Dependencia religiosa de la moral en
L os herm anos Kar amazov amazov
Gonzalo Martínez Licea “Si Dios no existe, todo está permitido”
En la novela Los hermanos Karamazov, Karamazov, escrita por el autor ruso Fiódor Dostoyevski, muy al principio uno de los personajes principales hace una afirmación muy importante. Ivan Karamazov manifiesta una de las ideas que parecen ser el problema central de toda la obra, en una sola fórmula concentra el núcleo de las inquietudes que dan profundidad intelectual a la acción dramática por la que es conducida la trama hasta el final y que encuentra diversas reacciones y soluciones en diferentes personajes. Esta idea es: ―si Dios no existe, todo está permitido‖. 1
En el contexto de la novela y de las propias convicciones de Dostoyevski, este pensamiento adquiere una compleja significación dado que hunde sus raíces en el profundo cristianismo que profesa profes a el autor. Y no sólo él, sino la mayoría ma yoría del pueblo ruso del siglo XIX y gran parte de Occidente. Por ello casi todo el mundo sabe que para el cristianismo la figura de Dios es el centro de toda su toda su moral, moral, o más bien, podría decir un cristiano, de la moral. la moral. ¿En qué sentido Dios es el centro de la moral? No quisiera generalizar en un tema de esta índole, así que me limitaré a decir que al menos el dios de Dostoyevski es la fuente de la que emana toda la
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El famoso condicionante nunca es mencionado literalmente por ninguno de los personajes, aunque en varias ocasiones algunos de ellos hacen eco de la idea de Ivan: reformulan, parafrasean o mencionan sólo una parte del enunciado.
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moral. A la pregunta de Sócrates en el Eutifrón, nuestro autor seguramente hubiera respondido que lo bueno es lo que Dios dice que es bueno. En efecto, así me siento inclinado a interpretar la frase de Ivan. Si Dios, que es la fuente de la moral, no existe, entonces no existe la moral y, efectivamente, todo está permitido. Así pues, en este contexto el ―todo está permitido‖ no significa plenitud de la libertad ni
nada parecido. Aquí ni siquiera podemos hablar de libertad en primer lugar porque no existe la instancia divina que nos hace libres. Por ello tampoco podemos hablar de bien y de mal; preguntar por lo correcto o incorrecto de una acción no tiene sentido. No hay recompensa ni castigo, ni virtud ni pecado, ni justos ni pecadores. Estamos más bien ante una frase que anuncia un estado extremo de indeterminación, anarquía y sinsentido moral. Todo está permitido significa no importa qué se haga, todo da lo mismo. Con la caída de Dios sobreviene también la extinción del hombre. Y no sólo en sentido moral, sino literalmente, pues no son posibles los acuerdos más insignificantes para la socialización. ¿No matarás? ¿No darás falso testimonio? Con la tabla de valores destruida el hombre desciende a un grado todavía más bajo que las bestias, quienes al menos son capaces de arreglárselas para mantener su estirpe.
Dios y los hombres Salta a la vista que el razonamiento de Ivan Karamazov parte de una perspectiva objetivista de los valores. Procede así como un religioso consecuente. Un objetivista
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moral sostiene que los valores tienen existencia y validez absoluta y universal. En el caso de una persona creyente como Dostoyevski, el objetivismo de los valores proviene de Dios. Así pues, para él, la moral depende de la religión. Las objeciones que diversos filósofos y científicos han hecho a esta postura son conocidas.2 Realmente el punto de partida de Dostoyevski, desde un punto de vista lógico, es muy difícil de sostenerse en pie, salvo con varios agujeros teóricos. Pero no sólo él, sino muchos pensadores han defendido este axioma a lo largo de la historia. ¿Por qué? Puede haber muchas respuestas, pero la que yo considero una de las principales es una: la educación. Educación entendida en su sentido más general de formación de hombres y, a la vez, la cultura que permite hacerlo (quizá la voz alemana Bildung exprese mejor lo que tengo en mente). Es indudable que el dogma juedeocristiano ha tenido una repercusión definitoria en la configuración de la cultura y la educación occidental. Agudos observadores como Nietzsche llamaron la atención sobre cómo los valores del cristianismo habían incidido en la moral de Occidente. Ahora bien, si asumimos que nuestra educación y nuestra cultura están fuertemente arraigados en los sistemas de valores3 cristianos, incluso en contra de la lógica es muy probable que persistamos en nuestras creencias y tendamos a interpretar el mundo desde esa perspectiva.
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No abundaré en la exposición de los argumentos, puesto que éste no es precisamente el tema de mi ensayo. Para ello remito a James Rachels, Introducción a la filosofía moral y a Gustavo Ortiz Millán, ―¿Depende la moral de la religión?‖. 3
Digo sistemas en plural porque no creo que todos los cristianos de todo el mundo y de todos los tiempos hayan interpretado las Escrituras de la misma forma — lo que sí acepto es que todas las formas de
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Por esta vía de comprensión cultural quizá podamos entender mejor a Dostoyevski cuando hace decir a Ivan que ―todo está permitido‖ y sobre todo entender las negras
consecuencias que saca de esta conclusión. Veamos. Desde su cristianismo, Dostoyevski se forma una idea muy clara del ser humano, aunque no exenta de ambigüedades constitutivas. En palabras de Ivan la humanidad es una ―débil 4 5 raza […] eternamente ingrata y depravada‖, el hombre es un ―animal feroz y malo‖, los
hombres son ―esclavos aunque hayan nacido rebeldes‖.6 Ivan abunda en ejemplos para
mostrar que el hombre es un ser vil y malvado, pero que también es débil y no está hecho para la libertad. En efecto, ―nunca habrá nada más intolerable para el hombre y la sociedad‖7 como la
libertad. Ivan considera que la indeterminación aplasta al hombre, la libertad lo desborda, su libre albedrío es la peor carga que tiene. El hombre, en suma, es por naturaleza incapaz de gobernarse a sí mismo. De ahí la necesidad de la existencia de Dios, y ―si Dios no existiese habría que inventarlo‖, dice Ivan.8 En otras palabras, la moral se impone y se impone desde una instancia celestial. Si tomamos lo anterior como una observación antropológica y social verdadera, sí podemos concluir con Ivan que la ausencia de Dios supondría una catástrofe para la
interpretación cristianas comparten una forma o modelo que las caracteriza y que precisamente las hace cristianas — . 4 Dostoyevski, Los hermanos Karamazov, p. 314. 5 Ibid ., p. 291. 6 Ibid ., p. 315. 7 Ibid ., p. 311. 8 Ibid ., p. 291.
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civilización. El hombre, desorientado, se destruirá a sí mismo por el terrible don de la libertad sin un dios trascendente: ―la libertad es, ella misma, la causa primera de todo mal‖.9
En este sentido específico es posible que Dostoyevski tenga razón. Si a las civilizaciones que de algún modo afirman la tradición monoteísta se les arrebata la seguridad y comodidad moral que dispensa un dios rector, es probable que las consecuencias sean catastróficas a nivel individual y social. Dostoyevsky (o al menos una de sus posturas) ve en el hombre a un ser cuyo principal motivo parece ser el miedo, un miedo muy terrenal y servil. Por ello necesita postrarse ante Dios. Y si Dios nos ha hecho la mala pasada de darnos abismal libertad, correremos a venerar al primero que nos quite las responsabilidades. De hecho esto es muy fácil. Dios puede tomar muchas formas. A una de ellas Dostoyevski le llama Iglesia Romana. Nosotros hoy podemos decirle consumismo irresponsable, dinero, lujo, éxito, etc. Todas estas cosas pueden convertirse en la religión de millones, y millones pueden hacer lo que sea por obtenerlas. Incluso consentir el mal (que para Dostoyevski es lo mismo que hacer el mal): ser indiferentes a los demás, utilizarlos como medios para nuestros propósitos o dañarlos directamente. Así, Juliana González acepta que pese a que se rechace el moralismo religioso dostoyevskiano, la realidad de los siglos XX y XXI ha confirmado
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González, op. cit ., p. 54.
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lo que el autor preveía: ―una particular descualificación de la vida que se debe ante todo a 10
esa especie de ‗costumbre‘, de habituación al crimen y al mal en general.‖
La moral racional Por ello, precisamente porque nuestra época es un ejemplo de los perjuicios morales a causa de dios — o de su ausencia — , es necesario dejar patente la supremacía, no sólo lógica, sino práctica, de una moral racional. Sostengo que el hombre no necesita de dios y que esta noción más bien le perjudica. Dios, en el sentido lato del párrafo anterior, es el fantasma de las debilidades del hombre; sólo el uso de su razón le permitirá combatir a sus propios dioses. Autores como John Mackie han destacado acertadamente la importancia de hacer evidente toda vez que se objetiven los valores subrepticiamente. Las crisis nihilistas de los existencialistas, lo prescriptivo y autoritario del lenguaje cotidiano, el lenguaje filosófico (la noción de deber ), la creencia en un único bien del hombre, todas estas cosas pueden ser reveladas como herederas de una tendencia a objetivar los valores.11 Los dioses del hombre no son más que formas de objetivar los valores. Como ya apuntaba más arriba el poder de la cultura y la educación para influenciar en el comportamiento, las creencias y modos de pensar de las personas es de capital importancia. Bertrand Russell señala algunos sentidos en los que la educación religiosa 10 11
Ibid ., p. 254. Cfr . John Mackie, La invención del bien y del mal.
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puede ser perniciosa para las personas. Algunos de ellos ya los he mencionado antes y se enfrentan a posturas como las de Dostoyevski. Por ejemplo, Russell dice que ―en cuanto la religión apela al miedo, rebaja la dignidad humana‖.12 Actuar bien por temor al castigo divino (o legal) es deshonroso para nuestra condición de seres pensantes, pero a su vez es deshonroso actuar bien si se espera una recompensa en una supuesta vida después de la muerte. Por ello, continúa Russell, la religión subestima las capacidades intelectuales y la virtud del valor. Alguien que necesita ser dirigido y que se entrega a los designios de otra fuerza no hace sino infravalorarse a sí mismo. Yo añadiría que este tipo de creencias fortalecen la pereza intelectual y, por tanto, moral. Pereza porque muchas veces el no puedo no significa otra cosa que no quiero. Esto a su vez se traduce en una fuerte rigidez de principios. Los religiosos más ortodoxos son tradicionalistas y no les gusta que nadie ande por allí preguntándose cosas. También hay entonces muchos rasgos de intolerancia entre los religiosos, en especial, y casi exclusivamente, entre los monoteístas: ―Los monoteístas más celosos siempre han buscado excluir de entre sus filas a cualquiera que no compartiera su verdadera fe.‖13
Por último, Russell lanza una de las críticas más importantes: ―cuando la única base de la moralidad es la religión, la persona que deja de creer en la religión muy probablemente 14
dejará de creer en la moralidad.‖
Esta última crítica la apunta Russell hacia los que piensan que ―si Dios no existe, todo está permitido‖. Por supuesto que no todo está permitido. Hay muchas razones para 12
Bertrand Russell, La educación y el orden social , p. 142. Jonathan Kirsch, Dios contra los dioses. Historia de la guerra entre monoteísmo y politeísmo, p. 45. 14 Russell, op. cit ., p. 143. 13
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fundamentar lo que consideramos bueno y censurar lo malo. Si negamos esto entonces deberíamos ser religiosos consecuentes. ¿Por qué entonces no aplicamos completamente la ley de Dios, por qué no matamos a los infieles (cosa que sí hacen los musulmanes)? ¿O, por el contrario, por qué no hacemos como Cristo y ponemos la otra mejilla? Adaptamos, reinterpretamos, recortamos y transformamos los preceptos cristianos según nuestras necesidades actuales. ¿Es eso objetividad? ¿Es eso respetar la voluntad de Dios? Todo parece indicar que históricamente la moral dio origen a la religión y no al revés.15 Pero se nos hace difícil aceptarlo porque eso conlleva gran responsabilidad. Por ello, reitero, me parece que el hombre no es tanto malo, ni siquiera ignorante, como perezoso, y en el mejor de los casos temeroso; perezoso y temeroso para pensar y valerse por sus propios recursos. No suscribo aquí ninguna deificación del hombre. Para mí eso es caer en la misma lógica religiosa y objetivista que intento superar. No hablo de un culto a la razón, sino del ejercicio de la razón. La razón puede equivocarse, los argumentos pueden ser defectuosos, las lagunas del conocimiento inabarcables. El hombre comete errores. Pero justamente yo creo que en la comprensión de esta verdad reside la fuerza y superioridad de la moral racional. La conciencia de la falibilidad engendra la actitud científica de la duda y mantiene siempre abierta la expectativa de hacer mejor las cosas. Debido a eso, el adecuado uso de la razón no puede degenerar en vanidad e idolatría. Al contrario, deviene en humildad, flexibilidad de pensamiento y valentía.
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Gustavo Ortiz Mi llán. ―¿Depende la moral de la religión?‖ , p. 5
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Alguien educado para dar razones en lugar de apelar a la autoridad de lo incierto, alguien que pueda cambiar de opinión sin avergonzarse, alguien lo suficientemente adulto para no desmoronarse al descubrir que algo en lo que creía no era cierto, alguien que puede dar razón de su conducta y sus valores, esa persona puede llamarse verdaderamente libre. Si se educan más personas de ese tipo, será posible evitar las consecuencias atisbadas por Dostoyevski y que ahora sufrimos en nuestros individuos y sociedades.
Obras consultadas
Dostoyevski, Fedor, Los hermanos Karamazov, 3ª ed. trad. J. Zambrano Barragán. Barcelona, Credsa, 1972. González, Juliana, ―El dilema del mal y la libertad: Dostoyevski‖, en Ética y libertad ,
México, Facultad de Filosofía y Letras – UNAM, 1989. Kirsch, Jonathan, Dios contra los dioses. Historia de la guerra entre monoteísmo y politeísmo, trad. Gabriel Dols, Barcelona, Ediciones B, 2006. Mackie, John. Ética, la invención del bien y del mal , trad. Tomás Fernández Auz, Barcelona, Gedisa, 2000. Ortiz
Millán,
Gustavo,
―¿Depende
la
moral
de
la
religión?‖,
˂http://www.academia.edu/2507643/_Depende_la_moral_de_la_religion>
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Russell, Bertrand, La educación y el orden social , trad. José Vicuña y Ángeles Ortuño. Barcelona, Edhasa, 2004. Palabras: 2 220
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