Estética – Unidad 1
¿Qué es la Estética? ¿Es una ciencia, es una filosofía? ¿Qué se entiende por Estética en la actualidad? Hay muchas definiciones que se darán sobre este término. Una de ellas, considerada ampliamente, la concibe como una disciplina filosófica, que tiene como objetivo encontrar los principios supremos de la belleza y del arte. Otros la conciben como una ciencia, ya sea particular o como teoría del arte. Dacal Alonso considera que el objeto de estudio de la estética es el arte y la belleza (considerada esta como un problema del arte, y que va a estar relacionado a la consideración que se tiene de la misma en las diferentes épocas y culturas). También se plantea que la estética no existe sin lo creado (el objeto estético) y el creador y receptor (los sujetos estéticos) (Marta Zatonyi). Pero ¿se puede reducir la Estética a la búsqueda de la belleza y al arte? Sánchez Vázquez, a partir de un análisis de las definiciones generales de la palabra Estética, va a ofrecer una definición propia. Hay que considerar primero que la Estética nace como una disciplina autónoma en el Siglo XVIII (el siglo del Iluminismo que somete a todos los conocimientos a la duda; el siglo de la razón y del florecimiento de las diferentes ciencias) de la mano de Baumgarten y su tratado de Estética, junto con otras disciplinas como la Historia del Arte, la Crítica de Arte, la Teoría del Arte, etc. Sánchez Vázquez plantea que una de las concepciones generalizadas sobre la Estética es considerarla la filosofía o la ciencia de lo bello, el objeto de estudio es lo bello. Pero esta concepción presenta conflictos. El primero conflicto es determinar qué es lo bello ¿a qué se refiere con lo bello? ¿Existe lo bello, fuera del objeto bello? Platón consideraba que sí, que existe lo bello (una idea del mundo de sus ideas) y que hace que la cosa (lo sensible) que participe en lo bello, sea bella; pero sin embargo Platón no puede dar una definición de lo bello, solo se limita a decir en su diálogo Hipias Mayor (después de una larga y profunda charla entre Sócrates e Hipias) que “lo bello es difícil”. A esta conclusión llega luego de tratar de encontrar que es lo bello, de tratar de definirlo, “lo bello es difícil”. Así como Platón asociaba lo bello (eso que considera difícil) a una idea, Hesíodo lo asociaba al mar, a sus formas onduladas que luego se asocia a las curvas de la mujer. Aristóteles consideraba que lo bello está en la cosa en sí (en lo sensible) y que depende de la proporción, de la simetría, de los límites. El Renacimiento habla de la consonancia e integración mutua de las partes, además la noción que tiene el Renacimiento acerca de la belleza, es totalmente diferente de la de nuestros tiempos, por ejemplo una mujer rellenita en el Quattrocento era considerada bella, en la década de los 60 hasta los 90 aproximadamente (aunque también se sigue viendo en la actualidad) la mujer para ser considerada bella, tenía que ajustarse a unos números, 90-60-90 (demás está decir que el querer llegar a esa medida llevó a muchas mujeres a que terminaran en la anorexia y en la bulimia). El hecho de ajustarse a números no es algo raro, ya en la antigua Grecia se había propuesto el canon de 7 cabezas, el cuerpo humano perfecto tenía que tener 7 cabezas. Así como se puede ver en estos ejemplos (y en muchos más que se pueden buscar) el criterio de belleza se ajustaba a un carácter objetivo. Sin embargo, a partir del S. XVIII, la determinación de lo bello se desplaza del objeto al sujeto. Y autores como Adam Smith, entre
otros, van a plantear que el criterio de belleza es subjetivo, o sea es el receptor el que determina que es lo bello y que no. Algo que tal vez se considera mucho en nuestra época, decir “a mí me gusta y eso es lo que importa”, “a mí me parece linda, y eso es lo que importa”, algo que parece ser muy sencillo, que fácil que es no dar explicaciones (aunque a veces te pueden preguntar ¿Qué es lo que le ves de bella?). Sin embargo aunque sea una belleza de carácter subjetiva, también se considera que dentro lo subjetivo funcionan patrones objetivos (a la hora de dar razones para considerar porque te parece bella). Así se ve como, ya sea con patrones objetivos o subjetivos, la consideración sobre lo bello fue cambiando a lo largo del tiempo, y dependiendo de la construcción que las sociedades hacen sobre la misma. El impedimento de poder definir lo bello y un criterio de belleza absoluto, es el primer problema a la hora de considerar a la Estética como la ciencia de lo bello. El segundo problema radica en que si se habla de lo bello, y se toma como objeto de estudio el arte, solo se considerara el arte bello (considerado tal vez el arte clásico) y queda fuera de las consideraciones estéticas un cuadro como “Saturno devorando a su hijo” de Goya, o “El grito” de Munch, o movimientos como el expresionismo, o muchas de las formas de arte contemporáneo como el arte abyecto por ejemplo, muchas performances, etc. O sea, la consideración de lo bello como centro de la Estética, deja de lado lo feo, lo grotesco, lo sublime, lo gracioso, lo trágico, etc. Y si tenemos en cuenta de que las nociones de lo bello que hay a lo largo de la historia, son sólo de la historia occidental, todo lo que está fuera de la historia occidental estaría automáticamente descartado. Sin pensar ahora en culturas exóticas, pensemos ¿Qué pasa con lo feo, con lo grotesco, con lo sublime, con lo gracioso, etc.? Todo esto que se encuentra en la historia occidental ¿Pueden entrar dentro de las consideraciones estéticas? Al respecto de esto, Umberto Eco escribe un libro que se llama la Historia de la Belleza, en donde hace un revisionismo histórico de las diferentes consideraciones que se tuvieron de la belleza a lo largo de la historia, y de alguna manera señala que la belleza no es el centro de la Estética. O sea, la belleza se vuelve así una categoría más, junto con otras como lo feo, lo grotesco, lo sublime, lo gracioso, lo trágico, etc. La Estética ya no es la “ciencia de la belleza”, o sea, la Estética ya no es toda belleza (aunque toda belleza sea Estética), sino que comprende también una seria de categorías (término que se refiere a un principio metodológico que permite una clasificación) Así como la Estética fue considerada (y sigue siendo considerada) la ciencia de lo bello, también se considera como la filosofía del arte. Si bien, en este sentido, el arte es un objeto de estudio muy importante para la Estética, Sánchez Vázquez piensa que la Estética no se centra solo en el arte, sino que también se puede establecer una relación estética contemplando por ejemplo la naturaleza, o incluso productos extra artísticos (productos de consumo y además la relación de éstos con la sociedad). Si se piensa en la Estética como filosofía del arte, se limita el campo de la Estética al arte. Además el campo de estudio del arte es muy amplio, no solamente la Estética puede servir como soporte teórico para el arte, sino también diferentes disciplinas; es un campo de acción interdisciplinario. También hay que tener en cuenta, que la Estética no es una disciplina aislada del resto, se vincula con muchas otras disciplinas, como ser la Historia, la Crítica, la Sociología, la Antropología, etc.
Para dar su definición, primero, Sánchez Vázquez, propone atenerse al significado original de la palabra Estética. Baumgarten, en su tratado, hace un estudio etimológico de la palabra, y llega a Aisthesis, que significa, sensibilidad. Una sensibilidad, que más que asociada a los sentidos, debe ser asociada a la percepción, en la cual intervienen tanto datos objetivos como subjetivos. Percibir implica mirar, aprehender y comprender; en el acto de percibir le damos a la imagen una serie de atributos, una composición, un discurso, etc. Se recibe, se elabora y se interpreta información que viene del entorno y de uno mismo. Heidegger por ejemplo definía a la Estética como “el saber acerca del comportamiento humano sensible, relativo a las sensaciones y a los sentimientos, y de aquello que lo determina”. Y así Vázquez nos da su definición de Estética que sería la “ciencia de un modo particular de apropiación de la realidad, vinculado con otros modos de apropiación humana del mundo y con las condiciones históricas, sociales y culturales en las que se da”. Un “modo particular de apropiación de la realidad”. Cada individuo se apropia de la realidad de diferentes maneras, dependiendo mucho de su subjetividad; la Estética se apropia de la realidad a partir de la sensibilidad y la razón; el Arte se apropió de la realidad de diferentes maneras (esto se puede ver a lo largo de la Historia del Arte), se apropió de la realidad imitándola, transformándola, representándola, presentándola, entro otras formas. Hay miradas diferentes, hay posiciones diferentes, no es lo mismo el punto de vista de Diego Rivera, muralista mexicano con una visión política, que el punto de vista de un artista abstracto del neoplasticismo como Mondrian por ejemplo, se ve como a través del arte hay diferentes formas de apropiación de la realidad. Ahora ¿cómo se apropia el espectador de una obra de arte? ¿Cómo funciona nuestro pensamiento estético frente a la obra? Indudablemente, a todos nos pasó (por lo menos se que a mí sí) que cuando estuvimos frente a una obra pudimos disfrutar de la misma sin comprenderla, sin comprender a que se refiere eso que vemos, que es lo que está diciendo, tal vez sólo la disfrutamos por sus características formales (en el caso de una pintura por ejemplo, por el grado de destreza técnica, por los colores, por la expresión que se pueden ver mediantes sus pinceladas, etc.). Pero así también cómo podemos disfrutar de una obra sin comprenderla, podemos comprender una obra sin disfrutarla (debo admitir que en mi caso particular soy más de disfrutar de una obra sin comprenderla, tal vez porque hago mucho zapping y ya me mal acostumbré a ello), podemos comprender el significado de una obra, podemos comprender que es lo que quiso decir, pero podemos también no disfrutarla. Cualquiera de las dos opciones son válidas, a todos nos pasó alguna vez. Pero hay otras ocasiones, en donde, más que el mero placer por mirar una obra, se puede despertar en nosotros una “curiosidad estética”, que implica una nueva forma de mirar, que puede tener una función descubridora, que nos lleva del lado de lo que se llama la Experiencia Estética, que tiene con ver con el “disfrutar comprendiendo y comprender disfrutando”, usando tanto la sensibilidad como la razón. Este es un saber que empezó a sistematizarse en la década de los ’60 y en el cual Hans Jauss va a realizar grandes aportes. El “disfrutar comprendiendo y comprender disfrutando”, la Experiencia Estética es un fenómeno que se relaciona con la estética de la recepción, siendo un objeto importante de estudio el receptor de la obra. Hans Jauss plantea que la Experiencia Estética tiene tres propiedades o categorías básicas. Por un lado esta lo que sería el plano receptivo o Aisthesis, que tiene que ver con el
“placer de reconocer viendo y ver reconociendo”, este es un plano en el que se ve la realidad de una manera diferente, hay un placer por el objeto en sí, nos lleva a otro mundo, se renueva la percepción interna y externa de la realidad; por ejemplo en la Alta Edad Media, se recomendaba recitarle a los campesinos los cantares de gesta, que eran una suerte de epopeya acerca de la vida de un héroe que servía de modelo a las colectividades. Mediante estos cantares de gesta se pretendía que el campesino olvide sus condiciones ínfimas de vida para volver al trabajo con mayor ánimo, lo introducía al campesino en un mundo ideal. La segunda categoría está relacionada con el plano comunicativo o Catarsis, que es el placer de las emociones. En este plano comunicativo lo que se permite es el distanciamiento de roles, que permite que salgamos de nuestra realidad o rol cotidiana/o y saboreemos lo que en la vida nos parece imposible o algo muy difícil de realizar. Nos sentimos afectados por la obra, y vemos algo que hasta entonces no habíamos visto. Hay que tener en cuenta también el término Catarsis; Aristóteles se refería con este término, a la capacidad que tiene la tragedia de purificar y redimir al espectador de sus emociones y pasiones al verlas realizadas por los actores, el espectador se siente seguro entre el público. Esto puede llevar a producir un cambio en la vida de las personas, a partir de Kant se habla de esto. La Catarsis tiene un poder transformador. Un caso paradigmático en la historia de la literatura universal sería el del Quijote de La Mancha, que mediante la lectura de novelas caballerescas se produce una transformación en el personaje principal. En este sentido se habla también del poder transformador de la literatura, del poder de cambiar la vida. Bertolt Brecht también quería, mediante sus obras de teatros, provocar que el espectador tome conciencia de la realidad y producirle una transformación, una catarsis. Esta transformación no siempre pasa, hay que tener en cuenta de que a través de una película uno puede liberar muchísimas emociones pero no producir necesariamente un cambio, o una transformación profunda en la persona. La tercera categoría se refiere al plano productivo o Poises, que tiene que ver con el placer por la obra hecha por uno mismo. En este sentido hay una concepción muy hegeliana del arte, que le permite al creador sentir satisfecha su necesidad de ser y estar en este mundo, hace del mundo su casa, su obra de arte. Acá también se puede hablar de Catarsis, por ejemplo un poeta, al transformar su experiencia en creación poética, encuentra una liberación de su ánimo en la alegría que la conclusión de su obra le produce. En todas estas categorías aparece una palabra muy interesante, placer. ¿Qué significa placer? Hans Jauss hace un estudio etimológico de la palabra y llega a la palabra alemana Genieβen, que significa “usar algo en beneficio y disfrute de”, implica también el hecho de apropiarse de algo. Esta palabra placer a lo largo de la historia fue considerada de diferentes maneras, tiene su historia particular. Ya Aristóteles decía que nosotros disfrutamos tanto de lo agradable como de lo desagradable; en la actualidad el hecho de disfrutar de lo desagradable puede considerarse Morbo, muchas veces el hombre se sitúa en posiciones antagónicas. Existe también el conocido síndrome de Estocolmo, donde el torturado se enamora del torturador. San Agustín distingue también dos términos, Frui y Uti, el primero tiene que ver con el alcanzar la satisfacción plena con la contemplación a Dios básicamente y el segundo con las concepciones básicas del mundo.
Ya durante el Holocausto se va a producir una estigmatización de la palabra placer. Hay que tener en cuenta que este hecho marco a muchos jóvenes artistas, estaba prácticamente prohibido hablar de placer ¿Cómo podía sentirse placer en un mundo desbastado por las guerras? Sin embargo esta estigmatización de la palabra placer va a durar hasta el Mayo Francés. Con el post estructuralismo se recupera la palabra placer en el arte, y se empiezan a producir obras por puro placer cuando antes tenía que estar comprometida con algo. El psicoanálisis va a distinguir entre placer y goce. Hans Jauss habla de volver al origen etimológico de la palabra placer, que implica usar algo para beneficio y disfrute de, y que ya implica la idea de posesión. Ahora bien ¿qué es el goce? El goce es un placer, pero no un placer cualquiera, implica una afección, un dolor, un placer que afecta. Por ejemplo el sadomasoquista disfruta del acto pero a la vez le duele, hay dolor. Hay algunos que plantean de que solo mediante el goce se puede llegar al verdadero placer y producir una obra que rompa con los límites establecidos. Por ejemplo, Francis Bacon y Van Gogh sufrían en el proceso creativo, hay otros que canalizaban esos sufrimientos en el consumo de sustancias, etc. Además también se distingue entre dos tipos de placer. El mero placer que viene de los sentidos, y el placer estético que implica una participación en la obra por parte del espectador, hay una participación interesada. Y este placer estético implica a su vez el cumplimiento de un deseo porque hay una participación (que sería lo que no se tiene, que una vez que se consigue se sigue en busca de otro deseo, y así y así, un deseo diferido) La Experiencia Estética, de esta manera (como ya se dijo antes), se va del lado de la Estética de la Recepción, el objeto de estudio sería el receptor. Aunque en la actualidad no muchos artistas se preocupan por la Experiencia Estética sino por hacer disfrutar con su obra. También se considera que la Experiencia Estética se trasladó a otro lado, ya no está ni en el objeto ni en el sujeto, sino en el vínculo que se establece entre ambos. A esto Nicolás Bourriaud le llama Estética Relacional, porque ve una forma nueva de trabajar en los diferentes artistas que se concentran en lo que sería las relaciones humanas dentro de su contexto social. Estos artistas (Rirkrit Tiravanija, Félix González-Torres, Thomas Hirschhorn entre muchos otros) se concentran en las esferas de las relaciones humanas, buscan la participación del espectador, pero no la participación de sólo contemplar las obras, sino de que ellos sean parte de la obra ya que de otra manera la obra no se completa, mejor dicho no se realiza. Hay encuentros duraderos planteando nuevas formas de hacer arte, el espacio en que la obra se despliega es el de la interacción, el de la apertura que inaugura el diálogo. El arte relacional pone atención en la relación que el espectador hace con la obra de arte. Así se ve que la Estética tuvo diferentes consideraciones a lo largo de la historia, de la ciencia de lo bello pasó a ser una disciplina que abarcó diferentes categorías, no sólo tomo como objeto de estudio las artes (a pesar de que este es un campo muy importante) sino también la esfera de las relaciones humanas con objetos artísticos, cotidianos, extra artísticos, etc. Adorno plantea que la Estética puede ser considerada como un laboratorio de construcción de conceptos críticos. O también se la puede considerar como un conjunto de saberes, sensibilidades, conocimientos, categorías, etcétera, de una época y a partir de la cual pueden salir diferentes estilos.