El yo y el ello
1) Conciencia e inconciencia
La diferenciación de lo psíquico en conciente e inconciente es la premisa básica del psicoanálisis y la única que le da la posibilidad de comprender los procesos psicológicos de la vida anímica.
Lo caracreristico es que el estado de conciencia pase con rapidez, la representación conciente puede dejar de serlo en el momento que sigue y volver a ser conciente bajo ciertas condiciones. Podemos decir que estuvo latente y por latente entendemos que en todo momento es suceprible de conciencia, o también q fue por momentos inconciente. Lo inconciente, entonces, coincide con lo "latente-suceptible de conciencia".
Las representaciones inconcientes pueden ser intensas y tener consecuencias en la vida anímica, solo que no devienen concientes. Llamamaos represión a ese esfuerzo de desalojo, al estado de las representaciones que no devienen concientes. Y resistencia es la fuerza que produce y mantiene a la represión. Por tanto, es de la doctrina de la represión de donde se extrae el concepto de inconciente. Lo reprimido es el modelo de lo inconciente.
Entonces, habrá dos clases de inconciente, lo latente-suceptible de conciencia, y lo reprimido insusceptible de conciencia.
Habra tres términos: conciente, inconciente, y preconciente, siendo este último el que está más cerca de la cc que del icc.
El yo es la instancia que gobierna los procesos de la motilidad, la descarga de exitaciones. Por la noche se va a dormir, pero aplica la censura onírica. Del yo parten las represiones, a partir de las cuales ciertas aspiraciones anímicas se sustraen de la conciencia.
Pero a su vez se ha hallado en el yo algo que también es inconciente, que se comporta como lo reprimido, que exterioriza efectos intensos sin devenir conciente y necesita de un trabajo particular para devenir conciente.
Todo lo reprimido es inconciente, pero no todo lo inconciente es reprimido. Tambien una parte del yo puede ser inconciente y esto icc del yo no es latente en el sentido de lo pcc (no deviene conciente). Nos vemos obligados a establecer un tercer inconciente no reprimido.
2) El yo y el ello
Todo nuestro saber está ligado a la concienca, de lo icc solo sabemos por medio de la concienca, por el proceso de hacerlo conciente. La conciencia es la superficie del aparato psíquico, la primera instancia desde el mundo exterior.
Ya en "lo inconciente" Freud dijo que la diferencia efectiva entre rep icc y una prcc consiste en que la primera se consuma en algún material que permanece no conocido, y la segunda se le añade la conexión con "representaciones palabra". Por lo tanto, si nos preguntamos ¿Cómo algo deviene preconciente? La respuesta es: por conexión con las correspondientes representaciones-palabra.
Estas representaciones-palabra, son restos mnémicos y por tanto pueden devenir concientes. Solo puede devenir conciente lo que alguna vez fue percepción conciente, y lo que desde adentro quiere devenir conciente tiene que intentar trasponerse en percepciones exteriores, esto se vuelve posible por medio de las huellas mnémicas.
Entonces si tal es el camino por el cual algo inconciente deviene preconcinete, se hará conciente algo reprimido reestableciendo, mediante el trabajo analítico, los eslabones intermedios prcc.
El papel de las representaciones-palabra, es claro. Por su mediación, los procesos internos de pensamiento son convertidos en percepciones. Es como si hubiera quedado evidencia de percepción. A raíz de una sobreinvestidura del pensar, los pensamientos devienen percibidos real y efectivamente – como de afuera – y por eso se los tiene por verdaderos.
En cuanto al yo, Freud primero dirá que llamara "yo" a la esencia que parte del sistema P y que es primero prcc, y "ello", a lo otro psíquico en que el yo se continua y se comporta icc.
Un individuo, es ahora, un ello psíquico, no conocido e inconciente, sobre el cual, como una superficie, se asienta el yo, desarrollado desde el sistema P como si fuera un núcleo. El yo no envuelve al ello por completo, sino solo en la extensión en la que el sistema P forma su superficie (del yo) como el disco germinal se asienta sobre el huevo.
Lo reprimido es parte del ello, es segregado del yo por las resistencias, pero puede comunicar con el yo a través del ello.
El yo es la parte del ello alterada por la influencia directa del mundo exterior, con mediación del prcc. Y se empeña en hacer valer sobre el ello ese mundo exterior. Se afana por reemplazar el principio de placer (q rige en el ello) por el principio de realidad propio de el mismo.
El yo puede llamarse "razón y prudencia" mientras el ello "pasiones".
Lo reprimido es parte del ello, es segregado del yo por las resistencias, pero puede comunicar con el yo a través del ello.
Ademas del influjo del sistema P, hay otro factor que ejerce presión sobre la génesis del yo y su separación del ello: El cuerpo propio. De allí pueden salir percepciones internas y externas. Proporciona al tacto dos clases de sensaciones. Por eso el yo es sobre todo una esencia-cuerpo, el mismo proyecta su superficie.
3) El yo y el superyó (ideal del yo)
Sabemos que en la melancolía un objeto perdido se vuelve a erigir en el yo. Desde entonces entendemos que dicha sustitución participa en la conformación del yo y contribuye a construir su carácter: Suma de identificaciones que sustituyen distintas elecciones de objeto.
En principio, toda la libido está acumulada en el ello, en tanto el yo se encuentra en proceso de formación. El ello envía una parte de esta libido a investiduras eróticas de objeto, el yo recibe noticias de estas investiduras de objeto y les presta su consentimiento o busca defenderse mediante represión.
Cada vez que el yo resigna un objeto sexual en cambio sobreviene una alteración del yo. Es muy frecuente en fases tempranas de desarrollo y se supone que: el carácter del yo es una sedimentación de las investiduras de objeto resignadas, contiene la historia de las elecciones de objeto.
Esta trasposición de una elección erotica de objeto en una alteración del yo, es además, un camino que permite al yo dominar el ello y profundizar sus vínculos con él. Cuando el yo cobra los rasgos del objeto (identificación al padre de la prehistoria personal) se impone el mismo al ello como objeto de amor.
Se supone la existencia de un grado en el interior del yo, una diferenciación dentro de el, que ha de llamarse ideal del yo o superyó. Este ideal del yo o superyó es heredero del complejo de Edipo y asi, expresión de los más importantes destinos libidinales del ello. Esto nos reconduce a la génesis del ideal del yo: la identificación con el padre de la prehistoria personal. O mejor dicho, identificación madre e identificación padre unidas, de alguna forma, entre si.
La actitud ambivalente hacia el padre y la aspiración de objeto exclusivamente tierna hacia la madre, caracterizan para el varón, el contenido del complejo de Edipo simple, positivo.
Con el fin del complejo de Edipo la investidura de objeto de la madre debe ser resignada: puede ser remplazada por una identificación con la madre o un refuerzo de la identificación padre. Esto es lo mas normal, permite retener el vinculo tierno con la madre. Y la actitud edipica en la niña desemboca en un refuerzo de su identificación madre que refuerza su carácter femenino.
Hay veces que la niña genera identificación padre, esto tiene que ver con la fuerza de sus disposiciones masculinas. Por tanto, el desenlace del complejo en identificación madre o padre tiene que ver con la intensidad de las dos disposiciones sexuales. La bisexualidad del niño interviene en el desenace del complejo.
El complejo de Edipo mas complejo, que es uno duplicado, positivo y negativo, depende de la bisexualidad originaria del niño. En donde el varon se comporta también como niña, con actitud femenina tierna hacia el padre y celosa y hostil hacia la madre.
Dice Freud que en los neuróticos, supone la existencia del complejo de Edipo completo.
A raíz de su sepultamiento las aspiraciones contenidas en el se desmontan de tal forma que de ella deviene una identificación-padre y una identificación-madre. Y esta alteración del yo recibe su posición especial: se enfrenta al otro contenido del yo (ello) como ideal del yo o superyó. Siendo el ideal del yo constituido por la identificación al padre de la prehistoria personal + Identificacion padre Identificacion madre + (resultado del desenlace del complejo de Edipo) + formación reactiva.
El ideal del yo o super yo es la agencia representante de nuestro vinculo parental, entidades superiores que admirábamos y temiamos, ahora forman parte de nosotros mismos. Tiene incidencia fuerte fundamental en la sexualidad, son los valores sociales referidos a la sexualidad.
Mientras que el yo es representante del mundo exterior, el super yo se presenta como abogado del mundo interior, del ello. Los conflictos entre el yo y el ideal reflejaran la oposición entre lo real y lo psíquico, el mundo exterior y el mundo interior.
4) Las dos clases de pulsiones
Las percepciones tienen para el yo la misma significación que el valor de las pulsiones para el ello.
Hay que distinguir dos variedades de pulsiones: pulsiones sexuales, que son las mas llamativas y notables. No solo comprenden la pulsión sexual no inhibida y las pulsiones sublimadas de meta inhibida, sino también la pulsión de autoconservacion.
Por otro lado, las pulsiones de muerte, encargadas de conducir al ser organico al estado inerte, mientras que la pulsión sexual persigue la meta de complicar la vida mendiante la síntesis de la sustancia vida dispersada en partículas, con el fin de conservarla.
La pulsión de muerte se exterioriza como pulsión de destrucción dirigida al mundo exterior o otros individuos.
Ambas pulsiones se ligan entre si. Y luego de adoptar esa "mezca" de las pulsiones, se presenta también una idea de "desmezcla"
La pulsión de destrucción es sincronizada a los fines de la descarga, al servicio de las pulsiones sexuales. Vislumbramos que el ataque epiléptico es también producto de una desmezcla de pulsiones, asi como también en la neurosis obsesiva merece una aparición particular la desmezla de pulsiones y el resalto de la pulsión de muerte.
Freud dice que la escencia de una regresión libidinal estriba en la desmezcla de pulsiones (de la fase genital a la anal)
Se puede sustituir la oposición entre las dos pulsiones por la polaridad amor-odio. El odio no es solo el acompañamiento del amor, ni solo su precursor, sino que también suele suceder que el odio se mude en amor, y el amor en odio. Esta mudanza acontece mediante un desplazamiento de energía, como si en la vida anímica hubiera, ya sea en el yo o en el ello, una energía desplazable que pudiera agregarse a una moción erotica o a una autodestructiva, y elevar su investidura total.
Esta energía desplazable, proviene de el acoplo libidinal narcisista, y es por ende, eros desplazado. Trabaja al servicio del principio de placer a fin de facilitar descargas.
Si esta energía de desplazamiento es libido desexualizada, es licito llamarla también sublimada.
5) Los vasallajes del yo