Investiga sobre Norbert Lechner: Fecha y lugar de nacimiento, estudios, llegada a nuestro país, servicios profesionales prestados, etc. Al hacerlo podrán determinar cuáles habían sido las razones que llevaron al Estado Chileno a otorgarle la nacionalidad por gracia a esta persona.
Norbert Lechner, nació el 10 de junio de 1939 en Karlsruhe, Alemania, en víspera de la Segunda Guerra Mundial. Nacido pues en un clima de tensiones y temores que marcaron sus primeros meses de vida. Después de una violenta enfermedad de relativamente corta duración, un cáncer que le quitó la vida un 17 de febrero de 2004 en Santiago, Chile.
En Karlsruhe, Lechner, vivió el comienzo de la guerra y conoció los bombardeos. En medio de esas tensiones su familia decide emigrar a Portugal. Esa decisión le cambió la vida. A fines de 1940 partieron a Oporto, donde su padre trabajará en el Instituto Goethe. Pero años más tarde, a comienzos de 1945 se trasladó a Madrid, España, permaneció gran parte de su infancia e aprendió de otra cultura, lengua y una vivencia de ser “español” en paralelo al ambiente alemán de su familia. En 1951, muere su madre muy joven, a los 36 años, a raíz de un cáncer, cuando apenas tenía 12 años. La pérdida de la madre a esa edad le representó un trauma que lo persiguió por muchos años. Un año más tarde, a la edad de 13 años, Norbert regresa a su ciudad natal, Karlsruhe, lugar que le dio impulso a su formación intelectual en un liceo, con exigencias de calidad y disciplina muy superiores a las que estaba habituado, pero le fue destacable, lo que le sirvió como un punto de inicio, un ciclo alemán formándose como tal. Ya en 1959 hizo su primer bachillerato y a continuación, contrariando su vocación espontánea por la literatura y las artes plásticas, comenzó a estudiar Derecho porque significaba mantener abiertas más opciones a futuro. Tuvo el apoyo de su padre para dedicarse primero a una formación cultural general. Con ese pretexto pasó tres semestres en Múnich y luego un año en Francia, París disfrutando de una especie de “f iesta iesta intelectual” intelectual”. Sobre todo la estadía en París le abrió de par en par una ventana al mundo. Su vida universitaria en Freiburg implica una larga «travesía del desierto» aprendiendo el rigor y la disciplina del Derecho. Visto en retrospectiva según Lechner que fue un aprendizaje útil, pero no se imaginaba lo feliz que fue entonces al terminar sus estudios jurídicos y al obtener en 1964 su licenciatura.
Con la licenciatura en la mano fue aceptado en el curso de doctorado de Dieter Oberndörfer, catedrático de Ciencia Política en Freiburg. Además, por saber español, fue contratado como colaborador junior en el Centro de Estudios del Tercer Mundo que él dirigía. Aquí comienza su aventura latinoamericana. Su infancia había imbuido en un “estilo latino” así todo, no fue un salto menor de Freiburg a Chile, prácticamente “al fin del mundo”.
Y todo comienza cuando Lechner fue incorporado al mencionado Centro para colaborar en una serie de estudios sobre el movimiento universitario en América Latina. Propuso trabajar sobre Chile. ¿Por qué? Su decisión responde a un conjunto de factores bastante azarosos. Una primera razón es que Chile era noticia en la prensa alemana de 1964. Las elecciones chilenas de ese año tuvieron una fuerte repercusión en Alemania dada la posibilidad de que ganara la Democracia Cristiana. Segundo, lo atrajo el programa de “revolución en libertad” que proponía Eduardo Frei Montalva. Aparece aquí una pregunta que lo perseguirá por años: ¿cómo compatibilizar orden y cambio social? La interrogante tiene que ver más con su biografía que con un planteo académico. Hay un tercer elemento que interpela nada ni nada menos que su espíritu aventurero: Chile es uno de los países más alejados de Alemania y le permitiría conocer otros lugares en los viajes de ida y regreso. Así fue como un joven candidato a doctor de veinticinco años desembarca en el viejo aeropuerto Cerrillos en enero de 1965. Al estar en tierras chilenas, prolonga su estadía prevista de 3 meses a un año entero. Tiempo en el que se adaptó fácilmente al modo de vida chileno e hizo buenas amistades, entre ellos Franz Hinkelammert, un economista berlinés y gran intelectual, que se desempeñaba como director de la Fundación Adenauer en Santiago. De regreso en Freiburg, la Fundación Adenauer le ofrece trabajar en su oficina santiaguina; de este modo vuelve a Chile entre enero de 1966 y mediados del 67, después de este período obtuvo el grado académico de Doctor en Ciencias Políticas. Su ciclo estudiantil dura de 1959 al 69. Una vez que obtuvo el doctorado, era hora de decidir el futuro laboral. Pasó un año trabajando como profesor visitante en la Universidad Católica en Córdoba, Argentina, entre 1870 hasta 1971, ya que, se tuvo que trasladar a Chile a iniciar su carrera para formar parte del Centro de Estudios de la Realidad Nacional (CEREN) de la Pontificia Universidad Católica de Chile que desapareció después del golpe militar, culminando en 1973. También, en 1972 participó en un partido político llamado MAPU, un movimiento generacional de jóvenes deseosos de otra forma de vida, pero se retiró en marzo de 1973. Desde 1974 y hasta 1976 fue trabajador asociado a la Unesco mediante la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Continuó trabajando como profesor investigador para la Facultad
Latinoamericana de Sociología hasta 1997, siendo director de ya mencionada institución desde 1988 a 1994. Después de un largo ciclo de 20 años en FLACSO-Chile, se incorpora a la sede México, radicándose allí por 3 años para una investigación. Finalmente llega a Chile a mediador de 1997 iniciando un nuevo ciclo algo más sorpresivo en su trayectoria como investigador y forma parte del organismo internacional, el equipo de Desarrollo Humano Chile del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) En 2002 publicó el último de sus cinco libros: “Las sombras del mañana. La dimensión subjetiva de la política.” Las dos ediciones de otro de su libros con el sugerente título de “Los patios interiores de la democracia: subjetividad y política” tuvieron amplia repercusión en el continente. En los últimos años, Lechner fue co-autor de dos influyentes estudios, los Informes de Desarrollo Humano en Chile, publicados en el 2000 y el 2002 por el PNUD. El último de ellos con el título de “Nosotros los Chilenos – un desafío cultural” es lectura obligada para cualquier periodista o investigador que se pregunte ¿Quiénes somos nosotros, los chilenos? Y ¿Qué país queremos? Defensor acérrimo de la libertad cultural, Lechner también fue un hombre que se jugó por sus ideas, por ejemplo cuando firmó junto a muchos otros intelectuales latinoamericanos un manifiesto contra el clima de hostilidad y persecución contra intelectuales y profesores de universidades de los Estados Unidos que no habían reaccionado más fuertemente por los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001. En agosto de 2003 Norbert Lechner recibió la nacionalidad chilena. En su discurso al otorgársele la nacionalidad chilena dijo, muchos de mis amigos y colegas partieron al extranjero, pero decidí quedarme en Chile por amor, por amor a Paulina (su esposa) y por amor a Chile, marcó un hito importante en su vida el estudiar, vivir y crecer como estudiante, profesor y esposo en este país que le entregó mucho. Y ya el mismo año recibió el Premio Municipal por su ensayo “Sombras del Mañana” y estuvo nominado al Premio Nacional de Humanidades. ¿Hay más razones por las que decidió ser chileno? Lechner dijo “el primer nacimiento es contingente, nadie elige donde nacer, sin haber podido decidir dónde nacer” El segundo nacimiento es el que Lechner eligió. Decidió ser chileno y latinoamericano un año antes de que su cuerpo se cayera del alma. La verdad es que Lechner honró a Chile y América Latina cuando aceptó la nacionalidad chilena. A través del compromiso con el pensamiento social y político honró la posibilidad de los cambios. Como pensador de lo social y de lo político, escribió libros que trascienden las coyunturas en la medida que ponen en cuestión los consensos y los pactos que le tocó presenciar como director de FLACSO. Vivió el Chile de la Unidad Popular, vio el genocidio cometido por la Junta Militar y también vivió los años del auge de las políticas neoliberales.
Palabras como consenso, pacto, democracia, subjetividad, conflicto social, Estado y revolución, entre otras, no son extrañas a su pensamiento político. Por el contrario, estas palabras constituyeron el léxico político indispensable para el pensamiento de Lechner y, al mismo tiempo, lugares de sospecha y de urgencia reflexiva. Era por sobre todas las cosas un pesador social y un gran lector que desde muy joven se convenció de que el espacio de la reflexión teórica y política significaban un compromiso con el cambio social. Y para finalizar, Norbert Lechner era un lector de Marx, quien conoció personalmente gracias a Franz Hinkelammert (director de la Fundación Adenauer) y de la tradición del Marxismo, un lector de Blanchot, de Bataille, de Althusser, de Foucault, de Adorno, Horkheimer y Marcuse, de Apel y Habermas, de Hobbes y de Tocqueville. También fue un seguidor indiscutible y asiduo de la teoría del conflicto de Ralf Darendorf, quizás más asiduo de lo que él mismo pudiera haber confesado.
¿Qué importancia tiene que el autor del discurso haya sido reconocido por el estado chileno? ¿Qué diferencia hace , en su opinión, integrarse como chileno, en relación a lo que había sido su práctica anterior (como extranjero residente) en el país. Al responder estas preguntas podrán visualizar en que consiste el vínculo material y moral (no sólo jurídico) en el que se expresa la nacionalidad. De la concepción de la nación como una comunidad de ciudadanos se deriva una idea de nacionalización que toma cuerpo en la ceremonia de nacionalización de Lechner. La nacionalización no como una especie de asimilación homogeneizadora, sino como auto-afirmación de un estilo de convivir en la diversidad, más bien, una aceptación. Pero Norbert no se hizo ninguna ilusión, ya que, no será nunca un típico chileno. Aunque, Lechner no le gusten las tradiciones chilenas o el baile típico nacional, no quiere decir que sea poco chileno, no es la idea. Pero mucho menos es ese el “carácter nacional”, uniforme e inmutable. Integrarse como chileno significa su incorporación a la comunidad de ciudadanos que constituyen la nación chilena. Aparentemente, se trata de un acto formal sin mayores consecuencias para sus derechos y deberes. En efecto, desde 1990 estuvo inscrito en los registros electorales votó en todas las elecciones; pagó sus impuestos y ha gozado del amparo de la ley al igual que cualquier chileno. Cuando el Honorable Congreso de la República decide incorporarlo a la nación chilena, es para ratificar su principio constitutivo: la pluralidad de intereses y opiniones, la confrontación de memorias y experiencias, la conversación sobre interpretaciones y expectativas. La ceremonia pone en escena la imagen que se hace la sociedad chilena de sí misma, de su historia y de su destino.
Determinar una opinión de Lechner sobre el vínculo entre individuo y la nación, Al hacerlo podrás visualizar que la nacionalidad aporta un valor de identidad a los individuos. En términos simbólicos, la nacionalización le hace sentir la gran distancia que separa el individuo de la nación, de modo que no hay identidad individual sin referencia a una identidad colectiva. En resumen, la identidad nacional de ser chileno u otra nacionalidad es parte de cualquier auto-imagen que pueda decir o formular de mí mismo. Esto quiere decir, que independiente como me autodefina, El yo como individuo siempre estará inserto en un antes y un después de mí. De cierta manera, la nación parece desprenderse del individuo. Por ellos, recae la identidad que se forma en una nación a raíz de la identidad de los individuos que la conforman, de tal grado que la nación acarrea una imagen como tal, producto de los individuos que yacen. Esto refleja a la comunidad de hombres y mujeres que nacieron o que existieron antes que nosotros, dejaron marcando una imagen que identifica a la nación y que sobrevivirá a nuestra breve instancia, compensando de cierta forma la insignificancia de la vida singular. De tal manera en que la distancia que separa el yo individual del nosotros nacional, pasaría a ser una identificación no muy fácil para Lechner, ya que, su identificación como alemán fue más allá que las guerras, lo sufrido que fue ese proceso natural en comparación con su identidad con Chile, ciertamente, es una identidad creada, construida por sí mismo, lo que basó a que fuese así por la recién inaugurada “revolución en libertad” de Frei Montalva que le motiva a desembarcar en enero de 1965 en el aeropuerto de Cerrillos y a preparar la primera tesis de doctorado politológica sobre ese país lejano. Sin embargo, su nacionalidad como chileno, barajó a que el se cree su propia imagen, su identidad no como extranjero, si no, como individuo propiamente tal.