Jean Seznec "Los Dioses de La Antigüedad en La Edad Media y El Renacimineto".
Clásico de los estudios sobre mitología y legado grecolatino
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Frailes en la edad mediaDescripción completa
Dibujo en la edad media
Review of Mikhail Bakhtin's most important book on Rabelais. This paper was done as part of a Historiography course in my university, and it was graded A+.Descripción completa
Descripción: Investigación de historia ambiental realizada por Antonio Elio Brailovsky
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Descripción: El Islam en La Edad Media
Cristiandad, educación religiosa, etica, valores, historia religiosa, formación espiritual, Edad Media, formación religiosa.Descripción completa
F..ft~ libm tlejuremud es ya un libro l'ifio. Concebida en Roma Pll 1929. publimdo e11 Londres tlurunte /u gu<'rru tll! /940, apurt'<·e en Frant'ia -grucw1 u }'••es Bomr~{oy t·ua remo tuit>t drr;pur$. Durante el imcn·alo. una rrndurrl{m fngle.va ha merf'cido en E::swdos l.i11ldos varias ediciones. emre 1953 y 1971; en 1977 apareció 111111 traducciónjapmrc,a.
.'Vinguno di! lo> uuu!Siru.s que dirigieron mi emprel·a. ninguno de los anu~os que la esn' mulnron. sobrerfl.·e hoy: mi agradrcimiento perduro l-It! ~·u efto a encontrar al mt~nos en el 111stltUIO Warburg. y en particular en Sil SecrNarla, la Srra. Amre-Marie Meyer. la
generosa asistencia q11e ya nmmlo se me hahin presrntfo ~~~ esa casa. l.a re•·fsitÍII tle la obra presemaba dificuluules. Durame esws largos uña.t - y co11 arre· glfl a mit deseos- se han multiplicado los trnhajos en el terreno que yo había imentuda desbrowr. 1/ubiem sido Imposible inmrporar a la preseme edició11 lo susta11cinl de esos e\·twHo,,. redenres.· he tenido que limitunne a n.•sumlr. en el texto, los elemen1os nue1·os que Jran nporwdo. y a 'iCJia/ar en lar 'lotas. cuando f'S rl rtHn, la luz que han proyectad() l'Ohre
problemas particulares. La tllri!IJ esencial era la acwali:ación de In b1b/iogrqfía. Su disposición ronsen·a el plun original: s11s tli•·isior~es se corresponden ro11 tos capít11los de/libro. lAs IIOUdades ha11 hallado \Út dificultad su lugar etJ esos l'Íeja\ marcvl. Si!l cmbargu. dado su núm~ro, ha parrcido mú.t timp/P colocarlas por orden alfahr./irf), rpnunríandn al inicial il1tento de.• empt!lCIT fXJ' lus obr
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INTRODUCCIÓN
fl 1i1ulu de "-"e 1rab.1jo• requtere algunas adaracoonc'1<. La trada~onal antitec;.is entre la Edad Media ) el Renacimiento se atenUa a medida 41~ ambo\ 'e C()no<:en mejor: la primera aparece •meno~ ~mhria y estinica•. ti -,egundo oemcnn• bnll~n1e y súbito•'. Se cae en la cuenta sobre todn de que la Anu~üc<.lad pat:ana. tejo• de • re nacer• en In ltnlta tJd :;i¡tlo xv. hahía sobrcvi\'ido ~n la cultura y el une medievales: los dioses nusmos
no ri!Srtcium. puc~tn que nunca dc:,apan:cicrnn de In mtomoria y la imaginación de ll)S hombres. E~Lns úllil'nos nilos. numcro~os 1r;1hajos hnn estudindo los r:lZt>nc! ) en lu ima~inaci()n de lo< artis1as el recuerdtl de lo~ antiguos dioses· acerca de la cuc~tJún a,j planteada, y limnada a 1-ranc•:t.
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'o< f:" • •~ t •fe• • " Urlt.!Ul .s b \4h tll-iUt.: .~ ltll!ll dt U!'IP tn(til f(l)l::• .;l<'r.• ¡'D".l .1 t.;oltt'~n.,.:l- ll :'1 puo.:n '>C' • ' " ::adu~oJ,, p_.r• fiP lf'~;nr)\-.~ en CWCS(' !.1 cJ•.:•~•t•.l.n !I!Ju¡l\'llhlhl " ''' O.:lllhl¡' n J r t.1l;.¡nat 1.J.: li.i n,.,t.;..,, :~.1 e-.¡'X:6,.,..u,t.1 '"'" resaiJ1'> en l.l •m;)lill ~lun \!! ~npr~·u, n' ~'lc lil.lc\ ¡;¡r~¡, .5X•Mnn ¡,¡,· 1.: 'Vf'\'1.., ,..,..,., ....¡,,, \1 ·::~.u l:n_;Ul.s. y p.l!'a :i :10 c...¡-.e.. ~... •>111 r.-~u H~n en tlc:to rr.odo !lupcrO:tas.. f "' ¿,.¡ r.>
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la tesis de ~f. Jean Adhemar ha aportadCl recientemente interesanlisimn~ precisiones·•, Afront~mos el problema desde un ángulo diferente: intentamos demosrrar que los dio !>es sobrcvlVkron. dur:mtc l por los prt:•plos antiguos pant explicar el ongcn y ht naturalcl.a de !'PUS divinidad~. Como ubscrva Fonlcnellc en la Histoire de::; Orucles. «no e~ t~trt fácil d~;:cir córno lo:;; puchlos paganos miraban su religión,). De hecho, desde el momento en 4uc (!nlp~ezan a r~70Jlí\f sobre ella. revelan una gran confusión. Pues •'. F.l esfuer1o de k)s m1tOgrafus modernos 3 p3rtir del si~lo XIX se dinge precisamente- a recuperar . a u:wes de la lilolngia y In ;:nuropologí
las primera:-; épo<.:as. Pero lO!> hombres de la antigiicdacl. «Srn saber rcmontars~ a los origenes ll.!janos tl!! su cultunt, desconocedores de cúmo se formaron sus leyendas. de lo que en su origen s•gni'i caban »'. h~bkm construido. para hacerlas inteligibles. sistemas contraJictorlos que 'ie conrroman. pol' ejemplo. en De uamra dconmr de Ck:.crón-. Cabi.! rcduc1rlos cscnciru mente a tr~.:.: o bien !os mito~ son fa relación. má!> o menos desfigurad~. de hechos histOri<.:o:, cuyos uctore" fue ron simples homhrcs clc\·ados a1 rango de inmortnles: o bien • ..:'
en est~ caso. son alegorías. Pues bien. a lo largo de la Edad Media. los dioses mn a sobrevivir al amparo de esta•
dioses.
intt.:rpretadonc:.., propuestas por los p ropios antiguos y que integran altcrnalivamcntc ia mitologia en la crónica del mundo. en la física. y en la moral. Ellas les permitirán escapar al nlvidl), y resistir a. los. at<14ucs de sus adversarios. Pern hemos dit.:hu que seguiremos a los dioses bastante más all ~ de la Edad f\·1cdia~ hast" el final del h:~rcmos yu~ aparezca lo que el arte y el pcnsa· mknw del Rl!MH.:Lmi.::nto deben. en este tcrrc nu, a Ja LraLlk1iÓn. cuya ~xtraña persistencin e insospechadas prolo ngaciones ~:,a¡;arcmns a In luz. F.ste aspect(l tradicional t.lc la mitologia de lo~ siglos xv )' XVI e-s t:n efecto el menos 113math·o. y el menos conocido- Si inttnt;;tmu!> cvuc:.\r. por ejemplo. l,>s te mm; profano~ trata dos con más frecuencia en lt::tli.a dnr(lnte es.t:t época<>. lo LlUC nuestra metnnria no!\ presenta t::n primer lugar ~o u escenas de seducción o de rapto_ de amor o t.l~.: embriague?: y cierta meme, desde d línal Ud mundo antiguo. no se h'>, l\l l\1 'R~:c:.. ,\ '1_ Es1:•di9r (/{' h fJiflrlu r.H¡.:ItoJll l.t>' lt•c'tl"ottlr'.t ,¡,. ,11J lr.t.glll"'f/JJo/, Pl'· 2'• 11,. ' 1)(}1):>11 1(. t-1 fliVil ¡f,fi {JCI?tui'~I•:•J, U . p P:.
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)rorm vn f1.1 J)' II'Uf(l iffl!il.'ll\1 do•.' R,•mn·hmt. 196 y S!i .. 1:fl~. pp J J 1 r ss :<.J !11. C:i'· J::< ·, ...... '! ~\J l. 11 íl'tim,:.ra p:tnc ole
lo•llr ::~.,, ticnt" " 1 ;e M>lull•gi::.. \)t. Cid..:o!l k¡:.enJanc: ~· !1•1 1n¡:nt('' lk ¡, ,~ Um"~'··
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c.m uu lnd.J.c
tl'Stunonw Jo rl!voluCIÓil que se ha realizado en las almas: han vueltolns licmpo, c.n 4ul' M: o"a
~untar
*··· el amor
l'~m.•ttdor
,. ltJ •·ida opnrtuna•
y glonfJCar el Deseo. dueño de los hombre• y de lo-; d""'"'· Pero aliado. o por ~ncimn de ~s1e mundo mauco en el que se afirma la rcvoncha Jc la naturulc.lu )' clc !u carne, hay otro, ntl'nos familiar. si no menos seductor. En él rcm:m ¡._..., grnnucs U11"e' planea ario~. los hcroes. las nlcgoria,. Se lUpa con dio> >obre todo en el arte nlOittuncnwl. ~n las bóveda::, de los pah1cio~. en In~ cOpula<; de ln~ capillas; y se suele \!On rundir ~u papel. que se cree de purn tlccurHción. Fn rcahdad. para comprender su signdiCfl c 1Ún y \U cOJrÚctcr. e~ p rcc 1su vmcularlos a su~ asccnUicnlcs lnmcdiatos ~ los dio-:es de- la Fdad Media. los que sobrevi\'ieron porque cncurnahnn Jdcas. Lu liJiaC!Óil. en alguno' e~ sos. es evtdente: as1. es f3.cil encontrar. en e5e comhatc de D~an:t y de PaJas C(.llllrn V..:-nn' ~· su cone.ro. mediante el cual ~lantegn~ represen!a •la Sabaduna vactonos" sohrc lo' \'ICith ... unn de .:... a, psicomaquias caras a la epoca. precedente. Pero. asJm1smn. comp(~i cioncl\ mico1ógicas como la de Francr.: ....:n Cm.l\::t en el Palacio Schifano;a de Fcrrara. o b de Balta~'an: i>crulll. en ta bo\cda de la Farne..,1na. ,.,Jo se aclaran c~wadu no> interesa aquí. pues el paso del uno ni otro es insensible. Incluso lo, juc~o· \ la~ Jaa1l3.\, los idilios y los tnunfos b:lqulcos. cuyo unico objeto no p.11ece ser"'"' yu.: el <.le c.lddtar Jo~ ~cnli<.los y arrobar la ima~inución. ~t>ntienen ~on frecuencia intcnc1o nc!-1. :mhrc entendidos, en definitiva alimcnlu puru d espíritu. Sólo nu~stra tndiferenc1:1 por el h.!llla~, t'> nuntr~l ignora1u.;ia, nos im pide huscurlo n t..h.:l';cuhrir1o. Un u.nálisi:-. paciente 1\0S n;vcl::-~riu. a veces. el secreto de la obra~ y Hl mi~rtlO •i<:mpo. en esta ~resurrccciún>.~ de un mutivo antiguo. volvcriamus a cnconrrCJr la trltn . . po:,íciún de ur1 Ltma medieval. TnmL,ién 1.1 dif~r~ncia de ~stilos nos imrade percahar e< til an>Cnt3 ~n los textos. lnaena~ remth mu\lrar c:omu~ a tra\és de quC vit.•isilutkl\. ~e ho. tran~nlllÍtlo. dc SJ~Io en siglo. 13
Í"'""·
hcrcllC:Iit mihlgrilfica de la Amigücdad: )' ct)mn. en el n-.!.1""<' tlcl Cinqucccnto, lo~ ):!.ranJcs lratadth uahano-.. o,obn· kb l>10s(.':t. tic k,, t.¡uc \.tn H ahmcnrarc.e el humanisffi(~ )' d ant: Ül! Eurnp.1 entera. 'iOn aun ttihutario-. de la\ comrll:lcinn-t:.., tic l~t L:dad Ml.-dla \ c:)tc\n l."Uillplt>
maneme unpre¡;nados de su espanru. t\~1 ~OIICar un inmcnsu pcriuc.lu ele- tlt:rnpo. Hemo~ ufrontudo lu L!)rca. ~ sus. ltle\ttables riesgo~. Cun frecuencia hu !.ido preciso 4uc nu:-. limtturumo.) u .::,bOLO!> sumarios; en ese caso. Olh hcmo' t:Nrnrzado po r destacar las li nea' g~:ncrulc:-. ''" alterar la.:-. prOpt.m.:IOUcs. N0~ hcrnns Hrnitado íl veces, por nfán üc prcdsiún. Ul l!,tttdin de ciertas o;¿•rle.\' de parLi ~:u lar uU¡h)I'Wncia .. comn las representaciones de lo, p1nnelns. cuyn historia nos h:1 servido 1.k c.icrnplu patH 1lu~tntr ckrlOS renómenos de suptrVi Véi\Cia y de evolución. La' im~1.1cncs. a las que \,;Orrc!)pundc en c!-te lihro un lugur lan considerable. llenen por • ,.,.~ r•w.: "~" l'\ · •
COO'tO runCI(10 tstn~Hll rc~umir tcndt:nda\ O corriente~ de pensamiento: fl(l han ni anahtadas. oJ meno~ en su mayor parte. lle~tlc el puntu de Vl\l;t (clrmal y C\lili,tico~ sino como documento~ y tc'itimonio.o.:;.. Fn rnu<.:hm. ca'\.o~. ~u 'iUcesión ofrece. por " m•sma. un rulo conductm; ademils suplen o cumplcwn lo< 1exros: permiten const3l3r o rc.srnblecer la cominuid•d de una lrlltlición. y seguir. pm nsi decirlo. las huellas de 1odu' sus prolongacionc~~- Ln iconografia, en una palab ra. nos s1rv~ constam~;mcntc Uc auxiliar para la histori t~ di! fu!\ ic.Jc.a~. Finnlmcnte. hem subm uc cla· ridau. Desbrozar una re¡¡ión nún mal conocida dehid11 a que. al hallarse en la encrucijada de varias disciplinas. no ~ompctc cspecificamcntc a nin¡:una: plantar jalones en ella. nbror perspectivas que puctlan <>ricnlar a otros invUgadorc•· ral es la principal Jinalrdad hacl3 la que hemos orienu.do nue.uo esfuerzo. ~ano; permitido rcc,lirm>ni~r nuc;lrn gratitud hncta rodos a4ucllos CU)'O sahcr y afab> lidad nos han ayudad" y c'ltmulado en eslc trabajo. y on rarncular a Emilo Miik. que fue, en la E!o,CUeln rrance'C4 Uc Rorna. ~u princip~il m<:ptr:\dor: 3 nue~tros maestros de lu s~.,, hona. Gu"tttve Cohcn y al tun Uorndn Rene Schne1der. cuy a!-t lecciones y con~cjos ti<'~ han f,!,uindu constanlemcnle : linalmente. n Jlenri l'ocillon. prpfC,or en el Coh:.~10 t h:. l'rotncw, que luvv a bien inceres\\rse por esLc cn~ayo, én el t¡uc uul!mnmos ri.Xxponcr un cpt,m.hn de esa vid~t de las ideas y Je lu~ fo rmm, tantos de cuyo' iA'pt.·clus Cl ba i1m:trado magtstrnl mente. Rogamo. lamhién ni SaAI. din:cror dcllnstttulo WMburg de londrc>. halle Upo· 1\ición, en un terreno que conoce mejor que nadie. l ó! colaboradore~. las Srtas. Bing y Ja!Te. los ~res. Wmd, Wiltkower} Metor. les son Imputables en gran medtda las pilr,ina& menos impcrfcctus de este trabajo. lO
t.lcmiJ:~
\idO escogidas.
nr.
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LIBRO 1
-PRIMERA PARTE
LAS IDEAS
CAPÍTULO J
LA TRADICIÓN HlSTÓRICA
Cuando a conúenzo~ de siglo 111 antes de J.C. apareció In novela de Evémcro que tan duradera innucncia babia de ejercer, encontró en el mundo sreco-romano un clima cxccp· cionalmcnte favorable'. Las especulaciones de los filósofos y las circunstancias históricas habian preparado los espíritus para comprender cómo los dioses habían podido, antaño, reclutarse eoue los hombres. Los filósofos, empezando por Aristóteles, reconocían en el alma humana un elemento divino, cuya naturaleza precisaban asilos Estoicos: •Deus est mortali juvare mortralem et haec ad actemam gloriam vio o: •Dios es que el hombre ayude al hombre. y tul es la vi a hncia Jn gloria eterna•'· Noble fúrmula que Cicerón dcsorrolln nsi en las Tusculmws: •Aquellos que se sienten nacidos para ayudar, defender y salvar a la humanidad llevan en Su alma un elemento sobrcn:uurnl y son promovidos a In Inmortalidad. Hércules ha pasndo a figurar enue los dioses: nunca habría ocurrido tal cosa si no lo hubiera merecido durante el tiempo que vivióenuelos hombres ...• (Tusc.,l, 32: cf.lbld.. 25-26, y De nal. deor.,ll. 24). Por otra pane, la carrera sobrehumana de Alejandro y sobre todo su el las fffl(/iC'W'tf'J r~Ugiosas t'Jt Grn:lo, hrb. S9()4 pp l12·J.1J )' todo d cap. XII: C:l rntriJmo y la mtc:rptctaóbn blltórlt:ll.. 1 rus1o, 11. .'V, 11, 7, 18, qij< muy Ph•b11lllemwte t.nuJocc: a Pu!>idomo
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Cvc
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ranúa, Algunos sin embargo condenaron el evemerismo cbmo ab!)un.J.o e impío}. Sobre totlo. decopcionaba por su prosaísmo a las almas, siempre más numerosas. prendadas de Jo sobrenatural y ávidas de emociones religiosas-l. Pero el evemerismo va n conocer. ni comienzo de la era cristian~ una extraordinaria revalorización. Los apologistas, los Padres mas tarde, se amparan gozosos de esa nrma que les ofrecen los propios pagani>S, y la vuelven en contra del poUtcismo. Clemente de Alcjandria. que cita a Evémero en su Colrortalio ad gemes (P. G. VJIJ. col. 152). espeta displicente n los paganos: «Aquellos ante quienes os prosternais no eran antaño mas que hombres»'. Lactuncio, a quien debemos la conservación de algunos fragmentos de Evemero y de la traducción de Ennio. expone n su vez victoriosamente que todos los dioses son simples hombres. elev.1dos de la tierra al cielo por la idolatría de sus contemporáneos (Div. b1s1. P. L. Vl, col. 190 ss.). De inspiración evemerista son también, el De idolorum l'aniwre tic san Cipriano. el De Ido/arria de Tertuliano. el OctaYius do Minucia Félix. el Adversus 11ationes de Arnobio. las I11structiones adversus ge11tium deos de Comrnodiano. el De error/bus proftmarum religionum de Firmlcus Matemus. San Agustín. a su vez. suscribirá en su De consensu Evangelistarum (P. L. XXXIV, col. 1.056) y en su Ciudad de Dios (VII, 18. y VUT. 26) una teoría tan funestn para el adversario. De este modo él cvcrncrismo es para los polemistas cristianos un armo predilecta y de la que se sirven venga o no al caso 1'. De hecho. como ha mostrado M. Cumont'. no siempre en buena lid, casi siempre se batallaba contra una idolatria hacía tiempo difusa, y contTa dioses reducidos a una existencia puramente lhcraria. Pero lo importante para nosotros es que los apologistas cristianos hayan dejado en herencia a la Edad Media una tradi· cion evcmerista reforzada ademli;; por los comentaristas de Virgilio. y especialmente por Servio, todos cuyos errores ace1>tará la Edad Media como artículos de fe'. Ahora bien, esta tradición se mantiene vi\•a a través de toda la Edad Media, pero adquiere en ella un caracter muy diferente. El origen humano de los dioses deja de ser un arma contra ellos, una razón para despreciarlos: les protege, incluso les Otorga derechos a la supcf\.¡vencia; acaba por constituir para ellos un título de nobler.a. En primer lugar, el evemerismo pierde eon bastante rapidez su veneno apologético para convertirse en un auxiliar de la investigación histórica: esos hombres convertidos en dioses, ¿en que momento han vivido? ¿Es posible asignarles un lugar preciso en los anales de la humanidad? Tal es ya la tendencia de Eusebio: en su Crónica explica que el dios babilonio Baal habia sido en realidad el primer rey de los Asirios; reinaba en la época de la guerra entre los Gigantes y los T itanes (P. G. XIX, col. t 32-133). La concordancia es nún muy vaga: y por otra parte, la preocupación primera de Eusebio sigue siendo mostrar que la religión del JC'II:'l'l\61'!, /h• Jrat, dl!riT-, 1, -.11. Pttll en u~ pa:.ajc' de las TUS(., l. 12--13. Cicc:..Qn J)lltcee ndm1tir l.mpl~ll\m«
• UOtSSIEk, l.a !ldlgl6r. rQrnana. desde A!IJrJt.JIO a los _.fntonlnos. JI , \'11, 2 S.Jbrc c:l cJu l(1 dd c\'~.:tnt:rir;mo en la Antl¡.uc dad, v.G. MVllKA'I'. F'h~t sUJgt'.s t{'Gretk Rrllgkm. .,..._.,, l9H, pp. 1$2 l OO; A. B. OH.:\C II M"N~. A1hei1m in p#gan lfrttiJ¡uiiy,
'Y n'IO tdlj~ como principal obsti.:ulo las sop
l.OJ Reitglones urlrmiala r:r1 el pognrtiN'"'' rmmmoJ, 3• td.. llP. JIS-318.
• V. At.\'tt..\NOi!.tn, op. cfr.. p 18,
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pueblo elegido ero anterior a la muologia pagana: es él sin embargo el que lega o la Edad Media, por medio de San Jerónimo, el paradigma de esos groseros sincronismos que, dc..dc el nacimiento de Abraham hasta la era cristiana. concentran en slguoos periodos esencia les todos los acontecimientos y todos los personajes de lo historia humano incluidos los dio,es. Así lo hace, despues de él, Paulo Orosio: por más que cscriha •adversos plll\llnos• y bajo la inspiración de Agustín, su libro es sobre todo unn tcnwtiva de desbrozar el pasndo, incluso el fabuloso y legendario; pues bien, permanecerá durante toda la Edad Media e incluso hasta el Renacimiento (hay veinte ediciones en el siglo xvt)- como un manunl de gran autoridad. Pero es durante el ,;glo vu, en las Elimologías de Isidoro de Sevilla. cuando la aplica ción del evemerismo a la historia alcanUJ su más mteresantc manifestación. en el capitulo De Diis Gentium (Ub. VIII, cap. n P. L LXXXII. col. 314). •Quos pagani deos asserunt. homines olim fuisse produntur• (•Aquellos que lo• pn~a nos declaran dio•cs, se considera que fueron hombres antaño•); no sólo Isidoro numite e'lc principio, siguiendo 11 Lactancia: sino que intenta demostrarlo: aspira a ·~ituur• esos dioses •sccundum ordinem temporum• en la hisltc plan puede parecer tosco: pero la crud1ción de Isidoro lt ptrmitm enriquecerlo con la.• miu maravillosas precisiones sobre las edades primitivas de E&IPtO. de Asiria. de Grecia y de Roma: remontando a través de Lactancio hasta Varrón. incluso hasta Ennio, reencontraba grupos. dinastías mitológicas: Belo, ese rey de Asiria del que nn• hablaba Eusebio, era el padre de Nino. etc. Sobre todo. reencontraba en c•a.\ edadc~ primitivas los héroes civltlzndores -destructores de monstruos, fundadores de ciudades. inventores de las artes- desde Prometco. Era restituir u los personajes de la Fabula su d1[1· nidad y su independencia: si han sido los benefactorc~ de la humanidad. su memoria se conserva con todo derecho; y por otra parte no hay motivo para subordinarlos a los perso najes de la HistOria Sagrada, a los patriarcas, a los jueces. a los profetas: se les puede situar al mismo nivel. cuando no en el mismo linaje. Al m1smo tiempo que se g~nnn un lugar en la historia. los dioS•'1> recuperan un prestigio nuevo. Así se perctbe claramente, por ejemplo, en Ad6n de Viena. cuya Crónica dr las 1els E4fades del Mundo e> tributaria de las Etlmologias. Tra~ hnbtr hablado de Mo•sés y del Exodo. menciona los hechos sincrónicos de la h1stona pagana: •Se dice que en aquellos tiempos vivió Prometeo. ni que se atnbuye el hobcr moldeado a los hombres con el barro: en esa misma epoca, su hermano Atlas era considerado un gran astrólogo: el nieto de Atlas. Mercurio, fue un sabio hilbil en varias artes; por esta razón, después de su muerte, In aberración de sus contcmporimeos le situó entre los dioses .... ( P. L. CXX III , col. ~5). Si se prescinde del término «aberración•. el pasaje ha perdido todo acento de desdén o de hostilidad: as1stimos por el contrario a la preocupación por lijar fechas, establecer tilín ciones. una genealo¡¡,ia. a lin de hacer >itio a los héroes de In Fábula en los nnale• de la Humanidad: ¿no supone esto reconocer los méritos que les valieron. en otros tiempos. un luaar en los ciclos? Paralela a la Historia Sagrada. esta hiStorio profana no está ya subord1 nada a ella: no hay n1nguna interpenetración entre amb~. ninguna conliscación de la segunda por la primera. Mercurio tiene su grandeu como Moisés tiene la suya. 'lo~ halla mos mu)•lejos de Eusebio, que hacia derivar del tiptl de Moisés todas las divinidade• paga· nas, y para quien lo sabiduría profana m> era mas que un reflejo de la de Israel.
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Adón de Viena es sólo uno de los innumerables continuadores de Isidoro; de hecho, después del grnn enciclopedista, apenas habrá cronista, autor de historia universal. que omita la inserción de los dioses humunitados en la enumeración de los reyes y hcroes antiguos. Aqui no doremos su lista Interminable, y ya varios veces expuesta9• Mencionaremos únicamente al mas omportante de ellos. I'CLTUS Comestor (Pedro el Tragón). Este Pedro el Tragón, deán de la l¡¡le~ia de Tro}'es, mas tordc caociller de la Iglesia de Paris. escribía alrededor de 1160 una Historia del pueblo de Dios. titulada Historia Scho · lastica. cuya traducción (realizada en 1297 por Guyart des Moulins con el titulo de Bible HEstorEale) penetró en toda Europa; pues bien. en esta obra cuyo éxito y autoridad fueron prodigiosos'". hallamos fijada. y por nsi decirlo codificada, esta orientación del evernc· rlsmo que hemos visto dibujarse a partir de Isido ro. Como apéndice a su Historia Sagrada, Pedro el Tragón condensa en una serie de capítulos cortos, o lncidentia.e, el material mitoló¡tico que le suministraban Isidoro y sus predecesores. Orosio y sao Jerónimo: el paralelismo de las dos historias. sagrada y profana. es presentado con un extraño rigor. Los personajes de la Fábula y los de la Biblia. aunque pencnecientes a dos linajes diferentes. están en estricto pie de igualdad. Tanto en los unos como en los otros, Pedro el Tragón reconoce hombres superiores, genios depositarios de una snbidurla misteriosa y profunda. Zoroastro inventó las artes magica~ y e~cribió las Siete Artes sobre cuatro columnas (Gen. XXXIX); lsis enseñó a los Egipcios lAs letra:; del alfabeto y la escritura (LXX), Minerva varias artes y sobre todo el tejido (LXXVl); Prometeo. sabio insigne. pasa por creador de los hombres. sea porque instruyó n ignoran· tes. sea qui~a tambicn porque construyó autómatas. Todos estos poderosos espiritus son venerables, a identico titulo que los patriarcas: hao sido los guias de la humanidad. y sus maestros; son los comunes antepasados de la civilización. Esta tendencia de la Edad Media a poner en paralelo In saboduria pagana y la ,abiduria bíblica ha sido reconocida desde hace mucho tiempo; npnJeció a plena luz del dut cunndo se estudiaron las Sibylns y los Profetas, asociados en las portadas de las catedrales". y In leyenda de Virgilio. convertido para In imaginación medieval en una especie de brujo o de mago": también las Si bylas y el autor de la IV Egloga habían tenido la intuición de la ver· dad cristiaoa. y la habían aounci&do. Aplicada a las divinidades del paganismo, se ven los • sorprendentes resul1ados de esta tendencia; no sólo •justificao a los falsos dioses al recono· cerles méritos reales. sino que llega incluso a restiluirles. al menos en pane, un carácter sobrena1Ural 11 • Trasladémonos ahora a las diatribas de Arnobio y de Commodiano: descubrimos los efectos del evcmcrismo. arma de doble filo. Aquello que scgün el pensamiento de los npolo· gistns cristianos debla derribar, lo ha conformado, exaltado ... «Si la deificación, nrgumen taba en oLro tiempo Tertuliano, es una recompensa del merito, ¡,por qué no haber deificado a Sócrates por su sabiduria, a Aristides por su justicia. a Demóstenes por su elocuencia?• El irónico Tertuliano no podía haber sugerido nada mejor: la Edad Media es1a dispuesta a "V, ALPUAI"ofii.V, op. cft.. y
J. O.
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R'P/rtmrrlJwt, u mtcfluwlllltltf'P#'t>IOI~N qfdtusko.l papnbm, Sptcwlum, ¡q¡¡,
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11 ' l!di<:ionc.~o anu11kt, lk 1473 " J!il~S; IAmbltn unA edte.,6:t \'e.ncdenn. t':n 1119. Hue1. la <:itn.1Uchlud Simnn f'OCOI)I)I.~ l.e durocibn d.c su cxi1o 11
V. E. M~1 1, Ft Mtt> ~.-llkiOlh tk! tfgtoX/11 (11 FNJnciD. p. 33q: El Am• rfi(Ji(.ti
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11 V. CO)(]'AUna, VUXfUo rtd VMionG. ~tcl~ Floreocia. 1937; J. WnJn:A S,,uoo. Vfr-tfl IJir N~. "P. u~ Tbc' T ..'\IMitlt A.m.. 0 Qwnri1 Pedro c:1 T,.,6o m~ eo~ 1a1 m&AOII d nt~ IL'1~~''" dt PUdato (al que au. Jltetft XXl. Jo Cll.al hlda coambutdo a re(Otu' aun na•J • Si.l! OJOl la n.curalcn prod:ipost: de ta CienCia N&fla. 193~.
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reparar esa injusticia: llena de celo supersticioso, se apresta a venerar sabios a los que ni la ¡¡ropia Antigüedad había elevado al rango de inmortales.
Este poder mágico que se atribuye a los dioses del paganismo, no se considera, como ya hemos dicho, que lo hayan robado al tesoro de la sabiduría cristiana. Pero. ¿lo han heredado quizá de los demonios, con los que con frecuencia han querido identificarles los primeros apologistas?" Se podría. dentro de la tradición que nos ocupa, encontrar huellas, reminiscencias de esta idea; pero nada más. Ese genio, csus dones sobrenaturales que explican el acceso de los grandes hombres al rango de los dioses no son presentados ni por Isidoro, ni por sus cpigonos, como de naturaleza demoniaca". Apolo y Mercurio adquirieron una fisonomía de magos: mas no por eso resultan sospechosos. Son magos buenos, brujos bienhechores. La. humanidad les debe mucho. li.Gs libros de vulgarización permiten concluir que ése era en la Edad Media el sentimiento habitual: en efecto, la Historia de Pedro el Tragón, que llegó a ser un manual escolar, un verdadero «compendio de historia de las religiones» (Aiphandery), no sólo formó a generaciones de clérigos en la ortodoxia evemerista; no sólo suministró a Vincent de Beau· vais todo lo esencial de lo que escribió sobre los Dioses en su Speculum Historia/e: sino que inspiró asimismo, directamente o no, las compilaciones en lengua vulgar que ponían la ciencia al alcance de los laicos". Ahora bien, estos libros van más lejos aún en el rn.ismo SCUltidb. Proclaman la gratitud de la humanidad hacia esos genios que la Antigüedad convirtió en dioses. El Libro del Tesoro de Brunctto Latini sitúa a Mercurio hombro con hombro junto a Moisés. Solón, Licurgo, Numa Pompilio y el rey griego Furonco, en la lista de los primeros legisladores, de los redactores de leyes humanas que salvaron a las naciones de la ruina a la que estaban destinadas por su debilidad y su in1pureza originales". Nuestros compiladores de la Edad Media se sienten deudores de todos estos grandes hombres; se sienten también sus herederos. Pues el tesoro de la civilización se ha tsansmi tido a través de los siglos: y como ya no se hace distinción alguna entre los precursores, sagrados o profanos, que lo han constituido, es posible finalmente reivindicar sin reservas, e incluso con orgullo, la herencia de la Antigüedad. En el siglo xu, las personas cultivadas tienolllya conciencia de los orígenes greco-romanos de su cultura'' y en Chretien de Troycs u V. p. ej, TI!Arut.I.Ui(), Dv $pcr/-GC1Jiis, P. L. 1, 1. col. 641 )' 643: Vcnua. Baco, CillitOf, POiu:<, etc. !OCI tcda.cmOOliU. cr. San AOu.!>oil'o', .Er.arratlo in Psalm. XC\', P. L.. XXXVI, col ll3l·llll: -.Omnu dU ¡cnthom d~~ouhu. " Enudlatci'I)O ~ la lffldic!On dtlttOnint• c:n el CApitulo si¡uJente, 111 pNJ)ÓSJI() de IJa ll!ltrolog-ia. l•v. P. M1!nR. Lot. Primeros Corn~ndlosfrar.te3d d~ hlstoY/a aJttlgua. Romtmfa. XIV, 18$5. pp. 38-81. Cf. mucho m.il.llllfde 11Un, :t el)r'l'licn;t_ot~ del ¡¡i¡.IO XI'\', lnu:rprel.9dones •h:i¡tQrica~-- en un poem¡~ dencu&lmtntc edir~tltc. d Ovltilo nwnl· U:otfo;
t, ""· 8$9 )' ~,..
Juplter ful, J4!lon l'~lt>lrl!. Roi-s de Cretc~ Cf fcsoit accroi.re Par l'an de: .son ed\antc:ment Qu ·u erl l>e\1$.•,
lJtípiter fue. StfÚn lo lrútorio,J rey de Creta. y habria htcbo etorr 1 mediante d rute cle ~~~·3 bechJWS 1 que H !!fa Dios ... ) V 110 1
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"V, LANOLOft, El Conrx:imfctJto de fp Naturnle:a )' cM flfundo l!lf lo Eántl Mcáfn, pp. 341•34 '2, 11 Cf, 'FA-RAI.. {trl'~'tligoci()lf.l:-1 S()brc laJ/utlltr:s Úllitr{l.'l sk JvJ cue-ntOS)' •r
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se afirma la idea de que Francia ha recogido el patrimonio del saber y de las virtudes antiguas: Grece ot de che..alerie Le premíer los et de clergie Puis vi/11 che~•alerie a Rome EL de la clergie la some Qui ore est e11 France V4!nue... l9 1Grceaa fu~ la prun.;r& C'll c:nsullar /la cabaUcrin )'la clet~o" pliW a ROITI'l /ln soma de !I.Ribluo:. / nuild<'m }w Ue~1do n Francla.-1
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B<:onL1
Nuestras enciclopedias populares del siglo XIII retoman esta idea con insistencia 20• Pues bien, en la lista de estos «ChevalierS>t y de estos «clercs• cuya gloriosa tradición se precian los Franceses de continuar, figuran valientes capitanes que se Uaman a veces Ale jandro o César. que se llaman bien Ptolomco o Aristóteles, bien Mercurio o Prometeo. Como acabamos de ver, los Franceses del siglo xm se creen con derechos particulares a la herencia antigua: de hecho, hacia mucho tiempo que los pueblos se disputaban esa herencia. En el sigl Fr.:dt•garlo; d Llber /listorlac Franrorum im::Of· po-t"' elemcn1oll nue\'o~. :.: Al.l'H"'nP.R,. op. rft!' p. 3, » Rom11 tl.tru.: ll
t,;aEitn 1.'-\lenlfl que Jtw(l ruc d p;-intcr r4}' 4~ IOli
l..lltin()); «Jc~pu~ viníeron SaLu.mQ y sus tnJ(IS • hldii IIOmP.Ú
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tCI'r!ll• qué dvli:UU'OI'I IU)hft. Cf. .HJfJr(J, p. 20 V A. Ott.AF, Romu neJiu. m~nlOtltl t: nclle m\l'll11ftll)tl:tloJU del mcduxvt>, 11]82.
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Trole, de Benoit de Saintc·~Orc. hay cuna especie de \Ub~tmtum mítico• en el que el oyente medieval recupera mi•, o menos conscientemente •una parte de su genealogía mo ral•. Tal es uno de los efectos del evcmerismo en 13 Edad Media: los personajes mitológocos no aparecen ya aquí como los comunes benefactores de In hum:mídad; son los patronos d~ tal o tn.l pueblo", la raíz de In que proviene y de la que extrae su gloria. Entre In Edad Media y el Renacimiento. no se descubre ruptura alguna en este punto: mi>mas razones que han protegido a los dioses continuan ru.cgurando su supervivicn·
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cía. Se les sigue insenando en lo hostoria: no sólo las viejas crónicas. impresas y reeditada\ con frecuencia, continúlln omponicndo su autoridad: sino que también los cronista.\ del siglo xv se inspiran ~n ellas dócilmente y no dejan de coniO.¡l.rnr a las divinidades pagano; uno o varios capítulos. A si por ejemplo el autor del RutJ/mcntum No•iciorum (1475). el del Fasciculus Temporum (m. u.). y el de In Mer des 1/ystolrov ( 1488): a~imismo tnmbubn Annio de Vitcrbo, el pseudo-comentarista de llcroso", y Jucobo de Bérgamo". F.stc ultimo por ejemplo, estudia en su Suplememo de /(ls Crónic:as, el origen y In gene ración de los diose' (p. 19). Jupitcr es un rey al que se adoró bajo ese nombre u cousn de la similitud de su carácter con el planeta Jupiter: otros reyes han Hendo ese nombre. por ejemplo el rey de Candia, hijo de Saturno -el cual naturalmente. como Ops. Caelus. Urano. Vesta. etc.. es un personaje hi,tórico"-. A continuación se trata de Scmiramis. de Lot, de Isaac: pero un poeo más adelante. los dioses reaparecen: Cibeles. Palas. el Sol. Diana... Pasamos luego a Jocob, a Lía, a Raquel, o los monarcas asirios: despue~ vienen Ceros, lsis (p. 23 v. 24): y más tarde un parágrafo consagrado a Jo~é. Apolo. Baco, Vul cano, A pis y Osiris: In mitologin alterna, como en Pedro el Trugón, con la Historia Sngru· da. No enrece de interés señalar que la compilación de Jacobo de Bérgamo incluye además capítulos sobre las Sibyh~'· sobre la guerra de Troya, una geografía con la lista de todas las ciudadc~ famosas desde el origen de los tiempos, y finalmente una historia contemporbnea. El siglo XVI, a cst.e respecto. repite al X\•: el Prompwarfo de Guillaume Rouille (Promptuar/um iconum insfgn/orum a saeculo homlnun, 15S3).1a Prosopografía o Crónlra d~l Mundo de Antaine du Vedier (Prosographie ou DescrlptiOII tks personnts, potrlarcht'l,
prophetes, dieux des gentlls. roys. co•rsuls. prlnces. grtmds capiraine.<. ducs, philosophrs. oruteurs, poetes, jurisconsultes, et fnventeurs de ploiSieurs arts. a•·ec fes effigles d'aururu
los
namo ;,~1' ht:t~ o .!.ti itmld.O' St-¡uJn H'ldlt,,dú (1) CXXXV, coll8}. Rc-;rm li,i\0 por fu'l(latkr 1 Rt:l'I'U)~ stgu.a S,¡uhc-11~ de Ou,hk\1., CP. L.. CLX. col 117), \1..-tr r~ funJa.da IX'f ua uJ \t~su,, ·~o!C' mtlt b•10 Jul:n \b.:tf• yc:u~·o nombre"'" \l•l•rc ~~ou ,w-_• plc'dra n. Hirc.Ao. pror..tetOr r 6irr.bolo dt l1ofcna.1; da« &n:alcs de. .po , .... f•t,.r• a~ 11:-... tctos ckk StJDon• eh,,... : HfRCULEA CLAVA OOMAT 1"10Rt:P..Tir\ PRA\'A(w. MC,"T7,/.AI!f,,,.,..,SModc/ R€•ICI("I.t'flotft'lct. t!!t!,p .&U Utra ~.:lOa ~ca&. 110f otra p¡ar".c. "i!,!C t. Fklrunoa pt¡~aU labi•tcmdu pw patNI'IO a \tane. 4e qutctt u-Oct q;,t uhoO u"• PfC •~on:.a autua.diJ111:r.tc: t• Echd M!'ch. ~f( 1 i.kl Pt,.,t.r Vecch!.o. V, DAHTit. /nf \111, 1H-150 Al¡~ crázut ~uc la fonu11.t de 1.11 aud.ld c:•ul~a \'Ír.clll.:ld4 • 1:'1111 I:U'Illu.. V. 0.\\Joso.c.... SJfN'ft.t di Flrtnu 11, pp ll!6 y ...
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De e~ te modo la existencia de los dioses continua estando hi~tóricamente garaouzado: por lo demás, como en la Edad Media, se reconoce gustosamente en eUos a los precursores de la civilización. Esta tendencia es ya muy sensible en Jacobo de Oérgamo: Minerva, d tcc, es In primera mujer que conoció el arte de trabajar la lana (p. 23 v.); Quirón fue el inventor de lu medicina {p. 27); Hcrmes Trismcgisto el primer astrónomo (p. 30 v.); Mercurio el¡lfi· mer musico (p. 30); Prornctco enseñó a los hombres a hacer fuego, y a llevar cadenas (p. 28 v.); Atlas enseño la astrología a los Griegos (iiJitl.). A Apolo, Esculapio, cte., se les asigna un lugar en un capitulo titulado: •Li huomini de doctrina e l virtu excellenti•. Otros dio;cs, como Fauno y Marte, figuran bajo la rubrica: •Huomini neUe scienti excclcnti•. Más caracteristica aún, desde este punto de vista, es la obra de Polidoro Virgilio: De los lmoentorl!s". En el prólogo, que es de 1499, encontramo, en primer lugar una profe sión de fe cvemerista: •E quantunque alcune cose siano state da noi a Sammo, a Giovc. a 1\ettuno. a Mercurio, a Dionigi, a A polo. a Escolapio, a Cererc. a Vulcano, ed a quegli altri i qunli hanno havuto nomc di Dei. attribuite, l'habiamo non dimeno loro attribuit~. come a huomi11i morta/i, e non come a Dei, se bene da noi ancora son o Sta ti chiamati col nome di Dei•. (•Y aun cuando hayamo• u tribuido algunas cosas n Soturno, a Jupitcr, a Neptuno. n Mercurio. a Dionisos, a A polo. a Escolapio, aCeres, a Vulcnno. y (1. nlgunos oiros que hun tenido nombre de Dioses, se las hemos atribuido no ob~twllc como a hombres mortales. y no corno u Dioses, si bien hemos seguido aun designúndoles con el nombre de Dioses•.) Tr11.' esta declaración. que le pone. cree él. al abrigo de todo embrollo con la autoridad ecle~iástica, Polidoro Virgilio se htllla en condiciones de saludar en cada dios a un inicia dor: de !termes hemos aprendido la división del tiempo ( 11. S); de Oaco la fabricación del \'ino {11, 3); de Venus el arte de las cortesanas (ID. 17); Mercurio ha enseñado el alfabeto a los E&ipeios (1. 6) según Diodoro y Cicerón; el conocimiento de los astros nos "iene, •cgun Plinio, de Júpiter Belus; según Diodoro, nos viene de Mercurio (1, 17). Asi pue~. el Renacimiento no ha hecho más que conlirmur los derechos de esos genios civilizadores que fueron los dioses nmiguos u la gratitud del genero humano. No es exuge rado decir que les ha devuelto su lugar en el cielo: •Si sigues lns huclhts de David. escribe Zwinglio a Francisco 1 eo 1531", verás un dia al propio Dios; y Junto a él debes espernr \'Cr u Adán. Abel. Enoch. Pablo, Hlircu/es, Teseo, Sócrates, los Catón. los Escipión... •.
En lin, hemos señalado durante la Edad Media un fenómeno extraño: un pueblo reí· vindicando como antepasado a un heroe mitológico. escogiéndole por así decirlo como progenitor y patrón. Este fenómeno se prolonga durante el Renacimiento; adquiere incluso,
en ese momento, aspectos nuevos y sorprendentes. La leyenda de los orígenes lroyanos de los Francos fue explotada, como se sabe, por Jenn Lemnire des Belges. en sus 11/usrratiolls de Gaules et Sl11gularfrés de Troie; y la popu· laridad de las 11/ustrariOilS fue inmensa. Y es que •la mayor parte de las naciones hallabnn en ellas. como si fueran archivos. sus más antiguos títulos de noblc1;a. Los Alemanes y los Franceses monopolizaban el derecho a proclamarse los verdaderos herederos de Héctor; ; Pc.M.IQOII.O \"IJtGlUO O" Uu..O., lk th 111\~ fli& tml'. ll6ri 011~ ,,..,.,, 1Jt" _\{ Fnt~ BllfJc.JI• ..'krcoaaa. (,,unh. H92..l.a pnmcneditioa.cn lal~.ndt 14CW A ~..-dtlat pttta:4~or•~onasdt.1 a\itor,laobnfucMdllidam ol lni!Q l'f CJtn.rrta"'" fidci brr't'U n daro LtpiJJllkl. h cJ p.a.uje que iodi¡ruba a 90,4,, 1 T ( U/Jr,lorfo d~ lns f'Orl.OtionC"..t, e6. DlJot, IIS-60. f', l5): "-1 Qu•Cn M: ttubtcra etrt'\'~du nuncA 11. maclaz- ~o semeja."'tt' rc~ohij.,... A ..:onu~uncion de los pZI~rl-.~. dt IOt ptOftllJ )'de los. lti"Ó•Wles., no wlo a ~III()J lldílf'adores d:: íalsa.s dh'l.r.ldttdt.,, \Ukl h•du\o 11los prop.os dio~fi y 1'111111 1 ~' hetQC' que. oqurtlos ad.ortuonl Nu cf•dendu por ~¡¡loé IUJ ha tncluid<> _,A polo '1 Uaco, )' llJ propio JUpitcr. Tales &OO I~ hnblt111~ 111• dd Cic:lo. sq:11r. ese jere del ilr.~\lllt.ll• pAnlda de In Rcfo:mft ...
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pero los Brc10nes. los Flamencos, Jos Escandonavos. los Normandos, los Italianos y Jo, E-~ · pañol.:> pretendían tambien prevalerse de este parenl
goña. Otro héroe mitológico era muy conocido en la corte: se trataba de Jasón: Felipe el Bueno se coloca bajo su Ogida cuando funda, en 1430. el Toisóo de Oro. A decir vcrdod. un heroe bíblico. Gedeón. secunda a Jasón en sus funciones de parrón de la orden. Pero • tu:l"n, MtJ,J(I.ffllc' d'Au.trlcht r1 JearJ Lvoto:fre dt BriR~f. pp 111 111. •• \' Oovnul-'0-.'r, Jean Lt:ma1rr tl~ [J.,,•ga 1 ~~ Rtnnt'Jmtrn!O, pp 273 17• tiottot'll tt liF.rO\-nrs
(=Jt.ut
Bttan Vor
Ciropl. en "a Or(Gtll~l Ant-..·er¡#nnn" 11.569). fe_¡ i:wc:nta!'A a los flu.trl4'n.;:o3 \11\K lltH;cr'H,I~r...:m nlli~ c!\lravagantt au:t· J~ (."la mt'ICM 1011 1M (",m.etiO\ h•joll de J arct: su s.nbid~tri• lb vltM dd 'lrnc:t•• Of(oo (l. VIl). Ehc:onc: P\SOllftt en \U, Rte;ltfr· clrt>J dt• /rJ F'rúii('C y C luudc r ... u~:•u T ~n ~ull ¡l ntlt.¡u!ti/. J.'lluiQihU él fronraiJes htuáo JU!tl"ia a l.s le-yel'u.h lr1..1yan.a n l1(11!1tlt'fln""r, ~~p. t·lt., t•- 3~1. 11 v . lit All\'ttl(tnl!la de: Ront.:~td •.A,I L«:;;or•. J~ Alll'liJit>~ lliJ.tOrloe (1/¡;.)tri;rlfl prlr~ripum 1/tJilMitu• IJ/J lnill(l rtrtm¡ uSrtut• ad dmumt Christi 1 JI}(): p;udllhucnt~ Ullllu ddo .a) frunoh por Jtt~J\ Wo¡¡quclm hoacill 141SS, Y" publlud<'l ¡'IOr E. S.lcltut c:n lo!l !tf. 6'. U. ~o11.. XXX. p. l. 1 8~6 (e( c:l (04
9242 de In ll.bl. lt(•l '-'e: Rrtl\oelil$<, .,. fig, 6l ·~ f'n ~. l'!thli•"ec• de: F~tirc d Bueno se bailan 11 ~ol~m-ffl~'( l.lt\lift.lldi'M • dlfu"du-Ja. \', Oou~•. Lo UltffJitm) fumrY\"ll '" la rone dt llll dJh¡UC& de BorgoM. pp. 4~S 4Rfi, )' 8A YC'It, 1.4 UJ'tmliJ M Tro)'O en 111 corte d~ lJorg()i!fJ, Sex;. de: Cmu! ~""-" lk Bru. aa. Mctc'la.s.. 1. 1908. Rca'lfdemo!l q~o~e lu .. /luuuuiontrdcJ. Lcm. de B fueroo puoli~da, de ~~09 a 151). es~. m.aclto t.rmro do:¡vc_~ de la tk'Yij'WlciÓfo del '-lwno duque de Bo:¡:o& (1411)
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Vercelli . llibl. C"pitOittr<, n>s. 202, l. 90v .
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At•otn \U OICO.
Londrc-.. U. M_. Florenrmp Piclure crome/e,
r. 15 ~r .
S. llf• ll< t ll L' (Andre3 Pisano). Flon:uci:J, Campaoilc de t.;1n. M:\riU Llcl l:illrc.
este reparto de empleo, que pone en paralelo lo sagrado y lo profano. arc.tigua bien la per sistencia del espintu me-dieval'•. El orgullo de lo' prin01pes se colmaba con estos padrina1gos y c'tas herencias matic as. Tras los duques ue Borgoña y los reyes de Francia, ;,es prcci~o citnr el ejemplo de Alejandro Vl, amparlandose en la autoridad del blasón de lus Borgia paro hacer pinlar en las bóveda' de sus apartamento~ la hismria de 1si~. de O:.ari~. del monstruoso A pis, imprevisto:\ antepasados para un pontafice cristiano7 Aun en el siglo xvn volveremos a encotrar hechos análogos. En 1600 los Jesuitas de Avignon, encargados de organiiar la recepción solemne de Maria de Médicis en csn ciudad. otorgaban a su real esposo el título de • Hércules Galo», ju•tificando por la historia tan extravagante li"mja: •La alustre casa de Na,•arra ucne su origen en cl anuguo Héreu les, hi¡o de Osiris, el cual, habiendo vencidu y combatido a los Lominio•, que eran los tres hijos de Gerión, tirnno de las F.spañas, y habiendo liberado a"'"" pueblo de su servidumbre, estableció en esa monarquía a su hijo Hispalus, cuyos descendientes le •ucedieron después en la corona del reino de Navarra".•
LH iconogralín, por su parte, nos testifica la continuidad de esta trudición •cvcmcristn> y ofrece sorprendentes ilustraciones de sw. diversos aspectos. Nos limitaremos aqua a algu-
nos e¡cmplos. Sa queremos •er. en primer lugar. como los dioses se anscrtan en la historia. echemos una ojeada a uma crónica provenzal de comienzos del siglo xtv (despucs de 1313. British Museum, Egcrton 1500 (v. fig. 1). Esta crónica en forma de rollos está ilustrada por cuadros a In vez gencalÓ¡;iCOS y sinópticos en los que cada personaje e>Ui representado por su cahc7a. Las dos primeras cabeta~ son naturalmente las de Adim y Evo (3 r.): dcba¡o vienen ~u' dcsc~ndiente~: Noé. Sem. etc .. en el folio 3 v.: dcspues aparecen las dina~tins profanas. Dispuestos si![uicndo linc~s verticales paralelas. Jiguran (ó r.l los monarcas de los divc"us reinos de la Antittücdnd: en la dinastoa cretense reconocemos a Saturno. debajo de Caelu' y en01m3 de Júpiter· o;obre la misma linea horizontal que éste, su mujer Juno. sus hermano~ Plutón y Neptuno. etc. Los dioses se han hecho un hueco. con toda la naturali dau del mundo, en los anales del pa-sado. Pnra la tradición de los beroes y sabios. que sitúo en el mismo plano la historia profana y la historia sagrada. el ejemplo más úpaco es el de la famosa serie de dabujos atribuidos a Maso Finiguerra y conservado> en el Briush Museum cun el nombre de F/oren11ne Picture Cloronicle. Sidney Colvin, que los ha estudindo largamente" y fechndo (cnarc 1455 y 1465). los pone en relución con 1111 Sommarlo o Breve Hi.vtorla UooivNsale de la Biblioteca Na1ionalc de Florencia (Cat. XXV.IV, 565. ll.fV. 348): se trata aún."" cJccto. de las imagcnc' de una crónica del mundo: nos mue.uan. despues de Adon y Eva. a lo• Patriar ,. V Doumr.•·""'· /.11 / .u. fi. e11 la <'l~t,. d•• O . P- 14 7. S1'1•rC' Jw.on )' Otlleón• ...-. Oliv!cl ur M.,llnt• • lf'hl'''" a f('ifpc o>llltnlff)fO fJilNJ rwl!~ur •' rt'lt•ltf"Qr /u MNt' fl•·1·111 del Tol1tSI: tlt Oro. Lo k)~nJ., de hsóo 'e h11hi• l.lifu:téidu P•lf m('.!io Jc Ro.oul 1 Hh'RL (Juj,Ott~. •tr \ticb3u1 TA.IUt:\-ttl'I"TI/o:l ;)ut
.-, ~rUIJti rr.~J th. 1/t#T'tolrJ (ia!o n-jtff!(anlt. rt¡wt: r'l 1'1 d~ l!u.:rmt_.,-,. del oiiiJ '+f/JC:. t~-
t'fll•
d:PattU aa ~rrada l'nlil"t'dl ~ In Rri"'d '" 1.1
,,.JQd ~,_
AT;~r.·..,
Sllhll' 111 1.:-c.-nogtt~O:. dd HC1<:1,Ú'I UuJo, 11. Th, Rdf.• • P•.lt('l'• Go.!Ho 1h~t~;u;u,, Jmmwl ,.¡ 1111' WtJrburt wr!l Courtactld lmt!tutc\, X X IX ( !9()6), pp. 250-26.\. Sntltc: cl hh(l Uc: llér~\1 11' t1t Frn.ncL1 d1..rnntc cl R1:1111~·.miC'ntO, ...- M R )l.NG, 1/Jrtu ia tn /11 ,·u~·ratJH'ú /rartUJa th-1 !igln "H, Cr.nebra. l9M 11 "' J/,rrrftl'te Ptt'lutt ClartHtklt t.f,.~ 1.1 'tms 1)[ ruJW:f• ,.,..,.. drGot·i~' l'tpr, l€""'llltl te.'""'"' ·•"tt i-"tr~~~~ ,., o'frinl ilí"'"" t«rn! 4l1d rl~- uprod.w:tdf"""' t'W' or~i#f(lú -..u.\ a rntif:ul urU d.-~ripifirr tt.'(f, Lnru.i:fn.. tX~"' A l. mi\':la f.tm1ll1 ptntnc.:e C'l bello mll"'lnctito di: ~w ~\dM:~ C C.~nC'Ltn:~ (''· O¡ 1j
33
cas, Noé. Abraham y sus sucesores; y, a su lado, a lo> personajes paganos •contemporáneos.: lnaco. Cécropc, Codro, Saturno. Júpiter... Peru en lo que sobre todo se repara es en el paralelismo entre todas las grandes fig uras del pasado, '"'"" históricas o legenda rías, pertenezcan a los Judíos o a los Gcrnilcs: profetas y sibilas, jueces, guerreros, poctns. legisladores. Particularmente significativo es el lugar concedido a los héroe' -Jasón. TCSL'<>- y a los sabios: la imagen de Apolo (v. fig. 4: cf. lig. 3. un A polo del >iglo >.., de la mi•ma tradición) es muy interesante a este respecto. Es el Apolo médico,
... úieu saureur, dieu des dieu de la vie el dieu
¡..
sa~,.-•ams
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mysterev. p/a/1/es saluloirn ..
\l!M ••h·ad~'r, (hv~ t.lc. !ot ~ab.o~ rnlsteho5./ d1o' de. In ....du )' dh•\ Jc hts plantu tnl v¡n~••... l
En pie n In cabecera de un enfermo, rodeado de libros de magia y diablillos, parece practicar pa,orosos exorcismos. Su aspecto es el de un mago oritntal: y de hecho. no lejos de el. encontramos o Hostanes evocando a los demonios con una vestimenta anillo11a: a Oromasdes, que resucita a un mueno... E.n el mismo grupo figuran Zoroastro, llcrme$ Tri megisto, Orfco, Lino y Museo: toda la sabiduria esotérica de Persia. Egipto y Grecia ••. El paralelismo de la historia profonn y In historia sagrada $e desarrolla asomismo en uno de las ''•· Poseemos imío¡;encs cé.lcbres de los personajes de la Pábulo expresamente considerado• como los invcntoo·es de las artes: sobre In primera zuna de bajo-relieves del Cnmp~nilc de Florencia. no lejos del primer jinete y del primer navegante, se reconoce u Dédnlo. primer conquistador del aire: junto a los motemólicos Euclide-\ y Pitágoras. se percibe n Orfto. padre de la a todos estos héroes civilizadores
f'OC""'
~Sobn: cl r.-'(lmllr.:ilrhc.ltl4• llo lll Jnng.ia oricrtlll )'el l111lujoOe lo. Ko.bal" 1'1l Flt~tcllc:lt~ d\lrr:anl~ t.:1 ,;g:!o l\.'r, v t'111 ...,,., o1p. ("Ir ¡,l.r<>ducC'lOO. {- VL \'11 ("( l.1 obra* r CUMO~r) J llmr.1.. /...tU Mottll l,rt,~..t:..odOv, i'an'6. 1"l\Q ~,b;e la ~,.~ntA..:iOn de 1~ sabios M'Jiti.IOf en d a;te...k! RO"..Il.Cm~uo, v. MC'-...17~ 1/Uwria d~lllfft ,¡,.,4/tll~ rl Rr•r.: ~,,...-.•.,;o, 11. u. 1::!~ 'ir tkbt ~iun() fo.::4.'ft.IU, 'Col~ Jos LCSU'adorC, de C'-'ta ~~a Glt \10 DA p .WO\A. QI)'O\ (~ C:fl lot l:c:-n.1ui dt P.!Kh.a han duapan6k~ ptfC\t;t.t oos ba dr¡ido ""'->~tl'L qecuudcn cr~ ~ ulbmot anO' de. s.i!lo 'IU\ , V A \t 'nltL l., 11 Libro di G1:aru f/t'' ltJ =elot:'OC'l'.l, llo,'J,, V, 1qo2, pp J'IJ u. C! J. Vfl'4 Sf'll: OSUR. Gf~tJU,. l'rttktnln PiJJJW, etc.., Jallfb. di't Kwmltbt, ~'mo;mJ. d. ui!t>rlt.. J,:(Jhnli., X VIL, 189'6, pp. 1l·IOO Oc l<·,d•bu.Pii de Giu.~l(l dM\An 1•~ mlru.-.bt ras de l('l)nard•t tiA lk11~·v:to. I.S J5- J44~ \', tamb1~1 f 11 C'lJtlltme d~Ut l'irlli ~ rlfJ/( Jtfí.'tltt t/1/JilriQ/()ml'fl dlhtm()/1 (ltAW • ~1)11"1 h~J~( lk Hc-rcuk1 cc:t o\n:co. ~~ IO!cl dr Cre~fl, d ~·" Jt: Nerr.t3 y la h•drA ..k Lrrn•1 {'. f•x 101, '' Eso:o¡ldot ~tJL l"tl'f lo ddll.iu.. a <
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Bérgamu. Capilla CoUconi
11.
EL Üll\lPO RL ' ' E."'oRIQllE 11 \ 'U t OR 11 . C:tMollo
Fte<><:o d< In rorre de la Ioga.
cOmne• magni: eti:un superiore-. qui vestitum. qui ll:Cta, qui cuhum vitae. qui prae~idia contra feras invenerunt: a quibu• mnnsuefacti ct exculti, a ncce~sariis artiliciis ad dc~an ciora deOukirnu~...•~lt {fo~Todos fueron grandes: aun fueron superiores 4uicncs mventaron el vcMido. el albergue. la cultur:t y lu protección contra las fiera~: nn~ por ellos. hemo> pnsado de los artificios necesarios n cosas mas lujosas ... • ). Hemos visto por otrn parte que la leyenda de Troya. explotad!\ por pscudohlstoriadores, había contribuido a •laicit.;tr>• ciertos héroes míticos: In~ imágenes lo confirman. En los dibujos de Finigucrr•. Jusón y Tcseo aparecen al lado de París y Troilo. Pero ya en lo' fresco• de la guerra de Troyu rcnli7ndos hncia 1380 en el •Steri• de Palcrmo"' se puede ver el novio Ar~os. Jasón. Hércules. Cilstor y Pólux. El autor de ~stas pinturas. como ha demostrado ELJO Le,;, no hilo mas que seguir el texto de Guido tlelle Colonne (1/istoria destructirmis Trojae, 1273 1287) que había adaptado a \U ve7 1.~ Roman de Troi~ de Bcnoit de Saime-More. b1 los siglos xov y xv, un montón de manuscritos ilustrados de C\tO novela. o de sus dcnvados. nos presentan scmi ·dioses·". Finalmente. las ascendencias mitológica.' que hinchaban 1~ vanidad de los príncipes rueron. por supuesto, exaltada> por los nrtistas". Recordemos únicamente aqui las tapi cerias de l;t catedr~l de Beouvnis, en las que se ve entre otros 11 Frnncus saludando a la hija del Rey de los Galos, con la q1oc vn a desposarse, y a Júpiter, acompañado por Hércules. nponondo a la Galia el alrabcto de la civilización. Estas tapicerías, como Mále ha probado. tienen su fuente en las Illustralions de Jean Lamaire": éste pretendía imponer su autoridad en ocono~ralia ... • 1..<1 historia verdadera de la casa troyana. escribía, no será ya en lo succsi,-o pintada, representada no patrocinada para ornamento de salas y cámaras reales. mils que con arreglo a la narración presente, antigua )' verdadcr"• (L. l. prol. 3·4. Cf. 11. p. 144). Cn este terreno. el artista apenas es ya otra cosa que un instrumento dirigido por un cortesano erudito para halugur el orgullo de sus scñore~. Mils tarde. con Enrique II,IH CMtc de Fra ncia ira a(t n mt\s lejos: en ella se reprcsentarít muy seriamente la comedia del Olyon r o·": el arte, como lu poesía, testificara uo divinidad del sobcrnnu. de su mujer. de su l'nvoritn. y de sus íntimos. !Zn el castillo de T anlay. t.¡ ue ruc en el siglo xvt mansión de los Colign)' Chatillon. un fresco'' ejecutado por un
cipulo del Primatlcio representa u un grupo de personaje> con temponineos con los rn•g..rro r('ul'l~" lol\ •ih~l IIIY('Ilt•HC~t de que habla ti1C1.1ll; I n~ r iMC:hllc de La Gran Crñult.tJ dt• N¡,¡rt.•mtwx. Krnbatdns por Wol!emul )' Piey d.cnw,uf f ldtJ\1, ~+1111 ir.lncsnmcs por el nu~n\0 motivo, 11 V P Lno1 ~ f_ G.u:~JI I C"f, l.a S tu·/ di Po!mntJ fJ /~ lkt pitt11r~. 19J2; r:. Ua\'J, I 'F.¡m¡wa mfli~Jc nrflc pllfl1ff dtU!J
elogios de los Coligny'0 • y que debió servir de inspiración al artista. Jüpiter es el rey Enrique 11; Marte, el condestable de Montmorency: Témis, la duquesa de Fcrrara: en cuanto a Mercurio,
C'est ce grwul demi-(/ieu Cardinal de Lorraine ... El mismo año en que Ronsard escribía estos versos, Léonard Limousin realiz.aba un plato esmaltado" que reproducía la Comida de los Dioses. de Rafael, pero en el que, de nuevo, el personaje de Júpiter lo desempeñaba el rey, mientras que Catalina de Médicis aparecía como Juno. y Diana de Poitiers como Diana". La~ licstas, los ballets. las églogas dramáticas y la complicidad de todas las artes. mantienen en lo sucesivo esta ~tpoteosis. que hoJiará su dcslumbramc consagración en el siglo siguiente, en Versailles. De este modo, al término de esta evolución, que nos ha llevado hasta el Renacimiento. encontramos el espíritu evemerista tan vivaz como nunca y bajo las dos formas esenciales que distinguíamos en su origen; se trata, bien de un tributo de gratitud y veneración hacia los grandes hombres, bien de un elogio hiperbólico a los poderosos de este mundo. a quie nes se eleva al rango de los dioses.
:tt Hprmts, 1, IV U 55S),
GII.Sp
cr. 1!1 'f'r:mpl!i d~ MQII/iruiores ei Conó..wCiblt)
11, 11. Jonde Odet de Chillillon tl¡)nttte como Herc"'"· :l \'. BouRCIU, op. cit., p. 1q?: el pinto ~JI ti~'\Cti!C'I _)' ~f'lft'lducido en la Re11. Arth.fol., 1885. pp. 311 v ss. Lo' perwnnjc."' 1/) 'ltlllt.'.f,
en lugar de mo;u-n:se totalmMte .. u In n nti~v tu•, np~recen tocadQs con gorros. cmpel'ln~htldos. ;¡ Rccotdemos a la c:Cic.brc Diunll dt· .<\nd, bcw en d Lauvre: en d mismo cu~lillo ht~bih un rr.cdllllón de r.uirmol (h(.1Y en d musco <.k Cluny) q\l(' ;cpre<::rnlnbtll\ Caullln~ dr itMicis comoJ\I.r.o V, (.um!,ié:n lo\ curiruos cjemplo11 rcv.rddcr. piJt E. \Vtl'iU, Sturlks m llf.'t"fltJrkul {H)rtratrr.m~. Jmmrol oftl;r- lflarburt lr.Uituu, l. 193'7. pp. t38 )' $$,
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CAPÍTULO ll
LA TRADICIÓN FÍSICA
Los asiros son dioses. • Tribuenda cst sideribus ... divinitas•'. Esta opinión. en la época en que la formula Cicerón. estit o punto de hacerse general. Paro un romano o un alejandrino de entonces, las eslrella~ no son. como para nosotros, •cuerpos inlinitamente leja· nos que se mueven en el espacio ~iguiendo las leyes inOexibles de la mecánica. y cuya composición química es det~rminnble•. Son •divin1dades•'· Todo espíritu que percibe, IrOS el movimiento de las esferas. una inteligencia ordena dora. se siente inclinado a situar la divinidad en el Cielo'. De ahí a considerar el Sol, la Luna y las Estrellas como divinos en si mismos, no hay más que un pnso. Una ra.z6n cnpital. entre otras. impulsó u lo~ Griegos. y mi•s tarde a Jos Romnnos, a franquearlo: In nomenclatura mitológica de los amos. «Nomen, numen•: bastaba un nombre paru prestnr a cada uno de estos cuerpos luminosos y móviles una personalidad d1v1na: pero la eonfu sión se vol vi a fatal o partir del momemo en que el nombre escogido ero Hércules. o Marte, es decir. el de un dios cuya apariencia e historia eran conocidas. La imaginación mítica de Jos Griegos. que había creado a los dioses sobre la ticrro, fácilmente volvía a encontrarlns en el cielo. Sin cmbargn esta identilicnción de Jos dioses y los astros. 4uc es completa al final de la era pagana. e~ el resultado de una complicada evolución. Para las constelaciones. como para los planetas, el proceso de •mitologización• ha sido gradual y bastante irregular•. Para las constelaciones, comenzó en la época homérica: Homero habla ya del •poderoso Orión•'· Pero por Jo demns, n las estrellas)' grupos de estrellas no se les designa aun más que con nombres de objetos o de animales . la Balanza, el Carnero, ele. Hacia el siglo v, un gran número de constclucioncs se asocia así a mitos: en el siglo tv. el catálogo de Eudoxio de Cnido, clerttifico por su espiritu pero mitológico por su vocabulario. y un siglo 1
Ur AmJ.r:idiJ,I ddtf<'fl, l\', l. Bnudat, t4 H, IV· S y"
,
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más larde. el poema de Aralo~ sobre las figuras del firmrunen1o. favorecen aún más <>sin lendencia. El famoso globo Farnesio del ~usen de Nilpoles. que es la copia de un origanal griego probablemenle comemporitnco de Ara1os, no~ muestra un cielo en pane 10vadidó por los Dioses•. Era1ós1enes (284· 204), en sus Catasterl.~rónomo y milógrafo a la vez. Pero ya en ese momemo. se produjo un fenómeno que había de embroUar 1erriblemen1e cs1a mitología celeste: a las constelaciones griegas trad1cionales se añadieron. o fueron por ellas sustituidas. constelaciones exóticas. En primer lugar, se deshzan entre los signos del Zodiaco rreima y seis gen•os egipcios. los •decanos• '. cada uno de los cuales 1iene su nombre )' su figura (ncóoIU¡
KQov~n,,
ClC.
Dura01e el periodo ulcjandriJ>o, se produce una extraordinaria confusión en In onornasúca planetaria; los pl:u1ctas cambian de señor. y se asis1e a una mul1iplicación de ~V
reprod- en
TttJl!U,
Anttl;.. lttmmr'l!bl!dcr. pi.
U ~VJ
fJ tirm100 ...dccant~t• vw~ 6t t& diva!>ibn de los li.J110' en lrt$ pant•. Dt 10 lfttdnt cada una. d.lodc: K .iklja cad;¡ ti.OO dor 0-101 &t"-'tios. v. Bvu.: m bn.n .o. LoA.Jfrl>kJ.gi9 t~J:t:., ~• VIl 2. Clfltd• mt:'lte pp..l21-~12: y\\' Ot~U.. lk4Ar.t ~o "'d tWtmunbAldt!r. Gh.c:kMad&. 19~6 ~ v H~s T~avt. AsrltplltJ. c.-p 1•. d. Scon. HNWm:tG , 0\(etd. 192... l p. n..:~ '! G\'nn.. elfl'· tft. p J.u 'Vct~~~CU ~Ls.:a1S~" ¡;ur IIJ'IC m ~e- P'lft:O l:a u.diciOa q:ipcu. ..n k1 II.!JDol; ~-IV, !.l. !·l A-'ilbttno CdtO: t~ul....,.,..-:; r h"" t•vt.; oltJty.,.. .. PucJcn Yl!'t:k COO!t6Kiorn C:IJP'(UU b•JO 1!~ .:d lcJi~.... cn l.a uf'-en.<.c: Oc~. ea d LJ.tvr~. Hll'f' un a...t-r.IJ..w uwooc~lliO. bi;. lk,·an.do o llorus niJI.o. ~:«.:. 11 PtQtomeo es. muy houil a c~u•• 1n·pruucioncs. V Bo' e-u/. ·L• Ll.l M• u. cH., pp. 115. 215. o: Sobre: cl origen y ct cmp!c,, de cuc u!rmiao. v. CI.:'10N1, an.. 'lQJJ/fu•uJ en r1 Su,.IIC1 PI.Xl.la; F. Bou, Splmtrt~, tc•p.t!¡. 1
or
l903; y Ho us~v.:M, cd. de lm ,f ,ttror~umlco de Marulius. V, pp. )(1 XI III, l.ondr4:s, J9JO. "Diodoto de S•Clha, 11. )0, l.
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In apelaciones que los designan: la pa!tona de nuestra Venus no es ya Afrodita, •ino Hera; Marte ya no está sometido a Ares, sino a Heraklés. La diversidad de cultos en el imperio Seleúcida -uno de cuyos resultados habia sido, eomo acabamos de constatar, poblar In esfera griega de ascerismos bárbaros- embrolla también la terminología. Para los Egipcios, :-.!artc·Heraklés se llama Horus el Rojo, y Jupiter es Osiris; en Frigia, el plnnclll Venus está. consagrado a Cibeles, madre de los Diosc.~. Añadamos a esto que los decanos egipcios se combinan con los planetas como se habían combinado con los signo~ del Zodiaco". Los astrónomos griego• sienten entonces la necesidad de una nomenclatura fija. y -pre«didos siempre. por lo demás, por sus colegas caldees- onventan para cada uno implememe de su aspecto fisico: ~ni.f!<·w para Mercu· no. fl~'"'''"' para Saturno. cec. ~~a nomenclatura puramente cientil1ca )' •laica• está en uso durante el siglo 111 en Alejandria: Cicerón la menciona aún. en griego. en su De Natura dcorum; y goza, naturalmente. del favor de los eruditos. Pero ~uh~isten las antiguas deno minacioncs, y en el uso comion se vulgarizan cada vez má•. Incluso no se tarda -desde el Jinal uc '" república- en ver apt~recer en prosa, en lugar de Sidus (o Stclla) Saturni, Jovis, etc., las abreviaturas Saturnus. Jiopitcr. Lo mismo ocurre en los pnises helénicos: la pcrifrn sis u (Ú\InttH 1ui· K~_1úww cede su lugar al simple sustantivo 1\.onvP~- Ahora bien. este cum bio •no es sólo lingüístico, implica una modificación en In concepción religiosa de los pla neta~. Éstos no se miran ya como sometidos a ciertas divinidades que se considera dorigcn •u curso o que ejercen »>bre ellos su protección_. Los siete astros que se mueven peroódica· mente en el Zodiaco soo en lo sucesivo figuras a las que se Incorpora la dMnidad, y que desde L'ntonces se identifican con ella• "·
Si buscamos ahora las grnndes influencias que han favorecido esta fusión, a partir de entonces definitiva. de los astros y los dioses, encontramos en primer lugar In de Zenón y su escucho: siempre prcocupndos por conciliar la folosolia con el respeto a las antiguas creencias. los Esloicos habían llegadu, de concesión en concesión, a reconocer bajo cada mito un sentido lisico: •Physlcu ratio 11011 inelegans Inclusa es1 inlmpiasfabulas•"· Este sistema introducido en Roma. al igual que el de E.vémero. por Ennio, tuvo idéntico éxoto: facilitó las cosas a muchos o:spirotus moderados que sólo pedían un pretexto para conservar la vieja rtes. sugerida fatalmente, como hemos visto, por la nomenclatura astronómica. Pero In influencia decisiva rue sin duda alguna la de las religiones orientales. Desdo el din en que los cultos del Oriente especialmente el cullo persa al Sol y el culto babilónico 11 lo• planetas- se difundieron en el mundo greco-romano. la creencia en los dioses siderales no fue sólo confirmada": adquirió una intensidad religiosto extraordinaria. Para los Cal· deos, en efecto, los astros son los dioses por excelencia. que regulan el destino de los hombres y de los imperios. La difusoón de la astrología en el ocaso del mundo anúguo ha •' V fto(:cut t...fClkaq, op. di.-. pp.. 114 128 Cf. d p!a:u¡fcno liiU!clu~ en d l.ouwe. ,t Ct...,..OST. fJP, c-it., p. 35. 'CICf'JtÓ"!\, IH Mf, dr:or, U, 2.4 V, RofUIU.• Lo R~Hglón romDno, 11, c~tp. VIl '' V LD oploton de Ynrron en S"!" "(¡t,¡Jrl"'', /k Cit. Dd, vn. 6.
"Como observa Gilbm Mt:l\ftAY, f'lwt SIOJ:~S fn GrHk Rtllgfon, p. 129. 'CIJ\ION1 (an.. cit.) .s.eüal11 quo cl tu~nlchn•o ma1criali!IUt del Pórds.
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sido objeto de trabajos tan conocidos que no C> preciso aqui insistir en ello'"- Su sintomB mil~ llamah'o e~ la adopciÓn de la ,;emana planetaria. que se extiende a panir de 1\u¡r.usto. y que ha sobrevi,ido hasta nosotros. Señalemos únicamente que durnntc Jos últimOS siglos del paganismo. la dh;nidsd de Jo, amos se afirma de modo decidido. Las estrellas cus movimicnLOs. de sus encuentros y sus querellas. determina la suerte de los J'Uebltl\ V de lo~ individuos. Pa ra ganarse a e>tOS peligrosos señores, todos --i cabe decirlo. una suene ine•peradn; pues en fm. la vieja mitolog1a estabn de~de hacia mucho tiempO en bancarrota. y los Olímpicos no eran ya mils que fBn tasma~. mas he aquí que se les ofrece un abrigo providencial: •Los grandes dioses bailan en los planetas un refugio honorable•; lo• semi dioses y los héroes ascienden a pOblar el CIClo de cata.,teri,mos". De este modo, destronados en In tierra. o a punto de estarlo, siguen siendo los señores de las esferas celestes; y los hombres no dejarán de invocarles. 111 de temerles".
Tal es la situación que ante si encuentra el cristianismo. Intolerante frente a todos los cultos paganos, era de esperar que se n10Strl\ta pnnieularmente hostil a su forma mns reciente )' mas '~va. la creencia en las poderosas divini<1ades estelares y en su rey, Hcho>. Ocsdc el pnncipio. en efecto. se declara esta hostilidad. San Pablo" reprocha SC\'eramente a los Oalatas que continúen designando los dias. los meses, las <'pocas del año. con el nombre de Dioses débiles y miserables. Mas tarde - y rep;tiendo, pOr lo demas. a Filón de AleJandria" , Jos apOlogistas explicaran que es un crimen deificar el mundo lisico y ndorar la creación en lugar del creador. lo que sobre todo se les antoja impio. y peligroso para la moral, es que la creencia en la ommpotenc1a de Jo. astros implica la negación de toda hbertnd humana y conduce a un fatalismo desalentador" . Parece pOr consigUiente, a primera "i'ta, que los cristianos tuvieran sobrados raLones para abominar de la astrolo~ia "V. en p111t. C'uMor-rr. l.tJ.f R~Uxfc•rts oritma!ti t'•lrl 1"0tUnltmQ mmmw, ~ap. VIl: Ho-1.1.. 8f:ZOLO. Sitntglaulw Ul!tl .(il¡orn,lt•lfullg. cup JI (ed 1931). 11 1Jnt 1 111 1 1 t'II IHJ, "P cit., cap. 604. Ql.hl..lt stlt rncdult\lc t.n rrm\ mcth) Mitlo@o como los animale"s tOC('m~ tJo ln~o r~;ti¡ltl nc ~ rrhn.thiH 11r •reruy¡aronv nnt1\iio tn t~ '/.,MJbco (Curll,l i\U u La li'tl;••~u¡du, fl\'1 o lt 11 pat le,'\:: dedic3 a .:re:tr uno multit·JI1 de ._hU'Ie\l nueh'"· .algunM de Jos cualt'S son 'lllV.uhllnl~!lr, ll!Nrn;:tOl, d f"'tlflllf t"t~l\"1, el Tu:m¡m, IM Ai.os. 1~ Mt!C:!i, llli hiiiC" nne:~. t h:. Yn ll""' F~;tu1ros hllbia!'l • di.,.,nludo•IN ti~ IY.I!tiiU't 1 AJ C~JIWI. lV, Q, 10 '\- l'llt tJ. L"t1 ,\:0n0, DI! Dfr. 1-:11•• P L \ '1, rol. l 1'l, 'ltl ) u. :• e¡.""' AO\J~Uoot. Cl,- ~1. V, 1·1
pagana. y combanrla. De hecho. ocurre de muy distinta manera. Y es que, para empe1ar. el propio cristianismo encierra elemento• astrológicos,.: demastadns dosis de religiones ne lenistieas y orientales. de fllosofia y de ciencia, estaban emrela4ndas en sus ratees como pnrn que pudiera libcrar>c por completo de ellas. De tal modo que no sólo subsisten las apclocioncs mitológic"' de los dias de la semana, a pesar de algunas protestas y de timidas t<:atntivn~ para suslltuirlns por unu terminologia cristiana", sino que la propia lgle>tu romana oficial, a mediados del siglo IV, foja como día de nacimiento de Cristo el 25 de dicicml>re, fecha que en las creencia.' paganas era el dio de nacimiento del Sol. porque a partir de esa fecha un nuevo sol comienln su curso de un uñn". Aureliano. amaño. habia hecho de ese astro un dios del Imperio: el primero de los F.mperadores cristianos tendrá robre una columna de pÓrfido. en Constantinopla. su propta eli¡¡ie a imagen del dios Sol"'. Asi pues, entre los crisliBOO>. la aslrologia conserva sus partidarios y sus fieles: sus propios ad•crsarios le hacen importantes concesiones. Tenuli&.no. no sin dificulladc•. admtte que la astrologia fue veridtca hasta el nacinuento de Cri,.o; pero en la actualidad. dtce. ya no se pueden obtener predicciones de Saturno, de Mnrtc. ni de todos esos dioses •mucrtos•'0• La mayor porte de los devotos son de la npinión de Orígenes: apoyándose en textos de la Escritura. mnmienen su fe en el poder de los astros: únicamente límilan tul poder. Los astros. piensan, no pueden desplegar su acción en contra de la voluntad de Dios: carecen de autorización puro coaccionar al hombre al pecado. Pero tienen siempre el valor de un si¡¡11o. mediante el cual la Divinidad anuncia sus designios, bienhcchore> 11 amenazantes". Lactando y San Agustín'' tampoco ponen en duda la inOuencia de lo' amos: pero creen que la libre voluntad del hombre y la gracia de Dirn. pueden vencerla. En fin. •como según la doctrina de la predestinación, la •nlvación y la condenactón dd hombre dependen únicamente de la eterna predestinación de Dios. muchos no ven en In coRcc:ión de las estreUas -coacción ine,•itable. y que dcterminu también la vida morul mft~ que otra expresión de csn uoctrina; al menos, la omnipotencia de Dios manifiesta n~i :ti hombre. por intermedio de las estrellas, $us inmutables dccretos»JJ. Por otra parte. incluso cunndo interpretan así la astrología - y hasta cuando la conde· nnn los npologista5 y los Padres conservan intacta su rniz profunda: la creencia en los demonios. La existencia de los ángeles malos es para todos eUos, como para la Iglesia. un articulo de fe: pero junto a estos demonios bíblicos. confunden en una misma turba de
J: pern 111 lo~ l.lo~1os ru d pucbl.) ll.- U''I!IC-hll\, Un but•nunu tJea Ht\11• 11Jco Tt•mpon'bl4:;. P. L. XC. rol. ltlU J'I'Oiuttu.ln tambiéu eo••lrlt In~ •lt!w,.mlnm.wnc!> mlloiO~cua. !ti." r,·lfrnllll' •1• ' 11\•.- 1 ~mpk.)lj.) el~~ d..: .Ji.;icmbrc eo lll hlurgi;:t p.:t~,l 'lll, 1.:1)11\¡llol IIICi(t&I,Ul t¡n t!lkndlllio f,tM:$0, p.1~o.. ~o·no ~ \ul:le.. "' L•fo..-o de Nu\\dJd (Lllt r'tfrJ:). V lk>W..·Uttow, l)p, r •l. J'l, W1, y f'. J. l'l(ILtH 11. S11l Sulilfit. \fú~"ler. IQ!! 1' l.\ cierto:) qw: tlotubll c'
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M~t¡t• ..:
Wld Astrl'lklg)•.
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espíritus maJeficos a los dioses de la fábula pngana • ~ \ut!ui\IIH~ itu.t ni' Unuli1't1"m"» («hacen :.acrilicios" los ucmclnios y no n DiOS»), decía :.ou Pablo hablando de los gentile~": y durame siglos aun. los predicadores n:correrán los cumpos cazando •los demonios Jupitcr. Mercurio•. etc., refugiados en ellos". Pues bien. habitualmente la actuación de los demonux se realiza a trai'C! de 1<>-'> astros y la astrologia. En otros ucmpo,, y con ObJeto de tentarles y perderles. en~ñotron a los hombres la adivinación mediante las estrellas" En el presente, difundidos en el nire, aeria aJlimalla, dice san A¡¡ustin". se sorven de los cuerpos celeste> para ejercer :.u funesta domiJ1ación. 1\ partir de ahi, es vnno el anatema que el propio Agustín lanza contru •mathematl<-orum fa/laces dívínatíone. er impía dellramenta•,. (•las falaces adivinaciones e impías divngncione> de los matemiuicos•l puesto que por otra parte afirma la realidad corporal de hu acoagas potencias del cielo: sobre e'te puniD. el gran obtspo estil de acuerdo con el •mago• Apuleyo"' -salvo en que Apuleyo admite demonios benéficos-. Y ~u polémica. que aspira a arruinar In astrología como religión, acaba en ocasiones por restaurarla y confirmarla. H~y finalmente una razón muy importante por la que la a.~lrologia no había de dejarse extirpar fácilmente., y es que se presentaba como uno de los elementos integrantes y escn ciales de In cultura. Como hemos visto, al final del mundo pagano se hallaba tnumamcntc mezclada a la ciencia; tan bien mezclada que dominaba de hecho todas las ciencias naturales; no sólo la astronomía había caído bajo \U dependencia. "no también la mineralogía. la l>otánicu, In 1.oologia, la psicología, lu medicina". Echando una ojcadu al cuadro de la páginu siguiente que reproduce el sistema de un astrólogo del siglo n de nuestra era, Antioco de Atenas. se observará que todos los sere.s lisicos csutban vinculados al Zodíaco: en consecuencia. era muy fucil vincularlos también a los planetas. por mtermedio de las ccuahdades fundamtntales• de éstos: Mane. en efecto. es calltntt y ~o: Jüpner y Vtnus. calientes húmedos, etc. Del mismo modo. se hacia corresponder a los planetas con los ele mentos: Fuego= Marte: Aire = Júpiter; Agua~ Mercurio y la Luna ... En la medida en que In comunidad cristiana se a brfu o la cultura profann, no ¡>odia prescindir de la astTOiogia; y había un doble motivo que impulsnbn a los Padres de la Iglesia a introducir todos esos estudios en la educación cristiana: en primer Jugar. la preocupación de los cristianos por no ser inferiores a los laicos; a continuación. la necesidad de comprender bien su propia r
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,.,¡;,,
41 lJt d«ttlno chrl3tlaflQ, 11. 29 (P. l . XXXIV, 57). V H
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t lYI.ARAOu, Snn Apstfn _v dfutcl dwt /u ntllll'U 11111JgUQ.
Cualidades
Estados
Vfemos
fundanum Jales
de los
Aire
Sur
Caliente· Húmedo
Juventud
Fuego
Este
Caliente Seco
Otoño
Madurez
Tie-rra
Norte
ln\•icrno
Vejer
Agua
Oeste
Signos del
Zodíaco
F.staclones
E topas de la •ida
Elementos
Primavem
lnfnncia
Vetano
AJUES TAURO Gé.MINIS
..._,
CÁNCER LEO
..~me o
llflf
SAGITARIO
C,\I'RJCORNIO ACUA.RJO PISClS
Frío-
Seco
Friollúmedo
H11mores
Tempera memos
Colores
Liquido
Sang.re
Sanguioeo
Rojo
Sutil (gasec¡so)
Bilis
Bilioso
Amarillo
Denso
Bilis negra
Me-lancólico
Negro
Sólido
Linfa
t-:lematic.o
Blanco
cuerpos
Esta teoría podía inquietar a los espíritus escrupulosos. Pam tranquilizarles, y para jus· tificar los estudios profanos, Jos Padres ir1vocaban -muy a propósito- un episodio bíblico: •El pueblo hebreo. al salir de Egipto. llevó consigo los jarrones de oro y plata de sus ene· migos; el cristianismo hará lo mismo»". Amparándose en esta sentencia, repetida con fre· cuencin. la ciencia antigua va a pasar a la Edad Media"· Pero con ella pasaran también un montón de elementos religiosos. clásicos o bilrbaros. que ~obrcvivirán con l'rt:.cucncia a las vicisiludcs de 1a propia ciencia. a sus eclipses y sus nnufragios.
Así las cosas. la polémica cristiana de los primeros siglos en torno u la astrología en modo alguno conduce, como hubiera p<>dido creerse, a su revocación pura y simple; la lglc,ia llega a conciliarse con ella. incluso a apoyarse en ella. Lo mismo ocurrirá durante la Edad Media4 ' , y es fácilmente explicable. En primer lugar subsiste el fermento primitivo de la astrologia -el temor a los demonios-. La Iglesia. recordémoslo, no expulsó a las antiguas di\'Ínidadcs; unicamente las degradó. p<>niéndolas a la altura de los espiritus maléficos. Bajo esa forma, cominuan inspirando un pavor supersticioso: sin duda, tal sentimiento se ve a pnrtir de entonces calmado. refrenado por la fe en la omnipotencia de un Dios supremo cuya voluntad somete lns fuerzas adversas: Dios puede salv:tr al hombre de los demonios, pero estos están siempre presentes, vivos y temibles. Según la l.eye.ndn Áurea, en la época en que san llenito predicaba a los habilllntcs ucl monte Casir1o para apartarles de la idolatría, transformó un templo de Apolo en oratorio en honor de san J uan. Pero el dios, lleno de rabia, acudía a atormentarle bajo la forma de un monstruo negro, de ojos llameantes••. Si la imaginación popular permanece hechizada por el miedo a los demonios, la con· cepcion aslr(>16gic;¡ de la causalidad sigue dominando los espíritus; ni siquierA los más grandes repudian nunca p<>r completo esta actitud mental. Sienten que In omnipotencia de los astros amenaza la libertad humana; pero también ellos, como los apologistas y como los Padres, se conforman con limitar ese poder: no lo niegan". Santo Tomas de Aquino admite que las estrellas determinan, al menos fisicameme, los caraclcrcs individuales~ y como la mayor parle de los hombres se deja llevar por sus pasiones. es decir, pOr sus apeti tos físicos, son en realidad las estrellas las que les arrastran al pecado: Piures hominun sequunlur passiones, quae sunt motus sensitll•i appetllils. ad quos cooperari possunt <:Orpora coelesiía ...••. Y Dante sigue ficlmeme en este pu11to las huellas de su maestro. Aún afirmando el libre arbitrio''1, reconoce la influencia de las fuerzas cósmicas sobre las almas: Lo tielo 1 t,tOSfrf movimenti inizia ... ~0 IU ~;lelo inki_:, \Ucstto\ mm•lm!enws... (
H!bid..
n. 4U. McJ.Iamc: Q(tlt 4lporiJic.ar•
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\1, SA~ Jt!fi.Óto:l.\10. EpiM., i'O, uv. Rucn.R, Lat Cw'ltlt cldrkm lf(~ AuSQ'flo r1 1l kuirw, t.np. IV , J "V, Th, O. W~un. Tl:e mMioi!'Jol au(t::J~ toward~ á$trql()fU', párttcuftJrlt' lt1 h'n;:lmJ. Yute StmJres In F.n~ll,.th, LX.
lti2U; l:t•n~;ollnr T!ll)IU'mla mm•a, rd. L(Vftt;~l. Florencia. 1924·192{). vol. l. J). 40?. •"" PcJm Abclti.tdu) l-lugn lslrol~cns f'(llt'lfl W~CW~ pbm~l l\1> en l~tltmpc.nnum y ..-n d cuer¡'IO humanu. Y 1t l (ltl.!'of)IJ(I, .. lll . 11. op di., pp. 5·1, l l· IJ. "SummD, 1, J 1S,-1. •f Lumc v-'C dao:o ;). b \'ola,. (P;;rg,. XVI, i~ · :'()) 10 fbitl .• ";~
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«AsLta inclínant, non necessitsnt>t- (((Los astros inclinan, no obligam')~ con esta reserva, la astrología sigue siendo el fundamento de la cultura profana, y el principio de todas las ciencias. uel fin de toda cofradía clerical». Todo remite a los astros. y su accir ejemplo, • la esfera de Petosiris», inventada, según Bol!, en el siglo 1 de nueslra era". Para atenderle, es preciso recordar que según el principio griego de la melothesia", su anatOmía y su fisiología e~tán regidas por los astros: cada signo del Zodiaco gobierna una parte del cuerpo; cada planeta reina sobre un órgano. Un cirujano no podrá operar un miembro enfermo si la Luna se halla t:n el signo del Zodiaco del que depende e l)l :aJlcl31'ia~. V, BOtCIIt-lJ.C ti1CQ, I.
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,. De rmmdt tilli!Y!.r,tUJ:t<" Uftr( c!IJft s{J'(" trtL'}!O~Q,,ws ~·t m ft'NU."O.WIUS, H \VIt'II:Lttl!IU I.Mlk, op. cf/, u l..a mdo;hc1.ia es ti repsrlt'l en el cuetfiO:h!~ 1\).\ iniluj1\S 3.'1l!ales. H ay uM mclotlwsia zOOia~~L y l>OJ mc ll)!lt~<;e.a ¡)J:ln~ltl n;1, V, UOU\Uf LECU!R•.:ct La A.str()iogia gdega. pp. :\18~}25. HV K SsmuoFF, 8.UIFO,f?t' :11r G<'friricll:t: lfí!r Chfl'lif'1.:1~ lm M .ll!tlalt.'r. St~od. L G~o•sdL d. M~di:un. H~ lO t 19l-'1 Tc...:~o tl!l C\MScx Sln:u'll! 2)20, fol. 20.., Pf'l}h/IJÜ:Jm f!.Jf M u!lquh'jaclet Md mt.'I:>IIJittlrl... In nut/11 nlt'mhrt~. dum fwm 1!.\f in ,lgllll {lf¡;d ,.._~eme. !t \' , Lllr-r..t.•.Jtll. f.'/ Col'mcur?itma de (a llt,•rura{e:n 1' t/t.'l r'flulllu, JIP• 22~ y Jl.lO
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transformar a Cefeo en Adan, a Casiopea en Eva. y a Perseo en Logos" y Jos Priscilianistas reemplazaron los signos del Zodiaco por los doce patriarcas60. En la é]J
un cierto ((Hirenicus,> imenta a su vez. en un poema sobre el Zodiaco. acomodar los signos a la simbólica cristiana; substituye, por ejemplo, el camero por el cordero". En el siglo tx. en un manuscrito que se halla actualmente en los archivos eclesiásticos de Saint-Gall61• Cáncer se ha convertido en Abraham, el Capricornio en Job, el León en Daniel... Pero estas tentativas son vanas; y el astrónomo Guilln.ume de Conchos proclama por el contra· río la legitimidad de la mitología estelar -y la necesidad de conocer tal mitología- . «Algunos autores, dice. han hablado de los 3$tros en témtinos míticos (mythlce): así Nemrod, Higinio. Aratos, cuando relatan que el Toro eon el que Júpiter había raptado a Europa fue transformado en signo del Zodiaco, y cuando hacen relatos análogos a propósito de lo~ demas signos. Esta manera de tratar hts cosa< celestes es legitima: sin ella, no sabríamos ni tn qué parte del cielo se halla tal signo. ni cuantas estrellas contiene. ni cómo están dispues· lnS» 6 J.
Para la evolución de la astrología en la Edad Media. es esencial distinguir dos grandes períodos. Hasta el sigiQ xn, los clérigos occidentales sólo poseen como fuentes eruditas el Comentario In Somnlum Scipionis de Macrobio. Firmicus Maternos. los comentadores latinos del Timeo de Platón. y las cortas •~posiciones que se hallan en Isidoro y Beda«. Dumntc este periodo, el foco de la astrología es Bizancio, donde tras las tinieblas del siglo
vu reapareció ésta de la mano de la astronomía: a pesar de las prolestas y cajsJadas resisten · cias por parte de los hombres de Iglesia. brillará con un esplendor cada ve-z mas vivo hasta la caída de Imperio de Oriente; y al interés que suscita le debemos una gran parte de los manuscritos copiados por los Bizantinos, y que nos han conservado el tesoro científico de la Antigüedad"'. Pero por su parte los Árabes babían recogido e.~c tesoro; habían heredado la fisica y las ciencias naturales de Aristóteles, del Almagesto y del Tctrabiblos de Ptolomco; y esta herencia, que fructificó entre las manos de A bu-Masar y de los AI-Kabisi, la van a transmitir a Occidente. Gracias a las Cruzadas y a la penetración de la filosolía y de la ciencia árabes en Sicilia y en España. Europa va a conocer a la vez los textos griegos y los comen·
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Rt1iAWtl!J, V l. 4~1 'V, {j!J"'Dfl.. Stemi' und Stt>rii1.>Jidv.r, ¡), 77 11 M. G. PotL l3t 4. 693 f V R. SAt.OMOS, Optrim,¡i d(' Canistris. Th(' Warburg. lnslitutt. 1936, p. l20 '1 .SAL(JMO~·. loe-. cfl~ Vtr tambitn L/ cumpo: Ph/11¡~ d.: Tluum. cd. M¡al!, ~lnubur¡o. 1~i'S, donde !:C pued~ ver UJUI lnlt:rlutCII(.;IÓil <:ristirma dd Z.o
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Sabt t~
Mnrfr ..,•
F.n el b'ij)o >{Y, Lorenr..o Bf'nml;t'lntri r del citl\:1, V. cl Atht\ de Juhu~ Sclulltr: ,Coeiu.m Str'/IDttAm chrl$t(a
r.unu (16171 "'Com() d Or Phtrosophfa rmmdl de G. DF. CoNt:Hf': lu1si~l\, f11lsnm~n1c: ntnOutdo bjtm
1t Bodn,
bien .1 Hor.orius d(: Au·
hr.n, bi<:1' íl Gu•l ~trrM de l linc:bau. b¡oy que buscar <:lttxlo I:~.Llno l!rt 111 P, L, 11en :<(; <:n;. 1111 l lllt, lkdae opern, tomo [. li~ro 11. sea CLXXII, co:. )9 102: J/Q1t, Aug. o~ra m. V, (j/101 moJis QUI'l(}rtUU I{)(¡II(W.Ir dt· ~U/1-frihrihw:~). 1.4 V, 81'JLL·BitlOW, op. tlt . p 1tO y t\pend:cc:. pp. 1 83·181~ Die l:nclnl$chc A:ittoJogi~ de~ M1ttellll lí~n. TttOI~~Pt'ir-, tJp. (·/1., l. pp. 1)91} 691. er. de diui.nl a uJnm6n. ' H.Suh~ 1!1 r\lTIIInB de lu Glitrologia <:O BlltWCI!). v. Boc,L ll P,ZOI.O, vp. dr.. )l.J:l.
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tari~ árabes. en lraducciones latinas generalmente realizadas por Judíos... El re>ultado y XIV
será un aumento exlraordinario del pre.,tigio de la astrología. que entre los siglos Xll
conoce un favor hasta entonces inusitado. Son los tiempos en que los más grandes príncipes se aferran a los astrólogos como con sejcros; así Federico 11 llohenstaulcn y Alfonso X el Sabio. en el siglo XJJI : asi, en el x1v. Carlos V de Francia. En lllllio , la vida de las ciudades, de los condottieri. de los prelados. e> dirigida por aslrólogos". Se les interroga con ansiedad. como antaño los Romanos del Imperio interrogaban a los •Caldeas•: y es que, robustecido por su nueva autoridad. la astrología asusta más. Lo' Arabcs por otra pane habían desatrollado uno de sus aspectos más amenSLadores. la teoría de la conjunción de los planetas: la reunión de tres planetas superiores - Saturno. \olane y Júpit.e r- en la misma constelación debía ocasionar la enfermedad, la guerra. el hambre y la revolución religiosa. El nacimiento de Mahoma. antaño. babia coincadido con una de estas conjunciones: y la peste negra de 1348 confirmó ese terrible presagio••. El mundo siente que la incxoruhle fatalidad de los ciclos ~e abate más pesadamente so bre él. Timor fecil deos: al mismo tiempo se despertó el temor a los demonios. En esas amena zas suspendidas sobre sus cabezas, los hombres sienten de nuevo presencias maléfica~ y buscan junto a los brujos los medios de escapar a ellas o de volverlas favo rables. Tenemo• la suerte de poseer un documento capital. que arroja unn viva luz sobre esta reerude<;cencia de lo •demoníaco• en la a.•lrologia. y sobre el estado esptritual que engendra: se lrata de un manual de magia. compuesto en árabe en el siglo x con materia le• orientales y hdenisu cos. traducido al español en la cone del rey Alfonso X y muy difundido aJ final de In Edad Media:
nios•'•. Elúste para ello un ritual determinado. PicatrL~ lo fija todo: los lugares y las horas propicias. la actitud y los gestos del suplicsnte, indica también en qué términos hay que implo rar n las eslrellas. E.'itll es, por ejemplo, la fórmula de una súplica a Saturno: •;Oh señor _, Jlubo IIHnhlin tmd1•~civ~. l. 1 ( 1927), ~'rc:cutlmcr. t c cap. XXVIII 11 XXIV {Bihlmvalll• r.nu)' th:tullod a). ,~ n 11\li'Óio¡o de Fc
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Cllff, XX. 116-I IJ). Ci padre de ('t~'li nu dd 1-'~lltt, Iomb. en asltoloao lltuJar de Carlos V V~asc Cl l. JOlfU>.U."i, 01'f'tl?l4' 1' /ot ttttrdlqg.;)t d~ :0 t"Ortt ti•· n~rlm V R•·v. q~ont lrist., tomo XVIII. 187$. pp. 136· 159 \ '"' ~n~lcotr t~:.t.~o lkl .,,~Utvto del Reru.timicoro bt Sm o"n• LCJ p~,hl tuuoloK'fa r:ri quo!lro«.Jtlo, FO«~ otil m tJfepel"l(lolll\ Drtto a •• &a:abilidad dd Dr. Jarre, ~be Ja p:--cp~ra. ·uri.u .odicac;ont.t PleOI))IJ r .. cua.nto a escu6ol. sobre Pftm11x, v l)tOa.,DtKf, fl(sJO')' of mottc tJ!UI rJopc'flmrr~ml Ji"d~nN', vol U. cap. LXVI:)' llellmut Rtn-t..k: Pit:tJtrix. d.'l 6U'Qftur/tttf llondbllch lrtlltnmuclr.u MogltJ. Vq,-uv;;t d. Rfhl. WorllfU'R, J923, pp.94 J24. upcclatmente p. 113: 'l~cNebctl lnli,er O~ttcc •ls Stcrndimonen. lO 'f'IIOi\,.,OUo:f!, op. Cll. , 11, j).
8'20,
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cuyo nombre es subirme y cuyo poder es inmenso. ..eñor supremo. oh señor Saturno. ni, el Frío. el Esteril, el Sombrío y el Pernicioso: tú cuya vida e~ ~incera y cuya palabra e• verda el Sabio. d Solnario. el Impenetrable: tU que cumples rus promesas; tú que eres dcra. dcbil y cansado, tú que c'Lás más inquieto que nadie, tú que no conoces ni placer ni alegria: n&tuto anciano que conoces todos los artificios, tú que eres engañador. sabio y sensoto, que C\lncedcs la prosperidad o lo ruina, y que vuelves n los hombres felices o dcsgracmdosl Yo te conjuro. oh Padre Supremo, por Lu gran benevolencia y tu generosa bondad, ha> por m1
tu
csw o aqueUo•.• )~
l:.n es la oración puramente pugana se vuelve a encontrar. como observa SaxJ' 1. el mismo acento y los mismo.' términos que en una suplica astrológica griega. dmgida a K ro nos. Y es aue evidentemente las fuentes del Picatrix son en gran parte helenísticas"· Pero. ;,no es asombroso pen•ar que. en adelante. la Europa cn;tiana va a ver cómo se ekvan al c1clo semejantes in,·ocucloncs? Veamos ahora qué •material• emplea el mago con objeto de coaccionar a las divinidades a>tralcs para que lo presten su asistencia. Un ingrediente esencial son las in1il¡¡,cncs mis· mas de estas divinidades. Grabadas - preferentemente sobre gemas- segun el nspccto del ciclo, en un momento en que las constelaciones son particularmente favorables. se supone que reciben al maximo las innuencias celestes. y que lus •almacenan•. si cabe dcc1rl0 :~Sí. ptll'tl su futuro uso. Picarrlx ofrece así la descripción de una cineuc.ntenn de imágenes de estrellas fijas. de planetas. de signo< del Zodiaco. cuya eficacia garantiza. Para asegurarse. por ejemplo. el favor de Jupitcr. conviene grabar. sobre una piedra blanca. la figura de un personaje coronado. .entado en un trono. y que le,·anta la mano (ver figuro 12. sacada del Lap1dario de Alfonso X): cada uno de los cuatro pies del trono reposa sobre el cuello de un hombre alado. ¿Qwén e> este personaje? Es el Zeus de Olimpia en persona tal como es descrito por l'ausanias: •Senrado sobre un trono de oro y marfil. con Wlll corona en la cabeza, un cerro en In mano itquierda; en cada pie del trono se halla una victori,H•, etc." SI nos queremos acarrear lu benevolencia de Marte. nos hari1 falta una piedra en In que este grabado «un joven desnudo, que tiene la mano izquierda sobre el pecho: su otra mano cstb colocado sobre el cucllOn m á.' desconcertantes. Tales como un Saturno bárbaro: •la fotma de Saturno. según la a Jup1tcr con cabeza de león y patas de gallo. Tendremos ocasión de estudiar de cerca <:>la~ figuras misteriosas: acordrmonos unicamente aquí de que con los dioses de Greci• transponndos al cielo se habían mezclado, de&de el final de la era pagana, mon>truos venidos de Oriente. A decir verdad, las piedras que llevan las efigies do los Dioses no habían dcjndo de emplearse nunca en In t;dad Media. Desde el ~iglo vu, las grandes abadías poseen colecciones de piedras finas grabadas en hueco y de camafeos nnti¡¡uos; el sello de Carlomngno es uM cabeza de Júpiter Serupi•: u veces surge incluso la sorpresa de hallar en sellos ecle 11 Rl~"'\oa'>;!O tklf-41:11 -
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12.
JLPITEk, El Escorial, U1hl. de San t..o rento. "''· 1-h-1' y 1r,, r 1o:a
siasticos una Venus Anadyomenos o una Leda. Bn lss cruces, los evangelios, los relicarios. se ven con mucha frecuencia. Incrustadas, gemas con lemas mitológicos". este fenómeno ha intrigado mucho a los eruditos. Se hnn preguntado con qué espintu. con que intencÍÓ -derivados a ~u vc7 de fuentes egipcia;; o caldeas- consignaban los efectos miigtcos de las piedras que llevan las imágenes de un Libcr de fmpressionibus ímagímmr In gcmmis. Esta\ diversas tradiciones, dircclamenlc o no, se habían transmitido a la Edad Media: Picatri,Y combina varias. Pero nmdm nnles de el, In creencia en el poder de las piedras grab11das estaba muy extendida. Como el arte de In glyptica se habm perdido muy pronto - entre los siglos 11 y m )' B no se fabricaban imágene>": pero se continuaban uúli1ando como talismanes las poedras antiguas cuyo color y cuyos temas respondían a las prescripciones de los lapida ríos. Sin embargo, hay que e.pcrnr n finales del siglo xm pnrro que los lratttdos atribuyan n la acción de las cstreUas las propiedades que confieren a las gemas". Ciertamente, como dice Marbodio:
... Nu/ sa~:e homme doter ne doil Ken p;rres gram ¡;erws ne soil". IN1ng~n hombr~ Mbio th:ht dudnr
1 de
i(~lc ht)' J(rMdes vin;~de& tn l.u pic:drll..f.l
Pero salvo excepciones, estas virtudes se conqdera.o como ~implemente medocinaks: del mismo modo. en el pasado. el anciano lsidoro. hablando • De Lapidibus insigniorl bus-", tenía buen cuidado de no compartir en absoluto •las supersticiones paganas•. Por otra parte, y sobre todo durante el Renacimiento del siglo XII. verdaderos hu manis laS eligen con discernimiento, por razones de gusto, de conveniencia personal. gemas que repre~cntan DiO$ es". Pero en los siglos XIII y xtv son empleados como amuletos. en el marco de un espíritu verdaderamente religioso. Y es que el fermento demoniaco ha recupe· rado toda su virulencia; y la a.strolatria. expresamente l'llOOmendada por Pirafrix, nos remite a los días de Apulcyo, u los tiempos de los encantamientos. y los sacrificios a los astros-dioses.
Cabe preguntarse cómo la Iglesia permitió este desarrollo de la asttologon; alcanzando este umbral, amenazaba directameme a la fe. No sólo restublccia en Europn una de las for mas mas desmoralizadoras de In idolatría. sino que, al poner bajo la dependencia de los .. V. DF-MAY.lhlcupln/nu~ t'1t '"Jt/kJJMlo l:dt.ad/fiMD., Pans. 1811, F."- Mtu, Oñrolfkicupkdnu~r" boJnJ nt 14 Edt:d ~/nfl#, lt,'lw;r dd t:ll't~ t'f'llfloM, 119J; 1- 8ULLUS. l4s to"""IIOI tzlll4PM fk ltt JttbJitJ.I«D ftlo'Ktowl ~ro qui ~~ lOit".DMIV«H. (itlt'.rla de lm Btllcu Artes. XXI, 1 1(~. pp. 101 114; W, S HECX't("..tltJI, Rrl;cn~Jpag;~n A1ttf qt~UJ' In mt'dloevaf sntl"lf· /()lJrl".ll! (¡/ tht Warbur¡: lnstltllll!, J, ), C"nero 193lt I'IP· 2()4 y ~,;. ••v. F', ot!. MUY, op, cit. "l..lt (ó;mula .rSc,;/pt '" lapldewo.~~ 4oe '111! pmmnmear~ .r'«mfl'ata..lllo (lOr •SI ltn't',Jtrtf In lapide•: uirm•m\1,., rn los lapidA 1'101
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V JoSA E••A,.,, O, N .. e-~ V, ~kclokVIII astnlloOIY ~o{ etl¡taud tcm~ ,.. C•lldo por J. F' 111M (ms.. 2200, O.bl $.&tu C"te:nO'oor'l'L r..,: 120 v.) • f.t)wt., XVL 4; ~ t;M~lJ.o 11t s~smit~r.ibfts qu/Jtll.#la'fl iintrt.'W'-,.. En umb1o. en \'1c1-...-, tlt Bt .\L-vAJ~.Sprc-Jt IM-n ~mtra'*. vm• .lS. ftC haDará una 11111 de ~11m IUlrolO¡IctK "V. llM·IAY, qp. cit., )' J, ADHPMAk, lnflue~lr'f allliguaJ ru rl an~ de In 8dotl Media ftarll'C'J•I, pp 106·107 t•
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l
astros las religiones mismas y la aparición de sus fundadores, situaba ni crisuanismo en el m1smo plano que las demás creencias, y ltacia prever su dccUve. De hecho, tu lijlcsla reaccionó. Por más que hubiera ~dmitido. como hemos visto. el principio de la awotogia, y que no hubiera extirpado sus rníccs. comprendió el peligro. Esta reacción, que se perlita desde el siglo xnu, alcanzará a veces, m:is Ulrdc. el máximo rigor. Baste reeordar a Ceceo de Ascoli. expiando en la hoguera el crimen de haber cnlcu lado, interrogando a las estrellas, la fecha del nacimiento de Cnsto. Estos ejemplos podían hacer temhlar. No detenían los progresos del maL Los ,¡~lo~ \\ y xv1 amplificarán el peligroso éxito que la astrología habia nlcan.tado en el XIII. El Renací· miento continuará también en esto a la Edud Media. No repetiremos n este respecto lo que Ourckhardt ha ml)SLrndo en una obrn cll\sicu"': nunca. desde la Antigüedad. la ciencia de las estrellas fue t1111 apreciada: nunca jugó un papel tan imponanlc en la vida de los es1ados y de los individuo~. Piénsese únicamente en los grandes papas del Cinqucccnto: Julio 11 haciendo que los aMrólogos calcularan el dia de su coronación: Pablo m. la hora de cada consistorio: Léón X. fundando en la Sap.enza una ciltedra de astrología destinada a rivalizar con las de lns Universidades de Bolonia. Padua, París" ... ; notorios indicios de hasta qué punto el Vaticano, si no la Iglesia. cede ante la supersLicióo común. Sin embargo se lleva a cabo un grnn trabajo intelectunl, que conduciriL un din con Copérnico y Galileo " 'uperar la concepción astrológica del mundo. y a liberar In ciencia de la magia. Pero se equivocaría quien viera en ello el resultado lógico de una cultura miLs profunda y más ilu>trada. Por el contrario. el humanismo tiene como primer efeeto ravorecer la amo modo que había apuntalado las grandes conS1rucciones de los enciclopedistas y de I
(11, Vf1 S v ..~.- ~:raria &r..c"hnc) vn poeo a.a.tcs.. al ti.nal dc:l •aJo \1, tM Ht'lk:.•"lm./.tluo nJ trolla, ;"&p. IV de 1a \'t par..:. .,. Bo&.L Bv101 o. 11p. t•U.. p. 36. ~~ Pctrsr~ll.l.ii.IC w h\itiU llc tos llstról(ISOJ ,.,l'l c-u•r tlllu!'mO i.rmu.mltada, se apoya <1'1 SAN AUUln 1:-. Epm. !l'r,j
Sc¡u:t "ftcolt.oorotu
Algunos. sin duda, intcntnrán aun distinguir aquí el cuerpo y el alma. 'icndo el primero el único sometido a los astro"
Les Estollles t1donc seu/es se firem dames De tous II!'S corps humalns. et non pas de nos ámes. (Ronsard. 1/ymne des a"rt•s) jp,t!" -:o:u.ié'.l ti'Ht ""-" <•U'el.;u K
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Pero fisiologfa y psicología son inseparables: los temperumemo• de imperiow aún pnra cl espíritu que el condicionamiento teológico, no hay que interpretar c"e resul tado simplemente como la victoria de In experiencia y el cñlculo sobre tu supcnhción. De hecho. como ha mostrado Cassirer". fue esencialmente por razones mornle~ por lo que los humanistas terminaron por rebelarse contra la tirunía de las estrellas. En este sistema del mundo en el que todas las panes están ligadas. en el que nongún ~r posee una exist la. Aceptar la amologin significa t:unbién pttra él invertir el orden de las cosas. nu ya tanto según su ser cuanto según su valor: equivale a conceder a la materia la soberanía wbre el espíritu. El autor del De dignitate hominis eleva una protesta solemne. Se nic~a. dice. n reconocer y honrar en los grandes hombres -pcnsndorc~. hombres de estado. urtistn•otra cosa que la humonidad. Lo que hace al genio no es una mejor estrella: es un espintu superior: •Non asrrum melius, sed ingenium meliu.r•. Y los milagros del espíritu son mus • V ri R~"'lt'(/111 C"'Ottr<~ So ~wn ltfilu, Ly(Jfl, 1~01- •l>r~:o qut In ¡;A•nfu.nou-1 ~e drh mttrrh•tticH tlt ~llutno y tic Marte ) In co:.j.cn tllfl ~· mtll de ojo llc lO!> dich~t$ pllllldft\ l'llt\t~ieron en 'u.1!1•·u rnto .• Puc~ S!ILU••·•• t''> tauu Jtl pldcci '' C'f\11' c!cl m.1l t.l• PlC"Inll• y d<: 011~" tmcml-oht-.., ~ \irui.C' n :=a~a-• Ut' la11<.rn•tiinL p,..,. C!oiJ d•~ c¡IIC d ci«to
•. 1/tHI , p. 11A •• 1/Jt./ p. l80
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111. L.~A. e re«:~\llll
grandes que los del cielo: «i'vfiracula qrtidem animl... coelo ma}ora sunl• '". Reducir aquellos a éstos no es comprenderlos. sino negarlos y rebajarlos. Asi. «el verdadero impulso de liberación viene. no de una manera nueva de concebir la naturaleza, sino de una manera nueva de concebir el valor del hombre•. Fue el orgullo humanista el que se levantó contra la astrologia. antes incluso de que nuevos métodos de observación y de cálculo hubieran llevado n negarla. Sin embargo, subsiste un grave malentendido; l' el miedo a los astros sobrevive a estas altanera~ declaraciones. Los humanistas se niegao a encadenar al hombre n una causalidad rtsica. a un principio material. Per
lio ficino~ y en vano intentan sus amigos sustraerle a estos sombrlos pensamientos(,!"· Asi, en el mismo momento en que grandes espiritus buscan sacudirse el yugo humi· llame de los poderes cósmicos, continúan temblando ame las misteriosas divinidades que los habitan. El hombre proclama su libre voluntad: pero otras voluntades doblegan la suya, y el destino es el más fuerte. La muerte prematura de Pico de la Mirándola, que C<)nfirmaba día a día, y hora a hora, las predicciones de los astrólogos, parecia infligir a ojos de sus contemporimeos un terrible desmentido a sus orgullosas atirmncione.~··•. Y el propio Lutero, que se mofaba de la astrología, ll•mándola •una alegre fantasía•. «un arte malsano y lamentable•. rcconocia en la temible conjunción de varios plancUlS en el signo de Piscis, en 1524, una advertencia del cielo''· 511 y 11. Subte la~ conttO\'l!f"'lus st.:scitadns por la obra dt- Plcu, \, St•IIM 11, Ltr prxtlo crtr. l \', •• Epwolac, IJJ, p. LXIX\, Flcu:1) :.¡~ l.:un~nhl 11ntt' C..v.•klmll dt: 1.1 mt•li,gn•dfU:I J\! Sal vrn••~ CJ•v:•lcantt b1.1.<.e.A ~l\nquJI .ttuic: •NrtUwn heTdc malum[aa•'t' ,wlu.r prJJ.$Uirl astrl1J~. P~h) Fiemo éurtllruia l!l11lct!l!u~llb..e (p. LXXO: Saturno IKI puede le~ter bv~:ntJ$ crc::tos·, ¡x:ro "circo malc. mm:s formidolot~S Sllllf./1. Y vuetve o 'u hor6~copo: o1Quam (scit , co:'1ph::~•onf'm nu:/aJtrholft:a¡rl) nuhi ab umio videt/lr unpres.~ine SaturnlJ ,.,,mediofume oquarto ascendt•mt• meo <"tlllSlilutus: r: En uq¡oor(O eorlcm rccip!cm Marrem; et L;mam lrr capr:oornio; atqlot! asptcletu ex qttadrmuro Soltm Mf'rcurmmr¡:Jt' ¡n ~l"1rpr() llt.mrm "In O.\lnJI•ixfúm, 111, <.:ap J.7. fol
tntrologf:'O tJd qStfll!rl~t'n!o,
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1
p/(Jgrmt
oc~par.tt~ ...J
UOU· BflOlCJ. op. e/.', p. 41
., V. A. \\'AR.llt!AO, 1/tldnflclf <~mlk.~ Wti.~ll:!'4'tm,t In WtJt•: 11ná I:Ji!d :u LmMn Zdtt•r1, Ú~sammdtc Sc.b(inen. Bd. 11. Lciptt@., 1932, pp. 4g7 SS8, Ni la Rtf.">rma n1 el humanill:'I'IO -,l)flOII(I'I cl'l~:-~tc p~,.n(() 1,1M.1 t\q)tura ~nciltl. MelaoCihlon ~ IL,Ir.ók,go: el propio T)·cho.IJtsh~,
pro>testan:e de' oto, cree en la:1 ocf.llstllS IIKlimu.-pnes
de lu..o; e;.trclt;,!l.
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El miedo primitivo rcnncc ."! dirigen n los brujos para ronjurar los poderes fatales; van n buscar en los tratados de magia imágene-~ y fórmulas para tornar propicios los demonios de los astro.; esta.' son siempre las que recomendaban los astrólogos del siglo XII I. Del «Reverendo Padre diabólico Picauix. rector de la facultad diabológica•. como le ll>tmaba Rabelais". provic ncn. por ejemplo. los capítulos que Cornelio Agrippa enn~agrn a las figuras de los dccanns de los planetas que se deben ¡¡rnbar sobre talismanes": y los lapidarios de Camille Léonnrd y de llugues Ragot pertenecen a la misma tradición 100• llenri Estienne cuenta que In reo no Catalina de Medícis -cuya pasión por la asltologia. por lo demas. es conocida- llcvabu ~iempre sobre ella una poedra en la que estaban grabados nombre. de espíritu' ~-.:le,tes; sobre una de las caras.,. veía a Júpoter. a quien Anubos pr<"Cnluba un espejo: sobre In mra cara. Venus y su jeroglífico planetario. Este talisoniln era •de ln confección y fabrica del señor Regnier. famoso matemático que pasaba por mngo. en quien ella tenia mucha confianza•"0 • Hacia 1<1 mismn época. Benvenuto Cellini, lleno de angustia. veía arremolo nnrsc. durante la noche. en el Coliseo, una banda de demonio;, que un nigromante habin convocado, a petición 'uyn, en •hebreo. en griego y en lntin• '"'. Es inuúl mulltplicar los ejemplos. Aun en pleno vigor en el siglo xvt. la nstrologin coolltnúu sirviendo de upoyo aln veneración de los dioses que desde el final del mundo antiguo « haboan refugiado en ella. Por más que se haya ontentado •cristianizarla• o •laocíturln•. concüiarla con la teologoa. o reducirla a una leona •raaunalo de las leyes del uni,erso, permanece siempre ba¡o el M¡lno de los poderes mitológocos cuyos nombres han conservado la< estrellas.
Para ilustrar los diferentes o;pectos de esta tradición •cósmica» de la motologin, y par:t confirmarnos la supcrvivicnciu de los dioses como demonios siderales, disponemos de unn riquísima y curiosísimo iconogrufia. Mas adclame (ver segunda p:ortc. cap. 1) ind¡ognrcmos cómo se ha ido constituyendo u lo largo del siglo, y trut:oremos de segujr paso a paso sus singulares ''icisitudes; aquí nos limitaremos a señalar algunos de los remas plásticos en que se expresa el pensamiento de la Edad Media y del Renacimiento
W, lJ Pant:.¡rucl Clllll\lit.: ron Picatru... c..., Toledo ('orn.elio A;nppa Of l'lot lll \111 J~. 1 u 1-lf-.,,t.¡ia ocuk". troJ. friU'I~8. Pan,, l'H l), L•brl) 11. i!a? 16 1 -LI ~".: uru. h bil truptt~do tamhirl"' • Má.n r.o F..;• "·ll*' ,...,ce lltt.lllm.ente r.'\ e- moJa &le luf"'(JB• q,.e ~le\ .\ti. W •fNittlt~ .H 14\ lfl,.u'll 1'
J6dd. *C l.tO,U.U. S~ l:~'ll"'f \'(1M:¡,ta., ISO~. IHfit.fjJtf n .••h!rut•"'~ ~¡'o.lt' ~""-,¡ r~ irat.wl'fl ~tlla.l~..,.. C011J 4"i od q..n4 ~ H. R.Ac:.or. lfi'T:n 'f rrrMl dé' 1m F~' wii..JM• '"U I:.Sfu._''.C. Dhtwno MdftltiliOUJ rk la ,ldQ, iJi."'aamt'' 1' n"twr>11-rr• tbw'urolJ 1lf' C.ualtM tk \lidMit, UH ... R rru..J,,, Vilo, e<.. Ha.ecl.l.c,rcnctl, sw:. p. 127. 8ttK. dt:n~.m·m .,.~..1'·11\ ra.t INifiC'tH' ~tJtftos ""tf('('núV"tt"tl~!t.J. \Qn. \C!l'Ün d I'IMrbloJtO Uornncoolrt IM 11.n1,rk• 411c 5t> :tao rr..ame.n.ido i!lc!t\:1....,)11 rrtllc ll''" y l.uci(cr tR,-ru,., •ml~f,;lu.m 1 , l, C'od. LaurtD1., XXXIV, S2 e, fl'l b), Se n.x:on()C(' aqtulu mtcrpretacJÓfl 4c 1<'11 PatJí«, )' cs~e&almen;e Jc: ~•· • "~'"' 111. p,,. 1() \lem.h. Oó:tinoontri afirma l.o n.uhllíllttn. "deral de IOdo• ous ~lrrn~'n'"'' ttJOVJ(tiii'IQ:Jf gemu cwrcru. Cf cl fl{mn"J' f,¡, n,.,nMio.\ de Rot~uud
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Hombre. al que el universo lisico rodea y abraz.n nsi por todas pnrtes. Fácilmente ~e reco noce. bajo c•a forma decorntiva. el cuadro de correspondencias en que al final del mundo nmiguo (cf. supra, p. 47) 'e expresaba la correspondencia y la interdependencia de todas las panes del cosmos 103• El tema de la melothcsia reaparece a su \Cl, y en esta ocasion reaparecen con ellos nombre-; y la~ imagenes de los asrro-dioses. Yo en el siglo XI una mlmatura nos representa. en un círculo. al Sol con su constelación de rayos. rodeado por los signos del Zodiuco con sus nombres y los de las portes del cuerpo que gobiernan'"' (ver figura 13). A medida que se difunden en Occidente las doctrinas astrológicas. se multiplican las figuras en que se ven eíotos signos distribuidos 'obre el cuerpo humano. el Camero 'obre la cabeza. los Pece• bajo k» pies. los Gemelos agarrimdose a los hombros. En el \iglo XIV. esta figura es habitual en IO!o calendaños: de ~lli pasará a los libros de oraciones. o los que sirve con frecuencia de fronti~pício en los siglos xv y xv1: adomn, por ejemplo. unn pai\Ína de las Tres Rrches Hcur~s du tluc de Berry' 01• Pero mil'- interesantes paru nosotros son lns (otnicrocosmos» en que aparecen los piune· tas. Uno de lo' eJemplos mils nntiguos es una miniatura de un manuscrito de :O.lunich (cod. laL Monac. 13002): en eJ se ve al hombre entre lo' elementos, que forman su \er al i~ual que componen el mundo. 0.: ~us ojos. de sus narices. de sus Ol'cjns y de su boca parten banderolas que lle1 an los nombres de los dioses planetaños: unn especie de nimbo rodea su cabeza. con la inscripcicin •fnswr cefestis sperc•. De este modo In cabe7.a del hombre npu rece como un resumen del ciclo: su redondez expresa In del firmamento: sus siete orificios corresponden a las siete grande1 luminarias. lo~ planetas (ver fig. 14). Al lado de esta imagen. que reOcja fielmente las conccpcionc' de un Honoriu• de Autun o de una llildegarda de Bingen ,.,. sobre los relacion" del hombre )' el un1vcN>. figuran otros. mas recientes, en las que se traduce un sentimiento nuevo. Bien un hombre encerrado en una serie de crrculos conccntricos. u los que a vece~ está ligado por rayos; bien una ~implc figura cuyn cuerpo esra tatuado de inscripciones que son los nombres de los asiros 10' :o bien. como en una curiosisimn miniatura de u11 mnnuscñto d~ Copcnhngue (GI. Kgl. S. 78). recubierto de discos cada uno de los cuales lleva In 1magen de un plnneta "' \' pnr I'J "" rt!llil:iura de"~",.. ..k:¡, doto de: ~'l.l.a. \kltt$:\1• ,.,, u \'lit (m:.. 4l11.k l.l tJ..bl.« Lao~''tf!"li!~...SOI nN 0LFt:u lu• \ltm.:..rcrlros l"''L"JÜJ!IltJorat 1ft lu BIN. ,¡,- /.¡mn. lflft_\. 1M tr:t\r:tO m'l ~n..:L,¡~·c: \lfll! nttuah.;ra •Oc ~'\tamte: M."ph:m '1i:ll~:.rom c:rr;IJ\11\Im•, El M'l. 122. ('Opll del f1U~L"l:J~:rtc h.lg'¡_o ll). n'iduyc ,m:,)ttlknC-• cr. \VtC"KLit\HI' II\.1/It, 11(' rJI, y J BAt.lltu!JAIII!I, Lu imtJ¡(c'.!t tft.11•11111d11 t:í'ktft' d,•l slg,'o lA' r1l ,\"1/, (lflt:eta de l1n /l.tl,lh~nti, fo
1 ~0\M. rr• 1;\4 IMI. 1 'Oi:'ll!~•l~.a n•dcnol. ms.. iOlb. 1;.1l 14.•l \\'kkersJ~e:in~r 17rrc n raz:On rcwnt~('r rn t'i \lit• or.a.¡;en de Cr~~t..'l bJ nu. on 1 no~l.;k.J d>rt 1' r diU. OOIT'I~''"" t 110h ~ Dn.:\u, ,,.,,._ 1 F.UI., t J!t.l'o~~'- 1906)' ..;:up'"'"Ju C11 w iM•I ck GA.nd.• n 9.! tn•htr.e ~ fllk"tc'<."'i.TWlt. u•11..~·. .¡~U o~t~.. ·'•"' w..ttduk:.dd """'~. lf~ 20' J) otna •m•crn dd Sal t~l
n.~..do pc-t ....,... p~nct.c- lt'p, l$: " l
1 ' ' \. tllmtl~n Pwrr" "-·~GOUU., /.n 1/t!Jfé$ tftt "tcnrc lkt1W tr¡:r11!1JINS ~tt/ft:"ffJ!f. Pl'ltb-. r.:t.t. 152~ LOI" \:tl.rtkt..n.r... 1.lm.n11hiUt". +l•hi'H'-' bc~.-hi.N-., ce>l"'~'1·1 i(•• dt • Pr!.1gruut!m .. 1k 1· ·~ • r.lu.. '(\' y :\ .,.¡ ct'nócnc-n un clc:udñim~1 11lllt'lchll.k f:¡.;uIH• "''")1,-,gi.:o :I'UQlo&K-a>o e-n (:lia'l se \f: rcpn~nt •dn ft\'1.:\IC'Iltcncntc-, pot' ejtmpl~. ltt ¡;(,ln¡un,;íún ~le ~1'1 11hanctn• V rica iJu..:u'l~~:nlariOll ~n A \V..,IUIL-1\C.l flrM•II\'t'll .mliL• W~•.1..1tl};:m~ 111 Wll't wld tJ{fd :u LJ/1/IaN /rue/'1, Gt..wm. S• ~r(/l.. r:~. 483.51)5 "~ l lf•'Oittl·" I:JL Aull~. Elw:.Mruml. P. L t 111. col J 11(): •fJ hombrr C:!l un J'!Ooilltiw mundo comr~,~c,M de ('IJII'fQ clemcrJhL Su .:-•lx:u o rcdlt,.:J~ ._..,.,.., 1• C'•icra ;de•1e, tul o,ta~ bolla.o er: ~!Ja '"""''do. ·..~·n.n.lh, M<:.• 1-l.:ula:oAJU•.~ '' 1'-:t-f'.r..,, l'".s.'""" tt nrC~C. edit. P K~~t~oct. pp 10. JJ. )6: cF finn:ltret~to a cOmll b .:aku dd hmn!'MC': .d ~•• la lur~~o .., htrdla,. Clrl:O ktol c>Jos.. C'k-.. Sot-rc 1,,, ·~"K'nc' tl.:l m.:t.tfll:mmo,. \. S..\Xr... Sll:b•lg'fbiTJrltt< J Jlncfc/l! . .-H..M. d nm, Pililos. ltur Kl HH 1'14:6. pp. -t0 ~~ 1•• trh"C•!¡flt' ~tihlar q'Je C'h C~t01 dtbuJM 6C oomb1nlln. \¡C",.,tr C!l f't\nci¡'liO, llll(l•tlA <>~1:1Uifit:U,. \Jt"l ml..:r,-..;,ltm01 )' lu ccori.1 «:c-ti\1,, •le :¡ni rrnpordonci del cuerpo humMo. E•~ otw• térm\t.(lll, l()s ;nicroeotmu' •,l)'l.:ritoil en lu!> Cull\lr,\lilll o e:r.. lo'J; circulo\,.,., ult'1tMil\'~ lie:en¡X\ CMOflt-l. \', 1' J. Ht:ltWl fA·~. lilr~ '11i1Wiult. Karum ¡/uf rtii''UI'hl Kó'r{'t'TN, kl'fi.,IW Kwss XX...XU. 1"~~•~. l~l\. ~~S ,, n '"'" r, (\w.J v,r~t> ~ Jft2. fc.l 1-.1\ •
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(\'er fig. 17), Para quien las considere atentamente, estas tmágencs son reveladoras. Descu bren la con,icción que a partir del siglo XJV se impone ineluctablementc: el hombre es el prisionero de lo~ cuerpos celestes. está a su merced; es ltt Impresión que se desprende de esto< dibujo' (\'cr fig. 15) en los que aparece como una •icuma. como un mártir -agarro lado. reducido a la impotencia. atravesado, cumo >i fueran Oechas. por los rayos de las doce constelaciones-, el cuerpo descuarti1ado en una &ene de pcd&Los cada uno de los cuales pertenece a un planeta, o a una estrella'"'· Pero a vece~ tnmhién e:orprcsan la resisten cia del hombre a esa tirnnia. Así vemos por ejemplo (ftg. 16lln figura de un niño alegre: está cogiendo llores. despreocupado. a pesar de lns nueve esferas que gravitan a su alredc dor. cor¡¡ndns de terribles &ignos ' 0'. Estas ingenuas imágenes plantenn. a 'u manera, el pro blcma de la Nccc~ídnd y de la Libertad, cuyo pntctico conOicto van a esforzar en torno a quienes giran los diose,, que le' lanzan 'u.' flechas con donnire (ver fig. 18). Pero estas cualidades plásticas nueva' '" aplican al mhmo viejo tema astrológtco medico. '\.lás de un siglo después. en d techo del teatro anatómico. en el Archi gimnn,ie> de Solomo. Sih·esrro ien. sin duda, lcjuno recuerdo de IO!o princtpiO> proclamados por los Pnracelso y lo; .\lar>ilio Fiemo: sin la ciencia de los as~ros. nadie puede u>ptrur u conocer el cuerpo humano. m a currtrlo 110 •
Uls lmñgenes del microcosmos ilustran escncialmcnt~ la inOuencia de las l'uerzas celes tes sobre el ser físico del hombre: otra serie iconogr[,r.ca no; muestra esta innuencia cjcr ciénJose sobre su ser moral y sobre su destino. Son las representaciones de los planetas con :,u)., «hijos» 111 • Apo.rcccn e11 el siglo XIV. y este fenómeno bnstnrin pnra advertirnos de la renovación do la ustrología en esta época. y de su popularidad: en los calculos del !Uitrólog.o. los planetas son en erecto el l'nclor preponderante. Cuando hastn esa fecha no habían tenido más que un papel baMante modesto en la icono~ralia medieval. L:ntre las miniaturas de los munu,crtttls 8\lronómicos se les halla a veces reducido~ n husto~ dispuestos sobre el con· torno de In esfera. o bien inscritos en pequeños medallones'"· A partir del siglo xtv, no sólo se muluphcan sus imagenes en los mnnuscritu' ilu>traJos: sino que resucitan. en Ita lia, en COnJuntos monumentales. civiles o religio.o<: en Venecia. se le. puede apreciar en los capttelc:s góticos del palacio de los Dogos (\'er fig. 21 ): en Padua. en el coro de los Ere mitnni. entre los fre;cos grises de Guariento: en Florencia, en el cnmpanile de Santa Maria del Fiorc (\'cr fig. f>3). donde ocupan la segunda tOna de bajo-rclie\'es. justo encima de "'o' "'"1 'CnJ V·.n,Jt'b H21, ro:. léO r. Hal qo~ s.cñaarql.lt htt ~l\l'iUtCrit,,dl:l ~l!lo >.••. de uri$~" otemll:l. C\lO ' •('l'l<' .,u,..,,, tnn•ll•\' dr ll~ltt*IIIJ~ ptJI\:lk<'l 1 as flgun\s de: lru. o1r~ m,, (lN tJ C'<.'ftlrllrl~1. "'' 6® mtl!io que In c:~rrc~tnn pl~'u •n•le l
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CC'Id, Vh\doll. 2.l!i9. roL 52 Y. E!lta m1ninlu,ll pcii~I!C".:t:. "' prcriCIM~hnlct1h• iiAliiii\U. m¡;n Miliul, tfl 1754, te pubUc11 tamb1éfl un cakndl!lrio mMica: "'' COI'ff/ dr'Nt'UI('t( detrtl E,Q't·rmrridf QJIII D!1mo dr' moti crk~li p1Mrlt1rt, etc .. O(J('IJ 'l<'trs.w:.rlo a' mtdki ~ ~h/n;r¡:l rvr b~·~~ •nlau&Jrt• t: dure m('Jtrlnt sollt butJII( wpt•rtf di lu•ta•- h t'lCIIC~IImC"ntc la twr.a mcdicvlll. V Sliprn, p. -19, n !ió. "'V ll"'l'IJUt l'hmtf(ll;,,·.uJrrbjfdcr Ulld Sttr~bildtr. btntsbutJ~·. l'.llf't: s.\%1 /'1'(}/:r/(mc dtr P4mrtrot:.lrodt'ri'IU(/u, lli4, 1'119. XXX. pp. IOU ~ j.l. 11 P.•ra el :mlnt.. u.~ot'· "· e~ cod. ~8 JeJa B.bl mun1c dt' o, •n. (~ t•) ' · h f1'1 . 201. l'at4 d ~!Anoto. d ~o.·OIJ \'•·..:, Re¡. lll; ~. et 4. n, ~ • e '-'--d 1.111. ~t:l~. IP! ZA lit~IIJi~(·~mmi..
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· f"itunn ch-1 (1U!ftHI humano.
1572).
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héroes legendarios, inventores de las artC'-. que hemos cstudtado en el capítulo precedente: igulllmente, en Santa Maria NoveUa. se les distingue en el respaldo de las cátedras en que tienen su sede las alegorías de las artes. en la Capilla de los Españoles (ver fig. 22); en fin. en los pnmeros años del siglo xv. Taddeo di Bartola representa en el palacio público de Siena, bl\io la bóveda que da acceso a la capilla, cuatro divinidndc; mitológicas. entre ellas Apolo, Marte y Júpiter (ver fig. 42). A decir verdad, tanto en estos grandes ronjuntos como en las miniaturas contern porlmeas. los dioses aparecen frecuentemente con un aspecto extrruio, tan extraño que a veces se ha dudado al identificarlos: no hay duda sin embargo de que son ellos, bajo lo< dt;fruces más inesperados'": y ahi les tenemos de nue•·o ejerciendo sobre lo humanidad su omnipotente patronazgo. Son ellos los que determinan el humor. la> aptitudes. la actividad de lo. hombre> nacidos bajo su inOuencia: y esta tdea recibe, lambten ella. su expre.i6n plástica. Cada dhinidad planetaria preside, por así decirlo. una asamblea de personaje> dispuestos por debajo de ella. en series o en grupos: estos personajes son sus «hijos•. que de ella han recibido su vocaciún. Y as1 Mercurio presidirá unn usamblea de pintores, de escritores y de comerciantes. Esta c;pccic de esquema. que se constituye al final de la Edad Medin 1". engendra en el siglo xv toda una familia de imilgenes, con frecuencia tan bellas como curiosas. Citaremos las ilustruci()ncs de la epístola de Olhen, de Cristina de Pisa'". en la que los «hijos• se asemcj1111 a los apÓstoles recibiendo los dones del Espíritu Santo: los fn:l>cos de los apanamentos Borgia, en el Vaticano (ver fig. 23 y 24); y toda una serie de grabados y dibujos en los que los planetas están generalmente representados sobre su carro, como en los Triunfos de Petrarca: en Aorencia, las estampa$ de Baldini. de las que existen dos versiones. y que hon inspirado los frcsros del •Cambio• de Pcrugia: en Alema nin. el • Bioekbuch• de Berlin. el •Hausbuch• peneneciente al príncipe Waldburg Wnldse~. en Wolfegg. y un manuscrito de Cassel de 1445 110• En el si&lo xvt, Giolito de Ferrnri y Hnos Scbald Beham repiten este tema con variantes. y hacia linaJes del siglo todo un equipo de grabadores holundc~es y Onmencos - Martín de Vos, Crispin de Passe. Golt7ius, Sartrcdnm. Thomas de Leu, Gernrd de Jode- lo trat:m a ~~~ ve>. con más o menos for· tuna
111 •
La difusión europea de este tema revela la de las creencias astrológicas durnnte el Renacimiento. Pero no siempre se trata de la \'Uigarización por la imagen de una supersti eión común: a ,·cees una obra original nace del encuentro de un arústa y de un pensador. encuentro mñs sigrúlicativo aún. cuando uno es del Norte y el otro del Sur. Tal es el caso de la Mcl01rcolia de Alberto Ourero. Esta famosa figura no es en cfcc:to mil~ que un ejemplo aislado en la serie que no> interesa: simboliza In vida contemplativa de lo> •hijos de Saturno• que, dóciles a la ley de su astro, meditan largamente, tristemente, •obre el secreto de la sabiduría. Durcro. como han mostrado penetrantes estuuios 118, se inspira 114ui en un htunnnista, «saturniano• de élite, que no es otro que el mismísimo Marsilio Ficincl. Los •hijos de los planetas• volvemos a encontrarlos finalmente en dos vastos ciclos de frescos italianos, que hay que clllSiftcar aparte porque el temu está en este caso incor porado a todo un conjunto cosmológico. El primero decora la sala de la Rugione, en Pndum. 'l-.n el c.ap_ 1 dlt. la ~ ~ C":rpliun,... la f.lJOft dt c;us al-.tta..-..r-. ptt.,~;~,..,b,, a• d tipO~ ,¡k • 4o "" h- B..d. .:o!. Ot. lH 8 N ~-..!. rr. E06: B \J_ ltlde) .¡,¡)l, Ocdl. 421 . • ,. V lii'Pt.l""'"· L.o1 P.'mJ~tas _r 1:11 blk~J, rc;wvJ\.I«,oner.. o:!st.ad!l.S por :a \.1C1~~tl lrltctnadcaaJ \k Cuu;o.;r-afi:. UN~, \lf'" lt (So./l:"t! algunos grabadoJ d~J lJIItJ ),\'• t!o~U.Jt..l las rdaoor;e. CT!Irc '"" 1CI·~~ lt.t:i.ltlu y al(llSi&I'I:U ,., 1!1 ¡;ablnc:tc le !as Cstampall \le lo+ fl N por.ce un.!lrku cukccu)t: tJ~1:;'J'' ..crl~ : ~o/mQglrtt$ $(!ptcm pltmetur.nn•, • Or f/!«lti ~-l•ptrm pltmnr.rum~. cte. (~<)1 l'd. 1M), 111 \' , ,,,,OFSt;Y SAxt.., MdNJ('O((tl , l. "t1ud. ll 1)11)1, Wa.rburg. 11. 192.3 111
4
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(Silvl.. tro Giannoui). llolonia. ,\rchiginuwsio.
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Los E!.~. O.jon. ll•hi. mun., nh. 4-'S, f . 6h .
--
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21. Los PLII't t"' 'Sl"t 111 10:-..
Vcncclu. P\ll~tcio de lo,, IJ<:,~tJ\, ca¡)ihd .
•
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22.
LOS PLM
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mas comunmentc llnmada el •Snlone•. El inmenso fre>eo que cubre los muro> de esta sala está dívídído, en su parte superior, en zonas horizontales: se reconocen, de abajo a arriba, los planeta~ y sus •híjos"; después los signos del Zodíaco, con tos doce Apóstoles"' y lo~ Lrabajos de los doce meses; In orientación de IR s ala es cal. ni parecer, que cada mes el sol, al salir. proyecta sus rayos sobre el signo zodiacal que realmente atraviesa en el cielo. Por encima, la ültima zona incluye uno lila de figuras misteriosa'<. cuyo sentido sólo reciente· mente ha sido descubteno: son los decanos y los paranotclíos de la •esfera barbara•''". Lo que se halla aquí representado es por consiguiente todo un sistema del mundo: lus zomas corresponden u lns esferas conct\ntricas que envuelven n In tierra, y en las que reinan los ordenadores del cosmos. En los frescos del Palacio Schifanoja, en Ferrara. encontramos una dispos•c•on an:ilc>ga. E.!>tón divididos en lrCS bandas horizontales. En la banda superior estan pintados no sólo los dioses plnnetnrios, sino también lo• doce grandes dioses <.Id Olimpo. •señores de los rneses• según Manilius. cada uno de ellos sobre un cnrro, rodeado por sus •hijos•: en med!o. los signos del Zodiaco y los decanos que los dominan; finalmente. en la banda inferior, los pasatiempos y las ocupaciones del duque Borso en las diferentes estaciones del año. es decir, una especie de crónica o de calendario ilustrado del palacio, de la .:orte y de la villn 11 '. Aquí también. estas tres zo!llls superpuestas no son mas que la proyección de un $istema esférico (ver fig. 25): la zona inferior representa el núck-o central. la uerrn 112• Estos dos grandes conjuntos. que decoran. uno un palacio público, el otro unn estancia principesca; y que mez.clan ambos, en una asombrosa síntesis, escenas familiares y episo dios de In vida cotidiana, con las figura~ antiguas -y con frecuencia bárbnrns de los demonios siderales"', son documentos esenciales sobre la singular fortuna de In astrología en el siglo xv: son la traducción precisa y completa de unn concepción del uni•crso en la que los dioses paganos han recuperado el lugar de
Kthluui'..t_'~n.-lv• ~
de señorc~ sobe:ra·
nos. Pero incluso en los edilicios religiosos aparecen hacín la mismn época, en llulin, representaciones astrológicas de unn importancia totalmente nueva. En In vieja sacri•tia de San Lorenzo. en Florencia, e igualmente en Santa Croce, en la Capilla de los Pazzi. el •·LSitante descubre con sorpresa, justo encima del altar, una cúpula con las figuras r:nitic:ts de las IU Sb~fC lo~ doce llpc\~!iJI<'II ns.:lciado.\ lllfls dnct .lligiM. tltl 4'.odinco, V. ru~n~. /lfilQ[QRI(r d. C,IMI. Kúrut.. l. l, pp, :!92 )'u. 1_,Sobfe
el Salcnt. ._. W, ktlllGU, Lit Rag{otJ6! dr Podwo. Anuln
arqu~icw, XVIII. Hl :o.tl; XIX. 241·2$1;
XJC\t.l$().-l7t; A fJ\"O'oo,l dt'N rio /orot'lfb¡m:cr ~~~ u/f~ltJd(l $ulo.tvln P~.u. Pld~J&. 19!~ l..aUII~ « ~llft~O de los f~ ha 1t:tudo 'llotC' t'per&r huta 192b, fa:ha en 4'"" ti tlt SAM. (Su:t.~t¡:~Gf'"tlu~ de, llrMrf.,_.tgtr AA:Qd. J. Wls.t .• 1915-192~. I"P· ~9--68) Nlt(»HrO b dA\'( de 1M mismos: 1) l"n 1,,, nnnianua\ Que duo,tr.an l.a iuwtvxia •k G.al\io 8(1nflUI, cod. Vindoh. ll$9, fil&l\) xtv, 2) en uo atci\ICI ndtlu;i¡ dd A,ttwlti!Jitu" plmumt de P•Cim d'Ab1mo. c•ILUtt.lí' er• Fl.iptHUlll p11r Johnnn iin¡cl en l48!1, tuy¡t~o: ti~ura-. \lcrivtn a su \'t'l de un manus~ri!o de Abll M-1~r. d ..:u\1 Kctc. l283. Piruo 4'Abano ~ w. ~r q-.ü~:n pro~te)O (k diet qu~ • G~mo) dd proatiUl\ll rnr.uuro del Saf"~tto pa" ftt ~,)$m su ~ tttul l'IO -...m lll'lctn«cs. s 1420. ' 0 Se p-.acck ~puar. • e"k respcc10, 1 01 M;oq· Rtau #fonu dft dw.pt di 8¡-rry- ('('1ft k» fm«K lld Pal.ao;t ~-M&nOJio di d;o. M \L, ('IOr ejmplo. aS iJ:.u¡u.: efl IT\ot'd110 de fi~.n o Jwerrca.ndo duf'lu\l~ 1ot mests de enero)' febrero. b""' el ph1nt1a)
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\ludv~ a C::SU."CMtltanc t"'..W m~,""n» licuru ~\• en lo& &ap.ia,,.. de- i"(''b• Jf4b;.dn r en lo' u.uado\ dr IZI4JI. sk q\JC. ~ tlaht.do fcf. s;rpro, rP- 51 tu.). Furta dd rido astmiOJJco. ac- c:n::uef)~'*' .t '"<'<'~ d10-.n e··· o:t.~ l ~&dos~ cr.atur~• d~abillicaJ. Un cjt:mplo cé:kt« t'!l d de: Cuptdo pi111ado por GaOU(Io en lu c:U~Inlk 1a iAkSi.! ..-k Asilo tnC'ima de la tumhll de Sao Frnru:asoo; nene garra\ de p.ilj.1ro de pr~. é!Oh' tipo se vueh·c t Cf'let'l1llrnr r-n 1111 rre•I~'O dd 10
Casld do Avto. en d Thül, ven unn nuni11111ra que üurtra u11 l'lllt!mJI de Fral'leti<:C) ~ llarbedno cv. P. Er.u''• ~:n ()lo'"· swr 1~1. l1at. Q1. pp ~9 70, )' 1~mhttn Zol'or", Storia átllu LAII /t .• pi. 1--t) 'IUC c·.t• BoceA{ •O en l11o c;,lt6lloxiu IJ<"~ IIX.. 4) l'fdo ¡UJ l'l-p/lls r;ppomuuur. He ah! fi'K'i al Amor- tramfOf'RWSo en n¡.,n,u•oo, rott0 el A::do que ütWfheni•N • un 8cmo ¡cruel dea~~ ptu kK ~~nu ld* dJOSo« dd Ot~! & arnpc'f'.ao.:IO!L bo &UI)ta' dd R::Bac-'m.cf~C" •I•U10 darin a Cri"., 1m t-•ti(I
67
Londre1. 11. M., ms. l-Iarle~. ~·111, 1. 10~1 (CriM inu de Pi!-i3n. Epístola de.• Ott•u).
constelaciones (ver fig. 27). Se ha podido prob3t"' que se trata de un tipo antiguo de deco ración ya recuperado por los árabes; pero lo destacable en este caso es que las cúpulas rentinos no representan un firmamento cualquiera: el artista ha fijado en ellas el aspecto del ciclo tal y como se le apareció un día determinado y o ciena hora. ¿Por qué? Sin nin ~una duda porque en ese mismo instante tenia lugar un acontecimiento decisivo para la Iglesia, acontecimiento que las potencias celestes, entonces clcvilndose sobre el hori1onte. debían presidir. De hecho. Warburg ha podido demostrar que la posición de las estrellas, tnl y como están representadas en la sacristía de Snn Lorenzo, corresponde al estado del cielo de Florencia el 9 de j ulio de 1422, fecha en In que fue consagrado el altar mayor 111• F.stos astros, que la lg.lcsia acoge en sus santuarios, Uenarim má.~ tarde - ¿hay que recordarlo?- los palacios de sus papas. El Zodíaco. las constelaciones, los planetas. jue· gnn un singular papel en la decoración del Vntlcnnu. Citemos únicamente, en los npnrtn menton Borgia, la sala de los Pontífices, decorada por orden de León X. Sobre la bóveda. los nombres de los sucesores de Pedro se hallan rodeados por símbolos celestes: encimo de Bonifocio IX. el Cisne levanta cl vuclo entre los Peces y el Escorpión; a cada lado, en unos medallones. Marte y Júpiter se desplazllll en su caJTo. En fin. durante su periodo mas radiante. el Renacimiento italiano cristalíz.a. por asi decirlo. en dos obras celebres, los elementos plásticos y espirituales de este gran tema 3\tro. mito!Ój!ico. La.s dos fueron ejecutadas en los albores del Cínquecento. p:lra un topo eminente de epicúreo y humanista, Agoslino Chigi; una es profana, y la otra religiosa puc~ In pnmcra es una bóveda de su palacio, y In otra, In cúpula de su rumba Ln sola de la Famesina en la que Rafael pintó su Galatea '". presenta al visitante una bóveda poblada por figuras mítológic~ (ver fig. 29}. entre las cuales. a la primera ojeado. se reconoce a Perseo abatiendo a la Gorgona. a Venus y sus palomas, Leda y los Geme los... Se admira en primer lugar la fantasía decorativa de Baltassare Peruzzí. el arte con que ha distribuido estas vivas ímagcncs en grupos y cuadros; y sólo tras rcOtxíonar se pcr cibc el vínculo que liga este conjunto a los ciclos 11Stro16gicos de que ltemos venido hnblnn do. En efecto. ¿qué puede haber de común entre estas nobles deidades, de una elegancia propia de Ovidio, que parecen moverse en la~ serenas alturas del eter. y esos demonios tan cercanos ala tieJTa, que nos mostraban los frescos realistas de Padua y de Ferrara, o con el firmamento esquemático de las cúpulas Oorentinas7 Sin embargo, las dos escenas centrales. en la bóveda de Peruzzi. se desarrollan sobre un campo de estrellas: ¿qué quiere decir esto. sino que también aqui sólo la astrología podril ofrecemos In clave de esta brillante decoración? Oc hecho. un análisis riguroso ha podido descubnr recientemente. en la elección y en el urden de las figuras. datos cienúficos precisos"'; ton precisos que han permitido reconstruir un mapa del ciclo (ver fig. 26}. en el que los cñlculos de un astrónomo han reconocido el cielo de Roma, tal y como apareció el 1 de diciembre de 1466. el din mosmo en que nacía Agostino Chigí 111•
ll ' A. \VA,M.IIl•N.O. Eir.~ aSlronumiJch•· llillllt!t'i&dtu1tt•(/wr~ 111 d~r (J/IM s .• ktil'l(l \'(m S. Lot4!H:.O 111 ,.-,,,~11: 11'111). (jr¡umm . Srllr({}, l. PP• 1fiY 1n. "'v. ,. Ut·R'I"Nil'
A¡ u•: M1"1ift 1~11 '"rrn. mu1os habrian ti¡.uradO probahkmt:nle rnitos tcblm>ll e Jo- blts:"~mtDS. '' h \e •na.;l\111 se debe al Dr. S.-.xl · LD/M' tutroltl{tt'ft, C"'c., rl'l· 22 l )¡ lntc:rprcll.lione amono:ntc-• dd un$0.:1qu..Wl dcJII \'OI.La. •• Ü&e takulo hl :sido h«to
pcn d Ot.
Anhur 8k1 V ~o\\1 ~ •"1' ril., pp. 61~7.
70
De tnl modo que son una vez mus las polcncius fatales las que en este caso vigilan. escondidas tra.~ el velo bordado de la Fábula... Pero esta vez proclnmllll el dcstmo de un individuo que debe a su favor su fortuna y su gloria: la Fama, que hace 5onar su trompeta entre la.~ estrellas de In bóveda, lo publica triunfalmente. Cada vc:z que levanta la vista, el ~cñor de In cn~a relee las brillantes promesas de su horó brnos levantados. en un gesto a la vez de bend1ción y de mando. El sentido de la composición es claro: los dio~es plunetarios, a los que se lw.llnn 'ometidos el mundo terre.<.lrc y el destino de los hombres. estítn subordinado u amos a los tCJtto• comemporaneos. l!n sus Himnos Sagrados el poeta-astrólogo Lorenzo Bonincontri se dirige en estos términos al Padre e terno:
Te duce, efful¡¡ent Jovls asrra cae/o. Reddis el clarum Veneri nltorttm, A tque Fortunam ••ariare co¡¡is ln.fima summlsJ 10 . JB:Uu 1\1 m1ndo r~p:andec
fottun• 1 1 te
,-ol:.lbl~.l
Con mñs precisión aun. este mismo Bonincontri expone cómo Dios, al crear las estrc· llas. quiso hacer de ellas sus auxiliares y sus agentes, «ministras exenllri~esque•, éll el gobierno del mundo sublunar:
Principio Pater omnlpoletiS, u1 legibus orbem Flecteret ... Sublimes rae/o statuit stellasque globosque Erranlllm: qulbus et numeros el nombra ji11xil. Naluramque //lis praefec/1, 111 omnia ,·crtfs Temporibus mundo starem... /lis harnlnwn f/nxil mares. el corpora, ~ omnt!llt For1unam, et casus •·arios, l'ilamque, dlemque ExtremtLm, fati serlem f/nemqut? ialxmun... " 0• (Al pnncirk• cJ Padtt: Ofi'UIIJ)Oie!'lle,/ para dobltjiit am
lq·~
:ll o:tlc. 1 coloco al él .:..:li1
lat~ c'>trcllill\ tut-:u·:k' .. !.).,
lolobcw tJe kn ~tlkt.A.'f·l" 10!1 e~ tes (IJO ocbha• r k• p950 aomb«t. / ) puso al ftttlc \k ~lm a lA nacurilkl.L r~ta que tocio~ d IPu.ndo> 1 ~~ en ~ ddrrdo c:omcnu.. l>t!:pcb de es&o (,'11'1110 In costllfllllfd \k ¡.-,; ~lr.n. • w1 a:a f'1'\. • ' a tuda 11 f'cnwa.a.. )' b "•nn~ IO)('.UC.ftllttlh~ot. 1 la 'idA., 1 y d dla c:r..«r..I..cdactdd dc:ltino y fin de Jo\ uatM,.\1.-t " Dkwm Sl,{t"mnfun tlfr(I((MO~ rtm'.r. 110 1_ II O~ I Nt.otoo-nu, Rtr. fllfr, ~r difuL sil'tr
1
1.. 1V C1491). 1, l , 41 44,
d•1 rt'11. cwl. Llb..l. 111 , IJ, 12 y ss.
71
.. 2S .
~errara.
ESQUE\1,\ A~tiH>I (')(JI(() Ul
Pala"O < • u·ranoja. : I>FCORACIÓN · "-~· ;)'\; 1
26.
m (.'Oit \ l lf)N, Ro n¡.¡¡, h trne,inn, Sala de lu GuJ~tC.o_l , lc<:ho.
1 .'fJI t·r>.l1\ A.;;·¡ ROl ÓGICO l )f-
27.
El CIElO
m· l•uuu fi.:U,, l l 9 DI! JUI.K>
Ol
1-l~.
Florrnua San lormzo. 'i:acr1i!ria VieJa. cupula de la capilla.
2R.
Du" \ U>S <\SI "0\
(Rnfoel). Rom3, Sl3. del Popolo. cti~ula
de la Capilla Chigi.
29.
HOROSCOPO DE AClO'n l"'l CIUGI (Balda.s;uc l'crul.ll) .
Roma. Fa.rncsina, Sala de lo Gala1ea, locho.
Así. los astros que detennmaron la muerte de Chigi tras haber regulado todo el curso de su vida. no hicieron mil< que ejecutar los decretos de la Providencia. Pero donde cabe cncomrar el mejor comentario a lo. composición semicri
llh'IIIM,
Dios les dirige entonces un arenga solemne:
Trmr gtniror solla placidus sic coepft ab alto... "'. 'EJ\t«..:on d j1
e, tO'T'If''acldo. c:c~
ü des& el -.:tO -. .,n_
1
Vuestra tarea. dice, .rcrú cooperar. cada uno con arregl(1 a sus fuerzas. en la gran obra de la creación. Os corre~pondc terminar esa obra. modelando el mundo terrestre y In~ crin turas mortales. como yo mt;mo he formado el Ciclo...
Qutrre 118/IP, el celerPs quam prlmum ascendile curros Agr~ssi morlnle opus el genus omnc anlmanlum ..."'. 1Por t.an~'-"• lrtf!'lll r1•.
Asi habla. y con un signo de cabeza conmueve el Olimpo; todos los dioses saltan a sus carros y se lanLan a la tarea asignada. t..a correspondcnci1< con In cúpula Chigi es ~rfecta, se diría que está uno leyendo su descripción ... Y sin duda Pontano se acuerda nqui de Platón. que en el Trmeo reünt en torno aJ Demiurgo un concilio de~H~h,vt:; u•; pero sobre todo se esfuen.a por intcgrur en
el dogma cristi3no lo' principios de la astrologi3. Esta conciliación entre In •ciencia• pagana y la teología. entre la Providencia y la Necesidad: este equilibrio entre dos univer sos - que el pensamiento del Rinascimento continua persiguiendo ansiosamente- helos aquí súbitamente. por un in~tante. realizados; pero sólo el arte"' ha conseguido este miln· gro. el arte de Pontano y el arte de Rafael. en el que por otro prodigio, lo pagano y lo sagrado, la gracia S(nsunl y la majestad metalisica se funden en una IU2. de paz. " (..-r.v:!c. 1. 911-9!J. ~--~ rt
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CAPiTULO lll
LA TRADICIÓN MORAL
El metodo de interpretacion que consiste en prestar a la miwlogía un sentido edificante se remonta cuando menos a los Estoicos'. Su ardiente deseo de conciliar 1~ filosofía con la rtligión popular no les había llevado unicamentc. como hemos visto. a buscar en los Dioses símbolos fisicos; se esforzaban también. llegado el caso, por descubrir en su figura y en su nombre mismo una significación espiritual~ y en sus aventuras, una enseñanza moral. La empresa, en un primer momento, parecía una autentica hazaña: los Olimpicos, en $u conjunto. están lejos de constituir modelos de virtud; la historia de sus orgías y sus crueldades, de sus incestos y sus fornicaciones no puede ser menos edificante. Pero ahí radica justamente lo que hacia legítima y necesaria la exégesis de los Estoicos. En efecto. Homero. que relata todas estas ignominias de los Dioses, es un noble y gran poeta: ¿es admisible que haya compuesto estos relatos irnpios sr'n una ()(:ttlla fntendón? No; con toda seguridad. es imposible': hay que esfort.arse por consiguiente en comprender lo que ha querido decir cuando ha!)la de los Dioses; hay que distinguir el sentido literal y el sentido profundo. El primero es frívolo. pero el segundo es grave - y es éste el verdadero sentido. Así se constituye el método alegórico3, Lo encontramos ~istemáLicamcntc aplicado, aJ final de la era pagnnn, en dos pequeños tratados: lru; A /egorias lwméricas de Heráclito, y el Cotnt>lltarlo .•obre la >taturale:a de Jos Dioses de Phornutus'. En ellos aprendemos que los atributos viriles de Mercurio Quaúratus significan la plenitud y la fecundidad de la razón' y que las Arpías que le quitan su alimento a Fineo son las cortesanas que devoran el patrimonio de los jóvenes". 1 V. Dt:t:HA:Ilt.ll';. /.u Crifrc, p. 2.8'8 y t!lr.lbiCn 21.1 2?5: (hlbcl'l MuR.RAY, Flt•t Sta~~·~ b1 Gr~k /Migiu/1, cap. IV, pp, lfl5 169; (;, Unh~ll
Sllll:l\'tíu~·.
c-r,...J.
S(1b1e 1:• ln:erpr~lticU>o mur.~l de lvs rnho11 cnln.! kJ!I &tou::o• en r.cmcral. v. IJ1'C11Mt"•O' , pp. 34i J!l). ' PHO~N'UTUS~ lh! ttill, dev,r., p. 32. ' llet:idi1o. op. VIII. j). 79.
77
Los nco-pl>" se ven finalmente explicadas en un • ' . d OSO y 11 ~1 OSOhCO, ·- 00 <(00l(l)~ . SCnU'dO p1a 'l.CU fjtlr.(1t1t•
Minenra es la Prudencia. y Venus lo Belleza". La mitología de Vir¡;ilio es interesante a este respecto. y por doble molivo. En la mullí· tuu de Dioses maléficos que se aprietan en el ''estíbulo de Jos Infiernos". distinguimos entre los monstruos de las viejas epocas, Gorgonas y Titanes. a la D iscordia, las Preocupa· sAu•s-rto, Df' di(\' r'l rmuuJo. cnp. 111 y 1\', • E.'lta e"'t11ic;u:ióll !::'!lit l mn lltl~. (l()r ntm rnrte, de lit !i• orucic'1n dt' ht1ttmn en nlubanflll n !;"~ Grn1 \~ndrc "CtCilRÓI'<. Dt nm. d~~or., 11. 28: J11perrtftiar:es pat!W settf:e:s: SL'Sió.CA,jragrtt. 26: (nepttot' po'!túJ'Itftl. u Pu•TARCO, lH l~(dt ~·t Osiridt, 3SS. 11 V por ej. RarM'<~, E~tur)(()f (lt• histQr!(J relfgr()Ju, pp ~6 21; oConsuluyc un erro; ~UPQU« que c:n unu c-po~a )'IL pasad.u la huma.nid11d creó .rimbolm a fu• de rc:!:ubrir dogmas, y con unn 0-icón dlf,\hU.l tlcl ~:i mboto y del dl,'l¡ma ... CL Vida deJ.:sW. IU" cd., 1~63, p. 3. 11 V. G. MmtRAY, op. ("(t., c.np. 11, p. 7S. ••llcrmcs, Atc.Ma. Apoio. tienen todos !IU lar)l,n lustoña t:liptriutnh. 11
Sobr~
los dlo~s que tnce.rMn pa,llfnws y SObT~ h• eJtpli<:3ci('m <~p!!i<,;ulós>cu" de 111 mitolot,ti~. ''· ~)H"HA"--\11', Pr~ ;tgq
291.
"Avn., VI, 2'il·281. Cr, la descripdbn de F11m~~ ibid., IV. 173 188. V, BQtSStf! tt, La R.:/. rorn, 1, p. 322.
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c10nes y los Remordimiento> vengadores. Por otra pane, los Olimpicos han adqUindo en la Encida una fisonomía digna y gra,e; Virgilio se prohibe relatar acerca de ellos las hgera> h1~torias que con tanta complacencia rocoge Ovidio. Su actitud incita al resp¡:to: Jup;ter preside su consejo con majc.<.tad •obcrana; la propia Venus no es más que una madre que tiembla por su hijo". VirKilio mornlin a los Dioses, al tiempo que diviniza las ideas morales. Erróneo en su principio. y con rrecuencia ridículo r or sus obusos, el método alegórico tenia su cxcu>a: incapaces de distinguir netamente períodO> en '"historia de los D1oses. los filósoros reencontraban en la mitología elementos que otro' lil6~ofos habían introducido en ella: el reOejo de su propia sabiduría... Por otra parte, como hemos dicho. tenia tambien su ral6n de ser: a quienes querían conservar la religión de sus padres. se les aparecía como un medio de regenerarla. de ponerla de acuerdo con las exigenc10s y escrilpulos nucv"' d.: 'u
conciencia. Por esta misma razón. parece que el cristianismo habriu tenido que mostrarse host1l n la 11legoria: esta era, en mano~ de los paganos. un arma dcfcnsiv¡¡ de gran vor. Desde el momento en que Juliano. por ejemplo, conferia a la mitulo~in un sentido altamente esp¡ri tunl. la protegia contra In crítlcn de los cristianos; y éstos no podinn ya reivindicar paru 'U propia religión una superioridad moral. De hecho. entre los Padres de la Iglesia. algunos combatieron estas interpretaciones •que disfrazaban. bajo lo. fastos de una doctrina profunda. un vergonzoso y miscrobk error•. •Se nos habla. continúa san Agustín. de lecciones de vinud. que un p¡:queño numero de iniciados aprendían en los mitos: pero. ¡que se nos mu~trcn. o que "' nO\ recuerden los lugares en que estas lecciones han sido predicadas ni pueblo!•' 6• No obstante. ¿cómo habría~ podido los Padres condenar sin apelación un mctodo que ellos mismos aph cabnn a cada paso? Sin hablnr nqui de las parabolas. trndicionales en la .:nseñ;mza crí\ LitutA, es conocida su tendencia n buscur siempre. en los relatos eJe los libros santos. un sen tido profundo. oculto bajo el sentido li teral". Esta tendencia es sensible en primer lu¡or entre los Padres griego>, y se explica precisamente por su formación alejandrina: usi, según Orí¡enes (y muchos otros comentaristas lo repetiriut después). el esposo y la esposa del Camar de los Cantares son Cristo y la lglesía 11• Pero desde Alejandría el espirito alc~órico ¡ana la Iglesia occidental: se encuentran uégesis del mismo tipo en san Ambro"'o ). en Prudencio. cl famoso autor de esa Pslcomaquia en que se p¡:rwnilican lo.< ViCIOS y las Virtudes". Mas aún: incluso para la mitologia, los Padres adoptaron con frecuencia intcrprctaCIO nes morales análogas a las que proponian sus adversarios. y ello por rnones didacticns. Hubian admitido. en erecto, la poesiu prorana en lu ctlucucibn. no sin repugnancia. pero
u V BowiiU. (lp. ril.• p. 286~ Dl lA VttU' nr Mtutotrorr. l.a Mil"I!I~IJI •• 141 dM'fN l'lf k>t ,o("g(HHo"uu de Apolt"''id J,· Rodas\ '" /4 Entld4, t89.J un, Ctr. D,.. u. 6.. .. \'~ n'Jbl1tttri~ q1w1 tt~Jldi'W' pat.ldss!~flt ~,u.,., .,,.lt.-l<~t•A n urnum n-JJJJ rrhJC,.,.,,.,,...I1h1f JJN'«I, 1/#I#Ju.J tl/1:.~ ¡wo/JJIOS i'rmltW4¡W Jutnltlr; tfd ~rtr.liiT rt/ ~C'Itll•r lnftz-/tavNfl rrj~o; ('( lpilt . 91 •tilo 0111W. q:.u üllllqWI:U M "111 dtf!orv,. ~ C'OilJCr\OCol uuft.... ""(' Gldrr .J¡jllJ in:nt~"* wt4"'
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"'trrtutiano, Cipnaoo. Hilaoo de rt. lier-. -An .\RU11lm, 11pln:an lllmbien
CiotC'
fnttlodo Sobre Prudcncto. V. \l L\\A
111!'111\R, 1.11 f'rlt u11roquio dt P111dtnclo. Ptrl•. J~3~. l.aii\IRltlil(ft;t(m qonlwnro iltl'ntm".;¡,,,~¡~¡ 'i(Jbre la hislori:t. de 1111 luctBIUIII Al(jOriCII.
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con la convicción de que era un elemento indispensable de la cultura'"· ¿Cómo podria un hombre cultivado ignorar a Homero y Virgilio? Ahora bien, para hacer comprender a los alumnos Jos relatos de los ¡>Oetas, el profesor, necesariamente, •debía contarles la escandalosa historia del Olimpo. explicarle~ los a tributos de los Dioses, desplegar ante ellos wda su genealogia ... »1 1• En esta tarea delicada, la alegoría les proporcionaba un gran auxilio; y puede creerse que los profesores cristianos del siglo 1v acogieron favorablemente los comentarios paganos redactados crl este sentido, tales como el comentario tle Servio sobre Virgilio, y el de Lactancio Placido 'obre la Tebuida de Estacío. Pensaban de este modo reducir a los Dioses al estado de ornamentos inofensivos. Oc hecho, en las escuelas no se limitan a leer sus aventuras: se les convierte en temas de composición. ¡Dos siglos después de que el cristianismo se hayo convertido en religión del Estado, aun se propone a los jóvenes, como ejercicio literario, que hagan hablar a Tetis o n Juno, o que condenen el crimen de un impio qut ha trasladado la estatua Uc Diana, la diosa virginal., a un lugar deshonestol 22 La mitologia llenara por igual, como un ingrediente ano· dino, pero indispensable, lQs panegíricos de Claudiano" y las elegías de Ausonio 1'.
En el umbral del siglo vt se levantan dos monumentos alegóricos: el uno sobr~ la Biblia, las Moralia de Gregorio Magno": el otro sobre los Dioses paganos, las M)•thologiae de Fulgencio26• En esta irlúma obra, el «lector se siente casi espantado por la agud~za de un espíritu <1ue transpone filosóficamente tl>das las fabulas bien al plano de la naturuleza. bien al de la moral•"· Al lado de interpretaciones lisicas. Fulgencio elabora, en efecto, expUcaciones edificantes: asi por ejemplo, las tres diosas entre las que escoge París se convierten en símbolos de la vida acti va, de la vida contcmplath·a, y de la vida amorosa (ll, 1); el emparejamiento del Cisne y de Leda significa la unión del Poder con la injusticia. unión cuyos frutos son necesariamente -como Elena- objeto de escandalo y de discordia (IT, 16). Gregorio de Tours percibía claramente el pdigro de este metodo, que con el pretexto de extraer de las fábulas paganas una enseñanza moral. perpetuaba su recuerdo: «Dejemos a los dioses. decía, y volviuuonos más bien hacia el Evangelio» 23• Pero estas sabias adver· teneia~ no tuvieron electo. En la é¡>Oca carolingia. paralelamente a las Allegoriae in uni••er sam sacram scripturam, do Rabano Mauro, aparece un poema de Teodulfo. obispo de Orleáns. sobre la maoera de eotender «filosóúcameme» las fabulas de los poetas": 1"Tt.IUULl.v-O. o~ ido/, 10; •<."um iJIS(fiJI!!I'IItum ¡!1 mi ()l'll.tlt'J! t+IUJm lfrtetartm.r... --~ S,_:., JtkSiftt, r:!fln de.' pllj!atJÜrJttl. l, pp. 23·1·235. V. MAHKOl. Qp. dt., p. 117 t.n ,.h/'S((Jr/(1• (~n d ..~ui,lo de: e:..¡llicac).bn, C-e m:'orm;lct;,ncs hl!ltÓuéb1 indi3p;n~11t-lt;$ p~r11 '" tnt.elig.t:,,da de l.lltCXIO) <'incluye: ncc~sariamcmc la mholn(.i;'!, 4u~: twnpll en ('1:1.' vlt h.gl)t de hOt~(I(N. 'Jv. csco¡ 1crnas de Dlcrtcm;~s en 801\ISIER., op. eU.. p. H.l u /bid.. u. 281·282. ~· l~1d.. 11, ~OtO 1-.:.n Jo. edllCIIt~l'l'l tic 1~ Je-suhll'· In m-lt~llltzl.l" jug¡u.'1 m:'L'l t.'1tl.l.: utt papel par o::ornrlctu analcy¡o. ~' F'!;pt.,:.Mo ''' IUmlm Jvt' \h\" tnllr<:lium Uiu•J A'XXV H Jout.m ¡.. nuc Pl..AI'o('lo\l)ft¡~ M,!'I/!11/()J:iflrllltl ¡;¡} Carum )Jf'l!.rh_·.1t!rum !Jbri 111. Aut.wres \f)•Jitogruphf lo11illl, cd. v.,n ~111 vcrcn. l..eyde.. 1742. ¡1p. S9J 1J4. Rc~Qrdel!t.,,s aqui, ti ti:nló m~icnt,~·•), ltts 1Jo(1u1 rlc ,\/t>.!(l.lr/tJ .1' Filolo$lr~ de M.,M.l.IA:-10 C".PLUA, que son e!,CnciJI!InUilc: un:!. ~egll1fu Jc l!u. al'~ hhc:t~.~lts. 1' TaS es d juicio de un clórigo dcl si~o xu, SJ.Jm (lrdlntm ~·tol fJd lrumn,we 1•luu! !ttoralitmcm~. n • /Vf)n t'.nlnt op1.mc•l11. ~~t-f1bé c:-.tt ~1 Llbtr di' glor(c nwm•rtm: (M. G . S. T<'r. M~t'O\',. 1, 4~1 .HUh. ¡¡fnlltu..-.1 ••:mrwtcntOrart fa.'luiC$ r.til:ll' pJ:Uo.W"~plumm¡ l!!lm!cam Oro Silp!emfa"' lequ;, r1e i'l j:uliei~m (t(ft•n:m.' '1/m"ll'$, IMmirlQ Ji.'\C..I'Ik'nu &d01111U... Nc.1t ~ga SalltrnJ fugam • .mm Jttrmllls uam, oon Jot•{s :.tupm ... ronu'l'''lf'WIJ, .S4•(J' lJUI !Jrlmls,· ftmquam .(!J{H'r iuuwram Jorota l!'l c:/lo rulfllm COit~plde.TU (Id dil'/nQ ~t tt'(Ulge(lt•ft paliM' miro,·»(a l'('ttfrlllmur... :., Tl/et)(ftiV: Cormfrm, P. L. C\', ..:nJ. lJJ .l,\2, Oro /illr!J qumt ú•x•·r~ totrliiJ.m. t•! quallri!rJabulOI.' potta'1ml (1 pht!CJ.ft)p!tiA tlryMke fl'i!rtractt•tJiur.
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Falsa poetarum srilus nffcrt, .-era sophorum Falsa horum itt •·erum •wtcre saepc so/em ... IFI .nc: -;,t~ f.d,.:J l d:s.l
!11.1 f'\ICI:I c c~IU 1.:0
u m~:nltr¡¡~; ¡,,, ,¡,,.h,,, ••:k• lt• J c l,)si.lbi~H 111tlcn hit•'('' \lUC" l'lr~·alc:z.:-a 1;:, ''t:J¡¡J "'tlfC' ·,m
En con!>Ccuencia. interpreta que Proteo representa la Verdad; Hercules. la Vinud; Caco. el mal ladrón; y comenl8 en estos terminos los atributos de Cupido:
De este modo lA mitología tiende a con•crúrse en una Phllosophia morolis: tal C> el titulo de una obra del siglo X t. atributda a Htldeb.:rt de Lavardin. obispo de Tour,, que recoge un gran número de ejemplos en lo• p<>eta.\ paganos, al igunl que en la Bibha ••. Tiende inclu>O a conciliarse con la teologia: el genio alegórico de la Edad Media. que. renovando la tradtcies con lns Vuwdes que, según san Agustin, condu~-cn ni hombre grndunlmentc a la 'labiduriu cris Liana; los tiempos en que GUIUaume de Con ches'' comcntMdo In Cmuoloción de la Filn ss. compuc>tos de barro, 4uc se sublevan contra el alma-J úpiter; los tiempos en que Bernnrd de Chartrcs y su ulumno, Juan de Snlis· bury". meditan sobre la reUgión pagana. •no por respeto hacia sus falsas divinidades, ~ino porque esconde enseñanzas secretas, innccestbles al vulgo•. Pero sobre lodo son lus ticm pos en que se explotan las Metamorfosis de O•idio como una mina de verdades
'" ~fc ,.o1lis plrf,'t•S~ f'hfu 1/r hwwHu Cl u.rtú J' l. C I .XXl . col. 1001 ~·u lf4.Ual "'' f !t,'IJiú.:IIU) ~"rr. d~ /of •ru , \."cc.. Teol c ...t.'ll,. 1 AIn:~ /lc"NiroJ. 20. Eq tipo de -\ tq,)ria, ..,IK amr11:..-n d ~-cnll- K" h&!bn 1\. "J en SA.., Aca:"iTT", EllllrrtJI l
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