NOTA Publicado en Pa Papeles peles Insumisos, Archivo Digital de Sexualidad y Capitalismo el 24 de Marzo de 20 13, a 37 años del Golpe de Estado del ‘76 en Argentina. En la última dictadura militar (llamada por sectores conservadores, los militares, la Iglesia y los empresarios), más de 30mil compañerxs fueron detenidxs y desaparecidxs en un plan de exterminio sistemático con el n de cortar el ascenso obrero y popular iniciado a nes de la década de los ‘60 e imponer los planes económicos del imperialismo para la región. Así como muchxs otrxs, los militantes del FLH -como Néstor Perlongher o Héctor Anabitarte- tuvieron que exiliarse a mediados de los ‘70. Si bien el informe de 1984 de la Comisión Nacional por la Desaparición de Personas no dió constancia de esto, Carlos Jáuregui en su libro La Homosexualidad en la Argentina declaró Argentina declaró que “uno de los integrantes responsables de la CONADEP [el ra bino Marshal Meyer] arma la existencia de, por lo menos, 400 homosexuales integrando homosexuales integrando la lista del horror. El trato que recibieron, nos informó, fue similar al de los compañeros judios desaparecidos: especialmente sádico y violento. En su totalidad fueron violados por sus moralistas captores”1 Estos detalles habrían sido omitidos por presiones del ala católica de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. A la fecha no existen datos que permitan precisar si las identidades sexuales fueron motivo particular de detención, aunque sí se puede armar que fueron motivo de especial saña por parte de los captores.
Incluímos al nal de los artículos un pequeño anexo fotográco.
1 Carlos Jáuregui, La Homosexualidad en la Argentina, p.171. [Citado por O. Bazán en Historia de la Homosexualidad en la Argentina , p.387]
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El contexto En el año 1969, un grupo de homosexuales, reunidos en un conventillo de un suburbio porteño, dan nacimiento al primer intento de organización homosexual en la Argentina: el Grupo Nuestro Mundo. Sus integrantes, en su mayoría activistas de gremios de clase media baja, liderados por un ex militante comunista degradado del partido por homosexual, se dedican durante dos años a bombardear las redacciones de los medios porteños con boletines mimeográcos que pregonaban pregonaban la liberación homosexual. En agosto de 1971, la ligazón de Nuestro Mundo a un grupo de intelectuales gays inspirados en el Gay Power Power americano, da nacimiento ocial al Frente de Liberación Homosexual de la Argentina. 1969 y 1971 no sólo son importantes como jalones de la lib eración gay; también marcan momentos decisivos en la vida política nacional. 1969 es el año del Cordobazo, una insurrección popular con epicentro en la ciudad de Córdoba que terminó volteando al régimen autoritario del general Onganía. En 1971 sobreviene una intensa radicalización: aparecen gremios izquierdistas, movimientos estudiantiles antiautoritarios; y se inicia la administración liberal del militar Lanusse, que habría de entregar el poder al peronismo en las elecciones de 1973. ¿A qué estas referencias? Es que el F LH surge en medio de un clima de politización, de contestación, de crítica social generalizada, y es inseparable de él. Como buena parte de los argentinos de entonces, cree en la “libera ción nacional y social”, y aspira al logro de las reivindicaciones especíca mente homosexuales en ese contexto. No sólo congura la reacción de la minoría homosexual ante una tradicional situación de opresión, que la dic2 El ensayo, una visión histórica retrospectiva del FLH, fue incluido en el libroHomosede Zelmar Acevedo, Ediciones del Ser, Buenos Aires, 1985. Es curioso que Perlongher Perlongher nunca lo mencionara entre entre sus textos publicados. xualidad: hacia la destrucción de los mitos,
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tadura militar instaurada en 1966 había llevado a extremos sin precedentes; también encarna el deseo de una minoría “esclarecida” —por decir así— de homosexuales, de participar en un proceso de cambio presuntamente revolucionario, desde un lugar en que sus propias condiciones vitales y sexuales pudieran ser planteadas. Tanto la sincera necesidad de liberarse de un machismo profundamente anclado en la sociedad argentina, como la convicción de que esa lib eración no podía sino producirse en el marco de una transformación revolucionaria de las estructuras sociales vigentes, constituyen elementos constitutivos del movimiento gay argentino, que aparecen constantemente a lo largo de toda su historia.
La formación de los grupos Los primeros integrantes del FLH se planteaban actuar como un movimiento de opinión, encuadrado dentro de categorías ideológicas marxistas. Pero el ingreso al Frente, en marzo de 1972, de una decena de estudiantes universitarios —el grupo Eros—, algunos provenientes de la izquierda o el anarquismo, imprimió al movimiento una tónica agitativa, distinta a las previsiones iniciales. Sirvió, además, para una profusa polémica, reejada en el primer Boletín del F LH, aparecido en marzo de 1972, donde se reproducen dos documentos contrapuestos: en uno de ellos, se planteaba que el objetivo del FLH era lograr que la izquierda incorporara las reivindicaciones homosexuales a sus programas; en otro, se privilegiaba el papel de la sexualidad y se hablaba con escepticismo de “cincuenta años de revoluciones socialistas”. Las sutiles diferencias no impidieron conuir en Puntos Básicos de Acuerdo, que habrían de constituir el programa del amante movimiento. En ellos, básicamente, se partía de las “reivindicaciones democráticas especícas” —el inmediato cese de la represión policial antihomosexual, la derogación de los edictos antihomosexuales y la libertad de los homosexuales presos—, se caracteriza el modo de opresión sexual “heterosexual compulsivo y exclusivo” vigente como propio del capitalismo y de todo otro sistema autoritario, se llama a la alianza con los “movimientos de liberación nacional y social” y con los grupos feministas. En lo organizativo, el FLH se denía como una alianza de grupos au-
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tónomos, que coordinaban acciones comunes entre sí. En el momento de apogeo (septiembre 72 - agosto 73) el movimiento llegó a contar con alrededor de diez de tales grupos, constituido por unos diez militantes y una buena cohorte de simpatizantes cada uno. Los más importantes eran: Eros, Nuestro Mundo, Profesionales, Safo (formado por lesbianas), Bandera Negra (anarquistas), Emanuel (cristianos), Católicos Homosexuales Argentinos, etc. La actividad se circunscribió a Buenos Aires, lográndose contactar simpatizantes en Córdoba, Mendoza y realizar acciones en Mar del Plata, en conjunto con las feministas locales. En 1975 un comunicado reproducido por una revista porteña dio noticia de la formación de una Agrupación Homosexual en Tucumán. La clandestinidad en que se manejó el FLH dicultó considerablemente los contactos, ya que estos debían hacerse por vía personal.
Eros se dio a organizar volanteadas y pintadas en lugares públicos, eligiéndose el 21 de setiembre —día de la primavera— como una fecha de movilización especial. En los panetos solía esgrimirse una consigna, representativa de la ideología del movimiento, “Amar y vivir libremente en un país liberado”, además de las reivindicaciones antipolicíacas. Con estos métodos de agitación callejera el F LH buscaba mantener viva su presencia. Otros slogans agitados f ueron: “Machismo = Fascismo”; “El machismo es el fascismo de entrecasa”; “Por el derecho a disponer del propio cuerpo”; “Soltáte”, etc. En algunas oportunidades se hicieron llegar envíos a los homosexuales presos. Para reunir fondos, se recurría a grandes estas, en las cuales se solicitaban contribuciones y se repartían materiales. Cada miembro aportaba, además, una cuota mensual.
Las tareas Para su crecimiento, algunos grupos apelaron a la realización de “reuniones de información”, por donde desló buena parte del ambiente gay porteño. Se reunían grupos de homosexuales en casas particulares y se explicaban los lineamientos generales. De allí fueron saliendo los militantes. En la práctica, se pretendía, además de la concientización especícamente gay, cierto grado de politización. Ello espantó del Frente a los homosexuales burgueses: el movimiento siempre fue extremadamente pobre, sin recursos materiales, e integrado en su mayoría por gente de clase media y media baja, con algunos proletarios y lúmpenes. En el seno de las reuniones, se esbozaban técnicas de concientización —tomadas del feminismo— que pretendían descubrir, aparte de discursos individuales sobre un tema dado (la familia, la culpa, etc.), los lineamientos comunes de la opresión. A partir de allí, se pretendía transformar esa conciencia de la opresión en una fuerza de modicación revolucionaria. Se abjuraba del “tapadismo”, del disimulo; se analizaban los mecanismos de marginación y “enghetización” “enghetización”.. Otros grupos —como el de “profesionales”—, se abocaban a la confección de documentos teóricos y a la realización de una encuesta sobre homosexualidad que, nalmente, nunca llegó a ser procesada.
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Peronismo y desencanto En 1972, el peronismo se lanzó decididamente a la conquista del gobierno por vía electoral. Una buena parte del FLH sucumbió ante el discurso populista de la Juventud Peronista y participó en algunas de sus movilizaciones. Ante las elecciones nacionales de marzo de 1973, el FLH multiplicó sus contactos políticos con escaso éxito: sólo consiguió ser reconocido — aunque no públicamente— por los trotzkystas del Partido Socialista de los Trabajadores. Finalmente, emitió una declaración llamando a votar “contra la dictadura de Lanusse” —la que, sin embargo, había tolerado cierta liberalización, como la apertura de boites bailables y saunas gays, no exentos, sin embargo, de cierto hostigamiento policial. El triunfo del peronismo aparejó una conmoción a la que la mayoría del Frente no pudo ser ajena; a partir de ella, se multiplicaron las intervenciones en actos públicos. En uno de ellos, realizado en la Facultad de Filosofía en demanda de la libertad de los presos políticos, se leyó, entre murmullos de desconcierto, la adhesión del FLH. Una volanteada en un festival de rock organizado por la Juventud Peronista valió al FLH la participación en el grupo Parque —integrado fundamentalmente por rockeros que aspiraban a no verse marg inados del proceso político— que se prolongó hasta nes de 1973. Mientras duró la experiencia, miembros del FLH intervenían en grupos de discusión públicos que se
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reunían en un parque. En mayo de 1973, la mayoría del FLH —con importantes disidencias— decide participar en las movilizaciones de asunción del gobierno peronista, celebrada en la Plaza de Mayo. Se consiguió arrastrar a unos 100 homosexuales, bajo un cartel que reproducía un verso de la Marcha Peronista Peronista —“para que reine en el pueblo el amor y la igualdad”— y con volantes que pretendían demostrar la ligazón entre la liberación nacional y la liberación sexual. El grupo gay fue atacado por peronistas de “derecha”, pero defendido por otros de “izquierda”. A ello siguió la participación, el 20/06/73, en la movilización de bienvenida al General Perón, que terminó en el episodio conocido como “la masacre de Ezeiza”. Ezeiza”. Estas intervenciones le valieron al FLH cierta publicidad; una revista sensacionalista — Así — publicó en primera página un reportaje al grupo. A consecuencia de él, el ala fascista del peronismo empapeló la ciudad con carteles contra “el ERP, los homosexuales y los drogadictos”. Simultáneamente, se reanudaban las razzias contra bares gays; y militantes gays eran detenidos y golpeados por la policía, llegándose a allanar el domicilio de uno de ellos. En un reportaje público, la Juventud Peronista negó la participación g ay en sus las. En un acto, militantes montoneros lanzaron la consigna: “No somos putos, no somos faloperos” (drogadictos). Sobrevino, abruptamente, la ruptura. Cabe destacar que, en el corto romance con la izquierda peronista, el FLH no logró, ni una sola vez, entrevistarse ocialmente con la dirección de la JP. Desencantado del peronismo, el FLH intentó volcarse a la izquierda. Participó —bajo un cartel con sus siglas— en las movilizacion movilizaciones es de repudio al golpe de Pinochet en Chile (setiembre de 1973 1973). ). Sucedió allí un fenómeno curioso: las agrupaciones izquierdistas se corrían de lugar en la columna para no quedar cerca de los gays; nalmente, algunos trotskystas y anarquistas aceptaron la contigüidad. En esa época, el FLH pudo arengar desde los micrófonos de una boite gay; pero de allí fue expulsado, hacia octubre de 1973, bajo la acusación de “comunista”.. Poco después esa boite —Monalí, de Lanús— era baleada por “comunista” comandos derechistas, agredidos los concurrentes, y nalmente clausurada. Durante el primer semestre de 1973, el Frente hizo circular, entre algunas instituciones (Asociación de Psicólogos, Federación de Psiquiatras, Asociación de Abogados) un documento postulando el n de la represión policial a los homosexuales, a n de procurar su aval para una presentación ante el nuevo gobierno. Pero el rápido proceso de derechización frustró
tales proyectos. A nes de 1973, las esperanzas del F LH —y de los gays por él representados— de obtener un inmediato cese de la represión policial antigay,, se hallaban denitivamente desvanecidas. Asestando duros golpes a las gay ilusiones liberacionistas, la policía no cambió un ápice su actitud tradicional y siguió organizando razzias. En concomitancia con tales sucesos —que demostraban la incorrección de las expectativas que los ideólogos del FLH habían depositado en el peronismo— la expectante indiferencia de la gran mayoría de la comunidad homosexual porteña hacia los planteos liberacionistas, fue convirtiéndose, paulatinamente, en abierta hostilidad.
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La revista Somos A nes de 1973, el FLH consideró llegado el momento de prestar un poco más de atención a la comunidad homosexual, descuidada entre tanto activismo político, y decidió la edición de la revista Somos . Con anterioridad (junio de 1973) se había editado el único número del periódico Homosexuales ; pero la inclusión en él de un artículo titulado “Machismo y opresión sexual”, en el que, tras un muy interesante análisis, se armaba que el afeminamiento gay era la contracara del machismo, motivó que buena parte de los militantes se negaran a distribuirlo. La discusión so bre la “marica” y el travestismo —expresión revolucionaria y pro-feminista para algunos, rearmación de la opresión para otros— consumió buena parte de las energías intelectuales del movimiento. En diciembre de 1973, Perón —presidente por tercera vez— lanza una “Campaña de Moralidad”, Moralidad”, a la que el FLH responde con un volante titulado “La Tía Margarita impone la moda Cary Grant” —en alusión a Margaride, entonces Jefe de Policía—, que despertó cierto eco positivo entre gays y rockeros. Para la misma época, sale por primera vez la revista Somos, que habría de editar ocho números, hasta enero de 1976. Somos llegó a tener un tiraje máximo de quinientos ejemplares, que se distribuían mano a mano. Estaba pobremente impreso —por fotoduplicación— y pretendía ser un instrumento de trabajo concientizador. Incluía trabajos teóricos, informaciones, literatura, etc. Siempre se editó clandestinamente. En algunos números se puso una dirección de un movimiento yanqui. Es quizás más válida como testimonio que como material en sí;
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su último número termina siendo una antología de documentos, prácticamente incomprensibles para quien careciera de una formación teórica política-sexual gay. gay. Una de sus iniciativas más brillantes —la publicación de los términos con que se alude al coito en la Argentina (más de cien) — fue recibida escandalizadamente por los lectores.
Feminismo y política sexual Desde el comienzo, el FLH se preocupó por entablar cordiales relaciones con los dos grupos feministas existentes: Unión Feminista Argentina y Movimiento de Liberación Femenina (separados por cuestiones personales y metodológicas antes que ideológicas)... y lo logró. Yaa en 1972 la participación en un debate sobre sexualidad, organizado Y por la revista 2001, había resultado en la formación del Grupo Política Sexual, una especie de usina ideológica del liberacionismo sexual, que se enriquecería, a partir de 1974, con la participación de feministas y varones heterosexuales “concientizados”. “concientizados”. El G PS se prolongó hasta enero de 1976, dando lugar a fructíferas discusiones semanales; también se dictan conferencias sobre sexualidad y se constituye una Comisión contra la Prohibición de los Anticonceptivos —donde intervienen también feministas socialistas—. Se produjo un documento, titulado “La Moral Sexual en la Argentina”. En ocasión de la expulsión de homosexuales de un colegio protestante tercermundista, se entrevistó al director del establecimiento, solicitándole la revisión de la medida. Paralelamente, el FLH edita un documento —“Sexo y Liberación”—, especie de compendio teórico-ideológico del liberacionismo gay argentino. A partir de categorías marxianas, se analizaba el papel de la opresión sexual en el mantenimiento de la explotación, y terminaba deniendo al FLH como “un movimiento anticapitalista, antiimperialista y antiautoritario, cuya contribución pretende ser el rescate para la liberación de una de las áreas a través de la cual se posibilita y sostiene la dominación de la mujer y del hombre por el hombre, en el convencimiento de que ninguna revolución es completa, y por lo tanto, exitosa, si no subvierte la estructura ideológica íntimamente internalizada por los miembros de la sociedad de dominación”.
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Represión y disolución La tolerancia del gobierno hacia el accionar de los grupos parapoliciales de derecha se acentúa tras la muerte de Juan Perón y la asunción del mando por su esposa Isabel, rodeada de un entorno fascista. A mediados de 1975, el semanario fascista El Caudillo —ligado Caudillo —ligado al elenco gobernante— llama a aca bar con los los homosexuales y propone lincharlos, haciendo abierta referencia referencia al FLH. En esos momentos, buena parte de los militantes y simpatizantes se alejan, proponiendo la disolución; empieza a cundir el terror. A mediados de 1975, el Frente se halla reducido a no más de 30 integrantes, que optan por la radicalización antes que por la moderación. Se crea un grupo de estudio sobre psicoanálisis y lo que restaba del movimiento deviene un grupúsculo meramente teórico. En derredor, la represión represión policial se intensicaba; ya había s ido declarado el Estado de Sitio, en el marco del enfrentamiento entre el Ejército argentino y la guerrilla. Con relativo eco, el FLH multiplica los llamamientos internacionales, ante diversos movimientos a los que había tenido la precaución de ligarse —en especial los más radicalizados, tales como el FUO RI italiano—, esparciendo las nuevas sobre la represión en Argentina y Chile. Finalmente, en momentos en que se preparaba una acción en repudio a las declaraciones del Papa Paulo VI contra la homosexualidad, un allanamiento policial asesta un severo revés al movimiento. Producido el golpe militar de marzo de 197 1976, 6, los últimos miembros del FLH, desgarrados por disputas en torno a la responsabilidad individual respecto de la represión, consideran que carecen de toda posibilidad de seguir funcionando, y deciden, en junio de 1976, disolverse. Algunos militantes militantes huyen a España y organizan un FLH argentino en el exilio, carente empero de toda representatividad, puesto que el movimiento había previamente optado por la disolución. La dictadura militar de Videla desata una persecución sistemática contra los homosexuales, que, además de imposibilitar toda forma de organización, obliga a destinar todas las energías a la supervivencia individual.
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Epílogo En cuanto a sus resultados concretos, la experiencia del F LH argentino constituye, a todas luces, un fracaso. No consiguió imponer una sola de sus consignas, ni interesar a ningún sector trascendente en la problemática de la represión sexual, ni —tampoco— concientizar a la comunidad gay argentina. Para quienes han intervenido consecuentemente en él constituye, empero, una experiencia indeleble; y demostró, en última instancia, que un alto grado de concientización es posible aún en el contexto de una sociedad tan altamente represiva como la Argentina. A la distancia, la tendencia del FLH a la hiperpolitización puede leerse como una postura delirante; cabría analizar analizar,, empero, si una sociedad que es capaz de pergeñar dictaduras tan monstruosas no hace que, necesariamente, cualquier planteo mínimamente humanista —como el reclamo de una mayor libertad sexual— tienda a convertirse en un cuestionamiento radical de las estructuras socioculturales en su conjunto.
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MANIFIESTO
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Debemos comenzar preguntándonos qué factores inherentes al ser humano como especie crean, mantienen y perpetúan el origen de la dominación. Porque si no tuviéramos en claro esos factores, nos resultaría imposible explicar por qué los seres humanos aceptan e incluso deenden la opresión a la que se los somete, que les quita desde su salud física hasta su libertad. Siendo la característica del sistema de producción capitalista la producción para el benecio de una clase dominante, es interés de esa clase el esta blecimiento lapidario de la dominación dominación sobre el resto de los seres seres humanos. De este modo, los individuos son moldeados para ser dominados y/o para dominar, y esto se realiza a través de especícos y poderosos mecanismos psicológicos, mecanismos que en último término acaban sosteniendo y perpetuando ese orden de la dominación. Lo importante es entonces discernir los vínculos existentes entre la estructura de la explotación (extracción de plusvalía) y la ideología cotidiana que envuelve cada uno de esos actos, por mínimos que sean, de los individuos. Pues (y esto es necesario recalcarlo una vez más), en tanto que el sentido, el propósito y el eje del sistema de dominación es asegurar la explotación de la fuerza de trabajo en benecio de una clase, todos los actos de todos los individuos están dirigidos hacia ese n supremo. Ningún área del comportamiento individual puede escapar a esta sobredeterminación, pues entonces el individuo quedaría libre para poner en tela de juicio el sistema de dominación. Es por ello que todos los actos privados y todos los actos comunales de todos los individuos resultan ser actos que cumplen una función política. Todo ser humano enfrenta, desde su nacimiento, a un grupo primario: la familia. ¿Qué signica la familia? A un ser como el humano, cuyo período de aprendizaje (infancia) es el más prolongado de la escala biológica, le es necesaria una agencia social especícamente encargada de orientarlo, ayudarlo y mantenerlo en ese proceso. Esto signica que la familia es una fá brica de seres seres humanos sociales. sociales. Ahora bien, en la medida en que un grupo social basado en la explotación necesita gente preadaptada para entrar en el
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proceso de producción alienada, la familia, sustentadora, debe convertirse en una agencia de-formadora. Se trata de una microsociedad que reproduce en almácigo el sistema que la nutre. La gastada armación de que “la familia es la base de la sociedad” adquiere sociedad” adquiere plena validez: lo es porque reproduce todas sus características y porque es la agencia de producción de seres humanos condicionados al sistema. En la familia standard hay un detentar del poder, el macho, que, en la medida en que maneja el poder económico en la familia y el poder político en la sociedad, maneja por derecho propio el sistema de relaciones familiares y su extensión, las relaciones sociales. El objeto de su dominación es, en primer lugar, la mujer; y en segundo lugar, los hijos, que son el producto-mercancía de la fábrica familiar. El sentido último de la familia es producir seres que remplacen a sus progenitores en sus t areas, inculcándoles antes los mecanismos de la dominación para que las realicen sin protesta. De tal manera se verica y asegura en este nivel, al igual que en las demás escalas de la vida social, la dicotomía opresores/oprimidos. Esta dominación no es sólo una cuestión teórica abstracta, sino que, como dijimos, preside todos los actos cotidianos. Se revela en esencia en el poder sexual del macho sobre la hembra en el coito. El coito deviene una institución estructurada culturalmente para la satisfacción del varón, que detenta toda la iniciativa, y que posee el derecho legítimo a gozar. Esta dominación en el coito es en última instancia, en el terreno ideológico, la manifestación objetiva de la dominación de la mujer por el varón en la vida cotidiana. Así la mujer deviene un objeto de placer y de re-producción. Es necesario remarcar que el sistema le impone la obligación de realizar las tareas del hogar sin darle derecho a ninguna remuneración, lo cual desenmascara su verdadera situación: la esclavitud doméstica. La inserción de las mujeres al aparato productivo minó relativamente la autoridad del macho e inspiró exigencias a las mujeres. Sin embargo, las conquistas logradas por las mujeres no consiguieron alterar—hasta el momento—la esencia del sistema de dominación machista. De hecho, los varones siguen manejando los resortes básicos del proceso de producción, y continúan jugando el papel protagónico en el sexo. El núcleo de la opresión de la mujer, sigue, pues, intacto. Esta pareja de dominación, en la que la nueva igualdad es un un“bluff” “bluff” , se reproduce, tiene hijos, y se forma para ello. Los hijos son los objetos de la dominación paternal. El padre, que controla los ingresos, posee concomitantemente el poder de emitir órdenes inapelables, abonado por la falaz ideología de que el niño es un incapaz crónico sin poder ni derecho de elegir sus actos. Es un objeto de posesión de sus padres, situación sancionada
por el concepto jurídico de patria potestad. La sexualidad infantil está negada explícitamente por la ideología del sistema; en tanto que, sin embargo, ella existe objetivamente, esta negación funciona en la práctica como una mutilación. ¿Cómo es realmente la sexualidad infantil? La sexualidad infantil muestra la variedad de impulsos de todo tipo y objeto que conforman la libido humana, y en este sentido, es el rostro más auténtico de la vida. Lo real es que en la sexualidad, en la multiplicidad y riqueza de sus potencialidades está inscripto el primer atisbo de libertad que encontramos en la naturaleza, y es este enorme caudal de energía potencial de la libido lo que debe ser desviado hacia la meta social del trabajo enajenado. La castración de la sexualidad tiene como objetivo introducir la dominación característica del sistema en la mente misma, en su intimidad, a n de “ablandar” al ser humano en campo fértil para la ideología del sistema y para el trabajo enajenado. Un ser humano que hace objeto de dominación a sus impulsos sexuales, no se extrañará de encontrar reprimidos y dominados en el mundo social; un ser humano que hace objeto de dominación a sus impulsos sexuales, está preparado para adoptar sin extrañeza el papel de dominador y/o dominado. En el sistema de castas, los varones son educados en la dominación, y las mujeres en la sumisión. El individuo internaliza los mismos roles que encuentra en la familia: será el padre opresor si es macho, o la madre sumisa si es hembra. La gura autoritaria del padre es reproducida luego en la gura del policía, del patrón, del Estado, sostenedoras del sistema ante las que los individuos se inclinarán como ante el padre. Así, el esquema de dominación es traspasado elmente al individuo a través de la familia. En el sistema de clases, cada cual recibe el entrenamiento según el que le está predestinado. El hijo de burgueses es educado para mandar al proletariado y para obedecer a su vez a sus superiores jerárquicos. El hijo del proletario es educado para ser obrero, o sea, para obedecer al patrón—o eventualmente para intentar ser a su vez patrón. La dominación de la libido (la sexualidad) culmina con su reducción a determinadas partes del cuerpo, los genitales. En realidad, todo el cuerpo es capaz de aportar al goce sexual, pero la sociedad de dominación necesita de la mayor cantidad de zonas del cuerpo posibles para adscribirlas al trabajo. La genitalización está destinada a quitar al cuerpo su función de reproductor de placer para convertirlo en instrumento de producción alienada, dejando a la sexualidad sólo lo indispensable para la reproducción. Es por eso que el sistema condena con especial severidad todas las formas
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de actividad sexual que no sean la introducción del pene en la vagina, llamándolas “perversiones”, desviaciones patológicas, etc. Para encadenar el ser humano al trabajo alienado es necesario mutilarlo reduciendo su sexualidad a los genitales. Debemos recordar que estos procesos se dan dentro de un marco socioeconómico especíco caracterizado por la explotación. Las clases dominantes realizan un manejo muy particular de un proceso universal inherente al ser humano como especie: el libre desarrollo de la energía sexual y sus nes. Las clases dominantes conforman y estatuyen el proceso de s ocialización en vistas a su objetivo, la producción enajenada, convirtiéndolo en un proceso de transformación de la energía sexual libre en trabajo alienado. Este esquema sexual ha perdido su característica rigidez del siglo anterior,, y ello no es casual. A medida que el capitalismo se desgasta, a causa de rior sus propias contradicciones internas, van revelándose sus bases de miseria económica y sexual. Pero en la medida en que estas necesidades de libertad no son integradas a un planteo revolucionario explícito, es el mismo sistema el único que les da respuesta, manteniendo las mismas bases de la opresión sexual pero brindando satisfacciones ilusorias o sustitutivas. Así, por ejemplo, como respuesta a estas exigencias, el sistema produce y apaña una oreciente industria de la pornografía, que transforma al sujeto en espectador de sus propias fantasías sexuales, en lugar de convertirse en alegre actor de las mismas. ¿A quién benecia la preservación de las pautas morales tradicionales? A las clases dominantes, las que aseguran así que los individuos sometidos a su imperio sufrirán un proceso de socialización (la “educación”,destinada a proporcionarles servidores dóciles en forma continuada). Pero esta no es la totalidad del sistema de opresión machista. Aquellos individuos que no cumplen con el rol sexual establecido, los homosexuales, son vividos como un máximo peligro por este sistema, en tanto que no sólo lo desafían, sino que desmienten sus pretensiones de identicarse con el orden de la Naturaleza. La desexualización del cuerpo humano es obra de la cultura. En el caso del varón, ella multa el coito anal pasivo, la utilización del ano como zona sexual a pesar de que éste está rodeado de terminaciones nerviosas eróticas. También están fuertemente censuradas las tetillas masculinas, a pesar de ser áreas erógenas, por su sola semejanza a la anatomía femenina. Pero esto importa aplicar categorías teológicas a la sexualidad humana, y es en tal intento donde debemos ver la enfermedad de la cultura. Si el sexo tiene alguna función es la de unir a los seres
humanos en formas constantemente renovadas y creativas. Lo contrario signica reducir al sexo a una sola de sus posibilidades—la reproducción. Es por eso que la cultura machista necesita calicar a los homosexuales de “degenerados”, “enfermos”, “anormales”, “delincuentes”. En realidad, los homosexuales reivindican, de hecho, las posibilidades plásticas inherentes a la libido humana, que el sistema de dominación sexista se empeña en mutilar. Es el proceso de socialización alienado el que introduce la separación entre lo bueno y lo malo, la culpa y la mala conciencia. Esta desigual repartición de poder sexual en favor de los varones heterosexuales se reeja en una poderosa ideología (internalizada compulsivamente por los miembros de nuestra sociedad): quienes violan sus leyes—algunas escritas y otras no, pero totalmente efectivas y vigentes—no reciben sólo una sanción moral, que sería la culpa, sino que son penados a través del propio aparato represivo del Estado. Los homosexuales son los chivos emisarios de la represión sexual, sobre los cuales recaen los castigos más severos e inmediatos. El Frente de Liberación Homosexual considera llegado el momento histórico de proponer y comenzar a realizar una revolución que, simultáneamente con las bases económicas y políticas del sistema, liquide sus bases ideológicas sexistas, teniendo en cuenta que, de lo contrario, el sistema de opresión se reproducirá automáticamente después de un proceso revolucionario que sólo altere las esferas política y económica. Nuestro Movimiento surge como una organización de homosexuales de ambos sexos que no están dispuestos a seguir soportando una situación de marginación y persecución por el solo hecho de ejercer una de las formas de la sexualidad. Como hemos pretendido demostrar, esta persecución tiene una raíz netamente política. El sexo mismo es una cuestión política. En esa medida, la liberación que postulamos no puede tener lugar dentro de un sistema económico de dominación, tal como lo es el capitalismo dependiente argentino. Pero partiendo de nuestra propia marginación, cuestionando desde allá a la sociedad sexista, llegamos a un cuestionamiento global de la sociedad. Los homosexuales somos un sector del pueblo que padece una forma de represión discriminada y especíca originada en los intereses mismos del sistema, e internalizado por la mayoría de la población, incluso por algunos sectores pretendidamente revolucionarios. En ese sentido, permanecen intactas muchas de las formas del prejuicio antihomosexual, disfrazadas a veces de críticas políticas. Por ejemplo, se plantea a título de objeción que la homosexualidad es un producto del capitalismo decadente. Sin embargo, sociedades ni capitalistas ni decadentes, como la incaica la practicaron y
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SEXO Y REVOLUCIÓN
FRENTE DE LIBERACIÓN HOMOSEXUAL
alabaron. Hemos visto ya, además, que la libido humana original no desdeña ninguna de sus posibilidades. Detrás de ese planteo se oculta la incapacidad para formular un orden nuevo, una cotidianeidad verdaderamente revolucionaria. Otra objeción es que el F.L.H. es un movimiento sectario, en tanto que no se integra a los movimientos de liberación política. La razón es muy simple: a nosotros, como a todos los marginados, no nos va a defender nadie, salvo nosotros mismos. En realidad, el argumento es falaz: en los hechos quienes nos marginan son ellos. Algunos planteos tienden a considerar como contradictorio el hecho de que mientras postulemos la liberación sexual, nos organicemos como un grupo de homosexuales. Hacerlo de otro modo signicaba disolver nuestra opresión especíca, olvidando que sobre nosotros pesa una condena explícita. Los oprimidos especícamente por el sexismo en el seno de esta sociedad capitalista somos los homosexuales y las mujeres; y los varones heterosexuales adquieren objetivamente, socialmente hablando, el carácter de grupo opresor opresor.. Por supuesto, este carácter de opresores no es elegido libremente por ellos sino que les es culturalmente impuesto por la sociedad de dominación. Existe un evidente desfasaje entre la política como actividad externa, social, y la política como actividad privada, individual, interna. La ideología no es sólo una superestructura intelectual montada sobre las bases afectivas del ser humano, sino que esas bases afectivas están estructuradas en un sentido político desde la cuna por la sociedad en que el individuo nace. La política es algo que se ejerce en todos los momentos de la vida cotidiana y que se trasluce en todas nuestras elecciones, por ínmas que sean. También También por ende el cuestionamiento revolucionario de la sociedad de dominación debe extenderse a todas sus esferas de actividad. Una praxis revolucionaria que no ponga en tela de juicio la moral burguesa, la está aceptando objetivamente y perpetra por un lado lo que pretende destruir por el otro. La desintegración de la vida privada y la acción política posibilita además que muchas personas, después de largos períodos de militancia, sean recapturadas por la burguesía a través de la formación de una familia, de la construcción de un hogar y de la crianza de los hijos. El F.L.H. es una organización no verticalista ni centralista de homosexuales —en la que también pueden participar los heterosexuales que renuncien a sus privilegios— que se ha abocado a la tarea de integrar las reivindicaciones especícas del sector homosexual al proceso revolucionario
global. Es un movimiento anticapitalista, antiimperialista y antiautoritario, cuya contribución pretende ser el rescate para la liberación de una de las áreas a través de la cual se posibilita y sostiene la dominación de la mujer y el hombre por el hombre, en el convencimiento de que ninguna revolución es completa, y por lo tanto, exitosa, si no subvierte la estructura ideológica íntimamente internalizada por los miembros de la sociedad de dominación. Somos conscientes que el sistema maneja amplios sectores del pueblo valiéndose de la moral, o sea, de mentiras interesadas. Somos conscientes de que el pueblo mismo abandonará sus prejuicios, que constituyen una traba concreta para el desarrollo revolucionario, en la medida que nosotros, los homosexuales, formemos parte activa y militante de una lucha que es tam bién nuestra. Llamamos a los homosexuales, a las mujeres, a los verdaderos revolucionarios a realizar el esfuerzo que supone cuestionar las pautas originadas en el sistema de explotación, a n de recuperarnos a nosotros mismos como actores ecientes de una revolución sin retrocesos.
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ANEXO ANEX O FOTOGRÁFICO FOTOGRÁFICO
Algunos de los primeros militantes del FLH
Néstor Perlongher
Héctor Anabitarte
Manuel Puig
Militantes del FLH durante la asunción de Cámpora, 25 de mayo de 1973.
Juan José Sebrelli
Tapa de la Revista Somos N° 2, Febrero de 1974
Reportaje de la revista Así al recién conformado FLH.
Blas Matamoro