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Contenidos
Piegari
Coñrlté de redacción Norberto Gómez Hugo Gordó Claudia Weiner Comlté de lectura Raquel Capurro Graciela Graham
Dlrector de publicación Jean
Allouch
7
Colaboraron en este número: Elisa González, Graciela Leguizamón, Alicia Lerner, María del Carmen Melegatti, Mercedes Remondino y Ricardo Rodríguez ponte.
Nota preliminar
koblematicidad de la clínica Sucedió en Deauville
Juan Cqrlos Piegari ISSN1666-2490
El signo de desconocimiento Guy Le Gaut'ey
Ediciones cernedor
Correspondencia: Zabala 242(1, 'l' " A" (1426) Buenos Aires
';
Las Vásquez, el crimen Claudia Weíner
del
padre
Tel.:4787-1568
opaciclacles@hotmail.com Corrección: Silvia Kott Diagramación: Patricia Leguizamón Impresión: Color Efe
/
[¿ tensión entre lo público y lo privado f h singularidad en lo enigmático del suicidio Hugo Gordó
Selección Bibliográfica
Registro de propiedad intelechral en trámite
Prohibida la reproducción total o parcial sin previa auhrización del eclitor
translclones Del lch de Frcud alEgo lnglca
143
Por Schuld de la discontinuidad entre las lenguas Hugo Gordó - Rolando Ascciarito
155
La situación paradojal de algunos discípulos
Nota preliminar
Juan Carlos piegari
167
La función del tono en la cuerda de lalengua (Una lectura de la sesión del 19 de abril Aá
pll
delseminario de Jacques Lacan). Iulario Betteo Barberís
203
Leída y vista George- Henri
MÍel
enotte
Entrevista
223
La figura delclínico lacaniano fue adquiriendo preponderancia en la escena psy y con él tomó renovados bríos el relato del caso ante un público abierto. A esta propagación está ligada la promoción de las "estructuras clínicas",
Entrevista a Marie Claude Thomas
Entrevista y conferencia
229
Lacan mismo; entrevista a philippe Sollers
241
El amor que uno no obtiene: phirippe soilers testigo de Lacan Jean Allouch
y a ellas, un modo especialde ofrecer aldemandante la formación en el saber hacer clínico. Estructuralismo que, por supuesto , parece apoyarse en Laean mismo: "Es preciso hacer la diferencia entre forma y estructura. Yo no prosigo esta noción de estructura más que en la esperanza de escapar de la estafa"1.
Noción ésta que se inserta en un complejo debate. Hoy y con el lacanismo ambiente. Deb.ate -entre f.or{ry y gqttu.lUru- tanto más acuciante, cuanto más uno slgue el recorrido de la exportaii6ñ?e las nociones del análisis fuera del terreno de su nacimiento en el campo acotado por eldispositivo a las llamadas histerias. Están los alienados, los niños, las anorexias, Llterreno de lo psicosomático, etc. Una solución aportada consiste en la ya antigua división entre el psicoanálisis puro, y el aplicado. Es cierto, todo esto parece "natural y necesario", como está dicho en las páginas que siguen, Pero hay otro ángulo menos explor alcampo en toda su extensión, en la con di-
.
Anexo
255
¿Es el analista un clínico? Guy Le Gaut'ey
estructura. **-**-'**
cha Pocos, entre los lacanianos, han puesto algún por la que clínico y analista son sluli{rjmo_s; pocos, pero bastan para hacer oír alguna iazón.
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lJacquesLacan,Propos surlthystérie,26defebrero19Z7-,Pas-toutLacan.www.ecole-lacanienne.net ,"*-...**,,@
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Not¡
Not,t pntltl,tlx,rl
pRelllr,ilN¡rn
Darle a la experiencla lqd41elgAn del*act!, seguranlente traería algunas r nJdecir la imposibilidid, de ocupar la función delanalista, y alavez,llenar el lugar tercero desde elque hablaría que convoca de antemano al público. Con que surge dicho bemol. "Quiten (...)"el recibimiento ista ofrece a l_alransf erelQ g sy§_peqd!g¡1-
consecuen M
fu !g_{e lu _..1,rup9"gy^n_-Wtglgn, yaceTñra[ó j;ii¿-iá-mu-i;tpi¿;rdü' j[ániádá-¿líni;ff icffi ;litica"z. Efectivamente, entre el ciínico y el an_aljsto, q,stá .!*"Lrans-fglgqgl1so!trg :lre_ryla_dqqde_el_tF_c-e,Ig_geupads_por.::alsuien:--ll ens_wae[qé la-co.
sa
Sel sqietlg aB«lgBAe- p-lra-lÍ!pa, -qi{g-ayqnza-
e-n le-II}s[I1ildirección. Por lo tanto, la clínica por "psicoanalítica" que se la pretenda, es decir, por ambiciosa que sea la intención de hacer ¡:resente el mismísimo sujeto ante el público, en realidad queda en suspenso. Hay razones para sostener una objeción a la afirmación de que" el r glglg*qlinico qican-_c_e en lo esencial la mis-
'"
Algunos áe esoi áiontecimientor qur iuáñ .6nmover -se veráen lo que sigue dos de ellos- permiten un poco de meditación sobre el público como factor que interviene en la recepción de ese costado ¡aáfl"gqEl clínico en la serie, constituye un público especializado, incluso "[erito" por delegación del estado. Dispone de un lenguaje que proviene de la ciencia y, gozando del prestigio que ella le provee, es capaz de-retrafustllg-
aetggffi§!.ggg-
dalae{perienciade}-stbiqtiv_ldd-eLglmqta"!9lsqs jq_dp_la-BügH"t"gÍ; A-f tiglos de laicizaci&t'del dominio causal, es sencillamente sustituibl. re*sqg. ?ofrenia". A veces se torna más visible esa pendiente jabonosa que puede to: mar el clínico, porque la eniidad, la estructura, se vuelve ahora un reservorio causal delque extrae sus porqué. Así, tal o cual acto, incluso muerte, sucede "porque'' el agente padece una esquizofrenia. Proponiendo sus porqué, la entidad siempre está disponible para arrastrar a[ gesto clínico que la tradición conoce y taponar prematuramente la efectiva cadena de significaciones, o sus rupturas, que acompañan dicho acto; cuando en realidad correspondería devolver la plena significancia al susodicho demonio.
"atñ.ü-áffi,*ffi*
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? Guy Lc Gaufey,
Elrlgno dc
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de¡esnarlnLRl¡itr.ffiffift$
.
mis' Publicamos una traducciÓn de la entrevisia a Philippe sollers -Lacan no que uno mo- acompañada por la conferencia de Jean Allouch, El amor oitpÁ", i!ilíppe'Sollers, testigo de Lacan, a la que recibe y sobre la que la de ese amortU upoyu. Recortar la figura del:'amor I acan" como siendo acontecimiento el releer qr.-rná-no obtiene, interviene en 1a propuesta de pertenece, tanto la fundaciÓn de una escueüüá ir. Lacan, alque también le il, .oro su dísolución y unu nunuu fundación. Elia se adelanta en el delicade la "transmisiÓn" del lacanismo allí donde Lacan decidió' Reto-
do terreno usama la tesis de rol que el epiclerato habrfa cumplido allí, anteriormente dans Jo -iiguru yu .n uiarticulá GEL, aparecido en 1991, en Le transt'ert en fous ies errata, EPEI-, para dar cuenta de la situación que conocemos, obra' su de el debate sobre la publicación y accesibilidad
1* trw,,l'r,,,, * €r{qfltr f;.'tfiJ# --j
':,, Úln OIi,r,"'?,) 't' $'"i"5ituo 4' t
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¿Es.el analista
un clínico?l Guy Le Gaufey
Esta pregunta podrÍa sonar como una provocación en esta apertura de una serie de conferencias sobre la clínica psicoanalítica. Ciertamente, no negaré que hay algo de eso; sin embargo, voy a sostener la idea de que esta extraña pareja de palabras está más cerca de un oxímoron que de ninguna otra cosa. Algo de la famosa "luz oscura" o del "ensordecedor silencio" está en juego en dicha expresión, la cual, hoy día se ha vuelto tan común, que parece tan clara como elagua para, aparentemente, todos. La línea divisoria entre estas dos palabras no es más que la pregunta sobre el signo. Trataré de mostrarles que la aproximación clínica se apoya en una política semiótica, en profundo acuerdo con la concepción clásica del signo, mientras que el psicoanálisis es mucho más ambiguo sobre este asunto. Nadie puede decir que la práctica psicoanalítica es, de una manera u otra, ajena a la pregunta sobre elsigno en sus más clásicos aspectos; pero al mismo tiempo, el psicoanálisis estaría en el camino de la ruina si se sostuviese solamente en esta aproximación. ¿Por qué? Porque parte de la efectividad análisis descansa en un .cación. Y esto-ñ62§ una bagatela; el éxito de la interpretación muy a menudo depende de ello, especialmente cuando se enfoca en la transferencia. De acuerdo con la famosa definición de Charles Sanders Peirce, un signo es olgo que toma el luqar de algo para alguien Esta expresión casi dio rrn o, graquar pero raplqa-
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I
TnduE¡lén dd frglfo¡
Snn¡tt¡ hrnn¡¡¡, H¡vl¡rds por
Mrpr Fodho,
o! La*P,
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Guy Lr Gnurry
256
elffi
mente, un nuevo orden semiótico se erigió. Encontró su biblla cuando en [a segunda mitad de ese siglo, Arnauld y Nicole publicaron su Logique de PortRoyal, o L'Art de penser (este libro ha tenido cuarenta y cinco ediciones en trescientos treinta y dos años). En este tan to, el funcionamiento usual del siqno in
*1'p"^r*ñ ) úD p (,q* Pu,a*f'? § @l^ * eOr,dG-* (.!
¿Es rr. eNer-tsre uru clfulco?
257
ser equívoco, ambiguo, dudoso y cuestionable. Esto significó -y aún significa- que gste apalente_lezq ettre-el signo y lo ta podría en cualquier momento resullq¡ hace ahora cuarenta añoses aquélla que no se deja engañar por las apariencias, es decir, por la precipitación usual en el estahlecimiento de un lazo entre un siqno v su referente. De acuerdo con su experiencia en ciertas especies y series de sigñó§ asu conocimiento teórico de los signos y sus posibles causas, protegido del error por su prudencia y cuidado de la h¿chura generalde la significaciónplqlíqi-co es quien quieré hacerse él mísmo un ,iíniro, en el señtido mismi@l lenguaje ha es decir: desapegado, frío, sin pasión, guiado sólo por Ia búsqueda misma de la verdad. Pero ¿qué es la verdad? Bajo esta perspectiva lamada "clínica", la verdad e stá d ireótámente cone Cla.da§qilaJtqa.liáad,
termi@a,
sariamente un humano perfecto. Este requerimiento cartesiano de una pre sencia humana es más metafísico que semiótico, talcomo lo aclara una precisión que üene del mismo Peirce. En una carta escrita por él a una cierta Lady Welby el23 de Diciembre de 1908, comentaba su principal definición esta manera:
=Ú '6
SE t t-* g # a t ff: q
J
I tuked about "somebody" as if I haue to feed Cerberus, because I paír to make understood my own conception, whích is broader.
des-
Hablá acerca del"alguien" como si tuviera que alimentar al Cancerbero, porque me desespero al hacer que se comprenda mi propia concepción, la cuales más amPlia'
Más amplia, ciertamente, en la medida en que,más tarde Peirce nombró
plelante",@
este
precisión es crucial, cab-ññiffiñm;ñ;ffi;;" la comprentlere*ffi;^;;ñffi: Gg_rrmo to.ando ei luoar de aho más,GñZEáriameniiii-u¿l-EiñEiia
19.
etqoto
concieñA-Añ-áiEi@gtElojdft;É,@
cuaffi
ro h iealidaá en el sentido en signotúrEasson" efectivamente, la expresión de ella. Una expretortuosa, tal vez enrevesada iffiZaS nasm*a6cairiada, pero siempre sostenida por la ineludible idea de una cousc. Si tal realidad no estuviera actualment n de signos, no estaque estos
sión]üádilÉr
rían aquí. Tan es así que el clínico estaba -y está todavía- en una posición de excluir de su campo de intenogación el engaño, es decir, que es él mismo quien, deliberadamente, de IAlg:-::L Uglq_egtr.If q tl?ggs de uI nos clínigos. clínicps. Este engaño enqaño es, por lo ianto. iánto, una espeSié especie de. demonstruo-¡ára monst¡ugRAlg_e,f ef mismo c_línico, pero sirve como la mejor ofio-[unidad, para poner a prue6á" para separar el trigo de [a paja te así en redescubrir plcanrinq_a la*r€al¡dad cqtQq !a _tUp¡flg misma-tre los mbqai€ sig bs signos mismo§. Si tal camino reslrta d€finitiramente bloquealo por 6.1á1§f1rl@ársa jntenta haczr efectira, el cllnico quedi d+ notado y oblisado a hacerse a un lado,-de.iand¡sE nU"JenaA[alo¡gg tino de h Daia. esto.es. marchitane v
qEtq
mloii.--- :-
--
,-il conoceJ¡ que el tema del simulacro constituyó una fuerte €scisión ente Peirce, podrla haber citado a Arnault y Ntcole y su Loglque I / detnli!'áiiie Charcol y Freud, por suptpsto. no en el tiempo de su encuenho, sino cuanL Port-houoL todos eilos describen el funclonamienío del sioío {de É áue I do Freud.s€ aventua.en la invención del psicoanálbis. No sólo e§aban divi ) sea que €§t¿ hecho)b6ado;ñ;iñffi;i664;;ña:iE;;;seaun¿9, I /hcoáquerepreseñu(denueffildidosentornoaltópicodelalesión,sinotambiénporsusdifer€nte5pofu)lm.,.l¿:§pe¡toaestaespecia¡i5bdelsimulacro.merefieroalapaciente En el mom$to mllmo en.que Fr€ü aceptó no inv€stigar más allá. para ' Tñ-wfi¡mfe'mfrAia5ñ;[nba en la medicina del stglo XIX, contl-.|-!S.! ! Plcl€nte eshbe. slmulando o no, hmbtén diíeren' flab maslvam€nt€ €n esta cóncepclón det signo, á tinio qreiaf rnuesirg¡ ::Pb!T:l cló ¡u tnbr,o C! .frl¡úeiid d¡ l¡ r¡aüd¡d obrc l¡ cull l¡ cltnlca ds Char ctón rorneb¡ .n cus¡truu ;rcnh.d n¡rú¡Td¡ .d. .ti.E ü;, ;i;l¡: .
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,i- §tp. Guv Lr Geurrv
258
¿Es
cot estaba basada. Con esto no me refiero a que Freud abandonara repentinamente cualquier cuidado por cualquier realidad. Hoy en día es bien sabido
del2l
dad,
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nNlLrsTA uN cLfNICo?
259
significante ante otro significante",3 también habló acerca de"les et'fagons du signit'iant", una especie de juego que mezcla la palabra "t'egon",la manera o el modo en que el sighificante funciona, y el verbo francés "et'facer", bo-
de septiembre de 7897, nunca abandonó totalmente su concepción primaria de la realidad del trauma. Pero la mezcló sutilmente con algo más, y la pregunta para nosotros es, si en realique a pesar de su carta a Fliess
.
Este "algo más" ha dado nacimiento a diversos nombres, los cuales no significan [o mismo, pero todos apuntan al mismo lugar semiótico: la fantasía, el contenido-latenie,laJealdad psíquica, las ideas inconscientesJi@ t-------^-, k-*rffi-T / s¡vamente... 5l solamente mrramos al vocaoulano psrcoanalltlco actual, la i TéfÑstafnuestra pregunta anterior es bastante obvia, ¡por supuesto que todo elemento de esta serie es materia para una aproximación clínica! ¡"clínica de la fantasía", "clínica de lo Real", "clínica de la transferencia", "clínica de los sueños", cualquier cosa, en el campo psicoanalítico, parece ser materia para la clínica! El mismo -Freud fggjl prirnero "en eene"rtenJna§,u-q,f_t9 de-lre"-alidail.-qrcada uno de estos el*e.mentosJe-supropiainueuc-ión, y si simplemente lo sé'§ulm;csr-¿oñ3i&ámos"t"p,3a*qqa-sptrlp*una-rcalidád, entonces hay bases para una clínica que lo puede estudiar, p,9_fque_e|fu!_clgmnlg3lg-{.lg$g nn su sentido más clásico. una vez más. es tgggl.*L Pero elmismo Freúd cantó, de tiém'p6"ffitiámpo, una canción muy diferente. Demos un breve vistazo a un cierto pasaje terminalde, precisamente, La interpretación de los sueños. Freud hablaba aquí del sueño de un ciudadano romano, en elcualdicho ciudadano mata al Emperador. ElEmperador, al escuchar sobre este sueño, decide condenar a muerte a este sujeto en la vida real. ¿Fue su manera de actuar correcta, pregunta Freud? Y continúa:
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f,r'.Y, l^t ,')r
pero no absolutamente inexistente. Sería suficiente considerar elsignificante como un cierto tipo de realidad para reconstruir una especie de clínica. Pero no es tan sencillo ni natural. Tomemos como ejemplo el preciso momento en el cual el Hombre de los Lobos tropieza y dice "Espe" , en vez de "Wes. pe" (mientras está tratando de hablar de una avispa). El paciente mismo reconoce de una vez sus propias iniciales (Serguei Petrov) en su muy freudlano lapsus. ¿Pero qué ocurrió realmente ahí? Freud interpreta al instante esta mutilación de la palabra como la expresión de otra mutilación que concierne al cuerpo. Concluye este párrafo:
'i
El sueño claramente narra que él tomó venganza en Grouscha por la ame-
rrüa de castración.
t'* **fWiñÜ"ñieresado
aquí en cuestionar si Freud estaba o no en lo correcto en esta interpretación, pero llamo la atención sobre elhecho de que su estrategia generalde dividir cualquier signo en un componente manifiesto y en uno latente, siempre le permite interpretar en el sentido clásico, esto es, de una manera que puede, muy fácilmente, ser considerada como clínica. Des:
9n.s"l"Ji-o-ncr-tq=q!*quqp-ueds*dessifmr*l*cmeidgJelelte*el-qggtentdo f unciona como la realidad de. la-c*ta l. gl. manmesio_ -e§ _áffi ó. Oe -contenido que un buen psicoanalista manáiá qüó"üñbúñ manera que podría saber la clínico sería alguien ra ñicoanalista mayor cantidad de contenidos latentes preformados. O, por lo menos, alguien que podría, rápida y eficazmente, rastrear cualquier contenido latente. Por supuesto que todavía hoy es una parte notable de la tarea psicoanalítica. Pero si algo ha cambiado en el ámbito generalde ia interpretación, es principalmente porque este acercamiffiffi débil e inapropiado, en la medida en que los contenidos latentes han sido reducidos a una mera colecclóp de*gg[ffi.e:Lipos. No es que la mayoría de ellos se haYa se tornaron ineficaces.
ltiniüfáffiTffiuer
9pino, pues, que lo mejor
es dejar en libertad a los sueños. Yo no sé si a que los deseos inconscientes hay reconocerles realidad; a todos los pensamientos intermedios y de transición, desde luego hay que negársela.2
¿Qué son, entonces, estas extrañas cosas para las cuales debemos negar, "desde luego", cualquier realidad? ¿No serían, como Lacan luego los designó, significantes, los cuales precisamente significan una repentina párdida de cualquier lazo con objeto alguno? Por lo tanto, en esta misma sesión, Lacan primero introdujo su definición del sujeto como "representado por un
It l¡ do cllclsn¡l,re, l9(ilr "Ssr6 ünlss que nada necesarlo para nosotros distinguir el significante y el signo, y f'rrt,§lrar un t¡tú retnlltlr el pnro dado er aqucl dc l¿r cosa borrada, l,as div«sas "ellaEons", si ustedes me per-
2 S. Itrerrcl, I.a húer¡tretoctón de los sucfios. En: Ohras Cornplalas, Arnorrortu liclltores, Arg
ntllen servltttte tle eslr hlrtlulo, ulr las cuale¡ el slgrrllkranle náccr nos dará preclsarncnte los rnorjos prlnclpaler de la nranlle¡taclón del rulrto,"
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260
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Guy L¡ Grurry
¿Es
Nótese que este estilo de interpretación usado por Freud en el caso de "espe" (y la clínica asociada a él) está exclusivamente basado en un lado de nuestro trípode semiótico:-el que enlaza el qg¡g con lo que represenia. pe(¿cualquiera
rl
aNalrsr¿ uu cr_Íwlco?
261
.unavez que esta regresión infinita es claramente concebida, por lo general dispara dos tipos de reacción: miedo y repulsión, irt.réú;stima. cada una era bastante legible en wittgenstlin,-por ejemplo, " en Ía medida en que sostenía un sistema en el cüáIestáTésiésión era bloqueada como un peligro (período'd..iTffitus), pero posteriérmente la coniideró como perfec-
qd ;.;"á ñbr6;¿q¡Ile otoréTffi§
él?) y a través del cual (¿a través de quién?) pasa la posibilidad de la significa-
jugsgprgg.qáligodelá-comúnicacióñ("Sng-*u-nao ffi $S-e$pqls-qblq-9rt-91 wittgenstein"). Peirce,.por iu pártei, ?§tüvo áTavor,Tnm-eaiáiáyclarariente,
ción? Ponlo fuera (a él), y el signo ya no es más un signo. si mencioné a Peirce preüamente, y lo cito con preÍerencia respecto a Arnauld y Nicole, es porque, en este punto, su sensibilidad está en mayor concordancia con la nuestra que con "les messieurs de Port-Royol", quienes estaban un poco cegados por la nueva y salvaje luz del cógito y del ego.&k
de esta perspectiva,
y
la vio como una interesante propiedad del sistema se1,"_1* !9a9r_ón, y pienque vale la pe so ve¡uq¡es q srrcl lJruprcuclu, glt td Ingoloa en que es una consecuencia del tipo de fuga que no necesariamente distorsiona o altera el significado mismo, pero quehaie casiimposible una individuación clara y definitiva del interpretante. . .claro está que esta vaguedad no tiene nada que ver con ninguna falla en el lado del nexo, desde. el cual el signo encuentia su significación. Ertu uuguedad sólo es vinculada por peircJ a las potencialmen-te indefinidas series de interpretantes. Esto significa de inmediáto que es casi imposible encontrarse o construir una significación última de cuaiquier signo. Eihecho de que nosotros comúnmente adoptemos una significaCión palu ,n signo es más una propiedad de los seres humanos que una propiedáa a.l sisteina semiótitanto, esta vaguedad es una propiedad positiva ligada con lo que veces los 'Jerc,e1os" (en oposicio" ¿;" i"; lü: "segundos" los -los objetos). Estos Terceros ponen al descubierto el 1tos. v
s:r:tul
@porningunatalpreocupaciónsobreloqueciertá1ra]
dición filosófica llama *eJ.p_r{gig !rq:_c.-ejrdental", quien arraiga directamente, de muchas maneras diferentes, en ál égo?él cógito. peircá era demasiado pragmático, en elsentido anglosajón para ser un aficionado osajón del término, término, s¡...:....f4+-..__ afic de #@--'l5 e gle llpp de*e_sg$g-s_ Errg_lrllu uc crsuilr.us g_y_q y. que _dp.m.|.t uurrunan nan et el munoo entero oe de la representaclon. repibtñ-ación. Y mundo enlero sobie iódo, quería consiruir una explicición semioticláZif,ffi;iar" Já la significación fuera de cualquier recurso a la psicología o a la conciencia, una preocupación que compartió, entre otros, con Frege y Russel. Este lugar donde el signo descubre su significación, definitivamente no debía ser entendido con la ayuda de la "luz oscura" de la conciencia, sino solamente desde dentro de su funcionamiento mismo, sin ningún deus ex machina. Es por ello quefg!¡gg_lq_go¡cibi_Q p¡!¡glpalmente -g9¡p.9'e^!-t¡9-b^qj.g;lgg!¡o signo, aqugllo que éllrefirió ilu*qr]t[*g,Jglgg!ggrg.': Lo deü*fficer
ii:.1:l]" llyl: l::r.:
.
"ri*.Lr;:f",
au¿
se en ese rugar es, srn düira. €lpgersl tazo__entre.-gliglp:-elgu9l9. v así, por decirlo de algún modo, :elsisne ei el lugar mismo del clínico, paia-no hablar del analista. También esto es algo crucial desde la perspectiva dePeirce, en tanto que, según é1, un sign-o no es algo que todos puedan reconocer como talu pri*nru üsta. trario, g§ pualquier cosa que clama por una intáiprót"aóiOffiftor lo tanto, ppr¡¡E inierrugl3[tg. Para Peuqg*_un signo ño necásaiiámente tiene quesgl_
la concepción en la
Parlnóffi
demos regresar ahora a nuestra pregúnta anterior acerca de los clínicos, al menos en la medida en que hayamos aprendido que, si existen, aún y siempre, muchas preguntas que puedan alimentar la investigación clinica sobre los signos y sus causas, tambÉn hay algo muy crítico u.ni.u del lugar de donde... viene la interpretación. con esto no necesariamente me refiero al analista en el proceso analítico. Pero sí me refiero a lo que Lacan llamó /e sujet-supposé-sáuoir. La manera gn que Lacan lo planteó en sus seminarios es más bien intrlgante. El mismo día que él inventó esra fórmula ,la rechazó fuerte y ;.;i j;fi;"iüirente,
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esperaría una eternidad para conocer a su interpretante, tendría que ser considerado como un signo, por muy abstracta que esta consideración pueda resultar. La pregunta es, entonces, que si el alguien que produce ra interpretación
es concebido como un signo -al menos cuando la interpretación se ha dadoes claro que acabamos de dar un paso atrás,_futp"signo,*e&-.lntefpfglants*
[...] aquello que enfrentamos, y er modo en que nos es dado en la medida en que somos analistas, es la subversión radiial, el imposibilitamiento de eslc prcJuk:kr tan radlcal [...lque se ha desarrollaclo como el cógito a partir de lo qtrc llamanlos las lnvesllgaclones Carteslanas: ha hal¡ldc¡ que
tarnhién tigfe ques,r interpretado. como signo, está llarnanño a un interpretante, y si (rste llega, llamilffiIa la mlsrrra cosa, y asf sucesivanlcnte,.,
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Cuv Le Geur¡v
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¿Es
un solo sujeto, al cual apuntaría, para terminar, bajo esta forma: el sujet-suEWj''g¡e-
Después de eso, casi tres años de silencio acerca de este sujeto filosófico, inadmisible como tal en el campo psicoanalítico, pero que pese a todo rea-
Appelez ce quelqu'un comme uous uoudrez, ce sera toujours une sottise.G Llame usted a ese alguien como quiera, ello será siempre una tontería.
Dés qu'il y a le suiet-supposé'sauoír, il y a transt'ert. Desde que hay sujeto-supuesto-saber, hay transferencia.
¿Cómo se atreve Lacan a decir eso? ¿No es su sujef-s upposé-sauoir precisamente un nombre para este alguien? ¡Claro que lo es!. Pero elhecho es que la severidad deljuicio de Lacan, no es nada más que una introducción a una pregunta muy extraña, ya que lejos de empezar, como mucha gente lo hace, desde el signo para llegar al nivel del significante, preÍiere hacerlo a la
¿Por qué? Entre muchas razones, que no vamos a enumerar ahora, hay al menos una que puede sostener nuestra atención semiÓtica. El su.¡el-sup posé-sauoir entra a jugar en la medida en que, u¡ra-qp¡duptAÑe.*§ñffiÑe
inversa.
q¡s¡o, *tL-¿§; llquod%s*ent¡d9. A vext!",ptamj¿p. de sentido, qqe dá'ásiá áparicién Lellomos testigos ¿ó lá-sUUita
ffiosición
{
i rnorco i mbTfé, tam6iéffiI%lque !*.
Con todas estas citas (y con otras) podemos fácilmente adivinar que Lacan se está moviendo en un campo "a la Peirce", usando su terminología para sus propias miras psicoanalíticas. Entonces, ¿cuáles son? Ellas esencialmente tratan de mostrar de qué están hechos el personaje y el lugar del analista: no una persona, tampoco un "sujeto", ni ninguna conciencia; para hacer que significantes puedaqjotqarsp .los este momento, elanalista no es tanto un clínico, almenos si entende-
lllaüILéu-q9ldütb*¿nal;o6ñfa-dÍ1azo entre sentimientos y sentidos, y entre se-
:i@gglgpqlte_§gUgIdo sionos.
es de suprema importancia para el psicoanálisis; mucho más que la hermenéutica, que enfatiza sobre todo significados, y la terapia que enfaliza principalmente sentimientos. Por lo tanto, no nos debe sorprender encontrar en Lacan, especialmenle en Radiot'onía,la perfecta definiciÓn del signo de acuerdo con Peirce. signe suppose Ie quelqu'un
m
Lo identlficoción, 15
d qui il t'ait signe de quelque chose.s
noviembre de 1961.
mas. Esto también puede ser una manera de interpretación de la transferenpero en la medida en t'e_cr?; petición delpasado. Pero, entre tanto, la transferencia No es una repetición,
qu6
A la cita tomada de Locon Dlgltal se le agrcgaron
algunas precisiones provenientes de la versión en inglés lNTl.
¡ ltñ,
5 Lacan, J,, "Racllofonla", Iln Silllcet
2/ll, Le Seull, Ihrls, 1970, p. 56, tin arpañoll /'slcr¡o¡rrtllsi¡, Iiodio' y lélcalilán, Anagrama, Bareclona, 1977, p, I l, lonlo
--*-.*,-
-En
El signo supone el alguien a quien hace signo de alguna cosa,
4 Lacan, J.,
Qu'il en soif oinsi du départ dont Ie signít'iant uire au signe, oü trouuer maintenant le quelqu'un qu'il t'aut lui procurer d'urgence?.1 Que así sea ese punto de partida en donde el significante vira al signo, ¿por dónde encontrar ahora el alguien, que es preciso procurarle con urgencia alsigno?
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I xo y lenguaje,
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te "alguien".
parece triunfalmente, para ser exactos, al final delSeminario XI, el 3 de junio de L964, y es, desde entonces, a§o indispensable para entender de qué se trata la transferencia.
significa eso?" es entonces una clase de "índex" de un síntoma. En otras ocasiones, tenemos que trabajar mucho para abrirle camino a tal pregunta, sin la cual elverdadero motor de la transferencia no está encendido. Pero aquí también podemos recordar que el movimiento hacia la significación y el sentido participa directamente, según Peitce, de la economía geno sulel-$uppL ranlo, este esLe sujet-supposé'sauoir Por Io lo tanto, hemos üsto. vlsro. ror neral oel slgno, ya lo nemos \ neraldelsigno, la transfea entender que alcanza no invención delpsicoanalista tr es sólo una J rencia; es también un paso hacia el entendimiento de la t14g-lerencia en el
eu,rr-rsr¡ uN cllNlco?
Esta manera de citar a Peirce (inclusive sin mencionarlo en ese momento) claramente sitúa el énfasis en el alguien, el 'Tercero" mencionado anteriormente, el Uno para quien el signo está enlazado con otra cosa. Pero solamente una línea más allá, Lacan da una precisión crucialconcerniente a es-
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es suficiente para diferenciar el síntoma freudiano del síntoma médico. "ZQué
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Guv L¡ Glurrv este pequeño punto de desvanecimiento que Peirce encontró con la fuga en puede llegar a ser tan importante como perspectiñ¡f,E que podamos representat apropiadamente, sino alla fole
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Httgo Gordó
,lem-mtat, De acuerdo con este punto, elacercamiento clínico es irrelevante. No sólo porque reforzaria la transferencia en vez de analizarla, sino, sobre todo, porque no respetaría la naturaleza misma del signo como está planteado a lo largo del proceso analítico, tal como Lacan lo intentó esclarecer y tal como
Una sexualidad errante Norberto Gómez Ties versiones de la identidad personal Locke, Freud, Lacan Guy Le Gaut'ey
Peirce todavía nos ayuda a entender. La clínica literalmente se derrumba en elpunto donde el analista es requerido a estar, a pararse y principalmente a no callar, sino
La antigüedad y la actualidad Ojos que no very erotología que espanta
p-eilugadondeLasanJor-e.d-uhaj.9!j4g-fgLque rsameff te con este fin, y en el cual de momento concluiré.
Gruciela Cristina Grín
Esa "preciosa especificidad" de la condición gay Marta lturriza
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