Sobre ese caos flotaba un dolor de cabeza. Un dolor de cabeza autónomo. Luego, dentro de esa nebulosa de dolor, pero con nexos apenas perceptibles con ella, comenzó a esbozarse la personalidad consciente de Pedro Zabala. ¿Era aquello un dolor enorme a que l! Pedro Zabala, iba uncido, del cual su ser flu"a! o, al contrario, todo ese dolor, toda esa angustia, toda esa tortura infame i nfame emanaban de l, preced"an de l# Sintió sed, una sed aureolada de dolor, n$useas % &rtigo! su conciencia indi&idual se 'izo m$s &i&a, m$s diferenciada( el dolor mordió en ella m$s 'ondo. Un olor acre, de orinal, penetró en la "ntima encruci)ada de sus sentidos( luego penetró el canto le)ano de un gallo. Se palpó la cara, se exploró los bolsillos* +ir"adas de im$genes, de sensaciones, de recuerdos truncos, &agos, torturantes, atra&esaron su ser como atra&iesa el 'orizonte una nube de langosta! % como si esa nube ideal troc$rase de pronto en r$faga candente que fustigara su cerebro, Pedro Zabala fue creado, reconocióse, tu&o conciencia clara de s" propio. brió los o)os( los luceros brillaban sobre el cielo negro. -rotóse los o)os con los dorsos de las manos! bostezó. on un esfuerzo largo, apo%ando las palmas en el suelo, incorpórese. Paseó en derredor los o)os extra&iados. Se alzó, luego, dolorido! dio unos pasos, pasos, &acilante( la cabeza se le abr"a. pretose pretose las sienes con las palmas % apo%ó la frente contra el muro. Su cerebro era el centro de un zumbido que, en espiral, se ale)aba, se ale)aba 'asta extinguirse casi % luego &ol&"a, se acercaba 'asta 'incarse en el propio centro de la cabeza con el silbido silbido de un 'ierro al ro)o &i&o que sumerge sumerge r$pidamente r$pidamente en el seno fresco de las aguas. /ortura /ortura inefable, silencio* silencio* % otra &ez &ez el zumbido empezaba a ale)arse, pero a'ora en l"nea ondeada, ondeada, retorcida, retorcida, &ibrante* trepidante, trepidante, que c'ispeaba c'ispeaba,, que estallaba estallaba en frases frases airadas, airadas, c"nicas, c"nicas, contumeliosas* El ruido del surtidor del patio entrete)"a el grito de las clulas cerebrales, % era esa una &ocer"a apocal"ptica como el ruido de muc'as cataratas. . . 0 rostros congestionados de ira, de amenaza! rostros odiados, odiados, rostros temidos, rostros despreciados despreciados se le &en"an amenazadores, amenazadores, gesticulantes. . . 0 l encog"a, se anonadaba! anonadaba! % tap$ndose las ore)as con con fuerza % apret$ndose apret$ndose los p$rpados p$rpados para no o"r, o"r, para no &er, para eliminarse, eliminarse, se dobló fl$cido como un trapo, al pi del mino, en colapso irremedia irremediable. ble. 123rg"as est4pidas5 cabar$n por. . .6 % su cerebro desplomóse en la nada a ese esfuerzo de ideación consciente! % un dolor fulgurante enrosc$ndose a su cuerpo torturado lle&ó a los centros ner&iosos la alucinación de que l era un gusano estripado estripado sobre sobre el pa&imento pa&imento.. 0 &e"a sus &rtebra &rtebras, s, sus anillos anillos retorcin retorcindose dose en una linfa espesa! espesa! % se &e"a all" pudrindose pudrindose eternament eternamente! e! % bandadas bandadas de moscas moscas abat"an abat"an su &uelo zumbador zumbador sobre sobre l! % las aguda agudass trompa trompass de los asquer asqueroso ososs insect insectos os pen penetr etraban aban sus carne carness des'ec des'ec'as 'as,, pero pero infinitamente sensiti&as! % quer"a 'uir, correr, desaparecer, anonadarse. . . Una rata 'izo ruido en un rincón. Pedro Zabala salto como una pelota % p4sose en pie. +iró a todas partes, los o)os brotados de las órbitas. órbitas. 7 ¿8uin, quin es# 9 clamó en los lindes del 'orror de cer&al miedo. El corazón c'apale$bale en el pec'o, corr"ale de la cabeza a los talones el temblor del p$nico. :epitióse el ruido m$s intenso a'ora. Los cabellos erizadonsele % 'u%ó en furioso escape /opeto con estrpito contra el muro de enfrente. ;ol&ióse atontado, )adeante. En el surtidor rielaba la luz de las estrellas, % a l figurósele figurósele el el fulgor sua&e, indeciso, fr"os o)os de espectros! % el ruido manso de las aguas airado &ocer"o, el surtidor un monstruo apocal"ptico de alg4n negro apocalipsis de taberna % borrac'era, el cual &ert"a para el, de manera misteriosa, frases que 'ac"an explosión en la mitad de su cabeza dolorida. 7 2
El zambullón despe)ó su cabeza. Sacudió las mo)adas melenas % tornó a zambullir la cabeza entre las linfas benficas! % bebió de ellas! se abre&ó con ansia, con fruición, con delicia. . . Sintió arcada % re&esó ondas amargas, detersi&as que ard"an sus fauces, % tornó a beber. . . >n&ade un dulce desaliento, tumbóse sobre el '4medo brocal. 0 empezó la rebusca. Esa 'orrible incursión de la memoria por entre los recuerdos borrosos, fragmentarios, de una org"a de la &"spera. 9 ¿8u 'abr 'ec'o %o# ¿ qu amigo 'abr insultado#. . . 2=orror5 ¿Pero cómo sucedió 9 pensaba 9 que %o me emborrac'ara a%er# &er( por la ma?ana, a las seis, 'ab"a salido de casa con su mu)er % con su 'ermana. Una ma?ana fresca, limpia luminosa! 2una cosa linda5 En el camino se les )unto +anuel, su cu?ado, % siguieron los cuatro )untos a o"r misa. /erminada sta, propuso l que dieran un paseo por el +orro. Se ba?ar"an en la quebrada del @uncal. Luego almorzar"an 'ue&os con c'orizos donde Arsula, la &iuda de nselmo. 9 on&enido 9 di)eron >ns su 'ermana % +anuel su cu?ado. 9 2Ellos5 2u$ndo no5 9contestó +atilde su mu)er, mir$ndolos sonriente 7. ¿Pero no est$n &iendo que %o no puedo# ¿8ue de)e al ni?o solo, en poder de la criada# 9 ;en. ;ol&eremos pronto. 9 ¿Pero no &es que el ni?o est$ llorando# 9 ¿0 cómo sabes t4 que est$ llorando# 9 2/an bobo5 0o lo s. 9 &er( ¿cómo lo sabes# 9 Pues. . . %o lo s. 0 se acabó. 9
ns, de)emos a sos. . . % &amonos 9. 0 los o)os de +atilde miraban a Pedro Zabala con rencor acariciante. 1Esos o)os 9 dec"a l 9 cu%a arcana lumbre 'e tratado de apagar en &ano con mis besos. . .60 sent"a un deseo loco, irresistible de estrec'arla a'" mismo entre sus brazos % 2besarla5, 2besarla5. . . 9 Los esperamos a almorzar. uidado no &an9 gritóles, ale)$ndose +atilde. +ientras >ns, gra&e, se iba, puestos en los de +anuel los o)os bellos. Porque +anuel % ella se adoraban e iban a casarse dentro de quince d"as. 9 0 es bella >ns 9 pensó Pedro Zabala 9! tiene una 'ermosura que se impone( la belleza augusta % santa de mi madre. Sintió la sensación aguda de cont$rselo a +anuel todo. e contarle que la casa que estaban terminando a'", cercana a la su%a, la edificaban para ellos, su mu)er % l! que eso que dec"an de l la constru"a por cuenta de un capitalista de +edell"n que la destinaba a pasar en ella temporadas con su familia, era puro cuento! que ese cuadro de ano que desde que estudiaban en la Uni&ersidad tanto l 'ab"a deseado % que cuando lo &io en la sala de esa casa, de la que iba a ser su casa, contemplaba con la alegr"a con que se &uel&e a &er a un antiguo conocido, % con la tristeza de lo que )am$s quiz$ 'a de poseerse, era su%o. 8ue ese decorado flamante. . . todo eso que l mismo con sus manos 'ab"a contribuido a crear, iban a ser testigos de su &entura. . . 0 ec'$ndole el brazo, arrancólo del lugar de donde &e"a a4n ale)arse a su no&ia % lle&ólo plaza arriba. Entr$ronse a los apartamentos interiores de FEl León de DronceF! tomaron asiento ante una mesita. Empezaron a 'ablar de su &ida. Esa ma?ana luminosa, ese ambiente recatado, el estado de sus almas, con&idaban a las reminiscencias "ntimas. =ablaron de sus tiempos de la Uni&ersidad adonde sus padres, a quienes unió una amistad a la su%a seme)ante, los en&iaron casi ni?os! de su &ida en +edell"n, mimada e indolente, de muc'ac'os ricos. Luego de su ingreso a la Escuela de +inas! de sus luc'as, de sus triunfos, de sus derrotas! de sus compa?eros de estudio, la ma%or parte muertos, 2a%5, tempranamente, luc'ando como buenos en sus labores de ingenieros, con esta naturaleza ener&ante % asesina. :ecordaron el d"a angustioso en que fue llamado Pedio Zabala urgentemente porque su padre se mor"a. 2=ab"a %a muerto5 Luego fue +anuel quien tu&o que de)ar los estudios por 'aber &enido a menos la fortuna de los su%os. La carrera de uno % otro fue truncada! pero no sus inclinaciones a las ciencias matem$ticas % f"sicas.
soci$ronse, establecieron talleres de fundición % cerra)er"a. e entonces ac$, 2cu$ntos cambios5 8uedaron totalmente 'urfanos. Pedro Zabala casóse con +atilde, a quien amaba desde ni?o! sus negocios prosperaron a golpes de inteligencia % de energ"a. 2ómo 'icieron danzar los martillos sobre el %unque sus brazos de titanes! cómo corrió a los moldes c'ispeantes, el metal fundido de los cubilotes! cómo mordió la retemplada lima esgrimida por sus manos tenaces, el acero a4n m$s tenaz5 En &einte leguas a la redonda, no se?alaba en torre alguna, las 'oras, un relo) que no fuese obra de ellos! no 'er"a el aire, danzando alegre una campana que no 'ubiera sido fundida por ellos! no estru)aba el tallo dulce de las ca?as, trapic'e alguno que de sus talleres no saliera. . . 0 'ablaban de esas cosas fraternalmente, fr&idos, entrelazando sus frases como se enlazan las trepadoras en la sel&a! % sent"an que el alco'ol era luz que al penetraren sus cerebros crepitaba, % al circular en su corazón era afectos fr&idos! % sus o)os se 'umedec"an dulcemente. 0a no dialogaban( cada cual segu"a su monólogo sembrado de protestas de amistad eterna, de filial amor, cont$ndoselo todo( sus secretos pro%ectos, sus an'elos escondidos. 2uan felices iban a ser en el futuro, marc'ando unidos a la conquista de la &ida5 0 ca"a cada uno en los bra zos del otro, % sus corazones se )untaban c$lidos, &iriles. ada una de las adquisiciones m$s altas de la psiquis del 'ombre culto iba, al influ)o del alco'ol, exalt$ndose 'asta el paroxismo, 'asta la par$lisis definiti&a! flotaba un instante, r"gida, % luego se 'und"a en el ocano de lo inconsciente. 0a no les quedaba de 'ombres sino lo instinti&o irreductible. ada influ)o de la &ida exterior, cada fenómeno fisiológico suficientemente intenso, agitaba las delicadas maquinas, sin gobierno %a, de sus organismos ps"quicos, produciendo un refle)o que determinaba un cambio de indi&idualidad, % cada uno de ellos iba encarnando por m$s o menos tiempo, en sucesión interminable, por misteriosas sendas at$&icas llegado, a alguno de sus antepasados, a alguno de los infinitos que 'an contribuido a la existencia decida ser 'umano. 0 cada uno de esos cambios de personalidad iba dibu)$ndose % borr$ndose en las mó&iles fisonom"as( %a era el ancestral sal&a)e, car"bal, borrac'o de c'ic'a % sangre 'umana, )unto a su pira que se extingue! %a el a&enturero sin entra?as que en -landes 'umeante o en el bo'"o del indio americano roba % &iola! %a el presidiario, de euta fugiti&o, que &iene a fundar un 'ogar en mrica remota! %a el negro que amarrado en las bodegas del buque negrero for)a pro%ectos de &enganza contra los que le &endieron % contra los que le compraron, contra la tierra % contra el cielo, en su odio negro! %a el bucanero, de oro % de cr"menes 'idrópico! %a el 'roe! %a el santo! %a el alca'uete! %a el falsario. Por que ¿quin es, entre los infinitos seres que 'an urdido la tela de la &ida de una raza, de las razas todas, el que no 'a contribuido a la existencia de cada ser 'umano# Ese es el mar pa&oroso, arcano, cu%o olea)e sentimos golpear contra el cerebro en nuestras 'oras de locura. Pero cuando nos turba la embriaguez entonces por la brec'a abierta en nuestra personalidad, irrumpe la procesión de los fantasmas del pasado, se sustitu%en a nosotros, empu?an el cetro de la &ida, mandan, ordenan, % sus rasiones son las nuestras, % su ancestral crueldad % su dureza resucitan en nosotros, % o"mos entrec'ocarse lanzas % macanas, espadas % broqueles, gritos de guerra % relinc'os de caballos, % el olor de la sangre nos embriaga, % nuestras manos se cierran como garras, % las mand"bulas se aprietan como mand"bulas de tigre, % el brazo 'omicida a&anza, 'iere. ¿0 quin es el que 'iere# ¿8u )uez, qu tribunal osara decirlo# fortunadamente, en el grado de ci&ilización en donde estamos, nuestras le%es en &ez de castigar al criminal a quien el alco'ol 'a enloquecido, castigan a los en&enenadores que lo producen o lo &enden. fortunadamente los 'ombres ilustres que nos gobiernan % nos gu"an apartan con 'orror esos dineros manc'ados de sangre % con degeneración irremediable. 2fortunadamente5 0 entrecerrados los p$rpados, los labios ca"dos, inconscientes %a, pero a4n en pies &acilantes, Pedro Zabala % +anuel prosiguen apurando &asos de alco'ol en serie interminable. 9 ¿Pero 'asta qu 'ora, bebimos# ¿8u 'a pasado all"# 9 se preguntaba Pedro Zabala acurrucado so bre el brocal del surtidor. Sus recuerdos iban 'asta cierto punto despus, nada recordaba. Eso de que lo 'ubieran tra"do a la c$rcel, nada significaba( muc'as &eces le 'ab"a acontecido. Porque en la c$rcel estaba( 'ac"a rato que lo comprendiera. Pero l recordaba que don Lucas Zapata 'ab"a estado con ellos, con l % con +anuel. /ambin recordaba que @aime Garc"a % su primo /om$s 'ab"anse mezclado a su org"a bulliciosa. ¿0 luego# ebió de ser que l no quiso retirarse, que no quiso irse a casa de ning4n amigo, que se empe?ó en que lo tra)eran all". El era terco. 20 cómo lo era5 +uc'as &eces pas$rele otro tanto.
Le&antóse &acilante. Sonaron las cinco en la torre de la iglesia. Empezaba a &erse claro. -ue a una puerta que en el fondo del patio se &e"a. brióla. aba a una re)a, % la re)a daba al campo. esde all" &e"a Pedro Zabala todo el paisa)e del oriente, que desde la altura en donde est$ su pueblo edificado alcanza a dominarse, como una masa uniforme, negra, limitada 'acia lo alto por el contorno gracioso de la cordillera, dibu)$ndose enrgico sobre el cielo azul p$lido. cada instante el cielo era m$s luminoso % era m$s claro el paisa)e. omo c'ispas luc"an, aqu" % all$, los fogones de los 'ogares campesinos. scend"a como un 'imno la batalladora clarinada de los gallos. El cielo tornóse sua&emente róseo, % al beso de la luz que desde l llo&"a dulcemente, por la faz del paisa)e, espectral antes, comenzaron a circular los colores de la &ida. 0 del fondo de las frondas resucitadas %a % &i&ientes, surgió pol"fono, r"tmico % di&ino, el canto de los turpiales % los mirlos, de los cucarac'eros % sinsontes. +urió disuelta sobre la lumbre de los cielos la estrella de la mara?a. El linde de la cordillera con el cielo lució como el interior de las caras coles de la mar remota( era la aurora. 0 el fulgor inefable fue creciendo 'asta cubrir todo el cielo desde a'" &isible. 0 no 'ubo )irón de tenue nube que no fuera de oro % rosa, de m4rice % de fuego. . . 0 parec"a que lo que ascend"a lentamente por detr$s de la distante cordillera desde las profundidades del espacio, lo que el mundo esperaba palpitante, lo que iba a aparece sobre el oriente, no fuese el globo "gneo del sol sino todas las flores de los )ardines de Granada % de Ecbatana, de Dagdad % Dabilonia! los c$lices todos que brotan, lu)uriosos, Ganges % mazonas! las orqu"deas todas de los ndes portentosos, pero &i&ientes, con &i&ir supraterreno, con luz propia, unidos en ramilletes desbordantes % abarcados por los brazos Fredondos de una mu)er rósea % blanca en desnudez gloriosa, ;enus tal &ez, ;enus Urania, la celeste ;enus que, naciendo esta &ez, no del seno de las aguas sino del fondo de los cielos, iba a surgir sobre las cordilleras del oriente. maneció. /ocados del sol, brillaron blancos los muros de su casa. 0 pensó con angustia( 9 >nsomne me 'a esperado all$ tras esas tapias mi mu)er la noc'e entera. 'o ra se le&anta! a'ora, alzando al cielo las manos % o)os bellos, reza fer&iente % por m" reza. Puesta a'ora a la &entana explora la distancia. 2u$ntas &eces en las 'oras eternas del que espera, 'abr$ cre"do o"r mis pasos en la sombra5. . . 9 0 sintió, al imagin$rsela, el temblor inconfundible, la sacudida torturante a la &ez % &oluptuosa que termina siempre en l la e&ocación de esa mu)er para l 4nica en la &ida. @am$s 'ab"a logrado permanecer sereno ante su presencia o su recuerdo. +ir$bala siempre como si la &iese en el seno de limpia onda remo&ida, o como a tra&s del aire di$fano que ondea % &ibra pulsado por las lenguas de una llama. 0 sintió el deseo imperioso de ir a ella. 2'5, el grito c$lido! 2a'5, la alegr"a de su llegada brillando en esos o)os, % la fragancia de ese cuerpo esbelto, firme, mórbido % di&ino, % sobre esa boca en llama su beso penetrante, detenido por la firmeza s4bita de los dientes deslumbradores % perfectos, cu%os bordes tienen diafanidades azulinas. . . 0 su 'i)o luego! 2su 'i)o5, ese rollo de alegr"a % carnes duras. . . 0 arro)adas luego esas ropas infectas con alco'ol &ertido, sumir el ardoroso cuerpo entre las fr"as linfas del ba?o pa&imentado con baldosas esmaltadas. 0, despus, &estidas limpias telas olorosas a retama, ba)a a la colmena de los talleres resonantes, % embriagado con la acción, empu?ar l % +anuel sendos martillos de a diez Hilos, % alternadamente, sobre el c'ispeante 'ierro que un obrero 'ace danzar sobre el %unque, tin tan, tin tan. . . 'asta sentir por la frente, por el pec'o, por la espalda, por los brazos, correr en ondas el sudor benfico que ali&iara el organismo de este alco'ol oxidado % pestilente que lo asfixia, que lo roe. 9 S"! no m$s alco'ol5... 2Lo )uro5 El estudio, el traba)o % el amor! 2% tu amor5. . . 0 t4 entusiasta, alegre, $gil, paseaba el pa&imento a largos pasos. ;ol&ió a la re)a. Por la calle de enfren te cruzaban unas beatas camino de la iglesia. ll$, por la &uelta, el azadón al 'ombro, desfilaba silencioso un grupo de braceros. ;io luego a un 'ombre que sub"a por el sendero del prado. :econociólo( era @esusito, el 'ermano del cura. 9 +ira, @esusito 9 gritóle. etu&os ste sin contestar. 9 +ira( &as al lcalde! ¿o%es# 0 le dices que no sea dormilón. 8ue stas no son 'oras de tenerme aqu"! ¿o%es# 8ue &enga l o en&"e pronto a sacarme de aqu". @esusito, sin alzar a mirarlo, siguió adelante en su camino. 9 0 mira. /ornó a detenerse @esusito. 9 ;as tambin a +anuel, mi cu?ado.
Por a'" lo encuentras en casa de alg4n amigo! debe estar durmiendo! lo buscan, lo 'aces despertar, %o te pago, % me le dices que se &enga, que no sea sin&ergIenza! que stas no son 'oras de estarse dormido un 'ombre de pelo en pec'o como l! que recuerde que tenemos un mar de cosas que 'acer 'o%. Siguió @esusito su camino. 9 'ora, a arreglar la toilette s", se?or 9 se dec"a terminando de componerse el nudo de la corbata 9 &amos a )ug$rsela a esos perezosos 9. 0 frot$ndose las manos, pensaba con placer( 9 me escondo all" en aquel rincón oscuro. Ellos entran a buscarme, % al no 'allarme siguen a la parte interior del edificio! % entonces %o, en puntillas, salgo, cierro la puerta con la lla&e que de seguro de)ar$n en la cerradura, %. . . por aqu" que es m$s derec'o. Sintió en el exterior ruido de &oces. Luego o%ó que abr"an, inquieto, alegre, como si fuese un ni?o espiando, feliz, la 'ora de lle&ar a cabo inocente tra&esura. Las dos 'o)as del carcomido portalón se abrieron con estrpito, %, lentamente, pesadamente, andando de lado en dos filas paralelas, de frente a l la una, la otra d$ndole la espalda, lle&ando en medio un ob)eto pesado, un arcón, un. . . 9 desde el lugar en donde estaba l no &e"a lo que fuese 9penetraron 'asta diez 'ombres. /ras ellos entró un grupo de gendarmes( reconociólos. FSon, se di)o, los que &igilan la Sección del presidio que constru%e el puente sobre el r"oF. Luego, lle&ando un rollo de papeles, el secretario del lcalde del lugar, acompa?ado del o)o $rdenas, el tinterillo recin establecido en el lugar, los cuales se instalaron ante una mesa que de un rincón tra)eron dos agentes. Los que lle&aban el ob)eto pesado detu&ironse al frente de ellos. Entonces &io Pedro Zabala lo que era tendido sobre una tarima desnuda, estaba un 'ombre. El no pod"a &erle la cara, se lo imped"a uno de los conductores, pero en la inerte quietud de aquel reposo se adi&inaba en l a un moribundo, quiz$s a un muerto. 9 8ue traigan al reo di)o solemne el o)o $rdenas. 9 0a s lo que es 9 pensó Pedro Zabala 9! alg4n muerto en ri?a que 'ubo anoc'e en las minas del Saltillo. Esos mineros son el diablo. . . S"! eso debe ser, pues en casos seme)antes mi t"o ntonio, el lcalde, se 'ace reemplazar por el suplente, por este o)o facineroso es el desquite que el buen t"o se toma de este tipo, que la minor"a del onse)o nos impuso, que nos odia cordialmente! que ser"a capaz de a'orcarnos a todos. . . si pudiese. mpro&iso sus o)os tropezaron con el cad$&er % se quedaron fi)os, inmó&iles, desmesuradamente abiertos, tr$gicamente abiertos. ¿Pero era &erdad lo que &e"a# ¿
de FEl León de DronceF, para ser en&iado a uno de sus agentes como regalo! el cuc'illo que +anuel mismo for)a de acero selecto % cu%o mango de plata l repu)ó con bell"simos relie&es# +irólo atentamente. Sobre la bru?ida l$mina, empa?ando su brillantez, se extend"a un &elo como de alb4mina trasl4cida % reseca, estriada, de apenas perceptibles &nulas, que se un"an 'acia la agua punta en una manc'a de sangre renegrida. +aquinalmente comparó el anc'o de la 'o)a del cuc'illo con el de la 'erida ro)a % estrec'a que se &e"a en el lado izquierdo del pec'o de +anuel. 9 ns, co'ibida, &irginal, amarga, det4&ose en pie )unto al cad$&er. Pedro sintió sus entra?as desgarrarse, % como se sacude una monta?a cuando un &olc$n en su interior re&ienta, sacudióse. Los eslabones de la cadena que su)etaban sus mu?ecas, &olaron 'ec'os trizas. 0 arrancando de manos de un agente el pu?al 'omicida, dirigiólo a su corazón, a ese pobre corazón 'a poco dulce % caliente nido de ilusiones % &entura, % a'ora &entregada de &"boras &oraces. ;einte manos agarraron su mu?eca, % entre el tumulto de la brega sus o)os se cruzaron con los de >ns % de +atilde que, desoladas, an'elantes, le miraban. . . ¿8u pasó en el instante de ese c'oque fugaz por las almas de esos tres infelices, de esos tres crucificados del estino#
7 2)enme5 2Perm"tanmele ustedes5 ¿Pero por qu no me de)an# 9 rogaba Pedro persuasi&o 9.