Ex libris 24 de septiembre de 2007
Cada vez hay más libros en casa. Entre las camisas encuentro a Gabriel Miró (Biblioteca Castro) y dos tomos de las Crónicas de Elric, el emperador albino (Edhasa), albino (Edhasa), junto con muchos otros que no no merecen la pena. debajo de la mesa están Onetti y Canetti (disponibles en el C!rculo de "ectores), que riman sus apellidos en el poco espacio disponible. #eo, #eo, con cierto temor, que al$unos estantes de la nueva librer!a han adquirido una peli$rosa curvatura bajo el peso de tanta literatura, alineada en dobles %ilas y otras más horizontales. (&esde aqu! veo las novelas de Paul Auster en 'na$rama, o Los o Los años perdidos de Sherlock Holmes de Holmes de Jamyang Norbu en 'cantilado, $uardados a presin en un rincn apenas visible). ' pesar de ello los conozco a todos por sus t!tulos y por el lu$ar exacto de su ubicacin. Con%i$uran una $eo$ra%!a lectora, un mapa que me indica las di%erentes rutas que puedo tomar en caso de melanclico desvar!o, tedio o tibieza espiritual. Con%ieso que abundan las sorpresas. &e pronto un libro del que apenas te acordabas. ientras aspirabas la al%ombra lo viste all!, al %ondo del estante más bajo. recordaste, con $ratitud (oh, La (oh, La gratitud , de Dietri! "on #ildebrand *Ediciones Encuentro*, qu+ $ran ensayo), la ciudad donde lo compraste y el placer que te procur durante aquel viaje en tren. e trata de Ex Libris, confesiones de una lectora, lectora , de Anne $adiman ('lba). En %in, son miles de libros, s!, pero ellos me mantienen en mis cabales. si cada vez hay más es porque estoy vivo, porque ten$o alma y amo lo invisible- ese cmulo de sentimientos, pensamientos y emociones que en mi caso son Guillermo %rbi&u.