La corrupción: el mayor de los males
El último año, el estado colombiano perdió 9 billones de pesos anuales por corrupción. ¿Qué se podría hacer con 9 billones de pesos en materia social? Según fuentes del gobierno, se podrían construir y financiar un millón de viviendas gratuitas para los más pobres, educar 80.000 profesionales, se harían 2.000 acueductos, se construirían 2.200 alcantarillados y se formarían 325.000 niños. ¡Vaya cifra! Pero no, la corrupción en Colombia es un problema de segundo plano porque para el Estado la prioridad es vencer el conflicto armado, ignorando que la corrupción es la madre de todos los problemas en Colombia desde hace muchos años. De la corrupción nace el pobre, la prostituta, la desnutrición de los
niños, el analfabeto, el desempleado, los problemas en el sector salud y finalmente, el conflicto y la violencia.
Hoy hace tantos cuantos años van transcurridos desde aquellos hasta este día, que nacieron las primeras naciones y repúblicas y los primeros Estados. El sentir la necesidad de organizarse y de organizar a las personas mediante cualquiera de los modelos que hoy existen en el mundo fue lo que llevó a tal acontecimiento. Entonces surgen dos de los términos mejor definidos desde un enfoque político: lo público y lo privado, que lo ideal sería que se complementasen. También dentro de la estructura general de un Estado se diferencian, convergen y se complementan las tres fuerzas de mayor magnitud que surgen de su organización: el sector político, el sector social y el sector económico. Nacen las instituciones que representan cada una de esas tres fuerzas, encargadas de cumplir y hacer cumplir las funciones que cada sector provee en beneficio del bien común de toda la nación. Dos preguntas fundamentales: 1. ¿estarían dispuestos los entes económicamente privados de disponer de su patrimonio para un fin o beneficio público? Hay muchos que lo hacen para determinados fines. La mayoría aprovecha las donaciones sociales para evadir impuestos, pero ¿lo harán de corazón, por principios morales y éticos? Dar respuesta a esa pregunta teniendo
en cuenta que más allá de eso está el negocio y el dinero. Ahora, 2. ¿estarían dispuestos los entes públicos de disponer de su patrimonio, que es el dinero de la nación, para un fin o beneficio privado? Lo ideal sería que no, pero dentro de la lógica, por ejemplo, hay organizaciones económicas privadas que se declaran en quiebra y pues el Estado les tiende una mano. Hay muchos otros ejemplos. Pero, en la segunda pregunta hay un vicio, un problema grave. Se define la corrupción como el aprovechamiento ilegal del erario público para beneficios privados particulares. ¿Acaso no es algo parecido a lo que plantea la segunda pregunta? Quizás no lo sea, pero cuando se extiende la idea a un funcionario o unos funcionarios públicos que disponen del erario público para beneficios particulares, es ahí donde nace el corrupto. El erario público es sagrado. Es el dinero del cual dispone el estado para suplir las necesidades de la población, que en un país en vías de desarrollo, declarado de tercer mundo como Colombia, son muchas. Pero al corrupto eso no le importa, entonces queda demostrada la tesis. No obstante, existe corrupción tanto en el sector privado como en el público, porque esta depende del poder encomendado a una persona, a un grupo de personas o a una organización, que puede estar en cualquiera de los dos sectores.
Lo primero que el ejercicio de la corrupción nos señala es que es un problema ético del que la práctica, del corrupto. Pero es algo mucho más complejo. No es un problema de que si en una institución hay ciertas personas corruptas, al retirarlas del cargo, se va a acabar la corrupción. Hay que analizar la influencia del contexto que conlleva a dichas prácticas. El contexto es el conjunto de factores que operan en las organizaciones y los sistemas. Algunos ayudan a prevenir la corrupción y otros ayudan a contribuir a ella. Un sistema de alta corrupción puede influir en la conducta de una persona, así esta tenga muy buena formación ética y moral. La corrupción, desde un punto ético, está relacionada claramente con el desvío a ciertas normas, y por ende situaciones que parecen tan simples son consideradas conductas corruptas, como por ejemplo, sacar un documento a través de un desconocido para evitar hacer la cola. Diariamente se viven muchas situaciones
que implican la violación de normas, pero debido al contexto en el que uno está inmerso, a veces también por la falta de tiempo. Por eso el trabajo para combatir la corrupción debe estar dirigido hacia la parte organizacional y los factores que permiten que esto ocurra, y no puede centrarse solamente analizar las conductas corruptas de una persona, porque entonces no se van a revolver nunca, y aún más teniendo en cuenta que el ser humano hace parte de una vida colectiva. La vida humana es un proceso de apropiación de posibilidades que tiene más éxito cuánto una persona elige las que les llevan a apropiarse de sí misma, a poder decidir desde ella misma con propiedad. Nadie está determinado por sus predisposiciones a ser un criminal, nadie está condenado a ser un drogadicto. Las personas nacen con unas predisposiciones genéticas y psicológicas, pero las encausan a lo largo de su vida en un sentido u otro.
Colombia es un país donde la corrupción ha traspasado los límites. Es de tipo estructural donde la sociedad es muy permisiva a las violaciones de las reglas y nadie dice nada y más aún el sistema es cómplice en la forma de cómo asignar una licitación y un contrato público. Además los organismos de control no cumplen con sus funciones. La corrupción se ha infiltrado en los rincones más recónditos de las instituciones públicas. En la selección de contratistas no se hace un estudio riguroso, sino que los contratos los adjudican a aquel que cobre menos y les genere más utilidad individual al que contrata, ignorando los beneficios de la población ó al amigo del alcalde y de los concejeros. Por ejemplo, en la construcción de una carretera, el costo del asfalto es de 100 millones de pesos, entonces aquel que hace el presupuesto y una vez adjudicado el contrato, lo pasa por 250 millones de pesos, de los cuales 100 millones son para el alcalde que firma el contrato. No existen controles ni garantías ni por parte del Estado, porque a sus funcionarios también les llega algo de dinero. En el caso Nule por ejemplo, utilizaban como fachada hacer obras sociales para ganar licitaciones públicas con cuyos anticipos iban engordando los intereses personales. Consecuencias de una mala contratación de un Estado y un gobierno sin controles.
