Seminario II Ensayo ¿Quien le teme al Bauhaus feroz? Luis Díaz T.
Es posible que este libro sea un pequeño balde de agua para los amantes casi devotos de los maestros del modernismo. El Wolfe utiliza su sutil ironía para despojar al modernismo de toda su pomposidad, pedantería y gravedad, de toda su pesada carga moralizante, haciéndolo bajar de su pedestal para hacerlo rendir cuentas con una sociedad en gran medida podrida tanto de sus desaciertos como de su arrogancia y prepotencia. Por eso es que muchas veces prefiere la anécdota -magistralmente contada- al dato duro o al pesado estudio teórico; mal que q ue mal, el libro está pensado para ser leído por el ciudadano común y silvestre, aquél que no entiende nada sobre teoría de la arquitectura, pero que sí tiene muy claro cuando un edificio satisface o no sus necesidades. El texto habla de cómo el movimiento movimiento moderno de Europa en su intento magistral por tener una identidad propia (llámese Bauhaus, Wendingen, de stijl )y más aún, me atrevería a decir: tener la hegemonía del arte a través de manifiestos dados a conocer por diferentes “camarillas” cae en una constante guerrilla al ver quién era el que más despreciaba lo burgués, de este modo desarrollaron diferentes criterios estéticos. La Bauhaus pretendía reunificar todas las disciplinas artísticas en una nueva arquitectura, con un culto extremo por los nuevos materiales y por las l as soluciones elementales. Por otro lado, el purismo francés estaba interesado en racionalizar la vivienda, en especial la dirigida a las masas. Le Corbusier moderniza el espíritu de la misma. Sin embargo, Wolfe satiriza la excesiva intelectualización, el trillado izquierdismo y el esnobismo de los arquitectos desde los años 20, mientras muestra los efectos de estos rasgos. Señala con burla que el objetivo de la Bauhaus fue producir la vivienda perfecta del hombre común, libre del efecto de las Bellas Artes, es decir: diseñar una nueva arquitectura para el consumidor de clase media, el obrero. De alguna u otra manera estas camarillas y escuelas de arte moderno se desprenden de la relación mandante- arquitecto en donde el mandante hacía del arquitecto casi un empleado y sostiene que ahora el mandante pasara a ser un beneficiado del arte creado el cual se creará libremente, después de haber construido edificios de techos planos y fachadas lisas para la elite de Europa. Sin embargo en para los arquitectos en EEUU había una total falta de experiencia social, política y económica la que se ve expresada en lo que ellos llamaban arquitectura, sus rascacielos que eran financiados por por familias acaudaladas para sus empresas (North (North Shore Norman, Half-timber Stockbroker, dice también ¿Qué podía esperar un arquitecto joven en los Estados Unidos? Si tenía mucha, muchísima suerte, tal vez le encargara un chalet en la playa septentrional de Long Island para algún bandido de Wall Street. Muy por el contrario de sus compatriotas que habían ”
viajado a Europa y ya estaban creando arte propio deslumbrados por la atmosfera artística que se había generado por los acontecimientos antes mencionados. Fue entonces tal el esplendor que tenía el arte en Europa que fue casi una necesidad de la clase alta de EEUU traerla a su país, fue como 2 jóvenes bien posicionados Henry-Russell Hitchcock y Philip Johnson escriben Johnson escriben El estilo internacional para el catálogo de la exposición que hizo el museo, en 1932, en el cual se mostraban diferentes obras y se elogiaban elogiaban las actuaciones de Gropius, Mies van der Rohe, Le Corbusier y Oud –los cuatro grandes "funcionalistas europeos", como Hitchcock y Johnson J ohnson les llamaban, mientras que tildaban de semimoderno a Wright.
En conclusión el autor está aprovechando para mostrar su desprecio por el grupo y la camarilla artística: por la soberbia con la que se pueden llegar a comportar sus miembros al saber que son los que dictan las normas, y por el seguimiento incuestionable que se produce muchas veces al formar parte de un grupo. A pesar del autor, la influencia de estos movimientos en la arquitectura, el diseño de interiores, y el arte en general ha sido vital y muy relevante. Efectivamente, la arquitectura tiene el poder de cambiar la percepción que el mundo tiene sobre una ciudad, pero lo mejor de todo es que puede transformar la vida de una ciudad. Creo que no hay que tenerle miedo a apostar por una arquitectura que se aleje de lo tradicional. Tal como dice Óscar Tusquets en el prólogo de la edición española, nada sería más saludable para la arquitectura contemporánea que tenerlo de vuelta en el ring para desaf iar a unos cuantos rounds a tipos como Calatrava, Zaha Hadid, Frank Gehry o Rem Koolhaas, peleadores que se están haciendo fofos a falta d e una crítica que no les sea condescendiente. Seguramente no la pasarían nada de bien, y en una de esas alguno de ellos terminaría pidiendo la campana o tirando la toalla..
A modo personal me pregunto ¿hemos sido capaces como arquitectos y/o arquitectos en formación lograr esa independencia creativa como se hizo en el Bauhaus despojándonos de todo mandato, ser un mecenas de la arquitectura y no un empleado de la burguesía? Y ¿habremos conseguido hacer arquitectura para las personas o seguimos haciéndola para los arquitectos?
¿Y qué hacían los obreros de las viviendas obreras? Oh, se quejaban, cosa que iba con su naturaleza en Aquella etapa de la historia. En Pessac, aquellas desdichadas Criaturas revolvieron de arriba abajo los fríos Cubículos de Corbu en un intento desesperado Por hacerlos cómodos y atractivos. Pero era lógico. Como dijo Corbu en persona, tenían que ser "reeducados" Para comprender la belleza de "la Ciudad Radiante" del futuro.