EN LOS PASOS DEL MAESTRO
truyeron fortalezas sobre sus escombros; por eso el nombre “lugar del fuerte”. Más tarde, vinieron los musulmanes con la costumbre de colocar tumbas sobre todos los lugares judíos considerados sagrados, pues así pensaban impedir la llegada del Mesías, que, como sacerdote, no podría pisar los cementerios. Varios autores han pensado que, con el pasar de los años y el constante avance de la predicación apostólica, algunos de los parientes de sangre de Jesús pretendieron hacer de Nazaret el centro administrativo de la iglesia cristiana.3Algunas pistas históricas han llevado a algunos a creer que al mismo tiempo que los apóstoles predicaban el evangelio en Jerusalén, Samaria, Antioquía y Asia, una pequeña comunidad judeocristiana, formada principalmente por familiares de Cristo, fue establecida en Nazaret, sobreviviendo hasta mediados del siglo III. Esa comunidad estaría separada administrativamente del del grupo de los Doce y, en principio, habría ha bría tenido desavenencias con ellos debido a los asuntos problemáticos de la circuncisión circun cisión y de la la predicación pre dicación a los gentiles. gentiles. Al parecer, la postura postura de Santiago al apoyar el ministerio a los gentiles no agradó mucho a los demás hijos de José. A favor de esa tradición tenemos dos antiguos testimonios. El primero, de Julio Africano (160240 d.C.), que afirmaba que Nazaret era el centro de la actividad misionera judeocristiana.4 El segundo nos llega de un tal Conon, martirizado durante el reinado de Decio, quien habría confesado ante la corte romana: “Yo soy de Nazaret [situada] en Galilea, soy de la familia de Cristo, al cual rindo culto desde la época de mis antepasados”.5 Sin embargo, un punto vulnerable de esos testimonios es el completo silencio del libro de Hechos con respecto a un centro misionero con sede en Nazaret. También es digno de notar que el autor canónico no pretendía escribir una minuciosa historia del cristianismo primitivo. Hay otras tradiciones importantes como la crucifixión de Pedro y la decapitación de Pablo que también están ausentes en el texto producido por Lucas. No por eso, sin embargo, serían menos dignas de confiabilidad histórica. Hay todavía otra evidencia, esta vez venida de la arqueología, que también parece sustentar la historicidad de la organización na zarena.6 Al excavar algunos estratos debajo de la antigua iglesia bizantina de Nazaret, Bagatti encontró los restos de otra iglesia del siglo III, construida en el mismo formato de una sinagoga judía. La presencia de símbolos cristianos, como el pez, certificó que se trataba de una estructura de la comunidad judeocristiana que vivió en el lugar alrededor del año 200.7 Hoy, los restos de esa “iglesiasinagoga” y de la iglesia bizan-
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