François Zourabichvili UNA FÍSICA DEL PENSAMIENTO
Zourabichvili, François, Spinoza, una física del pensamiento. - 1a ed. Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Cactus, 2014. 256 p. ; 21x14 cm. - (Occursus; 8) Traducido por: Sebastián Puente ISBN 978-987-3831-00-3 1. Filosofía. I. Puente, Sebastián, trad. CDD 190
Título: Spinoza. Una física del pensamiento. Título original: Spinoza. Une physique de la pensée. Autor: François Zourabichvili © 2002 PUF, París © 2014 Editorial Cactus, Buenos Aires ISBN 978-987-3831-00-3 Traducción: Sebastián Puente Ðiseño de interior y tapa: Manuel Adduci Imagen en tapa: El Bosco, "La tentación de San Antonio" (detalle de la tabla central) Impresión: Gráfica MPS Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723. 1ra. edición en castellano – Buenos Aires, diciembre de 2014 ": www.editorialcactus.com.ar ✉:
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François Zourabichvili UNA FÍSICA DEL PENSAMIENTO
En memoria de Gérard Lebrun
Editorial Cactus
Índice
Advertencia
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Introducción
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Capítulo primero – El nuevo concepto de forma 1. Transporte simultáneo: la inconsistencia del compuesto cartesiano 2. El trozo de cera: cantidad de materia e identidad 3. El individuo y la especie en Spinoza 4. Comunidad química y política 5. Lo que deviene la noción de forma en Descartes
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Capítulo segundo – El concepto de “relación de reposo y de movimiento” y su polisemia 1. ¿Qué relación hay entre el movimiento y el reposo? (Tratado breve) 2. Relación de reposo y de movimiento entre las partes (Ética) 3. Interpretación de los cuatro lemas sobre la conservación de la forma 4. El estatuto de la enfermedad en la Ética
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Capítulo tercero – Extensión y conatus (potencia y causalidad) 1. Potencia de la esencia 2. De las formas finitas a la forma infinita, estatuto de la transformación 3. Autoafirmación y exterioridad 4. Unión de los conatus
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Capítulo cuarto – ¿Qué es una física del pensamiento? 1. El problema del estatuto de la idea infinita 2. El espejismo del desdoblamiento (relación de la esencia y de la existencia) 3. La tesis de la identidad real de la idea y de su objeto, y sus ambigüedades 4. Lineamientos de la física cogitativa 5. Transformación mental e hipótesis sobre la amnesia 6. Estatuto de la sensación 7. La unidad del espíritu
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Capítulo quinto – Hablar spinoziano 1. Lo que significa “tener” en spinoziano. 2. Composición ideal: la definición genética 3. Esbozo de una gramática de la idea 4. ¿En qué sentido las nociones comunes son ideas? 5. Otra vez, de las esencias, y de los lectores que padecen estrabismo
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Capítulo sexto – Transmutaciones, eternidad y muerte mentales 1. ¿En qué sentido el espíritu es eterno? (y otra vez, ¿en qué sentido las nociones comunes son ideas?) 2. Retorno a los dos encadenamientos, y el caso del amor
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Capítulo séptimo – El sueño de transformaciones sobrenaturales 1. Lógica de la quimera 2. La paradoja del ser del no-ser
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3. Soñar con los ojos abiertos
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2.1 Potencia de la impotencia: la confusión 2.2 ¿Imaginar una negación?
3.1 Don Quijote y los rabinos 3.2 Los sortilegios de la ignorancia (banalidad de la alucinación) 3.3 Confusión de las afecciones y de las cosas, y sueño del libre arbitrio
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Epílogo – Envolver y morir
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Conclusión
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Bibliografía Índice de nombres
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Advertencia El lector encontrará en la bibliografía las referencias completas de las obras citadas. En el cuerpo del texto solo indicamos el nombre del autor, el título, eventualmente la parte o el capítulo, y finalmente el número de la página de la edición utilizada. a/ Abreviaturas Para las obras citadas más frecuentemente, hemos recurrido a las siguientes formas abreviadas: – Descartes, Alquié, t. 1, 2 o 3 para Descartes, Œuvres philosophiques, ed. Alquié, t. 1, 2 o 3 – M. Gueroult, t. 1 o 2 para Martial Gueroult, Spinoza, t. 1: Dieu o t. 2: L'Âme – P. Macherey, vol. 1, 2, 3, 4 o 5 para Pierre Macherey, Introduction à l'Étique de Spinoza, respectivamente: – La première partie. La nature des choses – La seconde partie. La réalité mentale – La troisième partie. La vie affective – La quatrième partie. La condition humaine – La cinquième partie. Les voies de la libération. – Para el Tratado de la reforma del entendimiento, el parágrafo indicado remite al recorte adoptado por Charles Appuhn. – Para la correspondencia, cuando hace falta, y para el Tratado teológico-político, sistemáticamente, indicamos la página en la edición de Appuhn tal como está disponible actualmente en formato de bolsillo, acompañada llegado el caso por la referencia al texto latino en la paginación original reproducida por Carl Gebhardt1. Los textos redactados ordine geometrico se indican con la ayuda de las siguientes abreviaturas: – el número romano remite a la parte; – el número arábigo a la proposición; – “def.” equivale a “definición”; – “ax.” a “axioma”; – “post.” a “postulado”; – “dem.” a “demostración”; – “esc.” a “escolio”; – “cor.” a “corolario”; – “def. af.” a “definiciones de los afectos” (final de la III° parte de la Ética). b/ Traducciones Las obras de Spinoza están citadas de la traducción de Charles Appuhn, con excepción de la Ética (A. Guérinot) y del Tratado político (P.-F. Moreau). Hemos hecho modificaciones cada vez que la exactitud lo requería, o que el comentario necesitaba hacer aparecer la literalidad del texto original. El conjunto de las traducciones consultadas figura en la bibliografía. 1 Esta obra ya estaba terminada cuando apareció en PUF una nueva traducción del Tratado teológico-político, por Pierre-François Moreau y Jacqueline Lagrée.
Introducción
“En lo que respecta al espíritu humano, yo considero también que es una parte de la naturaleza; afirmo, en efecto, que hay en la naturaleza una potencia infinita de pensar, que en tanto que infinita contiene en sí objetivamente la naturaleza entera, y cuyos pensamientos proceden de la misma manera que la naturaleza que, por supuesto, es su ideado. Afirmo además que el espíritu humano es esa misma potencia, no en tanto que es infinita y percibe la naturaleza entera, sino en tanto que es finita y percibe solamente un cuerpo humano, de modo tal que concibo al espíritu humano como una parte de cierto entendimiento infinito”. Carta 32 a Oldenburg.
La gran tesis spinozista de la multiplicidad de los atributos permanece en parte, como es sabido, oscura y lagunosa. No se comprende con exactitud cómo es posible pensar la identidad real del espíritu y del cuerpo, es decir una relación tal que sus términos no sean cosas, sino las diferentes expresiones de la misma cosa. Uno se pregunta qué consistencia tiene la afirmación de la infinidad de los atributos, puesto que, exceptuando a la extensión y al pensamiento, designa una innumerable cantidad de objetos de los cuales no tenemos ni tendremos nunca la menor experiencia. Finalmente, por falta de una teoría análoga al De natura corporum bosquejado en la segunda parte de la Ética, no se ve bien qué puede ser concretamente el devenir de la Naturaleza concebida bajo el atributo del pensamiento. Si el trabajo de interpretación sobre los dos primeros puntos aparece saturado desde el gran debate alemán de la segunda mitad del siglo XIX y sus repercusiones francesas más notorias (Delbos, Huan, Lachièze-Rey), dejándonos frente al principio de una respuesta que aparta la sospecha de inconsistencia pero no ilumina por eso los pormenores de la paradoja; en cambio, la exégesis permaneció singularmente silenciosa sobre el tercer punto, ya sea por juzgar vulgar lo que está en juego (las consecuencias concretas del 7
Una física del pensamiento
despliegue de hipótesis abstractas), ya sea, más sencillamente, por ignorarlo (por no tomarse en serio la radicalidad de la tesis spinozista). Sin embargo, queda claro lo que está en juego en esta tercera duda: va en ella la independencia del pensamiento en tanto que atributo, por tanto la consistencia conceptual de una tesis que, en tanto que tal, sigue siendo una abstracción; quizás se juega también, más subterráneamente, lo que entendemos por teoría filosófica, y por comprensión de una teoría. Muy a menudo se olvida que los objetos de la filosofía no existen ni se “ven” fuera de su enunciación1. Si la verdad del concepto de atributo fuera que, de una supuesta infinidad de objetos, solamente dos caen bajo la mirada del espíritu humano, y uno de ellos lo hace muy oscuramente, seguramente las cosas irían mal para el spinozismo. Para que el devenir del pensamiento no se reduzca al calco ideal del devenir de los cuerpos, y para que de ese modo se salve la multiplicidad, hace falta al menos producir índices de autonomía, el esbozo de una formalización independiente: se ve que las dos dudas más glosadas, en cierta parte, dependen de la tercera. Ahora bien, si en los comentarios la niebla más espesa envuelve el devenir efectivo del pensamiento según Spinoza; si uno se contenta tan a menudo con conjeturas vagas o muy inconsecuentes respecto de los “modos infinitos” del atributo Pensamiento, como si se tratara de curiosidades exóticas sin nada verdaderamente en juego, es sin duda porque se da por ausente la física spinoziana del pensamiento. El presente libro aporta sobre este punto un desmentido: esa “física” parece ausente porque no se la busca donde hay que hacerlo. Se la busca instintivamente del lado de una mecánica ideal, semejante a la del cuerpo –excepto porque lidia con ideas… Se desconoce así la amplitud de visión del spinozismo: si las ideas son de una naturaleza distinta a la de los cuerpos, si una idea no puede ser “terminada” por un cuerpo, ni inversamente, no hay ninguna razón para que la causalidad obedezca al modelo único de las leyes del choque, y la cuestión no podría reducirse a una simple transposición metafórica. Hay que investigar entonces si Spinoza no ha intentado en realidad sobreponerse al obstáculo del materialismo vulgar proponiendo, por medios filosóficos inéditos, el bosquejo de una formalización autónoma de la naturaleza pensante. La entrada se hace aquí a través de una noción habitualmente descuidada, que no por ser secundaria está menos presente en todos los momentos decisivos de la construcción, y constituye por tal motivo un valioso revelador: la forma. Ordinariamente se tiene a Leibniz por el gran renovador 1
Esta cuestión no se confunde con la de su correlato en el mundo.
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Introducción
de la noción de forma, habida cuenta de su famosa consigna: “rehabilitación de las formas sustanciales”. Pero Spinoza es el primero en asimilar la crítica cartesiana para superarla, proponiendo expresamente bajo el nombre de forma el concepto de individualidad que le faltaba al mecanicismo2. Toda la Ética está preocupada por esta conversión de la noción: se trata de ir desde el juego no reglado de las formas (parte I) a la naturaleza concebida como elemento de la transformación legal (prefacio de la parte III), pasando por una definición original (parte II) de la cual se desprenden asimismo los principios de una medicina (partes IV y V). Ese derrotero parece concernir solo al cuerpo; la definición de forma, sin embargo, está dada en el De mente, en el marco de una interrogación sobre la “forma del hombre” y sobre el “ser formal del espíritu humano”. Hay que preguntarse entonces si hay allí más que una homonimia o un vestigio del uso escolástico. La indagación muestra que es así, y que se abre en ese sitio la más extraña comarca especulativa del spinozismo –aquella que conduce, al precio de la elaboración de una lengua especial, a una teoría del universo pensante (“entendimiento infinito”). Las famosas extravagancias verbales de la parte II de la Ética adquieren entonces todo su sentido: lejos de contribuir a la opacidad del libro, no tienen más vocación que la de instaurar un plano inédito de pensamiento, y la de elevar hasta él al lector que acepta el ejercicio. Creemos además que es preciso no traducir, sino aprender a hablar el spinoziano (la famosa tesis de la mens idea corporis deviene entonces algo distinto a un término, y ciertas imágenes interpretativas se disipan). Finalmente, esta relectura de la parte II de la Ética ilumina el recordatorio insistente de la correlación psicofísica en las dos últimas partes de la obra, cada vez que se trata la transformación individual (aliam formam induere, in aliam formam mutare). No solamente todos los análisis spinozianos de fenómenos mentales, desde el sueño hasta la amnesia, desde la alucinación hasta la idea negativa, deben ser revisados desde el punto de vista de esta física cogitativa general, que se rehúsa a considerar al espíritu individual lo mismo que al cuerpo “como un Estado en el Estado”, y que lo reubica en la red causal infinita de una Naturaleza; sino que la pregunta misma por el estatuto de la idea (noción común, intuición del tercer género) recupera sus condiciones apropiadas –las de una pregunta planteada antes de la división abstracta de la pregunta epistémica y de la ontológica. 2 En otra obra, Le conservatisme paradoxal de Spinoza. Enfance et royauté (PUF, coll. “Pratiques théoriques”), mostramos las apuestas ético-políticas de los conceptos de forma y de transformación, abordando principalmente el problema de la educación.
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Una física del pensamiento
Esta obra se propone entonces cuatro tareas: 1º) exponer la renovación spinoziana de la noción de forma; 2º) ir de la individuación corporal a la individuación ideal; 3º) despejar los principios del idioma spinoziano que da acceso al plano del entendimiento infinito; 4º) reconstituir la gran psicopatología de la Ética.
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