H. M. FEINSTEIN
LA FORMACIÓN DE WILLIAM JAMES
PAIDOS Básica
La casa de la familia James en 95 lrving Street, Cambridge
INDICE
Abreviaturas. Prefacio. Prólogo Libro uno: El abuelo 1. Los arrendatarios se convierten en propietarios
Libro dos: El padre 2. 3. 4. 5. 6.
Un crimen contra la infancia Fuga del Union Collega Un conflicto de voluntades Ideología para un pródigo Palabras y obra Libro tres: El hijo
7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19.
Una vocación de pintor La personalidad asesinada La teoría de la evolución en Harvard La ciencia básica contra la farsa de la medicina Vacaciones en Brasil El uso y abuso de la enfermedad Un médico inválido Una vida singular Una ventana ontológica Dos hermanos en la guerra y una hermana en el hogar Fortunas declinantes Una especie de fatalidad El profesor James Epílogo
ABREVIATURAS AJ
Jean Strouse. Alice James: A Biography (Boston, Houghton Mifflin, 1980).
AJL
Ruth Bernard Yeazell, The Death and Letters of Alice James (Berkeley, University of California Press. 1981).
CCNE Henry J ames, The Church of Christ Not an Ecclestasticism: A Letter of Remonstrance to a Member of the Soi-Disant New Church (Nueva York, Redfield, 1854). CER
W illiam James, Collected Essays and Reviews {Nueva York, Longmans, Creen, 1920).
CLC
Henry James, Christianity the Logic of Creation {Londres, Appleton, 1857).
CWE
Henry James, Charles W. Eliat, "2 vols. (Boston, Houghton Mifflin, 1930).
DAJ
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EHJ
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HJ
Leon Edel, Henry James, 5 vols. (Filadelfia, J.B. Lippincott, 1953, 1962, 1969. 1972.)
HJL
Leon Edel, comp., HenryJames Letters, 1843-1875,3 vols. (Cambridge, Belknap Press of Harvard University Press, 1974, 1975, 1980).
LM
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LWJ
Henry Jarnes. cornp., The Letters of William James, 2 vols. (Boston, Little, Brown, 1926).
MC
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MH
Biblioteca Houghton, Universidad de Harvard, Cambridge, Massachusetts: J ames Papers.
NE
Henry James, The Nature of Evil, Considered in a Letter to the Rev. Edward Beecher, D.D., Author of "The Conflict of Ages" (Nueva York. Appleton. 1855).
NN
Biblioteca Pública de Nueva York. Nueva York: División de Manuscritos y Archivos; Fundaciones Astor, Lenox y Tilden
NSB
Henry James Notes of a Son and a Brother (Nueva York, Charles Scribner's Sons, 1914).
PHJ
Frederic Harold Young, The Philosophy of Henry James, Sr. (Nueva York, Bookman Associates, 1951).
PP
William James, The Principles of Psychology, 2 vols, (Nueva York, Henry Holt, 1890).
S&S
Henry James, Substance and Shadow; 01' Morality and Religion in Their Relation to Life: An Essay upon de Physics of Creation (Boston. Ticknor & F ields, 1863).
SBO
Henry James, A Small Boy and Others (Nueva York, Charles Scribner's Sons, 1913).
SRFM Henry J ames, Society the Redeemed Form of Man, and the Earnest of God's Omnipotence in Human Nature (Boston, Houghton. Osgood.1879). ss
Henry James. The Secret of Swedenborg, Being an Elucidation of His Dactrine of the Divine Natural Humanity (Boston. Fields, Osgood, 1869).
TCWJ Ralph Barton Perry. The Thought and Character of Willial1l James,vols, (Boston, Little. Brown, 1935). Vaux
Colección de Henry James Vaux
VRE
William J ames. The Varieties of Religious Experience: A Study in Human Nature (Nueva York, Longmans. Green. 1902).
WJ
Gay Wilson Allen. William James: A Biography (Nueva York, Viking Press, 1967)
[p. 11] A mis padres
El problema aquí es de la mayor profundidad, puesto que decide toda la carrera de un hombre. Cuando él se pregunta ¿cometeré este crimen?, ¿elegiré tal profesión?, ¿aceptaré ese empleo?, ¿me casaré con esta fortuna?, opta en realidad por uno de entre varios caracteres futuros igualmente posibles. Se convertirá en algo fijado por la conducta de ese momento. Shcopenhauer, que valida su determinismo con el argumento de que en circunstancias determinadas, para un carácter determinado sólo es posible una reacción, olvida que, en aquellos momentos éticos críticos, lo que obiamente parece estar en cuestión es la naturaleza misma del carácter. El problema del hombre consiste, no tanto en qué acto elegirá ahora realizar, como en qué ser resolverá ahora convertirse. William James, 1890.
PREFACIO [p. 13] Durante los últimos cincuenta años, la familia J ames ha atraído considerablemente la atención de los estudiosos de la cultura norteamericana. Hogar extraordinario, albergó simultáneamente a tres hombres de genio: Henry James padre (1811-1882), teólogo apóstata; su hijo mayor, William (1842-1910), que se convirtió en un distinguido psicólogo y filósofo, y su segundo hijo, Henry (J 843-1916), que llegó a ser un muy importante novelista y artista literario. ¿Dónde habrá de ubicar el lector este libro. en relación con una multitud de otros, muchos de ellos distinguidas y agraciadas obras eruditas? En primer lugar, ésta es una biografía de Henry James que subraya las primeras tres décadas de su vida. Pero más que una biografía, lo que hay que contar es un drama familiar que penetra en el siglo XVllI y atraviesa tres generaciones y dos continentes. Ni crónica ni compendio enciclopédico, el relato indaga las relaciones y problemas centrales que fueron pasando de una generación a otra. De este modo, aunque el protagonista es William J ames, muchos otros actores también ocupan el escenario, tanto como la época misma. Mi título, La formacion de William James*; intenta disponer la atención del lector en esa perspectiva que, apropiadamente, guarda coherencia con la propia psicología y filosofía de William James. James era una inteligencia que hacía hincapié en los procesos y el movimiento, más que en las categorías inertes; más en las pruebas empíricas que en los cánones aceptados. y en la tensión, con frecuencia agudamente penosa para el joven. entre el determinismo (posibilidades históricas e influencias) y la experimentada actualidad de la libertad de la voluntad para dar forma a una vida. * El título del libro en inglés es Becoming Willialll James. [E.]
Algunos comentarios sobre la estructura del libro pueden ser de utilidad. La historia comienza con un prólogo ubicado en 1874, cuando William se embarcó en la carrera que habría de canalizar sus prodigiosos talentos durante los treinta y cinco años siguientes. Los interrogantes planteados allí sobre la complejidad de su carácter y las oscilaciones de su rumbo son explorados en el resto del libro. La narración se encamina hacia atrás, al siglo XVIII, y hacia adelante, hasta el siglo XX, y finalmente cierra el círculo en 1874, en el punto en que comenzó. [p. 14] A pesar de los saltos en ambas direcciones, el relato posee una línea cronológica simple. Cada una de las tres secciones está escrita desde la perspectiva de una de las figuras principales de la historia: William James de Albany (1771-1832), Henry J ames padre, y William James. Naturalmente, el carácter de estas secciones difiere debido a las voces singulares de sus protagonistas, a la naturaleza de su obra y a la densidad de las fuentes. La historia de William J ames de Albany es breve, tanto por el hecho de que introduce los elementos temáticos que estructuran el resto del libro como porque el manojo de cartas, discursos y documentos comerciales que subsisten presenta muchas lagunas. Henry James padre, en contraste, fue un escritor prolífico, y su sección es más completa. La riqueza de las fuentes permite una lectura de la teología de Henry como la ideología de un hijo pródigo rechazado, y sus piezas periodísticas hacen posible trazar un mapa de su mundo vocacional, que influyó en la búsqueda de su hijo William. Ese mapa surge de las respuestas a una pregunta deliberadamente ingenua: ¿qué significaban las palabras "arte", "ciencia" y "filosofía" para este hombre cuyo hijo habría de volverse primero hacia el arte, después hacia la ciencia y finalmente hacia la filosofía, en sus esfuerzos por hallar su ubicación? La sección final muestra a William hallando su camino dentro del territorio definido por el mapa de su padre, guiado por su propio conjunto de significados. En este punto las sucintas biografías de sus hermanos,
amigos y maestros proporcionan un fondo contrastante con el desarrollo de William. La voz de William Jumes de Albany reaparece continuamente, en tanto siguió influyendo en su nieto mucho después de su propia muerte. En el curso de mi investigación me he nutrido omnívoramente, tanto en los archivos James como en fuentes publicadas. Cartas, diarios, testamentos, debates teológicos, dibujos, cuentos cortos, conferencias sobre psicología, libros de filosofía, incluso enfermedades físicas, dan testimonio de la lucha intergeneracional. Esta es primordialmente una historia sobre hombres, no porque las mujeres carezcan de importancia, sino porque es así como surge de las fuentes. Mary Walsh Jarnes, la madre de William, desempeña un rol significativo en la tercera sección. Alice , la hermana, y los dos hermanos menores, Garth Wilkinson y Robertson, no aparecen en detalle hasta el capítulo 16. Además de aplicar la psicología analítica y simples nociones de equidad, he aceptado una disciplina de historiador y permitido que hablaran los documentos. Confio en que los lectores que sólo poseen un conocimiento circunstancial de la familia James se sentirán intrigados por la cualidad literaria de sus vidas. Aquí se narra el éxito comercial, la prodigalidad rebelde y el florecimiento del genio. Quienes ya conocen a los James quedarán agradablemente sorprendidos, como yo mismo al ver cuánto resta descubrir mientras se recorre incluso este camino muy transitado. en el que el brillo de la luz reflejada aún puede revelar una gema perdida para recompensa de la curiosidad paciente. [p. 15] La idea de esta investigación sobre William James y su familia surgió hace más de una década, durante animadas discusiones con Cushing Strout acerca de la relación entre persona e historia.' No habría llegado a su término sin la paciente guía y el aliento de Michael Karnmen , Lawrence Malley y Barbara Salazar, cuyas refinadas manos editoriales ayudaron a darle forma. Estoy en deuda con muchos otros amigos y colegas de la Universidad de Cornell, que ·Ieyeron y comentaron versiones preliminares del manuscrito: Richard Polenberg, David Brion Davis, Jonathan Bishop, R. Laurence Moore, Howard Kushner, Glen Altschuler, Robert Macl.eod, Stephen Jones, Richard Reinitz y los muchos miembros del Grupo para el Psicoanálisis Aplicado, de Cornell, que me ayudaron a clarificar mis pensamientos sobre la psicobiografía. William Tucker Dean y el doctor Philip Lempert me asesoraron sobre tecnicismos legales y médicos. Muchos bibliotecarios me brindaron generosamente su tiempo, pero debo una particular gratitud a Carolyn J akeman, Martha Shaw y Melanie Wisner, de la Biblioteca Houghton, Universidad de Harvard, por sus muchas amabilidades. Otros eruditos (Codman Hislop, Harold Larrabee y Lean Edel) me ayudaron en mi búsqueda de materiales sobre los J ames. La Fundación Josiah Macy, Jr., me proporcionó un generoso apoyo durante dos años de investigación. Disfruté además del beneficio de un año como becario especial de los Institutos Nacionales de Salud, y de un año como becario de la Fundación Nacional para las Humanidades, lo que me liberó de responsabilidades clínicas y docentes. Jonathan Feinstein, Eric Feinstein y Rebeccah Paget verificaron las citas. Jonathan Feinstein colaboró en la preparación de las ilustraciones, Gloria Hennig mecanografió el manuscrito final con paciencia y una notable precisión. Los individuos e instituciones siguientes han autorizado amablemente la publicación de materiales de archivo: la División de Manuscritos y Archivos de la Biblioteca Pública de Nueva York; las Fundaciones Astor, Lenox y Tilden; Special Collections, el Colby College ; las autoridades de la Universidad de Harvard; Henri James Vaux, y Alexander R. James, albacea literario de los papeles de la familia James. El extinto John R. James me proporcionó una memorable noche en la casa de la familia James, en 95 Irving Street, de Cambridge, que contribuyó a estimular mi imaginación de biógrafo. Tengo una deuda especial de gratitud con Edward W. Fox, maestro y amigo, que me inició, como alumno no graduado de Cornell, en la excitación intelectual de los estudios históricos. Mi esposa, Rosalind Sobelman Feinstein, me proporcionó asistencia para la compaginación y un cálido e ininterrumpido aliento. Howard M. Feinstein Ithaca, Nueva York
1.
Cushing Stroug, “Ego Psychology and the historian”, History and Theory, 7 (1968): 281-97; “William James and the Twice-Born Sick Sout”, Daedalus, 97 (Verano de 1968): 1062-82); “The Pluralistic Identity of William James: A Psycho-historical Reading of The Varieties of Religious Experience”, American Quaterly, 23 (mayo de 1971): 134-52.
PROLOGO [p. 17] En el otoño de 1874, un nuevo instructor se unía al cuerpo docente de la Universidad de Harvard para enseñar anatomía y fisiología comparadas a los estudiantes no graduados del nivel superior. Llevaba una barba cuidadosamente recortada, y sus ojos azules relampagueaban con vitalidad mientras arrastraba a la clase con su entusiasmo. Era notablemente erudito por ser un docente que acababa de cumplir treinta años y estaba en el comienzo de su carrera. Parecía haberlo leído todo: no sólo anatomía, fisiología y medicina, sino también obras de ficción, Shakespeare y filosofía (en gran medida en los originales franceses y alemanes, idiomas que hablaba fluidamente). Y también parecía haber estado en todas partes: Alemania, Francia, Inglaterra, Italia, incluso Brasil. El estudiante que pretendía dominar los detalles de la fisiología del arco reflejo o de la estructura cambiante de los huesos de las extremidades en los animales de órdenes inferiores, podría impacientarse con el profesor, por el hecho de que no ciñera la clase a los rudimentos de la ciencia biológica. Esos detalles frívolos eran abandonados a los libros de texto, la Anatomy de Sto John Mivart y la Physiology de Thomas Huxley. Pero el alumno que se volvía hacia la ciencia en busca de cultura general no quedaba defraudado. Las discusiones en la clase fluctuaban ampliamente según el humor y el estado de ánimo del brioso profesor nuevo, el doctor William James1. Un estudiante que fuera un juez del carácter tan sagaz como lo había sido el doctor J ames cuando él era alumno no graduado de Harvard podría haberse sentido sorprendido por las paradojas del hombre. [El hermano menor del doctor James, Henry, escribió poco tiempo antes un cuento alegórico ("Benvolio") sobre un personaje tan dividido que "era como si las almas de dos hombres diferentes se hubieran ubicado juntas para realizar el viaje de la vida en el mismo bote, y por razones de conveniencia hubieran acordado alternarse en el manejo del timón".2 Esa tensión atractiva pero perturbadora parecía ser exactamente la que padecía el profesor James.] Había sido alumno de la escuela médica pero nunca ejerció la medicina. Denominó "fisiología" a su curso, pero mantuvo a la clase rozando los límites de la psicología, donde, según aseguraba a sus discípulos, nuevos descubrimientos de carácter psicofísico prometían resolver antiguos enigmas de la mente humana. Cuando se volvía hacia la anatomía comparada, lo que lo excitaba era Darwin y las consecuencias [p. 18] cosmológicas de la teoría de la evolución. Aunque el profesor James tenía formación científica, se manifestaba apasionadamente contra la frívola conclusión materialista de que la evolución hacía que Dios resultara superfluo en los asuntos humanos. Teológicamente refinado pero no teísta, científicamente experto pero no materialista, estéticamente dotado pero no artista (cuando trazaba ilustraciones para sus conferencias resultaba claro que era un cumplido dibujante), William James parecía albergar a una verdadera multitud apiñada en el bote único destinado a realizar su viaje juvenil. Además de esas paradojas intelectuales, el estudiante observador encontraba otros enigmas por considerar. Un brillo de tristeza se percibía en los ojos de James. La tensión en torno de su boca, que habitualmente sugería una determinación voluntariosa, a veces se relajaba en un gesto de desesperación. Y había momentos en que su aporte enérgico parecía forzado, expresión de algo a lo que aspiraba más que muestra de algo que fuera realmente. Se tenía la incómoda sensación de que cuando la clase abandonaba el aula las mandíbulas se aflojaban, los hombros se hundían, y una ostensible lasitud reemplazaba al tono de elevación moral que llenaba el lugar cuando en él se encontraban otras personas. Sí; el doctor James era un hombre brillante y complejo, pero eran muchas las cosas que uno quería saber acerca de él.
1 2
TCWJ, 1:469. Leon Edel, comp., The Complere Tales of Henry James (Filadelfia, J. B. Lippincott, 1962), 3: 353.
Libro Uno EL ABUELO [p. 19] El mundo que nosotros sentimos y en el que vivirnos será siempre aquel que nuestros antepasados y nosotros, mediante golpes elegidos de cincel lentamente acumulados, hemos liberado de esta [continuidad negra y carente de unidad] como escultores, simplemente rechazando ciertas partes de la materia prima dada. ¡Otros escultores, otras estatuas obtenidas de la misma piedra! ¡Otras mentes, otros mundos a partir del mismo caos monótono! William James, 1890
1. LOS ARRENDATARIOS SE CONVIERTEN EN PROPIETARIOS [p. 21] En lugar de ser arrendatarios se cal/vierten en propietarios ... y aprovechan plenamente el fruto de su trabajo. en libertad, paz y abundancia. Anuncio del siglo XVIII (1) En 1789, el año inicial de la presidencia de Georgc Washington, un irlandés del Ulster, de dieciocho años, llamado William James, se unió a la multitud de inmigrantes de Irlanda del Norte que buscaban una nueva vida en los Estados Unidos de América. William James de Albany (pues se estableció en Albany, Nueva York. y así lo denominan los historiadores para diferenciarlo de los otros Williams del linaje) fue el primer miembro de su familia que encontró su vocación en la nueva república. Segundo hijo de un granjero, no podía esperar heredar la tierra de la familia en el condado de Cavan. Sus padres lo incitaron a convertirse en ministro presbiteriano. Según la tradición familiar, no se sentía llamado al sacerdocio, lo rechazó como inadecuado y se embarcó hacia América para erigir su fortuna como comerciante. La documentación sobre los primeros años de su vida es escasa. Pero resulta importante indagar lo mejor que podamos las condiciones que lo impulsaron a emigrar y a descubrir las fuentes de la prosecución sincera de la vocación de comerciante. Pues en tal reconstrucción residen las raíces de una lucha en torno de la elección del trabajo que atormentó a las dos generaciones siguientes ymaculó su abundancia con amargura. William James amasó una considerable fortuna (estimada en 3 millones de dólares cuando murió, en 1832). Pero el conflicto vocacional (padre contra hijo, hijo contra nieto) malogró las promesas implícitas en ese éxito. El triunfo mundano resultó ligado inextricablemente con la tragedia personal. Los irlando-escoceses (la gente de William) disentían de la Iglesia de Inglaterra. Provenientes de un esfuerzo protestante por colonizar el Norte de Irlanda, vivían incómodamente como minoría religiosa rodeada de católicos y gobernados por una aun más peq ueña aristocracia anglicana. Era una tierra pobre. Propietarios ausentes, rentas exorbitantes, cosechas impredecibles, forzaban a los granjeros a complementar sus ingresos tejiendo lino. La pobreza fue agravada [p. 22] por la inflación. El costo de la tierra llegó a quintuplicarse durante el siglo XVllI, y hacia 1770, cuando nació William James, las cuatro quintas partes de todo el género de lino que se negociaba en Irlanda era producido por granjeros tejedores que trabajaban en humildes casas de los condados del Norte para aumentar un tanto sus magras ganancias.1 El lino era el puntal que los salvaba del desastre económico. Cuando en la década de 1770 cayó la demanda extranjera, el negocio entró en colapso y miles de personas enfrentaron el hambre. William pasó su infancia rodeado de criaturas de rostro escuálido y vientres hinchados. Sentado durante horas a la sombra prolongada del telar, observando el trabajo duro del tejedor, un niño inteligente no podía dejar de preguntarse por qué eran tan pocos los que prosperaban. De las quejas de los ancianos surgía con claridad que los propietarios, los recaudadores de rentas, aprovechaban regularmente la providencia divina. ¿Por qué no soñar con ser uno de ellos? Habiendo nacido en una época de privación, James llegó a la juventud en un período de revolución. Tuvo amplias oportunidades de presenciar el desfile de tropas y de experimentar la excitación de la rebeldía. Cuando los americanos resistieron la disciplina que quería imponer Londres, desbaratando el comercio del té, y el primer Congreso Continental fue convocado a desafiar la respuesta punitiva de Jorge III, los disidentes del Ulster tomaron partido por las colonias contra el rey. Un observador partidario de este último informó amargamente a Londres que las gentes del Ulster eran "americanos en sus corazones", y que por lo que se les escuchaba decir, "si no son rebeldes, es difícil encontrar un nombre para ellos".2 "Los irlandoescoceses habían sufrido también las políticas comerciales de Londres. Y durante más de cien años un flujo continuo de irlando-escoceses se había asentado en la América del Norte británica. Las amplias vinculaciones familiares existentes entre los colonos y la comunidad protestante del Norte aseguraban las simpatías revolucionarias de esta última. Era a sus hermanos, tíos y primos a quienes agraviaba la monarquía; eran ellos los que necesitaban defensa. Cuando surgió la oportunidad de la rebelión en Irlanda del Norte, los voluntarios protestantes se alinearon con los patriotas irlandeses para derribar a la oligarquía anglicana que los gobernaba. La emigración era una respuesta tradicional a la opresión económica. El colapso del comercio del lino hizo que los vecinos de los James fueran vulnerables a los anuncios que agitaban ante ellos promesas Epígrafe: R.J. Dikinson, Ulster Emigration to Colonial America, 1718-1775 (Londres, 1966), 75. 1 Dickinson. Ulster Emigration to Colonial america, 1718-1775 (Londres, 1966), 75. 2 W.E.H. Lecky, A History of Ireland in the Eighteenth Century (Londres, 1892), 2: 163.
tentadoras. Newry era el puerto de salida de Cavan, y un niño tendría seguramente muchas oportunidades de ir con su padre a acompañar y ayudar a vecinos y amigos que partían hacia América. A quienes tenían 3 libras y 5 chelines para el pasaje, los anuncios les aseguraban que no se ahorrarían gastos para que su viaje a América fuera "cómodo y agradable". Quienes no tenían ese dinero (y había muchos) podían obtener el pasaje a cambio de trabajo. En el mercado [p. 23] había avisos según los cuales "Todavia se necesitan unos cuantos sirvientes", un señuelo para tentar a los desposeídos, Pero los cautos vacilaban. A pesar de las reconfortantes seguridades de los agentes del negocio de la inmigración, en el siglo XVIII un viaje era azaroso. Los naufragios, los piratas, el hambre y las enfermedades generaban una tasa de mortalidad espantosamente alta, en particular entre los niños. No obstante, William James estaba determinado a emigrar cuando estuviera en edad de hacerla, La guerra entre el rey y los colonos interrumpió temporariamente el flujo de inmigrantes. Cuando cesaran las hostilidades navales y se firmara la paz, William estaría en condiciones de unirse a ellos.3 Quedándose con su familia enfrentaba perspectivas poco atractivas. El comercio del lino se reanimó en la década de 1780, de modo que había dinero suficiente para su educación, Robert, el hermano mayor, heredaba la propiedad del padre, y el hijo menor debía hallar una vocación diferente para el servicio de los hombres y de Dios, El padre quería que se hiciera ministro. No hay documentos sobre el eventual vigor con que William fue empujado hacia el púlpito, pero él se rehusó firmemente.4" Al emigrar volvió la espalda a Cavan, a la amenaza de la pobreza y a la perspectiva de una carrera no deseada. Para un hombre que había visto convertirse en nada el laboreo de la tierra y el trabajo del telar, los anuncios eran irresistibles: "En lugar de ser arrendatarios se convierten en propietarios. . . y aprovechan plenamente el fruto de su trabajo, en libertad, paz y abundancia"5 Atraído por esa visión, compró su pasaje.
(2) James no tenía capital ni vínculos familiares que lo ayudaran a iniciarse en los negocios. Empezó como empleado de comercio en Albany, Nueva York.6 Tiene que haber sido frugal y diligente, pues al cabo de dos años de desempeñarse como empleado abrió su propio comercio, dedicado al negocio del tabaco. Dos años más rodeado del aroma acre de la picadura de tabaco en Mark Lane, y el joven comerciante estuvo en condiciones de expandirse, abordando el negocio de los productos agrícolas. Su segundo almacén estaba inteligentemente ubicado cerca del muelle, para facilitar la descarga de las cosechas de los agricultores de York. * Decidió manufacturar sus propios productos tabacales para aumentar las ganancias que le procuraba esa fuente. En 1800 abrió otro almacén. En esa oportunidad se asoció con Francis McCabe. Cinco años más tarde, iniciando su comercio transatlántico con Irlanda, formó sociedad con [p. 24] John Flack, de la ciudad de Nueva York. El socio de Flack, James McBride, actuaba para la empresa como agente para el embarque de trébol y lino a Dublín7. El hermano de McBride manejaba el negocio en esa ciudad. William James valoraba la lealtad familiar. Era generoso en su ayuda a los parientes que lo siguieron a los Estados Unidos. Su hermano mayor, Robert, permaneció en Cavan, pero cuatro de sus hijos y la viuda de un quinto viajaron y se establecieron con la asistencia de James. Ayudó a un sobrino a montar un negocio en Buffalo en 1819. Al año siguiente inició a dos más en la ciudad de Nueva York.8 Además de adelantar dinero, solía utilizar su influencia en beneficio de los miembros jóvenes de la familia. Cuando su hermano menor John quiso ingresar en los Dragones de los Estados Unidos, William escribió al respecto a su amigo el gobernador Daniel Tompkins. Y los parientes consanguíneos no eran los únicos que se beneficiaban con la riqueza y la posición de James. Empleó a su cuñado Moses De Witt Burnet para que manejara algunos de sus intereses inmobiliarios. La experiencia de Burnet con James proporciona la viñeta de un hombre que era al mismo tiempo exigente y generoso con su familia extensa. *John y Robert Barber, los editores del Albany Register, eran también inmigrantes irlado-escoceses. Las empresas en expansión de James fueron anunciadas en su periódico. 3 Dickinson, Ulster Emeigration, 86, 157-58, 209, 217, 272. 4 L.W.J.;1: 2. Niega la autenticidad de la historia de la resistencia DE William a los esfuerzos de sus padres por convertirlo en sacerdote. Harold Larrabee habla con más certidumbre en “The Jameses: FinNCIER, Heretic, and Philosopher”, American Scholar 1 (1932): 402. La fuente más antigua es una nota necrológica sin firma aparecida en el Boston Evening Transcript, diciembre 20, 1882. 5 Dickinson, Ulster Emeigration, 75. 6 Katherine Hasting. “William James of Albany, N.Y. (1771-1832) and His Descendants”, New York Geneological and Biographical Record, 55 (1924):1. 7 El Libro diario de James McBride, 1820-1854, NN, conriene referencias a este comercio. 8 Hastings, “William James”, 2, 39-40
Como agente de James, Burnet negoció primero con la Holland Land Company y después con Henry Eckford. un constructor de buques de Nueva York, para comprar tierras a lo largo del Canal Erie. En 1824 fueron adquiridas en 60.000 dólares una serie de propiedades que bordeaban el canal, entre ellas la aldea de Syracuse y una salina. Burnet fue entonces enviado a Syracuse para representar a la recientemente constituida Syracuse Cornpany. Encontró que las condiciones de vida eran intolerables. Durante el verano, los pantanos salitrosas que rodeaban la aldea saturaban el aire de hedor y miasmas. La enfermedad se sumaba a la desdicha de la nostalgia. Burnet finalmente desafió la cólera de su cuñado escribiéndole en una carta que no seguiría viviendo en Syracuse "por ninguna razón. sea cual fuere ", James viajó a Syracuse para tratar con Burnet directamente. Ese encuentro fue tan convincente que Burnet siguió arriesgando su vida por el capital de James en los pantanos de Syracuse. Durante los siguientes once años no fue a Albany en absoluto, abandonó pocas veces la población de Salina, donde estaba la salina, y sólo en una oportunidad salió del condado.9 William James era un hombre persuasivo. El desarrollo inmobiliario en Syracuse permitía hacer una fortuna. La Syracuse Company desmontó y desecó la tierra y la vendió en lotes para la construcción de viviendas a los nuevos residentes atraídos por el crecimiento que estaba estimulando el nuevo canal. Cuando el negocio con Eckford convirtió a la Syracuse Company en propietaria de la salina. James halló una salida más para sus energías comerciales. Y quería ser el responsable. La reunión en la cual los directores de la salina lo eligieron presidente fue la última que celebraron. James asumió el control absoluto. La producción de sal en la fuente cuya propiedad se tenía envolvía cambios tecnológicos y de comercialización que [p. 25] pusieron a prueba las aptitudes del nuevo comerciante del gremio. Originalmente se necesitaba una gran provisión de madera para el fuego destinado a consumir el agua. Cuando los bosques cercanos se agotaron, James recurrió a la evaporación solar. El nuevo procedimiento resolvió un problema pero creó otro: la sal resultante era tosca y el público no estaba familiarizado con su textura. Sin amilanarse, James comercializó el nuevo producto con una asertividad característica. Embarcó 200 barriles no solicitados, enviándoselos a un amigo de Detroit. John R. Williams le debía 10.000 dólares y era difícil que rechazara su oferta. La estrategia comercializadora de James se basaba en un aspecto de la psicología humana que iba a convertirse en esencial en el pensamiento de su nieto: el hábito. Puesto que "el hábito se convierte en una especie de naturaleza", Williams recibió instrucciones en el sentido de comparar barriles equivalentes de carne de vaca y cerdo curada con la sal fina y la sal tosca, para demostrar la superioridad de la última a sus clientes, y preparar al público para que comprara el producto de Syracuse. El embarque llegó con la confiada seguridad de J ames: "No tenemos duda alguna de que agotará la consignación”.10 (3) Los bienes inmuebles de James se extendieron mucho más allá de los límites del Estado de Nueva York, pero la adquisición de tierra distante estaba íntimamente relacionada con su promoción del canal de Nueva York. Ese canal era esencial para su fortuna. Ya en 1819 había negociado la compra de terrenos occidentales cuyo valor se afirmó al completarse las vías de agua interiores. “Si su gran canal de Erie a Hudson está completado – le aseguró su agente – , ellas adquirirán un valor inmenso.” 11 Pero no todas las especulaciones de James tuvieron tanto éxito como las propiedades de la Syracuse Company. La valorización de las tierras occidentales compradas en 1819 dependía de la oportuna terminación de los enlaces con el Canal Erie a través del Canal de Illinois y Michigan. Este desarrollo se pospuso durante treinta años (hasta 1848) y sólo tuvo interés para los herederos de James. Además del riesgo de diferimiento, la administración de la propiedad resultaba difícil a distancias tan grandes. James debió mantenerse en una vigilancia continua para precaverse de agentes inescrupulosos que pagaban contribuciones en monedas de valor inflacionario, incluso aunque él les hubiera enviado el dinero más estable d Nueva York. Más de una vez estuvo al borde de perder los derechos generados por sus inversiones, a causa de las manipulaciones de aquellos agentes. Para erigir una fortuna se requiere diligencia y previsión.* [p. 26] La apertura del Canal Erie constituyó un triunfo personal de William James. Había estado *El hijo de William, Henry (1811-1882) entendía poco de negocios y le interesaban aun menos. Consideraba el logro de su padre como un simple golpe de suerte. 9 Darius A. Orcutt, entrevista, Syracuse Courier, julio 22, 1879. Orcutt obtuvo esta información en una conversación con Burnet en 1835. 10 William James a John R. Williams, julio, 22, 1825; citado en Harold Larrabee, “From Salt Merchant to Artist: The James Family in Syracuse”, conferencia, 1962, Onondaga Historical Association Syracuse. 11 Elias K. Kanes a William James, abril 8, 1819, New York State Libbrary, Albany. Los Goldsbrow Banyar Papers incluyen registros de la administración de las propiedades de James.
promoviendo la aventura desde la primera reunión en la Tontine Coffee-House , en 1816, para reunir el apoyo de los influyentes de Albany. Se había ganado su lugar al frente del comité de ciudadanos que encabezó a los millares de personas reunidas con el objeto de presenciar el pasaje de la primera barcaza a través de la esclusa de Albany. Cuando el eco de la salva nacional y de las cincuenta y cuatro salvas que rendían honores a cada uno de los condados rodó por el valle, se silenciaron los cañones de a doce.12 Hombre rollizo, cincuentón, con pelo crespo oscuro y ojos azules, James era atractivo, vigoroso y fuerte. Su labio inferior sobresalía muy ligeramente, dando una impresión de determinación combinada con desdén. Sus ojos parecían demasiado pequeños para la masa de su rostro, que se prolongaba en una papada ceñida por el género con frunces del cuello. Dirigiéndose a la multitud con fuerte acento irlandés, proclamó su fe democrática. "Para establecer un imperio como el nuestro -proclamó- los únicos inmigrantes capaces de hacerla eran aquellos que detestaban el libertinaje, la mojigatería y la esclavitud de los gobiernos europeos." Creía en la misión divina de los Estados Unidos. "Los americanos deben regocijarse agradeciendo al cielo; sólo la embotada estupidez del ateísmo puede impedir que la mente reflexiva perciba la mediación especial de la providencia para proteger y hacer avanzar nuestro honor y grandeza nacionales."13 Por cierto, ésta era la piedad patriótica típica, pero había una nota personal especialmente punzante en su fidelidad a su nuevo país y su rechazo del antiguo. "Se ha dicho que enorgullecerse de la tierra de nuestro nacimiento o apegarse a ella es algo natural, pero... la causa o fuente de ese sentimiento difiere extremadamente con el grado de inteligencia o la estructura moral de la mente." Y era obvio que James se incluia a sí mismo entre quienes poseían un desarrollo moral avanzado. "Cuanto más hundido está el hombre en su estado salvaje, más fuerte es el apego a la montaña o al pequeño valle que lo vio nacer…” Pero para un hombre educado como él, "los logros militares y heroicos. la elevación moral del carácter, el amor a la libertad y la felicidad social del pueblo son los principios componentes del apego a nuestro país de nacimiento"14 Tan completa era la identificación con su nuevo país. que le hablaba a la multitud como si hubiera nacido en su tierra adoptiva. (4) Para un empresario con grandes inversiones en tierras era importante cultivar vinculaciones con la legislatura. Hacerla era esencial para un productor de sal. Un impuesto sobre la sal de Syracuse constituía una fuente principal de los ingresos estaduales (en 1846, la mitad del costo del canal fue cubierta de ese modo). Además, la Reserva de Sal y el Canal Eric pusieron puntualmente [p. 28] cuarenta empleos de patrocinio a disposición del partido gobernante.15 Para un hombre en la posición de James, los amigos bien colocados podían significar que una buena inversión se convirtiera en excelente. Conocía bien al gobernador De Witt Clinton, y por ló tanto era un aliado poderoso que a los otros productores de sal de Syracuse les convenía cultivar. Durante la elección de 1824, Joshua Forman escribió pita darle seguridades sobre las perspectivas del gobernador Clinton y advertirle acerca de la necesidad de apoyo político después de obtener la victoria.* Ahora estamos en medio de las elecciones; las perspectivas de que Mr. Clinton obtenga la mayoría en este condado son muy lisonjeras ... En cuanto esto suceda se tomarán medidas para que un enunciado adecuado de las materias relacionadas con las futuras salinas sea enviado para su empleo en el caso de que la Legislatura esté dispuesta a algo en el negocio, con el fin de recompensar a sus amigos."16 Clinton había sido obligado a retirarse de su posición de comisionado del canal por la Albany Regency, y la manera grosera en que se lo había tratado suscitó una reacción pública tan fuerte que lo ayudó a obtener la reelección. Una vez más, el amigo de James tenía el poder. (5) * Joshua Forman (1770-1848) se graduó en el Union College y ejerció la abogacía antes de llegar a ser Juez en la Corte de Primera Instancia del Condado de Onondaga en 1813. Fue elegido mlembro de la legislatura en 1807 y apoyó activamente el proyecto que más tarde se convertiría en el Canal Erie. Como fundador de la ciudad de Syracuse y especulador en tierras, compartía muchas de las preocupaciones políticas y comerciales de William James de Albany. 12 Arthur James Weise, The History of the City of Albany, New York from the Discovery of the Great River in 1524, by Verrazzano to the Present Time (Albany, 1884), 460-62, contiene una descrpción de las festividades basada en relatos de testigos presenciales. 13 Joel Munsell, Collections on the History of Albany from Its Discovery to the Present Time (Albany, 1867), 11: 44446, contiene discursos pronunciados por William James enlas dos celebraciones del canal, en 1823 y 1825. 14 Ibid., 466-67. 15 Franklyn H. Chase, Syracuse and Its Environs: A History (Nueva York, 1924), 1: 63, 68. 16 Joshua Forman a William James, noviembre 3, 1824, NN.
El nuevo canal valorizó las propiedades de Mr. J ames. También le proporcionó un medio más fácil de desplazarse entre Albany y Syracuse para inspeccionar sus dominios. Un viaje a bordo de uno de los veloces paquebotes de ochenta pies, que se deslizaban sin esfuerzo hacia el Este, siguiendo hora tras hora el monótono redoble de los cascos de los animales en el camino de sirga, constituía un progreso importante respecto del caballo y el carruaje. Ocasionalmente, el tedio del viaje a través de la planicie del Estado se veía quebrado por la aproximación de otra barcaza que avanzaba hacia el Oeste. En las cubiertas había con frecuencia esparcidos ropa de cama, marmitas de hierro y baúles de nuevos inmigrantes, muchos de ellos irlandeses, de piel blancuzca y ojos hundidos y sombríos, los rostros de la pobreza que James conocía tan bien desde su infancia. Las esperanzas que llevaban a los inmigrantes hacia el Oeste enriquecían a Mr. James. Los inmigrantes que arribaban en cada barcaza eran nuevos clientes para la sal de Syracuse, la tierra de Illinois y el capital de Albany. La vocación de William James lo había llevado a la riqueza y el poder. Su vida [p. 29] personal era igualmente expansiva pero mucho más perturbada. Se casó con Elizabeth Tillman, joven de veintidós años, en el verano de 1796, cuando él tenía veintiséis. En la primavera siguiente la mujer dio a luz a dos varones mellizos. Pero la alegría de tener hijos se vio seguida por la tristeza del luto. Casada un verano, Elizabeth fue sepultada el siguiente. Un hombre ocupado, con dos pequeños a su cargo, no podía seguir viudo mucho tiempo. William desposó a Mary Ann Connolly. Esta era aun más joven que su primera mujer. Su familia había venido de Irlanda para establecerse en Mohawk Valley. Este casamiento ligaba a dos familias de comerciantes y a sus crecientes fortunas. El tío de Mary Ann, Michael, era un fuerte inversor en tierras del Estado de Nueva York, Mary Ann se hizo cargo del hogar de James y de los mellizos. Quedó embarazada, y su hija, Ellen, nació cuando el campo comenzaba a librarse del hielo del invierno. Antes de que el suelo se hubiera endurecido nuevamente, Mary Ann también murió. Habiendo vivido escasamente dos años como esposa y seis meses como madre, Mary Ann J ames fue sepultada en la hacienda de su padre, en las riberas del Mohawk. William tuvo que explicar como mejor pudo a sus hijos dos veces huérfanos que su nueva madre se había ido de este mundo a un lugar de vida eterna. Tal vez le preocupó el destino del alma de la joven, que había sido católica y se casó fuera de su Iglesia.17 Una vez más, James contrajo matrimonio. Su tercera mujer, Catharine Barber, demostró ser más fuerte que sus predecesoras. Entre 1805 (cuando ella tenía veintiséis años) y 1828 dio a luz a diez hijos (siete varones y tres mujeres), ocho de los cuales supervivieron hasta la adultez. Pero la muerte continuaba acechando a la familia. J ames había puesto sus esperanzas como heredero y socio en uno de los mellizos, Robert, que parecía atraído por la profesión del padre. En 1818 WilIiam pasó a su hijo la supervisión de sus asuntos comerciales. Como cabeza de Robert James and Company, Robert parecía tener asegurada una carrera comercial de éxito. Se casó bien (con la hija del secretario privado del gobernador Clinton) y se mudó a una confortable casa de Green Street, cerca del negocio de la familia. Inexplicablemente cayó abatido en la primavera de su vida, como le había ocurrido a su madre. Hubo otro funeral más de verano para Mr. James, que perdió al mismo tiempo a un socio y un hijo.18 William, el segundo mellizo, fue también una fuente de aflicción, pero por una razón diferente: no tenía instinto para los negocios. Joven de 'espíritu melancólico convertido durante la restauración de 1815, se sintió ulteriormente llamado al sacerdocio. Pero se desalentó como alumno de Princeton. El doctor Adarn Alexander, un profesor que tenía un don especial para ayudar a jóvenes con dudas morbosas acerca de su condición espiritual, le brindó sus consejos, y William completó el college y se convirtió en el primer graduado de la familia.* Lamentablemente [p. 31] ésta fue una fuente de satisfacción de poca vida. En cuanto el reverendo William James alcanzó el punto en que podía comenzar a practicar la profesión, cayó enfermo. Inmediatamente después de haber sido ordenado ministro presbiteriano, abandonó el país durante casi dos años, dedicados a su recuperación física y al estudio en Escocia. 19 Cuando finalmente retornó al ejercicio de su ministerio, el reverendo William James evitó cuidadosamente establecerse en Albany, en los dominios de su padre. Incluso con una mujer tan prolífica y vigorosa como Catherine, la necesidad de James de contar con un hijo que lo ayudara a conducir sus asuntos se vió repetidamente frustrada. De los tres primeros varones nacidos de su tercer matrimonio, solamente uno, Augustus, supervivió. Y Augustus estuvo próximo a morir de viruela. Este joven se sentía fuertemente inclinado a seguir la vocación de su padre. Pero, ¿bastaba con un solo hijo de inclinación comercial? Después de lo que había ocurrido con Robert, ése no parecía el caso.
*El profesor Adam Alexander (1772- I 851) contribuyó a fundar el Seminario Teológico de Princenton y fue su primer profesor en 18l2. Perteneció al cuerpo docente hasta su muerte en 1851. 17 Hastings, “William James”, 4-5. 18 Ibid., 6. 19 William B. Sprague, Address Delivered on the Occasion of the Funeral of Rev. William James (Albany, 1868), 12-13.
Henry, el cuarto hijo varón de Catherine, se asemejaba demasiado a su medio hermano reverendo como para poder contar con él. Además había quedado lisiado en un accidente y su salud era incierta. Sin duda el Señor proveería. Pero un padre tiene que hacer planes. (6) En la época en que se dirigía a quienes festejaban la inauguración del canal, William James había llegado más lejos que la más loca de las fantasías de un muchachito criado en la pobreza entre los irlando-escoceses del condado de Cavan. Comerciante, banquero y terrateniente, poseía extensiones tan vastas (40.000 acres en Illinois solamente) que las propiedades de los hacendados de clase media de su niñez palidecían en la comparación. Cuando se puso de pie para dirigirse a la multitud, tenía muy presentes a sus hijos y herederos. Manifestó la esperanza de que el canal tuviera éxito, “por el honor del Estado y el bien de mis hijos”. Ellos tendrían un comienzo en la vida mucho más fácil que el de su padre. Ya no existiría riesgo de que debieran luchar por la mera supervivencia. Sus hijos serían educados y contarían con todos los beneficios que la riqueza y el poder podrían aportar a las carreras que eligieran. Pero en la familia se había puesto en marcha una dolorosa dialéctica que convertía el éxito en desengaño amargo. Cuando abandonó Irlanda, William James se llevó consigo una convicción profunda acerca de los méritos del trabajo duro. La diligencia era esencial para los logros mundanos y para el crecimiento [p. 32] espiritual. Pero su éxito creó un mundo radicalmente diferente para sus hijos nacidos en América. El había acumulado tanto capital, que sus hijos podían preguntarse cuál era el valor de la diligencia. Podemos percibir el bosquejo oscuro de una pauta que comenzó con el reverendo William James e iba a repetirse muchas veces. En lugar de comenzar a trabajar a los dieciocho años, como lo había hecho su padre, el joven William pospuso su ingreso en la práctica de su profesión. La mala salud justificó en su caso el estudio fuera del país, tal como iba a ocurrir con sus sobrinos William y Henry (los hijos de su medio hermano Henry). Cuando contó con un patrimonio, a la edad de treinta y ocho años, abandonó el púlpito por completo, después de haber trabajado un total de trece años, lo cual difícilmente pueda considerarse un despliegue de diligencia, en comparación con los cuarenta y cuatro años que su padre trabajó como comerciante. Henry James tenía un temperamento más borrascoso que el de su medio hermano mayor, de modo que su batalla con el padre fue más intensa, Henry despreció la esencia del mundo de William de Albany y emprendió una guerra abierta contra el trabajo, el capitalismo y el Dios de Calvino. Las heridas de esa batalla dolieron durante décadas y dejaron cicatrices que marcaron las vidas de sus hijos.
Libro Dos EL PADRE [p. 33] Sugerirle voluntad y esfuerzo personales a un enfermo con sensación de debilidad, de fracaso irremediable y de miedo, equivale a sugerirle lo que para él es la más horrible de las cosas. Lo que anhela es verse consolado en su misma impotencia, sentir que los Poderes del Universo lo reconocen y le dan seguridad, tan pasivo y flanqueante como es. William James, 1885
Todos tenemos momentos de desaliento, en los que estamos enfermos de nosotros mismos y fatigados de luchar vanamente. Nuestra propia vida se derrumba y caemos en la actitud del hijo pródigo. Dudamos de las posibilidades de las cosas. Queremos un universo en el que podamos simplemente darnos por vencidos, echarnos al cuello de nuestro padre y ser absorbidos en la vida absoluta como una gota de agua que se mezcla en el río o en el mar. William James, 1907
2. UN CRIMEN CONTRA LA INFANCIA [p. 35] Cuando los instintos naturales del niño son violentamente suprimidos o forzados hacia adentro por alguna autoridad exterior opresora, un estado febril moral es el resultado seguro... Henry James padre, 1881 (1) El Henry James que iba a convertirse en padre de dos hijos famosos fue el segundo de diez niños supervivientes nacidos a William J ames y su tercera esposa, Catharine Barber. Mucho de lo que sabemos sobre la infancia de Henry James proviene de un "bosquejo autobiográfico" publicado póstumamente y escrito en la vejez a instancias de sus hijos. Con una prosa característicamente vigorosa, Henry acusa a la severa atmósfera religiosa de su niñez en Albany, atmósfera sobrecargada por la moralización en el hogar y en la iglesia. Los niños eran forzados a un ascetismo insensato para congraciarse con un Dios duro y omnipotente. Lo que era peor desde su punto de vista, el calvinismo imponía una carga de culpa al niño sensible, llevándolo a desconfiar de su propio ser. "No puedo imaginar nada más perjudicial para la mente infantil -escribió- que profanar sus deleites naturales o imponerle un régimen ascético." El peligro era el dolor del niño y la deformidad del adulto: " ... cuando los instintos naturales del niño son violentamente suprimidos o forzados hacia adentro por alguna autoridad exterior opresora, un estado febril moral es el resultado seguro, el cual finalmente agotaría o consumiría toda posibilidad de su virilidad futura" 1 En resumen, la creencia calvinista en el pecado original era un crimen contra la infancia. James se describió gráficamente a sí mismo como un joven temerario de vivacidad burbujeante. "Fui un pescador y cazador ardiente desde que tengo memoria -recordó- y en mi avidez por el deporte solía exponerme a accidentes tan graves como para mantener a mis padres en el terror perpetuo de que algún día me llevaran a casa lisiado o muerto."2 Para un muchachito así, el jardín de la Naturaleza constituía una tentación perpetua. Finalmente produjo un flagelo de castigo. A la edad de trece años, Henry James sufrió daños en un incendio y quedó [p. 36] lisiado de por vida. Era alumno en la Albany Academy, y Joseph Henry (posteriormente se haría famoso por su investigación sobre el magnetismo) supervisaba la experimentación del niño en el parque que estaba en el frente de la escuela. Podían hacer volar un globo de papel calentando el aire que contenía. Los niños lanzaban su artificio más liviano que el aire y observaban mientras se elevaba hacia el cielo en virtud del calor irradiado por una pelota Un crimen contra la infancia. Epígrafe: LRLHJ, 182-83. 1 Henry James, “Immortal Life, Illustrated by a Brief Autobiographic Sketch of the Late stephen Dewhurst”, en LRLHJ, 182-83. 2 LRLHJ, 173.
de lino llameante. Finalmente el papel del globo se encendía y caía a tierra, donde era pisoteado entre gritos por los niños, hasta que no quedaban más que cenizas y un persistente olor a trementina. El experimento retozón se repitió una y otra vez hasta que uno de los globos derivó hacia el henal de un establo cercano. Henry James trepó al desván, sin cuidarse del peligro. Sus pantalones se encendieron, y con una velocidad terrible el olor de la trementina fue reemplazado por el de carne quemada. Un amigo que registró el episodio no habla ni de lágrimas ni de gritos de dolor de Henry.3 Como consecuencia de ese salto en las llamas, Henry quedó confinado durante tres años en su hogar de North Pearl Street. El médico decidió que era necesaria la amputación (probablemente para prevenir la difusión de la gangrena). Tuvo que cortar y serruchar en la extremidad que drenaba, dejando un muñón que se negaba tercamente a curar. Hasta en el otoño de 1827 su hermana Jannett escribió las novedades desalentadoras: "La pierna de Henry no está tan bien en el presente como lo estaba en primavera. En lugar de progresar, retrocede, y ahora le falta más que antes para curarse".4 Debió realizarse una nueva intervención, esta vez por encima de la rodilla. El hermano mayor de Henry, Augustus, describió el procedimiento: "La operación (es decir, el corte) duró aproximadamente seis minutos, pero la parte más dolorosa fue asegurar las arterias, tendones, nervios, etcétera. Gracias a Dios salió con bien, y ahora tiene un sueño profundo, con toda la apariencia de haber mejorado".5 En una época sin anestesia, el sufrimiento de Henry debe haber sido horrible. Era más que suficiente para atraer la atención de su ocupado padre. Ya viejo, Henry saboreaba el recuerdo de que "su ternura hacia mí se mostró tan asidua y por cierto extrema como para proporcionarme una sensación exaltada de su afecto".6 El bosquejo autobiográfico de James no es simplemente una memoria.7 Pretendió ser una parábola religiosa que presentara de modo contrastado la verdad dadora de vida de su rama del swedenborgianismo (la fe adoptada después de su conversión en 1844) y la falsedad calvinista ocupada con la muerte. Fue escrito tomando como tema un amigo de ficción, Stephen Dewhurst, el que pretendidamente entregó cartas a Henry urgiéndolo a darles forma de libro. El uso de Dewhurst como alter ego permite a James oscurecer detalles biográficos, para hacer resaltar la significación espiritual. Echa luz sobre la lesión de Dewhurst, disfrazándola de herida de arma de fuego en el brazo; vale la pena notar que sólo se detiene en ella a causa del efecto que tuvo en su padre. [p. 37] Pero sus imágenes de yerra y fuego ligan inextricablemente el accidente de Dewhurst con el propio. Al recordar el cuadro calvinista de un Dios colérico cuyo odio a la naturaleza caída de Dewhurst perturbaba el sueño del joven, Henry apunta a su propia ordalía de fuego. "Este terror enloquecido ocupaba en mayor o menor medida mi conciencia ... hacía que por la noche estuviera poco dispuesto a perderme en el sueño, para que su mano temible no cortara la hebra de mi vida sin darme tiempo para un sollozo de despedida o penitencia, y me arrastraba por la madrugada con una abyecta gratitud de esclavo porque los dulces ruidos de la Naturaleza y del hombre todavía me rodeaban ... La convicción de su ser y atributos sobrenaturales fue grabada en mí como con un hierro al rojo, y estoy seguro de que ningún tendón de niño estaba más contraído que los míos, en lucha con el terror sutil de su nombre."8 También vinculó su experiencia con la de Jacob, otro hijo que luchó con el ángel de Dios y resultó con un "tendón contraído". Escrito desde el punto de vista ventajoso de la ancianidad, Henry también nos habría hecho creer que salió triunfante de esa confrontación arquetípica. Pero, como hemos visto, lo mismo que Jacob, quedó lisiado después del encuentro. (2) Tres años de confinamiento habrían proporcionado amplias oportunidades para que un joven dotado para la teología especulara sobre el significado de su desdicha. ¿Era un castigo? En tal caso, ¿cuál había sido su transgresión? ¿Rebelión infantil? ¿Un carácter juguetón? ¿O la desgracia era mal puro, una imperfección de la creación divina? La amputación hizo que tomara una aguda conciencia de otra cosa: la desconcertante relación entre cuerpo y espíritu, entre la sustancia material y la realidad espiritual. La carne y el hueso ya no estaban. Podía verlo, pero su mente le decía algo diferente. Todavía sentía la pierna amputada como una parte de sí mismo, pero solamente una extremidad pendía del borde del lecho cuando trataba de ponerse de
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LWJ, 1: 7-8. Jannett James, a Marcia Ames James, noviembre 16, 1827, MH. 5 Augustus James el rev. William James, mayo 6, 1828, Amherst College Library. 6 LRLJH, 147. 7 Howard Feinstein, “The Double in the Autobiography of the Elder Henry James”, American Imago, 31 (Otoño de 1974): 293-315. 8 LRLJH, 185-86. 4
pie. Quizás sus sentidos también lo estaban engañando acerca de la realidad de otras cosas. Quizás la "realidad" fuera una ilusión que sólo la revelación hacía significativa. Posiblemente la culpa del accidente estuviera en el fuego. Pero, ¿podían operar las leyes de la combustión en un mundo desatendido por una voluntad divina omnipotente? Cerca de los cuarenta años aludió a este aspecto problema moral planteado por el accidente de su juventud (aunque en el texto no aparece identificado como personalmente significativo). Lo mismo que en el bosquejo autobiográfico, habla de una extremidad superior en lugar de la inferior, pero el acontecimiento con el cual estaba luchando para tratar de quedar en paz es inconfundible. "Cuando el fuego quemó mi incauto dedo, no culpé al fuego. ¿Por qué? Porque yo sentía que el fuego actuaba obedeciendo [p. 39] estrictamente su naturaleza, que es la de someterse a mí, y que por lo tanto era yo solo el que estaba en falta, por haber invertido esa relación sometiéndome a él.,,”9 Un niño podía maldecir al fuego por su desgracia, pero el hombre había pensado después del problema y aceptado la responsabilidad total por el salto en las llamas. Dos incidentes de la vida ulterior de Henry demuestran que su deformidad tenía una significación moral para él y para sus amigos. Henry y A. Branson Alcott, el maestro de escuela y vidente trascendentalista, en una oportunidad se vieron envueltos en un debate filosófico. James consideraba que el razonamiento de Alcott no estaba bien fundamentado, y se lo dijo. El encolerizado Alcott replicó: "Mr. James, usted es una mercadería dañada y se presentará como mercadería dañada en la eternidad”.10 Sin duda esa descripción risueña de Henry aseguraba a sus oyentes que la pérdida de una pierna era un antiguo daño al que ya se había vuelto insensible por el paso del tiempo. Pero un segundo incidente revela cuánto le preocupaba esa mutilación. Una vez la apesadumbrada Julia Ward Howe, después de que muriera su hijo de tres años, le preguntó a J ames cuáles eran sus ideas sobre el tema de la inmortalidad. Resultaba claro que buscaba consuelo en un período de duelo. Según ella informa, "Henry ilustró su creencia de un modo singular. 'Yo he perdido una pierna -dijo- al principio de mi juventud. He conservado la conciencia de la extremidad durante toda mi vida. Aunque enterrada y fuera de la vista, siempre ha seguido siendo una parte de mí'"11 En este punto podemos ver, además de la insensibilidad de Henry ante las necesidades de una madre en duelo a la que difícilmente le agradara la comparación, el modo en que la amputación se convirtió en emblemática respecto de sus creencias tea lógicas maduras. Para Henry, los calvinistas fueron llevados al extravío de creer que Dios, castigaría a un niño inocente. Y sólo un tonto pod ía confundir su amputación con un daño al alma inmortal. Su espíritu provenía de Dios y no podía ser separado de Dios. Una madre sentimental podría preocuparse por la posibilidad de ser separada de su hijo, pero Henry comprendía mejor las cosas. Las criaturas de un Dios amante estaban eternamente ligadas a él en espíritu. Del mismo modo, una madre estaba ligada a su hijo. Ese era el único vínculo que verdaderamente importaba. La muerte física y la deformidad eran ilusorias. En la vejez, esta verdad espiritual le dio la seguridad y la tranquilidad de que formaba un todo y una unidad con su Creador. El bosquejo autobiográfico de Henry proporciona dos indicios inadvertidos que reposan directamente sobre sus luchas vocacionales con el padre. Incluso al fin de su vida, despertaba su encono la batalla con William de Albany y su siguiente ampliación al campo vocacional. El Stephen Dewhurst del bosquejo autobiográfico no era simplemente un doble exacto cuyas diferencias podrían suprimirse mediante la alteración de unos pocos detalles de ubicación espacial y temporal (tal como su hijo William, el compilador, lo sugirió cuando hizo [p. 40] publicar el manuscrito). Henry James había creado un bien desarrollado alter ego que poseía en su juventud todas las cualidades ideales a las cuales Henry aspiraba después de toda una vida de lucha espiritual. Stephen Dewhurst era un yo espiritualmente no dividido. Además de su desarrollo espiritual precoz, Dewhurst tenía una característica significativa que lo diferenciaba de Henry: era trabajador. Eligió una ocupación socialmente reconocida y participó en la principal crisis nacional de su generación: la Guerra Civil. James cita muchos paralelos entre su vida y la de Dewhurst, pero guarda un notable silencio acerca de su propia carrera. El dejó la escuela, se casó y heredó, una cosa a continuación de la otra, y sólo Dewhurst se empleó responsablemente de un modo que William James de Albany habría aprobado. "Había heredado un pequeño patrimonio, pero como ninguno de nosotros pensaba en una vida de ocio, ante esta inevitable interrupción de sus estudios logró una posición de confianza en el Departamento del Tesoro, en Washington, en la cual su habilidad y probidad le permitían desempeñarse con ventaja para el país ..."12 La idea implícita que Henry plantea en cuanto a que ambos eran
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MC. 13. M. De Wolfe Howe, Memories of Hostess (Boston, 1922), 76. 11 Julia Ward Howe, Reminiscences, 1819-1899 (Boston, 1899), 325. 12 LRLJH, 139. 10
trabajadores no correspondía en absoluto a la realidad -lo cual indicaría, creo, que el problema todavía constituía un punto sensible incluso en la vejez-. La segunda clave constituye una prueba aun más fuerte de la persistencia de un problema. Henry James nunca completó su autobiografía. Tratándose de un hombre que escribió catorce libros y publicó decenas de cartas y reseñas bibliográficas, este fracaso sugiere algo más que falta de perseverancia, algún obstáculo que no se podía salvar. El final del texto apunta al problema de la vocación. Henry recuerda que halló amigos adecuados para un demócrata de gran vivacidad en la zapatería local. A diferencia de lo que ocurría en su familia calvinista, "ellos estaban tan absolutamente libres de sensibilidad o perturbación religiosas, que mis fibras mentales se relajaron de una vez, quedando por comparación en libertad y comodidad, de modo tal que podría decir que la fuerza de la naturaleza que estaba dentro de mí experimentó su primera expresión auténtica". En esta parábola de la espiritualidad democrática, los representantes del hombre común proporcionan a Henry J ames la primera confirmación y aceptación de su verdadero yo. Según recuerda James, los artesanos apreciaban el teatro y admiraban la elocuencia. El solía recitarles, y era particularmente bien acogido por' "un viejo trabajador de la zapatería, tío de los principales, que ocasionalmente rendía culto a Baca, y cuyos ojos acostumbraban lagrimear muy libremente cuando yo leía ... Iba tan lejos en su entusiasmo como para predecirle al lector una carrera distinguida en los tribunales ... ". Pronto veremos cuán frenéticamente resistió Henry los intentos de su padre por hacer de él un abogado, de modo que podemos apreciar la ironía de su frase final: "Pero aparentemente la profecía no era el punto fuerte de mis amígos".13 [p. 41] Y con esa nota concluye el manuscrito. Tratando de reflejar (como él lo hizo ya en la vejez), a través de un doble espiritual, los ideales de la vida inmortal, se topó con la cuestión muy mortal del trabajo mundano, que llevó al fracaso a la autobiografía. El problema de la vocación hizo abortar la historia de vida en cuanto se coló en la vida.
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LRLJH, 190-91.
3. FUGA DEL UNION COLLEGE [p. 42] Subordina tu vocación a tu vida, o abandónala para siempre: no es para ti, es una condena de tu propia alma. A. Bronson Alcott (1) Lo que estaba fermentando entre Henry y su padre no era una mera disputa familiar. Se trataba de una colisión entre dos hombres de voluntad fuerte, uno arraigado en la ortodoxia religiosa del Ulster del siglo XVIII, y el otro rebelde, innovador y optimistamente americano. Uno permanecía escudado en el baluarte de la Iglesia Presbiteriana, confiado en que el éxito mundano constituía una prueba amplia de que se contaba con el favor de Dios; el otro era igualmente intransigente, en primer término en cuanto a que solamente él daría forma a su propia vida, y en segundo lugar en la afirmación de una luz espiritual interior. El padre defendía el trabajo intenso y el hacer dinero como un signo de la gracia. Para el hijo, la devoción al Dios interior era más meritoria que la multiplicación del capital. El retintín de la plata le parecía más un ruido desagradable que música celestial. En el mejor de los casos el dinero era útil para sostener el ocio contemplativo, y en el peor, una tentación para el egoísmo humano y origen de la perdición del alma. En última instancia, sobreviviendo a la dialéctica familiar que ellos habían generado, el hijo desmembró la creación del padre, recogiendo la cosecha de lo que su progenitor inmigrante irlando-escocés había sembrado, mientras desdeñaba y escarnecía el coraje y la habilidad del sembrador. Recuperado de la intervención quirúrgica, Henry James entró en el Union College en 1828. En el mes de noviembre anterior al momento en que debía graduarse con la promoción de 1830, provocó una confrontación abierta con WilIiam de Albany y huyó del college a Boston. Realizó entonces un serio esfuerzo por sostenerse a sí mismo con un trabajo de su propia opción. Al principio la frenética ruptura en busca de libertad tuvo éxito, pero finalmente el hijo rebelde retornó para probar el camino que su padre había elegido para él. [p. 43] El Union College era una elección natural para la educación de Henry. No estaba lejos del hogar de la familia en Albany. Eliphalet Nott, el presidente, era amigo de su padre y ex ministro del culto* Y, lo que quizás es más importante, Nott tenía la reputación de ser hábil en el manejo de muchachos difíciles. La especial simpatía que Nott experimentaba por los jovencitos de voluntad fuerte se desarrolló a partir de su propia experiencia infantil. Escaldado por la disciplina que le imponía un hermano mayor, había resuelto cuando muchacho que "si llego a ser hombre, nunca seré como los otros hombres en cuanto a la manera en que tratan a los niños"1. Fiel a esa temprana promesa, introdujo reformas que atraían al Union College a estudiantes de todo el país, y por otra parte le ganaron una reputación escandalosa entre las escuelas más antiguas de la Nueva Inglaterra** Nott estaba en el año vigesimocuarto de su presidencia (reinó durante sesenta y dos años) cuando ingresó Henry, y muchas de sus innovaciones ya habían demostrado su utilidad. Por más simpatía que experimentara por la situación de los jovencitos muy vivaces sometidos a la disciplina calvinista, incluso Nott estaba en contra de la rebelión abierta. * La Primera Iglesia Presbiteriana de Albany -apodada "la iglesia de la corte" por la prominencia de sus feligreses- era el lugar del culto de los irlando-escoceses de la ciudad. Nott fue ministro allí antes de empuñar el timón en el Union (Coonelius Van Santvoord, D.D., Memoirs of Eliphalet Nott, D.D., LLD., Nueva York, 1876, 57; Codman Hislop, Eliphalet Nott, Middletown, Conn., 1971, 33-40). William James fue uno de sus más importantes feligreses. [p. 43] ** Los docentes de la Nueva Inglaterra acordaron informalmente negarse a admitir estudiantes expulsados de otras escuelas por haber cometido infraccines disciplinarias. Ante un amigo, Nott reconoció su desaprobación: "Aunque desapruebo por completo ese monopolio que la combinación existente entre los colleges pretende asegurar, en esta materia siempre he actuado siguiendo el espíritu de la jurisprudencia". No obstante, la reputación del Union como albergue para jovencitos ingobernables, persistió. "No sé cuál es la razón por la cual año tras año aparece la oportunidad de decir algo verdadero o falso sobre nosotros -se lamentó Nott-. Si en cualquier caso, mientras había problemas en otros colleges, nosotros hubiéramos contrarrestado sus planes, o brindado albergue a los que ellos llaman sus rebeldes, entonces habría una razón, si no una justif'icación para esta queja repetida. Pero la verdad es que, aunque siempre se recurre a nosotros, también siempre rechazamos a jóvenes que se rebelaron contra el gobierno en cualquier parte" (Van Santvoord, Memoirs of Eliphalet Nott, 154-155), [p. 43]
Fuga del union college. Epígrafe: A. Bronson Alcott. “Orphic Sayings”. The Dial, juilo de 1840, citado en Perry Miller, The Transcendentalists (Cambridge, Mass., 1950), 304. 1 Codman Hislop, Eliphalet Nott (Middletown, Conn., 1971), 15. Este libro contiene una descripción detallada de las manipulaciones con la lotería.
Había tenido mucho éxito en su esfuerzo por cambiar la atmósfera del college, convirtiéndola en una que condujera al estudio y retirando las cuestiones disciplinarias de las manos de la junta docente. Era una atmósfera que parecía improbable que irritara y provocara él un joven independiente como Henry James.* No obstante, las reformas de Nott [p. 44] probablemente no le parecerían un avance a los estudiantes del siglo XX, pues el presidente se asignó a sí mismo, con exclusividad, el papel de juez y custodio de la disciplina. Difícilmente pueda considerarse que la autocracia representa una mejoría respecto de la oligarquía. Pero en las manos de Nott las relaciones entre alumnos y maestros fueron cambiando gradualmente: ellos dejaron de ser adversarios para convertirse en amigos. Había tomado la medida (que entonces carecía de precedentes) de insistir en que el cuerpo docente y sus familias vivieran con los estudiantes. Esta innovación, instituida en la primera década del siglo, gravitó directamente en la carrera de Henry en el Union College, pues el presidente había sido el primer profesor que siguió lo estipulado en el nuevo programa, y James vivía en la casa del doctor Nott. La idea había sido tan radical en sus comienzos que el presidente tranquilizó al mundo académico en cuanto a que ni él ni ningún miembro de su familia había sido objeto de "perjuicio o ultraje" como consecuencia de las nuevas disposiciones sobre la vivienda. Además, la reforma no había conducido "a una rebelión general, ni a una expulsión, ni a ninguna resistencia de cualquier tipo al gobierno de la institución”.2 Un contemporáneo del presidente Nott recordó que muchos estudiantes "que parecían poco promisorios desde el punto de vista moral, si no irredimibles, emergieron de su instrucción animosos y valientes, con la conciencia de poseer poderes que difícilmente hubieran sospechado, y con resoluciones virtuosas que no era fácil pensar que podían inspirarse".3 Y Henry necesitaba mucho esa guía. Además de ser temerario y porfiado, se había convertido en adicto al alcohol. El anciano zapatero del que en el bosquejo autobiográfico dice eufemísticamente que "rendía culto a Baca", en realidad había estado proporcionando al niño y a sus amigos "gin y brandy", por la mañana y por la tarde, cuando se detenían en la zapatería al ir y volver de la escuela, desde la época en que Henry tenía diez años. ** Para complicar las cosas, después de su [p. 45] accidente Henry había sido alentado a utilizar "todo tipo de estimulantes" por sus "padres, médicos y enfermeras", con el resultado de que (como se lo confesó más tarde a su hijo Robertson, que por ese entonces estaba luchando con su propio alcoholismo) "emergí de mi habitación de enfermo y fui al college ... desesperanzadamente adicto al vicio".*** Los acosados progenitores de Henry (por entonces había cinco niños en la casa y un sexto estaba por nacer) deben de haber albergado grandes esperanzas cuando enviaron al hijo a Schenectady y hacia el ministerio del doctor Nott. *Cuando Nott se hizo cargo, un cuerpo docente de cinco miembros era la única autoridad judicial, y las suspensiones y expulsiones eran frecuentes. "La junta docente se reunía y tomaba asiento como un tribunal: acusaba a los transgresores, interrogaba a los testigos y emitía su sentencia con toda la solemnidad de un tribunal civil." Nott estaba convencido de que (como lo habría predicho cualquier persona familiarizada con el agudo sentido de la justicia que tienen los adolescentes) el proceso "prácticamente alineaba a los estudiantes contra la junta docente, impedía la confianza mutua, y en lugar de disuadir, provocaba las transgresiones". Las infracciones que merecían ese montaje judicial parecen inocentes según las normas del siglo XX. Por ejemplo, una disputa entre un alumno y un profesor acerca de una luz prohibida en la habitación del estudiante, condujo a la expulsión. Cuando los padres del jovencito dirigieron una súplica al presidente para que se revisara la sanción Nott aprovechó la oportunidad para reformar la totalidad de la estructura (ibid., 150). [p. 43-44] ** Durante el primer tercio del siglo XIX, no era en absoluto poco común que los niños bebieran. El consumo de alcohol en general fue más alto entonces que en cualquier otro momento de la historia del país. Durante la década de 1820, el adulto varón promedio bebía diariamente casi media pinta de whisky (algo menos de un cuarto litro). Nueve millones de mujeres y niños' tomaban doce millones de galones de whisky por año (casi cuarenta y cinco millones y medio de litros). El consumo total per cápita de alcohol (un total de cinco galones – más o menos diecinueve litros – de vino, cerveza, sidra y whisky) triplicaba el de la actualidad. Véase W. J. Rorabaugh, The Alcoholic Republic (Nueva York, Oxford University Press, 1979). [p. 44-45] ***Jean Stouse (AJ. II) infiere incorrectamente que James frecuentaba a jugadores profesionales antes de retornar graduado del Union College. En una carta escrita muchos años, más tarde, Henry dice: "Me fui de Albany abandonando mis estudios y mi profesión, y… frecuenté a jugadores profesionales" (Henry James padre a Robertson James, s. f.: Vaux). Esta secuencia obviamente se refiere al breve período durante el cual estudió leyes después de haberse graduado en el Union College en 1830. [p. 45]
2 3
Cornelius Van Santvoord, Memoirs of Eliphalet Nott, D.D., L L.D. (Nueva York, 1876), 150. Ibid., 152.
(2) Lamentablemente, Nott fracasó con Henry J ames. James continuó siendo "salvaje" y finalmente huyó del college y de la reputada influencia de Nott. Está abierto el interrogante de por qué Nott no pudo retener a este jovencito como lo había hecho con muchos otros. Pero los registros que subsisten sugieren una explicación posible. James no era simplemente un niño difícil más, sino el hijo de William James, el hombre cuyo buen nombre y recursos monetarios salvaban al college del colapso económico y a Nott de la desgracia pública. Henry James era un peón en una compleja manipulación financiera que habría hecho, sumamente difícil que Nott se pusiera de parte del joven en una confrontación con su padre, incluso si tal acción hubiera estado justificada. Además, a Henry podría haberle resultado desagradable abrir su mente y su corazón a Nott, a quien veía perseguir vigorosamente una expansión capitalista voraz, al borde de la ilegalidad, que ofendía la conciencia del joven. En la época en que Henry ingresó en el Union College, su padre y el presidente ya estaban ligados por prolongados lazos políticos y financieros que excluían el logro de influencia en el desarrollo moral de este hijo pródigo. Cuando Nott asumió la presidencia en 1804, el college a duras penas podía pagar sus deudas. Al final de su gestión, estaba cómodamente equipado, muy ampliado, y de él egresaban más estudiantes que de los más antiguos colleges del país. La piedra basal de la estructura financiera que llevó al Union de los [p. 46] andrajos a la riqueza fue una valiente (los críticos de Nott habrían dicho "temeraria") maniobra política. En una época en que el principio del apoyo estadual a la educación constituía una novedad, mediante contactos en la legislatura obtuvo un subsidio de 80.000 dólares. La suma se recaudaría mediante una lotería. * El Union College tardó diez años en obtener el dinero. La guerra y la renuencia natural de funcionarios designados por el Estado, que cobraban un salario anual por su intervención, impidieron una conclusión más rápida. Los administradores del Union College se habían negado a aprobar la solicitud inicial de Nott a la legislatura. No obstante, no lo retuvieron cuando propuso requerir por segunda vez fondos estaduales. Mediante astutas maniobras parlamentarias obtuvo un nuevo subsidio, en este caso por 200.000 dólares, que también se recaudaría mediante una lotería. La primera lotería había provocado dificultades financieras a Nott, debido a la prolongada demora en la recaudación pero el problema resultó pequeño comparado con las complicaciones que provoco la segunda lotería. Antes de que hubiera concluido, Nott fue arrastrado, junto con los administradores y el tesorero del Union College y altos funcionarios del Estado, a una trama viciosa de especulación, soborno, fraude y chantaje que en última instancia entrampó a William James e hizo de Henry, cuando ingresó en el college, el hijo del hombre cuyos activos líquidos mantenían a la institución a flote. Los funcionarios a sueldo administraron la segunda lotería durante ocho años y "no se hizo nada para pagar ni un dólar del subsidio principal; ni siquiera se llegaron a cubrir los intereses".4 Sin amilanarse, Nott convenció a la legislatura de que los funcionarios asalariados ya no eran útiles para el Union ni para las otras cuatro instituciones que por ese entonces también habían sido designadas beneficiarias de la lotería. Nott aventuró que él podría encontrar administradores capaces de lIeg.ar a un término más rápidamente y, tomando prestados 33.000 dólares de William James, compró las partes de los otros beneficiarios reservando para el Union ColIege todos los riesgos y todas las ganancias. Ya antes James había prestado al college 56.000 dólares para reemplazar al subsidio aprobado pero no disponible a causa del lento desempeño de los funcionarios. Estas dos transacciones, realizadas en 1821 y 1822, convirtieron a James en el banquero del Union ColIege. En 1823 la suma que se le adeudaba llegaba a los 71.000 dólares, avalado s por una hipoteca sobre los terrenos y edificios del college. Fmalmente Nott ganó su apuesta. Los administradores que designó[p. 47] completaron la lotería y el Union CoIlege obtuvo 276.000 dólares más los intereses, suma más que suficiente para pagar a James y equipar generosamente al college. Pero detrás del escenario, el presidente y sus funcionarios actuaban al borde de la ilegalidad, a veces dentro de la ley y otras fuera de ella, arriesgándose a la bancarrota para enriquecerse a sí mismos tanto como al college. * Era una práctica común en Europa y América del Norte obtener fondos con fines meritorios mediante loterías. En Inglaterra, una lotería realizada en 1753 proporcionó la base económica para el Museo Británico. En las colonias británicas Dartmouth Yale Harvard y Brown recibieron generosas cesiones de loterías. El Congreso Continental reuni6 de esta manera fondos para las tropas en campaña. Véase A. Franklin Ross, "History of Lotteries in New York"”, Magazine of History, febrero-junio de 1907, 96-100. [p. 46]
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Ibid., 386.
Una comisión de la legislatura del Estado de Nueva York de 1819 llegó a La conclusión de que era imposible librar del mal al sistema de las loterías.5 El soborno, el fraude y el robo florecían en todos los niveles. La lotería del Union no fue una excepción. Nott designó funcionarios que aceptaban darle una comisión, con lo cual tomaba legalmente una parte del lucro aprobado por el Estado . Entonces Nott autorizó en secreto a esos funcionarios administradores a invertir el producto de la lotería, hasta que fuera necesario para entregar los premios, en lugar de depositarlo en el banco, que era el procedimiento esperado. A comienzos de 1822, los funcionarios especulaban con ese dinero en el negocio inmobiliario en Washington, D.C. y en Pennsylvania, así como en el canal Wellington.6 Las inversiones no fueron fructuosas, y el 4 de enero de 1826 los administradores de la lotería informaron al presidente que "no tenían ninguna perspectiva razonable de pagar la suma estipulada, ni siquiera de pagar los premios pendientes de la lotería". Para peor, cometieron fraude al vender más billetes que los que estaban legalmente autorizados.7 Para que los ayudara en sus esfuerzo, importaron de Italia a un señor Vanni, quien iba a darles consejos acerca de un nuevo modo de estafar al sistema. En 1830, el "consejero" se había convertido en chantajista, y hubo que darle 20.000 dólares para que saliera del país.8 Cuando los administradores de la lotería quedaron imposibilitados de pagar el dinero de los premios a causa de su especulación, en 1826, sugirieron alegremente que Nott "reúna 100.000 dólares para nuestro inmediato socorro”9 Tal vez pensaran que podían formular ese requerimiento desaforado porque conocían la buena disposición de William James para actuar como banquero del Union College. En esa época Nott estaba ocultando sus manipulaciones a los administradores del college, y permaneció impávido. Los riesgos implícitos, el giro moralmente dudoso de las negociaciones y las ganancias imaginadas lo habían hecho intrépido hasta un extremo de grandiosidad. Aconsejó al tesorero del Union (que era hermano del gobernador y también uno de los administradores de la lotería) en los términos siguientes: "Usted y yo tenemos poderes tan ilimitados y hemos hecho uso de ellos tan osada y frecuentemente sin siquiera consultar a los administradores residentes del college, los cuales constituyen una comisión permanente con poderes en todas las emergencias, que estoy ansioso en primer lugar porque nos armemos y preparemos nuestra justificación para el caso de que ocurra lo peor, y porque después de haberlo hecho evitemos el desastre; si vamos más lejos que hasta ahora lo evitaremos: mi consejo es ir aun más lejos y aferrarnos a nada más que imposibilidades… 10[p. 48] El día anterior había inducido a William James a restaurar la liquidez de los administradores de la lotería.* En este punto de la manipulación financiera, el capital de William James estaba seguro. Lejos de tratarse de una colocación precaria, como han sugerido algunos biógrafos, ella le daba poder sobre Nott, sus administradores de la lotería y el destino del Union College. Tal como se lo dijo a Nott uno de esos administradores, "ahora es como si estuviéramos en un polvorín, mientras vemos una antorcha en las manos de un hombre que es nuestro amigo hoy, pero que no sabemos por cuánto tiempo seguirá siéndolo, y que puede hacemos volar cuando le plazca ... "11 En la época en que Henry ingresó en el Unión College, en 1828, el escándalo de la lotería había tomado estado público a través de los descubrimientos publicados de una * Los biógrafos anteriores se han confundido acerca de estos 100.000 dólares. Gay Wilson Allen, por ejemplo, escribió: "En una oportunidad en que el college estuvo cerca de la bancarrota, él envió al presidente cien mil dólares, tomando como aval la hipoteca de todos los terrenos y edificios, y ulteriormente canceló la deuda sin haber recibido pago alguno" (WJ. pág. 4). Allen se equivoca en los tres puntos. Los terrenos del college fueron hipotecados en préstamos anteriores. Jamcs nunca envió al presidente 100.000 dólares, y se le pagó todo lo que se le debía. La confusión surge del hecho de que Jarnes endosó pagarés sobre cuya base los administradores de la lotería podían obtener préstamos de otras personas. Jamess había recibido seguridades y declaraciones escritas de Nott, del tesorero del Union College y de los administradores, en el sentido de que, si ellos no cumplían, él no tendría que cubrir la pérdida con sus propios recursos (Documents Relative to the Dispute between the Trustees of Union College and Yates and McIntyre , Schenectady 1834. Parágrafo 137). [p. 48]
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A. Franklin Ross, “History of Lotteries in New York”, Magacine of History, febrero-junio de 1907, 265. Documents Relative to the Dispute between the Trustees of Union College and Yates and McIntyre (Schenectady, 1934) parrs. 60, 119. 7 Ross, “History of Lotteries”, 322. 8 Documents Relative to Dispute, pars. 386, 389. 9 Hislop, Eliphalet Nott, 287. 10 Ibid., 291. 11 Documents Relative to Dispute, par. 191. 6
comisión legislativa que investigó quejas.12 En última instancia, el Union College obtuvo el subsidio completo, con los intereses; Nott personalmente ganó 322.779 dólares, parte de los cuales iban a ser obtenidos mediante litigios contra los administradores de la lotería (amenazado por la legislatura, Nott finalmente donó ese dinero al college); John B. Yates y Archibald McIntyre, los administradores de que se trata, se retiraron como hombres ricos. Según las irónicas palabras de un cronista y crítico político de aquella época, que tenía plena conciencia del dudoso carácter moral de todo el asunto, "la empresa les deparó una espléndida fortuna, como era de esperar, y por cierto, como quizás estaba bien que ocurriera”13 En el marco de estos antecedentes, la rebelión de Henry era motivo de preocupación para tres hombres poderosos que intentaban amansarlo por sus propias razones: su padre, el presidente y Archibald McIntyre (el administrador de la lotería), que actuaba como intermediario amistoso. A William James debe de haberle ocurrido muchas veces en su larga carrera comercial que la situación hiciera conveniente para su imperio financiero el contar con un hijo abogado. Un hijo con formación jurídica podría vigilar sus amplias transacciones inmobiliarias, sin que los honorarios salieran de la familia. William trató de forzar [p. 49] a Henry en esa dirección, pero Henry no era la persona adecuada. No sólo rechazaba la carrera de derecho, sino que también gastaba liberalmente el dinero de su padre rico, sin pedir permiso. A mediados de noviembre de 1829, McIntyre escribió ansiosamente: "Sus amigos por lo general ya han oído lo bastante sobre su conducta como para experimentar dolor y afán respecto de su seguridad y su utilidad futura"14 No hay modo de saber qué es lo que McIntyre tenía en mente cuando utilizó la expresión "utilidad futura", pero caben pocas dudas de que los buenos oficios de William James eran todavía esenciales para los administradores de la lotería, y que un hijo rebelde comprometía una situación ya precaria. La rebelión tenía que ser abatida. Aunque fingiendo simpatía respecto del punto de vista de Henry, McIntyre estaba obviamente perturbado por el hecho de que rechazara una carrera en los tribunales (McIntyre mismo era abogado). Apoyó las demandas de William James: "Usted me ha dicho que no lo atrae el derecho, yo lo lamento, pero le cedo el talento. No obstante, acerca de la posibilidad de hablar con su padre sobre este modo de ver, encuentro que él se aferra inflexiblemente a la idea de que estudie derecho ... ".15 El problema de la vocación de Henry se entretejía con el de su prodigalidad. Henry había gastado unos 100 dólares en "cigarros y ostras... y telas de sastrería", sin el consentimiento de su padre.16 Sabiendo, como sabemos que McIntyre y su socio habían sido osados con sumas mil veces mayores, sólo nos queda preguntamos cuál sería la fuerza de su indignación moral acerca de las imprudencias de Henry. Aunque las palabras se referían al jovencito, eran aplicables con una intensidad aun mayor (si la cantidad estafada gravita en el balance moral) al propio McIntyre, quien había especulado con fondos públicos desde 1822 y estaba irremediablemente hundido en el fango de la impostura, la duplicidad y el fraude. "Lo considero al borde de la ruina, y estoy muy persuadido de que si no se detiene sin ninguna transición ni demora en esa carrera de locura que durante algún tiempo se ha permitido (si es que no se ha detenido aún), y sigue con sinceridad una senda diferente usted está perdido para el mundo..." Por ese entonces McIntyre sabía muy bien cuán prudente era seguir la senda que apremiaba a tomar al joven transgresor. "No pierda entonces ni un momento, mi querido Henry, para tratar de convencer a su padre, por medio de todos los actos futuros de su vida, de que se arrepiente del pasado y está decidido a actuar siguiendo de modo acabado su consejo y sus deseos." Concluía con una amenaza que subrayaba la importancia que atribuía a la respetabilidad ligada a la propiedad (si no al método para lograrla). "Si no lo hace, perderá toda respetabilidad, todo apoyo, independencia, todo lo que es valioso en la vida."17 Henry James decidió que ya había tenido lo suficiente de Union College, de su presidente, de McIntyre y de su padre. Escapó, dejando sus cuentas impagas y a sus mayores en la incertidumbre acerca de su destino. El hecho de que [p. 50] William James esperara lo peor de Henry constituye un síntoma del grado de deterioro de las relaciones entre ellos. Escribió a McIntyre sobre "las artes de baja ruindad y falsedad desvergonzada" practicadas por su hijo, que había ido "criado no sólo con angustia y plegaria sino también con una liberalidad rayana en el derroche". William anunció que Henry se había "envilecido al punto de dejar la casa de sus padres como estafador". Esta era una gruesa exageración. Aparentemente Henry había 12
Ibid., par. 21. Van Santvoord, Memoirs of Eliphalet Nott, 386-89; Jabed D. Hammond, History of Political Parties in the State of New York (Syracuse, 1852), 2: 93; Hislop, Eliphalet Nott, 483-91. 14 EHJ 17. 15 Ibid. 16 EHJ, 16. 17 Archibald McIntyre a Henry James, noviembre 12, 1829, texto mecanografiado, M.H. Esta carta se publicó en parte en EHJ 17. 13
preparado su fuga del college ordenando un traje apropiado para una aventura en una gran ciudad. Los sastres de Albany no quisieron atenderlo, pero los de Schenectady fueron más confiados. Cuando presentaron la cuenta, Henry había dejado el lugar. Su apabullado progenitor profetizó lúgubremente: "Puesto que por gusto y presunción se entrega a tales bajas ocupaciones, me temo que no haya ninguna esperanza para él".18 "Estafador" era un término duro. Por cierto, Henry esperaba que su padre pagara la ropa aunque no hubiera aprobado previamente el gasto. Es difícil considerar que esto constituya una estafa, pero sin duda el joven estaba rebelándose contra el gobierno paterno. Tanto lo encolerizó a Mr. James el comportamiento de su hijo, que estaba dispuesto a creer que Henry había dado a sus acreedores una dirección falsa para que no lo obligaran a pagar. 'En realidad, Henry no ocultó sus planes de irse a Bastan, pero su padre no creía que ése fuera su verdadero destino. "Los hijos de Townsend ... y otras personas del College han dicho en la ciudad ... que H se ha ido a Bastan ... y tengo entendido que le dijo al hombre que le hizo la ropa ... que se iba allí. .. pero el engaño será inútil... en su caso ... lo encontrarán y tendrá su merecido ... pobre ser ... " El presidente Nott tenía la impresión de que Henry se dirigía a la ciudad de Nueva York. Tanto Nott como Mclntyre interpretaron la fuga de Henry como un problema financiero -por su dependencia de William James- y no tuvieron en cuenta el deseo del joven de apartarse de una profesión dedicada a la adquisición y preservación de la propiedad. Las observaciones del presidente demuestran cuán acabadamente se había puesto del lado del padre y contra el hijo. "Me entero de que el joven James no está en Nueva York, como se esperaba. Si ése hubiera sido el caso, a menos que se lo pudiera haber inducido a volver con su padre, no habría resultado ningún bien. Tiene que convencerse de que el dinero tiene algún valor, y de que el ahorro es una virtud, antes de que se lo persuada a buscar apoyo o consejo en su padre."19 La carta de Nott a McIntyre contiene la más temprana predicción (¿o era un deseo?) de que la lucha entre padre e hijo llevaría al derrumbamiento de Henry. "Espero que haga pie inmediatamente, o en caso contrario que se derrumbe de inmediato; cuanto antes sus asuntos entren en crisis, tanto mejor será para él y sus amigos." Nott consideraba que el trabajo independiente era una alternativa válida para Henry, pero a pesar de su reputación de entender a los jóvenes difíciles, no experimentaba ninguna simpatía por éste. Se refirió [p. 51] por segunda vez a la alternativa del derrumbe al escribir a McIntyre varias semanas más tarde. "Espero que emprenda actividades que le den sustento, o que se derrumbe rápidamente." Por entonces consideró la posibilidad de que ese episodio pudiera tener alguna consecuencia ventajosa para el desarrollo moral de Henry. "Es un muchacho brillante, pero tiene defectos de carácter; tal vez la adversidad le haga bien." Cuando se supo que Henry había encontrado trabajo en Bastan y no se estaba derrumbando, Nott se negó a creerlo. "Acabo de tener noticias del joven James -informó-; sostiene haberse empleado, pero me temo que no adelante; nada puede hacerse por él hasta que comprenda el valor de tener una casa paterna."20 El educador Nott no experimentaba ninguna simpatía por el intento desesperado de Henry de hallar su propio camino, cosa que habían hecho el abogado McIntyre y el comerciante James. Desde su punto de vista, era impensable que un joven para el que se esperaba una gran generosidad paterna arriesgara su futuro (y el futuro del Unían College), trabajando en lo que él mismo decidiera. (3) Para un joven intelectual en busca de libertad y aventura, Bastan era una buena elección entre las que la república ofrecía en 1829. Por sus 60.000 habitantes era la tercera ciudad del país, y parecía enorme comparada con Albany, que tenía 20.000 habitantes, y con Schenectady, que reunía a 4.000. Pudo ver a Edwin Booth representando El rey Lear (si llegó en los primeros días de diciembre, pues el célebre trágico sufrió un "desorden mental" que interrumpió temporariamente su trabajo después de la primera semana) o a la señora Austin en la La tempestad en el Tremont Theatre. También podía asistir a conciertos en el Tremont y oportunamente a conferencias auspiciadas por la Sociedad de Boston para la Difusión del Conocimiento, en el Athanaeum. Pero en Bastan había atractivos aun mayores que los de la cultura superior para un joven en fuga del moralismo presbiteriano. Bastan era el centro del liberalismo cristiano, representado por la Iglesia Unitaria. Cuando finalmente se supo en Schenectady que Henry había encontrado trabajo y estaba disfrutando de su independencia en Boston, llegó una carta dirigida a Isaac Jackson, amigo y tutor en el college, y no al presidente Nott. La carta sugiere que Jackson podría haber conocido anticipadamente el plan de Henry. Era la carta vivaz de un joven que habla comenzado a tener conciencia de sus propias capacidades. 18
William James a Archibal McIntyre, diciembre 2, 1829, MH. Esta carta se publicó en parte en EHJ 17-18. Harold Larrabee, “The Flight of Henry James the First”, New England Quarterly, diciembre 1937, 774-75. 20 Ibid., 774-75. 19
Significativamente, veía su situación más en términos religiosos que materialistas. "Después de todo declaraba-, he dado el gran paso y estoy solo en mi peregrinaje." Se había empleado como corrector de pruebas de The Christian Examiner y vivía con la familia del director. Describe cada detalle de su nuevo mundo con la exuberancia de un prisionero [p. 52] puesto en libertad. "Aquí estoy, en la buena ciudad de Bosting, muy cómodamente instalado en el piso bajo (no en el subsuelo) de una casa de cuatro plantas en Hancock Street, ocupada por Mr. Jenks. La habitación contiene una muy valiosa y curiosa biblioteca (cuatro grandes estantes). M i lecho está en una alcoba próxima, que se abre a ambos lados a elegantes gabinetes. Estoy sentado en un cómodo sofá. A mi izquierda hay una alegre estufa Lehigh; bajo mis pies, una cálida alfrombra, y sobre mi cabeza un cuadro de Lorenzo de Médicí, pintado por Mr. Jenks. Este lugar es sagrado para mí." Lamentablemente, su permanencia en ese lugar sagrado iba a ser breve. Bosquejó las ventajas de la nueva experiencia para su educación. No era un trabajo "de ganapanes", como había dicho McIntyre (aparentemente McIntyre había tenido noticias del empleo y se manifestó desdeñoso); se trataba de una nueva vida que despertaba sus aptitudes. Mr. Jenks descuella como erudito, y es muy generoso en el aliento. Durante el primer año de mi estada me pagará 200 dólares, aparte de que me brinda casa y comida en su propia familia. Estoy ocupado aproximadamente ocho horas por día, leyendo pruebas de imprenta, etcétera. A esto Mr. McIntyre lo ha llamado "trabajo de ganapanes". Pero ésta es una denominación inadecuada. Tengo que buscar cada una de las citas (digamos en la Nat. Theoly, de Paley que Mr. J. está publicando) y determinar si es correcta: si no lo es, la corrijo. Cuando el Examiner desea una noticia breve, etcétera. se espera que yo la prepare ... Ahora continúo con el estudio de idiomas mucho más acabadamente de lo que me habría resultado necesario si hubiera permanecido en casa. Es indispensable que lo haga. Mi ambición ha despertado; tengo todas las ventajas y ni la rnás pequeña será menospreciada.21
Aunque la carta no fue dirigida directamente al presidente, es probable que Henry confiara en que su mensaje llegara al doctor Nott y también a su padre. La observación sobre los idiomas extranjeros podría haber caído en oídos bien dispuestos, pues Nott había modificado radicalmente los planes de estudio del Union College para incluir como materias a las lenguas modernas, además del latín y el griego tradicionales.22La carta estaba también destinada a coquetear sin artificiosidad con la herejía unitaria, de una manera calculada para tranquilizar y al mismo tiempo retorcer la nariz del padre. "Mr. Jenks, ¿sabes?, es unitario, pero no está de ningún modo ansioso por dirigirme en la elección de un predicador. Ocasionalmente escucho al doctor (Williarn Ellery) Channing, y no podría desear un solaz mayor que el de uno de sus sermones prácticos." Hasta allí la tentación. La tranquilización la seguía con diligencia: Alonzo Potter, que había estudiado en el Union College y era confiablemente ortodoxo,"me ha contado entre sus oyentes". Como si esto no bastara, el joven diplomático, que no estaba dispuesto a cortar los puentes con el college, concluye con una adulación teológica capaz de enfervorizar el corazón del doctor Nott y suavizar su juicio sobre el pródigo. La dama de la que se habla como esposa de Mr. Potter, no era otra que Sarah, la hija del presidente. "La señora Potter [p. 53] es lo que Eva podría haber sido antes de la Caída. A veces, escuchándola y viéndola, puedo... desear como el salmista, no pobreza ni riqueza, sino una mujer como la señora Potter.' Pero el irreprimible decidor de verdades no podía dejar de añadir una mosca que estropeara la ensalada: "A propósito, qué nornbre horrible para esa mujer".23 Uno tiene que admirar la habilidad de ese joven rebelde (y quizá de la juventud rebelde de todos los tiempos) para elegir una orientación que constituyera una transacción feliz (feliz para él) entre sus aspiraciones independientes y la opción que con mayor probabilidad irritaría la sensibilidad de los progenitores. Si lo que su padre quería de él era que trabajara, trabajaría, pero lo haría como asalariado y no como un docto profesional. Si insistía en la santidad, Henry se la proporcionaría en medida considerable, pero no sería del tipo presbiteriano. Se ubicaría como aprendiz de la voz erudita del unitarismo bostoniano, trabajando por difundir la doctrina que iba contra demasiadas de las cosas que su padre consideraba sagradas. Al triunvirato que quería demostrarle el valor de tener una casa paterna, podía arrojarle la comodidad, el estímulo y la generosidad de Mr. Jenks, que le ofrecía albergue y una afectuosa preocupación de padre. Nunca sabremos cómo pudo Henry hallar ese trabajo. Los periódicos de Boston incluían pocos pedidos de aprendices. Los avisos dirigidos a jóvenes aspirantes ofrecían enseñar sin paga los detalles de la técnica comercial. Quizás se trató sólo de la buena suerte de un joven que se atrevía a abandonar los canales consagrados. 21
EHJ, 19. Van Santvoord, Memoirs of Eliphalet Nott, 155-156. 23 EHJ, 20. Véase también Henry James a Isaac Jackson, enero 13, 1830, MH. EHJ le atribuye incorrectamente la fecha de enero 30 de 1830. 22
Tal vez Henry supo de Jenks leyendo el Examiner en su búsqueda de una versión menos estrecha del cristianismo. Los editoriales de Jenks calificaban a la doctrina calvinista de "repugnante" para una mentalidad independiente y contraria a las sencillas enseñanzas de Jesús. A la visión calvinista de un Dios que ejercía su voluntad irresistible sin tener en cuenta los méritos de sus criaturas, un Dios "cruel e insensible", un tirano que reía con una "alegría de demonio" al ver a los hombres hundiéndose en la perdición, Jenks le oponía palabras tronantes: “¡Tiene que ser falso! La Escritura nos lo dice, la razón nos lo dice, nuestro propio corazón nos lo dice ' ¡Tiene que ser falso!" 24 Podemos imaginar el sentido "amén" de Henry. En las páginas del Examiner. Henry podríae también haber encontrado pruebas de que otros como él buscaban un sentido auténtico de la vocación. En 1826 el Examiner había publicado una extensa reseña con amplias citas de las Observations On the Growth of the Mind, de Sampson Reed. La inferencias del ensayo de Reed, que mezclaba a Swedenborg con el idealismo alemán de una manera popular, eran revolucionarias. La psicología lockeana, que suponía que todo el conocimiento provenía de impresiones sensoriales, se fundaba en la visión pasiva de una mente que esperaba la impronta del mundo. Reed sostenía en cambio que la mente humana era única desde el nacimiento y daba forma al mundo a través de la percepción activa. Las consecuencias de las, ideas de Reed eran perturbadoras para los conservadores. Al abandonar a Locke, socavaba la justificación racional del control institucional y paterno. Si la mente era pasiva, podía esperarse que el hogar, la escuela y la Iglesia modelaran al niño. Se entendía la justa indignación ante cualquier desvío. Pero si a cada individuo Dios le había asignado una forma desde el nacimiento, así como la forma del árbol ya está predestinada en la semilla, los niños oprimidos podrían apelar a sus propias naturalezas para dar razón de su desafío a los mayores. Para Reed, la perspectiva de John Locke constituía "un modo de sentir erróneo". "La mente debe crecer insistía- no a partir de un acrecentamiento externo, sino de un principio interno." Por cierto, los seres humanos están sujetos a influencias, pero no debe olvidarse que desde la primera infancia la mente posee "un principio de libertad, que debe ser respetado y no puede ser destruido". Reed tenía plena conciencia de que al forzar a un hombre a actuar contra su naturaleza (que era lo que William de Albany hacía con Henry), el crecimiento, en lugar de ser alentado, podía interrumpirse. La mente es como una planta delicada. "Se pueden discernir sus propensiones peculiares, y es posible proporcionarle nutrición y cultivo apropiados; pero a la planta niña, no menos que al árbol maduro, debe permitírsele separar con sus propios órganos de absorción lo que se le adapta peculiarmente; lo restante será descartado como una sustancia extraña, o no producirá nada más que putrefacción y deformidad." Este era un toque de clarín que llamaba al individualismo y a la autoexpresión, capaz de estimular la imaginación de un joven de dieciocho años al borde de una ruptura osada. "Hay algo que cada uno puede hacer mejor que cualquier otro, y es la tendencia, y debe ser el fin de los acontecimientos humanos, el asignar a cada uno su verdadero oficio.”25 (4) Henry logró hacerle experimentar a su padre el sabor poco familiar de una sensación de impotencia demasiado humana. El perplejo James escribió a Mclntyre: "Es difícil hacerse una idea del espíritu herido de un hombre en mi situación ... mi corazón compadece a un pobre hijo infortunado ... que ha pervertido a tal punto las mercedes de una providencia benévola que, con los más ambiciosos deseos y medios para hacer de él uno de los más respetables miembros de su familia y de la comunidad ... toda la bondad de su padre no hace más que aumentar su progreso en culpa y menosprecio … cualquier esfuerzo mío -se lamentó - es tan seguro que le provocará un daño …en su senda actual ... como que lo elevaría ... si siguiera la senda correcta". William contaba con la conciencia para poner a Henry de rodillas por su violación de las leyes de la propiedad privada y la piedad filial. En su azoramiento, urgió a McIntyre a que ofreciera la conciliación en términos que para Henry significaban [p. 55] una capitulación completa, pero que deben haberle parecido generosos a su padre, que estaba tratando de salvar a su hijo de la condenación. "Sólo quiero decir una palabra ... si usted lo ve, dígale que cuando descubra cuán ruinmente ha obrado ... y cuando se sienta engañado y despreciado por sí mismo y todos los otros, que venga a mí y me esforzaré por escudarlo de la infamia y en la medida de lo posible de todo reproche." 26 No sabemos por qué Henry capituló y volvió al college. Quizás la fuga sólo había sido un intento más de atraer la atención de su padre. La experiencia clínica nos ha enseñado que los niños desatendidos tratan de conmover a los progenitores mediante enfermedades, osadía temeraria y rebelión. Su comportamiento en el 24
Christian Examiner and Theological Review, 3 (enero 1826) Sampson Reed, Observations on the Growth of the Mind (Boston 1859), 30, 39, 95. 26 William James a Archibald McIntyre, s.f., texto mecanografiado, MH. 25
Union College había suscitado por cierto la compasiva pr eocupación del padre, como lo había hecho su accidente cuatro años antes. Pero esa vez, desde luego, también había provocado su cólera. Incluso la cólera podría haber sido bien acogida por un joven que anhelaba amor para sentirse entero. De modo que tal vez Henry consiguió lo que buscaba y vio que era sensato volver. Pero también es posible que cediera ante la amenaza de ser desheredado (amenaza que en última instancia iba a cumplirse) y ante la presión que tres hombres tan poderosos como lo eran William James, Eliphalet Nott y Archibald McIntyre podían ejercer sobre él. Ellos hicieron vacilar su resolución juvenil. La corrección de pruebas podría ser excitante durante cierto tiempo, pero ¿lo sería durante la carrera de toda una vida? ¿Cómo podían compararse los 200 dólares anuales más casa y comida con una parte de los bienes inmuebles de su padre? Un joven inteligente como Henry podía incluso llegar a disfrutar estudiando derecho. ¿Qué mal había en hacer lo que quería su padre? Sea cual fuere la razón, como hemos dicho, Henry cedió. Volvió al Union College y se graduó en junio de 1830, a los diecinueve años. Pero a juzgar por el tono de sus cartas, violaba sus propios deseos más fuertes. Después de la graduación hizo una breve demostración de que estudiaba derecho en Albany, comenzó a frecuentar a jugadores profesionales y a beber cada vez más. Según lo que le dijo a su propio hijo años más tarde, "raramente llegaba sobrio al lecho”27 En ningún momento de los años siguientes de su larga vida volvió a escribir con la misma seguridad y entusiasmo de toda el alma acerca del trabajo como lo hizo desde el "lugar sagrado" de Hancock Street. Treinta años más tarde sostendría una batalla análoga con su hijo favor ito, William. Y William, después de obtener un título científico bajo la presión paterna iba a deslizarse profundamente en la desesperación, aun más que el padre en su propia juventud. Los descendientes de William de Albany no sólo heredaron su vasta fortuna sino también la lucha en torno de la vocación y la implícita autodefinición, lucha que alcanzó a las dos generaciones siguientes, si no fue más allá.
27
Henry James (p.) a Robertson James, s.f., Vaux.
4. UN CONCEPTO DE VOLUNTADES [p. 56] Deben aprender seriamente algunas de las profesiones, oficios u ocupaciones a los que se recurre usualmente en este pais como medios de vida, y deben practicarlas asiduamente. William James de Albany, 1832 (1) En el verano de 1832 una epidemia de cólera estalló en Albany. Antes de esa primavera la terrible enfermedad parecía tranquilizadoramente remota, cuando fue presentada a la atención de los ciudadanos por informes de viajeros publicados en el periódico local. Pero entonces se abatió sobre los pasajeros de un barco de inmigrante s en Montreal. Pronto se produjeron algunos casos en la ciudad de Nueva York. Finalmente los periódicos comenzaron a incluir registros diarios de los nuevos afectados y muertos en todo el Estado de Nueva York. La gente leía las noticias sobre el número creciente de víctimas primero con miedo y después con pánico. Sólo en el mes de junio murieron más de 12.000 personas en la ciudad de Nueva York. El mayor John Townsend estableció la cuarentena en Albany y prohibió que cualquier embarcación con víctimas del cólera a bordo se aproximara a más de una milla por debajo del South Ferry. El miedo al contagio era tan grande que se canceló la celebración del 4 de julio, y la festividad quedó simplemente señalada por el disparo de las salvas del saludo nacional.1 Pero la enfermedad seguía difundiéndose. Once muertes se registraron en Albany. A continuación otras catorce avivaron el terror que dominaba a la ciudad. Muchos residentes huyeron. Los negocios se interrumpieron. Las calles estaban extrañamente desiertas, y en ellas tenían paso libre los coches fúnebres que llevaban al cementerio a las últimas víctimas. * [p. 57] William J ames tenía sesenta años. Debe de haber sido un verano difícil para él. Los negocios iban mal, pero la baja era sólo temporaria. La inminencia de la muerte no lo era. Si no se lo llevaba el cólera, se lo llevaría otra cosa. Si no ocurría ese año, tal vez sucediera en el siguiente. Al principio la enfermedad atacaba solamente a los pobres; los nuevos inmigrantes amontonados en los sectores miserables de la ciudad fueron los primeros en caer. El periódico informaba que en París los pobres se habían irritado por la aparente invulnerabilidad de los ricos, y saludaron con gritos de regocijo el funeral de la primera víctima del cólera de alto rango que ingresó en el cementerio Père Lachaise.2 Pero el calor del verano se deslizaba lentamente y la enfermedad demostró ser democrática. Lamentablemente, era poca la ayuda que podía brindar la ciencia médica. Los médicos advertían que se debían evitar los remedios familiares, pues las sangrías, las purgas y el alcohol resultaban decididamente dañinos. El láudano y el reposo tenían alguna utilidad. Los periódicos describieron repetidamente los síntomas del mal. Habría sido difícil no inquietarse pensando que la aparición de cualquiera de ellos significaba que el fin estaba próximo: "una disminución del apetito, lengua cubierta de sarro, indigestión, opresión en el estómago y el corazón, manchas en la piel…". La ciencia era un junco débil, pero el devoto podía volverse hacia aquello en lo que siempre había buscado fuerza y seguridad: Dios. Los ministros exhortaban al ayuno y a la plegaria para lograr la misericordia divina. Si James se hubiera atrevido a exponerse al contacto con la multitud de otros adoradores, podría haber oído la plegaria del obispo Benjamin T. Onderdonk: "Oh Dios Todopoderoso, que por los muchos casos de muerte que nos rodean en todas partes y la advertencia, con la que ahora se nos apremia especialmente, de que estamos expuestos al súbito golpe de la muerte, nos llamas a considerar seriamente la brevedad de nuestro tiempo sobre la tierra, y nos recuerdas que en medio de la vida estamos en la muerte, enséñanos del mismo modo a contar nuestros días, que podamos dirigir nuestros corazones hacia la sabiduría".3 Para un hombre con bienes, la "sabiduría" no era sólo una cuestión espiritual. Uno tenía que poner sus asuntos financieros en orden. El martes 24 de julio de 1832 William J ames redactó su testamento. * "El cólera fue la enfermedad epidémica típica del siglo XIX, como la peste negra lo había sido en el XIV." El episodio de 1832 fue el primero de tres (1832-1834, 1848-1849 y 1866) que aterrorizaron a todo el país. En la década de 1830 la población creía que el estallido era consecuencia del pecado; en la década de 1860 con el desarrollo de la ciencia médica y de la salud pública, se lo consideró una infección llevada por el agua, resultado del saneamiento deficiente, y por lo tanto susceptible de control humano. El microorganismo específico que causa la enfermedad no fue identificado hasta 1883. Véase Charles Rosenberg, The Cholera Years: The United States in 1832, 1849 and 1866 .(Chicago, University of Chicago Press, 1962), 1-4. [p. 56-57] Epígrafe: The will of William James of Albany (julio 24, 1832). Véase Alonzo C. Paige, Reports of Cases Argued and Determined in the Court of Chancery of the State of New York (Saratoga Springs, 1865), 5: 318. 1 Albany Argus, julio 6 y 23, 1832. 2 Ibid., junio 22, 1832. 3 Ibid.
(2) Henry cumplió veintiún años ese verano. Había realizado un breve intento de estudiar derecho en Albany, y trabajado durante cinco meses ayudando a[p. 58] editar The Daily Craftsman, un periódico de esa ciudad, de orientación jacksoniana. Pero sus planes todavía eran inciertos. Su comportamiento seguía siendo demasiado licencioso como para que agradara a su padre. En su testamento, William James debía tener en cuenta a otros dos hijos que habían alcanzado la mayoría de edad, el reverendo William y Augustus. También tenía que proveer respecto de seis niños menores, dos nietos y su mujer, Catharine. El documento que preparó constituye una clave para entender la historia subsiguiente de la familia. El lenguaje del testamento subraya los valores religiosos de James. En todo su texto repite una letanía en elogio del trabajo y condenando el derroche y el vicio. Castigó a Henry y al reverendo William recortándoles sustancialmente la participación en los bienes inmuebles. Cuando su padre murió, seis meses más tarde, Henry interpretó que el hecho de haber sido desheredado constituía uno más de los actos autoritarios y arbitrarios dirigidos contra la juventud y la inocencia. Primero había sido Dios, con el daño físico y la amputación, y en ese momento su propio padre, que emitía un decreto punitorio. Considerando la vergüenza y el ultraje que debe de haber experimentado (para no hablar del temor a perder la oportunidad de llevar una vida de ocio), no puede sorprender que, cuando a su vez se convirtió en padre, ocultara a sus hijos ese desheredamiento, aunque él emponzoñó sus vidas (como frecuentemente lo hacen los secretos familiares), dándole forma de modo insidioso. Al redactar su testamento, William James se sentía desgarrado entre el deseo de proteger su capital de sus herederos y el deseo de proteger a sus herederos de los males del capital. Estipuló un fideicomiso para mediar entre esos intereses en conflicto. De haber tenido éxito, habría creado una fabulosa fortuna del tipo de las que ahora sustentan a las grandes fundaciones. Dio instrucciones a sus albaceas para que invirtieran todo su capital en bienes inmueble s, que debían mantenerse en fideicomiso durante veintiún años (el límite legal). Le interesaba tanto conservar su capital intacto que a su mujer le dejó demasiado poco para sus necesidades. A ella le quedaba la casa de North Pearl Street con su mobiliario y una anualidad de 3.000 dólares, con la cual tenía que sustentarse a sí misma y a sus seis hijos menores. Comprensiblemente, Catharine James fue la primera en impugnar el testamento. Una ley sancionada poco tiempo antes en el Estado de Nueva York le daba derecho a una tercera parte de las propiedades de su esposo.4 El tribunal convalidó su petición, reconociendo que William no le había dejado lo que debía. Se estableció asimismo que los seis hijos menores debían ser mantenidos con fondos provenientes de los bienes de su esposo, y no de la parte heredada por Catharine, que era lo que se había pretendido. William James confiaba en que el trabajo protegería a sus herederos de los peligros del dinero. Recordaba a sus fideicomisarios que su meta era "desalentar el derroche y el vicio, y proporcionar incentivos al ahorro y la vida de provecho". Los fideicomisarios podían proveer fondos para la educación o para establecer a sus hijos "en cualquier profesión u oficio intachables". Uno de los [p. 59] modos en que sus herederos podían obtener dinero del fideicomiso consistía en prepararse para el trabajo, y el trabajo era obligatorio para participar en la distribución final que tendría lugar veintiún años más tarde. Para poder heredar en ese momento debían "aprender seriamente alguna de las profesiones, oficios u ocupaciones a los que se recuxe usualmente en este país como medio de vida, y (debían) practicada asiduamente". Además convirtió a los fideicomisarios en jueces morales de sus herederos. Cualquiera que llevara una vida "groseramente inmoral, ociosa o deshonrosa" sería apartado, a discreción de los fideicomisarios. En resumen, a lo largo de su testamento William James se asemejaba notablemente al Dios calvinista tenedor de libros con el que Henry lucharía a brazo partido durante el resto de su vida.5 (3) William James de Albany murió el 19 de diciembre de 1832, no de cólera sino de un ataque fulminante. Pero el litigio acerca de su testamento duró hasta 1846, catorce años más tarde. Y las provisiones testamentarias controlaron a Henry desde el momento en que llegó a la mayoría de edad hasta que ya era un hombre de treinta y cinco años, con familia propia.* [p. 60] * Los estudiosos ya han descripto el tratamiento especial acordado a Henry (recibía una anualidad de 1.250 dólares pero sin ninguna garantía de participación en la división final 'del capital de su padre). Y el quebrantamiento de la voluntad 4
Paige, Reports of Cases, 5: 318. “The Syracuse Partition Suit”, MH. El testamento original se encuentra archivado en la Corte Testamentaria, Albany, Nueva York. También ha sido reimpreso junto con las opiniones jurídicas que resultaron del litigio al que dio lugar. Véase “Hawley v. James” en Paige, Reports vol. 5. 5
testamentaria es bien conocido. La posición de Austin Warren es típica: "Dos años después de la graduación de Henry en el Unión College, el terrible William James dejó este mundo. A pesar de sus esfuerzos de desembarazarse con pequeñas anualidades de sus dos hijos de mentalidad teológica, Henry y William, ambos considerados poco firmes en la fe, el testamento no fue respetado, y Henry, junto con sus hermanos, se encontró, al llegar a la mayoría de edad, 'con tiempo libre para toda la vida', y en consecuencia en condiciones de trabajar por su salvación cultural y espiritual, que es lo que eligió hacer" (EHJ, pág. 21). Warren supone erróneamente que la muerte del progenitor, el quebrantamiento de las disposiciones testamentarias y el hecho de asegurarse "tiempo libre para toda la vida" se produjeron con una conveniente simultaneidad. En consonancia con sus respectivos enfoques, los estudiosos anteriores que se dedicaron al tema excluye Ton diversas partes de la historia que vincula el testamento con el problema vocacional de Henry. Ralph Barton Perry descuida el hecho de que Henry y el reverendo William fueron singularizados en la repulsa moral. Además sostiene que el testamento sólo es de interés para los abogados, opinión que debe de haber desalentado en otras personas la lectura de las extensas consideraciones legales sobre el caso. "El anciano William James hizo así cuanto pudo por transmitir a su progenie superviviente una mezcla de piedad y carácter ahorrativo, pero en parte porque los descendientes eran muchos, en parte a causa de que la estrictez de su au toridad quedó comprometida por su propia indulgencia, en parte debido a que sus hijos heredaron el temperamento de su padre pero no sus opiniones, y en parte por razones técnicas conocidas solamente por los abogados y los tribunales, sus planes, en resumen, se frustraron" (TCWJ, 1:6). C. Hartley Grattan simplemente informa que el testamento "demostró ser inviable" e incorrectamente afirma que los herederos "se convirtieron en independientemente ricos cuando llegaron a la mayoría de edad" (The Three Jarneses: A Family of Minds, Nueva York, 1962, 17). Leon Edel fue el primero en examinar el intento de William de castigar a Henry. Fue también el primero en observar que el litigio sobre el testamento no concluyó hasta 1846. Pero no toma significativamente en cuenta ese hecho al narrar la historia de ese período (HJ, 1:21). Gay Wilson Allen es más preciso acerca del quebrantamiento de las decisiones testamentarias, pero en otros aspectos adopta la perspectiva tradicional (WJ, 7). [p. 59-60]
Henry asistió al Seminario Teológico de Princeton en 1835. Aunque la teología le interesaba intensamente, y los irlando-escoceses de inclinación teológica tendían a ir a Princeton, la oportunidad de su estada en el lugar puede vincularse directamente con la cuestión del apoyo económico. El ataque de Henry al testamento fue iniciado por sus abogados en 1834, pero en 1835 todavía no estaba en claro si iba a heredar o no una cantidad sustancial de dinero. Aún debía observar las normas estipuladas en el testamento de su padre (es decir, prepararse para una profesión), previendo el caso de que el pleito fracasara. Puesto que el testamento ordenaba específicamente solventar la continuación de la educación, ¿por qué no probar en Princeton hasta que el tribunal de Chancery decidiera su destino económico? El 21 de julio de 1835 un fallo le otorgó una victoria parcial, pero no obtuvo ninguna cantidad importante de dinero hasta el 28 de marzo de 1837.6 Después de lo cual dejó Princeton y volvió la espalda para siempre a la carrera de ministro. La súbita afluencia de efectivo en 1837 financió su primer viaje a Europa. Otra distribución importante de capital, ordenada por el tribunal seis años más tarde, coincidió una vez más con la decisión de vivir en el extranjero. Por entonces Henry estaba casado y tenía dos hijos. Mientras vivía por segunda vez fuera del país, Henry padeció un colapso nervioso que fue parcialmente aliviado por una conversión swedenborgiana. También en este caso el litigio por el testamento tuvo una importancia sustancial. En 1844 el juicio alcanzó una piedra miliaria de considerable significación simbólica para este hombre de treinta y tres años que todavía no tenía trabajo. El 16 de setiembre de 1844 se presentó un escrito para forzar la división y venta de las propiedades de J ames en Syracuse. En esa etapa, el tribunal obligó a Augustus, el hijo que deseaba seguir las estipulaciones del padre y al que el testamento favorecía claramente (tanto por su herencia en propiedades como por su posición de fideicomisario), a anunciar la venta de las salinas y la propiedad de Syracuse MilI. El asalto de Henry al testamento había dado tan buen resultado que Augustus tuvo que comprar lo que su padre quiso dejarle como herencia.7 Con un solo golpe Henry desmembró la hacienda de su padre y desplazó al hijo favorecido. Pasó varios años en Europa recuperándose de su postración. Este período coincidió con la iniciación del pleito por la partición de [p. 61] Syracuse* y la distribución final de los bienes, que tuvo lugar en 1846. El pródigo que había desafiado a su creador finalmente triunfaba, catorce años después de la muerte de su padre. Entonces, y solamente entonces, estuvo en condiciones legales de ser el dueño de su propio futuro. * Existe cierta discrepancia temporal. La crisis de James se produjo antes de que el pleito por la partición fuera registrado en el tribunal. James enfermó en la primavera y el tribunal registró el pleito en el verano. Supongo que Henry fue informado acerca de las intenciones de su abogado mucho antes de que el asunto llegara realrncntc a la corte. [p. 61]
6 7
Paige, Reports, 5: 473. “Syracuse Partition Suit”, 2.
El instrumento que William James ideó para controlar a su hijo fue quebrantado, pero logró casi tanto como lo que pretendió el testador. Durante catorce años Henry tuvo que encarar el hecho de que había sido juzgado un holgazán y consecuentemente apartado por su padre. Durante catorce años tuvo que luchar contra su propio hermano para obtener la parte que le correspondía legítimamente Y desbaratar el castigo paternal. En 1846, por fin, con notable demora, alcanzó su mayoría de edad. El conflicto de voluntades habla concluido. Pero salió baldado de la batalla. Su primer encuentro con la autoridad irracional lo dejó con una pierna menos. La segunda ronda lo dejó sin autorrespeto, herida ésta que hacía aun más insoportable el primer daño sufrido. Cuando Henry finalmente encontró su vocación como publicista de una versión singular de la teología swedenborgiana, la problemática relación entre el Creador y su criatura se convirtió en su preocupación obsesiva. En carta tras carta, conferencia tras conferencia, libro tras libro, lo aguijoneaba el misterio de un Dios que infligía el mal a su propio hijo. (4) El primer viaje a Europa resultó breve pero significativo. Fue iniciado en la teología sandemaniana (y durante cierto tiempo adhirió a las creencias de la secta), reunió material para su primer libro y visitó a los parientes supervivientes, de su padre en Cavan. Joseph Henry, su maestro, lo acompañó durante parte del verano Y probablemente concertó su encuentro con Michael Faraday, el eminente científico, que era seguidor devoto del credo sandemaniano. Los sandemanianos propugnaban el retorno a la simplicidad de la Iglesia primitiva. Es fácil comprender el atractivo que tenían sus ideas para un joven en rebelión contra el materialismo Y los principios religiosos ortodoxos de su padre. La secta se había desarrollado en oposición a la Iglesia Presbiteriana en la Escocia del siglo XVIII. Sus seguidores predicaban el amor en lugar del odio, y el "beso de la hermandad" era esencial en sus rituales. También predicaban contra moralismo, y proclamaban que la fe, y no las obras, constituía la verdadera justificación de los cristianos. Rechazaban la idea de un clero profesional; [p. 62] preferían ser gobernados por ancianos, pastores y obispos honorarios, elegidos sin tener en cuenta su educación formal e iguales por su autoridad al resto de los fieles. Restringían la acumulación de propiedad privada, y siempre podían apelar a la fortuna personal para cubrir las necesidades de los pobres; no la bloqueaban en fideicomisos para que creciera y se alimentara a sí misma. Al rechazar el Dios del moralismo, el materialismo y la jerarquía, atacaban a muchas de las cosas caras a William Jarnes y al Seminario de Teología de Princeton, y suscitaban la adhesión de un hijo encolerizado. Dos fuentes nos permiten reconstruir la visita de Henry a Europa en 1837: la correspondencia con Joseph Henry concerniente a lo? arreglos para el viaje, y la leyenda familiar registrada por su hijo Henry, el novelista. en Notes of a Son and a Brother . La correspondencia es notable por su tono indiferente. Aunque hace ostentación de estar disfrutando. sus palabras tienen poca convicción. El vacío resulta incluso más .dramático cuando se lo compara con el estilo entusiasta e iconoclasta de su correspondencia ulterior. El mentor de Henry le había escrito una carta de presentación, en la cual mencionaba la mutilación del joven. "Ha tenido la desgracia de perder una pierna y por ello se sentirá algo desagradablemente ubicado entre extraños." Pero ese verano la antigua herida' no era la carga principal de Henry. Se pudo arreglar con una prótesis, "una buena pierna de corcho" que había ordenado fabricar. Pero ningún artesano podía ocultar la opresión del corazón manifiesta en el comentario siguiente: "Siento algo de nostalgia de modo ocasional, pero en lo principal estoy maravillosamente; paso bastante tiempo en mi habitación. y por lo general soy tan feliz como el día es largo".8 En lugar de aventurarse en el Continente, Henry decidió ir a Irlanda a visitar a los parientes de su padre muerto. No está claro si ésta era una obligación familiar que la proximidad acentuaba, o si el joven americano esperaba tomar contacto con raíces atávicas que pudieran proporcionar un anclaje a su vida sin propósito. Uno de los amigos de Joseph Henry lo invitó a Francia, pero él respondió negativamente. "Me gustaría mucho ir a París con Bache –escribió, rectificándose cortésmente en favor de sus vínculos familiares-, pero supongo que estoy obligado a ir a Irlanda y pasar unas semanas con la familia de un tío."9 Aunque la visita al hogar de la infancia de su padre debe de haber sido una experiencia conmovedora, el joven americano no dejó de ella ningún relato escrito. Lo que subsiste es la leyenda que su hijo registra en su autobiografía como una narración favorita y repetida con frecuencia. Henry J ames hijo recuerda su "pedido inveterado e infantil" al padre, "en los primeros días en Nueva York, para que repitiera en las tardes de invierno su 'cuento' más personal. más recordado y recobrador de imágenes". Es imposible diferenciar el entusiasmo que Mr. James pudo haber infundido en su épica narración reiterada, por una parte, del trabajo realizado por su hijo, por la otra; este 8 9
EHJ, 31. Ibid.
último siempre se sentía tentado a cambiar el marco o algunos detalles para adecuarlos a su imaginación [p. 63] de maestro artesano. Pero uno de ellos o los dos convierten al visitante en un hombre mucho más joven. Se habla de una visita hecha a los diecinueve años. En realidad, Henry tenía veintiséis. Además, según el cuento narrado (o recordado), William de Albany todavía vivía. La leyenda de esa visita veraniega no evoca la imagen de un hijo desheredado, sino la de un joven brillante enviado como emisario por su adinerado progenitor. Los hijos a menudo se confunden con la cronología de la vida de sus padres, y el error tal vez carezca de significado. Sin embargo, es coherente con otro hecho desconcertante. Henry James hijo, aunque era un hombre que ya estaba cerca del fin de su vida, escribió como si sólo tuviera noticias vagas del testamento de su abuelo, y ninguna del severo juicio implícito en ese documento Esto hace pensar en la clara posibilidad de que el joven brillante correspondiera a la imagen pública que el padre presentaba de su personalidad juvenil, en reemplazo de la figura de hijo pródigo. El relato del hijo sugiere que ignoraba que su padre había sido excluido en el testamento de su abuelo y que tuvo que recurrir a un juicio para recuperar la parte de herencia que le correspondía. Mientras leía en un recorte de periódico una nota necrológica sobre el abuelo, Henry hijo recordó los perturbadores interrogantes que rodearon el destino de la fabulosa fortuna de William de Albany Tal vez se trate sólo del arte del autobiógrafo, pero el lector tiene la muy intensa sensación de que está observando el rostro perplejo del escritor cuando lee el número de herederos mencionados. La nota necrológica habla de nueve. El novelista "corrige" el número, llevándolo a doce, con lo cual incluye a su padre como beneficiario. Pero ni siquiera ese aumento del número de herederos resuelve el misterio. "Este hecho, no obstante, reduce poco la rica ambigüedad del interrogante que iba a revolotear ante los hijos de mi padre, cuando crecieron, con una impenetrabilidad que él, según yo lo recuerdo, nunca trató por su parte de mitigar. Dudo, en tal sentido, que pudiera por lo menos haber aplacado nuestro obsesionante pasmo en cuanto a lo que podrían haber llegado a ser, incluso en las manos de doce herederos, uno de los cuales, naturalmente, era él, esos admirables tres millones."10 Henry hijo modificó los hechos para hacerlos coherentes con lo que sabía desde la infancia, y no para satisfacer las exigencias del arte del narrador. Aunque surge que Henry James padre ocultó a sus hijos los detalles vergonzosos del testamento, ellos sospechaban que algo muy malo estaba relacionado con ese momento de la vida de su progenitor. Henry hijo da cuenta de esa sospecha infantil. "Según inferimos, ha habido una historia general, después de todo no regocijante, y creo que nunca se ejerció presión para obtener informaciones ... 11* Aparentemente el testamento era un tema tabú, cargado [p. 64] de misterio y peligros. Los niños tenían que evitar tocar el punto sensible de su padre y comportarse como si no hubiera ningún interrogante en absoluto en torno de la fortuna del abuelo. La autobiografía muestra asimismo cuán fiel fue el novelista añoso a la parte infantil que le había tocado desempeñar en el enigma de la familia. Ya era un hombre anciano, y mantenía aún todo el asunto rodeado de vaguedades, aunque fácilmente podría haber inspeccionado informes sobre el litigio testamentario, que fue objeto de registros públicos. En lugar de ello, opta por guardar el secreto de su padre. * La incertidumbre del joven Henry suscita problemas metodológicos que inttrigan. Mi conclusión se basa en una lectura cuidadosa de este texto, y no concuerda con las opiniones de los estudiosos anteriores, que han caído en lo que considero una falacia cronológica. Es tentador suponer que lo que uno sabe cuando reconstruye la cronología de una vida fue necesariamente conocido por el sujeto en la misma secuencia. Un historiador que escribe sobre las intrigas de la política se pregunta naturalmente si el sujeto conoce o no un acontecimiento que el estudioso sabe que ya ha ocurrido. Pero en el punto de que se trata no hay ninguna toma de conciencia de ese tipo que dé forma a la biografía de James. Los padres, consciente o inconscientemente, engañan a los hijos. Es fácil comprender por qué Henry, padre, pudo haber deseado ocultarles los detalles verdaderos de la historia. Su vergüenza es evidente en los escritos de toda una vida. Al atarse a una secuencia temporal que progresa en línea recta, uno oscurece un elemento importante para comprender la evolución vocacional de la familia James. En cambio, ese elemento se aclara si el investigador adhiere a un tiempo psicológico (o de la experiencia)
Aunque Henry James como autobiógrafo no "sabía" que su padre había sido desheredado, como joven novelista creó un personaje de ficción que enfrentaba un similar problema de herencia. En la primera novela de Henry , Roderick Hudson; Rowland Mallet fue descripto como un hombre que "había brotado de un rígido tronco puritano. y había sido educado para pensar mucho más asiduamente en los deberes de esta vida que en sus privilegios y placeres". El padre de Mallet era un hombre con "una sonrisa helada" que, cada vez que miraba a su hijo, "experimentaba una extrema compunción por haber hecho una fortuna". Estaba "determinado a que no fuera culpa suya si el muchacho era corrompido por la molicie". No sólo el personaje del Henry tiene un padre rico preocupado por el efecto deletéreo de la riqueza en el alma de su hijo, sino 10 11
NSB, 267-68. NSB, 268.
que" el padre de Mallet redacta un testamento que conduce a un pleito. Henry hijo subraya que Rowland se presenta ante los tribunales no por meras razones eco no nucas, silla a causa de "un colérico deseo de protestar contra un destino que aparentemente estaba determinado como exclusivamente salutífero". A diferencia de lo que pensaba su padre, Mallet creía que podía hacer un buen uso de la abundancia. "Le parecía que aunque se echara un poco a perder, podría sobrellevarlo."12 Podría imaginarse que el joven autor se estaba limitando a bosquejar un personaje bien conocido; después de todo, los relatos sobre conflictos testamentarios abundan en la literatura. Pero la fuerte semejanza entre Mallet y el padre del autor sugiere una conclusión diferente. Cuando niño, Henry hijo era exquisitamente sensible y observaba a su familia de modo continuo desde atrás [p. 65] de una fachada de reticencia, Aunque los detalles del testamento eran tabú, es muy posible que haya recogido trozos y pizcas de la historia e intuitivarnente los haya reunido sin estar seguro de la exactitud de su construcción. Podría no haber "sabido" que su padre fue desheredado (Mallet no es excluido, sino que se le cede un tercio del patrimonio del padre, mientras que el resto va a "diversas instituciones públicas y organizaciones locales de caridad") pero percibió el antagonismo fundamental entre su padre y su abuelo y relevó con precisión las pasiones ligadas al litigio acerca del testamento. Es imposible decidir si Henry, cuando escribió Notes of a Son and a Brother a los setenta y tantos años, estaba ocultando lo que conocía (una conclusión de valor dudoso si prestamos atención a la convincente característica de vaguedad y confusión de ese relato), o si por el contrario había "olvidado" lo que sabía a los treinta y tantos, cuando escribió la novela, Pero algo es claro: la amargura generada por el testamento de William James no se detuvo cuando fue legalizado en 1832. Pudo estimular la imaginación del nieto a una distancia de más de cuatro décadas.* * Esta interpretación suscita en el biógrafo interesantes problemas epistemológicos. Mi razonarnicnto va en contra de la psicología del sentido común. Por una parte digo que Henry James no sabía, y por la otra, que escribió como si supiera. El sentido común sugiere que con mucho la explicación más simple es que Henry lo sabía todo y oscurecía intencionalmente los detalles" respondiendo a un sentido de la corrección victoriana. Si bienésta es una alternativa atractiva y recurre al modelo de la mente convencionalmente utilizado por los biógrafos, deja de lado algunos de los datos y no toma en cuenta la complejidad que siguiendo a Freud, sabemos que caracteriza el proceso del recuerdo. Cuando los problemas son tabú, su conocimiento puede ser reprimido. Si bien Freud aborda cuestiones cuyo carácter es más abiertamente sexual o agresivo, la represión puede acompañar igualmente al conocimiento de otro tipo. El adulto continúa comportándose como si supiera lo que conscientemente no sabe. En este caso, los niños James actuaban como si conocieran la vergüenza de su padre, aunque les faltaban los detalles. Henry, como artista, fue más allá de su percatación consciente al contar la historia de Rowland Mallct, pero al hacerlo no necesariamente modificó su conocimiento consciente del secreto de la familia. Y lo que cuenta en la vejez era todavía la historia consciente que guarda el secreto familiar de su niñez. La perspectiva del sentido común ignora la franca confusión que persiste en la mente de Henry y que atraviesa la autobiografía como un detalle de autenticidad. Sin pruebas escritas que demuestren lo contrario, esta conclusión sigue siendo sugerente y guarda coherencia con el resto de este análisis.
(5) Cuando Henry volvió al hogar después de su visita a Irlanda en 1837, tenía veintiséis años y el problema de la vocación seguía irresuelto. Había sido suficientemente inspirado por el credo sandemaniano como para ponerse a prueba escribiendo, y publicó una edición de las Letters on Theron and Aspasio, de Robert Sandeman. No firmó el prefacio.de dos páginas, pero la impronta jamesiana [p. 66] es inconfundible. Ensalzó las Letters como "una presentación de la verdad evangélica mucho más fiel que cualquier otra obra que haya lIegado a mi conocimiento". Hizo alarde de "la severidad de la censura que Sandeman consideró conveniente consentirse respecto de los nombres más venerados de su época". Desarraigado y en busca de orientación, Henry James halló que Sandeman temporariamente satisfacía sus necesidades. Sandeman sustentaba un modo de ver a Dios capaz de atraer a un joven dolido por el juicio concerniente a su desheredarniento. Sandeman sostenía que Dios acepta a todos sus hijos, no sólo a los buenos. En su opinión, "todo el Nuevo Testamento proclama que, en lo que respecta a la aceptación por Dios, no hay diferencia entre un hombre y otro, ninguna diferencia entre el más cumplido caballero y el bribón más infame ... ninguna diferencia entre el devoto más ferviente y el más grande promotor de irreverencia s y excesos".13 Había allí una imagen de un Padre celestial en el que se podía confiar para superar el mezquino moralismo del William terrenal. El no excluiría irrevocablemente a un hijo a causa de sus pecados. El no elegiría a un hijo en detrimento de otro, porque fuera sumiso. Quizás el Dios de Sandeman cortaría los lazos de conciencia que inexplicablemente seguían lacerándolo y ligándolo aunque ya hacía cinco años que había muerto su padre. 12 13
Henry James, Roderick Hudson (Leipzig, 1879), 1: 20-23. Grattan, Three James. 39.
(6) Henry James padre volvió a Europa por segunda vez en 1843. Por entonces estaba casado y era padre de dos niños. Había pasado los años que mediaron entre ambos viajes oscilando entre Albany y la ciudad de Nueva York, entre el hogar de su madre y el de su suegra. Leyó mucha teología pero aún no tenía profesión, con lo cual daba la razón a los temores de su extinto padre. La segunda decisión de irse a Europa, como la primera, dependió del progreso en el litigio acerca del testamento. * En 1842 la estructura básica del testamento [p. 67] original había sido quebrantada (porque violaba los estatutos que limitaban la perpetuidad). En lugar de recibir sólo una anualidad pequeña, Henry James era un legítimo heredero. En julio de 1843 se dividió una gran cantidad de "bonos, hipotecas y contratos" (solamente las rentas alcanzaban a los 187.467 dólares);14Sólo entonces pudo Henry encarar un viaje tan costoso. ** * El 9 de julio le dijo al profesor Henry que su viaje estaba condicionado por la venta de su casa en la ciudad de Nueva York. "He puesto mi casa en venta y las circunstancias vinculadas con esta operación me guiarán en la decisión de ir al campo o por un par de años a Europa" (TCWJ, 1: 17). El año anterior Henry le había comprado a su hermano menor John una casa ubicada en Washington Place, en la ciudad de Nueva York, por 18.000 dólares. En su forma original, el testamento de William James preveía que cada heredero podría comprar "propiedades en la ciudad o pueblo donde pudiera o quisiera residir, para su propia adaptación". John tenía por lo tanto derecho a retirar dinero del fideicomiso, pero Henry no. Es probable que John haya comprado la casa de Washington Place amparándose en esa disposición. La compra por Henry fue probablemente un modo de transferirle capital que le correspondía, pues en las nuevas circunstancias resultaba que John había recibido una cantidad superior a la parte a la que tenía derecho. [p. 66] ** Su participación en el patrimonio paterno aumentó nuevamente cuando el tribunal ordenó la venta de la propiedad de Syracuse, incluyendo 1as salinas. En noviembre de 1845, Augustus compró dicha propiedad y 1o producido se dividió entre los herederos. [p. 67]
La familia James pasó dos años en el extranjero, siempre en Inglaterra, donde Henry disfrutaba de combates verbales con intelectuales sobresalientes como Thorms Carlyle, Alfred Tennyson y John Stuart Mili: sólo abandonaron ese país para realizar un viaje de tres meses a París. Aquellas distinguidas figuras literarias proporcionaron a la cáustica inventiva de James temas que para él eran poco atractivos, y no influyeron mucho en su mente. Lo que habría de aferrar su imaginación y focalizar sus energías durante el resto de su vida era una crisis privada, un cataclismo emocional que emergía desde las profundidades de su espíritu, y no los encuentros públicos. En 1879 Henry describió la alarmante postración con una prosa característicamente vívida. En la primavera de 1844 vivía con mi familia en c l vecindario de Windsor, Inglaterra, muy absorbido por el estudio de las Escrituras ... mi salud era buena, mi espiritu se sentía animado, y el agradable escenario del gran Park y sus vecindades nos tentaban constantemente a realizar largas caminatas y paseos en coche. Un día, no obstante, hacia fines de mayo, después de haber tomado una agradable cena, seguí sentado a la mesa cuando la familia se dispersó, mirando ociosamente las brasas del hogar, sin pensar en nada, experimentando sólo la satisfacción que acompaña a una buena digestión, cuando súbitamente, como en un relámpago, "me sobrevino un espanto Y un temblor que estremeció todos mis huesos". Desde todo punto de vista era un terror perfectamente insensato y abyecto, sin causa ostensible, y que mi perpleja imaginación sólo pudo explicar como causado por alguna forma maldita que se agazapaba invisible para mí en algún lugar de la habitación y cuya personalidad fétida irradiaba influjos fatales para la vida. La situación no habría durado diez segundos cuando sentí que naufragaba, es decir, que pasaba de un estado de virilidad firme, vigorosa, gozosa, a otro de una infancia casi desvalida. El único autocontrol que fui capaz de ejercer consistió en no moverme de mi sitio. Sentía un enorme deseo de precipitarme desenfrenadamente hasta el pie de la escalera y gritar pidiendo ayuda a mi esposa, o incluso correr hasta la calle y apelar a los transeúntes para protegerme, pero realizando un esfuerzo inmenso controlé esos impulsos frenéticos y decidí no moverme de mi silla hasta que hubiera recobrado la perdida posesión de mí mismo. Ese propósito que sostuve durante una hora larga, según calculé el tiempo, soportó mientras tanto una creciente tempestad de duda, angustia y desesperación, sin que absolutamente ningún alivio proveniente de cualquier verdad que hubiera hallado alguna vez, resguardara la más pálida y distante vislumbre de la existencia divina, cuando resolví abandonar esa lucha vana y comunicar sin más rodeos a mi mujer lo que parecía mi súbita carga de desasosiego recóndito, implacable.15 [p. 68]La descripción de James es persuasiva, pero el texto debe más a Pilgrim's Progress, escrito por John Bunyan en el siglo XVII, y a las Sagradas Escrituras, que a cualquier hecho material. Aunque la experiencia de la crisis y la conversión de Henry eran bien conocidas por su familia y sus amigos, y en 14 15
“Syracuse Partition Suit”, 2, 25. LRLHJ, 58-59.
escritos anteriores aparecen referencias laterales a ello, el texto citado no fue publicado hasta una época avanzada de su vida (Society the Redeemed Form of Man, 1879), treinta y cinco años después del episodio que describe. Para ese entonces la experiencia ya se había refractado a través de imágenes evangélicas y, como todas sus obras de madurez, el relato pretendía ilustrar una bien desarrollada posición teológica. J ames comienza como un "hombre natural", bien alimentado, cómodo, de éxito y convencionalmente religioso. Lo mismo que el "Cristiano" de Bunyan, necesita ser despertado para que abandone "la seguridad, la amistad y la satisfacción" y siga la senda más difícil del peregrino espiritual.16" La hilación del relato de James equivale a Bunyan en un microcosmos: leer la Biblia, ser arrojado a la desesperación, ocultar el hecho a la familia, y después comunicarle la terrible verdad que lo había lanzado a la búsqueda solitaria de la Ciudad Celestial. La última oración de James reproduce prácticamente palabras de Bunyan: " ...mientras leía, lloraba y temblaba, y sin poder ya contenerse, prorrumpió en un grito lamentable, preguntándose' ¿Qué haré?' En esa situación, por lo tanto, volvió al hogar, y se refrenó mientras pudo para que su mujer y sus hijos no percibieran su zozobra, pero no pudo guardar silencio mucho tiempo, porque su congoja aumentaba. Por lo cual a la larga abrió su mente a su esposa y a sus hijos"17 El episodio de "espanto y temblor" padecido por James tenía una realidad espiritual, no histórica. * Las distorsiones que introduce merecen observarse. Tal vez tuviera buena salud, como afirma, pero antes de partir al extranjero Henry se había referido a su mala salud como justificativa de su decisión de viajar.** Puesto que había confiado su problema vocacional a su amigo Ralph [p. 69] Waldo Emerson el año anterior, el impulso de huir a Europa en 1843 no sorprendió a este último. “Aquí estoy, con treinta y un años de vida, ignorante de toda ciencia exterior, pero con hábitos pacientes de meditación que no saben del disgusto o el cansancio, y sintiendo una fuerza de amor impulsivo hacia toda la humanidad que no me permitirá permanecer totalmente mudo ... una fuerza que crece superando toda la resistencia que puedo dirigir contra ella .¿Qué haré?"18 * La referencia al "espanto y temblor" tiene muchas resonancias bíblicas. En Job 4: 14 señala el desencadenamiento de una experiencia mística, una revelación acerca de la incapacidad del hombre para comprender los caminos de Dios. Swedenborg escribió con autoridad sobre tal "temor santo", sirviéndose de la imagen del fuego y el relámpago. En The Apocalypse Revealed, por ejemplo, observa que "un temor santo, que a veces " se une a un terror sagrado del interior de la mente, y a veces con el pelo que se eriza, sobreviene cuando la vida proveniente del Señor reemplaza dentro de nosotros a nuestra propia vida". Para ilustrar el hecho se refiere a Daniel, quien fue llevado a un estado de temor santo cuando miró a un hombre cuyo "rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego" (Emanuel Swedenborg, The Apocalypse Revealed; Wherein Are Disclosed the Arcana There Foretold, Which Have Hitherto Remained Concealed, Boston, 1907, 1 :100,101). [p. 68] ** Henry escribió a Joseph Henry: "Mi salud se ha vuelto inestable como consecuencia de la falta de aire fresco y del confinamiento en mi silla” (TCWJ, 1:17), anunciándole a continuación su propósito de viajar a Europa. Unos pocos meses después fue más concreto con Emerson acerca de sus síntomas: "Creo probable que pasaré el invierno en una región inglesa de clima suave –Devonshire, quizás- y continuaré con mis estudios como en casa. Mi pecho padece un cierto estado enfermizo, y si puedo encontrar para él en Inglaterra un clima mejor que el que tengo en casa, pienso que también me sentiré apoyado en mis ocupaciones" (TCWJ, 1: 50). [p. 68-69]
"¿Qué haré?" El grito quejumbroso del "Cristiano" acerca del destino de su alma era también el grito de un hombre de treinta y un alias que sobrellevaba su falta de designios. Consideró dos alternativas: retirarse al campo para llevar una vida bucólica como Emerson, lejos del "género hablador", resguardado para comunicar "una palabra adecuada una vez por año", o bien aprender ciencia, con lo cual llegaría a ser "el primero en el respeto de los hombres, que así podría hablarles mejor a ellos". Característicamente, rechazó ambas alternativas (le impondría la ciencia a su hijo William en 1860) y desafió al "invisible Emerson" a que lo ayudara con "alguna ley secreta del corazón"19 Emerson entendió el deseo de ayudar a la humanidad en general, pero también sabía que Henry "provenía de una cultura particular con ocupaciones específicas, ninguna de las cuales le resultaba atrayente. Perspicazmente, Emerson, le recordó que si bien el viaje "podría silenciar fácilmente todas las contradicciones… no haría lo que siempre le quedaría por realizar, pero que seguiría tan irrealizado después como lo está ahora”.20 La solución del viaje era en el mejor de los casos temporaria. 16
John bunyan, The Pilgrim’s Progress (Nueva York y Londrés, 1848), 15. Ibid., 2. 18 TCWJ, 1: 43. 19 Ibid. 20 TCWJ, 1: 50 17
Es posible que James recobrara su salud en el extranjero, y la buena salud que se atribuyó en la narración de su crisis tal vez fuera históricamente exacta, pero las conferencias de éxito ante "buenas audiencias" fueron sin duda imaginarias. En realidad, lo típico era que sus palabras resonaran en salones incómodamente vacios. Después de una de esas conferencias con poco público, en 1841, se había quejado a Emerson: "Volví a casa esta noche, después de mi conferencia, un tanto dispuesto a pensar, en vista de la afligente reducción de mi audiencia, que no he preparado demasiado bien mis conferencias, en especial porque no tengo noticias de haber interesado a alguna de las personas (de carácter religioso) a las que están enteramente destinadas. Y ahora me digo: 'Puesto que tu primer paso en el mundo ha fracasado, no se presenta desde luego la posibilidad de un segundo paso, sino que debes volver a tu percha y recorrer el horizonte con la [p. 70] mirada, pensando en algún otro vuelo' ".21 * Y ese vuelo sería hacia Europa. En su agitación, James, como el Cristiano de Bunyan, se volvió en busca de ayuda hacia su versión del Sr. Sabio Mundanal --médicos que sólo podían formular su crisis espiritual en términos materialistas-. "Consulté a médicos eminentes, quienes me dijeron que sin duda había exigido demasiado a mi cerebro, mal para el que no existe ningún remedio en medicina, salvo tiempo y paciencia y el mejoramiento del estado físico. A modo de higiene, todos me recomendaron recurrir a una cura de baños, vivir al aire libre, procurar compañía alegre, y así siguiendo, y de ese modo, tranquila y hábilmente me despacharon, derivándome hacia mi propia medicación espiritual." Lo que James quería no era la cura de baños administrada al cuerpo, sino un bautismo espiritual, un buceo en las profundidades, desatendiendo las advertencias de la sabiduría mundana. En la narración de la crisis, sostiene que fue orientado hacia Swedenborg por una amiga, la señora Chichester, quien le dijo que ese autor llamaba "vastación" a una experiencia aparentemente análoga a la que James había tenido, y le sugirió que leyera al respecto. U compró algunas de las obras de Swedenborg. pero temía leerlas a causa de las recomendaciones de los médicos en cuanto a que no forzara su cerebro. Pero finalmente dio el salto: "A pesar de los médicos, decidí que, en lugar de permanecer tiritando en la orilla, me arrojaría osadamente a la corriente y averiguaría, de una vez por todas, a qué mar desconocido podían llevarme las aguas". Era Swedenborg (y no los baños) quien podría purificarlo después de su descenso al Lodazal del Desaliento. Para la estructura del mito cristiano de James era esencial afirmar que había oído la palabra de Swedenborg mientras se encontraba en las profundidades de la desesperación, de modo tal que ese encuentro demostrara poseer poder salvador. También en este punto, como en la descripción de su salud y de su éxito, el relato guarda poca relación con los detalles de su vida. Es probable que James se hubiera familiarizado con Swedenborg mucho antes de ir a Europa, y casi con seguridad ya lo había leído antes de la crisis** * Perry sostiene incorrectamente que esta carta fue escrita en 1842, porque James dice en el texto que tiene "treinta y un años de vida". Creo que esto significa que estaba en el año trigésimo primero, y que por lo tanto todavía no había cumplido los treinta y uno. En cualquier caso, la carta pertenece al período al que James se refiere vagamente, hablando de "dos o tres años" antes de la crisis. [p. 71] ** Es posible que James haya tomado contacto con las ideas de Swcdenborg ya en 1830, durante su fuga del Union College. En la casa de Mr. Jenks podrían encontrarse las Observations on the Growth of the Mind, de Sampson Reed (si es que James no leyó las reseñas en The Christian Examiner). En la década de 1840, muchos intelectuales se sintieron atraídos por las enseñanzas del vidente sueco, y es extremadamente probable que Henry, que por entonces estaba totalmente dedicado al estudio bíblico, hubiera oído hablar de él y leído sus obras. Además, las cartas de James anteriores al viaje al extranjero de 1843 muestran que ya había tomado una posición teológica que ulteriormente atribuyó a Swcdenborg. En la carta del 9 de julio de 1843 a Joseph Henry que, si no fueron influidas por Swcdcnborg , eran por cierto coherentes con sus enseñanzas."Una y otra vez me he visto llevado por la filosofía de las Escrituras a la convicción de que todos los fenómenos de la física deben ser explicados y agrupados según leyes exclusivamente espirituales, que en realidad son sólo la expresión material de la verdad espiritual o, como dice Pablo, las formas visibles de la sustancia invisible." Es posible que Henry llegara a esta conclusión por sí mismo, y estuviera preparado para abrazar la doctrina swedenborgiana de la correspondencia. [p. 71-72] [p. 71]Conocía definidamente la obra de J. J. Garth Wilkinson, publicista y traductor inglés de
Swedenborg, desde antes de la crisis. El artículo de Wilkinson publi cado en el Monthly Magazine en 1841 suscitó una carta de James, con la cualse inició una amistad que iba a durar toda la vida.22 Mientras estaba en Inglaterra, en 1843, James visitó a Wilkinson. En esa época la traducción de Wilkilson de la Economy of the Animal Kingdom, de Swedenborg, se encontraba en prensa. Wilkinson le escribió a James acerca de ella en febrero, cuatro meses antes de la crisis. Es posible que Jame s y Wilkinson nunca discutieran las opiniones de Swedenborg sobre la "vastación", y que la historia del "descubrimiento" guiado por la señora Chichester 21 22
TCWJ, 1: 42. TCWJ, 1: 16. Clement J. Wilkinson, James John Garth Wilkinson (Londres, 1911), 41.
tuviera lugar tal como lo describió James. Pero es probable que ese "descubrimiento" fuera una pieza más de la maquinaria escenográfica de una obra alegórica cristiana, y que el personaje de la señora Chichester constituyera una cortesía victoriana que reconocía el poder salvífico de la mujer. Henry y su nuevo amigo tenían muchas cosas sobre las que hablar, además de Swedenborg. Wilkinson mismo padecía las angustias de una crisis vocacional, y Swedenborg le prometía ayuda al inglés tanto como al americano. Wilkilson había querido ser abogado, pero su padre lo obligó a estudiar medicina, utilizando el dinero como palanca. Según el biógrafo de Wilkinson, el médico renuente odiaba la cirugía y la medicación con drogas, y su carrera empezó mal. "La educación rutinaria de un alumno mal dispuesto lo dejó hostil a la Profesión en la que había sido iniciado." El lento comienzo de una práctica indeseada le dejó mucho tiempo para traducir las obras de Swedenborg.23 James debe de haber conocido la insatisfacción vocacional de su amigo, porque lo urgió a mudarse a América (plan que fue abandonado por demasiado riesgoso) y lo introdujo en la homeopatía, una teoría médica más armónica con sus inclinaciones espirituales. Una vez lanzado a su carrera como homeópata, la práctica de Wilkinson f1oreció. Un elemento final de la descripción realizada por James en 1879 es pasible de escrutinio crítico: el efecto que según se dice tuvo en su trabajo. Afirmaba haber descubierto que "el libro del Génesis no pretendía arrojar una luz directa sobre nuestra historia natural o racial, sino que era un registro totalmente místico o simbólico de las leyes de la creación y providencia espirituales de Dios'. [p. 72] Después de su crisis, perdió, según sostuvo, todo interés en ese descubrimiento. "Me sorprendió muy singularmente que, poco después de mi colapso, no sintiera ningún anhelo de reasumir el trabajo interrumpido por él, y desde aquel día hasta el de hoy (han pasado casi treinta y cinco años) no he dedicado una sola ojeada retrospectiva, ni siquiera por curiosidad, a la inmensa pila de hojas manuscritas que anteriormente me habla absorbido."24 Una vez más hace uso de una alusión para subrayar la significación espiritual de la crisis. El "Cristiano" de Bunyan tampoco mira atrás después de haber abandonado su vida anterior al despertar en la Ciudad de la Destrucción.* La alusión también es bíblica. El destino de la mujer de Lot, que fue tentada a mirar hacia atrás cuando huía de la destrucción de Sodoma, era diferente del destino del "Cristiano". Ella miró hacia atrás y quedó convertida en "una estatua de sal".25 En realidad, ése era el destino de Henry James. Sus escritos teológicos muestran claramente que estaba obsesionado con el problema de la creación, tema que pretendía haber abandonado. Si, como dijo, volvió la espalda a una montaña de manuscritos, miró hacia atrás una y otra vez tratando de encontrar el sentido de las llamas y la amargura del rechazo de su padre. (7) La versión jamesiana de la crisis de 1844 era claramente una parábola engañosamente basada en la experiencia del autor. Aunque la forma consciente estaba destinada a destacar la realidad espiritual y no la fidelidad histórica, contiene claves que el autor dejó de modo inconsciente, las cuales vinculan la crisis con el desheredamiento. La alusión bíblica a Job y a la mujer de Lot, se refiere en ambos casos a la perd.lda de propiedades** Incluso más importante es el hecho de que mencionara directamente la parábola del hijo pródigo. Henry recomendaba la nutritiva doctrina de Swedenborg a los seres espiritualmente hambrientos, quienes, como el hijo pródigo, "anhelan en secreto la casa de su Padre donde hay pan de sobra...”26 La parábola del hijo pródigo hablaba directamente al Henry James aferrado por una situación conflictiva. Trata sobre un [p. 73] joven rico que "desperdició sus bienes viviendo perdidamente", pero fue recibido con alegría por su padre cuando volvió a su casa, como si fuera una oveja recuperada. Henry no sólo cita la parábola, sino que habla de su deseo, durante las angustias de su tormento, de cambiar de lugar con la oveja que pacía en el parque de Windsor -intercambiar su desesperación por la simplicidad natural del animal y, presumo, por su destino en las manos de un pastor que regocijaba con todo retorno al redil-.. *"Entonces.... el hombre empezó a correr. En ese momento no se había alejado mucho de su propia puerta, y cuando su mujer y sus hijos vieron lo que ocurría, comenzaron a gritarle que volviera, pero el hombre se tapó los oídos con sus manos y corrió, gritando ‘¡Vida! ¡Vida eterna" No miró detrás de sí, sino que huyó hacia el medio de la llanura" (John Bunyan, The Pilgrim's Progress, Nueva York y Londres, 1848, 5). [p. 72] ** Job había perdido todos sus rebaños. La mujer de Lot, según Lucas 17:31-32, se sintió movida a mirar hacia atrás abiertamente preocupada por la propiedad: "En aquel día, el que este en la azotea, y sus bienes en la ·casa, no descienda a tomarlos... Acordaos de la mujer de Lot". [p. 72] 23
Wilkinson, Wilkinson, 15-16, 23. LRLHJ, 62 25 Génesis, 19:17. 26 SRFM, 56. 24
Henry escribió una versión anterior del relato de la crisis (Substance and Shadow, 1863). En esa versión se encuentran vinculaciones incluso más obligadas con el rechazo testamentario; fue publicada dieciséis años antes de la que se encuentra en Society the Redeemed Farm of Man. En la primera versión falta el carácter arquetípico de la última, pero los detalles proporcionan una impresión mucho más vívida de la escrupulosidad de Henry durante su colapso. Cuanto más me esforzaba por investirme de una virtud real, más grande se hacía dentro de mí el abismo del infierno, y más hediondo era su aliento fétido. Tomó posesión una convicción tan completa de estar interiormente contaminado, que la muerte me pareció mejor que la vida. Pronto mi conciencia, lanzada a esa carrera insensata, llegó tan lejos que ya no podía permitirme la desviación más momentánea respecto de una rectitud formal absurda y pedantesca; no podía, por ejemplo, dedicar ni una mirada malhumorada a mi mujer, una réplica a mi hijo o una reprimenda petulante a mi cocinera, sin hundirme en un instantáneo extravío 'interior de alarma, por miedo de haber provocado de esa manera la malignidad personal de Dios, dirigida a mí. 27*
La versión más antigua contiene, no ya una breve referencia, sino una presentación amplia de la parábola del hijo pródigo. Para decir lo menos, ella es peculiar de James: Por cierto, si yo tuviera una familia de hijos entre los cuales sólo el mayor fuera legítimo, y por lo tanto el único con derecho a mi nombre y hacienda, mientras que todos los otros fueran bastardos, y consecuentemente privados de todo derecho legal, sería un gusano y no un hombre si, acordando al primero la más completa consideración legal, no dedicara a los demás mi afecto más tierno y dispuesto. Si mi heredero reconocido, considerándose perjudicado por esa acción mía, se enojara y me la reprochara consecuentemente, diciendo: "He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado la más ligera muestra del deleite de tu corazón, como la que ahora estás derrochando con otros que han desperdiciado tus bienes viviendo perdidamente ...", yo le diría: "Hijo mío, a ti queda librado el estimar qué efecto tiene en mi corazón el servicio del que te vanaglorias, ahora que tu inhumanidad desvergonzada respecto de tus hermanos menos afortunados revela incluso ante tus propios ojos el espíritu que siempre ha animado ese servicio… Tendrás en consecuencia lo que te corresponde legalmente hasta las últimas consecuencias, [p. 74] todas mis posesiones exteriores serán tuyas, mientras que me entrego a mí mismo, todo lo que soy interiormente, a tus hermanos más humildes”.28 * Cuando William James compiló los manuscritos de su padre para The Literary Remains of the Late Henry James, ubicó este pasaje precisamente antes del relato de la crisis de 1879, y supongo que percibió una vinculación entre ambos. [p. 73]
Imaginándose a sí mismo como un padre con un único heredero legal de sus bienes, se ubica en una situación comparable a la de su propio padre, con un hijo grande, Augustus, destinado a heredar según la interpretación paterna de la ley moral. Pero Henry se comportará como el padre en la parábola de Jesús, y no como su propio padre. El discurso moralizante que dirige al heredero legítimo demuestra que era absolutamente capaz de perdonar la humillación. Afirmó que otorgaría al hijo legítimo su riqueza material, como lo requería la ley, pero lo excluiría de su legado espiritual (su afecto), albergando en cambio en su pecho a la progenie ilegítima. Como hombre que estaba en la cincuentena, padre y creador él mismo, Henry reescribió la parábola del hijo pródigo: podía vencer al favorito de su padre, Augustus, demostrarse que era mejor padre que el suyo, y abrogar el rechazo testamentario que todavía le causaba encono. El relato de la crisis y la parábola revisada no son únicos. Siempre que Henry James padre escribía sobre la importancia de la conciencia para su desarrollo religioso, emergían repetidamente a la superficie metáforas de herencia y propiedad. Un pasaje de The Secret of Swedenborg (1869) hace que esa vinculación sea irrefutable: "Así. más profundo que mi intelecto, más profundo que mi corazón, más profundo de hecho que cualquier cosa y todo lo que reconozco como mi persona o estoy acostumbrado a llamar enfáticamente mi yo, es este terrible poder omnipotente de la conciencia que ahora me apacigua con la voz y me amamanta con la leche de su ternura, como la madre apacigua y amamanta a su hijo, e inmediatamente me flagela con la vara de su indignación, como el padre castiga a su heredero díscolo"29 La atención cuidadosa al lenguaje de Henry (las metáforas y asociaciones de toda una vida de especulación teológica) apunta inequívocamente a la situación conflictiva del hijo pródigo.*
27
S&S, 126. S&S, 25-27. 29 SS, 161 28
* Podría aducir se que la fuerza de esta construcción depende de asociaciones y metáforas que aparecen ampliamente separadas en este mismo texto. o en diferentes textos muy alejados en el tiempo. Por fortuna, Mr. James nos proporciona un texto único que vincula la crisis con el testamento de su padre. En él condensa un período de siete años, uniendo el lapso de estudios en el Seminario Teológico de Princeton con la crisis que condujo a su conversión swedenborgiana, el período del forcejeo vocacional. entre 1837 y 1844. "Yo había nacido en el seno de la ortodoxia y nunca tuve dudas acerca de la verdad perfecta de sus dogmas, hasta que empecé a prepararme para el ministerio profesional. Ya no podía entonces eludir las enormes dificultades intr ínsccas en su filosofía ... Estaba seguro de que si bien la ortodoxia había de algún modo obtenido una herencia celestial, era no obstante una administradora de esa herencia de lo más injusta, aunque sólo Dios sabía cómo se la podría desposeer. Fue en esta crisis de mi fortuna intelectual cuando encontré a Swedenborg ... y hallé en su doctrina de la naturaleza una liberación completa respecto de mi aflicción" (S&S, 121-122). Fueron los abogados y no Dios quienes ayudaron a Henry a desposeer al administrador injusto. Swedenborg le proporcionó una cooperación vital en sus esfuerzos por encarar las consecuencias emocionales de su rebelión. [p. 74]
5. IDEOLOGÍA PARA UN PRÓDIGO [p. 75] Era una sabia indagación. .. para comparar, punto por punto, en especial en las crisis notables de la vida, nuestra historia cotidiana con la emergencia y el progreso de las ideas en la mente. Ralph Waldo Emerson. 1836
(1) Henry James tenía treinta y cuatro años cuando retornó a América en1845. Con su creciente familia. se mantuvo desplazándose inquietamente entre Albany y Nueva York. Los lugares de nacimiento de sus hijos indican sus movimientos. Garth Wilkinson James nació en Nueva York en 1845. Robertson James en Albany el verano siguiente, y Alice James en Nueva York en agosto de 1848. Finalmente la familia se estableció en una casa comprada por Henry, ubicada en 58 West Fourreenth Street, en Nueva York. Permanecieron en ella durante varios años. Henry patrocinó a muchos artistas plásticos y escritores, y su casa de Nueva York se convirtió en un lugar de reunión familiar para las luminarias de los movimientos trascendentalista y asociacionista. Waldo Emerson, Henry Thoreau, Arthur Brisbane. Parke Codwin, Charles Dana y George Ripley fueron invitados suyos. Como a muchos de sus amigos intelectuales, a Henry lo entusiasmaban las ideas de François Fourier, el socialista utópico francés, quien proponía la reforma social a través de asociaciones organizadas "científicamente", que él denominaba falanges. Su programa seguía una diagramación práctica que se proponía lograr la armonía espiritual, meta ésta que había llevado a muchas personas a compartir el modo de ver de Swedenborg en las décadas de 1840 y 1850. The Harbinger, el semanario asociacionista de George Ripley, emitió un llamado al establecimiento del reino del cielo, y Henry James sumó su voz a la multitud en una serie de artículos escritos entre 1847 y 1849. De los escritos de Henry surge con claridad que la parábola del hijo pródigo era más que una alusión bíblica adecuada. Se había convertido en una autoimagen impresa en él por William James y rubricada por su rechazo testamentario. Sería para Henry una señal vergonzosa durante el resto de su vida. Pero en sus [p. 76] comentarios sociales y en su especulación teológica trató de aligerar esa carga dando forma a una ideología que justificara a un pródigo rechazado.* El problema principal entre 'Henry y su padre había consistido en la negativa de Henry a inclinarse ante la voluntad paterna. Comprensiblemente, este hijo rebelde se sintió atraído por una teoría social que aprobaba una libertad individual liberada de convenciones sociales o piedad filial. El socialismo y las ideas democráticas se mezclaron en su mente dando origen a una aleación utópica, que tenía aparentemente la fuerza necesaria para portar su carga ideológica. Pero había muchas fracturas por debajo de la superficie. La libertad individual tenía que equilibrar en la balanza a la igualmente insistente exigencia de Henry tocante a la educación. Por una parte, bramaba ante cualquier cosa que obstaculizara su voluntad; por la otra, exigía que Dios y la sociedad (y su padre) lo apoyaran sin falta. Obviamente, el severo Dios calvinista de la generación de su padre era inadecuado para ese propósito. Tampoco era satisfactorio el Dios distante del deísmo. Un Creador que ponía en marcha la máquina del mundo y a continuación permanecía ocioso y remoto respecto de sus criaturas no tenía ningún atractivo para James. El sólo reconocería a un Padre Celestial como el de Swedenborg, que amaba a todas sus criaturas generosa e incondicionalmente. Un Dios como ése prometía el perdón a un pródigo irresoluto intermitentemente contrito Henry presentó muchas de sus ideas desde el estrado de conferenciante. En una conferencia organizada por Emerson y leída en Bastan en noviembre de 1849, exhortó a la audiencia a abrazar su visión socialista de la naturaleza humana. Presentó de modo contrastante la perspectiva conservadora (calvinista) y la perspectiva socialista. "El socialismo afirma la virtud intrínseca de la humanidad... Los conservadores, por otra parte ... afirman la depravación intrínseca del hombre." Esa distinción era importante. Con diferentes premisas acerca de la naturaleza humana, los conservadores y los socialistas tenían actitudes muy diferentes * Clifford Geertz ha denominado adecuadamente "teoría de la tensión" al tipo de análisis ideológico utilizado en este capítulo. De acuerdo con este enfoque, las ideologías se hacen comprensibles "en el marco de un esfuerzo crónico por corregir un desequilibrio psicosocial", Puesto que la teoría se basa por deducción en un modelo médico trata a la ideología como a "un síntoma". No creo que esta metáfora necesariamente desvalorice el trabajo creador. El término ideología puede dirigir la atención hacia la evolución funcional de las ideas sin rotular necesariamente el pensamiento como patológico. Geertz sugiere que el estudio de la ideología debe extenderse mediante una exploración de la transformación de los símbolos ideológicos dentro de una cultura determinada. El capítulo 6 sigue esta idea. Véase Geertz, "Ideology as a Cultural Systern" Ideology and Discontent, comp. por David Apter, Nueva York, 1964,52,60-65.' [p. 76]
respecto de la libertad individual. Los socialistas "sostienen que el hombre es auto suficiente y no necesita regulaciones exteriores que lo guíen... Los conservadores ... sostienen que el hombre no se basta a sí mismo y requiere [p. 77] el dominio de tutores y gobernantes durante todos los días 'que le han sido señalados para vivir en la Tierra".1 Como socialista, J ames afirmaba que los seres humanos tenían el derecho otorgado por Dios de ser libres respecto de todas las instituciones -familia, Iglesia o Estado-. Y quienquiera que osara imponer toda una vida de sumisión era perverso y debía ser resistido con toda la fuerza. James advirtió a su audiencia que los padres no tenían derecho alguno a esperar de sus hijos una obediencia sin término. El cuidado paternal debía brindarse libremente sin ninguna expectativa de obligación perpetua. De sus propios padres, dijo: "Reconozco con gratitud las bondades que recibí de sus manos. Pero si ellos piden cualquier otra recompensa por sus bondades que no sea la satisfacción de verme hombre, si esperan de mí que continúe siendo su humilde satélite y secuaz, en lugar de recluta y adepto de Dios exclusivamente, estoy obligado a defraudarlos". 2 Qué bien se adecuaba a sus necesidades ideológicas un Dios que lo liberaba del control paterno! Cuando un Dios así formulaba su llamado, era posible acallar la voz internalizada del padre.* Henry proclamaba una visión democrática que armonizaba con sus ideas socialistas utópicas. La democracia "supone que los hombres son capaces de ajustar sus relaciones recíprocas de modo tal que no necesitarán ninguna policía o fuerza externa que los controle, sino que espontáneamente harán lo correcto en todos los lugares y en todos los momentos"3 Este sentimiento no tenía su anclaje en ninguna familiaridad directa con las estructuras políticas democráticas o con la teoría constitucional. La atención de James pocas veces descendía a los asuntos prácticos. Lo preocupaban ideales espirituales. Por cierto, se quejó ante un público de 1851 de que la sociedad (y los asuntos prácticos) [p. 78] obstaculizaban su desarrollo espiritual. "La acción incesante de la sociedad consiste en ocupar todo mi tiempo y pensamiento en los intereses de mi mera existencia visible, en la necesidad de proveer a la subsistencia, educación y respeto social míos y de mis hijos... Mi verdadera personalidad consciente divina está completamente empantanada en inquietudes frívolas pasajeras.4 Bastaría con que el gobierno y los padres cesaran de obstaculizar la personalidad consciente divina del individuo para que seguramente el reino del cielo estuviera al alcance de la mano. Todo lo que el espíritu humano interior "le pide al exterior (la ley y el gobierno) es que lo sirva u obedezca, cesando inmediatamente de restringir o gobernar su flujo". Entonces la sociedad se daría una nueva forma para proporcionar "la satisfacción abundante de todo deseo humano", como también de los anhelos espirituales más profundos de la humanidad.5 * La idea de que la teología de James estaba íntimamente vinculada con su historia personal no es nueva. Su hijo William fue el primero en notar que su "padre (parecía) haber padecido en años tempranos una (crisis religiosa) inusualmente enérgica y prolongada, y su filosofía no es por cierto sino la manifestación de su cura" (LRLHJ, 55). Frederick Harold Young, que ha escrito un acabado análisis de la estructura formal de la teología de James, halla que "sus obras parecen haber sido producidas por una necesidad autobiográfica, y por ninguna otra razón" (PHJ, 283). Henry James padre rechazaba el pensamiento abstracto, carente de pasión, como un "viento inútil”, y explícitamente negó que la teología pudiera tener otra fuente que no fuera la experiencia personal (Henry James, "On the Philosophical Tendencies of the Age – J. D. Morell", Harbinger 7, 1848:3). "Es cierto que los teólogos antiguos nos dirán que derivan de la revelación sus modos de ver acerca del carácter divino y el destino humano, pero es sin embargo cierto que la percepción que cada uno tiene de la revelación se moldea exactamente en su experiencia de vida, o en la cantidad de ciencia que ha engendrado para sí" (Henry James, "Theological Differencies in Associatiori", Harbinger 6, 1848:26. Véase también Dwigth W. Hoover, Henry James, Sr., and the Religion of Community , Grand Rapids, Mich., William B. Erdmans, 1969, 43-73; Giles Gunn, comp., Henry James, Sr.:A Selection of His Writings, Chicago, American Library Association, 1974, 3-32). [p. 77]
Epígrafe: Ralph Waldo Emerson, “Nature”, en Selections from Ralph Waldo Emerson: An Organic Anthology, comp. Stephen E. Whicher (Boston, Hougton Mifflin, 1960), 55. 1 MC, 40. Este análisis se centra en la utilidad personal del transcendentalismo para Henry James (p.); muchos otros participaron en el movimiento por sus propias razones. Véase O. B. Frothingham, Trnscendentalism in New England (1876; reimp., Nueva York. Harper & Row, 1959); Perry Miller, The Transcendentalists: An Anthology (Cambridge, Harvard University Press, 1950); William Hutchison, The Transcendentalist Ministers: Church Reform in the New England Renaissance (New Haven, Yale University Press, 1959); Archon Books, 1979); Anne C. Rose, Transcendentalism as a Social Movement, 1830-1850 (New Haven, Yale University Press, 1981). 2 MC, 87, 90. 3 LM, 11. 4 LM, 62 5 LM, 46.
Henry esperaba que la sociedad le diera lo que él le había requerido a su padre: apoyo generoso. Y si el resultado moral era perverso, no se debía a sus actos sino a un defecto de las instituciones sociales. Las personas son buenas y sólo las hace perversas una sociedad imperfecta. En su marco mental más radical (el de la década de sus treinta años) J ames siguió esa premisa hasta su expresión extrema, declarando que los criminales eran en realidad héroes porque expresaban al Dios interior, sin prestar atención a las estricteces de la sociedad. Anticipándose a la idea nietszcheana del superhombre, encomió al criminal que, "en lugar de contentarse ... con la simple satisfacción de sus deseos físicos ... (posee) instintos de infinitud ... (que) lo que conducen a procurar su gratificación excesiva… y lo precipitan en el vicio y el crimen". Es fácil comprender el atractivo ideológico de esta versión de la doctrina del pecador santo. Los excesos juveniles que atrajeron sobre él la cólera de Dios (y de su padre) se transformaban, de signos de depravación, en pruebas de un talento espiritual. Más bien que las señales de Caín, eran los estigmas de la gracia inmanente. "El vicio expresa su intento de materializar su ideal e infinitud esencial, sin el acuerdo de la naturaleza. El crimen expresa su intento de materializarlo sin el acuerdo de la sociedad." Exhortó a su audiencia a unirse a él en el perdón del pecado, puesto que "los verdaderos vicios y crímenes del hombre lo ubican por encima de la naturaleza, niegan su finitud esencial, proclaman su verdadera sujeción exclusiva a un objeto ideal e infinito"6 En efecto, un hijo pródigo no podía perder. Era un santo o, si eso fallaba, un pecador sin culpa porque la sociedad lo había convertido en tal cosa. "Ningún hombre es perverso sino por deseo de libre desarrollo, por deseo de una senda más próxima a Dios que la que la Iglesia y el Estado existentes están de acuerdo en tolerar... (el criminal) hace todo esto a modo de una muda protesta inconsciente contra la abrumadora tiranía social, que en caso contrario aplastaría la vida distintiva del hombre bajo la maquinaria del gobierno y la casta ... Veámoslos como los mártires inconscientes de la humanidad."7 [p. 79] El himno al pecado de James pudo haber tenido su lógica interna, pero no fue bien recibido. Su amigo y usualmente reseñador afín James Freeman Clarke, por una parte, no pudo resistir la tentación de parodiar lo que consideraba una posición absurda. "El único peligro, de hecho, está en no ser tan malo, ruin, falso, bajo, cruel y egoísta como necesitamos ser. para ser amados por Dios."8 (2) Henry James conservó algún grado de optimismo utópico hasta el fin de sus días. Pero a lo largo de la década de 1850 se produjo un cambio sutil. Gradualmente fue reconociendo la importancia de las restricciones sociales. Cuando se desvaneció el brillo del asociacionismo, se reanimó la llama calvinista que estaba encendida dentro de este hombre, cambio que se debió en parte a la experiencia de la paternidad.* En su edad mediana no podía continuar su batalla con William James de Albany exactamente en los mismos términos que lo habían atraído cuando huyó del Union College, veinte años antes. Tenía cinco hijos y sabía que la autoridad paterna era necesaria. "Es bueno para mí admitió con reluctancia- cuando mi voluntad es puramente sensual o diabólica, cuando insiste en pasar por encima de todo para conseguir una gratificación momentánea, cuando en resumen soy culturalmente un niño y pongo de manifiesto la disposición de un niño, entonces es bueno para mí obedecer la voluntad de un superior. La devoción entonces es provechosa y honorable."9 Si la sombra de William James de Albany rondaba en el poco amueblado hall, escuchando en espera de su admisión, habría hallado aliento en el cambio de su hijo Henry. Pero la satisfacción habría sido momentánea, pues la persona rebelde de Henry aparecía también en ese punto con todo su vigor irritante. Simplemente le resultaba imposible discutir el tema de la propiedad privada sin golpear con fuerza a su padre *James le contó a la audiencia de su conferencia de 1851 lo difícil que le resultaba conseguir que sus hijos compartieran los juguetes. "Al volver al hogar desde nuestras ocupuciones, por la tarde, o al cabo de un viaje, llevemos un libro de ilustraciones o un juguete de cualquier clase y expongámoslo a la mirada de nuestros hijos: todos sabemos qué furiosa tormenta de súplicas nos acogerá desde todos los rincones, solicitando la posesión exclusiva de la chuchería. Podríamos asegurar al pequeño círculo que cada uno la tendrá por turno y disfrutará de ella completamente. Pero no, todos quieren poder decir que es algo absolutamente suyo, quieren tener una posesión completa, y después desde luego dicen serán generosos con los otros." ¿Cómo encaraba un padre con una firme creencia en la naturaleza divina de sus hijos esta desnuda declaración de perversión? Mr. James confesó francamente que se retiraba en espera de la oportunidad de un día mejor: "Uno se contenta con comprar la tranquilidad final para sí mismo entregando el objeto a los pulmones más ruidosos del grupo, prometiendo a los otros que la próxima vez será su turno" (LM. 53-54). [p. 79] 6
LM, 346-49. CLC, 105. 8 James Freeman Clarke, reseña de Substance and Shadow de James, en Christian Examiners, 75 (1863): 212-24. 9 LM, 213. 7
muerto. Minimizaba el éxito de su padre al lograr su fortuna, mientras que atribuía un máximo valor a su propia superioridad al [p. 80] usarla. "Un hombre de muy grandes posesiones, a menos que las haya adquirido por herencia, está casi totalmente absorbido por ellas. En lugar de quedar libre y sin inquietud, su vida es una servidumbre perpetua. El cuidado de su propiedad' consume toda su energía, mientras que él mismo cae gradualmente, pasando de la humanidad pura a la mera condición de hombre de dinero." Henry medía a William James con la vara de un heredero ingrato. "Por lo tanto, podemos decir en general que, cuanto mayores son las posesiones, más pequeño es el hombre."10 Aunque saboreaba el buen uso que hacía del dinero de su padre, Henry se sentía aparentemente incómodo con la novedad de la fortuna de la familia James. Por más grande que fuera su herencia, seguía siendo el hijo de un comerciante sin ninguna tradición de tiempo libre o letras en la que pudiera abrevarse. Infería que la sociedad no le permitiría olvidarlo: "Tan cierto es esto, que si por azar una inversión afortunada en propiedades convirtiera a sus descendientes en ricos y líderes del buen tono, es seguro que la sociedad se haría presente recordando perpetuamente el hilo del antepasado zapatero o por lo menos la muy frecuente puntada de la aguja paterna".11 Descartar cuarenta años de desarrollo inmobiliario y planeamiento financiero como "una inversión afortunada" era el privilegio de un hijo que sabía poco de los negocios que le pagaban su tiempo libre. Aunque en la década de 1850 Henry era más sensible a los problemas paternos, su batalla con el padre estaba lejos de haber concluido. (3) La independencia y la dependencia tenían que ser explicadas en la teología de James tal como las había balanceado (para su satisfacción) en su teoría social. Los individuos son moralmente independientes de Dios pero totalmente dependientes de El, así como son independientes de la sociedad aunque reposan en su apoyo generoso. La teoría de la creación de Henry se convirtió en la doctrina central del aspecto teológico de su ideología. Estaba en su mejor forma retórica como crítico, y el reverendo Edward Beecher (hijo de Lyman Beecher, el "papa" del congregacionalismo conservador) era un adversario conveniente.* James lo atacó en The Nature of Evil (1855) por caer presa de los errores de la teología natural, derivando su concepción de Dios del estudio de la naturaleza. [p. 81] Según James, la teología natural conservadora se extraviaba debido a que subrayaba el acto físico de la creación como acontecimiento producido en el espacio y el tiempo. El prefería llamar "formación" a la creación física, y la suponía precondición necesaria de la creación espiritual. Para él, una teoría de la creación tenía que explicar al hombre como criatura moral que se esforzaba por su redención ante un Creador benigno y paciente. Su énfasis era más psicológico que cosmológico. Henry estaba pronto a señalar que la focalización conservadora en la creación física en el tiempo y el espacio tenía inaceptables consecuencias lógicas. Estaba persuadido de que hacía imposible la responsabilidad moral. Para ser moralmente responsable, uno debe tener la libertad de optar entre el bien y el mal. Si Dios creó al hombre en el tiempo y el espacio (un acto físico) y si por definición Dios tiene los atributos de la omnipotencia y la perfección, entonces El y no el hombre era responsable de lo que siguió. "Si la creación fuera un acto exterior de la Deidad, un acto de Su arbitrario poder o voluntad, es instantáneamente claro que sólo El es responsable d todos sus contenidos, e ipso facto la criatura es declarada incapaz de aliento moral12 Una relación de ese tipo entre Creador y criatura no era adecuada. No significa libertad moral sino esclavitud moral, y para la apasionada perspectiva de James cualquier crimen cometido para liberarse estaba justificado, incluso el asesinato. "Prívese a unhombre de su autodominio o del arbitrio de sus propias acciones, esto es, redúzcaselo a la esclavitud, y se destruirá su moral. Podría matamos, o hacernos lo que quisiera sin lugar a reproche; puesto que previamente hemos corrompido sus instintos morales o lo hemos privado de desarrollo moral y en consecuencia iniciamos con él relaciones puramente brutales."13 ** El talento de James para la hipérbole no siempre servía bien a sus argumentos teológicos, pero revelaba la intensidad de su indignación. *Edward Beecher había sido un ministro prominente de una congregación conservadora, pero se convirtió en apóstata teológico. En sus esfuerzos por defender el calvinismo, lo transformó y suscitó una tormenta de críticas. En The Conflict of Ages adujo que la Caída había ocurrido en una preexistencia. Fue este modo de ver, anclado en la teología natural, el que quedó prendido en el anzuelo de Henry. Véase Marie Caskey, Chariot of Fire:Religion and the Beecher Family (New Haven, Yale University Press, 1978, 123-139) [p. 80]
10
LM, 70. LM, 120. 12 NE, 20-21. 13 NE, 24. 11
**Dos décadas de panfletos abolicionistas sobre el crimen moral de la esclavitud y el reciente vuelco del equilibrio de la política nacional como consecuencia de la Ley Kansas-Nebraska de 1854 hacían que la imagen del asesinato de un amo por su esclavo fuera muy persuasiva para su audiencia. [p. 81]
La misma lógica que convertía a los ladrones en héroes, ahora, en el 'contexto teológico, justificaba una furia asesina dirigida hacia el propio Creador. Henry se enfervorizaba en la batalla a medida que acuchillaba el plan inhumano de su enemigo. Cada golpe a ese Creador estaba dirigido contra la tiranía, James paladeaba el combate. El Dios de Beecher creaba personas malas y después las castigaba por los mismos actos que realizaban obligadas por la naturaleza que Dios les había dado. Para cualquier norma de la decencia humana, declaró James, un Dios semejante era una atrocidad. "¡Bella disposición mental para que los hombres la atribuyan a la fuente de toda perfección! -increpó ¡Dios encolerizado con una persona vacía de toda bondad, de todo conocimiento de todo poder! ¡Colérico con una persona porque ella no despliega Sus propios [p. 82] atributos exclusivos, una persona a la que El mismo convocó a la existencia, y que por lo tanto depende por completo de El en todo lo que ha sido, es y será! ¡Qué increíble petulancia! ¡Qué increíble inhumanidad atribuida a Dios!" Para James, el asalto ideológico a su padre y al Dios de su padre era una misma cosa. Finalmente dice: "Yo renunciaría a mi propio padre tan alegremente como muerdo mi pan cotidiano si lo concibiera capaz de una bella malignidad como ésta".14 ¿Apreció algunos de sus lectores la ironía trágica de esa valiente declaración? Había vuelto contra el juez mismo las bases del juicio realizado por su padre. Si el calvinismo convencional era correcto (y Henry pensaba que no lo era), él no podía ser responsable de sus acciones pródigas, y su padre no tenía derecho a castigarlo. (4) James prefería una concepción de Dios y la creación totalmente diferente para resolver el problema de la omnipotencia de Dios y del hombre como agente moral. Para que el hombre tuviera responsabilidad moral, la creación debía ser un proceso espiritual en marcha y no un acto realizado en el mundo físico. Insistía en que la creación no es "el poder de hacer COSAS", sino que consiste "exclusivamente en un poder racional... para hacer PERSONAS".15* y esta relación entre un Creador amante y su criatura dependiente permitía a la criatura pecar, prometiéndole no obstante perdón y redención. Para Henry, un hijo afectuoso y obediente era inconcebible sin un padre afectuoso. El Dios calvinista del que James abominaba elegía a un hermano entre otros, por haber sido obediente. Pero un Dios compasivo se cuidaba de todos sus hijos porque todos dependían de él, no porque hubieran cumplido con sus mandatos. Los hombres no son "siervos sino hijos -sostenía - y el hijo no se siente vinculado con el padre por merecimiento o mérito, sino por necesidad, fragilidad, por una dependencia esencial y una confianza que sólo se le debe moralmente a la verdad del padre,'16 No podía ser voluntad de Dios que "un hermano disfrutara de la devoción servil y sicofántica del resto”17 Era ultrajante que un hijo sumiso fuera favorecido con una parte mayor de la herencia y recibiera poder como fideicomisario[p. 83] para juzgar las tendencias de sus hermanos al "libertinaje y el vicio". Tenía que ser erróneo. A medida que la creación espiritual adquiría una importancia mayor en su pensamiento, Henry se alejó de Fourier y de la esperanza de que la reorganización social por sí misma pudiera generar el reino del cielo. Una carta de 1855 publicada en el New York Tribune señala el abandono completo de la mecánica social de Fourier. La sociedad, creía James en ese momento, era una relación espiritual que dependía del proceso de la creación espiritual. Fourier y los otros socialistas (como Saint-Simon y Cornte) se equivocaban porque "todos ellos suponen que (la sociedad) es el producto de leyes puramente naturales". Criticaba en particular a Fourier, quien hablaba de "organizar la sociedad tan volublemente como nosotros podríamos hablar de organizar una compañía militar".18Henry ya no abogaba por tales experimentos sociales. * James recordaba continuamente a su audiencia que la creación es un proceso invisible que procede por medio de la liberación de recursos interiores y no a través de la imposición de una forma externa. Utilizando una metáfora trascendentalista favorita, advertía que "no es como el poder de un carpintero o de un escultor que modifica materiales preexistentes y procede desde la periferia hasta el centro de la obra: se asemeja más bien al fenómeno del crecimiento natural que en condiciones adecuadas genera la liberación de una simiente espiritual invisible y la subsiguiente expansión ordenada en raíces y tronco, rama y hoja, flor y fruto" (CCNE, 46). [p. 82] 14
LM, 187. NE, 61. 16 NE, 183. 17 LM, 205. 18 Henry James, “The Church of Christ”, New Tribune, agosto 24, 1855, citado en PHJ, 302. 15
Aunque defendió heroicamente la independencia, también anhelaba la fusión con el Creador. ¿Cómo podía equilibrar ambas cosas? Por una parte, declaró que la meta de la creación espiritual no era "hacer (un hombre) a semejanza de su padre... Es simplemente convertido en sí mismo";19 Sin embargo, por otro lado, no quería ser segregado de su Creador. Sorprendente mente (en vista de la intensidad de su radicalismo juvenil) llegó a creer que esa tan alardeada y lógicamente necesaria independencia era una ilusión. El hombre terminaba por descubrir que Dios era la fuente de su poder, y que lejos de ser independiente y estar solo, se hallaba fusionado inseparablemente con su Creador. Dios estaba dentro de él, haciendo sentir su presencia con atracciones espontáneas. "Aquí encuentro a Dios con preeminencia. Solamente aquí me pierdo perfectamente y me encuentro perfectamente a mí mismo. Sólo aquí, en resumen, me siento autorizado a decir lo que toda verdadera criatura de Dios está obligada a decir: 'Yo y mi padre somos uno…20 La libertad absoluta, condición sine qua non para el radical de la década de 1840, se había transformado en una ilusión necesaria. (5) Si bien la teología de Henry James puede leerse como una crítica a su padre, también puede ser entendida como la declaración de sus propias aspiraciones paternas.* El Dios Creador era un modelo ideal que él debía emular en la crianza [p. 85] de sus propios hijos. Había equilibrado la independencia y la dependencia, la separación y la fusión, tanto en su teoría social como en su teología. La tensión tenía también que ser encarada en el hogar. La independencia del hombre, afirmaba, "no me separa más de Dios ni me hace más independiente de él que la libertad que otorgo a mi hijo lo hace en sentido propio independiente de mí". Como padre con mayor experiencia, James percibió la necesidad de atemperar esa libertad. No era absoluta (como él lo había exigido de joven), sino una "libertad racional" que apuntaba al "desarrollo de un carácter varonil en el niño, y por consiguiente envuelve la administración de una estricta -disciplina por mi parte". Aunque un padre liberal podía rodear a su hijo de una atmósfera de libertad que fomentara su dignidad, también tenía que reconocer que "el niño tiene ciertas tendencias naturales o heredadas que... lo incitan a una complacencia excesiva con sus apetitos naturales". Permitir que esa complacencia careciera de control equivalía a la indiferencia moral. Y un progenitor responsable debía castigarlo, para mitigar la fuerza de las malas inclinaciones. Por cierto, en ese momento creía que el castigo podía liberar al niño :'dela servidumbre de su naturaleza", que lo incitaba a "hundirse en toda concupiscencia licenciosa"21 Cuando William James de Albany castigó al hijo por sus gustos derrochadores y su alcoholismo, ¿no tuvo la intención de restringir la "concupiscencia licenciosa"? Cuando lo urgió a adquirir una profesión docta, ¿no pretendía orientar a un hijo orgulloso hacia una virilidad responsable? ¿No era el desheredamiento el renuente castigo final de un padre, un acto de preocupación, y no de indiferencia? No se trataba necesariamente de materialismo estrecho, como él pensó al principio. Un padre podía infligir dolor a su hijo debido a que lo amaba. En pasajes moderados como éstos, con renuencia, James, en su edad mediana, unía su voz a la de todos los padres entrampados en el tenso ciclo de la vinculación y la separación entre las generaciones. Cuando Henry ilustra sus opúsculos teológicos con incidentes provenientes de su propia vida familiar, podemos vislumbrar su ideal paterno en operación. ** El no sería abiertamente crítico de un niño cuyas inclinaciones fueran desordenadas, ni abiertamente lisonjero con un hijo cuyas inclinaciones fueran "celestiales". Al niño naturalmente bueno le diría: "Sí, éstos son rasgos muy gratos, hijo mío, y ellos te hacen grato y bello ante el corazón de tu padre, pero los dos tenemos que recordar que todas estas cosas que nos vienen de Dios a través de los ángeles, no tienen por lo tanto la finalidad de hacemos orgullosos o vanos". Trataría de hacer que el niño tomara conciencia de que sus dones no debían inflar su sentido de la propia importancia, sino que eran un medio [p. 86] para "realizar su unión con Dios". Un runo mentiroso, alocado, con malas inclinaciones, sería disciplinado por su padre, pero alentado "porque esas disposiciones se deben * Cuando James reseñó Views al Christian Nurture, de Horace Bushnell, en 1847, para The Harbinger, tenía cuatro hijos de menos de cinco años de edad. Compartía la idea de Bushnell en cuanto a que la relación adecuada entre padre e hijo es "una relación espiritual, que eleva la relación meramente natural que las partes mantenían antes, convirtiéndola verdaderamente humana, que refleja con precisión la relación del Creador con su criatura”. [p. 83] **Cuando Henry publicó The Nature of Evil tenía cuarenta y cuatro años. Su hijo William tenía trece. [p. 85] 19
LM, 281. MC, 62-63. 21 NE, 98-101. 20
exclusivamente al influjo de espíritus malos, y no le pertenecen a él, salvo en la medida en que las albergue y consienta sinceramente”.22 El padre ideal entendería las características malas como pruebas destinadas a llevar a ese hijo equivocado a una unión espiritual con su Creador. ¿Qué padre no sería feliz por llenar su responsabilidad con esa compasión? La capacidad para comunicar amor sin complacencia y disciplina sin venganza es un alto ideal, lamentablemente difícil de alcanzar. Si estos pasajes fueran representativos del comportamiento de Henry con sus hijos, él habría logrado, al menos por momentos, convertirse en el padre que hubiera querido tener y en el padre que quería ser. Cuando reconstruimos el clima familiar en el cual alcanzó la edad viril William, el hijo de Henry, es conveniente identificar las cambiantes inclinaciones del padre como voces diferentes -distintos tonos emocionales hermanados a posiciones contradictorias respecto de la naturaleza humana, la responsabilidad moral y el castigo-.* Al definir la ideología de Henry, he subrayado la voz del pródigo desheredado. Cuando escribía o hablaba de ese modo, Henry era estridente, rebelde y se manifestaba afrentado por todo lo que obstaculizara sus impulsos interiores. Esta fue la voz dominante en las décadas de sus veinte y treinta años, y nunca se apaciguó por completo. También he señalado la voz del ideal paterno. En ese tono era compasivo pero consciente de su responsabilidad de orientar y disciplinar al joven. Esta es una voz llena de ternura pero libre de complacencia. Es una voz que llena la necesidad ideológica del hijo rebelde, no zahiriendo a su Creador, sino tratando a sus hijos como hubiera querido que su padre lo tratara a él. La tercera voz, que se hizo cada vez más prominente en las décadas de sus cuarenta y cincuenta años, era perturbadoramente análoga a la del Dios (y padre) juzgador y severo contra el que se había rebelado en su juventud. Sus exclamaciones en ese tono poseen el contenido de un calvinismo renaciente y el estilo flagelante y moralizador del testamento paterno. Cuando su hijo William se aproximaba a los trece años, la misma edad en la cual había tenido lugar el encuentro con Dios que dejó lisiado a Henry, Henry James comenzó a parecerse más a ese padre despreciado, punitivo. Habla vívidamente de la naturaleza pecaminosa del hombre, que "desciende a nosotros desde nuestro linaje pasado... y se adhiere a toda la humanidad sin excepción". Y transformó lo que en su voz la Caída del hombre no consistió en ningún cambio de su naturaleza intrínseca de pródigo había sido una meta primordial (la independencia) en un defecto [p. 87] que constituía la esencia del estado caído del hombre. "Lo que se denomina del bien al mal. Nunca se deslizó de un estado de bondad-en-sí a otro de mal-en-sí, por la sencilla razón de que nunca fue ni podría haber sido bueno-en-sí-mismo." James era elocuente en su disgusto con el hombre debido al hecho de que éste creyera en sus propios poderes independientes. "Su caída era la elevación en su propia vanagloria, y por lo tanto fue pura misericordia de Di os el dotarlo de conciencia o de la facultad de autocondenación." Hablando con esta voz, estaba convencido de que el hombre natural se da "aires de autosuficiencia", pero es "un necio" cuando "olvida su dependencia”.23 "La verdad de nuestra condición de criaturas -afirmó-, la gran verdad de que solamente en el Señor vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, nos reconcilia perfectamente con el hecho de nuestra miseria esencial e intrínseca, serenando toda aspiración ambiciosa, o divorciándonos de todo deseo de ser algo por nosotros mismos."24 La nueva insistencia de James escarnecía la creencia en sus propios poderes, pero también lo relevaba de la necesidad de esforzarse. Si la personalidad consciente independiente era ilusoria, Henry no podía ser condenado por no alcanzar el éxito mundano. Sólo podemos imaginar el modo en que la renovada voz calvinista de Henry sonaba en los oídos de su hijo adolescente. Aunque el muchachito estaba dotado filosóficamente, es probable que se le escaparan las sutiles distinciones teológicas que establecía su padre. Lo que probablemente oía y aquello a lo que respondía era la pasión de la denuncia: "El mal es lo que uno es… el hombre no puede ser bueno-en-símismo ... él debería agradecer que Dios condene sus aires de autosuficiencia ... es pecaminoso ser independiente ... un buen hombre carece de la ambición y el deseo de ser algo" (una arenga profética que hacía eco a la voz de William James de Albany). Por cierto, Henry seguía diciendo también otras cosas. Con la voz del pródigo rebelde decía que era importante ser independiente y que era criminal que las instituciones bloquearan los esfuerzos humanos. Y la voz del padre ideal hablaba de amor, de paciencia y de cultivo de cualidades viriles. Se trataba de una aturdidora Babel de lenguas que tenían poca coherencia lógica, más allá de que arraigaban en la experiencia de Henry James. * Es apropiado hablar de diferentes voces, porque es así como habrían sido oídas por sus hijos. [p. 86] 22
NE, 218-20. NE, 256-58. 24 NE, 130-31. 23
Desde el punto de vista de una historia intelectual, podemos reconocer los nuevos brotes injertados en el tronco antiguo -se añadía el individualismo romántico, el liberalismo y el swedenborgianismo-; las raíces y el tronco seguían siendo tenazmente calvinistas. Los nuevos injertos daban esperanza y aplacaban a una conciencia punitiva. Pero la depravación natural, la predestinación y la sumisión a la voluntad de Dios cada vez más hacían que se secaran los frutos. Es una trágica ironía que después de haber luchado enérgicamente por dar forma a la ideología de un pródigo, Henry James reviviera el clima que envenenó su propia juventud, que también él socavara la hombría que estaba tratando de cultivar y que, a pesar de vigorosos esfuerzos en sentido contrario, se arrojara con su hijo a un lodazal de conflicto acerca de la elección de profesión.
6. PALABRAS Y OBRA [p. 88] La mente, en resumen, trabaja con los datos que recibe en gran medida como el escultor trabaja con su bloque de piedra. William James, 1890 (1) William James forcejearía durante doce años (desde 1860 a 1872) en busca de su vocación. Comenzando cuando tenía dieciocho años, había incursionado transitoriamente en la pintura y las ciencias naturales. Obtuvo hesitando un título de médico pero nunca ejerció la profesión, y sus estudios en esa área fueron frecuentemente interrumpidos por viajes al extranjero para recuperarse de depresiones recurrentes que plagaron y, con todo, guiaron su búsqueda. Tardíamente, en 1873, comenzó a enseñar en Harvard, primero anatomía y fisiología, después psicología y finalmente filosofía. William James era un individuo dotado, y el tiempo que le tomó hallar su dirección puede considerarse natural en el caso de un joven con talentos múltiples y una familia con amplios recursos económicos para sostener sus oscilaciones. No obstante, en comparación con lo que hacían sus amigos, la prolongada búsqueda de vocación por parte de William era atípica. Y sus frecuentes enfermedades (que solían desencadenarse oportunamente, como para impedir el compromiso final con trabajo indeseable) sugieren una conclusión diferente. La comúnmente difícil tarea de elegir una profesión para un hombre de su edad y condición social en la América del Norte del siglo XIX resultaba en su caso especialmente compleja. La ideología que Henry James erigió para desactivar, si no resolver, el juicio de su padre, demostró ser un obstáculo en el camino de este hijo mayor y favorito. Como hemos visto, Henry James desafió a la autoridad humana y después exageró la de Dios; insistió en una independencia libre de ataduras y más tarde rechazó la independencia por ilusoria; escarneció el hacer dinero, pero requirió un apoyo ilimitado, y absolvió de pena a los criminales, afirmando finalmente que la culpa era una etapa necesaria en el proceso de la redención. Estas ideas daban forma naturalmente a la conducta de Henry respecto de su hijo. [p. 89] Además de sus opúsculos socialistas y teológicos, Henry J ames escribió extensamente acerca de la naturaleza del trabajo, en particular durante su fase fourierista. En las épocas en que su hijo consideraba las posibilidades de seguir carreras de artista plástico, científico o filósofo, Henry James expuso vigorosamente su opinión acerca de cada uno de esos campos. Así, estudiando el modo en que en los escritos de Henry cambian los significados de aquellos términos, podemos reconstruir el mundo del trabajo tal como él se lo presentaba a su hijo. En su fase fourierista, Henry James habló del artista en términos laudatorios. Pero cuando su hijo quiso ser pintor, desdeñó la elección. Después glorificó la ciencia, y al principio alentó a su hijo en tal sentido. Pero cuando. William se convirtió en científico, su padre se llenó de presentimientos acerca del efecto de la carrera científica en su desarrollo moral. Henry James se dedicó a la filosofía en toda su vida adulta y cultivó el talento filosófico de su hijo. Pero cuando WilIiam se volvió hacia la filosofía en sus años de madurez, el padre condenó con vehemencia a los filósofos académicos. Los cambios de significado de los términos vocacionales revelan los lazos que vinculaban y el abismo que separaba a un padre y un hijo desdichados. (2) De haber vivido para leer The Harbinger en 1848, a William James de Albany lo habría sorprendido la declaración de Henry. en cuanto a que "a ningún hombre le disgusta el trabajo". Le habría agradado, sin duda. que su hijo concordara finalmente con él en que el trabajo "es en todo hombre una inspiración divina que no puede resistir más de lo que puede resistir la atracción de la tierra".1 El trabajo como ley natural estaba muy cerca de su propia creencia en el trabajo como deber divino. Pero ese cambio aparente era ilusorio. El joven socialista había disociado dos funciones que los autores protestantes anteriores consideraban unificadas: el trabajo como expresión personal aparecía segregado del trabajo como necesidad social. De acuerdo con la más antigua idea calvinista, la devoción religiosa era esencial en el trabajo.2 Así se brindaba el debido reconocimiento incluso a la necesidad de hermanar talentos e intereses individuales en un empleo provechoso, pero la satisfacción personal era secundaria respecto de la obligación de llenar el lugar 1
Henry James, “Theological Differences in Association”, Harbinger, 6 (1848):26. Un studio excelente de las dimensiones socials del conflict entre trabajo y ocio, es Daniel T. Rodgers, The Work Ethic in Industrial America, 18501920 (Chicago, University of Chicago Press, 1978) en especial los caps. 4, 7, 8. 2 William Perkins, A Treatise of the Vocations or Callings of Men, with the Sorts and Kinds of Them, and the Right Use Thereof (Cambridge, 1608)
asignado por Dios en la sociedad. En contraste con esa tradición, Henry James hacía de la espontaneidad humana el centro del universo de su trabajador. El trabajo era bueno si expresaba el impulso de una persona a actuar en el mundo. Aunque una intensidad religiosa penetraba esta concepción romántica del trabajo, el deber y la necesidad de ganarse el pan, aquélla era periférica. "Repetimos que a ningún hombre le disgusta el trabajo, el trabajo libre, el trabajo que es consecuencia de su propio espíritu y lo expresa a él. Pero a todos los hombres les disguta trabajar para [p. 90] vivir.” En resumen, Henry estaba dispuesto a admitir la importancia del trabajo, pero no estaba en absoluto interesado en ganarse la vida. Podemos ver fácilmente el modo en que esta ruptura respecto del calvinismo tradicional se adecuaba a su condición de rico aspirante a hombre de letras que no necesitaba ganarse el pan parque su padre había trabajado muy bien. A William de Albany podría haberlo alarmada un detalle de la vida de Jesús que atrapó la atención de su hijo. ¡Tampoco Jesús había estado empleada provechosamente' "En toda su historia no encuentro ningún caso en que realizara la hazaña de trabajar para ganarse la vida. Por el contrario -aseguró a sus lectores-, en la medida en que puede arrojarse alguna luz sobre el tema, parece haber preferido vivir gracias a la libre caridad de sus seguidores algunos de los cuales eran mujeres de edad madura incidentalmente designadas para que le proveyeran su sustento."3 Si era permisible, e incluso admirable, que Cristo viviera sustentado por otros. ¿por qué no Henry James? El también trabajaría, pero su trabajo, como el de Jesús, consistiría en difundir la Palabra, y no en el trabajo convencional por el pan o la posición social. Al observar el giro romántico que lo apartaba de la concepción calvinista del mundo, no debemos subestimar dos importantes elementos subsistentes. Henry seguía considerando que el trabajo (tal como él lo definía) era una virtud, y el ocio seguía siendo un vicio para el hombre y para Dios: "Dios es Dios para nosotros, y merecedor de nuestra adoración racional -proclamó ante sus lectores del Harbinger en 1847-- no meramente a causa de Su amor y sabiduría infinitos, sino debido a que su amor y sabiduría son realmente productivos…”. Elogió a Dios como trabajador. "Dios es un poderoso. Artista no un soñador ni un especulador... Sino a un verdadero hacedor."4 Cerca de los cuarenta años, Henry aspiraba a la productividad, y en alguna ocasión albergo la idea de ganarse la vida con la pluma. Alentado por la venta de Lectures and Miscellanies (que publicó a sus propias expensas), informó a un amigo que terna la ambición de "vivir en el extranjero… de lo producido por mis escritos. Cuanto más honorable es esto que sustentarse con ingresos provenientes de la guerra despiadada de Cedar Street y Wall Street".5 Pero esa valiente esperanza no se materializó nunca. Aunque despreciaba el trabajo mundano. Henry James nunca superó una sensación de fracaso por no sostenerse a sí' mismo. Juzgó la ociosidad en términos cada vez más severos, hasta culminar en un diluvio de vituperios que sólo podían significar autoaversión. Dieciséis años después de los artículos del Harbinger declaró: "Ninguno de mis lectores es capaz de sentir el menor respeto por un Dios ocioso, como no lo siente por un hombre ocioso Todos respetan el trabajo, todos respetan al hombre que hace algo más, para reivindicar su condición humana, que vivir de la opulencia heredada".6Henry James estaba por entonces en la década de sus cincuenta años, y todavía vivía de su patrimonio. Aunque habla rechazado, tan vocingleramente a Cedar Street y Wall Street [p. 91] en su juventud, irónicamente Henry moldeó su mensaje religioso con imagenes tomadas de la vida comercial. Exhortó a sus lectores (y se exhortó a sí mismo) a perseguir un capitalismo espiritual,' invirtiendo sus dones para obtener un beneficio. Argüía que la ociosidad era una mala inversión. "Todos desprecian la ociosidad, todos desprecian al hombre que, dotado como todo hombre por su hacedor con uno o dos talentos, a con diez talentos, como puede ser el caso, guarda esos dones divinos envolviéndolos en una servilleta atada, en lugar de hacer de ellos un uso provechoso."7 Hacía ya más de treinta años que William James de Albany había muerto, y ese hijo que él había advertido, amenazado y finalmente castigado, acabó por aceptar el juicio de su padre, y lo enunció en el lenguaje paternal de la ganancia.* * Un empleo análogo de la metáfora capitalista se encuentra en su último libro. "A la larga un hombre es tanto como hace... por lo tanto nuestra única posibilidad de inmortalidad no reside en ningún capital almacenado de bondad y verdad que podamos poseer, sino en la vida o el carácter perspicaces de los que cotidianamente damos testimonio poniendo en uso activo todos nuestros tesoros de bondad y verdad" (SRFM, 332). [p. 91]
3
MC, 136. Henry James, “The New Jerusalem Magazine”, Harbinger, 6 (1847): 8. 5 TCWJ, 1: 36. 6 S&S, 74. 7 Ibid. 4
Seis años más tarde, Henry se castigó públicamente por vivir dilapidando la riqueza heredada. "Desde el día de mi nacimiento hasta hoy no sólo no he sabido lo que es tener insatisfecha una necesidad honesta, una necesidad el mi naturaleza, pero he podido despilfarrar en deseos meramente fantásticos, en la voluntad de mi capricho personal, lo necesario para el sustento de un hogar virtuoso." Tampoco en este caso el padre se habría sentido enteramente feliz por los comentarios de su hijo. Henry criticó su propio derroche desde el punto de vista de la justicia social, y no por buen sentido económico. A William de Albany le había preocupado causar un daño a su capital y al alma d su hijo, Henry escarneció la prodigalidad de su hijo porque otros padecían necesidades económicas. Era perfectamente justo que él viera sus necesidades cubiertas, pero resultaba "monstruoso" que "tuviera garantizada por lo que se llama sociedad toda una vida de abundancia y autocomplacencia, mientras tantos otros hombres y mujeres iguales a mí en todos los sentidos pasan sus días miserablemente alimentadas, miserablemente vestidos, y mueren por fin en la misma ignorancia y en la misma imbecilidad, aunque no, ¡ay!, en la misma inocencia, que los acunó en la niñez".8 De ese modo Henry había llegado a la misma conclusión que su padre, pero por un camino diferente; la prodigalidad seguía siendo un pecado y él seguía siendo un pecador. La cruz era de oro pero no dejaba de ser una cruz. En la concepción del mundo de Henry J ames había contradicciones interna que nunca resolvió. Otorgaba un alto valor al trabajo que sirviera a los fines de la autoexpresión, y (en vista de su propio ejemplo) el trabajo de ese tipo requería riqueza y ocios. No obstante, condenaba a quienes vivían de la "opulencia heredada", mientras que otros no podían subvenir a las simples necesidades [p. 92] de la vida. Si un hijo quería seguir el mapa del mundo del trabajo del admirado padre, ¿cuál era la ruta? ¿Estaba permitido (o era admirable) usar los recursos del abuelo, como había hecho el progenitor, durante una prolongada búsqueda de la vocación? ¿Cuál iba a ser el criterio del valor del trabajo elegido? ¿La utilidad? ¿La autoexpresión? ¿Debía el hermano mayor limitar su pillaje para reservar recursos a los hermanos menores? Pero' ¿por qué seguir tales postes indicadores mundanales, cuando la búsqueda de una labor auténtica lo llevaba a una senda aun más angustiosa? Henry James no era un pensador sistemático. Sin embargo, tenía conciencia de la tensión existente entre su fe individualista y sus supuestos calvinistas, en los que insistía de modo creciente. Resolvió el problema en términos intelectuales, dando por sentado que, en una sociedad organizada adecuadamente, un trabajador querría hacer lo que tenía que hacer (situación que lamentablemente no se daba en su experiencia ni en la de su hijo). No obstante, se trataba de una solución lógica. Si la espontaneidad es un bien incuestionado, y el deber social un imperativo' igualmente obligatorio, el hombre que espontáneamente quisiera el bien social moraría en el milenio de J ames. El santo de su comunidad espiritual sería '~el hombre que jovialmente abunda en usos sociales, que ejerce diligentemente su profesión legítima, que... virilmente afronta todos sus deberes, aspirando con todo el corazón a ser digno de la gran y hermosa sociedad en la cual Dios lo ha ubicado".9 En 1.854 había comenzado a entretejer de manera hesitante los elementos del antiguo ideal del trabajo, añadiendo el ganarse la vida a lo que en la década de 1840 había sido una preocupación única: la espontaneidad de la autoexpresión. La alquimia espiritual prometía una nueva era, en la que "el hombre ya no trabajará para su vida sino porque está vivo, ya no con espíritu servil sino sólo con espíritu filial... ". Pero, como sabía muy bien, éste era un ideal irrealizable. Cuando los talentos y aspiraciones no armonizan con las instituciones existentes, el individualismo romántico se precipita en el ideal calvinista. William James estaba por descubrirlo por sí mismo. ¿Qué ocurriría si no quería obedecer al mandato social? ¿Qué sucedería si el trabajo realizado con espíritu filial lo petrificaba? ¿Qué pasaba si quería imitar a su padre y eludía todas las profesiones legítimas? Cuando encaraba cada una de sus opciones (artes plásticas, ciencia., filosofía) Wílliam James tenía que hallar su camino en un laberinto de mandatos paternos contradictorios. (3) Durante un breve período, antes de sus cuarenta años, Henry J ames consideró al arte como la expresión de la divinidad, y al artista como un héroe [p. 93] grandiosamente entronizado en el pináculo del desarrollo espiritual.* * La más antigua formulación de Henry ubicaba al artista en la cima de una escala del desarrollo espiritual que constaba de tres etapas. En la primera etapa, el individuo es "instintivo" o "infantil"; la personalidad consciente es controlada por la naturaleza, el alma por el cuerpo y el espíritu por la carne. En la segunda etapa, más avanzada, se lograba un control más voluntario de la propia vida. Este es el nivel "adulto" o "moral" de la secuencia del desarrollo, en la cual la 8 9
SS, 172-73. CCE, 71-72.
personalidad consciente prevalece sobre la naturaleza, el alma sobre el cuerpo y el espíritu domina a la carne. Aunque la etapa "adulta" representa un progreso respecto de la "infantil", ambas se caracterizan por el conflicto entre personalidad consciente y naturaleza, alma y cuerpo, espíritu y carne. A la tercera etapa James la denominaba "madura" o espontánea", puesto que se caracterizaba por la resolución de la tensión entre los elementos previamente beligerantes: "Todas las controversias entre estas cosas han llegado a una reconciliación Divina; el cuerpo, la carne, o la naturaleza son reducidos por su propio impulso a una fidelidad cordial al elemento superior y más Divino". Este era el pináculo del proceso de la creación espiritual, la etapa "perfeccionada", en la cual el individuo alcanzaba su forma acabada, la de una vasija en la cual "el Amor y la Sabiduría Divinos pueden volcarse... sin medida" (CCNE, 86, citado en PHJ, 184). [p. 93]
El artista era el ser humano espontáneo quintaesencial. Sin embargo, cuando William, el hijo de Henry, decidió dedicarse a la pintura, habría de enfrentar la vigorosa resistencia de su padre. La aparente contradicción se vuelve algo menos misteriosa si examinamos los escritos de Henry James. De sus ensayos surge con perfecta claridad que al proclamar la divinidad del artista no estaba pensando en pintores o escultores. Es también obvio que creía que sus aportes al Harbinger eran arte, y que él mismo era un artista en el sentido puro de la palabra (el que él le atribuía). Su conferencia de 1851 titulada "The Principle of Universality in Art" enunciaba esta posición tanto en forma positiva como negativa. El término "Arte" no se refiere a ninguna ocupación particular, sino a una cualidad de la relación espiritual con el trabajo. "La esfera del Arte propiamente dicho es la esfera de la productividad espontánea del hombre." Enunciado negativamente, debía diferenciarse, "por una parte, de su productividad natural, o la que es impulsada por sus necesidades físicas, y por otro lado de la productividad moral, o impulsada por sus obligaciones para con los otros hombres". En resumen, "el Arte abarca a todos los productos del genio humano que no presentan parentesco alguno con la necesidad o el deber".10 Pero un pintor no quedaba necesariamente excluido de la esfera del arte. Podría ser artista en el sentido de James si no tenía que pintar para ganarse el pan. Henry ilustra esta idea: "A la vuelta de la esquina vive un pintor retratista ... Ahora bien, este hombre practica su profesión para subsistir, y por lo tanto bien podría ser que ella de ningún modo indique qué es lo que verdadera o predominantemente lo atrae". Pero en otras circunstancias un pintor podría [p. 94] aproximarse a su ideal. Un hombre así siempre habría estado "más allá del alcance de las necesidades" y habría sido bien educado "para asegurarle un relativamente libre desarrollo de sus facultades". Si ese hombre se dedicara a su arte, James admitía que "la felicidad superior de la que él es capaz reside en el ejercicio sin trabas de su profesión".11 En 1860, cuando William tenía dieciocho años y decidió lanzarse a una carrera de pintor, llenaba los criterios del caso ideal descripto por su padre. No había conocido necesidades. Había sido educado en las mejores escuelas que su padre halló en Europa y América. Tenía un considerable talento para el dibujo, facultad desarrollada con la guía de buenos maestros. Y describía francamente los momentos de creación artística como puntos altos de felicidad para su yo interior. Sin embargo el padre puso obstáculos a un plan que parecía adecuarse al itinerario ideal de 1848. Lamentablemente, en la época en que William tuvo edad suficiente como para convertir en realidad las promesas, el mapa paterno del mundo vocacional había cambiado. El himno que Henry había elevado al arte fue orquestado de modo tal que satisficiera sus propias necesidades vocacionales. Por cierto copiaba a Swedenborg, Schopenhauer y Schelling, pero los utilizaba para dar sentido a su propia vida.12 Ante sus lectores del Harbinger se presentaba a sí mismo como ejemplo de artista. "Tomemos por ejemplo mi empleo actual. No responde a ninguna necesidad de la vida natural, pues no me falta el pan para satisfacer mis necesidades físicas. Tampoco se funda en alguna obligación que sienta respecto de mi prójimo pues, dirigiéndose a la razón universal del hombre, no es adecuado para' promover intereses individuales o específicos. Es exclusivamente el resultado de mi propio deleite y del atractivo que ejerce sobre mí este tipo de trabajo." 13 Si su periodismo era arte, él era un artista en el gran sentido de la palabra, y no un escritor desempleado en una sociedad orientada hacia el trabajo. Como artista y hombre de genio, no tenía por qué buscar la aprobación pública. Su superioridad natural lo ponía por encima de la competencia. "Pues el artista no es meramente bueno por comparación u oposición respecto de los hombres inferiores. Es positivamente bueno, bueno por mérito absoluto u original, bueno como Dios, bueno en sí mismo, y por lo tanto universalmente bueno."14 Entronizado de esa manera,Henry James podía verse a sí mismo como un príncipe, más que como un holgazán. 10
LM, 102. Henry James, “The Divine Life in Man”, Harbinger, 7 (1848): 9. 12 PHJ, 190. 13 James, “Divine Life in Man”, 9 14 MC, 126, citado en PHJ, 83. 11
El período de entusiasmo de Henry James por el arte y el artista abarcó los primeros años escolares de su hijo William. Desde la época en que tenía seis años hasta que cumplió once o doce, el elogio del hombre estético fluyó de la pluma de su padre. William tenía talento para el dibujo, y el recuerdo que su hermano guarda de él en la casa de Fourteenth Street subraya la facilidad con la que espontáneamente se dedicaba a dibujar. "Tal como aprehendo la imagen de W.J., desde muy lejos en el tiempo, como sus rasgos más característicos, está sentado dibujando y dibujando, siempre dibujando... y no con una ahincada [p. 95] paciencia, que creo que me habría impresionado menos, sino fácilmente, libremente y, como quien dice, infaliblemente."15 Sólo nos cabe imaginar el modo en que el elogio paterno al artista sonaba en los oídos de un hijo con talento para el dibujo. Era demasiado joven como para preocuparse por su vocación futura, aunque de modo infantil tal vez quería emular a Mr. Coe, su maestro de dibujo. Es dudoso que William pudiera comprender la concepción filosófica del arte que sustentaba su padre. Lo que podría haberlo impresionado era el aura de excitación y aprobación que rodeaba a la palabra "artista" en las discusiones de su admirado padre. Ser libre, espontáneo y creador era misterioso, grandioso y admirable. Ser artista era algo maravilloso y él podría serio algún día. En los treinta años siguientes pocas veces escribió Henry James sobre el arte y el artista, salvo en intercalaciones menores, para comparar desfavorablemente la obra del artista con las obras de Dios. En la escala de la vida adulta de Henry James, ese período de entusiasmo por el artista considerado héroe fue sólo un momento breve, un experimento transitorio durante su propia búsqueda vocacional. Resultó probablemente mucho más importante para su hijo artísticamente dotado.* Es tal la disparidad entre el sentido del tiempo y la capacidad para comprender el mundo adulto que un efímero experimento paterno quedó tal vez fijado en la mente impresionable del hijo. ¿Qué padre no ha tenido la experiencia de escuchar que sus ideas le son repetidas por un hijo que las ha hecho propias con una intensidad que confunde acerca de su fuente y un contenido que ya no representa las creencias corrientes del progenitor? Incomodamente uno ve a un fósil incrustado en el tiempo, reconocible pero que ya no es uno mismo. Mientras Henry James luchó con sus demonios, la idea del hombre estético le resultó temporariamente útil. Irónicamente, cuando William decidió ser pintor hizo uso de los antiguos argumentos de su padre para lograr que le dejara libre el camino. (4) En el mapa que trazó Henry James del mundo del trabajo, el arte no se diferenciaba de la ciencia. Su primer tratamiento los mezclaba, de modo tal que el arte abarcaba a la ciencia y el científico podía ser visto como artista. La idea puente que enlaza el arte y la ciencia en la más antigua formulación del Harbinger era la tecnología. El avance tecnológico era arte, puesto que expresaba [p. 96] "la vida actual de Dios en el hombre". Estaba persuadido de que esta expresión particular del "matrimonio perfecto entre el Creador y la criatura" tenía importantes consecuencias teológicas.· Pensaba que "cada ferrocarril refuta al calvinismo, y el telégrafo eléctrico hace estúpida a la sucesión apostólica".16 La tecnología autorizaba a elaborar una nueva teología porque generaba dos cambios importantes en la condición humana: podía someter a la naturaleza, y a través de ese sometimiento prometía resolver el problema del mal. El don de James para la hipérbole pocas veces fue más hábilmente empleado que en su elogio de la tecnología científica. Hizo resplandecer el horizonte con la promesa milenaria de un nuevo día. Recordó a sus compañeros asociacionistas que "la ciencia ha resuelto por fin brillantemente el problema del destino humano y demostró en un millar de formas palpables y soberbias la verdad de las profecías inmemoriales, en cuanto a que aquel destino involucra el sometimiento completo de la naturaleza". Y subrayó las consecuencias de ese logro. "Hallamos que la ciencia sólo avanza en la dirección incesante del bienestar humano, en la incesante vindicación de la dignidad esencial del hombre; hallamos que las cosas que siempre hemos denominado malas y nocivas tienen en el fondo un corazón del más tierno amor al hombre, y existen sólo con la finalidad de desarrollar los de otra manera inconcebibles recursos de su genio divino y omnipotente."17 Así presentado, el científico era un par digno de compartir el pináculo de la jerarquía espiritual de James. * William estaba en una edad en que el joven ansía adquirir conocimientos sobre el mundo del trabajo de los adultos, mientras se prepara imaginativamente para la vida que lo espera después de la niñez (Erik Erikson. Childhood and Society , Nueva York, 1950, 226-227). [p. 95] 15
SBO, 207. James, “Theological Differences”, 26. 17 LM, 242-43. 16
En sus escritos fourieristas, Henry utilizó la palabra "ciencia" con otro sentido. Este segundo significado tenía también consecuencias teológicas. Por "ciencia" entendía también un programa racional para la reorganización política y social. En la década de 1840 creía que un programa social que siguiera el modelo de las falanges de Fourier superaría la depravación natural del hombre y socavaría ese principio calvinista básico. Así, en su concepción amplia, la ciencia abarcaba a muchos movimientos reformistas populares de mediados del siglo, desde el de la temperancia hasta el abolicionismo. Para Henry, éstos no eran movimientos políticos aislados, sino pruebas de que las antiguas instituciones que obstruían la unificación espiritual del hombre estaban siendo desalojadas. Le resultaba perfectamente claro en la década de sus treinta años que la única expresión adecuada de la naturaleza divina del hombre era "la organización de toda la raza en una perfecta confraternidad... por la legislación de Dios que es la CIENCIA [la ciencia social de Fourier]"18 La ciencia portaba la promesa de una sociedad basada en la comunidad espiritual y no en la fuerza, en las convenciones o en la legislación humana. El avance de la ciencia justificaba una nueva teología porque demostró que la visión calvinista era falsa. El hombre no era malo, y Dios no había creado un mundo malo. En lugar de ver a la naturaleza como tirana, el científico la presentaba como sierva del hombre, con fuerzas secretas "encantadoramente [p. 97] amistosas" destinadas por Dios a bendecimos de modo cabal. Henry hubiera sido feliz trabajando junto a sus compañeros científicos (su pertenencia al movimiento asociacionista lo convertía en científico en su sentido) eliminando del paisaje americano los residuos de un calvinismo desgastado. James no se sentía inclinado a trazar límites claros, y no dudaba en esfumar el lenguaje de la vocación si convenía a sus intenciones retóricas. Hemos visto que, en su léxico, un científico podía ser un artista y un pintor podía no serlo. James estaba también preparado para ungir a su aliado científico como sacerdote de la nueva era. En una conferencia de 1851 sugirió que sus hermanos clérigos resignaran sus posiciones en favor del sacerdocio de la ciencia. "Entonces por fin nosotros seremos ricos: es decir, tendremos por fin la posibilidad de alcanzar un idóneo o real sacerdocio de hombres de ciencia, que no reclame diezmos ... pero sea no obstante ampliamente capaz de instruimos acerca de todas las condiciones necesarias para inaugurar la vida divina sobre la tierra."19 Abrazó al científico como a un hermano, un camarada de armas en la lucha contra la religión moribunda. En suma, este casi ministro que abominaba del clero profesional abogó por el sacerdocio de la ciencia. Al ir más allá de su entusiasmo fourierísta, Henry J ames modificó significativamente el significado que asignaba al término "ciencia". Escribió sobre ella como de un elemento de su teoría del conocimiento. J ames bosquejó tres reinos de la vida humana: el cuerpo, la mente y el espíritu. Cada reino tenía sus propios principios organizativos. El principio organizativo del cuerpo era la sensación. El principio de la mente era la ciencia, y el del espíritu, la filosofía.* Henry delineó esta teoría en la década de 1860; ella demuestra cuánto había declinado la ciencia en su estima. El científico proporcionaba un basamento al filósofo, de quien entonces James pensaba que era el único hombre en el que podía confiarse para que hablara con autoridad sobre materias espirituales. La filosofía no cuestiona los descubrimientos de la ciencia. Pero la ciencia no la limita, del mismo modo que está limitada por la sensación. Siguiendo a Copérnico, por ejemplo, la ciencia y la razón podían persuadir al hombre de que es erróneo creer que está en el centro del sistema solar, tal como se lo sugieren sus sentidos. Pero sólo la filosofía, siguiendo la luz de la revelación, descubría la verdad superior. Dios está en el centro de la Creación y el hombre es su criatura dependiente. James ubicó la ciencia en una posición ambigua que reflejaba una estimación [p. 98] de su potencia y la intención de limitar ese poder. En sus años de madurez alguna vez subrayó la importancia de la ciencia para el desarrollo espiritual del género humano, con tanta convicción como en la década de 1840. Pero más frecuentemente reservó su entusiasmo para la filosofía, a la que consideraba la forma superior de la verdad. La ciencia era necesaria para analizar las dimensiones relativas finitas, pero los científicos deben tener conciencia de que sus "leyes de la naturaleza" son meramente las leyes de la mente humana y no las de Dios. James seguía viendo a los científicos como aliados en la lucha contra la superstición en la religión, pero consideraba que tenían que inclinarse ante los filósofos. * Además de tener distintos principios organizativos, cada uno de los tres reinos era iluminado por su propia luz única. La luz de la sensación es el sol, la de la ciencia es la razón, y la de la filosofía es la revelación. Los tres reinos constituyen una jerarquía de tres escalones, erigida en orden ascendente desde cuerpo-sensación-sol hasta espíriturevelación-filosofía, pasando por mente-ciencia-razón. Cada nivel de la jerarquía reposa en el conocimiento del nivel inferior, pero no lo atan las limitaciones de ese reino. [p. 98]
18 19
MC, 126, citado en PHJ, 83. LM, 134.
Henry James elogió el sacerdocio de la ciencia durante los últimos años escolares de William. En 1860, después de que William declarara que quería convertirse en pintor, su padre confesó a un amigo que "siempre había confiado en que Willy seguiría una carrera científica". Su hijo insistió en que se le debía permitir que estudiara pintura y el padre cedió, pero no sin una reserva reveladora: "No obstante tengo la esperanza de que llegue el día en que se hagan realidad mis previsiones al respecto".20 Mientras estaba entusiasmado por la ciencia, Henry James alentó los estudios científicos de su hijo en Europa y América. Persistió en preferir la ciencia al arte, y William finalmente abandonó la pintura para ingresar en 1861 en la Lawrence Scientific School, de Harvard. Pero la alta opinión que Henry tenía de la ciencia había comenzado a desvanecerse. La jerarquía del conocimiento que postuló el mismo año en que su hijo ingresaba en Harvard para convertirse en científico, expulsaba a la ciencia de su posición elevada. Al principio hubo un cambio de énfasis, que dejaba mucho por admirar en la ciencia y en el científico. Pero la tendencia cobró impulso cuando William fue comprometiéndose de modo creciente con una carrera científica, y culminó en la franca declaración formulada por Henry en 1879 (seis años después de que su hijo comenzara a enseñar ciencia en Harvard) en cuanto a que "si la mente del hombre se dirige hacia la ciencia o los sentidos, inevitablemente el resultado para la comprensión espiritual será desastroso en extremo"21 Según el relevamiento del mundo del trabajo realizado por Henry James en la década de 1850, el sacerdocio de la ciencia era una carrera gloriosa. En la época en que William realmente se convirtió en científico, el brillo se había empanado. Por cierto, antes que una vocación gloriosa, había pasado a ser algo peligroso para el alma. (5) El trato brindado por Henry a la "filosofía" cambió a lo largo de su vida adulta junto con los cambios de significado padecidos por "el arte" y "la ciencia". A fines de la década de 1840, durante sus años fourieristas, era un [p. 99] término de oprobio. Significaba un pensamiento abstracto que "perpetuamente obstaculiza al intelecto en lugar de satisfacerlo…22 En la década de 1860, cuando elaboró su doctrina formal del conocimiento espiritual, la filosofía se convirtió en un campo de suma importancia, y el término pasó a ser aprobatorio. La filosofía era la disciplina que sintetizaba a los reinos menores de la ciencia y la sensación en una forma reconciliatoria de la Verdad. Cada vez más hizo patente su contraste con la estrechez de la ciencia. "La filosofía trata sólo de la esencia de las cosas, es decir, del reino espiritual... en el que la ciencia nunca penetra... para lo cual no tiene ni la fuerza necesaria para alzar un párpado."23Al reelaborar y ampliar su doctrina de la creación espiritual en sus últimos años, sin duda Henry James se consideraba a sí mismo un filósofo en el más alto significado de la palabra (el que él mismo le asignaba). Estaba seguro de que en la filosofía no había ni "una hora de vocación honesta sobre la tierra" distinta de lo que él había estado haciendo durante dos décadas.24 Cuando ubicamos en un contexto biográfico la especulación de Henry James acerca del arte, la ciencia y la filosofía, resulta evidente que estaba dramatizando su propia búsqueda. Lo entusiasmó más el arte cuando pudo concebirse a sí mismo como artista. Elogió a la ciencia como uno de los escogidos que difundía el programa fourierista de una ciencia social. Abrazó feliz al científico como a un aliado admirado que abatía las pretensiones de la religión convencional. Desvalorizó a la ciencia al abandonar a Fourier y dirigir sus esfuerzos especulativos hacia su teoría de la creación espiritual. Entonces admiró a la filosofía y se consideró a sí mismo como alguien que ponía en práctica esa elevada vocación. En cada paso del camino, a medida que Henry cambiaba y ampliaba sus ideas. William James tenía que afrontar el confuso mapa paterno del mundo laboral. Debe de haberle parecido desalentador descubrir que no podía aprehender a u volátil progenitor. Cuando quiso ser artista, una figura heroica descripta por su padre amado con colores gloriosos, Henry James no se sintió feliz. Cuando con renuencia William James se volvió hacia la ciencia, su padre perdió el entusiasmo por los científicos. Cuando William pasó de la ciencia a la filosofía, que el padre ensalzaba como grado superior del conocimiento, su campo fue rotulado como "filosofía técnica" y juzgado inferior a la propia doctrina espiritual de Henry James. En efecto, por más que el mundo pudiera aclamar a William, el desarrollo de las ideas de su padre lo mantenía de rodillas ante él, mientras el viejo Henry miraba fijamente hacia el cielo.
20
TCWJ, 1: 191. SRFM, 296-97 22 Henry James, “On the Philosophical Tendencies of the Age- J.D. Morell”, Harbinger, 7 (1848): 3. 23 S&S, 305. 24 SS, 196. 21
Libro Tres El HIJO [p. 101] La identidad que el yo descubre cuando examina esta larga procesión puede ser sólo una identidad relativa, la de un lento cambio en el cual queda siempre retenido algún ingrediente común. El más común de todos los elementos, el más uniforme, es la posesión de los mismos recuerdos. Por más que el hombre difiera del joven, ambos ven retrospectivamente la misma niñez y la consideran propia. William James, 1890
7. UNA VOCACIÓN DE PINTOR [p. 103] He llegado a la conclusión de que el “arte” es mi vocación. William James, 1860 (1) Aunque Henry James sólo brevemente consideró que el artista era un tipo ideal, siguió interesándole escribir a lo largo de toda su vida, y su robusto estilo es la obra de un artesano literario. Si bien él mismo nunca demostró ninguna inclinación hacia las artes plásticas, procuró que sus hijos mayores vieran pinturas y esculturas en los museos de Europa y América. Habiendo sobrevalorado al artista a fines de la década de 1840 y principios de la de 1850, no tenía ninguna intención de aprobar en 1860 que su hijo iniciara una carrera de pintor. Hay algunas pruebas de que después de autorizar con renuencia el experimento de William con la pintura, lo hizo abortar encubiertamente amenazando con suicidarse (amenaza que un hijo respetuoso no podía ignorar). A pesar de sus protestas de ser liberal, Henry estaba determinado a obligar a William a estudiar ciencia, por más fuerte que fuera en el hijo la vocación de pintor. (2) El 15 de agosto de 1860, William James le anunció triunfalmente a su amigo Thomas Sergeant Perry: "¡¡Vamos a retornar a Newport... !! He llegado a la conclusión de que el 'Arte' es mi vocación". Pero ese entusiasmo ostensible era atemperado por la incertidumbre juvenil acerca de su talento. "De cualquier modo voy a juzgarlo con equidad, y si descubro que no tengo el soufle, desistiré.” Volvía para estudiar con William Monis Hunt , un pintor norteamericano formado en Europa, y esperaba que Hunt lo guiara, como Virgilio, en el peligroso mundo subterráneo. "No es que tenga la esperanza de ser algo grande, pero estoy muy seguro de que con Hunt como guía, filósofo y amigo, no perpetraré nada malo."1 Su ambigua expectativa de que la protección de Hunt le impidiera obrar mal era un eco del juicio moral de su padre. ¿Por "nada [p. 104] malo" entendía un pobre resultado artístico o una transgresión moral? A otro amigo le escribió que el experimento podía extenderse durante un año o dos. Si al final de ese período resultaba que no tenía condiciones para una carrera de pintor, nada se habría perdido. La carta, escrita en Francia, expresaba la misma ambigüedad respecto de la falta de capacidad y el mal moral, "no hay en el mundo nada tan deplorable (déplorable) como un mal artista (méchant artiste)''.2 La estimación de William acerca del año o par de años resultó excesiva. En realidad, después de pasar menos de seis meses en el estudio de Hunt, súbitamente se apartó de la pintura. Fuera cual fuere la razón para que ahogara a su yo de artista, en el otoño de 1861 William ingresó en la Lawrence Scientific School de Harvard con el objeto de prepararse para una carrera científica. Lo mismo que el experimento abortivo de su padre con The Christian Examiner en 1830, la carrera de pintor de Williarn Jarnes sólo podía continuar en un estado de rebelión. Como Henry, también él pasó de una carrera que suscitaba el desdén paterno, a otra aprobada, por lo menos ternporariamente. Por desgracia, después de ese cambio de dirección William comenzó a presentar una misteriosa y perturbadora fragilidad física, que habría de empeorar y concluir en una invalidez mutiladora.* Epígrafe: William James a Thomas Perry, agosto 15, 1860, en Virginia Harlow, Thomas Sergent Perry: A Biography (Durham, N. C.,1950, 261. 1 Ibid. 2 LWJ, 1: 23.
(3) Henry James, como muchos reformadores de las décadas de 1840 y 1850, puso un gran énfasis en la importancia de la educación de sus hijos. Su búsqueda impaciente de una educación adecuada para el hijo reflejaba tanto las carencias de las instituciones educativas norteamericanas de la época como la poca paciencia de Henry. Cuando tenía dieciocho años, William ya había asistido a nueve escuelas en cuatro países. Era raro que permaneciera en una misma escuela durante un período escolar completo. Las interrupciones de sus estudios [p. 105] provocadas por repetidas e impulsivas intervenciones paternas fueron suavizadas por un desfile fortuito de gobernantas y tutores, algunos de los cuales eran de lengua francesa y otros de lengua inglesa, pero todos los cuales se entregaban a los designios anárquicos de Mr. James. No puede sorprender que años más tarde William se quejara de no haber contado con la base de una educación ordenada un conocimiento superficial del latín , la aritmética y la ciencia natural, además del francés y el alemán adquiridos en el extranjero (había pasado en Europa seis de sus dieciocho años) era todo lo que parecía haberle quedado de escolaridad azarosa. Pero los jovencitos James habían visto pintura desde edad temprana. Según Henry, el hermano menor de William, en su casa de Fourteenth Street había una modesta colección de obras de arte. Mr.James eligió un paisaje de Thomas Cole para colgar en la sala de recibo del frente. Cole ("el Turner americano"] era bien conocido por sus paisajes del valle del Hudson natal de Henry padre, pero aparentemente éste prefería recordar a Italia, pues el Cole de su casa era una escena de Florencia. Un cuadro de Jules-Joseph Lefebvre en la sala de recibo trasera se sumaba a lo que el joven Henry recordaba como "la gran abundancia de Italia" que adornaba el hogar de los James. Los paisajes románticos se veían realzados por una escultura de estilo diferente. Un clásico busto en mármol de una bacante (realizado por un artista estadounidense que trabajaba en Roma) atestiguaba el gusto europeo de los James mayores.3 La experiencia que los niños teman con la pintura iba más allá de la casa de Fourteenth Street. En la década de 1850, Nueva York ofrecía muchas posibilidades para la formación estética. No era en modo alguno tan rica en ese sentido como las principales ciudades de Europa, pero en comparación con otras localidades americanas se la podía considerar un centro artístico. La National Gallery, la Amaricam ArtUnion, la New York Gallery of Fine Arts. y numerosas muestras temporarias, desplegaban una variedad de obras. Inimaginable durante la niñez de Henry padre.4 Los tesoros europeos del período medieval se exhibían en la Bryan's Gallery of Christian Art, y los niños dedicaron muchas noches a los dípticos y trípticos apolillados que se encontraban allí. El famoso cuadro de Emanuel Leutze de Washington cruzando el Delaware les deparó una noche memorable que Henry hijo recordó por el doble placer de la fuerza dramática de la escena, bañada en "una maravilla de luz invernal", y el permiso para acostarse más tarde de lo acostumbrado, con el objeto de asistir a exhibición pública.5 Los estudios formales de dibujo que siguió William fueron pocos y erráticos, aunque su padre los pagó con gusto, como a los otros elementos de su educación experimental. Benjamín Coe, un bien conocido maestro que presentaba sus obras en la National Academy, fue su primer profesor de dibujo. Hombre de elevada estatura y llamativa presencia, con un pelo blanco abundante y una capa ornada con un gran cuello de terciopelo, despertaba una admiración intensa [p. 106] del tipo comúnmente reservado a los héroes militares. Sus escenas rurales en miniatura y sus cuadros al óleo sobre madera podían verse esparcidos en su estudio de Washington Square. El maestro y el discípulo se apreciaban recíprocamente. William admiraba las tablas de Cae y se las elogiaba a la familia, y Coe alentaba a William a dibujar y desarrollar su talento. Pero la instrucción duró poco (menos de un año) porque los jovencitos inexplicablemente dejaron la escuela en laque enseñaba Coe para pasar a otra en el invierno de 1854.6 El maestro siguiente de William era europeo * Puesto que se utiliza la sintomatología psicológica para iluminar los conflictos vocacionales de William, es importante la precisión de las fechas. La primera prueba respecto del desencadenamiento de los síntomas de William se encuentra en los recuerdos de Charles William Eliot, su profesor durante el año inicial en la Lawrence Scientific School. Este recuerdo aparece citado en su totalidad en LWJ, 1:32. Ralph Barton Perry lo reprodujo de modo incompleto y omitió incluir los comentarios sobre la fragilidad física de William (TCWJ, 1:207). Según Perry, la mala salud impidió que William se uniera al ejército de la Unión en 1861, aunque no basa esta afirmación en ningún documento seguro. Henry James hijo fue la fuente probable de la manifestación de Perry, pues aquél comentó que la vinculación entre la mala salud de Williarn y el hecho de que no lograra tomar parte en la guerra era "demasiado clara como para que se hablara de ella en sus cartas" (LWJ, 1:4 7). [p. 104] 3
SBO, 269-72. Neil Harris, The Autobiography and Journals of Benjamin Robert Haydon (1786-1846), comp. Malcolm Elwin (Nueva York, 1950), 164. 5 SBO, 47-49. 6 SBO, 204-5 4
y más distinguido. La obra de Léon Coignet había sido exhibida en el Museo de Luxemburgo. El hecho de que admitiera a William en su taller de París durante el invierno de 1857 (William tenía quince años) sugiere que el joven americano poseía un talento promisorio para pintar. Aunque la educación formal de William fue mínima, las visitas a los grandes museos europeos durante la permanencia de la familia en el extranjero desde 1855 a 1858 (es decir tres años) estimularon su desarrollo estético. Los jóvenes se sintieron atraídos por el misterio del arte. Henry hijo rememoró una caminata favorita atravesando Champs Elysées hasta el rio. Cruzaron el puente más próximo que conducía a la Rue de la Seine, donde viejas librerías y estamperías, con sus mercaderías desplegadas en grandes cajas sobre los parapetos, los llamaban hacia un mundo del arte que parecía al mismo tiempo siniestro e inmensamente atractivo. "Arte, arte, arte, ¿lo ven? parecían decir ¡Aprendan lo que es eso, pequeños peregrinos con la boca abierta!"7 Los jóvenes preferían obras recientes a viejos maestros reconocidos. En el Pantheon de Londres hallaron que las telas históricas de Benjamín Robert Haydon. de estilo majestuoso, eran más atractivas que las obras de Rubens y del Ticiano. Según Henry, Haydon era más comunicativo. Puesto que había vivido a poca distancia de esa época (murió una década antes), señalaba el camino para una carrera artística. Como recordó Henry, los viejos maestros "parecían acercársenos poco", mientras que Haydon sugería "algo que nosotros podríamos, o que por lo menos q queríamos hacer".8 Por cierto, los hermanos James experimentaban la elevación moral que los viajeros americanos del siglo XIX buscaban en los museos de Europa, pero ellos también estaban buscando a tientas un futuro. Haydon ganó aun más en interés para los jóvenes cuando su padre les llevó la recientemente publicada autobiografia en tres tomos. No tenemos modos de saber si el regalo fue casual o impulsado por motivos más complejos. Esta última posibilidad surge del hecho de que el libro de Haydon servía tanto de modelo para el ingreso en una carrera de pintor como de relato admonitorio sobre los peligros morales de tal carrera. Haydon habla intentado escribir una gura para artistas jóvenes. "Deseo esta Vida para el estudiante proclamó-, deseo mostrarle cómo sobrellevar la aflicción y el desengañe, exhibiendo las consecuencias fatales que tuvieron en mí que no los he soportado. Quiero darle valor [p. 107] mostrando cómo remediar la temeridad, resistir al vicio y perseverar en un gran deseo, cuando el último recurso es orar al Todopoderoso."9 La mezcla haydoniana de elevación y degradación se hermanaba con los propios sentimientos de Mr. James acerca del arte y los artistas. Él también creía que la pintura era una vocación que dependía del Dios interior. El también escarnecía el dedicarse a hacer dinero y creía que el arte debía ser socialmente útil. La ambición de Haydon como artista era apropiadamente grandiosa: "iluminar la comprensión de los ingleses y hacer del Arte en su más alta expresión un modo deleitable de elevación moral"10 Si Haydon se adecuaba a la concepción superior que Henry padre tenía de la profesión de artista, también se adecuaba a la inferior. Era personalmente ampuloso, vano y pródigo en extremo. Personificaba al hombre natural tan preocupado por su personalidad consciente que ahogaba al Dios interior incluso aunque invocara su nombre. Si un padre quería proporcionar una narración moral que salvaguardara a su hijo de una carrera artística, la autobiografía de Haydon le servía admirablemente para hacerlo. Comenzaba con una ampulosa autocomplacencia y concluía en una hipérbole de autoasesinato. En un acceso de furia y desesperación por la indiferencia del propio público que había tratado de salvar, Haydon se habla pegado un tiro en la cabeza después de cortarse dos veces la garganta con una navaja. Según su hijo novelista, no era inusual que Henry padre les narrara historias sobre gente que terminaba mal. Henry hijo recordaba este rasgo como típico de los relatos paternos que se referían a los amigos de su niñez. Aunque su padre no caía en murmuraciones sobre escándalos, "de algún modo, raramente dejaba de ocurrir que cada contemporáneo de su escena juvenil, cada héroe de cada aventura espeluznante, a pesar de ser una brillante promesa y poseer encanto romántico, terminaba mal, tan mal como resultaba posible".11 Como hombre ya mayor. Henry hijo reconoció que esta trama repetitiva habla dado forma a sus expectativas infantiles. "Esta se convirtió en nuestra generalización... [que] alentaba debajo de la moraleja que la anécdota, tan familiar, humana y vívidamente , estaba siempre destinada a transmitir." El desastre aguardaba a cualquier joven expuesto a los placeres, que se lanzara inmediatamente "al trabajo de 7
SBO, 337-38. SBO, 314. 9 Benjamin Robert Haydon, The Autobiography and Journals of Benjamin Robert Haydon (1786-1846), comp. Malcolm Elwin (Nueva York, 1950), 164. 10 Ibid., 21. 11 SBO, 47-49 8
una manera vigorosa". Paradójicamente, como narrador, el padre tenía más cosas en común con William de Albany que con su propio yo juvenil rebelde. El podrá trascender los peligros de vivir de la merced paterna mientras perseguía sus placeres especulativos, pero sus pares, que hacía desfilar imaginativamente ante sus hijos impresionables, habían sucumbido a un destino infeliz que era necesario evitar a cualquier precio. A juzgar por la autobiografía de Haydon, no era poco común que las familias inglesas de clase media se opusieran a que sus hijos se dedicaran a la pintura. Pero Haydon superó la oposición de su propia familia, y su libro proporciona un diálogo modelo que los hijos de inclinación artística podían utilizar para [p. 108] defenderse de los padres burgueses: “¿Quién te metió esas cosas en la cabeza? Nadie, siempre sentí así. Te arrepentirás. Nunca, querido padre, antes moriría en la prueba”12 William iba a escribir una carta desafiante a su padre, en 1859, en la que declaraba su deseo de ser pintor, y su argumentación, aunque más elaborada, era en lo esencial la de Haydon. El conspicuo Haydon también ilustró el uso que podía darse a la enfermedad en la evolución de una carrera artística. Después de que el autobiógrafo declarara su intención de dedicarse a la pintura. la familia trató de forzarlo a cambiar de opinión, El cayó enfermo, "Por suerte me enfermé: esa enfermedad dio lugar al cabo de unas pocas semanas a una inflamación crónica de los ojos. Durante seis semanas estuve ciego, provocando la aflicción de mi familia.”13 También William James iba a caer enfermo ante la presión familiar para que abandonara la pintura. Y también él desarrollaría una inflamación ocular que desempeñó un papel importante en su carrera. Seria exagerado sugerir que William imitó conscientemente a Haydon, pero por cierto constituye una extraña coincidencia el que ambos padecieran la misma enfermedad. La vida de Haydon desplegaba ante el neófito ambiguas prevenciones contra los peligros espirituales del arte, y al mismo tiempo ofrecía un guión para la iniciación fructuosa de una carrera de pintor. Un padre generoso no podía estar seguro del modo en que un hijo con talento, enamorado de la pintura, haría uso de sus dones. (4) Además de examinar las obras exhibidas en el Pauthcon. los jovencitos visitaron Marlborough House, donde vieron cuadros de Daniel Maclise, William Mulready, Sir Edwin Landseer, Sir David Wilkie y Charles Leslie, todos contemporáneos de Haydon, pero cuyos estilos y temas eran muy diferentes. Las obras abarcaban desde el costumbrismo hasta los estudios de animales. Los muchachos las encontraron sugerentes, pero curiosamente fuera de su alcance.14 Los prerrafaelistas constituían una cuestión muy diferente. La muestra de la Academia en la National Gallery en 1856 incluyó cuadros de Sir John Everett Millais, uno de los fundadores de la escuela prerrafaelista. Millais se habla unido a W. Holman Hunt y algunos estudiosos colegas en un esfuerzo por liberarse de las restricciones impuestas a la pintura inglesa por el estilo neoclásico. En lugar de seguir una fórmula clásica, experimentaron con la adecuación de la composición al tema. Estudiaron la naturaleza, prestando estrecha atención a las irregularidades y a la variedad, en lugar de imitar abstracciones carentes de realismo. Abjuraron del follaje castaño, de las nubes humosas y de las esquinas oscuras de la tela, características que a su juicio, señalaban la declinación de la pintura después de Rafael. Para ellos, Rafael habla representado el pináculo de la pintura del Alto Renacimiento. William y Henry consideraron "trascendental" su iniciación en la nueva escuela. [p. 109] La estética prerrafaelista corporizaba tendencias que habrían de emerger en la obra ulterior de Williarn como psicólogo y filósofo, Los prerrafaelistas subrayaban los elementos psicológicos de temas que hasta ese momento habían recibido un tratamiento simbólico, alegórico* La observación de las personas que los rodeaban era tan importante como el aprendizaje del arte del pintor Además, los prerrafaelistas empleaban el color y el énfasis en los detalles realistas de un modo tal que sus pinturas presentaban figuras de bordes marcados, creando un mundo visual de formas con límites impermeables, como otras tantas piezas de vitral** 15 Cuando, como psicólogo, William James estudió las emociones y la vida mental, prefirió las descripciones fenomenológicas menudas de las mentes en acción. Cuando, como filósofo, del pluralismo, exploró las relaciones entre los mundos personales, también subrayó los bordes duros que * Cuando Hunt pintó Cristo y las dos Marias (1847), por ejemplo, se propuso aprehender la sorpresa de las mujeres al encontrarse con un hombre que había salido de la tumba (W. Holman Hunt, Pre-Raphaelitism and the Pre-Raphaelite Brotherhood, Londres, 1905, J :85). [p. 109] ** Un crítico afrentado de la Ofelia (1852) de Millais escribió: "Tiene que haber algo extrañamente perverso en una imaginación que sumerge a Ofelia en una zanja llena de maleza... mientras estudia cada pétalo del cominillo y la anémona que flotan en el remanso” (Jeffrey Maas, Victorian Painters, Nueva York, 1969, 126). [p. 109] 12
Haydon, Autobiography, 14 Ibid. 14 SBO, 315. 15 Jeffrey Maas, Victorian Painters (Nueva York, 1969), 126. 13
dividen la experiencia humana de modo tan decisivo como el plomo separa los fragmentos de un vitral. Aunque William, como artista, se sintió inicialmente atraído por los prerrafaelistas, después de haber abandonado la pintura iba a desarrollar a su propio modo el parentesco de mentalidad y método que lo había unido a ellos. Para William, los prerrafaelistas fueron importantes también por otra razón. Lo guiaron hacia las ideas de John Ruskin. El vigoroso apoyo de Ruskin los había ayudado a conseguir seguidores. En Modern Painters , Ruskin aconsejó a los jóvenes artistas que se dirigieran hacia la naturaleza confiadamente rechazar nada, sin seleccionar nada y sin desdeñar nada". Dio la bienvenida a la Hermandad cuando él y sus seguidores elogiaron los esfuerzos de aquella en Pre-Raphaelitism (1851), WilIiam James estudió detalladamente el folleto Ruskin y copió algunos fragmentos de él en su cuaderno d apuntes de 1859 (tenía diecisiete años), época en la que insistía en estudiar pintura. Tomó nota del consejo de Ruskin acerca del trabajo, más que de sus principios estéticos, Estaba obviamente perplejo acerca de la relación entre esfuerzo y talento"Ningún hombre debe preocuparse por si tiene genio o no: sea lo que fuere, tiene que trabajar de modo sereno y constante, y lo resultados naturales y no forzados de ese trabajo serán lo que él quiso y lo mejor que puede hacer. Ninguna agonía o desgarramiento del corazón le permitirán hacer algo superior. [p. 110] Si es un gran hombre, serán grandes cosas; si es un hombre pequeño, cosas pequeñas, pero siempre se tratará de algo bueno y correcto, si fue realizado apaciblemente: si fue realizado con impaciencia y ambición, siempre será falso, vacío y despreciable."16 * En el estilo romántico había una orientación tranquilizadora que hacía eco a la fe fourierista de su padre** John Ruskin y Henry James concordaban en que Dios quería que todos los hombres trabajaran. Ambos insistían en que se pretendía que el hombre fuera feliz en su trabajo*** y ambos prevenían contra el exceso de trabajo.**** Pero la creencia de Ruskin en cuanto a que "una cosa grande sólo puede ser realizada por un hombre grande, que la consigue sin esfuerzo", creaba tantos problemas como los que resolvía. Como doctrina de la elección aplicada al arte, dejaba al aspirante a pintor con una incertidumbre que le carcomía el alma. Aunque de inmediato Ruskin señala que no pretende excusar de la disciplina a los neófitos, y huye del "dogma favorito de los jóvenes, según el cual no necesitan trabajar si tienen genio", subsiste el interrogante de cuánto es el trabajo que basta. ¿Cuándo el esfuerzo intenso por lograr una ambición artística se convierte en algo que pretende forzar artificialmente al genio? Ruskin da [p. 111] por sentada la respuesta, como también lo hizo Henry James. Simplmente supone que un hombre de genio quiere hacer lo que tiene que hacer. "EI hecho es que un hombre de genio está siempre mucho más dispuesto a trabajar que las otras personas, y con frecuencia tiene tan poca conciencia de la divinidad intrínseca que hay en él, que es muy capaz de atribuir toda su capacidad al trabajo.”17 Para un joven que estaba por iniciar una carrera de pintor, la insistencia de Ruskin en una labor constante y feliz tal vez resultara tranquilizadora. Pero subsistía la tensión entre calvinismo y romanticismo. La salvación a través del crecimiento orgánico no era más segura que la salvación por medio de la gracia de Dios. No estaba claro en absoluto si el trabajo intenso provenía del talento o de la falta de talento. Tampoco lo estaba si la enfermedad era un obstáculo que el genio tenía que superar o un signo de tirantez entre el excesivo trabajo y el talento insuficiente. *La copia de William fue ligeramente inexacta. Donde Rusk in dice "lo que Dios quiso que él haga", James escribió "lo que él quiso… hacer". Era consciente de estar luchando con el problema del determinismo, pero aparentemente el Destino le resultaba un oponente más legítimo que el Dios de Ruskin (y de su pudre). En el mismo cuaderno de apuntes copió: "Está escrito en las puertas de Paraíso. ¡Ay de los incautos que se rinden al destino!" (MH). [p. 110] ** Tanto Henry James como John Ruskin eran hijos de comerciantes de éxito. Ambos habían experimentado la tensión del cambio de clase social y tenían soluciones ideales que recomendaban a sus lectores. E1 inglés aconsejaba a los caballeros, que abordaran ocupaciones laborales y mercantiles para demostrar que las cualidades personales de la aristocracia no estaban en función del trabajo sino del carácter. El americano exhortaba a que todos los hombres fueran liberados de la necesidad de trabajar (la sociedad proveería su sustento) de modo que pudieran seguir sus propias inclinaciones tocantes a su desarrollo espiritual. En efecto, el demócrata americano proponía una solución que nivelaba hacia arriba y convertía a cada ciudadano varón en un caballero independiente y rico, mientras que el inglés clasista postulaba una nivelación hacia abajo que dignificara el trabajo. La solución de Ruskin habría sido más práctica para William, pues el dinero de su abuelo no alcanzaba para sustentar a otra generación ociosa. Para él, un caballero trabajador era un ideal más realista que el de una hermandad universal de hijos independientes y ricos. [p. 110] *** "Está escrito -decía Ruskin- 'ganarás el pan con el sudor de tu frente', pero no está escrito 'con el quebrantamiento de tu corazón'" (John Ruskin, Pre-Raphaelitism, NuevaYork, 1851, 7). [p. 110] **** "Ahora bien, para que la gente pueda ser feliz en su trabajo... no debe trabajar demasiado” (Ibid., 8-9). [p. 110] 16 17
John Ruskin, Pre-Raphaelitism (Nueva York, 1851), 12. Ruskin, Pre-Raphaelitism, 10-11.
(5 ) Durante la estada de la familia en París, en 1856 y 1857, William se sintió atraído por la pintura de Delacroix. Admiraba tanto a este artista que trató de reproducir sus cuadros de memoria. Según su hermano, prestó atención especial a Barque de Dante. Lo mismo que los textos de su cuaderno de apuntes, su apego a Barque de Dante y al arte de Delacroix ofrece la oportunidad de vislumbrar las preocupaciones e intereses interiores de William cuando se aproximaba a una confrontación con su padre a propósito de la carrera de pintor. Su interna reacción personal y la persistencia en los escritos de toda su vida de imágenes análogas a las de Delacroix sugieren una profunda afinidad temática. Barque de Dante, cuadro inspirado por el Canto VIII de La Divina Comedia, describe a Dante y Virgilio transportados a través de los pantanos de la Estigia. Su bote está rodeado de figuras torturadas de condenados que se aferran desesperadamente a ellos. La pintura podría haber interesado desde el punto de vista técnico, en tanto combina una composición neoclásica (con las figuras organizadas en planos paralelos a la superficie, en el estilo de David) con una romántica intensidad de color, a la manera de Géricault. Pero desde el punto de vista psicológico, lo más notable de la escena es su intensa violencia. El crimen por el cual las almas estaban condenadas a los pantanos de la Estigia era la ira - la ira amarga y sombría que había emponzoñado su existencia terrestre-. El castigo consistía en pasar la eternidad en la inmundicia, mordiéndose y golpeándose entre sí "con la cabeza, el pecho y los talones"18 La versión de Delacroix constituía una imagen vívida de una cólera oral destructiva emergiendo desde abajo.* [p. 112] Significativamente los bocetos de 1859 de James presentan la misma preocupación temática por la amenaza de una ira que muerde, como veremos. Y sus dibujos dramatizan el mismo poder espantoso de una criatura encolerizada que trata de destruir a otra con los dientes.** Resulta instructivo observar que esta resonancia inconsciente entre William James y Delacroix anticipa en aproximada ente tres años la aparición de los síntomas depresivos de William y señala su temprana vulnerabilidad. Cuando William, en 1859, le escribió a Sarge Perry, anunciándole su plan de estudiar pintura con William Morris Hunt en Newport, habló de Hunt como de una figura del cuadro de Delacroix. Esperaba que el pintor americano actuara con él como Virgilio con Dante (como "guía, filósofo y amigo"). Esta descripción sugiere otra característica de Barque de Dante que podría haber interesado a William y quizás explique la facilidad con la que él asoció a Virgilio y Hunt. El cuadro presenta una masa de figuras que empiezan a rodear a Dante y amenazan bloquear su ruta en los pantanos. Cada víctima de la masa torturada está en contacto y se confunde con quienes la rodean: la única figura aislada es la de Virgilio. Este está cubierto por un manto negro grisáceo, lleva un vívido gorro rojo y se lo ve claramente separado del resto. El cuadro puede ser interpretado como la expresión simbólica del problema que enfrentaba William: zafarse de la intrincada masa de ideas contradictorias que albergaba su padre. Como maestro y guía, Hunt podría ayudar a un joven a separarse definitivamente, a individualizarse, en lugar de ser absorbido por la inmundicia de la lucha de su padre contra el abuelo. Quizás el ojo de pintor de William vio en el cuadro de Delacroix más de lo que él mismo sabía. Imágenes análogas a las de Delacroix persistieron en la imaginación de William hasta muchos años después de que hubiera abandonado la pintura como carrera. En una conferencia pronunciada ante estudiantes de teología de Harvard cuando era un psicólogo y filósofo renombrado, describió la lucha eterna entre el bien y el mal con una imagen digna de Delacroix. “El estado ideal humano no parece ser la ausencia de vicio, sino que el vicio está allí y la virtud lo mantiene acotagotado." Y metafóricamente se ubicó a sí mismo en un bote a la deriva en el océano del mal, como Dante y Virgilio. "Nuestro horizonte moral se va [p. 113] moviendo junto con nosotros, y nunca nos acercamos a la lejana línea en que se encuentran las negras olas con el azul.19 Para James, el filósofo maduro parece estar estar eternamente a la deriva en los pantanos de la Estigia, como las figuras centrales del cuadro de Delacroix. Había abandonado el arte de la pintura casi un cuarto de siglo antes, pero su mente volvía con facilidad a las imágenes provistas por un maestro admirado que alguna vez le pareció digno d emulación. Había convertido la visión moral de Delacroix en la suya propia. *La violencia de este cuadro no era inusual en Delacroix. Muchas de sus pinturas muestran ataques cruentos d animales (como en La caza del león) o de hombres (como en La muerte de Sardanápalo). Delacroix, mismo tenía una dolorosa conciencia de sus negras profundidades interiores, que buscaban expresarse en la pintura (Phoebe Pool, Delacroix, Londres, 1969, 8). La melancolía característica del pintor, que cobijaba la disputa eterna entre las fuerzas de la luz y las fuerzas de las tinieblas, tocaba una cuerda sensible en William James. [p. 111-12] **En Barque de Dante una figura cuelga de la popa con sus dientes desnudos ferozmente clavados en el bote. La experiencia psicoanalítica demuestra la existencia de una vinculación firme entre la depresión y esas tendencias sádico-orales. [p. 112] 18
The Portable Dante, comp. Paolo Milano (Nueva York, 1947), 40. William James, “The Dilemma of Determinism”, en The Writings of William James: A Comprehensive Edition, comp. John J. McDermott (Nueva York, 1967), 602. 19
(6) Una de las ironías penosas de una sociedad abierta consiste en que las ganancias duramente adquiridas por una generación con frecuencia separan de los hijos a los padres que acaban de tener éxito. William James de Albany triunfó en la época de Washington, y crió un hijo cuyas opiniones congeniaban con las de la época de Jackson y eran antagónicas a las de su progenitor. Henry James padre alcanzó la edad viril con el bienestar material y las oportunidades que le aseguraba la fortuna de su padre, pero rechazó la fuente de esa riqueza e introdujo a su hijo William en un mundo internacional estéticamente rico, que estaba mucho más allá de su propia experiencia. También estaba enfrentado con su hijo en virtud de las oportunidades que él mismo le había procurado. Asimismo. se encontró luchando con William acerca de una carrera elegida que surgió de los mismos impulsos que él habla cultivado y que seguía la ideología que él habíaa proclamado. A medida que acompañamos la experiencia de William con el arte, que enriquecía el significado que éste tenía para él, y mientras percibimos las continuas luchas de su padre con su propia y subsistente dispersión vocacional, podemos presenciar el trabajo de esta dialéctica trágica. Los James concluyeron su estada de tres años en Europa en el verano de 1858, Y volvieron a vivir en Newport, Rhode Island. Para Henry padre, Newport era un lugar en el que un hombre de medios pero posición incierta podía pasar inadvertido entre otros intelectuales que disponían de ocios. Para William era una ciudad en la que podía encontrar amigos americanos que compartían intereses estéticos, y un maestro que podía ser el modelo de una carrera artística en América. Los muchachos entablaron amistades con James MacKaye, Thomas Sergeant Perry y John La Farge, jóvenes dotados que iban a hacerse famosos en el mundo literario y de las artes plásticas. Los años que la familia James pasó en Newport pueden dividirse en dos periodos: el primero va desde el verano de 1858 hasta el otoño de 1859, y el segundo (un año después la familia retornó a Europa para separar a William de Hunt), desde setiembre de 1860 hasta el otoño siguiente. Cuando Henry Jarnes hijo escribió acerca de esa época, trató de encubrir la "vacilación carente de metas " de su padre, ignorando la primera estada en Newport.20 Aunque dispuesto a hacer algún esfuerzo para no inculpar a Henry padre, [p. 114] su descripción de la época de Newport resultó notablemente reveladora de la batalla trabada entre su padre y hermano. Según el recuerdo de Henry hijo, la decisión de volver a América fue impulsada por el fracaso de su padre en hacerse de un público en Europa. Poco tiempo antes había publicado Christianity the Logic of Creation sin llamar demasiado la atención. Cuando la familia volvió a América. él podría haber albergado no pocas ilusiones "acerca del grado de sensibilidad del público que lo esperaba".21 De modo que Henry pensaba que su padre tenía razones propias para partir, y que el deseo de estudiar con Hunt no era más que "un pretexto que le había procurado su tan preciado y admirado hijo mayor". Newport también resultaba atractivo en l858 porque primos de la familia se habían establecido allí poco antes (Mr. Edrnund Tweedy y señora), y porque era un lugar de reunión para los intelectuales de la Nueva Inglaterra. Retrospectivamente, a Henry hijo la elección le parece óptima, pues Newport era un pararse en el que resultaba posible cobijarse del oprimente ideal americano del trabajo. En Europa habían aprendido él apreciar el tiempo libre, y estaban desconectados de una América en la que el ocio era un crimen que había que confesar y no una buena suerte de la que había que disfrutar. Tal como Henry lo recuerda, "reconocer la desconexión equivalía a reconocer al mismo tiempo el ocio, lo que suponía también la admisión, a la vez lastimosa y deprecatoria, de lo que en esa época podría pasar en nuestro país todavía no regenerado por algo del tipo de los 'medios"22 Fuera antiguo o reciente el capital con el que contaba una familia, los Estados Unidos de América no eran un lugar en el que resultara fácil estar sin trabajo -excepto quizás en Newport, donde los afortunados podían disimularse entre otros cuyas cuentas bancarias eran considerables y sus ocupaciones satisfactoriamente vagas-. Pero una vez más, en América el hijo pródigo se vio obligado a enfrentar el problema de la carrera que habia dejado detrás. Henry padre podía bromear acerca de él desde Newport en una carta a su hermano Howard, pero por debajo de su humor, el campo de batalla entre William James de Albany y su hijo todavía humeaba. "He establecido de nuevo mi reputación financiera, comprando una casa a la mitad de su valor", chanceó (en realidad. la familia vivía en una casa alquilada). "Tiemblo al pensar que muy pronto podría ser elegido director y después presidente del Banco de Newport, y que seguramente un ascenso de ese tipo llevará a que me llamen de una de las grandes ciudades para gobernar allí los círculos financieros. No iré. Quienes prefieran que yo administre sus intereses, pueden venir a Newport. Es muy probable que lo hagan. Pero es absolutamente seguro que yo no saldré de aquí." Pocas dudas caben acerca de quién era el blanco de 20
HJ, 1: 138. NSB, 62. 22 NSB, 68. 21
esta broma. Por cierto, el país estaba recobrándose del pánico de 1857, y la necesidad de consejo financiero estaba en muchas mentes. Pero era el banquero William James viajando de ida y vuelta entre Nueva York, Albany y Syracuse quien estaba siendo objeto de mofa. Henry amplificó juguetonamente el cuadro imaginario de él mismo como [p. 115] financiero de éxito. "La brisa del océano refrescará mi frente afiebrada y agitará mi cabello ondeante (o más bien rateado) [James era calvo] mientras viva; cuando muera, silbará un agradable réquiem sobre mi tumba, con los debidos respetos a las rosas que mis agradecidos conciudadanos sin duda alguna plantarán y cuidarán allí.”23 Aunque la figura imaginada lleva un traje antiguo, ése es sin duda el fantasma de William James de Albany, listo para saltar desde las sombras y proponer un modelo negativo a sus burlones herederos, con una vividez que acredita el talento literario de su hijo, y hace que las tres décadas transcurridas desde su muerte se conviertan en un día. Infelizmente, el problema que provocó la lucha treinta años antes, aún estaba muy vivo. "De modo que ya ves – le confiaba el hermano mayor al más joven--, por fin sé lo que me espera." Se trataba de una broma valiente pero desdichada. Ya no era un hijo pródigo, y le había llegado el momento de ser a su vez el padre de un hijo rebelde, pero la estructura del amargo combate con su padre seguía estando en su lugar. En la línea de defensa de James habla una componente ideológica. Sus concepciones del trabajo, el arte, la ciencia y la filosofía intentaban expresar la comprensión creciente que tenía de su batalla con William James de Albany. Pero es preciso añadir otro elemento para poder apreciar la trama que se estaba tejiendo en torno del hijo de Henry: el estilo del carácter. La vaguedad y el desdibujamiento de los límites entre ideas, instituciones y personas impidió de modo característico que el padre de Henry y sus oponentes ulteriores pudieran restringirlo. Evitaba ser concreto y específico como si cualquier compromiso firmado amenazara su libertad. Sus oponentes teológicos se podían ignorarlo (lo hicieron),* sus lectores podían seleccionar semillas de esperanza y sabiduría entre las malezas de un idealismo vago, y sus amigos podían reprenderlo por revolotear erráticamente de un lugar a otro y no echar raíces. Pero sus hijos eran mucho más vulnerables. [p. 116] Cuando Henry James padre luchó con su padre, el problema estaba planteado abiertamente, con líneas de batalla claramente trazadas. William James de Albany afirmó sus prerrogativas paternales para forzar una opción vocacional de su hijo. El problema era el trabajo, lo que se exigía era obediencia, y el desheredamiento era el precio de la rebelión. Cuando el hijo de aquel William luchó con su propio hijo, el conflicto quedó encubierto en una vaga benevolencia**· El problema aparente era la perfección espiritual, la autorrealización el mandato obvio, y la rebelión resultaba ostensiblemente innecesaria. Pero de modo subrepticio Henry James estaba afirmando su autoridad paterna, como su padre lo había hecho antes que él. Y en esa batalla intergeneracional, lo mismo que en la anterior, el problema era el trabajo, la obediencia el requerimiento, y la culpa por herir al padre el precio de la rebelión. * James había objetado a los dignatarios de la Iglesia: swedenborgiana, en la década de 1850, insistiendo en que cuando Swedenborg hablaba de "la Iglesia" se refería a una relación espiritual y no a una institución tangible. El ataque de James al impulso sectario hacia lo concreto y lo específico tiene la misma estructura que la discusión con su hijo "El verdadero cristiano -declaró- permite que los otros se separen de él tanto como les plazca, tanto como resulta inevitable a causa de su infortunada estrechez, pero siente que es necesario que él no se separe de ninguno. Su misión es una misión de amor, y por lo tanto de fusión y unidad, y no de separación y desunión" (CCNE, 12). El "verdadero cristiano" era como Dios en la teoría de la creación de James. La separación requería su permiso, permiso rehusado de hecho, aunque concedido de manera ilusoria. En 1863, su amigo y perspicaz reseñador James Freeman Clarke criticó ese mismo impulso hacia la fusión, que había detectado en el libro más reciente de James, Substance and Shadow. "No vemos por qué -amonesta Clarke- el alma individual del hombre no es una creación de Dios tan real como su vida sustancial. Cuando Dios crea a Pedro, Jaime y Juan, ¿qué es lo que hace? Hace tres almas individuales, completamente distintas de él mismo, de la naturaleza y de las otras almas, cada alma con su poder especial de autodesarrollo para la eternidad" (Christian Exarniner 75, 1863, 222). Podríamos fácilmente reemplazar por otros los nombres citados y descubrir que Clarke estaba apuntando a una dificultad del estilo del gobierno paternal de Henry. [p. 115-16] * Henry hijo, reconoció la situación conflictiva de su hermano porque él la compartía. Recuerda su propia confusión ante la tendencia de su padre a desalentar cualquier paso específico que pudieran dar sus hijos, porque él los estaba apartando de "toda sugerencia de una alternativa". Nada de lo que parecían desear le resultaba conveniente al padre. "Lo que íbamos a ser en cambio era sólo ser algo, algo desconectado de hechos específicos, algo libre y no comprometido, algo más selecto, en resumen, que aquello en lo que consiste ser es esto, sea lo que fuere" (NSB, 50-52). [p. 116]
23
Henry James (p.), a Howard James, abril 2, 1861, MH.
Henry James padre tenía plena conciencia de que la falta de coherencia podía conducir a una tiranía paterna. Por cierto, una década antes de que su hijo decidiera pintar, ofreció a sus lectores un ejemplo vívido. Para ilustrar los defectos del don del libre albedrío otorgado por el Dios calvinista, escribió lo siguiente: "Si le damos a nuestro hijo el permiso de ir a Carnbridge o Roxbury cuando le plazca, y después lo denunciamos a los alguaciles por haber ido al último lugar, nos hacemos indignos de la criatura, demostrando que no somos padres sino tiranos".24 Pero la comprensión intelectual no bastaba para que se desviara de su camino. Eso es exactamente lo que hizo diez JI10S más tarde. William le tomó la palabra en cuanto a que la elección vocacional era un asunto suyo, y optó por pintar. Henry accedió aparentemente pero, como veremos, amenazó con enfermarse y suicidarse. De ese modo logró que el alguacil de la conciencia de William lo persiguiera por perturbar la paz de su padre. Intentando, como lo había hecho, aproximarse al ideal paterno, Henry se encontró atrapado atrás de la línea avanzada de su propia rebelión frustrada. En lugar de irse consumiendo con el tiempo, ella se había petrificado como un obstáculo formidable que bloqueaba la ruta de su hijo.
24
MC, 72.
8. LA PERSONALIDAD ASESINADA [p. 117] ... a veces quizás dude de si la personalidad que asesinó en esa hora decisiva no podría haber sido la mejor de las dos ... William James, 1897 (1) William Morris Hunt enseñó pintura a William y Henry en Newport. Durante los primeros quince meses de la estada de la familia. el contacto fue casual, y ambos hermanos siguieron asistiendo a la escuela en el invierno de 1858-1859 (se trataba del Instituto Berkeley. "escuela clásica y comercial" conducida por el reverendo William C. Leverett. cura de la Iglesia de la Trinidad de Newport). Pero el encuentro bastó para estimular el deseo de Henry de pintar. Natural de Verrnont , educado en Harvard y después en Europa, el artista constituía una seductora mezcla de laboriosidad de la Nueva Inglaterra y refinamiento europeo en el ocio. Hunt era tanto músico como acabado pintor y escultor, un artista maduro de convicciones estéticas firmes, y desdeñoso de los procedimientos académicos rígidos para la formación de los jóvenes. Su presencia en Newport era un accidente afortunado en la accidental educación de William. Entre el maestro alto y barbado y su nuevo alumno existían interesantes analogías. Los dos eran primogénitos y tenían cuatro hermanos. Los dos tenían un hermano que los seguía en edad y que los superaba en éxito artístico (Richard, el hermano menor de Hunt, era arquitecto y había diseñado muchas mansiones para clientes ricos de Nueva York y Newport). Ambos disfrutaban con un exhibicionismo retozón. Una de las travesuras de Hunt consistía en vaciar su copa de vino y depositaria en su calva reluciente, mientras sus divertidos huéspedes atendían y escuchaban su conversación cabeceante.1 Ambos tenían temperamentos inestables y se deslizaban precipitadamente desde las alturas de la excitación hasta las profundidades de la infelicidad. Los dos pensaron seriamente en el suicidio en algún momento de desesperación. Hunt finalmente se suicidó. Uno y otro, al elegir profesión, debieron abrirse camino a través de la enfermedad, para encarnar la ambición frustrada de un progenitor. [p. 118] La madre de William Hunt había tenido talento para la pintura, y el padre de ella lo ahogó. Cuando fue obvio que el hijo no ponía entusiasmo en sus estudios en Harvard, y además cayó enfermo, la madre lo envió a Europa, en busca de un clima más saludable y perspectivas más ricas. Hunt se incorporó a talleres de Roma, Düsseldorf y Paris Su pintura y su salud florecieron en el extranjero, y él abandonó toda idea de volver a Harvard para estudiar medicina, que era lo que habla planeado originalmente. Las necesidades educacionales de ambos Williams fueron las semillas en torno a las cuales cristalizaron las vidas de las familias James y Hunt - y se interpretaba que las necesidades de los hermanos menores armonizaban naturalmente con las de los primogénitos-. Si Europa era buena para la carrera y la salud de William Hunt, toda la familia debía dirigirse al Viejo Continente. Si era en Newport donde William quería estudiar pintura, toda la familia debía retornar a esa ciudad. Cuando Hunt decidió volver a los Estados Unidos, en 1855, dejó detrás de sí a dos influyentes maestros. Había sido un discípulo favorito de Thomas Couture en París, pero se hastió de su método académico. Lo atrajo en cambio el pintor costumbrista Jean-François Millet, y se mudó a Barbizon buscando un respiro del mundo artístico parisiense y de los aprestos de la vida aristocrática (espléndidos caballos. bellos podencos. y los pasatiempos de un caballero). Suficientemente rico como para convertirse en patrocinador de Millet, el americano huérfano de padre encontró en él un maestro y amigo que reavivó una seriedad de propósitos que habían estado sumergidos cn la vida elegante de París. Quizás lo atrajeron las figuras campesinas de Millet, que parecían salir del suelo que cultivaban. o los sombríos rostros de labios finos que trabajaban resignadamente la tierra. Aunque a los franceses no los entusiasmaban los temas de Millet, ese pintor, esos temas permitieron que el joven americano recuperara el espíritu de su niñez en la Nueva Inglaterra.2 Lo conmovía profundamente lo que en Millet se daba como una mezcla de igualitarismo, sobriedad bíblica y amor romántico a la naturaleza. Cuando Hunt volvió a Nueva Inglaterra, se llevó con él una colección importante de cuadros del maestro. Los amigos de Hunt en Bastan reaccionaron del mismo modo que él, y convirtieron a Millet en uno de los suyos.3 William hilo otros tres amigos importantes en Newport: James Steele MacKaye, Thomas Sergeant Perry y John La Farge. Los tres tenían fuertes inclinaciones artísticas, que representaban las posibilidades de Epigrafe: William James, “Great Men and Their Environment”, en “The Will to Believe” and Other Essays in Popular Philosophy (Nueva York, 1897), 227. 1 Henry C. Angell, Records of William M. Hunt (Boston, 1881), 50. 2 Helen Knowlton, Art-Life of William Morris Hunt (Boston, 1899), 12. 3 Robert L. Herbert, Barrizon Revisited (Nueva York, 1962), 10-13.
los hijos de las familias de riqueza reciente y mejor establecidas. MacKaye y La Farge pintaban. Perry se convirtió en crítico literario. Durante ese primer verano en Newport. William James pescó, remó y nadó con Steele MacKaye. Lo mismo que William, Steele era un americano de tercera generación, proveniente de una familia que había hecho su fortuna en el valle del Hudson. Cuando los dos jóvenes se encontraron, MacKaye acababa de emerger de una enfermedad y convalecencia prolongadas, que siguieron a una [p. 119] batalla con el padre. El coronel James Morrison MacKayc organizó Wells, Fargo y Compañía (él era la "Compañía") y la Western Union. Su fortuna tenía una antigüedad menor en una generación que la de los James. La infancia de Steele MacKaye había estado mucho menos resguardada que la de William. Después de la muerte de su madre (cuando él tenía siete años), comenzó a derivar de ida y vuelta entre el hogar de la familia en Buffalo y casas de parientes o internados (a los que odiaba). Especie de Tom Sawyer aventurero, cuando niño se escapó repetidamente, una vez para ocultarse en el campanario de la iglesia, y en otra ocasión para trabajar como telegrafista en Albany, después de haber borrado sus huellas enviando río abajo su chaqueta y su sombrero en el interior de una canoa vacía. Su padre, el coronel MacKaye, se había formado como soldado y destinaba a su hijo a una carrera en el ejército. Lo mandó a una escuela militar durante dos años, con el fin de prepararlo para West Point. Pero la formación del muchacho concluyó abruptamente cuando le arrojó a un profesor un frasco de tinta y huyó. El fugitivo finalmente retornó a la casa del padre y fue sometido a un estricto régimen de enseñanza en el hogar. Pronto cayó enfermo con "fiebre cerebral", giro de los acontecimientos que puso fin a los planes de un futuro castrense. La enfermedad pudo haber ayudado a Steele a evitar una carrere dirigida por el padre, pero no desalentó a este último, que una vez más trató de darle forma a la vida del jovencito. Al coronel también lo entusiasmaba la pintura, y era patrocinador activo de la Academia de Diseño de la Ciudad de Nueva York. Si Steele MacKaye no iba a ser soldado, sería pintor. Infortunadamente para los planes del coronel MacKaye, aunque a Steele le gustaba mucho pintar, el teatro llegó a gustarle incluso más. Y durante el resto de su vida iba a seguir luchando con el coronel, viviendo con frecuencia al borde de la inanición para perseguir lo que su padre caracterizó como "esa mujerzuela veleidosa, el Teatro"4 Su acceso de "fiebre cerebral" no fue más que el primero de muchos confusos ataques de "agotamiento nervioso" que fueron puntuando la lucha.* Thomas Sergeant Perry era más joven que William y de temperamento más parecido al de Henry hijo, pero compartía los entusiasmo estéticos e intelectuales del primero. Lo mismo que Steele MacKaye, Perry tenía solamente un progenitor vivo. Su padre Christopher Grant Perry había muerto cuatro años antes. Hijo del héroe naval Oliver Hazard Perry (vencedor en la batalla del lago Erie en 1813), Christopher Perry no era afín a su padre en cuanto al gusto de [p. 120] ocupar un lugar conspicuo en los asuntos públicos. Comenzó a trabajar como abogado, le resultó insatisfactorio y se pasó a la medicina. Cuando en esta última profesión se sintió demasiado exigido físicamente volvió al derecho y siguió en su práctica hasta morir a la edad de cuarenta' y dos años, Su hijo Thomas Sergeant Perry fue un lector voraz. Librado a sí mismo en el mundo de los libros, vaciaba anaqueles completos como un leñador derriba árbol tras árbol. En el grupo de amigos, era él el que tenía los antepasados más famosos (además del comodoro Perry, por parte de madre descendía de Benjamín Franklin). Cuando se graduó en Harvard, Perry sopesó jocosamente sus alternativas en una carta burlona dirigida a la hermana, en la que es visible la sombra de la fama. No estaba seguro escribió- de que le tocara "la rama de laurel o el gorro de dormir de la oscuridad". Para un graduado de Harvard que consideraba carreras posibles en el siglo XIX, las profesiones ilustradas eran una alternativa obvia. Antes de seguir una carrera académica tenía que considerar, así fuera en broma, la medicina, el derecho y la teología. Perry los enumera cuando le dice a su hermana que dudaba entre "tomar el afilado escalpelo del cirujano, el liviano estoque del jurisconsulto... o retirarse a la calma amurallada de la metafísica, no desprovista de saber teológico". Pero él era mucho más resuelto que William. Después de graduarse, se marchó a Europa, donde permaneció dos años, estudiando y viajan do con el objeto de prepararse para una carrera académica. "América necesita por sobre todas las cosas hombres educados, en particular en sus mejores colleges" –escribió, asegurándole a su hermana 'que no se trataba de "ningún capricho precipitado".5 Perry comenzó a enseñar en Harvard cinco años antes que William. * En su debut en Nueva York en el papel de Monaldi, un artista loco, MacKaye se desvaneció después de representar el asesinato alucinatorio de su enemigo imaginario. En1874 interrumpió una gira europea con su vastamente aclamado Hamlet a causa de otro episodio de desvanecimiento. [p. 119] 4
Percy MacKaye, Epoch: The Life of Steele MacKaye, Genius of the Theatre, in Relation to His Times and Contemporaries (Nueva York, 1927), 1: 44-52, 59-61, 63, 170-73, 215. 5 Virginia Harlow, Thomas Sergeant Perry: A Biography (Durham, N.C., 1950), 26.
Aunque nunca demostró ninguna inclinación a convertirse en pintor, su familia no la hubiera objetado. Tenía un hermano mayor de esa profesión, y su hermana se casó con el pintor John La Farge. La incorporación de La Farge fue bien acogida en el grupo de jóvenes dotados de talento estético, cuando él irrumpió entre ellos. Sin duda alguna muy impresionado, William salió del estudio de Hunt y anunció: "Un nuevo compañero vino a la clase de Hunt. Lo sabe todo. Lo ha visto todo... pinta todo. ¡Es una maravilla!"6 La Farge tenía siete años más que William y los conmocionó a él y a sus amigos. A la mezcla de inglés e irlandés, añadía levadura francesa (vinculada por una parte con el ancien régime y por la otra con los ejércitos de Napoleón). Se colocaba en gran medida en la postura de europeo cultivado pero, lo mismo que MacKaye y James, era un neoyorquino sustentado por una fortuna mercantil (propiedades en Nueva York y Louisiana)* Se había educado [p. 121] en escuelas y en el college de los Estados Unidos, y realizó su primer viaje a París cuando tenía veintiún años. Pero los padres hicieron de su casa una isla de la cultura francesa, apartada del escenario tosco de Washington Square. Muy precozmente, La Farge demostró poseer talento pictórico. A los seis años su abuelo le enseñó a pintar. A los diez tomó lecciones de un acuarelista inglés, pero retrospectivamente caracterizó esos esfuerzos como "nada más que el capricho de un jovencito con algo distinto de sus ocupaciones habituales". Le pareció que el college era "extinguidor del arte", y después de graduarse se volvió hacia una carrera en la justicia. Leyó bastante derecho como para convencerse de que ésa no era su vocación, y viajó a Europa sin ninguna meta clara, salvo la de cultivarse. Su padre temía por su desarrollo moral, pero no compartía la actitud hosca de Henry James respecto de la pintura. Todo lo contrario; cuando sospechó que su hijo estaba viviendo más liberalmente de lo que a él le gustaba (el hijo negó que existiera la menor justificación para esa preocupación paterna), lo urgió a estudiar pintura para adquirir disciplina. Con renuencia, John ingresó en el estudio de Couture, pero al cabo de unas pocas semanas salió de viaje, prefiriendo copiar cuadros en los museos de Francia, Inglatcrra, Dinamarca y Bélgica, a estudiar con el maestro. Le dijo a Couture que no le interesaba llegar a ser pintor, y además no estaba buscando seriamente una profesión. En 1858 lo hicieron volver a los Estados Unidos para asistir a su padre en su enfermedad final. Todavía inseguro acerca de su futuro, reinició los estudios de derecho. No obstante, seguía atraído por el arte, y pasó muchas horas robadas a sus ocupaciones dibujando y recibiendo la visita de artistas amigos. Cuando él y William James se encontraron en Newport, La Farge aún no había definido la dirección de su vida. Había evitado anteriormente a Couture, pero en ese momento anhelaba adquirir una formación adicional. Richard Hunt lo envió a Newport para hacer lo más conveniente: estudiar con William, el hermano de Hunt, que había sido discípulo de Couture. Ahora bien, La Farge era un joven que rechazaba las enseñanzas. Encontró que para su gusto Hunt estaba demasiado influido por Millet y demasiado lejos del estilo de Couture. Seguía yendo a pintar al estudio de Hunt , pero no lo tomaba como maestro.** Con el incendio de Fort Sumter, La [p. 122] Farge abandonó las esperanzas de volver a estudiar en Europa, Su miopía lo mantuvo al margen de la lucha, de modo que retornó a Nueva York y a flotar aparentemente a la deriva y sin propósito.7 En comparación con las actitudes de los Mackaye, los Perry y los La Farge, la hostilidad deHenry James a la pintura como carrera resultaba atípica. Otros padres de su condición social alentaban o incluso trataban de imponer a sus hijos la profesión de pintor. Todo el grupo de amigos, con la excepción de Mackaye, pensaron en la medicina, el derecho y la teología, antes de elegir otra profesión, No era común la existencia de una vocación definida tempranamente. La ventura, m.is que la decisión, dio forma a sus vidas. Y la neurastenia desempeñó un papel importante. William Morris Hunt, Steele Mackaye, John La Farge y William James cayeron por igual confusamente enfermos. Resulta claro que la libertad que les proporcionaban la riqueza y la posibilidad de viajar constituía también una fuente de gran tensión para estos privilegiados jóvenes americanos. *Los La Farge habían sido propietarios (le esclavos en Santo Domingo. El abuelo materno de John, Binsse dee Saint-Victor, fue dueño de una de las mayores plantaciones de la isla. Huyó a los Estados Unidos en busca de seguridad después de que una revuelta de esclavos destruyó su mansión. El padre de La largc tomó parte en un intento francés de capturar al lider rebelde Toussaint L'Ouverture, fue herido mientras conducía un bloqueo británico, y después apresado. También él huyó a los Estados Unido, (Royal Cortissoz, John La Farge: A Memoir and a Study, Nueva York, 1911, 26,45, 50, 57). [p. 120-21]
**En una carta a su hermano Henry, William subrayó la suprema confianza en sí mismo de La Farge. Para su opinión más madura, este amigo era una compañía menos deseable de lo que lo había sido durante el experimento de Newport. "John La Farge vino hace unas poca, noches. Todo mi afecto se derramó al encontrarlo, pero fue pronto coagulado por su invencible pretensión de que nadie puede enseñarle algo que él no sepa de antemano'' (TCWJ. 1: 294) [p. 121] 6
MacKaye, Epoch, 1: 76. Royal Cortissoz, John La Farge: A Memoir and Study (Nueva York, 1911), 26, 45, 50, 57,67,68, 73, 79, 90-91, 109, 117-121. 7
(2 ) La familia Jarncs abandonó abruptamente Newport en octubre de 1859. La influencia de Hunt era demasiado fuerte, y Henry quiso cortar ese vínculo. Al principio no admitió que se trataba de eso. En cambio, al escribir sobre el tema a amigos, dio otras dos razones para llevarse de nuevo la familia a Europa: en Cambridge (donde pensaba ubicar a William para que estudiara ciencia) no había alojamiento adecuado, y la atmósfera social de América hacía rebeldes a los jóvenes. En julio de 1859 había escrito "Pensamos con ansiedad en embarcarnos hacia ese paraíso educacional [Europa ]". No conseguimos una casa en Cambridge, y estamos dispuestos a creer que ése no sería en todos los aspectos el mejor lugar para nosotros…". Henry no explica por qué Cambridge sería insuficiente, pero deja en claro que la educación científica de William era lo que predominaba en su mente: "nuestra preferencia por Cambridge fue impulsada por el deseo de ubicar a mi hijo mayor en la Escuela Científica".8 Henry procedía a preparar el terreno para la carrera científica de William, aunque en su hijo ganaba fuerza la intención de pintar. Quizás se debió a esa contradicción que en el resto de la carta cayera en una serie abrumadora de lugares comunes teológicos. Se confortaba a sí mismo enunciando su fe en la guía divina que a su criterio hacía cósmicamente insignificante la decisión de desarraigar a su familia. "La verdad es que tengo un solo criterio fijo acerca de todo, el cual es que, sea que permanezcamos aquí o vayamos al extranjero, y sea lo que fuere lo que sobrevenga en este mundo a mis queridos muchachos, ellos y usted y yo somos por igual y después de todo criaturas absolutas de Dios, vivificadas por Él a cada instante, en cada momento guiadas por una sabiduría infalible y una ternura irreprochable, y ninguno de nosotros tiene por [p. 123] lo tanto el más leve derecho a consentirse ninguna ansiedad o a prestar oídos en cualquier circunstancia concebible al más ligero susurro de perturbación.”9 La facilidad con que Mr. James pasaba del "nosotros" al "yo" y al "él" en e1 flujo de la discusión acerca de William es indicativa del modo característico en que desdibujaba los límites. Podía justificable mente fusionar su propio juicio con el de su esposa en un "nosotros", pero al identificar la sabiduría infalible y la ternura irreprochable de Dios con su propio intento de dar forma a la vida de su hijo, necesariamente iba a meterse en dificultades. Y eso fue lo que ocurrió. Algo sucedió entre julio y setiembre que lo llevó a cambiar las bases de la justificación de otro viaje a Ginebra. A juzgar por su nota a Samuel Ward, su banquero y amigo, temía una rebelión abierta. "He llegado a estar tan desalentado respecto de la educación de mis hijos aquí, y temo tanto estos hábitos inevitables de derroche e insubordinación que parecen característicos de la juventud americana, que he tomado la decisión de volver sobre mis pasos hacia Europa y tenerlos allí un par de años más," 10 Si las razones que Mr. James daba a sus hijos se parecían a las que exponía en sus cartas, a los muchachos debe de haberles resultado amargo por cierto ser separados de sus nuevos amigos y desarraigados de América por un padre que pretendía estar sacrificándose por su bien. "Mi esposa piensa totalmente de la misma manera -le aseguró a Ward- y aunque en muchos sentidos nos parece que con este paso estamos haciendo sacrificios personales, las ventajas para los hijos son tan claras que no podemos dudar en conciencia." Habiendo racionalizado lo que hacía, Henry confesó solamente una fuente de culpa acerca de la materia: estaba admitiendo que consideraba a Europa superior a América, y esa actitud no se conciliaba fácilmente con el hecho de que se veía a sí mismo como demócrata, De modo característico, resolvió la falta de coherencia con un juego de palabras humorístico, el cual sugería que, después de todo, no existía ninguna incompatibilidad. "Soy un buen patriota, pero mi patriotismo es más vivo al otro lado del mar."11 Solo al cabo de un año, después de que William insistiera en retornar a Newport para proseguir su experimento con la pintura, Henry le dijo a un amigo lo que para los hijos mayores debe de haber sido claro durante todo ese tiempo. "Pensamos que Willy sentía una un tanto excesiva atracción por la pintura, supuse que debido a la proximidad de Mr. Hunt; en todo caso, dijimos, cortemos esto."12 No quería estar separado de sus hijos, de modo que no los enviaría a Europa solos. Pero la separación física era sólo una parte de lo que lo perturbaba. La cercanía de Hunt amenazaba con convertirlo en un mentor que orientaba la vida de su hijo en una dirección distinta de la que Henry había planeado. Si William no llegaba a ser un científico y a tener éxito en lo que él mismo había fracasado, Henry James quedaría librado a una lucha más directa con William de Albany y con sus propios y escasamente aquietados demonios.
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TCWJ, 1: 186. Ibid. 10 WJ, 55. 11 Ibid. 12 TCWJ, 1: 192. 9
[p. 124] Entre octubre de 1859 y setiembre de 1860, la familia James vivió en el extranjero nuevamente. Salvo tres meses, pasaron todo el tiempo en Ginebra, donde William ingresó en la Academia de Ginebra y se destacó en los cursos de ciencia. Lamentablemente, Henry hijo fue mal ubicado, en una escuela que se especializaba en matemática y ciencias naturales. Era desdichado. Aunque presuntamente el viaje al extranjero terna por finalidad su buena educación tanto como la de William, el padre parecía advertir muy poco que él tenía características mentales distintas. En la superficie, William atravesó animosamente su experiencia ginebrina. Era popular entre sus pares y lo invitaron a unirse al club estudiantil de bebedores. Sus hermanos y la hermana describieron sus cartas como retozonas. Alice, la hermana de doce años, dijo que compuso para ella sonetos burlones y que los recitaba de modo dramático para diversión de la familia. Retrospectivamente, el aparte jocoso de Alice tenía un eco ominoso: "Todos llegamos a la conclusión de que está listo para el asilo de lunáticos".13 Aunque William no se resistió a los esfuerzos de su padre por separarlo de Hunt y la tentación de la pintura, se sentía desgarrado por sentimientos coléricos que amenazaban con sumergir su fachada festiva. El conflicto que estaba germinando por debajo de la superficie hacía eclosión a través de sus dibujos. Los bosquejos que subsisten de la estada en Newport y Ginebra son a primera vista experimentos ocasionales y caricaturas juguetonas que aportan poca significación personal llamativa. El primer grupo de seis bosquejos data de 1859-1860. Cinco de ellos tenían la finalidad de divertir a un primo pequeño, Frank Tweedy. Parecen ilustraciones para algún cuento de hadas. Dibujó dos grupos más en sus cuadernos de apuntes escolares. El primero de ellos está constituido por poco más que garabatos, extravíos ociosos del lápiz para huir del aburrimiento de una lección en física. El segundo grupo fue realizado con más cuidado, y representa las observaciones del artista en una clase de anatomía a la que asistía en la Academia de Ginebra. El rasgo común más sorprendente de todos los bocetos, aparte de la habilidad de William, es su preocupación por la violencia, extensión y elaboración del tema de la Barque de Dante de Delacroix* La figura 1 representa a dos cazadores en fuga que están a punto de ser alcanzados por los colmillos de un elefante que carga desde atrás. Aparentemente salieron a cazar, uno de ellos con una lanza en la mano, pero súbitamente se encontraron huyendo como presas perseguidas. Existe un marcado contraste entre la bestia corpulenta, con su boca abierta y colmillos amenazantes, y los pequeños humanos. La figura más distante está encalveciendo y presenta una sugerencia de barba; su pie derecho parece desprendido de la pierna. La figura más joven y vestida, con mucho [p. 126] pelo, va a gritar: su boca abierta hace eco a la terrible boca del animal que ataca. Con espíritu de juego. James escribió al pie: "Hecho por William James para Frank 1859". El artista y el niño desempeñaron imaginariamente los roles de creador y patrocinador. En la figura 2 se repite el tema de la violencia: un hombre y un oso se enfrentan en un combate a muerte. También en este caso se sugiere que el cazador ha sido sorprendido, va a ser dominado por su presa, y debe defenderse con una daga. El oso tiene proporciones más humanas que el elefante de la figura l, pero sigue siendo más macizo y poderoso que el hombre. Lo mismo que en el primer boceto. el ataque más maligno proviene de la fauces abiertas. La boca de la víctima también está abierta en una expresión de horror y dolor que hace eco a la boca que grita de la figura l. El conjunto tiene un extraño aspecto danzante: las figuras parecerían estar abrazándose. si no fuera por la herida infligida por el cuchillo y por los dientes desnudos. Que William sabia dibujar con más precisión es algo que surge de figuras ulteriores, de modo que la distorsión sugiere un retroceso respecto de la violencia de la escena.** Aparentemente a Frank también le molestó el carácter sombrío del dibujo, porque añadió su propio sol al de William, de modo que son dos los astros que brillan sobre la terrible situación representada. La figura 3 presenta un acto de canibalismo realizado por un ogro mítico, cuyo cuerpo tiene las mismas características rechonchas y macizas del oso de la figura 2. El gigante sostiene un oso muerto, quizás el mismo animal del dibujo anterior. La cabeza del ogro está rodeada de pelo, hirsuto, cuyos mechones sugieren cuernos o llamas y contribuyen a darle un aspecto diabólico. Los ojos son bizcos, la nariz, chata, las quijadas fuertes, pero el rasgo más amenazante es la boca, cavernosa y con dientes en serrucho, como en los dibujos anteriores. Ha arrancado un brazo y la cabeza de la víctima, y sus restos aguardan ser comidos. Como en la figura 2, la cabeza ha sido el blanco del ataque. Es obvio que la agresión primitiva es el tema de estos dibujos, y su intensidad sugiere la magnitud del deseo del que se estaba defendiendo el artista. En la figura 3, la agresión de William aparece menos defensivamente disfrazada. * Es notable el modo en que Principies of Psychology (1890), de James, proporciona comentarios epigráficos a sus dibujos de juventud. ** No tenemos modo de saber con qué orden fueron producidos los dibujos. Mi numeración es intuitiva, y tiende a reforzar la argumentación. 13
TCWJ, 1: 188-89.
En ella ya no se trata de animales que muerden y destruyen, sino de un hombre mítico de mayor tamaño que el corriente. Lo que en las figuras 1 y 2 es bestial, se ha convertido en humano -una humanidad míticamente desplazada, pero reconociblemente humana, como el artista mismo--. La figura 4 parece ilustrar un cuento por completo diferente. En ella no hay animales, sino dos hombres, uno de los cuales es aterrorizado por el otro. La figura amenazante, de mayor edad, pertenece a un hombre con manto y barba, [p. 129] sombrero alto y báculo, elementos que hacen pensar en un científicohechicero. Esta impresión se ve reforzada por una gran redoma cercana a la puerta, del tipo de las utilizadas comúnmente en los laboratorios de química. El joven está literalmente arrinconado. Se agacha, tratando de empequeñecerse todo lo posible. Pero no tiene modo de escapar. La última escena de la serie (figura 5) es la más cuidadosamente dibujada y demuestra que William sabía tratar figuras humanas en complicadas posiciones de combate. Continúa el tema de la violencia. Este dibujo es menos horripilante que los otros porque la agresión tiene en este caso una definición social: una batalla con espadas y dagas, y no con dientes y garras. Un joven solitario aparece atacado por cuatro asaltantes, uno de los cuales ya está muerto. En segundo plano se ve a un hombre mayor de barba blanca, con un turbante, que aguarda el resultado de la lucha.* En su conjunto, los dibujos son los productos de un artista dotado que luchaba con deseos asesinos de intensidad creciente. La desproporción entre el hombre y el animal es signo de la desigualdad que se percibe entre la cólera y los medios de controlarla. William en apariencia temía a un desastre amenazador, proveniente de alguna fuente oculta, quizás sus propios impulsos destructivos. El tema del cazador cazado anticipa la respuesta que seguiría si la agresión que en los dibujos está dirigida hacia el exterior se volviera contra el artista mismo. El énfasis en la cabeza como agente y blanco del ataque implica subrayar los modos de agresión verbales, intelectuales. La figura de un hombre mayor, elemento constante de su imaginación, es experimentada como ineficaz (figura 1), confrontante y abiertamente destructiva (figuras 3 y 4) o remota y encubiertamente destructiva (figura 5). El semiabrazo de 'cazador y oso (figura 2) indica su ambivalencia (el afecto y la cólera lo acicatean hacia un cálido abrazo y hacia el asesinato simultáneamente), pero la balanza se inclina hacia la destrucción. La figura del científico mago tal vez representara su sensación de haber sido atrapado en la ciencia por ese anciano terrible. [p. 134] En resumen, las obras resultantes de un juego de niños desprevenido hacen retroceder la fachada de buen humor obediente. No se trata de que el cuadro de hijo respetuoso sea falso, sino de que es incompleto. Y el elemento adicional que los dibujos de William aportan a ese cuadro hace que resulte menos misteriosa la depresión que siguió al abandono de la pintura. Los dibujos anticiparon en muchos meses la rebelión de William y su insistencia en dedicarse a pintar, y sondearon las profundidades de la cólera que experimentaba por causa de las ligaduras que lo ataban. En su correspondencia aparecen indicios de discusión con el padre. Pero son sólo indicios, un murmullo apenas audible. El artista los amplificó hasta convertirlos en un grito de terror y un gruñido de rabia. Los dos conjuntos de bocetos del cuaderno de apuntes de Ginebra de 1860 son también escenas de violencia. El primer grupo ocupa el pie de una página de notas sobre f'ísica, y la totalidad de la página opuesta (figura 6). A primera vista estos dibujos realizados en dos páginas parecen carecer de relación, pero en realidad representan la continuación de una preocupación anterior: el ataque bestial a un sujeto confiado. Una cabeza parcialmente bosquejada mira pensativamente a la distancia. y una segunda cabeza, barbuda y apenas visible, dirige la vista en el mismo sentido desde abajo de la anterior. Detrás y entre las dos cabezas hay una pantera (o león de las montañas) bosquejada con trazo fuerte, que está por saltar sobre una presa que no sospecha el peligro. La escena opuesta pinta la etapa siguiente del ataque, pero una jirafa ha reemplazado a la presa humana. Es ésta una versión en el estilo de Delacroix del ataque salvaje a la inocencia desprevenida. La fiera acechante ha saltado sobre el lomo de una jirafa en fuga. La jirafa; elegante y graciosa, es aferrada en el aire y el felino le hunde profundamente sus dientes en el flanco. En apariencia. el artista intentó abajo un dibujo previo de la pantera antes de que montara sobre el lomo de la jirafa. Todas las figuras animales transmiten una sensación de fuerza y energía primitivas a punto de desatarse. * Había cinco hijos en la familia James, que rivalizaban por la aprobación paterna. Un visitante describió como sigue a la familia sentada a la mesa: El adiposo y afectuoso "Wilkie", como lo llamaba su padre, diría algo que sería corregido y discutido al instante por el pequeño 'gorrión Bob, el menor, pero con buenos modales el primero defendería su afirmación, y entonces Henry. hijo saldría de su silencio en defensa de Wilkie. A continuación Bob insistiría con más impertinencia, y Mr. James daría un paso al frente como moderador, y William, el hijo mayor, se uniría él. Pero la voz del moderador iba a ser ahogada por las de los combatientes; él bajada a 1a arena con prontitud y vigor, y cuando, en el curso de una argumentación excitada, 'podrían no faltar los cuchillos de la cena en manos que gesticulaban con vehemencia, la querida señora James, más convencional, pero tan alegre como maternalmente, me miraría y se reiría tranquilizadora, diciendo: "No se preocupe, Edward, no se van a apuñalar entré sí. Esto es común cuando los muchachos están en casa". (TCWJ, 1: 171-172.). [p. 129]
El segundo conjunto consta de tres cabezas: dos estudios de un cadáver y uno de un ciudadano con sombrero de copa y chaqueta formal (figura 7). La piel del cadáver se ve tensa sobre la calavera. Una de las mejillas parece presentar una herida de cuchillo. Los ojos y la boca crean una horrenda y espantosa impresión de malignidad. La vista lateral de la cabeza del cadáver tiene un aspecto bestial, con la nariz aplastada y los ojos apenas visibles. La figura vestida del ciudadano ofrece un agudo contraste con los anteriores dibujos. Los ojos están cerrados. los labios fruncidos, y las manos reposan en un bastón, elementos todos que contribuyen a dar la impresión de un reposo presumido y satisfecho. Aunque sus rasgos no están deformados como los del cadáver, este virtuoso ciudadano parece más muerto que aquél. Resulta casi posible seguir la línea del pensamiento de William cuando meditaba sobre el significado de su experiencia en la sala de disección de Ginebra. La muerte ejercía sobre él una fascinación análoga a la de la violencia animal. [p. 136] ¿Cómo es que un cadáver boqueante puede parecer más vivo que el ciudadano presumido dormitando en un rincón? Ese cadáver, quizás perteneciente a un indigente o a un criminal que padeció una muerte violenta, ¿expresaba más al animal que había dentro de él que su vecino más afortunado? ¿Debía un joven seguir sus instintos, aunque fueran violentos, o calzarse la chaqueta de la somnolencia civilizada? Aunque guardando continuidad temática con los dibujos de 1859, los bocetos de Ginebra de 1860 ya no hacen hincapié en la desproporción inmensa del animal respecto del hombre, del atacante respecto de la víctima, que contribuía a producir la anterior impresión de que los controles del artista estaban desbordados. El cambio de lo grotesco hacia lo trágico significa que en 1860 William había adquirido una mayor sensación de dominio y distancia estética. Quizás estos dibujos fueron realizados cuando William decidió insistir en la pintura. Se arriesgaría a provocar la desaprobación de su padre y osaría vivir en la avanzada vital, antes que hundirse en la vida convencional, Pero no contaba con su padre.Y, como había temido, el ataque llegó desde un lugar inesperado. (3) La familia salió de Ginebra para pasar el verano en Bonn. Alemania, donde los muchachos vivieron con familias alemanas para aprender el idioma. William finalmente le dijo a su padre lo que había estado urdiendo en su mente. Es bastante extraño que a Henry James lo' sorprendiera lo que oía. Informó del "cambio" a un amigo: "En cuanto llegamos aquí William encontró la oportunidad de decirme lo que aparentemente había estado queriendo decirme desde hace tiempo, pero encontraba difícil ir' al grano: .que sentía una vocación de pintor tan fuerte que no creía que valiera la pena que siguiera perdiendo tiempo y dinero en su educación científica! Confieso que quedé muy alarmado por el anuncio. y no poco apesadumbrado".14 Aceptó con renuencia, y se hicieron planes para retornar a Newport en el otoño. Pero la aprobación formal era una cosa, y la bendición paterna otra, totalmente distinta. Discutiendo con su padre por correspondencia, William trató de llevarlo al elevado nivel del discurso racional para persuadirlo de la sabiduría de su opción. No obstante, estaba demasiado familiarizado con la mentalidad de Henry James como para esperar mucho de ese esfuerzo. Le escribió a su padre, en París: "Querría que, como prometiste, pusieras por escrito, tan claramente como puedas, cuál es tu idea de la naturaleza del arte, porque es probable que yo no la entienda por completo, y me gustaría tenerla en una forma sobre la que pueda pensar en mi tiempo libre”.15 ¡Qué acusación profunda se oculta detrás de la frase, que aparentemente es sólo formal, "tan claramente como puedas"! Este era un hijo que prácticamente había mamado la filosofía en el pensamiento [p. 137] de su padre utopista, y en ese entonces ya sabía demasiado bien que la claridad no era una de las virtudes del viejo Henry. Cuando llegó la respuesta, fue vaga, como podía preverse, y puso a Henry en situación de recibir un aporreo vigoroso y razonado por parte de su hijo filosófico. William le cuestionó que no respondiera al interrogante. "Tu carta simplemente señala el peligro espiritual... Por lo tanto, no cubre el campo que yo había esperado." Desde luego, ya había oído antes todos los argumentos del padre, de modo que refutó el erróneo estribillo. "No veo por qué el cultivo espiritual de un hombre no puede proseguir con independencia de su actividad estética, por qué el poder que un artista siente en sí tendría que tentarlo a olvidar lo que es, más de lo que el poder que sentían un Cuvier o un Fourier los haya tentado a ellos a hacer lo mismo." William tenía razón. No existe ninguna razón lógica por la cual la actividad estética tenga que ser más peligrosa para el proceso de la creación espiritual que la biología de Cuvier o la ciencia social de Fourier. Pero por mejor que conociera la estructura de los argumentos de su
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TCWJ, 1: 191. TCWJ, 1: 196.
padre contra el arte, nada sabía de 1os orígenes pródigos de la posición paterna. A juzgar por la correspondencia familiar, todo ese episodio había sido ocultado a los hijos. Habiendo demostrado que los argumentos de Henry carecían de fuerza lógica, William procedió a volver contra el padre el mismo supuesto básico de este último: que las impresiones espirituales reflejan a Dios dentro del hombre. “Estoy seguro de que lejos de sentirme degradado por mi relación con el arte, continuamente recibo de él las impresiones espirituales más intensas y puras que conozco. De modo que me parece que tengo opinión formada y no puedo ver ninguna razón para no entregarme al arte por estas razones." Así que el pródigo que más de una década antes habla hecho vibrar valientemente el clarín de su propia autoexpresión liberada. en ese momento tenía que oír a su hijo haciendo resonar el mismo instrumento. Pero si bien Henry James no podía vencer lógicamente, podía en cambio contar con la conciencia del hijo para hacerlo cambiar de camino. William pasó de su disputa incisiva y animosa a revelar su vulnerabilidad ante el viejo Henry d una manera que ominosamente presagiaba el desenlace de su experimento con la pintura y su declinación hacia la enfermedad. "Desde luego, aunque estés dispuesto a aprobar este proyecto, subsisten otras consideraciones que podrían inducirme a dudar: la utilidad, el deber para con la sociedad, etcétera. No obstante, creo que todas ellas deben inclinarse ante la fuerte inclinación hacia el arte, y ante el hecho de que mi vida se amargaría si se me apartara de él''16. Aquiles señalaba su talón: su sentido de la responsabilidad y el amor filial. Mientras suplicaba que no se lo forzara a dejar la pintura, le mostraba a su padre el punto en el que debía golpearlo. (4) [p. 138] La decisión de abandonar el centro artístico del mundo occidental para estudiar pintura en una aldea americana parece extraña. Es tentador precipitarse a la conclusión de que el retorno a Newport desde Europa para estudiar pintura era incuestionable una opción contraproducente. A Henry hijo le pareció tan extravagante que recordaba hacer experimentado embarazo al comunicar ese absurdo a sus amigos. "Era quizás el único de la familia que no se atrevía a decir de modo totalmente directo o literal que volvíamos a casa para aprender a pintar. La gente se quedaba mirando o reía cuando yo decía eso, y me desagradaba que nos creyeran tan simples."17 Aunque estudiar en Europa había sido un objetivo codiciado de los artistas americanos durante bastante más de un siglo, en 1860 se había producido un progreso sustancial en el mundo artístico de los Estados Unidos. La pintura había dejado de ser una ocupación de artesanos errantes pobremente educados, para convertirse en una profesión más organizada. Las clases de dibujo de buen tono de principios del siglo XIX, que satisfacían las aspiraciones aristocráticas provincianas, habían sido reemplazadas por institutos profesionales más serios, particularmente en Nueva York y Boston. Es cierto que los artistas norteamericanos todavía se consideraban afortunados si podían estudiar en Europa, pero en vísperas de Guerra Civil, cuando William tomó su decisión, Hunt no era el único artista serio de los Estados Unidos, y William no era el único alumno que optó por desarrollar sus dones con maestros de su tierra natal.18 Aunque en Europa el arte era más una parte de la vida cotidiana que un lujo aislado, el proyecto de Newport ofrecía compensaciones. Los jovencitos podrían librarse de la tediosa rutina de su vida de hotel. William conocía a Hunt y Hunt le gustaba. Y había amigos que les darían la bienvenida en el retorno. Si William hubiera decidido estudiar en Europa y el resto de la familia hubiera vuelto a América sin él, el desenlace del experimento pictórico podría haber sido diferente. Pero esa separación era impensable en el esquema jamesiano. El destino personal de Henry padre estaba demasiado estrechamente ligado al de su hijo mayor como para que pudiera permitirle viajar y estudiar solo, cosa que ya habían hecho los padres de James MacKaye, Thomas Sergeant Perry y John La Farge. Intuitivamente, William percibió este aspecto psicológico del problema. Antes de dejar Alemania, describió una escena en la familia con la que estaban viviendo sus hermanos, que subrayaba su aguda conciencia de los riesgos de la fusión psicológica. Pensaba que la esposa y la cuñada del tutor eran personajes perfectos para Dickens. "Han sido excluidas del mundo y se han estado mezclando durante tanto tiempo en el fogón de la cocina que las mentes de ambas se han confundido en una sola, y parecen constituir una especie de individuo de dos cuerpos. Nunca he visto nada más curioso que el modo en que se sientan a [p. 139] mascullar juntas en un extremo de la mesa, profiriendo al mismo tiempo una idéntica exclamación cuando alguna cosa dicha en nuestro extremo les llama la atención. Los muchachos dicen que siempre hablan 16
TCWJ, 1: 199-200. NSB, 62. 18 Neil Harris, The Artist in Americam Society: The Formative Years, 1790-1860, (Nueva York, 1966), 106, 108, 122, 218, 255, 287-88. 17
juntas, utilizando las mismas palabras, o bien una comienza la frase y la otra la termina. Es una vida singular."19 Difícilmente sea casual que su ojo haya percibido y su pluma aprehendido las desastrosas consecuencias psicológicas del fracaso en reconocer y afirmar los límites entre personas, mientras él estaba tratando de seguir un curso diferente del de su padre. (5) William ingresó en el estudio de Hunt en octubre de 1860; pintaba allí todos los días, salvo el domingo. El, John La Farge y Theodora Sedgwick disfrutaban de la atención exclusiva del maestro, excepto cuando éste descendía del piso alto para hacerle un comentario alentador a Henry James hijo, que como de costumbre había seguido los pasos de su hermano y estaba abajo copiando modelos de yeso. * Según Henry recordó esa época, el arte tenía todavía la, características de un placer prohibido. Las horas en el estudio eran "horas de Arte, de arte con todas las letras, que me miraba abiertamente en el rostro y aceptaba en reciprocidad mi propia mirada... ya no la tácita implicancia de un subterfugio tímido, sino una meta flagrante y no atenuada'20 William inició la marcha hacia la tentadora, con Henry detrás de él. Puesto que toda la familia estaba junta, no existen cartas que hagan la crónica de los antecedentes de la abrupta decisión de William, que en la primavera decidió abandonar a Hunt y dirigirse a Harvard para estudiar ciencia. En su autobiografía, Henry hijo. se limita a decir que las condiciones para la carrera artística de William no fueron "propicias". Observa lo extraño que resultó el súbito abandono de su hermano. "Nada entretanto podría haber sido menos lógico, pero al mismo tiempo más natural, que el hecho de que el interés de William en la práctica de la pintura hubiera cesado súbita y abruptamente." Aunque Henry no especifica lo que había de "natural" en la decisión, en vista de que esa observación precede al examen de la tendencia del padre a socavar las elecciones vocacionales concretas, podemos inferir que asocia ambos temas. Desde su punto de vista ventajoso de biógrafo maduro y novelista de éxito, pensaba que era "un caso interesante", pero deja el tema cubierto de un manto de misterio. "En un momento determinado, que llegó tempranamente, él dejó de manejar el lápiz [p. 141] de modo tan completo como fervorosa y curiosamente se había ejercitado con él cuando era más joven, y en esto reside exactamente el interés del caso."21 La opinión erudita se ha dividido y ha especulado acerca de la causa del cambio súbito, pues no existe prueba alguna que apunte a una solución clara del misterio. Falta de talento, la Guerra Civil (el incendio de Fort Sumter en abril), mala salud, el haber sido desalentado por Hunt: éstas han sido aducidas como razones posibles. ** Pero una carta anteriormente inédita de Henry James padre, [p. 142] a su hermano el reverendo William James, agrega una nueva información significativa que ayuda a explicar la conclusión abrupta. *** Dos nuevos elementos se añaden a nuestro cuadro de la familia James durante ese funesto invierno: Henry James padre padeció una serie de desvanecimientos inexplicables, y le advirtió a la familia que moriría pronto, aunque también le comunicó al hermano que no le preocupaba su supervivencia. "Me caí en la calle y me siento a cada rato al borde de la inconsciencia, como si en el momento siguiente fuera probable que me llegue el fin: pero sé muy bien que se trata de un síntoma pasajero causado sólo por exceso de trabajo, y que sobreviviré si descanso un día o dos." El reverendo William instó a su hermano enfermizo (al que consideró víctima de "agotamiento nervioso") a probar diversos remedios, entre ellos algunos estimulantes ("un poco de whisky" o café) y tratamientos eléctricos de galvanisrno. Henry, por su parte, lo reprendió, recordándole que todo estaba en las manos de Dios, que "estos asuntos mundanos se ejecutarán igualmente bien cori o sin nuestra intervención", y subrayó la moraleja con la viñeta siguiente: "Con frecuencia le digo a Mary cuando bajo tronante hasta su palomar, dispersando los inocentes proyectos de placer de ella y los niños, quizás sólo porque sucede que estoy indispuesto para disfrutar de mí mismo, que no tengo duda alguna de que les va a ir mucho mejor sin mí que conmigo, y lo mismo les he dicho a los jovencitos. Todos se burlan de la idea, parecen pensar que si yo me fuera, llegaría para ellos el día de la ruina. Yo sé mucho mejor lo que digo". El cuadro de Henry que trastornó el hogar con amenazas de muerte fue característico del segundo invierno en Newport, cuando William estaba pintando. Henry termina la carta con una típica insistencia en que el fracaso es la única verdad [p. 143] divinamente inspirada. "La vida no es en modo alguno una victoria, sino simplemente una batalla, y para nadie esa batalla concluye tan desastrosamente como para aquel a quien le parece que no es una derrota. "22 El estaba en el proceso de enseñarle esa lección a su hijo mayor. 19
TCWJ, 1: 197. NSB, 81. 21 NSB, 45, 109, 17. 22 Henry James (p.) al rev. William James, diciembre 21, 1860, MH. La mención por Henry del tratamiento galvánico exitoso de Una Hawthorne permite datar la carta con exactitud. 20
*Theodora Sedgwick (1851-1916), hermana menor de Theodore y Sara Ashburner Sedgwick, se mudó a Cambridge después de que su padre muriera en 1859. Ella, su hermano y dos hermanas fueron vecinos y amigos de los James' durante la década de 1860. Su hermana mayor, Sara, se convirtió en la mejor amiga de Alice James. [p. 139] **Ralph Barton Perry llegó a la conclusión de que William se detuvo "debido a la convicción creciente de que no podría sobresalir en un campo en el que la mediocridad sería intolerable". Basó esa inferencia exclusivamente en una observación realizada antes del ·pisodio. Se trata de un gran salto desde la intolerancia de William ante un mal artista hasta la conclusión de que dejó de pintar porque pensaba que él mismo era mediocre. Quizás Perry esté en lo cierto, pero no existe ninguna otra prueba que sustente su razonamiento. Es' más seguro que se equivocaba al observar que "habiendo rechazado una vez la pintura, raramente miraba hacia atrás, y nunca con remordimientos profundos" (TCWJ, 1: 200). Parecería razonable creer que un hombre que se distinguió como filósofo y psicólogo no tenía dudas, pero el lenguaje de la sintomatología cuenta otra historia. Leon Edel sugiere que la Guerra Civil convirtió a la pintura en una ocupación insostenible. Pero puesto que tampoco existen pruebas que convaliden o refuten este argumento, lo enuncia en términos tentativos. "Es imposible abrir juicio sobre el papel que desempeñó la Guerra Civil en esa decisión; sin duda era difícil para él seguir pintando en el estudio, sufriendo las presiones y tensiones de la época" (HJ. 1: 170). Sin embargo, ¿por qué el estudio en la Escuela Científica Lawrence sería más adecuado que la pintura para un joven en edad de luchar en la guerra? Ambas ocupaciones estaban igualmente alejadas del campo de batalla, y los jóvenes dejaban Harvard para enrolarse del mismo' modo que dejaban Newport. Gay Wilson Allen (WJ) escribió que William le dijo a su hijo pintor Billy que Hunt lo había apartado del arte al quejarse de que los Estados Unidos no valoraban a sus pintores. Tal vez William haya ofrecido esta explicación, pero la presunta queja es sorprendentemente incompatible con el carácter de Hunt y su reputación como maestro. Lo típico era que sus alumnos recibieran todo su aliento, a pesar de las dificultades que tenían que superar. "Cuando era niño quise aprender a tocar el violín, pero un hombre me desalentó. ¡No aprendas el violín' ¡Es tan difícil" ¡Ahora le daría unos cuantos puntapiés a ese hombre! Es más fácil comer tostadas que tocar el violín, pero no satisface la misma necesidad." Hunt impulsaba a sus alumnos a poner los sentimientos por encima del deber. "¡Hagan lo que sientan suspendan el deber- en dibujo y pintura! El deber nunca pintó un cuadro, ni escribió un poema, ni encendió una pasión. ¡Háganlo como les parece que es!" Y Hunt compartía lo que más tarde llegó a ser una característica de la psicología jamesiana: " ¡No hablen de lo que 'van a hacer'! ¡Háganlo…! ¡Lo importante es hacer las cosas! Hacer es bastante malo, pero no hacer es peor" (William Morris Hunt, Talks about Art, Londres, 1890, 4. 6, 8, 30). Es difícil creer que este hombre lleno de vigorosas exhortaciones al trabajo duro para dominar el arte de la pintura desalentara a uno de sus primero alumnos. El relato puede contener una verdad parcial, transmitida por un padre al hijo que perseveró allí donde él se detuvo. ¿Podía confesar que había renunciado a pintar (profesión que le estaba procurando tanto gozo a su hijo) porque su padre se opuso a él? Quizás un maestro desalentador resultaba una transacción más aceptable que un padre desalentador. Además de sugerir que Hunt lo desalentó, Allen aduce que William padecía mala salud. Creo que la enfermedad es una parte del cuadro, pero ese autor ha confundido los hechos de modo tal que el tiempo queda distorsionado y lo conduce a una conclusión falsa. Afirma que. los problemas oculares de William "lo habrían privado de gran parte del placer de pintar, y pintar o bosquejar al aire libre, donde el mar reflejaba la luz solar deslumbrante, hubiera resultado perjudicial para sus ojos sensibles". No hay pruebas de que James padeciera ninguna dificultad ocular antes de mayo de 1865, cuatro años después de la decisión de dejar de pintar. Allen advierte que WilIiam tenía buena salud hasta su retorno a Newport, y de modo correcto vincula los síntomas que aparecieron entonces con perturbaciones psíquicas de dimensiones serias" (WJ, 70). La primera mención de la enfermedad de William aparece en los recuerdos de Charles W. Eliot, su primer profesor en Harvard. El recuerdo de Eliot ubica el inicio ·del trastorno después de la decisión de abandonar la pintura y en el comienzo de su preparación para una carrera de científico. Es curioso que Perry no tenga en cuenta ese enunciado esencial cuando cita dicho recuerdo (TCWJ, 1: 207). [p. 141-42] ***La importancia de esta carta no fue reconocida porque carece de fecha. Las pruebas internas la ubican en el 21 de diciembre de 1860 (Howard Feinstein, "An Application of the Concept of Identífication for the Historian", Journal of the History of Science abril de 1970, 147). [p. 142]
William le había dicho al padre que el deber podía hacerla cambiar, que podría forzarlo a abandonar la pintura aunque de ese modo amargara su vida. Su padre le tomó la palabra, y transformó en derrota la victoria aparente del retorno a Hunt. La vocación de pintor dejó de ser una cuestión de autoexpresión para vincularse con los deberes respecto de un padre enfermizo que podría morir en cualquier momento por voluntad de Dios (¿o por voluntad propia?).* *El suicidio no estaba proscripto en la teología de Henry. Ya en 1849 lo describió como una opción razonable para el genio socialmente frustrado. "Tanto la naturaleza como la sociedad pueden impedirme que despliegue mi genio, pueden mantenerlo latente y no descubierto, obligándome a una esclavitud incesante respecto de ellas, pero mientras Dios sigue siendo supremo no pueden hacer que yo la soporte. La locura o el suicidio decidirán rápidamente esa controversia en mi favor" (Lm, 50). Cuando su hija Alice amenazó con suicidarse, en 1878, dijo que no se oponía al acto si ella lo sentía necesario (DAJ, 149). Cuando Henry presentó sus condolencias a su prima Katharine Barber James después del suicidio de su esposo, el doctor William Prince, ridiculizó las actitudes convencionales respecto del suicidio (Henry James padre a Katherine Barber James, Colby College Library) [p. 143]
Las apuestas eran altas en esa lucha intestina. Si William seguía su camino, el padre perdería toda esperanza de justificarse a través del hijo. William temía que si vencía el viejo Henry, quedaría amargado de por vida. En el mundo de Mr. James, de límites desdibujados, la paradoja suavizaba la confrontación, pero de esa colisión frontal sólo uno de los dos podría emerger entero. "Autoasesinato" parece un rótulo demasiado fuerte para la decisión de William de poner fin a lo que después de todo no era más que un ensayo vocacional. Sin embargo, la imagen pertenece al propio William. Veinte años después de Newport, dio una conferencia sobre el libre albedrío ante una audiencia de jóvenes en Harvard. Para ilustrar su idea, eligió una crisis vocacional. "El que un joven ingrese en el mundo de los negocios o en el sacerdocio puede depender de una decisión que hay que tomar antes de cierto día. Acepta el puesto que le ofrecen en la oficina, y está comprometido. Poco a poco, los hábitos, los conocimientos propios de la otra carrera, que alguna vez estuvieron tan próximos de él, dejan de computarse incluso entre sus posibilidades. Al principio, a veces quizás dude de si la personalidad que asesinó .en esa hora decisiva no podría haber sido la mejor de las dos, pero con los años esos interrogante s expiran, y el antiguo ego alternativo, alguna vez tan vívido, se desvanece hasta convertirse en algo menos sustancial que un sueño.'23 Reemplazó la ciencia por los negocios, pero la experiencia personal que da fuerza a la ilustración es inequívoca. Al resignarse a seguir una carrera científica, William había asesinado una parte [p. 146] de sí mismo tan decisivamente como el ogro dibujado había decapitado a su víctima dos años antes. Lamentablemente, el resultado no fue tan feliz para él como para el joven hipotético que describió. Lo mismo que muchos otros elementos de la filosofía salutífera que desarrollaría, el cuento se refería más al enunciado de un deseo emergente que a la descripción de su propia experiencia. Su personalidad de pintor, el ego alternativo que había ahogado, no se fue desvaneciendo. En lugar de ello, reapareció insistentemente a través de los síntomas que lo plagaron durante el resto de su vida.
23
William James, “Great Men and Their Environment”. 227.
9. LA TEORIA DE LA EVOLUCION EN HARVARD [p. 147] Hemos alcanzado el punto en que los resultados de la ciencia tocan el problema mismo de la existencia, y todos los hombres escuchan en espera de la solución de ese misterio. Louis Agassiz, 1862 (1) De acuerdo con el mapa vocacional de Henry James padre, tanto la ciencia como la tecnología eran precursoras de un nuevo día y aliados bien acogidos de sus esfuerzos por liberarse del calvinismo. Pero él carecía de la experiencia directa con el mundo real de la ciencia que estaba obligando a adquirir a su hijo. El ingreso de William en la Escuela Científica Lawrence en el otoño de 1861 10 puso en contacto con las estructuras institucionales, con los profesores influyentes y con el clima intelectual que constituían la realidad del plan del padre, abstracto y de inspiración teológica. La escuela era joven y primitiva, la atmósfera estaba electrizada por el conflicto acerca del Origin of Species (1859) de Darwin, y tres de los científicos de Harvard (Louis Agassiz, Jeffries Wyman y Asa Gray) eran hombres distinguidos cuyas carreras definían las posibilidades de un aspirante a científico en los Estados Unidos. Muy pronto se encontró William sometido a la presión de elegir entre la ciencia básica y la medicina, y en 1863, cuando tomó la decisión, su dibujo presentaba de nuevo la preocupación de la violencia. La locura aparece como tema recurrente en su correspondencia, mientras se sen 'a impelido por el deber y las circunstancias a lo que muy pronto rotuló como "la farsa" de la medicina. Aunque siguió haciendo dibujos ocasionales en sus cuadernos de apuntes de ciencia, la Atlántida de su personalidad artística permaneció efectivamente oculta.* No obstante, esos dibujos subsistentes, como los de 1859-1860, [p. 148] registran con fidelidad la tempestad interior desatada por su personalidad asesinada. En 1861, Cambridge era en gran medida una comunidad rural. Harvard Square estaba aún sin pavimentar. Un carruaje de caballos que corría por Cambridge Street unía la localidad con el mundo más amplio de Boston. A pesar de todo el desprecio que manifestaba Henry James respecto del mundo de los negocios, su hijo pudo estudiar ciencia en América gracias a una nueva fortuna industrial. Abbott Lawrence proporcionaba apoyo financiero porque reconocía que los Estados Unidos (y sus propias tejedurías) necesitaban hombres con una formación técnica avanzada. Una donación de 50.000 dólares constituyó el subsidio inicial. Lawrence insistió en que la escuela se centrara exclusivamente en ciencia y tecnología práctica (ingeniería, minería y dibujo mecánico).1 En la época en que ingresó William, la escuela ya tenía catorce años de existencia pero a pesar de las aspiraciones del fundador, todavía ofrecía una formación superficial a un cuerpo estudiantil pobremente preparado. No había examen de ingreso, ni se suponía que los alumnos debieran tener una formación anterior. Un joven de dieciocho años interesado en estudiar con un determinado miembro del cuerpo de profesores que lo aceptaba, no tenía dificultades en ser admitido. No había ningún curso común para todos los alumnos, porque cada uno de ellos trabajaba exclusivamente con uno de los pr.ofesores. Un cambio de campo significaba un cambio de profesor. James, por ejemplo, comenzó con Charles Eliot estudiando química, y luego siguió con Jeffries Wyman cuando quiso estudiar anatomía comparada. La duración de los estudios era tan variable como el programa de esa estructura de organización laxa. La mayor parte de los alumnos permanecía en la escuela de dieciocho a treinta meses, pero nunca se molestaban en completar el trabajo para obtener un título de "Bachelor of Science", que se otorgaba después de un examen tomado por el profesor al cabo de por lo menos un año de residencia. Las características de la formación dependían por completo de la madurez del estudiante y del calibre del mentor elegido.2 Si bien algunos de los graduados elogiaban su experiencia educacional, los días de esas organizaciones poco estructuradas estaban contados. * John Jay Chapman, un amigo y admirador, dejó escritas sus reflexiones a propósito de la muerte de William James en 1910: “A veces me pasó por la mente la idea de que James quería ser un poeta y artista, y que en él subyacía, por debajo del océano de la metafísica,una Atlántida perdida de las bellas artes; que en realidad odiaba la filosofía y todas sus obras y que siguió con ellas sólo como Hércules realizó sus trabajos o como un príncipe de cuentos de hadas podría ajustar cuentas con un dragón maligno, o como alguien que tiene que ejecutar pacientemente un trabajo cuidadoso para el cual carece de aptitudes" (John J. Chapman, "Williarn James", en The Selected Writings of John J. Chapman, comp. Jacques Barzun, Nueva York, 1957,203). [p. 147-48]
Epígrafe: Louis Agassiz, “Methods of Study in Natural History”, Atlantic Monthly, febrero de 1862, 214. 1 Richard J. Storr, The Beginning of Graduate Education in America (Chicago, 1953). 1:55. 2 Stephen P. Sharpless, “Some Reminiscences of the Lawrence Scientific School”, Harvard Graduate Magazine, 26 (1918): 532-40.
Cuando Charles Eliot llegó a la presidencia de Harvard en 1869, instituyó un currículo graduado de cuatro años para todos los alumnos, con independencia del campo de especialización; además impuso el examen de Ingreso, que condicionaba la admisión. Al haber ingresado en 1861, los efectos de esta reforma no alcanzaron a William.3 Otra institución que dio forma a las oportunidades científicas de William [p. 149] fue el Instituto Lowell. En este caso dependió de la visión de futuro de otro fabricante de tela de algodón, John Lowell hijo. El Instituto Lowell patrocinó una serie de conferencias que llevaron a científicos eminentes hasta el estrado de Boston. Louis Agassiz, el distinguido naturalista suizo y uno de los maestros que más influyeron en William, fue atraído a Boston por la cátedra Lowell. Abbott Lawrence aseguró su ubicación en Harvard en 1846, complaciendo los deseos del científico de modo tal que Agassiz se unió al cuerpo de profesores. Puesto que William no estudió con Agassiz al ingresar, tuvo su primera oportunidad de escucharlo en la serie de conferencias de 1861 en el Instituto Lowell. Años más tarde, el propio J ames se convertiría en un frecuente conferencista de la misma institución. (2) La llegada de Louis Agassiz constituyó un hecho de suma importancia para la ciencia de los Estados Unidos. Naturalista de reputación internacional, refinado conferencista y maestro inspirado, para el público norteamericano era la personificación del hombre de ciencia, y un modelo para jóvenes como William James que aspiraban a serlo, Como Agassiz se había formado en Europa, su carrera presentaba un contraste interesante con la línea de desarrollo de sus pares americanos. Provenía de un hogar de modesta clase media y tuvo que librar una batalla continua contra la falta de fondos y el conservadorismo de los padres acerca del trabajo que había elegido. En lugar de rebelarse, como lo había hecho Henry James, logró obtener un renuente apoyo paterno para encarar un futuro de lo más incierto. Su talento para la observación se manifestó tempranamente, y cuando tenía quince años su ambición ya estaba firmemente definida. Sabía que quería estudiar ciencia. A los veinte años declaró que aspiraba a convertirse en "el primer naturalista de su tiempo". Pero también afirmó su intención de ser "un buen hijo", además de concordar en la alta valoración en que sus padres tenían al aprendizaje, la posición social y el trabajo tenaz.4 Con la ayuda de sus maestros, disuadió a los progenitores de que lo forzaran a emprender la carrera comercial. Cuando, después de dos años de college, los padres insistieron en que se preparara para una profesión práctica, ingresó en la escuela de medicina, paso éste que en el siglo XIX constituía una transacción común que procuraba conciliar el deseo de una formación adicional en ciencias naturales con la necesidad de ganarse la vida. Alumno brillante, Agassiz tuvo acceso a las bibliotecas y colecciones privadas de sus profesores, como reconocimiento a su talento. A los veintitrés años publicó un libro, Brazilian Fishes, aprobado como tesis para su doctorado en filosofía. Al mismo tiempo completó el doctorado en medicina. Su madre lo aplaudió agradecidamente por iniciar "una carrera tan segura corno honorable".5 [p. 150] La tensión entre ciencia básica y ciencia aplicada generaba un conflicto típico de los jóvenes científicos. Cuando Agassiz quiso ir a París a estudiar con Cuvier, la medicina práctica proporcionó el pretexto para el viaje. El París de Luis Felipe sufría el asedio de la misma epidemia de cólera que había llevado a William James de Albany a redactar su testamento. No existen pruebas de que prestara atención a la epidemia mientras se encontraba en París, pero el cólera afectó su carrera de una manera imprevista. Su maestro, Cuvier, murió a causa de esa enfermedad en 1832. El éxito de Agassiz en los círculos científicos había sido espectacular. El barón Alexander von Humboldt, naturalista y explorador prusiano, también lo cobijó bajo el ala. A la madre de Agassiz, de mentalidad práctica, no la impresionaban sus perspectivas; según ella vivía "de brillantes esperanzas en relación... con personas importantes”6 Volvió a Suiza como profesor y curador de un museo de historia natural. Refutando los temores de sus padres, a la edad de veinticinco años se había ganado una reputación internacional y una posición segura, con lo cual quedaba libre para satisfacer sus verdaderas ambiciones. Durante los siguientes trece años se casó; convirtió a su hogar en un taller científico con un grupo de doce personas mantenidas por él, que vivían bajo su techo; inició su propia editorial científica; produjo su obra maestra, Poissons fossiles, y llegó a ser, como aspiraba, el primer naturalista de su época. Se trató de una victoria vacía. Su esposa no iba a soportar indefinidamente las penurias y la falta de intimidad, y finalmente lo abandonó. La editorial fue a la quiebra. Lo que es peor, a la edad de treinta y ocho 3
Charles Eliot, “The New Education”, Atlantic Monthly, febrero de 1869, 203-20. Edward Lurie. Louis Agassiz: A Life in Science (Chicago, 1960), 31. 5 Ibid., 48. 6 Ibid., 63. 4
años sintió que había agotado sus recursos intelectuales. La cátedra del Instituto Lowell lo condujo a una renovación. En América encontró un nuevo continente por explorar. una nueva dignidad académica con hombres ricos deseosos de apoyar sus investigaciones y, después de la muerte de su mujer, una nueva esposa perteneciente a una bien vinculada familia bostoniana y quince años más joven que él. En la época en que William James ingresó en Harvard, Agassiz había estado dando forma a lo que iba a ser el programa de ciencia durante casi quince. Jeffries Wyman, el profesor de anatomía comparada, también llegó a la ciencia a través de la medicina. Tanto el padre como el hermano mayor eran médicos. Lo mismo que Agassiz, en su niñez Wyman había sido un ávido coleccionista de especúnenes de historia natural. Después de cursar estudios preparatorios en la Academia Exeter, ingresó en Harvard. El currículo normal le interesó poco, y fue un estudiante indiferente, que al graduarse ocupaba el lugar quincuagésimo en una clase de cincuenta y tres alumnos. Pero un desempeño pobre antes de la graduación no constituía por ese entonces una barrera para seguir una carrera médica. En 1837, después de dos años de estudios médicos y de un año como ayudante en el Hospital General de Massachusetts, pudo obtener el doctorado en medicina. Sin embargo, la falta de dinero fue para él una preocupación constante. Tenía que complementar los magros ingresos provenientes [p. 151] de la práctica profesional y de su puesto de demostrador de anatomía en Harvard, trabajando como bombero para el Departamento de Bomberos de Boston. El Instituto Lowell resultó esencial en la carrera de Wyman, como lo había sido en la de Agassiz. Hasta no haber sido nombrado curador del Instituto Lowell y contar con el generoso estipendio de conferencista de dicho lnstituto, no dispuso del dinero necesario para viajar al extranjero con el objeto de realizar estudios avanzados. Lamentablemente, la muerte de su padre lo obligó a retornar prematuramente a América y a la práctica médica, en la cual no le fue bien. Después de enseñar durante tres años en el Harnpden-Sydney Medical College de Richmond, Virginia, volvió a Harvard como profesor de anatomía en 1847. Complementaba sus ingresos enseñando en el Museo de Zoología Comparada y en una escuela médica privada de Cambridge. Wyman había acogido con gusto a Agassiz en la escena científica de Harvard. Pero cuando William James ingresó en la Escuela Científica Lawrence, en 1861, un abismo de amargura los separaba, como consecuencia de la controversia sobre la teoría de Darwin.7 Wyman tenía a Asa Gray como aliado en dicha controversia. Gray también había demostrado que en los Estados Unidos era posible convertirse en un científico investigador después de haber recibido una preparación médica, y a lo largo de la década de 1860 aconsejó a los aspirantes a científicos que obtuvieran un título médico.8 Gray, como Jarnes, era un neoyorquino irlando-escocés. A los quince años había asistido a la celebración en el canal encabezada por el abuelo de James. Hijo mayor de un agricultor comerciante, recibió la mejor educación que podía brindar el valle del Mohawk. A la edad de tres ingresó en la escuela del distrito. Su estudio en la escuela pública fue complementado con un curso de un año con el hijo del sacerdote de la aldea, anterior a su ingreso en la Clinton Grammar School (una escuela preparatoria vinculada con el Hamilton College) a los trece años, En la Academia Fairfield siguió a un profesor favorito y tomó con él un año adicional de estudios que privilegiaban la ciencia y las letras inglesas. Debido a las dificultades económicas que enfrentaba la familia, se abandonaron los planes para cursar el college, y él entró directamente, a los dieciséis años, en la escuela médica incorporada a la Academia Fairfield. El ingreso de alumnos tan jóvenes a esa escuela no era inusual. De acuerdo con las reglas, para poder obtener un título médico el educando tenía que haber "estudiado medicina y cirugía por el término de tres años después de la edad de dieciséis años, con algún médico debidamente autorizado para ejercer su profesión". Además de ese noviciado, se exigía que los alumnos asistieran a dos cursos de conferencias de dieciséis semanas y tuvieran por lo menos veintiún años para poder graduarse.9 Con una sola excepción, los profcsores de Fairfield eran itinerantes. Recorrían un circuito de escuelas médicas de frontera, empezando en Dartmouth y Berkshire y terminando en Geneva, Buffalo y Cleveland, después de haber pasado por Fairfield. Los estudiantes adquirían entradas para asistir a cada curso: la recaudación se le entregaba directamente al profesor, [p. 152] que tradicionalmente permitía a todo alumno que hubiera completado dos cursos asistir de modo gratuito al tercero. Afortunadamente, Gray encontró un maestro, el profesor de química, que alentó su pasión por la botánica, lIevándolo a robar tiempo a sus estudios formales con el objeto de reunir especímenes para su propio herbario. Gray se graduó e inició su práctica, con muy pobres resultados. Aunque los ingresos provenientes de la práctica constituían uno de los atractivos de la educación médica para los jóvenes 7
Edward W. Emerson, The Early Years of the Saturday Club, 1855-1870 (Boston, 1918), 420-41. A. Hunter Duprée, Asa Gray, 1810-1888 (Cambradge, Mass., 1959), 351. Ibid 9 Ibid., 15-16. 8
científicos, las perspectivas eran inciertas. Después de su primer año, el joven médico se quejaba a un amigo de que "hay mucha buena salud y los médicos encaran la posibilidad de morirse de hambre.''10 Irónicamente, ganó sus primeros honorarios sustanciales como profesor de botánica, materia de la que dio un curso de verano. Se empleó como naturalista en una escuela secundaria para varones, y la botánica llegó a interesarle tanto, mientras que la medicina lo desilusionaba en igual medida, que se dirigió en diligencia a Pennsylvania para recoger plantas fósiles mientras el cólera rugía alrededor de él.11 Es claro que el aspecto económico había constituido un problema en sus comienzos para Agassiz, Wyman y Gray, y justificó la formación médica. No obstante, Wyman y Gray fracasaron en la práctica, y Agassiz nunca la intentó, y los tres en última instancia vivieron de la enseñanza. En la generación de esos hombres, el apoyo institucional a la investigación científica fue escaso. Sociedades ilustradas como la Sociedad Filosófica Americana y la Academia Americana de Artes (herencias de devotos aficionados del siglo XVII I) brindaban algunos aportes. Y en la época jacksoniana las legislaturas estaduales comenzaron a financiar las investigaciones gubernamentales sobre los recursos naturales. Esas actividades dieron sustento a otras.12 Mientras estos tres profesores aparecían como modelos de las posibilidades de dedicar la vida a la ciencia a mediados de siglo, algunos cambios importantes aguardaban a la generación de William. Se había iniciado el movimiento hacia la especialización. Ya no resultaba factible ser "un naturalista" y abarcar la totalidad de los conocimientos del campo, como había intentado hacerla Agassiz. Y las instituciones educacionales empezaban a reconocer la necesidad de prestar apoyo a la investigación científica básica. La carrera de Gray fue una piedra millar en ambos tipos de cambios. Cuando llegó a Harvard, en 1842, se entendía que quería enseñar botánica y dejar la zoología a otro docente. Además, el college financiaba sus investigaciones. Para realizar su trabajo, hombres como Agassiz y Gray debían pedir y servirse de la ayuda de otros coleccionistas. Esto no fue así en la generación de William. En 1860 Agassiz inauguró un museo zoológico con especímenes recogidos en todo el mundo, que los estudiantes podían manipular y estudiar. Los jóvenes de la generación de J ames no necesitaban pedir favores para estudiar biología, como lo habían hecho sus maestros. Y existía incluso la posibilidad de que algunos alumnos seleccionados obtuvieran un [p. 153] salario de 1.000 dólares en el museo de Agassiz. Los hombres de la generación anterior habían empezado a trabajar cobrando a lo sumo la cuarta parte. La Escuela Científica Lawrence fue caracterizada con justicia por Henry James hijo como "una pequeña escena gris y con carencias",13 pero las oportunidades de William fueron mucho mayores que aquellas de las que disfrutaron sus mentores dos décadas antes. (3) William no tardó mucho tiempo en tomar contacto con Agassiz. En la segunda semana de setiembre anunció a sus padres que iba a Bastan a escuchar la conferencia de aquél. Asistir a la conferencia de Agassiz equivalía a observar un desempeño magistral. Disertaba sin notas, con un encantador acento francés, ilustrando lo que decía con dibujos espontáneos. Grandes multitudes, perturbadas por las consecuencias implícitas en la obra de Darwin, concurrían a recoger el punto· de vista autorizado y tranquilizador de la teología natural, Según Agassiz, las ciencias biológicas y geológicas reflejaban a una inteligencia divina operante en el universo. Le aseguraba a su público que "todas las épocas geológicas están ligadas coherentemente en una cadena... una constancia de propósito que completa en los seres que nacen hoy una intención expresada en las primeras criaturas del océano silúrico… una persistencia del pensamiento... entre los hechos de la naturaleza y… los resultados de un poder intelectual".14 Para Agassiz, estudiar la naturaleza era Un acto sagrado, y los descubrimientos del científico constituían una fuente de revelación. No es probable que esa teología natural impresionara a James. Las arengas de su padre ya lo habían inmunizado contra su influencia. Los bostonianos que se apiñaban en el Tremont Temple prestaron atención cuando el profesor anunció: "Hemos alcanzado el punto en que los resultados de la ciencia tocan el problema mismo de la existencia, y todos los hombres escuchan en espera de la solución de ese misterio". El debate acerca de la teoría de Darwin había irritado sus sensibilidades religiosas, y los devotos se sentían aliviado cuando este profesor (cuyos antepasados habían sido ministros del Evangelio durante seis generaciones, y que era un científico reconocido de reputación internacional) les aseguraba que el hombre no estaba limitado por su naturaleza animal, aunque por su 'cuerpo podía ser clasificado entre los vertebrados... El hombre es la 10
Ibid., 23-24. Ibid., 32. 12 Ibid., 25-26. 13 NSB, 123. 14 Lurie. Louis Agassiz, 309 11
coronación de la obra de Dios sobre la Tierra. Puede hundirse tan hondo como el más bajo de los individuos de su tipo, o elevarse a una altura espiritual, en virtud de lo cual se lo distingue del resto de los elementos controlantes de su ser, mucho más de lo que se lo une con ellos."15 La serie de conferencias debe de haber aferrado la imaginación de William. En noviembre estaba bosquejando la idea de pasar "cinco o seis años con [p. 154] Agassiz", y en la Navidad hizo planes con sus padres para que toda la familia se mudara a Cambridge con el fin de instrumentar el proyecto. Es significativo que su primera nota de entusiasmo respecto de Agassiz surgiera cuando le pareció que el profesor podría apreciar sus méritos como artista. Uno de los discípulos de Agassiz le describió su método de enseñanza, y William descubrió, para su deleite, que la carrera de naturalista dependía de la capacidad para ver y experimentar el mundo de nuevo, como en el caso de los artistas. "La otra noche tuve una prolongada conversación con uno de sus alumnos, y por primera vez advertí cómo un naturalista puede sentir a propósito de su trabajo lo mismo que un artista acerca del suyo... Debe de ser un gran maestro."16 Si bien las aptitudes de Agassiz como conferenciante le habían ganado un enorme y popular cortejo de seguidores, su reputación no era buena entre los colegas científicos de Harvard. El evolucionismo los dividía. Durante la década de 1850 se habían acumulado pruebas que socavaban la concepción biológica de Agassiz. Formado en la tradición de \a anticuada Naturphilosophie alemana, creía que el orden natural resultaba de la intervención continua de un Ser Supremo que apuntaba a la realización de un plan ideal. Rechazó persistentemente cualquier prueba o teoría de que el cambio fuera una mera consecuencia de leyes físicas. A esa clase de ideas materialistas la rotuló como "la maldición de la ciencia".17 Estaba persuadido de que todo animal se adecua a un tipo ordenado divinamente desde el comienzo de los tiempos. Cuando pruebas geológicas demostraron que en el pasado se habían producido catástrofes tales como la de la Edad de Hielo, Agassiz explicó la reaparición de especies análogas como resultado de creaciones múltiples que repetían el plan de Dios. Insistió también en que la distribución de plantas y animales era estática. Su canon estaba conformado por especies ideales, creaciones múltiples, catastrofismo y distribución geográfica estática, y marcó a fuego al darwinismo como herejía materialista, por mejor fundado que estuviera. Aunque también Asa Gray era un hombre religioso, se mantenía más abierto que Agassiz ante las pruebas científicas. Sus propias investigaciones en Hawaii confirmaban la conclusión de Darwin en cuanto a que las especies creadas independientemente eran un mito. Cuestionó abiertamente a Agassiz ante la comunidad científica. Criticó la tendencia de Agassiz a estar siempre "escribiendo y hablando ad populum"18 Cada vez más, él y Wyman veían en Agassiz un obstáculo para el desarrollo de la ciencia en Harvard. La batalla pasó gradualmente desde el alto nivel de la ciencia a las invectivas personales. Agassiz criticó públicamente a Gray por haber adoptado lo que según él era "una teoría agradable pero falsa", y Gray amenazó con "taparle la boca a Agassiz con sus propias palabras". La acritud de la disputa llegó a un punto tal que Agassiz retó a duelo a su distinguido colega.19 El Origin of Species de Darwin había sido publicado dos años antes del ingreso de William, pero la [p. 155] brecha que dividía al cuerpo de profesores se había producido con más (le una década de antelación. James tomaría el partido de Wyman, que fue quien primero le hizo conocer la teoría de la evolución.
15
Agassiz, “Methods of Study in Natural History”, 214, 222. TCWJ, 1:211. 17 Lurie. Louis Agassiz, 254. 18 Duprée, Asa Gray, 229. 19 Ibid., 270-323. 16
10. LA CIENCIA BASICA CONTRA LA FARSA DE LA MEDICINA [p. 156] La medicina me recompensaría, y yo seguiría ocupado en temas que me interesan, ¡pero cuánto hay en ella de trabajo penoso y de qué tipo desagradable! William James, 1863 (1) William tenía la sensación de que había elegido una ruta errónea desde el inicio mismo de su carrera en Harvard. En su cuaderno de apuntes escribió un proverbio que resume con elocuencia su situación conflictiva: "On ne va jamais si loin que lorsqu'on ne sait pas où on va"1 (nunca se llega tan lejos como cuando no se sabe adónde se va). No le gustaba la química. Estaba perplejo, y se quejó de tener que "emplear la mayor parte de mi tiempo estudiando". Aunque la pequeña clase de doce alumnos (en Harvard cada clase llegaba a tener frecuentemente dieciocho alumnos) prometía "momentos muy gratos", sus cartas eran humorísticas en la superficie, pero desdichadas. A una prima le comentó bromeando que "escribir en la mitad de la semana es una licencia inaudita, pues debo trabajar, trabajar, trabajar". Deploró burlonamente su destino: "La implacable química reclama su víctima desventurada”.2 Hacia la primavera ya se había aficionado al trabajo de laboratorio e informó sobre la transformación alquímica de la tela en azúcar. "Estoy estudiando química orgánica. Probablemente Mamá sorprenderá al saber que ayer destruí un pañuelo, pero era uno viejo y, aunque quemado, está muy bien."3 El buen humor no llegaba a ocultar la falta general de entusiasmo. Aunque seguiría estudiando con Eliot un segundo año, la lista de lecturas que llevaba demuestra que intelectualmente estaba viviendo en otra parte. Tal como lo recordó Charles Eliot, "James era un alumno muy interesante y agradable, pero no estaba totalmente dedicado al estudio de la química", A juzgar por la correspondencia de William, ése era un eufemismo. A continuación Eliot informa sobre la mala salud de James: "Durante los dos años en los que estuvo inscripto como alumno de química, su trabajo se vio muy [p. 157] obstaculizado por su mala salud, o más bien por algo que yo imaginé que era una constitución nerviosa delicada".4 William le confió a su prima Kitty Prince que, después de un año y medio de trabajo intenso, "el primer desborde del entusiasmo por la química" estaba "algo apagado".5 Puesto que su hermano Garth Wilkinson le había bosquejado al padre algunos de sus planes para el futuro, William hizo burlonamente lo mismo. "Así como Wilky sometió a tu consideración un resumen de su historia futura para los próximos años, yo haré lo mismo, esperando lograr tu aprobación. Así: un año de estudio de química, después un período lectivo en casa, a continuación un año con Wyman, un año de educación médica, cinco o seis años con Agassiz, y entonces la muerte, la muerte, la muerte, con exceso y plétora de conocimientos"6 Dos temas aparecen reiteradamente en su correspondencia desde la Escuela Científica: una preocupación creciente por la locura y una sensación cada' vez más intensa de que era urgente ganar dinero, No abandonaba su habitual exterior jocoso, pero su humor encubría escasamente el miedo que experimentaba a sufrir un colapso, como el padre. El dinero fue inicialmente una preocupación de los progenitores, pero él la asumió pronto. Esa angustia se sumaba a la incomodidad causada por la dirección científica que había tomado. No están claras las razones por las cuales sus padres, en particular la madre,' se preocupaban tanto por el dinero que William estaba gastando. Quizás los inquietó la inflación provocada por la Guerra Civil. Quizás sus pérdidas en el pánico de 1857 y el gran estilo con el que habían estado viviendo durante veinte años agotaron la herencia de Henry. En todo caso, ambos progenitores hicieron saber inequívocamente que William tenía que hacer planes para ganarse la vida. El miedo a la locura y la necesidad de ganar dinero convergieron y cristalizaron en la decisión de estudiar medicina, como Agassiz , Wyman y Gray lo habían hecho antes que él. Pero era tan desdichado como lo fueron ellos cuando renunciaron a la ciencia básica. En vista de su preocupación, no es sorprendente que la psiquiatría haya sido la rama de la medicina que más lo atrajera. (2) En las primeras cartas que William envió desde Cambridge, el tono era típicamente humorístico y enérgico, pero sus ojos estaban prontos a percibir al orden racional sojuzgado por una perversión decisiva y maligna. El tema de sus dibujos emerge ahora con la forma de un humor negro acerca de él mismo y de sus Epígrafe: LWJ, 1:44. 1 LSS. 2 LWJ, 1: 34, 40. 3 TCWJ, 1: 212. 4 LWJ, 1: 31-32: 5 LWJ, 1: 43 6 TCWJ, 1: 211.
corresponsales. Una carta escrita durante su primera semana en Cambridge lo presenta como una personalidad dividida, oscilante entre el júbilo cuando llegaba correspondencia de la familia, y la tristeza cuando encontraba el buzón vacío. Ese problema era bastante común entre los novatos del college, pero las imágenes a las que recurría William resultaban' inusuales. "Nunca un [p. 158] solo ser se pareció tanto a dos seres diferentes como en mi caso... Tristemente, con la desesperación inscripta en mi pesada frente, me deslizo por la calle hacia la oficina de correos, mientras las mujeres, niños y estudiantes se aplastan involuntariamente contra la pared a mi paso, como si llevara la maldición de Caín estampada en el rostro. Pero cuando salgo con una carta, un gentío me acompaña por lo general hasta mi casa, atraído por mis gestos y mi aspecto, impetuosos y excitados."7 En la hoja de la carta aparecen dos dibujos, que ilustran los extremos del júbilo y la depresión. Una de las figuras parece más feroz que desesperada, con ojos penetrantes, pelo sobre la frente y quijada resuelta, mientras cruza la página con irritación y a paso largo (figura 8). La segunda figura está bailando. Su equilibrio es precario, el rostro muestra una mueca enloquecida, y su exuberancia ha hecho literalmente volar el sombrero de la cabeza. Los labios sonríen, pero los ojos están hinchados y el rostro presenta arrugas, como si perteneciera a un hombre que ha envejecido prematuramente. Si en una de las figuras aparece la marca de Caín (la violencia), en el rostro de la otra se percibe el costo de ocultar esa violencia con una máscara de jocosidad. * Más tarde, durante ese mismo mes, William recibió una fotografía de su prima Minny Temple, quien se había hecho recortar el pelo muy corto. En su respuesta, él. se pintó a sí mismo como un loco digno de ser estudiado por sus profesores con formación médica. "Mientras yo continuaba leyendo sin tener conciencia de la emoción que traicionaba, se reunió una gran multitud. Los profesores Agassiz y Wyman se acercaron corriendo con sus cuadernos de apuntes y procedieron a registrar observaciones de la mayor importancia científica." La visión de la foto de su prima privada de sus rizos lo excitó tanto que tuvo que apelar al carro de los bomberos. "Apareció el carro de los bomberos, pero con arrogancia les hice señas de que se fueran y me zambullí a cabeza descubierta en las entrañas frías y tenebrosas de la noche, para recobrar mediante el ejercicio violento el uso de mis facultades de razonamiento..." Ya en esa época temprana, mucho antes de convertirse en médico y psicólogo, William se prescribió humorísticamente el tratamiento para la "locura" que iba a ser característico de su filosofía terapéutica ulterior: la actividad vigorosa. La acción y la vida enérgica eran antídotos de lo irracional para el estudiante, como llegarían a serio para el psicólogo en que ese estudiante se convertiría con el tiempo. Su caracterización retozona de la "locura" de Minny demuestra que estaba familiarizado con la ciencia de la fisiognórnica, el estudio de la mente y la [p. 160] personalidad tal como las revela la estructura del rostro. "Con frecuencia he tenido relampagueos de una duda horrible a propósito de esa muchacha. Ocasionalmente he sorprendido una mirada de sus ojos furtivos, una mirada tan violenta tan horripilante, tan extraña, que me congeló la médula de los huesos... He observado fugaces matices expresivos de su rostro, tan breves pero, ¡ay!, tan agudamente preñados de los misterios de la manía... ¡inhumanos, vampirescos, de astucia diabólica.... La locura acecha claramente en ese ojo espeluznante se estampa indeleblemente en los arcos de las ventanas de la nariz y la curva de los labios, y acechando en la curva suave de la mejilla está pronta a irrumpir en un fuego devastador". Al escribir esa carta evoca William muchas de las imágenes que se hallan en sus dibujos de 1859-1860. Impulsos "violentos" "horripilantes", "inhumanos", "varnpirescos" se ocultaban acechantes para abatir la razono La aparición de la depresión y la desesperación debe de haber hecho que WiIliam se preguntara si no estaba destinado a padecer un colapso, lo mismo que su padre veinte años antes. En la medida en que cooperaba con las estrategias que su padre había desarrollado para encarar su propia culpa, inconscientemente se encaminaba hacia esa senda espantosa. William concluye con una referencia al doctor Prince, un pariente político que era psiquiatra en el Hospital Estadual para Insanos de Northampton.** Estaba seguro de que "a esta altura debe de estar en las manos del doctor Prince"8 *El tema de la locura es especialmente difícil de seguir a causa del modo en que los estudiosos anteriores han compilado la correspondencia. Ralph Barton Perry, Henry James el novelista y Henry James el hijo de William. han publicado diversos fragmentos de esta carta. El hermano de William fue el único que incluyó este fragmento en articular, mezclándolo con otra carta de fecha diferente. [p. 158] ** Katharine Barber James (1834-1890) erala cuarta hija del reverendo William James. En 1860 fue hospitalizada en el Hospital Estadual de Northampton (Massachusetts), donde la atendió como médico el doctor William Henry Prince. Se casaron en octubre de 1861. “Kitty” siguió intermitentemente enferma el resto de su vida. El doctor Prince se suicidó en 1883. [p. 160] 7 8
NSB, 129. LWJ, 1: 37-39.
Dos años más tarde, pensó de nuevo en el doctor Prince al encarar la decisión el ingreso en la escuela médica. Una vez más hizo bromas acerca de su locura explicándole a su prima Katherine que no la visitó cuando tuvo el impulso de hacerlo porque no sabía si no iban a "encadenarlo en su asilo". Esa humorada podría haber sido recibida como una broma poco feliz, de no haber William continuado comentando que pensaba convertirse en psiquiatra. "De todas las especialidades de la medicina, diría que aquella a la que se dedica el doctor Prince es la más interesante. Me gustaría mucho verlo a él y a sus pacientes en Northampton antes de, tomar una decisión." Le dijo francamente a su prima que la medicina lo atraía debido al apremio de tener que ganarse la vida. "Después de todo, el gran problema de la vida parece consistir en cómo mantener juntos el alma y el cuerpo, y debo tener en cuenta el lucro." Había un matiz de envidia por la situación favorecida de las mujeres. "Supongo que tu sexo al que le llevan o deberían llevarle el pan, sin que tenga que salir a buscarlo: no tíene Idea de la tremenda responsabilidad de tal opción."9 En las cartas de William puede encontrarse una crónica de la tensión creciente [p. 161] del joven acerca del dinero, y del cambio sorprendente en la actitud de los padres respecto del mismo tema. Mary James planteó el problema del dinero tempranamente, insistió en la responsabilidad monetaria y provocó la ira de su hijo, velada con jocosidad. El ruego que este último formuló el 7, de setiembre de 1861 ("por favor, dile a Papá que me envíe algún dinero de inmediato"), hizo que Mary James se abatiera sobre él. Le pidió que llevara un registro de las sumas que recibía y de la manera en que las gastaba. Esta no puede considerarse una solicitud extraña, tratándose de un joven que por primera vez se había separado de su familia, fueran cuales fueren los recursos de ésta. Lo notable consistió en el cuadro de la estructura familiar, emergente en la respuesta de William. Aunque Henry padre envió el dinero solicitado, Mary James se consideró responsable de seguirle la pista. William pensaba que ese sistema era extravagante e inconveniente. Le mostró la demanda de su madre a Wilky, quien había ido a visitarlo desde la escuela en Concord. Wilky no dudó en formular una teoría explicativa. William aguijoneó astutamente a su madre con las palabras de su hermano, aunque sin asumirlas como propias, por considerarlas "ingenuas". "Wilky... me hizo gracia con su interpretación ingenua del pedido sumamente razonable de Mamá en el sentido de que 'lleve un memorando de todo el dinero que recibo de Papá'. El pensó que se trata de que ella pueda saber exactamente qué sumas sacrifica en realidad su pródigo filósofo, y que ello se debe a la desconfianza que le provoca su generosidad." En apariencia renuente a decir una cosa así directamente a su madre, confesó que tampoco a él le parecía del todo inexacta.10 Lo que de ese modo manifestaba acerca de la teoría de Wilky era que la "prodigalidad" constituía un rótulo que los hijos de Henry podían atribuirle fácilmente, a pesar de la vaguedad de la historia juvenil del padre. Además, a Mary James se le asignaba el rol de controlar el vicio de su marido y de erradicar cualquier señal temprana del defecto en su hijo. Ser pródigo era una identidad negativa -algo que no había que ser- y así lo reconocía el resto de la familia. Una broma familiar apuntaba a una tragedia familiar. Y William James se encontró, por razones desconocidas para él, a punto de que le dieran una mano de la brea que maculaba a su padre. (3) Aguardando su primer feriado en el college correspondiente al Día de Acción de Gracias, reconoció que estaba dispuesto a aceptar ese juicio. Una vez más bromeó acerca del rechazo que sentía, pero por debajo del humor había dos generaciones de historia familiar que estaban por absorberlo. "El Día de Acción de Gracias está a menos de dos semanas, y entonces, ¡oh, entonces!, probablemente un recibimiento frío, medio rechazante, sin becerro gordo ni una sabrosa [p. 162] hogaza de pan recién horneada -pero no me atrevo a pensar en ese aspecto del cuadro-."11 ¡Qué fácilmente pensó en la parábola del hijo pródigo! ¡Y porque fruslerías, en comparación con la juventud "salvaje" de su padre! Al principio William trató cariñosamente a su madre para que perdiera el temor. "Querida Mamá, no te inquietes por mí innecesariamente. Confía en que de cualquier modo no caeré en ningún derroche prolongado." Le molestaba lo que le pareció una preocupación indebida por sus gastos en el college, pero veló sus sentimientos con buen humor. "Aprecio, querida Mamá, que no quieras que tus hijos piensen que eres una persona pesada que 'repite fastidiosamente los temas desagradables por siempre jamás', pero espero que no creas que ése es mi modo de sentir hacia ti. Sé que con frecuencia te he dicho eso en tono de broma, pero debes saber que fue pura chanza." Si el fantasma de William James de Albany hubiera estado atisbando por sobre el hombro de la mujer cuando ella leyó esa carta, se habría compadecido de ella y la habría 9
LWJ, 1: 43-44. NSB, 129. 11 LWJ, 1:42. 10
alentado a mantenerse firme. El había hecho el esfuerzo y fracasado con su hijo; quizás ella tuviera más éxito con el nieto. Si su estado de ánimo hubiera sido irónico, habría sacudido la cabeza ante los ítems de una página que enumeraba los gastos de William, quien derrochó veinticinco centavos de dólar en ostras, con la pobre excusa de no haber resistido la tentación al volver de Bastan sin cenar, "habiendo tomado un té que sólo incluyó pan, confituras y torta".12 Aparentemente treinta años no habían bastado para modificar el aura de autocomplacencia que rondaba a esos mariscos que el profesor Agassiz consideraba tan interesantes desde el punto de vista científico. A Mary James no la entusiasmó el humor de su hijo, o por lo menos no pensó que fuera gracioso. William dibujó a la familia en una carta de noviembre. Quizás la madre haya advertido que ella aparecía con una expresión del rostro particularmente maligna, en contraste con la figura de su esposo, vacilante y más benévola (figura 9). Insistió en que Henry le escribiera al hijo y la apoyara. La carta del padre tuvo una tímida respuesta. "Recibí tu carta la otra tarde con exquisito deleite, aunque es tan fuerte que haberla recibido me hizo avergonzar, más que otra cosa." Su contrita nota continúa explicando que él hizo "más ruido que el necesario a propósito de la cuestión" porque Wilky le había dicho que el padre ¡le iba a "romper la cabeza por gastar tanto"!13 En adelante controló sus gastos con mayor cuidado, y la batalla se apaciguó. Trató incluso de llevar cuentas: "Sesenta y un centavos en prestidigitación y una golosina, veinticinco centavos para una fotog. de un bebé negro, treinta y tres centavos en pasaje y entrada para escuchar a Wendell Phillips". Pero vaciló en sus esfuerzos, y después de haber dejado de llevar registros durante tres meses prometió solemnemente "dar vuelta la hoja". Intentó hacerla en un segundo año, sin conseguir que las cifras concordaran. "Tendrían que quedarme un dólar y noventa y ocho centavos, y tengo en realidad un dólar con dieciocho centavos; déficit de ochenta centavos." El descubrimiento del mes siguiente [p. 164] ("teóricamente tendría cincuenta y cuatro centavos; en realidad tengo ochenta y dos") lo lleva a extraer una feliz conclusión: "De algún modo ganados veintiocho centavos"; esto da lugar a un exultante" ¡Aleluya!"14 Después de regatear exitosamente con su casera, de la cual obtiene una reducción de cincuenta centavos en el alquiler, William corteja a su madre: "Ahora me pongo la mano sobre el corazón y con confianza espero de mi madre una mirada de aprobación que ella debe otorgarme. ¿No me he redimido de cualquier debilidad del pasado'?"15 Era claro que consideraba a la mujer responsable de todo el meneo. Así, cuando comenzó a estudiar botánica, hizo un comentario jocoso con un matiz hostil: "También he estado leyendo un poco de botánica, y no me quedan dudas de que terminaré estudiando esa ciencia en la tumba de mi madre, tal es mi entusiasmo ".16 Pero a pesar de la presión ejercida por Mary J ames, era Henry quien enviaba el dinero, y William es más solícito cuando le escribe al padre: "Lamento aparecer una vez más ante ti en mi antiguo carácter de mendigo... Tengo una gran necesidad de provisiones ... Por favor envíame el dinero inmediatamente".17 Al escribirle a Katharine Prince y subrayar su estrechez económica, bosqueja bromeando sus alternativas vocacionales: "Tengo cuatro alternativas: historia natural, medicina, imprenta, mendicidad. Podría aducir muchas cosas en favor de cada una de ellas. Las he enumerado por orden creciente de atractivo pecuniario". Esa lista demuestra cuán estrictamente definía sus opciones en los términos de su padre. La historia natural y la medicina eran carreras científicas que satisfacían las intenciones de Henry. La imprenta había sido el primer experimento vocacional del progenitor (ignoramos lo que sabía William sobre la fuga pródiga de 1830, si es que sabía algo), y en la época en que escribió esa carta estaba ayudándolo a elegir tipografía y a dar curso a la impresión de Substance and Shadow. La última alternativa, humorísticamente considerada la más lucrativa, era un fantasma del pasado y una profecía de su futuro. Un mendigo, lo mismo que un heredero, vive del sustento que le proporcionan otros. William ya había experimentado durante dos años las ventajas (y la humillación) de ser mantenido como alumno del college. Y sabía que su padre seguiría pagando sus cuentas mientras él continuara estudiando. En efecto, eligió la mendicidad como el modo más práctico de que él disponía para emular la vida de su padre como caballero ocioso. Aunque hizo el gesto de optar por la medicina, su corazón siempre estuvo en otra parte. Le escribió a su prima que "la medicina me recompensaría, y yo seguiría ocupado en temas que me interesan, ¡pero cuánto
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William James a Henry y Mary Walsh James, diciembre de 1861, MH. William James a Henry y Mary Walsh James, diciembre 15, 1861, MH 14 William James, Libro de cuentas, 1861, MH. 15 LWJ, 1: 50. 16 William James a Henry y Mary Walsh James, 1863, MH 17 William James a Henry y Mary Walsh James, diciembre de 1861, MH. 13
hay en ella de trabajo penoso y de qué tipo desagradable!"18 Acusó a la madre de empujarlo hacia los "potes de carne". "Imagino que hay una cariñosa cobardía maternal que haría que tú y cualquier otra madre contemplara con complacencia la prosperidad mundana de un hijo, aunque fuera lograda mediante algún sacrificio de su 'naturaleza superior'. Pero me temo que podría haber algo de angustia al mirar [p. 165] hacia atrás desde el pináculo de la prosperidad (necesariamente alcanzada, si no comiendo basura, por lo menos renunciando a alguna ambrosía divina) a propósito de la vida que se podría haber llevado en la persecución pura de la verdad. Parecería que uno no puede renunciar a eso a cambio de ningún soborno, por grande que sea."19 En ese momento la ciencia básica constituía el deseo de su corazón, como antes lo había sido la pintura. Y la medicina representaba el deber, lo mismo que la ciencia tres años antes, cuando- los pronósticos amenazantes del padre habían inclinado la balanza contra el arte. En 1864, el dinero, la presión materna y la desconcertante sensibilidad de la familia en torno del tema de la prodigalidad, una' vez más lo obligaron a optar contra sí mismo. (4) Durante el otoño de 1863, cuando sufrió una presión tal que lo obligó a tomar una decisión, William estuvo trabajando en el laboratorio de anatomía comparada de Wyman. Le escribió a Alice acerca de esa experiencia, describiendo el laboratorio como un escenario de horror gótico. "Trabajo en un vasto museo, solo en una mesa, rodeado de esqueletos de mastodontes, cocodrilo, etcétera, y las paredes me cercan con monstruos y horrores suficientes para helar la sangre. Pero no tengo miedo, y la mayoría de ellos están en frascos bien cerrados.''20 Sin duda estaba tratando de espantar a su hermana de dieciséis años, siguiendo la antigua tradición de los estudiantes de medicina novatos. Pero obsérvese el retorno de lo grotesco, que caracterizó sus dibujos de 1859-1860. Dos bocetos de 1863 subrayan el tema que vuelve a emerger. Esos dibujos presentan una tortuga caimán, en vista frontal (figura 10) y lateral (figura 11). La perspectiva de ambos dibujos produce la impresión de que el reptil está al nivel del ojo o sobrevolando al observador como una abrumadora fuerza destructiva. La energía animal de la figura 10 atrae la vista hacia los ojos salvajes y la boca amenazante, haciendo eco alosa, al ogro, el elefante y la pantera de la serie anterior. La boca abierta repite la impresión de alarido o bramido, una mezcla de los cazadores y cazados de los dibujos anteriores. Vista desde el costado, la bestia atisba malignamente desde lo alto, presta a caer sin misericordia sobre su presa. El modo en que William veía a la naturaleza difería marcadamente de la concepción que tenían al respecto su padre y Agassiz. El mal ocupaba un lugar en el mundo de Henry, pero principalmente como una ilusión desenmascarada por la ciencia. Cuando las legiones de la ciencia realizaban su trabajo sacro, el dolor y la destrucción se convertían en concesiones divinas al estado caído del hombre. En contraste, la bestia de William atisbaba malignamente desde arriba, como el Dios de Henry del Antiguo Testamento, pero su malignidad no estaba ligada a ningún orden moral. Era meramente viciosa. A las figuras [p. 167] ubicadas en lo alto que lo observaban y amenazaban sus movimientos, William sólo se atrevía a ofrecerles bromas veladas. Pero una vez más sus dibujos contaban una historia diferente. (5) Con el aliento de Wyman, William ingresó renuentemente en la Escuela Médica de Harvard en enero de 1864. Esa escuela médica estaba tan poco estructurada como la Escuela Científica Lawrence. No había requerimientos estrictos para la admisión ni examen de ingreso. William no tenía título alguno, pues no había llegado a graduarse en la Escuela Científica Lawrence. La vinculación de la escuela médica con la universidad era tenue, y el cuerpo docente de ocho profesores conducía lo que en lo esencial era una escuela autónoma. El núcleo del plan de estudios se cursaba en un período invernal de cuatro meses (de noviembre a 'marzo). Los alumnos asistían a clases magistrales durante cinco o seis horas por día, En la época en que ingresó William, había un período adicional de tres meses de verano (abril a junio), añadido con la finalidad de proporcionar experiencia clínica bajo la guía de los profesores, en lugar del antiguo sistema del noviciado. El plan de estudios siempre incluyó visitas al Hospital General de Massachusetts y conferencias clínicas con presentación de casos. * * En 1857 se introdujo un curso de dos años. En el primer año se estudiaba anatomía, anatomía patológica, cirugía, química, anatomía práctica y fisiología. El segundo año se dedicaba a botánica, zoología, teoría y práctica de la medicina, obstetricia, enfermedades de mujeres y niños medicina legal, medicamentos, anatomía práctica y observación clínica (The Harvard Medical School, 1782·1906, Boston, 1906,37·39, 74-77). [p. 167] 18
LWJ, 1: 43-44. LWJ, 1: 45-46. 20 LWJ, 1: 50. 19
Dos meses después de haber ingresado, William le manifestó con acritud a un amigo: "Hace un par de meses que he abrazado la profesión médica. Mi primera impresión es que en ella hay mucho de farsa, y que, con la excepción de la cirugía, con la cual a veces se logra algo positivo, el médico actúa en virtud del efecto moral de su presencia ven el paciente y su familia, más que de cualquier otro modo. También les saca dinero…21 Era obvio que no 10 hacía feliz haber abandonado la "ambrosía" de la ciencia pura por las "ollas de carne"* de la medicina. Charles Eliot daba clases tanto en la escuela médica como en la Escuela Científica Lawrence, y también tenía una posición crítica respecto de la profesión. "Un médico o cirujano norteamericano puede ser, y con frecuencia es, una persona tosca y no cultivada, carente de intereses intelectuales que no sean los de su profesión, y absolutamente incapaz de hablar o escribir con precisión en su lengua materna." Atacó vigorosamente la práctica de permitir que médicos pobremente entrenados atendieran al público. "Los errores de un médico o un [p. 168] cirujano joven ignorante o estúpido equivalen a envenenar, mutilar y matar", y estaba determinado -a hacer algo al respecto. Cuando se convirtió en presidente de Harvard, en 1869, introdujo un exigente examen de ingreso, y un plan de estudios de tres años. El ingreso de William se produjo algunos años antes de la instrumentación de esas reformas. 22 Cuando pasó de Cambridge a la escuela médica de North Grave Street, la anatomía fue una de las primeras materias que William cursó. Ya había estudiado algo al respecto en Ginebra, de modo que no era ningún neófito en la práctica de la disección. Al frente de la clase estaba Oliver Wendell Holmes padre. Por fortuna ya había pasado mucho tiempo desde la época en que era necesario procurarse cadáveres por cualquier medio; Massachusetts sancionó la primera ley destinada a asegurar el suministro legal de cadáveres para disección en 1831. Una vez más, los dibujos de William indican que ante cada cadáver desvaído estaba más interesado en los problemas de la muerte que en los detalles anatómicos. Se trata de dibujos casuales, estudios a medio realizar, a los que quizás se dedicó para distraerse mientras escuchaba al doctor Holmes señalar las estructuras preparadas por el demostrador, que ya había realizado la disección. Entre los bocetos se cuentan (figura 12, partiendo del ángulo superior izquierdo, en orden contrario a la marcha de las agujas del reloj) una cabeza parcialmente dibujada, un cadáver horizontal, una cabeza completa con la boca y los ojos abiertos, una figura vertical cubierta en parte por la horizontal y que parece haber salido de entre las nalgas de la última, con los pies adelante, y un pie con las uñas de los dedos crecidas, que parecen garras. Un perfil caricaturesco ubicado centralmente completa la secuencia. Podemos imaginar que seguimos las meditaciones del artista mientras el doctor Holmes exponía con elegancia, sin cuidarse de la somnolencia posterior al almuerzo de los alumnos (la clase. se iniciaba a la una de la tarde). Cuando el demostrador señalaba el mesenterio, el doctor Holmes lo comparaba con "los volantes fruncidos de las camisas de una generación anterior".23 Tal vez la mirada de William pasara del rostro aniñado del maestro al esqueleto que se veía en un rincón, perteneciente al profesor John C. Warren, el predecesor de Holmes (que había donado sus restos para que se los diseccionara, con el objeto de alentar a los ciudadanos locales a que hicieran lo mismo)24 Intentó un boceto del cadáver yacente ante él. un hombre delgado y musculoso cuyo cuerpo era enérgico, incluso en la muerte. El artista se limitó a indicar los brazos extendidos, y el perfil de las extremidades inferiores es incompleto, de modo que la figura parece carecer de pies. ¿Cómo era perder un pie o una pierna" El padre había perdido una pierna cuando niño. Miles de hombres jóvenes habían perdido miembros en la guerra, y muchos otros yacían enterrados en el campo de batalla de Gettysburg. Su atención pasó hacia el pie suspendido del borde de la mesa. Wilky había sido severamente herido en una pierna mientras conducía una [p. 170] carga del regimiento negro del coronel Shaw, en Fuerte Wagner. Fue llevado a su casa casi muerto, y para recuperarse debió permanecer meses en cama (figura 13). ¡Qué confusa es la línea que separa la vida de la muerte! El ojo de artista de William advirtió las uñas como garras. ¿Era cierto, como decían algunos que las uñas siguen creciendo después de la muerte? Tal vez insatisfecho con el rostro de su figura horizontal, porque parecía estar viva y gritando, intentó otro dibujo de detalle para aferrar la impresión de la muerte. La cabeza está afeitada, y tiene las mejillas hundidas. Reposa con todo su peso sobre la mesa como una piedra. La imagen del muerto pudo parecerle demasiado rígida y quiso retroceder al otro lado de la borrosa línea divisoria. *Las "ollas de carne" simbolizan la holgura económica; la expresión figura en Exodo, 16:3. [T.] [p. 167] 21
TCWJ, 1: 216. Samuel Eliot Morison, The Development of Harvard University since the Inauguration of President Eliot, 1869-1929 (Cambridge, Mass., 1930), 558-560. 23 The Harvard Medical School, 1782-1906 (Boston, 1906), 23. 24 Harvard Medical School,6-8. 22
De modo que dibujó una figura de pie, con miembros intactos pero sin cabeza. Quizás haya sido accidental que ubicara la figura vertical de manera que parecía colgar entre las nalgas de la horizontal. Quizás se divirtiera pensando en lo que podría decir el doctor David Humphreys Storer, el profesor de obstetricia, acerca de un parto con esa presentación anómala. Pero, ¿podía lo vertical y lo vital trascender lo horizontal y lo inerte? ¿Podía un hombre darse a luz a sí mismo? Con el tiempo, tal vez, cuando la lección de anatomía hubiera terminado.
11. VACACIONES EN BRASIL [p. 171] Hace veinticinco años, difícilmente un joven empleado podría esperar que le otorgaran un día franco, salvo como favor especial... Era una época en la que vivíamos bajo la revelación del proverbio estadounidense favorito (ni siquiera una media verdad, sino la invención de un Satán sin shabat ni vacaciones): "Mejor gastado que herrumbrado". Pero entre quienes lo repetian con mayor fe, ¿cuántos desde entonces se vieron forzados al ocio para arrepentirse de su cortedad de miras. .. ¿Quién que haya viajado por Europa no está familiarizado con el tipo del hombre de negocios norteamericano que ha perdido la salud, enviado al extranjero para recuperarse del colapso de su sistema nervioso? Con su semblante macilento y famélico, incapacitado por los hábitos de toda una vida para obtener placer de la contemplación pasiva... este americano ha sido educado de modo tal que mide a los hombres solamente por lo que ejecutan, y en absoluto por lo que son. William James, 1873 (1) La controversia sobre el darwinismo que socavó la reputación científica de Agassiz proporcionó a William una- bien acogida tregua en el aburrimiento de la Escuela Médica de Harvard. Como resultado del ataque de sus críticos científicos Y de la presión de sus aventuras de editor y coleccionista, la salud de Agassiz comenzó a fallar. Sus amigos temían que la prodigiosa avidez de trabajo del profesor lo condujera tempranamente a la tumba. Afortunadamente una observación realizada en la serie de conferencias de 18641865 dio a Nathaniel Thayer, un amigo rico, el pretexto para enviarlo al exterior y hacer que se tomara unas muy necesarias vacaciones. Agassiz había sugerido que un naturalista que explorara Brasil probablemente descubriría pruebas de la creación independiente de las especies, lo cual demostraría que Darwin estaba equivocado. Deseando proporcionar a su amigo la oportunidad de descansar, cuidar sus heridas y quizás hallar pruebas que validaran sus creencias, Thayer ofreció financiar esa expedición.1 Agassiz aceptó, pero de modo característico [p. 172] amplificó el programa, convirtiéndolo en un madurado proyecto científico que requería un equipo de cuatro naturalistas profesionales del museo, y seis estudiantes, uno de los cuales sería William James. Después de todo, William iba a tener su oportunidad de trabajar con Agassiz, y mucho antes del momento que él mismo había previsto en su cronograma de 1861. Y explorar con Agassiz le daría la oportunidad de volver a evaluar la carrera de naturalista. Además, la expedición olía a aventura y prometía ser un interludio estimulante, libre de la "farsa de la medicina". Aunque sus objetivos eran científicos, se trataba también de un viaje de descubrimiento personal. Dos generaciones abordaron el "Colorado", en el puerto de Nueva York, con la esperanza de resolver incertidumbres privadas. Agassiz tenía cincuenta y siete años y buscaba una renovación. Adornado con los jaeces de la fama y el poder, se había agotado en el estrado de conferenciante y en las luchas interiores de la política científica. La investigación había sido la fuente de su creatividad juvenil. La exploración en el Brasil (país cuyos peces prehistóricos fueron el tema de su primer libro), era "un esquema diferido por falta de oportunidad, pero nunca olvidado por completo".2 Para su deleite, el trabajo en el campo lo rejuvenecía (aunque se excedió en él según su costumbre), y retornó a Bastan haciendo votos de dejar de derrochar sus energías. Pero la metamorfosis fue incompleta, y pronto volvió a sus conferencias y al público que lo admiraba. A la edad de veintitrés años, William James esperaba recuperar como naturalista de campo la excitación interior que alguna vez había experimentado como pintor. Lamentablemente, descubrió que la biología de campo suponía un trabajo físico fastidioso. No era estimulante, era tediosa. Llegó a la conclusión de que su genio se adaptaba más a fines teóricos que prácticos, y se prometió que a su vuelta se dedicaría al estudio de la filosofía. Pero, lo mismo que su mentor, William sería arrastrado por el impulso de la vida que había dejado detrás. Retornó obedientemente a la escuela médica y a la "consecución de la visión de su padre. (2) El "Colorado" zarpó el 1º de abril de 1865. (El pasaje para todo el grupo profesional fue gratuito, cedido a Agassiz por la compañía de navegación.) Irónicamente, uno de los pasajeros era el obispo Alonzo Epígrafe: William James, “Vacations”, Nation, 16 (1873): 90-91. 1 Edward Lurie, Louis Agassiz: A Life in Science (Chicago, 1960 2 Louis y Elizabeth Agassiz, A Journey in Brazil (Nueva York, 1869), v.
Potter, yerno de Eliphalet Nott, del Union College, que había hospedado a Henry James padre, cuando éste huyó a Boston en 1829. En ese momento las consecuencias de aquella rebelión frustrada seguían operando en otra generación, y el obispo Potter era de nuevo testigo. Estaba enfermo, y esperaba recuperar la salud gracias [p. 173] al viaje, lo cual no sucedió. Murió poco después de que la embarcación entrara en los muelles de San Francisco. Con un buen humor menospreciativo, William informó a sus progenitores que Potter recordaba al padre. "El Ob. me dijo que conoce a papá y que él pasó algunos días en su casa cuando fue a Boston hace años." De haber Interrogado al obispo acerca del episodio de "hace años", William habría develado el secreto vergonzoso de su padre. Pero no lo hizo. En lugar de ello, permaneció al margen, observando, fascinado por la interacción entre Potter y Agassiz entre el sacerdote y el dote y el científico. El y el profesor Agassiz me dan la mejor ilustración que haya vistonunca del dicho ‘Yo te grazno a ti y tú me graznas a mí", aunque creo que Agassiz quedará un poco en desventaja con el digno Ob. a menos que se recupere mañana... El último domingo pronunció un sermón dedicado especialmente a nosotros, los "sabios", como nos llaman los ajenos, y nos predicó que debemos tratar de imitar la simple e infantil devoción a la verdad de nuestro gran conductor. Tenemos que renunciar a nuestras teorías favoritas de la transmutación, la generación espontánea etcétera, Y buscar en la naturaleza lo que Dios ha puesto en ella, en lugar de incorporarle algún sistema ideado por nuestra imaginación, etcétera,, etcétera (Vide Agassiz passim). El buen y viejo profesor se deshizó en lágrimas, y lloró profusamente... Estoy seguro de que las palabras... eran tan sinceras como cualquier cosa puede serlo en un hombre de madera como ese.3
Las cartas de James están llenas de pruebas de la percepción del carácter característica del futuro psicólogo, y también del amor del pintor por lo visualmente exótico. Pero no manifiestan ningún entusiasmo por coleccionar eespecímenes. Parecía más interesado en penetrar en la personalidad de Agassiz que en absorber las teorías biológicas del profesor. Al principio del viaje sorprendió a Agassiz en un revelador momento predatorio: Esta mañana le dijo algo característico a Mr. Billings... Mr. B. le había ofrecido prestarle algunos libros. Agassiz: .. ¿Puedo entrar en su camarote y tomarlos cuando yo lo desee,señor?" BiIlings, extendiendo el brazo dijo amablemente: .. ¡Señor, todo lo que yo tengo es suyo!" A lo cual Agassiz, lejos de sentirse confundido, replicó, agitando un dedo admonitorio ante el sujeto insensatamente generoso: "¡Tenga cuidado, senor, de que no me quede con su piel!" Esto es muy típico del hombre. Ofrecer los propios servicios a Agassiz es tan absurdo como lo sería que alguien de Carolina del Sud invitara a los soldados del general Sherman a compartir un refrigerio cuando llamaran a su puerta.4
Un mes más tarde, William trató de aprehender nuevamente la esencia de la personalidad de su mentor. "El profesor es un hombre muy interesante. Todavía no lo entiendo muy bien. Su charlatanerie es casi tan grande como su sólido valor, y ella parece de una clase infantil inconsciente por la cual no se lo puede condenar como a la mayoría de las personas.5 En setiembre, no obstante, como muchos otros, William sucumbió al encanto de Agassiz, aunque siguiendo menos interesado en la ciencia del hombre (con [p. 175] la cual estaba en desacuerdo) que en su estilo personal. Comunicó a sus padres que: He sacado mucho partido escuchando a Agassiz, no tanto por lo que dice, pues nunca ha proferido un hombre una cantidad mayor de patrañas, sino aprendiendo el modo de sentir de esa vasta máquina práctica que es él. Nadie va más lejos en una generalización que su propio conocimiento de los detalles, y se tiene una sensación de peso y solidez en cuanto al movimiento de la mente de Agassiz, debido a la continua presencia de ese gran horizonte de hechos especiales, sensación ésta mayor que la que en el mismo sentido suscita la mente de cualquier otro hombre que conozca... Al principio sólo vi sus defectos, pero ahora sus maravillosas cualidades los han desplazado por completo a un segundo plano.6
La llegada a Río de Janeiro excitó la sensibilidad artística de William. Lo llevaron a un estado de éxtasis la grandeza de las montañas y el verde lozano de la vegetación. El puerto coincidía con la imagen que él tenía de una pintoresca ciudad "africana" por su arquitectura y su efecto plástico. Había muchos nativos "africanos" en las calles, y los dibujó con palabras y líneas. "Los homres usan unos pantaloncillos de lino y unas camisas cortas del mismo tipo de tela; las mujeres llevan enormes turbantes y tienen un peculiar andar 3
TCWJ, 1: 217-18. LWJ, 1: 57. 5 TCWJ, 1: 219. 6 LWJ, 1: 65-66. 4
ondulante al que en ninguna parte he visto nada que se le aproxime. Sus actitudes cuando duermen y yacen en las calles son pintorescas en sumo grado" (figura 14).7 El viaje al interior le resultó aun más estimulante desde el punto de vista estético. "Sólo gritos salvajes inarticulados" podían expresar la suntuosa intensidad de la experiencia. "La brillantez del cielo y las nubes, el efecto de la atmósfera, que da su distancia proporcional a los diversos planos del paisaje, hacen que admiremos a la antigua Naturaleza. Casi llegué a creer que mi gozo de la naturaleza se había extinguido, pero aquí ella golpea de una manera tan intensa y maravillosa que abruma a la más vulgar de las percepciones." No puede sorprender que encabezara su carta con las palabras "Sede Original del Jardín del Edén".8 Desde el principio William demostró poco entusiasmo por el trabajo de la expedición, y mientras recogía peces de la bahía muy pronto apareció su escepticismo acerca de la totalidad del proyecto. "Aunque ya hemos recogido varios bushels de diferentes cosas, no hemos hecho nada que no hubiéramos podido hacer también desde Boston."9 Consideró seriamente la posibilidad de volver a Estados Unidos. Como muchos jóvenes ayudantes en la investigación, estimaba que su trabajo era servil y que no concordaba-con sus aspiraciones científicas. "Todo mi trabajo será mecánico, consistirá en encontrar objetos y empaquetarlos, trabajando en ello tan duramente y viajando tanto que no tendré tiempo en absoluto 'para estudiar su estructura." Comprendió con disgusto que todo "el asunto se reduce a pasar unos cuantos meses haciendo ejercicio físico"10 Lo mejor que podía decir de la experiencia era que resultaría buena para su desarrollo moral. "Si hay algo que odio, es recoger especímenes. Creo que no [p. 176] se adecua en absoluto a mi carácter, pero aseguró a su familia- por esa misma razón el pequeño ejercicio al que me obliga aquí es lo mejor para mí. Me estoy volviendo muy práctico, ordenado y formal."11 Y ese tono moralizante acerca de la dulzura de la adversidad, persistió. Al final de la expedición habría de asegurar a su "querida Mamá" que consideraba el episodio como una de las partes de su vida mejor aprovechadas, pero que "ya estaba bien así".12 (3) En mayo enfermó seriamente y tuvo que ser hospitalizado. Lo que comenzó como una aventura festiva se convirtió en un desastre capaz de poner en peligro la vida. Al principio se temió que tuviera viruela, pero finalmente se le diagnosticó varioloide, una forma más leve de la enfermedad. Como consecuencia del ataque perdió brevemente la vista y cayó en una depresión. * La ceguera finalmente se aternperó, pero los ojos siguieron doliéndole y quedaron "débiles" -síntomas éstos de aparición recurrente durante el resto de su vida-. Una vez más temió que se lo pudiera acusar de prodigalidad, pues su hospitalización había costado "casi 200 dólares". Sin embargo, el dinero no era su preocupación principal. En una profunda autoevaluación realizada durante su recuperación, confesó que había tenido serias dudas desde antes de que el "Colorado" zarpara de Nueva York, en el mes de abril. "Recelé... desde antes de partir, pero tenía tanto entusiasmo, y el aspecto novelesco de la cosa me parecía tan grande, que ahogué todas las dudas. En el terreno la novela se desvaneció y los recelos emergieron. Esta vez estoy decidido a escucharlos."13 Formuló esa sensación de inautenticidad en términos coherentes con la lección que había aprendido de Ruskin en 1860. El genio no debe ser forzado. La apelación romántica a la autoexpresión en el trabajo que. había justificado su experimento con la pintura servía en ese momento para sustentar su decisión de abandonar la biología de campo. "En el buque empecé a leer los viajes de Humboldt. Apenas había abierto el libro cuando me pareció que era objeto de una iluminación. 'Santo Cielo, cuando tales hombres son designados para realizar el trabajo de viajar, explorar y observar en beneficio de la humanidad, hombres que gravitan en sus obras como el aire e-n nuestros pulmones, ¿qué· necesidad, qué asunto tenemos que atender nosotros, ajenos, para correr jadeando detrás de ellos y tratar laboriosamente de servir como sus sustitutos? Hay hombres que pueden hacer todo el trabajo que el mundo necesita, sin que el talento de cualquiera de ellos tenga que esforzarse.' " Aunque Ruskin validaba la jugada, William no se sentía completamente cómodo. [p. 177] * La ceguera fue probablemente causada por una queratitis variolosa. 7
LWJ, 1: 58. TCWJ, 1: 220. 9 TCWJ, 1: 219. 10 LWJ, 1: 61. 11 LWJ, 1:69. 12 TCWJ, 1: 225. 13 William James a Henry y Mary Walsh James, junio 3, 1865, MH. 8
Deseaba otra cosa, pero admitió avergonzado que no era como esos hombres en los cuales "la resistencia del mundo" genera "valor y energía". Se resignó a una posición más pasiva. "Estos versos parecen satisfacerme, aunque para muchos serán el colmo de la indolencia y la vileza: 'Ne forçons point notre talent,/Nous ne ferions rien avec grâce,/Jamais un lourdaud , quoiqu'il fasse,/Ne deviendra un galant.'”* Era además demasiado consciente de que la falta de interés en los asuntos prácticos y la renuencia a obligarse a sí mismo eran características que compartía con su padre. Los dos pretendían ser pensadores. "Las actividades de los hombres" son de dos tipos: algunas tienden a "asir circunstancias externas", y otras a "luchar para poner orden en su propia mente, que está cabeza abajo. Querido padre, tú debes saber de lo que hablo". Su viaje al Brasil le había enseñado, por lo menos, que además de la pintura, la filosofía era la disciplina más adecuada a su temperamento. "Ahora creo, afortunadamente, que estoy hecho para una vida más especulativa que activa", escribió, pero esta perspicaz apreciación no determinaría una actitud consecuente hasta muchos años después. No estaba seguro de su talento para la filosofía. Se describió a sí mismo como "uno de los más livianos de los pesos pluma", pero no era eso lo que lo haría dudar.14 Todavía debía satisfacer el deseo de su padre de tener un hijo científico. (4) A lo largo del viaje, William osciló entre afirmar la importancia de la autoexpresión y ensalzar las virtudes el trabajo empeñoso. Cuando se estaba recuperando, anhelaba volver al hogar y argumentó contra la lucha. Después de haber decidido quedarse con la expedición y realizado una cuota de trabajo práctico, pensó que esforzarse era ventajoso. Sus descripciones de los brasileños reflejan sus puntos de vista cambiantes. Al principio le pareció que su paso más lento resultaba pintoresco. Pero cuando él mismo fue arrastrado por la frenética estela de Agassiz, los comparó desfavorablemente con los trabajadores norteamericanos. La modorra y la ignorancia brasileñas están empezando a impacientarme. Estos indios son particularmente exasperantes por su pereza y estolidez. Sería divertido si no fuera tan irritante ver lo imposible que es hacer que alguno se apure, por más inminente que sea la emergencia... Antes no tenía idea de la grandeza real de la energía norteamericana. Por ejemplo, aquí proveen de leña al buque a un ritmo (en conteo aproximado) de ocho a doce [p. 179] leños por minuto. Les toma dos horas y media cargar la misma cantidad que en casa se acopia en menos de quince minutos.15
Si los indios representaban una pauta negativa de indolencia cuando él desbordaba de entusiasmo por el trabajo, Agassiz ofrecía un modelo negativo de la labor excesiva. William le escribió a su padre que nunca había visto a un hombre trabajar tanto. "Desde que está en el Brasil, física, intelectual y socialmente ha realizado el trabajo de diez hombres diferentes; el único peligro es que exagere." Estaba dispuesto a esforzarse en alguna medida, pero se cuidaba de convertirse en una "máquina" como Agassiz, que estaba "delgado y nervioso" a fuerza de trabajo arduo.16 El profesor no se contentaba con posar para retratos verbales; también estudiaba a William con ojo crítico. William comprometía a sus corresponsales a guardar el secreto, pero Agassiz no vacilaba en decirle al joven directamente lo que pensaba. "El profesor me está proporcionando una formación muy valiosa -le escribió a su madre->; me vapulea a diestra y siniestra y me hace tomar conciencia de muchas de mis imperfecciones." A pesar de su desacuerdo con la biología de su mentor, estaba dispuesto a prestar oídos a las evaluaciones respecto de su propio carácter. "Esta mañana dijo que yo estaba 'totalmente ineducado'. Ya me ha hecho mucho bien. y evidentemente me hará más antes de que nos separemos.17 Agassiz no sólo criticaba la educación errática de William: también estimó con exactitud las desventajas que representaban para sus ambiciones la pereza y la falta de disciplina. " 'James... algunas personas lo consideran un joven brillante, pero cuando tenga cincuenta años -profetizó-, si todavía hablan de usted, lo que dirán será esto: James, oh si... lo conozco, fue un joven muy brillante.'”18 William James de Albany no había logrado inculcar en su hijo errante el evangelio del trabajo, y en ese momento Agassiz, in loco parentis, se lo predicaba tardíamente y con buen resultado al nieto. * No forcemos nuestro talento,/No lograremos hacer nada con gracia,/Nunca un zopenco, por más que haga,/Se convertirá en un caballero. [p. 177] 14
Ibid. LWJ, 1: 66. 16 Ibid. 17 TCWJ, 1: 222. 18 LWJ, 1: 56. 15
(5) A pesar de la enfermedad, la permanencia de William en Brasil fue un período tranquilo. El trabajo físico al aire libre en refulgentes paisajes tropicales le proporcionó una bien acogida distracción respecto de la escuela médica. Sus dibujos brasileños reflejan el cambio de su mundo emocional. Mientras que los bocetos de Ginebra, Newport y Boston muestran una rabia mordiente, los bocetos brasileños son más serenos. Las figuras humanas aparecen en momentos de contemplación y reposo (figuras 14 y 15), suscitando una sensación de quieta energía, que presenta un contraste agudo con la intensidad macabra y nerviosa de los trabajos anteriores. A pesar de sus quejas acerca de la languidez de los brasileños, su ojo de artista hallaba placer en las líneas sensuales y garciosas de un [p. 181] indio que meditaba mirándose las manos, y en la satisfacción sedentaria de un hombre fumando su pipa suavemente sostenida. Incluso los dibujos de animales son diferentes. Sólo un mono presenta una sugerencia de intensidad colérica en sus ojos y en una boca tensa que recuerdan los dibujos de 1859-1864 (figura 16). Pero la energía agresiva es muda y se desliza hacia la tristeza. Otras dos cabezas de mono, una vista de frente y otra de perfil, parecen humanas y notablemente filosóficas (figura 17). En contraste con la rapaz tortuga caimán y la pantera en el estilo de Delacroix, los espirituales y sabios monos brasileños hacen creíble la teoría de Darwin acerca de los orígenes del hombre. En Boston, James había anhelado disponer de ocios, pero con nueve meses de reposo tropical detrás de sí, estaba ansioso de cambio. Incluso el duro invierno bostoniano le parecía admirable desde su paraíso tropical. Le escribió a su madre: No creo que puedan entenderme, pero la idea de la gente pululando como lo hace en casa, matándose pensando en cosas que no tienen ninguna vinculación con sus circunstancias meramente externas, estudiándose afiebradamente, enloqueciéndose por la religión, la filosofía, el amor... respirando perpetuamente gas recalentado y excitación, convirtiendo la noche en día, parece casi increíble e imaginaria… Me estremezco de alegría cuando pienso que dentro de un corto mes partiremos con destino a casa. ¡Bienvenidas sean las olas azules! ¡Bienvenidos el fango y el hielo nativos, y las estufas de hierro fundido, los negocios, el teatro, los amigos-y todo!19
Durante el viaje a bordo del "Colorado", el profesor Agassiz había pronunciado conferencias diarias ante sus colaboradores. La última de la serie estuvo dedicada al tema de la metamorfosis. Según Agassiz interpretaba los hechos, un [p. 183] individuo podía experimentar una transformación estructural muy importante (metamorfosis) durante su crecimiento, pero la prole adulta era indistinguible del progenitor, lo cual confirmaba el carácter fijo de los límites entre las especíes.20 Agassiz hablaba de estructuras físicas, pero esta concepción sirve también como metáfora del crecimiento psicológico. El problema personal central que William enfrentaba era análogo al problema científico que la expedición trataba de resolver. ¿Estaba la progenie inevitablemente limitada por un diseño preexistente hereditario? ¿Tenía él que seguir la pauta establecida por su padre? ¿Era la especie jamesiana fija e inmutable, o había lugar para la evolución y la novedad? La expedición Thayer trabajó con diligencia, pero en 1866 tanto los resultados científicos como personales de la aventura eran aún penosamente indecisos.
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TCWJ, 1: 225. Lurie, Louis Agassiz, 253-80.
12. EL USO Y ABUSO DE LA ENFERMEDAD [p. 184]
Conozco una multitud de personas que procuran con celo determinar las leyes de la salud y adecuarse a ellas, pero no encuentro que tengan éxito en asegurarse la salud o la alegría. Millares de robustos pecadores a derecha e izquierda disfrutan de más de lo necesario de una y otra, mientras que estos pálidos cautivos de la angustia, que toman conciencia de cada bocado que comen, y diariamente se remojan en una limpieza superflua, y circulan por el mundo jadeando en busca de aire puro, sólo logran ser más espectrales cada día… Abandonemos estos métodos puramente individuales para vencer al mal, y asumamos de una vez por todas el método social, que es el único provechoso… Tenemos que recuperamos juntos, o no nos recuperaremos en absoluto… Henry James padre, 1859
Los genios son plantas sensibles ... Tienen que ser tratados con cariño. No necesitan vivir en medio de lo superfluo, pero deben estar libres de cuidados fatigantes; necesitan libros e instrumentos; siempre trabajan con exceso, de modo que es preciso que se tomen vacaciones generosas, y por sobre todo necesitan ocasionalmente viajar mucho, en interés del desarrollo de su alma. William James, 1906 (1) William retornó al anhelado invierno bostoniano. Después de un mes de reuniones con sus amigos de Cambridge, se dedicó de nuevo a la opaca tarea de obtener su título médico. Cuando inició sus estudios de medicina, en 1863 tenía una opinión pobre de la profesión, y no cambió de idea durante los tres años siguientes, mientras trataba de recibirse de doctor. En el verano de 1866 le dijo a un amigo que estaba resignado a ganarse la vida con el negocio de la [p. 185] medicina "como cualquier otro hombre de décimo orden".1 Al final del año describió el proceso de obtener un puesto en un hospital como si hubiera vendido cínicamente su alma. "El momento presente es muy excitante para un joven ambicioso de la Escuela Médica ansioso por ingresar en el hospital. Esta semana llegó a su culminación el halagar a los médicos, el formularles pregunta inteligentes después de las conferencias, el ofrecerse para hacerles diligencias, etcétera… Tengo un poco de miedo de fracasar, con mi talento para la adulación y el servilismo."2 En la primavera siguiente, durante los ejercicios iniciales, tenía plena conciencia de la pobre calidad científica de las tesis presentadas por los graduados. En el rostro de Agassiz, él veía "sorpresa, pena y disgusto mezclados", confirmando su propia impresión. En 1869, cuando finalmente completó su trabajo para obtener el título, resumió la experiencia con una combinación de alivio y desdén. "De modo que he cerrado una época de mi vida..." Lo que esa época proporcionaba, más allá de algún interés ocasional en los temas médico, era la oportunidad de "ver un poco los trabajos internos de una importante profesión y de aprender de ellos, como en un ejemplo promedio, el modo en que se realiza todo el trabajo de la sociedad humana"3 En su opinión, la medicina seguía siendo un oficio farsesco para mentes de décimo orden e inadecuada para su carácter. Cuando William reanudó su entrenamiento con un empleo veraniego en e1 Hospital General de Massachusetts, en 1866, estaba en la cresta de una ola de buena salud. Pero al cabo de un año había agotado completamente las reservas acumuladas durante la excursión brasileña. Cayó enfermo. Esta vez la espalda le creó tantos problemas como los ojos. Huyó a Europa para recuperarse. Durante los siete años siguientes, la mala salud se convirtió en un hecho esencial de su vida, mientras que las enfermedades vagas seguidas de períodos prolongados de convalecencia pasaron a ser una pauta establecida. En pocas palabras se puede resumir el relato. De los siete años que mediaron entre su retorno de Brasil y el inicio de su carrera como profesor en Harvard, dedicó dos a la escuela médica, y cinco a la búsqueda de salud. Lo que a principios de la década de 1860 parecía un impedimento menor en su carrera, amenazaba con convertirse en una carrera en sí misma. William osciló nerviosamente entre Europa y América, entre aprender el arte de curar y convertirse en su propio paciente crónico. La prosecución de una carrera inauténtica amenazaba con terminar en una invalidez de por vida.
Epígrafes: Henry James (p.), “Physical and Moral Maladies”, Liberator, Julio 22, 1859; William James, “Stanford’s Ideal Destiny”, en Memories and Studies (Nueva York, Longmans, Green, 1917), 365-66. 1 LWJ, 1: 79 2 TCWJ, 1: 231. 3 TCWJ, 1: 300-301.
(2) Sería posible describir la invalidez de William, el uso que le dio a la enfermedad y los abusos que generó, como una experiencia única inextricablemente ligada con sus incertidumbres personales. Pero en sus luchas neurasténicas no [p. 186] estaba solo. Un lector del siglo XX de las cartas de James, queda espantado al descubrir cuántos de sus amigos (para no hablar de miembros de la familia) se dedicaron a "la ocupación de mejorar, durante toda la vida" (según la expresión de Alice James).4 En la Guerra Civil y en las décadas que inmediatamente la siguieron, los alrededores de Bastan se vieron plagados por una epidemia de invalidez. Además de William, sus hermanos Henry y Robertson, su hermana Alice, y la hermana de su madre, Kate, que vivía con ellos, se habló de docenas de otras personas que cayeron enfermas y buscaron tratamiento en el extranjero. Las enfermedades neurasténicas de Steele MacKaye y William Morris Hunt ya han sido mencionadas. Podemos añadir a esta lista que Mary James observó en la primavera de 1867 que "a John La Farge se lo ve mal y dice que tuvo un colapso después de haber regresado a Newport".5 En la misma primavera le informó a Alice que Elly van Buren (una tía casada con el hijo de Martin van Buren) estaba en Boston para tratarse los ojos, "que le han estado creando problemas últimamente". En la misma carta, Mary James pregunta por el braguero dorsal de tía Kate.6 La muñeca de William Dean Howells estaba tan afectada que "su mujer tiene que escribir por él".7 El viaje del doctor Wilkinson desde Inglaterra se debió a que un "americano nervioso, paciente suyo... estaba poseído por la idea, para decirlo con las propias palabras del médico, de que nadie podía llevarlo a través del océano, salvo él"8 Dos años más tarde, William informó a su hermano que "Gurney y Alex. Agassiz son las dos últimas víctimas de colapso cerebral"9 De la observación de WilIiam surge con claridad que esos dos amigos de la familia eran sólo las adiciones más recientes a las engrosadas filas de los enfermos nerviosos. ¿Qué era lo que determinaba que tantos nativos privilegiados de la Nueva Inglaterra padecieran la enfermedad que el doctor George Beard, neurólogo de Nueva York, denominó "neurastenia"? La correspondencia de los James revela conflictos peculiares de esa familia de talentos, pero también echa luz sobre problemas sociales más amplios. Las dimensiones familiar y social de la epidemia de neurastenia comparten un rasgo común: el problema del trabajo. Los artículos preliminares del doctor Beard se publicaron a fines de la década de 1860, cuando los síntomas nerviosos de William llegaron a su ápice. Observó que los pacientes que padecían de agotamiento nervioso tenían típicamente edades oscilantes entre algo menos de veinte y aproximadamente cuarenta y cinco años. Uno de cada diez era médico, como William. Beard describe una variante de la enfermedad que afectaba los ojos, ocasionando debilidad visual y dificultades para la lectura (síntomas que padecía William) e informó que era de carácter "contagioso". De hecho, se había difundido una epidemia "en muchos de los colleges y seminarios del país, en algunos casos obligando a los jóvenes a abandonar sus planes de obtener una educación liberal". Beard desaprobaba el tratamiento de moda para los desórdenes funcionales, que consistía [p. 192] en "recomendar un viaje a Europa". Reconoció que el trabajo, lejos de ser perjudicial, tenía efectos terapéuticos en muchos de sus pacientes. "Es muy raro por cierto que aconseje a un paciente que cambie de profesión u ocupación, sea cual fuere, si él es feliz y tiene éxito con ella." Estaba persuadido de que el trabajo era especialmente importante para los pacientes jóvenes. "En una gran cantidad de casos subrayo, en especial si se trata de jóvenes, la necesidad de que obtengan alguna ocupación, y considero preferible que trabajen mucho a que no trabajen en absoluto."10 Mientras que el doctor Beard era de la opinión de que el trabajo insuficiente, o por lo menos insuficientemente gratificador, contribuía al desarrollo y persistencia de la neurastenia, otros sostenían que el trabajo excesivo estaba en el núcleo del problema. En una visita a los Estados Unidos, Sir Herbert Spencer, filósofo de la evolución y más tarde antagonista filosófico de James hizo uso de su privilegio de viajero para comentar, acerca del malestar que veía alrededor de él: “.... en todos los círculos he hallado hombres que han sufrido ellos mismos colapsos nerviosos, debido a la tensión de los negocios. o que hablan de amigos que se han dañado como consecuencia del exceso de trabajo". Spencer creía que el peligro era resultado de un desarrollo evolutivo. Los norteamericanos habían ido demasiado más allá del salvaje. El salvaje era incapaz del monótono trabajo cotidiano, pero "distinto es lo que ocurre con el hombre más desarrollado. La disciplina 4
F. O. Matthiessen, The James Family (Nueva York, Alfred A. Knopf), 271 n. Mary Walsh James a William James, mayo 27, 1867, MH. 6 Mary Walsh James a Alice James, abril 1867, MH. 7 Mary Walsh James a Henry James (h.), abril 5, 1867, MH. 8 Mary Walsh James a Henry James (h.), septiembre 6, 1867, MH. 9 William James a Henry James (h.), mayo 11, 1867, MH. 10 George Miller Beard, A Practical Treatise on Nervous Exhaustion: Neuraesthenia, Its Symptoms, Nature, Sequences, Treatment (Nueva York, 1880), 20, 184, 180. 5
severa de la vida social ha incrementado gradualmente la aptitud para la laboriosidad persistente, al punto de que entre nosotros, y sobre todo entre nosotros, para muchos el trabajo se ha convertido en una pasión", y era una pasión con consecuencias desastrosas para la salud. "La devoción exclusiva al trabajo da por resultado que las diversiones dejan de agradar, y cuando se hace imperativo relajarse, la vida se vuelve monótona, privada del único interés que la realza: el interés en los negocios." Spencer les predicó un nuevo evangelio a los norteamericanos, que sufrían exceso de rutina y exceso de trabajo. "En resumen, podríamos decir que hemos exagerado un tanto con el 'evangelio del trabajo'. Es el momento de predicar el evangelio de la relajación."11 El médico norteamericano y el filósofo británico concordaban por lo menos en que el fenómeno de la neurastenia estaba vinculado con el trabajo, con su exceso o insuficiencia. La correspondencia de la familia James refleja ambos polos de la discusión y gira en torno del mismo eje. El viejo James se había pronunciado decisivamente en favor del ocio y del disfrute de la fortuna heredada. El dio el tono a toda la casa, combinando el ideal romántico del trabajo como expresión de la personalidad consciente con un ideal religioso del reposo santo. "Estoy determinado... -le había dicho a su amigo Carth Wilkinson en 1852- a convertir en día feriado el resto de mi vida [entonces tenía cuarenta y un años], y hacer que todo mi trabajo sea sabático, y expresivo solamente de la salud y los impulsos interiores irreprimíbles.12 [p. 193] Aunque se aplicó con constancia a sus labores literarias, durante toda la vida desconfió de los peligros del exceso del trabajo. Mary James, siguiendo la guía de su marido, como en la mayoría de las materias intelectuales, compartía aquella desconfianza. Del colapso de La Farge dijo que "él lo atribuye al tiempo lluvioso y frío, pero quizás haya trabajado demasiado en Nueva York".13 Cuando William estaba en el extranjero y empezó a escribir algunas reseñas bibliográficas para publicar, como gesto en el sentido de mantenerse a sí mismo, ella se lamentó: "Temo que se exprima hasta matarse para pagar sus gasto".14 Cuando el profesor Agassiz cayó enfermo, ella propuso la misma explicación: "Hace uno o dos días sufrió una parálisis de laringe... Se piensa que su estado es muy crítico. Últimamente ha estado trabajando en exceso".15 * Sobre Wendell Holmes observó: "Toda su vida, en cuerpo y alma, totalmente absorbida por su última obra sobre su Kent. Lleva el manuscrito en su bolsa verde y no lo pierde de vista ni por un momento... Su rostro pálido y el miedo con que aferra su trabajo hacen de él una visión melancólica".16 Corolario de la creencia de Mary en los peligros del exceso de trabajo era su convicción de que a sus frágiles hijos había que evitarles los esfuerzos físicos. Así, a Henry hijo, que estaba disfrutando de un alegre viaje a pie por los Alpes, ella le advirtió: "Desde luego, sabes que sin guía no debes intentar el ascenso a ninguna altura vertiginosa ni tampoco andar por las sendas... podrías fácilmente sobreestimar tus fuerzas y caer súbitamente exhausto”17' De nuevo a Henry, que cabalgaba en Roma y lo encontraba saludable, le escribió: "No corras ningún riesgo, querido Harry, permaneciendo demasiado en Roma, y no te excedas en el ejercicio de cabalgar".18 El miedo al trabajo y al esfuerzo reposaba sobre un supuesto que mu chas personas parecían compartir. Ellas estaban convencidas de que la energía humana era escasa y debía ser utilizada con parsimonia, pues se agotaba fácilmente. El capital y las leyes que lo gobernaban parecían constituir una metáfora inconsciente que estructuraba la acción humana. La energía tenía que ser ahorrada más bien que gastada. Si el capital en depósito era saqueado y reducido, a la vida podría faltarle su sustento. Sus expectativas naturales eran la escasez y no la abundancia, la debilidad y no la fuerza, la enfermedad y no la salud. El esfuerzo representaba un derroche y amenazaba con agotar recursos ya pobres de por sí. William explicitó el problema de la provisión de energía en una carta a su amigo Tom Ward, momentáneamente reconciliado con su carrera en los negocios [p. 194] y que estaba trabajando bien. "Cómo te envidio tu caudal de energía. Yo dispongo de una cucharadita para cada día y cuando se termina, cosa que usualmente sucede a las diez de la mañana, no sirvo para nada.”19 *Agassiz tuvo un ataque fulminante. Agradezco al doctor Edwin A. Weinstein por llamarme la atención acerca de este hecho. Aunque Agassiz padecía una enfermedad orgánica, Mary James ubicaba sus problemas en el marco que empleaba para las enfermedades funcionales (es decir, neuróticas). [p. 193] 11
Boston Evening Transcript, noviembre 10, 1882. TCWJ, 1: 23. 13 Mary Walsh James a William James, mayo 27, 1867, MH. 14 Mary Walsh James a Alice James, enero 14, 1870, MH. 15 Mary Walsh James a Henry James (h.), diciembre 8, 1873, MH. 16 TCWJ, 1: 519. 17 Mary Walsh James a Henry James (h.), agosto 8, 1869, MH. 18 Mary Walsh James a Henry James (h.), abril 1, 1873, MH. 19 TCWJ, 1: 373. 12
También su hermano Henry utilizó la metáfora capitalista cuando se encontraba en Europa disfrutando de una gran gira en busca de salud. Había descubierto que caminar hacía que se sintiera mejor, y temía que el cálido verano italiano le impidiera ese tipo de ejercicio. "He reunido un capital tal de fuerza y satisfacción en Suiza -le dijo a su hermana- que lamentaré ser obligado a verlo disminuir, y si encuentro que se disuelve bajo el sol meridional no tendré ningún escrúpulo... en cruzar de Verona al Sur de Alemania."20 Ambos hermanos compartían obviamente la opinión que sustentaban muchas personas de su grupo social. Puesto que el trabajo agotaba la energía, se seguía que era malo para la salud. William no sostuvo este modo de ver con coherencia, y con frecuencia halló pruebas en sentido contrario. En Alemania, la visión de una campesina trabajando duro lo llevó a apremiar alegremente a Alice para que hiciera lo mismo. "La visión de las mujeres me ha fortalecido aquí más que nunca en mi creencia de que se debe hacer que ellas realicen las labores pesadas de la comunidad: son más felices y mejores para esto. Me gustaría que la mimada Alice estuviera aquí para ver a estas pequeñas campesinas trastabillando debajo de cargas inmensas que llevan en la espalda... son activas y fuertes como pequeñas leonas, y trabajan de la mañana a la noche. Hablando seriamente, eso es muy bueno, y la mujer alemana ideal de la poesía (véase Goethe, por ejemplo) es una mujer que trabaja.”21 El propio William James no comenzó a seguir este consejo hasta la década de 1880, cuando se convirtió en defensor de la vida activa al aire libre. Suscribir la concepción de la energía limitada equivalía a abrazar la creencia de que el reposo era una cura lógica. Pero William era escéptico acerca del valor de las curas de reposo popularizadas por el neurólogo de Filadelfia doctor Weir Mitchell. Cuando una amiga fue sometida a un tratamiento que llegaba a prescribir el reposo en cama con privación sensorial completa, observó: "Ella parece padecer una debilidad nerviosa general, pues el tratamiento que ahora está siguiendo le impone una absoluta quietud y noestimulación. ¡Pobre niña! Diría que esto le devora el espíritu más de lo que le descansa los nervios".22 Era partidario del descanso, especialmente cuando se interrumpía una labor indeseada, pero el ocio sin literatura, el reposo sin conversación sensible, estaba fuera de la cuestión. Mary James compartía la creencia de su esposo en cuanto a que el trabajo era peligroso para la salud, y cultivó la misma actitud en sus hijos. Pero ella misma seguía leyes diferentes. Una carta a William de 1873, por ejemplo, parece una lista de heridos del frente de batalla. Mary informa sobre el estado en ese momento de "nuestros inválidos": Alice, "pobre niña", tuvo uno de [p. 195] sus desvanecimientos como consecuencia de "un poco de sobreesfuerzo"; el padre tenía eczema en la cara (aparentemente herpes zoster) y estaba "nervioso e insomne "; la tía Kate "progresaba lentamente" bajo el cuidado del doctor Munro, y "por cierto soporta bien una mayor fatiga". Pero Mary, como una heroína superviviente que inspecciona los cadáveres de sus súbditos esparcidos en torno de ella, proclamaba: "Me place decir que tu pobre y vieja mamá tiene buen aspecto; fuerte de espalda, fuerte de los nervios y fuerte de las piernas hasta ahora, está a la altura de su diaria jornada".23 Su fuerza y resistencia eran más notables en la yuxtaposición con la debilidad del resto. Aparentemente valía la pena comentar en 1873 que Alice había vuelto de visitar a una amiga en Beverly durante tres días y "vino a casa con su sistema nervioso intacto". También era de señalar que el padre estaba "notablemente bien". De los otros se podía esperar que les faltara energía, pero Mary seguía robusta y siempre dispuesta a asumir sus tareas de curadora. No es sorprendente que esa actitud se extendiera también a los sirvientes. Se quejaba de la falta de confiabilidad de esa "raza gracias a la cual infortunadamente vivimos", pero incluso cuando encontraba a alguien con quien podía contar, esperaba lo peor. "Me place decir que Mary, en la cocina, todavía demuestra ser confiable, pero casi tengo miedo de contar con ella, no sea que también demuestre ser una caña de bastón que se quiebra cuando uno se apoya."24 William informó que la enfermedad no le impedía a ella realizar sus tareas domésticas. "Mamá está recuperándose de una de sus indisposiciones, que sobrelleva como un ángel, realizando una enorme cantidad de trabajo al mismo tiempo, colgando cortinas y barriendo el desván como un pequeño búfalo”25. Obviamente, cada casa victoriana en la cual florecía la invalidez necesitaba un cuidador fuerte que criaba a los débiles y validaba la mitología de los recursos escasos, mientras siguiera siendo una fuente de energía que milagrosamente nunca se acababa. Entre los James, Mary James era el "espíritu protector", el "genio del hogar" sobre cual el padre se apoyaba con "todo su peso". 26 No puede sorprender que los hijos siguieran su ejemplo. * 20
HJL, 1: 131. TCWJ, 1: 239-40. 22 William James a Mary Walsh James, junio 12, 1867, MH. 23 HJ, 1: 44. 24 Mary Walsh James a Henry James (h.), septiembre 22, 1873, MH. 25 LWJ, 1:80. 26 HJ, 1: 47, 49. 21
(3) [p. 196] Aunque el trabajo excesivo no atraía a esos nativos de la Nueva Inglaterra, el placer tampoco era de confiar. El celo puritano había declinado notablemente en la Nueva Inglaterra de mediados del siglo XIX, pero subsistía la sospecha de que el placer era algo perverso. La escrupulosidad sabatariana acerca de la práctica de deportes o el canto era impensable en la casa liberal de la señora James, pero la familia manifestaba una sutil falta de hospitalidad para con el placer. la cual hacía imposible experimentar alegría. En la correspondencia de Mary J ames, particularmente en las cartas a su hija, el puritanismo con frecuencia se enmascara de humor. En el verano de 1872, Alice estaba en el extranjero, disfrutando de un viaje. Encontraba que Francia era especialmente de su gusto, y la madre se burló: "¡Mi hija una niña de Francia! ¿Qué se ha hecho de la elevada naturaleza moral en la cual siempre basé tantas esperanzas para ella en este mundo y en el otro?) No hubiera creído que tú ibas a sucumbir tan pronto a ese asalto a tus sentidos, que tan fácilmente ibas a ser cautivada por los meros deleites de comer, beber, ver y vestir [texto confuso]... " Mary James estaba haciendo bromas, pero su humor ejecutaba un corte profundo. Continuaba explicando el placer de Alice en los términos de la misma teoría que popularmente se creía que podía explicar su neurastenia: "y por cierto ahora lo veo todo, veo que es meramente el efecto de un pequeño desorden cerebral producido por el esfuerzo sobrenatural que realizaste al cruzar el Canal".27 Estuviera Alice disfrutando o sufriendo. la visión del mundo de su madre la encerraba en una prisión limitada por el "desorden cerebral" y la debilidad. La actividad ordinaria era así "un esfuerzo sobrenatural'.'. Y el placer sensual, incluso el inocente placer del viajero, tenía una especie de olor sulfuroso. ** Tanto el trabajo que se suponía sabático, como el ocio del que se pensaba que elevaba, requerían dinero. El capital, no como metáfora de la energía humana sino como una fuente limitada de dinero en efectivo, constituía un ingrediente importante del fenómeno de la neurastenia. Por más amplios que fueran los recursos de una familia, si se los compartía desconfiando del placer y el ocio, no resultaba fácil gastar el dinero en viajes de distracción. Era más simple justificar los viajes por razones de salud. Entre 1866 y 187.1 la enfermedad se convirtió en el medio al que recurrieron los hijos del matrimonio James para luchar por su parte de los recursos familiares. La enfermedad había sido el precio que pagó el viejo Henry por tomar posesión de lo que le correspondía [p. 197] en derecho, y en ese momento la mala salud se convirtió en un arma que usaban los hijos con el mismo propósito. Si tanto Henry como William querían viajar al exterior, pero había dinero para uno solo de los dos, seguramente lo usufructuaría el más enfermo. Si ambos estaban enfermos por igual, se quedaría en casa el que más recientemente había tenido la oportunidad de disfrutar de una cura. Este cálculo exigía una ponderación cuidadosa por parte del inválido. Si estaba demasiado enfermo, el esfuerzo del viaje estaba excluido. Si no estaba lo bastante enfermo, podría no necesitar esa cura tanto como otro miembro de la familia. Si en el extranjero respondía muy rápidamente a los beneficios del procedimiento, o parecía estar disfrutando demasiado, el viaje podía abreviarse, porque estaba utilizando para su placer recursos familiares limitados, mientras había otros que necesitaban "tratamiento". Tanto Henry como Mary James leían con mucho detenimiento las cartas de sus hijos inválidos en viaje, controlando los gastos y los réditos en términos de salud. En 1869 tuvo lugar un intercambio sumamente revelador entre Henry hijo y sus padres. William había vuelto de una búsqueda de salud en Europa, y era el turno de Henry. Este viajó a Inglaterra, Francia, Suiza e Italia y, violando el precepto de la energía limitada, encontró deleite en las caminatas, las escalaciones y las cabalgatas. Parecía estar disfrutando demasiado y fue objeto de críticas por sus parientes atados a Cambridge. Entonces le escribió, defendiéndose, al padre, cuya posición en el intercambio puede inferirse fácilmente de las observaciones del hijo. * La formación infantil de Mary Walsh James la había preparado ampliamente para ocupar esa posición en la familia. A la muerte de su padre, cuando ella tenía la edad de diez años, su madre, abrumada por la aflicción, se retiró de la vida social. Esa circunstancia probablemente arrojó sobre los hombros de la niña una carga prematura de maternidad sustituta, puesto que era la hija mayor. Es interesante observar que William James se casó con una mujer que tenía antecedentes infantiles análogos. El padre de Alice Gibbens murió cuando ella era una niña, y la madre se derrumbó bajo la pena. Alice se convirtió en cabeza de la casa y asumió la responsabilidad de asegurar la supervivencia de la familia. Después de que Mary James muriera, Henry hijo, y la amiga íntima de Alice, Katharine Loring, compartieron ese rol de cuidadores de Alice James. [p. 195] **El humor de Mary James acerca de la autocomplacencia era igualmente incisivo cuando lo volvía contra ella misma. Véase Mary Walsh James a Alice James, 25 de agosto de 1872. MH. [p. 196]
27
Mary Walsh James a Alice James, Julio 18, 1872, MH.
El hecho de que pienses que soy derrochador con estas reservas monetarias verdaderamente sagradas me enferma hasta el corazón, y me apresuro tanto como puedo a tranquilizarte. Cuando dejé Malvern, me encontraba tan exacerbado por la inmovilidad y el confinamiento que sentí que me debía absolutamente a mí mismo el poner a prueba la impresión que estado madurando en mi mente, en cuanto a que una cierta cantidad de viaje normalmente animado me haría más bien que cualquier reposo adicional. Puesto que vine al extranjero pura tratar de estar mejor y lograrlo, parecía inexcusable que descuidara un curso de acción que por distintas razones yo creía que tenía tanta en su favor.
Después de haber ostentado su preocupación por los fondos limitados y los males del placer ocioso, Henry llega hábilmente a la conclusión de que lo que necesitaba para lograr una salud realmente buena eran más viajes placenteros. "Tengo ahora la impresión que llega casi a ser una convicción de que si viajara constantemente durante un año sería en buena medida un hombre en buen estado.”28 Siete semanas más tarde replicó a una reconvención contra el derroche salida de la pluma de su madre. También en este caso equilibra con cuidado la aceptación de las prevenciones maternas contra el placer y la necesidad que tenía, como alguien débil de cuerpo, de proveer a los placeres del espíritu. [p. 198] Sensatamente aboga por su plan, señalando su utilidad para incrementar su capacidad de trabajo. "Cuando tú hablas de tus propios gastos, que han aumentado, etcétera, me siento muy culpable y egoísta al albergar proyectos que por lo menos parecen derrochadores. Mi querida madre, ¡si por lo menos conocieras la pureza de mis motivos! La reflexión me asegura, como te lo asegurará a ti, que lo único económico para mí es ponerme bien y en un estado tal que pueda trabajar. Para llegar a ese término, lo aceptaré todo, incluso la apariencia de una mera búsqueda de placer.”29 Estaba claro que Henry había aprendido bien cuál era el juicio puritano acerca del egoísmo y la mera búsqueda de placer. También había aprendido que la enfermedad y la necesidad de tratamiento convertía en divino algo que de otra manera se hubiera rotulado como diabólico, incluso en la casa liberal de sus padres. La energía y el capital fluían libremente cuando apuntaban a la curación, mientras que las compuertas se cerraban decisivamente cuando Se trataba del placer y el ocio, precisamente como lo había decretado treinta y cinco años antes William James de Albany. Cuando pienso que un invierno en Italia no es, como tú lo llamas, un invierno de "recreación" sino una ocasión de regeneración física y también de cultura seria (cultura del tipo para el cual solamente ahora me queda tiempo, a los veintiséis años), encuentro el coraje requerido para mantener mi proposición incluso frente a tus alusiones a la necesidad de realizar economías en casa. Hace falta una convicción muy honesta para defender así la causa de una aparentemente crasa ociosidad, ante hechos tan graves y conmovedores. He estado jugando tanto tiempo con mi perturbación que siento como si ahora pudiera permitirme ser un tanto brutal. Mi amorosa madre, si alguna vez soy devuelto a ti sano y servicial, hallarás que no has arrojado las perlas de tu caridad a una bestia insensible, sino a una criatura que tiene un alma para agradecer y una voluntad para actuar.30
Un mes más tarde su padre le aseguró a Henry que podía hacer lo que deseaba. Tuvo tanto éxito con la política de la invalidez que ella llegó a disculparse por haber cuestionado sus motivos. Los cofres estaban abiertos, y Mary James exhortó a Henry a dejar que su "prudente y vieja madre" se ocupara de todo. "Si estuvieras aquí solamente por una hora, y pudiéramos hablar sobre este tema de los gastos, yo sabría exorcizar todos esos demonios de la angustia y la escrupulosidad que te poseen, y dejarte libre como el aire, para que disfrutes plenamente de todo lo que te rodea y te abreves en la salud del cuerpo y la mente siguiendo tus propias atracciones seguras e inocentes." Lo único que quería que él le prometiera era que en adelante se desprendiera de "la prudencia" y pensara "sólo en su propio bienestar y placer, por nuestro propio bien tanto corno por el tuyo".31 Henry siguió en Europa y viajó a discreción, recogiendo impresiones para su carrera literaria. Intermitentemente se quejaba de problemas de la espalda e intestinales, de modo que resultaron necesarios repetidos períodos de convalecencia. [p. 199] No todos los hijos del matrimonio James eran igualmente adeptos a la política manipulativa de la invalidez, o lograban tanto éxito con ella. Una nota de Alice James cancelando una visita a su amiga Sara Sedgwick muestra un modo que tenía la "prudente y vieja madre" de manejar reservas limitadas. Cuando decidía destinar dinero a atender la enfermedad de un hijo, simplemente privaba a otro. Alice reconoció abiertamente que la enfermedad era un recurso de la política de la familia, y le pareció que se abusaba de ella.
28
HJL, 1: 115. HJL, 1: 124. 30 HJL, 1: 124-25. 31 Mary Walsh James a Henry James (h.), Julio 24, 1869, MH 29
La pobreza me recuerda mi visita a Nueva York, o más bien mi no-visita. No debes mencionar esto a tu retorno en Quincy St. Un vago rumor llegó al número 20 hace unos días. Un cartucho de dinamita arrojado súbitamente habría tenido un efecto menos devastador en el círculo familiar: padres e hijos quedaron totalmente deshechos, pero es sin embargo cierto que de haber ido a Nueva York tendría que haber comprado algunos trapos [texto confuso], sin los cuales puedo pasarme perfectamente en este distrito rural. Mamá, de manera constante y misteriosa, lanza insinuaciones acerca de la necesidad de hacer economías y ahora ¿estoy economizando? (¿se escribe con s o con z?). Mi salud es muy buena, de modo que no puedo escaparme hasta allí, pero tengo la fuerte tentación de abandonar la virtud cuando pienso en ti como compañera en el vicio y en el poco aliento que recibo de mis padres. Por otra parte estoy firmemente determinada a obtener recompensa.
Como disculpa por no haber contestado más pronto la carta de Sara, adujo que "el pecado original es mi único refugio; nací mala y nunca me he recuperado”.32 Había aprendido la treta de su madre, que consistía en participar en la atmósfera austera del calvinismo, mientras la rechazaba con buen humor. Pero la virtud y el vicio, el pecado y la redención, seguían siendo los mismos puntos familiares de la brújula, fuera que se los mencionara en un tono moralizante o que se los suavizara con una risa entre dientes. (4) Dentro de este contexto familiar y social, la enfermedad podía verse con una luz positiva o negativa. Era una consecuencia infortunada del trabajo excesivo, pero justificaba el placer de los viajes j el ocio ante una conciencia escrupulosa. Causaba dolor y sufrimiento, pero para mentalidades influidas por el romanticismo, el sufriente era alguien poseído por una sensibilidad única, como un poeta o un santo. No era sólo un mal físico; la enfermedad iba a ser cultivada como un signo romántico de gracia. El diario de Alice James proporciona una ilustración irónica de esa actitud. Ella guardaba cama y necesitaba el cuidado contínuo de una enfermera por su cefalalgia. Una mañana, mientras la enfermera la estaba vistiendo, Alice fue "súbitamente inundada por una de esas ondas luminosas que barren todo de la conciencia excepto la sensación viviente y nos abruma con el gozo de la rica, palpitante complejidad de la vida... ". Se posesionó tanto con su propia sensibilidad en comparación con la "primitiva expresión rudimentaria” de la enfermera que exclamó: "¡Oh enfermera! ¡No pretendas estar [p. 200] dentro de mi!" Pero la enfermera rechazó el presunto deseo: "¡Dentro de usted, señorita, cuando acaba de tener un dolor de cabeza de cinco días!" Los cuidadores provenientes de la servidumbre aparentemente veían con ojos diferentes la empresa de la invalidez. Alice observó con disgusto: "La enfermera y yo lanzamos una carcajada, pero debo admitir que me ganó".33 Se pensaba que a los hombres la enfermedad en la mujer les resultaba particularmente atractiva. Se consideraba que una mujer delicada era una mujer deseable. Con un buen humor afectuoso, Henry James padre aconsejó a la esposa de Samuel Ward, entonces en Italia por razones de salud, que no pusiera demasiado celo en perseguir la delicadeza, no fuera que se dañara seriamente a sí misma. Me gustaría que deje en paz a esos médicos italianos con su aceite de ricino, y abjure de todos los experimentos hasta volver a una tierra cristiana, si es que así puede llamarse a Escocia. Esté segura de que los médicos la enfermarán más si les hace caso, y usted ya está lo suficientemente enferma como para que quede satisfecha cualquier mujer razonable. Nada despierta tanto interés como una mujer delicada que al mismo tiempo se comporta como usted, santamente, pero no debe ir demasiado lejos, o el corazón se verá tan apenado como interesado. Haga que los médicos entiendan con tal objeto que usted se inclina a conservar su capital actual de enfermedad, y que tienen que irse con sus experimentos a buscar algunos pacientes más necesitados.34
En el otoño siguiente le escribió de nuevo a la señora Ward, que todavía estaba enferma y seguía en el extranjero para curarse. Esa vez abandonó la perspectiva romántica y habló en cambio de la enfermedad como sufrimiento cristiano. Dentro de esa antigua tradición, la enfermedad era una prueba para suavizar el corazón y acercar el alma a Dios. "Bien, querida... aunque la Providencia no nos envía la mala salud, El permite no obstante que nos alcance en el presente estado de cosas, y por lo tanto no habremos de quejamos. Aunque sus sufrimientos la abrumen, sea paciente, porque no han sido consentidos inútilmente, sino que constituyen el mejor de los medios posibles para que en su alma se logre cierta finalidad Divina... El permite que suframos porque de otra manera no podríamos ser conducidos en libertad a su presencia.”35 Como tierna reprimenda de un Padre divino al modo cristiano, o como estigma romántico de la delicadeza y la inspiración, para algunas mentes la invalidez era una condición envidiable. 32
Alice James a Sara Sedgwick, marzo 23, 1874, MH. DAJ, 48. 34 Henry James a anna Hazard (Barber) Ward, marzo 12, 1856, MH. 35 Henry James a anna Hazard (Barber) Ward, noviembre 2, 1857, MH. 33
(5) En una cultura centrada en el trabajo, que rehuía el placer, la invalidez convertía al ocio en algo socialmente aceptable. También proporcionaba una definición social, en particular a los jóvenes, que sentían agudamente la necesidad [p. 201] de hacer algo pero encontraban que las otras opciones sociales carecían de atractivo. Henry hijo recordó que en su juventud "limitarse a permanecer en casa cuando todos estaban en movimiento no bastaba para mostrar la marca correcta: para ser adecuada y perfectamente vago uno tenía que ser vago acerca de algo... ".36 La invalidez fue para él el modo de mostrar "precisamente la marca correcta" durante una década y más. Como los síntomas oculares de William, el problema de la espalda de Henry apareció después de un acontecimiento claramente documentado. Se hirió en la espalda luchando contra un incendio en Newport en el otoño de 1861. Como en el caso de William, el examen médico no reveló en su momento ningún perjuicio físico. El recuerdo que Henry tiene de esa experiencia es sumamente revelador, aludiendo como lo hace a los aspectos molestos pero útiles de estar enfermo en ese período temprano de la Guerra Civil. Admitió oblicuamente que para sus fines "fingir una discapacidad en esa coyuntura no era algo que pudiese pasar por elegante bajo ninguna luz". Fue ambiguo respecto de la naturaleza de su lesión, pero desde el principio estuvo convencido de que su discapacidad duraría mucho tiempo. Como sostenedores del rol de inválido, los médicos eran impredecibles. El doctor Henry J .Bigelow, el "oráculo" médico que consultó Henry, manifestó que "no había nada que decir al respecto".* Sin la ayuda del doctor, la invalidez de Henry no podía florecer. Razonó correctamente que el trabajo de un estudiante de derecho también podía justificar "ante el ojo público una temporada de algún retiro". En su autobiografía ensalzó las virtudes de la escuela de derecho. "Lo hermoso era (puedo verlo claramente ahora, a través de la bruma del tiempo, también como hermoso) que el retiro estudioso y las horas preparatorias permitían la actitud indolente, daban un uso a la condición lamentable, adornaban el cinismo de yacer libro en mano con una cierta bella plausibilidad." Además de proporcionar una cubierta para sus propósitos literarios, la invalidez le creaba la ilusión de estar participando en la lucha nacional. "Este era por lo menos un negativo del combate... al o definida y firmemente paralelo a la acción en las tiendas de campaña."37 A los jóvenes que, como Henry, no estaban seguros de su dirección, o se sentían insatisfechos con su suerte, la invalidez les proporcionaba un templete, la sensación de estar cumpliendo con su parte mientras se negaban a otros esfuerzos convencionales. La enfermedad protegía el ocio en América, pero esa estrategia daba incluso mejores resultados para los norteamericanos inválidos en Europa. Europa le ofrecía muchas atracciones al americano en busca de cura (los beneficios [p. 202] culturales de la gran gira, la accesibilidad de famosos balnearios, el efecto tónico de un nuevo escenario), pero entre ellas la mayor era el hecho de que en el Viejo Continente no se desconfiaba del ocio. Alice James apreció agudamente esa diferencia. Anotó en su diario que "entre esta gente vigorosa y pletórica [estaba en Inglaterra] no experimento la menor vergüenza ni sensación de degradación por estar enferma, como me sucedía en casa entre los anémicos y desfallecientes. Desde luego, ello se debe en un aspecto a que las condiciones son tan tolerantes, al sentido del ocio, con el trabajo reducido a un mínimo y el culto al dios Día Feriado extendido perpetua y eficazmente a todas las clases. Entonces, ¿qué necesidad habría de justificar la propia existencia cuando uno es simplemente alguien más entre un millón de superfluos?"38 A Henry también lo entusiasmó la superioridad de Europa respecto de América en cuanto a la persecución de la salud en estado de ocio. Instó a su amigo John La Farge, anclado en Nueva York, a que no considerara su mala salud como Una desgracia. "Me agrada profundamente saber que existe la perspectiva de que viajes al extranjero este verano. No permitas que se te escape de las manos. Lamento mucho que sigas mal de salud, pero no puedo considerar que se trate de una situación no mitigada si ella te trae a estos lugares. Debes estar muy satisfecho de que esa vida doméstica no remedie tus problemas y de que se presuma con fuerza que una cierta dosis de Europa sí lo haría..." La Farge estaba planeando una excursión a Europa sin su familia, y James le ofreció a la señora La Farge lo que a un joven bachiller le parecía un consuelo. "Hazle llegar mi cariño y dile, persuasivamente, que si bien Europa no resuelve completamente los problemas de la existencia, por lo menos ayuda a pasar el tiempo.”39 * El doctor Henry J. Bigelow (1818-1890) fue profesor de cirugía en la Escuela Médica de Harvard. Publicó el primer informe sobre el empleo del éter como anestésico en una operación quirúrgica, en 1846. [p. 201]
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NSB, 292. NSB, 299-301. 38 DAJ, 36. 39 HJL, 1: 119, 121. 37
Alice James apreciaba la superioridad de Europa, pero ese juicio quedaba confinado a la intimidad de su diario. Henry James hacía ostentación del ocio europeo, haciendo desfilar ese placer ante sus amigos, pero con su padre era mucho más circunspecto. A medida que maduraba y precisaba sus formulaciones filosóficas, Henry James padre' había adoptado una posición de crítica creciente respecto de un sistema social que hacía el ocio posible para unos pocos, condenando a la mayoría a través de un rígido sistema de clases. En The Secret of Swedenborg confesó su indignación ante los derroches de su propia juventud. Estaba mal que hubiera despilfarrado "en deseos meramente fantásticos... lo necesario para el sustento de un hogar virtuoso".40 Se sentía inclinado a hostigar a cualquier sistema social que no satisficiera democráticamente las necesidades económicas y espirituales de todos. En la época en que Alice, Henry y William disfrutaban del ocio europeo a expensas de su padre, este último vilipendiaba tanto el ocio como el sistema que lo hacía posible. Henry hijo escribió una respuesta apaciguadora a la última carta moralizante del padre. :"Puedes estar muy seguro de que a medida que vivo más, sigo [p. 203] prestando no obstante atención a esas sabias reflexiones humanitarias tuyas. Me vuelvo con gran satisfacción hacia cualquier profesión de interés en el destino de la humanidad colectiva, me aparto con inmenso alivio de este aburrido mundo europeo de holgazanes y mirones y buscadores de placer absortos en sí mismos."41 Henry sabía que tenía que presentarse como un demócrata enfermizo, y no como un aristócrata complaciente, para ganar el favor y apoyo de su padre. Además de proteger el ocio y hacer socialmente aceptables los viajes placenteros, la invalidez servía admirablemente para transmitir sentimientos que hubiera sido difícil expresar directamente sin perturbar la superficie calma exigida por el ideal social de la familia victoriana. En nuestra época posfreudiana, la ambivalencia de los sentimientos entre personas vinculadas íntimamente es tolerada con una molestia mucho menor que la concebible en el grupo social en el cual William llegó a la edad viril. Que uno pudiera odiar al pariente que también amaba, experimentar resentimiento respecto del cuidador cuya crianza había hecho posible la invalidez, detestar el escenario familiar cuya paz aparente amparaba de las luchas mundanas, eran todos hechos impensables, o por lo menos inmencionables. Pero un inválido podía negarse a mejorar, deplorar su larga lista de quejas, e infligir dolor a sus parientes angustiados, como si dijera: "Te odio por lo que me has hecho a mí al hacerlo para mí". El perplejo cuidador sentía el impacto del golpe pero no podía responderle del mismo modo a alguien tan débil y desvalido. Una vez más, las cartas de Mary James proporcionan una ilustración vivida. Cuando William volvió de un viaje de recuperación, ella se sintió francamente irritada por el carácter hostil de las quejas del joven. Le manifestó a Henry hijo: "Bien, hasta ahora él se parece demasiado a lo que era para que pueda procuramos el placer que esperábamos... El problema con él consiste en que tiene que expresar cada fluctuación del sentimiento, y en especial cada síntoma desfavorable, sin pensar en el efecto que ello tiene en quienes lo rodean”.42 Aunque era una aguda observadora, Mary James no podía admitir lo que debía haber sido obvio para otros: que la infelicidad de William en su hogar tenía algo que ver con el hostigamiento del que ella era objeto bajo la forma de quejas físicas. El padre recibió la parte de proyectiles que le correspondía, en forma de enfermedad. Cuando William y Henry no estaban de acuerdo con él, se mofaban de sus ideas, pero Alice no podía hacer lo mismo directamente. Ella sabía desempeñar a la perfección el papel de hija amante; ahora bien, cuando existía el peligro de que irrumpieran sentimientos coléricos, la enfermedad se convertía en su modo de expresión. En 1867-1868, mientras William y Henry cuidaban activamente de sus espaldas, Alice se vio abrumada por "violentos ataques de histeria" que la dejaron tan postrada como lo hermanos mayores ella admiraba. En la correspondencia de la familia no aparece ningún indicio de la causa de la serie [p. 204] de desvanecimientos que padeció; fue culpado, como de costumbre, el exceso de esfuerzo. Pero una anotación en el diario realizada después de que Alice hubiera leído el ensayo de William titulado "The Hidden Self", más de veinte años más tarde, deja expuesto algo que ella trató de ocultar. En la época de sus ataques había sentido que una ira apenas contenida la empujaba hacia el asesinato o el suicidio. La inundaban olas de sentimientos muy análogos a los revelados en los dibujos de William durante el experimento de Newport, y el destinatario de esa violencia era el mismo: el padre. Alice recordó que había tenido que controlar sus impulsos parricidas y que la aterrorizaba la posibilidad de que su fuerza moral se viera desbordada. "Vi muy claramente que se trataba de una simple lucha entre mi cuerpo y mi voluntad, una batalla en la cual el primero iba a triunfar en última instancia. Debido a alguna debilidad física, exceso de susceptibilidad nerviosa, la fuerza moral hace 40
SS, 172. HJL, 1: 187. 42 Mary Walsh James a Henry James (h.), marzo 17, 1874, MH. 41
una pausa, como por un momento, y se niega a mantener la sanidad muscular, gastada por el esfuerzo en sus funciones de policía.43:' Estaba débil no a causa del trabajo excesivo, sino debido al esfuerzo de retener sus emociones más profundas. La anotación del diario proporciona una descripción gráfica de su conflicto interior, pero no ofrece clave alguna acerca de la fuente de la cólera que le provocaba su padre. Los hermanos mayores permanecían atascados en su invalidez mientras aparentaban estar buscando una carrera. Los hermanos menores explotaban una plantación en Florida, con el apoyo de una parte sustancial del capital de la familia.44 Ella estaba atrapada en lo que le parecía un remolino rural, haciendo compañía a sus padres mientras envejecían. En la correspondencia de la familia no se encuentra ninguna mención de que se le proporcionara' educación, salvo lo que podría haber aprendido del tratamiento médico, ni de que se intentara presentarle hombres jóvenes, con la excepción de los médicos a los que se llamaba para que la trataran. Ya avanzada la década de 1870, bromeó con su amiga Sara acerca de buscar marido, pero los intereses y los recursos de la familia estaban comprometidos con los varones. Si fuéramos a pensar en presagios, resultaría turbador tomar nota, como lo hizo Mary James en 1869, de que la mayoría de edad de Alice fue anunciada por un eclipse solar.45 Las limitadas opciones que tenía una mujer de la clase social de Alice se cancelaron rápidamente para ella durante la década de 1860. Es fácil imaginar cómo podría haberla enfurecido su beatífico padre, que prometía una gloriosa realización espiritual, pero cuyos esfuerzos por ayudarla no podían compararse con lo que hacía en favor de sus hermanos. ¿Cómo podría atreverse a expresar su animosidad respecto de un "padre benigno" que consideraba a la fraternidad como piedra de toque de la redención, y a la paternidad ideal como un modelo para él mismo y para Dios? Le creó al padre la molestia de ser testigo de su invalidez. Cuando su ira se intensificaba, tenía que emplear toda su fuerza para contenerse y no matarlo ni hacer lo que Freud nos ha enseñado que hubiera sido la equivalencia simbólica: matarse a sí misma. La neurastenia era un vector [p. 205] compuesto por la rectitud moral y la cólera. Alice consideraba que esa irrupción de la violencia en la conciencia era un defecto físico, un "colapso en su maquinaria" o en su "sanidad muscular", y no una respuesta emocional válida a su situación conflictiva. "Cuando según mi costumbre permanecía inmóvil leyendo en la biblioteca. con olas de inclinación violenta que súbitamente invadían mis músculos, tomando alguna de las miríadas de formas posibles, tales como arrojarme por la ventana, o golpear con furia la cabeza de mi padre benigno, sentado con sus cabellos blancos, escribiendo en su mesa, solía parecerme que la única diferencia entre yo y los locos consistía en que yo no sólo sufría todos los horrores y el sufrimiento de la locura, sino también los deberes que me imponían el médico, la enfermera y la camisa de fuerza.”46 Aunque era un clínico sagaz, el doctor Beard compartía el ideal familiar de sus pacientes. No demostraba comprender mucho la relación ambivalente entre padres e hijos. Para él, la violencia hacia los seres queridos era "insana" por definición. "El hombre sano mata a quienes odia, a aquellos que con su muerte le procuran alguna ganancia: el hombre insano mata a quienes más ama, con cuya muerte no obtiene nada...”47 La expulsión del mal al reino de la sinrazón era una distorsión confortante. Freud tuvo que recordarle al mundo victoriano que el asesinato era un hecho corriente tanto en la vida real como en las novelas góticas. (6) Si la invalidez tenia una obvia utilidad social e interpersonal, en el mejor de los casos no era más que una transacción. El inválido podía disfrutar del ocio que le procuraba la enfermedad, pero compartía el juicio social acerca de esa situación y se sentía culpable. Si bien la enfermedad aislaba de la participación social, el paciente consideraba que ese aislamiento era una inferioridad., y tenía vergüenza. La búsqueda de la salud constituía una palanca para movilizar reservas familiares remisas, pero el beneficiario sabía que de esa manera privaba de su usufructo a otros. y lo desgarraba un sentido de responsabilidad para con ellos. La enfermedad podía expresar lo inmencionable, pero el paciente juzgaba que sus propios sentimientos eran perversos. En suma, el cultivo de la enfermedad podría haber inducido a transgresiones contra la sociedad, la familia y la propia personalidad, pero también determinaba castigos por tales actos. La invalidez era una transacción entre el crimen y el castigo. Las cartas de Henry James desde Europa proporcionan copiosas ilustraciones del modo en que-la enfermedad ayudaba al paciente a hacer penitencia por las ventajas de que disfrutaba. A veces el castigo 43
DAJ, 149. Anna Robeson Burr, comp., Alice James Her Brother, Her Journal (Nueva York, Dodd, Mead, 1934), 43. 45 Mary Walsh James a Henry James (h.), agosto 8, 1869, MH.DAJ, 149. 46 George Beard, Salem Witchcraft (Nueva York, 1882), 94-95. 47 HJL, 1: 98-99. 44
consistía simplemente en la restricción de la actividad placentera. Se trataba de una penitencia modesta, si eran modestos los placeres que uno buscaba. Al principio de su viaje, Henry [p. 206] le describió a su hermano William el modo en que su salud mejorada le permitía realizar más actividades, pero la mala salud subsistente le imponía limitaciones. "Desde luego, no debes pensar que estoy literalmente al galope de la mañana a la noche: lejos de ello... Pero cuando un hombre puede desayunar afuera, pasar un par de horas en el Museo Británico y después comer e ir al teatro, sin que ello lo desmejore, deja de sentirse oprimido por una sensación de miseria física."48 Cuando los placeres deseados eran intenso (y caros) la enfermedad se convertía concordantemente en más dolorosa e inhibitoria. Para un viajero americano que realizaba su gran excursión en busca de salud y recreación, Italia era tentadora y peligrosa. Charles Eliot Norton le había planteado el tema a Henry de la manera siguiente: "Nacidos y criados en la Nueva Inglaterra, como lo hemos sido, donde el aire que respiramos está saturado del frío del Norte, y donde la única filosofía posible es el unitarismo, no es fácil aprender a contentarse con la utilidad de no hacer nada. Italia, no obstante, es un buen lugar para apaciguar una conciencia hiperactiva y para ahogar la ambición de rango".49 A un joven de sensibilidad artística, el viaje a Italia se le prometía como una fiesta sensitiva. Henry había argumentado con éxito en favor de la inclusión de Italia en su itinerario, aduciendo sus efectos salutíferos y su influencia enriquecedora en la cultura general. Pero después de haber superado la oposición de los padres, se encontró extrañamente embarazado al disfrutar del premio. "Es como si hubiera nacido en Bastan", se quejó a William. "No puedo, por mi vida, rendirme abiertamente al Genio de Italia o al Espíritu del Sur, o a como llamemos a esa cosa confusa, pero no obstante la siento latir en mí permanentemente." Finalmente se soltó y escribió con excitación: "Si pudiera hablar de estas cosas, hablaría de otras más y te diría con acentos resplandecientes lo hermoso que ha sido este mes en Italia y cómo el corazón me duele de tantos recuerdos". Infortunadamente, cuando se abrió a Italia su salud comenzó a fallar. "Lamento decir que no estoy bien -se quejó a su padre-o No es que padezca una afección nueva y alarmante, pero... desde que estoy en Italia he ido retrocediendo rápidamente... Esto convirtió en un triste problema lo que debió haber sido un gran placer."50 Por cierto, Henry James no había nacido en Bastan, pero, para su desazón, era presa de las mismas actitudes de las cuales se burlaba. La invalidez, aunque útil, constituía una visa restringida para ese viajero. Los médicos tenían importancia en la estructura de la invalidez. A veces inconscientemente, pero en muchos casos con habilidad consumada, adaptaban el tratamiento a la enfermedad del mismo modo que un juez adecua su sentencia al delito cometido. Nos apartaría demasiado de nuestro tema describir en detalle toda la gama de tratamientos mencionados en la correspondencia de la familia James. Tracción o estiramiento, hierros calientes, bolsas de hielo, vegigatorios, galvanismo, baños: cada una de esas terapias se [p. 207] justificaba con alguna teoría médica, se traducía en el intercambio de dolor por placer, y todas fueron intentadas a su turno por los miembros de la familia en su búsqueda de la salud. Si bien la enfermedad justificaba la evitación del trabajo en una cultura centrada en el trabajo, la lógica determinaba que el castigo para el ocio mal habido tendría que ser el trabajo intenso. Entendieran los médicos esta relación o no, sus pacientes inválidos veían las cosas de ese modo. En una simplificación excesiva, podría decirse que el tratamiento convertía el ocio en trabajo, sea a través de la prescripción de un reposo que ponía a prueba la propia resistencia, o en virtud de la recomendación de realizar esfuerzos físicos hasta un punto que los asemejaba a trabajar. Cuando Mary James informa sobre una cura de reposo para Alice, por ejemplo, la describe como una labor. "Alice está ocupada tratando de holgazanear, y ése es siempre un trabajo muy deprimente para ella, pero creo que al final dará resultado.' 51 Henry hijo tenía una mayor conciencia irónica al describir como trabajos las visitas a los puntos de interés de la ciudad. "Me he aplicado a mi trabajo con mucha resolución... El Vaticano, el Museo del Capitolio, el Coliseo y las Termas de Caracalla, el Panteón, el foro y las iglesias lateranense y de Santa María Maggiore: éstas son mis adquisiciones especiales.”52 Pero el tío de Henry, William, no bromeaba al describir como trabajo la cura de 'baños en Clifton Springs. Los médicos le habían asegurado que sus dolores de cabeza no eran signos de una apoplejía inminente (enfermedad fatal del padre), sino consecuencia de un "embotamiento" de las glándulas, el 48
HJL, 1: 98-99. HJ, 2:95. 50 HJL, 1: 136, 142, 155-56.. 51 Mary Walsh James a Henry James (h.), Julio 24, 1869, MH. Una descripción vívida del reposo convertido en una prueba de privación sensorial se encuentra en Charlotte Perkins Gilman, The Yellow Wall Paper (Old Wesbury, N.Y., Feminist Press, 1973 [1899]) Se trata de una acusación a la cura de reposo de Weir Mitchell. 52 HJL, 1: 163. 49
estómago y el sistema nervioso, que según pretendían podía aliviarse mediante ·una cura de baños prolongada. Sin que importara cuál era la patología fisiológica que había aprehendido el médico, el inválido podía traducirla al lenguaje de la laboriosidad. "Déjame que te describa el trabajo de cada día", escribió el reverendo William. y era trabajo, por lo menos en la medida necesaria para compensar a una conciencia puritana por el ocio del que estaba disfrutando. El día empezaba a las 5:30. Además de baños de inmersión total y parcial en agua que iba de tibia a muy caliente, había dos períodos de ejercicio: bowling a la mañana ("que hace fluir chorros de sudor de cada poro de mi cuerpo"), y una caminata de "cuatro a cinco millas" por la tarde. Aparentemente los resultados positivos del tratamiento se debían en parte al alejamiento del hogar y la familia. "Desde el día que salí de casa empecé a estar mejor, y he estado bien durante más de una semana", escribió. Esa observación lo condujo a conjeturar "pasará mucho tiempo antes de que me establezca en casa nuevamente". 53 Henry James hijo había captado intuitivamente esa relación. Lo atestigua su retozona pregunta a una amiga: "¿No tienes la supersticiosa impresión de que uno debe dar algún quid pro quo por su placer particular?"54 Como un juez con buen humor, condenó a su corresponsal a describirle sus viajes cuando [p. 208] se volvieran a encontrar en persona. Por mágico que ese intercambio le pareciera, él, junto con otros inválidos, participaba en esa economía de trueque. La cooperación completa de la profesión médica solía obtenerse con facilidad. Sobre la base de la teoría de la contrairritación (según .la cual el dolor inducido terapéuticamente podía aliviar la causa subyacente de los dolores que se pretendían curar) los pacientes eran sometidos a la acción de shocks, vegigatorios y agua caliente. Alice James describió gráficamente a una amiga la dolorosa experiencia del galvanismo (aplicación de corriente eléctrica a la piel). Estaba siendo tratada, dijo, "por el doctor Netfeld, de quien he oído grandes cosas y qué a pesar o a causa de sus rasgos de curandero me ha hecho mucho bien en muchos sentidos... Su electricidad, no obstante, tiene las propiedades envarantes de la más añeja prosapia puritana ... "55 * Como tantos otros de los remedios que probó, éste tuvo sólo un efecto temporario. Por cierto, todas las curas estaban destinadas al fracaso, aunque sirvieran admirablemente para sostener la estructura de la invalidez. Sea cual fuere la base teórica de su terapia, los curadores experimentados siempre han sabido que ese tipo de invalidez es una creación compleja. En la Nueva Inglaterra de mediados del siglo XIX, unió al romanticismo y el puritanismo en la matriz de un rol social duradero. La salvación por el trabajo; la condena del ocio, la desconfianza respecto del placer y la creencia en que el sufrimiento conduce a la gracia, eran elementos ideológicos que manaban de la fuente puritana, a insistencia en la autoexpresión, la valoración del ocio y la admiración de la delicadeza y de la sensibilidad aguda provenían del lado romántico. En medio de esas vigorosas ideas encontradas, la enfermedad tenía una utilidad considerable. Proporcionaba una definición social, aprobaba el placer, prescribía el ocio para obtener la salud, protegía de responsabilidades prematuras, aseguraba los cuidados de terceros, y expresaba sentimientos inaceptables sin dejar de preservar 1 s vínculos personales vitales. Al paciente le representaba una transacción entre el logro de metas prohibidas y el castigo por dicho éxito. Con la cooperación de sus médicos, compensaba el placer y el dolor, el crimen y el castigo, manteniendo un difícil equilibrio. Para algunos inválidos ese refugio era sólo temporario. Otros convertían al puerto de tormentas en su hogar permanente. Había quienes, consternados, descubrían que habían esperado demasiado y que el canal de salida había quedado obstruido por el paso del tiempo. El trabajo era un problema para esos americanos, y la enfermedad, una solución. No puede sorprender que el doctor [p. 209] Beard considerara que con algunos inválidos el tratamiento exitoso hubiera sido un acto de crueldad. "Algunos pacientes obtienen placer de sus dolores; curarlos sería cruel; sus dolores son sus posesiones. Quienquiera trate de hacerles bien no sería mejor que un ladrón.”56 El médico tenía que compartir la ilusión del tratamiento con su paciente mientras el inválido elaboraba su propia recuperación espiritual. Para algunos pacientes, ella significaba empezar a trabajar. *El doctor Williarn B. Netfeld, emigrado ruso especializado en el tratamiento de enfermedades nerviosas, ejerció en la ciudad de Nueva York. Trató. a muchos bostonianos prominentes con corriente galvánica aplicada a sus músculos y nervios para aliviar la neurastenia. [p. 208]
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Rev. William James a Kitty Prince, enero 25, 1861, Colby College Library. HJL, 1: 256. 55 Alice James a Sara Sedgwick, mayo, 1883, MH. 56 Beard, Nervous Exhaustion, 140. 54
13. UN MÉDICO INVÁLIDO [p. 210] No hace mucho estaba comiendo con algunos ancianos caballeros, y uno de ellos preguntó: "¿Qué es lo que mejor asegura que un hombre pueda tener una vida larga y activa?" Era un médico y a continuación se respondió a sí' mismo: "¡Tener una salud completamente estropeada hasta cumplir los treinta y cinco años!" Hay mucho de verdad en eso, y aunque se aplica más a desórdenes nerviosos que a otros tipos de enfermedades, todos podemos sentimos confortados. Yo, antes de los treinta años, estaba completamente estropeado. William James, 1891 (1) En abril de 1867, William James interrumpió su educación médica y huyó a Europa. Su partida fue inusualmente precipitada, incluso para su parientes acostumbrados a viajar y a la búsqueda de salud. Y se la mantuvo en secreto, como si el descubrimiento público hubiera exigido explicaciones embarazosas aun en el seno de la familia. Alice se enteró a último momento en Nueva York; la noticia le llegó junto con una suave carta de su madre en la que hablaba de la necesidad de aceptar las desilusiones de la vida. Mary James decía sencillamente que William iba a irse al extranjero, y que "no es sensato permitirse lamentaciones egoístas al respecto, sino que hay que aceptar alegremente el hecho de que la vida está hecha de cambios y separaciones de aquellos que amamos..."1 Tampoco se le comunicó el plan a la hermana de Mary, Catharine Walsh (tía Kate) hasta que fue un fait accompli. Cuando Kate se enteró, tuvo sus dudas acerca de las razones que le daban. "Me parece que no cree que te hayas dañado la espalda haciendo disecciones -informó Mary·- sino que ello ocurrió cuando nos mudamos a esta casa; pienso que tampoco te ha perdonado del todo por no haberle hablado antes de irte…”2 La sospecha de Kate en cuanto a que los problemas de la espalda de William podían remontarse al otoño de 1866, cuando toda la familia se estableció de modo permanente en Cambridge, era coherente con otras especulaciones. Algunos de sus [p. 211] compañeros de clase pensaban que huye a causa de la tensión que le creaba vivir con la familia, y no debido al trabajo. Mary se hace eco de ese rumor en un tono de incredulidad herida. Las disensiones familiares eran obviamente menos gratas que la enfermedad como justificación del hecho de que William interpusiera un océano de por medio. "Tu amigo Pratt apareció anoche; es la primera vez que lo vimos desde que te fuiste... Solamente ha oído hablar de 'razones familiares', lo que evidentemente, a su modo de ver, lo ha colocado todo en una actitud tan equívoca, que él no se atreve ni siquiera a especular acerca del tema -una terrible ruptura familiar te habría llevado a interponer el océano entre tú y tu desagradable familia: ésta parecía la solución más natural del misterio...3 Obviamente William no podía esconderles a todos su infelicidad con la medicina. A Oliver Wendell Holmes, hijo le confesó que quería ocultarse por igual de los amigos y de la familia. Holmes, visitante habitual de la casa de los James y amigable adversario filosófico, tampoco había tenido ninguna noticia anticipada del viaje de William. "Como probablemente te han hecho saber desde el punto de vista físico soy 'una ruina'. Me fui de casa sin hablar con nadie al respecto, porque, con la esperanza de ponerme bien, no quise que Alice y los muchachos se enteraran hasta que todo hubiera pasado. Pensé en decírtelo a ti en secreto', pero me contuve, en parte porque las paredes oyen, en parte por un orgullo morboso y sobre todo a causa del hábito de la reserva que ha estado desarrollándose en mí, durante seis meses."4 * El hecho de que la inferencia de Herbert J. Pratt estaba más cerca de la verdad que la explicación de Mary James aparece confirmado en una carta de William a su amigo Tom Ward: "Tuve que renunciar a mi empleo en el hospital y huir de casa cuando ya me resultaba aborrecible".5Un año más tarde añadió otro detalle importante: durante ese invierno había estado "continuamente al borde del suicidio".6 Sólo cabe imaginar cuáles fueron las razones de esa preocupación con el suicidio. Cuando la familia se mudó a Cambridge, William vivió con ella y una vez más estuvo expuesto a la presión moralizante de su padre en el sentido de que siguiera con su carrera científica. *Como Mary James informó a Alice casi inmediatamente, y el único hijo que estaba en el hogar era Harry (con quien William mantuvo una correspondencia frecuente desde su partida), la excusa dada a Holmes suscita tantas preguntas como las que responde. [p. 211] Epídrafe: William James a Hugo Munsterberg junio 8, 1891, LWJ, 1: 313 1 Mary Walsh James a Alice James, abril de 1867, MH. 2 Mary Walsh James a William James, noviembre 21, 1867, MH. 3 Ibid. 4 LWJ, 1: 99. 5 William James a Tom Ward, septiembre 12, 1867, MH. Se tomó este pasaje de la carta publicada en TCWJ, 1: 244. 6 LWJ, 1: 129.
La hostilidad que el año pasado en el Brasil había hecho tanto por aquietar se vio reavivada, y James huyó de Quincy Street antes de que su cólera reprimida llegara a desbordarlo. La correspondencia de William de ese período es notable por su frecuente pedido de reserva. Una carta a Holmes se cierra con el siguiente comentario final: "Preferiría que mi padre no lo vea".7 En el principio de una carta a su [p. 212] padre expresa un ruego similar: "Creo que también será justo pata ti que no le digas nada a ninguno de los otros sobre lo que vaya decirte”.8 A Tom Ward también le pidió que no hablara: "Esta carta desde luego es intensamente privada y confidencial".9 Dos dibujos de esta época, uno de su cuaderno de apuntes alemán y otro del cuaderno de apuntes de la escuela médica, se centran en los ojos penetrantes de sus sujetos, creando una perturbadora impresión de vigilancia irritada coherente con su esquema mental reservado (figuras 18 y 19). Era como si hubiera decidido mantener a sus corresponsales separados (él era el eje de la rueda y ellos como los rayos mantenidos en sus respectivas posiciones por un aro de secreto que no les permitía tomar contacto entre sí y hacía posible que él continuara moviéndose). Si llegaban a reunirse, entraría en colapso toda la falsa estructura de la mala salud y de la preparación para una carrera in auténtica. (2) Desde el principio, el viaje de William a Europa apuntó a metas ambiciosas. Era, como Mary James y William se lo dijeron a sus corresponsales, un viaje en busca de salud. Era también, como infirió Pratt y confirmó William, una huida de lo que había de "aborrecible" en Quincy Street. Finalmente, daba sustento a la ilusión de que en Europa iba a continuar con su formación científica.10 Después de una breve detención en París. se dirigió a Alemania, donde iba a pasar la mayor parte de los dieciocho meses siguientes. Alemania constituía una feliz transacción, útil para los múltiples propósitos de la aventura. Alemania era Europa pero, como William lo comentó con frecuencia, su atmósfera se parecía tanto a la de América que no resultaba demasiado vigorizante. Aseguró a sus padres que "en la vida aquí no hay el más leve toque de lo romántico, lo pintoresco o incluso lo extranjero".11 Se trataba de un centro de investigación científica y él podía estudiar ciencia, si la salud se lo permitía, o disfrutar alegremente del arte y la estética en caso contrario. La vida no era cara. En general. Alemania equilibraba sensatamente el deseo y el deber, el arte y la ciencia, la salud y la enfermedad, la labor y el ocio. El resultado de esa aventura europea fue tan indefinido como lo habían sido las vacaciones brasileñas, William hablaba mucho de estudiar ciencia, pero hacía poco en ese sentido. En Berlín se inscribió en una serie de conferencias sobre fisiología, pero al cabo de tres meses abandonó el curso. Se prometió a sí mismo y le prometió a su familia que se resarciría de ese fracaso estudiando ciencia en Heidelberg con Wilhelrn Wundt y Hermann van Helmholtz. Pero, a pesar de tener mucha confianza en su preparación, dejó Heidelberg al cabo de sólo seis días. No obstante, estaba lejos de holgazanear: leyó copiosamente [p. 214] literatura y filosofía (en gran medida en alemán) con una seriedad de propósitos, una amplitud de comprensión, y un consiguiente dominio, que hubieran merecido el aplauso del docente moderno' que los hallara en un estudiante graduado. Pasó un total de seis meses sometido a cinco curas separadas en Teplitz y Divonne. Sus idas y vueltas sirvieron de un modo notablemente confiable para apartarlo de una complacencia excesiva con su amor al arte o de un progreso excesivo en la carrera científica, que continuaba con renuencia. Cuando finalmente retornó a Cambridge después de dieciocho meses, de hecho se había acercado en medida considerable a una carrera académica que todavía se perfilaba de modo vago. (3) La primera nota que William envió desde París burbujeaba de entusiasmo por el teatro. "Me estremecí, me enardecí, desbordé de gozo desde el principio al fin.”12 Encantado, sucumbió a la tentación y extendió su estada en unos cuantos días. Pero en cuanto llegó a Dresden, su rutina de estudio se convirtió en irreprochable. "Desde que escribí mi última carta, he llevado una vida perfectamente monótona. Leo toda la mañana, salgo a dar una caminata y holgazanear en un jardín de conciertos por la tarde, y leo después del té." En el museo se sintió particularmente atraído por las pinturas venecianas. Leía vorazmente. "Me tomé
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TCWJ, 1: 129. LWJ, 1:95. 9 William James a Tom Ward, noviembre 7, 1867, MH. Pasaje publicado en LWJ, 1: 118. 10 Henry James (p.) a Samuel G. Ward, abril 1, 1867, MH. 11 LWJ, 1: 86. 12 TCWJ, 1: 235. 8
una licencia literaria", confesó, pero tranquilizando a los padres en cuanto a que estaba "descendiendo de nuevo a la medicina”.13 A pesar de sus protestas en el sentido de que Dresden era monótono, sus cartas registran una vida deliciosamente ociosa vista a través de los ojos de un pintor de paisajes: "Me levanto y desayuno... a las ocho. Leo hasta la una y media, hora a la que almuerzo, por lo general comida muy decente; después hago una siesta, más Germanorum [estudio del alemán] y sigo leyendo hasta que el sol baja lo suficiente como para salir, y entonces voy generalmente al Grosser Garten, un hermoso parque en las afueras de la ciudad donde el sol envía sus rayos oblicuos al prado de mayor verdor, y por entre los grandes árboles, del modo más salutífero". Veía escenas románticas dignas de la paleta de Thomas Cole: "Hay algunos lugares donde los árboles están muy juntos entre sí, y en su oscuridad clásica se encuentran estatuas musgosas, de modo que uno se siente como si estuviera en el siglo pasado. Con frecuencia vaya sentarme en una terraza que domina el Elba y, con los ojos dirigidos hacia los acantilados señoriales de la otra orilla lejana, con acordes de la más suave de las músicas en los oídos, y con una pinta tras otra de cerveza hallando sucesivamente su camino en las profundidades de mi interior, disfruto de los arrobamientos más deliciosos".14 Durante todo julio siguió de ánimo excelente, gozando del teatro, el museo [p. 215] y el placer de la exploración intelectual. Cuando habla de su salud, lo hace en tono de broma. "Ha pasado otra quincena y todavía no estoy muerto." Era claro que su existencia lo deleitaba, y se sentía tan cómodo que deslizó un comentario que tiene que haber rozado puntos sensibles en Quincy Street. "Por nada del mundo compartiría el destino de ustedes en casa."15 Pero para tal hijo el disfrute tenía sus límites. Pronto cayó enfermo y se dirigió por primera vez a los baños de Teplitz. (4) La cura en Teplitz era menos rigurosa que el equivalente americano en Clifton Springs descripto por el tío de William. En lugar de levantarse a las 6: 30 para beber el agua y caminar con los otros mientras una banda ejecutaba música en un segundo plano, William prefería quedarse en cama, "provisto de tres grandes y muy mullidas y blandas almohadas que se cierran por encima de los ojos cuando apoyo en ellas la cabeza", y sorber su agua pausadamente hasta la nueve. A continuación daba una caminata cruzando el parque, hasta una lechería, para tomar el desayuno. "Una pequeña doncella como Henrietta Temple [su prima] me trae mi desayuno, es decir, un gran tazón de requesón con suero, un panecillo y un vaso de leche espumosa... Me siento bajo los árboles, y absorbo la leche, el aire y la música, y permito que mis ojos se alimenten de todos los detalles maravillosos de la luz verdosa que deja pasar el bosque...” Una semana después de haber comenzado con el régimen tuvo el placer de anunciar: "Mi estada aquí me ha vigorizado muchísimo, y me considero un hombre sano".16 Pero esa observación era engañosa. Más tarde le hizo llegar noticias a su padre sobre la espalda, los intestinos y los sin tomas depresivos que lo habían llevado a decidir la visita a Teplitz, añadiendo algunos detalles más serios que justificaban el gasto extraordinario. Puesto que lo que le escribía a su padre era tan distinto de lo relatado en cartas anteriores dirigidas a otros miembros de la familia, lo exhortaba a guardar el secreto. "No veo qué utilidad tendría deteriorar la confianza de la familia en mis cartas diciéndoles algo acerca de esto." Retrospectivamente, creía que las condiciones de su ocio principesco en realidad lo habían perjudicado. "El confinamiento en mi habitación y la imposibilidad de permitirme cualquier intercambio social necesariamente me llevaron a leer mucho, lo cual en mi estado semihambreado y débil era muy malo para mí y me puso tan irritable y trémulo como nunca lo había estado antes." Cuando realizó visitas sociales, ellas agravaron mucho sus "síntomas dorsales''17 Se deprimió más y pensó nuevamente en el suicidio: "Aunque no puedo decir exactamente que estuviera triste, una parte importante e indebida de mi atención comenzó a ser usurpada, no obstante, por la idea de la pistola, la daga [p. 216] y la pócima, y empecé a pensar que era necesario algún cambio, aunque fuera peligroso". No explicó por qué la visita a los baños podría ser peligrosa, pero mirando hacia atrás decidió que el tratamiento había sido un fracaso, aunque los paseos en coche por el campo le resultaron sumamente atractivos. "Mientras estuve allí, debido al efecto debilitante de los baños, tanto la espalda como el estómago en todo caso empeoraron, pero el hermoso paisaje del campo y cierto número de paseos en coche para los que me sentí justificado, me hicieron feliz como un rey."18 13
LWJ, 1: 87, 91. LWJ, 1: 92-93. 15 TCWJ, 1: 238, 239. 16 TCWJ, 1: 242. 17 William James a Henry James (p.), septiembre 5, 1867, MH. 18 LWJ, 1: 95-96. 14
Nada indica cuál fue la reacción del viejo Henry a estas noticias, salvo que William continuó en el extranjero recibiendo dinero. La lógica retorcida que convertía el placer de estudiar y de realizar visitas en un asalto doloroso a la salud debe de haber parecido muy confusa. Si William encontraba que los baños eran debilitantes, ¿por qué continuó tomándolos? (Este interrogante iba a hacerse más perturbador a medida que su hijo reiteraba sus prolongadas estadas con gastos cada vez mayores.) La ingeniosa yuxtaposición de lo penoso del tratamiento y del placer de los paseos por el campo probablemente tranquilizó al padre en cuanto a que las reservas de la familia no estaban siendo dilapidadas exclusivamente en un disfrute inútil. A Henry podría haberlo perturbado mucho la declaración de William (la primera desde su llegada a Europa) según la cual la mala salud hacía dudoso que pudiera cumplir con la promesa de estudiar ciencia en el siguiente invierno. "Este invierno mi espalda me impedirá estudiar fisiología en Leipzig, que era lo que esperaba hacer."19 En lugar de ello, permanecería en Berlín. Cuando le habló de sus planes de quedarse en Berlín a Oliver Wendell Holmes hijo, ya no quedaba duda alguna de que su mala salud le impediría estudiar fisiología práctica, pues no podía estar de pie el tiempo suficiente como para realizar trabajos de laboratorio. En última instancia, en Europa no iba a estudiar ciencia en absoluto. A sus amigos, William les hizo ver solamente un aspecto de su vida en Alemania. La impronta mental positivista de Holmes lo intimidaba. Tratándose de un corresponsal como ése, subrayaba el esfuerzo antes que la facilidad, el dolor antes que el placer, la ambición antes que la incertidumbre, y sobre todo la ciencia antes que el arte. Con una franqueza notable delineó las diferencias de carácter que lo volvían renuente a contarle a Holmes la historia completa: "Tú tienes un modo de pensar mucho más lógico y ordenado que el mío... -observó- y siempre que hemos estado juntos fui de algún modo consciente de reaccionar contra la ascendencia de aquél sobre mi proceso más tosco... Involuntariamente me colocaba en una posición de autodefensa, como si tú amenazaras con invadir mi territorio y deteriorar mi propiedad".20* [p. 217] Además, Holmes estaba decidida y firmemente comprometido con su carrera de abogado. También Holmes había luchado para hallar un trabajo que le permitiera unir sus talentos e ideales con las necesidades del mundo. Su decisión de convertirse en abogado se basó en la convicción de que "el derecho, como cualquier otra serie de hechos de este mundo, puede ser abordado en interés de la ciencia y puede ser estudiado y practicado preservando al mismo tiempo los propios ideales". A diferencia de James, después de haber optado por una profesión aceptaba la necesidad de dominarla en su totalidad. "Desde que escribí en diciembre, no he trabajado en nada que no fuera el derecho... Ha sido necesario: si un hombre elige una profesión nunca podrá contentarse separando las pasas de uva con fastidioso dilettantismo, y dando el resto de la hogaza a los pobres...”21 Si hubiera querido arrojar una flecha moralizante, ella no hubiera podido volar más directamente hacia su blanco. Holmes señaló una dirección que su carga ya había tomado anteriormente. William no podía sino experimentar la cobardía de su propio titubeo. La enfermedad estaba dando a William las excusas que necesitaba para apartarse de la ciencia, y él estaba seguro que también lo liberaría del matrimonio y de la responsabilidad de mantener una familia. "Veo ahora que proba le mente nunca realizaré trabajos de laboratorio, de modo que estoy obligado a recurrir a alguna otra cosa. Puesto que mis hombros se ven libres de las cargas futuras de una mujer y una familia, y mi pequeña espalda no tendrá que soportar el 'dulce yugo', me siento aliviado de la angustia material inminente.”22 No era un joven que se apartaba frenéticamente del trabajo inauténtico y de las responsabilidades prematuras, sino un soldado cristiano que llevaba valientemente su cruz. Quizás Holmes podría entenderlo e incluso admirarlo. * Holmes había luchado y se había distinguido en la Guerra Civil, La elección de una metáfora bélica, en la cual su amigo aparecía como un fusilero invasor realizando una carga amenazante, subraya los sentimientos de inadecuación de un inválido, tres años después de Appomatox. [p. 216-17]
(5) A su amigo Tom Ward, que había participado de la expedición Thayer y era abiertamente infeliz por trabajar en el banco de su padre, William le presentaba otro aspecto de su experiencia. William sabía que Tom también padecía de un humor oscilante y volátil, y predicaba para ambos un evangelio de pensamiento positivo: "Cuando te escribo, quiero siempre hacer sonar una trompeta que despierte ecos en tu voluntad y te ponga en un tono de lucha".23 Y para realizar esa tarea apelaba a ·sus amplios talentos literarios. "Cuando la 19
Ibid., 98. TCWJ, 1: 513, 514. 21 TCWJ, 1: 509, 510. 22 TCWJ, 1: 275. 23 TCWJ, 1: 286. 20
oscuridad del viejo diciembre te rodee por todas partes, recuerda que en el más menudo de los puntos el mundo está realmente tan lleno de vida como en la más gozosa [p. 218] mañana que hayas vivido, que el sol aturde y las olas danzan y las gaviotas tocan rasando el agua en la boca del Amazonas... con tanta frescura como en la primera mañana de la Creación, y la hora es tan adecuada como pudo haberlo sido cualquier otra para predicar un nuevo evangelio de regocijo."24 Con Tom se sentía menos tenso al examinar su problema, puesto que ambos eran infelices. William admitía que había abandonado como ideal el apogeo romántico del genio autoexpresado (a la manera de Ruskin). Estaba en cambio preparado para plantearse metas más modestas: un trabajo que le interesara y le procurara una sensación de compromiso con el mundo. "Bien, ninguno de nosotros aspira a ser un mero holgazán; cada uno desea un trabajo que por su mismo ejercicio le interese y al mismo tiempo le permita sentir que a través de él se ocupa de la realidad de las cosas…” Reseñó sus posibilidades en orden decreciente de atractivo. El arte era la primera, la filosofía la segunda y la medicina la última de la lista. "Los individuos pueden realizar su aporte al bienestar de la raza de una variedad de modos. Se puede deleitar sus sentidos o su gusto mediante alguna producción de lujo o arte, confortarla con el descubrimiento de alguna verdad moral, aliviar sus dolores elaborando una nueva medicina…”25 Y Tom Ward fue el primero en recibir su declaración directa de que una carrera científica no era adecuada para él: " ... es el antiguo cuento de la clavija cuadrada en el agujero redondo ... El hecho es que por naturaleza soy tan poco adecuado para convertirme en un trabajador científico casi como cualquiera puede serio .. .". No obstante, sentía que tenía que ser un hombre de ciencia. Paradójicamente, se quejaba de que incluso aunque no era adecuado para la ciencia, "me sentina como si mi vida quedara desprovista de valor en el caso de que me convenciera de que mi impotencia científica es absoluta... ". Una vez más el suicidio parece una salida. Y cuando le habla sobre el suicidio a Ward, sus palabras suenan más serias que en su carta al padre un año antes: "... a veces, cuando desespero de llegar alguna vez a hacer algo, me digo: '¿Por qué nadar un paso hacia las verdes tinieblas?'"26 Ante Henry Bowditch, su compañero de clase en la escuela médica, desempeñaba el papel de científico frustrado. Bowditch planeaba una carrera en fisiología. Tenía la intención de ir a Europa a estudiar y solicitó el consejo de William. Según las estimaciones de James, "las oportunidades para estudiar aquí son soberbias... Sean ellas cuales fueren en París, no pueden ser mejores. El laboratorio de fisiología, con su formación interminable de máquinas, ranas, perros, etcétera, etcétera, me apabulla cuando paso por allí". William podía cobrar algún entusiasmo por el laboratorio de fisiología para desplegarlo ante los ojos de Bowditch, pero sólo mientras se tratara de pasar por el lugar, sin entrar en él. En lugar de considerar que la medicina estaba "reventada", como lo hacía en la correspondencia con Ward, habla de terminar la escuela médica. "Desde luego, no espero practicar, pero me recibiré a mi vuelta, y quizás encuentre un modo de ganarme la vida precaria y menesterosamente [p. 219] trabajando para periódicos de medicina... No puedo ser profesor de fisiología, patología o anatomía, pues no estoy en condiciones de realizar trabajos de laboratorio, y mucho menos de anatomía o microscopia.”27 Le propuso en broma que los dos unieran sus fuerzas para ejercer juntes. Henry atendería a los pacientes y William leería la bibliografía existente lo mantendría informado. "Esta división del trabajo nos proporcionaría una ventaja firme e inmensa respecto de todos nuestros contemporáneos de cabeza dura." Pero la necesidad de dividir los ingresos de esa sociedad le recuerda su preocupación recurrente acerca del dinero. Y desliza otra de esas declaraciones desnudas que revelan la mezcla de la maniobra consciente con el alboroto inconsciente en la política de la invalidez. Bowditch fue el único que leyó su estimación a propósito del sustento económico con el que podrá contar mientras estuviera enfermo. "No tengo planes definidos para el futuro, pero dispongo de lo necesario para conservar juntos el alma y el cuerpo durante algunos años, y no veo la necesidad de proveer para más." No puede sorprender que a continuación de esa revelación una vez 'más solicitara reserva. "Desde luego, esto que te digo está solamente destinado a tu 'oído privado'."28 (6) A fines de diciembre, William le escribió a su padre acerca de sus planes de volver a Teplitz en marzo, cuando concluyera el periodo lectivo. También habló de planes para estudiar con Wundt y Helmholtz en Heidelberg. O bien había olvidado los pobres resultados que obtuvo en los baños, o cambió de opinión nuevamente. "Si entonces me hace tanto bien como antes, creo que probablemente estaré casi sano." 24
LWJ, 1: 128. LWJ, 1: 129, 130. 26 TCWJ, 1: 287. 27 LWJ, 1: 121, 123. 28 LWJ, 1: 124. 25
Pretendía que los baños lo mejorarían lo bastante como para "realizar algún trabajo en su laboratorio. Me odiaré a mí mismo hasta que consiga hacer algún trabajo especial: esto de leer no conduce a nada en absoluto”.29 No esperó a marzo, sino que abandonó el curso de fisiología y se dirigió a Teplitz antes de que concluyera el periodo lectivo. Allí continuó estudiando filosofía a pesar de sus protestas de que ello no conducía "a nada en absoluto". Naturalmente, su abrupto cambio de planes (y el gasto adicional) tenía que ser explicado a su padre en los términos de una defensa. "Mi querido Papá, no te sorprendas al leer el encabezamiento [Teplitz] hasta haber escuchado las razones que me han traído aquí en esta singular época del año." Anticipaba claramente la consternación de Henry, pero su lógica era tan torturada que también debía haber contado con la indulgente suspensión de las facultades críticas de su padre. "Ellas se fundan en el creciente desgaste y desgarramiento de mi vida en Berlín, y en la impaciencia cada vez mayor por mejorar lo suficiente como para' poder realizar algún trabajo en el verano. Me encuentro más [p. 220] interesado en la fisiología." De modo que se libró del desgaste y desgarramiento de estudiar fisiología en Berlín para ir a Teplitz (que la vez anterior lo había perjudicado) con el fin de almacenar suficiente buena salud como para volver una vez más a estudiar fisiología. No podría sorprendernos que el viejo Henry se haya rascado la cabeza con incredulidad. Además, ¿no había dicho William que su salud estaba mejorando? El mismo se anticipó a refutar esa reserva. "Espero que no vayas a pensar, al verme aquí de nuevo, que mi pregonada mejoría del otoño era falaz. Por el contrario, siento más que nunca, ahora que vuelvo a estar en presencia de las anteriores medidas de mi fuerza (distancias, etcétera), cuán sustancial ha sido la mejoría, sólo que aún no he recorrido el camino hasta la salud completa." De modo que estaba bien, pero no lo bastante bien; le interesaba la fisiología en Heidelberg, pero no en Berlín; y bastaba con que pudiera estar más sano, gracias al reposo y la lectura (que según había dicho antes era insustancial), para que finalmente estuviera en condiciones de volver al hogar e iniciar la carrera científica que deseaban él mismo y (especialmente) su padre. Entonces "podría hacer mi profesión de su estudie (y tal vez de su enseñanza)... ". Para darle el toque final a esa explicación, presenta como un acto de valor el hecho de que finalmente hubiera ido a Teplitz , y como un acto de "amilanamiento afeminado" cualquier intento de permanecer tanto tiempo en Berlín. "30 Henry James ya había añadido 350 dólares a la cuenta de su hijo, y en el otoño renovó la carta de crédito.31 William logró racionalizar su prolongada estada en Europa y consiguió que se le abriera la bolsa de la familia. Pero se sentía culpable, porque lo que ganaba él lo perdía su hermano. Puesto que era el mayor, se esperaba que iniciara el camino hacia la independencia económica. Sin embargo, en 1868 todos sus hermanos se le habían adelantado. Henry ya había comenzado a ganar algún dinero con la publicación de sus cuentos. Garth Wilkinson y Robertson, tres y cuatro años menores que él, ya habían estado en la guerra como oficiales y administraban una plantación en Florida. Aunque todavía sostenidos por la familia, eran claramente más adultos que William. Este le confesó tristemente a Robertson, el menor: "Más bien me avergüenza el estar a mi edad en presencia de ti y Wilky sin haber ganado ni un centavo. No obstante, no he estado totalmente ocioso, y bastará con que recupere la salud para que, con todo, me gane la vida".32 Le escribió a Henry sobre su esperanza de obtener de la nueva cura una mejoría suficiente como para "ingresar en un laboratorio", paso que lo convertiría, de "holgazán indescriptible, en un respetable trabajador, con una tarea honorable en sus manos".33 Pero curiosamente, cada vez que avanzaba hacia la ciencia, la mala salud alejaba la meta, lo mismo que en el suplicio de Tántalo. Durante los tres meses siguientes, James osciló entre Dresden y Teplitz, ciudades separadas por unos sesenta y cuatro kilómetros. E insistió en [p. 221] presentar la experiencia de distintas maneras a los diversos corresponsales. Al escribirle a Henry hijo y a Alice, subrayó la conveniencia de los baños, la cual, con toda buena conciencia, lo obligaba a continuar ese tratamiento. Según lo que les decía a su hermano y a su hermana, Teplitz era un paraíso y un lugar de atención de la salud que ya había demostrado ser benéfico en e1 pasado34. Pero a Bowditch le transmitía una verdad diferente. Teplitz era aburrido, y el tratamiento, inútil. No obstante, él se sometía una y otra vez, virilmente, aceptando con estoicismo el dolor y el debilitamiento con la esperanza de llegar a estar en condiciones de estudiar ciencia. Cuando en abril le escribió a su hermano Henry desde Dresden, le hizo conocer el entusiasmo que suscitaban en él los tesoros del museo. "He estado una cierta, cantidad de veces en la galería, te puedes imaginar con qué placer: como si fuera un baño en los Cielos... " Su ojo de pintor lo llevaba a apreciar al 29
TCWJ, 1: 254. LWJ, 1: 133-34. 31 Henry James (p.) a Samuel G. Ward, enero 14, 1868, y octubre 9, 1868, MH. 32 TCWJ, 1: 258-59. 33 TCWJ, 1: 262. 34 Ibid. 30
artista cuya habilidad fuera "adecuada a su universo; es algo conmovedor en Tizziano y Veronés, quienes pintaron escenas que constituyen un perfecto alboroto de esplendor y opulencia, y sensaciones múltiples tan alejadas de lo que llamamos simplicidad como pueda estarlo cualquier cosa, que preservan un niño”.35 En mayo le escribió a Bowditch desde Teplitz una vez más, haciendo hincapié en su enfermedad y en su fracaso científico. "He estado totalmente desmoralizado durante algo más que el último par de meses... y he permitid que la ciencia médica se me deslizara de las manos casi por completo." Había retornado a los baños -insistió- con el objeto de juntar fuerzas para el asalto final a la tenaz ciudadela de la ciencia, y era cauteloso en cuanto al desenlace."La extensión de mi estada en Heidelberg dependerá de lo que encuentre que pueda obtener allí, y del estado de mi espalda.”36 De nuevo en Dresden evitó sobriamente la galería, y a fin de junio le anunció a Alice su inminente partida. "Dentro de tres días parto a Heidelberg. Después de este lapso prolongado tengo la confianza de ascender en la escala del ser... tan pronto como tome contacto con las serias realidades de la vida.”37 Pero el asalto fue detenido a las puertas de la ciudad. A los seis días estaba de retorno en Berlín, e iba a redactar otra penosa carta racionalizadora dirigida al padre. “Sin duda, después de mi última carta, te habrá sorprendido leer la dirección del encabezamiento. El hecho es que estuve en Heidelberg y huí bajo la influencia de una triste desesperación que se apoderó de mi durante una semana. Ahora que estoy animado de nuevo no creo haber obrado de modo insensato.” No pretendía siquiera fingir que contemplaba la posibilidad de un estudio científico ulterior. “Ahora he aprendido por la experiencia que… necesito estar en alguna parte donde haya conversación, música, periódicos franceses e ingleses, o por lo menos las imágenes de los impetuosos negocios que brinda una gran ciudad, para cuidar de una mente sana.”38 [p. 223] Había límites en la complicidad de sus padres con la política de la invalidez. Se le ordenó volver al hogar. Después de un viaje a Suiza y de una estada en los baños de Divonne, informó a Bowditch en París que estaba dejando Europa, fabricando en términos burlones una familia dependiente de él que requería su presencia. "Me han apremiado mi mujer y mi familia llorosas para que vuelva a casa sin demora... creo que lo más sensato es que lo haga." Si Bowditch recordaba el plan confidencial de no hacer nada durante algunos años, tal vez se haya preguntado el porqué de ese cambio súbito: el aro de secreto que elaboró para allanarse la marcha se había quebrado. Había forzado los límites de la credulidad de los padres hasta hacerla estallar. Seguía aferrándose tenazmente a su enfermedad, como a un talismán, para proteger su retorno a los rigores de la medicina y de Quincy Street. "Tengo mayores posibilidades de ponerme bien en la quietud del hogar que ajetreándome en Europa.”39 (7) A su vuelta. William resolvió continuar estudiando hasta graduarse. Siguió leyendo literatura de ficción y filosofía, pero su trabajo científico se incrementó notablemente, en comparación con lo que había hecho durante el año y medio anterior. Le dijo a Tom Ward que incluso estaba disfrutando con la medicina y su regreso a Quincy Street. "He estado en casa cerca de cuatro semanas y disfruto enormemente de estar en un hogar donde puedo hablar sobre lo que leo -placer del que no gocé durante muchos meses... Estoy leyendo medicina con mucho ánimo... Se está haciendo tan interesante que lamento no tener ninguna posibilidad de introducirme en la profesión.”40 A fines de mayo había completado una tesis sobre el catarro, y aunque' "avergonzado por la escasez de hechos médicos que conozco", la sometió a consideración de los examinadores.41El ápice anterior de interés por los estudios médicos fue inevitablemente seguido por un abismo. Se quejó a su hermano: "Estoy oprimido... por el ennui de la maldita masa de trivialidades.”42 No obstante, se sometió a los nueve exámenes orales de diez minutos, y aprobó una cantidad suficiente (se podía ser reprobado a lo sumo en cuatro) como para obtener el título y errar el libro de la medicina por el resto de su vida. La importancia que le atribuía a su logro surge de una anotación en su diario, que dice simplemente: "Junio 21, '69. Doctor en Medicina". Esa anotación aparece prácticamente enterrada bajo largas listas de libros no médicos que había estado leyendo.43 Casi olvidó mencionar su graduación en una carta a Bowditch. 35
TCWJ, 1: 268. TCWJ, 1: 275. 37 TCWJ, 1: 282. 38 Ibid. 39 TCWJ, 1: 288 40 TCWJ, 1: 289. 41 TCWJ, 1: 295. 42 TCWJ, 1:298. 43 William James, Cuaderno de apuntes, a868, MH. 36
Le parecía más importante describir el "deliciosamente ventoso y frío" clima de Pomfret, Connecticut, donde estaba columpiándose en una hamaca bajo los pinos, brindando a "la política del reposo" una nueva oportunidad de juicio justo. "Me he estado olvidando de decirte que he aprobado mis exámenes sin [p. 224] dificultades y en adelante tengo derecho a añadir a mi nombre el título de doctor, si opto por ello.”44 Pero no lo hizo. Había logrado satisfacer las expectativas de su padre. No obstante, se trataba de un gesto vacío, una victoria pírrica que iba a ser seguida por cuatro años más de invalidez. El deber había triunfado sobre el deseo, pero él estaba menos entero que al principio. La complacencia de su yo artístico en Europa constituía una marca de esa Atlántida sumergida, pero no la había dejado al descubierto. Una vez más amenazó con emerger a la superficie en Pomfret en 1869, pero el episodio fue breve, y además el último antes de que ese continente se hundiera para siempre. Elizabeth Boott, una joven pintora que se convirtió en modelo para la figura de Pansy Osmond en el "Retrato de una dama" de Henry, estaba en Pomfret ese verano, y William le habló sobre ella a Bowditch en términos resplandecientes. "Tiene un gran talento para dibujar, y aquí estaba muy ocupada pintando, lo cual, puesto que se encuentra poco más o menos en el mismo estado desvalido en el que estaba yo cuando abandoné el arte, hace que sea particularmente interesante para mí.”45 Mary James sacó mucho más partido del incidente en cartas a su hijo Henry, que estaba en Europa. Ella habló de las virtudes de Lizzie, pero estaba totalmente segura de que era el arte lo que atraía a William. "[Lizzie] tiene mucho talento y capacidad de trabajo, y... la atmósfera artística que ese trabajo nos materializa se adecua exactamente a Will." Tuvo un efecto dramático en la salud de William. "No me atrevería a decir o predecir nada sobre la mejoría de Will... Pero parece haber avanzado mucho las últimas dos semanas." La atmósfera artística era importante, pero la madre también especulaba acerca del interés romántico. "Posiblemente el corazón susceptible de WilI ha acudido en rescate de su espalda."46 Dos semanas más tarde tenía el placer de informar que la mejoría continuaba. "Tengo grandes esperanzas de que Will haya pasado lo peor, y de que su mejoría actual sea permanente." De nuevo conjeturó la causa: "Su interés en el trabajo artístico que se ejecuta en torno de él lo saca al aire libre, lo aparta de la lectura y lo lleva a realizar una moderada actividad corporal, de la cual puede siempre descansar. Esta influencia benéfica le procuró un impulso decisivo, a partir del cual ha continuado mejorando, al punto de dar caminatas de media milla todos los días sin demasiada fatiga".47 Elizabeth Boott fue una compañera artística bien acogida. Cuando ella dejó el lugar, William siguió en él, pero los buenos efectos desaparecieron junto con la joven. En setiembre Mary Jarnes informó tristemente que "Will ha retrocedido un tanto en Pomfret". Retornó a Cambridge, donde el doctor Wilkinson, su amigo inglés, estaba atendiendo. Después de examinar al inválido. Wilkinson prescribió "diluciones altas de rhus y nux vómica".48 Como homeópata, el doctor Wilkinson creía en la posibilidad de restaurar la salud por medio de muy pequeñas cantidades de drogas que en dosis mucho mayores producían [p. 225] síntomas similares a los de la enfermedad. Si el doctor Wilkinson hubiera escuchado con atención lo que decía Mary James sobre la experiencia de Promfret, habría llegado a la conclusión de que lo que su paciente necesitaba era más de lo mismo: no nuez vómica, sino pintura. (8) No es sorprendente que un joven de la perspicacia psicológica de William James vislumbrara la tragedia en la cual estaba tomando parte. Una hoja suelta de papel en un sobre rotulado "Prornfret registró un momento de dolorosa conciencia. El estilo es lacónico, la forma es lógica. Parecería haber llegado al lecho de roca y no poder avanzar más. Escribió: "El hombre, un paquete de deseos, más o menos numerosos. Vive, en cuanto esos deseos son satisfechos, muere cuando son rechazados". Citados deseos que había cercenado": "la historia natural, la pintura". Pero los deseos pueden estar en conflicto. Advertía que sus tendencias "expansivas" y "defensivas" eran por igual "modos de autoafirmación", uno basado en la "simpatía" y el otro en la "autosuficiencia". La autoexpansividad pura no era posible. Ignorar la importancia que tenía para su padre el que su hijo fuera científico (sabía que se trataba de algo vital, pero no comprendía completamente por qué) equivalía a infligir dolor a a un hombre que amaba. La simpatía tenía que balancearse con la autosuficiencia para preservar su propio autorrespeto. Solemnemente observó que "en un caso dado de mal, la mente oscila entre el esfuerzo por librarse de él, y la resignación". Pero no se contentaba con aceptar la 44
LWJ, 1: 154. LWJ, 1: 155. 46 Mary Walsh James a Henry James (h.), Julio 24, 1869, MH. 47 Mary Walsh James a Henry James (h.), agosto 8, 1869, MH. 48 Mary Walsh James a Henry James (h.), septiembre 21, 1869, MH. 45
resignación indefinidamente. "La solución -concluye- sólo puede residir en no tomarla absolutamente, en hacer de la resignación algo provisional." Resignarse a una carrera médica había sido una simulación depresiva, tolerable solamente porque él creía que era temporaria. Pero estaba determinado a no engañarse. "La resignación no debe decir 'es bueno', 'un dulce yugo', etcétera, sino 'estoy dispuesto a soportarlo en el presente'." Pero el conflicto parecía inconciliable. ¿Cómo podría obedecer a sus deseos, que se deleitaban en el arte y desde hacía algún tiempo lo llevaban hacia la especulación en el límite entre la ciencia y la filosofía, sin privar al padre de un hijo científico? Sus necesidades y las necesidades de su padre, por igual esenciales, válidas y sin ninguna posibilidad de ulterior apelación legitimante, estaban inequívocamente opuestas entre sí. Llegó a una conclusión ominosa para su futuro. "Tres cantidades a determinar: 1) cuánto dolor soportaré; 2) cuánto dolor (por existir) infligiré a otros; 3) cuánto dolor de los otros 'aceptaré' sin dejar de obtener placer del hecho de que existan.”49. Había logrado reducir una década de su vida a elementos duros y aguzados, corno clavos para cerrar un ataúd o afirmar una cruz. Podía sufrir él o hacer [p. 226] sufrir al padre. Podía infligirse dolor a sí mismo (el suicidio en: una tentación). Podía hacer lo que deseaba y defraudar a su padre, quizás causándole la muerte. Podía continuar obedeciendo y correr el riesgo de que el amor se convirtiera en odio. Cuando William obtuvo el título de doctor en 1869, la única incertidumbre se refería a su capacidad para sufrir. Tendrían que transcurrir cuatro años más desde el verano artístico en Pomfret para que pudiera poner a prueba su resistencia.
49
TCWJ, 1: 301-2.
14. UNA VIDA SINGULAR [p. 227] ... el hombre es esencialmente el animal imitativo. William James, 1890 (1) El fuerte lazo existente entre padre e hijo malograba todos los esfuerzos de William por individuarse, por establecer un yo psicológicamente independiente. También era difícil la separación entre William y su hermano menor Henry, y la opción vocacional resultaba tan significativa en este caso como en el de la dificultad para la individuación de padre e hijo. El lenguaje de los síntomas atestiguaba la contienda fraternal. Durante los trece años transcurridos entre 1859 y 1872 se dividieron dos sendas que habían estado superpuestas y se habían considerado destinadas a desplegar trayectorias paralelas. William optó por la ciencia y por América. Henry abrazó la literatura y eligió a Europa. (2) En setiembre de 1867, en una carta a Tom Ward, William rebosaba de alegría: "No sé si has oído o no que me he encontrado a mí mismo el último noviembre, casi sin causa suscitadora perceptible, en posesión de esa deliciosa enfermedad de mi espalda, que durante tanto tiempo ha hecho a Harry tan interesante".1 El anuncio a Ward intentaba explicar las razones de su fuga a Europa la primavera anterior. Era también una declaración de ese joven siempre auto consciente 'n cuanto a que su enfermedad estaba vinculada con la de Harry de una manera confusa. "Es evidentemente una peculiaridad familiar." El problema con su espalda fue el último de una larga serie de acontecimientos que confirmaban un lazo fraternal especialmente estrecho. * [p. 228] Cuando Henry describe en su autobiografía la enfermedad del hermano, confirma ese lazo, al pasar sin esfuerzo e imperceptiblemente del "él" al "nosotros". De esa manera se invita al lector a compartir la creencia de que en realidad entre ellos no había ningún límite. Recuerda "una aguda caída en la salud de mi hermano que la tensión de un año en la mesa de disección parecía haber contribuido mucho a determinar, como también el hecho acariciado de que Europa saliera de esa crisis ocupando de nuevo para nosotros su lugar como remedio permanente, mitigación regular de toda tensión sufrida o por lo menos inconveniente"2 Tanto William como Henry veían a la enfermedad como una confirmación de su apego fraterno. Esa ligazón fraternal era de antigua data, y había sido alentada por la semejanza de edades, los intereses estéticos compartidos y el constante desarraigo de su infancia. En eljuego, en la escuela, en la vida familiar. William era seguido por el hermano menor que lo admiraba. Henry quería estar con él y ser como él. Pero en gran medida para su disgusto, William estaba siempre "a la vuelta de la esquina y fuera de la vista".3La proximidad se vio intensificada por el destino compartido como sujetos de los primeros experimentos educacionales del padre. Henry hijo dijo que eran gemelos mitológicos, "un Rómulo derrotado --recordó-, un Remo 'prematuramente sacrificado", entregados al programa pedagógico radical de Henry padre.4 Henry seguía a William a todas partes, aunque fuera a oscuras. Los talentos artísticos de William se manifestaron primero, y en ésa, como en tantas otras áreas. Henry imitativamente puso a prueba sus posibilidades. "En casa la gratificación más íntima era la imitativa, la emulativa (por mi parte)" -recordó Henry. "W. J. dibujaba porque sabía, mientras que yo dibujaba principalmente porque lo hacía él…”5 Cuando William estudió con Hunt, lo mismo hizo Henry. Cuando William se mudó a Cambridge, Henry pronto lo siguió, tratando también de obtener un título de Harvard. En la década de 1850 exploraron juntos los tesoros de los museos y cada uno de ellos aprendió a depender del oído atento y el ojo apreciativo del otro. La sensibilidad estética compartida profundizó el "nosotros". *Aunque William identificaba su "interesante" enfermedad de la espalda como un vínculo entre él y Harry, no fue por completo preciso al afirmar que Harry había sido el primero en sufrir esa "peculiaridad familiar". En 1856 Mary James escribió a su suegra acerca del problema en la espalda que había comenzado a afectar a Henry padre. "El esfuerzo que hizo caminando durante tantos años le ha ocasionado una debilidad en la espalda que a veces lo perturba mucho" (Mary Walsh James a Catharine Barber James, 25 de agosto de 1865, MH). [p. 227-28] Epígrafe: PP, 2: 408. 1 TCWJ, 1: 408. 2 NSB, 444. 3 SOB, 9. 4 SOB, 221. 5 SOB, 264.
También en este aspecto los recuerdos autobiográficos del hermano menor vinculan sistemáticamente a la pareja. Les gustaba Haydon porque apuntaba a algo que "nosotros podíamos hacer, o por lo menos queríamos hacer… Encontrábamos en esas obras un interés y belleza considerables... La palabra misma 'prerrafaelista'... nos estremecía por su perfección... Todavía no éramos conscientes del estilo, aunque estábamos en camino de serio... "6 Siendo ambos [p. 229] adultos, cuando la división entre ellos ya había tenido lugar, era reconocida por el mundo y elogiada, resultaba más fácil decir que William estaba destinado a la ciencia y Henry al arte. Pero en la época de búsqueda juvenil, eran gemelos estéticos, y parecía posible que siguieran uncidos al mismo yugo fraternal y se convirtieran en artistas en pareja.7 William fue el primero en caer enfermo; sus síntomas nerviosos hicieron su aparición cuando ingresó en la Escuela Científica Lawrence, en 1861. Henry se lastimó la espalda a fines de octubre, menos de dos meses más tarde. Cuando los médicos no hallaron base orgánica para su enfermedad, Henry siguió a William a Cambridge y durante un año cursó en la Escuela de Leyes de Harvard. Aunque inadecuado para su tipo de talento, el derecho justificó el estudio con holganza de tiempo. Henry describió de diversos modos a distintos corresponsales sus actividades como inválido, siguiendo los cambios de su estado de ánimo: "comer loto hasta la repleción... holgazanear y hablar de estética todo el día", y "seguir un monótono curso higiénico de no trabajo". No se expuso (como William) a una confrontación directa con el padre a propósito del arte. Tal vez aprendió de la experiencia frustrada del hermano. Gradualmente el equilibrio entre ellos se fue modificando, y a medida que Henry ganaba en fuerza y competencia como artista se fue convirtiendo en el líder de la pareja. El problema de la espalda de William subrayaba su afinidad con Henry, y cuando el primero viajó al extranjero, le permitió revivir los intereses estéticos que alguna vez compartieron. En la superficie, al viajar en 1867 interpuso un océano entre ellos, pero de la correspondencia que siguió surge con fuerza que cada hermano estaba siempre presente en la conciencia del otro. Henry era un testigo deseado o imaginado del renacimiento estético de William. El gozo en el teatro parisiense le arrancó la exclamación siguiente: "Querido hermano, cuánto habría dado por tenerte a mi lado para que pudiéramos disfrutar juntos". Mientras se solazaba en el paisaje tranquilo y cultivado de los alrededores de Dresden, confió que "con mucha frecuencia hubiera querido... que Henry estuviera aquí durante una hora... para refrescarse con la visión de algo llueva...". Harry tenía que "leer el Fausto de Goethe: es una buena obra...". Harry necesitaba leer Modeste Mignon de Balzac; Harry comprendería sus sentimientos si leía a ese "viejo pagano imperturbable, Hornero". Acababa de ver cuadros de Tiziano y el Veronés, y escribió: "Habría dado mucho por... escuchar cómo te impresionaban alguna de las cosas".8Era obvio que el hermano mayor echaba de menos al menor al reabrir la puerta del arte, que había cerrado para él siete años antes. William era plenamente consciente de que también Henry quería estar en Europa. Debía de haber pensado en eso al subrayar las numerosas semejanzas entre Alemania y los Estados Unidos. Se las había ingeniado para adquirir la "interesante" dolencia de Henry y estaba en el extranjero a causa de ella, disfrutando de la estimulación estética que su hermano anhelaba. Henry [p. 231] experimentaba desagrado. Lejos de reconocer las observaciones artísticas o literarias de William, se aferró con irritación a uno de los comentarios exhortatorios de su hermano. "No trates de demostrar que América y Alemania son idénticas y que es tan bueno estar aquí como allí... Déjame ir a Berlín y diré si es así." Para subrayar el punto y aguijonear la conciencia de William, añadió: "La vida aquí, en Cambridge -o en esta casa, por lo menos- es más o menos tan animada como en un sepulcro."9 No estaba en su estilo luchar abiertamente con el hermano, pero la misma sintomatología que le permitió a William alcanzar Europa antes que él, le dio a Henry la oportunidad para contestar el fuego. Sabía que William creía que la enfermedad que padecían ambos seguiría en uno y otro un curso similar. Puesto que Henry había experimentado en primer término los problemas con la espalda, se daba por sentado que los cambios de su salud permitían predecir los de la salud de William; la mejoría o el empeoramiento de uno debían ser seguidos por la mejoría o el empeoramiento del otro. Henry minimizó malévolamente la mejoría que ya había sido descripta a William por otros corresponsales de la familia. "No estoy peor pero mi salud ha cesado de mejorar tan constantemente como lo hizo durante el verano. Está claro que tengo que cavar un muy largo surco hasta que pueda hacer algo – trabajar o jugar –." Siempre muy cuidadoso de lo que estaba 6
SOB, 314, 315, 345. Leon Edel ha subrayado los aspectos concernientes a la rivalidad en el tema de los gemelos (véase HJ, 1: 240-52); a mí me interesa un problema psicológico diferente, el de la individuazación. Para un ejemplo moderno de fusión psicológica en gemelos idénticos, véase Linda Wolfe, “The Strange Death of the Twin Gynecologists”, New York, septiembre 8, 1975, 43-47. 8 TCWJ, 1: 236, 241, 268, 267. 9 TCWJ, 1: 251. 7
haciendo (y los dos tenían con frecuencia una conciencia penetrante) negaba su propósito. "No menciono esto para desalentarte, pues no tienes derecho alguno a sentirte desalentado, cuando yo mismo no lo estoy...10 Si William escapaba con los síntomas de Henry, tenía que estar preparado para sufrir como sufría su hermano. La fusión competitiva representada por esa sintomatología compartida, a veces llevaba a llamar a las cosas por su nombre. Cada uno de ellos acusaba al otro de fingir la enfermedad, o de estar "imaginando" que padecía algún daño físico. Al sentirse acusados, los dos insistían en su sinceridad y en el triste estado que sobrellevaban. Primero William admitió su desconfianza cuando Henry estaba en el extranjero en 1869. Lleno de la erudición médica reunida en el repaso destinado a apuntalarlo en sus exámenes finales, ofreció su opinión profesional: "Mi diagnóstico sería ahora simplemente locura dorsal".11 Cuando Henry estaba de nuevo en el extranjero en 1873, le llegó su turno. La acusación puede inferirse de la apenada refutación de William: "No sé si todavía consideras o no que mis dolencias son imaginación y farsa, pero yo mismo sé que son tan reales como han podido serio las dolencias de cualquiera, y que con la excepción de mis ojos, que ahora puedo utilizar durante 4 horas por día, la mejoría que he logrado en 12 meses es muy ligera".12 (3) [p. 232] No está claro si Henry consideraba que el problema de la espalda de William era una imitación o un destino compartido. Pero no podía dejar de notar que su alguna vez admirado hermano mayor estaba tratando de copiarlo como escritor. Y, lo que empeoraba las cosas, Henry vio solicitada su ayuda en el esfuerzo imitativo. Si Henry había dibujado porque William podía, ¿qué impedía que William escribiera en vista de que Henry lo hacia? William anunció el proyecto en una carta: "El otro día, mientras estaba sentado a solas con mi carta de crédito, profundamente quebrantada, lamentando mi estado de proscripto, y preguntándome qué podía hacer para ganarme la vida, relampagueó en mi mente la idea de que podría escribir una 'nota' sobre la novela de H. Grimm que había estado leyendo". No se sentía tan capaz como su hermano' menor y se quejó de que escribir no le resultaba fácil. Después "de haber pasado tres días, sudando temerosamente, tachando, mesándome los cabellos, copiando, recopiando, etcétera, etcétera", le pasó el texto a Henry y al resto de la familia para que lo juzgaran. "Quiero que lo leas, y si, después de corregir el estilo y los pensamientos..., y reescribirlo si es posible… envíalo al Nation o a Round Table.”13 La reseña fue publicada, y también lo fueron otras cinco, escritas durante la estada de William en Europa en 1867-1868. Henry realizó obedientemente la corrección de estilo y de pruebas de imprenta. En su incertidumbre, William bregaba por mantenerse a la par de Henry y por oscurecer la separación que el hermano menor estaba tratando pacientemente de lograr.
Cuando fue el turno de Henry de buscar la salud en Europa, tenía plena conciencia de los lazos ambivalentes que todavía lo ataban a William. Poco después de haber viajado al exterior, escribió: "Si Willie siente mi ausencia en algún grado punzante, o más bien práctico, si echa de menos que no esté rondando en la habitación, no debe tener escrúpulos en pedirme que vuelva". Esa oferta no podía ser seria, pues acababa de llegar y estaba disfrutando plenamente de Londres. Pero señala la ambivalencia de la separación. A medida que su salud mejoraba, generosamente realzó el hecho, sabiendo que William lo consideraría un buen presagio, Sin embargo, junto a una fraternal palmada de buena suerte, en su interrogante de una semana más tarde habla también un signo claro de alivio. "Desde luego estoy especialmente ansioso por tener noticias de Willy, como tengo la esperanza de que a estas alturas haya comprendido. ¿Cómo puede hacer sus cosas y diligencias estando yo aquí? Es terrible pensarlo."14 Actuó con gusto como observador para la pareja, del mismo modo que lo había hecho William. Sabía qué cosas hacían latir el corazón de su hermano y se apresuró a satisfacer sus necesidades. "De lo que más te gusta que te hablen es sobre pintores", comentó, procediendo a hacerla con generosidad de detalles. [p. 233] La Capilla de Giotto en Padua lo lleva a anhelar "el juicio penetrante y la genial simpatía de mi culto William".15 Henry sabía lo que quería mucho mejor que William. Estaba decidido a explotar a fondo el ocio protegido por la enfermedad para desarrollarse como artista. "Cuando me hablas de la noble vida de trabajo que algunos de nuestros amigos están llevando en ese claro aire americano, ansia tristemente terminar con 10
HJL, 1: 80. William James a Henry James (h.), junio 12, 1869, MH. 12 William James a Henry James (h.), mayo 25, 1873, MH. 13 TCWJ, 1: 245. 14 HJL, 1: 96, 105. 15 HJL, 1: 146. 11
estas estrangulantes cuerdas de haraganeo, holgazanería y marcha a la deriva, y correr detrás de la pelota junto con los otros. Pero -decidió- habiendo esperado tanto, puedo esperar un poco más." El viaje al exterior de William sirvió para atascar su carrera científica, sin llegar a rescatar su yo de artista. Henry persiguió con constancia la adquisición de habilidades artísticas. Solamente él iba a alcanzar la meta que alguna vez pareció un destino compartido. Había un borde afilado en el ruego de Henry: "¡Envídiame, si puedes, sin odiar!"16 Y había una nota punzante en las palabras que pondría en boca de Roderick Hudson en su primera novela. Habiendo muerto su hermano mayor. Roderick observa: "Te diré la verdad perfecta, tengo que ocupar dos lugares. Tengo que ser mi hermano tanto como yo mismo”.17 En 1875, cuando fue escrito ese pasaje, los "gemelos" ya hablan sido divididos y Henry era el único emergente artistico de la pareja. Pero en 1869 la conciencia ponía límites a la complacencia artística. Por primera vez en Italia. Henry padeció una constipación tal que se' temió una obstrucción intestinal. Delicadamente aludió al tema, refiriéndose a "un antiguo problema". William se aferró a la queja con el celo terapéutico de un joven médico y escribió gráficamente acerca de la afección, sin ahorrar detalles.18 Sugirió los remedios típicos de la época: aceite de ricino, enemas de espuma de jabón, tratamientos eléctricos para los músculos abdominales, la columna vertebral o dentro del recto: aconsejó a su hermano que se hiciera ver por sus amigos estudiantes de medicina que estaban completando su formación en el extranjero. La actitud solicita de William fue impulsada en parte por el hecho de que él también se quejaba del mismo problema.* Abordó las dificultades [p. 234] intestinales de Henry con todo el entusiasmo de un médico neófito y toda la compasión de un compañero de sufrimientos, Y mientras escribía, por momentos se deslizaba imperceptiblemente del "tú" al "yo" de una manera que, como ya lo hemos observado, sugiere una fusión psicológica. "Si esto continúa 3 meses más a pesar de lo que los médicos puedan hacer por ti en Italia, escribiré a Malverne de nuevo y veré qué puede hacer Inglaterra por mí." Los hermanos intercambiaban remedios de ida y vuelta, pero Henry nunca demostró un compromiso tan intenso con el tema como William, que a veces alcanzaba alturas rapsódicas. "Difícilmente podrías concebir la alegría con la cual recibí... las novedades acerca del fin temporario de tu patético drama intestinal. Si pudiera creer que es el principio de el fin, la felicidad sería casi demasiado grande." Evidentemente se percata de que ha exagerado, y da un paso atrás, observando: "Me atrevo a decir que me agradecerás que finalmente abandone el tema".19 La constipación simbolizaba el problema de la disciplina enfrentada al deseo. William advirtió esta vinculación en un consejo a su hermano, característicamente exhortatorio: "Nunca resistas un impulso a evacuar, sea cual fuere la hora a la que se produzca. Esta es una Hauptsache en la disciplina de los intestinos"20 En ese consejo fraternal podemos oír fácilmente la voz del psicólogo del "hábito". William se había habituado tan acabadamente a sofocar sus propios deseos con una disciplina autodeformante, que ya no estaba seguro de la diferencia entre retener y soltar. Henry conocía la diferencia. Quería ser escritor y aceptaba la disciplina de ese arte. Y las primeras narraciones que escribió durante ese difícil período demuestran cuán agudamente consciente era de la atracción de esa peculiar unión psicológica con el hermano, y de la necesidad de sustraerse a ella. I *Los lectores que hayan seguido la lógica del esquema epigenético de Erik Erikson, que correlaciona los modos orgánicos con las crisis psicológicas normales, no se sentirán sorprendidos al saber que esta pareja de jóvenes de talento (tan próximos entre sí pero cada uno de ellos necesitado de convertirse en él mismo con singularidad) padecían constipaciones. A medida que el niño logra el control de los esfínteres (la tarea orgánicamente pautada del infante que comienza a caminar) su desarrollo lo separa, de una previamente imaginada' unidad con su progenitor. El problema de la autonomía, de separarse de terceros significativos, enfrenta el primer desafío importante en coincidencia con el control intestinal y a través de él. Según lo ha señalado Eríkson, los problemas psicológicos reaparecen en etapas ulteriores del ciclo vital. Las crisis tempranas son reexperimentadas constantemente, y las soluciones tempranas perpetuamente reelaboradas. En el principio de la adultez, que Erikson considera un período de formación de la identidad, el realiza; la propia voluntad se convierte de nuevo en un problema supremo. En un contexto familiar que ha dificultado la separación, ésta podría ser perseguida simbólicamente, una vez más, a través del control de las evacuaciones (Erik Erikson, Identity, Youth and Crisis. Nueva York, 1968, 107-114). [p. 233-34]
(4) 16
HJL, 1: 186, 216. Henry James, Roderick Hudson, comp. Leon Edel (Londres, 1961), 47. 18 William James a Henry James (h.), octubre 25, 1869, MH. 19 William James a Henry James (h.), noviembre 1 y diciembre 5, 1869, MH. 20 William James a Henry James (h.), junio 1, 1869, MH. 17
Tres de los cuentos cortos de Henry son particularmente reveladores, debido a que su brevedad desnuda las preocupaciones del autor. Son ellos "De Grey: A Romance" (1868), "The Romance of Certain Old Clothes" (1868) y A Light Man" (1869). Fueron escritos cuando la fuerza del apego entre los hermanos era intensa, aunque estaba al borde de ser doblegada. El análisis de esos cuentos demuestra que el hermano menor comprendía su "vida singular". [p. 235] Henry construyó el romance de De Grey con elementos jamesianos familiares: una familia que "disfrutaba de gran prosperidad material", un padre que actuaba de modo tal que "se hacía sospechable de locura", y una maldición familiar que arrojaba "una sombra de misterio" sobre la casa. Representó a William en el personaje de Paul, el hijo y heredero de George De Grey, y él mismo se introdujo en la piel de Margaret, una joven que acompañaba a la señora De Grey,. Henry es brutalmente franco en su evaluación de George De Grey, el padre de la familia. Su temperamento insano y su holgazanería hacían que no fuera "deseable... como ejemplo". Paul es exhortado a no imitar a su padre sino a elegir una carrera, puesto que "en América, en todas las condiciones sociales, la holgazanería era indecente". Paul viaja al extranjero y pasa su tiempo, como William, “errando por Europa, en una vaga, inquieta búsqueda de su futuro";21 A su retorno, él y Margaret se enamoran y activan la maldición de los De Grey. Durante generaciones, el primer amante apasionado de los hijos De Grey ha caído inexplicablemente enfermo y terminó muriendo. La narración expresa un miedo obvio a la pasión sexual, pero incluso más importante es el retrato de los lazos fraternos entre Paul y Margaret. * Aunque tienen dos cuerpos separados, los límites entre ellos son vagos. Cuando Margaret prorrumpe en gritos de terror, Paul la oye aunque está a kilómetros de distancia, Cuando uno es herido, el otro. siente el dolor. Cuando a Margaret se le hace conocer la maldición, valientemente se niega a ser separada de su hermano-amante. Pero este desafío conduce al desastre. En lugar de abolir la maldición, cambia su destinatario, y el que cae enfermo es Paul. "Mientras ella florecía y prosperaba, él se marchitaba y consumía." Al final, Paul muere, a pesar de los valerosos esfuerzos de Margaret. Pero tampoco ella escaparía. La joven enloquece. James subraya la vinculación entre los gemelos: "El sentido había dejado la mente de ella tan completamente como el cuerpo de él, y era tan poco probable que volviera a una como al otro”.22 Es obvio que Henry estaba ponderando el costo de su intenso apego a William. En "De Grey" plantea imaginativamente una turbadora cuestión: ¿podría él supervivir y seguir siendo uno con su hermano? Si intentaba rescatar a su doliente gemelo, ¿caerían ambos presa de la maldición de la enfermedad y la locura? La redacción de este relato constituyó un paso decisivo en su propia senda literaria, pero en el cuento expresó su preocupación por la posibilidad de condenarse a una invalidez equiparable a la del sumergido yo de artista de William. Si de alguna manera el trabajo realizado constituía una medida, Henry "florecía y prosperaba", mientras que William "se marchitaba y consumía" [p. 236] en el ámbito europeo. No obstante, daba un respingo cuando su gemelo gritaba, aunque hubiera de por medio un océano. En "The Romance of Certain Old Clothes", Henry presenta otra visión de su "vida singular".23 Con William en el extranjero, gracias al dolor de espalda de Henry, escribiendo cartas tibias acerca de los relatos de Henry y redactando imitativamente reseñas que esperaba que Henry corrigiera (no sin quejarse: "Mi schriftstellersiches Selbstgefühl [sentido de sí mismo del escritor] ha quedado naturalmente destrozado por las mutilaciones que has infligido a mi perspicaz artículo sobre Feydeau..."),24 Henry estaba furioso. Las páginas de este relato están erizadas de una cólera apenas oculta cuyo objeto es un hermano mayor que dilapida sus oportunidades en Europa o que usurpa la vida del menor. William aparece primero en este cuento como Bernard, un no apreciado hermano mayor no muy listo, siendo que "el ingenio de la familia" había sido "prorrateado principalmente entre sus hermanas" menores. Mientras está en Europa para estudiar, Bernard logra muy poco ("sin gran honor") pero "disfruta mucho";25 (Los retratos de Henry están tan tenuemente disfrazados que el único comentario de WiIliam a propósito de la historia consistió en criticar su "trívíalidad".)26 La acción principal se centra en una pareja de hermanas, Viola y Perdita. *Margaret y Paul no son parientes consanguíneos, pero desde el punto de vista funcional tienen una relación de hermanos en virtud de que comparten la protección de la madre
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Henry James, “De Grey: A Romance”, en The Tales of Henry James (1864-1869), comp. M. Aziz (Oxford, Clarendon Press, 1973), 277-79, 293. 22 Ibid., 306 23 Henry James, “the Romance of Certain Old Clothes”, en ibid., 210-26. 24 TCWJ, 1: 263. 25 James, “Romance of Certain Old Clothes”, 210, 211. 26 TCWJ, 1: 264.
Aunque "distintas en aspecto y carácter", compartían el lecho y tenían un único objetivo: casarse con el mismo hombre. Arthur Lloyd, un amigo que Bernard había traído de Inglaterra (la familia vivía en Massachusetts, como los James) es una nueva atracción que amenaza separar a las "gemelas". Arthur elige a Perdita, la más joven, lo cual despierta amargos celos en Viola. Ella es increpada por la triunfante Perdita: "Vamos, hermana… no podía casarse con las dos."27 . Pero cuando Henry elaboraba la historia, eso era exactamente lo que sucedía. La vida singular se prolonga en el lecho matrimonial, no al mismo tiempo sino consecutivamente, pero no importa: el marido es el mismo. James utiliza el gesto de vestir las ropas de otro como símbolo de la usurpación de su vida. Y reconocía que la hermana mayor era más artística y que por lo tanto se adecuaba mejor a la ropa (y a la vida) que esperaba Perdita. Viola tenía el mejor gusto del mundo, y cuando llega la tela del traje de novia, el color resulta más apropiado para ella que para la novia, que lo admite con una mezcla de malicia e inocencia: "El azul es tu color, hermana, más que el mío... Es una lástima que no sea para ti. Tú sabrías qué hacer con él". Por cierto que sabe qué hacer. Inmediatamente después de la boda, Perdita descubre horrorizada a Viola usando su traje de novia. A continuación de la muerte de Perdita (en un parto), Viola ocupa el lugar de su hermana como esposa de Arthur. Pero esa relación de gemelas indiferenciadas (como el amor de Paul y Margaret en "De Grey") está destinada a tener un final violento. El deseo postrero de Perdita había sido preservar algún grado de separación para ella, impidiendo que su rapaz hermana mayor vistiera su ropa. Así, le hizo prometer al esposo [p. 237] que la conservaría como legado para la hija. * Cuando Viola obliga al marido a darle la llave y abre el cofre, el espíritu vengador de Perdita la mata. Henry fue inusualmente gráfico (y gótico) en la descripción del cadáver de la derrotada hermana mayor. "Sus labios se entreabrían en una súplica, con espanto, agónicos, y en su frente y mejillas descoloridas fosforecían las marcas de diez horribles heridas infligidas por dos vengadoras manos fantasmales."28 Es significativo que poco después de haber escrito este relato, Henry encargara un traje de la misma tela utilizada por el sastre de William antes de que este último viajara al extranjero.29 "The Romance of Certain Old Clothes" puede leerse como una alegoría de la lucha de Henry por individuarse respecto de William. William había tenido más capacidad artística (es decir, mejor gusto para la ropa) y podría haber estado destinado a la carrera artística que ambos deseaban (la tela para el traje de novia le caía mejor a Viola), pero a Henry lo encolerizaba el intento de William de usurpar su lugar (convertirse en escritor de éxito I usar el vestido de novia que simbolizaba su triunfo). En lo que a Henry concernía, ya era tiempo de que dejaran de compartir el lecho. ¿O no lo era? Sobre la cuestión de la identidad sexual, los relatos son ambiguos en extremo. ¿Cómo debemos tomar el hecho de que en ambos Henry se representa a sí mismo como una joven mujer? ¿O el de que Viola recuerde a una heroína de Shakespeare (en Twelfth Night, Viola .es una mujer vestida de hombre)? ¿O el de que en "Old Clothes" el amante no es más que el pretexto para desplegar el apego de dos hermanos del mismo sexo? Las primeras narraciones de Henry James pueden interpretarse como las creaciones de un artista joven que se estaba viendo dolorosamente a sí mismo como una conciencia de mujer bajo el disfraz de un cuerpo de hombre. No es sorprendente que la "vida singular" de los hermanos oscureciera las distinciones sexuales entre ellos. Tampoco debería sorprender que en el mundo de ficción de Henry aparezca un fuerte lazo homosexual que lo liga a su hermano William.** [p. 238] Con "A Light Man" Henry escribió un relato transparentemente homosexual y por momentos incluso pornográfico. ¿En qué otra obra de Henry James leemos que un hombre dice de otro: "¡Cómo me gustaría, por una vez, provocarle una real sensación!"? ¿Y en qué otra parte de los escritos jamesianos vemos la sensación orgiástica magistralmente comunicada, de hombre a hombre? *Una vez más un legado es una maldición, [p. 237] **Richard Hall (“An Obscure Hurt : The Sexuality of Henry James", New Republic, 180, 1979, Nº 17: 25-28; N° 18: 25-29) le ha objetado a Leon Edel que dejara "una peculiar timidez" en el centro de su monumental biografía de Henry James (HJ). Con absoluta corrección señala una tendencia a "vaciar de contenido sexual" el análisis (en particular en los primeros volúmenes) en favor del tema de la rivalidad, con lo cual se oscurecen las luchas incestuosas fraternales (exteriorizadas o no) esenciales en la psicología de Henry. Siguiendo a Edel, Hall cree que el matrimonio de William en 1878 determinó un cambio en las novelas de Henry, que reemplazó los protagonistas masculinos por mujeres. Este cambio resulta menos llamativo cuando se lo ubica en el contexto de las primeras narraciones, que típicamente representan una conciencia femenina. Desde el principio mismo de la década de sus veinte años, el núcleo psicológico de Henry James adoleció de ambivalencia femenina y de fusión con su "gemelo" mayor, más masculino. [p. 237] 27
James, “Romance of Certain Old Clothes”, 213, 216. Ibid., 217, 226. 29 HJ, 1: 249-50. 28
No tengo poder para describir el resto de esta escena extraordinaria: ... cómo yo, impulsado por el irresistible espíritu de mi deseo de montar a horcajadas en la debilidad de él, y cabalgar sin descanso hacia la meta de mis sueños, astutamente me las ingenié para mantener su espíritu afiebrado, de modo que la fuerza, la razón y la resistencia se consumieran. Probablemente nunca volveré a experimentar una sensación como ésa de la que disfruté anoche, sentir realmente un corazón humano caldeado palpitando, revolviéndose y bregando aferrado por mí; conocer sus jadeos, sus espasmos, sus convulsiones y su reposo final obnubilado.30
Este relato fue publicado en 1869, mientras Henry estaba en el extranjero manipulando hábilmente a sus padres para que siguiera fluyendo el dinero con el que pagaba su cura viajera. Desde el principio la identidad sexual está en cuestión. El título modifica el de un poema de Browning, "A Light Woman", y alude a una figura que es una cosa distinta de lo que podría parecerle a su amante (como la Viola de Shakespeare)* En la versión de James el triángulo es totalmente masculino. Y la herencia desempeña un papel importante, como en los dos relatos anteriores. De hecho, la escena orgiástica que he reproducido tenía la intención de describir, no una relación homosexual, sino el esfuerzo que realiza un joven despiadado (Maximus) para obligar a su anciano benefactor (Frederick Sloane) a que lo incluya en su testamento. (Las cartas de Henry que arrancaban dinero de la herencia de su padre fueron escritas en mayo de 1869, y "A Light Man" se publicó en julio.) Maximus y su amigo Theodore combinan cualidades que ya hemos advertido en William y Henry. Maximus no está ocupado en nada, y lidia con los eternos interrogante s de los jóvenes. "¿Qué soy? ¿Qué quiero? ¿Hacia dónde tiendo?" Es también abiertamente oportunista; "escudriña el horizonte en busca de una vela amistosa, o espera una marea alta" que lo mantenga "a flote". Theodore lo rescata con una invitación a vivir en la casa de su "excéntrico" empleador. Lo mismo que William, Theodore volvía de cursar estudios científicos en Alemania, decidido a seguir su vocación. Pero "la voz interior le faltó".31 Decide [p. 239] en cambio transitar una senda trazada para él por otro. Trabaja ayudando a Sloane a escribir sus memorias. James coloca a Sloane en una relación paternal con los dos jóvenes, en vista de su edad (tiene sesenta y dos años) y de que había sido amigo de la madre de Maximus y del padre de Theodore. En resumen, se trata de dos hermano imaginariamente plantados por James para que luchen por el favor y el dinero del padre, tal como William y Henry lo estaban haciendo realmente cuando fue escrito el cuento. Maximus acepta la invitación, declarando de modo desvergonzado que por lo menos obtendrá "comida y alojamiento" mientras "invoca a los hados".32 El sexo de Theodore es ambiguo. Da la bienvenida a su amigo con" formidables sonrojos" cuando su amigo "se arroja a sus brazos, o en todo caso a sus manos". El tono ricamente homoerótico del encuentro se proyecta sobre el paisaje mientras los dos jóvenes caminan tomados del brazo, saliendo de la ciudad y pasando junto a un lago "que susurra y murmura en la oscuridad" mientras ofrece "su amplio seno blanco al abrazo de las oscuras colinas fraternales".33 Sloane tiene características que recuerdan a Henry James, padre. Además de ser anciano, es rico, tiene mala salud y "se figura que es un filósofo". Henry juzga severamente ese aspecto de la vida de Sloane. A su modo de ver, "su mente es frecuentada por un centenar de deslustrados ... fantasmas teológicos". Lo que es peor, "nunca ha querido a nadie salvo a sí mismo".34** Sloane es ambiguamente femenino. Su biblioteca es "una especie de estudio de mujer". Es también "depravado", "sucio" e "inmoral", no a la manera de "un viveur", sino porque es "de índole femenina". *"Y yo,/ lo que le parezco a mi amigo, lo ves./ Lo que pronto le pareceré a su amor, lo imaginas./ ¿Me preguntas qué me parezco a mí misma?/ Ningún héroe, lo confieso" (Robert Browning, “A Light Woman", en Browning's Men and Women, 1855, comp. Por G. E Hadow, Oxford, 1911,98). [p. 238] **En este punto se pone en tela de juicio toda la vida especulativa del viejo Henry. En1869 ya había publicado sus principales obras teológicas, excepto una, declarando que la salvación dependía de que se trascendiera el egoísmo. Desde la perspectiva de su hijo (más incisiva aquí puesto que la velaba la ficción) aunque Henry padre exhortaba el yo en teoría, nunca quiso a nadie salvo a sí mismo, y distorsionaba la vida tratando de dar caza a lo que no eran más que fantasmas teológicos. [p. 239]
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James, “A Light Man”, en Tales of Henry James, comp. Aziz, 359, 367. Ibid., 346, 347, 353. 32 Ibid., 348. 33 Ibid., 348-49. 34 Ibid., 359. 31
Se había retirado a su casa de campo y mantenido durante los últimos diez años a "una serie ininterrumpida de favoritos, protégés y presuntos herederos". Cada uno de ellos, no obstante, había realizado "algún movimiento fatalmente en falso", y en ese momento el campo estaba libre para Theodore y Maximus. Una vez más Henry elabora una trama con hermanos como amantes que se sonrojan y luchan por entrar en el mismo lecho. En este caso la intención homosexual es ostensible. Sloane desempeña a la perfección su parte sadomasoquista. Cuando el recién llegado reemplaza a Theodore (que se ha enfermado) y lee y chismorrea con Sloane, el viejo le dedica "una venerable sonrisa sarcástica" y declara: "Max (permíteme que te llame Max), eres el hombre más delicioso que haya conocido". [p. 240] Esa vez es Max quien se sonroja. Sloane le formula un ruego a su nuevo amado "Me gustaría mucho que me quisieras como quieres al pobre Theodore". Maxlo halaga y se lamenta: "¿No se aburrirá de mí y querrá que me vaya')" Sloanese vuelve entonces hacia su anterior favorito, Theodore , y lo trata con "brutalidad". Maximus siente que a Sloane le gusta ser tratado del mismo modo, y procura que se sienta golpeado, intimidado y contradicho. El anciano viudo queda "vasta mente agradecido". 35 Cuando Maximus llega a la conclusión de que sus problemas monetarios podrían llegar a su fin con un buen casamiento, dice: "La única queja que tengo de Mr. Sloane es que, en lugar de ser un anciano viudo, no sea una anciana viuda (o una joven doncella), como para casarme con él". El relato alcanza un clímax cuando Max amenaza con abandonar a Sloane a menos que el viudo le legue todo su dinero. Sloane destruye el testamento anterior y muere antes de redactar el nuevo. No vence ninguno de los dos hermanos. En lugar de destruirse recíprocamente (como en "Old Clothes"), en este desenlace los dos hermanos se declaran su amor. Theodore admite "Te quiero incluso como rival". A pesar de todo el juego sadomasoquista y del afecto ruborizante, Maximus replica: "No entiendo los sentimientos entre hombres". 36 Su tono no convence; sin duda no estaba hablando auténticamente, ni en su propio nombre ni en nombre del autor. En el plano de la imaginación, Henry James entendía demasiado bien el amor homosexual. En su vida ulterior, Henry se retiraría a su casa de campo de Rye , como Sloane, albergando a una serie de jóvenes varones favoritos análogos a Theodore y Maximus, creaciones de su juventud de hermano.
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Ibid., 357, 358, 361-63. Ibid., 356, 371, 372.
15. UNA VENTANA ONTOLOGICA [p. 241] Algún día podré tener una vislumbre de las cosas a través de la ventana ontológica. En la actualidad esta tapiada. William James, 1867 Era una vida insípida para un niño en crecimiento, y más insípida aun para un joven crecido, pero nunca lo supe. Fui perfectamente feliz." En alguna medida hablaba de su padre... Mr'. Pickering, en mi opinión, había sido un frío no egoísta, incapaz de concebir para su hijo una vocación de más alcance que convertirse en reflejo mecánico de él mismo. "Sé que he sido criado extrañamente – dijo mi amigo- y' que el resultado es algo grotesco, pero mi educación, pieza por pieza, en detalle, se convirtió en uno de los hábitos personales de mi padre..." Henry James, hijo, 1874 (1) A William le preocupaba más separarse de su padre que de su hermano. Habiendo sido educado en el discurso teológico del viejo Henry, eligió como campo de batalla la filosofía y no la narrativa. En 1868 había evaluado al adversario cómodamente, a la distancia, desde Alemania. Esa vez el anciano no rondaba en la periferia (como en la figura 5). sino que se sumó vigorosamente a la lucha. “Estoy seguro – declaró- de que tengo para decirte algo mejor que todo lo que puedas aprender de Alemania – por lo menos en la Alemania científica-. Me urge hacerlo, en tu propio provecho.''1 Cada combatiente dio buena cuenta del otro. El tema aparente era abstruso, la ontología de Swedenborg (Henry padre acababa de publicar sus pensamientos en The North America Review).2 William criticó la lógica de su padre y Henry le dijo al joven que no sabía de lo que estaba hablando. Los dos tenían razón. Y cuando se depositó el polvo, David no había matado a Goliat, sino que padre e hijo seguían de pie, trabados en un abrazo de oso filosófico. Aunque discutían sobre la teoría de la creación del viejo Henry, la correspondencia puede interpretarse como una lucha encubierta [p. 242] a propósito de la fusión y la individuación. ¿Estaba el hombre realmente separado de Dios': Si la libertad de la voluntad no era más que una ilusión, como Henry parecía suponer. los esfuerzos de un hijo por independizarse de su amado padre Creador eran inútiles.3 William inició la partida con un desafío lanzado desde Berlín. "Debo confesar que la oscuridad que para mí siempre acompañó lo que tú has escrito sobre estos temas no ha desaparecido en absoluto." Conocía los hábitos mentales de su padre. y estaba seguro de ser acusado de responder con la "cabeza" y no con el "corazón", y de confundir el mundo material con el espiritua1, de modo que estaba preparado para detener esas embestidas. "Sé que mis preguntas pertenecen a la Comprensión, y supongo que tratan enteramente sobre la constitución natural de las cosas, pero encuentro imposible salir de ellas en relación con los hechos espirituales..." Reprendió a Henry por emplear el lenguaje técnico filosófico de modo tan impreciso que sus ideas parcelan "carentes de significación". Si había pretendido desarrollar una argumentación y no escribir una plegaria. Henry tenía que atenerse a la lógica y no permitirse una retirada a las tierras altas de la revelación privada. William arremetió, apuntando al corazón de la teoría de la creación de su padre. "No puedo entender lógicamente tu teoría.”4 Le creaba problemas el empleo que hacia Henry de la palabra "fenoménico" para describir la "ilusión" de la separación completa entre el Creador y la criatura. "Tú propones primero una Naturaleza fenoménica en la cual se produce la alienación (pero ¿fenoménica para qué'?, ¿para la criatura ya inconscientemente existente?), y de esa alienación efectuada se sigue un movimiento real de retorno. Pero, ¿cómo puede el movimiento real surgir en lo fenoménico?"5 El problema era verbal. En lugar de hablar de un mundo sustancial o "real" subyacente en el mundo fenoménico de "ideas" que es todo lo que el hombre puede conocer (el uso más convencional), el viejo Henry imponía a las palabras una impronta neoplatónica de significado completamente distinto. El "mundo real" no era para él un mundo material opuesto al mental, sino un mundo espiritual opuesto al natural. Epígrafes: William James a Henry James (h.), septiembre 5, 1867, en TCWJ, 2: 705; Henry James, “Eugene Pickering”, en The Complete Tales of Henry James, comp. Leon Edel (Filadelfia, J.B. Lippincott, 1962), 3: 308. 1 TCWJ, 2: 711. 2 Henry James, “The Ontology of Swedenborg”, North American Review, 105 (1867),: 89-123. 3 El significado de esta correspondencia fue oscurecido por Perry, quien sacó las cartas de su contexto y las publicó como apéndice separado del vol. 2 de TCWJ, 705-16. 4 TCWJ, 2: 713. 5 TCWJ, 2: 714.
Siguiendo a Swedenborg, creía que el hombre conoce el mundo espiritual sólo a través del mundo natural. Y para adquirir el conocimiento espiritual transmitido por los sentidos y la ciencia, el hombre dependía de la revelación. Allí residía el núcleo de la confusión de William. Para su padre, era el mundo espiritual el que tenia sustancia o realidad, y el mundo material o natural era el mundo de las apariencias.* Para Henry padre, el movimiento [p. 243] "real" era un proceso espiritual creativo de redención o retorno a Dios. Esa "realidad" es previa a la experiencia fenoménica (naturaleza) y la desplaza. En vista de esos supuestos. la aseveración de que el movimiento "real" puede partir de lo fenoménico no carece de coherencia, aunque ofrece amplias oportunidades de confusión. La mala interpretación de William le permitió asestar un golpe más serio. Sabía que la protección de la libertad humana era una de las preocupaciones centrales de su padre. Tal como Henry padre habla formulado la cuestión en 1863, "el problema total de la filosofía es reconciliar la libertad con la dependencia, o mostrar cómo lo finito puede ser incesantemente vivificado por lo infinito, sin necesaria magnificación del interés inferior o necesario colapso del superior"6 Para que el hombre tenga libertad (según él lo veía) debe haber una discontinuidad entre el Creador y su criatura. De otro modo. la acción humana estaría constantemente definida por su fuente divina. Si el padre se equivocaba al hablar de un movimiento "real" que partía de una base fenoménica (según el significado atribuido a estas palabras por William) entonces, sostenía William, "la creación es lo arbitrario mismo contra lo cual prorrumpes en invectivas, y todo el proceso es un mero círculo vicioso del creador, descripto dentro de su propio ser, que retorna al punto de partida".7 En resumen, si no había una separación clara entre el creador y la criatura (o entre padre e hijo), se derrumbaba toda la teoría de la creación de Henry.** Esta no era una sutileza de poca importancia. Tanto el padre como el hijo comprendían que si la teología de Mr. James entraba en colapso, con ella caían veinticinco años de construcción ideológica. William interpretó erróneamente los significados que su padre asignaba a las palabras, manteniéndose firme en su posición materialista: "Desde luego, es imposible tratar de imaginar el modo de la creación, pero dondequiera que a partir de un primero absoluto aparece un segundo, allí debe estar, y tiene que ser mágica, pues si en el segundo hay algo igual al primero o contemporáneo de él, se convierte en panteísmo".8 Obviamente estaba hablando de la creación como un acto ex nihilo en el tiempo [p. 244] y el espacio (creación de la teología natural = "formación"), concepto que su padre repudió explícitamente en escritos anteriores que William todavía no había estudiado. *** El padre advirtió rápidamente las razones de la desinteligencia. Se defendió con vigor de la acusación de panteísmo. y después contraatacó: "... es muy evidente para mí que tu problema para comprenderlo [se refería a su artículo "The Ontology of Swedenborg"] surge principalmente de lo que hasta ahora ha sido tu forma puramente científica de pensar, y del agostamiento temporario, proveniente de aquélla, que afecta tu sentido metafísico". William hablaba como si creyera en una realidad o en una naturaleza material subyacente en las impresiones sensoriales. A esa creencia su padre la rotulaba como un "instinto" de la mente natural que los científicos seguían irreflexivamente. *Esta posición es perfectamente clara en el siguiente pasaje del libro del padre titulado Christianity the Logic of Creation, escrito en 1857 pero en aquel momento todavíano estudiado detalladamente por William: su primera aparición en la lista de lecturas, junto con The Nature of Evil y The Chrurch of Christ Not an Ecclesiasticism, data de 1870 (MH). Dice padre: "EL MUNDO NATURAL, que es el mundo de las apariencias o fenómenos, PRESUPONE AL MUNDO ESPIRITUAL, que es el de la sustancia o realidad. Y ES ABSOLUTAMENTE ININTELIGIBLE SIN ALGUNA LUZ O 'REVELACION' DE ELLA DERIVADA" (CLC, 26, citado en PHJ, 113). [p. 242] **En última instancia, para Henry padre (siguiendo a Swedenborg) la existencia de una separada del Creador era verdadera por definición. No requería prueba alguna. “Crear significa dar ser o transmitir vida a lo que sin duda no es uno mismo... La criatura debe ser absoluta e irremplazablemente ella misma, debe poseer identidad, o distinguirse real y conscientemente de su creador: de otra manera la creación, en cualquier sentido no distorsionado de la palabra, debe confesarse como una simulación incalificable, y se hunde en el abismo sin fondo del panteísmo (S&S 440-501, citado en PHJ, 128). [p. 243] ***Cuando William compiló The Literary Remains of the Late Henry James, catorce años más tarde, entendió la distinción que establecía su padre entre "formación" y "creación", la cual permitía ponderar sus ideas con mayor ecuanimidad. "De modo que la creación consta de dos etapas. la primera de las cuales no es más que el andamiaje de la segunda, que constituye la obra final... En general, 'formación' es la palabra que aplica con frecuencia a la primera etapa, y 'redención' a la segunda" (LRLHJ, 18). [p. 244] 6
S&S, 102-3, citado en PHJ, 111. TCWJ, 2: 706. 8 TCWJ, 2: 711. 7
Henry ahínca su ventaja atravesando de lado a lado a la ciencia en general, que antes había sido una aliada amistosa: "... el hombre de ciencia admite que todo lo que observa por medio de cualquier sentido es estrictamente fenoménico o está relacionado con otra cosa, pero este hecho no lo desconcierta, porque instintivamente se aferra a una sustancia absoluta a la cual son inherentes estas cosas efímeras, siendo esa sustancia la naturaleza… La diferencia entre el filósofo y el hombre de ciencia, entre el hombre que reflexiona y el que simplemente observa, consiste en que el primero va más allá de sus instintos intelectuales o rechaza la servidumbre de los sentidos, y alcanza el ejercicio del pensamiento libre". La conclusión era ineludible (para él): "Mientras descreemos de la creación, somos… los engañados por nuestra actividad científica…”. Si William tema alguna duda acerca del blanco al que apuntaban estas observaciones generales sobre los defectos de la inteligencia científica, ellas tenían que desvanecerse ante el golpe final: "Ahora bien, me parece que es en este lugar exactamente donde te encuentras hasta ahora. desde el punto de vista intelectual: en esta etapa científica o pueril del progreso".9 (2) Henry podía llamarlo pueril, pero a su vez William consideraba irrelevante la filosofía de su padre. Oliver Wendell Holmes hijo era su confidente metafísico: "Si el final de todo va a consistir en que debemos tomar nuestras sensaciones como simplemente dadas o preservadas para nosotros por la selección natural, [p. 245] e interpretar esta rica y delicada exuberancia de ideas morales, artísticas, religiosas y sociales, como una mera máscara, un tejido elaborado en horas felices por individuos creativos y adoptado por otros hombres para servir a sus sensaciones, ¿en qué medida no será bueno para nosotros -no dar a conocer al público todo lo que sabemos')" Consciente de hasta qué punto la religión había sido vital para la recuperación de su padre, le pidió a Wendell que no hiciera trascender lo que decía en la carta. "Preferiría que mi padre no lo vea."10 El padre habría tolerado el escepticismo de William más fácilmente que las imágenes vinculadas con su extremidad amputada. "Ahora (suponiendo que nos convirtamos en sensacionalistas endurecidos) no debemos comenzar a destruir lo viejo, cadera y muslo. Si Dios está muerto o por lo menos es irrelevante, lo mismo vale para todo lo perteneciente al 'Más Allá'... Lo que habría herido a Mr. James, incluso más que este intento verbal de completar el desmembramiento que padeció en su juventud, era la aseveración confidencial de su hijo favorito en cuanto a que "parece sumamente improbable que cualquier nuevo genio religioso emerja a la superficie en estos días para abrir una senda original a las masas que han superado las antiguas creencias". Lo que aquí estaba en juego era mucho más que la metafísica. El nivel de la argumentación caía de desde el elevado plano de la metafísica hasta el terreno mundano pero critico de la economía familiar. William necesitaba más dinero para los baños, y en la réplica metafísica de Henry había entretejida una respuesta a su requerimiento. Para ilustrar el hecho de que es a través del proceso de la creación espiritual como el hombre se eleva al nivel de Dios. Henry escribió: "Pero, ¿cómo dispondrá la criatura de los recursos necesarios para lograr tal fin? Ella misma carece por completo de fondos, siendo hasta ese momento completamente inconsciente o no existente de modo que a menos que su creador sea lo bastante rico y generoso como para efectuarle un préstamo cediéndole su existencia a ella, por así decirlo, o permitiéndole que se la apropie tan libremente como si fuera suya, la criatura nunca podrá elevarse al nivel requerido.’11. La metáfora de los fondos paternos que la criatura toma en préstamo o de los que se apropia resumía sucintamente la antigua lucha entre Henry y William de Albany , y la tensión de ese momento entre Henry y William, su hijo. Tomar prestado o apropiarse del capital había sido y era esencial para el miembro más joven de la pareja en las dos generaciones, pero ¿con qué fin? ¿Y a qué precio? El viejo Henry no era tan rico pero sí más "generoso" que su propio padre. O ese es lo que debe de haber pensado, pues renovó la carta de crédito del inválido. Lo mismo que el Creador, le consentía a su hijo una independencia ilusoria para que descubriera sus límites. Un mes más tarde William replicó con su propia metáfora económica. Consideraba que la teología de su padre era "una historia", que encontraba "hermosa y aceptable'. Perocomo argumentación lógica no llegaba a persuadirlo. No veía como "sigues sacando más de lo que pusiste, que es sólo el Creador”. [p. 246] Y si el Creador hace su voluntad (tener un hijo científico), el préstamo no indica generosidad paterna, como su padre lo sugería, sino una obligación basada en el poder superior de Dios (y del padre). "El, en última instancia, es quien sobrelleva todos los gastos de la operación.”12 9
TCWJ, 2: 712. TCWJ, 2: 718. 11 TCWJ, 2: 710 12 TCWJ, 2: 713 10
William era un hijo demasiado afectuoso como para abandonar el tema mientras ambos tenían puntos de vista opuestos. Del principio al fin osciló entre el desafío (y la mala interpretación) por una parte, y las protestas de afecto y el repetido reconocimiento de sus limitaciones, por la otra. "Estos son puntos... que... sin duda te habrán hecho sonreír por mi estupidez... Probablemente adviertes ahora mi estado mental, y... será para ti más fácil que antes enmendarme." Aunque podía desear aplastar "lo antiguo, cadera y muslo", era sensible a la posición embarazosa del padre en cuanto profeta públicamente desdeñado. "Vives en tal aislamiento mental que con frecuencia no puedo evitar sentir amargura al pensar que incluso a tus propios hijos debes verlos como extraños a lo que tú consideras la mejor parte de ti mismo. " El afecto le hacía desear que sus creencias fueran las mismas. que él y su padre pudieran permanecer unidos sobre una misma base. en lugar de sentirse separados por la lógica de la creación. "Pero – admit ió tristemente - ésta es una materia en la que los propios deseos tienen poca influencia..."13 (3) A pesar del profundo afecto y respeto de los combatientes, el duelo habría de concluir trágicamente. Los dos se sentían impulsados a arrancar y aferrar con fuerza, Henry requería con urgencia que su hijo lograra el éxito en una profesión mundana -Ia ciencia-o cosa que él no había hecho. Pero también quería que apreciara su experiencia religiosa y validara su singular teología swedenborgiana. William necesitaba desesperadamente separarse de su padre, pero le preocupaba el aislamiento de Henry. Si se dedicaba al arte habría de privarlo de un hijo científico. Su dedicación él la ciencia generaba un escepticismo que amenazaba la creencia religiosa que en Henry era esencial para la vida y la cordura. Allí donde la lógica podría haberlos separado, clarificando sus diferencias metafísicas, las conclusiones del hijo presionaban en una dirección exactamente opuesta. Pues si William lograba demostrar que la creación era un acontecimiento mágico enteramente circundado por el Creador, ¿qué obtendría si no la prueba lógica de que para él era imposible actuar con independencia? Por lo menos Henry argumentaba en favor de una independencia ilusoria, William terminó demostrando que él no podía separarse en absoluto. El joven sabía que la crisis del padre en 1844 le había abierto la "ventana [p. 247] ontológica". "No puedo alcanzar -admitió- ningún tal testimonio inexpugnable de la conciencia en favor de mi realidad espiritual como ése del que tú hablas, y que debe representar un momento decisivo para determinar la propia actitud respecto de tales problemas."14 Este era, por lo menos, un impedimento para la fusión. No habla tenido una experiencia semejante a la crisis de su padre. Pero incluso esa barrera habría de caer. En el otoño de 1872. William tuvo un colapso como el paterno.* Cuando llegó ese momento, la ventana ontológica que había estado tapiada cayó en pedazos ante él. Existen muchas semejanzas entre la crisis del viejo Henry de 1844 y la de su hijo, un cuarto de siglo más tarde. Ambas se produjeron cuando el sufriente estaba buscando su salud y la resolución de un prolongado conflicto vocacional. Aunque los dos tenían más o menos treinta años cuando la crisis tuvo lugar, los episodios no tomaron un completo estado público hasta después de que cada uno de sus protagonistas cumplió sesenta.** Henry proclamó ante el mundo que ese episodio constituía la base de su comprensión espiritual. William, en contraste, no reconoció su crisis como propia, sino que la presentó como la de un corresponsal francés que le proporcionaba material ilustrativo para su conferencia "The Sick Soul" en la serie de Gifford. *** El anonimato podía responder a una cuestión de decoro. pero resulta simbólico que al referirse al episodio, William lo convierta en la experiencia de otra persona y orientara al lector hacia el viejo Henry, por medio de una nota al pie. El colapso había sido más de su padre que suyo propio. El relato de las crisis comienza de modo diferente. Henry aparentó buen humor, mientras que William admite su anterior estado melancólico. * La fecha de esta "crisis' puede inferirse a partir de hechos datables. William James se refirió a ella en una carta (Willliam James a Robertson James, 26 de abril de 1874, texto mecanografiado, Vaux) como una crisis filosófica asociada con la angutia y la desesperación que había padecido desde poco antes, y durante la última visita de Robertson a Cambridge. Robertson y su esposa visitaron a la familia durante su luna de miel. Puesto que se casaron en noviembre de 1872, el colapso se produjo en el otoño de 1872. [p. 247] ** La primera mención pública realizada por Henry apareció en Society the Redeemed Form of Man (1879): William reveló por primera vez públicamente su crisis en The Varieties of Religious Experience (1902). [p. 247] *** Una observación casual destinada a un amigo que más tarde rgistró el reconocimiento en letras de molde, y una nota al pie que remitía al lector al libro de Henry James padre, donde se podía encontrar "otro caso de miedo igualmente súbito", fueron los dos eslabones públicos para el caso de William (Theodore Flournoy, William James. Ginebra, 1911. 149 n; VRE, 161 n). [p. 247] 13 14
TCWJ, 2: 706, 712, 714, 716. TCWJ, 2: 714.
[p. 248] Henry: Recuerdo que me sentía especialmente esperanzado en la prosecución de mi tarea... mi salud era buena, mi espíritu se sentía animado…
William: Mientras estaba en ese estado de pesimismo filosófico y depresión general del espíritu en torno de mis perspectivas.
Para ambos, el "otro" cuya presencia personificaba lo más temible fue una figura sentada. Henry vio la siniestra presencia en términos religiosos. Su hijo describe una presencia más natural que sobrenatural: más bien un internado en un asilo que un demonio agazapado Henry: ...causado por alguna forma maldita que se agazapaba invisible para mí… cuya personalidad fétida irradiaba influjos fatales para la vida.
William: ...surgió en mi mente la imagen de un paciente epiléptico al que había visto en el asilo, un joven de pelo negro y piel verdosa, totalmente idiota, que solía sentarse todo el día en uno de los bancos o más bien tablones fijados a la pared, con la, rodillas recogidas y pegadas a la barbilla, y la tosca camiseta gris, que era lo único que llevaba puesto, extendida sobre las piernas, encerrando toda su figura. Estaba sentado allí como una especie de gato egipcio esculpido o como una momia peruana, sin mover nada que no fueran sus ojos negros, con un aspecto absolutamente no humano.
Los dos se sintieron aterrorizados por la figura sentada, pero las imágenes subrayan diferencias importantes. La de William es la de un artista y la de un médico (naturalista, concreta, basada en una experiencia clínica específica recapturada mediante símiles escultóricos). La imagen de Henry es vaga y más grotesca, de modo que la imaginación del lector completa los rasgos de la forma diabólica. Producida por influencias irradiadas desde el mundo de los espíritus, la crisis de Henry fue francamente sobrenatural. William describió la pérdida de autocontrol en términos de destino, como una vuelta de la rueda de la fortuna más que como resultado del influjo de otro mundo. "Sentí que esa forma era yo potencialmente. Nada de lo que yo poseía podía defenderme de ese destino, si me llegaba la hora a mí como le había llegado a él." Para William, el "otro" amenazante mezclaba una posibilidad temida (la locura) y una realidad presente (el estado de invalidez desde el cual se mantenía observando pasivamente, implacablemente, mientras sus pares se movían en la vida). Tanto el padre como el hijo fueron abrumados por sentimientos de pánico, pero también esa experiencia fue objeto de descripciones disímiles. Henry habló de una regresión, de una caída espiritual desde la adultez a la infancia, [p. 249] mientras que su hijo llamó la atención sobre un cambio material del cuerpo, terreno familiar para un médico inválido que se exploraba a sí mismo. Henry: La situación no habría durado diez segundos cuando sentí que naufragaba, Es decir, que pasaba de un estado de virilidad firme, vigorosa, gozosa, a otro de una infancia desvalida.
William: ...fue como si algo hasta ese momento sólido dentro de mi pecho cediera por completo, y yo me convirtiera en una masa de trémulo temor... Me despertaba mañana tras mañana con un horrible' pavor en el hueco del estómago.
Aunque William fue incapacitado por la emergencia de sentimientos de dependencia, a diferencia de Henry no los rotuló precisamente de esa manera, lo cual resultaría explicable en razón de su limitada experiencia. No tenía hijos todavía, mientras que cuando Henry tuvo su episodio ya era padre de dos niños de menos de dos años. La desvalidez de la infancia era vívida para Henry, pero remota para su hijo. William formuló su desamparo como un miedo a carecer de quien lo protegiera de los terrores de la noche. "Durante meses –admitió- fui incapaz de salir solo a la oscuridad." El niño que había en el hombre estaba llorando, pero se necesitaba ser padre para llamarlo por su nombre. Mary James figura con prominencia en la narración de ambos episodios. Tanto el padre como el hijo polarizaron sus mundos angustiosos: el horror agazapado en un extremo, mientras que Mary James ocupaba el otro. A Henry, con sus sentimientos infantiles abiertamente reconocidos, ella le prometía socorro materno. En contraste, William veía a su madre como la más prominente persona del mundo que no lograría reconocer la terrible verdad personificada por el siniestro e implacable residente del asilo. Al principio, padre e hijo resistieron el impulso a correr hacia ella en busca de ayuda, pero sólo William se contuvo hasta el final.
Henry: Sentía un enorme deseo de precipitarme desenfrenadamente hasta el pie de la escalera y gritar pidiendo ayuda a miesposa… realizando un esfuerzo inmenso controlé estos impulsos frenéticos, y decidí no moverme de mi silla hasta que hubiera recobrado la perdida posesión de mí mismo… resolví abandonar esa lucha vana y comunicar sin más rodeos a mi mujer lo que parecía mi súbita carga de desasosiego recóndito
William En general tenía miedo de que me dejaran solo. Recuerdo' que me preguntaba cómo otras personas podían vivir, cómoyo mismo había vivido siempre, tan inconscientes de ese pozo de inseguridad que está debajo de la superficie de la vida. Mi madre, en particular, una persona muy animosa, me parecía una paradoja perfecta por su inconsciencia del peligro que, puede creérseme, yo trataba muy cuidadosamente de no perturbar con la revelación de mi propio estado.
Como esposa y como madre, Mary James prometía protección y cuidado para un yo abrumado por influjos diabólicos. El padre se resistió inicialmente, [p. 250] mientras luchaba sin éxito por recobrarse. William también se abstuvo de comunicarle a ella su revelación, pero se veía a sí mismo protegiéndola antes bien que tentado por el consuelo de la simpatía materna. Ese graduado de treinta años, que estaba aún atrapado en la red de la familia y no había realizado intento alguno de mantenerse a sí mismo, no se atrevía a formular su terror en los términos dependientes que habían sido tan vívidos para su padre. William informó sobre su crisis en un libro acerca de la experiencia religiosa, pero esto a lo sumo equivalía a una pálida sombra de la conversión de su padre. William la veía en términos de patología mental. La religión le servía como un talismán que ofrecía una cura mágica. A Henry la crisis lo puso en contacto con un mundo religioso que cambió su vida. La crisis de William incrementó su comprensión. Henry: ... al cabo de los dos o tres meses siguientes a mi catástrofe, tuve la certidumbre de que nunca había tenido ni una vislumbre de la verdad. Por cierto, una fea sospecha más de una vez me había llevado a pensar que jamás había deseado realmente la verdad, sino sólo ventilar mi propia habilidad para descubrirla… La verdad debe revelarse...Pues la verdad es Dios... y ¿quién pretenderá comprender esa grande y adorable perfección? 1
William: Después de esto el universo cambió para mí enteramente... Fue como -una revelación, y aunque los sentimientos inmediatos se disiparon, a partir de ese momento la experiencia despertó mi sensibilidad simpática ante los sentimientos morbosos de otras personas. Siempre pensé que esa experiencia mía de la melancolía tenía una orientación religiosa. (16) 2
¡Qué lejos del reconocimiento de Henry tocante a la "perfección adorable de Dios" estaba esa "melancolía de orientación religiosa" de su hijo! Es cierto que la crisis le había hecho conocer el carácter ilusorio de la personalidad consciente, y después de esa revelación pudo comprender el punto de partida de la teología de su padre. Pero allí se detuvo. El suyo era un pacto que sólo avanzaba hasta la mitad del camino: era admitido en los sacramentos, que sólo aceptaba como rituales privados de creencia. "El miedo era tan invasor y poderoso que si no me hubiera aferrado a textos de las Escrituras, como 'Dios es mi refugio', etcétera, 'Yo soy la resurrección y la vida', etcétera, creo que habría enloquecido."3Incluso ese detalle era imitativo. En su introducción a The Literary Remains of the Late Henry James. William recuerda el hábito de su padre de murmurar para sí los Salmos de David cuando se encontraba deprimido.4 Lo que para Henry comenzó como un esfuerzo por reparar el vínculo con William de Albany , se convirtió, a través de toda una vida de contemplación espiritual. en una base para el contacto con lo divino. Para ese hombre, repetir los Salmos era un acto de devoción. No así para el hijo al que él había obligado a estudiar ciencias. Cuando se sintió abrumado por el pánico, William encontró [p. 255] que esos versículo s eran más "terapéuticos" que inspirados, y consideró que su temor era un síntoma de melancolía, antes bien que un signo de gracia. Siendo que la crisis de Henry lo acercó a Dios, la crisis de William lo acercó a su padre. (4) Cuatro dibujos de su cuaderno de apuntes proporcionan pruebas visuales de la crisis de William. El primero, un autorretrato, fue obviamente tomado de su imagen reflejada en un espejo (figura 20). Lleva saco y corbata (un profesional en ciernes) y la boca es resuelta y solemne. La mirada parece inquirir "¿Quién soy 1 =15
: LRLHJ, 58, 59, 60, 62, 63 : VRE, 160, 161. 3 =17 : VRE, 161. 4 =18 : LRLHJ,73. 2 =16
yo?", mientras que al mismo tiempo teme escuchar la respuesta. El segundo dibujo, una caricatura del mismo yo vestido de frac, aparece como una figura sentada con las rodillas recogidas, como el horrible idiota de su crisis (figura 21). Tiene una mirada de horror y el pelo erizado. La fachada inquisitorial, desasosegada, del estudio anterior. ha dejado paso al pánico. A continuación tenemos una cabeza egipcia de mirada intemporal y una siniestra sonrisa burlona que produce una impresión de pavor (figura 22). Quizás se asemejaba a la imagen que William recordó en la descripción que ya hemos citado. El dibujo final muestra a William sentado con una actitud de desesperación, la cabeza colgante, los hombros abatidos (figura 23). En la parte superior hay un título. "Aquí estamos sentados yo y la pena".* que presenta un curioso lapsus. En lugar de escribir "and" ("y") después de "1" ("yo"). William puso "amd". Nunca añadía a su nombre la abreviatura ·'M.D." de "Medical Doctor" ("Doctor en Medicina"), pero en este dibujo esa fórmula pende depresivamente sobre su cabeza. Habiendo respondido al interrogante de "¿quién soy?" con un afirmativo "el hijo de mi padre", permaneció atascado en la depresión hasta entrada la década de 1870. Su hermano Henry ya había encontrado su profesión. Su padre había hallado su Dios. Pero William todavía se demoraba indeciso entre la Atlántida perdida del arte, la necesidad de la ciencia y la seducción de la filosofía. * Se trata de una referencia al Rey Juan de Shakespeare (III, i, 73) un tema popular de los ilustradores de ese período. Agradezco a Esther Dotson que me haya señalado esa fuente. [p. 255]
16. DOS HERMANOS EN LA GUERRA Y UNA HERMANA EN EL HOGAR [p. 256] Nosotros dos fuimos, de sus hijos, los únicos que se atrevieron a luchar en la guerra en defensa de la familia, y los únicos que trataron de ganarse la vida siendo todavía muy jóvenes. Garth Wilkinson James, 1882 (1) Aunque sólo tres y cuatro años más jóvenes que William, Garth y Robertson parecían pertenecer a otra generación. William y Henry se comprometieron muy poco con la Guerra Civil. Lo mismo que su hermana Alice, permanecieron en el hogar. Los dos varones más jóvenes fueron arrastrados por una ola de entusiasmo abolicionista en uniforme. Mientras los hermanos mayores maduraban lentamente bajo la cubierta protectora de la mala salud y la generosidad paterna, la pareja joven se vio forzada a una virilidad prematura por la batalla, de modo que ese tema poco importante en las vidas de William y Henry se convierte en el capítulo central, en el clímax de las vidas de Garth y Roberton. De allí en adelante, incautamente convalidaron la trama de los antiguos relatos de su padre. Como tantos de los amigos de infancia del viejo Henry, a pesar de la "brillante promesa" y del "encanto romántico", los dos hermanos menores "terminaron mal".1 Garth Wilkinson y Robertson iban a llevar la marca y la carga de una prodigalidad pertinaz, la sombra de la salvaje juventud de su padre. Wilky, gastador y deudor crónico, finalmente se cayó en la bancarrota. Robertson, alcohólico, estaba perpetuamente en busca de un trabajo que nunca encontraría. Trágicamente, Wilky completó la simetría de la batalla de su padre contra William J ames de Albany. Antes de morir en 1882, Henry J ames padre redactaría un testamento que excluía a Wilky como su propio padre lo había excluido a él cincuenta años antes. Las justificaciones del viejo pródigo eran más económicas que morales (creía que los préstamos ya efectuados a Wilky habían agotado la parte que le tocaba de la herencia) pero los efectos fueron igualmente desvastadores. Como podía predecirse, el hijo desheredado apostrofó la "cobardía” [p. 257] de su padre por esa "puñalada mortal". También él quiso modificar la voluntad testamentaria como sabía que su padre lo había hecho, "en su propio beneficio", medio siglo antes.2 Como una maldición familiar, los pecados de su padre parecían inexorablemente destinados a reaparecer en sus dos hijos menores. La posición secundaria de ambos en la estructura de la familia James quedó establecida tempranamente. En un fragmento autobiográfico escrito en su madurez, Robertson James reflexiona: "No recuerdo que nunca se me haya dicho nada extraordinario sobre mi primera infancia". Con sutileza jamesiana caracteriza su yo infantil desamparado: "Con frecuencia me gusta verme como un bebé y me pregunto si era realmente tan poco apreciado como recuerdo acabadamente que me parecía serlo en aquella época". Era tentador mirar a todos los niños como si también ellos sintieran que habían nacido en un mundo extraño. “Ahora, siempre que veo a un niño, discierno en su semblante, por lo general solemne, la convicción de que está en guardia y en un ambiente más o menos hostil" .** Se recordaba a sí mismo como un jovencito desdichado que indirectamente culpaba a sus padres por su infelicidad. "Comoquiera que pueda haber sido en mi propio caso. a una edad muy temprana los problemas de la vida comenzaron a presionarme de manera tan antinatural que desarrollé una habilidad tal para sentirme lastimado y herido que cuando tenía doce años estaba completamente convencido de que era un niño expósito." Este cuadro de una infancia melancólica se ve aliviado por el recuerdo de su "nunca olvidada" niñera irlandesa, cuyo centellante broche verde hacía que "algo maravilloso de los cielos" despertara dentro de él. Había sido tan conmovido por ella que, siendo ya un hombre de más de sesenta años. el juego de la luz en un cristal verde podía hacerlo "llorar interiormente". Pero ese recuerdo confortante era el único. Durante cierto tiempo Robertson compartió el dormitorio con la hermana de su madre, tía Kate, pero ésta hizo poco por aliviar su tristeza. Antes bien, estaba seguro de que ella lo había herido con sus "modales imperativos", confirmándolo en su convicción de que "una madre hace mal en confiar descuidadamente su prole a cualquiera que no sea ella misma''3 *Esta es la única prueba que he hallado que indica explícitamente que los hermanos James tenían noticias de la batalla testamentaria de su padre. Y no está del todo claro que Wilky conociera o no las razones de que el padre hubiera sido excluido. De modo que la cuestión de lo que sabía su hermano Henry no queda resuelta (véanse las págs. 63-64) [p. 257] **Es notable cómo esta descripción se adecua a la teoría de las relaciones objetales de Melanie Klein. [p. 257]
Epígrafe: Garth Wilkinson James a Robertson James, diciembre 26, 1882, Vaux 1 SBO, 47-49. 2 Garth Wilkinson James a Robertson James, diciembre 26, 1882, Vaux. 3 Vaux.
A su vejez, Robertson iba a estudiar las palmas de sus manos en busca de "portentos" y "presagios". Hallando que su "línea de la fortuna" estaba [p. 258] definida pero "malamente quebrada" en la mano izquierda. y en la derecha no llegaba a ser ni la mitad de clara y se la veía también "malamente quebrada", llegó a la conclusión de que "De por sí el Destino me asignó mala suerte y ... con mi propia mano derecha hice que ese Destino empeorara".4 Wilky había sido concebido durante la crisis de su padre de 1844, y nació en la ciudad de Nueva York el verano siguiente. Fue el hijo menor durante trece meses escasos, hasta que nació Robertson. El comentario de Mary James nos permite echar una mirada a los efectos de ese nacimiento. Según informó la madre. Wilky estuvo "próximo a ser alejado" a las dos semanas escasas del nacimiento de su hermano. El "tomó de una vez en sus propias manos la tarea de remediar sus motivos de queja, que parece pensar que son múltiples, y se ha convertido enfáticamente en el espíritu dominante de la habitación de niños". Quizás el "espíritu dominante" de Wilky contribuyó a crear en Robertson la sensación de haber nacido en un mundo hostil. Lo que sorprendió a su pasmada madre fue "su fuerza de brazo o de voluntad". En lugar de reconocer que el niño mayor necesitaba algo más de parte de ella, Mary James "con demasiada frecuencia dejó que librara sus propias batallas". Estas fueron las propias palabras de Mary, de modo que es obvio que se sentía inquieta por permitir que Wilky tuviera que defenderse a sí mismo tan tempranamente. Su justificación nos deja perplejos, anunciando como lo hace su disposición a recompensar la enfermedad de sus hijos cuando ellos crecieran. "¡Pobre almita! -se conduele-. Creo que mi piedad por él sería más fuertemente excitada si fuera menos capaz o estuviera menos dispuesto a defenderse a sí mismo."5 Por fortuna, Wilky se convirtió en un atractivo jovencito, dotado para hacer amigos. En la mente de la familia, su naturaleza sociable parecía estar inevitablemente asociada con cierta tendencia al sobrepeso. Así. año s más tarde, Alice (no sin un despunte de envidia) comentó que "Wilky está tan gordo y afable como siempre y. si ello es posible, parece tener más amigos que nunca".6 Los dos hermanos menores estaban también sujetos a los entusiasmos educacionales del padre. A diferencia de los mayores, nunca llegaron a ser esenciales en la búsqueda paterna de autorreivindicación. Wilky compartió con William un internado suizo cuando la familia vivió en Suiza en 1855. A los dos meses escasos de que llegaran a Ginebra, esa escuela. que Henry padre había ensalzado en una carta elogiosa al Tribune, súbitamente le pareció "sobrevaluada", y dejó de constituir una razón para que permanecieran en Suiza. De modo que se mudaron a Londres, donde los muchachos tuvieron un preceptor privado y una serie de institutrices. Cuando el crasli financiero de 1857 dejó a la familia privada de ingresos, abandonaron un costoso departamento de París (se habían ido de Londres en 1856) para radicarse en Boulogne, donde los muchachos asistieron a una escuela con los hijos de los artesanos locales. Robertson recordaba a ese "College Municipale y sus cielos rasos abovedados de piedra" como un paso más en su descenso. Ni él ni Wilky (memoró) habían logrado obtener premios. [p. 259] En contraste, los alumnos más afortunados recibían "algún símbolo de mérito, que nosotros no conseguimos". Observa con amargura: "¡La suerte comenzó a fallar muy pronto!"7 Después de quince meses en Newport (1858·1859), donde el apego de los hermanos mayores a William Monis Hunt y a la pintura amenazaban el plan del padre, los hijos menores fueron una vez más arrastrados a Europa. La sensibilidad pictórica de Robertson había comenzado a desarrollarse, y él recordó con placer "las revelaciones diariamente crecientes del celestial paisaje suizo", con "las purpúreas montañas Jura" emergiendo a la distancia y en el primer plano la "confluencia del Soane y el Ródano... dos corrientes fluyendo lado a lado, una amarilla con lodo y la otra clara y limpia y rechazando su corrupción"8 Esa vez él y Wilky fueron enviados a un internado fuera de la ciudad, mientras que William, Henry y Alice permanecieron con los padres en Ginebra. Wilky sintió la separación agudamente, y escribió: "Papá, no puedes imaginar cuanto te echamos de menos... Me siento como desprotegido (no física sino mentalmente), como si faltara algo, pero no tengo duda de que a ambas partes nos hacen un inmenso bien estas pequeñas separaciones ocasionales.9 Obviamente había aprehendido el tono moralizador de su padre y estaba decidido a ser un muchacho valiente. En ese entonces tenía catorce años. Antes de retornar a América, en el verano de 1860, Wilky fue rnordido por “una serpiente". La horrible experiencia tuvo un buen efecto: la mordedura en "el índice de la mano derecha" provocó una hinchazón tan grande que le impedía escribir, por lo cual fue eximido durante las últimas dos semanas de 4
Robertson James a Alice Gibbens James, febrero 24, 1898, MH. HJ, 1: 43. 6 Alice James a William James, agosto 6, 1867, MH. 7 HJ, 1: 123, 132, 133, 136. 8 Robertson James a Alice Gibbens James, febrero 24, 1898, MH. 9 TCWJ, 1: 187-88. 5
realizar tareas escolares.10 El estudio no lo entusiasmaba, de modo que probablemente Wilky se sintió aliviado. William hizo una broma a propósito de esa aversión de su hermano (caso único en esta familia literaria), dibujándolo durmiendo en su lecho, con el título siguiente: "G. W. James trabajando duro (estudiando)" (figura 24). (2) Cuando todos volvieron a Newport en el otoño de 1860, para que William realizara su experimento con la pintura y con Hunt, los hijos menores, una vez más, fueron prontamente separados de la familia. Entre todas las aventuras educacionales de Robertson y Wilky, la decisión de los padres de enviarlos a la Sanborn School de Concord fue la más funesta. La expresiva carta del padre describiendo la escena de la Sanborn School atestigua de nuevo su estilo profuso, su esperanza milenarista y su desdén por las cuestiones prácticas. Subraya también el lugar oscuro que los hijos menores ocupaban en su imaginación. A partir de su hermosa descripción de sus comienzos en Concord sería imposible deducir que el maestro a cuyo cuidado los confiaba había contribuido activamente a financiar y organizar el ataque de John Brown al Harpes Ferry, [p. 261] y que casi había sido arrestado por su participación en él. De una manera aparentemente inocente, Henry y Mary expusieron a sus hijos de quince y dieciséis años al influjo del ala violenta del movimiento abolicionista, pensando mientras tanto que todo lo que los aguardaba era una aventura trascendentalista en coeducación. Significativamente, Henry comienza su carta con una nota morbosa: "Ayer enterré a dos de mis hijos, en Concord, Mass.' En la mitad de la oración se echa atrás respecto de ese manifiesto deseo de muerte, adoptando la postura de padre acongojado: "y esta mañana siento tanto desconsuelo que necesitaré adoptar dos más enseguida para que ocupen su lugar". Esa posición paterna se corresponde con la sensación que Robertson tuvo durante toda la vida de haber sido indeseado. ¿Eran esos dos jóvenes realmente tan sacrificables como para que el vacío creado por su "entierro" en Concord pudiera ser llenado por otros dos "adoptados enseguida" para que ocuparan su lugar? El padre "acongojado" continúa: "Mary y yo trotamos el miércoles pasado, llevando en nuestros brazos a Wilky y Bob para entregarlos al famoso Mr. Sanborn". Henry se ríe de las tentaciones imaginarias que la aventura coeducativa interpondría en la senda de sus hijos. Pedimos ver a la señorita Waterman, una de las maestras alojadas en la casa, para decirle cuánto le agradeceríamos que ocasionalmente apartara cualquier chispa demasiado vivaz que pudiera ver caer en la yesca expectante del corazón de mis pobres muchachos; pero ante nuestra inspección la señorita W. demostró ser de un carácter tan silíceo (ojos grandes y tiernos, joven, rubia y femenina) que en ella sólo veo un nuevo peligro y ninguna promesa de seguridad. Mi convicción actual es que es inevitable una conflagración general, que concluya con la combustión de todo lo que tengo de querido en ese lugar. Pero no puedo sino felicitar a nuestra tierra natal por el hecho de que esos magnificentes experimentos educativos continúen entre nosotros.
Frank Sanborn habían inaugurado en 1855 su escuela inspirada en el trascendentalismo, con el aliento de Ralph Waldo Emerson. Naturalmente. James visitó a su amigo antes de dejar a sus hijos librados al destino coeducativo. Retozonamente acusó al venerable Emerson de ser como un dios pagano. "un maravilloso Pan que resplandece con gotas de rocío". El maestro no les permitió irse sin que vieran el experimento en acción, y el irreprochable Mr. James inspeccionó la escena con su característica visión milenarista. "Afuera, en el campo junto a su casa, Sanborn de inmediato quiso mostramos cómo sus chicas y muchachos rendían juntos su culto a Higía. Fue como echar una mirada a ese nuevo mundo donde mora la rectitud y que con toda seguridad pronto será el de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos, y al ver los ojos de mis hijos abrevarse en el juego y el trabajo mezclados de la escena inspiradora, a duras penas pude abstenerme de lanzar un grito gozoso: Nunc Dimittis!" "Nunc Dimitt is", la afirmación evangélica de que el Mesías ya había llegado (Lucas 2: 29-32), habría [p. 262] sido un final adecuado para la carta. Pero James continúa, repitiendo una vez más un sombrío deseo de muerte para sus hijos menos favorecidos. Su hijo Henry citaría esta carta como ejemplo del "irreprimible" optimismo del padre, "muy poco nutrido por el sentido de las cosas tal como eran o son". Podemos también leerla como un mandato que dirige a Wilky y Bob hacia un destino desdichado. "En pocas palabras, los dejamos... esperando que no mueran cualquiera de estos crudos días de invierno, antes de que un pecho de progenitor los caliente y devuelva a la vida o les dé aliento hasta que mejoren."11
10
Diario de James Joseph Lawson Sisson, marzo 10, junio 9, junio 16, 1860; con autorización de la Houghton Library, Harvard University. 11 NSB, 221-24.
La escuela de Sanborn era un lugar agradable, en el que había mucho tiempo para realizar comidas campestres en la Granja Esterbrook, para bañarse y patinar en el lago Walden, para bailes semanales y para acampar durante una semana por vez en el Monte Monadnock (sin chaperones). Una cuestión distinta era que la escuela preparara efectivamente a los aspirantes a ingresar en el college.* Aunque los métodos de enseñanza de Sanborn eran innovadores, sus opiniones políticas tuvieron una influencia mucho mayor que ellos en las vidas de los hijos menores de la familia James. Tempranamente en su carrera en Harvard, Sanborn había sido atraído por Theodore Parker, el fogoso ministro abolicionista rotulado por Emerson como "el Savonarola de los trascendentalistas" ** Cuando John Brown fue a Boston en 1857 en busca de apoyo para [p. 263] un plan tendiente a fomentar la rebelión de los esclavos, Sanborn, que era secretario de la Sociedad de Ayuda Kansas Massachusetts, fue el primer hombre al que buscó. Brown persuadió a los jóvenes abolicionistas de la necesidad de una acción más violenta, Mezcla cromwelliana de soldado y diácono, el granjero que citaba la Biblia atrajo a muchos bostonianos con sus historias de "sangrar a Kansas". Los convenció de que era "un instrumento de Dios" en la guerra contra los esclavistas. Seis bostonianos (el reverendo Theodore Parker, el doctor Samuel Gridley Howe, Gerrit Smith, el reverendo Thomas Wentworth Higginson, George Luther Stearns y Franklin Sanborn) formaron una célula para reunir fondos y ayudarlo a formular un plan que alentara a los a huir hacia los Alleghanys. Aunque todos ellos habían sido llevados a la retórica de la violencia por los acontecimientos de la década de 1850. Brown los condujo furtivamente hacia la acción violenta en Harpers Ferry.*** Revolucionario romántico, Sanborn fue "atraído por la idea de que los Estados Unidos pasaran por la ordalía de la guerra, de un Sur no arrepentido en llamas, para que por fin pudiera extirparse la maldición de la esclavitud".12 Después del fracaso de Harpers Ferry y la captura de Brown, los “Seis Secretos" no siguieron siendo secretos por mucho tiempo. "Descuidadamente", Brown había dejado correspondencia que los implicaba a todos. Sanborn huyó al Canadá y no volvió a Concord hasta que se le dieron garantías de que podía hacerlo sin menoscabo de su seguridad. Puesto que la familia James viajó a Europa el 3 de octubre de 1859, estaba fuera del país en la época del ataque de Brown(17 octubre), de su ejecución en la horca (el 2 de diciembre) y de un intento del gobierno de secuestrar a Sanborn y forzarlo a comparecer ante un comité investigador del Senado (3 abril de 1860). * La esposa de Nathaniel Hawthorne, Sophia, escribió una carta colérica al director cuestionando el valor de toda la empresa trascendentalista para su hijo Julian. "Le tengo realmente miedo al próximo término lectivo, porque, en lugar del estudio serio y del esfuerzo mental concienzudo y cuidadoso, es como si Julian, en este último e importante año, hubiera estado a punto de hundirse en las disipaciones de la sociedad (todo tipo de deportes, flirteo s, frivolidades, cansadoras trasnochadas, renuencias a levantarse por la mañana, ánimo fatigado, programas para divertirse) pero no dispuesto a comprometerse valientemente con el conocimiento. como debería estar lo en una escuela" (Maurice Bassan, Hawthorne's Son: The Life and Literary Career of Julian Hawthorne, Columbus, Ohio State University Press, 1970, 28). Ella consultó a James Russell Lowell, quien concordó en que "las perspectivas estéticas de la enseñanza" sustentadas por Sanborn no eran las adecuadas para preparar a los alumnos con vistas al examen de ingreso en Harvard. [p. 262] ** Nieto de un miliciano del período revolucionario (el mosquete de la batalla de Lexington colgaba de la pared detrás de su escritorio, como memoración constante del papel que había desempeñado la fuerza en la fundación de los Estados Unidos). Parker conmovía a audiencias enormes (5.000 personas un domingo) con su prédica de que un "derecho superior" justificaba el empleo de la violencia para acabar con la esclavitud. Para él, ésta no era una idea abstracta. Personalmente amenazó con la violencia de la multitud a los cazadores de esclavos cuando llegaron hasta Boston buscando a fugitivos (la Ley de los Esclavos fugitivos de 1850 determinaba que esa persecución era legal). Cuando El Acta de Kansas-Nebraska (1854) trastornó el equilibrio político entre los Estados esclavistas y los Estados sin esclavos (el status de cada Estado nuevo tenía que ser decidido por sus colonos), la violencia hizo erupción en Kansas. Parker y otros abolicionistas enviaron rifles para la defensa de los partidarios de la liberación de los esclavos, contra los colonos esclavistas (George M.Fredrickson, The Inner Civil War: Northern Intellectuals and the Crisis of the Union, Nueva York. Harper and Row, 1965, 37-39: Jules Abels, Mano n Fire John Brown and the Cause of Liberty, Nueva York, Mcmillan, 1971, 118-120). [p. 262-63] ***Al principio no sabían nada de la participación de Brown en el episodio de Pottawatomie, en el que cayeron cinco colonos esclavistas, que fueron asesinados y desmembrados con espadones, bajo sus órdenes. Tampoco sabían que se rumoreaba que estaba loco. Ulteriormente se adujo que su abuela, su madre, tres tías, dos tíos, un hermano, una hermana y una sobrina habían sido por igual psicóticos intermitentes (Stephen B. Oates, To Purg This Land with Blood: A Biography of John Brown, Nueva York, Harper and Row, 1970, 133-137; Bruce Catton, comp., The National Experience: A History of the United States, Nueva York, Harcourt, Brace and World, 1963, 316). [p. 263]
12
Stephen B. Oates, To Purge This Land: A Biography of Jonh Brown (Nueva York, Harper & Row, 1970), 62-63, 230.
Pero Henry James padre obviamente conocía estos hechos cuando puso a sus hijos en las manos del "famoso" Mr. Sanborn. En su carta tomó nota de la presencia de la hija de John Brown en la escuela: "alta, erecta, con el pelo largo y pecosa, como tiene derecho a serlo la hija de John Brown".13 [p. 264] Aunque a Sanborn lo había atraído la idea de la guerra, cuando ésta realmente se inició en abril de 1861 con el incendio de Fort Sumter, no respondió al llamado. Pero sí lo hicieron Wilky y Bob James, dos de sus impresionables jóvenes alumnos. (3) En su discurso del 4 de julio en Newport, en 1861. Henry James padre habló de la transformación del alma norteamericana mediante una guerra contra la esclavitud. Le parecía que la guerra constituía la oportunidad para "nuestro ascenso incesante hacia todas las hermosas proporciones humanas, hacia todo el vigor y la beatitud celestiales, o para nuestra interminable declinación hacia toda la infernalidad e impureza".14 Sin duda, estaba preparado para apoyar la lucha abolicionista en cuanto la consideraba una posible entrada en el milenio. Pero cuando le llegó el momento de enviar a luchar a sus propios hijos, se echó atrás, por lo menos en lo que concernía a los hermanos mayores. "Viejos padres afectuosos como yo -le escribió a un amigo·- están corriendo por todo el país para dar alcance a su progenie patriótica y devolverla sana y salva a los brazos de las madres... Me he aferrado con firmeza a los faldones de mi Willy y de mi Harry, que me vituperan más allá de toda medida porque no les permito ir. Esos faldones están hechos de una tela muy resistente, pues de lo contrario me habría quedado con trozos en las manos hace ya dos días, tal es la fuerza con que tiran los bribones." Su actitud tenía sentido en la perspectiva de un padre amante y de un individualista radical, pero resultaba difícil entretejerla con su retórica del 4 de julio. En privado declaraba que ningún gobierno mundano era digno de que se muriera por él, y menos antes de que se hubiera experimentado "el encanto" del matrimonio. "El modo en que excuso mi intervención paterna consiste en decirles, primero, que ningún gobierno existente, ni por cierto ningún gobierno posible, merecen que se les entreguen vidas humanas honestas y limpias como las de ellos... En segundo lugar. les digo que ningún joven norteamericano debería marchar a la muerte hasta haber conocido algo de lo bueno de la vida: hasta haber hallado a alguna encantadora Elizabeth conyugal a la que pueda susurrar su devoción, y que asuma si es necesario la tarea de mantener vivo su recuerdo."15 Por más firmemente que se aferrara a los faldones de Willy y Harry, permitió en cambio que partieran Wilky y Bob, sin que se sepa de ninguna lucha al respecto. Quizás la matanza de 1862 le hizo comprender que era imposible sustraer de la batalla a todos sus hijos. Su amigo Oliver Wendell Holmes padre, que había exhortado a los jóvenes a enrolarse con un llamado conmovedor ("¡Oíd, jóvenes héroes! ¡Vuestro país os llama! ¡Ha sonado la hora para los valientes y los fieles!"), recorría los campos de batalla después de Antietam en busca de su hijo herido.16 Si algunos tenían que ir, tal vez resultaba más [p. 266] fácil soltar a los hijos de los que había consignado que quedaban "enterrados" en Concord en 1860. Más tarde, cuando Bob exteriorizó algunas reservas acerca de su decisión de enrolarse y habló de volver, en 1864, su padre lo exhortó a que se quedara. "Anímate entonces mi querido muchacho, y sé un hombre allí donde estás." Dos días más tarde repitió el mismo mandato de permanecer "virilmente en tu huella".17 El contraste entre el trato brindado a ese joven de dieciocho años y la actitud protectora de Henry respecto de los hermanos más favorecidos no podría ser más claro. Un año antes de morir a la edad de treinta y ocho años, en 1883, Wilky recordó su juvenil ingreso en el ejército. "Cuando fui a la guerra era un muchacho de 17 años... Mi padre me acompañó a la oficina de reclutamiento, fue testigo de que me enrolaba y me entregó a mí, criatura dispuesta, a la causa que tanto tenía en el corazón." Si alguna vez tuvo noticias de la renuencia eventual de su padre a separarse de un hijo tan joven, lo olvidó por completo. Lo que recordaba era la posición de la familia (...y de Mr. Sanborn), contrastante con la carta del padre acerca de su Willy y su Harry, en cuanto a que "la esclavitud era una iniquidad monstruosa, y que su destrucción justificaba los mayores esfuerzos de un hombre, incluso la entrega de la vida". El 44° Regimiento de Massachusetts -recordaba- estaba constituido por alumnos no graduados del Harvard College, una delegación de devotos metodistas que entonaban canciones del "ejército 13
NSB, 222. Henru James (p.), The Social Significance of Our Institutions, an Oration Delivered at Newport, R. I. , July 4, 1861 (Boston, 1861), 33-34. 15 HJ, 1: 171-72. 16 HJ, 1: 171; George M. Frederickson, The Inner Civil War: Northern Intellectuals and the Crisis of the Union (Nueva York, Harper & Row, 1965), 79. 17 Henry James (p.) a Robertson James, agosto 29, 31, 1864, Vaux. 14
del Señor", y menestrales de distinto tipo.18 Se ejercitaban dos veces por día en terrenos de la comuna de Boston; finalmente se embarcaron para luchar en Carolina del Norte. Puede que Wilky no haya sido entusiasta como estudiante, pero puso empeño en la guerra. A fines de diciembre de 1862 escribió desde New Bern, Carolina del Norte, con el tono de un veterano endurecido en el campo de batalla. Veinte millas de marcha lo habían agotado tanto que cuando llegó a Whitehall y oyó el tronar del cañón se sintió más aliviado que asustado. Esperaba no obstante que las balas no llegaran a materializarse, y el regimiento descansó hasta la calda de la noche. Cuando se encontraron con el enemigo en la ruta a Kingston, a la mañana siguiente. la excitación de la batalla hizo que se sintiera poseído por fuerzas diabólicas que emergieron dentro de él, y la visión de las ondeantes banderas de rendición de los Confederados llevó al joven soldado exultante a exclamar que nunca había experimentado un gozo mayor en toda su vida.19 (4) Pero un gran desafío aguardaba a Wilky. Cuando el regimiento retornó a New Bern, él y dos oficiales más fueron devueltos a Boston para que se unieran al recientemente constituido 54° Regimiento de Massachusetts. Su asignación como ayudante a un regimiento de soldados negros conducidos [p. 268] por el coronel Robert Gould Shaw tendió a sumergirlo en las confusas corrientes cruzadas de los sentimientos de los norteños blancos respecto de los negros liberados. Muchas personas del círculo bostoniano de los James creían que ellas y los negros pertenecían a la misma humanidad, pero sin duda no representaban a la mayoría. * Desde el comienzo de la guerra hubo una fuerte resistencia entre las fuerzas de la Unión a armar a los negros, a los que se acogía por pura necesidad como carne de cañón pero no como camaradas. Una popular cantinela declaraba: "En la salvaje conmoción de la batalla/ No me opondría en absoluto/ A que un negro detuviera una bala/ Dirigida a mí".20 Tanto en el Norte como el Sur, armar a los negros era algo que se desalentaba. Los sureños temían la rebelión y los norteños creían que las tropas negras serían cobardes bajo el fuego. Como oficial de un regimiento negro, Wilky estaba expuesto a los prejuicios de sus camaradas. Los soldados junto a los cuales había luchado lo vituperaban y le reprochaban que hubiera aceptado su nuevo destino.21 Muchos años después, su hermano William resumió sucintamente la situación: "En esta nueva aventura con los soldados negros, el aislamiento era seguro, el ridículo inevitable y el fracaso posible”.22 El 28 de mayo de 1863, cuando el nuevo regimiento, de un millar de hombres, marchaba a través de la ciudad de Boston, las tropas bisoñas se encontraron rodeadas por multitudes blancas de emociones contradictorias. "Nos asaltaron los prejuicios del más bajo nivel", recordó Wilky. Nunca olvidaría "los gritos alternativos de aliento y befa, de exultación y condena que trataban de acallarse unos a otros durante nuestra marcha por la calle State". Algunas personas de la multitud no se conformaron con rechiflar. Hubo "culebras venenosas" (demócratas pacifistas opuestos a la guerra) y "matones" que atacaron la retaguardia de la columna cuando se acercó a los muelles, y tuvieron que ser controlados por la policía. ** * Temeroso de perder a los propietarios de esclavos de los Estados fronterizos que todavía seguían siendo leales a la Unión, el presidente Lincoln había promulgado con renuencia la Proclama de la Emancipación en enéro de 1863, declarando libres a los esclavos de todos los Estados que se habían secesionado de la Unión. La reacción en el Norte fue fría. Incluso Robert Gould Shaw, el hombre que estaría al fr'ente del primer regimiento de tropas negras, y abolicionista comprometido, pensaba que la Proclama tendría pocos efectos prácticos. "Dondequiera que haya estado nuestro ejército no quedan esclavos, y la Proclama no los liberará en los lugares a los que no vayamos." Y temía que en represalia la Confederación convirtiera a la guerra por el destino de la Unión en una "guerra [racial] de exterminio" (Peter Burchard, One Gallant Rush: Robert Gould Shaw and His Brave Black Regiment, Nueva York, St. Martin's Press, 1965, 67,73). [p. 268] ** No hay mención alguna de este incidente en el New York Times del 29 de mayo de 1863, ni en el Daily National Intelligence de Washington del 30 de mayo, ni en The Liberator de Boston del 5 de junio. Por el contrario, The Liberator informa: "En ninguna parte de la línea hubo una sola palabra de desaprobación: no se oyó ni un grito de mofa, ni se exteriorizó una palabra hiriente", mientras los soldados negros cruzaban Boston a los acordes de "John Brown's Body ". Al finalizar la guerra, 186.000 negros habían servido en el Ejército de la Unión y casi otros tantos trabajaron para los militares. Más de 68.000 aparecieron en las listas de muertos y desaparecidos. 2.751 en combate. Tanto entre los blancos como entre los negros, la causa principal de muerte fue la enfermedad (Leon F.Litwack, Been in the Storm So Long: The Aftermath of Slavery, Nueva York, Alfred J. Knopf, 1979, 97-98). [p. 268-69] 18
Milwaukee Sentinel, diciembre 2, 1888. Garth Wilkinson James a Henry Mary Walsh James, diciembre 29, 1862, colección privada. 20 Saunders Redding, The Lonesome Road (Garden City, N.Y., 1958), 15. 21 Milwaukee Sentinel, diciembre 2, 1888. 22 William James, “Robert Gould Shaw”, en Memories and Studes (Nueva York, Longmans, Green, 1917), 45. 19
[p. 269] Bob estaba ansioso por seguir a Wilky a la guerra. En lugar de unirse a la armada que era lo que originalmente había planeado, aceptó una asignación en un segundo regimiento negro, el 55° de Massachusetts. Lo mismo que Wilky, tuvo que enfrentar la hostilidad de los norteños antes de marchar al Sur. La noche del 14 de julio de 1863 una multitud opuesta al reclutamiento asaltó el arsenal de Cooper Street en Boston, para retirarse sólo ante la carga a la bayoneta de las tropas defensoras. Había "matones" vagando en las calles, que violentaban las puertas de las armerías, en busca de armas. "Yo montaba un gran caballo de lanceros --recordó Robertson- y sin ninguna intención disparé mi Smith & Wesson frente al antiguo mercado Boylston. Fue un acto de servicio' no intencional. En todo caso, nos libro de la multitud a mí y a mi compañero, un soldado de caballería."* Años más tarde, en una carta a William, Robertson recordó los motines de 1863, cuando les "disparó a dos rufianes en North Street que trataban de tirarme del caballo”.23 Retrospectivamente, Robertson ve a esa memorable semana de motines como "la primera semana real de mi vida". En Nueva York, durante cuatro días hubo bandas violentas que rondaban por la ciudad atacando a los negros. Un orfanato de niños negros fue saqueado e incendiado. Una docena de hombres negros fueron golpeados hasta que murieron. Uno fue colgado y quemado por un populacho burlón.24 ** La intención original había sido que el 55° marchaba a embarcarse a Nueva [p. 270] York. Previendo los disturbios, los hombres se habían ejercitado en el "disparo en las calles". Las órdenes cambiaron, pero incluso embarcarse en Bastan resultaba peligroso en esa atmósfera explosiva. Antes de que abandonaran el campamento, en la mañana del 21 de julio de 1863, cargaron los mosquetes, calaron las bayonetas y cada hombre recibió cinco balas.25" Por fortuna, el oficial de diecisiete años no tuvo necesidad de hacer uso de sus armas. Al pasar delante de la casa del doctor Holmes en Charles Street -recordaba Robertson con placerHolmes "salió a la puerta sosteniendo a mi anciano padre, que había llegado para desearle un buen viaje a su muchacho”.26 Cuando Henry James padre le escribió a un amigo acerca de la partida del 55º, dijo que se le quebraba el corazón al separarse de un hijo "tan joven en un servicio tan duro", y como era previsible interpretó la situación encuadrándola en su siempre receptiva perspectiva religiosa. "No puedo sino adorar a la gran Providencia que de este modo aparta a nuestros jóvenes de la indolencia y la vanidad, elevándolos a alguna simpatía con Su propia vida inmortal." La ironía es alarmante. Arriesgar la vida en la guerra (por una causa que era considerada indigna de sus hijos ociosos, Willy y Harry) tenía en este caso el valor de una obra admirable para curar la indolencia, según lo declaraba un radical añoso que había dedicado su vida a un perpetuo Sabbath. Las imágenes profundamente ambivalentes de su carta desde la Sanborn School dejaban también su impronta en esta nota, con un deseo de muerte pronta para el menos favorecido hijo menor, despachado al frente. "Parecería no haber amado nunca antes al querido muchacho, ahora que está recubierto con tal aureola de belleza e inocencia Divinas, y aunque la carne es débil, todavía tengo el valor, la espiritualidad, para mandarle que ponga todo su corazón en su vivir o morir.”27 Ni el padre ni el hijo sabían que en ese momento Wilky yacía herido; había caído tres días antes en el asalto a Fort Wagner. En la época en que el regimiento de Wilky entró en batalla. la Confederación había sido cortada en dos por la victoria de Grant en Vicksburg en el Oeste (4 de julio de 1863). El ejército de Lee, de Virginia del Norte, había sido decisivamente rechazado en Gettysburg, en el Este. Charleston era la puerta de ingreso principal de la zona rebelde, y su captura constituía el paso lógico siguiente en el esfuerzo por cortar el suministro de provisiones y poner fin a la guerra. Pero las islas Sea formaban una barrera protectora, con Fort Sumter en el centro y Fort Wagner en el extremo Norte de la isla Morris, bloqueando eficazmente la *En la historia del regimiento no hay mención alguna de este incidente. El New York Times informó el 17 de julio que la caballería de Readville, el campamento en el que Bob estaba estacionado, había ayudado a reprimir a la multitud. Probablemente ése es el episodio que se refiere Bob (Record of the Service of the Fifty-fifth Regiment of Massachusetts Volunteer Infantry , Cambridge, 1868, reimpreso en 1971). [p. 270] **Durante los disturbios en Nueva York, la casa del sargento R. J. Simrnons, del 54º Regimiento, fue invadida por la turba, que apedreó hasta matarlo a su sobrinito de siete años. Simmons fue herido y capturado en el asalto a Fort Wagner. Tenía un brazo amputado y murió como prisionero en Charleston (Luis F. Emilio, History of the Fifty-fourth Regiment of Massachussetts Volunteer Infantry, 1863-1865 (Boston, Boston Book Co., 1891, 93). El padre de Robert Gould Shaw, Francis Shaw, vigiló armado el hogar familiar de Staten Island, dispuesto a defenderlo de revoltosos, que afortunadamente no aparecieron (Buchard, Gallant Rush, 131-132). [p. 270] 23
Robertson James a William James, martes (s.f.), MH. New York Times, julio 14 y 17, 1863. 25 Luis F. Emilio, History of the Fifty-fourth Regiment of Massachusetts Volunteer Infantry, 1863-1865, (Boston, Boston Book Co. 1891), 7-8. 26 Robertson James a Edward Henry Clement, noviembre 22, 1900, texto mecanografiado, MH. 27 AJ, 75-76. 24
entrada al vital puerto. Los ingenieros sureños habían pasado dos años construyendo Wagner, una estructura casi inexpugnable, protegida por arena compactada y armada con veinte cañones que cubrían su acceso a través de un foso que llenaban las mareas altas, retenidas por una compuerta. A principios de julio, Robert Gould Shaw, atento tanto a la significación simbólica como militar de su mando, escribió: "Quiero alinear a mis hombres junto a tropas blancas. en una buena lucha, si es que va a haber alguna'.28 [p. 271] Disgustado por la primera acción de sus soldados bajo las órdenes del coronel James Montgornery (hombre impulsivo y violento que los había forzado al pillaje y al incendio de la desierta ciudad de Darien, Georgia), Shaw anhelaba un encuentro digno de su responsabilidad. El 16 de julio realizó su deseo. Wilky inforrnó: "Al alba, mientras ocupábamos la posición de avanzada con seis compañías de mi regimiento, fuimos atacados por una caballería rebelde". Rechazaron al enemigo, perdiendo unos sesenta hombres, muertos, heridos y desaparecidos durante el encuentro. Las aún no probadas tropas negras habían resistido, y el joven ayudante estaba alborozado, aunque temía la reacción de los soldados blancos cuando informara de la acción al comandante, general Alfred Terry. "Se ha convertido en una sospecha que vive y respira con nosotros… que todas las tropas blancas abominan nuestra presencia en el ejército” -recordó. Se sintió aliviado y lleno de "satisfacción de soldado" cuando el general no se mofó, sino que le dio instrucciones de "decide al coronel Shaw que estaba orgulloso de la conducta de sus hombres"29 Dos días más tarde, Shaw y las tropas fueron transportados a la orilla opuesta, para hacer pie en la isla Morris y emprender un ataque suicida a Fort Wagner. Nueve acorazados y una flota de cincuenta naves de guerra habían sometido al fuerte a uno de los más duros bombardeos de toda a contienda, pero Wagner sobrevivió al designio enemigo como un peñón de Gibraltar sureño. Ni un solo cañón fue silenciado y hubo pocas bajas entre los hombres del fuerte, aunque el comendo de la Unión supuso otra cosa. Cuando el bombardeo amainó, el brigadier general Truman Seymour ordenó un ataque frontal, a pesar de las protestas de varios oficiales, uno de los cuales estaba persuadido de que iban a marchar hacia el Wagner como "un rebaño de ovejas". El ayudante James estaba cerca de Shaw cuando el general George C. Strong invitó al coronel a conducir la columna de sus tropas negras. Shaw había tenido la premonición de que no sobreviviría a su próxima batalla, pero no vaciló. Le dijo a Wilky que ordenara avanzar al fatigado regimiento. Los hombres habían comido muy poco en los últimos dos días y no habían reposado desde la lucha anterior. Estaban cansados y hambrientos pero con buen ánimo. En el crepúsculo, el 54º ocupó posiciones. Seiscientos hombres se distribuyeron en la bahía esperando que oscureciera. Entonces Shaw ordenó el ataque. El condujo la rápida marcha, delante de las banderas del Estado y la Nación, a lo largo de un embudo cada vez más estrecho, con un pantano a la derecha y el océano a la izquierda. Irrumpieron en el relámpago brillante de una cortina de fuego proveniente del fuerte. Entonces echaron a correr y cargaron por el terraplén arenoso, siguiendo a su coronel, a través de un inmisericorde fuego a quemarropa, sólo para ser rechazados en un feroz combate cuerpo a cuerpo. La silueta de Shaw se vio brevemente sobre el parapeto, recortada en la oscuridad contra un fondo de explosiones. De pronto cayó muerto. Wilky fue herido primero en el flanco y después en el pie. Antes de la batalla [p. 272] se había corrido el rumor de que, en el caso de caer prisioneros, los oficiales blancos del 54° de Massachusetts serían ahorcados, y su determinación de evitar ese destino probablemente le salvó la vida. Se arrastró por la bahía hasta una loma, donde fue recogido por dos camilleros que se retiraban. Lo colocaron en la camilla, pero aún no estaba a salvo. "Después de haber sido llevado una cierta distancia hacia la retaguardia, y todavía a merced de los espasmódicos cañones del Wagner -recordó- una andanada barrió la cabeza del camillero que iba detrás." James perdió la conciencia; al recuperarla se encontró a bordo de un barco que se dirigía a Port Royal y finalmente a la ciudad donde vivían los padres. * A bordo le retiraron la bala de metralla del talón y fue devuelto a sus angustiados padres "a salvo, si no sano". Aunque Henry James padre describió las heridas corporales con algún detalle a su amigo Samuel G. Ward, lo que más lo impresionó fue el efecto espiritual que la experiencia había tenido en su hijo. "Se ha vuelto varonil y exaltado en el tono de su mente -observó- y se inclina con deleite ante el recuerdo de su espléndido regimiento." Henry se manifestó sorprendido por la rapidez del cambio de su hijo, en tanto no provenía de un sentimiento de culpa ni de la inspiración divina, sino de la acción responsable en el mundo. "Es realmente por completo incomprensible para mí ver cuánta virilidad ha logrado de pronto.”30. *Después de que el fuerte fuera sitiado y capturado, Wilky tuvo la oportunidad de inspeccionarlo, y se convenció de que "toda la tragedia fue una maniobra militar totalmente incoherente" (Milwaukee Sentinel, 2 de diciembre de 1888). [p. 272] 28
Peter Burchard, One Gallant Rush: Robert Gould Shaw and His Brave Black Regiment (Nueva York, St. Martin’s Press, 1965), 116 29 Milwaukee Sentinel, diciembre 2, 1888. 30 Henry James (p.) a Samuel G. Ward, agosto 1, 1863, MH.
En la matanza de esa noche de julio, el regimiento perdió el cuarenta por ciento de sus oficiales y casi la mitad de sus hombres. Pero muchos norteños siguieron cuestionando el valor de los soldados negros. Después de escuchar las digresiones de Wilky y de interrogarlo cuidadosamente, "poniéndolo a prueba, sin que sospechara en lo mínimo de mis objetivos", el padre llega a la conclusión de que "si hubo alguna vacilación en las tropas durante el asalto o en cualquier momento antes de que se tocara a retirada, él la ignora por completo y no sospecha en absoluto su existencia". Aparentemente, incluso para los abolicionistas era difícil creer en los informes sobre la valentía de los negros. Pero también Bob tenía cosas favorables que decir sobre los soldados de color. Henry citó su observación en cuanto a que en "el 54° lucharon como demonios, pero para nada". Y Wilky (le dijo su padre a Ward) "cree con una fe inalterada en el valor y la disciplina de los negros, y no sería feliz si se lo obligara a interrumpir por cualquier causa su vinculación con ellos".31 Cuando Charleston finalmente se rindió, ante un sitio norteño, en 1865, [p. 273] Wilky se reunió con su unidad y entró triunfalmente en la ciudad capturada.* Le dijo a su hermana que fue "sin excepción el momento de mayor orgullo en mi vida cuando entramos en Fort Sumter y el general Gillmore se quitó la gorra y rodeado del Estado Mayor pidió nueve vivas por la buena y vieja bandera que flameaba sobre nosotros”.32 (5) Alice James tenía cerca de trece años cuando comenzó la Guel:ra Civil, y echaba de menos a sus hermanos. Bob, que tenía dos años más que ella, había sido su compañero de infancia. Habían enfermado juntos de sarampión y jugado a ser marido y mujer, llamándose entre ellos 'Henry'' y "Mary", a imitación de sus padres.33 Los hermanos se irritaban cuando la veían pisándoles los talones, pero para una niña que acababa de entrar en la adolescencia ellos eran también compañeros y una puerta abierta a un mundo más amplio. Cuando Ellen, la hija de Emerson, visitó a los James en Newport, en el verano de 1862, Bob, con Wilky como tripulante, llevó a las jóvenes a navegar en su velero (llamado "Alice ") hasta Lawton Valley, donde estuvieron de picnic, cortaron tela para vendajes y visitaron a los soldados convalecientes en Portsmouth Grove.34 A los veintidós años, Ellen podía ver cuánto contaba Alice con la compañía de ellos. Al volver a Concord escribió: "Alice es una querida criaturita y desde luego no puede ser feliz ni un minuto sin sus hermanos". Alice ayudó en la guerra trabajando en la Sociedad de Ayuda de Mujeres de Newport; hizo camisas de franela para los soldados que estaban en el campo de batalla, y vendas para los heridos.35 Tanto Wilky como Bob ponían especial cuidado en escribirle a Alice por separado, acerca de sus experiencias. Wilky disfrutaba jugando al hermano mayor. "No veo por qué no habría de dirigirte esta carta – escribió-, puesto que tu eres mi única querida hermana, y muy buena como tal." Continúa excitando la imaginación de la pequeña con una descripción de los planes para una carga de caballería a través de las líneas enemigas. Pero el privilegio de recibir correspondencia dirigida a ella sola llevaba con él la responsabilidad de escribir cartas de respuesta. Y cuando no le llegaron cartas de ella, Wilky se irguió en toda la estatura de su mayor edad (le llevaba tres años), y fue tan severo como antes había sido atento. "Puesto que no condesciendes a escribirme, tomaré 'la vaca' por las astas, y te escribiré a ti." Ella tendría que soportar un poco de sermoneo fraterno. "Debes recordar, mi querida niña, que la [p. 276] negligencia en cuestiones de familia, especialmente en una joven mujer, tienen un efecto más pernicioso que las negligencias respecto de cualquier otro deber común."36 Bob también exageraba la brecha de dos años de edad que los separaba, en cartas dirigidas a "mi queridísima hermanita". A veces también f1irteaba con ella. Por ejemplo, concluyó una de sus cartas con una apasionada promesa: "¡¡ Nunca mientras tenga uso de razón... este corazón dejará de latir más tumultuosamente que lo común cuando se mencione tu nombre!!"37 *Wilky se había herido de nuevo en una caída del caballo, en la lucha contra el general William Hardee, antes de volver a Charleston (Milwaukee Sentinel, 2 de diciembre de 1888). [p. 273]
31
Ibid. Garth Wilkinson James a Alice James, febrero 22, 1865, MH. 33 Robertson James a Fannie Morse, marzo 14, 1892, texto mecanografiado, MH. 34 DAJ, 128; AJ, 74. 35 AJ, 75, 79. 36 Garth Wilkinson James a Alice James, enero 5, 1865, y agosto 6, 1866, MH. 37 Robertson James a Alice James, enero 21, 1867, MH. 32
Pero la mayor parte de las cosas de las que Alice se enteraba concernientes a los dos hermanos que estaban en la guerra provenían de cartas dirigidas a sus padres. En febrero de 1864, Bob describió el "descontento" que se estaba produciendo entre las tropas negras del 55° debido a que no habían recibido ninguna paga. Aunque habían sido reclutadas en el entendimiento de que tendrían la misma soldada y los mismos subsidios que los blancos, el acuerdo no había sido respetado.* "No estoy dispuesto a luchar por menos de lo que se les da a los blancos", escribió un soldado de Massachusetts, en nombre de muchos de sus camaradas. Como acto de protesta, el 54° Regimiento (la unidad de Wilky) se había negado a aceptar ninguna paga en absoluto, obligando a algunas de las familias a vivir de la caridad. Bob había oído rumores sobre la existencia de motines y ejecuciones en el 54° de Massachusetts, y prevenía que "ésa sería una de las cosas más terribles que podrían ocurrir, y hay peligro de que se produzca. si su paga es retenida mucho tiempo más". Pero era tan agudamente consciente como Wilky de la importancia de que los soldados negros fueran aceptados por las tropas blancas. "Fue halagador observar el modo en que los hombres fueron vitoreados por las tropas blancas al salir esta mañana [hacia Jacksonville]. Les hizo tanto bien -pensabacomo el que les hará la paga.”38**
[p. 277] Quizás la más conmovedora de las cartas haya sido la que envió Wilky después del asesinato de Lincoln en abril de 1865. Cinco días después de la rendición de Lee en Appomattox , los planes de Lincoln de sellar una paz generosa fueron segados por la bala de John Wilkes Booth. El oficial de veintiún años quedó aturdido por "la pena y la consternación" que le produjo la muerte de su comandante en jefe. El no fue el único. "Cada hombre siente que su bienestar ha sido atropellado, que se ha violado su honor. Nunca en mi vida me he sentid tan inexpresablernente pequeño y débil, y por qué me siento así es más de lo que puedo explicar." El veterano de Fort Wagner y Charleston consideraba que su pesar no era viril, pero no podía evitado. "Excusen estas expresiones Íntimas de mi corazón, pero si alguna vez me he sentido triste ha sido esta noche. Hemos estado hablándole una y otra vez desde que tuvimos noticias de su muerte, y nunca se volverá a ver tal multitud de hombres jóvenes desconsolado." Aunque endurecido por la batalla, todavía se sentía como un niño que anhelaba ser confortado por sus padres. "Tengo que ir a dormir, pero esta noche experimento respecto de ti y de Mamá los mismos sentimientos que cuando ustedes me cuidaban en el lecho en el verano de 1863. No obstante, sus propias lágrimas lo turbaban. Le puso a la carta el rótulo de "Privada", y pidió: "Por favor, Papá y Mamá, quemen esta carta después de haberla leído, y no permitan que nadie más la vea, pues estoy simplemente hablándoles a ustedes dos'.39 En junio, las últimas tropas confederadas acallaron sus cañones. La guerra había concluido. En adelante, lo mismo que tantos otros jóvenes de su generación, Bob y Wilky debían encontrar un trabajo que reemplazara la excitación y la sensación de tener un propósito que encontraron en la guerra. Para Alice, que pasó de preparar vendas a realizar trabajo social para los pobres, el cambio fue menos drástico. Pero también ella tenía que encontrar su vocación. En los Estados Unidos de esa posguerra, esto significaba empezar a noviar con esperanzas de matrimonio.
* Frederick Douglas fue uno de los muchos reclutadores que aseguró un tratamiento igual a los enrolados negros. Cuando la Unión se echó atrás. Douglas obtuvo una entrevista con el presidente Lincoln, pero no pudo lograr que cesara el abuso. Según el gobierno, debía preservar la distinción entre soldados blancos y negros para mantener alta la moral blanca. Los soldados rasos blancos recibían l3 dólares por mes, más 3,50 dólares como asignación para ropa: los negros recibían 10 dólares por todo concepto, sin adicional para ropa. En realidad, se les pagaba poco más de la mitad de lo que se les había prometido. [p. 276] ** Cuando las tropas negras se negaron a aceptar la paga reducida dos meses después de su osado asalto a Fort Wagner, debieron escuchar una arenga humillante del coronel Montgomery. el mismo oficial que las había forzado al pillaje, pasando por encima de las objeciones de Shaw (Emilio, Fifty-fourth Regiment , 130). Dos hombres del 54° resultaron heridos en mayo de J 864 como consecuencia del problema de la paga (ibid., 190-191). Cuando finalmente el gobierno igualó las soldadas en junio de 1864, la disposición se aplicó solamente a los negros que ya eran libres antes de que comenzara la guerra. El coronel E. N. Hallowell evitó la discriminación contra los pocos ex esclavos del 54° haciendo que todos juraran que antes de esa fecha “no estaban obligados a realizar trabajo recompensado para ningún hombre” (Litwack, Been in the Storm,79-87). [p. 276-77]
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Robertson James a Henry y Mary Walsh James, febrero 14, 1864, MH. Garth Wilkinson James a Henry y Mary Walsh James, abril 27, 1865, MH.
17. FORTUNAS DECLINANTES [p. 278] El matrimonio parece ser la única ocupación fructuosa para una mujer. Alice James. 1876 Descendimos Y nos asentamos en una región donde muchos de los habitantes nunca habían visto a un yanqui... hemos reivindicado totalmente el principio del que partimos, según el cual el negro liberado que es objeto de un trato decente y justo trabaja con provecho para el empleador y el empleado. Garth Wilkinson James, 1866 Ojalá nuestro propio padre hubiera conducido a sus hijos hacia los ramos del jabón o la levadura química. Robertson James, 1898 (1) De los tres hijos menores de la familia James, Alice fue la más perjudicada por la guerra. Cuando volvió la paz, el pie de Wilky ya estaba curado y Bob se había recuperado del debilitamiento que casi determinó que lo licenciaran. Pero otros 600.000 hombres habían muerto. No volverían de los campos de batalla para cortejar y desposar a las jóvenes de la generación de Alice. Educada para tomar el matrimonio como su profesión, ella se vio condenada a la soltería y la invalidez, no durante las semanas o meses que lleva curar una herida, sino por el resto de su vida. Las cifras de los censos describen su destino con caracteres destacados. Antes de la guerra había un desequilibrio en la población de Massachusetts, resultado de una migración hacia el Oeste, predominantemente masculina, que reducía en grado considerable sus probabilidades de casarse. Pero entre el censo de 1850 y el de 1870 (es decir, entre los dos y los veintidós años de Alice) el exceso de las mujeres sobre los hombres aumentó en más de un 150 por ciento, pasando de 20.000 a 50.000. y en 1880, cuando Alice cumplió treinta y dos años resignada a la santidad de la soltería, el desequilibrio aumentó en [p. 279] aproximadamente una tercera parte, llegando a 66.000.1 Sus fotografías y cartas ref1ejan su transformación de joven esperanzada y efervescente en una inválida pálida y acerba que, según confió en su diario, cruzó el océano y "se colgó" del cuello de su hermano Henry "como una vieja sirena”.2 Su lecho se convirtió en su fortaleza, legiones de médicos fueron invitados a escalarla, y tuvieron que batirse en retirada ante su desdén irónico. Entre tales escaramuzas ritualizadas insistentemente impuso a la familia y amigas que apuntalaran sus murallas de inválida. Las alternativas vocacionales abiertas a jóvenes como Alice eran limitadas. Podría ocuparse en realizar buenas obras (no en “trabajar" como carrera seria) hasta que apareciera un pretendiente, y volverse hacia los hombres de su familia en busca de un afecto con matiz erótico en tanto aguardaba. Si no se presentaba ningún pretendiente, podía dedicarse a cuidar a los padres enfermos o envejecidos, o enfermarse ella misma. El interés de Alice en las buenas obras se desvaneció y no apareció ningún pretendiente. Cuando sus hermanos se casaron o quedaron absorbidos por sus carreras, Alice se entregó a un "matrimonio bostoniano" con Katharine P. Loring, una compañera que sería objeto de su cariño y que la cuidaría hasta que murió. "La abeja" fue la primera aventura de Alice en el ámbito del trabajo social después de que la familia se mudara a Cambridge. Escribió sobre el punto a William, que se encontraba en el extranjero en 1867. "He sido invitada por las señoritas de Carnbridge a unirme a 'La abeja'... Es una sociedad de costura formada al principio de la guerra que ahora continúa trabajando para los pobres. La preside Miss Susy Dixwell y concurren todas las señoritas de Carnbridge, de modo que tengo muchísimos chismes para contarte."3 Al no ser objeto de ningún pedido de mano, nueve años más tarde se quejó en los términos siguientes: “Esto me recuerda la conversación más necia que mantuve la otra noche Miss Jane Norton... Dijo que creía que todas esas mujeres bostoníanas, en lugar de dedicarse a pintar, a clubes, sociedades, etcétera, deberían permanecer en sus casas en un constante estado de expectativa matrimonial. Son tan felices estando juntas que los hombres se dicen: ' ¡Oh, la hace tan feliz que no pretendemos casarnos con ella!", lo cual constituye una
Epígrafes: AJL, 72; Garth Wilkinson James a Henry James (p.), abril 7, 1866, en Alice James, Her Brothers, Her Journal, comp. Anna Robertson Burr (Nueva York, Dodd, Mead, 1934), 44-45. Robertson James a Alice Gibbens James, febrero 23, 1898, MH. 1 AJ, 87-88. 2 DAJ, 104 3 AJL, 51.
nueva opinión, según la cual los hombres son atraídos por mujeres deprimidas y triste, y se casan con ellas en general por compasión".4" El sentido del humor que pone de manifiesto Alice en la correspondencia con sus amigas Annie Ashburner y Sara Sedgwick contrasta agudamente con la imagen de hermanita mimada o neurasténica siempre convaleciente que aparece en las cartas a la familia. Su animado ingenio atraviesa las sombras de Cambridge como un rayo de sol que cae sobre la pared de una celda. Aunque reconoce que “el matrimonio parece ser la única ocupación fructuosa para una mujer", se divierte comentando los aspectos menos seductores de ese estado de búsqueda. “Un Mr. J. M. Howe vino de visita hace unos días; parece una bella persona [p. 280] muy entretenida; dijo que el único remedio que conocía contra las pulgas de Florida consistía en 'llevarse a la propia mujer consigo'. ¡Qué hombre horrible!" Estaba resignada a no ser hermosa. "Desde hace mucho -observó con tristeza- he dejado de considerar que mis rasgos son las obras de una sabiduría inescrutable." Y envidiaba abiertamente a las mujeres bellas y más refinadas que ella. A Sara, que estaba visitando Nueva York, le escribió: "¿No son las mujeres criaturas amorosas? Me pregunto si nunca te ha atormentado la envidia y no has gritado como yo. ¡i Por qué no estoy hecha como una de ellas!'" Hacía bromas acerca de quienes tenían más éxito. También con Sara bromeó acerca de las amigas comprometidas con un barón anglosajón. "Creo que si condescendiera a aceptar a un noble, no podría ser menos que duque. ¿No te enferman todos estos frívolos barones que están siempre a mano para convertirse en esposos?" Y no se abstenía de ridiculizar a las competidoras que parecían haber tenido éxito donde ella había fracasado. "¿A que no sabes qué escuché el otro día? ¡Nada menos que esas espantosas Tórtolas han tenido un sin fin de ofertas! Fue insultante, pero satisfactorio para explicar el misterio de por qué ese artículo ha escaseado tanto en Quincy Street, pues si un producto astroso como Miss L...s es lo que se corteja, no sorprende que una mujer exótica y rara como (la modestia me impide decir quién) quede sin arrancar del tallo, hasta que alcance un florecimiento que bordee la maduración completa de la flor, para de cirio con delicadeza."5 En los primeros años de la posguerra, se había atrevido a soñar. Annie Ashburner recibió sus confidencias anhelantes acerca de Charles Jackson, un joven abogado del que Alice sabía que estaba comprometido. "¿No es amoroso, no tiene el rostro más hermoso y la sonrisa más dulce que hayas visto nunca?" También mereció su aprobación el doctor James Jackson Putnam, amigo de William y futuro neurólogo famoso: "Físicamente ha crecido una pulgada o más y Europa ha añadido encanto y atractivo a sus muchas inevitables virtudes de Jackson... de modo que ahora es un objeto muy agradable". Escribiéndole de nuevo a Annie, suspiró por Charles Jackson. "Mi pasión crece; afortunadamente lo veo pocas veces, pues se me dijo que sería totalmente insensato que albergara la más ligera esperanza." Por desgracia, todos los hombres parecían estar ya comprometidos. Otro, Moorfield Story, era casado cuando ella le prestó atención. Lo consideraba una "criatura adorable" y no podía entender por qué había tenido que ir a Washington a buscar a su "gorda mujer lavandera".6 Sus agudezas se hacían más salvajes con cada sucesiva desilusión, y su prosa tomaba un carácter inequívocamente jamesiano. Sabía componer una pequeña joya con un floreo literario. "Tu querido amigo Mr. Anderson apareció de pronto para visitar a Lizzy, se sentó en el borde del sofá, tieso y compacto como un prolijo paquetito... y habló durante unos diez minutos, y casi en medio de una oración desapareció de nuevo. Me trató con el menosprecio habitual. [p. 281] ¿Qué es lo opuesto a las afinidades electivas? Sea lo que fuere, él es una cosa y yo soy otra."7 También sabía narrar un episodio de la caza matrimonial con inspiración y un fino sentido del ritmo. "Primero y antes que nada; ¡estuve a punto de tener una oferta! Un anciano caballero, que vino a vemos una noche, le preguntó a una de las señoritas al día siguiente si ella pensaba que Miss James lo aceptaría. ¡Imagínate la agitación de mi seno! Al fin iba a tener el privilegio de declinar una proposición matrimonial y escaparía a la mortificación de bajar a la tumba como soltera, no por elección gustosa de un destino, sino por una lamentable necesidad. Pero, ¡ay!', ésa no es mi suerte; el hombre era un rniserable acostumbrado a destruir la paz de cualquier doncella... mediante esa pequeñay ligera observación. Mi destino, que yo habría considerado arrobador si él hubiera hablado, es tan monótono y desesperanzado como siempre.'8 A medida que amigas y parientes iban comprometiéndose y casándose, declinaba en ella la anticipación del amor característica de sus primeras confidencias. No puede sorprender que acogiera al
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AJL, 72-73. AJL, 72, 53, 61, 63-65. 6 AJL, 60, 69-70. 7 AJL, 64. 8 AJL, 66. 5
primer sobrino (Ned, hijo de Robertson) con el siguiente comentario franco: "Me alegro de que haya nacido un varón, y no una miserable niña"9 Durante un tiempo breve encontró un foco intelectual para sus energías. En diciembre de 1875 Alice le escribió a Annie acerca de un nuevo plan. Había sido invitada a enseñar en una escuela por correspondencia para mujeres, fundada por Miss Anna Eliot Ticknor* Su amiga Fannie Morse la incitó a convertirse en una de las directoras que escribían lecciones sobre diversos temas y aconsejaban a las alumnas respecto de lecturas ulteriores. Durante los primeros dos años se inscribieron tantas mujeres en la escuela, que se necesitaron más maestras. Insegura acerca de su talento, Alice aceptó con alguna timidez: "después de haber declinado el ofrecimiento con vehemencia, sucumbí dócilmente". Aunque la docencia era una profesión ya abierta a las mujeres, no le resultaba fácil conciliar la idea de realizar un trabajo serio con la imagen que tenía de sí misma. "Puedes reírte y pensar que soy un fraude tanto como quieras le dijo a Annie-; no podrás hacerla más de lo que lo he hecho yo misma”10 Por entonces William se había lanzado a su carrera académica. Quizás ella pensó [p. 283] que podía seguirlo a su modo** William había descubierto la utilidad del trabajo como bálsamo para la invalidez y escribió con entusiasmo a Henry acerca de la aventura intelectual de la hermana. “Alice es ahora profesora de historia, lo que sin duda será algo inmenso para ella."11 En gran medida para su sorpresa, Alice también descubrió que le gustaba trabajar. Durante su segundo año de enseñanza estaba tan entusiasmada por lo que hacia que exhortó a su amiga Annie a que encontrara algo análogo para ella misma. "Me gustaría que tuvieras algún trabajo que hacer, que te distraiga digamos que la mitad de lo que a mí me distrae el mío...., Había incluso comenzado a desarrollar alguna confianza en sí misma, aunque la expresaba algo negativamente: "Tratando de enseñar historia no soy ni la mitad de lo tonta que parezco". Su contacto con mujeres de todo el país (habla de alumnas de "los desiertos" de California. Kansas, Missouri, Michigan. Kentucky. Florida, Iowa e Illinois)' hizo que apreciara su propia buena fortuna. "Quienes hemos contado en todas nuestras vidas con más libros que los que sabemos utilizar, somos incapaces de concebir los sentimientos que experimentan hacia ellos las personas que nunca han tenido acceso a la lectura. Es claro que consideran a los libros como algo sagrado, y algunas de las cartas que recibo son sumamente conmovedoras: escriben niñas que dicen que siempre han anhelado una ayuda así, sin la esperanza de llegar a obtenerla, y las dificultades que tendrán que superar para unirse a la sociedad son increíbles." Se mantuvo ocupada escribiendo "entre treinta y cuarenta cartas por mes".12 Por primera vez en su vida parecía que Alice se sentía auténticamente comprometida con el ancho mundo, a la par de sus hermanos. Lamentablemente, aunque estos últimos acogieron con beneplácito su cambio, la maestra novicia temía que las otras mujeres no hicieran lo mismo. "Quizás te sorprenda mi súbito ataque a tu inocente persona -le escribió a Annie- pero me temo que tiene que parecerte-rnuy necio. y como ahora es de ello de lo que más me cuido, no quiero que me juzgues antes de haberrne oído.'13 La Sociedad para Alentar a los Estudios en el Hogar floreció hasta bien entrada la década de 1890, alcanzando su año de mayor éxito en 1882, cuando inscribió a 1.000 alumnas.14 Pero Alice renunció. En sus cartas no da ninguna razón. Quizás el trabajo se hizo monótono y dejó de atraer como labor de amor. No es [p. 284] probable que siguiera el consejo de Jane Norton, según quien las mujeres que querían ser cortejadas debían esperar en el hogar. Hay algunas indicaciones de que la atrajeron la tentación de la invalidez y una cura europea. Sugirió ese desarrollo a fines de noviembre de 1878, cuando escribió acerca de una amiga que estaba en el extranjero, *Anna Ticknor, hija de George Ticknor (el primer profesor de lenguas modernas en Harvard) había sido una inválida como Alice, y la nueva sociedad le proporcionó una salida a sus energías sofocadas. Miss Ticknor le anunció feliz a un amigo que "estoy disfrutando del sentimiento atreverme a estar ocupada, por primera vez después de muchos años, durante los cuales he sido una inválida" (AJ, 171; las páginas 170-176 de AJ ofrecen una descripción ampliada de la escuela y de su plan de estudios). [p. 281] **El ideal individualista norteamericano fue abrazadp antes por los hombres que por las mujeres. Las mujeres de clase media de la generación de Alice seguían creyendo firmemente que el ideal superior era la sumisión a los hombres en el matrimonio. Pero el trabajo como autoexpresión iba a convertirse en una alternativa ampliamente….. Linda K. Kerber, “Can a Woman Be an Individual? The Limits of Puritan aditionin the Early Republic”. Texas Studies in Literature and Language 25, Nº 1. Primavera de 1983, 166-178. [p. 283] 9
AJL, 67. AJL, 70. 11 AJ, 175. 12 AJL, 76. 13 AJL, 77. 14 AJ, 174. 10
recuperándose de una enfermedad:"Pero, icuánto la envidio! La convalecencia en Europa parece un proceso muy suave, en el que se cuenta con mucha ayuda a diestra y siniestra'15 Alice se volcó en busca de afecto tanto hacia amigas como hacia sus hermanos. Fannie Morse fue su amiga más íntima desde la década de 1860 en adelante, y las cartas que le dirigió Alice desbordan una abierta expresión de amor que es poco frecuente en la correspondencia familiar. "Te quiero mucho... Me siento un ser humano más respetable cuando considero que te tengo por amiga, y lo eres, ¿no es cierto'), a pesar de todos mis pecados."16 En su tierna declaración descubrimos a una mujer penosamente insegura que apenas ha ernergido de la crisálida de la adolescencia. Cuando la caza de marido comenzó a hacerse seria, Alice se refirió humorísticamente a los hombres como ameazas a los vínculos que la unían con sus amigas. Así, mientras Sara Sedgwick estaba en el extranjero. y parcciéndole la separación demasiado larga. Alice escribió: "Si no vuelves pronto. por desesperación vaya fugarme con el hermoso muchacho de la carnicería, con quien tengo una entrevista todas las mañanas con el objeto de decirle que la Sra. J. no quiere nada ... Es muy buen mozo y se emociona siempre que me ve, de modo que es mejor que vengas a rescatarrne"17 Pero también perdía a sus amigas. que se casaban. Cuando Sara Sedgwick anunció su intención de hacerla, Alice se enfureció. Sara había ido a Inglaterra en 1877 en busca de marido, y suscitó la siguiente nota avergonzante de su "hermana" anclada en Carnbridge: "Usted se ha ido a Yarmouth, señora, para encontrar esposo a la manera de su gran abuela. Parece un extraño terreno para la pesca matrimonial, siendo que hasta ahora lo único que asociaba con esas aguas eran los arenques. ¡Buena suerte, no obstante' Ojalá que no le traiga con él un recordatorio demasiado vivo del lugar donde le ha hecho morder el anzuelo". Aunque amargada, aún no se declaraba fuera de carrera y suplicó: "Si son muchos los que pican, ten presentes a las solitarias y abandonadas solteras que has dejado detrás". Su humor aparecía teñido de soledad, pero también le proporcionaba alivio. Con gruesas pinceladas bosqueja una visión cómica de un Cambridge súbitamente desprovisto de vírgenes desposables, "¿Pero no te espanta la mortalidad que las ha alcanzado desde tu partida? Cambridge está totalmente desmoralizado y aquellas de nosotras que siempre hemos sido las más resignadas y modestas esperamos en este momento que presidentes, viudos, abogados, profesores, no sabemos qué, caigan a nuestros pies." En su estado de ánimo descorazonado, considera que sus propias buenas obras se convierten en cenizas. La Sociedad para Alentar los Estudios en el Hogar le parecía un "sacrificio" fútil carente de significado. "Si esto sigue mucho más, todas las [p. 285] pequeñas y virtuosas causas de la historia, el arte, las instituciones de caridad, etcétera, en las que hemos buscado y obtenido tanto consuelo para nuestra soledad, serán completamente abandonadas, y me temo que muchas de nosotras quedaremos desconsoladas, habiendo sacrificado nuestros 'recursos'."18 El trabajo de Alice en la escuela no iba a perdurar, pero encontró y cultivó en ella una amistad que llenaría el vacío durante el resto de su vida. Por primera vez mencionó a Katharine P. Loring en una de las más tempranas cartas sobre la Sociedad. "Estoy con Miss Katharine Loring y tengo a mi cargo a las jóvenes que estudian historia. Creo que lo disfrutaré y sé que me hará muy bien." Las dos mujeres ya se habían encontrado el 17 de diciembre de 1873 y, a medida que su amistad se profundizaba, ese día fue convirtiéndose en un hito privado, "un aniversario que nunca permitimos que nadie conociera", y siguió siéndolo hasta la muerte de Alice. Esta última describió a Sara, que ya estaba casada, las virtudes de Katharinc en términos extáticos. Concluyendo una larga anécdota acerca de una joven ambiciosa que quería ir a la escuela normal, le espectó a Sara celosamente: La Joven resulto ser una serniidiota y desde entonces buscó refugio en el matrimonio, como tú". En cambio exaltó las virtudes de su nueva amiga: "Me gustaría que pudieras conocer a Katharine Lorina, es el más maravilloso de los seres. Posee toda la superioridad meramente animal que diferencia al hombre de la mujer, combinada con todas las virtudes distintivamente femeninas. No hay nada que no sepa hacer, desde hachar madera y sacar agua hasta detener a caballos desbocados y educar a toda las mujeres de Norteamérica".19 * * Tal como lo señala Carroll Smith-Rosenberg, la demarcación tajante entre los mundos masculino y femenino de los Estados Unidos de los siglos XVIII y XIX tendía a generar amistades femeninas estrechas. Con frecuencia las mujeres de clase media desarrollaban una relación íntima que persistía después del matrimonio y, aunque su intensidad era apasionada, no tenía necesariamente un carácter lesbiano. Se enmarcaba sin conflicto en las normas socialmente aceptadas. Véase Carroll Smith-Rosenberg, "The Female World of Love and Ritual: Relationship between Women in Nineteenth-Century America”, Signs 1, Nº 1, otoño de 1975, 1-31. Se ignora si la relación de Alice con Katharine Loring fue activamente homosexual. Su cuñada Alice con Gibbens James pensaba que lo era. [p. 285] 15
AJL, 78. AJ, 92. 17 AJL, 63. 18 Alice James a Sara Sedgwick, septiembre 20, 1877, MH. 19 AJL, 70, 82. 16
Si Sara pasó por alto la idea implícita de que una alianza entre una andrógina y una frágil inválida era superior al lazo más convencional entre hombre y mujer, no pudo haber evitado una risa ruidosa ante el ataque al amor de William a la naturaleza y a la vida enérgica. Alice y Katharine se habían aventurado a ir al campo de la familia Putnam en Adirondacks, que tenía la reputación de ser "la panacea de William para todos los males terrenales". Lo odiaban. “Fue una verdadera prueba pues... a la choza no le faltaba nada en materia de incomodidad... Te aseguro que a los fines de refrescarse la piel más vale bañera en mano que cien arroyos en un matorral." No se trataba simplemente de que [p. 286] odiaran ese campo. Lo odiaban de la manera en que una mujer rechazada odia las cosas masculinas. Sus imágenes eróticas son ricas en estacadas irónicas dirigidas a los "hermanos alados" que se atrevieran a codiciar a esas "dos vírgenes de treinta veranos". Hizo bromas acerca de un mosquito juguetón que "me consideró la más deleitable producción libre que hasta ahora le ha enviado la civilización". Se compadeció de "todos los queridos animalitos hormigueantes que he venido a sentir aquí y a los que sin duda les he proporcionado un banquete tan agradable y suculento como a sus hermanos alados". Los animales machos no pudieron alcanzar a su "tersa forma" porque Katharine colocó protectoramente una cubierta de caucho como "barrera cruel" sobre el madero en el que reposaba Alice. Las dos mujeres fueron visitadas brevemente por el doctor Charles Putnarn. al que Alice caracterizó como un bachiller con la figura de una "tía soltera". Le disgustaba el mundo masculino de la cabaña de los Putnarn y saboreó la oportunidad literaria de frustrar y emascular a "los hermanos", grandes y pequeños, que la habían· pasado por alto.20 La intención del mensaje era clara. Ella y Katharine se habían librado de todos los hombres, incluso de los hermanos. (2) Cuando Alice se volvió hacia sus hermanos en busca de amor, como lo había hecho desde la infancia, en la que ella y Robertson jugaban a ser marido y mujer, W illiam pareció el más pro misario. Durante aii os hab í a sido la "Chérie de Soeur", la "Süss Balchen" y la "Querida Hermanita" de las cartas de Williarn. Los diminutivos afectuosos que fluían de la pluma de él subrayaban naturalmente la brecha de seis años que los separaba, así como también el cariño retozón que los unía. Cuando ella estaba en la dolescencia. Williarn la serrnoneaba y le daba consejos a la manera de un hermano mayor. A veces le reprochó, lo mismo que Wilky y Bob, que no contestara sus cartas. "EI hecho de que no me hayas escrito durante tanto tiempo me apena más de lo que puede expresarse con palabras."21 Pero también se manifestaba apreciativo de las "bellas cartas que, aunque redactadas con tosquedad, no por ello son menos deliciosas, sino todo lo contrario", y la alentaba cuando lograba escribir bien. En una oportunidad, Alice reprodujo un bon mot de Harry, y William aplaudió: "¡Estos, éstos son los incidentes con los que hay que llenar las cartas!"22 A medida que Alice maduraba, también lo hacían las cartas que Williarn le dirigía. Le comunicó sus últimas observaciones sobre el carácter nacional de los franceses o los alemanes, o viñetas de las personalidades que encontraba en sus viajes, con la misma seriedad de tono que empleaba con su hermano Henry, En la época en que Alice enseñaba historia, escribió con entusiasmo [p. 287] desde Florencia: "Este es el lugar para la historia... Se te adecuaría admira blemente".23 Por momentos sus bromas afectuosas adquirían un sabor erótico. Cuando la familia estaba en el extranjero en diciembre de 1859. Wilky no fue el menos sorprendido al ser empujado por WilIiam hacia "la sala de recibo" para e escuchar "una pequeña composición sobre Alice... que pretendía interpretar con mucho gusto". Según este informe, el resto de la familia disfrutó de esa interpretación, que "marchó muy bien y provocó muchas risas" del grupo.24 Era una parodia poética del amor romántico, llena de luna "fulgurante sobre los mares del verano" y del sueño del amante-poeta, "mi dulce Alice? De ti”. Juré pedir tu mano, mi amor. Hice el voto de pedir tu mano. Quería unirme a ti Con lazos conyugales.
Pero Alice lo rechazaba: Tan orgullosa, pero tan bella La mirada que me dirigiste. 20
AJL, 81. LWJ, 1: 49. 22 TCWJ, 1: 213, 238. 23 LWJ, 1: 176. 24 TCWJ, 1: 188. 21
Tu respuesta fue que nunca me atreviera A esperar tu amor.
El, desesperado, amenazaba con matarse: ¡Adieu al amor! ¡Adieu a la vida! Puesto que: nunca lograré, mi dulce Alice, Que seas mi esposa, ¡Me ahogaré en el mar!25
En marzo organizó una función análoga, pero esa vez también tía Kate tuvo su serenata. Obviamente, Alice prefería no ser ella el centro de las miradas (había reaccionado "fríamente" a la travesura de diciembre). "Willie pasa por un estado mental extraordinario, y compone odas para toda la familia", escribió ella. La oda dedicada a la tía Kate, según Alice, tenía "un 'tono bélico' en el cual el héroe es su esposo y muere por ella"26 Una hermana de once años o una tía casada de cuarenta y seis eran blancos "seguros" para los retozos imaginativos de William, sobre el amor y el matrimonio, a la edad de diecisiete años."* [p. 289] Lo corriente era que las bromas fraternas fueran simplemente cálidas y afectuosas: "Si... te sientes fuertemente abrazada por algún invisible poder espiritual, ahora quizás sepas que soy yo." Pero ocasionalmente las cartas se deslizan del coqueteo decoroso a un franco erotismo. "Le... estoy escribiendo á la seule que j'aime... Sus ojos translúcidos, sus pasos suaves y sus manos delicadas, su voz y sus modos afables, nunca me parecieron más deseables o dignos de amor que ahora”27 Cuando ella creció, también hubo riñas. El tenor de esa lucha puede inferirse de una nota que William envió desde el college, en la cual se disculpó por "los excesos que nos prodigamos recíprocamente antes de partir". y confesó contrito que "las expresiones de alegría" por no tener que verla de nuevo "durante tantos meses" eran "fingidas"28 William llegó a apreciar la combatividad de Alice. "Oh, mi querida niña, cuánto me gustaría estar contigo y que fueras 'respondona' conmigo como antes", le escribió desde Berlín. Rodeado de caracteres germano s afectuosos, Alice, por contraste, le parecía más atractiva. "Cuánto más grata es para este corazón una insolente buena muchacha americana (como tú) que te aguijonea y acicatea en conatos desesperados de hombría.”29 El coqueteo necesita que sean dos los que lo jueguen, y sería erróneo sugerir que Alice era una compañera meramente pasiva. Por debajo del carácter "frío" y "respondón" le gustaban las atenciones de William, y estaba asimismo dispuesta a hacer que por ella los hermanos se enfrentaran entre sí. Mary James fue testigo. En la primavera de 1874 le comentó a su hijo Henry la relación de William con Alice. "Es muy dulce con ella, a su modo original, y creo que ella disfruta mucho de su jocosidad encantadora." En el verano de 1872, Henry James hijo había oficiado de cicerone para Alice durante una gira europea, y a su regreso la joven hizo cuanto pudo para que la situación suscitara los celos de Williarn. Una vez más es Mary James quien le describe la escena a Henry: “A. está llena de los más vívidos recuerdos de todo tu amor y cuidado del verano pasado, y es tan elocuente al respecto, que hace aparecer la furia en el rostro de Will y lágrimas en mis ojos".30 Por entonces William tenía treinta y un años y Alice veinticinco; ambos eran solteros y carecían de profesión. Las apuestas se estaban haciendo exorbitantes. William realizó cinco bocetos de Alice indicativos de la tensión erótica existente entre ellos. Los tres primeros (figurq 15) constituyen un tríptico, un acompañamiento ilustrado de la oda a Alice de 1859. Vemos la misma luna, leemos versos igualmente tristes y somos testigos del mismo amor no correspondido. En estos dibujos Alice no aparece como la niña de once años que era, sino como una joven hermosa. y William es un trovador que le canta una serenata. Los versos son inocentes, pero las imágenes tienen un franco carácter sexual; inconscientemente representan una fantasía de defloración. WiIliam, trovador de piernas desnudas, se inclina sobre su "instrumento" en el piso bajo. La gran pluma de la cabeza no amenaza a su amada al principio, pero el largo [p. 291] y delgado clavijero del laúd pasa por la ventana abierta y preanuncia lo que * Kate se había casado con un viudo rico veinte años mayor que ella, en 1853. Vivió con él dos años escasos, antes de volver a la casa de su hermana. [p. 287]
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AJ, 53. TCWJ, 1: 188. 27 LWJ, 1: 108. 28 LWJ, 1: 49. 29 TCWJ, 1: 257, 282. 30 Mary Walsh James a Henry James (p.), abril 3 y abril 27, 1874, MH. 26
sigue.Curiosa y atenta en la primera escena, Alice vuelve la espalda en la segunda, sin advertir aparentemente que el cuerpo de William comienza a tomar una posición más erguida y erecta. El "instrumento" ya no se proyecta a través de la ventana, pero la pluma de la cabeza se acerca a la barrera (el piso) que sostiene a Alice. Finalmente se lo ve completamente erecto, como un joven ardiente cuya pluma choca contra la obstrucción inflexible de la virgen desconsolada. La misma trama se repite en otros dos elementos del dibujo. Lo que era un piso (o cielo raso) sólido que impide el contacto en la primera escena, va cediendo línea por línea, de modo que en la tercera casi ha desaparecido, aunque el excitado trovador no logra atravesarlo. Por cierto, si hubiera dispuesto una apertura receptiva, Ahce habría "caído". La transformación análoga de un arbusto frondoso entre los amantes en la primera escena, que aparece parcialmente defoliado en la segunda y cuyo follaje obstructor ya no se ve en la tercera, constituye un eco del tema erótico. El cuarto dibujo es una cabeza de Alice realizada cuando ella tenía unos trece años (figura 26).* Bajó los ojos modestamente mientras posaba para su hermano. Sólo podemos imaginar su chillido de deleite e indignación cuando saltó para ver el dibujo y pudo leer como título "La novia de W. J." debajo de él. Pero eso no le impidió posar otras veces. En el quinto boceto se la ve mucho mayor y es sin duda una mujer desarrollada, con el seno en plenitud (figura 27). Probablemente próxima a los veinte años, lleva un hombrero con plumas y un vestido ajustado. Dos detalles expresan el compromiso erótico entre el artista y su modelo. Sobre la nanz de Alice hay un corazón atravesado por una flecha de Cupido. Está enamorada. Para subrayar el apego de ambos, William firmó el dibujo de un modo singular. Ubicó sus iniciales sobre el brazo de ella, marcándola literalmente como suya. La ubicación sugiere asimismo que Alice le correspondía y llevaba sus iniciales ('su corazón") sable la manga. Mary James fue una aguda observadora de sus hijos, pero uno se pregunta si advirtió acabadamente la tragedia de este giro de los acontecimientos entre William, el aspirante a artista, y Alice, la aspirante a esposa. (3) [p. 293] Wilky y Bob fueron al Sur como soldados. Volvieron después de la guerra como ministros
de un nuevo evangelio del trabajo libre y el capital de riesgo. Es notable que su plan pareciera promisor al principio, cuando partieron para administrar una plantación de algodón, aunque no habían estudiado agricultura, ni conducido un negocio, ni siquiera habían vivido fuera de la ciudad (salvo en vacaciones) hasta que ayudaron a derrotar a los ejércitos de la Confederación. Hasta 1862 no habían visto una plantación, pero cuatro años más tarde los veteranos se mudaron a una de Florida, con el apoyo del capital de su padre (que los hijos estaban ansiosos por multiplicar) y motivados por un sincero deseo de demostrarle a la derrotada aristocracia sureña que el trabajo negro liberado y dirigido por la disciplina yanqui podía realizar las promesas de la victoria de la Unión. No fue sorprendente su fracaso, resultado de una combinación de mala suerte (gusanos. lluvias y caída de los precios) y errores de gestión. La plantación de Florida fue una atrevida aventura de seis años, encarada con una amalgama de ideologías. El trascendentalismo y el abolicionismo, a la manera de Henry James padre, se mezclaban con el capitalismo y la ética del trabajo, siguiendo el espíritu de William James de Albany. Los muchachos James no fueron los únicos que ambicionaron convertirse en plantadores sureños. Decenas de miles de hombres del orte que habían estado en el Sur durante la guerra, volvieron como civiles para ganarse la vida. Según una estimación, llegaban a 50.000 los norteños que conducían plantaciones de algodón en el Sur de la posguerra.** El movimiento comenzó en 1861, cuando los gene rajes invasores de la Unión se encontraron con millares de ex esclavos detrás de sus líneas, y grandes plantaciones confiscadas que necesitaban nuevos amos. Después de un breve intento de gestión gubernamental, el ejército invitó a hombres "leales" de"responsabilidad pecuniaria" a alquilar y conducir esas plantaciones, invitación realizada en términos financieramente atractivos. En Sea lslands se le pidió a norteño s idealistas que ayudaran a consumar la *En las fig. 18 y 19 aparece una H en una e squ ina. Al principio creí que esto significaba que los dibujos pertenecían a Henry. Pero los boceto, fueron realizados en un cuaderno de apuntes, y quizás quien arrancó las páginas las marcó para indicar su procedencia. En otras páginas de' la colección de dibujo’ aparecen letras que no son ni la H ni la W. Tal vez la misma persona (obviamente no era el artista) especuló sobre el tema y sobre el dibujante al escribir al pie una nota con lápiz suave: "¿Dibujo de Alice James?", y debajo "H.J.". La mano que tituló la figura 26 fue indudablemente la de William. El parecido con una fotografía de Alice tomada en Newport en 1862 identifica a la modelo. [p. 292] **Wilky y Bob no diferían del plantador norteño, típico de Florida, que provenía de la Nueva Inglaterra, era joven (edad media de 30 años), no tenía educación de college (uno de cada cinco había cursado algo de ese nivel) y carecía de experiencia agrícola previa (sólo un 15 por ciento habían sido agricultores). Muchos de estos hombres lucharon en ejercito de la Unión (un 40 por ciento), la mayoría como oficiales (el 88 por ciento). Véase Lawrence N. Powell, New Masters: Northern Planters during the Civil Ward and Reconstruction (New Haven, Yale University Press, 1980, 160-178). [p. 293]
transición del trabajo esclavo al trabajo libre. En 1865, este programa pragmático de los ejércitos de ocupación se transformó en un movimiento de masas, cuando multitud de norteño s se embarcaron hacia el Sur, ansiosos de demostrar que los yanquis podían producir [p. 294] más algodón con más eficiencia que el poder escJavista. La meta humanitaria de ayudar a los esclavos liberados era atractiva para muchas personas. También lo era la ganancia potencial. Una gran fuerza de trabajo barata, las tierras de bajo precio y los precios altos del algodón atrajeron a tantos nativos de la Nueva Inglaterra, que uno de los agentes algodoneros de Massachusetts predijo confidencialmente que serían los norteños, después de la guerra, quienes cultivarían la mayor parte del algodón del Sur31 Lo mismo que muchos otros plantadores del Norte. Wilky y Bob compraron tierras cerca del lugar donde su regimiento había librado sus 'batallas. Tanto el 54° como el 55° lucharon en el triángulo formado por Jacksonvillc. Olustee y Palatka, entre los ríos St. John y St. Marys, en el nordeste de Florida, y ellos adquirieron su propiedad en Waldo, lindante con ese perímetro* Wilky encaró la empresa a la manera eficiente de un hombre de negocios. y de sus primeras cartas desde Florida trasciende un tono de orden y disciplina. Mientras apelaba a la ayuda de la Providencia, sabía que el resultado dependía también de sus propios esfuerzos. En la primavera estaba entusiasmado por su buena suerte. "Todo progresa espléndidamente. Los hombres están trabajando admirablemente, y nunca fueron más felices que ahora. Ya han labrado 40 acres de tierra algodonera, y 8 ó l0 acres de tierra hortícola. Les haría bien al corazón -le escribió a sus padres- ver nuestros establos con sus caballos, mulas, vacas, pollos, gallinas de Guinea, perros, gansos y todo lo demás.”32 No permitía que su vehemencia obstaculizara el aspecto práctico de la empresa. Había negociado arduamente con el propietario, el coronel Del, ofreciendo pagarle la tierra en efectivo (en lugar de realizar tres pagos anuales) si Del incluía el molino (valuado en 5.000 dólares) sin cargo adicional. Después de solicitar con prudencia el consejo de plantadores más experimentados, él y Bob decidieron que la semilla local de Florida, que ya tenía cuatro años, era demasiado riesgosa. Gastaron más dinero para comprar semillas frescas en Port Royal, donde las plantaciones habían estado en producción continua y el algodón era de primera calidad. "Es sorprendente la buena suerte que estamos teniendo", concluyó. Incluso sus vecinos sureños eran "muy pacíficos y hospitalarios y nos tratan con gran respcto.”33 La magnitud dc la empresa no intirnidaba al Joven veterano. Su experiencia militar le había enseñado a conducir hombres. No obstante, impresiona el orgullo y el sentido del mando con que Wilky se hizo cargo de una fuerza de [p. 295 trabajo de casi treinta jornaleros con sus familias. La comunidad llegaba en total a unas setenta personas. Denominó "Cordon" al establecimiento (por el general George Gordon. de Massachusetts) y solicitó la habilitación en el lugar de una estafeta postal. No sólo asumían las responsabilidades de cultivar algodón, sino que también regentearon una escuela integrada para niños blancos y negros. Maestro de escuela, administrador de correos y empresario, Wilky no dejaba de prestar atención al mercado. Anticipaba una producción de 150 a 300 libras del algodón por acre, y tenía confianza en que sus padres recibirían el primer año una utilidad del 35 por ciento, si el mercado se mantenía estable.34 Sin duda a su padre le agradaba la perspectiva de ese retorno generoso, pero más aun debe de haberle atraído el rédito moral. Wilky filosofaba sobre el significado de su aventura agrícola en una vena que seguramente tocaba el corazón trascendentalista de Henry. Descubrió que el trabajo con la naturaleza le habra abierto los ojos a importantes verdades espirituales. Otra hebra de su pensamiento también habría deleitado a su abuelo. Cuánta aflicción se habría evitado (podría reflexionar la sombra de Williarn James de Albany) si Henrypadre hubiera estado preparado y dispuesto a aprender a los veintiún años lo que su nieto acababa de descubrir: su mente estaba funcionando con mayor claridad que nunca y en ese momento creía que la sistematización de los propios deberes era esencial para iniciar la marcha en la vida.35 La eficiencia, el trabajo duro, la profundización espiritual y el aprecio al capital: ¿qué más se podría pedir de una temporada al sol? *El general Truman Scvrn our los había conducido en una incursión en el área en abril de 1864. -desobedeciendo las órdenes explícitas de su comandante. Asaltó a una fuerza atrincherada superior, como lo había hecho en Fort Wagncr, con consecuencias desastrosas, que constituyeron la base de una investigación del Congreso. Véase Emilio, Fifty-fourth Regiment, 149-185. [p. 294] 31
Lawrence N. Powel, New Masters: Northern Planters during the Civil Ward and Reconstruction (New Haven, Yale University Press, 1980), xi-7. Véase también Willie Lee Rose, Rehearsal for Reconstruction: The Port Royal Experiment (Nueva York, 1964). 32 Garth Wilkinson James a Henry James (p.), marzo 2, 1866, en Alice James, Her Brothers, Her Journal, comp. Anna Robeson Burr (Nueva York, Dodd, Mead, 1934), 43. 33 Ibid., 44. 34 Garth Wilkinson James a Henry James (p.), marzo 27, 1866, colección privada. 35 Ibid.
Tal vez parte de la amabilidad inicial de sus vecinos se debió a la presencia de las tropas de la Unión. Cuando, en abril, se rumoreó que esas tropas iban a ser retiradas, Wilky se sintió inquieto. Pensaba que no sería seguro para ninuuno de los dos, pero aseguró a su padres que, con un grupo, podrían "salir del paso". Confesó que "a veces me siento melancólico y como si fuéramos a fracasar, pero después de una reflexión serena por lo general un ángel bueno viene a rescatarme y me pone bien de nuevo". Mientras el "ángel bueno" lo acompañaba, estaba dispuesto a declarar que el experimento ya era un éxito: "Descendimos y nos asentamos en una región donde muchos de los habitantes nunca habían visto a un yanqui. Ninguno de ellos tenía fe en el trabajo de lo negros, y nosotros hemos reivindicado completamente el principio del que partimos, según el cual el negro liberado que es objeto de un trato justo y decente trabaja con provecho para el ernpleador y el empleado".36 Mary Jarnes escribió alentadorarnente a Wilky acerca de sus perspectivas. Pero se sentía inquieta respecto de Bob , quien en el invierno había enviado una carta en la que se manifestaba descontento con la vida en el campo y expresaba el deseo de seguir una carrera artística, quizás arquitectura. Una vez más podemos observar que la actitud de los progenitores James respecto de Bob de experimentar, difería agudamente de la aquiescencia con que tomaban los diversos entuiasmos vocucionales de William. Henry James desalentó la [p. 296] propuesta de Bob sobre la base de que la familia iba a abandonar Bastan por seis meses, para vivir en Swampscott. Pero Mary fue más franca con Wilky, como hermano mayor. Si bien reconocía que Bob tenía sensibilidad artística, dudaba de su disciplina para sobrellevar los tres años de estudio que tomaba la carrera de arquitectura. Estaba convencida de que a una tasa de retorno del 25 por ciento, plantar algodón era una opción preferible.37 Bob aceptó el juicio familiar en cuanto a que no estaba destinado a una carrera artística, aunque el anhelo de intentar la experiencia iba a reaparecer a lo largo de su vida. Robó tiempo a su trabajo en la plantación para pintar, y algunas de sus acuarelas subsisten. Una de ellas muestra unas.cabañas de troncos asentadas en la desapacible planicie de Florida. La reproducción delicada de los detalles estructurales sugiere los intereses arquitectónicos de Bob (figura 28). La segunda acuarela presenta a un trabajador negro, erguido, fuerte, que hace lo que muchos sureños todavía dudaban que los negros pudieran hacer: está leyendo (fig.29). Los informes optimistas de Wilky continuaron durante el verano. Sus plantas lucían incluso mejorque las cultivadas por agricultores más experimentados, y le predijo a sus padres una utilidad de 2.500 dólares.38 Los hermanos planeaban comprar otro establecimiento y aumentar la superficie sembrada de algodón. Con consideración, Wilky le comunicó a los padres preocupados que Bob estaba bien y había superado su asma.39 Asimismo anunciaba con orgullo que los ciudadanos de Waldo lo habían elegido administrador de correos, pero que él le había derivado el trabajo al almacenero de la aldea y se limitaba a firmar papeles. Aunque Wilky atendía cuidadosamente los negocios, no dejaba de prestar atención a su misión entre los negros. Preocupado no sólo por sus cuerpos sino también por sus almas. le pidió a los padres que le enviaran Biblias para entregarlas a los braceros.40 El sincero anuncio que Wilky realizó al cumplir veintiún años debe de haberle parecido un regalo de Dios a los padres rodeados por los neurasténicos William, Harry y Alice: el joven declaró que se sentía contento con su nueva ocupación.41 La culminación feliz de la saga fue una simple nota del 9 de agosto; en el sobre había algodón recién cultivado, el primer rédito de la aventura.42 Pero el éxito no iba a durar mucho. Mary James fue la primera en presentar a Wilky el espejo oscuro del destino. En el otoño le informó que Augustus James (el tío Gus), heredero favorito de William James de Albany, estaba en bancarrota. Mary James lo señaló ominosamente como ejemplo de los riesgos de la especulación. La caída de Augustus comenzó durante el pánico de 1857, pero, según ella, había tenido demasiado orgullo como para reconocer la pérdida. Trató de cubrir las apariencias y vivir más allá de sus medios, hasta que la tragedia lo abatió, dejándolo pálido y delgado, mientras lloraba como un niño, anhelaba la muerte y amenazaba con suicidarse * [p. 299] Aunque simpatizaba con su cuñada de cincuenta y nueve años, Mary criticaba severamente sus fallas morales. Reconocía que Augustus había actuado honorablemente al pagar a todos sus acreedores, * Augustus murió tres meses más tarde, el 29 de noviembre de 1866. [p. 296] 36
Garth Wilkinson James a Henry James (p.), abril 7, 1866, en Alice James, comp. Burr, 45. Mary Walsh James a Garth Wilkinson James, mayo 14, 1866, colección privada. 38 Garth Wilkinson James a Henry James (p.), abril 27, 1866, colección privada. 39 Garth Wilkinson James a Henry James (p.), junio 26, 1866, colección privada 40 Garth Wilkinson James a Henry James (p.), abril 14, 1866, colección privada. 41 Garth Wilkinson James a Henry James (p.), julio 21, 1866, colección privada. 42 Garth Wilkinson James a Henry James (p.), agosto 9, 1866, colección privada. 37
pero no obstante lo censuraba por no haber tenido, el valor de enfrentar a la familia y al mundo con la verdad. Un hombre que sólo se interesaba en el dinero, no podía sino ser un desventurado fracaso sin él.43 Con una visión dickensiana, creía que las víctimas del ciclo comercial no vivían sólo a merced de las fuerzas del mercado capitalista industrial, que estaban más allá de su control, sino que también eran víctimas de su propia codicia y de sus propios defectos morales. El fracaso de Augustus fue precursor de la declinación de Wilky. Esa declinación se inició en Florida lentamente. Habiendo acrecido la tierra cultivada (en ese momento manejaban tres fincas), los hermanos James necesitaban más brazos. pero no había modo de encontrarlos. Wilky escribió desconsolado que 80b había vuelto de una búsqueda de tres semanas y media, sin traer ni a un bracero. Después de dos años. Wilky confesó que empezaba a perder el ánimo y a temer el fracaso.44 En marzo reconoció avergonzado que los comisionistas elegidos por él habían vendido su aldogón a un precio un 30 por ciento menor que el que estaban obteniendo otros plantadores. Todo lo que Wilky podía ofrecer a modo de explicación era que había aprendido la lección y que no volvería a cometer el error.45 Necesitaba dinero, de modo que una de las fincas tenía que venderse a pérdida. Wilky concordó en hacerse cargo de la hipoteca para proteger su inversión, mientras que reducía sus gastos.46 Cuando se esfumó la promesa de obtener utilidades y la supervivencia pasó a ser el objetivo primordial. Henry James padre envió palabras de aliento. En el fondo, afirmó, la desilusión en este mundo visible tiene por fin ayudar al crecimiento espiritual. Para él era una ley universal que la vida espiritual debía florecer a causa del fracaso mundano.47 Wilky se hizo eco del mismo sentimiento, pero estaba comenzando a comprender que las intelecciones religiosas de su padre constituían una guía pobre para el manejo de un negocio. Empezó a hablar de su optimismo compartido como de un rasgo de carácter del que había que desconfiar. "Sé, mi querido Papá, que tengo un temperamento excesivamente esperanzado. Lo siento mañana, tarde y noche, pero sinceramente parece que a la larga estos temperamentos se arreglan para bien. No obstante, no creo que ello ocurra pronto. y estoy constantemente controlando el mío.”48 Nada parecía salir bien. Bob comenzó a presentar signos de tensión y a estar alternativamente exultante y deprimido. Los dos carolinianos del sur Il.ue habían ofrecido comprar parte de la tierra nunca reaparecíeron.49 Tuvieron que desalojar a un arrendatario de una de una de las fincas porque era negligente y mal administrador de la tierra. Para peor, la situación política agravaba sus problemas. Las políticas federales de reconstrucción suscitaban el antagonismo de los vecinos sureños, Wilky comenzó a temer por su vida. "El hecho es que se ha producido un cambio [p. 300] tal en los asuntos, que ya no siento esa seguridad que alguna vez tuve, y para decir la pura verdad me parece que en cualquier momento puedo tener que responder con mi vida por la fe de los principios que profesé cuando era soldado en campo abierto." Incluso sus amigos comenzaron a volverse contra él. "Hoy uno de los mejores amigos que creí tener en toda la región me llamó y me dijo que en adelante era su enemigo. Se enteró hace poco de que yo he sido oficial del 54° de Mass. y de hoy en más debe cesar toda relación entre nosotros.50 Wilky continuó trabajando y cultivando algodón, pero hundiéndose cada vez más profundamente en el cenegal financiero. La economía de mercado y la política de reconstrucción constituían un instrumento de tortura que tensaba insidiosamente hasta el punto de ruptura a su naturaleza pletórica y su fe religiosa. Aunque se aferraba tenazmente a su creencia en la bondad humana, no podía ignorar lo que veía. Observó con amargura que los hombres que lo rodeaban estaban dispuestos a trampear a cualquiera por unos pocos dólares. La ganancia era el Dios.51 Finalmente el proyecto fue abandonado en 1871. Si el Sur no acrecentaría sus fortunas, tal vez lo haría el Oeste. Bob fue el primero en partir. En 1867 retornó a Bastan, pero no pudo encontrar trabajo. Sus estados de ánimo impredecibles habían sido una prueba en Florida, y Wilky se sintió aliviado cuando se fue. Lamentablemente, según el relato de Mary James, también en el hogar era desdichado, y quiso dirigirse a Wisconsin. Aunque tenía dudas acerca de la prudencia de optar por un clima tan severo, ella lo abasteció de lo necesario y lo dejó partir. Con tristeza,
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Mary Walsh James a Garth Wilkinson James, septiembre 3, 1866, colección privada. Garth Wilkinson James a Henry y Mary Walsh James, febrero 1, 1867, colección privada. 45 Garth Wilkinson James a Henry James (p.), marzo 24, 1866, colección privada. 46 Garth Wilkinson James a Henry James (p.), enero 27, 1868, colección privada. 47 Henry James (p.) a Garth Wilkinson James, febrero 8, 1867, colección privada. 48 Garth Wilkinson James a Henry James (p.), marzo 24, en Alice James, 1867, comp Burr, 47. 49 Garth Wilkinson James a Henry James (p.), octubre 17, 1868, en Alice James, comp. Burr, 47. 50 Garth Wilkinson James a Henry James (p.), noviembre 15, 1868, en Alice James, comp. Burr, 47-48. 51 Garth Wilkinson James a Henry y Mary Walsh James, diciembre 31, 1868, colección privada. 44
Mary James tuvo que concordar con el juicio de Wilky en cuanto a que también para ellos era mejor que Bob se fuera. Bob consiguió un puesto de empleado ferroviario en Milwaukee , con la ayuda de John Murray Forbes, un amigo de la familia.52 Encontró que el trabajo era insípido, y se puso a prueba en los negocios, la agricultura, el periodismo, pero tampoco halló satisfacción en esas actividades. La mala salud (dolor de espalda, debilidad ocular, asma, artritis) amplificaba su descontento. Finalmente, en la década de 1880, volvió al Este, para establecerse en Concord. Pintó, leyó los opúsculos swedenborgianos de su padre y escribió poesía religiosa en los intervalos entre borracheras y lapsos prolongados (de hasta dos años) de internación en asilos (el Hospital McLean, el Asilo Jackson de Dansville, el Asilo Hartford)* A medida que declinaba su fortuna, comenzó a desconfiar de su padre (quien continuaba financiando generosamente sus empresas) [p. 301] acusándalo de interferir en su vida.53 Después de que Herrry J ames padre muriera en 1882, Bob dirigió acusaciones análogas a William. Al acumular años, Bob se reprochó sus fracasos laborales. Podía ser irónico, como en una nota a Alice, la esposa de William, quien le agradeció que le enseñara a pintar a sus hijos: "Estaría contento de poder ayudar de algún modo a los muchachos con la pintura. Ojalá nuestro propio padre hubiera conducido a sus hijos hacia los ramos del jabón o la levadura quimica".54 Esa observación aludía a la lucha vocacional de tres generaciones de la familia James. Un tío con sensibilidad artística transfería sus habilidades a otra generación, cultivando el talento para la pintura pero exhortando a realizar una opción vital más práctica** En [p. 304] uno de sus poemas religiosos, el ánimo de Bob se ve ensombrecido por el interrogante fundamental que lo había jaqueado: "Con la lasitud de la vida, vamos/ y le preguntamos a El: ¿Qué habré de ser?" Mientras contempla apesadumbrado sus manos. "que no han sembrado", anhela la muerte: "Que por Tu plan perfecto/ sea enviado a una mansión/ para morar entre los inocentes"55 Su hermano Henry resumió el tema con tristeza: Bob era "el caso extraordinario de un hombre cuya naturaleza constituía su profesión, toda la mercadería que tenía para ofrecer"56 Jueves, por la tarde 1881 Mi querida Mary: Acabo de recibir tu carta, y me apresuro a aliviar tus ansiedades. Bob vino a casa esta mañana para despedirse de Atice. que se va esta tarde. Parece muy calmo y enteramente razonable acerca de todo. y así ha estado desde que salió de casa esta mañana para volver al Asilo. Preguntas cuál fue la causa de este ataque. Te diré todo lo que sabemos. Había pasado una semana muy agradable en la casa de tío Robertson, haciendo mucho ejercicio y sintiéndose mejor en todo sentido. Dice que acababa de escribirte una carta y fue a remitirla cuando súbitamente experimentó un fuerte deseo de que vinieras, y un sentimiento de oposición hacia nosotros, porque según dijo estamos separándote de él, y la determinación de venir a casa lo antes posible y desafiar al padre. Tomó el coche aunque se le dijo que tendría que esperar en Springfield, durante cinco horas. Mientras estaba en Springfield caminó por las calles (era de noche) y empezó a sentirse tan débil que tuvo miedo de caer en la calle. Esa sensación lo llevó a beber un vaso de cerveza inglesa: en realidad bebió tres mientras esperaba. Dijo que eso lo enloqueció y en e se estado llegó a casa. Descargó su violencia sobre nosotros con palabras coléricas, y le dijimos que se fuera hasta que estuviera sobrio y cuerdo; entonces podría volver. Fue a las habitaciones de William, y después de un par de horas volvió completamente suavizado, y dijo que quería que lo llevaran al Asilo, donde podría descansar y lo cuidarían. William y yo discutimos con él, pero insistió y lo llevamos. Ha estado muy deprimido desde entonces, pero sin embargo calmo y contento… Hemos llegado a la conclusión de que es peor que sigas lejos, separada de él. El tiene que lidiar con la carga dolorosa de un temperamento orgulloso, sensible, irascible, que con tanta frecuencia lo pone en conf1icto con quienes más ama, y que tanto exige de la tolerancia de ellos. Pero quizás existan esperanzas de mejoría incluso en este caso: esta experiencia amarga pudo haber hecho más por él que cualquier otra cosa que le haya sucedido nunca... [Texto mecanografiado, Vaux'] *En 1881 Mary James le escribió la siguiente descripción vívida a Mar y, la esposa de Bob, acerca de los tempestuosos cambios anímicos que habían llegado a ser tan gravosos para la familia. Bob estaba viviendo en Boston, separado de su mujer. [p. 300] **La notable persistencia del tema del pródigo es observable en las relaciones de Robertson con su hijo, Edward Holton James (el primer nieto de Henry James padre). En la década de sus veinte años, el joven Ned fue desheredado sin honor por su padre, porque continuaba recibiendo dinero de su madre en lugar de mantenerse a sí mismo. Las amargas reflexiones de Robertson sobre la paternidad hacen eco a las cartas de Williarn de Albanv, escritas durante la fuga de su hijo Henry a Boston, sesenta años antes. Véase Robertson James a Alice Gibbens James, febrero 12 y 23 de 1898, MH. [p. 301] 52
F.O. Matthiessen, The James Family (Nueva York, Alfred A. Knopf, 1961), 267. William James a Robertson James, enero 27, 1877, colección privada. 54 Robertson James a Alice Gibbens James, febrero 23, 1898, MH. 55 NSB, 377-78. 56 DAJ, 48. 53
Wilky siguió a Bob a Milwaukee en 1871, y con la excepción de visitas ocasionales a la casa paterna, permaneció allí hasta su muerte, en 1883. Fue un cambio desdichado. y Wilky se sentía como si lo hubieran desterrado a una tierra yerma. "Comercialmente el Oeste es admirable, y continuará creciendo en esa dirección -predijo-, pero la monótona vulgaridad de su vida social es indeciblemente desmoralizadora."57 El trabajo en el ferrocarril no lo atrajo más que a Bob; persistió en él como ejercicio moral hasta 1874, cuando, apoyado por otra inyección de capital paterno, invirtió dinero en una sociedad para fabricar cadenas y pernos de hierro. Por ese entonces Mary James tenía plena conciencia de que su hijo tendía al optimismo excesivo. Ella le escribió a He nry, que estaba en el extranjero: "Wilky es tan exaltado que no se puede tener ninguna confianza en su juicio, y muy poca en su prudencia". La única gracia salvadora que veía en el plan consist ía en que "él ha de hacer el trabajo de rutina, con lo cual las cosas serán más seguras"58 El negocio fracasó, lo mismo que sus otras especulaciones. En 1881, enfermo del corazón y los riñones (probablemente lo afectaba una glomerulonefritis crónica), no pudo seguir trabajando y se declaró en bancarrota, dejando una deuda impaga de 80.000 dólares. Cuando supo, al año siguiente, que había sido desheredado en el testamento de su padre porque el dinero que recibió para la plantación de Florida era equivalente a la parte que le correspondía, Wilky se sintió víctima de un ultraje. Desde su punto de vista, había trabajado en beneficio de la familia, y en lugar de ser recompensado por esa dura labor, se lo castigaba. "Trabajé allí durante seis de los mejores años de mi vida tratando de salvar la tierra, sin haber recibido ni un dólar de beneficio desde que me fui en 1871, sino todo lo contrario: yo cargo de por vida con deudas a otras personas para ahorrárselas a la familia, pagué los impuestos con mi salario durante cinco años, y la escritura sigue a nombre de mi padre."59 Aunque sin lograr el éxito, había trabajado como no trabajó nadie en la familia desde la época del abuelo, pero no pudo escapar, por más que lo intentara, a su destino de hijo pródigo.
57
Garth Wilkinson James a John C. Gray, enero 20, 1882, MH. Mary Walsh James a John C. Gray, enero 20, 1882, MH. 59 Garth Wilkinson James a Robertson James, diciembre 26, 1882, MS. (Vaux). 58
18. UNA ESPECIE DE FATALIDAD [p. 305] Originalmente estudié medicina para ser fisiólogo, pero derivé hacia la psicología y la filosofia por una especie de fatalidad. William James, 1902 (1) Henry James padre creía que la filosofía (que para él era comprensión religiosa guiada por la revelación) constituía la forma superior del conocimiento. Había cultivado el talento especulativo de William, no por designio, sino saturando la atmosfera de preocupaciones, religiosas. A través de la conversación y la correspondencía, el filosofar aparecía como una tarea vital, aunque él continuara aguijoneando a su hijo favorito para que siguiera una carrera científica. Pero la formación científica puso en contacto a William con maestros y discípulos que ignoraban o desaprobaban las verdades de su padre, persuadidos de que los éxitos brillantes de la ciencia hacían del materialismo una norma que permitía comprender la totalidad de la vida y no sólo los secretos del laboratorio. La teoría de Darwin parecía explicar el origen del hombre sobre la base de leyes físico-químicas, con lo cual Dios resultaba superfluo. La teoría de la conservación de la energía aparentemente convertía las más valoradas aptitudes humanas (el pensamiento, la voluntad, la capacidad de creer) en meras ilusiones, en epifenómenos de cambios corporales generados por fuerzas impersonales preexistente. Para el viejo Henry James y otros hombres de mentalidad tea lógica, esa actitud no hacía mas que demostrar que la ciencia devolvía a los seres humanos al estado salvaje. Para científicos jóvenes como William James, el prestigio de la ciencia otorgaba credibilidad a una filosofía ("naturalismo", "positivismo") que amenazaba con privarlos de la creencia de que podían dirigir sus propias vidas. Si Henry James padre, como primer mentor filosófico de William, lo impulsó hacia el teísmo dos amigos de Cambridge, Chauncey Wright (1830-1875) y Charles S. Peirce* (1839·1914), fueron sus tutores positivistas. Ellos dieron [p. 306] forma a un contrapeso escéptico a la enseñanza religiosa del padre, y William viró primero en una dirección y después en la otra, hasta que finalmente descubrió su propia verdad, deteniéndose respetuosamente en un punto intermedio. Aunque impresionado por la utilidad del método científico, tenía conciencia de sus limitaciones como norma para todo tipo de pensamiento. Conociendo la realidad de la experiencia religiosa (tenía el ejemplo de su padre) y el efecto salvador de vida de las creencias religiosas, se negaba a aceptar el ateísmo y el pesimismo. Decidió que el positivismo y el teísmo eran las expresiones de temo peramentos diferentes. Ni los "duros" escépticos, ni los "tiernos" idealistas religiosos podían expulsar del templo a sus opositores por rendir culto a un' dios falso. Como hemos visto, ya en 1865, durante la expedición brasileña, James se había prometido a sí mismo "estudiar filosofía todos mis días". Pero una cosa era leer filosofía y disfrutar de las disputas filosóficas, y otra distinta convertirse en filósofo profesional. En los colleges de los Estados Unidos del siglo XIX, se suponía que los filósofos debían reforzar la ortodoxia; James Walker, James McCosh y Francis Wayland, los presidentes de Harvard, daban el tono para la instrucción filosófica, y todos eran ministros.1 Si uno tiene en cuenta las vidas de Chauncey Wright y Charles S. Peirce (para no hablar de Henry James padre) debe decir que las perspectivas de una carrera filosófica en Norteamérica eran muy pobres. Chauncey Wright, nacido en Northampton en 1830, tenía doce años más que James. Su padre era abacero y comisario; la madre, una mujer sombría que no tenía "ni una partícula de alegría". Asistió a la Select Hight School, un experimento educacional para veinte a treinta estudiantes dotados de Northampton, donde quedó bajo la tutela de un profesor de talento, David S. Sheldon. Sheldon lo introdujo en la astronomía (construyó algunos instrumentos rudimentarios para estudiar las estrellas) y en la biología, con un énfasis particular en Vestiges of Creation, de Robert Chambers, texto que hacía la defensa de la evolución. Wright iba a redactar más tarde artículos significativos sobre cosmología ("Physical Theory of the Universe") en los cuales propuso la idea de que el sistema solar fue creado a partir de la nebulosa original por calor expansivo y la fuerza opuesta de la gravedad, y sobre la evolución ("Limits of Natural Selection", 1870; "The Genesis of Species", 1871; "Evolution by Natural Selection", 1872, y "Evolution of SelfConsciousness", 1873), defendiendo a Darwin a través de un análisis filosófico de su método de explicación científica. En sus años de estudiante secundario Wright se convirtió en protégé de Ann Lyman, una viuda que trataba de superar la aflicción que le ocasionó la muerte de su esposo, fomentando las carreras de varios Epígrafe: A. Menard, Analyse et critique des principles de la psichologie de W. James (París, 1911), 5. 1 Edwuard H. Madden, Chaucey Wright and the Foudations of Pragmatism (Seattle, University of Washintong Press, 1963), 24. Véase también Joseph L. Blau, Men and Movements in American Philosophy (Nueva York, Prentice-Hall, 1952); William R. Hutchison, The Transcendentalist Ministers (New Haven, Yale University Press, 1959): bruce Kuklick, The Rise of American Philosophy (New Haven, Yale University Press, 1977).
estudiantes promisorios de Northampton. Gracias a su influencia y apoyo, Wright fue a Harvard. Se graduó en 1852, habiendo sido elegido "el más rústico de la clase".2 La carrera subsiguiente de Wright fue una historia de frustración y talento [p. 307] no aprovechado, lo cual se debió en parte a rasgos de carácter que acompañaban a su proclividad a la rudeza. Cuando William escribió la nota necrológica de su amigo para The Nation en 1875, reflexionó sobre el fracaso de Wright. Un gran hombre, observó, "necesita tener muchas cualidades grandes" para terter éxito. Por desgracia, la notable fuerza analítica de Wright se vio sumergida por "su timidez, su falta de ambición y... su indolencia”3William tuvo amplias oportunidades de verlo de cerca, pues Wright había sido visitante frecuente de la casa de la familia James desde la década de 1860 en adelante. Henry hijo, recordando "sus luminosos ojos azules conflictivamente conscíentes", lo consideró "el más despilfarrado y condenado. " de los graduados de filosofía".4 William lo apreciaba por su claridad, sus opiniones no convencionales y su facilidad de expresión. Wright escribió para The Nation y la North American Review y pronunció dos series de conferencias (con una "facundia monótona" que aburría a los alumnos) sobre psicología (1870) y física matemática (1874), en Harvard. Nunca logró una posición docente regular; se ganaba el sustento gracias a su talento matemático, realizando cálculos para el Nautical Almanac. Como el trabajo era "a destajo" podía organizar libremente su propio horario y disponía de tiempo para la especulación.5 Pero incluso ese arreglo liberal llegó a resultarle molesto, y pronto trató de acumular 1" I urea de doce meses de cálculos en los últimos tres meses del año. Para William, Wright era un positivista arquetípico, y lo respetaba como experto en el método científico. Wright miraba a J ames con condescendencia, dosde las alturas olímpicas de los doce años que le llevaba. En 1875, cuando Wright tenía cuarenta y cinco años, y James treinta y tres, el primero escribió: "Me ruevo a decir que mi buena opinión acerca de William se relaciona más con las posibilidades de su desarrollo que con los méritos de algo que haya hecho o esté haciendo". Rotuló a William de "pueril" (en su opinión, "uno sigue siendo ulno en filosofía más que en cualquier otra dirección"), pero confiaba en que "trabajando con él pronto le daré una mejor forma".6 William disputó con Wrigth en los encuentros mensuales del Club Metafísico, un grupo informal que comenzó a reunirse en Cambridge a principios de la década de 1870. Pocas veces superaba la lógica rigurosa de su antagonista, pero poder hacerlo lo ponía muy contento. En 1872 le anunció a Alice su alegría por el hecho de que "el gran Chauncey Wright (en lo que concierne a su sistema del universo)... ahora está en mis brazos tan inofensivo como un bebé".7 Para Wright, la ciencia limitaba todo conocimiento al mundo fenoménico, que estudiaba inductivamente apuntando a reducirlo a sus elementos ("detrás de los puros hechos fenornénicos... no hay nada").8Tenía la convicción firme de que la especulación sobre las nociones subyacentes acerca de la armonía o la intención divinas era insustancial.9 Inevitablemente, el positivismo de Wright llevaba al agnosticismo, que James [p. 308] rechazaba.* Un mundo en el cual las combinaciones racionales emergen como mero resultado de "la derivación sin meta, de un lado a otro" (lo que Wright llamaba "vicisitudes cósmicas"), no satisfacía las necesidades filosóficas que tenía James de "una garantía sólida para... sus fines emocionales". Hasta su muerte, Wright continuó desvalorizando las ideas de J ames como "toscas" y "extravagantes", y W illiam consideró que el austero positivismo de ese hombre era el producto de "un defecto en la parte activa o impulsiva de su naturaleza".10 Es notable la frecuencia con que las críticas de J ames a Wright hacen eco a saetas dirigidas a William por su padre. Después de todo, lo que estaba diciendo ~no era que la ciencia no puede extender inteligentemente su reino a la esfera religiosa, y que una mentalidad que tendía a la ciencia era mala para el alma') El aspecto melancólico del carácter de Wright se profundizó a medida que envejecía. * Bruce Kuklick interpreta que el agnosticismo de Wright era "una pose", y dice que Wright reconocía la importancia de la fe y desarrolló una teología natural "suave" en la cual la creación de la vida aparecía como prueba de la intervención divina. Véase Bruce Kuklick, The Rise of American Philosophy (New Haven, Yale University Press, 1977, 64-70, 77· 78). En esa discusión es prioritaria la interpretación de Wright realizada por William James. [p. 308] 2
Madden, Chauncey Wrigth, cap. 1. CER, 20. 4 TCWJ, 1: 521. 5 TCWJ, 1: 267. 6 TCWJ, 1: 530. 7 TCWJ, 1: 520. 8 CER, 23. 9 Chauncey Wrigth, Philosophical Discussion, comp. Charles Eliot Norton (Nueva York, Henry Holt, 1877), 244-50. 10 CER, 23, 24. 3
En 1853, la señora Lyman, su benefactora, se mudó a Cambridge, albergando en su casa a Wright. A ella le gustaba escuchar la conversación "profunda" del hombre, y las visitas aliviaban temporariamente su tristeza.Wright se convirtió en una parte esencial del hogar. Cuando la nieta de la señora fue a vivir con ella durante el verano, tomó a Wright como compañero favorito. En 1861, temiendo que la señora Lyman se hubiera convertido en una carga para Wright, la hija de ella la ubicó en el Hospital McLean. La ruptura de ese hogar, asociada con el aislamiento creciente que experimentaba Wright a medida que sus amigos se casaban y seguían su propio camino, lo sumergió en una depresión severa. Empezó a beber aun más de lo habitual en él.11 Un amigo nuevo, Charles Eliot Norton, contribuyó a rescatarlo temporariamente de la melancolía,** pero Wright siguió solo y desconocido más allá de su círculo socrático de Cambridge, cayendo intermitentemente en el alcoholismo, hasta que murió de un ataq ue en 1875. (2) Charles Peirce, hijo de Benjamín Peirce, profesor de matemática de Harvard, [p. 309] era tres años mayor que William. Se encontraron cuando William iniciaba sus estudios en la Escuela Científica Lawrence y a Peirce le faltaba poco para graruduarse.12 Como Wright, Peirce fue amigo íntimo de la familia James. Sentía un afecto particular por el viejo Henry y simpatizaba con su fe swedenborgiana. En las reuniones del Club Metafísico, Peirce caracterizó a Wright como el "maestro de boxeo al que nosotros, yo en particular, solemos enfrentar, para ser severamente aporreados"13 Al inspeccionar el desnudo escenario de Cambridge en busca de compañeros intelectuales. en 1861, James señaló a Peirce como "un tipo muy despierto" y observó con perspicacia rasgos de personalidad que iban a molestarlo cuando luchara por dar forma a una carrera. Era "independiente y violento'.14 Más tarde, además de sentirse incómodo socialmente hablando, se hizo desconfiado y arrogante.15 Henry James, hijo, aceptó el juicio de William acerca del genio de Peirce, pero lo encontraba "intolerable" cuando el filósofo estaba de mal humor (William lo llamaba "compañero de cama espinoso”).16El padre de Peirce había dirigido su educación, haciendo hincapié en sus hábitos mentales analíticos y matemáticos, impulsándolo persistentemente a seguir una carrera científica. Antes de graduarse, Peirce se sinti6 atraído por Kant y el idealismo alemán. (Estudió la Crítica de la razón pura dos horas por día durante tres años, complementando la lectura con discusiones casi diarias con Chauncey Wright.) Pero su perspectiva fue siempre la de un científico de laboratorio, y derivó hacia los empiristas ingleses porque ellos utilizaban "los métodos más seguros y la lógica más precisa". Aunque iba a realizar contribuciones sustanciales a la ciencia aplicada (inventó un péndulo que pcrrnitía hacer más exactas las mediciones geodésicas y desarrolló una teoría sobre mapas proyectivos de la que resultó un sistema quincuncial que en forma revisada todavfa se utiliza para graficar las rutas aéreas internacionales) y a la rnatemática (amplió el álgebra de Boole y compiló y amplió el libro de su padre titulado Linear Associative Algebra) , el interés primordial de Peirce se centraba en la filosofía y la metodología de las ciencias.17 Lo mismo que William, fue un filósofo entrenado científicamente, pero su aprehensión de la ciencia era más segura el laboratorio se adecuaba más a su naturaleza. William siempre estuvo abierto a una amplia gama de individuos peculiares, apreciaba con generosidad la variedad de la vida y del genio humano. Este rasgo hacía que fuera querido como colega y maestro. Después de la muerte de' William en 1910. Peirce recordó apreciativarnente esa cualidad: "Su comprensión de los hombres hasta su mismo centro era maravillosa. ¿Quién, por ejemplo, podría tener una naturaleza más distinta de la suya que yo? El tan concreto, tan viviente; yo un mero índice de materias, tan abstracto, una verdadera maraña en un ovillo. Pero en toda mi vida raramente habré encontrado algún alma que pareciera comprender mejor que él mis conceptos, naturalmente, pero también los móviles principales de mi vida".18 Peirce no halló muchos de tales admiradores, y en tanto modelo de carrera filosófica, su experiencia fue horrenda. [p. 310] En la década de 1870, se irritó: "Soy un hombre en el que los críticos **Norton era el hijo de Andrew Norton, el más prominente vocero del unitarismo en la Escuela de Teología de Harvard. Cuando Charles Eliot Norton se apartó de la Iglesia por ee efecto de la influencia de Wright, en Carnbridgc hubo mucha consternación. [p. 309] 11
Madden, Chauncey Wrigth, 13. TCWJ, 1: 533. 13 TCWJ, 1: 535. 14 LWJ, 1: 35. 15 TCWJ, 1: 538. 16 TCWJ, 1: 536. 17 Carolyn Eisele, Studes in the Scientific and Mathematical Philosophy of Charles S. Pierce (La Haya, Mouton, 1979), 1-9 18 TCWJ, 1: 541. 12
nunca encuentran nada bueno de qué hablar. Cuando no tienen la oportunidad de injuriarme, guardan sílencio”19' Ganó algún dinero en las conferencias de Lowell, donde pronunció una serie sobre filosofía de la ciencia en 1866 (Willam "no pudo entender una palabra" pero "disfrutó de la sensación de escuchar") y con un curso en Harvard en 1869 (William lo encontró "incomprensible"), pero no logró una posición académíca.20 Era tan difícil para Peirce entender las razones por las cuales William no percibía la hermosa precisión de la matemática como lo era para William creer que la representación matemática aludía de modo adecuado a la realidad viviente tan palpable para él. "Lo conocí y lo quise durante cuarenta y nueve o cincuenta años -escribió Peirce una vez- pero debido a su incapacidad casi unica para el pensamiento matemático, combinada con un odio intenso a, la lógica, probablemente por la pedantería de esta última... me temo que tenía derecho a sentirse ofendido por el lenguaje desdeñoso que yo considero mi deber utilizar cuando le hablo... a los jóvenes...21 Pero Peirce, aunque riguroso, no descartaba los interrogantes religiosos como carentes d significado, cosa que hacía Wright. Escribió dos series de artículos, una sobre la duda (1868) Y la otra sobre las creencias (1878), que influyeron sobre el pensamiento en desarrollo de William.22 Ya maduro, William adaptó repetidamente las ideas de Peirce. Para subrayar las diferencias entre ellos, Peirce rebautizó a su pensamiento como "pragmaticismo", término que consideraba "lo suficientemente feo como para estar a salvo de plagiarios". Ralph Barton Perry resumió agudamente la distorsión de Peirce por J ames con las palabras siguientes: "Quizás sea correcto, y justo para todas las partes, decir que el movimiento moderno conocido como pragmatismo es en gran medida el resultado de la mala comprensión de Peirce por James".2323 En 1869 le pareció a William "un pobre muchacho", porque no tenía "ninguna posibilidad de conseguir un profesorado en ninguna parte", y estaba condenado a trabajar en ciencia práctica "para siempre". A James no lo entusiasmaban las perspectivas de una persona de mentalidad científica interesada en seguir una carrera filosófica. "Parece una lástima que un hombre tan original como él lo es, que está dispuesto y puede dedicar las fuerzas de su vida a la lógica y la metafísica, se vea privado de una carrera, cuando hay montones de profesorados de ese tipo destinados en el país a hombres ortodoxos, 'seguros'." James pensaba que Peirce tenía que "persistir, como lo haría un alemán, hasta que le salgan canas"24 Aunque publicó artículos que abrían camino en el campo de la lógica y la semántica de la ciencia, trabajos éstos que habrían de influir en la filosofía del siglo XX, Peirce nunca pudo hacerse un lugar como filósofo profesional. Trabajó durante treinta años (1861-1891) para la Inspección Geodésica y de Costas de los Estados Unidos. Pasó el final de su vida en una pobreza abyecta, con la ayuda económica de William James y otros colegas. Murió en 1914. (3) [p. 311] El viejo Henry James había despertado el apetito de William por la filosofía, y Chauncey Wright y William S. Peirce afinaron su gusto, pero fue la experiencia personal la que le proporcionó el motivo primordial de su filosofar. A lo largo de la década de 1860, el desaliento lo hizo vulnerable al materialismo. En marzo de 1869 se quejó a Tom Ward: "Estoy empantanado en una filosoffa empirista. Siento que somos Naturaleza por completo, que estamos totalrnente condicionadas, que ni una mínima oscilación de nuestra voluntad puede ocurrir sino como resultado de leyes físicas... ".25 En ese entonces estaba preparándose para el examen final en la escuela médica. Habiendo cooperado aparentemente con fuerzas inexorables, cosa que hizo con dedicación e incertidurnbre, se sintió empujado hacia el naturalismo. Pero una carrera científica abordada con renuencia era sólo uno de los grilletes del determinismo experimentado. Otro era el miedo a la locura. La carta dirigida a su prima Kitty Prince, escrita en 1863, después de haber decidido ingresar en la escuela médica, es la primera expresión directa de ese temor aparece en sus escritos. Kitty le había descripto las condiciones personales del psiquiatra ideal; William decía que esa especialización lo atraía. "En cuanto a 'atender lunáticos', mucho me temo que por naturaleza estoy poco dotado para hacerles algún bien, y tu catálogo de las gracias que deben engalanar a quien emprenda la tarea de 'tratarlos' tiende a convertir mi temor en certidumbre.” Confesó su miedo de modo abierto. "Verdaderamente creo que me contagiaría y me volvería tan loco como cualquiera de ellos en el 19
Charles Frankel, The Golden Age of American Philosophy (Nueva York, George Braziller, 1960), 52. TCWJ, 1: 534. 21 Charles S. Peirce, Collected Papers of Charles Sanders Peirce, comp. Charles Hartshorne y Paul Weiss (Cambridge, Mass., 1935), 6: 184. 22 TCWJ, 1: 542. 23 TCWJ, 1: 409. 24 LWJ, 1: 149. 25 LWJ, 1: 152. 20
término de una semana, pues al leer Las Oscuras Enfermedades de la Mente, del doctor Winslow, no hace mucho, casi pierdo la razón, rudamente conmovida por reconocer los síntomas familiares de la locura que el doctor describe."26 El colapso de la década de 1870 lo aguardaba en el futuro. La preocupación por la locura apareció en 1861. Por cierto, el determinismo estaba en el aire filosófico de Cambridgc, pero la vulnerabilidad de este joven filósofo era singularmente personal. En 1868 se abrazó a su amigo Holmes como a un espíritu afín al que podía aferrarse "cuando el resto del mundo se hundiera bajo las olas", rotulándose a sí mismo de loco. "Créeme, Wendly, qué pocas posibilidades de amistad quedan en el loco marco de los meandros de W.J...”27 El siguiente noviembre (de 1869), Bob, su hermano menor, suscitó otra declaración temerosa cuando se comprometió en secreto con su prima Katharine Temple. * La perspectiva de un matrimonio entre primos carnales, que hahían [p. 312] padecido por igual síntomas nerviosos, hizo que William escribiera con penosa claridad acerca de su convicción de que él y sus hermanos sobrellevaban una maldición y estaban moralmente obligados a no infligirla a otra generación. ** Henry Jarnes/ padre,' ya había escrito desalentando la unión, William se sumó, "Tengo que decirte que siento lo mismo que Papá, incluso con más intensidad que él." No quedan dudas en cuanto a las razones, "Después de todo, lo que resulta de todo matrimonio pasa a formar parte de la generación siguiente, y sintiendo con tanta intensidad como yo lo siento que la mayor parte de todo el mal de este perverso mundo es resultado de la mala salud, considero que es un verdadero crimen contra la humanidad que alguien corra el riesgo probable de engendrar una progenie enferma," Estaba tan firmemente convencido de este determinismo orgánico que ya había tomado la' decisión de no casarse nunca, "Quiero sentir en mi lecho de muerte, cuando mire hacia atrás, que no he dejado que trascienda de mí cualquier mal con el que yo haya nacido, y que hice mucho por extinguirlo del mundo."28 La familia tenía muy buenas razones para preocuparse por Bob. Había padecido de grandes oscilaciones anímicas y bebía en exceso, características que se intensificaron con la edad, William hizo gravitar todo el peso de la opinión científica experta ante la eventualidad de que se constituyera esa pareja. Suponiendo que Bob confiaría más en el juicio de alguna otra persona Que en sus [p. 313] propias palabras, citó a una autoridad que advertía: "Si existe enfermedad, si existe en cada progenitor especialmente en la misma forma, se hará cada vez más pronunciada en los hijos”.29Como Bob había comenzado a tener síntomas en la espalda, y Kitty ya padecía de "espalda débil", William sustentaba una firme opinión en cuanto a que el eventual matrimonio sería "un crimen cívico".* ** *Katharine Temple era la mayor de las cuatro hijas nacidas a Catharine James Temple (1820-1854), hermana de Henry padre. Catharine y su esposo, Robert E. Temple, habían muerto de tuberculosis (mediaron cuatro meses entre ambos decesos) dejando seis huérfanos. Las cuatro niñas fueron criadas por los Tweedy de Newport. [p. 311] **La creencia en la "herencia corrupta" fue importante en la psiquiatría del siglo XIX, En nuestra propia época, la transmisión genérica ha vuelto a atraer la atención de los psiquiatras, Algunos lectores se habrán preguntado si la familia padecía algún desorden gcnéticamente determinado, De los once hijos de Williarn Jamcs de Albany que alcanzaron la madurez, tres (Henry, el reverendo William y Jannett) padecieron colapsos nerviosos, Jannett es la única acerca de la cual he hallado pruebas de que sufrió una psicosis, probablemente un episodio maníaco (véase Jannett J ames al reverendo William James, 1830, Amherst College Library). La enfermedad de Henry podría diagnosticarse como un desorden pánico. Howard, el hermano menor, era alcohólico. De los hijos de Henry James padre, todos salvo uno (Wilky) padecieron depresiones con rasgos psicosomáticos (lo que William denominó "locura dorsal"). Robertson era alcohólico, como lo había sido su padre. El primo carnal Robert Temple, hijo de Catharine James, también fue alcohólico y estuvo preso por falsificación, Garth Wilkinson James podría haber proporcionado su aval en ocasiones, De modo que fue alta la incidencia de desórdenes afcctivos, alcoholismo y otras formas de psicopatología en las primeras tres generaciones de esta familia. (Tal vez haya sido incluso mayor de lo que surge de esta reseña; mis datos están lejos de ser cornplc tos.) Los modernos estudios en gran escala realizados con gemelos sugieren que en estos desórdenes hay un elemento genérico: la incidencia aumenta con la proximidad consanguínea respecto de un paciente diagnosticado. De modo que la preocupación de William acerca de un matrimonio entre parientes carnales que presentaban síntomas estaba científicamente justificada, aunque la correlación entre consanguinidad y desorden mental no es de ningún modo tan sencilla como lo creían él y su generación. La predisposición genética constituye sólo un factor en la conformación de una vida. Hay también complejas influencias personales y sociales que son asimismo forrnativas, como este estudio lo demuestra. [p. 312] ***Debe tenerse presente que para designar la enfermedad nerviosa William utilizaba distintas expresiones de igual significado: "espalda débil ", "colapso dorsal", "locura dorsal". En este capítulo empleamos el término "locura" tal como se lo
26
William James a Kitty Prince, diciembre 13, 1863, Amherst College Library. LWJ, 1: 127. 28 William James a Robertson James, noviembre 14, 1869, Vaux. 29 Ibid. 27
usaba comúnmente en el siglo XIX, aplicado a cualquier discapacidad nerviosa, no necesariamente a la psicosis, con el fin de reproducir para el lector el pánico de Williarn a los desórdenes nerviosos. [p. 313]
La pareja rornpio su compromiso, pero William continuó preocupándose por su propio futuro. El 21 de diciembre de 1869 se manifestó persuadido ti que "la naturaleza y la vida no me han dotado para cualquier relación afectiva con otros individuos". La depresión persistente y el miedo de transmitir la locura lo excluirían de la vida activa ("Quizás no estudie, haga ni disfrute '), pero no obstante hizo oir una valiente nota de resistencia: "Puedo querer. Puedo hallar alguna vida real en el mero respeto a las otras formas de vida que pasan ante mí... " 30 Incluso en sus períodos más oscuros, cuando el determinismo parecía ineludible mientras forcejeaba en la Ciénaga del Desaliento, James conservó la fe en su propia fuerza. Ambas ideas coexistían y ninguna se extinguía cuando aurnentaba el ascendiente de la otra. La carta del anterior del mes de marzo, en la cual confesó que estaba "empantanado en el empirismo", puede también citarse para demostrar su creencia en el poder de la mente (de la razón) y en su propia capacidad para resistir el impulso determinista del naturalismo. 31 * Le confió a su corresponsal: "Hace muy poco tuve una experiencia de vida que despertó la mónada espiritual que hay dentro de mí como antes no había sucedido más que una o dos veces en mi vida, 'Malgré la vue des Miséres où nous vivions et qui nous tiennent par la gorge', ** existe una chispa inextinguible que, cuando menos lo esperamos destellará, revelando la existencia, por lo menos, de algo real, de la razón que está en el fondo de las cosas". Lejos de sentirse anonadado por el determinismo, emitió una característica nota de desafío moral al naturalismo: [p. 314]"... todo es naturaleza y todo es también razón. Veremos, maldito sea, veremos".32 En enero de 1870 de nuevo sintió la amenaza de la locura, al proponer irónicamente un cambio en la sociedad médica con Henry Bowditch, de la que habló por primera vez en 1867. Originalmente Bowditch iba a ser el terapeuta, y James se dedicaría a mantener a la sociedad actualizada respecto de las publicaciones científicas pertinentes. En ese momento, en cambio, sugirió que Bowditch se convirtiera en custodio de un asilo de insanos donde Williarn pudiera encontrar refugio. "Cuantos más años tengo, más importante me parece, para satisfacer los intereses de la ciencia y de los enfermos, y de la firma deB.&J., que te hagas cargo de un gran asilo estadual para lunáticos ... y si alguna vez te arraigas, digamos que en Sornmerville , sentiré que tengo asegurado un refugio para nus días de ancianidad y desamparo, pues ciertamente no serías tan pérfido como para echarme a puntapiés cuando me presentara, con el pretexto de que sólo finjo demencia."33*** El episodio de angustia morbosa descripto en el capítulo anteriorno pudo sino confirmar sus peores temores. En marzo, la muerte de su prima Minny Temple (hermana menor de Katharine), enferma de tuberculosis, le hizo sentir "la inmediatez de la muerte" y "la vanidad de toda nuestra furia egoísta”34 Había sido un invierno horrendo. (4) Un mes más tarde Williarn dejó registrada su serena reacción ante un ensayo del filósofo francés Charles Renouvier. "Creo que ayer se produjo una crisis en mi vida. Terminé la primera parte del segundo de los 'Ensayos' de Renouvier, y no veo razón alguna por la cual su definición del libre albedrío ('mantener un pensamiento porque he elegido hacerlo cuando podría tener otros pensamientos') tenga que ser la definición de una ilusión.”35 En contraste con el pesirrusrno inculcado por la escuela empirista inglesa, Renouvier brindaba apoyo al deseo de William de creer que podía dirigir su propia vida. *A pesar de esta clara conjuncióu (y podrían citarse muchos otros ejemplos). Ralph Barton Perry se aferraba a un cuadro de desarrollo secuencial, con un James "peculiarmente" expuesto a la argumentación naturalista… durante todo el periodo de sus estudios e inicio de la enfermedad, hasta la crisis de 1870, cuando la lectura de Renouvier le procuró coraje para pensar y creer en la solución" (TCJW, 1 : 471). [p. 313] ** “A pesar de la visión de las miserias en las que vivimos y que nos tienen acogotados.” : [p. 313] *** Sommerville se convirtió más tarde en el Hospital McLean. Durante mi investigación en la zona de Boston se me dijo repetidamente que William James estuvo internado en el McLean en años posteriores. Mis esfuerzos por obtener acceso a los registros correspondientes, o por verificar su existencia, no tuvieron éxito. Si la versión responde a la verdad, esa carta a Bowdich tuvo un carácter profético. : [p. 314] 30
William James, Diario, diciembre 21, 1869, MH. La carta fechada en marzo de 1869 (LWJ, 1: 152) se refiere a una tercera “crisis” no completamente descripta. 32 TCWJ, 1: 473. 33 LWJ, 1: 150. 34 TCWJ, 2: 356. 35 LWJ, 1: 147. 31
Charles Renouvier iba a tener una intluencia importante en William J ames. Tenía veintisiete años más que él y era una figura conductora de la vida intelectual francesa. James fue atraído por su posición empirista pluralista, que hacía de la experiencia la base de la realidad pero evitaba la trampa del determinismo que tenía aferrados a J ohn Stuart Mili y a los empiristas ingleses. Renouvier [p. 315]concebía un mundo en el cual las representaciones eran al mismo tiempo subjetivas y objetivas, un mundo cuyas partes estaban separadas pero entrelazadas, lo cual dejaba lugar para lo nuevo, la voluntad eficaz y la opción moral. Subrayaba el carácter insuficiente de la lógica y la experiencia para el desarrollo de una filosofía coherente, y reconocía que las creencias personales (expresión del temperamento y de intereses prácticos) constituían un factor clave en muchos problemas irresueltos desde el punto de vista lógico y de las pruebas fácticas limitadas. Cuando William comenzó a leer a Renouvier en 1868, todas estas ideas hallaron en él un eco sensible. El tiempo habría de revelar muchas discrepancias entre ellos. Hasta el final de su vida, James iba a seguir refiriéndose al valor formativo del pluralismo de Renouvier, pero la influencia del francés fue menos decisiva de lo que creen algunos autores.36 * La "crisis" que James dice que experimentó al leer a Renouvier debe diferenciarse del colapso descripto en el capítulo anterior, que fue único. “Crisis” del tipo de este episodio de 1870 no fueron en absoluto inusuales en la vida de William. En 1868, por ejemplo, dos años antes de la anotación sobre Renouvier, registró otra "crisis" en su diario. Ella se produjo mientras asistía a un concierto privado al que lo invitaron algunos amigos. "Mientras escuchaba la mágica interpretación de Miss H. y el canto del Dr. y la dama italiana, experimenté una especie de crisis." Lo estremeció la experiencia estética, pero asimismo se sintió [p. 316] descorazonado por su propia falta de logros. "La intuición de que aquí hay algo cuya dimensión es absoluta me provocó un indecible disgusto por mi propia vida yendo inerte a la deriva en el pasado." De modo característico, quiso convertir la emoción espontánea en un estímulo para el automejoramiento. Concluyó esperanzadamente: "Debe tener un efecto práctico sobre mi propia voluntad''.37 Podemos ver lo que en esa anotación entendió James por "crisis". Se trata de un momento de emoción intensa que ha 'de utilizarse para el perfeccionamiento moral. El espíritu guía de este primitivo intento de modificación de la conducta fue Alexander Bain. James comenzó a estudiar su obra en 1868, junto con la de Renouvier. La concepción de l3ain era simple: la mente depende de la plasticidad del tejido nervioso, que es capaz de retener las impresiones provocadas por las sensaciones. Entre las impresiones sensoriales se establecen conexiones asociativas por contigüidad. La acción moral (que para Bain era. por ejemplo. levantarse del lecho por la mañana) puede enseñarse mediante la repetición constante de impresiones que incidan sobre la sustancia nerviosa plástica; la emoción intensa acelera el proceso de la formación de hábitos. Para Bain, la formación de hábitos no era una fría cuestión científica, sino una guerra contra el mal. En esa confrontación arquetípica resultaba peligroso perder una sola escaramuza. "Toda ventaja obtenida por el bando malo -advertía-o anula los efectos de muchas conquistas del bando bueno." Para que la emoción "crítica" contribuyera a la formación de hábitos, tenía que ser recordada vívidamente. *La influencia intelectual de Renouvier en James fue sin duda profunda, pero también se le ha atribuido erróneamente que lo rescatara de la desesperación. Según Ralph Barton Perry, William leyó a Renouvier en un estado depresivo, en 1870, se vio llevado a una "crisis" y a continuación experimentó una marcada mejoría en su salud y su espíritu. En las palabras de Pcrry, "experimentó una crisis personal que sólo podía ser aliviada por una comprensión filosófica", y los argumentos de Renouvier en favor de la libertad de la voluntad le proveyeron esa "cura filosófica". Para Perry, Renouvier le ofreció a James un nuevo evangelio. "Creer por un acto voluntario en la eficacia de la voluntad: éste es un evangelio que se adecua a la naturaleza de la acción, y que podía servir para devolver al guerrero inválido las aptitudes para la lucha" (TCWJ. 1:324). L.a versión de Perry proporciona una grata estructura literaria a la biografía de un filósofo importante. Es la narración de un renacimiento, típica de la biografía espiritual cristiana, cuyo poder de convicción se funda en tres elementos: la singularidad de una “crisis”, la conversión subsiguiente a una nueva creencia, y una notable mejoría de la salud que demuestra su valor curativo (corno en el caso de la conversión swedenborgiana de Henry James padre). Lamentablemente, los tres elementos sólo son aduciblcs en este caso a partir de una lectura errónea de las fuentes. En realidad, la "crisis" renouvierista no fue única, no determinó un cambio en las creencias de Williarn, y no tuvo ningún efecto drástico en su salud. Además, Alexander Bain, el psicólogo asociacionista, fue más importante que Renouvier en las luchas de James en 1870. Es una lástima que los editores de la versión definitiva de las obras de William James hayan seguido a Perry, suscribiendo ese error (H. S. Thayer, “Introduction to William James", Pragmatism, Cambridge, Mass., 1975, xiii). Véase Howard M. Feinstein, "The 'Crisis' of Williarn James: A Revisionist View", Psychohistory Review, 10, Nº 2, 1981, 71-80. [p. 315] 36 37
TCWJ, 1: 654-69. Diario de William James, mayo 22, 1868, MH.
Con el objeto de facilitar el recuerdo, William asoció el concierto con una categoría más general: la de los hombres de genio cuya existencia lo angustiaba porque por contraste le hacían sentir su propia falta de adecuación. Así, al pensar en los hombres de genio volvería a experimentar la emoción "crítica" como "un horror a la vida dílapídada".38 Y si todo marchaba bien, ese ejercicio pondría fin a la confusión y el desaliento que había caracterizado su existencia desde 1861. Lamentablemente, el programa conductal de 1868 tuvo un pequeño efecto. Williarn reconoció tristemente que "el único problema es que la resonancia se apagó pronto en el alma y el pantano volvió a cercarrne".39 La "crisis" de 1870 fue también incorporada a los planes terapéuticos de William de acuerdo con los principios asociacionistas de Bain. La anotación del diario que presuntamente señala la conversión a las ideas de Renouvier, en realidad ilustra el triunfo sobre la filosofía (incluso sobre la filosofía de Renouvier) de la perspectiva moralizante de Bain acerca de la formación de hábitos, y estaba vinculada con el miedo de James a la locura. "Por el momento, entonces, recordar: preocuparse poco por la especulación, y mucho por la forma de mi acción; recordar que sólo cuando se constituyen hábitos de orden podemos avanzar hacia campos de acción realmente interesantes, y consecuentemente acumular grano sobre grano de opción voluntaria como un verdadero avaro [p. 317] nunca olvidar el modo en que un eslabón que se corta neutraliza a un número indefinido de eslabones." James no sólo imitaba el lenguaje de Bain, sino que lo mencionó por su nombre: "Hoy ha proporcionado las iniciativas excep igualmente apasionadas que Bain propone como necesarias para la adquisición de hábitos".40 * Si el encuentro con Renouvier hubiera sido un momento decisivo, las nuevas convicciones tendrían que haberse traducido en alguna nueva acción, en alguna afirmación de lucha auténtica en el mundo. En realidad, sucedió lo contrario. William invocó a Renouvier y Bain para ahogarse a sí mismo. Obras tales como el Segundo ensayo de Renouvier le proporcionaban placer. Disfrutaba leyendolas. Pero el ejercicio moral (sus responsabilidades como hijo obediente que intentaba seguir una carrera científica, y el deseo de prevenir la locura) exigía que William se forzara a apartarse de la especulación filosófica que amaba. "Por el resto del año -se prometió a sí mismo- me abstendré de la mera especulación y de la Grübelei [meditación] en las que mi naturaleza obtiene el mayor deleite…”41 La excitación de Renouvier iba a quedar soterrada por el ascetimo de Bain. ¿Qué se puede decir del efecto de Renouvier en la salud de James? No hay prueba de que tuviera efecto alguno en 1870 o inmediatamente después. Una semana más tarde de la anotación del diario en la que se refirió a la "crisis" renouvierista, la escribió a su hermano: "Siento que la melancolía es el castigo de una voluntad pobre", pero como de costumbre expresó la esperanza de que su último régimen cambiaría el estado en que se encontraba. "Finalmente, creo, he comenzado a emerger de la piel vieja de los últimos tres meses.”42 ** Más que un nuevo momento decisivo, la "crisis" renouvierista de 1870 no fue sino otro episodio que segu ía la misma pauta de autoconstricción que William se había impuesto desde 1861, cuando se forzó a abandonar la pintura. El deseo tenía que ser sumergido por el deber. En la estructura autodeformante, poco importaba que el canto de sirena proviniera del arte (como en 1860-1861) o de la filosofía (como en 1870). Ambos 'impulsos debían ser deliberadamente suprimidos.43 *Esta referencia fue suprimida en la versión de Perry de la anotación en el diario. [p. 317] **Existen pruebas aun más persuasivas de que el poder curativo de Renouvier fue limitado. En 1872, William le escribió a ese filósofo francés, calificando su obra como “uno de los grandes hitos en la historia de la especulación". Se refirió también a su salud. “En cuanto mi salud (que ha sido muy mala durante varios años) me permita emprender un trabajo intelectual serio, tengo la intención de realizar ... un estudio más acabado y crítico, y redactar un informe al respecto para una de nuestras revistas" (TCWJ, 1:662). Si las obras de Renouvier hubieran provocado una mejoría espectacular, lo lógico habría sido que William lo reconociera como benefactor. En lugar de ello, le comenté que se había estado sintiendo mal en el lapso ulterior a la anotación en el diario de 1870. [p. 317]
38
Ibid. TCWJ, 1: 277. 40 LWJ, 1: 148, citado en parte en WJ, 169. Gay Wilson Allen reconoce que Bain fue una influencia importante, pero no muestra de qué manera esa influencia modifica la visión habitual del episodio. 41 LWJ, 1: 147. 42 LWJ, 1: 157-58. 43 Howard Feinstein, “Fathers and Sons: Work and the Inner World of William James, an Intergenerational Inquiry”, test para el doctorado en filosofía. Cornell University, 1977. 39
[p. 318] Lo que William necesitaba desesperadamente no era un nuevo argumento que apoyara una idea en la que ya creía, sino un medio para dejar de asfixiarse a sí mismo. Tenía que liberarse de la trama confusa en que lo habían envuelto las luchas vocacionales del padre con el abuelo. Si no mediaba una autoafirmación genuina, su propia lucha sólo podía dejarlo más desvalido. Como eso es lo que ocurre frecuentemente con esos autotratarnieritos racionales y obstinados, la" cura misma formaba parte de la enfermedad. Renouvier fue sin duda importante en el desarrollo de las ideas de William, pero desde el principio estuvo fusionado con Bain en una justificación más del esfuerzo de William por restringirse a sí mismo. Williarn no necesitaba la libertad de la voluntad, sino liberarse de la voluntad -de la suya propia y de la sombra de la voluntad testamentaria de William James de Albany-. El talento introspectivo de William lo preservó de quedar totalmente absorbido por sus automanipulaciones. Una anotación en el diario anterior en tres meses de la "crisis" renouvierista lo presenta con aspecto de escéptico: sus meditaciones le hab ían provocado "un gran colapso dorsal", el cual a su entender significaba que su programa de "asfixiar toda avidez de estudio" no había logrado aliviarlo. "Tengo que enfrentar la opción con los ojos abiertos: ¿arrojaré abiertamente por la borda el asunto moral, en tanto inadecuado para mis aptitudes innatas, o seguiré con él, y sólo con él, convirtiendo a todo lo demás en materia prima de ese esfuerzo...? Hasta ahora he tratado de entusiasmarrne con el interés moral, como ayuda para el logro de ciertos fines utilitarios consistentes en alcanzar ciertos hábitos difíciles pero sanos ... Pero en todo esto estuve ... embaucándome más o menos a mí misrno."44 "El asunto moral" consistía en forzarse obstinadamente a seguir la dirección definida por su sentido del deber. Había en este punto una comprensión semejante a la revelada en la nota dirigida a Pornfret, la cual. aunque sólo fuera brevemente, permitía advertir que William era penosamente consciente de lo que estaba haciendo. Aún trataba de equilibrar su tolerancia al dolor con su renuencia a causarlo, cosa que había hecho el año anterior. Lamentablemente, llegó a la conclusión de que no le había dado suficientes oportunidades a la autodisciplina. "Quién sabe ·-escribió consolándose>. Quizás el interés moral pueda desarrollarse."45 *
(5) [p. 319] Cuando el padre le preguntó cuáles habían sido las razones de su enorme cambio intelectual y afectivo de 1873, William le mencionó tres: la lectura de Renouvier, la lectura de Wordsworth, y, "más que cualquier otra cosa… el haber renunciado a la idea de que en todo desorden mental hay una base física"46 Aunque el propio James le atribuía la principal importancia a ese cambio conceptual respecto de los desórdenes mentales, es Renouvier quien atrajo la atención de los biógrafos anteriores. No está claro cómo llegó a producirse ese cambio de concepción de las enfermedades mentales. Quizás se debi a la lectura de Responsability in Mental Disease, de Henry Maudsley. A William lo entusiasmó especialmente el capítulo titulado "La prevención de la insania": lo consideraba tan "original' y "valioso" que a su juicio merecía el' "reimpreso como opúsculo y distribuido gratuitamente en todo el mundo"47 Por cierto, Maudsley decía que era posible la prevención de la locura. Pero pensamiento, como el de Bain, se basaba en una psicología asociacionista de raíz materialista, de tono moralista, y determinista en la mayor parte de sus conclusiones. "No puede haber duda alguna -afirmaba Maudsley- de que el poder sobre sí mismo capaz de prevenir la locura se funda en la capacidad de autoformación que cada cual posee en mayor o menor medida." Allí residía la esperanza de Maudsley. Pero lo que daba con una mano lo retiraba con la otra. Fundamentalmente, lo mismo que la mayoría de los psiquiatras del siglo XIX, creía que la locura estaba determinada orgánicarnente. La locura era el estigma de una 'corrupción' hereditaria, y el vástago de esa estirpe "corrupta" se veía condenado en el mejor de los casos a resistir obstinadamente de por vida a su naturaleza defectuosa. El doctor no tenía dudas en cuanto al desenlace. "Deberá entenderse entonces cómo es que cuando consideramos profundamente qué consejo debe darse a una persona que teme convertirse en insano, con demasiada frecuencia descubrimos que no tenemos nada que pueda tener una utilidad real para ella. Su carácter, desarrollado como lo ha sido, no asimilará * Mi interpretación de este pasaje difiere radicalmente de la de Perry (TCWJ. 1:322). Perry no toma en cuenta la evaluación de James en cuanto a que había estado embaucándose a sí mismo, por lo cual le da al texto un sentido diferente. Considera que es ilustrativo de la posición de Jarncs contra el mal en general y no contra un mal específico, es decir, herir a su padre. [p. 318] 44
Diario de William James, febrero 1, 1870, MH. Ibid. 46 TCWJ, 1: 339-40 47 William James, reseña de Henry Maudsley, Responsibility in Mental Disease, en Atlantic Monthly, 34 (1874): 365. 45
ningún consejo que no coincida con lo que siente afín." La única prevención que le parecía real y segura consistía en prohibir el casamiento de los hijos de familias afectadas. Son de imaginar el temor y temblor de William cuando leyó la siguiente declaración: "Es un hecho que la evolución patológica de la mente -o más correctamente, su degeneración patológica - se produce a través de generaciones… en la primera generación un predominio del temperamento nervioso… con estallidos apasionados y violentos; en la segunda generación… epilepsia, histeria e hipocondría; en la tercera generación... caos mental… en la cuarta generación, idiotez… con lo cual se llega al término de la declinación patológica"48 ¿Qué aliento podía encontrar un joven en esa predicción formulada por la autoridad, conociendo el temperamento nervioso de su padre y la hipocondría de un hermano [p. 320] y una hermana? No puede sorprender que la imagen que más lo espantaba fuera la de un idiota epiléptico, que representaba el paso siguiente en la declinación inevitable hacia la insania. Aunque "cierit ífico", el texto de Maudsley se asemejaba a un sermón calvinista. La corrupción hereditaria reemplazaba al pecado original, y la poco clara esperanza de salvación para unos pocos elegidos sólo parecía brillar por contraste con la negra desesperación de la condena. Lo mismo que Bain. Maudsley ofrecía como sacramentos salvíficos la fuerza de voluntad, el autocontrol y la formación de hábitos. Ese era el clima en el cual la libertad respecto del determinismo orgánico resultó tan atractiva para James. Los moralistas médicos tenían algunas ideas que sugerir acerca del tema de la vocación y la locura. las cuales hacen más comprensible el intento de J ames de ext inguir sus intereses filosóficos. Según aquellas opiniones. se prevenía mejor la insania mediante el estudio de la ciencia y la evitación de la especulación. Maudsley (que es representativo) estaba persuadido de que la introspección filosófica podía favorecer la aparición de la locura en una persona que ya sobrellevara la corrupción hereditaria. Sólo nos cabe imaginar el efecto probable de esa idea en un joven con talento introspectivo y amor a la especulación, que tenía miedo de enloquecer."' o hay duda de que a veces se dalia a personas de mente susceptible cuando se las alienta o estimula a reflexionar sobre sus sentimientos, en lugar de incitarlas a aplicar la energía de esos sentimientos a una actividad mental bien ordenada."49 No puede sorprender que se sirviera de Rcnouvier y Bain, del libre albedrío y del hábito, para forzarse a abandonar la especulación. Aunque los argumentos eran diversos, parecía que los expertos a los que James estudiaba en busca de claves para su cura, se aliaban con el viejo Ilenry con el objeto de llevarlo hacia la ciencia y ponerlo en contra de sí mismo.* (6) William se había interesado en la psicopatología y la psiquiatría desde el inicio de su carrera médica, pero no limitó a esos campos sus lecturas psicológicas. Conocía el alemán y había viajado al exterior durante una década, cuando el campo estaba desarrollándose. de modo que también leyó obras de psicología experimental. Los problemas psicológicos tradicionalmente habían sido abordados por los filósofos. Con los notables avances de la fisiología del sistema [p. 321] ner ioso,** quedaron asentados los cimientos de la creencia de que podrían hallarse al alcance de la mano las resoluciones fisiológicas de antiguos problemas de la psicología filosófica.50 James pensaba que la nueva psicología habría de resolver su dilema vocacional. Le escribió a Torn Ward: "He bosquejado algunas lecturas en fisiología y psicología... Me parece que tal vez ha llegado el momento de que la psicología comience a ser una ciencia; ya se han realizado algunas mediciones en la región que está entre los cambios físicos de los nervios y la aparición de la conciencia... (bajo la forma de percepciones sensoriales), y quizás se hagan más. Voy a seguir estudiando lo que ya se sabe. y es posible que trabaje algo con ello". Se había propuesto estudiar con Helmholtz y Wundt en Heidelberg, plan que fracasó en 1868.51 *En este punto hay un ligero anacronismo. El libro de Maudsley apareció en 1874, unos pocos años después del período que estamos considerando. Lo cito como representante de una postura general en la psiquiatría de la época, y porque se sabe que William tenía una opinión favorable de la obra. [p. 320] **El relevamiento por Charles Bell de la división entre fibras sensoriales y motrices a través de las raíces anteriores y posteriores (1811); la confirmación por Johannes Peter Müller de que las las diversas modalidades sensoriales estaban ligadas a energías nerviosas específicas (1826); las exploraciones de la visión realizadas por Goethe (1810) y Johannes Evangelista Purlinje (1825), de la audición por Georg Simon Olim (1843), del tacto por Ernst Heinrich Weber (1834 l, y de la localización cerebral del lenguaje por Paul Broca (1861); la ampliación de la teoría de los reflejos espinales, y los movimientos involuntarios por Marshall Hall, (l832); la demostración de la naturaleza eléctrica de los impulsos nerviosos por Emil Du Bois-Reymond (1848-1849), y la medición de la velocidad de dichos impulsos por Hermann von Helmholtz (1850). [p. 321]
48
Henry Maudsley, Responsibility in Mental Disease (Nueva York, 1874), 270, 274, 279. Ibid., 298. 50 Edwin G. Boring, A history of Experimental Psicology (Nueva York, 1950), 27-30. 51 LWJ, 1: 118-19 49
Desde el principio tuvo dudas en cuanto a que la psicología experimento se adecuara exactamente a su mentalidad no matemática. “ El inmortal Helmholtz es un matemático tan inveterado que supongo que no obtendré mucho provecho de él", le confió a Henry Bowditch antes de la infortunada aventura de Heidelberg.52 Pero se sentía obligado a impulsarse en esa dirección. La cencia representaba la autodisciplina, un bien moral e higiénico. Los alemanes que lo rodeaban personificaban ese ideal. Admiraba "sus hábitos de trabajo concienzudo y ahincado... Ello hace que uno se queje del modo en que ha sido educado… Lamentablemente, la mayoría de nosotros venimos aquí muy tarde como para sacar partido de lo que vemos. Los malos hábitos ya están formados, y la vida nos apura demasiado como para que nos detengamos a ejercitarnos'.53 Creía que lo que necesitaba era más disciplina del tipo recomendado por Bain y Maudsley. Pero temía que ya fuera demasiado tarde. "Si hace seis años hubiera podido experimentar la misma creencia satisfecha en la valía de una vida dedicada al simple, paciente, monótono trabajo científico, día tras día… y si hubiera tenido al mismo tiempo alguna vislumbre de la importancia de… lograr hábitos ordenados de pensamiento... mediante la eiercitación intensa… podía estar ahora en camino a conseguir algo."54 En lugar de la autoexpresión, el principio guía del viejo Henry, William se flagelaba con la doctrina del hábito. El trazado paciente y monótono de canales [p. 322] en el sistema nervioso ofrecía una esperanza de éxito. La vocación dejaba de estar en las alturas románticas de la divinidad expresada, para convertirse en trabajo; el influjo divino pasaba a ser un mecanismo, y la personalidad debía ser controlada por la camisa de fuerza de la ciencia. Para brindar apoyo a una naturaleza emocional e impaciente, Williarn empujaba a Ward (y se empujaba a sí mismo) hacia las actividades regulares y la rutina. "Creo que nuestro interés primordial debe ser el trabajo en tanto mera ocupación… Sospecho que ése es el secreto de la hazaña alemana... Confía en que, aunque te parezca que no progresas, si sigues tu propio camino carente de interés, [los resultados] florecerán a su debido tiempo."55 En lugar de ángel caído, el hombre era una máquina defectuosa que necesitaba un empujón deliberado para mantenerse en movimiento. James leyó a los experimentalistas alemanes Hermann van Helmholtz. Wilhelm Wundt y Custav Fechner. Pero a pesar de su flagelación moral, no podía forzarse al trabajo de laboratorio. Inmediatamente después de obtener su título de médico, anunció su plan de "hacer un uso confiable de mi libertad, en el estudio tenaz... hacer que todo lo que pueda leer se refiera a temas psicológicos"56 Aunque su propia capacidad para el trabajo de laboratorio no parecía beneficiarse con ello, continuó incitándose a sí mismo e incitando a sus amigos con la misma clase de exhortaciones. Pero incluso al moralizar, no siempre podía reprimir su sentido del humor, que burbujeaba en la superficie llevándolo en ocasiones a chancearse con la lección alentadora. Cuando Bowditch vaciló en cuanto a si seguir o no estudiando fisiología, James lo animó a hacerla. "Me agradó conocer tu deterrn inación de aferrarte a la fisiología. Por más desalentador que pueda parecer el trabajo cotidiano, aférrate a él un tiempo suficiente, y una mañana te despertarás fisiológo, así como el hombre que toma un trago diario inesperadamente descubre que es un borrachín."57 Pero, tal como hemos señalado reiteradamente, las bromas de James apuntaban a su propia desesperación. Quizás tuviera éxito en la tarea de autodisciplinarse, y se hiciera a sí mismo más mal que bien. Sospechaba a medias que en el evangelio del hábito había algo autodestructivo, aunque no sabía con qué reemplazarlo. Pero sentía que el hábito podía impedir que se suicidara. * Una vocación podría darle sentido a la vida. Quizás la psicología lo lograra. "Confieso que... el único sentimiento que me impidió renunciar fue el de que esperando y viviendo lo bastante, de una u otra manera. podría dejar mi marca, por pequeña que fuera en la materia en bruto a la que la especie ha dado forma, afirmando de ese modo mi realidad.58 En una carta a Holmes manifiesta el deseo de realizar un aporte a la vida de la especie con su interés por la psicología experimental. [p. 323] "Si yo pudiera, gracias a un trabajo asiduo aunque renuente, llegar a definir unos pocos hechos fisiológicos, por más que fueran humildes, sentiría que no viví enteramente en vena." Con toda justeza percibía la necesidad de la investigación fisiológica, pero su corazón estaba en otra parte. "Continuaré estudiando, o más bien comenzaré a estudiar, en una dirección psicológica general, con la esperanza de entrar pronto en un canal particular. Quizás 'alguna vez pueda presentarse la oportunidad de una aplicación El suicidio fue un tema que discutió con Charles S. Peirce. Véase TCWJ, 1 :531 [p. 313]
52
TCWJ, 1: 274. LWJ, 1: 121-22. 54 LWJ, 1: 119. 55 LWJ, 1: 133. 56 LWJ, 1: 154. 57 LWJ, 1: 156. 58 LWJ, 1: 132. 53
práctica: lo único en lo que por el momento puedo pensar --le confió a Holmes- es un profesorado de filosofía moral' en alguna academia del Oeste..."59 En suma, fisiología era lo que tenía que hacer por respeto a su padre y a su propia salud mental: la filosofía era lo que realmente le interesaba, y la psicología era una transacción, lo bastante científica como para brindar apoyo a la razón pero con consecuencias importantes para la filosofía. Finalmente Jarnes estableció un laboratorio en Harvard para trabajar en psicología fisiológica. En 1895, a los cincuenta y tres años de edad, le admitió libremente a G. Stanley Hall que el trabajo de laboratorio iba contra su naturaleza, pero cuestionó la pretensión de su ex alumno, que sostenía haber sido él y no James quien estableció el primer laboratorio de psicología experimental. "En tanto profesor de escritorio, admito francamente mi gran inferioridad como profsor de laboratorio e investigador. Pero hay que tener un poco en cuénta la buena disposición con la cual traté de forzar mi naturaleza, y lo que he realmente realízado.''60 Por entonces había logrado salir del laboratorio. Era profesor de filosofía -en Harvard, no en "alguna academia del Oeste”. Pero veinte años antes estaba todavía entrampado en la tarea de moralista.
59 60
TCWJ, 1: 275-76. TCWJ, 2: 9.
19. EL PROFESOR JAMES [p. 324] ¿Qué es lo más importante que nos ha dicho [Carlyle]? Dijo: "¡Tuérzanle el cuello a sus sensibilidades! Basta de quejarse lloriqueando, y de raptos igualmente lloriqueantes! ¡Abandonen sus payasadas emocionales en general, y TRABAJEN como hombres!"
William James, 1884 (1) William languideció durante cuatro años más después de obtener su título de médico. Sus pares seguían en las carreras que habían elegido, sacándole cada vez más ventaja: Bowditch en fisiología. Ward en los negocios, Holmes en el mundo del derecho. Dentro de su propia familia, el esfuerzo absorto de James por detener el tiempo, por seguir perpetuamente en equilibrio sobre la cuerda floja, fue haciéndose cada vez menos defendible. Sus hermanos más jóvenes avanzaban, pero él, a pesar de su partida favorecida y anterior, aparentemente estaba en el mismo lugar. Por más éxito que tenga un joven en evitar el trabajo, la rutina y la responsabilidad, sin algún lazo que lo vincule de una manera más concreta que trascendente con las vidas de sus contemporáneos, no puede sino echar de menos una ex periencia esencial de su vida. J ames lo sab ía. y exhortó a Tom Ward a trabajar. Pero él mismo seguía inmóvil. Continuó recogiendo todo un cargamento de libros, en su mayor parte de literatura y filosofía en francés y alemán .. Sin embargo, por su falta de destino, pesaban más que nada como un lastre. En 1873, gracias a una feliz combinación de los acontecimientos -la llegada de Charles Eliot a la presidencia de Harvard, el plan de Henry Bowditch de modificar su situación docente durante un año, y alguna intervención oficiosa entre bambalinas de Mary James-- pudo desencallar y lanzarse de nuevo al mar. Si sus conflictos interiores le impedían satisfacer sus ambiciones artísticas, una posibilidad externa -el ofrecimiento de un puesto en Harvard- representaba un comienzo necesario y esperanzado para un hombre de treinta y un años que nunca había trabajado antes y cuya capacidad científica no se veía acompañada por el amor a la ciencia. Dudando al principio, y después con el placer que [p. 325] suscita el despliegue de la propia fuerza, y con gran sorpresa y alivio de su parte, descubrió que el trabajo era su salvación. Cuando Charles Eliot, que había sido su profesor de química, fue nombrado presidente de Harvard, WilIiam anunció concisamente en una carta a su hermano Henry: "Charles W. Eliot Presidente. Respecto de él pienso más mal que bien, pero ya veremos".1 Eliot había sido designado con una oposición considerable, la observación de James reflejaba el chismorreo crítico de Cambridge. De haber podido atisbar el futuro, se hubiera mostrado más entusiasta. En vista del apocamiento de James, el ofrecimiento de un cargo por Eliot constituyó una acción de rescate. Eliot, como J ames, era nieto de un comerciante de éxito. Estos dos hombres, que iban a tener una importancia significativa en la historia de Harvard, eran hijos de padres ricos que rechazaron el calvinismo y les señalaron las carreras que debían seguir. A ambos sus progenitores los habían destinado a ocupaciones indeseadas por ellos: la ciencia en el caso de Williarn, y los negocios en el de Charles. Este último tuvo una educación más ordenada que la de James. Se graduó en el Harvard College a los diecinueve años. No le provocó tantos problemas la salud, aunque en su tercer año de estudios padeció una misteriosa dificultad visual y necesitó que le leyeran las lecciones. Eliot también encaró de modo vacilante el problema de la elección de carrera. Lo mismo que James, tenía una conciencia penosa del carácter aparentemente irrevocable de la decisión. "Las distintas profesiones no son sendas diferentes que convergen en un mismo punto -escribió de joven-, sino sendas diferentes, que partiendo de un mismo punto, divergen para siempre... "Cualquiera fuera la ruta que tomara, los negocios o la ciencia, ella lo convertiría "en un hombre por completo diferente de aquí a cincuenta años".2 Eliot parecía tener un patrimonio asegurado, pues su padre había administrado las propiedades heredadas con mayor cuidado que Henry James padre. Pero el pánico de 1857 fue incluso más devastador para la fortuna de los Eliot que la prodigalidad de Henry para los James. Charles optó por la ciencia sin que le preocuparan los bajos salarios, pero después de aquel pánico, a la edad de veintitrés años, encontró súbitamente que era la única fuente de sustento de sus padres y tres hermanas solteras. Tuvo que proveer de dinero a los Eliot en el inicio de su carrera como primer profesor ayudante de química en Harvard. Su carrera académica no prosperó. Numerosas tareas docentes y amplias Epígrafe: William James, “The Dilemma of Determinism”, en The Will to Believe and Other Essays in Popular Philosophy (Nueva York, Longmans, Green, 1897), 174. 1 TCWJ, 1: 294. 2 CWE, 1: 57
responsabilidades administrativas le dejaban muy poco tiempo para continuar con su propio trabajo de laboratorio. Cuando en 1863 quedó vacante la cátedra de Rumford en química, no se lo tuvo en cuenta porque no habia realizado suficiente trabajo investigativo. Con Agassiz al frente, parecía que Harvard iba a expulsar a Eliot del campo de la ciencia, para empujarlo hacia la carrera comercial a la que quería destinarlo su padre. Osadamente, Eliot partió a una gran gira, confiando en que el viaje a Europa lo ayudaría a decidir su próximo paso. Como William, dedicó el tiempo pasado en el extranjero [p. 326] a prepararse para una profesión que todavía no existía. William se dedicó a la lectura amplia y profunda en campos que lo llevaron a enseñar la nueva psicología: Eliot por su parte se formó para conducir una universidad moderna. De temperamento más práctico que William. a Eliot no le interesaron las visitas románticas ni su cultivo estético. "Las catedrales son malas cosas -afirrnó-, costosas y no bien adaptables a otros usos cuando ya no se las necesite para la ‘idolatría'." Resumió a Italia con un perentorio "Roma hiede" y "las ruinas no la van conmigo" Un viaje más extenso por la campaña lo suavizó un tanto. "He aprendido mucho sobre el arte en pintura, escultura y arquitectura y quiero leer sobre esos temas... –admitió, pero el hielo bostoniano no se derretía tan fácilmente, de modo que continuaba - si alguna vez tengo tiempo para tales fines autocornplacientes".3 En lugar de trepar a las colinas para tener hermosas vistas, subía escaleras con el objeto de averiguar cómo estaban conformadas las construcciones. Quería conocer el modo en que los sistemas educacionales del continente preparaban a los alumnos para el trabajo en todos los niveles sociales. Entrampado en la misma postura ambivalente, respecto del ocio, que mantenía aferrado a William, Eliot se sentía feliz en el extranjero, pero "casi avergonzado" de estar disfrutando. Williarn podría haberse demorado indefinidamente, pero nunca Lliot. "Líbrenrue de una vida de exilio, cn cualquier país, por hermoso que sea", imploró. Su juicio de despedida acerca de los norteamericanos ociosos fue severo: "Creo que las personas más carcnrcs de fines, más desamparadas, menos útiles que vemos, son los americanos que viven en el extranjero sin ninguna profesión u ocupación que no sea la de matar el tiempo".4Aunque con más información, dejó Europa tal como había llegado a ella, utilitario y unitario hasta los huesos. Eliot tenía treinta y cinco años cuando fue designado presidente de Harvard. Por entonces ya había enseñado durante una década y sostenido a sus padres, a sus hermanas y a su propia mujer y tres hijos. En contraste, William, que tenía treinta y un años, no había asumido responsabilidades laborales ni familiares, y seguía atendiendo su mala salud en la casa de su padre. William se tomó vacaciones en la costa de Maine en julio de 1872, y les escribió con excitación a sus progenitores: "Me alegró muchísimo ayer una carta de Bowditch., que me ofrece su puesto en el college, si Eliot está de acuerdo". Como Eliot era vecino y amigo, Mary James decidió encararlo directamente ella misma. Después le describió el desenlace de su misión a Henry hijo, que se encontraba en el extranjero. "Eliot llegó ayer en su yate. Le mostré la carta. No dijo nada, salvo que le escribiría al respecto a Bowditch, pero me quedan pocas dudas de su consentimíento."5 Su confianza maternal se vio recompensada. En agosto, Eliot le ofreció el puesto a su hijo. El efecto benéfico fue inmediato y espectacular. El espíritu de William se irguió, revivió su energía, y él se preparó entusiastamente para las clases. (2) [p. 327] Williarn estaba de vacaciones en Mount Desert cuando llegó la nueva de su designación. La perspectiva de enseñar lo excitaba anticipadamente, y le escribió a su hermano Henry acerca de su esperanza de que su salud mejorara gracias al trabajo científico. "La designación para enseñar fisiología, precisamente ahora, es para mí una merced divina perfecta. Un motivo externo que me lleve a trabajar, que no obstante no me tensa: el tratar con hombres en lugar de tratar con mi propia mente, y una distracción respecto de esos estudios introspectivos que desde hace tiempo nutren en mí una especie de hipocondría filosófica y sin duda será bueno que abandone durante un año." Pero el yo interior de William no sería silenciado. La excitación de esa nueva aventura empalidecía por comparación con su antiguo entusiasmo artístico, penosamente revivido. En la misma carta puso de manifiesto una vez más una sensibilidad de pintor ante el paisaje. "Escribo en la pequeña sala de recibo... El rugido del mar, constante e implacable, me llega desde la ventana abierta, traído por la deliciosa brisa salitrosa, pasando por sobre el gran banco de sauces de contención, el campo y la cerca. Los pequeños árboles de color castaño no han crecido, la vaca… sigue comiendo el pasto. El ancho cielo y el mar reciben el castigo de la luz cenital. Todo es como era y como seguirá siendo."6
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CWE, 1: 134, 142, 151. CWE, 1: 128, 149. 5 Mary Walsh James a Henry James (h.), Julio 26, 1872, MH. 6 TCWJ, 1: 327-28 4
Lo que lo animaba no era sólo la belleza de Mount Desert. La inminente zambullida en la ciencia amenazaba con llevar a su extinción, de una vez por todas, las esperanzas de dedicarse al arte y de una estrecha afinidad compartida con el hermano. "Les envidio el mundo del arte. Apartados de él, como nosotros vivimos, nos hundimos en una especie de conciencia insípida, descolorida, y como avestruces perdemos de vista nuestras ricas potencialidades, y nos sobrecogen de tanto en tanto cuando por accidente algún rico producto humano, pictórico, literario o arquitectónico nos pega con la cola.” Pero la deliberada asfixia del yo había cumplido con su cometido. "Cada vez siento más que debería tratar de aprender a pintar a la acuarela, pero -agregaba resignadamente soy demasiado perezoso para empezar."7 La envidia y la tristeza que le provocaba la vida artística no vivida son aun más evidentes en una carta escrita seis semanas más tarde desde Cambridge. 'Nunca tanto como este verano experimenté los efectos confortantes e higiénicos de la naturaleza en el espíritu humano. Cuando los disfruté antes, fueron como algo delicioso, pero esta vez se trató de un alimento o medicina vitales. Lamenté extremadamente haber dejado que se extinguiera mi practica del dibujo." James aducía su salud como justificativa del hecho de que mantuviera vivo su yo artístico. "Un hombre necesita conservar abiertos todos sus canales de actividad, pues siempre puede llegar el día en que su mente tenga que cambiar de actitud por razones de salud." Más que la amenaza a la redención espiritual (lo que temía su padre), o que un estimulante peligroso de las [p. 328] pasiones (contra el que lo prevenían los médicos), la pintura podía ser un pasatiempo para la mente que buscaba la salud. Pero el arte como afición higiénica no podía estar a la altura de la intensidad de su anhelo. "Últimamente me he sentido hastiado y escéptico respecto de la actividad filosófica, lo bastante como para lamentar mucho que no me haya aferrado a la pintura, y envidiar a aquellos que como tú encuentran que el mundo real está constituido por las relaciones estéticas de las cosas. Sin duda ellas revelan una parte más profunda de la vida universal que las abstracciones mecánicas y lógicas, y si yo fuera tú nunca me quejaría de que mi vida transcurra entre ellas y no en otra parte".8 En noviembre ya estaba presentándose diariamente en el laboratorio de Bowditch. (3) James halló que la preparación de sus clases tenía sobre su salud y estado de ánimo exactamente el efecto que había esperado. "Vaya la Escuela Médica casi todas las mañanas para escuchar la disertación de Bowditch o bogar en su laboratorio. Es algo noble para el espíritu que se tenga que hacer un trabajo responsable. Disfruto mucho de mis renovadas lecturas psicológicas, y en el aspecto físico me he sentido mejor durante las últimas cuatro o cinco semanas." Inició sus propias clases en enero. No necesitó mucho tiempo para que lo desilusionara el calibre de sus alumnos. La madre registró sus quejas acerca del "carácter tosco de los jóvenes"; sólo unos pocos demostraban "inteligencia o interés". Característicamente, Mary James temía el erecto posible del trabajo en los nervios de William. "Creo que encuentra que dar sus clases es cuanto puede hacer", observó. "La parte intelectual es bastante fácil, pero todo el proceso grava sus nervios considerablemente." No advertía aún los beneficios de los que hablaba su hijo, si bien esperaban que con "el hábito y la experiencia" la tensión nerviosa cedería.9 Por salutífero que le resultara el trabajo, William, como cualquier profesor nuevo, se sintió aliviado cuando pudo disfrutar de unas vacaciones de dos semanas, mientras sus alumnos estaban "condenados" a los exámenes y en consecuencia él quedaba libre. Le dijo a I-Ienry que el trabajo le parecía "interesante y estimulante", e incluso consideró que tcntativame nte la enseñanza podía ser una carrera adecuada para él. Planteó la perspectiva en términos negativos. "Creería que no es desagradable como cosa permanente." Esta era cn el mejor de los casos una tibia garantía, pero en un hombre que había llegado a desconfiar de cualquier trabajo permanente se trataba de una concesión importante. Le agradó su éxito en la realización de algo que también podría obtener el aplauso público. "Al principio, las autoridades son más bien lisonjeras con uno, Hasta el momento, parece que he logrado interesarías, pues prestan una adrnirable atención.y les he oído expresiones de satisfacción." Al ir acostumbrándose [p. 329] a la enseñanza, fue convenciéndose cada vez más de que había dado un paso bueno para su salud, "Mi estado de ánimo es muy bueno, pues en el último tiempo algo se ha ordenado en mi mente, y esta responsabilidad externa 'el trabajo en el college concuerdan con la naturaleza humana más que el autocultivo a solas." Concluye formulando un nuevo evangelio: "Disfrutar y producir".10
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TCWJ, 1: 327. TCWJ, 1: 329. 9 TCWJ, 1: 332, 334-35. 10 TCWJ, 1: 336-37. 8
Lamentablemente, en cuanto Williarn se sintió vigorizado por el regocijo del trabajo, tuvo que decidir si asumiría o no la responsabilidad de más docencia científica al año siguiente. Inicialmente se lo contrató para dar un curso de fisiología e higiene destinado a no graduados, compartiéndolo con un anatomista, el doctor Thornas Dwight. Se trató de un experimento con el nuevo sistema electivo de Eliot, y el curso atrajo a más de cincuenta alumnos de la clase superior. Eliot decidió que el curso continuara el año siguiente y ofreció asignar a James toda la responsabilidad de enseñar tanto fisiología como anatomía. Desde el punto de vista de Eliot, se trataba de una oferta razonable, pero ella introdujo a James en un período de indecisión que hizo resurgir los conflictos vocacionales apenas aquietados. Una cosa era tener algunas responsabilidades exteriores y otra completamente distinta comprometerse en exceso en una carrera científica de tiempo completo En ese momento tenía plena conciencia de los efectos beneficiosos de la enseñanza. "Bendita sea mi alma, ¡qué diferencia entre lo que soy ahora y lo que era por esta época en la primavera pasada! Entonces tan hipocoudríaco y ahora con mi mente tan clara y con su salud recuperada. Esta es la diferencia entre la vida y la muerte.”11 Pero la propuesta de Eliot lo perturbó. En lugar de ser un faro que prometiera guiar a William hacia la salud deseada y la estabilidad en la carrera, esa propuesta hizo relampaguear la advertencia de una tormenta que volvía a desencadenarse. Los elementos eran los mismos que lo habían arrastrado durante doce años, pero el ritmo se había acelerado. ¿Se encaminaría hacia Europa o América? ¿Hacia el arte o hacia la ciencia? ¿La introspección o la acción? ¿La investigación filosófica o la investigación de laboratorio? ¿El trabajo o el ocio') ¿La salud o la enfermedad? Desde el momento en que Eliot formuló su oferta, en febrero, hasta marzo del año siguiente, cuando William retornó después de una estada de cinco meses en Europa, estuvo oscilando entre un punto y su opuesto. El entusiasmo desbordante por la enseñanza de la fisiología apuntó a la ciencia en febrero: “Hoy decido asumir la biología como profesión", pero esa declaración queda inmediatamente corregida por la frase siguiente: "en el caso de que no me llamen para ocupar una cátedra de filosofía... ".12 Un mes más tarde se volvió hacia la psicología, apartándose de la fisiología. A pesar de su éxito en la enseñanza y de su convicción de que en la ronda siguiente le resultaría más fácil desempeñarse, resolvió bregar "en la línea de la ciencia mental", por lo que no podía permitirse "una expedición en la anatomía". Tenía plena conciencia de que [p. 330] si aceptaba el ofrecimiento de Eliot, podría convertirse en una designación permanente, "aunque menos auténtica para mi gusto".13 Cuatro días más tarde dio un nuevo viraje, en la dirección de la ciencia, pero ese movimiento no fue ejecutado de modo más decisorio que la maniobra anterior. "Ayer le dije a Eliot que aceptaría la instrucción anatómica el año que viene, si soy lo bastante bueno para realizaría, y que probablemente me quedaré en ese departamento."14 Estaba preparándose para que el habitual tirón de la mala salud lo salvara una vez más de la ciencia. Pero la enfermedad, como lo hemos visto, es una espada de doble filo. Quizás lo salvara de la fisiología en 1873, como lo había salvado de la medicina en 1867. Pero esa vez su redención significaba renunciar a lo que quería, tanto como evitar lo que no quería. "Llegué a esta decisión partiendo principalmente del sentimiento de que la actividad filosófica como ocupación no es normal para la mayor parte de los hombres, y no lo es para mí."15 Un mes más tarde informó a su hermano que aún seguía en el mismo renuente curso científico, habiéndose apartado de la psicología. "De paso, creo que te dije en mi última carta que estaba decidido a aferrarme a la psicología o morir. He cambiado de opinión. y por el momento me entrego a la biología ... " Obviamente lo humillaba la idea de que la decisión fuera la "más amansada" y no la "más noble". Y, con tristeza, sus imágenes sufrían el agobio de una conciencia de autoasesinato, lo mismo que en 1861, cuando "la muerte, la muerte, la muerte" era el fin predicho del estudio científico. Aceptar el ofrecimiento de Eliot -meditaba- "equivale prácticamente a quedar aferrado en esos temas durante los próximos diez o doce años, si duro tanto".16 A fines de mayo. la enfermedad se había convertido en una fuerza irresistible que lo alejaba de la ciencia, del trabajo y de América, empujándolo hacia el arte, el ocio y Europa. De pronto, el trabajo. que había demostrado ser saludable según todos los observadores, fue rotulado como peligroso. "He logrado realizar mi trabajo en el college durante este medio año sin que mi salud retrocediera, por lo que veo, pero también sin avanzar ni una pulgada." Le dijo a su hermano Henry que tal vez pasara un invierno en Europa por razones de salud. Aparecía la habitual concesión a la ciencia: "Incluso desde el punto de vista científico no estaría muy mal, puesto que allí podría seguir con ventaja cierta línea de estudios": tampoco falta la 11
LWJ, 1: 169. TCWJ, 1: 335. 13 TCWJ, 1: 341. 14 TCWJ, 1: 343. 15 TCWJ, 1: 343. 16 TCWJ, 1: 344. 12
igualmente familiar prescripción del arte: " ... la apelación a los sentidos y demás impediría que el hecho de que posponga las 'ocupaciones' afecte mi estado de ánimo tan desagradablemente como sería el caso si pasara el invierno en Carnbridge"17 En las vacaciones de verano. William había dispuesto las cosas de modo tal que podía rectificarse y renunciar a la enseiianza hasta el último minuto, si así lo imponía su estado de salud. Sin dejar su curso futuro orgánica mente determinado, partió hacia la playa. En el descanso del verano. la naturaleza parecía un bálsamo curador , y el ocio para disfrutarla. la única vida normal. Gocthe [p. 331] fue la musa orientadora en ese respiro, y Williarn se declaró "libre y feliz de nuevo". Se preguntó "cómo la gente puede pasarse años sin una semana de esa vida normal... vida en la cual los cuidados, responsabilidades y pensamientos acerca del mañana se convierten en un sueño remoto...". Pero el paraíso no podía durar. Tenía que preparar las clases. "Tengo que pronunciar casi treinta conferencias nuevas el año que viene y no he trazado ni una línea para prepararlas."18 Sus padres y su hermano Henry observaban con preocupación los movimientos erráticos de William, pero como en una tripulación bien adiestrada, cada cual ocupaba el lugar que tenía asignado. Henry respondía sensiblemente a todos los comentarios de William; estaba seguro de que cuando su hermano mayor empezara a "dar conferencias, enseñar, predicar o lo que fuera", los alumno quedarían encantados "por el acento de su voz, como los animales de la selva por Orfeo".19 Cuando todo pareció estar bien y William pensó en continuar. Henry se manifestó esperanzado en que "la cosa se desarrolle y te brinde mayores oportunidades'.20 Si Williarn tomaba partido por una carrera en fisiología, lo mismo hacía Henry. "Me place saber que te has decidido acerca del puesto de fisiología y anatomía para el próximo año." No obstante, con suavidad, demostraba tener conciencia de la tentación que representaban la psicología y la filosofía. "Pero me interesará enterarme de cómo has transado con el deseo de dedicar tiempo y esfuerzo a otras cosas."21 Y con una fina percepción subrayó la tristeza que le producía a William su aproximación a la ciencia. "Parece haber algo a medias trágico en el tono con el cual hablas de que te has apartado de la psicología." Con todo, le complacía asentir al estoicismo de su hermano. “Tu sabes lo que es mejor, y uno no debe hacer lo que planea, sino lo que puede”22 Aunque brindando su apoyo fraternal, las cartas de Henry estaban llenas del entusiasmo que le provocaba la gloria resplandeciente de Roma. Lo que contaba sobre la sociedad y sobre su éxito artístico no podía sino hacer que William tomara una conciencia dolorosa de la desnudez del escenario de Cambridge. Sólo ocasionalmente Ilenry hizo mofa de la búsqueda de la salud por William. En la primavera, por ejemplo, al enterarse de que William y Alice estaban usando una máquina de ejercicios para la cura de estiramiento, se permitió una broma. "Me place saber que Alice y William están otra vez en el asunto del estiramiento; ya deben de haber levantado el mundo a un plano más alto"23 Pero por lo general era generoso y confiado en sí mismo. Escribir le procuraba un ingreso de 3.000 dólares por año. Su hermano vacilaba bajo la carga de ganar a lo sumo la quinta parte. Cuando William pareció orientarse a viajar a Europa y pidió consejo acerca de la "seguridad" de roma para un hombre en su "estado", la respuesta de Henry fue rápida y alentadora. “Me inclino a pensar sin ninguna duda que podrías subsist ir muy confortablemente en Roma en las condiciones que manifiestas." Observó que allí había una vida [p. 332] social suficiente como para hacer "tolerables las horas de ocio... para no hablar de las galerías de arte".2424 Si William se decidía a ir, Henry prometía pasar con él el verano. En cuanto se suscitó el problema de la salud, los dos progenitores asumieron su posición característica: contra el trabajo. Mary J ames veía al inválido con maternal solicitud. "¡Pobre! Me gustaría que le resultara posible aprender a vivir día por día, sin tener que sobrellevar hoy la carga de los meses y años por venir. Dice que la cuestión de poder realizar el trabajo que lo espera el próximo invierno, y sin duda toda su carrera futura, gravitan sobre él tan pesadamente que le impiden recobrar las fuerzas." Mr. J ames exhortó a su hijo a renunciar. Aunque William se había embarcado en una carrera científica, que era lo que su padre quería. la amenaza de enfermedad despertó en este último toda su desconfianza respecto de cualquier trabajo. "Después de haber hablado ayer seriamente con él, Papá le aconsejó renunciar a la idea de
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TCWJ, 1: 346-47. TCWJ, 1: 350. 19 LHJ, 1: 325, 332. 20 LHJ, 1: 367. 21 LHJ, 1: 386. 22 LHJ, 1: 390. 23 LHJ, 1: 388. 24 LHJ, 1: 393. 18
trabajar el próximo invierno." A mediados del verano, ambos progenitores estaban persuadidos de que "la decisión más sensata sería viajar al extranjero y descansar durante un año”.25 No obstante, en el hijo inválido se estaba operando un cambio apenas perceptible. Por cierto, empleaba la táctica que le fue útil durante doce años. Pero esa vez parecía autériticamente interesado en resistir la repetición de esa pauta habitual. El semestre de docencia había sido una experiencia nueva y potencialmente salvifica. Antes de verse forzado a tomar su decisión, no había tenido tiempo para sopesar esa experiencia de manera completa. No era una idea nueva para él la de que el trabajo, incluso el trabajo en ciencia, pudiera generar satisfacción. Ese hab ía sido durante años el tema principal de sus cartas. Pero la experiencia del trabajo y la responsabilidad eran algo nuevo. Se había tratado de "una merced divina" y no del desastre que evitaba el viejo Henry. A la señora James pareció dejarla perpleja que Williarn se contuviera, en lugar de huir de inmediato como lo había hecho en 1867: "... en estas circunstancias no parece estar dispuesto a hacerla, a menos que se vea forzado absolutamente por un sentimiento de completa incompetencia en su trabajo"26 La experiencia había forjado un cambio. Pero en primer término, como en una visita nostálgica a sus guaridas juveniles. Williarn tenía que completar el resto del ciclo. En el último minuto salió para Europa, prometiendo ir a Heidelberg, o lo hizo: en cambio, transitó de manera más ambigua ante los tesoros artísticos de Europa. Esa vez no tuvo que escribirle a Henry porque estuvo acompañado por quien, "en muchos aspectos" era su "hermano gemelo”.27 (4) [p. 333] A William probablemente le interesaba reafirmar la compartida sensibilidad estética de su juventud, pero la visita con Henry sirvió más bien para confirmar las diferencias entre ambos. Sin duda, el hermano menor todavía admiraba en William los destellos de comprensión artística críticamente valiósa. Pero Henry estaba trabajando una cierta cantidad de horas por día en sus escritos, cultivando su carrera ya asentada, y Williarn representaba una distracción no muy bien acogida. Además, la reacción de William al arte era en ese momento notablemente distinta. Comparadas con su entusiasmo desbordante de 1867-1868, sus respuestas parecían encorsetadas y carentes de vitalidad. Los años de asfixia forzada del yo con propósitos morales y curativos lo habían ido transformando lentamente, y él parecía resuelto a subrayar esa transformación en presencia de su hermano artista. como si descartando lo que Henry amaba hiciera más seguros los fundamentos que había construido deliberadamente con el objeto de que sustentaran una carrera científica. En una carta a Wilky, le señaló ese cambio: "Durante diez días posteriores a mi llegada [a Florencia] me sentí tan disgustado por la pululante y brumosa oscuridad de las calles y la antigüedad de todo, que por así decir, disfruté bajo protesta Pero --se tranquilizó- todo eso ha quedado atrás y dhora puedo tomar lo pintoresco sin ninguna segunda intención moral". Lamentablemente para sus relaciones con Henry, eso no era cierto. "El antiguo amor que sentía por el arte ha retornado, pero no con toda su fuerza. Me temo que los años lo han debilitado."28 Así fue como le resumió la cuestión él Wilky, de una manera que dejaba muchas cosas sin decir. De su correspondencia habían desaparecido las descripciones entusiastas, amorosamente detalladas, características de su visita anterior. En Venecia llega a la cima su entusiasmo epistolar; ecxclama sucintamente: "una gloria así de la pintura... ", observando de inmediato: "y la decadencia actual…"29 En su mente gravitaba mucho más la decadencia que la creación. Aunque frecuentó la crítica en su cuaderno de apuntes privado, lo perturbaba el tema de la declinación... “¿Por qué una escuela artística retrograda al manierismo, etcétera. en cuanto deja de avanzar?", éste era un enigma que se planteó a sí mismo. Un pintor puede tratar sus primeros descubrimientos sin perder "el estímulo del interés", pero pensaba que los seguidores tenían que exagerar para obtener efectos.30' La declinación era el tema, en especial la declinación de la vitalidad cuando los imitadores seguían a los líderes. Pensaba en Correggio, Miguel Angel y Rembrandt, pero la observación era igualmente cierta respecto de sí mismo. Por su impulso, él era un artista, pero estaba aun más determinado a ser el hijo de su padre. Más que para complacerse con el arte, en ese momento estaba preparado para moralizar acerca de él, y producir una imitación amanerada de un sermón antiartístico debido a la pluma del viejo Henry. La realidad notable de la transformación surge con evidencia en una carta [p. 334] a su padre del mes de noviembre. Comienza con imágenes corrosivas, reminiscentes de sus anteriores dibujos. "Dejamos a 25
Mary Walsh James a Henry James (h.), Julio 1, 1873, MH. Mary Walsh James a Henry James (h.), agosto 4, 1873, MH. 27 TCWJ, 1: 340. 28 TCWJ, 1: 351. 29 TCWJ, 1: 354. 30 TCWJ, 1: 352. 26
Florencia anteayer... pasamos por un conjunto de pueblecitos encaramados en los riscos de las colinas, los cuales habrían arrancado de tu conciencia moral ciertas exclamaciones copiosas y pintorescas que me hubiera gustado oír, tan perversos y malignos parecían, acurrucados juntos y por así decir rnostrándole los dientes al mundo ... " Roma fue peor. Su relato de una visita nocturna al Coliseo hace que las ruinas se asemejen al escenario de una narración gótica de terror. "Por fin, cuando entramos atravesando el poderoso muro del Coliseo y permanecimos de pie en su centro misterioso, con esa med ia luna fría y siniestra y ni una estrella en el cielo azul profundo... todo fue tan extraño y, debo decirlo, inhumano y horrible, que parecía una pesadilla." De nuevo se imagina como su padre. "Una vez más me hubiera gustado oír las grandes maldiciones que habrías proferido... Creo que si Harry no hubiera estado conmigo, habría huido aullando del lugar". Como si el relato de esa excursión a la luz de la luna en "ese suelo maldito embebido en sangre" no fuera suficiente para agradar a su padre, William se demora, con un estado de ánimo análogo, en la visita a San Pedro. "Ayer... otra experiencia 'antipática', a San Pedro, para completar el disfrute de la cual yo habría necesitado de nuevo tu presencia acusadora... tal como está ahora, emana tanto de ella la negación del Evangelio que pretende servir, es un monumento tan perfectamente explosivo al orgullo, la insolencia, la presunción humanos o lo que fuera... que por un momento me sentí por completo como... cualquier fanático evangélico moderno, que ve en Roma la encarnación de Satán.”31 Esta era una reacción común de los nativos protestantes de la Nueva Inglaterra ante la Roma católica. Pero a diferencia de la mayoría de los norteamericanos (Charles Eliot, por ejemplo), que encontraban a Roma repugnante, William había demostrado poseer antes una sensibilidad de artista y disposición romántica para apreciar las ruinas y lo pintoresco. Las nuevas percepciones estéticas reflejaban más bien la solidificación trágica de una posición heroica en defensa de su propia estabilidad y de la de su padre. Puesto que se veía obligado a ser un científico y no un artista (como una clavija cuadrada forzada en un agujero redondo) era inevitable que sacrificara algo de su integridad. Por más noble que sea el intento, este tipo de estrangulamiento deliberado del yo es probable que provoque una tormentosa protesta interior. La furia que era tan evidente en los dibujos orales destructivos de 1859 renació una vez más, aunque en sordina. La imagen de una aldea "mostrando los dientes" al mundo y un dibujo de su cuaderno de apuntes han llegado a nosotros perrnitiéndonas puntualizarla. El padre no estaba presente para generar una presión moral, pero esa presencia ya no era necesaria. Williarn había implantado dentro de sí con toda firmeza el modo de ver del padre. Ya podía moralizar él mismo, tan cáusticamente contra lo que alguna vez había amado. El detalle arquitectónico que lo incitó a tomar su cuaderno y dibujarlo, un portal de la Vía Gregoriana [p. 335] de Roma, era emblemático de su conflicto interior y de sus imágenes devoradoras (figura 30). El portal constituye la boca de un rostro feroz con cejas pobladas y ojos protuberantes. El arco del portal sugiere la boca dehombre que grita, como en los dibujos anteriores de James. También invita a la comparación con el ogro devorador, de cuya boca cruel cuelgan los restos de sus víctimas. Lo que difiere en esta oportunidad es la perspectiva y la escala. Los dibujos anteriores dejan al observador afuera, como espectador de un mundo mucho más pequeño que él mismo. Este dibujo nos ubica en la imagen junto con el artista, que está por entregarse al buche grotesco. Con este trabajo cesó la producción artística de James* *Esta es una inferencia. Puesto que los dibujos fueron separados de los cuadernos de apuntes originales por un temprano ejecutor testamentario, la fecha en que fueron realizados muchos de ellos es incierta. No obstante, a juzgar por el tema, tanto como por las identificaciones del cuaderno de que se dispone, esta imagen trazada en la visita a Roma de 1873 es la última
En "El hábito", uno de los capítulos más reimpresos de su texto The Principies of Psychology (1890), la meditada referencia a la interacción entre persona y trabajo debe de haber partido de su propia experiencia. De modo que el hábito es el enorme volante de la sociedad, su más preciado agente conservador. .. Nos condena a librar la batalla de la vida según los lineamientos de nuestra educación o de nuestras elecciones tempranas, y a sacar el mayor partido posible de una ocupación que no nos agrada, porque no hay ninguna otra a la cual estemos adptados, y es demasiado tarde para empezar de nuevo... Ya a la edad de veinticinco años el joven viajante de comercio deja ver un amaneramiento profesional enraizado, lo mismo que el joven médico, el joven sacerdote, el joven abogado. Vemos las pequeñas líneas de resquebrajamiento corriendo a través del carácter, los vicios del pensamiento, los prejuicios, los métodos del "negocio", en una palabra, de los cuales el hombre se convierte pronto en prisionero, sin poder sacárselos de encima, del mismo modo que la manga del saco no puede cambiar de pronto todas las arrugas marcadas, por un conjunto de arrugas nuevas. En general, lo mejor es que no se pueda escapar. 31
TCWJ, 1: 362-64. Perry saca esta carta de context, con lo cual pierde su significación psicológica.
Es bueno para el mundo que en la mayoría de nosotros, a la edad de treinta años, el carácter esté endurecido como argamasa, Y no vuelva a ablandarse nunca.32
(5) El contraste entre la partida de Europa en 1868 y el regreso al hogar de William en 1874 presenta rasgos muy notables. En aquella oportunidad volvía a instancias de sus padres, después de haber prolongado su estada más de lo que la mala salud y los recursos familiares podían justificar. Esta vez retornaba [p. 337] tempranarnente, por propio deseo, porque quería trabajar. Henry hizo para sus padres la crónica de los cambios en salud y orientación. "Se fue de aquí con tanta impaciencia por llegar a casa y volver a trabajar que no me sorprendió su decisión [de viajar antes de lo planeado]... Creo que lo encontrarán mucho mejor.33 La experiencia del trabajo del año anterior había llegado a una demorada madurez. En la superficie, parecía una capitulación completa ante la ciencia: de hecho, constituyó una transacción entre el deber y el deseo. Para Henry James padre, el trabajo y la ciencia eran construcciones teóricas. No tenía muchos conocimientos directos acerca de uno y otra. El semestre de enseñanza le permitió a William poner a prueba la apoteosis romántica que hacía el padre de la labor divina, y la realidad de los temores del viejo Henry. La experiencia no fue ni tan buena ni tan mala como se le había enseñado a esperar. o fue una elevadora expresión de lo divino, pero tampoco peligrosa o agotadora. William descubrió que podía enseñar ciencia y obtuvo satisfacciones del despliegue de energía, de la admiración de sus alumnos y de la confirmación social simbolizada por un salario. El trabajo real en una posición específica lo ponía más allá del alcance de su padre. Poco después de su retorno, en una carta a Bob comentó la transición hacia el trabajo y Norteamérica... 'o creo que trate de volver a Europa pronto. pues ello trastornaría el contento con la pequeña escala de deleites pasivos que uno ha aprendido a usar y disfrutar aquí ... Pienso que se pueden develar los secretos en cualquier parte, y que se termina por obtener una satisfacción tan profunda de una nueva cerca de madera en el lugar al que uno pertenece, como de una galería de arte en el extranjero."34 Con una claridad aun mayor tenía que plantearle a Henry (un convencido de la superioridad del arte y de Europa) que la vida mundana en América podía ser adecuada. "Estoy en una senda permanente, y ella me muestra cómo para nuestro tipo de carácter la idea del todo prevalece sobre los momentos particulares. Todos mis momentos aquí son inferiores a los que pasé en Italia, pero forman parte de un gran plan que es bueno, de modo que me producen más contento que los italianos, que sólo valían por sí mismos. Me he estado sin do insólitumcm c fuerte durante casi tres semanas… y realizó una buena cantidad de trabajo en el laboratorio de Bowditch."35 Las observaciones tienen el sonido familiar de sus exhortaciones a Ward. Pero esa vez se trataba de algo diferente. Estaba enunciando sus propias intenciones, William había decidido finalmente trabajar, no como su padre, en un aislamiento quijotesco, o como su hermano, artista en el extranjero, sino como un cicnt rfico en los Estados Unidos: la tarea para la cual lo había adecuado la educación y una opción temprana. Por fortuna, el mundo fue sensible a su genio.
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PP, 1: 121. LHJ, 1: 431. 34 TCWJ, 1: 355. 35 TCWJ, 1: 355. 33
EPILOGO Un hombre con un Ego empirico ampliamente extendido, con poderes que en todos los casos le han procurado el éxito, con ubicación, riqueza, amigos y fama, no es probable que sea visitado por la falta de confianza y las dudas morbosas acerca de st mismo que tenia cuando era muchacho… Mientras que quien ha cometido un error detrás de otro, y en la mitad de la vida está todavia rodeado de fracasos al pie de la colina, es propenso a volverse enfermizo por falta de confianza en si, y a retroceder ante pruebas que sus poderes están en condiciones de encarar con eficacia. William James, 1890.
[p. 338]
En 1902, cuando tenía sesenta años y estaba próximo al fin de su carrera, William James escribió:"Originalmente estudié medicina para ser fisiólogo, pero derivé hacia la psicología y la filosofía por una especie de fatalidad".1 Al describir la "fatalidad" de su carrera, es posible que William olvidara lo que tuvo que trabajar para desembarazarse de la fisiología, y de los obstáculos administrativos que debieron ser superados con el objeto de llegar a enseñar psicología, cuando un miembro más antiguo del cuerpo docente, Francis Bowen, consideró que la materia estaba adecuadamente cubierta por su propio curso. Tal vez consideró que era indiscreto revelar lo vigorosamente que tuvo que bregar para obtener el reconocimiento de las autoridades, PJimero como psicólogo y después como filósofo. a fin de librarse de una vez por todas de la carga del laboratorio. Para contar esta historia tenemos que descender desde el alto nivel del desarrollo intelectual de William, hasta el pantano de la política universitaria. Esa historia no se refiere a "una especie de fatalidad" en absoluto, sino a un característico juego jamesiano de voluntad y determinación. Fue providencial para el genio de James que aprovechara sus oportunidades de modo tal que pudo emerger el psicólogo que había en él, junto con el filósofo: uno en el centro del escenario, mientras el otro (con frecuencia impacientemente) aguardaba en barnbalinas. Siguió hablando y escribiendo como si su experiencia con la pintura hubiera establecido irreversiblemente su pauta vocacional, [p. 339] como si sólo un yo pudiera supervivir a expensas de los otros, pero fue dándole forma a un modo diferente para los alias de la mitad de la vida.Es cierto que la pintura aún despertaba sus anhelos, pero ese fantasma ya no bloqueaba la senda como lo había hecho en la década de 1860. En sus comienzos en Harvard trabajó en fisiología como antes había estudiado medicina: era una ciencia natural que procuraba la necesaria disciplina. La filosofía, lo mismo que la pintura en su juventud, sobrellevaba un rótulo de autocomplacencia que amenazaba la estabilidad mental. La psicología representaba una transacción entre ambas. Aunque la mala salud siguió siendo un soporte confiable en la estructura de su vida, justificando el tiempo libre necesario para escribir y validando el abandono de tareas no atractivas, dejó de constituir un sostén principal. Entre 1873 y 1890 (en las décadas cuarta y quinta de su vida) William James logró equilibrar sus talentos y sus posibilidades; como en una escultura móvil, en un mobile, los elementos discordes e incluso deformados contribuyeron a la tensión vital y dinámica del conjunto. En ese proceso emergió un nuevo dinamismo, poco visible al principio, como un cable fino que eslabonaba las masas más obvias. Habiendo decidido trabajar, decidió convertirse en ambicioso. Uno de los capítulos más vívidos y personalmente reveladores de Principies of Psychology, de James... La conciencia de uno mismo", contiene pruebas inequívocas de ese cambio interior. Pretendió escribir sobre las personas en general, pero las referencias a su propia experiencia son inconfundibles. Observó que el "autosentimiento" (la autoestima) normalmente depende del propio "éxito o fracaso" y de "la posición que uno tiene en el mundo". A continuación plantea el contraste entre el hombre de éxito (él mismo) y el fracasado (su padre), en términos que nos recuerdan la situación conflictiva cuya crónica hemos venido haciendo hasta ahora. En 1890, cuando se publicó el libro, James había alcanzado la cima de la carrera académica en Harvard. Podía volverse hacia su pasado, sin identificarse con el muchacho inseguro que fue ni con la posibilidad vocacional negativa de la que habían sido modelos su padre y sus hermanos menores. Como el hipotético hombre idealizado que bosquejó para sus lectores, sus poderes "en todos los casos le habían procurado el éxito", de modo que ya no era probable que él fuera "visitado por la falta de onfianza y las dudas morbosas acerca de sí mismo que tenía cuando era muchacho". Tampoco corría el
Epígrafe: PP, 1: 306-7. 1 A. Menard. Analyse et critique des príncipes de la psychologie de W. James (París, 1911), 5n.
peligro de ser alguien que "en la mitad de la vida todavía está rodeado de fracasos al pie de la colina". Se había atrevido a ser ambicioso) había triunfado. Dos alusiones literarias en ese examen de la autoestima subrayan el hech: una infantil y la otra imperial. Como las imágenes de un sueño, ellas se refieren a capas sucesivas de la historia personal. De ' Metió el pulgar y saco una ciruela y dijo: Qué buen chico soy" se desprende una sensación pueril de triunfo fálico. Y en “¿No es ésta la gran Babilonia, que yo he fundado?", resuena la imperiosa [p. 340] satisfacción de un conquistador. Ambas citas subrayan la sensación de logro profesional. Había llegado. Con un gesto poco característico, como golpeándose el pecho triunfal y públicamente; declaró ante sus lectores que había decidido arriesgarlo todo, apostando a su salvación por la psicología: "Yo, que por el momento he apostado cuanto' tengo a ser psicólogo, me siento mortificado si hay otros que saben mucha más psicología". Surge con absoluta claridad de los ejemplos subsiguientes ("la' paradoja de un hombre que se muere de vergüenza porque es sólo el segundo pugilista, o el segundo remero del mundo") que no quería ser un buen psicólogo, sino el mejor del mundo. Le había vuelto la espalda a su yo juvenil. Desapareció "aquel sujeto encanijado" que seguía en su vida la máxima tímida según fa cual "sin intento no hay fracaso, y sin fracaso no hay hunullación".2 En su lugar encontramos al hombre público, un profesional seguro preparado para -medirse con todos los desafiantes en la batalla académica por la supervivencia de los más aptos. El contraste entre el profesional confiado de The Principles of Psychology y el instructor vacilante de 1873 es llamativo. Ese cambio fue gradual; en etapas muy 'tempranas de su carrera en Harvard ya pueden detectarse signos de su ambición creciente. Eliot le ofreció un puesto, pero era William quien ten ía que crearse una posición. Incluso en esa pequeña institución que era Harvard en la década de 1870, un nuevo profesor que aspiraba a enseñar una disciplina nueva tenía que desplazar de su camino a otro docente ya bien establecido con anterioridad. De modo que la introducción de una novedad se veía inevitablemente vinculada con la política universitaria. El joven instructor dc psicología demostró estar a la altura de la tarea. Sacó partido del apoyo de la" Junta de Supervisores, el presidente Eliot, la publicidad en The Nation, y una cuidadosamente cultivada oferta de empleo de Johns Hopkins, para superar las barreras departamentales. El nuevo profesor aprendió rápidamente que las maniobras políticas debían abrirle camino a sus dones intelectuales para que pudiera rnetamorfosearse en el psicólogo eminente de 1890. Antes de que James se sumara al cuerpo docente de Harvard, la psicología se enseiiaba en el departamento de filosofía. Los supervisores habían criticado abiertamente la enseiianza de la psicología en Harvard en el informe de 1871 (un año antes de que J ames fuera contratado). Declaraban: "No puede decirse que los estudios psicológicos rayen a gran altura entre nosotros. No hay tantos profesores ni tantos estudiantes de la materia como podría haber... confesamos que nos sentimos impulsados a pedir un renacimiento de la psicología”3 No está claro si la intención de estos supervisores fue centrar su descontento en Francis Bowen, el profesor de filosofía. Pero Bowen respondió introduciendo un "nuevo" curso denominado "psicología" en el departamento de filosofía, al año siguiente. Francis Bowen sobrevivía en Harvard desde una época anterior. Tenía la [p. 341] misma edad que el padre de WiIliam, y en la época en que éste ingresó instructor, el viejo profesor ya llevaba cuarenta años enseñando. Era vocero de una versión unitarista del teísmo y como representante de la ortodoxia había logrado resistir con éxito el asalto- trascendentalista de la década de 1830. Aunque experto en historia de la filosofía, era un maestro aburridor dedicado a inculcar las verdades cristianas. Se opuso a las innovaciones del presidente Eliot en Harvard, y trató de bloquear la introducción del sistema electivo, las conferencias y el avance hacia la especialización. Se opuso también al ingreso de William James en el departamento de filosofía, e iba a tratar de obstaculizar sus promociones cuando el joven científico-psicólogo se convirtió en filósofo.4 Lamentablemente, Bowen se limitó a cambiar la denominación de su curso para dejar conformes a sus supervisores. El "nuevo" curso de Bowen utilizaba los mismos textos que antes (Noah Porter, John Locke, Victor Cousin y James Mill) para demostrar que el estudio científico de la mente no tenía nada qu cnseñarle a los filósofos. Nadie se llamó a engaño. En 1873, James Eliot Cabot, hablando en nombre de los supervisores, dijo que "hasta donde tenemos noticias, en psicología no ha habido ningún cambio".5 La defensa que hacía Bowen de la ortodoxia se basaba en el dualismo cartiesiano. Si la mente y el cuerpo serían siempre distintos, la psicología fisilógica, como 2
PP, 1: 306-7. Board of Overseers, Report of the Committee on Resolutions, diciembre 19, 1871, 17, Harvard University Archives. 4 TCWJ, 2: 12; Bruce Kuklick, The Rise of American Philosophy: Cambridge, Massachusetts, 1860-1930 (New Haven, 1977), 30; Sheldon M. Stern, “William James and the New Psychology”, en Social Sciences at Harvard, 1860-1920: From Inculcation to the Open Mind, comp. Paul Buck (Cambridge, Mass., 1965), 177-178. 5 Stern, “James and the New Psychology”, 179 3
otros intentos científicos de reducir al ser humano a mecanismos, carecía de relevancia para la filosofía. Como podía predecirse, Bowen era también enemigo dc la teoría evolucionista. Pero en la década de 1870 los estudiantes querían saber más sobre los nuevos métodos científicos aplicado al estudio de la mente (la "nueva psicología"), y los datos de Bowen, que mezclaban el realismo escocés y la teología natural unitaria, no estaban en condiciones de satisfacer ese apetito. El nuevo instructor de psicología representaba una amenaza múltiple para su colega mayor: era un maestro dinárn ico, hijo de un crítico franco de la teología natural, un científico familiarizado con la nueva psicología y un reconocido partidario de la teoría de Darwin: además (quizás en esto consistiera lo más importante) era un hombre de Eliot. En 1874 (en su segundo. año como profesor de fisiología de jornada completa) Williarn introdujo un curso para graduados denominado "Las relaciones entre la fisiología y la psicología". Esta fue su primera cuña en el currículo establecido una incursión preliminar en el territorio de Bowen. A James Eliot Cabot deb de haberle agradado que finalmente se le hubiera prestado a su crítica una atención seria. No obstante, trató de echar aceite sobre las aguas agitadas, observando en el Informe de los Supervisores correspondiente al período 1875-1876 que la formación científica no constituía necesariamente una amenaza para la religión. En realidad, el conocimiento científico podía llevar una defensa mejor informada del cristianismo. "Nos complace saber que se ha establecido un curso sobre ns relaciones entre la fisiología y la psicología, y esperamos que sea incorporado [p. 342] al departamento de filosofía. La ignorancia por los filósofos del aspecto físico de los fenómenos mentales ha sido una consecuencia natural del hecho de que se exagerara la importancia de las perspectivas materialistas." Cabot se entusiasmó con el nuevo curso de James. El profesor de filosofía debe de haberse sentido inequívocamente incómodo ante la reprimenda poco velada con la que concluía el Informe de Cabot: "El propósito inmediato de la filosofía no es edificar, sino ayudamos a comprender los hechos de la vida, y para hacerla debe tener el cuidado de no volver la espalda a ninguno por la circunstancia de que no se adecue a nuestras opiniones preconcebidas".6 No puede sorprender que también temiera a James un joven colega de Bowen del departamento de filosofía, George Herbert Palmer. Este tenía una formación que abarcaba los clásicos y teología. Carecía de experiencia científica del tipo de la que estaban pidiendo los supervisores. Pero, a diferencia de Bowen, en sus clases estaba dispuesto a utilizar textos psicológicos, como Mental Science de Bain. De ningún modo podía competir con J ames. Es su mérito del haber abogado por el curso de James sobre la psicología de Spencer cuando éste fue propuesto para el departamento de filosofía en 1877.7 En diciembre de 1875 James supo que se iba a considerar su promoción como profesor ayudante de fisiología. Le escribió a Eliot una carta políticamente hábil en apoyo de su posición, definiendo su campo (la "ciencia mental") de modo que incluyera a Bowen, pero Jimitándolo. Según su definición, para el futuro de Harvard r-esultaba esencial la presencia de un docente que combinara la formación científica con el talento de un metafísico. Vale la pena demorarse citando dicha carta, pues ella demuestra con cuánta eficacia James sabía abogar por sí mismo en la contienda académica. Es significativo que en tanto intentaba consolidar su posición docente científica, James utilizara una metáfora tomada del episodio con la pintura, que tanta aflicción le provocó. Comparó al cuerpo docente de Harvard con una tela de cuadro que dentro de ciertos límites podía extenderse para darle cabida a él. Estimado señor: Puesto que está usted por someter a consulta con la Corporación mi posición general en el programa del College, no es impropio que le presente por escrito mi idea del modo en que mi propuesta enseñanza se incorporaría y ajustaría sin extender indebidamente la tela.
Dividió el campo de la ciencia mental en cuatro partes-lógica, historia de la filosofía, metafísica y psicología- e indicó que el currículo de ese momento (con Bowen) trataba principalmente acerca de la historia de la filosofía (de lo cual se infería que las otras tres áreas estaban descuidadas); sugirió que la progresión ordenada sería bien y precisamente servida por tres cursos (fueron cuatro en el inventario) si se aceptaba una extensión mayor del currículo (con lo cual [p. 343] hacía lugar para su curso); a continuación propuso que los no graduados pudieran estudiar psicología fisiológica. Subrayó la incapacidad de sus colegas para enseñar la nueva psicología, mediante un agudo interrogante retórico.
6
Board of Overseers, Report of the Committee on Resolutions, 1875-76, Harvard University Archives. TCWJ, 1: 453: Samuel Eliot Morison, Three Centuries of Harvard University (Cambridge, Mass., 1946), 353; Samuel Eliot Morison, The Development of Harvard University (Cambridge, Mass., 1930), 216-18. 7
La pregunta, es: ¿quedarán los alumnos librados por una parte a las publicaciones periódicas, y a la lánguida atención que puedan prestar al tema profesores educados de un modo exclusivamente literario? ¿O empleará el College a un hombre cuya formación científica le permita comprender la fuerza de todos los argumentos de la historia natural, mientras que al mismo tiempo su familiaridad con autores de tipo más introspectivo lo preserve de cierta rudeza de razonamiento extremadamente común en hombres de puro y simple laboratorio?
La respuesta era obvia. El médico renuente y el científico de escritorio, sin ninguna vergüenza hacía mérito de la dualidad de su formación. Sin ninguna referencia a mí mismo, tengo la firme convicción de que es posible que en el College no pueda enseñar la psicología como ciencia viva alguien que no está directamente familiarizado con los hechos de la fisiología nerviosa. Por otra parte, nadie que sea simplemente fisiólogo puede comprender adecuadamente la sutileza y la dificultad de las partes psicológicas de su propia materia hasta que trate de enseñar, o por lo menos de estudiar, la totalidad de la psicología. La unión de las dos "disciplinas" en un hombre parece lo más natural del mundo, si bien no lo más tradicional.8
En el curso del año siguiente, James participó en una serie de acontecimientosorquestados para obligar a Bowen a retirarse. No es probable que haya organizado todos los elementos (personas más poderosas que él estaban sin duda implicadas) pero desempeñó una parte activa en la intriga, junto con Cabot, Eliot y G. Stanley Hall. El presidente Eliot respondió prontamente a la carta que le dirigió Jarnes en diciembre de 1875, prometiéndole futuras oportunidades en Harvard. Eliot tenía indudablemente poder para hacer progresar a William, pero demostró su imposibilidad de desalojar a Bowen. William informó sobre sus perspectivas en una carta a su hermano Henry fechada el 12 de diciembre: “El otro día tuve una entrevista con C. W. Eliot, quien me sonrió y me prometió 1200 dólares para este año y 2.000 para el próximo, lo cual será una bendición si se produce". Añadió un comentario sobre su salud, confirmando el efecto benéfico del trabajo (y la lucha política). "A medida que avanza el período lectlvo voy tomando conciencia de que en casi todos los sentidos estoy realmente mejor que el año pasado, lo cual mejora mis perspectivas para el futuro."9 Su curso para no graduados, historia natural 2, fue aprobado para el año académico 1876-1877, y él se vio promovido a profesor ayudante de fisiología. Eso fue cuanto pudo hacer Eliot. Aunque él y la Junta de Supervisores le sonreían a James, y se destinaron fondos a sostener un pequeño laboratorio para investigaciones y demostraciones de psicología fisiológica, William se impacientaba, sintiéndose mal ubicado como profesor de ciencia.10 Había estado [p. 344] manteniendo correspondencia con Charles Renouvier, el filósofo francés, desde 1872. En julio de 1876 le confió su problema. La enseñanza de la fisiología o de la nueva psicología exigía realizar trabajo de laboratorio, para el cual no se sentía dotado. Necesitaba tiempo para estudiar, escribir y pensar, y los deberes científicos del laboratorio actuaban como obstáculos. Hizo su habitual reverencia ante la mala salud como justificación, pero la intención era clara. Quería pasar de la ciencia a la filosofía. Quería el puesto de Bowen. "Anhelo tiempo libre para estudiar estas cuestiones [pluralismo y monisrno l. He estado enseñando anatomía y fisiología en el Harvard College El año que viene tendré también un curso de psicología fisiológica, en el cual emplearé como libro de texto, por ciertas razones prácticas, la Psicologia de Spencer. Mi salud no es buena; encuentro que el trabajo de laboratorio y también el estudio son más de lo que puedo hacer. Por lo tanto no es imposible que en 18771878 sea transferido al departamento filosófico, en el cual es probable que se produzca una vacante."11 Renouvier respondió con palabras de aliento, reconociéndole a su corresponsal talento filosófico. "No tenemos suficientes verdaderos filósofos, y es muy deseable para todos los interesados que quienes poseen una vocación real empleen su capacidad en el campo de las ideas generales. Usted tiene esa vocación in cuestionablernente."12 La siguiente movida en el esfuerzo por desplazar a Bowen fue pública y en ella participó el primer alumno graduado de Jarne s, G. Stanley Hall. Dos años más joven, y egresado del Union Theological Serninary de la ciudad de Nueva York, Hall había demostrado un intenso interés por la filosofía en sus días de estudiante no graduado del William College. Estaba por dirigirse a Alemania para estudiar psicología con Wundt cuando el ofrecimiento de una cátedra de inglés lo llevó a Harvard. Allí obtuvo el doctorado en filosofía, en la especialidad de psicología (fue el primero en Harvard) bajo la dirección de William. Ministro 8
William James a Charles Eliot, diciembre 2, 1875, MH; publicada en parte en TCWJ, 2: 10-11. TCWJ, 1: 364. 10 Stern, “James and the New Psycology”, 185. 11 TCWJ, 1: 666. 12 TCWJ, 1: 667. 9
del Evangelio que se volvía hacia la nueva psicología con un fervor casi religioso, Hall, lo mismo que Jarnes, miraba anhelante al departamento de filosofía de Harvard y a la cátedra de Bowen. Hablando de su plan original de estudiar en Europa, recordó: "No obstante, sólo llegué hasta Cambridge, pues tropecé con el ofrecimiento de un puesto de instructor en el departamento de inglés de Harvard, bajo la conducción del profesor Childs... y lo acepté con renuencia, esperando hacerme de una posición firme para llegar a enseñar filosofía, pues se rumoreaba que el profesor Bowen estaba por retirarse, pero los hechos que siguieron demostraban que no tenía la intención de hacerla por algún tiem po" .13 James tenía prioridad, eso era claro; no obstante, lo que era bueno para el maestro podía también acrecentar las posibilidades de Hall. Como veremos, ésa no fue la única vez que profesor y alumno pescarían con la misma red. En el otoño de 1876, Hall publicó una carta abierta en The Nation, criticando la enseñanza de la filosofía en los colleges de los Estados Unidos. La carta [p. 345] se acompañaba de una declaración de acuerdo, no firmada, escrita por el profesor Williarn James. Quizás los dos conjeturaron esperanzadamente que la opinión pública ayudara a desplazar a Bowen. En su carta abierta, Hall se quejaba de que en las mejores instituciones de lo Estados Unidos hubiera "pocas ramas del conocimiento, o ninguna, tan inadecuadamente enseñadas como las que en términos generales sé consideran parte de la filosofía". Se tomó el cuidado de señalar que la alternativa que brindaba Harvard era más amplia que la mayoría, pero es poco probable que Bowen se tragara el anzuelo. "La totalidad del campo de estudio está por lo general en las manos de uno de los más antiguos y 'seguros' miembros del cuerp docente, en la errónea creencia de que la meta de los profesores de ese departamento debe ser adoctrinar y no instruir... decir el qué hay que pensar, y no enseñar cómo se piensa." * El motivo de esa carta se hizo aun más claro cuando ulteriormente Hall la amplió, convirtiéndola en un artículo. "Es en tod caso claro que hay muy pocas posibilidades de que un bien formado estudioso de la filosofía en cualquiera de sus ramas logre una posición docente en la materia."14 James, por su parte, inició su propia carta suscribiendo la: crítica de Hall. "Innecesario es decir que estamos totalmente de acuerdo." Presentó la esclavitud política y la libertad metafísica que regían en Alemania, contrastándolas con las limitaciones que establecía la religión organizada a la libertad política de los Estados Unidos. Henry Jarnes padre habría aplaudido sin duda el vigoros ataque que su hijo dirigía al clero, pero Bowen y sus amigos deben de haber visto justificada su inquieta desconfianza. El joven doctor James era tan peligroso como su padre radical. En los Estados Unidos, decía James, el pensamiento metafísico "ha sido siempre perseguido por la conciencia de la ortodoxia religiosa del país... La forma de los problemas y la discusión filosófica, en resumen, se adecua demasiado a la alternativa de que sea establecida para nosotros por la existencia de la Iglesia". James realiza un apasionado alegato a favor de una "apertura mental" en la enseñanza de la filosofía, de modo que los colleges formaran "hombres y no máquinas". Lo mismo que Hall, observó que en Harvard la situación estaba cambiando para bien, pero es dudoso que ese paliativo distrajera de cierta afirmación escueta a los lectores informados de Cambridge: "El más soñoliento de los reposos característicos de los doctores en teología pronto deberá interrumpirse en el escritorio profesional del aula, e, inquieto por la nueva agitación que rodea a su trono, terminará por abdicar a favor de maestros de temperamento más alerta".15 Bowen no cedió. James dio su curso para no graduados con gran éxito, y por primera vez los alumnos de Harvard tuvieron la oportunidad de hacer la [p. 346] experiencia de los procedimientos de laboratorio de la psicología experimental. Si Bowen no se retiraba, había que extender la tela del cuadro para que William James pudiera ocupar un lugar junto con él. A pesar de las tenaces objeciones de Bowen, el curso de James sobre Spencer pasó al departamento de filosofía. Cabot y la J unta de Supervisores continuaron elogiando la enseñanza de James y recordando al departamento de filosofía que no obstante el incremento de la inscripción y el perfeccionamiento de los cursos, "el trabajo puramente filosófico del college sigue estando muy mal representado". Debemos observar que Cabot prestaba una cuidadosa atención al progreso de James, y que demostró ser un aliado invariable en la lucha intestina por el espacio, y que sus argumentos reproducían los que presentaba el propio J ames, abogando por sí mismo. "El curso de psicología ofrece gran interés y estímulo al pensamiento, lo cual no puede dejar de constituir una importante ventaja *Obsérvese que la crítica de Hall se hace ceo del informe de la Junta de Supervisores en lo tocante al adoctrinamiento. [p. 345]
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G. Stanley Hall, Life and Confessions of Psychologist (Nueva York, 1923), 203. G. Stanley Hall, “The Teaching of Philosophy in Our Colleges”, Nation, 23 (septiembre 21, 1876): “Philosophy in the United States”, Mind, enero de 1879, 91. 15 William James, “The Teaching of Philosophy in Our Colleges”, Nation, 23 (septiembre 21, 1876): 178-79. 14
para aquellos estudiantes lo bastante afianzados en la materia como para poner a prueba por sí mismos los métodos de investigación y los supuestos fundamentales que prevalecen en la escuela filosófica 'científica' del presente." Advertía que sin una preparación adecuada (implícitamente se decía que era necesaria más instrucción del tipo de la ofrecida por el profesor ayudante de fisiología) los estudiantes se limitarían a reemplazar "los hechos de un orden por los hechos de otro orden, para confusión de todo pensamiento correcto". Pero con William James enseñando en Harvard, el riesgo de que hubiera adoctrinamiento era pequeño (comparado con el riesgo que representaban ciertos miembros, no mencionados, del cuerpo docente). "No creemos, sin embargo, que con el método eminentemente liberal e inspirador que se aplica en este curso, haya en nuestro caso un serio peligro." Cabot cerró su informe sobre filosofía (1877-1878) con un comentario sobre la necesidad de contar con un nuevo libro de texto para enseñar psicología. Esta no es más que otra indicación clara de su alianza con J ames, que acababa de firmar un contrato para redactar un texto de ese tipo. "Es sin duda alguna una desdicha que los únicos libros de texto disponibles, y la mayor parte del material para la lectura colateral, incluyan postulados inadmisibles, al punto de otorgar en gran medida a la instrucción un carácter polémico; quizás sea inevitable.16" Aparentemente, entre los supervisores, el presidente y William James había un acuerdo completo acerca de lo que era lo mejor para el futuro de Harvard. No se trataba del profesor Bowen. James estaba decidido a ingresar en la tierra prometida de la filosofía y a abandonar la servidumbre de la ciencia. Su siguiente movida consistió en cultivar un ofrecimiento externo de la Johns Hopkins University (abierta en 1876) para ejercer una presión adicional en Harvard. G. Stanley Hall fue quien primero tuvo noticias de esa posibilidad de empleo, y le pasó el dato a James. El 23 de abril de 1877, William le escribió al presidente Daniel Coit Gilrnan, de aquella universidad.: "El doble campo de la psicología y la fisiología que ahora abarco [p. 347] es demasiado amplio para mi capacidad de trabajo... Preferiría abandonar la fisiología y no la psicología. Hace algunas semanas le manifesté concordantemente al presidente Eliot que deseaba ser considerado candidato a ocupar la prirnera vacante en filosofía que pudiera producirse aquí. Pero puesto que en este mundo con nada puede contarse a ciegas, creo que me corresponde hacer que mi posición sea conocida en círculos más amplios; y en consecuencia me he tomado la libertad de informarlo al respecto". Le propus a Gilman encontrarse con él en Newport (donde Gilrnan tenía una casa), y mencionó a J. Eliot Cabot como el juez que estaba en mejor posición para efectuar una estimación "filosófica". Su amigo Charles Peirce escribió también una brillante carta de recomendación, subrayando la importancia de la nueva psicología e indicando que James era "el único hombre del país" adecuadamente pr parado para enseñar la materia. James fue característicamente modesto cuando Gilman se precipitó sobre la oportunidad de incursionar en Harvard para arrebatarle un docente que necesitaba con urgencia. El 29 de abril Williarn acusó recibo de la "carta extremadamente amistosa" de Gilman. Considerando que había mordido el anzuelo, tiró suavemente de la caña. "Me dirigí a usted sólo por obedecer al principio general de que si uno desea algo en este mundo es preferible que haga conocer su deseo todo lo posible, no porque crea en particular que soy adecuado para el puesto que usted quiere cubrir. En realidad ignoro por completo cuáles serían los requisitos especiales que es preciso satisfacer como profesor de filosofía en la JH University." El anzuelo quedó hincado, y se llegó al acuerdo de que William diera dos semanas de clases en Baltirnore, "de un modo general expositivo y crítico de las especulaciones recientes acerca de la vinculación entre mente y cuerpo". De ese modo la universidad conseguía un curso del que tenía necesidad, y los alumnos y el cuerpo docente tendrían la oportunidad de examinar al candidato en perspectiva. En su aceptación formal, William planteó diplomática pero firmemente el problema de la remuneración. "Usted no ha hecho mención alguna de la remuneración, supongo que por inadvertencia."17 Aunque empezó algo tarde, estaba aprendiendo a desempeñarse en el juego académico. Henry James hijo era mucho menos circunspecto. El drama representado en los corredores académicos de Carnbridge evocaba un tema favorito de su imaginación: el norteamericano rico tratando imperiosamente de comprar lo que hubiera capturado su fantasía ingenua. Escribió desde Europa apremiando a su madre para que le dijera cómo iba la maniobra política de William. "Tengo grandes deseos de conocer el resultado de la visita de Gilman con su bolsa de dinero, y la susceptibilidad de William a dejarse tentar por él. El College tendría que ser muy mezquino para quedarse atrás en la oferta, yo lamentaría que él tuviera
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Board of Overseers, Report of the Committee on Resolutions, 1877-78, 5-6. Toda esta discussion está basada en la correspondencia que recoge Jackson 1. Cope, “William James’s Correspondance with Daniel Coit Gilman, 1877-78”, Journal of the History of Ideas, 12 (octubre, 19561): 609-27. 17 Cope, “William James’s Correspondence”, 620.
que renunciar a la civilización superior de Cambridge.18 Desde su establecida base europea, sólo con ironía pudo haberse referido a la civilización superior de Carnbridge". Williarn iba a demostrar que era intratable [p. 348] como Madame de Cintré en The American, la novela de Henry. Pero no antes de que Gilman, Eliot y James hubieran interpretado la pieza teatral hasta su desenlace favorable (para William).
La serie de conferencias de febrero de 1878 fue bien recibida y la negociación avanzó un paso más. En el otoño, William le dijo a Gilman: "En lo que respecta a una designación permanente, si hubiera una con cuyas condiciones y con cuyos deberes y remuneración yo estuviera de acuerdo, creo que ahora puedo decir que no la declinaría. Es poco probable que la promoción a algún puesto que quede vacante aquí (lo cual ahora no se espera) pudiera actuar como contratentación efectiva, pero el trabajo más liviano de Baltimore gravitaría incluso más que eso";19 Eliot comenzó a preocuparse. Harvard bloqueó un plan que le permitía a James abandonar su curso de fisiología con el objeto de dejarle tiempo libre para conferencias en la Johns Hopkins University. Con la sensación de que tenía poco tiempo. Gilman avanzó; tenía la clara intención de ofrecer a James una designación permanente. Eliot fue quien dio el paso siguiente. Una vez más, ante los ojos de William, osciló el señuelo de la cátedra que ocupaba Bowen. Eliot le aseguró a James que tenía "más probabilidades que cualquier otro candidato a la sucesión de la principal cátedra de filosofía". Aunque William no lo mencionó en su carta a Gilman, Eliot debió de haberle prometido más, puesto que en realidad Bowen estaba firmemente instalado en su puesto, e iba a seguir en él durante una década más. James tiene que haber negociado intensamente. Salvo el puesto de Bowen, obtuvo todo lo que quería. En 1879 se le permitió dar su primer curso exclusivamente filosófico, filosofía 5 (sobre Renouvier); quedó completamente liberado de las clases de fisiología, y en 1880 fue formalmente designado profesor ayudante de fílosof'ía20" Por fin había logrado salir del laboratorio de fisiología y de la orientación científica que su padre le impuso. El presidente Gilman tomó su derrota como un caballero (aunque cuando James trató de volver sobre el tema se quejó de que sus propuestas fueran "menospreciadas por los hombres de Harvard")21 Escribió: "Para ser franco con usted, como usted lo ha sido conmigo, todo el tiempo he estado seguro de que sus lazos con Cambridge eran demasiado fuertes como para que nosotros pudiéramos romperlos"22 Los "lazos" a los que se refería el presidente Gilman eran menos académicos que familiares. William lo confesó en su carta de declinación: "Usted conoce la fuerza inmensa de los vínculos familiares. Mi padre es enfermizo, mi hermana inválida, y pienso que sufrirían con mi ausencia”.23 Según su costumbre, planteó la cuestión en términos de enfermedad, pero el presidente Gilman (amigo íntimo de la familia en Newport) habrá sabido completar el mensaje por sí mismo. William hab ía vivido bajo el techo de su padre hasta julio de 1878, [p. 349] de treinta y seis años.* Independizarse no era fácil en la familia James. El proceso de individuación, que establece la propia integridad psicológica singular, estaba inextricablemente ligado con la búsqueda de una profesión y con el esfuerzo de los hijos de Henry y Mary James por fundar sus propias familias. De los cinco hermanos Jarnes, Alice y Henry no se casaron, y de los tres que lo hicieron, uno, Robertson, pasó la vida separado de su mujer, residente en Milwaukee, mientras él habitaba cerca de su familia en Boston. Como hemos visto, los dos hermanos menores estaban uncidos a un mismo yugo, y juntos atravesaron las experiencias escolares y militares (en el Ejército de la Unión) y después el experimento de la plantación de posguerra en Florida. Bob se casó primero, y Wilky un año después, con mujeres que eran amigas íntimas. Ambas parejas tuvieron dos hijos, primero un varón y luego una niña, separados entre sí por menos de dos años. Esas fueron las primeras fracturas en la familia James, y las reacciones que se produjeron en el grupo permiten hasta cierto punto percibir la tenacidad del aferramiento familiar. Por más que se observaran las reglas sociales de afabilidad y cortesía, fue indudable la frialdad de Mary James para con sus nueras y ante la llegada de los nietos. *A fines de siglo, la edad promedio de los graduados en Harvard que contraían matrimonio oscilaba entre los 29 y los 31 años. [p. 349] 18
TCWJ, 1: 380; Cope, “William James’s Correspondence”, 620. Ibid., 619n. 20 Ibid., 620. 21 Ibid., 627. 22 Ibid., 622. Partes de esta historia ya habían aparecido en Kuklick, Rise of American Philosophy, 27; Dorothy ross, g. Stanley Hall: The Psychologist as Prophet (chicago, 1971), 63, 79, 105. 23 Cope, “William James’s Correspondence”, 621. 19
Bob se casó con Mary Holton en noviembre de 1872. La joven pareja viajó a Boston después de la luna de miel, y Mary James le escribió con acritud al respecto a su hijo Henry: "Todos te habrán hablado profusamente de Mary. No es mucho lo que se puede saber de ella, quiero decir que no aparece en la superficie… Alice simpatizó con ella, y aunque no puede ser una compañera, puede sí ser un animalito mímado"24 Cuando Wilky se interesó en Caroline Eames Carey, su madre adoptó la misma actitud condescendiente ante esa otra persona proveniente del Oeste que se incorporaba a la familia. Le escribió a Alice: "Considero que ninguna de estas chicas es intelectual en absoluto". Pero ése no era el único defecto que advirtió. En Mary Holton descubrió una capacidad práctica, administrativa, afín a la suya propia, y la recompensó con un desdén arrogante. Predijo rencorosamente que "la pequeña Mary" terminaría haciéndose cargo de todos. "Quizás uno de estos días unan sus recursos y vivan juntos, y la pequeña Mary será la administradora de todos, pues creo que estaría a la altura de cualquier emergencia, tan grande es su pequeña fuerza."25 ** [p. 350] Escribiéndole a Henry se regodeó acerca de la inminente visita a Milwaukee de una amiga de la familia, que esperaba conocer a las esposas en perspectiva: "Quizás Miss Cary esté dispuesta, pero estoy segura de que la pequeña Mary no quiere".26 Mary James desaprobaba menos a la futura esposa de Wilky, aunque estaba lejos del entusiasmo. Pensaba que "Miss Cary" podía estimulara Wilky para que trabajara con empeño. "Con sus tendencias y temperamento, él necesita un motivo fuerte que lo estimule para trabajar, y bastaría con que fuera una mujer de sentimientos y carácter y apegada a él con fuerza suficiente, de modo que lo ayude en la lucha, para que pudiéramos alegrarnos."27 Pero varios meses después se manifestó menos confiada. "¡Pobre Wilky!... Me temo que ella no sea una mujer de mucha ayuda.”28 Aparentemente, para la señora James una familia bien constituida estaba compuesta por mujeres fuertes y hombres débiles. Pero otra matriarca poderosa representaba una intrusión a la que no se le brindaba una buena acogida. Mary James se refería continuamente a sus hijos recién casados utilizando diminutivos, como si ellos estuvieran representando y la suya fuera la única familia adulta real. Cuando nació el primer nieto, Henry recibió la siguiente nota sardónica: "Nuestras novedades de la casita de Bob y el cuadro que traza de Mary y el niño tienen algo que es más celestial que terreno. Me gustaría que leyeras algunos de los boletines cotidianos que nos ha enviado. Creerías que es el más envidiable de los hombres."29 Cuando llegó el verano, una vez más se refirió fríamente a su nieto Edward: "Alice te envió un fotografía de nuestro pequeño retoño, que sin duda se ve vigoroso. Hemos sabido por Wilky que también él espera bendecimos del mismo modo... Carrie no estará tan estusiasrnada, pero de todos modos podría ser una buena madre, y las perspectivas del negocio de Wilky son muy buenas; no es algo que haya que lamentar".30 "No es algo que haya que lamentar" fue el comentario más entusiasta que exteriorizó por el hecho de que hubiera un brote nuevo en esa rama de su familia. Como abuela escéptica de sesenta y tres años, no parecía recomendarle que se casara y formara familia a su hijo soltero Henry. Por cierto, la mayoría de sus referencias al matrimonio de los amigos de él repetían el mismo estribillo negativo. A la futura esposa de Sarge Perry la presentó en broqueta: "Sin duda lo atrajo su talento, pero yo habría dicho que la alta estima en que lo tiene ella misma debilitaba el conjuro"31 El matrimonio de John La Farge [p. 351] también atrajo sus saetas, aunque en este caso lo que deploró fue el egocentrismo del hombre: "No conozco ningún hombre que impresione tan desagradablemente… es tan egoísta y está tan lleno de pretensiones y engreimiento.Vive en Nueva York y deja a su esposa, excesivamente tolerante, con toda la carga de la familia".32 **La historia de Caroline Carey había sido análoga a las de Mary Walsh James, y de Alice Gibbens James, la mujer de William. Las madres de las tres mujeres habían muerto o abdicado de sus responsabilildades, de modo tal que ya de niñas tuvieron que asumir un rol maternal en sus familias. Wilky le describió la novia a la madre en los términos siguientes: "Perdió a la madre a los ocho' años y desde entonces supo estar al frente de la casa del padre, dirigiéndola y administrándola para él" (AJ, 151 n). Henry James padre y su esposa finalmente desarrollaron una buena relación con Mary Holton James, pero la esposa de Wilky nunca fue aceptada, y la amargura de ese rechazo se prolongó hasta después de que él muriera. [p. 349-50] 24
Mary Walsh James a Henry James (h.), diciembre 15, 1872, MH. Mary Walsh James a Alice James, Julio 18, 1872, MH. 26 Mary Walsh James a Henry James (h.), Julio 23, 1872, MH. 27 Mary Walsh James a Henry James (h.), marzo 21, 1873, MH. 28 Mary Walsh James a Henry James (h.), marzo 25, 1873, MH. 29 Mary Walsh James a Henry James (h.), Julio 6, 1874, MH. 30 Mary Walsh James a Henry James (h.), Julio 6, 1874, MH. 31 Mary Walsh James a Henry James (h.), mayo 25, 1873, MH. 32 Mary Walsh James a Henry James (h.), marzo 21, 1873, MH. 25
La señora James había nutrido a Henry y Alice con esa visión negativa del matrimonio, pero en la primavera de 1874 incitó a Henry a casars con una intensidad sorprenternente apasionada. El había planeado vivir en Europa, lejos de la familia, y esa perspectiva desencadenó un desborde emocional único en la correspondencia de la mujer, mezclándose en ese texto la ternura materna que le suscitaba su hijo favorito, con la pasión de una amante.
Mí querido Harry: Aunque últimamente no te he escrito mucho, creo que nunca pensé tanto en ti como desde que Willy volvió a casa. Con mucha frecuencia sentí que deseaba cubrirte con el manto del afecto familiar y envolverte con el más tierno 'de mis propios abrazos. Me parece, querido Harry, que tu vida debe de necesitar este plato suculento y nutritivo más de lo que tú mismo crees. Pues no obstante el encanto y la belleza que le rodean, y que tanto vivifican e inspiran tu vida estética e intelectual, tu vida social, la vida de tus afectos, tiene que necesitar el riesgo y el sol que sólo pueden brindarte el hogar o un círculo de amigos. Sólo se me ocurre una cosa que resolvería esa dificultad y armonizaría los elementos discordantes de tu vida: según yo lo veo, mi querido Harry, tú harías el más afectuoso, amable y feliz de los esposos.33
Pero Henry no demostró ninguna inclinación hacia la "suculencia", "el riesgo" o el "abrazo". Se manejó conservando una distancia prudencial; en realidad, puso un océano de separación entre ellos. William había tenido poca experiencia con las mujeres. Exceptuado un vacilante interés en Fanny Dixwell (que más tarde se casó con Oliver Wendell Holmes hijo) su afecto estaba firmemente ligado a la familia. Como hemos visto, era juguetón y bromista con la hermana, A través de las décadas de 1860 y 1870 su correspondencia con ella irradia afecto fraternal. Cuando William James eligió otra Alice para casarse en el verano de 1878, la hermana cayó enferma, perdiendo todo lo que había progresado en salud y aspecto, y que registró cuidadosamente la correspondencia de la familia. Se cerró como un capullo bajo una helada prematura. En un momento próximo a su muerte en 1892, escribió en la intimidad de su diario: "El hecho es que he estado muerta mucho tiempo y detrás no he tenido más que el torvo empuje de las horas... desde el horrendo verano de 1878, cuando descendí al mar profundo, sus aguas oscuras se cerraron sobre mí y no conocí ni paz ni esperanza”34 Williarn le admitió al presidente Gilman que la invalidez de Alice era un lazo que retenía el afecto de un hermano casado. William fue el único de los hermanos James cuyo matrimonio mereció que sus padres lo aprobaran de todo corazón. Después de haber elegido para su hijo [p. 352] una carrera científica, Henry J ames padre también eligió la mujer de William. Como hemos visto, la primera orden del creador a la criatura sólo había llegado a ser ley después de una penosa lucha. La segunda se abrió camino más fácilmente, quizás porque William, que ya había conseguido dar una nueva forma a su profesión, se sentía entonces lo bastante seguro como para apreciar los méritos de la maestra de veintisiete años que su padre le había destinado. No sabemos qué es lo que atrajo a Mr. James en Alice Gibbens, pequeña, rechoncha y de pelo castaño. Se encontraron en el Club Radical, un grupo unitario dedicado a atacar el supernaturalismo en la religión, de modo que cornpartran el interés por las ideas no ortodoxas. Quizás él percibió la fuerza nutriente (análoga a la de su mujer) que una vida difícil había fijado en el carácter de Alice. [p. 354] Hija mayor (tenía dos hermanas) de un matrimonio frágil e infeliz, a los dieciséis años se convirtió prácticamente en la cabeza de su familia, cuando su padre médico, durante mucho tiempo ausente, volvió de la Guerra Civil y de una prolongada batalla contra el alcoholismo, para suicidarse. La madre sufrió un colapso y Alice se hizo cargo de todo. Alice Gibbens sabía ser compañera. Aunque no una costilla de la misma carne, era satisfactoriamente bostoniana y estaba firmemente atada a la vecindad del jardín paterno. * La hermana de William no fue el único miembro de la familia perturbado por su decisión de casarse. Se trató de un acto que cortó también otro lazo fraternal muy fuerte. Henry hijo estuvo en el extranjero durante el noviazgo y la boda, siguiendo con su exitosa carrera literaria. Al recibir noticias del compromiso, hizo llegar su felicitación con un pretendido humor, y cayó en la amargura. "Tienes por cierto mi bendición, lo mismo que Miss Gibbens, o tal vez la destino particularmente a Miss Gibbens, puesto que a ella le resultará más necesaria... No me he sorprendido en absoluto, pues había estado esperando que me *La única fuente de información sobre Gibbens James es WJ. 214-223, Entre los papeles de James hay 1.300 cartas de William a su mujer, a las cuales no se tendrá acceso hasta el 2022. [p. 354]
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Mary Walsh James a Henry James (h.), mayo 18, 1874, MH. DAJ, 230.
comunicaras alguna novedad de este tipo… Creo tanto en el matrimonio de los otros como poco en mi propio matrimonio, lo que es mucho decir.”35 Envió una "tierna bendición nupcial", declarando: “Ahora me veo divorciado de ti por un destino inoportuno". La siguiente novela de Henry, titulada Confidence, trata sobre dos jóvenes amigos íntimos que luchan por obtener el amor de la misma mujer (llamada Angela, femenino de Angel, sobrenombre de Henry en el seno de la familia).36 Aunque había logrado la individuación respecto de William merced a su carrera literaria y la residencia en Londres, en su mundo de ficción Henry continuaba rurniando el vínculo desconcertante de figuras masculinas gemelas. Imaginariamente se ve ía como uno de los hombres estrechamente ligados que trataba de elaborar un destino separado, y también como una mujer, testigo y causa de la ruptura de aquéllos. William salió de la casa paterna para pasar la luna de miel en las montañas Adirondack, donde con frecuencia James iba a retirarse de su vida académica, atada a la ciudad. Su esposa de inmediato se convirtió en una parte de su mundo laboral. Mary James había estado escribiendo las cartas que le dictaba William, para "cuidarle la vista". Una segunda señora James se inició en el papel de amanuense. En su vida, el matrimonio iba a ocupar su lugar junto a la nueva psicología. Como había firmado contrato para escribir su texto de psicología dos meses antes de la boda, Francis J, Child, profesor de literatura inglesa en Harvard, le envió una carta retozona, haciendo bromas por la extraña conjunción de libro de texto y amor ("Psicología y Psique"). Su buen humor suscitó una no menos alegre respuesta de William: "¿… qué es ese discurso mitológico [p. 355] y poético sobre Psicología y Psique y retener un manuscrito compuesto durante la luna de miel? La única Psique ahora reconocida por la ciencia es una rana decapitada cuyos escritos expresan verdades más profundas que las que nunca soñaron sus poetas de mente débil". Aparentemente su esposa se sintió fascinada por las doctrinas de la nueva psicología: "Ella (no Psique sino la esposa) ama todas estas doctrinas que para su mente constituyen una novedad completa… Ahora cree totalmente en la acción refleja… No espere volver a obtener influencia con su tráfico de baladas".37 Por debajo del humor lozano, es evidente la esencia del conflicto con su padre, con Bowen y con sus futuros críticos. La ciencia pugnaba con el arte, y el materialismo amenazaba soterrar a la religión y la filosofía. Durante el resto de su vida, su tarea consistiría en explicar la ciencia psicológica con gracia literaria, mientras defendía el significado de la experiencia religiosa (como la de su padre) contra la tiranía del materialismo científico. FIN
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HJL, 2: 174. HJ, 2: 385. 37 LWJ, 1: 196. 36