COLECCIÓN
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encuadernación J. CORDEROY
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T Vers¡ón castellana de BOOKBINDING FOR BEGINNERS. @, Studio Vista, London ( nglaterra). Traducción de Yolanda K. de Stock I
índice
I
lntroducción
I
herramientas 2. Equipo especial El banco de trabajo Prensa de encuadernador . Cuchilla de encuadernador 1.
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Pequeñas
Cuchilla para cartón de encuadernar Una abrazadera para cortar .
sujetadora encuadernar Prensas combinadas El calentador ..... Abrazadera de tipos El cazo de cola 3. Materiales .... :...'.. 4. Papel Serie de operaciones 5. Primera etapa .
12 16 16
18 20
...
2L 22 23
Prensa Telar para
24
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28 29 35 38 40
'. Hojas de encuadernación (blancas y guardas) ..
45
Segunda etaPa . Corte de los cantos
48
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Cosido
lomo Sacar cajos Limpiar el lomo
Primer y segundo forros
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52 54
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54 56
Lomos huecos
7. Tercera etapa
40
51
El
Todos los derechgs reservados por O, 1973. EDITORIAL KAPELUSZ, S. Buenos Aires, Hecho el depósito que marca la ley 1L723. Publicado en abril de 1973. LIBRO DE EDICIóN ARGENTINA - Printed in Argentina
27 28
Plegado de hojas para la formación de pliegos
6.
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Corte de las taPas
57
Fabricación de una cubierta Terminación del encuadernado
60
Acabado
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libro plíegos
Reencuadernación de un Separación de
Prensado Fajas de resguardo
.. Encuadernación sin costura
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Restauración del papel roto
9. 10.
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Cosido de libros encuadernados sin costura
Sobrehilado Cosido lateral .
69 70
78 79 80
...... 84 rebajador 86 .... ........ 86 Cortar y rebajar el cuero 87 Cubrir con cuero 91 El revestimiento... ........96 Dorado .....;...;,. 98 Decoración ........ 101 Reparacióndetapasdetela ...... f06 Encuadernación en cuero para bibliotecas El El descarnador
lntroducción
t I
I
Para iniciarse en la encuadernación se requiere poseer un equipo sencillo y pocos materiales que puedan reunirse fácilmente sobre una pequeña mesa de trabajo. Como elementos más necesarios pueden indícarse los siguientes: cortaplumas, tijera, cortapapeles o plegadera de hueso, aguja, pincel, martillo, regla de acero, chinches o tachuelas, engrudo o pasta gomosa fabricada con harina y cola o cualquier adhesivo sinfético, papel de seda, papel de dibujo, cajas, hilo, cintas, tela para encuadernador o papel muy fuerte, planchas de material trasparente autoadhesivo para trasferir letras destinadas a los títulos e inscripciones, papel de diario para cubrir la mesa de trabajo. Resultará muy útil disponer de una pila de libros grandes o una sencilla prensa de las que se utilizan para presionar raquetas de tenis, a fin de mantener comprimidos los pliegos y las tapas. Este manual pretende ser un elemento básico para el aprendizaje de la encuadernación de libros; para esto se ha adoptado un sistema simple de trabajo y, en primer lugar, se ha dado preferencia a la descripción de las herramientas y materiales más imprescindibles y adecuados, con los sustitutos más aconsejables. La encuadernación no presenta ningún misterio; el único requisito exigible para practicarla es el deseo, el entusiasmo y el agrado por encuadernar libros. Cualquier persona, con un poco de empeño, puede crear una buena
Grabado en madera realizado en 1568 por
J. Amtra un taller de man, que mues-
encuadernador,
cubierta protectora de los volúmenes -esto se viene haciendo desde hace 1 500 años y continúa en la actualidad-, aunque los resultados que se obtengan serán más óptimos si pueden aplicarse algunos conocimientos previos. Este libro ha sido ideado, precisamente, con la intención de servir como guía y orientación para aquellos que aspiran a iniciarse en él oficio.
El espacio requerido para trabajar y el equipo necesario deben estar de acuerdo con los recursos disponibles. Los elementos se agregarán gradualmente; coleccionar herramientas con la idea de que puedan resultar útiles es ineficaz y costoso. Algunas de las mejores encuadernaciones que aquí se presentan han sido realizadas con las herramientas más sencillas y en una habitación de una superficie no mayor de cuatro metros cuadrados, que al mismo tiempo servía para vivir. lndudablemente, se requiere mucho en' tusiasmo para trabajar en un espacio tan reducido como el mencionado. Aunque algunas escuelas y talleres de artesanías proporcionan cursos para la enseñanza de este oficio y facilitan el uso del equipo, el lugar más indicado para desarrollar una actividad cómoda y placentera es el hogar. La propia casa del aficionado siempre resulta el mejor lugar de reunión para el intercambio de ideas, las experiencias con el método de trabajo y las propias creaciones. Si los artesanos encuadernadores
que muestra el grabado de madera (ver página 8), realizado por Joste Amman, hubiesen dispuesto de un moderno taller de encuadernación, igualmente se hallarían muy cómodos, pues las herramientas actuales son muy similares a aquellas que se utilizaban en 1568. Tal vez grande sería su sorpresa al ver la inmensa cantidad de libros disponibles en la actualidad y nuestra indiferencia ante ellos; y más asombro les causaría el hecho de que los encuadernadores saben leer. Cuando se realiza cualquier tipo de trabajo existe una secuencia correcta de operaciones -es una cuestión de organización y comodidad-, y el buen éxito de la tarea depende de la planificación, no de la casualidad. Un proyecto ha sido definido como la concepción preliminar de una idea que se lleva a cabo mediante la acción, y es de muy buen criterio tener alguna noción de lo que se va a hacer antes de comenzar. Muchas per-
el proyecto debe ser decorativo y bello, aunque éste es sólo el aspecto más aparente del
sonas piensan que asunto.
Un buen proyecto referente a la encuadernación de un libro, debe tomar en cuenta su función, período probable de circulación, tipo de uso que pueda recibir, sus medidas, precio y apariencia. 10
el aficionado como el encuadernador profesional seguramente no tienen ninguna intervención en la elecTanto
ción del tipo, medida o calidad del papel usado por la imprenta -aunque muchos encuadernadores opinan que podrían hacerlo mucho mejor que loS encargados de esas tareas-, no obstante que a ellos corresponden todas las demás decisiones emergentes de la confección y terminación de la obra. Por ejemplo, tendrá que decidir cómo se coserá el libro, qué hojas en blanco se utilizarán, construcción de la encuadernación, materiales de cobertura (que incluyen color, textura y terminación) y decoración de la tapa. Con la planificación previa, el aficionado sabrá los pasos que debe cumplir y podrá tener listo el material para la próxima etapa, no teniendo la oportunidad de arrepentirse por no haber meditado responsablemente todo el proceso del trabajo.
Sólo la experiencia atesorada a través del tiempo es la que ayuda a tomar decisiones; y mientras esto acaece descubrirá que planificar, proyectar o diseñar, será el factor decisivo para el resultado final de la tarea. Fundamentalmente, habrá que tener en cuenta qué es lo que se intenta hacer, y por qué. Durante las primeras etapas, para poder lograr un trabajo limpio y prolijo, habrá que limitarse a usar los métodos y materiales tradicionales. De esta manera se lograrán un mayor conocimiento de los materiales y una mayor confianza en la propia habilidad. En el paso si-
guiente se intentará crear algo diferente (es necesario recordar que no hay virtud en hacer algo distinto por el solo hecho de hacerlo). Si no sale del todo bien puede ser que se descubra la causa, y esto es positivo. No hay que temer la imitación del trabajo hecho por los demás; tal vez éstos se sientan halagados en la circunstancia y sirvan de guía, orientación y ayuda. Siempre, cada vez que se manipule un libro, es conveniente utilizar los conocimientos especiales para analizarlo, para pensar cómo y por gué fue hecho, y cómo podrá ser mejorado. En esta constante insatisfacción se hallará el camino del perfeccionamiento. 1t
1.
Pinceles para pintura, pequeños, pueden ser útiles en algunas oportunidades"
Pequeñas herramientas
Tablas: hay muchos tipos, pero en este caso sólo se requerirán dos. Las tablas de apoyo, fabricadas con madera de haya de 130 mm de ancho, que tienen un borde de 13 mm redondeado para evitar marcar el libro; el otro borde, de 15 mm de ancho, biselado, para formar un borde con un ángulo de 75o, sobre el cual se dan vuelta los pliegos cuando se enloma el libro. El borde tendrá que ser cepillado si se daña o rompe. Las tablas para prensar pueden ser de madera terciada de 10 mm; también pueden elaborarse con cartón de encuadernación cortado a medida y encolado en varias planchas para obtener el espesor requerido. Las medidas de estas tablas deben adecuarse a las de las prensas
y los libros.
Punzón: se utiliza para horadar
el papel y el cartón.
Pinceles: redondos, con cerdas largas, para aplicar cola, de tamaño adecuado al recipiente de la misma.
la
Los pinceles para pasta son similares, pero deben estar atados con hilos o disponer de un mango de aluminio u otro que no se herrumbre. Estos pinceles también son adecuados para aplicar adhesivo sintético.
Con anterioridad a su utilización por primera vez, es necesario remojar los pinceles y mantenerlos húmedos para evitar el desprendimiento de las cerdas. Compás: de resorte, de 150 mm, con tornillo de ajuste. Taladradora simple: una barrena común de tipo manual.
Plegaderas: varillas de hueso, de aproximadamente x 25 x 3 mm, con extremos redondeados o puntiagudos. Se utilizan para plegar manualmente el papel, doblar y dar forma a los cantos, presionar sobre materiales encolados para facilitar la pegadura. El encuadernador cuenta con varias de ellas, las que utiliza con frecuencia y según sus necesidades. Fácilmente pueden mantenerse limpias si se las sumerge durante un día en aceite y se las lava luego" 200
Limas: para la fabricación de herramientas. Cualquier lima resultará apropiada; aunque las nuevas, bien afiladas, ahorran mucho trabajo. Es conveniente mantener siempre la lima dentro de un mango, pues la espiga puntiaguda puede herir la mano. También resulta de mucha utilidad la lima denominada cola de ratón. Almohadilla o cojín para sentar el oro: se utiliza cuando se trabaja con hojas de oro. Se fabrica de madera, me-
didas 250 x 180 x 20 mm, con una capa de diario de 6 mm cubierta con piel de becerro, doblada por sobre los bordes y clavada en su lugar con tachuelas separadas 25 mm una de otra. La piel (cualquiera que no sea grasosa servirá en este caso) debe colocarse bien tensa. Cuando la almohadilla se encuentre fuera de uso es
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aconsejable mantenerla cubierta.
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Cuchillo para cortar el oro: instrumento con una hoja de de largo y 25 mm de ancho. Para cortar el oro la hoja no debe ser demasiado filosa, pues puede desgarrar la almohadilla; además puede ser utilizado para cortar papel" Es necesario mantenerlo siempre limpio de 200 mm
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grasitud. 13
Martillo: se necesita uno pequeño, como el de zapatero. Tajadores: un tajador de buena calidad para distintos usos, preferentemente sin mango de madera. Las mejores cuchillas se preparan con las hojas desechadas de las sierras mecánicas: éstas pueden ser afiladas con una amoladora sin dañar significativamente el acero. Deben envolverse en cuero para proteger las manos. Los tajadores deben afilarse por la parte de arriba solamente, la parte inferio¡ debe quedar plana.
Regla: un trozo de acero dulce pulido, de 32 x 3 mm y 380 mm de largo, para utilizar como guía cuando se corta en línea recta con el tajador. Las reglas delgadas no son aconsejables por inseguras.
de
Asentador: consta de una madera terciada de 380 x 50 mm
de encuadernador.
adobado con un poco de ace¡te, sobre el cual se aplica
Piedras para cercenar: piedras lisas (de carbonato de calcio) anteriormente utilizadas por los litógrafos, usadas actualmente para la mayor parte de los trabajos en cuero debido a que presentan muy buena superficie para
trabajar. La misma función pueden cumplir la mesada de mármol de una pileta de cocina o un espejo con un borde bien pulido. Mángo para agujas: herramienta pequeña de mano con un mandril capaz de sujetar a una aguja, para perforar papeles gruesos.
Cepillo de mano: para el caso sirve cualquier tipo de cepillo. Punzón: se utiliza para martillar sobre él y hacer agujeros circulares, perfectos. Será muy útil uno de 6 mm de diámetro. I
coincidencia.
Agujas: para coser con hilo grueso se escogerán las que poseen ojos de forma ovalada, conocidas como agujas Piedras de amolar: son útiles las piedras de afilar de grano grueso y fino, de 200 x 50x 25 mm.
I
Escuadra: una escuadra de carpintero, de 200 mm. Estos instrumentos a veces no resultan exactos. Para verificar la exactitud de su trazado se apoya contra el canto recto de una plancha de madera; trazar una línea, dar vuelta la escuadra y trazar otra línea para comprobar la
Sierra: se utiliza un serrucho viejo con dientes romos o una hoja de sierra. Resultan muy convenientes las pequeñas sierras con hojas finas intercambiables. Gizalla: guillotina pesada de accionamíento manual, de 210 mm.
Esponjas: naturales o sintéticas, para mojar pel, tela o cuero. 14
y lavar pa"
y un
pedazo de cuero de 300 mm encolado encima y
colcótar de joyero. Ghapas de hojalata: chapas de hierro estañado, de aproximadamente 0,5 mm de espesor; forradas con papel sirven para colocar dentro de las planchas cuando se prensan los libros, a fin de evitar el marcado de los mismos.
También pueden utilizarse chapas de duraluminio. Brocas para metales: son muy útiles para cuando se necesite realizar alguna reparación en una herramienta. Las mechas numeradas previamente permitirán una mejor elección de las medidas.
Morsa: resultará muy apta una morsa pequeña afianzada en el banco de trabajo; permite que las manos queden totalmente libres. Pesas: algunas pesas de plomo resultarán aprov.echables en todo momento. Se colocarán dentro de una caja de cartón de encuadernador, de 100 x 75 x 25 mm, con un alambre pasado alrededor de las paredes para evitar que el recipiente ceda. El molde debe colocarse sobre una superficie lisa y dura. Cualquier tipo de pesa puede ser eficaz: hasta una
plancha de hierro antigua, si se dispusiese de alguna en
el
hogar.
Chapas de cinc: para utilizar debajo del material que se corta con el tajador; la blandura del cinc no permite que la hoja de la cuchilla se desafile. Las medidas más útiles de las chapas son: 300 x 100 mm y 450 x 300 mm; el espesor: 0,75 mm, aproximadamente. 15
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2.
Son esenciales en
Equipo espec¡al
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La industria de la encuadernación requiere una gran va' riedad de máquinas para la producción masiva de libros. Sin embargo, el aficionado que deseara encuadernar libros en su casa, puede arreglarse sólo con algunas máquinas esenciales muy simples; en caso necesario, estas mismas pueden reducirse a fin de disponer de un equipo más económico.
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El banco de Como la mayor parte del trabajo de encuadernación se trabajo realiza de pie, es muy importante la altura que debe tener el banco. Comúnmente la altura es de 90 cm; el nivel
de trabajo ideal para sentirse cómodo es de
75
mm por
debajo de la cintura. El banco de trabajo modelo debería tener 9 m de longitud. Pero se es muy afortunado si se consigue uno de 3 m, al que se lo debe recubrir con una
lámina de linóleo grueso.
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el lugar de trabajo: una toma de co-
rriente eléctrica una boca de gas. Además hay que instalar una buena luz directa, atenuándola, en caso de mucha iluminación, por medio de una cortina blanca. También debe tenerse cerca un suministro de agua. Es conveniente tratar de mantener libre la superficie del banco, dejando tan sólo algunos elementos: una pequeña
prensa, una chapa de cinc para utilizar durante el recorte, un pote con cola y su calentador, un tarro de engrudo. El tablero de las herramientas debe estar situado sobre una pared próxima para tener los útiles a mano. lgualmente deben hallarse próximos: potes de vidrio para colocar dentro las plegaderas de hueso, pequeños pince' les, cuchillos y todas las piezas y trozos largos y delgados que inevitablemente son indispensables. Para suje-
tar algunos potes en el tablero se usan
abrazaderas
especiales.
La parte inferior del banco resulta un lugar ideal para ubicar un estante de la medida necesaria, y allí almacenar papel y tablas. No es necesario que este estante sea de una sola pieza maciza, pues el papel generalmente se guarda dentro de grandes carpetas que pueden apoyarse sobre tres o cuatro rieles fijos detrás y en la parte delantera sobre el bastidor del anaquel. Siempre hay algunos elementos pegueños que necesitan estar sobre un estante; habrá que elegir, por lo tanto, un lugar
para ellos en un extremo del banco. Hay que reservar también un lugar para un asiento, el que debe estar 25 cm más bajo que la superficie del banco. Todo lo detallado resulta muy prometedor en teoría; pro-
bablemente el aficionado terminará utilizando la mesa de la cocina como lugar de trabajo.
Si se observa el grabado de la página 8, podrá notarse que el encuadernador ha utilizado una cuchilla grande para cortar los pliegos del libro que sostiene contra sus rodillas. En otro plano, un operario se encuentra cosiendo un libro sobre el bastidor de un telar. Las mencionadas son herramientas especiales que prácticamente
no han sufrido cambios a través del tiempo. El encuadernador aficionado también deberá tener, como recurso de apoyo, algún elemento que sostenga los materiales que manipula.
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),
Prensa de Consta de dos mordazas fabricadas con madera dura y encuadernador lisa. Es tradicional utilizar dos tornillos de la misma madera para unir ambas partes -se aseguran los tornillos a una mordaza y se enroscan dentro de la otra- aunque los tornillos de acero son más resistentes y no se tuercen fácilmente. Dos barras guías cuadradas mantienen las mordazas a nivel; en caso de utilizar la prensa para refilar, tendrá que colocarse un par de rieles para que el cuchillo pueda deslizarse. La prensa descansa sobre una plataforma, pero puede colocársela debajo del banco y taparla cuando no se halla en uso'
Un elemento útil, sustituto de la prensa de encuadernador, puede ser fabricado con dos tirantillos de madera dura cepillada, de 50 x 75 mm, con un tornillo de 25 mm de diámetro en cada extremo' Para evitar que los maderos se curven bajo los efectos de la presión, se necesitará reforzar la madera mediante la colocación de un ángulo de hierro. Este artefacto servirá para cualquier operación, excepto cuando se corte con la cuchilla' y seguirá siendo útil aunque'se disponga de una herramienta más completa. En caso de adquirir una prensa verdadera, habrá que verificar que tenga 45 a 60 cm en' tre tornillos, cada mordaza deberá medir no menos de 12,5 cm de ancho por 8,8 cm de alto, y su superficie interna, tanto inferior como superior, será lisa y nivelada'
lrr
lrgrrr,r dc arriba muestra cómo se colocan los cuadernillos en la prensa de encuaderrratlor; abajo, martillando el lomo para darle la forma adecuada.
Las superficies superior e inferior de los rieles guías de-
ben encontrarse bien alineadas de modo que puedan deslizarse correctamente, pues de otro modo la prensa no podrá cerrarse ajustadamente. Si se colocaran tornillos de madera habrá que seleccionarlos rectos y lisos.
18
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Cuchilla de Es una herramienta utilizada para cortar los cantos encuadernador los libros y cartones con gran exactitud' Este trabajo
de es
ampliamente realizado desde mediados del siglo XIX por
la guillotina; pero muchos encuadernadores afirman
que la cuchilla produce cantos más precisos'
La cuchilla tiene mucho en común con la prensa de encuadernador (dos mordazas, dos barras guías), pero sólo un tornillo para controlar la distancia entre las dos mor-
Es la pieza más pesada del equipo, la que casi no se Cuchilla menciona en este libro, pues será prácticamente impo- para cartón sible conseguirla; sin embargo es la mejor herramienta de encuadernar para cortar cartón, y la que desearía obtener el aficiorrado experto. Existen algunos modelos de mesa, aunque raramente pueden sostener firmemente un cartón mientras se realiza la operación de cortado.
dazas.
LJna herramienta apropiada es la que corta un cartón cle hasta 750 mm y 3 mm de espesor' Posee una mesa de
La mordaza izquierda encaja en las guías de la prensa del encuadernador y es sostenida por el tornillo de rosca' La mordaza derecha retiene el tornillo (pero le permite girar) con la manija proyectándose del lado derecho; y
:;a se ha colocado otra cuchilla, que gira sobre un pivote
tiene la cuchilla sostenida horizontalmente en su base con el filo sobresaliendo lo necesario de la superficie de la prensa, Un tornillo con una ranura machihembrada en un extremo sostiene la hoja contra dos placas metálicas que se encuentran dentro de los costados de la mordaza derecha. La hoja tiene una sección machihembrada para encajar en la ranura, siendo absolutamente necesario que se encuentre siempre muy bien afilada y tenga la parte inferior completamente plana'
Si fuese posible, habría que disponer de una hoja de aleación de acero que aporta un excelente filo. La carencia de una cuchilla de encuadernador no afectará mayormente a la persona que realmente desee dedicarse a la encuadernación de libros: se han cortado muy buenos cantos con el libro sostenido en una prensa y sin otro equipo que un escoplo de recorte muy filoso' El aficionado entusiasta siempre encontrará la forma de improvisar;
20
a lo largo de un costado, en ángulo recto con la cuchilla, la que se encuentra fija cn el borde más largo; una guía móvil corre paralélarnente al filo cortante. En el extremo opuesto de la mehierro con una guía recta
y se acciona hacia abajo para cortar junto a la que se crrcuentra fija. Un poco por detrás del filo cortante hay una grapa accionada por un pedal, para sostener el cartórr con una presión uniforme en toda su longitud.
utilice esta máquina, los cartones deben corl;rrse de tamaño mayor que el necesario, con un borde. l,rrgo bien refilado; luego se coloca este borde contra el r o:;taclo y se procede a escuadrar un extremo de cada r,rrtón (página 22); después hay que marcar y cortar el olro extremo; volver a colocar la guía corrediza y cortar r,l ¡trrcho. Todos los cartones deben tener el mismo tanl;uro, con cada esquina en ángulo recto. Cuando se r rrrlnrr varias hojas de cartón, éstas deben ser colocadas ,,olrrc. la mesa siempre de la misma manera: nunca debe rl,rr.,(' vuelta un cartón solo, siempre toda la pila junta. ()rr¿¡ndo se
Una abrazadera Este utensilio, cuando faltan la prensa
y la cuchilla
de
para cottar encuadernador, puede utilizarse para sostener firmemente los cartones y libros delgados a fin de poder cortarlos con un cuchillo filoso. Su construcción, con materiales de fácil adquisición, es muy sencilla, Consta de una base de madera terciada (A), de 400 mm de largo, 200 mm de ancho y 25 mm de espesor, con dos agujeros de 10 mm de diámetro; estos agujeros se encuentran a 25 mm de cada extremo y a 50 mm del borde donde se trabaja. Dos varillas cilíndricas (B), 25 mm de
La base se encuentra protegida por la parte inferior con una chapa de cinc, que a la vez asegura cortes finales limpios. Este artefacto puede mantenerse atornillado erl una posición permanente, o bien asegurado por la parte sobre-
saliente de la varilla inferior. Tornillos con cabeza chata para ajustar con un destornillador, asegurados por una rosca a la varilla inferior, dejan una mayor superficie a lo largo de la varilla superior.
La necesidad de prensar libros, a menudo
y por largos
períodos, ha exigido que los encuadernadores dispongan
de varias prensas de todo tamaño y potencia. A pesar cje la gran variedad existente, todas cumplen idéntica
diámetro exterior, se taladran para que los orificios coincidan con los de la base. Dos bulones de i50 mm de largo por 9 mm (C) pasan desde abajo a través de una varilla cilíndrica y la base; encima y alrededor de los bulones se ajustan a presión resortes livianos (D); el conjunto se sostiene firmemente por medio de tuercas mariposas (E). Una tabla (F), de 20 x 50 mm, de madera dura y bordes rectos, con una tira de acero de 20 mm embutida o atornillada sobre uno de los cantos, encaja entre los tornillos y descansa sobre el material que se pretende cortar; las tuercas mariposas sirven para ajustar; los cortes se realizan con un cuchillo que tiene la parte inferior plana' 22
el prensado de libros y cuadernillos en forma y la compresión de diversos materiales encolados. ¡rlana Iambién sirve la antigua prensa utilizada para prensar f
t¡nción:
Ir:la de hilo, siempre que sus maderas no se hallen deformadas; sin embargo, siempre es preferible usar una l)ronsa de hierro. La prensa aún común en las oficinas t)ara uso de los copiadores, es una máquina útil por su ¡rresión uniforme, aunque la altura desde la base hasta l;r platina (X) resulte demasiado pequeña; esta altura ¡rut:de ser aumentada retirando los tornillos que manlicrrcn sujeta la base al arco, y cambiándolos por unos rrr;is largos; los 50 a 75 mm adicionales deben ser com¡rcnsados con bloquecitos de madera dura o trozos de 23
F-
caño de hierro (Y). En este caso, la platina no llegará hasta la base, pero el espacio puede ser llenado por los libros y las planchas para prensar. Las planchuelas para prensar serán de madera terciada 10 mm de espesor; es preciso preparar algunas grandes para prensar fácilmente volúmenes de gran tamaño, y algunas más pequeñas para libros de dimensiones más reducidas, Los bordes, sin ser redondeados, serán lisos.
de buena calidad, de
El prensado de libros exige siempre que el volumen colocado con su parte central debajo del tornillo.
sea
Telar para Es un bastidor de madera en el cual los encuadernadores enCuadernal sobreponen, para coser, los pliegos del libro. Tiene una base de madera con una entalladura cerca del borde delantero, levantada del banco por medio de un listón en cada extremo; el borde delantero se encuentra biselado hasta la ranura para facilitar la costura. Cuatro pies con roscas tipo tornillo sostienen una barra cilíndrica de madera, la cual puede ser levantada o bajada por medio de tuercas de madera, La cinta o cuerda asegurada a la barra es sostenida por debajo de la ranura medíante un juego de clavijas cosedoras; ella queda tensa empujando hacia arriba la barra con las tuercas de tornillo, Los telares de encuadernador tienen una longitud variable entre 300 y 900 mm; pero el de confección casera puede ser de medidas mucho más reducidas. Ésta es una de las herramientas más fáciles para impro-
'visar, El telar tradicional es una máquina voluminosa, pero decorativa; tal vez resulte conveniente confeccionar uno que pueda ser doblado cuando no se utilice. En este caso puede utilizarse una tabla de madera como base y un riel delantero atornillados a un par de listones, con dos brazos verticales y un travesaño elaborado como una unidad separada y asegurada mediante un tornillo en cada extremo. El conjunto se doblará hacia abajo al dejar el trabajo sin tener que sacar el material parcialmente cosido. La tensión requerida por las cintas es proporcionada por bandas elásticas resistentes que, para este propósito, se hallan sobre el travesaño. 24
Prensas combinadas
mffi He aquí algúnas herramientas que pueden hacer más de
un trabajo determinado, creadas por artesanos ingeniosos. En Francia, donde hay muchos encuadernadores aficionados, se utiliza un modelo popular de prensa para encuadernar, que puede ser utilizada sobre uno de sus otros lados como prensa de pinzado; pero no puede trabajarse con ella de las dos maneras a la vez. Si puede conseguírsela, resultará un accesorio muy útil. Otra idea interesante que atrae a los principiantes, especialmente por su bajo precio, es una prensa pequeña que puede ser utilizada para prensar libros, enlomar, y para cortar los cantos con un cuchillo filoso.
26
Este calentador es necesario para someter al calor a al- El calentador gunas herramientas y puntas de metal utilizadas en la decoración de los libros, tanto como para calentar el recipiente para la cola. Generalmente, el artefacto es de forma circular, para poder calentar los elementos en el centro, mientras que dispone de un anillo ondulado donde se apoyan las manijas con el objeto de tenerlas frías. El calentador puede ser eléctrico, pero el que funciona mediante querosén o gas puede ser controlado más fácilmente. Un calentador económico puede ser construido por un herrero, con alambre de hierro de 6 mm. El centro del aparato es el quemador de gas (A) sobre el cual una placa metálica (B), aproximadamente de dos veces el diámetro del quemador, actúa como un deflector de calor; un soporte circular (C), para apoyar las herramientas, debe estar 25 a 4A mm de distancia de la placa, y a una distancia de 125 mm alejada de ella se encuentra otro anillo circular (C) para sostener las manijas de madera; es conveniente que este último anillo presente ondula-
ciones cada 50 mm para que resulte más cómodo el apoyo de las herramientas. Las tres unidades mencionadas se hallan unidas por medio de tres varillas radíales (E). Tres patas en V, soldadas al anillo exterior, deben tener la altura suficiente como para sostener el plato def lector 50 mm por encima del quemador: su altura se determina luego de conseguir el quemador. Si se utilizase un calentador eléctrico, se elegirá uno oon un elemento de calentamiento rápido y una llave ¡rara controlar la cantidad de electricidad suministrada.
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plato caliente sólido puede no resultar adecuado para
la trasferencia del calor requerido, en caso de no existir el contacto necesario entre la herramienta y el plato.
27
una letra de Abrazadera Es una herramienta que permite utilizar emplear un imposible resulta cuando sola, de tipos imprenta tipografía' de línea una coloca se donde componedor laña del la a similar forma en trabaja utensilio Este fabricante de herramientas. Consta de dos mandíbulas unidas por dos tornillos: el inferior ajusta el ancho de las mandíbulas; el superior las mantiene separadas en un extremo para asir la punta de la herramienta' La distancia del tornillo inferior hasta la punta es de 20 mm' para permitir que las letras de imprenta queden libres' Si esta abrazadera es fabricada de latón, mantendrá mucho mejor el calor (ver "Terminación del encuadernado", o¿g'
60).
3.
Materiales
Láminas y adornos para estampar: películas plásticas delgadas con un depósito de oro u otro metal, con un adhesivo por el revés, sensible al calor. Las láminas con inscripciones son similares, pero con un adhesivo sensible a la presión. Cartones: los que se utilizan para la tapa de los libros son fabricados con papel de desperdicio, paja y otros
materiales con que se fabrica
el papel. El cartón se
vende en hojas de distintos espesores, los que se solicitan por los números 40, 20, 10, 8, 6 y 4; hojas de espesores menores pueden ser sobrepuestas, encoladas y pren-
sadas conjuntamente en varias combinaciones, para obtener los espesores de 1; 1,5; 2,5 y 3,5 mm, capaces de para preparar la cola caEl cazo de cola Es el elemento indispensable por recipientes: uno de hiedos liente. Está compuesto cola; y otro mayor' que la coloca rro fundido, donde se tipo contiene al primero y que se llena con agua' Un eléctrica resistencia una provisto de más moderno viene resulta dentro de la camisa para el agua' Mucho mejor muy 9s termostato: de provisto eléctrico un calentador una seseguro, y se lo puede tener enchufado durante tiene no mana sin dañar la cola ni el pincel; este cazo lapso camisa para el agua, por lo que luego de cierto el líquido debe renovarse para que no se descomponga' debe descanCuando no es,usado, el pincel parala cola que atraviesa la parte sar sobre el alambre escurridor superior del recipiente de la cola'
cubrir la mayoría de las necesidades de la encuadernación.
El cartón paja es fabricado con paja macerada; es resistente y duro, pero tiende a quebrarse; de aspecto amarillo, la superficie es áspera" El cartón compacto está formado por varios cartones ordinarios encolados y prensados; es duro y resistente. Otros tipos de cartones muy usados en encuadernación son el blanco, de muy buena calidad, duro, compacto y satinado, y el gris, de menor resistencia y de calidad ordinaria, que se fabrica con papel viejo.
Tela de encuadernador: generalmente brin de algodón, endurecido con un relleno o forro para prevenir la penetración de la cola. También hay infinidad de colores y calidades; las azules, grises y verdes son propensas a la decoloración. Los nombres por los cuales se conocen las telas usadas en encuadernación pueden conducir a conclusiones erróneas -pergamino artístico, lona artística, bucarán-; por
lo tanto deben elegirse aquellas que tengan aspecto de tela tejida, dejando de lado las telas estampadas en relieve, por ser débiles.
29 28
Hay otras telas, de raso o franela, muy fuertes, sobre una de cuyas caras se aplica un barniz celulósico, que imita a veces al cuero. Como puede ser lavada, es aconsejable su uso para encuadernaciones de libros que van a tener aplicación en la cocina, en el taller o en lugares donde se acumule fácilmente la suciedad; además tienen demasiado espesor como para utilizarlas en todas las encuadernaciones. Estas telas se venden en rollos de 96 a 100cm de ancho; el largo común de un rollo es, generalmente, de 35 m; por lo tanto será necesario adquirirlas en comercios que puedan entregar largos cortados a medida. Tetraclorometano: es un líquido incoloro, volátil, no inflamable, útil como solvente y removedor de grasas. Ad' vertencia: de este tetracloruro se desprende un gas perjudicial (cloro) en presencia de carbón ardiente.
Cinta adhesiva: cinta autoadhesiva trasparente, para pegar papeles y cartones. Barniz celulósico: podrá obtenerse generalmente en forma de aerosol; adecuado para utilizar como capa obturadora de protección, si se utiliza con moderación. ¡Es inflamablel Se recomienda usarlo frente a una ventana abierta, cuidando que el líquido no penetre en los ojos. Gordón: para coser los libros se utiliza cordón de cáñamo o nailon.
Fijador: es el adhesivo utilizado para fijar la hoja de oro, Se puede preparar disolviendo 30 g de escamas de albúmina en 300 g de agua, hasta que las escamas se disuelvan. Se filtra a través de un trapito de trama abierta o de algodón en rama; para cortarlo, pueden agregársele algunas gotas de ácido fénico o de vinagre (hay distintas fórmulas para la preparación del fijador. Ver "Terminación en oro"). En realidad pueden utilizarse otros excelentes sustitutos, pero cada encuadernador debe elegir el que crea más conveniente. Colas: en encuadernación se utilizan varios tipos de colas o adhesivos, siendo preferibles las que se trabajan en 30
caliente. La cola de carpintero, en forma de tabletas, debe remojarse durante una noche antes de ser usada; generalmente se disuelven 150g de cola en 3009 de agua, directamente en el cazo de la cola. Es necesario calentar la cola de tanto en tanto, aun cuando no se la use, para evitar la formación de moho. Tener en cuenta que 50" C es la temperatura más adecuada; el calor que sobrepasa los 65o C inutiliza la cola. Lámina de oro: ver "Láminas y adornos para estampar". Hoja de oro: son hojas finísimas de oro (23 quilates) reducidas a un espesor de aproximadamente 0,01 mm, que se venden en librillos especiales. Estas hojas se usan para dorar sobre cuero, tela y otros materíales. Almohadilla: es un cojín o acolchado de caucho puro empapado en trementina. Se utiliza para remover, trasladar y coleccionar los restos de oro sobrante. Papel kraft: papel de embalaje, muy resistente, lustrado por una de sus caras, y a veces por las dos. El verdadero papel kraft se reconoce porque cuando se lo quema deja una pegueña cantidad de ceniza, muy suave, lo que indica un contenido extremadamente puro de fibra celulósica. Se fabrica en varios colores, pero el usual es el
de color entre amarillo y pardo. Se recomienda su para refuerzos y forros de lonrcs.
uso
Cueros: los que se utilizan comúnmente en encuadernación son curtidos al aceite. Deben poseer una textura firme y no deben decolorarse. El cuero de cabra o chagrín es muy utilizado para estos trabajos; también son buenos algunos tipos de pieles de cerdo. El cuero de becerro es débil y costoso; tiene una superficie muy lisa que deja trasparentar cualquier marca. La badana es suave, flexible y delgada. El color de un cuero es influido por el tono rosa suave original de las pieles curtidas al aceite. Los tonos pastel y blanco solamente pueden obtenerse rociándolos con pigmentos que contienen celulosa, pero esto al facilitar la impermeabilización de la superficie, dificulta la operación de dorado, con lo que los cueros ya no resultan 31
r apropiados para la encuadernacién. El color más cercano al blanco se logra curando la piel con alumbre, que produce un color marfil muy resistente y que se oscure-
Si no se compra el papel por resmas, se tendrá que con-
fiar en una imprenta o en un comerciante que desee
ce con ei tiempo.
vender en lotes más pequeños. Todo encuadernador deberá tener una pequeña exis-
Gartulina Manila: material entre el papel y el cartón, extremadamente resistente, generalmente satinada.
tencia de: Papel de seda, libre de ácidos; o mejor aún, papel japonés, sedoso y satinado, para reparar hojas dañadas. Papel 420 x 530, de gramaje 30, para reparar y guardar
Cartón para encuadernación: ver "Cartones".
Tela de algodón: puede ser muselina clara, de trama abierta y muy sólida; o brin de algodón, de mucho cuerpo y muy resistente. Papel: para las propiedades y calidades, consultar el capítulo siguiente. Existen muchos formatos, con nombres que ya son tradicionales, y gue se conocen en el comercio y en la industria por sus medidas normalizadas. Designación
Dimensiones en cm
Gran cícero
110
Cícero
i00
Doble marca mayor Doble marca mayor Doble coquille Gran cícero Cícero
Marca mayor Marca mayor Marca mayor Coquille
Marquilla
Folio prolongado Folio regular
x 77 x 70
90x65 88x64 88x55 77x55 70x50 68x47 55x45 64x44 56x44 53x37 47
x34
45x32
La mayoría de estos papeles pueden conseguirse en medidas dobles (doble sobre el lado más corto) c en medidas cuádruples (doble sobre ambos lados). Un papel fabricado en las siete medidas básicas y cuatro espesores diferentes formará una resma (500 pliegos) de veintio-
cho pesos distintos. Otra característica que ofrece un papel es su espesor o gramaje, peso en gramo por metro cuadrado de papel. 32
pliegos.
Papel 420 x 530, de gramaje 45, para proteger pliegos, reforzar papeles débiles y forrar hojas de encuadernación de color. Papel 500 x 635, de gramaje 100, para hojas de encrJadernación, forro de lomos y envolturas. Cartulina 52A x 775, 225 de gramaje, para resguardar tapas
y
lomos.
Engrudo: se prepara mezclando 75 g de harina común y
media cucharada de alumbre, con suficiente agua para hacer una masa pastosa (agregar agua hasta obtener 5709); calentar hasta que hierva y mantenerlo así durante cinco minutos. Batir constantemente para evitar la formación de grumos; igualmente se debe revolver cuando se enfría para que no se forme una capa endurecida. Para impedir el mantillo agregar un pedazo de timol, aproximadamente de la medida de una arveja; cuando la temperatura haya alcanzado los 40o C, aplastar el timol. Este engrudo se mantiene en buen estado dentro
de un frasco con tapa sin rosca. Engrudo (almidón de maíz): ver restauración del papel roto en el capítulo "Reencuadernación de un libro". Emulsión adhesiva (acetato de polivinilo): adhesivo blanco, espeso, que se diluye en agua, pero que no se disuel-
ve una vez que se ha fijado. Permanece blanco, pero es resistente, y parece ser excelente para encuadernaciones no cosidas. No reemplaza a la cola ni al engrudo. Tinta de imprenta: para labrar y decorar tapas. Solución gomosa3 s
Gintar cinta resistente de algodón pa(a armar el libro. Cualquier cinta fuerte puede servir, endureciéndola con engrudo, cola liviana o almidón. Conviene tener de varios anchos, síendo el mayor de 12 mm"
4.
Papel
Tal vez el aficionado piense que el papel es tan sólo una
Hilo: hilo blanco para coser los libros. Se adquiere en bobinas y carretes en números que indican diversos espesores,
Taller de encuadernación según un viejo grabado. Como se puede apreciar, algunos de los útiles empleados por los obreros se usan todavía en esta artesanía.
sustancia plana y delgada que se utiliza para escribir, o envolver paquetes. Sin embargo, a medida que lo utilice en su trabajo, descubrirá que es una materia básica para la encuadernación, y le resultará muy útil conocer algunas de sus importantes cualidades.
irrrprimir
El papel es obtenido a partir de las fibrillas celulósicas de los vegetales; éstas generalmente son huecas, pequeñas, de forma tubular, de 1 a 25 mm de largo. Como las plantas tienen diferentes estructuras, dichas células no son de la misma forma o tamaño, habiéndose encontrado algunas quE son más aptas para la fabricación del papel, como las-que provienen del abeto y otros árboles resinosos, de la paja de cereales, del bagazo de la caña de azúcar, etc. Las etapas de fabricación comienzan con el corte y desfibrado de la materia prima; sigue el tratamiento químico con aglutinantes y otros aditivos, con lo que se prepara una solución acuosa en forma de pasta de papel. Según la materia prima empleada (madera, esparto y
I 6
otras hierbas, trapos, papeles viejos) se obtienen distintas clases de pastas, a partir de las cuales se logran papeles de diferente calidad. Los trapos viejos de lino y algodón dan fibras largas, con las que pueden fabricarse papeles fuertes y resistentes" El esparto, de fibras finas y cortas, con el agregado de rJiversas cargas, se usa para preparar papeles blancos y lisos, con buena opacidad.
El pino y el abeto suministran la mayor parte de la fibra con la que se obtiene la pasta química para producir pa¡rel de diario y otros papeles estables que pueden utili^/arse para diversos propósitos.
[)e modo que la preparación de la pasta varía con las ¡rropiedades que debe tener el papel, pero el proceso h;isico para formar la hoja es siempre el mismo: la fibra (¡re se halla en suspensión se separa del agua esparr:idrndola sobre una fina tela metálica; escurrida el agua, 34
35
sobre lá malla de la tela queda una capa delgada de rnaterias húmedas que una vez diluida, refinada, blanqueada y depurada constituYe el PaPel.
En el método primitivo de la fabricación manual (papel de tlna) la hoja de papel es obtenida introduciendo un cedazo rectangular o filtro dentro de una tina, a fin de tomar la cantidad suficiente de pasta como para hacer un pliego; luego, por presión, se escurre el agua y se tiende la hoja para que acabe de secarse al aire. Este
método prácticamente no se usa; de modo que debe considerarse únicamente el papel fabricado a máquina, cuyo sistema de elaboración funciona con arreglo al mismo principio pero más rápido' En este caso el filtro es reemplazado por una tela metálica sin fin sobre la cual cae constantemente una capa de pasta. Mientras la cinta avanza a razón de 15 a 40 km/h, el agua de la pasta (1 %
de fibra en 99 l" de agua) se escurre y luego la masa pasa entre cilindros que le otorgan consistencia sufi' ciente para que pueda ser separada de la cinta metálica' Es dirigida entonces por cintas de fieltro a través de varios cilindros compresores y de una serie de tambores caldeados interiormente que eliminan el agua restante por evaporación. Finalmente se somete a operaciones de acabado y se enrolla en bobinas o pasa por máquinas cortadoras que le dan el formato deseado.
En el papel fabricado a máquina, las fibras de la celulosa se estructuran de la siguiente forma: a) En forma de tubitos achatados que tienden a echarse en una única dirección, en la misma hacia donde va la máquina. Esto hace que resulte más fácil doblar, combar o romper el papel en la dirección de la fibra, siendo más difícil en la dirección trasversal. b) Los tubos absorben la humedad mediante acción capilar, siendo más rápida la acción cuanto más finos son' Cuando esta fibra aplanada absorbe humedad, se expande más en el sentido del ancho que del largo; al evaporarse el agua, la fibra se encoge, haciéndolo por lo tanto también el papel. Para asegurar estos conocimientos es conveniente hacer
diversas pruebas con todo el papel que se utilice. Recordar también que el cartón es una forma más gruesa de papel, con las mismas propiedades físicas.
a) Tomar veinte hojas de papel y doblarlas a lo ancho, luego
a lo largo. Una de estas
operaciones presentará
menos resistencia que la otra, por cuanto se estará doblando en la dirección de la fibra y no venciendo la rigidez de todas las fibras tubulares. Los libros que tienen las hojas con las fibras paralelas al lomo se abren con facilidad; los que tienen las fibras en otro sentido no lo hacen, y muchas veces sus hojas suelen arrugarse trasversa lmente.
b) Arrancar una tira del borde corto de una hoja de papel; otra del borde largo. Una de ellas se romperá más fácilmente y en ángulo más recto, por cuanto el desgarramiento se realiza en dirección de las fibras, rompiéndose al mismo tiempo menor cantidad de fibras.
c) Soplar sobre un costado de la esquina de un pedazo de papel, sostenido aproximadamente a 25 cm de la boca; podrá comprobarse cómo se comba levemente. Si se lo coloca sobre una superficie mojada, se combará en forma pronunciada, por cuanto las fibras correspondientes a una superficie se habrán expandido a lo ancho (la curvatura será en el sentido de la dirección de la fibra). Al ir penetrando la humedad, el papel se alisará; se encogerá al secarse.
d) Doblar una hoja de papel a lo largo y a través de la dirección de la fibra. Será mucho más fácil hacer el doblez que va en dirección de la fibra, que a la vez quedará más liso. También los libros tendrán que hacerse de esta manera.
e) Sobre una hoja de papel marcar la dirección de la fibra, pegarla a un trozo de cartón y dejarla secar: observar el efecto. Hacer lo mismo en el anverso del cartón, pero con la dirección cje la fibra a través del sentido de la otra. Esta experiencia dará una idea de la forma en que se contrae la fibra celulósica. Para reducir el poder de absorción del papel se necesita rrn tratamiento especial, salvo que fuera destinado para filtros o para papel secante. Puede realizarse la prueba
con un "encolado superficial", en un baño caliente con I a 27o de gelatina. Este baño sella la superficie, otorga trna terminación lisa, protege las fibras y aumenta la resistencia. El procedimiento es ideal para papel de carta. 37
36
a6
El papel para imprenta es encolado a máquina con resina, la que agregada a la pasta precipita sobre las fibras. Es el método más generalizado y el de mejores resultados.
útil realizar una prueba de resistencia de tensión del papel: se sostiene una tira de papel entre los dedos pulgares e índices, con las puntas de los pulgares tocándoEs
se. Apretar firmemente, y empujar luego hacia arriba con los pulgares para comprobar cuánta fuerza es necesaria para romper el papel. Se realizará la prueba nuevamente, pero con la tira colocada en ángulo recto respecto de la prueba anterior: podrá verificarse que algunos papeles utilizados para forrar libros no se rompen; se podrá utilizarlos con total confianza.
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el papel desde otro punto de vista: averiguar si los libros tienen el sentido de la fibra a lo largo o a
Observar
través del lomo. ¿Se hallan arrugadas las hojas? ¿Los libros se abren y apoyan fácilmente? Si se pudiesen tener entre manos algunos libros fabricados antes de 1800, cuando aún no había papel fabricado a máquina, podría comprobarse el arrugamiento de las hojas debido a que ellas eran humedecidas previamente y la impresión del tipo alargaba el centro de cada hoja.
Plegar hojas para formar los pliegos N N R E Nivelar y confrontar . R E Estirar . R E Reparar hojas dañadas . R E Colocar entre chapas 'RE Protegerpliegos N R E Emparejar. Prensar cuadernillos. Preparar las
NRE NRE NRE NRE NRE NRE NR
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Rebajar el cuero
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Cortar las esquinas de cuero Desbastar los dobleces de cuero Cubrir las esquinas de cuero Cubrir el lomo con cuero Recortar los costados Rellenar los costados
.E .E .E .E .E .E .E .E NRE
.E
Serie de operaciones A continuación, y por orden de relación, se inserta una serie de operaciones necesarias para realizar los siguientes- trabajos de encuadernación:
Nuevos libros en pliegos Reencuadernación del lomo y tapas Encuadernación en cuero para bibliotecas 38
E E E E NRE
NR
. . .
NR
hojas en blanco o de encuadernación Marcar el lomo para el cosido Coser. Adjuntar hojas en blanco Martillar y encolar el lomo Cortar el frente. Cortar los bordes Redondear. Respaldar Limpiar el lomo y dejarlo secar en la prensa Forrar el lomo con tela Y PaPel Preparar chapas de Pasta de madera Cortar los cartones a medida Cortar refuerzos Para taPas Y lomo Colocar las tapas Confeccionar tapas Y lomera Cortar el lomo de cuero
E
Cortar tela para tapas Encolar las tapas Ajustar el margen del doblez Encolar los papeles en blanco y prensar Marcar y estampar en seco las bandas del lomo' si fuere necesario Hacer el molde de letras Estampar en seco las letras Untar las letras impresas (dos veces) Engrasar la piel y colocar las hojas de oro Hacer las letras de los títulos en oro u hojas del' gadas o trasferencias Quitar el oro sobrante 39
5.
Primera etapa
Las primeras encuadernaciones sencillas que se intentarán serán de hojas de papel común, liso o rayado, blanco o de color; ellas darán, seguramente, la oportunidad para practicar todas las operaciones relatívas a la ejecución de esta primera etapa. Si se realizan tres trabajos con el material indicado, posteriormente se habrá adquirido experiencia como para corregir algunos defec-
tos iniciales. Se necesitarán: un banco, una plegadera de hueso, una prensa y planchuelas para prensar, una prensa de encuadernador, calibres o compás, una sierra.
dobla el antericjr pliegue de derecha a izquierda para formar un octavo o pliego de 16 páginas. Puede evitarse la arruga que suele aparecer en el interior si se recorta el segundo pliegue hasta algo más de la mitad de su longitud, antes de hacer el último. Al realizar el plegado hay que tratar de no mover la esquina más próxima de la izquierda para que la operación resulte fácil y eficiente. Una vez armados todos los pliegos, se golpean los cuadernillos para emparejarlos sobre la parte superior (extremo superior) y lómo, y se colocan entre planchuelas para dejarlos en la prensa durante toda una noche (es necesario asegurarse previamente de que los pliegos no se hallan sobrepuestos).
En caso de no poder reunir todas las herramientas enunciadas, se sugieren algunos sustitutos en el capítulo dedicado al equipo especial. Los materiales que se necesitan son: hojas de papel de marca de 1009; una cierta cantidad de papel kraft de 1009, con nervaduras para envolver; cartón para encuadernación, de 2 mm de espesor; hebras de hilo o cordel, una aguja y algunos cla-
vitos. En lo posible hay que trabajar con papel que ofrezca la dirección de la fibra a lo ancho de la hoja.
El armado y encuadernado del libro se mantiene me- Cosido diante el cosído de los bordes plegados de los cuadern
Plegado de hojas Colocar las hojas sobre el banco, con uno de los bordes para la formación largos cerca del doblador; levantar el ángulo derecho de pliegos más próximo de la hoja superior, colocarla sobre el ángulo izquierdo y asentar el pliegue con el borde de la plegadera. Se ha doblado en folio o pliego de 4 páginas.
illos.
Antes de empezar a coser, hay que marcar primeramente el lomo de los pliegos en varias partes, en el lugar donde irán las puntadas y las cintas o cordeles necesarios, según el tamaño de los cuadernillos que se encuadernen,
Cortar algunos cartones un poco más grandes que el libro, separar 16 pliegos, nivelarlos mediante golpes sobre la parte superior y lomo y colocarlos entre dos planchuelas en una prensa de encuadernador, dejando fuera la misma unos 5 cm del lomo. Utilizar el calibre o compás y un lápiz para marcar el lomo del libro en cinco partes iguales (A) para tener cuatro marcas a lo largo de los pliegos; luego marcar el ancho de la cinta o cordel hasta arriba desde cada una de estas marcas (B). Estas ocho marcas indican las
Ahora se procede a doblar el extremo más alejado del pliego hasta el extremo más próximo, asentándolo para formar un cuarto o pliego de 8 páginas. Finalmente se 40
posiciones de las cintas; las otras dos marcas (C) son cortes poco profundos (aproximadamente 12 mm) reali. zados con la sierra en la cabezada y pie; estos cortes no deben verse a la altura central de los pliegos. proceder al alzado de tres libros de 16 pliegos cada uno. 41
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Los pliegos deben tratarse como si estuviesen impresos, colocándolos sobre el banco al alcance cómodo de la mano izquierda, con los lomos en dirección opuesta a la posición de costura. Cada pliego se dará vuelta, como las páginas de un libro, para colocar el pliegue contra las cintas y asegurar un orden correcto. para mayor seguridad es conveniente numerarlos. I I
El cosido de los cuadernillos se realiza sobre el telar' Se necesitarán cuatro cintas prendidas alrededor de las ban-
das de goma en el travesaño, con el libro colocado en tal posición que las marcas sobre el lomo sirvan para localizar el lugar exacto de las cintas; éstas se mantendrán sostenidas en la base mediante clavijas de madera o clavitos. El telar se coloca de manera que las cintas queden cerca del borde del banco donde se sienta el operador, el cual debe sentarse de costado con su brazo izquierdo pasado por debajo hacia el extremo del telar' Si no se dispusiese de un telar puede utilizarse una plancha de madera, de tamaño mayor que el formato del libro, sobre uno de cuyos bordes se clavan los cuatro trozos de cinta de 100 mm de largo. Éstos tendrán suficiente resistencia como para mantenerse rígidos y poder coser encima de ellos (ver figura).
42
Para el cosido se debe elegir un hilo adecuado. Es más conveniente un hilo delgado para los libros que tienen numerosos pliegos finos o papel duro; para pliegos densos o de papel suave se usa un hilo grueso. La costura es lo que aporta mayor grosor al lomo de un libro, y esto puede ser útil, pero la exageración ocasionará, seguramente, más dificultades. No hay reglas con referencia a este aspecto, pero un aumento proporcional del 25 % resulta correcto. Puede tenerse una idea aproximada del volumen que ocupará la costura si se envuelve hilo alrededor de un lápiz tantas veces como pliegos se han de coser. El cosido con cintas no abulta mucho y es muy conveniente: los cuadernillos se mantienen intactos, se conserva más el lomo y permite que el libro se abra con mayor facilídad. Se coloca el primer cuadernillo contra las cintas y abriéndolo por la mitad se perforan las marcas correspondientes a la cadeneta de la cabeza, manteniendo la mano izquierda adentro, con el pulgar y el índice sobre el ángulo del doblez, utilizando la aguja con la otra mano.
43
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Entonces, con un hilo simple de 1,5 m de largo se coy mienza a coser, entrando en los cortes aserrados say liendo por encima de la cinta, adentro otra vez afuera por encima de la segunda c¡nta, así sucesivamente hasta el próximo corte de sierra. Para facilitar el cosido deben utilizarse ambas manos' pliego se Cuando se ha terminado el cosido del primer (si la costura de tira del hilo para ajustarlo, en dirección papel) hasta el puede romperse se tirara en ángulo recto que queden unos 7 a 10 cm del otro lado; luego debe iarse vuelta el otro pliego' empujando la aguja a través y del corte de sierra por encima del cual ha venido' se ajustadamente hilo del Tirar cose de la misma manera. y hacer un nudo doble en los extremos' Coser el tercer pt¡"go y tirar; luego hacer un punto cadeneta en el lugar del corte de sierra pasando la aguja enhebrada detrás del hilo que une los dos pliegos anteriores y a través del lay zo que se ha formado' Se toma el cuarto cuadernillo se repiten las operaciones realizadas con el anterior' Las cadenetas formarán una cadena de nudos que sostendrán los extremos de los pliegos juntos; el último se ter-
F
Son las hojas de protección que se encuentran en los Hojas de extremos de los libros. En realidad, forman parte de la encuadernación encuadernación y no propiamente del libro. Para ellas (blancas y guardas) se necesitará papel resistente, un poco más grande que un pliego abierto, con la dirección de la fibra en el sentido del ancho. Para los libros se recomienda el uso de papel kraft con nervaduras. Las hojas en blanco con un doblez pegado son las más sencillas. Doblar dos hojas por el medio y encolar con un filete de cola no mayor de 6 mm directamente sobre la primera hoja del cuadernillo; del mismo modo se pegan sobre la cara de la última hoja del libro, de manera que queden a nivel del lomo y cabezada.
El encolado se realiza colocando la hoja doblada sobre un papel de desecho, cubriéndola totalmente con una hoja, excepto el borde que se va a encolar. Las guardas con resguardo son similares, con la diferencia de que en lugar de ser pegadas se hallan unidas a los pliegos finales por medio de una tira fina de tela, la que debe dejarse endurecer antes de proceder al co-
mina con dos Puntos cadeneta.
sido.
nudo Cuando un hilo se esté por terminar, se utiliza un libro del lomo del ras tejedor para unir otro hilo nuevo, a
Cortar dos tiras de tela de 25 mm de ancho y del largo del libro. Encolarlas y colocar encima las guardas, de
prr"
manera que se pueda ver sólo 6 mm de la tela; el doblez del último pliego va sobre el resto, con la primera y última páginas del libro hacia arriba, dejando una distancia igual al grosor de un pliego. Después de algunos instan-
"uitur.
que el nudo quede adentro del cuadernillo'
tes, doblar la hoja en blanco sobre el pliego. La tela formará como una bisagra, y la costura sostendrá a todo el conjunto otorgándole gran resistencia. Los encuadernadores suelen preferir las guardas de color con la mitad de la hoja en blanco, a fin de que resulte una apertura de un solo color. Colocar una hoja de papel blanco plegada sobre papel de desecho, y encolarla; apoyar sobre ella una hoja de color plegada -borde plegado contra borde plegado- y prensar entre planchuelas limpias durante algunos mirrutos antes de colgar para el secado. De esta forma se obtiene un tipo de plegado de tres hojas que puede situarse, con tela, como protección del último pliego. 45
1l Como alternativa,
la parte blanca de esta triple
hoja puede ser pegada dentro de otro papel en blanco pegado
I
y cosido encima al igual que un pliego. La costura pasa a través de las dos hojas blancas para que el libro tenga dos hojas y tres hacia afuera. Después del cosido, el plegado trasero de esta guarda debe ser pegado al pliego. Los bordes plegados de las hojas en blanco no deben sufrir daños, y para esto los cortes de sierra en el lomo deben hacerse antes de las uniones.
,
Con tres libros en proceso de fabricación, el aficionado tendrá la oportunidad de ensayar la colocación de todos estos tipos de guardas y hojas en blanco; sin embargo, encontrará dificultades si no tiene la precaución de colocar la fibra de estas hojas en dirección paralela al lomo. Las arrugas que sobrevengan demostrarán que la colocación no ha sido correcta.
,:
6. Segunda
etapa
Una vez que los cuadernillos se hallen firmemente sujetos por medio de la costura, se ha terminado la primera parte en forma satisfactoria. En una segunda etapa se deben realizar diversas operaciones previas al entapado: cortar las cintas, encolarias y pegarlas con ayuda de la plegadéra (ver figura); encolar y retorzar el lomo para evitar que los pliegos se aflojen; redondear el lomo y cortar los cantos ásperos para dar nueva forma al libro: formar el reborde del lomo (sacar cajos) a fin de que las tapas abran y cierren correctamente. Para realizar estos trabajos se necesitarán: cola, pincel para cola, cuchilla, martillo, refuerzos para el lomo (papel fuerte o tela); planchuelas para prensar y muselina clara.
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46
El encolado del lomo del bloque formado por el conjunto Encolado de los cuadernillos cosidos es el primer paso que debe realizarse para evitar que los pliegos se aflojen. La cola debe estar bien caliente (aproximadamente a 55o C) y diluida. Colocar una hoja de protección sobre el banco de modo que cuelgue sobre el borde (A). Sostener un libro entre las puntas de los dedos de ambas manos y golpear ligeramente los bordes plegados -el lomo y la cabezada- sobre el banco hasta que todos los pliegos 47
1Ti{
Cuando la cola ha secado, se coloca el libro sobre el banco y se marca cada lado con líneas paralelas al lomo para indicar dónde se debe cortar el frente del libro; una segunda línea, más alejada del lomo, será útil como
guía cuando se coloca la menor cantidad posible de papel; siempre habrá tiempo para refilar más.
se hallen nivelados y escuadrados. Colocar el libro hacia abajo, con el lomo apenas sobresaliendo un centímetro del borde del banco, y las cintas (B) sostenidas por dos trozos de cartón para encuadernar. Se encola el lomo, pasando perfectamente el pincel hasta la zona punteada, de manera que la cola penetre bien entre los cuadernillos. Con la cola todavía húmeda, golpear ligeramente
E -+--1
Colocar un pedazo de cartón a cada costado del libro; uno en la línea guía A, el otro en la línea de corte B. Sosteniendo el libro y los cartones firmemente con una mano, introducirlos en la prensa, apretando firmemente para evitar que se caigan a través de la prensa. La línea guía debe estar por encima de la superficie de la cara izquierda; la línea de corte, a nivel con la de la derecha. Debe mirarse por debajo para ver
si el lomo está
aún
nivelado y no se ha torcido de manera alguna; entonces se procede a apretar los tornillos de la prensa. La abertura en ambos lados de la prensa debe ser la misma, lo que indica que la presión a lo largo del libro se mantiene
uniforme. El canto delantero queda así listo para su corte. I
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otra vez los bordes para nivelarlos y dejar el libro a un costado para que seque. Es muy importante que los bordes se encuentren perfectamente nivelados mientras se produce el secado de la cola.
Finalmente se revisa la cuchilla:
la parte inferior
debe
quedar completamente plana y el canto de la herramienta cortante debe encontrarse muy filoso.
ll
Un filo romo entorpece el trabajo y rompe el papel. Si es necesario afilar y la superficie plana tuviese que ser asentada, utilizar la superficie angosta de la piedra de amolar, pues se utiliza muy poco y probablemente se halle plana. Colocar la cuchilla encíma sin sostenerla, sólo moviéndola con la punta de los dedos. El más leve bisel en la parte inferior hará que la cuchilla se eleve mientras corta.
Corte Generalmente, en los talleres de encuadernación, los de los cantos cantos de los libros se refilan con una guillotina provista de pesada cuchilla. Es difícil que el aficionado pueda instalar en su casa una de ellas, pero en caso de poder conseguir la más modesta de estas máquinas, vería facilitada su tarea en forma apreciable. Para un trabajo casero se usa la prensa de madera con cuchilla. De todos modos, cualquier máquina de corte que se emplee debe poseer una cuchilla de filo perfecto.
La cuchilla de encuadernador deberá ser sometida
a
prueba, haciéndola correr por la prensa para asegurarse que sobresale de la superficie. Si fuera demasiado alta, colocar uno o dos espesores de papel entre la hoja y
la placa interior (A); si es baja, colocarlos debajo de la placa exterior (B). Si se colocara demasiado relleno, el filo de la cuchilla resultará más bajo que el canto de la misma, y la cara derecha se balanceará sobre este último.
-
Ahora puede comenzar la operación de corte. La cuchilla debe estar al principio alejada del libro, pero cuando se mueva hacia adelante y hacia atrás y el tornillo se apriete gradualmente cada vez que llegue al extremo más cercano, comenzará a cortar. Cuantas más veces se corte de un solo golpe, más dificultades se presentarán: si los cortes exteriores se arrugan, hay indicios de que se ha apretado demasiado el tornillo o que la
cuchilla se ha desafilado. Cualquier papel que quede debajo de la cuchilla desnivelará al artefacto y el bloque correrá el ríesgo de ser cortado en forma escalonada.
Cuando se ha cortado todo el papel, hay que sacar el bloque de la prensa (utilizar una tira de papel para verificar el paralelismo de los lados, midiendo el ancho en la cabeza y el pie). Cortar luego el pie, Doblar la hoja exterior, de manera que el borde recién cortado quede exactamente sobre la línea del lomo, y marcar en el borde con un cuchillo el lugar donde debe efectuarse el corte; de esta manera se tendrán dos marcas en ángulo recto con los bordes paralelos. Resulta algo complicado colocar el libro dentro de la prensa debido al mayor grosor producido por la costura, pero puede solucionarse colocando el libro sobre la cabezada e introduciendo papel entre las hojas, hasta que el espesor sea uniforme desde el lomo al borde delantero. Cuando se cortan el pie y la cabezada, los pliegues traseros de los cuadernillos deben quedar hacia adelante; para evitar romper los lomos de los pliegos es importante cortar sólo hacia adelante. Cuando se efectúa el corte es necesario mantener firme el libro, de manera que no se tuerza hacia ningún lado.
El desarrollo correcto del lomo (que muchas veces re- El lomo cibe el nombre de respaldo) es la contribución más importante que un buen encuadernador puede otorgar para la buena apariencia, larga vida y apertura y cierre correctos del libro. El lomo puede superar un papel que tenga dirección opuesta o sea demasiado duro' pero no puede prevenir el deterioro físico del libro. La costura con el hilo elegido debe haber originado un lomo más grueso que el resto del libro, y este mismo abultamiento ayudará para redondearlo y respaldarlo con un mínimo de esfuerzo. El redondeado curva al lomo; y el refuerzo forma las ranuras donde se apoyan los cartones para hacer al lomo más rígido verticalmente, en tanto que el leve combado del papel dentro de la junta permite la apertura lácil del libro. Los diagramas muestran que las líneas de los espaldares de los pliegos se curvan, pero de canto a canto se mantiene casi
el mismo
largo.
Antes de comenzar el redondeado, hay que ablandar la zona encolada, pues el papel puede romperse; para esto se hace desaparecer el engomado mediante el frotamien-
to de la cola.
WW1TIM Esta operación se efectúa martillando
el lomo, no de-
biéndose esperar daño alguno en las hojas del libro dado
que las fibras del papel poseen mayor resistencia que las de la propia madera. Se colocará el libro sobre una superficie dura con el lomo en dirección opuesta al operador; este trabajo se realiza en forma más correcta si se arrastran un poco los primeros cuadernillos, acercándolos por la parte superior (el lomo oblicuo a la mesa), y se martilla a lo largo del canto vivo del lomo. El libro se desplazará hacia un lado, pero dándolo vuelta 51
Redondeado
r se repetirá la operación hasta que el frente tome forma de media caña. El grado de curvatura que adopte el lomo dependerá tanto del tipo de libro como del gusto personal del encuadernador.
Sacar cajos Después del redondeado, el libro ha tomado otra forma distinta a la que tenía originariamente. Sacar cajos significa modificar más aún esta forma, ya que se procede a dar vuelta los lomos de los pliegos a fin de que las tapas puedan unirse en el reborde (cajo) y queden a la misma altura del lomo del libro. Colocar dos planchuelas metálicas por los costados del volumen, dejando un espacio entre sus cantos filosos y el lomo igual al grosor del cartón que se ulilizará como tapa, nunca menos. Abierta la prensa, se introduce el libro con las planchuelas, ajustándolo de manera que por los bordes sólo sobresalga la parte del lomo donde irán las tapas. Antes de presionar fuertemente el bloque para que no pueda moverse, hay que asegurarse que el lomo sobresalga en forma pareja en cada lado y que los bordes se encuentren nivelados. A medida que se apriete la prensa, el libro será comprimido por debajo del abultamiento; el martillado doblará los pliegos hacia abajo hasta el borde de las planchuelas de respaldo. Antes de comenzar a martillar hay que ve-
rificar el ablandamiento de la cola. Con
el martillo sostenido ligeramente por debajo de
la
masa se comienza a golpear desde el centro con un movimiento leve de la muñeca en dirección oblicua a fin de conseguir un martillado correcto. Hay que evitar la aplicación de golpes directos que puedan aplastar los pliegos en lugar de doblarlos; cada golpe debe arrastrar los pliegos desde el centro hacia las planchuelas. Elegir un pliego, el cuarto a partir del centro, ¡4 utilizándolo como 52
blanco, golpearlo levemente a lo largo; luego hacer lo mismo con el opuesto. Se observará que el borde del lomo se ha aproximado a la planchuela de respaldo" Realizar la misma operación con los pliegos que se hallan en tercer lugar a partir de los lados; luego volver otra vez al centro. Proseguir la tarea hasta que pueda comprobarse que los pliegos están doblados igualmente en cada lado, y que las líneas a lo largo del lomo son paralelas. Las arrugas que puedan presentarse en las líneas de los pliegos son causadas, generalmente, por golpes directos; su corrección se hace muy difícil.
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Limpiar el lo¡mo Esta operación no se practica comúnmente en la actualidad; pero tiene su importancia para conseguir una buena presentación de una encuadernación. A pesar de que durante el trabajo la cola se ha mantenido flexible, debajo de ella el papel ha quedado casi seco y el lomo tiende a aplanarse cuando se abre el libro. Entonces, es aconsejable humedecer la cola del lomo. para que no se altere su forma, colocar chapas para prensar dentro de la junta debajo de lab cintas, y colocar el libro nuevamente en la prensa entre chapas de cartón con las cintás adentro. Es de suma importancia en esta etapa mantener la forma correcta del libro, por cuanto es la que adoptará en definitiva. Pasar una capa gruesa de engrudo sobre el lomo y dejarlo penetrar durante quince minutos; luego, co¡ la ayuda de una regla de madera, sostenida en un ángulo de 45o, raspar el lomo hasta que quede limpio. Nuevamente, y en forma ligera, pasar engrudo y frotar con restos de papel hasta que quede limpio. El agua del engrudo penetra en las fibras del papel ablandándolas; el raspado, realizado con fuerza, quita el engrudo y arrastra cualquier resto de cola, amoldando al mismo tiempo el papel mojado; el frotamiento final alisa la superficie. Para que el libro pueda secarse debe dejárselo en la prensa hasta el día siguiente, Finalmente, es necesario revisar con minuciosidad todo el volumen, que ya tiene forma def in itiva, antes de proseguir el trabajo.
A continuación se procede a aplicar la cinta capitel (encolada en los extremos del lomo). Es necesario esperar que seque pdra realizar el corte de los sobrantes. Encolar nuevamente el lomo y cubrirlo con las tiras de papel: se humedece la superficie para ablandar las fibras y se aprieta firmemente con el borde de la plegadera. Cuando el papel se halle seco se podrán doblar los bordes largos hacia atrás para cortarlos y eliminar un exceso de papel sobre el lomo; los extremos se recortarán con tijera grande. Es necesario dejar secar estos refuerzos antes de continuar con el trabajo, y colocar el libro sobre un cartón grueso para que no descanse sobre su espaldilla.
Primer y segundo Para dar mayor resistencia y protección al lomo se toma forros un pedazo de muselina y tiras de papel marrón; la dirección de la fibra del papel debe quedar a lo largo del lomo. Con el borde delantero del libro colocado dentro de la prensa, encolar lígeramente el lomo, y colocar encima un pedazo de muselina, cortada de manera que resulte 6 mm más corta en la cabezada y en el pie; por los lados debe quedar un sobrante de 25 mm. Debe tratar de evitarse el asentamiento de la cola sobre las cintas y la muselina que no forma parte del lomo. Si algo de cola quedara sobre el borde del libro, hay que dejarla secar; luego saldrá más fácilmente. Si se intenta eliminarla aún mojada sólo se conseguirá hacerla penetrar más en ta fibra. 54
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Lomos huecos El forrado de los lomos huecos es un tipo más resistente del refuerzo con papel, generalmente utilizado en la encuadernación con cuero y algunas veces en la de tela. Para este tipo de lomos se utiliza un papel cuatro veces más grande que el ancho del lomo, realizando con él un triple plegado: se apoya el papel sobre el lado izquierdo de modo que el primer pliegue resulte del ancho del lomo (1); se usa el borde del pliego más angosto como guía para realizar el segundo pliegue; el resto del papel debe plegarse en sentido inverso para colocar el más grande pegado sobre el segundo (2), de modo que se forme un tubo chato exactamente del ancho del lomo. Se encola bien el lomo y sobre él se aplica la base del primer pliegue. Frotar bien, doblar hacia atrás el papel sobrante y recortar (3). En ciertos casos puede agtegarse una capa más de papel a fin de fabricar un hueco más firme. Deben cortarse a nivel los extremos de la cabezada y del pie.
2
-
7.
Tercera etapa
el enlomado se ha completado la estructura del li' bro; sólo hace falta la colocación de unas tapas duras articuladas mediante bisagras para facilitar la apertura del volumen y protegerlo. Las tapas del libro toman también forma de cubiertas, y en este caso constan de dos piezas y una tira central torrada, cubierto todo el conjunto con tela, papel, cuero o cualquier otra combinaCon
ción a elección. Para fabricar las tapas es conveniente utilizar cartón Gorte sólido, generalmente una hoja de 50 x 65cm. Se coloca el libro sobre el cartón y se toman las medidas necesarias., cuidando que alrededor quede
de las tapas
un margen ma-
yor de cartón. El corte más simple del material puede hacerse trazando una muesca a cada lado con un cuchillo y doblando luego el cartón hasta romperlo. Siempre hay que cuidar que la dirección de la fibra resulte paralela al lomo. Para cortar los cartones con mayor exactitud se utiliza la cuchilla de encuadernador y la prensa, o una abrazadera y cuchillo. Después de cortar el primer borde largo, debe utilizarse una escuadra de carpintero para marcar con exactitud los restantes lugares de corte. Las dos piezas se cortarán con una saliente en la cabezada y pie de 2,5 mm cada una; el borde delantero se cortará a nivel, junto con las hojas en blanco, estando
el borde trasero junto a la unión con el lomo. De tal modo, cuando la tapa se haya terminado, quedará una ranura a lo largo de esta unión, y la cubierta se hallará
en perfectas condiciones para servir de protección al libro. La tira central será de cartulina Manila, de ancho igual al del lomo y largo similar al de las tapas. Se comienza por cortar la tela de encuadernación, te- Fabricación de niendo cuidado de respetar las siguientes medidas: de una cub¡orla altura, 25 mm más que la de los cartones; de ancho, 50 mm más que la distancia existente entre los dos cantos delanteros pasando alrededor del lomo. También hay que cuidar que la dirección de la fibra del papel, tanto como la de los cartones y la tela, resulte paralela al lomo. 56
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Se necesita tener una preparación de cola caliente no muy consistente, un pincel para cola, una Rlegadera de hueso y papel para colocar como base al encolar. Es importante recordar que, cuando se utiliza cola caliente, debe trabajarse con cierta velocidad; entonces hay que ordenar el trabajo de manera que en el banco haya un lugar para trabajar libremente, otro para efectuar el encolado y uno más donde se encuentren el cazo para la cola y las otras herramientas. Tomar la distancia del lomo: se apoya el libro sobre un extremo, con sus tapas sobresaliendo 3 mm en el borde delantero, y se mide la distancia entre los bordes traseros de las tapas (AB) con una tira de papel. Marcar la tela: trabajar por el lado del reverso y marcar una línea a 12 mm de uno de los bordes largos; colocar un cartón sobre esta línea, pero l mm más adentro, y marcar una línea a lo largo del otro borde; desde esta última línea marcar, en dos lugares, el ancho entre los cartones; trazar líneas uniendo todas las marcas. Sobre estas líneas, utilizadas como guías, se ajustarán las tapas una vez terminadas. El encolado se efectúa mediante un movimiento de picado del pincel, para que la cola se extienda sin dejar marcas (para practicar habrá que hacerlo sobre una hoja de papel de diario). Se coloca la
Como puede verse en la tigura, las cerdas apuntan ligeramente hacia adelante y el pincel se mueve en una serie de brochazos que arrastran y estiran la cola. Sostener el
punto I y trabajar en sentido opuesto; luego pasar al 2, al 3, y así sucesivamente a los demás hasta cubrir toda la superficie. Cuando la tarea haya finalizado, tal vez sea necesario retocar los lugares donde se apoyaban los dedos. Luego puede comenzarse con la colocacíón de los cartones. Los cartones (C) deben colocarse sobre las líneas de guía centrales; entre ellas irá la tira de cartulina (D). Ahora se procede a pasar la tela del lugar de encolado al lugar de trabajo; aquí se recortan los bordes largos (F) dejando un ancho de 13 mm, y se cortan las esquinas (E) en ángulo de 45o con el borde (el corte debe pasar a una distancia un poco mayor que el espesor del cartón del borde de la tapa). Doblar luego los bordes largos (F)
hacia adentro; doblar en
el
mismo sentido las cuatro
esquinas; doblar también los bordes cortos (G). Con la plegadera hay que frotar toda la superficie de la tela
para que adhiera bien.
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tela sobre un papel de protección, de medidas mayores que aquélla; remojar el pincel en el engrudo y quitar el exceso raspándolo sobre el travesaño del recipiente hasta que no gotee; se retiene la tela con la mano izquierda y se encola mediante un leve movimiento de la muñeca.
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Colocar el bloque del libro dentro de su encuadernación
para que el centrado resulte correcto por todos lados; presionar dentro de las ranuras del lomo con el borde de la plegadera para marcarlas, pero teniendo cuidado de no partirlas. Antes de completar esta parte del encuadernado, podrán realizarse las inscripciones necesarias en el lugar correspondiente y las decoraciones proyectadas.
Terminación Cuando se ha terminado con la preparación de la cubier-
del encuadernado
ta, puede encolarse una de las hojas en blanco o guarda, teniendo especial cuidado con el pegado de la muselina del lomo y las cintas en la unión. Colocar cola a lo largo de la junta con un movimiento de picado; luego sostener
firme el libro, con un dedo sobre la cinta central, y pincelar en dirección opuesta. Hay que asegurarse de que en cada pincelada se pase el borde, a fin de que la hoja en blanco pegue bien y no se doble después. Se cierra el libro y se comprueba el encuadre perfecto, pero sin abrír la tapa. Encolar la otra hoja en blanco de la misma manera; cerrar el libro, ajustar el encuadre si fuera necesario; colocar el libro, sólo hasta las ranuras de las bisagras, durante 10 minutos entre las planchas de prensar. Sólo entonces debe abrirse el libro, puesto que si se lo hace prematuramente es posible que la hoja en blanco se 60
haya deslizado a lo largo de la tapa, formando arrugas en el borde de la muselina. En caso de que hubiera entrado cola entre las hojas de las guardas, el trabajo puede enmendarse: se coloca un trozo de papel encerado contra la guarda afectada, se prensa un rato el libro, se saca y se limpia la cola con algodón en rama humedecido; se vuelve a íntroducir otra hoja de papel encerado y se deja hasta que la hoja en blanco haya quedado completamente seca. Un método más eficaz para la colocación de las guardas consiste en el encolado del papel, con las cintas y la muselina sostenidas a un lado, y la introducción de una cartulina fuerte en el lugar de la unión, a 10 mm de los tres bordes; encolar todo de la manera habitual. Con este método se logrará una unión muy fuerte, especialmente si se han utilizado cintas de hilo.
Cuando las guardas se hallen suficientemente secas como para resistir una fuerte presión, se colocarán varillas de bronce o agujas de tejer dentro de las ranuras de las bisagras y se prensará el libro con los bordes de las planchuelas sobre las varillas. La fabricación de la cubierta ha sido tratada hasta aquí con los materiales tradicionales, que no son muy distintos a los que utilizan la mayoría de los editores. Sin embargo, no es necesario limitarse en la elección de la tela para la cubíerta; si se encontrara una adecuada o de mayor agrado (brocato, algodón estampado, etc.) se experimentará con ella, evitando que la cola no la atraviese; un forro de papel servirá de protección. 61
Para este forro se cortarán dos trozos de papel delgado (30 a 45g), en una medida mayor que la de la tela. Se cubrirán uniformemente con adhesivo sintético, colocándolos frente contra frente y separándolos inmediatamente para uniformar las marcas del pincel. Una vez picada
toda la superficie, se colocará la tela elegida sobre una de las hojas, alisándola suavemente con la mano. Si no hubiere arrugas, puede descartarse la otra hoja. Podrá presionarse ligeramente, pero con sumo cuidado para evitar el pasaje del adhesivo a través de la tela. Una vez seco, se lo utilizará de la misma manera que la tela de encuadernación, excepto en el tratamiento de las esquínas, donde la ausencia de un relleno ocasionará desgastes si se practica un corte. Las llamadas esquinas universales no sufren mayores desgastes: se hacen doblando las esquinas, en lugar de recortarlas, antes de plegar hacia adentro los bordes
de la tela. Esta forma de forrar
la esquina es muy resistente,
pero resulta tosca realizada con telas gruesas. Ha sido muy utilizada para los libros de referencia de las bibliotecas públicas y, no obstante que las esquinas de las tapas suelen hundirse debido al uso, no se encuentran bordes cortados que puedan abrirse y gastarse. Las esquinas redondeadas tienen mayor duración, pero no son adecuadas para ciertos tipos de libros; en todo caso, el redondeado será mínimo. En los libros grandes, donde puede usarse una tela más gruesa, los encuadres pueden ser mayores y una esquina redondeada no resultará inadecuada. Las esquinas de las tapas requieren un recortado antes de comenzar a cubrirlas: se cortarán a 10 mm de la esquina (ver figura). Luego doblar los bor62
des de la tela siguiendo el esquema de la figura, con la plegadera o la lezna; un martillo puede resultar útil si se lo utiliza discretamente.
Cualquier papel, con una buena protección, puede ser utilizado para cubierta de libro. Si en lugar de cubierta satinada se deseara una superficie mate, puede conseguirse amplia variedad de telas adhesivas plásticas trasparentes para utilizarlas como cobertura. Por regla general es preferible forrar el papel con tela autoadhesiva antes de preparar la cubierta; pero si se va a decorar después de la encuadernación, se colocará posteriormente.
Es preciso evitar las marcas de cola sobre la cubierta; en caso de producirse alguna, deberá dejarse secar, rasparla luego y eliminarla definitivamente con un trozo de cinta autoadhesiva trasparente o un trapo humedecido. Estos procedímientos solamente tendrán resultado positivo sobre telas lisas de encuadernación.
T Acabado La impresión de las inscripciones correspondientes al título del libro y nombre del autor, así como la colocación de adornos, frisos o filetes, constituyen ei acabado o terminación de la encuadernación de libros. Las leyendas se colocarán trasversalmente arriba y abajo del lomo y en la tapa, doradas o en colores. El dorado de los títulos es preferible hacerlo antes del entapado; en otros casos se efectúa cuando el libro ya está terminado. Para dorar pueden utilizarse típos grabados en los ex_ tremos de herramientas de bronce provistas de mango de madera; solamente se utilizan las letras mayúsculas y un juego de cuarenta herramientas incluyen números y signos de puntuación. En manos de aficionados expertos, este juego de tipos origina magníficos trabajos indíviduales. Sin embargo, el costo de las letras de bronce hechas a mano es elevado; por esto muchos encuadernadores utilizan un componedor, dentro del cual puede colocarse una línea de tipografía. Se requiere el uso de tipos de bronce para trabajos continuos, pero los carac-
teres fundidos de la monotipia o piezas individuales de tipografía, serán útiles si no se los recalienta. Los tipos se colocarán en el componedor, una caja metálica de 100
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sostener
mm, que tiene un borde largo ajustable, para la línea de composición, y un tornillo en un
extremo para ajustarla firmemente. La base de la caja se encuentra sobre una espiga que se inserta dentro de un mango de madera, y el borde largo fijo está biselado para poder ver el borde superior de la tipografía' Una de las grandes ventajas que se obtienen con el uso de la tipografÍa de imprenta reside en las múltiples combinaciones disponibles, tanto de medidas como de tipos diferentes de letras. El oro, o el color que se usa para el dorado, se cornpra en forma de láminas de metal prensado para estampar (una delgada cinta plástica, con un mínimo depósito de oro en un lado y una capa sensible al calor sobre el otro). Algunas de las bandas de color tienen un adhesivo contenido en el pigmento. También puede decorarse con oro verdadero, pero los panes de este material necesitan una preparación previa y un empleo cuidadoso; por otra parte, existen muchos sustitutos adecuados y que resultan más económicos. La tarea consiste en aplicar el lado adhesivo de la banda sobre la tela, poner encima una herramienta o el componedor en caliente y hacer presión en forma pareja; el oro quedará adherido a la superficie donde se imprime.
La primera línea del título se ubicará a través del lomo de un libro, de manera que pueda verse por encima del biselado la parte superior de la línea tipográfica. A fin de corregir la composición y el espaciado puede hacerse una prueba con una almohadilla de tinta; el blanco o espaciado entre letras debe ser uniforme a través de toda la línea; entonces habrá que determinar cuál es el par de letras que tiene más espaciado y abrir el resto para uniformar. Es más simple verificar las irregularidades si la prueba ha sido colocada boca abajo para que no se pueda leer tan fácilmente la palabra. Para quitar el color se aconseja limpiar con un pequeño cepillo y bencina; la tipografía sucia da como resultado un trabajo desprolijo. Si se corta una pieza de lámina metálica más ancha que el lomo, con una aguja fina podrá marcarse el borde superior de cada línea de letras. Fijar con cinta autoadhesiva los extremos a los costados del libro y marcar el centro del lomo sobre cada línea, 64
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-.t1-_ 'l Se calienta el componedor, y con el libro dentro de la prensa de encuadernador, para poder trabajar sobre el lomo, se coloca el centro de la línea de tipografía por debajo de la marca central en la lámina, con la línea guía todavía visible. Con un leve balanceo el componedor se mueve de izquierda a derecha y se levanta. Todo el contacto debe hacerse rápidamente y casi en un solo movimiento.
Cuando se retira la lámina, las impresiones deben presentar contornos bien definidos. Si el oro no se adhiere significa que la herramienta no se hallaba suficientemente caliente o que la impresión carecía de firmeza; si el interior de las letras se encuentra bloqueado o los bordes son desiguales, entonces la herramienta estaba demasiado caliente o el contacto fue demasiado prolongado. Sí el sobrante no pudiera quitarse frotando con un trapo de lana, se tratará de levantarlo con cinta autoadhesiva aplicada y despegada con movimiento rápido. Si fuese necesario repasar nuevamente las impresiones, colocar los tipos en algunas letras impresas en forma correcta, colocar una lámina metálica encima y utilizar nuevamente la herramienta trasversalmente sobre la lámina.
La impresión de letras sobre el lomo no resulta muy sencilla con el uso del componedor, por cuanto toda la línea entra en contacto al mismo tiempo; en este caso pueden dorarse las letras en forma individual sujetando los tipos en una grapa fabricada al efecto"
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Confeccionar un molde de las impresiones sobre el borde de un pedazo de papel, ubicarlo en el lugar elegido sobre el libro y asegurarlo con cinta autoadhesiva a lo largo de la parte superior de la impresión. Doblar el pa-
pel hacia atrás, utilizando la cinta como una
bisagra.
Las letras se impresionarán correctamente colocándolas debajo del molde de papel. Arreglar la tipografía necesaria sobre el banco y colocar la primera letra a calentar sostenida de la grapa. Sostener una tira metálica entre los dedos índice y medio de la mano izquierda y mantener la herramienta caliente encima del lugar donde se hará la impresión, afirmada con el pulgar izquierdo; deslizar por debajo la tira metálica y hacer la impresión. Con un poco de práctica el procedimiento es muy simple. Una vez que la grapa se halle caliente, el calentamiento para aplicar la próxima pieza será mucho más rápido y el aprendizaje se hará sin tocar en ningún momento el metal caliente. El método es muy aplicable para impresionar las tapas de los. libros, y constituye una buena práctica para cuando haya que decorar con adornos y letras hechas a mano.
El empleo de letras y hojas para trasferir directamente es procedimiento recomendable sólo para aquellas personas que no tienen especial habilidad para lograr buenas inscripciones: se coloca la letra en el lugar elegido y frotándola se trasfiere sobre cualquier superficie plana.
Tiene la ventaja de poderla quitar fácilmente mediante el empleo de cinta autoadhesiva; colocada correctamente, se fija mediante una pulverización con barniz celulósico. La obtención de buenos titulares y prolijas inscripciones valoriza aún más la encuadernación de cualquier volumen; por el contrario, una leyenda defectuosa desmerece la apariencia de un trabajo que en todos los demás aspectos puede ser excelente.
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8.
pliego. Si el libro ha sido fabricado de acuerdo con las normas generales de las artes gráficas, en la página 17 se deberá encontrar una señal (letra o número)' Estas señales o signaturas se imprimen en pequeños caracteres para marcar la primera página de cada pliego, y servirán de guía al tirar' Los pliegos también pueden tener
Reencuadernación
de un libro
Ahora que ya se conocen todos los secretos de la encuadernación de un libro, ha llegado el momento de aprender la restauración de un volumen desencuadernado. Para empezar debe elegirse un libro que no se halle en muy mal estado, revisándolo esmeradamente para veri-
h.12, 16, 24 ó32 páginas, pero los de 16 y 32 son los más comunes. Hallado el principio del segundo pliego, introducir una vez más los pulgares, apretar enérgicamente con el libro cerrado y abrir nuevamente para separar los pliegos. Si todos los hilos se hallaren cortados, es
ficar que no falten páginas ni ilustraciones. Esta operación, llamada cotejo, es previa a la división del libro en partes. Separación de El proceso de separación de los pliegos se facilita mepliegos diante el golpeteo del lomo para despegar la cola del papel. Sostener el libro en la mano izquierda y golpear el lomo sobre un banco para aplastarlo; apretar el libro para que permanezca cuadrado, colocarlo sobre un lado y golpearlo ligeramente a lo largo de la unión con un martillo. Al aplastar la unión es posible que se aflojen los forros del lomo; entonces saltará la cola con ellos y los pliegos podrán separarse fácilmente. De otro modo habrá que realizar mayores esfuerzos. Abrir el libro en la primera hoja (la guarda de un lado y la portada del otro, es la forma usual), cerrar el libro con los pulgares aden' tro, tirar con fuerza y abrirlo nuevamente. Este movimiento debería desprender la guarda de la primera página; si esto no sucediera, intentarlo nuevamente. La mayoría de los pliegos constan de 16 páginas; contar las primeras cuatro hojas (8 páginas) y observar la costura que se encuentra en ese lugar; cortarla antes de dar vuelta las próximas cuatro hojas hasta el final del
posible la separación del primer pliego, pero quizás se necesite un poco más de trabajo. Se continúa con este mismo procedimiento hasta haber separado todos
los pliegos, utilizando siempre las signaturas como guía' Advertencia: las ilustraciones pegadas no estarán generalmente numeradás con las páginas; pero puede ser que formen parte de los pliegos (como sucede en este libro); en este caso hay que arrancarlas junto con los pliegos correspondientes.
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Tal vez se descubra, luego de comenzar a romper el libro, que éste no se encuentra compuesto de pliegos y que las hojas se hallan separadas unas de otras' Se trata de una encuadernación sin costura, de la que se hablará en otro caPítulo' En tanto se arrancan los pliegos del libro, debe utilizarse un cuchi'llo para remover y quitar cualquier partícula de cola que haya sobre los lomos de los cuadernillos; también se sacarán las extremidades sueltas de los hilos' Junto con la cola se desprenderá parte de la fibra del papel; si se expone una hoja a la luz, la parte reducida quedará más traslúcida que el resto, pero esto se arreglará más adelante.
Antes de llevar los pliegos a la prensa, deben ser ende- Prensado rezados los bordes traseros combados; esto se realiza
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uno a uno, sobre el borde de una plancha de prensar, doblándolos hacia abajo con la palma de la mano' La
operación facilitará la posterior colocación de los mismos en la prensa donde deberán permanecer durante toda una noche.
Fajas de resguardo Estas fajas dan resistencia a los pliegos desgarrados o rebajados, juntan las hojas sueltas y proporcionan una superficie nueva para adherir la cola. Las fajas son tiras angostas de papel delgado (preferiblemente papel de buena calidad, de 45 g, para la mayoría de los libros; papel de guarda, de 30g, si el papel del libro es fino). No es conveniente utilizar papel grueso para resguardar uno delgado. Cortar tiras de aproximadamente 10 mm de ancho, con la dirección de la fibra a lo largo; habrá que prepararlas un poco más largas que los pliegos, recordando que pocos pliegos necesitan algo más que un refuerzo.
todos los pliego a un lado. Esta tarea se repetirá con peso enciun luego con bti"áor, los cuales se ubicarán prensado' al ma para que sequen antes de someterlos pueden ser sosteniLas ilustraciones sueltas de un libro con los loempezar de Jas t¡rmemente con fajas antes mos traseros de los Pliegos' prensa' cortar los Cuando los pliegos se retiren de la que aún están en el extremos de las fajas, comprobar el cosido' para iniciar lomo el orden correcto y marcar preparan prensa' se la en Mientras el libro se encuentra inmediato' de procede coser a las guardas y se Restauración del Enciertoscasosseránecesariorepararhojasrotasodes. papel roto modo de hacerse pueden gastadas, y las restauraciones prepapuede trabajo iue queOén invisibles. Para este de maíz en rarse un engrudo con una parte de almidón Mezclar el peso)' por (proporción diez partes de agua engrudo un obtener hasta almidón en un poco de agua lenta' hervir poner y a liso, agregar el resto del agua
fgF*Fti¿s ó-H bo-D É R
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:FFE;$F;ñ Extender sobre una lámina de vidrio una capa uniforme
de engrudo; sobre ella colocar cuatro guardas, una al lado de la otra. Si se arrugaran a través del ancho, retirarlas inmediatamente pues ya quedan inservibles (la dirección de la fibra no ha de ser la correcta y habrá que cortar nuevas tiras). Despegar una faja del vidrio (B) y llevarla sobre una hoja de papel de desecho (A), con el lado engrudado hacia arriba; sobre ella deberá colocarse el primer pliego, de modo que la parte trasera del cuadernillo cubra la mitad del ancho de la faja; luego doblar encima la hoja mayor para pegar la otra mitad de la faja sobre el pliego' Espolvorear con talco y dejar el
se enfría' semente durante 10 a 15 minutos' Mientras gelatinoguir revolviendo para que no se forme una capa
sa'Cuandoseseca'esteengrudoescasitrasparente. podrá Si se observa la parte rota de una hoja impresa advertirsequelosbordessesobreponen'Lareparación consisteenunirlosparavolverlosasuposiciónoriginal. pedazo de papel de Debajo de la hoja rota se coloca un forma trasversal a en seda'con la dirección de la fibra japonés' la rotura (es recomendable el empleo de papel en un comienza Se y de fibras muy largas, fino sedoso)' extremodelaroturaysetrabajaconunpincelfinopara para unirlos' acuarelas con el que se encolan los bordes 7T
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Hay que observar atentamente para que no se sobrepon-
gan lados cambiados. Mientras se continúa trabajando, un trozo de papel de seda colocado sobre la cola mojada ayudará a la restauración; una vez que haya secado -para esto habrá que pincelar con poca cola- será posible arrancarlo, de modo que deje algunas fibras de refuerzo. En caso de que el papel de seda se rompiera, los restos podrán eliminarse con una goma de borrar. Las esquinas desgarradas de las hojas de los libros pueden ser reparadas con papel similar al resto de la hoja rota (los restauradores nunca se desprenden de todo el papel viejo), aunque una similitud en espesor y textura es más importante que el color. Para esta tarea se coloca el papel nuevo sobre una almohadilla de papel secante, con la hoja dañada apoyada sobre ella, y se puntea el contorno de la rotura con una aguja; luego se rompe el papel a lo largo de la línea de perforaciones. A continuación se procederá a encolar los bordes utilizando el método anterior y se recortarán los cantos.
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li
l
Otro problema de reparación se presenta con las hojas de bordes frágiles. Es común en las partituras musicales, donde la primera página, extrañamente, suele ser siempre la más dañada. El mejor arreglo consiste en reforzar toda la hoja; pero no remendándola con papel, pues si el remiendo se encoge más gue la hoja se formarán arrugas sobre el borde. Para reforzar, hay que 'Íorrar Ia hoja por ambos lados (el forrado sobre un solo lado produce la combadura de la hoja). El papel japonés es el más indicado para este tipo de reparaciones, aunque el papel de seda también suele ser muy útil.
La mayor parte de los trabajos de restauración deben efectuarse antes de colocar las guardas a los pliegos, y tal vez resulte necesario partir una hoja en el pliegue trasero para colocar las guardas juntamente con estas mitades, después que se haya efectuado el trabajo. Algunas rasgaduras símples pueden ser reparadas, no obstante haberse encuadernado el libro, si no se encuentran demasiado cercanas al lomo.
Siempre es conveniente investigar la dirección de la fibra del papel fabricado mecánicamente. La regla que aconseja: "la dirección de la fibra debe ir de la cabezada al pie", no siempre es respetada por las imprentas, y deberá tenerse en cuenta para seguir la misma dirección en los materiales de reparación. Ella puede exceptuarse en la compostura de desgarraduras, porque las escasas fibras que puedan quedar no alcanzarán a combar la hoja, En la colocación de las guardas siempre deberá seguirse la dirección de las fibras a lo largo del doblez. Podrá intentarse la colocación en forma incorrecta, pero sólo para experimentar qué sucede con la posición de las guardas.
Cortar dos trozos de papel de seda suficientemente grandes como para que cubran la hoja que se desea proteger. Utilizar engrudo bien diluido en agua y untar una lámi-
na de vidrio; sobre ésta colocar la hoja por reparar y cubrirla con engrudo. Aplicar uno de los trozos de papel de seda sobre la hoja y engrudarla también. Levantar el conjunto con sumo cuidado, darlo vuelta y proceder de la misma forma con el otro lado. Las hojas se pondrán entre dos láminas limpías de papel secante antes de introducirlas en la prensa para dejarlas secar. Con este método pueden protegerse las páginas
de libros
com-
pletos, 72
73
9.
Encuadernación sin costura
Los libros encuadernados con hojas sueltas tienen el inconveniente de la escasa ligazón que ofrecen sus hojas y la endeblez que presenta todo el volumen, por hallarse encolado solamente el lomo, Los adhesivos modernos, sobre todo las colas a base de resinas artificiales, suelen ser muy eficaces para dar mayor consistencia a la obra del encuadernador; sin embargo, no tienen mayores posibilidades de resistir la continua tensión y flexión de un uso constante del libro; otras colas parecen sostener al lomo en forma muy rígida, lo que dificulta la flexión cómoda de las hojas' En la producción comercial, las hojas son dobladas y colocadas en orden; los bordes traseros, serruchados o cepillados a medida, y encolados; y, sobre este encolado, ajustada la tapa. Cuando los bordes han sido recortados,
ficar que no falte ninguna parte del libro, y planchar
Pincelar todo el lomo con cola bien caliente, combando el libro de un lado a otro para que el adhesivo penetre bien entre hoja y hoja (no debe apretarse demasiado el bloque de hojas, a fin de que el encolado resulte eficaz); luego se limpiarán los cortes. Una vez que la cola haya secado, retirar el bloque de la prensa y sacar los cartones; sosteniéndolo con firmeza se redondeará ligeramente el lomo. Colocar otra vez el bloque en la prensa, introducir hebras de hilo fuerte dentro de los cortes, cubrirlos con cola para fijarlos en ese lugar, cortar los extremos dejando 6 mm y pegarlos a la tela en forma paralela al lomo. Sacar el bloque de la prensa y, levantando la tela
en la nueva encuadernación. Sí el libro tiene guardas en blanco encoladas, deberán quitarse.
hacia atrás, encolar las hojas en blanco encima para que queden parejas con el borde trasero de la última hoja de cada lado; a continuación, se encolará la tela sobre la hoja en blanco. Finalmente queda por recortar la cabezada, el pie y las hojas en blanco; reforzar el lomo, forrándolo con muselina clara y papel. El resto se limita a la fabricación de la tapa y la terminación de la manera común.
el libro se encuentra terminado. Una técnica más i
I
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Cortar dos piezas de tela dura, de 35 mm de ancho y largo igual al del lomo. Encolarlas a lo largo en el lugar de las guardas y colocar el libro entre las piezas de cartón. Cuando se hace el encolado se tomarán 6 mm del ancho del papel, pues luego una parte debe recortarse. Arreglar el borde delantero y los cartones, para nivelarlos y encuadrarlos, y unir el libro en la cabezada y pie mediante trozos de cinta adhesiva. Recortar el borde delantero en caso de hallarse sucio y luego cortar el lomo para quitar el adhesivo. Entonces queda un bloque de hojas unidas por cinta adhesiva. Este bloque se colocará dentro de una prensa de encuadernador con el lomo sobresaliendo 10cm; raspar toda la superficie con el serrucho y practicar algunos cortes en forma oblicua hasta una profundidad de 2,5 mm.
re-
ciente consiste en dejar los extremos plegados de los cuadernillos, cepillando solamente a medida la parte central: resulta muy eficiente y la encuadernación parece cosida. Cuando un libro sin costura se desarma, generalmente las hojas quedan sueltas. Para ordenarlas correctamente, es necesario: revisar las páginas e ilustraciones, veri-
cualquier esquina doblada. Esta operación, previa a la tarea de reencuadernación, ahorra tiempo y trabajo. El lomo probablemente se hallará cóncavo; entonces habrá que martillarlo hasta que se enderece, para redondearlo. Será necesario quitar las tapas y cortar dos cartones nuevos un poco más grandes que la medida que tendrán
74
75
Hay que asegurarse de que esta tela se pegue bien al lomo, a las uniones y a los cartones, recortándole finalnrente los extremos. Algunos encuadernadores suelen
cortar la cabezada
y el pie en esta última etapa.
Los
cartones pueden recubrirse con papel o tela de encuadernación, colocado de modo que se superponga 6 mm
sobre los hilos y doblado hacia adentro de la misma manera como se hace para las tapas. Encolar las hojas en blanco en el lugar correspondiente, prensar un poco Esta es una buena encuadernación para los l¡Dros de texto, aunque a ella no son aplicables los detalles de lujo. En los libros livianos con tapas de papel puede dejarse tela afuera y utilizar solamente papel blanco común pegado con material autoadhesivo, luego que hayan sido efectuados los cortes con la sieira y encolados los extremos de las hebras de hilo. También es necesario redondear en parte el lomo para evitar la tendencia que tiene de combarse.
y dejar que seque.
Con el propósito de guardar material escrito a máquina y notas realizadas en hojas sueltas puede intentarse una encuadernación sencilla pero muy útil. Colocar las hojas elegidas entre cartones, sosteniéndolas en la cabezada y pie con cinta autoadhesiva; recortar el lomo, raspar la superficie y practicar cortes con la sierra
a intervalos de 25 mm. Antes de retirarlas de la prensa, encolar el lomo en escuadra y dejarlo secar. Quitar la cinta autoadhesiva y los cartones que sostienen al bloque; en caso de que se soltara la última hoja, encolarla nuevamente. Encolar las hojas en blanco plegadas y sobre ellas pegar una hoja de desecho. Encolar los cartones y pegar cada uno de ellos sobre esta última hoja, teniendo cuidado de dejar un borde libre de cortes a 6 mm del lomo; recortarlos ligeramente. Si los márgenes resultan buenos, pueden cortarse los bordes; en caso contrario, los cartones se nivelarán por sus tres cantos. Poner el libro en la prensa de encuadernador y cubrir el lomo con una capa delgada de cola, sin doblarlo. Cortar una tira de tela del largo del lomo, lo suficientemente ancha como para cubrirlo y que sobren aún 25 mm de cada lado de los cartones; cubrir con cola una lámina de vidrio, extendiendo sobre ella la tela para que se encole adecuadamente, y aplicarla sobre el libro. 76
77
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10. Cosido de libros
encuadernados sin costura
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Los libros encuadernados sin costura no se abren tan fácilmente como aquellos que están cosidos en el lomo, y, como ya se ha dicho, se deterioran fácilmente. Si en la biblioteca se guardaran libros con hojas sueltas en espera de una nueva encuadernación, pueden ser reparados más eficientemente si se los cose como si estuviesen compuestos de pliegos. En este caso, las hojas pueden ser unidas mediante fajas delgadas de papel, a fin de
formar los pliegos, siguiendo después el cosido y el en-
que ya están fajadas, y unirlas; después se continúa con la tarea: talco, dos hojas más y otra faiai la siguiente, completa el pliego. No es una labor difícil, pero requiere orden, limpieza y control sobre la cantidad de engrudo
que se emplea. Todas las fajas llevarán cierto tiempo para secarse, dependiendo esto de las condiciones ambientales; por esto no hay que tratar de prensarlas hasta que exista la seguridad de que la cola no pasará a través de las hojas para hacer del lomo un bloque sólido (ésta sería una forma de encuadernación sin costura, pero que no es la que ahora se requiere). Antes de poner el libro en la prensa hay que asegurarse de que no quede ningún resto pegajoso. Los libros preparados de esta
tapado mediante el método habitual.
manera exigen el cosido con hilos muy delgados' para evitar un abultamiento exagerado del lomo"
Las fajas deben cortarse de un papel de buena calidad (30g): deben ser angostas, preferiblemente de un ancho no mayor de 10 mm, necesitándose una por cada par de hojas. Como el papel tiene un espesor de 0,03 mm y cada hoja va adherida a la parte trasera de cada hoja, se ha de formar un abultamiento en el lomo antes de coser el bloque: un libro de 200 págínas (100 hojas) acumulará en el lomo un espesor equivalente a 0,03 por 100 : 3 mm. Cortar el lomo del libro para quitar los restos de cola y dividir el volumen en pliegos de acuerdo con las asignaturas respectivas, o contando ocho hojas por vez.
Este método de formar pliegos es inferior al de los cua- Sobrehilado dernillos con las guardas, pero se lo utiliza frecuentemente para superar la dificultad ocasionada en los libros que han sido encuadernados varias veces y que, por esta circunstancia, tienen desgastados los bordes posteriores de los pliegos. Puede probárselo sobre hojas escritas a máquina con márgenes amplios, para las cuales resulta-
Apilar los pliegos en forma cruzada para evitar que las hojas se mezclen. Tomar el primer grupo de ocho, abrirlo por el centro y colocarlo en esta posición sobre el banco de trabajo. Encolar la lámina de vidrio y aplicar sobre ella cuatro fajas para engrudarlas (recordar que las arrugas que puedan aparecer a través de las tiras denuncian una errónea dirección de la fibra de papel, y este defecto puede ser negativo en esta tarea). Depositar la guarda sobre una hoja de papel de protección y engrudarla en la parte superior; luego colocar las dos hojas primeras enfrentadas y, por el borde trasero, aplicarlas de manera que cubran la mitad de la faja; doblar por sobre la hoja de protección, a fin de pegar la otra mitad, de la misma manera como se colocan las guardas a pliegos convencionales. Espolvorear con talco, colocar las dos hojas siguientes delante y detrás de las 78
rá excelente encuadernación con una tapa de cartulina. Cortar el lomo de la manera habitual, pincelarlo con cola caliente bien diluida y dejarlo que se seque. Separar las hojas para formar grupos de cantidad razonable, y sobrehilar a lo largo de los lomos con un hilo delgado, dando puntadas cada
13
mm (B). Posiblemente sea útil
perforar las hojas con la aguja sostenida en una mordaza (A). Las puntadas deberán hallarse a menos de 3 mm
del borde,
Otra manera de realizar las puntadas es con el empleo de una máquina de coser, que hace seis puntadas cada 13 mm; si hiciera más puntadas en el mismo espacio, quedaría sólo una perforación. 79
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El sobrehilado no permite que el libro se pueda abrir fácilmente hasta el lomo, pero admite el uso de cintas para coser encima, con lo que la encuadernación gana en consistencia; no obstante, el cosido nunca será tan firme como el que se realiza con las hojas plegadas. Cuando se practica el sobrehilado es inútil hacer un corte con la sierra para pasar una cadeneta; en todo caso, ésta deberá hacerse más allá de los extremos anudados del sobrehilado.
Gosido lateral A continuación se explica una encuadernación únicamente adecuada para papel fino, pero con la dirección de la fibra a lo largo del lomo para darle mayor flexibilidad. Este método de costura lo utilizan los encuadernadores chinos y japoneses en sus mejores trabajos con papel fino y satinado.
El trabajo al estilo onental incluye las siguientes etapas: nivelar los bordes de las hojas; encolar un pedazo de papel de color o un trozo de tela sobre los extremos del lomo, como puede observarse en la figura; perforar las hojas del libro, aproximadamente a 3 mm del borde del lomo, con un clavo grande y martillo o un taladro (se harán de 3 a 5 agujeros); entrelazar a través de los agujeros con un hilo o cordón. Las tapas de papel, cu-
biertas con otro papel impreso doblado hacia adentro para ajustarse exactamente al libro, se coserán junto con las hojas.
Si se decidiese utilizar esta forma de encuadernac¡ón, pero adosándole tapas duras, éstas deberán llevar bisag!'as para facilitar la apertura del libro. Cada plancha está formada por dos piezas con un espacio entre ellas: la tira angosta, a través de la cual pasa la costura, mide 12 mm de ancho. Si el doblez del lomo tiene un ancho apropiado puede usárselo como refuerzo de la bisagra. El método de trabajo occidental otorga una forma más resistente al cosido y encuadernado de libros con hojas sueltas: el lomo se nivela o corta, y se encola; las hojas blancas o guardas se pegan encima; un pedazo de tela, cortado al bies para permitir que se estire cuando al
I
d
libro se le colocan las tapas, se encola al lomo y a de cada hoja en blanco. A lo largo del lomo, separados por 25 mm y a 6 mm del borde, se taladran
40 mm
varios agujeros que pasan de lado a lado mientras el libro se mantiene en escuadra. Se utiliza un cordel resistente I
para coser las hojas con puntadas de talabartero;
se
Comenzando a desarmar un libro que se desea reencuadernar (arriba). Si los pliegos están óósiOos,-téUe cortárse preúiament'e la costura, abriendo cada pliego por la mitad (abajo).
comienza en el agujero central (como indica el diagrama) y al finalizar la tarea se encolan las puntas. Los libros encuadernados en esta forma no se pueden redondear, pero pueden doblarse los lomos de las hojas para que formen una unión y una leve curvatura, ya que el forro estando al bies, podrá dilatarse sin dificultad. Cuando se fabrica la cubierta deberán tomarse las medidas necesarias para dejar una ranura de 6 mm de
ancho; la tira sobre el lomo puede ser más gruesa que la utilizada habitualmente, pues no tendrá que combarse cuando tenga que abrirse el libro.
8l
nnffi En un álbum para fotografías puede aplicarse el método
oriental de cosido lateral, con alguna ligera variante. Es similar a una encuadernación de hojas sueltas, por cuan-
to pueden agregarse o retirarse hojas fácilmente, El tamaño de las hojas que pueden utilizarse es variable, dependiendo de las que pueda disponerse: no hay que tener en cuenta la norma que aconseja para el borde visible de la encuadernación el lado corto del álbum; importa más considerar la dirección de la fibra del papel para que pueda abrirse con comodidad.
Cuando se prepara cualquier álbum de este tipo, con la
intención de agregar más hojas (fotografías, recortes, etc.) después de la terminación de la encuadernación, es necesario constituir el "falso lomo" para prevenir el posterior abultamiento de las hojas que se agregan; esto se hace doblando el grosor de los lomos de las hojas. Cortar
el papel a la medida del libro en la cabezada y 20 mm más de lo necesario en la
en el pie; pero dejar
medida que hay entre el borde delantero y el lomo. Utilizar un cartón cortado a la medida de la hoja como patrón para doblar contra él los 20 mm sobrantes de cada hoja; usar el mismo cartón, pero con tres agujeros, para perforar correctamente todas las hojas (observar el diagrarna), Las tapas pueden ser dos cartones separados, con bisagras a 20 mm del lomo y perforaciones coinci82
/-.JULJU\----\ dentes con las de las hojas del bloque (tener en cuenta la diferencia, pues los cartones tienen medidas mayores
que el libro). Como alternativa puede fabricarse una cubierta utilizando cinco trozos de cartón que dejan entre sí cuatro bisagras, con lo que se logra una tapa más prolija y más resistente que la de cartones separados (ver diagrama). No es necesario que las perforaciones tengan un diámetro determinado, pero resultarán ideales los orif icios de 6 mm ubicados a 12 mm del borde trasero.
Lj-r El interior de la tapa necesita un refuer4o de las
bisa-
gras con tela cortada de medida menor que los cartones; dos de las hojas del álbum se utilizarán como forro para
el interior. Se pasa un lazo, a través de los orificios, con cordón de seda o cuero, y el álbum queda terminado.
83
11. Encuadernación en cuero
secas, cortar a la medida del libro, teniendo en cuenta que por la cabezada y el pie debe sobresalir aproximada-
para bibliotecas
mente un espesor del cartón, borde delantero.
Los libros de uso constante, como los diccionarios, necesitan encuadernaciones muy fuertes que permitan abrirlos fácilmente por cualquiera de sus folios, puestos sobre la mesa del lector, o doblarlos con igual facilidad cuando estén cerrados. Para lograr esta flexibilidad pueden ser encuadernados con cuero en el lomo para combinar las dos funciones de forro y tapa del lomo. En esta forma de encuadernación hay que preparar
el
lomo con gran cuidado; antes de que se coloque la tapa,
alrededor
de las cintas se encolarán cartones con un
borde trasero dividido, y el cuero mostrará pequeñas protuberancias en el lomo donde sobresalen las tiras. Estos trabajos, sin ser elegantes, tienen prolijidad y funciona-
lidad. El rasgo mencionado, las tiras sobre el lomo, es común en las encuadernaciones antiguas, pero en ellas no se colocaban como decoración, sino que eran las mismas cintas utilizadas para el cosido que no podían I
evitarse.
I
Preparar el libro de la manera usual utilizando papeles blancos con una hoja externa de inferior calidad, cosiéndole encima una tira de tela para darle mayor resistencia; la costura debe ser uniforme y el redondeado y la
cobertura del lomo deben sobresalir. Limpiar
y
alisar
bien el lomo, pues el cuero destaca cada protuberancia y hendidura. En tanto el libro se pone a secar en la prensa, debiendo quedar hasta el día siguiente, preparar tapas de cartón y cartulinas cortadas algo más grandes que la medida necesaria; encolar dos tercios del ancho de cada cartón
y aplicar encima las cartulinas, dejando secar dentro de la prensa: se obtendrán planchas con una parte abierta, sin engomar, para sostener a las tiras. Cuando se hallen
y
hallarse
a nivel por
el
Las cintas del bloque se cortarán dejándolas de 25 mm, encolándolas luego a la hoja externa; éstas se romperán a lo largo, a unos 6 mm de los extremos de las tiras.
Abrir el borde suelto de una de las tapas y encolar el cartón solamente; frotar la cartulina por arriba, abrirla rápidamente y deslizar en esta abertura el reborde del bloque formado por la hoja externa y las tiras, con la cartulina dirigida hacia el libro. Se recomienda no tomar el libro por la parte encolada hasta que su posición resulte correcta: deben ser iguales el encuadrado para la cabezada y para el pie; el borde del empalme alcanzará una anchura de 4 mm, Pasar los dedos sobre la unión; después colocar la otra tapa y dejar el libro en la prensa tomando al bloque con las planchuelas sólo hasta la ranura. La cartulina, al ser humedecida por la cola y siendo más delgada que el cartón, sufrirá una expansión primero y una mayor contracción después, que darán forma cóncava a la parte de las tapas que se hallan del lado del bloque.
El cuero para encuadernación debe ser flexible, sólido resistente, cualidades que pueden encontrarse en el cuero de carnero liso o grabado. También son muy utilizados los tafiletes, la badana y el cuero de nonato. El color natural de estos materiales es rosado, pero a veces salen planchados de las curtidurías, con colores de terminación brillante, y en este caso suelen perder suavidad, se tornan quebradizos y se hacen difíciles de usar.
y
El cuero, generalmente de grueso espesor, debe ser acha-
flanado o rebajado para facilitar la ejecución del plegado y adecuarlo al trabajo de encuadernación. Esta operación se realiza con una cuchilla de rebajar y un descarnador, apoyando el cuero sobre una superficie muy lisa (preferiblemente una plancha de mármol, una
vieja piedra litográfica o una lámina de vidrio gruesa con un canto biselado y pulido). 85
t
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El rebajador Es una herramienta provista de una cuchilla con una manija que sobresale de cada lado de la hoja, y que trabaja igualmente como el cepillo de carpintero. Para el uso correcto debe sostenerse el cuero en su lugar, apoyándolo sobre el material o sujetándolo al banco, a fin de dejar ambas manos libres y poder manipular la herramienta. No tiene importancia el uso de un rebajador con base recta o curva, pero la hoja debe tener dos tornillos de ajuste. Si la abertura de la base es un poco angosta, entonces hay que limar un poco el canto delantero de la ranura; y si se trata de la herramienta con base lisa, se redondea el borde delantero de la base. El filo de la cuchilla debe ser similar al de una hoja de afeitar. Para facilitar el afilado se hace uso de un sostén de madera con una muesca para ajustar la hoja por su espesor; utilizar una piedra de amolar tosca con parafina para reducir y curvar ligeramente el ángulo del borde (observar la figura con el diagrama de una hoja actual). Si se formara un canto oblicuo, utilizar una piedra para amolar fina con aceite, luego asentar el canto para eliminar la rebaba. Se coloca la hoja en su lugar dentro del cubo, atornillándola poco a poco hasta centralizar el corte.
El amolado del canto deberá tomar un ancho de 10 mm cuando se trata de una hoja de 30 mm de ancho (algo menos en la hoja de 25 mm, por cuanto ésta tiene menos espesor), rebajado desde el espesor completo hasta lo mínimo en el filo. Tratar de lograr un amolado cóncavo con la superficie que se afila. Se tendrá la evidencia de que el afilado ya es suficiente cuando aparezca una fina rebaba de acero sobre el borde del filo; es la señal para trasferir la cuchilla a una piedra de amolar áspera, utilizando como lubricante parafina: después, a una piedra fina con aceite, y finalmente a la piedra de asentar. Es necesario hacer todo este trabajo para obtener un buen filo, el que resulta durable si el descarnador se usa sólo para trabajar con cuero. La que muestra la figura es una cuchilla para emplear con la mano derecha; si se llegara a necesitar una para la mano izquierda, se trazará un dibujo con ayuda del espejo. Tanto una como otra deben ser completamente planas en la parte inferior. Para proteger a la euehilla se fabrieará una vaina con unas tiras de cartón, un poco más anchas que la hoja, recubiertas con papel; el conjunto se envolverá con papel grueso (se aplicarán varias capas bien pegadas unas con otras). Al retirar los cartones quedará
L
o
o
0 una funda protectora chata, que una vez seca y taponada por un extremo servirá como cubierta para guardar la cuchilla colocada de punta,
El descarnador Puede fabricarse una cuchilla para descarnar con una hoja de sierra en desuso. Si se consigue una hoja de 350 a 400 mm de largo y 25 a 30 mm de ancho, se obten-
drán dos descarnadores de muy buena calidad. Amolar la hoja para quitarle los dientes y cortarla por la mitad; dar forma al extremo y afilar el canto (ver figura). 86
Se procede a cortar el cuero, para cubrir el lomo de la Corlar y reba¡ar encuadernación proyectada, de modo que las medidas el cuero excedan unos 20 mm de los bordes de la cabezada y pie de la tapa, y a lo ancho cubran el lomo y la cuarta parte de las tapas delantera y trasera. Después se dobla el cuero, cuidando de no arrugarlo, con el fin de presen87
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tarlo dentro de la ranura, entre el borde de la tapa y la unión, para verificar si entra con facilidad y si es suficientemente flexible como para que no dificulte un uso cómodo del libro. En caso de que el cuero fuese demasiado grueso habrá que rebajarlo. Si f uera de di-
mensiones relativamente grandes y la mesa de trabajo tuviese una altura adecuada, habrá que sostener un extremo del cuero presionándolo contra la tabla; en este caso será útil el empleo de una prensa manual colocada al borde de la mesa (el cuero se protegerá de la presión de la mordaza con un cartón grueso). No es aconsejable el uso de esta prensa para presionar sobre una lámina de vidrio. La operación comienza sosteniendo firmemente
la pieza
de cuero por rebajar, colocada de modo que el revés quede hacia arriba. El rebajador se sostiene con ambas manos y se empuja a lo largo de la superficie de la pieza, adelantando una mano más que la otra para que la herramienta corte oblicuamente y se deslice con mayor facilidad. El rebajamiento se realiza sistemáticamente a lo largo de toda la superficie, revisando frecuentemente 88
a fin de comprobar que no quede despareja. Si se dobla la pieza de cuero y se hacen correr el índice y el pulgar a lo largo del doblez podrá descubrirse cualquier variación importante del espesor. Podría suceder que los bordes se adhirieran cuando pasa el rebajador; entonces será necesario biselarlos con la cuchilla. Una vez terminada la operación de rebaje se coloca el bloque del libro sobre el lado del revés del cuero y se marcan los bordes de la cabezada y el pie de las tapas. El resto de la pieza que haya quedado fuera de este trazado tendrá que ser doblado hacia adentro, siendo necesario que se lo rebaje más prolijamente. Hay que trabajar con el cuero muy junto al canto de la base de apoyo, para que los dedos se hallen libres alrededor de la cuchilla y ésta pueda mantenerse en forma
plana sobre la base. Sostener el cuero con tres dedos de la mano izquierda, siempre en forma bien plana, y colocar el filo de la cuchilla a 45o respecto del borde que se va a rebajar. Con las cuatro puntas de los dedos de la mano izquierda 89
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puestos en línea y el dedo índice tocando el canto trasero de la cuchilla, presionar hacia abajo con los tres dedos doblándolos un poco (el índice quedará en línea recta y es el que empuja a la cuchilla por el borde trasero haciéndola mover hacia adelante). Si se ha mante-
nido bien plana la cuchilla, el material no sufrirá daño alguno.
La encuadernación con lomos de cuero se denomina de media pasta y, generalmente, suele llevar el agregado de punteras del mismo material. También, para cambiar de forma, se acostumbra la colocación de fajas o tiras de cuero a lo largo del borde delantero de las tapas, las que otorgan muy buen aspecto al libro, al mismo tiempo que protegen los bordes.
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Repetir la tarea, pero inclinando el filo ligeramente hacia abajo, mordiendo el cuero. Todas estas tareas son las que integran el proceso de rebajar, que requiere cierta práctica y el empleo de una cuchilla muy bien afilada (hay que asentarla con frecuencia: dándole dos o tres pasadas sobre la piedra por el lado biselado, una sobre el lado plano y otra más sobre el biselado, es posible
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Trasferir la forma de una esquina de la tapa a un cartón delgado, recortarlo y aplicarlo sobre un trozo de cuero previamente rebajado. Recortar los bordes largos y cortos de cada esquina, con la cuchilla sostenida en un ángulo de 30o (los cortes deben ser netos, sin rebabas). Los otros lados deben ser recortados de la misma manera, como el doblez que va hacia adentro, en la cabezada y en el pie. El triángulo que da al exterior debe tener igual espesor que el cuero del lomo. Cuando se apliquen fajas o tiras en el borde delantero del libro, habrá tres lados para rebajar y doblar hacia adentro (se rebajará en
el borde
solamente).
filo de óptimo corte).
La parte excedente, que será doblada hacia adentro, se bisela aproximadamente a 6 mm del borde externo; después se trabaja hacia adentro para conseguir un biselado más ancho hasta llegar a la línea, Como la parte del doblez ha sido rebajada, es necesario asegurarse que la porción central, que va doblada sobre sí misma y pegada
al lomo, no formará un abultamiento en esta parte del libro. Habrá que dar vuelta el cuero del lado del derel
cho, con el doblez hacia abajo, para tratar de descubrir alguna protuberancia. En caso de hallarla se tratará de rebajar más en esta parte. Luego se rebajarán ambos dobleces y después, utilizando
la punta de la cuchilla, se rebajarán los bordes de los lados largos, no más de 6 mm de ancho. 90
Es una operación que demora cierto tiempo por cua.nto Cubrir con cuero se utiliza engrudo de secado lento. Antes de comenzar, es necesario tener en cuenta que debe impedirse el contacto del cuero húmedo con herramientas o planchas de hierro, para evitar la formación de manchas negras; una buena medida precautoria consiste en alejar los útiles de hierro de la mesa de trabajo o colocarlos en un lugar aparte. 91
t,-
Se engrudan las punteras (o las tiras para el borde delantero) ligeramente y se dejan las superficies cara a cara para que se peguen mutuamente. En tanto, se protegerán los bordes del libro con hojas de papel colocadas entre las tapas y adheridas con cinta autoadhesiva, para evitar la acción del engrudo. Se procede al forrado: colocar el cuero sobre las tapas para comprobar su posición correcta; abrir las tapas y aplicar el cuero de manera que sólo resulten visibles los dobleces que irán hacia adentro. La parte exterior de una tapa se apoya sobre base firme y, mientras se la sostiene en ese lugar con el libro descansando sobre una mano, se procede al doblado de los bordes: con la plegadera se levanta y dobla hacia adentro un borde; luego se dobla la esquina fijándola con una gota de engrudo en el doblez; después se dobla el otro borde. Debe trabajarse de modo que quede una ensambladura invisible; no obstante, si quedara alguna prominencia o hendidura donde se sobreponen los bordes, deberá presionarse el cuero sin dañarlo, tratando de conseguir la unión perfecta, Si se tratara de las fajas para el borde delantero del libro, las esquinas se cortarán con la punta
la base o la lámina de vidrio sobre la cual se trabaja; mantener limpia la punta de la plegadera; disponer de una esponja humedecida. Como el doblez del cuero irá entre el bloque y las tapas, habrá que recortar la hoja de papel de desecho donde entra caudos: limpiar
en la ranura de las tapas, pero no más allá de las cintas. Engrudar ligeramente el lomo, la junta y alrededor de 25 mm de las tapas, para que las superf icies porosas no absorban la humedad del cuero engomado; abrir el cuero y colocarlo sobre la base con la parte engomada hacia arriba. Colocar el lomo del libro sobre la cubierta de cuero, en posición central, y levantarla; si el engrudo se nrantiene pastoso, el cuero será levantado por el libro. Enderezar todo el bloque sobre su borde delantero y, suavemente pero con firmeza y empleando las palmas de las manos, presionar el cuero sobre las tapas y frotar a lo largo del lomo.
de la cuchilla, tal como se hace con una tela, engrudando los bordes antes de plegarlos hacia adentro. Ahora corresponde cubrir el lomo: primero se engruda el cuero, tal como se hizo con las punteras; luego se lo pliega sobre sí mismo sin arrugarlo, para conservar la humedad del material (si se estuviera encuadernando dos libros a la vez, se engrudarán las dos tapas y se colocarán cara a cara). El cuero debe quedar diez minutos en esta posición; durante este intervalo se engomarán las f ibras de un cordel no mayor de 100 mm de largo, si el libro no es muy grueso, para utilizarlo luego. Desplegar el cuero y engrudarlo nuevamente; volverlo a ple-
gar hasta que se encuentre pegajoso. Cuando pueda levantarse el cuero mediante la presién de un dedo
sobre la superficie engomada se tendrá la seguridad de que se encuentra listo para aplicarlo sobre el libro. En tanto, cortar dos trozos de cordel engomado (deben tener una longitud igual al grosor del bloque y las tapas) para colocar dentro de los dobleces en la cabezada y
pie, Antes de continuar se tomarán los siguientes
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el libro sobre un lado, levantar el cuero hasta la junta y prensarlo dentro de la ranura con la plegadera; después bajar el cuero con el borde de la mano. Las mismas operaciones habrá que hacer en el otro lado'
Apoyar
Con las tapas abiertas, y los dedos índices y medios colocados aproximadamente a unos 50 mm por debajo del lomo, apoyil el centro de las palmas sobre los bordes de las tapas y, con los pulgares, estirar el doblez sobre el borde de las tapas y hacia adentro. Con un poco de cuidado los trozos de cordel quedarán en su lugat para engrosar el cuero en la cabezada y en el pie; en caso de que el acanalado quede sobre el lomo al cerrar el libro, habrá que hacer la corrección de inmediato (quizás sea necesario abrirlo y empezar nuevamente, pero el cordel debe quedar en el lugar requerido). Luego que se haya extendido el doblez de las tapas con los pulgares, dar vuelta el libro, quitar el papel encerado y doblar hacia adentro el doblez correspondiente al otro extremo.
Es necesario tratar de lograr uniones perfectas para asegurar una buena apertura de las tapas. Los pedazos cor-
Con la plegadera presionar el cuero otra vez dentro de las uniones; después hacer un nudo corredizo con un hilo liso y atar el libro, de manera que el hilo quede dentro de la unión y el nudo en la cabezada o en el pie; los extremos se pegarán con cinta adhesiva en el papel que protege al borde.
tos de hilo sobrante se llevarán sobre el cuero engomado para que se curven a lo largo de la cabezada y del pie del libro. Antes de parar el libro sobre un extremo, con el objeto de que no penetre engrudo en el borde, se cubrirá el doblez de ese extremo con un trozo de papel
el nudo corredizo si el cuero tira hacia adentro; si esto sucediese, con la punta de la plegadera se empujará el cuero hacia afuera, a cada lado del hilo, hasta que las tapas se encuentren en línea recta y la parte que cubre
encerado.
la cabezada quede tan ancha como el resto del libro.
Una vez que el libro se encuentre parado sobre un extremo, con el lomo en dirección opuesta a la posición del operador, se procede a engrudar la parte externa del doblez, pero sólo en la parte central correspondiente al lomo, lo cual ayudará a que se adhiera al libro cuando se proceda a efectuar el doblez.
el libro y frotar con la palma de la mano la cubierta de cuero sobre el lomo y hacia abajo; dar vuelta el libro, tomarlo con las dos manos y pasar repetidas veces la cabezada y el pie sobre la base de trabajo para que el hilo quede en su sitio sobre el libro,
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Con el libro apoyado en un extremo, se verifica mediante
Sostener firmemente
en lugar de formar un abultamiento en cada extremo.
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Se procede a eliminar cualquier mancha de engrudo con
una esponja humedecida y se pone una hoja de papel encerado dentro de cada tapa para evitar la entrada de humedad. Después se pone el llbro a secar entre dos cartones lisos, no sin antes comprobar que no haya arrugas ni dobladuras. Finalmente, cuando el libro haya secado, se retirará el hilo.
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El revestimiento Las partes de las tapas que irán revestidas con tela o papel tienen, a esta altura del trabajo, un espesor menor que la zona recubierta por el cuero; por tal causa será necesario suplementar los cartones de las tapas (rellenar) para lograr una terminación más pulcra.
una vez cortadas las costuras, se sujeta firmemente el libro sobre la mesa cada cuadernillo sucesivamente.
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Para trazar sobre la cubierta de cuero del lomo las líneas punteadas indicadas en la figura, se marcarán con el compás dos puntos en los extremos con una medida igual a un cuarto de la anchura del cartón; para marcar las esquinas habrá que aumentar la distancia tomada con el compás en una mitad más de la registrada anteriornrente. A continuación se colocará una regla para unir las marcas y se hará deslizar la punta de la plegadera a lo largo para marcar las ranuras. 96
Desarmado el libro, se reordenan
los cuadernillos para su verificación y posterior proceso de reacondicionamiento.
y
se arranca
Utilizar un cuchillo para biselar el cuero, sin recortar la línea, y retirar las tiras sobrantes; es conveniente recortar las esquinas que sobresalen del borde del cartón a 45o (no en escuadra) para que no se produzcan aberturas cuando se coloquen los costados. Recortar un trozo de cartulina y presentarlo de modo que encaje por uno de sus bordes hasta la mitad de los biseles que presenta la cubierta de cuero; por el otro lado, hay que dejarlo que sobrepase los bordes de las planchas. Encolar la cartulina y colocarla sobre la plancha, frotándola con el canto de una plegadera, recortando luego los bordes sobrantes con una cizalla.
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Forma correcta de trasladar la lámina de oro utilizada para el grabado de nombres y orlas en el lomo.
Preparar el revestimiento de tela, colocando el borde recto del material elegido sobre la línea marcada en la cubierta del lomo, sosteniéndolo en su lugar y doblándolo hacia atrás hasta las líneas marcadas en las esquinas. Se retira la tela, se la apoya sobre una base nretálica y con un cuchillo y una regla se corta por los dobleces. De esta manera debería ajustarse sobre el lado utilizado para marcarla; entonces, deslizarla dentro del cartón mientras se procede a recortar el otro lado.
Habrá que recortar el doblez de la tela hasta unos mm; encolar el costado, colocarlo sobre las marcas doblándolo hacia adentro. Si se estuviese trabajando en una encuadernación de media pasta no habrá esquinas; por lo tanto la colocación de los costados es aún más sencilla que la fabricación de una cubierta de tela. 20
Marcar un pequeño margen uniforme en el interior de cada tapa con un compás de puntos fijos, y recortar alrededor con un cuchillo bien afilado sostenido de modo que el corte resulte al sesgo. Después de quitar las partes sobrantes, engrudar las hojas blancas y poner el libro dentro de la prensa antes de abrirlo. euitar el papel de arriba, colocar el libro entre las planchuelas de prensar, sólo hasta la ranura, protegiéndolo con papeles doblados sobre aquéllas, y dejarlo secar.
Este tipo de encuadernación, por su particularidad de poder ser abierta en forma total, es muy adaptable para el encarpetado de partituras musícales, pero debe tener un redondeado y un enlomado mínimos por exigirlo asf las características especiales gue tienen las tapas delgadas. 97
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Dorado Cuando un libro ha sido encuadernado en cuero, como en este caso, es necesario proceder a grabar en el lomo y en la tapa las inscripciones correspondientes mediante una atrayente decoración con láminas de oro.
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El dorado sobre el. lomo puede hacerse en forma trasversal o paralela al borde longitudinal. Antes de aplicar las letras es conveniente trazar unas líneas de guía todas del mismo an'cho, espaciadas uniformemente. En las leyendas trasversales be seguirán las bandas dejadas por las cintas, marcándolas con una herramienta sin filo; si las inscripciones fueran a lo largo, quedará todo el lomo libre para el grabado, no teniéndose en cuenta la existencia de dichas bandas.
Para la leyenda de la lomera, se prepara un molde de las letras sobre papel fino, fijándolas en el lugar elegido con trozos de cinta adhesiva. Las impresiones se grabarán con hierros, cuños y ruletas de dora¡' calientes, quitándose luego el molde; si no fuesen bien claras, tendrán que repasarse sín ayuda del molde, pero presionando levemente para que la lámina de oio no se rompa cuando se la deposita encima. El cuero puede ser dorado más eficazmente si es liso y se halla desengrasado; el de cabra se prepara lavándolo
con un poco de vinagre; los más porosos, como el de becerro y el de cabra, necesitan ser impregnados con polvo para dorar a fin de que el pqn de oro pueda pegarse sobre el material.
Para tijar y dar brillo a las impresiones se prepara un mordiente de albúmina (se mezcla clara de huevo con una cucharadita de vinagre, se bate, se deja reposar durante la noche y se filtra a través de una capa de algo-
dón en rama). Por medio de un pincelito se da una mano con este mordiente, la que debe repetirse cuando haya secado la primera. La preparación para el dorado sobre tela requiere el empleo de una esponja fina. Los panes de oro que se utilizan para la operación de dorado son muy delgados, de finísimo espesor, y vienen preparados en cuadernillos especiales de papel de seda.
El cuchillo que se utiliza para levantarlos, así como la almohadilla para cortarlos y trasladarlos deben hallarse 98
bien desengrasados (también hay que evitar el contacto de panes y dedos). Debe trabajarse en una habitación donde no existan corrientes de aire: se coloca el cuaderno con los panes de oro sobre la almohadilla y se descubre la primera lámina abriéndolo con la mano izquierda; completamente abierto el cuadernillo, hay que deslizar el cuchillo por debajo de la lárnina y trasladarla hasta la superficie de la almohadilla. Se retiran el cuadernillo y el cuchillo, y a continuación se procede a soplar ligeramente sobre el centro de la lámina de oro para alisarla. Finalmente se cortará la hoja en tiras del tamaño requerido. Con una muñeca de algodón se unta la lomera con una levísima capa de vaselina, en cantidad tan escasa como para que no se note grasitud alguna (el algodón se man-
tendrá alejado del cuadernillo con las láminas, del cuchillo y de la almohadilla), Aparte se forma una almohadilla de algodón para trasladar los trozos de oro: doblar hacia adentro dos lados de un copo grande de algodón y plegarlos nuevamente por la mitad. Sostenida por una esquina con los dedos índice y pulgar, la almohadilla se frotará suavemente sobre los cabellos para que tome suficiente grasitud y luego se presionará sobre una de las tiras de oro recortadas, a fin de trasladarla al libro. Sentado el oro, se deberá presionar hacia abajo sin hacer ningún movimiento de frotación, de modo que el trozo no se rompa. Generalmente quedar'á adherido en forma perfecta, aunque se podrá fijar aún más si se lo aplasta con el aliento exhalado encima del cuero. La tarea final consiste en fijar el oro con las herramientas calientes; las partículas sobrantes se retirarán con un trozo de algodón en rama.
La prueba más común para probar la graduación correc-
ta de una herramienta caliente consiste en tocarla con un dedo humedecido: si éste queda húmedo, la herramienta todavía no se encuentra bien caliente; si hay evaporación inmediata, el hierro se halla muy caliente y puede quemar el cuero; si la humedad desaparece gradualmente puede considerarse que el útil está listo para el uso, aunque conviene probarlo previamente sobre un trozo de cuero pegado a un cartón. 99
r La impresión debe ser rápida, firme, sin dejar sobre el material todo el peso de la herramienta; los dedos deberán rodear el mango del implemento, con el pulgar encima, afirmando la uña del otro pulgar sobre el extremo caliente cuando s€ realiT¿ la aplicación. Las personas con cierta experiencia pueden soportar sin ningún riesgo el calor del extremo caliente; pero es más conveniente encolar un trocito de cuero sobre el pulgar para darle adecuada protección. Defectos principales y sus causas: El oro no se pega
Herramientas frías; cuero demasiado seco; escasez de fijador (una capa).
El oro se adhiere alre- Herramientas demasiado cadedor de los bordes de lientes, o sostenidas mucho las impresiones tiempo sobre la impresión; el fijador no se encuentra seco. El cuero es atravesado Herramientas demasiado capor la herramienta lientes; cuero mojado; ambas cosas a la vez. Letras opacas
Herramientas sucias (es necesario pulirlas sobre un trozo
de cuero); herramientas
muy
calientes. Probablemente, la colocación de una doble capa de oro dará mejores resultados; en este caso no es necesario aplicar otra mano de fijador, salvo cuando alguna letra ofrezca notorias dificultades de adhesión. En muchos casos el fracaso de la operación se debe únicamente al empleo de un fijador viejo o en mal estado de conservación.
En realidad, el dorado no exige ningún tratamiento especial; el aprendizaje correcto resulta de la práctica misma y cada aficionado debe desarrollar su propio método; lo que resulta esencial es la utilización de herramientas bien limpias.
12. Decoración En los capítulos anteriores este manual ha tratado exclusivamente sobre las operaciones necesarias de la encuadernación. Ahora corresponde referirse a la decoración del libro, no como una necesidad imprescindible de la profesión, sino como un sello personal que cada encuadernador aficionado desea otorgar a su trabajo, cuyo costo, por otra parte, no guarda relación con intensa satisfacción que se experimenta.
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Los procedimientos tradicionales de decoración no son más complicados que la aplicación de letras sobre el libro. Con herramientas muy simples pueden obtenerse moldes agradables, sencillos y económicos.
k E La preparación de estos moldes exige un mínimo de útiles: una morsa pequeña, algunas limas, un taladro, algunas barrenas y una sierra para cortar metales. Se comienza con una varilla redonda o cuadrada de latón (100 mm de largo y grosor igual al de un lápiz). Se lima un extremo hasta conseguir una punta tosca; luego se coloca dentro de un orificio taladrado en un extremo de una espiga de 150 X 20 mm. La p.unta de la varilla se aguza de la forma deseada -por ejemplo, un cuadrado-; pero no debe olvidarse que el extremo debe fabricarse de tipo cónico largo, para observar fácilmente el lugar donde se apoya la herramienta hasta el borde del molde, La superficie trabajada se termina con papel esmeril fino y se pule sobre un trozo
de cuero frotándolo con tiza o colcótar de joyero.
Si
se da una ligera combadura a la superficie se obtendrán impresiones que aparentarán mayor brillo y claridad. 100
101
r Puede experimentarse sobre un molde sencillo. Se recorta sobre un papel liviano (30C) la forma de una tapa del libro; el lado corto se divide en cinco partes y el largo en siete; luego se traza el cuadriculado y se unen las marcas para formar figuras rombales. El molde se
aplica a la tapa del libro con una lámina de oro entre uno y otro, procediendo a estampar los puntos de cruce únicamente, con la herramienta bien caliente para que el oro no se pegue (con este útil método de trabajo pueden conseguirse numerosas variantes en el diseño del estampado).
No es necesario trabajar solamente con un molde cua drado (se lo puede hacer más interesante cortándolo en cuatro con una sierra). Existen diversas posibilidades para lograr nuevas formas utilizando una lima y una sierra; por ejemplo, si se taladra un orificio en la varilla y se lima todo alrededor se habrá conseguido un círculo o anillo. El oro no resalta sobre la mayoría de los colores de una tela; por lo que hay que tratar de estampar otros tonos f uera del dorado; en este caso es muy posible que estas hojas necesiten más calor que el oro para que puedan adherirse con eficacia, Si se deseara obtener líneas rectas largas o curvas suaves en los diseños se hará uso de un filete. Para marcar
líneas rectas se usará simplemente una rueda grande
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do que puedan ser intercambiadas en una misma espiga; en este caso todos los centros deberán ser idénticos para poder utilizar un tornillo común, El diagrama del molde o filete muestra los detalles referentes a la construcción. La rueda debe girar libremente
sobre el tornillo, pero sin sufrir desviaciones; la espiga, también de acero, debe ser introducida unos 75 a 100 mm dentro del mango de 40 mm de diámetro y 300 mm de
largo. La herramienta no debe sobresalir más 150
que
mm del mango.
filete debe ser complementado con una herramienta corta para inscribir los lomos. Para obtener un trabajo limpio, los cantos de filetes y herramientas para dorar deben mantenerse en perfecto estado de limpieza; cuando no se los utilice se guardarán bien protegidos. Asimismo, una buena cantidad de decoraciones podrán hacerse, y con excelentes resultados, empleando únicamente la punta afilada de un cuchillo. Como ejemplo de lo antedicho, véanse los trabajos sobre tapas que muestran las figuras en colores entre páginas 80 y 81' Cada
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filetes pequeños fabricados con latón grueso. Como el espesor de cada línea requiere el uso de una rueda distinta, es posible fabricar a estas últimas de mo-
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de más de 75mm de diámetro. Para líneas curvas se ha intentado utilizar monedas pequeñas, pero ellas no retienen bien el calor; resultan mucho más prácticos los
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r Se pueden obtener moldes en relieve, variaciones de texturas y áreas de diferentes colores, sólo aprovechables para encuadernaciones lujosas, con un trabajo bien planeado y una terminación cuidadosa. Por ejemplo, tratar de hacer una cobertura de tapa con tiras verticales de tela o de tela y papel; no es necesario que todas sean del mismo ancho, ni que resulten paralelas o rectas; pero para que el trabajo adquiera buena calidad, es conveniente que el lomo y las juntas formen una sola pieza. Si las tiras empleadas fueran de un mismo espesor es improbable que se desgasten; en caso contrario, y ante la posibilidad de que los bordes que se unen pudieran deshilacharse, es aconsejable sobreponerlos. Los moldes en relieve se deben construir sobre la tapa atrtes de proceder a cubrirla. Formas simples, a modo de un patrón en relieve, que puedan verse a través del material de revestimiento, otorgarán gran atractivo a la tapa de un libro. Cortar algunos rectángulos de cartulina delgada (no es necesario que tengan la misma medida; combinan mejor las medidas desíguales) y encolarlos a la tapa sobre un diseño previamente ordenado; luego hacer el revestimiento de la manera usual. Antes de que la cola haya secado, se prensará con un manojo de hojas de papel secante sobre la tapa moldeada.
Otro molde sencillo puede fabricarse con una cartulina en la que se han hecho varios orificios; se encola sobre una tapa y se recorta el sobrante para que encuadre en el
libro; luego se quita el molde; pero debe emparejarse el interior de la tapa con papel empastado para contrarrestar la tensión que produce la cartulina al contraerse con el secado. En los lugares donde haya depresiones será conveniente colocar paneles de telas o papeles de diferentes colores: los bordes de las piezas que se colocan encima deberán ser protegidos. Debe experimentarse con este método, pero teniendo en cuenta que las formas sencillas son las que siempre dan los mejores
y sobre ella, un papel con el molde ya dibujado. Tratar de comenzar con los contornos de algunas letras grandes
y sencillas. Cuando la solución gomosa se ha secado, recortar con
un cuchillo de punta afilada el contorno de las letras, a través del papel y ambos espesores de la tela; quitar las capas hasta llegar a la tapa original, quitar las letras recortadas y encolar en su lugar la incrustación. Cuando la colb haya secado, pueden borrarse el papel y la solución gomosa.
ffi Si el material de la tapa presenta algún sector muy grueso, es posible que sea necesario reparar las fibras mediante un rociado de celulosa trasparente antes de aplicar la solución gomosa, pues ésta puede penetrar muy profundamente y será dificultoso poder retirarla con facilidad. Si todo lo que se necesita para lograr un efecto deseado es un pequeño matiz de color, la manera más simple de lograrlo es mediante la aplicación de letras y adornos recortados sobre una delgada película trasparente de color, de tipo autoadhesivo; con tijeras o estilete se cortan las formas deseadas, se separan de su respaldo protector, se colocan en posición y se frotan para que se adhieran. Es aconsejable hacer una previa prueba con el material sobre la tapa antes de decidirse a utilizarlo. Los títulos resultan decorativos si la formación de letras es pareja y se hallan correctamente espaciadas; no debe dejarse una gran distancia, sino el espacio mínimo.
resultados.
También es posible hacer decoraciones embutidas. Antes de aplicar el revestimiento, hay que forrar las tapas con papel por ambos lados; con solución gomosa se pega un pedazo de papel distinto sobre la tapa del frente 104
105
(r 13. Reparación de
taPas
La reencuadernación completa de un libro viejo quizás no resulte la solución ideal para el problema de la conservación; hay quq tener en cuenta que muchos amantes
de los libros de antigua data desean conservarlos
con
sus tapas originalés en razón que algunas de éstas suelen tener detalles únicos de rareza y estima' Las tiras de plástico autoadhesivo tampoco satisfacen como solución, aunque pueden ser quitadas fácilmente con tetraclorometano, juntamente con el polvo acumulado; entonces la tapa queda rotp en las juntas, igualmente que las hojas en blanco, pero la tela y las tiras la mantienen unida.
Se harán cortes poco profundos alrededor de las cintas, a través de los papeles en blanco, procediéndose a levantar las cintas. Cortar la tela a lo largo de las juntas y el bloque debe quedar desprendido de las tapas. Si el cosido del bloque aún está en buenas condiciones, no habrá necesidad de volverlo ? cos€r; pero puede ser necesario coserlo nuevamente, hacer algunas reparaciones, coserlo otra vez a través de los mismos orificios, 106
engrudar nuevas hojas en blanco y seguir el procedimienredondeado, enlomado y forrado con tela y papel. Si hubiese necesidad de volver a coser, hay que prestar especial cuidado de mantener los plie-
to total del encolado,
de tela
gos nivelados (se utiliza otra vez la tapa vieja y no hay necesidad de recortar los bordes). Las nuevas hojas en blanco que se coloquen en un libro que no ha de ser cosido nuevamente, deben ser encoladas de modo que los bordes doblados encajen directamente dentro de la junta (el doblez debe quedar a nivel con el plíegue de atrás del plegado si no se desea que exista tensión). Se quitarán los forros viejos del lomo, limpiándolo al mismo tiempo con cola, colocado el libro entre planchuelas en la prensa de encuadernar; una vez que el libro se encuentre seco se lo forrará nuevamente.
Ahora hay que ocuparse de las tapas. La junta de la tapa superior se encuentra rota pero el doblez todavía se mantiene, de manera que hay que cortarlo para liberar la tapa. Cortar a través del pliegue, a 25 mm de la junta, y levantarlo; luego se hará lo mismo con el otro extremo; dar vuelta la tapa y levantar la tela a lo largo de todo el borde trasero a una profundidad de 25 mm. Entre el cartón y la tela se colocará una lámina de cinc y se 107
fl
procederá a recortar el borde tosco hasta que quede un poco cerca del borde del cartón. Si la junta del lomo se hallare desgastada, debe dársele el mismo tratamiento; si todavía se hallare intacta, levantar el pliegue del lomo
a una distancia de 25 mm del lomo y recortar el borde deshilachado para que quede prolijo. Quitar el refuerzo del lomo. Cortar un pedazo de tela de encuadernación (del mismo color que el del revestimiento) suficientemente ancho como para cubrir el lomo y 12 mm de cada tapa, con un doblez hacia adentro, angosto en los extremos. Encolar la parte exterior de la tela nueva a la parte inferior de la tela vieja, de modo que haya unos 12 mm entre el revestimiento viejo y el cartón; luego insertar el resto de la parte encolada dentro de la tapa delantera que se encuentra desprendida. Hay que asegurarse de que la tapa encaje antes de frotarla. Utilizar un pedazo de papel duro más largo que las tapas para aplicar cola entre el revestimiento y las tapas (encolar un ancho de 25 mm a lo largo del papel, deslizarlo entre la tapa y el revestimiento, apretarlo con la mano hacia abajo y quitar el papel). La cola se trasferirá a la tapa y ésta se pegará a la tela. Recortar y encolar un refuerzo nuevo, encolando la tela a la cabezada y al pie (doblarlos hacia adentro) y las
Las formas explicadas son recomendables para aplicar a volúmenes y documentos que se desean conservar. No hay que olvidar que los métodos empleados por los encuadernadores antiguos para confeccionar y decorar las tapas, en la actualidad han desaparecido casi por completo, y tarde se han comprendido los reales méritos de esa vieja artesanía. En este libro no se ha hablado de la reparación de cubiertas de cuero; pero los principios que deben seguirse son idénticos. tJnicamente se deben dejar colocadas las tapas si los cordones todavía las sostienen; el lomo, después de haber sido limpiado con engrudo, necesitará un forro nuevo de respaldo hueco. El cuero viejo, probablemente blando, necesitará una manipulación más suave que la tela y el material de reparación habrá que recortarlo de manera que no forme protuberancias en ninguna parte.
tapas quedan reparadas.
Si ambas tapas tuviesen las juntas rotas, hay que levan-
tar la tela de sus bordes posteriores, cortar un
nuevo
refuerzo para el lomo, encolar la tela de la parte inferior,
utilizándola para juntar las tapas, y hacer un revesti' miento que encaje en el libro. Se deben recortar los bordes ásperos de la junta para que no queden en una parte de la tapa donde se puedan doblar. Si los bordes de la tela vieja se quedan pegados a un material nuevo bien sostenido, se mantendrán en su lugar; si se doblan, se separarán. Encolar el lomo viejo. Cuando las tapas queden terminadas se les dará una lavada con una esponja humedecida en cola y agua. No se
debe frotar con fuerza para no quitarles el color; se tratará también de evitar que se moje el estampado dorado. Este procedimiento no sólo permite la limpíeza de las tapas, sino que conduce a renovar el aspecto de la tela. I
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La EDIToRIAL KAPELUSZ S.A., dio térm¡no a la pr¡mera ed¡ción de esta obra en el mes de abril de 1973, en los Talleres Gráficos Ernesto Ze¡ss, Belgrano 4067' Buenos Aires. K
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