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La estructura apelativa de los textos l OI R e c.e-
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«En lugar de una hermeneutica, necesitamos una erotica del arte»l. Con esta exigencia, ironicamente aguzada, denuncia Susan Sontag en su ensayo Against Interpretation esa forma de explicacion de los tcxtos que, desde siempre se ha esforzado por indagar las significaciones contenidas en los textos literarios. Lo que originariamente tenfa pleno sentido, hacer legibles textos deteriorados, se ha convertido progresivamente, piensa Susan Sontag, en desconfianza frente a la forma perceptible de los textos, buscando un sentido OCll\rO que solo la interpretacion puede descubrir2. Que los textos tienen un contenido que los hace portadores de significaciones, es algo difkilmente rebatible hasta la irrupcion del arte moderno; de este modo, si los textos se redudan a sus significaciones, quedaba legitimada su interpretacion . Esas significaciones se remitian a convenciones reconocidas, 10 mismo que su valor, que, de este modo, se aceptaba 0, al menos, se comprendfa. EI celo c1asificatorio de este tipo de interpretacion solo se apaciguaba normal mente cuando se consegufa el significado del contenido del texto y se ratificaba su valoracion a partir de 10 ya sabido. Esta remisi6n de los textos a un marco de relaciones existente constitufa la meta esencial de este tipo de interpretacion, y asf los textos quedaban forzosamente neutralizados. ,Como explicar entonces 10 incitante de los textos? ~ s textos tienen sin duda momentos estimulantes que intranquilizan y causan asf ese tipo de nerviosismo que Susan Sontag ha Hamado la erotica del ar~ Si los textos poseyesen realmente solo esas significaciones obtenidas por la interpretacion, no quedarfa nada para eI lector. S610 podrfa aceptarlas 0 rechazarlas. Sin embargo, entre texto y lector se juega incomparab;emente mas que la exigencia de una decision en favor 0 en contra. Cierto que es difkil penetrar en ese proceso, y podemos preguntarnos si pod ran en absoluto hacerse afirmacion(s accrca de esas interaccioncs, sumamcnte complejas, que ocurren entre texto y lectOr, sin deslizarse a la pura espcculacion. Al mismo tiem..Qo b .abrfa que decir q.uc_un t ex to se abre a la yida solo cuando es lefdo. De ahf la necesidad de considerar el desplieguc del texto m'Caiantc Ia Icctura. Ahora bien, ,que es un proceso de lectura? Por una parte consta de la realidad dada dc una configuracion compuesta, que, sin embargo, por orra parte, solo logra su cfecto por las reacciones desencadenadas en el lector. Si se detcrmina cI proccso de lectura como la actualizacion del texto, cntonccs podemos pr('guntarnos si tal actualizaci6n cs describible de algun modo sin carr al mismo tiempo en lIna psicologfa de la Icctura. Si se diferencia entre el texto y las form as de . J U actualiz3cion posible, se cxp~oal rcproclicd~ su idm tidad t'ntregandolo a la ar'bitrarieitITIu c fa comprension subjctiva. Un texto. se suel(' delir. <'xpone algo. I SUS3n Sonug. Against Intrrpr(tdt;nn a",{ Ot/'" F.HdVS, Nuev, York (Dch, p,()(l~\ '1%4. p. 14. ~ Vcr ibid .. p. 6 Y IS.
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y la significacion de 10 expuesto existe independientemente de las diferentes reacciones que tal significado puede ocasionar. Sin embargC", y frente a esto, se manifiesta la sospecha de que esa '. si nificacion inde endiente de toda acl~aci9n del texto no es, quizas, mas gue_ una d~ermln a a_rea Izacion ~ tex ~o q~ se .ha ideii'tlfi"Cado C..QD e!. AS{ seh a mantenido una interpretacion or,ientada al descubrimiento ae~icacion y, en consecuencia, los textos se han empobrecido. Gracias a Dios, de cuando en cuando se impugnan esos significados, aunque la mayor parte de las veces s610 con eI resultado de poner en el lugar de la significaci6n desmontada, otra tambien limitada. La historia de la recepci6n de las ohras literarias nos da amplia informacion sobre este asunto . Si, como el «arte de la interpretaci6n - pretende hacernos creer, realmente ocurriese que la significaci6n esd escondida en eI texto, entonces nos preguntaremos por que los textos juegan al escondite con los interpretes; pero, mas todavla, por que las significaciones, una vez encontradas, pueden cambiar nuevamente, siendo aSI que las letras, palabras y frases del texto permanecen siendo las mismas. ,No ..!:t comenzad. aSI una mistificacion i e la interpretaci6lU1v..U&cL.~1 s~o oculto del 'texto , y con eno Sf' anulad su objetivo enunciado de aport:>.r claridad y luz a los textos? ,No sed finalmente la interpretacion mas que una experiencia cultivada de lectura, y, por ello, una de las posibles actualizaciones del texto? Si ello es asI, se querd. decir que las significaciones de los textos literarios sOlo se gene ran en eI proceso de lecrura; constituyen eI producto de una interaccion entre texto y lector, {. y de ningulla manera ,y~il!!d_. "scon<:li,da en eI texto, cuyo ra_g re.o_.esurfa ';:.~servado ala . interpr-et-ac.ion .- Si es eI autor eI que-gener-ael slgi1lficado de un texto, entonces es obligado que se manifiesu en una configuracion individualizada. EI cadlogo de preguntas que pueden plantearse al «arte de la interpretacion- se alarga interminablemente. Pero el problema que plantea es y:\ formulable. Reza asI: 'J - Sl un texto literario fuese reducible a un significado determinado, entonces serfa ' ..... expresi6n de otra cosa, a saber, de ese significado cuyo statt'S se caracteriza por eI (:' hecho de existir independientemente del texto. Dicho ge mod9 mas radical: eI texto I~ rio seda la ilustraci9,!)..sl.e-u.n_significadQ dado prev.iame~1ce. De este modo eI texto literario se leyo unas veces como testimonio del espfritu de la epoca, otras como expresion de las neurosis de su autor, otras como reflejo de la situacion social, y aSI siguiendo. No pJ,ted_e__ Il~arse 9,..ue los t~Jiterario~_po~~~n ,\!!L B!1.t!:!E,o historico. Pero el modo en que se constituye y se hace partfcipe no parece estar oet:efiifinado de manera exclusivamente historica. Por eso es posible que en la lectura de obras de epocas p:\sadas tengamos con frecuencia la sensaci6n de movernos en esas circunstancias hist6ricas como si estuviesemos inmersos en elias 0 como si el pasado se hiciese nuevamente presente. Los condicionantes de esa impresi6n radican seguramente en el texto, pero se;;uramente no somos ajenos como lectores a su aparicion. Actual izamos el te ~:mtLhJe~tura. Pero. e·,identemente eI texto tiene que garantlzar un espacj~ulej~e.g{L.de_p..Q~ ibi fcEIOeS Qe..a!"J uali z.aci6n;-pues en diferenten~pocasesen(enaldo de manera algo distinta por diferentes lectores, aun cuando en la actualizacion de los textos predomina la impresi6n comun segun la cual el mundo abierto por ellos se hace siempre presente, por historico que parezca ser. Al lIegar a este punto podemos proceder a formular nuestra tarea. Dice asI: ,,: omo habra que describir la re. lacion entre texto y lector? Intentaremos la soluci6n ~n tre.s pasos. En. un primer ~aso se trata de_d_e1imitar_ la :specificida~del . tex.to ( hterano con relaclon a otros tlpOS de textos. ~n un segundo paso se denorfllnaran y analizaran las condiciones basicas d! los efectos que proc!y.c.e...~ 1 texto liter;ts!Q.. Por
ello pondremos especial atencion en los diferentes grados de indcurm inJc.·,on qu(' Ie' dan en eI texto literario, aSI como_.en~los~modos . de su actua·lincion.. f n un iCfccr .r- paso -intenraremos clarificar eI incremento en los grados de indeterminacion dc los '-.t..eX!os literarios, fenomeno obse ~able a partir del siglo XVIII. Si sr suponr que' la indet"CriTilriacion cs una condici6n basica del efccto, habra que pregunursc 10 quc significa su progrcsiva expansion , sobre todo en la literatura modern~. Sin dueh cambia la rclacion entre texto y lector. Cuanta mas determinacion pierden lo~ textos, tanto mas compromctido estad eI lector en la coproduccion de su posiblr intenci6n. Si la indeterm inacion rebasa ciertos Ifmites de toleranci~. el lector sr sent ira fatigado en una med ida no conocida hasta entonces. Puede. dado cI caso, mostrar reacciones que conduzcan a un diagnostico no querido de su actitud . En este punto planteamos la cuestion de cual es la intuicion que la literatura puede abrir en la situacion humana. Pero esa pregunta supone al mismo tiempo comprender la relacion entre texto y lector que aqul discutimos, como la posible prehistoria de ese problema .
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1 Vayamos con cl primer tramo. ,Como describir el status de un texto literario? Habrfa que decir, en primer lugar, que se diferencia de aquellos otros tipos de texto que representan 0 comuni.c.an. un objetoque posee una existencia independiente del texto. Cuando se habla en un texto de un objeto que existe fuera de cl con igual determinabilidad, entonces se dice que proporciona s61amente una exposicion de tal objeto. En la terminologla de Austin es un «lenguaje declarativo-, en contraposicion con los textos que poseen un ulenguaje realizativo»J, es decir, aquellos que constituyen su objeto. Se entiende que los textos literarios pertenecen al segundo grupo. No poseen objetos que les correspond an exactamente en cl «mundo de b vida", sino que obtienen sus objctos a partir de elementos que se encuentran en ese '\l..- mundo. Tenemos ahora. que proseguir esta diferenciacion, provi.sional y tosca, .entre t exto que exponen obJetos frente a textos que producen obJetos, con el flO de precisar 10 espedfico del texto literario. Porque hay claramente textos que producen algo, sin ser por ello literarios. ASI, por ejemplo, todos los textos que plantean exigencias, seiialan metas 0 formulan objetivos, es decir, nuevos objetos que adquieren la determinacion de su caracter objetivo solo en la medida desarrollada por el texto. Los textos legales constituyen el caso paradigmhico de tales formas de lenguaje. Lo mencionado por ellos se da como norma obligatoria de comportamiento en el trato humano. Por el contrario, un .texto literario no produce nunca esos contenidos. No eS' de extraiiar, pues, que s~ designe a esos textos como ficciones, pues ficcion es una forma sin realidad . Ahora bien, ,esd reallOente la literatura desnuda de toda realidad ,€ J ? osee una rea~da]l que se distingue lallto de los textos de exposicion como de los textos oe pro uccion de objetos, en II medida en que estos formulan regularidades de comportamiento reconocidas generalmente? Un texto literario ni describe objctos ni los produce en el sentido expuesto; en el mejor
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do Thing1 wilh Word1. Ed, por
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0, Urm50n. C.mbridgrlM'5uchusrm
1962, p. 1 Y 55 ,
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de los casos describe reacciones producidas por los objetos·. Esta cs la raz6n por la cual reconocemos en la literatura tantos elementos que juegan tam bien un papel en nuestra experiencia. S61amente ocurre que esdn dispuestos de otra manera, es decir. constituyen un mundo que no es aparentemente familiar. en ur.a forma que se aparta de 10 acostumbrado. Por eso no posee la intenci6n de un texto literario nada totalmente identico en nuestra experiencia. Si tiene como contenido reacciones ante los objetos, entonces ofrece actitudes hacia el mundo por el constituido. Su rcalidad no se basa en reproducir realidades cxistentes, sino en preparar intuiciones de la rcalidad. Pensar que los textos describen la realidad es una de las ingenuidadcs mas recalcitrantes que se dan en la consideraci6n de la literatura. La realidad de los textos es siempre constituida por ellos y. por 10 tanto, una reacci6n a la realidad. Si un texto literario no pro~uce objetos reales, eso quit!rc decir que gana su realidad porque eI lector cumple las reacciones esbozadas por eI texto. Para ello eI lector no puede ciertamente remitirse ni a la determinaci6n de objetos ya dados ni a contenidos definidos, para comprobar si eI texto expone su objeto de modo correcto 0 falso. Esta posibilidad de comprobaci6n, que poseen todos los textos expositivos, Ie es negada a los textos literarios. En ese punto aparecc un valor de indeterminaci6n que es propio de todos los textos literarios, pues no se dejan reconducir a ninguna situaci6n mundana, de manera que surgieran en ella 0 pudieran identificarse con ella. Las situaciones mundanas son siempre reales, por eI contrario los textos literarios son ficticios; por ello esdn radicados no en eI mundo sino en el proceso de lectura. Cuando eI lector recorre las perspectivas del texto que Ie son ofrecidas, 10 que permanece es su propia experiencia, a la que se atiene para hacer comprobaciones sobre 10 que el texto Ie transmite. Si el mundo del texto se proyecta en la experiencia propia, aparece una escala muy difcrenciada de relaciones derivadas de la tensi6n surgida en la confrontaci6n de la prop;a experiencia con una experiencia potencial. Se puede pensar en dos posibilidades extremas de rcacci6n: 0 bien aparece el mundo del texto como fanrastico porque contradice a todos nuestros habitos, 0 bien aparece como banal porque se corresponde periectamente con ellos. Con ello se scflala no s610 la mcdida en que nueStras expericncias se ponen cn jucgo con ocasi6n de la rcalizaci6n del texto, sino urn bien que l:n este proceso ocurre siempre algo conectado con nuestras expericncias. De aM se deriva nuestra primera intuici6n ace rca de la especificidad del texto Iiterario. Por una parte se diferencia de otros tipos de textos en que no . explicita objetos reales decerminados ni los produce, y se distingue por otra pane de la experiencia real del lector en que ofrece enfoques y abre perspectivas con las que el mundo conocido por la experiencia aparece de otra mane (~ . Asl pues el texto' literario no se ajusta completamente ni a los objetos reales del .mundo vital» ni a las e):periencias del lector. Esta falta de adecuaci6n produce c:i,~ rta indeterminaci6n. Cienamente e1lector intenta «normalizarla» en eI acto de lectura. Tambien entonces' pueden distinguirse esquematicamente divisiones en la escaJa de reacciones muy diferentes. La indeterminaci6n se «normaliza" cuando se mantiene el texto can lejos de los datos reales y verificables, que s610 funciona como su espejo. En este reflejo se extingue su cualidad literaria , Pero la indetenninaci6n puede llevar incorporadas tales resistencias que no sea posible ajuste alguno con el mllndo real. Entonces se escablece eI l11undo del texto en concurrencia con el mundo conocido, 10 que no deja 4 Esu cuesti6n la .borda Susannne K Langer. Feeling and Form. Londres '1967, p. 59: -La soluci6n de I. dificultad esd. creo. en el rrconocimiento de que 10 que el ute expresa no es un sentimiento actual. sino ide.s del sentimiento: en tanto que lenguaje, no exprcsa cos.s y succsos 3Cwales. sino sus ideas>.
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de influir sobre estt'. EI Illllndo real aparcl'l'ra solo l'011l0 un~ pO\ihdi,hd que se lu hccho transpart'ntt' en sus prrsupuestos. I.~ illdctcrrninKilm purd(' umhirn -norma li7.aru·' ,:nn rrfrrcn.:ia a In rXp<'ril'm'iH individuak'\ .1('1 I"llm . \-"It ~'\Itdc rcdulir un tt'xto a sus propias t'xperien.:ia~. Y lIIedill1lr ('\ll alllo.... nf,rnll( tc'>n podd sentirsr qui7.h (.'n~rande(ido. La (ondi<,:ion de clio q\l(' IH "nImH dr l.a alitocompr('nsi<'10 se proy(.'cten cn (;1 texto. si 11.1 de re,1Ii7H\r ('I "hI,"' 1\'" I,,·f\c!:uido. Tambicll esto signifi.:a una .normali7.l(ion o de la indrtarninlci,in. '1"t .f('\ap.H(,((, cuando las norm as privadas del lector garantiun la orirntll'ic)n .1.·1 I n to. r \ tambien pensable el caso en que un texto contradiga tan ma~iVlmrn'," IJ' ,(frJ\ .h·1 lector, que desencadenen reacciones que van d<:1 abJlldollo del lihro J b d"ponihd"I),1 para una correccion reflexiva de la propia actitud. Con todo esto tiene lugar Ia elimina.:ion de la indeterminacioll . En lodo caso ~(. da Ia posibilidad de conectar el texto con las experiencias propias 0 (011 bs propiH representaciones del mundo. Si esto ocurre. desaparece . Pues Sli fun(ion consist(' ell adapcar el texto a las disposiciones mas individualcs del Irctor. Ah; radio b especifidad del texto literario. Se caracteriza por una tfpica oSl'i\J(ion entre (.'1 mundo de los objetos reales y el mundo de la experiencia del lect~.)r . Cada leClura sed. un acto que fija las configuraciones oscilantes del texto en significldo~. producidos normal mente en eI mismo proceso de lectura. Hasta ahora nos hemos limitado a describir el texto literario desde fucra. Debemos ahora, en un segundo paso, descubrir los prinGipales condicionamientos formales que producen indeterminacion en cl texto. Inmediatamente surge la pregunta por el objeto del texto, pues no hay en cl correspondeneia alguna con el dominio de los objetos empiricos existentes. Hay objetos literarios cuando el texto despliega una multiplicidad de perspectivas que producen paso a paso el objeto y simuldneamente 10 concretizan para la intuici6n del lector. Llamaremos a estas perspectivas, siguiendo un concepto acuiiado por Ingarden «perspectivas esquem:iticas»' porque cualquiera de elias pretende dar cuenta del objeto no de modo provisional 0 accidental, sino de modo represencativo. ,Cual debera ser el numero de tales perspect ivas para que (·1 ohjeto litcrario sea slIficielltrmente claro? Evidrntemente se necesican muchas. Con esto abordamos Ull problema intcrcsa.nte. i-:'~d au lla de las ers ectivas one normalmente de relieve 5610 u a o. Determina eI obje.c:o literario de manera que eJ3 e a 0 a necesidad de una nueva determinaci6n . Esto significa que nunca se lograd lIegar al final de la multiplicidad de determinaciones de los llamados objetos literarioSt Prueba de ello la tenemos en los finales de novela, en los que, por tener que lIegar' al final, hay a menudo algo forzado. Se inteilta compensar 1a {alta de determinacion en eI final CQn una respuesta..ideo16g;'P2 ut6£ica. H~y sin embargo tambien novelas que articulan esta apertura enel final de mo 0 proplO. . Esta estructura del texto literario implica que las «perspectivas esquemhicas o mediante las que se despliega el objeto, chocan con frecuencia de modo directo. Se roduce entonces en el texto un corte. La aplicaci6n mas frecuente de esta tccnica de cortes se da cuando ..1rW.~n simultaneamente varios cursos de acci6n,-.£ero .. .qu.e._halLck...narrarse de forma sucesiva. Las relaciones que se establecen entre las perspectivas que se superponen no son fonnuladas normalmente por el texto, aungue eLmQdo de ~u conexj6n esj mportante 1?Ata. 13 intencion3lidad del texto. En otras palabras: entre las «perspectivas esquem:iticas o hay lugares vados que surgen de
"I.
S Ver R. Ingarden.
Das littrarischt Kunsrwtrk. Tlibingen '1960. p. 261 y
5S.
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la determinacion producida por el choque de perspectivas h • Estos lugares vados abren un espacio explicativo del modo de relacionarse los aspectos representados en las perspectivas. No deben ser dejados de lado por causa del texto. Por el contrario, cuanto mas afina un texto en su retkula expositiva, es decir, cuanto mayor sea el numero de «perspectivas esquematicas. que producen el objet~ del texto, tanto m:ls aumenta el numero de lugares vados. Ejemplos c1asicos de esto pueden ser las ultimas novelas de Joyce, Ulysses y Finnegans Wake, eli las que una hiperprecision de la reticula expositiva hace au men tar proporcionalmente la indetcrrninacion. Volveremos mas tarde sobre este pun to. Los lugares vados de un text') literario no son de ninguna nlanera, como quiz:!.s pudiera suponersse, un dcfecto. sino que constituyen un punto de apoyo basico para su efectividad. EI lector no mele observarlos en el curso de la lectura de la novela. Es 10 que suele decirse de la mayoria de las novclas hasta el ultimo cambio de siglo. Sin embargo ejercen su influjo en la lectura, puesto que en el proceso de lectura se producen continuamente "perspectivas esquem:hicas •. Esto quiere decir que e1 lector continuamente 0 bien lIena esos espacios vados 0 prescinde de ellos. AI dejarlos de lado, se aprovecha del espacio explicativo dejado, estableciendo por su cuenta las relaciones entre las perspectivas que no han sido formuladas por el texto. Este proceso 10 confirma la experiencia sencilla de la segunda lectura de un texto lite,:ario, que con frecuencia produce una impresion muy distante de la que tiene lugar en la primera lectura. Las razones de ello pueden buscarse en la particular situacion del lector, pero, no obstante, el texto debe contener las condiciones de las diferentes realizaciones. En Ulla segunda lectura se dispone de mucha mayor informacion sobre el texto, sobre todo cuando la distancia temporal entre las dos lecturas ha sido corta. Esta informacion adicional es la base para que puedan ser aprovechadas de otra manera, quizas inclu 30 mas intensamente, I. En este punto h.hrb que diswtir el concel'to de..., jugJ tl:S de joJ~[crmin~,j9n- utilizado.por Ingorden, para diferenciarlo de la presente concepcion con la que porece rclacionado. T.I discusion, sin embargo rompeda eI marco de un articulo. Por ello debera ser continuad. mas tarde en una det.llada exposicion de las reflex·iones aqu' solo esbozadas aCe rca cI problema de la comunicacion Iiteraria. Los puntos siguientes serian decisivos en este .sunto:)n . rd n • rovech. e/ conCe t de . Iu ores de indetermin.cion_ :an ddimim !w.....~s-'iteQriQL.d.e-1QS_
Para Ingarden. sin embargo, esa funcion no juega apenas ningtln papel, l·omo se deduce de su libro
Vom Erkmnm dts liurarischm Kunstwtrks, Tubingen 1968. en el que se analizan las condiciones de recepcion de Ia obra. Aquf no se trata de los lugares de indeterminacion que rroducen Ia «concrecion_ de Ia obra de arte. sino que es mas bien la «emocion original- Ia que h.ce posibk Ia «concrecion_ del texto. La dimension del efecto se explica, por ultimo, de manera que no se plantea el problema de la comunicacion literaria. En consecuencia..d2D...l!ILaJ:r.Lde~imje~rminaQon_ se de(inenS90l0~
las relaciones no formuladas entre las diversas situaciones del te;l(IO, . ~\, ,'gmo sus J-Qsjbjli.d ades d!:.....c,onexion. Ese saber que arroja su sombra sobre el te;l(to espera combinaciones que no eran posibles en una primera lectura. Procesos ya conocidos se desplazan hacia nuevos y cambiantes horizontes. y as! se enriquecen. modifican y corrigen. Nada de esto est;\. formulado en el texto; es mas bien el lector quien produce estas innov~ ione s. Esto sed:! impos iblc si no contuviese rI texto e5pacios .ndoLQ IIC baeen posihle eI iuegtio_lli'pq:tati vo y la ad ap1.,1ci6n variah le d el texto. Con estl estnICtura, el texto reali7.l un ofrecimiento de pUtlcipacion a \11\ lectore~. Si en un texto de ficcion desaparecl' el componente d(' 10\ e\pKin< "a(io\, ~e corre cl pcligro de ~hurrir al lector. porque cste se enfrentarl l un tt"" dl'tl'rminado rn progresion l're(iellte, sea cual fuere Ia orielltacion de 1'\1 ~ del rrmlnJ< Il>n : Hieologica o utopica. 5610 ('50S lugares vados garantizan una PlrtICllu(I()n .11'1 I~tor en b rcalizacion y la constitucion de 5cntido de los acontecimienws. Si 1'1 tnto recon()(·t esta oportunidad. cl lector tendd la intencionalidad aporuda por rl. no <010 por posiblc. sino tambitn por real. Pues en general nos inclinamos a sentlr como rrat 10 que hemos hecho. Y con ello cl componente vado del texto s(' con"It'rte en 12 condicion basica de su realizacion . Esta situacion puede observarse en ejemplos relativamente sem' illm, de los quI' queremos, al menos, destacar uno..Hay una forma de publicacion de la prou literaria de la que se puede decir que aprovecha la indeterminacion de mmera especial. Pienso en las nove1as por entregas, cuyo texto se ofrece al lector de ciertH dosis. Cuando. hoy dra, aparecen en los periodicos novelas PQr entrega\. este tipo dt publicacion cumple una funcion, la que proporciona el cfecto de propaganda. En el siglo XIX este objetivo estaba en el centro de los intereses . Los grandes narradores del rcalismo buscaban por este procedimiento, lectores para sus novelas 7• Carlos Dickl'ns escribfa sus novl·las seman a a seman a , y entretanto hmcaha informarse. tanto como Ie era posible, acerca de 10 que pensaban los lectores sobre la continuaci6n de la acci6n 8• EI publico lector del siglo XIX cumplfa una experiencia muy ilustrativa en nuestro contexto: consideraba las novelas lefdas en entregas mejores que el mismo texto lefdo en forma de lib r0 9. Esta experiencia es repetible, y solo hace falta tomarse eI trabajo de haccr eI experimento. Regularmente aparecen hoy en los peri6dicos selecciones de novelas. que alcanzan las fronteras de la literatura de consumo en su aLin por ganar un publico mayor. Si se leen tales 7 Ver sobre esto Kathleen T illotson. Novtls of tht Eightttn-Fortits, Oxford (Paperback) 1962. p. 28 y ss. y 33; YG. H. Ford. Dickrns and his Rtadm, Princeton 1955. p. 6. 8 Ver Tillotson. p. 34 Y ss. Y 36 Y ss . 9 Cuando Dickens org.nizaba la primera. muy barata. edicion de sus novel as. su exito no fue comporable con el que ale.nzoron posteriores ediciones. La prime,. edicion de 1846·47 tuVo lugar en una epoca en la que Dickens publicaba por entregas; ver sobre esto John Forster. Tht Lift of Charlts Dicktns I. ed .• por A. J. Hoppe. Londres 1966. p. 448 . Son ilustrativas en este contexto' dos ejemplos sobre I.. re.cciones de los Iectores. Martin Chuzzlewit, seri.lado por eI propio Dickens como una de sus grandes novelas. constituyo en su primera edicion un frac.so. Forster I. p. 285 y Ford, p. 43 son de I. opinion de que esto se debia al cambio en eI modo de publicacion. En lugar de hacerlo sem.nalmcnte. la novel. aparecio en entreg.s mensuales. La pausa fue dem.siado larga. Por Crabb Robinson s.bemos que en·!.s novelas por entregas de Dickens sufda tal excitacion que se decidio esperar a Ieerlas en forma de libro para sustraerse a los «miedos - que causaban en el los sucesos imprevisibles. Ver Ford, p. 41 Y ss. Los fragmentos compuestos seman a a sem.na muestran . aun cu.ndo estuviesen cuidados.mcnte plane.dos, como fue el caso .1 principio. como estaban organizados pora producir efecto. En I. forma de libro ~ hizo evidente est a forma de composicion y arreciaron las cdticas de los lectores; ver Ford. p. 123 Y n. Sobre la especial relacion entre autor y lector en I.s noveI.s por entreg.s. ver tambitn Tillotson. p. 26 Y ss. Trollope er. de la opinion que en las novelas por entregas se evita .Ia I..g. sucesion de pagin.s aburridas-. que en las novelas en forma de Iibro son frecuentes . Ver Tillotson. p. 40.
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novelas en fragmentos, son aceptables, pero si se leen como libros, son insoportables. es la condici6n objetiva que produce esas diferencias? La novela por' entregas trabaja con una tcknica de fragmentaci6n. Produce una interrupci6n alJr donde se ha creado una tensi6n que presiona buscando una soluci6n, y donde de buena gana se quiere tener la experiencia de algo que suponga una salida para 10 ya lefdo lO • Cortar o de 'ar arrastrar la tensi6n es la condici6n bas iea d i ' .r~lUfmg e «suspense,. ace que intentemos ima inarnos la informa<.:i6n de la momento--llo - p_o_demos disponer sobre a continuaci n e os aeontecimientos. ,C6mo seguid? Cuando nos plante amos esta pregunta u otras semejantes, aumenta nuestra participaci6n en la realizaci6n de los sucesos. D ickens conoda esta teenica. Sus lectores eran para el «coautores,..
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Hay ahora un extenso cadlogo .de tecnicas de corte que en gran parte son mucho mas refinadas que el efecto primitivo, si bien eficaz, ..deL -susp.c.n.se..-D tra forma, por ejemplo,.de..i.wiuciJ:..alkto.t.. a !Ina ma,~or pm ic jpacj6n en la compos jcj6n consiste en introducjr d jre.etameote pue\1.0 5. persooajes rne.~L S1Icrsivos I:OUS:S, ~QQ lO-
de!
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Vtr T illotson, p. 25 Y 55.
tiene la historia narrada lugares en los que se neerman es~\ ad~rJ("lones . Con relaci6n a la discusi6n anterior, tenemos 10 siglliente: cI alltor ('VIU J,j los luu rcs vados .J2ucs con sus obscrvac joncs y, ' QlJlCn tA(io.LqJ.I~~uniJ.i.uL..a...u ..,ca.r.r.alJ6n. Si esta fuese la unica funci6n del comentlrio. la participari6n .II.'I Irctor en la realizaci6n de 10 que la historia pretende, bajada. EI autor mismo dl(r como hay qur entender su narraci6n . Al lector Ie qlleda, en el mejor de los casos, IJ pmibilidad dr contradecir esa concepci6n, si cree disponer de otras imprl.'sionl.'5 ~ partir dl.' 1a historia narrada. Ahora bien, hay muchas novelas qlle cstoin atrlvl.'uda5 por 1.'505 comentarios y valoraciones sin que haya que interpretar la historll dl.'1dl.' un pumo de vista determinado y mantenido. Ya a principios del siglo XVIII H ' pUl.'de observar este fen6meno en muchas novelas cuyo sustrato hist6rico ha pt'rdido hoy intere5 relativamente sin que con ellio sufra nuestro disfrute con su lectura. En eus novela5 no pretende exclusivamente el autor, evidentemente, prescribir. con sus comentari05 al texto la comprensi6n de la historia por el lector. Las grandrs no\'rlas inglesas de los siglos X V III y XI X , que siguen gOZlndo de ininterntmpida vitalid~,f. pertenecen a est e t ipo ~£.o "e.1tos_tcJW>.ssC-Licn.c.Ja..i.mptcs i6lkr.l~lIc rI ~l lloUQ!l..1lI.u,ndj s;acj()oes _Y-"QITlCPUriQLqlliI.'IT mas distanciarsc de 10\ lcontcsi gl iC'ntom n~n JJ,,\
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II W.ynt C. Booth, t~ R~toTic 0/ Fiction, Chicago 1%1, p, 211 Y ss., distingut tntrt -nundor fi.blt. y -no fi.ble., sin v.lor.r I. cutsti6n por 10 que h.ct .1 problem. dt 12 comun ic.ci6n. EI -n.rr.dor no fi.blt_ constituye, con rel.ci6n • tsto, el tipo interts.ntc dt quien tn su -no fi.bilid.d. postt un dcsign io tstntegico que St traduce en I. orient2ci6n dd lector por el ttxto ,
141
Ilustremos, aunque sea brevemente, este tipo de orienta.:i6n del proceso de lectura con un ejemplo interesante. Dado eI caso, a un autor Ie gustarfa controlar, mediante sus observaciones, no 5610 el espacio de reacciones de la lectura, sino hacer que la reacci6n fuera unfvoca. (Como conseguirlo? Si nuestras consideraciones son exactas, no debemos esperar que el comentario detalle las reacciones que se desea experimente el lector. ni que las prescriba. EI lector reaccionarfa a 10 que se Ie prescribe, pero no en el sentido intentado. Veamos cI ejemplo. Se trata del conocido pasaje de Oliver Twist de Dickens cuando eI hambriento nino en eI hospicio. con el valor que da la desesperaci6n consigue una segunda racion de sopa. Los vigilantes del hospicio se horrorizan ante el increible descaro l2 (Que es 10 que hace eI comentarista? No s610 se declara conforme con elios. sino que apona su raz6n 13 • La reacci6n de los lectores es inequfvoca, pues el autor ha dispuesto su comentario de manera que tiene que rechazarlo. 5610 que entonces la participaci6n en la suerte del nino aumenta hasta la acci6n: los lectores deben levantarse de su asiento. No se trata ahora solo de lIenar un espacio vado con relaci6n al enjuiciamiento de una situaci6n, sino de la correcci6n total de un falso juicio. Si la actividad del lector en la participaci6n del suceso se incrementa de modo unlvoco, no hay que pensar 10 que se dice en el texto tal como h:t sido formulado. En este respect.O este pasaje de Dickens constituye un interesante caso limite de indeterminaci6n. Pues tambien aquf vale 10 que rige en general sobre la indeterminacion como condicion de eficacia: 10 formulado no debe agotar la intenci6n del texto. Los textos literarios son ricos en estructuras como las estudiadas. Muchas son mas complicaclas que esta interacci6n entre comentarista y lector. Habrfa que pensar en el hecho de que nosotros. como lectores, reaccionamos siempre ante los personajes de una novela. sin que estos. por su parte, tengan que reaccionar a nuestras actitudes para con elios. En la vida evidentemente esto no es asf. (Que hacemos con la libertad que garantiza la novela de la forzosidad de las reacciones cotidianas? (Que funci6n posee esta forma de indeterminaci6n que atribuye nuestra conducta a los personajes y parece dejarnos a nosotros todo 10 demas? Tenemos que volver a las condiciones tecnicas del lenguaje que son responsables de la orientaci6n de las reacciones del lector. Se trata, en primer lugar, de analizar los mod os de constituci6n de los textos de ficcion. Pues, para su estructura apelativa no es indispensable conocer el proc(:dimiento mediante el que han sido construidos. Si esos textos muestran, por ejemplo, tecnicas de fragmentaci6n, montaje 0 segmentaci6n, eso significa que garantizan una independencia relativamente alta con relaci6n a la atraccion ejercida por los modelos textuales. Si, por el contrario, se organizan mas bien por un principio de contraste u oposici6n, el seguimiento de los modelos sera relativamente fuerte. En un caso domina un grad:) relativamente alto de realizaci6n, con mlnimas prescripciones, para la actividad exigida del lector; en otro caso ocurre a la inversa. Ademas serfa imponante comprobar en que nivel textual esdn los lugares vados y cual es su frecuencia. Actu;l.1l en el proceso de comunicaci6n de manera diferente cuando aumentan en las estrategias del relato y :uando disminuyen en la acci6n 0 en eI juego de los persanajes. Tienen consecuencias muy diversas cuando se encuentran en eI papel prescrito al lector por el texto. Pero tambien para otro tipo de c1asificaci6n de niveles textuales puede ser significativa la frecuencia de lugares vados . (Predominan en la sintaxis textual, es decir, limitada al sistema reconocible de reglas de construccion; estan reforzadas en la pragmarica " ss.
3 Nuestro tereero y ultimo paso sr refiNe a un fenoll1('no. tmlilricamtnt,t' imponante. seglln el cual la indeterminacion de los trxlo~ itterHIf)\ han ido en aU!Tlento desde eI siglo XVIII . Vamos a visualizar las implieacionn ml\ lI11portlnt('l de este fenomeno en tres ejemplos, tomados oe la litrratura inj:lrSl de los siglo~ XVIII. XIX, Y xx. No hay duda que fenomenos iguales apare(en rn texl'" scmej.l Iltt's de otras literaturas. Me refiero ajosepb Andrews de hl.'ldin~ (17-1[·-12). l 'a nily Fa;r de Thackeray (1848) y Ulysses de Joyce (1922). joseph Andrews de fielding empezo como una parodia de I'amrld de Richard,on . en la que la naturaleza humana y sus formas de eomportamiento rsubln determinadas por un ideal de virtud. Riclllrdson es hoy para nosotros un tnto Illuerto, pcro Fielding puetle sa todavia lcido con plal·er. Oudar dl' b del rrlllilllbilidad dr la naturale7.a humana y. sin embar~o. tr17ar una ima~l' ll dl' rill . ('\ IJ I'Hldoja dr la novcla de hl·ldin\:. l.a sillla(ion e5 Li(il de nuh,,", n . T(' 'I(' (11" , . " ,r lIn~ p.1rf(' al heme. dOl ado ,'on todl~ Il~ \"Irtlldn dc IJ II1Iqrlli(1Il. )" .",r ..II! I'!nc 1II11 rral,dad que It' afe(la considerabklllellte. Desde ('I PUllto dl' vi'la drl h(lI)e. rl mundo apareee malo; desde cI punto de vista drl Illundo cI h,:wt' n 01", Iru.!o )" limiudo. Pero la inteneion de la novel a no e~ desaibir a los rrprnClltllltn de I()~ prin(lrio~ morales como hombres obst inados. Simuldnearner.te, cI rnundo ljut \(" ,I('scribe lu perdido su cadcter tradicional de servir de fondo mon6tono plra III Htnturl\ drl heroe. Ha eonseguido una autonomla que no se organi7.a por 1m I'"n. 'rim .It Il conducta moral, ni men os puede ser dorninado. Se trata, purl . .1(' unl (ontlnlU interaccion de estas posiciones, en la que pareee tener lugar una (orr("(ci6n mut ua . Pero eI tipo de correcci6n no esd formulado en cI texto. 1'opamo~ simplt'mente ron un juego de relaciones que no poseen ya esa determinacion que se deja r('conoc('r ('11 las posiciones basicas del heroe y la realidad. La correccion mutua tirnde ~ un equilibrio y no a la victoria 0 derrota de una u otra posicion. Tampoco se fom1Ul~ en cI texto el tipo de equilibrio. aunque se puede imaginar. QUi7h ocurrr ('itO porque no esd. fijado verbalmente . Al influirse mutuamente las posiciones. sr h1('(' visible mas su potencial que su facticidad. As! el texto ofrece al lector simplement(' un conjunto de posiciones que el rclaciona entre sf sin formular el punto arquimedico en el que convergen. De ahl deriva la estructura de un proceso de lecrura que Northrop Frye ha descrito de la manera siguiente: «Siempre que leemos algo. nuestra atenci6n se mueve a la vez en dos direcciones . Una direccion es externa 0 centrffuga, segun la cual vamos fuera de 10 leido, de las palabras a las cosas que significan, 0, en la practica, a nuestra memoria de la asociaci6n convencional entre elias. La otra direccion es interna 0 centrfpeta, y segun ella, intentamos desarrollar a partir de las palabras el sentido del modelo verbal mas amplio posibb' 4 •
12 Ver Charles Dickens, O/i" .. Twin (The New Oxford Illustrated Dickens), Oxford 1959, p. 12 14 Northrop Fry•• Anatomy o/ Criticism, Nueva York 1\967, p. 73 . t}
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textual. es decir. en eI objetivo perseguido por el texto; 0 ~bul1lhn mas en b semantica textual. es decir, en la signifieacion que 51.' gen('r~ en d ~(IO de lectura? En cada caso actuadn de modo diferente. Sra eual furre ~u dlHrihuci6n. las consecuencias que se derivan para Ia orientaeion de las rracriones dl'l I('dor. dep('nd(' en gran mrdida del nivel textual espedfico de su ocurrrncia . Prro rHa lliestion ~olo purde ser aqui mencionada. no discutida .
Ibid ., p. \4 Y
55.
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Esta «operaci6n hermeneutica,. de la lectura se intensi! ca en la medida en la que 1a novela renuncia a formular su intenci6n. Esto no sib.lifica que carel.ca de ella. Pero, si no la explicita, (d6nde buscarla? La respuesta podrla ser: en la dimensi6n ~~rge E-!....Ia correcci6n mutua de las dos posiciones. Pero esa di ~ ion no esd dada en la conflguraclonefectlva del texto, smo que es un producto de la lectura. 5i s610 aparece en la lectura, tendd. en todo caso un cadcter virtual pues la confluencia de posiciones contrarias y su influjo mutuo resultante es responsabilidild de la actividad del lector. Este ve al heroe siempre ante el fondo de una viI realidad, pero tambien al mundo desde la perspectiva del hcroe. Tales contraposiciones provocan operacioncs de equilibrio y como no escan formuladas en el texto, la (,onstituci6n del senti do tiene lugar en el acto de lectura. 5u Iligar es la imaginaci6n del lector, pues s610 ah[ aparece el senti do del juego proyectado de posiciones. Y como sentido virtual se pliega a matices diferenciados en lectur~s renovadas. Fielding parece haber sido consciente de esta estructura del texto pues indica el papel que atribuye al lector aSI: el lector debe descubrir l \ Esta exigencia hay que entenderla hist6rica y estructuralmente. Hist6ricamente significarfa que el lector, al descubrir el sentido, se ejercita en un principio de la Ilusttaci6n. Estructuralmente quiere decir que la novela potencia su cficacia cuando no formula el punto de convergencia de sus posiciones y esquemas y deja que sea el lector quien remedie esa indeterminaci6n. Nuestro segundo ejemplo es una novela del siglo XIX, en la que se aprecia claramente la indeterminaci6n: Vanity Fair de Thackeray. Cuando la ambigi.iedad regula la gradual participaci6n del lector en la realil.aci6n de la intenci6n del texto, podemos preguntarnos por 10 que significa esta intensificaci6n de la participaci6n. Vanity Fair consiste, en primer lugar, en una historia en la que se cuentan las ambiciones sociales de dos muchachas de la sociedad victoriana, y, en segundo lugar, en el comentario de un narrador que se presenta como director teatral, cuyas explicaciones son casi tan amplias como la propia historia. EI comentador abre un gran panorama de puntas de vista sobre la realidad social cont:>.da, vista desde todas las posiciones sociales y todas las disposiciones hllmanas. Al sentirse confrontado el lector con un conjllnto de posibilidades variadas y alternativas, se ve forzado a tomar postura. Pero son tan complicadas que yo no se trata de adoptar una actitud ante el ' mundo social de la historia relatada, sino de buscar es~ actitud teniendo en cuenta la oferta de perspectivas diferenciadas del comentador. No hay duda de que e! aut or quisiera inducir a sus lectores a ejercer una crltica de la realidad expuesta. Pero, al mismo tiempo, sinla al iector ante la alternativa d~ aceptar una de las alternativas ofrecidas 0 de elaborar una propia. Esta alternativ~. no carece de riesgo. AI decidirse por un punto de vista, se exduyen otros. Y al ocurrir esto, surge la impresi6n de que la novela es mas un espejo que un suceso l6 • Como todos los puntos de vista estan afectados de una inequ[voca limitaci6n, son esos cuadros reflejados cualquier cosa menos lisonjeros. 5i el lector cambia el punto de vista para 15 Henry Fielding, Joseph Andrtws, prefacio del .utor (Everyman's Library), Londres 1948, p. XXXI, escribe: -Del descubrimiento de est ••fect.ci6n surge el ridfculo que produce siempre en el lector sorp~sa y pl.cer; y e.to en m.yor y m~s fuerte gr.do cu.ndo I••fecuci6n sale de I. hipocre.{. que cu.ndo sale de la vanidad; porque descubrir que alguien e. eI ex.cto reverso de 10 que afecta es m~s sorprendente, y. en consecuenci., m2s ridkulo, que encontrarlo deficiente en I. cu.lidad cuy. reputaci6n Jese ••. Ver sobre esto m.nifestaciones semejantes en Tht History of Tom JO"tl I(Everym.n's Library). Londres 1962. p. 12. 16 Mis en concreto en Wolfgang !ser. -Der Leser als Kompositionselement im realistischen Roman. Wirkungsisthetische Betrachtung zu Th.ckerays Vanity Fair., en DeT implizitt I.eler (UTB 163), Munich 1972, pp. 168·193.
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sustraerse a tales determinaciOl1es. reali1.a entonces la experiencia ariadida de que su conduct3 se iguala notablemente con el csfuerzo rcnov~do de las tins muchachas en la promoci6n social. Pero su critica se aplica tambien 3 elias . (Esta en ultimo termino dispuesta la novela para que la critica contra el oportunismo 5O<:ial. activada en el lector, se vuclva continuamentc contra cl? Dc cstc modo no se dil'(' nada en b novela. aunquc ocurre con frccuencia. En lu!;ar de criticu a la s()(ieJad. se Jcscuhre cl propio lector como siendo objclO dc la critica. Thackeray ha JidlO una vel.
1\e no (ormulada. Esto significa que la estructura de un texto csta constr\liJ~ pua qlle cl 'lntor, ell el proeeso de lectura, se dedique constanlelnellte a busor 1:1. davc . Pero no :I los aspectos subordinados. sino a la intcncion .:entral lkl t("(to . AI o(urrir esto se observa que el autor no moviliza al ll'.:tor COil m;is fllern. p()rqllc Intcnsificl su as unto. sino porque Ie fuerza a que parti.: ipl' en la rl·aI17a.:illll drl toto .:on nuyur aplicaci6n. Cuando el lenor de Vanity Fair ordena las numerm3\ pmi(lllnt:\ dlJH en cI
texto, no acierta a descubrir cl lugar critico ideal donde lodo tendril ,~) lu\i6n. SinO
que con frecuencia se ve 3 Sl mismo en la so.:iedad de los pcrsonl1n J los que s('
dirige su crltica. Si el lector de Fielding distingufa dos POSturlS OPUtHJ' tn las '1 U e:"
debla operar las correcciones posibles. ahma el aumento de luglre\ \,1. im tn V
Fair descubre al explorar el espaeio de juego abierto. que en cl \e m\lntrJ Jll\lcho de
sl mismo. Sobre cI fondo de V
19 J.mes Joyce. POTtTait of the A Ttist as a Young Man. Londres 1966, p. 219.
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perspectivas, el ofrecimiento al lector de identicos sucesos vistos desde posiciones encontradas, es 10 que constituye la orientaci6n hacia el problema. Cuando la novela niega la conciliaci6n de sus puntos de vista, fuerza al lector a buscar su propia composicion consistente. EI lector intent! ordenar las multiples facetas. AI hacer esto «se produce una lectura consistente que asume la ilusion. 20 • Esta formacion de ilusiones tiene consecuencias: el proceso de lectura se realiza como un proceso selectivo a partir de la multitud de aspectos ofrecidos, donde la imagen que el lector tiene- del mundo aporta los criterio': de seleccion. As! en cada lectura tienen que presentarse muchas cosas para que PUI ~a surgir una configuracion de sentido. EI texto del Ulises prepara las condiciones para b representacion de esa jornada que cada lector lIevad. a cabo a su manera. Se suele decir que la novela se presenta mas bien como una resistencia contra esa necesidad de agrupar que, en eI curso de nuestras lecturas, ha avanzado irremediablemente. Podemos establecer en esta cuestion una es.:ala de reacciones. Podemos irritarnos por el alto cocficiente de ambigUedad que produce eI texto precisamente por la minuciosidad de su reticula expositiva. Perc esto equivaldrfa a una autocaracterizacion, pues significaria que preferimos ser confirmados por eI texto. Evidentemente esperamos entonces de la literatura un mundo purificado de contradicciones 21 . Si intentamos desmontar las ambiguedades del texto, la imager. que nos formamos trndd rasgos ilusorios, precisamente por su determinaci.on. Pero est a harmonizacion y la ilusion que produce son un efecto del lector. Con e110 sucede algo importante. Si la novel a rea[ista del XIX se ocupaba de transmitir a sus lectores una ilusion de realidad, eI alto numero de lugart"s vados del Ulises hace que todos los significados atribuidos a [a jornada sean una ilusion. La indetcrminacion del texto moviliza a[ lector a la busqueda de sentido. Para encontrarlo tiene que activar su imagen del mundo. Si ocurre esto, tendd. la oportunidad de hacerse consciente de sus propias disposiciones, al experimentar que sus proyecciones de sentido nunca coinciden plenamente con las posibilidades del texto. Pues toda significacion tiene cadcter parcial, y todo 10 que sabemos se ex pone, porque 10 sabemos, a la probabilidad de ser superado. Cuando, asf pues, en los textos modernos, se elimina toda significacion representativa, queda garantizada en el proceso de recepcion la oportunidad de qu,:, eI lector, enfrentado a Ia reflex ion, consiga rclacionarsc con SllS propias rcpresentaciones. En algunos textos de la literatura moderna puede estudiarse esta situacion casi en condiciones experimentales. Esto ocurre c1aramente con los textos de Beckett, qlle, a primer:l vist:l, producen Ia il11presion de querer ccrrar la puerta al leeror. Sin embargo, la indeterminacion de un texto es la posibilidad de entrada del lector. Cuando esta - parece negada, porque c1aramente se ha sobrepasado eI Ifmite de tolerancia de ambigUedad, permanece Ia acostumbrada medida de orientacion del texto. Ahora bien, el examen de Beckett muestra 10 poco contentos que quedan sus lectores con esta exclusion suya. Se responde al aumento de ambiguedad con una mas iva proyecci6n de significaciones, cuyo valor queda mbrayado porque las significaciones que se suponen en los textos asumen un cadcter alegorico. cQue se persigue con este alegorismo? Es evidente que su objetivo consiste en hacer 10 mas unfvoco posible el significado que se atribuya al texto. 20 E. H. Gombrich, Art and Illusion, Londres 21962, p. 287. Aunque la cita se produce en eI contexto de una discusi6n sobre Constable, constituye un punto central ce la tesis desarrollada por Gombrich, que es valida no 5610 para la pintura, 21 Ver sobre esto Reinhard Baumgar':, Aussichten des Romans oder hat Lileralur Zukun[t? Neuwied y Berl,n 1968, p. 79.
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EI alegorismo de Beckett muestra como un alto coeficiente dt" indeterminacion provoca c1aramente significaciones que tienden a la univocidad. Pen , cuando hay que convertir en unlvocos los textos de ficci6n, 10 que hay que hacer es decidir de que tipo es su significado. Tales decisiones traen, sin embargo, con la misma c1aridad a primer plano las disposiciones y .formas de preferencia- (Scheler) de los que juzgan. Quizas 10 que exigen los textos de Beckett es un compromiso total del lector. Movilizan nuestra imagen completa del cosmos, no ciertamente para descansar en el significado encontrado, sino mas bien para transmitir Ia impresion de que solo se despliega en su modo de ser cuando nuestra imagen del mundo es sobrepasada. No es de extrariarse entonces que en esos textos se busca una proyeccion mas iva de significados en el horizonte acostumbrado. Con esto se tiene tambien la experiencia de que talcs significado~ otorgado\ a los textos parecen tanto m:is triviales cuanto mas univocos. l.os te)(tos de Beck~tt exigen del lector que ponga en la lectura todas sus representaciones, pun solo elias son capaces, frente a la ('structura de esc tipo de text os, poner a S\I dl\posici6n el necesario cocficiente de rcdundancia, para que pueda experimenur\(' Il innovacion. Estos textos tienen capacidad de comunicacion en la medida en \J 4ue camhia nuestras representaciones y nuestro «sistema de prcferencias o • S610'tn la crisis de nuestro esquema de comprension y percepcion log ran su eficacia \' (on\i~uen abrir paso a la intuicion de que nuestra libertad no se ronsolida si nm enarramos en nuestro mundo privado de representaciones.
4 Pasemos ahora de Ia consideracion dl' Ia indeterl11ill.ll'i()Il 0 ~n""pi(',bd de,de un plano historico a otro antropologiro, ,Que rons,'cu,'nUH punkn ,kdllllrSl' dt' Il situacion esbozada, a grandes rasgos y sin salirnos del mu,o de b presentl' discusion? En primer lugar habrla que decir que el codicil'ntl' dl' IIldetl'rmin~ci6n de la prosa literaria -qlliz;l de b litrratura en ~eneral- ,'S "1 prinl'II'~1 I'!rnlento de connlutarilm elltre texto y krtor, l.a indl·tl'rlllin.ll'i"1I1 flincillll.1 ,"11111 Ullllllut.lllor cn la medida en que activa las representJciones del il'ctor para b core~lil.AciOn dl' b intencionalidad displlesta en el texto. Pero l'StO sif!,nifira que Sl' con\'il'rte en Ia blse de una estrUl' tura textual en Ia que se ha ('olltado sil'llll'rl' (Oil "I In lor. Ell l'SO st' diferenrian los textos literarios de los qUl' formulan un signifll".IlI11, II inciuso una verdad. Los textos de est a especie son, segllll su estructurl, indq'Cndientes de los posihll's lectores, pues Ia si[!,nifirJrion 0 Ia verdad qu,' forllluiJn 01\1(' 1~l1lhicn furra de la forlllularion, Pero nlJlldo un trxto pll~r(' nlllHl cl"!lll'!l!ll f\llld~mC'nlll de su estructur~ el pro(eso mislllo de Ia Il'rturl, [(elll' qUl' Illar 'lu(' ('I lector se responsahilicC' dC' I~ rl'~li7. lcion de Jquello 1 10 quI' r;endC'n ,\I "p;nlflddo y su verdad. Ciertamente O<'urre que la significacion busrad~ en Il I(·(turl ('\t.i HmdicionJda por eI texto, pero en una forma tll que permite que sea C'I knor nlllmo quien h produzca. Por Ia semiotica sabemos que la falta de un c1emento ('n un siHeml ~s significativa en sl misma. Si trasladamos est:! comprobacion J los I n Illl lilC'r~n"\ , habr:i que decir: se caracterizan porque normalmente su intenrion no MI.i oprC's~nl('ntr formulada. Por 10 tanto su elemento principal queda sin expreur 'il ('ItO C\ Jli. cdonde esea entonces el lugar de la intencion del texto? En la iml!(HlllU'lIl dC'1 I~l'!or. Si el texto literario tiene su realidad no en eI mundo de los ob)C'tos, SIllO ell Il imaginacion de sus lectores, tiene una \'entaja sobre todos los tl'"tO\ (jUl' quiC'r~n
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hacer afirmaciones sobre el significado 0 la verdad. En resumen, aventaja a los textos
. con caracter apoH.ntico. Significaciones y verdades no son, en principio, invulnerables
a la historicidad. Tampoco 10 son los textos literarios. Sin embargo, como su
realidad radica en la imaginacion del lector, poseen, en principio, una mayor posibilidad de contradecir su historicidad. En esto se basa ia sospecha de que los textos literarios no aparecen como resistentes a la historia porque encarnen valores eternos, pretendidamente sustraidos al tiempo, sino, mas bien, porque su estructura permitI.' allector, siemprf' y de nuevo, insertarse en los acontecimientos ficticios. En este proceso, los lugares vados del texto constituyen 1.'1 presupuesto central. Por causa de ellos no se producen las conexiones entre los modelos textuales 0 entre los elementos textuales entre Sl, con eI resultado de que es d lector mismo eI que puede poner a punto esos enlaces. Los lugares vados hacen adaptable eI texto y posibilitan al lector, con la lectura, convertir la experiencia ajena de los textos en experiencia privada. Privatizar la experiencia ajena significa que la estructura del texto permitI.' integrar en la «historia de la experiencia propia.. (S. J. Schmidt) 10 que era hasta ahora desconocido. Esto sucede por la generacion de significados en el acto de lectura. AI mismo tiempo surge, con relacion a tel.:to, y en ese acto, una situacion individual en cada caso. Los textos de fic : lon no son evidentemente identicos a situaciones reales; no dispont:n de una congruencia real. En este sentido, pese a su sustrato historico, que arrastran consigo, habria que decir que carecen de situacion. Sin embargo, y precisamente, esta apertura los capacita para formar situaciones multiplr s producidas por eI lector en 1.'1 curso dt> la lectura. S610 en 1.'1 acto de lectura se consolida la apertura de los textos de ficcion. ,Que es 10 que induce al lector a enrolarse en la aventura de los textos? Contestar a esta pregunta serfa meterse en consideraciones antropologicas. Habria que registrar cI fenomeno segun cl cual hay una inclinaci6n continua a comp:mir como lectores los riesgos ficticios de los textos, a abandor.ar la propia seguridad para ingresar en otros modos de pensamiento y conducta que no son en modo alguno de naturaleza edificante. EI lector puede salir de su mundo, vivir cam bios catastr6ficos sin quedar implicado en sus consecuen(ias . Pues fa carencia de (onsecuencias de los textos de ficcion haec posible a(tualizar maneras de experiencia de sf mismo que la forzosidad cotidiana obstruye. Nos devuelve esc grado de libertad de comprension que la acci6n desgasta, malgasta y a veces regala. AI mismo tiempo los textos de ficcion preparan cuestiones y problemls que se derivan de la necesidad de la accion diaria. De este modo no experimentamos con los textos, sino con nosotros mismos. Para que esas experiencias sean eficaces eI texto no debe mencionarlas. «EI poeta.. . nunca afirma,,22 deda ya Sir Philip Sidney, y esto significa que los textos de ficcion estan construidos de manera que no confirm an por completo nunca ninguno de los significados que les atribuimos, aunque por su estructura nos inducen permanentemente a hacerIo . Cuando los reducimos unlvoca mente, parecen poner c1aramente de manifiesto que eI sentido es siempre rebasable. En este sentido, los textos de ficcion esdn siempre mas alIa de nuestra praxis vital. Sin embargo nosotros observamos sobre todo este hecho cuando pretendemos sustituir su indeterminacion por significado.
Wolfgang Iser
El Proceso de Lectura
Una pnspf'ctiva jmomenol6gica
1 La teorla fenomenologica del arte seiiala con insist('ncia que, en la consideracion de una obra literaria se ha de valorar no s610 e1 texto actual sino, en igual medida. los actos de su recepcion. Dc este modo Roman Ingarden contrapone a la estructura de la obra literaria los modos de su concrecion l . EI t('xto como ul ofrece diferentes «perspectivas esquematicas- 2 a traves de las cuales aparece el objeto de I~ obra, pero su verdadera actualizacion es un acto de «concrecion-. De esta situacion 5e deduce que: Ia obra literaria posee dos polos que podemos !lamar polo artlstico y polo eS[(~tico, siendo cl ardstico el texto creado por rI autor. y rI estcti(o la concre< ion realizada por el lector. De tal polaridad se sigue que la obra lit('raria no pliedI.' identificarse exclusivamente ni con el texto ni con su concrecion . rUeHO que la oora es mas que rI texto, ya que s610 adquicre vida en su concn·,·ion. y tsta no es independiente de bs disposiciones aport3cbs por ('I ie(lOr. llln nundo ules disposiciones son activadas por los condicionamientos del texto. F.I IU~H de la oora de arte es la convergencia de texto y lector, y posee forzosamente caricter virtu~l. puesto que no puede reducirse ni a Ia realidad drl lext o ni a b\ di'pmiciones que constituyen allector. A esta virtualidad debe Ia obra d~ arte Sll dinami(a. (jUl', por \U pute, tS l~ condici6n de los efectos que produce. EI texto se actllali7,a. por 10 tanto, \010 mediante las ;lc!ividades de una co nr ielll:ia que 10 reriol', de n)lnrr~ '1ue la (lhn adquiere su autcntico car:icter procesal solo ell cl pro(e~o dl' Sll I('(tur l . Por eso, en 10 sucesivo, solo se hablad de obra cuando se cumple este proccso (OIllO nmstitlJl'ion exigida por ellector y desencadenada por el texto. La obra de ant n Il (onstitu,ion del texto en la conciencia del lector. Como eI lector entiende las «perspectivas esquematicas» como condici6n dt' la aparici6n del objeto imaginario, va desplegando eI texto en un proceso tlinimico dt' acciones mutuas. Tal concepci6n puede apoyarse en etapas rclativamente tempranas de la literatura. Laurence Sterne observaba ya en su Tristram Shandy: " ... ningun autor que comprenda los just os Hmites del decoro y la buena crianza purde presumir de pensarlo todo; eI verdadero respeto a la comprensi6n del Icctor es compartir los asuntos amigablemente, y dejarle, a su vez, que imagine tambitn algo. Por mi parte, Ie estoy por ello eternamente agradecido, y hago todo 10 qut' plledO para qut' su C. Rom.n Ir.J.nl~n. \lom f,l"nnm
22 Sir Philip Sidney. Tht Drfm~t of Potsit, T~ Prott Works III. F.(1. por Albt-rt Ftuill~UI, . C.mbridge 1962, p, 29,
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jmal!lnlllll~1'I on' actl",. ClOI1'lQ I. m',.', Al,lt,,, y lecear p~~~ICilplln por lio'on U~ jUQgo de llll'ltail., e que I'lO tendrla !ugar Ii el texto pretendlr.se ser Ilgo mAs que reg las de juego. Pues el lector solo obtlene satisfaccion cuando pone en juego su productividad, y ello solo ocurre cuando el texto ofrece la posibilidad de ejercitar nuestras capacidades. Naturalmente que en tal productiviad fxisten sin duda unos ({mites de toleranda que se traspasan cuando se nos dice todo claramente -a 10 que ya aludfa Sterne- 0 cuando 10 dicho amenaza disolverse en la confusion, de manera que el aburrimiento y la faliga son situaciones IImites que normalmente excluidn nuestra participacion. , En que medida 10 no dicho estimula la autentica participacion productiva en la lectura es algo que Virginia Woolf ha circunscrito muy bien en su estudio sobre Jane Austen: «Jane Austen es asl h duei'ia de emociones mas profundas que las que aparecen en la superficie. Nos estimula a aportar 10 que no esta, 10 que ella ofrece es, al parecer, un bagatela. Sin embargo esta compuesto de algo que expande en la mente del lector y con la forma mas durable de la vida, escenas solo en apariencia triviales. Siempre radica la fuerza en el cadcter... Los giros y vueltas del dialogo nos mantienen como sobre ascuas en suspenso. Nuestra atencion esd. en una mitad en el presente, y en su otra mitad en el futuro ... Aqul, en verdad, en estas narraciones inacabadas y muchas veces vulgares estan los elementos de la grandeza de Jane Austen»4 Lo no dicho en escenas triviales en apariencia, los vados en las revueltas del dialogo no solo introducen al lector en la accion, sino que Ie hacen revivir los multiples aspectos de las situaciones disei'iadas que de este modo adquieren una ciimension completamente nueva. Pero cuanto mas lien a la fantasia del lector estas l'erspectivas, tanto mas influid esa vaguedad originaria er 10 efectivamente dicho. De aqul resulta un proceso dinamico, puesto que 10 d:, ho solo actua realmente cuando remite a 10 que calla. Y como 10 callado es el reyeS de 10 dicho, solo por ello adquiere sus contornos. Lo que se dice aparece ante un trasfondo que, como dice Virginia Woolf, actua significativamente dejando solo adivinar los datos. Surge un espacio de sugestiones a traves de las cuales, escenas triviales adquieren repentinamente «Ia forma duradera de la vida». Y esto no s-: dice, ni menos se explica, en cI texto, sino que resulta del cruce del texto y eI lector. EI proceso de comunicacion se pone en marcha y se regula mediante eStl dialectica de 10 que se muestra y 10 que se calla. Lo no dicho constituye el esdmulo de 10 actos de constitucion, si bien tal productividad esca controlada poc que se dice, 10 que a su vez tiene que transformarse cuando por fin logra ap2.recer aquello a 10 que se referla.
2 Podemos preguntarnos ahora hasta que punto este proceso puede ser adecuada mente descrito. Para ello vamos a utilizar en un primer tramo eI esquema de la reduccion fenomenol6gica. Si a estos efectos limitamos nuestra visi6n a las operaciones que se producen entre los enunciados en los textos literarios, reconoceremos que no denotan objetos dados empiricamente, y que, cuando esto sucede, el debilitamiento de la denotaci6n tiene como objetivo una potenciacion en las relaciones connotativas. En consecuencia, en los textos literarios el interes predominate se dirige a los correlatos de los enunciados. Pues el mundo descrito en tales textos se construye a ) Laurence Sterne, Tristram Shandy, II, II, Londres 1956, p. 79.
Virginia Woolf, The Common Reader (I' serie), Londres 1957, p. 174.
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p~rilr do 11101 ~arl'.httol Irtt.nlllon_lea d, I.. Irtlll1lll.cloniU, .Loi OIiUIiCllldol Ie conecun entre sf de dlferentes maneras para formar unidades slgniflcatlvaa de nival superior, reveladoras de una estructura compleja, dando lugar a totalidades como pueden ser, por ejemplo, un cuento, una novela, una conversacion, un drama 0 una teorla cientffica. Por otra parte no solo se constituyen los contenidos correspondientes a esos en unci ados tornados por separado, sino tam bien sistemas de relaciones objetivas de tipo diverso, situaciones, procesos complejos entre cosas, confIictos y coincidencias entre elias, etc. En ultimo termino surge un mundo particular con sus partes constituyentes determinadas de tal 0 cual manera y con las trans formaciones que en elias tienen lugar. Y todo ello consticuyendo un puro correlato intencional de un complejo de enunciados. Si tal complejo lIega a formar una obra literaria, lIamaremos entonces a la suma de correlatos intencionales de los enunciados, eI 'mundo presente' en la obra»5.
,C6mo describir las relaciones entre utos correlatos intencionales cuando no escan determinados en el mismo grado que las declaraciones y las afirmaciones de los enunciados tornados por separado? Cuando Ingarden habla de comlaciones intencio nales de enunciados, las declaraciones, afirmaciones e inform lciones estan ya cualificadas en cierto senti do, puesto que cada frase s610 aleanza s I objetivo cuando apunra a algo mas alia. Como esto vale para todos los enunciados de la obra literaria, las correlaciones se entrecruzan, y de este modo alcanzan la plenitud del objetivo semantico pretendido. Sin embargo este resultado no se consigue en el textO, sino en el lector, que debe activar la interaccion de los correlatos preestruc curados en la secuencia de las frases. Los enunciados mismos, cn tanto que declaraciones y afirmaciones indican 10 que va a venir, y 10 que va a venir esca prefigurado por su contenido concreto. Las frases inician un proceso que preside la formacion del objeto imaginario del texto. Husserl ha descrito asi ('Sll conciencia interior del tiempo: «Todo proceso originariarnente consticuyent(' esd animado de pro[enciones que constituyen y capt an en vacio 10 que va a venir. Il('vlndolo a su realizaci6n- b • Esta observacion de Husser! destaca el momento dialcctil'O que ju('ga un papel central en cI proceso de lectura. Los indicadores s('m;lntlcos de 10\ enunciados individuales suponen una espera que se orienta a 10 quC' \'1(,11C'. A t ll('s esperas llama Husser! protenciones. Como tll escructun es prop,a dr todm los correlatos intencionales de los enunciados de los textos dl.' fin:lon. Il interac,'ion tendr:i como consecllencia no tanto satisfacer las esperas Sliscit adas, cuanto su constante modificacion. Se puede describir esquernaticamente este proceso como ~i!,II(, . CJda corn'lato individual de enunciado prefigura un hori7.0nte determinado, rl nlll s(' convi('rtr enseguida en una pantalla sobre la que se proyectl el (orreiaco sigliitnte. transfor· mandose inevitablemente el horizonte. Como quiera que catb corrrilto tlr enun,jado no prefigura 10 que va a venir mas que en un semido restri~ido. rI horizontr despenado por ellos present a una perspectiva que. pese l su l'(>nu(','ic'>n, contlc-n(' ciertos elementos indeterminados que. en todo caso, poscC'n rI Od,I(,T cle la e~pera cuyo cumplimiento anticipan. Cada nuevo correlato ~'omiste al mlSITlO tiempo ('n intuiciones satisfechas y representaciones vadas. La secuencia de' 10\ rnunciadm puede, por 10 tanto, tener lugar segun dos modalidades de dnarrollo hhicamentt' diferentes. Si un nuevo correlato suprime Ia indeterminacion de la correlaci6n precedente en el sentido previsto, se producir:i IIna sarisfac,ion ut'(';ente de b s Ingarden, Vom Er/"'ennrm drs lilerar;,rhrn Kunst"''''!..· •. p, 2'),
6 Edmund Husser!, lHr Phanomrlogir drs i,mrrrn lrilbnva.wrim (OhrH 10). I. H.p. p. 52,
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espera, Si la secuencia entera de los enunciados tiene lugar de este modo, se va produciendo una progresiva satisfacci6n de las esperas suscitadas por las incertidumbres y vados presentados por las correlaciones, En general, los tcxtos que describen objetos poseen este tipo de estructura puesto que buscan prodt:cir una individuali zaci6n del objeto que tienen que describir, Por eI contrario, las secuencias de frases cuyos correlatos modifican 0 incluso defraudan las expectativas despertadas, se desarrollan de modo diferente, Si la indeterminaci6n de los correlatos despierta I:t atenci6n por 10 que va a venir, la modificaci6n de la espera por la secuencia de las frases producid inevitablemente un efecto retroactivo sobre 10 que se ha lefdoanteriormente, Pue.l to que ha sido lefdo aparece, como consecuencia de esta modificaci6n, de otra manera que en el momento de su lectura, 10 que hemos lefdo se hunde en eI recuerdo, korta sus perspectivas, empalidece de modo creciente y acaba disolviendo"e en horizonte vado que 110 forma mas que un marco general para los contenidos de las retenciones en e! recuerdo, En eI proceso de la lectura se produce entonces una actualizaci6n multiple de los contenidos de las retenciones, y esto significa que 10 recordado se proyecta en un nue'lO horizonte que no existfa en eI momento en que fue aprehendido. No por ello se hac/" 10 recordado plenamente presente, pues ello iOllplicada la simu!taneidad de la memoria y de la percepci6n . Sin embargo, los contenidos de la memoria se transform:l.n, pues el nuevo horizonte los had aparecer a otra luz. Lo recordado estaSleced nuevas relaciones, las cuales, por su parte, influidn en la orientaci6n de la espera despertada por los corrl'latos de la secuencia de los enunciados. De este modo, en el proceso de lectura se iTlezclan sin cesar las esperas modificadas y los recuerdos transformados. Sin embargo no es eI texto eI que orden a por sf mismo tales modificaciones de las esperas ni esas relaciones de 10 re<.:Ordado. Es un producto resultado de la tensi6n descrita como dimensi6n virtual del texto. Su particularidad radica en que 10 suscita el lector aunque es un objeto potencial de la obra. En esta particular convergencia se revela la estructura hermeneutica profunda de la lectura. En raz6n de sus elementos de interterminaci6n, cada correlato de un enunciado prefigura la correlaci6n siguieme, ·pero en virtud de . 115 elementos determinados y satisfechos constituye eI horizonte del enunciado ~lIterior. De este modo cada instante de la lectura es una dalectica de protenciones y retenciones, entre un horizonte futuro y vado que deb· lIeliarse y un horizonte establecido que se destine continuamente, de manera que ambos horizontes internos aJ texto se acaban fundiendo. En est a dialectica se actualiza el potencial implkito en eI texto. Este esquema genrral constituye simplemente una condici6n 0 marco general de las multiples maneras de constituci6n en la dimensi6n virtual de la lectura. Pues la dialectica expuesta no se desarrolla como un juego plano de interacciones de protecci6n y retenci6n._In~n ~e ha referido a este problema, aun cuando su interpretaci6n sea problematica: «Cuando nos vemos ... confrontados al flujo del pensamiento de la frase, podemos, despues de haberlo recorrido, pensar su «conti nuaci6n» en la forma de una frase, cone~tada precisamente con la frase que se acaba de pensar. Asf se prosigue eI proceso de lectura del texto sin esfuerzo. Pero-f..l,!ando la frase consecutiva no tiene conexi6J:L perceptible con la, pr~den!~e1 ~~ del . pensamiento se atasca. Este hiato se traduce en una sorpresa mas 0 menDs viva, 0 en Url de;;grado. Es un obsraculo que habd que superar si la lecrura ha de seguir su curso fluyente»7. 7
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Ing.rden, Yom Erkennen des liter.rischen Kunstwerks, p. 32.
EI hiato como obsd.culo en eI curso de los enunciados es para Ingarden un producto del azar y una contrariedad. En esto se muestra hasta que punto aplica al proceso de lectura su concepto organicista de obra de arte como polif6nica. Si se considera la secuencia de las frases como un f1ujo continuo, se supone que cada enunciado tendd que sat isfacer la expectativa suscitada por el enunciado anterior, por 10 que la frase que no proporcione la satisfacci6n esperada produce desagra.do. Pero en los textos literarios abundan variantes inesperadas, de manera que es eso 10 que se espera, hasta el punto de que !as secuencias de frases previstas no acaban de lIenar plenamente. Incluso en la historia mas sencilla se da una ruptura de la consistencia por razones sencillas, puesto que ningun suceso puede ser contado exhaustivamente. Las hisr..o rias reciben su impulso djnamico por sus inevitables omisiones. Asi cuandO-;; Interrumpe el f1ujo de enunciados y nos vemos conducidos en direcciones inesperadas, seaDre'lihespaclode "juego para establecer conexiones en 10~J!,Igares gue eI texto ha OejaClo·sind~ inar. Este " es el caso cuando se encuentran vados en el1eXfO, c uando rasconex~s significativas de los correlatos no han cristalizado 0 cuando no se ha formulado el entrelazamiento de sucesos 8• Todo esto influye en la dialectica de anticipaciones y retroacciones y en la configuraci6n de sentido resultante de la lectura . .Pues ~ i !!te~~ciQ!L.9!UI~jo de enunciados 0 la aparici6n de vados en la organizaci6n del texto hace que las conexiones se produzcan en forma mucho mas matlzada 0 inclu!;o neterogcri"ea. Por esta raz6n el te xtoS'e expanqe en multiples posioilida-des poten,:i~les de realizacion y las eventuales lecturas nunca agoudn todas las posibilidades, posibilidades q!l~ aumentan con las conexiones no formuladas de la secuencia de frases""7 con los · vaa~s en'";len~e1azamiento d e los c;;;elatos intencionales. Cada fea ura deviene asi una actualizaci6n individualizada del texto en la medida en que eI espacio de relaciones dcbilmente determinado permite alumbrar configuraciones diferentes de sentido. Una configuraci6n de sentido tiene para cada iector un grade alto de determinaci6n que surge de las muchas decisiones y selecciones surgidas en el curso de la lectura sobre el modo de relacionar los correlatos de enunciJdos mutuamentc referidos . Ahi se basa la actividad especial mente creadora que expcrimenta eI lector de textos literarios. Cuando en el proceso de lectura aparecen modificaciones de b expert at iva que sitl'ta a 10 lefdo en un nuevo hori7.onte, modific1ndo cI recllerdo, somos nosotros los que abrimos esa posibilidad del tl'Xto, y los qUl' ,crramos otra. En todo caso podd decirse que la forma de Ie,tura de los textos literlrios discurrc como un continuo proceso de opciones mediante las que se realiun ~rlectivamrntC' las posibilidades de conexi6n . Dc eSle modo y hast a ,i('rtll punto la leelur1 manifiesta la inagotabilidad del texto que a su vez es condicion Je C'~1~ dccisionn de selecci6n en la lectura para hacer posible la constitucion de! olwto Im1t.;inario En definitiva, el l:?tencial del texto excede toda realizacion individu11 en 11 lectura. Esta estructura se pone de relieve especiaimellte en la se!/:und1 lC'ctura de un texto; correspondiente a la e}(periencia de que el texto rcleido no produce Ia mi~ma impresi6n formada en la primera lectura. Las ra7.0nes dc este hecho h1n de bus, uSC' en parte en la especial circllnstancia del lector. Aunqlle el texto drN- (ontener b, condiciones de su diferen,iada reaiizal"ion, 8 PU2 rl concrl'to dr lu~u v>rio v
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\'(Ii,kwng,brdingwngm firr,a,iscn., P'a,a, Comunu ('I)
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Todo texto posee una estructuril,,Jemp2!:iL pues es imposible hacerse con un texto, por pequeno que sea, en un instante. Por eso la lectura discurre como una perspectiva movil que liga entre sl las lases del texto. Si se realiza un curso temporal se recubrid la segunda lectura haciendo surgir en ella elementos no dados en la primera lectura. Esta nueva apicaci6n no esta totalmente exent.a de una orientaci6n, aunque no formulada en el texto, que nos permite hacer nuevos descubrimientos. De ah( el hc!cho revelador de que la relectura de un mismo texto es capaz de producir innovaciones. Una ·condici6n importante para ello es que no se repita en la segunda lectura el tnismo modo de recorrido mediante el cual se realiz6 anteriormente una determinada configuraci6n de sentido: De 10 cual es re~ponsable la subjetiva circunstancia del lector que puede cambiar en una nueva aplic<.ci6n al mismo texto. EI modo de procesar la lectura evoluciona, puesto que el recuerdo de 10 Icldo no se extingue por completo, y suscita asi la 6ptica para una nueva ordenaci6n. Por ello, la manera de producirse un curso de lectura es algo no repetible en su individualidad, si bien el saber que produce se extiende a las lecturas repetidas. Por mfnimas que sean las innovaciones, siempre ocurrid. que la configuraci6n de cad a proceso de lectura es estructuralmente irrepetible.
3 Hemos considerado hasta ahora fundamentalmente la ramificaci6n del texto en
cl proceso de lectura en protenciones y retenciones. De donde se derivan como mecanismo complementarios de proyecci6n la espera y el recuerdo. EI texto mismo no es ni espera ni recuerdo, de manera que la dialectica de previsi6n y retroacci6n produce la sintesis de representaciAn. Es un hecho de experiencia que en la lectura -sobre todo de prosa narrativa- circula una constante corriente de imagenes en la conciencia. Tal corriente acompana siempre la lectura, pero ella misma se sustrae a la atenci6n. Y ello aun cuando tales secuencias de imagenes confluyan en un panorama conjunto. Gilbert Ryle ha descrito del siguiente modo las condiciones constitutivas de la imagen en su anal isis de la imaginaci6n: «
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Gilbert Ryle, The conctpt of Mind, HJrm onds worth 1968, p. 255.
imaginaci6n visual presupone la ausencia material de 10 que aparece en,la imagen. De ~ este modo distinguimos la percepci6n de la representaci6n como dos modos .~ diferentes de acceso al mundo. La percepci6n implica la preexistencia de un objeto dado, mientras que la representaci6n consiste constitutivamente en su relaci6n con algo no dado 0 ausente 10• Al leer un texto literario debemos formar siempre imagenes mentales 0 representaciones, porque los «aspectos esguematicos.. del texto se limitan a hacernos saber en Que condiciones debe ser constituido eI objeto imaginario. Son las implicaciones no manifestadas lingiHsticamente en el texto, asi como sus indeterminaciones y vados las que movilizan la imaginacion para producir eI objeto imaginario como correlato de la conciencia representativa. Tal estructura se puede explicar bien en eI caso de la version filmada de una novela que hemos leido. La impresion espontanea que nos produce la version filmada de Tom Jones de Fielding es la de cierta decepci6n por la relativa pobreza del personaje en relaci6n con la imagen representada cuando se hizo la lectura del libro. Cualquiera que sea la impresion recibida por cada individuo, la reaccion inmediata consiste generalmente en decir que no se habia representado al persoriaje de modo diferente, remitiendo as! a los caracteres particulares de la imagen mental. La diferencia entre los dos tipos de imagenes consiste ante todo en que en la pelkula hay una percepcion optica con preexistencia del objeto. Lo.s~i~Los tienen, en comparacion con las imagenes mentales, ~rado superior de determinacion. Y es precisamente esta determinacion la que se recibe como una decepcion, incluso como un empobrecimiento. Si, frente a esta experiencia, evoco de nuevo las representaciones del Tom Jones que habra imaginado, se presentan en esta considcraci6n reflexiva como singularmente difusas, pero, pese a esta impresi6n, no dida nunca que la percepci6n optica de la peHcula presenta la imagen mejor del personaje. Si me pregunto si mi Tom Jones imaginario es grande 0 pequeno, si tiene ojos azules 0 pelo negro, me doy cuenta de la pobreza optica de este tipo de representacion imaginativa. En efecto, nuestras imagenes mentales no tienden a crear, a hacer vivir ffsicamente a nuestros ojos personajes de novela;..ll1 pobreza optica se traduce en n ~ hacer aRarecer al Rersonaje como ob'eto sino mas bien como ortador de una ~gnificacion. Lo cual sigue siendo verda aun cuan 0 en a nove a se nos escn e al personaje de manera detallada, pues en general no leemos la descripci6n en tanto que descripci6n pura y simple del personaje, sino que nos preguntamos JQ...gY£.....lll fiEiresentacion puede signi£ical:..-La imagen representaoa no se djstirgu.!!-tolament.e de .-!-imageo.J tc-pex.c.c.p-ci6n._p.Qr _eL b.e.cho_.d_e-queJLprjmer.a...s~e£i~sp.ectos no ~~. lJlientr~l:Le..la,.$.g.\!.Q d.a 10 hace c0..lLun objetg preexis~ent(:. Gilbert Ryle ha observado, como hemos visto antes, que .en la .represmlliion de un ohieto s.e,!,~", aspectos que no al2.areccl'L ,yanda eL objeto..e s_Re.a;ib ido. ~Por caosiguiente, ~ _ .' awe.Dcia .deLobjelouo_.consr.iur.y.e. la .di£erencla.h.asica£nu.e .pres.entacio n y,p.erc.epci.on. Cuando al leer la novela nos representamos a Tom Jones, solo se nos dan ciertas facetas del personaje, a diferencia de la pelicula que nos prc.-senta la figura completa y en todas las situaciones; y con esas facetas hemos de rc.-componer la imagen. Este proceso no ocurre de manera aditiva. Cada una de las fact'us remite a otras, y cada aspecto de Tom Jones adquiere su significaci6n c.-n conni6n con ouos a los que supcrpone, restringe 0 modifica. En consecuencia, la inu!:en dl' Tom Jones no puede determinarse estrictamente en todos sus aspc.-ctos, puc.-s cada uno de elios, cuya representaci6n nos permite una faceta, esd sometido ~ modific.lclOnes latente~ 10 v.. S(hiin.l)("r~.
J.
P. Sartr., Da1 l/naginare "/'anomrnologi1C/'r ",.yeJ.olngir drr fm!oi/d_"tl"A(r. trad . J,. H.
H.mhurgo 1971. p. 281.
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provocadas por su reflejo en la faceta dominante. La imagen de Tom Jones no cesa asl de transformarle durante III leeturll; el reflejo proyectado de una faceta en otra 'nos obliga a matlur y reestrueturar la rcprcsentaci6n que vamos im:tginando. Percibimos c1aramente este proceso cuando eI heroe presenta un comportamiento inesperadoj las ,facetas se entrechocan, y debemos revisar nuestra representaci6n en funci6n de tales colisiones, de manera que la imagen que ya t::niamos del heroe se transforma por retroacci6n. de donde se siguen dos cucstiones. Mediante la representaci6n producimos una imagen del objeto que, it di.ferencia de la percepci6n, no ena dada. Sin embargo, cuando nos representamos algo, estamos en presencia del objeto. pues este s610 debe su existencia' a nuestra exclusiva :!.£resentaci6n...sk.. manera que ~~ I2W.eJtQa de..JQ ,quc_hemoLPc.ud_ucid.2......l.?2r esto se explica la "d~~icin-experimentada cuando vemos la versi6n film ada de la novela. En efecto, en la pelfcula «el agente humano no tiene la urea de la reproducci6n. En una fotograffa. se me prcst'nta la realidad mientras que yo no estoy presente en ella; y un mundo que conozco y yeo. pero en el que nunca estoy presente (sin intervenci6n de mi subjetividad) es un mundo pasado»lI. La imagw ...fu.t.Qgcafiada n ~eproduce s9.ktnenr.e...un-ebjeto-aeJa..percepci6n; nos excluye igualmentc de ese mundo que vemos perc en cuya formaci6n no h;;Qs participado. Mi decepci6n no est:\. pues en que me he representdo al heroe de la novel a de otra manera. No es mas que un epifen6meno que manifiesta mi decepci6n de haber sido excluido en toda participaci6n mostd.ndome al mismo tiempolo-que significa la producci6~ por la reprerentaci6n, de una imagen del obieto no dado, pero que se nos entrega como si nos perteneciese. Lo que la peHcula. por el contrario, indica c!aramente, es que "Ia camara se encuentra fuera de su mundo y que yo estoy ausente de el. 12 • La versi6n filmada de una novela neutraliza la actividad de composici6r propia de la lectura. Todo puede ser percibido fisicamente sin que yo tenga nada que aportar ni que los sucesos requieran mi presencia. Por esta raz6n no sentimos la precisi6n optica de la . imagen percibida. por contraposicion a la imprecision de la r::presentada. como un enriquecimiento ni una mejora. sino como un empobrecimiento. \~,
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Si el obicto imaginario del texto literario se da como reprcsentaci6n. deberemos iluminar mas de cerca las condiciones de su constituci6n. Entendiendo el texto como un conjunto de sen ales. debe darse en la lectura un agrui':lmiento continuo de senales en una actividad elemental de estructuraci6n. Tal proceso de agrupamiento significa el intento de ver globalmente 10 que en fragmentos cortados de lectura pasa desapercibido. de manera que la lectura consiste en un proceso consistente de formaci6n. «En 1a lectura de imagenes. al igual que en la adici6n de discursos. es siempre diffcil distinguir el aporte bruto de la percepci6n del de nuestras proyecciones gobernadas por los elementos memorizados del reconociiniento ... Son las conjeturas del espectador que exploran el conjunto incoherente de formas y colores y 10 someten a la prueba de una coherencia 16gica, cristalizando en una determinada forma, donde se reconoce la validez de una interpretaci6n"D. En este proceso. Th. World Vitw.d. Nueva York, 1971. p. 23.
Ibid. p. 133.
13 E, H . Gombrich. Art and IIlu,ion. Londre, (2) 1962. p. 204 .
II Stanley Cavell.
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esbozado por Gombrich, obtenido primero en su trato con los textos. y transferido despues a la interpretaci6n de las imigenes. radica el problema ..uya aclar.1ci6n explicad 10 que es el proceso de lectura. Ell esOl configuracion H' unen 1.1, anticipaciones que gobiernan nuestra percepcion con las sei'iales que proceden d('1 texto. En esos agrupamientos lIenamos las rclaciones de sciiales p<"rcihidas en (.'1 texto. De ahi surgen configuraciones necesarias para la comprension del texto. Con todo esto abordamos un problema central de la lectura. EI declO d(' agrupamiento y las configuraciones consiguientes no son algo dado en el texto mismo. sino una operacion desencadenada por eI texto en la que las disposiciones individuales del lector. sus contenidos de conciencia, sus intuiciones condicionadas temporal mente y la historia de sus experiencias, se funden en mayor <> menor medida con las sen ales del texto para formar una configuracion significativa. Por eso juegan en el proceso de lectura las actitudes, expectativas y anticipaciones del lector un papel esencial, puesto que esas configuraciones s610 en conexion con tales actitudes pueden formarse. Incorporan actos de anticipaci6n que preceden a los actos de captaci6n. Pero las expectativas son la condici6n b£sica de la produccion de ilusion. Cuando el lector de un texto literario 10 constituye mediante una secuencia de configuraciones, la consistencia del texto siempre renovada en eI proceso de lectura se realiza como una forma de ilusi6n. Gombrich comentaba aSl cste fen6meno: «Cad a vez que una lectura coherente se presenta al espfritu ... la ilusi6n toma la delantera»H. La ilusi6n es, como una vez deda Northrop Frye «fija 0 definible, y la realidad se entiende mejor como su negaci6n. IS • Pero si la lectura transcurre como proceso continuo de formaci6n de ilusiones, adquiere un cad,cter problemhico. En lugar de ponernos en contacto con la realidad, nos deshabituaria de ella. En estc contexto habd que hacer algunas precisiones. La necesidad de la ilusi6n en el proceso de formaci6n consistente de lectura no es discutible ni siquiera cuando eI texto parece oponer tal resistencia a la ilusion que nuestra atenci6n se ve movida a buscar sus causas. Esto ocurre especialmente en los textos modernos en los que la extremada precisi6n de la exposici6n hace que las indeterminaciones del texto parezcan aumentar hasta el punto de comenzar a destruir las confi~uraciones que formamos en las fases sucesivas de la lectura. 5610 aSI se constituye eI mundo literarioj sin ese proceso de formacion de ilusiones, el mundo ajeno y lejano del texto quedaria en una distante trascendencia. Se hace disponible justamente en ese proceso en que se hace consistente. Y simuld.neamente se cumpie una operacion hermeneutica. Proyectamos las expectativas estimuladas por el texto hasta que las relaciones de senales polisemanticas se van reduciendo, las expectativas se cumplen y se constituye una configuracion significativa. La polisemia del texto y el proceso de formaci6n de ilusiones de la lectura son, er. principio, movimientos opuestos. Por eso la ilusi6n no es nunca total. Y por eso esta imperfeccion hace que el acto de lectura sea productivo en un senti do autentico. Walter Prater ha observado a prop6sito de la experiencia de la lectura: «Para el lector serio las palabras son serias. Pero la palabra ornamental, la forma accesoria. la figura de estilo, eI color 0 la referencia. dificilmente se van dd ptnsamiento en el momenta preciso. Inevitablemente permanecen un tiempo provocando en el asocia ciones completamente ajenas. 16• Ello significa que el proceso de formacion de la 14 Ibid,. p,278.
IS Northrop frye. Anatomy o/Critici,m. Nuevo York 1967. PI', 169 16 W.lter Puter. Appr,ciations, Londr., 1920, p, 18,
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lIit,1II.t."OI. de III I,nut-. 1,,11"1lca tlln1bl6rt 1"1.1.101101 momtntol '1UO Ie 5\uttaon a I. ,1ntogrlcI6,. de I. corrolpondlonte 1l0r1f1Rura<:16n. LaB pOIlbllidadcs de rcaliucion del , texto Jon sicmpre m~s rielS que IllS eventuales configuracioncs slgnificatlvas que se forman en la lectura. Aunque esa impresion no existe ind~pendientemente de la lectura, sino que solo en ella se expcrimenta. As! la configuraci6n de sentido 5610 puede ser una realizaci6n parcial del texto, que sin embargo, despertara cI abanico de posibilidades que forzosamente comienza a oscurecer la exactitud del sentido realizado. En esta estructura hay implicaciones que s610 a efectos de una descripci6n pueden distinguirse, pues en la le<::tura actuan conjuntamente. Gombrich saca una conclusi'6 n semejante en sus investigaciones de psicologfa gesdltica en su trabajo A rte e Ilusi6n : « .. . Aun siendo perfec~amente conscientes de que toda experiencia sensorial es necesariemnte una ilusi6n, somos incapaces, estrictamente hablando, de observarnos en cuanto sujetos de una ilusi6n,,17. La parcialidad de la ilusion no nos permite hacernos conscientes de tal estado. Pero, si no fuese la ilusi6n un estado transitorio, podrfamos quedar siempre atrapados por ella. Y si la lectura se agotase en ser un mecanismo de producci6n de ilusi6n -p~r necesaria que sea la comprensi6n de experiencias nuevas- ccrrer!amos eI riesgo de la decepci6n. Precisamente en la lectura se revela c1aramente la naturaleza transitoria de la ilusi6n. Pues la formaci6n de ilusiones va constanternente acompaiiada por «asociaciones ajenas», asociaciones despertadas en el curso de la lectura, a menudo no e1egidas y que incluso niegan la posibilidad de una configuraci6n significativa. Pero cuando la formaci6n de ilusiones queda permanentemente eclipsada por 10 que ella misma provoca, haciendo imposible la consistencia, acab esta consistencia por imponerse. Por todo 10 cual el lector, inmerso en el proceso de formaci6n de ilusiones, acaba oscilando perpetuamente entre el engaiio de la ilusi6n y la observacion de la misma. Se abre a un mundo extraiio sin qu<,dar en el prisionero. Hay tambien otro aspecto del proceso de lectura. La oscilaci6n entre observaci6n e ilusi6n pone de manifiesto en que medida las directrices de ~ignificado, constituidas y bloqueadas simuldneamente por la ilusi6n, influyen retroactivamente sobre las formaciones. La tendencia a buscar una significaci6n unlvoca tiende a imponerse en el proceso de selecciones de la lectura, sin conseguirlo nunca plenamente. De esta manera la tendencia estructurante c1egida corre siempre el ,,<'Iigro de interferencia por las posibilidades no e1egidas. De ahl la inevitable operac.:i6n de equilibrio que tiene lugar ineludiblemente en la lectura, y la formaci6n de eventuales formas de consistencia que hace posible la experiencia estetica del texto. B. Ritchie ha descrito estas operaciones compensatorias que tienen lugar en eI juego de expectativas del texto. Cada texto suscita de entrada ciertas expectativas, his va modificando y his satisface eventualmente en eI momento en que ya no creemos que esto pueda ocurrir por escapar a nuestra atenci6n. «Decir simplemente que se satisface nuestra espera es hacerse culpable de una grave ambiguedad. A primera vista, tal afirmaci6n parece negar eI hecho obvio de que nuestro placer viene ..:ausado por sorpresas, por esperas decepcionadas. Esta paradoja se resuelve distin guiendo entre sorpresa y frustraci6n. La diferencia radica en los efectos que los dos tipos de experiencia ejercen en nosotros. La frustraci6n bloquea 0 retiene la actividad. Nos obliga a encontrar nuevas orientaciones para nuestra actividad si queremos evitar eI callej6n sin salida. Por consiguiente, abandonamos eI objeto frustrante y retornamos a una aLtividad ciegamente impulsiva. La sorpresa, por el 17 Gombrich, p. 5.
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~oriltuin. pr"\·I.... ~ limplcl11cntr IIna drll'm'inn l('illp<>rJI ",n I. fJl~ nl,I"'JIQril de la experirncia . Nm inciu a cOl1te.'mpl.u y a ob~l'rvu moil InlCnlJI1Wntr .. " IJ liltinu fa5(" los e.'1e.'me.'l1t()~ que.' no~ ~orpre.'nde.'n ~e.' pone.'n e.'n r('lll' i,'>" ,'on Ir" rt~l"(·de.'nl~', Son transportados por el flujo de nuestras exp('ri(,l1cias, y e.'1 plar('r qll~ rl"rorcionJn se acrecienta. En dcfinitiva, parece que todos los valor('s han de.' te.'nrl \ Ir'l J dosis de novedad 0 de sorpresa pues la direccion del acto ('n su conjunto s(' r\r<"lfi("a en un sentido progresivo.. y toda experiencia ('stctica tiende a mostrJr unJ '"trrae,ic)n continua entre operaciones drductivas e inductivas- 18 • Dc ('ste modo ('I sentido drl texto no reside ni en las esperas ni en las sorpresas y decepcionc5, ni mrn05 en bs frustraciones que nos acompaiian en el curso del proceso de confi!:ura(lon. F.Ha, ultimas incorporan mas bien las reacciones provocadas por el desca12bro, rc-rturbaci6n e interferencia de las configuraciones que vamos formando al leer, Esto quier(' de.'cir que al leer reaccionamos frente a 10 que nosotros mismos producimos y e.'S esc modo de reaccion 10 que hace que podamos vivir el texto como un aconte.'cimiento real. No 10 concebimos como un objeto dado, no 10 comprendemos como una e.'structUr2 determinada por predicados. Se hace presente a nuestro esplritu por nuestras reaccio nes frente a ei. EI sentido del texto tiene el cadcter de un suceso, y, por 10 tanto de un correlato de nuestra conciencia. Por ello captamos su sentido como una realidad. En relaci6n con esto, se puede aludir a una ultima consecuencia para la lectura en relaci6n con las -asociaciones ajenas~ de que hablaba Walter Pater en el parrafo citado. Todo texto literario incorpora en mayor 0 menor medida y con mas 0 menos intensidad normas sociales, hist6ricas y contempodneas, y las correspondientes referencias a la tradici6n literaria. Forman 10 que se ha lIamado ~pertorio del .l( 0 19 omo el re ertorio est3 inserto en un contexto a'eno no se nata de la mera c.2!lli.ataci6j} 0 reconocimiento de 10 ~onocido . Mas bien enla. desptagmatiz.aci6n_ e .. .la.s_normas.1a.miliares. CHi luondi!;.i6.rLdg la-,~omunicacion del texto. Algo parecido ocurre en las estrategias textuales que frecuentemente ponen en relaci6n contenidos cuya cone'xi6n nos resulta en principio difkii. Piensese en la sencilla u~cnica de la literatura narrativa, cuando el autor mismo es un personaje, y, de modo permanente, mediante sus comentarios, traslada la narraci6n a perspectivas inalcanzables en el curso de la historia narrada. Wayn(, Booth ha d('nominado est a tecnica como la del «narrador no fiabb (unreliable narrator)20 para expresar en que medida una em:ategiaJe.lUYiliu.QJllr!..J..a~ ex ectativas suscitadas or el texto mismo . La figun del narrador funciona entonces como desmentido latente e nuestras impresiones adquiridas en la observaci6n de la historia narrada. Se puede uno preguntar si esu tendencia contradictoria con el proceso de formaci6n de ilusiones es integrable en el sentido de lograr una consistencia de nivel superior. Es posible que aSI sea, y tambien es posible que se formen .resistencias interpretativas que permanezcan como abridoras de ilusiones.
(C6mo explicar, por ejemplo, el pasaje del Vlises de Joyce en el que el cigarro de Bloom evoca la lanza de Ulises, por poner un caso relativamente Hcil, en que aparecen dificultades en la formaci6n de una confi..s,uraci6n? La lanza evoca un elemento determinado del repertorio homerico, en un contexto: el cigarro de Bloom. La estrategia del texto las relaciona como si se tratara de cosas comparables. (Como organizar la relaci6n de elementos heterogeneos provenientes de contextos no 18 B. Ritchie, -The Formal Structure of the Aesthetic Object. , en Th! Problrms of AtSIMlirs, ed.
Eliseo Vivar y Murray Krieger. Nueva York 1965. pp , 230 SS ,
19 Ver mi trabajo -Die Wirklichkeit der Fiktion. e~ cste libro. pp . 298 SS.
20 Ver Wayne C. Booth. Thr Rrrhor;c of fiC/ion . Chicago 1963. pp. 211 SS , Y 139 !s,
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relacionados? Se podnl. decir 4ue es una relaci6n ir6njb. As( 10 han entendido al menos una serie de competentes lectores de Joyce 21 • La irbn(a ~rrnarl!.l~QguJa
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sucede en esa participaci6n. Por eso experimentamos siempre la nec~sidad de h1blar de los textos leidos, no tantO para distanciarnos de ello, cuanto para compr~nder en la distancia aquello en que esdbamos imrlicado~ . • En tanto hay implicaci6n. hay presente o21 . CU1nto mls prl'~~nt(' tl'ngamos cI texto -al menos durante el til'mpo de la lectura- rnh onlrrid qu(' 10 Clue somos pare7.C1 I')('rtl'ne(:~r 11 paudo . En la ml'ditia l'n qll(, ('I tnto l"nuICl d('splaza al paudo los puntm dl' vista a los Clue e~t.iham()\ \(Hlll'tido\ . \f p r nfn!1 misnlo como una ~xp<'ril'ncia viviJa. pues 10 Clue nm ocurre ('\'('ntu,111lfntf nn r\l('de lena lugar en tanto las intuiciones que nos gulaban formahan p,rtl' .1(' Ilu('\tro pres('nte : experiencia que no ocurre simplemente como reconocimiento dl' ('I('mrnto\ c onocido~ . Pues -si se hablase s610 de expl'riencias con las Clue se coincide, ap<'nl~ \(' hahlari1 de nada_ n , la lectura est:! estructurada como una l'xperienci1 por (uanto qu~ 1a implicaci6n rechaza las representaciones que dominaban nuestro paudn. d~,ando ('n suspenso sus va-Iores en un presente nuevo. Esto no significa de nin~una manerJ qUC' la experiencia rechazada desaparezca. Por el contrario, pennanecl' si('ndo ml (,Xp<'~(-11 en tanto que pasado, interaccionando un nuevo presente que no no~ ~s familiar al principio: eI presente del texto. Este nuevo presente nos par('c(' ('xtrano en 1a medida en la que la experiencia que la lectura ha rechazado al pasado ~iga siendo 10 que era cuando dominaba nuestro presente. Por otra parte, 115 ~xP<'rienciu ad uiridas no se adicionan sino ue rel'structuran los elemento~ de que ya disponfamos. Es 10 que expresan clertos glros e enguaJe COtl lano: eClmos que - hemos queClado enriquecidos p or una experiencia, cuando en realidad hemos perdido una ilusi6n.
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5 EI estudio del proceso de lectura de los textos Iiterarios nos ha permitido conocer hasta ahora tres aspectos importantes que sirven de fundamento a la rehci6n entre texto y lector. AI desplegarse la lectura mediante previsiones y retroacciones, adquiere el caracter de un acontecimiento, 10 cual produce la supresi6n de cercan.a de 10 que esd. vivo. Un acontecimiento se determina en cuanto tal por su apertura, 10 que obliga al lector a un proceso continuo de formaci6n de consistencias, puesto que s610 de esta manera es comprensible 10 ajeno y accesibles las situaciones. Esta fonnaci6n de consistencias discurre como un proceso en eI que tienen lugar ininterrumpidas decisiones selectivas, que, por su parte, constituyen las posibilidades, hasta entonces cerradas, de tal modo que funcionan como obstaculos para la consistencia conseguida en cada caso. Y de aquf surge la implicaci6n del lector en las configuraciones del texto producidas por el mismo. Esta imQlicaci6n significa que tenemos que a€tua ·lizar d . texto~ con 10 que las orientaciones que actuan durante la lectura . se van ' trasladando al pasado. Ahi radica l'l oportunidad de tener experiencias tal como 10 ha formulado G. B. Shaw: «Has aprendido algo. A primera vista parece que hubieras perdido algo 024 • La lectura 22 Wilhtlm Schapp. In Gmhichln1 WTltrickl, Hamburgo /953. p. 14J.
21 Richud Ellmann, .Ulyssts. Tht Divint Nobodyo, tn Twtlw Original Essays on Grtal English
NotJtis, .d. Chorlts Shapiro. Detroit 1960. p. 247. dondt c1asifica est> alu.ion como .heroico-burlescao.
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2) M. Merleau.Ponty. Phanomm olog;t Jtr Wahm,hm'mg, trad. d. Rudolf Boehm. ikrlin , 1%6.
p. 388 .
24 G. B. Shaw. Major Barbara. Londres 1964. p. 316.
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nos muestra la estructura mism~d!.l!.. experiencia, pues wn ella se Qroduce la suseensi6n de YilOriz~ciones e intuiciones has~ces dOriiln ante~rn -.i!lquietante j~los textos litera:-ios. En tal caso algo acontece en nosotros. Tendremos que precisar mas de cerca esta situaci6n, es decir, la transform3cion de 10 ajeno en eI ambito de la experiencia propia, algo seguramente oscurecido en la opini6n dominante en los medios cdtico-literarios, segun la cual tal apropiaci6n se basa en la identificaci6n del lector y 10 lerdo. ,Que podrfa indicar tal identificaci6n, si no fuera para el lector mas que el recubrimiento con 10 semejante? (Que tipo de impulso es eI que nos gula en la actualizaci6n, mas aun, en la disoluci6n en 10 «igua",? No obstante, no hay que negar que en la lectura surge una forma de participaciones que introduce de tal manera al lector en eI texto que produce cI sentimiento de que no hay distancia entre cl y 10 narrado, como puede verse en la siguiente reaccian de un comentarista que resume asl sus impresiones y experiencias en la lectura de Jane Eyre de C. Bronte: .Una tarde de invierno cogi eI libro algo picado por las extravagantes recomendaciones oidas y resuelto seriamente a ser tan crltico como Croker. Pero al ir leyendo olvide recomendaciones cdticas, identifidn dome con Jane y sus problemas, que finalmente se casa con Mr. Rochester a las cuatro de la madrugada,,25. Para adentrarnos en tal «vivencia,. puede ser interesante estudiar las considera ciones desarrolladas por _G. Poulet acerca de la lectura. Los libros. p iensa, s610 _~_x.ig~n_ v_m!~(k~~Ilt~J~r.acias al.Jecto..r!~ Aunque desarrollan las ideas del autor, es eI lector el que, progresivamente, en el curso de la lectura se convierte en sujeto de esas ideas. Asi se desvanece la escisi6n entre sujeto y ob.illi. divis i6n inheren te a todo J?roceso de conocimiento ~P.e.t~ci.6_0._~.!L su desaparici6n es la lectura una pOsrbdidad especial de acceso a la experiencia de un mundo ~Esta "fusi6n: S1i1gUiar entre texto y lector exprica esenclalmente el malentend ldo creado por la concepci6n de la relaci6n entre eI lector y el mundo del texto como una relaci6n de identificaci6n. A partir de la idea de que, al leer, pensamos I~s ideas de otro. Poulet conduye que: «Todo 10 que yo pienso forma parte de mi mUlldo mental. Y en este caso estoy desarrollando ideas que manifiestamente pertenecen a otro mundo mental, y que constituyen eI objeto de mis pensamientos casi como si yo no existiese. Se t rata de algo realmertte inconcebible, sobre todo si pienso en el hecho de que, en la medida en que toda idea debe tener un sujeto que la piense, ese pensamiento que me es extrano, aunque se desarrolle en mi, debe tener igualmente en mi un sujeto que me sea extrano ... Cada vez que leo pronuncio mentalmente un yo, y sin embargo ese yo que pronuncio no coincide conmigo,,27. Pa~a Poulet, esta manera de ver las cosas no es transitoria, pues eI sujeto extrano que desarrolla en el esplritu del lector las ideas ajen3s, indica la presencia potencial del autor cuya presencia «interioriza,. el lector en eI curso de la lectura, ya que pone su conciencia a la disposici6n de las reflexiones del autor. "Tal es la condici6n caracterlstica de cad a obra a la que doy existencia poniendo mi conciencia a su disposici6n. No s610 Ie doy existencia sino tam bien concicncia de existir,.28. Por tanto, seda la conciencia el p unto de com:e_r~Dcia de las .P.Qs.iciQ..!K~...tQLi_del 25 William George Clark, Fram'·s. Diciembre 1849, p. 692. cita segun R zthleen Tillotson, Now!s of the Eighteen-Forties. Oxford \961, pp. 19 ss . 26 Ver Georges Poulet •• Phenomenology of Reading., en New Literary 1-fistory 1(1969). p. 54. 27 28
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Ibid .• 56. Ibid .• p. 59.
lector. Lo que significaria eI termino de un proceso de autoat.enl,6un lie t icne lugar en el texto c-n eI CUrSOOelIT~a. ocsJe e momento en fJU(' \U loncicncia () desarro lla las ideas del autor. Este es el proceso. segun Poule!. 'lue :fee'C-"!'l Q. t comunicacion. Que. sin embargo. depen e e os condiciones: Ia e~pcriencia personal -ac tautor debed deshacerse en la obra tanto como sm ' d"p
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Ibid,
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marco de nuestro horizonte de experiencias. que se mueve por configuraciones . diferentes, los actos de comprension 'de elementos ajenos siguen ejerciendo efectos reatroactivos en la experiencia de nuestra persona. En este contexto puedc ser interesante la observacion de D. W. Harding como argumento a favor de la identificaci6n del lector con 10 leiao: .. Lo que a veees se llama cumplimiento de deseos en cuentos y novelas ... puede describirse de manera mh plausible como formulaci6n de deseos 0 como determinaci6n de deseos. EI nivel cultural de esta formulaci6n puede variar, pero el proceso es cI mismo ... Parece mas ex acto decir que las ficciones contribuyen a definir los valores del lector 0 del espectador, y tal veza-es:Ii!iffi@r s-,!s-aeseos.;..:mJ~ _q!1~e_~~~l?oner que satisfacenaeseos por d erto mecamsmo de exr.eriencia vi.caria.)O. - EI h~cho d~- q~e en eI curso de la lectura vi vamos acontccimientos que no nos son familiares, no significa que estemos en situaci6n de comprenderlos. Significa. mas bien, que es.0L actos de comprensiQI} seproducicln..enJa ..medida .. en-h...que. gracias a eHos, Oligo se exprese en nQ~gJ.ro~~s pensamientos de otro no pueden expresarse en nuestra conciencia mas que si la eSl'0ntanelal1tgJ.fi!~hexto im~n nuestra conciencia, aaquiere una fOrma._ Como esta espontaneidad despertada en nosotros se formula eo las condiciones propucstas por otra persona, cuyos pensa mientos tematizamos en eI curso de la lectura, no formulamos nuestra espontaneidad en funci6n de nuestras ideas directrices que no habrfan permitido tal espontaneidad. EI texto abre un espacio 51~no eS..iDmediatamente presente.a..nu.estxa concicncia.·..u constit\ici6ri de" sentido que ocur:re en la lectura de I.!n texto liter~ri.9.Ji&.!.1ili£a por eso no~lo (como hemos discutido a propos ito de la formaci6n de configuraciones en la lectura) que se descub..IeJp-11o_.£or..Dl~d9.-en..e1 tel\ to p~l?!!i2.. por los act.0 ~rel'resentatlv"os del lector~.Ia cons~ituci6n de sentido.~j$!!ili£L~~miLqyJ:JD tal formulaci6n de 10 no formulado radlca tambi~n la posibi\irtll.d de fo rm ulamou iiOsO'tros miSrnos, -des'cubr'ienao asf"to que hasta enton~es pareda sustraerse a ~es ~a conciencia-:-En- este sentid6 ' ra literatura ofrece la oportunidad de formularnos a nosotros mismos mediante la forniulaci6n de 10 no formulado.
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JO D. W. Harding, .Phychological Proc.sse in tho Reading of Fiction-, en AtslMlics in Iht Modtrn World, .d. Harold Osborn., Londr.s, 1968, pp. 313 ss.
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Wolfgang Iser
La Realidad de la Ficci6n
Elementos para un modelo textual de literatura hist6rico-funciO!Jal- {
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Preliminares
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Los model os textuales suponen decisiones heurfsticas . No comtituYl'n 101 cosa misma, pero abren una vIa de acceso. EI texto no se preSl'nta como un objeto en _ Cl!lInto t~ sino de una mantra determinada scgun eI sistema referl'n.cial elegiruLl:Q1J vistas a su compresi6n. EI texto literarioes una formacion ficticia. entendiendo por e110 q ue carece de los necesarios R!:£..dicados q~ rulid.a...d... En rfeno, los textos literarios no Sl' agotan con la dl'notaci6n de mundos dr oh;etm d~do5 emr'ncamente, bU5can rrrsl'nur 10 que no esd dado. Cuando sr c()()rdin~ I~ ~~li(hJ Y I~ ficcion conapto\, fnlto de una con eI prop6sito de compararlas, aparl'Cl' una pue;~ decisi6n heur'stica, en la medida en que se pretl'nde determinu b fiuiOn desde el ' p...!I.DtQ...dr."ri$..tLdUa_tuli.d1.d.-BQ.I.mn..~e_. 9.p.Jl~.~..U. Se ha calific~do a la ficcion como una . formacion tanto aut6noma co 0 6.n.aou.l - con eI fin dto Jl!"T1itir una f.~;';';~1 ~i -~u a ' .' e cie de los objetos eft: la ~JiOda.d.....se conoc«'n 1o, problema. suscitados por tal tipo dc investigaci6n. Se plantca Ia cuesti6n de uh«"r cual e, «,I cuadro referencial que atribuye a la oposici6n polar realidad-ficcion 1m pr-rdicado, que Ie convienen. No merece la pen a proseguir los numerosos esfuerzo, emprendidfK en tal direcci6n. En la discusi6n que sigue vamos a abal'donar las premisas que conducen a la determinaci6n de la ficci6n como 10 no real. Esta decision implica tam bien el abandono del argumento ontol6gico puesto que calificar al ser de ficcion como formaci6n aut6noma 0 heter6noma significa querer comprender Ia ficcion como una relaci6n ontologica. Ahora bien, tal relaci6n esta fuera de lugar en la discusi6n de un modclo h ist6rico-funcional de los textos literarios, en la medida en que ~Jl opera ~or su funci6n. Hay que reemplazar eI argumento ontol6gico . •. ~'ccion V realid ad no pueden comprendene
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.. EI pr",.n•• artkulo constilUY. una part. r.lativam.me c.rrada de un manuscri.o mh amplio y compl.to con d titulo: EI aclo dt /a Iulwra: Itorla dtl tltrlo whim. No s. discuten .n la pr.s.me rdaci6n todO! los a5ptctOS de un modclo ttxtual funcional • hist6rico. S. habrla n.c.siudo antt todo . una exposici6n d.ullada de las .strategias t.xtuales, pU.Sto quo .strat.gias r.gulan d proceso d. constituci6n que .1 I.etor .f.ctua. Para .st. asunto remito al libro que aparec.ri con tal titulo. Me he limiudo aqu: a las discusion.s .n torno al r.p.rtorio dd ttxto, dond. s. aclaran las rdacion.s dd t.xto con su m.dio y las funcion.s d. tal rdaci6n. Otras implicacion.s s610 encomradn claridad pl.na .n d contexto dd trabajo .nt.ro. Pido por ello compr.nsi6n . I Cf. Roman Ingarden, Das liltrarischm KWrlSlwt!rk. Tubing.n 19601, pp. 261 SS. Tras la redacci6n dd pres.nt. trabajo (1972) h. encontrado un pumo d. vista parecido ac.rca del concepto d. ficci6n en el libro d. Johann.. And.r.gg. Fiklion wnd KommNnikalion, Gottingen 1973, pp. 97 Y 15~ SS. Considera principalment. en la comunicaci6n d. la ficci6n su estructura inman.nt •• de man.ra quo el problema evoluciona .n una distinu direcci6n.
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ontolQ.sicamcntwl.nQ ..m.llubi.e.tLC..Qroa rel,cion de cort"micoci6n As! se rosuclve I, polarldaafuicT6n-r-ealldaa. ~n lugar de ser slmplemente 10 Gontrarlo de la roalldad. Ja .., fic:cLon~nos_c.omunica.alg.Q .a.ce.tca~de.la rcalidad En el momento en que se desvanece b antigua oposicion entre ficcion y realidad. desaparece la dificultad que surgia de la necesidad de encontrar una refer.rnciLqy.cWeJ'!;'!~.La. 1a oposici6n y que permitiese deducir sus ' diferente~ predicados. En tanto que estructura de comunicacion, la ficcion liga la realidad a un suieto, gu_e se pone en relacion con la realidad recisamente Qor mediacion de I~Jjs.£i{>D--, Es. por otra parte. significativo que casi nunca el sujeto haya jugado rtingun papel cuando se ha buscado capur la ficcion en contraste con la realidad ..SLIUlcci6n no es realidad, no es tanto por carecer de los predicados necesarios de realidad, siruLRO.L-S.~a.LdLo.(ga.niur.Ja ..r.ealid.a.d..de manera que pueda ser comunicada. Por ello la ficci6n no puede ser realidad. puesto ~a•.-Si..s.e...~eDd e a la f jcci60 {;QIDO s;.s.trIJq ura de comunicacion. ha que modificar la cuesti6n antes planteada. No hay que pretender saber 10 que significa, sj.!lQel efecto qy.e~r9duce. 5.610 aSI podremos conseguir una vIa de acceso a II funcion de Ja ficcion que tiene IUgALpo( Ii mediacion ,om suj ctQ :j. reilidaL A partir de tales consideraciones, puede descubrirse el objeto de la investigacion de un modelo historico-funcional de los textos literarios. Se encuentra en el punto en el que el texto cruza la realidad, y cuando encuentra al lector. Hay que describir esos dos puntos si se quiere mostrar en que medida la ficcion actua como nexo entre sujeto que lee y la rcalidad comunicada. Deberemos. l?ues. int(resamgs Poor la dimension pragm:hica gel texto, entendiendo por pragmatica. en el sentido de Morris, la relacion entre los si gnos del texto y quie.n los, interpr.e.ta EI lISa pragwhico de l.os signos hace referencia al comportamiento que provocan en el destinatario. «Terminos tales como interprete, interpretante, convenci6n (aplicados a los signos). tmer en menta que (como funcion de los signos) ... son terminos pragmaticos, y numerosos terminos estrictamente semioticos. tales como signo, lmguaje, wrdad, conocimirnto. contienen importantes componentes pragmaticos. 2• Se ve pues. que lLwgmhis;a, ..elu.a.n.~UilJ).ro:>i6JLd.d uso de los si~nos, no puede sec ?bstraida de la sintaxis / -relacion_de los signos entre sf- ni de la semantica -relacion de 105 signos con 105 ob'etos- la ra matica resu one or eI contrario a la sinaxis a la se m.2n tic~
El modelo de aetos linguEsticos La «filosoHa del lenguaje ordinario" ha sido capaz de tratar a fondo la dimension pragmatica de la practica lingulstica. Las concepciones desarrolladas en esta direccion, aunque no enfoca(:'as expHcitamente a los tex~os de ficci6n, pueden servir como punto de partida para una ~f1exi6n .J2llre_el ~adcte Ci2Ugmitim..dcl. __t.e.~llLdLfi~ri6n..-LLKQr'-a del lengy1.L
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lenluaje implici. por conlilluiente. 01 a.n&lIsis cle 101 factores de la rcl.1ci6n entr(, ('I texto y cI lector. Para ello hay que averiguar cual es la condici6n necruria para qur se cumpla eI ~cto de lenguaje, y hay 'lue explicar igualmente los procesm por los qur e1lenguaje produce sus efectos. EI acto de habla, descrito por Austin y sistematizado por Srarlt', ineorpora una ~ unidad central de comunicaci6n. Dice Searle: -La raz6n por 11 qu(, nos eoncentramos en eI estudio de los act os de habla, radica en que tod~ comuni,,-aci6n lingUlstica implica actos de habla. La unidad de I~ comunic~ci6n linlliilnin no CS, como generalmente SI! su one. eI sfmbolo, 1;1. palahra. ni si'lllieu la man'1 del sImbolndlc 'Q la ,pa. a ra 0 de la rase, sino mas bien la producci6n emisi6n del slmbolo... d(' 13 L.i) !21~PU 0 de la ([~~-'..ll(19 del ~te~aI.ro.l1o del aC.liL..d(' habl~ T oinar el signo .='V como mensaje es eonsiderarlo en cuanto producido 0 ('01ltido. Dieho dt' otr~ manera, ~ la,.,pro.ducciUD-oJ ormulaci6n de una frase en ciert~s eircunstan(iu es lin acto d(' habh.._.y.JOS---.1c.tOS-.dc.lubh...so.o.Jas.".uni.d.ad.c.s..hlsiuLo mlnjmas de IL.l:.Qllll!.Ql£ari6~ " .J lingi.Hstica.1, En tanto que unidld de cornunicaeion, ('I a(to ItnguiHico dtbe - I" eomli.cionar la o rganizaci6n de los sig,!:L.d.e \.. \I £icci6Il...Lo fundamental es caer en la cuenu de 'lue ('·1 contenido rroP-2~i~j.RI}lL~1 A acto de bbla esd eontextuahzado, no tiede, r 10 unto, redunnt' ~ 13 mera ~ ~ secllencil de sus pro siciones. sino ue ~fjj~o_ p=-'.l.-..S itul,,-ion y por as ~ t n Klones tn u ue esas ro sicioncs se emiten. Con viua\--:ilt-uuJiQ- de1(;s ~ textos (' leri n, ta lee 0 ('\ importlnte ('n Il---;edi(11 en (jUt' I~ ,rit 1(1 litrraria ha ' Q. al('gado si('mprt' ('\ euicter unieo dd tClIto . Por 10 dt'Oll\, I~ dllT'l('m,llD pr1gmllio. IJ.SLiparec£..J LoQ se eSl a.. AtcDlo ~ los nUOlergsgs CQ.Dt£ll tOi (JU(, un Int o de (ic,iOn eJ s;apaz de asjmilar, de asocjar y de ~nteDer pua cornuniqrlm pot ('I JOlcrmcdiW9 del texto escrito. Habra, sin cmb.argQ.... ~ .. ~a.u:.6mo.Jas djunu rrfC'ce.ru:ill extratextuales no son resentadas or el texlO tal como se dan fut'rl de c'1. E, \ln.1 cuesti6n que sed objeto de discus ion ulterior. Por el momento, aut considecJr como punto de partida el hecho de que hLiraSJ:.LJ:.s.e tiu.LQd t(UO de ficciOt! Qesbordan siempre -en tanto que expresiones verbales- c1 Uxto !sublrrid9..-lW'a oder situar al destinatario en relaci6n con las realidades extratextlJl!cs. J. L. Austin comienza en la primera de sus conferencias -publicldls trn iU muerte con el titulo How to du things with words- distinguiendo dos formas fundamentales de enunciacion: .w~..m1!.!!ciados declarativos y los p!,[ormat;oor4. Los primeros hacen constataciones relativas a 10 que puede ju.ZgllKJ.eg ~n cmerlOs de ~~! y los segund().s cumBlen un j? acci6o...q.ue . p.uede.J.ealizarse-o.J.r:at"as-a.rJ , Esta distincion es importante en la medida en que permite una diferenciaci6n de los actos del discurso. La enunciacion declarativa se refiere a hechos que constituyen el objeto
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) John Seule. S/,"ch Arts, Cambridge 1969. p. 16.
4 J. L. Austin, How to do Thing' with IlI'ords. ed. J. O. Urmson, Cambridge Mm. 1%2, pp. 2-8.
S Cf. Ibid., pp. 12 55. , 16, 25 Y 54.
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una concepci6n simple de la correspondencia del en' .nciado con los hechos ... Tendemol luda un ideal en el que decimol 10 que es jUsto decir en toda circunstancia, sea cual Euere eI objetivo 0 la audiencia»6. Aun cuando tal ideal pudiera realizarse, la enunciaci6n declarativa no serla, segun Austin. el paradigma del acto de habla. EI aradi rna es la enunciaci6n performativa, que produce algo que comienza ' a e xistir euan 0 se ro uce la enunciacion.-TileilUriClaCion se caractenia, coJrulJli,e....A u HJO,_P~o er e artr a 0... no e dar eumta de al 0'. Provoca un cambio en el interior de la situaci6n en la que se inscr! e. n consecuencia. las enunciaciones performativas adquieren el sentido de su empleo en una situaci6n bien precisa. 5e lIaman erformativas orgue cumpleD un a acci6n ' «Tal nombre deriva, evidentemente, del ver 0 pe orm, verbo que se emplea habitualmente con el sustantivo aeci6n: indica que producir un enunciado es ejecutar una accion , y no simplemente decir algo »8.
Austin s610 ha hablado de los errores en que puede caer el locutor. Pero, para determinar las condiciones del exito 0 fracaso de la comunic:lci6n hay que tener en cuenta igualmente los que pueden proceder del receptor, .la. .c.omunic.a.ci6n-P~ .frac~saL .t_Q.m~Ldj,~L~:t.vjg"n.Y-p~c~Lh~mQ de Q!leJL.e.nlJnciaci6.Jl_Qo-.ha~ glJ:r~ctar:nente .~rl.~ndid ~_o.rnpr~ Q.Sl id.a~!U..lI , sentidoj ptencional7"Ror s ~--.imm' cision por falta de ciertas determinaciones. 0 por oscuridad por disimulaci6n de algun elemento l1 Sin embargo tales incertidumbres no implican que el acto de habla s610 se conseguid. en casos excepcionales. Pues los malentendidos pueden subsanarse, las imprecisiones anularse y los puntos oscuros aclararse por parte del receptor, planteando este las cuestiones adecuadas con vistas a captar la intenci6n subyacente al discurso del locutor. De ese modo el texto se comprended en el contexto pragmhico de una situaci6n actualizada. La simple distinci6n entre enunciados declarativos y performativos no es suficiente para garantizar el exito de la comunicaci6n. Si un enunciado performativo actih es por raz6n de la naturaleza misma del acto. Ademas, las inevitables limitaciones 'de los proeedimientos auptados -que forman parte de las condiciones previas y fundamentales del exito :del acto de habla- exigen que se distinga entre 6
Cf. Ibid.• pp. 144 ss.
7 Ibid., p. 13.
Ibid.• p. 6 ss.
Cfr. ib id., p. \4 so.• 23 ss.• 26 y 34.
10 Ibid., p. 7.
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Para la pragmuj c.a textual. 10 5 actos de habla ilocutivos y pt"rlocutivos ~on de
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..eLr:ecepto[ ~. tieru:..una.c.aotinL1aciUo.....,p..o.i.~.k..G!.ilid.a,q ..gel acto pt'rlocutivo~o .c.ngC.Odr.L IQ...r.retendido Ello presupone, sin embargo. que se cumplen todas las condiciones que Austin ha establecido en tanto q ue C'On vt'n(iorl~1 v pmudimimtos. Cuando se trata de un ~to ilocutivo sc dig' qU!-,~J:: un.l f,,~m. ( ~ os si nos ase uran su comprensi6n, realizan Sll decto e iny ita ':l~om'p're nder con seguri a 14. EI estmatano no puede generalmente estimar la fu('rza i/ocut;t;a orl ~(to de hlbla l1]a.s.. _q~!LLP..a !"tir del contexto situacional de la cmulciac.i{>n. S610 <"(' cont~xto permite en efecto captar la intenci6n del locutor, con tal de que funcion(' un modelo comun de comunicaci6n (convenciones y procedimientos) y qu~ se uncionen 125 desviaciones persistentes del modelo 0 10J inconvenicntes de su 1plic1ci6n. S610 cuando el destinatario ha mostrado por sus rcacciones que ha pen:ibiJo correctamente la imenci6n del locutor. es decir, el modelo de comunicaci6n elegido. se dan las condiciones previas y necesarias para asegurar el cxito del acto de tubla. E. von 5avigny ha traducido con buen acuerdo el concepto de Austin de fU(,Tza iloClltiva por el de pap('1 iloeutivo ls • pues lo.sJcLo.L.dc.Ja..b la tiroe ~QQ..Q..1('liz sOlo , j eL destinatario reconoce y as'\'11.11e_ d_r.a~Lq.u.c....cLlQC.l11.0Lle..d.c:.S.tin.a... Esta dist inci6n entre diferentcs aetos de hahla es para Aunin importante hasu el punto que aeaba por recubrir la dinincion orig inal ('otl'l' aclO~ dfflarativos y performativos . Ello U' n pljc,a por la imc.nci6.rL.dcl..Aw> dr b,hla...l~~n. Esra intenci6n se realiza en general desde cI mom('nto en qut tl ",·to de - nabla presupone afirmaciones verdaderas . Por ello el acto locutivo y tI I('to ~rlocutivo ~ben basarse en ' la enunciOlM o declaJ .Oltiv.a-'llm.< Limplic.aciOO-JlO;.es..ttU...para ..1.Ula soluci6n acertada. Esta nueva diferenciaci6n es la que conduce a Austin , prTgUnu~: «,que queda en definit iva de la distinci6n entre enunciacionC'1 dC'..:laratiYal Y performativas? Podemos decir que nuestra idea es la siguiente: a) En la enunci.aOOn declarativa descuidamos los aspectos ilocutivos... del acto del discurso para conct'ntnr nuestra aunci6n en los aspectos locutivos... " recurriendo asf 1 una concepciOn simplisu de la correspondencia del enunciado con los hechos. Tendemos haci.a un p. 101.
Ibid.• pp. 108 55.
Ibid., p. 120.
8
12 Cf. Austin, 13
14
1969 , p. 144.
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un imertLprU:nordial. Cuando el enuITciado puede asegurar el d('ew pretendido en
9
11 Eike von Savigny, Dit Philosophit Jtr normaltn Spracht. Frankfurt
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ill soHcirada. a despecho de su unlvocidad sem!ntlca ll , Las Istlnclones propuestas por Austin se ramifican. EI autor postula tres tipos de actos de habla que implican diferentes variantes de performancia. -Distinguimos en primer lu,;ar 10 que hacemos al decir algo, a 10 que llamamos -as:.tsllQ.,-!l.lW.Q, Symarlamente es la producci6n de una frasc.. _co.IL_Uo.... scn.ti.d!:L.y un a refcrencia. los dos elementos que eonstituyen 1 a significaci6n en el sentido tradicional del tcrmino. En segundo lugar. producimos ~r.o.s...iW.!.ldi.1!Q1.;jnforlT,)ar. man<;l.l.h ..emprender, advert i':,. et,c .• es decir. enunciados con un yalor conve!)cional. En fin , deTinimos ]05..a.c.to.52pt'rloCMli.vru...Kt0L.quc..,prQvoc!!!'os ..Q...S_umt21 irous por el hecho de decir algoJjemplos: convencer, penuadir. impedir , 0 incluso sorprender 0 reducir a error. Hay, pues. tres dimensiones diferentes en d empleo de una frase 0 en el uso del lenguaje... Los aetos de estas t res dases esdn, natural mente, sujetas a dificultades y restricciones propias, como distinguir el intento del cxito, 10 intencional de 10 no intencional , y otras.· IJ .
d.ep.e.nde..deLcoruexta..p.fagnih!co. «En la enunelacl6n dec 'ararlva... nos remltlmos a
Para que una acci6n producida....p.or el lengll3je plied:!. reali:unc dcb~e ciertas condiciones ue co nstitu en el elemento central del acto de habla. EI enunciado del locutor debe re erirse a una eonvmd6n acepta(r~r dNIinuatio. La aplicaci6n de la convenci6n debe ser conforme a la situacion , y eso significa que d~p'e n scguirse ciertos proudimientos aeeptados. En fin, la disponibilidad de los .E.!:.ticipantes al comprometerse en un acto dehabla debe responder a una situaci6n definida9 • 5i no se dan algunas de estas condiciones, 0 si la situaci6n no es suficientemente clara de manera que puedan sobrevenir errores en el curso de la ejecuci6n 0 de la referencia, el enunciado corre el riesgo de quedar vado y de no «efectuar la transacci6n .. que 10 caracteriza 10.
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Itt. '\1~""~~ ife~ '~IIHIlIIfI"~ .ilI1H~ij4~. I'.1 ,~ Mil. I.•~tn!~\! .. JIIIII1~' ~" I.\l~_n\li., • quo hc.t II... 1i!lllUiillr p.ifool limO n " IIi br.rro
IS Cf. von S.yigny. pp.
144 Y IS8 so.
169
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la enunciacion, y dejamos de lado la dimension de la correspondcncia con los
he.chosItl 6• Segun esta definicion restringi.da, el enunciado performativo se relaciona solo con un aspecto, aunque central,Jlel.acto....d.e hahla, eI e£e"ro qlle produce y.por el que queda calificado. EI acto, fuente de efectos. nQ puede com~nderse CoDtO,J,UlL correspondencia con los hechos, puesto que 10 que caracteri7.a e.Lprecm mente gue .deja de lado tal dimension . Parece que el discurso de ficci6n pu'e de incluirse en :sta categorla de actOS de discurso. Austin debe haber notado esta afinidad: cuando trat;;. del decto del acto de habla busca ilustrar su tesis con ejemplos que forman conttaste: . " .un enunciado erformativo sera vado de manera particular sil...[~or ejemplo, la formula un actor en escena 0 se introduce en un poema 0 se emite en un soliloguio. Est:l claro que en tales circunstancias, eI lenguaje no se emplea en serio sino que se trata de un uso parasitario por relaci6n al uso normal... Todo esto 10 excluimos de nuestro estudio. Nuestras enunciaciones peformatins, acertadas 0 no, deben entenderse pronunciadas en circunstancias ordinarias"17. euando una expresi6n poetica esd. vada, se debe, segun Austin, a q':.1e no puede producir eI cumplimiento de un acto de habla. Calificarla simplemente de parasitaria equivaldda a sospechar que dispone de los elementos constitutivos de un enunciado performativoL_ y"'~~_jQUIDpl~a ,lk,.~una forma no conyeniente~,AsLeLdis.cl.!Ls,a.. de_£icc.i6.n.jmiuda...al-U$O> Img-iAAiG&-del-a££& de habla ilocutivo en que 10 que se dice no da a entender 10 q~uieI:e.-d:u:...a entender. ,Habra que decir que no produce ningun decto 0 habra que jU7.garlo como un Iracaso? Cuando Hamlet insulta a Ofelia, se tratada de un enunciado parasitario en e1 sentido de Austin: Hamlet imita simplemente un acto de palabra que resulta vado porque Hamlet no desea insultar a Ofelia, sino que, con 10 que dice, quiere dar a entender algo muy diferente. Sin embargo, ningun espectador del drama tiene la impresi6n en ese momento de que se representa un acto de habla parasitario y vado. EI discurso de Hamlet evoca mas bien todo el contexto del drama, y ese contexto evoca en todo espectador los conocimientos que posee sobre la sociedad, las relaciones humanas, las motivaciones de la acci6n y las situaciones particulares.-Yn ~.f..urso caDaz de despertar tales evoqciQ!!~LnQ~Levidentem~e-Y.!d9...J..lJllJ;;lJ,a.ill!Q: ".2 se inscriba, en tanto que acto de habla ellJlio&yn contexto pragmhico dg acci6n. Tampoco concierne al contexto individual en el que se encuentran los espectadores de la representaci6n de Hamlet._La..siJuaci6n contextual Queda t;c1im2-da, suspend ida gracias a la apertura operada por el discurso de Hamlet, y habda que preguntarse si, a pesar de todo, no se produce un cierro decto, aunque diferente de la performancia de que habla Austin. En su estudio sobre los presupuestos de la filosoffa anaHtica del lenguaje, Stanley Cavell ha mostrado que la comprension no vers;o. solamente sobre 10 expHcito, sino tambien sobre 10 dicho de manera impHcita. • Una_g>~.i9n profunda es una comprensi6n de 10 impHcito... AI igual que decir algo no es simplementr decir una..fQg, sino decirla con cierto tono, con intenclon, haciendo 10 g~ .!;onvien~ el enunciado emitido no es mas que el hecho que sobresale de aguello
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... III"' •• mu '\I~lhhl h__blimliu ll , II IHI '1oI.~. illl •• dll_I'1 II ,,,,ten I,. ~n81 II. habra rUtlnn ellpllcltoa. 1610 podrlan frlc~lIr pOP I'Izonel Qe oFd,n 115111&180, '1 1.ndo asl que 10 que se Intenta dedr no traduce nunci exactamente 10 que se dice, no pueden dejar de surgir implicaciones en la enunciacion verbaLFAtaS, en cali~e 10 no dicho, forman la condici6n_£~m~Ld_e~OJlSlllJ.lQ6A_por-el,.deniru..t.atio_deJo 5.l ue se intenta decir. Asi ocurre que las e1ipsis ·del discurso constituyen el elemento central de la comunicaciOn. La intera"i6n dial6i:iq pecesita cierta ckci.s..__ Jk inde.teoni n2ci6n ...p.aLa.~.esuble.ceoe, pues.._eL.. .ac.to.."de...Juhl.L.con...1.xi.ro...tien~ ~.1t_ruyendo J_~ elementos de indetermin:!cion en eI uso lingiilstico y la comuni~a<:i6n. Por eso la teo ria del lengu:!je busc:! controlu esos elementos por medio de convenciones, procedimientos y reglas a fin de garanti7.ar el exito del acto de hahla. Sin embargo no puede ir est a tcorla hasta el extremo de eliminar tooa ind('terminaci6n, puesto que csta da cierto impulso a la interacci6n dial6gica. No habria acto de habla comunicativo si pudiera determinarse de antemano todas las sccuencias posibles de la comunicaci6n. Es 10 que plantea Austin en la medida en que, par:! el, la enunciaci6n queda garantizada por la exactitud de la decluaci6n : ·nut'stn palabra es nuestro compromiso. 19 , tal es en resumen el criterio del ex ito del acto de habla pretendido 20 • Esta garantla quiere decir dos cosas: I. us implicaciont"S sobret-ntendi
Todas estas normas sirven de referencia y permit('n al lenguaje in«Tibirs~ en eI contexto de una accion. La....clcstrucci6n de los elementos de indt'tt'nninacion qu~ aco.m.paiia,ne«s.arumcml:."..L.todSLKIo de l;o!U prensi6n de un tex$O dt' h"'9n no puede bacem: '0 de referencias reestablecidas. Se trata dt' dt'scubrir eI .coQjgo subyacente en e1 texto , y que, en ca i a del te lSto .... l-a constituci6n de ese c6digo es un real ice el entendimiento del lector con el texto. Si Austin y Searle 21 han podido exc1uir el discurso de ficci6n de su modelo, alegando su vaciedad por relacion a la pragmatica de la acci6n, es legltimo, segun su concepci6n segun la cual el lenguaje ad qui ere funci6n y sentido par f'1 uso, separar el discurso de ficci6n del discurso ligado a la acci6n, considermdo IU t'mpleo. Por c005iguiente, eI oiscuno de ficcion debera comidrrWLJUis dc,d, un-PUnlA..dc..llista {uncion,1 que noon.tilto.._Sibien_dusoJ.i.n~i.i.l.u.ico.lic.ciona Lno.~ntrl_en...d...c.uadco de .YD} accion co ntextual, el)o no
16 Austin, pp. 144 ss.
17 Ibid ., p. 22.
170
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19 Aunin, p. 10. 20 Sobrr la rtg/a tit 1i"ctritlatl vrr tambitn Seulr. pp, 63 Y 66 55. 21 Cr. Austin. p. 22 Y Srarle. pp. 78 ss,
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suficientes las circunstancias para calificar su uso como vado, la dimensi6n pragm~tica que Ie es propia no desaparece. Para Austin el discurso de ficci6n es vado desde el momento en que no puede exh :oir convenciones y procedlmientos aceptados; y tambien porque no existe una situaci6n contextual que permita concretar el significado de 10 que se dice. Faltan los componentes centrales del discurso, siendo as! que su presencia es necesaria para que la acci6n del disc ' jrso Begue a termino. Todo esto es verdad s610 en un sentido !nUY restringido. Si se califica a un discurso de ficci6n parasitaria se reconoce impHcitamente que posee los componentes del acto lingiifstico habitual, al que parece ·incluso .copiar, sin poder no obstante ocultar la in:ldecuaci6n de su empleo. Por 10 demas, el discurso de ficci6n no esd. desprovisto .de convenciones, unicamente las organiza de un mod
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procedimientos aceptados, porque con sus combinaciones invierten las expectativas
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estabilizadas 0 en curso de estabilizaci6n. Digamos de momento que el discurso de ficci6n se compone de los principales constituyentes del acto de habla ilocut jyo. Reclama convenciones producidas con el, posee procedimientos que, en calidad de estrategias, ,g-..refirn:n a las condicjones 4e constitucion del texto poc ~I lector. Tiene la cualidad de 12 pedQrma~irid.a.d .porque exige que se produzca la referencia de las d iversas convenciones en tanto que constituyen el sentioo del texto. De la organizacion horizontal de las convencioes, y de la inversion de la·. expectativas por sus estrategias, saca el texto de ficci6n i U (Herza ilocHtiva, la que, como solicitaci6n para la acci6n, despicrta la atenci6n dellcctor, 10 orienta y 10 hacc reaccionar.
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La /ormacion de la situacion en los lextos de {zccion
Tal como acabamos de caracterizarlos, los discursos dc fic'cion no ' parrcen cumplir siempre todas las condiciones necesarias para la producci6n del acto de habla ilocutivo. Los enunciados lingi.iisticos se inscriben siemprr rn situaciones. Se ,'1 [: presentan como reacciones a situaciooes dadas, y por t'llas se engrndran talt's textos. .) Esta situaci6n contextual provoca y condiciona la enunciaci6n (10 qur decimos y la \,. manera de decirlo dependen de la situaci6n cn la que nos rncontramos en rsr ~ momento). En cl uso lingiifst ico normal es difkil imaginar un tl iscurso sin situaci6n; c: ~j en el mejor de los casos se estimara como d iscurso desconcrrtJntt, y se acabad .[. ': atribuycndole una situaci6n aceptable. Esta estructura gt'neral vuia to funciOn del destinatario al que se dirige la enunciaciOn condicionada por una situ.1cl6o contextual. ij Esta relaciOn de la enunciaci6n con su destinatario actualiza las V.1riables que d ::> r- contexto deja en suspenso. EI deseo de lIt'gar a un destinatario por un .1cto ilocutivo '.(j \.. g.,prrlocut jvo se w iln ifiesta en la eleccion del lexico, la sintaxis . 1.1 rntonaciOn y eo \l.. otros diversos signos. asL como enJ..a_ttftn:Dcia,Ja [!roposiciPn y eI .pr.r.dtcado_en. los jue se fund a 13 enunc;aci6 PLPor la situaciOn y las circunstancias qur acompanan al acto. se tit'ne un contexto bien determ inado en t"I qur' la~ frau's SC' (oovierten rn enunciados . En tanto que el1ul1ciados estable,cn una rr'laci(lIl dlaU)~l(a qur luc(' posible la c0ll1unicaci6n entre locutor y deslinatlrio. 1..1 troria Jrl \enguaj( 11.1 mostrado cOmo el contexto permite decidir 10 que la enun,i.1ciiln tn l'uesti6n h.1 querido decir. ligando a la situaci6n contcxtual la decisio n aCl'rc.1 dtl \ignlficado. EI discurso de ficciOn, sobre todo cuando esd en prosa. lir'nr un.1 rstru,tur.1 lingi.ilstica pr6x ima al uso corriente del lenguaje ordinario, hasu d punto dr qur rl diflcil distinguirlos. Lo cual ha hecho dec ir a Austin y a Se.1r1r qur Ia ficci6n r5 rt.1nci" dr.: isiva rn la l2LQ..y,S.Won dc:.Jgs.....Qhj~os J its;rarios . En la oh ra litera r ja .las ![usa " e:nen USQ ¥
~ lingii.lsticos go[~..en.unt.o..que~en..la...de"Kcip.ci.Qn..deJ u.calidad asu rtlCJl Wncion$.s
C completamente diferentes, EI obicto litcrarjo es para Igarden de: o.u yrale:za imencjonal
y prod uce su obiW _ PDPoniendolo a la concien cja dc-un-dcstinaurio..Uam.1da....a
~ representarselo 3~R~ arlo . Ahora bien, ,c6mo una m isma pdctica lingulstica de la
l rase puede producir un proyecto de objeto literario diferentr de la Jrscripci6n y 1.1 ~ constituci6n? Ingarden califica a las frases de la obra liler~ri~ dr cuasi-iuicios, 10 qutrirndo drsignar con rllo la fun ci60 de usa rSp<'dfico dl' tall'~ Irun. pese a su o srmrjanza con lu producidas por el uso corrirotr]' . No I'~ ~ tl!ra~u que rsta tC'orla haya rncontrado adt'ptos. como purde vrfSr til la polrmlo I ('f'opOsito drl ~
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Ilo neepto da las ~uasHulcje51~. AI callficar. ele c4ul·Julclos p. las ffues de la obr!l .literaria, se puede decir que encarnan un uso IingUlstico de juiclos sin valer sin embargo como tales. Les (alta para.ello....&ei" arraigo de lu iDtenciones de los contenidos de sentidQ en la realidad. 25 , es deeir, no tienen un contexto real. Igarden ha captado bien el problema de la definici6n de la obra literaria: "Esa gran realizaci6n misteriosa de la obra de arte se explica principalmente por el caracter ~e cuasi·juicios de los enunciados, 10 que no ha sido suficientemente estudiadolt26. Como quiera que t11le.llflrmlcione. eareeen' de ,ituacione" eontextu~les reales y de las c:lrcumtandas Icompaflantes, parecen haber-se Iiberado de 10 que las eondiciona y las provoca. Su alejami'!nto de rodo contexto amenaza inclu~o la significaci6n que de hecho deberfa seilalarse por I.. aserci6n. Es curioso que tal discurso que ha perdido todo 10 que produce el sentido en el uso corriente lingiHstico, no aparezea conio puro sinsentido. .e..lng arde o, de Austin y d,~arle sobJ .e el dis('urso Q.e fieci6n tienen. un ras go com un: no s:alifiean el uso lingiHsticQ de tal dlli;urso ,oma dmciaci60 por relaciQn al us.o.£.Q.t[jentf,..J!~s bien nor su imitas:i6n de ~1. Escapan pues a la obligaci6n de explicar el lenguaje de la Jiteratura como una oposici6n 0 transgresi6n de la norma. Y por ello no pueden captar 10 que caracteri7a tal uso lingiHstico calificado de parasitario 0 misterioso. Un uso lingtifstico que no hieiese mas que simular el uso lingtifstico corriente, deberfa producir dectos sirnilares, y esos efectos no podrfan ser ni parasitarios ni misteriosos. En efecto, si fueran parasitarios, el uso simulador quedarfa degradado por relaci6n al uso simulado, mientras que 5i fueran .::i misteriosos 10 sobrepasarfan. En la medida en que el discurso de fieei6n puede c: . producir efectos parasitarios y misteriosos, cosa que n.., ponemos en duda de \) momento, no podemos contentarnos con caracterizarlo .. Jor su imitaei6n del uso lingtiistico corriente, ni describirlocomo un cuasi-juicio. ~ La identidad del estatuto lingiHstieo entre el discurso de ficci6n y el discurso Q lingtiistico ordinario tiene su limite en un punto decisivo . ..E.Ldisc.urs.o.ode .1icei6.o it a . fere cial cu a determ inaci6n ri urosa ase ura eI acto li!lgiHstico su plena realizaci6n. Esta falta evidente no significa racaso a guno por parte del discurso de ficci6n, pero puede servir de punto de partida para captar mejor 10 que constituye la peculiaridad de tal discurso. En su Filosofla de las /ormas simb6licas, Ernst Cassirer ha escrito que .Ia disposici6n caracterfstica del concepto eonsiste en que, :t.ftiferenga de Ii! percepd6n . de' u'at a su ob 'eto le'os a una es ecie de distanciaJ deal para AAlkr~Jl.t!;.o,ct rio a i e.n 5U ers eetlva. LJebe su erar la resenCIQ bruta ara eQnsegui r la representaci6n,.27. EI concepto, como caso particu ar e usa slm ICO, hace posible el conoeimiento traduciendo 10 dado a 10 que no 10 esd. La percepci6n inmediata no existe, de la misma manera que no existe el conocimiento inmediato. Es preciso que haya en 10 que se da, alguna huella de 10 no dado para que la comprensi6n sea posible, sea cual fuere la 6ptica en cuesti6n . ..L~bolos son esa hllelJa. .,Q~lo.--'lO-.dad.a.. ..s.i.o..Ja....que_ 00 tenddamos acceso a los datos emplricos ...EI conjunto de 10 visible, para poder constituirse como un todo , eMuna...r.o.talidad...de..ull cosmqs iD.t.J.I.itim•.A·,:xigl:..&iems foonas maestras de visiOn Que pue.dell..mQstrar~s prQpiQS-Q.bjetos yjsibki. perc que en absoluto hay que confundir con ellos ni
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24 Ver sobre esto Kate Hamburger, Dit Logik dtr Dichtl
26 Ibid.
27 Ernst Cassirer, Philosophit dtr ,ymbolischm Formm
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55.
III, Darmstadt 19M', pp. 358 ss.
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ausen te. EI discurso de ficci6 n es una ore:anizaci6n simb61ica a la Io.gaukn-.e.LAru:laje ..en la. reali.d.a.d._;:Jeglm-Austin,.J.a...sjiu~~iOJJ cOQ~ consiguiente, la «representaci6nlO l2foducida par tal or~inizacj6n ,jmb6lica no puede referirse a Ii preexistencia de objetos emp.l!'js.Qs~:.. Pero, en tanto que simb6lica, asume una funci6n representativa. 5i no puede referirse a la presencia d ~ objetos dados , entonees se referid. al discurso mismo. FI discurso de ficci6n sea. por 10 tanto, la Ciricterizarse como representaci6n de la enunciaci6n ling\ilsdc~, .P.lle.s.lO_qlJe. cQmparte coo ella eI usa del sirnb.cl9... J>.ero DO la referencii emplrica " k>s objetos En .t~nro quc..Le.pr.ese n raci6c. deja enun ci.u:i6o liog;ifstica•...e.s...s.uscep.tib.le de p,resen.v.r...lo_que-cs.y..lo".que~pr.oduce ..una..eouDciaci6Il.JingiHstica....Quiere esto decir que, por su organizaci6n simb6lica, hay representaci6n de la comprensi6n del enunciado, y, en la medida en que tal acto, en el discllrso de ficci6n, no se relaciona con datos emplricos identificables, la estructura linguistica de este diseurso muestra c6mo debe producirse 10 que deja entender. Igualmente quiere decirse que eI discurso de ficci6n representa un acto ilocutivo desprov isto de toda situaci6n contextual dada, y que, en consecuencia, debe ofrecer el destinatario Jt' la t'nunciaci6n todas las indicaciones que Ie permitan construir eI conte litO. 5i, s('~un la tt'rminologia de Cassirer, se entiende eI discurso de ficcion como una re pre se nt~ci6 n del l e n gu ~it'. la orianizaci6n simb6!is:a de los It)S tos de ficci6n [Crn;stpta rI muh3do del 'Jl.o simb6lico. Consiste en producir por 10 que se dice 10 que quine dlr\t' l entend('r. EI cadeter autoref1exivo del discurso de ficci6n representa , puc-s, 1.1\ «mdieiont'l 9t' Q!llP.rensi6n para la representacion que pucde p,roducir uo Qhicw tmaVJllWo. htt' objeto es imaginario en tanto que no cst;\, dado, pero que puetle \('r produrido simbolicamcnte en Ia imaginaci6n del dcstinatario. Esu estructura pucde apoyarse en argument os que han sido J('urrollados por la semiotica. Se m e_q)Je Morris ha calificado como ico nos 0 signos iconicos d emplco d~gnos..cn 13 l itcratu r~ y el an e. subrayando aSI rI c~rictrr JutorcfIexivo de .-t.~~ Pero autorcflexividad no significa ~utosuficicncia. 10 qut' impt'di r;J eI acceso 31 ane y la litcratura. Morris mismo ha ro uesto com rt'nJt'r d icono como lUlU..c.pre~ t ~c.i6nJ ota LdcLob.j~-to d esign~
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ic6nicos no denotan nada . pumo gue el10s mismos son su slgnlfiq do 1'l. F.sta definici6n es dcfendible en cl caso de las anes pListicas, ~ro . por 10 qut' hact' .a la 28 Ibid .. p. 358 ss .
1'l Cf. sobr~ ~sto Chules Morris•• Esth~tic< and th~ Th~ory of Sign,' ~n !0fI....J of U ,,;{trJ Srintc-t
8. (1939). pp. 131-150 HI como I.s correccion~s drl autor ~n Ch.rles Mom., Stpti{tc.tio
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bOinologo aLmodeio de reJaciones perceptiyaS .L£Q,tlj£ imos al conocer ae rdarnol del . objeto. Si el aillno ic6nico tiena propledadel CQmune. con I 80, .no."') _ . . Q.t~,JJn Q. $loul mL'l~lo pergeptlYo del obieto: es construible y reconocible segun las mismas opel ad ones que realiumos
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para construir 10 percibido, independientemente de la materia en la que esas reladones ae realizan»30. A,-3Uiuz...p~o~e.msu..~~cisaUlIl,.p.QS:_OJ.n~.ru: la representaci 9pe[ada por el discu rso de ficci6n. 51 los siEnas ic~£ru «reproducen,. al&QWlQ \J 0 p'uede tf atm e de liI,s,.J?[,Qpj:d ade.uieLobieto rel?IruJl!W..._PJ.!~sl~gu~Jm.J.6,l!u.i ~ \l eshoz.ado..p.ru:..ello~....Iaks-sigQQHepr:o~en mas bien las condiciones de represej1taci6n ij y de percepci6n con el fin de q ue. cL obje.to desjgnado POt WlS signps pucda ser comtrujdo. Si se admite que la concepci6n de Eco sobre eI uso de los signos . -4-1...&. ic6nicos es apropiadda, . la organiza!::i6n.deioU gnos del texto de ficci6n permit~ saber bajo Que forma se toman en !::onsideraci6n las disp'Qsicjones de repres entaci6n 'G \P y de percepci6n del degin;mrip. Los signos ic6nicos incorporan, por 10 tanto, una ~ organizaci6n de los significantes que sirven menos para la designaci6n de los ~ significados que para h presentaci6n de instrucciones pAra la producci6n de significados. .
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Cuando, por ejemplo, en el Tom Jones de Fielding, Allworthy comienza siendo presentado como eI hombre perfecto, pue~to que esta enfren~ado a un hip6crita, el capidn Blifil, de religiosidad simulada, lo~ significantes no sirven unicamente para denotar la perfecci6n, sino que representan mas bien las instrucciones comunicadas al lector con vistas a la construcci6n de un significado que no es la perfecci6n, sino por eI contrario, su defecto, es decir, la falta de discernimiemo que se observa en Allworthy. As! los significantes no de~j~nan \lila pt;rfecci6n Il O obstante dcnotada, ~w;.oJldiciruu:.~c:n...l.as...q.ue-dek,j/ll3.gin.arSLe.sa~ perfeccion.. Observemos una particularidad del uso de los sign os ic6nicos. Asumen su funci6n en la medida en que su cadcter de signo, ..ds stinado a no ser mas que un modo de comunicaci6n del objg..t2....Q.lJeda atenuado, incluso negado, como en eI ejefT'olo que se acaoaac-citar ~ Pues se trata de re resentarse al 0 9ue los signos sj lenci,m en la relaci6n de denotaclO n. I e ector se con orma a as instrucciones si no ic6 nico relativas a e a rcpresentaci21n ,-pueden la designa<:Ln e as con Iciones e POSI I I a obtenerse ciertas consecuenc ~ s. En eI ejemplo elegido, se quiere decir que la falta de ' iscernimiento del hombre perfecto provoca una transcodificaci6n de 10 que hay que en tender por perfec.:i6n. I si ificado ve se forma , I lect or se co nvierte e un ~ignificante q ue evoca en el SU-P,LQp.iLeJSP~ia...Q.el valoL Q.e,la_Re cc·o n.. En la restricci6n significante (falta de discernimiento del hombre perfecto) tal experiencia debe ser hecha consciente, y, evt:ntualmente, ser corregida. Con la ayuda de estas transformaciones, guiadas por 105 signos del texto, el lector acaba produciendo el objeto imaginario. Ello quiere decir, por otra parte, que por 10 que respecta al texto de ficci6n, el sujeto es indispensable. En efecto, en tanto que dato material, el texto es una simple virtualidad que s610 se actualiza graciasalsujec). Por consiguiente, el texto de ficci6n debe ser contemplado principal mente como comunicaci6n, y e! acto de le£tu[jl esc;ncialmellte como una relacion dial6gica. La comunicaci6n y e! dialogo parecen amenazados por un peligro constante. .fj tex.tQ"de,~ficci6n, comporta.elementos~ c.on.v.,enc.i.onale$,. que,jnc.orpD.caILci.erta._dnsiLde.
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Umberto £co, Einfiihrung in di~ S~miolik (UTB 105), Munich 1972, p. 2JJ.
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est e e1emento de contingencia pone en cuesti6n la interacci6n ~I lector. Fo ciecro, Ja cow unicaci6 n y e1 d ja logo 3Lestablecen dest ruye.ndo la coptio~. Son formas de socializaci6n de 10 imprevisible. Es preciso mSlsttr en este hecho, pues a menudo se describe la act'u alizaci6n de la comunicaci6n como si solo se tratase de un proceso que se desarrolla segun un c6digo cultural y social estrictamente determinado. Se presenta, sin embargo, un problema en el caso de la relaci6n entre el texto y el lector: la det erminaci6n de Ul1 a situaci6n comun, necesaria para la destrucci6n de la con ~ n.g~cia, no e_sd dada de antemano. La teoda de los actos lingUfsticos nos emena que es la peniueJlc;ia..d~..llD djscu rso a un uiwac j6n 10 gue garantiza el exito del discurso. . A decir verdad, el discurso de ficci6n carece de situaci6n; en el mejor de los cas os actua en situaciones vadas. En el curso de la lectura eI sujeto St! encuentra en una situaci6n no familiar, por suspensi6n de la validez de 10 familiar. Pero en la relaci6n dial6gica entre el texto y el lector, eI vado cum pic un D!PcI im gulso r esencial: proJu : e las condiciones de comprensi6n, construyendo aSI una situaci6n contextual que,~mlteJOf.clOLY al texto encontrar una convergens;ia. Lo que en el caso del uso lirgUfstico corriente dC6e'preexi-;t i ~~'aqul debe se; prod~cido, Ello puede tener un inC0nveniente: puede ocurrir que no se produzca un acuerdo. Pero por 10 mismo puede haber una ventaja: eI lector se en tended. con eI texto por encima de una acci6n lingulstica pragmatica. En todo caso, eI tipo de situaci6n, que se establezca entre texto y lector sed. muy diferente del que presupone la teoda de los actos lin~Ulsticos, a saber, una situari6n en la que las circunstancias que acompailan al acto linguistico esdn rigurosamrntc determinadas.
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proceSQ de \cc;t\ICa SC p roduce IIDa re.rroacq6n_coostante de h m'orma.c14
31 Ju. M. I.otm.n. Oir Struklw, lirr,a,i" hr, Tntr (VTB 10'). Muni, h 1'171. I'r 41 ..
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in,{Qrmaci6.n retr.Qactiva si&nifica dos cosas: 1) encontrar un signifiCado Que t51 IllInlficantea no hlblan denocado, Y con . 110, 2) conat ruir u n c:uadro d. ,om "'!!JlE~lelQd. Ii J'. filoQII,lij Ira i Cli IL II P'F,oQIQn 'Y~HLJl .ltItlJb &.0. Ilgnlrtcaaol proaUClaCI por II lector Ie sr..o. orman on • c;\.!r.o~ do I. l lccura. Para volver a nuestro ejemrlol despuds de que el lector ha corregido, gracias al significado que ha encontrado ~ mlsmo, III pertClcclon de Allworthy, denond. por los .lgn08 IingUrsticos del texto, debe &ste juzgar una mala acclon del h&roe. Pero esta vez, y contra 16 esperado, Allworthy no juzga segun las apariencias, reconoce tras la apariencia el motivo oculto. Esta informaci6n influye, pues, retroactivamente en .e1 significado encontrado por el lector. Este significado debe ser corregido en la medida en que aparentemente Allworthy no carece de discernimiemc en el caso en que un motivo noble esta deformado por circunstancias adversas. Se trata una vez mas de e1iminar un e1emento de im previsibilida.d, tanto mas importante aqui cuanto que resulta de un significado encontrado por eI lector mismo . . De este modo se estabiliza la relaci6n entre el texto y eI lector, gracias a los efectos constantes de retroacci6n de la informaci6n en eI pr0ceso activo por los qu·e pueden compensarse los elementos imprevisibles del texto. La cibernerita designa este proceso como «servomecanismo", producci6n de una acci6n constante en ci.rcunstancias variables l2. Este «servomecanismo,. actua igualmente en las relaciones ent~e eI texeo y el lector. En efecto, eI proceso activo del texto no cesa de producir in formaciones que retroalimentan los efectos producidos en el lector. De este modo texto y lector estan implicados en una situaci6n dinamica no impuesta de antemano, sino establecida en el proceso mismo de lectura en tanto que ·condici6n de la comprension del texto.
lineal de entidades distintas, De cualqu ier modo que fijemos una entidad determinada, exi te sicm re una dcterminaci6 n as estrict:! de al 0 ue esta resu uesto
Impc.decci6~llreill
no II. prllvlslble al prlllcil'lo. I!.lImhm.1o Im~v sible por \Ina
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De esta estructura resulta, por la reIaci6n entre eI texto y el lector, una ventaja que parece compensar ampliamente el inconveniente causaJo por la falta de una situaci6n comun y bien determinada. Si la relaci6n entre el texto y el lector funciona s~gun el modelo de los sis]&mas autoreguladosl tal relaci6n tie ne lugar en una situ:!ci6n_dinamica _que el miSJJ10_pLo~c,e. Esta situaci6n muestra que en eI efecto de informaci6n retroactiva, se introducen nuevos datos que presentan un acuerdo momendneo con el texto. La comprensi6n es corregida a su vez por la informaci6n retroactiva que permite a la comprensi6n integrar la mayor cantidad de elementos posibles. Puede pues producirse un acuerdo con eI texto por medio de la autocorrec ci6n latente de los significados encontrados por el I ~ctor en cada una de las situaciones que Ie presenta el texto. As! aparece una cualidad decisiva de la interacci6n entre el texto y el lector, que estabiliza la situaci6n. La interacci6n parece producir un acontecimi .eresenta parad6ijcamente eI qclcter de real idad-l;:sta impresi6n es parad6jica en la medida en la que el ten o de fj q;jQP no denota..uoa [ealid ~d ex istente, ni d~ repeno.rLo de...di.sllusjcjo ces dc.J~~LP...Qsibk1.. Ademas no se relaciona con ningun texto preciso ni con ningun c6digo cultural que comparte con eI lector, y, sin embargo, pese a esta defici~nci:l, eI texto puede despertar una impresi6n de realidad al ser lefdo. Lo que oeulta esta aparente paradoja puede aclararse con una observaci6n de A. N. Whitehead sobre el caracter de realidad de 10 efectivamente )2
C f. sobre esto Norbert Wiener, i(ybrmrrik, Dusseldorf y Viena 1963 1•
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que .m~rKI P, ! nom re t'Vtnto dado a esa unldad atrae la at enclo sobre su n t u alez ra . a a con I unl a rea . ero este nombre abstracto no puede bllstar para caracterizar 10 ue en 51 mlsmo es el hecho de la realidad de un momento. Una breve reOexi6n nos uestra que in n idea es suficiente en sl misma. Pues toda idea ue encuentra su si&.nificaci6n en Cadamomento debe tep,rumQrJigo Que CQntrjbur.c a la re:Ui.uQ_n que tontiene... la adquisicj6n est~tica est;\. enrretejida CQpJa..tex.tut:a..de..laJ:eali.zaci6~. EI acoOtec jm jentQ es un paradigma de la real jdad en la medjda en que no jncorpora ninguna entidad discreta, sino que anicula un proceso. Es un «sistema de lentes,. que focaliza relaciones multiples que transforma en el momento en que adquiere su forma. Elles en tanto que furma marca 10$ Iimites con vistas a su transgresi6n, y estructura as! la realidad en tanto Que proceso de re alizaci6n . Y realizaci6n es el predicado de la realidad. Siendo aSI que la relaci6n entre el texto y el lector se realiza por una informaci6n de retorno sobre los efectos producidos en el lector en el curso del proceso de acci6n, tal proceso tiene lugar como proceso con stante de realizaci6n . ..ELp.tQcescwe.,df~arro!Ja gra cias a los sigc jfjcados que el lector produce ~ns[Q.[ma Par ell~..Q.ll1.I:l,;to d~ a~Jlte~llt QS adquiere el cadc.ter de una si.t.u.aci6o . ~bierra qJIC~.~~Z_'QJKteU....Y_s.usc~p,tiblLdu.tans£ormllci.ID:L. Como quiera que el acto de lectura despliega el texto en tanto que proceso de realizaci6n, constituye el te xt o co mo realid ad , puesto que en realidad es ante todo 10 que sucede y en tanto que sucede. Para Whitehead, est a determinaci6n LlOdamental de la realidad es tam bien estetica. Pues en el acontecimiento, en tanto que unidad discreta, se opera la superaci6n incesante de su autosuficiencia.! Es igualmente 10 que ocurre con los significados del lector, cuando en el curso de la lectura se integr 10 en relaciones diversas, se transforman, situando aSI al lector en relaciones de sitllaci6n diferentes a las del texto. Sin embargo, esta situaci6n no obtiene sus dimer.siones concretas mas que por los cam bios de opini6n que desencadena la informaci6n actuando por retroaccj6n sobre los e{ectos de la leq ura, En la lec tura aparece una multi.J2licidai, de Rosibles accesos al t exto. de naturaleza .l2£!.mectivist a ._pu e~q~!!_J'l tQ!alid.~d del -tcxtQ no p-uede realizarsc..£e golpc •• La limitaci6n tiene lugar en este act'rcamiento en perspectiva, y simuldneamente, cada pers pectiva hace aparecer un contexto referencial que provoca un cambio de actitllll Graci as a esta variaci6n en las relaciones de situaci6n, se realiza en el lector una situaci6n global cuyo efecto nos rrcuerda la que, segun la tt'oda de los actos lingUlsticos , tiene lugar como acurrdo previo entre locutor y destinatario, con el fin de asegurar la correspondencia rntrr Ia recepci6n y la concepci6n del discurso . Lo que en el discurso lingUrstico ordinario drbe darse dr antemano para que tenga exito, ~aq ul se [rata de_ -producirl o. De eHr modo la situaci6n que une el lector y el texto, y que se construyr por rm-dio de la in£onnaci6n retroactiva sobre los efectos de la lenun, sr corre'pondr con la comprensi6n del texto . Como dice E~ o, el ~ so mut'stra que un tuto dc fjcciO n escenifica su propio c6d igo)4.
.110 ,n a rea i ad. (Cdmo gar.cttrl • .,
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H A. N . Whitthtad. Scitna and Ih. Modn" World. Cambrid~t 19S3 11 • pp lIb
II.
H Cf. Eco. p. 264 " .
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179
EI repertorio de los textos de ficci6n Si el texto y el lector solo pueden encontrarse y poncrse de acuerdo en ~na situaciOn, el texto de ficciOn presenta el inconveniente d~ no poder disponer previamente de esa situaciOn y tener que construirla. Recordemos los tres postulados de Austin reluivoa al acto IInIlU!stlC:Q y IU '!Cltol ~J.nun&1.Q16n pe~ormat!ya pre.upone ~DY.enelonC!1 co mun ,. .1 locutor y &1 dlnlnaurjoJ, proct iml'~to,
•"!!rudos pOl' ambo. r ul dl'panlbllldad i lamar p~l't. lin .1 .c~o iI"IIU!n co, Admlt.mol quo la lectupa de un tOil to latlslac:o est. cOl1dlc:h~t\ de dl.ponlbllldad, L.•• otras condiciones necesarias para eI exito del acto lingUlstico no se dan ahora con la
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misma claridad. Lo que en el caso de la practica corriente de losactos de habla debe darse previamente, debe ser construido en el caso del discurso de ficci6n. lk~_~ em contener todos los elementos que permitan.. la constituci6n.....dC-UllLSitw,.cmo comUn entre Ie texto y el lector En la 6ptica de los postulados formulados por gin, eso significa que el texto de ficci6n debe cont
calificarse como reproductores de tales elementos, por eI hecho de que estos han sidQ.. t ran1llo.~.adOJ_AL i~ciS1LdUln £.\l~t9 . Ademh, las convencione" lu norma, sociales y las tradiciones aparecen en eI texto de ficci6n rebajadas al nivel de un polo de interacci6n. Han sido desconectadas de su contexte original e integradas en nuevas relaciones, sin romper total mente sus antiguos nexos. Deben prescntarse, sin .mbarao, como el trufondo q\,, , permlu 11.1 nY,evo 1.110, ~9r em rJ~6 ~'"ae~!?
d.d~.$!W.Q.rloJIl.lItWl...aLlnJJ.mQJlemp.o_djy..cIJ:suJ_uncl.ctn.es ~PomwLeLlr.as , n o_~I • )!I en d..rt~~.PJUt!rn),.L...Q).I,t.dl.J lbe"id-, _m~mdlld l~!e!ol\!l .
ULban...u.Udo,
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.Iendo asr ttuo en el contexto original estaban IIgldos por IU fun"fon. tos olemenrol del repertorio no son, pues, identicos a 10 que eran en su origen, ni ,a 10 que los reduda su uso. En la me.didLeIL qJJe_ pieJ:den.JlLidentidad..._se_ v.:l..-penilagdo ",e1 CQUtgrno indiv jdu al.
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~t!,lI.:tnJe )6 H.r~rt Mal.cki. Spi,lra"m•. Au/satu zur asthrtischm Aktio". (.dici6n suhrlump 3D). Frankfurt 1%9. pp. 80 SI . 37 Ro~rt Kalivoda. Dn Marxism"s "nd di, modrrnr griSligr Wirk!ichk.it, (.dici6n ,uhrkamp )7). Fnnkfurt t 970. p. 19,
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Si el repertorio se basa en decisiones de selecci6n, soci.;I1es e hlst6ncas de Ja reahdad asi com_o tragme ntos de obras hteranas antenores ntrodw:en en el texto. el p'roceso de selecci6n no sera totalmente arbitrario, por mucho que sea eI caracter individual de 10 pretendido. Pues el repertorio que incorpora un texto es, pese a la transformaci6n que la «repetici6n.. imprime a la familiaridad de sus elementos, u\', a condici6n escncial para qU,e se esublezca una situaci6n comun entre el texto y eI lector. Podemos preguntarnos si hay criterios ' que permiten limitar la arbitrariedad ' de las decisiones de sc1ecci6n que constituyen la composici6n del rcpertorio. . Si nos preguntamos en primer termino sobre la relaci6n t'xistente entre texto y realidad, aparece con c1aridad que eI texto no puede referirse s61ameme aJa realidad, sino s610-L!ll1lQ.ddQs_d.eJa...te,a.lidi~ja..L~:iliQ.a..d en tanto_que Rura conting~.no puede servir de campo de referencia al texto de ficci6n 38 • Se refiere este, mas bien, ~emas erLiQs que se [email protected]:o la contingrn&.iL): -Ia comRlsiidad . del mundo buscatld.o....collStruU:...un-sentido-..e.specl£ico...s:l.eLmun~Cada
epQca p.ns«JlLp,ropio
transicjQnJmp.rimen cambi? s signiii&ruY.Q_s...e..nJru s.iste~~~.e~m.~nt.ic.jlS._Jta....s.e..an_.je.rar4uizadoL O concurren.tes. Pero los sistemas no se refieren exclusivamente a la complejidad del mundo. Est:!n referidos a otros sistemas que evitan eI peligro de decepci6n que amenaza la acci6n y 101 experiencia humana por la presencia de elementos contingentes 40 • «Todos los sistemas est:!n ligados a su p edio por relaciones de selecci6n y con ello recJi:iCeil'G' complejid;:d, de manera que eI mundo en su totalidad no es pertinente para ellos ... EI medio de los sistemas puede, en ci-:rta medida, ser simplificado e inmovilizado por el procedimiento de institucionalizar cierta~ [ormas de elaboraci6n de la exp~:tie.n.ga (habitos de percepci6n, intepretaciones de la realidad y val ores). Una multiplicidad dt: sistemas est:! ligada a concepciones 'similares 0 co'rrespondientes, de manera que los modos de comporta miento, que pueden ser infinitos, se reducen, asegurando aSI la complementariedad de las expectativas .. 41 .Asf en cada sis!£IDa se estabilizalL.cicrtas expe!;tativaL Cl.u.e adguieren U!l valor normativo y pueden g~l>.~rnar la elaboraci6n ge la experiencia <;kl mundo. Los sistemas incorporan, pues, modelos de realidad qu'e dejan aparecer una cierta estructura. Si la contrucci6n semantica de un sistema se funda en ciertas decisiones selectivas, tal senti do s610 puede estabilizarse ante el tel6n de fondo de las posibilidades excluidas. Los contornos de este fondo se dibujan en la medida en que se diferencian las posibilidades virtu ales y negadas. De este modo las posibilidades scm antic as dominantes de cada sistema aparecen sobre un hori7.onte compuesto por posibilidades virtuales y rechazadas, de las que se destacan las posibilidades :lctualizadas. Lateorfa de sistemas concibe esta situaci6n como la permanencia necesaria que debe asegurar un sistema reduciendo la complejidad, de manera' que eI sistema pueda reaccionar ante los cambios de su medio por una nueva distribuci6n de los elementos de su organizaci6n. EI texto de ficci6n intcrviene a su manera en la constituci6n de los sistemas pue$to que tiene como medio a los sistemas de sentido dominantes en el momt:nto de su composici6n. Interviene de este modo llillma serm.ntico,-y~.p...Qh
de
38 Cf. Siegfried j. Schmidt, TrxttlmJ rit (VTB 202), Munich 1973, p. 45, Tambien especialmente H, Blumenberg, «WirklichkritsbrgrifJ und Moglich1uitm drs Romans-, en N achahmung 14nd JIlusion (Poetik und Hermeneutik I), ed. H . R. jauss, Munich 19692, pp, 9-27, 39 Sobre la funcion del concepto de sentido como reduccion de I. complejidad, Ver Niklas Luhmann, Soziologischt Aujkliirung, Opladen 1971 2, p. 73. 40 Ver sobre esto jiirgen Habennas y Nikla$ Luhamnn, TlmJrir drr Gm!lschaft odrr Sozialttchnologit, Frankfurt 1971, pp. 32 ss, 41 Niklas Luhmann, Zwtckbtgrifi und sisttmrationalitiit (STW 12), Frankfurt 1973, pp. 182 ss.
182
porque, contr"ri"mentc " csos sistem"s, no sc reficre dire(umente I II ( ontingen':ll del mundo, Por eso no puede producir -cxpecutiv"s de eXI"(·dllrvU-·1 qlX constituycn I" actividad propia de los sistem"s. EI texto de ficci6n S<" 1111Tltnta dt' 10\ sistemas de estructuras de domin"ci6n vigcntes. Comp"rte con 10\ mtrml5 II propiedad de s~r un sistema de constituci6n de sentido. Esto quierr d<'\:ir que: rn 5U <;QrItrll~iQ!l sc mucstran 1,,5 selcccjones ncccsarias Qara la c5ubiliucion del s('nt ido e se [eDejan en la dccci6n del re l'£rtorio. De estc modo eI texto ot' ficcion con
183
idea, por ejemplo, ayer y manana. 4l Aquf aparecen los limites del sistema empirista,
.que, como todos los Hmites, s610 se estabilizan de modo general por neutralizaci6n
o negaci6n. AI gencralizar por la experiencia Ia adqu isiCl6n Cle todo 5a~r, t'1t'
sistema provoca una carencia, puesto que debe virtualizar d dominio dt' la moral.
subordinado ahora a la validez de las premisas del conocimiento.
En este momento aparece un deficit. Los sistemas semanticos se caracterizan, en g~nc:.!!l, _por la Qrodu.£ci6n.Jrte,Y.iuble_ de alg~.Ld~li.~l!.. como cQ!)~ecl!~J1ci u!r~La.• decisiones tomadas. Y es a estos dtHicit a los que se refiere la litcratura, como.J'.!-I~ verse en la noveL!. y eI drama del siglo dieciocho y sus intenciones de moralizaci6n masiva en todo el continente europeo. La literatura comp'en~!os.defkits d~ orientaci6n en las relaciones humanas, Qroducidos..p.QuQs sis.tf.IDas ,do.minantes...de..la.. epoca. La novela y eI drama formulan posibilidades que excluyen los sistemas soclalesdominantes, y que no pu':'den ser introducidos en el mundo cotidiano mas que por la ficci6n. Esta funci6n de la literatura explica tambien por que existe la tentaci6n de oponer la ficci6n a la realidad, siendo asf que, de hecho, ja ficci6n se refiere mas bien a 10 que los sistemas dominantes ponen entre parentesis; 1;110 no pueden introducir direcumente en la vida cotidian:-. a 1L91JL.Qt~ . Como quiera qUe la fi cci6n constituye eI contexto global de·la realidad, no se opone a Ia realidad, sino que se comunica con ella. A partir de esta estructura, se puede proceder a la formulaci6n de una serie de condiciones generales para la constituci6n del repertorio de los textos de ficci6n. La t~(a tiege.lugu en e1Hmite de los sistemas semanticos que dominan en c:ida q,~uste modo, iii liL~~UndkuY~ntre los sistemauigw..e.l•...cl ~pA.dJ.ygaUnferior de la kllLqufa de valores, Como la literatura reacciona ante 10 que la configuraci6n hist6rica de un sistema problematiza•.P9l}~e relieve los puntos debiles de la validez de esos sistema}, Y I?ermjte as! rcc.o.ru.truir....eL .Jw.rizQQte de los Jll"QQkma.t.., Esto no quiere decir que la literatura no puede referirse a sistemas de rango subordinado. De aqof hay que extraer consccuencias que afectan tanto al le.:ror· contemporaneo como al alej'ado hist6ricamente de tales sistemas semanticos. ~...r..elKi9n de la literatura con esos sistemas d.;muestra gue en su ITI..Qmf:O.to dehiru>..lLW~i.~rn.mnifica>i6n....si..J.ili.n~i6n ·de la li!~atl!rAJ.iene il.Jgar en las fallas del sistema. el..Ai st~mA_sk_rsf~rJ;nci Lq.l!e '-!U te xto de. ficci6'lme como ,me.di.o...n.Q.hiLp-~er a[bimoJ) erul-ffi-a.!£..O de la e.poca: . , Si se .c onsidera la relaci6n entre el sistema semantico y el texto d~ fi~cl6n
mediante eI esquema de la . 16gica pregunta-respuesta formulada por Collingwood 44 ,
debera decirse que .eLte.xt!Lp.erm.i.u:."r.e,co~ttvjLo..J1l.~d iante la m p-uesta Que proQone
a..ios., deficits sig.e ntes, h-'lue Ja<,co.nfigu.r.aci6n...mmi£i.lli.a. del sisteIDa.Jl.c.lllum_Juta. incapaz de' dominar. Puesto que, en tanto que articulaci6n de Ul. residuo problematico, el texto de ficci6n se refiere a las posibilidades virtuales y ncgadas del sistema. En la rriedida en que, !!..!!tre e~.!.;!.LQosibilidages , o~ra una .selec!;i6u Y tematiza la ol2&i.QD . c.orn.o_repertorio•..fkbe_~s yirtual.iza,Lo negar.1a,§ EosibiJidade) dominantes, es decir. r.ealizadas.• de los sisternaL Semantis;os correspondientes. De e~te modo el texto de £kc.i6n deterrninaJo..u.onWllQS_Rer.tmemes del Wte.ma 0 delQs sjstemas £rente a los q.ue ._reac.c.iona..._asL.co.mQ.eLdefkit_.dcl... sillerili Q los sistemas que articula. en la medina en que propone urta soluci6n ficticia. Pero ",,-slL.Soluci6n s6l!L.puede Ser aceptada si ~problema al que se refiere esta preS~nte el mistbo en el text o-,- En este 41 John Lock~, An Ellay Concerning Hllman Undmtanding III. 9 (Everyman's Library), Londr~s 1968, p. 78.
44 Cf. R. G. Collingwood, An Autobiogrllphy, Oxford 1967, pp. 29 ss. y 10755.
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scntido e.s comprensible la observaci6n de Roland Barthes: •... la obra es t'SC'ncialmcnfe pand6jica. Es a la vel. signa dt' una historia y rt'si\tt'n(ia frt'ntt' a tlla. h La paradoja fundamt'ntal qur ararC(t', de modo mas 0 mt'nos claro t'n nut'ura\ hi\torias dc Ia litrntun: todo rI mundo intuyr que la obra sc nora. qut t" ./(" ;/ur",to dt' \U propia historia, dt' la suma dt' sm fucntcs, dc sus inflllt'iKI1\ y mo,ltl(H Forma un nucleo duro, irrt'ductible. en la masa ·indecisa de 10\ l(Ontt("lm.rnt(H. dr las condicionrs, dt' las mentalidades colectivas. 4 \ La coordinaci6n del texto de ficci6n con los sistemas Srm2nU()\ dt su ~pon ..9Wru:_d~2d9.~w:jaL.c:.L.tep~rLariQ, Las normas y los valort's tHrltrxtualf' introducidos en el texto sufren una transcodificaci6n de su valide7 . I .ll dtcisionr, selectivas dominantes d;-l~~7istemas quedan rcl egadas a segundo plano, dtltadndost las posibilidades que el sistema habra rechazado. EI repertorio opera cntoners como una seiial: l~ reacci6n del texto frente al medio ~res.!..£.9.!J.? susp!"nsi6n tit la .'9" y~ljde~_de 10 cg_nocid~in ..!:!I1..QargQ. W~ r~ci6n . no_p~ dcriyusr causalmentf ~ del sistema refcrencial elegido por el texto, puesto que el deficit causado por d -.lli.~.~..~. . D .Qssta inscrito en la emuctura dd sistem~. Tal deficit p-rovit'ne mas bien - Ii~ la situaci6n hist6riq !;I.ue eI sistema ....bl.l.S...c_a.....Q.Qmio.ar..,.L:lS opciones que h:ln 0presidido la elaboraci6n del repertorio hacen resaltar 10 que h:l producido \a f:tlu ocasionada por el sistema. E.n.Jl medida en SU!.t...£2..11~v!~l'c~a~ .E.~o . Q.~~U~JiQ gel sistema. el textg hace visible el funcionamiento del sistema.. Es dem, hace descubrir aquello en 10 que estamos implicados. Por contraposici6n a los sistemas dominantes de cada epoca, los text os de I. ~ fj~g9_I1..Jlo...b.a.c.en...ex.pH.citas...!ius.,pt:opias...decisiones >sekcti",a.s-.· Corresponde. pues, a los <;:: VI lectores encontrar la raz6n de tal opci6n con la ayuda de la transcodificaci6n.....B.l!..e_ S! ~ $,u kenJn5.- yalores f.amiliarc.s.>taLc..o.mo....solLintroduc.idos..en.eLtex.t o . Mediante estr' ~ 2 proceso sc desarrolla la comunicci6n que cfectua el texto: se produce una mediaci6n -:: ~ entre eI lector y una realidad que ya no es familiar. "R- ~" La relaci6n entre el texto y el lector se conforma de modos muy variables segun 19 las cpocas, y con clio se puede captar la especial capacidad hist6rica de los textos. Vdmoslo con un par de ejemplos. EI texto de ficci6n puede referirse directamente al sistema de una epoca. Tal es el caso de Tristram Shandy que Stern relaciona con el empirismo de Locke. Se sabe que .Lock.e._¥..e(a.e!Lla..as.o ciaci6n ...de__ i.deas.Ja...condici6n~siy:ukJ.L.!2.o..ill->lida.d de <.£~~miento. Ella aport a el proceso pontencial combinatorio necesario para utilizar las ideas simples que el azar aporta al espfritu humano con vistas a l:l ampliaci6n y consolidaci6n de los conocimientos. 1 u sofiaci6n.... d~ id~pQm.....Y~cisi6_n· de _Aelecci6n_dJ)ruinanl~..wistemil. emQirista. En Tristram Shandy queda virtu:llizada para poner de manifiesto 10 que en el sistema de Locke es rechazado a un segundo plan0 46 • L a aSQf.iaci6n de ideas tiene un fundamento p'robleml!i£2.,~ukspre.ndc. ..del principio placer-dolor que debeda ser tenido como innato en su funci6n de gobierno de la asociaci6n de ideas, ..aunqu.e~ Locke_hay; rechaz~do el camter.Jnn:ltQ dL10s
4 t
..
45 Roland Barthes, Liltratur ode-r Gtlchilchtt (~dici6n Suhrkamp 303), Frankfurt 1969, p. 13. 46 Como 5610 se trata de ilustrar una reflexi6n sistematica, no hablaremos de tod .. las refe~ncias al sistema empirista que se encuentran ~n Sterne. Son mas numerosas de 10 que pudiera indicar nuestra limitaci6n al aspecto primario de la asociaei6n de ideas. Por 10 que se refiere a la relaci6n de Sterne y Loeke se encontraran observaciones importantes en Rainer Warning. /IIusion "nd Wirklichktit in Triltram Shandy und Jacq"tl It Fatalislt (theorie und Geschichte der Literatur und der schonen KUnste 4), Munich 1965, pp. 60 IS.; d. sobre esto ademas John Trangott, Tristram Shandy' World, Berkeley y Los Angeles 1954, pp. 3 5S.
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~Itecumllt\ll! • 1,,0 1 ii'I"';U\ jt"~IIt;a"I'" .e.mbar.gQ.....lLt.cliic.l~D dlr:e_QtLiruilcAr!~eLLug U-.CJJli ncn!r de .I1.u_rou v eJ.£gjdo en el contexto de la CpOCI. En Tom J()n('~ de Fielding la rC'latl6n rs indirecta. La intencion expHcita del autor consiste en esb07.ar un cuaoro Ot' la naturaleu \)
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De este modo, en su novela, Sterne presenta como dominantes semanticas las posibilidades que Locke habfa virtualizado 0 incluso rechazado de manera global, renunciando conscientemente a la regulacion de las relaciones intersub,$.tivas.J..ocke habfa presupuesto la posibilid~-ldeuna combinatoria de ideas simples en tanto que ._g~tfa inscrita en las c~p~cid.ades huma,!~. AI presentar la asociacion de ideas como un habito adquirido, Sterne toma a Locke por la palabra. Pero 10 que Sterne descubre en la transcodificacion ile esa norma del conocimiento, £~ Ifl q:mtingen_cia de las asociaciones de ideas tal como las producen continuamente Walter Shandy y el do- Toby. Aunquet al contingencia tiene efectos destructo~ p~ra la norma epistemol6gica del.....lis.lema dll Locke, hacLJl'pare~cer--Lh sJ,J..Qje.tividaUQrnQ. ~algo impenetrable y espedfico. No se niega solamente la validez dt: la norma de Locke; tal negacion hace-apar:ecer_1a. _xeferencia... de. _Ia . que Lo.c.ke.Jlo ..,.h_a.hlLm.rn.Q:..... la subjetividad en tantQ.que ins.tancia..de _s.ele.cci6n.¥._de.motiltacwll.--de.b•..asoc.iacion de .id.eas.-N.o es mas que un aspecto de la reevaluaci6n de u''la norma empfrica en Tristram Shandy. Si con este descubrimiento la garantfa del conocimiento no .puede quedar asegurada, porque no parece poder estabilizarse mas que en el mundo interior del sujeto, y de una forma muy problematica por otra parte, la norma epistemologica problematizada pasa a un segundo plano, y el lector se orienta hacia una nueva tarea: la elaboracion de las relaciones intersubjetivas. Las explicaciones del mundo que aporta la subjetividad se reducen a nuevas extrava~gancias. Y como tal conciencia es extraih. 'a los personajes de la novela, el lector adquiere, en su ingenuidad aparente, una nueva perspectiva acerca de las potencialidades del sistema empirista. Abrir esta perspectiva a la conciencia significa despertar la atencion del lector a las decisiones dominantes de seleccion en lanovela. La subjetividad descubierta por Steme pone en evidencia elempirismo de la asociacion de ideas como refe'r entia 'oculta, de manera que la subjetividad no puede sino fracasar ensu interito de conocer su propio sistema. Y al romperse esta expectativa, la 'nafuraleza social : 'del hombre, todavfa no conceptualizada, que no se fundamenta en ' eI conocimiento sino en la acci6n, se estabiliza sobre el trasfondo del 's istema empirista sobrepasado. De este modo, la ' transcodificacion de un c:oncepto central ' del empirismo en el repertorio de Tristram Shandy hace aparecer el cadcter limitado del sistema referenciai. La invalidacion de la norma elegida descutr~ 10 que la norma era incapaz de recubrir. 47 Cf. sobre e!to especialmente la escena entre Walter Shandy y eI do Toby Tristram Shandy V, 3 (Everyman's Library), Londres 1956, pp. 258 55., donde Walter redta un disC'Urso funebre de Cicer6n. Con relaci6n a las condiciones de utilizaci6n del lenguaje por el do Toby, la declamaci6n engendra una reacci6n en cadena de elementos imprevisibles.
.. ~ .;V
humana. Tal imagen se va precisando por medio de un repertorio que obtiene sus elementos en diversos sistemas de la cpoca. Se introducen t'n ('I texto una multiplicidad de normas contcmporaneas, presend.ndo~C' como prim:ipio director de los principales personajes. All worthy encarna la idea ct'ntral de una 3mpita moral de iJ la benevolencia. Squart', uno dt' 105 preceptOfC's del herne, la fllmofil dcista del v orden nalural de las (osas. ThwKkum, el olro pr("'"('ptor, Il orlodCl~U anglicana ,"( frrntr a la (orruplihilioad Ot la nalllralcu hUIlUlll. Mn . \X'("\t('rn. Il\ .:onv(!I1ciofl('S socialcs d(' la p<'qurna noblcH anle la sUp<'riombo 1IlllAni d(' 10\ bl('n nKidos. Y, Squirt Weslern, cl principio basico de la antropolo!(il .IU\\rl.h .\(' la paS/(Sn dominant~l.
La oposicion de los personajes presenta las normas como si fuesrn '"tMTambiah~ desde el punto de vista del lector, quien puede privilegiar una dC' din y opont'fb a las demas. Esto pone en evidencia un c1emento comun: r,Q_d~ :) naturaleza hum~J:l.La..1!lL~~~yen en..c~.J:AciaJ.u..PQubtl.idadu...q1W ~ ns:W1UlllQn.iu.n..s:.olU-~ciBi2-....As.L el lector puedq~.ercibir tantoJo q)K.la_Domu "!!p'resenta como 10 gue exclu)'.e b. r:e~resent~Q6n. EI lector mismo lIrn a cabo elta diferenciacion. Las normas del repertorio se proyectan sobre horizon It'S de obscrncion que les son siempre ajenos, y de este modo puede problematizarst' su limitacion, Esta ordenacion del repertorio obedece a uDaO-.rganiz.aci6O-horizonul: lo_quc-quit~ r- ~cir ..Q!!e~or:m_as de los diferentes_si_sJe.~ue eoJLx.ida cotid iaoa esdn .~ .~l2ara.das. aQ yi man comhiuadAs_ PoL elIo_el r:epcnorio_CQmuni.caj nlor.maciQ!1,j>or I!L~iliQ.._de.J.~ .!=o!llhiI1K\Q.I'! __elegi.!k indica los sist~s P-9cm~isui.c_l
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48 En mi artfculo -Die Leserrolle in Fieldings Jostph Andrtws y Tom Jonts> en ene yolumen, pp. 460 IS. he intenudo esbozar c6mo se desarrolla la interacci6n entre las normal reprelenudas por lot personajes .s! como su anulaci6n por la orientaci6n conrraria del hrroe,
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PI:glIl.mhl~p 18 tllCrH~' eluamente eft la 10 \Ie ~" que 18 nQr,rcla iJl II pr.~bl"ml~~.
J!. Ilvlde"to que I. IItefatul'a puedo cUlTlpllr dlfcrcnte. runelone! en los dlstlntos contextos hist6ricos. Mientrs q\!e en Tom Jonrs Pieldlng se refiere al residuo problem:l.tico de los sistemas dominantes, Sterne descubre en Tristram Shandy los fundamentos contigentes del conl)cimiento humano en el sistema dominante del empirismo. Pese a la variaci6n de la referenda en un contexto hist6rico relativamente pr6ximo, hay un elemento comun en ambos c:tsos: su oposici6n CODStAn te-a.JCl.S sistemas de refercn~cia. Sin ' embargo, la historia no. uresenu umbien situacioncs en las _que... la ...actLvidad compensatoria de IQstCitOSde J lcci6n penDit~JL(.I,! Rc ryi venc i a de lo.~ sistemas dominantes. Tal es eI caso, aunque no el un ico, de la literatura de gran consumo que reproduce las normas del c6digo sociocultural vigente, con la finalidad de ejercitar a los lectores en tal c6digo. La novela cortesana de la alta Edad Media representa un genero literario al servicio de los sistemas dominantes . EI aislamiento y la reintegraci6n componen eI nervio de la aventura en la que Chretien de Troyes describe tanto la marcha del caballero Arturo lejos de la sociedad cortes ana, cuanto su ape go a los valores jedrquicos de esa sociedad. La aventuq ..IDJ.!estra el abismo abierto. ell.t.re. eL siS1~e.ma sociaLd~.comportamiel1l,o Lde I Lvida . cabanere~ca. y-1J nueva CQ!llP.,kjida...d ~ a\!..a 1.dML~tedia. EI siste_llJa cortesano_d aJ..,e_aLidad de la vida .n _!!2.. E~ incide ll. En un esquema que opone ais lam iento y reintegraci6n, la aventura da cuenta de la nueva situaci6n. Pero s610 indica c6mo, para preservar los valores cortesanos. el sistema social se defiende de las contingencias de la realidad cotidiana, evitando aSI los problemas planteados 50 . En este caso la ficci6n funciona apartando los datos que amenazan la estabilidad del sistema. Se asiste aqul a una operaci6n compensatoria, como pllede observarse en l:u ohr-as . liter
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o_
elublece la partlclpacl6n del lector en el lelltOI cl lector encucmlra rn rI rt'~rtorio un con juntO de convenciones que. por Q)UY extra~as qut' parrzcan. prrmitt'n d
despliegue de ~.?~r.~la..,<;!~ndial~gic~. . .. . Esta partlclpac,6n no afecfa--u11lcamente al lector contt'mpodnro famlltartzado ~ por su medio con las normas del repertorio, sino tambien a los lectof('$ hiSloncamente mas tardfos . La distancia hist6rica entre el texto y eI Irctor no destruye la novedad ~ drl te)lto, sino que reaparece en una forma actuali7.ada . Si rl tr)lro rua uuigado rn eI mundo cotidiano del lector, extrae este las normas, cuyos valores ha rnnscoJificado en e! repertorio, de su contexto funcional socioculturll, mostramJo asl HI eficaria . Pero si, por raz6n de la distancia temporal. las norrnlS del repc.-noflo wn para el lector algo pasado al no participar en el horizonte de los val o rrs drl r('pc.-rtorio ~ ~transcodificadas sedn r~feridas .a-_ese horizonte ck...Yllorrs . Dr rua manera se reconstruye la situaci6n hist6rica a la que el texto se refiere reactivalll("nt(' . En el primer caso, l3-a.c...ti tud del lector es r artici pativa; rn el segundo, contemplativa. 10 que debe entenderse como una tipologla. La diferrnCla qurda birn ilustrada con el ejemplo de Fielding . Para los contempor;\neos del aut or. ('I problema del comportamiento figuraba en un primer plano, como 10 demuestran los animados I.. debates que tuvieron lugar en el siglo XVII acerca de la aparentr amoralidad del U heroe. y de su autor. Perot desde un Ru~oto...d ui sta contempla t iy.o_.Ja ~.m.e!;lj'y'a .l- .cambia y. por eneima de las normas transcodificadas, afecu al contr,lIo referencial -;r.- en eI que el repertorio ha operado su selecci6·n. -'En este caso, los $istrmas d
QQmiru01es.-de_J a..1p.QCa._a.p.ar.c.cw..h.,.}<>-S.uJQtma.....de£i.c.iuria.~_Ja_ nC»leJ3--busca cnrnP<'n $ arJas....dililidadt..W2tap.Q niendosu...pr.o.p.i d6ml.ul3-anteJL~6n_de_c6.tno de~ entendene la naturaltu humana. En los dos casm la confiRurlciOn dt' la novtla
e$ difrrrnte. sin que rurda decirse qur alguna d(' elias (·s ubmana . F.I cambio dt' actitud se debe al hrcho dr que la historia pertrnrce al paudo. y NO t\ al~o qut' no depende de la libre decisi6n del lector. De esr modo, la transcodifKa(16n de las normas recurrentes garantiza el caracter renovador del rrpt'r1orio. con diferentrs consecuencias segun la actitud del lector. 'Cuando esea actitud rs dr raniciraci6n d texto muestra 10 que no puede verse en la realizaci6n de la acci6n. Cuando tS dt contem pJ~ci6..::.....perm.ite captar 10 que nunca ha sido real para el ·Irctor . ~ 10 que' puecen sacarse dos consecuencias: 1. EI texto de ficci6n permite al l('Ctor trucrndtr la posici6n por la que esea ligado al mundo cotidiano. 2. £1 texto dr flcci6n no tS el reflejo de una realidad dada sino s~cab a,mieotQ en yp sentido dm nni cada c.!s(),,: A este prop6sito, Kosik ha escrito: .Cada obra dt artt rro,ltt, rn "n" 'iinlcraa indescomponible, un doble caractrr: es la expresi6n dr la rralidad, y form .. igualmmtr la rralidad qur no existr al lado dr la obra ni ant( la obrll, ,ino 16/0 en rlla ... la obra de arte no es la ilustraci6n representativa de la realidad.En tanto que obra, y como arte, presenta la realidad, y con ello forma simuld.nra e in~parablemente la realidad 51. EI repertorio de los textos de ficci6n no contiene unicamente las norma$ extratextuales tomadas de los sistemas semanticos de la epoca. Se relaciona igualmente con obras de la literatura anterior, incluso a veces con tradiciones enteras evocadas mediante citas. Los elementos del repertorio se ofrecen siempre como una mezcla de literatura anterior y de normas extratextuales. Se puede incluso afirmar 51
Ka~1 Kosik , Di~ Dial~klik d~s
Konkrtltr, Franfurt 1967, pp. 12355.
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que 4:!s d iferente Lsipos de generos literarios son tales porgue se fund_~.r:L_c.n_Ja relaci6n entre IllS partes conltllilYentel de en me~c1., Ciertos generol se aroyan principalmente en datos emplricos, de manera que las no"mas extratextuales ocupan gran espacio del repertorio. Esto vale principalmemr par:!. la novela. En otros, generos, por ejemplo la poesia llrica, se tematiza mas bien como reperrorio 10 que procede de obras de la literatura anterior. f::ta diferencia siglle siendo valida cuando la relaci6n entre los constituyentes de la mezcla se invierten de manera sorprendente, cosa que tiene lugar a menudo en la literatura del siglo vein te-u--A1sf en el caso de Joyce, la novela arrastra numerosos elementos literarios, mientras que en ciena poesla, como la Hrica de la beat-generation, los rechaza por mezclar en sus versos una multiplicidad de normas muy diversas .tomadas del c6digo sociocultural de la sociedad industrial moderna. Los elementos literarios, a los que hace alusi6n el repertorio del texto segun una proporci6n variable, se encuentran en estado de reducci6n, al igual que las normas seleccionadas de los sistemas semantiCO'5.Pues no se trata tampoco en este caso de reproducci6n, sino de un:! funci onalizaci6 n de 10 que se repite. Si es cierro, como hemos establecido anteriormente, que los textos de ficci6n se inscriben en las fronteras de los sistemas semanticos de su tiempo, poniendo en evidencia sus puntos debiles y respondiendo a las cuestiones que plantean esos sistemas, la repetici6n en el repertorio de la literatura anterior P.ro.P2rciona...in£o.tDJ.a.c_io_neum.~o.ct.ante_s.....m. .£lilllto a la manera c~bl:...constituirseJa..resp.u.wa_que el rena deju.nr.erukl'. EI repertorio literario tiene pues relaci6n con las normas seleccionadas en el texto de ficci6n. Sin embargo, la alusi6n a la literatura del pasado no se agota con 1a aparici6n de un horizonte "'c omun; cita igualmente JIl.Q,Qgs de _aniculaci6n de intenciones deter!!lin~d~~ .9~e ~ sup)antan el texto l!ero que constituyen una ..9.ciJ:.lltaci6'1-Sn_c_uyUir~~i6_n hay_ que buscar 10 que se mtenta demo El hecho de que los elementos repetidos Sf desprendan de su contexte basta para mostrar que d.J:£greso de...ekmep t 9} l ~ri!.riQjJl~Ld~be .ge.nmse como s i m ~P-tQ.dJ.lW6n: La repetici6n despragmatiza el elemento repetido y 10 introduce en un medio nuevo. Gracias a esta despragmatizaci6n, las posibilidades semanticas virtualizadas y negadas de los elememos textuales repetidos se liberan de los contextos de origen. Cuando en Shamela, Fielding «repite» la naturaleza virtuosa de Pamela, tal como 10 habia presentado Richardson, virtualiza la dominancia semantica que este reconoda en la _~idad .de _res.iHellcia" .de._ ~u •.pers.oruie, _a1. tiempo que libera las posibilidades ,que Richardson habfa excluido, a saber, que basta con ser un duro y tenaz para venderse a buen precio gracias a la virtud preservada. Pero cuando el antiguo contexto se rechaza y se reemplau por uno nuevo, no quiere decirse que des:lparezca; sigue prescote aunque su validez no me ya vigente, Forma la tela yjrtuald~...f.Qru\Q. ~~ ara la clarific a£i6~ lurnuitica o r.gmiuda.p-ouL repe.rtQr:i.o_ EI repertorio de un texto de ficci6n presenta grados de complejidad reconocibles que influyen en la interacci6n , entre texto y lector. l-a,j llcorporaci6n de normas .extr..a.teJ(luales~yJaJ.epe.tici6n de_elementos. de.laJ.it..eI'at.u ta ..an.ter.ior__marpn....grados .pre.ciros de determjnacj6n. Son el\9s los que hacen aparecer ~n el texto e'l horizonte que. a su vez, determina el marco oe la situaci6n del dialogo entre texto y lector. .E1 caracter necesario de la mezcla de normas seleccionadas a partir de sistemas semamicos y de alusiones de la literatura anterior, se deriva de la funci6n del. texto en tanto que respuesta. Cuanto m;ls complejo es el problema al que se refiere el texto. mas debe diferenciarse eI repertorio. Pero esce 110 puede renunciar a ciertas generalizaciones, bajo pena de que se desvanezcan los contornos de la respuesta. 190
Esta necesidad es una raz6n esencial de la introducci6n en cl texto de elementos de la tradici6n literaria. S.on e\los lo_qu~e_Rermiten 111 homogeneizaci6n indispensable en , Ja muhi.plic.imd..h~.t.c[Qg~e 10 cx!tat ,,-~l.. Cua;ao en T om / on(f FiClolng construye el ugumento de su novel a a partir de elementos tornados de los romances y de la novela picaresca, .!~_~.llu!£masJ iterarios Ie afrecen unalogna.dc:..orga.a.inci6n c~!da_q!l$_~Lb.tr~_p"\!spe re.as:cionar fre nte a un sistemwc normas (intriga picaresca), garantizando el exito de las cualidades humanas que se manifiestan en d curso de fa oposici6n (imriga de romance)~2. De este modo los eSl:}uemas sC'leccionados en las obras de la literatura anterior permiten alcanzar d grado de gener_a lil1cjon cspcdflCa que d texto necesica para responder a los problemas de una si_tuacion wmpleja, Lo mismo sucede cuando el repertorio del texto es principalm<'nte de origen literario, como puede verse en los antiguos gencros Iiricos. Las cgloga~ de Spenser ilustran bien este hecho, Han sido compuestas como reaccian a lin problema hist6rico: hacer comprender el peligro que habda corrido IngiJtl'rra 51 Eliza~th hubiera aceptado desposarsc, como se preveia, con un (at6Iico. SI't'mer disponia de un inventario de elementos buc6licos, detenninado
~~rJ..o_cio-tex_tual_eJJ-Su....c.o_o.j.L.lJkto-dc mancra, que 5Lme ns~j!""p"u('llr mga niza r~. Como componentcs (cntralcs del rcpertorio tcxtllal, las normas srlen-ionadas en la realidad extratextual y bs alusiones literarias proviC'nl'n dl' dus si\tC'lll1S diferentes. Unu procl'dC'n de sistemas scm;\nticos propios de oda epo funci6n dt tSlO' t5qutm., liltrario. vtr tI t!'1b.jo dt G. Birkntr, Wi,"....~"" ...\-'.."" tin Romtlm im /8, .... d /9, jahrh,lIIdtrl, 5J Ht tSludi.do con m:1s dtulle t5tt problema en Spmsn A,ltadim. Fi'\-,;o" Gnd>i(hlt i" ~ tng/iKhm Rtntli"tI"re (Schrifttn und Vortnge dts Petruc. -In.tituu Kaln 24), Krrfeld \970,
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e_ laLcmI'esrumdencia Lrro_tnt~de~Qott.ituits~_DoL la~familiaridan de los
elementos. . De ah! se derivan dos consecl1encias, una rc1ativa al texto, y otra al lector. t1erleau.Ponty ha escrito! «I:::lAuignificacion cUindo los datos del mundo e~dn sometidos p~mJIos..a u na. ckf.or.masi6n coberente,.~4. Es 10 que ocurre en cI texto de ficcion con los elementos obtenidos en di(erentes sistemas y que constituyen el repertorio. Cuando, por ejemplo, en eI Ulisrs Joyce proyecta sobre la cotidianeidad de la vida dublinesa multiples alusiones a Homero y a Shakespeare, rompe el cierre ilusorio de la representacion realista, pero simuldneamente los numerosos detalles realistas de la vida cotidiana reinfluyen en las alusiones homericas . •Por eSQ la. relacion entre p'asado )'...flresente no se j2resenta .;omo una 0 posicion entre 10 ide.a J~al._Co lLt'!,les,deforrnacion ~p'r,Qcas se obtienen def Jrm:lciones del repertorio . ,Que pensar de la intrusion de la cotidianeidad pequeno·burguesa en la literatura, y de los materiales en bruto tornados de libretas de direcciones y de diarios de principios de siglo? Son dos elementos que no presentan ninguna equivalencia en su grado de familiaridad." is[cma de e u ivalenci3 del te xto solo funciona tras la dd ormaciOn de los elemento.\...L 0 de la cotidianeidad pequeno-burguesa con una profundidad temporal que les es desconoc~da. . dorman su inmutabilidad muestran su caracter ilu sorio. Los detalles real:is. as hacen conocer aspectos esconoci os Cld pasado IllSt6nco Id ealizado, izacion del Dasado para convertirla en la manifestaci6n hist6rica de 10 Quees p..Q.ilbl~pa ra e! hombr e en general. ..El..sistem3 de equiyalencia del [exto sc Ro ne en marcha por un «deformacion coherente». En gran medida se corresponde con 10 que habitualmente se lla.m.a...e.uil.Q,~c.o..n.lo que antes hemos Hamado valor es,t~1 valor estetico no queda formulado por cl texto ni se da con c1 conjunto del repertorio. En la medida en..q.u.e...p.cru:lucUlna. accjoll,-M..RMcQ.e fOL!Ili\I pan!Jie-1-CU!-
entre un emisor y un destinatario eonsiste... en estO : si gnos reconocibles son tornados del repertorio del emisor, se asocian y envlan por un canal d~ comunicaci6n. EI destinatario procede entonees a establecer la identidad de los sign )s recibidos con los que figuran en su propio repertorio. Una comunicacion de idea, s610 es posible en la medida en que los dos repertorios son compartidos por los interlocutores ... Pero, en la medida en la que tal proceso tiene lugar en el interior de sistemas que, como la inteligencia humana, esdn equipados de memoria y de facultades de comprension estadlstica, la percepci6n de signos parecidos tr ansforma lentamente el repertorio del destinatario y 10 conduce fihalmente a la fus i6n completa con el repertorio del cmisor.. , Los actoS de comunicacion en su con junto adquieren entonees, por su constante influencia sobre el repertOrio del destinatarioLun cad.c~ acu mulati vo ... Lo s semante mas ,9 ue prcsenta a~enJl d() el enlis~OLSr inter an ~o a gQCO en el re p-crtorio del reec p'!"QLY 10 tra Q sf~n, ASI se engendran os clrcui"f'os sociocultl1rales.~'. Si la superposicion parcial de los elementos del repertorio del tcxtO con los del lector es un presupuesto de tal circuito, en el caso de los text os de ficci6n tiende a un valor nulo. En decto. los elementos idl'ntlficables ...lei repcrtorio del texto que el lector conoce a partir de las sitllaeionn en Ils que se utilizan, han perdido su valor. La no identidad de 10 conocido ntJhlt'«' el conUt to mlnimo que subsiste entre los dos repertorios, En el limitl' . la supcrp<)\\(\()n parl ial puede lIegar hasta el punto en que cI potencial semantico del texto ll1Olentl , La movilidad de estos desplazamit' ntos parciales de los elementos del repertorio permite encontrar criterios para evaluar Ia accion ejereidl en el text o . En general. la literatura retorica. didactica y propagandistica. mantieOl' ('n HI rqx' norlo. de manera casi intacta. el sistema semantico que prevall'ee en los !enores , ho qUlere deeir que mantiene tamhicn los valo[l's estabiliudos vcnilalanentl' del ~istcnlJ, v renuncil a \,!XtLQrgal1i!~~cio...DJ1Qri.~()D.!_~L~k.J os eleant'ntos del f('pertorio, qur ~, \.cm pre Ind.ce .9~. ~ amJ1io de V3~Tal situacion puedr ejt'l11plificJrs(' con IJ III rr II ur l ,rntradJ rn el pllblico. desde el teatro de carnaval medieval l1J.st~ el rl'lla~",n ~"... alista. Ll intencion eomunitaria del texto tie nde a mostrar de nuevo ;11 publ" ,) !J YJlidez de 1( 10 que Ie es familiar. La confirmaei6n de 10 que es comllO JI totn Y JI lector no li tiene sentido como proceso de conlllni(;l,cion mas qUl' l'llando (" '" \'Ilores e~t.in amenazados en el mundo en que vive el pllblico , I.~ar;l ~ Iiminar !J (~!..!ll!.ng~ a.,~ _ ~stab.i l ~z,;t~cl-sill.cm~ Los textoS reproducen entonees las estru(turlS ( cntrales de L los sistem as semanticos a fin de protegerlos y demoslrar su vllido . San embargo, solo cuando las sit\lacioncs de la vida cotidiana muestran algunl debilidad en el -0 funcionamiento de los sistemas, es euando esos textos adquieren tmb su fuerza, ~ La compensacion de las debilidades de los sistemas dominantrs es lambicn la \l: funcion que los textos de ficcion ejercen euando hacen descubrir Ils dl·bilidades de A los sistemas dominantes, L a..ro an£: ra romo sc presl·nt.l. Ia sell-,cion del repertorio T d,c.p.c.rule.d_~n cada mOj!lento de la orientacion de e\a~ fun'lones . F n un caso habra una ~r~n (onformi'11111('111" entre los elementos del repertorio dis01inu),e , Es este cl polo de b escala de re\aciones de eorrespond('n(u 'lU(, qucda hit'n representado con el ejemplo de Joyce . EI repertorio del Uli sn no It (onstituy(' solamentc a partir de una multiplicidad de sistemas, sino que pr('S(,flt l l)l:ulI01('nt(' II
o
S~ Abraham A. Molrs. Informations lheo,i, lind ii, rI)(li!(~ WahrlllrlmIN"~. Trod ,~ "hn, )I.,.." •.
Coloni. 1971, p. 22 .
p. 84.
192
19J
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o0nfronudo oon Il'r.hu dificult.ades. Dlflcultadol que nf) III deben tlmo a 10 dl"~()l1oGldo do los "Iementol, ql,lCl .Iompl'o CO" 118 d " . e~ucrzo podd.n ler idrntiEicados, _cI;IQn.t ~PJf~.sentBCI6~a.s.Ue-esos
IJ~·f;111 n~!~lr~I~~:~T:::l:f~«~;~'/~::~"tral'~~~I·~i~~Nt!~lm F'IolU!~~li~o P.~CI~~ ~~ IInf.or )' ~ClI dottln.tarIQ, quod d'spuc_t6
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I'optfcorlp del a de tal manrra que los nllmer080S elementos realiitu y Iiterltrlos dan la Imprculon de URa .oparilcl&n casl completa entre los elementos del texto y 108 del lector, ~I_ r.e£.!JJllimiento tiende acero, la {uncion comunicativa del repertorio se tr;!QsJor.IJ'E.' Este no contedni entonces tanta informaci6n sobre el modo como las deficiencias de los sistemas referenciales, a partir de las cuales ha sido seleccionado, deben ser compensadas. Por el contrario, y en tanto que medio de comunicaci6n, el repertorio se hace m;ls reflexivo, _tematiz.a...su p-J:Q.ciL~tJlaci6n. la relaci6n misma. Si el repertorio del Ulises provoca a sus lectores tan gran conmoci6n se debe a que no pueden encontrar referencia posible a la multipliciclad de elementos tornados de sistemas tan diferentes. Simuldneamente. en raz6n Jel ;:ambio de estilo que sobreviene de un capitulo a otro, el texto presenta una multiplicidad de refercocias posibles sin que pueda establecerse relaci6n alguna entre elhs. Dos consecuencias estrechamente relacionadas entre sl se desprenden entonces de este devenir reflexivo de la operaci6n comunicativa del repertorio. ~pri.me l".- Iugar, I ~.!l~~~
III texto reproduce am l'liamentc una comunidad previa, Inlentru que es relntlYllmentc Intel'l'. cuando 0\ recubrlmlcnto ~J~"c\,e .. <:"rg,,-.~In embargo. on ambos e~~ol' el
'hmaldad, AlIO Ie Yot4
repertorio organlza las actitudes del lector con relaci6n al texto, y tamblen con rtll~\!IOt1 ~ I"." ilI1r U"'I'IIU rrl'lbl'l'I1hl~o. till ,101 IIMtDmU d, rl!£aro I1CI • pl'ClIcne.dea rur .1 'Ii.~' '\I~u~l'ln, tl. t-opntcrl$* Qr.Anllll\ Ar' \.Inti iUtructUfll Il:m'ntlC;:11 quo 10 tuta Ide VI tijllllri11Mr tin il .~rr:r::" 1ft IO\1tIJf" dil ml 'OM, JlIl--.g~lbnlu"i6JLd.4peA.;ie-do ,,1)5 ,....: c:..OJLOc,lmlentos del or_ y.Ji.e.-s.u.,.dl$.ponlhIU,dad-a. .,.someto.l'8e- a- ·UM eXl'et'lel'lcia li extr~a. Drpende tambilln de estrategias textuales que como poter.cial de orientaci6n ~ c.. se"alan caminos de realluci6n. Si al actualizar el texto, el lector ide"tiflca el sistema ~ de equivalencia de los elementos del repcrtorio, el sentido ·que se desprende no es ~ '- arbitrario. Los elementos del repertorio ticnen un alto grado de d:te(minaci6n. Su v sistema de equivalcncia es indetcrminado s610 en la medida en que no esd formulado. 5610 puede des(,:J!p rirse oQtimizando ]~ estructuras ofrecidas. Pero como ~ LLC!2tl.t..O.ci.o _"tc~ar~c.wELP-O r 13 inversi6n de 19S valQrcs. p,resCJ)ta siemwe un contcxto refcrcncial cyya distri\lllci6n varia en funci,6l1.,dc las PQsib.ilid.adc.s.semant;.~cas dominantes, virtuali~cit:l.do en rI lector ,on relaei(1O al contorno problcmatieo del sistema referencial. EI sentido pragmJtico es un selltido de aplicacil)n. Llllucnlrl 1.1 IUllcion de los textos oe fin'i6n en Ia medida en que su ClrJcter de re~pm'stl pone en man:lu un . pJoceso dc complcll1elltKion, p(~c.sl '111(' Ie dl'Scubrl·Il....L-lJ.!!!l.I~ mln 10 \ deficits· del SiSll'/Il l rc:fnl·JlIi.ll. LI ),'111 ido 1'1.1 1: 111.11 j,n (,CHll' .11 Inl Dr "11 l .c·rI J rr b ci(';'ii de u:,a.q:ion con b .rcaljoad. I.llll· rI tCXWJillin.l1il Y
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Wolfgang Iser
Replicas
A la luz de la crftica
1 Una consideraci6n de la literatura en 1:1. Hnea de la e5t(~ti~a clde(e.ctD, no
neces~a hoy dia de justificaci6n alguna. Si se buscase todavil una prueba, la
aport ada la crltica marxista de la literatura, que tambien ahora hi descubierto al lector l . Mirar la literatura desde la 12ecsr-ectjx a d UY...efegQ..SigoifiCl_redescubrir su ~kti.ca; a esto no podia sustraerse la critica marxista de la literatura, pese a todos los problemas que con ello se echaba encima. Se tiene la impresion de que las cuestiones planteadas por la literatura del efecto y de la recepci6n han renovado la discusi6n ace rca de una ciencia de la literatura que estaba ' postrada. Prueba de esto puede ser que una resistencia que se oponga al planteamiento de una estetica del efecto, hoy dia esd ya recubierta por un abanico de posiciones concurrentes. Como en todas las controversias ciendfic:l.s se [rata de lIegar a los supuestos de los que participan en elias. Por ello. esta respuest~ mi~ se dirige preferentemente a indagar las presuposiciones que se han revelado en I~ discusion de mi ensayo programhico: la estructura apelativa de los trxtos. Me limito ~ tratar I~s objeciones que se deducen necesariamente de las posturas adopud~s por los criticos. No se trata meramente de aclarar malentendidos •..s.i~Rrecisar IH N'npt"Ctivas dl' una estetica del deero. los esbozos programhicos traen eOl1sigo el no poder del"irln tndo. r tl'ner que formular 10 que dicen de un modo muy aguzado. Por eso. hl' pUl'HO en priml'r termino .c .Lp.roblcma- dcI_ gr.;J,do_ d c-inclet"-"Fminaei6n de los textos de fiecion. 110 porque sea de la opini6n de que esto 10 expliea todo. sino porque IJ diJlhtica de 10 que se muestra y 10 que se calla constituye un mOmento cen[r~1 del proceso de comunicacion. un punto de vista que. por orra parte. se ha ref1l'j~do l'n I~ literatura ya desde el siglo XVII] Para Gerhard Kaiser. determinar 1m aspectos comunintivm de los textos literarios mediante ,.grad.oS ~dc......i11dc.t-eJJuinaci6n.Juga£Gs-IC~.d,()~ iX'r1ur~. es un esdndalo ' . En consecuencia. pieosa rl. yo he interpobdo lugue\ \'1< in, en los trxtos literarios para que -el rel"eptor del tcxto los relicne l"ClO Ils prnpiJI l'.pt'rienfi~s vi tales, expectativas e interpretaciones. (p. 268). En ultim~ imtln(IJ. l"S1Il signific~ que yo concedo al lector de los tex tos literarios Ia legit im~l"ion pH J proyect lr I Vor sobr. osto M2nfr.d N.umann. Grs,ll,rha!I-Lilrr4Iu,-I.,,,n. l.il,raIN""",""" '" l~rrli,,1.rT
Siehl, Borlin y W.im2T 1973. 2 Sohre esto (ito 1.1~unos C'jrmplns en mi :trtlodn c:n ('H(' lihro: .. Di(' I (""\("nnllr In 11('ldln~ jo""b AndrroJl und Tom jon" •. J Gerhard K.i,cr •• N.chruf ."f die Interpret.tion?- en ['orlir4 4 (1971). pp. 2/,7 · 278
197
II[
aFbltrarianl(,,"nte sus rroplu Ideas em los tcxtos, como dice Kaiser de modo categ6rico al final du au artIculo, mediante una clu do Adorno (I" 2""). . Veamoa pdmero brevemonte la IUnch)n los l\l~"res VAC{08 pM'a ente~dC!r Iii
il"
~'~.~.~·rwl~lNf'IiA·jj~!lI~~!u'M~~~.IMW!U'. . Nllli '"iI! ~:~~~1~~IJr,I'~~I~ItI~J·\~:.. lw:rt~ II .. • f'r."~r. flu'l if fli I. 1;\' 1m .14\,..., '1'1 & ~!1 U~tD MI1lult:ll'l,. """ \lilleR C~I'; climp en•• 11 pr~nc:lplol · ijc). UI1,,'lon~l, t) tarlJAn 01 c:',oque ontre oa d'fstlnto,
esquemlU (leI tell to, ahorrdndose asl las conexlones. Cuando caracterl~~&3«'~ vados como erili.~~ sin traduq::16n ve_rbAI.~~u.a.Jmplicando_una....t.eJc.t:encia~a,~un sls.te~pues no.hay.Jugaces vado! en cuaoto tales si no es ('entro M-.Un sistema, y un texto literario es un sistema constitutivo de senti do. Con ello se dict: al mismo tiempo que el lector no debe dejar fluir en ellos sus «propias experiencias y expectativas vitales», sino que tales lugares vaelos, en tanto que interrupciones constituyen la condici6n necesaria para poder representarse 10 ~ue no se dice. Como es conocido, Ja_-P.Jicolo 1:1. fenomenol6 ica de Husser! y S;;rtre distinguen entre p.e.rce.pci6n }l ce.p.resentaci6n. inco.rMrilld9 a.-t.e.~re~ t Cion la actlvldaa-cte1a COJlciencia. t:ece.p~~\!a_mediant~ la...que-.re....acrualizaJo .no dado_.a...aus..e.nte. 0 no a (, de Unl relaci6n imp/ica que los esquemas dados en el texto funcionan como indicadores para representamos la relaci6n no formulada verbalnlente. En consecuencia no se puede hablar de que insufl~mos en los lugares vaelos "las experiencias vitales» y «las expectativas vi tales» del lectvr, puesto que. los esquemas q.ue ha¥-que_co.ue.ctar en tre_..sI d~n las instrucciones par:! poder representarnos la relaciQJ')--9 ue carece de ~ nifest~ciO !LV~LQ~1._ Un aumento de la carga de lugares vacios no es causa, como piensa Kaiser .,de que los modelo:; de percepci6n ' 0 interrretaci6n se dirijan al absurdo por eI embrollo de la densidad y multiplicidad en ql'e se hallan inmersos» (p. 268), sino de Ia intenillicaci6n de la actividad representativa del lector, porque -para usar un concepto de la pSlcolog1iC1e la forma Jl;Eiuena coiitiii'uaclo!i» de 1m es~uemas esta intmump ida de manera q~61G.-.pllede ocr [c.,c.o.b.tada_p-o.r;...~.Jn cambio r.§pido de la r~resentaci6n4. Este tipo de lugares vados inician, por 10 tanto, la actividad representatrvTaerrector, pues e!;\,..un texto liteQC.i o Su~_u.Lt.Utto ~rroino, ...d..L Pr:o.ducjLU..tUlbie,t.2.J.m..'\gjJlariQ que no es jdCmicQ a niown Qbj!;tQ d.cl. ~ r.~al.y que 5610 puede ser formado mediante instrucciones que aportan los ~sqllemas del texto. Y con ello enlazamos con un segundo aspecto de I, s I'Jgares vaelos, al que
podriamos designar como.lu~a......Qe las perspectivas ir ' ernas del texto. Se quiere
decir 10 siguiente:~n texto literarjp -yen esto coincido con Kaiser- es una visi6n
persp.~ta de una gbietividad (p. 273). En la literatura narrativa, esta visi6n
perspectivista surge de una serie dc-RtlW_e_qj~mbiaJlles L c£ ratifica.dih..4iw..ll
por.el narrador';'Jo,s.. ,p.ersQnaj.e.s,Ja...acci6n, e incluso frecuentemente por el papel del
lector. Ahora bien, el lector nunca permanecera cn el proceso de lectura simuldnea
mente en todas estas perspectivas, sino que.JJlillI:Ld~~ge -!!JH.J:Jacia otr;t,-~ .transcurs.o de la lectura' [~aliz~r;1 fr~n.t~ cambios de p=erspectiva., -£O~lIU.e Qill.truye_eJJ....lu_on~ia~J.Q)1.e1 Obitt~inario como algQ representado. fd!~.!1d.Q_.eJJe,~t..or miD UILR.etSonaje desde d punto de vista de un comentario ~el narrador, el.!~ersonaie se convierte en tema id.• por el contrario. eI comentario en horizruue. Convertir algo en tern:;! significa al mismo tiempo dejar caer 10 que hasta entonces era el tema, mientras se cambia el pun to de vista. Este proceso tiene lugar 4
He explicado este asunto en Der impli?ite i.eJrr. Komm1mikaliomjormen drs Roma", ''(In Runyan
bi, Reckm (UTll 163). Munich 1972. p. 342 Y
slempre en la leatu~a de IIterawr-a narrat\",a, y tambl~n drllmhlllll, sobre rod0 PQFql.lC continuamentc hl¥...camb.Lo..uk..~ e VI entre 01 h roc- . IIL{i uru locun cl Ilriu. SI el heroe se convierte en tema desde la visl n e una Igura seeun at a, ~ntonc::e~esta ~ler~i lin m 11t1 t\wt1tn l\l r«ltvlltlthl tlit'ii4tl~" I~~tn p4rdldR tit rclt!vllntll\ tClm~tlClll In U•• llnQI 111\1 1,1"'' ' • Alfrlld Ilgl,Ut., GO!,! tllrmlno do lugar vact~W!orgu e au oll~Ir~oI6JLP.gU) IOlltt'lf_" .ltrmltU..tm•.90nvortL t!, .!!ma un lI..!p~~eter~lnad~}e otroa porsonajel. Med ante ene J\lego Cle tema y horlionte ,S.(W Clo..nDw11\1mo tlempo el_ p.unto !k v,1.sta.,_carnhiante",deLleaor y no se produce esa aparente arbitrariedad que permitida la proyecci6n posible de su «experiencia vital- y sus «expectativas vitalcs»6. Otracuesti6n relacionada con los lugares vadQs caracterizados Ror la pcrdida ric Ia.-rele;oru:ia tem4tkL.es la que podemos llamar, como hacc J. M. Lotman, «procedimiento negativo»7. Un procedimiento negativo quiere decir que, mediante .d.t:..terminadas estrategias y tcknicas -como ocurre en una novela como el U/ist's de Joyce- sf....
polif6nica de los estratos. La crltica de Kaiser a la literatura como comuniclci6n se bau en los postulados y premisas de una estctica de la representaci6n. Es por ello ilustrae i\'O que ejerza su
1
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~ V.r Alfred Schiitz. Da, Problrm drr Re/rvanz. Frankfun 1971. p. 22R Y S\ . Como pcns.. I. r.l.ci6n enlre tern, y horizonle. y c6mo 'pli<,.. I•• 1 mil"" tir Intos. es . I ~o expurslo rn rshozo por m' en rl CliO dr Tom Jont<. Vrr -Oir lrsrrr"llr in firld,n~\ lo~f'1o Andrrw, und Tom Jon". rn rst. Iihro. 7 J. M. l.otm,n. [)ir SlruA'lur 1,'rrarilCix-r Tr.Tlr (UTfI 10.1). Munil'i, Iqn. 1'. I U • " It Vcr sohrC' esto l.u indi l' a(ionr ~ sohrr tn~.ut.f('n rn "j anic:ulo .. t)~r I ('\C'\"or~.Intc· rn ('\1(' Ilhra. 6
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crltica mediante la interpretaci6n de textos determiMdos. Di..:e as! sobrc eI poerna de Goethe Auf dem See:, «EI esdmulo para experimentar posibilidades de senti do que 110 eadn expHcitamente en cI poema, radicil tn su implicaci6n en III totalidad de la forma ardstica, y en la total definici6n que por ella tient lugar, 0 como dirta Goethe, en eI cadcter simb61ico del arte, que en eI poem a Auf dem See se resume en el s!mbolo de la c1ausura. EI s!mbolo encierra en sf a todo eI mundo, pero concebido desde un pun to; de este modo es posible reencontrar al mundo entero desde ese punto, en una suerte de reflejo monadico, de maner:1 que 10 mas pr6ximo aparece con c1aridad y distinci6n en su sentido, y lomas lejano en c1aridad y distinci6n deereciente. Se podrfa objetarque es esta una concepci6n demasiado idealista y limitada al arte del periodo c1asico aleman. Pero pienso que, modificada, puede aplicarse aroda la poesla, incluida la moderna" (p. 275). Tres puntos me parece que caracterizan la posici6n de Kai~er. Aclararlos servid. al mismo tiempo para explicar el abismo que separa la estetica de la re presentaci6n de la estetica del e£ect Q, 1. En primer lugar, llama la atenci6n que una interpret'a ri6n quese basa en su _c~!icter de representacion, trabaja ' siempre con f6rmulas de un pathos que es senal de que al aura de la obra de arte s610 puede responder la contemplaci6n de la plenitud ofrecida. «Totalidad de la forma artfstica», «defin:ci6n totah), «mundo entero desde un punto», 0 en un contexto m:is amplio que la cita, «Ia incesante y depurada remisi6n de la forma al contenido» (p. 272), «Ia in:\cabable plenitud de significaci6n» que se desprende de la obra de arte (p. 274) ... todas estas f6rmulas dicen c1aramente que aquf, al menos subterdneamente,jup'-eLtltra. de LLobraha..s.id.o.. sustituida ,sin admitirIo terminol6gicamente. Pues, desde la perspectiva de la representaci6n, l:t obra de arte adquiere su aura mediante eI cierre de un «inacabable juego de remisiones». Pero, a la descripci6n de la obra desde la perspectiva de su exposici6n antecede un acto de recepci6n, y quizas incluso un saber de otras posibilidades de recepci6n. ,Servidn esas f6rmulas «patetic.s» para ocultar este estado de cosas? 2. Kaiser insinua con raz6n que se Ie podrfa reprochar que la concepci6n que propone es demasiado ideal ista y s:",lo propia del arte c1asico. Quisiera insistir en tal objeci6n, y por la raz6n siguiente: si la determinaci6n del caracter artfstico de un texto literario se ha de orientar por la «categorfa de la nect:sidad, la unidad y la totalidad de sus momentos» (p. 271), se trata de una nor'11a de interpretaci6n cU.sica. Su valor limirado se ha puesto de manifiesto con la ruptura del arte moderno, en el ....9J1e la desautorizaci6n de la forma ha hecho retroceder las ~_onnota.siones de uni4,ad, totalidad y reconciliaci6n a un horiz(mte hist6rico, £Q.!ll.ra eI que funciona esa denuncia de la forma. Esa norma de interpretaci6n fue evidente en tanto que el ane actu6 como instrumento de manifestacic',n de la verdad. Pero :thora ~! artt. ITl9pernO no se entiends CW Q re,p..resent acj6n de la totalidad j se ha .becho fragmentario. Con ello se desvela la norma interpretativa formada sobre cI . :J.rte clasico como argo pasado. Es esta una raz6n importante para un cambio de orientaci6n en la ciencia de la literatura, por cuanto no nos preguntamos por la capacidad representativa del ane sino por las posibilidade~ Je S'J eficacia. 3. De aquf se deriva otra consecuencia que no puede sacarse si nos mantenemos en el plano de una estetica representativa. Prcguntar Ror eI efc-ct9 su pone disting.yir ent re estructura de la obc:! X sistema de inrerprcrar..i6n-Cada interpretaci6n es la actualizaci6n de una posibilidad de sentido radicada en la estructura de la obra, Lo que no significa, como exige Kaiser, una verificacion objetiva (p. 271) sino un acceso 200
VI "'V,,, abre un marco hermeneutlco !C ativa. ea a mtel'retaci n se presenu entonces como cI juego mutuO entre las con iciones hist6ricas de la recepcion que caracterizan a los interpretes, y las estructuras de la obra que producen un sentido determinado. Precisamente porque esto es problematico, el proceso comunicativo de los textos literarios es un objeto primordial deinvestigaci6n. Pero, si no se tiene en cuenta la separaci6n entre estructura de la obca y sistema de inteq:!retaci6n, no se percibe esta situaci6n. Kaiser ha titulado su cdtica a mi esbozo programarico aSI: «Necrologla de la interpretaci6n». Pues sI, podda entenderse como la necrologfa de la norma c1asica de interpretaci6n.
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2 En contraposici6n a la postura cdtica de Gerhard Kaiser, la amplia exposici6n con la que Hannelore Link aborda mi Estructura apelativa de fos textos es un alegato a favor de un cambio en el paradigma de la comunicaci6n de la ciencia de la literatura 9 • Podrfa decirse, en ultimo termino, una cdtica que brota de posiciones emparentadas. Que la perspectiva de una estetica del efecto deberfa lIegar a ser un objeto de investigaci6n de la ciencia de la Iiteratura, era algo que mi pequeno escrito afirrnaba ya. Que las objeciones tambien procededan de personas con ideas parecidas, era algo de 10 que ya era consciente. Pero no pensaba ciertamente en la posibilidad de que mis pensamientos fueran transformados en caricaturas de Sl mismos. Link comienza calificando mi concepto de texto en un plano ontol6gico, idea rechazada precisamente por Kaiser gracias a su orientaci6n funcionalista (Kaiser, p. 271). Si se entiende esa imputacion como una estrategia de la polemica, resulta que la reformulaci6n de mi concepto esbozado de indeterminaci6n raya en 10 c6mico, ~e acusa de haber entendido la indeterminaci6n como una e ui araci6n . Q • deficiente de formulaci6n e intenci6n (p. 544), aSI 0 0 '(p. ' 545),0. Tales atribuciones, naturalmente, tienden a hacer aparecer la disoluci6n crltica de esos absurdos. Pero con ello se desclIbre que el concepto de indeterminaci6n no posee la improcedencia sugerida inicialmente; pues en el curso de la exposici6n va adquiriendo para Link un significado central. Visto de cerca, puedo reconocer en gran parte 10 que en la Estructura apelativa est:! solamente indicad), y en mi libro Effector implicito expuesto como un problema hist6rico ll • A est:! si~uaci6n hist6rica del concepto de indeterminaci6n llega Link (p. 570-576) refiriendose a gran parte de los ejemplos que yo he desarrollado en mi libro, aunque en esas paginas no aparezco, con una economla que no se observa en otros lugares. De todas maneras hay que indicar que en algunos lugares en los que Link formula sus I'ropuestas positivas, se
9 H.nndorc Link •• Dic AppdlSlruklur dcr TcXlc und cin Par.digm • ..,efh",1 in der l.iler>lu..,..is· scnsch.h. en}ahrb.,ch dtll/Schm Schilltrgmll,cha/r 17 (1973). p. S)2·583. 10 Como no me imeresa primordi.lmenlc rCClific.r I.s inlerprelafiones de mis Kk" sobre d conceplO de indetermin.ci6n. renuncio • est.hlecer esc cal.logo. V.lg. como muestn 10 "gu~ntc: .Dilrgi.s p.r. producir indrlrrminoci6n. EI Irclor h.ce con dl.s 10 que quiere y purdr •. (p. 577). II ESlc libro no es dcsrono.:iJo par. I.ink l'omo se desprcndr de illS divrrsJl "il"
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me coloca en una nota a pie de pagina como inspirador12. Sin embargo, mi respuesta a su crftica se bas a en otras razones. Cuando en la Estructura apelativa he descuidado pro.:eder a una reducci6n hist6rica de unas categorfas, segu: amente esbozadas de modo muy elemental -otros me reprochan que falta la verificaci6n empfrica 13 - s610 tenlO.;0 que decir que ni la historia ni la realidad empfrica nos dan por sf mismas las respuestas, sino que es necesario construir una reticula para plantear preguntas adecuadas. Mi esbozo programhico no tenfa mas sentido que construir esa reticula. Pero tambien implicaba que la construcci6n de ese horizonte de interrogaci6n precede a toda investigaci6n hist6rica y empfrica. La necesidad de este proceder la confirrna Link involuntariamente cuando nos propone c6mo ha de ser recibido Dante hoy dfa: "Si, pese a todo, la poesla de Dante, puede ser lefda todavfa con interes, ello ocurre porque a una recepci6n reducida se oponen hoy en la ccmplejidad de su obra suficientes estlmulos «generales~: por ejemplo, el momento de 10 individual que Dante incorpora con cierto aire de «modernidad; una serie de ingredientes cristianos aun vigentes, la belleza de los versos 0 la intuici6n de las mrtaforas, etc." (p. 558). En este juicio impresionista falta eI cuadro de referencia, neccsario si se quiere decir algo sobre las condiciones de comunicaci6n de un texto historico. En eI ejemplo se dan ciertos momentos de afinidad que unen a un lector actual con un texto hist6rico. Pero no se dice nada sobre eI sistema de referencias de esas afinidades, si es que Link pide una elaboraci6n hist6rica de los contextos reales. Tan necesaria es esta tarea como antigua es la investigaci6n de fondo cuando no se inserta en una reticula acondicionada como siempre. Hay que observar que retlculas 0 modelos pueden producir errores, pero tambien hay que subrayar que una concepci6n sin reflexi6n suficiente produce confusi6n. En el caso de la ciencia de la literatura que esd en camino de ser ciencia, debe construir obligatoriamente modelos para la comprensi6n de contenidos hist6ricos; pues los errores se pueden corregir, pero las confusiones normalmente no. Cuandol he afirmado con una formulaci6n estilizada q.l~ la intenci6n de los textos s610 se cum pie en la imaginaci6n de los lectores, -una idea que a Link Ie parece muy extravagante (p. 566 Y 545)- han sido decisivas para mf consideraciones tomadas de la psicologfa fenomenol6gica de Husserl y de la Semi6tica de Eco. Los esquemas de un texto literario funcionan -cuesti6n que ha puesto en claro Ingarden- como posibilidades a traves de las cuales eI objet) imaginario del texto rasa a la conciencia receptiva del lector. En este sentido, los esquemas del texto funcionan como indicaciones que apelan a un saber sedimentado en eI lector, 0 bien ofrecen informaciones. En este punto conectan la psicologfa fenomenol6gica con las ::trgumentaciones de Eco tal como las ha desarrollado en 3U semi6tica frente a Morris, al hacer a los signos ic6nicos de un objeto artfstico hom610gos al modelo de la relaci6n de percepci6n, y en comeclJencia, denotar elementos del · c6digo de percepci6n 1\ con 10 que eI objtto imaginario puede ser representado, si bien, ciertamente, en la imaginaci6n del lector. Una perpectiva de la estetica del efecto 12 Ver
sobre esto Link, p. 551 y ss.
tiene como objeto la realizaci6n de esa actividad represcntativa, y (()nllltuy(' un~ contribuci6n a la fenomenologfa de la imaginacion. Lo que sin embargo sorprende mas en b exposici6n de I.ink r, q\l(' '(' If('rn II concepto de indeterminaci6n, aunquc su paradigma de una ciencia a(' la lit('ratun segun la comunicaciOn. rebaja al nivel de una mala prehistoria mi concepto cI(' indeterminaci6n. Yo hubiera esperado b superaci6n de tal conc('IHo. £lues la indeterminacion quisiera ser en cI mejor de los casos un marco de orienuci6n para la estt1.lctura del decto de los textos y. cn cuanto tal. hc pretendido ('n mi trabajo La estructura apclariva desarrollar una determinada concrecion de la indeterminaci6n en forma de .Iugares vados> . Por 10 tanto. lIna mayor explicitacion del concepto de indeterminaci6n es una exigencia incondicionada para una ciencia de la literatura segun la comunicacion, exigencia que se puede cumplir en las modalizaciones operadas en la negaci6n y la negatividad de los textos literarios....J.J.s Dcgaciones E}.~tizadas_q~ se encuentran en los text os literarios son una condiciQlc para marcar eI valor de un repertorio evocado y explorado. Con esto tiene lugar una determinada situaci6n del lector con relaci6n al texto. porque 10 ya dicho y conocido ha perdido su valor. As! ocurren cambios de actitud que, por su parte, constituyen importantes impulsos en eI proceso de comunicaci6n. Por ultimo, supone la negatividad un importante modo de comunicaci6n. Pues muestra las muchas deformaciones 0 la serie del fracaso de situaciones en eI text . ~ero tamQie.o__LctJla..como.•condicioR--para descuonr as causas virtualcs de tales deformaciones. M. Merleau-Ponty ha hablado con raz6n de la . dcformaci6n coherente. 15 en cuanto condici6n central para la representaci6n de las causas virtuales de la ddormaci6n sefialada. Con los lugares vados, la negaci6n y la negatividad, eI concepto orientador de la indeterminaci6n adquiere determinadas modalidades mediante las cuales se pueden describir los procesos interactivos que tienen lugar entre texto y lector. Los lugares vados son una condici6n de la actividad estructuradora del lector, y son motivo de su acci6n en el texto. La negaci6n hace que un lector ajeno al texto adquiera una determinada actitud con If!. La negatividad, en ultimo termino, es en cuanto causa virtual de la «ddormaci6n coherente», una condici6n basica de la constituci6n del sentido en eI proceso de recepci6n. Mediante ella puede conceptuarse eI sentido como eI cambio posible de los sucesos expuestos. Como Link defiende un paradigma de la ciencia de la literatura en la linea de la comunicaci6n, me admira que se limite al mere concepto orientativo de la indeterrninacion. Aun mas extrafias parecen las ddiniciones ofrecidas. Pues en el efecto de fin hay verdadera y aparente indeterminaci6n (p. 580 Y ss.). Tal diferencia hace necesaria una referencia que permita establecer la indeterminacion autentica y la aparente. Sabemos por la teoria de los actos del lenguaje -de cuyos conceptos esta impregnado el trabajo de Link- que verdaderas declaraciones son las que siempre valen, y en consecuencia, se sustraen al cambio pragmatico de situacion lb. Ahora bien, ,como se compagina la introducci6n de universales independientes de la situaci6n con un paradigma moldeado en la pragmarica? (p. 583). La soluci6n puede estar en esa «autentica indeterminacion~ (p. 581). entendiendo por tal, la del autor qle .por principio permanece irresoluble~ (p. 581). De todo esto vamos a sacar las tres consecuencias siguientes:
13 Ver Georg Jager, -Die Wertherwirkung. Ein reuptio:'ls'isthetischer Modellfall., en Historizitiit in
Sprach- und Literaturwissenschaft, Comunicaciones ·e informes de la reuni6n de gcrmanisus de Stuttg.rt de 1972, ed. por Walter MUlier-Seidel, Munich 1974, p. 392. 14 Ver Umberto Eco, Einfuhrung in dit Stmiotik (UTB 105), Munich 1972, p. 212 y ss. Eco es para Li"k un autor problem:ltico puesto que ha escrito un libro sobre Lo abi~to en fa obra dt artt. Por apertura entiende Link: - La apertura no es una propiedad del texto, sino una propiedad dc su histori•• (P. 563).
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15 M . M.r1.au·Ponty.
Das Augt und d~ Geist, Hamburgo 1967, p. 84 . Vcr sobre estO J. L Austin. How to do Thing' with Word" ed. por Mass. 1962. p. 144 Y 5S. 16
J.
O. Urrn50n, C.mbridge
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1. La indeterminacion cae de la parte del autor, 10 cual, frente a la coincidencia basica entre Link y yo sobre la indeterminacion como conelicion de comunicaci6n, conduce necesariamente a la cancelacion de tal condiciOn . . 2. "EI criterio de distincion ofrece unicamente la intencion del autor, cuya reconstruccion con vistas a un tratamiento cientffico de los textos parece tarea inacabable» (p. 581). ,Como puede ser esto? Pues, evident'~mente, para Link es la reconstruccion de la intencion del autor la condicion de los actos de recepcion. Tan lejos no ha ido ni E. D. Hirsch, para quien la reconstruccion de la significaci6n pretendida por el autor es la meta de la interpretaci6n cientffica ele Ia literatura 17• Pero Hirsch pone en claro las dificultadcs de tal intento. Pues 13 consecuci6n de 12 intencion del autor hace necesario eI establecimiento de un siHema de rl.'fl.'rl.'l1ci2', qUI.', si se logra, producir(a una desproporcion entre las pretf'nsiones ciendficH y los .' resultados del conocimiento conseguido. 3. Por ultimo -y esto es una verdadera diferencia- Link es dl.' la opinion de que la indeterminaci6n solo puede aclararse por la interpretacion (p. 545 Y 577). Y esto es tanto mas exacto cuanto que la «autentica indeterminacion» es entendida como irresoluble por obra del autor. Nos preguntamos entonces por la fuerza de la interpretacion que es capaz de romper esa resistencia. Yo he entendido la indetermi· nacion, en primer termino, como una conexion no explicitada, mediante la cual se desencadena la actividad represen~ativa del lector y su disponibilidad de comunicaci6n. En este sentido estoy del lado de las ciencias cuyo estJdio recomienda Link encarecidamente: lapsicologfa de la comunicacion y la psicologfa social. Me refiero a la psicologla social de Edward E. Jones y Harold B. Gerard 18 y a la psicologla de la comunicacion de orientacion psicoanaHtica de la Escuela de Tavistock l9 • En un caso se describe' el coeficiente de contingencia de la interaccion diadica como condicion del proceso de comunicacion. En eI otro, es la no thing la condicion de la accion lingUlstica interhumana. 2o Comparto con Link la opinion de que la indeterminacion es una categoda no diferenciada, y por 10 tanto, en el mejor de los casos, un universal de la comunicacior. teorica (p. 578). Determinarla, entendiendola al mismo tiempo como la irresolubilidad puesta por el autor significa, sin embargo, cancelarla como universal condicionante de la comunicacion. Pese a. 10 elemer.tal de mi esbozo yo no quisiera com partir ese giro.
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Validity in I nurprttalion, New haven 1967.
y Harold B. Gerard, Foundations ~f Soci~1 Psychology, Nueva York, 1967.
19 Ver R. D. Laing, H . Phillipson, A. R. Lee, lnurpersonal Perceptio". A Throry and a Method of
Research, Lortdres y Nueva York 1966. "
20 Ver R. D. Laing, The Politics of Experience (Penguin Books), Harmondsworth 1968, p. 34.
Mandelkow en una convincente argumentaci6n 2l , y que eno;o\{H ('(,\tulado~ §C' ponen en juego es 10 quI.' aclara Hans Robcrt Jams en su rOnlc\\J,ir'm al libro Gesf'llsrha/t-Litrratur-Lf'5f'n 12 redactado por los cientificos de la R. n. i\ Qui7.as una ele las dificultades de la primera exposi(ion de b {'Hetica d{' b recepcion en Ia R.D.A. la contituye el que mllchas de las con(qxiono desarrolladas entonces, equivalentes a Ia estetica de Ia recepcion y del decto hUq;U{,SlS. es 10 que se critica ahora en este libro. 51.' comprende qll(, .las KtlIales t('oril~ ,I<' la recepcion burgu('sas ... son expresion teorica e ideologira de los prohlemas ,II' Il re(epcion que tienen HI ra(7 en las contr.lllin·iones de b so(ied.td hllrpleu el{' ,·Ill{,'. (I'. 101). En cOI1S{'(uenril, h teoril .Ie b re(epri()n des.trrolbdl por 10\ (il'lltiii,m .It" h R.D.A. ,e ('111 ;(,l1d(' ,n111O 1'1 "('urrolln ,'nlllC(U(,IlI(' til' 1m I'r;n(lr;'" .It IIru ' ,'I('n,ia d,' h lit<'rltllrl tlurxi\tJ-ICl1inIHl (p. c,). Si, 1l'l1i('ndo ('It(l cn '1II'nIJ . 't ,(lmplrln los principios bhico~ d(' llllbn teori.H, sorprel1d(' ~u S{,Ill{'lltl7J . 10 'I"" tn un 0.50 e~ .predomitlio de Il re(epcion- y ,'xpresa -las futlcionn q\l(' COI1!I(''''' I,,"('n,-ialmf'ntr Ia I.'stru"ura de una obra- (p. 35), en el otro se llama ('qnl,·tura l~ll!,vJ. y 10 'lur aliI se resllme dicienelo que .eI lector es en fl'alidad unl per~onl h"!,~,,o (oncr~!l. un individuo cuya caracterlstica mas t1am~tiv~ es que la re(ep"ion .I.. Il m;~ml (lhn puede realizarse de maneras muy diversJs- (p. 35), aqul se expr{'u «>11 tI ,-on(rr to del lector impHcito, s(ntesis de las condiciones de actualizacion d('1 trUo, qur ~r realizan por los lectores hist6ricos de forma diferente 11 En coosecu('ncia no W' puede sino aprobar los presupuestos met6dicos de estos te6r;co\ clr I:a R.O.A. cuando dicen: • L1amaremos lrctor, es decir, rrceptor, a la personl r(,ll qu(' kr; 2 IJ imagen que el autor tiene del lector, del publico, lIamaremos dt'ltinat.z,;o, )' J II objrtivacion estetica del lector en la obra denominaremos como 'I('(tor' - (p. 53). Si se quisiera criticar el marco teorico que funciona como propuesta heuristicl para los problemas planteados, tendrta que criticarse uno mismo. Pero ral conv('rgencia en Ia investigacion propuesta no es algo intencionado. Quizas sea mejor concentrarnos en las diferencias. Cuando se dice a prop6sito de la categorla de indeterminacion, esbozada por mf: «se la puede interpretar como una interpretacion, en la linea de la estetica de Ia recepci6n, de la libertad burguesa de opinion que da al lector eI derecho de constituir los significados de los textos literarios, como si no existiese una ideolog(a de las c1ases dominantes y ningun modo de recepcion social detcrminado por elias» (p. 127), entonces leo con satisfaccion las manifestaciones del cientffico sovietico Fortunatow sobre Toistoi, citadas como ejemplo positivo: «Da al lector el derecho de 'completar' al autor mediante sus propias representaciones, despertadas en el con la recepcion de la obra literaria. Precisamente porque el lector dibuja hasta el final en su conciencia la imagen artfstica, y se deja lIevar por su propio peso hacia la fidelidad a la verdad, nace en el el sentimiento de que 10 expuesto est;\. autenticamente vivo, un sentimiento que, como dice Gorki, quisiera 'tocar' con las manos 10 que muestra eI artista. Toistoi reconoce 10 singular de la recepcion del arte, y da a sus lectores la posibilidad de traducir las descripciones del autor al lenguaje de las propias representaciones. EI lector no persigue simplemente los procesos mentales del autor, sino que, apoyado en su experiencias, piensa en 10 vivido y experimentado por el, en las 2sociaciones e imagenes que su memoria Ie aporta" (p. 78). No hubiera ido yo tan lejos al hablar
17 E. D. Hirsch,
18 Ver Edward E. Jones
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21 Ver K.rI Robert Mandelkow, _Rez.eptionsasthetik und marxistische liter2turtheorie., en Miill~r· Seidel (cd.). Ver nota n.· 13. 22 Ver nota n.· I. 2} Ver W. I., Der implizite Leser, p. 8 Y ss.
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de la actividad constitutiva del lector desencadenada por la indl!terminacion. Pues la estructura apelativa de un texto esta dispuesta de manera que no reclnma todas las experiencias vitales del lector, con el fin de «completar.. Por el contrario, la estructura apelativa es la condicion para, en ocasiones, cancelar determinadas disposiciones de la conducta receptora del publico, precisamente porque hay modos de rece cion condicionados ideologicamente. En consecuencia, la estructura apelativa hace con recuencla que e ,ector cstructurc un texto en contra de las normas interiorizadas de la sociedada la que pertenece: En este sentioo, la indeterminacion ofrece determinados grados de libertad en la actividad constituyente, y, as I, como seguramente afirma con razon Fortunatow~ puede producirse una traducci6n del tex to a la conciencia receptora. Si se me atribuye que el concepto de indeterminacion solo sirve para ocultar los modos de recepcion de la Clase dominante, entonces me pregunto natural mente como tienen que parecer los mod os de recepcion para no hacerles el reproche de actuar en la conformidad del sistema. Una respuesta ilustrativa se encuentra al comienzo de un capItulo cuyo tema es servir de «ejemplo oe las ventajas de la recepcion». "EI intento de traer el potencial aportado por l:l. obra a un modelo teorico de recepcion, supone una forma de idealizacion en la conciencia. Las posibilidades de una conciencia lectora que no esta fijada y que se encuentra en proceso de desarrollo son dispuestas en la rclacion suhjetiva de la recepcion, siendo aSI que esa conciencia esta determinada por cI modo socialista :le lectura de nuestro presente» (p. 354). EI modo socialista de lectllra funciona, pues, como norma para asegurar la deseada univocidad de la recepcion. Estructuralmente, se trata de una lectura conforme con un sistema en el que debe educarse al lector. Pero cuando la conformidad con el sistema es identica en el proceso criticadQ y en el deseado, eI problema de la recepcion se convierte en una decision polltica con relacion a la pretend ida conformidad con' el sistema. Una decision polftica no es una estructura de la recepcion. Puede, en todo caso, atribuir estructuras de recepcion. Este estado de cosas aparece' c1aramente en lugares decisivos del libro, por ejemplo en la polemica contra «las ventajas antitransparentes de recepcion» de una obra (p. 73), por las que los actos de constitucion exigidos al lector aparecen tan alterados, que Ie fuerzan a una «percepcion incorrecta de las cosas» (p. 74). No se debe, en consecuencia, ir a una complicacion en los actos de rt:cepcion, porque esto siempre sed sospechoso de manipulacion. No es de admirar que la misma polemica surja contra una forma determinada de literatura moderna: «ensayos modernos de producir textos que de modos diversos dificultan la busqueda del sentido, muestran que la literatura, con estos caminos compaiieros del irracionalismo, no puede ser un medio para la formacion de la conciencia social» (p. 368 Y 55.). Lo que significa: la conformidad con el sistema no es conciliable ni con el potencial de irritacion de la literatura modern a ni con la complicacion de la actividad de constitucion en una «recepcion con ventajas». . )' En este pun to ~e manifiesta una autentica diferencia entre la teoda «burguesa~ de la recepcion y Ia marxista. Cuando el lector se sumerge en el acontecer de un texto, normalmente se confronta a una experiencia extraiia. Tener que estructurarla al seguir las instrucciones del texto, significa producir un objeto imaginario que solo puede ser captado sobre el fondo de las disposiciones que caracterizan al lector~ , Cuanto mas coinciden.estas disposiciones y la «recepcion privi1egiada.., tantas menos tensiones se producidn. Pero, cuanto mas tensiones hay -y, esto se ' produce normalmente con la complicacion de «recepciones privilegiadas ..- tanto mas claramente
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se va a una retirada del sujeto en el proceso de la len ura. Es\(' d('siHimiento del sujeto 10 ha caracterizado Husserl con ra7,on (omo la condici6n d(' I~ .~fn:cion. dd sujeto. Las afecciones movilizan la espolltalleidao meoimtc I~ (u~1 se cierra nuevamente la fisura que aparece en el sujeto por la relirada de HI~ h~oitos. Prro esta espontaneidad. 351 liherada. se (ollvierte ell condici6n del 1010 ~I tr~('r a la Il.Iz una esfera hasta ahora sustraloa a la conciencia del ~Uil'IO, l.a leori~ I'''' omJlista del arte ha explic3do c1aramente esta situ3Ci('ln. HanIH S.ldl\ L1 n' \11 111" " d., ('Ill' modo : «Mediante este proceso se Ie abre un muntlo interior qUl' ('1. )' 11(,1ll1"(' I" ha sido, suyo, pero en el que no pueoe entrar sin la aYlIda Y el ('Itimulo que \I('n,'n de e\ll obra concreta de arte"Z'. Pero esto significa que (·1 In:tor ('n el pm,no dl' lenura puede verse liberado, al menos provisionalmente. de las atadurH de IH normas interiorizadas de su comportamiento social, adquirielldo Ia p
Mass. 1942. p. 197. 25 Ver Michel Foucault. Wahnsinn und Cmllschaft, Frankfurt 1969, p. 378 Y ss, 26 Henry James, Th~ory of Fiction. ed. por James E. Miller, Nebraska 1972, p. 93. Escribe sobre e$lo: .EI exilo de una obra de arte ... se puede medir por eI gndo en Que produce ciert. ilusi6n j eSl. iJusi6n nos haee ~p.recer como si_viy~erno L!ltu....v i da. como una milagros. ampJi.ci6n de nu ~str. experiencia- .
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. lln~ multiplicidad de ~Imbolo~ y po r ello queda cerrada a la conciencia.
Esta~
I mitaciones del sujeto hacen plausibles las implicaciones de Ia observacion de Freud : Jonde era el ello, debe ser el yo ». Pues quiere decir. como I" ha formubdo Ricoeur. que Freud «en lugar del sl'r-concil'ncia pone el dc'Vrnir-n IciCllcia •. -1.0 que eera v rigrn se convierte en tarea 0 meta »Z7. . Ahora bien, la lectura no es una terapia que traiga nuevamente a Ia comun icacion los 51mbolos separados y excomulgados por la conciencia. Es faeil reconocer 10 poco que un sujeto es un dato identico, ni siguiera en eI caso de I.! p ropia com·iencia. [)ero cuando la certeza del sujeto ya no se basa exclusivamente en su conciencia, ni , :quiera en el mlnimo cartesiano segtm el clial es 10 que se percibe en el espejo de , u conciencia, entonces la lectura de literJtura de ficcion en cuanto movil izacion de la espontaneidad cumple una importante funcion en eI H deven i r·eoncj~ Pues ~ sta espontaneidad del sujeto aparece frente al telon de fondo de la conciencia cxistcnte, cuya situaei6n marginal en la lectura sirve para acoger en la conciencia a csa espontaneidad despertada a otros condicionantes distintos de los propios. [ste proceso no puede dejar intacta a la cencie neia e xistentej pues su ex ito tiene lu gar en la dida en la ue la conciencia comienza a adquirir otra forma . En esta perspectiva se ve daramente el prob ema en e que esd met ida Ia teorla marxista de la recepci6n del libro que comentalllos . Si se habla en ella del lector en cuanto persona hist6rica que debe ser educada en un «modo socialista de lectura-. entonees resuita la siglliente apoda para la teorla de la repre sentaci6n !R lItilizada como instrumento cdtico en este libro: si el lector debe ser edueado en algo que todavla no es, el medio de fomentar tal proceso no puede ser la reproducci6n de las relaeiones dadas. 5610 podria ser educado cuando acontece algo con cl. Sin embargo. para que ocurra esto, se necesita de algo mas que Ia reproducci6n de sus relJciones reales. Podemos pues preguntarnos si esa teoda de la recepci6n no equivoca el objetivo que pretende, por causa del realismo representativo que defiende.
H;lI1 s Robert Jallss
Continu3.ci6n del dialogo entre Ia estctica de Ia recepci6n «burgues3.» y «materialista»
No por c~sualidad una t('oria d(' b rel'l'pcian lit('rari~ eonstitu\'t' un.. (1(' los ultimm logros de la estctica m~rxista . No ha,'e mudlO K~rl R. Mand('lko w ha 1Il \'t"li~~do ('n la RDA Sll historia. que hasta aho ra era en bucna parte IIn.1 histOt;a lit' obst.iculos l. Sin embaq~o. ya en 1956 lIn~ escritora , Chri sta Wolf expr\'SJba Ia e~p<' r lll71 .de qut' cl declO de la obra de ane serlJ uno de los criterio s d(' ulla estctio 1I11f)(i~la atm I'm crear-. Esta esperanza no pareee h~berse eumplido l o da\'ia en 1%/1. en que lin escritor, Gunler de Ikllyn en su novt la liuTidtlll' Flcllo .1!nti),:lI.1 I'0r hon de una indiscret~ bibliotecari~. EntretalllO , ,'II 196.) G('or~ IlIk~(~ se luhil nUllifcsudo sobre b Ca/ttTl i, y Ia Conti/lIt tlfi()" dl' 111 rxrl'TiclI(itl rnCr/OT.I . \ ('II 14(,) \'<'alter Hohllunll cn Ia revisla f)CT 8iblio/hcJ..'ttT hahl.1ba d,·1 r,'lrl\O II1IJI ,-il,lllrio dr Ia ill\'esti g ~eioll del ef,'eto liter~rio Cll Ia l'i cllcia liler.1ri .1 ll1JrXI'll ""I cl1llnrgo . b L' sthictl de I.uk:ics recogia cl p roblema del dect o p.lr.l ,ill1.tr 11 \ \llt'l<, rC'·"l'lOr. "\1 la l i lH~a de la estctiea burguesa clasica, CIl el pape! p.Hi\'(l de I.t " ,lIt t,,, ·\,I, , It' n PJ~'\,l, garant i z~lldu ~si -m:i s p~pi s la que ('I propio Coelhe - 1.1 Hlt tl r lt j"j de Ia " hrl frellte a los ataques del receptor elll~llc i pado . 1'.1 alaqlle p ro~ rllll .il" " de HohnulIll no permaneci6 ell los Iilll ites de lllU sociologia d,'1 Ic(tor p.lrl pr l1 \'(', \to de ulla politiea c ultllr~1 de bib liotecas, si ll o q Ul' lell ia tJlllhicII Sli ko pic ('qllln " : .Cultivar la inve stigacian del deClo como lIna Jrnpliac iall de IIna t('oria litl'rHll hJs .1da en el primad o de la estctica de Ia produceil)n, COil cI o bjl'ti\'o d(' flindJI1l,'ntar los mecalli .~lllOS y leyes de lIll 'vl'rchd('fo' efeuo dcllrte IlJsado ell 1.1 idc lll ,filari(ln. rHa mejor podcr oricntarlo y corregirlo COil tales cOllocimientm·! . I .a ulI\exian de (' sta teoria ,'on b prktica de lIn~ politica cultural JUlOrit.1ria c~ r\'id('1l1C. 11 in\'estigaci6n marxi\t.l del efeno en Ia R DA dchin po r clio 'l'rll ir \.1 prO\'l)(a, , ('lI\ de b (ienciJ de Ia liln .lll1ra en 1.1 AlelllllliJ O,·(idCII1.11 en llH'llt,b 'lOu"le, I'''r ,'Ilnl" rst.l busoba deurrnllJr llllJ (·,thi'l de I, '1' ' '' 1'( 1(')11 qu(, r,', "'HI(" JI It· .. "r \lfl \'11'(' 1 Jdivo ell Ia (OIHlIll1lion d,,1 \entido de b, o hrH. Hi como CIl 11 f"rllll' It 'm .1(' IJ lrJ,II(ion y en la fllll(i (',n social de la lilCrllllra. En pabbras de Karl R . Mandrl" " ... ·1.1 .lpcnllfJ de un texto a la posibilidad de una partieipaei6n .l(1I\'.l Jel rrlcr 1 t " pueet'. r or pane de la obra, la condieion de una forma no autoritaria del ciC' \!t1 T11 rrill.() n dem ocratica entre obra y declO inclu ye eiertamente el peligro - 1'1' 1 h1hllr ll ' m o Benjamin- de ur. .panid ismo- del ptlblieo . Pero csta y no OlD f \ 11 lU!rnt,,'J exigencia de la estctica de la rccepei6n p~ra la teorla marxi stl de Ia ItlfT1!Ura- ' . A esta exigencia ha respond ido desde 1970 un grupo de ,' lcntifl«)S Jr !J literatura en torno a Robert ,Weimann. M an fred Nauma nn y CiJu, Trl!\Cr, con un
27 Paul Ricoeur. H~rmtn~utik und Strukturalismus. Munich 1973, p. 142. 28 Se me ha heeho tambien rl rel'roehe dr haher I'. rtid o de " f,l s, .firmoc i6n de qur I.. ohras liter. ria. .no poseen funei6n .Iguna de represent aci 6n. (p. 126).
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I Rr7. rpt;onsasthrtik und marx ;rt; sche l. itC'rattlrthrorir. en : HiSl orili tiit in firr.JlJ. - .. "J I IfnJIt" tl1 ( 'l'?1!chajt- Vo rtragr und B~richtr d" Stuttgartrr Grrmani,trntagung / 971. I'd . po r \1:'. Mullrr· S
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