de numerosas críticas desde su naci miento, y que ;e ¡legó a supe rar, especialmente en la Escuela de Praga, .s:n embargo han persistido ciertas ideas asociadas como éstas: Que un cambio ocurre cuando el sistema cambia. El problema radica en determinar el sistema de quién. Las gramáticas basadas en idiolectos parecen sugerir que se trata del sistema individual más que del sistema de la comunidad (Weinreich, Labov y Herzog). b) Que Ja única forma de estudiar el cambio es comparar estadios sincrónicos de sistema sucesivos. c) Que el cambio no es observable en su curso. a)
El concepto laboviano de cambio lingüístico, por el contrario, estu'dia el fenómeno del cambio como un caso especial de varia bilidad dentro de un sistema que es por naturaleza variable y dinámico, y que posee una potencial direccionalidad. Todo esto implica una pregunta, ¿qué es el cambio? La contestación inequívoca de Labov es: «La lengua'cambia sola mente cuando un grupo de hablantes usa un modelo lingüístico diferente para comunicarse con los demás» '^. Ello supone que ia dicotom.ía tradicional origen-propagación del cambio resulta inútil, porque «el origen de un cambio es su "propagación" o su aceptación por los demás»'^ «El cambio ocurre cuando una variable concreta se desplaza en una dirección predictible» '*, es decir, cuando llega a asumir un significado particular dentro de la comunidad. Todas estas ideas de Labov han abierto muchas puertas imprevistas: las de un mundo de variabilidad tan estmcturado y tan extenso que removió muchas de nuestras formas más fami liares de pensar. Su lingüística es más una invitación a explorar nuevas perspectivas que un reto. " ídem, op. cir, pág.277; en relación con la variabilidad, puede consultarse C. J. N. Bailey, «The patterning of language variation», en Varieties of presenlday English, Nueva York, Macmillan, 1973, págs. 158-86. D. Hymes, Lannuage in ciiltur,- and society, Nueva York, Harper y Row, 1964. Pidginization and creolizilion of languages, Londres, Cimbridge Univer sity—Press, 1971. U. Weinreich, Languages in contact, Nueva York, Publicetion. of Linguistic
Lc psicolingiilstica social
Es una triste realidad comprobar cómo los psicoiingüistas se muestran algo reticentes a la hora de tomar en consideración los factores sociales pese a estar de moda en lingüística. Del mismo modo, los sociolingüistas han sido poco propensos a estudiar ios lazos de unión existentes entre esta y sus disciplinas. Y, como es presumible, la investigación interdiscipiinar aparece aquí den tro de los confines de un enorme velo. No obstante, cabe destacar el esfuerzo de algunos estudiosos por propiciar la realidad interdiscipiinar que promete ser la sociolingüística. Nos referimos evidentemente a la encomiable labor realizada durante los últimos quince años por especialistas en sociología y psico logía. Gracias a ellos, se ha fomentado una corriente unitaria de los estudios lingüísticos empíricos o basados en datos concretos con un gran influjo de la orientación metodológica de las cien cias sociales. Muchas de estas investigaciones, aunque no todas, se refieren a las actitudes que los hablantes muestran hacia una lengua concreta, o variedad lingüística. Incluso se pueden identi ficar algunas corrientes principales. El estudio de las reacciones valorativas individuales o colec tivas hacia la lengua o variedad fue iniciado hacia 1960 por Lambert y sus colegas de la Universidad de McGilJ. Desde entonces, parece haberse centrado principalmente en dos pro blemas recurrentes: 1) ¿Afectan o no a las actitudes estereotipadas los juicios del oyente en una situación lingüística dada, y cómo las afectan en el caso afirmativo? '^. 2) El carácter dimensional de los juicios sujetivos-". " En una edición de Roger W. Shuy y Ralph Fasold, Language attitudes: Washington, D. C, Georgetown University Press, 1973, se pueden consultar los aspectos siguientes: F. Williams, «Some research notes on dialect attitudes and stereotypes», páginas 113-28. Bruce Fraser, «Some "unexpected" reactions to various American-English, dialects», págs. 28-55. E. B. Ryan «Subjective reactions toward accented speech», págs. 960-73. A. Palmer, «A preliminare report on a study of the linguistic correlates of raters judgements of non-native English speech», págs. 41-59. ^° De este tema se han ocupado Alison d'Anglejan y G. R. Tucker, «Sociolinguistic correlates to speech style in Quebec», págs. 1-27. Jackeline Sachs, F. Lieberman y Donna Erickson, «Anatomical and cultural determinants of male and female speech», págs. 74-84. Wolfgang Wolck, «Attitudes toward Spanish Quechua in bilingual Perú», current trends and prospects,
Susan M. Ervin-Tripp parece ser la psicóioio más distingufda de este dominio de la sociolingüística. B len testimonio de lo que decimos es su libro Language acquisition aid communi cative choice: essays by'^K Sus investigaciones se centran fun damentalmente sobre tres subtemas: el bilingüismo, la adquisi- ción del lenguaje y la sociolingüística. Aunque su contribución "fundamental a la psicolingüística consistió en haher sugerido el estudio de la diversidad lingüística desde su persp;ttiva discipli nar, a lo que habría que sumar su intento de unir teóricamente los campos de la psico-lingüística y la socioling-Jís'ica, sin embar go lo que mejor resume su labor científica es la investigación de la hipótesis de que existen unas reglas psicolingüijticas que no sólo gobiernan la estructura del habla, sino también la forma que toma el discurso dependiendo en último término ee las distintas circunstancias sociales. La trascendencia de fcstas ideas fue enorme, aunque menor de la que cabría esperar si muchos científicos no persistieran en su actitud claustrofílica dentro de sus torres de marfil. Con todo, su obra está ahí como un paso notable en esta dirección interdisciplinar. Muy conocida es la linea que sigue W._E. Lambert. Su interés por el bilingüismo y aprendizaje de una segunda lengua^^. quedó ya sutlcientemente demostrado en su tesis doctoral, donde experimentó varias formas de medir el predominio de una lengua sobre otra y la inlerrelación de los sistemas en las personas bilingües. El hecho de que criterios diferentes no se correspondieran perfectamente le proporcionó el punto de par tida para jndagar^la estructura del proceso lingüístico de los bilingües. Entre sus aportaciones al estudio de la actitud y moti vación del aprendizaje de las lenguas se cuenta el. método speech guise, que resultó muy útil a los estudios de Labov sobre la reacción sujetiva. Según esta técnica, un hablante cifraría por separado en las dos lenguas, o acentos, y de ahí que conserve ciertas propiedades básicas de alguna de las dos, sobre todo, en voces aisladas. Pero quizás más interesante que este método sea su teoría explicativa de la adquisición de una se gunda lengua. Lambert lo concibe como un proceso continuo. Es decir, dadas ciertas condiciones favorables', como el interés personal, un hablante llega a entender una segunda lengua; el paso subsiguiente es pronunciar algunas palabras de esa lengua, para aprender a continuación los distintos grados de destrezas. Todo esto, según demostró ya Fishman, conduciría a la pérdida " (Selected introduced by Aiiward S. Dil.) Stanford, Ctlifornia, Stan ford University Press, 1973.
de la lengua materna. Cuan lejos se pueda ir en este continuo dependerá de las circunstancias sociales; no obstante, el con cepto de motivación resume una parte importante de las condi ciones determinantes. Es más, Lambert advirtió que, cuando el equilibrio lingüístico está desplazándose a favor de una lengua, algunos aprendices sufren anonie, una especie de pérdida de su sentido de identificación social. ¿Qué importancia tiene, pues, la motivación en la predicción del cambio lingüístico indivi dual o incluso en el de niveles mayores? En la medida en que estas actitudes afectan a todas las opciones de elección de lugar de residencia, de lecturas y relaciones personales, resulta difícil negar su importancia. En algunos casos tan dramáticos como el del renacimiento del hebreo como lengua de comunicación exis tió un gran acto de voluntad colectiva. Y una de las aportacio nes de Lambert ha sido precisamente la delimitación de los tipos de moti^vación, que implican consecuencias diferentes según el medio, un punto este que puede enriquecerse sistemáticamente si se exploran en el futuro las diversas funciones de la segunda lengua en las distintas comunidades lingüísticas. Todas estas consideraciones nos llevan a configurar a Lam bert como un investigador de primera fila porque no sólo debemos contar su obra, sino también el mérito de haber divul gado la importancia de los temas sociales. Y ello es tanto más relevante cuanto durante décadas los investigadores americanos estuvieron atizando el fuego de tal manera que acabaron derri tiendo la olla, al descubrir que los niños bilingües tenían un coeficiente intelectual inferior al de los monolingües. Los edito riales incluso aconsejaron a los padres que prescindieran de la enseñanza de las lenguas minoritarias. Pero Lambert, un firme creyente del pluralismo, se opuso tenazmente a tan sorprenden tes hallazgos. En vez de comparar los hablantes de la cultura dominante con los bilingües inmigrados, pues tropezaba con el obstáculo de su pobreza y diferencias culturales de un medio escolar dominante, eligió para verificarlo un campo de investi gación franco-canadiense. Allí, Peal y Lambert compararon los bilingües franco-canadienses con los monolingües francófonos. Las conclusiones fueron totalmente opuestas: los niños bilingües eran mucho más brillantes en los tests verbales y no verbales que los monolingües. Con ello, dejaron esclarecido que ^bilingüismo no influía sobre la inteligencia, sino que la favore-
cíaü.
[ La antropología lingüística En 1964 Gumperz y Hymes^^ empezaron a interesarse, al menos de una forma sistemática, por la antropología lingüística con la publicación de The ethnography of communication. Era un jntento de estimular y de atraer la investigación empírica sobre el tema lengua-sociedad. Hoy el progreso tanto teórico como técnico en el campo es ya inmenso. El objetivo teórico de este tipo de sociolingüística fue ilustrar la noción de competencia comunicativa: lo que el hablante sabe —son sus capacidades inherentes— y cómo se comporta en la práctica. Sin embargo, mientras los estudiosos de la competen cia lingüística explican estos aspectos de la gramática como comunes a todos los humanos independientemente de sus condi cionamientos sociales. Jos estudiosos de la competencia comu nicativa describen a los'hablantes como miembros de una comu-~ hidad y como poseedores de funciones sociales. Por consi guiente, tratan de explicar su uso de la lengua como instrumento de autoidentificación y regulación de las actividades. En suma, Ta teoría lingüística considera la capacidad de gensrar oraciones gramaticalmente aceptables como la noción central; la perspec tiva antropológica de la sociolingüística, por el contrario, se centra en la contextualidad de los mensajes vt-rbales o su aceptabilidad en el más amplio sentido de la palabra. Hymes no intenta tanto una lingüística estructural cuanto una cienciafuncional del lenguaje en la que las dimensiones sociales estén plenamente asumidas. Y el sintagma c'encia funcional tiene poco o nada que ver con las funciones lingüísticas de principios de siglo (Wundt, Marty, Husserl, Horn) o del periodo, de Bühler (con Reichling, Dempe, Stern, Duyk^r, Langeveld, Kainz, Ipsen, Gardiner, Stutterheim). Todo este constituyó un aparato teórico con mucha inspiración filosofea y poca prác tica, aun cuando no todo haya sido inservible El funcionalismo de Hymes representa un esfuerzo por acercar la li igüística a los problemas sociales de hoy, por forjar una omuiiidad humana mejor, por terminar con el aislamiento de la ciencia respecto a la vida en sus numerosas formas no académicas, por impedir que las teorías olviden la vida y la praxis. Hyme.s piensa que la descripción lingüística debería incluir «la organización de la con ducta comunicativa de una comunidad». Esto sentaría eviden temente las bases para una aproximación a la sociolingüística '* D. Hymes, Foundations in utciolinguistics: An etnographic aproach,
que él llama antropología o etnografía. El estudio de la lengua debe ser interdisciplinar. Esto exige que se esclarezcan más los fun damentos de la lingüística. Lo primero conduce a lo segundo; lo segundo requiere lo tercero. Y lo explica de la forma siguiente: El problema del «estructuralismo»
Hymes distingue entre «lingüística estructural y funcional, entre habla como forma y habla como función, o uso_. El término estructural tal como lo emplea Hymes posee una mayor exten sión, pues abarca la lingüística posterior a 1957, fundándose en el hecho de que Chomsky no pudo deshacerse de la preocupación de la forma, a pesar de haber semantizado la lingüística estructu ral y haber desarrollado intereses prioritarios de los universales lingüísticos. La continuidad entre el bloomfieldianismo y el chomskysmo es una faceta rara vez o' apenas advertida. Esto quiere decir quejChomsky no superó en realidad el bloomfieldianismo, sino que simplemente lo ha mentalizado. Evidente mente supone un notable cambio, pero no es tan drástico como ordinariamente se establece. En efecto, utilizando palabras de Dick^^, Chomsky hubo de buscar una estructura profunda, en última instancia, porque su estructura superficial era todavía muy bloomfieldiana, salvo en el caso en que se hacía la estruc tura superficial objeto de juicios intuitivos de los hablantes y nativos, tales como aceptabilidad, inaceptabilidad, etc. La estructura superficial no comporta significado alguno, a no ser el que le viene dado por la estructura profunda, ya de por sí abstracta e inaccesible a la interpretación experimental. Por consiguiente, lo que es experimental se convierte en una forma lingüística cotícreta y arbitraria, mientras que lo que se supone que es por entidad propia significativo y esencial no puede interpretarse experimentalmente. Lo que viene a poner de mani fiesto que la lengua está tratada como una mera forma. Por lo tanto, Hymes piensa que si el estructuralismo mentalista no guperó' a su análogo el conductista, lo contrario también es verdad. Consideremos el párrafo siguiente: A grammatical description (...) sets forth principles by which one can generate any number of utterances in the lan guage; in this sense, it is operationally comparable to the struc ture of that portion of h'.'man being which enables him to
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produce utterances in a language (...) A grammatical description is an operational parallel to part of a speakar'5 internal apparatus".
¿No parece una frase propia de algiin generativista de los primeros años, que todavía no ha superado la etapa conductista? En efecto, hemos encontrado un testimonio temprano del estructuralismo mentalista en Ch. E. Hockett (1954). La evolución del conductismo al mentalismo no fue tan abrupta como se piensa y quizás necesite una reconsideración. En suma, el problema de la lingüística «estructural» es bási camente un problema de formalismo. Es evidente que la formalización en lingüística es hasta cierto punto necesaria, pero no sólo como un medio para analizar las frases que de otra forma resultarían demasiado imprecisas y embarazosas. La lingüística de hoy está definitivamente en deuda con Chomsky (y otros) por haber aprendido cómo usar este medio. Por consiguiente, si Hymes piensa que «el formalismo puede agotarse muy pronto», quizás se deba a esa extraña proclividad racionalista a confundir el método con el objeto. b)
El problema de la socioUngüistica
«Los lingüistas —escrite Hymes— han prescindido del conte nido del habla, los sociólogos de su forma, y ambos de la estructura del uso»". La lingüística tendrá, pues, que cambiar de perspectiva si quiere encontrarse en el umbral de una con cepción sociolingüística de sí misma. Y las personas más ade cuadas para realizar este cambio de orientación no son los sociólogos, sino los propios lingüistas por su competencia lingüís tica. Para ellos el calificativo de socio- resultaría redundante y la sociología del lenguaje no sería sino una ciencia auxiliar en _vez de una ciencia de igual rango en el esfuerzo común: «La concepción bloomfieldiana de que el progreso de la semántica requería el análisis previo de cada cosa denotada se ha confir mado como errónea. (...) Es del mismo modo equivocado pensar que la descripción sociolingüística debe partir o implicar una sociología completa» 2*, Es este un punto sobre el que Hymes " Charles F. Hockett, «Two models of grammatical descriptio n», Word, 10, páginas 210-31. Vid. ed. Martin Joos, Reading in Linguistics. The devilopnenl of descriptive linguistics in America since 1925, 3.» ed., Nueva York, Amencan Council of Learned societies, 1963.
pone notable énfasis, porque no es sólo un problema terminoló gico lo que separa la dimensión comunicativa de la «situacional»;'hay algo más. La promesa de la «sociolingüística»
Resulta palpable una nueva corriente de humanismo integral. En el «post-scriptum» de su obra, Kuhn^^ distingue entre teoría y matriz disciplinar. Esta se llama «disciplinar» porque «se refiere a la posesión común de los que se consagran al estudio de una disciplina concreta», y «matriz» porque se compone de elementos ordenados de varias clases, cada uno de los cuales exige especialización mayor». Una matriz disciplinar es más amplia que una teoría; se conformare muchas teorías, muchos componentes, de los que Kuhn sólo nombra tres: generalizacio nes simbólicas, paradigmas metafísicós y valores. La matriz disciplinar de la sociolingüística en el sentido de Hymes es tan abierta que no se puede predecir cuándo se autoliquidará en favor de un nuevo paradigma. Sabemos que falta mucho camino por recorrer hasta llegar al objetivo para el que se ideó. Por consiguiente, la sociolingüística es, para Hy mes, un término redundante como lo ha sido siempre para Labov. La sociología del lenguaje- J
La sociología del lenguaje es, quizá, el campo interdisciplinar que mejor y más delimitado ofrece su dominio. Ello es así, en parte, debido al esfuerzo de sociólogos como Fishman, Befstein y Einar Haugen. La sociología del lenguaje —término preferido por Fishman al de sociolingüística— se define como «la interacción de estos dos aspectos de la conducta humana: el uso del lenguaje y la organización social de la conducta lingüística»^". Esto parece un corolario de la concepción neobloomfieldiana del lenguaje. Es decir, si la lengua es una manifestación de la conducta humana, la lingüística es el estudio de este comportamiento, y no es, por sí mismo, un estudio de la organización social o de las estructu ras sociales, ya que caería, en el último caso, bajo la considera" Op. cit.. págs. 174-210. '" Fishman, Sociología del lenguage, cap. I.
/
ción de otra disciplina. Es más, esta concepción se puede también comparar con la saussureana, en tanto la lengua com porta una vertiente u organización social que sería objeto de la lingüística. En este sentido, la sociología del lenguaje de Fish man sería muy semejante a la «lingüística externa» de Saussure, y su principal cometido consistiría en el estudio de la variación, interacción, interferencia, coexistencia, etc., entre los diversos códigos o registros. Evidentemente, Fishman habla de sociología descriptiva del lenguaje, pero su atención se centra principal mente sobre las situaciones bilingües y diglósicas en la medida en que no parece existir una sociología de un lenguaje homogé neo ni siquiera dentro de una sociedad unilingü,e. Por consi guiente, su estudio del bilingüismo es externo, es decir social, y en este sentido opuesto al clásico estudio del bilingüismo indivi dual de U. Weinreich'". La sociología del lenguaje de Fishman constituye una exce lente aproximación a la sociolingüística, o sociología del len guaje. La obra se inicia con unos capítulos introductorios, donde define el objeto material, la terminología y métodos sociolingüísticos. En el capítulo IV encontramos un examen tipológico del bilingüismo social y un análisis de las relaciones entre micro- y macro- sociología. Muchas de las ideas vertidt s aquí habían apa recido en su famoso Bilingualism in the Barrio (1971), que consi deramos como la principal contribución a la teoría sociolingüís tica. Es, por tanto, una parte que se debe leer, según la opinión de los críticos, con suma atención dada su tianscendencia para el desarrollo de la sociología del lenguaje. El capítulo V lo consagra al estudio di la diferenciación social y del rango del repertorio. No tiere una importancia intrínseca tan considerable como el anterior. Sin embargo, nos parece fundamental para comprender toda la exposición ulterior. Nuevamente topamos en el capítulo VI con una parte teó^ rica y metodológica de gran interés: el bilingüismo social. Fish man distingue entre bilingüismo social estable y transitorio. En realidad, se trata de una revisión de su artículo (1967) sobre «Bilingüismo con y sin diglosia, y diglosia con y sin bilingüismo». Esta investigación marcó un hito de referencia en el estudio de la diglosia. Por eso es sorprendente, según Pedro José Roña, el hecho de que se atribuya a Gumperz la afirmación de que «la diglosia existe no sólo en las sociedades multilingües que reco nocen oficialmente varias lenguas, y én las sociedades que usan variedades clásicas y vernáculas muy divergentes e incluso genéticamente diferentes, sino también en las sociedades
que emplean por separado dialectos, registros, o variedades lingüísticas funcionalmente diferenciadas». Es cierto que.Gum perz contribuyó mucho a elaborar el «aparato conceptual» del que se sirven los investigadores de comunidades multilingües para diferenciar las estructuras sociales que gobiernan el uso de una variedad más que el de otra, pero, por otro lado, el artículo original de Ferguson «Diglosia», Word, 15, 325-40, 1959, trata precisamente de la diglosia entre dos variedades de la misma lengua, no de formas lingüísticas genéticamente diferentes. " ^ Por otro lado, no creemos que se pueda hablar de bi lingüismo sin diglosia, pero mucho menos de diglosia sin bilin güismo. Lo que parece que Fishman intentaba demostrar era que la diglosia no es una subclase de bilingüismo y que el bilingüismo no es una subclase de diglosia, es decir, que no son interdependientes. Esta es una precisión muy importante porque ya empezaba a entenderse erróneamente la diglosia como un tipo especial de bilingüismo. Sin embargo, concluye que bilin güismo y diglosia son simplemente dos fenómenos de clase diferente. Desde una perspectiva saussureana, podemos decir que,bilingüismo, como conocimiento de dos lenguas o siste mas, pertenece a la Langue. Por el contrario, la diglosia, en tanto se refiere al uso de las dos lenguas, pertenece a la.parole. En este sentido, no podemos imaginar bilingüismo sin algún grado por lo menos de diglosia, pero tampoco lo podemos ima ginar de diglosia sin bilingüismo al menos si entendemos por bi lingüismo la posesión de dos registros diferentes aun pertenecien tes a lo que los lingüistas y antropólogos consideran una misma lengua. En consecuencia, pensamos que bilingüismo y diglosia van juntos, aun cuando sus grados varíen independientemente uno de otro. No obstante, Fishman tiene razón cuando niega ^uejjno sea una subclase de otro^^. El capítulo IX sobre sociología aplicada del lenguaje es un breve análisis de las aplicaciones prácticas de los conceptos discutidos en otros capítulos. Es aplicación en tanto teoría del conocimiento; también se refiere a los usos de la sociolingüística en la lingüística aplicada, creación de sistemas de escritura, planificación de lenguas, reformas ortográficas, etc., para con cluir con un addendum para no lingüistas y lingüistas. LA SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE EN EL MUNDO HISPÁNICO
Desde antiguo se ha reconocido la importancia que tiene la estructura vertical de las lenguas como reflejo de la
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compleja estructuración sociaF^ Entre nosotros, esta idea pa rtía fue desde el principio connatural a las presuposiciones científicas de la «Escuela de Madrid». En efecto, en 1926 aparecía la primera edición de Orígenes del español, conside rada como la obra cumbre no sólo de la filología española, sino también de la europea por su riqueza de soluciones y por su importancia metodológica. En esta obra, don Ramón Menéndez Pidal, el último de los grandes reformadores de la lingüística romance, abrió nuevos caminos a la lingüística diacrónica, reemplazando la visión esquemática de la gramática histórica por una verdadera historia de la lengua, y anticipándose en no pocas soluciones a la lingüística actual. Por aquellas mismas fechas, escribía el hoy venerable lingüista Vicente García de Diego, refiriéndose al castellano histórico, que era el resultado de «u/ia vastísima complejidad de dialectos mutuamente influi dos y... una superposición de dialectos sociales»^'*. Esta intui ción sería confirmada más tarde por una ingente cantidad de estudios, sobre todo, dialectales. Sin embargo, sólo reciente mente lo ha sido de una forma adecuada. Nos referimos a la obra que Manuel Alvar consagró al estudio de los Niveles socioculturales del habla de Gran Canaria. En nuestra opinión, esta investigación marcó un hito importante en la trayectoria de la lingüística española actual. En cierto modo, significó la supe ración de una etapa de geografía dialectal para afirmar una concepción sociológica del lenguaje. En este mismo sentido se debe considerar la meritoria labor que vienen realizando nume rosos lingüistas en el área hispánica, entre otros, Germán de Granda", Alonso Montero, Lluis V. Aracil, Rafael L. Ninyoles, Vallverdú, Catalina Waunerman, Fontanella de Weinberg, Ru bin, Lastra de Suárez, Uribe Villegas, B. R. Lavandera, etc. Por consiguiente pensamos que la traducción de Sociología del lenguaje de Joshua. A. Fishman llega, aunque algo tarde, en el momento oportuno, cuando muchas de sus ideas son conocidas o resultan casi familiares. No obstante, no deja de sorprender que, en un país tan diversificado lingüística, social y culturalmente como el nuestro, no se haya prestado la debida atención a la interacción de estos dos aspectos de la conducta humana: el_ uso del lenguaje y la organización social del comportamiento lingüístico. — '"
RAMÓN SARMIENTO
" Diego Catalán Menéndez Pidai, •inguísíicü Iberorrománica, Me, d, Credos, págs. 30'' y ss. " M. Alvar, Eslrucluratismo, geografía lingüi'slica y dialectología actual, Madrid, Credos, pág. 56. " Esludios sobre un aren dialectal hispanoamericana de población negra. ICC, Bogotá, 1977 (primeros capíiulos). Vid. bibliografía en Epílogo.